PRE Ses g 4 Se, ñ 2 AA Digitized by the Internet Archive in 2009 with funding from University of Toronto htip://www.archive.org/details/memorias35acad ] . ” >. ij ' ] a l 3 e > , qe y 7 2 y . n pa a - » led 1 Pao : ” p ) 3 s » o 7 k Ñ y ES y y EN É A 1 j y 1 + j ' : : A a e = y PO J Ñ / A í A Ñ) ; ñ " ” p Ñ 1 1 A y e ot ' 3) a 1.» 1 y o Ñ 1 ¡ - U vara J 4 == mes A dl ) 3 . 07 O Ú Y ” - ' a — Ah o . - 3 e A -. nat "y ' 3 MEMORIAS DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA “ANTONIO ALZATE Y y * . Só e, nd + : A ES —SOCIETE SCIENTIFIQUE “ANTONIO - pare > PUBLIÉS SOUS LA DIRECTION DE y RAFAEL AGUILAR Y SANTILLAN Secrétaire Perpétuel TOME 35 1914-1916 qe PODER EJECUTIVO FEDERAL Departamento de Aprovisionamientos Generales. —Dirección de T MEXICO 1920 e Pa PRA 3 pos p y A 'y O MEMORIAS e « e, . DE LA ocn CIENTIFICA "ANTONIO ALZATE > ' A la AS LI NNS ; , PUBLICADAS BAJO LA DIRECCION DE ' e RAFAEL AGUILAR Y SANTILLAN Secretario Perpetuo Ú TOMO 35 : 1914-1916 a A FEDERAL. MEXICO 1920 : lo VEGA: 2 PG ASAS O A ML A E “a ¿ E A A INDICE DEL TOMO 35 DE MEMORIAS INDEX DU TOMÉ 35 DE MEMOIRES ALEMAN (SILVERIO).—Enlace de los sistemas de triangulación primaria dle Estados Unidos y México. Láminas XXVI y XXVII. (Union des systémes de triangulation primatre des SBS EL: di IMPSTGUE): 2 rs a eo ci a di BENARD (PEDRO).—Tratamientos del tequezquite para extraer la sal y el carbonato de sodio que contiene. (Zraitements du «Tequezquiter pour en extratre le sel et la carbonate de soude qu'il contient A A A e PAI en a e BENARD (PEDRO).—Notas sobre el movimiento browniano. (NVo- tes sur le mouvement DrOWwUNIEN ).:.....oo ccccicnnno conoces roonancosnos BEYER (HERMANN).—Un antiguo vaso en forma de cabeza. 10 figuras. (Sur un ancien vase mexicain en forme de téte) ..... CARREÑO (ALBERTO MARIA).—Elogio del Sr. Lic. D. Ramón - Manterola. Lám. 1. (Lloge de M. Manterola)... o... ....... -— EHRLICH y su obra, por el Dr. Alfonso Pruneda. Lámina XIV. IRIS COSO ESTUVE) at lA a A aaa GALLO (JOAQUIN).—Resultado del eclipse de Sol, de 3 de febrero de 1916. (Résultat de l'éclipse du Soleil du 3 février 1916). GAMA (VALENTIN).—Eclipses y ocultaciones. 6 láms. y 11 figs. (Eclipses eb occultations)........ oomomocoocommm...: A E GANDARA (GUILLERMO).—El piojo blanco del hombre. Láminas XXIX y XXX. (Le pou blanc de l'homme)..oononno cooionncco.... - LoPEz (ELPIDIO).—Observaciones meteorológicas en Chignahua- pan, Pue. 1906-1910. (Observations météorologiques a Chig- ELEZLDAAO e RAIREN AS PARRA o AS EAS o I Páginas 195-221 11519 185-187 Es 165-168 339-377 275-301 189-193 LopPrz (ELPIDIO).—Relación entre las variaciones de la tempe- ratura mínima y los tipos de tiempo en la República Mexi- cana. (Relations dans les variations de température minima e EPles Eypesi due TEMmpS) Wi NN LoPEz (ELPIDIO).—Los granos de tempestad en el Valle de Mé- xico. Láminas XXVII y XXVII. (Les grains de tempéte dans la Vallée de Mexico Ja iio tazas o a OS : LOPEZ MALO (NOA is acerca ae la PS en 5 MANTEROLA el O —Véase Carreño, Prantda y Torres mA S tero. : MARY ALBERT ET (ALEXANDRE).—Les forces centrales et la Plasmogénie .occoomoconconnnnnencccnnnonnnnrnona anne rn rca serranos OCHOTERENA (Isaac).—Descripción de algunas especies de Opuntias, propias de Durango y regiones adyacentes. 3 figs. (Description de quelques espéces d'Opuntia de 1' Etat de VIRLCANLDODS: 2 0 O A Ad ET Len OCHOTERENA (Isaac).—Notas histológicas. El proceso íntimo de la secreción de las células del maguey del pulque. Lámi- na XLVII. (Votes histologiques. Le processus intime de la sécrétion des cellules du MAguev) ono coco ooccnnnnoncncnnnnnnons LS PAREDES (TRINIDAD).—Memoria relativa al objeto, historik ho desarrollo del Instituto Geológico Nacional. Láms. I-XIUT. (Mémotre sur le but, histoire et asis dia de l' Institute Géologique' Nationald cr Ae RE EA hs PRIETO (SOTERO).—Valuación de series poco convergentes. E (Evaluation des séries peu convergentes) .oooonconcnnoncnarnannannan - PRUNEDA (ALFONSO).—Alocución pronunciada en la sesión efec- tuada para honrar la memoria del Sr. Lic. D. Ramón Man- terola. (Allocution prononcée dans la sesion consacrée ala mémoire de M. Manterola). oo..o vomnonicntancaneninn encadena : E PRUNEDA (ALFONSO).—Ehrlich y su obra. Lám. XIV... e 104-11 PE ES REICHE (CARLOS).—Industrias pequeñas y caseras y su utilidad ; en la República Mexicana. (Petites industries et son utilité au Mextque ii its AN RICKARDS (CONSTANTINO J. pos entre los Zapotecas. ez Láms. XXXI1-XLVIIL. (Zoolatrie chez les Zapoteques)....cooo 321- 11 INDICE Páginas e RIQUELME (Smvino).—El alcoholismo y el pulque. (Z*alcoo- Mime el le Apulqued) cooiccon coccccnrncinrnccnianónzons A 249-273 RIQUELME INDA (FELIPE).-—El Max del Henequén. Lám. XXXI. OLA AIR ARA AA 303-318 SALINAS (MIGUEL).—Una matanza de austriacos. Contribución ; a la historia de Cuernavaca, Mor. (Un massacre d'autri- chiens. Contribution a l' histoire de Cuernavaca)........... .... 57-70 SANCHEZ (PEDRO C.).—Medida del tiempo y problemas que a él A IA CARR TS AA A NO 145-164 TORRES QUINTERO (GREGORIO).—Breve alocución pronunciada al ser depositados en el panteón de Dolores los restos del » E INR E A A EA 14-16 - WIrricH (ERNESrO).—La emersión moderna de la costa occi- dental de la Baja California. Láms. XVI-XXV. (L'émer- sion moderne de la cóte occidentale de la Basse Californte). 121-144 REVvISTA.—Sesiones de la Sociedad. Mayo a Octubre de 1913....... 232-239 BIBLIOGRAFIA: Boletines de la Oficina Meteorológica Argentina; Zeitschrift fur Vulkanologie; Zoretti, Exercices numéri- ques et graphiques de Mathématiques; Lemarchands, La chi- VA A A AAN A CAP 241-244 FIN DEL TOMO 35 DE MEMORIAS Ar MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 25 1 Elogio del Sr. Lic. D. Ramón Manterola, M. S. A., leído en la sesión del 7 de diciembre de 1914, por el Prof. Al- berto María Carreño, M. $. A. (Lámina 1) Hace sólo unos cuantos días, que quienes en México for- mamos este núcleo llamado “Sociedad Científica Antonio Alzate,” ajeno a los embates de la política que, como hura- cán terrible, va desquiciando y reduciendo a escombros a nuestra dolorida' patria, sentimos que una rebelde lágrima rodó por nuestras mejillas y un suspiro se escapó de nues- ; tros pechos. N ¿Qué había sucedido? Los periódicos no habían llenado grandes planas narrando el suceso, ni los caracteres lla- mativos y las ilustraciones fotográficas habían provocado la curiosidad pública. ¿Qué, entonces, había acontecido, que nos atormentaba? Algo que por desgracia en México no se juzga digno de ser tomado en consideración cuando nos hallamos consagrados a destruirnos mutuamente: había muerto un hombre de letras; había pagado el tributo que imperiosa exige a los hombres la naturaleza, un distingui- do educador; el licenciado don Ramón Manterola había abandonado el mundo de los vivos el día 16 de noviembre. Por esto la Sociedad Alzate desgarró sus vestiduras y se cubrió de luto; porque si en todos los casos en que un sabio ha desaparecido, ella, doliente, ha consagrado sus veladas a recordar los méritos de aquel sabio y a ponerlos como ejemplo de los hombres que aman el estudio y se con- sagran a la ciencia, en esta vez su pena era más honda y 2 ALBERTO M. CARREÑO Y ALFONSO PRUNEDA su dolor más justo: la muerte de Manterola: habíala dejado huérfana, porque Manterola fué algo más que su Presiden- te Honorario, fué su verdadero padre intelectual; fué el hortelano que en tierra fecunda depositó un día la simiente de que brotó este árbol gramdioso cuyos frutos pueden sa- bóorearse hoy en los más lejanos rincones del mundo, toda vez que allí donde hay un sabio hay también, con toda pro- babilidad, vestigios.por lo menos, de los opimos frutos que rinde la Sociedad Alzate. Por esto es que yo, aunque ayuno de todo mérito, he aceptado el colocar sobre mis hombros la dulce carga, aun- que superior a mis fuerzas, de hablaros de Manterola, cuan- do entre nosotros existen todavía los discípulos predilectos suyos, llamados por derecho a haceros conocer al maes- tro amado y al educador insigne. Ellos, por modestia, no podían poner ante vuestros ojos el verdadero gérmen que dió vida a este selecto cuerpo científico; y entonces yo fuí bondadosamente designado para hablaros sobre esta her- mosa génesis, poniendo antes vuestros ojos el proceso eyo- lutivo de aquel germen, como el naturalista puede mostrar el desenvolvimiento del corpúsculo que más tarde no sola- mente habrá de tener vida propia, sino que podrá transmi- tirla a seres muevos. ¡Lástima grande que mi incapacidad sea tanta como mi buena voluntad para cumplir con tan honroso encargo! Un año amtes de que el gobierno americano se lanzara a la guerra internacional más injusta, quizá, que en Amé- rica se realizó en el último siglo, porque sus propósitos y fines lo constituyeron los deseos de arrebatarnos, como nos arrebató, la mitad de nuestro territorio, vino al mundo en 1. de junio de 1845, y en Tepeji del Río, el niño Ramón Manterola, hijo de don Leandro Mamterola y de doña Dolo- res Bernal. No era posible que el temperamento suyo se amoldara a los límites demasiado estrechos del lugar de su nacimien- ELOGIO DEL SR. LIC. RAMÓN MANTEROLA 3 to; y tal vez abandonando a su familia y su tranquilo hogar con el afán de consagrarse al estudio, o porque sus padres tuvieron que alejarse de la vida dulce y reposada de aque- lla población para radicarse en la metrópoli, movidos qui- zá por el anhelo de-dar educación apropiada a su hijo, el hecho es que Manterola inició aquí su verdadera vida de es- tudiante y de maestro. ' Porque Manterola no poseía una fortuna en dinero, pe- ro sí en espíritu y en amor al trabajo; y resuelto a seguir una carrera profesional, consagróse a una doble labor: la del