OTECA / I lí <- D - - ■ -^0 3 p. f). ^creg g>affar5o- BBICIOX DEL “PORFBXIR." niPLIOTECA MEXICO. Imprenta de José A. Bonilla, dirijida por José Batiza. Bajos de San Agustín núm. jj. 1874 Ciar DOiViAC!Ohi 1 f OCT.'2012 connoiNACiON O* . I >. N c ( A 8 I T-a-io^o o .--x (.. .idlin. rqno . í) JÍAKIJA^L DE AGRIGÜLTÜR-í:- . r ' .,D. ■ ■ ■ :) ;'Rbi -o , t , ,• •■ o: •' V iCAPITULO I. " ' Formación y conocimie7itó dé'l'as tierras. La tierra no es otra cosa sino un ' conj linto 'Jde ló^s;. despojos dé las piedras y rocas de las monta- fias;, de los áni niales, y; de los vegetales, de lo cnal resultan dos esiieciés de tierra: una eaKzct y otra vitrifiedhle. ' Las primeras hacen efervésceneia''ál mezclarse con los ácidos líquidos, y las segundas ,púe’stas á la acción del fuego ' se derriten y Í)ro- 'dü'Oén Una especie dé vidrio, de donde ban toma- do el nombre do vitrificadles', así como las primeras el üé c'aíizas por 'producir cal sometiéndose al fuego. • Bajó el nombre de tierras calizas 6 alcalinas, com- prendemos la caliza propiamente dicha, las que contienen yeso, magnesia, potasa, sosa, óxido de hierro, etc. , ' Las virtriflcables comprenden la siliciosa ó are- nosa y la arcillosa. ’ ]- Siendo compuesta la tierra en s'u mayor parte por los despojos de las piedras y de laa focas de las inmediaciones, basta reconocer lás- montañas 1 6 vecinas para calificar la naturaleza dejos terrenos cercanos á ellas. Las montañas calizas están formadas de capas paralelas al liorizonte, ó que tienen inclinaciones regulares, y cuyas capas no son otra cosa que de- pósitos formados por las aguas. IsTo así las vitri- ficables, cuya armazón está compuesta de rocas de volúmen, forma y posición irregulares, y cuyas capas tienen grietas generalmente perpendicula- res ú oblicuas; y son las conocidas con el nombre de terrenos do cristalización ó ígneos. La superficie de las piedras calizas se disuelve, aunque lenta poro continuamente, al contacto del ácido carbónico esparcido por el aire atmosférico, cuya disolución de base caliza arrastran las llu yias llevándola á las regiones inferiores. Así es como á causa de los efectos meteóricos so con- vierten en tierra las superficies de las rocas, sien- do las vitrificables las que mas resisten á su ac- ción. Pero cuando estas montañas están dominadas por otras, es indispensable atender á la naturaleza de las capas que las forman; pues, vinieudó las llui vias arrastran sus tierras en su curso, mezcláudo« las con otras basta depositarlas en los bajíos. Asi- mismo es necesario tener en consideración la ca- lidad de las tierras que depositen los ríos, según la naturaleza de los terrenos que bayan recorrido. Lo que llevamos dicho de la mezcla do tierras verificada por las lluvias, ó por los rios, tiene aplicación también en los grandes depósitos for- mados por el mar; pues unos so bailan compues- tos de sumas enormes de conchas pulverizadas y etras sustancias animales, cuya báse, caliza es el agente principal para la formación do la creta .7 t eu que abuudan, y otros están formados úniear mentó de arena, como por ejemplo los grandes depósitos de 'V eracruz, conocidos vnlgacmente con el nombre de médanos. Los primeros^ son fértilísimos cuando se des- truyo su dureza, y los segundos estériles por con» tener muy pocas partes calizas, por estar extre- madamente desunidos y no poder retener el agua necesaria para la vegetación. Las tierras compactas retienen mucho tiempo la humedad y el agua, y las arenosas muy poco. La^ prosperidad do la vegetacian depende de la unión combinada do estos dos efectos, de los cua- les resultan los principios constituyentes do las tierras; y aunque cierta en rigor esta proposición general, sufre sin embargo algunas modificacio- nes. Por ejemplo, una tierra solamente compues- ta de arcilla, por mas arena quo'se le lüeíi'cle, rió será mas fértil porque aunque se atenúe, no se le da ningún principio dé unión que la ayudo á la vegetación: y lo mismo sucedoria si en un terróiío arenoso se echase puramente arcilia; sin que ñor esto se entienda que deje de mejorarse^píies obrando la arena mecáuicámente, sus -ranc/s son otras tantas cuñas que dividen y separan las moléculas de la arcilla, y en consecuencia el agua las penetra mas fácilmente; y porque estan- do mas separadas las moléculas, están mas de- sembarazadas para desarrollar los principios so^ lubles quo encierran; pudiendo así alimentar me- jor l^s plantas que se le confien. " i ^ tierra arenosa ó vitriflcable so le lizí ^ ^^a’fi^iera otraítierraícá- la ® una-vegetacion lozana, no porque r ’a se benefiéio simplemente con laiámezclah. '8 sino en lazon do la densidad ó atenuación qn© conservan eutre sí sus niolecúlos. Porque, como quiera que son muy solubles en- el agua las sus- tancias calizas, obran positivamente sobro la ar- cilla multiplicando sus principios productivos y los conibinan con los suj'os,. dando por resultado la fecundidad del suelo y por consiguiente una vegetación rica y exuberante. Como las sustancias vitrificadles son t,ait poco solubles, no puede ñi debe confafso coú t.ál efdcto en la agricultura. De donde'se' deduce; I? Qtie las tierras tenaces y las sueltas son casi estériles, unas- porque retienen demasiado el agua y otras porque la conservan muy poco, dependiendo am- bos vicios de la .^estructura de sus moléculas. ^2° Que toda tierra ^vitrificable es improductiva; mientras que los terrenos calizos, teniendo una ^textura conveniente son los mas feraces. Sin ,om- ‘jbargo, hay algunas excepciones, pues existen piap- ías que necesitan tierras estremadamente húmedas .y otras muy secas. > •* c Las sustancias calinas, iruedo decirse que son las únicas que dan á la tierra la propiedad denui- ’trir y desarrollar los vegetales, ayudadas por el íaire atmosférico; puesto que los análisis que se han hecho de las plantas, por medio del fuego o dél agua, han dado por resultado la caliza, mien- tras qué la vitrificable se encuentra en una can- tidad tan insignificante que debe conpderarso co- mo nula. Así es fiue, cualquiera tierra que so componga de materiales solubles cu agua pura, debe considerarse meramente como una tierra matriz que solo sirve para elTapoyo de las plantas y para dejar pasar por sus mdléculas insolubles a (9 las so]ubleéli • ; Se .toman cuatro onzas de Iqs tierras desecadas y se ponen á heryir durap te una' hora en un cuar - tilloj^ medio de agua destilada: se revuelve en se- gpida y so vacia en una, coladora semiesferiea de hoja de, lata cuyos agujeros .no tengan mas déVup cuarto de línea de diámetro, y se coutiiura qió-^ viendo la tierra hasta que en la- coladera no que- de mas que olcascajoj-la arena gruesa y los pe- das! tos vegetales.' , , : Para separar estas- sustancias se echan en un vaso lleno de agua. . Consistiendo la mayor.parte de las sustancias or- gánicas en semillas de yerba, s, pedácitos de raícies y varas, sobrenadan en razón do su mayor lijoréza; se les quita cou una cucha, se secau y .se pesan.' ,La arena y el cascaio que han caído al fondo del vaso, se echan en otra coladora cuyos aguje- ros teugau línea y media de diámetro: la arena media pasa, y el cascajo se' queda en olla: .so se- can una y otra y se pesan. Siendo importante determinar la nat^rraleza de ,^las arenas y cascajo, los cuales geiierakuéute ,sbn siliciosos, so toma de estas kiatañcias lo que se coge cou dos dedos y se echan eu uu vaso, que contenga un buen vinagre, ó mejor, ácido hidroc- lórico extendido én dos partés de agua. Si no-hay- efervescéücia algiuia, éátá imó-’^'ci'évto-de quh las materias son silisa; y si la hay contendróa partes calizas, en cuyo cuso és preciso determinar «la cantidad do éstas, lo cual se consigue tomandd» un peso dado (le, arena y cascajo juntos, los cua- les se sntuergéii en el ácido. Después de la ac- cmn sé- pesan las partes siliciosas. La diferencia uel peso (¡vie se tomó y. el peso de estas dará el de las partes calizas. La tierra colocada en la primera coladera con- tiene también arena ñna.* para separarla se re- vuelve la tierra en un’ vaso con agua; se le deja reposar durante un minuto y se vacia el liquidó revuelto sobre^un filtro (te papel de estraza pues~ to dentro de un embudo: Ib que queda en el fondo del Vaso es la areira fina (jue se seca y pesa do la cual sé asegura, uno -si es siliciosa ó calcárea, ñor medio del ácido, como ya se ha dichó. operaciones precedentes se han obtenido " ' • Cascajo. -AisladQS I Arena gruesa, y pesados.;) i^^rpua fina. ■i :¡ • . (' ■ 3^es\os orgánicos.. üna'nia’tória térrosa muy fíhá sobro el filtro.' , -Ep.fin, un licor tfaspareuté^.'^ne¿há atravesado el filtro y que CQntiene las sustancias solubles que puede contener da, tierra. Ahora se trata de éxaminar separadamente la tierra tenue, que (piedó en él filtro y el licor que contiene las sustancias sÓlhbles, salinas ii otras. La materia tcírtófeq fina contiene la mayor par- ® f el humus con la arena y las sustancias cali- zas.MAutes de proceder á sa exámeu es . necesaria sacarla como queda dicho y tomar su peso. • Para conocer aproximativamente la cantidad, deiliumus que contiene, se calienta en im crisol de Parro hasta el rojo naciente para destruir to- da la materia orgánica, lo que se conoce cuando la encerrada en ei crisol yá no exhala olor sensi- ble y cuando ya no so le ven partes negruzcas. Se saca el crisol del fuego y se pesa la tierra cal- cianda cuando so ha enfriado. La pérdida de pe- so indica la cantidad do humus que contenía. Guando el olor que se exhala durante la calci- nación es de cuerno, cuero, pelo ó pluma queina- ddsv hay en la tierra sustancias de origen animal, líonontiene mas que susl^noias vegetales cuan- do el olor es igual al d'el; humo do la paja. i^'GenBruluieuto eiicuontra^ piezolauas estas dos especies de. sustancias organicasj pero no en- traremos en la' determinación de la relación que o-uardan entre sí, por no sór do sumo interes para el cultivador por producir ambas igualmente el Para determinar el peso de la arcilla conteni- da en la tierra, se trata ésta tierra calcinada con ácido cloruídrico, cuyo peso sea quinientas sesen- ta y seis veces el de la tierra con cuatro tantos do agua: lo cual se hace en una redoma grande. Des- pués de algungs horas de contacto y cuando ya no hay efervescencia, se asegura uno de si el licor está'todavía fuertemente ácido. Si no lo está, será necesario, agregar nueva cantidad de este. , Guando- se han; quitado á las tierras por, este medio las materias solubles én el ácido, que son todas las calizas, '.se, llena la redoma de agua; se vacia en un filtro; sé lava bien 9I . resto con núe- 1-5 va agua echándola eobru el filtro varias veces; después se quema al roí o la tierra recogida sobre el filtro y se i^esa. Esta será la parte arcillosa de la tierra. El licor precedeute recogido cou las aguas de lavadura, contiene la cal, el ácido de fierro, la magnesia y el fosfiito de cal. Se reconoce des- pués si hay fierro mojando un pedacito de agalla o corteza de encina, y en el momento se pondrá pardo si le hay. El ácido do fierro se precipita echando en el li- cor prusitato do potasa en exceso: se forma un precixntado azul que se deja asentar. Se lava por decantación varias veces y se calienta en seguida al rojo en un crisólito. Eos restos son óxido de herró, cuyo peso se tomáEi, Evaporando á sequedad el licor sobrante se tie- se mezcla suficiente cantidad de agua: todo se disuelve escepto el fos- fato de caldque se recoge en un filtro: sedava, se seca y se pesa. ... ? . > . > En este niievo líquido quedan la cal y la mag- nesia, al que, se le echa bastante cantidad de bi- carbonato de. sosa y precipita la cal en estado de carbonato blanco, y polyerulénto. So decauta v el precipitado se vacía en ,uü filtro, donde so lava bi^ secaudolp después pai^a pesarlo. ¡ , El licor filtrado se pone á hervir en una vasiia durante un cuarto de hora; la maguesirque cS tenga se asienta en, estado de carbonato^el S se recoge en un filtro, se lava, soca Se puede; supriiqir comunmente da separación ^^llarse.en muy-corta canti- cuanl i / predpmiuo es cuando importa determinar su cantidad. . 16 Por los procedimieütos- anteriores han quedado sep'arádíis y pesadas las síistancias’ (Siguientes: > Cascajo. ' Arcilla. ^rena gruesa. Carbonato de cal. fuá. — ele magnesia. Pedacito.s orgáaicós.^ . Fosfato de cal. Huiiius. ' Oxido de hierro. Como las cuatro últimas sustancias son las'‘. comprendidas en las calizas, puede suprimirse es- ta parte del análisis; pues le interesante para, los agricultores es saber las cantidádes, que tiene la tierra y en quó proporción, délas cuatro sustauj^ oig^-pripcipales,. r Arena.- j ■ > ! Arcilla. ‘T • - .¡Íj ^ ■ Calizai. '”' ;2 tr» ■ ;,(■ -i;. f Humus, ■ .j i , 'i-i El licor provenido-de la ebullición (Ib líi titírráj óñ él, y (jtíe ha pasado por él filtro eD;qííé>sé’que^: dó la tierra tenue, contiene todas las Solubles eft'- ella-; las cuales no es preciso determinar por es- taií frécnentemente en mínimas ptoporCiohesir bastando determinar- su-peso total: para consé- ‘í'uirse se toma dicho lióór en una cápsula dé por- celana de capacidad SníiCieütb'’ puesta á fue^o" lento hasta que el licOr -se consuina sin hervir.' Las Salb3‘'que quedan en la cáps'úlá'sé calientan düraüte' diez nainutos y se pesan'.' Si tienen uú» color pardo y calentadas fuertemente lo pierdan, tienen sustáñeias orgánicas éu disolución, y si son rojizas y no pierden su color -ál fuego, con - teridtán fierro. Estas- sustancias son generalmen- te la sál común, salitre (tequesquite,) carbonato de. sosa, sulfato de cal, etc. •1 CAPITULO II. Abono de las tierras. , r- Así como los liODibros adolecen de eufei'meda- ' des, que no son otra cosa que la mayor ó menor descomposición déla máquina, y necesitan quo un hábil medico después de haberla reconocido cuidadosamente le aplique los remedios oportu- nos para componerla, así también las tierras pue- den haber sufrido mayores ó menores descompo- siciones, y la ciencia del agricultor consiste pre- cisamente en conocerlas y remediarlas, haciendo la mezcla de las partes en que cousta la tierra ve- getal en las proporciones couvenientes liará que sea mas productiva. Las sustancias que selemcz- ® au liara beneficiarlas 6 componerlas han sido caracterizadas con el nombre de abonos. En con- cueucia, los abonos deben hacerse de cualquie- 2 IS • ra austancia componente que les falte, íy aunque Herrera desaprueba los abonos de las arenas y arcillas en las tierras contrarias á ellas, deben abonarso con dichas sustancias, pues como ya dejamos dicho, aunque la arena no fecundice di- rectamente un terreno compacto y resistente, lo divide dejando filtrar libremente el agua y pene- trar y extender con facilidad las raíces de los ve- getales: así como la arcilla mezclada con las tier- ras ligeras ó flojas, las uno impidiendo que las aguas se filtren prontamente sin dar á las raíces el jugo necesario para su nutrición y desarrollo de las ifiantas. Según los últimos experimentos hechos por M. Drappier, la arena, arcilla y sustancias calizas de- ben estar en partes iguales para producir con mas ventaja las gramíneas, siendo mayor ó menor su feracidad á proporción de la cantidad do humus ó mantillo que contengan. Los terrenos do la Eepública generalmente es- tán bien combinados, y si en muchos no puedo sembrase y eu algunos se pierden las cosechas, es por falta de riego, como sucede en los Estados del Norte, donde hay suma escacez de manantia- les y rios y se experimentan grandes sequías por la escasez de lluvias. Estos terrenos se hacen casi estériles por ha- llarse en los Estados fronterizos del Norte, don- de la población es corta y difíciles los medios de trasporte para el establecimiento de máquinas y pozos brotantes. De los terrenos húmedos y pantanosos habla- remos desi)ues. Cuando las tierras son flacas ó se esquilman los mejores remedios son la huelga ó el descanso Id y los eu grases. Si las tierras son flacas por natu- raleza, se las deja descansar un año [en nuestro país generalmeute hablando esto es bastante], en cuyo tiempo se Jas proj)orcionan todos los abonos jjosibles, sembrándolas después todos los años hasta que necesiten otros nuevos do descanso; ha- ciendo esto con las que no tienen riego; pero las que son de regadío, después de las huelgas se siembran sin descanso alguno si se han enflaque- cido i)or haberse sembrado muchos años seguidos una misma planta, alternando las siembras sin temor do que por no dejarlas descansar se esteri- licen, pues conteniendo la tierra diversas sustan- cias eu su jugo, unas raíces se nutren de unas, y otras do una ó mas de las que no absorvieron las raices de las semillas que se sembraron an- teriormente, alternando las gastadoras con las re- paradoras. Y por el contrario, se [fertilizarán; pues como hemos dicho, todos los restos orgá- nicos vegetales contribuyen para la formación del mantillo, que es la base fundamental de la fe ' racidad de las tierras: pudiendo hacerse otras siembras continuas, , tanto en los terrenos do rie- go como en los de secano. Desgraciadamente en nuestros país se encuen- tra tan atrasada la agricultura, que la mayor par- to de los labradores desconocen toda clase de abonos que no sean engrases, conocidos general- meute con el nombro de enlames; así és que tie- nen por un absurdo el abonar las tierras, ijor sueltas ó compactas que sean, con arcilla o are- na; así como también jamas se ha puesto en práctica la desecación do los .pantanos, que po- dría muchas veces dar resultados sorprendentes á poco costo. Pero demasiado arraigada la rutina en 1 20 ellos, se conforman con sembrar en un terreno la semilla que bau sembrado sus antecesores, sin in- vestigar si seria mas apto para otras y sin procu*- rar mejorarlo y ponerlo en su i'iltimo grado do fecundidad. Merced á lo que antes dijimos sobre la buena conformidad de las tierras, la bondad del clima, la gran cantida de abonos naturales de los sue- los do los trópicos y á los pocos que solas dan, Xiueden conservar su fertilidad verdaderamente maravillosa. Sobre los abonos do arena y arcilla nada tene- mos que añadir, sino recomendar mucho no se descuiden como so ha hecho hasta ahora, y se ha- ga el análisis qxiímico, que cuesta muy poco y puede dar por resultado el aumento considerable del valor de las tierras combinándolas justamen- te. Con respecto á los enlames, diremos que pue- den hacerse con buen éxito con los estiércoles po- dridos y precavidos del aire para que éste no so lleve los gases fecundadores que contieno, con la lama de los ríos, de las ciénegas, de las presas y de los están qnes naturales, con toda clase de ve- getales y animales iiodridos ó calcinados, y con apacentar en los terrenos los ganados dejándolos sestear por uüa semana en cada uno de sus pun- tos hasta recorrerlos todos, Los abonos deben de hacerse con sabia antici- pación á lás siembras, y es muy importante reco- nocer las diversas capas do que se compongan los terrenos para determinarlos; pues muchas veces sucede que las capas inferiores son compuestas de , buenas tierras, y entonces pueden y deben vol- tearse, y otras no se deben mezclar con las de ar- riba por ser de mala calidad. Asimismo debe ha- 21 cerse dicho reconocimiento para sembrar la semi- lla mas á propósito, atendiendo al desarrollo in- dispensable de las raíces de las plantas y á la pro íuudidad, do las capas arables. ¡Onántas veces por dar á tierras delgadas plantas cuyas raíces son profundas se dan ruines cosechas á pesar de ser de buena calidad las tierras, pero linicameute en las capas superiores, y so hubieran tenido brillan- tes resultados si se hubieran sembrado en ellas semillas convenientes, do raíz fibrosa i^ero que no fuese pivotante! El reconocimiento de las diversas capas de tier- ra se hace indispensable para proceder con acier- to á las siembras y poder corregir muchas veces fácilmente la resequedad ó humedad perjudicial de nn terreno; pue^ acontece repetidas ocasiones que la estremada humedad sea i^rovenida de las tapas inferiores por ser arcillosas, ó impedir el pía- so de las aguas, en cuyo caso el liuico medio es el de hacer zanjas que atraviesen el campo atre- chos cortos, las cuales se llenan de guijarros y piedras gruesas y se cubren con tierras buenas piara no inutilizar el terreno y dejarlo en estado de poder labrarse hasta la profundidad conven niente. Y en caso de qiie la re^equedad del terre- no sea provenjda de que las capas inferiores sean guijarrosas ó arenosas, y en consecuencia deben filtrar el .agua prontamente, so harán profundas labores, quedando siempre, e^xpuesto á la seque- dad, particularmente en los climas ardientes. í 1 CAPITULO lll. ^ ■ ' .i Desecación de los Pantanos. > > Los pantanos son provenidos de la impermea- bilidad de las capas inferiores y de la elevación de los terrenos circunvecinos que derraman sobre los mas bajos las aguas que reciben. Ya bemos dicho anteriormente que la tierra sé compone de diversas capas, y eii' las inferiores particularmente, por no haber sido removidas predominan ya las sustancias calizas, ya las vi- trificables. Así es que si se h'aceu excavaciones profundas en toda clase do terrenos, se encontra- rán ya unas ya otras -á mayor ó menor hondura Proviniendo la inundación de las tierras de 1' abundancia do aguas qne reciben, las cuales n» pueden filtrarse por impedirlo las capas arcillosfS unidas y compactas, suponiendo que estas caps 23 sean infériores, se recouocei'á el toireno que se trata de desecar para determinar el punto mas ba- jo, y conociendo este so abrirán dos zanjas á lo argo y ancho deí terreno, las cuales se encontra- ran en el i)uuto indicado y serán proporcionales en anchura y profundidad á las aguas que deban contener, y cuyos bordos ó costados tengan una inclinación de cuarenta y cinco grados; es decir, que la anchura de ,1a zanja en la parte superior sea Igual al fondo, más el duplo de la profundidad de la zanja. Una vez constridas estas zanjas so practicarán otras perpendiculares á la longitudi- nal. ^ En el punto mas bajo ó crucero de las zanjas principales, se hace una excavación do seis á ocho varas de diámetro y otras tantas de profundidad, teniendo cuidado de que en la parte baja sea ma.s angosta en forma do cono truncado, para que al tiempo de hacerla no se derrumben las tierras, y colocando en el centro de otro pozo una sonda, hasta cortar las capas compactas y encontrar las guijarrosas <5 arenosas. Yii encontradas estas, so coloca un tubo de madera en el agujero practica- do por la sonda, cubriendo su orificio superior con ramas y espinos, y tapando estos con una losa co- locada horizontal mente sobro otras de perpendi- culares destinados á sostenerla para evitar de es - te modo el enselve. En seguida se rellena dicho pozo con guijarros y piedras gruesas hasta la al- tura del fondo de las zanjas, procuriTndo que ten- gan estás un lijei’o declive para que no arrastren las agitas gran cantidad de tierras, evitando por oste medio el enselve do estos pozos absorven- tes. . . ; las aguas que inundan las tierras son pro ve- 24 Billas del derrame de los terrenos inmediatos que las dominan, es necesario circunvalar el terreno ñor desecar con un dique cuyo arranque se una con las canas impermeables, pues si no fuese asi,, las afínas se colariau por debajo inundando las tierras. La mayor ó menor anchura y altura do los diques deben ser determinadas por la abun - dancia de las aguas que bajan do los terrenos mas elOvados sobro el inundado, y estos diques, deberán ser de tierras arcillosas con revestimien- tos de cóspedes, para impedir mejor la filtración de las aguas. El procedimiento para el desagüe y desecación de estos terrenos es el mismo que ya hemos ma- nifestado arriba. t Ija estación mas opurtuníi para verificar esta operación, es la del estío. Dessoacion ios tGvreuos húmedos, ir No son los pantanos los linicos terrenos en los que la humedad excesiva inutiliza la vegetación. Muchas tierras labradas y práderos contienen una ' gran dosis de humedad constante, que no por sor menos abundosa que en las ciénegas, deja de ser muy perjudicial y mortífera á las jilantas. En las labores la humedad extremada impide la penetración del aire, se opone á la descomposi- ción de los engraces y perjudica la nutrición y desarrollo de los vegetales, q Necesitan además es tas tierras muchas mas labores que las otras, y cualquiera lluvia las suspende, y en tiempo de se- 25 ca adquieren una dureza grande. Sembradas muy tardo no dan sino cosechas mezquinas, si no es que la semilla se pudre en vez de germinar. Así es que debe tratarse de secarlas para que puedan purgarse con facilidad do yerbas dafiinas que abundan en ellas y cultivarlas convenientemente para obtener buenos resultados. Tampoco es de desperdiciar esta mejora en las praderas, pues se afirma en el terreno y sufro menos con el pisoteo de los ganados, y desparecen los. juncos y toib^ clase do yerbas acuáticas, á las cuales reemplazan las de buena calidad. Para secarlas se practican zanjas como las que llevamos dicho, ó cañerías cubiertas. Ambos mé- todos son igualmente buenos siendo juiciosa la elección. Desecación por medio de zanjas . — Guando las tier- ras son bastante porosas y dejan pasar fácilmen- te el agua, puede hacerse uso de las zanjas siem- pre que la situación del terreno permita abrir una zanja común para recibir las aguas de las zanjas particulares, ó quiera permitir el desagüe en sus tierras el dueño del campo vecino. Supongamos que el terreno lo permite y tiene que hacerse una zanja común. Se hace pasar esta al rededor del terreno por desecar y se practican otras mas an- gostas, siguiendo la inclinación del terreno y uniendo la zanja común que lo rodea por la par- te mas alta y la mas baja: estas zanjas particula- res se hacen á distancia de cincuenta varas; y Puede aun perfeccionarse este trabajo uniendo es- '^s zanjas por medio de caños oblicuos á ellas. Gomo hemos dicho arriba, las dimensiones de 26 estas obras 'sou proporcionadas á las aguas que hayan de recibir. Si á pesar de estos procedimientos el terreno no pierde su humedad, es necesario apelar á los po- zos absorbentes, los cuales se colocarán en el punto mas bajo de la zanja común. Pero para que produzcan siempre buen efecto es indispensa- ble no dejar ensolvar las zanjas ni los caños. Desecación por medio de cañerías. — Esta deseca- ción se practica bajo los mismos principios que la que so hace por zanjas, sustituyendo las iiarti- culares con cañones de barro que varían en su forma; siendo redondos, pvalados, cortados ó aplanados por un extremo de los ejes mayores de la elipse, cuyo corte ó aplanamiento sirvo de ba- se; teniendo de altura una ochava de vara poco mas ó menos, y los otros tres ó cuatro pulgadas de diámetro. Estos, cañones se colocan á una ijro- fundidad conveniente para que no los rompan los transeúntes y para no quedar descubiertos en las partes en que ahonde mas el surco. El que desee noticias extensas sobre la cons- trucción de estas obras, consulte el Qurso de AgricuUura elemental de Crirardin, que trata muy prolijamente la materia. . También loueden hacerse pequeños caños cu- biertos de césped, colocado en la parte superior para abajo y sostenido por medio de palos pues- tos en cruz jó formando un ángulo por la parte sui)erior, cuya forma toman las cañerías, recos- tando céspedes sobre ellos; pero son mucho me- jores los primeros y su costo no, sobrepuja mucho al de los últimos. ) En Europa' y particularmente en Francia se hace uso de estas obras. ' ^ y. . r • ' . • » ** ’ . M'i ‘ ti .'I" CAPITULO IV. ■ j; :í : . -’ i. - ■ >1 ' ‘ . M Modo de labrar las tierras. La mayor ó menor dureza y tenacidad del ter- reno es la que determina el número dé rejas que deben darse ú las tierras, y el mayor ó menor es- pesor do las capas arables indica asimismo la ma- nera con que deben labrarse. En la Eepública, generalmente liabl ando, se la- bran las tierras con solo un arado sencillo, aun- que ya en algunas de las haciendas do las inme- diaciones do México se ha comenzado ú introdu- cir el uso do los arados 'extranjeros, y exceptuan- do el valle de San Martin y algún otro punto donde ge jjggn las muías, no sé sirven para arar sino de bueyes uncidos á yugo'.’. '' .jm >ín f.,- Las tierras deben ararse en la época en que se 28 destruyen mas fácilmente las malas yerbas y laá plantas que in’orluce naturalmente el terreno, las que son tanto mas ditíciles de desterrar cuanto que la naturaleza del terreno las produce. En dos estaciones germinan y desarrollan ma.s vigorosamente las semillas; en inimavora y en otoño, y son las mas á propósito para voltear y cavar la tierra, destruyendo así las malas yerbas. En los terrenos inclinados no deben hacerse los surcos siguiendo la pendiente de las lomas, pues en tiempo do lluvias Jas aguas arrastrarían las se- millas, y las tierras conviertiendo en pequeños ar- royos los surcos, sino que deben hacerse un poco atravesados, y es necesario tener en consideración para dirigirlos la expo.sicion del terreno, do ma - ñera que el calor y el hielo no perjudiquen tanto las plantas; procurando en cuanto sea posible que caminen de Norte á Sur, pues que así calienta el sol á las plantas oblicuamente en el invierno y los hielos y deshielos los son monos peijudicia- , les. En los cerros redondos deben hacerse en forma de espiral y en otros ligeramente curvos, do mo- do que suavemente se yenza la inclinación del ter- reno y trabajen menos las yuntas: comenzando siempre de abajo arriba. En los terrenos planos es absolutamente indi- ferente comenzar por cualquier rumbo, pero siem- pre de abajo arriba. Los surcos por regla general siempre que haya desigualdades en el terreno, deben comenzarse por Jas partes mas bajas y desiguales, ya para que sea mas fácil allanarlos, ya para que se fati- guen menos las bestias, y ya en fin para que los aguaceros ó abundantes lluvias no arrastren en '29 sufcui-so la tierra.-vQggiJial rom:Q)Yida y .deaen; las partes.mas altas siiAiella.qne es -la.mas pvQclnGfciiV,a. Los surcos clebeci jUaQovse qias;^ ujjeu.os UPUdos íi medida do launayoiid; rneupr profiuididad d® capas arables; es dcciTi /iegpPdlue las tierras sean gruesas ó. delgadas. . Los , curcos .mas profundos son los riuo.iores'ipor quedar mas -bien mezcladas las tierras y presentar al aire mayor superficie , que los otrosj-y en consecuencia recibir imayop canti- dad de abonos utínosfóricos; i)6ro eligen arados fuertes, mejores yuntas, mbopds considerables y gañanes muj' instruidos. ' En la mayor parto, de la Eepiiblica ; dan sola- mente dos vueltíva doiaradp íí los barbechos, y cu alguna dan tres labores á las que llaman fierros. Generalmente el último sirvo para tapar. La reja ó fierro do alzar (la primera labor) es la mas esencial para la preparación del terreno, y casi siempre se b ace cu otoño arando los rastrojos y mezclándolos con las tierras para que reciban mejor las lluvias do invierno y todos los abonos atmosféricos. La segunda labor, que es lo que llaman binar ó asegundar, se da por regla general atravesada cruzando la primera, y se hace, aunque se baya hecho uso para la primera do arados extranjeros, con arado sencillo; también en algunas partes se da esta segunda labor paralela á la primera, y en- tonces se ejecuta con arados de vertedera; pero las cruzadas son mejores por desmoronar y pulverizar la tierra. Eu casi todas las haciendas de la República se dan estos fierros y el de las tapa casi segidos, con “ley cortos intervalos de tiempo, y cuando esto es malo después de cada labor se pasa la rastra, • Manüai.— 3 80 y sl'nó' ée hace dftbe‘'liac' 6 rse; exceptitaudo;Joff tei'- rénhs barífealeá/tli la tierra no ¡está bien húmeda, I)ara ciii 0 ''ebnaeVVe la humedad y no so evapore» los gases '^Ontamóíite y los 'abonos atmosféricos que hayan ‘recibido 'las tierras.i' j El tlso dei ‘rodillo 'éstá tnuy pocoí general izado en la Eepúblicb,, ydo que- Comunmente seusa 150 varaV poco mas ó' menos para no:'daosarlas,<)ni perder mucho tiempo en la vuelta si se hacen me- nores, pues conviene dar en ella un poco do ire- suello á los bueyes mientras se limpia el arado.t. . ' ¡: ríll! I, v.'i.w'.t' , „í,il ,/■* li ■' ji ! il'-'ü''-;!;- i) - ■ ■ i J. ' ' ^ ■ 'ir! C .'I .! .. I.- , J • ' • ■ ' ’ '"b : '' íi"!:'-- j'M; 'b 1 ■ íl: . ...i; i| <> ■ , " ■'! •i -il ; '-u.!'---: ; ■ ; ■ ■''! 7 ^ !vni..-, j, ■.|;i . .j ■ .;•(? ■ .-'‘v ;i : :j; ¡ . •• li- ■ . i 'tj ; ;;i ! - • >i. ■: .i , ■ '1; • , 'ti;;-- '«lí;; I till'I.I ül (|Í ‘ ' ■ ■■ »;'i o i ori-oil a- m,: I- ,j;. ., ■ ■■ ¡¡|_. ,,j, “ '■■■■' y ■' ! ' : ■ ■ " ■' ;■ ■■ - 7''* : ..;i »;'i ■ ■■ an‘-!ri;j i "i k ■■■' ‘7 '-7 _ :y ';í:u íA: íiOUi'Ijn í Ofíj’; ' ' ■'^MÍfKíf . ; Wí;! : l ; - ^ ; ■ i ' . ■ : . ■ -i . ■ i','f .:;!!!!: •' íih'ioi» / ‘1 " ' ■ :'-Í'Í V ..[ir.! :•; hr;t . . f;í)a 'flU J:(í!r[ (,■!•;: - !| (/¡(C i 'i* ■ , ; « , ¡yt . t; V ' j; i;; ■ •' .'«x; > '1»;. - iii 'ij, j ■ ' i:i ■: i') noox- ■ •I-' l"i- ' .'l: í>í '¿ Oíi n;;-» • 1 • •■; (üiíjxi; í ¡ j ,- ■i': i ,.:: .) Oí, .i-, i .(^piTüLo v. .1 * » > .((• ;á ;:í; <: - 'ir ■:¡i ■■'.l ÍÍOI Oíf;) j : . ■ • ■;■> • ‘ • i ' j : .U ■'■r'í' (.i; :> ■■ ■•! iü- i ' ' Calidad de'> la '^imiénté. oi'í'íiíí I J n-C> ■ ';(> conocep'la ‘ íY liüevG cosas bay que atender pató 'i calidad de la siinientefy Sóbr-la sazób; 'peso espe- cífico, color, olor, edad ó tiempo que lleva de Se- parada dd‘ la planta, tirantez tfódá'plél, fractura del frrán'o, conservación y prodvicto de la planta. Influyendo de una mahera tan directa eiV la abundancia d’e la cosecha la buena calidad de lá simiente, es muy ésenciarel cliidadó de la elec- ción de ella, tantp milis, caántó“que'. cuando' la si- miente és ruin íio da los buenos Tesultadós que prometen las preparaciones dé lás' labores; y 'por él contrario, ‘cuando es buena sUpIé ■ muchas ve- ceMos defectos dé' láS tierras'. í^ébe, pues, como déjaiiios dicho, tenerle mu- cho Cuidado con ' la' elección de la semilla; puesto 32 que no solo contiene el gérmen de una nueva planta sino también el alimento proporcionado á su naciente desarrollo necesario para los prin- cipios de la vegetación. De donde resulta cpio, cuanto mas pertecta sea la semilla, tanta mayor será la cantidad de nutrición que encierre para suministrar el alimento necesario para que sea mas robusta la plautita que nazca, cuya robustez adquieren después con mucha dificultad, ó tal vez nunca, las que se crian endebles por la mala calidad de la simiente. La sazón so conoce cuando el grano ha llegado á su mayor estado de desarrollo, está bien grana- do y nutrido. Las semillas que se cogen en leche ó antes do tiempo, . no debeijt sembrai^so por dar muy ruines cosechas. Las ínieses íuaS sobresalintes deben cortarse al último para que los granos so nutran inas con las sustancias que absorben de los tuvos filbrosos del vegetal, y lleguen á la plenitud de «n, úesatrollp y madure?