Ed A ADA A e Rd A pS . O JOA PA 2 der Ed Lo dis 3 Da z AR > La A A : , , ; ze Die . - E , a ma ; - O A not. > la > y - => le ¡ 5 Ario " fo LO 0 comal RES Boda. ales mE AA A . mr 3% > AN ri in o READ Mt | y (ARE y Y IS Digitized by the Internet Archive in 2009 with funding from Ontario Council of University Libraries http: //www.archive.org/details/memoriasO5bacaduoftt MEMORIAS SOCIEDAD CIENTÍFICA “ANTONIO ALZATEHE.” CLETASTA OIMOTHA" | y ; ) y . Ñ , 1 a ' Y O Ñ LA > / y Ñ An - + ñ » y 1 y y ' ri VA de y A Mi p ' Y PO IRE 149 a EA E € E V - ” pr Ñ j 7 s 5% NY”. MEMORIAS DE LA SOCIEDAD CIENTINICA “ANTONIO ALZATE” Publicadas bajo la dirección de GUILLERIO B. Y PUGA Y RAFAEL AGUILAR Y SANTILLAN SOCIOS FUNDADORES. MEXICO IMPRENTA DEL GOBIERNO FEDERAL EN EL EX-ARZOBISPÁADO (Avenida Oriente 2, núm. 726). 1891 HTÁNIA OIMOTHAL Dn" lZ $ a Yi > AN E, E ] NS AS nd a a A sh + e te ASE 1 ' ' ana Y pas 1314 1 1009 1 Wa SACRO CIA ode E pl Ñ AT j ; - 15) » - i AAN e Í e y -- He s Ñ . 0d PERE ¡ Fr 4 se - , A 5 CN ce hai UTA: ul 3 Mos ' OMOT 4 Jj ' il Ser ” Md mt p ¡ l "o ; NN E y AA ML a la dl ¿ A uN A. EN Ñ = > 3 j cÑ 4 qe Mv r 4 q eE ; DARA: DORA siria yA | ¿IGN ROSA 15 A HARO omanaoS ya dano A | p e) Lóse cd e mio AlcerAS Ns; ARA | 108 a E E E, E 5 5 5 MEMORIA RELATIVA AL ESTADO DK LA SOCIEDAD CIENTIFICA ANTONIO ALZATR” HASTA EL 31 DE DICIEMBRE DE 1890, Presentada en Ja sesión de Enero 4 de 1891 por RAFAEL AGUILAR Y SANTILLÁN Secretario General. En cumplimiento de una prescripción de nuestro Reglamen- to, que impone al Secretario Greneral la obligación de presentar una reseña anual de los trabajos de la Sociedad, tengo la honra de informar de una manera sucinta acerca de la marcha segui.- da durante los años de 1888, 1889 y 1890. Me ha parecido con- veniente comprender también en esta ojeada los dos primeros años, aunque sea brevemente, por no haberse dado, acerca de ese período, las reseñas anuales acostumbradas, esperando que al poner á la vista de mis consocios este trabajo de conjunto será de más interés que los informes parciales, pues la marcha de la corporación en ese transcurso de tiempo se apreciará más bien en vista de los datos que aquí incluyo, que por el encomio que pudiera hacerse de los adelantos. 6 Tiene, pues, que ser este informe árido y cansado, puesto que me ciño á presentar números, listas y catálogos que ponen de manifiesto el desarrollo alcanzado. Regular número de Me- morias y de trabajos originales presentados; publicación regu- lar y sostenida, recibida con interés por los principales Institu- tos y Sociedades científicas del globo, ingresó al seno de la Sociedad de individuos que con su contingente de trabajos, hon- ra Ó donaciones la han hecho ascender notablemente en la es- cala de las Asociaciones de su clase y por fin el valor que en número de tomos y su importancia ha alcanzado la Biblioteca y el contingente que esta prestará en lo de adelante al público, todo deja ver que felizmente se ha ido realizando gran parte del programa trazado por los fundadores de la Sociedad « Alzate » Se hallará aquí, pues, la relación de los trabajos y Memorias originales presentados por los socios; el movimiento de corres- pondencia y relaciones establecidas; miembros que forman la corporación; publicaciones hechas por la Sociedad y aumento habido en la Biblioteca. TRABAJOS Y MEMORIAS PRESENTADOS POR LOS SOCIOS.— Constan en la lista sisuento arreglados por orden alfabético de autores. *1, Aguilar y Santillán ( Rafael ). Apuntes relativos á algunos Observatorios é Institutos meteorológicos de Europa. *2. —- Bibliografía Meteorológica Mexicana. Véase Puga. *3. Van Doesburgh ( G.de Vries ). Descripción de una nueva es- pecie de Tachys. *4, Epstein (Isidoro ). Tabla comparativa del grado de instrue- ción pública correspondiente á doce Estados de Europa, México y Estados Unidos del Norte. , Favaro (Antonio ). De cómo y cuándo el Santo Oficio anuló la prohibición del Sistema Copernicano. 6. Galindo y Villa (Jesús). El Pbro. Br, D. José Antonio Al. zate y Ramírez. Apuntes biográficos y bibliográficos. Qi -] ”” 4 . Gama ( Valentín ). Reducción de las coordenadas que dan los instrumentos biciclos. . Garibay (Francisco ). Estudio de los niveles de burbuja. Estudio de los topográficos universales. . Herrera y Gutiérrez ([ Mariano ). Preparación del ácido se- bácico. : . —— Análisis de la Dolomía del Distrito de Uruapan y sus aplicaciones. Mateos (Juan ). Véase Puga. . Medal (Juan ). Apuntes estadísticos sobre el Distrito de Ario, Estado de Michoacán. . — Noticia sobre la producción y explotación de la vaini- lla en el Distrito de Ario. . —— Ensayo histórico y geográfico del Distrito de Tacám- baro. . Mena ( Manuel M.). La ciudad de Puebla bajo el punto de vista de la higiene. . Mottl ( Carlos ). Observaciones séismicas en Orizaba, de Di- ciembre de 1887 á Noviembre de 1890. . Ordóñez ( Ezequiel ). Los hierros meteóricos de México. . — El Pedregal de San Angel. Apuntes para la petrogra- fía del Valle de México. : . Orozco y Berra (Juan ). Apuntes para la historia del terri- torio de la Baja California. . — Efemérides séismicas mexicanas durante el año de 1888. 21. —- Adiciones y rectificaciones á las efemérides séismicas mexicanas. . Peimbert y Manterola ( Julio ). Los tres Reinos de la Natura- leza; sus aplicaciones á la ciencia agrícola. Introducción. 3. Puente y Olea ( Manuel de la ). Relación de la Comarca y mi- nas de Temascaltepec, hecha en 1579 por D. Gaspar de Covarrubias. Puga (Guillermo B. ). La última erupción del Volcán de Co- lima. 8 25. — y Aguilar y Santillán ( Rafael ). Catálogo de los tem- blores y fenómenos volcánicos verificados en la Repúbli- ca durante el año de 1889. 26. y Mateos (Juan ). Tablas de refracción de minuto en en minuto. 27. Ramirez ( Santiago ). Biografía del Sr. D. Manuel Ruiz de Tejada. 28. —— Datos para la historia del Colegio de Minería. (En pu- blicación. ) 29. Solórzano y Solchaga ( Agapito ). Estudio acerca de un trata- miento de los cálculos biliares. 30. Solórzano ( Francisco ). Apuntes relativos á la coca y la co- caina. 31. Spina (Pedro ). Un decenio de observaciones meteorológi- cas en Puebla. 32. Vargas Galeana ( Vicente ). El revelador de hidroquinona pa- ra las placas de gelatino—bromuro de plata. 33. Vergara ( Bartolo ). Una modificación al anemómetro del Dr. Draper. Como se ve, se presentaron 33 trabajos en 29 sesiones cele- bradas de 1888 4 1890. Los marcados con * se han publicado ya y los otros pronto aparecerán. CORRESPONDENCIA Y RELACIONES.— La correspondencia re- cibida comprende acuses de recibo, pedido y envío de publica- ciones, aceptación de cambio, contestaciones de nombramientos y comunicaciones diversas. Posee ya la Sociedad en su archi- vo autógrafos de eminentes sabios que se conservan con grande estimación. Entre muchos debo citar los de d* Abbadie, Faye, Schiaparelli, Hermite, Thomson, Milne-Edwards, Pasteur, Troost, Bouquet de la Grye, Langley, Holden, Cornu, Picke- ring, Denza, Van Beneden, Folie, etc. La correspondencia enviada ha consistido en acuses de re- cibo de donativos y obras recibidas, pues de las periódicas sólo ha acostumbrado la Secretaría hacerlo del primer número, sir- 9 viendo como tal para los siguientes el que figuren en las listas que se insertan en los forros de las Memorias; en pedido de pu- blicaciones y cambios, nombramientos, etc. Notable ha sido, es- pecialmente en los años de 1889 y 90, el aumento de las dos úl- timas clases de comunicaciones. Desde que apareció la primera entrega de las Memorias, se remitieron á cierto número de Aca- demias é Institutos, de los cuales se recibió inmediatamente cambio de gran número de ellos; pero para otros la Secretaría ha debido dirigirse particularmente á cada uno para obtener el cambio deseado, teniéndose por consiguiente para esto que des- pachar un crecido número de cartas. Por otra parte, en la Bi- blioteca existían multitud de publicaciones periódicas incom- pletas, ya sea porque han comenzado á recibirse así, Ó porque durante el trayecto hay frecuentemente muchas pérdidas, se ha solicitado el completo de todas y aun de muchas, de aquellas de mucha importancia, se han pedido tomos atrasados, con muy buen éxito. Acerca de esto debo hacer mención especial de los envíos del Instituto Smithsoniano y del Coast Survey de los Es- tados Unidos. El primer establecimiento remitió 28 tomos de sus interesantes Annual Report; desgraciadamente la caja que los contenía, por circunstancias que no es del caso referir, des- apareció de la oficina á que el Instituto la había consignado pa- ra ser entregada á la Sociedad y esta perdió para siempre tan preciosa colección. El Coast Survey nos remitió sus Memorias en número de 16 volúmenes. La comparación del movimiento de correspondencia en los años en cuestión, demostrarán el incremento de esas labores. 1888. 1889. 1890. Acuses de recibo y asuntos diversos... 105 180 303 Pedido de cambio y publicaciones....- 120 175 361 Nombramientos sl. 1 a Bor a 14 25 341 Total de correspondencia remitida..... 239 380 698 MEMORIAS (1891-92); — T. Y, 2 10 La estancia en el extranjero de varios de los socios ha te- nido un notable resultado en las relaciones de la Sociedad y por consiguiente en su desarrollo y buen nombre. Las relaciones personales contraídas por el suscrito durante su permanencia en Europa, de Octubre de 1888 á Junio de 1889, con personas tan distinguidas como d* Abbadie, Bouquet de la Grye, Hermi- te, Lapparent, Fouqué, Denza, Rossi, Tacchini, Helmert, Hanmn, etc., le han valido á la Sociedad el envío de numerosas é impor- tantísimas donaciones que se conservan en la Biblioteca con el doble aprecio de su interés y de su procedencia. De estos do- nativos señalo con especialidad la colección completa (110 to- mos) de las Comptes Rendus de la Academia de Ciencias de Pa- rís, cuyo Consejo de Administración la ha puesto á disposición de la Sociedad, aprobando una proposición hecha por el renom- brado matemático HERMITE, Séame permitido expresar aquí á esa célebre institución y á nuestro ilustre consocio, el profun- do agralecimiento de la Sociedad « Alzate. » Asimismo, los pe- didos que hizo el que suscribe personalmente á Institutos, Aca- demias ó publicaciones que, Ó no había sido posible conseguir el cambio por tratarse tal vez del alto rango que ocupan, ó cu- ya existencia no conocía la Secretaría, han producido resultados satisfactorios. En efecto, hoy vemos figurar en nuestras listas de cambio á Institutos como la Oficina de Longitudes de París, los Observatorios de Viena, Praga, Hamburgo, Roma, Milán, etc., corporaciones como las Academias de Ciencias de París y Berlín, la Sociedad Geológica de Francia, ete,, etc. MIEMBROS DE LA SOCIEDAD.—El número de 25 socios de número que señala el Reglamento ha quedado ya cubierto. Al fin de esta relación se halla una nómina en que constan todos los que forman la Sociedad hasta el 31 de Diciembre de 1890. Ha sufrido la corporación durante el año la pérdida de tres de sus miembros. Me refiero á la muerte de los Sres. JUAN Orozco Y BERRA, Ensayador; IgNACcIO CORNEJO, Ensayador y MIGUEL VELAZQUEZ DE LEÓN, Ingeniero de minas. 11 " El Sr. Orozco y Berra falleció en esta ciudad el 12 de Agos- to á la temprana edad de 34 años; había ingresado á la Sociedad en 28 de Agosto de 1887 y se distinguió siempre por su entu- siasmo y laboriosidad para con la Sociedad. Miembro activísi- mo de la Comisión de Geodinámica, se había dedicado con ahin- eo á este ramo y su falta no será lamentada lo bastante por sus consocios. Fué uno de los que contribuyó no poco á esparcir el estudio de los temblores en nuestro país y á él se debe un com- pleto catálogo de dichos fenómenos, que comprende desde los tiempos más remotos hasta 1888. El Sr. Cornejo murió en Catorce en el curso de Noviembre y se contaba en el seno de la Sociedad desde Mayo 31 de 1889. Hacía años se había consagrado á las minas, después de haber sido uno de los primeros meteorologistas que en la capital de la República hicieron constantes y regulares observaciones. El Sr. Velázquez de León dejó de existir en México el 21 de Diciembre próximo pasado á la edad de 60 años. La Socie- dad « Alzate» con honra inmensa lo contaba en su seno desde el 27 de Febrero de 1887. Descendiente de una familia ilustre, aventajado ingeniero y sabio mineralogista, así como diligente meteorologista, se le deben importantes trabajos, entre otros el descubrimiento y análisis de la Ramirita, mineral de vanadio de- diecado á nuestro ilustrado consocio el Sr. Ingeniero de minas SANTIAGO RAMIREZ, una serie de observaciones termométricas en la Hacienda del Pabellón ( Aguascalientes) desde 1869, una de pluviométricas desde 1874 y una de observaciones meteoro- lógicas generales que practicó con regularidad desde 1878. La meteorología mexicana pierde en él un infatigable y sabio ob- servador y la Sociedad «Alzate» uno de sus más preclaros miem- bros. Que estas líneas sirvan de pálido homenaje á la memoria de un nombre ilustre que figuraba con predilección en la lista de los socios. PUBLICACIONES Y BIBLIOTECA. —Se ha concluido el Tomo TI de las Memorias y el 11 de la Revista, habiendo ya aparecido hasta el número 4 del Tomo IV. Felizmente no han dejado de 12 aparecer dichas publicaciones con cierta regularidad y han con- tinuado con la favorable acogida que honra al país y á la So- ciedad. La separación de algunos pliegos de las Memorias, he- cha desde Julio de 1888, para la formación de la Revista, vo ha podido ser de mejores resultados. Debiéndose publicar en aque- llas, trabajos originales de los socios, no podían tener cabida allí los de menor importancia, noticia de algunos de los verifi- cados en el extranjero, traducciones, ete., que ya en la Revista han aparecido, lográndose también con mucho fruto dar noti- cias bibliográficas de las obras que recibe la Sociedad, hación- "dolas así conocer en la República. El reparto que se ha hecho de nuestra publicación durante los años de que me ocupo, á los socios corresponsales y extran- jeros y á las Sociedades é Institutos que han aceptado cambio, ha sido el siguiente: PASITO 395 ejemplares. A A e ELSA O A o A, Aumento en 1889 respecto de 1888....... .. 65 ejemplares. a » 1890 A 107 As Las principales corporaciones, establecimientos ó publica- ciones que hay que señalar como aumento en los cambios res- pecto á 1887, son los expresados á continuación: Córdoba. Sociedad Científico-Literaria «J. M. Mena. »— México. Instituto Médico Nacional. La Medicina Científica. Re- vista Telegráfica.— Morelia. Museo Michoacano.—Saltillo. Co- legio de San Juan Nepomuceno. Baltimore. American Chemical Journal. — Berlín. Academia de Ciencias. Asociación Geodésica Internacional. Instituto Geodésico. Instituto Meteorológico. Sociedades de Geografía y Africana.—Bergamo. Ateneo de Ciencias, letras y artes.— Berna. Sociedad Helvética de ciencias naturales.— Bogotá. So- ciedad Colombiana de Ingenieros. Bologna. Academia de Cien- cejas. Bordeaux. Sociedad Linneana.— Brisbane. Oficina del 13 tiempo.— Bristol. Sociedad de Naturalistas. — Bruxelles. Ob- servatorio Real, Sociedades Botánica, Entomológica y Geográ- fica, —Bucarest. Instituto Meteorológico de Rumania.— Buda- pest. Academia de Ciencias y Sociedades Geográfica, Geológica y de Ciencias Naturales.— Buenos Aires. Centro Científico-Li- terario, Círculo Médico Argentino, La Educación y Museo Na- cional. Caen. Academia N. de Ciencias. — Cambridge. Sociedad Fi- losófica.— Catania. Academia de Ciencias Naturales.— Chapel Hill. Sociedad Elisha Mitchel.— Chemnitz. Instituto Meteoro- lógico de Sajonia.— Coimbra. Observatorio de la Universidad. —Constantinopla. Observatorio Meteorológico Imperial.—Cór- doba. Oficina Meteorológica Argentina. Dijón. Academia de Ciencias. — Dinant. Sociedad de Natu- ralistas.— Dublín. Academia Real de Irlanda. Florencia. Sociedad Entomológica, Observatorio Ximenia- no, Instituto Geográfico Militar.— Fribourg. Sociedad de Cien- cias naturales. Génova. Sociedad de Ciencias Naturales y Geográficas, Ob- servatorio. ' Halifax. Sociedad Geológica y Politécnica.— Hamburgo. Observatorio de Marina y Sociedad Geográfica. Kalocsa. Observatorio Arzobisbal.— Kiew. Sociedad de Na- turalistas.— Kew. Observatorio. Lausanne. Sociedad de Ciencias Naturales.— Leipzig. So- ciedades de Ciencias Naturales y Real de Sajonia.— Londres. Oficina Meteorológica, Sociedades Real de Londres, Física, Lin- neana y Meteorológica. —Lyon. Academia de Ciencias, Socie- dades Botánica y Geográfica.— Louvain, Universidad Católica, Madrid. Academia de Ciencias, Dirección de Hidrografía, Memorial de Ingenieros del Ejército, Observatorio, Sociedad Geográfica, Unión Ibero— Americana.—Medellín. Academia de Medicina.—Mineo. Observatorio Meteorológico y Geodinámi- co.—Milano. Observatorio de Brera. Instituto Lombardo.— Minneápolis, Servicio Geológico y de Historia Natural.— Mó- 14 dena. Academia de Ciencias y Observatorio.— Montevideo. Asociación Rural del Uruguay, Observatorio del Colegio de Vi- lla Colón.— Montreal. Sociedad de Historia Natural. Nancy. Sociedad de Ciencias, Academia Estanislao.— Ná- poles. Sociedad Africana de Italia.— New Haven. Academia de Ciencias. —Nueva York. Academia de Ciencias, Sociedades Geográfica y Microscópica. Ottawa. Servicio Geológico y de Historia Natural. Padua. Observatorio Astronómico.— Palermo. GFazzetía Chi- mica Italiana.— París. Academia de Ciencias, Asociación Fran- cesa para el progreso de las Ciencias, Asociación de Alumnos y ex-alumnos de la Facultad de Ciencias, Observatorios de París y Montsouris, Oficinas Central Meteorológica y de Lon- gitudes, Sociedades Entomológica, Geológica, Geográfica, de Ingenieros civiles, Topográfica y Zoológica, Servicio Hidrográ- fico, Revue Scientifique,—Philadelphia. Academia de Ciencias Naturales, Instituto Franklin, Instituto Wagner de Ciencias, Sociedad Filosófica Americana.— Pisa. 11 Nuovo Cimento. Quito. Universidad. Río Janeiro. 11 Brasile, Observatorio.— Roma. Archivo Geo- dinámico Central. Oficina de Meteorología y Geodinámica, Co- mité geológico, Sociedad de Espectroscopistas Italianos. Salem. Asociación Americana para el progreso de las cien- cias.—San José de Costa Rica. Instituto Meteorológico y Mu- seo Nacional.—San Francisco. Academia de Ciencias de Cali- fornia.—Santiago de Chile. Oficina Hidrográfica, Sociedad de Fomento Fabril.—Shanghai. Sociedad Real Asiática. —Syd- ney. Observatorio, Sociedad Real de Nueva Gales del Sur, Mu seo Tecnológico. Torino. Academia de Ciencias, Observatorio.— Toulouse. Academia de Ciencias y Sociedad de Física y de Historia Na- tural.— Trieste. Sociedad de ciencias naturales. Upsal. Observatorio Meteorológico. Venezia. Observatorio del Seminario.— Verona. Academia de Agricultura, Artes y Comercio. 15 Washington. Departamento de Agricultura, Instituto Smith- soniano, Servicios Geológico y Geodésico, Sociedad Nacional Geográfica, Observatorio Naval y Oficina Hidrográfica.— Wien. Instituto de Meteorología y Magnetismo, Sociedades Meteoro- lógica y Zoológico-— Botánica. La importancia y extraordinario desarrollo alcanzado por la Biblioteca, se valuará en vista de los datos siguientes y por la lis- ta de lo recibido que consta al fin de este informe. Tomos. Cuadernos. Existencia hasta 31 de Diciembre de 1889.... 760 110 Aruménto:durante 1890::000.0 aii 452 126 Existencia hasta 31 de Diciembre de 1890... . 1,212 236 Termino señalando un paso que ha dado la Sociedad, de gran importancia y trascendencia, con el cual los socios fundadores hemos visto una vez más cumplidos varios de nuestros ideales. Me refiero á la apertura al público de nuestra selecta Bibliote- ca. El ilustrado socio honorario Lic. Ramón Manterola, propu- so á la Sociedad se trasladara á esta ciudad al local que ofreció, con tal de que su Biblioteca la pusiera al servicio del público, anexa á la Biblioteca «Romero Rubio,» fundada bajo los ilus- trados auspieios de dicho Ministro y por la iniciativa del Sr. Manterola, quien celebró con la Sociedad un contrato por el cual la Sociedad no pierde el derecho á sus colecciones y puede, cuan- do así lo crea conveniente, dar por terminado el convenio y tras- ladarse á otro local. El público ilustrado y deseoso de estar al corriente del movimiento científico del Mundo, tiene pues, en nuestra Biblioteca gran acopio de escogidas y valiosas obras que se aumentan día á día, gracias al extraordinario desarrollo de las relaciones de la Sociedad. Tacubaya, Enero 4 de 1891. 16 Lista general de los miembros de la Sociedad “ Al- zate” hasta el 31 de Diciembre de 1890. Socios fundadores. ¡EN . Aguilar y Santillán Rafael, Miembro del Observatorio Me- teorológico Central. 2. Marroguín y Rivera Manuel, Ingeniero civil. . Puga Guillermo B., Ingeniero geógrafo y topógrafo, Astró- nomo del Observatorio Nacional de Tacubaya. 4. Solórzano y Solchaga Agapito. 5. Vélez Daniel M., Doctor en Medicina, Mayor del Cuerpo Mé- dico Militar. (do) Socios de número por el orden en que han ingresado. 6. González Camilo, Astrónomo del Obserya- torio Nacional de Tacubaya........- 30 Mayo 1886. Herrera y Gutiérrez Mariano, Doctor en bro Medicina y Farmacia..-.-----<.-.- $ 53 . Calderón Juan B., FarmacéutiCO........ 25 Julio 1886. . Mateos Juan, Ingeniero geógrafo, civil y topograto 07. oIAA ESi AbAl 188í 10. Salas Francisco, Emsayador de la Casa de Po de dls cold e ee 25 Marzo 1888. 1E. «Vargas Galeana Vicente...» .-- a se 12. Peimbert y Manterola Julio......-..-...- 29 Abril 1888. 13. Garibay Francisco, Ingeniero topógrafo, Conservador del Gabinete de Topogra- fía de la Escuela N. de Ingenieros... 28 Abril. 1889. 14. Vergara Bartolo... ...cerpmsscess anos dá mn 15. López Guerrero RNCArdO ooo 50 amao o E a O 00 17 16. Gama Valentín, Ingeniero geógrafo, As- trónomo del Observatorio Nacional de Tacibiaya. ARANDAS A 28 Julio 1889. 17. Valle Felipe, Ingeniero geógrafo, Astróno- mo del Observatorio Nacional de Ta- cba Ud LAST. OPE 25 Agosto 18 :Brun Miguel. sad axolaraad Io Later 29 Stbre. 19. Solórzano Franciscay Farmacéutico sao h- 20. Galindo y Villa Jesús, Miembro del Insti- tuto Médico Nacional. v0ec.tome... -- 29 Octubre Earn TEamóY... INESIS O IZ IR 2 Febrero , Aragón Agustín, Ingeniero topógrafo.... 30 Marzo . Ordóñez Ezequiel, Profesor de Mineralogía y Geología en la Escuela Nacional de TogaiterOS it a O 25 Mayo 24, Dominguez Norberto, Ingeniero topógrafo y Ensayador, Conservador del Gabine- te de Mineralogía en la Escuela Nacio- | nal.de Ingeniéros ¿seoiclilas ice 29 Junio 25. Segura José C., Ingeniero agrónomo, Pro- fesor en la Escuela Nacional de Agri- cultura. ¿e Mal ipitaito E ¿AR 28 Stbre. ¡SN O $) LD A [ve] Socios correspondientes. e Alberto, Ingeniero de minas.... 27 Mayo A guascallaMiad Medal Juan, Farmacénutico.........-...--. 31 Marzo Pátzcuaro, Mich. Montessus de Ballore F. de, Capitán de Ar- tillería, Inspector de estudios en la Escuela » 1890. ” 1888. 1889. Politécnica : deal oli o 23 Febrero 1890. París. MEMORIAS (1891-92). T. V, 3 18 Mottl Carlos, Propietario y Director de la es- tación séismica en Orizaba.............. 26 Febrero 1888. Orizaba, Ver. Orozco Enrique, Conservador del Museo de Historia Natural del Colegio del Estado... 25 Stbre. 1887 Puebla. * Puente y Olea Manuel de la, Ingeniero de MIDA A cie »---- 23 Febrero 1890. Sevilla. Socios honorarios en el país. Aguilera José G., Ingeniero de la Comisión de la Outta, GreolÓgica:. aora oa osteacaronicraten 30 Enero 1887. Altamirano Fernando, Doctor en Medicina, Director del Instituto Médico Nacional... 26 Mayo 1889. Anguiano Angel, Ingeniero civil, Director del Observatorio Astronómico Nacional de Ta- CUbDAya 2.2... 02 ¿IDA OA. 28 Agosto 1887. Bárcena Mariano, Director del Observatorio Meteorológico Central, Profesor en la Es- cuela Nacional de Agricultura .......... 25 Enero 1885. Barroeta Gregorio, Doctor en Medicina, Di- rector.del Observatorio Meteorológico del Instituto: ja de a aio SiS 28 Julio ,, San Luis Potosí. Bonilla José A., Ingeniero, Director del Ob- servatorio del Instituto................. S > Zacatecas. Calderón Melchor, Ensayador...........-.- 30 Enero 1887. Cappelletti, S. J. Enrique M., Presbítero, ea! tor del Colegio de San ele Nepomuceno. 26 Stbre. 1886. Saltillo, Coah. Contreras Manuel M., Ingeniero de minas, 19 Profesor en las Escuelas Preparatoria y DormaltyL: BE 22h... ¿Lao bale 29 Mayo 1887. Crespo Gilberto, Ingeniero de minas, Profe- sor en la Escuela Nacional de Ingenieros.. 24 Junio 1888. Epstein Isidoro, Profesor de Matemáticas.. 29 Abril), Fernández Leal Manuel, Ingeniero topógra- fo, Oficial Mayor de la Secretaría de Fo- mentorist e laa al apre 24 Junio ,, Fernández Leandro, Ingeniero geógrafo y cl- vil, Inspector general de caminos......-- 28 Julio ,, Fernández Vicente, Profesor de Química y Director del Observatorio del Colegio del A 28 Julio 1885, Guanajuato. Ferrari Pérez Fernando, Ingeniero topógra- fo, Director del Museo de la Comisión Geo- , gráfico-Exploradora..-.. 29 Octubre 1884. Puebla. Urbina Manuel, Doctor en Medicina, Profe- sor en el Museo Nacional y en la Escuela Nacional Prepatadalib: coc. «00 22* 28 Agosto 1887. Villada Manuel M., Doctor en Medicina, Pro- fesor en el Museo Nacional............. 29 Octubre 1884. Villaseñor Luis E., Ingeniero civil, Director de las obras del puerto de Veracruz...... 29 Abril 1888. Veracruz. 22 Socios honorarios en el extranjero. D”Abbadie Antonio, Miembro del Instituto y de la Oficina de Longitudes.......-.-- 28 Julio 1889. París Backlund Oscar, Miembro de la Academia Im- perial de Ciencias... 2. .2o..o.lc.n.... 31 Agosto 1890. S. Petersburgo. Beuf Francisco, Director del Observatorio de DaPIRES eE BRA BILSIDI) A 2 Febrero ,, La Plata. Bigourdan G., Astrónomo del Observatorio de Paris: CIAL ARDE A UI 21 Agosto ,, París Bouquet de la Grye A., Miembro del Institu- to y de la Oficina de Longitudes, Ingenie- ro hidrógrafo en jefe de la Marina.---.-. 28 Julio 1889, París. Cornu A., Miembro del Instituto y de la Ofi- cina de Longitudes, Profesor en la Escue- la Politécnica.,....- PR O 2 Febrero 1890. Darapsky Luis, Doctor en Medicina......-. 29 Stbre. 1889. Taltal, Chile. Denza Francisco, Barnabita, Director de los Observatorios de Moncalieri y del Vati- CADO ¡oro IRREAL 125 E TEA 28 Julio ,, Doesburgh G. de Vries van, Naturalista, Miembro de la Sociedad Zoológica de Ho- Tanda. css ¿EDO TIRO AGA 31 Marzo ,, Kralingen. Faye H. A. E., Miembro del Instituto, Presi- 23 dente de la Oficina de Longitudes, Profesor en la Escuela Politécnica..............- 2 Febrero 1890. París, Favaro Antonio, Profesor en la Universidad Real de Padua, Director de la Edición Na- cional de las obras de Galileo............ 29 Stbre. 1889, Padua. Félix Juan, Doctor en Ciencias Naturales, Agregado á la Universidad ............. 27 Mayo 1888. Leipzig. Ferrari, S. J. Gaspar E., Presbítero, Director del Observatorio Astronómico del Giani- O E A E O lg 28 Julio 1889. Roma Folie F., Director del Observatorio Real..... 2 Febrero 1890. Bruselas. Fórster W., Director del Observatorio Real. E y. Berlín. Fouqué F.. Miembro del Instituto, Profesor en el Colegio de Francia.........--..----- 28 Julio 1889. París Hann Julio, Director del Instituto Imperial de Meteorología, Profesor en la Universi- dad 0 o A A E 2 Febrero 1890. Hellmann Gustavo, Subdirector del Institu- to Real Meteorológico de Prusia......... 29 Stbre. 1889. Berlín. Helmert A, R., Director del Real Instituto Geulesico od 2 Febrero 1890. Berlín. Hermite Carlos, Miembro del Instituto, Pro- fesor en la Escuela Politécnica y en la Fa- eultad.de, CIGHBIAS....- << voló. 24 Janssen Julio C., Miembro del Instituto y de la Oficina de Longitudes, Director del Ob- servatorio de Astronomía Física.......-.. Z e Meudon. Lacroix Alfredo, Doctor en Ciencias Natura- les, Preparador en el Colegio de Francia.. 28 Julio 1889. París. Lagrange Carlos, Astrónomo del Observato- rio Real, Profesor en la Escuela Politécnica. 2 Febrero 1890. Bruselas. Lapparent Alberto de, Ingeniero de minas, Profesor en el Instituto Católico......... 28 Julio 1889. p París. Lenk Juan, Doctor en Ciencias Naturales, : Agregado á la Universidad...........-- 28 Mayo 1888. Leipzig. Mascart Eleuterio E., Miembro del Instituto, Director de la Oficina Central Meteoroló- gica, Profesor en el Colegio de Francia... 2 Febrero 1890. París. Milne Edwards Alfonso, Miembro del Insti- tuto, Profesor en el Museo de Historia Na- A A A 31 Agosto ,, París Perrotin J., Director del Observatorio...-.. > a Niza Philippi Rodolfo A., Director del Museo Na- cional oa O A 29 Stbre. 1889. Santiago de Chile. Pizzetti Pablo, Ingeniero, Profesor en la Uni- versidad ol A A > 31 Agosto 1890. Génova. Renou Emiliano, Director del Observatorio del Parque de San Maur0..o.o.ooooom..2- 28 Julio 1889. San Mauro, cerca de París. 25 Riva Palacio Vicente, General, Ministro Ple- nipotenciario de México en España.....- 2 Mayo 1886. Madrid. Rossi Miguel E., Director del Archivo Greo- dAuITco COntral:--.---22.- AIR Es 28 Julio 1889. Roma. Schiaparelli José V., Miembro correspondien- te del Instituto de Francia, Director del Real Observatorio de Brera........-..-.- 2 Febrero 1890. Milán. Tacchini Pedro, Director del Real Observa- torio del Colegio Romano y de la Oficina Central de Meteorología y Geodinámica. . Roma. Tisserand J., Miembro del Instituto y de la - Oficina de Longitudes, Astrónomo en el Ob- servatorio, Profesor en la Facultad de Cien- ET DN E. A : París. Weiss Edmundo, Director del Observatorio Imperial, Profesor en la Universidad. .--. Viena. Zenger Carlos V., Profesor de Física y As- tronomía en la Escuela Politécnica...... MEMORIAS (1891-92), —T. V, 4 26 AUMENTO Habido en la Biblioteca de la Sociedad “ Antonio Alzate,” durante los años de 1889 y 1890.” DONACIONES. (Los nombres de los donadores están con letra cursiva). A. d' Abbadie,— Reconnaissances magnétiques. Paris, 1889. La procédure en Ethiopie, 1888. Géographie de 1'Ethiopie: ce que j'ai entendue, faisant suite á ce que j'ai vu. 1% vol. 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Avec 11 planches. — Rapport sur les Triangulations avec canevas générale présenté par le Géné- ral A. Ferrero á la Commission permanente dans la session de 1887 á Nice. (Supplément aux Comptes-Rendus de 1887). A. Serpieri, D. S. P. Seriti di Sismologia novamente raccolti da G. Giovannozzi, Direttore dell? Osservatorio Ximeniano. Parte 1. Il terremoto del 12 Marzo 1873. Firenze, 1888. G. Giovannozzi. Il sismografo analizzatore del P. Filipo Cec- chi, D. S. P. Roma, 1888.—1l terremoto del 14 Novembro 1887 in Firenze. Roma, 1888.— A che servono 1 sismografi e la sismologia. Torino, 1889. M. $. de Rossi, Direttore dell" Osservatorio ed Archivio Centra- le Géeodinamico di Roma. Analisi dei principali terremoti avvenuti dal Luglio 1880 al Giugno 1881. Roma, 1887. Pro- gramma dell” Osservatorio ed Archivio Greodinamico presso il R. Comitato Geologico d* Italia econ istruzioni per gli os- servatorii e descrizioni d*istrumenti. Roma, 1883. 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A A 1 ue 00 o AUErOmto. ca nea 67 Del. frentes... +. 180 En Egipto... cesnorioano ero >> 2 y Span a e dios > 9 ,» Estados Unidos del Norte........--- 38 BADIA ds aa iaa Haas 1l O is dl 46 Guatemala. ia rn 1 AA 2 > Enslaterta e dscbaasses se acta 21 A a tops: 43 O O A A E 3 Ns nene o o a sb ,» Nueva Gales del Sur.....-.-..=.--.- 4 SN 3 Portuaria loa eee aa sae 1) » Queensland. ..oonooroooosernosocss 1 A O 4 Rumania... 2 > ies 1 , San Salvador. iracas oo oo iaa co 2 OCA. o te o = 3 A A A 8 A A E AI 3 NEO IR O 1 O il y Wenezuela sa ato al 'Fotako: E 384 Socios de MÚMeTO......eoomooo..-. AA 25 » CorrespondienteS.....omomomoo..- 6 + honorarios en el país........--..- 45 jl S en el extranjero......- 41 Total general........-- 501 68 Adiciones á la lista de Miembros honorarios en el extranjero, Bezold Guillermo de, Director del Real Ins- tituto Meteorológico Prusiano........... 2 Febrero 1890. Berlin. Potier A., Ingeniero de minas, Profesor en la Escuela Politécnica. ela 20 : Paris. Spée E., Astrónomo en el Real Observatorio. Bruselas. , OBSERVACIONES RELATIVAS Á LOS MÉTODOS DE ENSEÑANZA DE LA TRIGONOMETRÍA y consideraciones acerca de los CÁLCULOS NUMÉRICOS. Por el Ingeniero topógrafo AE ASES MA EIA DE ES IN AOCIO DE NÚMERO. Después de haber estudiado una ciencia cualquiera, nada es tan propio para formarse una verdadera idea de su espíritu, como procurar analizar el método ó los métodos que se emplean en las investigaciones que constituyen su objeto, así como también subdividirla en varias partes ó ramas distintas, ya sea por lo que respecta al fin de las investigaciones de cada una de ellas, ya por el método que en las mismas se emplee; esto es lo que he intentado con la Trigonometría. Todo conocimiento que se adquiere tiene dos valores esen- cialmente distintos: el uno educativo, el otro instructivo; el uno como saber y el otro como disciplina intelectual para el desa- rrollo de las facultades. Bajo estos dos puntos de vista deben 70 estudiarse los métodos de exposición seguidos en las obras des- tinadas á la enseñanza de cualquiera ciencia; tan importante nos parece esta condición, que nos vemos tentados á decir, que toda obra que no resista á ese análisis, debe desecharse por im- propia para servir como obra didáctica. Un cuadro que nos presentase al través de los tiempos, por orden cronológico, los hechos más culminantes de cada orden social, pero sin relación alguna, es decir, sin explicar su suce” sión, sin dar á conocer las causas de los factores que los deter- minaron, sería un cuadro que nada enseñaría acerca de la his- toria de los pueblos; lo mismo pasa en todas las ciencias, no vale de nada la acumulación de conocimientos si éstos no están bien organizados, y vale más poca ciencia con buena organiza- ción, que mucha careciendo de ella. La ciencia, según el ilustre filósofo Stuart Mill, es un siste- ma de verdades que se deducen una de otra, confirmándose y robusteciéndose mutuamente; sistema en el cual una verdad reasume multitud de otras, las explica y enseña que las espe- ciales son verdades generales modificadas por circunstancias particulares. Definida así la ciencia, colígese que en toda obra destinada á su enseñanza, deben tocarse como puntos esencia- les los siguientes: dar á conocer el lugar que en la gerarquía general de las ciencias positivas corresponde á aquella de que se ocupa la obra, clasificar sus diversas partes, mostrar el lazo íntimo que las liga á todas y á cada una de ellas y precisar cuál es el valor lógico de los métodos que emplea en la investigación de la verdad. Atendiendo á estas prescripciones se logrará siempre á la vez que educar el espíritu disciplinarlo. Las Matemáticas presentan todos los caracteres señalados por Mill al hablar de la ciencia, y sus diversas partes están tan íntimamente ligadas, que es muy importante, si se quiere sacar todo el partido posible de su estudio, para el desarrollo del es- píritu y en vista de sus aplicaciones, que los libros destinados á su enseñanza contengan una teoría á la vez simple y general 71 que se ligue con las partes anteriores y las que se siguen; su estudio es una de las mejores disciplinas para el espíritu y el preludio indispensable de toda educación científica verdadera- mente digna de este nombre. El valor lógico de las Matemáticas es de la más alta impor- tancia y nadie lo ha sabido apreciar con tanta precisión como un insigno filósofo, Augusto Comte, que en su Síntesis subjetiva (tomo I, página 98), dice lo siguiente: «La razón matemática limitada á su verdadero dominio, puede llenar admirablemente el oficio universal de la sana lógica: indicar para deducir, á fin de construir. Renunciando á vanas pretensiones, conoce que sus mejores resultados son siempre incapaces de hacernos inducir ó aun deducir en cualquiera otra parte y sobre todo construir. Se contenta con suministrar, en el dominio más favorable, un tipo de claridad, de precisión y de consistencia, cuya contemplación familiar puede únicamente disponer el espíritu para hacer las otras concepciones tan perfectas como lo implica su naturale- za. Su reacción general, más negativa que positiva, debe con- sistir sobre todo en inspirarnos en todas partes una invencible repugnancia por lo vago, la incoherencia y la obscuridad, que podemos realmente evitar hacia pensamientos cualesquiera, si hacemos bastantes esfuerzos.» Esta repugnancia por lo vago é incoherente debe procurarse que la adquieran los alumnos al ir estudiando cada una de las partes de las Matemáticas. Hay ne- cesidad de que los principios, sobre todo, se expongan con cla- ridad y método, pues de esto depende el buen éxito de la ense- ñanza. Los autores que se han ocupado de la Trigonometría han olvidado ó no han tenido en cuenta seguramente todo lo que hemos dicho hasta aquí al escribir sus obras. En el estudio que voy á leer propóngome probar: que los métodos de enseñanza seguidos ordinariamente en la Trigono- metría adolecen de dos defectos: el uno bajo el punto de vista del desarrollo del espíritu, y el otro en sus relaciones con la apli- cación práctica de sus principios. Antes de presentar el análisis que he hecho, voy á dar una idea del objeto de la Trigonometría: 72 La Geometría elemental da á conocer tres elementos de un triángulo, conociendo los otros tres siempre que se dé por lo menos un lado, por construcciones cuya exactitud tiene límites determinados que dependen de nuestros sentidos y de la imper- fección de los instrumentos que se emplean. Vistala poca exac- titud que dan las construcciones geométricas, se procuró reem- plazar estas soluciones por otras cuya exactitud pudiese llevarse hasta cualquier límite. De aquí nació la Trigonometría. Para resolver un triángulo en todas las circunstancias que puedan presentarse, es preciso y basta, encontrar relaciones ge- nerales entre los lados y sus ángulos; pues entonces la deter- minación de las cantidades desconocidas se reduce á una sim- ple resolución de ecuaciones. Pero la diferencia de naturaleza de los ángulos y de los lados conduce á relaciones demasiado complicadas para que puedan emplearse con ventaja; se ha re- nunciado á introducir los ángulos en el cálculo y se ha tratado de substituirlos por cantidades que puedan determinarse de una manera simple, cuando se conozcan los primeros Ó viceversa, y que al mismo tiempo puedan ser fácilmente comparadas con los lados de los triángulos. La primera idea que se tuvo fué deter- minar los ángulos por las cuerdas que los subtenden, suponien- do su vértice en el centro de un círculo conocido, pero se ha abandonado este método por otro más cómodo. Esta idea se de- be á los primeros geómetras que al ocuparse de la resolución de los triángulos en toda su generalidad tropezaron con la dificul- tad de establecer ecuaciones entre los ángulos y los lados, por la diferente unidad á que están referidos, pero habiendo encon- trado una relación que liga 4 todo ángulo con su cuerda, sim- plificaron el problema dividiéndolo en dos partes: una tenía por objeto formar una tabla de dos columnas, la primera que con- tenía los ángulos desde O hasta 1809, y la segunda los valores correspondientes de las cuerdas; la otra encontrar relaciones entre las cuerdas y los lados. Esta era la Trigonometría tal co- mo la enseñaba Hiparco; más tarde los árabes y posteriormen- te los modernos abandonaron este método por otro más simple. 73 La substitución consistió en la introducción de las líneas trigo- nométricas. Con lo expuesto podemos definir ya la Trigonome- tría diciendo: que es la parte de las Matemáticas que se ocupa de encontrar ciertas relaciones que liguen á los ángulos con los lados para poder resolver los triángulos por procedimientos ana- líticos. Dichas relaciones deben ser tales que puggan conocerse cuando se conozcan los ángulos y 2 Una vez indicado cuál es el objeto de la Trigonometría, va- mos á analizar los métodos de exposición seguidos por los di- versos autores que se han ocupado de la materia, Lo primero y más fundamental es ocuparse de las funciones trigonométri- cas. Para definirlas se siguen dos sistemas enteramente distin- tos: unos definen el seno, el coseno, la tangente, ete., como las relaciones dos á dos de los lados de un triángulo rectángulo, lo que restringe estas definiciones al caso del ángulo agudo; otros las definen diciendo: del seno, por ejemplo, que es la perpen- dicular bajada desde uno de los extremos del arco al radio que pasa por el otro extremo, lo que restringe también las defini- ciones al caso del ángulo agudo. « Una definición perfecta, di- ce el Profesor Bain, no es otra cosa que la connotación com- pleta del nombre. Ciertas nociones no contienen más que un carácter común: algunas, dos, tres, cuatro; otras, un mayor nú- mero, como por ejemplo, las especies naturales. La definición, para que sea completa, debe dar cuenta de todos estos caracte- res. El hecho de distinguir una ó dos propiedades con el único fin de impedir que no se confunda un objeto con otro, no cons- tituye una verdadera definición: » Ninguna de las definiciones que hemos señalado satisface á lo que dice Bain en su Lógica Inductiva, y que he copiado arriba. Los autores que definen las funciones trigonométricas como las relaciones de los lados de un triángulo rectángulo, alegan por causa de su proceder que es necesario no llamarles líneas á dichas funciones para que no se crea que son expresiones de MEMORIAS (1891-92).— T. V, 10 74 E primer grado en virtud de la asociación de las ideas; muy en su lugar nos parece esta observación y la aplaudiríamos siem- pre que los que la hacen fuesen consecuentes con las ideas ó principios que profesan; pero esto no es lo que sucede y se ob- servan siempre inconsecuencias palmarias, pues por un lado definen las funciones tantas veces citadas como relaciones, y por otro para estudiar sus valores correlativos recurren al círcu- lo trigonom 0, porque no encuentran otro medio que deje tanta evidencia en el espíritu como la representación geométri- ca que en todos los tiempos se ha considerado superior para las demostraciones. A mi entender y considerando las funciones de que me ocu- po como relaciones, podrían definirse el seno p. e. de la mane- ra siguiente: dado un ángulo cualquiera, su seno es la relación entre la perpendicular bajada de uno de sus lados al otro Ó á su prolongación y la distancia del vértice al punto desde el cual se bajó la perpendicular. Se comprende fácilmente de qué mane- ra se podrían definir el coseno, la tangente, etc. Definidas así las líneas trigonométricas no se restringen las definiciones y abarcan todos los casos; pero presentan un inconveniente gran- dísimo y que es la falta de concisión, no dando además ningu- na idea acerca de la naturaleza de las cantidades negativas. Las definiciones que dan de las funciones trigonométricas los autores que las consideran como líneas no son generales, puesto que en el caso del ángulo obtuso y tratándose del seno, la perpendicular no se baja ya al radio sino al diámetro que pa- sa por el otro extremo, tratándose de la tangente, y en el mis- mo caso la tangente trigonométrica no es la parte de tangente geométrica comprendida entre el extremo del arco hasta que encuentra al radio, sino al diámetro prolongado que pasa por el otro extremo. En resumen, podemos decir que los métodos se- guidos en la enseñanza de la Trigonometría y que tienen por base la definición de las funciones trigonométricas, adolecen de dos defectos que paso á enunciar: no preparan el espíritu á los métodos generales de la Geometría analítica, de esa creación 75 atrevida que ha inmortalizado 4 Descartes más que todas sus especulaciones metafísicas, de las que la Goniometría no es si- no un caso particular, y no dan ninguna idea acerca de la ver. dadera naturaleza de las cantidades negativas. Creo con el dis- tinguido matemático Mr. Hoiiel, que habría una gran ventaja colocándose en un punto de vista enteramente distinto: el de la geometría cartesiana. Paso á exponer las ideas de este eminen- te Profesor, que tomo del Journal de Mathémati ¿lémentatres. Aplicando el método de Descartes á la ce Ae toma- rá ésta una forma más simple. Ofrecería un primer ejemplo de lateaiscusión de las coordenadas de los puntos de una curva; se "podría tomar como punto de partida para la explicación de la "verdadera teoría de las cantidades negativas, y esta explicación sería más instructiva que la que dan invariablemente los Tra- tados de Álgebra, y cuyo tema constante es el famoso proble- ma de los correos. Se comenzaría, al exponer los principios, por hacer notar que la dirección de un radio móvil al derredor de un punto fijo es- tá determinada cuando se conoce el punto en que este radio cor- ta una circunferencia cualquiera, descrita del punto fijo como centro, cireunferencia en la que se puede, para mayor sencillez, suponer el radio igual á la mitad de longitud. Al mismo tiem- po que se determina esta dirección, se determina también el án- gulo que forma el radio móvil econ un semi-diámetro fijo de la circunferencia, cuya dirección se tomará por origen de los ángu- los, de la misma manera que el punto en que este semi—diáme- tro encuentre la circunferencia se llamará el origen de los arcos. Un ángulo puede definirse como el conjunto de dos rectas de direcciones diferentes é invariables la una con respecto ála otra; 6 de otra manera —y este es el punto de vista que tiende á pre- valecer en la Geometría moderna— un ángulo es el símbolo de una operación, que consiste en hacer girar un radio móvil al de- rredor de un punto, de manera que pase de una dirección dada á otra también dada. Las rotaciones expresadas por este sím- bolo son susceptibles de signos, y deben ser consideradas como 76 positivas Óó como negativas, según que el sentido de la rotación sea directo 6 retrógrado. Los mismos principios se aplican á las distancias contadas sobre ejes fijos, que son positivas ó negativas, según que se les considere como símbolos de desalojamientos rec- tilíneos efectuados en el sentido directo Ó en el retrógrado. Dos ángulos que difieran entre sí un número entero de vuel” tas, recorridas sea en el sentido directo, sea en el retrógrado' están determipados por el mismo punto de la circunferencia Basta, pues, para determinar todas las direcciones posibles en un plano, saber determinar los ángulos comprendidos entre ce- ro y 360 grados. Esto se consigue conociendo las proyecció..as del punto correspondiente de la circunferencia sobre el diáme- tro, origen de los ángulos ó eje horizontal, y sobre otro diámetro que se escoge, para mayor sencillez, perpendicular al primero, llamándose eje vertical. Para fijar cada una de estas proyeccio- nes, basta determinar su posición respectiva con relación al centro. Supongamos un punto que parte del centro y camina sobre el eje horizontal, por ejemplo, hacia el origen de los arcos. Los caminos, las partes recorridas en este sentido se sumarán, se- gún la significación aritmética de la palabra; si después de har ber recorrido una cierta parte del radio del círculo, el punto se mueve en sentido opuesto, su distancia al centro se habrá dís- minuido (en la acepción aritmética) una cantidad igual al espa- cio que recorrió el punto en el sentido opuesto; esta diminución subsistirá hasta que el punto llegue al centro. Cuando el pun- to llegue al centro y lo pase (sobre la prolongación, atrás del cen- tro, del eje origen de los ángulos), la distancia volverá á aumen- tar, pero en sentido opuesto. De aquí resulta una complicación de los diversos casos que puedan presentarse cuando se quie- ran combinar entre sí diversas posiciones de un punto, siempre que no estén situadas las dos en la dirección del origen de los arcos. Es preciso, para operar con facilidad, tener un medio de distinguir no solamente la magnitud de las distancias, sino ade más el sentido en el cual deben contarse. Se evitará esta com 17 plicación uniendo las dos nociones de magnitud y de sentido de los espacios recorridos, incorporándolas en una sola por medio de una definición más general de la adición y de la sustracción. Llamaremos adición de una distancia, la operación que con- siste en desalojar un punto móvil una cantidad igual á esta dis- tancia en un sentido convenido, hacia la derecha por ejemplo. De la misma manera llamaremos sustracción de una distancia, la operación (inversa de la anterior) que consiste en desalojar el punto móvil una cantidad igual á dicha distancia en el sentido contrario, hacia la izquierda. Según esto, siendo el origen el punto que corresponde á una distancia igual á cero, toda distan- cia a contada á la derecha del origen será 0 + a, ó simplemente +aó a; toda distancia contada á la izquierda será 0 —a, ó sim- plemente —a. Una discusión muy simple conduce á las reglas de la adición y de la sustracción de los polinomios algebraicos. La misma noción de signo se aplica á las distancias conta- das sobre el eje vertical. Expuesto lo anterior, todo punto del círculo está determi- nado por las distancias del centro á las proyecciones del punto sobre los ejes; las dos distancias deben ser de signos conocidos y una por lo menos de magnitud. En efecto, debiendo ser la suma de sus cuadrados igual á la unidad, la magnitud de una determinará la de la otra, mientras que los signos serán inde- pendientes entre sí. Estas dos distancias se llaman coordenadas del punto de la circunferencia, y se les distingue por los nom- bres de seno y coseno. La relación de las dos coordenadas está representada, por una construcción muy sencilla, por un punto de la tangente á la circunferencia trazada por el origen de los arcos, y este punto se encontrará encima ó debajo del eje horizontal, según que las dos coordenadas sean del mismo signo ó de signos contrarios. Dando un signo á la distancia de este punto al origen de los ar- cos, como se ha hecho para las distancias contadas sobre los dos ejes, y teniendo en cuenta la correlación que existe entre la po- 78 sición del punto y los signos de las coordenadas, se obtiene la regla de los signos para la división y por consecuencia para la multiplicación. Lo mismo se obtendría por la relación inversa de la tangente, la cotangente, y por las inversas del seno y del coseno, la secante y la cosecante. Estando determinada la proyección de una línea sobre un eje en magnitnd y en dirección, por el producto de la línea y el coseno que forma con la parte positiva del eje, se obtienen in- mediatamente las fórmulas que dan el seno y el coseno de la suma de dos ángulos, y, por consecuencia, todas las demás fór- mulas trigonométricas. Independientemente de las consideraciones indicadas, voy á ocuparme de otras bajo el punto de vista práctico y que en mi sentir robustecen los razonamientos del referido Mr. Hoiel. La Trigonometría no se aplica sino á la Topografía, á la Geo- desia, á la Astronomía y á la Navegación. Estas ciencias nos ofrecen sus aplicaciones más importantes, y en todas ellas las operaciones se reducen, en último análisis, á la resolución de triángnlos, sea rectilíneos, sea esféricos. En efecto, los proce- dimientos de la Topografía, cualesquiera que sean log medios de que se valen, todos tienen por objeto determinar la posición relativa de ciertos puntos y sus distancias respectivas, lo que se consigue ligándolos por figuras geométricas que se resuelven por medio de triángulos. La posición de un punto en un plano se determina por medio de dos coordenadas, sea cual fuere el sistema que se emplee, y el último fin de la Topografía es el co- nocimiento de las coordenadas de los puntos del terreno. Los problemas á que dan lugar la Astronomía, la Geodesia y la Navegación, tienen por objeto conocer la posición de pun- tos colocados en la esfera celeste y en las superficies de la tie- rra Ó del mar con respecto á ciertos planos coordenados. Pro- piamente hablando, en Astronomía no se determinan posiciones, puesto que sólo se conocen dos coordenadas, y la Geometría nos enseña que la posición de un punto en el espacio se fija por me- dio de tres magnitudes referidas á tres planos fundamentales; 79 lo que en realidad se conoce en Astronomía, no es la posición del punto, sino su proyección sobre la esfera celeste; y como en esta ciencia por regla general sólo se consideran las direcciones, por eso no se toma en cuenta la tercera coordenada. Todo se reduce, pues, en las aplicaciones de la Trigonome- tría, á determinación de coordenadas, y aparte de las razones expuestas en cuanto al desarrollo del espíritu y á la parte prác- tica, añadiré para justificar el empleo del método cartesiano en la enseñanza de la Trigonometría, la sencillez y elegancia con que se obtienen todas las fórmulas. Voy á sacar solamente las de la Trigonometría Esférica, pa- ra que se vean palpables las ventajas de los métodos de la Geo- metría Analítica. Sean dossistemas (Figura 1). deejesrectangulares Ox, Oz; Ox', Oz! (Ag. 1), que forman un án- gulo igual á c; consi- deremos un punto M situado en el plano de los ejes y designemos la distancia OM por la unidad. Por la inspección de la figura se tiene: v=w'+c, Las coor- denadas del punto M con respecto á los dos sistemas de ejes, sin ninguna restricción de magnitud ni de signo, son: I=C0S Y, x'=c0s v!, I=5SCN Y, 2/=sen v, De aquí se deduce r=x! cos c—2! sen e (1) £=x' sen c+y2'! cos e 30 (Figura 2), Consideremos ahora un eje de las y perpendicular al pla- no en que hemos con- siderado el punto M, y cortemos todo el sistema por una esfe- ra que tenga su cen- tro en O y de radio igual á la unidad, Siendo B (fig. 2) elángulo exterior del triángulo ABC, las coordenadas del punto C, son: x=sen a cos B, x2'=sen bd cos A, y=sen a sen B, y'=sen b sen A, 2F5C0S QU 2/=008 d, Si substituimos B por 1802—B,, A y B, son los ángulos del triángulo esférico, substituyendo ahora en las fórmulas (1), que son las que sirven para pasar de un sistema de ejes rectangu- lares á otro de ejes rectangulares también y del mismo origen, y atendiendo á que y=J', tendremos: sen a cos B,=c0s b sen c—sen b cos c cos A (15 sen a sen B,=sen b sen Á (2) cos a=c08 bl cos c+sen b sen e cos A (3) Por permutaciones de letras se deducen della (1') cinco ecua- ciones de la misma forma y dos de cada una de las (2) y (3). Estas relaciones son generales en cuanto á los signos y á los valores de los ángulos; no son diferentes, pues elevándolas al cuadrado y sumando término á término, se obtiene esta iden- tidad 1=1, 8l De estas fórmulas, que son las tres fundamentales de la Tri- gonometría esférica y que segun hemos visto expresan una sen- cilla transformación de coordenadas, se deducen todas las de- más, inclusas las de Delambre y Napier, por sencillas transfor- maciones algebraicas. Paso ahora á ocuparme de la segunda parte de mi trabajo, que se refiere á los cálculos numéricos. Esta cuestión está ín- timamente ligada con la Trigonometría, y á pesar de su impor- tancia ni una sola línea le consagran los autores de dicha parte de las Matemáticas. Todo lo que se relaciona á la práctica de los cálculos numé- ricos, se descuida por completo en la enseñanza de la Trigono- metría; los Tratados enseñan la manera de construir una tabla de logaritmos y su manejo, pero nada advierten acerca del nú- mero de cifras con que debe calcularse. Siempre explican el uso de las Tablas de siete cifras, y los ejemplos que ponen los cal- culan con ellas. Al poner en las manos novicias de los alumnos las Tablas grandes de logaritmos, que sólo deben manejar los prácticos en el arte de los cálculos, y que bajo el punto de vis- ta teórico enseñan lo mismo que las de tres Ó cuatro cifras, se comete un mal grave y no se hace otra cosa sino retardar sus progresos en este arte. Al mismo tiempo se contribuye de una manera inconsciente á que adquieran ideas falsas, dejándoles suponer que una aproximación de un diezmillonésimo del va- lor del resultado corresponde á los casos ordinarios de la prác- tica, y así se ven alumnos que no manifiestan ninguna sorpre- sa cuando se les pide que calculen el diámetro de la tierra con un centímetro de error. ¿Semejantes ejercicios, consecuencia lógica é inevitable del empleo de las Tablas de siete cifras, son propios para iniciar á los jóvenes á la solución de las cuestiones prácticas como se pretende? MEMORIAS (1891-92).—T. Y, 11 82 Este vicio capital del método se extiende á todo lo que se relaciona con la enseñanza de los cálculos numéricos. Creemos que en lugar de exigir á los alumnos que pasen las horas toman- do logaritmos de siete cifras, engolfándose con raudales de nú- meros, sería mil veces mejor mostrarles que el arte de calcular, lejos de ser una rutina ciega que entorpezca el desarrollo de las fácultades, suministra, al contrario, ocasiones continuas al cal- culador de desarrollar los recursos de su espíritu de inventiva, ofreciéndole casos tan variados como interesantes, que dan lu- gar al empleo de procedimientos más Ó menos exactos, más ó menos expeditos. Pero lejos de hacer esto, aun en los Tratados más en boga, no se encuentra una sola palabra para advertir á los alumnos que se pierde el tiempo tomando con siete cifras el logaritmo de un número gue se conoce con un centésimo ó un milésimo de aproximación. No se necesita mucho reflexionar para convencerse de lo absurdo de semejantes prácticas, En libros en que se descuida cuestión tan fundamental pa- ra la práctica, no hay que asombrarse de que no hagan una so- la indicación sobre la manera de calcular, por medio de las di- ferencias tabulares, el límite superior del error del resultado, ya para la apreciación de la exactitud del valor obtenido, ya pa- ra comparar las ventajas respectivas de los diversos métodos que pueden emplearse para un mismo cálculo. Ocupémonos ahora de lo que en Trigonometría llaman los autores hacer una fórmula calculable por logaritmos y que se liga con la cuestión que nos ocupa. Los procedimientos que se in- dican en dichos Tratados son tan arbitrarios, que cuando el alumno se encuentra en presencia de una expresión que no ha visto en ellos, se queda perplejo y no halla cómo proceder. Di- chos procedimientos consisten en sumar ó restar la unidad, en substituir, despejar, etc.; pero esto sin dar una regla general; todo se reduce á transformaciones algebraicas y á saber de me- moria ciertas fórmulas, y esto no siempre se puede retener fá- cilmente. Hay ciertas tendencias comunes á todos los espíritus como la de generalizar, y el grado es lo que constituye la dife- 83 rencia; esto pasa en las fórmulas calculables por logaritmos co- mo en muchas otras cosas, hay autores'que manifiestan un ape- go irresistible á ellas; seguramente consideran esto como una virtud, pero una virtud llevada hasta el puritanismo, puesto que á costa de más trabajo y de lo que sea, transforman las fórmu- las en expresiones monomias. Obras hay de aplicaciones de las Matemáticas en donde las fórmulas so reducen á monomias por laboriosa que sea la transformación, viéndose además manifies- to el aumento de trabajo. Nosotros no caemos en el otro extre- mo que es igualmente vicioso; no aceptamos que toda expresión forzosamente se haga calculable por logaritmos, pero tampoco negamos que hay numerosos casos en que realmente es yenta- Joso hacerlo. Vamos á mostrar con ejemplos que las fórmulas reducidas á expresiones monomias no son en general más fácil- mente calculables, y que en la mayor parte de los casos la sen- cillez aparente de los valores á que se llega no es más que una ilusión de óptica. Nadie negará que buscar un logaritmo en las Tablas trigo- nométricas, por perfeccionadas que estén, exige más tiempo y atención que buscarlo en las Tablas de los logaritmos de los nú- meros: la práctica más corta basta para apreciar la diferencia. La substitución de las tablas trigonométricas á las de los nú- meros, no será ventajosa sino en el caso en que se disminuya notablemente el número de lecturas. Ahora bien, en la mayor parte de los casos sucede precisamente lo contrario. Conside- remos, por ejemplo, las fórmulas para la resolución de un trián- gulo esférico en que se conocen dos lados a, b y el ángulo com- prendido C; estas fórmulas tales como las da la Trigonometría, sin transformarlas, son las siguientes: cot a sen b—cot A sen C=cos b cos €, (4)< cot b sen a—cot B sen C=cos a cos €, cos a cos b+sen a sen b cos C=cos e 84 las llamadas caleulables por logaritmos que se deducen son estas: sen p tg C AA dos C, tg A al (b)<, tan $=1g b cos C, tg BS cos cosacos (bp) _ cosb cos (ay) cos y cos Y El empleo de las fórmulas (b) exige diez y seis lecturas pa- ra obtener sucesivamente: log cos €, log tg a, . E, sen e, log tg 0, Y, sen Y, log tg C; log sen (b—g), A, log sen (a—y'), B, log cos a, log cos (b—¿), log cos e, ó bien 1. cos d, log cos (aA—4), log cos y, más dos sustracciones de ángulos para obtener b—g y a—4. Las fórmulas (4) puestas bajo la forma cos c=co0s a cos b (1-+tg a tg b cos C), cos b e - O (6) col A pal cos C), col B == 001 0 C), su cálculo no exige más que quince lecturas, de las cuales seis deben hacerse en la Tabla de los números para obtener: log cos a, log tg a, log cos b, log tg db, log cos C, log sen C, : D n= e 080, Ni = q 0008 C, N= tg a tg b cos C tg b log (1—N), log (1—N"), log (14+N"), A, B, C, y ninguna sustracción de ángulos. 85 No ponemos el cuadro de los cálculos, porque para el obje- to que nos proponemos bastan las consideraciones indicadas. De lo expuesto se deduce que el uso directo de las fórmulas fundamentales de la Trigonometría Esférica es de todos los pro- cedimientos de cálculo el más expedito, yes una pura ilusión creer que se simplifican las operaciones transformando las fór- mulas en expresiones monomias, sea por medio de ángulos au- xiliares, sea por medio de fórmulas que se presten por sí mis- mas á esta transformación. Conviene, pues, como dice Mr. Hoiúel, rayar de los libros de enseñanza esta locución, tan mal elegida, como el método que sirve para designarla: « Hacer una fórmula calculable por logaritmos. » La crítica es justificada y el aumento de trabajo que dan las expresiones monomias, como lo hemos probado, depende á mi entender de los procedimientos seguidos para transformarlas. Convenimos en que hay casos en que el empleo de los ángulos au- xiliares simplifica los cálculos, pero no por esto deben emplearse sin discernimiento. Serret, que es á no dudar el mejor autor de Trigonometría, trae en su obra un ejemplo numérico de la reso- lución del triángulo esférico cuando se dan dos lados y el ángu- lo comprendido, haciendo uso de los ángulos auxiliares; Hoúel en el Journal de Mathématiques ya citado desarrolla, el mismo ejemplo sin ángulos auxiliares, y la verdad es que 59 OREA es enorme. El empleo de las analogías de Neper ó de las fórmulas de Delambre y Gauss no es conveniente, porque además de aumen- tar el número de lecturas, exige un gran número de sumas y restas de ángulos. El método que se sigue en todas las Trigo- nometrías para hacer caleulable una fórmula por logaritmos de- be modificarse por otro que esté fundado. en consideraciones racionales; vamos á indicar cómo debía exponerse en nuestro concepto un capítulo intitulado: «Introducción de los ángulos auxiliares en las fórmulas de la Trigonometría esférica. » Puesto que casi todas las fórmulas de esta parte de las Ma- temáticas constan de dos términos y no son adaptables por lo 86 mismo al cálculo logarítmico, deben reducirse áexpresiones mo- nomias mediante la introducción de ángulos auxiliares. Esto se consigue de la manera siguiente: dos magnitudes reales cualesquiera, x é y, positivas Ó negativas, se pueden ha- cer siempre proporcionales al seno y al coseno de un ángulo, esto es: x=m sen M, y=m cos M, de aquí se deduce yM= MY P4y quedando expresadas por tanto M y m por cantidades reales, Ahora bien, todas las fórmulas polinomias de la Trigonome- tría esférica contienen en cada uno de sus dos términos el seno Ó el coseno de un mismo ángulo. Los factores restantes en am- bos términos pueden hacerse respectivamente proporcionales al seno y al coseno de un ángulo, con lo cual, aplicando la fór- mula del seno ó coseno de un binomio, se obtendrá una expre- sión fácilmente calculable por logaritmos, Supongamos, por ejemplo, que se trate de determinar la dis-* tancia zenital de un astro en un momento dado, conociendo la latitud del observador y, la declinación del astro ¿ y su ángulo horario h; el triángulo esférico astronómico da: cos ¿=sen y sen ¿+cos e cos 0 cos h haciendo sen ¿=m sen M y cos 0 cos h=m cos M se tiene cos ¿=m cos (M—«g) substituyendo por m su valor 87 cos e == "y 00s (M2) el valor del ángulo auxiliar M se deduce de n _ to A cos h Si se tienen Tablas para los logaritmos llamados de Gauss, por medio de las cuales se encuentra el logaritmo de la suma ó diferencia de dos números, conocidos los logaritmos de los mis- mos números, se pueden calcular las tres fórmulas que hemos designado por (1"), (2) y (3) con más comodidad bajo la for- ma primitiva y sin introducir ángulos auxiliares. Dichas Tablas las hay calculadas por Hoiel con cinco cifras y por Zech con siete. Los cálculos trigonométricos se hacen generalmente por me- dio de logaritmos y por consiguiente los resultados que se ob- tienen están afectados de dos causas de error enteramente dis- tintas, dependiendo una de la inexactitud consiguiente al modo de calcular las Tablas logarítmicas, y la otra de los errores á que estén sujetos los datos de la cuestión. Por la elección de Ta- blas convenientes se puede siempre hacer que el error debido á la primera causa desaparezca ante el que proviene de la se- gunda. De modo que en todo cálculo los errores procedentes de la aproximación limitada de los logaritmos, deben ser de un or- den inferior á los que provienen de la aproximación de los da- tos. Las principales Tablas de logaritmos son de cinco ó de siete decimales: estas últimas son más que suficientes; en la mayor parte de los casos bastan seis á lo más; cinco decimales bastan ordinariamente y no deben tomarse nunca más de tres Ó cuatro para calcular los términos de corrección. Es una cuestión de alto interés no escribir más cifras de las necesarias; así se abreyian los cálculos y se observa también una cosa muy importante: las probabilidades de error dismi- nuyen. 88 La consideración de las diferencias tabulares de los logarit- mos da inmediatamente la medida ó el grado de precisión con que se ha calculado un ángulo. Supongamos Tablas de siete ci- fras. Cuando se calcula el ángulo por su tangente, el caso más desfavorable que puede presentarse es el de ángulos próximos á 450, Siendo 421 la diferencia por 10”, un error de una uni- dad del último orden en el logaritmo corresponde á un error de 104 421 = 0.024 en el ángulo. Este error es de 0.05 sí el ángulo está determi- nado por su seno Ó su coseno. Aumenta con la magnitud del ángulo si éste está determinado por su seno y llega á 1” para ángulos de 86 á 879; por el contrario es muy pequeño para án- gulos que varían entre los primeros 5 grados. El logaritmo de un seno con 7 decimales determina un ángulo de 19 con 0.001 de error. Siempre que se pueda determinar un ángulo por su tangen- te, debe hacerse puesto que hay ventaja bajo el punto de vista de la precisión; pero es preciso no proscribir por esto el uso de los senos ó de los cosenos cuando simplifiquen los cálculos. Importa en extremo darse cuenta de antemano de la preci- sión de los datos y del resultado, y por consecuencia del núme- ro de cifras ó más bien de decimales que es preciso conservar. Es imposible dar reglas fijas sobre este particular, pues las fór- mulas que se empleen, la exactitud de las observaciones que depende de los instrumentos empleados y de las condiciones en que se encuentra el observador y otras circunstancias, contri- buyen á determinar el número de decimales con que debe cal- cularse. Así, por ejemplo, un ángulo de 19 queda determinado con 1” de aproximación por su seno ó su tangente, no usando más que 4 decimales; un ángulo de cerca de 900 determinado por su seno y usando siete cifras se obtiene con un error con- siderable que puede llegar hasta el infinito; haciendo uso del 89 coseno sucede lo inverso que con el seno: ángulos pequeños quedan mal determinados y ángulos de cerca de 900 muy bien. Bien se comprende por estas observaciones que influye mucho la naturaleza de la fórmula, independientemente de la aproxi- mación de las cantidades conocidas, para determinar el núme- ro de decimales necesarias en un cálculo. Con cinco decimales, calculando por la tangente, el error no pasa de 2.5 en un ángulo cualquiera. Cuando un logaritmo resulta de la adición de otros, es pre- ciso fijarse en que cada una de las partes de la suma puede te- ner un error igual á una cantidad que difiera poco de una uni- dad de la última decimal. Todo logaritmo tomado en las Tablas está sujeto á un cier- to error máximo que puede duplicarse en los logaritmos toma- dos por interpolación y alcanzar á ser poco más ó menos de una unidad del último orden decimal, si, por caso fortuito, todos los logaritmos de una suma se encontrasen con un mismo error y en el mismo sentido, el error de una suma ó diferencia en don- de intervengan cuatro logaritmos, se aproximará á ocho yeces el que hemos indicado Ó sea poco más Ó menos 20” para un án- gulo de 450, calculado por su tangente, con logaritmos de cin- co cifras decimales. Hemos visto que es preciso dar una gran importancia á no introducir en los cálculos, decimales inútiles. El simple buen sentido á falta de consideraciones matemáticas, basta á menu- do para guiar al calculador. Supongamos para fijar las ideas, que se quiera calcular el ángulo A por la fórmula ple] 21 43m (S—b) sen (S—c) 2 sen b sen c siendo 2 S=4+4+0b-+c. Si la observación ha dado el ángulo a, que entra en esta fórmula por estar ligado á S, con una aproxima- ción de 10”, resulta que S y por consecuencia S—b y S—=c es- tán aproximados á 5”. Es preciso, pues, no tratar de obtener á MEMORIAS (1891-92), —T. V, 12 90 A con más de 10 de aproximación y así se mantendrá uno en los verdaderos límites. Si los cálculos se ejecutan para obtener con la aproximación de 1“ ó 2 3.4, es decir con cinco decima- les, deberá variarse el método según las circunstancias. Insistimos mucho en la naturaleza de la fórmula por ser de la más alta importancia para la consideración del número de ci- fras con que deben ejecutarse las operaciones. Si en el caso que nos ocupa Á es mayor que 900, hay ven- taja en substituir á la fórmula anterior su equivalente 21 sen S sen (S—a) coi == ( 2 2 sen b sen Tal como hemos estudiado la aproximación que se obtiene calculando con cinco ó siete cifras y con las diferentes funcio- nes trigonométricas, partiendo de la simple consideración de las diferencias tabulares, creemos que debían exponerla los auto- res de Trigonometría. En general puede determinarse la aproximación que se ob- tiene calculando con varias cifras decimales y usando las dife- rentes funciones trigonométricas, aplicando el procedimiento universal que se sigue en estos casos y que consiste en diferen- ciar la función que se emplea. Vamos á aplicar el cálculo dife- rencial á la cuestión que venimos estudiando, para que se vea la concordancia que debe haber entre uno y otro resultado. Si designamos por Az una variación angular muy pequeña, diferenciando logarítmicamente la expresión sen x tang x= —_—_— COS x se tiene 2Az% log tang 1) = —=—. A (109 92) sen 2% Es costumbre expresar las variaciones de los ángulos en se- gundos, y como la unidad con que se mide la tangente es el ra- 91 dio, deberemos expresar también en partes del radio la varia- ción Ax, dividiéndola al efeeto por 206265. Además, aquí están implícitos los logaritmos naturales é hiperbólicos, y para con- vertirlos en los de Briggs, es necesario multiplicar por el mó- dulo 0.4342945=M. Finalmente, si se quiere expresar á A (log tang x) en unida- des del último orden decimal de los logaritmos que se emplean, y estos tienen siete cifras decimales, deberá multiplicarse la ex- presión por la unidad seguida de siete ceros. Así se obtiene 2 M : 2 2H. _A* r00000=-Y1- a gn A (log tang 1) = sen2a"' 206265 sen 27 ó bien despejando á A 4” sen 2 x 42.1 ATV A (log tang xz) haciendo A (log tang 2) = 1" resulta para error en el ángulo determinado por la tangente A x'"=0."024 sen 2% con siete decimales nunca pasará el error de esta cantidad, y como sen 2 x cuando más es igual á 1, el error máximo llegará á 0.024, en el caso en que =450, que es el más desfavorable como ya vimos, el error es cien veces menor, usando logaritmos de cinco cifras, y entonces los ángulos buscados por medio de la tang. podrán tener á lo sumo un error de 2."4. - Pero si determinamos el ángulo por el seno ó el coseno, se obtendrá en la fórmula correspondiente á A (log sen x)0 A (log cos 2), 92 en vez del factor sen 2 x, el factor tg x ó cot x, que puede tener todos los valores, incluso el infinito. Se ve, pues, que pequeños errores en los logaritmos de los senos Ó de los cosenos de un ángulo, pueden originarlos muy grandes en el ángulo buscado por su intermedio, y por tanto, siempre que sea posible debe buscarse un ángulo por su tangente. Basta comparar los resul- tados que acabamos de obtener con los ya indicados al ocupar- nos de las diferencias tabulares, para notar su identidad. Sería muy conveniente hacer un estudio de las prácticas de Topografía que hacen los alumnos de la Escuela de Ingenieros, á fin de precisar el número de cifras respectivas para ejecutar los diferentes cálculos, pues yo creo que se trabaja mucho por no saber á qué atenerse. A fin de que cada alumno pudiese hacer este trabajo, es in- dispensable que en el curso de Topografía se den nociones acer- ca del error medio, para así saber con qué error se tiene la base medida y poder determinar el número de cifras con que debe calcularse. Por no alargar más este trabajo, no me ocupo de ha- cer un estudio de la práctica á que concurrí. Un estudio de esta naturaleza presenta sus dificultades porque la cuestión es com- plexa, y hay necesidad de tener en cuenta simultáneamente magnitudes angulares y lineales. La cuestión tal como la hemos estudiado es bien sencilla, considerando de la misma manera, es decir, aisladamente las líneas, no presenta ninguna dificul- tad el estudio; pero interviniendo á la vez líneas y ángulos, el problema se complica. Por la simple inspección del cuaderno de cálculos se podría notar que trabajé sin necesidad en algu- nos casos, empleando logaritmos de siete cifras decimales. No ereo que por esto vaya á suponerse que me contento con un 4 peu pres; estoy en la creencia de que el rigor en una ciencia de observación es muy diferente del rigor matemático. En el in- terés mismo de los resultados está el evitar en los cálculos la introducción de decimales inútiles, la probabilidad de error cre- ce con el número de cifras empleadas y el tiempo necesario pa- ra el cálculo crece casi como el cuadrado de este número. Así 93 como se adquieren malos hábitos al observar y al enseñarse á eseribir, se adquieren también en la práctica de los cálculos, cuando los principios que les sirven de base se desconocen ó no se enseñan á su debido tiempo; á pesar de que tenía yo el con- vencimiento de que era inútil calcular parte de la triangulación con siete cifras, lo hice así. Para determinar tiempo en Astro- nomía (hablo de los Observatorios ), se toman por ejemplo dis- tancias cenitales de una estrella con un altazimut que da 1”; este tiempo se calcula con siete cifras; en nuestras triangula- ciones se usan teodolitos de 20 y se toman los ángulos cuatro veces; la aproximación es claro que no llega 4.1”, y sin embar- go, calculamos con siete cifras; fácilmente se ve de lo dicho cuán importante es que los principios fundamentales de toda ciencia - se adquieran con solidez. En los grandes trabajos astronómicos que se llevan á cabo en los Observatorios y para calcular, se prefieren muchas veces los desarrollos en serie á las fórmulas rigurosas que deben em- plearse, encontrándose así una mayor exactitud práctica sacri- ficando el rigor geométrico. . Es fácil adquirir la costumbre de calcular con tal que se ob- serven los principios de la división del trabajo, que la Economía Política ha suministrado á la Fisiología y álas Matemáticas. En primer lugar deben escribirse los datos de la cuestión, ponien- do en seguida las fórmulas que deben emplearse; luego se for- man los esqueletos de los cálculos para no tener después que hacer más que tomar los logaritmos y hacer sumas. - Es necesario que se haga uso de los complementos aritmé- ticos para convertir las restas en sumas, pues esto abrevia el trabajo. Por complemento aritmético de un logaritmo se entien- de lo quele falta para formar diez unidades; en otros términos, es el resultado que se obtiene restando el logaritmo de diez. De- be atenderse siempre á esta regla general: para restar una suma de logaritmos de otra, tómense los complementos aritméticos de los logaritmos por sustraer y súmense con los logaritmos mi- nuendos, quitando á la característica del resultado tantas veces diez como complementos se han sumado. 