_#.*; JOHNA.SEAVERNS ^'^ t^,^-^f^} j^' 93 /3.>; 4±2- MANUAL DIDÁCTICO • DE EQUITACIÓN. Propiedad del autor: todos los ejemplares llevarán sit rúbrica. _ MANUAL DIDÁCTICO DE EQUITACIÓN. Por el Comandante , Capitán de Húsares , PRIUSERA EDICIÓN. MADRID. IMPRENTA DE MANUEL MINUESA. Valrcrde, núm.. 5. 1858. aa iiH3MiH^j( ÁL EXCMO. SENCR CAPITÁN GENERAL DE LOS EJÉRCITOS CONDE DE LUCENA. Mi General: s íEKDó" V. E. Minislro de la Guerra^ tuve la honra de presentar á su superior examen los ¡wimeros ensayos cienlífico-müitares á que me dediqué en unión de mi desgraciado compañero y amigo el teniente de ingenieros don Victor Ve- lazquez y Saufuola. íYo mediaba entre V. E. y yo mas recomen- dación que la de un oficial deseoso de aprender^ y im general dispuesto á estimular: merecimos por vuestra mediación que S. 3T., después de oído el informe de la Junta consultiva de Guerra ^ se dignase en real orden de 2\ de octubre de 1855 resolver se recomendasen en la general del ejér- cito nuestros trabajos, provechosa aplicación y laboriosidad, para que sirviera de estimulo á los demás jefes y oficiales, estampándose asi en nues- tra hoja de servicios. Cumplo j pues, con im deber de gratitud to- mándome la libertad de dedicar á V. E. estos se- gundos estudios, aunque menos pro fundos , úliles ú la par que recreativos, esperando que les dis- pensará su protección, en consideración, mas que ásu valor científico, á mis grandes deseos de po- der algún dia presentar á Y. E. trabajos mas dignos, " Madrid 1 2 de abril de 1858. Mi General: B, L. M. de Y. E. s. s, s. PRÓLOGO. JNuESTRO propósito al publicar este Manual,' no ha sido en manera alguna querer presentar una nue- va escuela de equitación: ha sido solo trabajar por adquirir y tomar de los autores que ya existen, uno solo español, algunos estranjeros, lo que nos ha parecido mas selecto y mas fácil para formar un ginete y educar un caballo; cedemos, pues, con el ma- yor gusto á los demás lo que digno sea de alaban- za, cargando solo nosotros con la responsabilidad de lo que sea de reprensión, por una elección qui- zás desacertada. Si hemos procurado y creemos haber consegui- do reunir en un pequeño volumen todas las nocio- nes y conocimientos mas necesarios é indisipensá- bles para formar un verdadero /iom&re deácabcñlOt en la general acepción que esta paiabra encierra', trabajo que tiene por objeto el hacer al hombro conocedor de todas las bellezas y defectos que con^ ciernen á ese noble animal, tan útil y necesario para el recreo como para el trabajo; cuya inteligen- cia mas que instintiva se revela por su aptitud para comprender al hombre que llega á comprenderle á él, tanto en su naturaleza como en sus grados de 11 educación, merecerá sin duda una benigna indul- gencia lan útil tarea. Gon el objeto, pues, de esclarecer por medio de cierto método y regularidad este conjunto de co- iiocimientos, y teniendo presente: ^ .^ Que para poder conseguir ser hombre de á caballo es indispensable ante todo procurar po- nerse al corriente de ciertos detalles preliminares, útiles y necesarios aun para el que no tratando de serlo, por necesidad ó por recreo, haya de valer- se.de ton noble animal: 2." Que la instrucción preliminar del ginete y la del tronquista ó conductor no puede ser con- venientemente dada ni recibida, sino con la ayuda de caballos ya educados y perfectamente habitua- dos á silla y coche: S'^ Que no es suficiente saber dirigir un caballo para ser capaz de darle educación, y que esta re- clama toda la atención, toda la solicitud de un pi- cador inteligente, hábil, de paciencia; en una pa- labra, de un verdadero hombre de á caballo. Hemos dividido este Manual en tres partes. La primera, que puede servir de introducción, trata- rá de dar á conocer al caballo en todas sus parles esleriores sus bellezas y defectos mas notables para poder iniciarse en el modo de hacer su com- pra y trazar su reseña ; cuidado que exije en estado de reposo; preparación y cuidado para ponerlo 111 en marcha; nomenclatura y conocimiento de todas las parles concernientes á atalaje y montura. La segunda parte tratará del modo de emplear al caballo de silla y al de tiro en todos concepto?, tanto en la escuela civil y militar de caballeros y en la escuela de señoras, como en la conducción de carruajes; y estos principios fundamentales de equi- tación nos ofrecerán naturalmente la indicación de los cuidados que el ginete deba tomar en la montura. La tercera parte comprenderá la educación del potro; todo lo que concierne á sus alimentos; cui- dados; modo de herrarlo; limpiarlo y cn'tretencr- lo en estado de salud; las nociones indispensables en caso de accidentes, incomodidad ó enfermedad. Por úllimó, un vocabulario que sirva de tabla analítica para facilitar los conocimienlos de los de- talles especiales que contiene este Manual, Enemigos de abrogarnos glorias agenas, diremos francamente que en el orden didáctico de las leccio- nes hemos seguido el método espresado por Monsieur Vergnaud, en su Manual (k equitación publicado últimamente en París, que tanta aceptación ha me- recido y que, como el nuestro, solo ha tenido tam- bién por objeto la reunión de lo mas selecto entre todo lo publicado. Si en varios principios no hemos estado conformes con los suyos, no se atribuya á arrogancia el separarnos de aquel á quien la públi- IV ca aceptación se ha adelantado á conceder una autoridad que deiiingun modo nos atreveremos nos- otros á solicitar, ha sido solamente la pura convic- ción de nuestras ideas, que exentas de valor autén- tico es ponemos, para que sean juzgadas por la cen- sura pública. Últimamente, la necesidad que creemos existe en Espauj, después del grande desarrollo que en nuestros tiempos ha alcanzado la afición áesta cien- cia, de una obra completa de equitación, no exis- tiendo en el dia sino una puramente militar, breve, sucinta y de antigua escuela; las repetidas instan- cias de amigos y compañeros que á emprender tai tarea nos invitaron, suponiéndola propia de un ofi- cial de caballería; el estímulo de verla efectivamen- te tratada por los de esta clase en las demás nacio- nes, han sido los motivos que nos han impulsado á acometerla, no con ánimo pretencioso, sino con el de llamar la atención y abrir el camino á mejores producciones. FE DE ERRATAS. Subsanadas algunas equivocaciones de consideración, principalmente las citadas en la página 8^, línea 23 y 24, rogamos á los lectores se tomen la molestia de exami- narlas. Dice. Léase. Pdgina. Linea. 8 9 » 23 )> 24 15 20 33 9 60 2 62 i3 77 16 8d 3 -133 2 i2:27 4 264 23 308 23 304 17 319 26 326 3 373 31 378 il 382 16 442 1 » 22 422 3 » 31 ó puesto. opuesto. Iiácia dentro hacia afuera. hacia afuera hacia adentro. embaracen embarace. tente tente-mozo. no vuelque vuelque. ponerlo ponerla. pasado parado. impedirle óabandonarse. impedirle abandonarse. crucera , . . cruceta. 404 40. mano á la derecha. . . mano derecha á la charnela charnela. obroílequines brodequines. bascular. : b:5-:ula. enderezado enderezando. reparándonos separándonos. de casco el casco. enfermedades enfermerías. al caballo la mano. . . al cahallo en la mano. córvela corbeta. calzado cazado. verles. . verter. sin despedir la coz, el /sin despedir la coz, el que voluntariamente & que voluntariamente repite; cuando lama- 1 repite cuando la ma- ic>9 9 / n<5 y piernas del gi- 1 no y piernas del gine- nete no obran de \ te no obran de acuer- acuerdo enelsaltode j do;— en ePsalto de picaza ; el desarrollo I picaza el caballo se se eleva delante. . . \ clava de delante. 429 17 pequellos pequeños. 431 4 y es es. PRIMERA PARTE. Estcrioi del caballo. -^Bellezas y (Icfcctos mas notables. —Modo de hacer su compra \ trazar su reseña. ~ Cuidado que e\ije eu estado de reposo. — Prepa- raciou y cuidado para pouerle eu marcha. — ^'o- mcuclatura \ conociuiieiito de todas las parles couceruieutes á montura y atalajes. CAPITULO PRIMERO. J§. í. — ESTF.IUOP. DEL CAHALLO. — BELLEZAS Y DEFECTOS MAS KOTABLES. {Lámina primera.) Unos han considerado dividido al caballo en tres par- les; otros en cuatro: m;»s como esta división solo lia tenido y tiene por objeto el dar mas delatfudo conociniien- tü de sus partes csterioros, noses enlcramenle igual adop- tar cualquiera de las dos: con lo que no estamos cou- formes es con la denominación dada por los que dividién- dole en tres partes, han llamado á la prinít ra cuarto de- lantero, á la segunda cuarto de en luedio y á la ter- cera cuarto trasero: prescindiendo de si es óno la división mas conforme á la ciencia_, carece su denominación de la pureza do lenguaje, puesto que debieran haber diclio: ter- cio anterior, tercio de en medio y tercio posterior óJra- sero. Nosotros adoptamos la segunda. ' . * — 2 - - Así, purs, al caballo lo consideramos en su conforma- ción esterior dividido en ciialro partes: Cabeza, cuello j cuerpo y estremidades; las mismos que Cii la (1." lámjiiá) senalamos con las letras A, B, C, D. LA CABEZA COMPRENDE: ^ÍV~La nuca. 2.— El tupé. 3. — Las orejas. 4. — El parietal. 5. — Lh frente. C— Las sienes. 7. — Las cuencas. 8,— Los ojos. 0. — La cara. 10. — Las quijadas (derec!ia é izquierda.) 41. — La tern lia de la nariz. 12.— Los hollares. 13. — Los labios. 14.— La boca. 15. — La barba. EL CUELLO comprende: 16. — La cerviz ó borde superior. 17. — La tabla (derecha é izquierda.) 18. — La garganta ó borde inferior. 19. — Las crines. EL CUERPO comprende: 20.— La cruz (de djude arranca ei cuello.) 21, — Las espaldas. 22.— El pecho. — 3 — 23. — L;iR cin dieras. 24. — El vienlrc. 25.- —Los liijares.' 26. —Las costillas. 27. —El dorso. 28. — Los riñónos. 29. — La grupa. .10. —Las ancas. 31. — Lüs quijotes. 32. — El uíaslo de la cola. 33. —La cola. íi: 34. —Las parles genitafcs-." LAS ESTI!EM!DADES COMPRENDEN: Las anteriores. 35.— Los encuentros. 3G. — Los codillos. • '■■"•■ 37.— Los anlchrazo^l'-'''^'' "'^ '■ 38.— Los tercios. 39.— Los espejuelos. álO.— Las rodillas y su pliegue. 41.— tas eüíifás. - ■ ■ •^.2.— Los tendones maestros. -'^^^'*' inii«i»»« 43.— Lüs menudillos. Minéuc ORk t 44. — Las cerncjiís. 45. — Los espolones. 46. — Las cuartillas. 47.— Las coronas. 48.— Los cascos. j ,;^inp.-><»;i1.'!:i — 4 — Las posteriores. 4!.>. — Los muslos. 50. — Lns n;ilg<'is. T)!.— Losbabillns. 52. — Los corvejones. 53. — Líis punlíis de los corvejaiifs. 54.— Las pitrrnas, que desde rl corvejón abajo se com- ponen (le I.tS mismas parles que los brazos. Daremos abor.i una Idea exacta de las bellezas y de- fectos mas notables y de mayor trascendencia de «stas parles csleriores del caballo, si bien solo con la.precisioíi necesaria á la inteligencia de un buen gincte, que es lo que nos proponemos formar con estas lecciones. CAHE/A. La cabeza.— l^aha ser seca, su piel íina y de'g da, sus vasos .-anguíneos aparcíiles , su volíunen propor- cionado al tronco del atiimal, debiendo preferirse que sea algún tanto uienor á un tercio de aqu--!: si es grue- sa sollama cabeza carnosa; si ad-más tiene 1.» piel espe- sa y abultada por la parte inferior, se dice cabeza em- pastada; ambas tienen el defecto de hacerse pesadas á la acción déla brida; cuando es larga y termina muy delga- da, se nombra cabeza de lechuza; la cabeza pequeña, li- gera y algo aclialada; es decir, perfectamente plan*» y que llamaremos chata, es la mas agradable á la vista, y prefe- rible por sus condicion-s á la acarnerada, que es la que tiene la ternilla algo convexa hacia fuera. La verda- dera posición de la cabeza, embridado el caballo, es la perpendicular al tronco del cuerpo; sisescpíH-a hacia ade- — 5 — ante, se dice que el cabrillo despajm ó tiende la nariz al viento; y s¡ se separa hacia atrás, que encapota ó arma contra el ginete; cuando el cabaüo menea hi cabeza de ar- riba á bajo, defecto producido por la mala maro del gi- nele, se dice ^Jicoícar; y cuando con este movimienlo de ía cabeza acompana los de las eslremidades anteriores, se llama al caballo cojo de la cabeza. Las orejas deben ser también proporcionad;is^ y cuan- do sus movimientos son vivos, constituyen loque ?e llama buena vela; si son largas, delgadas y tendidas bá-ia atrás, se nondjran f/c liebre; si gruesas y caidas hacia fuera, de burra ó de muía; si colocadas horizoutahnenle, de c^r- do; y si caídas algún tanto hacia abajo, gacha. Los movimientos de las orejas del caballo deben ser cí:ns- tantemente observados con atención ¡)or el ginote, pues por ellos puede siempre conocer la intención d«l animal: cuando las tira hacia adelante y las llev i cu esta posición con rigidez, deteniendo al mismo tiempo y por grados el compás de la marcha, dá á conocer que recela de algún objeto ó ruido para él estraño; si las encoje apntxiuíán- dolas al cuello, que se llama guiñar las orejas, dá á co- nocer que quiere morder, cocear ó delendrr.-e contra el poder del giiiete; en ambos casos debe este prevenirse y tratar de calmarlo; cuando el movimiento de ambas oreja» es alternativo de atrás adelante, se dice oreja incierta ó inquieta, movimiento que precede regularmente al re- cel.t miento. Los ojos deben ser grandes, vivos, brillantes, y á flor de cara con un mirar noble y seguro; cuando en su glo- bo se descubre mas blanco de lo regular, se dice que el animal tiene los ojos fieros ó traidores; si en vez de ser — 6 — esta parte blanca, viene á ser azulada ó verdosa, ojo zar- co', los ojos grandes y abultados se llaman ojos salto- nes^ y los pequeños y hundidos ojos de <^ochino. CUELLO. Su configuración contribuye muy esencialmente á la gallardía y buen aire del animal, puesto que de ella de- pende también la mas ó menos perfecta colocación de la cabeza: su largo debe ser proporcionada, formando el borde superior un arco desde la cruz hasta la nuca, y que gradualmente disminuya de volumen y grue?o hasta su infercioü en las fauces, en cuyo caso se llama cuello de pichonj si este arco es mas pronunciado en su trazado, y el volumen y grueso ha disminuido mas notableinente en el punto de su inserción, se llama cuello decisne; si el arco, por el contrario, está descrito por el bordo inferior, es cuello al revés; y cuando en el arranque del cuello se nota cierto hundimientü, se llama hachazo; si el borde superior es abultado y grueso, sé llama gatillo, y gato Cencido cuanllo cae h¿ícia uno de los lados. CUERPO. La cruz. — El ser esta aUa y prominente hace que el caballo sea alto ií; í-.otíioíi — 11 — 5a?/o.— Llámase así toda capa morona con crines y estremidafles negras ; un adjetivo designa el verdadero matiz bayo; así decimos bayo dorado (que asemeja al co- lor del oro); bayo cereza (que asemeja al color de esta fruta); bayo claro , bayo oscuro, etc. etc.; bayo ro- dado cuando tiene lunares del mismo pelo. Alazán. — Cuando á la capa morena oscura se reúnen crines que no son negras, forma un matiz la capa que llamamos alazán; si la crin es blanca , se designa el ma- tiz de la c."&b El nombre especial de rw6ícaH0 es siificienle parade- signar un cierto número de pelos blancos, que no son tantos que impidan distinguir el fondo', rv, Negro. — El matiz mas pronunciado>;sa .'llama hito cuando es bien oscuro; ima/tejíido cuando es sucio, de un aspecto bermejizo.! -; : La capa baya ó razo ó muslo, se nombra lanzada. CAPITULO ÍL Compra del caballo y modo de (razar su] resena. í§. IV.— COMPRA. Cuantas precauciones aquí espongamos y cuantas me- didas encomendemos se adopten y tengan presentes para el modo de ajustar y comprar un caballo no serán so- bradas, ya por las innumerables continjenclas, ya por la mala fé con que en muchas ocasiones se procede en ta- les casos; ni aun las noticias qae amistosamente puedan tenerse deben dispensar al comprador de convencerse , por sí propio y palpablemente, en lo que palpable sea, de los mas pequeños detalles. El primer examen debe hacerse en la caballeriza, don- de muy á menuilo suelen descubrirse defectos que fuera suelen pasar desapercibidos. Un examen primeramente minucioso y renexivo del conjunto y detalles de las for- mas, de la alzada y estructura del animal; concluido desatarlo y separarlo del pesebre para reconocer la vis- ta, observando, para convencerse de su sapidad, si la pupila dilatada en la oscuridad, va estrechándose á me- dida (Juese aproxima á la clara luz del dia, pasando en seguida á ejecutar algunos pequeños visajes con la ma- no delante de los ojos del animal, puesto que hay lo que llamamos gotu serena , que no impide á la pupila estar sujeta á las mismas escitaciones que en su estado nor- mal : se procede después á examinar la edad y aplomos, asegurándose que no cargue sobre una de las estremi- dades mas que sobre otra; y ante todo, impidiendo al vendedor que no solo no castigue, sino que siquiera- toque at animal. Concluido este examen silencioso y — 15 — á pié firme , entra el de los aires y movimientos. El primero es el paso; en este aire los movimientos de- ben S3r iguales y aplomados. Para convencerse de que el caballo tiene precisión y vivacidad, se le hace partir desde pié firme al trote, dándole un fuerte golpe de látigo; en tal caso debe conseguirse que el animal , cojido un poco largo, lleve alta la cabeza, firme la grupa sin me- cerla ; las estremidades posteriores en la misma línea que las anteriores; es decir, cubiertas estas por aquellas mi- rado el caballo por detrás, y aquellas por estas mi- rado de frente. Las batidas ó el golpe que dé alter- nativamente en el suelo ai sentar cada dos de sus estre- midades con mas ó menos rapidez , deben ser unifor- mes , iguales , secas y con fuerza. Las espaldas deben disfrutar de una gran libertad , con lo que creemos dar á entender que los movimientos sean de una esfension suficiente para que el antebrazo en la marcba se aproxi- me mas á la horizontal que á la vertical. El examen de esta parte de las estremidades es el escollo de aque- llos hombres que carecen de estudios especiales, viéndo- se lodos los dias á muchís presumidos inteligentj-s com- prar caballos frios de espaldas y aun enclavijados; y como este peligroso defecto disminuye visiblemente con un ejercicio momentáneo , no debe nunca permitirse tra- bajar al animal antes de examinarlo. Escusado es que hablemos de las clandicaciones, pues todas ellas son mas ó menos visüjles; sin embargo, pre- ciso es no omitir un examen especial de las rodillas para convencerse que no existe ninguna especie de tumor hue- soso que embaracen el movimiento de sus arliculaciones. Convencidos ya de cuanto concierne al caballo en su — 16 — acción hacia adelante, hacia atrás, á derecha é izquier- da, se hacen levantar las cuatro estremidades, se le gol- pea ligeramente la herradura con un martillo , y en se- guida se le hace montar por un hombre de la coofianza del comprador, y que ejecute aquellos movimientos de que quiera convencerse con mas seguridad, y que na han podido hncerse durante el ejercicio a mano. Vuelto el caballo á la caballeriza, se le hace dar ce- bada para ver si come bien sin la presencia del ven- dedor, y sino tiene coatraiJa alguna mala costumbre, como í¿ro ú otra semejante; se aproxima á él para ase- gurarse que no muerde ni cocea; y últimamente, si cabe alguna duda sobre la exiátencia de algún vicio ó defecto, no se compra sino eon una garantía convencional por escrito, que estipule la condiciou de no haber un segu-. ro conveticimiento, y depoderse rescindir del contrato en caso de notarse después. . . C uantp hemos esp ueste no pasa de ser un rápido exa- men en conjunto, pero sumatnente necesario, para pene- Irar con un golpe de vista y.asegurarse deque el caballo tiene alma y sustancia, lo que no siempre se aprende con el examen analítico de las formas, de la edad, de la vista, de los vicios y resabios , etc. etc„, y con el cual también se incuri-e en graves errores por ios sabios teó- ricos, que llegan á olvidar ia imperfección del conjunto estasiados con las pretendidas perfecciones de los detalles. Concluiremos reoomeniando al comprador guarde pro- fundo silencio, no haga manifestación alguna de las im- presiones que recibe ; en fio , que leoga los ojos abiertos $obre el caballo, y las orejas cerradas, al charlatanismo del chalan. , ^ -jh ü:t- ¿oIk^^. ^üoJ — 17 — Tenemos ya los datos suíicienles para porler formar la resena de un caballo ó examinar la que tenga formada. Reseña. — Ks la descripción exacta y precisa del csle- rior del caballo respecto á su sexo, capas, señas parlicu- Jares, eerfectainente lustrosa la piel ;.en seguida se pasará á limpiar con el mismo mandil la cabeza, crines, cola y piernas, teniendo especial cuidado de ir entresacando de las crines y cola la caspa y polvo que en ellas so introduce , separando una por una todas sus cd d.».s, c/>ü,1o .que. conseguirá su me-, jor liuipieza y bella vista., ¡jn-i ójife» mi/h» ^'^v-.')tin ao-oA La costumbre que tienen los criados dé Ihvar las pier- nas por inmisión cuando están salpicadas de lodo, es perjudicial, porque el barro se adhiere á la piel y viene á causar inmediatameate erupciones de diferenies cla^' s^s: cuando, la temperatura de la atmósfera permita eáa especie de pedilubio , solo debe ser empleado después' — .-22 _- de que estas partes han sido ya bien limpias y exami- nadas á mano. Últimamente, se concluye de limpiar con una esponja ó el mandil húmedo, la lengua. Jos ojos, las narices, la piel de la verga y el ano, pasándole también por las cri- nes y maslo de la cola, mezclando á veces un poco de aceite: suelen también emplearse los peines, pero se ne- cesita muchísinio cuidado para no arrancar con ellos las cerdas , y de este cuidado carecen regularmente los criados. Las fricciones con una bayeta empapada en. aguar- diente en los ríñones y piernas, son provechosas de tiem- po en tiempo; al caballo de silla, sobre todo cuando haya corrido, §. VIH.— HERRAJE. Una gran parte de las enfermedades y accidentes que sobreviene^ á las estrcmidades , son debidos tan solo ál modo malo de herrarlas. No llega á ser un mediano aibéi- tar el que no crea necesario saber mucho mas que un veterinario en todo lo que concierne al arte de herrar. Al dueño del caballo toca saber escojer uno de los maris- cales menos malo, vigilarle y obligarle á hacer el hierro para el casco, y no el casco para el hierro. • No es nuestro proposito entrar en detalles de las di- versas clases de herraduras; esto es propio de un Manual de Veterinaria^ no de un Manual de Equitación , en que como ja llevamos dicho, solo indicamos las nociones necesañás ^^vd. un hombre de á caballo. ■' • »• La herradura debe ser- ligera , estar además perfiíctá^ mente ajustada, coavenientemente agujereada , rió' dé- — -23 ~ rnasiatio gruesa, justa por dentro y guarnecida por fnera, por la estremidaíl posterior, desbordando un poco al casco. Dei>e disminuir insensiblemenle de an- chura y espesor desde ia punta hasta el talón ; de moda que hacia sus esíremidades el ancho no sea mas que las dos terceras pnrtes, y su espesor la mitad del de la puntai aplicada caliente al casco para tomar su medida , solo debe permanecer algunos segundos. Los altéitares para íio fatigar sus brazos , la ponen hecha ásciía , y la dejan permanecer demasiado tiempo para que el casco ablandado por el calor se corte sin esfuerzo ; pero este mal método trae consigo el inconveniente, sino de que- mar el pié, al menos de deteriorar la parte córnea^ que cascada se desportilla. Los clavos proporcionados , bien forjados , no dema- siado gruesos, porque podrían apretar el ¡cáseo :y.}Ihacer cojear. ; í--' • ; ;> ; Hay que tener especial cuidado de no poner un ca- ballo en marcha inmediatamente después de haberle co- locado una herradura nueva ; debe dejársele unas vétete y cuíitro horas para que pueda tenor tiempo de aplo- marse sobre ella ; y si especial y recomendable es este cuidado, no lo es menos el de vigilar que el herra(!or ó albéitar no le corte demasiado la ranilla , sin que quera- mos decir con esto que la deje demasiado prominante . para esponerla a ser cojida con la herradura que ^ á pe- ' sar da su ligereza, debe conservar bastante foríale;^» para no doblarse. • ■"■'-' '• : A fin de convencerse de ía importancia qiié tíaíiídsy'rié- coTnendamos para Iierrsr los caballo'í? , ba^tc selo decir que de la buena aplic3c:^n y adaptaniiento de !a' hmi- —.24 — dura al casco, depende d estado normal cíe ios tejidos tjUe en su bóveda encierra, y que forman^lo im, enlace'^ áe vasos y nervios destinados al sentimienlo, constitu- yen la nutrición de aquel; los mariscales creen que puede impunemente desgastársela ranilla, puesto que jamás debe apoyar en el suelo ; esto es un error grave si así fuere. ¿Para qué servirla? La naturaleza iiada inúti) ha hecho. ¿ El cabíillo salvaje no descansa sobre la ra^ nilla?¿se le desgasta acaso? La parte córnea por su organización tiende siempre á cerrarse ó reconcen- trarse en el centro del pié, y tomarla indudíibieínente esta dirección si no fuera mantenida en su posición, en s« separación por la" ranilla y sus brazos. Tampoco: defee escoñnarse la parte córnea por encima del re-mache de ks clavos, que deben estar todos á la misma altura , y Kolo por debajo debe d.irsc un lijero pase de escüfío», con la intención únicamente de mayor limpieza. '■ -' , . Acabado de herrar el caballo, es bueno un far la parte' córnea con ungüento de pié , y aun de cuando en cuando conviene hacerlo para conservar la blandura del casco: este ungüMito de pié se eomfecciona del modo si- guiente: ~ ' Cera virgen 4 onzas. Trementina de Venecia. . 2 id. Sebo de carnero 2 id, ~ Aceité dq pié de vaca. . . 3 id. Se pone á cocerá fuego lento, meneándolo hasta quo quede cuajado. Hay otras muchas composiciones, y aun suele usarse simplemente el aceite y la manteca de puerco ; pero no — 250Í- «cíiussii otro efecto que seoar > cicípácd''y^pi6'Bérto víi.;' -^ Ip^.rrftílÉGIMEN HABITUAL Y CUIDAbbs"NÉCEl?ARÍbS'k^ '' ' I MARCHA. Lasregla? mas precisas para el buen eñtretcnfotiento tlel animal, son: el alimento sano y de buena calidad , la ración igual, y distribuida con arregió, lá limpieza diaria y la manta puesta en tiempo frío ; no sacarlo ja- más al agua cuando está sudando, nr hacerle beber agni fresca cuando esté caliente ; vigilar que la caba- lleriza esté siempre limpiaf la cama abundante y seca, y el ronzal lo suficiente l;irgo para que el c-iballo pueda cómodamente echarse; la falta de limpieza, y sobre todo de un reposo reparador, son causa$ frecuentes de graves enfermedades. li ;: J»;^ Cribar perfectamente la cebada y la paja , y mezclar ésta de ve2 en cuando con sal, á razón de una onza por caballo ; una ó dos veces al mes una bebida de agua en blanco, ambas cosas muy convenientes para manienef i el vientre desocupado y prevenir las enfermedades iníla*^'j materias. '{ Nunca exigir al caballo mas fatiga que la que se ca-' iiozca puede soportar ; debiendo advertir que la destruc-' cion ocasionada por esle motivo procede mas bien deK^ modo de darla quede la verdadera fuerza en sí del Ira- . bajo ; queremos decir que habrá ginete ó conductor que igual fatiga la hará doblemente sensible al animal ator- mentándole , cslimulándole sin necesidad, o empleando de pronto é intempestivamente la totalidad de las fuer- — .-26:-, — zas en la ejecución de movimientos para los que sobra— ria la mitad o una Icrccra parte; nocivo es tumbien ef sumo estado de quielul y apoltronamiento en la caba- lleriza: en tiempo de reposo es muy conveniente al ca- ballo un paseo diario con quietud y sin alborotarle. Hasta aquí los cuidados ó el régimen liabilual pyra la^ conservación del caballo; y aprovechando todos ellos,. ^ añadiremos aquelloá necesarios é indispensables para^ cuando baya de ponerse en marcha» , Debe preceder á la partida un minucioso reconoci— riiiehto de todo el caballo y montura, en particular del' herrado, cuidado que deije observarse todos los días an^ tes de salir, durante la limpieza y consumo del primer pienso. , Las Jorníidas d^bien ser en proporción á la distancia y tiempo de que pueda disponerse para recorrerla, bieír coaipartidaá y atendienJo siempre á no apurarlas fuer--- zas del animal: el aire á que deben hacerse es regular- mente al tro te corlo, pero dejando pasar una hora al me^ ' nos, después dej pienso paf a tomar este aire ,' si bieri la *- jornada puede comenzarse al' paso inmediatárnentedés-^"^ pues de consumido aquel: el segundo pienso debe' coiri-'' partirse en dos, si es posible hacer otros tantos descaii- • sos, mezclándolo con paja y dándole para beber, cuando- ya,, el caballo se encuentre Rosegado , agua éíi blanco, siempre que se pucdHij cíiaíRo mas farinosa mejor, puesto que la partícula harinosa que contenga solo será un cuerpo interpuesto (jue cniUribuirá á hacer al agua- mas ligera y de mas íácil digestión. * - ■ ' ' ' Es -necesario un reposo de un cuarta de hora al me-^ nos. %;i'' es, dC' darle, .de beber; ó de comer, debiendo siéni- ^ 27 - <:pre preceder la bebida al segundo pienso^ y al de la no- ciie que será entero como el de la riiariaiia: durante este cuarto de hora se ata el caballo al pesebre con solo la ca- bezada, quitándole la brida; se lelimpian las estremida- des, estregándolas con un manojo de pnjn, como también vivamente el sitio ocupado por la silla, á cuyo efecto se levantará esta; se pasa en seguida por lodoeí resto del cuer- po, cubriendo es:e después con una manta de lana que «deberá llevarse á prevención, la qne por la noche puede •quitarse, á no ser que fuera escesivo el frió de la caballe- ,riza. En tiempo de calor sofocante deben escojerse para ía jornada las horas mas frescas, como las madrugadas, de- jando descansar ai caballo las horas de calor mas angus- tioso, evitando como llevamos dicho, daríe de beber in- mediatamente, y sobre todo y en todo tiempo aguadema- . si ado fresen. ^ " .'',r'r" Debe también cuidarse no mojar al caballo por encima *de las rodillas, aun en el eslío, y las piernas dos horas al menos después de la comida; este pedilubio en eslió des- pués de una larga jornada y á orillas del rio puede ser "útil de cuando en cuando; pero es preciso secarlo perfec- tamente y pasar en seguida cl mandil empapado en aguar- diente. •' ' • •7;!' yli-asürqííí)! MiSU !/.ííl uio¿ iioí) 9'ití>ü^(! ií. oríi'h-» i"^ vM: o-'ntod.ofioítm]:> j|. X.---ríOCrONES;INl3lSPEK^jVBf.?? DE yE^|5afí«AR|.l»i;X0(í ' ' ' A.t quitar la «ifla suele encontrarse á -veces sobre; la chíz, las cnstiilas ó los ríñones, una tumefacción mas ó menos voluminosa, resultado de la presión. Para su pronta curación conviene durante las veinte y cuatro horas IjEi- varla constan temen le con mucha frecuencia, y seguida- mente con vinagre muy caliente, aplicando tsmltien sin poner paño alguno durante la noche una eiubracaeioa^en forma de cataplasma, compuesta de dos á tres. onzas de- harina de centeno, cincoá seis claras de huevos, y canli- dad suficiente de vinagre para batirla y desleiría 'perfec- tamente. (• -.Oít ' bi.i-: En caso de accidenle en las estrcmidacle^,^,RmíC!^ipi|ede= perjudicar una inmersión en aguafr.ia. ;^ _>vMiUn ^f.I '-^h ' Si e( animal cojea, jo primero que hay que hacer es quitarle la herradura, examinar el pié y buscar el sitio donde exista el mal; cualquiera que este sea no dejará de convenir un pedilubio frió. I^n la, clavadura se hace j)rM- dénfémeníc (iéscubrir el, mal, tratando de curarlo sgla^ mente con agua de sal, ó bien con una mezcla de agua y aguardiente, aplicando después una estopa lina en canti- dad suficiente, para con ayuda de la misma herradura asegurada con dos ó tres' clavos, poder producir una dulce presión; antes de la cura y después de la opei'acjon con- viene dejar el pié malo uníi media hora en un cubo con agua fria. Los mariscales aplican en casos semejantes esencia de trementina^ aceite de áspid, aceite hirvien- — 29 — do^ ele. etc , médios^ue no pitéden menos tle agravar el accidente. ^ ; ' n ^ -: :• - ; En caso de enfermedad', sí ^ observa i:íuéelanímaí rm- "pira (ion agitación, puede praelicarse y repetirse aun én Jas tres ó cuatro horas, una sangría de una libra ó libra y metlia álo mns. • . .; ^ .;;. > .■ ^. :; ? '.^ Esta agitación del hijar és á't^cies'bastafíte Tóbrte etf !s(s jhdigesliones, y entonces la sangría podría ser itiórtal; pero la indigestión se conoce fácilmente: presenta los sín- tomas de tener el caballo baja la cabezn, lasestremidades contraídas^ se echa y se vuelve á levantar en seguida; se mira el vientre y se queja; Ins escrecciones se suspenden V no apetece alimento alguno; el mejor tratamiento para tales cSsOs es una botella de vino con cuatro onzas de éter sulfúrico y lavativas compuestas de un cuarto de onza de emético en disolución. ' ^ En la «gaadura, que consiste en una contracción espas- módica mas ó menos violenta de los músculos en las es- tremidades esteriores y posteriores, la sangría está indi- cada de libra á libra y media; abluciones de agua suma- mente fría en las estremidades atacadas, y frecuentes to- mas compuestas de una infusión teiforme tibia de flor de sabuco; dos botellas por hora; al día cuatro lavatorios, di- solviendo en cada uno de ellos media onza de sal de nitro» En cuanto al cólico, que se distingue de la indigestión por los violentos dolores que ocasiona frecuentemente tres ó cuatro horas después de la comida, está indicada ana sangría como la anterior, dos ó tres onzas de éter en ^n vehículo acuoso sumamente frío; lavatorios de agua tibia y una segunda sangría, si después de una ó dos ho- . ras de observación los síntoma s no han calmado. — 30 — En toda clase de inflamación, sangría pero poco de- pletiva, quedando á la instrucción y reflexión del hombre juzgar después de pasado algún tiempo si no ha sido su- ficienle; también son ú|-il^s ,Rrovi^ipnaJiaiGn^e JavAt^ips áe agua tibia. ^.^rr'^ruj .^^-^,uC.,\\'v- ó .vn ?♦•! En todas las afecciones internas, como en los accidentes graves estemos, debe observarse la dieta mas rigurosa; paja y agua en blanco, y aun esta última solamente; si la enfermedad amenaza ser de peligro, el jnariscal' decidirá cuando llegue: la absliiicncia no puede jamás perjudicar, mientras que la nutrición puede precipitar lamarcha de laenfermedad. '■'"'' En una indisposición ordinaria, consecuencia de fatiga ó espeso de nutrición, la estrema severidad del régimen j algunos lavatorios nitrados, serán casi siempre suficien- tes. Lo que sobre todo se necesita evitar es tener que re- clamar la intervención de los mariscales y otros charla- tanes, que con sus drogas incendiarías matan nueve ve- ces antes de curar una; dieta y agua ha dicho elpríncij;)ft de la medicina. {Vergnaudf Ñotions de medioinepeteri- nqire.) r-5- CAPITULQ Y... ;^^^ nomenclatura y conocimientos de la montura. %, XI.— MONTURA. Llámase montura el conjunto dearneses con que se en- jaeza un caballo: las dos partes principales que componen este conjunto, y por consecuencia his en que se divide aquelln, aonrbi^da y silla, compuestas asiinis:no de va- rios números de accesorios indispensables á su constitu- ción y á su estudiada y conveniente colocación. La brídala forman la cabezada de brida, el bocado y las riendas. Nuestro primer cuidado será detenernos algún tnnto hablando del bocado, antes de pasar á esuJicar las otras El bocado está formado de tres parles distintas: embo- cadura, barbada y cadenilla. La primera espresion se adopta generalmente para designar la porte del bocado que entra en la boca del caballo, y cuyo efecto es obrar inmediatamente sobre las barras é imprimir á este órga- no delicado una sensación dolorosa que el caballo pro- cura hacer cesar, obedeciendo á la mano que la mo- tiva. Embridar un caballo^ dice \$rr. Lenormand , es no so- lamente la accioTi de dar un bocado cu.ilquiera al caba- llo, sino el arle de fabricar este bocado con loda la per- fección necesaria para que sea el único propio para el ani- mal al cual se destina; para conseguir este objeto es ne- — 32 ^ cesarlo estudiar con cuidado, como lo espresa un sabio veterinario: — 1.° La conformación de algunas partes del caballo. — 2.° Las situaciones respectivas que la naturaleza ha asigriádo á cada individuo.— 3.° La relación de fuerza de sensibilidad y movimiento que haya puesto entre ellas y las demás partes del cuerpo. —4.° Los efectos recípro- cos de esta sencilla máquina destinada á entretener lo mejor posible la intima reciprocidad del sentimiento de la boca del caballo y de la mano del ginele. íis indispensa- ble apreciar todos sus efectos para fijar con precisión la medida de las partes del bocado, cuya teoría general de palanca no nos dá todas las soluciones que deseamos, pues que entra en cálculos que no aceptamos, consultan- do una multitud de elementos puramente físicos, cuyo valor es casi imposible fijar. La barbada es una cadena de hierro compuesta de , es- labones de gruesos diferentes, unidos do manera que los mas fuertes se colocan en medio de la longitud y van disminuyendo hacia los dos estrenaos. Esta cadena está fijamente unida á la cama derecha del bocado por un alacrán 6 corchete contorneado en S, y se encuentra co- locada , sujeta por un alacrán ó corchete que debe haber etrld cama izquierda ; la barbada se coloca por bajo dé la barba del caballo; es una de las partes mas esenciales en una embocadura, pues la sirve de apoyo y su perfec- ción depende de la exactitud de proporciones, como de Ia\preclsion de sus efectos; su plano debe Cíjer cons- láhteniente sobre la barba del animal. ','"" ^ '' , ' '" " ,•» Lascamos ó &ra::os son dos piezas de nicrro q«ie lle- van consigo, coÍtÍo ya hemos esplicado, la embocadura y la barbada: pdf su parle superior sé sujetan á la brida ÍJdí^'rtÍ'editt''d'é 'lili'' ojo llamado áe téktémóio ,' fyov su parte itiféñoí á Ids rretldas por éüV anillas de ^joí-tó- mozo{\): '" '' '■''•:-' - '"■' ••-■•■'*->'"•■ ■■■■ ■ ^ ••;■-. '^-^^ La cadenilla no eS otra cosa que una cadena finísima de hierro para Ajar la disfcanciáde a(juéllí)s y prevenir su ISéparacioaí-^'-; -•/'-'• oI)j;:.o.í nn :>f: di.-.íuíy ¡niv" >.» Se han imaginado bocados dé formas muy variadas, á Jos cuales ?e les ha dado diferentes nombres : estas for- mas Son escesivamen te numerosas, y aiin eütre las naas modernas es preciso saber escojer: creemos poder reco- mendar como modelí s los mas elegantes y distinguidos^ Tos siguientes: (Figura primefa.) Bocado inglés, dere- cho, anillas libres; hay otra clase semejante en los que las anillas son lijas y la extremidad opuesta par«?c¡da ala delo.4 otros bocados. "' ' ' " u;..;l^- " Si er capricho de la moda ha variado éh totíos l(ís 'pal- sos la forma de los bocados, es preciso confesar que no ha dejado de tener mucha parle en ello un error dema- siado acreditado por los picadores , sobre la boca del ca- ballo^ suponiéndola de una susceptibilidad tan estraña que puede p'asnr del esceso dé la sensibilidad mas esquí- sita al de lá insensibilidad casi absoluta. Es cierto que la impresión producida por un mismo bocado, no es exacta- mente la misma para todos los caballos; pero también lo es que contribuye menos á la sensibilidad de la boca que á lá colocación del cuello y toda la parte anterior. Cuar- quiera que sea en efecto la conformación íle las barran Y 'Hip J: í 1;? -A-.i. oniriJj;'* ¡'ib íI-jO-I í;! b nUi ,im{\ii{nu^: í)^ r . .' ,i ,._.:..., A. .., ^ ,,.: , ,' ^.í '••; -.':'■ ..í..^;. ' -i ■■■/..{y ..íí (1) La auatogía he estas palabras es enteramente estraña; osa- mos de ellas porque en uso las encontramos. ¿Procederán de una mala vcysíon? . -"í '.■ -míü loq oí">iiD jíU , £"]u5i>»; «o* — 34 — de la boca del caballo, el bocado mas dulce obra siempre suficienlemeiUc cuando el cuello y el caballo se hallan co- locado y educado conforme á las reglas del arlo: mien- tras que el bocado mas duro viene á quedar sin efecto cuando faltan aquellas. Así , pues, según este principio, la forma sencilla de un bocado suave conviene á todos los caballos: las dimensiones propias de un bocado de esta clase pueden variar muy poco porque su peso debe fijarse entre 0,25 kil. á 0,50 kil. (de | á una libra y \) alomas, comprendida la cadeBÜIa. En cuanto á las for- mas, compuestas de bocados duros ó demasiado pesados, deben'ser rechazadas y considerada^ ^fiOfiiq uiij» clíMrlata- neria peligrosa. .,.1.,..,,,.., ,;' ',.í,j i,,.^;..!^ .,,?.. El bocado que en nuestro concepto es mas sencillo,^ el mas ligero, en fin el mas conveniente bajo lodos con- ceptos, es el bocado ordinario de camas rectas , des- veno elevado. La dimensión total de las camas puede ser en su término medio de unas seis pulgadas , variando de unas cinco á ocho ; la mas pequeña dimensión se aplica al caballo de silla de boca poco rasgada, y la mas grande al caballo de tiro de boca muy rasgada; la longitud par- cial de la parte superior de la cama varía al mismo tiempo de 1 1 pulgada á 2{ ; la circunferencia del cañón, su término medio de 2f pulgadi.s, variando de 2 á 3* pulgiidas; el desveno en su término medio , también de unas dos pulgadas en la parte inferior, y de una en U parte superior. Su adaptamiento á la boca del caballo debe ser tal, que no vacile por demasiado ancho, n¡ que por demasiado es- trecho pueda lastimarla -comprimiéndola ; el cañón sobre los asientos , un dedo por encima de los colmillos para ~ 35 — no lastimarlos sin comprimir por eso de ninguna ma- nera los labios. > La cabezada de brida se compone de seis partes princi-' pales. [Figura segunda.) La testera a formando liorquilla en sus dos estremos: la frontalera 6 que, colocada hori- zontaltnente /abraza la frente del caballo. Los dos mon- tantes ó carrilleras dd terminando cada uno por dos he- billas, la superior que encaja en la punta anterior de la horquilla de la testera , y la inferior en tí tente, f f Los tentemozos empalmados por la parte interior de los mon- tantes^ pasan por los ojos de tentemozo del bocado, y vienen á encajar seguidamente á la bebilla inferior de cada montante, c El ahogadero, terminado en sus esl re- mos por una hebilla que va á encajar en la parte poste- rior de la horquilla dé la^éstera. e La miiserola termi- nada por una hebilla abraza toda la nariz del caballo, pasa entro los tentemozos y los montantes y se hebilla por detrás, reuniendo sus dos estremuladcs. L;is rieneías, úÜimamenle, son dos correos de iguales dimensiones empalmadas con un botón fijo íeri sus dos estremos? superiores , introducidas por un botón pasante wi que sirve para yjustarlas ; y sus estremos inferiores termina- dos por dos pdi'lartiozos hh que htíbHlan en las anillas del bocado.' ' ' ' '',.''■ '. 'La cabezada de pí^sebre (/í^wra í^reeraj consta de: tes- ter'aa; frontalera ;M| b >>i6q ííGb'.i "bíj;*! ?0ín3íí í<Í áiilt^iríli^g; XIII:-MVOCKlÍMiSítí{EUMINARESj!^ • -ifí x'%-Mín<: :-;••; •:!■ ^•;-"; í^ -r. •■■■.:.;■ !->';:^ ■■ EMeiidíéírilose'pOf eséúelá de á cabáH'o' Mi diferf(»iit^s' lecciones que comprende la completa educación /así úéí ginetecorao del caballo, es como decimos: escuela ci- vil, escuela militar y escuela para señoras , y el sitio ó lugar destinado principaimenle para ejercitar á la vez y en todos tiempos el mayor número de ginetes y de po- tros á la visla de un misriio instructor , es lo que lla- mamos picadero, el cual viene á tener la figura de un cuadrado de mas ó menos dimensiones. Pero como el objeto que nos proponemos en el presenLe Tratado es poder hacer que el hombre solo y sin maestro apren- da á servirse del caballo de silla y del de tiro en todas ocasiones, en toda clase de caminos, como también á campo traviesa , y no el de reunir muchos ginetes psira ^ 43 — una uislruccion común, prescindiremos por ahora, y mas adelante veremos lo que acerca -de fó/ ¡íicaderos cerra- dos y clescubiertos decimos en el capíLulo de la equita- cWfr^FftílHar que trata espeeialnr>eiito de los ejercicios dé Ms**^ifietes militares; por locleiná.^/ cüaiído ^e qinera ■aprender solo á montífríT cti1>£Hló*6'^ domar por sí mismo un potro , el mejor sitio para este ejercicio es siempre el €án#nó abierto v la llanura mas cercana con todos los accidentes naturales del terreno. • % ' • ' ' • Enlodas las" lecciones de la escuela cívíf^el caballo «sfaré con brida y silla inglesa , con preferencia á cuales- qniéi'a oiro^ arneseSj^á lin de que el caballo, y el hombre seeflcnenlren lun libres como posible sea en todos sus movimientos, y que el ginele puedaadquirir pronta- mente flexibilidad y aplomo en la silla. -• ' ^ 'Respecto al traje del ginete, ya sea que la moda lo exija demasiado ancho <> demasiado estrecho , ^s necosia- río- resignarse pafá-aprovechaTse^eftiiestríís lecciones, á llevarlo cómodo y á propósito para en nada embarazar la mayor acción de libertad on todos los movimientos de «abeza , cuerpo y miembros ; las botas sin espuelas hasta <{ue el gineto se halle seguro de que sus piernas no ha- gan sentir el castigo de aquellas, sino cuando. quiera; unas trabillas de cuero ajustarán el pilntaloná la bota, impidiendo se suba, pero sin mantenerlo muy tirante, pues quenecesitia por el contrario todo su tiro en. el plie- gue de la rodilla , puesto quo'la rigidez se opone á la so- iidez y gracia necesarias á caballo ; pennítasenos reco- mendar también especialmente el calzón de punto, y la bota de montar en todas estaciones , por lo propio, ele- gante y cómodo que nos parece este traje. >:ínú i^h ¡i — 44 — §. XIV. — PRIMERA LECCIÓN. Conducir el caballo de mano. — ^Montar a caballo. — Harcha directa al paso. — Hacer alto. — Echar pié a tierra. ;: Ensillado y embridado el caballo, el ginelo le condu- cirá de mano por sí mismo ; es decir, le liará marchar algunos pasos fuera de la caballeriza ; las riendas pasa- das por encima del cuello, cojidas con la mano derecha uñas abajo , por cerca de la boca ; la mano alta y íirme para impedir a] animal que salte, y con la mano iz- quierda cojidoel látigo con la punta hacia tierra. Si el caballo está inquieto , resiste á la mano , se es- panta, brinca de alegría, el ginete sin volver la cabeza á fin de que no recele, le animará dulcemente con la voz y continuará marchando para entretenerle , deier- minarle, asegurarle y calmarle; pero es preciso siempre, y sobre todo al salir de la caballeriza , cuidar de no ir- ritar al caballo castigándole con el látigo, ni hacerle le- vantar el cuello ó lastimarle, la baca sacudiéndole las riendas. i : , : Colocado el caballo en el terreno donde se le quiera montar, examinará el ginete si la .silla y brida están bien puestas, según las reglas que vamos á fijar ; acariciará al caballo con la mano , andará alrededor de él levan- tándole sucesivamente cada una de las extremidades para asegurarse del herrado ; le hablará dulcemente, viniendo á colocarse frente de él y fijando una mirada altiva sobro la del bruto. -^ 45 - Ninguna dé estas pequeñas prevenciones debe ser des- cuidada por el giaete, porque tienen por objeto cono- cer al caballo y darse á conocer de él. La silla debe estar sumamente asegurada por medio de las cinchas, tanto, que no vacile sobre el dorso del caballo, ni se ladee al apoyarse en el estribo; la silla in- glesa sin grupera suele á veces correrse bastante hacia adelante, embarazando la libertad de las espaldas ; el gt- nete para evitarlo cuidará de que se hallo, colocada por lo menos cuatro dedos detrás de la articulación de la es- palda; pasará la mano por delante de la silla, por entre el fuste y la cruz , á fin de asegurarse que no hay crines cojidas que indudablemente rozari.m al caballo; exami- nará si las cinchas están bien ajustadas, sin arruga al- guna bajo del vientre; si las hebillas apoyan en el cuero de la silla y no en la piel del caballo , que decentarían se- guramente á la mas ligera marcha ; examinará igualmente si el tejido de las cinchas está sano en su totalidad, sin peligro de romperse durante l.i lección ; tomará igual precaución con las acciones de estribo , y hará sonar es- tos para asegurarse que no están ni cascados ni rotos. La brida se halla bien colocada en la cabeza del ca- ballo, cuando la testera, la frontalera y las carrilleras no están flojas ni tirantes; cuando la barbada viene plana- mente ajustada á la barba del caballo ; cuando el ahoga- dero está con bastante libertad para no impedir la res- piración en ninguno de los movimientos de la cabeza, sin embargo de hallarse bastante firme para mantener la brida en su posición ; las carrilleras demasiado largas de- jan caer el bocado hasta los dientes ; demasiado tirantes le haceü apoyar contra la comisura de los labios : en uno - 4ft -=., XOtfo^caso.Ia acpion del bocado se .UaJIa ,eiitprpecitk ^ y SLíJemás :^M^av .'::i/ '■':,. i:Z ,,,IJemos indicado aíjui ,Uíi íJolo.<»qvteJI(QS.eiiitla(i(íS que? cprnunnieale debe ^oríínr; el ginete. para ;q$eguvaji'se.,d.e q^ el pabaljq que ya á moalar^iiene la, silla y br.ida bieíi, cqiQcad^iS;; dpnde hemos tratado de urneses^se balla^, esplicar , la ínanlendrá firme en el borraa trá&eri^ de la silla con la tensión suficitínte á Inípedir que el caballa se mue\'Ví. {Figura primera.) >■.;./ í • .^ cfl6»/io.— Inlroducir la tercera parte delpié izqnior- doen el estribo, cojor con la mano izquierda (que tendrá^ el. látigo la punta hacia abajo) un puñado de crines pof encima de tas riendasi.lomas adclanie posible ,: saliendo la estremidad de aquellas por debajo del dedo pequeño» y elevarle sobre la punta dol pié derecho para procurarse la mayor comodidad pogüile ;i}n., osla posición.: {F.igura s^egtmda.) ^ ■ ^ ;■ - .^ '-.,. m; -■. ííJevárelpié derecho apoyando el izquierdo en el es- tribo, y con la ayuda de ambas manos sostener el cuerpo derecho;; la mano derecha debe mantener siempre las riendas suficientemento ajjUsLadiis, para conservar~al ca- ballo tranquilo y apoyarse contra la silla para impedir que se ladee; (figura tercera) pasar la pierna derecha tendida por. encima de la grupa del caballo sin locarle'; {figura cuarta ),de.farsecaer ligeramente eu la silla-, llew vando la mano derecha , sin dejar kis riendas, al lado dee- recho del borren delantero , la palma encima , los dedos por .íuera; pa:^ar el látigo á la mano derecha, y. las tiendas á la izquierda, oldedQ pequeño entre. aniba<,. .y calzar el estribo derechq. vi: olai-if'í. \ü :?J.íTHi:»í¿oi;i-oq ».;»{ ^Posición del ginete.r^El giiiete dfebeeslap-seníado oó- modamente sin rigidez ni tortura, igualmente á plomo sobre las ,(,lo>s nalgas, colocadas lo mas adelante posible sobre la silla; elevándose sobre los estribos, se asegurará que estos se encucutrau en el punto conveniente; gene- ralmente noestarán demasiado cortea .íú iacgós.cuaiijdo — 48 — pueda pasar el puño entre la silla y la horcajadura, y vale mas al principio calzar los estribos un poco largos qae demasiado cortos, á fin de evitar levantar las rodi- llas y llevar forzado el muslo ó las piernas: los estribos es- tarán demasiado largos si obligasen á estender las piernas para calzarlos, demasiado cortos si obligasen á encojer- ías; para estar á la justa medida deben poderse calzar levantando la punta del pié sin mover la pierna (figu' ra 5.^) El ginete soltará los estribos y los volverá á tomar su- cesivamente sin descomponer la posición de los muslos, que vueltos sin esfuerzo sobre su parte plana, deberán abrazar igualmente al caballo, sin tratar de estirarlos mas que lo que su propio peso y el de las piernas exija, exis- tiendo siempre el pliegue natural de la rodilla, á fin de permitir á las piernas su movimiento hacia atrás hasta detrás de las cinchas; las piernas libres caerán natural- mente; la punta del pié caerá della misma manera cuan- do no tenga calzado el estribo; para calzarlo deberá bas- tar levantar la punta, introduciendo su tercera parle sin esfuerzo alguno dentro de él, que solo debe sostener el peso de las piernas; y sobre todo, sin descomponer la posición de estas, ni el pliegue de la rodilla, ni las nalgas, que, abrazando igualmente al caballo, contribu- yen poderosamente al asiento del ginete. Los riñones sostenidos sin rigidez, pues su flexibilidad mas que todo es la qui une al ginete con los movimientos del caballo; la parte superior del cuerpo desembarazada, libre y derecha, con objeto de unirse con facilidad y gra- cia á lodos los movimientos del caballo; los brazos libres; los codos caldos naturalmente; la cabeza derecha y des- — 49 — embarazada; el brazo izquierdo bien colocado enfrente del cuerpo, teniendo en la mano las riendas, inlrodu- ciendo por ellas el dedo pequeño; los dedos bien cerra- dos y ei pulgar sobre la segunda articulación de los nu- dillos del primer dedo para mantenerlas iguales; las uñas frente al cuerpo; la parte alta del puño un poco inclinada adelante y separada unos cuatro dedos de la perilla de la silla y del cuerpo. El látigo, unos quieren que vaya en la mano derecha caido naturalmente el brazo con la punta b^cia abajo, y otros que unida esta mano, es decir, á la misma altura que la izquierda, venga la punta hacia arriba un poco in- clinada á la izquierda; posición mas pronta para la ayu- da nos parece esta; pero al mismo tiempo desairada y aun alga afectada la de la mano no llevando cojidas con ella las riendas del filete ó falsas riendas, que nosotros diremos del)en llevarse, ó en la izquierda también por encima de las de la brida, ó caldas sobre el cuello del ca- ballo: de ambas mañeras puede llevarse el látigo, pero de ningún modo de la ridicula y hasta pocoíina que usan algunos, ya cojiéndolo por su parte media, apoyando el puño en el muslo á manera de cetro, ó ya cojido en- tre el faldón de la silla y el plano del muslo izquierdo; si nos reimos de la primera posición por lo cargante, des- preciamos la segunda como impropia, poco fina y hasta poco decente. Todos estos detalles de la posición del ginete, son igualmente de un necesario estudio, pues después de practicarlos es cuando conocerá la eficacia de su con- junto. Las riendas pueden tenerse en una y en otra mano in- ~ 50 — (üstmlamentejcambianíclo entre ellas las reglas ;(}sdas. Ajustar las riendas .-^Estñnáo en ta mano izquierda se. toman por encima de ella con el pQlgar y el primer dedo de la mano derecha, corriendo esta liaste- la altura^ déla barba; el pulgar frente al cuerpo; se entreabren lo» dedos de la mano izquierda, levantando el - pulgar para igualar : las riendas, mantenidas sobre. í;u! aparte ■[íían&. [Figura 0,^) - -^ > '^ ■ '• ; í:'í: Ajustadas ias. riendas el ginete cerrará los dedos de' la mano izquierda, 'dejará caer la parte sobrante de aquellas al costado derecho, pasando la mano derecha á su plj- sicion-. .í^^:: ■-. •■:'..?.£:■-•.• -:.- • ;.-:s. .. :■<;•.' Estando las rrendas-:eii k mano ddrecha, et^íniRÍ& las ajustará, cojiéndokis por encima de esta con el pulgar y ol primer dedo de Ir» mano izquierda, elevando esta hasta hi altura de Ict barba; el pulgar frente al cuerpo; en- treabrirá los dedos de la mano derecha;^ levantando el pulgar para igualar las riendas mantenidas sobre su parte pinna, y ajustadas aquellas cerrará* los dedos de la mano derecho, dejará caer la parte sobrante al costado iz^qoier- do y volverá -la mano: izquierda á su posición. ^^íii.'^t^ . El ginete deberá siempre tener bien ajustadas das- riert- das antes de exigir nada del caballo? cuidado es este qne recordaremos sin cesar en ciida nuevo ejercicio, durante los que las riendas deberán tenersa ya en una mano, ya en otra indistintamente. . tm-jíbcrjoq Marcha directa al paso. (Figura o, '^ y 6^,)**^E\ girBete comenzará por elevar un poco la. mano de la rienda aproxi^ mando: un poco las piernas, lo que se llama j)r^;)arar ai caballo; en seguida disminuirá la tensión de las riendas ajuslandaDiun poco mas laspiernas gradualmente para de- — §1 — terminflr;al caballo á salir adelante. Si el caballo no obe^ dcceserá preciso abrigarle un poco mas con las piernas y ayudo ríe con sumo cuidado^ y según sea necesario, con el látigo. ■ - ' ^ ■ ■■ ■' f:'" Pueslo en marchi eí caba}lo,el'ginet€defepues!\ck.. ha- ber vuelto por grados á su posición la mano y piornas, asegurará la desu cuerpo en la silla por medro de la fle- xibilidad de las C9á&m& {figura 5. ^); tratará sobretodo de unirse suavemente á los movimientos del caballo; soltará y volverá á tomar los estribos; ajustará las riendas (figii- i-a 6/), sin descomponer suposición, sin esluerzo, sin ri- gidez, sin detener ó acelerar ei aire del caballo, á quien continuará baciendo mtrcbar recto á su frente, siendo esta marcha directa la mas fácil para el ginete y,. para el caballa,, ,r.i> ñ'fV>íf'#h. .nrp .'í:}.r5ib !.)i;-v'K«fT> fi' '♦¡nmítíí Calzados Iqs estribos, el ginete tratará de senlir el apoyo del bocado, dando. y tomando con suavidad y gra- dualmente con las riendas; las piernas siempre inmedia'í tas al cuerpo del caballo para sostener su paso. : Soltados los estribos, ei ginete tratará de sentir el efecto délas piernas y de hacer, sumamente suave el pliegue de la rodilla, arrimando igualmente las piernas por grados hasta detrás de las cinchas,, con dulzura, sin brusque- dad ni golpe, siji levantar las rodillas y sin ilescomponer en nada la posición de las caderas; en este movimiento las piernas no deberán mantenerse demasiado cerca del caballo para no acelerar su aire; y con el mismo objeto la raano de las riendas deberá elevarse un poco para sos- tener al caballo, al que por otra, parte, es preciso prepa- rarde cuando en cuando. > •;; jl^s muy conveniente esta preparación periódica, ó me^ — 52 — jor diremos media 'parada i todos aires, porque el caba- balio distraido cuando hace algún tiempo que no siente ninguna observación del ginete, vuelve en sí y prosigue su métrclia con mas gallardía y fuerza. fi Ayudas. — El efecto combinado del apoyo del bocado y de las piernas constituye lo que se llama ayudas , á las que aplicadas constantemente de acuerdo, el caballo es mas ó menos sensible ; y á esta sensibilidad debe el gi- nete siempre proporcionar el efecto gradual de aque- llas. Sucesivamente iremos viendo como las ayudas sir- ven para dirigir al caballo en lodos sentidos y á lodos aires, y como la resistencia á ellas viene á ser imposi- ble cuando el cuello del caballo está convenientemente colocado. Durante la marcha directa^ que deberá durar como una media hora, el ginete ajustará frecuentemente las riendas; ajustadas volverá con suavidad la cabeza á de- recha é izquierda y á atrás, sin descomponer la posición del cuerpo, uniéndose con dulzura al paso del caballo por la flexibilidad de las caderas, empleando sin rigor el efecto moderado de las ayudas para la aceleración ó re- traimiento del paso del caballo; le animará con la voz, y eon la mano que no lleve las riendas le acariciará el cue- llo; por último, no perdonará medio para conocer al ca- ballo y hacerse conocer de él. El ginete y el caballo deben estar igualmente atentos á las ayudas, para que el mando y la obediencia se unan con una perfecta armonía, que es preciso tratar de obte- ner aun en las primeras lecciones. Unirse á los movimientos del caballo, conocerlos, dis- tinguir cuando van unidos ó descompuestos, es lo que — 53 — se llama sentir al cabaUo, condición indispensable para el que trate de ser un ginete. Ha^^er aiío.— Primeramente preparar dulcemente alca- bailo; en seguida elevar un poco la mano de las riendas por grados, aproximándola al cuerpo para aumentar, se- gún sea menester, el efecto del bocado y aproximar con fuerza las piernas al caballo para impedirle que haga paso atrás, obligándole á la parada con precisión. Así que el caballo haya obedecido, el ginete volverá á su po- sición la mano y las piernas. Después de haber hecho alto volverá el ginete la cabeza á todos lados y moverá el brazo, cuya mano no tenga las riendas, en todos sen- tidos; plegará el cuerpo hacia adelante, atrás y á los lados ; en fin , no descuidará nada de lo que pueda ayudarle á destruir la rigidez y á asegurar la soltura de los miembros y cuerpo ; hará marchar al caballo al- gunos pasos hacia adelante y volverá á hacerle hacer alto para familiarizarse mas y mas con los efectos de las ayudas. ^c/»ar p*e á íierra.— Para prepararse á echar pié á tierra por la izquierda, se tomará el látigo con la mano izquierda, la punta hacia abajo; las riendas con la mano derecha, colocándola después al lado derecho de la pe- rilla de la silla; con la mano izquierda cojera un puñado de crines y soltará el estribo derecho. Echará pié á tierra elevándose sobre el estribo iz- quierdo, pasando la pierna derecha tendida por encima de la grupa del caballo sin tocarle; y la mano dere- cha , que mantendrá las riendas , vendrá á apoyarse contra el borren trasero déla silla; después aproximan- do el muslo derecho al izquierdo, se dejará caer suave- — ^ — , mente á tierra con^ el pié derechóy áoltáiidd'^n '^«giiidíj el estribo izquierdo. ^^' -■ ^í!' i m- ^;|. or.'?/ -^hp i5 Hecho esto, y sin abandonar' ké'rierídxrs'/^>>g1né#se dirigirá al frenle del cabollo lijando una iniríída Osada f prolongada sobre la suya; le acaFiciará con lá voz y cort el gesto; andará'por rededor de' él; levan tárídOíesu<^i^áí^ mente cada una de las Uslremidádes pata asegurarse qué las herraduras están en buen astado, que no se ha inter-^ pu^esto caeriw alguno entre la parte córnea y el hierro; volverá áajustarlas cinchas, que indudablemente seliabrán aflojado durante la marcha; rectiíiearáv«n Íin-Ia posicióii déla silla y déla bridad como lo? *habráh€fcho ani^dé montar. ■íí>--»hR f;i-»Aíí oqi7u: ;:> h-n-.í^i-in 'f)i*}h'\t Descanso.— ^E\ ginétedará al caMilo ocho '^ó diez 'mt^' ñutos de descanso; alzará los estribos; le dejará entera- mente libre para que pueda estirar el cuello, volver la cabeza, sacudirse, orinar, sin abandonar no otetante en- teramente las riendas para que el caballo aprovechando este abandono no intente escaparse ó sultar^ sacándolas por encima de la eabezq y arrastrándolas por el -suelo con riesgo ! í.^ -n íí:-^* Terminado el descanso, elgínetc tomaráslasrienídascott h mano derecha; los uñas hacia abajo cerca de la boca del caballo para ejecutar, marchando con él, una media vuelta á la izquierda; para defecto llevará desdeduego la mano un pocoá la derecha, procurando que el caballo gane terre- no á la derecha con uno ó dos pasosf después le harádul^ cemente volver á la izquierda y trazando Uní semi-círculd^ de cinco á seis pasos, llevando gradualmente la mano hacia este lado y manteniéndola siempre bastante alta y firme para impedir que el caballo se resista ó saltei^íí ¡ ^ <>fc — OD — ."'■ 'Efecto del bocado. — Ejecutada esta media vueüa á .la 'iitiuierda, el ginete examinará con atención eJ movimien- to de báscula impreso al bocado por la tensión de únase- la rienda, y el apoyo dado al bocado por la tensión igua! de las dos riendas; esto siempre que el canon del bocado sea de una sola piezn; pues si es de dos articuladas que se llama bocado partido, el efecto de báscula no. tiene lu- gar, porque cada rienda obra solo sobre el lado del boca- do á que está aplicada. El ginete reconocerá al tocar en e! espacio interdenta- rio en donde el bocado se apoya sobre la mandíbula infe- rior la parte muscular mas ó menos saliente que se llama barra; comprenderá fácilmente desde luego el efecto d'el bocado sobre las barras; al mismo tiempo se asegurará jque este efecto depende menos de la forma del bocado y de la sensibilidad de las barras, que de la posición del ca- ballo con relación á la de su cuello; conocerá también que la barbada obra contra la barba del cabalia á cada báscula del bocado, mientras que so templa con el apoyo igual de él. Durante este examen de algunos minutos, la mano del ginete no obrará sobre las riendas sino con mucha suavidad y gradualmente, acariciando con la otra al caballo y hablándole para calmarle cuanto sea po- sible. Volverá montar á caballo y ponerse en marcha. — Vol- verá á montar á caballo de la manera esplicada anterior- mente, sin omitir ninguno de los detalles dados al prin- cipio de esta lección, teniendo cuidado de sostener un poco mas al caballo, porque la vuelta hacia la caballeriza escita ordinariamente el ardor de casi todos los ca- ballos. 5 — 56 — Volverá á poner el caballo en marcha sin impaciencia por llevarle demasiado reeojido, ni ceder tampoco por de- masiado abandono ; así es como el ginete conocerá la fa- cilidad con que impone su voluntad ai caballo por el efec- to graduado de las ayudas, y que es dueño de emplear el rigor de ellas sin descomponer su posición y su aplomo en la silla; tendrá mucho cuidado ele repetir sobre la mar- cha los movimientos de cabeza, miembros y cuerpo ya ejecutados cuando hizo alto el caballo, para destruir la ri- gidez y asegurar la soltura; últimamente, ajustará Ire- cuentemente las riendas y las cambiará de mano para acostumbrar á los hombros á estar libres y á la misma altura. Pié á tierra ¡/ volver á la caballeriza. — A la vuelta, y á alguna distancia de la caballeriza, el ginete echará pié á tierra suavemente y no de golpe; desenganchará la bnrbada, y llevará al caballo de mano de la misma ma- nera que le condujo al terreno, y tratará de comprender, observando la marcha, el movimiento alternativo y dia- gonal de las cuatro estremidades. Para quitarle la brida deshebiliará el ahogadero antes de todo, y colocado y atado el caballo al pesebre para quitarle la silla, cuidará que los estribos estén alzados, las cinchas deshebiliadas y echadas sobre la silla antes de le- vantar esta, corriéndola hacia atrás. Aunque el trabajo de esta lección al paso haya sido poco cansado para el caballo, el ginete observará si tie- ne sudor en el sitio donde estaba colocada la silla, y cui- dará que le estrieguen el dorso, el vientre y las piernas; se asegurará que el fuste delantero no ha matado al ca- ballo en la cruz, que el casco de la silla no le ha ocasio- — 57 — nado mal alguno en el dorso ni á los lados, ni tampoco el fuste trasero sobre los riñones; hará que le pongan la manta; le dará él mismo un puñado de cebada ó algunos bocados de pan, acariciándole con la mano y la voz an- tes de separarse de él. Esta primera lección durará dos horas, de las cuales una de marcha directa al paso, deberá repetirse por lo menos ocho ó diez dias seguidos sin interrupción, para comprender bien su conjunto y sus detalles; esta conti- nuación con dulzura, sin impaciencia, no con prontos ni brusquedad, darán suficiente aplomo y confianza al gi- nete para que sepa imponer su voluntad al caballo bien ensenado, que obedecerá á las ayudas voluntariamente> sin repugnancia y hasta con gusto. El ginete observará que en la marcha directa al paso el caballo ha recorrido de cinco á seis kilómetros en una hora, lo quo, le permitirá hacer á e¿Lc aire cinco ó seis miriámetros en una buena jornada de diez horas de marcha; pero en este caso será preciso interrumpirla con tres descansos al menos de una duración total de dos horas, si bien por otra parle raras veces tiene este lími- te el trabajo diario de un caballo. ¿iüí?- - 58 - $. XV.— SEGUNDA LECCIÓN. — MARCH\ EN TODAS DIRECCIONES AL PASO. Pouer la silla y brida al caballo. — Montar y echar pié atierra por la «lerecha,— Empleo délas ayu- das.— («aEsar terreno á derecha é iz(|uicrda. — Me- dia vuelta á derecha é izquierda. — !f acer alto y paso atrás. — Marcha circulará derecha é izciuier- da. — I^aso ile costado á derecha é iztiuierda. — Quitar la brida y silla. — Estregar el caballo vuel- to á la caballeriza.