^ las cuales deben desti- narse á la siembrat y .darán siu diúía brillantes re- sultados, o -- .. . , El. peso dO;ilo^ granos:y de la¡s semillas es uno de los mejores indicios iwa juzgar do su calidad, pqes el grano mas menudo do cada especie está generaimente falto y, algunas veces vano; ya por haberse criado, en malas tierras ó, imperfectamen- te cultivado; ya, por haber nacido mal, ó haber es- casamente granado; y. y a en fin por x)roceder de simiente desmedrada y ruin. .El color , indica a.sim¡smo la madurez y .estado de los granos y semillas,; porque lá capa <5 cubier- ta exterior de toda simiente no solo p^see .el co- , Jíor peGiiíiar,á su especie ó variedad, sino también '33 cierto lustre quo^se empalríí y desaparece cuando se añeja A causa de que so desecau con el tiémpo los jugos del nricleo de la semilla y concluidos es- tos se enrancia. Asimismo, iiidica muchas .veces si la.^' semillas se han recalehtAdo,'’ mojadd' ó períli.do Sir facultad germinativáv " ‘ ' " • . • olor manifiesta ftecueiitemente él buen ó mal estado do la, simiente, porque hayii perdi- do su aroma ú olor, lOijCpal indica sil est^filiclád, ya porque haya adqiúridq . mal olor por no estar bien conservada ..ó tal vez lior hallarse fermen- tada. . ■ ; y , , La edad ó tiempo que llí^ivi-de cortada mas'd pro- pósito , para que acuda con mas abundan, cia no puedo ser determinada asertivamente, por depen- der esto muchas veces de la prganraacion. de ca- da simiente y del objeto particulaí¡del cultivador. Algunas existen que en muy poco- tiempo pierden sn virtud germinativa, y otras, por ejemplo, mu- chas cucurbitáceas y leguminosas, que se couser- van por veinte ó treinta años qu buen estado. Pe- ro sí so ha observado que geúeralmeute las semi- llas frescas producen robustos vegetales de abun- dantes macollas, mientras que, las añejas los dan endebles, dé menos, tallos, bajos y despoblados; pero cuya' lioresceucia y fructificación , so. anti- cipa. . ■ ha tirantes de la^'piel ó ouhierla también es un -buen indicio para juzgar de láocalídad de la si tiénte, pues indica que se óúcueucra eu 'sazou y ha llegado á su mayor desarrollo. (Las que se co- Sbh antes de tiempo ó en leche,' se arrugan en ra- 200 ide úó' haber adquirido toda la consistencia 84 necesaria sus sustancias internas y no liaber po- dido granar completamente, r ^ La fractura del grano raaniüesta claramente su estado porque cada especie tiene ciertos caracté - res particulares que patentizan su diversa calidad. Por ejemplo, los trigos blandos que al partirse aparecen de buen color, llenos, harinosos y maci- zos, son mucho mejores que los correosos que han perdido su blaucutá; así como también loa del tri- go recio que quebrados dejaUjUna fractura tersa y iudriosa/sou muy biihifos para la siembra. '/De todas las semillas fen general, bien sean ha- rinosas, resinosas ii oleosas, puede decirse lo mis- mo que de las anteriores, i)ues siempre partidas indican si son ó no aptas para la siembra. La conservación de las semillas debe practicar se poniéndolas en trojes muy secas y bien venti- ladas; no deben limpiarse ni mondarse, sino que- dar con su cubierta natural para que permanez- can mas tiempo en estado de germinar. i El producto y vegetación de las plantas és una de las cosas que jamás* debe perder de vista el la- brador para coger y separar cuidadosamente las 'espigas de las macollas del f gran o que ha dado muchas cañas ó presente mejores calidades. Así es que, siempre qüe se vea' una planta sobresas líente en productos, medra, y anticipado ó tardío desarrollo, deben tomarse de ella las semillas ó granos para propagarla ó encastarla, pues así es como se han introducido muchas veces las varie- dades de las plantas, : Es necesario cuidar con mucho esmero, ade- más de los nueve puntos que llevamos dichos, de que las razas ó V'ariedades de las semillas ó gra- nos que siembren, saan legítimas y no hayan de- 35 generado; recogidos ou tierras perfectamente cul- tivadas y propias A su naturaleza, desechando las semillas que sd encuentren atacadas de enferme- dades contagiosas, como la gangrena y otras. Asimismo, preciso es distinguir las plantas anua- les de las bisanuales y perennes, para hacer opor- tunamente la recolección de sus simientes, de- biendo siempre preferir las de los tallos centrales. Cuando la semilla es dudosa debe probarse guardándola en una balleta húmeda para que mas prontamente desarrolle, ó sembrándola en es- tiércol ó basura; juzgando i)or las que nazcan ó germinen de su buena ó mala calidad. Para renovar la simiente con buen éxito, es preciso que las tierras en que se va á sembrar sean análogas á las que la produjeron, por nutrir- se las plantas do las sustancias térreas y serles la diferencia de tierras muy nociva cuando la en que se va á sembrar es de inferior temiierameuto y ca'idad. Es muy conveniente hacer esta renovación cuoudo lás castas ó variedades que se cultivan en lin terreno degeneran ó se dan medianamente, pero cuando se conservan sin degenerar y sé dan j bien, no deben renovarse por ningún motivo, y cuando se haga, que sea como llevo dicho, igual ó mas caliente el terreno que vaya á sembrarse que el que .produjo la simiente, j,. ^ ■ ■ ‘ . i: i: i--. ' - - tt iíío oá£iomfi:‘.-; '’i‘iO(i r-j; ".‘.r - o aiLijioDía >.!■[ aa j: ■'-i i(¡<.'iq y_ aíJ.i'vi: -jítrií»'' ! • ‘.•li lí;- a;i!; r.ailtt ’U'-'i-- 'aip .RíViJü :.i f ítiv"' , • aoii.iih a.'iimi. •^üiri K aíJ'*M -.{fi r.R! - ■ -itifruf ¡j; -a íjUM-jOjai ir-'n' a:;l ■.[> a*-; •i) ,a.ti)i'.'iiíIiÍR Has fá !• .aoI'-.-iiJii i;-) t-!.'!! i -oí iji . f¡ j-Ja! í -Kid. .¡. ii-, f I i;( í ( '''i q ‘ .Vij.- aíí.'-üaa ^;í oL oap ; ¡ a íf. -aa ri‘j J;'oÍ!(ji;j(¡í: ■ .'•ilo'j -v/jl -.¡i ,.(!■• r. .;!! <> lii.araai anp .'i'i, ■ici iaa.iiAiij ¡> . ahiíja) ‘.ic'ii ó - I. . '■■‘i i.aia! •• ' ’ "'!Íj¡i'r '•1 u.'iai <;• t'l ■' • ■ ■ ’ -'I' i '' ,1 !;! , CAPITULO vi. ;7: } í:'} j:. i •vise viU): v- 'jta .j; iijii' Tiempo y' modo ds sembrar. . ■'■' Ea operación mas importante de la agricultura ' ’^és feiii duda alguná' Ja sementera; Apueste» que*' ei liiejoí' fundamento de los Isibradoros para obtener üna'’buena cosecha os el do la mas pronta gcrmi - .nación de lá semilla y nacimiento rdpidb^dé’ la ‘ planta. Para 'conseguirlo se observahíit'^’ 'tatito cuanto se pueda los principios siguientes. La tierra ba do estar suficieuténiénte'ihütnéda bien preparada y suelta para que la simiente n-eV mine con presteza y puedan penetrar fácilinentó las raíces en la tierra y nutrirse bien, para uní broten y se desarrollen prontamente los tíeriío^í tallos de la planta, sin encontrar obstáculo para su vegetación. Ha de estar ni muy mojada ni muy seca; porque si sucede lo Iprimero se apel 337 mazlpJa tierra fíorniaudo, una capaí resisteute’y compacta que no panden róüiper los tiernos y de- licados brotes .de las nacientes' plantas, lierdiónu dos.a gran parto-do la cosecha pbTlosto solamente. ';bi lo segundo, faltando el jugo, no germinan mn- chirS semillas, no pueden progresar las plantas que nazcan y se pierden muchas á cansa de la in- temperie, do sor destriiidasLpor los insectos con mayor facilidad y. estar expuestas A otros muchos contratiempos. - También es muy necesario tener en considera - ción el temple do la atmósfera, para ayudar cnan- to sea posible á la germinación de la semilla el brote de la planfay porque toda detención en el nacimiento del vegetal es muy nociva á la siem- bra. ítecesitando la simiente para su germinación cierto estado de calor y de humedad, no deben hacerse las siembras en tiempos do hielos, sino en .los serenos y templados, ni en los de fuertes aguaceros^ ni cuimdo corran con fixeraa los vien- tos, prefiriendo siempre para la siembra los dias templados y que anuncien próximas llurias para que la humedad y el calor bagan germinar pron- to las simientes., feoii varios Jos métodos que lisan los labradores para sembrar según la especié de la simiente: y son manteado, o como llaman ou lDspaña,|á puño esparciendo la simiente sobró el terreno que es el método geuerálmeuto practicado: 29 ó cóa, ó co- -no dice Herrera, mateado ó á golpe, el cual se da con el cabo de la coa ó pala y en cuyo pique se echa el grano y se tapa; y 39 por surco ó á chor- eólo, ó como llamamos nosotros, á rabo de buey, ®oyo modo de sembrar es mas ventajoso, tanto ahorro de semilla cuanto por la simetría con •1 38 qite nacen las plantas, quedando mas desahoga- das, permitiendo así labrar los intermedios de los lomos después de nacidas las plantas sin perjudi- carlas, calzándolas y abrigándolas cou la tierra extraída de ellos para darles mas fuerza, á fin do que macollen mejor; cuya labor destruye asimis - mo las malas yerbas que no permiten desarro- llar laS plantas ahijadas. Cuando tratemos del cultivo particular de. ca- da una de las simientes, diremos el modo de ha- cer la siembra que les corresponda pormenorizan- do los procedimiento^. i .1 o , - Hasta ahora' se desconoce en la Éepública el modo de sembrar con plantador, así como tampo- co se ha puesto en prártica en España, según nos 1 dicen los comentadores de Herrera. Con respecto á la cantidad de simiente que ne- cesita cada especie dé tierra itara quedar 'bien sembrada, no están muy acordes los. autores; pero á mi juicio á las tierras fuertes y feraces debe dárselos menos cantidad de semilla que á las flo- jas y ligeras, por producir las primeras iflantas froqdosas caiyas raíces so entienden á medida del desarrollo y lozanía de los vegetales, y sembrán- dolas juntas se. ahogan entre sí, né pudiendo pro- gresar ninguna, lo cual no acontece en los terre- nos flojos,- en los que nO macollan profusamente las plantas y permiten la- abundancia de la semi- lla en la 'SÍembEa;;'queiseriaj;‘ como'i decimos, 'per- judicial en lasitierras fértiles y gruesas. . (;■» ;• i> j ‘ ;i! f .■PitAi.A.IZI; pi-t’v.'jj, .. . .y í:1i 7;'.| j;i:7 ' 'o .:.r ;;i , iJ.-; 1 ■'!> i ’ Y. ■ '■ ■' i'-' L.'"'.! 'jlí'- .i I .¡I ; • ■ t :• j ■ ■ : : ; íi ¡MI) ' ! rij;: ir;!. DES CKIECION DEL , GENERO . . ;7;- I ^!l 1 • ' 'í!'.: . iS id-^l '.¡JlÜi. . •/!- ,1 'machos y etnbi’as que uaceu^en el mis- mo pió, pero en silios separados: las flores machos forman im ríimillellé ó í)anqia eud?» parto superior del tallo, y tiéueir generalmente tres estambres encerrados en dos 'escamillas; bajo la paníoala :y en el encuentro de las hojas están colocadas; las flores hembras, cuyo estiguiajiSemeJante á unos filamentos largos y capilares, se terminan, en una borla 'sedosaido color vario.n . : ^ruto: semilla Usa y redonda por la superficie, ^’^gülar por el lado donde está unida al eje, apre- tada y colocada en filas reobasi sobre una ¡gruesa espigjj especie de siistanoiá medular; 11a- mada bolote. * ' "i' ■ * f" 40 Hojas: largas, alternas, apuntadas en los extre • raos, de un verde liermoso'mas ó menos oscuro y algunas veces de un color morado, ásperas por la orTlla y con muchos nervios derechos y salientes. Raíz: capilar y fibrosa. Porte: tallo articulado, derecho, redondo en su extremidad iníerior y aplastándo.se hácia la cima, donde se halla guarnecido y comprimido por las vainas de las hojas que prolongan. Sitio. El maíz puede decirse que es una planta cosmopolita, puesto que vegeta bien en climas opuestos y en aspectos diferentes. En Asia, Afri- ca, Europa y América se cultiva en gran canti- dad y es el artículo mas importante do la agri- cultura de México, donde suele darse silvestre ó mostrenco, como le llaman, el cual da una planta ruin cuyo tallo tiene las hojas apiñadas y cuyas flores abortan 6 dan un fruto despreciable. Esto maíz cultivado adquiere mucha frondosidad me- jorándose con el cultivo, pero Cs muy propenso á degenerar si se descuida. Eozier dice que no cro- co éspontáneamente en parte alguna, pero noso- üros lo hemos visto; el Sr. de la Rosa habla do 'lél efl su- memoria sobre el cultivo del maíz euMé xidoí.' Parece, aunque no está absolutamente com- Cbrhbado, que es originario de la América. En al- gunos de los departamentos de la. Repiíblica, so da con tal profusión que acude algunas veces basta 500 por uno. • , Según el Sr. La Rosa, lo que han considerado los botánicos como especies no són ma.s. que va- Tiedades, de las que hay muchas en la república, conocidas bajo diversos nombresj según los dis- tintos departamentos; pero las mas generalmen- te conocidas son las siguientes: .'>I'>Ií.íí t 41 Maíz de espigas famosas, el cnal no es otra cosa que el maíz común sembrado cu terrenos extre- madamente abundantes en mantillo y muy exbu" berante.en su vegetación que produce espigas ra- mosas. Pero este maíz mas bien es una rareza que una variedad. 1 blanco, que rinde mucba harina, de sa- bor dulce, y se cosecha con abundancia en los de- partamentos del interior, particularmente en el ellos*^ ^ cultiva de secano en muchos de Maíz flor de harina, que es una variedad de maíz blanco, de grano grueso y hendido por el medio muy semejante al maíz tofo. ’ Maíz manchado o chinesco, conocido vulgarmen- te con el nombro do pinto, cuyo grano varía de color aunque provenga do granos rojos, amarillos o blancos, y casi nunca es todo do un color. Se cosecha abundantemente en Jalisco, donde o'ene- ratmente es azul y acude mucho. Maíz piedra de fusil, variedad que da mazorcas de ocho lilas de granos blancos ó amarillos, pero comunmente amarillds, duros, trasparentes y bri- llantes como pedernal, de dónde ha tomado su nombre. lliSta variedad la he visto cultivar en Oaxaca. So cultivan otras variedades parecidas á esta por su dureza, brillo y trasparencia. Maíz amarillo grande y pequeilo que forma dos variedades que se ciiltivau en el Mediodía. El maíz amarillo pequeño requiere mejores terrenos, da en tallos mas bajos, pero pesa mas que el tarante. Maíz ¿0 gallinas ó de palomas, variedad precoz q ibj ^tinque poco, se cultiva en algunos' puntos Manü^vl. — 4 42] del Mediodín, de granos pequeñitos, muy á pro- pósito para la cria de las aves domésticas. - Maíz tremés que es al que llamau eu España, según Rozier, cuareuteuo: variedad que sé cose- cha de secano en mayor cantidad que todas las otras en la Bepública. Maííí tardío ó maíz de riego, que es la variedad mas fecunda y vigorosa que se conoce y mas ge- neralmente cultivada cu Buraugo, Zacatecas 6 San Luis Potosí, Querétaro y alrededores de Mé- xico. Produce en los primeros do estos depar- tamentos, cuando la estación ha sido favorable y bueno el cultivo, basta 500 por uno. II. VEGETACION DEL MAIzV El maíz es una planta anual, puesto que en me- nos de un año germina, naco, se desarrolla, fruc- tifica y muere. Su vegetación es mas ,ó menos prolongada según la variedad de la semilla y las circunstancias meteorológicas á que está sujeta. El mayor tiempo do su duración desde qpo gor- miua hasta que se cosecha es do siete meses y ei menor de cuarenta dias. Esta planta tiene cinco períodos notables y son: 1*? desde el tiempo de la germinación hasta qué brotan de su tallo cuatro hojas laterales y se fie - sarrollan: 2° Hasta que so hacen notar los dos aparatos floréales, la espiga y la mazorca eúvuel- 43 ta todavía en las hojas. 3*? Desde que dichos apa- ratos se descubren hasta el completo desarrollo de las flores. .4° El tleiupo eu que la fecundación se efectúa. Y 5? la madurez del grano. La semilla del maíz precavida de la. humedad, el^ calor y los insectos, se conserva por muchos años en estado de gerniinar. Siji embargo, bueno es elegir para la siembra semilla nueva, pues eu igualdad do circunstancias con respecto á la cali- dad, prescindiendo del tiempo que llevan de cor- tadas, la mas nueva acudirá mas que la vieja. Para la elección del grano debo atenderse par- ticularmente al clima escogiendo la mas adecua- da, que es eu lo que estriba la hacienda del agri- cultor; teniendo siempre cuidado de que la varie- dad que se siembro no se mezcle con otra para que no degenere, pues el pólen o polvillo seminal llevado por el viento se comunica do unas plan- tas á otia.s. : ,_Eu el primer período de la vegetacion la planta está muy tierna y quebradiza. Eu el segundo se eleva hasta un tercio de su altura y so robustece y vigoriza, y es cuando mas notablemente se de- sarrollan las raíces que brotan de los nudos pró- ximos al cuello. El tercer período, que es de la florescencia, es muy notable: en él aparecen los aparatos floréales, se descubre la espiga y aparece la mazorca toda- vía tierna ó cu lecho [á la cuaí eu tal estado lla- man jilote, y dicen que la planta comienza á jilo t^ar], la cual se descubre solo por los estilos blau- dorados ó rojos. La espiga ó panoja crece an- tes que los estilos de la mazorca salgan de las hojas que los cubren si la estación no ha sido favorable 44 para la planta, ya sea por falta de cultivo ó por esterilidad. , , El cuarto período es el mas critico: casi puede decirse que es el que asegura ó destruye las espe- ranzas del labrador; en este período se verifica la fecundación: las ñores se fian perfeccionado, y fia llegado el momento en que las anteras arrojen el nóíen y los ovarios do la mazorca se fecunden si los estilos están descubiertos. Si el liolote se ba- ila cubierto no puede haber feeundácion y la plan- ta no fructifica: lo que también acarrean los fuer- tes vientos, las lluvias, el granizo y los extrema- dos calores. Los primeros, por hacer abortar las flores, y el calor porque las deseca. En este peli- groso período es cuando nías necesita el maíz de una atmósfera templada y una tibia humedad. Inmediatamente que se ha verificado la fecunda- ción, el holote que estaba unido al tallo se sepa- ra quedando pendiente solo por su base. Después de la fecundación la espiga se marchi- ta, y los estilos, antes tan sedoajjs, desecados aho-. ra por los ardores del sol se ennegrecen y pierden su flexibilidad. El quinto período es do la madurez: en 61 ya no admite desarrollo la planta, pues todo el jugo so dirije á perfeccionar el grano, y modificado quí- micamente se convierto en una materia parecida á la leche,, que forma la sustancia harinosa del grano. Entonces pierde la caña su dulzura, pero si no fructifica la conserva hasta que so seca. Después de la fecundación se acostumbra des- puntar las cañas para forrajes y para acelerar la madurez del grano. Á medida que el grano se bndurece, los jilotes se ennegrecen y las mazorcas so inclinan; las ca- 45 ' lias y las hojas piordeil su color, su flexibilidad, se ponen amarillas y se secan al parecer, pero in- teriormente conservan un jugo que se evapora al sol muy lentamente: vienen los hielos, desorgani í^au las plantas y acaban de iierfeccionar la ma- durez del fruto, que no sazona bien sino cuando ha sufrido la acción del hielo. iir. CLIMA, terreno y abonos. El maíz teme el frío y ama el calor; el clima que mas le conviene es en el que reino una cálida ó ti- lda humedad. Cuando el clima es frió se pierde la cosecha por los anticipados hielos del otoño, como sucede en los departamentos del norte. Ne- cesita bastante humedad, peto que no sea extre- mada ni constante, porque tanto esta como la re- sequedad lo perjudican notablemente. En los terrenos demasiado fértiles y sustan- ciosos que acopian grandes cantidades de' mate- rias calcáreas y restos orgánicos, la cosecha se va en vicio, desarrollándose mucho las cañas pero dando pocas mazorcos'.’ La tierra en que predomi- nen la arena y la arcilla sobre la caliza ’y tenga la cantidad de liuíüns conveniente, es la mejor á "iiGstro juicio para el cultivo de esta qilanta. El maíz es una de las idantas gastadoras y muy ^“"’^'gente, por cuyo motivo se hace iiréciso ' alter- narla con otra que no le sea análoga para no es- 4G qiiilmar las tierras, que ¡deben abonarse con es tiércol ó restos orgánicos bien podridos, cuyos abonos deben darse en las labores de invierno. En los climas niuy^ cálidos requiere esta ¡¡lauta rancha agua y aun puede encharcarse. En los cli- mas templados tambieUi:;SG siembra de regadío, pero en los frio>s yo minea la be visto regar, aun- que el Sr, La Eosa dice que se riega. IV. CONTRATIEMPOS T ENFERMEDADES. lí ^ ¡ f; t ■ _ • < 1 . Los recios .vientos son uno de los contratiem- pos que sufre el maíz, el cual se mira destrozado y encamado por ellos cuando no está bien amuri - ilado. El granizo asimisíno lo perjudica desgar- rando SUS hojas y privándole do la gran cantidad de abonos atmosféricos que estas lo suministran, aunque no causen mal al holote, que resguardado con su cubierta de hojas no resiste directamente los estragos de^ éste. Las abundantes lluvias le hacen mucho dafio, poniéndolo amarillo y lánguido, y si vienen acomi paüadas de nieblas le causan una enfermedad lla- mada liidrope»ía, la que pono desabrida y pálida la caña y hace arrojar muchos tallos á la planta que dá muy pocos frutos. La raquitis es otra de las enfermedades que la atacan originada de la mala calidad déla simieu- 47 te, ó do haber tenido una humedad fria atmosfé- rica continua, ó por la esterilidad de líis tierras. El carhon es una enfermedad que ap¿irece en for- ma de excrescencia vegetal carbonosa, en las es- pigas de las plantas, la cual hace abortar las flo- res y no es otra cosa que la extravasación de la savia que refluye á los puntos irritados por las'pi- caduras de los insectos y' desarrollados por la hu- medad. , , , , , , El hongo es uila onferiuedad íbúy cpinun en esta planta: es, una. especie do píánta ’píirásita cuyo polvillo seminal so pega en los rallos del maíz y ospecialineute eií la mazorca, donde so forma y desarrolla. Este hongo parásito do un azul sucio muy oscuro, casi negro, itúlverulenío y esponjo- so, se conoce en el xraís con loá noínln-es do cuer- vo ó cuitlaooche, el. que comen lOs' galianos, con ce- bolla y tortillas, las que doblaii en forma do que- sadillas poniéndolas al fuego. ,',Esta enfermedad causa mucho daño disminnyeiuío comsiderable- meute el número de granos. , y " El grillo tulpa devora las raíces, 'Xtipiitídula atrata causa mucho daño y lapZí«?aeaíi foñicálís hq posii en el maíz para poner sus huCvcis y taladrar la planta cai’comiéndola en Seguida interiormente. Pero el mas temible de todos los insectos enemi- gos del maíz e^, el gusano turco, que no abandona las raíces una vez apoderado de ellas hasta ha- berlas devorado corapletaiiieute. . i : i 48 V. CULTIVO. Una vez desmontada y despojada de las mas yerbas la tierra que se ha de sembrar, y nivelada en cuanto sea posible de manera que tonga una lijera inclinación, conveniente para que las agmiís de los riegos y de las lluvias resbalen suavemen- te sin llevarse la tierra, y teniendo esta una hu- medad conveniente, se procede á la primera la- bor, la cual se dará mas ó menos profunda según el espesor de las capas arables, dando en seguida otra atravesada y otra ú otras hasta que la tierra quede perfectamente desmoronada y mullida ]);i- ra que las débiles raíces de la planta puedan ex- tenderse y desarrollarse sin obstáculo. La siembra del maíz se hace por surcós. La dis- tancia mas conveniente de un surco á otro es la, de una vara, y es de mucha importancia trazar acertadamente la primera vesana, pues de su di - reccion depende la buena direceion en el riego, porque si se da mal tal vez el agua se estancáni ó correrá demasiado aprisa sin humedecer sufi- cientemente la tierra. Al hacer la siembra se tendrá cuidado de que cada puñadito de grano compuesto do tres hasta seis, según la calidad do las tierras, esté casi k distancia de una vara. Cuando la planta ha llegado al primer período de su vegetación, se le da la primera labor del 49 cultivó, llamada escarda, cou la cual so destruyen las malas yerbas, so remuevo la tierra y recibo nuevos abonos atmosféricos, y cayebdo sobre la planta (que no debe cubrir) la recalza ó amu- rilla, ■ p . La segunda labor so da atravesada á la prime- ra concluido el segundo período de vida del maíz, cuándo abulta la espiga pero todavía so halla cu- bierta con las hojas do on medio. Esta labor debo darse, estando húmeda la tierra, con el arado de orejeras para recalzar las plantas^ y no debe re- tardarse porque después estando muy crecidas las plantas se rompen fácilmente al dársela. En algunas partes lo dan una tercera labor en el mismo sentido déla primera: q)ero llegado el período de la florescencia no debe dársele alguna, tanto porque se quebrarían muchas cañas, cuan- to porque el sacudimiento que .sufrirían baria abortar muchas ñores. El riego para el primer barbecho so dará bas- tante copioso á fin de que humedezca profunda- mente la tierra. Se dará otro riego cuando so acerque el tiom[)0 do la escarda para que la tier- ra sea fácilmente removida y calce bien las ma- tas, El tercer riego es el mas interesante por dar- se 011 la época de la fecundación si la tierra no tiene la humedad necesaria. Es muy esencial para el riego de esta planta dividir los surcos en piletas cerrando sus extre- mos con bordos, para que eV agua sin llevar la tierra recorra la sementera, llóne los surcos hasta tocar la planta y se detenga lo bastante para mo- la tierra. ñiespues de la fecundación se ejecuta el despun- de las plantas, á lo cual llaman descabezar, cor- L 60 taudo el tallo por la parte superior desde arriba de la hoja inmediata á la mazorca mas alta. D. Luis de la Eosa a! hablar de ello dice así: “Pare- ce que el despunte del maíz se debo hacer siem- pre que convenga acelerar la madnrez del grano, y también cuando el valor del forraje que da la punta del maíz compenso lo.s gastos del. despunte y la diminución del grano y deje una utilidad con- siderable. Donde esta especie de forraje no tonga valor por la abundancia de i>asturas, ó por la fal- ta de consumo, croo que el despunto del maíz se debe omitir, principalmente en los climas tem- plados en que el maíz llega naturalmente al pe- ríodo de su madurez antes do los hielos. Por otra parte, es tan sencillo y tan útil sembrar el maíz en alcaceres para forraje, que esta siembra dobia evitar por lo común el trabajo y el gasto del des- punte. El corte de los retoños, canudo estos sean esté- riles ó prometan muy pocas mazorcas, es muy útil en los terrenos medianos; itero en los fértiles solo se suprimirán Jas cañas que no hayan fruc- tificado, pues en estos terrenos algunos retoños dan casi tantas mazorcas como la caña princi- pal. Los jilotes abortivos también deben cortarse T)a ra que la savia no se' reparta entre ellos y las bue ñas mazorcas: pero en muy pocas haciendas lo hacen, á causa de la carestía de los jornales Es necesario tener mucho cuidado á los princi- pios del recimiento de la planta, con quitarle las malas yerbas arrancándolas do raíz cuando la tierra está húmeda, y cortándolas cuando no pue dan arrancarse para que no le quiten los jugos' que le son tan necesarios para su nutrición y 51 sarrollo, y la dejan en libertad de recibir el aire, la luz y el calor que tanto ama. Pueden .sembrarse aun otras semillas intercala- das en las matas; como frijol, baba, papas, etc., si las tierras son bastante fértiles que puedan nu- trirlas bien. Las labores de escarda no solo so dan para qui- tar las malas yérbas y proporcionar mayor canti- dad do abonos atmosféricos, sino también ijara que sus articulaciones inferiores echen nuevas raíces que le proporcionen mayor cantidad de sus- tancias nutritivas: así es que por el númeTO de nudos que hayan brotado raíces so puede conocer el de las labores que so le han dado. El maíz se siembra do regadío ó de secano, y esta última siembra so hace de tres modos distin- tos, á saber: de húmedo^ de aventurero y de te 7 nporal. El grano que so elige para la de regadío es el de maíz tardío; el de húmedo es una variedad pareci- da al do riego, que so siembra al comenzar la pri- mavera en los terrenos húmedos constante y mo-, deradaineute. El llamado aydíiíwrero. es una vario-r. dad del tardío, que también so siembra en la pri- mavera en las tierras humedecidas por las lluvias de invierno, 6 por las, que suelen caer en verano. La siembra del temporaL, que es una variedad del precoz, se hace en tiempo de agua,s cuando el ter- reno está húmedo; ó en tierras secas, en cuyo ca- so la siembra so llama en -polvo, si hay esperanzas do que, llueva. -• o • t ■ I 52 RECOLECCION. La recolección la eiecutaii las mujeres, cuando la planta ha terminado el último período do su vegetación, y la haóéu de la manera siguiente. Se colocan en una dé la.s cabeceras de la tabla en una tila, (jnedaiido cada una de las trabajadoras eu dirección de cada surco, y van provistas de un cuchillo de madera dura, puntiagudo, y de un ayafc6 o lURutR'. Ondíi una do ellas se oncar^a de recoger las mazorcas de las plantas dé la izquier- da del surco que tien’e enfrente, y para ello toma la mazorca con la mano zurda introduciendo un poco el cuchillo en lá cubierta de hojas por la par- te en que la mazorca se halla unida ál tallo y su- biéndolo con violencia 'las cortan; descubren la mazorca, la hrrancau, la echan en él ayate y pro- siguen la operación hasta que llenan la manta en cuyo caso van al extremo de uno de los ' surcos d depositarlas eu un costal, el que lleno a su' vez s'e lleva al monton (que se forma de todas estas re colecciones parciales) pór un hombre llamado cí.cí talero. • ' Cuando las labores son muy grandes, él núme < ro de costaleros es mayor que cuando tiene un ta" mano regular, y se ponen por cada diez muiere^ uno. El jornal de las mujeres es el mismo que el d« los hombres. En estos montones se dejan secar las mazorcas 63 ó se acarrean en seguida según las cirunstancías, pero generalmente se desecan en el campo mien- tras la gente se ocupa en cortar ó arrancar las ca- lías que llaman rastrojo. La desecación de la mazorca se conoce en que abrazándola con las dos manos y jugándolas en sentido inverso truenan. Entonces se procede á desgranarla, lo que se hace por medio de hom- bres ó de máquinas. <•■<•11 1 . ‘j'di í ... Manual. — 5 ■ - . ■ . í>':.:ío ' i /, '.‘.n ■. ^ o ■ ;'• ':í'. !•> H'í <■••■ ■ '' ‘■cí-íuí':, ■. .. • . ! -¡tí; : ,í-'i ' . ' ;í;:, - tji '¡‘i ,i!o-> oj. ¿V. / ! . !> y. i >i:’ l>í.;oi'!ií.ri.i ■■', í '-'í .i iW-l .,f ,s . •• •■¡i! ■),.>'■' . .■ ’■ : ' -'Ifi! "í'f: ' ■ •";!» <■, l'l ■ i> w TI^XO-O I. DESOEIPOION DEL GENEKO. Toiu'iieíbi'fc llama al trij^o triticmn y lo coloca eu la sección tercera rinieras, que son el tremesino que recorre todas las tases de su vegetación en tres meses, y el vulgar que se siembra á princi- pios de invierno; por cuya razón se llama de in- vierno, o de otoño por sembrarse también eíi al- gunas partes á fines de otoño. Muchas variedades se conocen de este trigo eu la República, pero cultivándose todas ellas de la misma manera, nos parece inútil enumerarlas por do bastar esto solo para conocerlas, y si fuésemos describiendo minuciosamente cada, una de ellas dos extenderíamos demasiado, lo cual no podemos 50 hacer eu este puequeño Manual, que no nos per- mite tratar cada artículo con la extensión que quisiéramos hacerlo. Además de esto, como todos los hacendados deben buscar ante estas varieda- des aquellas que; se produzcan bien en terrenos análogos á los suyos para renovar la semilla y obtener buenas cosechas, y esto, lo practiean cui“ dudosamente, la mayoría á lo menos, no daremos sino nociones generales, que son las que pueden darse casi siempre en agricultura, quedando su- jetas á una ‘prudente modificación determinada por las circunstancias particulares de cada tierra. El trigo se cultiva en todos los departamentos de la Repriblica, siendo uno de los principales ar- tículos de consumo, pero es propio y naturalmen- te se da mejor en los paíces frios. III. BLeÓCION, y PRBPABACIOÍT WE LA SIMIENTE. Alíuque las opiniones de los autores están divi- didas con respecto á la elección de la semilla pretendiendo algunos, como la Bretonnerie (iV que deben elegirse para la sementera las semillas mermadas por germinar bien y costar mas bara- tas; nosotros somos absolutamente de h» opinión contraria,, pues aunque estas germinen bien ia- más producen macollas tan abundante, s, ni clan granos tan llenos y hermosos como las semillan i (1) Véase su correspdadencia rural, ' , , .j)-, nu líur^i fU ,(,■ : ■ 57 bien nutridas, llenas, y completamente saponadas; antes por el contrario aconsejamos muy particu- larmente 4 los agricultores que jamás pretendan hacer semejantes economías, que no lo son sino para los que solamente ven los ahorros del mo- mento, sin calcular que por una cantidad insigni ficante que economizan no tienen los mayores productos que deberían si comirrarau las mejores semillas irara la siembra, las cuales les devolve- rían con usura el dinero invertido en ellas. Tales economías nunca deben hacerse; antes xJor el con- trario, una buena semilla debe comprarse á cual- quier precio, que por alto que sea siemj>re dará al agricultor mejores resultados que la mala semi- lla por ínfimo que sea el precio que haya dado por ella. Eecomendamos mucho para la elección de esta semilla que se tenga' presenté lo que dejamos di- cho al tratar én genel'al de la calidad de la simiente para evitar repeticiones iuiátiles. Es conveniente, y con particularidad si las tier- ras son de riego, el preparar las semillas en una legía de cenizas y cal, que és la mejor conocida hasta el día, y la mas sencilla y fácil de tener á la mano. En pocas partes se usan estas x)reparacioues do las semillas, y cuando están' perfectamente nutri- das y en todo su desarrollo y se siembran en tiempo oportuno, estas preparaciones son iiui- tiles. I L oS " V/!’^ íii>" , ,• ií;ii ii! Mlí -j h-.ir.. ■ • : ■'!' i.;-' ■'! : - I,;-- - .. Q " ' ■ ,:'íí;u ‘ i' ■ > I ', "lín) l(í PREPÁRACIOíí DE DAS TIERRAS y MODO DE SEjÍÍÍRAR. i''Ví iü:!- Dos maneras hay de sembrar el trigo, <> al,meT nos de dos modos solamente conviene seinbiiaTjp á saber, por surco ó manteado, que es el mótodo general de sembrarlo, j , i; . , Las tierras destinadas para la siembra del irigó deben estar perfectamentej desm^pirzada^ y vol- teadas y bien abonadas, pues )a planta j.’pq,uiei;o terrenos sustanciosos, aunque, de poca' profuüdi,, dad y resistencia para eí^tpader bien.‘.^usa'a'íces las cuales hablando en gpneral- de todas, VaS ipián- tas indican por su coRfiguracipiidos, terrenos que les son mas coRvenieutes. Después de bien volteadas y abonadas laR tiSra ras se procede á la siembra y se hace manteada'’ la cual se ejecuta á puñados arrojando ei grano sobre la tierra, procurandp, repartirlo con igual- dad. La cantidad del grano estará determinada por la calidad de las tierras. En seguida sp .pasa la grada y después la rastra. 