94 Para terminar pongo á continuación lo que dice Liagre en su obra de Cálculo de Probabilidades y Teoría de los Errores acerca de la práctica de los cálculos. Un punto muy importante para el calculador que quiera ope- rar pronto y con exactitud suficiente, es el de elegir una Tabla de logaritmos conveniente; entiendo por esto que no contenga más decimales de las precisas; pues las Tablas voluminosas son difíciles de manejar. Encke, que se puede citar como uno de los calculadores más hábiles y más experimentados de nuestra épo- ca, dice sobre este particular: «Las duraciones de un mismo cálculo hecho con Tablas de siete, seis Ó cinco decimales, son como los números 3, 2 y 1.» Cuando se tienen los ángulos con un minuto de aproxima- ción, y las longitudes á == las Tablas de cuatro decimales son suficientes. Deben usarse las de cinco, si se quieren tener los ángulos exactos con 5”, y las longitudes con la aproxima- ción de — 6 decimales, dan seguramente el medio segun- do, y siete decimales el vigésimo. Un buen calculador debe co- nocer bien este punto. Cuando se haya penetrado de él suficien- temente, distinguirá con tacto lo que es esencial de lo que no es; lo que es indispensable al rigor del resultado y lo que no con- duciría más que á una exactitud aparente é ilusoria. El orden, la división del trabajo, facilitan singularmente los cálculos más complicados. Los caleuladores exactos pueden en. general trabajar durante largo tiempo sin fatiga, porque intro- ducen en la marcha de su trabajo una regularidad por decirlo así mecánica. Debe evitarse el hacer operaciones de memoria, á menos que se tenga para ellas una aptitud particular. En general será más conveniente, y por consecuencia más corto, escribir todos los cálculos que tengan que hacerse. Hay que procurarse medios frecuentes de verificación, so- bre todo en los principios de un cálculo largo: entonces es cuan- do los errores son más comunes y más peligrosos. 95 z En fin, deben hacerse de una sola vez cada género de ope- raciones. Así se consagran varias horas, si es preciso, á formar el canevá de los cálculos numéricos; después se toman todos los logaritmos; una vez que se ha empezado á calcular, hay que efec- tuar todos los cálculos (ordinariamente no son más que adicio- nes y sustracciones ), para abrir de nuevo las Tablas y buscar los números correspondientes á los lógaritmos calculados. México, Agosto 28 de 1891. 'n -'egrisoc los daámeros M2 - Deriziairads suo + vs, QU pe ¿aa ee a AS ESENA la arab de e AS Ea CNA pise sei E dae Ie Pei olrdoros ás doy bs ¿ELT ARS ri 5d Al Aris is yarsla>. Ar eursritca de el ei II NS pasto Prod: $e ADO: depilar Qurado so hip dad ai, y laa ¡opesiialiga á- Ys 20 ene tintes: be: $ o da de Mo ceS. e y A Dt oR pas PAR Go ES pe Mea dede EOS 3 5 pee de, oe, ¿RS | nsleneahd ae, acabe DY bo Grao a e etc lr; Us Risto es dd En Dd o is E leer hrs per cli O de Ub ms dá A se AS cl edi! id y da pp al izo, Bu drid Aba «iaa siagrierpuéada pai pu zoo dad . 5 y Expañor y cd PS dera ro JAJA gn Rad pe a: PAR. Pe. ' ñ II bara O REINA de UI, fans AOS AS vi «ad va: Semen q posta! 158 os DE sepas oe. 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Dominar. 2? Atemorizar. 3 Inspirar repugnancia. 4% Huir. 5% Ocultarse. Pero el medio más común que comprende á casi todos y que difícilmente podría descubrirse á primera vista es: ENGAÑAR. MEMORIAS (1891-92), —T. V, 13 98 Los naturalistas modernos conceden gran importancia al estu- dio del mimetismo y de la semejanza protectora, particularida- des curiosas en que deben fijarse así el zoólogo como el filósofo - y el moralista, quienes encontrarán en los animales un remedo ó quizá el origen del gran defecto humano que se llama amor de las apariencias. Un débil é indefenso lepidóptero nocturno (Trichura ribbei de Centro América) que presenta el aspecto de una avispa bien armada para el ataque y la defensa y que huye con rapidez cuan- do se ve perseguida; un insecto incapaz de desplegar sus alas en el día y cuya vida de poca duración aumentada mil veces no le bastaría para contar el asombroso número de sus enemigos; un heterocero, decimos, que no puede atacar ni defenderse, re- produce las formas de un articulado vigoroso, copia á la mane- ra de un dibujante novicio los detalles de su estructura, hasta se encuentra provisto de un apéndice caudal enteramente ex- traño á los mariposas normales, y por este medio consigue per- pebuar su especie, debiendo su existencia al engaño, á la más inocente y útil impostura. Los ejemplos de este género son incontables y se necesita- rían volúmenes para señalar los casos en que una especie, con el objeto de defenderse ú ocultarse de sus enemigos, posee los colores del medio en que vive, Ó reproduce la forma de los ob- jetos que le rodean, ó imita con más ó menos perfección los mo- vimientos, las formas, las costumbres de otros animales. Las variedades de mimetismo y semejanza protectora pueden cla- sificarse en dos grupos: 1% Mimetismo propiamente dicho. Semejanza aparente y notable, anatómica, fisiológica ó etológica entre animales de gé- neros, familias, ú otros grupos superiores distintos. 2 Semejanza protectora cón objetos inanimados: a. Semejanza de colores. b. Semejanza de formas. La estructura, las funciones, las costumbres y los colores son los caracteres que por vía de selección se modifican en pro- 99 vecho de las especies y en perjuicio inmediato de sus enemi- gos: hay otros caracteres de este orden pero secundarios y de tan poca importancia, que no creemos indispensable tomarles en consideración. Ahora bien, el mimetismo del segundo grupo más particu- larmente, tiene por objeto hacer poco visibles las presas á los ojos de sus enemigos: un animal x vive en las hojas verdes de las plantas y es verde, por lo que otro animal x' que con aquel se nutre difícilmente lo distingue, cosa que no sería de este mo- do si el animal x fuera rojo, amarillo ó de otro color distinto del que presenta el medio que le rodea. Lo mismo sucede con el mimetismo de formas: ciertas larvas de lepidópteros se ase- mejan de tal modo á una ramita, al excremento de las aves, que se necesita la mirada experta de un colector de profesión para poder descubrirlas. ¿La semejanza protectora con objetos inanimados alcanza el último grado de perfección cuando los colores son absoluta- mente iguales en el modelo y en el ser que le copia, y las for- mas no difieren ni un ápice, ni un punto? Así se cree general. mente y esta creencia es errónea, contraria no á las hipótesis sino á los hechos. La perfección ideal de la semejanza protectora debe cono- cerse en los siguientes caracteres dominantes: 1% Generalidad: que un ser dotado de movimiento pueda desalojarse, cambiar de lugar si es posible cada segundo, colo- carse en condiciones totalmente distintas y no perder nada de sus ventajas miméticas. — Las larvas verdes del Attacus, desde el momento que se colocan sobre un fondo que no sea verde, el terreno, las ramas adultas de Ligustrum, etc., quedan expues- tos á las miradas de los más miopes de sus enemigos. 2% Continuidad: que esta semejanza protectora seaindepen- diente de la edad, el estado fisiológico, la estación, las condicio- nes actinométricas, termométricas, en general las mesológicas y las biológicas. Este carácter no se observa, por ejemplo, en ciertos vertebrados jóvenes, hembras ó machos, que en su ju- 100 ventud no tienen los colores protectores de los individuos adul- tos. Esta perfección ideal se consigue casi aparentando no tener forma ni color. Decimos aparentando porque lo mismo en este que en otros hechos biológicos, el oropel de la apariencia cubre las miserias é imperfecciones de la realidad; decimos no tener forma ni color, como se verá más adelante, de una manera me- ramente relativa y no absoluta. En las regiones cálidas de México viven mariposas diurnas que han conseguido en parte las ventajas de esta semejanza protectora general. Pertenecen al grupo de los Heliconidos de Lacordaire y en su mayor parte llevan el antiguo nombre ge- nérico de Ithomia. He aquí las principales especies que señala la Biologia Centrali-Americana (Lepidoptera Rhopalocera, por God- man y Salvin), y que tienen las alas más ó menos transparen- tes: Scada xanthina, Kirby.—Centro-— América. Dircena Klugi, Doubl. € Hew.— Atoyac, Oaxaca. Epithomia callipero, ( Bates).— Panamá. Leucothyris victorina, Butl. € Druce.—Oaxaca, Putla. L. zea, (Hew.) —México. Episcada salvinia, (Bates).—Jalapa, Oaxaca. Pteronymia (Ithomia) cotylto, (Guér.).—Oaxaca, Córdoba. P. artena, (Hew.).—Jalapa. P. rufocincta, (Salv.).— Oaxaca, Putla. Tthomia patilla, (Hew.).—Oaxaca, Córdoba, Veracruz. I. leila, Hew.—Jalapa. Hymenitis oto, Hew.— Córdoba, Oaxaca. H. nero, (Hew.).— Córdoba. H. morgane, Greyer.—UOaxaca. H. anetta, (Guér.)— México. Estos y otros lepidópteros, algunas Macroglossa, las Sesia, presentan particularidades miméticas de bastante interés. Nos ocuparemos solamente en las Ithomia, mariposas que, como puede verse en la figura adjunta, tienen alas alargadas, trans- 101 ». parentes en toda su superficie, excepto en los bordes y en las nervaduras, el cuerpo reducido á dimensiones mínimas que no pueden ser ya menores proporcionalmente á la longitud de los órganos del vuelo. No hay aquí los colores brillantísimos de la mayoría de los Ropaloceros, sus formas caprichosas, su as- pecto agradable y elegante: una gruesa línea negra central co- rrespondiente al cuerpo y varias líneas delgadas radiales tam- bién negras correspondientes á las nervaduras y á los bordes de las alas y nada más; el resto, transparente como el vidrio. Tomad una de estas mariposas, colocadla sobre un objeto cual- quiera, alejaos algunos pasos y no vereis nada: si acaso, cuan- do el fondo es muy claro y está bien iluminado, unas líneas ne- gras que al volar el insecto se desalojan lentamente y no dan ni la más vaga idea de un ser vivo.— Otros lepidópteros de alas normales colocados junto á una especie de Zthomia, en condicio- nes absolutamente idénticas, se ven con la mayor claridad; y si el fondo es el mismo, más claramente, á medida que sus colo- res dominantes son de los más luminosos ó contrastan entre sí de un modo más perfecto. Las aves lepidopterófilas, los enemi- gos de estos curiosos insectos no les distinguen sino á una dis- tancia tan pequeña, que sus víctimas pueden huir con probabi- lidades de escapar ó pierden la vida; pero proporcionalmente á otros Ropaloceros coloridos, con mucha menos frecuencia. La semejanza protectora es en este caso casi perfecta, y si las ner- vaduras fueran transparentes, llegaría al grado ideal de que he- mos hablado: en efecto, los caracteres predominantes de un mi- metismo casi absoluto se presentan indudablemente: las Zthomia pueden desalojarse, cambiar delugar cuanto quieran, sin que por una modificación profunda del medio pierdan nada de sus ven- tajas miméticas. Lo mismo se transparenta á través de sus alas el verde de las hojas, que el tinte del suelo y de las cortezas, los detalles de forma de una roca, que las particularidades mor- fológicas de las plantas. Y este mimetismo, en el individuo al estado perfecto, no varía con la edad, el estado fisiológico, las condiciones físicas y biológicas.— La forma, para un objeto que + 102 no distinguen los ojos á cierta distancia, precisamente porque esa forma no tiene las cualidades organolépticas suficientes, re- lativamente no existe, y el color de un ser transparente que se deja atravesar por la luz sin modificarla, igualmente no existe. Pero si examinamos las alas de una Zthomia con el micros- copio, veremos que además de las membranas incoloras hay en ellas un buen número de pelos negruzcos y algunas otras esca- mas de colores opacos: ni unos ni otras bastan para producir opacidad de las alas, debido esto á sus pequeñas dimensiones ó á su poca abundancia. ¿Qué causa primaria ha producido esta modificación intere- sante de los órganos del vuelo? Ya suponemos que la selección ha tomado una parte activa en la producción de este fenómeno, pero como causa secundaria simplemente. Hay lepidópteros de distinto género ó familia, más ó menos afines Ó desemejantes y que tienen una parte de sus alas trans- parente: los Macroglossa de cierto grupo, buen número de Sesia- nos, algunas Falenas, etc. Hasta unos heteroceros de Centro - América (Dioptis candelaria, Phanoptis vitrina ) imitan con per- fección la transparencia y otros caracteres de las Ithomia.— Por lo mismo es difícil admitir que organismos tan diversos en cons- titución, costumbres, distribución geográfica, hayan estado co- locados en condiciones iguales, suficientemente marcadas para producir el efecto de que hablamos.—Pero es posible, casi in- dudable, que siendo como es de especial naturaleza y muy pa- recida la estructura de las alas en todos los lepidópteros, causas distintas en apariencia hayan producido iguales efectos con un fin diferente: ciertas ventajas en la lucha sexual ó en la lucha con los enemigos de distinta especie. Los órganos del vuelo de las mariposas están cubiertos por una capa de escamas propiamente dichas y pelos escamosos más fuertemente adheridos y de consistencia más compacta: si fro- tamos con un pincel las alas de un lepidóptero, vemos caer pri- mero las escamas y después los pelos. De este modo se compren- de que una causa mecánica, el frote con las yerbas, la acción 103 del viento, los ataques de ciertos animales, pudieran producir la caída de las escamas en regiones circunscritas en los Atla. cus, en casi toda la superficie del ala en las Sesia é Ithomia. En unos casos, cuando esta particularidad sólo se encuentra en un sexo, se trata de un carácter sexual secundario; pero si se ob- serya en los dos sexos como en las Zthomia, se trata de un fe- nómeno mimético. Nos inclinamos á suponer una causa mecánica, porque mu- chos lepidópteros de alas transparentes las tienen escamosas al salir de la crisálida: v. g. Sesia, Macroglossa, que con volar un poco pierden las susodichas escamas.— La herencia acumulati- va habrá fijado el carácter de la debilidad de inserción, pero no de la falta de los cuerpos coloridos de las alas. — Pero sea cual fuere la causa de esta particularidad, que resulte falsa ó verda- dera la explicación que proponemos, no por eso es menos indu- dable el hecho interesante que nos ocupa.— Es de nuestro deber advertir que las alas membranosas no se presentan repentina y aisladamente, sino que por graduaciones insensibles van ad- quiriendo esa particularidad. En las Mechanitis, Pteronymia y otros Heliconidos, los órganos del vuelo van siendo de menos en menos coloridos y más y más transparentes; los pelos van predominando numéricamente sobre las escamas; llegan á cu- brir ellos solos las superficies alares y poco á poco desaparecen hasta que no restan sino las partes membranosas. Esta espe- cialización alcanza su último grado en los Sesianos y aún no es perfecta en las Zthomia.—Siendo tan general el revestimiento escamoso de las alas de los lepidópteros, es de creerse que las especies actualmente desprovistas de escamas desciendan de las que siempre han tenido dichos órganos y no que éstas des- ciendan de aquellas. Como lo hace notar el autor de la teoría monística, no pue- de dudarse que la transparencia de los animales pelágicos les sirva de medio de protección. En efecto, sobre el fondo poco colorido ó aun incoloro de las aguas, un tinto cualquiera con- trasta extraordinariamente. Los Amblystoma, los Ditiscidos, los 104 Physa y otros animales acuáticos de color obsenro, se destacan muy bien en el agua, y las Daphnia, las larvas de ciertos Díp- teros y Nevrópteros, los huevos incoloros de muchos inverte- brados higrófilos, los rotiferos, los infusorios, las medusas, por su falta más ó menos completa de pigmento, pasan desaperci- bidos en el medio incoloro en que viven. Esta particularidad, más común en los individuos jóvenes (LEstheria) que requieren medios de defensa pasivos más numerosos, se observa asimis- mo en varios seres terrestres, como muchos Culex, de alas trans- parentes y cuerpo poco pigmentado. En resumen, la transparencia de las alas en varios lepidópte- ros mexicanos, y la transparencia de todos los órganos en otros muchos animales, constituyo un ejemplo importante de la que llamaremos semejanza protectora general; entre todos los he- chos del mimetismo, éste es uno de los que más nos ilustran acerca de las complicadas cuestiones de la selección, de los me- dios cuanto sencillos, curiosos y sorprendentes de que se vale la naturaleza para cumplir un noble y levantado fin: el progreso. Señores: ha llegado el día en que el amor universal de las apa- riencias puede explicarse por el estudio siempre nuevo de la Bio- logía; todos los seres están sujetos á sentir ese provechoso amor, y el engaño, la apariencia, la mentira, deben conceptuarse co- mo de las armas no poderosas de la vida. No tener forma (!) ni color, parecer nada y ser algo, aparente y engañosa modes- tia llevada al último extremo: he aquí el ideal de la semejanza protectora de los organismos. Parecer nada y ser algo en las Tthomia de alas transparentes, parecer nada y ser algo en los Sceloporus, que al verse perseguidos fingen la inmovilidad é in- diferencia de un cadáver, son ciertamente casos notables de se- mejanza protectora que nos autorizan para decir, sin abandonar un momento el terreno de las cosas científicas: aparentemos no ser nada para ser algo, así como las Zthomia parecen no ser á sus enemigos y la MUERTE APARENTE DE LOS £Sceloporus ES SE- MEJANZA PROTECTORA DE UNA VIDA. México, Diciembre 2, 1891. UNA ASCENSIÓN AL PEO PNTE APS A! FOR EZEQUIEL ORDOXEZ, Socio de número Ipgeniero de la Comisión de la Carta Geológica. 7 LIOLISIGLIIIILIA Bastante montañoso se presenta el Norte del Partido de Ma- zapil del Estado de Zacatecas, contrastando notablemente con las vastas llanuras y tendidos lomeríos de la región Sur del mis- mo Partido y una parte del de Fresnillo. Cordilleras de montañas se suceden las unas á las otras, al- gunas veces paralelamente para formar verdaderos cañones de no pocas leguas de longitud y de regular anchura, valles alar- gados en donde mueren numerosos talwegs y cañadas secunda- rias. Es en medio de uno de estos cañones donde se halla situa- da la población de Mazapil, á pocos kilómetros de las montañas que encierran la extensa formación metalífera del mismo nom- bre. MHMORIAS (1891-92), —T. V, 14 106 La Sierra de Mazapil eleva su cima «El Temeroso» á una altura de 2,910 metros sobre el nivel del mar y es la más eleva- da de esta región. Se prolonga esta cordillera hacia el Oeste para formar la Serranía de Novillos, á la que en dirección pa- ralela se extiende el importante macizo de Zuloaga, notable igualmente por la antigúedad y riqueza de sus minas. Situado en una eminencia cualquiera, la vista se dilata en sucesiones de cerros de pendientes uniformes, arredondados y de muy escasa vegetación, dibujándose aquí y allá en el azul, sombrío colorido que manifiestan á distancia las montañas, las líneas blanquecinas y tortuosas de cues tas, difíciles caminos de herradura. Al Oeste de esta región, en una cordillera que se dirige pró- ximamente de N. O. 45. E. se levanta majestuoso, imponente, el «Pico de Teira, » de formas arrogantes y graciosas que con- trastan con la uniformidad en el aspecto de las bajas montañas circunvecinas. Un grupo de casas de aspecto triste y algunas de ellas en ruinas, están situadas muy cerca de su base y forman el Ran- cho del Taray, muy cerca de la pequeña formación aurífera que explotan en muy reducida escala sus habitantes, aun casi su único medio de subsistencia. La ascensión al pico se hace por una vereda que del Ran- cho del Taray conduce al flanco N. E. de la montaña, arriba de la desembocadura de un cañón ó profundo talweg que desde la base del elevado macizo terminal, desciende hasta juntarse con el arroyo del Taray. De este punto continúa la subida siguien- do todo el cañón, pasando de uno á otro lado, buscando los lu- gares más convenientes, que salvo algún paso algo difícil, como por ejemplo, atravesar un tramo de rocas pulidas por las aguas, _muy cerca de un pequeño salto ó acantilado, el camino no.pre- senta grandes dificultades, que si bien hay partes muy pendien- tes que ocasionan pronto la fatiga, otras sin suspender la mar- cha procuran el descanso por efecto de su menor inclinación. .. De esta manera se llega al pie del picacho terminal. Es es- 107 te un enorme block de roca que corona la cima asentado en la cúspide de la montaña. Presenta hermosos acantilados, super- ficies verticales, algunas veces escalonadas por efecto de la di- visión ó superficies de separación natural de la roca. Una vez vencidas las últimas dificultades y llegado á la ci- ma de la montaña, los esfuerzos de la ascensión quedan amplia- mente compensados con la belleza del panorama. Entonces es fácil reconocer la forma general de la monta- ña; una base casi elíptica (pues se separa un poco de las mon- tañas vecinas) con cuatro partes salientes casi simétricas que son otros tantos picachos mucho menos elevados y que por su semejanza y regular disposición, hacen aparecer á distancia al «Pico de Teira» con figura semejante por cualquier lado que se le observe. Habiendo hecho la ascensión en un día sereno, hemos abar- cado con la vista una vastísima extensión limitada por el Nor- te por la Serranía de Ramírez, inmediata á San Juan de Gua- dalupe, la extremidad de la cordillera de Zuloaga y en último término apenas distinguiéndose la Sierra de Jimulco. Las me- sas del Zorrillo por el Oeste y la punta del picacho de Pichia- gua son los más agradables detalles del paisaje. Una línea casi horizontal por el Sur forma el término de una inmensa llanura, interrumpida solamente por el pequeño cerro de la Zarteneja, y más allá, confundióndose con el pálido azul del cielo y oculta por su base, la Serranía de Zacatecas. 1I El «Pico de Teira» se halla situado poco más Ó menos á los 240 20/ de latitud N. y muy cerca del límite N. O. del lia de Zacatecas en el Partido de Mazapil. Su altura aproximada es de 2,825 metros sobre el nivel del mar, y dada la elevación de la llanura vecina, 2,050 metros, 108 aparece con una altura relativa de 775 metros, bien conside- rable. Presenta un vasto campo de estudio su petrografía, tanto por lo típico de algunas de sus rocas, como por las transforma- ciones y pasos insensibles muy frecuentes en las formaciones eruptivas. La roca dominante es la Syenita de hornblenda, semejante á la que se observa en varios puntos de la Sierra de Mazapil, levantando las formaciones sedimentarias cretáceas y jurásicas. Un simple examen microscópico deja notar una masa com- pacta granitoide de feldespatos de color blanco agrisado, en la cual están diseminados puntos negro-verdosos de mineral fe- rromagnesiano. Algunas veces, cristales bien desarrollados de feldespatos con cruceros claros, le dan á la roca un aspecto pot- firoide. / Algunas preparaciones en láminas delgadas nos permiten al microscopio comprobar su textura granitoide, por la ausencia absoluta de materia amorfa. Es fácil reconocer y precisar dos tiempos de consolidación de la roca; al lado de fragmentos de cristales de feldespato de contornos irregulares, vemos apare- cer cristales macleados en su mayor parte según la ley de Carls- bad, de contornos regulares y susceptibles, algunos de ellos á la medida de los ángulos de extinción. Entre estos muchos afec- tan una estructura de crecimiento en zonas concéntricas, que desalojan el punto máximo de extinción, dificultando la aprecia- ción de dicho ángulo. Sus cruceros son por lo general bien re- conocibles aun á la luz natural y parecen más acentuados por un débil principio de descomposición. Los fragmentos de pri- mera consolidación de los feldespatos parecen referirse exclu- sivamente á la ortoclasia, mientras que en los de segunda con- solidación parte corresponden á la ortoclasia, otros en menor número y menos abundantes á la oligoclasia, probablemente an- desina, pues sus valores de extinción tienden hacia esta última fórmula. El elemento ferromagnesiano dominante es la hornblenda 109 verde característica, ignalmente de primera consolidación, dado el estado de corrosión de sus cristales, las secciones prismáticas dejan reconocer débilmente su crucero, las secciones paralelas á la base, uno de los cruceros es más bien marcado que el otro, aunque siempre se puede reconocer el ángulo obtuso que entre sí hacen. Es aún característica la hornblenda por su fuerte di- eroismo, pasando del verde al verde, amarillento y parduzco. Hemos visto en algunos cristales de hornblenda, pequeños cristales de feldespato desarrollados en su interior sin mani- * festar huella ¿lguna de corrosión, y parece que dichos crista- les se han desarrollado posteriormente á la consolidación de aquella. Entre los elementos accesorios de la roca, podremos consi- derar muy escasos cristales de hornblenda parda y una que otra laminilla de mica, El cuarzo igualmente como elemento accesorio en pequeños granos de contornos irregulares de primera consolidación, con regueros formados de pequeñísimas inclusiones líquidas reco- nocibles con aumentos de 400 diámetros. Algunos pequeños cristales de jergón se encuentran espar- cidos en la masa de la roca, de color débilmente rojizo en las láminas delgadas sometidas á la observación, presentan débil dicroismo y contornos fuertemente realzados. Sus secciones pri- mitivas reconocen el estado bipiramidado de sus cristales, pues terminan en ángulos agudos. Algunos de estos cristalitos están macleados. El macizo que corona la cima de la montaña, exclusivamen- te formado por la roca que «cabamos de describir, descansa por decirlo así en muchos lugares, sobre una cinta de cuarzo lecho- so de 15 á 20 centímetros de espesor, y es muy notable en la masa misma de la roca la pequeñez, como la escasez relativa de dicho elemento. Descendiendo hasta media altura poco más ó menos, los ele- mentos mineralógicos de la roca llegan más pequeños y dismi- nuye notablemente la proporción de hornblenda. En algunos 110 pequeños acantilados hemos podido observar esta roca forman- do cuerpo á cintas hasta de un metro de espesor á una masa constituida casi totalmente de feldespato con puntos insignif- cantes de hornblenda y mica. La diminución de las dimensiones de los elementos de la ro- ca se acentúa más y más hacia la base de la montaña donde su unión constituye una textura netamente granulítica, en la que se diseminan algunos cristales de mayores dimensiones de oli- —goclasia de segunda consolidación. La composición característica de la roca dominante convie- ne conforme á la clasificación de Fouqué y Lévy á la de las Sye- _nitas andesíticas, en tanto que la roea de la base siendo una sim- ple modificación de estruetura de la anterior, corresponde á la Syenita microgranulítica andesítica ó reciente. | Una pocerosa formación de pizarras arcillosas constituyo las montañas vecinas al «Pico de Teira, » las que se hallan al. gunas veces dislocadas, trastorno indudablemente originado en el movimiento de emisión de la roca eruptiva. Lia roca sedimen- taria es de color negro, compacta, dividiéndose fácilmente en pequeños cuartones paralelepipédicos cuando está recientemen- te expuesta al aire y adquiriendo rápidamente una mayor es- tructura hojosa, teniendo en este caso el aspecto de una verda- dera Phyllade. Se caracteriza muy bien esta pizarra en los flan- cos de las montañas que forman el arroyo del Taray, donde se notan relices de una gran extensión, ó superficies de separación de los estratos. En muchos lugares de los cerros formados por esta roca, han sido descubiertos delgados hilos de cuarzo ferruginoso y aurífero, descubiertos desde 1872 y explotados hasta la presen- te en muy reducida escala. En el cerro llamado Pachón, al E. é inmediato al Pico, han sido abiertas innumerables catas, siguiendo hilos del pre- cioso metal, habiendo llegado á encontrarse hasta de 30 centí- metros de espesor, con leyes medias en oro de 3 onzas por car- ga de 12 arrobas. 111 Raramente están los hilos en posición horizontal, teniendo algunas veces una inclinación hacia el N. paralela al echado de las pizarras y los labrados más formales siguen la misma incli- nación, es decir, pequeños socavones de arrastre. La mala disposición de los primeros trabajos en estas catas, la poca consistencia de la roca y la destrucción por los gambu- zinos de los pilares de sostén, han dado por resultado que en la actualidad, todas estas minas se hallen en condiciones incapa- ces de poder continuar en ellas los trabajos. Hundidas, aterra- das y asentadas las bocas, ha sido imposible practicar un reco- nocimiento interior. Hemos tenido ocasión de observar el contacto de la Syenita (piedra rosilla de los mineros) del «Pico de Teira, » con la pi- zarra de que antes hemos hablado. En el pequeño cerro llama- do «Banco de Londres,» una guija cuarzosa y tierras ferrugl- nosas con ley de oro han sido encontradas en el contacto. Por tener un aspecto removido, creemos que este criadero debe ser considerado como un pequeño placer; además, en este mismo cerro y en la tierra vegetal que lo cubre, se encontraron hace algún tiempo granos y pepitas de oro en una corta extensión. No se observa disposición regular en los hilos auríferos del cerro Pachón; por el contrario, un sólo hilo parece algunas ve- ces bifurcado ó en varias ramas radiadas, presentando cada una de elias distintos espesores é inclinaciones. Las pequeñas tahonas establecidas en el rancho del Taray, no benefician en la actualidad más que los terrenos y residuos de los trabajos antiguos, obteniendo un rendimiento de tres Ú cuatro adarmes de oro á la semana, sobre ocho ó diez cargas de tierras Ó lamas de los terreros inmediatos á ellas. De esta ma- nera se puede explicar el estado de abandono y destrucción de las minas, habiendo quedado, según el decir de muchos, algu- nas frentes en frutos. Al contacto de la Syenita con la pizarra, en algunas partes no parece haber sufrido modificación esta última; pero casi en la base del pico, por el lado Norte, hemos visto bandas sinuo- 112 sas alternas de Syenita y de pizarra enteramente metamorfiza- da por el contacto. Un principio de cristalinidad parece haber sufrido la pizarra, donde granos pequeños feldespáticos alter- nan con delgadas bandas de mica regenerada. Se puede seguir fácilmente las distintas fases del metamorfismo desde el verda- dero gneis, producto más avanzado de ésta, hasta la pizarra co- mún ó Phyllade, más lejos del punto de contacto. México, 1891. A LI e ANO ATA IIA A LE II A ¡_ A > _—_- _ __ __ __ _ __ € _»>-E_ 6 x=-x- -- ____ —__ _—___ _->-__ _ _—_-—-__—— » RESEÑA DE UNA LAGUASION A LA CAYERA DE CACAMOAMILPA y AR GRUTA “CABDBLOS PACICGECO” Organizada por el Instituto Médico Nacional, escrita por el Ingeniero SUTETTEREMO" DB. Y EURGA Sacio fundador y Presidente de la Sociedad “* Alzate ' y Miembro colaborador de dicho Instituto. Organización del viaje, Nos despedíamos una mañana del Dr. Altamirano en el Ins- tituto Médico Nacional, cuando nos dijo: no se le olvide Á vd. que hoy en la tarde estamos citados para concurrir á la casa del Sr. Dr. Govantes, á fin de arreglar el viaje que ha iniciado á la Caverna de Cacahuamilpa. Muchos días antes habíamos hablado ya de ese viaje con el Dr. Govantes y otras personas del Instituto; pero lo cierto es, que como veíamos los ánimos, no nos daba muchas esperanzas de que se realizara; de suerte que la noticia de la junta nos agra- MEMORIAS (1891-92), —T. V, 15 . 114 dó sobremanera y desde luego nos propusimos poner de nues- tra parte todo lo que pudiera facilitar la realizacien del viaje. En la tarde de ese mismo día, á las cuatro y media, comen- zaron á llegar las personas citadas á la casa del Sr. Govantes, quien ya nos esperaba para recibirnos, con las finas maneras que lo distinguen en la mejor sociedad de nuestra capital. Mu- cha franqueza reinó en aquella reunión de personas todas de es tudio, que si se proponen hacer viajes, es no sólo por vía de dis- tracción, sino para ampliar sus conocimientos con las múltiples observaciones que hacen y.variados datos que recogen en ellos. Podemos decir que comenzó la sesión por remojar los labios con un exquisito licor que nos ofreció el Sr. Govantes, como para reanimar nuestra decisión, que debería ser absoluta en el arreglo definitivo de un viaje que, como el de la caverna, creía- mos, presentaba algunas dificultades. Asistieron á esta junta los Sres. Dres. Altamirano, Toussaint, Villada y Lozano; los Sres. Alfonso Herrera, padre é hijo, Espino Barros y otros; ca- sl todos tomaron parte en la conversación, dieron su opinión y la mayor parte de ellos proporcionó datos, lo que originó una calurosa discusión, de la que resultó que lo que debía de hacer- se era comenzar porque cada una de las personas presentes se subseribiera con una cantidad, para reunir un fondo con el cual poder disponer todo lo relativo al alumbrado necesario para la exploración de la caverna, que fué lo que se consideró como de primera necesidad; se aprobó inmediatamente la idea y en po- cos momentos se reunió una parte de lo presupuestado, nom- brándose á los Sres. Govantes y Lozano para colectar el resto y mandar hacer los cohetes y demás adminículos necesarios en este género de excursiones. Muy tarde se despidieron los con- currentes, saliendo de allí todos sumamente complacidos y al- borotados para un viaje que ya estaba en vías de realizarso. Posteriormente se desarrolló en casi todos los que debíamos ser de los excursionistas una actividad notable, pues casi diaria- mente nos reuníamos dos, tres Ó más para comunicarnos nues- tras investigaciones y nuevos datos; quién iba y participaba que 115 había ó no medios de comunicación; otros daban datos sobre la distancia que deberíamos recorrer, proponiendo diversos derro- teros; en fin, transcurrieron así diez ó doce días, en los que por el alboroto creciente en todos, no se hablaba de otra cosa que de la próxima excursión. Con objeto de arreglar asuntos de in- terés común, se citó varias veces á juntas en las que ó bien se daba cuenta do lo que se había hecho, ó bien se proponían pla- nes y programas para llevar á buen efecto los estudios que de- berían emprenderse durante la expedición, En una de estas jun- tas, los Sres. Grovantes y Lozano, dando muestras de su celo y actividad, comunicaron á sus compañeros que ya tenían listo lo relativo al alumbrado, consistiendo éste en seis docenas de fa- nales, cuya duración es de 5 minutos, de las cuales tres doce- nas darían luz roja, y el resto blanca Ó verde, cuatro docenas de cohetes de luz, entre los que había igualmente rojos, blan- cos y verdes; seis paracaídas; además de esto se contaba con ocho onzas de cinta de magnesio. Muy complacidos quedaron todos por la actividad de los comisionados y se acordó que ade- más de esos elementos de alumbrado, llevara cada uno velas de cera con el objeto de alumbrarse durante el trayecto, y sólo usar de los fanales y cohetes para alumbrar en determinados mo- mentos y en ciertos lugares de la caverna. Muy entusiasmados estábamos en estos arreglos, cuando dos cartas que nos mostró el Sr. Govantes vinieron á entibiar por algunos momentos el en- tusiasmo general; eran de dos personas prominentes del Esta- do de Morelos, á quienes se había dirigido el Sr. Grovantes para tomar informes sobre la manera de hacer lo más fácil posible la excursión; pero la contestación vino á desanimarnos, como decíamos antes, pues en ambas nos hacían saber que estando el pueblo de Jojutla en la feria que celebra cada año, sería muy difícil que encontráramos alojamiento, por ser aquella pobla- ción muy corta y no tener sino dos malos mesones, que segu- ramente estarían llenos por los concurrentes á la feria; iguales dificultades nos decían encontraríamos en lo relativo á las bes- tias, pues son escasos los caballos y pocos los de alquiler. Un 116 poco meditabundos nos dejaron aquellas noticias; pero ya no era tiempo de retroceder, pues llevábamos gastados cerca de cien pesos en cohetes y luces, medio eficaz de que nos valimos, anticipando su costo para obligarnos á no desfallecer ante las dificultades. Por lo pronto no sabíamos qué decir ni qué deci- sión tomar, hasta que paulatinamente fué creciendo en todos el entusiasmo, al grado que hubo quien dijera que aun á pie iría en caso de no haber caballos y que dormiría bajo los árboles á falta de mejor alojamiento; decidimos, pues, no atenernos sino á nuestros propios esfuerzos. Pocos días transcurrieron sin que nos volviéramos á reunir, pues convocados por el Dr. Altami- rano, celebramos otras juntas en las que definitivamente se arre- gló el viaje; una de las decisiones más importantes que se to- maron fué la sugerida por las noticias que tuvo el doctor al ir á Ayotla, sobre la posibilidad de conseguir un coche especial en el que podríamos llevar nuestro equipaje y todo lo de la ex- cursión. Agradable noticia fué esta ¿ inmediatamente se reunió la cantidad para el arreglo definitivo. Un nuevo incidente vino á empañar por momentos nuestro júbilo y á hacernos vacilar en la partida. En los momentos de llegar el Dr. Altamirano de Ayotla, encontró en su casa noti- cias muy alarmantes sobre la salud de su esposa y de uno de sus niños, que á la sazón se encontraban en Querétaro, al gra- do que tuvo que partir esa misma noche, para al día siguiente traerse á su familia; pero eso no valió, pues la salud de su es- posa siguió alterada y aun hubo necesidad de una ligera opera- ción, de cuyo resultado estaba pendiente el doctor para ir ó no á la expedición; todos nosotros, igualmente pendientes, hubié- ramos suspendido ó diferido el viaje para mejor ocasión; pero la suerte quiso que la señora se mejorara ya casi en los últimos momentos y que el doctor quedara en libertad para marchar. Entonces pudimos apreciar una vez más la actividad de di- cho señor, su precisión para los viajes y el entusiasmo que lo domina para ellos; en pocos instantes arregló su equipaje, el de sus dos niños y los de las Sritas. Josefina su hija y María suso 117 brina, que deberían acompañarlo. Estas comenzaron á prestarle importantes servicios, ayudándole en todo lo relativo al abaste- cimiento de comestibles; pronto vimos un cajón lleno eon botes de café en polvo, tablillas de chocolate, botes de leche conden- sada, frascos con aguardiente, cafeteras, cocina portátil, y en fin, otros muchos utensilios que nos fueron muy útiles. Llegó por fin la noche víspera del viaje, en la que todo esta- ba ya arreglado; todavía cuando nos despedimos para retirar- nos del Instituto, dejamos allí algunas personas que le daban la última mirada á los catres de campaña que se habían impro- visado con motivo de las noticias relativas á la falta probable de alojamiento. ¿Durmieron esa noche todos los compañeros? Es probable que no. De México á Jojutla. (Por el ferrocarril de Morelos, 196 km., 10 horas de viaje. ) Por fin, amaneció el día 1% de Enero de 1892 y á las 7.30 am. llegamos á la estación de San Lázaro, creyendo ser de los primeros; pero ya casi todos estaban instalados en el coche es- pecial que nos había de conducir, pues no contentos con ser pun- tuales quisieron anticiparse para estar seguros de que no los dejaría el tren. Difícil nos fué á los que llegamos postreros el podernos instalar como hubiéramos querido, pues la mayor par- te de los asientos estaban escogidos y otros muchos llenos por los equipajes, que por ser wagón particular nos concedieron los lleváramos con nosotros mismos, no obstante ser algo volumi- sos. Momentos antes de la partida no nos ocupábamos más que de saludarnos unos á los otros, presentar á las personas desco- nocidas y comenzar á formar comentarios sobre las dificultades más Ó menos grandes con que podríamos tropezar en nuestro viaje; estábamos en esto y otros arreglos, cuando una cam- panada anunció que se acercaba la hora de partir; entonces 118 echamos de ver que sólo faltaba el Dr. Villada, y no dejamos de comenzar á recelar que se hubiera dormido y que no fuera á alcanzar el tren; pero pocos momentos antes, cuando ya ase- gurábamos que no venía, vimos aparecer su simpática figura por la puerta del andén que, precedido de tres niños, se diri- gía con pasos mesurados al estribo del wagón; no pudimos me- nos de alegrarnos y con frases y señas indicarle que subiera * cuanto antes, pues el tren iba á ponerse en marcha. Un tercer toque anunciaba en aquellos momentos que era la hora de par- tir y lentamente se puso el tren en movimiento. Por las venta- nillas se despedían algunos compañeros de las personas de su familia Ó de sus amigos con la pena de que no nos acompaña- ban para compartir en nuestros goces Ó sufrimientos futuros. He aquí la lista de las personas que formábamos la comi- tiva: Sr. Dr. Altamirano, Director del Instituto Médico Nacional. La Srita. Josefina y los niños Rafael y Fernando, hijos de dicho doctor, y la Srita. María Cortés, su sobrina. Sr. Dr. Govantes, Miembro del Instituto Médico. » y» Villada, Profesor en el Museo Nacional y tres niños. » 5 Toussaint, Miembro del Instituto Médico. » 3») Lozano, ídem ídem ídem. » Prof. A. L. Herrera, ídem ídem ídem. » Ing. Puga, Presidente de la Sociedad « Alzate. » , Adolfo Tenorio, paisajista. , García, fotógrafo. , Schwenghagen. » Sevilla. » Prof. Espino Barros y su sobrino. y Morales. » Giovenzzana y cinco mozos. Por total éramos veintiocho personas, entre las que había dos señoritas y cinco niños. 119 Ojalá y nuestra pluma tuviera frases con que poder dar una idea de cada uno de los excursionistas, su carácter, su figura, etc., pues serviría mucho para formarse idea de cómo cada uno de los viajeros contribuyeron á hacer de este paseo uno de los más gratos que hemos realizado. Días antes de partir había hecho el Dr. Altamirano un pro- grama de los estudios que deberían de emprenderse, distribu- yéndolo entre el personal de la expedición, según sus aptitudes y aficiones; propuso además, para servir de estímulo, algunos premios á los que desempeñaran con eficacia y bajo ciertas con- diciones sus encomiendas. Quedaron, pues, así divididos los estudios: Climatología, Sr. Altamirano. Botánica, Sr. Villada. Zoología, Sr. Herrera. Geología, Sr. Puga. Aguas minerales, Sr. Lozano. Bacteriología, Sr. Toussaint. Fotografía, Sres. García y Glovenzzana. Pintura y paisaje, Sr. Tenorio. Crónica del viaje, Sr. Puga. Poco nos fijamos en la primera parte del camino, pues ya nos es muy covocida hasta Ayotla, á donde llegamos á las 9.30, nos bajamos un rato; y mientras el Dr. Altamirano recogía de la estación unos albardones que le había dejado el Sr. Almazán, nosotros nos desayunamos con chalupitas y tamales de los muy sabrosos que salen á vender, y el resto del camino, hasta Ame- ca, lo entretuvimos la mayor parte en ver unas vistas de la gru- ta que llevaba el Sr. Herrera, y en leer una descripción de la misma, hecha por el Sr. Landesio, Profesor que fué de nuestra Escuela de Bellas Artes, y otros libros; el que nos entretuvo un buen rato fué una geografía del Estado de Morelos, escrita por el Sr. Robelo, que la leíamos con interés por saber algo re- lativo al Estado que íbamos á atravesar en su mayor parte. 120 - Casi desapercibido pasó, pues, para nosotros el tramo hasta Amecameca; pero desde este punto en adelante cada vez fué tomando el camino mayor interés, presentándosenos poco á po- co el variado y rico panorama de las extensas vertientes del Po- pocatepetl, las cuales con un descenso constante y formando profundas barrancas y prolongadas pendientes, preparan el te- rreno para bajar á lo que propiamente se llama tierra caliente. En este tramo se encuentra inmediatamente después de Ame- cameca la estación de Ozumba, población que aunque pequeña y de poca importancia, por su distribución irregular á uno y otro lado de la barranca que lleva su nombre, presenta un as- pecto risueño, sobre todo, cuando-se le mira desde el magníf- co puente por donde atraviesa la locomotora para llegar á la es- tación. En este punto es donde se almuerza; por consiguiente la mayor parte de nosotros bajó á la estación y tomamos asien- to en una de las mesas del mal restaurant que allí existe, en- contrándose entre nosotros varios de los demás pasajeros y el conductor del tren Sr. Sonié, francés de nacimiento, quien in- vitado por el Dr. Altamirano, vino á tomar la sopa en nuestra compañía. Durante la comida reinó la mayor cordialidad entre todos y sólo hubo un momento en que temíamos que hubiera habido algún disgusto, pues habiendo descubierto el Sr. Sonié que entre nosotros venía un alemán y que se hallaba sentado á la mesa nada menos que frente á él, comenzó á iniciar una con- versación patriótica y coneluyeron diciendo uno que si no fue- ra francés quisiera ser francés, y el otro, que si no fuera alemán nunca quisiera ser francés. Estaba en este punto la conversa- ción cuando el chasquido de una botella de cerveza que desta- pó un mozo detrás de Sonié, lo distrajo y cambió de giro la plá- tica; poco después nos levantamos y nos dirigimos al tren, que ya poco faltaba para que partiera. Con estos y otros episodios de fin de comida y principios de digestión salimos de Ozumba. Pintoresco y espléndido es el pai- saje que comienza desde este punto ante la mirada del viajero que con vertiginosa carrera desciende dando vueltas y más vuel- 121 tas en todos sentidos y viendo pasar los cerros de su derecha á su izquierda, hasta que llega un momento en que la mirada tiene que llevarse muy lejos para poder alcanzar el valle que se extiende al pie de las montañas y que envuelto en blanquecina bruma, con dificultad se distingue; desde allí es donde comien- zan á contemplarse las planicies del Estado de Morelos; desde allí es donde se mira el rico Plan de Amilpas, donde se hallan ubicadas las grandes haciendas azucareras que constituyen la riqueza del Estado; y en fin, desde allí es donde se ve casi por completo la configuración de su suelo. Por un lado se presen- tan hacia el Oriente las últimas vertientes del Popocatepetl que terminan en el Peñón de Jantetelco, masa rocallosa que aisla- da se levanta sobre el suelo, dominando todo lo que le rodea. Por el Poniente se presenta la Sierra de Tepoztlán, majestuosa en sus masas de rocas cortadas á pico y cuyos picachos sobre- salientes simulan castillos feudales diseminados en la montaña y ocupando lugares inexpugnables; más allá la Sierra de las To- tillas; y por último, muy lejos al Sur, los cerros de Tlaquilte- nango y Jojutla. Numerosas y quebradas son las montañas del Estado de Morelos; pero fácil es comprender su distribución, dependiendo casi todas ellas de la cordillera que une el Ajusco y el Popocatepetl y que forma los límites boreales del Estado; se dirigen la mayor parte de Norte á Sur, dejando tres grandes va- lles: el Plan de Amilpas ó sea el Valle de Cuautla, el Valle de Yautepec y Jojutla y el Valle de Cuernavaca y Tetecala, cuyas corrientes se unen todas para formar el caudaloso Amacusac que corre de NW. á SE., al pie de la Sierra que limita el Es- tado por el Sur, Aridas y casi estériles son las tierras que for- man las montañas del centro del Estado, en contraposición con la fertilidad y vigorosa vegetación que se desarrolla en los va- lles y planicies, y justamente desde las alturas de donde baja el tren se contemplan las montañas sin vegetación, ostentando solamente picachos blanquecinos que contrastan con lo verde que de distintos matices alfombran los valles. Poco tiempo duramos nosotros en esta contemplación, pues MEMORIAS (1891-92), —T. V, 16 122 detuvo el tren su marcha y se nos anunció que llegábamos á la estación de Nepantla. En este punto teníamos que esperar el tren de subida, y por consiguiente podíamos disponer de algu- nos minutos que aprovechamos para tomar fotografías de unos paredones que existen aún al lado de la estación y que dicen son ruinas de la casa que habitó en sus primeros años la insig- ne Sor Juana Inés dela Cruz. Las Sritas María y Josefina no sólo se contentaron con irá ver dichas ruinas, sino que querien- do llevar una prueba ó recuerdo de haberlas visto, arrancaron algunas piedrecitas y unas hojas de las plantas que crecen al pie de los muros. Todavía algún tiempo después seguimos en la estación, pues el tren que esperábamos venía atrasado, de suerte que pudimos ponernos á contemplar el panorama de que se goza desde allí, entablando además sabrosa conversación con el Dr, Altamirano, que con suma facilidad y claridad nos expli- caba lo que se extendía á nuestra vista, La estación de Nepantla se puede considerar, nos decía el doctor, como el balcón desde donde se ve tierra caliente; colo- cada en la ladera que forman las ramificaciones de la Sierra del Popocatepetl, es también el escalón que hay entre tierra fría y tierra caliente. Su altura sobre el nivel del mar es de 200 metros y justamente por estos lugares es donde comienzan á.verse va riar los caracteres de la- vegetación para pasar de las especies que viven en tierra fría á las propias de tierra caliente, y aun se cree que á esta cireunstancia debe su nombre que es de ori- gen mexicano y que significa lugar de la medianía, De. este pun- to pará adelante sigue el camino con más y más vueltas, pre- sentándose por mucho tiempo el mismo paisaje que desde un principio y sólo comienza á sentirse un aumento ex la tempe- ratura, lo que seguramente originó que la mayor parte de los viajeros entraran en reposo, tratendo de dormir unos, leyendo otros; pero la mayor parte callados y tranquilos, atestiguando que pasaban por las horas de la digestión. Nosotros íbamos re- cargados en una ventanilla cuando escuchamos que la Srita. María de tiempo en tiempo decía los números de los postes ki- 123 _lométricos que encontraba el tren; le preguntamos con qué fin lo hacía y nos recordó que por aquel rumbo debía de encontrar- se la barranca de Escontzín, y que según el Sr. Sonié debía es- tar en el kilómetro 114. Inmediatamente que se escuchó la pa- labra Escontzín, la mayor parte se agolpó á las ventanillas y estuvimos pendientes para poder ver el kilómetro 114. Por fin, después de un rato, llegamos á la barranca que está atravesa- da por un puente que á lo sumo tendrá seis metros de claro y donde no obstante su poca profundidad perecieron el 23 de Ju- nio de 1881 cerca de 400 infelices soldados que conducía el tren y cuyo siniestro ha dado á aquel lugar triste celebridad: Una vez que saciamos nuestra curiosidad y que se alejó de nuestra vista, quedaron todos de nuevo en la mayor tranquilidad, mien- tras nosotros recargados contra un vidrio contemplábamos la Sierra de Tepoztlán, que 4 medida que el tren desciende y se acerca á ella, toma grandes proporciones y espléndido aspecto. Transcurrió el tiempo sin sentir hasta que á las tres de la tarde llegamos á Cuautla. En este punto permanece mucho tiempo el tren, de modo que pudimos bajarnos y aun ir alzocalito que es- tá frente al ex-convento de San Diego, en donde algunos com- pañeros acosados ya por. la temperatura de aquellos lugares, se tomaron algunos vasos de nieve. Muy pintorescas y encantado- ras se presentan aquellas tierras para los que la mayor parte de su vida la pasan en la ciudad; de modo que mucho gozamos con- templando los extensos campos sembrados de caña, las grandes huertas tupidas de árboles frutales y toda aquella vegetación que constituye la riqueza de aquellos pueblos. Mientras el tren partía, nos pusimos con el doctor á platicar algo relativo á Cuan- tla, recorriendo rápidamente su historia desde que fué teatro de los hechos más heróicos del héroe cuyo nombre lleva, hasta la actualidad, que se puede considerar como centro de las prin- cipales fincas de campo que hay en los distritos de Morelos y Juárez. Cuautla es la ciudad de mayor población en todo el Es- tado después de Cuernavaca; es la cabecera del distrito de Mo- relos; se encuentran allí todas las oficinas federales y aun al- 124 gunas fuerzas de guarnición que contribuyen para mantener movimiento y animación; posee unos magníficos manantiales de agua sulfurosa y en sus alrededores se encuentran preciosas y ricas huertas. Cesó nuestra plática cuando se puso el tren en marcha; nos asomamos á las ventanillas para contemplar el campo; pues desde Cuautla hasta Yautepec ó Tlaltizapán se puede considerar que el camino está abierto por entre un jar: dín; por un lado veíamos extensos cañaverales que se perdían; por otro lado agrupaciones de platanares que con sus anchas hojas y color verde vivo, constituyen uno de los atractivos pa- ra el que viaja por climas cálidos; de trecho en trecho magníf- cas fincas que parecen pueblos y que no son sino las haciendas de caña características por sus chimeneas y grandes galeras. En fin, un panorama variado que á cada paso nos arrancaba exela- maciones de admiración por tanta belleza ó por ver reunidas en un sólo lugar grandes riquezas; y recordamos perfectamente que el Sr. (Gzarcía, entre otros, entusiasmado y platicando con nosotros, llenaba de reproches á los dueños de aquellas fincas que generalmente no las conocen y sólo gozan de sus produc” tos, gastaudo en el Extranjero el dinero que produce el suelo de su país. Casi á las cinco llegamos á Yautepec, después de pasar por calles extensas de naranjos, cuyas ramas apenas podían sopor- tar sus dorados frutos, llenando el ambiente de un aroma puro y agradable que todos aspirábamos con delicia. La estación es- taba literalmente llena por,la gente que esperaba el tren para embarcarse é ir á Jojutla, en donde, como dijimos al principio, se celebraba una feria; todos los coches se llenaron y comen- zaron algunos pasajeros á querer entrar en el nuestro, lo que nos obligó varias veces á mostrarles el letrero que llevaba, en el cual se indicaba que era reservado; entonces fué cuando co- menzamos á experimentar la comodidad de un coche especial, pues mientras en los demás las gentes estaban en apretada con- fusión, nosotros íbamos cómodamente instalados. La aglome- ración de gente era tal, que obligó á que se aumentaran algunos 125 coches; y como no había en la estación más que furgones y pla- taformas, fué lo que pusieron al servicio de aquella gente, que entre empujones, dicharajos y porrazos entraban á los furgones donde quedaban de pie, oprimidos y empaquetados como si fue- ran comestibles en conserva. Mucho tiempo permaneció el tren en la estación mientras se hicieron los aumentos y cambios ne- eesarios, tiempo que nosotros aprovechamos en tomar una po- ca de nieve y platicar acerca de Yautepec. Yautepec es la cabecera del distrito que lleva su nombre; se encuentra situado casi al pie de la Sierra de Tepoztlán y se- parado de Cuernavaca por la de las Tetillas, que depende de la primera. Encajonado como se encuentra el Valle entre elevados cerros y extensas lomas, corre por su parte media un caudalo- so río que recoge la mayor parte de las corrientes que bajan de la Sierra del Norte y de las demás que le rodean; esta circuns- tancia y la de ser su lecho quebrado y muy pendiente, origina que el volumen de sus aguas aumente considerablemente en las épocas de las mayores lluvias, habiendo ocasionado en algunos años inundaciones que han destruído parte de la ciudad y cau- sado algunas víctimas. Este río lleva el nombre de la ciudad, corre de Norte á Sur y reune sus aguas, como casi todos los del Estado, con el río Amacusac. La población de Yautepec es de cerca de 9,000 habitantes, que la mayor parte se ocupan en las faenas del campo. Se en- cuentran cerca de la población algunas de las mejores haciendas de caña del Estado, como son Atlihuayan, Oacalco y otras. Media hora después de estar parados nos pusimos en mar” cha, notándose en todos nosotros el cansancio ó la molestia cau- sada por la monotonía y dilación en el movimiento del tren; de suerte que la mayor parte salimos á las plataformas para con- templar mejor el campo, y hasta las señoritas no quisieron de- jar de tomar parte en la diversión; pues habiendo permanecido sentadas casi todo el día, sentían ya necesidad de dar algunos pasos Ó euando menos pararse, así es que colocadas en la pla- taforma y asidas de los fierros para poder soportar los movi- ie 126 mientos bruscos del tren, contemplaban el panorama encanta- dor que ofrecía á nuestra vista la tierra caliente, y entusias- madas conversaban alegremente con el Dr. Altamirano, mani- festando á cada paso con nosotros las sencillas expansiones de su corazón. Todo era admiración, todo era júbilo y ácada mo- mento las exclamaciones de ¡qué hermoso! ¡qué bonito! nos anunciaban que algún platanar, algún campo de caña ó alguna hacienda se presentaba á nuestra vista. Así transcurrió el tiem- po hasta que llegamos á Tlaltizapán, en donde otra multitud de gente esperaba el tren para agregarse á la que ya venía en él, No muy agradable se presentó á nuestra vista el pueblo de Tlal- tizapán, pues sólo pudimos ver jacalos mal formados y disemi- nados sin orden; la multitud llenaba la pequeña plazoleta que se ha formado donde para el ferrocarril: unos para embarcarse y otros con el sólo objeto de verlo llegar y partir, pues acaso es la única diversión que tienen en dicho lugar. Contemplábamos aquel cuadro, cuando nos llamó la atención un hombre que sen- tado muellemente sobre unas piedras con ademán de indolen- cia, fumaba un enorme puro sin preocuparse por lo que pasaba en su derredor y sólo echando de tiempo en tiempo bocanadas de humo; luego que nos fijamos en él pudimos notar con horror que tenía toda la piel manchada de azul, como si se la hubieran quemado con pólvora, y cuál sería nuestra admiración cuando advertimos que en medio de aquella multitud no era el único in- dividuo con aquel defecto, sino que otros muchos, entre los que había mujeres y niños, tenían la cara y las manos igualmente manchadas. No pudimos menos de llamarle la atención al doc- tor, el que nos dijo que en aquel punto es precisamente donde comienza el mal del pinto; que á todos aquellos individuos les llaman pintos, y que no sólo tienen la cara y las manos mancha- das, sino todo el cuerpo; siendo este mal al parecer hereditario, pues pasa de los padres á los hijos y que igualmente se puede adquirir por contagio, creyendo algunas personas que basta be- ber agua en la vasija donde ha bebido un pinto para que se trans- mita la enfermedad. Porlo demás, los indígenas que tienen este 127 defecto, parece que no comprenden su desgracia ni la repug- nancia que inspiran, pues generalmente son los más altivos y los más altaneros, distinguióndose entre los demás por su mo- licie y altivez. Ya desde este punto, por cada uno de los pueblitos que pa- sábamos veíamos algunos pintos, y el doctor nos llamaba la aten- ción sobre la coincidencia que se nota entre la existencia de este mal y la naturaleza del terreno; pues generalmente donde el te- rreno es calizo y las aguas tienen un color verdoso y una lim- pidez particular, es donde comienzan á presentarse. Poco tiem. po pudimos seguir en observación, pues el sol se ocultó tras las montañas del Poniente, y sólo en las pequeñas poblaciones que todavía tocó el tren, podíamos nótar la multitud que venía á au- mentar la ya compacta aglomeración que literalmente llenaba cuanto coche llevaba el tren, al grado de que poco antes de que llegáramos á Jojutla, vino á nosotros el conductor, sudando y jadeante por las fatigas y trabajos que le había costado recoger los boletos á todas aquellas gentes. En Jojutla, cabecera del Distrito de Juárez. Llegamos á Jojutla á las 6*15” pm.; estaba la estación li- teralmente llena por la multitud que esperaba el tren, multitud que aumentó con los ríos de gente que bajaba de los furgones y plataformas que en todo el trayecto habían recogido numero- sa concurrencia para la feria que se celebra en esta población en los primeros ocho días de cada año. Era tal el gentío que todos de común acuerdo determinamos quedarnos en el tren hasta que se desahogara un poco; así estuvimos esperando co- mo media hora, cuando comenzó la máquina á hacer movimien: tos para formar el convoy que debía salir el día siguiente y co: locar nuestro coche en el límite de la vía. Ya sea porque tenía: mos deseo de bajar, ó porque deseábamos ver los movimientos, casi todos nos agolpamos á las plataformas donde á falta de otra 128 cosa comenzamos á contemplar el cielo, procurando reconocer algunas de las constelaciones visibles, lo que nos sirvió para orientarnos y formarnos idea de la situación del lugar; por tin, después de mucho esperar comenzaron algunos compañeros á.- irse y poco á poco y por grupos nos fuimos encaminando á la población que está como á un kilómetro de la estación. La idea predominante en todos era cenar, así es que inmediatamente nos internamos en la población, mezclándonos con la multitud que llenaba las calles; 4 medida que nos acercábamos á la plaza cen- tral aumentaba más y más la gente, al grado que tuvimos que separarnos, quedando sólo grupos de tres ó cuatro personas. Por fin, llegamos á la plaza; estaba ésta llena de vendimias y tien- das ambulantes, entre las que había fondas, mercerías, carnice- rías, ropa, y en fin, una mezcla, que se podía considerar todo aquello como un bazar universal, entre el cual apenas se movía una multitud compacta de indios que sin dirección fija iban y venían al rededor del atrio de la parroquia donde estaba situa- da una murga. Diversa suerte corrieron los compañeros, pues unos encontraron que cenar y otros no, ó muy caro; tres de nos- otros nos dirigimos á una accesoria en cuya puerta había un le- trero que decía Fonda y Café. Desde la entrada comprendimos que no había mucho que esperar, pues las sillas estaban coloca- das sobre la mesa, todo lo demás en desorden y en uno de los rincones dos personas dormidas y acurrucadas bajo sus ropas de noche; no obstante, gracias á la exigua luz que daba una can- dileja de aceite, vimos en el fondo una puertecita por la que se asomaba una muchacha rechoncha gue con voz de sueño nos dijo: pasen ustedes. Esto nos obligó á entrar, pues de otra suer- te apenas nos asomamos hubiéramos retrocedido. Preguntamos si había algo que cenar, y después de haber esperado mucho tiempo la respuesta, nos fueron diciendo que todo se había aca- bado; insistimos y después de varias preguntas y respuestas, fueron resultando con que podrían darnos unos huevitos y unos -frijolitos. El apetito que llevábamos no nos permitía escoger, de suerte que acto continuo bajamos las sillas de la mesa y nos 129 colocamos uno frente á otro y el tercero en la cabecera. Mucho tardaron en venir los huevitos, pero al fin después de algunas carreras de la criada para la calle y de oir chillar la manteca en la cazuela, vinieron los consabidos huevos, uno para cada uno, que los hicimos desaparecer de tres bocados, acompañados de pan que seguramente tenía muchos días, pues'estaba como una piedra; trajeron después unos frijoles que más bien parecían mayates en plato; pero que corrieron la misma suerte que el pri- mer platillo, desapareciendo en un santiamén; no nos faltó cer- veza, de suerte que un poco resignados más que satisfechos concluimos nuestra exigua cena, y ya nos disponíamos á partir, para lo cual preguntamos cuánto era lo que debíamos; cuál se- ría nuestro asombro al decirnos la criada que nos había servi- do que debíamos un peso cada uno; inmediatamente protesta- mos, pero todo fue inútil, hasta que al fin nos resolvimos á pagar 18 reales por los tres; habiendo quedado en que la vieja nos hacía una rebajita por puro favor. Durante la cena un viejo de unos 60 años que estaba dormido en un rincón, se enderezó y comenzó á trabar plática con nosotros, ofreciéndonos entre otras muchas cosas, que al día siguiente nos servirían un buen des- ayuno; por supuesto que después de haber salido de allí no sólo no nos acordamos en volver, sino procuramos encontrar á nues- tros compañeros para referirles lo que nos había pasado y que no fueran á caer como nosotros en aquel desplumadero. Poco nos paseamos después de cenar, pues era muy moles- to andar entre aquella bola de indios; así es que poco á poco nos retiramos y llegamos á la estación con intenciones de acos- tarnos en el wagón donde habíamos venido; pero no fué posible porque ya la mayor parte de los compañeros habían dispuesto sus camas, formándolas con los cojines de los asientos, de ma- nera que cuatro resolvimos irnos á dormir á otro coche. No bien habíamos comenzado á buscar un rincón, cuando se nos presen- tó el guarda—estación con su linterna en la mano, diciéndonos que tenía orden de cerrar los couhes y no dejar que. ninguno entrara en ellos; pero en estas y las otras le deslizamos un tos- MEMORIAS (1891-92).