— Cadencia 'iv] ií\)'j%>Y*u-,iiijhíiki*:f,'iAi.K\ El ginete volverá aponer recto su caballo, haciendo ^ 64 — obrar muy ligeramente la rienda derecha y pierna izquier- da, volviendo á su posición la mano y pierna por grados, para volver á tomar la marcha directa. Teniendo este ejercicio por objeto hacer comprender al caballo el efecto mas simple del empleo de las ayudas, deberá ser repetido hasta que sea perfectamente eje- cutado. Volver á derecha é izquierda. — Ajustadas las riendas y preparado el caballo, marchando siempre al mismo aire, se le hará volver sobre su parte posterior á la derecha^ llevándola mano hacia adelante, y á la derecha y cerran- do progresivamente la pierna izquierda; para terminar el giro se le sostendrá coa la rienda izquierda, y ambas pier- nas, la derecha con algún tanto mas de presión; volvien- do en seguida por grados la mano y piernas á su primi- tiva posición para continuar marchando en la nueva di- rección. Después de haber nuevamente preparado al caballo,, marchando siempre al mismo aire, se le hará volver á la izquierda llevando la mano hacia adelante y á la izquier- da, y cerrando progresivamente la pierna derecha; para concluir el giro, se le sostendrá con la rienda derecha y ambas piernas, la izquierda con algún tanto mas de pre- sión, volviendo en seguida por grados la mano y piernas á la primitiva posición para continuar marchando en la nueva dirección. Para determinar estos movimientos á derecha é iz- quierda no deberá el ginete tener reparo en atacar franca- mente al caballo, pero no de un modo brusco; es decir, con resolución, pero con proporción á la sensibilidad del animal. — 65 — Media vuelta á derecha y á izquierda. — Ajustadas las ricDílas y preparado el caballo, marchando siempre al mismo aire, se le hará ejecutar una media vuelta á la derecha por la acción simultánea de la rienda derecha y pierna izquierda progresivamente prolongada, hasta que el caballo haya recorrido ó trazado un semicírculo de cin- co á seis pasos por lo menos; para terminar la media vuel- ta se le sostendrá con la rienda izquierda y ambas pier- nas, la derecha con algún tanto mas depresión, volvien- do así de concluida por grados la mano y piernas á su primitiva posición para continuar marchando en la nueva dirección. Para ejecutar la media vuelta á la izquierda se hará por la acción simultánea de la rienda izquierda y pierna derecha progresivamente prolongada como esplicamos anteriormente, y terminada por medio del sostenimien- to con rienda derecha y ambas piernas, la izquierda con algún tanto mas depresión, volviendo así de concluida la mano y piernas por grados á su posición, para continuar marchando en la nueva dirección. En este ejercicio se cuidará de dejar marchar al caba- llo unos veinte pasos al menos en cada nueva dirección, y de asegurarle en la marcha antes de prepararle para una nueva media vuelta. Antes de pasar mas adelante, queremos esponer las ra- zones que hemos creído suficientes para optar por el empleo de las ayudas contrarias. El resultado obtenido por la práctica en estos ejer- cicios ecuestres no deja de serlo ya: y este resultado no ha sido estudiado y obtenido por nosotros solamente; pues si el empleo de estas ayudas era desconocido en la — 66 — escuela francesa, como nos dá á entender Mr. Bau- cheTy no lo era seguramente en la española (1); pero aun hay razones lógicas para poderlo demostrar. Efectivamente; si queremos que el caballo converse á la derecha, ¿cuál es el punto eje de esta conversión?, La pierna derecha. ¿Convendrá en este caso embarazar su acción con la ayuda de la pierna derecha del ginete? Antes , por el contrario , debemos tratar de dejarla libre, como lo conseguimos con las ayudas adopta- das. Al preparar al caballo para todo movimiento, <;qué queremos conseguir? Aligerar su parte anterior; luego sus fuerzas no están compartidas por igual. Tratemos^ pues, de que ejecute los movimientos sobre la parte del cuerpo á que hemos llamado la concentración de aque- llas, sobre las piernas. Consigúese además el perfecto y constante equilüjrio de la masa necesaria é indispensa- ble para todo ejercicio. En los giros á derecha é izquierda, lo mismo que en el oblicuo á ambos lados, la tensión de las riendas debe ser suave y proporcionada, y nunca tan brusca queliaga bascular al bocado; porque el movimiento de báscula por contra-golpe sobre la barra superior opuesta podria hacerle volver al lado contrario, ó por lómenos obligarle á defenderse por no conocer lo que se le queria pedir. Alto y paso atrás.— Ei ginete después de haber hecho hacer alto á su caballo por los medios indicados en la primera lección, y cuyo ejercicio la práctica le habrá he- (1) Lo dá á conocer en su Tratado el coronel don Francisco Laiglesia y Larra; llamando doblado ala .vuelta' efectuada por medio de esta cgnibinaciotí de ayudas. í!í> üb iiolqfü^ h i?í^9uq — 67 — cho familiar, determinará al caballo á hacer paso airas, después de haber ajustado las riendas , enderezando la parte alta del cuerpo, al que aproximará la mano de las riendas, elevándola gradualmente hasta que sienta bien el apoyo del bocado*, las piernas aproximadas, y sobre todo con perfecta igualdad. Así que el caballo obedezca, bajará y elevará sucesivamente la mano, lo que se llama dar y tomar, hasta que el caballo haya hecho cuatro ó cinco pasos por lo menos; siete ú ocho á lo mas. El caballo hará siempre paso atrás rectamente si la mano produce el apoyo del bocado, y si las piernas con- tienen igualmente las ancas; mas por poco que la mano haga bascular'al bocado, ó que las piernas contengan con desigualdad las ancas del caballo, hará paso airas infaliblemente sesgado; en este caso, si el caballo vierte la cadera derecha, se le aplica con mas fuerza la pierna derecha; si vierte la cadera izquierda, la pierna izquier- da; si no es suíiciente este medio, se le hará sentir' la rienda del costado al cual vierta las caderas; lo que se llama oponer las espaldas á las caderas. En el paso atrás es donde conocerá el ginete el poder del acuerdo de las ayudas, y donde se apercibirá de la turbación que puede ocasionar la menor descomposición de la posición del cuerpo. Si el caballo intenta encabritarse se baja la mano in- mediatamente, se cierran las piernas completamente por detrás de las cinchas, se inclina adelante la parte alta del cuerpo con la mayor flexibilidad posible de las ca- deras. El ginete inesperto comete, por el contrario, la falta de aferrarse á las riendas asi que el caballo hace inten- — 68 — cion de encabritarse; y este defecto es tanto mas peligroso , cuanto que un golpe brusco sobre las riendas en tai caso , tiende á hacer caer hacia atrás al caballo. Si el caballo intenta cocear se separan un poco las pier- nas, se le levanta la mano y eleva la parte alta del cuerpo. Si se cometiese el defecto de traer con suma violencia hacia el cuerpo las riendas, el caballo intentaría el salto tlel carnero, elevándose para ello sucesivamente de de- lante y de detrás. Es preciso siempre calmar y no irritar jamás la impa-" ciencia del caballo que se resiste á hacer paso atrás; no echar jamás pié á tierra sin que el caballo haya obede- cido; bajar la mano con suavidad, temblequeando ligera- mente las riendas con la ayuda del dedo pequeño para re- frescar la b(^ca; hablarle y entretenerle con algunos in- tervalos de reposo; buscarle de nuevo; envalentonarle sin exigir con rigor, sin ceder tampoco; esperar con paciencia á que obedezca; recompensar su obediencia así que la manifieste, tales son los medios que deben preferirse para determinar al caballo. La tensión de las riendas en este ejercicio será siem- pre progresiva, y jamás tan brusca que haga bascular al bocado; porque independientemente del movimiento de báscula por contra-golpe sobre la barra superior opues- ta por la tensión de una sola rienda, bajando la mano, se obra también un movimiento de báscula por contra- golpe sobre la barra inferior opuesta, alzándola por la tensión de una sola rienda. Es preciso ir dando y tomando sucesivamente, porque la continua tensión de las riendas recargarla la parte — 69 — oslerior del caballo sin dejarle libertad en las piernas para poderlas mover hacia atrás. Para hacer alto y paso atrás, el ginele tomará las rien- das tanto con la mano izquierda como con la derechi, para acostumbrarse en uno y en otro caso á conservar una buena posición de la parte alta del cuerpo, y una constante flexibilidad de la parte baja de los ríñones. Descanso. — Después de haber echado pié á tierra el gi- nete dará á su caballo un cuarto de hora de reposo, sin olvidar ninguna de las precauciones y cuidados á que han debido habituarle ya los ejercicios de la primera lección. Habiendo solo marchado al paso y durante una media hora poco mas ó menos, no es probable que el caballo se haya sofocado, ni que tenga sudor por debajo de la silla: esto supuesto, un reposo absoluto á la corriente del aire puede darse sin inconveniente alguno: mas si el calor ha sido fuerte, si las moscas han atormentado al animal, si ha estado demasiado animado ó impaciente; en fin , si el caballo suda, caalquiera quesea la causa, el ginete no se espondrá de ningún modo á refrescarle bruscamente con un reposo absoluto á la corriente del aire: le pa- seará sosegadamente, calmándole, hablándole y quitán- dole con cuidado las moscas con una rama de follage. üurante les últimos minutos del descanso fijará una mi- rada atrevida y prolongada sobre la del caballo, dará á su voz una inflexión dulce ó ruda, siempre en armonía con su mirada, que impondrá constantemente á la del caba- llo, siguiéndole y dominándole en todos sus movimien- tos; sometido el caballo á la mirada del ginete, estará desde luego obediente al sonido de su voz , y no tratará Jamás de resistir á sus ayudas. - . e; ; vwi >,. .s.n: ^ j — 70 — ^ Un pedazo de pan, nn poco de azúcar son golosinas á las que el caballo se muestra habitualmenle sensible; es un medio de recompensa de que debe usarse con discerni- miento; la privación entonces, y una mirada severa, vendrán á ser un medio cierto de punición. 'Marcha circular á derecha é izquierda. — Puesto otra veza caballo el ginete, volverá á tomarla marcha directa por algunos instantes ; empezará la marcha circular á la derecha , describiendo un círculo de quince á veinte pasos por lo menos de diámetro ; después de haber ajus- tado las riendas y preparado su caballo, para prevenirle y encomendarle la obediencia, le hará sentir gradualmente la acción simultánea de la rienda derecha y la pierna izr- quierda, un poco menos completa que para ejecutar in- mediatamente una media vuelta á la derechíi; el caballo se encontrará así suficientemente plegado en la dirección del círculo que va á recorrer; el ginete le sostendrá modera- damente de la rienda izquierda y pierna derecha para ase- gurarle en la marcha circular. Las ayudas sobre la derecha deberán ser bastante fir- mes, pero moderadas á la vez, para determinar y mantener constantemente al caballo plegado sobre el mismo círcu- lo, sin ensancharlo ni estrecharlo; las ayudas sobre la ji^qulerda, demasiado sostenidas y suaves al mismo tiem- po para determinarle y contenerle; la combinación de todas ellas, siempre gradual con su energía y templanza alternativas, deberá ser tal, que las ancas del caballo pa- sen continuamente por los mismos puntos que las espal- das; esta combinación, que nada es bastante á suplir du- rante toda la marcha circular, será inmediatamente per- turbada por poco que la posición del ginete no fuese fíe- — 71 — xible ala derecha, sin retirar jamás el hombro izquierdo, conforme en un todo á los movimientos del caballo; ven- drá también á ser imposible por poco que la posición del giiiete se contraiga por la rigidez de los riñones y del pliegue de la rodilla: el ginete fuera de aplomo caerá infaliblemente per poco que se incline ala izquierda cuan- do el caballo vá plegado á la derecha; mas no por esto es necesario que se vierta demasiado á esta mano; es decir, masque el caballo hacia el centro del círculo. Después que el ginete haya conocido durante algunos instantes que se une fácilmente al movimiento del ca- ballo en la marcha circular á la derecha, enderezará su caballo restableciéndole por medio de un giro á la dere- cha en la marcha directa, siguiendo un diámetro que atraviese el círculo; en seguida después de haber ajus- tado las riendas, cojidas con la mano derecha, y prepa- rado al caballo, comenzará la marcha circular á la iz- quierda sobre el mismo círculo, plegando hacia este lado gradualmente al caballo por la acción simultánea de la rienda izquierda y pierna derecha, un poco menos com- pleta que para ejecutar inmediatamente una media vuelta á la izquierda, sosteniéndole moderadamente con la rien- da derecha y pierna izquierda para asegurarle en la marcha circular á la izquierda. Las ayudas sobre la izquierda deberán ser bastante fir- mes, pero moderadas á la vez , para determinar y man- tener constantemente al caballo plegado sobre el mismo círculo, sin ensancharlo ni estrecharlo; las ayudas so- bre la derecha bastante sostenidas, y suaves al misma' tiempo, para determinarle y contenerle. La combinación de unas y otras, siempre gradual en — 72 — su energía y templanza alternativas, deberá ser tal, que Jas ancas del caballo pasea continuamente por los mis- mos puntos que las espaldas: esta combinación, que nada es bastante á suplir durante toda la marcha circular, será súbilamente perturbada por poco que la posición del giuete no fuese fiexible á la izquierda, sin rehusar jamás el hombro derecho, confurme en un todo á los movimientos de! caballo : esla misma combinación ven- dría á ser imposible, por poco que la posición del ginete se contrajera , por la rigidez de los ríñones ó pliegue de la rodilla : el ginete fuera de aplomo caería infaliblemen- te por poco que se inclinase á la derecha, cuando el ca- ballo va plegado á la izquierda; pero esto no quiere de- cir que se incline demasiado; esto es, mas que el caballo, hacia el centro del círculo. Es muy esencial , sobre todo al principio de la marcha circular, que el ginete tenga las rieiídas con ía mano de aíuera, pues así le será mas diíicil rehusar el hombro de este lado : después debe ejercitarse en tener las riendas indistintamente con una ú otra mano. Cuando el ginete haya conocido durante algunos ins- tantes, que se une fácilmente á los movimientos del ca- ballo en la marcha circular á la izquierda, enderezará su caballo , volviéndole á hacer tomar la marcha directa por medio de un giro á la izquierda , trazando un diámetro, y sosegará su caballo tranquilamente. Le dejará saborear el bocado, dando y tomando con suavidad, y temble- queando ligeramente las riendas con el dedo pequeño; la mano siempre ligera ; las piernas prontas sin opresión mantendrán constantemente al caballo en las piernas y en la mano. Tratará el ginete de contener el aire, ga- — Ta- ñando terreno ya á derecha ya á izquierda; probará ace- lerarlo volviendo á tomar la marcha directa, afirmán- dose mas y mas en el empleo gradual y en la combina- ción de las ayudas, amaestrando completamente al ca- ballo, sometiéndole dulcemente á su voluntad, sin irri- tarle jamás ni ceder por demasiada energía ó por dema- siado abandono. Tornará finalmente en cuenta el efecto y la sensibilidad de las ayudas en el empleo que basta aquí ha hecho de ellas. A la vuelta, y á poca distancia de la caballeriza, hará hacer alto á su caballo, perfectamente recto; le hará ha- cer tres ó cuatro pasos atrás; después algunos hacia ade- lante , pora volverle á hacer alto, antes de comenzar el ejercicio de paso de costado, Paso de costado á derecha é izquierda. — El gineté primeramente ajustará las riendas y dispondrá su caballo íl hacer paso de costado á la derech;i , llevando un poco á este lado la mano de las riendas y cerrando suavemen- te la pierna izquierda ; estas ayudas preliminares se da- rán con suma suavidad, y ló suficiente tan solo para determinar muy ligeramente á la derecha las espaldas del caballo y hacer á las ancas tomar su dirección. Para mayor seguridad del efecto de las ayudas, lomará las riendas con la mano derecha y obligará al caballo al paso de costado á esta mano , haciéndole senlir gradual- mente, pero con energía, el efecto simultáneo de la rien- da derecha y pierna izquierda un poco atrás de las cin- 'éhas, sosteniéndole y conteniéndole al mismo tiempo con la rienda izquierda y pierna derecha, sin descompo- ner su posición, aunque deba llevar algo vuelta la cabeza i la derecha para mirar al lado hacia el cual cabalga. — 74 — • La combinación ile ayudas siempre gradual en su ener- gía y templanza alternativas deberá ser tal , que las an- cas, cabalgando á la derecha , sigan paralelamente las espaldas del caballo, cruzando las estremidades izquier- das por encima de las derechas, y trasportándose á la derecha el cuerpo del caballo , sin avanzar ni recular: esta combinación será inmediatamente perturbada por la descomposición del ginete; vendrá á ser imposible sin una completa libertad de la mano y de las piernas , que deben constantemente reglar el movimiento de costado á la derecha ¿impedir al caballo avanzar ó recular du- rante este movimiento igual. Así que el caballo haya dado cuatro ó cinco pasos á la derecha, el ginete cesará insensiblemente el efecto de la rienda derecha y pierna izquierda ; aumentará del mis- mo modo el de la rienda izquierda y pierna derecha para poner recto su caballo: así que lo haya conseguido, vol- verá por grados la mano y piernas á su posición natu- ral, y ensayará el mismo ejercicio, cojiendo Jas riendas con la mano izquierda, trayéndolas ligeramente á la derecha. Le hará marchar al caballo algunos pasos hacia ade- lante para hacerlehacer alto antes de mandarle paso de costado á la izquierda; para esto le preparará primera- mente por medio de ayudas sumamente suaves á la iz- quierda , y suficientes tan solo para determ¡n;ir muy li- geramente á la izquierda las espaldas del caballo y hacer á las ancas tomar su dirección; hecho esto le hará sentir gradualmente , pero con energía , el efecto simultánea ¿e la rienda izquierda y pierna derecha por detrás de las cinchas, sosteniéndole y conteniéndole al mismo tiempo — 75 — €on la rienda derecha y pierna izquierda, sin descom- poner su posición , aunque algo vuelta la cabeza á la iz- quierda, para mirar el costado hacia el cual cabalga. La combinación de las ayudas, siempre gradual en su energía y templinza alternativas , deberá ser tal, que las ancas, cabalgando á la izquierda, sigan paralelamente las espaldas del caballo , cruzando las estremidades dere- chas por encima de las izquierdas y trasportándose el cuerpo de esle á la izquierda, sin avanzar ni recular: esta combinación será inmediatamente perturbada por la descomposición del ginete: vendrá á ser imposible sin una completa libertad de la mano y de las piernas, que deben constantemente reglar el movimiento de costado Á la izquierda , é impedir al caballo avanzar ó recular en la duración de este movimiento igual. Así que el caballo haya dado cuatro ó cinco pasos á la izquierda, el ginete hará cesar insensiblemente el efecto de la rienda izquierda y pierna derecha; aumen- tará del mismo modo el de la rienda derecha v pierna izquierda paia poner recto su caballo; cuando lo haya conseguido, volverá por grados la mano y piernas á su posición ; seguidamente hará cabalgar al caballo á la izquierda , tomando his riendas en la mano derecha y trayéndola ligeramente hacia la izquierda. Comoquiera que este modo de marchar el caballo, que llamamos cabalgar , sea de los movimientos menos naturales y á los que mas se resiste, es preciso estudiar detenidamente este efecto asaz complicado de las ayudas y ponerlo en práctica sin escitacion alguna, A pesar de la perfecta combinación y aplicación de ellas , suele el caballo atrasar algún tanto la cadera — 76 — contraria al lado hacia á donde cabalga, lo que se llama verter la cadera ; entonces deberá hacérsele sentir con mas fuerza la presión déla pierna del ginete de aquel lado , y si esto no bastase traer hacia él la mano de las riendas hasta conseguir su equilibrio; lo cual hemos dicho se llama oponer las espaldas á las caderas. Quitar la brida y silla al caballo. — El ginete des- pués d'í haber echado pié á tierra y conducido su caba- llo á la caballeriza, con todo el cuidado á que debe es- tar acostumbrado por los ejercicios de la primera lec- ción , se ocupará de quitarle la brida y silla por gí mismo. Suelta la cadenilla de barbada antes de conducir at caballo á la caballeriza, deshebiliará el ahogadero, traerá las riendas sobre la testera y las pasará por encima de las orejas, dejándolas caer sobre el pliegue del brazo- izquierdo; después quitará la brida , comenzando por sacar la oreja derecha; le pondrá la cabezada de pesebre y le atará con el ronzal á éste ; subirá los estribos, des- hebiliará las cinchas , colocándolas sobre la silla, que levantará suavemente retirándola hacia atrás con las dos manos, la izquierda por el borren delantero y la derecha por el trasero. ■ ■•'- Estregar al caballo de vuelta ya en la caballeriza,*-- Después que al caballo le haya quitado la silla y brida, el ginete le hará estregar con granzones, ó mejor aprenderá á hacerlo por sí mismo , en la cabeza , en el cuerpo y en las estremidades : palpará la cruz y ríño- nes del caballo para asegurarse que no están matados ni escaldados por la silla ; si el caballo sudi tendrá cuida- do que se le conlinúo estregando y friccionando cuanto — 77 — sea menester, quitándole el sudor con un mandil de lana , hasta que la piel quede seca ; dejará sicm ire al caballo reponerse , tomar aliento y comer p.ija un cuarto de hora al menos antes de darle agua. Durante todos estos cuidados , hablará á su caballo , le calmará, le acariciará , le acostumbrará á su mirada , le recom- pensará con algunas palmadas sin sorprenderlo , sia ir- ritarle, consiguiendo por este medio de dia en dia nue- vos progresos en el conocimiento del cuidado, de las costumbres y del carácter del animal. Esta segunda lección, durante la cual el ginete no deberá hacer uso ni del látigo ni de las espuelas, du- rará dos horas , de las que una se empleará en la mar- cha en todas direcciones : deberá repetirse quince ó veinte veces para comprenderla bien en su conjunto y en sus detalles. A fuerza de repetir, primeramente pa- sado, después sobre la marcha, con estribos y sin ellos, toda especie de movimientos dirigidos á destruir la rigidez del cuerpo y de los miembros, debe asegurar la suficiente flexibilidad para ejecutar al paso del caballo todos aquellos que pudiera hacer un hombre sentado separando las piernas; bien entendido que estos movi- mientos deben siempre permilir el uso inmediato de las ayudas en caso necesario. Cuando esté plenamente convencido de su aplomo, calzará las espuelas pai^ confirmarse mas en él; cui- dando de no castigar con ellas al caballo en el empleo délas ayudas y en la fácil ejecución de este principio fundamental de equitación. Procurará los caminos difí- ciles , conteniendo y sosteniendo al caballo un poco mas de la mano en las bajadas, un poco mas de las piernas — 78 — en las subidas ; conservándole al mismo aire en aquellas y alargándolo en estas por su sola voluntad constante- mente espresado por la combinación de las ayudas sua- ves y progresivas ; la parte alta del cuerpo un poco in- clinada hacia adelante , ayuda y facilita el movimiento del caballo qne sube; uu poco inclinada atrás el de el que baja. Antes de pasar á la tercera lección , el ginete debe estar seguro de poder conducir su caballo al paso en todas direcciones, que es dueño de él constantemente, que sabe contenerle, determinarle, reglar la cadencia del paso, por el solo empleo de las ayudas en toda clase de caminos, sin cesar de estar unido á todos sus movi- mientos y sin descomponer la posición. Cadencia del paso. — Durante ios ejercicios de las dos primeras lecciones, el ginete ha podido convencerse por sí mismo de que las estremidades del caballo al paso se mueven de una manera lenta y mesurada , de una ma- nera alternativa y diagonal comenzando siempre la marcha con las anteriores. Si el caballo rompe la mar- cha con la mano-' izquierda , sigue inmediatamente con ia pierna derecha , después la mano derecha , y por úl- timo la pierna izquierda ; si rompe la marcha con la mano derecha, sigúela pierna izquierda, viene des- pués la mano izquierda, y concluye por último con la pierna derecha. Las batidas ó asentamientos de las estremidades sobre el suelo, son , pues, cuatro sencillas en la ca- dencia del paso; estas batidas sen igualmente com- partidas , y se ejecutan siguiendo un mismo orden cuando el paso es regular: como este aire es el meaos — 79 — vivo de todos , es el en que puede mas fácilmente examinar si hay un acorde perfecto en la marcha di- recta de las eslremidades; si el caballo las levanta con igual facilidad; si se apoya con igualdad sobre las cuatro sin sentirse ni cojear de ninguna de ellas. Habi- tuado el ginete al movimiento reglado del paso , sen- tirá inmediatamente, colocado en la silla, si el caballo se siente ó cojea, por poco perceptible que sea el ac- cidente. En un solo paso el caballo recorre ochenta y cinco centímetros de terreno; y como puede hacer de H3 á 124 pasos por minuto, la velocidad media del paso del caballo puede ser conlada á razón de cien metros por minuto. ^. XVI. — TERCERA LECCIÓN. — MARCHA DIRECTA EX TODOS SENTIDOS AL TROTE. Saltar á caballo y saltar á tierra. — EiM|»leo del látigfo y castig-o de las espuelas. — Pasar del paso al trote , y tlel trote al paso ( líiarcha di- recta.)— llarcliando al trote hacer alto; y de pié firme partir al trote (niarclia directa.)— Pa- sar del trote corto al trote larg-o , y del trote larg-o al corto (marcha directa.) — üarcba en to- dos sentidos al trote. — Cadencia del trote. Saltar á caballo y saltar á tierra. — Colocado el caballo en el terreno, y asegurado el ginete, según la costumbre de las lecciones precedentes, de que está bien herrado , ensillado y embridado, én vez de mon- — so- tar á caballo con la ayuda del estribo, ensayará saltar de la manera siguiente: Para saltar á caballo por la izquierda, colocará los ta- loNes en la misma línea, frente y cerca de la espalda iz- quierda del caballo; cojera un puñado de crines con la mano izquierda y colocará la derecha, que tendrá las riendas cnjidas, sobre el borren delantero de la silla, de modo á dar á sus puños dos puntos de apoyo sólidos y próximos uno á otro; se plegará un poco sobre las cor- vas estirándolas después para lanzarse vivamente , ele- vándose sobre los dos puños; permanecerá un instante en esta posición, el cuerpo derecho; pasará la pierna de- recha por encima de la grupa del caballo sin tocarla, y sosteniéndose sobre el puño derecho se dejará caer lige- ramente en la silla. 'Para saltar á tierra por el mismo lado, cojera las cri- nes en la mano izquierda; colocará la mano derecha con las riendas sobre el borren delantero para dará sus punes dos puntos de apoyo sólidos y muy próximos uno á otro; se elevará sobre ellos; pasará la pierna derecha tendida por encima de la grupa del caballo para no tocarla, y la traerá á unir con la izquierda; después de permanecer así un instante, el cuerpo derecho, se dejará caer ligera- mente á tierra. Luego de ejercitarse en saltar á caballo y á tierra por el lado de montar, se ejercitará en hacerlo por el lado derecho, tomando las riendas en la mano izquierda y las crines con la derecha, efectuando después cuanto lle- vamos esplicado. Bien ejercitado en saltar por arabos lados indistinta- mente, se aoostuoibrará á después de haber sallada i — 81 — caballo por un lado, saltar inmedialamenle á tierra por el opuesto, á fin de adquirir el mayor vigor y agilidad posible en este ejercicio. Empleo del látigo. —Ei látigo que el ginele coloca ha- bitualmente en la mano que na tiene las riendas, la punta para abajo, aproxinmdo á las espaldas del caballo, pue- d-' ser empleado para cooperar á la energía de las ayu- das, pnra escitar al caballo y para castigarle. Siempre que se quiera hacer uso del látigo, es preciso antes asegurarse en la silla, ajustar las riendas y prepa- rar al caballo: solo debe usarse de él cii caso de iusuíl- ciencía de las ayudas, muy rara vez, pero siempre fran- camente; el abuso continuo que se hiciere del látigo bien pronto volvería al caballo insensible é inobediento á las ayudas; si perezoso, se acostumbrarla al látigo; si gene- roso é irritable, se rebelaría. El apoyo del látigo sobre la espalda ó sobre el flanco coopera á la energía de las ayudas del lado cirque se apoya hacia el lado contrario; el silbido ligero de él es- cita al animal; sus golpes castigan la desobediencia pro- viniendo de pereza ó querencia; deben darse sobre la es- palda; sobre la grupa escitarán al animal á cocear, y de- be el ginete abstenerse de darlos. La distracción del caballo debe prevenirse por el tem- blequeo del bocado; su impaciencia calmada por el apo- yo del mismo, alternando con la ligereza de la mano; su timidez entonada i>or la dulzura; su debilidad por la energía de las ayudas, sin quesea preciso castigarle para hacer uso del látigo. Castigo de las espuelas. — Las mismas precauciones en- señadas para el uso del látigo deben tomarse para este otro castigo; no debe hacerse uso dé ellas sino para re- primir y castigar severamente la desobediencia formal. Es una pena rigorosa que el ginete jamás debe imponer á un caballo noble, sino después de haber agotado los medios de dulzura, y después de haber esperimen- tado una resistencia invencible al rigor de las ayudas y del látigo. El ginete se uue perfectamente al caballo con las asen- taderas y parte interior del muslo, con agilidad y fuerza sin la menor rigidez, baja un poco la mano de las rien- daá, vuelve hacia afuera la punta del pié lo suficiente pa- ra apoyar las espuelas con firmeza é igualdad por detrás de las cinchas, sin hacer movimiento alguno de cuerpo, dejándolas arrimadas hasta que el caballo haya obede- cido: asi que esio suceda vuelve por grados á su posición la mano y piernas. Rara vez debe hacerse uso de las espuelas , pero siem- pre resueltamente aplicando las dos, y en el instante mismo en que la desobediencia es formal. Cuanto de du- ro tiene este castigo, tanto su abuso vendrá á ser peli- groso; el ginete debe emplearlo con discernimiento, sin cólera, con la seguridad de que es dueño enteramente del caballo y de sí mismo. Es un defecto habitual en los ginetes poco espertos emplear con negligencia y descuido las espuelas, en vez de las ayudas francas y resueltas, lo que dá lug;ir á que el caballo, cosquilloso é incomodado por la espuela, co- mience por cocear á la bota y concluya por rebelarse contraías ayudas. Pasar del paso al trote y del trote al paso {marcha directa.) — El ginete, después de haber trabajado algunos — 83 — instantes sin estribos en la marcha directa al paso, los calzará, ajustará las riendas y preparará su caballo sin aumentar al aire; en seguida le hará pasar al trote, cer- rando las piernas masó menos según la sensibilidad del animal, y bajando progresivamente la mano de las rien- das. Así que el caballo haya obedecido, volverá por gra- dos la mano y piernas á su posición. Durante la marcha directa al trote moderado y soste- nido, tratará el ginete de conformarse á los movimien- tos del caballo con confianza, y sobre todo sin rigidez alguna; aflojará los muslos y las piernas para darlas mayor docilidad á fin de conservar la adherencia de las nalgas á la silla, asegurando en ella el aplomo del cuer- po, y disminuir las reacciones del aire uniéndose á ellas sin resistirlas, por medio de la flexibilidad de la parte baja de los riuones. La mano suave y ligera dueña de las riendas sin aferrarse á ellas y sin traquear; las piernas siempre libres sostienen solamente su peso, así como el de los pies por los estribos, sobre los que aquellos descan- san constantemente sin perderlos y sin apoyarse en ellos. El ginete volverá á poner su caballo al paso después de haberle preparado sin detener su aire, elevando por grados la mano de las riendas, y acercándola al cuerpo lo que sea necesario ; las piernas próximas para impedir que el caballo haga alto. Así que el caballo haya obede- cido , el ginete volverá por grados la mano y piernas á su posición. Cuando el ginete se reconozca con la comodidad y solidez necesarias , pasará del paso al trote sin calzar los estribos; podrá tomarlos y soltarlos á su voluntad al trole como lo ha hecho al paso, sin descomponer su posi- — 84 — cion , solamente elevando la punta del pié para introdu- cirla en el estribo; si estos son suficientemente pesa- dos , están á la medida competente y el ginete tiene sus piernas bien colocadas, no traquearán de manera que incomoden. Marchando al trote hacer alto, y de alto romper al trote. — El ginete hará hacer alto al caballo marchando al trote , después de haberle preparado, ajustadas bien las riendas, elevando por grados la mano de estas y aproximándola al cuerpo lo bastante hasta que el caballo haga alto : mantiene próximas las pierna's lo necesario para que él no se cuartee ni recule. Para mandar hacer alto al cíiballo marcdando al trole , el ginete debe em- plear ayudas mas vivas y firmes que cuando va al paso, pero siempre sin brusquedad ni golpes. '• El ginete hará salir á su caballo desde alto al trote; después de haberle preparado, bajando progresivamente la mano de las riend;is , y cerrando las piernas mas ó menos según la sensibilidad del animal ; asi que este haya obedecido , volverá por grado la mano y pierna á su posición. Para hacer salir al caballo al trote desde pié firme, el ginete debe emplear ayudas mas vivas y fir- mes que para el paso; pero siempre sin brusquedad ni de golpe. Pasar del trote al trote largo , y. volver de este al corto {marcha directa.) — El ginete para pasar del trote al trote largo, después de haber ajustado las riendas y preparado el caballo, sin contener el aire, bajará la mano de las riendas cerrando progresivamente las piernas; asi que el caballo haya tomado el trote largo, volverá la ma- no y piernas por grados á su posición. — 85 — El gincte anoaestra al caballo en el trote largo, dando y- tomando alternativamente, temblequeando el bocado con suavidad y frecuencia para hacérselo saborear; le afirma y sostiene por medio de las ayudas'em picadas con moderación y discernimiento de modo á impedirle ó abandonarse sobre las espaldas ó forjar. El caballo forja cuando se chocan las herraduras , porque las estremida- des posteriores se .precipitan y alcanzan á las anterio- res. La mano ligera y firme sin traqueo ; las riendas cuajadas; las nalgas bien sentadas , y un poco inclina- das adelante ; el cuerpo derecho ; los muslos caídos na- turalmente y sin esfuerzo permiten al ginete unirse á los movimientos vivos del caballo sin ser molestado por las reacciones. Después de algunos minutos de trote largo, el gine- te pasará de este al trole corto, ó contendrá el aire ele- vando por grados la mano de las riendas, uniendo las piernas y cerrándolas lo bastante para impedir qiie el cab.illo se ponga al paso : asi que haya tomado el trole corto , la mano y piernas volverán por ¡grados á su po- sición. El ginele se habitúa á unirse á los movimientos del trote del caballo, alargando y acortando frecuentemen- te este aire, que debe facilitarle mucha seguridad y con- fianza. Cuando conozca haber adquirido la comodidad y facilidad necesarias , soltará los estribos y los reco- brará cuando quiera , como ha hecho al paso y al trote corto, sin mudar la posición , elevando solamente la punta del pié para introducirla sin apoyarse en ellos. Descanso. — Después de haber echado pié á tierra , da- rá el ginete á su caballo un cuarto de hora de descanso, — se- no olvidando ninguna de las precauciones ni cuidados á que deben ya haberle habituado completamente los ejercicios de las dos primeras lecciones. Habiendo durado una media hora poco mas ó inenos la marcha al trote corto y al trote largo , el caballo es- tará algo acalorado ; el ginete lo paseará despacio al pa- so de mano, hablándole, calmándole, y halagándole con la voz y la mirada. Se asegurará de que el animal no se ha rozado tro- tando, loque á veces sucede en las estremidades pos^ teriores,y muy raramente en las anteriores, que es- tán únicamente sujetas á recibir algún alcance cuando el caballo llega á forjar. Si se ha rozado ó alcanzado forjando, después de haber enjugado con cuidado la he- rida , la lavará con agua fria ; examinará las herraduras y conformación del caballo ; notará que este no puede de ningún modo forjar sino porque tenga mas flexibili- dad y fuerza en el juego trasero ó en las piernas, que en el delantero ó en las manos ; que no puede rozarse de ningún modo tenieodo bien ajustadas las herradu- ras , sino siendo cerrado de piernas. Antes de volver á montar, si se encuentra solo y no puede examinará placer el trote de otro caballo, hará trotar al suyo, cor- riendo al lado de él ; esta carrera á pié llevando al caba- llo de mano, le permitirá estudiar el mecanismo del aire del trote ; podrá de esta manera comprenderle me- jor y acomodarse con ventaja á él cuando vuelva á co- locarse en la silla. Observará que enasta marcha directa al trote, el ca- ballo ha recorrido de cinco á seis kilómetros en una me" dia hora, lo que le permitirá hacer á este aire cinco á — 87 — seis miriámetros en cinco horas; pero en este caso será preciso cortar esta larga carrera por dos pausas al me- nos (le una duración total de dos horas, si bien por otra parte el trabajo diario de un caballo no llega sino rara vez á estos límites. Marcha al trote en todas direcciones. — Habiendo vuelto á montar á caballo, le conducirá algunos instan- tes al paso ; después le hará pasar al trote , para habi- tuarse á la marcha en todas direcciones al trote ; seguirá la misma progresión indicada en la segunda lección para la marcha en todds direcciones al paso, cuidando esmera- damente de que lasriendas estén bien ajustadas antes de mandar algo al caballo. Así, pues, al trote ganará ter- reno á derecha é izquierda ; volverá á uno y otro lado; dará media vuelta y ejecutará la marcha circular. En to- dos estos movimientos al trote, liis ayudas se emplean ab- solutamente de la misma manera que para los movimien- tos análogos al paso ; la mano y piernas constantemente libres permiten al ginete dirigir el empleo de las ayudas á su voluutad; la flexibilidad délas riendas, la caída natu- ral délos muslos, la buena colocación de la cabeza y deí cuerpo le permiteo disminuir las reacciones del aire y unirse enteramente al caballo. Cuando esté bien seguro de sí mismo ejecutará al trote largo esta marcha en todas direcciones, hasta fami- liarizarse eu este aire como en el del paso y trote corto. No descuidará repetir al trote y sin estribos ¡os movi- mientos de cabeza y de cuerpo que ha ejecutado al paso, para destruir la rigidez y asegurar la flexibilidad de los miembros dd cuerpo. Algunos momentos antes de volver á entrar en U ca- 7 — 88 — balleriza, tomará el paso para que el animal se des- ahogue; le hará hacer alto, paso atrás , paso de costado á derecha é izquierda antes de echar pié atierra; des- pués de vuelto á la caballeriza, tendrá con él los cuidados de detall á que han debido habituarle los ejercicios de las dos primeras lecciones , no descuidando nada para cono- cer müs y mas á su caballo y darse á conocer de él. Esta tercera lección durará dos horas, de las que una se empleará en la marcha al trote en todas direcciones; deberá repetirse veinte ó treinta veces para comprenderla bien en su conjunto y en sus detalles , que son todos de una absoluta necesidad para el asentamiento del ginele y conducción del caballo. A fuerza de repetir al trote coa estribos y sin ellos, como lo ha hecho al paso, toda espe- cie de movimientos destinados á destruir la rigidez de los miembros y del cuerpo , debe haber asegurado suficiente- mente la ílexibilidad para ejecutar al Irote todos los mo- vimientos que podrá hacer un hombre sentado ó de pié haciendo abstracción de las piernas; bien entendido que estos movimientos deben siempre permitir el uso inme- diato de las ayudas en caso necesario. En medio de esta continuación de conocimientos , cuando se halle bien se- guro de su aplomo, ensayará de darse cuenta del aire del trote comparándole con el del paso. Escojerá los caminos difíciles , recojiendo y sostenien- do al cahallo un poco mas de la mano en las bajadas, ua poco mas de las piernas en las subidas , afirmándole eu un aire reglado en las sendas escabrosas , conservándole al mismo aire en las bajadas . y alargándoselo en las su- bidas por su sola voluntad constantemente espresada por el acorde de las ayudas suaves y progresivas. La parte alta del cuerpo un poco inclinada adelante, sigue y facilita el movimienlo del caballo que sube, un poco inclinada atrás el del caballo que baja. Antes de pasar á la cuarta lección, debe tener seguridad el ginete en poder dirigir su caballo en todos sentidos con la mayor facilidad ; en ser dueño de él constante- mente; en saber contener , alargar , reglar los aires del paso y del trote por el solo empleo de las ayudas, mas ó menos vivas y firmes, aunque siempre progresiv ,s en toda clase de caminos en que puede, según sea menester, hacer uso de! látigo y del castigo délas espuelas, sin ce- sar de estar unido á todos los movimientos del caballo; sin descomponer su posición ; sin traqueo alguno de pu- ños; en una palabra, con un asiento imperturbable. Cadencia del trote. — Durante el .icmpodelos ejerci- cios de la tercera lección ha podido convencerse el ginete por si mismo de que las eslremidades del caballo al trote se mueven con velocidad y mesuia,dc una manera diago- nal , no alternativa como en el paso, sino en cierto modo simultánea, rompiendo siempre la marcha las anteriores. Las batidas en el trote son, pues, en núuiero de dos do- bles, en vez de cuatro sencillas como en el paso. Las dos 1)atidas igualmente compartidas cuando el trote es regu- larizado ; cuanto mas rápido el movimiento diagonal de lus estremidades, tanto mas frecuentes las batidas; pero el trole puede llegar á ser mas largo y el caballo marchar con mas velocidad , sin que las batidas vengan á tener una repetición mas frecuente; en este caso hay solo la di- ferencia de avanzar mas terreno; también se dice que el caballo es mal trotador, que trota tóenudo , que trota so- bre si cuando menea con bastante rapidez las estremída- — 90 — des sin adelanlar mucho terreno; así como que es buen trotador, que tiende bien los brazos, que alarga, cuando sin mover con mucha rapidez sus estreraidades, lleva en su carrera mucha velocidad. El aire del trote, que según los caballos admite diferen- tes grados de velocidad, es susceptible de mucha enal-, gunos; según que las reacciones son masó menos fuertes,, se dice que el caballo tiene el trote duro ó blando: cuanta mas duro, tanto mas debe unirse el ginete para dismi- nuir aquellas, y esta unión pende sobre todo de la flexi- bilidad de la parte baja de los ríñones. En un tiempo del trote el caballo recorre unos ciento veinte centímetros de terreno, y como puede hacer 104 á 180 tiempos de trole en un minuto, la velocidad media del trote del caballo puede ser contada á razón de dos- cientos metros por minuto. ib t: • ■ fÜtUJOS Í« E>ld — 91 — S. XVII:-^' CüÁhT!\. tEébfoíi'.'-i-MÁRicHA ■ miiECtÁr'iftí 4^b08 SENTIDOS AL GALOPE. , »/*>o"íf?l 1*asar del trote largfo al g>alope y del g'alope al trote larg-o (marcha directa). — Pasar del trote al gpalope y del gpalope al trote (marcha directa). — I*~asar del paso al g'alope y del «galope al paso (marcha directa). — llarchaudo al g-alope hacer alto, y de pié firme partir al g-aolpe (marcha di- recta).— Pasar del g'alope al g'ran g'alope y del g'rau g'alope al g'alope (marcha directa). — Des- canso.— Ueterniiuar el g'alope á la derecha, ade- lantando las estreniidades derechas (marcha di- recta).— Oetermiuar el g-alope á la izquierda ade- lantando las estreniidades izcfuierdas (marcha directa). — determinar el camhio de estreniidades natural é indispensable al caballo que g'alopa en ^Áf^culo. — Marcha en todos sentidos al g-alope.-^ .,. Cadencia del g'alope, Pmar del trote largo hl gaíope y del gatojié al tfote ,^argo {marcha directa.) — El galope, aire mas cansado ' para el caballo que el Irole^ lo es mucho menos para e^ .ginete cuyo asiento se resiente principalmente del tiem- po elevado con que comienza y del tiempo bajo con quft termina. Eslas reacciones por otra parte son tanto mas yivas cuanto mas rápido se rompe el galope ó mas bruscamente se termina; cun un mismo caballo, por ejem- plo, son mas rudas cuando se pasa desde alto al gran galope, ó del gran galope á hacer alto, como acostum- bran los ginetes árabes; y lo son menos cuando se pasa — 92 — del trote largo al galope , ó del galope al trote largo, como lo acostumbra á hacer un ginete europeo, cuidadoso de procurar por los jarretes de su animal. En general cuanto mayor y mas rápida es la transición que se exije, tanto mas solicita la viva energía del ani- mal, y tanto mas reclama el atrevimiento de las m:is vi- gorosas ayudas, unidas á la suave destreza del hombre: puesto en la silla debe constantemente sentir á su raba- lio, prevenirle, hacerse comprender de éi, y unirse al movimiento, sea que le determine, sea que le dirija, sea que trate de preparar y reglar su desordenamiento, na- de golpe, sino con suavidad, con prontitud y armonía de ayudas profjresivas las mas firmes. Después de haber puesto su caballo al paso durante algunos instantes al salir de la caballeriza, lo que siem- pre deberá hacer, le hará tomar un trote moderado, bien sostenido , y le pondrá en seguida al trote largo. Antes de romper á galope determinará el trote alargándolo cuanto posible sea, circulando en todos sentidos, soltan- do y recobrando los estribos, repiliendo los diversos mo- vimientos de cabeza, de miembros y de cuerpo qu« ha ejecutado en las lecciones precedentes á pié íirme, al paso y al trote , á fin de destruir toda especie de rigidez, no despreciando últimamente nada para asegurar una estrema facilidad de miembros y cuerpo, única que pue- de con:>tantemente unir al ginete con todos los movi- mientos del caballo. Así que el caballo esté sentado, el ginete, suave de rien- das y bien unido á todos sus movimientos, le preparará suavemente, las riendas cuidadosamente ajustadas, ha- ciéndole saborear el bocado , sin contenerle en su aire; — . 93 ^ ' después, cuamlo conozca que eslá convenientemente preparado, le determinará al í^aíope, cerrando las pier- nas igualmente con propiedad y vigor, aunque progresi- vamente y no de golpe, teniendo cuidada de diir un poco con la mano que primeramente colocó alta para el tiem- po elevado dd galope; la partéalo del cuerpo un poco inclinada adelante mitiga la reacción de este tiempo, que tiende a rechazar hacia la grujuí el asiento del gine- te; la flexibilidad de la pr^rte baja de los ríñones es indis- pensable para mantener convenientemente en la silla , en este cambio proniinciado de aire, al ginete que se sor- prende la primera vez que lanza su caballo al galope. Así que el caballo galopa vuelven la mano y piernas del gi- nete á su posición. Las ayudas deben ser atrevidas , firmes y asaz vivas para levantar inmediatamente el. galope : asaz suaves y sobre lodo la mano ligera para evitar que el caballo no se eleve por un brinco repentino ó que no parta al gran galope. Si el caballo se muestra perezoso al tiempo eleva- do del galope, á la preparación siempre completa suce- dan vivamente las mas enérizicas ayudas sin brusquedad siempre, y sobre todo sin sacudid.is; que el látigo le es- timule cuanto sea necesario; si resiste á toda la energía de las mas vivas ayudas y al estimulante del látigo , que no debe jamás tocar mas que á la espalda para evitar las coces, ambas espuelas aplicadas severamente servirán para corregirle, sin cesar el castigo hasta que el galope , roto decididamente continúe franco. Durante la marcha directa á un galope moderado, que el ginete hará durar por lo menos cinco minutos , se apercibirá seguidamente que vá unido con mucha mas — 94 — comodidad que al trotea los movimientos del caballo: se dejará llevar desde luego de ellos con confianza, sin re- sistencia, pero sin abandonarse por oso: la mano libre y ligera tembípquea el bocado y posee las riendas sin afer- rarse á ellas; las piernas sin tortura alguna en sus movi- mientos tienen su peso solamente sostenido, como el de los pies, por los estribos, sobre los que aquellos reposan coüstan temen te sin soltarlos ni apoyarse en ellos. Algunos tiempos de galope ponen de manifiesto al ginele el mecanismo de este airo : coa solo un cuarto de hora le basta para conocer el compás y el movimiento y si rompe con la mayor facilidad; pone su caballo al tro- te largo después de haberle preparado , sin cesar do mantenerlo al galope , elevando por grados la mano de las riendas, aproximándola al cuerpo, y aun volviéndola un poco para formar un tiempo bajo suficiente á ter- minar el galope (/^^i¿?-a 11) progresivamente y no de golpe: la íiexibilidad de la parte baja délos ríñones, la parte alti del cuerpo bastante inclinada atrás, miti- gan la reacción del tiempo bajo que tiende á rechazar hacia el cuello del caballo eK asiento del ginete: las pier- nas deben conservarse muy próximas cerrándolas cuan- ta sea menester para impedir al caballo se deje caer al trote corto ; asi que obedezca , el ginete vuelve por gra- dos la mano y piernas á su posición ; pasa rápidamente del trole largo al trote corto , y de este en seguida al paso, que sostiene bien animado y reglado durante ,aN gunos minutos para dejar sosegar al caballo. Cuando el ginete lanzado al movimiento acompasada- mente sobre todo al tiempo alto, así como al tiempo bajo 4el galope, se haya acostumbrado i no sorprenderse de — 95 — este aire , se encontrará con la comodiilad y solidez ne- cesarias para pasar del trote largo al galope sin calzar los estribos, que deberán sieaipre escojerse suficiente^ mcHte gruesos para que no traqueen ; debe ejercitar- se en conseguir calzarlos y soltarlos á su voluntad al ga- lope como ha hecho al paso y al trote sin descomponer su posición , elevando simplemente la punta del, pié para introducirla en el estribo. Pasar del trote corto al galope y del galope al trote corto (marcha directa.) — El ginete de^^pues de hiber reglado un trote moderado bien sostenido, preparará con suavidad su caballo , bien ajustadas las riendas, y dejándole saborear el bocado sin detener su aire : des- pués cuando conozca que está convenientemente prepa- rado le determinará al galope, ¡nclinanlo un poco ade- lante la parte alta del cuerpo para mitigar la reacción del tiempo elevado por medio de la flexibilidad de la parte baja de los ríñones, cerrando con igualdad ambas piernas con mas órnenos viveza según la sensibilidad del caballo ; la mano un poco alta en un prií;cipio para decidir el tiempo elevado , debe ceder algún tanto y la parte alta del cuerpo volver á la posiciojí así que se ha- ya roto el galope; la mano y piernas vuelven igualmente por grados también á su primitiva. posicipn^así.qve el galope vaya resuelto. .r.^bm^q r,ú n;» a}hi oiioq Vuelve á poner su caballo al trote des^iues de ha- berle preparado , ajustadas cuidadosamente las riend?s sin cesar de mantenerle al galope, elevando por grados la mano de las riendas , aproximándola al cuerpo y v,ol- viéndola según sea menester para formar un tiempo bajo progresivo , firme y suficiente j la flexibilidad de la - 96 -- parle baja de los ríñones y la parte alia del cuerpo un poco inclinada airas , mitigím la reacción de este tiem- po que termina el galope; las piernas deben mantenerse siempre próximas, cerrándolas cuanto sea menester pa- ra impedir al caballo ponerse al paso, sin con demasiada energía para no incilarle al trote largo; así que el ca- ballo hjya obedecido , el ginete vuelve su mano y pier- nas á su posición. Las ayudas deben ser un poco mas atrevidas y firmes para pasar del trole corto al galope y del galope al trole corto, que para pasar d^í! trote largo al galope y de este á aquel, y aun deberán ser mas, aunque siempre progre- sivas, p ira pasar del [¡aso al galope y del galope al pasó/ Pasar del paso al galope y del galope al paso (marcha dii'ecta.)^El ginele después de haber reglado un paso animado bien sostenido, preparará con suavidad su caballo ajustadas cuidadosamente las riendas y de- jándole saborear el bocado sin contener su aire; des- pués cuando le sienta convenientemente preparado le determinará el galope, inclinando un poco adelante la parte alta del cuerpo para mitigar la reacción del tiem- po elevado, cerrando con igualdad las piernas vivamen- te, aunque no de gdpe , y mas ó menos detrás de las cinchas según la sensibilidad del caballo ; la mano un poco alia en un principio para decidir el tiempo elevado, debe ceder algún tanto; la parte alta del cuepo volverá á su posición , y la parte b «ji de los ríñones bien flexible desde que se rompe el galops ; la mano y piernas vienen también progresivamente á su posición. Vuelve á poner su caballo al paso después de haberle preparado , ajustadas cuidadosamente las riendas sin ce- — 97 — sar de mantenerle al galope , elevando por grados la mano, aproximándola al cuerpo y volviéndola suave- mente par.i formar un tiempo bajo progresivo, firme y suficiente; la flexibilidad de la parte baja de los ríñones, la parte alta del cuerpo un poco inclinada atr.^s mitigan la reacción de este tiempo que termina el galopo; las piernas arrimadas para impedir que el caballo haga alto, así que el animal obedezca, vuelven por grados estas y la mano á su posición. Cuanto mas vivas y atrevidas las ayudas, mas soltura de cuerpo y flexibilidad de riñones son necesarias para que el ginete no cese jamás de unirse á todos los movi- mienlos del caballo. Marchando al galope hacer alto ; y de pié firme par- tir al galope. — El ginete hace hacíf alto á su caballo marchando al galope , después de haberle preparado, ajustadas cuidadosaiiiente las riendas , elevando por gra- dos la mano , aproximándola al cuerpo y volviéndola vi- vamente, aunque no de golpe, hasta que el caballo haga alto: la flexibiliilad de los riííones , la parte alta del cuer- po un poco inclinada atrás mitigan la reacción, siempre dura, de un alto bastante firme, para forzar al caballo á plegar bruscamente los jarretes. Así que el caballo haya hecho alto, vuelven por grados la mano y piernas á su posicioii ; el ginete temblequea el bocado y acaricia á su caballo, á quien deja tomar sus aplomos habituales do descanso, lejos de exigirle una inmovilidad que prolon- garla la fatiga de un penoso alto ; observará que el ca- ballo procura desde luego para aliviar sus jarretes ten- derse hacia adelante, lo que lo indica que como ayudas sus piernas deben estar siempre arrimadas. El ginele levanta al galope su caballo desde pié firme después de haberse preparado, cuidadosamente ajustadas las riendas hasta el punto de que pueda saboreare! bo- cado, atacándole vivamente y con igualdad con ambas piernas bien cerradas, bastante atrás de las cinchas; la mano alta y firme determinará el tiempo elevado; la flexi- bilidad de los ríñones; la parte alta del cuerpo un poco inclin;ida adelante, mitigan la reacción^ siempre muy sensible, pues el caballo es forzado aunque progrosiva- mente á plegarse bastante sobre los járreles; la mano debe ceder pront imente , y la parte aUa del cuerpo vol- ver á su posición natural así que el caballo se lanza rompiendo al galope: así que galopa, las piernas y ma- no á su posición. Este ejercicio demanda el firme empleo de las mas vivas y atrevidas ayudas; es decir, que reclama á la vez la mayor energía y soltura del caballo y del ginete , y que fatiga lo bastante para no ser repetido con frecuen- cia en una misma lección. Pasar del galope al gran galope , y del gran galope al galope. — E! ginete después de haber reglado uu' ga- lope moiierado bien sostenido , preparará con suividad su caballo, ajustadas cuidadosamente las riendas, ha- ciéndole saborear el bocado sin detener el aire ; después le lanza ai gran galope, bajando la mano y cerrando las pierna.5 progresivamente: así qne el caballo haya tomad-o el gran galope, el ginete vuelve por grados las pierna?" y mano á su posición. Mmtieneel aire del gran galope temblequemdo el bocado con suavidad, dando, y tomando alternativamen- te, avisando al caballo por medio de ayudas frecuentes y — 90 — moderadas, que empleadas con discernimiento, le sos- tienen, aseguran é impiden dejarse ó enardecerse; la mano suave y ligera man teniendo las riendas cuajadas y lemblequeando el bocado; las piernas próximas, obedien- tes, libres y prontas á la suave continuidad del pliegue de la rodilla; las nalgas bien sentadus y lo mas adelante posible; los ríñones libres, sin abandono y sostenidos sin rigidez; los muslos cayendo sin esfuerzo y naturalmente ^^obre su parte plana; el cuerpo derecho ó bien un tanto mas inclinado adelante que atrás para obedecer mejor á la mesura del galope sin perjudicar la velocidad: hé aqui los medios que permiten al ginete ir siempre unido enterauíente á los tiempos mas ríí pidos del galope de car- rera lo mas largo posible, en el que el caballo emplea todos sus recursos. Después de algunos minutos de galope largo, el ginete pasa del gran galope al galope, ó contiene el aire ajus- tadas las riendas y preparado suavemente el caballo, elevando por grados la mano, aproximando las piernas y cerrándolas suficientemente cuanto sea menester para impedir que el caballo pase al trote; así que este se haya puesto á un galope moderado, las piernas y mano vuel- ven por grados á su posición primitiva. El ginete se habitúa á unirse á los movimientos del ga-' lope alargando y acortando con frecuencia este aire, cu-^- yas reacciones son en general menos rudas que las del trote: suelta y vuelve á tomar á voluntad los estribos, al gran galope cuando se encuentra con la confianza nece- saria como lo ha hecho el galope, elevando solamente la punta del pié é introduciéndola ea el estribo sin apoyar- se en él. lox uísc^: laii^j? i^hr-iícíi^ — 100 — No desperdicia ocasión alguna paca comprender bien ya el mecauistno, ya la mesura del galope, observando con atención á los caballos que pasan galopando por su inraerliacion, y reparando que en unos las eslrernidades derechas adelantan constantemente á las izquierdas, lo que ?fe llama galopar sobre la derecha {figura W); que en otros por el contrario, las izquierdas adelantan á las derechas, lo que se llama galopar sobre la izquierda {figura 12); puede convencerse del modo que su caballo galopa dándose cuenta de la reacción sensible de derecha á izquierda que esperimenta en el galope sobre b» derecha, y la de izquierda á derecha que esperimenta en el galope sobre la izquierda; debe asegurarse de esto, desde un principio, mas por el senlimieiitc que por la vista, á fin de qu^ después le basten las impresiones que esperimenta su asiento para no equivocarse. Seguidamente daremos á conocerlas ayudas que debe emplear el ginete para deter- minar el galope, ya sobre la derecha ya sobre la izquier- da; pero desde ahora ya tiene medios para impedir el galope desunido con el acorde de ayudas tal cual lo he- mos indicado en sus menores detalles. Descanso. — Después de haber echado pié á tierra, el ginete dará al caballo, que habrá ejercitado una media hora el galope, un cuarto de hora de descaaso , sin olvi- dar todas las precauciones y cuidados detallados á que han debido acostumbrarle completamente los ejercicios de las lecciones precedentes, y que son tanto mas nece- sarios, cuanto de mayor fatiga es el trabajo. Antes de ponerse otra vez á caballo, si se encuentra solo sin poder examinar á placer el galope de otro caballo, ensayará hacer galopar al suyo de mano corriendo con — 101 — él; el examen de este ejercicio le permitirá estudiar el mecanismo del aire del galope, podrá asi comprenderlo mejor y acomodarse á él con ventaja cuando vuelva á colocarse en la silla: obse-vará que el caballo galopando de mano, romperá voluntariamente el galope sobre la de- recha, es decir, adelantando las estremidades derechas, si se le lleva en la carrera de el lado de montar ó á la iz- quierda, Fo que hace anortar un poco la rienda izquierda, á pesar del cuidado que se haya tenido de tomar las rien- das bien iguales; mientras que por el contrario lo rom- perá con preferencia á la izquierda, es decir, adelantan- do las estremidades iz luierd is si se le lleva en la carre- ra del ialo esterior de montar ó á la derecha, lo que ha- ce acortar un poco la rienda derecha, á pesar del cuidado que se haya tenido de tomar las riendas bien iguales. Determinar el galope sobre la derecha (figura 11); las estremidades derechas avanzando sobre las izquier- das {marcha directa). El caballo en libertad galopa in- distintamente sobre la derecha ó sobre la izquierda cuando recorre una línea recta (marc/ia directa); pero si cesa de recorrer esta línea {marcha en todas direccio- nes) mí que se determina á volver pliega su cuerpo en sentido del arco que quiere describir, y las estremidades de hacia el centro del circulo avanzan á las de la parle de afuera, sin lo que falto de un apoyo suficiente y que su instinto le revela podría tropezar y caer; así también cuando quiere recorrer un círculo á la derecha , por ejem- plo, después de acabar de recorrerlo á la izquierda, nunca deja, estando en libertad, de cambiar sus estremidades, es decir, de galopar áobre la derecha, sobre el nue- vp,cír,culQ ,á ]^.|ierech?i.,,^de§p.ues de haber gqlo.paílo sq- — 102 — bre la izquierda sobre el antiguo círculo á la izquierda. Cuando el caballo está montado, el empleo de las ayu- das no tiene otro objeto que el de facilitar sus movimien- tos naturales, y por tiinto debe evitarse todo lo que podria contrariarlos; el ginele perfectamente unido á todos los movimientos de su caballo sentado y al trote largo, le preparará suavemente, «ijusladas cuidadosamente las rien- das y tomadas en la mano izquierda, dejándole saborear el bocado sin detener su aire; en seguida, cuando conoz- ca está convenientemente preparado , le determinará al galope sobre la derecha por medio de las ayudas, de la rienda izquierda y pierna derecha mas enérgicas, cerrando las piernas igualmente con prontitud, aunque progresiva- mente y sin golpe, li parte alta del cuerpo un poco in- clinada adelante para mitigar la reacción del tiempo ele- vado, Ctdiendo la mano que habia sido colocada un po- co alta a! principio para decidir el tiempo; la rienda iz- quierda sostenida, la derecha y pierna izquierda suficien- temente sentidas para impedir al caballo volver á la iz- quierda; los ríñones siempre muy flexibles, y la parte alta del cuerpo vu-lta á su posición asi que el ga'ope rompa sobre la derecha; la miino y piernas igualmente, así qué el caballo resuelve el galope sobre la derecha. '' **'*'^" ' Si el caballo se desune se le vuelve á unir por ef '¿'cor-- de de las ayudas y preparándole suavemente; el asiento- del ginete franco é imperturbable, las ayudas izquierdas un poco mas enérgica's que las derechas, restablecerán, asegurarán, y mantendrán el galope sobre la derecha; si el caballo rompe al galope sobre la izquierda, cuando se le pide sobre la derecha, es mas fácil para él y para el giücte volverse á poner a! trote que tratar de un cambio U'.x.„i.,.v C\..vvUv 7- "^ .£MmMi S3kL'&iíl í ^í ' 1 L — 103 — de estremidades sobre el galope; ensayará entonces de nuevo, puesto el caballo a! trote, elevarlo al galope sobre la derecha por medio de las ayudas de la rienda izquier- da y pierna derecba mas enérgicas que las que no han obrado efecto anleriormenle, pero siempre sin sacu- dimiento ni brusquedad; las ayudas izquierdas suficiente- mente sentidas pf^ra impedir al caballo volver á la iz- quierda; al asiento del ginete franco é imperturbable á pesar de la impulsión sensible que se recibirá de derecha á izquierda, y que !e indica que su caballo galopa unido sobre la derecha. Cuando se halle bien seguro de determinar con facili- dad el galope sobre la derecha , teniendo las riendas en la mano izquierda, ensayará determinnrio tomándolas con la mano derecha. Volverá á tomar las riendas en la mano izquierda para Ilevíir al caballo desde el paso pri- mero y después desde pié firme, al galope sobre la dere- cha, y ensayará mas tarde y progresivamente estas mis- mas transiciortes tomando las riendas en la mano dere- cha. En todos casos los medios que tiene que emplear son los mismos que los indicados para determinar el ga- lope sobre la derecha ; solamente es preciso proporcio- nar la vivacidad do las ayudas á la mayor dificultad de la transición, como hemos ya esplicado en detall para pasar del trote al galope, del paso al galope , de pié firme al galope, cuando dejábamos al caballo en entera liber- tad de partir al galope, fuese sobré la derecha , fuese so- bre la izquierda. Determinar el galope sobre la izquierda (figura 12); las estremidades izquierdas avanzando sobre las dere- chas (marcha directa). ^Vnláo el -ginete perfectamente á — 104 — todos los movimientos de su caballo ;, sentado y. al trote largo , le preparará suavemente , ajustadas con cuidado las riendas y tomadas con la mano derecha, dejándole sa- borear el bocado sin contener su aire ; en seguida cuan- do conozca le tiene convenientemente preparado, le de- terminará al galope sobre la izquierda por medio de las ayudas de rienda derecha y pierna izquierda mas enérgi- cas, cerrando ambas piernas iguahnente con prontitud^ aunque progresivamente y sin golpe , los riñones ilexi- bles, y la parte alta del cuerpo un poco inclinada ade- lante para mitigar la reacción del tiempo elevado; la mano que en un principio habia sido colocad_a un poco ;ilta para decidir esle tiempo , debe ceder ; la rienda de- íccha sostenida , y la izquierda y pierna derecha sufi- cipn temen te sentidas para impedir al caballo volver á la derecha : la parte alta del cuerpo vuelve á su posición na- tural así que el galope rompe á la izquierda ; igual- mente las piernas y mano por grados tan pronto como el animal galope resueltamente á la izquierda. Si el caballo se desune lo volverá á unir por medio del acorde de las ayudas y avisándole y preparándole suave- mente; el asiento del ginete franco é imperturbable, las ayudas derechas un poco mas enérgicas que las izquier- das , restablecerán , asegurarán y mantendrán el galope sobre la izquierda ; si rompe á la derecha , cuando se le pide á la izquierdí< , es mas fácil para el caballo y el gi- nete volverse á poner al trote que intentar un cambio de estremidades sobre el golpe : probará entonces de nuevo estando el caballo al trote /de elevarle al galope sobre la izquierda por medio de las mismas ayudas mas pronun- ciadas que las anteriores, pero sin sacudida ni brus- — 105 — quedad; las ayudas derechas suficientemente sentidas impedirán al caballo volver á la derecha ; el asieuto del ginete permanecerá franca é imperturbable, á pesar de la impulsión sensible que recibirá de izquierda á derecha, y que servirá para indicarle que el caballo galopa unido sobre la izquierda. Cuando el ginete esté seguro de determinar el galope sobre la izquierda teniendo las riendasrcn la mano dere- cha , ensayará determinarlo teniéndolas en la mano iz- quierda. Volverá á tomar las riendas con la mano dere- cha para elevar al caballo primeramente desde elpaso y después desde pié firme al galope sobre la izquierda ; en- sayará las mismas transiciones después teniendo las riendas en la mano izquierda ; en todos casos los medios que debe emplear son los mismos que los indicados para determinar el galope sobre la izquierda ; solamente es preciso proporcionarla vivacidad ch las ayudas á la nia- yor'diíicullad de la transición, como hemos esplicado en detall para pasar del trote al galope , del paso al galope, y de pié firmo al galope cuando dejábamos al caballo en entera libertad de partir al galope, fuese sóbrela dere- cha , fuese sobre la izquierda. No dejará de llamar la atención que determinemos el galope con unas ayudas, y tratemos después de soste- nerlo con las opuestas: parece un con traprincipio, pero no lo es en nuestro concepto , que procuraremos razonar. Como verendos mas adelante, al determinar el caballo el galope sobre la derecha, por ejemplo, rompe con el pié izquierdo , y al determinarlo sobre la izquierda con el pié derecho. Tratamos, pues, con las ayudas eocomen- dadas de dejar en entera libertad, tan lejos de retraer, — 106 — €omo lo haríamos con las opuestas , la estremidad con que va á partir ; conseguido el que haya roto con unión el aire, para sostenerlo es preciso también la mayor li- bertad en las estremidades avanzantes, que en este perío- do lo son ya las dos del mismo lado sobre que galopa, consiguiendo al mismo tiempo evitar una vuelta rápida al lado contrario. Dígasenos sino en corroboración: ¿un picador de antiguas ct-eencias, que lleva á la cuerda uní caballo , galopando por ejemplo sobre la izquierda, y se le desuno , cómo trata de volverlo á unir? con un golpe de fusta en la bragada ó codillo izquierdo; es decir, con una ayuda del mismo lado sobre el que quiere determi- nar la unión entorpecida del galope , ayuda que por otra parte se guardará muy bien de dar como el caballo vaya unido; usando solo para animarle del chasquido de la fusta por falta de medios para poder emplear las ayudas derechas. Determinar el cambio de estremidades natural é in^ dispensable al caballo que galope en circuío.