1» Si la labor se hace con arado sencillo, desunes de arrojado el grano se da otro fierro y se pasa la rastra, procurando siempre que la semilla no profundice mas que dos pulgadas á lo sumo. En Europa no se riega el trigo y sí so escarda- pero aquí se ejecuta lo contrario, dándole los rie- ■ Í i; ■' iiv- '-.'V:,*. , , : ’ gos utic,< 3 sari 03 .cnando escaseau las lluvias en tioiupo oíiprfcüno y nunca se ¿scarda. . Tai, época (lo la sementera .es, en octubre lü no- viembre, pero si puede hacerse en, el primero de estos inescís es mejor. El mismo refrán lo dice: • 1 ' Poda tardío y sioiribra tcinpran(), ‘ . i: ! ■ Gogériis uva y grano. Las siembras anticipadas son las mejores, y la naturaleza misma indica cuándo deben hacerse. Pii6s, deberá sembrarse en cualquier cli- liié cuando los árboles cpmiencen ít desprenderse do sus liojas., . ' . ' • í‘ j ’ ■ ' ■ ' ' ' . 1 - V . -I- ' ■ ■ . ■ . . .'-íf..; ■- -ir f • - i; : . • • - • •’!*' • . -JM • ' V. 1’’,*^ . ACClDBNTeS 'y ,1?NFBEMB)P,4.©ES., . Si ,d tiran te la ^^prescencia de la planta caen abuu(lautes lluvias acompañadas de recios vien- tos y tempestades, el polvo seminal de los estam- bres so desiie y se .corre de mpdp que el grano queda .infecundo ó mermado, Si cimudo está ver- de la planta aparecen siíbitamente extremados calores, en lugar de desarrollarse. la caña, se seca; [lúaduran rápidaráente los granos, pero po toman tqdo el desarrollo ,qHe doberian por falta de tiem- po y rinden poca harina por no estar suficiente- ‘^enjte llenos. ■ . _ . granizo Gcasioúa dáñps muy considerables á esta planta, tanto por romperla cayendo sobre 1 GO # ella, como por impedir su vegetación y á veces destruirla completamente quemándola toda. Las heladas son muy perjudiciale.s después que ha desarrollado y cuajado el grano, milcho mas que á los principio.s déla vegetación; porque aun- que en este estado se pierden muchos tallos ó to- dos los que hayan nacido, so reproducen después con tanto ó mas vigor y lozanía. Pero cuando co- I ~ mienza á granar y sazonar, las heladas .son el ma yor contratiempo después del granizo. No porque este sea menos perjudicial, sino porque las heladas se extienden á todas las siembras de las hacien» das de un rumbo, y el granizo las mas veces es un contratiempo puramente local. Así es que di- cen los labradores, y con razón, que las heladas en- carecen pero no empobrecen, y el granizo empo- brece pero que no encarece. El remedio con las heladas y el granizo son los riegos. Inmediatamente que brota la planta se ve ata- cada por el chapulin 6 grillo campestre, el cual gusta mucho de las tiernas hojas de la plautita, 9 la que se ve libre de este enemigo á medidd qué se desarrolla, robustece y comienza á cañear, que es cuando su tallo tiene de echo á diez pulga- das. Generalmente por este tiempo vienen las he- ladas que destruyen esta plaga. El peor de todos los enemigos del trio-o es el ^ chauistle, conocido con el nombre de rubigo por i los antiguos escritores sagrados, y en España lia- I mado moho, orin, roya, tizoncillo ó anublo- el ^ cual aparece en forma de puntitos cenicientos’ en las hojas y cañas, aumentándse gradualmente v tomando un amarillo rojizos. En las partes don- de se encuentra se forma un polvillo del mismo j 61 color ó de ocre,, muy suelto, sin sabor ni color, que se pega á los animales que tocan las plan- tas. ensucia la paja y le da mal sabor. lEsta enfermedad i)rüVÍenH, según lo ha acredi- tado la experiencia, de la abundancia de las llu- vias y de las nieblas. Cuando úuicameute apare- ce en las hojas no es tan temible como cuando se extiende hasta las cañas: entonces sí puede con- siderarse como perdida la qosecha ó al menos en su mayor parte. Eozier opina que es el jugo extravasado proveni- do de una vegetación oxhuberante, y dice. “Nos parece mas conforme á la sana física y á la obser- vación, atribuir este accidente á la abundancia de un jugo nutritivo proveniente de una vco’eta- cion demasiad^ó lozana, que á las nieblas que no tienen ninguna parte directa en ello,” Pero al tratar de las nie|)las so contradice así: “Si las nieblas do otoño apresuran algunas veces la ma- durez de la uva, también la pudren si duran mu.- cho tiempo. Causan ademas el oria que padecen los trigos, las hojas de Igs árboles, y las frutas cuando el viento no disipa las nieblas y sobrevie- ne á ellas un aire abrasador y el sol quema.’’ Nosotros no podemos fijar nuestra opinión; po- ro no vamos con la de Eozier; pues sabido es cuánto influye en el reino vegetal y animal la elec- tricidad, y todas las nieblas están mas ó menos cargadas do ella según su densidad (1). Además de esto, como las nieblas no son otra cosa que las moliéculas acuosas, diseminadas por el aire y he- chas visibles por su abundancia y por el frió, ¿no ea de presumir que estos ¡¡vapores condensados (1) Véanse log experimentos de Herley. 1 62 perjudiíjuen la traspiración do la planta, priváun i dola de la luz y el calor cuando mas los necesita, I á cansa de la abundancia dé jugos que recibe de las sustancias térreas combinadas con la supera-* bundancia de las aguas y los ¡meteoros acuosos , y que á consecuencia de su frialdad y humedad f/e- sarreglen la circulación de la savia? Y sobre t odo ¿no tenemos la experiencia en contra, una expe- riencia general en todos los puntos de la Eepú- blica, donde jamás viene el chahuistle sino con la abundancia de las lluvias y de las nieblas? Y no so nos diga que este mal es provenido solamente de una vegetación vigorosa, pues cansados esta- mos de ver trigos lozanísimos producidos por ter- renos extremndamep te fértiles, y cuando estos han abundado en abonos ó humus, la cosecha se ha ido' en vicio, pero uo se' han ' achahuistládp las plantas. Por otra parte, el jugo extravasado el raelazo, que tapa los p'orbs de las plantas impidién- doles la traspiración, es arrástrado por las frecuen tes lluvias que libran deél álas plantas, laváudo j 1 as y arrastrándolo consigo^ y si fuera este el mal las lluvias serian .él remedio, cuando por él con ’ trario las lluvias y las nieblas lo engendran V In desarrollan. ' / ' ^ Muchos creen que os un insecto pequeñísimo péro aun no se ha podido averiguar la verdad ni- el mddo de remediar el mal que es el mas temiblo de todos, particularmente si ataca la planta an f Z de granar ó cuándo están los granos en leche ’nnp« entonces se pierde completamente ó casi tódi in cosecha.' . ' la 10, 63 ■ 1 ' r . - . . _ -u, VI. ■ epooa t modo de hageh la cosecha. ' i . . , La época de hacer la cosecha es cuando los tri- gos están en sazón, lo cual se conoce fácilmente por sn color. La paja se pone amarillenta y las doradas espigas se inclinan. Eozier, Herrera, de Serres y Casi todos nuáni- meraente aconsejan se siegue antes de su absoluta madurez, haciendo el corte dos ó tres dias antes; pero esto no es posible en las grandes haciendas de la Eepública, donde faltan brazos para ejecu- tar esta operación en tan corto espacio destiempo. Sin embarg'o, Se anticipan un poco siguiendo es- tos sabios consejos, y despnes del corte se enga- villa el trigo para que acabe do madurar y perder su humedad natural. El trigo que se destino para la siembra debe dejarse hasta que sazone completamente á fin de que fructifique bien, aunque se desperdicie al tiem- po de la siega. También aconsejan los mismos autores se haga el corte en las horas de la mañana y de la tarde, cuando los rayos del sol no caigan perpendicular- mente sobre la tierra, y la calienten mucho, pues así :so desprende mas ■ fácilmente el grano; pero aquí no puede seguirse esta doctrina por la pre- uiurá del tiempo y laífalta de gente. Bien podría ejecutarse la siega con las nuevas máquinas de* 64 cortar, pero estas solamente prueban en terrenos planos. La siega se ejecuta con hoces casi semicircula- res como las que usan en España; y aunque daría mejores resultados la gudaüa, no se usa, bien sea porque la rutina esté demasiado arraigada, ó por- que la hoz se maneja mas fácilmente que la gu- dafia, que necesita hombres mas fuertes para ma- nejarla cómoda y diestramente. Es bueno cortarlos trigos un pobo antes de que estén en completa sazón para que al tiempo de se- garlos no se desprendan tan fácilmente los gra- nos y no se pierda tanto en el acarreo. Las gavillas se hacen y se dejan en el campo hasta la manana siguiente ijara que con el rocío y la humedad de la noche puedan en seguida con- ducirse para formar con ellas las hacinas sin que se caiga mucho gran.o. Un buen segador puede cortar en el dia dos mil quinientas varas cuadradas do trigo tupido. I, i : t VIL MODO DB HACER EA3 HAOINAS. Hay dos clases de hacinas: momentáneas ó pro« Visionales y permanentes. Las primeras se hacen para conducir en seguida las gavillas á los eapi- gueros, y las segundas cuando la hacienda carece de ellos ó no son suficientes para guardar toda la cosecha. n- 65 Hacinas momentáneas. — Después de segado y eu^ gavillado el trigo, se deja esparcido por el campo para que el calor del sol disipe la humedad de la espiga, porque ya sea que se guarden las gavillas, ya que se hacinen, esa humedad superfina les es muy nociva porque hace recalentar y fermentar el grano, que cuando la humedad es muy grande se nace ó enmohece. Las hacinas se hacen aquí generalmente cua- drilongas, colocando las gavillas que deben servir de asiento á la hacina con las espigas hácia arri- ba, y colocando las demás sobre estas con las es- pigas. hácia dentro, de manera que las cañas so- bresalgan uu poco. Estas gavillas que se colocan encima se van metiendo gradualmente para que cubierta después con zacatón tengan la forma de una pirámide, dejando resbalar fácilmente las llu- vias para que el grano no se moje. De trecho en trecho se dejan unos huecos ó ventilas que las atraviesan iiara que las corrientes de aire acele- ren la evaporizacion, á la qne llaman sudar los labradores. Estas hacinas necesitan removerse y desbara- tarse tan luego como so calienten los trigos en fuerza de la evaporizacion para que no se queman; por lo cual debe tenerse mucho cuidado, metien- el brazo para cerciorarse del estado de sudor en que se encuentran. Las gavillas deben alternarse en esta operación, colocando en el centro las que antes estaban en los extremos, para que así suden todas igualmente y no tenga después lugar tan fácilmente este contratiempo que debe evitarse ®en mucho cuidado. . . A esta remoción llaman traspaleo: y geuerali-ri mente á las tres veces que se traspalea la hacina. Manual.— 6 66 se encuentran los trigos en estado de formar las hacinas permanentes. Para cada hacina se destina uu pcou que la ve- le con el fia‘’de averiguar el estado que gnardau por la noche los trigos, y puedaufser removidos oportunamente para evitar con presteza el in- cendio. Hacinas permanentes, — Cuando está seco el trigo se conduce al paraje destinado para hacinarlo, ha- ciendo en él ó en ellos, pues generalmente son varios \o9 jacales destinados al efecto, una hacina que llegue casi hasta el techo y solamente deje un estrecho paso de comunicación por todos lados. A estas grandes hacinas llaman bancos reales, pe- ro cuando estos jacales ó gavilleros no son suü- cieutes para toda la cosecha, se íorman grandes hacinas en el campo, eligiendo los puntos mas al- tos y formándolas cuidadosamente para que los tuertes vientos no descompongan la cubierta que generalmente se hace de zacatón, que es lo que menos deja penetrar las lluvias. Cuando por una desgracia se mojan las hacinas es necesario traspalearlas, aunque mejor seria se- parar las gavillas húmedas poniéndolas á secar separadamente. También con estas hacinas es necesario tener mucho cuidado, pues en las momentáneas no nier de el trigo completamente su humedad la cual va dejando muy lentameñte en las permauente'a y esta humedad unida á la atmosférica en tiemno de lluvias, puede causarle una fermentación ó in cendio. por lo cual es preciso reconocerlas á em- nudo. Es muy conveniente hacer una zanja pequeña G7 6 caño alrededor de estas bacinas, para evitar en cuanto sea posible que se mojen las cañas de las gavillas y comuuiqueu su humedad á las es- pigas. Cuando las espigas estáu completamente secas se procede á desgranarlas, ejecutando esta opera- ción con máquinas ó caballos, en cuyo caso se lia ma trilla. I. DESCEIPOrON DB LA PLANTA. Flor-, apetalada, ó solo con estambres, compues- ta de tres estambres con un cáliz ó cubierta, di- vidido en seis hojuelas lineales, agudas y rectas que encierran tres flores: bajo la cubierta se halla una especie de corola compuesta de dos ventallas cuyo interior tiene la figura de lanza y es plano- y el exterior hinchado, angular, oval, mayor que Ja cubierta, terminando en unas aristas largas y .llenas de puntas vueltas hácia fuera para arriba. Fruto: semilla oblonga, angular, hinchada, agu- da en sus extremos, surcada en su longitud y en- cerrada en nna gluma ó zurrón, al cual se halla muy pegada. 69 Mojas", largas y augostas, que abrazan el tallo por su base, con un ribete semicircular. Raíz: delgada de largas fibras. Porte: el tallo varía cíe altura según el clima, la estación, el terreno y la época de la siembra; es poco mas bajo que el trigo y mas jugoso; en las espigas que son largas, derechas, hinchadas en su base y guarnecidas de aristas, es donde nacen as flores. Sitio: se ignora cuál es su país nativo, pero se cultiva igualmente en el antiguo y el nuevo muudo.. Linneoi cuenta hasta ocho especies de cebada, y en la común dice que se produce una variedad á la cual da el nombre de hordeum coeleste, cuya glunia no está adherida á la semilla. Nosotros no hablaremos aquí sino de las tres especies cultivadas, que son: la común . ■ . ' íin, , ! f- ■■ ‘■'■■i ■ ' . üfi'Mj ¡ .o ■ • i; • •■I ■ ■ • ::í\'Iij ll^ i:- I. DESOBIPOÍON BE LA PLAIíTA. El arroz es de la segnuda clase de la familia dó las gramíneas de Jiissieu, y de la hexandria mo- uoginia de Liuueo. , El arrozj uo admite especies sino variedades, las que han hecho llegar algunos hasta el crecido uú- mero de doscientas. i . Los caractóres genéricos dél arroz son; úna gln~ ma puntiaguda, y casi sin aristas, formada de dos válvulas desiguales, cóncavas y abarquilladas: la válvula exterior surcada y terminada en una pe- queña arista; seis estambres, un ovario turbinado con dos escamas opuestas ,e,u su baso y dos estilos con estigmas plumosos; una semilla oblonga, ob- tusa y azucarada encerrada en el cáliz,. , 72 Esta caña es anual y abija con profusión. Da una flor avinada tirando mas bien á amoratada, la cual crece en la cima de la caña formando es- pigas como las del mijo. Sus cañas, de vara á vara y media de altura, son nudosas como las del trigo; mas gruesas y mas duras. Las boj as son largas, estrechas, terminadas en punta y alternadas abrazando la caña i)or su base. Las raíces son fibrosas, semejantes á las del tri- go y mucbo mas fuertes, las cuales se emplean en escobetillas ó cepillos para limpiar la ropa. II. CLIMA, VARIEDADES, TERRENO y CULTIVO El número tan crecido de variedades bien pue* de reducirse á dos, y son el acuático ó anegado y el llamado impropiamente arroz de secano ó de monte, propio de los climas que poseen una bu- medad perenne. El arroz es propio de los climas cálidos, pero con el trascurso del tiempo se ba conseguido acli- matarlo en los países templados, y existen varie- dades que resisten los fuertes rigores del invier- no, los hielos y las nieves. Cuando el clima es el que ama la planta y esta se cultiva con' esmero, abija profusamente, y da 73 maravillosas cosechas tanto el acuático como el de secano. Existen arroces que nacen, crecen y maduran /i los tres meses como el trigo tremesiuo; tales como el dumali de Filipinas. También hay un arroz vivaz que so reproduce por esquejes ó hijuelos. Mucho han discordado los autores sobre si la tierra que mejor conviene á esta planta, debe ser fuerte y sustanciosa 6 arenisca y ligera; pero en lo qíie sí unánimemente convienen es en que de- be retener mucho la humedad. El arroz que se cultiva generalmente en la Ee*» pública es la variedad acuática ó que requiere la superabundancia de agua para poder vivir. En el agua so siembra, en el agua nace, en el agua cre- ce, en el agua espiga y en ella madura su grano, beneficiando las tierras en lugar de esquilmar- las. Para cultivarlo debe comenzarse por dividir la tierra en cuadros que deben estar bien bañados por el sol, separados entre sí por caballones ó cal- zadas de una vara de ancho y una tercia de altu - ra, las cuales sirven para que las aguas no se fil- tren y puedan contenerse entre los cuadros. Estos están unidos con sus inmediatos por dos abertu- ras que tienen en sus ángulos opuestos, para re- cibir y comunicar el agua sucesivamente: y para que esta se mantenga á una misma altura se ni- vela el terreno de la siembra con un instrumento llamado trailla, la cual está armada de dos varas ú timones para guiarla, debiendo estar un poquito mas elevado que los otros el cuadro que recibe las aguas, y hallarse todo 3 ellos en un plano ligera- 74 mente inclinado para que así puedan correr sua- ve y fácilmeute las aguas. La siembra se comienza á principios ó fines do y gQ siembra el grano seco con su cuscaiay aunque en algunas partes también acostumbran mojarlo colocándolo en vasijas puestas al sol ó enterradas en estiércol. Las 'tierras destinadas para la sementera de es-, ta planta se abonan, se encharcan, se les dan cua- tro ó cinco labores y en seguida se pasa la trailla para igualar el terreno, y acto continuo se proce- de á la siembra por surcos. , Así que la plan tita ha crecido y sobresale del agua dos ó tres pulgadas, se hace una escarda á mano quitando las malas yerbas. Es necesario tener mucho cuidado con el agua* renovándola y haciéndola entrar y salir constan-» teraente en los cuadros. Antes de espigar la planta requiere una, y á ve- ces otras dos escardas, las que deben hacerse sin remover el fango ni tocar la planta. Los cuadros deben de encerrar perfectamente el agua para que esta no se escape i)or alguna grie- ta ó resquicio que se abra en alguna calzada ó borde exterior y deje sin bañar las plantas ex- puestas al aire, las cuales inueren en los cuadros secos, por cuya razón es preciso vigilar mucho los cuadros. Cuando sazona el grauo, lo cual so conoce en que empieza la caña á ponerse amarilla, se cierra la entrada las aguas y se deja orear la tierra para hacer la ciega, para cuya operación usan de las mismas hoces que para el corte del trigo, pero 75 en los arrozales se ejecuta con mas cuidado por desgranarse mas fácilmente. La siega se hace por un poco mas ahajo de las espigas, formando haces ó gavillas conforme se va cortando, y se dejan esparcidas en el campo x>ara que se sequen bien; después de lo cual se cortan las espigas, por arriba y junto á la atadura, con hoces muy cortantes, y se van recogiendo eii grandes esportones, los que cuando están llenos se conducen á la era para trillar las espigas. Los manojos de i>aja se recogen atados, tales como quedaron en el campo. La trilla se hace como la del trigo por medio de caballerías ó de máquinas. Cuando el gratio se ha desprendido de la espi- ga se ahueca con el bieldo, so sacude á mano y se amontona para darle otra trilla hasta que suelte completamente el grano que le quede. En tal estado se avienta el arroz para quitarle la paja menuda y se guarda para blanquearlo después. [ III. SECANO. La tierra destinada para el arrozal de secano debe ser mas bien arenisca que gredosaj estar 7G abonada con mantillo vegetal -.^y á falta de este con estiércoles bien podridos. Se le darán tres fierros cruzados para que quede bien removida y desmoronada. La siembra se buce por surcos; en seguida se x)asa la rastra para igualar un poco el campo y llevar los granos que, quedaron encima revolviéndose con la tierra. Enseguida sedará un riego abundante. Cuando la planta ha nacido y deja asomar tres ó cuatro hojitas, se dará la primera escarda muy li- geramente para no remover mucha tierra. La siembra se hará á mediados do abril, si está en campo descubierto la tierra que ha de servir pa- ra la cemementera; pero si se encuentra abrigada al mediodía, puede hacerse á prpcipios de marzo dándole en seguida un abundante riego. La plantita comienza á aparecer á los doce ó veinte dias, retardándose ó adelantándose su na- cimiento á medida de la temperatura atmosférica. Las cañitas aparecen teñidas de un verde oscuro; no debe dárseles agua hasta que la pidan, lo Cual hacen poniéndose amarillentas ó renegridas. El línico cultivo que exige esta planta es el de los riegos y las escardas, las cuales deben repetir ' se siempre que sean necesarias. Cuando llega el mes de Agosto y aun no han espigado se les escasea el agua cada vez mas, en cuanto sea posible sin secarlas. Después que han espigado, florecido y granado, que es cuando se pone amarillosa y pajiza la caña' so procede al corte, se engavilla, se seca y se tri>! lia, blanqueándolo después. En muchos puntos de España, se siembran al- 77 mácigas ó criaderos, de los. cuales se trasplautau á las eras ó tablas lalí plantitas, cuando tienen cerca de un pió de altura; se trasplantan á golpe tres ó cuatro plantitas según su estado y desarro- llo, colocándolas en tresbolillo. Las arrancan por la tarde y las trasplantan por la mañana. Las cultivan después del mismo modo (jue no- tros. Manual. — 7 C3--A. lE^IB A.I\r!Zí o. I. DEsciíiroroN djíi la planta. El garbanzo pertenece á la 14? clase de la ia- naiiia do la.s leguminosas do Jussien: Liuueo la califica en la diadelfia decandria y la nombra c¿~ cer aristinum. Flor: amariposada, con el estandarte plano re dondo, grande y encorvado por las orillas: las alas' obtusas, y mucho mas cortas que el estandarte- la quilla aguda y mas pequeña que las alas: el cá’ liz escotado, cou cinco glóbulos y casi tan larm» como la corola. ^ Frtiio: legumbre romboidal ó hinchada que con- tieue dos semillas casi redondas algo puntiasru- das por abajo. ° 79 Mojas:^ con impar aladas; de qniuce á diez y siete hojuelas, ovales deutadas, euteras })ov sus bases y casi adherentes y alternadas. B'iíz: fibrosa y ramosa. Tallo: herbáceo, recto, anguloso y velludo. La flor nace de los encuentros y está sostenida por un ijedúnculo; los pedúnculos do la misma longi- tud de las hojas. Sitio: so cultiva en los países meridionales y se produce naturalmente en los campos. Es una planta anual. II. CLIMA, TERRENO y CULTIVOCO#««(HACI(i»i C(«NCIA6 La tierra destinada para la siembra del garban- zo debe ser húmeda y ligera, á fin de que no re- tenga demasiado tiempo el agua; la cual siendo abundante, enferma la planta y acaba por ma- tarla. El garbanzo es propio de los países fríos, y en la mayor parte de los departamentos del líorte se dan abundantes cosechas de muy buena calidad. La siembra se hace por Marzo ó Abril, desimes de bien removidas y desmoronadas las tierras; y varian en el modo de hacer la siembra. En unas partes siembran á chorrillo, en otras manteado y en otras á surco. Muchos labradores tienen la idea de que se ex- tenúan las tierras sembrándolas por varios años 80 de garbanzo, atendiendo á la gran cantidad de sal que" los garbanzales depositan en ellas; pero las opiniones están divididas, pues otros muchos creen , que, por el contrario, cuando se siembra otra se- milla y las aguas acuden bien se dan muy bue- nas cosechas. íío sabemos hasta qué i)unto sea esto cierto, y a nuestro juicio no puede estable- cerse una regla general, pues habrá tierras que quedando mejor combinadas cqn las partículas salinas desleirías por las aguas darán muy buenos .. • _^^esuVtados, y otras cuya mezcla les será nociva y?^^>í)r de.stKnir la justa proporción en que deben es- ^^^^ar cfn^iíjadas. Pero de cualquiera manera que f*- sftiV como ‘la planta no permanece mucho tiempo • eu ilait«criPa, le extrae muy poca sustancia y tiene V* una raíz«,husada, á mi juicio no debe perjudicar 's^iiojalíl^ente á las gramíneas cuyas raíces pro- fundizan poco, A), Pasa* Hi^siembra deben elegirse garbanzos grue- . - sos'’ 5 *opacos. Los labradores dicen que para ser k ' -buenos han de tener ca7-iía de vieja, costilla de gana- ^ pan y pico de papagayo. El número de granos que debe sembrarse de- pende de la calidad de las tierras. La especie mas gorda, á la que generalmente llaman garbanza, ■ es la mejor. ’ Después de sembrados los garbanzos no exigen otros cuidados para su cultivo, que amurallarlos ó recalzarlos bien y escardarlos cuando son pe- queños; y si la tierra se pone dura con las aguas eu los terrenos barreales, darle una ligera labor para aflojarla un poco. 81 III. ENFERMEDADES. Los garbanzos están sujetos á nna enfermedad funesta llamada rabia, la que muchas veces en un solo dia destruye completamente el garbanzal. A varias cansas atribuyen esta enfermedad, sien- do una de ellas un viento mortífero y otra los in - sectos que destruyen la planta. Pero juzgando juiciosamente debe considerarse nrejorcomo efec- to de los rocíos primaverales precedidos de un sol abrasador que ó bien quema las plantas, sirvién- dose de las gotas del rocío, posadas en ellas, co mo de otros tantos espejos ustorios, ó disuelve el agua y las priva dol ácido oxálico, conocido con el nombre de salitre, del que necesitan para exis- tir. Eozier cree que esta vil tima causa es la verda- dera, y dice haber visto precaver el mal de la ma- nera siguiente. “Las mañanas qn.e hay rocío en la tierra y no corre viento ni hay nubes que oculten el sol, toman los labradores una larga soga, cada uno por su xmnta, y pasean así el garbanzal arras, traudo la soga sobre las garbanceras para que con el sacudimiento que experimentan, despidan de sí el rocío ó les hagan perder á los globulillos su fi- gura redonda. He visto también un garbanzal preservado de esta enfermedad entre otros que han quedado arruinados, porque el colono acón- 82 sejado por una persona que lo habla visto practi- car en Castilla la Vieja, lo habla pasado la so^-a las mañanas despejadas y serenas en que habia rocío.” Cuando las hojas y las vainas que encierran la semilla ccunienzan d perder su color, cambiándo- lo por otro amarillento, se hallan en sazón y de- ben arrancarse autos de que se sequen completa- mente, juntándolas en gavillas con las raíces Ini- cia el centro, sobre el que colocan piedras pesadas X>ara sujetarlas y dejándolas en el campo para que así acaben de secarse, ó se depositan en los gavi- lleros [)ara trillarlas después como 4 los demas granos, cuya operación es muy ligera i)or ser des pues de seca extremadamente quebradiza esta planta. I. DEaCRIPClOX DE LA PLANTA. La haba es del género de la clase décimacuarta de la familia de las leguminosas do Jiissieu. Lin-, neo la denomina vitiafaba, y la clasifica diadelfla decandria. , , , - Flor- araariposada; el estandarte oval, uuuela an- cha, la cima escotado con una punta pequeña, y sus labios encorvados; blanco tenido ligeramente de encarnado ó ’-f k' •V. . ■I--. )■ • ^I^TCTOIjES, ' DESCRIPCION DE LA. planta. . t Cáliz de una sola pieza con dos lábios, el infe- rior dividido en tres dientes y el superior escota- do' en algunas especies los dos labios son ente- ros, y en algunos no existen. La flor es amaripo» sada, el estandarte acorazonado, escotado y vuel- to bácia dos lados, las alas ovales iguales en jon- - gitud al estandarte, y sostenidas por largas iiniie- las- la quilla estrecha y enrollada espiralmenta bácia el lado del sol; los estambres reunidos en- vuelven el pistilo, excepto uno que se separa por su base; la legumbre es recta, larga, coriácea en 100 su madui’Gz, la cual encierra las semillas que son mas ó menos redondas, arriñouadas y aplastadas. Linneo los reúne bajo la denominación doliohos por la gran semejanza (pie tienen con ellos los frijoles. Lo que verdaderamente los distingue de los frijoles, es que la quilla no se enrolla en espi- ral y sus legumbres y .semillas están mas com- primidos. 11 . ESPECIES Y VAEIEDADES. Linneo enumera trece especies, de las cuales ocho son trepadoras ó revueltas y cinco de tallos rectos y cortos. Las especies jardineras se-^an algunos autores llegan hasta mas de setenta provenidas todas de un corto número de especies botánicas, cuyos caractéres esenciales son ner- mauentes. El frijol es originario de la América v de la India, en cuyas dos partes hay gran nú mero de variedades conocidas con diversos ñora ' bres, las cuales se cultivan en grande en íos cam pos para recoger secas las semillás, y en las huer- tas cerca de las ciudades para comerlas verdea en sus vainas, (x las que dan cuando tiernas el nom- bre de ejotes. Las especies generalmente cultivadas en Méxl- 101 co son: el parraíeño, que es el mejoi* por su satjoi' y suavidad, el cual se cosecha en abundanelá-en ios depaítaraentos del interior; arriñonado, aplas- tado con el punto umbilical un poco hundido, tie- ne un color pardo oscuro: el bayo, que es de la mis- ma forma, variando solamente en el color y el gusto; cuya especio es también do bastante con- sumo por ser mas barato: el negro, del cual hay dos variedades, una que da granos del mismo ta- maño que los del parraíeño, arriñonado también, pero un poco menos aplastado, y se cosecha en tierra fria; y la otra que da granos pequeñitos, oblongos, abultados y cuyo punto umbilical- es- tá apenas hundido, y se cultiva en abundancia en los departamentos del mediodía y es una de las especies mas gustosas. El blanco tiene también tres variedades, y son el blanco grueso arriñonado, abultado y cuyo pun- to' umbilical es entrante, conocido con el nombre de frijol gordo, cuyo sabor es poco gustoso; el fri- jol blanco mediano de la misma figura que el ba yo; y el pequeño muy seme]"ante al negro (como le llaman) de tierra caliente, que es el mas gusto so de los blancos. Hay además unos blancos sucios amarillentos, gor- dos y medianos, de cuyas dos especies no se hace tan gran consumo como del parraíeño, el bayo y el prieto. Existen asimismo infinitas variedades, casi to- das do forma oblonga ó arriüonada con el punto umbilical largo y hundido, que producen granos de todos colores y abigarrados, tanto gruesos co- mo medianos. A estos frijoles abigarrados se les conoce con el nombre de pintos. Manij.1L. — 9 102 Geaeralmente las flores sou blancas, pero en al- gunas especies son de color vario. , III. CULTIVO. El frijol requiere una tierra fresca, libera sus - tanciosa, bien estercolada, y puede sembrarse va- nos años seguidos en una misma tierra. Cuando el ano corresponde al cultivo y no hay contratiem- po alguno, la cosecha rinde mucho mas que los granos. . Nosotros no trataremos del cultivo de esa nlán- ta en las huertas, sino en los campos donde se cul- tiva en grande. Para dar las labores se elegirán los dias mas fa- vorables en que la tierra no esté muy hilmeda ni muy reseca, como ya dejamos dicho en el modo de labrar las tierras. La época de la siembra es la misma que la del maíz, y también se hace por surcos dando tam- bién a esta planta dos ó tres escardas.’*!i?Desuues que la planta ha crecido un poco, cuando se le da la segunda escarda es cuando se recalza enrodri- gonándola anticipadamente. 103 Para hacer la cosecha se cojen Jas vainas cuan- do el rocío se haya disipado completamente y es- té el sol fuerte, ó bien se arrancan de las matas cortándolas con tijeras; pero esto no se practica aquí, sino que toman los segadores lajplanta con la mano izquierda y cogen la vaina con la derecha, tronchando con la uña su pedículo, separándola así y echándola en una manta que llevan al efecto. í ‘ ■■ ■ ot.í ■ . • . f '* • .'‘ITO; I 1 ’ - . M't ' , LEIsTTEÍJ'.A. I. DESOEIPOION DEL GENERO. La lenteja es del género de plantas de la 14? fa- milia de leguminosas de Jussieuj Linneo la llama herlum y la coloca en la diadelfia decandria. Flores: amariposadas blanquecinas, á excepción del estandarte, que tiene rayas azules y es largo y casi redondo; los pedúnculos comunes son del- gados. Fruto: legumbres pequeñas comprimidas casi omboidables, lampinas y cada uno con dos semi- llas orbiculares, comprimidas y poco convexas ILojas: aladas, compuestas de diez ó doce hojue- las oblongas ó lanceoladas, pequeñas, algo vello- sas y generalmente puntiagudas, con el peciolo común terminado por un zarcillo á garañuela I ’ f ; . ' ' ' K>f¡ w . ; »! i.¡ M . ■ 1 üf ’ r !.■ ■'■•fí ‘•'.I ■) ■ 105 Raízx fibrosa y ramosa. Porte: tallo herbáceo,, de ocho á dpce pulgadas de alto, ó mas según los, climas, vellüdp y angu- lar: las flores nacen de loa encuentros, sostenidas comunmente do dos ó do tres en , tres por cada pendúnculo. •. it •• i; Sitio: los campos y las buertas: es planta. anual . ¡O' - 1.;. 'i ■! ‘ M' ■ ■ ' c ^ í‘ . ; >,!■■ ;■ I!- ■ CULTIVO. -li ■ Los países templados son los mas á propósito para el cultivo de esta planta, pues en los cálidos se dá malísamente, y teme asimismo las heladas, por cuyo motivo deben sembrarse cuando ya no se toman los rigores del invierno. La resequedad le causa también mucho daño. Eequiere una tier- ra buena, para darse bien, aunque en los terrenos medianos iirevalece regularmente. En los fuertes, húmedos y barreales se da muy ruin. Se cultiva general y principalmente en los cam- pos después de flaber labrado la tierra en tiempo conveniente y cuando no se formen terrones. La siembra se hace á pnñado como la del trigo, y se pasa varias veces la grada para igualar bien el terreno y cubrir la simiente. El clima, como ilov.amos dicho, determina la época de la siembra, la cual debe hacerse cuando ya no se teman las heladas tardías. Cuando la planta está en plena flor so siega, y si se espera á que madure se segará cuando las 106 hojas comiencen por todas partes á secarse, sin esperar á que se desequen completamente porque entonces s»^ perdería mucho grano. Bu algunas partes de Europa, en Francia por ejemplo, siembran las lentejas y la avena juntas porque madura y se siegan en la misma época. Pero deben sembrarse solas, porque con siW gara huelas se enlazan á las plantas inmediatas y las oprimen y sofocan. Las lentejas se trillan como el trigo, los alver- joues y los frijoles. La harina de las lentejas es nna de las cuatro resolutivas. Esta legumbre se emplea mas para alimentarse que como medicamento. O' ■ f I i ;fT * » ■•í;. • t i V ' i‘‘ ■ 'Oit • ” t ■ • ■■ i i- ■ 7 ■ ■ ■ í- 'ri-Vi ■; ;£ rjo :: • ■: , -ol ••• •'>. I ■ > y. u- ■ ' - iüiii . "Oq-, OHILE I. DESORIPOION DE LA. PLANTA'. ■ • i ■ Género de planta de la octava familia de sola- náceas de Jussieii. Liuneo la clasifica en la pen- tandria mouop^inia la llama ca^sxcxiiiir út?i?i'iíw?7L Ulon ijequeña, de una sola pieza enrodada con cinco segmentos puntiagudos y revuelta hácia fuera. , , Fruto: baya sin pulpa y con dos celdillas, de dos á tres pulgadas de largo, y algunas veces mas se- gún el cultivo, redonda aovada y de un rojo de coral cuando está madura: las semillas son peque- ñas, arriñonadas, aplastadas y pajizas. Hojas: sencillas, relucientes, euterísimas y sos- tenidas por largos peciolos. ■ ' Raíz: ramosa y fibrosa. 