—T. V, 17 130 tón en la mano y como por encanto cambió el hombre, al grado de que no sólo no nos dijo más, sino que él mismo anduvo arre- glando para que durmiéramos de la mejor manera posible. Era digna de verse la cama en que transformó cuatro asientos del coche de primera: quedó con colchón, almohada y hasta pabe- llón se le hubiera podido poner; en ella se acostó muy ufano el Dr. Govantes, no sin.antes habernos hecho tomar un trago á la salud de su magnífica cama. Tres ó cuatro nos fuimos al co- che de segunda y allí armamos nuestros catres de campaña, durmiendo los otros sobre las bancas, y por último, el Dr. Al- tamirano y su familia quedaron regularmente instalados en un furgón. En resumen, convertimos el tren en nuestro dormito- rio. Eran las doce de la noche cuando nos acostamos á dormir, sin desvertirnos; y apenas comenzaba á querer venir el sueño cuando oímos una voz que por fuera llamaba, pues habíamos tenido la precaución de atrancar las puertas del coche; pero la persona que llamaba no esperó que le abriéramos, sino que de un fuerte empujón abrió la puerta y entró diciendo ¡ah! ¡ah! como que le causaba admiración el que estuviéramos allí acos- tados; entonces uno de nosotros se incorporó y gritó: ¿quién vive? el viejo Uribe, respondió el intruso, que era nada menos que el conductor. ¿Qué tal, señores, nos dijo después, aquí van á pasar la noche? Sí señor, contestamos; pues vaya, les haré compañía; pero antes de dormir acostumbro fumar un cigarro y charlar un poco; pues á las Órdenes de vd., contestamos, y étenos aquí á la una y media y en agradable conversación, para el conductor, porque á nosotros se nos cerraban los ojos y senos doblaba el cuerpo. No fué mejor la noche que pasaron en el wa- gón especial los demás eompañeros, pues la mayor parte dur- mieron encogidos Ó en posturas incómodas. Casi todos nosotros, cansados como estábamos, desvelados y mal cenados, después de cambiar mil posturas en los asientos incómodos, comenzamos en las horas de la madrugada á cerrar los ojos; bien sabido es lo delicioso que es ese sueño de la ma- 131 drugada cuando se siente que se duerme y cuando algunos en- sueños comienzan á germinar en nuestro cerebro para presen- tarnos visiones que generalmente nos son agradables. Estába- mos la mayor parte saboreando ese estado, cuando un vigoroso y prolongado silbido dado por la locomotora nos hizo abrir á to- dos desmesuradamente los ojos, creyendo que ya era la hora de marchar y no eran sino las cuatro de la mañana; media hora después comenzó á llegar la gente que se iba en el tren tratan- do de instalarse desde luego en los mejores lugares; de manera que los que habían dormido fuera del coche especial, desde aquel momento tuvieron que emigrar de sús alcobas improvisadas y ceder el puesto, mal de su agrado, á la muchedumbre que ya invadía las plataformas. Espléndida madrugada, un ambiente fresco y sereno, colo- res vivísimos de púrpura que difundiéndose lentamente desde el Oriente, iban disipando las tinieblas de la noche, haciendo desaparecer paulatinamente los luceros, hasta que el sol radian- te apareció tras las montañas del Oriente; ni un sólo vapor que entuarbiara la luz, ni una sola nubecilla que evitara á sus rayos dispersarse llenando todo el horizonte; todo se iluminó y se pre- sentó de lleno á nuestras miradas, pudiendo entonees contem- plar la situación y el conjunto de lo que se podría llamár Valle de Jojutla. Por el Oriente veíamos en primer término los ce- rros de Jojutla y Tlaquiltenango, cubiertos de exigua vegeta- ción que deja descubierto grandes tramos donde se ve blan- quear las rocas calizas de que están constituídos; más allá y sirviendo como de fondo por el NE., de color azulado que se confunde con el del cielo, se levanta majestuosa la mole cóni- ca del Popocatepetl, que desde estos lugares se ve más agudo y casi terminando en punta. Por el Poniente estaba perfecta: mente iluminado el cerro de San Nicolás y de Tetelpa, seguidos de extensos lomeríos que se pierden poco á poco hasta llegar á los confines azules donde apenas se distingue la masa irregular y de bordes recortados del Nevado de Toluca; muy grata im- presión nos causó tener á la vista los dos grandes volcanes de 132 la mesa central, pues era la. primera ocasión que los veíamos á la vez. Por el Sur apenas se distingue entre la arboleda de la población y allá muy lejos, perdiéndose en lontananza, la Sierra del Sur, al pie de la cual corre el Amacusac; y por último, al Norte, los cerros irregulares que forman en esta dirección las últimas dependencias del Ajusco. Entre los cerros de Jojutla y de San Nicolás, corren dos ríos, uno que lleva el nombre de Tlaquiltenango, y el otro de Apa- tlaco, encontrándose la población entre ambos, y como á una legua más al Sur se reunen en uno sólo llamado Tlateuchi, pa- ra después correr juntos hasta rennirse al Amaeusac. Estába- mos en estas reflexiones geográficas y otras consideraciones, cuando la voz del Dr. Toussaint vino á sacarnos de ellas, re- cordándonos que teníamos que desayunarnos y después tratar de conseguir los caballos, pues hasta aquellos momentos no ha- bía nada arreglado sobre las bestias que nos debían conducir. Poco á poco nos dirigimos á la población, distrayéndonos con los chiflidos de unos pájaros negros que revoloteaban en pequeños grupos por entre el follaje, que mientras están para- dos en los árboles no cesan de cantar; cerca de donde nosotros pasamos había dos: uno de ellos parecía decir Lwis, Luis, y su vecino le contestaba bien te veo; comenzaba el primero otra vez Jesús, Jesús ; bien te veo volvía á repetir su compañero; aun cuan- do ya nos son conocidas estas aves, pues las hemos visto mucho en el interior, no pudimos menos que preguntarle al Sr. Herre- ra qué clase-de animales eran esos. Esas aves, nos dijo el Sr. Herrera, componiéndose su bigote y viendo al suelo, pertenecen á la familia de los Cuclillos, género Crotófaga y especie Sulci- rrostris; se llama Crotófaga porque se co.ne las garrapatas, para lo cual tiene un pico conformado de una manera especial pa- ra peinar el pelo del ganado y alimentarse de los parásitos di- chos. Íbamos á dar las gracias á dicho señor por sus datos zoo- lógicos sobre las aves citadas, cuando se presentó delante de nosotros la simpática figura del Dr. Govantes, que con las ma- nos en los bolsillos y riéndose de sólo vernos nos'dice: ¿qué les 133 parezco á vdes.? me ha costado un real y esto es lo mejor para el sol; todo esto-nos lo decía señalándonos un sombrero de paja que acababa de comprar y sobre el cual traía encimado el que le sirvió para.el tren. Lo pedimos su sombrero y después de ha- berlo visto por todos lados como para reconocer su clase, le pre- guntamos ¿con que un real? sí señores, un real y nada más que un real: vean vdes. al mayor que también acaba de comprar el suyo y le costó lo mismo. En efecto, allíjunto al Dr. Govantes estaba el Sr. Valle, que es al que le dicen Mayor, muy serio, con una blusa de dril muy larga y mostrándonos su compra, á la vez que nos daba los buenos días; decidimos comprar también para nosotros unos sombreros, pero antes de 1rlos á buscar en- tramos en una fonda de la plaza donde nos dieron un buen ca- fé y buena leche por sólo un real. Casi todos fuimos á la misma fonda, pues allí nos reunimos la mayor parte, circunstancia que aprovechó el Dr. Altamirano para decirnos que nos disemináramos á buscar caballos por va- rias partes y que á las once nos reuniéramos para dar cuenta de lo que hubiéramos conseguido. Todos, pues, nos fuimos por distinto rumbo, quién procurándose uno ó dos caballos para sí, quién diez ó doce para los demás; pero no sabemos cómo ó por qué circunstancia á cada uno de nosotros nos despacharon con una misma persona; de manera que después de mucho andar, de ir y venir, de preguntar y volver á preguntar, nos encontra- mos reunidos en la casa de un Sr. Rebollar, que luego que vió la urgencia con que insistíamos y los muchos caballos que nece- sitábamos, no dejó de hacerse del rogar y poner los precios que quiso. Recuerdo que llegamos dos de nosotros á la puer- ta que cierra la cerca en medio de la cual está la casa que bus- cábamos, y preguntamos: ¿esta es casa del Sr. Rebollar? no señores, nos responde muy espacio y como de mala gana un en- sarapado que con mucha flojera apenas se movía del lugar en que estaba medio echado; ¿y dónde lo podremos encontrar? ¿pues pa qué lo querían? queremos saber si nos puede alquilar unos caballos; ¡ah! pues espérese un poco, le voy á hablar. En 134 efecto, esperamos un buen rato y á poco salió del mismo jacal el Sr. Rebollar, diciéndonos con muy buenas maneras: yo no tengo más de seis animales; acabaron de venir unos señores y me tomaron dos; vinieron otros y no nos arreglamos. ¡Ah! pues esos señores son de nosotros mismos, formamos una sola caravana; de manera que si vd. quiere, con nosotros puede arreglarse de sus seis animales y otros que nos consiga; necesitamos cuando menos veinte bestias y cuatro mulas de carga; si vd. no las tiene, consígalas con sus amigos del pueblo y eso más puede ganar. Parece que con esas palabras le desper- tamos la codicia, pues nos dijo después de pensar un rato y de peinarse las barbas con las uñas: bueno, señores, yo les consigo ca- dallos ; pero me pagan vdes. á doce reales diarios y me dan adelanta- do el importe por los días que los han de ocupar. Poco discutimos ya sobre eso y entonces el Dr. Altamirano nos comisionó para recoger de cada uno de los excursionistas el importe de sus ea- balgaduras. Una vez cerrado el contrato, cada uno comenzó á hacer re- comendaciones para que escogieran su caballo; quién decía que fuera manso, otro que fuera de freno, cuál otro que le pusieran buenos estribos, en fin, una serie de condiciones, á las cuales Rebollar un poco atarantado nada más decía moviendo la cabe- za: pierda cuidado, señor. Nos volvimos ya para el centro satisfechos de nuestro arre- glo y comenzamos á recorrer la población; el Dr. Altamirano con su cámara en la mano fotografiando todo lo que le llamaba la atención; yendo y viniendo pasamos por la plaza y allí encon- tramos á las Sritas. María y Josefina, muy graciosas con sus ves- tidos de percal y sus rebozos graciosamente echados sobre el hombro, llevaban en la mano un sinnúmero de compras que ha- bían hecho con el objeto de que no nos faltara nada en el camino. Nos retiramos acompañándolas y fuimos á la botica del Sr. Espinosa, fino amigo de los Dres. Altamirano y Villada; allí nos proporcionó unas sillas fuera del mostrador y estuvimos char- lando un rato hasta que llegó la hora de comer. 135 El Sr. Espinosa se portó perfectamente con nosotros, pues por su conducto conseguimos seis de los caballos que necesitá- bamos y una mula de carga. Poco á poco nos fuimos acercando á la fonda que está sibua- da en una de las esquinas de la plaza y que es la de mejor as- pecto de todas las do la población; encontramos allí ya instala- dos ámuchos de los compañeros, algunos de los cuales charlaban amigablemente con el dueño, que con finas maneras y atentos modales nos ofrecía servirnos con sólo que esperáramos algu- nos minutos. Deseosos como estábamos de tomar una buena sopa, no tuvimos inconveniente en esperar y nos entretuvimos observando los graciosos movimientos de una ardilla que tenían atada con una cadena á una puerta; el gracioso animalillo su- bía y bajaba y con ojos picarescos nos veía; uno de nosotros se acercó á darle un pedazo de pan é inmediatamente lo tomó y corrió á la parte superior de la puerta, donde cómodamente sen- tada en sus patas traseras, comenzó á comérselo esponjando ca- da vez más su hermosa cola como para dar muestras de júbilo; pero el entretenimiento pasaba y la sopa no llegaba, y lo que era peor, el dueño no cesaba de platicar sin dar señales de apu- ración; algunos de los compañeros comenzaban á impacientar- se. En una de las mesas estaba el Dr. Govantes acompañado del Mayor, y al notar la impaciencia de los compañeros, desta- pó una botella de coñge y nos invitó á que tomáramos un tra- go; todos los presentes aceptamos gustosos y esto vino á mode: rar un poco los ímpetus de impaciencia, tanto más, cuanto que en esos momentos entraban también en busca de alimentos los Sres. Schwenghagen y García, que se instalaron en una mesa; pero no bien se habían sentado, cuando vimos al Sr. García le- vantarse de su asiento como empujado por un resorte y con los brazos dirigidos al mostrador, prorrumpir en esta exclamación: ¡Magnífico animal! Todos ereímos por lo pronto que se refería á la ardilla, pero luego que nos fijamos en lo que llamaba su atención, no pudimos menos que echarnos á reir, pues era un pequeño burrito hecho con sompantle, que servía de adorno al 136 aparador mal provisto donde el dueño de la fonda ostentaba su exigua bajilla. En efecto, el tal animal no carecía de chiste, lo que hizo que el Sr. García, al verlo, pensara inmediatamente que podría gustarle á sus niños tener un juguete por el estilo; pues seguramente en aquellos momentos, en medio de las dis” tracciones que nos rodeaban y estando muy lejos de nuestro ho- gar, consagraba el Sr. García, como padre amoroso, algunos re- cuerdos á sus tiernos vástagos. Pero todo pasaba y el tiempo también y no obstante la sopa no llegaba, la impaciencia seguía en creciente y aun algunos co- menzaron á retirarse, lo que visto por el dueño lo sacó de su apacible indolencia y entonces dispuso que comenzaran á ser- virnos algo; pero cuál sería nuestro desaliento cuando vimos que como primer platillo nos servían una revanda de mortade- la; nosotros que esperábamos una sopa caliente que tonificara nuestro estómago, no pudimos soportar semejante comida y nos salimos á buscar donde comer mejor y en último caso resueltos á comer de las latas de que nosotros íbamos provistos, pues pa- ra comer mortadela, podríamos encontrar en nuestras provisio- nes cosa mejor. Al salir encontramos al Dr. Altamirano que con las dos se- ñoritas se dirigía á la fonda; pero tan luego como supo lo que pasaba, se desvió del camino y nos fuimos á la plaza á buscar donde pudieran darnos de comer. Entramos á tres ó cuatro ja- cales provistos al exterior con letreros de fonda, y aun creo que en uno de ellos decía con no muy buena ortografía: Restaurant, pero no obstante no había qué comer, hasta que por fin la suer- te nos deparó un figoncillo donde nos ofrecían caldo y otras lin- dezas por el estilo; no vacilamos, nos metimos de rondón y nos instalamos sobre unos bancos formados por vigas no muy de- rechas, al rededor de una mesa que le faltaba mucho para ser horizontal. Comimos allí el Dr. Altamirano, las Sritas. María y Josefina, los Sres. Tenorio, Herrera y el que esto escribe; muy sabrosa estuvo la comida y durante toda ella sostuvimos agra- dable conversación, hasta la una de la tarde que nos levantamos 137 y nos dirigimos á la estación para disponernos á la marcha. Cuando llegamos ya estaban allí algunos de los caballos, y la ma.- yor parte de los compañeros afanados en preparar sus maletas; poco tiempo se necesitó para que cada cual tomara su caballo y lo arreglara convenientemente. De Jojutla á San Gabriel, (A caballo, 24 km. , cuatro horas y media de camino. ) Eran las tres de la tarde cuando todos estábamos montados y dispuestos á partir; dispuso entonces el Dr. Altamirano que todos se formaran y que se pasara lista para saber no sólo si es- tábamos completos, sino cuántos íbamos por total; á la voz de mando quedaron todos formados. Luego salimos de entre las filas con un libro en la mano y comenzamos á llamar á cada uno por su nombre, respondiéndonos éstos á su vez. Componíamos la caravana todos los excursionistas y mozos que dejamos dicho en otra parte, más cuatro individuos que iban encargados de las bestias; por total 33 caballos y tres mulas de carga. Ape nas se escuchó el último presente y que nosotros dijimos estamos completos, el Dr. Altamirano dió la orden de marcha. Con qué alegría emprendimos el camino, todos íbamos ri- sueños y contentos, todos alegres y no faltó alguno que simu- lando las voces de las cornetas entonara algún toque militar; tuvimos que atravesar algunas de las calles de la población, y como íbamos en tropel y armando gran boruca, la mayor parte de las gentes salían á las puertas de sus casas para vernos pa- sar y nosotros muy ufanos seguíamos adelante sin preocupat- nos por nadie y sintiendo cierta satisfacción cuando creíamos que aquellas gentes adivinaban que íbamos á Cacahuamilpa, Bien pronto dejamos las últimas casas y nos encontramos en el gamino que serpenteando por extensos lomeríos conduce á la laguna de Tequesquitongo, punto á donde llegamos después de MEMORIAS (1991-92), —T. V, 15 138 dos horas de caminar. En verdad que esta parte del camino no presenta mucha variedad en su aspecto, pues las lomas que atra- viesa son bastante áridas y no contienen interés mayor, lo cual contristaba un poco á los naturalistas, pues pudimos observar. al Sr. Herrera algo taciturno, quizá por no encontrar las aves que él deseaba; en cambio los demás compañeros fueron distri- buyéndose poco á poco en grupos según sus afinidades ó según el brío de sus corceles; en todos comenzó á reinar la más fran- ca y cordial conversación. Cuánto deseábamos en esos momen- tos tener un caballo regular para poder haber estado con todos; pero desgraciadamente el animalito que montábamos apenas se movía y sólo después de propinarle fuertes azotes sobre sus car- nes enflaquecidas, lográbamos con gran trabajo que formara par- te del grupo que iba hasta atrás; pero no hay mal que por bien no venga, pues en ese grupo iba el Dr, Altamirano que con su bue- na memoria nos explicaba el camino, dándonos los nombres de casi todos los cerros que nos rodeaban é indicándonos las direc- ciones en que quedaban las principales poblaciones del Estado. Al llegar á la laguna de Tequesquitongo nos llamó mucho la atención el relato que hizo el doctor sobre el origen de su for- mación; pues según nos decía, en el lugar que ocupan las aguas existía antes un pueblo, el cual fué inundado por el desvío que hicieron sufrir á las corrientes en algunas de las haciendas de caña que se encuentran al Norte de este punto; todavía hace tres años, nos decía el doctor, se asomaban sobre la superficie del agua, en medio del lago, la eruz de la torre de la iglesia, la que fué desapareciendo progresivamente hasta ya no verse na- da por el aumento que diariamente tienen las aguas. Poco tiempo pudimos seguir observando el camino, pues ya el sol se había puesto y el crepúsculo tocaba á su fin. Esplén- didos colores de grana y púrpura tenía el horizonte, destacán- dose sobre él la luna que en su creciente brillaba como de pla- ta, y un poco más arriba Venus, que cual diamante nos enviaba rayos multicolores. Mucho gozamos contemplando aquel espae- táculo y observando los cambios sucesivos que tomaban las 139 coloraciones del cielo, y aun en algunos compañeros causaba verdadero regocijo, sobre todo, en el Sr. García que no podía contener los ímpetus de su corazón siempre entusiasta. Si no hubiera sido por la débil luz de la luna que se hallaba en su cuarto día, difícilmente podríamos haber seguido; poco á poco comenzamos á yer muy lejos tras de unos collados una peque- ña lucecita que de tiempo en tiempo se perdía para reaparecer y que según nos dijeron era de Puente de Ixtla. Muy larga se nos hizo la distancia, pues andábamos y más andábamos y la luz siempre la veíamos á la misma distancia y del mismo ta- maño. Por fin, después de mucho andar y cuando nuestra luz se perdió tras de una arbolada, comenzamos á oir ladridos de perros; poco después llegábamos á Puente de Ixtla, punto im- portante, pues es donde se reunen los caminos que de Jojutla y Cuernavaca van á Acapulco; su nombre lo debe á un gran puente donde en otro tiempo se pagaba peaje y que sirve para atravesar uno de los afluentes del Amacusac de los que bajan de las serranías del Norte. La población de Puente de Ixtla apenas llega á tres mil almas y la mayor parte de sus habitan- tes están dedicados á la agricultura. No nos detuvimos en este: punto un sólo momento, sino que seguimos de frente por un buen camino amplio y parejo que después de una hora nos per- mitió llegar á la hacienda de San Gabriel, punto hasta donde habíamos determinado hacer nuestra primera jornada: Al lle- gar se adelantó el Dr. Altamirano para hablar con el adminis- trador y suplicarle nos permitiera pasar allí la noche; mientras tanto los demás esperábamos fuera de la puerta que sirve de entrada. Pocos momentos permanecimos allí, pues inmediata- mente que supieron qué personas iban formando la comitiva, se nos permitió la entrada; llegamos, pues, á una plaza extensa que más que de hacienda parece ser de pueblo, en la que había vendimias y otros puestos y aun bajo un pequeño portal perte- neciente á la finca principal había una rifa de objetos, á la que según pudimes notar había mucha gente rodeada; pero sin to- mar parte en la diversión. Nos bajamos de los caballos y procu- 140 ramos recoger nuestros equipajes para ir en seguida al interior de la casa del administrador, que nos proporcionó dos amplias piezas para que pasáramos la noche, teniendo además la ama- bilidad de llevar arriba á alojar con su familia á las Sritas. Ma- ría y Josefina. Una vez instaladas y distribuídas nuestras ca- mas y demás objetos, salimos como en la noche anterior en busca de algo que pudiera satisfacer nuestra necesidad, pues era im- posible que á deshoras de la noche y sin haber tenido aviso an- terior alguno, las personas de la finca pudieran habernos dado de cenar á-los veintiocho excursionistas; así es que con excep- ción de las señoritas que cenaron con la familia del administra- dor, todos nosotros salimos á la placita para ver qué era lo que nos encontrábamos. Excaso era lo que había, pero que tomado entre risas y agradable plática nos supo muy bien: unos vasos de leche con pan no muy de lo mejor habíamos tomado,-y ya nos retirábamos satisfechos, cuando al pasar por una vendimia oímos una voz que nos decía: aquí hay tamales, señor, aquí hay atole, acérquese vd.; volvimos la cara y vimos que la persona que nos llamaba era nada menos el Dr. Villada, que rodeado de sus tres chiquillos saboreaba una buena taza de atole, mientras sus tiernos retoños comían tamales hasta por los ojos. No pu- dimos sufrir la tentación y también tomamos atole que por cier- to lo encontramos muy sabroso. Así, pues, muy satisfechos, mucho más que la noche anterior, nos dirigimos á nuestra ha- bitación con las mejores intenciones de dormir; pero ¡oh des- dicha! no hicimos más que entrar al corredor que se hallaba iluminado con luz eléctrica, cuando lo primero que se presentó á nuestra vista corriendo sobre el pavimento, fué un enorme arácnido que buscaba donde esconderse; ante aquel animal no pudo menos de soltar una exclamación de horror el Sr. Tous- saint, que desde que entró en tierra caliente no pensaba sino en los alacranes y sus efectos. Quiso perseguirlo pero no le dió alcance al animal que metiéndose por entre las hendeduras del enlosado se dirigía con rapidez bajo una mesa junto á la que estaba sentado el Sr. Giovenzzana, preparando las pieles de las 141 aves que se habían colectado en el camino. Cuando el Dr. Tovus- saint vió que el animal aquel se dirigía al lugar donde estaba el Sr. Giovenzzana, le decía muy apurado que se quitara, que lo iba á picar una araña, y se pintaba en el rostro del buen doctor la angustia que sentía creyendo que su compañero iba á ser víc- tima de aquel animal; pero aquel señor, naturalista flemático, le contestaba sin preocuparse ni dejar de preparar sus pieles, mitad en italiano, mitad en español, demostrando que no había cuidado, que no tenía miedo. Bastó el encuentro de aquel ani- mal para que el Dr. Toussaint y otros muchos de los compañe- ros se pusieran en guardia y no dejaran ni un momento de es- eudriñar con ávidas miradas los pisos y paredes, creyendo ver á cada momento y en cada una de las manchitas de la pared á un enemigo terrible; desgraciadamente el lugar donde esto pa- .saba estaba como dijimos antes alumbrado por una lámpara eléctrica de incandescencia, cuya luz como se sabe atrae en su derredor á gran número de animales, de suerte que no bien ha- bíamos visto la araña, cuando otro compañero con voz desarre- glada por la emoción anunciaba á una enorme cucaracha, y poco á poco fuimos descubriendo tanto animal, que al fin decidimos dejar aquel lugar, aunque á la verdad hasta entonces la mayor parte eran inofensivos y entre ellos no habíamos visto ningún alacrán. Ya nos retirábamos cuando otro hallazgo nos detuyo algunos momentos: era una araña de grandes patas color gris y que corría con suma agilidad. Iban á matarla los compañeros cuando se presentó el Sr. Herrera, que separando al grupo con los brazos, suplicaba dejaran la vida á aquel animal. ¿Qué era lo que motivaba aquellos sentimientos de conmiseración en el joven naturalista, colector furibundo, que en lugar de hundir á la araña en su enorme frasco de alcohol, le perdonaba no sólo la vida, sino que suplicaba se la perdonaran ? No estuvimos mu- cho tiémpo con la curiosidad, pues como muehos insistían en matar el animal, el joven Herrera nos dijo: esta es una araña estrella, que en lugar de perjudicar al hombre es uno de los ani- males que lo beneticia, pues tiene la propiedad de alimentarse 142 con alacranes, los que come con verdadera voracidad, y no sólo la debemos respetar, sino que debería procurarse su propaga- ción en todos aquellos lugares que como Durango y otros están infestados de alacranes. Muy bien, dijo el Dr. Govantes, respetamos al animalito; pe- ro fíjense vdes. en que está muy gorda, lo cual prueba que ha comido mucho, es decir, que hay muchos alacranes; no dejó - aquella observación de producir su efecto en los compañeros que con caras semi-afligidas aprobaron en todas sus partes el : raciocinio que entre risas y veras nos presentaba el doctor. Por fin, todos se retiraron, algunos con la conciencia de que iban á pasar la noche en vela vigilando á los alacranes. Nosotros permanecimos un momento con el Sr. Giovenzzana, admirando la agilidad y maestría con que preparaba sus aves, nada más so veían moverse sus manos con método y precisión, y en pocos momentos dejaba una piel lista, sin haber lastimado el plumaje ni cometido la menor imperfección; en pocos momentos había sobre la mesa magníficos ejemplares de garrapateros, tordos, verdugos y otros; por fin, á las diez de la noche nos despedimos del Sr. Giovenzzana para retirarnos á nuestra pieza creyendo encontrar á todos dormidos; pero no fué así, pues el cuadro que se presentó á nuestra vista no podía ser más digno de descrip- ción: todos los compañeros agolpados á un rincón con cerillos y velas en la mano alumbrando un hermoso ejemplar de alacrán que con la cola retorcida y el aguijón listo para picar, estaba en acecho del primero que se le acercara; mucho tiempo estu- vimos contemplando al animalito, hasta que uno de nosotros se resolvió á pulverizarlo de un zapatazo, y todavía después, no obstante que veíamos la mancha que había dejado en la pared, lo buscábamos por el suelo con temor de que se nos hubiera es- capado. Aquel encuentro nos puso después en moyimiento, pues todos transportaron sus catres de campaña al centro de la pieza y hubo alguno que rodeara con mecates las patas del suyo para estar á salvo de que por ellas se le subiera algún animalejo, y por último algunos de los compañeros, no obstante el cansan- 145 cio, se resolvieron á dormir vestidos y además se envolvieron la cabeza con sus pañuelos. En fin, todos nos dormimos y la no- che pasó sin novedad, * Muy temprano nos levantamos á otro día y fuimos á saludar á los compañeros que habían dormido en el otro departamento, encontrándonos con que el Sr. Giovenzzana había dormido en el corredor y no había cenádo, así eomo también supimos que el Dr. Altamirano había tenido algunas dificultades con los arrie- ros y los de los caballos, que con un egoísmo sin límites no que- rían hacerse cargo de los caballos que había facilitado el Sr. Espinosa, de Jojutla. Tan luego como salió el sol fuimos á buscar desayuno y á la verdad que lo encontramos no tan malo, pues una señora que tenía su puesto de café en la plaza nos dió á unos chocolate, á otros café y á otros hojas; después nos fuimos con el Dr. Govan- tes á visitar las maquinarias que nuevamente han instalado en esta hacienda. Se encuentran éstas en galeras amplias y bien ventiladas, con techo de bóveda y todo alimentado y movido por vapor, con excepción del trapiche propiamente, que está mo- vido por una rueda hidráulica; en pocos momentos pudimos comprender el objeto de todo aquello, pues el Dr. Govantes, co- mo si hubiera sido alguna vez administrador de fincas de azú- car, nos explicaba con precisión el objeto de cada cosa y el uso de cada aparato. Mientras nosotros visitábamos la instalación comenzaron los preparativos de marcha, no sin haber tenido an- tes ligeros altercados con los arrieros que generalmente quie- ren hacer su voluntad y en esta ocasión querían cargar á su an- tojo y sin atender á nuestras indicaciones; pero por fin á las 8* 17* de la mañana, después de una cordial despedida por parte de los propietarios y administrador de la hacienda, salimos rum- bo al Poniente; al pasar por la plaza se formaron en fila los com- pañeros y el Dr. Altamirano y nosotros sacamos fotografías de la caravana. 144 De San Gabriel á Cacahuamilpa. A caballo, 35 km., seis horas de camino. Risueños y contentos salimos todos de San Gabriel, forman- do pequeños grupos en los que dominaban distintas formas en la conversación; cuando queríamos oir risa y plática agradable no hacíamos más que acercarnos al grupo donde el Dr. Govan- tes con su jovialidad característica entretenía á las señoritas. Si queríamos plática entusiasta y admiración de la naturaleza, no hacíamos más que acercarnos al Sr. García, cuyo corazón en aquellos momentos estaba inundado de felicidad; y por último, cuando nos acercábamos al Dr. Altamirano, siempre encontrá- bamos motivo para instruirnos en la serie de reflexiones que á cada paso venía haciendo en vista de lo que se encontraba en el camino. La mayor parte habíamos cambiado de traje, ponién- donos blusas ó sacos blancos: el Dr. Altamirano se había arma- do de su herramienta de colector y formaba una figura singular con su gran paño de sol, sus botas hasta las rodillas y rodeado de todos los útiles de caza y colección de plantas, más su ane- roide que nunca se desprende de él. El camino en un principio - se nos presentó ligeramente accidentado por extensas lomas y collados, todos de formación caliza, donde apenas crecen peque- ños árboles de escaso follaje; el campo de las pozas es el pri- mer tramo que recorrimos, rodeado de montes calizos y surcado por barrancas de poca importancia. No obstante, tanto los bo- tánicos como los cazadores comenzaron á hacer colecta. El Sr. Herrera, el Sr. Giovenzzana y Rafaelito, digno hijo del Dr. Al- tamirano por su afición al campo, fueron los que la emprendie- ron con escopeta en mano á uno y otro lado del camino en busca de aves, cogiendo en poco tiempo numerosos é importantes ejemplares, entre los que llamó más nuestra atención un quelele de cabeza blanca que lo cogieron casi vivo. 145 El Dr. Altamirano por su parte comenzó á reunir gran nú- mero de ejemplares de plantas, entre los que figuraban algunos que son de importancia, según los datos que nos daba el mis- mo doctor: el cacahuananchi / licania arbórea ), árbol grande de denso follaje y que se encuentra diseminado á las orillas de los barrancos ó entre las lomas. El fruto de esta planta, nos decía el doctor, mostrándonos sus lustrosas hojas parecidas á las del encino, producen en gran cantidad un aceite que fácilmente se saponifica, da un jabón duro y con mejores rendimientos que los que se obtienen con otras grasas. Otras de las plantas gue vimos con profusión fué el cuaxio- te (desmodinguim perniciosa ) y el cuatecomate /crecencia lata ), que forman en aquellos lomeríos verdaderos bosques, al gra- do que á la primera debe su nombre uno de los cerros vecinos que le llaman la cuagiotera, Vimos tantos de estos árboles, sobre todo, cuando entramos á los llanos de Michapan, que no pudimos menos de preguntar- le al doctor algo sobre sus propiedades y aplicaciones, y así pu- dimos saber que al cuaxiote también lo llaman árbol sarnoso, pues de sus tallos se levanta una corteza muy delgada, dejando á des- cubierto la madera, su jugo es cáustico, sobre todo en la espe- cie roja, pues hay otra blanca que no tiene esa propiedad, y tie- nen además ambas especies una goma resina con la que se forma un buen pegamento para el cristal y la porcelana, así como pa- ra curar los piquetes de alacrán, según la creencia de los indí- genas. Durante estas pláticas y casi sin sentir pasamos el campo de las Pozas, para después de haber atravesado una ó dos barran- cas, llegar á los llanos de Michapan: extensa planicie, rodeada de montañas lejanas y toda cubierta de unos árboles llamados cuatecomates. Triste se presentaba al principio el aspecto de estos llanos; pero á medida que se penetra en ellos, van hacién- dose más y más abundantes los árboles que forman bosqueci- llos donde se sombrean numerosos toros, vacas y caballos que forman los ganados pertenecientes á las rancherías contiguas. MEMORIAS (1891-92).— T. V, 19 146 Gozábamos en aquellos momentos de una temperatura agrada- ble, y habiéndose adelantado nuestros compañeros, nos queda- mos atrás un grupo formado por el Dr. Altamirano, las señori- tas y nosotros; no teniendo que apresurar el paso, íbamos poco á poco en agradable contemplación de lo que nos rodeaba y en instructiva plática. Contemplábamos á lo lejos el cordón de mon- tañas que limitaban nuestro horizonte por el Poniente; todas ellas elevadas y presentando sus picos y puertos en agradable confusión y entre las cuales se destacaba un peñón enorme de límites acantilados y que según las noticias de los del lugar era el Peñón de Cacahuamilpa; después nos pudimos cerciorar que no tenían razón en darle aquel nombre, El nevado de Toluca lo teníamos á la vista y por el Oriente el Popocatepetl, casi per- dido entre la bruma que ocultaba lo más lejano del horizonte- A medida que nos internábamos en los llanos que veníamos recorriendo crecía la agrupación de los árboles y aumentaba también el ganado, causándonos alguna risa el ver cómo se asus- taban las señoritas cuando pasaban junto á algún toro, que som- breándose y azorado quizá por nuestra presencia, nos dirigía miradas poco tranquilizadoras, mientras con su cola azotaba sus hijares; nobien dejábamos aquel animal cuando encontrábamos otro que nos ponía de nuevo en sobresalto; pero sustos infun- dados pues parecen ser mansos todos aquellos animales; desuer- te que una vez que las señoritas se hubieron familiarizado con su presencia, comenzaron á preocuparse de otras cosas, y lo que más llamaba su atención eran los frutos de los cuatecomates (¡crecencia lata ). Este árbol se encuentra casi cubrientlo todos los llanos de Michapan, su altura es corta pues alcanza un des- arrollo de seis á ocho metros, y en la época en que visitábamos aquel lugar estaban cargados de frutos, especie de calabaza pe- queña de unos veinte centímetros, cuya pulpa la aprovechan por aquellos lugares para fabricar pastillas y otras formas de pectorales, así como la parte exterior la utilizan para formar con ella jicaritas y pequeños bules. Mucho nos llamó la atención encontrar algunos de estos árboles muy pequeños que sólo se 147 levantaban de uno á dos metros del suelo y con sus tallos en- rollados sobre sí mismos; según nos dijo el doctor esa varia- ción era debida á que el ganado se comía las hojas y ramas tier- nas cuando comenzaban á nacer, sin dejarlas crecer hacia arriba por aquel procedimiento de poda, que si no seca á la planta se- guramente es por las condiciones apropiadas para su vida que encuentra en aquel lugar. Muchos de estos frutos cortamos pa- ra las señoritas, que los guardaban con agrado para tener re- cuerdos del viaje. Muy cerca de medio día comenzamos á sen- tir deseos de tomar algo, pues el aire puro que respirábamos, el ambiente fresco que nos envolvía y el ejercicio, no pudo me- nos que despertar en nosotros agradable apetito que afortuna- damente pudimos satisfacer casi tan bien como si lo hubiéramos podido hacer en casa de Peter Gay por la forma; pero muchí- simo mejor y más agradable por la oportunidad y la compañía con quien lo tomábamos, pues habíamos tenido la precaución al salir de San Gabriel de meter en las cantinas de nuestra mon- tura una mortadela, un pan negro y una botella de coñac; de suerte que cuando se manifestó en nosotros el apetito, hicimos una corta parada bajo uno de los más frondosos cuatecomates, y en momentos confeccionamos unos sandwichs que acompa- ñamos con un trago de coñac. Muy complacidas y satisfechas quedaron las señoritas, y mu- cho más nosotros que además de haber saboreado nuestro sand- wich recibíamos elogios por su condimentación. Después de aquella parada seguimos nuestro camino y á las doce y media próximamente pasamos frente al rancho de Mi- chapan, es decir, tres horas después de haber estado recorrien- do las llanuras que llevan su nombre. El tal rancho sólo con- siste en una casa destruída y unos cuantos jacales alrededor de un gran charco que en una depresión del terreno se ha for- mado y donde llegan algunas gallinas del agua que generalmen- te sirven de alimento á los indígenas de aquel lugar. No nos detuvimos nada en este punto, pues lo dejamos á un lado y pro- seguimos nuestra marcha á fin de alcanzar al resto de la comi- 148 tiva que ya se nos había adelantado bastante. Casi nada fué lo que tuvimos que apresurarnos, pues á poco comenzó á descen- der el terreno hasta llegar á una barranca donde nos esperaban la mayor parte de los compañeros. La barranca lleva el nombre de Santa Teresa y sirve de límite natural entre los Estados de Morelos y Guerrero; corre por su cauce un pequeño arroyo y á la izquierda del camino hay un manantial de agua cristalina y pura que nace entre rocas calizas. En esta parte pudimos ob- servar algunas impresiones fósiles sobre las rocas, pertenecien- tes según el Sr. Villada al género nerinea, por lo que compren- dimos que nos hallábamos en pleno terreno cretáceo; además, en el lecho del arroyo vimos dispersos guijarros de mármoles que pueden considerarse semejantes al alabastro y otros de co- lores obscuros y veteados; todas estas observaciones las hacía- mos cuando los compañeros tomaban agua ó coñac en los jaca- les de allí junto y mientras los mozos daban agua á las bestias, concluido lo cual volvimos á montar y nos pusimos en marcha ya sobre terrenos del Estado de Guerrero. Desde este punto cambia por completo el aspecto del camino, pues ya no va por llanuras sino atravesando las laderas y puer- tos del núcleo montañoso que forma el distrito de Tasco. Por fin á las dos de la tarde, después de haber subido una cuesta algo penosa, entramos al pueblo de Cacahuamilpa; al principio sólo encontramos pequeños jacales perdidos entre los matorra- les, pero poco después llegamos á una pequeña placita formada por una iglesia y dos casas de teja que son las mejores de la po- blación. Luego que los vecinos notaron nuestra llegada salie- ron á recibirnos y entre otros el dueño de aquellas casas que era adonde íbamos á pedir hospitalidad. Pronto supimos que la persona que nos hablaba era D. Crescencio Rosas, coronel y encargado por el Gobierno del Estado para vigilar la gruta; ac- to continuo nos bajamos de los caballos y comenzamos á hacer- nos cargo del lugar, mientras otros compañeros tomaban algu- nas fotografías, entre otros el Sr. García, que con el entusiasmo que le caracteriza, armó inmediatamente su cámara y obligán- 149 donos á ponernos de pie, sacó un grupo en el que no sólo figu- rábamos los excursionistas, sino también D. Crescencio, sus hermanos y otros muchos del pueblo. Entró después el Dr. Al- tamirano en arreglos con dicho señor respecto á nuestro aloja- miento, comidas, personas que nos guiaran y lo demás que ne- cesitábamos para entrar á la gruta. Como no le pusimos dificul- tad alguna ni hicimos observaciones á los precios que nos fijó, comprendió seguramente que éramos gente con quien podía tra- tar y entusiasmado trabó conversación con nosotros, de la que resultó que los Dres. Altamirano y Grovantes serían sus com- padres, pues en aquellos momentos iba á soltar el agua á una fuente que acababa de construir en medio de la placita; todos nos dirigimos al centro de ella y rodeamos á la fuente, esperan- do que los padrinos soltaran el agua y pronunciaran el nombre que debería llevar aquella; entonces el Dr. Altamirano hizo se- ñales de que iba á hablar, á lo que todos permanecimos silen- ciosos, y dijo: El nombre de esta fuente será « María Josefina, » y al pronunciar aquellos nombres una nutrida salva de aplausos resonó, mientras el agua libre ya para salir, brotaba del centro de la fuente en grueso chorro que brillaba agradablemente con los rayos del sol; grande fué el júbilo en aquellos momentos, las campanas repicaban á vuelo, tres ó cuatro hombres echaban al aire atronadores cohetes, algunos gritaban vivas, y el entu- siasmo llegó á tal grado, que no contentos con aquel bullicio, sacó el Sr. García las escopetas y disparó algunos tiros al aire. Motivos en todos y muy justos había para que nos regoci- járamos así, pues mientras los moradores del pueblo se sen- tían honrados con que personas que iban de la capital enlaza- ran con ellos su amistad, nosotros los excursionistas dábamos muestras de satisfacción por el nombre dado á la fuente, pues así quedaba indeleble la memoria de las Sritas. María y Josefi na, que fueron para nosotros el alma de la expedición, pues con su figura simpática, su agradable conversación y sus modales sencillos y honestos, inspiraron en todos nosotros sentimientos de profundo cariño y respeto. 150 Después de concluído lo de la fuente comimos y en seguida subimos á la torre de la Iglesia para formarnos desde allí una idea del terreno, que se nos presentaba muy accidentado é irre- gular. D. Crescencio subió con nosotros y muy complaciente comenzó á darnos todas las explicaciones que le pedíamos y así pudimos saber que el pueblo de Vacahuamilpa se halla si- tuado entre tres grandes montañas, euyos nombres son Jumil, el Tomasol y la Corona, que forman entre sí una profunda ca- ñada cubierta por la vegetación y en el fondo de la cual corre el río Amacusac que se ha formado por la unión de los ríos de Santiago y de Chontlacuatlan, que nacen al pie del Jumil al ini- clarse la cañada y por dos enormes bocas abiertas en la roca caliza que constituye aquellas montañas. En la falda del cérro de la Corona y como á media legua del pueblo, está la boca de la gran caverna y un poco más arriba y á un lado se halla la gruta «Carlos Pacheco. » Nos pusimos en marcha á las cinco pm. y nos dirigimos por una vereda angosta que sigue las laderas del cerro del Toma- sol para después bajar á la barranca que lo separa del de la Co- rona. En un principio no presentó el camino ninguna dificultad, pero después llegamos á una bajada estrecha y pedregosa que con rápida pendiente conducía al punto á que debíamos llegar. La mayor parte de nosotros nos bajamos de los caballos para poder bajar sin peligro de una caída, que en aquel lugar podría haber sido de fatales consecuencias. El punto donde termina esta vereda, como dijimos antes, es una pequeña glorieta per- dida en medio de la barranea y entre frondosa vegetación. Po- co á poco fueron llegando todos los compañeros reuniéndose en aquel lugar, mientras nosotros con las señoritas trepamos por entre unas piedras y en medio de zarza y matorrales para llegar á la boca de la caverna que queda de allí como á unos doscien- tos metros y ála cual queríamos ser los primeros en llegar. Gra- ta impresión causó en nuestro ánimo encontrarnos repentina- mente frente á un enorme boquerón, abierto entre grandes acantilados y dentro del cual sólo veíamos la profunda obscu- 151 ridad; á decir verdad, esta impresión fué causada porque veía- mos el término de nuestro viaje, porque estábamos junto á lo que tanta ansia teníamos de conocer, mas no por el aspecto, pues por fuera se presenta como cualquiera otra cueva y no da ni la más remota idea de las maravillas y grandiosidad que encierra. Las señoritas, el Dr. Govantes y nosotros llegamos los prime- ros, uniéndosenos en seguida todos los demás. Después tuvimos algunos de nosotros que regresar con el Dr. Altamirano á don- de habíamos dejado los caballos, pues nos avisaron que los en- cargados de ellos se los estaban llevando para Cacahuamilpa, dejando tirados y amontonados nuestros equipajes. En efecto, cuando llegamos notamos que la mayor parte de los mozos se habían ido, no quedando con nosotros más que nuestros mozos particulares. Mientras esto pasaba ya el sol se había puesto, la obscuridad comenzaba á reinar en aquellos lugares, y nos en- contrábamos con todo lo nuestro tirado á doscientos metros de la cayerna donde debíamos pasar la noche. Por fin, resolvimos que entre todos nosotros, con los mozos y ayudados por unos muchachillos que se nos habían agregado del pueblo, subiéramos nuestros equipajes, y 4 las seis y media de la noche nos encontrábamos en la boca de la gran caverna. No obstante lo muy cansados que estábamos, inmediatamen- te comenzaron los naturalistas su campaña contra unos inofen- sivos murciélagos que asustados con nuestra presencia salían en bandadas por el interior de la gruta. El Sr. Herrera y el siem- pre entusiasta y alegre Sr. García, ayudados eficazmente por los traviesos chiquillos del Dr. Villada, con grandes varas en la mano azotaban el aire en todas direceiones, maniobra que por lo pronto no comprendíamos, pero que después se nos explicó: tenía por objeto coger á los murciélagos, pues saliendo estos animales quizá deslumbrados, no ven las varas y caen bajo sus golpes; en pocos momentos vimos al Sr. Herrera con una doce- na de queirópteros en la mano, que nos dijo pertenecían á las es- pecies Mormops megalophylla y Chilonictesis rubiginosa. El resto de los compañeros se recostaron sobre el suelo pa- 152 ra descansar, y á las señoritas tuvimos la precaución de exten- derles un sarape y recargadas sobre unas piedras en poeos mo- mentos se quedaron dormidas; hubo un momento en que todos descansábamos, menos el Dr. Altamirano, que infatigable no había podido resistir la tentación de penetrar á la caverna, y con una vela en la mano bajaba ya por los umbrales del primer salón; en vano fueron nuestras súplicas de que no se alejara, pues á poco lo vimos perderse tras de unas grandes peñas, has- ta que al fin, después de un momento, lo vimos reaparecer del otro lado y venir hacia nosotros á darnos cuenta de su explora- ción, manifestándonos que adentro había un magnífico lugar donde cómodamente podríamos pasar la noche. Durante su ausencia, por lo incómodos que estábamos, lo mal situados entre una barranca y la caverna y lo avanzado de la hora, comenzó á haber distintas opiniones y pareceres sobre lo que debíamos hacer, lo eual, como fácilmente se comprende- rá, no aliviaba en nada nuestra situación; por el contrario, ve- nía á establecer entre nosotros diferencias sin objeto; así es que todos de común acuerdo reconocimos la necesidad de nombrar un jefe que fuera el que dispusiera lo que ereyera conveniente. Entonces recordamos que en aquellos momentos el Dr. Tous- saint decía muy serio al Dr. Altamirano que se declarara autó- crata y que fuera el que ordenara lo que se debía hacer. No fué necesario aquel golpe de Estado, pues todos nosotros, recono- ciendo en el Dr. Altamirano la pericia y experiencia que tiene, gracias á los muchos y largos viajes que ha hecho, por unani- midad lo declaramos nuestro jefe. Increible parece lo útil y ne- cesario que es en estos viajes la disciplina y el orden, pues de otra manera se tienen disgustos y contratiempos que aparte de lo desagradables que son en sí, estorban para el mejor éxito de la exploración. Deseoso como estaba el mencionado doctor de penetrar cuanto antes á la caverna y junto con él algunos más, propuso que inmediatamente procediéramos á entrar y que aprovechá- ramos la noche en su exploración; todos dieron su yoto afirma- 153 tivo, á pesar de lo muy cansados que se hallaban y sólo hubo - un voto en contra, quizá el que menos se esperaba que fué el nuestro. Y lo dimos en contra, no porque estuviéramos cansa- dos, ni por falta de deseos para penetrar cuanto antes, sino por- que reflexionamos en lo larga y penosa que debería ser la ex- ploración de la gruta, sobre todo para personas que como nos- otros estaban mal comidas, sin cenar y con el cansancio de tres días de viaje. Además, en aquellos momentos veíamos á las se- ñoritas que dormitaban agradablemente, dándole reposo á su cuerpo y por otro lado á los chiquillos del Dr. Villada, que no obstante su fogosidad se reconcentravan ya cerca de su padre para buscar un momento de descanso. No sabemos sl aquella nota discordante, aquel no que pronunciamos produjo algún efecto en el ánimo de nuestros compañeros; pero lo cierto es que no obstante haber aprobado todos la idea de la marcha, que- dó ésta diferida para después. | Una vez que resolvimos pasar allí la noche comenzamos á bajar nuestros equipajes al primer salón para instalarnos. Era de verse el cuadro que presentábamos subiendo y bajando por la rampa en zig-zag que conduce al primer salón, unos con grandes bultos y otros con una vela eu una mano y un gran bastón en la otra. Poco tiempo bastó para que trasportáramos nuestros útiles, procediendo inmediatamente á buscar los luga- res convenientes para la instalación. Lo primero que preocu- pó al Dr. Altamirano fué el instalar á las señoritas y afortuna- damente encontró un magnífico lugar. En medio del salón se encuentra un gran promontorio formado por grandes trozos de roca de las que se han desprendido de la parte alta de la caver- na, y en su parte superior encontró el mencionado doctor un lu- gar plano y seco donde con facilidad colocó las camas de las dos niñas y la de sus dos niños, compañeros inseparables de las pri- meras. Por lo que tocaba á nosotros, anduvimos mucho tiempo buscando lugar, pues ninguno de los que encontrábamos nos convenía, hasta que porfin abajo del promontorio y junto al Dr. Altamirano nos instalamos. Ya habíamos armado nuestro catre MEMORIAS (1891-92): T. V, 20 154 * y dejado listas nuestras cosas cuando aún veíamos á algunos de los compañeros con su cama á cuestas y yendo de un lugar á otro, pues no bien se instalaban en algún lugar cuando notaban que caía agua del techo ó que podía haber animales ú otras cau- sas que los hacían emigrar; en cambio otros más despreocupa- dos dormían ya á pierna suelta sobre el suelo ó recostados so- bre algunas piedras. El Dr, Govantes, el Mayor y alguna otra persona se instala- ron en un brasero formado con adobes que se halla á la izquier- da de la entrada. Por fin, á las díez de la noche estábamos to- dos instalados y algunos ya dormidos; no hubo quien pensara aquella noche en lá cena y resignados Ó conformes tratábamos de pasarla noche. Luego que reinó la tranquilidad notamos que ' nuestra caravana había aumentado con dos señores y una seño- ra que viéndonos pasar por Jojutla y sabiendo que íbamos á Ca- cahuamilpa, nos siguieron y se juntaron con nosotros para apro- vechar la oportunidad que se les presentaba de conocer la ca- verna. Silencio profundo reinó por fin bajo aquellas inmensas 'bó- vedas, sólo interrumpido de tiempo en tiempo por la respiración de los que dormían, por el volar de algún murciélago Ó por el pausado y monótono choque de las gotas de agua que caían so- bre el suelo; obscuridad profunda nos envolvía, y solos, bajo las grandes peñas del centro, nos encontrábamos sentados frente á frente con el Dr. Altamirano, platicando en voz baja sobre las impresiones que recibíamos y las que todavía se nos esperaban. Tal parecía que nada vendría á perturbar aquella profunda cal- ma, que no dejaba de tener algo de pavoroso y solemne, cuan- do muy lejos escuchamos y hacia fuera de la gruta el balido de un borrego que nos llamó mucho la atención; á poco rato vimos aparecer por la boca de la gruta dos hombres que con velas en la mano conducían un manso corderillo. Nos explicó entonces el doctor que aquel borrego se lo había comprado á D. Crescencio y que iba á hacer una barbacoa para que nos la comiéramos á otro día. Acto continuo mandó abrir el doctor un pozo en la bo- 155 ea de la gruta y un poco afuera, doride se colocaron grandes pie" dras y mucha leña, manteniendo un fuego vivo hasta que se pu- sieron rojas las paredes y las piedras; inmediamente después e infeliz animal fué sacrificado y convenientemente aderezado con una salsa picante que el mismo compadre mandó; con todo y zalea se le metió dentro del hoyo envuelto en unos petates y cubriéndelo con tierra. Larga y pesada fué la faena para el doc- tor, pues á la una de la mañana andaba aún en estos arreglos. Mientras tanto nosotros no sólo sin haber podido dormir, si- no sin habernos acostado siquiera, nos ocupamos en hacer al- gunas observaciones con nuestro hipsómetro y barómetro, así como en arreglar algo de lo que á otro día podríamos necesitar. Toda la noche nos la pasamos contemplando por la boca de la gruta las estrellas que brillaban en fondo obscuro del cielo y que parecían no moverse; en las primeras horas de la madrugada tratamos de arroparnos, pues la instalación de la hoguera en la entrada de la gruta produjo seguramente tiro y comenzó á co- larse sobre nosotros un zefirillo medio desagradable que nos ca- laba los huesos. Mucho platicamos á esas horas con el doctor, siempre entu- siasta y contento, y formábamos proyectos para otras excursio- nes y estudios; así pasó el tiempo hasta las tres' de la mañana, hora en que determinamos despertar á nuestros compañeros, nos levantamos y fuimos de cama en cama levantándolos, anun- ciándoles á la vez que tenían á su disposición una taza de café. En efecto, el doctor había sacado dos grandes cafeteras en las que se preparó café para todos, y á poco tiempo de haberles da- do el aviso estábamos ya rodeados de la mayor parte, que de- seaban cuanto antes lievar á su estómago algo caliente y que los reanimase; todos encontraban la bebida magnífica y no ce- saban de darnos las gracias y alabar nuestra manufactura. Eran las cuatro de la mañana cuando teníamos ya todo dis- puesto para emprender la marcha; entonces al Dr. Altamirano como jefe y de común acuerdo con los demás, le pareció con- veniente que tomáramos algunas precauciones y medidas para 156 facilitar la exploración y evitar en lo posible accidentes. Y así se convino en que los excursionistas se dividieran en seis gru- pos, yendo cada uno bajo la vigilancia de un jefe para que éste se encargara de ver que su grupo fuera completo y no se sepa- rara alguna persona de la comitiva, pues el objeto era tratar de evitar que alguno fuera á quedarse perdido en medio del labe- rinto que íbamos á recorrer. Respecto del alumbrado, cada uno de nosotros llevaba una vela de cera y sólo se prendería el mag- nesio en aquellos puntos que por su importancia necesitaran mayor luz, y en cuanto á los cohetes y fanales se determinó no quemarlos sino cuando viniéramos de regreso, á fin de que el humo que producen no nos molestara. Una vez que quedaron aprobadas todas estas medidas pro- cedió el doctor al nombramiento de los grupos y sus jefes, los cuales quedaron organizados así: ; En el primer grupo nos colocó el doctor á nosotros, favore- ciéndonos no sólo con nombrarnos jefe, sino honrándonos al en- comendarnos especialmente á la Srita. María. E Del segundo grupo quedó nombrado el Dr. Govantes, á quien el Dr. Altamirano igualmente encomendó á la Srita. Josefina. Del tercer grupo quedó como jefe el Dr. Toussaint; del cuar- to el Sr. Lozano; del quinto el Sr. Espino; y del sexto el Dr. Al- tamirano que quiso cerrar la marcha. Í Antes de partir tuvimos un rato de risa que nos lo propor- cionó el Dr. Govantes, quien cuando se le llamó para que ocupa- ra su puesto, se nos presentó totalmente trasformado, al grado de que no lo conocíamos, pues mientras nosotros arreglábamos la comitiva fué á ponerse un traje especial para esta clase de “exploraciones y fué llegando á nosotros con un amplio calzón de manta y un camisón cuyas faldas flotaban al aire libre; si se agrega á esto que su sombrero de á real, con la humedad de la gruta se había endurecido y sus faldas arriscado, se tendrá la fi- gura que no pudo menos que despertar en nosotros franca hila- ridal; pero 6l muy satisfecho nos decía: «hay verán cómo en- vidian'mi traje.» En efecto, á poco reconocimos lo útil y nece- 157 sario que es cubrirse la ropa con un calzón y una blusa para precaverla del lodo, de los excrementos de los murciélagos y aun de las rupturas que las rocas pueden hacerle. Por fin se dió la orden de marcha y comenzamos á desfilar pre- cedidos de uno de los guías que era el que nos daba los nombres de los salones y nos llamaba la atención sobre lo más notable. Exploración de la gruta, doce horas, Hemos llegado por fin á tener que relatar lo que tanto de- seábamos ver, por lo que tanto ahineo teníamos; pero lo que á la vez se nos presenta más difícil y casi imposible de poder tras- portar al papel, pues si hasta aquí sólo hemos relatado hechos que gracias á nuestros apuntes hemos podido retener para ex- ponerlos fielmente, llegamos ahora á un punto en donde no sólo hechos y episodios debemos relatar, sino también el sinnúmero de emociones que experimentamos, para las cuales nuestra plu- ma es muy torpe; y que á pesar de que se empleen los términos más rebuscados de nuestro lenguaje, sólo nos permitirá formar pálidas pinturas de todo lo que admiramos, de todo lo que vi- mos y de todo lo que sentimos. Quizá los recuerdos de esos he- chos, la descripción imperfecta de algo de lo que vimos y la enumeración de las diversas emociones que experimentamos, sirvan para avivar los recuerdos en nuestros compañeros; sien- do inútil para las personas que no han visitado la caverna, pues nunca podríamos dar idea de la grandiosidad en su aspecto, la magnificencia en el natural ornato, y lo solemne é imponente que se presenta recorrer aquellas galerías que se hallan en las entrañas de la tierra. Y aun confesamos que en los momentos de escribir estos renglones, sentimos latir fuertemente nuestro corazón y la excitación nerviosa con dificultad nos permite reu- nir las frases. * El primer salón está formado por una inmensa bóveda en 158 medio de la cual hay grandes peñas aglomeradas que han caído de la parte superior, dejando en la bóveda un hueco enorme de cuyas paredes cuelgan algunas yerbas. Hacia el Oriente se ha- lla la entrada que como dijimos antes está separada del piso del salón por una rampa que en zig-zag obliga á descender cerca de 25 metros; en el lado opuesto y más allá del promontorio del centro se hallan las primeras estalactitas y estalagmitas, entre las que se halla la que por su forma le ha dado el nombre á es- te salón. Es esta una pequeña estalagmita de cerca de un me- tro de largo y que sólo se levanta otro tanto del suelo y por sus contornos y rugosidades figura un macho cabrío. Hay además otras más esbeltas y alargadas y otras que aún están en vía de formación. El límite de este primer salón lo forman dos robustas esta- lactitas que bajan desde el techo, muy gruesas é irregulares, de color blanco amarillento. Sigue después de este primer salón el de las fuentes, del cual difícilmente podríamos dar razón, pues desde este punto comien- za tal grandiosidad y tanta variedad, que no halla uno ni en qué fijarse y poco se queda en la memoria de lo mucho que se ve. Apenas recordamos erandes estalagmitas que afectan la forma de muckos elefantes sobrepuestos y que sólo enseñan sus trom- pas. Concreciones formadas de caliza color blanco mate, que al ser heridas por la viva luz del magnesio destacan con diticultad su enorme masa de la obscuridad profunda que las rodea. El suelo de este salón está formado por pequeños surcos en: durecidos que forman diques que seguramente contienen agua, en las épocas de las mayores filtraciones; se hallan distribuídos alrededor de las estalagmitas ó de algunas de las estalactitas que llegan hasta el suelo. Poco á poeo van reduciéndose las di- mensiones de estos diques hasta quedar pequeñas rugosidades del suelo, dentro de las cuales hay concreciones calizas de for- mas arredondadas que por sus dimensiones y aspecto parecen confites, por cuyo motivo le dan á este tramo el nombre de sa- lón de los confites. Salón muy extenso, muy amplio, de bóve- 2 159 das muy altas y todas sus paredes tapizadas de elegantísimas y variadas colgaduras, las cuales apenas se pueden distinguir en medio de los pálidos rayos de las bugías que apenas alcan- zan á medio disipar las tinieblas en un radio muy corto; no va- le aquí ni la luz de magnesio, pues su lívida luz parece que se difunde en aquel abismo de obscuridad donde difícilmente se dis- tinguen vagas formas, siluetas confusas y sombras irregulares que comienzan á fascinar la visión. Por grados sé van perdien.- do los confites y poco después se da vuelta á la izquierda para llegar á un lugar que se llama el salón do la aurora, por ser en este punto donde se ven los primeros rayos de luz cuando se sa- le de la caverna. Después hay un pequeño pedregal, pasado el cual se llega á un ensanchamiento de la caverna que aunque más bajo en sus bóvedas no deja por eso de presentarse gran- dioso y con adornos espléndidos; pero entre ellos los que más llaman la atención son el trono y la «concha, son éstos, concre- ciones calizas que afectan la forma del objeto cuyo nombre les dan. Está formado el trono por un pequeño cono de base ex- tensa y truncado en su base superior, sobre el cual y á cierta altura cuelgan formando el dosel hilos de blanquísima caliza que terminan en puntas y ondulaciones como los pliegues de ricos cortinajes; tanto la parte inferior que se puede considerar co- mo el asiento, así como el dosel, están formados segun dijimos antes de pequeños eristalitos transparentes y blanquísimos, lo que hace que el trono se destaque de las demás incrustaciones amarillentas como si fuera de filigrana ó estuviera formado por rayos entretejidos de luz. Cuando estuvimos en presencia de aquella hermosura no pudimos menos que desear tomar unas vistas de aquel lugar y obligamos á las señoritas á que se sen- taran en el trono para poder sacar una fotografía; aún recorda- mos el trabajo que nos costaba atender á la cámara, por no dejar de ver aquel grupo espléndido de dos niñas con caras sencillas y risueñas, con sus rebozos en la cintura y sus báculos:en las manos, sentadas ga un trono que la misma naturaleza ha for- mado ¡oh! qué cuadro tan variado, cuánta belleza ahí reunida. 160 No bien habíamos salido de la admiración de aquel espectácu- lo, cuando seguimos nuestro camino después de haber reorga- nizado la comitiva con el objeto de no alejarnos unos de otros, entramos por un pasadizo relativamente angosto y con el piso irregular, para llegar poco después al salón llamado del panteón. En esta parte de la gruta comienza uno á familiarizarse con la luz artificial y como que no se nota ya en los compañeros la in- decisión y precauciones al andar, pues al principio casi cada pi- sada se estudia y en cada paso se palpa primero el suelo para cerciorarse de su firmeza Ó irregularidad; ya en este tramo en- tregados por completo á los guías, no sabíamos si adelantába- mos ó retrocedíamos, pues en este punto, donde perdimos toda noción de lo que habíamos recorrido, estando seguros que si nos hubieran abandonado los hombres que nos guiaban, con segu- ridad no hubiéramos encontrado el lugar por donde salir. Ya sea por estas reflexiones ó por encontrarse en presencia de mau- soleos gigantescos cuya masa más ó menos confusa se destaca de las tinieblas que reinan en aquellas bóvedas, no deja de sen- tirse una profunda conmoción en la que se encuentran reunidos sentimientos de admiración y de temor, que se manifestaban en algunos de nuestros compañeros, por hondos suspiros apenas perceptibles por haber tratado de ahogarlos en su garganta. Poco á poco disminuyen las formas levantadas de las esta- lagmitas é insensiblemente se llega á un lugar amplio y de piso parejo donde se hallan diseminados grandes depósitos de cali- za arredondados: á este salón le llaman de los hornos. En este tramo nos separamos un poco de la comitiva los que íbamos á la cabeza, pues entusiasmados con el espectáculo cada vez nue- vo, cada vez más admirable, nos olvidábamos de la consigna de no separarnos; pero apenas nos alejábamos un poco comenza- ban á gritarnos los de atrás hasta que lograban que nos detuyié- ramos, conteniendo nuestro paso hasta que se reunían todos de nuevo para poder proseguir nuestro camino. Cada una de esas paradas que se repetían con frecuencia, no dejaba de impacien- tarnos un poco, pues sentíamos verdaderos impetus de seguir 161 adelante con la avidez del que á cada paso contempla una nue- va maravilla, un nuevo espectáculo, ó experimenta una nueva emoción, Sinuoso é intrincado es el camino que se sigue entre los hor- nos, dejando á cada paso á derecha é izquierda enormes masas de caliza de formas fantásticas é irregulares, entre las cuales sobresale un enorme torreón como fortaleza, por lo que también le dan á este lugar el nembre de salón del torreón. Poco á po- co disminuyen las masas que se levantan del suelo hasta quedar reducidas á pequeñas inerustaciones de formas circulares, co- mo discos sobrepuestos, muy brillantes por su cristalización, presentando en su superficie visos aterciopelados que dan jue- gos agradables de luz; una de estas incrustaciones, larga como de un metro y que se levanta sobre el suelo sólo unos cuantos centímetros, afecta la forma de un perro echado; pero tan per- fecto, gue poco trabajo de imaginación cuesta el figurarso allí un robusto mastín que agazapado parece vigilar la entrada de sus dominios. Mucho nos gustó el brillo y matiz de esas incrustaciones, de suerte que procuramos arrancar algunos pedazos con el objeto de guardarlos; pero apenas habíamos partido los primeros ejem- plares, cuando los guías nos suplicaron que no cortáramos pie- dras, que ellos nos darían las muestras que necesitáramos, dán- donos como razón el que si cada excursionista se llevaba un pedazo, con el tiempo se perdería la belleza de muchas de aque- llas incrustaciones. Consideramos muy justa esta observación y en lo sucesivo cada vez que deseábamos un ejemplar se lo pe- díamos al guía que siempre lo sabía tomar de nuestro gusto y de un lugar donde no hiciera falta. Por estos lugares comenzó á oirse entre los compañeros de- seos de descansar, pues comenzábamos á sentirnos fatigados y estábamos además sudando á chorros; no sólo la fatiga comen- zaba á sentirse, sino también alguna necesidad, pues como se recordará no habíamos cenado la noche anterior y nuestro des- ayuno para emprender la exploración había sido sólo una taza A MEMORIAS (1891-92), —T, V, 21 162 de café, de suerte que comenzaron los compañeros á dar seña- les de impaciencia preguntando á cada momento dónde descan- saríamos, tanto más que el piso se presentaba pedregoso é irre- gular, sembrado por todas partes de enormes peñas que se han desprendido del techo y que con sus aristas vivas Ó sus super- ficies lisas y resbalosas ocasionaban caídas ó cuando menos di- ficultad para avanzar, Apenas habíamos llegado á este idea la voz del guía nos hizo saber que llegábamos al pedregal del muerto. Galería lar- ga, poco decorada y cuyo piso entre enormes y desarreglados peñascos sube formando una cuesta para después bajar con pendiente rápida; tal es el pedregal del muerto en cuyo sitio se señala un montón de piedras que según los guías sirven pa- ra marcar el lugar donde se encontró el esqueleto de un hom- bre, junto al cual había un jarro vacío y los restos de un perro; el espectáculo de aquellas piedras, la figura confusa de una cruz de madera colocada entre las grietas de las rocas y el relato de los guías no pudo menos que conmovernos y hacernos pensar en las supremas angustias que debe haber sufrido al encontrar- se sin luz, sin alimento y perdido en medio de aquel dédalo, el infeliz que no tuvo más compañero que el animal que lo acom- pañaba, tipo de fidelidad. Cuando pasamos por aquel lugar don- de la caverna no presenta atractivo notable y sólo recuerda una tragedia, un noble recogimiento se notó en todos nosotros y aun pudimos notar que la Srita. María movía suavemente sus labios elevando al cielo sus preces por el infeliz que allí había perdido su existencia. Quizá en esos momentos la Srita. Josefina hacía lo mismo, y casl estamos seguros que en aquel lugar perdido en las entrañas de la tierra, donde sólo se escucha el choque pau. sado y monótono de las gotas de agua que caen sobre las pie- dras, eran las primeras oraciones que dos corazones sencillos elevaban á Dios. Poco duraron en nosotros estas impresiones, pues el des- censo del pedregal nos permitió gozar de un espectáculo fan- tástico á la par que espléndido. Los que íbamos á la cabeza de 163 la comitiva nos detuvimos un momento para ver hacia atrás, pu- diendo entonces contemplar todo lo magnífico del cuadro que presentaban nuestros compañeros descendiendo por entre las peñas, con sus velas y grandes bastones en la mano y luchando en cada paso para no perder el equilibrio Ó no caer al suelo; grandes y enormes rocas nos rodeaban por todos lados, tras de las cuales desaparecían para luego aparecer las luces, provocan- do sombras y reflejos que le daban al cuadro mayor variedad; ante aquel espectáculo no pudimos menos que figurarnos una cuadrilla de mineros que escudriñaban las profundidades de la tierra para saciar su sed de oro. Cuadro digno era aquel para servir de motivo á Gustavo Doré que tan bien ha sabido inter- pretar los contrastes de la luz y de la sombra, episodio dantesco que nos recordó las profundidades del averno. No quisimos de- jar de tomar una fotografía de aquel espectáculo, de manera que acto continuo se dispuso el Sr. Giovenzzana á operar colocan- do su cámara frente al grupo; distribuimos entonces entre la mayor parte grandes cintas de magnesio que inflamadas alum- braban espléndidamente aquel cuadro. El tiempo que se necesitó para montar la cámara, tomar la fotografía y desarmarla de nuevo, lo aprovechamos para des- cansar unos momentos sentándonos sobre la superficie irregular y húmeda de aquellas rocas; pero apenas dió por terminadas sus operaciones el Sr. Giovenzzana, reorganizamos la comitiva y emprendimos de nuevo la marcha; poco tuvimos que ver por aquellos lugares, pues siguen bóvedas bajas y estrechos pasa- dizos con el piso sumamente irregular y pedregoso; pero bien pronto otra sensación vino á conmover nuéstra imaginación, pues en esta gruta maravillosa no bien acaba uno de admirar una cosa, cuando se presenta otra que de distinta manera es ó más grandiosa Ó más conmovedora Ó más admirable que todas las anteriores. Caminábamos lentamente y con precauciones por entre las últimas rocas del pedregal del muerto, cuando un sor- do y lejano rumor vino á herir nuestros oídos sin que acertára- mos á comprender cuál era su procedencia: como zumbido en 164 un principio, como repiques lejanos después, cuyos ecos pare- cían venir á intervalos llevados por el viento, llegaron hasta nosotros aquellos sordos rumores que parecían salir de lo más profundo de la caverna, en vano nuestros ojos buscaban hacia adelante en medio de la obscuridad profunda algo que pudiera indicarnos la procedencia de aquellos ruidos; en vano hacíamos esfuerzos para oir mejor y poder distinguir la causa, sin conse- guir comprender qué era lo que producía aquel ruido que ya después se hacía más perceptible, produciendo en nuestros oí- dos á intervalos y cada vez más claros ruidos sonoros como los producidos en una catedral por el repique de sus campanas. En aquellos momentos no pudimos menos de recordar la escena terrible y conmovedora de cuando la plebe de París se acerca- ba lentamente á las Tullerías para pedir pan á Luis XVI. : Aun no acertábamos á comprender la causa de aquellos rui- dos cuando la voz del guía nos anunciaba que entrábamos al salón del campanario. Bastante extenso se presenta este departamento, de todas sus bóvedas cuelgan grandes é irregulares estalactitas y en el centro se levanta una hermosa estalagmita en forma de piña; sobre las paredes se encuentran multitud de incrustaciones en láminas de espesores variables y que plegadas ó vueltas sobre sí mismas forman grandes y espléndidos cortinajes que sus- pendidos como están por la parte superior y sin ningún apo- yo por la inferior, vibran fácilmente cuando se les toca con al- gún objeto y son las que producían los ruidos que tanto nos llamaron la atención; pues antes de que llegáramos á este punto algunos de nuestros guías se adelantaron sin ser vistos por nos- otros y cuando aun nos faltaba mucho por llegar comenzaron á provocar los sonidos que tanto nos impresionaron. Pasamos pronto de este lugar sin habernos detenido sino lo suficiente para observar las bonitas eristalizaciones que algu- nas de aquellas láminas presentan, y precipitamos tanto más nuestra marcha cuanto que los guías nos anunciaban que llegá- bamos al lugar llamado del agua bendita. 