— Hemos ya dicho que el caballo en libertad tiene el instinto de cam- biar de estremidades , cuando quiere volver al lado opuesto al sobre que galopa , á hn de que las dos estremi- dades que avanzan sobre las otras, encontrándose sin cesar á la parte interior del círculo, le proporcionen siem- pre un punto de apoyo suliciente para jamás arriesgarse á tropezar ó caer. Así, por ejemplo, un caballo en liber- tad galopando sobre la derecha, cambia de estremidades naturalmente y galopa sobre la izquierda desde el mo- mento que vuelve á la izquierda, como un caballo en li- bertad galopando sobre la izquierda, cambia de estremi- dades con la mayor naturalidad , y galopa sobre la dere- — 107 — cha desde el momento que vuelve ¿ la derecha. Este cam bio, pues, natural é indispensable al caballo que galopa en círculo, es el que el ginete, sustituyendo por medio de las ayudas su voluntad al libre albedrío del animal, debe aprender á facilitar en todos casos y á determinar imponiéndolo según necesite, para que el caballo no corra riesgo jamás de tropezar ó caer, aun cuando tra- baje sobre arcos de círculo lo mas reducidos posible. El ginete antes de ejecutar un cambio de galope á ga- lope, se acostumbrará él mismo á él haciendo pasar pri- meramente al caballo del galope sobre la derecha al trote largo , volviendo á la izquierda y haciéndole volyer á partir inmediatamente al galope sobre la izquierda; se- guidamente haciéndole pasar del galopé sobre la izquierda al trote largo, volviendo á la derecha y haciéndole vol- ver á partir inmediatamente al galope sobre la derecha. Estos ejercicios deben darle bastante costumbre y con- fianza bajo este concepto, para quesea inútil repetir aquí ios recursos del arte que debe con agilidad y destreza «mplear en su mayor energía. Cuando teniendo toda confianza en sus ayudas vivas y «« su asiento imperturbable, sepa juzgar de pronto so- bre qué lado galopa el caballo , únicamente por la im- presión que reciba; en fin , cuando esté seguro de ple- garse fácilmente en todos sentidos á los movimientos ser- penteados de un caballo que vuelve á la derecha, revuelve rápidamente á la izquierda y vuelve otra vez á la derecha casi inmediatamente en círculos cada vez mas pequeños; entonces, pero solamente entonces, ensayará determi- nar un cambio de estremidades de galope á galope , de la manera sjguiente: — 108 — Galopando e! caballo sobre la derecba {marcha direc- ta) el ginele, ajustadas cuidadosamente las riendas, le bará ganar terreno á la derecba; le preparará con sua- vidad ; le prevendrá por medio de las ayudas atractivas de la izquierda^ la rienda izquierda sostenida^ dejándole saborear el bocado retrayendo el bombro, la pierna iz- quierda activa, plegando el cuerpo y obligando á las ca- deras á geguir el movimiento en el momento devolver; en seguida , al mismo tiempo que acaba de determinarle á volver á la izquierda, un tiempo de parada casi imper- ceptible, la mano alta y4;is ayudas eficacísimas de la de- recba le elevan al galope sobre la izquierda. Así que el caballo se resuelve al cambio , el ginete se pliega ó mas bien se escorza á la izquierda -para unir al movimiento su cuerpo flexible, cuya parte alta se inclina un poco adelante, á fin de mitigar la reacción del tiempo elevado ; la flexibilidad de los ríñones es indispensable; la mano y piernas después de baber resuelto el galope sobre la izquierda, vuelven á su posición por grados tan pronto como el caballo galope francamente. Galopando el caballo sobre la izquierda {marcha di- recta) el ginete le bará ganar terreno á la izquierda; ajustadas cuidadosamente las riendas , le preparará con suavidad , le prevendrá por medio de ayudas atractivas de la derecba ; la rienda derecba sostenida , dejándole saborear el bocido, retrayendo el hombro, la pierna de- recba activa plegando el cuerpo, obligando á las caderas á acompañar el movimiento en el momento de volver; en seguida , al mismo tiempo que acaba de determinarle á volver á la derecha, un tiempo de parada casi imper- ceptible; la mano alta y las ayudas eficacísimas de la iz- — 109 — quierda le elevan al galope sobre la derecha. Así que ei caballo se resuelve al cambio, el ginete se püega, ó mas bien se escorza á la derecha para unir al movimiento su cuerpo flexible, cuya parte alta se inclina un poco ade- lante á fin de mitigar la reacción del tiempo elevado; la flexibilidad de los ríñones es indispensable; la mano y piernas después de haber asegurado el galope sobre la de- recha , vuelven por grados á su posición, tan pronto como el caballo galope francamente. El ginete que ejecuta con soltura, aploma y destreza, sin golpe ni dureza una cambiada de galope á galope, está suficientemente unido al caballo y comprende bas- tante la delicadeza de las ayudas para conocer que puede así en teoría eomo en práctica llegar á ser un verdadero picador. Marcha en todas direcciones al (/a/ope.— El ginete se íicostumbrnrá á esla marcha en todas direcciones al ga- lope por una progresión análoga á la que ha seguido en los ejercicios de la marcha en todas direcciones, al paso y al trote; las riendas cuidadosamente ajustadas, antes de pedir ó mandar nada al caballo; tendrá presente que el caballo que no galopa jamás en falso por línea recta, puede galopar en falso por hnea curva ; es decir, con las estremidades contrarias, y que corre tanto mas riesgo de caer , cuanto que ol círculo sobre el que galopa en falso se irá reduciendo desde el momento que se des- cuide ejecutar de intento una cambiada » igualmente In- dispensable cuando el caballovuelva hacia el lado opuesto al que galopa. Así, pues, y sucesivamente galopando sobre la dere- cha, ganará terreno á la derecha; galopando sobre laiz- ■- lio — qiiicrda, ganará terrono á la izquierda ; en el galope so- bre la derecha , volverá á la derechn ; en el galope sobre Ja izquierda, volverá á la izquierda; en el galope sobre la derecha , dará medid vuelta á la derecha ; en el galope sobre la izquierda, dará media vuelta ala izquierda; en el galope sobre la derecha, ejecutará la marcha circular á la derecha; en el galope sobre la izquierda, la marcha circular á la izquierda; en el galope sobre la derecha ga- nará terreno á la derecha para ejecutar una cambiada, volviendo á la izquierda; en el galope sobre la izquierda, ganando terreno á la izquierda , ejecutará una cambiada volviendo á la derecha; en fin , pasará de la niürcha cir- cular al galope sobre la derecha, ejecutando un cambio, á ía marcha circular al galope sobre la izquierda. La flexibilidad de los ri ñones , la caida natural de los muslos, abrazando al caballo con su parte plana, la buena colocación de la cabeza y del cuerpo , permiten al ginete disminuir las reacciones del aire y unirse á él entera- mente; cuando tenga una entern confianza en su ca- ballo y en sí, podrá ejecutar al gran galope esta marcha progresiva en todas direcciones, con la que ya se habrá ñiniiliarizado, primeramente á un galope sostenido, des- pués á un galope largo con estribos y sin ellos. Hemos dicho que el caballo galopa en íáho {marcha cir- cular) cuando adelanta las estremidades opuestas á las que caen hacia el centro del circulo; es decir, si estando este á la izquierda del caballo, adelanta sus estremidades derechas, y por el contrario si estando á la derecha ade- lanta las izquierdas. En casi todos los autores hemos visto dividir el galope en unido , desimido, falso y troca- do; unido ó en firme, es efectivamente aquel en que — 111 — adelántalas estremidades correspondientes; pero para que se llame desunido cuando adelanta el pié contrario, y en falso cuando la mano no vemos una razón poderosa sino el flujo de aumento de nomenclaturas opuesto ala claridad y concisión ; si en ambos lleva el caballo un punto de apoyo , no va enteramente en falso , y en todo caso lo mismo va en uno que en otro; por consiguiente nosotros diremos que va desunido de piéüdemaüo;y cuando efectivamente carezca de todo punto de apoyo, como sucede si adelanta las estremidades opuestas á las del centro círculo, irá verdaderamente en falso ó podrá llamarse galope en falso. Un cuarto de hora antes de volver á la caballeriza , el ginete tomará otra vez el paso para dejr.r refrescar al ca- ballo sobre la marcha ; le hará hacer alto , paso atrás y de costado, antes de echar pié á tierra. Después de ha- berle atado al pesebre , tendrá con él todos los cuidados detallados en los ejercicios de las lecciones precedentes, con los que ya debe estar familiarizado, y que la lección del galopo hace todavía mas necesarios; no descuidando nada para conocer mas y mas á su caballo y darse á co- nocer de él. Esta cuarta lección durará dos horas , de las que una al galope; deberá repetirse veinte ó treinta veces para comprenderla bien en su conjunto y en sus detalles. El ginete á fuerza de repetir al galope con estribos y sin ellos, como lo ha hecho al paso y al trote, toda especie de movimientos destinados á destruir la rigidez de los miem- bros y del cuerpo , debe haber asegurado su soltura para . ejecutar al galope del caballo todos los movimientos que podria haeer un hombre sentado ó de pié con abstracción — 112 — de las piernas , bien entendido que estos movimientos deben permitir siempre el uso inmediato délas ayudas en caso necesario. Hacia la mitad de todos estos conocimientos , cuando el gineie est,é bien seguro de su aplomo, probará darse cuenta del aire del galope comparándolo con los del trote y paso ; buscará caminos difíciles ; el caballo prepa- rado y sostenido un poco mas do la mano ch las bajadas, un poco mas de las piernas en las subidas , será puesto al trote, y aun al paso en las pendientes rápidas, asegu- rado en un galope acompasado en las sendas escabrosas; mantenido al mismo aire en toda bajada, y no alargán- . dolo sino en las subidas menos fuertes por la sola volun- tad del ginete, constantemente espresada por el acorde de las ayudas suaves y progresivas. La parte alta del cuerpo un poco inclinada aJelante acompaña y facilita el movimiento del caballo que sube ; un poco inclinada á atrás el del caballo que baja. El ginete observará que en la marcha directa al galope el caballo ha recorrido cinco 6 seis kilómetros en im cuarto de hora, lo que le permitirá hacer á este aire cinco ó seis miriámetros en dos horas y media; pero será preciso en este caso cortar esta larga carrera por dos pausas al menos de una duración tota! de dos horas; si bien por otra parte el trabajo ,. diario de un caballo rara vez llega á este límite. Antes de pasar á la quinta lección el ginete debe teneJ* entera seguridad do que puede á todos aires dirigir su caballo, en todos sentidos, con la mayor facilidad; que es dueño de él constantemente , que sabe contener, alargar, reglar todos los aires, con solo el empleo de — 113 — Jas ayudas , que puede , según necesite , hacer uso del látigo y de las espuelas, sin cesar de estar unido á todos los movimientos del caballo, sin descomponj^r su posición, coa un asiento, en fin , imperturbable en la silla. Cadencia del galope. — Durante los ejercicios de la cuarta lección , el ginete ha podido convencerse por sí mismo que las estrcmidades del caballo al golope se mueven ^acompasadamente, con grande velocidad y de una manera diagonal, no aitcrnativa, en cuatro batidas sencillas como en el paso, no en cierto modo diagonal- mente simultáneas en dos batidas dobles como en el trote, sino conservando parte de ambos aires á la vez, la pai te anterior del cuerpo rompiendo siempre la mar- cha, y dos estrcmidades laterales correspondientes, avau- zando sobre las otras dos constantemente. Las batidas sobre el suelo son , pues , en número de tres : la prime- ra sencilla, la del pié del lado avanzado; la segunda doble, la de la mano en diaconal simultánea con el pie del cos- tado avanzante; la tercera sencilla, la de la mano de este lado que avanzando sobre todas las demás estrcmidades sienta la últiniii. Así, pues, en el galope sobre la derecha; en que las estrcmidades derechas avanzan sobre las izquierdas: La primera batida es la de la pierna izquierda. La segunda batida la de la mano izquierda en diago- nal simultánea con el pié derecho. La tercera batida la de la mano derecha. En el galope sobre la izquierda, en que las estrcmida- des izquierdas avanzan sobre las derechas: La primera batida es la del pié derecho. — 114 — La segunda batida la de la mano derecha, en diagonal simultánea con el pié izquierdo. La tercera batida la de la mano izquierda. Las tr«s batidas son igualmente cadenciosas cuando el galope es regular; cuanto mas rápido el movimiento de lasestremidades, mas frecuentes las batidas; pero el ga- lope puede llegar á ser mas largo y el caballo correr con mas velocidad sin que las batidas sean mas frecuentes, solo que entonces abarcará mas terreno; también se dice que el caballo galopa sobre sí , pequeño galope acortado, cuando mueve con bastante rapidez las estremidades sin ganar mucho terreno; mientras que se llama buen corredor, que tiene el galope tendido ó largo , cuando sin mover con mucha rapidez las estremidades lleva en su carrera mucha velocidad. El airo del galope que tiene muchos grados de velüci- dad en todos los caballos, es susceptible de. una escesiva en algunos, y en este galope de los buenos corredores parece no haber mas que dos batidas, una con las manos, otra con los pies (galope llamado de térra á térra). Los caballos maestros algunas veces por el contrario, son susceptibles de un pequeño galope de cuatro batidas ó tiempos (galope llamado imloteado) , pero que parece mas bien ficticio que natural. El galope es tanto mas agradable cuanto con mayor agilidad el caballo mas ligero á la mano se eleva y cae, y tanto menos cuanto con mayor dificultad el caballo mas cargado á la mano se eleva y cae con mayor pesadez. En un tiemj)0 de galope el caballo recorre unos tres- cientos noventa centímetros de terreno , y como puede hacer ciento dos á ciento cinco tiempos do galope por — 115 — minulo, la velocidad media del galope del caóaíío pue- de ser calculada á razón de cuatrocientos metros por minuto. §. XVIII. — QUINTA LECCIÓN. §»aIto de foso y l»arrera.— Fig-iaras, aires y jueg'os de picadero. — Caballos difíciles. — Aires bastardos. Salto de foso y de barrera. — El ginete después de adquirir una suma confianza en su asiento imperturbable y en la docilidad del caballo, á cuyos movimientos debe ir flexiblemente unido en todos aires, con estribos ó sin ellis, y en toda especie de caminos, se ejercitará en el salto del foso y barrera de la manera siguiente: Foso. — El ginete escojerá en terreno llano un foso pequeño de un metro escaso de ancbura, poco profundo, y cuyos bordes eslén sólidos en terreno unido; á quince (j veinte pasos de él poco mas ó menos , pondrá su caba- llo al trote; á tres ó cuatro preparará suavemente su caballo, ajustadas cuidadosamente las riendas, dejándole saborear el bocado, las piernas próximas y con perfecta igualdiid, manteniéndole bien recto sin contener su aire: llegado al borde le decidirá á saltar el foso, cediendo vivamente con la mano , y cerrando con igualdad ambas piernas por detrás de las cinchas ; estas ayudas deberán ser bastante prontas , suficientemente justas y enérgicas, aunque siempre progresivas y sin golpe para que el caba- llo no se enardezca al salto y salte derecho ; el cuerpo del ginete se pliega ágilmente al salto del caballo por la flexibilidad de los riñones; la mano de las riendas, cuida- — 116 — dosamente ajustadas {figura 13), se eleva desde el mo- mento en que el caballo ;, vencido el salto , ha posado en tierra para sostenerle ^ aproximándola al cuerpo según sea menester; ambas piernas próximas deben permanecer bien iguales para sostenerle recto después que ha posa- do en tierra, y salir al paso. Guando el ginete haya marchado unos cincuenta pasos, dá media vuelta y se pone al trole para volver á tomar la misma distancia de quince á veinte pasos , y saltar de nuevo el mismo foso; después que de este modo ha adquirido la certeza de agilidad y docilidad en su caballo, le presenta al paso delante del pequeño foso, y prepara- do y contenido bien recto, por medio de ayudas resueltas le decide al salto ; no le presenta al galope sino una ó dos veces á lo mas, y aun no debo aventurarse á ello sino cuando está perfectamente seguro de sí mismo y de su caballo ; porque á este aire es preciso decidir y moderar el tiempo elevado, en el momento de lanzarse, y el tiempo bajo después de haber saltado , plegándose con agilidad á esta especie de sobre-salto, cuyas penosas reacciones tienden á hacer perder el equilibrio, y fre- cuentemente los estribos, ú un ginete que no tiene todo el aplomo y unión necesarios. Este escoje sucesivamente fosos un peco mas profun- dos, y de una anchura progresiva, desde un metro ó cerca de dos en terreno llano al principio , y después en un terreno mas ó menos accidentado, pero siempre sólido. JN'o se prestarla al salto un caballo presentándole delante de un foso en terreno movedizo, y cuyo borde se desmoronase bajo sus pies, y se correría riesgo de ver- le caer dentro del foso , si el borde opuesto se desmoro- — 117 — liase sin ofrecerle un punto de apoyo sólido. Siempre es uní imprudencia hacerle saltar un foso de mas de des metros de ancho, ni debe exigirse de un mismo caballo que salte mas de cuatro á cinco veces en una misma lección^ y cada vez que ha saltado bien debe animárse- le con la voz y acariciarle con la mano. Si se resiste á saltar es preciso obligarle, aplicándole vigorosamente ambas espuelas, la mano suave y ligera para empeñarle en el salto; presentarle al obstáculo sin determinarle inmediatamente á saltarlo, seria perjudicial á un caballo habituarle á escitarse; si se resiste á las mas enérgicas ayudas, y aun al castigo de la espuela, es preciso calmarle , manteniéndole perfectamente recto frente al foso ; después obligarle cuantas veces sea me- nester á que lo baje despacio y le vuelva á subir del mismo modo. Se le lleva seguidamente y se emplea el mismo media, calmando su irritabilidad, animándole á fuerza de dulzura y paciencia, en vez de desanimarle con la violencia y brusquedad , hasta que se decida á obedecer sin trabajo y á saltar francamente ; así que obedece una vez debe hablársele y acariciársele, en fin, recompensar su obediencia, sin exigirle otro nuevo salto inmediata- mente. Barrei-a,— El gineteescojeráuna barrera poco elevada, de medio metro poco mas ó menos, en terreno unido y sólido ; á unos quince á veinte pasos de ella , pone su caballo al trote ; á tres ó cuatro le prepara suavemente, ajustadas con cuidado las riendas , dejándole saborear el bocado , las piernas próximas y perfectamente iguales, conteniéndole bien derecho, sin detener el aire; llegado á la barrera , levantará su caballo , elevando un poco la — 118 — mano y cerrando un poco las piernas ; después así que el caballo se eleva, le decidirá á saltar el obstáculo {figu- ra 14), cediendo con la mano y cerrando ambas piernas con igualdad por detrás de las cinchas; estas ayudas deberán ser bastante vivas, enérgicas y justas, aunque siempre progresivas y sin golpe , para que el caballo se eleve resnelfamenle y salte derecho. El cuerpo del ginete se pliega ágilmente al salto del caballo por la ílexibilidad de los ríñones; la mano que mantiene las riendas cuaja- das y cuidadosamente ajustadas, se vuelve á elevar así que ha posado en tierra para sostenerle , aproximándola al cuerpo cuanto sea menester; las piernas deben perma- necer bien iguales para contenerle derecho, así que ha posado, y separarse al paso. Cuando el ginete ha marchado unos cincuenta pasos dá media vuelta y se pone al trote para volver á tomar la misma distancia de quince ó veinte pasos, y para saltar de nuevo la misma barrera. Después que de este modo ha adquirido la certeza de la agilidad y docilidad de su caballo, le presenta al paso ante la barrera ; bien pre- parado éste y contenido bien derecho, le levanta y decide al salto por medio de ayudas resueltas. No le presenta al galope sino una ó dos veces á lo mas; y aun no debe arriesgarse á hacerlo á este aire hasta que esté perfecia- menle seguro de sí mismo y de su caballo , porque en este caso es preciso decidir y moderar el tiempo elevado en el momento de lanzarse , y el tiempo bajo después de haber saltado, plegándose con agilidad á esta especie de sobre-salto j cuyas penosas reacciones tienden á hacer perder el equilibrio, y frecuentemente los estribos, á un ginete que no tiene todo el aplomo y unión necesaria. — i!9 — ■ Esle escoje sucesivamente barreras ó vo" s p co grue- sas, de una altura progresiva, desde mecí! metro hasta un metro poco mas en terreno llano en ua principio y después en terreno mas ó menos accidentado, pero siem- pre sólido. No se prestarla con facilidad al salto un caba- llo si el terreno movedizo se desmoronase bajo sus pies ó se hundiese después de haber sjltado; se correría ries- go de matarle y matarse con él , si detrás de la valla hubiese un foso en vez de un punto de apoyo sólido. Es siempre una imprudencia hacer saltar á un caballo una barrera ó vallado de mas de de un metro y medio de aliura; es preciso no exigir de é! que salte mas de cuatro ó cinco veces en una misma lección , y cada vez que haya saltado bien se le debe animar con la voz y acariciarle con la mano. Si se resiste á saltar, debe obligársele con ambas es- puelas vigorosamente , la mano suave y ligera para em- peñarle ; presentarle al obstáculo sin determinurie inmediatamente á salvarlo; seria infaliblemente perjudi- cial á un caballo habituarle á escitarse ; si resiste á las mas enérgicas ayudas y aun al castigo de la espuela, es preciso calmarle, manteniéndole perfectamente recto frente al obstáculo; después obligarle cuantas veces sea menester á pasar por cerca de él, llevándole á fuerza de dulzura y paciencia , no desanimándole con la violencia ni la brusquedad; decidiéndole, en fin, á obedecer y á saltar resueltamente; asi que ha obedecido una vez, hablarle, acariciarle, en íin, recompensar su obediencia sin exigir un nuevo salto inmediatamente. En los saltos de foso y barrera conocerá el ginete que solo á fuerza de soltura en el cuerpo, y sobre todo 9 — 120 — <3e flexibilidad en los ríñones, es como llega al punto de soportar sin la menor descomposición de su asiento en la silla la reacción de tales movimientos, en los que el caballo desenvuelve la mayor energía. Figuras, aires y juegos de ficaáero. — Hemos evitado de intento en nuestras lecciones, no el empleo real de las figuras do escuela, sino las denominaciones, combi- naciones y repeticiones forzudas de las figuras de picade- ro, cubierto ó descubierto , en que m.uchos discípulos aprenden á la vez una misma lección. Sabíamos por esperiencia que esta repetición monótona de unas mismas figuras ejecutadas maquinalmente en una misma lección por caballos obedientes, aun sin necesidad de ayudas á la voz del picador , lejos de despertar y sostener la atención del discípulo la fatigaba ; hemos tratado de hablar, no á la memcria, cargándohi de una nosnenclatura estéril de términos de equitación, mas bien á la inteligencia del ginete, para liacerle comprender los medios que encierra el arte para adquirir progresivamente un asiento imper- turbable y dirigir con comodidad un caballo en todos sentidos, á todos aires , en toda especie de caminos , sal- vando todos los obstáculos que no sean insuperables. En este concepto nos fiemos esforzado por todos los medios que han estado á nuestros alcances en suplir cuanto es posible el ejemplo del maestro con el desarrollo completo de una lección verbal en todos sus detalles. Si, como esperamos, hemos sido comprendidos del discípulo , si nuestros ejercicios progresivos le han llegado á ser de una práctica familiar, él por sisólo puede ejecutar con facilidad y precisión sobre un caballo instruido las figuras, los aires y los diversos juegos de — 121 — picadero , cuyas descripciones relegadas puede leer en el vocabulario que termina este Manual ; y por otra parte, en las lecciones de la escuela militar encontrará la serie habitual de las figuras de ejercicios en práctica todavía. En cuanto á las figuras complicadas, á los altos aires y ú los juegos en cuadrilla de las antiguas carreras, no podemos pasaren silencio que esas farsas feudales en que se abusa déla docilidad, de los ríñones y jarretes del ca- ballo, atestiguan mas bien la ignorancia y ociosidad caballeresca, que el conocimiento y útil empleo del arte de la equitación; añadiremos á esto que los hombres y los caballos dando vueltas entregados á ser la diversión del público, confirman mas el abuso que la perfección del arte y los progresos de la civilización. Caballos difíciles. — Hasta aquí hemos hablado tan solo de caballos dóciles y bien ens Miados, obedientes á las ayudas sin repugnancia, y aun apresurándose á obe- decerlas; tales son seguramente los que el discípulo ha debido montar exclusivamente en todas sus lecciones; pero al presente es ya bastante hombre de á caballo para reducir á la obediencia á caballos difíciles, denomina- ción general que comprende todos los cabullos que se de- fienden, sea para no dejarse montar, sea contra las ayu- das; por lo demás la defensa en los caballos jóvenes pro- viene casi siempre de ignorancia ó debilidad, á veces de una conformación defectuosa, muy rara vez de un ca- rácter malo; en todos casos cede fácilmente á los cuida- dos y á los ejercicios progresivos de una educación que desarrolla á la vez en los potros la inteligencia y la fuer- za, la destreza y la docilidad. En un capítulo especial — 122 — trataremos de esta euucacion razonada con todos los de- talles que reclama, y nos limitaremos á esponer aquí los medios mas eficaces para que un gincie instruido por nuestras lecciones precedentes pueda siempre montar^ mantenerse y dominar aun caballo dilicil- Es preciso ante todo decir que los caballos no llegan á ser completamente resabiados ni de una obstinación peligrosa, sino cuando han sido mal tratados, mal ins- truidos y mal conducidos; la dulzura en las preparaciones, dejándoles saborear el bocado, la igualdad de las riendas, el empleo del íilete para la Hexion del cuello, la energía progresiva de Ins ayudas, el rigor del castigo, el acíractivo de la recompensasen medios infalibles, siempre que se los emplee con discernimiento y continuidad, de hacer entre- garse al caballo uias difícil á la mano y piernas de un hombre de á caballo hábil y de paciencia, impertubable siempre en la silla. Entiéndase bien para lodo lo que sigue que el ginete no deberá ejercitarle de pronto en vencer siüo la mas débil defensa y la menos obstinada de los caballos me- nos difíciles; y que no se comprometerá á montar caba- llos resabiados, sino cuando haya adquirido suficiente confianza para no teíner ninguna resistencia y poder impedir que llegue á ser peligrosa. Así, pues, comenzará por habituarse á aplacar con dulzura al cabnllo que se defiende sin cólera; después adornar progresivamenle ca- ballos impacientes, porfiados, irritables de mas á mas di- jícites y obstinados, cuyas defensas habituales vamos á diir a conocer, espresando los medios mas eficaces de preve- nir cada defensa, do prepararla, impidiendo venga á ser peligrosa; por último, de lograr hacerla cesar poco á poco. — 123 — El giriete que quiere montar un caballo dificÜ para someterle, debe ante todo asegurarse que está convenien- temente ensillado y embridado, sin cosa alguna que pue- da contribuir á ocasionarle la menor impaciencia. Es bueno también bajo este concepto tomar algunas precau- ciones en los arneses, cuyos detalles vamos á pre- cisar. Una sobrecinclia sólida para mantener la silla en caso de romperse las cincbas; una cadenilla ó falsa barbada pora impedir al caballo armarse contra el efecto del bo- cado, apoderándose de una de las camas, sea con los la- bios, sea con los dientes, son precauciones sulicientes ; y diremos mas, las únicas tan solo que tomar, porque to- da otra adiccion á los arneses es inútil y puede llegar á ser perjudicial. La falsa cadenilla de cuero ó de metal une simplemen- te la milad de la barbada ácada cama del bocado. El empleo del íilete descansa la mano del ginete y re- fresca la boca del caballo^ cuando la embocadura partida del íilete obra, debe entenderse que la del boc;.do cesa. Nunca debe aquel desasirse del íi'ete; la mano que lo tiene se coloca por bajo de la que tiene la brida. Si es bueno siempre que el ginelo conozca su caballo y se baga canocer de él antes de montarlo, viene á ser «na necesidad cuando el caballo es difícil; el ginete de- berá en este caso darle por sí mismo paja antes de ensi- llarlo y embridarlo, lo que hará también por sí mismo €on el mayor cuidado y sin omitir ninguno de los deta- lles cuya práctica deben haberle hecho familiar las leccio- nes precedentes, para que la silla y brida estén bien co- locadas y por ningún estilo dañen al animal. El por sí — 124 — propio le conducirá al terreno donde le haya de montar, y le hará seguidamente tener de mano por el hombre que Iiabitualmente le cuide, para pasar á asegurarse de la solidez de todas 1;ís partes del arnés, de su ajustamiento conveniente, del buen estado del herrado y conocer las defectuosidades que en su conformación pueda presentar el caballo. Durante este examen le hablará con halago, le acariciará andando alrededor de él con prudencia, pe- ro sin oscitación; después de haber fijado sobre sus ojo& colocado enfrente, una mirada prolongada, poderosa por su fijeza, le mostrará el látigo sin castigarle con él, pero intimándole con su severa mirada. Si el caballo permaneciese tranquilo, le recompensará acariciándole con la mirada , con la voz y con la mano; sí manifiesta impaciencia, producida por mala voluntad, probará imponerle con las miradas , la voz y el gesto; si cree necesario castigarle con el látigo, debe hacerlo sin cólera; observará sus movimientos de orejas, que como en un principio digimos, viene á ser el lenguaje del ca- ballo; en fin, nada descuidará para conocer el cab;dlo y hacerse conocer de él, para prevenirle con dulzura, para calmarle con sangre fria, sin irritarle janíás por la brus- quedad, y para dominarle por la fascinación de la mira- da, la severidad de la voz y el castigo sin cólera. Defensa contra el montar [figura lo). — Si el caba- llo se muestra dificil para dejarse montar cuando el gi- nete se presenta por su izquierda, debe éste acercarse á él sin recelo por la derecha , meter sin oscitación el pié derecho en el estribo, elevarse sobre él lentamente; y desde el momento que llegue á colocarse en la silla lige- ramente y sin golpe, hablarle y acariciarle, como para — 125 — recompensar su obediencia : después de haberle calmado })arado , preparándole con dulzura le hará marchar al paso algunos instantes; hará alto, y echará pié á tierra por la izquierda, hablándole y conservando el pié izquier- do en el estribo para volver á tomar la silla inmediata- mente; no olvidará recompensar al caballo si no resiste; exigirá de él muy poco en un principio, una vez en la si- lla, para hacerle comprender la sinrazón de su defensa. Si el caballo se empina, si se sustrae á la obediencia lan- zándose bruscamente hacia adelante, hacia atrás ó hacia un lado, si cocea á la bota , en fin, si su defensa contra el montar ofrece algún peligro , se le hace cojer de ma- no, para fijarle, por el hombre que tiene costumbre de cuidarle, cojiéndole de las riendas con la mano izquier- da á la inmediación de la boca , y apoyando la derecha sobre el estribo; se le monta por la derecha {figura 15) para echar en seguida pié á tierra por la izquierda , da- dos algunos pasos, conservando el pié izquierdo en el es- tribo para volverse á colocar en la silla inmediatamen- te. Este medio general es casi siempre de un efecto efi- caz, y entrega prontamente al caballo diíicil para dejarse montar. La movilidad, la impaciencia, la prontitud á par- tir se corrigen con la dulzura, la sangre fria y la pacien- cia del ginete. Observemos aquí que la dureza de la mano, el sacudi- miento délas riendas, el castigo y rasguño de las espue- las, que tocan la grupa, el golpe de una caida brusca so- bre la silla, y los golpes de talón que son consiguien- tes á ella, son las causas habituales de las defensas que el caballo mal colocado, y sin estar contenido por las rien- das cuidadosamente ajustadas, opone al montar. — 126 — Cesando estas causas, bien pronto, y en muy poco tiempo cesará el efecto. No olvidemos jamás que tenien- do menos fuerza de volunínd ei animal que el ginete, aquel cede inevilnbiemente y se somele al picador de calma y de paciencia, que usando con discreción de dul- zura y de severidad, emplea de una manera progresiva y continua los numerosos recursos del arte de la equi- tación. Defensas contra las ayudas (figura 16). — líl ginete tendrá siempre la vista íija en las orejas del caballo diíi- cil que monta; su brusca inclinación le prevendrá de la intención de una defensa; estar-i siempre en guardia; el Q^o alerta; la mano y piernas dispuestas para no ser sor- prendido por ningún movimiento brusco; y téngase para siempre presente, que el casti¡|¿o debe seguir á la falta, y no adelantarse; entendiéndose igualmente, que así que el caballo se muestre obediente es preciso animarle con la voz y con la mano, y no obligarle sino poco á poco. Si el caballo después de bien colocado y ligeramente preparado resiste á las ayudas que le llevan hacia ade- lante, sin moverse, sin emplear ninguna otra defensa que la do una impasible inmovilidad, volverá el ginete á su posición por grados la íuano y piernas; preparará con suavidad al caballo , temblequeanilo el bocado para ha- cérselo saborear, buscando la flexibilidad del cuello por el empleo del filete {figura 16) ; así que sienta ai caballo en la mano y en las piernas ensayará hacerle partir ha- cia adelante, sin golpe, por medio de ayudas mas vivas que las que no han obrado ,* si aun resiste colocada otra vez la mano y piernas en su posición, soltará los es- tribos para abrazar mejor al caballo, á quien obligará de — 127 — nuevo preparándole y animándole con la voz hasta que saboree el bocado; probará entonces determinarle hacia adelante por medio de ayudas mas vivas y enérí^icas, estimulándole con el látigo por medio de ligeros golpes en la espalda. Si el caballo no se mueve de su puesto, vueltíis la mano y pierna á su posición, se Te conten- drá algunos instantes en su posición de reposo, em- pleando el filete para la flexión del cuello ;intes de vol- verle á recojer, con una preparación que activará con una palabra breve y severa; después, en lin, le atacará con las mas vivas y enérgicas ayudas; y si aun se resis- te, redoblando la calma y vigilancia del ginele, le casti- gará vigorosamente con ambas espuelas, atacándole las espaldas con latigazos hasta que el caballo se decida á obedecer. Si en vez de resistir con una completa inmovilidad á las ayudas que le llevan hacia adelante, recula, cocea, ?e empina, manotea, bota, procura escapar por algún lado, trasportándose, para evitarlas, con saltos de carnero, el ginete conserva toda su sangre fria para emplear con inteligencia los medios que vamos á detallar, y que han de servir para reducir, con un resultado progresivo, esta resistencia, que debe confiar poder hacer ces;ir domi- nando la caprichosa y vieja porfía del animal con la fir- me perseverancia de su voluntad de hombre. Si el caballo recula, que se contente con dirigir bien derecho este reculamiento afectado, dando y lomando continuamente, empleando el filete para que saboree el bocado: las piernas igualmente próximas. Cuando el ca- ballo indique su empeño en cesar de recular, que le man- tenga el ginete preparado y le fuerce á mantener el recu' — 128 — lamieiilo algunos pasos mas; soltados los estribos, para abrazar mejor al caballo, que le haga hacer alto con sua- vidad, le mantenga en reposo siempre preparado, y co- locado derecho; y después, en vez de partir hacia ade- lante, que le determine aun á recular. Esi seguida un nuevo tiempo de alto, que le prepare y que trate de ha- cerle salir adelante por medio de ayudas atractivas y sumamente suaves, y el caballo obedecerá; si persiste en su defensa, y á pesar déla energía délas ayudas quisiere aun recular, comience de nuevo el gincte á obligarle a ello, castigándole con el látigo y las espuelas. El caballa mas tenaz se entrega así por medio de algunos recula- mientos forzosos y mas ó menos prolongados. Si el caballo rehusa avanzar, coceando^ cuando las ayudas se lo piden , que el gincte enderece la parte alta del cuerpo , que asegure la mano de las riendas^ que la aproxime al cuerpo , la eleve y vuelva según sea menes- ter para poner alta la caheza y enderezar el cuello ; pre- parado así el caballo cesará de cocear, y el ginele vol- verá por grados la mano y piern'^^s á su posición , em- pleando el filete para dejar saborear el bocado y hacer la flexión del cuello. Se pide de nuevo la salida después de haberle proparado , las riendas cuidadosamente ajustadas hasta el punto que pueda saborear el bocado; los estribos sueltos para abrazar mejor al caballo , estimulándole con algunos golpes de látigo en la espalda; previene el cocear sobrecargando cuanto posible sea las piernas del caballo, teniendo las riendas sostenidas para aligerarle de adelante. Si el caballa rehusa avanzar, encabritándose , cuando las ayudas se lo piden, que el ginete incline muy poca — 129 — hacia adelante la parte alta del cuerpo ; que temblequee el bocado bajando la mano de las riendas , conservándo- las flexibles; que cierre enteramente las piernas , sueltos los estribos para abrazar mejor al caballo y levantarle de atrás; conseguido esto, el caballo cesará de encabritarse, y entonces el ginete volverá por grados las piernas y manos á su posición , empleando el filete para dejar saborear el bocado y tlexion del cuello. Le pide de nuevo salir, después de haberle preparado , cuidadosamente ajustadas las riendas , estimulándole según sea menester por algunos latigazos en la grupa; previene la empinada, sobrecargando cuanto posible sea la parte anterior, y cerrando enteramente las piernas para conmover la pos- terior. Si el caballo se obstinase , se vuelve á comenzar imperlurbablemente por el mismo medio , que por una energía progresiva concluirá por impedir que el caballo se encabrite. El castigo de las espuelas no debe emplearse sino en último estremo , y siempre en el momento que el caballo empiece á lenvatarse. Guando se ataca con las espuelas al caballo que co- mienza ó levantarse , es preciso tenerle suficientemen- te cu la mano para impedirle salga con una punta, es decir, lanzándose bruscamente hacia adelante. Si se atacase vigorosamente con las espuelas á un caballo encabritado, que se mantiene derecho, se correrla riesgo de caer hacia atrás: el caballo cae hacia atrás , por muy sólidos que sean sus jarretes, cuando la sobrecarga de la parte posterior viene á ser muy considerable , y la posición de la anterior y la del ginete demasiado sepa- radas hacia atrás de la vertical , de modo á impedir que -- 130 — h\ fuerza muscular pueda rcslablccer hacia adelante el equilibrio de la masa. Si el caballo ¡^atea y bota rehusando avanzar cuando las ayudas se lo piden , que el ginete vuelva por grados á su posición la mano y piernas, empleando el filete, para dejar saborear el bocado y flexión del cuello ; que se contente con mantener al caballo recto , y en su sitio algunos instantes; sobre todo, que no le permita salir adelante por su querencia propia , sin haber sido solici- tado por l;is ayudas. Después de una parada suficiente, calmado y en reposo el caballo, que le prepare, y que pruebe sacarle adelante , sueltos los estribos , para abrazarle mejor, por medio de ayudas francas y muy suaves; el caballo obedecerá inmediatamente si es solo cosquilloso ; si persiste en su defensa , y á pesar de la franqueza de las ayudas volviese á comenzar á palear y botar, que el ginete le mantenga recto y sin moverle del puesto bástanle tiempo. Después de esta parada forzada, calmado y en reposo el caballo, que le prepare y decida á salir adelante por medio de ayudas fr?íncas, vivas y enérgicas, estimulándole lo necesario con'el látigo sobre la espalda. El caballo mas inquieto sobre el terreno , se entrega así por medio de algunos tienipos de paradas forzadas, mas ó menos prolongadas , y por la franqueza de las ayudas. Pío debe emplearse el castigo de las espuelas sino en defecto de todo otro medio, pero dado el caso, con un rigor inexorable; porque si los caballos que patean son los mas dispuestos á ceder á la dulzura , son también á los que mas irritan los castigos.. Si el caballo trata de evadirse con saltos de carnero ó saltos de costado, rehusando avanzar cuando las ayu- — 131 — lias se lo pidan , que el ginele, antes de todo , procure mantenerle recto en su sitio ; si prepara suficientemente la porte anterior, para prevenir é impedir cocee, si le contiene con bastante igualdad en las piernas y mano para prevenir é impedir el salto de costado , si la mano dulce y temblequeando el bocado tiene las riendas bás- tanle cuidadosamente ajustadas y bastante cortas, bien pronto el caballo estará en calma y reposo. Después de ima parada suficiente ensaye el ginete sacarle adelante con ayudas mas pronunciadas, sueltos los estribos, para abrazarle m'\jor; a la misma defensa, que oponga cons- tantemente el ginete los mismos medios , el uso del filete para dejar saborear el l)Ocado y la flexión de cuello; las ayudas muy francas de mas á mas vivas y enérgicas, re- doblando según sea menester los latigazos en ios espal- das, no baciendo sentir el castigo de las espuelas sino á último recurso, y el caballo concluirá por entregarse. Si el caballo se levanta alropollándose ordinariamenl • á esta defensa , despu^'S de baber empleado inútilmente todas las otras contra las ayudas que le piden salir ade- lante , que la mano se mantenga dulce y temblequee las riendas , usando del filete para contener y dejar saborear el bocado ; que baga la Ilexion del cuello; que las piernas se mantengan iguales, y mas bien cerradas que acerca- das, contentándose el ginete con dirigir recto esta niár- clia fantástica y mantener al mismo grado su aire; em- plea según necesite toda la energía de las piernas , el estimulante del látigo y el castigo de las espuelas para tbrzar al caballo á continuar el gran galope cuando indi- que deseo de contenerlo. La vista alerta , la mano y las piernas prontas, Jlexible y en guardia contra toda parada — 132 ^ Lrusca, contra todo desvío ; prolonga esta carrera direc- ta hasta que conoce que el caballo , entregado entera- mente á la mano y las piernas, rompe voluntariamen- te la marciía circular ó las conversiones sucesivas á la media vuelta , por cuyos medios le forzará á volver al punto de partida, pasando rápidamente del gran galope al galope, y del galope al trote para llegar al paso, lia- ciendo alto en el punto mismo donde se ha levantado; sin dejarle sosegar, que le prepare y le saque adelante al paso por medio de ayudas trancas ; el caballo obedecerá. Si persiste en echarse á las piernas y se levanta de nue- vo, que una nueva carrera mas larga que la primera, man- tenida al mismo aire y dirigida del mismo modo, le fuerce á volver al punto de partida; la repetición de este medio sin otra alguna corrección hasta la completa obediencia, entrega iníalibleniente al caballo casi inmediatamente. Si el caballo sobre la marcha preptira alguna defensa, oi ginete, prevenido por ia acción de las orejas, no le de- jar¿i tiempo de lomar posición para armarse contra las ayudas: con todo caballo difícil el ginete debe ir siempre en guardia, porque toda sorpresa tiende á hacerle perder el asiento, y solo se paraliza el efecto peligroso de esto con una entera ficxibilidad de los ríñones , una igual y fuerte presión de las rodillas, y la suavidad de la mano. Si el caballo es espantadizo, solo á fuerza de paciencia y contemplación podrá corregírsele de sus escitaciones y temores, haciéndole acercarse progresivamente al ob- jeto que le causa espanto, calmándole , disipando su in- quietud, acariciándole asi que se tranquiliza , dominán- dole constantemente por la energía gradual de las ayu- das, sin emplear jamás el castigo. Si el ginete, después — 133 — de bien penetro.do de los principios que acabamos de es- poner, ha adquirido concienzudamente práctica en todos los detalles de ejecución, no tendrá que temer sorpresa alguna del caballo mas dificil, que sabrá bien pronto do- minar, haciémlole abandonar constantemente sus ardi- des y resistencia animales, que se reducirán todas en de- finitiva á las que acabamos de describir. Aires bastardos. — El solo que se aproxima á paso es la andadura: los que menos se separan del trote ó del galope son el imsitrote y 'portante. Estos aires, aunque ficticios en general, son^ sin em- bargo, á veces naturales á los potros; pero no exijen ni mucha soltura en los riñoncs del animal, ni gran flexibi- lidad en los miembros, que parece arrastra m;isbien que tira hacia adelante. Así, proscriptos de la escuela por los picadores, como defectuosos, han sido desde tiempo inmemorial nlabados por los chalanes, que han decorado con el nombre de caballo de aires al cabalio que los po- see, y que emplean con preferencia en su servicio per- sonal, diciendo que son dulces para la silla y duros para el trabajo. Lo que no admite duda es que estos aires baslardos marcan su marciía por la pista allornativa de cada bípe- do lateral, de suerte que solo tienen dos butidas, cuyo apoyo, siempre lateral, es mucho menos sólido que el apoyo diagonal suministrado por las batidas de los aires nobles, aun cuando sean defectuosos , como en el paso levantado, ó entre-paso, trote (3 galope desunido. Los; caballos arruinados toman voluntariamente la costumbre de los aires bastardos, que la falta de fuer- zas hace siempre peligrosísimos al ginele. CAPITULO YÍI. Calíallo de silla. — Escuela militar. [Lámina cuarta.) §. XIX. — OBSERVAClOiNES SOBKE LA PROGRESIÓN DIFERENTE DEL TRARAJO DE LAS ESCUELAS CIVIL Y MILILAR. — PI- CADEROS CUBIERTOS Y DESCUBIERTOS. — CAMPO DE MA- NIOBRAS. Observaciones sobre la ¡rrogresíou diferente del tra~ bajo de las escuelas civil y militar. — Los principies de !a equitación militar son los mismos que los de equita- ción civil. Creemos^ sin embargo, deber entrar aquí en algunas csplicaciones sobre las diferencias que se encon- trarán en cslí Manual entre el texto de nuestras lec- ciones de la escuela civil, y e! texto oíicial de las lec- cionps de la escuela militar , estracto del Reglamento táctico de caballería de 25 de setiembre de 1847. Creemos primeramente perjudicial para la perfecta ílexibilidad del cuello, de que por otra parte la escuela militar nada nos dice,, el terminante mandato do entrar sieiDpre por la izquierda á echar el pienso al caballo; y esta es en nuestro concepto la causa porque todo caballo de tropa se encuentra entablado tx la izquierda; raro es el que no adolece de esta falta : porque de ello dimana también el que el ginete en todos casos y para todas oca- siones se haya habituado á entrar á cuidar á su caballo por el lado izquierdo. — 135 — • La posición del giiiele antes de montar cojiendo con la mano derecha la crucera formada por la muserola y montante izquierdo, ninguna ventaja Je proporciona para poder ejercer acción de mando sobre el caballo; no hay correspondencia de báscula ni efecto de contra-golpe, y el caballo por su mayor fuerza es dueño también de su voluntad: si no es adaptable la posición que nosotros en- señamos en la escuela civil para e! ginete militar , seria preferible la de cojer las riendas del bocado por la in- mediación de la boca, adquiriendo así todos los medios de acción de que dispone el hombre á caballo. Para acostumbrarse antes de todo á los movimientos del caballo, el ginete civil, calzados los estribos, tiene la brida en una sola mano, la izquierda en un principio; mientras que el ginete militar;, soltados los estribos, tie- ne una rienda del bridón en cada mano; después que se une mejor á los movimientos del caballo, el ginete ci- vil se ejercita en soltar á su voluntad los estribos, y te- ner la brida indistintamente en una y otra mano, sir- viéndose según sea menester del fdete, mientras que el ginete militar aprende á calzar los estribos, y á tener la brida en la mano izquierda solamente, usando del filete con la mano derecho. Espongamos, pues , en pocas palabras los motivos teóricos y prácticos que nos han determinado á seguir esa marcha diferente. La táctica, no permitiendo calzar en un principio los estribos, da á conocer que su objeto es habituar al re- cluta á aflojar ios muslos suficientemente para abrazar mejor al caballo, volviéndolos sobre su parte plana; á no levantar las rodillas, cuyo pliegue debe quedar unido; 10 — 136 — á dejar caer naturalmente las piernas sin apoyo sóbrelos estribos. ¿Pero se consigue esto por el medio práctico, soltados los estribos, ejecutado con la exactitud militar? No lo eremos así, y la esperiencia ha hecho nacer nues- tras primeras dudas bajo este concepto. El recluta, sin estribos, tiene mas miedo de caer que con ellos; y este temor, que paraliza su inteligencia, crispa sus miembros, los rinones pierden su flexibilidad, los muslos lejos cíe Aojarse y volver su parte plana, se cier- ran con esfuerzo; abre las rodillas, que levanta, y su ri- gidez se comunica alas piernas, que se estiran hacia ade- lante; el conscripto fuera del asienlo, se agarra penosa- mente á la silla y á las riendas; el aplomo desaparece, la caída viene á ser eminente, el temor crece y la lección no aprovecha nada. Si al recluta se le ha acostumbrado á montar en pelo, se confirma en sus posiciones derren- gadas y emplea sus piernas para agarrarse á la silla, sin cuidarse du las ayudas^ que desconoce enteramente, cuan- do se le manda en seguida tomar los estribos. Los estribos calzados^ por el contrario, aseguran ente- ramente al ginete aprendiz; el punto de apoyo que to- mará en ellos, quizás accidentalmente, para restablecer su buen asiento en la silla no acarrea inconvenientes ni riesgo, cuando los estribos eslán algo largos de perjudi- car en nada absolutamente la posición natural de los muslos y piernas, y cuando algo cortos, de alterar en lo mas mínimo la unión del plie¿?ue de las rodillas, ó estirar hacia adelante la pierna; se establece la confianza, se conserva entera la inteligencia, se aligeran los miembros, el hombre se coloca bien en la silla , la libertad de las ayudas es completa , los pies pueden soltar y volver á lo- — 137 — mar los estribos, sin en nada descomponer la posición del cuerpo , de los muslos y de las piernas. La táctica, mandando tener una rienda del bridón en cada mano , deja conocer que su intención es: acostum- brar al recluta á preseutar á la misma altura los hom- bros , sin rehusar uno mas que otro , manteniéndose cua- drado en la silla; á cuidar de la boca del caballo, por el efecto dulce y sencillo de la embocadura partida , aun cuando las riendas estén con fuerte y desigual tensión, no haciendo obrar cada una de ellas mas que en una parte del bocado, sobre la barra inferior de su lado , sin báscula ó contra-golpe sobre la barra superior del lado opuesto. ¿Mas , se consigue este objeto por el medio prác- tico , una rienda en cada manOj ejecutado con la exacti- tud militar, aunque modificado por el cruzamiento de las riendas en una sola mano? Tenemos la convincion con- traria. El recluta, una rienda en cada mano , tiene casi siempre las riendas desiguales y con demasiada ten- sión ; ajustarías convenientemente viene á ser cosa larga y diíicil ; no pudiendo cada una de las manos por sí sola sentir si el caballo saborea el bocado , queda impune- mente dura y pesada , los codos se pegan al cuerpo con contracción ó se destacan de él del mismo modo ; los pu- ños soldados á los brazos que van hacia adelante, endu- recen el cuello del caballo en vez de hacerlo flexible; los hombros se redondean , los riñones pierden en flexibili- dad, las ayudas se hacen imposibles, el caballo obedece mal , se desordena y se cuartea; lodos estos inconve- nientes se complican mas cuando falto de estribos , el gi- nete se agarra con las manos á las riendas, con las rodi- llas á la silla. Por último, es preciso después que el re- — 138 — cluta llegue á montar con brida; entonces, ¡cuánto tiem- po perdido ! porque es un nuevo trabajo que empezar; nuevo ejercicio para la posición de la mano, que una vez contraída por la dureza, con dificultad llega á ser suave y ligera; nuevo estudio del bocado de una sola pieza que bascula por la tensión mas fuerte de una de las riendas, produciendo de este modo á veces el efecto inverso que desea el ginete, acostumbrado á servirse del bridón de embocadura partida. Las riendas en una sola mano^ por el conlrario impi- den al ginete aprendiz buscar en ellas un punto de apoyo; rara vez van desiguales; se ajustan fácilmente; se con- servan del mismo modo; acostumbran á la mano ligera y suave á dejar saborear el bocado con la flexión del cuello; el caballo obedece bien ; se coloca en orden recto ; se pre- para con la mayor facilidad: cuando pasan de una mano á otra este ejercicio fácil no exige ningún estudio nuevo, y el uso del filete llega por sus pasos contados. Tampoco existe conformidad en la combinación de las ayudas; las razones que para separarnos tenemos las es- pusimos ya al tratar de estas. Picaderos cubiertos y descubiertos. — Campo de ma^ wio6ras.— Un rectángulo de cincuenta asésenla metros de largo , sobre quince á veinte de ancho , formado por paredes de apoyo de unos seis metros de altura , sopor- tando una armadura ligera y elevada de doce á quince metros del suelo , forma un picadero cubierto en el que pueden trabajar en dos filas veinte ó veinte y cinco gi- netes. Estas proporciones no tienen nada de absolutas: se considera solamente como favorable á las maniobras la — 139 — figura rectangular que tenga de ancho como un tercio de su largo. Por otra parte , cuanto mayor el rectángulo , mayoría línea recta que el caballo podrá recorrer, y esto siempre es una ventaja ; por eso el picadero descubierto, cerrado por una pared sencilla de dos á tres metros de altura, tiene siempre dimensiones considerables, y por eso se es- coje el coso ó campo de maniobras de la mayor eslension posible. La parte interior de la pared cercante debe ser de una altura de uno á seis metros, guarnecida de tablo- nes unidos y de carrasca , formando escarpa del cuarto al quinto (tres á cuatro decímetros de base sobre doce á quince de altura), suficiente para que la pierna del ginete no pueda frotar, aunque el caballo se cierre cuanto pue- da contra aquella. Igual motivo impide toda moldura á vuelo, todo ángulo saliente; y esta disposición debe en- tenderse alcanza basta á la altura á que el ginete pueda llegar á consecuencia de los botes mas elevados del ca- ballo. Las luces deben traerse de bástanle altura para que no lleguen directamente á la cabeza del caballo ni sobre la vista del ginete; deben ser abundantes para alumbrar y airear convenientemente al picadero. La entrada sufi- cientemente alta y ancha, para que puedan pasar por ella con comodidad de frente dos ginetes á caballo , se cons- truye en medio en uno de los lados pequeños. Letras de marca designan , para facilitar la regularidad de las figu- ras del picadero , los centros de los lados mayores y me- nores. El suelo debe estar cuidadosamente nivelado de tierra — 140 — salitre batida y cubierta con una capa de mezcla de arena, serriny cagajoDcs , regándole ligeramente para sentar el polvo. Cuando las pisadas del caballo le ban puesto dema- siado duro, se le remueve y nivela de nuevo, preparán- dole de la misma manera. Demasiado seco levanlaria un polvo incómodo y nocivo á la respiración ; demasiado bú- medo tendría el inconveniente de esponer á los caballos á resbalones peligrosos. Una galería ó tribuna para los espectadores, un cuarto donde puedan encerrarse los útiles y utensilios del pica- dero son accesorios que se preparan convenientemente de esta manera: colocada encima de la entrada, la tribu- na está sostenida por cada lado por dos paredes diviso- rias, formando dos departamentos; el uno encierra la es- calera que dá subida á la tribuna y el otro los útiles y utensilios del picadero. |. XX. — COLOCACIÓN DE LAS PRENDAS DE MONTURA, EQUIPO Y AUM AMENTO, EN EL CABALLO (l). Colocado á retaguardia de cada caballo el total de prendas que componen la montura, equipo y armamcn- (1) Además de los accesorios de la silla que esplicamos en la primera parle, capitulo V de este tratado, se encuentran en la mon- tura de tropa : Una cañonera izquierda para meter la pistola el instituto de lan- ceros. Una bolsa á la derecha para meter dos herraduras , una de pié, Dtra de mano. El capote doblado en la forma que se espresa, y colocado encima ée estas bolsa y cañonera. Tres correas para sujetarlo, llamadas de atacapa. Un caparazón, mantilla ó chabrás. Un sifué por encima para sujetarlo. -Hi- to correspondieiUes á cada plaza, y los hombres cuadra- dos á la izquierda de las mismas , el instructor mandará: Ensillen el caballo. A esta voz se tomará la silla por debajo de los fustes, agarrándola la mano izquierda por el centro del delante- ro, y la derecha por el trasero, rccojida en ella la man- tilla que se mantendrá adherente á la silla por medio de sastres correas ó hijuelas; y trayéndolas por el lado do montar y cerca de la espalda del caballo, se levantará y colocará suavemente encima de la cruz, bajándola desde allí hasta que quede en su sitio; desde donde, después de sentada, se hnrá algo mas atrás para poner la grupera, la que se introducirá aproximándose el soldado al lado iz- quierdo de la cadera , precediendo primero colocar este la mano derecha por encima de ella, é irla bajando hasta qu(; con ella se coja por el medio el m;islo de la cola: pasará en seguida la mano izquierda á asegurarle por donde estiiba la derecha, la que arrollará en seguida to- Uaa media gamarra, dobladas y empalmadas sus puntas, é intro- ducida por una el pretal, por otra las cinchas. Tres correas pasadas por tres ojos que hay en el borren trasero, llamadas correas de grupa. Esta se compone dó : Una manía doblada en la forma que se espresa. Un saco de cebada con dos carteras , una á cada lado ; en la Je la izquierda se coloca el morra! de cebada y el cinchuelo ; en la de la derecha la bruza, almohaza y mandil, ó sean los trastes de limpira\ La maleta con todas las prendas que correspondan al vestuario y no lleve puestas el ginete. Un porta-mosqueton y un porta-carabina los institutos de caza- dores y carabineros. Un porta-regaton en el aro del estribo derecho los de lanceros. — 142 — das las cerdas de la cola al rededor del mas!o, sujetán- dose inmediatamente el todo con la mano izquierda; en seguida la derecha cojera la grupera por su morcillo, é in- troducirá en ella el maslo, que se sujetará inmediatamen- te con la mano derecha, subiendo la izquierda á agarrar la grupera y colocarla en su lugar, y cuidándose de que nin- guna cerda quede cojida por la parte inferior del morcillo. Volviendo después el soldado á la inmediación de la cinchera por el laclo de montar, agarrará otra vez la silla por los dos fusteSi levantándola un poco para ponerla en su sitio, de modo á evitar que quede arrollado el pelo del lomo del caballo. En esta disposición debe descansar aquella enmedio del cuerpo del animal; de manera que la parte esterior délos bastos delanteros queden dos dedos mas atrás del remate posterior de las espaldas. Hecho es- to, se soltarán la cincha, el pretal y el porta-mosqueton, ajustándose la primera de modo que, después de introdu- cida por la media gamarra, quede su hijuela central y las dos laterales igualmente apretadas; lo regular esto para que la silla se halle bien sujeta, pero sin oprimir dema- siado al caballo, y cuidando en este acto el soldado de que no quede cojida debajo de la silla ninguna correa; después se pondrá el pretal, sujetándole con la punta iz- quierda del mismo, hasta que quede regularmente cua- jado; debiendo ir del mismo modo l.i grupera. Se soltarán en seguida los estribos, y se desarrollarán las correas de grupa, colocándolas sobre la del caballo, de modo que la del lado de montar sea la primera que se estienda, la de la derecha la segunda, y la del medio la tercera, cruzadas las dos primeras, y cayendo recta la de enmedio en dirección de la cola del animal. — 143 — En esle estado, y habiendo vuelto cada hombre á co- locarse en su puesto á la izquierda de los efectos restan- tes, mandará el instructor; Coloquen el equipo y armamento en el caballo. Al oir esta voz, se colocará la pistola en la cañonera de la izquierda, la llave hacia esta mano, y la coz para arriba: se podrán las dos herraduras en la bolsa de la misma, y se introducir;»n los trastes de limpiar y los cla- vos, atados y envueltos en un trapo, en la bolsa ó fun- da de la derecha. En seguida se colocará el capote, doblndo en la forma que queda esplicada, sobre las cañoneras, y encima el ,cubre-capa, de modo que cubra perfectamente y sobre- salga con igualdad por sus estremos, sujetando después uno y otro con l-i atacapa del medio y con las correas Li- terales, que deben arreglarse de modo que se hallen á iguales distancias de aquella, y que las hebillas queden en la parte superior, é introducidos los latiguillos por las correspondientes baguillas. En el caso de no llevarse puesta la mantilla, se colocará bien arrollada por su par- te mas ancha sobre la perilla de la silla, bien sujeta por la atacapa del medio por debajo del capote. Inmediatamen- te después, se colocará el sifué, introduciendo su hebilla por la abertura de la media-gamarra, y de modo que la coscogilla de aquella venga á parar al borde inferior del faldón de la silla por el lado de montar, é introduciendo el látigo del sifué por su correspondiente haguilla, y por la abertura de la gamarra, si alcanza. La manta, doblada naturalmente en dos por su costu- — 144 — tura, volverá á doblarse por los eslremos de su largo, hasta que se unan estos en el centro; se doblará después nuevamente por el ancho, de modo á formar una carte- ra estrecha, por l;i qu) arrollado lo restante de la man- ta en el mismo sentido, se irá introduciendo hasta dejar- la reducida á una anchura de cinco á seis pulgadas. Hecho esto, se colocará bien promediada encima de la almohadilla de grupa. Encima de la manta se pondrá igualmente bien pro- mediado el saco de cebada , con sus carteras hacia arri- ba, introducido en la de la derecha el ciuchuelo de la manta, doblado de modo á llenar igualmente su hueco; y en la de la izquierda el morral de cebada, doblado en igual forma. Encima de todo se colocará la maleta, la lapa para ar- riba y su abertura hacia la parte posterior de la silla. Situado el soldado por el lado de montar, ajustará pri- mero la correa de enmedio, cojiendo el látigo de dicha correa con la mano derecha, y con la izquierda la hebilla de la misma, promediados exactamente el peso y largo de las tres piezas: pasará en seguida al lado derecho y ajustará la correa derecha , siendo entonces inversa la posición de las manos; volviendo después á la izquierda, y asegurando la correa de este lado de suerte que las tres queden á iguales distancias, dividiendo en cuatro partes iguales el largo de la maleta, igualmente apretadas aque- llas, sin que forme arruga alguna la maleta, y lascosco- gillas délas hebillas de dichas correas sóbrela linea que forma la costura figurada de la tapa : los látigos de las correas se introducirán por sus correspondientes bagui- llas, sin formar clase alguna de roscas, haciéndose pasar — 145 — el eslreujo de la correa de eiimedio por detrás del borren trasero. Por último, se colocará la carabina, pasándose para ello al costado derecho; se introducirá la boca de su canon en el porta-mosqueton, liácia arriba el canon y algo inclinado al suelo; se darán dos vueltas con el porta-carabina á la garganta de la misma, asegurando en seguida el látigo de dicha correa por la hebilla de esta, de manera que llegue la parte superior de la culata á igualar con la mas ele- vada de la maleta: en esta disposición debe quedar el ar- ma paralela al cuerpo del caballo, sin que se aproxi- me ni desvie demasiado del encuentro el estremo del cañón. Colocadas las prendas de equipo y armamento, y vuel- to á ocupar cada hombre su puerto á retaguardia del ca- ballo, mandará el instructor: Pongan la brida. Llevando unido el bridón con la brida, y teniendo cui- dado de que la embocadura de aquel vaya de tal modo que entre primero en la boca del caballo y quede mas arriba que la de la brida, se pondrán ambas prendas por el lado de montar , tomándolas con la mano derecha por la testera: se dejarán las riendas sobre la sangría del brazo izquierdo, y sentando los dos bocados en la palma de la mano izquierda, con los dedos hacia adelante, se llevará la mano derecha á la frente del caballo, y con la izquierda se le pondrá dichos bocados entre los labios, introduciéndole al mismo tiempo el dedo pulgar de la misma en el asiento por encima del colmillo , lo que le — 146 — Ijará abrir la boca, en cuyo tiempo se subirá la mano derecha lo que sea necesario para que el bocado entre en su lugar. Con la mano izquierda se le introducirá en se- guida esta oreja, haciendo después lo mismo con la de- recha, sacando el moño, si le tiene el caballo , y echán- dole atrás la crin que puede haber quedado debajo de la testera; cuidando de que esta no oprima las orejas del caballo, para que el frontal caiga en su correspondiente lugar. Se ajustará en seguida la muserola por el lado de mon- tar, y en términos que no quede demasiado oprimida ni demasiado floja. Se pondrá después el ahogadero , que ha de ir poco apretado, á fin de no incomodar la respiración del ani- mal; pero cuajado de manera á impedirle que pueda qui- tarse la brida. Por último, se enganchará la cadenilla de barbada en el alacrán de la izquierda , volviendo las mallas de la misma sobre su parte llana, y quedando ajustada de mo- do que, sin opresión, quepan dos dedos entre ella y el barboquejo ; y en seguida se cojerán con la mano dere- cha las riendas del bridón y de la brida, que descansaban sobre la sangría del brazo izquierdo, y se pasarán por lu cabeza del caballo empezando por la oreja derecha , y quedando dichas riendas sobre el cuello del mismo. En el caso que el caballo tenga que llevar cabezón, se pondrá por debajo de la brida, y antes que esta; pero sin ajustarle, á fin deque no le impida abrir la boca para ad- mitir el bocado. Puesto en tal caso el cabezón , se in- troducirán las riendas de este por entre la muserola y el bocado de la brida, y juntándolas con las de esta se pon- j — 147 — drá la última, asegurando la muserola del cabezón antes de hacer lo mismo con la de la brida. . Embridado el caballo» el instructor mandará : Recojan el ronzal. A es! a voz se desatará el caballo y se recojerá el ron- zal, doblándole lo sulicienle para que, después de bien arrollado, llegue su estremo al botón en que debe pren- derse, y que al efecto estará en la testera de la brida. Hecho esto, agarrará el hombre al caballo con la ma- no derecha por la cruceta formada por la carrillera y muserola, y estará pronto para llevar el caballo á donde se le mande. Para quitar la brida, equipo y silla, se darán sucesi- vamente las voces siguientes ; Suelten el ronzal y aten el caballo. Quiten la brida. Quiten el armamento y equipo. Desensillen el caballo. Lo que se ejecutará observando, en sentido inverso, cuanto acaba de espiicarse; y teniendo presente que lo primero que, después de desarrollar el ronzal y atar el caballo, ha de ejecutarse para quitarle la brida, es traer con la mano derecha las riendas por encima de la cabe- za del caballo empezando por la oreja derecha , y dejar caer la estrcmidad de aquellas y las del bridón sobre la sangría del brazo izquierdo; no olvidando que la prime- ra oreja que en seguida ha de desembarazarse del fron- tal de la brida, debe también ser la derecha. — 148 — g. XXI. — REGLAS PARA SALTAR A CABALLO EN PELO Ó MANTA, Y SALTAR A TIERRA. Estos movimientos so enseñarán á los reclutas en el cuartel, para los actos de llevar los caballos al agua ó á paseo en manta; conformándose para la posición antes de saltar, movimientos que han de ejecutarse con las riendas, y modo de liarse las crines al pulgar de la mano izquierda, tanto para prepararse á saltar á caballo como á tierra, alo que mas adelante se esplicará para montar á caballo y echar pié á tierra; teniéndose cuidado de que las riendas queden iguales y debidamente cuajadas, y de no hacer división de tiempos para el acto de sallar, que se ejecutará colocando primero la mano derecha so- bre la cruz del caballo, elevándose en seguida con lige- reza sobre los dos puños; el cuerpo derecho, y pasando con soltura y prontitud la pierna derecha tendida por encima de la grupa del caballo, sin tocarla, de modo que caiga el hombre con suavidad en él; lo que ejecutado, soltará la crin que tenia en la mano izquierda, y cojera una rienda del bridón en cada una, en la forma csplicada número 18. Para saltar á tierra , cruzará primero las riendas en la mano izquierda , y colocando después ambas manos de la manera espresada número 23 , se elevará sobre los dos puños, pasándola pierna con prontitud y bien tendida por encima de la grupa , sin locarla , y saltará con ligereza á tierra sobre las puntas de los pies , y doblando un poco las rodillas. Después que los reclutas sepan ejecutar este inovi- — 149 — miento con sollura por la izquierda , se les adiestrará en practicarle por la derecha. $. XXII. — REGLAS PARA LA DOMA Y ENSEÑANZA DE LOS POTROS. No debe darse principio á la doma de los potros in- mediatamente después dtí su llegada á los regimientos; sino después que hayan descansado y que se hallen rehechos de Jas fatigas de la marcha , y de la novedad y quebranto que les ocasiona el verse amarrados y sujetos á la estaca. Lo único que se hará con ellos en los pri- meros dias , será sacarlos á paseo de mano , halagarlos en las cuadras, hablarles , manosearlos y acostumbrarlos al trato é inmediación del hombre. En los dias sucesivos se les habituará á dejarse levan* tar los pies y manos , y á sufrir que se les den algunos golpes sóbrela herradura, con un canto ú piedra. Habi- tuados ya á esto , se empezará á pasarles con mucho tiento una lúa ó rollo de esparto por el lomo , cuello y cadera, y después, con igual precaución, la bruza y almohaza; á fin de acostumbrarlos á que se dejen lim- piar, y se lamiliaricen con el roce y uso de los trastes. Conseguido este resultado, se pasará á ponerles el cabezón, y se les habituará á seguir de mano conduci- dos de las riendas. Se observará , por regla general , el no exigir nunca de los potros cosas superiores á sus fuerzas ó al grado de instrucción en que se encuentreri ; y no hacer para con ellos uso del castigo , sino cuando se hayan apurado los medios del halago y buen trato , y siempre que se co- — 150 — nozca que su inobediencia procede de malicia ó mala voluntad. Luego que el potro vaya de mano sin violencia , se le pondrá una cincha , en la que se atarán las riendas del cabezón , y se empezará á ponerle á la cuerda. PRIMERA LECCIÓN. Para esta lección se atará la cuerda de picadero á la anilla del cabezón, y se sacará al potro sobre la derecha, lo cua4 se hará llamándole el hombre que lleva la cuerda, hacia esta parte ; al paso que el que tiene las correas, siguiendo por detrás al primero, contribuirá suave- mente con aquellas á que el potro se vaya apartando y figurando e! círculo , lo que se repetirá á una y otra mano, manoseándole y halagándole siempre que la haya de mudar , y acabando generalmente sobre la derecha. Obedeciendo ya el potro regularmente en las primeras lecciones, se irá dando poco á poco larga á la cuerda, para que empiece á tomar el trote ; y después que ande en él con alguna soltura y con obediencia á las llamadas de la cuerda, se le hará trotar con mas resolución, unas veces dando con las correas en tierra por detrás del potro , otras volviéndolas en el aire de modo que se le avise para que se resuelva; y al mismo tiempo se le irá acostumbrando á las paradas, con la voz de basta; pero con la advertencia de hacerlo cuando vayan tro- tando bien. Después que el potro haya ejecutado todo esto con regularidad, Te llamará hacia sí el que lleva la cuerda, le halagará, y le volverá á la otra mano; debiendo advertir que por lo general se trabajan los — 151 — potros empezando sobre la derecha, y concluy|pdo sobre elL ; á menos de que convenga variar esta regla, para trabajarlos mas sobre la mano á la que tengan ma- yor dificultad. SEGUNDA LECCtO^I. Teniendo ya al potro en estado de qae troto regu-. larmente, y obediente á parar, se podrá pasar á poner- le la silla, con toda precaución posible para no asus- tarle ó resabiarle; lo cual se conseguirá, después de haberle paseado , llegándose á él con mucho sosiego, haciéndole ver y oler la silla , hasta que se desengañej inclinándose después con ella al lado derecho , levan- tándola aplomo, y dejándola caer sobre el lomo con mucho tiento ; ajustándole las cinchas con templanza, sin meterle la grupera ni ponerle el pretal j y llevándole después de todo esto á la mano muy poco á poco hasta volverle á la cuadra, en donde después de .nnarrado, se le quitará la silla , con la misma precaucioa que se le puso. Al siguiente dia se practicarán las mismas diligen- cias para ponerle la silla, y además la grupa y pretal; y después se le darán sus vueltas de mano llevándole muy corto , hasta que repetida esta prueba otro dia , se vea que sufre bien la silla y que se la deja golpear y mover, en cuyo caso se le podrá enipezyr á hacer trotar con ella , y progresivamente se irán soltando los estribos, y acostumbrándole á tomar el bocado del bridón y á llevarlo puesto ; en lo que se debe proceder con mucha paciencia y dulzura, para evitar el que pueda resabiarse. 