estudio y la del trabajo que habría de permitirle obte- ner los recursos necesarios para atender a su propio sus- tento y quizá para subvenir a las necesidades de una madre amante y de un padre anciano, o quizá con el objeto sólo de educar su espíritu a fin de que siguiera siempre la sen- da que desde entonces habíase trazado: la de la rectitud y del deber. ¿Y qué podía hacer aquel joven, que le permitiera adu- nar al trabajo material el intelectual? Indudablemente en- señar, toda vez que la enseñanza no solamente lo familia- rizaría con el estudio que habría de cultivar su propia inteligencia—docendo docitur—, sino porque le permitiría llenar las aspiraciones más dulces que suele sentir el ver- dadero intelectual: distribuir el caudal de sus conocimien- tos entre el mayor número posible de cerebros, ya que el saber de un solo individuo, como los panes y los peces misteriosos de que nos habla la Escritura, puede multi- plicarse en forma indefinida para alimentar a quienes sien- ten hambre y sed de saber, por más que sean en número bien considerable. Manterola, pues, dedicóse a la enseñanza, ora de mate- rias correspondientes a la instrucción primaria, ora de la Geografía, de la Historia y de la lengua francesa, ya en- tre familias particulares, ya en el colegio del P. Dionisio Gómez, que por aquellos días se encontraba en la calle de 4 ALBERTO M. CABREÑO Y ALFONSO PRUNEDA la Santísima y más tarde en la de Santa Teresa. Al-mis- mo tiempo siguió afanoso el estudio de los intrincados pro- blemas del Derecho, asistiendo con asiduidad a las lec- ciones y sustentando con brillo los exámenes respectivos en San Juan de Letrán y en San Ildefonso y en la Acade- mia de Jurisprudencia. Pero, cosa sorprendente a la verdad en un joven de los años de Manterola y que revela su amor al estudio y su devoción por el trabajo: había logrado el puesto de biblio- tecario y archivero en la Escuela Nacional de Agricultura, en San Jacinto, empleo que tenía que imponerle una ruda tarea si había de dar, como lo daba, cumplimiento a sus labores en las aulas del Derecho; y-no conforme, su espí- ritu investigador lo hacía buscar los escasos momentos li- bres para asistir en calidad de alumno supernumerario a las cátedras de Física y Química y Anatomía en la Escuela de Medicina, y a las de lenguas vivas y de Teneduría de Li- bros en la Escuela de Comercio. Si el célebre pensador inglés que tan admirablemente ha estudiado los rasgos más salientes del carácter, hubiera estudiado de cerca a Manterola, habría encontrado jus- - tificada su opinión de que el carácter es el más noble de todos los dones porque “es un derecho al aplauso general y al respeto del mundo;” y que “aquellos que busquen allí el verdadero bien no llegarán quizá nunca a las riquezas terrenales, pero hallarán su recompensa en la estimación y en la reputación que habrán adquirido honrosamente (Smiles, El Carácter, p. 14), porque Manterola estaba re- suelto a triunfar en el mundo; mas no en el mundo de los goces muelles, único atractivo para los jóvenes sin aspira- ciones nobles del espíritu, sino en el mundo de los hom- bres fuertes, de los que con sus virtudes en el hogar, en la familia, en la sociedad, constituyen el valladar que li- bra a la sociedad y a la familia y al hogar de las acechan- zas del libertinaje y de las malas pasiones. “Y UI K ¿ ) , ELOGIO DEL SR. LIC. RAMÓN MANTEBOLA 5 Por esto vemos que Manterola, sin sentirse satisfecho con los triunfos que ha logrado ya, al verse poseedor de un tí- tulo profesional y rodeado del afecto y de la consideración de quienes lo conocen y lo tratan, no descansa en la lucha, no da tregua a sus actividades, por más que su ambición no es el sentimiento bastardo que, como planta maldita, rinde sólo productos de exterminio y aun de muerte; es la palan- ca que remueve todos los obstáculos, es la llave de oro que franquea la entrada a quienes se encuentran resueltos a penetrar en el templo donde otorga sus escasos dones el dios Exito. Manterola sabe cuál es el verdadero medio de desarro- llar esa noble ambición, y trabaja, trabaja siempre; realiza su práctica forense al lado del licenciado don Manuel Si- liceo y tiene por guías en la ingrata labor que se desarrolla en los tribunales civiles y penales, a los licenciados don Manuel Cordero y don Agustín Arévalo; se presenta al W - concurso que se abre para cubrir la plaza de Jefe de Re- dacción de la Secretaría del Congreso; gama el concurso; labora en el Congreso por algún tiempo y su asiduidad en el trabajo lo hace subir un peldaño más en la escala de los modestos triunfos materiales a que aspira: el Go- bernador del Distrito Federal, doctor don Gabino Busta- mante, lo llama a su lado como Oficial Mayor, y su labor utilísima en dicho puesto le permite permanecer en él du- rante las administraciones de los Gobernadores Chavero, Castro y Montiel. Pero si no hace esfuerzos para lograr ruidosos éxitos pecuniarios, porque como antes he dicho, es de los que as- piran “al aplauso general y al respeto del mundo” como a las mejores riquezas, busca ahora una recompensa a sus trabajos intelectuales en los centros de cultura, en las so- ciedades científicas, que sabrán estimar debidamente sus talentos y sus trabajos. La Sociedad Mexicana de Geogra- fía y Estadística y el Liceo Hidalgo, las más importantes 6 ALBERTO M. CARREÑO Y ALFONSO PRUNEDA agrupaciones donde por aquellos días se rendía culto a la ciencia, lo llevaron a su seno y allí pudo su inteligencia elevarse en la contemplación de sus ideales. Aquel centro de la intelectualidad mexicana (el Liceo Hidalgo) donde también se hacía abstracción de las ten- dencias políticas de los miembros, como acontecía en la Sociedad de Geografía y Estadística, para consagrarse a dis- cutir temas ora literarios, ora científicos, permitió a Mam- terola dar rienda suelta a sus aficiones literarias y filosó- ficas y que más tarde brotaran de su pluma sus obras teatrales “Isabel Lopouloff,” “El Precio de un Secreto,” y “Los Amigos Peligrosos,” así como su notable libro sobre la nueva! clasificación de las ciencias. No es de la índole de este breve discurso analizar la obra teatral de Manterola; pero indicaré al menos que pa- ra su “Isabel Lopouloff” escogió un medio exótico, la Si- beria, a fin de desarrollar la acción; y aunque la trama es interesante y el desenlace novedoso, tal vez hubiera sido mejor que hubiera encaminado sus esfuerzos para formar el verdadero teatro mexicano, como lo hacían Chavero, y Peón Contreras, y Noriega, y otros distinguidos literatos de aquellos días. Seguramente movido por esta idea hizo de “El Precio de un Secreto” un fragmento de la vida política mexicana. Las pasiones que habían devorado a imperialistas y cons- titucionalistas diéronle tema para el desarrollo de su dra- ma, y en él dejó ver Manterola todo el dolor que en su es- píritu produjo el que un príncipe extranjero hubiera gobernado México, y todo el encono que entonces, como hoy, había dividido a los mexicanos. Su comedia “Los Amigos Peligrosos” copia también con mucho acierto la vida: de la metrópoli, dando ocasión a Manterola para mostrar cuál debe ser la forma fructífera en que ha de hacerse la crítica de los gobiernos, y cuál tam- bién el verdadero papel que debe desempeñar la prensa. ELOGIO DEL SR. LIC, RAMÓN MANTEROLA 7 Su clasificación de las ciencias es un interesantísimo análisis filosófico, que pone: de relieve la meditación y el estudio de Manterola, y pudiéramos decir que ese análisis constituyó la obra de mayor fuste que salió de su pluma, la obra de mayor aliento, donde nos dejó la expresión más completa de su capacidad mental. Mas no limitó a este género de trabajos su actividad literaria. La prensa lo atrajo con su poder de atracción tan difícil de contrarrestar, sobre todo en tiempos de lucha; y como cuando él fué periodista la prensa mexicana no era como la de hoy, que prefiere la información múltiple, la noticia sensacional, todo cuanto puede atraer no precisa- mente a los espíritus cultivados, sino la curiosidad del ma- yor número de lectores; y nuestros intelectuales más cons- picuos hacían de la prensa una verdadera palestra donde, armados con las armas de la sátira mordente o del razo- namiento sereno, y escudados con el escudo de su saber y de su inteligencia, entablaban recias luchas en defensa de sus respectivos ideales, o al menos de lo que como tales presentaban, Manterola se convirtió en uno de aquellos pa- ladines para defender las ideas que proclamaba el partido liberal. Pero no es Manterola periodista y literato y filósofo, quien logró hacerme sentir admiración profunda por aquel distinguido intelectual; fué Manterola consagrado «a for- mar caracteres vigorosos y fuertes, quien me sedujo y me llevó a rendirle gustoso el tributo de mi- sed profundo y de mi admiración constante. Es indispensable distinguir entre el maestro y el edu- cador, porque si todo educador es un maestro, no todo maestro logra ser un educador. Alguna vez he tenido ocasión de expresar mis ideas acer- ca de la misión elevadísima que el maestro tiene cerca de los niños o de los jóvenes cuyas inteligencias está encar- gado de pulir, pues la más selecta inteligencia queda in- 8 ALBERTO M. CARREÑO Y ALFONSO PRUNEDA advertida, si no recibe el pulimento de la cultura, como el más rico diamante si el lapidario no talla sus facetas a fin de que en sus aristas se quiebren los rayos solares para con- vertirse en vivísimos colores. Pero si es altísima la misión del maestro, la del edu- cador es verdaderamente sublime. El maestro es la linfa pura donde el que tiene sed de saber puede apagar esa sed hasta sentirse satisfecho; el educador es una linfa tam- bién, pero a manera de esas transparentes aguas que no sólo calman