108 Porte’, tallo de uno á dos piés de altura, herbá- ceo y ramoso; las flores están opuestas á las ho- jas y comunmente sostenidas por largos pedún- culos; los frutos están inclinados hácia la tierra y las hojas colocadas alternativamente sobre sus tallos. Sitio: los campos y las huertas; es originario de América, y en México se cultiva en abundancia, siendo uno de los principales alimentos de la cla- se pobre. II. VARIEDADES. , Muchísimas ' variedades se cultivan en México de esta planta, retardándose ó adelantándose en el tiempo de su madurez según el clima, terreno y propiedades de cada una; pero las que tienen mas consumo son las siguientes. El chile ancho 6 colorado, que no se come verde sino que se muele para la salsa de los guisados; no es carnoso y tiene un encarnado oscuro. Pl chile pasilla ó negro, que se usa de la misma manera y tiene un color casi negro: estas dos va- riedades, ó por mejor decir, especies, tienen casi la misma forma ó iguales dimensiones; ambas dan írntos de cuatro á cinco pulgadas de longitud, de dos y media á tres, en su nacimiento, do an- cho, y que termina en punta. 109 S'l chile largo, qvLQ en España cornesueZo y aquí se come generalmente verde, largo hasta de nuevo pulgadas y muy angosto; do cuya espe- ~ cié hay muchas variedades, y entro ellas una á la que llaman chile de Camhray, la cual es muy deli- cada, de frutos largos y angostos pero pequeños, muy picante, y que creo Eozier llama guindilla. Él cMUpiquin, do frutos pequeüitos y redondos, que es el mas picante de todos y conocido en Eu- ropa por tomatillo. El chile cuaresmeño, grande, grueso y carnoso, que se come verde así como el poblano. El chipoole, irarecido en sus dimensiones y color al chile ancho, que tiene también mucho consu- mo y pica mucho. El tornachile, grande, grueso, carnoso, poco pi- cante, muy gustoso y apreciado; el cual encurten en vinagre, así como algunas variedades del lar- go que se llama generalmente chile verde. III. CULTIVO. 1)6 tres maneras. distintas se ejecuta la’siembia del chile: en cajoneras, cajetes 6 tiestos, en albita ñas y en eras al descampado. Eas cajoneras ó es- tufillas suelen tener de tres á cuatro piés de es- tiércol reciente, cubriendo su superficie un pié y medio de mantilloi El punto dispuesto para las camas debe ser alto para hallarse libre do las lio • inutidaciOTies producidas por las lluvias de invier- no y su exposición debo ser al Mediodía. Para colocar el estiércol se desmenuzará bien y se amontonará por espacio do ocho dias, para que fermente y se mueva el calor antes de colocarse en la cama para que reciba la semilla. Debe te^ nerse muche cuidado en extender por tandas ó capas el estiércol bien dezmenuzado para impe- dir los hundimientos y para evitar las desigual- dades; se regará suficientemente para que se asiente después de bien aplanado. Pero es mejor no regarlo sino solamente aplanarlo si está con- venientemente húmedo, dándole agua únicamen*^ te cuando se encuentre muy reseco. A los dos ó tres dias de esta operación, se ta- Ijará la superficie de. la cama con el mantillo cor- resi)oudiente: si la tapase hace con tierra vegetal ó fértil, debe esta extenderse gradualmente, por- que siendo muy vivo el calor que es originario por la fermentación del estiércol, se quemará ó inutilizará la tierra para la vegetaciou. Lo cual se remedia poniendo primero una capa de tres ó cuatro dedos á lo sumo, y añadiendo la demás porción necesaria cuando comience á bajar y á de- caer el calor. Debe preferirse el mantillo por no tener este inconveniente, teniendo además otras ventajas sobre la tierra virgen, cemo la de no for- mar costra á pesar de los riegos, y dejar por con- siguiente nacer con mas facilidad las plantas. Con esta sencilla operación se forma el semi- llero con el resguardo suficiente para el logro do buena planta. Las que se crian jjor este método son mas robustas y saludables y están menos ex- puestas que* las procedidas de siembras en cajo- 111 ñeras, las cuales siempre nacen mas endebles y están mas expuestas á los daños do los insectos. También suelen abrirse zanjas en alg;unas oca- siones de un pió y medio á dos de profundidad y tres de ancho, que macizadas con estiércol y cor- respondiente capa de mantillo forman semilleros magníficos haciéndolos en terrenos sin, humedad, en la situación mas ventajosa, y abriendo además á cada' lado zanjillas para los refuerzos, dejando intermedios de un pié para él tránsito. Estas zan- jas deben llenarse de basura callente siempre que el ca or de la zanja principarse disminuya; reno- vando los refuerzos siempre que fuese necesario, y particularmente si se hubiese resfriado ó estu- viese muy empapado ó húmedo el estiércol. El último método es solamente practicable (con buen efecto) desde el mes de Marzo y Abril se- gún el clima, hasta Agosto, y consiste en dispo- sición de eras al descampado como se usa para las otras siembras. Las siembras de las ca,joneras so hacen á últimos de Diciembre, las de albitanas desde mediados de Enero y Febrero, y las de tier- ra al descampado hasta por Abril y Agosto, Guando se haya mitigado el calor del estiércol se procede á la siembra en cajoneras. El calor en que se las debe mantener no debe ser extremado porque inutilizarla la vegetación, sino apto para fomentar el desarrollo déla simiente, la que se desparramará á puñados ó se sembrará por sur- cos á distancia uno de otro de seis ú ocho dedos, para ejecutar mejor las escardas y entresacas y poder sacar las plantas con su cepollon para lle- varlas al plantío. Los riegos no deben dárseles con agua muy fna, porque las baria daño. Los demás cuidados del cultivo están basados 112 en precaverlas de. los resfríos y heladas, para, lo. cual se, cubren con palones de manera que no les impidan el recibir el aire, libre, y disfruten .! .0 > níc: *' , . ‘ V- i'-b • -or.,;!; ‘i, ■- ■ nni , -i • : oJ) '' iRn -n ■ >i .i: -frrr. ■ ■ < >un\ • e.O' ■; .j_ íJ'. ..'j •>*. • - ''no;, r- fi; . .. j> ' : ■ • ■ .i (. ini; •< f I. DESCRIPCION DE LA PLANTA. La caña dulce fué cultivada desde Ja mas re- mota antigüedad por los Chinos, y en Europa se introduio, así como la fabricación del azúcar, ha- ce Srci de dos mil años. Linneo la llama saccU- í-MOT compone de muchas secciones 6 calis! cuyo coajunto presenta raíces v un tallo con hojas alternadas que lo abrazan. Cada sección está marcada exteriormen- te ñor un borde acordonado que se llama nudo, V cada nudo tiene de dos á tres pintas de grueso, con unos puntos particulares, dispuestos en tnáu' gato I crSos, Aires Mas de tos que brotan las raíces^ E)s,te;bp^|Íp canuto se ve unido por un boton grueso 'como una lenteja, y apuntado por la parte superior, el cual contiene el gérinen de una nueva caña; á este nudo sigue un eutrenii- do (la longitud de cada cañuto) cuya dimensión es desde una hasta seis pulgadas, y está termina- do por una hoja larga hasta de cinco piés, la cual se halla dividida en dos por un nudo particular; la parte inferior, que nunca excede de uu pié, en** vuelve la caña y le sirve de vaina. La corteza ó cubierta del tallo es una unión estrecha de vasos leñosos y la interna de basos ondulosos; en tal disposición que presentan otras tantas capas ho- rizontales, sostenidas á distancias iguales por otros vasos leñosos que los atraviesan: las cavi- dades de estos vasos incomunicados entre sí con- tienen la materia azucarada. Estos vasos leñosos se separan á ciertas dis - tancias de la dirección vertical, conservando otros la horizontal, los cuales forman una especie do tabique y vienen á reunirse en un punto con los otros, en el boton indicado, rompiendo la corteza para formarlo. El numero de canutos suele algunas veces su- bir hasta ochenta y la altura do la caña hasta cinco ó siete varas. La cepa ó tronco también es articulado como el tallo; su longitud de seis á ocho pulgadas cor- va y pivotaute: de ellas salen las raíces que son numerosas, cilindricas y se extienden de ocho á diez pulgadas. En la época de la madurez el tallo se divide en dos partes, una casi despoblada de hojas en la: cual se halla formado el azúcar, que es en la par- te baja y tiene hasta se.senta cañutos; y la supe- rior poblada de hojas que se elevan en planos' ,117 opuestos y se iuclioa fortuaudo uu abauico. A esta parte se llama cogollo ó cabeza de la caña. ir. ■ . , CLIMA Y TERRENO, S. El clima mas á propósito para la siembra de esta plauta es el caliente que tenga mía tibia hu- medad atmosférica, porque la caña teme mucho la resequeda y ama el agua. Las tierras que deben elegirse para las planta- ciones de caña deben ser grueáds, sustanciosas, y mas bien arcillosas que areniscas por requerir bás- tánte humedad esta planta; deben tener asimismo una buena . exposición y abundar en mantillo; para cuya efecto deben abobarse perfectamente. El abono único que aquí se les da es el de la quema del bagazo y los retoños y algunos estiér- coles, y sin embargo se dan magníficas cosechas. Las tierras deben estar bien sueltas para que las raíces penetren fácilmente, y asimismo para que broten sin obstáculo las plantas. 118 III. i ; PLANTACION. La plantación se hace por estacas, las cuales no son otra cosa que trozos de la misma caña, las cuales se colocarán acostadas y á contiuacion unas de otras, empalmadas, en surcos que se ha- brá abierto anticipadamente. Después de pues- tas en tal disposición so cubrirán con una media pulgada de buena tierra ó de mantillo. En segui- da se dará un abundante riego, al cual llaman de asiento, y si no se tienen aguas disponibles no se hará la plantación sino cuando haya .esperanzas fondadas de próximas lluvias, porque si falta el agua se mueren las cañas perdiendo su humedad y no teniendo la'qne necesita para precaverse ,de la sequedad de la tierra, que les roba, estando se- ca, la que naturalmente tienen. Estas estacas destinadas para los., planteles pueden conservarse quince dias en buen estado, amontonadas y cubiertas con paja. Aunque se siembren un poco marchitas, si se les riegan bastante las tierras ó si abundan las lluvias, na- cen prontamente. En España acostumbran tomar para la planta- ción los cogollos, pero aquí se despuntan las ca- ñas solamente para forrajes y las estacas se hacen de la parte azucarada de la caña. En la isla de Cuba plantan la cañas enteras en 119 surcos abiertos cou el azadón, de una cuarta, de hondos y tan argos como. ércañav.er^L . ’ , ■ ^ ‘ ' lY, , ^ ; , '‘‘. í •.iV VEGETACION Y 'DESARROLLO DB LA CAÑA. Como llevamos dicho, en la superficie de cada nudo propiamente ditího se halla uu boton y unos püntitos. Estos puutitos se desenvuelven y for- man las raíces, pero son inútiles á la planta que va á nacer. El boton contiene el górmen de la nueva planta y funciona como semilla: cada es- taca tiene de ocho á diez, pero algunos no g-er- minan. .. púaudó las circunstancias son favorables, las canitás con muchas hojas comienzan á aparecer á los quince dias y comienzan á crecer. Desde los cuatro á los seis meses de su nacimiento, según el clima el terreno y cultivo, se consideran como plantas ouferamehté desarroliadas.. Las primeras hojas se ponen mustias y se caen dejando desnu- ció ¿1 cañuto, que parece perderla parte que tenia eíi la vegetación, á medida qué comienza á madu- rar. A medida que. se van formando nuevos nu- dos', van secrmdose las hojas de la parte inferior y se madurán .Otros cañutos. Está sucesión es con- tinúa por (íóce, catorce y hasta veinte mésés que és'él mas largo período de la Vida de la caña, en el ciial se'cósficha sin atender á la estación. Todas las partas, cly» la caña se forman, se des- n 120 envuelven, crecen y se elevan sucesivamente unas sobre otras; de manera que cada una con respec- to á la función que ejerce, es un todo particnlar que independientemente de las otras recorre to> das las fases y períodos de su vegetación. Las flores que producen las cañas son estdriles en México, y no sabemos que se reproduzca por sus semillas sino en el alto Egipto. El boton de ' que hablamos al describir la planta, es, pues, el que contiene la esperanza de una generación fu- tura. Como las cualidades del górmeu son las mis- mas en todos los botones, S;U desarrollo necesajia- mente está sujeto á las mismas circunstancias, las que jamás, variau, sea cual fuere la parte eil que sirven se hallo el boton. Generalmente cuando se desarrolla el boton presenta cinco secciones particulares que parecen solamente destinadas á echar raíces. Entonces no tienen ni boton ni eutrenudo, iinicamento están señalados con una hoja. A este conjunto de sec- ciones radicales se llama cepa primitiva, por estar destinadas las raíces de esta cepa á echar las rtue al primer desarrollo de la planta. Del centro de la última sección radical Sale el gérmen del primer cañuto; y en él se contiene el principio de la vida de la cana y de la geuei’acion de los nudos, el primero de los cuales viene á ser l3( ^3>triz dcl SGguudOj esto la cIgI tGreoroy así su* cesivamente. Una vez establecida esta sucesión el principio de la generación pasa del nudo formado ya al que se forma de nuevo, en tanto que los pri- meros se robustecen y crecen poniendo siempre entre sus diversas revoluciones un grado de dife- rencia marcado con el tiempo de su generación. Así es que las secciones de lá caña pueden con- siderarse como otros tantos círculós éscéñ tríeos, cuyo centró ocupa siempre n n -punto' que á su vez se convierte en círculo, reemplazándolo otro nue- vo punto, y los cuales se elevan unos sobre otros ensaucliándose hasta llegar á mi diámetro deter- minado en un tiempo dado. Los primeros cañu - tos que siguen á las secciones radicales son los que forman la cepa secundaria, de la cual salen las raicós que deben servir para el desarrollo de los cañutos que sobresalen de la tierra y tormau la caña. . Ocho dias duran las revoluciones qne experi- mente el cañuto desde su germinación hasta su madurez, y se dividen en cuatro épocas. En la primera aparece como un punto ó nudo en el cen tro que toma la figura de un cono peqtieño y pa- sa á formarse saliendo del centro donde le reem plaza otro. En la segunda, que es la de la formación, na- cen la hoja, el ontreuudo y el nudo, formándose el cañuto el cual se desenvuelve en seguida to- mando un carácter mas notable. Esta época se divido en muchos tiempos destinados á la gene- ración v formación. La mutación que acompaña á estos' tiempos se marca tanto sobre el nudo, que ya formado se desarrolla, como eu el jugo del en- trenudo que se modifica gradualmente. Durante el desenvolvimiento toma un sabor el jugo, dulce y herbáceo, así como eu su olor, semejante al de algunas frutas verdes. ... , j. • La época del acrecentamiento también se divi- de en muchos tiempos que corresponden á los de la primera época. Estos tiempos no se marcan tanto en el cañuto acabado de formar cuanto en el jugo del eutrenudo que experimenta nuevos cambios de grados de elaboración, dejando poco á poQO'sfii.QloF y saboi herbáceo has, ta adquirir, el que le es peculiar, iqup. es la cuaita época en que se halla ya la caña Azucarajiia, Guando los:dos. o tres primeros cdñutos han pendido, sus-^hojas y la presenta caña otras doce ó quince hojas verdes, en.forina do abanico, se con,- sidera la caparen todo crecimiento, porque , si se halla en la época de la florescencia, florece en efecto y el principio de su vida y cíe la generación pasa á las partes de la fructificación para desarro- . liarlas. Entonces los cañutos que se forman pre- sentan dos partes y, la primera se halla privada de .botones y puntitos, ó elementos de las raíces. Las divisiones de los vasos de la savia, que. en los precedentes se dirigía transversulmente á la sut- formar el boton, pasau á Jas hojas, y de esto resulta que disminuye el niíi- mero de vasos en los nudos á medida que se van formando. Estos últimos mulos que se alarían «rsuTteiS^^^ número de vasos, tanto en su interipr como en su corteza, que se adel/rn- 5enV?^''"^'-T Jongitud. E? último nudo tiene cinco piós.poco mas ó menos, y termina en una espiga ó panoja do flores estériles, de diez y ocho á veinte pulgadas de largq, • Las hojas de los últimos nudos son. muy lariras en su parte inferior y forman uu'a apretá'da envol- sostílilf ^úmpaua.la flecha hasta iá panoja y la como, los uuílos de don- Je salen sq;Secau, juntamente pon la flecha ' lo uo rehalla m , Ja , epoca.de la florescenciaj ó porque el onltivo ^ ba alejado de,eu. estaclo,;,atl,rál, /‘«S ¿es 3 pr«oipio,(Ie ;la vida pas^áeogeaiar auiv.os ca^ 153 'fi'u'tosj' generación ’qTi6 coiítiiiuai hasta qufrlos-va^ sos saviosós de la cepa, leñosos ya, ‘no déjen pa* sár el jugó.' , • f ! , !■ ten la caña s© advierten '408. uioYimientos;' uno One pertenece al sistema de los vasos de la savia y se extiende á toda la {{lauta vivificándola y con- tribuyendo á la generación dolos nudos, y otro particular dependiente déT los vasos propios que hace la función particujar"d6' cada'uno. 4i.> :-.í V. VARiEbADES. f ■’.r; A primera vista parece que no hay diferencias •enJa caña, I>óro realmente existen y son tres, á i ^U^'eáfía dé co7isiitucio7i^fiierte- la cual se divide-eu fuerte en primero, segundo y tercer grado, la que s^o JÍ Jllece ™ tierras lla«as, húmedas 5 ftaocoa. Bs fá mas vigorosa, se' eleva hasta doce ó qmncepiés dé 'enñutos miiy gruesos, hinchados y cortos,^ s con árboles do cierta altura pa- ra que defiendan el cacao de los recios vientos que tanto le peijudican, y tengan sin embargo bastante ventilación. La reposición de las habas que no hayan naci- do so hace á los diez ó doce meses, cuando se ar- ranquen las plantitas sobrantes, dejando sola- mente los pida mas vigorosos de los que nazcan en cada punto del tresbolillo. En algunas, partes acostumbran hacer criaderos y trasplantarlos en seguida cuando la planta está un poco crecida 140 para que así resista mejor Yt los iuséctos; pero mu- chas no prenden, por lo cual es mejor la siembra. El cultivo, al principio del nacimiento y creci- miento de la planta, consiste en quitarle las yer- bas que impiden su desarrollo, j conservar el suelo convenientemente húmedo. Las habas tardan de siete Íí doce dias en nacer, y al cabo de veinte han crecido de cuatro á seis pulgadas y se hallan adornadas de cuatro ó cinco hojas. Algunos arbolitos comienzan á florecer á los dos años, pero se les quitan cuidadosamente estas flores para que no se debiliten fructificando tan temprano. Generalmente en esta época han cre- cido vara y cuarta ó vara y media. A los tres años de vida del árbol es cuando ya le dejan las flores proporcionando á su fuerza- el número de- frutos, los cuales maduran ordinariamente á los cuatro meses después de la caida de las flores co nociéndose la madurez del fruto en que se pone amarillo. El fruto se da sobre las ramas gruesas y sob^e el mismo tronco. Es escaso en los prime- ros años: a las ocho cada pió apenas dá treinta cuboses; pero cuando están los árboles en su nía- yor vigor, dan hasta doscientos cincuenta. Sin embargo de estar ordinariamente cubiertos de flores y de frutos, se hacen dos cosechas r)riu- cipalesj una á mediados del verano, y la otra que es la mas considerable, en Diciembre. ’ Para conservar la plantación en buen estado durante veinte ó treinta años,S es preciso labrar bien la tierra y recalzar las plantas, cortando las extremidades de los árboles cuando estén secas, y quitando al árbol las lastimadas^ pero sin acor- tar las ramas vigorosas hi hacát grandes heridas Wi; porque estos árboles están llenos de un jugo ie-r i choso glutinoso que no es fíicil contener y se debilitarían mucho. Hay varias especies do hormigas y langostas que invaden los plantíos comiéndose las hojas y con preferencia los brotes, lo. cual mata el árbol ó retarda su vegetación. Las hormigas blancas y aun mas las rojas hacen estragos tan grandes que en una sola noche destruyen, un plantel, particu- larmente si es nuevo. El medio do destruirlas es buscar los hormigueros y llenarlos de agua hir- viendo y polvorear sus caminos de sublimado cor- rosivo. ■ , En la Itepúblioa do México so cultivan varias especies de cacao; y en algunos departamentos, como por ejemplo en Oaxaca, se dan riquísimos,, y son el Caracas, el Maracaibo, el Guayaquil, el Trinidad ó Oaraquillas, el Marañen, el Soconus- co (tenido así el como Caracas por los mejores) y otros; pero el cultivo es igual en todas las clases III. RBCOLECOIOíT. La recolección de las pinas ó caboses se hace con horquetas do madera desprendiéndolas cuan do no se alcanzan con la mano, echándolas en un saco ó cesto, el cual una vez lleno se conduce fue- ra de la plantación, haciendo con todas estas re- Manoax,.— 12 ^ • 142 ■ colecciones un monton. ‘‘A los tres ó cuatro clias*' desbaratan las pinas donde mismo se hallan, y sa- can las habas quitándoles la pulpa mucilaginosa que las cubria para llevarlas á lá casa, donde las colocan en cestos, cajones ó barricas levantados del suelo, y las cubren con hojas, esteras ó tablas, cargándolas después de piedras. En tal estado Ijermaneceu cuatro dias, volteándolas todas las mañanas; á esta operación llaman sudar, la cual convierte á las habas de blancas que eran en ro- jizas oscuros. Esta fermentación es necesaria pa- * ra que no germinen con la hümeclad y no se re^ sequen si el sitio es caliento. Después de esta operación la ponen á secar al aire y al sol, y en seguida, cuando está bien seco, se guarda en ca- jonea ó sacos en parajes secos. ■ ■ ■ o . ) • ir- r ■. 5 r OLZVO. 1 . : DESCRIPCION DE LA PLANTA. El olivo, segim los inejoros geopdnicos, es el pri- mero (le los árboles, y Oolumela al hablar de él se expresa así: “olea prima omnium arbonm esV^ El olivo da una flor blanca y pequeña de una sola ]úeza, do tubo cilindrico y tan largo como el cáliz; la corola es plana y dividida por cuatro hendeduras ovales y ligeramente cóncavas: tiene dos estambres encontrados que se apoyan en la corola y están guarnecidos de anteras amarillas con solo un pistilo que sale del fondo del cáliz; el estigma está dividido en dos por la |parte supe- rior; el cáliz es pequeño, tubulado y dividido en cuatro segmentos. El fruto es una baya carnosa iy con hueso con 144 una celdilla; la cáscará. lisa, verde, al principio, morada en seguida y al fin morena oscura tirando á negruzca según el estado de madurez: la made» ra del hueso es durísima y guarda una almendra dulce. j^ias hojas son sencillas, enterísimas, lanceola- das, gruesas, resistentes, de un gris oscuro, ver- doso amarillento por arriba y blanquecinas por el envés, adornadas por esta parte con solo un nervio que las atraviesa en toda su longitud. La raíz es central; generalmente se extiende en sentido horizontal, es muy larga y de trecho en trecho está, pi'ovista do raíces capilares. La corteza es de un verde amarillento oscuro, parecido al de la parte de arriba (lo las hojas, y está sembrado de manchas redondas y salientes, de un verde mas claro. El cuello ó unión do las raíces con el árbol generalmente está fuera dé la tierra cuando el árbol ha llegado á cierto estado do desarrollo; pero esto se observa generalmente en los terrenos (íesiguaíes donde las lluvias luiedeu haber arrastrado las tierras, dejándolos descubier- tos; pues no es creible que se eleve naturalmen- te el cuello, porque, en los planos no se nota esto sino muy pocas veces. El árbol es grande 6 mediano, el tronco ordi- nariamente recto, dp corteza lisa en su juventud y áspera, escamosa y con grieta en su vej.ez. La florescencia casi siempre comienza á anun- ciarse en Abril y se abren los botones á fines de ^ayo óquiacipios de Junio, en los países fríos. Las flores nacen en las inserciones de las hojas, (ipuestas á ellas, en racimos sostenidos por un jpe- dunculo común, y muy raras veces se encuentran aisladas. 145 ii. ■' i.i'> V ^.■^f '1 VARIEDADES. I: ;l ..1 ;íf)í • <.l Muchas son las variedades que enumeran los autores que tratan de los olivos, pero;)no trayén- donos utilidad alguna el averiguar cuáles ^cuán- tas sean, no trataremos sino de las tres clases cul- tivadas en la Eepiiblica, y son: la gordal, real 6 se- villana, la manzanilla 6 Varrelenca y la zaroeleña mas pequeña y dura que la barrelenca, la cual lleva el nombre zaraeleña por preferirla los tordos y zar- zales para llevársela. 1 ¡(I En la segunda clase están colocadas las varie- dades de olivos propios y buenos para el. aceite, el cual no se tuerce como el vino siuoique se ari- rancia como la manteca yise afina y clarifica con el tiempo. Linneo describe dos especies primitivas! f La primera olivo del Calo, oliva cd^ensis, de hojas ova- les; y la segunda de Carolina, olea americana, de hojas elípticas, lanceoladas, de fruto y bayas purpurinas. El acebnche, ú olivo silvestre, es el tipo á que retroceden todas las variedades de este árbol sembrando los huesos limpios. ■ tí ’• . i '■} ‘jh c f - :(U i- 146 III. TERRENO Y CLIMA CONVENIENTE, Los terrenos guijarrosos, arenosos y volcánicos son buenos para la plantación de los olivos^.los cuales aunque no dan gran abundancia do frutos, en ellos producen aceitunas que dan un aceitoiex quisito. También se cultiva con buen éxito en las tierras fuertes y sustanciosas, aunque las. capas inferiores sean arcillosas. . » Los climas templados son muy conven ietes pa- ra los olivos; y en los fríos, mas que en los tem- plados, es necesario tenerlos resguardados de los vientos reinantes, especialmente del Norte, que les causa mucbo daño; pues necesitan una tempe- ratura c^i igual para progresar, y un cierto gra- uo de calor para conservarse lozanos y fecuiido.s. Aunque en toda clase de tierras vegeta íácil- meute, en los terrenos muy húmedos y pantano- sos se da muy mal y no debo cultivarse en ellos. • I i ( ' .. .'lín n'*’ 1 ' . Yegetacion. proviene de cuesco, 147 la raíz céutral se iotroduca perpeiidieularmente en la tierra si no eucneutra obstáculo para ello; pero cuando halla algún cuerpo que se le opon- ga, como por ejemplo, una capa de tierra impe- netrable, entonces forma una cepa extendiendo borizontalmente sus raíces, las que tienden cous tardemente á ¡irofundizar, y lo hacen siempre que pueden atravesar las capas yitriücables si exis- ten debajo otras que puedan dar á lás raíces la nutrición que buscan para el desarrollo del árbol, que se cría entqjices vigoroso y lozano. Pero si las raíces no iiueden penetrar esta capa, por ser demasiado gruesa ó resistente ó por tener deba- jo otra do igual composición, se dan mal los oli- vos y de sus raíces principales parten otras tan- tas secundarias rastreras, y do estas otras mas dé- biles, pequeñas, y todavíaimas rastreras que las secundarias. ’ : Cuando los árboles están colocados á inmedia- ciones de una zanja, en algún punto que se eleve rápidamente sobre el nivel del terreno, después de haber cubierto la superficie del plano perpendi- cular ó inclinado, las raíces volverán á introdu- cirse en la tierra i^ara buscar el alimento que ne- cesitan, y estas raíces en las partes descubiertas se cargarán de ramas arraigadas que saldrán de las protuberancias mencionadas en la descripción del árbol; las cuales deben destruirse por absor- ber los jugos inútilmente, á uo ser que se desti- nen para arrancarse y trasplantarse. La superficie do la tierra, cuando esta no se re muevo y abona, goueralmeute baja do nu año pa- ra otroj y esto es k> que hace parecer que se eleven las raíces y la cepa, 'y que estas partes sa- lientes arrojen chupones .que deben guardarse 148 con preferencia para la formación de los plan- teles. No es conveniente, dejar que los olivos se ele- ven mucho, por hacerse así mas penosa ¡la reco- lección del fruto, y asimismo porque la inmedia- ción de la tierra á la ramas les es muy provecho- sa y pueden abrigarse mejor de los vientos mien- tras menos elevados sean. Como llevamos dicho, la corteza del árbol es tersa en la primera edad, pero á medida que so envejece y mas ó menos tarde según la especie, la corteza exterior se deseca, so arruga en forma de escamas, las cuales por fin se desprenden, y cuando comienza á suceder esto, es bueno quitar- las y rasjjar el árbol para deslojar los insectos que se abrigan en las cavidades que ocultan las cor- tezas medio desprendidas, las que por otra parte retienen mucho la humedad, perjudicando así no- tablemente el árbol, haciéndolo muy sensible y mas temero.so del invierno. Los primeros brotes de los olivos desmochados generalmente son simétricos en su colocación, y se convierten en ramas principales que, al comen- zar á extenderse, echan otros brotes secundarios que forman las raraitas y ambas quedan despoja- das de hojas, pero producen nuevos brotes cuan- do se cortan, i Una porción de hojas se descoloran poniéndose amarillentas y desprendiéndose anualmente des- pués que se deseca la savia que las ha nutrido por su baso durante dos ó tres años, que es lo que du- ra la hoja en el árbol; la cual no sirve únicamen- te de adorno, sino que está destinada á nutrir el )oton que está en su base, de la que en seguida saldrán nuevos brotes; por cuyo motivo es el ma- 149 yór absurdo varear los árboles para récojer el fru- to, porque así se desprenden infinidad de hojas que, como llevo dicho, son las que alimentan al boton así conío á la flor, la cual se abre en una rama no del mismo año sino del anterior. La época de la florescencia del olivo es la mas crítica, pues las Hü^^ias y vientos trios que hieren á los árboles las hacen ''pasar sin cuajar; y si se prolongan las' nieblas hasta fines de Junio, se pierde casi toda la cosecha desprendiéndose todas las flores y frutos, quedando solamente los botones tardíos que aun no se han abierto. . ■ í . t. ' ■ I ■ ;r .V. REPRODUCCION-. La reproducción del olivo se verifica do cuatro modos' 1° frutos; 2“? por sierpes aplasta- das ó enraizadas; 3“? por estacas ó trozos d e su madera ó sus raíces, y 4? por ingertos. La reproducción por los frutos, la cual se eje- cuta sembrando el hueso, es muy dilatada por ser muy lento el crecimiento de los olivos, los cuales reproducidos de esta manera nos darán un acebn- che que nos será enteramente silvestre, pues se hallará mejorado por el cultivo, y será tanto me- jor cuanto lo sea la semilla que lo produjo. A pesar de ser esta multiplicación la mas dila- tada es bastante buena para dar árboles mas 150 perfectos y robustos, que poseen una raíz central, de lo cual depende su duración, según demuestra Eozier (1). El olivo tiene la cualidad de echar por cada una de las partes de su corteza, expuesta al aire, un brote; y una raíz en cada una de las enterradas. Varios autores recomiendan que se hagan re- pulgos que produzcan nuevas raíces para hacer la multiplicación. Yo no só hasta qué punto será es- to favorable por no haberlo experimentado; pero el mismo autor citado, que trata sabia y extensa- mente del olivo, dice haber cortado ramas con re* pulgo y sin él, y haberle producido ambas el inis- mo resultado, diciendo asimismo que las ramas sembradas que tenian repulgo, produjeron raíces en toda la parte enterrada y muy pocas fuera de ella. Las ramas ó estacas que se plantan perpendi- cularmente, según lo ha acreditado la experiencia, se reproducen mas fácilmente cuando los tallos son menores; así es que Jas estacas de una pulgada lucra de tierra prevalecen mejor por regla gene- ral que las otras que se elevan mas, hasta dos planSrse^^ máximun que deben tener para eleff?rTe^om.«íf^ horizontalmeute debeu ca n. ^ y tengan cer- larffo diámetro y ocho ó diez do puleáda« enterrarán á cuatro ó cinco fecto m'íeio® “ reproducción saca el mismo de- que la que se hace por raíces. . n algunas do las provincias meridionales de Diccionario de Agricultura, alhariooque 151 España toman una rama gruesa, de cuatro ó cin- co pulgadas de diámetro, y la abren por la parte inferior .en forma de cruz, colocando en el centro do la abertura una piedra para que no se cierre, y la plantan á dos ó tros piés de profundidad. La multiplicación de los renuevos se hace bien sea de los del tronco, ó bien de los de las raíces y su cuello, conocidos con los nombres de chupo- nes 6 sierpes. I Algunas veces salen brotes en el medio del tronco, los cuales se arrancan: la corteza se une, se regenera y forma un repulgo que en seguida produce otro ú otros brotes que también se arran cañ, y aumentan al cicatrizarse las dimensiones del repulgo y las yemas que darán en seguida nuevos brotes, los cuales en el segundo año se arrancan violentamente para que lleven consigo su cepita. Con estos se forman plánteles, que se cuidan con esmero, para trasplautarlos.de asiento á su debido tiempo. Los brotes que salen del cuello y las raíces, se siembran perpendicularraeute, á cinco ó sejs pul- '«•adas de profundidad. Los mas pequeños son los que mejor se logran. Deben cortarse á una ó dos pulgadas del suelo, cubriendo la herida con un ungüento de ingeridores para que no se quemen con el aire. Es muy interesante conservar, cuando el árbol es vigoroso y buenos los terrenos, aunque sea uno ó dos brotes de los producidos por las raíces. A^í que tienen tres pulgadar de diámetro se cortan las dos extremidades de las raíces en que se apoya para formar así un árbol separado, proyiS' to de su cepa y raíces convenientes. Las raíces, como ya hemos dicho antes, son / 152 uuaa protuberancias un poco mas claras que toda la corteza del árbol. Son naturalo.s j no cansadfis ’ porcias agallas, herida.^, picaduras de insectosi etc; sou puntos destinados al nacimiento do nue - vas raíces; son, en fin, botones que aguardan el instante que los haga brotar. Existen también en las ramas nuevas, brotadas bajo la corteza, y os indispensable no confundirlos con las agáílasjque sirven de guarida á los insectos. Esas priineca.S' protuberancias indican un árbol robusto y vigo- roso, y las segundas tienden á debilitarlo y ©s- ' quilmarlo. Cuando se trasplante un olivo no deben arran- cársele ó cortársele las raíces, dejándole úuicá- raente su cepa: y los pedazos de las raíces que no vayan con él deben recogerse cuidadosamen- te para hacer empeltre.s, partiéndolas en pe« dazos de ocho á diez pulgadas do largo y enter- rándolas á la profundidad de cuatro ó cinco hori- zontalmente. La supresión del tronco debe ejecutarse cuan- llegado á .su senéctud: el tronco e.s ^ hueco ó podrido y la savia subo con dificultad. Este es el tiempo de cortarlo; lo cual debe hacer- se á flor de tierra, cubriendo después la herida con dos pu gadas de tierra fina. La corteza forma lentamente un repulgo que despuesula brotes que primer año: al segundo ó ter- cero se dejan cuatro ó seis do los mas adelantados. de^wríí“®“^ hablando, todos estos métodos tendencia que tienen todas las partes del olivo Cf/oXlmení^ enterradas üorizontalmente se saca mas provecho por dar 1 , 53 - árbole?;¡rtias ];)vo;i;i,tameute. B^cOjti^^udamos este métpíJp como seguro!. , .! EurAííigoa fp^|^^ii|plputípp de . puip, pitres, eü- terreud.p ,á poca,i>i;9,fúuc{idá,4 pédtiizos.do raíces’ de acebuche,eprta(]os,pu I.ps m^^tés puliriéiulolps li- gerameiitü con buüu^'|f4e^ya. e ii^gerfcáudolps .