11 — 152 — Ey;ando ya el poiro corriente en todo lo dicho , será tiempo de empezarlo á montar: para esto se le arrimará al poyo ; y teniendo la cuerda el que la lleva , con solo un palmo de largo, la mano algo levantada y el cuerpo en frente de la cabeza del potro , el que le haya de montar se llegará á él, le moverá la silla, se la ^ golpeará, y no estrañándolo, montará con el mayor tiento posible, se mantendrá un ralo encima, sin hacer movimiento, desmontará después con igual precaución, y repelido todo esto por dos ó tres veces , se volverá á llevar el potro de mmo á la caballeriza. Al día siguiente (y otros si fuese necesario) se volverá á hacer lo mismo; en cuyas pruebas debe estar el que tiene la cuerda en observación ; y siempre que vea que el potro se pre- viene , levantará la mano derecha con la cuerda , para evitar las defensas que aquel intente. Para qne el ginete tenga el conocimiento necesario de las señales mas comunes con que manifiesta el caballo las defetiSiis que intenta hacer, y de las reglas generales que deben emplearse para desvanecerlas , tendrá presente lo siguiente: Si el caballo, yendo al paso , intenta ponerse al trote, sin que se le mande , se conocerá esta intención en que manift^stará cierta inquietud ; en que desigualará los mo- yjmienios , dando un paso mas apresurado que otro; y en quo se cargará á la mano. Para prevenirlo y desvanecerlo es necesario barajarle con el cabezón , y sosegarle con halago ó con rigor, según convenga al genio que se haya observado cr. el caballo. Si va trotando y quiere pasar al galope , se conocerá en que procurará tomar aquel aire mas apriesa ; cargará — 153 ~ á la mano , dará algunas cabezadas para huir de la suje- ción , ó tal vez se detendrá quedándose sobre las piernas para ponerse á galopar. Para prevenirlo , se le abrirá un poco la mano^ para que salga adelante , y si da las otras señales, se le barajará con el cabezón con proporcionada actividad, hasta que vuelva al mismo compás que lleva- ba en el trote , ó bien se le hablará ; y si no obedece, será muy del caso pararle para sosegarle. Si va galopando y quiere pasar á la carrera, se cono- cerá en que saldrá de la igualdad que lleva , cardándose con furia á la mano, dando algunos Irarjcos muy avan- zados, marchando con desazón, apartándose á una ú otra parle, descomponiendo la cabeza al sentir la suje- ción, y finalmente inclinándose á la fuga. Para prevenirlo sale llamará sin rigor con la rienda de adentro, si va al trote ; y sino , se pondrá á este aire hasta que se vea que sigue al galope con igualdad. Si va aljescapa , y en tiempo de su fuga ihtentíi ganar la mano (á lo <\m vulgarmente llaman desbocarse), se co- nocerá en que se apoyará mucho sobre el cabezón ó bri- da, y en que resistirá á la inano , sacando el pico arriba á tin de que las riendas no obren. Para prevenirlo, inme- diatamente que se note cualquiera de estas señales , se le volverá al círculo, tocándole l.i rienda de adentro con al- guna actividad , de forma que le sirva de castigo , y ti- rándole atrás luego que haya entrado en el círculo» Si esto no se puede lograr , se probará el darle un poco de libertad; pero si acaso es la ofensa del freno la qne le precipita, severa si con quitársela y darle inmediata-^ mente un toque fuerte de mano, se sosiega y detiene ; en cuyo caso se le parará y halagará. Si esto no basta, se le i — 154 — dará un fuerte toque de cabezón con la mano de afueraj y si va con brida sola , aflojando la mano , y dándole con la vara en el hocico; y si todo esto no basta , será me- nester castigarle con su misma defensa hasta que le falte el aliento; y entonces castigarle, y á su pesar hacerle correr; pues aunque esto parece riguroso , lo es mas el que , por no hacerlo así , se deje al caballo con su re- sabio. Si intenta echar al ginete por las orejas , bajando la ca- beza y tirando coces, se conocerá en que irá detenién" dose y lomeando, apoyándose al mismo tiempo en el ca- bezón ó brida ; pero se le romperá la int *ncion tirándole hacia arriba con el cabezón ó brida hasta ganarle la ca- beza ; y metiéndole entonces las espuelas sin perder tiempo, para echarle adelante, se le amedrentará con la voz , y si fuese menester se le castigará con la vara. Si el potro intenta saltar, se conocerá en que se irá encorvando , deteniendo y metiéndose en algunos tran- cos de galope. Para prevenirlo, se le bajarán inmediata- mente las riendas del cabezón ó brida , y se le hablará para amedrentarle. h Si se quiere empinar, se conocerá en que se detendrá^' y no querrá salir al darle libertad, inclinándose á sus-* penderse sobre las piernas. Para prevenirlo , se echará el cuerpo adelante, y se escapará prontamente el caballo;: sin pararle después de golpe, porque en este casó se ¡le afirmarla en su resabio , en lugar de desvanecerle ; y si a-b fin se suspende ó empina , se le pondrá la mano sobre élí cuello , se le dará libertad, se cargará el cuerpo adelantei[ é inmediatamente que ponga las manos en tierra, se iai escapará , con el castigo de la espuela , voz y vara. :> — 155 — Si quiere echarse, se conocerá en que bajará la cabeza, intentando meterla entre los brazos. Para prevenirla, es menester no perder tiempo en llamarle arriba con el ca»» bezon , y luígo que levante la cabeza , se le castigará con las espuelas, vara y voz, todo á un tiempo, y se le escapará. Si intenta pararse, se conocerá en que andará tardo y remiso en los movimientos; y para prevenirlo,- se le echa- rá adelante en el momento que se reconozca la menor de estas señales , para obligarle á que vaya siempre con re- solución y con el mismo compás. No repugnando el potro el que monte y desmonte el gínete, será tiempo de que le lleve. Para ello este, antes de montar, tomará las riendas del bridón y cabezón, todas con la mano izquierda, de modo que las del bridón queden Ci)n libertad para que no las sienta, y las del cabezón (1) de modo que baile en ellas algún apoyo. En esta disposición , se mantendrá el ginete sin hacer movimiento alguno : el que lleva la cuerda llamará al potro adelante , y el que maneja las correas le avisar 'i al mismo tiempo con ellas suavemente, para obligarle. De este modo se paseará al potro un rato, y se volverá á llevarle al poyo, en donde el ginete, echando pié á tierra con mucho tiento, halagará al ca-- ballo , á fin de irle confiando. í- Cuando ya sufra este todo lo dicho , empezará el gi- nete á moverse encima de él, á hablarle y pasarle la mano por el cuello ; y procurará llavar las riendas del (I) Es conveniente que el cabezón sea suave, ó que se forre, á "n de no lastimar al potro con él en estas primeras lecciones. — 156 — cabezón , de modo que el potro se apoye en ellas; lo cual es preciso para poder empezar á mandarle con él; no debiendo mover el hombre la mano , aunque el potro se cargue sobre ella , y lleve la cabeza baja. TERCERA. LECCIÓN. Asegurado el potro en todo esto , se le irá dando larga á la cuerda, y el ginete le podrá llamar á una y otra mano con suavidid y por medio del cabezón ; primero sacándole ó llevándole por derecho ; y después poco á poco poniéndole en el círculo, debiendo siempre irle avisando con templanza el que lleva las correas. Guando ya se vea que entra bien en el círculo , se le podrá hacer trotar después de haberle dado dos ó tres vueltas al paso; y luego que se advierta que se pone sin violencia al trole, será tiempo de empezarle á doctrinar. CUARTA LECCIÓN. No se puede fijar el tiempo que debe estarse en cada una de las anteriores lecciones , para damar los potros, y debe dejarse al arbitrio y prudencia del picador. Lo mis- mo sucede con el que corresponde á cada una de las que deban dársele para doctrinarlos ; porque es preciso pro- porcionar unas y otras á los genios y circunstancias de los potros, según las observaciones que se hayan hecho de ellos. Esto sentado , cuando el caballo trote en el cír- culo con regularidad, se le llamará á parar , ajustando el ginete entrambas piernas , suspendiendo las manos igual- mente, y cargando el cuerpo atrás con moderación: al — 157 - mismo tiempo el hombre que maneje las correas avisará al potro con ella<, arrimándose algún tanto á sus cade- ras, para que las recoja y vaya meliendo las pltírnas; y el picador que lleve la cuerda levantará la mano , lla- mando al potro con la voz de basta; y si no obt^dece se volverá á sacarle adelante, y se repetirán las diligencias dichas hasta que se consiga que pare bien y entienda lo que se le manda. Conseguido esto , eá necesario , para empezar á doblar el potro á las dos manos, irle aligerando; para lo cual se le moverá el cabezón con tiento, y se le irá disponiendo en l'i forma siguiente : al tiempo de ayudarle , se le lla- mará con la rienda derecha en su prolongación , tenién- dose presente que á la mano derecha ha de corresponder la izquierda , haciendo estas lo mismo ; pero la primera que se movió ha de ceder hasta volver al sitio en que es* taba , sin que se afloje mas, y sucesivamente se irá con- tinuando este movimiento para ir aligerando al potro. Para qup estas Mamadas surtan el debido efecto , es pre- ciso que correspondan al mismo tiempo las demás ayu- das del cuerpo y piernas ; y aun á algún potro será preciso tocarle con la vara , pues las ayudas se han de proporcionar á la mayor ó menor sensibilidad y diferen- cia de genio de cada uno. QUINTA LECCIÓN. Adiestrados ya los potros en todo lo que acaba de es- plicarse , se calzarán los hombres las espuelas, á fin de que se acostumbren aquellos á la obediencia que les im- pone el temor de este castigo ; el que empleará el ginete — 158 — siempre que el potro no obedezca á la'presion ó abrigo de las piernas , y en el momento mismo en que cometa la falla ; debiendo bajar en este caso la mano , obser- vando el volver al caballo á la pista , si se ba separado de ella. Se tendrá presente no hacer sentir al potro la ac- ción de las espuelas inoportunamente y con flojedad , ni una dc.spues de otra , sino las dos á un tiempo y con vi- gor , á fin de no dejar al caballo tomar la costumbre de dar pernadas ó cocear á una y otra mano. En este estado se dará á los potros la lección de partir la vuelta en el círculo ; para io qu&, después de haber dado tres ó cua-- tro vueltas en él sobre la derecha , prevendrá el picador que tiene la cuerda donde se ha de verificar este movi- miento, y luego que el ginete llegue al sitio señahido, Mamará con la rienda derecha la cabeza del potro ; y con la mano de la brida le trasportará la espalda dejando caer la vara sobre la izquierda , y con la pierna derecha le sujetará la cadera, arrimándole la espuela si fuere necesario; y una vez que tenga al potro de frente á la pared opuesta, cortará el círculo por medio, dándole libertad á aquel para que salga , y conservándole recto hastíi que llegue á hollar la otra pista ; en donde le vol- verá á prevenir y le llamará sobre la derecha en los mis- mos términos, si se queda sobre ella , y si no trocando las ayudas para que vuelva á dicha mano. Llegado á este punto de instrucción , se quitará á los potros el cabezón , y se les empezará á mandar con las riendas del bridón, alternando con las del cabezón, siempre que resistan á obedecer : se les quitará también la cuerda, y disponiéndolos todos por tandas, se les hará trabajar por derecho en el cuadrilongo. — 159 — Habiendo conseguido aligerar el potro en el trote , se le hará ejecutar las paradas ; pero de modo que no las practiquen de golpe, sino en tres ó cuatro trancos, pues así no rehusará el hacerlas. Cuando esté el potro hien asegurado en el trote , se. le empezará á llamar la cabeza á una y otra mano , para lo cual se le irá llamando con la rienda de adentro , ha- ciéndolo con suavidad y tiento , de modo que obedezca y ceda poco á poco; valiéndose del medio de tirar y aflojar , esto es , inclinando la mano como se ha dicho» y volviendo á ceder; pero no de modo que se coloque la mano en su anterior sitio, pues no se debe ceder toda la rienda que se recojió, sin© solo una parte de ella : de lo contrario, no haria el potro otra cosa sino llevar la cabeza á la parte correspondiente á la rienda que se re- cojió , y de ella á la en que la tenia. SESTA LECCIÓN. ' Cuando ya trote el potro en el círculo y por derecha con igualdad , y conozca el apoyo y ayudas de mano y piernas , se le enseñará á dar pasos atrás : para verifi- carlo , ha de llevar la cabeza firme y bien colocada , el cuerpo reunido bajo de sí , y ha de caminar por una lí« nea tan recta y con tanta igualdad como si fuera para adelante. Levantando el potro la mano derecha en este paso , la pone debajo de sí , dobla luego la pierna iz- quierda , y la coloca mas atrás : sigue después con el brazo izquierdo , y acaba en fin con la pierna derecha; por manera que , haciéndolo bien , debe señalar los mismos cuatro tiempos que cuando anda hacia adelante. ^ 160 -^ Se conseguirá esto levantando ó suspendiendo el gi- ¿ete las muñecas para acortar las riendas ; plegando un poco la cintura para preparar el cuerpo á irse hacia atrás con el caballo, y procurando conservar las piernas aseguradas , pero flojas, cerca del vientre del animal y sin ceñírselas; pues seria el hacer esto último , al mismo tiempo que se le tirase de las riendas , una contradic- ción, mandándole con la mano ir atrás, y con las pier- nas marchar adelante. En cuanto el potro se preste ú obedezca , debe el ginete miiigar el apoyo de las riendas, teniendo siempre las manos prontas para llamarle sua- vemente de nuevo , si vuelve á. detenerse ó á resistirse, y procurando que verifique estos pasos con mucho sosie- go , igualdad y tal exactitud , que en el tranco mismo en que se quiera , pueda parársele y hacerle volver á marchar adelante. ; i Si el potro vierte ó ladea la cadera al lado derecho , se corregirá este defecto con la aplicación mas ó menos suave de la pierna derecha, según la sensibilidad y obe- diencia de aquel : si; la vertiese á la izquierda , se le ali- neará haciéndole sentir el ginete, en los mismos térmi- nos , la pierna izquierda. • Si el potro se obstinase en no querer dar pasos atrás, el ginete, al mismo tiempo que tira de la brida, le to- cará suavemente con la punta de la vara en las rodillas y en los menudillos , para decidirle á que obedezca; evi- tándose cuidadosamente que el potro vaya atrás con precipitación ;,pues que padeceria en tal caso giran vio- lencia en sus corvejones , corriendo además el riesgo, si fuera débil de lomo, de que pudiera acularse ó empi- narse. — 161 — Antes de hacer al potro dar paso atrás , así como des- pués que lo haya verificado, y antes de hacerle ir ade- lante , se le marcará bien un tiempo de íirme ; aflojan^ dolé en seguida las riendas para volverle á apoyar' de nuevo , sin lo que se le echarla á perder la boca , acos- tumbrándole á un apoyo desmedido. En esta lección y en las sucesivas, se empezará á ha- cer uso de las riendas de la brida, alternando con las del bridón. SÉTIMA LECCIÓN. Movimientos de la espalda adentro y de la grupa á la pared, para doctrinar a los potros en el paso de costado. Para el movimiento de la espalda adentro sobre la derecha, se pondrá el caballo junto á uno de los ángulos del cuadrilongo, situándole paralelamente , y dándola izquierda á uno de sus lados mayores. En esta disposi- ción se le convertirá sobre el centro, llamándole la cabeza y espalda hacia él, inclinando ambas manos á la derecha, y haciendo mus activa la fuerza de la rienda derecha para plegarle á dicha mano. So le aplicará en seguida la ro- dilla , y aun la pierna derecha si fuere necesario , y con- servando el apoyo de las riendas , obedecerá el caballo; el cual se mantendrá terciado, dejará sus ancas casi pa- ralelas á la pared , y seguirá cruzando la espalda de adentro , que aqui es la derecha , sobre la de afuera. De este modo se verá que , en lugar de caminar el ca- ballo enteramente recto de espaldas y de ancas sobre la línea recta de la pared , irá un poco convertido de la ca- — 162 — beza y de las espaldas hacia el centro del cuadrilongo, como s¡ en realidad fuese á volverse , en cuya posición oblicua se le hará caminar hacia adelante todo lo largo de la misma pared , ayudándole el ginete constantemen- te con li» rienda y la pierna de la parte de adentro; lo que no podrá ejecutar el potro en semejante actitud, sin pa- sar á cruzar los remos de la parte de adentro por encima de los de afuera, lo que se llama cabalgar. La aplica- ción de los mismos principios, practicados en sentido inverso, hará marchar a! caballo con la espalda adentro hacia la izquierda. Para el movimiento de grupa á la pared ^ y suponien- do al caballo con el lado izquierdo á uno de los lados menores y las ancas á dos pies del lado mayor inmedia- to, se le convertirán la cabeza y las espaldas hacia el centro sobre dicha mano; de modo que levantando una perpendicular á la pared en el medio de la huella del pié derecho , vaya á parar á la de la mano izquierda. En es« ta disposición inclinará el ginete ambas manos sobre la derecha , y algo mas esta que la izquierda , para que el caballo pliegue el cuello, y pueda ver el camino que va á seguir : períilará en seguida aquel el cuerpo , sin des- componerle ni sacarle de su aplomo, y como si el mismo quisiera irse hacia la derecha ; y ceñirá por último al ca- ballo la pierna izquierda , pero sin cargarse sobre ella, ni que participe el asiento de su movimiento, estendién- dola solamente sobre el estribo sin endurecerla. La pier- na derecha , que en este caso es la de adentro , debe mantenerse floja cerca del caballo, y sin tocarle, para auxiliar con ella , en caso necesario , á la pierna de afuera. Por ejemplo, si se obstinaseel caballo en irse — i63 — atrás, á pesar de haberle aflojado las riendas , le empu-] jarán para adelante ambas piernas á un liempo. Si se precipitase demasiado en su aire, después de haberse modificado el efecto de la pierna de afuera, la derecha , que en este caso es la de adentro, contendrá el caballo aproximándosela según lo necesite. En fin, la pierna de adentro debe estar siempre pronta para con** tribuir, de acuerdo con la de ;ifuera, á la obediencia del animal. Se ejecutará el mismo movimiento á la izquierda, aplicando en sentido inverso las reglas que acaban de esplicarse. Doctrinado el potro en los dos movimientos cuya es- plicacion antecede , se halbirá en el caso de ejecutar con facilidad el paso de costado á una y otra mano. Se repetirán todos los movimientos que preceden, lle- vando los potros la brida , y quitándoles el cabeiíon, á fin deque se vayan acostumbrando al paso del bocado, y á dejarse poco á poco manejar con aquella y el bridón; lo que deberá practicarse cofi mucha precaución y usan- do mas bien del último que de la primera. Cuando ya troten los potros en el círculo y por dere- cho con agilidad y regla, se les empezará á imponer en *V ala pierna; porque sin entender esto no seles puede manditr la cadera ; para esto se les pondrá con la cabeza á la pared, á distancia de seis ó siete pasos de ella; se le advertirá al ginele que suspenda un poco el cuerpo, cargándose sobre los estribos y recojiendo algún tanto las manos , y que en esta disposición em- puje al potro para que rompa de frente: uno ó dos pasos, y que después le llame la cabeza con la rienda derecha, — 164 — perfilando al misrao tiempo ol cuerpo un poco hacia esta mano , y arrimándole la pierna izquierda. El hom- bre que lleva la cuerda ayudará también al mismo tiempo con la vara , obligando al caballo y contenién- dole, para qiie no se vuelva ni gane terreno hacia atrás. Habiéndose conseguido que el potro dé cuatro ó seis pasos en esta forma, se le hará parar y se le halagará, haciéndole después marchar atrás el terreno que haya ganado; del mismo modo se le mandará al potro para que vaya sobre la izquierda ; y á proporción que se adiestre en ello , se le irá separando de la pared , á fin de lograr que haga lo mismo en culquiera parte. OCTAVA LECCIÓN. Adiestrados ya los potros en todos los movimientos anteriores , se les hará ejecutar los de hilera á la dere- cha ó á la izquierda, en los lados menores y mayores del cuadrilongo, y después los de frente á la derecha ó á la izquierda f esplicados número 58, y finalmente las medias vueltas marchando sohre la pista , á fin de que se vayan fainiliarizando con las ayudas correspondientes á estos movimientos. Luego que habiendo trabajado algún tiempo, se hallen los potros mas sosegados y obedientes, se les hará pasar sucesivamente de la cabeza á retaguardia de la hilera, poco antes de concluir la lección, ejecutándolo con mucha dulzura y contemplación, y trayéndolos á la pista con suavidad y halago , á fin de evitar que la abandonen y se resabien. :>it iií íioíVjíSí. — 165 — NOVENA LECCIÓN. Regularizados ya los potros en el trote, se les hará alargar este aire , lo que se ejecutaríí por los medios indicados mas adelante en la instrucción individual á' caballo; teniendo cuidado de hacerles acortar el trote luego que hayan dado una ó dos vueltas, cuando mas, al trote largo , á fin de que no se arrebaten ni salgan de su aplomo. Se les hará después poner al galope y dar una ó dos vu'^tas á este aire , sin regularizarlo todavía , y solo con el objeto de que se vayan haciendo á él , y para probar sus fuerzas y darles mayor flexibilidad, sin exigirles que salgan con precisión y á un mismo tiempo al galope , y volviéndoles á poner luego al trole. Los potros, al salir al galope, propenden á arrebatar- se y á lanzarse al escape: se tendrá por lo mismo cuidado de calmarlos y tranquilizarlos, evitando las ayudas y movimientos que no sean de absoluta necesidad. En este estado el instructor empezará á hacer practi- car, en los momentos de descanso , el movimiento de echar pié á tierra y montar á caballo , bien sea estando la tropa en hilera, ó en ala con intervalos. t DÉCIMA LECCIÓN. En esta lección se empezará á hacer un uso casi constante de la brida, echando solo mano del bridón para refrescar la boca del caballo, ó alternando con él, para que aquel se vaya habituando poco á poco al — 166 — efecto de la brida. Para ello , al llegar á los ángulos del cuadrilongo , se recojerá primero al potro con el bridón aflojando las riendas de la brida ; y luego que el caballo haya obedecido á esta advertencia , se aflojará el bridón, y se terminará el movimiento con las riendas de la brida ; á menos que no manifestase el caballo no com- prender el efecto de ellas, que entonces se aflojarían de nuevo dichas riendas , haciendo uso de las del bridón. ' Empleadas unas y otras do este modo en los ángulos y en todos los cambios de dirección , darán á conocer paulatinamente al potro el efecto del bocado de la brida, acostumbrándole á dejarse manejar por él ; para lo que se irá escaseando poco á poco el uso de las del bridón, á fin de llegar al resultado de dirigirle y mandarle mir^, cemente con la mano izquierda. Siendo el efecto del bocado de la brida mucho mas enérgico que el del bridón , se tendrá presente que los movimientos ejecutados con ella deben ser mas suaves y progresivos que los empleados con aquel. Siempre que el instructor note que los potros se re- sisten á obedecer á las riendas de la brida , hará que vuelvan á tomarse las del bridón. UNDÉCIMA LECCIÓN. Prestándose ya dócilmente los potros al movimiento del paso atrás y á los de montar y echar pié á tierra, se harán ejecutar estos últimos en dos filas. En esta lección se repetirá cuanto se ha practicado en las precedentes , llevando los honibres sable y ca- rabina; envainado primeramente el primero , y co- ~ 167 — locada Ja segunda en el p<:»rtarrmosqaeíon ; y desen- vainado aquel y y colgada-.esía dol gancho, luego que ios poU'os se hayan hai).itua(ia al peso y movimeiiío de lasarinn?. .Cuando maixhen eslos sosegadamente en.esta forma, se hará ejecutar el manejo del sable y carabina , prime- ramente á pié firme , y después marchando al paso y al trole, en la forma esplicasla número 274 y siguientes, ©brando siempre gradualmente , .y con el cuidado y sua- vidad necesarias para que los caballos no se resabien DUODÉCIMA LECCIÓN. • iHt> i: 'Sci-daí-á principio á esta lección por el repaso délos movimientos anteriores , y solo al concluirla y antes de (fue los potros vuelvan á la cuadra , se principiará á ejercitarlos en ios saltos • primero en el de la zanja , y después en el del vallado, que es mas difícil. Para principiar á adiestrar; á los potros en ellos, deberá serla zanja estreeUa y ¡dcescasa profundidad, y el vallado de poca elevación^; ensanchando la una y levantando la 'otra, á medida que aquellos salten coa mas facilidad. =.;•-.. ■ So empezará por hacer ^ajtar los potros lleTándoIos de mano, y teniendo la {irecnucion de que ei primero q^uc haya .da:;saltat.se«bupieabal[o ya habituado á esto ejereicioV^a-'iaoíj . qÍIís h ovoim: A fin :dé evitar que los potros se sorprendan y deten- gan de Repente ál llegar al ,obj:e.io que han de saltar . sé les harái primero pasar ala iiieiediacion déla zanjad por el boquete donde Ji?. de pon@í;'ge el madero flue ha, de — 168 — figurar la valía, á fin de que se desengañen y reconozcan el obstáculo que han de salvar. Heciio esto, el hombre que lleva de mano el potro le conducirá por la estremi- dad délas riendas de la brida, con la mano derecha, corriendo de esta manera á ia zanja ó valla , la que salta- rá primero y sin detenerse: el instructor seguirá al mismo tiempo al caballo con las correas ó fusta le- vantada, y haciéndola chasquear para determinarle á saltar, acariciándole y halagándole después que lo haya verificado. Si alguQ potro se niega á saltar, el instructor le obli- gará con la fusta , usando para ello de mucho tino y paciencia; pero no permitiendo nunca que el animal se salga cen la suya , ni vuelva á la cuadra sin haber saltado. No se obligará á los potros á saltar mas que una vez, ó lo mas dos cada dia ; en atención á que este esfuerzo, demasiado reiterado, no produciría otro efecto que el de impacientarlos y resabiarlos. No se hará saltar á los potros con los gineles encima, sino cuando se hayan acostumbrado aquellos á saltar de mano con facilidad y decisión. Para efectuar los saltos, estando montados, observarán los hombres preparar á r^us caballos , y determinarlos á ello por los medios es- plicados número ^80. Si el potro se niega á saltar , se volverá á tomar car- rera para obligarle de nuevo á ello , poniéndole , si es necesario, detrás de algún otro caballo hecho á este ejercicio, y siguiéndole el instructor, ensenándole las correas, y haciéndolas chasquear para determinarle á sallar. En el caso de que el potro se negase de nuevo y — i69 — absolutamente á ello , hará el instructor que se apee el boinbre que le monte y que le vuelva á obligar á saltar de mano; haciéndole montar de nuevo y saltar de esta última manera, después que lo haya hecho con decisión y soltura de la primera. Reunión de los potros en fila. Llegados los potros á este grado de instrucción, se les reunirá y hará ejecutar progresivamente la instrucción de sección á caballo, á fin de acostumbrarlos á la opre- sión que h;m de esperimentar en la lila, y á los movi- mientos colectivos que deben ejecutar en ella; para lo que se observarán las precauciones y reglas siguientes: No se ejecutarán al princi[)io las alineaciones sucesi- vas con los potros, en atención á que su falta de sosiego para ello obligarla á los hombres que los montasen á jnortificarlos y resabiarlos para conseguirlo. En las formaciones, los hombres deben procurar man- tener sus caballos cuadrados, y alinearse á medida que vayan llegando sobre la prolongación de la base de ali- neación; pero después de ello y de parados aquellos, no deben molestarlos ni hostigarlos para cuadrarlos, aun- que hayan quedado mal, ni para aproximarlos á los ca- ballos inmediatos, si lian qued;ido desviados de estos; teniendo presente que los potros se inquietan al princi- pio por estar demasiado juntos, y se defienden casi siem- pre en semejante caso. Al marchar en columna de á dos ó de á cuatro, ó for- madas las secciones, deben conservar los hombres mu- día holgura, á fin de evitar el apretarse, y aun el rozar- — 170^ — se pierna con: pierna; aflojarlos musjosylas piernaS; exi- gir, Wiuy poco do'siis caballos, y calmar los que propen-' den á arrebatarse, dando y tomando sin cesara basta- liiV haberlo cóiísoguido. ...v.í-ííImí! Luego que, con la costumbre do mare'haa''"-uiíi(íósv 'sé-- hallen los potros mas sosegados, se irán acercando los ]iombres poco á poco hasta sentir y observar el contacto de piernas, cuidando sin embargo de no apretarse: en- tonces.se empezará á observar mayor exactitud «nías dis- tancias, direcciones y alineación. Para todo esto- se ten- drá cuidado de colocar en ios costados de las filas aque- llos potros quemas so resientan de la opresión, acostum- brándolos poco á. poco á ella , con irlos aproximando al ceniro, que es el punto en donde suele ser aquella'mayor.' En las marchas en columna y eri batalla se dedicará el instructor á igualar y regularizar los aires,- evitando el multiplicar los desfdes y aumentof?;, basta tanlo que los potros no se hallen completamente hechos á los mo- vimientos de la fila. 'lOi-JuiM-U-. • En este último ^período do la enseñanzá^dij los potros," sellarán ejecutar las conversiones por. seccioíi^; alter- nándolas con las marchas directas, á íin do que se cal-- men aquellos^ irritados continuameníe, en las conversio- nes, bien seapor la opresión que espedmeñtan , ó por tener que acortar, y contener su paso cuando se hallan próximos al eje. Mi:>níMívír ' los ruidos de la guerra. Se hará- primeramente montar con los potros algunos otros caballos hechos ya y acostumbrados alas detonacio- nes y al ruido de las armas ; y los iioinbres que monten ios últimos se separarán algunos pasos, y dispararán pis- toletazos, mientras que los demás continúen marchando sobre la pista, teniendo cuidado estos de halagar entre- tanto y sosegar sus caballos, muy particularmente ¿los que se asombren ó enardezcan. Se hará. uso do este micdio durante algunos dias, acer- cándose cada vez mas los hombres que tiren , y acaban- do por hacerlo desde el centro del. enadrilongo. Se hará después disparar detrás de la columna, al volver al cuar- — 172 — te], y sucesivamente hacia el centro y por delante de la misma, haciéndole Chente, á la distancia de pocos pasos. En los principios so dejará algún intervalo de un ti- ro á otro, y se irá tirando con mas frecuencia, á medida que los caballos se hagan á ello; evitando siempre cui- dadosamente el que estos sean heridos por algún grano de pólvora. Luego que los caballos se habitúen al ruido de las ar~ mas, los hombres que los monten cargarán sus pistolas durante los descansos, y harán fuego uno después de otro , precedido para ello el aviso del instructor. Esta lección debe darse con mucha precaución, observando el suspender el fuego en el momento que se vea que los caballos se enardecen. Guando se hayan tranquilizado^ se repetirán los pistoletazos con mayor frecuencia, y des- pués se hará tirar con las carabinas. En el caso de haber potros tan inquietos que desorde- nen de continuo las tandas, se les hará volver á la cua- dra, haciendo que mañana y tarde se les habitúe por se- parado al ruido de las armas. Al efecto se les llevará de mano á un paraje proporcionado para ello, en donde se harán tirar á su inmediación algunos pistoletazos, acariciándolos al mismo tiempo para sosegarlos, y dán- doles después algunos puñados de cebada. Luego quede este modo se hayan familiarizado con el fuego, se les re- unirá con los demás, para recibir montados las mismas lecciones. Cuando los caballos no se sorprendan ni asusten ya de los tiros de pistola y carabina, disparados uno después de otro, se les reunirá en uno de los lados menores del cua- drilongo y se les hará marchar de frente y acercarse des- — 173 — pació á algunos hombres colocados á pié en el lado opues- to, los que harán fuego todos juntos y varias veces repe^ tidas : llegados los potros á unos cincuenta pasos de di- chos hombres, dejarán estos de tirar, y continuarán marchando aquellos hasta llegar á estos , y entonces se Jes detendrá y ncariciará. Se acostumbrará también á los potros al manejo de las armas, á ver ondular las banderas, estandartes y bande- rolas de las lanza?, y al ruido de los tambores y clarines, haciéndolo al terminar las lecciones , y antes de que vuelvan al cuartel; siguiendo siempre un orden progresi- vo, y empleando constantemente el halago y ia pacien- cia para conseguir aquel resultado. INSTRUCCIÓN INDIVIDUAL Á CABALLO. {Lámina cuarta.) %. XXIII.— PRIMERA CLASE,— MOVIMIENTOS individuales QUE PRECEDEN AL TRABAJO EN TANDAS EN EL CUADRILONGO. ADVERTENCIAS. i. Para toda esta primera clase , el soldado ss presentará vesíí- do eon chaqueta y gorra de cuartel . sin armas ni fornitura, y con borceguíes sin espuelas. Los caballos estarán con sillas, sin grupa ni cubre-capa , y con bridón ó cabezón. En todos casos el ejercicio se empezará siempre al paso , á fm de conseguir que se calmen los caballos antes de pasar á otro aire ; y se terminará igualmente al paso , con el objeto de que se tranquilicea antes de volver á las cuadras. — 174 — - Es de absoluta necesidad que; kspñmeras lecciones, que se dea 4 lo^ reelatasse verifiquen con caballos quietos y pacíücos. ; , .,. . ^ ; . 2. Las tii^ primeras lecciones ^e darán,, en cuanto sea, posible^ í\ cada hombre de por sí ; no debiendo, en ningún caso pasar de cuatro los que para ello estén á cargo de un mismo instructor; los que al efecto.se colocarán en una sola fila , con intervalo de tres pasos de uno á oti'o. Se co:iiprc-nden en estas primeras lecciones la posición antes de montar, hsilándose el hombre con sus armas-; y las advertencias relativas á este caso para montar á caballo, echar pié á tierra y desfilar ; todo con el objeto de evitar repeticiones ,, reuniendo así en un mismo artículo cuanto, corresponda á estos movinjientos,. y quedanda al cuidado del instd'uciorsuprijnir ó auinentar los deta- lles aplicables á la lección que tioiic ,que dar y. al arma á fiae per- tenece. PRIMERA LE;GCI0N. POSICIÓN DEL nOMDRS ANTES DE MOMAU. 3. (Figura \.^) Guaclrado el caballo al freiUe, é igualmente el hombre, se situará este al lado de montar, alineado con la cabeza del caballo, agarrado esie con la mano derecha por la crúcela formada por la unión de la íiuiseroia y de la carrilleta izquierda;, y unida á ¿imbas, con el pulgar de dicha mano, la rienda bien cuajada de esle mismo lado, en ia inteligencia de ser la de la brida, si se monta con ella y coa bridón ó cabezón; y de cual- quiera de estos dos últimos rendajes, síes solo con uno ú otro de los mismos : las riendas quedarán sobre el cue- llo del caballo , y descansando sobre la cruz el estremo superior de las mismas : el brazo y mano i.zquierda se colocarán naturalmente al costado de este lado. i 4. Cuando el soldado se halle con sus armas, llevará siempre c! sable colgado del gancho, para conducir el caballo de mano, estando aquel pié á tierra; y después de llegar con él del diostro, en la for- ma espreaada,, al pataje en áon^ÚQ lia(^;i;ecibir h lección, soltará el sable del gancho. i ^,,_; , . 5. Si fuese cazador y hubiese de montar con la carabina engan- chada, ejecutará el movimiento de a la espalda {las) armas, arúts de sacar el caballo de la cuadra. ■ . . • ■ ■• '6: Si fuese lancero, marchará al espresado paraje llevándola lanza en la mano izquierda, cerrada esta, con los segundos nudillos al frente, y agarrand-o el asta á dos pies y medio del regatón^ y dis- tante otro tanto el estremo de este del suelo ; la lanza desc?nsando sobre el hombro izquierdo, la moharra á retaguardia, y la mano iz- quierda á la altura del codo. Llegado al punto en donde haya de mon- tar, se cuadrará en la íormacsplicada; separará la lanza del .hom- bro, y la dejará correr por la mano izquierda hasta que toque en el suelo el regatón : en seguida soltará el sable del gancho con dicha mano, dejando para ello an-imada entre tanto la lanza al hombro, á cuyo efecto se separará y apoyará el regaton'en elstielo al "fren- te', ala distancia de seis pulgadas : volviendo en seguida á cojev Con la misma mano la lanza, que se colocará perpendicular, apo- yando el regalón en el suelo , á la izquierda é inmediación de la punta del pié izquierdo, y subiendo la mano izquierda, á la altura del cuello , los segundos nudillos al frente ,. el pulgar tendido á lo |argq.d^l asta^ y el codo y antebrazo unidos á la misma. f: ■ :..•••.■ '; - MONTAR A C.\B.\LLO. , 7. ^ í*^ra,^el}p el iiislructor mandará: Prepárense jiarcf' m,ontar . Lno. Girar a la ^r^^^^^^^^^,^^.^^^ ^^ ^^.^^ — 176 ~ 8. Cuando el movimiento se ejecute con armas , y fuese el sol- dado lancero , levantará la lanza perpendicularraente , de modo que su regatón quede á dos pulgadas del suelo. Dos. Soltar la carrillera con la mano derecha, quíí conservará agarrada la rienda izquierda , y dar un paso de costado largo á la derecha , de modo á quedar cua- drado á la altura y frente á la espalda del caballo : al mismo tiempo scfjuirá la mano derecha el movimiento del cuerpo, corriendo por la rienda izquierda , sin tirar de ella, hasta que llegue al estremo de las mismas; la mano enfrente del centro del cuerpo , el pulgar afuera, los cuatro dedos restantes entre las riendas, la palma vuelta hacia el cuerpo del caballo , elevada dicha mano á la estenslon que permitan las riendas , y ligeramente cuajadas estas , sin que obliguen al caballo á retroceder: introducir el dedo pequeño de la mano izquierda en- tre ellas, por debajo de la derecha, bajando con ella y recojidas ambas riendas con los dedos restantes de la misma mano^ hasta que toque esta al cuello del caballo. 9. El lancero mantendrá la lanza en la mano izquierda , al dar el paso de costado, y al terminarlo colocará la lanza descansando su regatón en el suelo , á la izquierda é inmediación de la punta del pié izquierdo, la parte superior del asta apoyada al hombro izquierdo, ejecutando en seguida lo esplicado para el segundo tiempo. Tres. Soltar con la mano derecha el estremo de las riendas , dejándolas caer sobre la espalda derecha del caballo: cojer con dicha mano un puñado de crines: pasarle por la izquierda, bando el estremo de ellas, de izquierda á derecha, por el pulgar de la misma, y cer- rando en seguida fuertemente el puño : efectuar un me- ~ 177 — dio giro á la derecha, de modo á quedar frente al es- tribo izquierdo , y cojer con la mano derecha la acción del mismo por su parte mas baja, volviéndola sobre su plano. 40. El lancero, después de ajustadas las riendas y afianzadas en la mano izquierda , cojera la lanza con la derecha y la colocará en la izquierda , elevándola al efecto de modo que la punta del re- gatón quede á cuatro pulgadas del suelo , la moharra algo inclina- da hacia la espalda derecha del caballo : cojera en seguida con la mano derecha un puñado de crines, que pasará á la izquierda, liando el estrerao de ellas , de izquierda á derecha, por el pulgar de dicha mano, y cerrándose esta, con la lanza bien sujeta en ella; lo que ejecutado , cojera la acción del estribo según se ha es- pUcado. I A CABALLO. (Cuatro tiempos.) H. Uno. Meterla punta del pié izquierdo en el es- tribo , introduciéndola hasta la Icreera parle , y arrimar la anterior de la pierna al faldón, de modo que la rodilla quede perpendicular al hondón del estribo; aligerar el cuerpo elevándose sobre la punta del pié derecho , y co- jer el borren trasero con la mano derecha por el estre- mo superior, el pulgar para dentro , y los cuatro dedos restantes afuera. Dos, Elevarse, ayudado de ambos manos ^ sobre el estribo izquierdo, presentándose en pié sobre el mismo, el cuerpo derecho, la cintura algo inclinada adelante, el pecho sacado afuera , las piernas y los talones «nidos y sobre una misma línea. Tres. Girar sobre el pié izquierdo , y pasar la pierna • ^ i78 — tendida , firme y airosa , por encima de la grupa del ca- ballo , sin tocaría ; soltando ,al misiaoUempo. el, borren trasero., parade}ar pasar el; muslo , y colocando, en se- guida la mano dereciía en la parle derecha del delante- ro, el pulgar afuera, y los cuatro dedos restantes hacia dentro^ á fm de sostener el cuerpo para que caiga sin sacudiuiiento en el asiento de la silla. Cuatro. Sacar el pié izquierdo del estribo , soltar las crines, y tomar una rienda del bridón en cada mano. En este estado , el instructor hará que se recojan los estribos, suspendiéndolos de los porta-estribos. ,12. Bipn sea que el caballo se lialle.eon brida y bridón ó cabe- zón , ó solo con brida , se hará siempre uso de las riendas de esta para conducirle del diestro antes de montar , y para ios movimientos de montar y echar pió á tierra. -13. Cuando se monte con brida y estribos, se soltarán las cri- nes , después de caer la horcajadura en su asiento , y se ajustarán las riendas de la brida en los térmiaos prevenidos para este movi- miento, num. 11^: al mismo tiempo se' calzará el estribo derecho, de manera, que la acción de este que'de- sobre su parte plana. íÁ. El instructor ésplicará de una ve?: los tres tiempos de que consta el movimiento de montar á caballo ,.'á fin de evitar el man- tener demasiad,o tiempo al soldado en el primero y segundo,- con riesgo , de, que los caballos se^iiiíiuíeten, y. desmanden. . . ; 45» En el caso de mo,ntar.c¡)n armas, estando por consiguiente embridados los caballos, el lancero, inmediatamente después de colocaj-se en la silla , tomará la lanza con la mano derecha, por de- tajo de la izquierda, y soltándola con éáta , sin abandonar las rien- das, h elevará con aquella corriendo el asta 'por debajo' de las mismas hasta desembarazarse completamente de ellas , en cuyo momento, volviendo la lanza'- y bajando el regatón aliado derecho, de modo que la moharra se incline ligeramente hacia la izquierda del frente, se acercará la mano derecha .ala izquierda, ayudando la pri- mera con el pulgar y el índice para ajustar las riendas ; después de lo cual se situará la mano izquerda en su lugar , pasando la derecha á poner la lanza perpendicular , y bajando el regatón hasta intro- ducirle en el porta-regatoíi ; en seguida de lo que- correrá la mano derecha por el asta , situándose en la posición del lancero á caballo. '16. El cazador, en el caso de hai)er montado á caballo- coq la carabina á la espalda , la presentará y soltará inmediatamente des- pués de ajustar las riendas. i7. Cuando se monte á caballo en fila , los números que hayan (le salir al frente y á retaguardia , lo efectuarán á la última parte de la voz de mando que corresponde á dicho movimiento, ejecutando en seguida sin detenerse , el primer tiempo del mismo. Posición del hombre á cabalta\ ^^"^ ^»í?'® ^- 18. {Figura 2.^) Las dos, asentaderas caídas igaal- mente sobre la caballería de la silla y en el medio de la misma ; los muslos vueltos sobre su parte llana desde la cadera hasta la rodilla, y abrazando igualmente al caballo, sin estenderios mas de lo que exijan su propio peso, y el de las piernas ; las corvas y rodillas flexibles ; las piernas caídas na'.uralrnente y sin tiesura'; las, puntas de los píes de igual modo, sin volverlos ni adentro ni afuera. Los rinones íirmes y bien sostenidos; la cintura algo adelan- tada; la parte alta del cuerpo íloxibíe, libre y derecha; los hombros retirados y á igual altura ; el pecho sacado afuera; los brazos sueltos; los codos caídos . na.tural- inente; la cabeza 'alta, flexible y derecha i ,"' ,' .^' ,¡ ' ,- Una rienda del bridón en cada manó, Ib's(ÍecVdk '¿er- rados, el pulgar cstcndido sóbrela parte superior de cada riéiida ; los puños á la altura del codo, sostenidos y separados á 'seis pulgadas uno de otro; k^ nudillos áél medio en la dirección del cuello del caballo.''^ ^ •^'-■iílí-j tíví — 180 — SEGUNDA LECCIÓN. MOVIMIENTOS DE CABEZA. Se ejecutarán á la voz de : Cabeza {á la) derecha ó Cabeza (á la) izqüikrda. A esta voz se volverá á uno ú otro lado la cabeza lige- ramente hasta que el lagrimal del ojo contrario al lado donde aquella se vuelve venga á parar frente del cuerpo. "' Alargar y acortar las riendas. 19. Para alargar las riendas , el instructor mandará; Alarguen la rienda izquierda. (Dos tiempos.) Uno. Acercar los puños , volviéndolos de modo que los nudillos del medio queden eníreiile unos de otros; y cojer la rienda izquierda con el pulgar y el dedo primero de la mano derecha , á una ó dos pulgadas del pulgar izquierdo , según sea necesario alargar las riendas. Dos. Abrir la mano izquierda, corriéndola hasta que se toquen los pulgares ; cerrarla en seguida y restituir los puños á su posición. — i81 — Se alargará la rienda derecha del mismo modo , pero por el mo- vimiento contrario. 20. Para acortar las riendas , el instructor mandará: Acorten la rienda izquierda. ^ (Dos tiempos.) Uno. Acercar los dos puños, volviéndolos de modo que los nudillos del medio queden enfrente unos de otros: cojer la rienda izquierda con el pulgar y el dedo prime- ro de la mano derecha , de manera que se toquen los pulgares. Dos. Abrir la mano izquierda hasta que los pulgares se hallen á una ó dos pulgadas uno de otro , según sea necesario acortar las riendas: cerrar en seguida la mano izquierda, y restituir los puños á su posición. Se acortará la rienda derecha del mismo modo , bien que por el movimiento contrario. Cruzar y separar las riendas. 21. Para cruzar las riendas, el instructor mandará: Crucen (las) riendas en la mano izquierda. (Dos tiempos.) Uno. Volver el puño izquierdo uñas abajo, trayén- dele enfrente del centro del cuerpo; abrir un poco la mano izquierda , y pasar por ella la rienda derecha, co- locándola encima de la izquierda con la mano derecha, — 182 — qué correrá al efecto por ella , aflojándose y fólviénclóse iiñas.abajo , de manera á pasar por detrás de la izquier- da , y á quedar las riendas iguales , saliendo la parte su- perior de la derecha por el lado del dedo pequeño de la ^ mano izquierda'.'" -•■•'' Dos. Mantener la mano izquierda uñas abajo , cerra- da en la forma esplicada, y colocar la mano derecha á su costado. . ; Para separarlas riendas, eí instructor, mandará: , - ?G! Tr'fjpr?.j r)2 Ci ; '; •! Oí\fii(i at ^h ?: (Un tiempo.) '"^2. Abrir'ün poco iá' nidnó izquierda, lomar la rien- da derecha con la misma mano, y restituir los puños á su primera posición. .;—/".„:, Se cruzan las riendas en la raáno derecha'* y' 's^e'yueívén á'áfepa- rar por los mismos medios, ejecutados en sentido íntérso. TERCERA LECCIÓN. ECHAR PIE \ TIERRA. • 23. Para ello "el instructor, después de haber dis- puesto que se suelten los estribos de los, porta-estribos., y que se ios calcen los soldados, mandará : Prepcirense para echar pie a tierra. Uno: druzc-lr M rieiiidas en la mano izquierda, cojer; un puñado de crines con la dercchí, pasarle póMa iz^= — 183 — quierda, entreabriendo ua poco esta al efecto; y liarle al pulgar de la misma , de izquierda ú derecha , afirmán- dole sobre la segunda coyuntura del primer dedo , y el pequeño tocando íí la parte superior del cuello del ca- ballo. 24. Cuando se eche pié á tierra , estando los caballos con bi-ida, se sustituirá, en este tienip», al movimiento de crucen las riendas en la mano izquierda, el de ajuslea las riendas: observándose en- tonce? el verificarle de modo que ia mano izquierda baje hasta apo- yar en 1t3 .crines, manteniéndose igualmente cuajadas ambas riendas; , después de lo que se ejecutará sin detención lo restante de dicho primer tiempo. 2a. Cuando el movimiento se efectúe estando además la tropa con armas , el soldado , si fuese cazador , echará primeramente la carabina á la espalda, ejecutando en seguida el primer tiempo de prepárense para echar pié d tierra. 26. Si fuese lancero , afianzará primero la lanza, si no lo estu- viera: correrá después la mano por ella hasta la atadura delporta^ lanza, sacará la lanza del porta-regaton , é inclinando üirjramentG la moharra á ia izquierda del frente, acercará la mano derecha á la izquierda , ayudando la primera con el pulgar y el primer dedo , . sia soltar la lanza', para ajustar las riendas , en los términos ya preve- nidos para echar pié á tierra hallándose el caballo con brida. Elevará después la lanza perpendicularmente, é inclinando en seguida la moharra algún tanto á la derecha, hará pasar el regatón á la izquier- da por encima del cuello del caballo ; y haciendo correr el asta por entre el cuerpo de este y las riendas , la bajará hasta que el estremo del regatón llegue á cuatro pulgadas dei suelo , por el lado de mon- tar , en cuyo momento la afianzará y sujetará fuertemente con la mano izquierda, cojiendo en seguida el puñado de crines con ja mano derecha, liándole al pulgar de la izquierda, como queda. es- plicado anteriormente. ' Dos. Colocar la mano derocha en el borren delan- -13 — 184 — tero ; como queda esplicado núm. H , y sacar el pié de- recho del estribo. V TIERRA. ( Tres tiempos ). 27, Uno. Sacar y levantar la pierna derecha apo- yándose en la mano del mismo lado, y girando sobre el estribo izquierdo , pasarla, tendida y airosa, por encima de la grupa del caballo^ sin tocarla , trayéndola á la inmediación de la izquierda, y quedando el hombre en' Ja posición esplicada para el segundo tiempo de montar; al mismo tiempo pasará la mano derecha á cojer el bor- ren trasero , como se previene en dicho movimiento. Bos. Soltar el borren trasero, giraran poco sobre el estriíjo izquierdo , y llegar al suelo con el pié derecho, bajando eil seguida el izquierdo á su jinmediaciou , y quedando cuadrado á la altura de la espalda del cabalgo y frente al estribo ; la mano izquierda soltará las crines, sin separarse de las riendas, y la derecha volverá a su coslad';:. Tres. Ejecutar medio giro á la izquierda , de modo á dar frente á la espalda del caballo : dar en seguida un paso largo de costado á ia izquierda , hasta quedar á la altura de la cabeza del mismo; separarla mano izquier- da de las riendas, colocándola á su costado; cojer la izquierda con la mano derecha, las uñas al frente, corriéndola al mismo tiempo que se da el paso de cosla- dd ; agarrar con dicha mano la cruceta formada por ia carrillera izquierda y la miiserola , conservando con el pulgar de la espresada mano la rienda izquierda , bien cuajada; y girar en seguida á la izquierda, quedando — 185 ^ en la posición espresada pura hi indicada antes d<í montar. 28, El lancero conservará la lanza en la mano izquierda, al soltar estalas riendas , llevándola en dicha mano al ejecutar el paso de costado, y colocándola como queda espresado núm. 6, al terminar el tercer tiempo. Desfilar después de echar j^ié á tierra , estando á fila abierta. 29. Para ello el inslruclor mandará: d. Para marchar á la derecha. 2; Marchen. A la segunda voz tudos los hombres de la fila romperán al mismo tiempo la marciia con el pié izquierdo , varian- do inmediatamenle de dirección á la derecha; con lo que resultarán en hilera hacia este costado ; debiendo llevar el caballo de la misma manera que le tenían agarrado, y teniendo cuidado de mantener la mano derecha firme y á la misma altura , á fin de evitar que aquel salte ó cocee. Bajo los mismos principios, empleados en sentido inverso, se desfilará por la izquierda. Si el soldado se halla con lanza ó carabina , suspenderá el sable del gancho . por la primera anilla , al oir la primera voz, ejecutando este movimiento de modo que aquel quede colocado con la guarnición atrás y la contera hacia adelante. oO. Si fuese lancero , lo verificará apoyando antes la lanza al hombro izquierdo, y después de enganchado el sable, volverá á cojer la lanza con la mano izquierda á dos pies y medio del regatón ; elevándola y dejándola caer sobre el hombro izquierdo ea la posición esplicada. — 186 - ' i Formar en ala, á fila abierta, marchando en hilera^ 1 j)í'e á tierra, | 3i. Para ello el instructor, después de oonducir la hilera de modo á colocarla en la dirección en que quiera - establecerla fila, y suponiendo que desfiló por la derecha, la mandará hacer alto , y dar en seguida frente á la izquierda , con las voces sií^uientes: J . Por el flanco izquierdo, 2, Marchen. A la segunda voz, todos los hombres de la hilera rom- perán al mismo tiempo la marcha con el pié izquierdo, girando inmediatamente á esta mano , haciendo en segui- da alto y cuadrándose en esta nueva dirección ; para todo lo que observarán cuanto se ha esplicado anterior- mente para conducir sus caballos, debiendo quedar cuadrados á la izquierda de la cabeza de estos, en la posición prevenida núm. 3. Bajo las mismas reglas , aplicadas en sentido inverso , se formará en ala á fila abierta á la derecha, en el caso de haberse desfilado an- tes por la izquierda. CUARTA LECCIÓN. Del uso de las riendas, 32. Las riendas sirven para hacer sentir al caballo la voluntad del ginete : su acción debe- ir siempre acorde con la de las piernas. Los brazos deben obrar sin comunicar dureza al cuer- — 187 — po , que se conservará constantemente á plomo : el mo- vimiento de aquellos debe estenderse desde el puño hasta la articulación del hombro. Del efecto de las ¡yiernas, 33. Se iiace uso de las piernas para determinar al caballo á salir adelante ; para sostenerle , ayudarle y ha- cerle volver á la derecha y á la izquierda. Las piernas deben arrimarse y separarse por grados , proporcionan- do siempre su efecto á la sensibilidad del caballo, y le- niendo cuidado de no abrir las rodillas , ni subirlas, al «cercar las piernas al cuerpo del animal. Del efecto combinado de las riendas y de las ¡yiernas, 34. Elevando un poco los puños en la dirección de las riendas, y acercando las piernas al cuerpo del caba- llo, se le recoje, prepara ó avisa. Levantándolos algo mas y con mayor fuerza, se le obliga á disminuir el aire ó paso que llevaba. Aumen- tando aun en el mismo sentido el efecto de las riendas, pero no el de las piernas , se para al caballo ; ysiguienda aquellas con la misma tirantez , se le obliga á hacer paso atrás. Para todos estos movimientos los puños deben le- vantarse elevándolos hacia el cuerpo , en la misma posi- ción que tenian , sin redondearlos. Abriendo y tirando un poco la rienda derecha y arri- mando la pierna del mismo lado, se determina al caballo á volver á la derecha : para este movimiento se lleva^ sin volverle , el puño derecho mas ó menos á este lado , se- gún la sensibilidad del caballo. •. — 188 — Abriendo y tirando un poco la rienda izquiertJa del modo espresado, y arrimando la pierna del mismo lado, se delermina al caballo á volver á la izquierda. Bajando un poco los puños en Ja dirección de las rien- das, y arrimando las piernas mas ó menos al caballo, según sea su sensibilidad , se le obliga á que salga hacia adelante. Siempre que para la ejecución de los movimientos an- teriormente esplicados haya que arrimar las piernas al cuerpo del caballo , se verificará por detrás de las. cinchas. Marchar al f rente. 35. Para ello el instructor mandará: 1 . Fila {ó hilera), 2. De frente. 3. Marchen. A la segunda voz se elevarán un poco los puños hacia el cuerpo , y se acercarán las piernas para recojer al ca- ballo. A la de marchen , se arrimarán las piernas mas ó me- nos, sea,nn sea la sensibilidad de este, y se bajarán un poco los puños en la dirección de las riendas; lo que se llama dar libertad al caballo. Luego que este haya obe- decido , se seiiararán las riendas gradualmente , y los puños volverán á su posición. ''^í' "''' ' 56. El instructor no dejará mas que un corto intervalo entre la segunda y la tercera voz , á fin de que no llegue á ser ineficaz ó sin efecto el movimiento de preparar al caballo. Se prevendrá que, aunque á la voz de ejecución ha de efectuarse lo prevenido, sin embargo deberá empezarse por bajar los puños, sin — 189 — k) CiíaJ no tendría el caballo libertad pai a salir adelante, al sentir el efecto de las piernas del ginote. 37. Se tendrá cuidado de que el soldado marque bien e! tnovi- iniento de recojer al caballo , á fia de que este no se detcngfi á fa voz de marchen , y asimismo de que aquel arrime igualmente las piernas haciéndolo por grados , y no da golpe ; á ñn de que no se ladee el caballo al salir, ni que lo verifique bruscamente y por sa- cudida. Hacer alto. 38. Para ello el instructor mandará : 1. FU era [ó hilera ¡. 2. Al — To. A la primera voz se recojerá ai caljsUo. A la segunda, se afirmará hiea la parte superior del cuerpo, levantando los puños gradualmente hacia este, sin volverlos ni redoudearlos; y se acercarán las piernas al caballo para impedirle que se haga atrás; habiendo obedecido este, se separarán por grados las piernas, volviendo al mismo tiempo los puños á su posición. Si el cabailo se resistiese á obedecer , se le hará sentir aiternativamente el efecto de cadíi rienda , con mas ó menos fuerza, según su sensibilidad, lo que se llama barajar. 39. El instructor hará observar al recluta que si en este movi- miento apretase demasiado los muslos ó las piernas, el caballo se resistirla á parar ; que si aquel no tirase igualmente de hs dos riendas , ó acercase mas qué otra una de las piernas,, se ladearla el animal ; y finalmente que si se tirase con demasiada fuerza de ias riendas y sin hacerlo por grados , se detendría aquel de golpe, haria paso atrás , ó se levantarla sobre las piernas. — 190 ^ QairíTÁ LECCIÓN. GIROS. 40. Para que se ejoculen á la derecha , el instructor mandará: i. Por el flanco derecho. 2. Marchen. A la primera voz se recojerá al caballo. A la segunda , se abrirá y tirará do la rienda derecha, arrimando progresivamente la pierna del mismo lado.- al concluir el movimiento, y ai ir á dar frente á donde se tenia el costado , se disminuirá ei efecto de la rienda y de la pierna derecha, sosteniendo al caballo con la rienda V pierna izquierda, que se le acercará para terminar el giro ; volviendo entonces esta- y ios puños á su posición. Este movimiento se ejecutará determinándose la salida del caballo un poco hacia adelante, á fin de que se veri- fique sobre el cuarto delantero ; de tal modo que los pies del caballo vengan con poca diferencia á ocupar el ter- reno en quG se encentraban sus manes. Se ejecufará el movimiento á la izquierda bajo las mismas regias, aplica iidclas en sentido iiiverso. Media vuelta, 41. Para que se ejecute á la derecha , el instructor mandará: i . Media miela á la derecha, 2. Mauchen. s — 191 — A la segunda voz se ejecutará el movimiento del mismo modo esplicado para girar á la derecha; con la diferen- cia de continuarlo hasta dar frente á la espalda ; lo que es en un todo igual ú efectuar sin detención dos giros á dicha mano. Poi* los medios contrarios se ejecutará la media vuelta á la iz_ quierda. SESTA LECCIÓN. i- PASO ATRÁS. ' 42. Para ello el instructor mandará: 1. Paso atrás. 2. Marchen. A Id primera voz, se recojerá al caballo. A la segunda, se afirmará la parte superior del cuerpo; y adelantando la cintura y doblándola un poco hacia atrás , se levantarán los puños en la dirección de las riendas, y se acerciirán las piernas al caballo, aunque sin arrimárselas. Cuando haya obedecido este, se bajarán y elevarán sucesivamente los puños, lo que se llama dar y tomar. Si en este movimiento vierte el caballo la cadera dere- cha, se le acercará la pierna derecha ; y si vertiese la «adera izquierda, se le aproximará la pierna izquierda. Si no basta esto para que el caballo marche recto á retaguardia, se llevarán los puños al mismo lado por donde vertía el caballo la cadera, lo que se llama oponer las espaldas á las cadenas. Se esplicará al soldado que la palabra verlcr significa aquí dejar ~ 192 — una cadera adelantada, y atravesarse el caballo por el lado opuesto á ella en el paso atrás. 43. Para hacer alto, marchando paso atrás, el ins- tructor mandará; ,.;••.. 1. Fila. ' j:^^^'. ■/, 2, Al — To. A la primera voz, se preparará al caballo. A la segunda, se bajarán los pmlos y se aproximarán algo las piernas, restituyendo unas y otras á su posición en el momento que el caballo haya obedecido. Se íiará entender al soldada que , de no doblar un poco el cuerpo afirmándole hacia atrás en el paso de retaguardia , se inclinaría aquel hacia adelante al emprenderle , y que si en lugar de dar y lomar, se siguiese tirando siempre de las riendas , esto obligarla al caballo á ejecutar el movimiento por sacudidas , á atravesarse á un lado ú otro , ó á levantarse de manos. §. XXIV.—SEGÜiNDA CLASE.—trabajo en una tanda. ADVERTENCIAS. 