165 Difícil sería pintar con palabras la agradable impresión que causó en nosotros el tener en nuestras manos una botella llena. de agua cristalina y fresca y sólo diremos para que se compren- da la avidez con que la tomamos, que no reparamos ni por un momento en si podía sernos ó no dañosa, no obstante que nues- tro cuerpo estaba cubierto de sudor al grado que ya éste se no- taba por el exterior de nuestras ropas y que las gotas en hilos casi continuados corrían de nuestra frente, levantamos la bote- lla al aire y de unos cuantos sorbos la dejamos vacía. De mano en mano pasaban las botellas para volver al manantial donde uno de los guías agazapado y en postura difícil se encargaba de llenar todas las botellas y vasos que le pasaban. A las señoritas nos pareció conveniente ofrecerles el agua con un poco de coñae para evitar que les fuera dañosa y aun re- cordamos la cara placentera con que nos daban las gracias, to- davía con la voz entrecortada por la respiración que habían con- tenido para beber con mayor rapidez, Una vez que hubimos saciado nuestra sed, comenzamos á formarnos cargo del lugar, que es una galería estrecha en cu- yo piso se hallan diseminadas gruesas peñas por entre las que se avanza con dificultad; no se presentan en las bóvedas y pa- redes sino escasos adornos y en una pequeña oquedad que se halla á la derecha es donde se reune el agua de un pequeño ma- nantial Ó quizá de las filtraciones superiores. Escasos momen- tos permanecimos en aquel punto y sólo lo suficiente para tomar algún descanso, durante los cuales no dejamos de estar reflexio- nando lo adecuado que es el nombre del agua bendita para aquel lugar, pues generalmente se llega á él muy fatigado y con el cansancio consiguiente del que ha caminado cinco ó más horas por terreno irregular, desconocido, casi á tientas y con la incer- tidumbre del que va entre tinieblas. Irregular y pedregoso sigue después el camino por estrechos pasadizos cubiertos de grandes encajes y cortinajes de caliza hasta llegar á un punto en el que ensanchándose la caverna pre- senta una amplia bóveda quizá la de mayores dimensiones que 166 descansa sobre altísimos muros; en la parte baja el piso es pa- rejo y sólo surcado de algunos tramos por rebordes semejantes á los que se hallan en el salón de los confites, encontrándose además diseminadas con profusión grandes piedras sobre las que se han reunido incrustaciones de figuras variadas é irregu- lares y en las cuales la imaginación cree ver momias cubiertas por grandes sudarios Ó esqueletos que se levantan en grupos como saliendo de las profundidades del suelo y cuyas sombras más ó menos recortadas y moviéndose sobre las demás incrus- taciones, conforme avanzan las luces aparecen como grupos de cuerpos vagos que flotan en medio de aquel antro obscuro. Tal es el aspecto que se presenta al excursionista cuando entra al salón de las ánimas, sintiéndose además un ambiente húmedo, así como por sus altísimas y grandes bóvedas las luces apenas alumbran en un espacio muy corto y parece más obscuro que los demás, destacándose tan sólo de entre las tinieblas las silue- tas vagas é irregulares de fantasmas más ó menos grandes que le dan á aquel departamento un aspecto tétrico y aterrador. Des- pués de haber atravesado por entre los diversos grupos que se levantan del suelo salimos de aquellas inmensas bóvedas para seguir de nuevo por un estrecho pasadizo donde vuelven á en- contrarse grandes rocas con las señas inerrables de haberse des- prendido de la parte alta, de manera que cuando pasamos por este lugar no pudimos menos de imaginar lo terrible que sería el que una de aquellas grandes piedras cayera sobre nosotros y nos privara de la existencia Ó nos cortara el camino por donde habíamos venido. A medida que avanzábamos encontrábamos más y más grandes peñascos é incrustaciones que subdividen en aquel lugar á la caverna en muchos é intrincados pasadizos, constituyendo un verdadero laberinto en el cual sólo los guías que tienen aquello bien conocido pueden recorrer algunos de sus tramos, pues hay otros que según nos decía el hombre que nos acompañaba nunca los han andado. En medio de aquel pa- sadizo sólo llama la atención una pequeña cavidad en el centro do la cual se levanta una estalagmita en forma de taza que cons- 167 tantemente contiene agua; por su aspecto, su situación y el agua, le han dado el nombre del bautisterio. A medida que se avan- za las bóvedas se hacen más bajas, pues como dijimos antes quizá las del salón de las ánimas son de las más espaciosas, y comienzan á manifestarse señas positivas de que las filtracio- nes se hacen con más rapidez, escapándose el agua de las grie- tas superiores, no-en hilos tenues que tienen tiempo de depositar su cal, sino en chorros más Ó menos gruesos que reuniéndose en el suelo forman charcos y depósitos de agua por entre los cuales difícilmente se ha de poder pasar en ciertas épocas del año. Avanzando por un suelo húmedo se llega á un punto don- de se forma un pequeño lago en el que según las huellas deja- das por el agua, puede llegar á tener tres Ó cuatro metros de profundidad. El suelo de este depósito está formado por peque- ñas ondulaciones sobre las que se ha depositado una capa grue- sa de caliza amorfa mezclada con arcilla y en medio de cuya masa se encuentran varios caracolitos y conchas que según el Sr. Herrera pertenecen á la especie Spiraxis Cacahuamilpensis. Tanto la existencia de esas especies como el carácter y for- mación de la toba que tapiza el lecho del pequeño lago, nos ha- ce suponer que los caminos que siguen las filtraciones para de la parte superior de la montaña llegar hasta el interior de la ca- verna, son bastante amplios para dejar correr el agua en consi- derable cantidad. En la época de las lluvias y sobre todo en aquelios años en que adquieren mayor intensidad, debe penetrar á este lugar gran cantidad de agua que impide por completo el paso para el res- to de la caverna, y no nos cabe la menor duda que el río que dicen muchos excursionistas haber hallado y más allá del cual no han podido pasar, Óó el lago que refieren otros les ha cortado el paso, se refieren unos y otros á este lugar. Recordamos entre otras relaciones la que hace el profesor de pintura Sr. Landezio que visitó la caverna en 1846 y en la que aconseja que se lleven entre los útiles de viaje un bote ó chalupa para poder atravesar el lago que le cortó á él el paso. 168 Cortando por un lado dejamos á la izquierda la laguna, que así le llaman á aquel departamento, y después de un corto tiem- po llegamos á un espaciosísimo salón, cuya magnitud apenas se comprende por la multitud de estalagmitas altas y esbeltas que en agradable confusión se encuentran profusamente disemina- das por todo aquel lugar. Realmente, después de haber pasado el trayecto de la laguna y los pasadizos que conducen á él, que se encuentran sin grandes atraetivos, es aquí en donde se vuel- ve á experimentar un sentimiento de admiración al contemplar altísimas columnas que simulan tallos de palmeros y cuyas cús- pides no se distinguen por estar hundidas en las profundas ti- nieblas que ni aun los cohetes de luz alcanzan á disipar. Pequeñísimos nos sentíamos ante aquellas grandes moles, perdidos entre columnas majestuosas cuya masa apenas acer- tábamos á comprender, y debemos haber sentido una emoción semejante á la de la pequeña hormiga que con sus débiles es- fuerzos tiene que escalar grandes peñas, montañas enteras, perdida en la inmensidad relativa del camino que recorre. Con paso lento y volviendo los ojos á todos lados recorríamos aquel : salón, sintiéndonos todos los de la comitiva, no obstante ser tan-e tos, como solos, pues las largas horas de camino, la igualdad en las fatigas é impresiones nos había unido de tal suerte que ya después casi pensábamos lo mismo, exclamábamos igual y dis- cerníamos de la misma manera, unificándonos de tal suerte que á pesar de ser más de treinta nos sentíamos como uno sólo, de suerte que cuando tropezamos con una enorme piedra sobre la que había grabada una inseripción, no pudimos menos que sen- tir gran desahogo al comprender que ya por allí habían recorri- do otras personas y como sintiéndonos acompañados por sus nombres todos inmediatamente nos apresuramos á leer lo que contenían aquellas letras que grabadas á cincel y encerradas en un cuadro hecho de la misma manerá, contienen los nombres de los profesores de la Academia de Bellas Artes que visitaron la gruta el dia 25 de Enero de 1846. Entre los diversos nombres que contiene la inscripción recordamos los de Vilar, Clavé, Tan- gassi, Landesio y otros. do 169 Después de haber leído aquella inscripción, quiso el Dr. Al- tamirano que dejáramos también un recuerdo de nuestra visita y se comisionó al Sr. D. Adolfo Tenorio para que grabara sobre la misma piedra una sencilla inscripción que quedó así: Instiruro MÉDICO NACIONAL. 1892. Aparte de esa inscripción cada uno de nosotros quiso dejar estampado sobre las rocas un recuerdo, de suerte que hubo un - momento que casi todos estábamos entretenidos y silenciosos escribiendo sobre la piedra nuestros nombres ó el de las perso- nas de nuestro mayor afecto. Un poco solemne se presentaba entonces la escena, encontrándonos diseminados, y sólo se es- cuchaban de tiempo en tiempo los pausados golpes del martillo con que el Sr. Tenorio grababa su inscripción, perdiéndose sus ecos muy á lo lejos después de haber repercutido en todas las anfractuosidades del gran salón. Tratamos después de sacar unas fotografías de las inscripciones, todo lo cual vino á ayudar para que permaneciendo en aquel lugar algunos minutos, hi- ciéramos un ligero descanso que cada vez se hacía más necesa- rio. Después de unos momentos de reposo seguimos nuestro camino por entre enormes peñascos todos cubiertos de cristali- zaciones y que deben haberse desprendido de la parte alta ha- ce ya bastante tiempo, pues una capa gruesa y unida de caliza los cubre á todos ellos, formando una sola con la que igualmen- te se extiende por el suelo; durante todo este trayecto que es bastante sinuoso y accidentado se van dejando á derecha é iz- quierda enormes estalagmitas que cada vez van agrupándose más hasta formar grandes obstáculos que casi cierran el paso, hasta llegar á un lugar donde por su agrupación y dimensiones parecen formar el límite de la caverna; este punto es otro en el que generalmente se detienen los excursionistas, ya sea porque MEMORIAS (1891-92). T; V, 22 a 170 á los guías no les place conducirlos más allá, Ó porque ellos re- trocedan, debido al cansancio y dificultades con que se logra lle- gar hasta él. Este departamento lleva el nombre del imperial por ser hasta el que llegó la Emperatriz Carlota. Y en efecto, á pocos pasos de donde estábamos uno de los guías nos llamó la atención para que viéramos sobre una gran roca que se halla á la izquierda la inscripción dejada por la que fué Emperatriz. Las letras están trazadas con carbón, son bastante grandes, pero la humedad y las inerustaciones nuevas las están haciendo desa- parecer; en ellas sólo pudimos leer con dificultad estas palabras: «Hasta aquí se adelantó su majestad Adelaida Carlota;» sin haber podido descifrar ni la fecha ni otras palabras qhe se en- cuentran totalmente perdidas. | Es inútil recordar aquí las muchas reflexiones que trajo ú nuestra imaginación el ver aquellas letras; hubo un momento en que olvidándonos de nuestra situación y sin recordar que es- tábamos en el centro de las montañas, pasó ante nuestros ojos to- da la historia de aquella mujer; vimos á Miramar, al Vaticano; recordamos los episodios sobresalientes del imperio; contempla- mos después el Cerro de las Campanas; y por último, nos pare- ció ver la figura de Carlota, vagando sin sentido por los salones de Bucarest, como segunda víctima de uno de los períodos de las evoluciones de un pueblo. Mucho tiempo hubiéramos permanecido en aquellas reflexio- nes, si la voz de los compañeros no nos hubiera anunciado que debíamos seguir adelante. Reorganizamos la comitiva y nos pusimos en marcha atra- vesando pasadizos verdaderamente estrechos en los que había puntos por los cuales con dificultad cabía una persona. Cortos momentos seguimos esa marcha, pues á poco audar se amplió de nuevo nuestro camino y al salir de una anfractuosidad por donde con dificultad podíamos pasar, repentinamente nos halla- mos en un amplísimo salón al cual los guías le dan el nombre de salón de los órganos. Difícil sería poder expresar la impresión tan grata que nos 1 171 causó el encontrarnos en este salón que como se sabe es el tér- mino de la caverna, pues más allá no hay sino grietas angostas é irregulares por las que es materialmente imposible penetrar; á esta satisfacción se añadía el que veíamos el término de nues- tro viaje, pues ya las fuerzas nos faltaban y comenzábamos 4 sentirimperiosa necesidad. No admiramos por lo pronto las ma- ravillas que contiene este salón, sino que nos colocamos sobre unas piedras para tomar descanso mientras se abrían las cajas de los cohetes y fanales que ya iban á comenzar á prender; re- partimos algunos de estos entre varios de los hombres que nos acompañaban con el carácter de encendedores y nos dispusimos á contemplar el efecto que aquellas luces producían al rasgar con sus rayos las profundas tiniehlas de aquel abismo; se ale- jaron de nosotros los encendedores y algunos momentos estu- vimos con la incertidumbre de dónde irían á colocarse, hasta que repentinamente y cuando menos lo esperábamos una peque- ña explosión se dejó oir, seguida inmediatamente de un vivo resplandor rojizo que inundó de luz aquellas bóvedas; volvimos la cara hacia el punto de donde partían aquellos rayos y un es- pectáculo soberbio se presentó á nuestras miradas: sobre gran- des y blancas aglomeraciones de caliza teñidas de rojo por la luz, se levantaba la Ígura de un hombre con un hachón en la mano y envuelta en humo denso, empequeñecida su figura por lo colo- sal de las columnas y formaciones calizas; lo veíamos como una imagen del ángel exterminador que se presentaba en la puerta de sus dominios; todo es ilusorio en esta caverna, todo provoca grandes impresiones, y eualquier episodio queda revestido de cierta solemnidad y grandeza que llenan al visitante de admi- ración. Con las luces de los fanales pudimos contemplar las mil y mil maravillas que contiene aquel salón, la grandiosidad en las formas y dimensiones de las estalagmitas y demás forma- ciones y la distribución caprichosa y fantástica en que se hallan colocadas. El lugar donde nosotros nos habíamos instalado es pedrego- so 6 irregular, pero va elevándose para formar una prominencia 172 que corresponde á uno de los límites del salón y sobre la cual se levantan hasta cincuenta metros de altura tubos de blanquísi- ma caliza que por sus formas recuerdan las bocinas de los ór- ganos, y que uniéndose entre sí forman una robusta columna de algunos metros de diámetro que cual tabernáculo Ó santuario, rodeada de galerías circulares sobrepuestas y cubiertas á los . ojos del observador por riquísimos é incomprensibles cortinajes, formando todo un conjunto cuya belleza y hermosura supera á toda descripción y que sólo se puede comprender cuando se le está mirando. Los guías que nos acompañaban como ya dijimos antes, procuraban hacernos experimentar las diversas emociones de que se puede gozar en aquellos lugares, de suerte que alumbra- ban con los fanales en sitios donde causara mejor efecto la luz ó donde provocara mejores ilusiones, y así internándose por en- tre los tubos y cortinajes que dejamos descritos, nos dejaban casi en la obscuridad, pudiendo sólo percibir los rayos que se escapaban por entre los espacios de los cortinajes, presentán- “dosenos entonces el aspecto de un edificio alumbrado por el in- terior; en aquellos mismos momentos herían además con peque- ñas piedras los tubos que estaban suspendidos del techo y que tienen la propiedad de producir sonidos muy semejantes á las voces de los órganos. Aquellos ecos sonoros y graves que con pulsaciones se difundían por la caverna perdiéndose en su in- mensidad, aquella luz rojiza que débilmente permitía contem- plar los objetos, proyectando grandes y confusas sombras, y por último, el aspecto de la comitiva perdida en aquel dédalo sin fin, contribuían poderosamente para hacernos creer que nos hallá- bamos trasportados á otro mundo, á otras regiones desconoci- das; algunos momentos permanecimos silenciosos contemplan- do aquel espectáculo, gozando con todos nuestros sentidos y no pudimos menos que dar gracias á Dios por habernos dotado de grande amor por lo bello y lo sublime. Entonces pudo haberse observado en el rostro de nuestros compañeros las múltiples emociones que experimentaban, no 173 obstante que en ellos se podía reconocer también el cansancio y la fatiga por las huellas que había dejado el copioso sudor que corría de sus frentes. Después de haber hecho encender luces de diversos colores para gozar de los distintos aspectos que presentaba le caverna alumbrada con vivos rayos rojos, con rayos lívidos de color yer- de ó con los blancos que hacían brillar las cristalizaciones, nos ocupamos en recorrer con espacio el salón, viendo detenidamen- te sus adornos, la caprichosa distribución de las rocas y esta- lagmitas y en fin tedo lo que llamaba nuestra atención; los na- turalistas por su parte comenzaron á buscar y colectaron varios ejemplares de insectos, así como unos pequeños hongos que se forman sobre las gotas de cera que han caído sobre las rocas del piso en excursiones anteriores. Nosotros por nuestra parte pudimos observar en aquellos puntos donde la roca está libre de incrustaciones, que los man- tos de caliza tienen una muy corta inclinación respecto al ho- rizonte, presentando una estratificación concordante. Después que concluimos nuestras observaciones nos reunimos á los de- más excursionistas para comunicarnos muestras impresiones; todos entusiasmados las manifestábamos de distinta manera; quién en aquellos momentos ensalzaba la grandeza de las ADE del Supremo Creador; quién admiraba la sencilla á la par que - imponente armonía de las leyes naturales que rigen al univer- so; cuál otro evocaba recuerdos tristes avivados en medio de aquella soledad. Una vez que nos dimos por satisfechos en la contemplación de este último salón, reorganizamos la comitiva y emprendi- mos de nuevo la marcha. Vimos entonces la hora para formarnos idea del tiempo que habíamos empleado en llegar y poder estimar el que íbamos á hacer para regresar, notando entonces que la mayor parte de nosotros habíamos perdido por completo la noción del tiempo, pues nunca nos imaginábamos que pudiera ser la hora que se- ñalaba nuestro reloj, al grado que creyéndolo parado ó descom- 174 puesto, lo llevábamos varias veces al oído, y por último lo com- paramos con los de los demás que marcaban aproximadamente las nueve y treinta de la mañana. Como habíamos salido de las costumbres habituales de dormir á ciertas horas y distribuir los alimentos á otras, no teníamos puntos de referencia y no sólo la hora se nos olvidaba, sino hasta la fecha en que estábamos, y no fué sino después de un buen rato cuando acertamos con ella, recordando que era 4 de Enero el día en que habíamos te- nido el gran placer de penetrar á lo más profundo de la caver- na de Cacahuamilpa. Regresamos recorriendo los mismos lugares por donde ha- bíamos venido y organizados de la misma manera, deteniéndo- nos tan sólo algunos momentos en cada uno de los salones y pa- rajes dignos de importancia, para poderlos contemplar bajo la acción de la luz de nuestros fanales y cohetes. No obstante es- tas cortas paradas, regresábamos más rápidamente de como ha- bíamos entrado, atravesando por muchos puntos sin volver á fijar en ellos nuestra atención, pues comenzó á predominar en todos el deseo de salir cuanto antes á fin de descansar y tomar algún alimento para satisfacer no sólo la necesidad que ya era imperiosa, sino mitigar el estado de debilidad en que se encon- traban algunos de los compañeros. Muchos de aquellos salones y pasadizos los recorrimos ya sin saber ni cómo y casi arrastrando los piés, habiendo habido puntos en que reuniéndose á la dificultad que experimentába- mos para andar, lo pedregoso é irregular del piso ocasionaba el que muchos sufrieran caídas que aunque sin consecuencias nos obligaban á andar con precaución. En varias ocasiones pudimos apreciar entonces los servicios de nuestro mozo Mónico, que iba por delante alumbrándonos el piso y buscando los mejores pa- sos para indicarnos la manera de pasar, evitándonos el trabajo de llevar nosotros mismos la vela y dejándonos así libres para podernos dedicar exclusivamente al cuidado de nuestra compa- ñera la Srita. María, que no obstante su agilidad y destreza al-- gunas ocasiones estuyo á punto de. caer. 175 Curioso era observar en aquellos momentos la fisonomía de nuestros compañeros, en la que se pintaba la mayor fatiga, real- zándose más por la lividez del alumbrado, por las pupilas dila- tadas para vor mejor en la obscuridad y el desaliento que en algunos se dejaba sentir. Marchábamos silenciosos de aquella manera cuando repentinamente notamos una luz que se movía muy á lo lejos, como en la dirección que debíamos llevar; poco después apareció otra que con la primera se movían de un lado para otro sin que nosotros compreudiéramos cuál sería su ori- gen, Por lo pronto imaginamos que algunos nuevos excursio- nistas venían hacia nosotros, después pensamos que vendrían algunas gentes del pueblo en nuestra busca y aun llegamos á suponer que podrían ser malhechores que trataran de sorpren- derhos en medio de la caverna. No obstante esa incertidumbre seguimos avanzando hacia donde veíamos las luces, las cuales también se movían como para venir en nuestro encuentro, acor- tándose asi rápidamente la distancia que nos separaba, al gra- do que pudimos distinguir dos ó tres hombres que se dirigían á nosotros. Por £n pocos momentos trascurrieron y nos encon- tramos nada menos que con D. Crescencio. Nos saludó afee- tuosamente y una vez que nos hallábamos reunidos todos, con su voz lenta y como sin darle importancia nos anunció que nos traía un poquito de café, enseñándonos á la vez unos grandes canastos de pan que había hecho llevar y unas grandes ollas de las que se escapaban vapores saturados con las esencias del néctar de las Antillas. Oir aquella invitación, ver el pan y arrojarnos sobre él to- do fué uno, manifestándose entonces en varios de los compa- ñeros excesos de alegría que verdaderamente nos hacían reir. Recordamos que el Sr. Grarcía con su carácter alegre y siempe festivo, venía no obstante taciturno y agobiado; pero tan luego como se vió en presencia de una gran torta de pan que contem- plaba entre sus manos como para cerciorarse que era verdad, no pudo contener los ímpetus de su alegría y sentándose en el + suelo agitaba las manos y los piés gritando y palmoteando. 176 Todos nos esforzábamos en alabar el café y dar las gracias al buen D. Crescencio con más ó menos dificultad porque en aquellos momentos nos faltaba boca para comer; pero él com- prendiendo el ayuno en que habíamos estado y lo oportuno de su oferta, se concretaba á sonreirse y ofrecernos á cada uno nue- vas tazas de café. En pocos momentos hicimos desaparecer to- do lo que había llevado; pero en cambio nos sentíamos satisfe- chos y nos encontrábamos con nuestras fuerzas completas para proseguir la marcha. ; Pocos episodios y de escasa importancia se presentaron des- pués, á no ser que habiéndonos llevado los guías por camino distinto en parte del que habíamos seguido á la entrada, no vol- vimos á pasar por algunos puntos como por el del agua bendi- ta, lo que originó que algunos compañeros se separaran para tratar de encontrar dicho lugar á fin de poder abastecerse de agua; temiendo como era natural que se extraviaran, detuvimos la marcha y estuvimos esperándolos, á la vez que con silbidos y voces les hacíamos señales para que supieran dónde nos en- contrábamos. Casi nada duraron en sus pesquisas y pronto los vimos aparecer para reunirse con toda la comitiva. Caminába- mos ya con más tranquilidad embelesados y admirando las be- llezas sin número que á cada paso se nos presentaban, pudien- do además emprender con uno de los guías sabrosa plática sobre las preocupaciones que tiene, respecto á la caverna, la gente de aquel lugar, pues la creen habitada por un genio maléfico que siempre procura algún mal á los que osan entrar. El hombre que nos refería esto no parece nada vulgar y no sólo criticaba con nosotros las creencias de sus paisanos, sino que eludiendo aquella plática se puso mejor á referirnos detalles de algunas de las caravanas de excursionistas que él había guiado para la exploración de la caverna. Recordaba según nos dijo en la que fué D. Sebastián Lerdo de Tejada acompañado de numeroso séquito, de la cual nos refirió entre otros casos, que un señor de los acompañantes les había dirigido á sus compañeros un discurso desde lo alto de uno de los monumentos que se levan- 177 tan en el salón del Panteón, cuya persona según hemos podido averiguar después, fué D. Joaquín Alcalde. Nos refirió también haber acompañado á la comitiva que en 1878 acompañó al ge- neral D. Carlos Pacheco y en 1879 á la comisión científica que fué enviada por el Ministerio de Fomento, y por último estuvo recordando la visita que hicieron los alumnos del Colegio Mili- tar. Con motivo de esta conversación tuvimos después deseos de averiguar cuáles eran las principales excursiones que se ha- bían hecho á la caverna y afortunadamente encontramos ese dato en la Geografía del Estado de Morelos, escrita por el Sr. Robelo y que á la sazón llevábamos; en ella se puede ver que las excursiones principales han sido: En Abril de 1835, expedición exploradora compuesta de los Sres. Barón Gros, Secretario de la Legación Francesa en Mé. xico, D. Manuel Velázquez de la Cadena, Barón Reue Pedreau.- ville y D, Ignacio Serrano. En 1837, D. Mariano Galván, autor de los calendarios. En 1850, los profesores de la Academia de San Carlos. En 1855, el Presidente de la República D. Ignacio Comon- fort. | En 1865, la Emperatriz Carlota. Al salir de la caverna tuyo la noticia de la muerte de su padre Leopoldo, rey de los Belgas. En 1869, el general D. Pedro Baranda, primer Gobernador del Estado de Morelos. En Febrero de 1874, el Presidente de la República Lic. D. Sebastián Lerdo de Tejada. En 1878, Sr. general Carlos Pacheco. En 1879, Comisión nombrada por el Ministerio de Fomento. Además deben agregarse las que han hecho varios extran- jeros, principalmente alemanes, y la que en 1887 organizó el Colegio Militar. Compartíamos amigablemente con nuestro guía, cuando re- pentinamente nos hicieron detener el paso y nos obligaron á apagar las bujías; por lo pronto quedamos en la más profunda obscuridad, sin percibir más que esos destellos fugaces que con- MEMORIAS (1891-92), —T, V, 23 178 serva la retina por algunos momentos y que pasando por todos los colores del prisma, concluyen por desaparcer para dejar rel- nar á las tinieblas. No comprendíamos por lo pronto cuál era su objeto, hasta que uno de ellos alzando la voz nos anunció que nos hallábamos en el salón de la aurora; en efecto, es hasta es- te punto á donde alcanzan las últimas vibraciones luminosas de las que penetran por la boca de la caverna. Por lo pronto no percibíamos nada á pesar que con nuestras miradas queríamos sondear aquel espacio en todas direcciones, hasta que al último indicándonos los guías la dirección, distin- guimos un debilísimo resplandor que como gases ligeramente fosforescentes parecían vagar por las bóvedas de la caverna. Profunda emoción experimentamos entonces, pues veíamos aun- que apenas de nuevo los rayos del sol que por contraste con la luz amarillenta de las bujías entre las que habíamos estado du- rante horas enteras, se nos presentaba con un color azulado que recreaba por completo nuestras miradas. A medida que avanzábamos iba aumentando aquel fulgor, como si el aire se hiciera luminoso, pero con tanta lentitud y tintes azulados tan hermosos, que más bien que luz parecía un girón del cielo que se extendía debajo de las rocas; en aquellos momentos dejamos que los compañeros se adelantaran quedán- donos atrás por consejo del guía y entonces pudimos gozar de uno de los espectáculos más fantásticos y hermosos de los gue podamos haber visto. Contemplábamos á nuestros compañeros desfilando envuel- tos en aquella bruma luminosa que sólo permitía se distinguie- ran vagas siluetas que sin punto de apoyo aparente parecían cuerpos que flotaban por la atmósfera. No pudimos menos que recordar algunos de los cuadros de Grustavo Doré, como en los que pinta almas que suben al cielo, á los isrealitas guiados por los destellos de la columna de fuego, ó á los Reyes Magos cu- yo camino estaba envuelto por las emisiones luminosas del as tro que los guiaba. No bien habíamos acabudo de contemplar aquel cuadro, cuando proseguimos nuestro camino con verda- 179 dera ansia para por fin poder ver los rayos del sol; á cada paso que avanzábamos aumentaban aquellos destellos que ya no co- mo fosforescencia sino como pálida luz comenzaban á teñir li- geramente uno que otro picacho de los que sobresalían en las anfractuosidades de las rocas, hasta que hubo un momento en que la claridad fug suficiente para alumbrarnos el piso, lo que nos permitió apresurar más el paso y llegar á un pequeño reco- do que forma la caverna al cual hay que rodear para poder se- guir. Llegamos á él, volteamos á la derecha y repentinamente, cuando aun no lo esperábamos, nos encontramos con la boca de la gruta; de casi todos á un tiempo se escapó un ¡ah! prolon- gado, á la vez que admirados permanecíamos inmóviles como fascinados por el panorama que se presentaba á nuestra vista. Las peñas y rocas que forman el gran arco que sirve de entra- da, limitaban un marco dentro del cual se hallaba un espléndido paisaje: muy lejos y como envuelto en tenue calina se destaca- ba majestuoso el pico del Popocatepetl con su cima cubierta de blanquísima nieve y rodeado de pequeñas nubecillas que flota- ban en el azul purísimo del cielo; un poco más cerca se presen- taba un valle cubierto de verdura é interrumpido por lomeríos y picachos formando una agradable perspectiva en la que se ha- llaban todos los colores. Desde el esmeralda brillante, que for- maba grupos de lozana vegetación, hasta los tintes de cepia y ocre con los cuales estaban revestidos los pequeños accidentes del terreno por entre los cuales se deslizaba un plateado arro- yuelo, y por último, sirviendo de primer término á este esplén- dido paisaje, se hallaban las primeras rocas de la caverna, las primeras estalactitas que forman el arco entre el primer y se- gundo salón. Tan agradables colores, tan múltiples juegos de . luz y distribución tan pintoresca se presentaba á nuestra vista con mucha mayor intensidad por acabar de salir de la luz de la cera, de la luz rojiza de los fanales ó de los rayos lívidos del magnesio. Pero á pesar de eso no lo veíamos perfectamente cla- ro y quizá podríamos dar una idea de cómo se nos presentaba aquel paisaje, recordando el aspecto de las vistas proyectadas por una gran linterna mágica. , 180 Con el interés de contemplar mejor aquel espectáculo, pro- curamos salir cuanto antes, y al llegar al primer salón pudimos reconocer que todo lo que habíamos visto era pura ilusión y aquel paisaje espléndido lo vimos desaparecer como si se hu- biera evaporado, quedando en su lugar las peñas abruptas de la entrada y bajo las cuales crecían algunos helechos y otras plan- tas pequeñas, las que heridas con los rayos del sol y vistas des- de el interior, eran las que se presentaban como las llanuras que tanto admirábamos. Quizá esta ilusión es una de las más com- pletas que hemos experimentado, pues cuando nos hallábamos en el interior hubiéramos jurado que era el Popocatepetl el que veíamos y no las rocas que brillaban con el sol, y aun para cer- ciorarnos, así como para volver á gozar con aquel soberbio pa- norama, algunos compañeros nos internamos de nuevo en la ca- verna entre los cuales se contaba el Sr. Tenorio, que con su imaginación de artista había encontrado en aquel asunto vasta inspiración. Yl cuadro que presentamos al principio es copia del que ha fórmado dicho señor, en el que agotando por decirlo así los colores de su paleta, ha logrado hacer una pinturabastante perfecta de aquel paisaje, que á la verdad no creíamos que pin- tor alguno pudiera haber reproducido. Tan luego como terminó el Sr. Tenorio con sus apuntes, nos reunimos á nuestros compañeros que instalados donde había- mos pasado la noche anterior se disponían ya para comer. El Dr. Altamirano que nunca siente fatiga y que no descansa un momento, acto continuo de haber llegado comenzó en unión de las señoritas á preparar todo lo que traía dispuesto para comer» á lo que se unió la magnífica barbacoa con que nos obsequió y las demás provisiones que D. Crescencio nos había traído de su misma casa. Así, pues, teníamos ante nosotros una magnífica comida y como el apetito era más que desenfrenado, no nos hi- cimos del rogar y en el momento comenzamos á dar cuenta de aquellos manjares que nos parecían deliciosos y que convenien- temente remojados con buena cerveza, constituían en aquelios momentos nuestra mayor riqueza, 181 No obstante el estar diseminados en grupos y por diversos lugares, reinaba entre todos nosotros una cordialidad y alegría que hacía honor al banquete, uniformándose la conversación, que sólo era interrumpida de tiempo en tiempo por el ehasqui- do de las botellas de cerveza. Por fin tuvimos la fortuna de tomar hasta un poco de café y un buen dulce del que nunca le:falta en el bolsillo 4 Alfonso Herrera. | La sobremesa, es decir el post almuerzo, porque ño había mesa, estuvo delicioso, pues mientras unos se regocijaban ten- didos en el suelo, otros sentados fumaban tranquilamente su puro y algunos entusiasmados daban vueltas en dirección del interior de la gruta, haciendo resonar las bóvedas con las notás de Carmen ó Bocaccio. Los únicos que no descansaban eran el Dr. Altamirano y las señoritas que infatigables, siempre con- tentas y risueñas, concluían con las últimas tareas del arte cu- linario, cuales son las de levantar el campo. Nosotros nos habíamos retirado un poce del grupo para ir á descansar bajo una pequeña estalagmita que se halla á la en- trada y sobre la cual han colocado una cruz de madera; el con- junto que forma aquella roca caliza, cuya figura recuerda una ave nocturna y el signo de nuestra redención vistos en medio de la gran cúpula con que principia la caverna, no pudo menos que invitarnos á la meditación, de suerte que pronto quedamos sumidos en un piélago de consideraciones de todo lo que había- mos visto, de todo lo que habíamos experimentado; pero sobre todo lamentando lo pasajeros que son para la humanidad los pe- queños goces que suelen encontrarse. Estábamos en estas y otras consideraciones cuando el Sr. Tenorio vino á sacarnos de nuestra meditación, pues acercán- dose comenzó áinterrogarnos sobre las ideas que podríamos ha- ber adquirido respecto á la formación de la caverna. Pena nos daba en aquellos momentos ekno poder respon- der al interrogatorio que con muy noble curiosidad nos dirigía dicho señor; pero la verdad es que á pesar de conocer las teo- 182 rías sobre la formación de las cavernas y no obstante el haber leído la mayor parte de las descripciones que han hecho de la de Cacahuamilpa, poco, muy poco podríamos decir técnica- mente, pues las horas que permanecimos dentro cortas se nos hicieron para admirar todo aquel espléndido conjunto. No obs- tante, algunas observaciones pudimos hacer que son sobre las que versó nuestra conversación. La caverna debe tener sobre poco más Ó menos seis kilóme- tros de longitud y además según nuestras observaciones hipso- métricas y barométricas, el piso del primer salón se halla á 178 metros abajo del nivel de la plaza de Cacahuamilpa; la altura de la montaña bajo la cual se extiende la caverna la estimamos en 200 metros sobre el mismo nivel; en consecuencia debe ha- ber de la cúspide de la montaña á la parte baja de la caverna, unos 378 metros por lo menos; si de éstos descontamos 80 ó 90 que deben tener las bóvedas más altas, quedan cerca de 288 6 290 metros para el espesor de las bóvedas, á través de cuya masa tiene que atravesar todo el agua que se filtra de la parte superior para salir en la caverna donde ha depositado toda la cal que disuelve en el largo trayecto que tiene que atravesar. Como las grietas y desquebrajaduras de las rocas tienden á tomar cierta dirección debido á la misma estratificación en que se encuentran las masas que forman las paredes y techos de la caverna, iguales tendencias se notan en las incrustaciones que ha dejado el agua que corre por ellas y así es como se explica el que de trecho en trecho se encuentre mayor número de estas formaciones afectando cortinajes y otras diversas formas cuyas sinuosidades corresponden con las líneas por donde pudo correr el agua. En lo más profundo de la caverna en donde las rocas superiores están totalmente dislocadas y que las filtraciones se verifican no por grietas sino por diversos puntos indistintamen- te diseminados, es donde se han formado esas agrupaciones de estalactitas, que como en el salón de los Palmeros se hallan en gran cantidad distribuídas sin orden y en confusa agrupación. Para que todas estas figuras, esas grandes estalagmitas, esas 183 estalactitas se hayan formado, debe haber existido primero la caverna, cuya formación generalmente se atribuye, como á to- das las cavernas semejantes, á las acciones del agua que unien- do su empuje y sus acciones químicas, se abre pase en medio de las rocas. Por nuestra parte confesamos que dicha teoría no nos satisface, pues si bien es cierto que de la mayor parte de estas cavernas salen ríos, arroyos ó torrentes, provienen sin du- da del agua de las filtraciones que se reune en su interior y que al correr sobre las rocas, saturada como se encuentra de sales de cal, tapizan su lecho con ese barniz agrisado con que están cubiertas todas las rocas que se hallan en el piso y partes bajas. Examinando atentamente la estratificación que presentan las rocas en Cacahuamilpa, se puede notar una tendencia en los mantos á converger en la línea superior que pasará por todo lo alto de la caverna, pues mientras á la izquierda se hallan en una inclinación de cerca de 130 en dirección de SE. á N W.; las de la derecha se hallan casi con la misma inclinación, pero sensi- blemente con rumbo opuesto; estas observaciones más la de casi corresponder la línea media de la caverna con la línea de mayores alturas de la montaña, nos hace suponer que su for- mación es debida á que en el momento de levantarse aquellas masas calizas del seno de los mares cretáceos donde se halla- ban horizontalmente, para venir á formar lo más accidenta- do de una parte de nuestras sierras, sufrieron en su masa dis- locaciones y doblamientos que semejantes á los que resultan cuando se estruja una hoja de papel entre las manos, no sólo vinieron á originar la formación de las eminencias y de los va- lles, sino que debajo de esas mismas arrugas deben haber que- dado huecos y vacíos que si por algún accidente se ponen en comunicación con el exterior constituyen las cavernas. Por lo demás la geología nos enseña que después de que las mazas ca- lizas fueron removidas de donde las habían formado los molus- cos que pululaban en los mares mesozoicos, atravesó la tierra por un período en el que predominaron lluvias de tal suerte que aun se le da el nombre de período diluvial. Las no sólo conti- 184 nuas sino abundantísimas precipitaciones que caían sobre toda la tierra en aquella época, están perfectamente caracterizadas por la serie grandísima de los vastos terrenos cuyo origen sólo se debe al agua, y es justamente á la época á que debemos re- ferir la formación de todas esas incrustaciones, de esas estalac- titas y en fin, de esa espléndida ornamentación que sin tener orden arquitectónico ni estilo artístico, causan la admiración del hombre y embelesan sus sentidos. En la época presente en que las precipitaciones atmosféricas han disminuído considerablemente, las filtraciones son relativa- mente más escasas y sólo puede observarse una que otra gota que desprendiéndose con dificultad cae al suelo donde se for- man pequeñas estalagmitas que por su tamaño y lentitud en su crecimiento, contrastan visiblemente con las gigantescas y ro- bustas columnas que atestiguan á su modo la época diluvial. Entre las diversas grutas conocidas de las que existen en los terrenos calizos, creemos puede figurar la de Cacahuamilpa, si no en primer lugar, sí en el segundo, pues después de la caver- na del Mamoth en el Estado de Kentuky, E. U., que tiene cerca de 15 kilómetros de profundidad y en medio de la cual existen ríos, lagos y canales, sólo la de Cacahuamilpa sabemos pase á 6 ó 7 kilómetros, pues la de Lucy en Istria sólo tiene 800 me- tros de profundidad. Además, muy posible es que exploracio- nes cuidadosas encuentren que nuestra caverna se extiende más allá de donde se cree es su fin y quizá se comuniquen con la gruta «Carlos Pacheco» ú otras que se encuentren en el seno de la montaña, aumentándose entonces su longitud considera- blemente. Durante la actual conversación sostenida con el Sr. Teno- rio, habían descansado ya la mayor parte de los compañeros, por lo que nos dispusimos á marchar. Trabajo nos costó el tras- portar nuestros equipajes al lugar donde nos esperaban las ca- balgaduras; pero cuando tuvimos ya que abandonar la caverna, separándonos de las últimas piedras que forman su boca, no pudimos menos que echar una última mirada á lo más profun- 185 do como queriendo atravesar las tinieblas para poder ver por última vez las maravillas que quizá no nos sea dado volver á contemplar. Eran las cinco de la tarde cuando nos dirigimos á la gruta «Carlos Pacheco, » á donde llegamos después de corto interva- lo. La boca de esta gruta es mucho más pequeña que la de la caverna de Cacahuamilpa y para bajar hay necesidad de pre- cauciones, pues además de lo pendiente que se halla el descen- so, las rocas que forman el piso no están muy seguras. No obs- tante, todos bajamos con intrepidez, pudiendo allí admirar una - vez más la agilidad y valor de las señoritas, pues sin dificultad alguna pudieron escalar aquellos peñascos, tan sólo ayudadas por el Dr. Altamirano ó nosotros, que procurábamos tuvieran el menor peligro. Inmediatamente después de la entrada se ex- tiende un gran salón próximamente de N. á S., que debe tener de 200 á 300 metros de longitud, por unos 20 de latitud ó tal yez 30 Ó más de altura; sus"paredes y sus bóvedas están tapi- zadas de incrustaciones blanquísimas que como la filigrana sólo dejan pequeños espacios libres por donde con dificultad se cue- la la luz para mostrar y hacer brillar las últimas cristalizaciones; del techo penden algunas estalactitas y en el piso se levantan á corta altura algunas estalagmitas; pero sin alcanzar las dimen- siones colosales ni la grandiosidad que se observa en las de la otra caverna. Este salón lleva el nombre de los Pebeteros. Si- guiendo este salón de S. á N. y volteando á la izquierda, hay algunos pozos estrechos y un gran depósito de agua: los prime- ros conducen á otros salones, para llegar á los cuales hay que atravesar por lugares verdaderamente difíciles, en los que se. han comenzado á derrumbar grandes masas de la parte supe- rior y que se hallan apenas suspendidas por las mismas incrus- taciones, amenazando venirse al suelo en cualquier momento, cerrando así el paso á los últimos departamentos, para llegar 4 los cuales hay necesidad de bajar, después de este pasadizo, unas grandes peñas. Este último salón es verdaderamente es- pléndido por la suma variedad que contiene en las mil y mil for- MEMORIAS (1891-92).—T. V, 24 186 mas que ha tomado el carbonato de cal al depositarse sobre las paredes; á esto se debe agregar, que como no ha sido tantas ve- ces explorado como los demás, se encuentra en perfecto estado y presentando una blancura notable. En el fondo de este salón existe una lápida que recuerda la fecha en que se visitó por pri- mera vez la gruta y que se dedicó á D. Carlos Pacheco. Aun cuando la división en salones es menos perfecta en es- ta gruta, consideran los del lugar los siguientes: el de los Pebe- teros, que es el primero, y debe su nombre á la figura que tienen las pequeñas estalagmitas que se levantan del suelo; el de la Dama blanca, que se encuentra á la derecha de la entrada y en ' el cual se cree ver una esbelta señora con rico ropaje blanco; siguen á este el del Monje y el del Pabellón, en el último de los cuales se han desprendido las estalactitas dejando solo un es- trecho pasadizo por donde con dificultad se puede pasar por en- tre las agudas puntas de las rocas, y por último, bajando 15 metros por entre grandes peñas se llega al salón de la Virgen de la Silla, en el fondo del cual se halla la placa conmemorativa de la dedicación de esta gruta. Este último salón es verdera- mente espléndido y puede compararse á la nave de un gran tem- plo cuyas paredes mostrando riquísimos artesonados, forman vistosos juegos con las numerosas y variadas colgadurás que penden del techo, presentándose un conjunto grandioso y ex- traordinariamente bello. Mucho tiempo después de haberse puesto el sol salimos de la gruta con las mismas dificultades que tuvimos al entrar, pues como dijimos es peligroso el paso qua da aceeso al interior, y hubo necesidad de que unos á otros nos ayudáramos para po- der escalar aquellas rocas que amenazan de un momento á otro rodar y arrastrar consigo al osado viajero que posa en ellas sus plantas. Una vez que estuvimos fuera pudimos, gracias á la: luz de laluna, encontrar nuestras eabalgaduras y emprender la mar- cha rumbo á Cacahuamilpa. Estrecho y sinuoso es el camino que seguíamos, teniendo á un lado lo más profundo de la barran- ca y por el otro lo más elevado de la montaña, lo cual nos obli- 187 gó á seguir de uno en uno extendiéndose así considerablemente la caravana, pudiendo apenas los que íbamos al fin alcanzar á ver con los pálidos rayos de la luna creciente los que formaban la cabeza de la comitiva; pero sí pudimos notar que todos íba-. mos en silencio, quizá rendidos, quizá sumidos en el mar de re- flexiones que nos traía á la imaginación la serie de impresiones que habíamos experimentado durante el día que finalizaba; im- presiones que, como muy bien nos decía después el Sr. García, sus recuerdos los tendremos durante toda la vida y quizá for- men una de las pocas páginas rosadas que se puedan encontrar en el libro de nuestra existencia. No recordamos á punto fijo á4 qué horas llegamos al pueblo de Cacahuamilpa á la casa de D. Crescencio; pero debe haber sido muy tarde porque apenas pudimos tomar algún alimento, preparar nuestro catre y caer sobre él desplomados, exhaustos por completo de fuerzas. No era sólo el cansancio muscular, era el agotamiento nervioso el que nos había postrado. Todos quedamos instalados en una galera que sirve á D. Crescencio para guardar el producto de sus cosechas, excepto las señoritas que fueron cómodamente colocadas en una pieza especial de la familia, en la que además se les proporcionó una cama de otates que en aquellas condiciones débeles haber pa- recido colchón de pluma, no obstante que por su imperfecta co- locación sobre dos desiguales bancos de madera, estuvo á punto de dar en el suelo con su preciosa carga. Una vez acostados no hubo quien se acordara de alacranes ni musarañas, sino todos rendidos de fatiga dormimos á pierna suelta, siendo tan sólo interrumpido nuestro sueño de tiempo en tiempo por los sonoros y poco armoniosos ronquidos de al- gunos de los compañeros, A otro día muy de madrugada un re- pique dado á todo vuelo en la iglesia nos sacó de nuestro sue- ño, sin que por eso nos sacara de nuestra cama, pues todavía permanecimos en ella largo rato escuchando el monótono toque de una tambora que tocada como con máquina no cesó duran- te toda una hora de estar dando golpes pausados. Luego que 188 nos levantamos pudimos averiguar que había una fiesta en la iglesia acompañada de tambora y chirimía, pero de cuya orques- ta sólo llegaba á nosotros el ruido del parche mal golpeado. Visita del nacimiento del río Amacusac. En las primeras horas de la mañana salimos en compañía de los Sres. Altamirano, Toussain y Lozano á recorrer un poco el pueblo y á visitar el pequeño manantial que surte de agua á la población. Uno de los hermanos de D. Crescencio nos con- ducía, dándonos noticia sobre todo lo que le preguntábamos. El manantial está inmediato á los últimos jacales y sale de por en- tre unas rocas; recogen su agua en gran estanque y de allí la reparten convenientemente para los riegos de las huertas y otros usos, no por tubos ni cañerías, sino por pequeños arroyos des- cubiertos que corriendo suavemente por entre una alfombra de pasto y bajo las ramas de los chirimoyos, limoneros, platanares y otros árboles, le dan á aquel lugar de la población un aspecto pintoresco y encantador; cuando nos encontramos en uno de aquellos arroyos cuyas aguas cristalinas apenas murmuraban, no pudimos menos que sentir vivos deseos de experimentar su frescura y desabotonándonos la ropa metimos con agrado los brazos y después nos bañamos la cabeza. Muy contentos regre- samos á la casa de D. Crescencio, quien nos salió á recibir anun- ciándonos que ya estaba listo el desayuno y que nos tenía pre- parada una buena taza de gloriado; cuando oimos aquel nombre no supimos lo que era, pero luego que nos acercamos á la me- sa vimos varias tazas humeantes de hojas de naranjo, que esá lo que por aquel rumbo llaman gloriado cuando le han mezclado un poco de aguardiente. No resignados á tomar sólo aquello, pedimos á D. Crescencio una poca de leche; pero no nos la pudo conseguir por ser escasas en el pueblo las vacas. Nos acabába- mos de tomar nuestra taza de hojas cuando nos llamaron las se- 189 ñoritas para que pasáramos á su departamento; fuimos en segui- da y cuál sería nuestra sorpresa al contemplar sobre la mesa una taza de rico chocolate cuya espuma pugnaba por derramar- se; no creíamos lo que nuestros ojos veían y hasta que lo pro- bamos y saboreamos nos convencimos de ello. No dejó de ad- mirarse menos D. Crescencio cuando no sólo vió el chocolate, sino también un rico vaso de leche, pues el Dr. Altamirano había destapado uno de los botes de leche condensada que lle- vaba entre sus comestibles. Cuánto agradecimos esa mañana aquel chocolate, sobre todo cuando vimos á las señoritas que sentadas junto á un fogón, con los ojos llorosos por el humo y las mejillas encendidas por el calor, batían con sus propias ma- nos aquel chocolate que recordaremos siempre. Poco después del desayuno nos dispusimos para la marcha y á las nueve de la mañana emprendimos el camino que condu- ce á lo que llaman las bocas, el cual al principio es el mismo que se dirige á la caverna; pero después hay que bajar á la ba- rranca por una vereda angosta, pedregosa y sumamente irregu- lar que no es posible pasar por ella sino á pie, por lo que tuvi- mos que dejar las cabalgaduras. Por ser unos más ágiles que otros, se dividió la caravana en varios grupos: nosotros perma- necimos en el que formaba el Dr. Altamirano y su familia, acom- pañados del Dr. Govantes y del Sr. García que á cada rato nos hacía reir con sus chistes y buen humor; en cambio nos distra- jimos tomando una vereda que no era la que debíamos seguir y tuvimos después que regresar y pasar por puntos verdadera- mente difíciles para poder seguir el camino. En esta vez pudi- mos una vez más admirar la fortaleza y serenidad de nuestras compañeras de viaje, pues no obstante que hubo momentos en que tuvimos necesidad de deseolgarlas por medio de cuerdas entre breñales, por entre rocas lisas y acantiladas, ellas siem- pre imperturbables parecía que no comprendían el peligro ó que estaban acostumbradas á él, y sólo se apenaron cuando vieron que una rama armada de espinas había herido al Dr. Govantes en la frente. Después de muchos trabajos y fatigas logramos 190 llegar al lecho del río una hora después de haber comenzado el descenso. Porlo pronto no pudimos ver sino enormes peñascos diseminados sin orden, cuyos bordes arredondados y pulidos acusan la acción que constantemente ejerce el agua sobre ellos; la mayor parte son de roca caliza, constituyendo verdaderos mármoles, que pasando por negro, gris y azulado, llegan hasta el blanco alabastrino; otros hay que sobre su masa se destacan dibujos caprichosos formados por vetas de colores distintos. Todos estos grandes blocks se han desprendido de la parte su- perior de la montaña para caer en el lecho del río, cuyo cauce accidentado é irregular obliga al agua á correr, formando mul- titud de accidentes pintorescos en los que no sólo el continuo juguetear del agua convertida en blanquísimas espumas, sino también el rumor que produce al chocar contra las rocas, ayu- dan poderosamente para deleitar al viajero. Algún tiempo recorrimos el lecho del río, pasando ya por en- tre enormes piedras, ya por extensos depósitos de arena, hasta llegar al punto donde se encuentran las bocas. Son estas dos enormes cavernas abiertas al pié de la montaña, cuyos muros acantilados y cortados á pico se elevan majestuosos á más de 200 metros de altura. Dos son las bocas: por una de ellas sale el río de Santiago, cuyas aguas lechosas parecen cargadas de gran cantidad de cal; y la más grande por la que sale el de Chontacua- tlán, cuyas aguas cristalinas se reunen inmediatamente con las del primero para formar el río Amacusac. La entrada á estas cavernas es sumamente difícil, pues á medida que se interna uno en ellas se presenta el agua más impetuosa, las rocas me- nos accesibles y llega un momento en que verdaderamente se hace el paso imposible; no obstante, pudimos entrar en la ma- yor de ellas como unos 50 metros, pudiendo contemplar desde allí y hacia el interior, varias estalagmitas y otras formaciones calizas que dejan suponer que en el interior deben existir sa- lones y toda la varidad y hermosura en los adornos que carac- terizan á estas cavernas, pudiendo quizá ser esta mucho mayor y más espléndida que la de Cacahuamilpa que tan sólo se halla 191 de allí 4unos cuantos metros. Mientras visitamos la entrada de esta caverna, todos los compañeros se alejaron del lugar donde nos encontrábamos, de suerte que cuando salimos sólo pudimos ver muy arriba y por entre la enramada á uno de ellos; quisi- mos seguirlo comenzando á enecumbrar por un paso verdadera- mente difícil; pero llegó un momento en que perdimos la vere- da y perdimos igualmente la idea de dónde podrían estar los compañeros; no obstante, seguimos subiendo, pero cada vez con mayores dificultades, pues ya no era solamente lo penoso del terreno, sino lo espeso del follaje que casi no nos permitía dar un paso; por fin llegó un momento en que encontrándonos muy fatigados tuvimos que recostarnos en el suelo para descansar, sin dejar de pensar que mientras los compañeros se alejarían más de nosotros; luego que tomamos aliento tiramos algunos chiflidos para poder saber dónde se hallaban y seguir nuestro camino; pero no fué sino después de un largo rato cuando ob- tuvimos contestación, escuchando un lejanísimo silbido que más bien parecía eco de los nuestros; acto continuo nos dirigimos en la dirección en que los habíamos escuchado no sin grandes trabajos, pues además del cansancio, llevábamos á cuestas una cámara fotográfica, una bolsa de viaje y una escopeta, añadién- dose á todo esto que en aquellos momentos hacía efecto en nos- otros una dosis de quinino que habíamos tomado en la mañana por habernos sentido ligeramente indispuestos; después de mu- chos trabajos y de habernos arañado las manos y la cara con las espinas, llegamos á un punto por donde se veía el fondo de la barranca en donde creíamos ver á los compañeros; apresuramos el paso y por fin llegamos á la orilla de unas enormes peñas que se levantan como á unos 80 metros de altura y que se encuen- tran cortadas á pico; estando allí pudimos ver al Sr. García que desde abajo nos hacía señas indicándonos por dónde habíamos de bajar, pues el lugar donde nos encontrábamos era enteramen- te peligroso; tuvimos todavía que dar un gran rodeo para des- cender por una pendiente en la que más bien caíamos que ba- jar, pues hubo un momento en que faltándonos todo punto de 192 apoyo, rodamos hasta llegar á la arena que forma el lecho del río; ya nos esperaba el Sr. García, quien nos manifestó lo muy apurado que se encontraba por nosotros, ofreciéndonos á la vez una botella con agua y mezcal, de la cual nos bebimos la mitad. Descansábamos apenas sobre la arena de las fatigas anteriores, cuando una exclamación del Sr. García nos llamó la atención, haciéndonos volver la cara justamente á los lugares por donde pocos momentos antes habíamos andado casi perdidos; y cuál sería nuestro asombro cuando contemplamos al Dr. Altamirano con las dos señoritas brincando peñas y salvando los pasos más difíciles y peligrosos; hubo un momento de verdadera angustia para nosotros y no pudimos menos: de admirar por centésima ocasión la intrepidez y fuerza de ánimo de nuestras compañeras de viaje. Por fin cerca ya de las dos de la tarde nos reuníamos de nuevo en el lugar donde habíamos dejado las cabalgaduras y regresamos á Cacahuamilpa, donde un almuerzo apetitoso pre- parado por D. Crescencio nos esperaba ya sobre la mesa. Cuando estuvimos todos sentados pudimos notar que falta- ba uno de nosotros, el Sr. Morales; en vano se le buscó por to- das partes; se preguntó á los guías por él y no pudieron dar razón, hasta que quedamos convencidos que debería haberse extraviado en la barranca que habíamos recorrido; acto conti- nuo se mandaron dos guías que fueran en su busca; fué notable la impresión que causó en nosotros este accidente, sobre todo en las dos señoritas que ya se imaginaban al Sr. Morales vícti- ma de alguna desgracia mayor. Concluimos de comer cuando llegó el Sr. Morales casi ja- deante y explicándonos cómo había quedado perdido, sin que le hubieran valido los gritos que daba para que supiéramos dón- de se hallaba. Regreso. —De Cacahuamilpa á Tetecala. Inmediatamente después se procedió al arreglo de los equi- pajes y á ver que se ensillaran y cargaran las bestias, de tal suer- 193 te que á las cuatro de la tarde pudimos salir rumbo al Norte. Cuando ya todos estaban en sus caballos y que la comitiva co- menzaba á desfilar, no pudimos menos de sentir una viva im- presión al dejar aquel paraje pintoresco donde tanto habíamos admirado y al cual tanto trabajo nos había costado llegar; pero fuerza era volver, y no obstante que habíamos ya saciado nues- tra curiosidad, que habíamos realizado todos nuestros deseos, sentíamos con pena el que tocara á su fin la expedición. " Durante un trayecto bastante largo seguimos el mismo ca- mino que habíamos traído 4 nuestra llegada, acompañados por D. Crescencio que quiso ir con nosotros hasta los linderos de su distrito: A las cuatro y cincuenta llegamos á la Barranca de Santa Teresa donde se despidió de nosotros tan amable perso- na y á la que estamos muy agradecidos por sus bondades; se- guimos después frente á la hacienda de Michapan á un lugar donde se bifurca el camino, siguiendo una de sus derivaciones hacia la hacienda de San Gabriel y era el que se había hecho para llegar á Cacahuamilpa; y el otro que conduce á los pueblos de Coatlán y otros que se hallan al N.; por iniciativa del Dr. Altamirano seguimos el segundo y comenzamos á recorrer un terreno desconocido. Después de haber atravesado algunos co- llados y lomas que forman la vertiente N W. de los llanos de Michapan, llegamos á las seis de la tarde á una pequeña pobla- ción que se denomina Chavarría; no nos detuvimos nada y de- jándola á un lado seguimos de frente. No se crea que durante este viaje por ser ya de regreso se nos había acabado el buen humor, pues por el contrario veníamos animados del mismo con- tento que cuando comenzó la excursión, y sólo uno que otro, cansado Ó enfermo, venía quizá algo triste. A las seis y media de la tarde, precisamente á la hora en que nos faltó por comple- to la luz del sol, llegamos á la orilla de una gran barranca muy amplia que tuvimos que seguir en sus bordes para poder bajar y pasar del otro lado; casi una hora empleamos para llegar al fondo, donde nos encontramos con un caudaloso río cuyas aguas corrían impetuosas bajo un mal puente formado de otates que MEMORIAS (1891-92), —T. V, 25 194 tan sólo tiene dos metros de ancho; uno por uno pasamos para encumbrar del otro lado y comenzar á penetrar al pintoresco pueblo de Coatlán del Río, cuyo nombre que es mexicano quie- re decir lugar de víboras; pero la verdad es que no obstante su etimología á nosotros nos pareció primoroso, pues tuvimos que recorrer una de sus calles que se encuentra formada de uno y otro lado por frondosos fresnos de tupido follaje, confundidos y mezclados con platanares cuyas amplias hojas brillaban á la laz de la luna y otra multitud de arbustos y árboles frutales que forman de aquel lugar un verdadero vergel, cuyo ambiente es- taba saturado de los diversos aromas que emanan de aquella exuberante vegetación; á todo esto debe agregarse que por en- tre el follaje podíamos ver hacia un lado el río que acabábamos de pasar, cuyas aguas quebrando los pálidos rayos de la luna, enviaban hacia nosotros destellos opalinos y argentados que nos permitían percibir á la corriente en medio de la obscuridad, como una cinta de plata diversamente conterneada y constan- temente móvil. Ante aquel paisaje espléndido todos enmude- cimos y cada cual sumido en sus propias reflexiones, gozaba de la hermosura de la noche; hubo momentos en los que en me- dio del ligero rumor de las hojas y del lejano murmullo del río, sólo se podían escuchar las pisadas de nuestras cabalgaduras; no fué sino después que pasamos aquel lugar cuando comenza- mos á cuamunicarnos nuestras reflexiones, precisamente en los momentos en que muy á lo lejos se nos presentaron unas luces. Por lo pronto creíamos que ya era el punto de llegada, pero lue- go que nos acercamos supimos que era la hacienda de Actopan, euyas máquinas estaban en aquellos momentos en actividad; no paramos ni un sólo momento pues temíamos que la luna se ocultura y quedáramos en tinieblas; de suerte que seguimos de frente hasta llegar 4 la población de Tetecala, habiendo dado ya las nueve de la noche. Gran sorpresa causó en la población nuestro arribo, pues ya á aquellas horas todas las gentes estaban recogidas, de suerte que no sin alguna dificultad conseguimos alojamiento en un mal 195 meson, donde nos proporcionaron dos cuartos pequeños en que nos pudimos instalar; una vez hecho lo cual salimos á buscar que cenar, encontrando por fortuna una fonda cerca de la pla- za que aun no cerraba sus puertas y en la que aunque malo pu- dimos cuando menos satisfacer nuestras necesidades. Habíamos concluído ya de cenar y estábamos en la plática de sobremesa, cuando un accidente vino á impresionarnos bas- tante. En la mesa contigua á la que estábamos instalados cenaban otros de nuestros compañeros, uno de los cuales se levantó re pentinamente como para retirarse extendiendo los brazos en el aire y calló al suelo completamente sin sentido; acto continuo los Dres. Altamirano y Grovantes fueron á atenderlo, evitando que los Sres. García y Schwenghagen lo levantaran del suelo como querían, creyendo así poderlo aliviar. Determinó el Dr. Altamirano que permaneciera acostado, y sólo después de un larguísimo intervalo comenzó á entreabrir los ojos y pudo pa- sar una cucharada de agua que se le ofrecía. Júzguese de nuestra mortificación y pena en aquellos mo- mentos, en una fonda, en un pueblo desconocido y con un ac- cidente que revestía caracteres alarmantes. Luego que hubo recuperado un poco las fuerzas el enfermo, se le acomodó en uno de los catres de campaña que habíamos hecho traer y se le condujo en él á nuestro alojamiento. Sin mayor novedad se pasó la noche. Tetecala. Eran las seis de la mañana del día 6 cuando comenzamos á recorrer las calles de la población, después de haber hecho nues- tras observaciones de hipsómetros y después de haber tomado un magnífico desayuno con el cual nos obsequiaron nuestras siempre amables compañeras de viaje. Para formarnos mejor idea de la población nos dirigimos á 196 la plaza principai, á la cual llegamos después de haber atrave- sado tres Ó cuatro calles algo irregulares y mal empedradas; la plaza es un gran rectángulo, en el centro del cual hay un jar- dín con su consabido kiosco, formando las aceras que la limisan el palacio municipal, la parroquia, algunas casas de comercio y las fincas de los principales del lugar. Después de haber reco- rrido la plaza penetramos á la iglesia que presenta en su inte- rior un aspecto bien pobre, pudiendo notar que la mayor parte parte de sus santos son de lo más desfigurados, de esos que en lugar de inspirar devoción provocan hilaridad, y no queriendo dejar de ver nada, recorrimos el cementerio leyendo la serie de epitafios que nos permitieron conocer los apellidos de las prin- cipales familias y los alcances literarios de la población. De regreso ya para nuestro alojamiento con el fin de arre- glar la marcha, pasamos frente al palacio municipal donde se hallaba el jefe político Sr. D. Pablo Ruiz que era del Dr. Go- vantes un antiguo amigo y acto continuo se puso á nuestras órdenes y nos ofreció su casa; desde ese momento no se des- prendió ya de nosotros y aun nos ofreció acompañarnos hasta la hacienda de Miacatlán, á la cual mandó avisar que llegaría- mos como á medio día. El haber trabado amistad con el Sr. Ruiz nos permitió el que tuviéramos algunos datos relativos al distrito de Teteca- la, que es uno de los más importantes del Estado de Morelos. El número de sus habitantes es de 31,000, dedicándose la ma- yor parte á las labores del campo. Los principales productos de sus fértiles tierras, colocadas todas entre 800 y 1,000 metros sobre el nivel del mar, son la ca- ña de azúcar, café, frutas y algunas gramíneas y leguminosas, pudiéndose considerar que los productos anuales alcanzan á la suma de 947,000 pesos. Los terrenos de este distrito están casi todos bañados por abundantes gormentes de agua que en su mayor parte lo reco- rren de NW. áSW.ódeN. á 5., entre los cuales debe citarse el Amacusac que recoge las aguas de casi todos los demás. 197 La ciudad de Tetecala en sí no presenta un bonito aspecto, pues además de encontrarse en medio de grandes lomas calizas sin vegetación, sus casas son bajas, irregulares y de no buen aspecto, la mayor parte de teja, no obstante que el nombre de Tetecala, que es de origen mexicano, quiere decir, lugar donde hay casas de techo de bóveda. El número de sus habitantes es de 1,600 y es un punto de tránsito importante entre Cuernaya- ea y las demás poblaciones principales del Estado. De Tetecala á Jojutla, 29 kilómetros. Salimos de Tetecala á las nueve de la mañana, rumbo al Po- niente y por un camino que no presentaba nada de agradable, pues se encuentra abierto entre los extensos lomeríos áridos y secos que forman esta parte del Estado; no obstante, no nos faltaron puntos de estudio de y agradable conversación que nos permitió pasarnos el rato casi sin sentir, hasta que llegamos á la hacienda de Miacatlán que sólo dista de Tetecala unos cuatro kilómetros. Como el Sr. Ruiz había mandado avisar, ya nos esperaban, y apenas nos presentamos en la puerta de la hacienda nos hi- cieron entrar al amplísimo patio de la finca, obligándonos inme- diatamente á subir 4 la habitación del Sr. administrador D. Sixto Sarmina, quien nos recibió de la manera más franca y cortés. Luego que consideró el Sr. Sarmina que habíamos descan- sado, nos condujo á que visitáramos la finca, enseñándonos de una manera detallada todos los departamentos y maquinarias de la hacienda: desde el trapiche donde se muelen las cañas en- tre dos grandes cilindros movidos por una rueda hidráulica, has- ta el lugar donde eristalizan los grandes panes de azúcar y los alambiques donde destilan el aguardiente. Mucho nos agradó á todos nosotros el poder observar el arre- glo y limpieza que reina en toda la finca, notándose en todas 198 . sus labores y departamentos una habil dirección. Después que hubimos recorrido las enormes galeras atestadas de piloncillos de azúcar blanquísima y de haber visitado los grandes depósi- tos de melaza donde existen millares de metros cúbicos de miel próximos á convertirse en alcohol, vimos también las máquinas de vapor y en seguida nos retiramos á la habitación del Sr. Sar- mina, donde nos esperaba ya un suculento almuerzo que nos fué servido con todas las reglas de la buena educación, haciéndo- nos los honores de la mesa dicho señor y sus hijos que no de- jaron de .atendernos y llenarnos de sus finezas y atenciones. Después de siete días, era el primero en que comíamos en forma. Durante toda la mesa reinó la mayor franqueza y poco tiem- po después de haber concluído nos retiramos á los corredores donde unos en sillones mecedores, otros en una amplia hama- ea, procurábamos tomar fresco y gozar de la hospitalidad tan espléndida de que éramos objeto. Como era natural no dejamos de pensar en tomar fotogra- fías de la hacienda, así como de la familia del Sr. Sarmina, que bondadosamente se prestó á formar un grupo en el que, acom- pañado de los señores sus hijos y de las señoritas sus hijas, for- maban el núcleo de todoslos compañeros de viaje colocados en su derredor. A las tres de la tarde resolvimos emprender la marcha y después de una cordial despedida, no pudimos menos que pro- rrumpir en entusiastas hurras por la hacienda de Miacatlán y de su digno administrador, el que rodeado de su familia y desde los corredores nos daba el último adiós. El camino que conduce de Miacatlán á Jojutla no presenta mucha variedad, á no ser por el lugar donde se halla la peque- : ña lagunita de Cualtetelco, en cuyas aguas revolotean multitud de gallinas del agua, blanquísimas garzas y otras muchas aves acuáticas que forman graciosos grupos diseminados ya en los tules que crecen á la orilla, ya en el eentro de las aguas. Pa- samos por este lugar á las cuatro de la tarde, y no pudieron me- nos de bajarse de sus eaballos los cazadores y tratar de coger 199, algunas de aquellas aves; pero con tan mala suerte, que des- pués de haber hecho varios tiros volvieron á nosotros con las manos vacías. Luego que hubimos pasado este lugar comenza- mos á recorrer lomas áridas y extensas; pero que no por eso - disminuían nuestro buen humor y regocijo, pues á falta de ob- servaciones ó de colectas que hacer, buscábamos entretenimien- to en hacer galopar á nuestras cabalgaduras. No obstante esto llegó la noche sin que pudiéramos llegar á Jojutla y tuvimos que seguir nuestro camino alumbrados tan sólo por la luna que apenas dejaba pasar tenues rayos por entre las nubes que la cu- brían; pero afortunadamente el Sr. García había guardado al- gunos de los fanales que habían sobrado en la caverna y cuando menos lo esperábamos nos alumbró el camino con una esplén- dida luz roja, poco después una verde y así continuamos hasta las nueve de la noche que vimos las primeras luces de la pobla- ción, á la cual llegamos pocos momentos después, encontrándo- la ya en la más profunda tranquilidad. Acto continuo nos dirigi- mos á la estación, donde hallamos nuestro wagón y procuramos instalarnos de la misma manera que cuando habíamos llegado de México, y la única dificultad que hubiéramos tenido era la de los alimentos precisos, á no ser por las provisiones del Dr. Al- tamirano y la amabilidad de las señoritas que nos prepararon un buen atole de pinole, nos la hubiéramos pasado sin cenar, pues en la población no había una sola puerta abierta y reina- ba ya la tranquilidad de media noche. Pasamos ésta sin más novedad que sentir mucho frío en la madrugada, pues en estos lugares de la tierra caliente hay ma- ñanas en las que el termómetro baja muy cerca del punto de congelación, para en cambio subir á medio día 33 Ó 340 centí- grados, provocando variaciones que perjudican notablemente á la salud. A las cuatro de la mañana nos levantamos despertados por el silbato de la locomotora y comenzamos á disponer nuestras cosas para la marcha. 200 Regreso á México. Eran las seis de la mañana cuando se puso el tren en mar- cha rumbo á la capital; todos nosotros estábamos alborotados por llegar cuanto antes á nuestras casas, á la vez que con sen- timiento veíamos que concluían los días que habíamos tenido llenos de regocijo y contento. La mayor parte del día la pasamos haciendo comentarios sobre nuestra expedición y admirando de nuevo los paisajes que sucesivamente se presentaban por segunda vez á nuestra vista; y realmente el camino hubiera sido para nosotros largo y can- salo, si no hubiera sido porque aprovechamos algunos momen- tos para poder platicar con los naturalistas y sacar de ellos los datos y noticias que habían recogido durante la expedición ; así es que primero con el Dr. Altamirano, después con el Sr. Vi- llada, y por último con Alfonso Herrera, nos entretuvimos la mayor parte del día. En la tarde después de comer nos preparábamos para dor- mir una buena siesta arrullados por el balanceo y ruido acom- pasado del tren, cuando las señoritas recordaron que el día an- terior había sido la fiesta de los Santos Reyes y que nosotros no la habíamos celebrado, proponiendo además que aun cuando fuera un día después y antes de que se separaran los exeursio- nistas, hiciéramos la consabida rifa: á falta de la rosca que se acostumbra repartir, escogieron unos grandes panes que habían comprado en Ozumba para introducir en uno de ellos una mone- da que substituiría á la haba. Se partieron tantos pedazos como personas había en el co- che y le tocó al Dr. Altamirano hacer el reparto; es por de- más el decir aquí que todo aquello lo hacíamos entre risa y alegría, y sobre todo que estalló el entusiasmo en todos cuando vimos que el Dr. Govantes trataba de ocultar la moneda que acababa de encontrar en el pedazo que le tocó; todos inmedia- 201 tamente lo proclamamos rey, y entre los súbditos que le hacían presente sus homenajes no faltó el Sr. García que de rodillas y con su burrito en los brazos, pedía á su majestad protección y amparo para él y su tierno animalito. Con este y otros chistes que resultaron después, pasamos la mayor parte de la tarde hasta llegar á la estación de los Reyes, después de la cual la mayor parte de los compañeros comenza- ron á reunir sus cosas y preparar sus equipajes para desembar- car; por fin, á las cinco y treinta de la tarde del día 7 un silbato de la locomotora anunció que llegábamos á México. Había concluído nuestro viaje y acto continuo nos dispusi- mos para llegar á nuestros hogares, despidiéndonos con efusión de todos los compañeros, manifestándoles á cada uno de ellos nuestros sentimientos de gratitud y aprecio por los ratos tan agradables que de diversa manera nos habían proporcionado durante toda la expedición. MEMORIAS (1891-92)—T. V, 25 y e - a ; ¡7 vidas pres AER AAA hd ¡A NETA a ASA ral hd 4 e O RE A zE Seis y 139 19d0m3 DIAN AAA is ei lid Ei va Ao MEN == MOR 7 E IIA DILO Y Aa | HARAN Lio re de E poleht 31% ' KA A A A A A A A A O A A A O A A A A A A A A A € OIT O... > LE de 1.00 pm. 606.00 25 .... rd ALA AA AE E 31D ¿yy 1 60:007430) ¿dass lA eS LS ERA 6.30..,, ..690.00. 25:.::97.4 Enero 2, A o A A 2.57 pm. 695.00 30 O TA PaLÍacoO!- odia e 30 099.00: Laguna Tequesquitongo....-- OZ OSO a as Ruente de Ixtla: vasos...» 64d ODA DO a Hacienda de San Gabriel. ..... 7.30. , 695.00 18 Enero 3, Hacienda de San Gabriel. .... 6.00 am. 696.00 15 97.3 Campo de las Pozas.......... 9.2 09.00 : Llanos de Michapan......... 11.47 , 678.00 Rancho de Michapan........- 12.27 ,, 673,00 Laguna de Michapan ya dl 12.30 ,, 673,00 : 206 LOCALIDAD, Hors Barranca de Santa Teresa.... 12.56 ,, Cagabuamilpaso es eine > 2.00 pm. Entrada de la Caverna....... 10.37... Enero 4, Primer Salón de la Caverna.- 3.30 am. Salón de los Órganos.......-- SO y Enero 5. Cacahuamilpa. 20d... - seais > 8.40 am. Las bocas del Amacusac...... OS Cacahuamilpa--......-=...«.- 3.47 pm. Barranca de Santa Teresa..-.. 4.50 ,, Laguna de Michapan......-.. OS Chavarríalo «RULO 2 IES SPOTS Río Tetecala (cerca de Coatlán) 6,22 ,, CoatlándelRioil 2 180 17 ACLOpanS de IS a 300%, Tetecala a ES E 919.0, Enero 6. VTetecala BE: INE: 7.30 am WMiacatlant 0. Loma ES: 10.40 ,, Macano a 3.07 pm. Laguna Cualtetelco.........- 3.48 ,, Texocotladk. IO LAe. SUBES 6.25 -,, Jojatla.l 2QUTER 9.0035; - Baróme- Termóme- Hiptóme- tro. tro. tro, 677.00 664.00 671.00 670.00 680.00 666.00 684.00 661.00 674.00 667.00 670.00 676.00 680.00 683.00 683.00 . 