á' lo í dos.aijios p.pr sps brotes.,, Es, piertp'^ que estos oli- vo^, prup.eltres. son, pe.qupños,. pero.en' cpmpensa- cioujfructiflcftu eii.abupfiap^ia;. ’ , , , : i ■ ! .|[. I ! 1 1 1 1 1 , ; : . ’ i ' ■ f . 1 . 1 ¡ ■ ' ' : " i . ; . ! . ' I ■ . ! : ‘ (i., , i 1 . OUI.TIVO DBIi OBIViO Eír.LASjALMAOIGAS. Una vez plantadas las escapas ,de cualquier.ma- nera que sea, lo interesapte es que echen raíces prontamente y crezcan cuanto antes. Para con- seguirlo debo tenprse siepiprp mullida la tierra, escardada, con frecqeuciaj, y .regada ligeramente cuando convenga, es , elegir, cuando el calor y la evaporación sean .depipsladp inertes. Las tierras apenas deben optar ligeirarnepte húmedas, porque como diiiuios al prripcipio,, la hun^edad ps contra- ria al, olivo. Es ipuy., con veniente escardar la tier ra al día siguiente deL riego y después de cada lluvia, para devolverle la soltura que le haya qui- tado el agua.ir Los arbolitos eu el priuier año, por estar muy tiernos y, delicados, son. muy sensibles á la bunie- dad y al frío; por cuya pazon .es necesario cubrir- los.conpaja larga, ,yies naejor .cou cascarilla ó ta- Ma^oaí, — 13 154 mo de trigo ó cebada cuando comienza á liacerse sentir el invierno: y decimos que es mejor con la cascarilla del trigo, porque la paja se penetra de la lluvia, se pega al brote, se hiéla y lo hace pe- recer; no así la cascarilla, que es penetrable por el agua y no deja helar la tierra. Estos brote.? privados de la luz se ponen blan- cos y se crian endebles si carecen de ella por mu- cho tiempo. Onandp asoma el invierno se pone al rededor del brote una especie de muralla de cas ■ carilla,- la. cual se extiende por la cima; todo el pié queda entonces cubierto con ella y resguarda- do de los vientos, lluvias y heladas. Sin embargo de ser en México, y especialmen- te en todos sus puntos donde se cultiva este ár- bol, tan benigno el invierno y tan corto, es nece- sario tomar i>recauciones que se irán minorando á medida que se alejen los trios, para darlo ven- tilación. [Jnicaménte en los países donde no hay heladas son iniitiles estas precauciones que deben tomarse los dos primeros años hasta que el árbol esté medianamente desarrollado. En el segundo año, si los brotes se encuentran fuertes, debe dejarse solamente uno de- ellos, ó dos según su fuerza, para que recojan estos solos la su.stancia que absorveriau los supernumerarios. El segundo tallo generalmente se conserva por sí solo, y el otro perece accidental; pero ¿eneral- niente debo destruirse cnando el otro está bien afirmado. Cuando al principio de este segundo año los tallos están débiles ó imperfectos, se debe esperar á fines de él para proceder á la supresión y entre- saca dé los piés vecinos inútiles. Es punto muy esencial á que debe atenderse de 155 preferencia el procurar eiígrosar ei tronco, para lo cual no deben quitarse las ramillas del segun- do y tercer año, aunque parezca la almáciga un matorral. Es muy mal método fel despojarlos de ellas en estos años, pues así tienden á elevarse y no á robustecerse, qué es lo necesario, y uuuca de- be olvidarse que las raíces son proporcionales al desarrollo de los tallos y ramas. Así que el tronco ha adquirido uua altura pro- porcionada á su grueso, cuando tenga cuatro pul- gadas de diámetro, es cuando deben cortársele to- das las ramillas inferiores para que cope. Bu tal estado puede el arbolillo sacarse del criadero y trasplantarse. VII. tiempo t jroDo de trasplantaelo. Plantas- — Esta operación se practica encentan- do por uno de sus extremos el criadero; es decir, abriendo una zanja de una vara^de prbfundidad, cuando menos, avanzándola siempre bácia las plantas y cavando por la parte de abajo en forma de arco, ó borde mejor dicho, para que la tierra que cubre las raíces se vaya desprendiendo y las deje por este lado descubiertas sin dañarlas; con- tinuando esta operación hasta llegíir debajo del árbol. Conseguido esto, un muchacho sostendfá el arbolito mientras el arbolista lo saca, colocado en la zanja tirándolo'háciá sí y levantándolo uü 156 poco y sin viojcncifl»; -A.sí so sncftn ¡todos sucosiVjcif mente y se plantan ,de psiento ep las hoyas prepa- radas de aptemanp. inh: Cuando en los criaderos hay bastantes aj:boli- llos endebles que no pueden, ser, tpdavía trasplan- tados, es mejor íi mi juicio, retardar la trasplanta- ción de los otros, pu,es por no perder los débiles tienen que mutilarse iasiipíces de los cuatro que los rodean. i , Guando estd lejos del criadero el terreno donde han de trasplantarse, iumediataniente que se de- sentierren deben cubrirse sus raíces con heno ó paja, y. es mncbo. mejor con musgo, ijara preca- verlas del sol y del aire que las dañan. Así es que lo mas conveniente es arrancar las que puedan trasplantarse en el dia destinado, ocupando unos peones en esta operación y otros en que trasplan- ten á medida que los otros arrancan. Chupones ó sierpes- — El método que observan generalmente los cultivadores para trasplantar las sierpes, es el de descubrir un poco la cepa en el punto donde sale, separando entonces el chupón con una hacha ó escoplo y trasplantándolo des- PVtesj cppiunmento brotap en el mismo año ó el siguiente; pero la inejqr, manera de hacer esta trpsplantacjpn ps^Ja de buscarlas raíces capilares caida(losaiuénte,,|excavaudo!tres ó cuatro piés en dirección denlas raíces para separar la sierpe con tpdo y ellas, á, fin,de qmj. ásí tenga un yerdadero pié aMaigado, el que prenderá seguramente si la tr^plautacion se hace Con pu¡da,do. ■ , Piés viejos.— Al tratar aqiií dé los piés viejos no tomamos la vei;(^tjera apepcipuí ,de la' palabra; pues.no sup.onenios un árbol decrépito, "sino uno completamente desarrollado, y' sano; porque si no 16 ? •tiene estafe oircnnstancias, sé perderá el tiempa (y el dinero en la trasplantación i ■ ; ..c ■ < Para baccDCsta operación, se comenzará por abrir un foso de! una vara de profundidad á dps de distancia dell troteo de'manera que lo redee, j se: proseguirá' avanzando siempre hácia el árbol, siguiendo la misma profundidad del foSo. ' Si se eucduttaseu mas abajo raíces centrales, se corta- rán! sin magullarlas, ly se dirigirá siempre al cen- tro conservando la mayor extensión posible á las raíces bástasaqar 'el árbbl, pues mientras mas son siís¡raícesj mas fácilmente prende y da mas pron to raluasiy estás son masifuertes y lozanas. ■ . ' La forma de las boyas preparadas para el efec- to, es mas conveniente que sea; cuadrada que re- donda, atendiendo á los cuatro puntos salientes de la circunferencia que tienen las raíces del oli- TO. La anebura y profundidad de las boyas depen- de de las dimensiones del árbol que va á trasplan- tarse. Generalmente se dan dos varas y media á tres de diámetro ó por lado, y vara y media de profundidad. Gomo llevo diebo, estas dimensiones son las que se dan -generalmente, pei-o están también su- jetás á la-batui alezB del terreno. Por ejemplo, en uu‘ terreno endeble, arcilloso,. icretoso, margoso y Ííuijatrosó, debed ser, mayores en extensión y pro- fundidad las boyas, y deben de hacerse anticipada- mentepára que las tierras removidas bagan el maiyor acopio quei puedan de abonos atmosféricos. Astmisinb debe dárseles do» piés. mas deda . pro- fundidad ¡necesaria, con el fiu de mezclarla rier- ra del fondo con; cascajo grueso, á fin de que el agua pueda penetrar con menos dificultad en es- tas tierras que la retienen por su coherencia y no 158 mantengan mnclio tiempo el agua qne tanto teme el árbol, y pudra sus raíces. iio i' ■or’Antes de plantar elárbol debe removerse bien la tierra de la circunferencia y del fondo, en el cual se ecbaráu céspedes, si los hubiere, ó sino una capa de estiércoles bien podridosj^para que -atrayendo liáoia sí las raíces, penetren Astas fácil- mente y profudicen. Se* cubro después la hoya poco á poco, con la misma tierra qhe se sacó, has- ta la altura conveniente, y se coloca en ella el árbol después de desmochado, lo que debe hacer- se al tiempo de plantarlo ó en'el almáciga, para poder arrancarlo mas fácilmente. Después de co- locado en la hoya, la primera operación que debo practicarse es la de extender uniformemente sus raíces para que por todos lados queden bien re partidas, y en seguida se cubren con la tierra re- movida, la que se apretará para que no deje va- cío alguno. :i Si el árbol es nuevo se sopesa varias ocasiones para que la tierra se introduzca y pegue entre sus raíces. Bueno es tapar la superficie de la tierra con que se ha cubierto la hoya, con paja muy menu- damente picada ó con cascarilla de cebada, for- mando una capa que impida la evaporación de la Humedad y sirva para preservarla del calor del sol que la atrae. Bn cuali^uiera estación, excepto la del invierno, la trasplantación,: después de ha- oco8 pueden disponer, y brazos, dé- los que éaréceu. Así es que conside- rando imrtil'este método, no trataremos de él co- mo tratan los autores extranjeros, á quienes Jes ha sido : preciso extenderse:. en esta materiaipor usarlo mucho, en. (atención á: da corta capacidad de sus terrenos. í , -un ' ,,.i El suelo de la república, de esto. país tan rico, tan lozano, tecundo y.iiyigoroso, en muyi.p()cas partes necesita ' de .los: aboubs’ipara que las oose- chaside grano.s.seau abundantes, y jamás los .re- quiere para ser . productivo:, porque aunque no se' 161 abonen por grain número de años, si. no producen con tanta adundancia, jamás se esterHizan como en Europa- Sin Úd ^'^9 que ligerameutÉ!', de Jos abopos necesarios al oli- vo, los icu ales, consisten ,en .e^tjércoles mezclados bien con la tierra que rodee al tronco, removién- dola., bien ñ fin ,. de quejas raíces capilares y las que mas iS.ej alejan, del tronco, sean las que mas directamente reciban este beneficio y se nutran inmediatamente, de los jugos, de las, tierras com- binadas y ,no ; las muy inmediatas al tronco, las cuales adquiriendo una robustez defectuosa y siendo llamadas por el ainurallamiento, aumenta la cepa, se desarrollan ,en sUfCuello, se, elevan y dan por resultado el tenepqu© trasplantar el oli- vo para cubrir todas .sus.' raíces y exponerlo a que no prenda - 1 . • , f 0 : MMi.i ' 1 ''ñi; ! '1 , ■■ ,i ■ 'ínr.'f - I'! .i'i- i ir i ' VIH. . , *riií)Mí*o "^r MODO iDB hA-Cerla» , 1 / ' c • 1 1 i , ■ . ■ . ■ 1 , , Muchas y muy encontradas opiniones bay so- bre si Ui poda debo hacerse cada uno, dos, tres ó mas afíos, hasta ocho, ó si no debe podarse: y á mi juicio esto depende mas bien de la diversidad de climas y natiwaleza de las tierras; pues hay paí ses como Córcega y otros puntos de Italia, en donde nunca podan los olivos y sin embargo dan abundantes frutos. j j „ El célebre Rozier opina que la poda debe ha- 1G2 cerse cada dos años, fundándose en que geueral- nieiite ño se dan dós bueñas cosechas seguidas, y manifiesta claramente las conveniencias que trae consigo 'esta poda bienal, la cual consiste en de- sembarazar al árbol de las ramas' que solo ijrodu- cen raniillas endebles, obligándolo á dar mucha madera nueva. En tres clases, dice, liueden dividirse las ramas del olivo: en vigorosas, enfermas, y muertas. Es- tas dos últimas se destituyen en la poda. Las ramas se dividen en ramas principales y secundarias, y estas últimas en ramitas del pri- mer año y en ramitas de dos ó mas años. Si alguna de las ramas lirincipales se extiende mucho mas que Ihs otras, es necesario podarla igualándola con las demas. Es muy conveniente hacer una limpia anual á este árbol, la cual debe ejecutarse cuando ya no se teman-las heladas, y al año siguiente la poda. Esta limpia consiste en quitar las ramas y rami- tas matadas por el rigor del invierno, y especial- mente las que hayan perecido por las picaduras de los insectos. En esta época es cúando deben de separarse las sierpes ó chupones. La poda y la limpia deben hacerse con mucho cuidado y^ conocimiento, 'pues no es como la de los árboles' frutales. - m.; I 163 IX. ■ INGERTOS. El olivo admito toda clase de ingertos; pero el de escudete ptóvalece meior que cualquiera otro. En tres casos distintos debo hacerse el ingerto: !•? en un árbol silvestre; 29 en uu árbol de espe - cié ruin y poco fructífera, y 3*? en las sierpes que salen de las ruíces ó cepa del olivo. La época mas á propósito para hacer los inger- tos es cuando comienzan á florecer. X. ■ ' ■ enfermedades EN INSEOTOH NOCIVOS AL OLIVO Y LA ACEITUNA. • ) J' ' Se hállau en los olivos infinidad de insectos que dañan ya al árbol, ya al fruto: y otros que atacan á ambos. 'Existen también otros que aunque pa- san por dañinos, en realidad no lo son; como por ejemplo, la hormiga, que no se sustenta de las producciones del árbol. ,7. Los enemigos principalesjdel olivo son, la coe/n- nilla el escarabajuélo, la pulga, la oruga minadora, y la mosca que solamente ataca la aceituna. Hay una infinidad de insectos que se alojan en 164 ; el olivo, pero que no le perjudican; tales son las arañas, que disminuyen el número de moscas, pulgas y polillas que son tan dañinas. La mangla, mandria, tiñmla, pingue, tizón, melasa, chauistle; pues todos estos nombres lleva según Bernard una extravasación de la savia que acu - den á comer las cochinillas. ‘ ¡ Los olivares sjtuados en^ valles húmedos, y po- co ventilados están muc^iQ más expucsto's, que los otros á esta epidqipia. . ;] j ' .V ’ Muchos aqtor^s hau aconsejado, jiara precaver al olivo de los ^ insectos mencionados, el hácer sahumerios ó fumigaciones _^cqi]i yerhas tío' olor fuerte, como, la ruda, la yertía’lomh'rlguera pul- verizadas y mezcladas, con pez, alquitrán, tereben- tina, etc.; pero estos olores inertes ahuyentarán únicamente á los insectos inmediatos imperfectos, si no hanjmuerto en su estado de larva; los cuales arrojados así de un árbol, irán á posesionarse do otro. Sin embargo, como no se ha encontrado un remedio radical para desterrar estas plagas es el único que puede ponerse en juego, debiendo hacerse cada mes, que os cuando hacen las hem- bras sns posturas. ' , ' ■ ‘v.'i , . También (y esto es mejor) se pueden colgar de los árboles, de trecho, en , trecho, manojos de estas ybrbas empapados en brea; lo cual es mas eficaz pórje-staviel foco del calor mas inmediato á loa ¡in- sectos. ‘ ■ < ; ■:ti - , .mil. (i‘ - '"h' . j;; ,cíqiilir' (, ^ ^'iiq ' ^ ‘ . 1 .’!: |., (.1 : . .. , ' ' ' ' ' iii lili .IJI, I - ci ■ ’ t »'-- ■ -.¡.i l,. iii(lilíli r. II ' i: ji w •i., • • ■: ; ''n> : - • ,pf -.rillMV ,^'itv • ; ■ ■■ :•< f /I ' ll'''! ' • ■ U':'. ■ •) ■ -•■Kijíí' r f;(; ' '• .1 ) . ,1 . H- 't . ,-i • ■' ■:'?> "‘i ■ '/ . ■1 ' . ■■ • P ■, *• ‘M • . ' ■ , l'- t I;'f" ■' T.AjB'A.OO , I í ' r:.!- ■■ » DESCKIPCION BE LA PLANTA. Esta planta pertenece al género de las solaná- ceas de Jussieu, el cual la 'coloca en la octava cía se; y según Liuneo, á la pentandria monoginia y la Haiiia nicotina tabaaum, ... i i El tabaco produce uiia flor rojiza, embudada, cuyo tubo es mas .largo que el cáliz; de limbo abierto dividido y plegado en cinco partes, cuyas flores se dan en ramilletes en la cima de los tallos. El fruto es una cajita oval de dos celdillas que se abren por la parte superior y contiene infinidad de granos, dándose en algunos con tal prolusión, que Eai dice haber encontrado hasta treinta y seis mil en uno solo. Las hojas están colocadas alternativamente en MAmiAU— 14 166 los tallos; son grandes, anchas, lanceoladas, de gruesos nervios, velludas, ligeramente glutinosas y adherentes al tallo por su base, la cual se pro- longa por ellos. Los tallos se elevan á cuatro ó cinco piés, son del grueso de una pulgada, redondos, vellosos, ramosos y llenos de médula. La raíz es ramosa, fibrosa y blanca. Su sitio es la América, de donde es originaria, y se siembra y cosecha en abundancia. En algu- nos puntos de México se da aun mejor que en la Habana, como por ejemplo en Sonora y Oaxaca, cuyos tabacos si tuvieran el cuidadoso cultivo y beneficio que en la isla de Cuba y el del mareó, serian mas apreciados que el de la reina de las Antillas; pero desgraciadamente la agricultura se encuentran tan poco protegida en nuestro país, y los cosecheros, generalmente hablando, son tan poco estudiosos y trabajadores, que no se afanan en mejorarlos. Sin embargo de esto tenemos, co- mo llevo dicho, los mejores tabacos del mundo, los cuales, desmerecen mucho por el modo de be- neficiarlos y labrarlos. -Diez especies distintas de tabaco cuentan los botánicos, pero aquí trataremos solamen te de una que es la única que merece ser cultivada, y es el tabaco nicociana [nicotina tabacum\ de Linneo. r 167 II. TIERRAS CONTENIENTES, RREPÁRiClON Y ABONOS. Esta planta necesita para su cultivo una tierra sustanciosa, fresca y poco liámorla. En los terre- nos areniscos y pedregosos, en loa desmontes de bosques y praderas, teniendo una capa de tierra vegetal de doce á quince pulgadas, se dan exce- lentes cosechas. Guando la siembra se hace sobre terrenos que hayan llevado otra semilla en loa años anteriores, se le darán dos fierros al terreno y se abonarán con estiércoles, los cuales serán mejores cuanto mas añejos para el abonó de las sementeras de tabaco. La siembra se hace en almáciga ó criadero pa- ra trasiilantar las plantas cuando tengan el des- arrollo conveniente. i Los semilleros se establecen en camas calien- tes en los climas donde la estación primaveral es fria, y en eras de tierra de huerta al descampado, donde es templada. La semilla por ser muy me- nuda debe mezclarse con tres ó cuatro tantos de arena ó de ceniza para que las plantas no se so- foquen unas á otras al nacer; y debe asimismo procurarse muy cuidadosamente que la capa de tierra que las cubra no exceda de dos líneas de grueso. Conviene asimismo comprimir la tierra con la rastra antes de ejecutar la siembra para 168 que la semilla uo profaudice mas de lo que debe dársele inmediatamente después de sembrada con una regadera de agujeros muy pequeños. ■ > ! ' I , í;- ■' !i ‘1 ■ ‘í, ' TRA-SPLANTACrON. La trasplantación debe hacerse en cuanto sea posible en tresbolillo,' á una vara de distancia ca- da mata en todos sentidos, y cuando ya no hay temor de las heladas, que le son perjudiciales y aun mortíferas. Esta operación se verificará cuan- do tengan las plantitas cuatro ó cinco hojas; dán- doles el dia amterior un abundante riego para qne puedan extraerse fácilmente sin romperse ni lastimarse, y también para que saquen las raíses alguüa'tiérra y se resistan menos. Las yerbas que comienzan á brotar pocos dias después de la trasplantación,, y que son muy no - civas al tabaco, deben ser arrancadas con el al- mocafre, haciéndolo con mucho cuidado para no maltratar lás plantitas resien trasplantadas. Esta operación se repetirá tantas veces f cuantas sojuz- gue conveniente hasta que se robustezca y crez- ca la planta que entonces sofoca y uo deja jíro- gesat'las yerbas dañinas. Después de) concluida esta operación, se atier- ran ó recalzan las plantas haciendo en derredor del pió' de cada una de ellas un montoncito de tierra, cuya operación, estando bien dirigidaj: Ies III. Í09 és mny provechosa por atraer lá humedad atmos férica, economizar el rie'go y vigorizar la planta. ■' ■ ■ ' •l-.il; IV. . "a EPOCA EN QUE DEBE DESCOGOLLARSE LA PLANTA. Cuando se acerca la época de la florescencia del tabaco se cubre la extremidad del tallo prin- cipal do cada mata do un bocon, principio de la flor: este es el tiempo de desbotonarla ó descogo- llarla; cuya operación consiste en cortar la extre midad del tallo para que así la savia que debía dirigirse á las flores influya á las hojas y se em- plee en nutrirlas y robustecerlas mas. Ésta operación debe repetirse con todos los bro- tes que aparezcan en las inserciones de las hojas con los. tallos, para concentrar así la- savia en los que se desea robustecer. Desde la florescencia hasta la completa madu- rez trascurre un mes ó mes y medio, á proporción de la estación y á medida de lo mas ó menos ía- vorable que sea la exposición del terreno. DB LAS LLANTAS MADRES. ( . ' ' ■ -¿I . ' ' ' ■ Las plantas mas lozanas y vigorosas que en su primer estado dé desarrollo apárecen, deben ser 170 cultivadas con mucbísimo esmpro,.y no descogo- llarse, sino dejarlas para recoger su semilla, á fin do tener la mejor para la siembra del año próxi- mo. Muchos cosecheros cultivan separadamente en sus huertas unas cuantas matas con toda pro- lijidad para recoger sus semillas para almáciga, y á mi juicio es muy oportuno, con tanta mas ra- zón, cuanto que i)or ser abundante su semila, no hay necesidad de cultivar muchas plantas. , VI. MADUREZ. •-•/■¡i'- ¡•‘.b f Son varias las señales que hay para Conocer la madurez del tabaco, pero las mas notables son: la variación de color, cuyo verde se pierde en jasv. pes irregulares de un amarillo ^ivój el avejigarse, arrugarse ó inclinarse las hojas lánguidamente, y por ultimo el ponerse ásperas y quebradizas. .'i'd'j' í.'j VII- COSECHA. La cosecha [puede hacerse de dos modos, poi hojas ó por plantas. La que se hace por hojas se ejecuta arrancán- dolas de la manera siguiente: comenzando por las mas cercanas al suelo, se coloca el dedo pul- gar de la mano derecha sobre la parte supmor 171 del peciolo de la hoya, y el índice, un poco dobla* do, por la parte inferior, apoyado contra el tallo do la planta, y tirando lifreramente hácia bajo se desprende la hoj£\ fácilmente sin llevar consigo astilla alguna. tJua yez arrancada la, hoja se co- loca sobre el brazo izquierdo: así se signen ar- rancando las demás, colocando unas icncima de otras en el mismo sentido, hasta completar la brazada, la cual se deposita en un surco determin nado, recargándolas en 61 de manera que queden puestas las ijhojas de canto por ser el modo mas cómodo y conveniente. Como esta oporacion solamente se hace coii las hojas enteramente sazonadas, es necesario repe- tirla dos ó tres veces hasta concluir la recolec- ción. Después de arranc.adas las hojas se llevan al secadero en carros, á lomo do bestias ó en pari- huelas, que es lo mejor, y se colocan en el suelo con las puntas hácia arriba, arrimadas unas á otras. El piso de los secaderos debe de estar entari- mado ó á lo menos cubierto de paja, para evitar qne las hojas se humedezcan y, absorban las ema- naciones de la tierra. ¡.„ Una yez puestas las hojas como decimos, se dejan dos ó tres dias así, en cuyo tiempo comien- zan á perder el agua do la vegetación, lo cual llaman sudar, se calientan y comienzan á amari- llear poniéndose mas flexibles. Ya en este, estado, so procede á formar las sar- tas, Unos las hacen ijor medio de hilos gruesos ensartando las hojas por el cabo con una aguja de arria- otros ensartándolas en varitas aguzadas, y otros dejando una astilla del tallo de las hojas. 172 ,ál ^tiL'¿ípo‘ íte arrancarlas!para manconarlas por ella, y ponerlas en horcajadas sobre varas ó meca- teé, pero este illtimo procedimiento es malo. La cosecha por plantas se hace así: provistos los operarios de una hoz que llevan en la mano derecha, toman con la izquierda la mata inclinán- dola al lado contrario por donde quieren cortarla, lo cual haceu de un solo golpe de abajo arriba y io mas cerca que pueden de la tierra. Inmediata- mente que las cortan las levantan y las tienden suavémehte en el suelo para no lastimarlas, colo- cándolas con la x>arte mas gruesa del tallo para el lado del viento. Un operario diestro puede cortar de 200 á 250 matas por hora. El corte se hace por la mañana para; llevar en seguida las plantas cortas al secadero y no dejar- las expuestas á los rocíos y las lluvias. Tres 6 cuatro horas después do cortadas se atad con mimbres, de dos en dos, por lo mas grueso del tallo, dejándolas en el f mismo lugar y .po removiéndolas mucho al amarrarlas. Después 'de verificada esta operación se ponen cuidadosa- mente en las parihuelas y se llevan al secadero para que suden; después de lo cual se ponen en horcajadas sobre morillos ó sogas. Ouando al cortar las primeras hojas aparece la paite dura del tallo blanca y no amarilla que és la mejor prueba do la completa madurez ’del ta- baco, se suspende la operación por el tiempo que se considere necesario para que acabe do sazonar bien, reconociéndola frecuentemente para que no se pase. r 173 •-■f ! »• 1 •íl» VIII. .1 I ii , ■ •JlKt ' (O BEinSÍPlCÍOS QUÉ SE DAN AL TABACO EN EL SB- '■ CABERO. Una vez colocado él tabaco en el secadero, bien sea en sartas ó á borcajadas, se deja secar comple- tamente para formar los manojos y ponerlos a fer- mentar; lo cual es la última operación. La mejor señal para conocer la completa dese- cación del tabaco, es el estar eompiletamente se- co el cabo de la boja y el no romperse esta sino que vuelva á extenderse prontamente cuando se onrime en la manó.'- En tal estado se descuelgan las sartas y se des- hacen formando manojos con las hojas igualándo- las bien; dé modo que ningún caso sobresalga, fiada uno de estos manojos se ata con iina hoja dándole dos vueltas para que la segunda cruce sobre la primera, y sujetando la atadura pasando ñor medio del manojo la punta de la hoja.^ Los manojos pueden contener mayor ó menor numero de hojas, pero generalmente se hacen de veinte y ^'’Er’mismo método se sigue para hacer los ma- nólos do las hojas que se han secado en las plan- V en ambos deben hacerse tres montoncitos de hojas, separando las de primera, segunda y ter- ^^T^ntretanto unos operarios hacen los manojos, otros ios vau colocando, unos encima de otros con 174 los cabos para fuera en hileras dobles, de modo que estén punta coD punta, formando cuadros ó círculos hasta la altura de vara j media: pero de cualquier manera que se hagan, deben colocarse sobre maderos que levanten diez ó doce pulgadas del piso para dejar que ventee el aire por la par- te de abajo. Se cubre el tabaco perfectamen- te por los costados y se lo coloca un peso fuerte arriba para prensar bien los manojos. Siendo muy nociva una efervescencia fuerte al tabaco, debe visitarse continuamente para ver en, qué estado se halla, el que se reconoce metiendo la mano en la pila; y si se siente un fuerte calor húmedo debe deshacerse inmediatamente y reha- cerse colocando;eu el centro do ella los manoios de íuera y poniendo los de en medio en la super- C- i-J- Esta operación es la mas delicada y debe rene- presenten los síntoiíras tuosa, despuesTla cual Sfn TeSlVs"^^^^ SI, ““ ; í : r(l' d m. . ,f r ^ r. ■r- ' ,lí.' -A.ILjC3-03D03Sr DESCEIPCION DEL GENERO , El algodón es del género de plantas de la monadelfia poliandria, en \a famiVm de las malva - ceas cuyas especies son poco numerosas, pero que han producido gran número de variedades por el cultivo, las cuales no pueden distinguirse fácil- mente. Linneo la llama algodonal Gossipiura. Oáliz dóble, grande por la parte exterior con tres escotaduras profundas y desigualmente den- tadas; el interior poco profundo, y ensanchado; una corola de cinco pétalos, numerosos estambres, cuyos filamentos reunidos por abajo y separados por arriba, llevan unas anteras reniformes; un es- tilo igual ó mayor que los estambres, coronado por tres ó cuatro estigmas gruesos, una cápsula 176 mas ó menos grande, esférica ú oval y algunas veces puntiaguada de tres ó cuatro válvulas, con igual número de cavidades llenas de semillas ver- dosas ó negruzcas, lisas ó velludas, adherentes ó separadas y rodeadas de una pelusa blanca, ama- rillenta ó rojiza, mas ó menos larga y sedosa, co- nocida con el Hombre de algodón. Guando esta pelusa está en sazón, se ensancha, hace abrir las válvulas y se desborda por el rededor de la cáp- sula que la encerraba. Las flores del algodonero son purpúreas 6 ama- rillentas; nacen en los extremos de las ramas y en las axilas de las hojas, las que están dispues- tas alternativamente, y casi siempre divididas en muchos glóbulos. En algunas especies el nervio principal de la superficie inferior se halla provisto de glándulas. La raíz de esta planta ó arbusto es pivotaute, y cuando penetro fácilmente en la tierra toma la forma de un árbol, pero cuando el terreno es re- sistente ó encuentra la raíz alguna piedra se en- sancha produciendo muchas raicecillas. ’ El algodonero no es propio de las tierras tem- pladas, don , I ; ; ‘ ■ ;1 ... - ‘ :’’i, _ 'ij:., 'iiir.Oui ■ ; i.l- ; . ,Uk.i ,¡(1 • !, , especies y VARIEDADES. , Mr. (le liolir, sabio bofcáuico diüáiuarqués, dice baber conocido viuicament'e en América yéinte y, nueve especies (li.stintas, debas cuales tres tieneu variedades, y ser el mejor iáilicio para.distiu'giiir- las los caraotéres que presentan las semillas; pero Mr. de Lasteyrie, manifiesta alguuaS dudas sobre la certidnuibre de este a,sert'o; así como también el célebre Boziér dice ser (le la mismá opiuiO’n y ar- bitraria la (livisiort rneh•'0 '‘I ; J!, ■ ir ' ' . I, i; ■ ■' '’i' i > ' ■: n • SI I '• ■ ‘'i-- , ■Wf;; ; .ii'-b. y,; -s, ; , . _ V- f ' j i ’ • ■ s,.' .p»"* .tr ^iodOjDe hacer la Siembra. ' L'á siembra áél algodonero , se hace de cuatro modos:, fen fosas,' én. agujeros, manteada y por sur- cos. ' ' ’ 1 El primer método únicárnente se ha puesto* en l81 práctica eb lás Indias oeciÜeptáleg bajo elardién- te cielo de los trópicos, y el* que prueba allí por conservarse ásí mas fre'eca la tierra, que’ de otra manera labrada petdériá próutameiite' los jugos que débep' futrir las 'j)lan tas, secándole rápida- mente, si se desmenuzara, por' ílóvér allí pocas ye'ceá. ' V - ' . ' ' . ' Él aücho de las fosas debe ser determinado por la clase ’de.lás pla'ntaS; las que' deben estar des- ahogadas, para ló dual se dará á lá'sf osas la exten- sión cónjveníó'úté al dé'sar'rollo del algodonero. Después dedióib'érsp cayado, só Vuelven á llenar hasta el níverdél sdéld‘'cóu tierra floja. Es necesario sedlbCar diatiamehte las fosas que sé háyán ábiértó párá efepérát las primeras llu- viás, adeiladiSndose así 'ál ti'empb, éó'n lo cual no 'súfrén átrásb la!s semen tej'ás. Eu' cada fosa se echan ciVátro ó citico'granós á di^táficia de cuatro pulgadas una de otra y á vina Vle profundidad álo sumo; porque si profundizan mas, carecen de la.s influencias atmosféricas y se retardan en su na- cimiento; y si se siembran muy en la superflcio, son fácilmente arrastradas por las lluvias, que también se llevarían algunas plantitas. La siembra en agujeros se diferencia de la de las fosas en que aquellos se practican en un ter- reno que no ha sido preparado por entero. Estos agujeros se hacen con el azadón á la profundidad conveniente, sobre líneas dispuestas en tresboli- llo á distancia de veinte á treinta pulgadas, echan- do en cada uñó de ellos cuatro Ó cinco semillas y cubriéndolas con tierra muy suelta. La siembra manteada es la mas rápida, pero presenta '¡muchas desventajas; profíjue las semillas ño próñindízan igualmente, y dando suma irre- .182 .gijlaridad á la colocación de las plantas, se trabaja uáncbo en la escarda, se baca muy difícil el reco- nocimiento y cuidado de cada mata y .no puede ser distribuido el riego convenientemente- La siembra por surcos es mas costosa, pero no tieué los inconvenientes de Ui manteada. En las inmediaciones de Motril tienen lin ijiéto- do particular de sembrar, trazando, á distancias proporcionadas y paralelamente, surcos cortados por otros en ángulos rectos, y en tocios e^tps pun- tos hacen un agujero en donde dópositau la se- ,^illa á la profundidad que dcyamós dicha eu la siembra de fosas. Este método nos paicece ele los mejores, y todayía nras si los segundos surcos cortaran á los primeros oblicuamente eu' una indi, uaciou de 45° para dejar desahogatlas láa plantas. La siembra de almocafre, de la eual. habla lio- der, no puede aplicarse sino en. los jardines ó en . .pequeñas heredades. , ^ r . iti-.r*; CUIDADOS QUE REQUIERE EÍ, ALGtODOXERO., 183 que, la na<-iiraje7,a envía en esta época á las raíces las cuales 4é criarían' 'débiles y la planta no pro- fíresaria y crece’ria endeble,' siendo después iu- fructuoso.s los cuidados del' labrador, los que lío deben escasear en la primera escarda, bácieudo con írecuencia otras por necesitar este arbusto mayor nutrición á iuedida qué’se desarrolla. ; ‘ Las yerbas arrancadas deben tirarse ,ó queruíñ’- se fuera de los aígódouales. ' ■ Hasta que las ]>Uiintas no hayan creoídó á la al- tura de media vara, se liiupiartán coú la m'án'o ó con un pequeño almocafre para no nialti’afarlas; y en la' segunda escarda se entresacarán átrancan- do las mas débiles: en la íerce'fá se .volverá á ha^ cer la éaca, dejando siempre Irts' niáS ío’zaüas' y robustas, teniendo cuidado de no ’rüaltrhfar ías plantas que se. dejan ni aflo|ác:¿üs'faíces; en cuyo caso se qürmarán inmediatamente. ' ' Esta saca se hace hasta rio dejar mas que una I)laDÍa en cada punto del tresbolillo, aunque al- gunas veces pueden dejarse dos' Cuando son casi iguales y no se hallan muy juntas. ’ La costumbre que tienen en algunas partes de aterrar ,6 recalzar la planta es perniciosa, lo cual dernuestra muy claramente Mr. Eohr dando ra- zones muy sólidas contrá' Mr. dé Las,téyrie: y aunque. la sección del Instituto agrícola de Fran- cia en su artículo sobre él áigodou dice que pue- de algunas veces ser ventajoso este método, á mí me parecd que punás puede producir buenos re- sultados por carecer á mi juicio de excepciones todos los incovenientes que trae consigo, loS eria- les Itáce saltar á la vista el sabio, dinamarqués Bohr con estas palabras: '"“El abrigar con tierra el pié tiene g'rqudes inconveniéütesj 184 pu6S auiic[U6 es cierto (jue de esta ipauera produ- ce nuevas raíces arrLl>a de las primeras, estas sin embargo estando .muy profundas, quedan priva- das ¿e la lluvia y délos principios que debían alimentarlas, se secan y acaban por podrirse cuando viene á mojarlas una lluvia abundante; el árbol, despojado de sus raíces, solo existe por medio de los filamentos formados al rededor de la parte quemada: dé donde se sigue que perece á consecuencia de la sequedad. Las yerbas por otra parte vegetan con mas vigor en el monten de tierra que en las otras partes del campo, y cuando se quieren destruir con el azadón se des- cubren y quiebran las nuevas raíces. Si para evi- tar este inconveniente se deja crecer el árbol sin escardar el mónton, nó disfruta entonces las in- fiuencias atmosféricas, y cada año es necesario volverlo á plantar. So puede aun agregar que los temporales que sobrevienen arrastran una gran parte de la tierra amontonada, y la que queda se aplana y el árbol se conserva.» „ En los países cálidos y en los templados es con- veniente podar los algodoneros y se hace necesa- rio desbotonar los berbáceos ó anuales. Ocbo dias después de la primera escarda deben cortarse las ramas laterales, nacidas sobre el tallo para copar esencialmente la planta en la parte superior; y esta, operación debo repetirse con todos los reto- ños que se produzcan basta que estén para formar- se los frutos, que es cuando se comienza á des- botonar. Se