nuestra ansia de beber, sino que llevan en sí mismas elementos de salud y de vida capaces de tonificar, de dar alivio a los cuerpos más débiles. El hombre durante su vida entera es susceptible de edu- cación, porque lo único que necesita es tener a su lado quien se empeñe en corregir sus hábitos y en dirigir sus pasos por el camino de la rectitud y del deber; y que esto es cierto se demuestra con multitud de casos en que el criminal ha dejado de serlo, en que se consagra a hacer el bien aquel que jamás se había dado cuenta de que el obrar rectamente no sólo produce la satisfacción del deber cumplido, sino que a las veces coopera por modo extraordinario al bienes- tar material; pero no puede haber quien dude que el mo- mento más precioso, el más apropiado para la educación es aquel en que comenzamos a vivir. “Particularmente en la infancia, dice Smiles, es cuan- do el alma se halla accesible a las impresiones y está pron- ta a inflamarse con la primera chispa que la toque. Las ideas entonces se asimilan pronto y son más duraderas.... La infancia es parecida a un espejo, que refleja en la vida ulterior las imágenes que le han presentado al principio. El primer goce, la primera pena, el primer éxito, el primer fracaso, la primera hazaña, la primera desventura, trazan el cuadro de su vida;” y por su parte, Locke asegura que “El verdadero momento para educar la voluntad debida mente es la juventud.” Mem. Soc. Alzate. Sr. Lic. D. Ramón Manterola. : ] j Ñ ' 3 q , ELOGIO DEL SB. LIC, BAMÓN MANTEROLA 9 Ahora bien ¿cuál es el mejor medio de educar a la niñez y a la juventud? El ponerles a su alcance los modelos que deben imitar, La imitación es en el niño el medio por el cual entra a formar parte integrante de la sociedad; imita los sonidos que se escapan de nuestros labios, sin darse cuenta todavís de que el lenguaje es la más estrecha liga que une a los hombres; y, sin embargo, en virtud de esa constante imitación, llega a adquirir la lengua que habrá de permitirle satisfacer las necesidades todas de su cuerpu y de su espíritu, que habrá de ponerlo en condición de ser un miembro activo del cuerpo social. Imite los movimien- tos, imita los gestos, imita nuestras acciones todas, y esa imitación constante forma sus hábitos; y los hábitos del niño, los hábitos del adolescente, se truecan en los hábitos del hombre, hábitos que a su vez pueden llegar a convertir- se en los hábitos de la sociedad, si no hay otros que los modifiquen, neutralizándolos sustancialmente. Si, pues, la imitación es la base de la educación, urge a toda costa que el educador presente ante los ojos de aque- Mos a quienes intenta educar, ya sean niños o jóvenes u hombres maduros, los modelos que a su juicio constitu- yam la perfección o que más se acerquen a ella, por lo menos. Ahora bien, la influencia personal del educador es fun- damental para los educandos: si les presenta modelos per- fectos de honradez y de energía y de laboriosidad y les ha- ce ver que la práctica de esas virtudes los llevará por el camino de la dicha, ostentándose él mismo laborioso y enér- gico y honrado, no cabe duda de que insensiblemente los educandos llegarán a transformarse en lo que el educador quiere que sean; pero si, por el contrario, ellos advierten que jamás él practica las virtudes cuya excelencia procla- ma, la: diferencia que observan entre las teorías que se les recomiendan y las prácticas de quien hace la recomenda- ción, engendrará por lo menos la duda; y ¡ay del pecho 10 ALBERTO M. CARREÑO Y ALFONSO PRUNEDA donde la duda penetra!, porque la duda es a manera de esos roedores gusanos, que escondidos entre las raíces de las plantas, lentamente las destruyen hasta originar su muerte, y mata en nuestro espíritu toda fe, toda esperanza, todo amor. Pero todavía esa diferencia entre las teorías y las prácticas del educador puede ser más funesta; puede traer como resultado un vicio que los educandos no tenían y que sin sentirlo ellos puede tomar incremento en sus concien- cias hasta adormecerlas y hacerlas insensibles al bien; y ese vicio es quizá una de las llagas más repugnantes en el hombre: es la hipocresía. Por eso el educador debe ser el modelo que de preferen- cia los educandos han de tener presente a todas horas, por- que de esta suerte, y sin darse cuenta siquiera de ello, si- guen sus pasos, avanzan serenos y tranquilos por.el camino que el educador recorre y del que cuida de ir apartando las duras asperezas y las punzantes espinas, y, cuando me- nos lo sospechan han adquirido ya los hábitos que aquel maestro en la difícil tarea de educar quería que arraigaran en sus espíritus. Este fué precisamente el medio que Manterola puso en juego para educar a un grupo considerable de adolescen- tes, de quienes fué maestro y guía. Con todos los esfuerzos que sus escasos recursos lo obligaban a realizar logró ad- quirir una biblioteca apropiada, y una colección mineraló- gica; formó un pequeño laboratorio; con sus propias ma- nos fabricó muchos de los aparatos que le eran necesarios para sus experimentos, y se consagró entonces a la dulce tarea, no sólo de transmitir sus propios conocimientos a los alumnos cuya educación e instrucción se le había con- fiado, sino de hacerles ver en sus propios sacrificios cómo no hay esfuerzo que el hombre no. deba intentar para ven- cer los obstáculos que se opongan a su paso para la reali- zación de sus propósitos, siempre que éstos sean dignos y levantados. a A e o e ELOGIO DEL SR. LIC. RAMÓN MANTEROLA 11 Y era natural que su constancia y su esfuerzo hicieran de sus discípulos hombres capaces de realizar por sí mis- mos empresas iguales o mayores que las que veían que su modelo constante llevaba a buen término, a despecho de los obstáculos que lo rodeaban. De los discípulos de Manterola podría decirse con razón lo que Stanley asegura respecto del doctor Arnold: que más que la elocuencia y el genio y la ciencia del maestro, obraba sobre ellos su es- píritu entregado a las más arduas labores educativas, movi- do por el sentimiento más profundo del deber. Los discípu- los de Manterola tenían en él un modelo viviente de la bondad, de la constancia en el esfuerzo, del amor al tra- bajo, de la energía para combatir la adversidad. Manterola los preparaba sabia y pacientemente para la jornada que habían de realizar a través de este mundo tan lleno de pa-* siones, tan lleno de miserias, tan lleno de dolores, tan lleno - de amarguras. Y como quiera que Manterola había hallado consuelos y satisfacciones infinitos en la vida intelectual, en los cen- tros donde el saber constituía el anhelo y la aspiración únicos de hombres cuyas tendencias religiosas o políticas eran disímbolas, quiso que aquellos jóvenes de quienes era mentor participaran de los goces de su propio espíritu y se armaran para el porvenir con las armas de que él mismo habíase servido para la lucha; y por eso fundó aquelli juvenil sociedad científica Franklin, que formaron Rafael de Alba, y Daniel M. Vélez, y Rafael Aguilar y Santillán, y tantos otros que recibieron del distinguido educador las enseñanzas que les permitieron, no sólo ser miembros útiles para el país, sino seguir luchando por difundir la claridad luminosa de la ciencia y formar el núcleo que dió vida a este centro que Manterola pudo ver tan desarrollado y flo- reciente. La sociedad científica “Franklin” había sido el ger- men que había de convertirse más tarde en la Sociedad 12 ALBERTO M. CABREÑO Y ALFONSO PRUNEDA Científica “Antonio Alzate,” conocida y aplaudida hoy en todo el mundo de la ciencia. Por cierto que hay un hecho que permite comprobar la influencia decisiva de la educación otorgada por Mante- rola : Rafael Aguilar y Santillán fué el escogido por el edu- cador para ser el portavoz de aquella juvenil sociedad, porque, habiéndole sugerido la idea de publicar un perió- dico que fuera órgano de la agrupación, Aguilar fué redac- tor, dibujante, administrador y propagador del periódico. Cuando ya hombres los niños discípulos de Manterola hi- cieron que aquel germen se desarrollara y la Sociedad “Fran- klin,” ya desaparecida, se trocara en la Sociedad Científica Antonio Alzate; Aguilar y Santillán, que, como admirable cariátide, por treinta años ha sostenido el hermoso edificio Social nuestro, hubo de convertirse, con una energía, con una actividad y con una constancia que son trasunto de la energía: y de la actividad y de la constancia de Mante- rola, en el alma que ha alentado sin vacilaciones, aunque con sacrificios, la vida activa y siempre creciente de nues- tra Corporación. He aquí por qué decía yo al principio que Manterola fué el padre intelectual de nuestra Sociedad Alzate. Tristes deben haber sido para aquel insigne educador los últimos días de su existencia; el cuerpo rebelde no obe- decía ya los mandatos del espíritu siempre lúcido de aquel hombre venerable. Su vida de fatigas y de esfuerzos (entre los cuales no podría dejar de enumerar los muchos años que gretuitamente consagró a desarrollar la enseñanza en la vecina ciudad de Tacubaya, donde con enormes sacrificios pecuniarios fundó la biblioteca pública “Romero Rubio” (que todavía existe hoy), no le produjo riquezas y los úl- timos años de su vida quizá se vieron más amargados que los de su juventud. Ahora tenía hijos pequeños aún por quienes velar, y su ELOGIO DEL SB. LIC. BAMÓN MANTEROLA 13 cuerpo rebelde no le permitía ya consagrarse a la lucha como en sus años juveniles. ; Sin embargo, su carácter dulce, bondadoso y noble, ha- cía gratísimos los momentos que se pasaban cerca de él. Yo, por mi parte, no olvidaré jamás nuestra última entre- vista. En aquel día en que estaba presente Aguilar y San- tillán, quizá su discípulo predilecto, el anciano venerable llevónos de la mano a recorrer