44. Para esta lección podrán reunirse hasta ocho hombres á. las órdenes de un solo instructor; los que se colocarán en una fila con intervalo de tres pasos de caballo á caballo (1) , medidos del estribo derecho del uno al estribo izquierdo del otro. Se situará la fila en el centro del cuadrilongo y dando frente á uno de los lados menores del mismo , y se numerará de á cuatro. Después de haber montado á caballo en esta disposición , el ins- (4) Estos pasos deben ser de los de tres pies , fijados para medir las distancias á caballo. — 193 — ti'uctor hará que se recojan y suspendan los estribos de los porta-es- tribos. Dos cabos ó soldados bien instruidos se colocarán, nno á la dere- cha y otro á la izquierda de la fila, para ser los conductores de esta cuando marche en hilera, y conservarán calzados los estribos. 45. En todos los movimieíitos se alternará de mai^o, á fin de que los soldados adquieran soltura á una y otra.^,'!*' ! ' ', PRIMERA LECCIÓN. MARCHAR ALA DERECHA. 46. para ello el instructor mandara. i. Para marchar á la derecha, 2. Marchen. A la segunda parte de la primera voz , todos los hom- bres de la illa recojerán sus caballos. A la de marchen ^ ejecutarán á un tiempo un giro á la derecha, con arreglo á lo prevenido, y al concluirle bajarán los puños y acercarán las piernas al caballo , si- guiendo rectamente en la dirección que les resultó , y restituyendo ios puños y piernas á su posición, luego que los cobalios hayan obedecido. El cabo que resulte cabeza de la hilera, seguirá de este modo hasta llegar al lado menor del cuadrilongo, en cuya pista volverá á la derecha, y continuará marchando: todos los demasíe seguirán formando hilera con él, y manteniéndose á la distancia que les resultó después de ejecutado el giro , la que deberá ser de tres pies , medidos desde la cola del caballo que preceda, á la cabeza dd que siga. — 194 — 47. Se entiende por marchar á la derecha, tener el costado derecho hacia el centro del cuadrilongo; y marchar á la izquierda, cuando se verifica en el sentido opuesto. Bajo las mismas reglas, pero en sentido inverso , se ejecutará el movimiento á la izquierda. El instructor se mantendrá sobre el flanco interior de la fila , cui- dando de observar uno por uno la posición de cada hombre por sí , y de corregir lo que encontrase de defectuoso en ella ; procurando que esta se conserve sin violencia ni envaramiento , y que cada ginete se vaya uniendo y prestando con flexibilidad á los movimientos del caballo. 48. Cada hombre de la hilera ejecutará al llegar á los ángulos un giro á la derecha ó á la izquierda , según que marche ú una íi otra mano, adelantando un poco para ello la cadera y el hombro de afuera; ó lo que es lo mismo, del lado opuesto al giro , sin inclinarse por esto hacia el de adentro. El conductor que resulte á la cabeza de la hilera, gi- rará siempre en los ángulos del cuadrilongo, sin esperar voz de mando. Hacer alto y volver á marchar. 49. Hallándose marchando la hilera sobre uno de los lados mayores del cuadrilongo , el instructor mandará: i . Hilera, 2. Al — TO. Lo que se verificará á un tiempo por todos los hom- bres de la hilera, con arreglo á lo prevenido núme- ro 38. '-¿- ' — 195 — 30. Para volver á marchar de frente, el instructor mandará: i . Hilera. 2. De frente. 3. Mauchen. Lo que se ejecutará á un tiempo por todos los hom- bres de la hilera , según las reglas esplicadas anterior- mente. 51. El ÍQstructor mandará con frecuencia hacer alto y volver á marchar ; rectificando la posición en el primer caso j y cuidando de que el cuerpo no se incline adelante en el momento de hacer alto, ni atrás en el de volverse á marchar. Cruzar las riendas y volverlas á separar. 52. Se ejecutarán estos movimientos como se pre- viene nüin. 21 , cruzándose indistintamente las riendas en una y otra mano, bien sea que se marche sobre la de- recha ó sobre la izquierda. Para ello observará el ginete , en uno y otro caso , no obrar de golpe, y tener las piernas cerca del cuerpo del caballo,, á fin de impedirle que se pare ó que acerté el aire que llevaba. 53. Para volver ala derecha, estando cruzadas las riendas en una ú otra mano, se llevará esta hacia ade- lante y á la derecha : lo contrario se practicará para vol- ver á la izquierda, manteniendo siempre en ambos casos la mano uñas abajo. SEGUNDA LECCIÓN. PASAR DEL PASO AL TROTE. 54. Luego que los hombres hayan adquirido una re- — 196 — guiar posición y empiecen á acostumbrarse al movimiento del caballo, se les hará pasar al trole , á cuyo efecto mandará el instructor; d , Al trote. 2. Marchen. A la primera voz, se recojerá al caballo. A la segunda, se bajarán los puños en la dirección de las riendas, y se acercarán las piernas, mas ó menos, según sea la sensibilidad del caballo , hasta que obedezca estC;, en cuyo moaienlo se restituirán los puños y las piernas á su posición. 53. No se empleará al principio este aire sino con mucha moderación, á fin de evitar el que los hombres pierdan ó descompongan su posición; en cuyo caso man- dará el instructor poner la hilera al paso para cor- regir las faltas, y aun hacer alto, si fuese necesario, para conseguirlo. Cuidará este do que durante el trote no se agarren aquellos de las riendas; que no se arre- ilenen en la silla, doblándose sobre los ríñones; y que no agarroten los muslos ni las piernas ; haciendo comprender á los ginetes que solo llevando estas par- tés flexibles es como se consigue adquirir firmeza y sol- tura. Pasar del trote al jmso, K6. Para ello el instructor mandará; i . Al paso. 2. Marchen. A la primera toz , se recojerá al caballo. A la segunda, se elevarán gradualmente lo^ puños — 197 — en la dirección de las riendas, y se aproximarán íik piernas al caballo , para impedirle que se pare: puesto* ya este al paso , se restituirán estas y aquellos á su po- sición. TERCERA LECCIÓN. CAMBIADA DE íMANO. , ; •• 57. Pitraque la hilera, después de haber marcliado algún tiempo sobre la derecha , lo verifique sobre la iz- quierda sin detenerse, el instructor la hará cambiar de mano en !a anchura del cuadrilongo en el momento que se halle en cualquiera de los lados mayores, para lo cual mandará: i . Hilera á la derecha. 2. Marchen. A la primera voz, el cabo conductor de la hilera reco- jerá á su caballo. A la de marchen, dicho cabo ejecutará un giro á la derecha , describiendo para ello un arco de círculo de tres pasos, sin detenerse ; y se dirigirá al frente que re- sulte, atravesando el cuadrilongo por su ancho, y si- guiéndole en la misma forma los demás hombres de la hilera. Al llegar el conductor cerca de la pista, el ins- tructor mandará: 1. Hilera á la izquierda. 2. Marchen. A la segunda voz , el conductor girará á la izquierda, sin detenerse, y seguirá marchando sobre la pista; efectuando sucesivamente lo xnisrao, los demás hom- — i98 — bres de la hilera, y cuidando en uno y otro caso de ejecutar su giro en el punto que lo verificó el con- ductor. El instructor dará la segunda voz ai llegar la cabeza de la hilera á dos pasos de la pista. Por las mismas reglas, aplicadas en sentido inverso, se ejecutará el cambio de mano á la izquierda, hallándose marchando la hilera sobreesté costado. Después de practicar con regularidad el cambio de mano al paso, se ejecutará al trote. El instructor cuidará de que los hombres den con precisión las ayudas á sus caballos, á fin de que les giros se ejecuten sin causar detención alguna en la marcha, ni pérdida de las distancias. CUARTA LECCIÓN. MAUCHANDO EN HILERA, FORMAR EN ALA Y VOLVER A FORMAR EN HILERA. 58. . Para ello, el instructor en el momento que la hilera, marchando sobre la derecha, llegue al centro de cualquiera de los lados mayores, mandará: 1. Frente ala derecha. 2. Marchen. A la primera voz, todos los homhres de la hilera re- cojerán sus cahaiios. A la de marchen, girarán todos á un tiempo á la de- recha, siguiendo sin detenerse con el frente que á cada uno le haya resultado, y procurando mantenerse á la al- tura del costado derecho; para cuyo efecto ohservarán el guiarse por él en todos estos movimientos, hasta llegar a la pista del otro lado mayor. .'»r, á}üiíííuí-)íj- ^ 1§9 ^ ^"El instructor, en el momento que aquellos lleguen cer- ca de ella, mandará: , ... i. Por el flanco izquierdo [ó derecho). 2. Marchen. ..jsAla primera voz, recojerán todos á sus caballos, y á la segunda girarán á un tiempo á la mano indicada, si- guiendo en hilera por la pista. El instructor dará h segunda voz en el momento de llegar la ñla á dos pasos de la pista. 59. Si marchando sobre la derecha, y habiéndose verificado el frente á la misma mano, se volviese á poner la tropa en hilera, eje- cutando el movimiento por el flanco izquierdo, se habría efectuado ún cambio de mano, marchándose por último sobre. Ja izquierda. Si en la misma posición se volviese á poner la tropa en ;hilera por el flanco derecho, se seguirla al contrario, trabajando sobre la misma mano, sin haber ejecutado cambiada; pero en este caso la hilera marcharia en un orden contrario al que llevaba, resultando á reta- guardia el conductor que estaba á vanguardia, y á vpaiguardia el que marchaba á retaguardia. El instructor restituirá la hilera á su situación primitiva, repitiendo el movimiento y concluyéndolo en sentido inrerso, esto es, volviendo á poner la tropa en hilera por el flanco izquierdo. I ,; QUINTA LECCIÓN. O m j<,.,,.,l^?DíA VUELTA A U.NA Y OTRA MANO, MARCHANDO. fc?^ 6b. Para ejecutarla, el instructor, después de haber ■ mandado a la hilera dar frente á una ú otra mano, según sea la sobre que se marche, y cuando se vaya á llegar á la pista, dará las voces siguientes: 1. Media vuelta á la derecha {ó izquierda), 44 — 20,0 — A la primera voz, todos los, liombres recojerán sus caballos. A la segunda, ejecutarán al mismo tieiqpo la media vuelta á la mano indicada, describiendo para ello un arco de círculo de seis pasos; y seguirán sin detenerse en la dirección que les resulte á retaguardia, guiándose siem- pre por el costado derecho. Al llegar otra vez á la pista del lado mayor de donde partieron, el instructor mandará: í. Por el flanco derecho (ó izquierdo). 2. Marchen. Lo que se ejecutará bajo las reglas esplicadas núme- ro 58, convirtiéndose la íila en hilera. 61. Luego que se ejecute con alguna regtslandad la media vuelta marchando en fila en la forma esplicada anteriormente, se efectuará marchando en hilera; lo que se mandará y ejecutará del mismo modo, dando para ello el instructor las voces de mando á tiempo necesario para proferir la de marchen en el momento que la eabeza (Je la hilera llegue al estremo de cualquiera de los lados mayores. Quedando de este modo laliilera invertida, si es que iba antes en su orden natural, se volverá á ponerla en su estado primitivo, repi- tiéndose el mismo movimiento. 62. En esta instruccioa debe cuidar sobre todo el instructor de que los soldados ejecuten por si, con perfección^ los giros y medias vueltas sin sujetarlos á la unión y concierto de los movimientos, ocupándose aquel particularmente en que las ayudas se apliquen con exactitud y oportunidad. Al principio se mandarán solos los giros y medias vueltas hacia la' mano sóbrela cual se trabaje; pero luego que se ejecuten con soltu-. ra y facilidad en esta forma, se practicarán indistintamente á uno y otro lado. 63. En todos los giros y medias vueltas que se ejecuten. sobre la I — 201 — marcha j para quedar en hilera, el cabo que haya do. resultar cabeza de la misma, hará su movimiento aumentando un poco la velocidad, á fin de evitar que los demás hombres de la hilera tengan que de- tenerse. Luego que los giros y medias vueltas se practiquen con alguna perfección al paso, se ejecutarán al trote. SBSTA LECCIÓN. iMAUCHA OBLICUA INDIVIDUAL. ' ''^^'^V^^ • ^ 61. Para esta lección precederá el variar de dirección la hilera en uno di los lados menores del cuadrilongo, y luego que aquella selial'e totlacn la misma dirección, su-r poniéndose que la variación ha sido á la derecha; el ins- tructor la mandará hacer alto, y dará en seguida las vp,"- ees siguientes: ,,,-, o* 4. Oblicuo ala derecha. it*o-nBit>0'>p ¿ifcd 2. MakCHEN. 'vk:'..-.-,, ^í.,- ;.,r^ 3. De frente. 4. Marchen. .».áiL//í/i»L . ,£ A la primera voz, todos los horiiTífes' c(c lá híleí'á re- cojerán sus caballos. A la segunda hará cada uno ejecutar al suyo la cuar- ta parte de un giro á la derecha, valiéndose de medios iguales á los esplicados para el giro á esta mano á pié firme. A la tercera, prepararán á sus caballos para que salgan adelante en la nueva dirección ; y a la cuarta , les darán libertad para que b verifiquen. El instructor, después de la segunda voz, y antes de dar la terce- — 202 — ra, se cerciorará de que; cada hombre ha hecho ejecutar á su caballa la parte de giro que corresponde al movimiento, y se asegurará de que €ean como deben las direcíioiies é intervalos que hayan resultado» Cada Iiuíiibre se dirigirá, por la dirección particular que haya tomado, á la pista del lado mayor que se halla á su derecha. El instructor, al llegar los hombres cerca de la pista, mandará: ./:Oi:)aaJ Al^a^ i . De frente, 2..MAIICHEN. f-'^Á la segunda voz, todos desharán á un tiempo sobre la marcha íp parte de giro que hicieron , siguiendo sin detenerse eri hilera por la pista. 65. Luego quecste movimieoto se ejecute con regu- laridad del modo espresado, y que el instructor se ase- gure de que lodos comprenden bien su mecaniámo, le hará ejecutar sobre la marcha y sin detención, para lo cual solo mandará: 1. Oblicuo ala derecha, , •, \ 2. 1VL\RCHEN. Y al llej^ar^á la pista: 3. ÍJie frente. A la prhnera ivo^v t^dogírloí' ih^mbFesiííai la fila recp*<í jerán sus caballos» ñ o'ji'¿ í;í mftq zobi\oiiii^'} w! b fí'.>íí;ny A la segunda^ ejecutarán sin detenerse la cuarta partéí de un giro á la derecha, el que efectuado, acercarán ambas piernas al caballo, bajando al mismo tiempo Io8. dos puños, paru obligarle á seguir rectamente á, su nuertl va fren te.'' -^^^^ aHíne v ,sof Bí-n^'o-* ¿1 «* %'ji/qí!í»b>ioj3n'»í«ii íA — 203 — A la cuarta toz desharán sobre la marclia la parte de giro que hicieron, siguiendo eti hilera por la pÍ!=5ta. ■'"[ En uno y otro caso, articulará elinstructor esta última voZ:rai poco antes de llegar los hombres á la pista. ■ ;.:';íí £1 oblicuo á la izquierda se ejecutará por las mismas reglas, aplÍT cadas en sentido inverso, suponiéndose que precedió el yariaf^ de.dir, reccion á la izquierda. ■ , . Luego que el oblicuo se efectúe con regularidad al paso, se prac- ticará al trote. . , o. -.» ; SETJMALECCIOíí.«i!í>';t>r"i:nJ v-Gdó *^rM^.. üírívl^ír» ... í:i V ^ PASO ATRA9.. ,, , , , ,. f,, ^66. Se ejecutará como se previene núm. 42, prece- diendo el dar frente hacia el centro del cuadrilongo, que- dando de este modo la tropa en fila abierta en el ■ PASÓ DE COSTADO. '"' ' " [Figura 3,°) "'/ ■ '67. Después de haher hecho la hilera frente !á' la íáe- íecha ó izquierda en uno de ios lados mnyores del' cua- drilongo, y haber hecho alto de este modo, el instructor mandará: ;. .•.•-^.» i 7.. i . Paso de costado á la derechcíT ' • :?» 58: o - , íMíií'!! 2. MaUchen. ; ^^rfi! ?;■]?'> -rd ÍMa primera voz, lodos los hombres de la fila abrirán nn poco la rienda derecha, y tirarán l¡íj[eramente dé ella, arrimando la pierna del mismo lado al caballo, con cuyo movimiento, que es preparatorio, delierá quedarla mano' — 204 — izquierda ile aquel en fren le del pié derecho, á fin de que pueda marchar al costado cruzando su mano y pié iz- quierdo por delante de la mano y pié derecho, lo que se llama cabalgar. En este estado el caballo se hallará con- verliilo á la derecha, cuya posición indica al soldado que en este movimiento las espaldas de aquel áahen siempre romper la marcha, y preceder al movimienlp de. la§ ca- deras. .i:,.j I.. ^p',ff A la voz de marchen, abrirá el hotnbre la rienda dere- cha y tirará de ella, acercando la pierna izquierda, pa- ra que sigan las caderas el movimiento de las espaldas; manteniendo al mismo tiempo la pierna derecha cerca del cuerpo del caballo, para sostenerle; y pronta la rienda izquierda, á fyi de moderar el movimiento, si fue- se necesario. 68. Durante est'% el ginete debe mantener su caballo terciado hacia el costado al que se marcha, á fin de faci- litar la ejecución de este paso; empezándole despacio y con moderación, y mirando de cuando en cuando al lado espresado, sin inclinar el cuerpo al opuesto. Si el caballo obedece á las ayudas, se continuarán es- tas, sin violencia ni sacudimiento: si inclina demasiada el cuarto delantero, se aumentará el efecto, de la rien- da y de la pierna izquierda , á fin de disminuir su obli- cuidad: si al contrario se mantuviese recto al primitivo, frente , ó se anticipare la marcha de las caderas á la de las espaldas , se aumentaría el efecto de la rienda y de la pierna derecha, á fin de que continuase convertido á esta mano. Si el caballo precipita demasiado su raoviniientoal contado, se disminuirá defecto de la riendíi derecha y de ^ _ 205 — la pierna izquierda, y se aumentará proporcioiíalmenle el de la rienda izquierda y de la pierna derecha. Sí el caballo rompiese hacia adelante, se disminuiría el efecto de las piernas, y se aumentaría otro tanto el de las manqs, dando y tomando alternativamente: si, al con- trario, se hacen atrás, se aumentará el efecto de las pier- nas, y se disminuirá el de fas riendas; teniendo cuidado de determinar la marcha de las espaldas hacia el costado al que esta se verifique, supuesto que el retroceder el caballo en este movimiento pende casi siempre de la in- comodidad que esperiment.i cuando el cuarto delantero no precede al trasero en este paso. 69. Después de haberse dado algunos pasos de costa- do ala derecha, el instructor mandará: i. Fila. 2, Al— TO. A la segunda voz, cesará el efecto déla rienda derecha y de la pierna izquierda, y se sostendrá al caballo con la rienda izquierda y la pierna derecha , á fin de colocarle recto á su frente, en cuyo momento volverán los puños y piernas á su posición. Se ejecutarán los mismos movimientos á la izquierda, bajo ¡guales reglas, aplicadas en sentido inverso. El instructor hará primeramente ejecutar este movimiento á cada hombre por sí, esplicándosele detalladamente hasta que le haya com- prendido; en cuyo caso lo hará practicar por el todo de la fila. $. XXV.— TERCERA. CLASE.— tradajo en dos tandas. Ibmhmi .. advertencias. 70. Pai'a esta clase podrán reunirse de diez y seis ú veinte liom- bres, á las órdenes de un solo instructoi' ; los que se formarán en- dos filas á la distancia de tres pies una de otra , manteniéodose el intervalo de tres pasos de caballo á caballo , con arreglq á lo preye- nido núm. 144 para trabajar á filas abiertas. ' ' ' ^ ' ' ' ' 71. La magnitud del cuadrilongo debiendo ser relativa á la fuer- za que haya de trabajar en él, á fin de evitar que, por demasiado pequeño, no puedan practicarse con desahogo los varios movimientos que deben ejecutarse enla instrucción en dos tandas; ó que, por sobradamente dilatado, se pierda tiempo y se halle el instructor demasiado separado^ deja, tropa, .j, se j,ten^r¿^. presente,; la propoí^oii: siguiente: ,,,,, :^ ;,.^:,. ,^|,,,.,'. .j,!.,;,^^;.;. .. .t,.<> ;.., .^ilí J;;) i.^ Que en todos casos los lados menores estén, respecfpj^^^jM mayores , en la proporción de uno á tres. _ . ; 2.* Que la longitud del lado mayor sea á razón 'dé tres cuerpos de caballo por cada uno de b? que trabajen en cada tanda ; de suerte que si esta consta solode ocho caballos', deberá tener dicho lado' veinte y cuatro cuerpos de caballo, ó sean setenta y dos pasos. (1); que si cada tanda se compone de diez caballos , el lado mayor debe- rá ser de noventa pasos ; y en fin , que si aquella fuese de doce ca- ballos, no podría ser menor de ciento cuatro á ciento' tícliOf *pásos dicho lado. ■'.■ ' ' ■■ *^ 72. Los hombres asistirán á esta instrucción coii'el tnisme'tríijé' queála precedente, pero llevarán calzadas las espuelas. ■ ' 75. Formados pié á tierra en la espresada forma , se situai'án los^ dos cabos conductores á la derecha de la primera y segunda fila, para servir de base á la formación de cada una, colocándose otros dos cabos, ó soldados bien instruidos, en los costados izquierdos de las mismas. En este estado , el instructor hará ejecutar el nom- bramiento de á cuatro , y montar á caballo, con arreglo á lo prevé-, nido núm. 44. 74. El trabajo de esta clase se verificará separadas las tandas, (1) Paso geométrico de tres pies, que es el que sirve para medir las distancias á caballo. -^ 207 — Reculando una y otra los mismos movimientos , á la voz del ins- tructor; el que para observar mejor los de ambas, se colocará ha- bitualmente en el centro del cuadrilongo , menos en las variaciones de dirección , en los oblicuos , y en los movimientos de frente á la derecha ó izquierda, en todos los que ?e situará de modo á no quedaf entre las filas ó hileras, y á no estorbar la ejecución de los mismos. "- ■ • PRIMERA LECCIÓN. ,.;\" '^,. De las espuelas. 75. SI el caballo no obedece á las piernas , es necesa- rio-emplear las espuelas.- estas no lu^n de considerarse como ayuda, sino como castii^o: no debe por consiguien- te hc^cerse «so de ellas,. sino muy pocas veces, y enton- ces con vigor , y en el mismo momento que el caballo se niega á obedecer, 76. Para hacer uso de las espuelas, se deben afirmar el cuerpo, la cintura y los puños; unirse bien el gineto al caballo con los muslos , la parte interior de las rodi- llas , y las pantorrillas; volver un poco hacia fuera las. puntas de los pies; bajar algún tanto los puños, y por último arrimar con fuerza ambas espuelas por detrás de: las cinchas, sin hacer ningún otro movimiento con el cuerpo , y. dejándolas allí hasta que el caballo baya obe^: decido, que entonces se restituirán las piernas y Jos. puños á su posición. El instructor , antes de que los soldados calcen las espuelas , espli- cará el efecto y uso de ellas ; figurando por si este movimiento , y haciendo que los soldados le imiten , arrimando los talones con sua- vidad á los caballos á fin de que estos no se desmanden. 77. Cuando aquellos deban hacer uso de las espuelas, cuidará — 208 — el instructor de que no se agarren de las riendas; lo que sería gual á mandar al caballo una cosa con las piernas y otra contradictoria con las riendas. Deberá asimismo vigilar el que los soldados n© se sirvan de ellas , sino opotunaménte y cuando convenga. Para que las dos tandas se dirijan al 'picadero. 78. Para que estas , dispuestas en ala una detrás de otra, á filas abiertas , como se previene núm. 70 se diri- jan al picadero, el instructor mandará: \ . Para marchar á la derecha. 2. Marchen. A la r,r¡mera voz, todos los hombres de ambas filas recojerán sus caballos. A la da ?íiarc/ien, ejecutarán a! mismo tiempo 'tití giro á la derecha, y al concluirle bajarán los puñóá y acercarán las piernas al caballo, siguiendo marchando en la dirección del flanco derecho , y oblicuando en se- guida á la izquierda los hombres de la segunda fila , has- ta quedar sus rodillas izquierdas distantes como unas seis pulgadas de las derechas de los de primera. Estas dos hileras se dirigirán así al cuadrilongo, en- trando en él por uno de los lados menores^ y siguiendo paralelamente á los mayores hasta llegar la cabeza de las mismas al centro del cuadrilongo, en cuyo momento mandará el instfuctor: ■ y- \, Hileras á derecha é izquierda. ■[' ' 2. Mahchen. A la segunda voz , la hilera de la derecha variará de dirección á la derecha, y la de la izquierda á esta mano, bajo las reglas fijadas núm. 57. - lidí? wihííii»ii ^Miíuto "v — 209 — . Al llegar el conductor de cada hilera á dos pasos de la pi&la, el instructor mandará: i. Hileras á la derecha. 2. Marchen. Lo que se ejecutará como queda prevenido en el mis- mo número, resultando las dos tandas marchando sobre la derecha en los lados mayores del cuadrilongo. 79. Para reunirías, hallándose estas trabajando por hileras en el cuadrilongí) sobre la derecha, el instructor les hará ejecutar un cambio de dirección en la anchura de aquel , en el momento que 1o:j conductores lleguen ú la misma ;iltura en el medio de los lados mayores; y cuando aquellos vayan á encontrarse en el centro del cuadrilongo, se mandará: i. Hileras á dcrcha é izquierda, 2. Marchen. A la segunda voz, el conductor de la hilera compues- ta de los hombres de primera lila girará sobre la marcha ala izquierda, y el de la que corresponde á los de se- gunda fila, lo hará á la derecha, seguidos sucesivamente uno y otro de los demás de sus respectivas hileras , acer- cándose en seguida los hombres de segunda fila, hasta quedar sus rodillas i.^quicrdas distantes como unas seis pulgadas de las derechas de los de primera fila. Llegadas de este modo las dos hileras paralelamente al paraje en donde hayan de echar pié á tierra , el instruc- tor mandará hacer alto y dar frente á la izquierda, con arreglo á lo prevenido núm. 40. 80. En todo el trabajo en dos tandas, los conducto- res de las hileras se observarán y arreglarán de modo á — 210 — Itegar al mismo tiempo á los ángulos opuestos ; debiendo para ello sujetarse el conductor de Va segunda tandcf^ que es la que forma en segunda fila , á la marcha del de la primera. El instructor dedicará un cuidado especial á que la posición de los hombres se regularice y perfeccione cada vez mas ; procurando que marchen con soltura é igualdad, y que mantengan sus caballos rec- tos , y miren al frente, á fm de mantenerse en la dirección de los conductores, y de conservar las distancias, ó de recuperarfós ', si. llegasen á perderlas. ' ' """' 81. El caballo marcha recto , siempre que sus "es- paldas y sus caderas se hallen sobre una misma línea. Si marchando al frente se nota que el caballo inclina las espaldas á la derecha , debe abrirse y, tirarse un poco de ía rienda izquierda, y acercar la pierna dol mismo lado. Si inclina las caderas á la derecha , debe arrimarse un poco la pierna derecha , y hacer ligeramente sentir al caballo el efecto de la-rienda del mismo lado. En fin , si este se echa hacia el centro del cuadri- longo, es preciso volverle á traer á la pista , abriendo y tirando de la rienda de afuera , y acercándole la pierna, de a,denlro., ,8:^,; Durante la piñmera vuelta, el instructor recordará á los soldados los principios prescritos para girar á la derecha é izquierda marchando, recomendándoles e! que no olviden nunca el preparar á sus caballos con la anticipación necesaria para eí giro que han de ejecutar en los ángulos del cuadrilongo. No debe exigir que los ca- ballos entren y giren rectamente en aquellos: pero tampoco debe tolerarse que describan demasiado círculo en los mismos; tenién- dose siempre presente que volverá la derecha, en dichos ángulos, es igual á ejecutai' marchando un giío á íá espfe^ada mano , y vice- versa. - í-iMJíViíih^üric ir.mnBV'iflí'du 88 güívini «üI aimti* — 211 — 83. Se pasará del paso ai trote, y de este al paso, con las mismas voces y medios esplicados paraiel trabajo en una tanda; lo que se repetirá con frecuencia, á fin de acostumbrar la tropa á regularizar estos aires, y á pasar de uno á otro con soltura y precisión , y se repetirán ios movimientos de cruzar y separar las riendas en una y etro mano , al paso y al trote. . Siempre que se pase de un aire á otro mas veloz , se empezará este algo corto , y se aumentará progresivamente tiasta llevarle á su grado natural. Al contrario, cuando de un aire alto se pase á otro menos vivo , se alargará este , reduciéndole poco á-poco á su medida regular. . , \ ,,^ ; SEGUNDA LECCIÓN. Cambio de dirección en la anchuTa del cufjLi^rilongo. 84. Se ejecutará' por íos^'misrnós medios indicados número 57 ; con la diferencia de dar el instructor la voz de marchen bastante á tiempo para que las hileras se di- rijan de manera á no encontrarse al principiar ni al ter- minarse la variación de dirección. i "ur^í.?; y , m:yv: Los conductores cuidarán de orrej^lar stíis móVirfiTentós de modo á quedar .««iempre las cabezas de las hileras á sus distancias y posiciones respectivas. ' '•■' '*-o' - '/• '*ehí \'^ <.í;!írfíi."; Cambio de dirección en la longitud del tuaclr Hongo. . 85. Se ejecutará bajo los mismos principios que el anterior, observando el instructor dar para ello la vox de marc/i^n, tres pasos antes do que las cabezas de hilera lleguen al medio de los lados menores. — 212 — Las hileras , después de variar de dirección, seguirán rectas á su frente en la longitud del cuadrilongo , pasan- do al lado una de otra sin tocarse, y dándose mutua- mente la izquierda, si la variación se Verificó sobre la derecha; y la derecha, en el caso de haberse efeclúado sobre la izquierda. Al llegar las cabezas de hilera á la pista opuesta , entrarán en ella variando de dirección á la derecha ó á la izquierda, según se prevenga en la voz de mando. Cambio de dirección diagonal. 86. Para ello el instructor , en el momento qué las cabezas de hilera , marchando sobre la derecha , han entrado sobre los lados mayores , después de pasados los ángulos opuestos, mandará; í . Hileras— medio cuarto á la derecha. 2^ Marchen. A la segunda voz , los conductores cabezas de hileras ejecutarán sobre la marcha la mitad de un giro á la de- recha , y seguirán en la dirección que les resultó, atra- vesando las hileras el cuadrilongo diagonalmente, y.^- jándose mutuamente la izquierda. ;hv,nr,{^ Al llegar las cabezas de hileras próximas á la pista opuesta , el instructor mandará: .i- Hileras — medio cuarto á la izquierda. 2. Marchen. A la segunda voz , las cabezas de hilera desharán sobre la marcha el medio cuarto que dieron, y entrarán sobre la pista, siguiendo lo restante de ambasila misma di- rección. '} vii JiU Ifi ii^'jgí)!! — 213 — El instructor dará la voz de marchen en el momento de llegar los conductores á un paso de la pista. Marchando en hileras, formar en ala , y volver á formar j_,, ^,,.,^ .,. ,€phil,eras. ...^ ,-._ .,..., ,, , ,,., ..hí 87." Se ejecutará del mismo modo que en una tanda, debiendo tener presente el instructor el dar la voz de marchen en el momento que el conductor de cada hi- lera llegue á la altura del penúltimo ginete de la hilera opuesta. Después del giro para dar frente á la mano indicada, deben marchar los hombres rectamente al que resultó, de modo á pasar cada uno por el intervalo que le corres- ponde, dándose mutuamente la derecha, si el movi- miento se ejecutó á esta mano; y la izquierda, en el caso contrario; de modo que, en cualquiera de los que ocurran^ el conductor que estaba en cabe/.a de cada hi- lera , ha de pasar siempre por fuera de los que vienen á su encuentro. Al pasar los intervalos, deberán mantenerse las pier- nas cerca del cuerpo del caballo , á fin de evitar Us de- tenciones ó disminución de aire. - m si « ^oi> TERCERA. LECCIÓN. MEDIV YU£I,TA A.Ü.NA IjOTftA MANO, MARCHANDO. Este movimiento se ejecutará como queda prevenido* núm. 60 para el mismo en una tanda, sea en fila ó en hilera. i n...» — 2U — Marcha oblicua índtvidii'áL 88. Para esta lección precederá el ejecutar un cam- bio de dirección en uüo de los lados menores del cuadri- longo, y luego que el último hombre de cada hilera haya entrado en la nueva dirección , el instructor , suponién- dose que la variación de dirección ha sido á la derecha, mandará: ■ ''-'-•^'■•"' "^ ■'- ' n;- '--ku^.:.;, yy iv- w.^,. ,... 1. Oblicuo a la derecha, ' (4».^i)tU} %, MaRCBEN. .,,.f,^,,(f l^Q. que se ejecutará sobre la marcha , como so previe«¿ ue uúm. 64 para el mismo caso. . : Al llegar ambas hileras cerca de la pista , el instructor mandará: ^ ,^¡m í-í / .uibun fci¿i. íí úJí.;5j[;^ a? í;m, >.,;. Cid. De frmteiiiíiiso «•> , í>wp «hom ^^ » oiicT»fíín oJíf •'t¿. ' Marciien.'Ibo «9 cdeíí:» sop loJnuhiieo í Lo que se ejecutará como se esplica en dicho nú- mero. - Bajo las mismas reglas, aplicadas en sentido inverso, se verifica- rá este movimiento á la izquierda /precediendo el cambiar de direc- ción á la misma mano. •'^lie í>?> nojai iiim^ibó «3nuÍ3ii')J Paso atrás y de costado^. 89. Se ejecutarán como queda espücaáo Búm;' 60 y siguientes, precediendo el mandar hacer alto á ambas tandas en el momento que se halle^n á sei.-í t ocho pasos una de otra, después: de dar frente y de marchar á Qñ^[ centrarse en el centro del cuadrilongo. .liíyüil — ál5 — Luego que el paso de costado se verifique con sol- tura y facilidad á una y otra mano, el instructor man- dara: 1. Union á la derecha. 2. Marchen. A la primera voz, todos los hombres de la fiia conver- tirán sus caballos á la derecha , en la forma espresa- da; menos el primero de la derecha , que se mantendrá firme. A la segunda voz , los mismos romperán el paso de costado á la derecha hasta llegar cada uno cerca del in- mediato por este costado , en cuyo momento cesará en dicho paso , cuadrando el caballo, como se ha esph'cndo; lo que ejecutarán bastante á tiempo para quedar tocan- do ligeramente con la rodilla derecha la izquierda del hombre inmediato por dicha mano_, y de manera á no empujarle y oprimirle. Este movimiento se ejecutará á la izquierda bajo los mismos prin- cipios, aplicados en sentido inverso. 90. Unidos ya los caballos, para que vuelvan á sepa- rarse como lo estaban antes de verificado el movimiento anterior , el instructor mandará: 1. Holgura ala izquierda. 2. Marchen. Cuyo movimiento se ejecutará en sentido inverso al que precede, manteniéndose íirme el primer hombre de la derecha , y ejecutando los demás el paso de costado á la mano indicada, hasta situarse otra vez á la distancia de tres pasos del hombre que los preceda por la dere- 15 _ 216 — cha, en cuyo momento hará alto y cuadrará cada uno sucesivamente su caballo al frente. Por los mismos medios , aplicados en sentido inverso , se toniar.á holgura por la derecha. Pasat' sucesivamente los hombres de las hileras á reta- guardia de las mismas. 91. A fin de habituar á los ginetes á mandar sus ca- ballos y aplicarles oportunamente las ayudas correspon;- dientes á los movimientos particulares que tengan que hacer, y también para que los caballos pierdan la que- rencia, acostumbrándose á separarse unos de oíros, el instructor hará pasar con frecuencia aquellos de la ca- beza á la retaguardia de las hileras ; en cuyo caso el hombre que siga al que efectúe este movimiento , llegará á ser cabeza de hilera , arreglándose , mientras lo sea , á lo prevenido anteriormente para el cabo que se encon- traba en dicho puesto. Para la ejecución de este movimiento , el instructor prevendrá á los números de vanguardia de las hileras que le han de veriücar, con las voces de: i. Números uno (ó uno y dos) de cada hilera. — Me- dia vuelta á la derecha (si se marcha á dicha ma- no) , ó á la izquierda (si se efectúa á esta úl- tima). 2. Marchen. A la segunda parte de la primera voz , los hombres se- ñalados en la misma prepararán sus caballos , y á la se- gunda darán media vuelta á la mano indicada , ejecu- -- 217 — lando su movimiento sin perder tiempo y hacia adelante, á fin de no detener á los restantes de Jas hileras , y mar- chando en seguida á lo largo de ellas hasla llegar á re- taguardia do las mismas i en cuyo punto desharán la me- dia vuelta que dieron, y se colocarán detrás del último honjbre de cada una , siguiendo en ella á su debida dis- tancia del que preceda. 92. Si fuesen dos los números de cada hilera que hu- Liesen de pasar á retaguardia, cada uno ejecutará el movimiento como si estuviese solo, resultando ser el se- gundo de cada hilera eí primero que vuelva á entrar en la pista, después de la segunda media vuelta. En todos casos, el hombre que sigue al que ejecutó este movimien- to y qu€ resulta de este modo cabeza de hilera, debe re- cojer en el mismo momento su caballo, arrimarle la pier- na de afuera, y abrir y tirar un poco déla rienda del mismo lado, pnra continuar marchando, é impedirle se- guir al que dio la media vuelta, andando rectamente á su frente, y conformándose á lo prevenido anteriormente 2)ara el cabo que se encontraba en este pueslo. 95. El instructor hará también que pasen de la misma manera á retaguardia, pero de uno en uno y sin mas que su advertencia particular, los tiombres que se hallaren en el centro de las hileras; en cuyo caso el que siga al que salió de su lugar y sucesivamente los que se hallen detrás del mismo, cerrarán sus distancias, alar- gando el aire que llevaban, sin salir á otro superior. Habiendo de resultas de estos cambios quedado fuera de sus cor- respondientes puestos los hombres de las hileras, el instructor hará que se restituyan á ellos antes de pasar á otro movimiento. — 218 — CUARTA LECCIÓN. TRABAJO EN CIRCULO. 94. Para ello, el instructor un poco antes de que las cabezas de hilera, después de pasar los ángulos opuestos y marchándose sobre la derecha, lleguen á la cuarta par- te de los lados mayores, mandará; 1. Circulo á la derecha. 2. Marchení A la primera voz, el conductor de cada hilera, y suce- sivamente los hombres que le siguen, recojerán sus ca- ballos. A la de marchen, los conductores volverán poco á poco á la derecha, describiendo cada uno un círculo en-^ tre las dos pistas, el que por sus estremos toque á csta& y á la del lado menor inmediato: siguiendo todos Ios- hombres de cada hilera en la misma dirección y exacta- mente detrás del que le preceda, con lo que resultarán las dos landjs trabajando cada una en un círculo particular, en los dos estremos opuestos del cuadrilongo. 95. Debiendo tocio caballo que trabaje en círculo ha- llarse plegado en la misma dirección de la línea curva que recorre el gineLe, le determinará este y mantendrá sobre ella, abriendo ligeramente la rienda de adentro, y sosteniéndole con arrimarle un p(¥:o la pierna del mismo lado; al mismo tiempo que se modificará algún tanto este efecto, á medicki que llegue á ser necesario, con el de la rienda y de la pierna de afuera, á fin de que las caderas — 219 — del caballo no se echen al lado opuesto. En la míircha.cir- culnr, la línea de los hombros del hambre debe mante- nerse en la dirección del centro del círculo. Si el ginete no abriese algo mas la rienda de adentro que la de afuera, el caballo dejaría la línea circular y volverla á la recta; y si no le sostuviese con ja rienda de afuera, iría estrechando poco & poco el círculo. Si no se le afrimase algo mas la pierna de adentro que la de afuera, sus caderas caminarían en la misma dirección que sus espaldas; y si no se le contuviese con la pierna de afue- ra^ aquellas saldrían fuera del círculo. Por las mismas reglas, aplicadas en sentido inverso, se entrará á trabajar en circulo sobre la izquierda, mai-chándose de ésta manera. Cambiada de mano en circulo. 96. Para ello el instructor, suponiéndose que se tra- "baje sobre la derecha, mandará: d. Hileras á la izquierda (1). 2. Marchen. A la primera voz los conductores, y sucesivamente los demás hombres que los siguen, recojerán sus ca- ballos. A la de marchen, los conductores girarán á la derecha sobre la marclia, corlando el círculo y pasando por su adentro para dirigirse al punto opuesto de la circunferen- ^i) Creemos debe mandarse : 1. Htlnras d la derecha. 2. Marche??. (N. del autor.) — 220 — cin, siendo seguidos sucesivamente de los demás hom- bres de las hileros. Al llegar dichos conductores á dos pasos del punto opuesto de la pista, el instructor mandará': i. Hileras á la izquierda. 2. Marchen. A la primera voz, los conductores y sucesivamente los demás liombres que los sigan, recojerán sus ca- ballos. A la de marchen, los conductores girarán á la izquier- da, siguiendo sobre la pista sin detenerse, y siendo seguidos sucesivamente de los demás hombres de suS' hileras. Bajo los mismos principios, aplicados en sentido inverso, se eje- cutará la cambiada dg la mano opuesta. 97. Luego que el trabajo en circulo se verifique con regularidad al paso, se ejecutará al trote, pasándose después alternativament& de unoá otro, aire, y cruzándose algunas veces las riendas en la mano sobre la cual se marche. 98. Cuando el instructor quiera que las hileras vuelvan á mar- char por los lados del cuadrilongo, cuidará primero de que log con- ductores de las dos hileras recuperen sus alturas opuestas corres- pondientes, y al llegar en este estado á lapista de los lados mayores^ mandará: De — FRENTE. A la segunda parle de esta voz cuadrarán sin dete- nerse sus caballos sobre lapista de dichos lados ma- yores, marchando rectamente por ellos, seguidos suce- sivamente por todos los hombres de sus respectivas hileras. — 221 — El instructoi" cuidará de que en la marcha circular, sobre toda cuando est.a se verifique á los aires altos y sobre circuios pequeños, conserven los hombres el mismo grado de inclinación que sus caba- llos, y se mantengan exactamente en la dirección circular, sin dejar atrás el hombro ni la cadera de afuera. TftABAJO CON ESTRIBOS. QUINTA LECCIÓN. Medida de los estribos. 99. El largo de las acciones de eslri])o está en su punto cuando elevado el hombre sobre ambos estribos, queda un espacio de cuatro á cinco pulgadas entre su horcajadura y el asiento ó caballería de la silla. Todas las. demás medidas son inciertas é insignificantes para el sol- dado de caballería. El estribo no debe llevar mas peso que el de la pier- na.- el pié debe calzarse en él hasta su tercio , quedando el talón algo mas baJQ que la punta. Si el ginete se apoyase demasiado sobre los estribos , esto comu-. nicaria tiesura y envaramiento á su cuerpo, descompondría su po- sición y asiento, y perjudicaría á la acción y movimiento de las piernas. Si el estribo no estuviese suficientemente calzado, estaría espues- to ei ginete á perderle con facilidad , sobre todo en los contratiempos del caballo, y en los aires altos: si el pié entrase demasiado en él, estaría espuesto á engargantarse , estorbando además esta falsa posi- ción el que las piernas cayesen naturalmente. El talón debe mantenerse mas bajo que la punta , á fin de conser- varse el estribo sin esfuerzo ni envaramiento , y con el objeto de -- 222 ^ que el juego de la articulación que une el pié á la pierna quede libre, y de que la espuela estando así mas separada del cuerpo del caballo, no haya riesgo de emplearla mal y fuera de tiempo. Sali7' al trote , estando á pié firme. í(jO. Para ello, lialláiidose l;is dos tandas en hileras á pié fu'iíie en los lados mayores, mandará el ins- U'uctor: 1. Hileras. 2. De frente — al trote. 3. Marchen. X la segunda voz , todos los hombres de ambas hileras recojoráíi sus caballos. A. la de marchen , bajarán los puños en la dirección de las ri;^ndas y acercarán las piernas progresivamente, mas ó menos, según la sensibilidad del caballo; volviendo á colocar gradualmente aquellos y estas en su posición, eri e! momento que este haya obedecido: Marchando al trote , hacer alto. lOi. Para ello el instructor, suponiendo que las hi- leras marchen al trote en los lados mayores , man- dará: 1. Hileras. 2. Al-to. A la primera voz, todos los hombres de ambas hileras recojerán sus caballos. A la de alto , levantarán los puños por grados en !a di- — 223 — reccion de las riendas , hasta que el caballo se detenga del todo ; acerccindole al mismo tiempo las piernas, para que no retroceda. Lue^o que haya obedecido, se restituirán gradual- mente las piernas y puños á su posición. El instructor exigirá qiie todos salgan con decisión al trote ala voz de marchen', así como que se paren todos, aunque no de golpe, á la de alto. SESTA LECCIÓN. Alargar el trote. 102. Para ello el instructor, iiallándose las hileras al trote en los lados mayores, mandará: 1. Alarguen el trote. 2. Marchen. A la segunda voz , todos los hombres de las hileras ba- jarán un poco los puños en la dirección de las riendas , y acercarán progresivamente las piernas al caballo, hasta que baya obedecido; en cuyo momento se restituirán aquellos y estas á su posición. Habiéndose alargado suikientemente el trote, cuidará el instruc- tor de que los tiombres mantengan sus caballos á esta velocidad, usando para ello de las ayudas convenientes, que son siempre las -mismas que para salir de un aire menos vivo á otro mas veloz, aun- que mas ó menos moderadas, según la sensibilidad y grado de ardor délos caballos-, teniéndose también presentes estas cualidades al pa- sar del trote recular al trote largo, á fin de evitar que, por aplicar con demasiada energía las ayudas, salga el caballo al galope. En esta lección el instructor dedicará un cuidado particular á la posición de los hombres, enterándoles de que solo mant'eniendo el cuerpo derecho, las manos ligeras, la cintura y los ríñones flexibles, y dejando caer naturalmente y por su propio peso los muslos y las — 224 -^ piernas, es como pueden dominar al caballo, y disminuir ó hacer menos sensibles sus sacudimientos, uniéndose bien á sus movi- mientos. 103. Se impedirá, en caso necesario, al caballo encapotarsié ó cargarse sobre las espaldas ó el cuarto delantero, elevando algo los puños y aproximándole un poco las piernas. No se hará andar á las hileras mas que una ó dos vueltas, lo mas de cada vez, al trote largo; en atención á qiie, délo contrario, se obligaria á los caballos á salir de su aplomo, destruyendo la igual- dad de los aires. Acortar el trote. 104. Para ello el instructor mandará: 1. Acorten el trote. 2. Marchen. A la segunda voz todos los hombres elevarán un poco y por grados los puños en la dirección de las riendas, acercando al mismo tiempo las piernas al caballo para ira- pedirle ponerse al paso; volviendo á colocar unas y otros á su posición , luego que haya obedecido. Pasar del trote al galope. iOo. Luego que los hombres hayan adquirido soltura y seguri- dad al trote regular y largo, y que conserven su posición de una manera y otra, se les hará dar algunas vueltas al galope, bien que todavía sin regularizar este aire, y exigiendo solo que cada ginete se una bien al caballo sin perder la posición. Para ello el instructor prevendrá que se tomen cuatro pasos de distancia de caballo á caballo , marchando las hileras al (rote, y en el momento que vea el aire mas re- gularizado , mandará: — 225 1. Al galope» 2. Marchen. A l.i primera voz todos los hombres de ambas hileras recojerán sus caballos. A hi de marc/¿en, bajarán los puños y acercarán pro- gresivamen[e las piernas al caballo, aplicándole con algu- na mas fuerza la de afuera, á fin de determinarle á ga- lopar sobre la mano de adentro. Habiendo obedecido el caballo, se mantendrán las manos ligeras y las piernas prontas, para mantenerle á este aire. 106. Luego que las dos hileras hayan dado de este modo una ó dos vueltas cuando liías, las hará pasar el instructor al trote, con las voces de: 1. Al trote. 2. Marchen. A la segunda voz todos los hombres de ambas hileras levantarán un poco los puños en dirección de las rien- das, acercando al mismo tiempo ligeramente las piernas al caballo, para impedirle que se ponga al pasoj y vol- viendo á colocar unos y otras á su posición, luego que haya obedecido. Se ejecutará en seguida una cambiada de mano, al trote ó al paso, á fin de volver á poner de la misma manera las luiieras ai galope sobre la mano opuesta. i07. Durante los últimos ejercicios de esta clase el instructor liará frecuentemente cruzar las riendas en la mano izquierda, á fin de que se vayan acostumbrando los hombres á mandar á sus caba- llos con dicha mano, preparándose así al trabajo con brida; y cui- dará de que aquellos se mantengan bien cuadrados, sin adelantar en aquella posición el hombro izquierdo, ni dejar atrás el de- recho. — 226 - Desfilar y después de echar jñé á tierrai 108. Se ejecutará por las dos filas, del mismo modo, que se previene núm. 29, para verificarlo en una; que- dando aquellas en dos hileras, á la distancia é intervalos que les resulte al hacer el movimiento; liullándose la hi- lera compuesta de los hombres de primera fila á la iz- quierda, si se desfiló por la derecha, ,j^ vic^-ye.r|a ^en^jcl caso contrario. ! ,, , -:;.-,, Formar en ala d filas abiertas, marchando por hileras pié á tierra. 109. Se ejecutará por las dos hileras del mismo modo que se previene núm. 51, para una sola; debiendo que- dar aquellas en dos filas, á las distancias é intervalosque le resultaron después de verificado el movimiento. TRABAJ0 CON BUIDA. ADVERTENCIAS. -no. Para esta clase se reunirá el mismo número de hombres, asistiendo estos á ella con igual traje que para ia anterior, pero los caballos llevarán brida y bridón. m. Se observará para formar las tandas, montar á caballo y dirigirse al picadero, las reglas fijadas para lo mismo en la referida clase; pero la primera vez que se dé esta lección, los hombres con- ducirán sus caballos con las riendas del bridón, en la forma que las usaron en las instrucciones precedentes. — 227 — Luego que las dos tandas se hallen paralelas, igualadas y á la misma altura en los lados mayores, el instructor les hará dar frente al centro del cuadrilongo, con las voces y por los medios esplicados núm. 404: mandándoles en seguida hacer alto á fin de esplicar de- talladamente la posición de la mano de la brida, y los movimientos que han de ejecutarse con esta. I o SÉTIMA LECCIÓN. ' Posición de la mano de la brida. 112. Las riendas se colocarán en la mano izquierda, que se mantendrá bien cerrada; el dedo pequeño de esta entre las dos riendas, las que unidas saldrán del puño por su parte superior, entre el primer dedo y el pulgar, estendido este soiire el plano de aquellas y apoyado en- cima de la segunda coyuntura de dicho primer dedo, á fin de mantenerlas iguales y bic;i aseguradas. El puño, en esta posición, se situará cuatro pulgadas encima del pomo ó perilla de la silla (una sola encima del capote y cubre-capa si el caballo se halla, con estas dos prendas^, y otros cuatro dedos en Trente del cuerpo, de modo que las uñas estén vueltas hacia este y separadas seis pulga- das del mismo; el dedo pequeño un poco mas cerca de este que la parte superior del puño; el hombro izquierdo en su lugar, sin adelantarle; él antebrazo Caido natural- mente^ y él codo un poco separado del cuerpo. La mano derecha se llevará caida con naturalidad al costado de- recho. Colocada la mano izquierda del modo espresado, debe buscat" suavemente él ginete el apoyo del bocado sobre — 228 — los asientos , recojiendo ó acortando con blandura las riendas, hasta que conozca establecido un sentimiento de reciprocidad entre su mano y la boca del caballo; lo que se consigue tirando poco á poco de aquellas, de modo que se llegue asentir en la mano que la embocadura hace efecto, sin que llegue á oprimir al animal. Se advertirá al soldado que los movimientos de la mano de la bri- da han de ser independientes de los del cuerpo, de tal modo que no participen de los contratiempos que esperimente este; pues que, de no ser asi, se correría el riesgo de hacer sufrir al caballo frecuentes tirones y sofrenazos. Esta independencia procediendo sobre todo de la buena posición y del firme y seguro asiento del hombre á caballo, el instructor dis- pondrá que todo ginete que pierda este y la soltura y flexibilidad del brazo y mano de la brida, vuelva, por el tiempo que sea necesario, á mandar al caballo con las riendas del bridón, agarradas con ambas manos, como se previene en las primeras clases de esta instruc- ción. Ajustar las riendas. U3. Para ello el instructor mandará: Ajusten — (las) riendas. (Dos tiempos). Uno. A la primera parte de esta voz, se tomarán las riendas con el pulgar y el primer dedo de la mano dere- cha, por encima y cerca del pulgar de la izquierda, le- vantándolas perpendicularmente, y corriendo por ellas la mano derecha hasta el botón, los últimos dedos abiertos, las uñas y la palma de la mano al frente, y el codo unas — 229 — seis pulgadas mas bajo que la mano; se entreabrirán al mismo tiempo los dedos de la mano izquierda, levantando cl pulgar para igualar las riendas, hasta que se sienta li- geramente el apoyo del bocado sobre los asientos, mante- niendo entretanto las piernas cerca del cuerpo del caba- llo, para contenerle é impedirle que retroceda. Dos. A la última parte de la voz de mando, se eerra rá la mano izquierda , asegurando bien las riendas con el pulgar de la misma, y dejando caer con la mano dere- cha el estreino de ellas sobre el mismo lado del caballo; después de lo que volverá dicha mano a su costado, y las piernas á su posición. Tomar las riendas del bridón con la mano derecha. 114. Paradlo el instructor mandará: Con la mano derecha — Tomen — [el) hridon. (Ua tiempo.) A la última parte de esta voz, se tomarán las riendas del bridón por el medio, con los cuatro últimos dedos de la mano derecha, uñas abajo, sin bajar cl cuerpo ni el hombro derecho; y se sostendrá el bridón de esta mane- ra por encima de bis riendas de la brida , manteniendo el caballo y mandándole con la mano derecha, y bajando al mismo tiempo la izquierda basta no sentir el efecto del bocado. Sirviéndose el ginete alternativamente de la brida y del bridón, conseguirá refrescar la boca del caballo y — 230 — disponerle para sentir mejor después los efectos del bo- cado; pero jamás deberá hacer uso al mismo tiempo de unas y otras riendas. iio. El instructor usará del movimiento de íiacer tomar las rien- das del bridón con la mano derecha, con el objeto de hacer menos brusco el cambio entre la posición de los brazos y manos, que en las clases precedentes llevaban las riendas del bridón, y la adoptada en esta para la mano de la brida; y á fin de restituir el hombro derecho á su posición, en atención á propender este á quedarse atrás , en las primeras lecciones. Soltar las riendas del bridón, 1 1 6. Para ello el instructor mandará: Suelten — (el) bridón. (Un tiempo.) A la última parte de esta voz, volverá á colocarse la mano izquierda eu su posición, y se dejarán caer las rien- das del bridón, de manera que queden debajo de las de la brida, restituyéndose en seguida la mano derecha á su costado. OCTAVA LECCIÓN. Movimientos de la mano de la brida. 117. Levantando un poco la mano y acercándola al cuerpo, se recoje, avisa y prepara al caballo. Levantándola algo mas, se obliga al caballo á acortar el aire que llevaba. — 231 — Aumentando aun el efecto de la mano, se obliga al caballo á hacer alto. Aumentando todavía mas este efec- to, se le obliga á hacer paso atrás; debiendo en seguida t bajar y levantar alternativamente la mano para dar y tomar y con arreglo á lo que se previene núm. 42. * Bajando un poco la mano, se dá libertad al caballo^! para que salga adelante. Llevando la mano á la derecha y un poco hacia ade- lante, se obliga al caballo á volver ala derecha. = Llevando la mano á la izquierda y un poco hacia ade-, lante, se obliga al caballo á volver á la izquierda. ' ♦ En lodos estos movimientos la mano de la brida debe-* rá restituirse á su posición en el momento que el caballo haya obedecido. Llevando la mano ligeramente hacia uno ú otro costa- do lo suficiente para determinar al caballo á cualquiera de estos lados, y usando de las demás ayudas esplicadas número 67, se obliga al caballo á ejecutar e! naso de cos- tado á una ú otra mano. En lodos los movimientos de la mano, debe obrar el bra- zo libremente, sin que se agarrote el hombro ni el cuerpo. Se tendrá también presente que siendo el efecto del bo- cado de la l>rida mucho mas fuerte que el de la emboca- dura del bridón, debe por lo mismo observarse el obrar todavía mas progresivamente en el manejo de las riendas de la brida, sobre todo para detener el caballo ó hacerle" dar paso atrás. Con todos los movimientos de la mano de la brida, an-^ teriormente esplicados, deben ir acordes los de la^ pier- nas, que para ios respectivos casos se previene.- núme- ros 33 y 34. * 16 — 232 — Luego que los hombres empiecen á comprender los movimieutos de la mano de la brida, el instructor les hará marchar por la pista, |ji'i meramente al paso, y después al trote; mandándoles con frecuen- cia hacer alto y volver á marchar, cambiar de dirección y de mano, Y ejecutar sucesivamente todas las lecciones anteriores , cuidando de (¿US aquellos hagan una completa y exacta aplicación de lo que se les ha esplicado y hecho practicar á pié ñrme con las] riendas de la brida. El defecto habitual de los hombres que empiezan á manejar el ca- balla con las riendas de la brida, sienáo el de adelantar la mano iz- Qnierda y de dejar atrasado el hombro derecho, el instructor cuida- ra de que conserven la mano de la brida encima de la perilla de ia «illa, á la distancia indicada de ella, sin descomponer en nada la po- sici9íi del cuerpo. NOVENA LECCIOIS. TRABAJO AL GALOPE. (Figura 5.^) Principios y reglas relativas á este aire. 14$. Se dice que el caballo galopa sobre la derecha , cuando en cada tranco ó salto, la mano y pié derecho se adelantan del brazo y Diurna izquierda , sentándose en tierra mas allá de los opuestos. peí mismo modo el caballo galopa sobre la izquierda, siempre ^\ie h mano y pié de este lado se adelantan y sientan en tierra mas allá de los estremos derechos. ' r' El caballo galopa unido , cuando lo verifica sobre la derecha', tíá- jjpsiando sobre esta mano , y vice-versa. jElcabailo galopa trocado, cuando trabajando sobre la derecha, .\4elattta el pié y mano izquierda; ó cuando ejecutándolo sobre la 'lierda, adelanta el pié y mano derecha. — 233 — Galopa en falso el caballo cuando , haciéndolo sobre la derecha, adelanta solo la mano izquierda ; ó cuando verificándolo sobre la iz- quierda, adelanta en iguales términos la mano derecha. El caballo está desunido , cuando galopa sobre la derecha con el cuarto delantero , y sobre la izquierda con el trasero ó vice- versa. Siempre que un caballo galope sobre la derecha , esperimenlará el ginete en su posición un movimiento sensible y marcado de iz- quierda á derecha; y al revés, si aquel galopa sobre la izquierda. Cuando el caballa galopa desunido, esperimenta el ginete, en su posición , movimientos irregulares , que manifiestan que el caballo ha perdido su aplomo. \ 19. Para sacar al caballo al galope, yendo sobre la derecha, y suponiéndole al trole, señalará el ginete una media parada con la mano de la brida ; lo que equivale á prepararle, inclinándola al mismo tiempo un poco á la derecha: perfilará igualmente el cuorpo hacia el mismo lado, terminando con aplicar ambas piernas al^aballo, aunque con alguna mas fuerza la de afuera , que es la izquierda. Por las mismas reglas, ejecutadas en sentido inverso, se sacará al galope unido sobre la izquierda. 120. Se acostumbrará á los hombres á observar por regla cons- tante sacar al caballo al galope sobre la derecha , siempre que , sea en el cuadrilongo ó en el circulo, se trabaje sobre esta mano; y sobre la izquierda, en el caso contrario. 121. Habituados ya estos , por la práctica de la sesta lección, á conservar la posición al galope , el instructor les enseñará á sacar sus caballos á este aire por derecho , sobre una y ot"a mano. Se hará tomar la misma distancia de caballo á caballo que se pres- cribe núm. 105, y se hará pasar estos del trote al galope, con las voces señaladas en el mismo ; exigiendo ya mayor regularidad eo este aire, y que los hombres practiquen los principios esplicados aa- teriormente para los casos á que estos se refieren, ■rcm v ^.úiuíu^í;. — 234 — El instructor recomendará á los hombres que no se precipiten que conduzcan sus caballos con suavidad; y que mantengan la mana de la brida ligera, á fin de que el galope siga resuelto, y de evitar que el caballo se cargue sobre los corvejones. -122. Convendrá que, en los primeros diasen que se ejerciten los hombres en esta lección , les haga llevar de cuando en cuando el bridón con la mano derecha , á fin de que se calmen los caballos , y también para que aquellos se ayuden con dicha mano, hasta que hayan adquirido la costumbre de conducirlos á este aire, solo con ias riendas de ia brida. Para mantener al caballo unido en el galope , es preciso que el hombre se una también á sus movimientos , sobre todo al volver en los ángulos del cuadrilongo ; en cuyos puntos la mas ligera descom- posición en el asiento del ginete puede contrariar y desarreglar el movimiento del caballo. Siempre que el instructor note que algún caballo galopa desunido ó en falso, le hará pasar á retaguardia de la hilera , debiendo para ello ponéRe al trole luego que haya salido de su puesto , á ñn de que no se altere el aire y orden de dicha hilera. Llegado el caballa descompuesto á retaguardia de la misma , volverá á ponérsele al ga- lope , esplicando de nuevo el instructor los medios que deben em- plearse para mantenerle unido á este aire. Solo se dará una ó dos vueltas á galope sobre un mismo costada, poniendo el instructor las hileras siempre al trote , antes de cambiar de mano. Luego que los caballos se hayan calmado, y que los hombres empiecen á saberlos conducir , el instructor hará que se vayan dis- minuyendo poco á poco las distancias de caballo á caballo , hasta que queden reducidas á la reglamentaria de tres pies. 125. Bien adiestrados los hombres en mandar á sus caballos á este aire , se les hará salir del paso al galope , esplicándoles que para conseguirlo y sacar al caballo con decisión de este modo, deben aplicársele las ayudas con mas energía que para pasar de un aire cualquiera al inmediato superior; sin incurrir sin embargo en el de- — 235 — fecto de sorprender al caballo, aplicándole aquellas con demasiada fuerza. TRABAJO AL GALOPE EN CIRCULO. 124. Luego que los hombres se hallen suficientemente ejercitados en el galope por derecho en el cuadiilongo, el instructor les hará galupar en circulo , por el orden esplicado núm 94 y siguientes; teniendo cuidado de hacer principiar este trabajo sobre círculos de grandes dimensiones, y reduciéndolas poco á poco , á medida que los ginetes vayan habituándose á tomar la inclinación que les corres- ponde en esta especie de marcha. §. XXVI.— CUARTA CLASC— MANEJO de las armas a CABALLO, A PIE FIRME Y MARCHANDO. ADVERTENCIAS. 123. Los hombres se presentarán con el mismo traje que para el trabajo anterior, llevando además el chacó ó casco, la cartuchera y todas las armas que correspondan á su instituto. Los caballos es- tarán con todo su equipo , menos el cubre-capa. 126. Los lanceros llevarán alternativamente lanza, ó solamente sable, á fin de poder ejercitarse en el manejo de esta última arma. El instructor estará precisamente á caballo. Los sargentos ó cabos colocados á vanguardia y retaguardia de las filas , llevarán igualmente sus armas, á fin de servir de modelos y üguranles en el manejo de ellas. 127. Los primeros días de esta instrucción se emplearán en re- petir con el sable en mano ó la lanza afianzada , según sea el insti- tuto á que pertenezca la tropa, todos los movimientos de la última clase ; montándose y echándose pié á tierra con arreglo á lo esplica- do para la ejecución de estos movimientos con las armas. — 236 — 428. Llegado el momento de ejercitarse la tvopa en el manejo de armas, el inslrurlor, antes de dar principio á este , liará siempre ejecutar algunos movimientos al paso y al trote , á fin de que se tranquilicen los caballos; alternando también aquellos con las dife- rentes partes de la lección , cuando esta haya de verificarse á pié firme. En estos movimientos , así como en los que mas adelante se ejecuten manejando las armas sobre la marcha , se exigirá la mayor regularidad , á fin de que los hambres se vayan perfeccionando cada vez mas en manejar y llevar sus caballos. MANEJO DE LAS ARMAS A PIE FIRME. Manejo de carabina (I). {Figura 'i.^) PRIMERA LECCIÓN. 129. El instructor hará formar en ala los hombres de primera fila, por los medios indicados para el trabajo en una tanda; después los de la segunda, del mi^mo modo á la izquierda y sobre la propia alineación que aquella. Losdos sargentos ó cabos que conduelan las hileras, se situarán diez pasos delante del centro de la fila que les corresponde, haciendo frente á la misma, con el objeto de auxiliar al instructor en la enseñanza de los movimientos, ejecutándolos al propio tiempo para mayor inteligencia del soldado. Hallándose cada hombre á caballo, con la carabina colocada af (4) Hemos suprimido el de carabina de chispa que esplica el re- glamento pof no estar en uso, y en su lugar ponemos el de carabina Minié, compuesto por una junta de jefes nombrada al efecto. ^ 2^7 ^ lado derecho, y asegurada coa el porla-mosquelou y porta-carabíüa, se mandará ajuslar las riendas, previiiieüdo el iuslriictor que, pegua el grado de sensibilidad de cada caballo, queden aquellas aseguradas al largo necesario para qiic la ligera variación do la mano izquierda ocasionada por los movimientos del arma, no,sc haga tan sensible al animal, que le obligue á liacerse atrás, ó á mudar de lugar. Al raííh mo tiempo se hará comprender la necesidad de que, en la ejecncian de estos, se mantenga dicha mano izquierda en' lo posible en el mis- mo sitio que le corresponde encima de la perilla de la silla, firmes y bíeH cuajadas en ellas las dos riendas. 130. En esta disposición, se mandará: Enganchan — {las) aiim.^s. . , . , • . . .. . i!'¿'^?:^i'*í tiempos.; . ; {Jno. Agarrar el armaron la mano derecha perla garganta; volverla de modo que el banuelero quede hacía el cuerpo de! caballo, y apro.ximurla á la mano izquierda que la sujetará con el primer dedo por la parte superior del guardamonte: la mano derecha pasará en seguida á cojer el porta-carabina por ci latiguillo, y lo desarrollará asegurando después el arma por la garganta con la mano derecha, soltándola la izquierda y volviéndola de modo que el canon quede como antes, hacia arriba, y la mu- ñeca derecha á la allura de la parle superior del muslo de este lado. Dos, Con la mano derecha se sacará la carabina del porta-mosqucton, levantándola, con el canon al frente, y recibiéndola con la izquierda por la caja; el pu'gar, ten- dido sobre la barreta de las anillas, los cuatro dedos res- tantes del lado opuesto, tocando el pequeño á la plau- — 238 — chuela de la llave; el cañón para arriba y algo terciado hacia la izquierda del cuello del caballo; la muñeca dere- cha delante del vacío del mismo lado. Tres. Levantar el arma, estendiendo el antebrazo de- recho al frente, y volviendo un poco la mano izquierda hacia el cuerpo, sin mudar de sitio; de modo que la cara- bina quede terciada de derecha á izquierda, la boca del canon inclinada hacia el hombro izquierdo, la culata á la derecha de la parte inferior del borren delantero, la bar- reta de las anillas mirando al cuerpo, y colgando estas enteramente separadas déla caja. En seguida, y mante* niendo el arma en esta posición con la mano izquierda, pasará la derecha á cojer el gancho, le traerá hacia ade- lante, y oprimiéndole entre el pulgar y lo restante de h mano hasta que se abra, le introducirá por una de las anillas, soltándole en seguida, y volviendo con la derecha á cojer el arma por la garganta, sin variarla de posición. Cuatro. Se volverá el arma, bajando la boca del ca- ñón al costado derecho con la mano del mismo lado, sol- tándola la izquierda, y retirando la muñeca derecha atrás con esfuerzo, á fm de que corra el gancho por la bande- rola: se dejará la carabina colgada al mismo lado, y vol- Yerá la mano derecha á su costado. Presenten — (las) armas. (Dos tiempos.) 131. Uno. Cojer el arma con la mano derecha por la garganta, asegurándola de modo que el canon quede al frente. . , . — 239 - Dos. Levantar la carabina, con un esfuerzo déla mu- ñeca derecha, subiéndola hasta quedar apoyada la culata sobre el muslo derecho, el cañón perpendicular enfrente del hombro, y vuelto hacia el mismo. Suelten— {las) armas. (Un tiempo.) 132. Se volverá el arma con la mano derecha, el ca- ñón hacia abajo, dejando la carabina colgada en iguales términos que al concluir el cuarto tiempo de enganchen las armas. Presenten — {las) armas. Como queda esplicado. Prepárense para echar pié ci tieura. (Un tiempo.) 