llama desbotonar á la operación do cortar la e:;ítrémidad do todas las ramas con todas las flores y írutos que no puedan estar en sazón an- tes de las lluvias y los frios, para que la savia que 185 se empleara en ellos la aprovecliea los que pue- dan madurar á tiempo. Las escardas debeu suspenderse cuando, llegue la florescencia de la algod()uera por desprenderse las flores al mas leve movimiento del pié de la planta. , , , „ Ordinariamente de la época de la florescencia á la de la madurez perfecta transcurrep dos ó dos meses y medio. El tiempo del nacimiento al de la florescencia es determinado por los diversos climas y terrenos. .. ii‘i VII. COSECHA. •(i>» La cosecha se levanta generalmente siete ú ocho meses después de la siembra y puede durar tres meses, y en algunos plantíos se hacen dos eosechas al año, pero la primera es la mas abun- ^'^Haciondo la humedad fermentar el algodón, es necesario arreglar la siembra de manera que se recoia la cosecha en los meses calurosos para co- trer seco el algodón. En los países de la zona tór- rida s© puede cosechar en todos tiempos. Por re«-la general se emplean en la cosecha las niiiieres V los niños, los cuales llevan el algodón maduro mi cestos ó sacos. Cuando los plantíos son neaueños, se hace la recolección cada cinco dias y si son grandes semanariamente. El primer corte es el mas .apreciado, y el segando mas qüo el tercero. ' * ' ' ■ ' '' ' Corno, el cáliz de la flor dé la algodonera, en táuto que el fruto se madura,' se seca,' y converti- do eii \oIvo cáé cuándo se toca; esparcido sobre los copos y'lds ensucia, es necesario no dejar el fruto mas dq oplio dias cu el árbol después de maduro, pues taiiibiérí se Tléva el viento los co- pos, que' caido’s se pudren con la humedad de la tierra y él rbcíó. Él fruto no debe cortarse sino cuando está bien seco y el aire no esté húmedo ó anuncie lluvias; y cuando haya llovido se diferirá dos ó tres dias la cosecha. El mejor modo de hacerla es tomar los copos que han salido de las válvulas con los dedos, sacudiéndolos después de arrancados para que so desprendan los insectos que estén pegados á ellos, y dejando al quitar los copos las cápsulas pega- das en el árbol. Cuando se acerquen las aguas y los frios, en ios países templados y en los que no dure el ca- lór mas del equinoccio de Setiembre, deben cor- tarse todas las cápsulas que estén bien llenas, aunque no hayan llegado á su completa madurez. En las sementeras no muy grandes es convenien- te cortar todas las vainas que tengan frutos, pues puede sacarse algún algodón, aunque malo. LOS fuertes vientos en los países cálidos, en nuestras costas por ejemplo, que es donde se cu\- nos r léxico, y en los terre- hé.adas son muy nocivas, par- tmulaimente puaudo 'son tardías, á esta planta; imes los vientos pueden en un recio temporal destruir eh un instante' todo el plantío. Cuando 18T viene este azote, las plantas mas débiles, son. la.s que menp,^'. padecen, y ^ deben cortarse todas las ramas troncbadas sin maltratar las que prorúétau flores. Los . árb, oles viejos se cortan .arriba de la raí/, después do la cosecha ó media, cosecha, de- iándoles después un solo retoño para que robus- tezca, y las plantas jó venes se podan. Las heladas pn la primavera aniquiliui á las plantas jóvenes; en otoño paralizan la madurez de los frutos; y en invierno, siendo fuertes, des- truyen aun la algodonera vivaz. . Las lluvias en la época de la siembra, si son muy fuertes ó continuas, pudren la simiente, y entonces es necesario resembrar de nuevo. JBn la época de la ilorescencia dosi)ojan á la planta do sus florea y de la. tierna fructueseucia, y si ya se encuentran los frutos en . su completa madurez,, ensucian los copos, con las sustancias que árras- trani ' ” Por todos. eí^j;.os motivos es necesario cortar los frutos maduros, y los que no lo estén, cuando lleguen las aguas ó se aproximen mucho los frios. ,.i ^ . ■/,): : ; O. ■■ ■ • : i ; ' ^ • ,. VIH. INSECTOS NOCIVOS A LA ALOODONEEA T ENFERMEDADES. La sustancia de la semilla reblandecida por la germinación muchas veces es roida por gusanos y diversidad de coleópteros que se introducen en 1 188 íá'f tierra. TJii a vez escapada la semilla de está plagay proüto brota y la planta se eácíientra in - mediat'áménty atacada por la oruga subterráhea, el grillo ' "cámpestre, el cangrejo do la tierra y la araño de lc/¿ pájaros, loS cuales le destrozan á su. ve'z. ■ ■ ' ' ‘ ■ ■ ■ El modo de precáv^et lós plantíos de estos éne- ipjgps es él de llevar fuera de ellos los montones dé piedras y yerbas provenidos dé la' es'cardá, do manera qüe el terreno ‘q'uede bien limpio: El can- grejo es temible en las tres primerás seinauás, cnando.la plantita está muy tierna, á la cual des- trUTO cob sus tenacillas. Estos animales .según, Mr. Eohr, se destruyen tapando con ramas los ^5^J®r0s en que se 'abrigan, y dice ser sabrosa su carne, ija araña se encuentra en pocos puntos, y conao solamente se nutre de iusectós, corta to- das las famas inmediatas á su morada (la cuál torma en la tierra en cavidades verticales á la T tenerlos riias á labnano. otroi o destruyen fácilmeñto tapándo^ otros agujeros y extirpando los insectos. La oru- feman. sino en la primera veíbas^nfrn^® furiosamente toda clase de hs de insi de SU peso, no daña sino las bo” destruvirdíif Insectos se oestruyen de la misma manera que la araña. plSras^cSn^á? escapado de estas vari en el de poco mas de media ó poco de quilar las malas yerbas. ; Cuando la planta cubre la tierra con sus ramas toda operaciop se suspende, aun el riego. Cuando las tierras estiíu cansadas y viejos los algodoneros, es preciso renovarlos. X. PREPARACION PARA EL EMPAQUE. Para separar las semillas do los copos del algo- don, las cuales son mas ó menos adherentes á ellos según su especie, se han inventado máquinas co- nocidas con el nombre de molinos ó limpiadores de algodón. Una de las mejores, mas bien dicho, la mejor reconocida por cuantos la han usado, es el limpiador de algodón de AgiíMa, de Mejora, el cual ha tenido grande aceptación en los Estados- 193 Unidos. También una de las mejores es el limpia dor y ventilador perfeccionado, del que se hace allí mucho usó. El alfíodon no debe pasar á la máquina sino es- tando bien seco y en dias serenos y calurosos'. Después de pasado el algodón por la máquina, es necesario repasarlo para quitarle las semillas que hayan quedado y los res*^^os de cápsulas y ho- jas secas que se hayan adherido. ■ , . -Im i \) .j;;. '-.u- '-I' '■ ;p: .-.líi' ; ';-:i '! i-hi. ; .'I r : • i d.-t . : 'ntd.> ' 'f!, !• ' '¡‘«iq ih .■ . . ;*f; Y ogiul ,';^;oi^ • • i z -rru Y ...T'-’a-'-' •ü' ‘ j:[. rt'i'r’'' '>Yp " : ■ K'- --e i'ip f-i...,,’. ,• í- ' • ■■ ' ■ * * í'*' ’ ¡y ■" ^ ‘ . p,.. • ..... -i ;t., w! oTr;:- (u . . J i. íi ' .' . ‘T ,‘C,. :i I í ;■ ¡;(;i t ; '¡.'Kf : í^i-.í ! f •ni! ■; f . ■'< . -' i - ; V t , i ' M'* * •í‘ 7 yi ' í . 0-A.3sr^ jvno t I. DESCRIPCION DE LA PLANTA. ó hembras sobre p¡6s machos compuestos de cinco lar cáliz dividido en cinco hojuelas, algas, agudas, obtusas y cóncavas: y las hembras oe un pistilo encerrado en un cáliz de una sola pieza, largo y agudo. hembra produce una semilla re- nna partes y que encierra Sitz - semilla está contenida en el B'íyas: sostenidas por peciolos, cinco hojuelas en la planta macho recortadas en ; las tres supe- 195 llores en forma cíe hierro de lanza y -dentadas, y las dos inferiores mas pequeñas y entérísimas. La planta hembra tiene las hojuelas mas pequeñas y dentadas. Eaís: ahusada, leñosa, fibrosa y blanca. Porte: el tallo se eleva según los terrenos y las estaciones desde cuatro hasta ocho y doce piós: es áspero al tacto, velludo, cuadrado y hueco. Las flores nacen en la cima de los encuentros de las hojas; las hembras están reunidas, y las otras for. man una especie de racimo: las hojas están colo- cadas aiternativamentc. originario de las Indias: es una planta anual. , II. CULTIVO, , El cáñamo requiere ini clima^'templádo y un terreno ligero y mullido y sustancioso, lo cual se conoce en la configuración de su raíz pi votante. La semilla para ser buena no debe tener mas de un año, por enranciarse fácilmente: y para saber el estado que guarda se' toman algunos cañamo- nes y se rompe su eáscar.a, separando la almen- dra, la cual se mascar.á para saber si tiene un sa- bor dulce semejante al dé la avellana. Se separa para mascarla, porque la cáscara tiene un aceite acre que se comunica á la almendra si se masti- can juntas. También pueden conocerse estregau- 196 - •dó jos cañamones, y si se pone la cascarilla, iine ■ debe sel’ morena, mas reluciente y no se quiebra a almendra, estará buena. La preparación del terreno consiste en esterco- arlo y ararlo profundamente, para que la tierra jquede bien removida y desmoronada. ■ " vSi la, sietnbra .se destiiia, pura jarcia, debe lia- cersó menos tupida que si se destina á la lencería; y lá épocá en que debe hacerse es la misma que la eü que se siembra en lino. Las lluvias le son benéficas, y los cuidados que requiere son las escardas, en su primer estado do desatollo; después sofoca las demás yerbas extra- ñas. También es necesario poner espantaios en los cañamares, para que las aves no los destruyan porque particularmeüte las de pico corto gustan rancho de ellos, „ Si se ha sembrado muy espeso se tendrá cuid.a- do do entresacarlo, cuando el tallo tenga de cua- tro á cinco pulgadas de altura, dejando entro ca- da planta cuatro ó cinco pulgadas, y si se destina para jaicia de ocho a diez. Esta entresaca debe ejecutarse con mucho cuidado para no remover ni maltratar las plantitas que se dejen. Dividiéndose los piés en machos iy hembras v ^ madurando primero los machos, deben arrancarse primcró, y no como hacen muchos, arrancándolos todos al mismo tiempo, no dejando que las hem - I bras se maduren completamente, en lo cual so I^^erde, no solamente en:que la hembra no es tan t’n .Semilla que puedo servir no solo s'"" también para sustentar algunas aves domésticas. So me dirá que se deja una pequeña tabla para semilla; pero ¿cuantas veces habrá sucedido á los que si- 197 guen esta práctica viciosa haber perdido esta se - milla por loa fuertes vientos y por haberla comido casi toda los pájaros? Las hembras, pues, deben ser arrancadas después que los machos, que ma- duran desde tres hasta seis semanas antes que las hembras por haber cumplido su misión vertiendo su polvo seminal sobre las flores hembras, qne necesitan ese tiempo mas para madurar la semilla. Después de arrancados se conducen al espigue- re y se colocan arrimados á la pared de manera que les dé el sol; y cuando están secos se sacuden con varas para que se desprendan las semillas. Las demás preparaciones del cáñamo después de arrancado, como las de enriarlo, separar la agramiza de la hebra, etc., son las mismas que las que se emplf au en el beneficio del lino. • ' .! .•¡u ".I , ' ' f; I r.obn'Oiíi!)-. . ’i )! : .:!> Oi,., > oii <*• urii'iu i. '■■'vij ' no!' . -iM.'i ÍU'> , ,Ko'' n;: ' o',; .i¡: 'v'o -‘r.'ii -í v ¡y v • ‘ '. '■, ■ >!:. i -/(Hf ' !. ' ■•• ■> -i-i ' ■ ' M... ■ :: ti • . • iWnV • , ■ ^ * ; ■ ;i ¡i! , -i-,; -í , t; •• .. . ;i -(í'i i'! , . •. = . - ■. ,1, *1 j ■ 'f,* ' ... ‘ • ; •- ! ■ Wi'iH'j;-' -f) r. . .'TUil, ;> f-> Xiinsro^ r.' 'uniit; 'i 'f' " I t ■ I'ii : . i; . ■ I',' DESCRIPCION DEL «ENERO. clase 11?, familia de la canofihdas 6 aclaveladas de Jussieu. Linneo la cla^ 7 -Í?^ pentagínia y la fdeuoraini i^/or: casi embudada, compuesta de ciuco pé- talos grandes, anchos, almenados en su cima: cá iz formado de cinco piezas rectas y agudas- iloi pistilos y estambres en número de cinco ’ Fruto: redonda de cinco esquimas > Porte: tallos comunmente de nió v mptUr. ni to, cilfudiicos, delgados y lisos; iL flSs de m 199 azul claro Leriuoso, naceu eu panículas flojas en la cima. ■ Sitio: se ignora cuál es su país nativo, y en el dia se cultiva en tocias partes; es una planta anual. ti II. especies y variedades. Liimeo Ira contado basta veinte y dos especies de lino, y entre ellas, una que tal vez seria iitil cultivar, denominada linu7n Ñarhonense, criada en Provenza y en el bajo Languecloc, la cual es vi- vaz y cuadrarla perfectamente á nuestro suelo, iisí como el lino de Siberia (> de Rusia que actual- luente so está cultivando eu Orizava y Córdoba, y del cual so presentó eu la exposición de este año una bermosísima planta. El lino de SibeJíia, linum 'perenne, difiere del co- mún eu su tallo mucho mas grueso, elevado y ra- moso, y en que sou mas. grandes sus flores, de co- rolas’ enteras, eu las bojillas mas obtusas de su cáliz, así como la cápsula que encierra las granas, y esencialmente eu que su raíz es vivaz, aunque los tallos mueren anualmente. Tüs originaria de los países del Korte, y particularmente de Siberia, por lo que so lo llama de Siberia ó de Rusia. Esta especie de lino se da bien en los terrenos arenosos y poco sustanciosos, y necesitan menos 200 simiente i^ara cubrir un campo que el anual, que solo (la un tallo y este produce uno nuevo. Se'es- carda con mayor facilidad y sin riesgo de arran- carte; sus tallos y sus hojas son do un verde mas oscuro que las del lino común; madura como esto á los tres meses ó menos de su germinación, v tie- ne ignal blancura. Esta especie se siega con hoces cortantes, y los procedimientos para beneficiarlo son los mismos que se practican con el común. Eres especies jardineras hay de lino común co nocidas con los nombres de cálido ó cabezudo, ’frio o gran de y mediano. El ca6e2iíáo produce mas tallos que los otros v en consecuencia mas grana; así es que si se siembra para aceite es preferible, pero si para labrarlo no porque sus tallos son mas cortos y se romnen f í ’ Cliente en el beneficio. Madura primero que lí¡ n3¡ f Eozier, es el de donde se deriban el cabezudo y el mediano. Crece al nriti es se carga de poca semilla y en todo s un medio entre el cálido y el grande, aun en el tiempo que se tarda en madurar. ’ Cada especio debo .sembrarse separadamente V muchís, lo cuaTestá atención á la diversi- ífendo 'semZT"!®? ^ madurez; te- umnuo, sembrándolas como decimo-í tro. Oles distintas, cada una propia para sír objeto^l primera para aceite, la segundl para lenc¿ria li- na, y la tercera para la corriente. 201 KJ.1 ' . * í> - ■ * jki ■ i - ■ ' ■ .z íí ■ i ■•■ •: m. K Y • -i : : ^ ■ ■' ■ , CULTIVO. ■ 'T El terreuó conveniente para la siembra debe ser determinado por el objeto que esta se destine; pues puede desearse recoger grana, como objeto principal, en grande cantidad, ó tener tallos que den muclia hebra ó medianos que la den fina. Si el objeto principal es-cosecbar la grana, bien sea para venderla, bien para fabricar aceite, debo hacerse la sementera en terrenos un poco arcillo- sos y muy sustanciosos, perfectamente labrados de modo que la tierra quede completamente des- moronada, y se tendrán magníficas cosechas. Como cuanto mas ligera es la tierra los tallos de la planta son mas pequeños y la hebra mas fi- na la sementera destinada para beneficiar el lino se hará sobre terrenos ligeros. Contribuye asimis- mo para conseguir este objeto el tiempo en que se haga la siembra. La tierra no debe estar muy húmeda ni seca, sino en un término medio; pues ambos extremos perjudican la planta según el clima, dándola con» siderablemente la abundancia de agua en los paí- ses frios y la falta do humedad en los climas ar- dientes. Los abonos y labores deben multiplicarse, y muy especialmente las últimas, por ser el punto mas esencial para la siembra de esta planta el que Manvaii.— 17 . . 202 j» la tierra esté perfectamente removida y desbara- tada para que no se sofoque, nazca fácilmente y profundice pronto su raíz central. Los abonos que deben preferirse son los anima- les, y con especialidad los excrementos humanos, y los orines conservados en boyas; y en su defec- to los de las ovejas, cabras, etc., así como la cal, la marga las cenizas; abonando la tiérra antes de las lluvias para que cuando vengan disuelvan estas materias combinándolas con la tierra, y apro- vecho la planta todas estas sustancias preparadas. Es muy conveniente dar á las tablas destinadas á esta siembra, tanto en los terrenos húmedos co- J mo en los secos, una zanja. En los ijrimeros para t desechar el agua, y en los segundos para retener í las lluvias y conservar alguna humedad, ti La semilla destinada para la sementera debe ser j redonda y bien nutrida, tersa y lustrosa. Si están ásperos sus bordes, desiguales y corroídos la se- milla es mala. Si el color no es bastante oscuro y brillante, indica no estar bien nutrida. También para distinguir la buena de la mala se echa un puñado en agua, y las que sobrenaden serán las malas y las que se vayan al fondo las buenas. Para juzgar de la cantidad de aceite que con- tengan, se arrojarán unas cuantas á la lumbre, las que saltarán al momento inflamadas si son bue- nas. Como la abundancia de la cosecha depende mu- chas veces de la calidad de la simiente, es necesa- rio elegirla con cuidado y renovarla cuando sea conveniente. La cantidad de semilla destinada para la siem- bra, en un terreno dado, está sujeta al objeto del cultivador; así es que si desea obtener un lino vi- í 203 góroso que dé buena grana, debe sembrar la mi- tad de la cantidad que sembraría si quisiera reco- ger tallos que le dieran hebras finas para benefi- ciar el lino. Para el primer objeto es bastante un quintal de semilla por fanega. ■n !■ '.q ' , 1 í I • . SIEMBRA. i < Hay dos épocas de sembrar; la primera en in- vierno y cuyo lino llaman lino de invierno, y se ha- ce en Setiembre ti Octubre; y la segunda desde Marzo hasta Abril, cuyo lino llaman Uno de vera- no. distas dos siembras naturalmente están deter- minadas por el clima y la estación, debiendo pro- curarse que permanezca el lino en la tierra el ma- yor tiempo posible, pues cuanto mayor sea, tanta mayor será la finura de la hebra y la semilla será de mejor calidad. El tiempo seco es el mas á propósito para la siembra por ser necesario después de ella pasar la rastra ó el rodillo, tanto para igualar bien el ter- reno cuanto para enterrar bien la semilla; y si es- tuviera mojada la tierra, se apretaría dificultando la germinación y nacimiento de la planta. Cuando el terreno es demasiado duro y las llu^ vias no vienen en auxilio del labrador para faci- 204 litarle la labor, ©s necesario hacer los surcos muy juntos, y que sigan á las yuntas peones ó mucha- chos con cachiporras para desbaratar los terro- nes. Como dijimos al principio, la tierra debe estar completamente desbaratada, y ya en tal estado se divide en tablas de un tamaño arbitrario, sobre una anchura de dos 6 dos y media varas, pára que esta disposición facilite la escarda y el enlace ó enrodrigonamiento del lino. Inmediatamente que comienzan á sentirse fuer • tes calores deja de elevarse el tallo del lino, em- pleando entonces todos sus jugos en desarrollar y nutrir la semilla. Por esta razón acabamos de de- cir que la época de la siembra está determinada naturalmente por el clima y estación, haciéndola anticipadamente siempre que se pueda, por ga- narse mucho en ello y no arriesgarse nada. Después de hecha la ) siembra se pasa la grada repetidas Teces, y en seguida la rastra ó la misma grada con los dientes hácia arribaj pero mejor es un rodillo ligero para- que la tierra quede comple- tamente aplanada. Es muy conveniente esparcir sobre las tablas de la sementera paja menuda, á fin de que la tierra no reciba directamente las primeras lluvias y so- lamente reciba la humedad necesaria para que pue- da la plantita desarrollarse é introducir su raíz central hasta la profundidad conveniente y así resienta menos la sequedad en lo de adelante. 206 V. d. CUIDADOS QUE NECESITA DESPUES DE LA SIEMBRA HASTA LA JLADURBZ, Las yerbas daüiuas perjudican mucho al lino cuando no ha llegado á cierto crecimiento, y para evitar esto mal deben hacerse repetidas escardas, eligiendo para ello los dias siguientes á aquellos en que haya llovido, á fin de arrancar así mas fá- cilmente las yerbas y poder enderezar el lino caí- do á consecuencia do la escarda. Esta operación no dejará de practicarse hasta que la planta lle- gue á cierta altura y no consienta las malas yer- bas. Si la siembra so ha hecho muy tupida para re- coger hebras finas y largas, se arrebatan unos ta- llos á otros, y teniendo poca resistencia no pue - den resistir á los embates del viento y las lluvias, acabando por arrastrarse. La planta no puede levantarse, vegeta tristemente y la hebra se pierde casi toda reducida á estopa. Para impedir estos funestos accidentes se enlazan los linos cruzando süs ramas y enrodrigonándolos. ^ •<> Los rodrigones se clavan en líneas paralelas á la cabecera de las tablas, á un pió de distancia uno de otro y á dos ó tres á lo largo de la tabla, cuyos rodrigones se enlazan y sostienen por tra- vesanos delgados atados á ellos, de manera que formen cuadros aislados; formando sus intervalos 206 callecitas á lo largo y ancho de la tabla, cortadas perpendicularmente. Las plantas destinadas para recolectar la semi- lla, ó para hacer lienzo casero ú ordinario, no exigen tantos cuidados como las que se destinan á la lencería fina. Si se ha sembrado para semilla ó cosecha de grana, no debe regarse desde que empiece la fiorescencia, porque el riego impide el cuajo de las flores: pero si se trata de sacar buena hebra debe aprovecharse siempre el riego, jtara que absorba el tallo la savia destinada á la semilla; . • t: VI. EPOCA EN QUE SE DEBE ARRANCAR EL LINO. Generalmente se cree que la época en que se debe arrancar el lino es aquella en que los tallos se ponen amarillentos; pero esta es una señal in- cierta, porque unos tiran á verdes, otros á amari- llo oscuro verdoso, y otros tienen un color pajizo cuyos matices, á mi juicio, los deben mas bien que á la madurez, á la calidad de las tierras y á los climas y humedad ó resequedad del suelo, pues sabido es que el lino producido por terrenos muy üumedos, se viste en su madurez de un color pa- pzo, el cual adquiere con mas anticipación que el que se cria en tierras medianamente húmedas, aunque no esté completamente sazonado, lo cual ■207 indica una triste vegetación. Otros creen que de- be arrancarse la planta cuando la cápsula se abre naturalmente por estar ya sazonadas las semillas otros que deben cosecharse antes de que maduren completamente; y por último, algunos pretenden que debe arrancarse cuando los tallos comienzan á desprenderse de sus hojas. A mi juicio, la época en que debe arrancarse así como la en que debe hacerse la siembra, está determinada no solo por el clima, estación y na- turaleza de las tierras, sino por la calidad del lino y por el objeto á que se ha destinado la siembra. Así es que si este ha sido el de recoger la linaza, no debe esperarse á que las cápsulas so abran, porque seria mucho el desperdicio, sino que debe arrancarse cuando se hallen próximas á abrirse, lo cual se conoce estregándolas entre los dedos. Los linares dedicados á la recolección de lina- za y los destinados al lienzo casero, deberán cor- tarse en este tiempo. Los do hebra fina se arran- carán antes para evitar que se endurezca la cor- teza y pegue á ella la savia mucilaginosa la par- te leñosa, lo cual dará por resultado que se rom- pan las hebras. Así es, que debe arrancarse cuan- do tenga todavía cierta humedad para que la cor- teza no se encuentre enteramente seca ni apreta- da á fin de que cuando esté enriado el lino se des- prenda fácilmente de un extremo á otro sin rom- perse. 2Ó8 •'lüi 01»;'^ VII. MODO DE COSEOHAELO O AERAÍTOAELO. Muy al principio de este artículo, sobre lino, dijimos, hablando de las tres especiés cultivadas, que deben sembrarse separadamente y no como hacen muchos que las siembran interpoladas <3 revueltas, y vamos á dar la razón. En primer lu- gar, porque, como dejamos dicho, no todas estas especies maduran al mismo tiempo, y en conse- cuencia tiene el labrador que andar manchoneando para arrancar las plantas sazonadas y hacer dis- ríllíria'' ^ ^ cual es muy molesto y hace Stfp.T desperdi- d ias L 1 del lino, porqtíe algunos rá en^r bastantes para atrasarla, ó pa- oL í ^ ® arrancado, neffro J ®" se mancha de une cualidades de^n^Lln/’ ®° segundo lugar, porque tal/(í,^p- El lino se arranca por manojos, los cuales se 209 colocan separadamente . y en un mismo sentido, de manera que todas las raíces miren al Mediodía, para que obre sobre ellas mas particularmente el calor, y deverán voltearse diariamente para que se sequen por igual, cuya operación tiene por ob jeto hacerle perder el color y adquirir la mayor blancura posible.' También en algunas partes forman con las plantas un cono, colocándose abiertamente por sus raíces apoyadas en el suelo y la parte supe- rior de los tallos unida en un solo punto, .cuya práctica es buena donde son mansos los vientos. Pero en los países meridionales, es mejor tender- los y voltearlos. Al cabo de tres'’dias estarán bien- secos y se abrirán las cápsulas. Para evitar la pérdida de la linaza, es mas con- veniente desgranar los tallos en el campo, que no el conducirlos con tódo y cápsulas al punto don- de se han dé enviar, poniendo debajo de ellos lienzos para recoger las semillas, sobre los cuales se colocan los bancos que sirven para machacar las cápsulas. A medida que van desgranando unos peones, otros van haciendo con los tallos desgranado'á'háces que cotiducen al enrío. La linaza se avienta en seguida y so guarda. En los puntos én que el rocío es abundante, ó cuando se tema alguna lluvia, conviene ponerlo de noche bajo de techó. Si el tiempo no permite hacer la desecación de los tallos, y el desgrane de las cápsulas en el campo, se conduce en haces á los espigueros ó trojes y se ponen todos los medios para la dese- cación. o 210 ■ ■ i; - -'ff' ■■>!•■•-(': i:;im oh !r' . ;t ’jiíío O'i.’ ’ . /n 'v ■[ ; '■•'írtii l. ''i . ■ ■■ ■ t»!. -i . : I *1 ' VIII. > .’mJ- ' •iC;¡ [. ■ o!.- T* MODO DE ENRIi^R EL LlííO. ' -f.J - o.. La operación de enriar ó separar la parte leño* sa de la planta, que es la que produce la hebra, se puede practicar de tres maneras: por medio de pozas ó enriado en. agua, por. medio del aire, y el enriado- en seco ó ])or fosas. ’ El primero se practica en pozas hechas al in- tento, cuadrilongas y mas bien muy largas y an- gostas con un ligero declive y provistas de dos llaves de desagüe,, una en el fondo y otrn, mas al- ta, y en arroyos ó ríos. Las pozas deben ser poco profundas. En ellas se colocaríin las plantas;, por enriar formando montones de haces, alternando su colocación de manera que las raíces ,de unas quede^p junto á las cabezas de las otras y colocando en el centro los tallos mas maduros. A estos montones se les po- aen piedras encima para que no sobrenaden La temperatura mas conveniente de las aauas para esta operación es la de 10 á 12 grados del SÍTiír/'' Beaumur. El agua corriente es n ^ ‘estancada. Las aguas estancadas dulcificadas por la creta ó infuciones vegetales son mejores para el enrío que las claras, que muy á menudo son crudas; pero bien sean paradas ó comentes, es esencial plantar árboles al rededor, 211 sieado preferibles los álamos blancos, tanto por su porte como porque son muy ramosos y tienen sus hojas en continuo movimiento, lo cual renuC' va el aire absorbiendo el carbónico y respirando el oxígeno, con lo que corrige los receptáculos. Los puntos mas convenientes para las alboreas ó pozas son los muy ventilados donde soplan recio los vientos. La Operación de enriar no es otra cosa, como dijimos, que separar la parte leñosa por medio de la fermentación; así es que se tendrá mucho cui- dado de que esta no exceda del punto necesario, para lo cual pasados tres ó cuatro dias, se sacarán con frecuencia uuo ó dos tallos de los haces de arriba, abajo y en medio, para ver si se despren- de la corteza, lo que indica estar en su punto la fermentación. En tal estado, se sacarán do la poza y lavarán cuidadosamente, si es posible en agua corriente, teniéndolos parados para quitarles el cieno y los linos que lleven pegados en él, el gluten que, aun- que disuelto, se halla pegado á ellos, el cual es necesario quitar para que sea mas blanca la hebra y no conserve ese ijolvo acre que tanto molesta á los . operarios. Después de bien lavados los haces, se desatan y so tienden á secar en el campo. Esta operación en los tiempos calurosos dura cinco ó seis dias, y de nueve á doce en el invierno. Generalmente el enriado al aire dura un mes y es practicable solamente en los paíces meridio- nales en que escasean las lluvias, granizadas y tormentas, y en donde los insectos no dañen la planta, la cual también es arrastrada por los vien- tos, y las fuertes lluvias disuelven su parte gomo- 212 sa antes que los rocíos y ácido laéreo la disuelven. Adertiás deiesto tiene el grave do con veniente de ennegrecer el lino cuando al princiiúo sobrevie- nen crecidas lluvias, y el polvo ó; resina que con- serva es mucho mas acre que cuapdo se hace la operación por medio de agua ó de fosas. Para minorar estos inconvenientes y el tiempo del enriado, es bueno dar á las plantas un riego de agua alcalizada. Eozier asegura haber echo experimentos, rociándolas ^ bañándolas qon agua de cal y haber obtenido muy buenos resultadós Las aguas salobres son también muy á propósito, l)or atraer la humedad. : . Este enriado no debe ponerse en planta en las tierras ferruginosas por mancharse el lino casi indeblemeute con el ó:Jíido de fierro que so lu’odu- ce en ellas, haciéndoles perder su blancura. En los países cálidos y resecos donde escasean las lluvias, es bueno este método, porque el en- riado largo dulcifica, divido y suaviza la hebra. El enriado en seco se ejecuta muy fácilmente en hoyas ó fosas, mas ó menos grandes, según se quiera; pero las mejores son las de pequeñas di- mensiones. En estas fosas, que deben practicarse en puntos inmediatos á donde se halla agua para lavar después del enriado las plantas y en tierras que no sean muy sueltas, se colocan los haces en la misma disposición que en las alboreas, regados ó humedecidos, tapándolos después con una capa de tierra del grueso de un pié, colocando en el centro de las fosa las plantas mas largas para que sobresalgan fuera de tierra, sirviendo para con- sultar el estado en que se encuentra la fermenta- ción, sacando una ó dos diarias, cuando se acer- que la época de ella. La fermentación al principio 213 es muy lenta, p.ero después es tanto ó mas rápida que la del agua. Si inmediatamente después de arrancados los tallos, se depositan en las hoyas, el riego es inne- cesario, pues basta la humedad de la iilanta para la fermentación efectuada por los gases ácidos y flogísticos que circulan por los haces y se combi- nan con dlgiiiten de la 'prlauta, el cual disuelven uniéndose' con la humedad ó trasudor de los ta- llos. ■ a-, ^ Las hoyas deben cubrise por abajo y por los la- dos con mimbres, juncos ó cañas, para que la tierra no se mezcle con las gavillas del lino. Las hoyas que se estercolan deben estar muy secas y son muy b.ueuas y son mucho mejores que las que tienen paredes, pues producen mejor efecto y sirven después para abonar las tierras. Este enrío dura ordinariamente de dos á tres se- manas. Si al tiempo de descubrir las hoyas se despren- den gases que mortifiquen á los trabajadores, se encenderán grandes luminarias para que se vapo- re el gas mefítico que contengan. Este método es el mejor dé todos, pues no tiene el grande inconveniente de insalubridad- que el enriado en agua. Manual. — 18 1 214 ,• r.t ;.r Vi • r>-- • ■ i ;{ yt'- ■ íi- ' ■ • i i- CUIDADOS DESPUES DEL BNEIO. El lino está suficientemente enriado cuando al- gunos fallos, que se sacarán á prueba de diversos manojos, so rompen bien por la punta de la ca- ñamiza y la bebra se desprende fácilmente desde la raíz basta la punta. Después de sacados de la alberca ó de la bo3'^a se lavarán perfectamente y se tenderán en el suelo á toda la fuerza del sol, volteándolos con frecuen- cia para que se sequen pronto, lo que dura mas ó menos según el clima y estación. En los países del Norte lo llevan á un sitio em- bovedado, con cbiineneas, conocido por secadero, haciendo evaporar en él toda la humedad de las plantas por medio del fuego. No tratamos este procedimiento con la exten- sión debida por ser* innecesario en nuestro país. ÍjH seguida se pasa el lino al molino para sepa- rar la agramiza do la bebra y dejar esta bien lira-^ pia y suavizada. -i:.' V. r. it> I. I. A'- ' - liy^ i- un- .!■ , desoripcion de la planta. ''^‘'líidicjófera: género' ’do planta de la clase décinia- í’narta^milia de las leguminosas de Jussieu y de la diafieltía decahdria de Linneo. El cénero comprende mas de veinte especies Piltre verbas y arbustos, exóticos todos. Lzs ftores son nequellas y nacen sobre los pedúnculos auxi- liares’ dispuestas en espigas. Lascas, alternas, aladas ordinariamente con impar, temadas y po- cas Veces sencillas; la legumbre es una vaina de una nulirada poco mas ó menos do largo, muy po- co ó nada comprimida, y el porte de tres piés de altura. Es originario de la India y se cultiva en América. 216 II. ESPECIES. Soa tanpoco diferentes las especies cultivadas, que bien podemos considerarlas como variedades respecto al cultivo. Los botánicos las designan con los nombres es- pecíficos de tinctoria indica y trita. Todas ellas machacadas en agua, y agitadas por mucho tiempo, producen una sustancia vege- tal azul, dura y quebradiza que sirve para teñir en frió. t . Mannercan distingue tres especies de añil: el franco, el iastardo, y el Cruatemalteco. El primero es mas abundante en materia colorante de mas fácil extraccionj pero es muy eventual el éxito de su plantación por efe tar expuesto á mil contratiem- pos, particularmente, al brotar, por ser su tallo muy delicado. El yiento, la lluvia y el sol le per- judican igualmente, y^ aun la misma tierra’ si no es bastante, sustanciosa. Asimismo las nieblas y los. nioJos le son muy contrarios. El añil baitardo se distingue Üel/raaco en la me- s los que llegarían ála hoS V® r’® Pié&.si se les permitiera: tiene la WaLneoL estrecha, mucho mas clara, V mnTw inferior, menos carnosa y muy áspera. Las legumbres son amarillas y la semilla negra, «a especie tiene la venta/a ó tres cortes^ en tanto que si se hace la siembra temprano produ- ce hasta cinco. El añil bastardo so siembra desde noviembre hasta fines de mayo. El terreno destinado para esta siembra debe limpiarse perfectamente, no dejando yerba alguna y desenterrando con el azadón las cepas viejas. Estas precauciones son indispensables, porque á ninguna planta perjudican parásitas próximas á ella como al añil. El terreno se prepara de antemano para sem- CULTIVO. 