con él el largo sendero de su vida: evocó las luchas sostenidas en su niñez, los prime- ros triunfos de su juventud, los goces que experimentaba en los combates de la inteligencia, que sostenía con la firmeza que le daban sus convicciones, ya resultare vence- dor o ya fuera vencido. De sus labios, en que jugueteaba la: sonrisa, brotó des- pués el epigrama que en un momento de buen humor y con motivo de las acaloradas y frecuentes discusiones que sos- tenía en el Liceo Hidalgo, le consagró el Duque Job, y que decía : “Antes que los labios abra, Dígasele a Manterola: Se os concede la palabra; Pero.... una palabra sola.” Nos refirió más tarde los días aciagos ya, en que el cuerpo rendido a la fatiga no quiso prestarse más a servir como antes en la agitación constante de la vida, no que- dándole otro recurso que aguardar serenamente la muerte. El rostro de aquel noble anciano, que ocultaba resigna- do las angustias que quizá destrozaban su corazón, era todavía una enseñanza; su voz, que dominaba los acentos de la amgustia, sus labios que no daban salida a las quejas que a pesar nuestro a veces dejamos escapar cuando sufri- mos, nos decían sin expresarlo especialmente: “aprended a ser fuertes, no os dejéis abatir por el dolor; cuando las adversidades se ciernam sobre vuestras cabezas, llamad en 14 ALBERTO M. CARREÑO Y ALFONSO PRUNEDA vuestro auxilio a vuestra voluntad; y si no es dable que triunféis del dolor y de las adversidades, os quedará un consuelo al menos: haber triunfado de vosotros mismos, al poder pregonar que vuestro espíritu ha logrado sobre- ponerse a todas las miserias de la vida: seguid mi ejemplo.” México, 30 de noviembre de 1914, Breve alocución pronunciada el 17 de noviembre de 1914, al ser depositados en el Panteón de Dolores los restos del Sr. Lic. D. Ramón Manterola. SEÑORES: d Van a desaparecer de nuestra vista los restos mortales de un hombre bueno; pero a pesar de ello, seguiremos con- templando al señor Manterola con los ojos del recuerdo. Este es uno de los aspectos de la: inmortalidad; la ma- teria se disgrega; pero eso que continúa siendo, sin ser palpable, es, sin embargo, real. Los cometas dejan a su paso una cauda más o menos brillante; los hombres también. Esa huella luminosa es la luz perpetua que continúa ilu- minando el pasado de una vida que ha sido fecunda. Y fué fecunda, señores, la vida del señor Manterola. Pensó mucho, lo cual equivale a decir que desarrolló mu- chas nobles energías, ya que el pensamiento es el sello pal- pitante de la nobleza humana; estudió mucho, porque su alma deseó siempre profundizar los misteriosos arcanos del hombre y del mundo, arcanos que apenas hoy habrá, quizás, comenzado a vislumbrar; fué un hombre dedicado devotamente a la ciencia, con el mismo ardor que otros ponen frente al altar, porque en ella creyó y de ella espe- ró asombrosas maravillas y sorprendentes postulados que deberían traducirse en bienes inmensos para la humanidad. ELOGIO DEL SR. LIC. RAMÓN MANTEROLA 15 Al extinguirse el calor terrenal de su vida, nuestra al- ma se ha contristado. Cuando se marchita una flor o se desgranan sus pétalos, sentimos pena, porque, siendo un objeto bello, halagó con su forma, su color y su perfume agradablemente nuestros sentidos, y vemos en el derrum- bamiento de aquella pequeña existencia, una imagen de la vida y muerte de algunos hombres privilegiados. Así ha sucedido al presente. Y la pena ha penetrado hondamente en el corazón de todos los que estrechamos la mano afec- tuosa de aquel humilde sabio que en vida se llamó Ramón Manterola; de todos los que recibimos de él algún dón es- piritual en forma de enseñanza o de consejo; de todos los que supimos apreciar sus cualidades eminentes como hom- bre privado y como hombre público, y consideramos lamen- table pérdida su desparición al ver que deja para: siempre de laborar con nosotros y para nosotros. Yo tuve la: honra de contarme entre sus numerosos dis- cípulos en la Escuela Normal, de la cual fué profesor fun- dador, y es la gratitud el primer impulso que me conduce a este sitio a depositar una flor cariñosa sobre su tumba. Vengo igualmente en nombre de la Sociedad Científica “Anto- nio Alzate,” Sociedad que tanto amó a él y de la cual fué miembro distinguidísimo, a pronunciar en breves palabras su merecido elogio. Allá cuando la Sociedad Alzate estaba en su infancia y comenzaba a dar sus pasos en el sendero que después ha sabido recorrer con tanta honra y luz, el señor Manterola le tendió su mano protectora, siendo su ayuda de aquellas que por su oportunidad y valor, pueden llamarse decisivas. Después, no ha dejado de estar con ella; y es por eso que siempre fué considerado gran benemérito de esta Sociedad, y así venimos solemnemente a declararlo al borde de su tumba, para que bajen con él nuestras pala- bras y lo acompañen cariñosas y reverentes en el fondo W frío de ella y le den calor a sus huesos. 16 ALBERTO M, CARREÑO Y ALFONSO PRUNEDA Maestro! tu memoria vivirá con nosotros en el lugar más bendito de nuestros corazones! La Sociedad “Antonio Alzate” llora tu desaparición y desde hoy hace la sagrada promesa de honrar tu vida y tu recuerdo como lo mereces, escribiendo con caracteres in- marcesibles tu prestigiado nombre en sus anales, ¡Vive en paz, 0h maestro, la vida del espíritu, y que tu cauda luminosa continúe alumbrando nuestros pasos en este mundo, como una señal del camino que hemos de seguir para imitar tu ejemplo! Ya habrá tiempo de analizar tu interesante vida y tu buena obra. Por hoy te saludamos en la muerte con el mismo amor que te saludamos en la vida. ¡ Adiós, maestro! Ya puedes emprender tranquilo el via- je eterno! Gregorio Torres Quintero, M. 8. A. Alocución pronunciada por el Dr. Alfonso Pruneda, presi- dente de la Sociedad Científica “Antonio Alzate,” en la sesión efectuada para honrar la memoria del Sr. Lic. D. Ramón Manterola, Presidente Honorario Perpetuo de esa Corporación. Después del elocuente y bien pensado elogio hecho por nuestro distinguido consocio el señor profesor Carreño, na- da tendría yo que decir en honor del señor licenciado Man- terola; pero quiero, sin embargo, pronunciar unas cuan- tas palabras que signifiquen el homenaje personal que, en cumplimiento de un imprescindible deber, rinde el actual presidente de esta Sociedad a quien, con mucha justicia, puede considerarse como el padre de la Corporación. - ELOGIO DEL SR. LIC, RAMÓN MANTEROLA 17 Así lo ha llamado el señor Carreño, y tal designación no puede ser más apropiada ni más debida. El licenciado Manterola, en efecto, sembró en la juvenil Sociedad “Fran- klin” el germen fecundo que, andando les tiempos, habría de convertirse en el árbol vigoroso y lozano que hoy se llama “Sociedad Alzate;” de tal manera que nunca podrá de- jar de pensarse en aquel educador insigne cuando se reco- rran las páginas brillantes de la historia gloriosa de nues- tra corporación. El supo infiltrar en aquel pequeño grupo de discípulos suyos, que formaron el núcleo de la Sociedad, las ideas de cultura, la actividad y la tenacidad que habían de contribuir poderosamente para hacer de aquélla uno de los más fuertes baluartes de la ciencia en México. Pero no hizo eso solamente. Convencido de que era in- dispensable publicar los trabajos de la: Sociedad, para que pudieran ser conocidos en todas partes, solicitó y obtuvo, en junio de 1887, del Ministro Romero Rubio, la autoriza- - ción necesaria para que las Memorias de nuestra Corpo- ración fueran impresas a expensas del Gobierno, ayuda que subsiste hasta hoy y que no sólo ha permitido dar a conocer nuestros trabajos en todo el mundo, sino que ha servido poderosamente también para que nuestra Biblioteca, una de las más importantes del país, se enriquezca: continua- mente con valiosas publicaciones que, en calidad de canje, le llegan sin cesar. Grandes son, pues, las deudas que tenemos contraídas con don Ramón Manterola. Por eso, al conocer su muerte juzgué indispensable que la Sociedad honrara debidamente la memoria del eminente educador, del distinguido hombre de letras, del asiduo cultivador de la ciencia, del probo ciu- dadano, que supo conservar toda su vida, aun en medio de las tristezas y amarguras que la rodearon, la fé más completa en la ciencia y el amor más acendrado por todo aquello que significara progreso y mejoramiento de nues- tra patria. , Mem. foc. Alzate. T. XXXV.