133. Con la mano derecha se levantará el arma hacia el hombro derecho, volviéndola sobre este á la espalda, debiendo quedar el estremo del canon entre la grupa y el cuerpo, por el lado de la cadera izquierda. Se ejecutará en seguida, inmediatamente y sin deten- ción, como parte de un solo tiempo, el primero de pre^ párense para echar pié á tierra, y sucesivamente el se- gundo de dicho movimiento y los de, á tierra; lo que concluido, se mantendrá el arma á la espalda. — 240 — Prepárefiséparaao^tAVi, y náoü A CARALLO. 134. Echada á la espalda el arraa, se ejecutaráa los tiempos en que se dividen dichos movimientos, según los priueipios establecidos en la csplicacion de los mismos; y después de ajiistar las riendas, como se previene núme- ro 113, se mandará: Presenten — {las) ahmas. (Dos tiempos.) 135. Uno. Con la maiio dereeha se agarrará y ase- gurará bien la carabina por la garganta. Dos. Con un esfuerzo d.^ la muñeca derecha, se, vol- verá la carabina por encima del hombro derecho, y se traerá á la posición de presentada. SEGUNDA LECCIÓN. CARGA ELEMEMTAL. 136. Estando la car¿ibina enganchada y presentada se mandará: 1. Carga elemental. 2. Prepárense {para) cargar. (Siete tiempos ) Uno. Dejar caer el arma sobre ií^.ms^üo i?jC|uierda, ,1a * — 241 — agarrará por la caja cerca de la llave, ei pulgar tendido sóbrela Larreta. lelas anillas, los dos dedos inmediatos por el lado opuesto^ y los restantes asegurando las rien- das; el canon para arriba y algo tercia lo bácia la izquier- da del cuello del caballo, el pulgar déla mano derecha sobre la cresta del mnrlillo, y los dedos restantes detrás del guardamonte, la culata apoyada por su encare en el hueso de la cadera. Dos. Manteniendo el arma firme con la mano izquier- da, se hará fuerza con el pulgar de la derecha sobre la cresta del martillo hasta ponerlo en el seguro; pasando en seguida á apoyar la yema de dicho dedo debajo de la cresta del cubre chimenea; los demás cerrados, y parte del antebrazo unido á la culata. Tres. Con un empuje do la mano derecha hacia ade- lante, dejará caer el cubre chimenea sobre su m lelle y pasará á cajería llave con dicha mano como en el segun- do tiempo du este movimiento, con sola la diferencia de introducir en el disparador el dedo índice. Cuatro. Se hace fuerza c< n el pulgar de la mano de- recha sobre el martillo hasta sacarlo del seguro, en cu- yo momento apoyará el dedo índice sobre el disparador, sosteniendo al mismo tiempo el mnrlillo con el pulgar para que no caiga de golpe sobre la chimenea, donde de- be descansar, llevando seguidamente la mano derecha á empuñar la carabina por la garganta. Cinco. Elevándose un poco sobre los estribos, esíen- der el brazo izquierdo al frente, subiendo al mismo tiem- po la mano, cuya muñeca se volverá hacia el cuerpo; con la derecha se llevará la carabina á la izquierda, de mo- do que su culata pase entre las riendas y el cuerpo; elca- — 242 — ñon quedará algo vuelto á la derecha, el baquetero mi- rando al hombro izquierdo, la mano derecha frente de la cadera izquierda, y concluido el tiempo volverá á to- mar la caballería de la silla. Seis. Soltar la mano derecha el arma, que se dejará correr por la izquierda cuanto lo permita el largo de la bandolera, sin mudar dicha mano de su lugar, cuatro de- dos encima del borren delantero, pasando la mano de- recha á empuñar el arma por un dedo de la boca del canon. Siete. Pasar la mano derecha á abrir la cartuchera y tomar con el dedo pulgar y los dos primeros un cartucho por la parte de su abertura. Saquen cartucho. (Un tiempo.) 137. Sacar el cartucho, traerlo á la inmediación de la boca, y sostenido por los dedos indicados anteriormente formando cruz con ellos, morderá la parte de papel so- brante. Rompan (el) cartucho. (Dos tiempos.) 138. Uno. Romper el papel sobrante volviendo con fuerza la mano de derecha á izquierda. Dos. Bajar dicha mano sosteniendo verticalmente el cartucho con el pulgar y los dos primeros dedos, y agar- rar con los restantes y el pulpejo de ella la carabina por una pnlgada de la boca del canon. — 243 — Cartucho {en el) canon. (Tres tiempos.) 139. Uno. Dirigirla vista á la boca del canon, vol- ver la mano derecha de modo que el pulgar y la pal- ma queden al frente, y vaciar la pólvora en el canon. Dos, Se volverá el cartucho y la mano introducirá la bala por su parte cilindrica en el canon, conservando agarrado el papel por lo mas próximo á la bala, la palma de la mano vuelta hacia adentro, y los últimos dedos abiertos á fin de que se tenga la mayor parte posible del proyectil en el interior del canon. Tres, Romper el papel, dejando únicamente el que cubre la parte cilindrica de la bala, lo que se efectuará con un pequeño movimiento de la mano derecha hacia abajo. Seguidamente pasará esta mano á cojer el ataca- dor de la baqueta con el pulgar é índice doblados, ios restantes dedos cerrados y el codo unido al cuerpo. Saquen {la) baqueta. (Cuatro tiempos.) 140. Uno, Sin dejar de dirigir la vista á la boca del canon sacar la baqueta, estendiendo el brazo derecho has- ta que la virola de esta salga de la trompetilla, mante- niendo la cureña en la misma disposición que cuando la baqueta está en su lugar. Dos, Bajar la baqueta por encima de la muñeca del — 244 '— brazo izquierdo hasta tanto que descanse el atacador en la anilla de la cureña; la mano derecha pasará á cojer la baqueta por su tercio ó sea por debnjo de la altura de la trompetilla de la carabina, con el dedo pulgar por den- tro, y los cuatro restantes por afuera. Tres. Con la mano derecha hacer girar la baqueta rozando con el brazo izquierdo é introducir el atacador en el canon: dicha inatjo ha de quedar con las uñas ha- cia adentro. ' Cuatro, Bajar la baqueta hasta que la mano toque á la boca del canon. Ataquen, (Tres tiempos.) Mi. Uno. Correr la mano derecha hasta el estremo déla baqueta, lo que ejecutará apartando los cu-itro dedos yhaciendo un pequeño apoyo tan solo con el pulgar sobre ella, concluyendo por empuñarla con los cuatro dedos, apoyando la yema del pulgtír encima de la izquierda. Dos. Bajar la baqueta acompiíñandola bala hasta la recimnra, sepiraiido los últimos dedos, cuando se halle próxima la mano á la boca del cañón. Tres. Manteniendo firme el arma con la mano iz- quierda, se dará con la derecha un golpe en la baqueta 8in soltarla, á fin de asegurarse quede sentada la bala por igual sobre la pólvora. Baqueta [en su) lugar. (Cuatro tiempos.) ' ,:,^^^ .^,^^^ 142. Uno, Con un movimiento impulsivo -fe léi lita- — 245 — no derecha, hará salir del cañón como dos terceras par- tes de la baqueta , dejándola correr y concluyendo por cojerla como en la posición final del tercer tiempo de saquen baqueta. Dos. Concluir de sacar la baqueta del canon y hacer- la girar con todo el brazo y mano derecha, de modo que pase rozando el brazo izquierdo, tomando seguidamente el atacador como en el primer tiempo de saquen baqueta. Tres. Subir la baqueta con la mano derecha , esten- diendo su brazo, é introducir el eslremo de ella unos dos ó tres dedos dentro de b trompelilli; la cureña baja, el pulgar de dicha manü sobre el atacador, y los demás de- dos empuñando la baqueta. Cuatro» Acabar de introducir la baqueta en el ba- quetero, haciendo apoyo con el dedo pulgar; los demás se abrirán al aproximarse á la l»oca d d cañon^ y cuando es- té completamente en su lugar la baqueta, agarrará la mano derecha la carabina por una pulgada de su boca como en el sétimo tiempo de prepárense para cargar. Prepárense {para) cebar. (Tres tiempos.) 143. Uno. Subir con la mano derecha la carabina hasia que la izquierda, que se ahuecará para dejar correr el arma, toque con su dedo pequeño la planchuela de la llave, pasando la mano derecha seguidamente á cojer U carabina por la garg^mta. Dos. Elevándose sobre los estribos, subir y adelantar un poco la mano izquierda, y con la derecha pasar la cu- — 246 — lata por entre las riendas y el cuerpo, volviendo á tomar la silla, y quedando en la posición del primer tiempo de prepárense para cargar. Tres. Hacer fuerza con el pulgar de la mano derecha sobre el martillo hasta que este quede en el seguro, pa- sando la cilada mano por encima del arma á abrir la pis- tonera, introducir el pulgar é índice en ella y cojer con estos dedos un pistón,, de modo que queden sus rebordes hacia abajo. Ceben. (Dos tiempos.) i44. Uno. Dirigir la vista á la chimenea, sacar el pistón y colocarlo en ella, apretándolo con el pulgar, los restantes dedos cerrados. Dos. Pasar la mano derecha á cojer Ja carabina por la garganta, restituyendo al mismo tiempo la vista al frente. Presenten (las) armas. (Cuatro tiempos.) 44o. Uno. Manteniendo el arma firme con la ma- no izquierda, pasará la derecha á colocarse abierta apo- yando su palma por detrás del cubre-chimenea, la muñe- ca arqueada y el codo unido al cuerpo. Dos. Con un pequeño movimiento de la mano dere- cha, que traerá hacia el cuerpo, dejará caer el cubre-chi- menea sobre la chimenea, pasará á colocar dicha mano con el pulgar sobre la cresta del martillo , el índice to- I — 247 — cando al disparador, y los tres dedos restantes por detrás del guardamonte. Tres. Elevar con fuerza un poco el martillo, hacer apoyo sobre el disparador y bajar el martillo sobre el cu- bre-chimenea sin golpear, restituyendo la mano derecha á cojer la carabina por la garganta. Cuatro. Soltar la mano izquierda el arma, y con un esfuerzo de la muñeca derecha traerla á la posición de presentado. TERCERA LECCIÓN. Carga á discreción. i46. Después de bien instruidos en la carga elemen- tal, se pasará á enseñar la carga á discreción, objeto in- mediato á que se dirige la enseñanza de la anterior, para lo cual se mandará: "" 1.'; Carga á discreción. ^'^"i?. ■ Carguen. A la segunda voz se ejecutarán seguidamente y sin retraso los siete movimientos esplicados de la carga ele- mental, observándose que de uno á otro se haga una pe- queña pausa á fin de dejar conocer el principio de cada movimiento, concluyendo con el segundo tiempo de ceben. Desde esta posición se mandará: Preparen {las} armas. (Dos tiemposr.) 147. Uno. Apoyar el dedo pulgar de la mano dere- 17 -^ 248 — cha sobre la cresta del martillo, los cuatro restantes por debajo del guardamonte, elevar el martillo hasta colo- carle en el punto de preparada el arma, y acto continuo cojer la carabina por la garganta. Dos. Soltar la mano izquierda de la carabina, y con la derecha volver el arma en la posición de presentada, con la diferencia de tener el dedo índice tendido por en- cima del gardamonte. Apunten. (Un tiempo.) 148. Afirmándose sobre los estribos echar el cuer- po hacia adelante sin abandonar del todo el asiento de la silla, apoyar la culata en el hombro derecho, la cabeza un poco inclinada sobre el encare de la culata, y solo lo suficiente para que cerrando el ojo izquierdo se pueda con el derecho dirigir una visual por la abertura del alza, la boca del canon ó punto, al objeto á que se apunta, el codo derecho á la altura del hombro suponiendo el objeto á distancia media; la mano izquierda cojera la carabina con el pulgar y el índice, manteniendo los demás cerra- dos para conservar en ellos las riendas. Retiren (las) armas. (Un tiempo.) 149. Volver á tomar la caballería de la silla, bajarla mano izquierda á su posición soltando el arma, y con la derecha colocarla en la posición del segundo tiempo de preparen las armas. — 249 — Presenten [las] armas. (Cuatro tiempos.) ioO. Uno. Como el primero de prepárense para car- gar, solo que la mano derecha se colocará detrás del cubre-chimenea. Tr% i ^^^^ ^^ primero, segundo y tercero de Cuatro \^^^^ movimiento después de haber cebado. Preparen {las) armas. (Cuatro tiempos.) 151. Uno, Como el primero de ¡^repárense para cargar. Dos, Como el segundo del mismo movimiento, con la diferencia de levantar el martillo hasta el punto del dis- parador. Tres. Como el tercero del movimiento indicado. Cuatro. Soltando la carabina la mano izquierda, res- tituirla con la derecha á la posición de presentada, y el índice de esta tendido sobre el guardamonte. Ajmnten. 152. Como se ha esplicado. Fuego. (Dos tiempos.) i 53. Uno. Hacer fuerza con el dedo índice sobre el -disparador hasta que caiga el martillo, manteniendo ,fir- — 250 — mes el cuerpo, vista, cabeza y brazos, en la misma posi- ción que antes de hacer fuego. Dos. Volver á tomar la caballería de la silla , y con ambas manos traer el arma ala posición del primer tiem- po de prepárense para cargar. 154. Si después de haber hecho fuego se quiere que ios reclutas ó fuerza que se manda carguenlas armas, se darán., las voces de prepárense para cargar^ ó bien la de carga a discreción, carguen. En el primereas© á la parte ejecutiva de la voz efectuarán el quinto tiempo del movi- miento indicado por ella, siguiéndoselos restantes de la carga elemental. En el segundo caso ejecutará la carga á discreción como se ha esplicado anteriormente, dán- dose principio siempre en el referido tiempo del movi- miento anterior; pero sino se quiere hacer mas fuego, se mandará: Presenten (las) armas. (Cuatro tiempos.) 155. Uno. Con el pulgar de la mano derecha y los dedos restantes detrás del guardamonte, elevar el marti- llo y colocarlo en el seguro, pasándose dicha mano detrás del cubre-chimenea como está esplicado. 5^^' \ Como el primero y segundo tiempo de i,^^^/ leste movimiento después de haber cebado.. Cuatro. I '■ DE LOS FUEGOS. 150. Los fuegos á caballo se ejecutarán solo en una fda; el instructor cuidará de aguardar á que los caballos se tcanquiücen y aquieten después de cada descarga an- \ I — ^51 — tes de verificar otra; usando sobre todo de esta precaución en los fuegos graneados. i 57. Cuidará lambiea el instructor de hacer ejecutar la revista de armas ó el movimiento de baqueta en el ■canon después de los fuegos, y algunas veces en los inter- medios, á fin de cerciorarse del estado en que se encuen- tran las armas. "' 158. Asimismo tendrá cuidado de que Ibi hombres no preparen las armas, por demasiada precipitación , en lugar de ponerlas en el seguro, á fin de evitar los acciden- ■fies á que esto podría dar lugar. "V ' Para el fuego graneado se mandara: ' / r; íOlííLi í>íf oíaiíinq .. i. Fuego graneado. . . ,., alnkui ro? ,;. 2. Preparen [las) armas. .xwa» »oin5 /íí ■ . 3. Rompan el fuego. : .,i • A la segunda voz, todos los hombres de la fila ejecuta- rán el movimiento indicado en la misma. " A la tercera, apuntará y haráfuego inmediatamente el primer hombre déla fila, volviendo á cargará discreción, •sin pérdida de tiempo: cuando aquel haya cebado, apun- t/irá y hará fuego el que le siga, practicando sucesiva- "fñente lo mismo los demás. , .^ ¿ Después de la primera descarga individual, todos harán Tuego á su voluntad y sin esperarse unos á otros. Los mo- limientos se efectuarán del mismo modo y con igual exac- titud que en la carga dividida, marcándose siempre bien los tiempos; con la diferencia de que no se efectuará el movimiento de terciar las armas, sino que, después de po- Her la baqueta en su lugar, se pasará al segundo tiempo de preparen las armas. - 252 — CUARTA LECCIÓN. Revista — (de) armas. (Ochó tiempos.) 159. Uno. Dejar caer el arma en la mano izquier- da, que la agarrará por la llave , en los términos esplica- dos para el primer tiempo de carguen las armas; y ejecu- tar en seguida lo prevenido para los dos primeros tiempos de cartucho en el cañón , con la diferencia de que en el primero de estos se cojera la carabina por la garganta con toda la mano derecha , y que al terminar el se- gundo , agarrará dicha mano la baqueta por su estrema superior, en la forma espresada al concluir el tercer tiempo del mismo movimiento. Dos. Sacar la baqueta é introducirla en el canon, en los términos esplicados, concluyendo con cojerla con la mano derecha á una pulgada de la boca del canon. Tres. Gomo el movimiento de ¡Dresenten las armas después de poner la baqueta en su lugar. Cuatro. Levantar la carabina con la mano derecha hacia el centro del cuerpo , de modo que la planchuela quede á la altura de la boca y cuatro pulgadas separada de ella , el guardamonte á la izquierda y el arma perpen- dicular; en cuya disposición se sacudirá ligeramente dos veces , de abajo arriba , á fin de que suene la baqueta en el canon , quedando después la mano y arma en la misma posición que tenían antes. Cinco. Retirar la mano derecha á este.cQStado. j de- — 253 ^ jar caer el arma en la mano izquierda , ejecutando en seguida el primer tiempo del presente movimienlo. Seis, Como el movimiento de baqueta en su lugar. Siete. Como el primer tiempo de presenten las armaSf después de baqueta en su lugar. Ocho, Como el segundo de idem. 160. Para la enseuanza de este movimiento se ejecutarán simul- táneamente todos los tiempos de que constan; pero cuando se practi- que con aplicación á su objeto, se efectuarán solo de este modo los tres primeros; é individual y sucesivamente los restantes á medida que la persona que pase la revista se presente inmediato al frente de cada uno de los hombres que componen la Gla ó fdas. QUINTA LECCIÓN. Desenganchen — (las) armas. (Cuatro tiempos.) 161 . Uno. Dejar caer el arma en la mano izquierda, en igual forma que el segundo tiempo de enganchen las armas. Dos. Ejecutar en seguida lo demás que se previene en el tercer tiempo de dicho movimiento; con la diferen- cia de desenganchar , en vez de enganchar. Tres. Bajar el arma con la mano derecha á este mis- mo lado, soltándola ía izquierda, é introducir la boca del cañón en el porla-mosqueton: volver en seguida la carabina de modo que el baquetero quede hacia el cuer- po del caballo ; y aproximarla á la mano izquierda , que la sujetará coa el primer dedo por la parte superior de guardamonte. - - 254 Cuatro. La mano derecha pasará á cojer el porta- carabina, con el cual dará dos vueltas á la garganta del arma , ayudando para ello la izquierda , aunque sin mudar de sitio , é introduciéndose por el latiguillo de dicha correa el clavillo do la hebilla de la misma. Bien asegurada la carabina , la cojera la mano derecha por la garganta , soltándola la izquierda , y la traerá aquella al costado derecho , el canon para arriba , en la posición que tenia antes de sacarla del porla-mosqueton , colocan- do en seguida la mano derecha á su costado. MANEJO DE PISTOLA. SESTA LECCIÓN. Presenten — {la) pistola. (Un tieuipo.) 162. Tomar la pistola por la garganta con la mano derecha , pasando esta para ello por encima de las rien- das y de la mano izqnierda: sacarla de la funda, y traer- la al frente del hombro derecho; la boca del canon hacia arriba, el arma perpendicular, y el guardamonte al frente; la mano derecha á la altura del hismbro y sepa- rada seis pulgadas del mismo, abrazando la garganta, el primer dedo adelantado hacia la parte superior del guar^ damonte, y los tres restantes detrás de este. — 255 — CARGA EN ONCE MOTIMIEMOS. !,** Carguen — {la) pistola. (Un tiempo.) 163. Dejar caer la pistola en la mano izquierda , que la agarrará por la caja , abrazándola con el pulgar y los cuatro dedos restantes, el pequeño tocando al muelle del rastrillo ; y colocar el pulgar de la mano derecha contra el mismo por encima de la piedra, los cuatro dedos res- tantes cerrados. S.^ Abran— (la) ckzbLETx. (Un tiemix).) " i 64. Manteniendo el arma firme con la mano izquier- da , hacer fuerza con el pulgar de la derecha contra el rastrillo hasta que caiga; retirar en seguida atrás el codo derecho , pasar la raano de este lado á,, la cartuchera y abrirla. 3.° Saquen — (eí) cartucho. (Un tiempo). ..,,.. i/ 165. 'Tomar el cartucho entre el pulgat ylos dos pri- meros dedos de la mano derecha, y asegurarle en seguida de modo que aquel forme cruz con estos , la abertura para arriba ; volver á pasar la mano derecha por la in- mediación del cuerpo y llevar el cartucho á la boca , qufe le agarrará con los dientes , inmediato á la pólvora. — 256 — 4.® Jiompan^{el) cartucho. (Un tiempo.) 166. Romper el cariucho con los dientes hasta la pólvora , teniéndole por la abertura entre el pulgar y los dos primeros dedos ; bajarle en seguida y colocarle dere- cho sobre la cazoleta. 5.*^ CEBEN. (Un tiempo.) 167. Dirigir la vista ala cazoleta y llenarla de pólvora sin que sobre; apretar en seguida el cartucho con el pulgar y los dos primeros dedos por donde se rompió; restituir la vista al frente y colocar la mano derecha de- trás del rastrillo apoyando en él los dos últimos dedos y manteniendo siempre hacia arriba la abertura del car- tucho. 6.° Cierren — (la) cazoleta. (Un tiempo.) i 6 8. Manteniendo el arma firme con la mano izquier- da, se cerrará el rastrillo , haciendo fuerza en él con los dos últimos dedos de la derecha: pasará en seguida dicha mano á cojer la pistola con los dos últimos dedos y la palma de la misma , conservando siempre agarrado el cartucho en la forma espresada; la muñeca unida al cuerpo , algo separado de este el codo y retirado atrás. I — 257 — 7." Cartucho — (en el) canon. (Dos tiempos.) 169. Uno. Manteniendo el cartucho con la mano de- recha, volver con ambas manos la pistola, pasando la parte inferior de la misma por entre las riendas y el cuerpo, el canon ai frente y algo inclinado á la derecha, la mano iz- quierda vuelta hacia el cuerpo, aunquesin mudar de sitio; y cojer el arma con la mano derecha á una pulgada de la boca del canon, como en el sesto .tiempo del movimiento preparatorio con la carabina. Dos. Dirigir la vista á la boca del cañón, volverla mano derecha de modo que su palma quede al frente y el codo á la altura de la muñeca; vaciar la pólvora en el canon é introducir en seguida el cartucho, empujándole con el pri- mer dedo; bajar después vivamente el codo derecho y co- jer la baqueta entre el pulgar y el índice doblado por la inmediación de su remate superior y cerrados los demás dedos. 8.° Saquen— (la) b.\qüeta. (Un tiempo.) 170. Sacar la baqueta con el pulgar y el primer dedo de la mano derecha, hasta que la mitad de ella haya salido de la trompetilla; volverla entonces á cojcr por el medio, por entre los mismos dedos estendidos, uñas arriba, y la palma de la mano al frente: acabar de sacarla, darle una vuelta, y agarrarla con toda la mano, volviendo esta, con — 258 - la palma hacia el cuerpo, é introduciéndola en el canon hasta donde está cojida con la mano. 9.** ATAQtÍEN. ) ,(üíi, tiempo.) 471. Apoyar el pulgar de la mano derecha sóbrela baqueta, separando el primer dedo, y subiendo aquel hasta llegar al estremo de la misma, que se asegurará co- jiéndola con dicho pulgar y el índice doblada, los tres res- tantes cerrados: bajar con la baqueta el cartucho basta que apoye en la recámara, y dar dos golpes con fuerza con la baqueta, sin soltarla. 10. Baqueta (en su) lugar. (Un tiempo.) 172. Sacarla baqueta, por los mismos medios esplica- dos en el penúltimo movimiento que antecede; con la dife- rencia de concluir este tiempo agarrandolapistola por la garganta con la mano derecha. 1 i . Presenten — (ía) pistola. (Un tiempo.) - ' ;Í73. Con la mano derecha, y volviéndola izquierda á la posición que tenia antes del movimiento áe cartucho en el canon, se pasará la parte inferior de la pistola ha- cia la derecha, por entre el cuerpo y las riendas, y se lle- vará ala posición de presentada, soltándola la izquierda. — 25^ — SÉTIMA LECCIÓN. Preparen— (la) pistola. (Dos tiempos.) i74. Uno. Colocar la pistola en la mano izquierda; la derecha en frente del vacio del mismo lado y abrazan- do la pistola por la garganta, de modo que el pulgar apo- ye por la segunda fajanje sobre el pié de gato; el índice y los tres dedos restantes detrás del guardamonte, el codo algo separado del cuerpo y un poco mas alto de la mano. Dos. Preparar la pistola, en la forma espresada en el segundo de dicho movimienlo, y levantarla en seguida á la posición de presentada. APÜNTEX. (Un tiempo. ) 175. Afirmarse sobre los estribos, echar el cuerpo un poco adelante, estender suavemente el brazo derecho al frente, y colocar el primer dedo en el gatillo, el guarda- monte algo vuelto á la derechn, dirigiéndose lavisia por encima del brazo á lo largo del canon, y de manera á apuntar á la altura de la cintura del contrario. Presenten — {la) pistola. (Un tiempo.) [ Retirar el arma á dicha posición. — 260 — 176. Si después de presentar la pistola, habiendo pre- cedido el prepararla, se quiere que se ponga esta en el se- guro, se prevendrá así á la tropa; lo que ejecutará colo- cando la pistola en la mano izquierda, de la manera ya espre^ada, poniendo en seguida el pié de gato en el segu- ro, lo que efectuado volverá á llevarse la pistola á la po- sición de presentada. Preparen [la) pistola y apunten. Como queda esplicado. (Dos tiempos.) 177. Uno. Apoyar con fuerza el primer dedo en el disparador, sin hacer mas movimiento. Dos. Retirar la pistola al primer tiempo de carguen, poniendo en seguida el pié de gato en el seguro. Si en esta disposición se quiere volver á cargar, se hará bajo los principios ya esplicados, principiándose en este caso desde el movimiento de saquen el cartucho; pero sino se mandará: Cierren — {la) cazoleta. (Un tiempo.) 178. Pasará la mano derecha á colocar sus dos últi- mos dedos detrás del rastrillo, y manteniendo el arma firme con la mano izquierda, se cerrará la cazoleta, em- 1 í — 261 — pujando con la derecha el raslrillo hasta que caiga, co- jiendo en seguida con esta última mano el arma por la garganta y trayéndola á la posición de presentada, OCTAVA LECCIÓN. Revista — (de) pistola. '^ (Siete tiempos.)* i 79. Utw. Se colocará la pistola en la mano izquier- da, de la manera que ya se ha esplicado. Dos. Se volverá la pistola, con el cafion hacia el fren- te y algo inclinado á la derecha, pasando la parte infe- rior del arma entre las riendas y el cuerpo, como en el primer tiempo de cartucho en el cañon\ terminando con cojer la baqueta con la mano derecha, en la forma espli- cada en la última parte del tercer tiempo de dicho mo- vimiento. Tres. Se sacará la baqueta y se introducirá en el ca- ñón, según se previene en el movimiento de saquen la baqueta; con la diferencia de soltarla, volver á cojer la pistola por la garganta , y llevarla á la posición de pre-^ sentada. Cuatro. Levantar la pistola con la mano derecha ha- cia el centro del cuerpo, de modo que la planchuela que- de á la altura de la boca, y cuatro pulgadas separada de ella; el guardamonte á la izquierda y el arma perpendicu- lar, en cuya disposición se sacudirá ligeramente dos ve- ces de abajo arriba, á fin de que suene la baqueta en el cañon_, quedando después la mano y arma en la misma posición que tenian antes. Cinco. Dejar caer la pistola en la mano izquierda, ejecutando en seguida lo prevenido en el segundo tiem- po de este movimiento. Seis, Se sacará la baqueta, y se introducirá en elba- quetero, en la forma esplicada en el movimiento de 6a- queta en su lugar. Siete. Se presentará la pistola, conforme á lo preve- nido para el propio movimiento, después del de baqueta en su lugar, i80. Para la enseñanza de este movimiento, se ejecutarán siníul- táneamente tocios los tiempos de que consta; pero cuando se prac- tique con aplicación á su objeto, se efectuarán solo de este modo los tres primeros, é individual y sucesivamente los restantes, á medida que la persona que pase la revista se presente inmediato al frente de cada uno de los hombres que componen la fila ó flias. Carga a discreción.— carguen. 181. Se ejecutarán seguidament«í los once movimien- tos de que consta la carga, teniéndose presentes las advertencias relativas á la misma en el manejo de la ca- rabina. Retiren — (la) pistola. (Un tiempo.) -■■;s.!' • i' ;■ tj 182. Bajar la pistola con la mano derecha, é intro-.. ducirla en la cañonera izquierda;, por encima de las rien- das, y de manera que el canon quede hacia el cuerpo y la coz para arriba, hacia el del caballo. 185. Los fuegos con la pistola, cuando se ejecuten con pólvora, : — 263 — se verificarán individualmente, saliendo al efecto ocho pasos al fren- te de la fila el hombre que ha de tirar, al oir la voz de preparen la pistola^ y volviendo á su puesto, después de haber hecho fuego. MANEJO DEL SABLE. (Figura cuarta.) NOVENA LECCIÓN. 484. Para ello el instructor hará formar en ala las dos filas^ como se ha esplicado núiii. í29 , procurando que antes y mientras marchen todavía los hombres en el cuadrilongo , tomen , de caballo á caballo , la distancia de dos pasos. Saquen — [el) sable. (Tres tiempos.) ; 185. Uno. Se inclinará la vista hacia el cordón del s.^ble y se cojera este con la mano derecha, que se intro- ducirá en él, dando en seguida una vuelta de derecha á izquierda, y cojiendo después con dicha mano ei sable por su empuñadura , pasando aquella por encima del ante- brazo izquierdo sin mover la mano izquierda de su posición. Dos. Sacar el sable subiéndole perpendicularmente por el costado con el corte al frente, hasta tener el puño á la altura del hombro izquierdo y separado de él como cuatro dedos. Tres. Se acabará de sacar el sable , y volviéndole i8 — 264 — sobre la derecha , se apoya la empuñadura en la parte anterior del muslo derecho é inmediato á la unión de este con el cuadril , colocando el dedo pequeño fuera de aquella para asegurar mejor el asiento y posición de la muñeca. Presenten — {el) sable. (Un tiempo.) 186. A la última parte de esta voz se separará el sa- ble del hombro, poniéndole perpendicular , el corte al frente y algo inclinado adelante; lo que se ejecutará con solo un movimiento de la muñeca, que se mantendrá firme y siempre apoyada á la parte delantera del muslo, en la forma prevenida anteriormente , reuniéndose para mejor ejecución del movimiento el dedo pequeño á los restantes. Rindan — {el) sable. (Un tiempo.) 187. \ la segunda parte de esta voz, se volverá y bajará el sable con la mano derecha , de modo que el corte quede á este lado, inclinada la hoja diagonalmente á la inmediación de la pierna derecha , la punta por de- lante y á la derecha del estribo de este lado , el brazo derecho medio tendido, y su mano á la derecha, altura é inmediación de la mitad del muslo derecho. Presenten — (el) sable. (Un tiempo.) A la segunda parte de esta voz , se restituirá el sable á la posición de presentado» -. 265 — i 88. El movimiento de á la funeral el sable no se ejecutará á caballo. Al hombro — (el) sable. Se retirará brazo , mano y .sable , poniendo este en la posición indicada. En su lugar — descanso. (Un tiempo.) 189. Se^ aflojará la inurieca derecha, y con solo un movimiento de ella , se bajará el sable sobre el borren delantero , de modo que quede terciada oblicuamente la hoja de derecba á izquierda , la punta algo inclinada á esta parte del cuello del caballo, y el corte á la derecha. Aten — cíoN. (Un tiempo.) Se restituirá el sable al hombro. Revista — {del) sadle. (Tres tiempos.) 190. Uno, Desde la posición de al hombro se llevará el sable perpendicularmente al frente, punta arriba , ei corte á la izquierda , la empuñadura al frente de la barba y separada cuatro pulgadas de ella. — 266 ^ Dos. Se volverá la hoja del sable de izquierda á dere- cha con solo un movimiento de la muñeca, apoyanda para ello el dedo pulgar sobre la empuñadura, y volverá en seguida el sable á su posición anterior sin variar la del brazo. Tres. Se traerá cl sable á la posición de al hombro. Enyainen — {el) sacle. (Tres tiempos.) 191. Uno. Separando el sable del hombro se llevará con rapidez por delante del cuerpo basta colocar la mano derecha á la altura é inmediación del hombro izquierdo, manteniendo la punta perpendicular hacia arriba y el corte á la izquierda. Bos. Se volverá el sable sobre la izquierda por reta- guardia y se introducirá su punta en la vaina solo lo necesario para que el puño derecho quede á la altura del hombro. Tres. Se acabará de introducir en la vaina pasando la mano derecha por encima del brazo izquierdo, se saca- rá la muñeca del cordón y pasará la mano derecha á su costado. DECIMA LECCIÓN. PRIMERA DIVISIÓN. 192. Colocados los soldados en una sola fila con in- tervalos entre «í de cuatro pasos, los qiie se tomarán por medio de paso de costado á la voz de; j)or la izquierda — 4 íowar intervalos para el manejo del sable— marchen, — 267 — manteniéndose íirme el primer hombre de la derecha de ia fila, y marchando los demás hasta quedar á la espre- sada distancia del que le preceda por dicha mano, á cuyo punto hará alto , el instructor mandará; MANEJO DEL SABLE. Contra caballería, — Primera — división. J?M— GUARDIA. (Un tiempo.) Se llevará el sable al frente , el brazo derecho medio estendido, la mano delante y á la altura de la parte supe- rior del hueso de la cadera, adelantada y separada cuatro pulgadas de la mano izquierda el pulgar- tendido sobre el canto esterior de la empuñadura , la punta del sable inclinada á la izquierda y algo mas elerada que la cabeza. Corte — UNO. (Dos tiempos.) 193. A la segunda parte de esta voz, se estenderá el brazo derecho adelante á toda su longitud , al frente del hombro derecho ; la muñeca á la altura de los ojos ; el sable levantado, aunque inclinada la punta á retaguar- dia como cosa de un pié encima del hombro derecho, el corte hacia arriba. Dos. Se tirará una cuchillada oblicua, de arriba á J)ajo y de derecha á izquierda , como si se fuese á herir — 268 *- aun hombre que estuviese al frente, desde el hombro izquierdo á la cadera derecha ; trayéndose en seguida el brazo y sable á la posición de guardia. Protejan — (/a) cabeza. (Un tiempo.) 194. A la última parte de esta voz , se separará con Tiveza y prontitud el brazo de echo al frente , casi esten- dido, la mano á la altura de li frente, el corte del sable arriba, la punta hacia la izquierda y algo mas elevada que la empuñadura. (En esta posición la mano se coloca mas ó menos á la derecha ó á la izquierda , según sea eí ataque del adversario.) Corte — DOS. (Dos tiempos.) 195. Uno. A la segunda parte de esta voz se esten- derá el brazo derecho adelante á toda su longitud , al frente del hombro izquierdo; la muñeca á la altura de los ojos; el sable levantado, aunque inclinada la puola á retaguardia como cosa de un pié por encima del hom- bro derecho ; el corte para arriba. Dos. Se tirará una cuchillada oblicua, de arriba aba- jo y de izquierda á derecha, como si fuese á herir á un hombre que estuviese ai frente, desde el hombro derecho á la cadera izquierda; trayéndose en seguida el brazo y sable á la posición de guardia. — 269 — Protejan-^ {la) cabeza. Como queda esplicado anteriormente. Corte — TRES. (Dos tiempos.) i96. Uno. A la segunda parte de la voz se llevará el sable ala derecha del frente, perpendicular punta ar- riba, el corle algo vuelto á este lado, el brazo tendido á toda su estension, y la muñeca derocha á la altura de la cadera. Dos. Se tirará una cuchillada oblicua, de abajo arriba y de derecha á izquierda, como si fuese á herir á un hombre que estuviese al frente, desde la cadera iz- quierda al hombro derecho; trayéndose en seguida el brazo y sable á la posición de guardia. Protejan (la) izquierda. (Cu tiempo.) 197. A la última parte de la voz, se llevará vivamente el sable á la izquierda del frente^ el brazo semi-doblado, por encima de la mano izquierda la derecha, á la altura de la cadera izquierda y separada pié y medio de ella ; la punta del sable inclinada adelante y á la altura déla parte superior de la cabeza; el corte algo vuelto á la izquierda, el pulgar apoyado contra el lado esterior de la empu- ñadura. — 270 — Coríe— CUATRO. {Dos tiempos.) !98. Uno. A la segunda parte de la voz se retirará ■al sable algo mas á la izquierda, perpendicular punta ar- riba, el corte algo vuelto á este lado, el brazo tendido á toda su esleiision, y la muñeca derecha á la altura de la cadera de este mismo costado. Dos. Se tirará una cuchillada oblicua, de abajo arri- ba, y de izquierda á derecha, como si se fuese á herir á ua hombre que se hallase al frente, desde la cadera derecha al hombro izquierdo; trayéndose en seguida el brazo y sa- ble á la posición de guardia. Protejan {la) derecha. (Un tiempo.) 199. A la última parte di la voz, se llevará vivamen- te el brazo y sablea la derecha del frente, el brazo semi- doblado, la mano ala altura de la c£}dera y distante pié y medio de ella, la punta del sable inclinada adelante y á Ja altura de la parte superior de la cabeza, el corte algo vuelto á la derecha, el pulgar apoyado sobre el lado es- terior de la empuñadura. Corte — CINCO. (Dos tiempos.) 200. Uno. A la segunda parte déla voz se esteuderá I — 271 — el brazo y sable horizontalmente á toda su longitud sobre la derecha, á la altura del hombro, el corte al frente y la mano uñas arriba. Dos. So tirará una cuchillada horizontal, de dere- cha á izquierda, á la altura de los hombros, acompañan- -do el movimiento con el brazo, cuya muñeca vendrá á parar enfrente del hombro izquierdo, y á unas ocho pul- gadas de este; el brazo semi-doblado, el sable cslen- dido horizontalmente hacia la izquierda, y el corte al frente. Corte— SEIS. (Un tiempo.) 201. Se tirará una cuchillada horizontal, de izquier- da á derecha, á la altura de los hombros, acompañando el movimiento con el brazo que se desplegará del todo á la derecha, trayéndose en seguida este y el sable ala po- sición de guardia, A la izquierda (en) guardia. (Un tiempo.) 202. Se ejecutará del mismo modo que al frente, sin mas que volver é inclinar el cuerpo á esta mano, pero ■cargando el peso del cuerpo sobre la pierna izquierda. Corte— CINCO. 203. El que se ejecutará á la izquierda, como al frente. — 272 — forte— SEIS. 204. El que se ejecutará á dicha mano como al fren- te; con la diferencia de girar en seguida el cuerpo veloz- mente á la derecha, á fin de presentarse en guardia á la espresada mano al terminar dicho corte. Coríe—ciNCO. 205. Lo que se ejecutará a la derecha del mismo mo- do que se previene para la izquierda. Corte — SEIS. 206. Se ejecutará del mismo modo esplicado para la izquierda, terminando el movimiento con quedar en la posición de guardia á la derecha. Al costado derecho^protejan (la) — izquierda. 207. Del mismo modo que al frente; con la diferen- cia de ejecutarse al costado derecha, y de colocarse la mano derecha adelante y algo á la izquierda del muslo derecho. Al costado derecho— -protejan— {la) derecha. 208. Del mismo modo que al frente; con la diferencia de ejecutarse al costado derecho, y de colocarse la mano derecha hacia retaguardia, á la altura de la parle supe- rior del muslo, y separada pié y medio de la misma. — 273 — , Corte á retaguardia — coute. (Dos tiempos.) 209. Uno. A Ja segunda parle de la voz se pondrá el brazo y sable en la posición esplicada para el primer tiempo del corte seis, volviendo el cuerpo y cabeza á la derecha y retaguardia. Dos. Se tirará una cuchillada horizontal á retaguar- dia á la altura de los hombros, acompañando el movi- miento con el brazo, que so desplegará cuanto sea posi- ble á la espalda, trayendo en seguida este y el sable á la posición de guardia al frente. Al /í^enfe— MOLINETE. (Cuatro tiempos.) 210. Uno. A la segunda parte de la voz se estenderá con prontitud el brazo derecho al frente á toda su esten- sion, el puño á la altura de los ojos y enfrente del centro del cuerpo, la punta del sable adelante en la prolonga- ción del brazo, el corte á la derecha y algo vuelto hacia arriba, las uñas abajo y el pulgar á la izquierda. Dos. Se bajará con viveza la hoja del sable por delan- te y hacia la izquierda, volviéndola á levantar por detrás del costado izquierdo con un movimiento de la muñeca, de modo á describir un círculo, rasando con prontitud aquella la parte anterior izquierda del caballo; sin variar de posición el brazo derecho, y volviendo la muñeca y i| — 274 — sable á la que tenia en el primer tiempo; cnn la direren- cia de quedar las uñas á la izquierda, el pulgar arriba, y el corte del sable inclinado hacia abajo. Tres, Se bajará con viveza la hoja del. sable por de- lante y hacia la derecha, volviendo á levantar por detrás del codo del mismo lado con un movimiento de la mu- ñeca; aflojando los dos últimos dedos y volviendo el sable de modo á describir un círculo, rasando con velocidad este la parte anterior derecha del caballo, sin variar de posición el brazo derecho, y restituyéndose el puño y sable ala que tenia en el primer tiempo, esto es, las uñas abajo y el corte á la derecha. Cuatro. Se volverá á la posición de guardia, Al hombro — [el) sable. A la segunda parle de esta voz se traerá el sable á la espresada posición. UNDÉCIMA LKCCION. SECUNDA DIVISIÓN. 211. Para que la tropa ejecute la segunda división del manejo del sable, el instructor mandará: Contra caballería — segunda -üwision^. (En) GUARDIA. Como queda prevenido parala primera división. — 275 — Estocada al frente — estocada. (Dos tiempos.) 212. Uno. A la segunda parte de la voz se encojerá y doblará el brazo derecho retirándole, así como también el mismo hombro, cuanto se pueda á la espalda; el peso del cuerpo cargado sobre la pierna derecha, el sable ho- rizontal, el corte- hacia arriba, el puño á la altura del hombro, y los dedos uñas abajo. Dos. Se dará la estocada al frente, estendiendo el sa- ble y brazo á toda su longitud en la dirección de la pun- ía, el cuerpo algo ¡uchnado adelante. Quite de la estocada en tercia — quite. (Ua tiempo.) 213. Uno. Desde la posición anterior se llevará con viveza la mano derecha adelante y algo á la derecha, á la segunda parte de la voz; eálendiendo el antebrazo sin mover el codo de su lugar; el corle del sable ligeramente vuelto á la derecha; la punta algo inclinada adelante, á la altura de los ojos y enfrente del hombro derecho ; las uñas abajo, y el dedo pulgar estendido sobre la empuña- dura y apoyado contra el gavilán ; con cuyo movimiento se desviará la espada del contrario á la derecha. Estocada á la izquierda— estocaük, (Dos tiempos.) 2i4. Se ejecutará del mismo modo que al frente; con — 276 — la diferencia de volver la cabeza á la izquierda, y algún tanto el cuerpo al mismo lado, eji el primer tiempo, car- gando un poco el peso del cuerpo sobre la pierna iz- quierda, y apuntando la estocada en dirección del costa- do izquierdo. A la izquierda — quite de la estocada en cuarta — quite. (Un tiempo.) 215. Desde la posición anterior se volverá, á la se- gunda parte de la voz, cl puño derecbo, de modo que las uñas queden hacia la izquierda del nuevo frente, lleván- dole con viveza delante y á la izquierda; el brazo medio estendido; el corte del sable á retaguardia; la punta in- clinada adelante, á la altura de los ojos y enfrente del hombro izquierdo; el dedo pulgar estendido sobre la em- puñadura y apoyado contra el gavilán; con cuyo movi- miento se desviará la espada del contrario á la izquierda del nuevo frente. Estocada á la derecha— ESTOC\Dk, (Dos tiempos.) 216. Se ejecutará del mismo modo que al frente, con h diferencia de volver el cuerpo y cabeza á la derecha, cargando un poco el peso del cuerpo sobre la pierna de- recha; encojiendo en lo posible el brazo del mismo lado para dar l-i estocada, y apuntando esta en la dirección del costado derecho. — 277 — A ía derecha — quite de la estocada en (ercm— quite, 217. Como queda espücado para el de frente; con la diferencia de ejecutarse al costado derecho. Estocada á retaguardia por la derecha — estocada. (Dos tiempos.) 218. Uno. A la segunda parte de la voz se volverá la cabeza á la derecha y retaguardia, volviendo al misma tiempo el sable con un movimiento de la muñeca, y en- treabiertos los últimos dedos de la misma mano; de modo que quede la hoja del sable horizontal por encima y á lo largo del antebrazo derecho , el corte arriba, la punta á retaguardia , el puño á la altura y separado cuatro pul- gadas de la tetilla izquierda. Dos, Se dará la estocada á retaguardia, estendiendo con viveza y prontitud el sable y brazo á toda su longi- tud, en la dirección de la punta. Quite á retaguardia por la derecha — quite. (Tres tiempos.) 219. Uno. A la segunda parte de la voz se levanta- rá el brazo á la derecha y retaguardia á toda su esten- sion, la punta del sable arriba y el corte á retaguardia. Dos, Se describirá un círculo con el sable, bajándolo con prontitud y llevándole de atrás adelante sin mover — 278 — el brazo derecho de su posición, aflojando los tres últi- mos dedos de la mano, y volviendo á la posición ante- rior; elpuño deberá separarse cuanto sea posible del. cuerpo; á fin de evitar que, al bajar la punta del sable toque al cuarto trasero del caballo. Tres. Se volverá á la posición de guardia al frente^ Estocada á retaguardia por la izquierda — estocada. (Dos tiempos.) 220. Uno. A la segunda parte de la voz de mando se volverá el cuerpo y cabeza á la izquierda, de modo que la parte superior del cuerpo dé frente al espresado lado; al mismo tiempo se inclinará la vista á retaguardia, encojiendo el brazo derecho y lomando con él una posi- ción igual á la del primer tiempo de la estocada á la iz-. quierda; con la diferencia de apuntarla á retaguardia. Dos. Se dará la estocada, estendiendo cuanto sea po- sible el sable y brazo en la espresada dirección, sin mo- ver la mano de la brida de su posición. Quite á retaguardia por la izquierda— qvite. (Tres tiempos.) 221. Uno. A la segunda parte de la voz se volverá el cuerpo y cabeza á la izquierda y se llevará el brazo y sable hacia el hombro izquierdo, el brazo doblado, el puño inmediato á dicho hombro, delante y ala altura del mismo, la punta del sable arriba, y el corte á la iz- quierda. — 279 — Dos. Se describirá con violencia un medio círculo con el sable, bajáíidulo velozmente por retaguardia, coa el lomo vuelto siempre Iiácia el cuerpo, separando para ello muy poco el puño derecho de su lugar, y volviendo el sable y brazo á su posición anterior. Tres. Se volverá á la posición de guardia al frente. Al hombro— {el) :pkBLE, 'ÍOV i- • ) ^ 281 — Tres. Se volverá á la posición de guardia al frente. ., .... Corte — DOS. Vjf\Mí\ í' 226. Del misino modo que para contra caballería; con la diferencia de inclinar el cuerpo á la derecha desde el primer tiempo, doblando para ello la cintura lo nece- sario para que el corle llegue cerca del suelo , y restitu- yéndose el cuerpo y sable á la posición de guardia al frente, al concluir el segundo ti^mpp^ . Estocada á la derecha — estocad.\. (Dos tiempos.) 227. Uno. A la segunda parte de esta voz se volverá la cabeza i'i la derecha, y se retirará el brazo y sablea este lado ; el puno á la altura de la tetilla derecha, el pulgar á la izquierda, y las uñas de los demás dedos hacia abajo; el corte del sable arriba, y la punía dirigida á la altura del pecho de un hombre á pié, el cuerpo algo cargado á la derecha. Dos. Se dará la estocada en la dirección que se tiene apuntada, eslcudicndo ei bruzo á toda su longitud al es- presado costado. Quite á la derecha contra infantería — -QüiTK,|^Í3.>n (Tres tiempos.) 228. Uno, A la última parte de la voz, se levantará el brazo derecho á toda su estension hacia la derecha y - 282 -. retaguardia ; el puño algo mas elevado que la cabeza, la punta del sable arriba;, el corte á retaguardia, el dedo pulgar Gstendido sobre la parte esíerior de la empuñadu- ra, y el cuerpo algo inclinado á la derecha , sin mover los talones de su lugar. Dos. Se describirá con fuerza y rapidez al costado derecho y de atrás adelante, un círculo con el sable y brazo, siempre tendido este; desviando de este modo los bayonetazos con el lomo del áable, y volviendo este y el brazo arriba á su posición anterior. Tres. Se volverá á la posición de guardia al frente. Corte — TRES. 22'J. Del mismo modo que para contra caballeria; con la íiiferencia de inclinar el cuerpo á la derecha, en los te'rminos espresados anteriormente para el coríé dos contra infantería , restituyéndose después h la posición áe guardia al frente, al concluir el segundo tiempo. Corte — CUATRO. 230. Del mismo modo que para contra caballería; con la diferencia de ¡nclin.'tr el cuerpo á la izquierda en los términos espresados anteriormente para el corte uno, contra infantería, restituyéndose c! cuerpo y sable á la posición de guardia al frente, á concluir el segundo tiempo. uil hombro — (el) s.KULE. A la segunda parte de esta vox- se libera el cuerpo- y sable á la posición espresada. • u? i->h(i\ i, (•{3Vi')b o>:í'í'í .■'• — 283 — 231. Siendo el ejercicio del moliiiele con que termi- na la primera división , muy cunvenienle para dar sol- tura y flexibilidad á la niimcca, se hará que la tropa se agilite en él haciéndole continuado y por separado de dicha división; para lo que, hallándose aquella con el sable al hombro , mandará el instructor: Al frente — molinele continuado. A la segunda parte, se ejecutará el molinele indeter- minado , suprimiendo el cuarto tiempo, y pasando del tercero al segundo sin detención alguna, y siguiéndose de este modo hasta que el instructor dé la vo/ de: {En) GUARDIA. La que oida, se terminará el molinete principiado, res* tiluyéndose en seguida todos á la posición de guardia. Resumen de las tres divisiones del nmnejo del sable, PIUMEUA DIVISIÓN. 232. Contra caballería — Primera — división. [En) GUARDIA. Corte — UNO. Protejan — [la) — cabeza . • Corte — DOS. Protejan — (la) — cvbkza. Corte — TRES. Protejan— {la) izquiep.da. — 284 — Corte — CLATRO. Protejan — {la) derecha. Corte — CINCO. Corte — SEIS. A la izquierda — (en) guardia. Coríe— CINCO. Corte — SEIS. El que se terminará con quedar á la derecha en guar- dia. Corte — cixco. Corte — SEIS. Al costado derecho— pi'ote jan — [la) izquierda. Al costado derecho— 'protejan — {la) — derecha. Corte ci retaguardia— CORTE. Al frente — mollnete. Al hombro ~{cl) saüle. secunda división. 233. Contra caballería — segunda — división. (Efi) guardia. Estocada al frente — estocada. Quite de la estocada en tercia— quite. Estocada á la izguierda — estocada. A la izquierda — quite de la estocada en cuarta — QUITE. Estocada ci la derecha — estocada. A la derecha— quite de la estocada en tercia — QUITE. Estocada á retaguardia por la derecha —ESTOCkDX. Quite á retaguardia por la derecha — quite. — 285 — Estocada á retaguardia por la izquierda — estocada. Quite á retaguardia por la izquierda — quite. Al hombro— {el) sable. TERCERA DIVISIÓN. 234. Contra infantería — tercera — división. (En) GUARDIA. Corte — UNO. Estocada á la izquierda — estocada. Quite á la izquierda contra infantería — quite. Corte — DOS. Estocada ti la rferec/ia — estocada. Quite á la derecha contra infantería — quite. Corte TRES. Corto — cuatro. Al hombro — {el) sable. 255. El instmctoi- demostrará á los reclutas el objeto de todos los golpes , y la aplicación de las protecciones y quites que sirven para pararlos ; haciéndoles entender que , aunque se emplean unos y otros de una manera determinada en las divisiones , puede haceree uso de ellos eu otra forma , como por ejemplo los quites de las esto- cadas, que, así como las diversas protecciones, pueden ejecutarse á los tres frentes. 236. Luego que se ejecuten con seguridad y exacti- tud lodos los movimientos de que se componen las divi- siones del manejo del sable, hará el instructor que se efectúen seguidos y sin detención los de cada una ; para lo cual se situarán con anticipación uno ó dos figurantes, según sea mayor ó menor el número de tropa que se ins- truya; lo que verificado, mandará aquel: — 286 — Primera (segunda ó tercera) — división. /\» A la segunda parte de esta voz se ejecutarán sucesiva. mete todos los movimientos de la división indicada; ob- servando para ello el marciir , del mismo modo que el ligiirnnte, los tiempos de que se componen. 237. Concluido el manejo del sable y envainada este, el instructor mandará: i. Union á la derecha, 2. Marguen. A la sogu:ida voz todos marcharán de costado á la de- rocha , menos el primer hombre de este lado , que se mantendrá firme; haciend?) alto al tocar ligeramente á su inmediato por dicho costado, alineándose con él, y vol- viendo en seguida la cabeza al frente. 258. Los movimientos indicados á derecha é izquierda han de ser solo en lo posible con la parle superior del cuerpo , manteniendo la restante firme á fin de mandar siempre al caballo y evitar los con- tratiempos que resultarían para este de toda alteración en la iwsicion de los muslos y sobre todo de las piernas. Desde que se pone el sable en guardia, deberá mantenerse el hom- bre elevado sobre Jos estribos con el cuerpo algo inclinado hacia adelante, cuya posición censervará hasta poner al hombro el sable. Cuidará el instructor de que en los golpes dirigidos contra infante- ría se incline el ginete lo suficiente á derecha é izquierda pero sin perder por esto su asiento en la silla. Después de suelto el ginete en todos estos movimientos, se hará que los practique á todos aires. — 287 — MANEJO DE LAiNZA. (Figura 5.^) DECIMATERCERA LECCIÓN. 239. Para ejecutarlo, el insiruclor hará formar en ala las dos íilas, como para el manejo deJ sable. MOVIMIENTOS PRELIMINARES DEL MANEJO DE LANZA. Llevar el caballo del diestro al paraje en donde se haya de montar. Posición del lancero antes de montar. Prepárense pai'a montar. A CABALLO. Prepárense para echar pié á tierra. A TIERRA. Desfilar después de haber echado pié á tierra. Como queda esplicado en los artículos correspondien- tes de !a instrucción individual en el cuadrilongo. Posición del lancero á caballo. 240. La lanza perpendicular y asegurada en el porta-regalon; la mano derecha á la altura del corbatín, los segundos nudillos al frente, y el pulgar tendido sobre el asta; la mano izquierda agarrando las riendas de la brida, en la forma prevenida núm. 112. — 288 - Descame?!— LANZAS. (Dos tiempos.) 241. Uno. Se pasará la lanza de la mano derecha á la izquierda, que la tomará sin abandonar las riendas, ase- gurándola con el pulgar é índice, después de lo que se introducirá ia mano y brazo derecho por el porta-lan- za hasta que suba este mas arriba del codo, cojiendo en seguida la lanza con la misma mano por donde la tenia antes, sin mover aquella de su posición. Dos. La mano izquierda soltará el asta, y con un empuje de la derecha se llevará la lanza al lado derecho, quejando inclinada á la espalda; y colocándose el brazo y mano derecha caldas naturalmente á su costado. A¡iancen^LAm\s. (Dos tiempos.) 24*^. Uno. Dando un empuje hacia adelante con el brazo derecho, se traerá la lanza al costado, y se cojera con la mano derecha, que la pasará á la izquierda ase- gurándola esta inmediatamente del mismo modo que en el primer tiempo de descansen lanzas, después de lo que se sacará el brazo derecho del porta-lanza, volviendo en seguida la mano de este mismo lado á cojer el asta por donde la tenia antes, sin mover la lanza de su po- sición. Dos. La mano izquierda soltará la lanza y con la de- — 289 — recha se colocará aquella perpendicular, la mano cerra- da á la altura del corbatín, como queda esplieado para la posición del lancero á caballo. Presenten — lanzas. (Un tiempo.) 243. Se estenderá el brazo derecho al frente incli- nando la moharra adelante, sin sacar la lanza del porta- regatón. Rindan — lanzas. (Un tiempo.) 244. Volviendo á poner la lanza perpendicular, se correrá y bajará la mano derecha hasta que su parle su- perior quede unida á la inferior del porta lanza ; en se- guida se sacará la lanza del porta-regaton, y se bajará la moharra al frente, el brazo eslendido naturalmente al costado derecho é inmediación del muslo, la punta de la moharra á un pié próximamente del suelo. Preséníen— LANZAS. (Un tiempo.) 2 ío. Se levantará la lanza y se introducirá en el por- ta-regaton, corriendo en seguida la mano derecha arriba hasta que llegue á la altura del corbatín, y estendiendo el brazo al frente, ea la posición indicada para este mo- vimiento. — 290 — ■í ' • Afiancen — lanzas. (Un tiempo.) Se retirará la lanza y brazo á Ja posición indicada por esla voz. Revista— [de) lanzas. (Dos tiempos.) 246. Uno. Gomo el primero de 'prevengan lanzas. Dos. Se volverá á introducir la lanza en el porta-re- gaton, corriéndose después la mano derecha arriba, y colocando esta y la lanza en la posición de afianzada. DECIMAGUARTA LECCIÓN. PRIMERA DIVISIÓN. 247. Separados los hombres con el intervalo de cua- tro pasos entre sí, y con la lanza afianzada, el instructor mandará; MANEJO DE LANZA. Contra caballería — primera — división. Prevengan — lanzas. (Un tiempo.) 248. Se bajará la mano derecha hasta el porta-lanza y se sacará en seguida la lanza del porta-regaton, ba- — 291 ^ jando después la mano al costado derecho á loda la os- tensión del brazo é inmediación del muslo, de modo que la raoiiarra quede inclinada al frente, y su punta á la al- tura de los ojos. Enristren— Lx^zxs. (Ün tiempo.) 249. Se colocará el asta de la lanza bien afirmada debajo del brazo derecho^ el arma horizontal; el ante- brazo y el codo unidos al asta, aunque mas bajo que ella; el brazo unido también al cuerpo; el asta dos pulgadas por debajo de la tetilla derecha; la mano bien cerrada, uñas arriba, por encima del porta-lanza, colgando este por debajo de la mano, y el pulgar tendido sobre el asta. Al frente — lanzada. (Tres tiempos.) 250. Uno. Se retirará el brazo derecho á retaguar- dia á toda su estension, atrasando un poco el hombro de este lado; la mano uñas abajo, el asta á la altura de la ca- dera y apoyada á ella, la punta de la moharra á la altu- ra de la telilla derecha. Dos. Se aiargará con viveza y prontitud el brazo de- recho al frente á toda su estension, volviendo la mano uñas arriba, de modo que 1ü lanza quede asegurada en- tre el cuerpo y la parte inlerior del antebrazo, del codo y del sobaco; la punta de la lanza á la altura del pecho; — 292 — el cuerpo elevado sobre los estribos, é inclinado ade- lante. Tres. Se retirará ei cuerpo, brazo y lanza, tomando la posición Je enristren lanzas. A la derecha — quite y lanzada. (Tres tiempos.) } 1.251. Uno. Se levantará la mohan'a hacia la izquier- da hasta que quede algo mas alta que la cabeza; y man- teniendo el asta bien alianzada debajo del brazo derecho, se bajará con fuerza y prontitud aquella rasando la par- le derecha del cuello del caballo, inclinando la vista á este lado, y describiendo un semi-círculo de izquierda á de- recha, de míinera á arrollar cuanto se encuentre á este costado; terminando el movimiento con quedar en la po- sición del primer tiempo de al frente lanzada; con la di- ferencia de ser al costado derecho, y de quedar el cuerpo bien períilado á este lado.. Dos. Gomo el segundo de dicho movimiento. Tres. Como el tercero del mismo, volviéndose en se- guida, ala posición de enristre al frente. A la izquierda — quite y lanzada. -.'ííi -.v : (Tres tiempos.) 2oü. Uno. Se levantará la moharra hiicia la dere- cha hasta que quede algo mas 'alta que k cabeza; y se dará el quite á la izquierda, en iguales términos que se — 293 — esplicó para la derecha; terminando el movimiento con quedar en la posición del primer tiempo de al frente lan-t zada; con la diferencia de ser al costado izquierdo, y dq quedar el cuerpo bien perfilado ;i este lado. Dos, Como en el segundo de dicho movimiento. Tres. Como el tercero del mismo, volviéndose en seguida á la posición de enristre al frente. Por la derecha á retaguardia — ^lanzada. (Cuatro tiempos. j 553. Uno. Sin hacer movimiento alguno con el cuerpo, se bajará la moharra describiendo con ella un semi^círculo hacia abajo; y terminado, volverá la lanza á su apoyo, quedando enristrada con la moharra á reta- guardia, la mano uñas abajo, y vuelta hacia la espalda. Dos. Apretando la lanza Le hará al separarse las advertencias nijarcadas ante- riormente, y la señora por su parte se apercibirá de la tendencia de su caballo á seguir siempre al otro, hacién- dose cargo que debe combatirla por medio de las mas firmes ayudas. Media vuelta á derecha é izquierda, — ^^ Ajustadas las riendas y preparado el caballo, marchando siempre al mismi3 aire, la señora le hará ejecutar una media vuelta , á la derecha por medio de la acción simultánea de la rienda derecha y pierna izquierda progresivamente pro- longada , hasta que el caballo haya descrito un s^'m^- círcuio de cinco á seis pasos; para terminarle le sosten- drá con la rienda izquierda y apoyo del látigo sobre la - derecha, volviendo en seguida á su posición las manos y piernas, para continuar marchando en la nueva dirección. — 325 — Después de haber nuevamente preparado su caballo, marchando siempre al mismo aire, le hará ejecutar una media vuelta ala izquierda, por la acción simultánea de la rienda izquierda y sentida presión del látigo sobre la derecha; por detrás de las cinchas, progresivamente pro- longada , hasta que el caballo haya descrito un semi- círculo de cinco á seis pasos; para determinarle le sosten- drá con la rienda derecha y pierna izquierda, después Tolverú á su posición las manos y piernas para con tinuarmarchando en la nueva dirección. En este ejercicio, que exije ayudas francas y sostewidas, cuidará la señora de hacer marchar al caballo unos vien- te pasos al menos en cada nueva dirección, y asegurar- le en ella antes de prepararle para una nueva media vuelta. El caballero ejecutará primeramente el mismo movi- miento para que fácilmentíí siga el caballo de la señora; después lo ejecutará ella por si sola, con estribo y sin él; seguidamente el caballero ejecutará una media vuelta á la izquierda, mientras que la señora la dá á la derecha. La marcha directa de los dos caballos por cada lado de la rula se prolongará unos veinte pasos; por último, eje- cutando el caballero una media vuelta á la izquierda, mientras que la señora la ejecutará á la derecha, harán se aproximen entre si los dos caballos para separarlos de nuevo ganando terreno, el uno á la derecha y el otro á la izquierda; volviendo á comenzar de nuevo á cierta distancia este ejercicio délas medias vueltas, á derecha é izquierda. Las ayudas deberán ser mas firmes y sostenidas para separar los caballos, que tendrán querencia á unirse. — 326 — Hacer alto y paso atrás. — Después que la señora haya hecho hacer alto á su caballo por los medios indicados en la primera lección , y cuyo ejercicio la práctica le ha- brá hecho familiar, se determinará á hacer paso afras, después de haber ajustado las riendas, enderezado la par- te alta del cuerpo, á que acercará los puños, elevándolos gradualmente hasta que sienta bien el apoyo del bocado, la pierna izquierda próxima, y el látigo sobre todo bien apoyado por detrás de las cinchas, á fin de que su electo sea perfectamente igual al de la pierna. Así que el caba- llo obedezca, dando y tomando, es decir, bajando y ele- vando los puños hasta que el caballo haya dado á atrás cuatro ó cinco pasos por lo menos, siete ú ocho á lo mas. El caballo hará siempre paso atrás derecho si la mano pruduceel apoyo del bocado, y si la pierna y látigo con- tienen iuualmenle las ancas; mas por poco que la mano haga bascular al bocado, ó que la pierna y el látigo con- tengan con desigualdad las ancas, el caballo se sesgará infaliblemente. En este caso, si vierte la cadera derecha, hacerle sentir el látigo; si la izquierda, la pierna; sino bastase la rienda derecha ó izquierda, del filete; acom- pañando á la presión del látigo ó la pierna. Dar con suavidad, temblequear ligeramente las riendas con la ayuda del dedo pequeño para refrescar lá boca, mezclar algunos intervalos de reposo, solicitar al caba- llo sin golpe, sin enardecerle, recompensar su obedien- cia así que la manifiesta hablándole, tales son los me- dios que hay que emplear con preferencia para determinar al caballo á hacer paso atrás. •';•; íi)n^dí»f» ^£t>uy:> - El caballo de la señora hará paso ala^iííléon tóas faeili- - 327 — dad si se lo ¥é hacer al del caballero; después este bar- ra solo paso atrás, y la señora tendrá cuidado de mante- ner quieto el suyo, próxima la pierna y el látigo bien apoyado para que no comience á hacerlo hasta que el ca- ballero haya parado el suyo. Este dará por su parte í\ la señora todas las esplicaciones detalladas en la segunda lección de la Escuela civil, ^tara obligará la obediencia al caballo y prevenir su resistencia en el movimienlo de paso atrás, que exije un perfecto acorde de ayudas, acor- de tanto mas difícil para la señora, cuanto que el látigo debe suplir á s>i pierna derecha^ que permanece en repo- so en la corneta de la silla. Descanso. — Nociones sobre la cadencia del paso, — Des- pués de haber echado pié á tierra y dado algunos mi- nutos de descanso á los caballos, el caballero con el suyo de mano ejecutará la marcha circular paru esplicará la señora cómo las ayudas pliegan al caballo sobro el círcu- lo. Escuela civil, segunda lección, marcha circular, y la hará notar al mismo tiempo el mecanismo de la cadencia del paso _, Escuela civil, segunda lección, cadencia del paso; y del mismo modo con el caballo de mano le hará hacer paso de costado para esplicar á la señora cómo las ayudas determinan al caballo á cruzar sus eslreraidades, siguiendo las ancas paralelamente á las espaldas, Escuela civil, segunda lección, paso , de costado á derecha é iz- ^itierdüé '■' Mércha circular á derecha é izquierda.'— Otm vez co- locada á caballo la señora volverá á tomar la marcha di- recta por algunos instantes, y romperá después la mar- cha circular á la derecha sobre un círculo de quince á veinte pasos por lo menos de diámetro; después de haber 22 — 328 ~ ajustado las riendas y preparado su caballo, le hará sen- tir gradualmente la acción simultánea de la rienda dere- cha y pierna izquierda un poco menos completa que para ejecutar inmediatamente una media vuelta á la de- recha. El caballo se encontrará así suficientemente ple- gado en la dirección del círculo que va á recorrer; la se- ñora le sostendrá moderadamente con la rienda izquierda y apoyo del látigo para asegurarle en la marcha cir- cular. Ejecutando el caballero el mismo movimiento, seguirá muy fácilmente el caballo de la señora, y aquel se apro- vechará de este ejercicio tranquilo para esplicarla la ne- cesidad del acorde de las ayudas y de la flexibilidad, conforme á los movimientos del caballo, Escuela civil, se- gunda lección, marcha circular ; separándose después y permaneciendo en el centro del círculo, la hará ejecutar sola el movimiento con el estribo calzado y después suel- to, á fin de que así se asegure que por su voluntad y el empleo de las ayudas dirije enteramente á su caballo, cuidando por otra parte de prepararle con frecuencia y sostenerle de cuando en cuando con ayudas mas firmes^ ■ para mantenerle separado del otro caballo. Después que la señora haya conocido durante algunos instantes que se une fácilmente al movimiento del caba- llo en la marcha circular á la derecha , volverá á po- nerse en la marcha directa, restableciendo por medio d« un giro á la derecha, trazando un diámetro, y al pasar por el centro del círculo el caballero volverá á ponerse á su derecha; en seguida después de haber ajustado las riendas y preparado su caballo, rompe la marcha circu- lar á la izquierda sobre el mismo círculo, plegando gra^ — 329 — dualmente al caballo, por la acción simultánea de la rien- da izquierda y apoyo del látigo, un poco menos comple- ta que para ejecutar inmediatamente una media vuelta á la izquierda, sosteniendo moderadamente con la rienda derecha y pierna izquierda para asegurarle en la marcha circular á la izquierda, á que el caballero acompañará en un principio. Jando á la señora todas las esplicaciones necesarias. Después se separará este, y colocándose en el centro del círculo, la dejará ejecutar sola el movimiento con el estribo calzado primeramente y después suelto, á fin de que se asegure de que por sa voluntad y el empleo de las ayudas dirije enteram<;nte á su caballo; cuidará también por otra parte de prepararle con frecuencia y sostenerle por medio de ayudas mas firmes para raante-» nerle separado del otro caballo. Cuando haya conocido durante algunos instantes que se une fácilmente á los movimientos del caballo en la marcha circular á la izquierda, enderezará á su caballo, haciéndole por medio de un giro á la izquierda volver á tomar la marcha directa siguiendo un diámetro, y al pa- sar por el centro del círculo el caballero se volverá á co- locar á su derecha. Mientras dure la marcha circular, la señora tendrá el mayor cuiílado de no salir fuera dd aplomo, inclinándose hacia afuera del círculo, mientras que el caballo se pliega hacia adentro; pero tampoco es preciso que se incline demasiado hacia adentro, es decir, mas de lo que exija el caballo. La señora llevará su caballo tranquilamente, dejándole saborear el bocado, preparándole suavemente, dando y tomando de tiempo en tiempo; probará á contener e\ — 330 — aire ganando terreno así á derecha como á izquierda; en- sayará acelerarlo, volviendo á totnar la marcha directa;!» coofirmándose mas y mas en el empleo graduado y en:' el acorde de las ayudas, sometiendo enteramente al ca- ballo á su voluntad, ya desviándose, ya aproximándose á su caballero, quien por otra parte debe siempre perma- necer-bastante próximo para darle socorro si fuera me- nester. ■-■■-■'■ ■■ ■ '-. •'. ■: ''^. ' A la vuelta: y á poca distancia de la caballeriza, la se- ñora hará hacer alto á su caballo bien recto, le hará ha- cer paso atrás uno, tres ó cuatro pasos, después le sa- cará adelante algunos pasos para hacer alto de nuevo, antes de comenzar la marcha de costado. - Paso de costado á derecha é izquierda.