687.00 686.00 680.00 685.00 680.00 625.00 _— O. MES O 17.0 96.6 15.0 96,62 16.5 25.8 95.7 Con los datos anteriores son con los que se han calculado las alturas de los puntos comprendidos entre Jojutla y Cacahuamil- 207 pa. En cuanto á las distancias, las hemos estimado aproxima- damente por el tiempo empleado en recorrerlas, conociendo po- co más ó menos el andar de nuestras cabalgaduras, de suerte que tanto en el perfil como en el itinerario que va en seguida, sólo deben verse como exactos los datos de México á Jojutla, y como aproximados los de Jojutla 4 Cacahuamilpa, Itinerario de México á Cacahuamilpa. + LOCALIDAD, A O od Ei e EE MEXICO... <=... 02% A qero A 2239.30 A 18 18 2240.0 O POS y BOaOSO: di 25 2243.0 La Compañia. .pae.=o---.. 9 34 2244.0 MSnangO. os sisojzo sea os 13 47 2324.0 Amecameca......-..... LS 58 2466.5 Orumbart 0 0ln ae oí 12 70 2324 A A 23 93 1968 Yiscapistla qe «aut ió af 21 120 1570 Cuavtla s. 00190 dde ais a 16 + 136 1216 Calderón si ds ciuda! silo 8 144 1258 Vaubepel ...oooocosoron. o 14 158 1154 Talizapancs dhietey eo. 4 27 185 934 Tlaquiltenango--......--+- 8 193 900 A 3 196 890 Laguna de Tequesquitongo. 8 204 950 Puente de Yxtla ........--- Y aL”: 970 Hacienda de San Gabriel... 4 215 990 O O A 4 219 1010 Rancho de Michapan..--.-. 13 232 1170 Barranca de Santa Teresa. . 2 231 1030 Pueblo de Cacahuamilpa. - 4 238 1180 Caverna de Cacahuamilpa. - 2 240 1002 208 Itinerario del regreso, LOCALIDAD, O O a AL e Cacabuamilpa roo. opio il a. Da 1180 Barranca de Santa Teresa... 4 4 1030 A A o 2 6 1170 Chayarria tol Eos 4 10 1131 Coatlán:del Ri... tes A 7 1226 A IA OS 4 21 1187 es 2 23 1000 NMACAAN. a d e 4 2 1040 Cualtetelco e Poo. reja 3 30 975 Dexcototlas oie dul: 41 1037 os rn AROS - EA ESA - 14 9) 890 Respecto á la etimología de algunos de los nombres de los puntos por donde pasamos, la hemos tomado de la Geografía del Estado de Morelos, escrita por el Sr. D. Cecilio Robelo, y otros los hemos tomado en el mismo lugar con algunas de las personas que conocen el Mexicano. Para que puedan presentar alguna utilidad estas noticias, nos ha parecido conveniente el llamar la atención sobre los puntos en que se hallan de acuer- do los nombres con las condiciones ó circunstancias de los lu- gares: Nepantla. —Medianía. En efecto, estando colocado este punto á 1968 metros de altura sobre el nivel del mar y además sobre ladera Sur de las vertientes australes del Popocatepetl, se le puede considerar como el lugar en que se encuentra tán clima intermedio entre el de las planicies de Morelos y el de las montañas que rodean al Valle de México. De Nepantla para arriba se encuentra una vegetación en la que predominan las coníferas, caracterizando la tierra templa- da y más allá la fría; de Nepantla para abajo comienzan á pre- 209 dominar los amates, los huisaches y otras muchas especies que paulatinamente se van mezclando entre sí Ó apareciendo otras hasta llegar á las alturas de Cuautla y Yautepec, donde los plata- nares, los cafetos y la caña de azúcar dominan y cubren cam- pos extensos. Yacapistla.— Y ACAPITZTLAN. He aquí lo que el Sr. Ro- belo cita á propósito de este nombre, tomando su derivación de la obra sobre Historia de México del Sr. Orozco y Berra: «Esta villa de Acapiztla se llamó así porque antiguamente se llamaba Xihuitzacapitzalan, porque los señores que la gober- naban traían unos chalchihuites atravesados en las narices, y que eso quería decir y como agora está la lengua corruta se di- ce y le llaman Ayacapiztla. » Interpretando el geroglífico el Sr. Orozco y Berra dice que la lectura directa puede sacarse de yacatl, nariz; pitztli, cuero Ó hueso de cierto fruto y la posposición tlan. Yacapitztlan, los de narices aguzadas ó afiladas. Cuautla.—QUAUHTLA. Arboleda. Viene de quahuitl árbol y la terminación tla que significa abundancia. Puede también signiticar lugar abundante en águilas. Uno ú otro significado están enteramente de acuerdo con lo que se observa en Cuautla, pues si es el primero, se encuentra perfectamente comprobado por la frondosa y corpulenta vege- tación que crece en este lugar, la que hace que desde muy lejos se destaque por un manchón de verde obscuro sobre los diyer- sos tintes de los campos cultivados que la rodean. Si es el segundo significado, está también de acuerdo por la existencia en los alrededores de la población de aguiluchos del género Falco, Y autepec.— Y AUHTEPEC. En el cerro del yauhtli, por exis- tir en el cerro, cerca del cual está la población, mucha de esta planta. MEMORIAS (1891-92), —T. V, 27 210 Tlaltizapan.— Sobre la tierra blanca de tlalli, tierra; tizatl tierra blanca y pan sobre encima de. Y en efecto, Tlaltizapan se halla en medio de una vasta for- mación caliza y se ha formado sobre aquellos lugares una toba que tiene color blanco, por lo cual seguramente le dieron el nom- bre que lleva. Tlaquiltenango.— TLAQUILTENANCO. De tlaquilli encala- do; tenamitl muro y co en. En los muros encalados ó pintados de blanco. Quizá este nombre se refiera á que todas las montañas que rodean á la población están formadas de caliza cuyas pie- dras casi desnudas de vegetación blanquean desde lejos, dán- dole á aquellos lugares un aspecto triste por su aridez y como que parece que el calor peculiar de aquellos elimas aumenta con la reverberación que sufren los rayos casi verticales del sol so- bre aquellas piedras blanquecinas Ó cenizas. Jojutla. — XOXOTLA. Donde hace mucho calor, De xoxotla arder, aumentativo xoxotla, ardiente. Siendo Jojutla no sólo uno de los puntos más bajos del Es- tado de Morelos, sino encontrándose también donde principian los extensos lomeríos y llanuras que forman los llanos de las Pozas y Michapan, es uno de los puntos en donde sube más la temperatura, al grado de que los habitantes del Estado, no obs- tante estar acostumbrados á lo excesivo del clima, temen á Jo- jutla por lo exagerado de su temperatura, que reuniéndose á la circunstancia especial de estar la población situada entre dos ríos, contribuye para formar un clima húmedo, caliente y mal- sano, donde reinan constantemente las calenturas y fiebres pa- lúdicas. Tequesquitengo.—TEQUIXQUITENCO. En la orilla del sali- tre ó tequezquite. Existe en realidad en las orillas de la población y en los terrenos humedecidos por el lago ó los ríos, depósitos é inflorescencias de sesquicarbonato de sosa. 211 Istla.—IxtTLA. Llanura, vega, llano. Aun cuando realmente el Puente de Istla no se halla en una llanura sino pequeña, qui- zá por el contraste que forma esa corta planicie con el resto y lo más accidentado de la sierra, se lo haya dado ese nombre; pero en realidad es uno de los que encontramos poco adecuados. Michapan.— Río donde hay pescados. De michán pescado y apan río. Nosotros no pudimos ni intentamos comprobar si real. mente había pescado, pero posible es que exista. Cacahuamilpa.—De Cacahuatl cacahuate y Milli sembra- do. Seguramente debe haber existido en esta localidad sem- brado de cacahuates, á lo que debe su nombre; en la actualidad no existe allí tal planta. Coatlán.— Lugar de víboras. De coatl víbora y tlan lugar de. Existiendo este pueblo en la orilla de un río caudaloso en un terreno pedregoso y húmedo, posible es que abunden estos rep- tiles, cuyo hecho no pudimos comprobar ni por la observación ni por noticias, al haber pasado por aquel lugar en horas ya de la noche y no haber trabado relación con ninguna persona. Actopan.— ATOCPAN. Tierra fértil Ó sobre el agua ente- rrada. Se Tetecala.— Donde hay muchas casas de bóveda de piedra. Co- mo se comprende seguramente este nombre se refiere á época muy anterior á la actual en la que tal vez las casas tenían bó- vedas; pero actualmente no corresponde pues las construccio- * nes modernas en su mayor parte son de tejado. Miacatlan.— MIACcATLA. Lugar cerca de las flechas. De mitl flecha, acatl caña y tlan cerca de. Seguramente este nombre se refiere á que cerca de este puebio existen algunos vegetales de los que tomaban los indios varas para formar sus flechas. Cualtetelco.— QUAUTETELCO. En el templo de madera. De 212 quahwuitl árbol, madera, telelli, contracción de ¿latelli, montón de tierra, pirámide y co en. Los datos relativos á la configuración y geología son bien escasos y la mayor parte los hemos dejado ya consignados en la descripción del camino y de las cavernas, por lo que para no caer en redundantes tan sólo nos limitaremos á enumerar algu- nos de los ejemplares recogidos: Mármol blanco de grano fino de la barranca por donde corre el río Amacusac. Mármol gris con vetas negras del mismo lugar. Caliza compacta de color azulado de la misma barranca, for- mando las paredes de la caverna de la que sale el río Chontal- cuatlan. Caliza apizarrada en lajas muy delgadas del cerro del To- masol, uno de los que rodean á Cacahuamilpa. Caliza compacta con incrustaciones fósiles apenas conoci- bles de la barranca de Santa Teresa, límite natural de los Es- tados de Morelos y Guerrero. . Las calizas que forman las montañas de Cacahuamilpa pa- recen pertenecer al tiempo cretáceo, como ya dijimos en otra parte. Del interior de la caverna se recogieron diversos ejempla- res, no porque sean distintas especiesde roca, pues todas ellas están formadas por la caliza estilaticia, sino por las diversas for- mas y coloraciones que afecta en los distintos salones. Respecto á las rocas y formaciones que constituyen el ca- mino de México á Jojutla, apenas pudimos formarnos idea de ellas, de suerte que el perfil adjunto sólo manifiesta de una ma- nera aproximada su constitución geológica. 213 Noticias sobre la flora de Cacahuamilpa y plantas colectadas por el Dr. Fernando Altamirano, La flora de Cacahuamilpa es la de la tierra caliente seca aná- loga á la de los Estados de Morelos y Michoacán. Triste y es- casa respecto á la-del Estado de Veracruz, por ejemplo, se le ve confinada casi á las barrancas para poder resistir la sequedad ardiente de aquellos terrenos calizos. Por esta causa segura- mente encontramos una flora más variada y delicada entre el. grupo de montañas donde está la gruta, particularmente en las laderas de la barranca llamada las Bocas. Mientras que en los terrenos que habíamos recorrido de Jojutla á Cacahuamilpa, formados de llanuras y lomeríos extensos, sin abrigo del aire y sin agua, sólo encontramos vegetales arborescentes, de gruesas cortezas, de troncos pequeños y resinosos, en una palabra, con condiciones apropiadas para resistir los rayos de un sol ardiente y lasequedad prolongada. Aunque en corto número las especies de estos árboles, cada una de ellas formaba bosque y caracteri- zaba perfectamente el terreno y condiciones climatológicas de esos lugares, por eso nos parece útil consignarlas aquí, así co- mo por sus aplicaciones. En primer lugar nos llamó la atención el cuautecomate, bignoniácea del género Crescentia Ó Parmentie- ria. Son árboles corpulentos de seis varas y más de altura, de tronco grueso y recto. Sus ramas erguidas, largas y muy del- gadas las últimas, le dan un aspecto particular que lo hace dis- tinguir á lo lejos. Produce una madera fuerte y propia para construcciones. Sus frutos más grandes que una naranja y abundantísimos, sirven de alimento al ganado y se usan tam- bién en medicina como purgantes y pectorales. Han llamado últimamente la atención de los químicos europeos que han ex- traído de la pulpa el ácido crescénico, de propiedades drásticas. Conviene no olvidar las propiedades de esta pulpa para evi- tar su uso á los caminantes que como los soldados, fatigados 214 por el hambre y la sed, comen con demasía esta especie de con- serva halagadora por su jugo y su sabor dulce, pero que causa graves trastornos intestinales y aun la muerte. Se registran mu- chos de estos casos desgraciados entre los que han atravesado las extensas llanuras de Antunes en Michoacán, donde vegeta también el cuautecomate con profusión. En los lugares de que hablábamos los cuautecomates forman bosques que cubren y se limitan 4 los llanos de Michapam, enuna extensión como de cuatro leguas que recorrimos. La altura de este plano sobre el nivel del mar es de 1,170 metros, como la que encontramos también para los llanos de Antunes en Mi- choacán. ; Otra especie notable que vive próxima al cuautecomate es el cuagiote, terebintácea que el Dr, Urbina ha identificado botá- nicamente. Es el Pseudosmodingium perniciosa; forma bosque, contiguo puede decirse al de los cuautecomates y como con ten- deneia á extenderse en terrenos opuestos. El cuautecomate ocu- pa lo plano, el cuagiote lo inclinado y lo escabroso, así es que éste sólo cubre el cerro de la Cuagiotera, próximo á los llanos de Michapam. El cuagiote alcanza la altura de cinco á seis varas, de ramas muy extensas y torcidas, corteza gruesa lisa y con colgajos gran- des de epidermis, hojas compuestas de foliolos coriáceos que des- aparecen durante la sequía. Produce en las incisiones de la cor- teza abundante jugo lechoso, irritante, que se concreta después de tiempo, formando masas irregulares, duras y que constituyen entonces lo que se llama goma archipín. Esta goma resina se usa mucho para pegar tiestos de porcelana y para curar los pi- quetes de alacrán, Para este último fin llevan consigo cons- tantemente los trabajadores de Miacatlán, un pedazo de goma y en el acto de ser picados se frotan con ella, humedeciéndola con saliva. Se dice que basta que esa masa de goma impregne el cutis en el lugar picado para evitar los accidentes de la pon- zoña. La madera es muy fuerte y la emplean con especialidad omo combustible en la fundición del cobre en grandes hornos; 215 produce más calor que otras leñas debido á la gran cantidad de resina que conserva. Además de estas dos especies forestales encontramos va- rios copales y leguminosas asociadas á las anteriores en luga- res muy restringidos. Las leguminosas dominan sobre todo ha- cia Jojutla y entre ellas predominan el Brasil, y el huamuchil. Encontramos igualmente una alvaradoa que ha sido identifica- da por el Dr. Villada. Su porte es muy especial, de poca altura, muy ramosa y sus ramas adelgazadas y flexibles y con hojas com- puestas, le dan el aspecto del Tlalocopetate. Es de esperarse que los estudios químicos emprendidos sobre esta corteza per- mitan llegar:á descubrir en ella algunos principios activos úti- les para la medicina. Hasta aquí la flora arborescente de Jojutla 4 Cacahuamil- pa, caracterizada por sólo einco ó seis especies principales. Vol- vamos á la de Cacahuamilpa comparándola con esta. Encontramos desde luego el Anacahuite, árbol que llega á seis metros de altura, de tronco grueso, corteza igualmente grue- sa y apretada, ramos extendidos, hojas coriáceas y escasas por haber caído; pero en cambio la encontramos en plena floración. Es probablemente del género Cardio, como el uso en lo general en las boticas. Bien conocidas son por otra parte las aplicacio- nes médicas de la madera y de la flor para que las recordemos aquí, y tan sólo nos lamentamos de su escasez por poder ser un producto de explotación. Otro de los árboles que encontramos en Cacahuamilpa es el Girocarpus americanus, llamado allí vulgarmente palo hediondo. Respecto á esta especie se puede asegurar que es exclusiva de la América y se le llama girocarpus por la particularidad de que sus frutos tienen unos pequeños apéndices que como cor- tas alas lo obligan á moverse constantemente bajo la acción del viento. El bonete, los pochotes, el ojite, los copales, los cacahuates, las tebetias y muchas especies silvestres y otras cultivadas, for- man la flora de Cacahnamilpa. Entre dichas especies deben ha- 216 cerse notar como importantes el bonete y la thebetia ovata 6 yoyote: el primero, que se usa para comerlo en dulce y tiene abundante jugo lechoso, y el segundo, por contener un princi- pio activo sumamente venenoso. De regreso encontramos en Tetecala un árbol ornamental llamado guayacán y en Mexicano tlamahuatl. Es una bignoneá- cea del género tecoma y que es enteramente distinta del guayacán propiamente dicho. Como el guayacán verdadero es usado en medicina, podría creerse que éste también era susceptible de las mismas aplica- ciones; pero aún no nos dicen sobre esto nada los estudios que de él se están haciendo. El ¿lamahuatl ó falso guayacán es árbol que llega á tener cin- co ó seis metros de altura, con sus ramas extendidas y carga- das de follaje, entre las cuales se hallan inmensos racimos de flores moradas que forman del árbol un sólo ramillete de aspee- to sumamente agradable y hermoso. La madera de este árbol se busca para emplearla en toda clase de obras en que se nece- sita gran resistencia, sobre todo en los trapiches, y los antiguos que ya le conocían esta propiedad de suma dureza le llamaron tlamahuatl, que quiere decir árbol correoso. En Xoxocotla, punto próximo á Jojutla, hay dos árboles ca- racterísticos de allí que son el ciruelo y el piñoncillo: el prime- ro es una especie de la familia de las terebintácea y el segundo una euforbiácea Cureas multifidae. Los ciruelos son útiles por sus frutos muy usados en la ali- mentación y por su madera ligera y suave que se usa para cons- truir, entre otras varias cosas, artesas, etc. Los piñoncillos crecen ó una altura de tres á cuatro metros, muy aglomerados y rectos, lo que permite se les utilice para for- mar con ellos, cercas. Producen muchas semillas grandes pa- recidas á las de ricino y cuyo aceite es muy drástico y puede substituir al de croto. Entre las diversas plantas colectadas se halla la Breweria me- aicana, Hemsley, euyo estudio hapermitido reconocer en ella una 217 variedad aun no descrita, por lo que el Sr. Dr. Villada ha publi- cado en «La Naturaleza» un estudio completo de dicha plan- ta, del que hemos tomado la descripción que va en seguida, así como la lámina adjunta que nos fué proporcionada por el mis- mo Sr. Villada: «Sus ramas son largas y delgadas, casi lampiñas, estriadas y rojizas. Las hojas alternas, elíptico-acuminadas, algo ondu- losas, mucronadas é igualmente lampiñas. Sus numerosas flo- res so hallan distribuidas á lo largo de los ejes foliares en fas- cículos racimosos y axilares más cortos que las hojas, hasta once en cada raquis; de pedicelos largos, pubescentes, algo rí- gidos y flexuosos, provistos de su inserción de dos ó tres brác- teas pequeñas, lineal- agudas; el cáliz de cinco sépalos, dos ex- teriores opuestos, que son los mayores y bastante desarrollados, ocultan al principio en gran parte, el segy.ndo verticilo floral, de forma ovada, algo ondulosos en el ápice, claramente mucrona- dos y verde—amarillentos; un intermedio del mismo color, en prefloración imbricada con los anteriores, de tamaño algo me- nor, también mucronado y reducido casi á la mitad lateral del limbo; dos interiores pequeñísimos, opuestos como los prime- ros, subavitelados, uno simplemente orbicular y otro orbicular acuminado; la corola blanca, infundibuliforme, algo pubescen- te en el exterior, con cinco lóbulos ovales y estaminífera; los cinco estambres un poco salientes, de anteras anchas, elípticas y amarillas, y filamentos blanquizcos, dilatados y pelosos en su mitad inferior; ovario ovoide, bilocular y cuadriovulado, vello- so (excepto en la base), de estilo delgado, desigualmente bífido y estigma capitado; fruto desconocido. «Los caracteres principales de esta planta convienen perfec- tamente con los del género Dufourea, de H. B. K., ó Prevostea, de De Candolle, incluídos ambos por Bentham y Hooker en el Breweria. «En cuanto á la especie la considero como una simple va- riedad de la B. mexicana, de Hemsley, » MEMORIAS (1891-92), —T. V, 28 218 Plantas de Oacahuamilpa colectadas por el Sr. Dr, Manuel Villada. Palo hediondo, Gyrocorpus americanus. Palo prieto. Cordia sp ? Barbas de chivo, Clematis sericea. Cuautlahuac. Heliocarpus americanus. Copal. Bursera sp ? Venenillo. Asclepias obstusifolia. Codo de fraile. Thevetia iccotli. Idem. 1d. ovalifolia. ij Guayacán. Tecoma ginisguefolia. — Lerjania racemosa. Cacahuananche. Lycania arborea. Capulín cimarrón. Ardisia revoluta. Cabellos de ángel. Collandria anómala. Picosa. Croton ciliatus glandulosus. Guáyuma. Guayuma polybotsia. Fauna Cavernícola, por el Profesor D, Alfonso L, Herrera, Animalesrecogidos en la caverna de Cacahuamilpa. MAMÍFEROS.—Dos especies de murciélagos, el Mormops me- galophylla y el Chilonycteris rubiginosa (figs. 1, 2 y 3, lám. 11). Es notable la abundancia de la primera, así como los apéndices tác- tiles que rodean su boca. En la obscuridad absoluta del salón de los Organos adonde se ven aún á estos Queirópteros, es se- guro que no se guían por su vista, sino probablemente por el tac- to: bien conocido es un experimento de Spallanzani, que sacó los ojos á un murciélago y éste siguió volando con facilidad sin chocar con los obstáculos que hallaba á su paso. ¿Cómo tienen 219 noción del tiempo estos animales en aquel lugar perfectamente obscuro, adonde quizá no se resienten ninguno de los efectos del paso de las horas? ¿Tal vez se trata de una sensación fisio- lógica relacionada con el principio y fin de la digestión? En am- bas especies existen parásitos del género Lzxodes. MoLuscos.—El Dr. Altamirano recogió dos especies en el salón de la Laguna. Una de Lamelibranquio, que no pudo es- tudiarse por haber llegado 4 México enteramente despedazada; la otra pertenece al orden de los Gasterópodos y la hemos lla- mado Spiraxis cacahuamilpensis (figs. 4 y 5, lám. 11). Presenta una aparente contradicción con ciertas leyes biológicas, pues no obstante la abundancia de sales calcáreas en la caverna, sus dimensiones son inferiores á las de otras especies mexicanas. COLEÓPTEROS.— Choleva cacahuamilpensis. Se colectó un so- lo ejemplar cerca del Agua bendita (figs. 7, 8 y 9, lám. 11). DíPTEROS.—Pholeomyia cacahuamilpensis. Mosca interesan- te por su similitud con las colectadas por el Sr. Puga en las gru- tas de Ixtapalapa (figs. 10 y 11, lám. IL). ORTÓPTEROS.— Phalangopsis cacahuamilpensis, gran grillo de larguísimas antenas que abunda en el salón del Chivo (figs. 13, 14 y 15). Polyphaga cacahuamilpensis, cucaracha común en va- rios lugares de México, encontrada en el primer salón (figs. 17, 18 y 19): cuando se ve perseguida permanece inmóYil, fiada en su coloración protectora que le hace confundir con la tierra. Lepisma cacahuamilpensis, el más interesante de los invertebra- dos de la caverna por carecer totalmente de ojos: fué colectada por el Dr. Altamirano en el salón de los Organos; es blanca, tiene grandes antenas, palpos muy desarrollados y tres cerdas caudales (fig. 16); parece que en estos animales el tacto se en- carga de recibir y transmitir ciertas impresiones luminosas. ARÁCNIDOS.— Phrynus cacahuamilpensis, el invertebrado más grande de la caverna; está provisto de unos apéndices flageli- formes compuestos por más de noventa pequeños artejos que sirven como perfectísimos órganos de tacto (figs. 145, lámina TIT). Varias otras arañas se encontraron en la caverna ( Drassus 220 cacahuamalpensis (fig. 7), Pholcus cacahuamilpensis ) y un miriápo- do nuevo ( Scutigera cacahuamilpensis ), muy afine á un Cienpiés del mismo género común en el valle de México. CrusTÁCEOS.—Dos Cochinitas ( Armadillo cacahuamilpensis y Porcellio mexicanus que viven bajo las piedras en el primer sa- lón (figs. 14 á 20, lám. 111). Bilimek, naturalista alemán que ha muchos años visitó la caverna, dice haber encontrado un Coleóptero ( Tachys cacahua- milpensis ) y un Lepidóptero (Orniz cacahuamilpensis ). Animales recogidos en el camino, especies características. Falco sparverius. De Jojutla á San Gabriel.< Collinus pectoralis. Sceloporus horridus. Mormops megalophylla. Chilonycteris rubiginosa. milpar 2 ca Icteridos. Cyclura articulata. Scaphorhynchus mexicamus. Análisis de las aguas de Oacahuamilpa y lugares de tránsito, por el Prof. D, Mariano Lozano. Composición del agua recogida en el salón llamado del “Agua ben= dita” en la Caverna de Cacahuamilpa. Caracteres físicos y organolépticos. Ligeramente turbia. | Sabor de agua potable. Por el reposo incolora. | Densidad 1,000208 á 1506. Olor nulo. ' Reacción ligeramente alcalina. 221 Cantidad de materias fijas obtenidas por la evaporación de 1000*/. y desecados á la temperatura de 1800C. 13 centígra- mos. Un litro de agua contiene: O A A 0,0515 aultato de cales. a e alle 0,0250 Carbonato de magnesia. ....o.oo.oooo.... 0,0500 MAraro do Sodio ac as lar elelas 0,0042 as Er o Ed de el IAN 0,0034 cl A AA: 0,0050 WDArbonato de ASOC o eco Indicios Acido carbónico libre 0**-003. Total de las principales substancias.... 0,1391 Composición del agua que gotea en el salón denominado del “Chivo.” Caracteres físicos y organolépticos. Transparente. Sabor de agua potable. Incolora. Densidad (?) "Sin olor. | Reacción francamente alcalina. Cantidad de materias fijas por litro 28 centígramos. Un litro de agua contiene: Carbenato de Cal. delicias iv sele 0,1133 AE IP A 0,0560 Carbonato de magnesla............... 0,0750 SIIZA. A e di a 0,0260 Acido carbónico libre 0**-02. Total de las principales substancias.... 0,2703 222 Por su composición estas aguas entran en la categoría de las aguas dulces potables de buena calidad. Composición del agua del pueblo de Cacahuamilpa. Caracteres físicos y organolépticos. Limpidez completa. Sabor de agua potable. Color nulo. Densidad 1,900283 á 1406, Olor nulo. Reacción ligeramente alcalina. Cantidad de materias fijas por litro 26 centígramos. Un litro de agua contiene: Carbonato de cal' ¿00m cono... 2. 0,1442 Sultato de cal. ¿A 0,0070 Carbonato de magneSid.....oo.....--.- 0,0125 Cloraro desódio..21 2 072£ 0 ei 0,0350 DIA posos E A le 0,0240 Acido carbónico libre 0**005. Fierro y materia orgánica...... Agata: Indicios Total de los principales componentes.. 0,222 Agua de la fuente pública de Tetecala. Caracteres físicos y organolépticos. Transparente, Densidad 1,000208 á 1406. Incolora. ; Temperatura en la fuente á las Sin olor. 9. aim: 169.6: Sabor de agua potable. Reacción poco alcalina. Cantidad de materias fijas por litro 0,15 centígramos. 223 Un litro de agua contiene: Garbonato, de ealois lato sl 0,0618 Sulfato, de colina Ss bles Sadnl 0,0140 Carbonato de magnesla......oooooooo. 0,0350 Cloruro de sodio, -.«l. «oe es asas Sia 0,0225 Sicario nicas) p ross areaid ade O 0,0250 Acido carbónico libre 0** 0075. A A E A A Indicios A A A A A A 0,1583 Agua de la fuente pública de la plaza de Jojutla. Caracteres físicos y organolépticos. Ligeramente turbia, Sin olor. Después del reposo, transpa- | Sin sabor especial. rente. Densidad 1,000521 á 140C. Incolora. Residuo por litro 49 gr. Un litro de agua contiene: Carbonato delcale selvas memoos te asis 0,07725 Sulfato do calas saesso as a als Os 0,02100 Carbónato de magnesia, -...«......-- 0,06250 Cloruro de sodi0........o=.--¿92...... 0,05000 A A AA 0,08350 A O A 0,00050 IMATSriA ORCAMICa. adosado 0,00100 Acido carbónico libre 0** 03. Total de las principales substancias... . 0,2575 La composición principal de estas aguas hace ver que son 224 potables y por consiguiente propias á los usos á que están des- tinadas. La mejor es la de Tetecala, la que toma el segundo lugar respecto á su calidad es la de Cacahuamilpa, y en cuanto á la de Jojutla, se le puede considerar como una agua potable de las malas: se precipita mucho por la ebullición, deja un resi- duo por litro de 0,49 centígramos y contiene substancias orgá- nicas- PANAM PPUn A AXTSHAH VAVOIXIA VIAS MAJA ES NR ES e E A 7 1. » ] AS Y od SAR VIA: Je pr nte Al yA Ej e A ai y y Ñ Ñ y AF y A el pesa +: "1 pe o A Y ple Y qa ”n > ma LN A UN AA S as A 2 AOS EN ¿coloco Y aMImnNeauco dh Latl, ECL E exf L o 2 / “dl A LCÍARAM UNO CLg, CHE | Y / >> carla e S 5 : E S vas E S SEI | JNE DES y E 8 Yo $ E $ 3 S JR JE ES INS ZO 3 0 3 ERE 33 5 | dd 3 5 pre ye Ja | dd d ES 38 a 33 DIPLI) 2 ym pe pmyvxromy) "BLPUPIO) ld id dió. K VISLIMILEJ E al DHLPITJ / INDI dd có, . . . Ó > ¿ UNNÓUNIPOMSOPRIS; 201 911) S DIJUIS2 DYOMOIAJ NON) . O Ñ UMILDIIIDS a) PUUILJE SD) NUODI 4d. PS 15) A N N A NS S DZÑLI AO) X NS "DUVDITMIQ] MMYIPYLO) Ñ SOSOUMUIMBIT AP CIYIAMNO NOS SS N S N SN a N PAI : O e AN e S DUI] howre] 6 $ Ñ SS SÁ 1 2)) 4 Y , UINLDIIIOS vi) S N S N ES | RE Ñ N A N> NN SI] on) N A E cd SDSIOUAUINS] 90m). Ne SVDIIVLIS LOAGT gro) N Q AS Ll 3000 mL | y mo Po rm a 1 jormiloy> omo) aa noxodap mag 3000m2 2000m2 ld emy PIDIO on 0309 bs ñ e 7 YIMOMONYDIVA ao bon) am moJ2 ON) 19) GD do MPAA) 7 PCI yA hom 0) a)%) 25 107) 24 AN) 927 ame “a guie | 35000m2 2000 m% DSILO] DIS PP DIUDLIDSJ AS cie - 226 una modificación profunda en las funciones del organismo, que se reduce por decirlo así á una parte menor ya no subordinada á una voluntad. Por este medio analizamos ciertos detalles da la complicada máquina, sin temer que un experto é invisible maquinista impida nuestra curiosa investigación ó venga á mo- dificar por sí sólo el resultado de nuestra experiencia. Para el apoyo de tales asertos basta citar un hecho y un nombre: la publicación de la bien conocida y reputada obra de Loye acerca de los animales decapitados;* el nombre de Bichat, fisiólogo eminente que presintió cómo esta clase de experimen- taciones contribuirán á establecer las leyes de la existencia. Los trabajos de laboratorio en este sentido se han hecho con los vertebrados y muy pocos de igual índole con los animales sin vértebras, especialmente con los insectos. Por esto me decidí á emprender algunas insignificantes observaciones que, no hay duda, son por ahora bien incompletas, pues el asunto requiere mucho más tiempo del que pude consagrarle, sagacidad y co- nocimientos además que yo no tengo. o... 9... .».2%01...0...00. "0.0000. 0..-1.-. .... 0... .<.0<. 0. .-. >.<... 0. Hay una diferencia fisiológica capital entre el sistema ner- vioso de los insectos y de los vertebrados. En los segundos el encéfalo es el centro único de las voliciones y sensaciones de las que el ser tiene conciencia exacta. En el vertebrado que se decapita, la porción separada de la cabeza sólo ofrece fenó- menos nerviosos reflejos, involuntarios; mientras que los insec- tos al estado adulto tienen tres centros nerviosos: en la cabeza, en el tórax y en el abdomen. Cada uno de sus ganglios es una especie de cerebro (Girard).* Se comprende que por este con- junto de circunstancias la integración fisiológica, digámoslo así, puede hacerse con admirable facilidad: seccionamos por ejem- plo la cabeza y quedan aislados los ojos, las antenas, Órganos importantísimos destinados á la transmisión de muchas sensa- 1 La Mort par la décapitation, p. P. Loye. Paris. 1888. 2 Entomologie I, p. 112. 227 ciones, el ganglio subesofagiano de no menos importancia. Si dividimos un hexápodo en tres partes, cada una de ellas nos pre- senta fenómenos característicos, revelándonos la dependencia de los órganos periféricos con los variados y abundantes cen- tros que también tienen entre sí cierta correlación. En los ge- res superiores de más delicada naturaleza, más especializados morfológica y fisiológicamente, ni la experimentación es tan sencilla, ni las condiciones en que se produce son tan favora- bles. Cuando se decapita á un vertebrado sobreviene parálisis completa, la muerte por inhibición en el hombre, por asfizia y otras causas en los cuadrúpedos; mientras que un insecto así mutilado, si se obtura cuidadosamente la herida, puede vivir tres ó cuatro días, volar, manifestar actos reflejos y voluntarios. El Sr. D. Antonio Dugós tomó un insecto común en Francia, la Manta religiosa, que tiene dos ganglios cefálicos, dos torácicos y una serie en el abdomen; seccionó la cabeza y pudo observar que el animal había perdido algunas de sus facultades, pero no todas, pues se defendía cuando se le atacaba, volando con el ob- jeto de hnir de sus enemigos, colocándose en la posición normal si ésta se llegaba á invertir. Aun separados el corselete Ó pro- tórax, los últimos anillos torácicos ó el abdomen, manifiestan iguales fenómenos, así como el protórax aislado, pues las partes anteriores se dirigen hacia la pinza con que se les hiere y la su- jetan con fuerza. En este fragmento de la Manta en el que sólo resta un ganglio nervioso, se percibe una sensación y se trans- mite y manifiesta una voluntad exactamente como en un verte- brado ileso. Dividiendo una avispa en sus tres porciones principales, las antenas se agitan en todos sentidos y las mandíbulas muerden al instrumento con que se les toca, las patas se adhieren á él para rechazarle, agítanse las alas velozmente y al tocar al ab- domen sale el aguijón ponzoñoso dirigido hacia el objeto que le molesta: todo lo que se puede ver también en una hormiga arrie- ra ( Pogonomyrmez barbalus ). Se tienen, pues, tres animales separados que en el estado 228 normal únense en un sólo individuo por conectivos conductores complicados: éstos coordinan sensaciones y voliciones que se- gún vemos también pueden manifestarse aisladas é indepen- dientes. Varios hechos del mismo orden se han establecido más tarde por M. Yersin. Yo tengo comprobados algunos de estos efectos de la deca- pitación, y me han admirado más los dos en que ahora voy á ocuparme. Varias Musca vomitoria, un Stomoxys calcitrans y dos ejem- plargs de Musca domestica decapitados se colocaron en un reci- piente de vidrio (matraz pequeño de largo cuello), y después de tapar herméticamente pudo observarse que los individuos hem- bras ejecutaban movimientos precipitados con el abdomen y las dos patas posteriores. Se sabe que en los dípteros hembras la armadura genital está poco desarrollada y el aparato que sirve para la puesta de los huevos es un falso oviscapto formado por los dos últimos anillos del abdomen que entran uno en otro y cuando salen al exterior se presentan con el aspecto de un lar- go tubo cónico de punta muy aguda. En las circunstancias in- dicadas, estando el animal sobre su dorso, esos anillos salen po- eo á poco gracias á penosos esfuerzos; las extremidades de las dos últimas patas se aplican paralelamente como para oprimir al oviscapto, le sujetan en su parte más ancha y se van elevan- do con lentitud para volver á comenzar la misma operación. Después de esfuerzos inauditos sale un huevo que cae á un la- do, luego otro y otro más, hasta que el insecto por tan penoso y laboriosísimo trabajo llega á poner algunas docenas y muere al cabo de veinte Ó más horas. Toda su actividad se emplea en esta difícil tarea, todas sus facultades se concentran en uno de los más importantes actos de la reproducción, y bien se puede herirle, acercarle una llama, atemorizarle de cualquier modo, sin que por efecto del miedo ó el sufrimiento abandone muchos instantes su maternal empresa. Y esto á pesar de que la vida de un díptero decapitado se va extinguiendo con cierta rapidez; el animal parece dormido, 229 exhausto de fuerzas: en cierto período sus movimientos le son excesivamente penosos y al provocarles, tan pronto como se de- ja de hacerlo, preséntase una inmovilidad absoluta de los miem- bros, un estado letárgico, que va haciéndose más y más profun- do hasta que sobreviene la muerte. Analicemos esta complicada serie de fenómenos. Un hexápodo al que falta el centro nervioso principal, como se deduce de los experimentos extraños y personales, conserva un resto de voluntad y de conciencia y tiene noción de los pe- ligros pues que huye de ellos cuanto puede; una mosca decapi- tada aparta el miembro que se toca con la punta de una aguja, siempre alejándole hacia el lado que conviene; si uno de sus parásitos (| Gamasus townsendi, A. Dugés) se mueve con preci- pitación y le causa molestia, procura separarla con sus patas; distingue perfectamente qué vapores le son agradables ó noci- vos; vuela, huyendo siempre del peligro; colocada en una posi- ción anormal toma la que sea más cómoda; al soplar sobre ella contrae sus miembros, sujetándose con energía; si cae de cier- ta altura abre sus alas precipitadamente; le secciono un artejo y da pruebas evidentes de dolor, ó pongo en aquel una gota de amoníaco y las patas cercanas le limpian cuanto y como mejor pueden; se le arroja, en fin, en una tela de araña y procura des: asirse de la peligrosa red. Todo este cuadro de manifestaciones de sensibilidad, volun- tad y conciencia podrán atribuirse, sin embargo, á reflejos; pe- ro entonces digamos también que todos los actos en estos ani- males, aun en los no decapitados, son actos reflejos. Supuse que los movimientos lel oviscapto y la puesta de los huevos daban la prueba de lo que en el hombre se llamaría re- levante virtud y en un miserable díptero se llamaría instinto simplemente; pensé que conociendo la proximidad de su fin pro- curaba asegurar la supervivencia de sus descendientes; y así, el último de sus esfuerzos vitales constituiría una admirable en- señanza que se adquiere por un experimento cruel y doloroso, pero cuyo resultado á la vez sorprende y horroriza. 230 No doy esta opinión como indudable porque en varias mos- cas mutiladas de todos ó parte de sus miembros no he observado el fenómeno ni aun colocándoles sobre un fragmento de carne alterada; y uno de los individuos con que hice estos experimen- tos, después de decapitado, comenzó á mover su oviscapto. Pe- ro intervenga ó no la voluntad del animal, sea ó no sea el efecto fisiológicamente correlativo á la decapitación, es seguro que no se pierde la mayor parte de los huevos y su depósito en estas circunstancias constituye uno de los hechos más curiosos que se ven en los muscidos decapitados y es digno por lo mismo de la atención de los fisiologistas. Hice uso del aire comprimido, como en otra parte adverti- mos, porque prolonga mucho la existencia de los animales en que se opera y tiene la ventaja además de coadyuvar al estudio de las atmósferas artificiales, especialmente en lo que se rela- ciona con la influencia biológica de la altitud de un país. He visto que en las Musca y Stomoxys decapitadas influye la pre- sión muy favorablemente, como lo prueba el cuadro que sigue: 231 "Y “d 99 "ZE OZ MN SS 6 Berap S9UY "£7 OZIBIA PI “PI PI PI le E E PL pr o coatugqueo | OpI9% [9 19q10SQ€ BA -ed esejod 93013v es 'Seyuerdida. s0p SO[ UH | "NA <0'9 "G] OZAB IN WN 'd E% *9| OZAB JN "BUBUBUL e] ue QLIINDO 93 19NUL Pr] W 4d ez Se[ op Soyuy “QT 0Z18 WN “9yoou el u9 ejuemo|quqold 9111N90 9419 NU vr WN "d “86 se[ ep sondso(y "“¿L OZABN | "SOA9NY UOIPI “1sOd9p Se1quey ser WM dos "Md E8% TR OZAR A 13 0Z.e y "DISIMOP VISN YT € "u9Isoad UIg 8 "DIGSIMOP VISNIT G Wd S0'€ "Ud 20'€ PT Oz "NH “A 00 NW "4d 0% COB: 26 GLEN NN “d 08% "N d cr'9 "6 OZIB '"SVLON *UOJOLIN UL anb us ejp Á v10JT "8 OZABIN "WN "d 03€ “N “d 088 "G68T “2 9ZIB NT *p[ OZAe Nr | “2681 “692 | y) "6681 “2 9ZIRN "DISIMOP DISNIT Z *ug1soud uo;) ) 9 "DISIMOP VISHIT E = a E — 1 "VISIULOP VISNYT G "(oyo maopuuor vosnyr Y "ugisadd uo) C md al | 1 "upisoad ug -UpIsodd ug y "HIYSIMOP VISNYT G *(D4Q 4194 ) Maiopuor vasnyr "u91so1d uo0/) € hi SUDAJID]DO SÁLOMOIS mao nuoa Dosñ gr "VINSIMOP VISNHIT E hi SUDAJI]JVI SÉCOMLO)S Y DILOUOA DISNUYT E T "DINSIMOP VISNIT E l BA *uo1myidndap 99 anb ua uJp Á VIO HL "8910 [AULA fo DP OJGUINU Á DAQUON “agIsaad uy rá 6 “ugisoad uo) T oyuamiladxa 19p OJSWNN Í 232 Se ve que hasta ahora hemos realizado ocho experimentos, obrando sobre treinta y ocho individuos pertenecientes á tres es- pecies distintas y colocadas en condiciones iguales hasta donde ha sido posible. En todos los casos los ejemplares sujetos á pre- sión vivieron mucho más tiempo que los ejemplares testigos, los que fueron encerrados en vasijas de igual capacidad tapadas simplemente. La presión ejercida que no se midió con exacti- tud fué de meros de un décimo de atmósfera, Llego al punto de mi trabajo, quizá más importante y sin duda alguna más difícil de exponer con la concisión y juicio ne- cesarios: los dípteros decapitados á pesar de carecer de ojos, antenas y el centro cefálico, vuelan con cierta facilidad como si aun conservaran íntegros todos sus Órganos: esto revela, según las ideas admitidas, un tácto finísimo semejante al que se ob- serva en las alas de los queirópteros. Yo pensé que dada la ana: logía originaria de los sentidos, podría admitirse que esta sen- sibilidad es un tacto á distancia, así como el olfato que Kant llamó gusto á distancia. Pero no pudiendo concebir que ese sen- tido se ejercitara á veces sin la acción mecánica de una corrien- te de aire (como en el caso del murciélago ciego de Spallanza.- ni), supuse que tal vez los olores imperceptibles de los cuerpos podrían provocar una reacción que se transmitiera á los centros y diera origen á un acto volitivo. Ni sé, ni tiene importancia discutir en este lugar el fundamento de tal opinión, tan increí- ble como poco juiciosa; pero el hecho es que llegué á conven- cerme, por los experimentos concebidos en este orden de ideas, de que los muscidos decapitados perciben por la superficie de sus patas, no sólo las sensaciones que universalmente se consi- deran como táctiles, sino las consideradas hasta ahora como olfativas...... ASS Decapito á cualquiera de nuestras moscas domésticas, la co- loco sobre su dorso y acerco á medio centímetro de una de las patas una substancia olorosa cualquiera, ó una aguja de disec- ción con ella impregnada; pasado un cierto número de segun- dos que varía con los individuos y según las condiciones en que 233 se opera, el miembro que estaba enteramente inmóvil se retira bruscamente Ó sufre en sus últimos artejos movimientos con- vulsivos; acerco más la aguja y la pata se retira de nuevo, siem- pre alejándose de la punta de la aguja; y si estaba vertical lle- ga á ponerse horizontal, oblicua, paralela al cuerpo, en todas las condiciones que le son posibles, obedeciendo siempre á los mo- vimientos del cuerpo oloroso. Á veces las patas no impresionadas frotan con rapidez fe- bril á la que manifiesta reacción, como sucede también aplican- do sobre los artejos una gota de solución de potasa, amoníaco Ó ácido acético. ste es en pocas palabras el hecho observado: entremos ahora á la relación de los detalles y las precauciones que se tomaron para evitar cualquier género de errores. Empleo substancias olorosas de muy diversa composición y propiedades; ácidos fénico, acético y clorhídrico; amoníaco, sulfhidrato de esta base, éter etílico, esencias vegetales, alcohol, sulfuro de carbón, benzina, petróleo, naftalina, aleanfor, goma amoníaco, chocolate, almizcle, carne reciente y alterada, grasa, frutas como la fresa y el plátano, etc., ete. El fenómeno se manifiesta siempre, aunque con más clari- dad á medida que el olor es más fuerte. Luego no creemos que los hechos se produzcan por la acción irritante de cuerpos odo- ríferos que desprenden vapores ácidos, alcalinos ó en general cáusticos, pues si esto podría ser con los ácidos ó el álcali, nun- ca puede creerse también se verificara con las substancias de que estos dípteros se alimentan y que al igual de la carne ab- solutamente tienen propiedades cáusticas. Tampoco se puede explicar el hecho porque esos cuerpos desprendan vapor de agua más Ó menos puro que obre mecánica y localmente, pues que usamos con tan buen éxito substancias secas como el almizcle. Luego viene la idea de que la corriente de aire producida al acercar la punta de la aguja ó la extremidad de la pinza impre- sione á la pata; pero en nada varían los resultados si se depo- sita cerca de la mosca un grano de almizcle y se cubre todo con una campana de vidrio, además de que la corriente de aire pu- MEMORIAS (1891-92). T. V, 30 234 ro producida por un soplete, sea cual fuere su fuerza, nunca viene á producir los movimientos especiales que ya señalamos. Entre el cuerpo oloroso y el miembro en que se obra queda un espacio, como natural es pensarlo, sobrado grande para que en él se pueda abrir y cerrar la punta de una tijera, pasar lenta ó rápidamente la hoja de una navaja, un pedazo de papel y aun un alambre de platino calentado al rojo: así se demuestra que no hay contacto íntimo entre pelos táctiles de la pata y la subs- tancia olorosa. Cuestión de temperatura no puede ser segura- mente porque las diversas materias con que operamos varían mucho en sus propiedades retlectoras del calor, y una aguja de acero bien limpia previamente sólo provoca reacción cuando se lleva á una temperatura tal que es imposible tenerla entre los dedos. La objeción de que los movimientos sean casuales, que se trate de simples coincidencias, sólo puede ser hecha por las per- sonas que no han tenido oportunidad de repetir y presenciar los experimentos como nosotros, más de cien ocasiones. (Los Dres. M. Toussaint, Profesor de Fisiología en el Ins- titulo Médico Nacional, D. Vergara Lope y E, Armendáriz, Profesores del mismo establecimiento, han presenciado los fe- nómenos autorizándome para aducir aquí su respetable testi- monio.) Que se trate de una acción sobre la sensibilidad general, so- bre todo el organismo del insecto, es objeción prudente pero in- fundada; pues acercando con una pinza un fragmento de almiz- cele á una de las patas por el momento inmóviles, sólo ella se mueve; y si se obra nada más sobre los últimos artejos, se con- traen y claramente manifiestan haber recibido y transmitido la sensación ellos solos. He aquí otra prueba más concluyente que viene á demostrar asimismo cómo es indudable que no intervie- nen los órganos ó funciones respiratorias. A través de un orificio circular practicado en una hoja grande de papel barnizado hago pasar hasta la raíz una pata posterior de la MUSCA VOMITORIA; en segui- da deposito una gota de solución de goma alrrededor de la base de la 235 pata y ésta queda de un lado del papel, mientras que todo el cuerpo queda del lado opuesto: acerco una substancia olorosa y la reacción se produce con tanta claridad como en las circunstancias habituales. En las moscas ilesas ó con las antenas seecionadas el fenó- meno se produce con más prontitud, pero su observación es de- masiado difícil á causa de los movimientos continuos que eje- cutan estos animales. No debe perder de vista el que quiera repetir estos experi- mentos lo muy importante que es decapitar con la punta de unas tijeras rápida y diestramente; porque si hay desgarramiento, hemorragia abundante (no obturando la herida), el insecto mue- re muy pronto ó desde luego entra en el período de inmovilidad y por ningún medio se consigue que salga de él. Cuando inme- diatamente después de decapitarle vuela y se agita con febril precipitación, conviene esperarse un buen rato para que las ob- servaciones sean seguras y posibles y es aun mejor echar ma- no de otros individuos. Pero lo que más debe tenerse presente en todos los casos es el tiempo necesario para que obre el cuer- po oloroso. Por lo demás, las personas familiarizadas con los mé- todos de la fisiología experimental saben mejor que nosotros que no conociéndose todavía todas y cada una de las circunstancias que influyen en un fenómeno biológico, de un sólo caso nega- tivo nada puede deducirse, así como para fundar una conclusión positiva se necesitan no uno sino varios experimentos de igual carácter positivo. El insecto que se decapita sufre generalmente un período de excitación seguido por otro de debilitamiento en que parece ata- cado de un sueño profundísimo que le impide percibir desde luego las sensaciones poco marcadas; transcurre cierto tiempo para que tenga conciencia de la sensación olorosa y dé prue- bas de ello, por lo aus ya habiendo comenzado los movimientos de una pata continúan verificándose con regularidad hasta que sobreviene la fatiga; aunque á veces en un período más avan- zado la reacción posterior sólo se produce después de un inter- valo de descanso. Este es el momento más propicio para expe- 236 rimentar, pues cuando los movimientos son muy rápidos, en ocasiones convulsivos, no se puede seguir con la misma exac- titud el camino que recorre el miembro impresionado, Según el capricho del observador puede provocarse el mo- vimiento simultáneo ó independiente de dos Óó más miembros impresionados cada uno con el mismo ó con diversos olores; siendo de notar que la reacción de una de las patas como que despierta la reacción de la pata opuesta y que se mueve más pronto la que tiene más cerca la substancia odorífera Ó un cuer- po de olor más penetrante. Colocando sobre almizcle una mos- ca decapitada, en la posición normal, al cabo de cierto tiempo las patas comienzan á levantarse y el insecto ejecuta una dan- za más Ó menos duradera según los casos, como si se le coloca- ra sobre una lámina caliente. Pasemos ahora, omitiendo otros detalles de menos impor- tancia, á la explicación y consideración de los fenómenos. Un fisiologista tan prudente como sabio, M. Chatin, nos di- ce que á medida que los animales son más inferiores, los sen- tidos del tacto, olfato y gusto se confunden así en sus Órganos como en sus manifestaciones, dando por consecuencia una gran prueba de la comunidad de su origen; las terminaciones nervio- sas destinadas á reaccionar bajo la influencia de sensaciones táctiles, gustativas ú olfativas, se unen más y más, los hilos conductores se sueldan íntimamente y entonces es casi imposi- ble distinguir unos de otros. Si á esto se añade que en los in- sectos las antenas sirven no sólo para transmitir las sensaciones olfativas, sino también las táctiles, quizá las auditivas y proba- blemente las gustativas, se debe confesar que en muchos casos hay dificultades casi insuperables para decidir qué elementos histológicos Ó anatómicos están destinados para recoger una so- la de tan diferentos excitaciones. Recuérdense también los hechos de la transposición de los sentidos y se comprenderá que no es inverosímil hallar que las patas de una mosca perciben las sensaciones para nosotros ol- fativas: un sentido localizado en las autenas se halla también, 237 obtuso, en otras partes, como el tacto, que aun en los animales superiores es más exquisito en ciertas superficies. En los My- sis, conviene recordarlo, los Órganos auditivos están no en las regiones acostumbradas, sino en las laminitas caudales. En los heterópodos hay órganos olfativos (Órgano ciliado de la cara anterior del saco visceral). Según todos los autores, el olfato de los insectos está radicado en las antenas; pero nuestros expe- rimentos no combaten esta bien fundada opinión: demuestran solamente que las patas de los dípteros perciben también, de un modo muy obtuso, á muy corta distancia, ciertas sensaciones olfativas con respecto á las que no tenemos certeza absoluta de que lo sean así: de aquí el título un poco vago de nuestro pre- sente artículo. Será de interés buscar en las patas de los muscidos los ór- ganos especiales de esta función; repetir y hacer nuevos expe- rimentos para completar el estudio que nosotros apenas hemos bosquejado y dilucidar si en algunos otros invertebrados tatm- bién se verifican esta clase de fenómenos. México, Marzo 30 de 1892. pr ae : E BTOS E mt P TS A AB mosata Doe ARUNTES DE EPIGRAFÍA MEXICANA Escritos por JESÚS GALINDO Y VILLA Soclo de número. ADVERTENCIA. Aun cuando parece haber quedado terminada la primera parte de estos apuntes, la cual se dió á la estampa en el tomo IV de nuestras Memorias,' se hallan fuera de su cuadro varios edificios acerca de los que tomamos nota después de impresa dicha primera parte. Otro tanto podrá acontecernos con la di- visión que hoy se da á luz, así como con las subsecuentes; pero haremos notar que, al final de todos estos breves apuntes irá, en un apéndice ó suplemento, mencionado lo que ahora deja de citarse. 1 Véanse Memorias: IV, págs. 192-237. 240 Finalmente diremos que, no obstante haberse publicado ya en el tomo 1V de los Anales del Museo Nacional parte de las noti- cias que adelante siguen, las hemos reformado por completo pa- ra las Memorias de la Sociedad « Alzate; » rectificando los datos erróneos, suprimiendo algunos mal apuntados, y, especialmen- te, agregando muchos curiosos Ó inéditos; ofreciendo, además, una serie de notas le todo aquello que, por su propia naturale- za, no haya podido tener cabida en el texto. SEGUNDA PARTE! A AE LA CATEDRAL. Nido de perennes recuerdos, gloria de numerosos artistas, monumento levantado á la Omnipotencia divina por la fe eris- tiana sobre los escombros de un templo pagano; construcción que trae á la memoria tradiciones é historias, todo ese conjun- to representa la Catedral de México, que soberbia se alza al Nor- te de la gran plaza mayor, en otra época ocupada por el recinto de un teocalli azteca. Nuestro templo metropolitano tiene una historia curiosa al par que interesante. Bajo sus bóvedas han pasado generaciones de sabios, de hombres virtuosos, de varones eminentes en el Estado y en la Iglesia. Sus muros guardan las cenizas de héroes, de anacore- tas y prelados insignes. Su pavimento háse hollado por descen- dientes de reyes; y hasta el seno del templo se siente á cada MEMORIAS (1891-92), —T. V, 31 242 paso llegar el soplo del recuerdo, de hechos que han sido fija- dos en el gran libro de la Historia. Una monografía completa, circunstanciada y precisa de la Catedral, ocuparía un volumen demasiado grueso y muy impor- tante para aquel que se consagra á esta clase de estudios. Nosotros no haremos tanto, porque sería trabajo mayor á nuestras fuerzas; y que tampoco entra ello en la índole de es- tas rapidísimas notas. Para proceder con mejor orden, dividiremos nuestros apun- tes en tres partes principales: En la primera haremos una ojea- da histórica del templo; en la segunda daremos su descripción, y en la tercera, que será la parte epigráfica, enumeraremos to- das las inscripciones que se encuentran en la Catedral, amplian- do, cuando se haya menester, esa parte, con datos biográficos, bibliográficos é históricos. I RESEÑA HISTORICA. : Elevóse desde un principio la Catedral —como se ha dicho —sobre las ruinas del teocalli mexicano, el mayor de todos los de la Metrópoli indígena y consagrado á Huitzilopochtli, dios de la guerra. Derribado el templo azteca quedó un amplísimo espacio en el corazón de la ciudad; y entonces los conquistadores españo- les pensaron edificar la casa del verdadero Dios en el sitio mis- mo en donde se tributaron sangrientos homenajes á las divini- dades paganas. Los cronistas divagan, al llegar á esta parte, sobre si en el lugar donde estuvo la Catedral antigua se construyó primero la iglesia que hubo de consagrarse á San Francisco. Surgen de 243 aquí varios puntos que, aunque distintos todos, se ligan entre sí. ¿Cuál fué la primera iglesia! que se levantó en México? ¿En qué lugar estuvo la primitiva de San Francisco? ¿Qué edifica- ron los españoles en el sitio de la vieja Catedral, antes de haber alzado los muros de ésta? Acerca del primer punto divídense las opiniones: El Sr. Ala- mán da la prioridad á la Iglesia de Jesús, dicho que se halla des- virtuado por los cronistas más antiguos que afirman haber sido la primitiva iglesia aquella que se edificó para la orden francis- cana. Siguiendo la secuela de los sucesos, Ó mejor dicho, remon- tándonos al origen de estos, dícenos Bernal Díaz del Castillo que empezó á celebrarse misa en un altar formado con unas me- sas, las cuales concluído el sacrificio se quitaban ; y que después se acordó pedir albañiles á los mayordomos de Moteezuma pa- ra que en el cuartel donde estaban los conquistadores alojados se hiciera una iglesia, la cual se concluyó en tres días, y allí se dijo misa hasta agotarse el vino; en seguida se redujeron á re- zar de rodillas delante del altar é imágenes.? Pero como los es- pañoles habitaban el palacio de Axayácatl, situado en la esquina de las calles de Santa Teresa y segunda del Indio Triste, infié- rese de aquí que eu aquel lugar se dijo en México la primera misa. Más tarde, el oratorio estuvo en una sala baja de las ca- sas de Cortés en el Empedradillo; y luego, según los testigos de la Residencia de D. Hernando, debajo de un corredor con un cobertizo de paja.* Como se ve, ninguna iglesia en forma se hizo para la celebra- ción del sacrificio en los primeros días de la Conquista; y aun no existía ninguna hasta Mayo de 1525, según el dicho del P. 1 Hace notar perfectamente el Sr. García Icazbalceta, que en este caso '! por primera iglesia no hemos de entender el lugar que al principio se dispuso para la celebración de los diyinos oficios, sino la primera fábrica levantada expresamente para ese objeto. 1 2 Cervantes Salazar. — Diálogo Segundo.— Nota 40.— Págs. 184-202. 3 Alamán. —Disertaciones.—1II, 90. 244 Motolinia, quien asienta que los indios se juntaban los domin- gos y fiestas en sus salas antiguas, porque no había iglesias « y los españoles tuvieron también obra de tres años sus misas y ser- mones en una sala de estas que servían de iglesia y ahora es allí en la misma sala la casa de moneda; pero no se enterraba allí casi nadie, sino en San Francisco el viejo hasta que después co- menzaron á edificar iglesias. »' El mes de Junio de 1524 llegaron á México los beneméritos padres franciscanos y á ellos se destinó la primera iglesia que se edificó. Así lo dice el mismo Fr. Toribio de Benavente, con- temporáneo y testigo ocular respetabilísimo: «San Francisco —escribe —fue la primera iglesia de toda esta tierra y adonde se puso el sacramento;» lo cual comprueba también Fr. Jeróni- mo de Mendieta, á quien copió Torquemada; y sacerdote no me- nos respetable que Motolinia. Pero admitiendo ya con nuestros más eruditos historiado- res la primacía para San Francisco, ¿en dónde estuvo situada primeramente? He aquí otro punto que aun parece no haberse resuelto del todo. Torquemada dice que los franciscanos vivieron once meses en la plaza; y según Mendieta en 1525 se echaron los cimientos de San Francisco, habiendo tomado en ello mucho empeño Her- nán Cortés. Cubrióse el cuerpo de la Iglesia con madera y la capilla mayor con bóveda; no concluyendo la obra el Capitán español por haber caminado á las Hibueras. En. el cabildo de 2 de Junio de 1525 se hace mención de San Francisco el nuevo: «este día—se lee en el acta respectiva— los dichos señores de pedimento de Alonso A guilar dixeron que le hacían é hicieron merced de un solar que está junto de los solares de Villa—Roel, á la parte de abaxo hacia San Francis- co el nuevo, » Casi nada, poquísimo podríamos comunicar al lector, relati- 1 Historia de los Indios. —Trat. 11, Cap. L 245 vo á este asunto, más de lo que con tan brillante erudición ha escrito el Sr. D. Joaquín García Icazbalceta en las notas 40 y 51 al Diálogo Segundo del Dr. Cervantes Salazar. De las minu- ciosas y apreciables investigacionas hechas por nuestro eminen-. te historiador y bibliógrafo, dedúcese que la Iglesia de San Francisco siempre estuvo colocada en el mismo sitio que la ac- tual y que hoy pára en poder de protestantes. * - Esto sentado ¿qué edificaron los españoles en el lugar de la vieja Catedral antes de construirla? Allanado el camino por lo que hace á San Francisco, el Sr. Alamán supone que antes de la Catedral hubo una parroquia, porque «cuando los franciscanos vinieron había en esta Capital una parroquia de que era cura el P. Pedro de Villagrán, al cual en cabildo de 30 de Mayo de 1525 se le hizo merced de una suer- te de tierra para una huerta y en el acta en que se asentó esta concesión se intitula cura de la iglesia de esta ciudad. » Ciertamente que no se infiere de lo anterior, la conclusión del Sr. Alamán; puesto que, por una parte el título de cura — como hace observar el Sr. García—no implica necesariamente la existencia de una parroquia ó iglesia parroquial; y por otra, que los cronistas todos de la época, como Motolinia, dan el nom- bre de iglesias á los simples adoratorios ú oratorios. 1 Por lo que hace 4 San Francisco, el Sr. Orozco y Berra en las Noticias de la Ciudad de México, pág. S0, dice entre otras cosas: "...... de junio de 1524 4 2 de Mayo de 1525, hubo dos monasterios de San Francisco, el viejo y el nuevo. Este es- taba junto á las casas de Alonso de Ávila é inmediato á ellas le dieron solar á (HI González de Benavídez y el solar estaba en la tercia parte de Vchilobos, es decir, frontero del templo mayor de Huitzilopochtli, por consiguiente, cerca de la plaza principal de la Ciudad, y allí estaba el monasterio primitivo. El P. Pichardo pre- cisa el lugar; porque las casas de Alonso de Ávila mandadas derribar, sembrar de sal y en las que se puso un padrón de infamia, eran las de la esquina de las calles del Reloj y de Santa Teresa; y como de unos títulos de casas consta dónde queda- ban las de Albornoz, en el sitio donde solía estar San Francisco, se saca con evi- dencia, que el primer convento de franciscanos estuvo en la calle de Santa Teresa. Y más adelante añade el Sr. Orozco: "Este sirvió sin duda de casa provisional, y como tal, no debió haberse hecho allí fábrica de importancia ; conjeturo que si hu- bo iglesia sería por el estilo de la que tenía Cortés, alguna pieza con un modesto al- tar, sin otro adorno. u 246 Reasumiendo, y sin temor de caer en falso, podemos asegu- rar que después de haber rodado por los suelos las piedras del gran teocalli, sólo se edificó en el lugar de la antigua Catedral, este templo para servir de Metropolitano. Empezaron á edificar este — según los testigos de la Residen- cia de Cortés —los oficiales reales; y Antonio Serrano de Car- dona dice que el factor y veedor «en el tiempo que gobernaron, que era ya ido Zuazo ficieron iglesias á San Francisco é comen- zaron la iglesia mayor de esta dicha cibdad que antes no la ha- bía.»' Los gobernadores cesaron de serlo, en 29 de Enero de 1526. Respecto de la ubicación del templo, D. Francisco Sedano en sus Noticias de México dice que el sitio elegido fué la esqui- na llamada de provincia (ángulo NO. del Palacio), y la mansión arzobispal; lugar que se abandonó en la persuasión de que el peso de la fábrica se llevaría el palacio real, que estaba edificán- dose desde 1530. El Sr. García desecha la opinión de Sedano por no estar comprobada; y adopta la idea de que el templo se halló entre la placeta del Marqués y la plaza mayor; esto es, en el sitio que ocupa el atrio de la nueva Catedral, No podemos resistir al deseo de unir aquí el diseño que de la gran plaza de México formó el Sr. Grarcía Icazbalceta para ilustrar su nota 40 (pág. 197) al Diálogo Segundo del Dr. Cervan- tes Salazar, tanto por el interés de ese diseño, cuanto por ser la obra de donde lo copiamos, bastante escasa, y hoy casi raro el hallarla. El diseño fundado en el acta de cabildo de 8 de Febre- ro de 1527, dará al lector que conozca la Ciudad de México, una idea clara acerca de la distribución primitiva de los solares ques se indican. 1 Diálogo Segundo, —Nota 40. Padre Villagrá. Padre L. Méndez. . Escalerillas. Ea a o es = = a > ¿ + Lnis a Cristóbal Z E S E e | > ; 5 E E [de la Torre. Villanueva. Flores. = E5A z E : E E . pa El 2 Y E] E S ELE 21 = S E o E = >» S | = = w A E | Doctor ¡ Pedro E +8 . E o Jasti ES 2 | = = > | Hinojosa. | o | Hiojeda. [del Castillo. E A Z 2 = = 3 AS E - | g 3 ES - | S E 3 TN > S Z E Lic Marcos| pa E > E a 2 Gonzalo deAguilar| 2 20= E a = E e d Juno y luego = TED 3 Alvarado e la Torre Gonzalode| —= as o Sundoval. = ó [=) * Arzobisp? Solares para la Iglesia. ña o E E - o > e o a a 1 . .. "=] “3 - S. Franc? Sitio para Tiendas de que se dió posesión (Pulacio.) Plaza Mayor. a Gonzalo Ruiz en 11 de Noviembre de 1533. Casas nuevas de Cortés. / Portal de las Flores. Casas de Cabildo. 03 ÉS] = 3 ES FS] E , E S mn E 3 pa E £ E S pun f + ¿ ce a paa St ee pi AS IAE A E End ici É 4 A o X lsb ies AICA O > PAR AN A RN 7 249 Destináronse á la iglesia diez solares,* quedando aquella, co- mo se ha indicado, en el atrio de la actual; y al sur de la línea de la calle del Arzobispado. En consecuencia, no hubo necesi- dad, para construir la nueva Catedral, de demoler la antigua, sino hasta 1626, como más adelante veremos. La iglesia vieja se fundó por orden de Carlos V, y por bula de Clemente VII de 2 de Septiembre de 1530 erigióse el obis- pado; contribuyendo á la rápida construcción del Templo el primer prelado de la diócesis D. Fr. Juan de Zumárraga y D. Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente de la primera au- diencia. Levantábase la Catedral apoyando sus coluínnas «sobre vnos ídolos grandes de piedra»? y se extendía de Oriente á Ponien- te, con la puerta principal á este rumbo y otra al costado hacia la plaza mayor.? D. Carlos de Sigúenza cree, aun cuando parece infundado su dicho, que la Catedral estuvo al principio dedicada al Após- tol Santiago. * > ; En este templo se celebraron algunas solemnidades, y sabi- do es que en 1525 se hicieron allí suntuosas honras fúnebres por el alma de Cortés, al cual, estando en las Hibueras, le hicieron pasar por muerto quienes se habían apoderado del mando. La iglesia de que se trata se construyó como provisional; debiendo estar en pésimas condiciones y ser raquítica y mise- rable para el objeto á que se hallaba destinada; siendo «muy pobre y arremendada, » como escribía Fr. Toribio de Benaven- te al Emperador Carlos V en 2 de Enero de 1555. Por su parte el Sr. arzobispo Montúfar, decía también al Consejo de Indias hablándole de la Catedral: «asimismo impor- ta mucho se entienda en la obra de esta Santa Iglesia, por ser 1 Un solar tenía 150 pies en cuadro (Acta de cabildo de 9 de Febrero de 1537). 2 Sariñana. — Voticia Breve de la Solemne Deseada, vltima, dedicacion del Templo Metropolitano de México. 3 Acta de 10 de Junio de 1533. 4 Diálogo Segundo, —Nota 40. MEMORIAS (1891-92). T; V, 32 250 ésta ciudad cabeza de esta Nueva España, donde hay muchos y muy suntuosos templos en pueblos de indios muy pequeños, y ser la iglesia que de presente tiene muy pequeña y de muy po- bres y viejos edificios, donde no cabe la gente que concurre en las fiestas principales, y siendo la matriz donde el Virrey y Audiencia Real y gente principal de ésta Ciudad concurre casi todas las fiestas y domingos del año. Y cerca de esto, hemos - escrito muchas veces á S. M., refiriendo estas y otras muchas razones, por ser cosa tan necesaria é importante, »' El Dr. Cervantes Salazar que vivía en 1554, pone en boca de los interlocutores de su Diálogo Segundo, estas palabras: —«Alfaro.—¿Qué iglesia es esa que se vé en medio de la plaza? — «Zamora. —Es la catedral, dedicada á la Virgen María. — «Alfaro. —¿Qué es lo que dices? ¿Allí es donde el arzo- bispo y el:cabildo celebran los divinos oficios, con asistencia del virrey, de la audiencia y de todo el vecindario? — «Zuazo. — Ciertamente, y no hay donde se tribute mayor culto á Dios. —« Alfaro. —DÁá lástima que en una ciudad á cuya fama no sé si llega la de alguna otra, y con vecindario tan rico, se haya levantado en el lugar más público un templo tan pequeño, hu- milde y pobremente adornado; mientras que en España no hay cosa que á Toledo (ciudad por lo demás nobilísima ) ilustre tan- to como su rica y hermosa catedral. Sevilla, ciudad opulentísi- ma, es ennoblecida por su excelso y aun mucho más rico tem- plo. Pero qué mucho, si hasta las iglesias de los pueblos son tan notables y tan superiores á los demás edificios que siempre es lo más digno de ver en cada lugar. — «Zamora. —Por ser muy cortas sus rentas, no ha podido edificarse un templo correspondiente á la grandeza de la ciudad, á lo que se agrega haber carecido de prelado en estos últimos cinco años. Mas pues que ya tiene á Fr. Alonso de Montúfar, 1 Descripción del arzobispado de México. — Diálogos, ubi supra. 251 pastor eminente en religión y en letras, hay grandes esperanzas de que muy pronto quedará hecho como se debe y como tú de- seas. »' En vista, pues, de las malísimas condiciones que guardaba el templo, la Corona Española trató de reponerlo; y, al efecto, expidió la siguiente real cédula, en la cual se mandaba que las dos terceras partes que montó el arzobispo en el tiempo en que estuvo vacante, se gastaran en la obra de la Catedral. Dice la cédula:* «EL REY.—Nuestro Vissorey de la nueua España: nos somos ynformados que la yglesia cathedral dessa ciudad es muy pequeña y que aunque algunas vezes se ha puesto en plática de la edificar y se ha comencado á traer piedra para ella, no se ha fecho é porque siendo esa ciudad tan ynsige (sic) é cabeca de todas esas provincias, y la yglesia della cathedral y la cabega de argobispado y metropolitana, es cosa justa y necessaria que el edificio y ornato della sea conforme á la divinidad, y de tal capacidad é que pueda recibir en sí sus parrochianos ciudada- nos é otros que á ella ocurrieren, y teniendo entendido que la parte de los diezmos que por la erección está aplicada para la fá- brica della no es bastante para la edificar con la breuedad y de la manera que se requiere, ha parecido que de lo que montare la parte del arcobispado sede vacante primero perlado della, hasta el día, que su Santidad por presentación nuestra proueyese la dicha diuinidad se tomen las dos tercias partes y se gasten en la dicha obra, y la otra tercia parte se quede y reserve para el sucesor; y ansi escriuo al dean* y cabildo dessa dicha yglesia 1 Diálogos. —Ubi supra. 2 Puga.— Cedulario.—Foja 181: “Carta en que se manda que las dos tercias partes que ha montado este arcobispado, en el tiempo en que ha estado vaco se gas- te en el edificio de la Iglesia cathedral de México, y lo otro se guarde para el per- lado. ] 3 Parece que en este año (1551) el dean estaba ausente de su puesto; porque D. Manuel Flores que fue el primer dean que tuvo la Catedral, pidió licencia en 1547 por un año y medio para separarse de su encargo, por sus graves enfermeda- des, y desde entonces no vuelve á hacerse mención de él. El año 1554, en virtud 252 sede vacante, que prouean cómo de lo que vuiere rentado y rentase esse dicho argobispado, perteneciente al perlado duran- te la sede vacante, prouean que se gasten las dos tercias par- tes de todo ello en la obra y edificio de la dicha yglesia, por la forma y orden y manera que á vos y á ellas pareciere; y que la otra tercia parte esté guardada para el perlado que sucediere ó para aquel que por nos fuere ordenado é mandado, como vereys por la cédula que se les eseriue, que con esta yos mando em- biar: yo vos encargo y mando que luego que la recibays se la agays entregar é proueays cómo con toda breuedad se entienda en lo que por ella se manda, é que se dé en el edificio de la di- cha yglesia toda la priesa que ser pueda, pues veys cuanto dello Dios nuestro señor será seruido: é para que mejor se haga y con más presteza dareys para ello todo el calor y fauor que fuesse necessario, que en ello seremos de vos muy seruidos. De Ciga- les á veynte y seys dias del mes de Marco de mill é quinientos é cinquenta y vn años. —LA REYNA. —Por mandado de su ma- gestad, su alteza en su nombre, Juan de Sámano. » La real disposición no pudo llevarse á cabo como se desea- ba; sin embargo, la Corona insistió en que la obra se empezase con toda suntuosidad y eficacia. Un año después de expedida la cédula anterior, el Rey Felipe II que á la sazón era Príncipe de Asturias y gobernaba en nombre de su padre el Emperador Carlos V, dictó nuevas disposiciones que se hallan en la siguien- te real cédula:' «EL PRÍNCIPE. —Presidente é oydores de la audiencia real de la nueua España: por quanto desseamos que la yglesia cathedral dessa ciudad de México se haga como conuenga, pa- ra el culto diuino sea en ella honrado y venerado como es razon, y porque auiendo de gozar los españoles que en essa tierra re- de las facultades que poseía el Sr. Montúfar, Arzobispo de México, nombró al Dr. D. Alonso Bravo de Lagunas para substituir al dean en el coro, hasta 1561 en que entró definitivamente á ocupar esa dignidad el célebre D. Alonso Chico de Molina. Véase al fin la noticia cronológica de los Deanes de la Catedral de México. 1 Puga, — Cedulario, foja 133. 253 siden y los naturales della deste beneficio es justo que tambien ayuden á la obra y edificio de la dicha yglesia como el Empe- rador rey mi señor; por ende, yo vos mando que proueays que la yglesia cathedral dessa ciudad de México se haga como con- uenga y que toda la costa que se hiziere en la obra y edificio della se reparta desta manera: que deys orden que la tercia par- te se pague de la hazienda real de su magestad y que con la otra tercia parte los vezinos y moradores comenderos que tie- nen pueblos encomendados en él, y por la parte que cupiere a su-magestad de los pueblos que estuvieren en su real corona contribuya su magestad como cada vno de los dichos encomen- deros; y si en esse argobispado morasen españoles que no ten- gan encomienda de yndios tambien les respartireys alguna co- sa, atenta la calidad de sus personas y haziendas, pues tambien ellos tienen obligacion al edificio de la yglesia cathedral de la diocesi donde residieren, y de lo que ansi á estos repartiere des. cargarse a de las partes que enpiere álos yndios é 4los encomen- deros. Fecha en Moncon de Aragon á veynte é ocho dias del mes de Agosto de mil é quinientos é cincuenta é dos años. —El re- partimiento que hiziéredes aueys de tener aduertencia que ha de ser lo que faltare sobre lo que vuiere valido y valiere la par- te que de la sede uacante desse arcobispado su magestad hizo merced y limosna para el edificio dessa yglesia, ó ansi mesmo lo que valiere la parte que conforme á la ereccion desde la fá- brica della 6 qualquier otras mandas particulares que se hayan hecho ó hiziesen para ello: fecho vt supra. —EL PRÍNCIPE. — Por mandado de su alteza, Francisco de Ledesma. » No pudo atenderse tampoco, inmediatamento, la disposición del soberano, porque en esos momentos los fondos destinados para esta clase de obras, se invertían en la construcción de la Universidad, en la del Convento é Iglesia de San Agustín, cu- ya primera piedra se colocó en 20 de Agosto de 1541, para lo cual dió Carlos V $162,400, y otras muchas.