—2 18 ALBEETO M. CARREÑO Y ALFONSO PRUNEDA Para honrar esa memoria venerable nos hemos reunido. Aquí nos acompañan representantes de diversas corpora- ciones científicas de la capital, que han querido asociarse con nosotros en este justísimo homenaje; aquí están igual- mente con nosotros algunos miembros muy queridos de la familia del ilustre desaparecido que, si bien lamentan con justo dolor la muerte de su jefe, se sienten seguramente satisfechos de asistir a la glorificación de quien, dentro de su hogar como fuera de él, derramó siempre los dones de su inteligencia y de su corazón. Pero no creo que el homenaje que debemos a nuestro Presidente honorario per- petuo debe limitarse a esta sesión, sencilla y severa, Como todas las nuestras: hacerlo así sería dar ocasión a que el tiempo, que todo lo borra, se llevara de este recinto la me- moria carísima de don Ramón Manterola. Debemos, pues, procurar que tal cosa no suceda, y para ello nada mejor, en mi concepto, que tener siempre con nosotros su efigie respetable, en este lugar de estudio y de meditación, ajeno a toda preocupación política y en donde, sin embargo, se está haciendo la patria, porque la vida de ésta se hace im- posible sin la cultura. — Y hagamos conocer también por todas partes la vida de ese modesto e insigne cultivador de la ciencia. Publique- mos decorosamente las palabras que aquí mismo y hace po- cos días en el cementerio, se han pronunciado para honrar su memoria. Así podremos hacer llegar a las bibliotecas, a las corporaciones científicas nacionales y extranjeras, el homenaje aquí rendido y lograremos que en todas ellas se conserve piadoso recuerdo de quien tuvo por esa clase de instituciones, tan importantes para la cultura del pueblo, una predilección especial. Y ahora, para concluir, presentemos a: la familia del buen mexicano cuya memoria honramos hoy, los +testimo- nios de nuestra filial condolencia y de nuestra honda pena. Asegnrémosle que, así como en su hogar habrá de conser- in S ¡ete As icidó la memoria del que se ha ido de , siempre, así también guardaremos aquí con profun- respeto y con inalterable cariño el recuerdo de aquel a quien debemos considerar con toda justicia como el Padre de la Sociedad. Científica “Antonio Alzate.” Ñ Ma e 7 de diciembre de 1914. y Ñ : $ e e a a e a MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 21 Memoria relativa al objeto, historia y desarrollo del Instituto Geológico Nacional, por el Ingeniero de Minas Trinidad Paredes, M. $. A. (Láminas I1-XIIT.) (Sesión del 5 de abril de 1915.) INTRODUCCION A pesar del notable adelanto de la Geología, se puede decir que es una ciencia del privilegio de los países indus- triosos, pues en las más naciones es muy poco o nada culti- vada, por lo que no es raro que en México se desconozca la existencia del Instituto Geológico y que haya personas, aun de las realmente instruídas, que manifiestan sorpresa y verdadera curiosidad al saber el fin que persiguen los trabajos de los geólogos; poquísimos son los que conocen el papel de nuestra institución, pues una gran parte de los que saben su existencia, lo suponen un establecimiento de enseñanza superior. Por tales motivos, la presente memoria será más bien de popularización que un trabajo de ciencia pura y lo divi- diremos en tres partes: 1. El objeto para el que fué creado el Instituto Geoló- gico, o más bien, los fines que debe perseguir. 2. Su historia, y 3.2 Su organización. Los límites a que debo sujetarme, me impiden tratar con la suficiente extensión cada una de esas partes. En la Historia, debo muchos de los datos a la amabili- dad del señor Secretario del Instituto Geológico. 22 ING. TRINIDAD PAREDES El presente trabajo fué hecho para figurar en una Mo- nografía proyectada por el Ministerio de Instrucción Pú- blica y Bellas Artes, que se titulaba “México en la Ciencia, en el Arte y en la Vida,” por cuya causa debía tener corta extensión y tratar solamente determinados temas. ru FINES QUE PERSIGUE Tratar de conocer los elementos explotables del sub- suelo o sean los recursos naturales de un país, se ha conver- tido en 'una necesidad imperiosa para todos los pueblos. En Europa se encuentran varias instituciones geológicas que persiguen ese fin y que son centenarias. En Estados Unidos el Servicio Geológico es una institución muy im- portante y muy numerosa; además de que cada uno de los Estados de la Unión cuenta con su servicio particular, to- dos trabajan empeñosamente en descubrir cuáles y cuántos son los recursos sepultados en su territorio capaces de pro- porcionar vida, trabajo, prosperidad y riqueza a sus mora- dores. Todos los países que se preocupan por su adelanto material y moral, ya sean viejos o nuevos, tienen sus ser- vicios geológicos más importantes y numerosos mientras más industrioso y próspero es el país: Australia, Japón, Argentina, Canadá, Nueva Zelanda, Argelia, etc., etc. Y es natural: en el subsuelo están las arcillas y kaolines con que se fabricarán las lozas y porcelanas; están las sales de potasa, cal o fósforo que abonarán las tierras. En el sub- suelo están las piedras preciosas que realzarán la belleza de la mujer: diamantes, esmeraldas, topacios y, en fin, la inacabable serie de joyas que importan tantas fortunas. En la tierra están los criaderos minerales cuya explotación da alimento a tantos miles de seres en nuestro país. En la tierra están las canteras de donde se extraerán los pe- destales, columnas y paramentos que adornarán los sober- MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 23 bios y airosos edificios, representaciones reales de la cultura de cada generación, para admiración y enseñanza de las venideras; estudiar las condiciones de las rocas, su resis- tencia, su pulimento, la importancia del criadero, etc., ya sea gramito, mármol o arenisca, constituye una de las es- pecialidades de la geología y una parte de las investiga- ciones de los recursos naturales. El estudio de la: circulación de las aguas en los suelos, es otra rama; las aguas, el elemento indispensable de la vi- da, sin el cual el reino animal ni el vegetal podrían exis- tir; esta rama, en nuestro país, cada día que pasa adquiere más y más trascendencia, después veremos por qué. En la tierra se encuentran el carbón y el petróleo, co- mo quien dice, el alimento indispensable, casi la vida de las industrias y de la navegación en el aire y en el mar. En fin, todo es de la tierra, del subsuelo, de la corteza te- -rrestre cuyo estudio está encomendado a la ciencia geoló- gica. Cada uno de los recursos naturales constituye una especialidad, y aun en cada recurso están incluídas varias especialidades, pero a todas estas ramas y especialidades les es importante e imprescindible saber en qué terrenos necesitaron formarse las substancias explotables; qué con- diciones deben haber existido para su depósito, qué etapas han pasado y qué transformaciones han sufrido; en suma, les es imperiosa la geología teórica, ya sea dinámica o his- tórica, o sus sub-ramas, como la: petrografía, la fisiografía, la tectónica y la estratigrafía; es decir, la relación es es- trecha, es íntima entre la geología teórica y la geología práctica; casi no pueden existir la una sin la otra. Cierto que algunas industrias, como la minería, en Mé- xico, han prosperado sin el auxilio inmediato y forzoso de la geología teórica, pero con cuántos tropiezos y fracasos. Hoy, en los asuntos bien organizados, aquellos que saben apreciar lo que valen las enseñanzas de los tiempos y ne- gocios amteriores, tienen un cuerpo más o menos numeroso 24 ING. TRINIDAD PAREDES de geólogos a quienes se consulta su opinión, con el deli- berado y exclusivo fin de economizar tiempo, fracasos, di- nero y tantos tropiezos como se pueden presentar. Se puede decir que la opinión del geólogo es la base, el pie obligado de todos los negocios fundados en la explotación de los recursos del subsuelo, y no sólo en los asuntos que hemos . | enumerado anteriormente interviene la Geología, sino en . otros muchos, como por ejemplo: en la agricultura misma, | la explotación de las aguas medicinales, las aguas termales, | el trazo de ferrocarriles, de túneles, la construcción de pre sas, la fabricación de cales, de cementos; la explotación del yeso, la cimentación de edificios, la localización de cementerios, la determinación de los manantiales que deben abastecer de agua a las aglomeraciones humanas y cuáles no; en fin, en otros muchos asuntos que se escapan en es- tos momentos. En Estados Unidos, los geólogos intervienen muy directamente en la “clasificación de tierras naciona- les” o sea su valorización, y en vista de los recursos na- turales que contiene, vender parte y reservar otras, para asegurar de esta manera por un tiempo mucho más largo, la prosperidad de la gran nación norteamericana; siendo este fin uno de los objetivos para que se fundó allí el Ser- vicio Geológico, que ha alcanzado tan grande desarrollo. Las Compañías mineras mejor organizadas tienen sus geólogos especialistas para: reconocer la génesis de los eria- deros que van a adquirir, para ver si ese criadero es formal y amerita comprarse y que se hagan para su explotación tales o cuales gastos, preparaciones y sacrificios. En la ex- plotación misma, esas Compañías necesitan del reconoci- miento metódico del geólogo, puesto que los criaderos no son indefinidos, ni son inagotables; sino que tienen varia- ciones y término que estudia y prevé el especialista fundado en la geología del subsuelo de la comarca. Las Compañías serias de petróleo, ninguna deja de te- ner un cuerpo de geólogos especialistas, por más que el Memorias Soc. Alzate. Instituto Geológico de México / 21 Loan UL. Memorias Soc. Alzate. Loggta Instituto Geológico. Memorias Soc. Alzate. 39 JA. TVS Instituto Geológico.—Vestíbulo y escalera Memorias Soc. Alzate. e IE Instituto Geológico. —Vestíbulo y escalera Memorias'Soc. Alzate. pi A eE de Roa “Mi, » Instituto Geológico.