— Lr señora dispondrá hacer á su caballo paso de costado Yi la dere- cha, después de haber ajustado las riendas, haciéndole sentir con suma suavidad el efecto de la rienda derecha del bocado y aun la del filete, que deberá tener en la naano derecha, y apoyando la pierna izquierda; estas ayudas preJiminares habrán determinado, aunque muy ligeramentéyá la derecha las espaldas' del cíibal lo y obli- gado á las ancas á tomar su dirección; en efele casóla séijora hará sentir gradualmente, pero con energía, el efecto simulláneo de la rienda derecha del bocado y de lapierna^ sosteniendoi y moderando al mismo tiempo con la rienda izquierda y apoyo del látigo, sin descomponer su posición, aunque debe llevar ^.acabe/a algún tanto vuel- ta á la derecha para mirar al lado hacia el cual cabalga. El acorde de las ayudas sien^pre gradual en su energía y templanza alternativas, deberá ser tal que las ancas, ca- balgando á la derecha, sigan paralelamente á las espal- _ 331 — das del caballo, cruzando las estremidades izquierdas por encima de las derechas, y trasportándose á la áfr*- recha el cuerpo de este sin avanzar ni recular. í«o»rij?o<| Así que el caballo haya dado cuatro ó cinco pasos á la derecha, la señora cesará insensiblemente el efecto de las riendas derechas y pierna, aumentando del mismo modo el de la rienda izquierda y látigo para sostener; así que lo haya conseguido volverá por grados las ma- nos y piernas á su posición. Llevará en seguida su caballo algunos pasos adelante para obligarle al paso de costado á la izquierda: para ello lo dispondrá por medio de ayudas preliminares su- mamente suaves de rienda izquierda y apoyo del látigo, suficientes tan solo para determinar á la izquierda las espaldas del caballo y hacer á las ancas tomar su direc- ción; en seguida le hará sentir gradualmente, pero con energía el efecto simultáneo de la rienda izquierda y látigo por detrás de las cinchas^ sosteniendo y moderan- do al mismo tiempo con la rienda derecha y pierna iz- róhh' difecta). — Durante la marcha al paso, quG debe durar algunos momentos al salir de la caballeriza , el caballero espiicará á la señora (Escuela civil, cuarta lección) cómo la flexibilidad de los ríñones y la parte alta del cuerpo un poco inclinada adelante, amortiguan la reacción del tiempo elevado que rompe el galope, con el objeto de que la señora no^se sorprenda de este tiempo, que tiende á--rechazarla hacia la grupa del caballo; del mismo modo le espiicará cómo por la flexibilidad de los ríñones y la parte alta del cuerpo un poco inclinada á atrás amortigua la reacción del tiempo bajo, que termina el galope^ para- que la señora no se sorprenda del efecto de este que tiende a echarla hacia el cuello del caballo; la advertirá que el aire del galope una vez tomado le será ■ mucho ráas agradable y fácil que el del troté.- ' - " '"■ ' Después de esta esplicacion, pondrá la señora su cába-^ 11b al trote y le sostendrá en él algunos instantes para uhirlo; preparando con suavidad- el cahallo, déjáiídole sá-'' borear el bocado y ajustadas cuidadosamente las riendas — 340 — sin contener el aire; cuando le sienta convenientemente preparado, le determina al galope, haciéndale sentir las piernas y el látigo con prontitud, aunque progresiva- mente y sin golpe, y cediendo un poco con la mano, que debe haber tenido alta para el tiempo elevado del galope; la parte alta del cuerpo un poco inclinada hacia adelante, los riñones bien flexibles ; asi que el caballo galope , la señora vuelve por grados las manos y pierna á su posi- ción , asegurando bien su asiento en la silla con gracia y soltura. El caballero {figura 11) hará bien en tomar solamente el trote largo mientras que la señora sostiene el galope, Piara evitar que los caballos escitándose el uno al otro, no concluyan por lanzarse al gran galope ; por tanto el caballero reglará al trote largo de su caballo el galope moderado del de la señora , permaneciendo siempre á su derecha. La señora emplea ayudas atrevidas bastante vivas para elevar inmediatamente el galope, y bastante suaves para evitar toda brusquedad, toda sacudida que elevaria al caballo por sobre-salto. Durante la marcha directa al galope sostenido , que deberá hacerse durar unos cinco minutos , se apercibirá la señora de que va mas unida, con mas asiento que al trote, á los movimientos del caballo ; se deja llevar desde luego con coníianza, sin resistencia; la mano libre y lige- ra temblequea el bocado y gobierna las riendas sin afer- rarse á ellas. Algunos tiempos de galope manifestarán á la señora el mecanismo de este aire , y le harán conocer si rompe á él con la mayor facilidad; vuelve á poner su caballo al trote — 341 — después de haberle preparado, sin cesar de mantenerle al galope, elevando por grados la mano, aproximándola al cuerpo y aun volviéndola un poco para formar por medio de la tensión igual de las riendas y apoyo del bocado que de aquella resultará, un tiempo bajo suficiente á terminar el galope , y cuya reacción amortigua por la flexibilidad de los ríñones; la parte alta del cuerpo un poco inclinada á atrás , la pierna y el látigo mantenidos próximos y obrando según sea menester , para impedir que el caballo caiga al paso ; así que este obedece la señora vuelve por grados las manos y pierna á su po- sición; pasa rápidamente del trote al paso, que sostiene animado y reglado algunos minutos para que el caballo se desahogue. El caballero no se separará de la señora de un lado á otro del camino para dejarla reglar por sí sola el galope del caballo , sino cuando la vea del todo capaz de elevar su caballo al galope, de sostenerle en el galope moderado y de hacerle pasar del galope al trole. Pasar del paso al galope y del galope al paso (mar-' cha directa). — La señora después de haber reglado un paso animado y bien sostenido , recoje suavemente su caballo, dejándole saborear el bocado, las riendas cuida- dosamente ajustadas sin contener el aire; después le de- terminará al galope , la parte alta del cuerpo un poco inclinada adelante, haciéndole sentir vivamente, aunque no de golptí , la pierna y el látigo mas ó menos según la sensibilidad del caballo ; la mano un poco alta en un principio; para decidir el tiempo elevado debe ceder, y la parte alta del cuerpo volverá á su posición , los ríñones bien flexibles desde que el galope rompe; las manos y — 342 — pierna por grados á su primitiva posición, así que et,. caLalio galopa. Ei caballero hará bien de tomar solamente el trote largo tóientras que la señora sostiene el galope, á fin de e-vitar que los caballos escitándose uno á otro^ concluyan ^por lanzarse al gran galope; podrá por otra parte sepa-^ rarse do la señora asi que la. vea manejar su caballo con bastante confianza para reglar enteramente por sí misnaa el aire de un galope moderado. i Vuelve la señora á poner su caballo al paso después de haberle preparado, sin cesar de mantenerle al galope, ele- vando por grados la mano, aproximándola al cuerpo, y volviéndola suavemente para formar un tiempo bajo, suficiente á terminar el galope , y cuya reacción es amor- tiguada por la flexibilidad de los ríñones, y la parte alta del cuerpo un poco inclinada á atrás; la pierna y látigo muy próximos para impedir al caballo hacer alto. Así que esle (¡bedece , las manos y pierna vuelven por grados á su posición. Marchando al galope hacer alto , y desde alto partir di galope (marcha directa). — La señora para su caballo marchando al galope, después de haberle- preparado, ajustadas cuidadosamente las riendas , elevando por gra- dos la mano , aproximándola al cuerpo y volviéndola Itó'sta que el caballo haga alto ; la flexibilidad de los ríño- nes, la parte alta del cuerpo un poco inclinada á atrás amortiguan la reacción de la parada; la pierna y el látigo próximas para impedir que el caballo haga paso atrás. Así que el caballo obedece, la señora vuelve por grados laS'ííltthí:)g'y pierttt a su posición. •Etera:-éueal>ailO' desde pié firme á galope después de — 343 — haberle preparado, ajustadas cuidadosamente las riendas de modo que pueda saborear el bocado, atacándole viva- mente con la piorna y Hüf^o, la mano alta y firme decide el tiempo elevado; la flexibilidad de los ríñones, la parte i alta del cuerpo un poco inclinada adelante amortiguan la reacción ; desde que el caballo se lanza rompiendo el galope , debe ceder airosamente la mano y volver á su posición la parte alta del cuerpo; así que galopa las ma- nos y piernas. Las ayudas deben ser mas vivas y firmes para pasar del paso al galope y del galope al paso , que lo han sido para pasar del trote al galope , y del galope al trote: de- berán aun ser mas, aunque siempre progresivas , para hacer alto y partir desde pié firme al ¡galope; pero cuan- to mas vivas y atrevidas sean las ayudas^ mas falta hace la soltura y flexibilidad de los ríñones, para no cesar jamás de unirse perfectanienlc á todos los movimientos del caballo. Descanso y nociones sobre la cadecia del galope. — Después de haber echado pié á tierra y dado algunos momentos de reposo á los caballos, el caballero montan- do él solo ejecutará la marcha circular al galope, dejan- do á la señora con su caballa de mano en el centro del círculo para esplicarla el mecanismo del aire del galope, y la necesidad para el caballo al galope de cambiar de estremidades, cuando cambia de círcu'o {Escuela civil, cuarta lección, determinar el galope á derecha é izquier- da) y añadirá que el caballo de la señora debe ser adiestra- do sobre todo en romper al galope á la derecha, para qu« esta no pueda esperimentar mas impulsión sensible en su asiento que de derecha á izquierda, que ella ha debido 23 — 344 — conocer que en esla impulsión no hace mas que apoyar el muslo derecho en la corneta, sin descomponerle , al mismo tiempo que asegura el pié izquierdo en el estribo; pero que eo el galope á la izquierda no es lo mismo, que la impulsión que de él resulta de izquierda á derecha no estando contrabalanceada por el peso del muslo y de la pierna derecha , puesto que esta está pendiente á la iz- quierda , pudria hacerle perder el estribo y aun la silla; que en cousecaencia en los cambios de dirección en que necesite el galope ¿i la izquierda , es preciso ponga su caballo al trote, y no rompa la marcha circular sino con el galope á la derecha. Marcha en todos sentidos al galope. — Después de ha- ber vuelto á tomar el galope, seguirá la señora, para ha- bituarse á la marcha en todos sentidos al galope, una progresión análoga á la que ha seguido en los ejercicios de la marcha en todos sentidos al paso y al trote, cui<^. dando siempre de ajustar bien las riendas y preparar al, caballo antes de pedirle nada, y no olvidando que en los cambios de dirección en que necesitare el galope á la izquierda, debe poner el Caballé al trote. Así pues, al ga- lope ganará terreno á la derecha, volverá á la derecha, dará media vuelta á la derecha, ejecutará la marcha cir- cular á la derecha, tomando el filete con la mano de^:> recha. { Un cuarto de hora antes de volver á la caballeriza to-. mará el paso para sosegar al caballo sobre la marcha; le hará hacer alto, paso atrás, paso de costado antes de echar pié á tierra; esta cuarta lección durará dos horas, de las que una al galope, deberá repetirse veinte ó treinta veces pard comprenderla bien en su conjunto y en sus — 345 — .. detalles ; en ella deberá la señora haber asegurado com- pletamente la soltura de sus miembros y cuerpo para eje- cutar con facilidad y gracia al galope todos los movi- mientos que pudiera hacer sentada. %. XXXIII. OBSERVACIONES GENERALES PARA PREVENIRíjIj TODO ACCIDENTE POSIBLE. ^ Nada hemos dicho en el curso de las lecciones de la escuela de señoras de la corrección del látigo, porque el caballo montado por una dama debe estor tan bien ^du- cado y completamente dócil, que el empleo moderado de las ayudas baste siempre para dirigirle á todos aires; mas hay sin embargo algunas observaciones generales que deben encontrarse en este punto á fin de prevenir todo accidente posible cuando la señora monte á cabailo, esté en la silla ó eche pié á tierra. Montar á caballo y echar pié atierra. — A propósito y para evitar lodo accidente posible, hemos dado solo una regla para montar ¿í caballo, por ser la única que en la práctica no nos ha hecho jamás tocar con el menor in- conveniente; del mismo modo y por igual motivo, tam- poco hemps dado mas de una para echar pié é tierra: todas las otras, que consisten en hacer saltar á la señora hacia adelante, la esponeu á pesar del apoyo del hombro del caballero, á graves inconvenientes; en íiu, stdamente después de una esmerada esperiencia en el conjunto y en los detalles, es como hemos escogido el medio mas sen- cido de una prácticaiíi,ci,l,gi4A.xeuao la elegancia coo-la Qo;npleta seguridacj»; . m »;< v^íMítídu^ obav^ ; .¡h Permanecer en la ^ilh.r^Xmqne hemos recomenda- — 346 — do la mayor círcuiíspéccion en la elección tJe un éáballa maestro y perfectamente dócil para montar una señora, puede suceder que el caballo apercibiéndose de la insu- ficiencia de las ayudas, sea por causa de la poca firmeza'* de la mano, S3a por la falta absoluta de la pierna derecha de su ginete,' séi poi^la falta de aplomo y aliento ^n lá silla, sea en fin, por otra causacualquiera, trate de ha- cer su voluntad y de pronunciarse libre, caprichosamen- te con algunos escesos de alegría y vivacidad. Las medidas de precaución mas sencillas para la seño- ra consisten siempre, en estos diferentes casos; én co- menzar por colocarse enteramenteáplomo en la silla, sin rigidez alguna; en no aferrarse á las riendus, en apoyar- se cuanto necesite en el estribo, porque eotno heñios di- cho, este apoyo tiende á asegurar la silla y no hacerla volcíir cuando d estribo ieSté' disptiié^tó' 'c'(Wvéñíeríte- mente. , ;''-''/ " ^•''P'-;' '■ ^'^ ■'^''-' '; '^ ' ñora ahrmada en la silla y ajustadas las riendas, no debe intentar los medios de represión sino en cuanto la flexi- bilidad del cuello y posición de la parte anterior del ca- ballo le proporcionen poder conseguir; por poca duda que concilla bojo este aspecto, no debe intentar medios insuficientes de reprensión, debe por el contrario ceder con bastante maestría, pnra quedar dueña del caballo y persuadirle que no hnce masque obedecer. Algunósejem- plos nos servirán para desan-ollar Jas apíicacioiles usua- les de este precepto general:' "-'''^'•= "^'■'' ' ^' <'<'J'<»'*^'' ■ Si el caballo vuelve bruscitmente á fa áérécha, por sorpresa, no siendo suficiente la mano de la señora para? aíUmax la rieñdar iiquterda que esta delermifie, por^a — 347 — tensión de Ja rienda derecha y pierna izquierda, una me- dia vuelta á la derecha si el caballo reincide en su sorpre- ^á la derecha, que emplee de nuevo el mismo medio y le, haga dfjít m-f'^'^í t&in^m íí^am'»*: ui iwq i¿ra.niq<> En general, si el caballo ensaya tlítá defensav faífifáá debe atacársele por el lado que se haya fortificado para ella, mas bien por el lado opuesto, que necesariamente debe encontrarse débil, y el caballo desconcertado en su defensa cede fáciUnenle así: si rehusa salir adelante, hará ^ 348 — paso atrás fácilmente; si rehusa volver á la derecha, volverá fácilmente á la izquierda ; si rehusa volver á la izquierda, con facilidad volverá á la derecha; si rehusa hacer paso atrás, él saldrá fácilmente adelante; si per- siste obstinado en plantarse, que se le mantenga quieto perfectamente sin exigirle nada, y no tardará en que- rer marchar. Nada seduce mejor á un caballo, por otra parte, qué eso^ medios que puede siempre emplear una señora de volver sin cesar sus ataques contra él mismo, y de ha- cer en cierto modo que venga á ser una obediencia lo que él creia una defensa. El caballero, aunque vigilando atentamente todos los movimientos del caballo, é indicando á la señora las ayudas que debe emplear con preferencia, la dejará siem- pre libre; sin embargo, para que obre por si propia, no se apoderará de la brida del caballo de la señora, sino en easo de absoluta necesidad, es decir, de peligro pro- bable, y aun entonces contribuirá con la firmeza de su mano á reducirle á la obediencia absoluta de las ayudas progresivas de la mayor energía; en una palabra, tratará de suplir el vigor que falta frecuentemente al puño de una señora para reducir á un caballo diíicil, pero guar- dándose de toda brusquedad, de toda sacudida y de todo castigo, dtibiendo la correcion del látigo ser siempre aplicada por la señora misma, según sea necesario, y ja» más por el caballero. Aunque la señora conserve su posición en la silla, aun* que no se aferré á las riendas, que se contente con diri- gir su caballo si acaso trata de encolerizarse; con cal- marle si se espanta; que se abstenga de todo grito de «or- ^ 349 — presa, de lodo movimiento desordenado de temor, y que se ocupe por medio de ayudas progresivas, y de una sa- bia lentitud en desviar positivamente al caballo del ob- jeta que le causa espanto; será bisunto del caballero el tomar después al caballo espantadizo y corregirle; el de la dama es conservar sangre fria y aplomo en la silla: es- tas medidas de precaución le bastarán siempre en caso de insuficiencia de las ayudas, y siempre se las aconse- jaremos, aun cuanelo no tema, verdadera amazona^ to- mar la quinta lección de la escuela civil, relativa á los caballos difíciles, al salto de foso y barrera. La misma importancia ó falta de vigor que hemos su- puesto en el puño de la señora, nos hace recomendar, como ya lo hemos hecho en varios ejercicios, el uso del filete con la mano derecha, que por lo demás y en los casos no necesarios, puede llevar ó caldas sus riendas sobre el cuello del caballo, ó tomadas en la mano izquier- da por su parta media, abrazándole con toda ella ; re- comendamos á la señora el uso del filete en todos los ejercicios sobre la derecha, en los que precis^imente el látigo sirve solo para sostener, no para ayudar, puede en tales casos este apoyar, sino perfectamente detrás de las cinchas, en el punto á que alcance y permita la ocupación de la mano derecha con las riendas de aquel; no admiti- mos el uso del látigo sobre la espalda, porque creemos no deban ser estas su punto de acción, si ha de servir para reemplazar á la pierna derecha, debiendo por otra parte las espaldas estar sujetas al juego de acción de la parte anterior del caballo. Terminaremos estas observaciones generales que com- pletan las cuatro lecciones de la escuela de señora, pre- ^.850 - viniendo al caballero que deba forzosamente acompañar á una señora y dirigirla en sus ejercicios progresivos, qug esta tarea delicaila superaria sus fuerzas si, no estuvies.^ perfectamente seguro de su caballo y del de la señora; deberá pues, iiaber montado uno y otro para convencer- se que están prontos á todos los detalles de las lecciones de la escuela civil. CAPITULO IX. Caballo de tiro^ conduceion de earrnajes. .it., g. XXXIV.— NOCIONES PRELIMINAUES. »tS= Ayudas y sus accesorios. — El cüballode tiro, sea que se afaljje entre las varas de un carro, sea como mas or- dinariamente en cirruajes de dos ruedas, sea á lanza, sea como mas usualmente en coche de cuatr© ruedas, no ofrece otras ayudas al conductor que le dirija, que rien- das ó guias obrando sobre el bocado; pero el largo de es- tas dá mas potencia á las ayudas que la que tienen las de la brida del caballo de silla. La voz y la fusta son simples accesorios de ios que es preciso usar con mucha discreción ; la fusta sobre todo no debe nunca ser empleada sino como castigo; en cuan- to al caballo de tiro , montado por un volante, está so- metido á las ayudas , cuyo empleo hemos esplicado para el caballo de silla, Escuela civil. Carga y tiro. — Se valúa de 2t50 kiló pá- ;^i/ia 1 2.) Deberemos decir sola mente que el arnés massen- :9 ;; < En marcha el caballo, el conductor después' de haber Toelto por grados el puño izquierdo á su posición, ar- mada la mano derecha de fusta ó libre á su voluntad, — 358 — temblequeará suavemente las riendas con la ayuda del dedo pequeño, dando y tomando gradualmente, de modo á sentir e\ apoyo del bocado' y á dejárselo saborear -al animal á fin de sostener y reglar el aire deípaso. Toma en seguida las riendas con la mano derecha, des- pués de haberlas ajustado, para acostumbrarse á dirigir al caballo con una y otra mano indistintamente, conti- nuando el caballo su marcha directa á un paso reglado y sostenido. Después de un cuarto de hora por lo menos, ó de me- dia hora á lo mas de marcha, parará su caballo para de- jarle orinar, precaución indispensable sobretodo cuando, se trata de una marcha; . v^i^-te^ ,Vr )^biKí*.'á) Alto. — El conductor preparará suavemente su caballo' para dispouerie á hacer alto; le hace hacer alto ele- vando suficientemente por grados el puño y aproxi- mándolo al cuerpo para aumentar según sea menester el efecto del bocado; la palabra só, pronunciada muy len- tamente, apoyará el caballo en su alto, la mano derecha se armará de Ja fusta para impedir recular al caballo; es- ta sola acción debe bastar sin necesidad de chasquido, que es preciso reservar para sucar el caballo adfilanle, co^í mo acabamos de ver. ..ksüoü Cuando haya obedecido el caballo, el conductor volve- rá las manos á su posición, asegurará las riendas en el gancho y bajará para revisar el atalaje, silbando al caballo para hacerle orinar antes de volverse á poner en marcha. Esta estación, de uno á dos minutos por lo menos, ó de cinco á lo mas, después de una marcha de media hora al paso, es sobre todo necesaria cuando el caballo debe hacer seguidamente una larga tirada de una :Ve2.í i íUííi — 359 — Marcha directa al trote. — El conductor después de haber vuelto a tomar Ja marcha directa al paso, prepai'ará al caballo sin aumentar elaire; le hace pasar al trote, dan- do y estimulándole según sea menester, y según su sen- sibilidad, usando de la palabra arre, pronunciada bajo, por medio de un chasquido de lengua ó de la fusta. Así que el caballo obedezca, las manos por grados á su po^ &ÍC.ÍOH. Durante la marcha directa al trote moderado y soste-. nido, el conductor procurará que el caballo saboree el Locado, dejando la mano suave y ligera, las riendas cua- jadas y siempre iguales-, sin estar jamás ni abandonadas ni tirantes. Vuelve á poner su caballo al paso después de haberle preparado sin contener su aire, elevando por grados la mano de las riendas , y aproximáíidola al cuerpo para aumentar según sea menester el efecto del bocado, la otra mupo armada de la fusta para impedir al cabal !o pararse. , , . , .^ El conductor Iiace alar^íir el. trole,, después de haber ajustado las riendas y preparado su caballo bíijando la mano y estimulando según necesite al caballo con la voz ó chasquido de la fusta ; así que el caballo haya tomado. el trote jaijgo^,el.coí\di^ctf)r Yue.l,ve jas ^íiiajiios^^, ¡^}.rjP.o^i; Mantiene y regla el trote largo de la misma manera que ha mantenido y reglado el trote corto, y el paso, dan- do y tomando alternativamente, temblequeando el bocado con suavidad y frecuencia para dejárselo saborear al cabaila, é impidiéndole abandonarse sobre las espalda^ QÍo^^,^{J^scuela civil f marcha directa <^í í^Pt^.-^^xCiír» . — 360 — Después de algunos minutos de trote largo , pasa al corto, ó acorta el aire elevando por grados la mano de las riendas, armándose de fusta en la otra para impedir al caballo ponerse al paso; así que haya tomado el troté corto vuelve el conductor las manos á su posición. Hace en seguida pasar al caballo al paso y i)arar , para^ darle un cuarto de hora de descanso. Descanso. — El conductor después de bajarse recono- cerá á su caballo, y no descuidará ningun^i de las pre- cauciones tan recomendadas en las lecciones déla Escue- la civil. Antes de volver á tomar su asiento tomará las riendas^ con la mano derecha , uñas abajo, cerca de la boca del caballo, para ejecutar marchando con él una media vuelta á la izquierda ; al efecto llevará desde luego la mano un poco á la derecha, obMgando al caballo á ganar terreno á la derecha como uno ó dos pasos, atrayéndole d-spues suavemente á volver á la izquierda sobre un scmi-círculó de cinco á seis pasos, llevando griidualm."nte la mano á la izquierda y manteniéndola bastante alta y firme para impedir que el ciballo se resista ó s.ilte. '" Después de haber ejecutado esta media vuelta á íá'tí^ quierda, durante la que examinará la vuelta del carruaje, se enterará del efecto del bocado {Escueta civil , efecto del bocado) y volverá á colocarse en su asiento para po- nerse en marcha. Ganar terreno á derecha é izquierda.— El toMviÚWl puesto su caballo en marcha, dejará que saboree el boca- do sin irritar su impacipncia por tenerle demasiado re- cojido y sin ceder por demasiado abandono. Cuando conozca que impone su voluntad al caballo por él efecto — 3&1 — gradual de las ayudas, probará hacerle ganar terreno á la derecha, después de hüherle preparado, íijustadas cuida- dosaniL^nte las riendas, por la tensión ligera de la rienda derecha, ejecutará ese movimienlo ea un principio, te- niendo las rienda^s en la mano derecha y después en la izquierda; el caballo mai chara así en una dirección obli- cua hacia la derecha , y el comluctor le mantendrá en día algunos inflantes, cesModo, reprimiendo y tnodifican- do este em[)leo de las ayudas, que deberá ser bastante suave, la rienda izquierda sostenida para do determinar al cabidlo volverá la derecha , y sin emI)argo bastmte sentido para hacer que el cftballo abandone la marcha directa y gane terreno á la der»'rha. Enderezará su caballo haciendd obrar muy ligeramente la rienda izquiertia, y después vo :v«Tá á su posición el puño, para volver á lomar la marcha directa, que pro- longará unos veinte pasos al menos. Ganará terreno á la i/^quienla por el efecto moderado de la riemla izqu¡«^u*da, teniendo primeramenle ios rieO' das en la mano iz|ijierda, y después en la dciecha ; el caballo marchará así en una dirección oblicua hacia la izquierda, y el conducíor le mantendrá en ella algunos momentos, cesando, reprimiendo y modilicando este em- pleo de las ayudas, que debei'á ser bástanle suave> la rienda derecha sostenida , para no determinar al caballo á volver á la izquierda , y sin embargo bastante sentido para hacer que el cabal! > abandono la marcha directa y gane terreno á la izquierda. El conductor enderezará su caballo haciendo obrar muy ligeramente la rienda derecha, y volverá luego el puño á s« posición para volver á tomar la marcha dtrecla. Éste «jeréicm ée ganar terreno i déreirh^éizqíiíehla!^ es necesario al conductor para que comprenda el einpreo mas sencillo del efecto dc las ayudas, y es por oira parte el movimiento preparatorio indispensable para dar bien la \uelta á" un carruaje, como vamos áver eaia. siguiente lección. 1 :.ln'v,í:íp*;í Vuelta á la cahcdleriza- — Antes de entrar en la cal^a-- lleriza; el conductor examinará su caballo y no pasará- peralto ninguno de los cuidado?, ninguna de las pre« cauciones de detall que hemos récomeüdado ea las iecn ciones déla Escuela civil. '••^♦ií*í> r.5 é v»v$-.v (úUth'y I;; Esta primera lección durará tres horas, de las que un»' de marcha directa al paso y al trote, deberá repetirse ocho ó diez veces para comprenderse bien en su conjun- to y detalle?; estos ejercicios constantemente ejecutadosr con dulzura, sin impaciencia, Jsingoipev sin. brus^uedad^ dan bastante aplomo y confianza al cond'jctor p.íra qué sepa imponer su voluntad al caballo bien educado,. que obedecerá sin repugnancia y aun con placérif nyi-» v.\ yj,. ,_•■■■: '.-■■■■ ■:':■- '. _ ■,;;■■;> ^1 ,i'j ví;Íí $; XXXVL— SEGUNDA LECCIÓN.— marcha en tobía* DIRECCÍ0>'E:í. Volver ci derecha y á izquierda. ~'k]\\?>\dLÍ\-A9> las rien^ das que tendrá la mano izquierda y preparado el caballoy marchando á un paso- regí a do, el córidüetof Comeiíz«rá por ganar terreno á la derecha parH facilitarla vuelta del carruaje á la izquierda; en seguida hará ejecutar á su ca- ballo un í;iro á la izquierda, llevando el puño adela-nte y ala izquierda, armando con la fusta la mano derecha para terminar el moviínionfo, seconiertdrácon fa riettdA — 563 — derecha, después volverá á sa posición las manos para continuar en la nueva dirección la marclia directa, que siempre asegurará bien en unos veinte pasos á lo menos :antos de pasar á un nuevo ejercicio. Ejecutará tn segui- da el mismo movimiento cojiendo las riendas con la mano derecha. : ..¡w . \ ■■•' ^ . i.,- -. Conservando la rienda en la mono derecha, preparado el caballo, marchiindo al mismo aire, comenzará el con- ductor por ganar terreno á la izquierda para facilitar la vuelta del carruaje á la derecha, después hará ejecutaí* un giro á esta mano al cab.tllo, llevando el puño adelante y á la derecha, armándose de la fusta la mano ixquierda; para terminar el movimiento le sostendrá con la rienda izquierda, do^spues volverá á su posición las manos para continuar marchando en la nueva dirección. Seguida- mente ejecutará este mismo movimiento de volver á la arado el caballo, marciMudo al mismo aire, y ganando terreno á la izijuierda para facilitar ia vuelta del carrtiaie á la dere^ cha, el conductor le hará ejecíitar una media vuelta á la derecha por me.lio de la tensión de la rienda derecha progresiva y prolongada hasta que el caballo haya descri- to un semi-círculo de cirjco á s-^is pasos por lo nionos, ar- mada de fusta la mano izquierda; para terminar el movi- miento, le sostendrá con la niano i¿quierda^ después vol- verá á su posición las mmos para conlinuar marchando en la nueva dirección, que asegurará siein[)re por unos veinte pasos á lo menos para no dejar al caballo ningu- na duda sobre ia nueva demanda de lasayuíia^. Ejecuta- rá en seguida este movimiento, len^en^lo, l^js rienda^ er^Ia mano izquierda. ;<••:( .^ ? - Bien coíuprendidos estos movimientos al ,pa^ ^K^ípL en seguida repetidos al trote; pero á este aire las ayudas deberán ser mas decididas y tirines para no contenerlo, y siempre progresivas, bien entendidas, sin brusquedad, sin go'pe ni sacúdala. Düscanso^ estaciones en ia marcha. — Durante los ejer- cicios de las lecciones, el descanso tendrá lugar general- — :3^5 — mente l^áda ¡la mitad (Je catla una; se tiene tambiea siempre el cuidado deli¿icer parar al caballo p.:ira que ori- ne, ua cQarto de hora ó media hora después de haber sa- lido de la caballeriza. En camino, las posadas son las que determinan lases- lacioaes que deben aprovecharse para, descanso de los caballos. Un caballo puede marchar al paso tres ó cuatro horas, sin parar masque para orinar; al trote solo puede marchar dos ó tres horas. El descanso di la noche para nn caballo, es sobre todo esencial d^:sde niedia noche á dos ó tres de la mañana. El descanso de mitad de la jorna- da, cuando se viaja, marchando el caballo frecuentemen- te al trote, debe ser de dos boros á lo menos, desde que se trate de hacer tres ó cuatro ndriámetros por dia. Una marcha de cinco miriámetros seria una jornada forzada para un cal;alio de Uro, y deberla cortarse por dcscaasos de una duración total de tres horas [¡or lo menos. Marcha circular a derecha é izquierda.— Á,'¡uüa.áas las riendas, que coje con la mano izqu¡(^rda, y preparado el caballo marchando al paso bien reglado, el conductor co- menzará por ganar un poco de terreno á la derecha para facilitar la vuelta del carruaje á la izquierda, después romperá la marcha circular á este lado, describiendo un círculo de treinta ó cuarenta pasos por lo menos de diá- metro, por medio de la tensión de la rienda izquierda un poco menos completa que para ejecutar una media vuelta ala izquierda, armada de fusta la mano derecha; encon- trándose el caballo sulkientemcHte plegado en la direc- ción del circulo que vá á recorrer, el conductor le sosten- drá moderadamente con la rienda derecha para asegurarle en su marcha circular, sin permitirle ensanchar ni es- — 366 — trechar el círculo, lo que Je será siempre fácil' observar siguiendo el surco primitivo de las ruedas sobre el-ler- reno. .■i.A.omi.^a El coííductor enderezará su caballo y le restablecerá por medio de un giro á la derecha, en la marcha directa, siguiendo un diámetro, pero ganando un poco de terreno •á la derecha, para fiícilítar la vut^lta del carruaje á la izquierda; vuelve á comenzar la marcha circular á lá izquierda cojiendo las riendas con la mano derecha y la fusta con la izquierda; después vuelve á tomar la marcha directa, f:^anan(lo un poco de terreno á la ít:- quierda para facilitar la vuelta del carruaje á lá deredia; antes de romper la marcha circular á esta mano,' píírííi tensión de la riemla dcrochri un poco menos completa que para ejecutar una media vuelta, armándose de la fusta lá mano izquierda, encontrándole el caballo sufi- cienleinente plegado en la dirección del círculo que va á recorrer, ei conductor le sostendrá moderadamenie'He la rienda izquierda para ^asegurarse en la marcha circular, «in permitirle ensanchar ni estrechar el círculo trazado por el surco primitivo de las ruedas. Rectificará además el primitivo círculo , sino estuviese bies trazado ó no fUe^ede una' cireunferencia coútínua. Endereza sacaba^ lio restab'eciéndole por un giro á la derecha en la mar- cha directa siguiendo un diámciro; vuelve á comenzar la marcha circular á la derecha cojiendo las riendas co)k la mano izquierda y la fusta con la derecha. ' . ' '' Bien comprendidos estos movimientos al paso; Serán seguidamenle repetidos al trote por medio de ayudas *tíi as vivas y decididas. . /nsr.-'.i» Esta segunda lección durará tres horas, de las que - 367 — una al trote deberá repetirse quince ó veinte veces pnra comprenderla hien en su conjunto y en sus detalles. El conductor debe Jiaber adquirido la seguridad de que puede dirigir á su cabaílo en todos sentidos, que sabe contener, alargar, reglar, cambiar el aire, siendo dueño constantemente del caballo en las vueltas mas recojidaá. $. XXXVII.— HESABIOS QUÉ ES PRECISO CORREGIR^— ÓBSEáVA- CIOISES GENERALES, «Km^ La ?nar?o.— El defecto Vnáf^ bo'rViiin'idé'lo^ crrcbétó^'y volantes, es tener náálá riVa'nói'es decirdufa y brusca en vez de ser suave y blanda, para bacer saborear el bocado sintiendo ligeramente el apoyo y aseguraren él toda'sü efecto por medio de la flexibilidad del cuello. ""' La mano dura tifátido dé' Ibs riendas continuamente, escita al cabaílo á armarse contra el bocado, á' mano- tear, á botar á las salidas impetnosns, á aprovecbarse en fin de todos los medios de escapar del dolor que le persi- gue: en este caso, si la mano permanece dura , y aun se bace brusca para contener al caballo, las sacudidas que dá al bocado, lejos de producir el efecto que se espera, determinan un dolor bastante vivo para desesperar al caballo, que se levanta y concluye por ser arisco. Las riendas deben siempre mantenerse cuajadas, hi *fl(]¿ jas ni tirantes, para que el conductor por un movimien- to imperceptible del dedo pequeño pueda siempre hacer saborear el bocado, dando 3'' tomando alternativamente; \|' sobre todo, á fin de que sea en todo tiempo dueño absOf luto de las ayudas que ejerce , según sea menester, siem- pre progresivas. ^''*-^^^ «y i;,iaéíi-^>-.^íi.i. ^. w^^ — 368 — Las riendas flolantes no permilirian el empleo inme- diato de las ayudas; el caballo se abandonaria, y ,na^se.le podría sostener ni dirij^ir en tiempo pporiuno. Las rienr das dotantes son sobre todo peligrosas con un so'o caba- llo atalajado á uu carruaje de dos ruedas, porque eí menor paso falso precipita su caiila por el. peso del car- ruaje, y las ayudas mas vivas y íirmes no pueden llegar inníiedialameote á su auxilio para so^fenqr la,p$irteMnr terior. La fusta- — La fusta que el conductor coje con la mano que no tiene los riendas, es tan solo una a\uda acceso- ria ; sin embargo^ la hemos visto usar para estimular al cabalo; pero la f^sia debe servir sobre todo como castir gp, y biíjoeste concepto reemplaza ájjís,,e5|>u&las del gir nete {Escuóla civil). ■. .' . » ¡ , •■ •. Las riendas deben estar ajustadas, y el caballo prepa- rado cuando se bace uso de la fusta, aun como estimu- lante, baciéndola solamente chasquear. Por lo demás no debe hacerse uso de ella sino muy rara vez, en caso de insuficiencia de las ayudas ó de la voz; el abuíjo continuo que pudiera hacerse de la fusta , volverla bien pronto al caballo insensible y resistente á las ayudas; perezoso, se ficoslumbraria á ella, generoso é irritable, se rebelarla contra ella. E! apoyo de la tralla sobre el costado ó la gr*ipa ayuda á la energía de las ayudas; el chasquido escita al caballo , los golpes castigan la desobediencia provenida de pereza ó porfía del caballo ; deben darse abiertaniente sobre el costado ó sobre el vientre, sobre la grupa escitariaii á- coccur» y »e.debe-.abáte^ec d^ No se debe castigar á un caballo con fustazos sjioQ J para reprimir y castigac severaineate la desobediencia formal: es unn pena rigorosa que el couduclor no debe jamás imponer á un eabailo generoso, sino cuando ha agotado todos los medios de dulzura, d'spues, en íin, de haber esperimenUido una resistencia invencible á ln ener- gía de las ayii»las y sus accesorios; ppro así que el caba-r lio h;i obedecido, el castigo debe cesar, y el conductor volver á su posirion las manos. ]Xo debe jamás emplear el caslijío de la fusta sino con discernimiento, en el mismo instante en que la desobe- diencia sea formal, sin cólera y con la sej^urid.jd de que £S enteramente dueño xM caballo y de sí mismo. .^<."Los carreteros tienen la estúpida costumbre de gol- pear la cabeza del caballo con la vara del látigo, cuando el animal irritado ya por las bruscas sacudidas de las riendas no sabe lo que se le pide; estos golpes violentos en la cabeza, lejos de decidir á la obediencia, pueden de- terminar en un potro la enfermedad del vérti^.'o , y tal hrutulidad debe ser siempre resnellamenle reprimida, porque puede ser causa de los mayores peligros , cuando el caballo llega á encolerizarse. Caminos dificiles. — Siempre que el caniino sea difícil, el conductor debe sostener sus caballos, recojiéndolos mas frecuentemente y con mano mas firme, estimulan^ doles con la voz y escitáadoles según necesite con el chasquido de hx fusta. El aire puede permanecer el mis- mo y aun tampoco hay inconveniente de alargarlo en las subidas, en las que le escojerá con preferencia la senda de menos pendiente. Bl aire será mantenido y aun con- tenido, según necesite en las bajadas, en las que deberá escojerse ^ camino demás rodeo, á tía de moderar en al- ~ 370 — gun tanto la impulsión dnda al carruaje por la penclientd del terreno; en las bajadas los caballos de detrás son los solos que pueden retener, y se debe contener á los ca- ballos de delante, con el fin de que no precipiten á los de lanza; en I.is subidas por el conlrario, es preciso eslimu-^ lar á los de adelante y obtener la unión en el tiro. " '' * ■ ■; Sostenidos los caballos, un aire franco y decidido^ eá siempre el mejor en los caminos reales y en ios buenos. El conductor no debe jamás abandonarse á dejar con neglijencia ir á los caballos á su antojo. Al dar vueltas difíciles bajando, el conductor deberá ganar el mas terreno posible del lado opuesto al de la nueva dirección^ en la qu3 no empeñará á los caballos de delante sino después de haberlos contenido , vuello con suavidad, moderándolos y calmándolos constante- mente. Cuando la bajada es rápida, será imprudencia no suje- tar las ruedas; pero si por casualidad los caballos se en- cuentran lanzados á un aire vive, que el conductor no se apure en esfuerzos impotentes para contener, porque un desvío do dirección entonces, es bastante mas peli- groso que la velocidad del aire: todos sus cuidados en tal caso deben fencaríar ganando terreno á la izquierda con prefe- rencia, ó bien á la derecha antes de llegar á ellos; atra- — 371 - vesado el obsláciilo,- se vuelve á ganar terreno á la de- recha ó bien á izquierda para enderezar. No deben sacarse las ruedas fuera i\e\ carril, lo que se llama descarrilar, sino para hacer marchar á las Glmf hailos sobre mejor terreno. ; ; .. -"Ei cochero entonces, encarrila la lanza, el postilion no tiene mas cuidado rjue dirigir bien la rueda derecha, la izquierda sigue la pista del caballo de sÜia. Guando se descarrila con un solo caballo en varas_, es preciso evitar aproximar demasiado la rueda ó el caballo al carril, á fin de que la rueda no pueda volver á caer otra vez y que el caballo no sea jamás molestado en la marcha. Terminaremos estas observaciones con los antiguos versos que el caballo relinchaba á su conductor en las ridiculas figuras de nuestros antiguos picaderos. No me acoses al subir, pero contenme alhajar , y en llano puedes pedir. Estas son verdaderas Iribialidades, pero de tan grande uliüdad, que es preciso respetarlas para que nunca so ol- viden. Caballos difíciles, — Los caballos de atrás, sea en va- ras, sea en lanza, no pueden jamás encibritarse de una manera peligrosa, porque se lo impide el peso del carrua- je; pero pueden cocear para estropear el mismo, si no se tiene la precaución de prevenirlo é impedirlo por una larga correa. Esta, que descansa sobre la grupa, está sos- tenida con una presilla unida al sillín, y viene á lijarse, sea en cada una de las varas, sea á la cabeza de la lanza y al CGclie; cuando solo se pone un caballo en varas, una falsa cadenilla, las? guias ile seguridad reunidas al bocado y á la falsa cadenilla por un anillo común en el que se he- billa, compli'lan las precauciones que hay que tomar; to*- da otra adiccion al arnés es inútil y puede perjudicar, •'• No repetiremos aquí los detalles dados ya para la mar- cha que hay que seguir con los caballos difíciles en la Es-- cuela civil; insislirernos solamente eo la dulzura y ino- deracion de que jamás debe separarse el conductor, no empleando el castigo sino en el último estremo^ franca- mente y sin cólera. El conductor, por otra parte, tiene un recurso precioso, cuando gobierna muchos caballos, ífue^s el de poder anular la resistencia del pertinax con k potencia de otro cabillo, y aun de atraerle á la buena via con el ejemplo y esfuerzos simultáneos de los otros caballos. í-KTinsüíioí) í>T«| ■IjVíiv; ; '!l :0¡I Ir A :¡KÍVÚ.^k.^ii -i ^tni.^rivlj»^ ^úV 'JÍ< iUfil úi^h'yiilí Ím}4 TERCERA PARTE. Educación del potro.— Todo lo qiic concierne á sus alimenlos, cuidado y cntretcuiüiienlo en estado de salud.— Modo di^ herrarlo y limpiarlo. — No- ciones indispensables en caso de accidentes. ■ CAPITULO X. ; §. XXXVIII.— ALIMENTOS, CUIDADOS Y ENTRETENIMIENTOfeN ESTADO DE SALUD. . -, ■ ;i ■ '.'! Como dejamos dicho en la primera parte de esté trát'á- do, la cebada y la paja son los aumentos mas comunes ea España para todo caballo, y espresamos también los países, provincias, y aun las circunstancias especiales en que aquellos pueden y deben- variar; los mismos sirven para la nulricion del potro, si bien para ello debe tener- se esmerado cuidado en graduar su Tuerza sustanciosa^ ya respecto á la transición de los alimentos llojos con que primitivaiíienle se ha nutrido, ya al escaso trabajo que en sus primeros eiercícios delie exigirse. Aunque á los tres años pueda empezarse á edncaif''íi! caballo de tiro (no siendo para varas, pues para este nb- jeto debe esperarse seis meses mas), y á los cuatro el de silla, y en cierlas razas á los cinco y á los seis, bueno es que la educación sea con suma lentitud y atendiendo — 374 — siempre á la disposición del animal, sia querer decir con esto que se abuse de ed la ;^ de este modo podrá conseguir- se que desarrolle sus fuerzo s, adquiriendo agÜidad y sol- tura en sns miembros, qite preste mejor servicio y d^re, mjts jtíempo; mientras que^una educación precipitada, de-' biÜU ^us fuerzas, arruina sus miembros, y lo que es consiguiente haeé qáe' Tengan á prestar un servicio malo y de poca duración. Deseariamos nosotros que los dife- rentes grados de educación fuesen paulatinamente dados y que aun después de recibidos-y comprendidos se fuese entreteniendo el desarrollo del potro antes de entrar de lleno en su total empleo hasta pasado, un año de su per- dida libertad. Durante este tiempo que creemos /n^esaripr ' par;v qu^ el potro se recrié, es.cuando mas esmero debe tenerse coii él en variarse la clase de alimentos tan pronto como se maaiíieste inapetente á cualquiera de ellos, lo que podrá suceder muy fácilmente, ya,á consecuencia de la rápida variación, ya por el dulce trabajo que rocomendamos, ya también por efecto de la dentición,. siempre deberán 6s^ cojerse entre los que dejamos espuestos, los mas sano?, frescos y de fácil digestión, concluyendo poi' último coÁ un abundante y escogido forraje. , ". ,; ..■,,;, , ,. ... Uno de los motivos que en nues,tro. copccipto ocasiona la infinidad de bajas que se nota.n en. los caballos de Ifi caballería del ejéreito es su precipitada educación, aun- que en hpnor de la verdad moderada de algún tiempo á ^sta porte en ciertos regimientos mas que en otros, el áilarde de la mayor parte de los. jefes, por aparentar en paradas y formaciones un grueso de fuerza que en reali- dad no es mas que ficticia, pero quyas apariencias scdu- — 375 ^ cen en nuestra época ilusoria, es la causa seguramente «le una pérdida notable en la economía nacional. El árabe del desierto, se nos dirá, empieza la educa- ción de su caballo casi desde el momento en que nace: concedido; pero el caballo árabe recibe individualmente su educación como en Europa domesticamos á un perro, á un pájaro, á cuyo cuidado se dedica el esmero de toda una familia; se amamanta en medio de ella, vive con ella y come con ella; sin embargo, esta precipitada educación, muy distinta de la que las costumbres europeas permiti- rían proporcionar á nuestros caballos, no puede negarse que se opone al completo desarrollo del animal aun en aquellos mismos paises: ¿cuál es sino la caiisapara que la alzada del caballo árabe no pase en general de siete cuar- tas y tres dedos? No es otra en nuestro concepto que la falta de tiempo para su desarrollo natural, y tanto es así que en las yeguas árabes hay alzadas mucho ma- yores. Domadores de caballos, se nos dirá también, ha habido y hay que en ocho, en cuatro y aun en dos lecciones han domado un caballo; concedido también, le han rendido, le han hecho entregarse, pero no le han educado; nin- gún cuidado tenían con las consecuencias, su objeto es- taba cumplido; pero en equitación no se busca esto, en equi- tación se buscan los medios hábiles, naturales, dulces y propios de educar un caballo fomentando su desarrollo para el útil servicio en lo sucesivo; en equitación debe educar al caballo su amo, no un estráño, y de no, pro- curarle un maestro que lo mire como propio. Forraje. — Hemos de intento reservado para este pun- to el conocimiento de esta clase de alimento, porque re- So ^ 376 ^ paránJonos de cuanto ¡la práclica, no la razón liigiénica, tiene establecido, no estamos conformes con que sea ne- cesario ni aun úlil hacérselo tomar anualmeníe al caba- llo; á los potros en el año de su recriamiento, sí lo creemos hasta indispensable; pero pasado este tiempo, dígasenos cuál es e! motivo, la razón higiénica para suministrar un laxante á un cuerpo que no está enfermo ni aun me- ramente indispuesto: hemos estado en operaciones y en c-ímpaña con cabaüos que no han forrajeado en" aquel año, y sin embargo los liemos visto mantenerse lozanos, vigorosos, sin mas achaques ni contingencias que ios consiguientes á un trabajo forzado cuando ha sido nece- sario exigírselo; mientras que en descanso, en guarni- ción á caballos de igual robustez y lozanía bemos visto perecer de resultas de enfermedades, á cuyo desarrollo estenso ha contribuido el suministro de este alimento, y si únicamente puede concedérseles predisposición aellas, hay que conceder también que ha ocasionado su preci- pitación aquel. Esta alimentación, pues, debe ser considerada como un régimen escepcional, cuya prescripción necesita cono- cimientos para que produzca un efecto saludable. Puede darse en oslado de libertad y en la cuadra: para el pri- mer método debe tenerse el mayor cuidado y discerni- miento en la elección de caballos, porque toca con los inconvenientes de las variaciones atmosféricas, rocíos, alzada del animal, rigidez de los músculos del cuello, mala dentadura, ataques de los insectos, etc , etc.; os preferible el segundo, siempre que la caballerizaesté bien ventilada, con bueo piso, buenas corrientes y sumide- ros. En uno y otro caso se prepara al caballo para esta I «- 377 — variación de tilimenlo adietándole uno ó dos dias antes, disminuydndole su ración ordinaria y dando principio a Ja alimentación verde por corla cantidad, que aumentará progresivíimcnte desde una arroba á cuatro ó cinco ar- robas diarias, divididas en pasturas cortas y frecuentes, dando de tiempo en tiempo descansos para la digestión, paseándole en alguno de estos intermedios, pero sin exi- girle fatiga ni trabajo alguno mientras dure este régimen, y cuidando de enjuagarle y refrescarle la boca con una disolución de sal en vinagre y agua. La planta que constituye este alimento es o\ alcacel ó forrage. El cardo , la escarola y las zanaborias pueden servir también principalmente para la preparación al nuevo reprimen. CA.PITULO Xí. %. XXXIX.— HERRAGE Y LIMPIEZA. Jamás se ilevaní al herradero á un potro por primera vez sin iiacerle acompañar de un caballo viejo y dócil , ék quien delante de aquel deberá herrarse, teniendo cuidado raieniras dure esta operación de distribuir al potro, atada por una sencilla cuerda á una sólida anilla , algunos pu- ñados de cebada. Rascándole suavemente la frente con la mano , se le hará dar las manos y pies uno después de otro; se le presentará la herradura fría sin ojuslársela, rebajando un poco de casco , sin causar daño en la rani- lla. En fin, nada se omitirá para acostumbrarle tanto á la vista como al olor de la fragua y á la mano del mariscal, que deberá tenerla constantemente suave y ligera, sin la menor brusquedad en su gesto ni voz. Si el potro no dá señal alguna de espanto ni impacien- cia, se le podrá en seguida colocar herraduras muy lige- ras, teniendo cuidado de presentárselas apenas calientes para ajustárselas ligeramente con claves lo menos grue- sos posibles. Es preferible llevar al caballo al herradero^ muchos dias seguidos, siempre en presencia de viejos caballos, que se dejen herrar tranquilamente, que espo- nerse á que se espante. El menor espauto retardarla en este punto su educación en vez de adelantarla , y aun una opresión demasiado ruda podria comprometerla para siempre; sobre todo si so castigaba al animal en vez de inspirarle coafianza. Por iguales razones es esencial co- locar al potro de monera que el resplandor del fuego de — 379 — la fragua ó de la herradura hecha ascua, cuando se mar- tilla , no pueda herir su vista con una impresión dema- siado repentina y viva , eritando también que las chispas puedan quemarle; por último , no omitir nada para ins- pirarle confianza, calmarle y hacerle fácil su herrado. ün hombre á la cabeza del potro para acariciarle y distraerle, otro para levantarle el pié, son siempre necesa- rios las primeras veces. Guaolo mas irrilable la natura- leza del caballo, m.as es preciso redoblar la paciencia y dulzura , la calma y firmeza , á fin de prevenir una des- obediencia formal y por consecuencia la corrección inme- diata. El castigo por otra parte debe ser pronto, aunque siempre moderado y calculado de manera á reprimir, á corregir, á reducir al animal, sin jamás acobardarle ni oxasperarle. Todo hombre de á caballo sabe por esperien- cia que una actitud serena y firme, durante una correc- ción moderada, impone mucho mas al animal que la brus- quedad y la violencia de golpes dados con cólera. El mariscal en todo caso debe ser escogido , hábil y de pa- ciencia para que pueda operar diestramente y permanecer impasible y cslraño al castigo en caso absolutamente necesario. Después de estos cuidados preparotorios, téngase pre- sente cuanto hemos dicho sobre el modo de herrar los caballos [primera parte , herraje). La limpieza debe empezarse muy poco á poco , y des- pués ya de que el caballo haya adquirido cierta familia- ridad cen el hombre que le cuida , en un principio á mano, pasándola por todas las partes del cuerpo, hablán- dole y acariciándole al mismo tiempo ; después con un mandil ó lúa, cesando en el momento que el caballo se — 380 - inquiete , acariciándole para que no recele , y volviendo^ en seguida con igual cuidado ; verificado esto dos ó íre& dias, podrá pasarse á lomar la bruza y á acostumbrar al potro á ella pasándosela suavemente por encima de la; piel; y por último se concluirá con la almohaza, pero» teniendo especial cuidado de no hacerle cosquillas ni rozarle demasiado fuerte , principalmente en las partes mas delicadas y menos carnosas. {Primera partCj lim-- pieza). CAPITULO XII. §. XL.—NOCIONES INDISPENSABLES EN CASO DE ACCIDENTE». Al tratar este punto en la primeríi parle de nuestro Manual , lo hicimos en general de aquellas afecciones y padecimientos mas comunes á caballos ya educados y aclimatados. En los potros la aclimatación no se reduce solamente á habituarse á la estrañez del clima sin novedad ó altera- ción notable; esta clase de habituación podrá ser mas ó menos difícil cuanto mayor ó menor sea la diferencia de climas , cuanto mas próxima a su fin eslé el acrecenta- miento, y cuanto mas ó menos vigor haya en el animal; pero en la aclimatación del polro entra también el cam- bio de costumbres; el atadero, la cuadra, el alimento, la limpieza y el roce continuo con el hombre, etc., etc., que son otras tantas causas nuevas para él y que empiezan á alterar su organización. La infinidad de enfermedades á que espone al -potro su aclimalaciun , son propias para tratadas en un Manual de veterinaria; aqui solo nos atendremos á enunciar la mas común é indicar los me- dios de tratarlas. La inapetencia no es una verdadera'enfermedad, pero es preciso no descuidarla por eso; debe inmediatamente ponerse en uso el cambio de alimentos, sustituyendo á la cebada las sustancias verdes, según la estación, como cardo, escarola, alfalfa, y usar de lavatorios emo- lientes y agua en blanco como atemperante, continuando este método hasta la completa muda del diente ó erup- — 382 — cion del colíiiillo, que probablemente habrá sido la causa de aquella. Las demás , como la papera , que se reproduce á la erupción de los últimos dientes y subida de los colmillos, jmlmonias , muermo y lamparones , aunque siempre será bueno atacar su presencia con los cuidados recomen- dados en la primera parte^ (.(Nociones indispensables de medicina veterinaria,» la asistencia de un profesor es absolutamente indispensable; lo os también y mucho mas en tales casos redoblar la vigilancia en el aseo de la caballeriza , en la libre evaporación de los olores fétidos, en la cesación de sonidos agudos, en el mismo cuidado y limpieza del animal, en la dulzura y cariño de su trato, y sobre todo en la precisa ejecución de los preceptos médicos; cuan en cuenta debe lomarse esta última adver- tencia en las enfermedades de los regimientos de caba- llería. CAPITULO XIII. E!«lucacSon. §. XLI. — CUIDADOS PREPARATORIOS. Para educar ua potro es preciso ser no solo un verda- dero hombre de á caballo, inteligente, hábil y de pacien- cia, sino ser además sumamente aficionado^ tener en ello un gran placer; es una necesidad imprescindible la -de comprender al caballo y hacerse comprender de él, siem- pre que se le quiera educar , desarrollando á la vez su inteligencia y fuerza, su destreza y docilidad. No será nunca suficiente cuanta dulzura, franqueza, paciencia y firmeza se emplee con el potro para llegar á familiarizarle con el hombre , que es el primer cuidado que ha de tenerse; conseguido, la voz y la mirada del hombre le serán bien pronto conocidas, su inflexión ve- névola ó severa le animará ó reprimirá á voluntad. Se le acostumbrará también poco á poco á dar las manos y pies uno después de otro, golpeándoselos suavemente para que se habitúe ano retirarlos, y á dejarse tocar todas las partes de su cuerpo con la mano. Poco á poco tam- icen á sufrir la cabezada, la limpieza, la manta ajustada con una cincha de cuadra, llamada cZ/ic/iueío, la silla pri- mero sin grupera, luego con ella, el filete ó bridón para el agua y la brida. No se debe meter el collerón al caballo de tiro sino con mucha precaución, sin que se toque ala cabeza, y al mismo tiempo animándole con la voz. — 384 — Las lecciones progresivas serán mas ó menos fáciles y rápidas, según el caráclerdel anima!, replLiéndolas con constancia y firmez.i, sin la menor brusquelad, recom- pensando la obediencia con una caricia, con alguna go- losina, con una dulce inflexión de la voz y de la mirada, reprimiendo inmediatamente el menor capricho con la se- veridad di estas mismas^ jamás habrá que temer uua doiobediencia formal que es preciso prevenir con destre- za, sin iiacer jamás intención de ceder. Nuestra continua insistencia en todas ocasiones sobre el poder que ejerce la mirada del hombre en el caballo, es por la persuasión que tenemos de que bien empleada es casi siempre su- íiciente para prevenir la necesidad del castigo. Así es como el caballo árabe, educado en medio de la familia de su dueño, desarrolla su inteligencia, espiando la mira- da del hombre para ejecutar su voluntad y obedecer á su menor golpe de vista. Todos estos cuidados preparatorios forman su primera educación, y acostumbrando con ellos al potro á la ca- balleriza, á ¡a limpieza, á llevar la silla ó arneses, á de- jarse herrar, todo con una progresión meditada y con las contemplaciones convenientes la hacen fácil y soporta- ble, no desperdiciando toda ocasión que pueda dirigirse á facilitar la flexión del cuello, entrando por derecha y por izquierda á darle el pienso, á acariciarle, y llamando su atención por uno y otro lado. Esta educación preparatoria, aunque la aplicamos aquí solamente al potro, debe practicarse también cuando se quiera conocer un caballo que se acaba de comprar con escrupulosa atención en sus menores detalles, y si se viese que estaba descuidado en ella, ú que en sus prime- — 385 — ros años no le liabia sido dada convenientemente, lo que sin duda alguna le hubria heclio contraer algunos resa- bios que inmediatamente han de procurarse hacer des- aparecer. S. XLII.-— LECCIÓN DE INSTRUCCIÓN DEL POTRO. Primer grado . Observaciones preliminares. — Y;» dócil el caballo á dejarse colocar en la caballeriza la brida y silla ó arne- ses, se le sacará á dar alyun paseo al paso con la silla ó arnés y el bridón, en compañía de un caballo viejo y dó- cil, colocándole indistintamente á derecha y á izquierda del potro, precediendo y acompañando convenientemente las lecciones consagradas a la instrucción de este. El trabajo á la cuerda y con cabezón, no solamente es inútil como trabajo preparatorio, sino que nunca se dá sin inconveniente, por hábil que sea la mano que lo diri- ja. Aquí no podemos pasar en silencio que no solamente este trabajo á la cuerda con cabezón, sino que todo tra- bajo con este lo creemos perjudicial; en primer lugar, ¿la naturaleza no nos indica claramente el uso que debemos hacer de cada una de las partes del cuerpo del caballo? Por los dientes conocemos su edad; por las orejas su in- tención, por los ojos su carácter; por los aplomos su fuerza, etc., etc.; ¿dejarla de indicarnos también que la parte señalada por ella, mucho mas abundante en re- cursos que las humanas ciencias para la dirección y man- do deí bruto, son los asientos ó barras que por su estruc- tura y sensibilidad prestan al hombre el apoyo que falla — 386 — á su desigualdad de fuerzas? En segundo lugar, si tene- mos ya esta parte destinada por la naturaleza, con la cual debe sobrar á todo buen hombre de á caballo, ¿á qué buscar otra señ;ilada solamente por el capricho huma- ^^'- ¿Qué ventaja nos proporciona? O la cabeza y cuello del caballo han sabido colocarse debidamente en el pri- mer grado do educación por medio del filete, como va- mos á hacer ver valiéndose de los recursos indicados por la naturaleza misma, ó de nó se prueba inequívocamen- te que el caballo ha caido en manos estrañas al arte; en el primer caso es inútil el cabezón, en el segundo per- judicial. Los mas acérrimos partidarios del empleo del cabezón convienen en que oxije un tacto especial, una mano á propósito, UD conocimiento profundo y escogido aun en- tre los mismos profesores de equitación, el que pueda reunir estas condiciones, siendo muy raro encontrar al- guno que cuente con ellas; luego ellos mismos confiesan que es un medio que. en cien casos, por ejemplo, dará dos resultados buenos y noventa y ocho malos: ¿hay, pues, compensación? ¿Sus mismas razones no dan fuerza á nuestro parecer? Primeramente tocamos (y esto es con- cediéndoles cuanto quieran), con la dificultad de encon- trar quien reúna todo este conjunto de cualidades in- dispensables; después con la mayor todavía, y casi insu- perable, de que el amor propio ó la presunción no haga creer á todos aptos é idóneos para ello; el terrible desen- gaño de su equivocada presunción, ó no podría consé- ; guirse, ó de conseguirlo seria después de haber estropea- do algunos caballos. Las lecciones en un principio han de ser sumamente — 387 — cortas, de una media hora para los dos primeros grados, y podrán progresivamente alargarse hasta dos horas á io mas; el trabajo arreglado de manera á desarrollar las fuerzas del animal, sin exigir jamás su totalidad. Los arneses del caballo de silla y del de tiro serán para esta instrucción dividida en seis grados , los mismos que dejamos descritos para la Escuela civil y conducción de carruajes, sin ningún cambio ni acción. Fd caballo estará completamente ensillado, atalajado y embridado, en todo el curso de los diversos grados de su instrucción; el instructor vigilará por sí mismo, con una continua solicitud, que ninguna de las partes de los arneses pueda dañar al animal ni embarazarle en la ente- ra hbertad de los movimientos de cuello, miembros y cuerpo. Lección de instrucción del primer grado. ' " Hemos dejado dicho que durante la educación prepa- ratoria de los potros es un cuidado sumamente impor- tante el tratar de conseguir la flexibilidad de su cuello; la primera instrucción, pues, que ha de darse á un potro^^ será la entera flexión del cuello en todos sentidos. Cste trabajo se dará primeramente á pié firme en la caballeri- za misma, ó en el sitio donde se acostumbre á limpiarle, á fin de que el caballo comprenda mejor lo que se le man- da y no pueda confundirlos movimientos exigidos á la cabeza y al cuello con los de. los miembros (I). • (t) Entre las ñexiones (pie vamos á dar á conocer y las usadas y esplicadas i)or Mr.Bauchcr en su nuevo tratado, podrá eucontrar-^: se alguüa ligera diferencia: nosotros hemos recurrido á las fuentes ea las que indudablemente este mismo autor habrá bebido los prin- cipios fundamentales de aquellas. ^ 388 ^ Tomando las riendas del filete, uñas abajo, cerca de la boca del caballo {figura 12;, se le hará sentir dulcemen- te el apoyo de su embocadura partida, trayendo progre- sivamenie la cabeza, maotcnida sufictenlemente alta á la posición vertical, curvándose el cuello para seguir el movimiento de la cabeza, sin verterse á derecha ni á izquierda. Esie movimiento del cuello, sumamente senci- llo, tiene por objeto corregir ya el defecto de tender la nariz al viento, ya el de encnpotar; predispone al caballo á la preparación ; la cabeza suficientemente alta , y el cuello convenientemente colocado; no debe pedirse sino con mucha dulzura é insensiblemente esta posición á los caballos cuya conformación se oponga á una entiTa re-- gularidad en ella; la esencial es suavizar suficientemente la rigidez del cuello para que el caballo con ella no in- tente una defensa contra el bocado. Así que se obtenga una posición satisfactoria de cabe- za y cuello, se abandonan las riertdas , se acaricia al ca- ballo, rascándole la frente y el cuello, se lo complace con una mirada, se pasa por alrededor do 61 bablándole cari- ñosamente, se le levantan alternativamenle los pies y manos, obsevando si siguiendo como ordinariamente acostumbra, con la vista á su ginete, vuelve la cabeza á la derecha con mas facilidad que á la izquierda, lo que raramente sucede sino se tiene cuidado de darle de comer indistintamente por ambos lados. Se exije de nuevo el mismo movimiento de la cabeza, para colocarla vertical y suficientemente alta , flexien- do (i) el cuello por medio -del simple apoyo de la embo- (1) Permítasenos el uso de esta palabra. — 389 — cadura partida, colocándose ya á la derecha, ya á la iz- quierda del caballo ; cuando este obedezca fácilmente, se le hace repetir con mas dulzura , aun valiéndose del bocado. Bien pronto el caballo toma por si mismo esta posición alta y vertical de la cabaza, e! cuello flexilde, y encuentra placer en saborear el bocado. Convenientemente colocadas la cabeza y cuello del caballo por el débil apoyo del bocado, se le determina la cabeza y cuello á la izquierda, por la tensión progresiva de la rienda izquierda del íilete; se vuelve á colocar en su posición vertical por la cesión progresiva de la rienda izquierda y ¡cnsion simultánea de la derecha del filete; confirmando la buena posición por medio del apoyo su- mamente suave del bocado. En esta perfecta posición se determina la cabeza y cuello á la derecha por medio de la tensión progresiva de la rienda derecha del filete (figuras 13 y 14); si se espe- rimenta mas dificultad en el movimiento á derecha que en el de á izquierda, se repetirá con mas frecuencia, y de modo á obtener insensiblemente la misma flexibilidad á uno y otro lado: vuelve la cabeza á su posición por la cesión progresiva de la rienda derecha y tensión pimullá- nea déla izquierda del filete, confirmándola con el suave apoyo del bocado. i-..i Estos movimientos á izquierda y á derecha, tienen por objeto determinar al cuello á seguir con flexibilidad á la cabeza y predisponer al caballo á las ayudas. No se debe pedir sino con suma dulzura é insensiblemente á los ca- ballos cuya conformación se opone á una posición de cabeza y cuello de una perfecta regularidad; lo esencial — 390 — es conseguir la flexibilidad áe\ cuello por igual a uno y otro lado, á fin de que el caballo no intente encontraren su rigidez una defensa contra el bocado. Se repiten mas suavemente aun los mismos movimientos á derecha é izquierda con las riendas del bocado, hasta que el caballa esté plenamente confirmado en ellos; se le acaricia con preferencia el cuello así que obedece, haciéndole siempre fácil la obediencia , exigiéndole muy poco á la vez y pre- viniendo la desobediencia formal á fin de evitar tener que castigarle, pero sin jamás aparentar ceder. Cuando el animnl manifiesta poca inteligencia , es preciso redoblar los cuidados para llegar á hacerle comprender lo que se le exige; así que llega á comprenderlo ejecuta y nunca olvida. Después de estar el caballo enteramente confirmado por medio de una flí3xibilidad completa del cuello, en las tres posiciones convenientes recta á derecha y á izquier- da de la cabeza y del cuello, es cuando con facilidad y grajcia saboreando con placer el bocado, debe conducírse- la a! terreno elegido para darle educación, y hacerle re* pie tírselo á pié firme. - ; . . t . ;• En este punto comienza la progresión deü trabajo sobre el terreno, como se encuentra detallada en las lecciones de la Escuela civil, lecciones á las que se deberá siempre recurrir, según sea menester , sin que creamos necesaria la repetición incesante para cada grado de Instrucción del potro. * . ^ .tr». ..,r. i... Se conduce al caballo al terreno y se le coloca aplomo; es decir, la cabeza y cuello en la posición directa, los brazos sobre una misma línea arreglados ^ en cuanto la conformación del animal lo permita, á lo que solare apio- — 391 — mos cUgimos on la primera parle de este tratado; las piernas igualmente, y paralelas á los brazos. Este ejercicio dehe darse con suavidad é insensible- mente á los caballos, coya conformación se oponga á una- perfecta regularidad de aplomos ; lo esencial es estable- cer al caballo en una po-icion recta de cabeza , cuello, estremi'Jades y cuerpo , tal que no pueda encoutrar de- fensa conti a las ayudas: esta se adquiere con tiempo exi- giendo poco á la viéZjSrn atormentarle, sin olvidar que debe estar enteramente cómodo y libre; en fiu, natural- mente posado saboreando con placer el bocado , pronto á moverse si las ayudas se lo piden, como á permanecer en reposo siguiendo su inacción. A esta posición directa y natural se !e designa de dife- rentes maneras, diciendo que el caballo está prepara'- do, aplomo, en equilibrio, recojido: cualquiera que sea su designación, es preciso no olvidar que ante todo debe tener naturalidad y soltura, que es preciso no exagerarla estendiendo las piernas con rigidez , ni restringirla en- cojiéndolas con molicie. Así que el potro por sí mismo llega á una posición satisftictoria y de equilibrio (1) se le acostumbra á per- manecer pacífico al tiem[io de montar, primeramente to- mando sola la posición de prepararse á montar á caba- llo sucesivamente por izquierda y por derecha, sin apo- yar en el estribo; después elevándose y permaneciendo en él, el cuerpo bien derecho; por último, ejecutando con ligereza el movimiento de montar á caballo; las riendas (1) Esta posicioa directa y natural 'cfeV caballo, que con tanta- facilidad y gracia le predispone á obedecer y le impide el defenderse, es en equitaciQa .el .verdadero significado de la palabra equilibrio. • 26 perfectainente iguales^ á íiii de mantener cuidadosamen- te !a preparación y la mayor inmovilidad posible. Es pieci«o no echar pié á tierra sino después de ha-ber obtenido tíü la silla una posición é inmovilidad salUfueto-: rías :de -parte del caballo, sin exigir demasiado;; se echafá pié ;á tierra indistiutamenle por derecha é izquierda asi que se ha montado, pero siempre coa suavidad; yn-aia goipe. s-t- r>r.r ...