218 brarlo inmediatamente que llueva y se labra con dos fierros cruzados. Se siembra á golpe y so tíi- pa con una ó dos pulgadas de tierra cuando mas. En cada golpe se echarán de seis á ocho granos, violentando el trabajo cuando llueva y dejando de hacerlo cuando la tierra esté seca; porque el calor recalienta la tierra y encoge los granos, que pueden perderse completamente si no vienen las aguas. Tampoco debe sembrarse cuando las llu- vias sean ligeras y no penetren bien la tierra, pues no pudiendo profundizar en ella, cuando es- ta dura, la radícula, la planta se debilita y mucre. Uuando acuden las aguas á buen tiempo, brota ja planta al tercer dia, estando perfecta la semi- lla; pero SI cuando so recogió no estaba en sazón, nace después de ocho dias, y no brotan toda.s- al mismo tiemxio, sino primero unas que otras y ge- neralmente en manchones. Guando está dema- siado madura ó pasada nace ha.sta el año siguien- te. El verdadero punto do la sazón es cuando co- mienzan las vainas á secarse: la semilla debe re- cogerse con mucho esmero. Esta planta debe escardarse desde- que nace hasta que cubre el suelo con su sombra, haciendo esta operación lo mas tarde cada quince dias. IV. ENEMIGOS DEL AÍÍIL.j Aunque el añil tiene la grandísima ventaja de 219 * no ser atacado por ningún insecta, se anidan en él tres especies de estos animales, y el principal de ellos, semejante á una oruga, forma éntrelas ramas de la planta una tela como la de las ara- ñas, la cual so carga de rocío durante la noche, y los glóbulos al salir el sol producen el efecto de un vidrio convexo, abrazando los uacienteis tallos. Como dijimos autes, todos los cuatro elementos se convierten muchas veces en enemigos de esta idanta. Los recios vientos sacuden impetuosa- mente la plantita y la quebrantan: la lluvia, se- guida de un sol ardiente, la hace desfallecer, la marchita, la seca y la consume. La tierra, por úl- timo, cuando no tiene toda la sustancia necesaria no le da la existencia sino para hacerla vivir dé- bil, y matarla en seguida, no dándole la nutrición que le pide. íu: : ' . ;• EPOCA Í)EL CORTE. En la época de la florescencia, cuando las fio - res comienzan á brotar, las hojas de la planta aparecen de un color oscuro y vivo, rechinan y estallan fácilmente; fy por último, cuando se les pasa la mano de abajo ra-riba y resbala suave- mente, es el momento preciso para el corte. Si es- te se pasa, si se deja marchitar la hoja ó secarse -':!ÍV . .. )(j .•)'> í- 220 en el pié, la cantidad y calidad disminuyen. El color del añil antes de su perfecta mádnrez es mas hermoso, pero tiene menos fécula. El corte debe hacerse en dias húmedos ó nebu- losos, si los hay, á fin de que los ardores del sol no lastimen la planta y se desprenda de sus hojas; y debe cortarse el tallo á dos pulgadas de tierra, para que las ramitas de esta cepa den nuevos vás- 'tagos que se cortarán mes y medio despuos. Esta operación se hace con pequeñas hoces cor- tan tes. VI. PREPARACION DEL AÍÍIL. Uua vez separadas de la cepa, se echan las ra- mas en lienzos para conducirlas á la añilería, cui- dando de no llevarlas apretadas para evitar la fer- mentación que produce en ellas la presión y cu- ja fermentación, fuera de la cuba, hace perder muchas partes colorantes y rebaja su calidad. r ■221 /■' c. ■) jy : i'.l 'o.¡v ■) VIL ■ 1 ■ MODO DE PODRIRLO. El añil, para podrirse, parsa por tres estanques resguardados de la intemperie, fabricados de cal y canto, bien sólidos, y en un plano inclinado de manera que el mas elevado, llamado pudridero, derrame en el segundo, llamado diallo, y este en el terceto ó diahlotin. Lafigura del pudridero gene** raímente es cuadrada, de nueve á diez piés por lado y tres de profundidad. En dos de los lados opuestos, están fuertemente clavadas verticalmen- te dos gruesas vigas cuadradas, con dos agujeros éñ la parte superior, la cual sobresale de las pare- des del estanque lo bastante para poder meter en los agujeros unos travesados de madera destina- dos á impedir que la fermentación del añil levan- te las tablas con que se cubre el pudridero. • En este primer estanque se colocan las hojas dispuestas da antemano en manojos, poniéndolas unas sobro otras basta que sobresalgan seis pul- gadas del borde del pudridero; se ponen encima de ellas las tablas que las sujetan y oprimen para dar principio á la fermentación. La fermentación comienza inmediatamente, ma- nifestándose por una porción de burbujas gruesas que se suceden tumultuosamente, y por una gran- de cantidad de aire que se desprende con ruido. El agua que sobrenada aparece teñida de un ver- 222 de muy notable, el cual indica el crecimiento de la fermentación á medida que se oscurece desa- pareciendo las burbujas que son reemplazadas por la espuma que sube y baja rápidamente en el es- tanque; siendo algunas veces tan violenta esta efervescencia, que rompe las tablas y desencaja los maderos que las sujetan. Esta espuma es tan inflamable como el éter. El punto de la fermentación es una do las co- sas en que debe tener mas conocimientos y cui- I dado el añilero, y este conocimiento lo da sola- , mente la esperiencia, pues no puede determinarse .| sino coa relación á la planta, la cual si ha sufrido I fuertes yi continúas lluvias, habrá vegetado mal y '' dará un grano imperfecto en el estanque, en cuyo l caso débe juzgarse de la fermentación por el color I dehagua. Cuando la estación ha sido seca, elgra- 1 uo también será imperfecto, pero el agua se carga- li ra;do/grasa, lo cual será el anuncio de la fermenr taoion. En el primer corte la tierra y el agua están trios á consecuencia del invierno, y también en- tonces aparece falso el grano. Cuando el corte se hace inmediatamente después de destruidas las ; orugas, aparecerá en la superficie una grasa que no debe confundirse cou la que produce la putre- facción^.:. i, .W. ^ ' < ■'•ií;*» -‘d ^ ' ■ ; ■ ■ ■ ' 'i .IV '■ ■■ ■; - : m- ■_ ; ■/ ri ■ r- .. £23 viir. apaleo. Onaudo está muy adelantada la fermentación, lo cual se conoce por las señales que llevamos di- chas, y ieomieuzan á reunirse las partículas colo- rantes, se hace pasar el estracto al batidero, que es igual en figura y dimensiones al pudridero, y comienza el apaleo. Esta operación se ejecuta po» medio de paletas ó cucharones, los cuales se tienen en continuo ejercicio para apresurar la fermentación ó impedir la putrefacción; facilitar asimismo la agregación de las partículas y reunir las moléculas colorantes que están muy divididas en las aguas del pudri- dero, y formar el grano que es el elemento de la fécula. La calidad del agua se examina dejándola do azotar y viendo el estado que guarda después de una ó dos horas. Si aparece sin color es muy mal iudicio, y particularmente si está espesa, porque se habrá podrido ó estará mas apaleada de lo que debia. Guando aparece oscura en la superficie y verde una pulgada mas abajo, también ha fermen- tado mas de lo que debia. Estas circunstancias generalmente van acompañadas de una nata es- pesa que cubre la superficie tan luego como cesa el apaleo. Guando el agua no está viciada exce- sivamente, aparece de un verde claro ú oscnro y 224 apenas puede notarse el defecto, y después queda clara y sin grasa. Estas aguas son muy difíciles de escurrir. Cuando el añil está blando y apizarrado por su calidad, á las tres horas en Junio, y mas avanza- da la estación en una, manifiesta la putrefacción, la cual se prolonga á medida del cuerpo que tiene. El agua que no ha fermentado aparece de un color rojizo ó verde amarillento. Guando el apa- leo se ha hecho el tiempo necesario, el añil no tie- ne mezcla alguna de azul, y da -mas ó menos rojo á medida que se aparta de su puesto, . de modo que algunas veces podria equivocarse con la cer- veza. Hay cortes que siempre aparecen rojos, aunque estén bien podridos; pero el añilero debe guiarse entonces por el grano. El agua roja es buen indicio; se escurre bien, y el color del añil es hermoso. Las aguas de color dorado son las mejores, por- que indican haberse sacado la quinta esencia y no haber tenido defecto los procedimientos. El grado de la putrefacción, íermentacion y el tiempo del apaleo, son puntos de suma imporbau- cía, y en los cuales es necesario tener mucho co- nocimiento. IX. DIABLOTIN. Guando está bien formado el penderse el apaleo, lo cual indica grano debe sus- el color del ex- 225 . ti’acto, que muy verde anfces del batidero, se oou- vierte eh ¿izul muy notable. Entonces se deja re- posar por dos horas, en cuyo tiempo la parte ama- rilla que mezclada con el azul constituía el verde, sobrenada dando un viso dorado y se aparta de la fécula, que se precipita al fondo. Guando esta precipitación es completa se vierto en el diablotin, el cuan no tiene tres llaves como el segundo sino una sola para dar salida al agua. Para esto se abro la parte superior del batidero, dejando correr el ai^ua al campo después de haber pasado* por el tercer estanque. Lo mismo so hace luego con la llave colocada un poco mas abajo, con cuyas extracciones la fécula presenta una materia semi- fluida, la cual se recoge con cuidado, abriendo la última llave. So seca después en el diablotin y se echa en unas bolsas ó mangas ó filtros para que acabe de escurrir. Ouandq. el agua es tan poca que el añil se halla en estado de pasta, se echa en linos cajones; cuadrados de dos pulgadas de pro- fundidad, los cuales se colocan á la sombra ó se deian al raso antes que caliente mucho el sol, au- mentándole paulatinamente el calor hasta que se deseque, partiéndolos después en.trocitos. Es mejor secarlo á la sombra, porque las piedras no resudan tanto en los cajones como cuando se secan al sol, y toman en la superficie un color blanco como el de la cal y así mayor adhesión, dando piedras mas duras y de mejor lustre. • f I I- ■ : ■ . ) . í; . M Axil AL.— 19 226 ^ AMASIJO. Generalmente amasan el añil en los cajones pa^ la darle mayor unión de la que tiene, la cual de- pende de la fermentación y el apaleo, y particu- larmente de esto último; porque si ha habido ex- ceso en estas operaciones y especialmente en la ultima, se quiebra muy fácilmente. Del amasijo resulta que se pierde, no pocas veces, lírau canti- dad do añil, porque el sol le come el color volvión- dole apizarrado, cuyo color penetra hasta una ó h.iLÜf formando estas capas venas con el azul bueno al amasarlo, y lo rebajan mucho de valor. «jnivio / amasarse sin haberlo puesto al dn^onn^.í vuelve á poner tan blan- tard^pn f primer día, y este re- tardo en la desecación le hace muchas ocasiones r* ^ muchísimo trabajo rn^nn. ^Snas. Los gusanos co- memí v ^ «^ca fácib expuesto^*]^!;!!!^^ mferior. Además, l-?mos?.,t f ’ un olor fuerte que atrae c^n^urhn’pi^^® lo comea y ensuciau y excrescencias que producen gu- Ss^nor lí« ® <1’^® introducióu- dose por las grietas de la pasta y trabajando ea 227 ella iuteriormeiite, la cargan dé una sustancia glu' tinosa que impide la completa desecación, cau- sando una pérdida grandísima. Cuando el tiempo está húmedo ó lluvioso, se seca á fuego continuo que haga bastante humo para ahuyentar las moscas. ¡o..' íd'OOO a ..•oíí.!t;.;!o aau ’íóroíi^LiAsti , ¿iC'.' í -M'JüIit O --«íi iiii p.'J .i ‘ ' ■ i. ¡mou ,• í' -nd icf/.i.i 'o 1, ..i. - tr--' ' .'O /.¿líi > •V' • ' í; -.ení i,;.» vci 7 ',nía¿::j/ ; ;>i.!o ■ . -iiJiJí.!! í:h-¡ui> v-5"’íi lOi' ni'i / !!■'. i . ■; fij'- . asií '-'i' :.[iíí!K.!eq -mu t;.* íMÍ=>,';í'' ' ' oiüc'.Joii'm Nuió coir-unqum' ; mjioe-u .• . • - i-j'J .* '>21¿* / ii ’.í y ! t ■ ■ I ' f A .J .r ' . I t ■ . ■ ; V t;o* T í, o'í i . ' u = , , >. oíJp .q ■;•>;( i- ■ ^ , ; •/ ‘-IhíO *>J!;r¿q*'‘U}u\ U/O ,,,|í ■ ; ‘ ¡:./£ ■•.JU/C! Job ;‘i Of '. _ _ , . - 'a .'UílU Tí;-:: ■ oooiixzsriijL^ Ij; - DESCRIPCION DEL GENERO. La grana es uu insecto conocido por los natu- lalistas con el nombre ^ro^raZZi inseeío. Se compo- ne de dos especies de individuos, de macbos y hem- bras: ios machos vuelan, y las hembras no se se-* paran en su vida del lugar donde nacen. El macho es una palomilla que tiene dos ante- nas o cuernecitos compuestos do diez articulacio- nes y de once porcioncitas cóncavo-convexas que se mueven una dentro de otra. En cada porción se encuentran dos pelos que forman ángulo con las antenas, que nacen juntas entro los ojos y son tan largas como el cuerpo del insecto. Tiene seis ojos negros y algunas veces mas. El cuerpo es 229 del tamaño de uua liendre, de figura oblonga, ter- minando en un cono hácia la paite posterior; los piós, en número de seis, so componen de cuatro articulaciones y terminan en uua especie de uña con dos pelos, formando con ella un trípode: las alas son horizontales como todas las mariposas faienas y perfectamente encimada una sobre otra, y de duplo tamaño que el cuerpo, trasparentes, cubiertas de un polvillo blanquecino que les cu- bre todo el cuerpo y no tienen mas que dos ner- vios concéntricos. Estas alas son las armas ofen- sivas y defensivas do este animalito. Este insecto es enteramente rojo, menos las alas, como dijimos, apéndices y el polvillo blanco que tiene en todo el cuerpo. fEsta palomilla'’ nade en un cilindro de seda. La figura de la hembra es muy semejante á la de la verdadera cochinilla. El cuerpo tís‘ plano por abajo y convexo por arriba, compuesto de unos anillos ó pliegues que no tienen número fi- jo, pero geueralmeure son de quince á veinte. Las antenas y los piós son tan pequeños que solamen- te pueden verse con el microscopio, y el tamaño de la hembra es de un grano do trigo. Cuando la hembra se fija, se le cubren completamente los ojos con el polvillo mencionado. ■ 7 - ''fí \ 230 x) II. - ■ , i; 3?ROPAGAOION DB LA G-RAMA Y DE SU STAOIMIBNTO. ÍTo se lia podido averiguar, pero se iuüere, que la grana se propaga en las tinieblas do la misma manera colocadas que las moscas y otros insec- tos, Las grauibas están cubiertas do^ unos pelos larguísimos, en la parte posterior párticularuien' te, y son hasta cinco veces mayores que el cuer- po del animalito, sin duda para no ser lastimados cuando el viento los arroja de un nopal á otro. La grana es un animal ovíparo; pone muchos huevos y generalmente enlazados de tres á cinco, como las cuentas de un rosario. AI principio del nacimiento no se pueden distinguir los machos de las hembras, hasta que estas comienzan á formar su telilla y se fijan. III. DEL MODO DE EUARSE LA GRANA EN LOS NOPALES. La grana en los dos ó tres primeros dias de su 2S1 uacimieiito permanece inerte, adquiriendo des- Ijues sus movimientos y caminando por toda la penca, perdiendo esos grandes pelos que tiene al nacer. El macho al estado requisito se fija sobre el polvillo de la grana, si es cultivada, y en la penca inmediata á las granas si es silvestre, per- maneciendo allí hasta que so trasforma en palo- milla. Las hembras ó se agregan á algunas po- blaciones d fundan nuevas colonias cuando se desarrollan y se fijan, que es cuando comienzan á cubrirse de ese polvillo blanco que las resguarda de la intemperie. Las granas so colocan siempre muy unidas á semejanza do las chinches. o Aun no se ha podido averiguar de quó manera se nutre la grana; unos creen que por medio de eso polvillo blanco qno absorbe los jugos de la penca, y otros que jior medio de un filamento fi- nísimo que les salo de la boca, ó por mejor decir, do la prominencia agujereada que tienen en lugar; de esta, y que es tau larga como los dos tercios de la longitud del cuerpo. La grana fina ó cultivada es inuebo mayor que la silvestre, lo cual solamente se verifica en Jas hembras; y en su costitucion orgánica no hay di- ferencia alguna. El color que producen ambas es^ igualmente hermoso, según convienen todos; y si la fina lo da mucho mas abundante, también su cultivo es costoso y puedo ser' qué los gastos quo se hagan sobrepujen al excedente de la produc» cion sobre la grana silvestre. j v: ‘ a;:. 232 IV. CULTIVO DH LA GRANA. OLnco especies de nopales solamente son prO“ pios para cultivar la grana, y el mejor de ellos tiene las pencas denegridas y la piel áspera. Es- tos nopales no dan fruto, y los Indios le llaman tlalnopal (nopal de tinte). Tomamos el modo de cultivar la grana de un informe del señor D. Pan- taleón Euiz de Montoya, que dice así: ‘‘Los animalitos se agarran á la penca del no- pal en que se criau y de cuyo jugo se sustentan por espacio do cuatro meses, que es la duración de su vida, llegando á perderla coa un parto tan madre ° hijuelos lueuudísimos, que dejan á la P _ por las pencas del nopal se agarran en el paraje mas jugoso de él, en donde se están sin movimiento perceptible el mismo tiempo de cua- meses que su madre, hasta que tienen el mis- mo fin, dejando su posteridad asegurada en el «opal, de que proviene una sucesión in~ term , aVley tan abundante, que quitando lagra- mayores creces, antes ^e dan^tísimi^’^*^^^’ «uas cosechas abnn- Pero como quiera que quitándolas en este esta- do llegaría á taltar la semilla ó sucesión, previe- nen los Indios el reservar algunos nopales con 288 grana, dejándola en él basta que baya largado la mitad de sns bijuelds’, y en éste éstádo quitan á la madre, acomodándola en un nido que bacen del mobo de los árboles (el pastle), la trasplantan á otro nopal que no. tenga grana alguna, en don- de borcajan aquel iiido entre penca y penca para asegurarlo del viento no lo tire, y produciendo la otra mitad de bijuelófe, en el mismo nido van ta- pando ellos a las pencas, y se asegura la semilla en dos distintos átSples, y en ocasiones en mu- chos mas, porque etf'Ol tiempo de quince dias que está pariendo la súb'len mudar tres y cuatro véces á otros tantos nopales, y en todos deja asegurada su sucesión, quedando la madre muerta en el líl- timo, y tan sin sustífiicia, que su cuerpo se reduce á una muy delgada’ concbtiela ó cascarita á que los ludios llaman pástle, y sirve para el tinte lo mismo que la que sé cogió sin llegar á parir, aun- que con mucbo raéüos jugo, porque la otra so co gió antes de largarlo en el parto. De lo dicbo basta aquí se infiere que en el año viene ú bacer tres partos la grana, y en todos tres deja utilidad; la del pastle, que es la que murió en el nido, y la de cosecha, que es la que se mata cuando está el insécto en estado de proximidad al parto. Cuando es tiempo de parto, todos los granos con indiferencia só'H'en parir, y manifiestan úna misma señal, que es; un abultamieuto de la natu- ra con una agüita que forma un buevecito como el de una hormiga, y es régla fija del parto, de la cual se valen los ludios para conocer el tiempo en que se debe trasponer á otro nojpál para que ba- ga su asemilladura. También se cuida de limpiar continuamente 234 los granos, sacándoles aquel polvillo con una eo" lita de venado muy suave para no tirarlos al sue- lo, porque entonces morirían, y al mismo tiempo esxmlgan y matan los insectos enemigos que se la comen. Esta se mantiene ep algunos países en que el temperamento es propiq, desde Junio bas- ta Octubre, en los nopales, en el campo á la in- clemencia del tiempo; pero otros llevan los nopa- les dentro de las casas ó cuevas, y en ellas hacen sns semilladuras en los nidqs, ,de que se habló ar- riba; y como el nopal mantenga tanto tiempo el jugo, aunque esté desprendido do la tierra, se mantiene la grana en los cuatro meses de Junio á Octubre, en que, estando ya para parir, la tras- plantan á los nopales del campo, valiéndose para ello del mismo arbitrio de los. nidos. Para hacer las plantacioue.^ de los nopale,s des- tinados á la grana desmontan el terreno, general- mente alguna cañada, y van colocando en la tier- ra, muy poco afirmadas, pencas enteras ó pedazos largos de ellas, las cuales prenden á poco tiempo y lorman la nopalera. ■ ^ Debe tenerse muchísimo cuidado, con la limpia, y muy iiarticularmente en los países calientes Y húmedos, haciéndola muy á mendo. Es necesario resguardarla de las lluvias, los fuertes vientos tempestusos y el rigor del invierno. Guando no llevan á los jacales las semiljáduras las cubren en acahuales, enlazados unos con otros, para resguardarlas así de la intemperie. Pii íU I * insectos que ponen sus hueveuillos en el nopal son enemigos do la grana, y por eso ífamTnre'?^^^^ limpien y espulgen dia- r 225 V. MODO DB MATAR DA GRANA. Muchos métodos se emplean y pueden emplear- se para matar la grana, pero algunos de Iqs que practican los ludios son viciosos; como por ejem- plo, el ponerla en un comal que la hace perder muchas partes colorantes y ponerla denegrida: pero esto lo hacen los que la cosechan en i^eque- ño; generalmente la matan ó en el temascal, que viene á ser una estufa, y en baño do maría. El primero de estos métodos lo recomienda Dnha- roel. La mejor grana es aquella que queda blan- ca después de la desecación x)or estar mas limpia y bien desecada: según su color que indica la "bondad de ella por el beneficio, la dividen en tres clases, blanca, roseta y negra; siendo así como la deja el beneficio que usan ordinariamente en Oaxaca por ser el mas expedito. Echan una cor- ta* porción de agua caliente en un perol, olla ó vasija, y lo llenan después de grana, cuando el agua está hirviemdo, revolviendo en seguida bas- to que se ponga negra. Antes de ponerla en el agua debe limpiarse cuidadosamente para sepa- rarla del tlasole, ó tela de araña que saca del no- pal. 236 VI. MODO DE conocer LA GRANA.' Para distinguir la grana lejítiina de lafalsifica,- (ia, debe echarse en una poca de agua caliente ó buen' vinagre y dejarla humedecer hasta hinchar- se: entonces se examinará con uiia lente, y si tie- 1 lie los anillos ó arrugas que caracterizan la co- ; chinilla', y sobre todo si registrándose con la pun- y ta íle un alfiler se miran los infinitos globulillos que encierran, será verdadera grana. I l ' 5 . . i s.* * ’ ■ i’-'- ■ ; ’ : . 0 I jycACSi-xjja-Y- I. DESCRIPOIOK DE LA PLANTA. Agave americana. El maguey tiene las hojas ra- dicales, muy grandes, gruesas, acanaladas, carno- sas y adornadas en los bordes y la extremidad de cruesas espinas; en la época de la florescencia sa- le de su centro un tallo que so eleva rápidamente basta la altura de quince á veinte piés: abija pro- fusamente y perece después de la fructificación. Esta planta es originaria de la América. En México se cultiva en abundancia, siendo uno de los primeros artículos de consumo, cuyas alcaba- las dan al tesoro público una renta de seiscientos mil pesos anuales, poco mas ó menos. Manual.— 20 238 II. CULTIVO. El maguey prevalece en los terrenos áridos y secos; la buiuedad lo mata y teme mucho el frió. Esta planta se reproduce por sus retoños ó hi jos, teniendo cada planta madre ordinariamente tres, cuando menos, los cuales se trasplantan así que están grandes como de una vara ó de tres cuartas Las plantaciones se hacen en ñlas ó en tresbo- lillo á diez ó doce piés do distancia una planta de otra, poniéndolas en unos hoyos hechos al efecto y cuyas dimensiones son proporcionadas al tama- no de las plantas que van á ocuparlos. Después de puestas en la hoya se tapan con la misma, tier- ra que se sacó. El maguey puede ])ormaueeer has- ta cuatro y cinco meses fuera de la tierra y tras- plantarse después. Luego que se ha concluido Ja plantación se da una vuelta de arado ó dos si se quiere sembrar en los espacios, como hacen en muchas partes de los llanos de Apam. Después de la trasplantación no tiene el maguey otro cul~ tivo si puede llamarse así, que el de recortarle los bordes, cuando grande, quitándole así las espinas para impedir que le saquen la pita, porque enton- ces muere. Muchas variedades hay de magueyes, pero to- 239 das se cultivaa de la misma manera, y se dividen en cuatro clases: maguey fino ó de marca, media- no, inferior é ínfimo. Según la clase de maguey se anticipa ó retar- da el tiempo de la fructificación, siendo desde siete hasta doce años. En esta época es cuando se capan las ifiantas: llaman capar á hacer un corte longitudinal en el cogollo, al que llaman meyolote y sacan del centro las hojas mas tiernas, claván- dolas en las de afuera para señalar las plantas ca- padas. Al centro de donde sacan el cogollo, le llaman cajete, el cual raspan dos y hasta tres ve- ces al dia con una cuchara de fierro que llaman raspador, tapando el cajete para que los animales no se beban el aguamiel que se destilo de la ras- pa. Después van los aguamieleros recorriendo las matas, quitando las piedras con que han tapado los cajetes y recogiendo el aguamiel con grandes y largos guayes, que llaman acocotes, agujereados por los dos extremos, poniendo el mas delgado en el cajete y absorbiendo jjov el otro, hasta que se llene el acocote: entonces lo levantan, tapan la parte inferior con el dedo, y vacian en seguida el aguamiel en pellejos destinados al efecto. La raspa de los magueyes dura de tres á seis meses según su calidad, y mueren después de ella. •cii '■ I. ■ utl' Li / V.' O'!! .'V ^ v«.* I, :íi.- ,*.4-4 Vf : i,,..'- :.Yf ^ f ' ‘•h'i) . :' \ I. • re ' ' '■ I (; t ' . . ■ .-.:nu V ■ í., *■• j r.r> ' '''* íí.i o-)/#Uírt 'J. 1 :vbu lii •, , ■ . u> ‘ T ! J ■ 'mi ..ótiUVi ( V,^í■? ' ><»*., tur - . .H.|. -.J ÍJ ■-* ' »i .¡(.I- ,'*Á .i', ■ c; ; ■ ' . ■■•' i ■ .. 4. . . •.’’ 4 '.'• i. ' < O í ' »->l' .? » i ■ í>jn... . i,:, ,, , . • 4 ,». í I :i ‘ f‘ i* Vt < !'Íi «4 !v& Ík) ■CL*.' J- SEGUNDA PARTE. aANADO V'A;GUN0. El macho entero se llama íoro, la hembra vaca, y el macho castrado buey. Desde que nace hasta que deja de mamar, ter- nero 6 choto. Desde esta edad hasta que tiene un año, becerro-, aunque también se da á los terneros. De un año se llaman aítojos ó añijos. De dos eral. Desde esta edad hasta emplearlos en la propa- gación ó castrarlos, novillos, cuyo nombre pierden para itomar el de toro, vaca 6 buey, que siempre conservan después, menos el buey viejo desecha- do que llaman cotral. De todos los animales de pesuña hendida el buey es el mas útil y dócil, sujetándose dócilmente ó la voluntad del hombre, partiendo con él los mas pe« 242 nosos trabajos del campo, y sia él vivirla el hom- bre cou sumo trabajo. Este animal tiene un sueño corto y ligero; se echa generalmente sobre el lado izquierdo, y por esta razón tiene mas grueso el riñon de eso lado. El bramido del toro es mas fuerte que el de la vaca y el buey, aunque menos grave, y está coiuh puesto de muchas octavas de las cuales la mas al- ta hiere mas el oido. El toro brama de amor, la vaca de miedo y de horror, y el becerro de ham- bre, de dolor ó do deseo de ver á su madre. El toro únicamente se diferencia del buey, en no estar capado, y de la vaca en las partes de la generación; así es que trataremos en este capítulo de los tres animales á la vez. I. ^ VAEIEDAD DE COLORK.S EN EL PELO DEL BUEY. ' 1010*1^0^1*^®“!"“ ^ leonado. El subido ir ^ apreciado cuanto mas do así como es también muy estiraa- ■'^ida en el nnii riv- aseguran una larga pintos no vn^n i campiranos que los cuentran hn ti f todos colores se en- es Que seíl 5- lo esencial en el pelo tá áspero ó n!fíip’ ^ i'elucieute, porque si es- meítrdóbíí.^"*'®®® de tempera- 243 II. PROPORCIONES DEL BUEY Y LA VACA. Un buey de talla regular tiene desde el remate del hocico hasta el ano, cerca de siete piós y lue- dio; cuatro piés y una pulgada de altura; un pié y nueve pulgadas en la cabeza, desde la extremidad de los labios hasta la nuca; un pié en el contorno de la boca; casi menos de la mitad de anchura en la quijada posterior que en la anterior; dos piés y una pulgada de longitud en la columna vertebral que forma el lomo: mas longitud en la octava, no- vena y décima costilla que en las otras; diez pul- gadas de longitud en el antebrazo, cinco de cir- cunferencia en la parte mas delgada de este hue- so, mas anchura que grueso en el radio ó hueco anterior que forma el antebrazo; dos y media pul- gadas de longitud en las habillas; trece pulgadas de longitud en la tibia ó hueso que forma la pier- na; una pulgada y once líneas en las primeras ca- nillas de los piés; dos pulgadas de distancia entre el ano y el escroto; dos piés y cuatro pulgadas de longitud en la verga desde la división del canal cavernoso hasta la inserción del prepucio; cuatro y media pulgadas en los testículos. Las partes sexuales de la Yaca se encuentran á dos pulgadas desde el ano hasta la vulva; tres de longitud en esta ultima parte; dos de longitud en 244 los pezones de las tetas, y como tres de circunfe- rencia en su base; una línea de diámetro en el ca- nal de los pezones; diez pulgadas de longitud en las tetas, y un pió en la vagina. III. • ELECCION DEL TORO Y DE LA VACA RARA LA PROPÁ- OACION. El toro sirve principalmente para la propaga- ción, pues no se sujeta tan fácilmente al trabajo como el buey. El toro que se elija para padre debe ser robusto, bien formado, gordo, de ojos negros y mirada fija, de trente ancha, cabeza corta, cuernos gruesos, cortos y negros, orejas velludas y largas, hocico grande, nariz derecha y corta, pescuezo carnoso y grueso, ancho de pecho y espaldas, de riñones uertes, lomo recto, piernas carnosas y gruesas, co a larga bien poblada do cerdas, papada que llegue hasta las rodillas, pelo rojo, paso firme y de tres a nueve años de edad. La yaca debe tener la cabeza levantada, los OJOS vivos, les cuernos fuertes y cortos, el espacio comprendido entre la última falsa costilla y los huesos de la pelviá un poco grandes y anchos, carnosas las espaldas y el pecho, las piernas grue- sas y nerviosas; las pesuñas, buenas, y el pelo es peso, rojo y fino. 245 IV. UNION DEL TOEO CON LA VAGA. El toro padre debe estar mantenido en buenos prados ó en el establo nutrido y cuidado con es- mero, haciéndolo trabajar dos horas diarias, mo- nos cuando está celoso, en cuyo tiempo se encer- rará solo en un corral. El tiempo de la monta dura desde Abril hasta Julio. La vaca que está caliente brama á menudo y con mas fuerza; monta á las demás, á los bue- yes y aun á los toros, y su vulva se pone hin- chada y caliente. Para que un toro dure muchos años se necesi- ta mucho cuidado si es nuevo y ardiente. La pri- mavera es la estación en que tiente mas que ha- cer, pues en Abril, Mayo y Junio es cuando co- munmente están salidas las vacas. Cuando el toro monta la vaca, conviene ayudarlo dirip^iendo el miembro á la vulva, y haciendo á un lado la cola de la vaca para que no se roce con las cer- das. Acontece algunas veces que el toro se baja de la vaca antes de haber derramado el licor se- minal, ya i)or los movimientos de la hembra que lo hacen caer, ya porque esta no quiere que la cubra: pero si quiere repetir el acto, so sacará juntamente con la vaca y se separarán. La vaca rara vez necesita que la cubra tres ve- ces para quedar fecundada; por consiguiente un 246 toro que cubre uu día sí y otro uo, puede muy bien cubrir treinta ó cuarenta vacas sin quedar extenuado. Para impedir la degenaracion de Jas razas es necesario cruzarlas y renovarlas con otras de di- versos climas. Es necesario tener mucho cuidado con ellas y mejorarlas de dia en dia, lo cual pue- de hacerse poco á poco y á poco costo. El ganado de Zamora es el mejor conocido para la cria, y sus vacas son muy lecheras ó iumejorables para la ordeña. Cuando se quiera cruzar las razas de un país frió con la que se tenga de un ardiente y vice versa, es necesario tomar muchas precausio- nes para que no so recientan del cambio, lo cual les trae las enfermedades y la muerte, particular- mente si se llevan de tierras calientes á países frios. Concluida la cópula, se separan, se les deja descansar por media hora y en seguida se lleva Ja vaca al potrero y el toro al corral. Cuando la va- ca está íecnndada cesa de bramar, se desincha su vulva y no quiere al toro, el que también rehúsa cubrirla. Pero uo por esto se ha de dejar en el campo con las otras que ha de cubrir, pues en es- tos tres meses se destruiria mas que cubriendo en tres años una sola vez cada tercer dia. Lo mismo sucede con un eral que comienza á cubrir las va- ca^ produce poco y se aniquila muy pronto. bi se sustituye la vaca con una yegua ó una burra calientes, suele nacer un animal de poca alzada llamado onotauro. 247 CUIDADOS QUE EXIGE LA VACA EN LA PREÑEZ Y EL PARTO. Es uecesario precaver á las vacas preñadas de la lluvia, el frío y el extremado calor, hacerlas trabaiar poco y que pasten al tiempo de hacerlo, no obligarlas á correr ni á saltar cercas 6 zanjas y no pegarles porque pueden abortar con el mal trato. Debe asimismo alimentárselas con los pas- tos mas jugosos. A los siete mes, es decir, dos antes del parto, se les puedo aumentar la comida, alfalfa, heno ó salvado. Las vacas á quienei^se les retii’a la leche un mes ó mes y medio antes de iiarir, no son tan buenas como las que la conservan. El parto se verifica á principios del décimo mes, y la vaca parida queda muy debilitada, por lo cual necesita mucho cuidado; debiendo evitar el que se coman las parias, porque mueren de con- sunción. Aquí no se acostumbra, como en algu- nas partes de Europa, el dar á las vacas un cuar- to de hora después del parto harina de cebada di- suelta en agua común, ni darles como allí por una semana agua blanqueada con la misma hari- na separándolas do las demás en el corral 6 esta- blo; sino que las dejan parir en el campo, y tíni- camente cuando ven casualmente el parto y este 1 _248 se dificulta, las ayudan; por lo demás no tienen ■ cuidado alguno con ellas. Las que no están pre- ñadas entran en calor cada tres semanas, y no j' deben dejarse sin cubrir muchos años porque se ’ enferman. « VI. MODO DE CDiDiR EL BECERRO DESDE QUE NACE ^ • HASTA CASTRARLO. i El ternero recien nacido necesita un lugar tem- || piado y mamar á menudo, por lo cual á los cinco I días se le quita á la madre para que no la exte- I une. Sucede aquí con los terneros lo que con las j vacas paridas, y ningún cuidado se tiene para des- I tetarlos. Para criarlos dóciles y mansos es preci- I so acariciarlos frecuentemente y manosearles los j cuernos, pues si so les maltrata se hacen indóciles. I El becerro conserva, hasta que empieza la se- I gunda dentición, los ocho dientes incisivos que aparecen á los ocho dias de su nacimiento en su quijada posterior. Su cuarto estómago contiene unos pedazos de Jeche cuajada, los que se secan al aire, sirven para cuajar la leche y son conocidos con el nombre de cuajo. Mientras mas añejo, es mejor el' cuajo, y se necesita menor cantidad para hacer el queso. 249 ’ VII. OASTEAOION DEL BEOEERO T MODO DE I5IPONERLO AL TUGO, A loa dos años y medio es cuando se castra al be- cerro privándolo de la facultad de reproducirse, y entonces toma el nombre de buey. A los tres años y medio es necesario imponerlo al yugo á fuerza de caricias y paciencia, uniéndolo con otro que esté ya adiestrado, llevándolos juntos á pastear para que se conozcan y habitúen á tener movimientos comunes. No se les picará de manera alguna pa- ra no hacerlos intratables, ni se fatigarán dema- siado para que no aborrezcan el trabajo. Si es muy bravo el buey nuevo, si cocea ó da cornadas, se remediarán estos defectos atándolo fuertemen- te al establo y dejándolo allí sin comer por algún tiempo; si por el contrario es tímido y espantadi- zo, poco á poco so irá corregiendo con el trabajo y la costumbre: cuando es impetuoso, el mejor medio de corregirlo es ponerlo á tirar una carre- ta bien cargada, en medio de dos bueyes pesados y picarlo seguido. Manual.