—Vestíbulo y escalera MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO bo o primer pozo que se abrió en la región en que van a operar, haya sido hecho por un hombre audaz, quien quizá no sa- bía ni que existiera una ciencia llamada Geología. Me re- fiero, por supuesto, a las Compañías serias y formales que quiren disminuir sus tropiezos, pues, desgraciadamente, en México existen algunas que ostentan geólogos que jamás han sabido cómo se verifica la circulación de los líquidos y de los gases en las rocas, y hasta los hay que nunca han visto de qué trata la Geología, aunque como ingenieros sean -competentísimos; pero a estos charlatanismos no nos toca juzgar, ni tomar en consideración. Tenemos otro caso en que aparentemente no se ve cómo interviene la Geología: en la: localización de un cementerio, por ejemplo. Una población debe cuidar que los manantiales que la alimentarán sean de aguas puras y exentas de todo peligro de contaminación, exigencia que no todos los manantiales pueden satisfacer. El manantial es el afloramiento de las aguas subterrá- neas que tienen su cuenca de abastecimiento o de infiltra- ción en la superficie, y, por lo tanto, susceptible de conta- minación, el día menos previsto por lo menos; las aguas infiltradas después de recorrer un trayecto que supondre- mos largo para comodidad de nuestro razonamiento; si ese trayecto es por poros o intersticios pequeños entre los elementos constitutivos de la roca, las aguas contaminadas habrán sufrido una filtración y una purificación eficaz y deben ser aceptadas para la alimentación; si ese trayecto es a traves de grietas existentes en la roca permeable, grie- tas que pueden alcanzar hasta cierta amplitud; este ma" nantial puede aceptarse si el trayecto es largo como lo he- mos supuesto; si no lo es, no debe aceptarse. Si el trayecto es entre canales más o menos amplios co- mo existen en las calizas y dolomias, el manantial debe desecharse para la alimentación, aun cuando el trayecto sea 26 ING. TRINIDAD PAREDES largo, por la sencilla razón de que las aguas contaminadas no sufren una purificación eficaz, a veces ni rudimentaria, y a veces se contaminan en ese mismo trayecto subterráneo. Si un cementerio se va a instalar en un lugar en don- de la infiltración lenta y continuada de las aguas de llu- via puede llegar a comunicarse con el trayecto de las aguas que afloran en un manantial, ese manantial bueno se con- vierte después en un peligro para la salubridad, y el cemen- terio se habrá situado en el lugar más inconveniente para! la población. La hidrología basada en la existencia de las rocas per- meables e impermeables, en la clase de permeabilidad de ellas, en los trastornos orogénicos de estas rocas, en su posición, en fin, en la geología de la comarca nos puede decir si ese manantial se debe aceptar y si la localización del cementerio es buena. Pero ¿cuál de todas estas ramas fundadas en los recur- sos del subsuelo es la más importante y a cuál debe Méxi- co, y, por lo tanto, el Instituto Geológico dirigir sus inves- tigaciones ? Las siguientes cantidades nos dan en moneda la impor- tancia de algunas ramas. Desgraciadamente nos ha sido casi imposible recoger para nuestro país lo que importan, por ejemplo: las industrias de la cal y de las arcillas. No sabemos por Estados, por ciudades o por regiones a «cuánto montan la alfarería fina y corriente y la fabricación de la- drillos de construcción; aun cuando pudiéramos saber lo que importan los ladrillos refractarios, de ornamentación y la fabricación de tubos de albañal, drenaje, etc. Por tal dificultad y con el objeto de que el relieve de los números sea lo suficientemente claro y algo más completo, damos las cantidades referentes a los Estados Unidos: | | MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 27 Año de 1912 (1) Dólares A A AO E A 695.606,071 o ni fnicnds do cdee cad nens 845.63,957 AED EA A A A TA RR E AS 163.802,334 CONE la oain co ene scociidone de peroo tir idocas 67.461,513 E A A O adn de denconas 172.811,275 BE A A E A ph 6.563,908 VA AAN AN FEAT TOO A 13.689,054 Materíales de CONStrucciÓN....oooccnnoccccccccncoo» 78.284,572 WS Hate pabEaSIVOS. Nos óacoccmcan ai nccnódoa 4.222,568 EEE A AA A 11.675,774 EIC HS DIOCIOSAS E cactiocianó campondaranpnomelinicnss 319.722 AREA OO 6.615,671 Metales como fierro, oro, plata, cobre, etc.... 867.103,085 Además de otras muchas substancias. Alcanzando la explotación de las substancias minera- les en que están incluídas las cantidades anteriores la res- petable cifra de 2,243.630,326 dólares, en el año de 1912. La agricultura alcanzó en el mismo año la cifra de.. 9,532.000,000 de dólares. (2) Suponiendo que las tres cuartas partes de esta cantidad provienen del cultivo de tierras en las que se han aprove- chado los recursos naturales solos, como lluvias y corrien- tes de ríos, y sólo una cuarta parte proviene de los luga- res en que han sido necesarios los pozos en cualquiera de sus formas y la localización de presas; es decir, en donde se ha tenido que recurrir a alguna de las ramas de la Geo- logía, siempre es muy respetable la cifra de 2,358 millones de dólares. Hemos dicho cómo interviene la Geología en los cria- deros minerales y. también para la localización de un ce- menterio; de una: manera parecida interviene en las dife- rentes ramas que se ocupan de la explotación de los (1) U. S. Geological Survey.— Mineral Resources of the United States 12. (2) Year-book of the Department of Agriculture 1912.—Wasbhington, D.C. 28 ING. TRINIDAD PAREDES recursos del subsuelo; en lo que se refiere a la agricultura, necesitamos aclarar, aunque sea someramente, cómo es su intervención, puesto que no es recurso del subsuelo, ni está comprendida en el programa de los Servicios Geológicos de otras naciones. En un lugar cualquiera, las rocas circunvecinas o las que forman el subsuelo son las que proporcionan los ele- mentos que forman los suelos agrícolas sobre los que vivi- rán las plantas, de tal manera, que en una: región granítica el suelo tendrá poco fósforo y la cantidad de cal será muy pequeña, probablemente insuficiente para muchos cultivos y estos elementos habrá que proporcionarlos de alguna ma- nera, sobre todo cuando las tierras han llegado a cierto grado de agotamiento; con el reconocimiento geológico se adquiere este conocimiento que tiene grande importancia cuando se trata de establecer cultivos permanentes e in- tensivos. Este caso, bien sencillo, nos pone de manifiesto la in- tervención de la Geología en la agricultura de una manera general; pero, dadas las condiciones de nuestro país, esta manera de intervenir es nula; para nosotros la interven- ción de la Geología es, por decirlo así, indirecta; pero muy eficazmente, de una manera indispensable como lo vamos a ver, Dada la extensión de nuestro territorio en relación con la extensión cultivada, se podría cada cinco años y quizá hasta cada año, abandonar la tierra que se cultiva por otra: nueva, es decir, que antes de llegar al agotamiento una tierra, se podría cambiar por otra nueva o lo suficien- temente descansada para considerarse como nueva; por lo tanto, lo que nos falta no es el suelo con los elementos mi- nerales necesarios parar la nutrición de las plantas, sino el otro elemento, sin el cual la vida de esas plantas sería imposible: el agua. Para que los cultivos prosperen, se necesita una canti- dad de lluvia media. anual de 60 cm.; abajo de esta can- MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 29 tidad la agricultura es muy eventual y se tiene que recurrir a procedimientos como el de “secano,” en que también deja de ser posible con lluvias menores de 30 cm.; además, se necesita que estas lluvias tengan cierta uniformidad, dis- tribuyéndose de preferencia en ciertas estaciones del año. Asentado esto, podemos dividir a la República Mexicana en las siguientes zonas: 1.2 Zona de lluvias abundantes o sean de S0 cm. para adelante, hasta 2 metros y más de altura', que comprende el flanco oriental de la Sierra Madre oriental, el Istmo de Te- huantepec, Tabasco y Chiapas. 2. Zona de lluvias de 50 cm., hasta SO con cierta uni- fermidad que comprende una faja alargada al poniente de la cumbrera de la. Sierra Madre oriental con los valles de Toluca, México y Puebla, después toda la cuenca hi- drográfica del Océano Pacífico hasta antes del Estado de Sinaloa. 3. Zona de lluvias eventuales e irregulares que varían desde 7 em. hasta 60 em., pero cuya media no llega a 30 cm.; que abarca desde el límite entre los Estados de Guanajuato y San Luis Potosí, las cuencas hidrográficas interiores del Bolsón de Mapimí, etc., una parte de la cuenca hidrográ- fica del Río Pánuco, otra gram parte de la del Río Bravo, en lo que se refiere a nuestro país, y los Estados de Sinaloa, L Sonora, Baja California y península de Yucatán. La tercera zona es la más extensa, el triple de las dos anteriores'reunidas; en otros términos: que en la mayor parte de nuestro territorio la cantidad de lluvias es insu- ficiente para que la agricultura pueda prosperar y con sólo los recursos naturales constituir una fuerza viva de la na- ción que la impulse a un grado tal, que la convierta en rica, poderosa y nación mundial. Pero si los recursos naturales solos, de las lluvias no son suficientes para desarrollar la agricultura en la mayor parte del territorio mexicano, sino que le falta: agua, ésta 30 ING. TRINIDAD PAREDES puede proporcionársela con algo de empeño, trabajo y dedi- cación. Esta afirmación está en contradicción con la opinión generalmente aceptada por la gran mayoría de los mexica nos, cuando dicen: nuestro país es inmensamente rico, la naturaleza lo dotó de todas las mercedes imaginables; sólo falta: que se explote; efectivamente, es inmensamente rico, pero falta algo más que la explotación, falta dinero, tra- bajo, dedicación y empeño, puesto que aun en esa gran ex- tensión, la agricultura puede procurarse el precioso elemen- to agua, que también falta, recurriendo a la hidrología. El agua de lluvia se reparte de la siguiente manera: una parte escurre por la superficie y alimenta los ríos que van a dar al mar, otra se evapora, otra alimenta las plantas y otra se convierte en subterránea; la primera y la última las puede almacenar o recuperar la agricultura; la primera construyendo presas en los terrenos apropiados que el geó- logo debe reconocer, y la última por túneles, pozos profun- dos o poco profundos, según la posición, estructura y natu- raleza: de las rocas entre las que circula el agua y la can- tidad de esta agua; materias todas que integran la ciencia hidrológica, una de las ramas de la Geología. Quizá no todo el territorio nacional podría abastecerse con la cantidad de agua necesaria para que la agricultura lo invadiera todo, pero la cantidad de terrenos cultivados podría ser tal, que entonces sí constituiría: la agricultura una verdadera riqueza, fuente de muchos