* Tuyo, en conse- 1 Sariñana. — Noticia Breve de la Solemne Deseada, ultima, dedicacion del Templo Metropolitano de México, 254 cuencia, que demorarse la obra, hasta el año 1573, en que se pu- so la primera piedra «en el sitio más eminente y oportuno de la Ciudad, inmediato á la antigua Iglesia con el ánimo de que, demolida esta, quedase el sitio que ocupaba, por atrio ó cemen- terio, en la parte anterior del nuevo Templo. »' Empezóse por convocar, para la construcción de los cimien- tos, á todos los arquitectos de aquella época, decidiéndose, se- gún sus pareceres, que dichos cimientos se hicieran de la mane- ra siguiente: «En toda la extensión que debía de ocupar el edificio, cavar hasta encontrar el agua. Desde este nivel formar un estacado muy unido de una longitud suficiente para poder alcanzar con él, al tepetate Ó terreno firme, dejando las cabezas de las esta- cas á un mismo nivel, echando una capa de hormigón de una tercia de espesor muy bien pisoneada y mazeada, y de allí se- guir el macizo de mampostería de piedra dura y bueña mezcla, hasta llegar al nivel del piso de la Plaza; limitando desde este punto los cimientos á los espesores designados, continuando así hasta el nivel del piso del Templo; partiendo allí las piedras la- bradas que forman los basamentos de los sostenes aislados y muros. Los peritos que rindieron su informe, y en el que estu- vieron acordes, fueron Alvaro Ruiz, Miguel Martínez, Juan de Ibar y Ginés Tulaya.»” La obra se comenzó bajo la dirección de los maestros Clau- dio de Arciniega y Juan de Cuenca; continuando después Alon- so Pérez de Castañeda, Arquitecto de Felipe TIT. Con toda perseverancia, los trabajos siguieron bajo el go- bierno de los virreyes D. Martín Enríquez de Almanza (1568- 1580), D. Lorenzo Suárez de Mendoza, Conde de la Coruñía (1580-1583), D. Pedro Moya de Contreras Arzobispo de Mé- xico (1584-1585), D. Alvaro Manrique de Zúñiga Marqués de 1 Sariñana. —Ubi supra.— La Catedral de México ; lectura hecha por el Ing. D. Luis 6. de Anzorena el 29 de Enero de 1869, en la Sociedad de Ingenieros y Ar- quitectos.-—-Véase el Círculo Católico, Tomo 1 de la 2? época, págs. 70-73. 2 Anzorena, —Lectura citada. 2 255 Villamanrique (1585-1590), D. Luis de Velasco el Segundo (1590-1595), D. Gaspar de Zúñiga Guzmán, Conde de Monte- rrey (1595-1603), D. Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros (1603-1607), D, Luis de Velasco, por segunda vez (1607-1611), D. Fr. García Guerra, Arzobispo de México (1611-1612) y D. Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar (1612-1621). Durante todo este período de cerca de medio siglo, se logró ver concluídos los cimientos, levantándose los muros del perí- metro del templo á más de la mitad de su altura; las paredes transversales de las capillas, los pies derechos de los arcos, al- gunos hasta los capiteles de las columnas y otros hasta los úl- timos tercios. Los vestíbulos que corresponden á las puertas de la Capilla de los Reyes, en la ábside, las de la Sala Capitular y las cuatro primeras capillas, dos de cada lado, se cubrieron con bóvedas.* El activo Marqués de Guadalcázar que con todo em- peño trató también de lleyar á feliz término las obras del des- agúe del Valle de México, envió, en los primeros días de su gobierno, al Rey de España, los planos de la Catedral según el estado en que se hallaba la obra, planos formados por el arqui- tecto Alonso Pérez de Castañeda. Vistos los planos por Felipe III, remitió á México una nue- va montea ejecutada por su arquitecto de cámara Juan Gómez de Mora, unida á esta textual orden: Luego que la recibais pro- cureis juntar las personas más prácticas, é inteligentes que ai hubie- re en la arquitectura, para que habiéndose visto todo se elija la mejor traza; mandándose asimismo que se nombrase un oidor para superintendente de la obra, El año 1623 se cerraron las dos bóvedas de la sacristía ma- yor, simétricas é iguales en situación á las de la Sala de Ca- bildos. Una vez concluída la sacristía mayor, se transladó al San- tísimo Sacramento á ella, y que se encontraba en la Catedral antigua; y como ésta era ya inútil, se demolió, quedando el si- 1 Sariñana. —Anzorena, obras citadas 256 tio en donde estaba, como ya se ha dicho, de atrio del nuevo templo; verificándose su destrucción el año 1626, gobernando la Nueva España el Marqués de Cerralvo. | Desde esta época hasta 1641, se celebraron en dicha sacris- tía los oficios divinos; y se concluyeron las capillas de San Isi- dro Labrador' y del Sagrario,” en cuyas bóvedas se varió la disposición, haciéndolas más ligeras por lo malo del piso. Se concluyeron el año 1627. Agobiada la Ciudad bajo el peso de la inundación de 1629, la obra quedó suspensa durante cerca de seis años, hasta que en tiempo de D. Lope Díez de Armendáriz, Marqués de Cade- reita (1635), volvieron muy activamente á emprenderse los tra- bajos, siendo superintendente de ellos el Dr. D. Diego Guerra, que fue dean de la Catedral;* concluyéndose del todo las dos primeras bóvedas de la nave mayor sobre la capilla de los Re- yes y saliendo los muros de ellas desde la mitad de las cuatro ventanas de los lados; además, se construyeron cinco bóvedas de las naves procesionales, correspondientes dos al lado dere- cho y tres al izquierdo. Gobernando el Marqués de Villena (1640-1642), y á fin de poder celebrar con mayor amplitud los divinos oficios, se techó con madera buena parte de la nave central. Durante el período gubernativo del virrey Conde de Salva- tierra (1642-1648), se hizo la bóveda de la capilla de la Con- cepción,* una de las de la nave procesional, correspondiente á la de San Pedro; habiéndose cubierto en la parte de la nave ma- yor «con una armadura de madera tan fuerte, que duró por es- pacio de varios años, quedando así el espacio del Templo nece- sario y amplio para la asistencia religiosa de los fieles. »* 1 Hoy entrada al Sagrario Metropolitano. 2 Hoy capilla de Nuestra Señora de las Angustias de Granada. 3 Véase al fin la nota relativa á los Deanes de la Catedral. 4 Hoy dedicada á la imagen que se conoce con el nombre del Señor del Buen Despacho. 5 Anzorena, Loc. cit. 257 Más tarde, y en tiempo del Conde de Alva de Liste (1650- 1653 ), quien nombró superintendente de la obra á D. Fernan- do Altamirano, el techo de madera se substituyó con las bóve- das rSpDRen ais ; la obra adelantó de una manera extraordinaria y se comenzó á edificar una de las torres sobre la capilla llama- da del Sagrario. ¡ No demostraron menor empeño los virreyes que se aucadie- ron después, en la conclusión de una obra tan agradable como era la casa de Dios; y asilo hizo patente D. Francisco Fernán- dez de la Cueva Duque de Alburquerque, desde 1653 en el cual año tomó á su cargo el gobierno de la colonia. En su tiempo, se vieron coneluídas siete bóvedas de las eapillas y las cuatro del crucero. El presbiterio quedó también listo, con balaustres de fierro; labráronse los muros del coro que se halla bajo las bóve- das de la nave central; se hicieron las cornisas de cantería, so- clos y demás, una tribuna volada de cedro y de tapincerán, ma- dera muy preciada en la época; cubrióse de madera el lugar destinado para la cúpula, de tal manera que, cuando ya se cons- truyese ésta, le sirviera de cimbra; y, finalmente, se concluyó un cuerpo de la torre comenzada, trayéndose de diferentes puntos doce campanas que se colocaron en sus correspondientes luga- res, formando con ocho más, el número de yeinte.' Bajo el go- bierno del sucesor del duque de Alburquerque, D. Juan de Ley- va y de Ladrada Conde de Baños (1560-1664), se construyeron dos bóvedas mayores y se hizo la cúpula desde las pechinas, cu- yo anillo se cerró el día 10 de Junio de 1664, Por último, D. Antonio Sebastián de Toledo Marqués de Mancera vió edificar las tres últimas bóvedas de la nave mayor, y cuatro de las menores. Se reparó el muro exterior de la capi- lla de San Miguel, cuya posición angular la había hecho resen- tir y cuartear; y además, porque sobre de dicha capilla se de- bería construir la torre occidental. De esta suerte, hubo de concluirse felizmente el O del 1 Hoy en menor número. MEMORIAS (1891-92).—T. ,V 23 258 templo en el lapso de noventa y cuatro años; siendo el material empleado tezontle, cantería y chiluca, « y el costo que hasta aque- lla época (1667) tuvo toda la obra, fue de un millón setecientos sesenta y dos mil pesos. » El año 1791 se concluyeron las torres construídas por el ar- quitecto Damián Ortiz; con excepción del cuerpo que se hizo antes por Juan Lozano y Juan Serrano. La altura de ellas es, según un autor,* de 723 varas «desde la cruz hasta el pavimen- to, y lo gastado en ellas ascendió á ciento noventa y cuatro mil pesos, habiéndose empleado cuatro años en la obra. » Finalmente, las reparaciones diversas que ha sufrido la Ca- tedral, y otras sumas que en ella hánse invertido, arrojan, sin exagerar, un monto de cerca de dos millones y medio de pe- sos (€C). yg BOSQUEJO DESORIPTIVO. Vamos casi á copiar literalmente lo que acerca de la descrip- ción del templo dice el Sr. Anzorena en su disertación citada; por ser una de las más completas, en nuestro concepto, que se hayan publicado. La planta general del edificio, afecta la figura de una cruz latina, elevándose el todo en elegante forma piramidal; y orien- tada de Norte á Sur. Sirvele de plataforma un vasto cementerio, al cual, por los cuatro rumbos principales, dan acceso sendas escalinatas. Fue- ra de este atrio, y abajo de él, correspondiendo al frente y al costado occidental, extiéndese un jardín de construcción muy moderna, y que, en nuestro concepto, amengua y mucho la gran- 1 Anzorena, ubi supra. 259 deza del templo, cuya vista obstruyen los árboles allí plan- tados. Rodeaban hasta hace poco, á todo este sitio, como en mul- titud de láminas que representan la Catedral puede ver el cu- rioso lector, gruesas cadenas de hierro sostenidas de trecho en trecho por soportes cilíndricos de piedra (D). De esta última substancia hallábanse hechas unas bancas que ocupaban en las tradicionales noches de luna, las familias de nuestra Capital. En los ángulos SO. y SE. del atrio, estaban las dos hermo- sas cruces de piedra (E) que há poco también, se transladaron á los mismos vértices de la plataforma citada. El exterior del templo es severo, aun cuando al parecer tie- de defectos arquitectónicos de detalle, cuya crítica no nos com- pete hacer. Tiene cuatro fachadas que miran á los tantos vientos cardi- nales. Compónese la principal colocada al frente de la gran plaza de Armas, de tres puertas arcadas y ornadas con columnas que se superponen en cuerpos, según sus respectivos órdenes. La puerta central consta de dos cuerpos principales: el primero es dórico y el segundo jónico, cuyas columnas tienen bases y ca- piteles de tecalí. En los intercolumnios existen cuatro nichos con sendas estátuas asimismo de tecalí, y que representan á cua- tro de los Apóstoles. Descansa sobre el cuerpo jónico, un ático, con un frontón curvo, y en su centro destácase un águila de bronce la cual se colocó allí en substitución del escudo de ar- mas de España, que costó cinco mil pesos. Encima del ático, se alza una construcción cuadrangular, que contiene el reloj de carátula metálica y sólo de una manecilla en forma de tiecha. La construcción sirve de pedestal á tres estátuas, cada una de tres varas, y que figuran á las virtudes teologales Fe, Esperan- za y Caridad. Cada una de las dos puertas laterales, se compone también de dos cuerpos: uno dórico y el otro con columnas salomónicas, rematando con unos jarrones y las armas de la Iglesia. 260 Las tres puertas, respectivamente, llevan en su parte supe- rior, tres bajo relieves que representan: el del centro, la Asun- ción de la Virgen Maria, Patrona del templo; otro, el pasaje en que el Salvador entrega las llaves á San Pedro y el otro la es- cena de la tempestad en el mar. En el intermedio de las puer- tas hay dos contrafuertes que terminan con unas ménsulas ó cartones tallados. Las fachadas correspondientes á los lados oriental y ocei- dental, son iguales; constando cada una de puerta arcada y ven- tanas; en el friso del coronamiento del orden se hallan las ins- eripciones que más adelante se copian. A los lados de la puerta, se alzan tres cuerpos de columnas dóricas, jónicas y salomóni- cas, respectivamente, con cuatro nichos repartidos en el prime- ro y tercero cuerpos; en los cuales nichos se hallan otras tantas estátuas de Apóstoles, completándose doce, con las cuatro de la fachada principal. La del Norte, corresponde á la ábside, y unos cuantos metros adentro de este cuerpo saliente, y á ambos ládos, hay dos portadas sencillas, compuestas cada una de puer- ta arcada y pilastras superpuestas. Compónense ó fórmanse las torres de una base rectangular ó zócalo á manera de pedestal, liso del todo, econ ventanas y una puerta con escalinata al frente; y que da acceso á un caracol de ojo para ascender hasta la altura de los contrafuertes. Sobre de este paralelipípedo se asienta un cuerpo dórico; en- cima del cual descansa otro jónico, de hermosa perspectiva; am- bos tienen balaustres y jarrones de chiluca; y este último con- cluye con ocho estátuas en los ángulos que representan á los doctores de la Iglesia y patronos de la Ciudad. Corona á cada torre una bóveda en figura de campana y de feliz construcción; la cual bóveda lleva en su parte más elevada el símbolo de la Re- dención, hecho en piedra, asentado sobre una esfera, de la mis- ma substancia. La cruz mide tres varas de altura, y la esfera una vara siete octavos, de diámetro. En ésta colocóse «en su interior, al ponerse en el lugar que hoy tiene, una caja de ma- dera forrada de plomo, conteniendo lignum crucis, reliquias, mo- . 261 nedas de la proclamación de Carlos IV, oraciones y testimonios autorizados por el Secretario de Cabildo de esta Santa Iglesia, para memoria en lo futuro. » En el lugar respectivo, y en segundo término, se destaca la curiosa cúpula. Complementan todo el exterior, series escalonadas de balaus- tradas con pedestales y jarrones de cantería, y que correspon- den á los límites de las bóvedas. La parte interior es de orden dórico; la perspectiva hermo- sa; el conjunto severo y quizá grandioso. Consta de cinco extensas naves: dos cerradas, en las que se hallan las capillas de las que después hablaremos; dos procesio- nales y la nave central. Termina el templo al Norte, por una ábside exagonal, en donde está la famosa capilla de los Reyes, de estilo churrigueresco. La nave principal y las de tránsito, se forman sobre diez y seis macizos islados, ocho por cada lado. Las macizos constan, respectivamente, cada uno, de cuatro columnas dóricas estria- das y empotradas, muy esbeltas; con sus traspilares correspon- dientes á las medias muestras que salen de los muros y divisio- nes de las capillas. «La cubierta se compone de cincuenta y una bóvedas reci- bidas por setenta y cuatro arcos y cincuenta y una formas, sien- do de lunetos, platillos y bóveda por arista. El templo está ilu- minado por ciento sesenta y dos ventanas que forman, con doce cerradas, un total de ciento setenta y cuatro. La cubierta de la capilla de los Reyes, es de dos bóvedas divididas por arcos que descansan en columnas empotradas. Sobre los cuatro macizos del medio del crucero, se levantan los cuatro arcos torales, con las cuatro pechinas necesarias, que reciben el cuerpo de luces de la cúpula. Esta es de forma octogonal y de gajos; y el pri- mero se forma de un arquitrave, friso y cornisa dórica de can- 262 2 tería, de cuatro varas de altura; siguen ocho ventanas repartidas en una altura de nueve varas; después la bóveda que termina con una hermosa linternilla que tiene ventanas de medio pun- to y circulares, concluyendo el todo (por el exterior) con una piña. La linternilla actual construída por Tolsa, no es la que se construyó cuando se hizo el edificio; pues la antigua era muy baja, de fea forma, y remataba con una veleta de fierro. » Decora el interior de la cúpula un fresco en el cual está re- presentada la Asunción de la Virgen María, sirviéndole de fon- do una gloria. El autor de la pintura que acaba de mencionarse fue D. Rafael Jimeno,' director á la sazón de la clase de pintu- ra de nuestra Academia Nacional de San Carlos (hoy Escuela de Bellas Artes). El Presbiterio ocupa un-lugar en la nave central, entre los columnios anteriores á la cúpula, por la parte del Norte. Sobre la plataforma se elevaba antes un Ciprés, al decir de los que lo conocieron, bello y majestuoso. Componíase de dos cuerpos: el primero formado en su parte exterior, de columnas de madera; las inmediatas al tabernáculo eran de jaspe, las que formaban éste, de plata (F'), y las que se encontraban dentro de él, dora- das. Hallábanse distribuidas en este cuerpo, las estátuas de los doce Apóstoles. En el segundo, estaba la Asunción de la Vir- gen María, y á su derredor, los Evangelistas, Doctores y Pa- triarcas. Este Ciprés se destruyó con el fin de hacer otro de escayo- la, que es el que ahora existe; y fue construído por el arquitecto D. Lorenzo Hidalga, y estrenado el 15 de Agosto de 1850. A ambos lados del Presbiterio, se hallan los dos ambones; que son monolitos de tecalí; así como el púlpito; estrenados to- dos con el templo. 1 Acerca de él, dice el Sr. Lucio en su Reseña histórica de la Pintura Mexi- cama en los siglos X VIT y XVILL, pág. 17: "RAFAEL JIMENO, pintor español, dis- cipulo de Mengs. —Pintó la cúpula de Catedral y la del Señor de Santa Teresa, que derribó el temblor el año de 1845. Pintor mediano, á veces incorrecto y algo teatral: se le cree mejor en la pintura mural que en la de caballete; la de Catedral tiene algún mérito; la comenzó Saenz y la concluyó Jimeno. . 263 Circunda al Presbiterio una balaustrada formada de un me- tal conocido con el nombre de tumbago ; y lo adorna una serie de estátuas del propio metal, con candeleros, repartidas conve- nientemente. Continúase la crujía por ambos lados, hasta llegar al coro, por todo su contorno, y sirve para formar las tribunas, dentro de las cuales, y sobre los costados del coro, se hallan co- locados dos Órganos. La primitiva crujía era de fierro, bastan- te sencilla, y se aprovechó después en los barandales que pue- den verse aún en el edificio del ex- Arzobispado.” El coro tiene una buena silleria y un gran facistol de made- ra, en su centro. «La reja del coro —dice el Sr. Anzorena—es de tumbago y calain, y se estrenó en 10 de Marzo de 1730, habiéndose cons- truído en China, en la ciudad de Macao. Su ancho es de quin- ce y media varas; su altura en el centro, once y tres cuartas; y en el resto, ocho y tres cuartas. Se compone dicha reja de un pedestal de cinco cuartas con sus molduras respectivas; sobre el pedestal descansa una base ática; y sobre de ella se elevan cuatro pilastras de una cuarta de ancho, y cuatro varas dos ter- cias de altura, estando los dos primeros tercios estriados, y el último hasta el capitel; adornado con calain en forma de unos festones con racimos de uvas grabados. Los capiteles son jóni- cos, estando dos inmediatos á la puerta, y los otros dos en las extremidades. En el interior de las pilastras hay otros dos que tienen en su mitad unos globos. En los intervalos de estas pi- lastras existen cuarenta y cuatro balaustres de figura cilíndrica y cónica, con tocaduras de calain. La puerta es de medio pun- to y bien proporcionada, y tiene doce balaustres iguales á los de la reja. Sobre la puerta está un cornisamento compuesto que corona este cuerpo, sobre la que hay el mismo número de balaus- tres que en el primero y seis pilastras de una vara de altura. En el medio y sobre la cornisa principal, está un frontón con dos cabezas de serafines, uno que mira para adentro del coro, 1 Este edificio situado al Norte del Palacio Nacional, se halla destinado para la Contaduría Mayor de Hacienda, Imprenta del Gobierno y Archivo de Hacienda, 264 y Otro para fuera, Sobre la cornisa de este segundo cuerpo, y en el medio de su longitud total, se forma el remate con una elipse de cinco cuartas de altura, adornado con eristería calada, y relieves de calain: en él, en forma de medalla está colocada la Asunción de Nuestra Señora sobre un trono de nubes, acom- pañada de ángeles y serafines, y en la parte superior Jesucristo crucificado; y en los extremos perpendiculares á las dos pilas- tras intermedias á las puertas, sobre sus pedestales, las imáge- nes del Bueno y Mal Ladrón. Lo restante de los intervalos está dividido en cada lado, en dos partes iguales, con la pilastra in- termedia, la cual remata con un pedestal en que asienta una pi- ña de calain, y otros remates piramidales, concluyendo el todo en ambos lados, con unos círculos de campanillas. » Pasemos ahora brevemente á indicar la posición de las ca- pillas. Como antes dijimos, de las cinco naves que constituyen el cuerpo general de la fábrica, una es la nave central; dos late- rales son las procesionales; y las otras dos cerradas forman las capillas, en número hoy de trece. Estas se encuentran coloca- das siete al Poniente y seis al Oriente; cada una se distingue por el nombre del santo á quien se ha dedicado el altar prin- cipal. Comenzando de Sur á Norte, por las siete primeras capillas, nos hallamos primero con aquella que sirve de cubo á la torre occidental, y se consagró á SAN MIGUEL ARCÁNGEL; y después siguen la de los SANTOS COSME y DAMIÁN, de SAN JosÉ, de la VIRGEN DE LA SOLEDAD, y del SEÑOR DEL BUEN DESPACHO, hasta el crucero: en seguida de éste, encuéntranse las otras dos: una es la de la VIRGEN DE LOS DOLORES, y la otra de SAN FELIPE DE Jesús. A continuación está una portada dórica por la cual se entra á la sala de Cabildos y á otras oficinas que des- pués mencionaremos. 265 La primera capilla conserva aún su hermosa reja de tapin- serán, lo mismo que la de San Felipe de Jesús, en esta nave: en las demás capillas hánse substituido, por desgracia, las rejas por otras de fierro de menos gusto, y raquíticas y pobres para la magnitud del templo.' La capilla del Señor del Buen Despacho (la cual imagen es la de Nuestro Señor Crucificado, y en actitud bastante hermo- sa), estuvo consagrada en sus principios á la Purísima CoN- CEPCIÓN y á SAN ELIGIO; sus altares son modernos, así como el de la capilla de San José, que es de mármol y del orden co- rintio. La de los Dolores se llamó de la CENA, y la escultura de la Virgen que hoy día se venera allí, perteneció al Emperador Ma- -ximiliano. 1 Acerca de unos lienzos que existian en la Capilla siguiente, llamada de los Santos Cosme y Damián, y entre otras cosas, dice el Sr. D. Bernardo Couto en su in- teresante Diálogo sobre la historia de la Pintura en México, pág. 42: Desde que en 1648 publicó el presbítero Miguel Sánchez la primera historia de la aparición, *? se fijó la atención en la imagen, y empezaron á multiplicarse las copias; pues antes de esa época no había en la ciudad más que una, que estaba en Santo Domingo, se gún asegura un analista contemporáneo (Robles. — Diario de sucesos notables). En 1666 se hizo el reconocimiento facultativo del lienzo, en que intervinieron siete pin- tores, que fueron el Lic. Juan Salguero, clérigo; el Br. Tomás Conrado, hombre de letras; Sebastián López de Ávalos, Nicolás de Fuen Labrada, Nicolás de Angulo, Juan Sánchez y Alonso Zárate ; sus obras, escribía el autor del Escudo de armas de México, hacia mediados del siglo último, aun nos están diciendo sus aciertos (Lib, 39, cap. 12). Yo no he visto hasta ahora todos ellos, sino unos cuadros apaisados del Ávalos que están en el altar de la testera de la Capilla de San Cosme en Cate- dral, y son poca cosa 4 juicio de los inteligentes. Por cierto que en la misma Capilla hay, en el altar de la izquierda, seis cuadros, sin nombre de autor, pero que pare- cen de escuela mexicana, y llaman justamente la atención por la armonía de ento- nación que al Sr. Clavé le recordaba la de la escuela de Murillo. El del centro re- presenta á San Agustín, encima hay una Anunciación y de los cuatro lados, uno es San Ignacio y otro San Felipe Neri. El retablo en que están no carecería de gracia y es lástima que no se conserve con más aseo. y -—Ignoramos el paradero que hoy tengan estos lienzos que cita el Sr. Couto. * Refiérese á la tan debatida de la Virgen de Guadalupe. Véase la preciora obra enriquecida con notus de un erudito amigo nuestro: “Información que el Arzobispo de México D. Fray Alonso de Montúfar, mandó practicar con motivo de un sermón, etc., que predicó el Provincial Fr. Francisco de Bustamante, acerca de la devoción y culto de Nuestra Señora de Guadalupe, — 24 ed., en México, 1891. MEMORIAS (1991-92) T. V, 34 266 Como antes dijimos, síguese á la capilla de San Felipe una portada, por la cual se entra á la Sala de Cabildos. Esta es es- paciosa y recibe luz por una ventana alta que cae para las Escale- rillas; tiene una reja de madera; es algo lóbrega y en ella se ven, por orden eronológico, los retratos de medio cuerpo de todos los Arzobispos de México, hasta el Ilmo. Sr. Labastida. Quizá por lo frío de aquel recinto, ha dejado de ser el centro de reunión del Cabildo, que ahora celebra sus juntas en otra sala que ade lante citamos. En esta misma ala, y en construcción arrimada al templo, se hallan la Haceduría, la Secretaría y Gobierno Eclesiástico del Arzobispado, Volviendo á penetrar al templo, comencemos ahora por las capillas del Oriente, principiando por el cubo de la torre, que lo forma la capilla de la VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS DE GRANA- DA; y siguen las «e la PURÍSIMA, de la VIRGEN DE GUADALUPE y de la VIRGEN DE LA ANTIGUA, hasta el crucero. Después de éste se ecuentran las otras dos capillas, consagrada la una 4 SAN PEDRO y la otra llamada del SANTO CRISTO. La primera de las mencionadas en esta nave, conserva su reja de tapinserán, lo mismo que la del Santo Cristo. Entre las capillas de las Angustias y la de la Purísima exis- tió otra dedicada 4 SAN ISIDRO LABRADOR: al construirse ane- xo á la Catedral el Sagrario Metropolitano (Gr), se convirtió la capilla en puerta de tránsito Ó de comunicación de ambos tem- plos. También aquí se respetó la reja de tapinserán, conser- vándose un altar del que nunca se hace uso, y un lienzo que representa á San Vicente de Paul. En la bóveda hay una lin- ternilla. La capilla de la Purísima (cuyo altar es de mármol blanco, de orden corintio y circular con bóveda esférica peraltada) es- tuvo dedicada á SEÑORA SANTA ANA; todavía se conserva al lado del Evangelio, en la capilla, el cuadro que había en el altar mayor de ella. Por la capilla de la Virgen de Guadalupe, se entra al lugar 267 que en otro tiempo estuvo consagrado á la Sala de Juntas de la Ilustre Archicofradía del Santísimo, hoy extinguida. En este sitio iluminado por tres ventanas que caen para el atrio del Se- minario, existen los soberbios retratos de los Arzobispos de Mé- xico, de cuerpo entero; otro retrato del célebre Gregorio Ló- pez! y otros varios. Lástima y grande que se hallen esos lienzos en tan mal lugar destinado hoy á bodega. La Sacristía ocupa un lugar simétrico al de la antigua Sala capitular; tiene un pórtico idéntico; y por ella se entra al salón en el cual celebran sus juntas los señores canónigos. Mencio- naremos como un tesoro que la Catedral posee en dicho salón, una hermosísima Virgen de Belén, original inestimable de Mu- rillo. El lienzo lo regaló el Ilmo. Sr. Rubio y Salinas, Arzobispo de México (H.). El famoso altar llamado de LOS REYES, de estilo churrigue- resco, y con soberbios cuadros del pintor Juan Rodríguez Juá- rez, ocupa la ábside del templo; y aquí se halla la Cripta, de la cual hablaremos sucintamente después. El altar del PERDÓN, de ánima perpetua, y concurridísimo siempre, en la celebración del Sacrificio de la Misa, cierra la crujía al Sur del templo, y es también churrigueresco (1). Como dato curioso diremos que en las paredes del crucero occidental, antes de extinguirse en México la Inquisición, esta- ban los nombres de todos los penitenciados por aquel tribunal. El Sr. Ágreda cuya es la noticia anterior, nos dice que siendo niño, alcanzó la multitud de clavos que tapizaban aquellos muros. Repartidos en las capillas, ciprés y costados del coro, se en- cuentran cuarenta y cinco altares para celebrar el Sacrificio de la Misa. La longitud interior del templo, sin contar los gruesos de los muros, es de ciento treinta y una varas, y sesenta y cuatro de latitud. El ancho de la nave mayor es de diez y siete varas, dos tercias, y las restantes tienen once varas.” 1 Adelante haremos mención de este personaje. 2 Anzorena, disert, cit. 268 Hablemos ahora, aunque con brevedad, del aspecto general que presenta el templo. El exterior es elegante, severo; destácanse erguidas las ele vadas torres, que más curiosas se hubieran visto, si el suelo so- bre el cual descansan permitiera completar la construcción con el cuerpo corintio que á las torres falta. Sin duda que el no ha- llarse acabadas, hace aparecerlas un tanto pesadas; pero á dis- tancia, se desvanece este defecto. El interior es asimismo severo y majestuoso; pero desluce por completo el lamentable desaseo del templo. Además, el or- den arquitectónico que, como hemos dicho, es el dórico, encuén- trase mezclado ya con el estilo churrigueresco, ó bien con los Órdenes corintio y compuesto de algunas capillas; lo cual hace sumamente defectuosa la parte interior, toda falta de armonía, sin gusto de ninguna especie distribuidos los Órdenes, y arran- cadas de sus lugares por una mano ignorante las rejas de tapin- serán que tan mezquinamente fueron reemplazadas. La Catedral poseyó en su seno algunos tesoros de cuantía, y que hace algunos años perdió (J ). Hasta el momento en que escribimos estas líneas, no se ha nombrado aún para ocupar el deanato vacante, al que sea su- cesor de nuestro dignísimo Prelado el Sr, Dr. D. Próspero María Alarcón, Arzobispo de México, y á quien debemos, como adelan- te se dirá, haber copiado muchas de las leyendas sepulcrales que se hallan en nuestro templo metropolitano (K). 269 El EPIGRAFÍA, . A Parte exterior del Templo. Las inscripciones procuramos copiarlas con la mayor exac- titud posible, y conservando su ortografía; pero antes de pasar adelante advertiremos que, como con suma frecuencia en algu- nas leyendas, especialmente de los siglos XVI y XVII, según el estilo de la época, se usan eses largas á manera de efes, como he- mos dicho ya (pág. 198, tomo IV de estas Memorias), las cita- das letras las hemos suprimido á fin de que la parte tipográfica no salga defectuosa, por carecerse de esos tipos; substituídos ahora por eses comunes. Comencemos ya la parte epigráfica del templo. FACHADA PRINCIPAL (Sur ) INSCRIPCIÓN VOTIVA. y Es la leyenda que aparece en la página 198, tomo 1V de es- tas Memorias.* I Cuando dimos por primera vez á la estampa, en los Anales del Musco Na- cional, tomo IV, pág. 72, la inscripción votiva de nuestro templo metropolitano sufrimos algunos errores en el traslado del texto, los cuales hoy enmendamos; ha- biendo cotejado la leyenda de la pág. 198, tomo IV de estas Memorias, con el ori- ginal mismo de la lápida del templo, 270 FACHADA ORIENTAL (Seminario). (EN UN TABLERO DEL SEGUNDO CUERPO). «> REYNANDO EN ESPAÑA Y EN ESTE NUEVO MUNDO EL CATÓLICO CARLOS || 2? Y SÍENDO VIREY DE ESTA NUEVA Es- PAÑA DON MELCHOR PORTOCARERO |] LAZO DE LA BEGA, CONDE DE LA MONCLOVA, SE FENESÍO ESTA REAL Y ESPE- || CIOSA PORTADA EN 5 DE AGOSTO DE 1688 AÑOS, Y SE REEDIFICO EN 1804. FACHADA OCCIDENTAL ( Empedradillo ). (En UN ÓVALO. —SEGUNDO CUERPO). REYN.“ EN EspP* Y EN ES- te Nuevo Mudo. el Cath* Carlos II y siedo virrey, desta N* Esp* D. Melchor Potocarrero Laz* de la Vega Code de la Moncloua se dio principio á esta Real y Especiosa Portada en beinte y siete de Agosto de 1688 años y se acauo 8 de Octubre de 1689 años gou.“” el Ex.” Sr. D. Gaspar de Silua Code de Galu.* EN LA MISMA FACHADA: SOBRE EL MURO DEL CUBO DE LA TORRE. En el lugar donde estuvo el Calendario Azteca, se colocó una lápida artificial, negra, de 1770 de longitud, por 1”08 de lati- tud. En ésta se lee lo que sigue, en letras metálicas incrustadas: LINEA DE REFERENCIA EN SUSTITUCION DE LA TANGENTE INFERIOR AL CALENDARIO AZTECA 271 Abajo de la leyenda hay una línea del mismo metal de un metro veintidós centímetros. FACHADA DEL NORTE ( Escalerllas ). Nada hay de notable en esta fachada, que forma la espalda del edificio: sólo en la ábside, en un tablero de piedra y aba- jo del antiguo nicho del Santísimo se leen las siguientes pala- bras del Salmo CXIV': LAUDATE DOMINUM OMNES GENTES PATIO DEL “COLEGIO DE INFANTES (Anexo á la Catedral ). Sobre un arco, hoy cerrado, perteneciente á una pieza de la Sacristía de la Catedral, se encuentra esculpida en un friso ex- terior la inscripción que en seguida se copia; por desgracia es- tá incompleta, por haberse resanado una parte de dicho friso al principio de la leyenda; y buena suerte cupo á ésta al librar- se de desaparecer. Sin embargo, no se tuyo después cuidado de volver á trazar las palabras que faltan, sobre lo que se resanó: oo... ...... CARLOS 11 AVGVSTO EMPERADOR DE LAS YNDIAS, Y SIENDO VIRREY EN ESTE NVEBO MyNDO, ELEXMOSSE. CONDE | Lia. . ESTE TRIÁNGULO Y ADHERENTES DE SACRISTÍA MAIOR, Á CVIDADO DEL DOCTOR DON MANVEL sabio a CALANTE Y MENDOZA SVPERINTENDENTE DE LA REAL FÁBRICA. — AÑO DE 1695. 272 Reconstruída la anterior leyenda conforme á las referencias históricas y al lenguaje de la época, nos aventuramos á creer, verosímilmente, que decía así: REYNANDO EN ESPAÑA EL CATÓLICO CARLOS II, AVG VSTO EMPERADOR DE LAS YNDIAS, Y SIENDO VIRREY EN ESTE NVEBO MYNDO, EL EXMO. SR. CONDE ||l DE GALVE, SE ACABÓ ESTE TRIÁNGULO Y ADHERENTES DE SACRISTÍA MAIOR, Á CVIDADO DEL DOCTOR DON MANVEL || DE ESCALANTE Y MENDOZA, SVPERINTENDENTE DE LA REAL FÁBRICA. —AÑO DE 1695. Daremos al lector algunas noticias referentes al Colegio de Infantes, noticias que á su vez las tomaremos del curioso libro de D. Luis Alfaro y Piña: Relación descriptiva de la fundación, dedicación, etc., de las Iglesias y Conventos de México —1863—1 vol. 4%, á dos col. El Colegio de Infantes se encontró situado al Oriente de lu Catedral, unido á este edificio y lindando con el ex-Seminario Conciliar, hoy vuelto casas particulares y dos grandes hoteles. Sábese que el Cabildo eclesiástico metropolitano comisionó al Dr. D. José Llabres, tesorero del mismo Cabildo, para que gestionara y dispusiera lo concerniente á la realización de la obra de este Colegio, conforme al plan de los fundadores. Hi- zolo así el citado tesorero, y en 19 de Enero de 1725 concluyó su informe; acto continuo, se trató de pedir la licencia respece- tiva del Virrey, que lo era entonces D. Juan de Acuña, Marqués de Casafuerte, quien á su vez, recabó los informes necesarios del Illmo. Sr. D. José Lanciego y Eguilaz, Arzobispo de Mé- xico, así como del Cabildo; y oído el parecer fiscal, expidió un decreto fecha 15 de Febrero del año mencionado, concediendo la licencia para lo que se solicitaba. Procedióse á la obra que importó unos 6,000 pesos dados por 273 el Dr. D. José Torres y Vergara, dejando libres para la funda- ción otros 10,000 duros. Con bienes del Dr. D. Rodrigo García Flores de Valdés, dean de la Catedral, se fundó una Capellanía, en lo cual se invirtieron 3,000 pesos. En 30 de Enero de 1726, el arcediano Dr. D. Antonio Villa.- señor, asignó 2,000 pesos y 5,000 más el Dr. Torres, como alba- cea del Dr. D. José Antonio Navarijo, más dos casas situadas en la calle de Chavarría, valuadas en 14,000 duros; fincados también los anteriores 5,000 en casas de D. José de Ledesma, situadas en la Estampa de San Juan de Dios y en la calle del Puente Quebrado. Con los fondos que había se hizo la erección del Colegio de la Asunción de María Santísima, dedicado á los Infantes del co- ro de la Catedral; diósele por patrono al Patriarca Señor San José, aprobándose sus constituciones en 25 de Enero de 1726, formadas por el arcediano Villaseñor; para poder mantener has- ta 24 colegiales y al respectivo rector y maestros, siendo el primer rector el Dr. D. José Molledo, cura del Sagrario metropo- litano. Al Colegio se agregó la Cofradía de Nuestra Señora de la Antigua, cuyos miembros eran coristas, y Prefecto un capitular de la misma metropolitana. Cada día 2 de Febrero estrenaban vestido los colegiales; y en igual fecha del año 1730, usaron por primera vez manto de paño color de grana y beca azul, también de paño. En el Colegio se les enseñaba la música, el canto llano, las primeras letras y los rudimentos más esenciales de la Religión Católica. Su principal obligación era servir en el altar, y en el coro á las horas consagradas en el Oficio Divino. El Chantre del Colegio era siempre el juez del Colegio. Pasados cuatro Ó cinco años, los alumnos generalmente iban al Seminario Conciliar á concluir sus estudios; agraciados por alguna beca ó Capellanía. En 1861, cuando el gobierno intervino en los bienes del cle- ro, terminó el Colegio de Infantes que produjo varones ilustres MIMORIAS (1891-92). T. ,V 35 274 así eclesiásticos como seculares, entre otros el Lic. D. José Ur- bano Fonseca, y el sabio Dr. D. Francisco Javier Vértiz. B Parte interior del Templo. Arriba de la puerta de entrada del Poniente, se veía pinta- da esta fecha: 1660 Años, la cual desapareció desgraciadamente, al decorarse el lugar en 8 de Diciembre de 1889, con motivo de las Bodas de Oro del Ilmo. Sr. Labastida. Puerta de entrada, interior, del Templo á la Sacristía. En la arquivolta del arco de la portada se lee, abreviado y en letras mayúsculas: SIEDO Comss* EL S.* OYDOR AL? VAZQZ. DE CISNEROS HICO ESTA PORTADA Y CERÓ ESTA SACRISTÍA AÑO DE 1623. I CAPILLA DE SAN FELIPE DE JESÚS, Guarda esta capilla dos reliquias: los restos del Ilmo. Sr. D. Francisco de Aguiar y Seijas, y los de D. Agustín de Itur- bide. El lugar más visible es donde descansan estos últimos: 275 al lado de la Epístola del altar mayor y bajo la arcada de un pór- tico sencillo coronado por un frontón, se destaca una grande urna de madera, en cuyo frente deja leerse este cristiano epi- tafio, que fue escrito por D. José María Tornel:' AGUSTIN. DE. ITURVIDE (sic) AUTOR. DE. LA, INDEPENDENCIA. MEXICANA COMPATRIOTA, LLÓRALO PASAJERO, ADMÍRALO ESTE. MONUMENTO. GUARDA. LAS. CENIZAS. DE. UN. HÉROE SU. ALMA, DESCANSA. EN. EL. SENO. DE DIOS El conjunto es severo y modesto (L.). En el lugar donde se encuentran los restos del caudillo de la Independencia, existió un altar dedicado á San Carlos Borro- meo: no hace mucho tiempo se conservaban á los lados cuatro 1 Siendo el mismo Sr. Tornel director del entonces Seminario de Minería, el año 1848, consagró los Actos públicos que los alumnos de ese plantel sustentaron en Noviembre del referido año, 4 la memoria de D. Agustín de Iturbide. En el fo- lleto que con tal motivo se imprimió (V. Ap. bibl.), aparece al frente del progra- ma, la dedicatoria que en seguida copiamos, y al parecer, debida también á la plu- ma del Sr. Tornel: AL. GENERAL AGUSTIN. DE. ITURBIDE ILUSTRE. CoMo CREADOR, DE. LA. INDEPENDENCIA. MEXICANA MAS. GRANDE DEPONIENDO. UNA. CORONA PARA. ECONOMIZAR. LA XANGRE. DE. SUS. CONCIUDADANOS MARTIR. VENERANDO MURIENDO. POR LA. PATRIA Á. QUE. DIÓ. LIBERTAD EL. SEMINARIO. DE. MINAS CONSAGRA. SUS. TAREAS EN. EL, AÑO. DE M. DCCC. XLVITI EN. TESTIMONIO. DE PERDURABLE. GRATITUD. 276 cuadros con pasajes de la vida del mismo santo, del pintor Juan Correa; los cuales no sabemos dónde estarán. Sobre la urna ha- bía también un cuadro que representaba la procesión que se hi- zo en México cuando se beatificó á San Felipe de Jesús; parece que ese lienzo al quitarse de allí iba á dejarse arrumbado, y en- tonces el Sr. Pbro. D. Agustín Villalobos lo pidió para su Ca- pilla de San Antonio Tomatlán (en las inmediaciones de la ciudad, al Oriente) y en la cual tal vez hasta la fecha exista el repetido lienzo, Las cenizas del Sr. Aguiar y Seijas se encuentran cubier- tas por una lápida de tecalí, con argollas en sus cuatro respec- tivos ángulos, y en ella el siguiente epitafo: SISTE VIATOR Meta namque viatoris sepulchrum est INDICUM si queris THESAURUM in corde terre sepultum, neque COR, neque THESAURUM invenies : vtrumque enim manus pauperum deportavére TANTI VIRI ILLIUS Qui, vt THESAURUM inveniret colestem terrestres divitias coelo condidit CORDE, ORE, MANU, Pastor oculatissimus, Qui ordinavit in se charitatem erga Deum et proximum, maiore qua potuit dilectione anima. suam pro ovibus et pauperibus posuit Er requievit in pace ILLUSTRISSIM. D. D. D. FRANCIS. DE AGUIAR ET SEIXAS Episcopus electus Guadalaxarensis propri.* Michoacanensis ac tandem || Archiepisp.* Mexicaus.* Die 14 Augusti Anno 1698 Yacet transpossitus húec Anno MDCCXXI 271 Mucho hay que hablar acerca de la vida del Ilmo. y venera- ble Sr. Aguiar y Seijas, varón modelo de virtud y caridad ceris- tiana. Sírvanos este lugar para hacer dos rectificaciones: sea la primera, el decir que el Sr. Aguiar no murió el 14 de Octubre de 1698, como asienta el Padre D. Fortino H. Vera en su Catecismo Geográfico Histórico Estadístico de la Iglesia Mexicana y como tam- bién escribe el Sr. D. Francisco Sosa en su Episcopado Mexica- no. El verídico testimonio del Padre D, José de Lezamis que escribió la vida del Prelado, le trató íntimamente y fue su ca- pellán, dice que el Sr. Aguiar murió en 14 de Agosto; además la inscripción latina, antes copiada, claramente lo dice: día 1% de Agosto. Por otra parte, los documentos irrecusables de la épo- ca afirman nuestra fecha. Sea la segunda rectificación, el desvanecer lo que el mismo Sr. Sosa en su obra citada, pág. 158, y en una nota, dice, res- pecto de que los restos del Sr. Aguiar y Seijas descansan en la IaLEsIA DE Jesús. Quizá equivocadamente asentó el Sr. Sosa que en aquel templo están; ó tal vez quiso referirse á la Capilla de San Felipe de Jesús en la Catedral. Nunca han estado dichos restos en la iglesia de Jesús, y tanto es así que en las Gacetas de México, de Enero á Junio de 1722, que publicó en esta cin- dad el Dr. D. Juan Ignacio de Castorena, chantre entonces de la Catedral, y se imprimieron en el Empedradillo por los here- deros de la viuda de Miguel de Rivera Calderón, encontramos en el número 1, la siguiente noticia correspondiente á Diciem- bre del año próxtmo anterior (1721). «El día de San Nicolás Obispo, para hacerlo secretamente, «lo más temprano que se pudo, se transladaron los huesos del «V. Ilmo. Sr. D. Francisco Aguiar y Seixas, arzobispo que fue «de esta Santa Iglesia (Catedral), á la Capilla de San Felipe ade Jesús, donde su Ilma., viviendo lo pidió; depositáronse en «tres urnas: una de piedra, otra de cedro, y otra de plomo pa- «ra preservarlo del húmedo temperamento de México, con dos «epitafios esculpidos, uno en lámina de metal, y otro en lápida 278 «de jaspe de tecale, breves elogios de sus grandes virtudes, á «expensas del Sr. Chantre D. Francisco Parcero, su sobrino. » En la Gaceta de Agosto de 1728, que viene á rectificar la fe- cha de la muerte del Sr. Aguiar, se dice lo siguiente: «El día 14 (se entiende que de Agosto ) hizo 30 años de la «muerte del V. Tustríssimo Señor Dr. D. Francisco de Aguiar «y Seixas, de Santa memoria, y siete años de la translación de «su Cadáver á una decente sepultura al lado diestro de la Ca- «pilla de San Phelipe de Jesús. » En la parte exterior de la capilla y junto á la reja de tapin- serán que la cierra, existe una fuente en la cual se supone re- cibió las aguas bautismales el insigne protomártir del Japón, SAN FELIPE DE JESÚS. Rodea á la fuente una reja de madera dorada que lleva un remate piramidal, y en ella se lee lo siguiente: EN ÉSTA PILA FUÉ BAUTIZADO EL GLORIOSO MÁRTIR SAN FELIPE DE JESUS NATURAL DE ESTA MUY NOBLE Y LEAL || CIUDAD DE MÉXICO —SE REDIFICÓ (sic) EL AÑO DE 1798. El Padre Fr. Baltazar de Medina en la Vida que escribió de San Felipo de Jesús, dice que en la reja primitiva hubo este rótulo: EN ESTA PILA FUÉ BAUTIZADO EL GLORIOSISSIMO MARTYR DEL JAPÓN SAN FELIPE DE JESUS, CRIOLLO DE ESTA CIU- || DAD DE MÉxICO Y PATRÓN (Ll). 279 TI CAPILLA DEL “SANTO CRISTO.” Este lugar que hasta hace algunos años conservaba riquísi- mas reliquias, guarda los restos del célebre Gregorio López (M) y del canónigo Juan González. Respecto del primero, se nos ha dicho que cubre su osario una lápida; pero confesamos ingenuamente que hasta ahora no hemos podido dar con ella; no obstante haberla buscado por toda la capilla, levantando las alfombras de su piso: quizá más tarde seamos menos desgraciados en nuestras gestiones. Un libro entero había que escribir acerca del Venerable va- rón Gregorio López; ser misterioso á quien muchos han querl- do hacer un hombre novelesco. Nació en Madrid en 4 de Julio de 1542, y vino á México en 1562. Sostienen algunas personas de notoria ilustración, que el famoso y turbulento príncipe D. Car- los hijo de Felipe IL, y que sin saberse cómo desapareció, no fue otro que Gregorio López; pues fugitivo de España, se re- fugió en esta Colonia, y retirado á los desiertos de Santa Fo, en las inmediaciones de la Capital, terminó sus años en vida pe- nitente y eremitica. El canónigo Juan González yace al pié del altar mayor de la referida capilla, al lado de la Epístola: Gregorio López está al lado del Evangelio. El primero lleva sobre su tumba una lápida de tecalí, con cuatro argollas, del todo idéntica á la del Sr. Aguiar y Seijas, y sobre ella esculpido este epitafio: 280 AQUÍ IACE el Dr. Juan Gonzales, varon exem- plar, Rect.* desta Univ.* Cano- nigo de esta S?2 Iglesia Metropolitana; donde se enterró su Cadaver, Año de 1590, y se depositaro sus huesos en esta Capilla del S. Xpto; y despues se cubrieron con esta Lo- za en el de.1715. Ubi quiescat donec optata ventas Dies evus El Padre Fr. Jerónimo de Mendieta en el Cap. III del Libro Cuarto de su Historia Eclesiástica Indiana, dada á luz por el Sr. García Icazbalceta en 1870, en México, nos da noticias biográ- ficas del humilde canónigo que olvidado duerme en un lugar ben- dito de envidiable paz. Fr. Juan de Torquemada copió casi li- teralmente al P. Mendieta lo que este dice de Juan González, en el cap. XXVIII del tomo 111 de su Monarquía Indiana (Ma- drid, 1723, 3 vol. fol). Remitimos al lector, para que consulte las obras citadas, aparte de otras, donde también se encontra- rán datos del Sr. González. ¡00l CAPILLA DE “SAN PEDRO.” Entrando á ésta se descubre inmediatamente á la izquierda, en el muro, la lápida de tecalí que cierra la huesa de D. Fr. Juan 281 de Zumárraga, y que con letras de oro, la inscripción que lleva dice así: Hic JACENT OSSA ILLMI AC RMI. D. D. F. lOANNIS DE ZUMÁRRAGA EPISCOPI PRIMI ET ARCHIEPISCOPI HUIUS STE METROPOLIT. ECCLESLE, OBUT ÁNNO MDXLVHIII. Fue el Venerable Sr. Zumárraga varón pladosísimo de la Orden Seráfica Franciscana, muerto en México la infraoctava de Corpus, 3 de Junio de 1548; asistiendo á sus funerales el Virrey, la Audiencia y un pueblo numeroso que derramó abun- dantes lágrimas sinceras por su benditísimo padre; enterrándo- se su cadáver, primero junto al altar mayor del lado del Evan- gelio, en el ciprés de la Catedral: los restos han sufrido muchas remociones. Si quiere saberse no poco de la vida de este apostólico sa- cerdote, consúltese la obra escrita por el Sr. García Icazbalce- ta D. Fr. Juan de Zumárraga, y acerca de la cual obra damos noticia en el Apéndice. : Frente al sepulero del Sr. Zumárrrga, existe el armario don» de se guardan los Santos Óleos: aquel armario lleva estas pa- labras: í SACRA OLEA, MEMORIAS (1891-92) :0=T: V, 36 282 IV CAPILLA DE LA “PURISIMA,” Bajo la arcada de un pórtico enteramente igual al de la ca- pilla de San Felipe donde se halla la urna de D. Agustín de Iturbide, se ven tres sepulcros, de los cuales dos sólo están ocu- pados: el primero, á la izquierda del espectador, contiene las ce- nizas del Ilmo, Sr. Dr. D Lázaro de la Garza y Ballesteros, tri- gésimo Arzobispo de México (N) y predecesor del Ilmo. Sr. Dr. D. Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos. En el sepulero del medio yacen los restos del célebre Padre Fray Antonio Margil de Jesús, religioso virtuosísimo de la Or- den de San Francisco, y que murió en olor de santidad. El tercer sepulero permanece vacío. A los dos anteriores cubren sendas lápidas de medianas proporciones. de mármo! blanco, con inscripciones de letras de oro. El epitafio consagrado al Sr. Garza, dice: e TLLMT. AC RMmI. D. D. D. LAZARI DE LA GARZA ARCHIEPISCOPI MEXICANI CINERES OBIIT DIE 11 MARTI ANN, Dom, 1862. 283 El respectivo al Padre Margil, dice: «o V. DEI SERVI F. ANTONI Á JESU MARGIL CINERES OBIUT DIE 6 AUGUST. ANN. DOM. 1726. El Sr. Garza nació en el pueblo de Pilón, en el Estado de Nuevo León, en 17 de Diciembre del año 1785. En su larga vi- da tocóle una época de tempestad en la que figuró como perso- naje histórico, y su celo por defender las inmunidades de la Igle- sia le llevó desterrado lejos de sus lares, muriendo en Barcelona el 11 de Marzo de 1862. Trajéronse al cabo de veinticinco años sus cenizas, que al fin encontraron en su propio suelo un lugar sagrado y tranquilo donde reposan. El R. P. Margil nació en Valencia (España) y fué Misione- ro Apostólico, é ilustre fundador de los tres colegios de Queré- taro, Zacatecas y Guatemala. Murió en el convento de San Fran- cisco de México, y existe todavía la celda donde se verificó este suceso, siendo hoy una pieza de casa particular, en el número 8 de la primera calle de la Independencia, y queda frente á la callo de Gante: la ventana se descubre desde el exterior de la casa, y es la del centro de las tres que tiene la fachada de la fin- ca, y mira al Norte, habiendo sido esto un patio del referido con- vento. Nos cuenta el Sr. de Ágreda que á la celda se puso en su entrada una reja de fierro: estaba tapizada de azulejos, y tenía pintado en el muro un retrato del Padre Margil. En nuestro Museo Nacional existe uno de medio cuerpo, en lienzo, y que perteneció al mismo convento de San Francisco. 284 y CAPILLA DE LAS ANGUSTIAS. (CUBO DE LA TORRE ORIENTAL). Existen en esta capilla los restos del Dr. D. Alonso Fran cisco Moreno y Castro, 20” Dean que fué de la Metropolitana de México. El sepulcro se encuentra casi en el centro del piso, al pie del altar mayor, cerrado por una gran piedra, la cual lleva esculpi- da la siguiente inscripción: AQUÍ JACE El Sr. Dr. D. Ildephon- so Francisco Moreno y Castro natural de la Villa de Motril de el Reyno y Arpado. de Gran* en España, Colegial q. fue en el Mayor de Cuenca de la Vniv.* de Salamanca. Con el grado de - Dr. Theol* en la de Avila, Canó- nigo Lectoral de la S.* Iglesia de Oviedo Magistral Exam." Sinodal, Vicitador, Provisor y Vicario General de la de Leon y Governador de su Diócesi por ausencia q. hiso el Prelado al Concilio de Roma: Opositor á la Lectoral de Sevilla Digni- dad Thesorero Chatre, Arze- diano, y Dean de esta S.”* Iglesia Metropolitana de Mex.” y Gover- nador de este Arpado en sede ple- A cio Juebes 13.... q de edad de 62. 285 Como se desprende de lo anterior, se perdió en la lápida, por haberse borrado, la fecha de la muerte del Dr. Moreno y Cas- tro; pero en las Noticias de México por D. Francisco Sedano, encontramos la mencionada fecha en la página 56 del Apéndi- ce publicado por el Sr. Presbítero D. Vicente de P. Andrade, y la cual es 14 de Diciembre de 1759, discrepando de la que tiene la lápida Jueves 13. La duda está resuelta por la siguiente par- tida de defunción, que debo á la bondad de mi buen amigo el Sr. D. José Padilla, copiada del Libro de Españoles Difuntos, que comienza en 1” de Enero de 1757 (Folio Ms. del Sagrario Me- tropolitano, foja 247, vuelta). Dice así: En catorse de Diziembre del año del Se- ñor de mil setecientos cinquenta y nueve El Señor Dor. Dn. Y1- | Murió El Señor D* D” Yldephonso More- dephonso Moreno y Cas- | no, y Castro Dean de esta Santa Y glesia, tro. Dean de esta Santa | recivió los Santos Sacramentos, vivia en la EN calle de Vergara, se enterró en esta Santa Y glesia, testó de que se tomó razón.— Br, Benitua. — Rúbrica. Beristain, en su Biblioteca Hispano Americana Septentrional, nos da las siguientes noticias: - » Desde entonces D. Juan de Acuña miró con particular pre. dilección á los venerables franciscanos de San Cosme, y cobró tal cariño á aquella iglesia, que por disposición testamentaria ordenó que al morirse se transladase su cadáver al templo de San Cosme, como en efecto sé verificó. IGLESIA DE SAN HIPÓLITO, Esta célebro iglesia se dedicó en 1739 (P), abriéndose al cul- to en 20 de Enero de 1777. Porla parte posterior, que cae á un, patio, y hasta arriba, bajo una cruz, se lee grabada la fecha en la cual se concluyó esa parte: 7 DE ABRIL DEL AÑO 1777. En la esquina del atrio se halla, correspondiendo al ángulo 316 SE., un gran óvalo que lleva una inscripción grabada; y unos bajo relieves á manera de trofeos, todo esculpido en piedra (Q)- La inscripción dice á la letra: ' TAL FUÉ LA MORTANDAD QUE EN ESTE LUGAR HICIERON LOS AZTECAS A LOS ESPAÑOLES LA NOCHE DEL 1” DE JUNIO DE 1520, LLAMADA POR ESTO «LA NOCHE TRISTE» QUE DESPUES DE HA BER ENTRADO TRIUNFANTES Á ESTA CIUDAD LOS CONQUISTADORES AL AÑO SIGUIENTE RE- SOLVIERON EDIFICAR AQUÍ UNA ERMITA QUE LLA-— MARON DE LOS MÁRTIRES; Y LA DEDICARON Á $, HIPÓLITO POR HABER OCURRIDO LA TOMA DE LA CIUDAD EL 13 DE AGOSTO EN QUE SE CE- LEBRA ESTE SANTO, - AQUELLA CAPILLA QUEDÓ Á CARGO DEL AYUNTAMIENTO DE MÉXICO QUIEN ACORDÓ HACER EN LUGAR DE ELLA UNA IGLESIA MEJOR, QUE ES LA QUE HOY EXISTE Y FUÉ COMENZADA EN 1599. El diligente y apreciable ex-capellán de esta iglesia, Sr. Presbítero D. Nicolás Palmieri, publicó también esta inscrip- ción, imprimiendo unas elegantes esquelas, con fecha 19 de Mar- zo de 1889. A su bondad debemos haber copiado la inscripción que lleva el sepulero del insigne fundador del Hospital de San Hipólito, contiguo á esta Iglesia, Bernardino Álvarez, el mismo que fundó el Hospital de Huastepec, en el cual estuvo el céle- 317 bre Gregorio López, donde éste escribió su Tesoro de Medicina, opúsculo muy curioso, publicado respectivamente en 1672 y 1727. Las cenizas del venerable Álvarez descansan en el templo que nos ocupa, en el muro del lado del Evangelio en el altar ma- yor. Cierra la sepultura una piedra de vara y cuarta de largo, por tres cuartas de ancho, Las letras son pintadas, y la escritura es antigua. He aquí ahora lo que allí se lee, con su ortografía propia, un tanto disparatada; EPITAFIO. No la pompa del mundo, y Vanidad Encierra aquesta losa húmeda y fria. El cuerpo guarda sí, de una alma pía. Hi fundador de la Hospitalidad De aquel patriarca cuya caridad El Señor proverá, solo decia, Hi con esta expresion abastecia De beneficios á la Humanidad Bernardino Alvarez: murió en el Señor, Despues de que á los pobres asistió. Su humanidad, su pureza, su candor, Demuestra en Hospitales gue fundo Hi de ser al principio pecador Su alma con el Hece homo lla voló; IGLESIA DE JESÚS MARÍA. D. Carlos de Sigiienza y Góngora, al hablarnos en su Paraí- so Occidental (en México, 1684), cap. VIII del libro I, del con- vento de Jesús María, nos da á conocer una inscripción que des- 318 apareció probablemente cuando hicieron las nuevas portadas del templo que miran al Este. Se hallaba la citada leyenda en un friso de mármol y en la portada principal, según Sigienza, y decía así: REYNANDO EN LAS EsPAÑAS, INDIAS ORIENTALES Y OCCIDENTALES, LA MA- GESTAD DEL CATHOLICO REY D. FeLIPHE UL. N. SEÑOR, SIENDO SU VIRREY LUGARTENIENTE Y CAPITAN GENERAL DE ESTA NUEVA-ESPAÑA EL Ex." SEÑOR D, DreGO FERNANDEZ DE CÓRDOVA, MARQUÉS DE GUADAL- CACAR SE HIZO ESTA OBRA, AÑO DE 1621. Posterior es la obra de la portada de la puerta del conven- to, que miraba hacia el Oriente. La puerta existe todavía; y en su friso se leen las palabras que hemos copiado en la pág. 199, tomo IV: ADDVCENTUR REGÍ VIRGINES ADDVCENTVR IN TEMPLVM REGIS Más arriba está la lápida, con la leyenda que en dicha pági- na mencionamos, como un ejemplar curioso escrito con letra gótica. EX-CAPILLA DE LA TERCERA ORDEN. Perteneciente al convento de San Francisco. Se dedicó en 22 de Diciembre de 1624, concluyéndose en 8 de Noviembre de 1727. Hoy apenas quedan restos de ella, por la parte que mira al 319 Oriente. En su lugar se edificaron casas particulares. Tenía 44 metros de longitud por 12 de latitud; y en la puerta del costa- do, que daba al Sur, estaba un retablo con esta leyenda, según el Sr. Ramírez Aparicio, en su apreciable obrita Los Conventos suprimidos cn México : SAN LUQUESIO Á QUIEN N. P. S. FRANCISCO DIÓ EL PRIMER HÁBITO DE LA TERCERA ORDEN. AÑO DE 1221. Hoy sólo existe parte del muro de la fachada principal, que quedaba precisamente en frente de la de Aranzazu. En este muro hay una lápida cuadrada en la cual se lee: FUÉ AGREGADA POR 40 AÑOS ESTA IGLE- SIA Á LA SACROSAN-— TA LATERANENSIS DE ROMA EN 10 DE JuLrIo DE 1831, Añadiremos tomo cosa curiosa que en la portada Poniente de la Iglesia principal de San Francisco, llamada Iglesia Gran- de, estaba esta inscripción: FULGORIBUS VESTITA SOLA PREDIS ALBA SOLIS ES: SIC SOLI REDDIT ALBA; LUCES SCOTI CALAMO, SUIS, QUE NOTIS, OPERA DICANT SIUS, SEMPER IN PORTIS. Á los lados de la puerta: AÑO Ls So aA0L ARO. Les de 1716. Arriba del arco de entrada del atrio del convento existente todavía y que queda frente á la puerta lateral (Norte) de la 520 Iglesia Grande, hoy en poder de protestantes, nos encontramos esta fecha: AÑO 1759. PILI LIIAIAAA IGLESIA DE LA ENCARNACIÓN. Templo bastante hermoso, colocado de Poniente á Oriente; fue comenzado bajo el patronato de D. Álvaro de Lorenzana, en «terrenos fronteros á los de Álvaro (?) Picazo de Hinojosa.» Se dedicó en 7 de Marzo de 1648. La primera piedra se puso con toda solemnidad en 1? de Di- ciembre de 1639, asistiendo el Virrey D. Lope Díez de Armen- dáriz, marqués de Cadereita. El Sr. Ramírez Aparicio nos habla de una lámina de bron- ce, grabada, que se colocó junto á la primera piedra, y la cual lámina evidentemente debe existir. Por una cara tenía esta ins- cripción: D. O. M. INCARNATO ALVARUS. A. LORENZANA DIVINA INCARNATIONIS S, H. D, A. FUNDAMENTIS HOC. TEMPLUM GRAT. ERGO ERIGIT. D D. CC. ANNO. A. SALUTE. MUNDI M. D. C. XXXIX A. CREATIONE VIVDLXXX VIH (sic) AB. ARA, CAESARIS 1, CIo. CILO. 321 La inscripción de la vuelta decía: URB. VIT. PONT. MAX. ANNO. XVI PHILIPPI. 1V. R. CATH. ANNO. XVII : FERDINANDI. GERM. IMP. ANNO. 1LI D. D. LvP10. DE. ALMENDARIZ (sic) MARCH. GUB. N. H. DITCESI. IN. SE. VAC. EXISTENTE. PRIMARIAM. LÁAPIDEM SACRAVIT D. D. BARTH. GON. SOLTERO INQ. APP. El convento de la Encarnación está hoy fraccionado: la par- te adyacente al templo se encuentra ocupada por la Escuela N. de Jurisprudencia; y la oriental, que tiene entrada por la calle de Santa Catalina y da vuelta por la de la Perpetua, la ocupa la Escuela N. Secundaria de Niñas, hoy Escuela Normal para Pro- fesoras. IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. Este templo se halla-al Norte de la Ciudad; su fachada es un pórtico sencillo; y ahora se han emprendido algunas obras de ampliación y de reparación. Nuestro integérrimo é inolvidable jurisconsulto D. Juan N. Rodríguez de San Miguel, en su interesante obra La República Mexicána en 1846, nos recuerda (en este templo) la olvidada MIMORIAS (1991-92), —T. V, 41 322 tumba del P. Juan Luis Maneiro, el célebre latinista, «por sus grandes conocimientos y elegancia» en la hermosa lengua de Virgilio. Acerca de dicho sacerdote, inserta el Sr. Rodríguez de San Miguel, las siguientes frases tomadas del Dr. Beristain ( Biblioteca hispano —americana ): «Nació en la ciudad y puerto de Veracruz á 22 de Febrero de 1744, y antes de los quince años de edad tomó la sotana de la Compañía de Jesús en el Noviciado de Tepozotlan, habiendo vestido antes la beca del Real Colegio de San Ildefonso. Ins- truido sólidamente en la piedad y en las letras humanas y sa- gradas, sin haber tenido tiempo para desplegar sus talentos en las cátedras y en los empleos dé su Religión fué arrebatado á Ttalia con sus hermanos, y allí acabó de formarse un sabio Com- pleto por la extensión y finura de sus conocimientos, y por el ejercicio de las virtudes cristianas y políticas. Volvió á esta América en 1799 y su patria y la Capital de la Nueva España acabaron de conocerle mas por la fama de su modestia y doe- trina que por su conversación y trato: tal fué el retiro en que vivió tres años, en los cuales sufrió todavia con serenidad cris- tiana los desaires de aquel antiguo espíritu anti-jesuítico, que ya hace ridículos á los hombres en una sociedad justa é ilustra- da. Falleció en México á 16 de Noviembre de 1802, y su cuer- po fué enterrado con pompa y solemnidad por la Provincia de San Alberto de Carmelitas descalzos, en la iglesia de su prin- cipal convento de San Sebastián, donde se le erigió un sepulero decoroso, con esta inscripción, que formó el M. R. P. Provin- cial Fr. Antonio de San Martín: 323 D, O. M. JOANN. ALOYS. MANEIRO ALOYSI MANEIRII ET MAR. BERNARD. MENZABAL PF, VERACRUCENSI VIRO INTEGRITATE VITA, ANIMI DEMISSIONE SAPIENTIA, DOCTRINA, ERUDITIONE, LINGUIS INSIGNI OLIM JESUITA PROVIXC. S. ALBERTI CARMELITAR, EXCALCEATOR. ET MAGNIFICE PARENTAVIT, ET INTER SUOS z M. P. ANN. A REPARAT, SALUTE M. D. CCCIT. XV, KA DECEMB. ; EscrIBIÓ: De vitis aliquot Mexicanorum, aliorumque, qui sive virtute sive litteris Mexici imprimis Aoruerunt. 3. Tom. 8. Bono- nise ex Typograph. Lelii a Vulpe 1791. De Vita Antoni Lopezii Portilli, Mexici primum, deinde Va- lentie Canonici. Bononie 1791. 8, De Vita Petri Mali, Sacerdotis Mexicani. Bononie Typis Le- lii a Vulpe 1755. 8. Vita B. Virginis Maria. Ms. fol. Elogio de D. Antonio León y Gama. Imp. Relación de la fúnebre ceremonia y exequias del Ilmo. y Exmo. Sr. D. Alonso Núñez de Haro y Peralta, Arzobispo de México y Virrey de Nueva España, con las inscripciones y epigramas la- tinos y castellanos, que adornan el cenotafio. Imp. en México 1802. 4. Inscripciones y epigramas en elogio fúnebre del Ilmo. Sr, D. Sal- vador Bienpica y Sotomayor, del orden de Calatrava, Obispo de la Puebla de los Angeles. Mss. » «El Dr. Beristain —añade el Sr. Rodríguez de San Miguel en su obra citada—no hace mérito de otro importante trabajo literario del Padre Maneiro, y es el de haber puesto en latín y 324 compendiado perfectamente la obra del Padre Lacunza, titula- da La Venida del Mesías: no falta quien asegure que escribió dos tomos; mas yo no he visto sino uno, escrito de letra del mismo Padre Maneiro, que comprende el primer tomo de Josafat, pues no se extiende sino hasta la conclusión del cuarto fenómeno, cuyo último párrafo comienza así: Haec Principis magni Sancti Michaelis expeditio, de qua sermo est in Daniele et in Apocalypsi, ataque atiam sacramenta illa nova et mirabilia, mulieris amictae So- le dl.» LLILLIIS EX-CAPILLA DE ARANZAZU. Perteneciente al convento de San Francisco, situada de Oriente á Poniente (KR). : En la portada, que miraba al Sur, se hallaban hasta hace po- co las siguientes inscripciones: En el piso del último cuerpo: TU HONORIFICENTIA POPULI NRI. En un tablero, arriba de la arcada, había una piedra en que se leía: CAPILLA DE LA MILAGROSA IMAGEN DEN? S*? DE ARAN- ZAZU Y ENTIERRO DE LOS HIJOS Y NATURALES DE LAS TRES PROVINCIAS DE VIZCAIA Y REINO DE NAUARRA DE SUS MVGERES, HIJOS Y DESCENDIENTES Á CUIA COSTA SE FA- BRICÓ Y DEDICÓ, EN EL AÑO DE 1688. Volvemos á repetir la conveniencia de conservar esta pie- dra, en un lugar en el cual no pueda destruirse ó maltratarse. Con muchas divisiones, en otro friso de la misma portada, estaba un letrero que decía: SACROSANCTA LATERANENSIS ECCLESIA. 325 IGLESIA DE LA CONCEPCIÓN. Existe una lapidita cuadrada en medio del segundo cuerpo de la torre, en la cara que mira al Norte. Allí se ve grabada es- ta iuscripción : EN 19 DE Oc- TUBRE DE 1809 SE RENOVÓ ESTE CONVENTO El templo de la Concepción es muy hermoso, no obstante que el recargo de adornos desluce la majestad que debía tener. La Congregación de las monjas de la Concepción fue fundada en 1498 por D* Beatriz de Silva. El convento se fundó por cé- dula de 1530, implantándose en 1541, con seis religiosas. El pri- mer edificio se arruinó al cabo de cien años, y entonces D. To- más Suaznábar lo reedificó; dedicándose en 13 de Noviembre de 1655. Renovado en este siglo, conforme lo indica la leyenda que se ha copiado, se bendijo el templo en 5 de Diciembre de 1854, por el Ilmo. Sr. Arzobispo de México, Dr. D. Lázaro de la Garza. En 13 de Febrero de 1861 se transladaron las monjas á Re- gina, por irse á derribar el convento en virtud de la Reforma, Aquel es otro dato más que debemos agregar á la inscripción que existe en la torre de Regina, y que en otro lugar de estos apuntes se publica. En 61 se abrieron las calles que llevan por nombre del Progreso y de 57. [Yu] (59) DD EX-CAPILLA DE CORPUS CHRISTI. En la puerta de entrada“tiene estazinscripción: EskE CONVÉNTO DE RELIGIOSAS FRANCISCAS DESCALZAS INDIAS HIJAS DE CASIQUES Y NO PARA OTRAS EDEFICÓ Y FUNDÓ EL Exssmo. S. D. BALn- TAZAR DE SÚÑIGA Y GUSMAN SOTOMAYOR Y MENDOZA MAR- QUES DE VALERO 1 ATIAMONTE Y ÁLENQUER, SIENDO VIRREY GOVERNADOR Y CAPITAN GENERAL DE ESTE REINO Y GENTIL HOMBRE DE LA CÁMARA DE $, M, d. Y PRESIDENTE DE SU REAL AUDIENCIA. El marqués de Valero gobernó la Nueva España de 1716 á4 1722. El Sr. Manero publicó también esta inscripción. Suponemos que nada más la substancia de ella; puesto que entre otras co- sas, le falta el renglón completo: Governador y Capitan general, etc. ¡IGLESIA DE LA PROFESA. (ORATORIO DE SAN FELIPE NÉRI. ) Una de las más hermosas iglesias de México. En la puerta lateral que mira al Sur, se lee lo siguiente: [AD MATOREM DEI GLORIAM DIE 26 APRILIS ANNO 1720. Existía otra inscripción delante del comulgatorio, en el pa- vimento antiguo, correspondiendo al sepulcro de la Sra. D* Ma- 327 riana de Berrio y Campo Coz, segunda marquesa del Jaral de Berrio, y tercera condesa de San Mateo Valparaiso; pero ha quedado bajo el piso actual, cosa verdaderamente digna de la- mentarse. Cerca de las bases de las columnas del segundo cuerpo, en la fachada principal, se lee: e POR PASAR LA PVENTE ME PUSE A LA MUERTE, palabras del escudo de armas de la patrona del templo D* Ger- trudis de la Peña. IGLESIA DEL “COLEGIO DE NIÑAS.” Dispuesta de Sur á Norte, tiene dos puertas principales que ven al Oriente; en la más septentrional se lee, sobre un friso: SACROSANCTA LATERANENSIS AECCLESIA, En la otra dice: SANTA MARÍA DE LA CHARIDAD AÑO DE 1744. IGLESIA DEL HOSPITAL REAL, Coronando la portada hay un ático, y en él un óvalo. En tor- no de éste hoy una inscripción semi borrada y difícil ya de en- 328 tenderse; parece indicar el nombre del monarca en cuya época se edificó el templo. Dentro del óvalo se ven estas fechas: 1754 y 1876. La segunda es la de la reedificación. El templo está hoy en poder de protestantes. 