— 21 260 ^VIIL BE LOS DIENTES DEL BUEY Y MODO DE OONOOER SU EBAD, Los dientes auxiliares ó morales del buey son veinte y cuatro, repartidos de á seis en cada lado de las quijadas. Los dientes incisivos son ocbo, colocados en el semicírculo de la quijada, inferior: son delffado.s, con la extremidad ancha y semicircular: su extre- midad superior cortante y su cara posterior cón- cava y oblicua; la raíz corta, redonda y obtusa. 1^08 cuatro dientes delanteros tienen mas ancha la extremidad superior, y la raíz mas corta v me- nos gruesa. Loa otros cuatro tienen menos anchu- ra por el lado de la extremidad superior, y son mas largos y gruesos por la raíz. ’ La quijada superior no tiene dientes incisivos; pero se observa en su lugar una especie de bor- de íormado por la piel interior de la boca que es muy dura en esta parte. El buey para pastar se Eirve de la lengua en vez de mano; así es que no puede hacer daño alguno á las praderas, porque no remueve las yerbas por las raíces, sino que co- p solo los tallos y siega poco á poco la verba, beneficiando así las praderas. La edad del buey se conoce por sus cuernos y pr sus clientes. A los diez meses se le caen los dos dientes delanteros, llamados puntas 6 palas, los 251 cuales sou reemplazados por otros mas anchos y menos blancos; á los diez y ocho meses se caen los inmediatos, y salen otros en su lugar. Los dos restantes del centro se llaman extremos y se caen á los tres años, quedando así renovados todos los dientes de leche con otros, entonces iguales, blan* eos y largos que con el tiempo se desigualan y ennegrecen. A los cuatro años aparece una especie de repul- go circular en los cuernos, cerca de la cabeza. Al año siguiente se aparta este repulgo de la cabeza, empujándolo un cilindro de cuerno que se forma debajo de él y remata también en otro anillo, y así sucésivameute, puesto mientras que vive el animal crecen los cuernos, y todos los anillos que se encuentren en ellos indican el número de años, conienzando á contar tres por la punta del cuer- no y uno por cada círculo. IX. i Cualidades que debe tener un buey. Un buey para ser bueno debe tener la cabeza corta y recogida, las orejas grandes, velludas y li- sas, los cuernos relucientes y fuertes, la frente an- cha, los ojos grandes y negros, y pescuezo carno- so lo mismo que las espaldas que deben ser anchas; la gorja colgante hasta las rodillas, las costillas 252 auchas y los riñones fuertes; la barriga grande y caída, y los riñones proporcionados á ella; las an- cas largas, la grupa gruesa y redonda, los muslos y piernas gruesos, carnosos y nerviosos, el andar firme y la pesuña corta y ancha; el pelo espeso, suave y reluciente, y de edad de cinco hasta diez años; de buena alzada, dócil y obediente á la voz. En el verano es conveniente que trabajen sola- mente las yuntas desde que despunte el dia has- ta las nueve ó diez de la mañana, y desde las dos hasta que acabe el dia; pero generalmente hacen trabajar á los animales hasta las doce y de la una ó las dos hasta que se mete eí sol. X EDAD EN QUE DEBEN DEJAR DE TEABAJAK V MODO DE CEBARLOS. A los doce años se quita al buey del arado pa- ra cebarlo y venderlo: la mejor estación para la engorda es la de verano, aunque en todas puede cebarse. Para conseguirlo se echan por la maña- na á los potreros que tengan mejores pastos, y se recogen cuando comienza á hacerse sentir el calor del medio dia, pasado este se vuelven á llevar al campo hasta que se meta el sol, á cuya hora se recogen llevándolos al corral en el que por la ma- 253 fiana y por la noche se les dará salvado mojado ó habas, lo cual los hace engordar y les gusta mu- cho. Aquí son innecesarios los establos de que tanto hablan los autores extranjeros, por la sua,- vidad del clima que permite que duerman los ga- nados á la intemperie sin resentirse de ello, Jo cual no sucede en Europa, donde tienen que en- cerrarlos en establos bien abrigados para preca- verlos de los rigores del invierno. Tienen además infinitos cuidados para su mantenimiento, dándo- les á comer heno, maíz, nabos, aceitunas, y aun pildoras de harina de cebada amasada con agua salada; cuyos prolijos cuidados bien pueden "te- nerse allí, donde está tan dividida la propiedad y cada hacendado tiene un número corto de cabe- zas; pero no sucede lo mismo aquí, y particular- mente en las haciendas del bajío, donde tienen muchas de ochenta á cien mil cabezas de ganado menor y veinte é treinta mil de ganado mayor y mucha escacez de gente. Si el buey está inape- tente, es preciso lavarle la lengua con vinagre fuerte salado, y se le mezclará una poca de sal en el forraje. Para afirmar ó amacizar su carne es muy conveniente obligarlo á hacer un poco de ejercicio. 254 XI. DE DA KUMIA Y 1,03 ESTÓMAGOS DEL BUEY. El período de vida mas común en el buey es de catorce á quince años. La trituración que el ganado vacuno, lanar y cabrío hacen con las muelas de ambas quijadas, délos alimentos mandándolos desde la pansa y bonete a la boca, se llama rumia. Los animales que rumian comen pronto todo el alimento que necesitan, y después so echan á ru- miar; no así los otros, como por ejemplo el caba- lio, que come noche y dia continua y lentamente, ^sta diíerencia proviene de la conformación del estómago de los animales. 1 buey tiene cuatro esócoagos: el primero el que termina el estófago, que es el mayor de todos y se llama jpawza; el segundo, que no es sino una continuación del primero y se llama bonete; el tercera, muy diferente de estos dos, con los que que se comunica por un orificio estrecho, al cual dan el nombre de librillo y es mayor que el bonete y mas pequeño que el cuajar, que es el cuarto. Co- mo los dos primeros estómagos del buey forman un saco de gran capacidad, bien pueden contener sin inconveniente muchá yerba de una vez, para rumiar después y digerir fácil y cómodamente; lo cual no puede hacer el caballo, que solamente lene un estómago, sino que necesitó llenarlo su' 255 cesivameute á medida que pasa el alimento á los intestinos, donde principalmente se verifica la descomposición; correspondiendo los dos últimos ciego y cólon, al cuarto estómago del buey, por su capacidad. La descomposición que se liace en el estómago del buey es mas completa que la del ca- ballo. Cuando el buey quiere rumiar, encoge el estó- mago que contiene el alimento de que se ha pro- visto, y comprimiéndolo, lo hace pasar al segun- do estómago, el cual se encoge á su vez, abraza la parte que recibe y Lace de él, apretándolo, una bola que bumedece con el agua que echa sobre él al oprimirlo. Esta bola preparada así necesita aun otra operación para pasar al esófago, y es el acto de deglución; pasando al osóíago, después á la boca para la rumio y volviendo en seguida al es- tómago. Los bueyes que comen despacio resisten mucho mas tiempo el trabajo que los que comen aprisa, y se hacen mas fuertes con alimentos secos que con verde. XII. INriiUENCIA DEL CLIMA. El clima muda la constitución, la estructura y carácter de este animal. Los climas frios son mas convenientes al buey 256 que los climas ardientes; siendo mayores en los primeros, y estando en ellos expuestos á meaos enfermedades que en los segundos. Ordinariamente cuando pasan de los países fríos á los calientes sufren enfermedades inflamatorias, por lo cual deben tomarse algunas precauciones, especialmente en las aguas que se les den, procu- rando que sean lo mas frescas posible. XIII. de la bebida r el aseo del ganado vacuno. Las vacas deben beber dos veces al dia v con mas razón SI están comiendo seco, porque de no nefá fas enferman de inflamacio- nes a las que son propensas. El agua debe ser fresca y pura, y deberá nrefo- rirse la corriente á la estancada, porque el <>-olneü la pone mas ligera y dulce. ^ ^ ^ Es una preocupación muy general el creer que as apas corrompidas y cenagosas de las lagunas así pero no es funestas nn ^ trae runestas cousecuencias; y cuando no Imva sino agua de pozos de esa gruesa que corta e/jabou, es bueno y casi necesario blanquearla con salva-^ do lo cual aumenta la leche de las vacas. Uuando loa calores primaverales sean demasía- i 267 do fuertes y grande la sequedad, deberá echarse uu cuartillo de vinagre á cada cubo de agua que se dá á las vacas. Para librar á las vacas de muchas enfermeda- des es bueno é indispensable, limpiarlas con la al- mohaza diariamente como á los caballos, para que no se les entrape el pelo y puedan traspirar fácilmente. Teniendo este cuidado viven mas tiempo, están menos expuestas á enfermarse y dan mas cantidad do leche. Asimismo es nece- sario lavarles de tiempo en tienipo los pezones de las telas i)ara evitarles las obstrucciones, las car- nosidades, las verrugas y las excrecencias á que son propensas. XIV. SIGNOS GENERALES EN QUE SE CONOCE SI LA VACA ESTA ENFERMA. El desgano, el abatimiento, la opacidad ó bri- llantez del ojo, el frió de los cuernos y de las ore- jas y algunas veces el calor excesivo de estas mismas partes, la sequedad y ardor de lengua y el hocico, la amarillez de los labios, do la lengua y do los ojos, la agitación de los ijares y los mo- vimientos continuos de cabeza, los bramidos fre- cuentes, los esfuerzos para orinar, la dureza ó ex- tremada fluidez de los excrementos, su color ne- 258 gro ó amarillo, el dejar de rumiar y la aspereza y opacidad del pelo poco agarrado á la piel, y por último, los movimientos continuos de la cola, son los indicios mas comunes para conocer que el animal está enfermo. Inmediatamente que se note alguna de estas señales, se retirará á las vacas el alimento sólido, dándoles únicamente agua de salvado, y se cura- rán según la enfermedad que padezcan. La conquista del caballo es una de las mas pre- ciosas que ha obtenido el hombre por ser uno de los animales mas inteligentes, generosos, ágiles y dóciles: en él tiene el hombre un servidor celoso que no tiene otra voluntad que la suya, y un ami- go fiel que se sacrifica muchas veces por salvar- le la vida. El caballo es cosmopolita, pero prospera meior en climas templados y en loa países feraces. Los naturalistas cuentan seis especies de esta clase de cuadrúpedos, y de ellas solamente dos interesan al hacendado y son el caballo y el asno ó burro. { 260 I. HISTORIA NATURAL DEL CABALLO Y DE LA YEGUA. El caballo es nn animal soUpedo, con lo.s cuatro íni" y «Oí' uña cir- cular o casco que lo cubre. do ti'es closcs de ít C„« nmsivos, llamados propiamente dien- nettrhtx:‘r tir eos;:^ c¡o^“‘s o'r.“ir & Las muelas son cuadradas, están asurcadas en de Sir/unr* Dos tetas iiifíuinalüs en las hembras de^?n"n ''«^‘^magode corto volúraen; intestinos de gran capacidad, particularmente el ciego Cardcter: herbívoro, natural pacible manso v sociable; se defiende particuiarmente con los pié^ y tener sus otr?« í «'“^tricas en fajas, lo distinguen do las otras especies de su género. llamada relincho, tiene varios sonidos según la pasión que lo excita. Los caballos que relinchan á menudo nrinci- palmente si lo hacen de alegría 6 deseo, son los mejores. El ganado caballar es muy afecto á vivir en 261 manada, y los potros y aun los caballos retozan alegremente como los borregnitos. Cuando son atacados por algún enemigo, las yeguas forman círculo con la cabeza al centro, encerrando en él al ganado nuevo, y el caballo padre lo recorre animando con sus relinchos á las yeguas. Los caballos tienen nu oido muy fino y siem- pre inclinan las orejas hácia donde perciben al- gún ruido. Su vista es muy perspicaz, esencial- mente en los que nacen y se crian en el campo. El ojo sano debe tener dos manchas bajo la pupi- la mas oscuras que lo demás del ojo. Tiene asimismo un olñito finísimo, á juzgar por la distancia á que huele las yeguas salidas. El tacto no está en él tan desarrollado; pero nuestros caballos, así como los españoles, se ma- nejan muy fácilmente con. el mas sencillo bocado, la vara y la espuela. II. VAEIBDAD DE PELOS Y CAPAS DEL CABALLO. Todo el cuerpo del caballo so encuentra cu - bierto de pelo, menos en el prepucio, las tetas, el rape y perineo y el ano; formando estos cortos fi- lamentos los que llamamos capá. Los de la cola son mucho mas largos y gruesos, lo mismo qué los do la parte superior del cuello, á los que se llama crin, y á estos y los de la cola ceríZas; los que Manuaih — 2-2 262 tieue mas arriba déla órbita del ojo cejar, los que adornan el párjiado superior, pestañas; los disemi- nados por el hocico barbas, y los de la parte pos- terior de los menudillos, carmjas. El pelo de los potros es mas claro y oscurece ó varia con la edad. Los pelos del caballo se dividen en simples y compuestos, pudiendo variar sus colores hasta lo infinito; pero como esto no hace al caso para nuestro objeto, nos abstendremos de tratar de sus colores, que nada tiene qxie ver con los cuidados que han de tener los hacendados para la cria. III. ' DIVISION DEL CUERPO DEL CABALLO. El cuerpo del caballo se divido en tres partes: el cuarto delantero, cuarto de en medio y trasero. El cuarto delantero comprende la cabeza, el cue- llo, la cruz, el pecho, las espaldas y los extremos anteriores. El cuarto de en medio contiene el lomo, los riño- nes, las costillas ó costillares, el vientre, los ija- res, los testículos en el caballo, v las tetas en la ycffiia. El cuarto trasero se compone de la grupa, las ancas, las nalgas, la babilla, los muslosf el corve jon, los extremos posteriores, el orificio, la cola, y la vulva en la yegua. 2G3 No hablaremos de las partes ea que se subdivi- den estas ai de la ])roporcion geométrica del ca- ballo, j)orque tendríamos que extendernos mas de lo que podemos en este pequeño Manual. IV. AíiDADURAS, ELECCION DE LOS CABALLO Y DIVERSIDAD DE RAZAS. Dos esliecies hay de andaduras, unas naüirales y las otras adquiridas ó artificiales. Las naturales son el paso, el trote y el galope: las artificiales son ó cercanas á la tierra, como la galopada, la vuelta, la carrera, etc.; ó levantadas, como la corveta, la grupada, el salto, etc. El caballo, debe ser de buena alzada, de boca suave, de cabeza firme y pequeña, de ancas y pier- nas musculosas y delgadas, de buen pió y casco y de mucho paso; sensible íi la espuela, de movi- mientos naturales, rápidos y uniformes, obediente, dócil, de ánimo, de buen paso y de estómago que digiera fácilmente. Ancho de encuentros, corto de corona y enjuto de hijares. El caballo, como dejamos dicho, se produce eu todos los países, siendo mejores unas razas que otras según los climas. Los caballos árabes son los mas hermosos que se conocen y los mas ágiles. Guando no tienen suficientes pastos los alimentan en el país con dá- 264 tiles, leclie de camella y otros alimentos que á la vez que los nutren los enjutan. Los caballos berberiscos son también muy be- líos y magníficos corredores, los cuales jamás se eahan y tienen el paso largo. Los caballos españoles no son tan enjutos ni de tanta carrera ni alzada, pero tienen mas flexibili- dad en todos sus movimientos; son valientes, dó- ciles y garbosos. Esta es la raza que tenemos, la que puede reputarse por la segunda del mundo; pues los caballos españoles tienen algunas venta- jas sobre los berberiscos. Los hermosos caballos ingleses son bastante parecidos á los árabes, de mas alzada, fuertes, su- fridos y excelentes para la carrera, pero son duras y de poca soltnra en las espaldas. En Erancia hay varias provincias que dan ca- ballos. El Limosin da los mejores caballos, seme- jantes á los berberiscos y muy buenos parala ca- za: en la Normandía echan á las yeguas caballos españoles, y obtienen caballos fuertes, buenos pa- ra la tropa y para tiro. Los caballos de Italia, particularmente los na- politanos, son de mucha alzada y de arrogantes movimientos, pero tienen la cabeza abultada y son indóciles. Los caballos alemanes son buenos, pero gene- ralmente pesados y cortos de aliento. Los de Tran- silvania y Hungría por el contrario son muy li- geros y buenos corredores. Los caballos daneses son muy fuertes, de mu- cha alzada y de buenos movimientos para la guerra. Los caballos tártaros son magníficos corredores. 265 atrevidos, flexibles, de largas piernas, cascos durí- simos y estrechos, y cabeza muy alta y ligera. Les caballos holandeses, y especialmente los que se crian en la ijrovincia de Frisia, son muy buenos para tiro y se conocen por/mones. Los caballos do Irlanda son cortos y pequeños, á pesar de lo cual resisten grandes fatigas endu- recidos por el clima. Cuando se acerca el invier • no, so ‘cubre todo su cuerpo de una crin ó cerda muy larga, dura y espesa que los resguarda de la nieve. V. CABALLO PADRE. El caballo padre debe ser de buena alzada, de seis años de edad, sano, engallado en todo su cuarto delantero, de cabeza enjuta, orejas bien puestas y finas, frente algo abultada, cuencas lie ñas, ojos vivos, grandes, ni hundidos ni saltones; la quijada inferior descarnada, las narices bien abiertas, la boca regularmente hendida, la cruz alta y cortante y las espaldas enjutas y llenas; el pecho ancho, la espina del lomo lisa, los ijares cortos, la grupa llena y redonda, los corvejones anchos y enjutos, las cañas angostas por delante y anchas por los lados, el nervio maestro bien 2G6 desprendido, los menudillos, del gados, la corneja con poco pelo, las cuartillas gordas y ni ijequeuas ui largas, la corona poco elevada, la tapa negra, lustrosa y lisa, el casco alto y redondo, los talo- nes anclios y regularmente elevados, las ranillas pequeñas y enjutas y la palma gruesa y cóncava. Anemás no debo tener resabio alguno, sino ser dócil, ágil, ardiente, de buena boca y tener soltu- ra en las ancas y libertad en la espalda. Estos caballos padres se renovarán cada cuatro ó cinco anos para cruzar las razas, no tomando ninguno de ellas para que sirva de padre en la misma yeguada. VI. TEOÜA DE VIENTRE. y pequeña ; debe ser ite que sea r » 267 VII. MONTA. El acto de cubrir el caballo á la yegua es á lo que se llama monta. Cuando las yeguas están en calor, lo cual se conoce en la tumefacción de las partes sexuales y en el humor blanquecino y espeso que destilan, lo que sucede en la primavera, es cuando se me- ten al corral para la monta, la cual se hace de dos maneras, á mano ó á manta. La primera se ve- rifica encabestrando y sujetando á la yegua por el ronzal y conduciendo dos hombres, con dos ronzales, al caballo que la ha de montar. En la monta libre ó á manta se meten en el corral las yegnas calientes y se deja con ellas suelto el ca- ballo padre para que las monte, impidiéndole re- petir muchas veces el acto con una misma yegua. Es muy conveniente tener un número suficiente de caballos padres y sacar el primero que se me- ta á la monta junto con la yegua que ha cubierto, metiendo en seguida otro y así sucesivamente hasta que hayan sido cubiertas todas las yeguas. La monta dura tres mes y en ellos se ha de ali- mentar bien á los caballos padres y limpiarlos con esmero. 268 VIII. FECUNDACION DE LA TEGUA. Muy inciertas y dudosas son las señales para conocer si la yegua ba sido fecundada; pero la menos equívoco es la lesistencia que opone aV ca- ballo, no dejando ni aun que se lo acerque. Ade- más de esto al sexto mes se nota una gordura no común, y se persiben los movimientos del notro, poniendo la mano en el lado del vientre debajo de los yares, cuando acaba de comer ó beber la yegua ó cuando se ba fatigado. En los últimos meses de la preñez se nota asimismo una tume- laccion que aparece y desaparece dos ó tres ve- IX. CUIDAnoS QUE DEBEN TENERSE CON LA TEGUA EN Ll! PEEÍÍBZ T EL PAlíTO. Las yeguas preñadas deben ser alimentadas i reírescadas cuidadosamente con aguaZanca- ue .■o no debe dejarse que engorden ^mudboTpSq’ír. 269 entonces se hace tal vez difícil el parto. IsTo debe fatigárselas, ni hacerlas brincar cercas 6 zanjas ni ocasionarles emociones fuertes que pueden acarrear un aborto. La yegua pare al principio del duodécimo mes; y la mayor parte de ellas lo hacen paradas. El IDOtro al caer rompe el cordon umbilical y sacude la placenta para facilitar la separación de la sali- da. Esto se verifica sin efusión de sangre y el cordon se deseca y se desprende en seguida. Guan- do el parto vhne derecho se presenta primero la ca* beza, y si viene mal se compondrá con la mano en la posición debida. Guando faltan las fuerzas á la yegua ó ha muerto el potro, se echa aceite en la matriz y saca al potro con cnerdas. X. CUIDADOS QUE necesitan LOS POTROS DESDE QUE NA' CBN HASTA CASTRARLOS. Lo primero que hace el potro al nacer es levan» tarse; pero como tiene tan blandas sus articulacio- nes, no puede mantenerse en pié y cae inmedia- tamente, lo cual no es peligroso en el campo, pero sí en las caballerizas, donde se apartan de las pa- redes y se lea ocha bastante paja en el suelo para que no se lastimen. Los potros nacen con doce dientes molares y cubiertos con un pelo muy largo y fino que cam- 270 bian á los seis meses ó nn año, sognu su tempe- ramento y el clima, cuyo color es permanente; y á los dosdias ya pueden andar, habiendo cobra- do alguna fuerza- Debe dárseles alfalfa, trébol y algún alimento seco y agua blanqueada con harina de cebada 6 de trigo, para que se desarrollen lírontamcnte; pero aquí nada de esto se observa. Esta agua blanca también es provechosa para las yeguas, pues las refresca y les aumenta la leche: Mientras están criando no deben trabaiar sino dejarse sueltas en el campo con sus hijos para que se alegren los potros en el campo, y corriendo y saltando se robustezcan y desarrollen. Los potros deben destetarse á los seis meses porque si se hace antes se resienten y si desunes se crian flojos y se desmejoran las /eg^as á uS que so les disminuirá el alimento para^ue íes es- casee la leche. En los corrales se S?án cube- tas con harina de cebada ó suero para los notros aliniontos dos veces al día para trosímfí.T‘T -1 manosearse á los po- sos sin atormentarlos. So bañarán á menudo, y cuando se pongan en la caballeriza se les dara yagua blanca, tendrán muy limpias para que no se enfermen los piós de estos animales: Al año é diez meses se les cortan las cerdas do la cola y la crin para quo echen otras mas fuertes y lar«-as, y se llaman entonces tuzones. ° A la edad de dos años se apartan los potros v potrancas, porque ya empiezan á sentir su sexo v se enervan y recalientan iniítilmente si permane- cen juntos. ^ 271 A los (los años y medio y eu la primavera ó el otoño es cuando deben castrarse, por ser contra- rios (i esta operación el calor y el trio. XI. MODO DE DOMAR LOS POTROS Y TIEMPO EÑ QUE DEBEN PONERSE AL TRABAJO. Para domar á los potros debe ponérseles pri- mero una silla ligera, y acostumbrarlos á la brida y al bocado así como ñ consentir en que se les to quen y levanten los piés; lo cual debe hacerse con mucha paciencia y suavidad sin maltratarlos para uo hacerlos indóciles. Sí se les destina para la si- lla debe ponérseles esta sin brida; .so les pone en el cabezón y se les hace trotar á la cuerda, sin montarlos. Guando el caballo acude voluntaria- mente y da la vuelta con facilidad es cuando de- be montarle el amansador, sin hacer andar al po- tro. Eu Europa so tienen infinitos cuidados y muy dilatados para domar los potros, los cuales no montan hasta los cuatro años. .Aquí en muchas partes apenas los quebrantan cuando les echan la silla y los montan, casi puede decirse, enteramen te serreros, y eu esto consiste la gala de los aman- sadores, los cuales tienen una destreza verdade ramente maravillosa. Primero debe hacerse mar- char al potro, corto y al paso, y después al trote. 272 XII. ALIMENTOg Y MODO DE CUIDAR LOS CABALLOS. Los principales alimentos con que so nutren los caballos en todas las haciendas de la Eepública, son primero los pastos y la paja de trigo ó de ce bada que es la mejor, la cual generalmente dan al ganado cuando no pueden venderla, y sola- mente á los animales que se tienen en caballeriza • les dan paja y cebada ó maíz, que es un alimento mny sano y nutritivo. El trébol y la alfalfa ver- des agradan muchísimo á loa caballos, que los de- voran, pero que les causan fuertés indigestiones cuando no so han abierto sus flores ó está mojada Ja alfalfa: tanto esta como el trébol debe dárseles mezclada con paja. Los caballos deben beber dos veces al dia en invierno y tres en verano: por la mañana y por la tarde y después de medio dia en verano, procu- rando que el agua no esté extremadamente cruda y limpiando cuidadosamente al caballo después que haya bebido. Los caballos deben limpiarse diariamente para que esa humedad vaporosa, cuya mayor parto en llegando á la superficie se enjuga y se convierte en una especie de caspa, no obstruya los orificios de la piel é impida la salida de los líquidos im- puros. 273 El cuidado y limpieza de los caballos es uua cosa que se mira con mucho abandono, y sin em- bargo es de suma importancia. La duración de la vida del caballo es comun- mente de quince á veinte años, habiéndose obser- vado que viven menos los cuidados en caballeriza que los que andan en las manadas, que viven has- ta 25 ó 30 años. ^El ganado mular exige los mismos cuidados que el caballar, y el mejor conocido es el de tier- ra adentro; así como la burrada, la que no se cui- da como merece, particularmente por ese rumbo donde son estos animales de muchísimo vigor y alzada. MAauAiu—23 (3-^3srA3DO DVCEIsrOI^. El gauado menor se divide en cabrio^ de cerdas y lanar. I. GANADO OABEIO. El maclio se llama cabrón ó macho cabrío, y los hijos cabritos, chivos ó chivas hasta la edad de iiu año. Cuando cumplen el año, 'primales', y desde dos hasta tres, machos llanos, y las hembras cabras. A los machos castrados les llaman castrones. 275 El maclio cabrío se distingue de la cabra por los cuernos y el mal olor de las partes de la ge- neración. Ambos tienen un mecbon de pelo de- bajo de la barba y algunas veces dos verrugas gruesas, llamadas mamellas, que lea cuelgan del cuello. Tienen la cola corta, y la hembra tiene sus dos tetas muy grandes colgadas del vientre. II. DE LA GENERACION. El macho cabrío destinado para reproducción debe ser grande, de cuello corto y carnoso, cabe- za larga, orejas caídas, muslos gruesos y piernas firmes; pelo espeso y suave, barba larga y pobla- da, y de tres á siete años de edad. La cabra debe ser ancha, de grandes tetas, de pezones ligeros, de paso ligero, y pelo suave y po- blado. El macho puede engendrar al año, y á los ocho meses la cabra, pero los hijos salen débiles y es mejor aguardar á los dos años. Un solo macho basta para ciento y cincuenta cabras por tres me- ses, pero al fin de ellos queda sin vigor. La cabra concibe mas seguramente en otoño, y es mejor, porque los cabritos encuentran buena yerba cuando comienzan á pastar; y están calien- tes ordinariamente en Setiembre, Octubre y No- viembre. La preñez de la cabra dura cinco meses y ter- mina con el parto á principios del sexto. Es muy 276 esencial ayudarlas en el parto, que casi siempre es trabajoso por la irritación de la matriz; y cuan- do sucede esto, bueno es lavarles la vulva des- pués de él con un cocimiento de malvas ó de otra planta semejante para prevenir la inflamación. Gomo en las grandes haciendas del interior bay un número tan considerable de cabras preñadas que paren en el mismo dia, y los pastores no marcan inmediatamente á la cabra y ñ la cria, sino que las conducen todas al bijadero, resulta que tienen que criar unas los bijos de otras, á los que no se avienen fácilmente y es necesario abi- jarlos, lo cual se hace también con las ovejas. Los ahijaderes del ganado cabrío deben estar en sitios montuosos, donde se pondrán tantas esta- cas como cabras paridas baya; y en cada una de ellas se amarrarán á la cabra y al cabrito con una calza basta que se abijen. A las cabras las mar- can cortándoles el pelo de cualquiera manera, y las ovejas con una pintta 6 señal arbitraria. El cabrito deja de mamar uno ó dos meses des- pués de su nacimiento, pero no debe destetárseles Hasta que estén ya muy acostumbrados á comer. Lstos animales son tan precoces que muchas veces dejan la teta para montar á la madre y por esa razón es conveniente castrarlos á los seis me- ses cuando no se destinan á la propagación. La yerba cargada de rocío que tanto daña á las ovejas, aprovecha mucho á las cabras; y los tar- reaos que mas les convienen son los montuosos y pedergosos. La bondad de los pastos y las buenas aguas les aumentan mucho la leche, así como darles de tiempo en tiempo alguna sal. Se ordeñan lo mis- 277 mo que las vacas, por la mañana y por la tarde, y su lechees muy nutritiva y agradable y se ha- cen de ella quesos frescos muy ricos. GANADO DE CERDA. El cerdo entero se llama v&rraco y la hembra •puerca. El verraco destinado á la propagación debe te- ner la cabeza gruesa, el hocico corto y romo, las orejas caldas, el pezcueso corto y grueso, el cuer- po ancho y redondo,- las piernas cortas y gruesas, el vientre enjuto, los testículos gruesos y la cerda rizada por el lomo. La puerca debe tener ancho el vientre, las te- tas largas y un natural pacífico. Las puercas están calientes la mayor parte del año, en el cual pueden parir dos veces, pues su preñez dura cinco meses; pero los lechones que nacen á principios de invierno son débiles, y no se desarrollan bien como los, que nacen en Marzo ó Abril. Cuando se aserea el parto de la puerca, debe se pararse del verraco, encerrándola en la zahúrda que debe estar bien ventilada y limpia y provista de una cama de paja y del alimento necesario á la puerca para que no devore á sus hijuelos. Después del parto, se dejarán á la puerca sola - mente los cochinitos que pueda criar atendiendo 278 á su robustez, prefiriendo los machos á las hem- bras en proporción de una j)ara cuatro de ellos; y se alimentarán bien con salvado mojado y yer- bas frescas. El destete do los cochinillos se hace á los dos meses después de su nacimiento, separándolos de la madre y llevándolos á pastar, dándoles por la mañana y por la tarde agua de salvado en unas artesas. Para cebar los cerdos del)en caparse, y engor- dan mas fácilmente los nuevos que los viejos, y para conseguirlo se les da salvado, bellotas y maíz. El cerdo teme mucho al frió y ama el calor; así es que los países cálidos son los que mas le con- vienen. La duración de su vida es de quince á veinte años, pero generalmente se le mata á los dos. ganado lanar. La elección del ganado para perpetuar la raza en toda^ su pureza y que no degenere debe ser uno de iOs puntos mas importantes para el gana- dero, lo cual conseguirá fácilmente cruzándolas cuando advierta que desmerezcan; pero como en la Eepública geuoralj^^nte la cria del gacado la- uar tiene como ptinclval objeto la matanza y no el beneficio de la lana, por la escasez de fábricas y abundancia de efectos extranjeros, se ba des- cuidado mucho el mejorarla y solo se ha atendido á la mayor alzada y gordura del ganado. X sin embargo ningún país aventaja al nuestro cu ele- mentos generales y particulares para la cria del ganado merino, cuyas lanas sou las mas ricas j cuyas ovejas pueden tan fácilmente aclimatarse aquí, pues jirosperau mejor en los países templa- dos. Las ovejas para estar sanas deben tener la ca- beza erguida, los ojos vivos y abiertos, la boca limpia y encarnada, la frente y el hocico secos, las narices húmedas, pero sin mucosidad, el alien- to sin mal olor y los miembros ágiles. Los carneros destinados á la propagación de la raza, á los cuales llaman moruecos, deben te- nor tres años y las ovejas cuando menos uiez y ocho ó veinte meses, aunque muchas se calientan y pueden recibir al macho á los seis u ocho meses, pero los frutos que producen son malos, y deben seguirse cubriendo hasta los ocho años. So cal- culan quince ó veinte ovejas para un morueco, aunque puede cubrir muchas mas. Debe preservarse del aborto á las ovejas, no fa- tigándolas ni obligándolas á saltar ni á oprimir- se, y alimentándolas bien. El mejor alimento pa- ra el ganado lanar es evidentemente el ijasto de los campos. En las haciendas de labor y de cria acostumbran apacentar, en los parajes que quie- ren abonar, las ovejas por algunos dias, á cuyo corral se llama majada. El modo de abijar íi ’ ejas ya lo dejamos dicho al tratar de las cabr; ° Hay ovejas qne paren dos y basta tres corderi- tos; pero cuando mas pueden «lejárseles dos, si es- tá muy robusta y tiene buenas tetas la madre. Al mes de nacidos los corderitos, pueden ya comenzar á alimentarse con cebada, trébol y sal- vado mojado, y deben destetar.se cuando comien- za á escasear la leche á sus madres. A los ocho ó quince dias ya piiedeu castrarse los corderitos que so destinen á la engorda así como las ovejas, que se capan al mes y medio de nacidas. Esta operación debe hacerse tiempo templado, jior cansarles mucho mal el frió v el calor. Generalmente los terrenos fríos y elevados con- vienen mejor al ganado lanar que los húmedos v ajos; pero la jugosidad do los pastos es muy con- veniente para la engorda. ^ Cuando la cola del carnero está muy gorda feu a gunos se pone tau gmesa como ni, ™n„Ves oo“dnc¡r 5 ''i'l ” ^ "" '’isposiclon’de ^ouuucinse a la matanza. scrvS.Tc;^''?' fi.P.íistar á los rebaños deben-ob- con siguientes. Ko detenerlos Jo los 110^^ están pastando, sino cuan- dir estén cercados 6 zanjados: imne- los terLiSTúmído^/ otras tierras; alejarlos de to carvadn ^ impedir que coman el pas- te los Íulhí ponerlos á la sombra diuL- ñanas bácia el Por las ma- Jevantp- ^ tardes hacia el levante, llevarlos lentamente, sobre todo á la su Las ovejas deben esquilarse anualmente beia á el 281 mes de Mayo que es cuando nace la nueva lana: y esta operación no debe retardarse, porque se pierde en ello cortando las puntas [de la nueva. Para hacer esta operación es conveniente y aun necesario lavar antes la lana en el cuerpo de los animales, bañándolos en agua corriente varias veces. INDICE- AGRICULTURA. PAG. Formación y conocimiento de las tierras. ..... 6 Abono de las tierras 17 Desecación de los pantanos 22 Desecación de los terrenos húmedos 24 Modo de labrar las tierras 27 Calidad de la simiente ' 31 Tiempo y modo de sembrar 36 Maíz 39 Trigo 54 Cebada 68 Arroz 71 Garbanzo 78 Haba ..T. Papa ó patata Frijol..... Lenteja Chile Oaña do azúcar Gafó Oacao Obvo lA.q Tabaco Algodón Cáñamo . Lino. . Aml 215 Urana ooq 037 ganadeeia. Ganado vacuno Ganado caballar Ganado cabrío Ganado de cerda Ganado lanar 241 259 274 277 278 FECHA DE DEVOLUCION El lector se obliga a devolver este libro antes del vencimiento de préstamo señalado por el último sello gTSTg- tSKíí)/.;' / AVPíM'tfA DE TvIe; tico