bienes, pues to- dos sabemos que en la historia de la humanidad, la agri- cultura ha sido, es, y será la riqueza de los pueblos, la única que convierte a las naciones en libres, prósperas y fuertes; que los pueblos que tienen por base la agricultura, tienen in-- dustrias y, en general, riqueza, son parte esencial del concier- to de las naciones directoras de la humanidad; ¿para qué citar a Francia la banquera del mundo, y en menor escala a la Argentina, la nación más próspera de la América latina ? Las altas cifras de los caudales que importan por año, MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 2l 2 ————— las industrias enumeradas antes, en un país como Estados Unidos, son la: más clara manifestación de la trascenden- cia, de lo numerosas y de lo remuneradoras que son las apli 'aciones de la Geología. Todos los pueblos que deseen prospe- rar evitándose, hasta donde es posible evitario, tiempo, fracasos y toda clase de tropiezos, tienen que sistemar y ace- lerar los estudios del subsuelo, teniendo por base el estudio de la Geología. Ciencia que si son amplísimos sus dominios de aplica- ción, no lo son menos cuando cultiva la ciencia teórica. ¿A quién no le seduce imaginarse la vida en épocas anteriores, cuando no existía el hombre, ni muchos de los animales conocidos, ni muchas de las plantas actuales, sino otras plantas y otros reyes, animales que alcanzaban tallas de 10 y más metros, con fuerzas y furias espantosas que los con- vertían en los soberanos de la tierra? ¿A quién no le seduce imaginarse a nuestro valle de México, un mar inmenso y profundo, pero de aguas dulces, alumbrado, de cuando en cuando, con penachos luminosos, altísimos, desprendidos de avernos que vomitaban, como con paroxismos de rabia, co- rrientes de fuego que chisporroteaban y bramaban al invadir los campos y,rellenar una parte pequeña del inmenso y pro- fundo lago, como mar, en cuyas riberas fertilísimas mora- ban los mastodontes, los elefantes, los equus y otros animales ya desaparecidos? ¿A quién no le seduce y le encanta proseguir las etapas y transformaciones que experimenta la partícula insignifi- cante de arcilla arrastrada por un río al inmenso mar, que después de ser juguete imperceptible, se precipita en el fon- do de un geosinclinal que lentamente se rellena, y que en virtud del metamorfismo con. iguiente, esa partícula insig- nificante, se transforma en partícula de un cristal? El geo- sinclinal por el metamorfismo y el enfriamiento secular del globo se convierte en línea de menor resistencia de la corteza terráquea, y aquellos sedimentos se pliegan o se 32 ING. TRINIDAD PAREDES transforman en rocas ígneas y surgen de las profundida- des de los mares, lenta, pero secularmente en el conjunto, y en partes con saltos de furias que es imposible calcular, hasta que al final aquella partícula insignificante que fué de arcilla forma parte de un picacho enhiesto y duro en la cumbre de una serranía altísima, accesible sólo a la imagi- nación del actual rey de la creación. ¿Cuántas etapas, cuántas transformaciones, cuánta me- ditación, cuántas ciencias auxiliares se necesitan para per- seguir a esta partícula insignificante a través de su inmen- so camino de 12,000, 15,000, quizá 20,000 metros de desnivel vertical? ¿Qué ser inteligente, teniendo oportunidad, no se preo- cupa por el adelanto de esta bella y hermosa ciencia que tiene relaciones tan estrechas con la humanidad, puesto que significa el conocimiento de la corteza terrestre en don- de el hombre nace, de donde el hombre se alimenta, en donde el hombre trabaja, en donde el hombre se sepulta, se transforma y evoluciona como cualquier partícula de ar- cilla como las plantas, como los animales, como el Oro- hippus con pies de cuatro dedos y del tamaño de un ZOrTOo, el Mesohippus, de tres y un poco más grande, el Miohippus, el Protohippus o Hipparion, el Pliohippus y, por último, el Equus, con un solo dedo que siguió desarrollándose y evo- lucionando hasta ser el caballo actual, tan hermoso y tan útil a la humanidad ? La Geología, que en un futuro muy cercano será la más cultivada por sus aplicaciones y por sus elucubracio- nes, será la ciencia del porvenir en todos los pueblos, tan- to como ciencia de recreo, como de explotación. Actual- mente, es un templo construído en la montaña más elevada de nuestro suelo, desde donde los horizontes son esplen- dorosos e inmensos; pocos devotos lo frecuentan; pero que tiene, como todos los templos, sus sacerdotes: unos son Memorias Soc. Alzate. T. 35, lám. yr Instituto Geológico.— Salón de Juntas Memorias Soc. Alzate. 30: AN IXS Instituto¿Geológico. —Salón de Mineralogía. Memorias Soc. Alzate. E RSE: Instituto Geológico.—Salón de Petrografía MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 33 buenos y otros son traficantes, los ávidos de hacer negocio en nombre del bien y de la virtud que no conocen. Las naciones, obrando como entidades que forman par- te del concierto de la humanidad, tienen necesidad de cul- tivar otros conocimientos que aquellos que les reportan utilidad de una materialidad palpable; por cuya causa, na- die que yo suponga, se atreverá a criticar a México porque tiene un Observatorio Astronómico, o que mida la parte que le corresponde del meridiano terrestre; pues de la misma manera; aparte de la utilidad que la Geología reporta, apar- te de lo mucho que tiene de explotable, aparte de los rendi- mientos a que nos hemos referido antes, desempeña otro papel muy importante: contribuye eficazmente al cultivo de la inteligencia y de la moral de sus hijos, ocupándose de todos los fenómenos que tienen tan íntima relación con el hombre, por sencillos que sean; se preocupa por saber de dónde viene el suelo que pisa y que cultiva; cómo se formó, dónde se formó y por qué, si viniendo del seno de los mares muchas veces, hoy se encuentra tan alto y tan abrupto; el arroyuelo, dulce y manso en la llanura, ¿por qué corre impetuoso entre la barranca escarpada de la montaña ? En fin, la Geología es una ciencia de muy amplios de- beres que los pueblos tienen que fomentar, porque parti- - C€ipa del doble papel de las ciencias teóricas y de las : ciencias de aplicación, al grado que un mapa geológico - completo y detallado, hecho únicamente por amor a la ciencia, exhibe la naturaleza de los terrenos, y, según las rocas, la topografía del lugar; exhibe los recursos del suelo y según éstos las industrias que es posible su existencia allí; los cultivos agrícolas que pueden prosperar mejor, las aguas que existen, etc.; un mapa geológico completo, es, por decir- lo así, el sumum a que deben aspirar los pueblos. Hemos pasado en revista muy someramente las diferen- tes ramas e industrias en que la Geología interviene o debe add dd Y Memorias Soc. Alzate. T. XXXV,—3. dlls dar cl AN 34 ING. TRINIDAD PAREDES intervenir en organizaciones que se preocupan por econo- mizar tiempo, dinero y tropiezos; hemos indicado de qué manera interviene en algunas de estas ramas e industrias y también cuáles otros fines nobles y elevados debe perse- guir y de hecho persigue; nos falta aún decir cuáles de esas divisiones el Instituto Geológico de México cultiva y cómo las cultiva; la historia y la organización de él nos darán la respuesta. HISTORIA En la Secretaría del Instituto Geológico existe la si- guiente relación : “El Gobierno de México, convencido de la utilidad y ventajas que para el país tiene el estudio sistemado y.de- tallado del suelo, inició, con fecha 26 de mayo de 1886, por conducto de la Secretaría de Fomento, ante las Cá- maras de la Unión, la creación de un Instituto Geológico, cuyo objeto fuera: practicar el estudio geológico del terri- torio, dándole a conocer bajo los puntos de vista científico, técnico e industrial; formar y publicar la carta geológica de la República con su memoria respectiva; hacer y dar a luz las cartas geológicas especiales y estudios de regiones interesantes del país, como distritos mineros, formaciones difíciles, montañas importantes, etc., formar y conservar el Museo Geológico del territorio con las colecciones elasi- ficadas que sirvan para la construcción de las cartas ori- ginales, etc.” “En marzo de 1888, el Secretario de Fomento, General don Carlos Pacheco, secundando Jos esfuerzos del señor ingeniero don Antonio del Castillo, obtuvo del señor Presi- Ccente de la República el acuerdo para la formación de una Comisión Geológica, mientras las Cámaras resolvían sobre la iniciativa de la organización del Instituto Geológico, AB E AAA . : A A A OS: MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 35 que se encargará de formar la carta geológica y la minera de la República.” “Los trabajos fueron en un principio consagrados ex- clusivamente a la formación de una carta geológica general y una carta minera del país. La primera estaba desti- nada a dar una idea de conjunto de las formaciones geo- lógicas dominantes y, por lo mismo, las más interesantes del país, a la vez que servir de base para los trabajos más detallados y perfectos que debían ejecutarse más tarde. La carta minera debería servir para presentar al país des- de el punto de vista minero con la importancia real que le corresponde, dada la inmensa cantidad de criaderos exis- tentes en su suelo y la diversidad de substancias minerales en estos criaderos contenida; mientras trabajos estadís- ticos concienzudos se emprendían para dar a conocer el verdadero valor de nuestra riqueza mineral en estado de explotación, así como las existencias almacenadas en nues- tro suelo que reclama la inversión de nuevos capitales y de nuevas energías para que el país pueda utilizar estos productos naturales.” a “Sancionada por decreto del Congreso General de 1888 la creación del Instituto Geológico, la