4 CEOLLILLLIII TEMPLO DE SANTA BRÍGIDA. El convento de las monjas de aquel título, fue fundado por D. José Francisco Aguirre, oidor de la Audiencia; las madres fundadoras, á su llegada de España, hospedáronse en el monas- terio de Regina (Véase pág. 309), y se pasaron después á su casa, aun no concluída, en 21 de Diciembre de 1744. El convento fué abandonado en tiempo de la exclaustración; pero existe todavía en pie buena parte de él; siendo el templo actualmente, uno de los más elegantes que posee la Capital, Orientado de Sur á Norte, consta de una sola nave de planta sensiblemente elíptica. La fachada de mal aspecto, da su fren- te al Este y tiene dos puertas. Entrando por la más septentrio- nal, hállase el observador en la capilla consagrada á Nuestra Señora de Lourdes; sirve como de vestíbulo al templo, y era su coro bajo. Arriba de la puerta que conduce á la iglesia, con grandes ca- racteres de alto relieve, léese lo siguiente: POSTR, ID. MAT, AN. MDCCOCLXXII AVCTORITATE. PI, IX. PONT. MAX AEDES. HAEC. A, SANCTA. BIRGITTA SOCIETATEM, INIT. CVM. BASILICA. VATICANA AD, QUINDECIM. ANNOS 329 Adelantándose el observador hacia el fondo de la capilla, cerca del altar mayor de ella, á derecha é izquierda y una fren- te de la otra, descubre dos puertas, cada una de las cuales, en su parte superior, tiene una leyenda, La de la puerta de la derecha del observador dice: MARIAE. AD. ORIGINE. IMMACVLATE CVI. LOVRDENSIS. SPECVS. INSIGNE. NOMEN, INDIDIT CORONAM. AVREAM, DONO. DAMVS AVE. COELI, IVBAR TV, NOS. TVERE.:ET. SOSPITA NOSTRISQVE. A. DOMIBVS GRASSANTEM, LVEM. PROCVL. ARGETO La de la izquierda es la siguiente: ÁGITE, MEXICANI. HVC. ADESTE, FREQUENTES EN, PRIMAM, AEDICVLAM. APVD. VOS. DICATAM IN, HONOREM, MAGNAE, DEI. PARENTIS QUAE. VI. DECVS. ADSERERET CONCEPTVS. SVI, IMMACVLATI LOVEDENSEM. PVELLAM ADSPECTV. ET ALLOQVID. BEAVIT. Entrando, ahora, al templo, á la izquierda se halla una de las puertas que eaen á la fachada, como dijimos ya; arriba de ella se leo lo que á continuación copiamos: CHRISTE. SERVATOR SI. AEDEM, HANC. TIBI, DICATAM. ORNAMVS TV. NOBIS. IN. MORTE. FAC. SPES. ET. LEVAMEN. SIENT D, N. MARIA, PERDOLENS. ET, COELITES. SANCTI. QVORVM, HEIC. CVLTVM. PROVEIMUS. FAVEMVSQVE MEMORIAS (1891-92): T: Y, 42 IGLESIA DE LA ANTIGUA ENSEÑANZA. En el muro de la puerta que conduce por el lado del Evan- gelio del altar mayor, de éste á la sacristía, se ven dos lápidas medianas; una á la izquierda del espectador y la otra á la dere- cha; una fonts de la otra. La primera es negra, sensiblemente cuadrada, como de tres cuartas. Tiene esculpida la siguiente inscripción con letras do- radas: PARTE DE LAS ENTRA- ÑAS DEL ÍLLMO. SR. DR. Don MANUEL PosaADaA Y GAR- DUÑO, DIGNÍSIMO ARZO- BISPO DE MÉXICO, FUÉ CON- SAGRADO EL DIA 31 DE MAYO DE 1840, Y FALLE- CIÓ EL 30 DE ABRIL DE 1846, REQUIESCAT IN PACE. El Ilmo. Sr. Posada y Garduño, nació en San Felipe del Obraje, del Estado de México, en 27 de Septiembre de 1780, pre- conizado Arzobispo de esta Santa Iglesia en 31 de Diciembre de 1839, gobernó hasta 30 de Abril de 1846 en que falleció, fe- cha expresada anteriormente. El Ilmo. Sr. Posada, fué el 29* Arzobispo metropolitano, inmediatamente sucesor del Ilmo. Sr. Dr. D. Pedro José de Fonte y Hernández de Miravete, muerto en 11 de Junio de 1839. En la otra lápida, se lee lo que á continuación se expresa: 331 D. O. 4» M. Amori A Corda, Quod ejus ex donec hic est. JL. D. D. D. EMMAN. ROXO Archiep. Manilensis Domus istius Primi Capell. Mariane filie posuerunt MDCOCLXVIT. PARROQUIA DE LA SANTA VERACRUZ. Iglesia situada frente á la de San Juan de Dios y al costado Norte de la Alameda. Se fundó, como parroquia, desde el año 1568; demolida más tarde se hizo otra iglesia nueva que se de- dicó en 14 de Octubre de 1730. La puerta lateral, que ve al Sur, tiene una lápida en la que se lee: Se dió principio á la Fabrica desta Iglesia en diez de Mayo del año de 1759 á expensas de la Muy Ilustre Archicofradía de Canalleros a eñor D. Andrés Francisco de Quin- CR A A del año de 1764. Siendo Rec- tor el Señor D. Diego García Bravo. Se dedico con la mayor Solemnidad á costa de la misma Archicofradía á la SS. Cruz y su esclarecido Patron Señor San BLAS Obi- spo de Sebasti. Atrás de la iglesia, cerca de la puerta de entrada á la Sacris-' tía y Casa Cural, mirando al Este, y frente al zaguán de la ca- sa núm. 1 (callejón de la Santa Veracruz), hay una puerta ta- piada, con un pórtico. Sobre el cerramiento hay una inscripción grabada, semiborrándose. Al tapar la puerta se perdió casi por completo el último renglón. Pudimos, sin embargo, recoger de allí lo siguiente, que pro- curaremos copiarlo con la mayor fidelidad posible: 332 TS A EXPENSAS DE LA MUY...... ÁRCHICOFRADIA DE CAUALLERIA Com? PATRONO DE ESTA St2 TGLESIA SIENDO RECTOR EL CAP2 D. Juan BAUTISTA 'ALDASORO nina Ae e e CAE DAA. OOO DICHO AÑO. (Marcamos con puntos los lugares donde ó nada se entien- de ó han desaparecido casi las letras). La Archicofradía era la de la Cruz, fundada por Cortés. IILILIALLILAOILL td IGLESIA DE SAN DIEGO. (CAPILLA DK NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES. ) Una leyenda que se encuentra arriba de la entrada de la capilla que nos ocupa, por la parte que mira á ésta, nos da bre- ve relación de su historia en los términos que en seguida se ex- presan: SE DEDICÓ ESTA CAPILLA Á DIOS. EN HONOR DE N. S, DE LOS DOLORES, EL DÍA 8 DE SBRE. DE 1878 Y LA BENDIJO EL ILLMO, S. D" F. ANTONIO DE JESUS SACEDON OBISPO DE NUE- VO LEON Y GUARD.” QUE FUÉ DEL COLEGIO DE N. P. S. FRANSISCO (sic) DE PACHUCA. EN 19 DE SBRE DE 1852, LA ADORNÓ N. C. R. F. FRAN.” CORNAGO Y LA BENDIJO EL ILLMO. $. D” Fr. JosÉ DE Jesus BELAUNZARAN La inscripción anterior se halla bajo el cerramiento de la puerta. La iglesia de San Diego (acerca de la enal diremos unas cuan- tas palabras) empezó á construirse en la plaza del tianguis de San 335 Hipólito, en 27 de Julio del año 1591, costeada por D. Mateo Mantecón y su esposa, Se dedicó en 1621. La orden de los dieguinos á la cual perteneció el bengméri- to San Felipe de Jesús, fundóse en 1496 por Fr. Juan de Nues- tra Señora do Guadalupe, dándole vuelo San Pedro Alcántara. En México fuó establecida por el P. Fr. P. Alfaro el año 1576. Respecto del Ilmo. Sr. Sacedón, entre las noticias que de su vida so poseen, sábese que en el siglo se le llamó D. Antonio Sánchez de Alozén: y fue franciscano descalzo nacido en Sace- dón de Alcaria (Obispado de Cuenca, en España). Vino al país presidiendo la misión que en 1771 entró al Colegio de Pachuca. So le eligió Obispo de Linares en 28 de Septiembre de 1778, con- sagrándole en la Iglesia de San Diego de Tacubaya el Ilmo. Sr. Haro y Peralta. Tomó posesión, por apoderado, de su diocesi en 22 de Noviembre del año 1779, y al llegar al convento de Mon- terrey enfermóse, y murió en el monasterio de San Francisco el 27 de Diciembre del año precitado. dis 0411 0d di casal enano. sl olrqeidO) Abel ondas ób olgolo') Fi INTL po ap neta al oder 100 ¡BYTE bh arámeiiquá sb ES ista eb dq digila 8 omiblo sesdos To. ala ng eb t sl ne cele É ¡soni as pb: PIN CNO E A tren locibie y UTAABAO cesen! pi es añ a tao e le 19 et Y dadasiodno ia ia le al. ¿ANA UN | | ña pr AN : eN Li Dia gee isc 248 A aos Pabea RA. GANAN Dis | Ñ | E AN: ce e pe RO an 140% ado el PTE a Ae e Wi As E we" MR a] 1078 $ 7 h ! EN URNA po ¡des ARE 5 103 di: ANO AE AIDA ei (Ind jed EA JUE ¡ WO-LIRE Y CR NOD PS E VOR : Y e PET $ id ds, E Palena cade pia A al al RR AU JR Ra a 3 aa, DN he de he ES E sd, SON 15d ho: ld UE susepio AE 2 DENEN ql » ha! 54 ose sua ce ass e y SIN ' vip DE y A “4 Na 1) NS E o gaal dci sd MA PIO sal pj Di iotunia o O IN y pr ANA 10 late eu 10198 UN col Madis e e 0 e poi pd dl Deco ice E TERCERA PARTE, MONUMENTOS PÚBLICOS. ESTATUA ECUESTRE DE CARLOS IV. Este soberbio y magnífico monumento, obra del distinguido arquitecto D. Manuel Tolsa ($), estuvo colocado primero en el centro de la Plaza de Armas; después pasó á ocupar un lugar en la Universidad, edificio destinado hoy al Conservatorio de Música; y por último, se condujo al lugar donde ahora se en- cuentra, que es el vértice del ángulo que forman la calzada del antiguo paseo de Bucareli y la del nuevo que conduce á Chapul- tepec, donde se levantan las hermosas estatuas dedicadas á hon- rar la memoria del gran descubridor del Nuevo Mundo, y el va- lor del último emperador azteca. El 9 de Diciembre de 1796, se descubrió solemnemente en la Plaza, una estatua provisional, pues hasta Agosto de 1802 se fundió y vació la que hoy existe, y que rivaliza con la de Mar- co Aurelio en Roma, 336 Entonces se colocó en las cuatro caras del pedestal de la es- tatua, una misma inscripción y que en seguida copiamos, la cual tenía letras de bronce dorado: A. CARLOS. IV EL. BENÉFICO. EL. RELIGIOSO REY DE. ESPAÑA, Y. DE. LAS. INDIAS ERIGIÓ. Y. DEDICÓ ESTA. ESTATUA. PERENNE, MONUMENTO. DE, SU. FIDELIDAD Y. DE. LA, QUE. ANIMA Á. TODOS. ESTOS. SUS. AMANTES. VASALLOS MIGUEL. LA. GRUA MARQUÉS. DE. BRANCIFORTE VIREY, DE. NUEVA. ESPAÑA AÑO. DE. 1796. Con motivo de la solemnidad se grabaron unas me dallas de plata, conmemorativas, en las cuales, por el anverso aparecen los bustos de Carlos IV y de su esposa la reina María Luisa de Borbón, y esta leyenda: CAROLO. IV. ET. ALOYSIZ. HISP. ET. IND. R.R. A.A. MARCH. DE. BRANCIFORTE. Nov. HisP. PRO-REX C. F. Er. D. MEx, AN. 1796. Por el reverso se ve la estatua del monarca español, y la ins- cripción del pedestal, copiada anteriormente; pero vertida al la - tín, en los siguientes términos: 387 CAROLO. IV PrI0. BENEF HISP. ET. IND, REu1 MICH, LA. GRUA MARCH. DE. BRANCIFORTE Nov. HispP. PRO-REX SUL, MEXICANZQUE. FIDELIT H, M. P. Puede el lector, para pormenores acerca de lo anterior, con- sultar el Diccionario Universal de Historia y de Geografía, artículo «Estatua Ecuestre, » en el Apéndice. En el pedestal donde hoy se levanta la famosa estatua, es- tán incrustadas dos placas de mármol de Carrara, ligeramente veteadas de azul, y de 206 de largo por 0”84 cada una. En ellas, respectivamente, con letras de alto relieve, se leen estas inscripciones: Al Oriente: EL VIREY D. MIGUEL DE LA GRUA TALAMANCA MARQUÉS DE BRANCIFORTE QUE GOBERNÓ LA NUEVA ESPAÑA DE 1794 HASTA 1798 MANDÓ HACER ESTA ESTATUA DE CARLOS IV DE BORBÓN, REY DE ESPAÑA É INDIAS LA CUAL FUÉ COLOCADA EN LA PLAZA MAYOR DE MÉXICO EL DÍA 9 DE DICIEMBRE DE 1803, CUMPLEAÑOS DE LA REINA MARÍA LUISA SIENDO VIREY D. JOSÉ DE ITURRIGARAY. MÉXICO LA CONSERVA COMO UN MONUMENTO DE ARTE, MIMORIAS (1891-92), —T. V, 43 338 Al Poniente: Ex Día 4 DE AcosTo DE 1802 FUÉ FUNDIDA Y VACIADA ESTA ESTATUA EN MÉXICO EN UNA SOLA OPERACIÓN CON EL PESO DE 450 QUINTALES _ POR EL DIRECTOR DE ESCULTURA DE LA ACADEMIA D. MANUEL ToLsa QUIEN LA PULIÓ Y CINCELÓ EN CATORCE MESÉS Y EN 1852 SIENDO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA MEXICANA D. MARIANO ARISTA Y PRESIDENTE DEL AYUNTAMIENTO DE MÉXICO D. MicGuEL LerDO DE TEJADA SE CONDUJO Y COLOCÓ EN ESTE SITIO. Estas dos lápidas se pusieron en el lugar donde se encuen- tran, el año 1863. La estatua es una de las joyas artísticas más valiosas que posee México. MONUMENTO Á MORELOS. El 13 de Julio de 1867, fue quitada la estatua de aquel héroe de la plazuela de Guardiola, frente á la casa Escandón, perdién- dose las inscripciones que su pedestal tenía. Hoy se encuentra colocada en el jardín llamado de San Juan de Dios, al costado septentrional de la Alamada. : El Emperador Maximiliano decretó la erección de este mo- numento en 16 de Setiembre de 1865, inaugurándose el 30 del mismo, centésimo aniversario del nacimiento de Morelos. La es- tatua en mármol, del tamaño natural, la hizo el escultor Piatti. El pedestal, como hemos dicho, tenía las siguientes inscrip- ciones: 339 ES IxcLitTO DVcI. 1. M. MORELOS ARIS. EREPTO, AD. PRGELIA. ET. TRIVMPHOS MORTEMQVE. PRO. PATRIA. LIBERTATE MAXIMILIANVS. IMPERATOR MDCOCCOCLXV a Al ínclito Morelos Que dejó el altar Para combatir, vencer y morir Por la libertad de su patria Maximiliano Emperador Año de MDOCCCLXYV. 3? José María Morelos Nació en Valladolid El 30 de Setiembre de 1765 Murió por la patria en Ecatepec 4-22 de Diciembre de 1815. 185 ya Maximiliano Emperador á Morelos En el centésimo aniversario de su nacimiento MDCCCLXTV. Hállase noticia de este monumento y de sus respectivas ins-” eripciones, en el Diálogo Tercero del Dr. Cervantes Salazar, no- ta del Sr. García Icazbalceta, al fin. 340 MONUMENTO HIPSOGRÁFICO. Frente al ángulo NO. de la fachada del Palacio Nacional, y en el nuevo jardín que ocupa la antigua plazuela llamada del Seminario, se alza este monumento en mármol de las canteras de Yautepec y bajo la forma de pedestal; sobre éste descansa erguida la figura de la Patria, en bronce, en la actitud de depo- sitar un laurel sobre la tumba del célebre Enrico Martín ó Mar- tínez (T), que trabajó bastante en las obras del desagiie del Valle de México. Al monumento cerca una elegante reja de fie- rro, existiendo en sus cuatro respectivos ángulos, sendos can- delabros. Se erigió esta obra con el objeto de fijar exactamente la al- tura de los diversos planos de comparación que han servido pa- ra los estudios hidrográficos del Valle; y se encuentra situada en la intersección del meridiano que pasa por la esquina austral del Palacio, con el paralelo que pasa por la esquina formada por las calles del Seminario y Arzobispado. En 19 de Julio de 1877, el general D. Vicente Riva Palacio Ministro de Fomento, expidió una excitativa al Ayuntamiento por medio de la Secretaría de Gobernación, para que se hiciera este monumento. En efecto, e. 9 de Mayo de 1878 se concluyó el pedestal, y en igual día y mes del año 1881 se colocó la esta- tua, obra contratada en 24 de Diciembre de 1879, con el profe- sor de Escultura de la Escuela de Bellas Artes, D. Miguel No- reña. El monumento mide 4,98 metros de altura. En cada una de las caras del pedestal, perfectamente orien. tadas, hay una inscripción con letras metálicas realzadas, y di- con: 341 (INSCRIPCIÓN DEL TABLERO DEL SUR): A LA MEMORIA DEL ILUSTRE COSMÓGRAFO ENRICO MARTINEZ. EL MINISTERIO DE FOMENTO. 1878. Abajo hay una placa metálica cuadrada, de un decímetro, existiendo otras idénticas á la misma altura, en los tableros del Norte y del Poniente, Están divididas en dos partes por una lí- nea horizontal, en esta forma: Iguales á estas placas y hechas de porcelana azul y blanca, se colocaron otras en el mismo año en todas las esquinas de las calles de la Ciudad á una altura comparable á la marcada en el monumento; muchas de estas placas han desaparecido de sus lugares y otras existen todavía. Sigue después, abajo de la placa, esta otra leyenda: PLANO DE COMPARACION 2,268 METROS SOBRE LA MAREA MEDIA DE VERACRUZ. Se lee; 342 (TABLERO DEL ORIENTE): INDICADOR DEL LAGO DE TEXCOCO. A la izquierda del espectador se ve una regla metálica ver- tical, con una hendedura en la cual resbala una aguja metálica también; la regla está graduada, lleva en su extremidad supe- rior dibujado en pequeño este monumento, y en la inferior se lee: LA AGUJA MARCA EL NIVEL ACTUAL DEL LAGO Y LA ESCALA DE REFERENCIA INDICA LOS METROS BAJO EL PLANO DE COMPA- RACIÓN. Se lee: (TABLERO DEL NORTE): PosICIÓN GEOGRÁFICA LATITUD 190 26 045 NORTE LONGITUD 6* 36” 21*,86 990 06/ 421 6 OESTE DE GREENWICH DECLINACIÓN MAGNÉTICA ABRIL DE 1878—80 40/ 52 Este PLANO DE COMPARACIÓN 1 METRO SOBRE LA TANGENTE INFERIOR AL CALENDARIO AZTECA 343 (TABLERO DEL PONIENTE ): Dice: SIENDO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA EL GRAL, PORFIRIO DÍAZ Y SRIO. DE FOMENTO EL GRAL, VICENTE RivA PALACIO SE ERIGIÓ ESTE MONUMENTO' AÑO DE 1878. dl PLANO DE COMPARACIÓN 2 METROS 595 SOBRE LA BANQUETA DE LA ESQUI- NA NO, DEL PALACIO NACIONAL 1878. Cortando el plinto, hay una estría en la cual está una línea metálica, indicadora del nivel del lago de Xochimilco; al rede- dor se lee: LAGO DE XOCHIMILCO NIVEL MEDIO VERDADERO DETERMINADO EN 1862 POR LA COMISIÓN DEL VALLE. Se encuentran también en la base, los niveles de los lagos de San Cristóbal, de Xaltocan y Zumpango, con inscripciones idénticas. 344 Se ven también arriba de los tableros del plinto, los patro- nes del metro, vara mexicana y yarda, en mármol; estas últimas con sus equivalencias con el metro. | En el pavimento hay cuatro lápidas que corresponden res: pectivamente al N., $S., E, y O., y marcan el mismo nivel de la banqueta NO. del Palacio Nacional. Diremos, para terminar, que el monumento se construyó se- gún el proyecto del ingeniero civil D. Francisco M. Jiménez. “rs, LILLILLILIL MONUMENTO Á CRISTOBAL COLÓN. Debido á la munificencia de un mexicano ilustre, el Sr. D. Antonio Escandón, se erigió en México un monumento al in- mortal Cristóbal Colón, gloria universal. El Sr. Escandón tuvo por cuna la Ciudad de Puebla, en Sep- tiembre de 1824, y fue el último de diez y nueve hijos que tu- vieron los Sres. D. Pablo Escandón, español, y D* Guadalupe Garmendia, natural de Jalapa. El Sr. D. Antonio continuó sus estudios empezados en México, en Inglaterra, y después en Francia. Nuestra patria, entre otros servicios, le debe el atre- vido y grandioso ferrocarril que une la Capital con Veracruz. Fue condecorado por S. S. Pío 1X, y en 1855 contrajo matrimo- nio con la Sra. D” Catalina Barron. El Sr. Escandón murió en España el 18 de Mayo de 1877, antes de ver realizado su pen- samiento de honrar en su patria la memoria del insigne genovés. El monumento se empezó á construir en 11 de Abril del re- ferido año 1877, concluyéndose en Agosto del mismo. Cons- ta de dos cuerpos de mármol rojo de los Vosges, conquilífero, y su aspecto es majestuoso y elegante, y ejecutado según el pro- yecto del escultor francés Enrique Carlos Cordier. El cuerpo inferior lleya en sus esquinas unos artísticos al- 345 mohadillados. En el tablero del frente principal, que correspon- de al Este, se lee: Á CRISTÓBAL COLÓN Y más abajo: Mayo 1871 ; Después: AGOSTO DE 1877 SIENDO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA EL C. GRAL. PORFIRIO DÍAZ Y MINISTRO DE FOMENTO EL O. VICENTE RIVA PALACIO SE INAUGURÓ ESTE MONUMENTO. En el tablero del Sur se halla un bajo relieve que represen- ta la reconstrucción del convento de Santa María de la Rábida, según los planos que presenta el Venerable Fr. Juan Pérez á Colón. En el tablero del Norte está otro bajo relieve que demues- tra el descubrimiento de la isla de Guanahaní, la primera tierra que encontró Colón en el Nuevo Mundo; representándose al des- cubridor en el.momento de dar gracias á la Providencia. El tablero del Poniente tiene un óvalo en el cual se lee el si- guiento fragmento de una carta de Colón 4 Rafael Sánchez: 4 MEMORIAS (1891-92).0= T: Y, 44 346 Tricesimo die postquam Gadibus discessi, in mare indieum (sic) perveni, ubi plurimas insulas innumeris habitatas hom- inibus reperi, quarum omntum pro Jelicissimo Rege nostro, preconio celebrato, et vexillis extensis, contr- adicente nemine, possesionem accept ; prime que carum (sic) Divi Salvatoris nomen imposui, cujus fretus auxil- io tam ad hanc quam ad ceteras alias pervenimus. CRISTOPHORI COLOM. = EPIST. Raphadi Sanris. (sic!) La inseripción que precede salió plagada de errores, que por desgracia aparecen en un monumento público tan notable. Es- tá tomada de la Colección de Viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles, desde fines del siglo XVI, por Fernández Na. varrete, tom. 1, pág. 179. La inscripción debió ser esta: Tricesimo tertio die postquam Gadibus discessi, in mare indicum perveni, ubi plurimas insulas inmumeris habitatas hominibus reperi, guarum omnium pro Jelicissimo Rege nostro, preconio celebrato, et vexillis extensis, contradicente memine, possessionem accepi: prime que earum Divi Salvatoris nomen imposui, cujus fretus auxilio tam ad hanc quam ad ceteras alias pervenimus.— Cristophori Colom.—Epist, Raphael Sanxis. Cuya versión castellana es: « Treinta y tres días después de mi salida de Cádiz arribé al mar de la India, donde hallé muchas islas habitadas por innu- 2 347 merables gentes, y de ellas tomé posesión en nombré de nuestro felicísimo monarca, á público pregón y aclamaciones, tremolan- do bandera y sin contradicción alguna: puse á la primera el nom- bre de San Salvador, en euya protección confiado llegué así á és- ta como á las demás. » Más abajo está la siguiente dedicatoria: o CRISTOPHORI COLUMBO Hoc ZETERNA ADMIRATIONIS TESTIMONIUM ERIGI URBIQUE MEXICAN OFFERRI VOLUIT ARTONIUS (sie) ESCANDON ANNO MDOCCLXXV., 0 Sobre este cuerpo, y en cada ángulo, se descubren sentadas las venerables figuras de Fray Juan Pérez (U ), de Fray Diego Deza, de Fray. Toribio de Benavente y del insigne Fray Barto- lomé de las Casas. El cuerpo principal mide 4.47 metros y los frailes 2.09 metros. El zócalo es de basalto y mide 90 centíme- tros de altura. Sobre este cuerpo se levanta un pedestal de 2.68 metros, irguiéndose en seguida la estatua de Colón, de 3.90 me- tros, rasgando eon la mano izquierda el velo que ocultaba el he- misferio americano, para enseñar con la diestra al mundo su descubrimiento. Una hermosa reja de fierro y unos magníficos candelabros completan el adorno general que, como hemos di- cho, es elegante y soberbio, digno de nuestro paseo principal, honra de México y digno también de nuestros distinguidos com- patriotas los Sres. D. Antonio Escandón y D. Alejandro Aran- go, gue supieron legar al suelo de su patria un monumento que eternizará la memoria de aquellos ciudadanos beneméritos. Véase el erudito opúsculo «El monumento || elevado en la Ciudad de México [1 á || Cristóbal Colón || Descripción é Histo- ria || por || Luis García Pimentel, ete || México || Imprenta de Díaz de León, 1879.» En 4%, con fotografías y 23 páginas texto. COCACOLA LLL dy 348 MONUMENTO Á QUAUHTEÉMOC. Se levanta en la segunda glorieta de la Calzada de Chapul- tepec, en seguida del anterior. | En 23 de Agosto de 1877, el Ministro de Fomento expidió la convocatoria para la erección de este monumento. Fueron jurados en el concurso D. Alfredo Chavero, D. Ramón Rodrí- guez Arangoity, D. Emilio Dondé, D. Santiago Bagally y D. Manuel Gargollo y Parra; habiéndose excusado D, Miguel No- reña y D. Alejandro Casarín. Los cinco proyectos presentados se examinaron el 15 de Abril de 1878,'aprobándose el del inge- niero D. Francisco Jiménez, que señaló con el lema Verdad, Be- lleza y Utilidad. La primera piedra se puso el 5 de Mayo de 1878, y el 21 de Agosto de 1887 con toda solemnidad se inauguró digho monu- mento. Todas ias obras de escultura estuvieron á cargo del inteli- gente Sr. D. Miguel Noreña, por contrato celebrado con la Se- cretaría de Fomento en 10 de Abril de 1882. La obra fué concluida por el arquitecto D. Ramón Agea, sa- cando un costo de ochenta mil pesos, | El monumento consta de tres cuerpos, tendiendo el todo á la forma piramidal cuadrangular. Cuatro escalinatas dan acce- so al basamento, adornadas con unos leopardos en bronce, cuya actitud es la de una esfinge. En este cuerpo hay cuatro plan- chas de bronce, cada una de 4.02 metros, por 1.40 metros. La del frente y la de la espalda, tienen inscripciones, las otras dos bajo relieves. De estos últimos, el bajo relieve del Poniente re- presenta la prisión de Quauhtémoc, y el del Oriente el tormen- to dado á aquel infortunado príncipe. La inscripción del frente (al NE.), dice: 349 A LA MEMORIA DE ()JUAUHTÉMOC Y DE LOS GUERREROS QUE COMBATIERON HERÓICAMENTE EN DEFENSA DE SU PATRIA MDXXI Inscripción posterior (al 50.): ORDENARON LA ERECCIÓN DE ESTE MONUMENTO PorrIirio0 DíAz PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y VicENTE Riva PALACIO SECRETARIO DE FOMENTO MDCCCLXXVII ERIGIÓS.E POR MANDATO DE MANUEL GONZÁLEZ PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y DE SU SECRETARIO DE FomeNTO CARLOS PACHECO MDCCCLXXIHT En la base del segundo cuerpo existen respectivamente cua- tro hermosos tableros de mármol y los siguientes nombres en letras de bronce de 025 de altura: Frente al NE.: CUITLAHUAC. Tablero del SE.: COANACOCH. Tablero del SO.: y TETLEPANQUETZAL. Tablero del NO.: | CACAMA, 350 Sobre un labrado pedestal se levanta la estatua de bronce de Quauhtémoc, que tiene cinco metros de altura. El guerrero azteca se halla en actitud de lanzar con la diestra, en señal de guerra, una flecha; estrujando con la izquierda el pliego donde se contienen las proposiciones de paz. El monumento es de chiluca gris, y tiene una altura total de veinte metros. MONUMENTO DE CHAPULTEPEC. Fue edificado para honrar la memoria de los denodados alum- nos del Colegio Militar, que dieron por la patria su existencia en la jornada del 47, en la cual pelearon contra la invasión Nor- te-Americana. El proyecto fué del distinguido arquitecto y admirable di- bujanto D. Ramón Rodríguez Arangoity. Es sencillo y elegante, y su cuerpo principal es un monolito en forma de pirámide. Está construído al pie del alcázar por la parte que mira á la entrada del bosque, en sitio ameno y her- moseado por un bello jardín. Le cerca una magnífica reja de fierro, adornada con haces de lanzas envueltos en crespones. El frente corresponde sensiblemente al SO. El monolito se halla adornado en esta parte con una palma y una estrella de oro. En él se leen los"nombres de los alumnos muertos en la ac-' ción: TENIENTE JUAN DE LA BARRERA. 351 ALUMNOS AGUSTÍN MELGAR FRANCISCO MÁRQUEZ VICENTE SUÁREZ FERNANDO MONTES DE OCA JUAN ESCUTIA. —— CHAPULTEPEC 13 DE SETIEMBRE DE 1847. — 2 Más abajo, en un tablero: A LA MEMORIA DE LOS ALUMNOS DEL COLEGIO MILITAR QUE MURIERON COMO HÉROES EN LA INVASIÓN AMERICANA En la cara de la izquierda: 1? COMPAÑÍA CAPITÁN DOMINGO ALVARADO 'TENIENTES JOSÉ ESPINOSA AGUSTÍN DE LA PEZA. — CABO JOSÉ T. DE CUELLAR 332 TAMBOR SIMÓN ÁLVAREZ. ALUMNOS FRANCISCO MOLINA MARIANO COVARRUBIAS BARTOLOMÉ DÍAZ DE LEÓN. IGNACIO MOLINA ANTONIO SIERRA JUSTINO GARCÍA LORENZO PÉREZ CASTRO AGUSTÍN CAMARENA IGNACIO ORTIZ MANUEL RAMÍREZ DE ARELLANC CARLOS BEJARANO IsiDr0 HERNÁNDEZ ESTEBAN ZAMORA SANTIAGO HERNÁNDEZ IGNACIO BURGOA RAMÓN RODRÍGUEZ ARANGOITY 8Y13 SETIEMBRE DE 1847. Más abajo: PRISIONEROS En la faz de la derecha: 92 COMPAÑÍA. PP "TENIENTE JOAQUÍN ARGÁEZ _—— SARGENTO 2* TEÓFILO NORIS CORNETA ANTONIO RODRÍGUEZ ALUMNOS JOAQUÍN MORENO PABLO BANUET IGNACIO VALLE FRANCISCO LESO ANTONIO SOLA SEBASTIÁN TREJO Luis DELGADO RUPERTO PÉREZ DE LEÓN CÁSTULO GARCÍA FELICIANO CONTRERAS FRANCISCO MORELOS MIGUEL MIRAMÓN GABINO MONTES DE OCA LUCIANO BECERRA ADOLFO UNDA MANUEL DÍAZ FRANCISCO MOREL MIMORIAS (1891-92), —T. V, 45 354 VICENTE HERRERA ONOFRE CAPELD MAGDALENO ITA EMILIANO LAURENT 8Y 13 SETIEMBRE DE 1847, PRISIONEROS En la cara posterior: HERIDOS ALUMNOS ANDRÉS MELLADO HILARIO PÉREZ DE LEÓN AGUETÍN ROMERO PRISIONEROS PLANA MAYOR GENERAL COR, MARIANO MONTERDE, DIRECTOR CAPITÁN PRroF, FRANCISCO JIMÉNEZ 355 TENIENTE MANUEL ALAMÁN AGUSTÍN DÍAZ FERNANDO POUCEL SUBTENIENTE IGNACIO DE LA PEZA AMADO CAMACHO Luis G. BANUET MIGUEL POUCEL DESPENSERO EUSEBIO LLANTADAS CHAPULTEPEC 13 DE SETIEMBRE DE 1847. Más abajo, en otro tablero: LA ASOCIACIÓN DEL COLEGIO MILITAR BAJO LOS AUSPICIOS DE LOS PRESIDENTES DE LA REPÚBLICA PorrIrI0 Díaz Y MANUEL GONZÁLEZ ERIGIÓ ESTE MONUMENTO Á LA HONRA MILITAR 1880-1881. 2356 Véanse para pormenores acerca de todos estos monumen- tos, entre otras obras, las Memorias del Ministerio de Fomento, correspondientes á los años 1877 y 1885, donde se podrán en- contrar los datos oficiales y descripciones respectivas; advirtien- do que nosotros hemos copiado y rectificado directamente las inscripciones de todos. Antes de pasar adelante, diremos que las rejas que estuvie- ron primero en la plaza, ante el monumento de Carlos IV, y más tarde en la Alameda, hoy se hallan en Chapultepec, conservan- do el monograma del Marqués de Branciforte. El Sr. D. Joaquín García Icazbalceta, al hacer su inestima- ble publicación de los Diálogos del Dr, Cervantes Salazar, nos ha dado á conocer una vieja inscripción que desapareció no se sabe cuándo y que estaba en Chapultepec. Hecha por el mismo Cervantes, decía: NEMVS 2EDIFICIO. ET, AMGENITATE. PVLOCRHVM DELITIAS. POPVLI LvDovicvs. VELASCVS HvVIJVS. PROVINCIZ. PROREX CESARI. SVO. CONSECRAT. Y que en castellano dice: Dox Luis DE VELASCO VIRREY DE ESTA NUEVA EsPAÑa DEDICA A SU SOBERANO ESTE BOSQUE LUGAR DE RECREO PÚBLICO HERMOSO ROR SU FRONDOSIDAD Y FÁBRICAS. 351 Maximiliano mandó colocar otra inscripción que desapare- ció también por el lado Norte, á la subida del cerro. Decía: MAXIMILIANVS IMP. FRACTO. MONTE. CLIVVM APERVIT. MVNIVIT MDCCULXIV, Véanse los Diálogos citados, págs. 270 y 271, nota 13, corres- pondiente al Diálogo Tercero. Fin de la Tercera Parte, Bi AE E | da dle bebe cl BCO AE diredto yo dao pe todo uttuen Aral e Ñ % URI | pen ey Be puenr Adele? Epic Ma pyuo! bon ytiaró in desta tral A] de clas IN Csptsan ¿El motos AT q OSO caga roba tó 6 sis ¡0er NO BYOR GENERO cord Mgrgcós fu. Pata « 55! 2481 an 1. Loxa] is Afared Leciidoata; Al et a prislioejo ee ño ea ds NE ¡ersphtda DA | iy CE AS ura mba: Le) irc Yue Avsupareciós alas malo gis eta o PA Huchá Ap | ¿Degrqaves, Ava - ¡rre e a ll úA pe : y | . Plis 19 Ple OR sir wapas | A o, Edd ide si age. rai. di dardo ac 00 A 134 ¿1NDOY vita ALARMA 0 CAOS : í | Ca o 0 ESA po de 1 a iii AN id o $ O Sl Atl en oi Do le Ao usa > dead > Sonia av Vela ota o ed a : E y Ap pu a $ qlo JEAN O > 58 oi ra a Md | ' cu ¡so iadoo Pa PA | laos: noN Ned y nba y Ada E OS Po ÍNDICE DEL TOMO Y DE LAS MEMORIAS. Aguilar y Santillán Rafael. Memoria relativa al estado de la Sociedad Científica ** Antonio Alzate,” hasta el 31 de Diciembre de 1890.. Aragón Agustín. Observaciones relativas á la enseñanza de la Trigo- nometría y consideraciones acerca de los cálculos numéricos.... Galindo y Villa Jesús. Apuntes de Epigrafía mexicana. 2* parte. A AS A A A A A 32 parto. ¡Monumentos ipublCOS lie sessión atando ae Herrera Alfonso L. Semejanza protectora general en los Lepidópte- ros mexicanos del género “ Ithomia.” Los animales transparentes. —— Forma especial de sensibilidad observada en insectos decapita- Ordóñez Ezequiel. Una ascensión al Pico de Teild..ooooooooonoomo.. Puga Guillermo B. Reseña de una excursión á la Caverna de Cacahua- milpa y 4 la gruta “Carlos Pacheco.” c.ococnioass sososonocs==a Páginas. [di] ERRATAS NOTABLES EN LAS “MEMORIAS.” última 13 4 25 19 última última Dice. ingresó armas no poderosas. Cru- || DAD venta ESDE nuetro ADDVCENTUR QUINDECIM PROVEIMUS Léase, ingreso armas más poderosas. CIUDAD ventat ESTE nuestro ADDVOENTVR QVINDECIM PROVEIMVS AE EE SOCIEDAD CIENTIFICA “ANTONIO ALZATE” DE MEXICO, ROW TISTA CIENTIFICA Y BIBLIOGRÁFICA PUBLICADA BAJO LA DIRECCIÓN DE GUILLERMO B, Y PUGA Y RAFAEL AGUILAR Y SANTILLAN 1891-1892 MEXICO IMPRENTA DEL GOBIERNO FEDERAL EN EL EX- ARZOBISPADO (Avenida Oriente 2, número 726.) 1891 pa 15d E O SOCIEDAD CIENTÍFICA ANTONIO ALLADE” MEXICO. Revista Científica y Bibliográfica. Núms. 1 -2 1891-92. SESIONES DE LA SOCIEDAD. AGOSTO 2 DE 1891. Presidencia del socio D. Guillermo B. y Puga. CORRESPONDENCIA.—De las Comisiones de Geología y de Historia Natural del Canadá y de Minnesota (E. U.), de la Aca- demia Real de Irlanda, del Instituto Geodésico Prusiano, de la Asociación Greodésica Internacional y del Director del Museo Tecnológico de Sydney, enviando publicaciones. Del Sr. Capi- tán de navío J. Viniegra, comunicando su nombramiento de Di- rector del Instituto y Observatorio de Marina de San Fernando. PUBLICACIONES.— Recibidas por primera vez: Annales de 1” Observatoire de Nice (1, TI y atlas), remitidos por su fundador Sr. R. Bischoffsheim; Annales de 1 École Polytechnique de Delft (1 á IV), y de la Sociedad Científica y Literaria de Leeds. Se recibieron donaciones de los socios Vélez, Segura, Haton de la Goupillióre (Paris), Backlund (S. Petersburgo), Philippi (San- tiago de Chile), y de los Sres. Gauthier—Villars y Blanchard (Paris), Giovannozzi (Florencia) y A, E. Salazar y C. Newman (Valparaiso). 4 TRABAJOS.— Felipe Valle, Apuntes relativos á nivelación trigo- nométrica. Manuel Marroquín y Rivera, Reflexiones acerca de la influen- cia relativa de los diversos elementos de un ferrocarril sobre las tari- fas de transporte. Valentín Gama, Observaciones sobre la refracción geodésica. Carlos Mottl, Observaciones séismicas en Orizaba; Abril á Ju- nio de 1891. E] Secretario general presentó el siguiente turno para los trabajos del año de 1892: Enero 3. R. López Guerrero y E. Ordóñez.— Febrero 7. J. Galindo y Villa, F. Valle y G. Montiel.— Marzo 6. A. Solórza- no y J. C. Segura.— Abril 3. F. Garibay, A. L. Herrera y B. Vergara.— Mayo 1? G. B. y Puga y N. Domínguez.—Junio 5. C. González, M. Herrera Gutiérrez y A. Aragón.—Julio 3. V. Gama y R. Macousset.— Agosto 7. J. Mateos y R. Aguilar y Santillán.—Septiembre 4. J, Peimbert y M. Marroquín y Ri- vera.—Octubre 2. V. Vargas y F. Solórzano.— Noviembre 6. D. M. Vélez y J. B. Calderón. PosTULACIONES.—Los socios Aguilar, Puga y Garibay, pa- ra socio honorario, al Sr. Augusto Le Jolis, Director de la So- ciedad de Ciencias naturales y matemáticas de Cherburgo y para socio corresponsal al Sr. Jorge Mantin, naturalista, en Pa- ris. Los socios M. Herrera y Gutiérrez y A. Solórzano, al Sr. D. Roque Macousset, para socio de número; y los socios Gari- bay y Mateos, al Sr. Ing. D. Ismael Loya, para socio correspon- diente. ELECCIONES.— Quedaron por unanimidad nombrados socios de número los Sres. Prof. D. Alfonso L. Herrera é Ing. D. Gil- berto Montiel; socio honorario el Sr. Prof. D. Luis Palmieri, Director del Observatorio del Vesubio; socios corresponsales, Dr. H. Polakowsky, de Berlin; G. Kaenigs, Profesor en la Es- cuela Normal Superior de Paris; Gino Lorio, Profesor en la 5 Universidad Real de Génova y Dr. Gustavo Enestróm, Director de la Bibliotheca Mathematica de Estocolmo. SECCIONES.— Los socios D. Juan Mateos y D. Valentín Ga- ma, Presidentes respectivamente de las de ciencias físicas y matemáticas, anunciaron que habían quedado instaladas, ha- biendo sido electos Secretarios los socios D. G. B. y Puga y D. G. Montiel. El socio que suscribe comunicó el programa de la Sección de ciencias sociológicas. "7 ÍNDICE BIBLIOGRÁFICO.—El Presidente presentó las bases para su formación, que quedó de primera lectura, aprobándose no obstante que, desde luego pueden comenzar á tomar parte las diversas Secciones en el ramo que les corresponde. El Prosecretario, JESÚS GALINDO Y VILLA. SEPTIEMBRE 6 DE 1891. Presidencia del socio D. Guillermo B. y Puga. CORRESPONDENCIA. — Del Prof. Marcos W. Harrington, co- municando su nombramiento de Jefe de la Oficina del Tiempo, de los Estados Unidos; del Sr. Alberto Lancaster, Secretario- Bibliotecario del Observatorio Real de Bruselas, dando gracias por su nombramiento de socio honorario; del Secretario gene- ral del Gobierno del Estado de Guerrero, comunicando que por acuerdo del C. Gobernador ha distribuido ya á los prefectos de los Distritos la circular de la Sociedad relativa á los temblores, con objeto de que transmitan sus observaciones; de la Acade- mia de Ciencias de Cracovia, aceptando cambio de publicacio- nes; de la Sociedad Real de Nueva Gales del Sur (Australia), del Observatorio Magnético y Meteorológico de Coimbra, del 6 Instituto Real Meteorológico de Holanda y de la Escuela Po- litécnica de Delft, remitiendo publicaciones. - - PUBLICACIONES. — Recibidas por primera vez: de la Acade- mia:de Ciencias de Cracovia y la Revue Géographique Internatio- nale de París. -DONACIONES.—De la Biblioteca «Romero Rubio,» de Ta- cubaya, del socio Ferrari Pérez y de los Sres. E. S. Zeballos (Buenos Aires), Gauthier—-Villars (Paris) y Thirion (Lovaina). TRABAJOS.— Carlos F'. de Landero, Estudios Mineralógicos y Químicos. —2. Algunas observaciones sobre la plata alotrópica. Agustín Aragón, Observaciones sobre los métodos de enseñanza de la Trigonometría y consideraciones acerca de los cálculos numé- ricos. Carlos Mottl, Observaciones séismicas en Orizaba; Julio y Agos- to de 1891. El socio Epstein leyó un artículo que publicó, refutando el problema de la cuadratura del círculo. ELECCIONES.— Quedaron nombrados por unanimidad los Sres. D. RoqUE MACOUSSET, socio de número, ocupando la va- cante del Sr. D. Ramón Culderón, que fué separado conforme al artículo 12 de los Estatutos; D. AucustTo LE JoL1s, Direc- tor de la Sociedad de Ciencias Naturales y Matemáticas de Cher- burgo, socio honorario, y socios correspondientes, D. JORGE MANTIN, naturalista en Paris y D. IsmaEL LoYa, Ingeniero de la Comisión de límites con Guatemala. ASUNTOS DIVERSOSs.—El Presidente comunicó que el domin- go 30 del pasado, el socio D. Jesús Galindo y Villa, por nom- bramiento de la Junta Directiva, recibió del C. Presidente de la República la medalla de bronce que la Sociedad obtuvo en la Exposición Universal de París de 1889. - Amoción del socio Ing. D. José C. Segura, la Sociedad acor- ” / dó celebrar en el entrante mes una sesión extraordinaria, 7? ani- versario de su instalación, y en la cual se entregaría la medalla de la Suciedad. Quedaron nombrados los socios Segura, Eps- tein y Garibay, para arreglar todo lo relativo á dicha sesión. Er Secretario General, RAFAEL AGUILAR Y SANTILLÁN. OCTUBRE 18 DE 1891. . Presidencia del socio D. Rafael Aguilar y Santillán. CORRESPONDENCIA.— Los socios G. Loria, L. Palmieri, G. Konigs, G. Enestróm y J. Barral, dan las gracias por sus nom- bramientos. De la Sociedad de Geografía Comercial de Paris, aceptando cambio de publicaciones; de la Oficina de Meteoro- logía é Hidrografía de Carlsruche, de las Escuelas Politécnicas de Paris y Delft, de la Sociedad de Ciencias Naturales de Bruns- wick, de la Sociedad Real de Ciencias de Sajonia, de la Oficina Meteorológica Argentina, de la Oficina de Longitudes de Fran- cia, del Museo Nacional de Buenos Aires, de los Institutos Me- teorológico y Greodésico de Berlin, del Servicio Geodésico y de costas, del Departamento de Agricultura y de las Oficinas Hi- drográfica y del Tiempo de Washington, y de la Sociedad Físi. ea de Francfort sobre el Mein, enviando publicaciones. Del Se- cretario del Gobierno del Estado de Guerrero, comunicando la noticia de los temblores sentidos en el distrito de Alvarez, du- rante los meses de Agosto y Septiembre. Del Ministerio de Re- laciones, anunciando que ya suplica al Sr. Ministro de México en Londres, se sirva recoger 16 paquetes de libros que la Ofici- na de Indias recibió de la Oficina Meteorológica de la India, pa- ra la Sociedad. Ingresaron á la Biblioteca las donaciones de los socios Al- fonso L. Herrera, M. Martínez Gracida (Oaxaca) y Dr. H. Po- 8 lakowsky (Berlin) y del Sr. Dr. Estanislao S. Zeballos (Buenos Aires). De la Sociedad de Ingenieros Industriales de Barcelo- «na, ocho tomos de su Revista Tecnológico - Industrial. Se recibie- ron por primera vez: Archives Néerlandaises des Sciences exactes et naturelles, Il! Naturalista Siciliano, y las publicaciones de la So- ciedad Real de Dublin, de la Escuela Politécnica de Paris y de la Sóciedad Física de Francfort. El Ingeniero geógrafo Joaquín de Mendizábal Tamborrel, socio honorario, presentó su obra Tables des Logarithmes ú huit décimales des nombres de 1 4 125000, etc., edición estereotipada que acaba de publicar en Paris. El mismo socio dió cuenta de haber traído encuadernada la colección completa (114 volúmenes) de las Comptes Rendus de la Academia de Ciencias de Paris, que dicha Corporación re- galó á la Sociedad. Anunció también que logró diera la colee- ción de las Mémoires (44 vols.), las Mémoires des Savants etran- geres (31 vols.) y Recueil de Mémoires et observations du Pussage de Vénus (8 vols.), todas las cuales continuará recibiendo en lo de adelante la Sociedad « Alzate, » por decisión de la Academia. Comunicó asimismo dicho socio que la Oficina Central Meteo- rológica y la Sociedad Matemática de Francia, le ofrecieron en- viar la colección de sus publicaciones. TRABAJOS.— Gilberto Montiel Estrada, Memoria relativa al aprovechamiento de las aguas. Carlos Mottl, Observaciones séismicas en Orizaba. Septiembre, 1891. El socio Mendizábal Tamborrel participó que en las Tablas de Logaritmos del Servicio Geográfico del Ejército de Francia, publicadas este año, ha encontrado que todas las diferencias y por consiguiente sus partes proporcionales, relativas á los loga- ritmos de los cosenos de 4* 75* 4500” están erradas.! Anun- ció otros ocho errores que ha encontrado en dicha obra, que ya había comunicado á la Academia de Ciencias de Paris. Véase páginas 9 y 10 de esta Revista. 9 POSTULACIONES. —Para miembro honorario DR. ESTANIS- LAO S. ZEBALLOS, de Buenos Aires, Director de Correos y Te- légrafos y Presidente de la Sociedad Rural Argentina. Para miembros correspondientes: PROF. ENRIQUE PITTIER, Director del Instituto Físico-Geográfico Nacional de Costa Rica y GRE- GORIO TORRES QUINTERO, Profesor normalista en Colima. ACUERDO.—La sesión solemne que había proyectado cele- brar la Sociedad, se difiere para más tarde. El Secretario interino, GILBERTO MONTIEL ESTRADA. Erreurs trouvées dans les « Tables de Logarithmes da huit décimales » du Service Géographique de 1? Armée (Paris, Imprimerie Nationale. 1891). Dans les differences et les parties proportionnelles qui co- rrespondent á Log. cos. 4* 75*45*00*, il y a les erreurs sui- vantes: Au lieu de Il faut lire >» [49 | 48 | 47 | 46 a lsitls2 | 53 | 54 A EA 1d sal 3.105: 21 98| 96| 94| 92 2 | 10:2 | 10:4 | 10:6 | 10:8 3 | 147 | 144 | 141 | 138 3 | 153 | 156 | 15.9 | 16-2 4 | 19:6 | 19:2 | 18:8 | 18:4 4 | 20:4 | 20:s | 21:2 | 91:6. 511945 | 2401235 1230 511255 | 260 | 26:5 | 27:0 6 | 29-4 | 28:8 | 28:2,| 27:6 6 | 306 | 31:-2 | 31:8 | 32:4 7. 34:3 | 33.6 | 329 | 39:2 7. 357 | 364 | 371 | 37:8 8 || 39-2 | 38:4 | 37:6 | 36:8 8 | 408 | 41:6 | 424 | 43-2 9 | 441 | 432 | 423 | 41:4 9 | 459 | 46:8 | 147-7 | 48:6 J. DE MENDIZÁBAL TAMBORREL, Ingénieur géographe, REvIsTA, 1891-92." 2. 10 La Société «Alzate, » avec 1”autorisation de Mr. Mendizá- bal, insére ici les erreurs que ce savant avait communiquées á 1” Académie des Sciences de Paris: Au lieu de lisez Log. Sin. 4% 65% 40% 286355936 ......o.. 786355935 , Tang. 4 65 40 "86472090 .......-- 786472089 6 Coto dis 650400 aaa LO ye dea: 1:13527911. , Tang.23 90 30 159567976. ..... o... 159567976 , Tang.23 90 40 TO9I69IMÉ ......... 159569976. Pot Bebo 2l98 1237 0d 0:21981257 SOAATEA IO TEdÍ, OUBTIÉDA ooo 0:18114894. Coma LL 28.801 1 0: I01AROGBA ar hee de 1:90143666. , Sim. 60 32 00 190953533 '......... 190953533. BIBLIOGRAFTA. COMPOSITIONS DONNÉES DEPUIS 1872 AUX EXAMENS DE SAINT- CyRr par A. GRÉVY, Agrégé des Sciences mathématiques, Profes- seur au Lycée de Bar-le-Duc. Algébre et Géometrie (Enoncés et solutions). —Paris. Gauthier—Villars et Fils. 1891. 8% Figs. 94 págs. 2 fr. 50. Todas las cuestiones tratadas en este libro han sido propues- tas en los diferentes cursos de la Escuela especial militar; en él están elegidas las soluciones más sencillas, así como los méto- dos más naturales, dejando á un lado los procedimientos más elegantes, que la mayor parte de las veces sólo embarazan á los estudiantes. Están las discusiones hechas por completo y presentadas de una manera uniforme, á fin de poner al alumno en posesión de un 11 método seguro para resolver las cuestiones; siempre que ha sido posible, al lado de la solución algebraica está una solución geo- métrica. : Tan preciosa colección, destinada á los candidatos á la Es- cuela de San Ciro, creemos que podrá servir igualmente con gran utilidad á los alumnos de nuestro Colegio Militar, á los es- tudiantes de marina y á los de la Escuela de Ingenieros, á quie- nes no vacilamos en recomendarla. EXPOSITION DE LA T'HÉORIE DES SURFACES par H. RESAL, Mem- bre de 1' Institut.— Paris. Gauthier-Villars et Fils, 1891. 8? figs. 171 págs. 4fr. 50. El solo nombre del autor de esta obra hace de ella una dis- tinguida y justa recomendación, y por lo mismo nos limitamos á dar idea de su contenido. Cap L. Preliminares. —I1. Curvatura de una línea trazada so- bre una superficie. — III. De las líneas de curvatura.—IV. De las líneas asimpióticas.—V. De las líneas de nivel y de mayor pendien- te.— VI. De las líneas geodésicas.— VIT. Combadura de una línea trazada sobre una superficie.— VIII. Condiciones para que dos su- perficies puedan aplicarse una sobre otra,—IX. El sistema de varia- bles de M. O. Bonnet y sus principales aplicaciones. I. Fórmulas generales. : IT. Superficies de extensión minima. Completan el libro cuatro interesantes notas que desarrollan con gran claridad varios puntos. 12 SUMARIOS De algunas de las publicaciones periódicas que recibe la Sociedad. AMERICAN METEOROLOGICAL JOURNAL. Ann Arbor.—1891. Julio 4 Septiembre. Experimento del papelote de Franklin. Al- - tura y velocidad de las nubes en el Observatorio de Blue Hill. — Meteorología de Montaña. Pendiente barométrica. Niebla en el Océano. Tifones. Formación de la lluvia.— El psicrómetro de aspiración y su uso en globo. El tornado de Bergen Point: Los vientos cálidos de California. La altitud y la fiebre, etc. L” AMATEUR PHOTOGRAPHE, (Paris, 24 Boulevard St. Grer- main). 1891.—N* 21 (Nov. 1?) Guía práctica de Fotocologra- fía. Crónica bibliográfica. Nuestras ilustraciones. La fotografía á través del Mundo. Recetas y procedimientos, etc. Les ANNALES PHOTOGRAPHIQUES. (Paris, 29 Boulevard de Rochechouart).—1891. N* 32 (Octubre). Crónica para los prin- cipiantes. Los marinos Reductores de la serie aromática. Los aparatos de mano. Los obturadores. Segundo Congreso Inter- nacional úe Fotografía. Bibliografía, ete. ANNUAIRE DE LA SOCIÉTÉ MÉTÉOROLOGIQUE DE FRANCE. Paris. —1891, (Junio y Julio). La tempestad del 18 de Agosto de 1890 en Dreux. Observaciones en el Parque de San Mauro en Abril y Mayo. Las trombas observadas frente á Fort-en- Bessin (Calvados). Observaciones hechas en Ayata (Sahara Argelino). Revista y boletín bibliográficos, etc. BULLETIN DE LA SO0CIÉTÉ MATHÉMATIQUE DE FRANCE. Pa- ris.—(T. XIX, n. 6). Dos problemas de permutaciones. Rela- 13 * ción entre los radios de curvatura de las desarrolladas de las curvas recíprocas. Desarrollo del cuociente de dos funciones holomorfas. Las intersecciones de tres cuádricas, Una clase de superficies alabeadas. «Cosmos.» Paris (Rue Francois 1”, n. 8).—1891. 336-339 (Julio 4-25). Terremoto de 7 de Junio en Italia. Nueva fase de la cuestión de la hora universal. Nuevo aparato giroscópico. El alumbrado eléctrico en Trento. Modificación á las hélices pro- pulsivas. La marina del Comercio. Apicultura moderna. Las grandes catástrofes de ferrocarriles. Geometría no euclidiana. Indicador de posición, sistema Fiske.— Observaciones acerca de un método para apreciar el movimiento vertical de los aereós- tatos. A propósito de las cartas del Estado Mayor. El nuevo barómetro registrador Redier. Las vías de comunicación entre Nueva York y sus alrededores. A propósito de la habitabilidad de los astros. Contribución al estudio del crecimiento. Las me- morias de Deir-el-Bahari. Revista de Química aplicada. Un documento oficial japonés.— Las fuerzas marítimas de Europa. Tranvía eléctrico en Lyon. La explosión de la fábrica de pól- vora de Roma y los instrumentos registradores. Vauban, co- mentador de la Biblia y arqueólogo. La salida de las masas ro- callosas á través de las perforaciones verticales de la corteza terrestre. Nuevo procedimiento de fabricación de los crittales de sosa.— A propósito de los colores. El Cinetógrafo de Edis- son. La atracción: su naturaleza y modo de acción. Algunos nuevos tratamientos de la tuberculosis. La luz en el interior del mar. Aparato portátil para sondeos de Belloc. 840, 341 y 343 (Agosto 1%, 8 y 22). La máquina de escribir Ranieri. La Camelina. Investigaciones aerodihámicas y datos de experimentos. La marina del porvenir. Nueva alteración de los vinos. Teléfono cósmico de Edisson. La destrucción de las razas animales en los tiempos históricos.— La gravitación. Sie- rras de acción directa para la explotación de bosques. El Con- greso de la tubereulosis. Pruebas de comunicaciones terrestres entre Europa y América, durante la edad moderna de la tierra. 14 Los puentes de cuerdas en la guerra. Germinación de la rabia. —El Observatorio del Vaticano. La cultura de los granos. Ano- malía magnética de la cuenca del Sena. Algunos hechos de ins- tinto puestos en frente del transformismo. La cuenca hullera del Paso de Calais. 305-348 (Sept. 5-26). Lluvia de gusanos. Las hormigas de América. El transporte de pequeñas municiones en el cam- po de batalla. El tipo criminal. La estación central del alum- brado eléctrico de St. Brieuc. Retardo de la vegetación en 1891. Cañón neumático Graydon. Los subproductos de la fabricación del gas. Una vieja costumbre de la fiesta de San Pedro. Ter- minología micológica. Señales de noche en el mar. Nuestros enemigos.— Estalactitas. Telémetro basado sobre la depresión en mar. El Congreso de Higiene. La draga perforada del gene- ral Newton, en el puerto de Nueva York. El Congreso de Mar- sella. La víbora y su veneno.—El alcanfor de Formosa. El ei- clón de la Martinica. Perturbaciones magnéticas. Un efecto que parece no tener causa. La oxidación de las aguas potables. La miel artificial. El empirismo evidente de la luz de los senos de Descartes, relativa á la refracción de la luz. La máquina de Wimshurst. Exposición colombiana. La ciencia y el milagro en el eristianiamo. El «Princesse Alice,» del Príncipe de Mona- co.— Producción artificial de la lluvia. La máquina Whims- hurst: aplicaciones terapéuticas. El Congreso Científico Inter- nacional de los Católicos de 1894. La viticultura en Palestina. : Las grandes maniobras. El giroscopio electro —- magnético y los campos magnéticos giratorios. Los lignitos en Italia. El insee- to de cera de la China, ete. CRÓNICA CIENTÍFICA. Barcelona.—1891. 330 y 331 (Agosto 10 y 25). Revista meteorológica, séismica y magnética de Ma- nila. Los cuarzos de Gruanabacoa. Progresos de la Antropolo- gía. El clima de España. Crónica de Astronomía, etc. 332 y 333 (Sept. 10 y 25). Rocas eruptivas de los alrededo- res de Barcelona. La grosularita rosa de Xalostoc. Apuntes para las formaciones sedimentarias del Valle de México: las 15 tobas calizas. El Pedregal de San Angel. Catálogo de los tem- blores de tierra y fenómenos volcánicos registrados en la Re- pública Mexicana durante el año de 1889. El temblor del 2 de Diciembre de 1890. Mamíferos fósiles argentinos. Crónica de Fí- sica. Crónica de Historia Natural. Congreso Geográfico His- pano-Portugués— Americano, etc. HiumeL UND Erpr. Berlín.—1891. Mayo á Agosto. Ubser- vaciones de las corrientes telúricas en el Observetorio del Ve- subio. Ondas y rayos luminosos en su acepción según las nue- vas investigaciones físicas. Los hielos de Groenlandia como un resto de la época glacial en nuestro hemisferio Norte. Diario de tiempo de los antiguos. Mitos sobre la cosmografía de los egipcios, fenicios é indios.— Meteorología popular. Miguel Fa- raday. Eduardo Schónfeld. Fraccionamiento del gran cometa de Septiembre de 1882. Determinación de la corrección de un péndulo. Oceanografía: estudios en el mar Negro. La Asocia- ción de amigos de la astronomía y física cósmica. Las Pléya- des. Paisajes de las tierras de Marte. Nuevas consideraciones sobre la teoría del Sol. Nueva determinación del tiempo de tras- lación del compañero de Sirio. Nebulosas variables probables. La exactitud de las predicciones astronómicas. El Congreso as-- tro-fotográfico internacional de 1891. Observación del paso de Mercurio del 9 de Mayo.— Reseña de la historia de la Astrono- mía desde Copérnico hasta Newton. Teoría de la luz polariza- da. Guillermo Weber. Paso del cometa Wolf por las Pléyades. Heliotropismo y el ascenso y descenso periódico de los anima- les marinos. In NATURALISTA SICILIANO. Palermo.—1891. Año X, Nú- meros $ á 12 (Mayo á Septiembre). Catálogo de los Coleópteros de Sicilia. Notas entomológicas acerca de algunas especies de los géneros Reiehici y Mylabris (Bruchus).— Aves de Sicilia. Hemípteros nuevos en Sicilia. Fósiles postpliocenos de Bales- trate. IL Nuovo CimeNTO. Pisa.—1891. XXIX (Mayo y Junio). Las descargas eléctricas de los condensadores y aplicaciones á 16 las descargas atmosféricas. Investigaciones del Prof. Voigt so- bre la elasticidad de los cristales. Nueva interpretación de los fenómenos eléctricos, magnéticos y luminosos. Medio elástico de Green. Revista (Comptes Rendus, Philosoph. Magaz. y Wied. Amn. der Phys. und Ch.) XXX (Julio y Agosto 15891). La rotación de la tierra bajo la influencia de las acciones geológicas. Las temperaturas de los alambres atravesados por corrientes elée- tricas y sus coeficientes de conductibilidad externa, etc. Revis- ta, etc. INDUSTRIA É INVENCIONES. Barcelona.—1891. XVZ. núms. 14y 15 (Octubre 3 y 10). Aprovechamiento agrícola y desinfec- ción subsiguiente de las aguas inmundas de una red de cloa- cas. Máquina para ajustar y pulimentar. Mesas higiénicas Fé- ret. Aplicaciones del caucho. Concurso de fogonistas. Línea telegráfica para la determinación de la diferencia de-longitudes entre Madrid, el Desierto de las Palmas y Perpignan. Manual de electrotecnia clínica. Revista de la electricidad. Noticias varias.— Tapón automático. Supresión del punto muerto en las máquinas de un solo cilindro. El electro—fotóforo, sistema eléc- brico portátil de M. Radiguet. Guarniciones de cemento. La ab- sorción y la fotografía de los colores. Complemento á la fabri- cación de los sobres de cartas. Telas de madera. Dinamo á dis- co, sistema Desroziers. Noticias varias. FEUILLE DES JEUNES NATURALISTES. París. —1891. 253 (Noviembre). Nociones de Bacteriología. Cuadros sinópticos de la Fauna francesa: el género Armadillidium. Los Hemípteroce- cidios de Lorena. Cuadro sinóptico de las aves de Europa: los Cuculideos. El Laboratorio de Biología vegetal de Fontaineblan. Notas, etc. L'ELETTRICITA. Milán. (2 Via Meravigli).—1891. X, 43 (Noviembre 25). La pila Meritens en la Sociedad Internacional de electricistas. Revista de las Revistas. Congreso Electrotéc- nico celebrado en Francfort sobre el Mein. Nuevo sistema de reloj eléctrico. Los torpederos dirigibles Sims-—Edison. Alum- brado eléctrico. Reseña Electrológica. El abate Caselli. Cróni- ca, etc. 17 JORNAL DE SCIENCIAS MATHEMATICAS E ASTRONOMICAS. Coimbra.—1891. X, 3. Bibliografía. Aplicación de un desarro- llo de las funciones implícitas á una extensión del problema universal de Wronski. JOURNAL DE L*INDUSTRIE PHOTOGRAPHIQUE. París.—1891. Núms. 8 y 9 ( Agosto y Septiembre ). Cámara detective. Nuevo procedimiento de Zincografía. Nomenclatura fotográfica. Vi- rage al platino de las pruebas sobre papel de sal de plata. Ob- turador de velocidades variables y de exposición prolongada. Conservación de las placas sensibles. La palabra en la fotogra- fía. Autotipía, Bibliografía, ete.—Optica fotográfica. Cromofo- tografía. Ferrotipía. Retoques artísticos. Aparato automático de Enjalbert, Papel positivo de sales de cromo. Material pro- pio para el estudio y la práctica del Ortocromatismo. LA SCIENCE ILLUSTRÉE. Directeur, DR. Luis FIGUIER. Pa- ris, 8 Rue St.-Joseph.—1891. Nums. 201 y 202 (Octubre 3 y 10). El Almirante Gervais. La teoría, la práctica y el arte en Foto- grafía. Observatorio en el Monte Blanco, La clave de la Cien- cia. La Trompeta de Policarpo. Ciencia experimental y recetas útiles. La catástrofe en el Monte Blanco. Las tribulaciones de un pescador de linea. Novedades fotográficas. Los pozos arte- sianos en Dakota.— Aplicación de la teoría de los colores com- plementarios á las luces del diamante. Tranvías tubulares, sis- tema Berlier. Ciencia recreativa. Las escuelas francesas en Kabylia. Los buques torpederos. El Contra- Almirante Mou- chez. Academia de Ciencias. Noticias científicas, etc. L' ASTRONOMIE. París. ( Gauthier- Villars).—1891. (Agosto á Octubre). Una inundación sobre Marte. Idea de una comuni- cación entre los mundos, á propósito de un testamento astronó- mico. Fenómeno luminoso extraordinario observado en el Sol. Anomalía magnética en la cuenca de Paris. Progresos del aná- lisis espectral. Desaparición aparente total de los satélites de Júpiter. Contribución al estudio de la electricidad atmosférica. El Medimarémetro: nuevo aparato para determinar el nivel me- dio del mar. Sociedad Astronómica de Francia. Variedades, REVISTA, 1891-92, 3. 18 etc.—La mancha roja de Júpiter. Las estaciones en el planeta Marte. El Observatorio del Vaticano. Estudios selenográficos, etc.— Manchas descubiertas en Saturno. La Astrología y los metales. El descenso de la temperatura en Europa. Los gran- des azotes de la naturaleza. El último mínimo de las manchas solares. Nueva teoría del rocío. Variedades, etc. LE NATURALISTE. París. (46 Rue du Bac).—1891. Núm. 107 (Agosto 15). La Etnografía en la Exposición de Bonvalot y el Príncipe de Orleans. Nota acerca de la fauna ortopterológica de la Isla de Yeso. Recolección y preparación de los reptiles. A propósito de una monstruosidad del Polyporus squamosus. Silex reventados por la nieve. Conservación de los animales marinos. Entomología aplicada á la agricultura. El papel del hígado en tiempo de los antiguos: alegoría de Aristeo. El pa- rasitismo en los animales y en las plantas. Descripción de nue- vos moluscos, etc. Núm. 111 (Octubre 15). Colonias invernantes de murciéla- gos. Destrucción del gusano blanco. Descripción de nuevos le- pidópteros. Colecciones etnográficas de Melanesia. Un enquis- tamiento del Distornum lanceolatum (Mehl.) Diagnósticos de especies nuevas ó poeo conocidas para la flora de la península ibérica. Descripción del gusano de Spilodes verticalis, L., ete. QUATERLY JOURNAL OF THE ROYAL METEOROLOGICAL So- CIETY. Londres.—1891. Vol. XVII. N* 79 (Julio ). Contribu- ción á la historia de los pluviómetros. Fotografía Meteorológi- ca. Variaciones de la lluvia en Cherra Poonjee, Assam. El in- vierno de 1890 á 91. La lluvia en el mes de Febrero de 1891. Duodécima exposición anual de instrumentos, etc. RENDICONTI DEL CIRCOLO MATEMATICO DI PALERMO. 1891. V, fasc. IV y V (Julio 4 Octubre). Sobre los sistemas recurren- tes de tercer orden y en particular sobre los sistemas periódi- cos. Transformación de las funciones elípticas. Congreso Inter- nacional de bibliografía delas ciencias matemáticas. Integración algebraica de las ecuaciones diferenciales de primer orden y de primer grado. Transformaciones del contacto que transforman 19 cualquiera desarrollada en una desarrollada. De las configura- ciones planas de las que cada punto soporta dos rectas. Teo- ría general de las ondas planas. Vidafy trabajos de Félix Ca- sorati. REVISTA ARGENTINA DE HISTORIA NATURAL. (Dirigida por el DR. FLORENTINO AMEGHINO.) La Plata.—1891. Tomo I, mú- meros 1 ú /. Observaciones críticas sobre los caballos fósiles de la República Argentina. Una rápida ojeada á la evolución filo- genética de los mamíferos. Phycomyceteae Argentinae. Los plagiaulacídeos argentinos y sus relaciones zoológicas, geológi- cas y geográficas.—Sobre algunos restos de mamíferos fósiles recogidos por el Sr. M. B. Zavaleta, en la formación miocena de Tucumán y Catamarca. Fungi guaranitici, nonnulli novi v. eritici.— Caracteres diagnósticos de 50 especies nuevas de ma- míferos fósiles argentinos. Apuntes sobre rocas eruptivas de la pendiente oriental de los Andes, entre Río Diamante y Río Ne- gro. Sobre algunos peces nuevos ó poco conocidos de la Repú- blica Argentina.— Sobre la distribución geográfica de los Creo- dontes. Adiciones por el Dr. Ameghino. Mamíferos y aves fó- siles argentinas. Revista crítica y bibliográfica. Corresponden- cia, viajes y exploraciones. REVUE GÉNÉRALE DES SCIENCES PURES Er APPLIQUÉES. París (L. Olivier, Director). —1891. Núms. 15 y 16 ( Agosto 15 y 80). La evaporación eléctrica. La irritabilidad de los esper- matozoarios. Las propiedades mecánicas de los metales. El car- bón en los carneros australianos,— La Carta fotográfica del Cie- lo. Los motores de corrientes alternativas. Revista anual de Cirugía. Núms. 17 y 18 (Septiembre 15 y 30). Mecanismo de la acción de los anestésicos: Carta fotográfica del Cielo. La savia ascen- dente.—Los nuevos procedimientos para la refinación del ace- ro. El Congreso de Higiene en Londres. El método de los Aba- cos y sus recientes progresos. Revista anual de Geología. Bi- bliografía, Academias y Sociedades científicas, ete. REVUE GÉOGRAPHIQUE INTERNATIONALE. París (G. Re- 20 naud, Director). —1891. Núm. 189 (Julio). La Francia en el ex- tranjero. Los campos de oro. A través del Congo. Correos del exterior. Viajes y exploraciones. La interpretación de los Al- pes. Los italianos en la Eritrea. Núms. 190 y 191 (Agosto y Septiembre). Misiones Crampel y Dybowsky en el lago Tchad. Viaje de tres normandos en el siglo XVII. La emigración china. El Archipiélago de Samoa! Noticias geográficas. Boletín de las exploraciones, etc. REVUE PÉDAGOGIQUE. París.—1891. Agosto y Septiembre. El pedagogo y la pedagogía. El pesimismo. El caballero Paw- let y los huérfanos militares. El trabajo manual educativo y la enseñanza en la escuela. Los alumnos—-maestros de la Escuela Normal de Rodez. Un museo de historia del arte. La instruc- ción pública en Tejas. Crónica científica, ete.— Horacio, con- ferencia. La moral en el antiguo Japón. Algunas reflexiones con motivo del uniforme de las alumnas—maestras. Bibliogra- fía de la enseñanza primaria en 1890. Crónica literaria, etc. REVUE SCIENTIFIQUE. París. (111 boulevard St. Germain). — 1891. Tomo ¿8. Núms. 1 4 4 (Julio ¿4 25). Producción de electricidad por los seres vivos. Acción fisiológica y terapéuti- ca de las sales de cantaridina. La moneda primitiva. La Fo- tocromía. Una teoría del sueño. La digestión intracelular en los Protozoarios. La industria lechera en Dinamarca.—La equi- tación actual y sus métodos. Los dogmas científicos. El alum- brado artificial del porvenir. Histogénesis de los pericarpos car- nosos.—La continuidad de los estados líquido y gaseoso. La soldadura eléctrica. Colecciones etnográficas Neo - Hébridas. Fermentaciones producidas por un mierobio anaerobio. Núms. 5 4 9 (Agosto 1 429). Investigaciones recientes pa- ra el tratamiento de la tuberculosis. Las comunicaciones terres- tres entre los continentes durante la edad moderna de la tierra. Alumbrado de los trenes por la electricidad.— Propiedades atri- buidas á la tuberculina de Koch. Los Congresos nacionales en la India. El poder luminoso del gas.—Industrias de las pobla- ciones primitivas de Alsacia y Lorena. Las enfermedades hue- 21 sosas de los grandes monos. Las aguas minerales de Francia. —Las aptitudes y los actos. Leonardo de Vinci, astrónomo. El papel de los gusanos de tierra en la fertilización del suelo en el Dahomey.—La medicina preventiva en Inglaterra. Madagas- ear. La «Ley de conservación de la vida, » de Preyer. La for- ma de los árboles y la experimentación. Bibliografía, Crónica, ete., etc. 22 G2'E98 |1824"T HNH UN 9? S'79 69 0'PG y'cT 80'£66 q Oy; 0T'P To"T NH ANA H Só 59 GT 606 c'TT 06'€ "77 *91QUISTITT 0T6P |31'3 HN SNA H Gs 69 v? 813 8 "El £0'€ “** OIQUIITAON 00 ¿0T |(64'T HSH S4H Gl TZ €'2 ves 2'GT 696 O LO) c9'8ET ||86"T HN Yu 6'S 89 6 Ll ved S'91 086 “* +o1que dog C68'Tp ¡eS "T UN HN 89 19 6'8 vi? 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DE 4 S S . S sx y S$ ANTELAS a , ” . ” ” ñe Sa Y ci S E E e ño E E Ss “3 o BE d MAA AO S 2% E SS ASS SCS E EJ 177 CIA ES] O | a E O > Saá 3 A A E .rÁ a] A le e tt a o a | 2 o = : HDO-AODODONVDONa ES 3 R HH 10 OOO OA E = nj >= — e | A A los Hor Rolo) —= á HH S 3 HH rt == A . coc oa (ap) S MAN HL wo A E AA A A A A NON ha 24 Obserraciones séismicas correspondientes al mes de Julio de 18%, Del 11 al 28 no se hicieron observaciones. El día 30 á las 8 h. 45 m. p. m., se iniciaron vibraciones terrestres muy notables, las cuales duraron hasta el día si- guiente á las 6 h. a. m. ORIZABA. | HORAS, Amplitud án-, gulo-vertical. | da Apa- a de Fo- FECHAS | rel y Rossi. | h, | m, | m.m, | | | | | A A 05 | SSW. L geo Po 9 00 > 0.1 sw. 3 Hu Blade 07, QM IDA 0.6 de fi 6 3 Ud rpm 0.4 a sl | A E TIA ON , 120 8 091: DSi e ta Ss | 30 5 0.1 A | y 30 » 0.2 » 117 l CO | A 031100 4.2 MN ¡ 11 05 ” 0.1 | ” | » | TAN e E EST 0 IL 30 | 0 07 2. Mm. 0.2 | ; e. | 2 36 % 0.2 | $3 E 0 | 2 39 p.m. 0.1 | Ss SU: | 6 | 20 , 0.1 a > | TR E RA O E O 0.2 UA E l=31 1-00 0.2 ao A ias 1 15 | A 0.1 a Fa 0 05 | p.m. 0.2 e | e | 8 13 O | EEES ” 0.1 » | ” l | | | | | C. Mottl l SUCIEDAD CIENTIFICA ANTONIO ALZATE” MEXICO. Revista Científica y Bibliográfica. Núms. 3-4, 1891-92, SESIONES DE LA SOCIEDAD. NOVIEMBRE 1? DE 1891. Presidencia del socio D. Guillermo B. y Puga. PUBLICACIONES.—Recibidas por primera vez: Industria é Invenciones de Barcelona y el Boletín de la Sociedad de Econo- mía Política de París. La Comisión de publicaciones dió cuenta con los números 11 y 12 del Tomo IV de las Memorias, TRABAJOS.—El socio Montiel, Ingeniero civil, continuó le- yendo su Memoria acerca de la utilización de las aguas. ELECCIONES.— Quedaron nombrados miembros de la Socie- dad los Sres. : Dr. D. ESTANISLAO S. ZEBALLOS, socio honorario. Pror. D. ENRIQUE PITTIER y PROF. D. GREGORIO TORRES QUINTERO, socios correspon- dientes. VOTO DE GRACIAS.— La Sociedad acordó unánimemente dar uno extraordinario al socio honorario Ingeniero D. Joaquín de RrvisTa, 1801-92.—4, 26 Mendizábal Tamborrel, por sus importantes servicios y por el empeño que ha mostrado por el engrandecimiento y buen nom- bre de la Asociación. DICIEMBRE 6 DE 1891. Presidencia del socio D. Guillermo B. y Puga. CORRESPONDENCIA. —Do los Sres. THomson y TÓRRES QUINTERO, agradeciendo sus nombramientos de Miembros de la Sociedad. De la Sociedad de Medicina de Gante, de la Aca- demia Pontificia de Nuovi Lincei, de Roma y de la Sociedad Real de Australia del Sur, aceptando cambio de publicaciones; del Sr. Dr. Florentino Ameghino, de La Plata, remitiendo su Revis- ta Argentina de Historia Natural; de los Observatorios de Tries = te, Tokio y San José de Costa Rica, enviando sus publicaciones. Del Prof. J. H. Maiden, Director del Museo de Sydney (Aus- tralia), obsequiando con semilla de Acacia pycnantha. Dela Aca- demia de Trieste, anunciando el fallecimiento de su Presidente el Prof. Fernando Osnaghi, Director del Observatorio Maríti- mo, acaecido el 8 de Septiembre pasado. Del Secretario del Gobierno del Estado de Guerrero, remitiendo la noticia de los temblores sentidos en el Distrito de Alvarez durante el mes de Octubre. PUBLICACIONES.— Donaciones de los socios Grerste, Peim- bert, Aguilar, Martínez Gracida (Oaxaca), Palmieri (Nápoles), Philippi (Santiago de Chile), Montessus (París) y del Prof. Ra- gona (Módena). La Sociedad Física de Francfort d. M. remite una colección de sus publicaciones de 1861 4 1890. Se recibie- ron por primera vez: Revista Argentina de Historia Natural (La Plata), Rasegna delle Seienze Greologiche in Italia (Roma), Les An- nales Photographiques, La Science Illustrée y L” Amateur Photogra- phe (París), de la Academia Pontificia de Nuovi Lincei, do Roma, 27 del Observatorio Marítimo de Trieste, de la Asociación Médica Lombarda de Milán, de la Sociedad de Medicina de Gante, de la Sociedad de Ciencias, Agricultura y Artes de Estrasburgo y de la Oficina de Educación de Washington. TRABAJOS.— Alfonso L. Herrera, Semejanza protectora gene- ral en los Lepidópteros mexicanos del género Tthomia. Los animales transparentes. Carlos Mottl, Observaciones séismicas en Orizaba. Octubre y Noviembre, 1891. PosTULACIONES.—Para socios correspondientes: D. PAULO COLUNGA, Ingeniero, en Huejutla. D. SERAFÍN BERISTAIN, Naturalista de la Comisión Geográ- fico-Exploradora. E? Dr. D. NEMORIO ANDRADE, Profesor de Química en el Ins- tituto de Pachuca. El Prosecretario, JESÚS GALINDO Y VILLA. Fragmentos de un manusorito inédito existente en Cuantinchan (E. de Puebla), comunicados por el Sr. D, Enrique Orozco, socio correspon- diente, Puebla, Agosto 18 de 18591.—Sr. D. Rafael Aguilar y San- tillán, Secretario general de la Sociedad Científica "Antonio Alzaten de México.—Estimado amigo y colega: Alguien me dijo que en el Cerro Partido (de la Municipalidad de Cuan- tinchan, Distrito de Tecali) podría encontrar algunos fósiles. Visité el cerro en donde hallé magníficas muestras de piza- rra; pero ningún ejemplar paleontológico. Después recorrí los alrededores de Cuautinchan, y en un lugar llamado ba- rranca de Tecometl, distante um kilómetro del pueblo y al E., 28 pude observar mumerosos restos del “Elefas gigas (fragmen- tos de un maxilar inferior, muelas, un omoplato y pedazos de costillas); estaban 4 poca profundidad en um terreno ar- cilloso. Al N. y casi á la misma distancia, coleccioné varias muestras de lava volcánica y un conglomerado. Pero lo que ví de más interesante en mi expedición, fue- ron tres bellísimos geroglíficos que el Museo haría bien en adquirir. Uno de ellos tendrá un metro cuadrado de tama- ño, los otros son mayores. (La tela es de fibras de maguey). Vénse representados magníficos templos, sacrificios hu- manos, luchas de tribus, y creí conocer el Cerro Partido, en cuya partidura se halla una águila con las alas plegadas. Por eso creo que Cuautinchan quiere decir “.Casa del Agui- la. (Cuautle—Ichan.) o Calqué éiluminé el menor de los geroglíficos; pronto man- daré á la Sociedad una copia de ese interesante códice. En un rincón de la sala del Ayuntamiento ví un mon- ión de papeles viejos en que estaba escrito poco más ó menos esto: $ Veinte padrones del vecindario'de este pueblo y un li- bro que perteneció al convento, todo imútil, se guarda por VÍeJO.1. Busqué el libro: está forrado de pergamino y en el inte- rior del forro tiene una inscripción que dice ast: "Este libro es de los guardianes, Gobernadores que fue- ron de este pueblo de San Juan Bautista Cuautinchan de 1519 y 1620 años. 1 Está escrito en mexicano; en la parte inferior de las ho- jas están pintadas, con colores, las fechas del calendario az- teca. Hay también escrito mucho en antiguo castellano. De esto copié lo que creé más imteresante y que hoy le remito. Su amigo y $. $. ENRIQUE OROZCO. 29 1522. Este año de 1522 estando el. marques del Balle nesicita- do de polvora. subieron por aguíre al bolcan que llaman popo- camontaño mesa El artillero peña Losa. Ju” de Larios y otros. españoles subieron endos dias con grandísima dificultad Por el gran frio mal olor y despeñaderos. Los cuatro q. el vno se que- do desmayado. llegados que fueron a lo. alto. vieron vna boca casi Redonda y mirando avajo vieron harder el suelo. y vna con- cabidad espantosa. llevagon vna goga p* des. colgarse vno de ellos. por la boca adentro. y secharon suertes. sobre quien avia de ser Por ser cosa temerosa. y cayo | amontaño elqual se des colgo. como catorce estados. y saco. uncos tal lleno de aqufre y bolvio Por mas. y luego entro. otro. compañero yestos fueron los Primeros que se save ayan entrado. 1528. En esto año de 1528 llegó la Primera Real audiencia de mex. Los oydores della. fueron. Ellicenciado alonso de la pa- rada y el Licen.* fran.“* maldonado, Ell.* Ju.” ortiz de matien- go. el licen* delgadillo y fue proveydo. Por presidente della. nuño de guzman governádor de panuco. A O O OS OA OOOO O A TO QS AA 2 A A No a aaa a 2 0 a a A o nd en este mismo año. el bolcan questa á bista demex.”” seso. de hechar humo. y estuvo. assi hasta El año de 1540. 30 1533. Este año. dividieron la fundicion Los caciques de mexico ténuchtitlan con los de santiago tlati Lolco. y pusieron Por lin- dero La acequia Grande. En este año governando esta nueba españa el obispo de san- to domingo | embarco El marques del Balle con copia de gen- tes. en el mar sur con yntento. de descubrir Lachina fue aparar alacali fornia dedonde le mando bolver a esta nueva españa La audi.* Real de mex.” .......0..<5% 9... 00900. .+>.«<..x00:%.».. 20959000070» .-.200.. s». <<. ooo Este mismo año Por orden del ViRey don Ant? demendoca que entonces governava estanueba españa entro fr.” Vazquez. coronado. con. 400. hombres españoles y mucho. numero dejn- dios ades cubrir. yconquistar Las tierras septentrionales. de es- te nuebo mundo. llegaron. hasta. alturade. 42. grados. detubie- ronse en la Jornada deyday buelta. alRededor de tres años. 1542. en yn dia temblo. La Tierra quatro becez. este año. de 42. quan- do Los españoles fueron aConquistar. a La provincia de xuisi- pillan. desta nueba españa. 1543. en este año se empeso. La administracion de Justi* entre Los naturales de esta nueba españa. 31 1545. este año. ubo. mostruosa Pestilencia que se murio casi. toda La gente. desta nuevaespaña. empeso esta peste este año alos fines del. 1546. Este año fue la fuerca del cocoliztle. a Los Doce años de Vi Reynado del señor don Antonio demendoca. que mando hacer computo. de la gente que murio en esta nueva españa y Se ha- llaron ocho cientos mill yndios Los que murieron este año. sin las criaturas. 1548, Este año apaciguo Ell.“" de la gasca. Las Rebueltas delpi- ru. queavia movido gonsalo pigarro. a el qual, bencio. en bata- lla campal y lecorto La Cavega y a su maese de campo! fran. cáravajal. a 10 de abril deldho. año. y alos. demas caudillos cul- pados. castigo y Redujo. a la obediencia de su mag.* a los demas Rebeldes. 1550. Este año de 1550 se mudo La cathedral detlaxcala a la ciu- dad de losangeles. 1553. Este año de 1553. biernes atrece dehenero. a Las sieteoras de la mañana en el. aciento deporco. en los Reynos. de piru pa- 32 recieron tres so les. y Junto conellos: vn ho Rible cometa. si- gnieronse Luego en el mismo Reyno Las guerras. y mor tanda- des. quese saben caussadas. por el algamiento de fran.” ernan- dez giron. El qual fue Justiciado Por ello, en Laciudad delima el año siguiente de 1554. a 12 de diziembre. Este año de 1559. a 21 de mayo en Valladolid salio en auto pu.” de la fee. y fue quemado. por herege el dotor agustin de- eacalla predicador del emperador con otras catorge personas. Este año de 1559 fueron quemados los. huesos de constan- tino en sevilla con. otras. 50. personas. 1564. desde el año de 49. hasta este de. 64. governo esta nueva espa- ña don Luis de belasco. que murio este presente año y su cuer- po fue sepultado. en La Yglesia de santo domingo. luego vino el tercer Vi Rey llamado. dongas ton de peralta. marques de falces. 1571. se lin. segundo. de este nombre emperador de turcos. este higo mucho daño a los venecianos. gano les Lays Lay Reyno de chi- pre. este presente año de 1571 y hiciera mucho daño atoda La cristiandad. sino lo Vbieran desvaratado su armada en aquella famosa batalla naval delseñor don Juan deaustria en este di- cho año. a los siete deotubre. 33 Este mismo año siendo sunmo pontifice pio quinto. Vino a esta nueva españa el santo oficio de la ynquisision. siendo yn- quisidor general. de la corona de castilla El cardenal. dondiego de espinosa obispo degiguenca del consejo de Lasanta y gene- ra:ynquisision q” tambien fue presidente delconsejo Réal de- españa.= fue Recivido en La ciudad demex.” en la forma si- guiente Viernes ados deno biembre de este dho. año se mando. apregonar La | asistencia del pu? en la yglesia cathedral para lamissa y sermon del santo oficio que seavia deselebrar eldo- mingo siguiente a quatro del Referido mes fue llevado para di- cho efecto á la Y glesia cathedral. Elseñor ynquisidor dompedro moya y contreras. conmucho acompañamiento delcabildo Regi- miento ytoda la genta Principal demex.” Yya asu mano dere- cha. El señor Viso Rey don martin en Riquez que entonces go- vernava y ala mano yzquierda Eldoctor Villalobos que era El oydor mas antiguo. de lanteyva conel estandarte do la ffeo Ell.% alonso fernandez de bonilla Promotor fiscal delsanto. oficio. en medio de los doctores. Puga y Villanueva. oydores de la Real audiencia. 1576. La Peste que vbo segunda vez. enesta nueba españa. fue. en este año de, 76. con q.” seacabo. de destruyr. esta tierra. empeso estapestilencia de parte del. oriente y se fue estendiendo aloccidente y duro. mas de ynaño y por medio de Ladiligengia que El Vi Rey don. martin en Riquez mando hazer deempadro- nar Los yndios decada pu? y barrio se hallo. que murieron dos millones y mas y con ser esta peste tan Cruel. dizen que no em- peccio a los españoles. en este año de V.” y dos. vbo grandisima enfermedad de Roma- Eavista, 1891-92,— 6. 34 dizo murio mucha gente española eyndia. año de muchisimas aguas. y poco provecho. helo. muy temprano............---> 2 1623. A A AE AA año de Rigurosissimo ymbierno porque. selo desde. cinco deotubre del añopassado. hasta. fin de febrero. deeste año. y tan continuas q.* se helaron. hastalos arboles delpiru y tunales. cimarrones. y otros arboles cilbes- tres quejamas. ses bistor 201. Latas 2 al A a. quatro de abril deste año martés. alas nuebe de la noche tem- blo Latierra. muy rrecio. y duro vn credo antes mas que menos a pS SS A A en veynte y tres de octubre de esteaño de veynt y tres Lunes. a las quatro horas de la tarde eclipso elsol. que duro. poco mas. de media hora que se pusso la tarde amarilla.........--.... DOLINA ISIDRO, ETBUEA este dho. año. vbo. abundancia de Cozecha de todas Las cemillas. adios Gracias.......<...... nooo... .. e... o... <<... 00000000062... .oo.no. 0.0%? .... o. ..-.. 009 1624. en este año de 24 seguitaron los cuellos. por mandado. de su mag.* se comengaron a vsar balonas con golas............... a las a A lea a ocho de marco. sabado. fue el memorable eclipse que duro desde. Las ocho hasta cerca de las doce. a medio dia y tiempo de yn quarto deora. se escure- gio eldia. de tal suerte que sebieron Las estrellas del cielo. tam- bien temblo La tierra apostrero de febrero biernes a medio dia 35 proximo passado deste presente añO.:.oooooooooommmmomo.. ; A Aunque dijimos a Riva que no Elo en el año pasado de v.'* y quatro este año de 25. selo. Cruelmen- te. que no dexo. arboles del piru cosa q.” jamas seyelan y otras yervas silvestres eynmortales. empeso. ahelar. aquinze de he- nero. hasta. diez de marco yelos crueles....--o.oooooo..... SI e e A: . Por el mes. de agosto. deste año. embio Dios nros. Para Castigo de nras. Culpas. en todos estos Valles. de guatinchan sampablo, huexotzin.“ y en las demas partes. grandissima maquina de gusano negro. en los trigos mas que en otras semillas. y comieron mucho y los conjuraron yn- finitas vecez los sacerdotes y fue nro s' servido que salio el dho gusano. de las sementeras. y fue alasabana. y consiguientem.* murio. aunque higo muy grandaño. yduro. hasta fin del dho. mes de agosto.=yempartes que no obrava ni aprovechaba el eguju- rallo. Le pusieron pleito endevida forma. haciendo figura de juicio. pará descomulgarlo. antel provisor deste obispado ..o.ooo En ocho. de m.” de 1626. domingo seg.” de quaresma se hi- zo auto. pu.” en la ciudad de losangeles. por mandado. de la santa Ynquisission de vna muger bruja y hechicera. que hacia cossas horrendas. y encantam,'” y es vecina de la dha. ciudad meztica llamada. Bernardina de herrera y vbo. gran multitud degente en la Yglesia m.” despues delevangelio. Leyeron. de berbo adberbun sus culpas. y hechicos. ydecomo. pidio miseri Cordia. y Lasentenciaron endestierro.