-ge eoii r^rína al cal>3lk>: en su : CQstuníbre . progresiva lie- Este se ha entendido de diferentes maneras: la antigua escuela admitía y esplicaba este equilibrio sóbrelas ancas del caballo. ..,^\^''' aei^-^^'^^'" e,liiU<*c^^'^' Cft^«***" m Monsieur d'Aure, enteramente opuesto, lo pone sobre los brazos. y,.- XV- ^^he^a Mr. Veri]iiaud en SU recopilación, y lo mismo Mr. Bnnther, ad- mitiendo y «isfuiendo indudablemente este ejemplo del primero, esta- blecen el equilibrio horizontal. ,,,.;,| /^>¡ Equilibrio horizontal. ' ir,. Cmheza. Grupa. — 393 ^ inmovilidad para montar, sea por derecha sea por iz- quierda, habíáudole, dejándole saborear el bocado, ele- vándose ligeramente, pasando la pierna del rnisnío modo, cayendo suavemente en la silla, calzando el estribo con facilidad; en fin, no omitiendu nada de lo que pueda cal- mar, asegurar, animar al potro. Si colocado el ginete tranquilamente en la silla, mani- festase el caballo deseo de marchar, será bueno acceder á «lio llevándole directamente hacia adelante con ayudas sumamente suaves; se le dejará hacer antes de pararle algunos pasos á su voluntad, contentándose con mante- ner la cabeza en su posición y el cuello flexible para dejarle saborear el bocado, sin exigir nada mas. . Esta instrucción de primer grado, que comprende dos lecciones por dia, cada una ds veinte á treinta minutos á lo mas, debe darse por mañana y larde sin interrupción para asegurar los resultados. Cuatro ó cinco dias son bastantes si el animal tiene intelif;eijír¡a; son necesarios ocho ó doce si comprende difícilmente; si es falto de des- treza puede á veces ser necesario colocar sus estremida- des con la mano, hasta que comprenda bien lo que se le pide; que se haga en este caso con suavidad, sin desani- marle, sin darle á entender la menor impaciencia, em- pleando sin cesar la mirada y la voz para prevenir la des- obediencia formal y no tener que castigarla. Esta instrucción del primer grado es común al caballo de silla y al de liro, aun cuando este último solo sirva para volante. — 394 — : ^ hubirtvomfii gkXLtíl. ^LECCIÓN DÉ INSTRUCCIÓN DEL PbtlXai'-*'''*'"^ Segundo grado. Teniendo el caballo flexible el cuello y mostrándose dócil á dejarse montaf/será conducido al terreno. An- tes de montarle, el instructor repetirá la lección de las flexiones y equilibrio; después se colocará ligeramenleéní la silla, y seguirá gradualmente la progresión de la pfi^^ mera lección de la Escuela civil, marc/ia directa at j^aso; hacer alio; echar pié á tierra; descanso; volver á moH^' tar y ponerse en marcha; pié á tierra y volver á la ca'*' 'balleriza; ocupándose en predisponer dulcemente al ca- ballo para el conocimiento de las ayudas, haciéndole sa- borear el bocado, y aplicáuilose á reglar la cadencia del' paso, mas bien alargándola que acortándola. • ■• • t^'i Cuanda el potro comience á saber marchar bien al; p**' sOy el instructor le acostumbrará gradualmente al ruido del: tambor primeramente, después al délas armas de fuego, con preferencia en el momento de volver á la ca- balleriza; debe velar con una constante solicitud por conseguir en cuanto posible sea por grados una bella po- sición de cabeza, cuello, eslremidades y cuerpo, á íin de; prevenir toda defensa seria de parte del caballo, naante- teniéndole siempre bien colocado en las^ manos -y' encías piernas. ■:■;;;■!'• -¡^^ •■i''*-^- • ■'■ ''•" ■:''^''- Si el caballo es viro y alegre, es precisa gaíirdarse. de romper bruscamente y con demasiada severidad el curso natural de su vivacidad y alegría; pero es esencial dirigirle, á fin de ser siempre dueuo de contenerle y -r 305 — pararle á su vez por medio de las ayudas mas dulces y atractivas. En una palabra, el caballo no debe hacer el raas mínimo movimiento que no p.irezca provenir de la impulsión de las ayudas, y esta observación, esta cons^r tante solicitud, es de absoluta necesidad durante toda la instrucción. Esta instrucción del segunda grado, que comprende dos lecciones por dia, cada una de treinta á treinta y cin- co minutos á lo mas, debe darse por mañana y tarde sin interrupción, para que los resultados sean asegurados: ocho ó diez dias son bastantes ordinariamente; rara vez se necesitarán mas de quince, á menos que la mala con- formación del animal no exija cuidados particulares para reglar convenientemente un paso bastante resuelto. líl caballo de tiro recibe primeramente en lanza en compañía de un caballo sabio y maestro, después, en «ta- ras, la lección de la marcha directa al [in&o {conduccioti de carruajes); por último, en silla y montado, el segundo^ grado de instrucción cuando se le destina á servirá vo- lante. ■'•>!;.;-«.: Vi» ií.í: ; >b obibíi©iqm.»i3 íí?»1<í lOí; cun] ,0^*%^ Ka'Utó *v.i>^ ^A - í-Í1$pX!iIV.'^LECaON DE INSfRÜCCmX-'dKt 'í»()a'80'iíí>*^fc;'> Tercer grado. En todas las lecciones del tercer grado de instrucción del potro, no se hará mas que seguir grada^lmente la pn^gresion de la segunda lección de la Escuela civil; em- pleo de las ayudas, ganar terreno á derecha é izquier- da, volver á derecha é izquierda, media vuelta á dere-^ cha é izquierda, alto y paso atrás, descanso, marcha — 306 -=i circular a derecha é' izquierda, paslo de costada áMété^ cha é izquierda. Vero será preciso vigilar con una cbhsi^^ tante solicilud I-»? menores movimientos del cabalib;' y no dejarle pasar falta alguna, sin reprimirla en el acto, con dalzura en un principio, y mas severamenleen caso de reincidencia. .(wio'^tn.íam Durante las lecciones del tercer grado eScárftído' be- berá familiarizarse al potro poco á poco con la müsicia, los tambores, ruido de las armas y detonaciones; seráe preciso redoblar la solicitud, la calma, la paciencia, 1» firmeza para acostumbrar su vista, su oido y su olfatcy al resplandor del fuego, á la detonación y al humo; coa- Yendrá en los principios aprovechar los paseos de mano* con un cahullü viejo y bien ensenado para acüstumbrarle» desde lejos y gradnalmenle á no espantarse de nada. Algunos caballos soportan mejor la esplosion que e} resplandor de una arma de fuego; otros no pueden per-> manecer quietos al ruido del canon,* es preciso no exigir sino poco á U vez, y Ja impasible inmovilidad es el úUi*; mo grado de instrucción. ■• i El paso atrás exije^ [iara. ser bien comprendido del caballu , que el instructor se lo haga ejecutar pié á tier- ra, primeramente tocándüle según sea menester las ro- dillas del caballo con el látigo; uno ó dos p.isos bastaa con el caballo de mano; no deben tampoco exigirse mas montado. - Movimiento de oscilación de ancas* — Bejamos ya di- cho anteriormente, Jíscueía ciütZ.í^^unoía lección, quo; el ejercicio de paso de costado es de los que presentan mayor dificultad al caballo, como lo era indudablemente al hombre el paso lateral de la antigua táctica, puesto — '397 ~ que mírese como quiera, no es una marcha natiiraf; sind ficticia y obligada. En este cancepto consideramCi riluy acertado y útil predisponer al caballo á él por medios precursores qiie l*í den facilidad á adquirir soltara y agilidad en los miembros agentes. ' ^' El Reglamento táctico, como hemos vifitOj S£timaleé- cton, movimiento de espalda adentro y grupa á la pch- red, se sirve para ello del movimiento quesecoi;oc«* coíi e\ xiombre (]e espalda adentro; este movimiiMito podrá hacer ailquirir agilidad y soltura á las espaldas, pero su ejecución no basa en Iis mismos principios que los en quo el paso de costado, t^da vez que pliega al rabnllo á la derecha y le hítce cabalgar á la izquiíTda, y. para eJ paso de costado se le obliga á convertirse ó plegarse al mismo lado hacia que vá á cabalgar. Poroira p,^rtc,lus espaldas del caballo se prestan fácilmente áe^te (>jhi< ido, y mucho mas cuando el cuello ha adquirido la stiíi«:i'mte flexibilidad; las partes que indudabiemenie neresifan predisposición para el paso de costado son las a-icas, por ser en las que regularmente se encuentra nó un;i resis- tencia invencible, sí una oposición ligera provenida de la dificultad en un principio. Basla para conseguirlo ejercitar al potro en el ??zO'ü*- vimiento de oscilación de ancas; para ello el gaieíe co- locará primero perfect;unente la cabeza del caballo en su posición vertical, después si quiere fjecular el movimieii- tó á la derecha, llevará la pierna izquierda bastacte atrás de las cinchas basta que ceda la grupa; sin.i basta le hará sentir tambi->n mas ó meros^ según sea necesaria, la rienda del filete del mismo lado que la pit-rna, y c&úi- forme la grupa vaya cediendo irá afiojando la tensión - 398 — de esta rienda liasía que concluya por mantener el equi- librio con la rienda opuesta á la pierna; fácil es concebir que para ejecutar el movimiento de oscilacipn á la i^r quiérela, deberá emplear la presión de la pierna derecha^ la de la rienda derecha del (Hete primeramente si fuese .menester; y por últimO;, concluir con la rienda opuesta .á la pierna para mantener el equilibrio; este medio l>a sido suíiciente para ^ue cuantos caballos hemos mont^ído hayan ejecutado el paso de costado hasta en, su pqsi^iioii perfectamente recta. .. , , . Como movimiento preparatorio no lo espliramos en el curso de la segunda leccion,.Escue{a civil, porque ya di- gimos que para estas leccioues. siuponiamos al caballo en su mas perfecto grado de educación. .,:. Paso de costado. — Este ejercicio exije también para>.sp|r comprendido del caballo, que el instructor se lo baga ejecutar pié á tierra primeramente , colocando si es me- nester á mano las eslremidades del caballo, para que se crucen convenientemente, y tocándolas dulcemente cqn d látigo, sino basta la mano; uno ó dos pasos bastan, laíi-^ to á pié como á caballo. .-..^ El instructor se ceñirá á dar al caballo un perfejDj.o conocimiento de las ayudas, pudiendo seguir ^egun ne- cesite emplear el eslimulante del látigo, pero poniendo smerado cuidado en prevenir una desobediencia formal que necesitase el castigo de las espuelas. Igual solicitud incesante es precisa para asegurar una bella posición de cabeza y cueilo, para tener al caballo constantemente en la mano y en las piernaS;, para dominar su vivacidad y alegría, sin comprimirla con demasiada severidad y sin cederá ellas, no obstante, á fin de hacer su obediencia — 399 — de inasá mas fácil, y la desobedieoGia formal imposiblei Parte de estos ejercicios tendrá lugar en camino bas- tante difícil para ir haciendo al caballo cada vez mas diestro. Esta instrucción del tercer grado comprende una sola lección por d¡a de cincuenta á sesenta minutos durante ocho ó diez dias: de una hora á hora y inedia durante otros ocho ó diez dias: quince ó veinte dias de esla ins- trucción continuada podrán asegurar resultados con ua animal inteligente y bien conformado, mientras que se necesitarán treinta ó cuarenta con uno cuya inteligencia y conformación exijan cuidados indispensables. El caba- llo de tiro recibe primeramente en lanza en compa- ñía de un cabaÜQ sabio y bien adiestrado, después en var;is, la. lección de la marcha directa en todos sentidos al paso {conducción de carruaje); por último, con silla y montado, el tercer graclp.4je,instrüceio».qua«dí).,se. Je desigua á servir á.voíante. :«!o) hu:^ í,[ ^íkv'ív mn v .h^^l' ' : . ': Oíd $. XLV, — LECCIÓN DE INSÍftüCCKÍM DEL POTRO, i^* bnhhwfig ^m^i-míil, Cmrp grado .,,„... . ,/..... ;: if.rnU,3 ,í»h8'í9ÍrOíi! ..rúvm'^Huyj .Hiit^ihih ÍRÍolít^ííe p.^oií)^ La primera parte de las lecciones del cuarto grado comprenderá la marcha directa al trote, y la segunda la marcha en todos sentidos al trole. Se seguirá gradual- mente la progresión de la tercera lección de la Escuela civil; saltar á caballo ya tierra, pasar del paso al trote y del trote al paso {marcha -directa) , marchando al tro- te hacer alto, y de pié firme partir al trote {marcha directa), pasar del trote al trote largo, y del trote lar^ — 400 — goal trote (marcha directa), descanso, moa-cha en to- dos sentidos al trote. -■■..■ El instructor se dedicará á reglar la cadencia del tro- te, desarrollando este aire per grados en su eslensioii mas bien que en su velocidad; solo después que el caba- Ho esté afirmado enUn trote moderadóv Unido y pi^rfec- tamente reglado, resuelto y no rec(»jido, será cuando po- drá pasar del trote al trote largo, que no deberá jamás empezar muy largo en un principio. ■ -• - Parte de los ejercicios se ejecutará en caminí^ bas- tante difícil para hacer al caballo cada vez inas diestro y suelto. El aire del trote largó se 'desaiTollará por grados co- mo se ha hecho para el trote corfo, mas bien en su es- tension que en su velocidad; le alargará del modo que eoTiozcan alcanzan los recursos del caballo, sin buscar obtener la mayor velocidad, no usando sino con sobrie- dad, y rara vez de la casi totalidad de aquellos, pero so- bre todo sin abusar jamás. Si el caballo por fogosidad, vivacidad ó alegría se le- vanta vo'untariamenle al galope, es preciso guardarse de sentarle bruscamenle al trote, con demasiada severidad, pero es esencial dirigirle^ contenerle, moderarle, calmar- le, apaciguarle, en fin, haciéndole saborear el bocado, ce- diendo diestramente sin que el animal pueda creer que ha- ce otra cosa que obedecer lo que le hace de ínas en mas fácil le obediencia é imposible la desobediencia ; las ayudas mas dulces y actractivas serán multiplicadas, po- drán llegar á ser mas firmes si es menester, pero es preci- so no olvidar que su absoluta continuidad las baria in- fructuosas. — ÍOl — El cabítilo debe Ile^rá famiHarizarse cada vez mas con toda especie de ruido, es necesario el mayor cuida- do para provenir su es¡)aiit,o, uo exigir nada hasta que este se haya pasado, liacerle llegar sitavemenle al objeto que parezca se lo cause; animar y jamás castigar á un caballo espantado, es el medio seguro de curar su raiedói Esta instrucción del cuarto í2;rado comprende una sola lección par dia de una iiora al menos y de dos á lo nías, no ocupando al trote largo sino treinta ó cuarenta minu- tus; la coulinuacion de esta instrucción en unos veinte á veinte y ..cineo días, puede asegurar resultados que á vwf ees exigirán treinta ó cuarenta. • : ;< El caíjalUí de tiro renibe primero en lanza en compañía de un otro instruido y diestro; seguidamente en varas, la lección dü la marcha directii en todos sentidos al tro- te (conducción de carruajes); por último, con silla y montado el cuarto grado de instrucción cuando se le^es* lina á servir aun volante. i $-; XJUVÍ.— LECCIÓN DE LNSTRUGGION DEL POTRO* -/líiO j»iií rfdíJít o'fíH} ,*Gll*'r,i 'ü- 'I i.^-f:: í^í ker) ti afe X9T * ■ ' •• •'■■;■--•, Qúinlb graáoüi' -'■•] u^ohví\!>'Auhi oit La primera parte de las leccianes del quinto grado comprenderá la marcha drecta al galope, y la segunda la marcha en todos sentidos a! g.dope. Se seguirá por tan- to gradualmente la progresión de la cuarta lección de la Escuela civil:, pasar del trote largo al galope , y del ga^ lope al trote largo {marcha directa), pasar del troto al galope, y del galope al trote [marcha directa), pasar del paso al galope, y del galope al paso {marcha direC" — 402 — ta), marchando al galope hacer alto, y de pié firme par- tir al galope {marcha directa) , pasar del galope al gran galope, y del gran galope al galope (marcha diree- ta), descanso: determinar el galope a derecha é izquier^ da {marcha directa), determinar el cambio de estremi- dades natural é indispensable al caballo que galopa tü circulo, marcha en todos sentidos al galopé. "■ ■ El instructor se dedicará á arreglar el galope desarro- llando su cadencia mas bien qiie su estension y velocidad; si se vé en la necesidad de contenerlo, será suavemente y por grados insensibles, á íinde procurar por los jarretes del caballo; solo cuando el animal esté bieii asejíuradó en un galope reglado, perfectamente caflencioso, fácil al tiempo elevado, flexible al bajo, y siempre animado, será cuando podrá ensayar hacer alto desde el galope,' y par^- tir desde pié firme al galope; hecho esto, no habrá in^ conveniente en pasar del galope al gran galope. - ' ' Este se desarrollará por grados en su estension áirí buscar la mayor velocidad, de modo á reconocer los re- cursos del caballo, no usando sino sobriamente, y rara Yez de la casi totalidad de sus medios, pero sobre todo noabusando jamás de ellos. Es de absoluta necesidad sentir constantemente al caballo en la mano y ea las pier- nas, con una solicitud consecutiva, para moderar su ar- dor, asegurarle en una bella posición y hacerle imposible la desobediencia. i. .1.; Parte de los ejercicios tendrá lugar en camino basUn- tante difícil, para hacer al caballo mas diestro y flexible. Se le asegurará también en no tener miedo á ningún rui- do y á no espantarse de nada. Esta instrucción del quinto grado comprende una sola — 403 — lección por dia de hora y media á dos horas, de las que veinte y cinco ó treinta minutos á lo mas al galope. La continuación de esta instrucción , en unos veinte á veinte y cinco dias, puede asegurar resultados que ave- ces exigirán treinta á cuarenta. Solo el caballo de tiro fino destinado á servir á volante debe recibir este quinto grado de instrucción, ejercitán- dole en él seguidamente en compañía de uno de lanza en- señado» bien adiestrado y buen trotador. S. XLVII. — LECCIONES DE jNStRUéaÓN DEL POTRO. ' ■ • Seslo grado. Duración ti^talrde la instrucción. :• 'hn'A\ iAay.Hi s-,«'n (MJiftd DiUdí.» un rut:,' ,íí?s-í < -! •• Para las lecciones del sesto' grado no hay mas i|iie se- g4jir gradualmente la progresión de la quinta lección de la Escuela civil, saíío de foso y salto de barrera; des- pués de estar asegurado por completo que el caballo está familiarizado enteramente con toda clase de ruidos y • fuegos, en fin, que no tiene miedo á nada, y que está constantemente dócil á todos los aires, será cuestión de cuatro ó cinco dias. ' Duración total de la í/isíruccio/i.— Basta para recono- cer la duración total de las lecciones empleadas en lains- ■ truccioa de un potix>, recapitular el tiempo determinado para cada ejercicio. Se vév pues, qu« la instrucción di*; vidida en seis grados, exije siempre por lo menos tres rnwses para adiestrar «n potro de una inteligencia y con- formación ordinarias^ mientras que es preciso frecuente^ — 404 — mente de cuatro á' cinco- pwa tino poco 'miüigtfílQ ¡ósial conforiiJado.= ' -: ^ /--^ <: t- , ■■' -.í;: Guando un caballo está' |jérPectamen te adiestrado» (te^ esta manera, bastan ocho días para hacerle caballo de se- ñora,de spe cadencioso, sumamente unido y obedien- te á Ihs ayudas suplement.irias del látigo, con kmístfia docilidad que á las piernas del ginete. " ', Estas lecciones de instrucdon del potro bastan tam- bién para hacer entregarse á todo caballo á quien una educacioo mal dirigida ha convertido en diíicil; no se ne- cesita para ello mas tiempo; á veces, solos son necesa- rios pocos días empleados con continuidad en los cuida- dos preparatorios y en el trabajo de la flexibilidad de cue- llo; es corta tarea cuando no hace demasiado tiempo que el caballo está arraigado en sus costumbres viciosas; sin embargo, con un caballo hecho no se puede precisar con exactitud la época en que podrá ser enteramente reducido. Si no hemos hablado en el curso entero de esta ins*^ truccion de los medios especiales de reprimir toda defen-' sa contra las ayudas, ha sido porque ninguna defensa seria es realmente posible cuando el caballo, flexible'' el cuello, está coi?stantemente mantenido en las manos- y piernas del ginete, cuando no se le exige demasiado á la vez, consultando sin cesar su carácter y conforma- ción, cediendo diestramente sin que pueda llegar á creer que hace otra cosa que obedecer; vigilando también cons- tantemente sobre si mismo y sobre el caballo, con una paciente solicitud, con íuna calma y firmeza inalterables el prevenir toda desobediencia formal á fin de obtener progresivamente sin tener que castigar el desarrollo com- pleto de todos sus recursos* u'iJíkfí<«ií« íiuéObiiu -¿<,^,.i. fiBM ANALÍTICA •(t-)i"'"',f' "'' ji^ ¿ftíluq bíio . Abrigar. — Abrazar, — E! ginete debe abrigar *á*s'u caba- llo con los muslos y las piernas. Acción. — Activar.— Vn caballo generoso tiene acción, no necesita ser'activado. — Un caballo perezoso no tiene occion; vale mas activarle por medio de ayudas repe- tidas que por el estimulante did láligo. Acortar. — Disminuir la estcnsion mas bien que contener la velocidad de! aire— el galope cadencioso y muy unido que se exije á un caballo de señora — es una espe- cie de galope acortado. "^ '.'",'' ^ Aferrarse. — El ginete se aferra á la mano cuaWdü'tii'a demasiado de la brida. — El caballo se aferra á lama- no cuando tira de la brida. Agallas. — Escrecencia dura, leñosa, decuatroá decé lí- neas de diámetro, coinunmenie redonda y llena de tu- ' Wosidades, unas veces agujereada y otras no, que re- sulta de la picadura de un insecto — antiguamente ve- jigas incipientes— nombre dado á la inflamación de las tonsilas. Jl^r/on.— Tumor linfático y movible y algunas veces ca- lloso á la punta del corvejón. Aguadura. — Congestión sanguínea en el tejido retícu- (i) Omitimos analizar aquellas palabras que en equitación se -toman en su acepción usual. — 406 — lar del pié ó iiiflamacion de este tejido— cuidados, pá- gina 29. Aguaja. — ulcera que se presenta en la cuartilla en el do- blez del corvejón y parte posterior de la rodilla. Aires, — Movimientos con que se trasporta el caballo de . una parle á otra; segua se destacaban mas ó menos del suelo los aires de la escuela antigua, se decian hajos ó elevados. — ^tVes 6ayos, todas, las figuras que ^ se hacen ejecutar al caballo sobre dos pistas.— ^ires elevados, todos los saltos en que el caballo eleva á la vez, sean las manos, sean los pies, sean tainbieii las cuatro estremidades. Si la mayor parte de los aires bajos emplearlos convenientemente pueden .servir para .confirmar un caballo en las ayudas mas finas, no hay ninguno entre los elevados qi\e no dañe d los ríñones y jarretes del animal. — Aires nobles, los naturales al caballo en su equilibrio, — Aires bastardos, impropios, faltos de equilibrio, descompuestos, prjoducidos regu- larmente por la debiliilad. ■ ; , ,,,3, ^ . ,^ , , Alargar. — Hacer mas largo, mas vivo un mismo aira, ^v já/cance.— Posamiento de la lumbre de la herradura de una estremidad sobre ei talón de la que le precede; el alcance dado á su estremidad anterior por el mismo caballo forjando, no es tan peligroso como el que pue- da recibir en las posteriores por el caballo que le sigue, j,se le echa encima. —Para prevenir. ios alcances se marca en el trabajo en pic, V'-.wk Avivas. — Inllymacion é binchazon de las glándulas pn- rótidas en la parte superior de la quijada en la unión de la cabeza con el cuello — abusivamente se ha dado el nombre de avivas á los retortijones, acompañados ■de una grande diíjcultad para orinar. Jywdas.— Combinación delapoyo del bocado y afecta fie las piernas. v a. . :^ - i i. i^j í' ■ ■. ■, . ... ■ ■.;-.;■ ^/,:-;.,. ■;'-- r^:.^yx^. Balotada. — Aire, elevado de If antigua escuela, salto ele- vado en el que el caballo, teniendo las rodillas y los — 409 — jarretes plegados, maestra las herraduras sin tirar sin embargo la coz. 5ar6a5.— Nombre dado abusivamente á una especie de protuberancia que forman los orificios de las glándu- las maxilares y que hay que poner sumo cuidado cfl> no dejar corlar ó cauterizar en caso de inflamación, como acoatumbraa á hacerlo los mariscales poco há- biles. Barra» — Asiento muscular mas ó menos saliente en el espacio interdentario de la boca del caballo. 5aíír.— Dar golpes de cabeza como para sacudir ]a,l>rí- da, se llama hatir á la mano y á veces picotear. El ! cabaild no bate á h mano sino cuando estaño está bien •segura. ^, ;-• • -^■: a;-u i- ';'.r!!:V ..^--.^u-iy, Batida. — Ruido de laestremidad que posa en tierra. Bote. — Botar. — Sallo brusco y violento del caballo sobre su terreno, frecuentemente es indicio de vigor y alegría mas que de una defensa formal. Bravo. —CahdWo vigoroso que nada teme, que obedece francamenle y en seguida áL^Lmeoor soljpU4CÍon.4e , las ayudas. :tí,{uiiui? oi^ifk.'Mq n^^ iíft}Jiibjíüo>tt¿ C. atn-íiÍ!»!) >O».0J ü Cabalgar. —^laTchdLr de costado cruzando Jas estremii- dades. Cabeza á la pared. — Aire bajo de la escuela antigua» > paso de costado haciendo trabajar al caballo alrededor del picadero con la cabeza á la pared. : . Cabriola —Aire elevado de l.i antigua escuela, salto ele*- vado sobre las cuatro estremidades, en el que elcaba- lio despide la coz. :i.^9iqi9*'5i«q 9indínJBi/j3g — 410 — ^ Caáencta.— Medida, precisión y regularidad del aire. Caliente de toca.— Caballo que resiste al bocado, abrien- do la boca; la museroia es necesaria en la brida de un cubano caliente de boca. Cambiada. — Los cambios de mano, figuras de picadero, aires bajos , son simples cambiadas; al iiegar á un án- gulo atravesar el picadero, siguiendo su largo ó su ancho en diagonal, volviendo al tomar la pista al lado conlrario, es ejecutar un cambio de mano) es muy probable que la denominación cambio de 7na«o pro- ceda de que se exigiese en la antigua escuela que el discípulo cambiase las riendas de mano para liacer cambiar (\e dirección al caballo. — Al galope se llama cambiada, variar el galope de sobre la derecha á sobre la izquierda ó vice- versa. Cansar. — Cuando el cuello está flexible el caballo no puede cansar \a mano del ginete; se dice también de un caballo empleado en una carrera y f.iUgado á con- secuencia de ella. CañaSy parejas , alcancías. — Evoluciones de gineles cu- yas cuadrillas en picadero simulan un combale al son de la música y tocatas de clarines; el maneja de armas á todos aires ejercita mas al soldado de cabullería que lodos los juñííos de cañas en que tan fstranamente se abusa de los riaoiies y jarretes del caballo. Caracólear.^E.\ caballo contorneado sobre uu muy re- ducido arco de círculo, y plegándose hacia él, piafando ejecuta esta figura en la antigua escuelí», llamada cara- col; independientemente de su significación técnica de la antigua escuela , el verbo caracolear se emplea actualmente para*espresar la ejecución viva y enérgica — 411 — de todo movimiento que exige el empleo atrevido de ayudas complicadfts. — Es liaeer un estraño abuso del recojer, retener á un caballo con la mano, mientras que se le escit;4 con la piern« y aun con la espuela para hacerle ejecutar un caracol. Carnero. ^E\ salto del carnero no se diferencia de la es- trapada sino en que el caballo no despide la coz; de- fensa contra las ayudas. Carrera. — El galope en su mayor grado]de rapidez. — Las carreras de cal tallos son entre todos los medios de probar el vigtir de un caballo, sin conlradiccion , el peor; aniquilan al animal haciéndole correr cuatro kilómetros en cinco minutos, velocidad doble del galo, pe y sin ninguna utilidad real; es necesario además un régimen especial de algunos meses para disponer al caballo. Catarata. — Opacidad de la córnea trasparente que puede comunicarse de un ojo á otro y dejar al animal ciego. — Empieza por una manchita blanquinosa ó verdosa en el fondo de la pupila. Cercos ó círcMÍos-.— Hinchazón general de las partes que ciñen y circundan al corvejón. Ceños. — Cordón ó círculo córneo, que se forma en el cas- co del caballo en el sitio de la corona. Clavar, — Clavadura. — -Un clavo mal dirigido puede cla- var el pié del caballo, de modo á hacerle cojear, 2.^. Codillera.—T amor que se forma en la punta del codillo producido regularmente en algunos cnhallos porque al acostarse descansan sobre los callos de las berra- duras. Coíocar. — La flexibilidad del cuello y el conveniente -^ 412 ^ equilibrio, colocan al caballo la mano y piernas del gi- nele.— 'Bien colocado se áiite del cabalto- en-pierfecto equilibrio. < - ; • ;' Contener, — ^Moderar el aire, disminuir su velocidad; el caballo se contiene por si misíno, sobre lodo al galope, cuando el ginete no sostiene un aire reglado por el empleo conveniente de las ayudas. Contratiempo. — Cambio brusca de estremidades al ga- lope por capricho del animal ; alio inesperado del car- bailo en marcha por capricho , temor ó malicia. Coronado el wenudii/o.— Guando se advierte uaa hin- / chazoii general que le rodea; cuando procede de estar .muy reposado, se llama cargado. Cortar.— Uios, fosos y otros obstáculos, conducción de carruajes. , . Corva. — Tumor huesoso desarrollado en la parte interna del corvejón hacia donde corresponde k) parte infe- rior del hueso de la pierna. Corvaza. — Tumor que rodea la parte inferior del corve- jón , en un principio es inflamatorio , luego se hace huesoso. n S >, Córvela — Aire elevado de la antigua escuela; salto en el .que el caballo levanta desde luego la parte anterior avanzando por la violencia ó ímpetu de la posterior. Cosido, — El mal ginete no va cosido á k silla siuo ¿cos- ta de las ayudas, mientras que el verdadero ginete va cosido á la silla j? es siempre dueño del empleo de las ayudas. ; ;, ... Cuadriloíigo. — Picadero descubierto de una grande es- ten sion, cerrado por barreras de madera , ó trazado tan solo por la pista. — 413 — Cuarto. — Solución de continuidad que empieza en ei ro- dete, sigue la dirección de la hebras de la tapa y le presenta en las parles laleralas del casco, sumamente perjudicial. D. Dar. — Hacer saborear el bocado bajando progresivamen- te la mano suave y ligera. Defensa, — Defenderse. — Cuando el caballo tiene el cuf'llo flexible y está convenientemente recojido, es imposible que se defienda. Desarado. — Dícesn cuando la corona se despega del cas- co por entero ó por alguHa parte de él. Desbocado. —-El caballo que se lanza aiurdidamenle sin reparar en obstáculos ; no se desboca sino por culpa del ginete, que no ha sabido prevenir esta defensa con- tra las ayudas. ¿ Desbravar. — Comenzar á educar al caballo. Descomponer. — Romper la uniformidad del movimiento. El desorden de las ayudas y la falla de asiento pueden descomponer A un cábaHo cuyos aires sean habitual- .nsente regulares. Descompuesto. — Caballo que no tiene acorde ni caden- cia en la marcha. Desunido.— Cuando las estremidades anterior y posterior no marchan con perfecto acorde. Desveno. — Elevación en los cañones del bocado que for- ma la embocadura para la Mbertad de la lengua.'^ ' Determinar. — Llevar adelante , decidir á marchar ; las — 414 — ayudas mas suaves bastan para determinar á un caba- llo convenientemfinle colocado. — Las ayudas mas enér- gicas vienen á ser insuficientes para determinar al caballo mal colocadu, al que la rigidez del cuello hace in^sensible ú recojer. Doftíar.— Volver el caballo sin cambiar de mano. — Es preciso en el picadero forzar al caballo á doblar los ángulos. JDomar.— Forzar á la obediencia. — Por medio de una ins* truccion gradual y perseverante en su dulzura y seve- ridad, por'merlio de calma y firmeza en los castigos, se consigiití domar un caballo ; la violencia intempestiva y los rigores inútiles exasperan á un caballo fogoso en lugar de reducirle. Dorso, — Espacio que bay desde la cruz liasta los lomos. Dwro.— Cuando el caballo resiste á las riendas se dice que es duro á la mano. E. Edema. — Hidropesía del tejido celular. Educar. — Desarrollar á la vez la inteligencia y la fuerza, la destreza y la docilidad de un caballo; es preciso siem- pre razonar la educación dü un cabalio, es decir, basar- la en su carácter y costumbres. Elefancía. — Inflamación desue el corvejón abajo. Embocar. — Ajustar el bocado á la boca. Encabestrarse. — Enredarse con el ronzal. — El gineteque pi,é á tierra abandona enteramente las riendas á su ca- ballo, se espone á verle encabestrarse , es decir, á en- redar las piernas entre las riendas. — 415 — Encabritarse. — Elevarse como una cabra sobre los pies; dícese también á esla elevación empinada. Encañutadura. — Gonipresion del casco desde su cuarta parte hasta el talón. Encapotar. — Guando el caballo coloca su cabeza muy próxima á los pechos se dice que encapota, consi- guiendo panilizar el efecto del Locado. Enteritis. — Inflamación |en los intestinos; para prevenir la sangría aunque poco depletiva. Enclavar. — Guando algún clavo de la herradura mal dirigido ha penetrado en la carne. Entablarse. — Se usa para significar cuando el caballo manifiesta rigidez en los músculos del cuello para vol- ver á un lado ó á otro. La verdadera acepción de esta palabra en equitación es cuando el caballo lleva- do mal de costado, adelanta la grupa á las espaldas. Equilibrio. — Posición directa, natural del caballo colo- cado en su aplomo. Equitación. — No es seguramente la nomenclatura esté- ril de los términos de equitación la que enseña á ser- virse del caballo. — Escuela verdadera para aprender á ser hombre de á caballo. Escapada. — Intención de fuga por parte AhX caballo. Escapar. — El caballo que se deja escapar Je la mano se entrega voluntariamente á las piernas. Escarza. — Poslema que se presenta en el saúco y la pal- ma de resultas de habérsele sentado al caballo la her- radura. j&sgfwmce.— Dilatación de los ligamentos del menudillo. Espalda. — Espalda adentro. — Oblicuar el caballo al mis- mo tiempo que hace paso de costado dirigiendo la par- — 416 — te anterior al centro y cabalgando al lado opuesto (aire bajo de la antigua escunla.)— Se I! ma al caballo frió de espa/áfls, cuando después de un ejercicio forzado esperimentd enfriatuiento, y por consecuencia rigidez de njiembros.—^s^M ince en la espalda ^ es una dilata- ción de los ligamentos que fijan el miembro anterior al thorax. Espantadizo. — Caballo que se recela de todo, aun desU sombra— el caballo no nace espantadizo por la con- forma, bien educado. Fogoso. — El caballo ardiente no pasa á ser fogoso^ colé- rico y fantástico, sino cuando ha sido mal educado, usando de rigores inútiles:— un caballo generoso vie- ne á ser fogoso por los malos tratdinient os. ^^r :^ Forjar. — Chocarse las estremidades ant riures con la lumbre de las posteriores ; el desacuerdo en las ayu- das, el aire mal reglado hac<»n frecuentemente /orjar al caballo, mas bien que la conformación débil ó vi- ciosa del animal. Forzada. — La posición de ese glnele es forzada^ es de- cir, rífíida y afectada sin flexibilid.íii mn;juna. Freno [bocado) — El cabal o que tasca naturalmente su fi*eno solo necesita una mano ligera para saborear el' bocado; pero si la mano es dura y el cuello poco flexi- ble, concluye par batir á la mano. Fusta. — Yara flexible artiücial con una empuñadura en ia parte mas gruesa, y que por el estremo mas delgado tiene pendiente una trencilla de correa ú otra materia auáloga; tiene unos seis pies y el mango unos cuatro. El cabezón, la cuerda y !a fusta son m¿is perjudiciales que útiles en el picadero. ■;í; "i-iq .*í>íi»:ín — 418 ^ Ga/o/je— (Aire de) 91.— Cadencia, H3, velocidad; M4; galope gallardo un galope sostenido, segnido de una corbeta ó de una cabriola, aire de la anfigua escuela; galopada, galope mas s stenido y elevado de delante que el galope gallardo; galope íerrero , elevar muy poco las manos. Ganar. — No se debe jamás dejar ganar la mano al caba- llo, pero es preciso saber ceder para hacerle saborear el bocíido. Gabarro. — Tumor flegnionoso. —Tendinoso si se ma- niü^'sta á lo largo de los tendones de la caña ó de la c» to y eclrivulsivo. — Viilgarmento quemarse; el psp?tin;tdos á contenerla. Hidropesía. — Acumulación de serosidad en una de las cabidades del cuerpo ó en el lPJi.üa --.ovi;i.t^MH — 421 — Lamparones. — Enfermedad del sistema linfático, análogt. á las escrófulas de la especie humana. Lanzar.— rPavd. partir desde pié firme al galope es preciso .lanzar al caballo, después de una preparación conve- niente , por medio de ayudas suíicienteraeíite vivas y enérgicas. . Laía.— Dureza que se forma en la parte lateral eslerior de la rodilla, quitando el juego i la articulación, 15. Lerda. — Tumor que se forma en la parle lateral supe- . rior interna de la rodilla, 15.; : -i:^ ti'j- -. ;• ^\- .lU. Lerdón.— Sale á la parte de afuejra ífím^l^. ijfia tepflfie de cordón endurecido, 15. . ,ii'ti:)4;(j)ín -ioq í>si<>«um Levantarse. — Guando el caballo no vá cadencioso é igual en los movimientos del aire qne lleva, queriendo precipitarse, se dice va levaiitado.. Libero.— El caballo es ligero á la maoo ó de su parte» anterior, que viene á ser lo mismo, por la flexibilidad del cutHo y empleo conveniente de las ayudas. Lunático. — Caballo que padece una flexión periódica so- bre los ojos, 15. Lupia.:r-T\imox en la.p^rts^^ int|ííipi;4e |aj*9ííiil^fc¡),5j ^ ,o ja,J ,J MÍt j.í.': i'uiirífjMg ul iV iHijuahiB í)^ í>iii»rti»ibfiOO? i ' iíJO 9b ^'vMí'- 'ISíí ¿ ÍÍHÍ1?>ÍV Maestro. — Bien educado que responde á las ayudas con vivacidad, con gracia, con fuego y flexibilidad. «í. Mal de ciervo. — Contracción espasmódica y permanente de los músculos de la quijada , del cuello y sucesiva- — 422 — mente á todas las otras partes del cuerpo ; el caballo tiene la rigidez é inmovilidad del ciervo que acaba de ser calzado, 30. Mal ;)aso .-—Cuando es por -casualidad, el mejor caballo puede dar un mal paso, pero no tropezar, Matw, — Trabajar de mano á mano, — es decir, volver al caballo con la ayuda de las manos sin las piernas; método viciosísimo para el ginete y para el caballo; caballo pesado á la mano cuando falto de flexibilidad de cuello toma sobre el bocado un punto de apoyo; un buen ginete lleva siempre su caballo en la mano y en las piernas. Manotear. — Precipitar el movimiento de las matios ba- tiendo el suelo sin moverse ilel terreno, — el caballo manotea por impaciencia, por esceso de fogosidad y á veces por una exigencia mal entendida del ginete, — se cree hacer piafar á su caballo y no hace mas que ma- notear; defensa contra bis ayudas. -'« .-^í^^íifrqb^if Martingala ó gamarra. — Correa que pasádfe la bUrb-a^ del caballo y algunas veces délas riendas, con ayudas de unas anillas pasantes al pretal y se hebilla en las cinchas: la martingala li^jos de asegurar la buena posi- ci-'R de la raheza \ del cuello , es siempre penndicial y jariiás útil; — las inalaí^ posiciones de cabeza que equi- vocadamente se atribuyen á la sensibilidad de la boca, vientín á ser peligros;js en vez de corregiise con la martingala, asi como se corrigen y desaparecen con la 'flexibilidad del cuello.''^'' •?>?. obF-jí»? ó {T<.iH-~.otS>^* V i/ecer.-— Llevar el caballo cuando va marchando la gru- pa vacilante á derecha é izquierda; es un indicio de in- dolencia y debilidad, 15, vide verles j-^'^í'»-*^*-^^ — 423 — Medio aire. — Aire medio elevado de la escuela an- tigua, especie de media corbeta. Muela.— TumoT blando y sin dolor que se presenta ge- neralmente en la parte posterior de la cuartilla y sue- le comunicarse á las cuatro eslremidades, 28. Muermo. — Enfermedad orgánica, cumerosa y tuberculo- sa de la membrana mucosa de las narices y del pul- món, 14, 30. N. Naturaleza. — Carácter. — El caballo que se dice de mala naturaleza, revela mas bien los vicios de su educación que los de su conformación. A^o6/e.— Caballo que responde francamente á las ayudas, que emplea voluntariamente su inteligencia y sus fuer- zas— aire noble^ aire de escuela. Nube. — Opacidad en la córnea trasparente, cubriendo unas veces toda la pupila, otras solamente parte, 12. O. 06Z¿^ar.— Determinar al caballo al galope de carrera. P. Palafrén, — Caballo manso para una señora (escuela an- tigua.) Parada.— Parar. — Hacer una parada ó parar, es dete- ner al caballo con arte. Pasada.— Aire y flgura de picadero. Continuación de movimientos , ida y vuelta sobre la misma línea. 28 — 424 — Píwmo. —Inflaniacion de la membrana mucosa de la nuez con derramamiento por las narices, — pasando al pstado crónicoelpaswo puede ocasionar el muermo, 30. Paso.—{k\Te del) no.—Cadencia, 78.— Velocidad , 79. Pelo. — Montar á pelo, sin silla, sin manta: lo que fuer- za á emplear las piernas mas como sosten que como acudas. Perder el asiento, — La flexibilidad de la parte baja de Jos ríñones, las piernas prontas á sostener el equilibrio impiden al ginete perder el asiento á causa de la sor- presa de una brusca defensa. Perder la boca. — Espresion inexacta que procede de los errores acreditados sobre la pretendida sensibilidad de las barras. Piafe. — Aire bajo de la escuela antigua.— -El caballo le- vanta sus estremidades en un paso corlo y cadencioso, pero sin avanzar y en perfecto equilibrio. Picador.— '^0 basta ser buen ginete para hacer entregar á un caballo difícil, es aun necesario ser un hábil pi- cador', mas para educar un caballo es menester ade- más que el picador sea un verdadero hombre de á ca- ballo. Piernas. — Echar á las piernas. — Forzar á un caballo á bajar la grupa para soportar el peso de que se desem- baraza á su parte anteriorj es un medio de arruinar sus jarretes. Pilar. — Eran á la vez un mal medio de educación para el caballo y un detestable ejercicio para el ginete los pilares, éntrelos que se ataba en el picadero á un ca- ballo para enseñarle á saltar — los pilares, así como los aires elevados de la escuela antigua, para los que se — 425 — servían (]e ellos con preferencia, comienzan á no ser de ningún uso entre los picadores de buen sentido que razonan el arte de la equitación y quieren desarro- llarlo útilmente. Pirueta. — Aire elevado de la escuela antigua.— Hacer volver al caballo sobre sí, levantándole, sea delante, sea detrás, de modo que la estremidad interior sirva de eje. Pista.— Línea que traza el caballo marchando.— Se dice que el caballo marcha en una pista cuando las piernas siguen la misma línea que los brazos; marchan en dos pistas cuando los pies siguen una línea paralela á la trazada por las manos. Pleuresía. — Inflamación de la pleura y de los pulmones, cuidados preparatorios, 30. Plantado. — Plantarse. — Caballo que rehusa con obsti- nación romper hacia adelante, empleando toda clase de defensa contra las ayudas; resultado muchas veces de haberle exigido mas de -lo que sus fuerzas alcan- zaban. PorriUa.—VndL ó dos vejigas que se han unido, que- dando como callosas, 28. Posada. — Aire elevado de la antigua escuela. — El caba- llo se empina y mantiene firme sobre los pies como si quisiese saltar, pero sin menearse del terreno. , .«,,, Preparar.— Poner acordes la parte anterior y la poste- rior de tal suerte que el caballo saboreando el bocado se encuentre bien colocado en la mano y en las pier- nas del ginete — antes de exigir nada del caballo debe elginete prepararle convenientemente. Probar. — Ensayar los recursos de un caballo, asegurarse _ 426 — de su educación; la preparación y el empleo gradual de las ayudas sirven para probar un caballo y juzgar de su bondad por la manera que responda aellas. Punta. — Vulgarmente caballada; cuando un caballo que se empina, queriendo encabritarse, se lanza brusca- mente hacia adelante, se dice que hace una punta — procede esia denominación regularmente del nombre que los antiguos daban á las lumbres del casco — no es una defensa formal contra las ayudas por parte del caballo el salir por punta cuando el ginete cede la mano— cuando un caballo se encabrita es preferible dejar dar una punta, teniendo la mano suave, que ar- riesgarse á caerse hacia atrás tirándole las riendas. Puntura. — Herida que se hace el caballo cojiendo sobre la marcha un clavo, hueso ó cuerpo que tenga punta y hiere hasta la parte carnosa. R. líamíía.— Sustancia córnea que entra en la composición del casco. — Tumor que representa en las laterales del frenillo de la lengua— del>e ser conservada al tiempo decerrari 24. jlasar. El caballo que eleva poco los brazos se dice que rasa la tierra— ua diente rasa cuando la muralla in- terna de la tabla está al nivel de la esterna; la deis- aparición ó existencia del germen de la mejilla no es un indicio característico del rasamiento del diente — el caballo cuyos dientes han rasado, se llama cerra- do, que no tiene la edad en la boca, es decir, que tiene — 427 — mas de ocho años; pero la forma de la tabla dentaria indica Jos- períodos do la edad hasta la vejez mas avan- zada. ■• Raza.— Origen conocido. El caballo de primera rasa, es sin contradicción el caballo árabe, por ser el vigor, la inteligencia y la solidez, las que deben decidir do la primacía de las razas; el caballo de raza es llamado también de pura sangre; se dice de un caballo de ra- zas cruzadas que es un caballo de raza de sangra — las formas anteriores y los títulos genealógicos de un caballo pueden probar la identidad de la raza; pero no garantizar sus cualidades— las mejores rasas de- generan á veces en un mismo país, y con mayor razón en un país á donde son trasplantadas; se ha observado generalmente que las rasas del Mediodía mejoran las del Norte; que el caballo padre sobre lodo, es el que realza la rasa; que la cópula de mejores individuos es necesarij para conservar una raza. — Es una ob- servación importante el que el régimen alimenticio de los potros es quizás de mas efecto que el cruzamiento de padres, para cambiar, modificar, mejorar una ra- za, en cuanto á la alzada sobre todo. — Raza. — Una rotura que se presenta en la parte anterior de la coro- na, en las manos y en la parte de adelante, 28. Reanimar. — A un caballo frió es necesario reanimarle por la vivacidad y energía de las ayudas. Recalentamiento. — Tumor ulceroso que atrae á la rani- lla, pudre la parte-córnea, se propaga y desorganiza insensiblemente á todo el pié, 15, 16. Recojer. — En su acepción mas amplia es colocar el caba- llo en las manos y en las piernas. — En su acepción or- — 428 — diñaría es colocar la cabeza del animal en la posición perpendicular. Recular.— E-dcev paso atrás mas ó menos recto. Repropio. — Caballé que se defiende obstinadamente con- tra las ayudas — el caballo no nace repropio, viene á serlo, ya por falta «le educación, ya por ser mal lle- vado. Resolver. — Determinar al caballo á los aires que le cues- ta trabajo tomar; — una preparación conveniente y una energía suficiente en las ayudas resuelven á un caba- llo á todos los aires. ^ Resoplar. — Es preciso dejar á un caballo en descanso, í'o.'cuando sacúdela cabeza y bosteza fuerte para sonarse, toda libertad para resoplar. Rodillera. — Llaga ó cicatriz, resultado de ella que se no- ta en medio de la parte anterior de la rodilla, 28. Ronquido.— Sf'úhiáo sonoro y particular de la respiración de ciertos caballos, 16. Rubí. — V. catarata. ■1.^.. - s. Sacudida.— Sacudimiento.— Tenúon brusca de las riendas después de haberlas abandonado. — Si se usa de rudas sacudidas en la boca del caballo jcon un golpe del bocado, se le enseña á resistir á las ayudas, sea ende- rezando con rigidez el cuello para tender la nariz al viento, sea por el contrario arqueándolo demasiado, para encapotar; cuando el caballo consigue por estos medios tener organizada la defensa de toda la parte anterior, por abandono délas riendas, tiene de bueno la sacudida que resiste con ventaja. ,. ííí h i ;.- — 429 — Saborear.— LíL flexibilidad del cuello previene al caballo para saborear el bocado. El caballo no está en su na- tural posición hasta que saborea perfectamente el bo- cado,— también se dice saborear la brida. Salto. — Entre los aires elevados de la escuela antigua se encuentra un abundante número de saltos mas ó menos violentos, — en el salto de carnero, el caballo se eleva de delante primeramente y en seguida de detrás, sin despedir la coz, el que voluntariamente repite; cuando la manoy piernas delginete no obran de acuer- do en el salto de picaza; el desarrollo se eleva delante para elevarse un poco de atrás, lo que indica á v^ces debilidad y desunión en el animal, pero mas frecuen- lemeníe poca destreza en el ginete. Sarna. — Erupción ó sarpullido inveterado ordinariamen- te en el cuello y en la crin. Sarpullido. — Erupción de pequellos botones; cuidados y y régimen para prevenirla, 28. Saúco. — Antiguamente la línea amarillenta que divide la palma de la tapa y resulta de la unión del tejido laminar del casco. Seguro. — No es conveniente un caballo para las leccio- nes de escuela de señora sino es perfectamente seguro. Sentir.— La. preparación debe ser sentida por el ca- ballo y por el ginete, no basta sentir al caballo en la mano y en las piernas, es preciso además sentirle en el asiento, es decir, darse cuenta de los movimientos por la posición del ginete en la silla — caballo sentido que se escita sin resolver francamente á lo que las ayu- das le piden. Serrar. — aserrar.— Tirar alternativamente deuna y otra — 430 — rienda, lo que no puede hacerse sino cuando las rien- das están separadas y una en cada mano—serrar con el bridón ó con el íilete, aunque un poco menos malo que la sacudida, acostumbra también al caballo á re- :$istir á las ayudas y á organizar la defensa de toda la parte anterior. So&re-caña.— Igual al sobre-hueso, por la parte lateral esterna esta, y por la interna aquel, 15. Sobre-corva. — Tumor en la parte posterior del corvejón sobre la articulación, ocupando el tendón, de grande trascendencia, 15, 16. Sobre-hueso. — Tumor duro, redondo, de la naturaleza del exostoso, que aparece en la parte laíeral del hueso de la caña, i 5. Sobre-junta. — Tumor calloso en la parte anterior del menudillo. Sobre-mano. — Tumor buesoso en la parte anterior de la cuartilla, por encima de la corona del casco, 15. Sobre-pié. — Igwal á la sobre-mano, con la diferencia de . salir en las cuartillas de los pies. Sobre-rodilla. — Tumor ó dureza en la parte anterior y media de la rodilla. Sobre-salto. — Salto brusco á contratiempo — cuando la posición del ginete es rígida ó afectada, es espuesto perder la silla al menor sobre-salto con mas facilidad aun que cuando es abandonada. Sobre-tendon. — Tumor 6 dureza que sale en el tendón Aq la caña, 4 5. Socorva. — Tumor como el sobre-hueso, en la parte late- ral esterna del corvejón. Sofrenar. — Jamí^s se dehe sofrenar á un caballo, es de- — 431 — cir, traquearle, atormentarle inútilmente, sea con la mano, sea con las piernas. Solicitar. — Activar, animar. — El caballo perezoso, á quien constantemente hay que solicitar, y es una montura desagradable, sobre todo para una señora. Soi'prender. — No se debe sorprender jamás á un caballo, sea aproximándose á él bruscamente, sea sirviéndose délas ayudas de golpe. Sostener — No solo de la mano sino también de las pier- nas, es preciso sostener di un caballo que se carga á las espaldas;— 505íener el aire, mantenerlo en el mis- mo grado de velocidad; de todos modos debe ser 505íe- nido el caballo en los caminos difíciles. Sujetar. — Domar un caballo, hacerle ceder en su obsti- nación. Sustancia. — Este caballo tiene sustancia , es decir , so- porta sin fatigarse un ejercicio difícil por su esten- sion y rapidez , 16.— Un caballo puede tener atiento para un galope rápido , alma para un momento difícil, y no tener sustancia para un trabajo continuo. T. Talparia. — Tumor flecmonoso que desde la nuca ataca al ligamento cervical, 30. Tascar.— El caballo que tasca su freno tiene necesidad de ser preparado con frecuencia para que no bata á la mano. Temblequear. ^Mene&r las riendas á impulso del dedo pequeño de la mano del ginete , introducido por ellas para dejar saborear el bocado. — 432 — Terra á térra. — Aire bajo de la escuela antigua,— galope sumamente corto y cadencioso en dos tiempos, sobre dos pistas de manera á determinar una serie de pe- queños saltos fatigosísimos para los jarretes del ca- ballo. Tiro. — Hábito ó costumbre qne contraen los animales de apoyarse con los dientes contra el pesebre ó valla en-* corvando el cuello y parte del cuerpo y exhalando un quejido, y se llama tiro al pesehre\ — cuando en vez de apoyarse con los dientes, solo encorva el cuello, rcco- jiendo la- boca hacia el cuello y exhalando el mismo suspiro, se llama tiro al aire— tiro de oso^ un continuo vaivén ú oscilación de los brazos;— ^todos ellos contrac- ciones nerviosas de que padecen algunas personas. Tomar. — Por oposición á dar hacer sentir el apoyo del bocado, alta la mano. Torozón. — Inflamación de la membrana velontosa de los intestinos, 30. Tropezar.^ÜdiY con frecuencia pasos falsos. — Todo ca- ballo que tropieza, es desagradable y peligroso; — si el caballo tropieza por torpeza, hay necesidad de edu- carle; si por debilidad de las eslremidades , no tiene remedio; — el caballo que tropieza está sujeto á caer por el esfuerzo mismo que hace para levantarse — es imprudente dar á una señora un caballo que tropieza — puede verse si un caballo que se prueba tropieza dejándole marchar al paso sin recojerle en un camino escabroso y difícil. — Si el caballo después de haber tropezado se levanta por un sobresalto, es señal de que ha sido corregido con dureza por este defecto habitual en él por debilidad ó torpeza, 15. — 433 — Trote.—ÍAire del) 82.— Cadencia 89 Velocidad 90. u. Unir. — ^Impedir que un aire vaya desunido. í/ñá.—Escrecencia en la membrana clinotante cerca del ángulo mayor del ojo. — Callosidad que se forma debajo de la silla; cuidados para prevenirla , 28. índice DE LAS MAI^-^ílIAS QUE CONTIENE ESTE MANUAL, PRIIIERJI. PARTE. CAPITULO I. Páginas. I.~Esterior del caballo.— Bellezas y defectos mas Hotables. ... 1 Partes que comprende la cabeza. 2 El cuello I, El cuerpo. ....... » Las estremidades : Las anteriores. ...... 3 Las posteriores. ...... 4 Cabeza '. . » Orejas. . . . .' 5 Ojos 6 Cuello » Cuerpo. ........ M Cruz . )) Vientre » Dorso 7 Riñones » Ancas » Cola y maslo de la cola. ... » Estremidades » n. — Modo de conocer la edad. . . 8 Páginas. $. Ill.—Capas ó pelos 10 GANTULO IÍ. Compra der caballo y modo de trazar su reseña. '^ ^ ' » IV.— eompra. .-•....,. 14 » V. — Reseña 17 CAPITULO III. ' * Cuidados y entretenimiento del caballo en salud. » VI. — Alimentación y bebida. ... 18 )) VIL — Limpieza 21 » VIIL—Herrage. 22 » IX. — Régimen habitual y cuidados ne- cesarios en marcha 25 CAPITULO IV. n ? » X.— líociones indispensables de veteri- .- naria. . . . -, » .• . . 28 CAPITULO V. Nomenclatura y eonocimientos • de la montura. ^ » 5^1^— Montura. . . . . ..*. u . /•.. :r 31 111 • <^m^'^ , Páginas. ' Bocado 31 Cabezada de brida y de pesebre. 35 ' Silla 36 Para señoras 38 .§. XII.— Arneses de atalaje 39 SEGUMOA PARTE. MODO DE EMPLEAR EL CABALLO DE SILLA Y EL DÉ TIRO EN TODOS AIRES. CAPITULO VI. Caballo de silla. — Escuela civil, » XIII. — Nociones preliminares 42 » XIV.— PRIMERA LECCIÓN,— Coüducir al ca- ballo de mano. — Montar á caba- llo.— Marcha directa al paso. — Hacer alto. — Echar pié á tierra. 44 Prepárense para montar. ... 46 A caballo 47 Posición del ginete. .... » Ajuslar las riendas 50 Marcha directa al paso. ... » Ayudas 52 Hacer alto. . . . .íitwiobn%«vi>.' 53 Echar pié á tierra. .. ; vw , . » Descanso 54 Efecto del bocado. ..... 55 IV Páginas. Volver á montar á caballo y po- nerse en marcha. . .... 55 Pié atierra y volver ala caballeriza. 56 $. XV.— SEGUNDA LECCIÓN.— Marcha en to- das direcciones al paso. Poner la silla y brida al caballo. 58 Montar y echar pié á tierra por el lado derecho 60 Empleo de his ayudas 62 Ganar terreno á derecha é iz- quierda )) Volver á derecha é izquierda. . . 64 Media vuelta á derecha é izquierda. 65 Alto y paso atrás 66 Descanso 69 Marcha circular á derecha é iz- quierda 70 Paso de costado á derecha é ¡z- -■ quierda 73 ' Quitar la brida y silla al caballo. 76 Estregar al caballo de vuelta ya en la caballeriza » ' ' Cadencia del puso 78 » XVI. — TERCERA LECCIÓN. — Marchii dírccta en todos sentidos al trote. Saltar á caballo y saltar á tierra. 79 Empleo del látigo. 81 Castigo de las espuelas. ... » Pasar del paso al trote y del trote al paso (marcha directa). . . 82 V Páginas. Marchando al trote hacer alto, y de alto romper al trote. . . 84 Pasar del trot'i al trote largo y volver de este al corto (marcha directa) » Descanso. ........ 85 Marcha al trote en todas direc- ciones 87 Cadencia del trote ' . 89 » XVII. — CUARTA LECCIÓN. — Mapcha directa en todos sentidos al galope. Pasar del trote largo al galope y del galope al trote largo (mar- cha directa) " 91 Pasar del trote corto al galope y del galope al trote corto (mar- cha directa) 95 Pasar del paso al galope y del ga- lope al paso (marcha directa). 96 Marchando al galope hacer alto, y de pié íirme partir al galope. . 97 Pasar del galope al gran galope, y del gran galope al galope*... ,.* * 98 Descanso nuñíu-^^^ Determinar el galope sobre la de- recha, las estremidades dere- chas avanzando sobre las iz- quierdas (marcha directa). . . 101 Determinar el galope sobre la izr ; - l quierda, las estremidades iz- 4 Pá^nag, quiérelas avanzando sobre las derech.is (marcha directa). . 103 Determinar el cambio de estremi- dades natural é indispensable al caballo que galopa en círculo. 106 Marcha en todas direcciones al ■ /,/ galope . 109 Cadencia del galope. .... 113 §. XVIII. — QUINTA LECCIÓN. — Salto de foso y barrera. — Figuras, aires y jue- gos de picaderos. — Caballos di- fíciles.— Aires bastardos. Salto de foso y de barrera. . . 1(5 Foso »' ■ Barrera 117 Figuras^, aires y juegos de pica- dero. . . . . . .' «el 1^^-120 Caballos difíciles. -. . .- > ;;b . 121 Defensas contra e! montar. •■.;)!*?'! 424 ' Defensas contra las ayudas. •-•:'/•'*** 126 ' ' A.ires bastardos. , . . .'^y-^iíi 133 CAPITULO VII. i i! i Caballo de silla.— Escuela militar^ » XIX. — Observaciones «obre la progresioa^ 29 Páginas. diferente del trabajo de las es- cuelas civil y militar* .-. . 134 Picaderos cubiertos y descubier- to^í'^Cíaiiipode^maniobnas; . 138 . XX.-^-oiocacion de las prendas de moW: tura, equipo y armameijito _en el caballo. . ' vAí^i^ hi) fiioíi»; ... 140 Ensillen el caballo 141 Coloquen el equipo y armanaeiitOo- 'í* . en el caballo. . . . .!:>.. . 143 Pongan la brida. . . . >-■ . 145 Recojan- el ronzal. . . . . , 147 ■■;.'■■ iti'-'i » XXi. — Reglas para saltar á caballo.,. en I pelo ó manta y saltar á ti^iTaií 148 » XXÍi. — Reglas para la doma y enseñanza . de ios potros. . , . ^, x,.iu».p 149 •- PRIMEK A LECCIÓN. . . 4fóHVl'>6. ^^O ► :v SEGUNDA.. .U4;-^]<>ai>}.,r.l>íi«^fl^*a ^^l i-: ■ TERCERA. . -^ > .^)<í>oí . 174 Montar á caba!Io:-^'í^'^'iííJ .><'<•'■'. 175 Po:?icion del hoaibre á caballo.' . 179 SEGUNDA LECC103Í. — xMovimientos de cabeza. . . .■ . . . . '. 180 Alargar y acortar las riendas. . » Cruzar y separar las riendas.. » 181 TERCERA LECCIÓN. — Echar piévá tiefrra. .• .' '.'V . :^ . . 182 De^sfilar después de echar pié á tierra estando á fila abierta. . 185 Formar en ala á fila abierta mar- chando eti hilera pié á tierra.. 186 cuAKTA LECcio.N.— Deluso dc las riendas. . . . • .''^-^-«¡'í » Del electo de las piernas. . v. . 187 <<>:í Páginas. Del combinado de las riendas y piernas 187 Marchar al frente 188 Hacer alto 189 QUINTA LECCIÓN.— Giros. ... 190 SEST\ LECCIÓN. — Paso atrás. . . 191 e. XXIV.— SEGUNDA CLASE. — Trabajo en una tanda.— Advertencias. , . . 192 PRIMERA LECCIÓN. — Marcliar á la derecha 193 Hacer alto y volver á marchar. . 194 Cruzar las riendas y volverlas á separar 195 SEGUNDA LECCIÓN. — Pasar del paso al trote. . . ., . . . . » Pasar del trote al paso. ... 190 TERCERA LECCIÓN.— Cambiada de mano 197 CUARTA LECCIÓN. — Morchando en hi- , lera formar en ala y volver á formar eo hilera 198 QUINTA LECCIÓN.— Media vuelUí á una y otra mano marchando. . 199 SESTA LECCIÓN. — Marclia oblicua Oh: individual. , • . r r • 201 SÉTIMA LECCIÓN.,-- Paso atrás. ^ , . 203 « Paso de costado. . •.vj^(_>j^cp* » §. XXV.— TERCERA CLASE.— Trabajo en dos tandas. — Advertencias. . . PRIMERA LtcciON.— De las espuelas. Para que las dos tandas se dirijan al picadero SEGUNDA LECCIÓN. — Cambio de di- rección en la anchura del cua- drilongo. . Cambio de dirección en la longi- tud del cuadrilongo. . . ídem di.-igonal Marchando en hilera fíirmar en * ' ala y volver á formar en hilera. TERCEUA LECCIÓN. — Media vuelta una y otra mano marchando. Marcha oblicua individual. Paso atrás y de costado. . . Pasar sucesivamente los hombres de las hileras á retaguardia de las mismas. CUARTA LECCIÓN. — Trabajo en circulo Cambiada de mano en círculo. Trabajo con estribos.— qui^íta lec cíON. — Medida de los e-trihos. Salir al trote estando á pié firme Marchando al trote Iiacer alto. , SESTA LECCIÓN. — Alargar el trote Acortar el trote, ...... X Páginas. 205 207 208 211 n 212 213 » 214 2i6 218 219 221 222 )) 223 224 XI Páginas. Pasar del trote al galope. . . . 224 Desfilar después de echar pié á tierra 226 Formar en ala á filas abiertas marchando por hileras pié á tierra » Trabajo con brida. — Adverten- cias » SÉTIMA LECCIÓN. — Posicion de la mano de la brida. . . . • 227 Ajustar las riendas. ..... 228 Tomar las riendas del bridón con la mano derecha 229 Soltar las riendas del bridón . . 230 • OCTAVA LECCIÓN.— Movimientos de la mano de la brida. .... » NOVENA LECCIÓN. — Trabajo al ga- lope. ........ 232 $. XXVI. — CUARTA CLASE. — Mancjo de las ar- mas á caballo, á pié firme y marchando 235 ..^ A pié firme 236 Marchando 303 ». XXVII. — QUINTA CLASE. — Saltos y carga in- dividual . . 304 xn .,'An¡^L'\ CAPITULO VIII. Caballo de silla. — Escuela de Página §. XXVIII. — Nociones preliminai-es y precaci- cioties especiales 308 » XXIX. — PRIMERA LECCIÓN. — Marcha directa al paso.— Conducir al caballo al terreno 311 Prepárense para montar. ., . . 312 A caballo 'i^'l'l^' ".. . 313 Posición ¡le la señora á catíallo. . 314 Ajustar las rienlas 315 Marcha directa al jiaso. . . . 316 Ayudas 317 Hacer alto » Echar pié á tierra 318 Descanso. — Nociones sobre los efectos de la brida y filete. . 319 Volver á montar á caballo y po- nerse en marcha. .... » Pié á tierra y entrar en la caba- lleriza. 320 » XXX. — SEGUNDA LECCIÓN. — Mai'cha en to- das direcciones al paso. — Em- pleo de las ayudas 32 1 xm Páginas. Ganar- terreno á derecha é iz- quierda. . 322 Volver á derecha é izquierda. . 323 Media vuelta á derecha é iz- ■^(ii}- quierda 324 Hacer alto y paso atrás. . . . 326 Descanso. — Nociones sobre la ca- dencia dé) paso. ...... 327 Marcha circular á derecha é iz- quierda. ....... » Paso de costado á derecha é iz- quierda. . 330 Pié á tierra y volver á entrar en la caballeriza.. . . . . . 332 §. XXXL— TERCERA LECCIÓN. — Marclia en to- das direcciones al trote. — Pasar, del paso al trote (marcha dí-/ recta. . . .... . ., 334 Marchando al trote hacer alto, y desde alto partir al trote (mar- cha directa). ... . . . 335 Pasar del trole al trote largo , y del trote largo al trote (marcha, directa 336 Descanso. — Nociones sobre la ca- dencia del trote 33^ Marcha en todos sentidos al trote. »' XIV Páginas. §. XXXlI.—GüARTA LECCIÓN.— Marcha en todos sentidos al galope. — Pasar del trote al galope y del galope al . trote (marcha directa). . . 339 Pasar del paso al galope y del ga- v^v lope al paso (marcha direcla). 341 ; í: Marchando al galope hacer alio, y 0.>j- desde alto partir al galope (mar- cha directa). 342 Descanso y nociones sobre la ca- dencia del galope. .... 343 Marcha en todos sentidos al galope. 344 » XXXIII. — Observaciones generales para pre- venir todo accidente posible. . 345 Nociones preliminares; escuela de señoras. ....... 346 CAPITULO IX. Caballo de tiro.— Conducción de carruajes, - » XXXIV. — Nociones preliminares. — Ayudas y sus accesorios ..... 351 Carga y tiro. ....... » Atalaje 352 Arneses 354 XV Páginas. §. XXXV.— PRIMERA LECCIÓN.— Marcha directa. 354 Precauciones antes de ponerse en marcha , . 355 Prepararse á conducir el carruaje. 356 Marcha directa al paso. . . . 357 Alto , . . -^ . '/;' . 358 Marcha directa al trote-.'"'."''-'.''** v 359 Descanso 360 Ganar terreno á derecha é iz- quierda . » Vuelta ala caballeriza. . . . 362 » XXXVÍ. — SEGUNDA LECCIÓN. — Marcha en todas direcciones. — Volver á derecha é izquierda. ... » Media suelta a derecha é izquierda. 363 Descanso.— Estaciones en la mar- cha 364 Marcha circular á derecha é iz- quierda. . , *. . . . . 365 » XXXVII. — Resabios que es preciso corre- gir.—Observaciones generales. La mano 367 La fusta. ........ 368 - j Caminos difíciles. . •;. ju.// • 369 Caballos Ídem. . . .,j...,, r^J.,. 371 XVI TERCERA PARTE. EDUCACIÓN DEL POTRO. CAPITULO X. Páginas. Todo lo que concierne-á sus ali- mentos, cuidado y entreteni- miento en estado de salud. . . 373 Forraje. 375 CAPITULO XI. §. XXXlX.—Herrage y limpieza 378 CAPITULO XII. » XL.— Nociones indispensables en caso de accidentes 381 CAPITULO XIIL » XLI. — Cuidados preparatorios. ... 383 » XLll. — LECCIÓN DE INSTRUCCIÓN DEL POTRO. — Primer grado 385 » XUll—Segundo. 394 XYII Páginas. §,XLiy.— Tercer grado. . ^% '. . . 395 » XL\. —Cuarto. ........ 399 » XLYI.— ()mí>iío. 461 » XLVII. — Sesto. — Duración total de la ins- trucción 403 Tabla analítica. ^'^'-'^^P-'i^í^ '. 405 ■jiV?''.- Ja 11. J^.i.Ima c<......^. í i # ^^ ci.VllllIltV LV-..CCV4.V. iif i^ ,M I Ti L ii¡i( * ir' Cemam ic Tlaipimt /Jttnss CsHs ítí Isz J /y'/^,j^ ■A- V y ■mM. .._."J#*fcí^^- '^