=y segun dizen es elpri- mer auto que sea echo. en la dhaciudad. A treinta y vno de agosto. biernes alas once de la noche temblo La tierra muy Recio cayeron algunas casas y cayo ym- pedaso de latorre del Relox de este pueblo. que en mucho tiem- 36 po no taño el relox. tambien fuecosanotable que setocaron Las campanas. de este temblor. ce... ...n02Pb.bÁ.02...—...<.. 2200-02... .00..<.<00.. 90 ...0.0.0.0o.0.0(00.u.......oóc.oo Son o... o entonar oa. 12"7235* "*O0J9U vu vu ; Y 2 Se vu | *9JUBUILOp *epau 'QUIUIA | “BWIXPA "UIPOJA | ojo ojanr [| "UIPotU pUprooroa £ ULA PopEyuno A Al sd l 'SUSAW oyuvurop oquera || — E —=—|| puvomor _ "VIUNOS YI Y ” A SUTAN AY IV TIA SVUALVUTINAL l 'O8u3£9T *PNTOSQE BADILY —*,,€€ 63 o00T UPIMUGLE 9P * MM “BUOT—" 81,93 023 "N “YT "OLIDLOUOY 0108 “9 vurdy opa T “0QT Pp Uo9I9p »] oloq “0681 ?2P ou» 72 apudanp ““yno) “02795 us ousomuodaN umnp :s ap 0rb30/) 72 U0 SOpPIDLÍ SP] Ip JPLIVID NITMHANASAG | POIS ed de do | “SVOTDOTOMOH LAIA SANOIOVAJTASIO rel y Rosal. |: Escala de Fo- Dirección apa- rente: Amplitud án- gulo-yertical. | 47 ORIZABA. HORAS. A AAA AAA A — pes A A A SS SA h PE HA ma - : . : ESE E. A A A DA 7, =Z zÓ SES 7, en A “4 Y a mA E Ta Z Sr eo o o Me ro o a aros lo: SOOoO0O0OO0OOr OOO o0O0O0OO0OO0O0O OO Oo00O mo | AE e | ASAA SAO LA os a OA A A IATA A Y dád e BS A NOOO + RIOR RADO ARONA MOMIA O 10 0 mm HUIDA A 10 HR O NIN LO O rr 0 rl ) Uhservaciones séismicas correspondientes al mes de Agosto de 1891, ¡ FECHAS, | | | / a] 103 00 O) [a] ra ne] 83 nueve tomos de la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Brasil (1870 á 1879); los tomos IT á IV del Boletín de la So- ciedad de Historia Natural de Buffalo, N. Y. Se recibieron por primera vez de la Oficina de las Repúblicas Americanas en Washington y de la Sociedad Matemática de Nueva York. Donación: de la Librería Gauthier— Villars, de París. El socio Vargas regaló para el álbum de la Sociedad, más de 40 vistas fotográficas. TRABAJOS.— Alfonso L. Herrera, Forma especial de sensibili- dad observada en insectos decapitados. Carlos Mottl, Observaciones séismicas en Orizaba. Marzo, 1892. El Secretario, JESÚS GALINDO Y VILLA. EL AZOE DEL AIRE Y LA VEGETACIÓN POR PP. EEE eli Miembro del Instituto de Francia. (Traducido de la Revue Pédagogique” de París. ) (CONCLUYE. ) Este descubrimiento ha precisado las nociones bastante con- fusas que teníamos acerca de la fertilidad; ahora una tierra fér- til nos parece no solamente como un soporte para la planta que debe allí encontrar un almacén bien provisto de los alimentos sí minerales, fosfatos, sales de potasa, de cal y de magnesia, ne- cesarios á los vegetales, sino principalmente como un medio de cultura del fermento nítrico. Este fermento no funciona sino con ciertas condiciones: le falta aire, humedad, una base como la cal para saturar el ácido nítrico que produce; le falta aire, de aquí la necesidad de divi- dir el suelo con el arado, de quebrar los terrones gruesos que levanta el rastrillo, aplanarla con los rodillos, de manera que la tierra esté mullida para que le penetre el aire; no le penetra en tanto que no esté, durante el invierno, llena de agua; de aquí la necesidad del drenaje de las tierras fuertes. El fermento nítri- co, en fin, sólo funciona en un suelo húmedo; en una tierra se- ca cesa todo trabajo; de aquí las ventajas de las irrigaciones en los países de sol ardiente; son conocidas desde hace mucho tiem- po, á las cuales ilustres ingenieros han consagrado sus euida- dos, y desde Craponne hasta Montricher, sus trabajos, siempre continuados, han hecho de la Provenza el país clásico del em- pleo de las aguas. La nitrificación activa del suelo es la condición aun de las grandes cosechas; pero esta nitrificación, fuente de prosperi. dad cuando se produce en tiempo útil, en el momento en que el suelo está cubierto de plantas que se asimilan los nitratos tan pronto como se forman,.ocasiona al contrario pérdidas sen- sibles en el otoño, cuando la tierra está desprovista; siendo los nitratos solubles, no permanecen en el suelo y son fácilmente acarreados por las aguas y se pierden. Estas pérdidas, después de la cosecha, representan comun- mente más ázoe que el que produce un estiércol mediano. Por lo mismo es conveniente sembrar, tan pronto como el trigo y la avena hayan sido segados, una semilla de evolución rápida, destinada á producir una planta que desaparece con las gran- des labores de Invierno. Esta planta, provisionalmente al ali- mentarse, recoge todos los nitratos formados y elabora princi- pios azoados que persisten en el suelo hasta la Primavera, épo- cá en que principia á descomponerse; pero en la cual la nueva 85 siembra ya está, por la elevación de la temperatura, en dispo- sición de aprovechar esta descomposición. Si pasa la existencia de ciertas plantas como los cereales y remolachas, son necesarios los abonos de tal manera que cuan- do se emplean en un suelo estéril se ve desarrollarse perfecta- mente una siembra; no puede decirse lo mismo de las legumi- nosas que los utilizan muy débilmente, siendo curioso que á pesar de estar estas plantas muy cargadas de principios azoa- dos, lo que les da cualidades nutritivas notables, no sólo con aprovechar el abono distribuído en el suelo, sino que por el con- trario enriquecen este sazón por lo cual se les llama plantas me- joradoras. É Son tan evidentes estas propiedades singulares, que han si- do señaladas desde la antigiiedad y han propussto á los agró- nomos un problema que ha quedado largo tiempo sin solución. Desde 1850 uno de los profesores del Museo, cuyo nombre se ha hecho justamente célebre, M. Georges Ville, había reco- nocido que ciertas plantas son susceptibles de fijar el ázoe at- mosférico; sus experiencias, aunque irregulares, eran á veces coronadas de éxito y otras fracasaban, sin que se pudiera decir la causa de lo uno ó de lo otro; Boussingault, Lawes y Gilbert ensayaron en vano repetidas experiencias de M. Ville, y la opi- nión que él repetía con tanta tenacidad estaba ya casi abando- nada, cuando, en 1884, M. Berthelot descubrió que los suelos pobres en ázoe se enriquecen con una simple exposición al ai- re, siempre que no hubieran sido esterilizados por la acción del fuego. De aquí nació la idea de suponer que la fijación del ázoe era debida á la acción de un miecro—organismo. Este memorable descubrimiento, aunque apoyado por la nombradía del autor, no fué plenamente aceptado. El ázoe es de tal manera inerte, indiferente, se necesita someterlo á accio- nes tan enérgicas para obtener de él trazas en una combinación, que era natural causase admiración verlo obedecer tan fácil- mente á un micro—organismo, cuando resiste á fuerzas tan po- derosas como se le somete en un laboratorio. Había aún alguna 86 indecisión, cuando MM. Hellriegel y Wilfarth, en Alemania, en- contraron en su estudio sobre las leguminosas la justificación de la opinión tan sostenida por M. Georges Ville, al mismo tiem- po que con sólido apoyo para las ideas de M. Beorthelot. Cuando se arrancan con precaución las raíces del trébol, del alfalfa, del garbanzo ó del frijol, se descubre con facilidad peque- ños tubérculos, irregularmente distribuídos, y deshaciendo uno de ellos sobre una lámina de vidrio y examinándolo al microsco- pio, se ven aparecer numerosos organismos móviles, bacterias, que son el agente activo de la fijación del ázoe atmosférico. Si'se cultivan leguminosas en un suelo privado de gérmenes vivientes y simplemente adicionado de abonos minerales, se ve- rá que éstas vegetan miserablemente y que sus raíces están des- provistas de nudosidades; pero todo cambiará como por encanto, si se regase este suelo estéril con un agua en la cual se hubiese desleído tierra en que hubieran vegetado algunas leguminosas; esta agua encerraría gérmenes que desarrollándose sobre las raíces provocan la formación de las nudosidades, su multiplica- ción, y la planta se haría vigorosa, cubriéndose de flores, des- pués de frutos, como si, en lugar de estar enraizada en un suelo estéril, vegetase en una tierra fértil. El agua del lavado, que determinase esta transformación, no la produciría más que gra- cias álos organismos que encerrase, porque, si se le hiciese her- vir, perdería toda su virtud. Mr. Bréal ha dado al Museo hace dos años una prueba decisiva de la intervención de los miero— organismos en la fijación del ázoe por las leguminosas; para rea- lizar su notable experiencia, tomó á los médicos el método ope- rativo que siguen en la vacunación: picó con una aguja una nu- dosidad bien formada sobre una raíz de alfalfa y trasportó sobre una raíz aun indemne los gérmenes que tomó al tubérculo pi- cado; esta inoculación prendió maravillosamente : la planta así tratada adquirió un desarrollo anormal, mientras que un pie ve- cino, nacido de un grano semejante al que dió la planta vigoro- sa, pero que no recibió las bacterias fijadoras del ázoe, permane- ció mezquina y endeble y acabó por morir sin haber, como su . 87 vecino inoculado, tomado del aire una cantidad notable del ázoe. Parece, pues, que se puede deducir con certidumbre de es- tas experiencias que el ázoe atmosférico debía ser el origen de las materias azoadas de las leguminosas inoculadas. Para que ninguna duda fuese posible, no faltaba más que una última ex- periencia por realizar: era necesario no solamente ver al ázoe aumentar en los vegetales estudiados, sino además verlo des- aparecer de una atmósfera confinada en la cual hubiesen sido mantenidos. MM. Schlesing (hijo) y Laurent han hecho vivir el año pasado garbanzos inoculados en una atmósfera riguro- sameute medida, y han comprobado que el ázoe gaseoso dismi- nuía una cantidad precisamente igual á la que había sido fijada por la planta. Por último, recientemente, los mismos observa - dores acaban de descubrir que los musgos y algas que aparecen tan comunmente sobre las piedras y lugares húmedos, poseen, como las bacterias de las nudosidades, la propiedad de fijar el ai- re atmosférico. Estas memorables experiencias ponen tin á una discusión que había durado más de cuarenta años y que mere- cía, en efecto, mucha atención, porque su solución importaba al porvenir de la agricultura europea. _——— A —_—_— BIBLIOGRATFIA. L'ANNÉE ÉLECTRIQUE ou exposé annuel des travauz scientifiques, des inventions, et des principales applications de 1 Elcctricité á 1 Industrie et aux Arts par PH. DELAHAYE, Ancien éléve de 1 École Polytechnique. 8”* année. París. Librairie Polytechni- que, Baudry et C**, Éditeurs. 15, Rue des Saints-Peres. Jan- vier 1892. 18% 347 pags. 3 fr. 30. Este precioso tomo, que es ya el octavo de la serie, acaba de aparecer, lleno, como todos los anteriores, de útiles artículos 88 destinados á esparcir las teorías relativas á la electricidad y sus principales aplicaciones, poniendo á los lectores al corriente de todo lo más importante que en ese ramo se hace en el mundo científico. En nueve capítulos se hallan reunidos los asuntos y estudios de mayor importancia, así bajo el punto de vista teórico como el de aplicación. El capítulo 1% está consagrado al alumbrado eléctrico, describiéndose en él los nuevos dinamos Ó lámparas inventadas recientemente, así como las múltiples aplicaciones de dicho alumbrado en las minas, los navíos, etc. El 2? se ocu- pa de pilas y acumuladores, encontrándose aquí lo más reciente y útil que se tiene acerca de las diversas disposiciones de pilas y su uso y aplicaciones. En el 3? se halla todo lo relativo á Te- legrafía, con los incesantes progresos que se realizan en ésta. La Telefonía se encuentra en el 4%, con las variadas disposiciones, perfeccionamientos y aplicaciones de que ha sido objeto. Pre- senta el 5 gran interés pues se ocupa de la electricidad atmos- férica, y en él se leen diversas memorias, todas importantísimas, acerca de magnetismo terrestre, las formas y diversas manifes- taciones del rayo, ete. El 6? lo forma la electricidad médica, y en él se describen las variadas y seguras aplicaciones que ya se ha- cen de las corrientes para curar muchas enfermedades. El ca- pítulo 7% merece singular atención de los industriales y mine- ros, pues está destinado á la electrolisis y metalurgia eléctrica, encontrándose en esta parte los procedimientos para aislar ó preparar multitud de compuestos químicos ó metales, decolora- ción de sustancias, etc. En el 8? está todo lo relativo á las apli- caciones ú los ferrocarriles, cuestión de gran importancia en la ac- tualidad, como la no menos interesante y. de gran porvenir de que se ocupa el 9%, cual es el transporte eléctrico de la fuerza. En el 10? se hallan multitud de medidas y resultados de experien- cias, así como la descripción de diversos aparatos. Concluye el tomo con noticias necrológicas de los sabios que han muerto en el año y que han hecho progresar á la ciencia eléctrica, como Becquerel, Caselli, Reynier, Weber, etc., etc. 89 CURSU ELEMENTARU DE GEOLOGIA de GREGORIU STEFANESCU, Membro Academiei Romane, Profesore de Geologia la Universi- tatea din Bucuresti, etc. Bucuresti (I. V. Socecu ), 1890. 8* 256 págs., fig. y una Carta. El presente libro ofrece un nuevo método para la enseñan- za de esta ciencia y se halla escrito con gran acopio de datos prácticos. Es quizá uno de los cursos en que por primera vez se hallan, en cada sistema geológico, al lado de los datos geo- lógicos generales, las indicaciones relativas á la Geología de la Rumania, añadiendo á esta importancia el tener una Carta Greo- lógica (1:2000000) de ese país, formada por el autor, que ha sido durante muchos años el Director de la Comisión Gteoló- gica. El tomo se divide en cuatro partes, á saber: I, Constitución del Globo terrestre, comprendiendo capítulos destinados á la orografía, petrografía, estratigrafía y paleontología 1I. Diná- mica terrestre. Teoría del calor actual y los agentes exteriores, orgánicos é interiores; este último capítulo presenta un intere- sante estudio de geodinámica y vulcanología. II. Clasificación de la corteza terrestre. De cada grupo se encuentran sus carac- teres petrográficos, paleontológicos, fauna, flora, así comv sus divisiones, concluyendo cada uno con un cuadro sinóptico. 1V. Rápida ojeada acerca de la distribución de los grupos geológicos en Rumania. La obra está profusamente adornada de figuras, especial- mente de los fósiles característicos, que tanto facilitan los tra- bajos de clasificación. NUEVAS PUBLICACIONES, AGASSIZ ALEXANDER. General Sketch of the expedition of the «Albatros» from February to May 1891. With 22 plates. Revista, 1891-92.—12. 90 Cambridge, U. S. A. February 1892. 8* (Bul. of the Mu- seum of Comp. Zoól. Vol. XXIIIT, n. 1). BACKLUND O. Calculs et recherches sur la cométe d'Encke. 1. Tables pour le calcul de 1?anomalie excentrique et du loga- rithme du rayon vecteur. St. Pétersbourg. 1892. 4* ( Mém. de 1? Acad. Imp. des Sc.) BUREAU OF STATISTICS. Annual Report of the Chief of the.... on the Foreing Commerce and Navigation, Inmigration, and Tonnage of the United States for the Year ending June 30, 1891. Washington; Government Printing Office. 1892, 8* 1.120 págs. DIRECCIÓN DE ESTADÍSTICA GENERAL. Anuario Estadístico de la República Oriental del Uruguay.— Territorio.—Po- blación. — Comercio exterior é interior.— Navegación. —Ha- cienda,— Riqueza pública.— Repartición de la Propiedad, Ganadería, Transmisiones de Dominio en Bienes Raíces é Hipotecas.— Cotizaciones de la Bolsa, Fletes, Precios de los principales frutos del país y Bancos.— Instrucción pública. —Beneficencia pública.—Justicia, Cárceles, Policía. —Fe- rrocarriles y Tranvías.— Correos, Telégrafos, Teléfonos.— Legislación, Administración y varios datos.— Año 1890. Li- bro VIT del Anuario y XXI de las publicaciones de esta Dirección. — Montevideo. Tipografía Oriental. 1891. 4* 630 págs. y láms. IxstIruT ROYAL GRAND-DUCAL. Publications. ( Section des Sciences Naturelles et Mathématiques). Tome XXI, Luxem- bourg. 1891. 8% 276 págs. y láms. Contiene: Memoria analítica sobre los diversos sistemas seguidos para establecer las ecuaciones fundamentales de la teoría de la luz, por E. Ferron.—Materiales para la Fauna entomológica de la Provincia del Luxemburgo belga. Co- 91 leópteros, por A, Preudhomme de Borre. Determinación del azufre del cok. Ensayo de una teoría matemática de la luz, del calor, de la emisión y do la absorción de las rlIeióndS caloríficas y luminosas, por de Colnet—d' Huart, Meémoires de la Sociéte Royale des Sciences de Litge. Deuxieme Sé- rie.. Tome XVII. Février 1892, 8* Contiene: Sobre una propiedad de las determinantes si- métricas alabeadas, por F. Deruyts.— Memoria sobre la teo- ría de la envolución y de la homografía unicursal, por F. Deruyts.— Ensayo de una teoría general de las formas alge- braicas, por Y. Deruyts.— Cartas á algunos matemáticos, por E. Catalan.— Nuevas fórmulas para el cálculo del número TI de Laisant, por el Dr. F. J. Studnicka. Observations made during the year 1887 at the U. S. Naval Observatory with 3 appendices and 10 plates. Washington. 1892. 4 (El primer apéndice lo forma un interesante Informe acerca de algunos Observatorios Magnéticos de Europa, por C. C. Marsh). - Observaciones meteorológicas del Colegio Católico del Sagra- do Corazón de Jesús. 1891. Puebla, 1892, 4* 12 págs. y un cuadro. Resumen do las observaciones meteorológicas practicadas en el Colegio de San Juan Nepomuceno en el Saltillo, duran- te el año de 1891. Puebla. 1892. 4 págs. Observatorio Meteorológico de Vilafranca del Panadés. Obser- vaciones efectuadas durante el año de 1891, publicadas por el Director D. JosÉ BALTÁ R. DE CELA. Vilafranca del Pa- nadés. 1892. 8 69 págs. y 2 láms. 92 PORRO FRANCESCO. Azimut assoluto del segnale trigonometri- co di Monte Ventoso sull*orizzonte di Torino determinato negli anni 1890 e 1891. Torino. 1892. 4? 52 págs. y 1 lám, (Pubbl, del R. Osservatorio di Torino). Secretaría de Hacienda. Amonedaciones é introducciones de metales preciosos á las Casas de Moneda. Año fiscal de 1890 á 1891. Noticias formadas bajorla dirección de JAVIER STÁ- voLI, Jefe de la Sección 7* México. Oficina Impresora de Estampillas. 1892. Fol. 160 págs. REPERTORIUM FUR METEOROLOGIE herausgegeben von der K. Akademie der Wissenschaften. Redigirt von DR. H. WiLD. Band XIV (Mit 9 tafeln und 2 karten). St. Petersbourg. 1891. Fol. 783 págs. SIDGREAVES, S. J., F. R. A. S. Rev. W. Stonyhurst College Observatory. Results of Meteorological Magnetical and So- lar observations. 1891. Clitheroe. 1892. 18* SMITHSONIAN INSTITUTION. Annual Report of the Board of Regents of the..... showing the operations, expeditures and condition of the Institution for the Year ending June 30, 1889. Report of the National Museum. Washington. Gro- vernment Printing Office. 1891. 8% 883-50 págs., figs. y láms. University of Nebraska. Fifth Annual Report of the Agricul- tural Experiment Station of Nebraska. Presented to the Governor December 31* 1891. Lincoln, Nebraska, U.S. A. 8% 296 págs y láms. WILHELM His Jun. Die Etwickelung des Herznervensystems bei Wirbelthieren. Mit 4 tafeln (Abhand. der math.-phys. Classe der K. Sáchs. Gesellschaft der Wissenschaften. XVIII, 1). Leipzig. (Hirzel) 1891. 4” 64 págs. 5 M, 93 NUEVAS CARTAS Publicadas por el Instituto Cartográfico Italiano (Roma, Via delle Finanze, Villa Spithoever). CARTA GENERALE DELLA SARDEGNA con speciale indicazione delle reti stradali e delle nuove circoserizioni amministrati- ve ed elettorali disegnata e pubblicata dall'Istituto Carto- grafico Italiano. Scala 1:500000. 1892. (L. 1.50). SEPTIMONTIL ET ROMAE QUADRATA. Charta Topografica a Ciro Nispi-Landi Ipsivs Rome Avt Vrbisqua- Drate Idest Di- vine Ac Fortis Vel Almxe Aeterne Fvndationis Tempesta- ti Exhibita Cvra Et Studio Restitvta Vnaqve Delineata Anno ab vrbe condita MMDOXULITM (Ae. Chr. MDCCCXO). 1:5000. Carta Stradale ed Industriale della Provincia di Napoli. Sca- la 1:250000. > a » ” ” ” m ” Siena. Sca- la 1:500000. ” e ” ” ” ” ” ” Grosseto. Scala 1:500000. SUMARIOS De algunas de las publicaciones periódicas que recibe la Sociedad. AMERICAN CHEMICAL JOURNAL. Baltimore. — 1892. Enero y Febrero. Isomorfismo y composición de los sulfatos de torio y urano. La digestibilidad de los carbohidratos de pentosa. Dióxi- 94 do de carbono en la orina. Estudio de los proteicos del maíz. Descomposición por el alcohol de los digzocompuestos obteni- dos de algunas de las nitro—naftil-aminas.— Investigaciones sobre las dobles halidas de estaño, plomo, manganeso, antimo- nio y bismuto. Experimentos con los hipociorosulfitos de mer- curio. AMERICAN METEOROLOGICAL JOURNAL. Ann Arbor.—1892, Enero. Magnetismo terrestre. Verificación de los pronósticos. Las estaciones meteorológicas de montaña en los Estados Uni- dos. Dirección é intensidad de la lluvia en Rochester y sus al- rededores, ete. L' AMATEUR PHOTOGRAPRHE, (Paris, 24 Boulevard St. Ger- main). 1892.— Núms. 3 á 6 (Febrero y Marzo). La cera y sus aplicaciones fotográficas. Transformación de una cámara ordi- narla en cámara de báscula. La enseñanza de la Fotografía.— Empleo de los citratos en Fotografía. Estudio sobre el colodión. Los antiguos procedimientos. La Fotocolografía práctica, ete. Les ANNALES PHOTOGRAPHIQUES. (Paris, 29 Boulevard de Rochechouart).— 1892. Núm. 36 (Febrero). El retrato sin obje- tivo. Siluetografía. Perfeceionamiento del método de los con-- tratipos. La Exposición de la Sociedad de jóvenes fotógrafos aficionados, etc. L' ASTRONOMIE. París. (Gauthier- Villars).—1892. (Febre- ro y Marzo). Curiosidades lunares. La Química y la Astrono- mía. El tiempo local y la hora universal. La variación de las riberas. Estudios selenográficos. Conjunción de Venus y de Jú- piter el 6 de Febrero. La luz de la luna eclipsada. Sociedad Astronómica de Francia. Variedades, etc.— Descubrimientos recientes en Júpiter. Una nueva estrella. Meteorología del año 1891. Los ventisqueros de los Alpes. Sociedad Astronómica de Francia. Variedades, etc. BULLETIN DE LA SOCIÉTÉ MATHÉMATIQUE DE FRANCE. Pa- ris.—(T. XX, núm. 1). Sobre la función exponencial. La deter- minación de un límite inferior de las raíces de una ecuación algebraica. Transformación de un polinomio entero. Nota rela- 95 tiva á los puntos centrales. Nota relativa al símbolo ¿*, y en ge- neral á la operación p?. Sobre ciertas superficies que forman sistemas triplemente ortogonales. Sobre ciertas superficies es- pirales. BULLETTINO DELLA SOCIETA FOTOGRAFICA ITALIANA. Flo- rencia. 1892.— Núms. 1 y 2. La Fotomicrografía. Modificacio- nes al aparato de mano, El aluminio y sus aplicaciones princi- palmente en Fotografía. La Telefotografía.— Cámara de mano perfeccionada. Nuestras investigaciones sobre el revelador de Wickers. Procedimientos fotográficos y formulario. Varieda- des. Bibliografía. Cosmos. Tacubaya. (F. Ferrari Pérez, Director). —1892. T. * I, núms. 448. Un arado nacional. La cuadratura del círculo. La Fisiología y la cuestión social, etc.— Marfil artificial. Excur- sión á las Montañas Rocallosas. Fotografía de los colores por el método de M. Lippmann.— Ensayo de aplicación del método lógico, al estudio de la resistencia del aire y proyecto de un apa- rato para determinar experimentalmente los valores parciales de dicha resistencia. El cuadrado de la hipotenusa, etc.—Ba- tidores de metal fluido de Bessemer, etc.—LEl trabajo manual en la escuela y en el hogar, etc. Cosmos. París (Rue Francois 1”, n.8).—1892. Núms. 362 4 366 (Febrero). La higiene del velocipedista, Depuración rápi- da de los alcoholes por la electricidad. Los antiguos herbarios y los jardines botánicos. Agrienltura moderna: Congreso de Apicultura. La industria de las uvas en invernadero. Nomogra- fía: el cálculo gráfico. La muñeca que habla. El desdoblamien- to de la conciencia, etc.— Un puente de madera de construcción rápida. La cuestión de los submarinos, De algunas aplicacio- nes físicas del rayo conjudado refractado. Los aparatos seismo- lógicos del Japón. Las modificaciones atmosféricas y la gripa. Una protuberancia solar. La Carta fotográfica del Cielo. La leche en París. La partida de las golondrinas. La electricidad y la ciencia.— Noticias arqueológicas de Jerusalem. Las medi- das magnéticas en Italia. El coche automóvil Rowan. Los nue- vos papeles positivos en Fotografía. Perforadores eléctricos. Química aplicada. La ciencia futura. La permeabilidad de la piel. Las pesquerías de las costas del Sahara.—M. de Quatre- fages. Los jardines botánicos. El precio de las plantaciones en París. El aluminio y sus ligas. La pesca de esponjas en el ar- chipiélago de Bahama. La previsión de las avenidas en el Me- diodía de Francia. Una exposición financiera. Organización de los líquenes. roma arábiga y goma del Senegal.— Las cons- trucciones incombustibles en América. Los campos giratorios y el giroscopio electro-magnético. El puente de la Cerveyrette en Brianzon. Los ferrocarriles en Siberia. Las grandes viñas. Alumbrado de aluminio. La Universidad Laval y la Sociedad Real del Canadá. Amálisis médico. Núms. 867 4 370. Los carruajes eléctricos. Un nuevo regu- lador. El terremoto del 28 de Octubre en el Japón. Las aguas minerales: su origen y su acción geológica. Mejoramiento de los vinos y de las sidras por las levaduras seleccionadas. Los orígenes del alcohol.— La doble fecha de la superficie del globo, determinada por el meridiano de Bolonia. El puente Margari- ta en Roma. El calentamiento de la habitación. La eruz, el más antiguo emblema religioso. D. Pedro de Alcántara.—Antigúe- dades de Nicomedia. Un caleulador prodigioso. Il transporte de la fuerza por la electricidad; experiencias de Lauffen-PFrane- fort. Las falsificaciones del te y del chocolate. Receptor am- plificador de Massin para la transmisión telefónica en largas líneas. Emigración polaca católica en los Estados Unidos del Norte. Noticia sobre la luna y su aceleración secular. Aurora boreal. El terremoto del Japón, La cría de los avestruces. El tulipán. La ventilación de los túneles. Arqueología de Carta- go, etc. CRÓNICA CIENTÍFICA. Barcelona.—1892. Núms. 340 á 344 (Enero á Marzo). Rocas eruptivas de los alrededores de Barce- lona. Demostración del teorema de Cauchy aplicado á las ecua- ciones de 2% grado. Los nombres vulgares de las plantas. Las regiones polares antárticas. El mapa topográfico y geológico de 97 la circunscripción de Barcelona, del Dr. D. Jaime Almera. Re- franes sobre Meteorología y Astronomía.—La Diorita en Gua- nabacoa. Apuntes sobre salinas. La vacuna y la tuberculosis. Los hielos en el Océano Atlántico Septentrional.— Aves fósiles de la República Argentina.— La Alquimia en España. La lito- logia de la Isla de Cuba. Clima de Málaga.—Estudio de la in- tegral e a dx 14x o siendo a<1. Refranes sobre Meteorología y Astronomía. Los Meteoroscopios orgánicos, etc. IL Nuovo CIMENTO. Pisa.—1892. XXXI (Enero y Febre- ro). Consideraciones sobre la teoría matemática del magnetis- mo. Sobre la resistencia eléctrica de algunos metales en el punto de fusión. Contribución á la teoría de la electrolisis con corrien- tes alternativas. Contribución á la teoría de los circuitos mag- néticos. Revista. INDUSTRIA É INVENCIONES. Barcelona.—1892. Núms. 149 (Enero y Febrero). Falsiticación de la harina. Sobre construc- ciones de caminos de fierro. Puentes metálicos portátiles. Res- tauración de tinta borrada. Sobre el retardo en la recepción de los telegramas.—Inconvenientes del empleo de ciertos desin- erustantes en las calderas de pequeños elementos. Máquina perfeccionada para recortar el papel. Preparación de materia- les aisladores. Alumbrado eléctrico de «La Equitativa.» Pre- paración del albayalde por la vía electrolítica.— Aparato para labrar las piedras. Locomotoras sin hogar, de tranvías de vapor sistema Francq. — Lámpara de aire caliente «La Ruanesa. » Refinación del azúcar en bruto. Refinador de pasta para fábri- cas de papel. El material eléctrico en las minas.—Sobres en- gomados en las puntas fijas. Exposición de Chicago. Purifica- dor Universal de las aguas de alimentación. Colores azoados sobre algodón. La lana mineral. Accidentes en los hogares on- REVISTA, 1891-92,-—13. 98 dulados. Nuevo sistema de Ferrocarriles eléctricos de Edisson. —Aparato elevador «El Arquímedes.» Cables y cuerdas de cuero. Prensa hidráulica para ruedas, Nuevo filtro—prensa pa- ra ensayos de laboratorio. Las patentes de invención en Fran- cia. Desarrollo de la producción de azúcar en Java. Botón móvil para vestidos, calzados, etc. La fuerza motriz por.los pequeños motores. Dinamo para alumbrar un tren.— Letras cóncavas pa- ra rótulos y muestras. Aparato para secar café. Máquina per- feccionada de labrar metales. Máquina para coser las envolven- tes de paja para botellas. Nuevo procedimiento de curtido por la electricidad. Pila—bloc de la Sociedad de construcción de pilas y acumuladores de líquido inmovilizado. Acumulador mul- titubular de Tommasi. Método para recubrir los metales de una capa de aluminio.—Soldadura higiénica de las cajas de hoja de lata. Géneros que convienen á los mercados del Perú, Bolivia y Ecuador. Grúas de vapor locomóviles. El consumo de la hulla y la niebla en las ciudades. El problema del aluminio. Proce- dimiento electrolítico para obtener plata y cobre directamente del mineral. La mujer eléctrica:—Sombreros impermeables al sudor. Los aceites de pescado en la industria de curtidos. Bom- bas y compresores de aire. Revista de la Electricidad, etc. FEUILLE DES JEUNES NATURALISTES. París. —1892. Núms. 256 y 257 (Febrero y Marzo). Las inclusiones microscópicas de los minerales. Las especies francesas de la familia de las Fri- ganinas. Los Lepidóptero-cecideos de Lorena. El Instituto Na- cional Agronómico de París.— Los Acarocecideos de Lorena. Las especies francesas de la familia de las Limnofilinas. Esta- ción entonológica y zoológica de Pointe-de-—Grave. Museo de Chateauroux. Noticias, etc. JOURNAL DE L* ÍINDUSTRIE PHOTOGRAPHIQUE. París.—1892. Enero y Febrero. Variaciones en el revelador según la natura- leza del objetivo por reproducir. Virage para papel al gelatino- cloruro, Un nuevo acelerador en el revelador. Tiro de positi- vas. Fotografía sobre madera. Pruebas azules imitando la luz - de la luna.— Diapositivas. Fijada provisional delos clichés. La 99 Fotografía de los colores. Objetivo telefotográfico. Revelador para papel aristotipo. Las siluetas y la Fotografía. Le NATURALISTE. París (46 Rue du Bac).—1892. Núms. 116 á 120 (Enero, Febrero y Marzo). Sobre el origen, dirección y distribución delos pelos. Nota sobre el Heliophobus scilla. Las aves útiles. Sobre la invasión de una planta americana. Irre- gularidades de la superficie de los terrenos calcáreos. El alcan- for. El Papillio Machaon. El desarro!lo de los ajolotes. Descrip- ción de nuevos lepidópteros.— El viaje geológico público del Museo. Teoría de la herencia. Los gemelos Tocei, El Hypero- odon rostratus.—M. de Quatrefages. Los animales plantas. Des- eripción de lepidópteros nuevos. Aegithalus pendulinus. Deserip- ción de dos ofidios y de un batracio dle especies nuevas.—Nota sobre la reproducción del Syrrhapte en Europa. Variedad de Arctia caja. Rotíferos, organización y fauna de la Rumania Llu- via de piedras de origen terrestre observada en Aube. Albinis- mo y deformidad. Las trufas en Asia y en Africa. Deformida- des observadas en los coleópteros.— Los pescados comensales y parásitos. Descripción de nuevos lepidópteros. El Trachelius. RASEGNA DELLE SCIENZE GHEOLOGICHE IN ITALIA. Roma.— 1891. 22 semestre. Los travertinos y el agua Albule en los alre- dedores de Tívoli. El terremoto veronés del 7 de Junio de 1891. Bibliografía, etc. ; * REVUE GÉNÉRALE DES SCIENCES PURES ET APPLIQUÉES. París (L. Olivier, Director). —1892. Núms. 1 y 2 (Enero). Los recientes progresos de nuestros conocimientos orogénicos. La energía en el espectro. Los Calazógamos de M. Treub y la evo- lución de los Fanerógamos. Trabajos recientes sobre la ecua- ción diferencial de primer orden. Sobre las Geometrías no Eu- clidianas. J. S. Stas.—La Fotografía de los colores; su princi- pio, sus progresos más recientes. La Higiene social. Revista anual de Astronomía, etc. REVUE PÉDAGOGIQUE. París.—1892. Enero, Febrero y Mar- zo. Los exámenes superiores de la enseñanza primaria. La edad del certificado de estudios primarios. Las distribuciones de pre- 100 mios. Crónica literaria.— La Emilia y la Pedagogía universita- ria. Educación y Positivismo. El Colegio de Mans en 1793. La enseñanza del dibujo en las Escuelas del Sena. Crónica Cien- tífica.—Juventud. Sebastián Castellion. La composición fran- cesa en el certificado de estudios primarios. En Kabilia. La en- señanza superior de la mujer en Inglaterra. Crónica literaria, etc. RIVISTA DI MATEMATICA diretta dal Prof. Peano. Turín.— 1892. Enero, Febrero y Marzo. Algunas aplicaciones cinemáticas de la teoría de los vectores. Sumario del libro X de Euclides. . Observaciones sobre el Tratado de Análisis de H. Laurent.— Observaciones relativas al desarrollo de Taylor. Sobre el infi- nitesimal actual. Ejemplos de funciones siempre crecientes y discontinuas en cada intervalo. Construcciones barocéntricas. -—Sobre la compatibilidad é incompatibilidad de varias ecuacio- nes de primer grado entre varias incógnitas. Demostración de la imposibilidad de los segmentos infinitesimales constantes. REVUE SCIENTIFIQUE. París. (111 boulevard St. Germain). 1891. Núms. 23,24 y 26 (Diciembre). Las plantas útiles del por- venir. Sydenham. El Congreso Geológico Internacional de Washington. Los dementes en Irlanda.— Cien años. Las me- morias inéditas de Scheele. La Exposición Internacional de Electricidad de Francfort del Mein. Investigaciones embriogé- nicas sobre los laticíferos. La constitución de los antisépticos de la serie aromática.— La reorganización del Museo. La acción militar en el Touat. Los insectos nocivos á los bosques. Un nue- vo calendario perpetuo, etc. 1892. Núms. 1 445 (Enero). Enrique Milne— Edwabda, Las plantas útiles del porvenir. La fotografía del movimiento. La metamórfosis de los anfibios anouros.— La Teratogenia expe- rimental. La cuestión de los programas. Los Kalangs de Java. —Los olores y su medida. El pie prénsil de los indios. El áto- mo eléctrico. La epidemia de gripa en 1890 y los nacimientos. —La obra de Cahours. Viaje en Asia Central. Los antiguos eclipses de sol.—Las nieblas de las ciudades y sus efectos, Efec- 101 tos de la niebla sobre las plantas. En cien años. Los mastica- dores en Anam. Los monos eocenos de la Patagonia Austral, etc. LA SCIENCE ILLUSTRÉE. Directeur, DR. Luis FiGUIER. Pa- ris, 8 Rue St.-Joseph.—1891. Núms. 206 4 209 (Noviembre). El cañón de dinamita. La destrucción del gusano blanco. Los cometas de Octubre. Las leyes de Berthollet.— El buque- ba- llena. La vidriería negra. Eduardo Lucas.— Las minas de car- bón en Chile. El puerto de Rochefort. Ferrocarril funicular de la costa del Havre. La Escuela de Ingenieros de la Marina in- glesa. Crecimiento de los arrecifes de corales. Los progresos de la electricidad. J. L. A. de Quatrefages.— El Ferrocarril de la Bosnia. El abate Juan Caselli. El billete de Banco. El puer- to de S. Petersburgo. Fabricación del carbón de madera. Ilu- siones de óptica.— Maquinaria teatral. El Canal del Báltico al mar del Norte. Las cristalizaciones. El burdon del Sagrado Co- razón de Montmartre. El saneamiento de Marsella. La cuestión Franco-Rusa. Los palomares militares. La vida eléctrica. La acción de los frenos. Nuevos procedimientos de coagulación del cautehuc. Núms. 210 á 213 (Diciembre). Corrientes atmosféricas: el foehn. Los terremotos en 1891. El veneno del sapo. Las tintas simpáticas. La Escuela Veterinaria inglesa. Revista de los pro- gresos de la astronomía. Los Milne-Edwards.—El nuevo an- teojo meridiano del Observatorio de Roma. Nueva forma de la aureola de los aereonautas. Un viaje de 1,500 kilómetros en ca- noa. Las grandes velocidades sobre las vías férreas. La tem- pestad del 11 de Noviembre. Anunciador de los escapes de gas. El Profesor Rodolfo Virchow.— Las dragas del puerto de Nue- va York. Carybda y Scila. Los cañones de tiro rápido. El cisne de «Lohengrin. » El Observatorio del Etna. Carlos Friedel.— El terremoto del Japón. Límite por la ley de las horas de tra- bajo. La carne de puerco en Chicago. La Exposición de Paler- mo. M, Alphand. $899 *[UJ03 VIAN]T “1681 2p 0uD 79 aUDAND “OMA 9P J0MUID O098070.1099J[ O2LO0JVALIBQO 19 YI SOPvIRIDAA $07 2 J0LIVIÓ NINAS TA 603 0'£T 803 cel Cc €6 ¿"Gl ES 6'€T 683 2'9T 926 291 S LG y LI cL6 9"21 S'9% yor S16 9"er C'C6, UPI 066 91 “YUIXYA | “vpo 0T MN L'0 AS MS ee 19 0% 80 MN "IN 85 88 0'S ST MN UN cp 99 9'€ GI N Cí 6'9 2 e6 Gl MNÁN "IN ol TY 0'01 DT MN “IN 02 TL 8'6 0'T INÁMN CON 9'8 02 0'GI 80 HNÁMNI HÁMS 3'S 90 3'8 60 MS MS cp 8h 0'S OT 8 MS E 8» 09 60 MNÁAS M E eS ge 8:0 "IS MS. 6'I CG 0€ “93 URUIMIOp *"erpovu BUIN *"nIP9U1 PUPIDO[DA Á MOLIDA pupruno mMIpau a 93uvuItIop OJuUIrA 3 PODIO E "SUTAN "GuG83G "JNTOSQR PANILY —*p ,,£8 ¿LO 066 UPIMUG9LE OP *M “BUO]—",93 O6L "N “PWI —_——— Ly VIUNOS VI Y ANTV TACA SVUALVATIN AL 00986 — KA $10 O HO DODODO0D al 10 o0Y 01JQUIOBT "“SVOLDDO' TOTO HXATLAN SANOITOVAYUHSIO “"="“"ouy Ju ****91QUIALLT *** QIQUISTAON “=== *94qn3op *- *eaquieydeg 2052 00800 y “===---*"onp a sí orun f SEO AB YA LO; *.---" -“oZ1BN *=-==* 019194 e UNO IQUT a a a "SISI 105 Observaciones séismicas correspondientes al mes de Octubre de 189, ORIZABA. eS cal, Dirección apa- Escala de Fo- FECHAS. | : rente rel y Rossi h | m m. m 1 A O e 0.3 sw. E 2 2 20 a. BA. 0.1 a] "> 19430 m. 01 | ssw. he 2- | 19 , 0.1 s E 10 | 2 S Ds PAE dE. 3 8 06 a. M. 0.2 NE. L a 05 p.m. 0.1 57 Ss 9 3.125 a 0.1 N. e 10 8 10 a. m. 1.3 NNE. 11 OT pá. 0.9 N. L A ; 0.2 E + 12 0093.02 mm. 0.1 A , 15 10 p.m. 0.1 É a 11158 Ñ 0.1 A da 47 da. 116 ¿A. m 0.1 $ e 4 22 p.m 0.2 ES % 19 0 OB ha 0.1 E. S 20 12 09 A. mM 0.1 As 23 6 | 36 S 0.1 . és EN |: 09 4 0.1 N. y ME ET o AR és 6 | 55 d 0.1 e ll 27 3 | 52 $ 0.2 | 4 Sa 4 03 p. m 0.1 | a 5 104 HORAS. Amplitnd án Mb p ARAS PIPE A gulo-verticul. A Ep h m 1. m. 27 4 46 p.m 0.1 N. E 5 | 05 A 0.1 | NNW E 28 SS a. m 0.1 N. op 8 | 50 sl 0.1 sá ix 29 11 | 47 | p.m 0.7 | NÑE. 4 30 12 42 a. m 1.3 NNW. II 31 12040043 a 0.1 | ENE. I A 08 á 0.1 a s 9 50 P.M. 01-058 | za 3 C. Mottl, SOCIEDAD CIENTIFICA ANTONIO ALLA MEXICO. Revista Científica y Bibliográfica. NÚMS. 9-10. 1891-92, SESIONES DE EA SOCIEDAD. MAYO 12 DE 1892, Presidencia del socio D. Isidoro Epstein. CORRESPONDENCIA. — De los Sres. Berthelot (París ), Chris- tio (Greenwich), Gould (Cambridge), Langley (Washington ), Mallet (Charlotteville), Pickering (Cambridge), Thomson (Glas- gow), Gomes Teixeira (Porto) y Ventosa (Madrid ), dando las gracias por sus nombramientos; de las Sociedades Filomática y de Geografía Comercial de Burdeos, aceptando cambio y re- mitiendo publicaciones; de la Academia Nacional de Medicina, de la Sociedad Real de Sajonia, del Observatorio Meteorológi- co de Vilafranca, del Museo Nacional de Buenos Aires, de la Real Academia de Cieneias de la Habana y de la Librería Bau- dry y C* de París, enviando publicaciones; del Profesor Stefa- nescu, remitiendo las de la Oficina Geológica de Rumania, del socio Lancaster (Bruselas), anunciando el envío de varias de sus obras y las del Observatorio Real de Bélgica, del Sr. Dr. Manuel $. Soriano, haciendo donación de varias obras; de la Academia de Hipona en Bona (Africa), aceptando cambio de publicaciones y anunciando el envío de las suyas; de la Socie- REVISTA, 1891-92.—14. 106 dad de Ciencias Naturales de Freiburg (Baden), solicitando cambio de trabajos; del Director del Observatorio de Mazatlán, remitiendo un cuadro de las observaciones barométricas de 1880 á 1890. PUBLICACIONES. —Once tomos de los Anales de la Acade- mia de Ciencias de la Habana, doce de la Gaceta Médica de Mé- xico y las donaciones de los socios Gomes Teixeira (Porto), Hell- mann (Berlín) y De Nuccio (Nápoles), y de los Sres. Dr. So- riano (México ), Gauthier--Villars y Baudry (París ), Stefanescu (Bucarest) y A. I. Leon (Lima). Se recibieron por primera vez las siguientes: de las Sociedades de Geografía de Burdeos y Lishoa, de la Biblioteca Central Víctor Manuel, de Roma, del Círculo Naval de Valparaiso, de la Sociedad de Ciencias Natu- rales de Zurich, de la Sociedad Filomática de Burdeos y la Re- vista Neptunia de Venecia. La Comisión de Publicaciones presentó los números 5 y 6 del tomo V de las Memorias. TRABAJOS. —R. Aguilar y Santillán, Bibliografía Meteoroló- gica Mexicana, año de 1891 y adiciones á los años anteriores. El Gobierno del Estado de Guerrero remitió la noticia de los temblores sentidos en el distrito de la Unión durante el mes de Abril. JUNIO D DE 1392. Presidencia del socio D. Guillermo B. y Puga. CORRESPONDENCIA. —De los Sres. Pasteur y Príncipe Ro- lando Bonaparte (París), Thirion (Lovaina ), Giovannozzi (Flo- rencia) y Andrade (Pachuca), dando las gracias por haber sido electos miembros de la Sociedad; del Observatorio de la Plata, del Servicio Greodésico de los Estados Unidos, de la Oficina Me- teorológica de Londres, de la Sociedad Real de Ciencias de Sa- 107 jonia, de la Academia de Ciencias de Cracovia, del Instituto Meteorológico Prusiano, del Observatorio Magnético y Meteo- rológico de Batavia y del Instituto Histórico y Geográfico Bra- sileño, remitiendo publicaciones. Del socio correspondiente en París, Montessus de Ballore, enviando un trabajo original é iné- dito para las Memorias. Del socio D. Mariano Leal, anunciando la inauguración de la Biblioteca Pública de la Escuela de Ins- trucción secundaria de León, que está á su cargo. Del secreta- rio general del Gobierno del Estado de Guerrero, enviando no- ticias relativas á temblores verificados en dicho Estado. PUBLICACIONES.— De la Sociedad Real Belga de Geografía, del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño y del socio ho- norario Alberto Lancaster, bibliotecario del Observatorio Real de Bélgica. Los de la primera consisten en la colección de su Bulletin (Tomos 1 á XII, 1877 á 1888), las del segundo en trece tomos de su Revista (1860 4 1869) y las donaciones del Sr. Lan- caster en una importante colección de sus obras y varias del Observatorio de Bruselas. La Comisión de Publicaciones presentó los números 7 y 8 del tomo V de las Memorias. TRABAJOS.— Ezequiel Ordóñez, Las obsidianas de México. F. de Montessus de Ballore, México séismico. Carlos Mottl, Observaciones séismicas en Orizaba. Abril y Ma- . yo, 1892. DoNAcIoNEs. —El socio honorario Joaquín de Mendizábal Tamborrel obsequió á la Sociedad con varias antigúedades, en- tro las que se hallan dos dientes encontrados en un sepulcro del departamento del Palenque, que están perforados é incrustados de hematita y esmaragdita. La Sociedad dió al Socio Mendizábal las más expresivas gra- cias por esa rica donación. PosTULACONES.—Los Sres. Jorge J. Symons, Miembro de 108 la Sociedad Real de Londres y Secretario de la Sociedad Real Meteorológica y José Peano, Profesor de Cálculo Infinitesimal en la Universidad de Turín, fueron postulados para miembros co- rrespondientes por los socios Mendizábal Tamborrel y A guilar. El Secretario General, RAFAEL AGUILAR Y SANTILLÁN. A BIBLIOGRAFIA. TABLES FOR THE DETERMINATION OF MINERALS by physical pro- perties ascertainable with the aid of a few field instruments, Ba- sed on the system of Prof. Dr, Albin Weisbach. 3.* edition, en- tirely rewriten by Prof. Persifor Frazer. Plnladelphia. 15891. 122 115 págs. Hemos tenido el gusto de recibir la tercera edición de esta obra arreglada por nuestro ilustrado consocio el Profesor Frazer. El autor ha seguido, en parte, en su método, el adoptado por Weisbach, de la Escuela de Freiberg. Las pequeñas dimensio- nes de esta obra la recomiendan como un libro manual, ayuda de memoria para los estudiantes de mineralogía descriptiva. Es de gran utilidad, pues las determinaciones están basadas pu- ramente en los caracteres organolépticos y físicos, fácilmente reconocibles de las especies minerales. Reune la doble ventaja de poder utilizarse en la especificación mineralógica en el cam- po, donde generalmente no se cuenta con los elementos del ga- binete y de poder servir igualmente á personas de escasas no- ciones en mineralogía. El autor ha dividido sus tablas agrupando los minerales con lustre metálico, los de lustre submetálico ó no metálico, y por último, los no metálicos; después pone los unos al lado de los 109 otros, por semejanza de color, de raspadura, que también pone en columnas separadas para cada especie; su sistema cristalino y forma dominante, dureza, tenacidad, crucero y fórmula quí- mica. En la columna de las notas están sus caracteres al sople- te, densidad y asociaciones más frecuentes. Termina la obra con la escala de dureza de Mobs y la de fu- sibilidad. Creemos que estos detalles generales de las Tablas de Fra- zer bastarán para demostrar la utilidad, tanto para cursantes de mineralogía, como para ayuda de memoria á los Ingenieros y Ensayadores. PREMIERES LECONS D' ALGEBRE ÉLÉMENTAIRE par Henry Padé. París. Gauthier— Villars et Fils. 1892. 8% 2 fr. 50, El autor presenta en esta obrita la materia de una manera nueva y llena de ideas que le son originales. Será sin duda leída ó consultada con gran provecho por los alumnos y aun por los profesores; está escrita de una manera muy clara, lo que constituye un raro mérito en esta clase de pu- blicaciones. Lleva la obra un prefacio del distinguido matemático Tan- nery, quien alaba y recomienda mucho el libro de M. Padé. NUEVAS PUBLICACIONES, Australasian Association for the advancement of Science, Report of the third meeting held at Christchurch, New Zealand, in January 1891. Edited by Sir James Hector, K. C. M. G., M. D., F. R. S. Sydney. 8% 620 págs. y láms. Boyer E. R. The Mesoderm in Teleosts: especially its Share 110 in the Formation of the Pectoral Fin. Cambridge, Ú. $. A. April 1892. 8? láms. (Bull. of the Museum of Comparative Zóology, vol. XXIIT, n. 2). García Cubas Antonio. Geografía y Estadística del Distrito Fe- deral. Obra ilustrada con dos Cartas geográficas y hermosos grabados. México, Imp. de Murguía. 1892. 18% 96 págs. Institut Météorologique de Rowmanie. Annales par Stefan O, He- pites. Tom. V. 1889. Bucuresti. 1892. 42 Kóniglich Preussischen Meteorologischen Instituts. Abhandlungen. Herausgegeben durch Wilhelm von Bezold, Direktor. Band I. N* 4 und 5. Berlin. 1892. A. Asher € C* 42 Págs. 764113. El Clima de Berlín, por E. Hellmann. Págs. 114 4 270. El Psycrómetro de aspiración, por R. AsSsmann, Meteorological Council. Report of the.... to the Royal Society for the year ending 31.* of March 1891. London. 1892. 8* 106 págs. NUEVAS CARTAS Publicadas por el Instituto Cartográfico Italiano (Roma, Via delle Finanze. n. 20, Villa Spithoever). Carta topografica della Provincia di Roma e regioni limitrofe fino ad Avezzano, Spoleto e Gaeta con cartina speciale dei Colli Albani secondo i recenti rilievi del R. Stato Maggiore con speciali indicazioni dell” altimetria, delle reti stradali e delle eircoscrizioni amministrative ed elettorali, disegnata da G. E. Fritzsche. Pubblicata dall” Istituto Cartografico Italiano. Roma, Scala 1:250000. 1892, (Precio, 3 liras). Carta Stradale della Provincia di Catania. Eseguita sotto la dire- zione dell” Ufficio Tecnico Provinciale e pubblicata dall” Is- tituto Cartografico Italiano. Scala di 1 a 200,000. 1892. (Pre- cio, 3 liras). 111 __ —_————— _ _— — —_ _ ——— ——— OP'S30T|| 84T $UNAI Gp9T ¿UT AN 09'0 T6T — óUNA 081€ 833 UNA 0/'8PT || 98T HN 08'€8t 90T HNA 08'T3Z || ST 4óHN CE "8P€ OPT AS 06'S8 341 LN 08'S 80.3 —$4NH 02"TG T6'G EN 092 6 I IN Oy "TI 09% —4NA va vu «0307 VIAD"T *DIp9UI PUPIDO[DA Á 9JUBUTLWOP OJUOTA AAA A _ — —_m=-_____ == ____—___ >= *9JUBULUIOp UIT a 9019 19 0 09 tt RS “pour pupruno "SITAN *vIpov pUpawIn 39 0'C6 cet 8'€ 7'E6 0'€T v? 0'v3 0'€T 21 8'E8 T'pL 86 983 9'9T TOT | 293 9 LT 9'0T | 6'PG GLI 8S3T | 793 G'LT LL 5683 L'8I 8 99% 9"LT 33 "96 € er 6'€ 3:96 9"pr 36 206 GT A Se *YUANOS VI V ANIV TAO SVUNLVATINAT es) al en] 10 | | ao) S 10 SS o A 8 00 Y OAUIDIBL "96913 *INTOSQB VANITY —"2E s LE mE 1 0 9IX9NL 9D “HL suo] —",,€3 8.061 "N “YT ¡DA E DR A A NA A AAA AAA o A “T68T 9p 0YV 79 UDANP WGINHT IP OpM8ÍT 12p 0169709 12 UA sopoogonad $ 9p ¡01049 NINOS TA “OIDLOUOY 01009/ 2oppzu0 y “y oubmag owuobuy 19 od e "“SVODDO'TOHOHLAN SANOIOVAJISUO “2=--"0Uy a === *9 IU === QIQUIITAON ADIOS *21q099() [== «o1quisrydog ono 09503 y PR AA A a ASOTUN OB an LAOS «== --*-"O0Z1BN OO LOS ae O TOM "SASHA | A e O | 112 ONserraciones séismicas correspondientes al mes de Noviembre de 1891. | ORIZABA. 8 EAT A EN DER ARA E AR LE A HORAS. Amplitud án- PECHAS, | gulo-yertical. cds apa- O ol h. Tn, TM. 10, e 1 6 08 a. m. 0.1 ENE. 1 9. | 15 S 0.3 | NNE. E 6 09 p- m. al 7 27 2 9 19 A 0.1 e 6 03 p.m. 0.2 NW. Ps 3 2 97 a. m. 0.1 e E 5 o ñ 0.8 k y 6 9 de » 0.1 e) ” 7 SO A 0.1 ó 2 6 29 p.m. 0.1 E. ha 11 6 13 . 0.1 | NNE: a 13 4 51 2. Mm. 0.1 E 5 4 57 p.m. 0.1 » pe 14 O O NE f 6 49 p.m. 0.1 NW. Pe 17 Galan p 01 i % 19 7 13 a. mM. 0.1 NN W. 5 5 03 p.m. 0.1 NNE. a 6 | 55 , 01 | NW. A 20 3 10 a. Mm. 0.4 É 5 6 | 54 pm | 02 a E 99 e E e A A 4 | 97 a 0.2 N. a 25 4 | 18 É 0.1 | NNE. na 6 | 38 É 0.1) NNW 4 1149 z 0.2 Y is O lp e A le A 30 3:16 0.6 | EÑE. a > SOCIEDAD CIENTIFICA ANTONIO ALLALE MEXICO. E ————————————_——— Revista Científica y Bibliográfica, Núms. 11-12. 1891-92. SESIONES DE LA SOCIEDAD. JULIO 3 DE 1892. Presidencia del socio D. Guillermo B. y Puga. CORRESPONDENCIA.— Del socio Bertelli, Director del Obser- vatorio Geodinámico de Florencia, dando las gracias por su nom- bramiento; de la Escuela Politécnica de París, de la Academia de Ciencias de Montpellier, de la Asociación Australiana para el adelanto de las ciencias, del Instituto Meteorológico de Ru- mania y de la Sociedad Real de Ciencias de Bohemia, remitien- do sus publicaciones. PUBLICACIONES. —Se recibieron por primera vez las de la Sociedad Imperial Mineralógica de Rusia, las de la Academia de Hipona, Bona (Argel) y las de la Sociedad de Horticultu- ra de Besanzón. La Comisión de Publicaciones presentó los números 9 y 10 del tomo V de las Memorias. TRABAJOS. — Roque Mecousset, Alimentación bajo el punto de vista de la higiene, REVISTA, 1891-92. sc”, 15. 114 Vicente Fernández, Los Pronósticos del tiempo. Carlos Mottl, Observaciones séismicas en Orizaba. Junio, 1892. El socio Manterola propuso que se discutieran las bases de un plan de estudios preparatorios apoyados en una recta peda- gogía. Fundó extensamente la conveniencia de esta discusión, indicando que vendría ¿fijar la opinión de las personas ilustra- das que forman la Sociedad acerca de un punto trascendental, supuesto que él dirigirá bien ó mal el espíritu científico del es- tudiante, según que se adopte un buen ó mal sistema de estu- dios. El Presidente apoyó la idea emitida y nombró á los socios “A. L. Herrera y Epstein para que asociados al Sr. Manterola, se ocupen de esta importante cuestión y propongan el orden de tal discusión. El socio Mendizábal Tamborrel informó que tiene ya termi- nadas unas Tablas de logaritmos con 5 decimales de todas las funcio- nes hiperbólicas, correspondientes á todos los valores de las am- plitudes hiperbólicas, de centimiligonio en centimiligonio. NOMBRAMIENTOS. — Quedaron electos socios correspondien- tes los Sres.: JORGE J. SYMONS, Miembro de la Sociedad Real de Londres y Secretario de la Sociedad Real Meteorológica. José PEANO, Miembro de la Academia de Ciencias de Turín y Profesor de Cálculo Infinitesimal en la Universidad Real, Los socios Mateos y Aguilar postularon para socio de igual clase, al Sr. Ing. Eleuterio Tejeda, residente en el Estado de Coahuila. El Secretario, . JESÚS GALINDO Y VILLA. rr a LOS PRONÓSTICOS DEL TIEMPO. En el año de 1875 tenía yo recogidas las alturas anuales de las lluvias siguientes: MAA. OBS IE0S---.....e OO ISI 0,50 icon da O aos tes oie ,13 A A A di aos ,65 ERA e e ia dies Tell (Je AY Construyendo una curva con estos datos, me llamó mucho la atención, pues contenía ciertas particularidades que voy á exponer: primera, manifiesta tres máximas y éstas están cada cinco años; segunda, hay solamente dos mínimas, pero éstas se hallan equidistantes de las máximas y por tanto se verificaban también cada cinco años y dos años después de una máxima y dos antes de una máxima futura; tercera, las alturas de dichas lluvias están en este orden: Asciende. Máxima. Desciende. Minima. Asciende. Máxima. 1864 65 66 67 68 69 Desciende. Mínima. Asciende. Máxima. Desciende. ¡Mínima! 70 71 712 713 74 75 y cuarta, un período de once años (¿manchas solares?) de altu- ras decrecientes. Cualquiera, como yo, habría visto en esto la revelación de la ley que rige las lluvias en estas latitudes (Guanajuato). Ad- mitiéndolo así, esperé que el año siguiente de 1876 lloviera más que en el de 75; y que en el de 77 lloviera más que en el de 76; pues según el orden acabado de exponer, comprendiéndole al 75 la denominación de mínima á 716 y 77 les correspondían las de ascenso y máxima. ¿Quién no creería que esto no era ley? Pues sin embargo no fué. Fueron meras casualidades que pudieron tomarse para pronosticar y, dar un buen traspié. Ya esta curva hace ver que el período de los once años des- aparece, pues siguen bajando las lluvias y van trece años. Aho-. ra las lluvias de 78 en adelante vinieron á destruir del todo la pretendida ley. He aquí un caso que enseña con cuánta circuns- pección se debe andar para predecir el tiempo, so pena de que quien no la tenga caerá en un lastimoso concepto. 116 Añadiendo á la anterior curva las alturas de las lluvias de 1878 en adelante, se ve con toda claridad que la periodicidad de los quinquenios señalada antes, sólo subsistió hasta el año de 1877 y que del 78 en adelante desaparece por completo; así en los años de 78 y 79 que respectivamente debían ser de descenso y mínima, son ascenso y máxima: ¡todo lo contrario! Y bien, ¿qué objeto lleva el darse á saber que una reputada ley salió nula? se nos dirá: el objeto es presentar á los meteo- rologistas aficionados un ejemplo que dé la muestra más tangi- ble de que es muy fácil incurrir en errores graves si se guían por casualidades 3 por coincidencias pera formular reglas y leyes. Muy laudable es que estudien, privados de todo género de recursos adecuados, que trabajen en un ramo de la ciencia tan laborioso, tan complexo, tan nuevo como útil, y que exige una paciencia á toda prueba; pero es indispensable que sean cautos para que la prudencia les evite el epíteto de profetas, mejor di- cho, de falsos profetas, puesto que sus pronósticos resultarán siempre errados. En México la meteorología es desconocida: los observadores son unos cuantos; y esparcidos en un territorio tan extenso co- mo es el país, caminará muy lentamente á su fin. Sin la adqui- sición de éste, es decir, de los modos de movimiento en la atmós- fera que lo cubre, con todos sus adminículos de distribución de temperatura, sinuosidades del suelo, estados higrométricos y demás que debemos tener conocidos; querer pronosticar es in- currir en el papel de calendaristas (en la parte meteorológica) y aun cuando se cuente, como los calendaristas, con el candor del público, no se cuenta con la tolerancia de hombres que en el extranjero, dedicados á averiguar la realidad, la ciencia, la verdad, pueden, si no censurarnos públicamente, al menos for- marse una idea tristísima de los meteorologistas mexicanos. No carece, pues, de objeto elevado el haber expuesto lo que anteriormente se ha hecho. Silao, 21 de Junio de 1892. , VICENTE FERNÁNDEZ. BIBLIOGRAFIA. BULLES DE SAVON. Quatre Conférences sur la Capillarité faites devant un jeune auditoire par C.- V, Boys, Membre de la Société Royale de Londres. Traduit de 1*anglais par Ch.- Ed. Guillaune, Docteur ds Sciences. Avec de nouvelles no- tes de l'auteur et du traducteur.—Paris, Gauthier— Villars et Fils. 1892, 18% figs. 145 págs. 2 fr. 75. Bajo este título, al parecer ligero pero que puede abrazar gran extensión, el autor ha descrito una serie de experimentos muy ingeniosos, que se pueden fácilmente ejecutar con un tu- bo de vidrio ó de caucho por todo aparato, y que conducen gradualmente al lector á la concepción de la Capilaridad. M. Guillaume, al traducir esta obrita inglesa, ha substituído algu- nos pasos, en los cuales se encontraría el lector con multitud de nuevos datos respecto á las longitudes, principalmente los relativos al magnetismo del oxígeno. Pero el traductor ha con- servado al libro su forma original y el humor científico que le han asegurado un éxito tan merecido. Contiene lo siguiente: 1* conferencia. La tensión superficial, Experimentos preliminares; ascensiones y depresiones capila- res; acciones laterales ejercidas por las fuerzas capilares; valor de la tensión superficial; aplicaciones; la tensión superficial y los insectos acuáticos.—2* Las membranas sin pesantez. Gotas esféricas; elasticidad de las membranas líquidas; la presión y la curvatura; cilindros estables é inestables; magnetismo del oxí- geno.—3* Lavena líquida. Formación y oscilación de las gotas; separación espontánea y unión artificial del chorro; teoría de los fenómenos; micrófono hidráulico.—4* Permeabilidad y contac- to de las burbujas de jabón. Paso del vapor de éter á través de una membrana; contacto aparente de las membranas; la electricidad 118 y las burbujas de jabón.— Indicaciones relativas á los experimen- tos descritos. Grotas artificiales de superficie de caucho; tela me- tálica sobre el agua; filtro parafinado; ascensiones capilares en tubos ó entre placas; glóbulos líquidos; experiencia de Platean; líquido para burbujas de jabón; anillos para las burbujas; hilos de seda sobre una membrana; equilibrar las burbujas una por otra; Taumátropo que muestra la formación y la oscilación de las gotas; gotas de agua en parafina y en sulfuro de carbono; fotografía de una vena líquida; ruptura sistemática con la ayu- da de un diapasón; acción de la electricidad sobre un chorro de agua; venas reflejadas; chorro de agua visto con luz intermiten- te; chorro cantante Ó micrófono hidráulico de M. Chichester Bell; burbujas y éter; contacto de las burbujas; experiencias con burbujas internas; burbujas y electricidad. El tomo concluye con las siguientes notas del traductor: Sobre los torhellinos de alcanfor; consecuencias de la pre- - sión capilar; alambres de cuarzo; acción del aceite sobre las olas; sobre el espesor de las burbujas de jabón. PLL rs NUEVAS PUBLICACIONES, DELGADO J. F. N. Faune Silurique du Portugal. Description d'une forme nouvelle de trilobite Lichas (Uralichas) Ribei- rol. Lisbonne (Comm. des travaux géologiques). 1892. 4” Láms. EICHLER DR. OswALD. Anatomische untersuchungen iber die Wege des Blutstromes im Menschlichen Ohrlabyrinth. (Aus dem Physiologischen Institut zu Leipzig) (Abhand. Math.— . Phys. Classe. K. Sáchs. Ges. der Wiss.) Leipzig. 1892. Mit 4 tafeln und 3 holzschniten. 119 Dirección General de Estadística Municipal. Anuario Estadísti- co de la Ciudad de Buenos Aires. Año 1. 1891.—Buenos Ai- res. 1892. 8” 608 págs. RieDEL EmtL. Practical Guide of the City and Walley of Me- xico. With excurtions to Toluca, Tula, Pachuca, Puebla, Cuernavaca, ete., and two maps. Mexico (1. Epstein). 1892. 18% 427 págs. HELD Dr. Haxs. Die Beziehungen des Vorderseitenstranges zu Mittel—und Hinterhirn, (Aus dem Laboratorium der Psy- chiatrischen und Nervenklinik Prof. P. Flechsig.) (Abhand. Math.—Phys. Classe K. Scichs, Ges. der Wiss.) Leipzig. 1892. Mit 3 tafeln. Observatoire de Paris. Rapport Annuel sur 1'ótat de.... pour l année 1891 présenté au Conseil dans sa séance du 30 Jan- vier 1892, conformément á 1? Art. 6 du décret du 21 février - 1878, par M. le Contre— Amiral Mouchez, Directeur de 1? Ob- servatoire. París. Gauthier—Villars. 1892. 8 39 págs. Secretaría de Hacienda. Noticias del movimiento marítimo ex- terior 6 interior habido en los puertos de la República Me- xicana en el año fiscal de 1889 4 1890, formado bajo la di- rección de Javier Stávoli, Jefe de la Sección 7* México, 1892. Tipografía, Palacio Nacional. Fol. 96 págs. SEISMOLOGICAL SOCIETY OF JAPAN. 'Pransactions of the. .... Vol. XVI., 1892. Yokohama. Printed at the Office of the «Japan Mail.» 8” 120 págs y láms. Contiene: Recientes publicaciones acerca de los efectos de los temblores sobre las construcciones, por C. A. W. Pow- nall. —Comparación de las medidas de temblores, hechas en la superficie del suelo y á cierta profundidad, por X. Seyika y F. Omori.—Un Seismómetro de repisa, por J. Milne.—Ñeis- mos observados en el lago Hakone, por X£. Burton.— Extrac- to de las observaciones seismométricas hechas en Tokio du- rante los años de 1838 y 89, por J. Mime. 120 SMITHSONIAN INSTITUTION. Annual Report of the Board of Re- gents of the.... showing the operations, expeditures and condition of the Institution to July, 1890. Washington. (roy. Printing Office. 1891. 8% XLI-808 págs y láms. SOCIÉTÉ SCIENTIFIQUE DE BRUXELLES. Annales de la....- Quinziéme année, 1990-1891. Bruxelles. F. Hayez. 1891. 8 110-394 págs. Además de las diversas comunicaciones que se hallan en el Boletín, contiene: Conferencias: Extensión de la protección de los pararra- yos, por el P. Van. Tricht.— Los microbios y el descubrimien- to del Dr. Koch, por el Dr. Moeller.— La cuestión de los seis días de la Creación, por el canónigo Swolfs.— Las excavacio- nes de Hissarlick y la Antropología, por el abate Riachon.— Elección del mejor sistema de alimentación de agua para una gran aglomeración, por Ch. Lagasse.— Sobre la herencia, por el Dr. Lefebre. Memorias: Tratamiento de las enfermedades del cora- zón por el método de UErtel, por el Dr. Moeller.— El ojo y el diagnóstico de las apoplegías y de los tumores cerebrales, por el Dr. Eeckman.—Cómo es necesario tratar el lemón del ojo, por el Dr, Venneman.—Del aristol en las afecciones del oí- do, por el Dr. Charlier,—Sobre el movimiento de los proyec- tiles en el aire, por el Conde de Sparre.— Memoria sobre la investigación más general de un sistema ortogonal triple- mente isotermo, por el Vizconde de Salvert, U. S. COAST AND GEODETIC SURVEY. Report of the Superin- tendent of the.... showing the progress of the work during the fiscal year ending with June, 1890. Washington. Gov, Printing Office. 1891, 4? XXIX-780 págs. y 71 cartas. U.S. DEPARTMENT OF AGRICULTURE. Report. of the Secretary of Agriculture. 1891. Washington. 1892. 8* 653 págs. y láms. U. S. GEOLOGICAL SURVEY. J. W. Powell, Director United States Relief Map. Engraved by U. $. G. $. SUMARIOS De algunas de las publicaciones periódicas que recibe la Sociedad. L” AMATEUR PHOTOGRAPHE, (Paris, 24 Boulevard St. Grer- main). 1892.— Vúms. 7 á 11 (Abril á Junio). La Fotocologra- fía práctica.— El fotógrafo aficionado en provincia.— Procedi- miento fotográfico con las sales mangánicas.— Reducción de los clichés por la proyección.—El colodión húmedo y las proyec- ciones. Exposición Internacional de Fotografía. Resumen de fotografía económica y práctica para uso de los principiantes. - Les ANNALES PHOTOGRAPHIQUES. (Patis, 29 Boulevard de Rochechouart).—1892. Núm. 37 (Marzo). La Exposición de Les Annales Photographiques, El agua y su uso en fotografía. Los venenos empleados en fotografía y sus antídotos. —Núm. 39 (Mayo). La primera Exposición Internacional de Fotografía. Virage de las pruebas para proyecciones por las sales de urano. ANNUAIRE DE LA SOCIÉTÉ MÉTÉOROLOGIQUE DE FRANCE. Paris. —1891. (Diciembre). La anomalía magnética de la cuenca de París. Las nubes y la lluvia. Informe acerca de la clasifica- ción de las nubes. Nota sobre la importancia para la Meteorolo- gía de las medidas del movimiento y de la altura de las nubes. L' AsTRONOMIE. París. (Grauthier- Villars ).—1892. (Abril á Junio). El planeta Venus. Comunicación terrestre antigua en- tre Europa y América. El éter y el medio no resistente. La gran mancha solar de Febrero.— El movimiento de la Luna y los más antiguos eclipses. Fotografía de la nebulosa de la Lira. El ca- lor de los días 1 4 12 de Abril y los fríos que le han precedido y seguido, El eclipse parcial de Luna del 11 de Mayo. Los pro- gresos de la Astronomía en 1891.— La vuelta del planeta Mar- te. Observaciones de Venus. La estrella temporal del Cochero. - BULLETIN DE LA SOCIÉTÉ MATHÉMATIQUE DE FRANCE. Pa- Revista, 1821-92,—16. 122 rís. 1892,— Tomo XX, núm. 2. La elipse central de inercie de un sistema plano de puntos materiales de la misma masa. Una transformación de movimiento y las invariantes de un sistema en Mecánica. Determinación del elemento lineal de las superfi- cies espirales de líneas de igual curvatura paralelas. BULLETTINO DELLA SOCIETA FOTOGRAFICA ITALIANA. Flo- rencia. 1892,— Núms. 4 y 5. Impresión directa con desarrollo sucesivo, aplicada á las cartas aristotípicas. La Fotomicrogra- fía. Las escuelas de fotografía.—lia reproducción fotográfica de los monumentos nacionales. Virage con platino. Cosmos. Tacubaya. (F. Ferrari Pérez, Director). —1892, Núms. 9 á 12 (Mayo y Junio). Apuntes para la historia de la Balanza hidrostática y de algunos otros aparatos y procedimien- tos científicos. — El magnetismo del oxígeno.—La división deci” mal del círeulo.— La desinfección de las habitaciones. ¿En dón- de comenzó la vida ?— Las proyecciones estereoscópicas. Foto- micrografía. Cosmos. París (Rue Francois 1”, n.8).—1892. Núms, 871 y 372 (Marzo). Metalo—cromos. El gas por la electricidad. La cultura del palmero en los oasis del Sur de Argel. Observacio- nes de electricidad atmosférica en globo cautivo.— Defensas del organismo contra la infección: fagocitismo y quimiotaxia. Una nueva transmisión para las máquinas de marcha rápida. Los : navíos del capitán Norton. De las aguas potables y medios de conocer su buena calidad. La industria de las serpientes. Sobre las deformaciones de la corteza terrestre. Trabajo de las piedras por el diamante. Núm. 374 (Marzo). Virulencia y parasitismo: enfermeda- des del gusano de seda; el microbio de la influenza. Ariete hi- dráulico Sehlumpf. Los ferrocarriles en Italia. Abaco de la dis- tancia esférica. Las auroras boreales y la electricidad cósmica: Núms. 375 4 379 (Abril). Del cocotero y de algunos otros palmeros. La fuerza en los puños de los recién nacidos.— La anestesia local por el eloruro de etila. La electro —cultura. Pila eléctrica Malignani. La tierra se enfría. Itinerario de Methili á 123 El-Goleah.— La misión Menard. Fórmula algebraica de la do- ble fecha sobre la superficie del globo y el salto de la fecha del porvenir. El péndulo de Blackburn. Historia de la cátedra de Historia general de las ciencias en el Colegio de Francia, Táe- tica naval. Antigúedades de Nicomedia.—Quemador Max Thie- mer. Lámpara sin tiama obtenida con el gas de alumbrado. Una pluma doble.— ratos domésticos y monos diversos. Un nuevo género de bóveda. Un transporte de fuerza. El fierro nativo de Canon Diablo. La estabilidad de las dunas del golfo de Gascu- ña y los peligros de que están amenazadas. Núms. 3880 á 383 (Mayo). Pantellaria. Plantas diurnas y plantas nocturnas. Clima de Nossi-Bé y de las colonias fran- cesas cercanas. Cefalópodos comestibles. Verificación experi- mental de la ley de los senos de Descartes. Fresnel. La seme- janza protectora en el reino animal. — Las proezas de un perico. Tubérculos y tuberculosis.— Algunos experimentos relativos á las desviaciones de una aguja suspendida libremente. Reyvis- ta de Química. —Experiencias sobre la Acústica. La teoría schwenderiana. Una locomotiva de amoníaco. Tanger. CRÓNICA CIENTÍFICA. Barcelona.—1892. Núms. 345 á 350 (Marzo á Junio). La alquimia en España. Los meteoroscopios orgánicos. Explicación somera del mapa geológico de los alre- dedores de Barcelona. Elementos y meta-—elementos.— Compa- ración de los métodos de Newton y Lagrange para la aproxima- cion de las raíces inconmensurables de las ecuaciones de grado superior. Distribución geográfica de las razas indígenas de Mé- xico y la América Central, antes del descubrimiento de Amé:- rica.— Los cartógrafos mallorquines Angelino Dulceti y Jafudá Cresques. Mamíferos fósiles del eoceno inferior de Patagonia austral. — Compuestos de fósforo, boro y yodo. Hora universal. El conquistador del Perú.—Influencia de la velocidad del vien- to, la radiación solar y el estado eléctrico del ave en la evapo- ración. Los moros de Filipinas. — Moluscos fósiles pliocenos de - Cataluña. Preparación de las sales de estroncio: Análisis de al coholes y aguardientes comerciales. *]UJ03 VIAN]T “TG8T ?2P 04D 19 JUDINP UNIT IP DDPUNIIS UDIIMASUT 9P DINISGT D] YO SOPpvIRIDAA $0] DP 94009 NATASHA 9T'0 MSAL TFO MSM TO MSAL 80 UNA STO MSMÁS | PIO M8S | 60 MSS PIO - HSS. STO MSM | 560 MSS 060 MNN crO AMNN 81,0 MNN *UIp911 PUPrdO]9A Á 9JUBUILIOP OJUILA MS 6 MS 6? MS EE "EN 6% UN +9 “L 6) "IN 1'9 “EN +8 MS 4 HN a'S MS c'p MS £€ MS 00% MS 0'p *9gUnUuIrLuop *orpou Prepyurno UQLDIOAUT "90862 T VINTOS(U BADILY —"9 s GP w9p y 9 UOTAUDOLE) 9P *M “SUOT—"08 ,£8G ,L0 OTE "N “PT "SATAN pss 02 386 PSI L8 956 6'sT 8"I 8 "PG 6'ST 8 TZ 0"LT 0"0L T8G v'06 L'TT e. IS 6 IG e'GL 906 $05 Gel 0'T€ 566 e'0T | 2*€8 833 82 966 006 ve S'66 991 LG 026 8er TT 8,16 ¿ET "GUIA | “BUUXYA "VIP “e1rpau pupa ? —yqemos YI Y AYIV TIA SVUNLVATAMAL "OWDLOUOY 02009 “m9 oUMADJT “for 99p ugr0991p m ofoq ly, lA 02'919 DRTATADO RARA le 1) DIOR UR e Roa $ 0 10 8p'S pL2 2" =*OZIBTA 119 ¡92 ==: 0191091 E AI SC UL Se E RA 00 Y tl > l “SISTAM OMQMIBT | “"SVOIPDO' TOHXHOHILANA SANOTOVATH SHO “=== “ouy "7" *9IQUIOLILT “=* QIQUISTAON *“==">o91qn39() [7 oxquierdog [1======o3s0 By LEER [ESE ae [e== ==> OB 22 HQ (89) a ?PHR2bnOoOo ha =] (o) fa 1 4109 119 0 010 00 09 1D OO —l O) pa -=] 7 Y 0 0 0 125 Observaciones séismicas correspondientes al mes de Diciembre de 1891, ORIZABA. Conmoción. ty L IL O We Amplitud án- gulo-vertical pre apa- | p.m. 0.5 NE. : 0.3 NNW. a.m. 0.1 0.1 »” 0.1 ” SE 5 E 0.1 wW. > 0.1 NW. p.m. 0.1 NNE. A. mM. 152 N. p.m. 0.1 WNW. A. M. 0.1 NW. p.m. 0.1 a 2. m. 0.2 NE. ñ | 0.2 a p.m. 0.2 3; > 0.1 NW. a. m. 0.2 > p.m. 0.1 S óS 0.1 N. HARE 1 $ 7:02 NW. a. m. | 0.1 NNW. » | 02 » » 0.1 » p.m. | 0.2 N | 0. j 126 FECHAS, 16 21-09 18 4 | 43 8 | 00 5 | 05 19 16-108 20 971 34 | 10 | 04 | 21 381 1 | de E 0081 4 |-04 | 26 309 28 8 116 | SA OEA 8] 321 29 301 39) | | Amplitud án.- j gulo-vertical.| Direccion apa- | Escala de Fo- rel y Rossi. 0.3 | WNW | L 1.0 E E 0.2 e E 0.1 W. E 0.1 N. E 0.2 E = 0.2 NNE. Ss 0.1 NNW. e 0.2 NW. he 0.1 N. Es 0.1 Ssw. $ 0.1 NNW. 7 0.1 ¡ WNW 5 Dile de e 0.9 | ” ” C. Mottl, ÍNDICE DE La REVISTA CIENTÍFICA Y BIBLIOGRÁFICA NÚMEROS 1-12 (1891-1892). Páginos. Apuntamientos de Arqueología á propósito de la obra “* Le Salvador Précolombien,” de F. de Montessus de Ballor€ .-..oooooooo-... 54 Dehérain P. P. El ázoe del aire y la vegetación. .oooooooomooon. 43 y 83 Mendizábal Tamborrel J. de. Erreurs trouvés dans les ** Tables de Lo- garithmes á huit décimales” du Service Géographique de 1'Ar- oo A toos 9y 10 Mottl C. Observaciones séismicas en Orizaba. Julio de 1891..... 23, A E O A A 126 Observaciones meteorológicas. Resúmenes generales: León (Escuela de Instrucción Secundaria), año de 1891...... 125 México (Observatorio Meteorológico Central), ídem de ídem. 102 Puebla (Colegio del Estado), ídem de 18M. .....ooooomasonmsa. 22 Ídem (Ídem de ídem), ídem de 1891..... A o MA Saltillo (Idem de San Jnan), ídem de 1890........oooonoon.o. 46 Orozco E. Fragmentos de un manuscrito inédito existente en Cuau- fimcham (Ruebla) ss ola se ea A o ea 27 Sesiones de la Sociedad. Agosto de 1891 á Julio de 1892.......3, 5, 7, 25, 26, 49, 51, 81, 82 105, 106 Y.ccoooo omo A BIBLIOGRAFÍA. Páginas. Boys C.- Y. Bullos de Savon....... A A E RA 117 Bureau des Longitudes. Annuaire pour l*an 1892 ...0..ocooooooooco. 67 Cadiat. Manuel pratique de 1 Électricien. 1892. ...ooooccocccoc... 38 Delahaye. 1” Année électrique: 1892. cooccoccooconccnancncosconas 87 Frazer. Tables for the determination of minerals. 1891 ............ 108 Gauthier $ Charpy. Legons de Chemie. 1892. .oocooconannccooo.- 66 Grévy. Compositions données depuis 1872 aux examens de Saint- A O A O A e Istituto Cartográfico Italiano. Cartas y planos. ......-.--..--42, 93 y 110 Lucas. Traité pratique d*Électricité. 1892 ..ooooomcncoconncocoo.- 65 Mendizábal Tamborrel. Tables des Logarithmes á huit décimales. io o e els o lO a ll os AE A Montessus de Ballore. Lie Salvador Précolombien. 1891............. 54 Newman. Véase Salazar. Nueyas publicaciones co ccaajcccn sa et 107,89. 10907 AE Padé. Premiéres Legons d' Algébre élementaire. 1892.......ooo... 109 vesal. Exposition de la Théorie des Surfaces. 189l.....oooommommoo. 11 Salazar $ Newman. Examen químico y bacteriológico de las aguas potables coi st eos o ts eco 39 Sumarios de las publicaciones periódicas ....ooo.o.oooo.. 12, 69, 93 y 121 Stefanescu. Cursu elementaru de Geologia. 189. ..oooomoomcecooo.. 89 Stojffaes. Cours de Mathématiques supérieurs. 189l...oooooooooco.. 40 LDEICOOLLLOLIIIDILSIOLLIILIILIIL ) | | | Q Academia Nacional de Ciencias 23 Antonio Alzate, Mexico A6 Memorias t.5 Phyúcal Y Applied Sei. Seria le PLEASE DO NOT REMOVE CARDS OR SLIPS FROM THIS POCKET UNIVERSITY OF TORONTO LIBRARY STO RA GE to AS S : mer 5d . É Pm na SAO Pal AS PUT in pd Sen? e Hue z A bs A ¿tra —1 o y y e ES Ej nde e y E E e A A a pr propia Jer no . O Epa nó y TIO A ¿Ny ES ip a der A $ A a Ñ A ¡plagas Ñ cia A