Comisión Geológica, que se había encargado de la formación del bosquejo geo- lógico y de la carta: minera de la República, fué converti- da, a principios del año de 1891, en Instituto Geológico, conservando, con muy pocas modificaciones, el mismo per- sonal. El Instituto Geológico de México es, pues, una ins- titución nacional creada por decreto del Congreso de la Unión, establecida en 1891, dependiente de la Secretaría de Fomento, y que tiene por objeto el servicio geológico . permanente de la República.” “En este nuevo período la institución trató desde luego de poner en práctica el programa general para cuyo desem- peño había sido establecida, pero por diversas 'circunstan- cias no se pudo completar el personal propuesto por el 36 ING, TRINIDAD PAREDES señor Castillo, Director del Instituto, y sólo se destinó para los trabajos una parte de la asignación decretada por el Congreso de la Unión, con un personal bastante redu- cido, compuesto de un director, cuatro geólogos, un dibu- jante, un preparador de láminas para el estudio micrográ- fico de las rocas y un escribiente, personal que por diversas causas sólo ha venido a estar completo en los últimos me- ] ses del año de 1895.” “Los recursos de que el Instituto pudo disponer en un prineipio fueron insuficientes para llenar el vasto progra- ma a él encomendado. Su personal, sumamente reducido, sólo pudo dedicarse en los primeros cuatro años, desde la | fundación, a hacer exploraciones geológicas para hacer una q nueva edición del Bosquejo Geológico de la República; pa- ra la formación de una nueva carta minera de México, y para ensanchar la esfera de conocimientos generales sobre la distribución de las formaciones dominantes del suelo de México.” “En el año de 1903 el Gobierno, penetrado de la impor- | tancia que cada día adquiere el Instituto Geológico y del | papel que está llamado a presentar dentro de la esfera de sus atribuciones, resolvió mejorar los recursos exiguos de que disponía anteriormente, dotándolo de un personal más vasto y competente, aumentando las cantidades para | los gastos de trabajo en el campo, creando también un pe- | queño servicio topográfico para adaptar los planos existen- tes a las necesidades del trabajo geológico, y por último, | decidió mejorar los emolumentos que percibía el personal anterior.” Después, con dificultades, ha continuado sus trabajos y ha seguido, también, creciendo su personal y su pre- supuesto. : En la actualidad cuenta con colecciones en las que cada ejemplar está bien presentado, mostrando su clasificación, el lugar preciso de donde proviene, el Municipio, el Distri- -. pr ' Y 4 Ñ MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 37 to, el Estado y el nombre del donador o colector. Están arreglados por secciones para satisfacer a las necesidades del industrial, del estudiante, del especialista, del explo- _rador y del público en general. I. Colección de minerales. A. Colección geográfica.—Esta colección está formada por ejemplares de minerales exclusivamente de la Repú- blica Mexicana, arreglados por Estados y, dentro de los Es- tados, por Distritos, y allí según el orden de clasificación aceptado en el Catálogo Sistemático y Geográfico de las espe- cies mexicanas (véase Boletín núm. 11, del Instituto Geo- lógico). Estando representados todos los Estados y Terri- torios, con excepción de Yucatán y Tabasco. El número total de ejemplares es de 5,000, habiendo un número mucho mayor como duplicados para canje o colec- ciones de obsequio a: los Estados. B. Colección sistemática.—Esta colección destinada al estudiante y al especialista de Mineralogía, contiene el ma- yor número de especies típicas, aumentándose por canje, compra u obsequio de particulares. Contiene 3,000 ejem- - plares que representan cerca: de 500 especies mineralógicas distintas, con ejemplares del país y extranjeros. C. Colección de meteoritas.—Esta colección consta de 85 ejemplares, casi todos mexicanos, arreglados conforme al sistema Brezina. A esta colección pertenecen los ejem- plares de Chupaderos, Concepción, San Gergorio, Estado de Chihuahua, de 14,114 kilos, 6,767—3,3225—y 10,000 ki- los de peso, y la que se encuentra en Bacubirito, Sinaloa, que por sus grandes dimensiones no ha podido ser trans- - portada a esta capital. D. Colección de ejemplares escogidos.—Colección forma- da por 125 ejemplares grandes y hermosos con caracteres notables ya sea por su perfecta cristalización, su rareza, su belleza, etc. 38 ING. TRINIDAD PAREDES E. Colección de formas cristalográficas.—Coleeción muy interesante para el especialista en cristalografía, formada por 85 ejemplares en los cuales se pueden estudiar las for- mas cristalográficas o derivadas de los sistemas crista- linos. F. Colección de carbones mexicanos.—Colección forma- da por 180 ejemplares, algunos grandes del espesor natural del manto carbonífero. II. Colección de rocas. A. Colección geográfica.—Formada por 1560 ejempla- res de rocas mexicanas, que representan casi todos los Es- tados y Territorios, además de unos 20,000 ejemplares du- plicados para canje. B. Colección sistemática.—De 1907 cjemlaieN del ex- tranjero y del país, arreglados conforme al sistema de H. Rosenbusch, seguido en su obra “Mikroskopische Pysiogra- phie der massigen Gesteinen.” Completada con otros 200 ejemplares de rocas metamór- ficas y sedimentarias. III. Colección de materiales de construcción. Formada por 540 ejemplares en cubos con un lado pulido. IV. Colección Paleontológica. Consta de 10,000 ejemplares arreglados geográficamen- te por países, y en éstos, estratratigráficamente por siste- mas, series, pisos y sub-pisos. En esta colección existen ejemplares notables, como un cráneo de Elephas Imperator Leidy, de Tequixquiac, Valle de México, con el colmillo que mide 4.20 metros de longi- tud y es actualmente el más grande encontrado en el mun- do. Tres ejemplares de Amonitas, de Coahuila, que miden 80 em. y 1.25 de diámetro. V. Colección de Geología tecnológica. Que manifiesta la morfología y génesis de criaderos de | : | : MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 39 plata, plomo y cobre de la República, formada por 1,000 ejemplares, algunos de gran tamaño. Una biblioteca que tiene 12,790 volúmenes referentes a la Geología, etc. Un taller para laminar rocas. Un taller apropiado para el servicio de las estaciones sismológicas. pas Una sonda belga, de mano, de 20 metros para recono- cimientos para agua o cimentación de edificios. Una sonda belga, portátil, de 100 metros para agua. Una perforadora marca “Cyclone,” para pozos. Un taller de fotografía bastante bien montado y donde se han conseguido muy bellas microfotografías y fotogra- fías de fósiles. Un gabinete para reconocimiento de resistencia de los materiales de construcción formado por: Una máquina automática eléctrica, marca Riehlé, de 50,000 kilos. Una máquina de aceite, marca Riehlé, de 500 kilos. Un martillo simple, marca Riehlé, Además del gabinete de química bastante completo en donde hay aparatos como el espectrógrafo de Hilger, y el volumenómetro para gases de Luge. Un edificio ad hoc que alcanzó un costo de $109,690.00. Una estación sismológica central con nueve aparatos re- gistradores: Horizontal ide Wiechert destaco riada ioodcanocoan 17.000. kilos. q y SS A A IS a AN > e E A RARA RA ZO E a A O 2d $ NS DOMO into ia canos AOS a » Bosch AE ADOS WE O A A E SO A A a 0 a »” ” ” , E SM Y AS AR gravímetro. 40 ING. TRINIDAD PAREDES Dos estaciones sismológicas de primer orden en Mérida, Yuc., y en Zacatecas, dotadas de los siguientes aparatos: Un péndulo astático horizontal de 1,000 kilos, Wiechert. _ Un sismógrafo vertical de 1,300 kilos, Wiechert. Cuatro estaciones sismológicas de segundo orden en Ma- zatlán, Sin., Oaxaca, Monterrey, N. L., y Guadalajara, Jal., dotadas cada una de los siguientes aparatos: a Un péndulo horizontal de 200 kilos, Wiechert. Un sismógrafo vertical de S0 kilos, Wiechert. El resultado de sus trabajos podemos verlo consignado en sus publicaciones: Boletín.—Núms. 1-17, 20-32, Parergones.—Tomos I-V. Guide des excursiones del X” Congrés Géologique Inter- national. Compte Rendu de la X* Session de Congrés Géologique International, México, 1906. Y publicaciones diversas. Entre éstas debemos considerar una gran parte del material del Boletín dé la Sociedad Geo- lógica Mexicana. El Instituto ha concurrido, por medio de delegados de su seno, a ocho Congresos Internacionales de Geología reuni- dos en diferentes países extranjeros. Hizo el X Congreso Internacional de Geología en México en 1906. Ha asistido a varios Congresos Internacionales de Geología e Hidrolo- gía y forma parte activa de la Asociación Sismológica In- ternacional. Ha cultivado el estudio de la geología y ha hecho, en fin, labor benéfica y meritoria para el país. La historia del Instituto, narrada a grandes rasgos, no es la historia de la geología en México; los límites a que de- bemos sujetarnos en esta memoria, nos impiden tratar tan importante asunto, además de que existe un trabajo que se ocupa de esta materia titulado “Reseña del desarrollo de la Memorias Soc. Alzate. paa To El cd e) el Mo ny Mi Ss gico.—Departamento de criaderos minerale Ó Instituto Geol Memorias Soc. Alzate. o SI 7 E Instituto Geológico.—Salón de Paleontología | | AE TIA td II, , - nu" TN A. A II IIA A TI A y d MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 41 geología en México,” (1) bastará decir: que la geología en México, ya: como ciencia, nació al abrigo de nuestra benemé- rita minería, habiendo descollado hombres de fama mun- dial, como los discípulos del ilustre Werner, el creador casi de la ciencia geológica, don Andrés del Río y el sabio explo- rador Barón de Humboldt; don Andrés del Río abrió su cátedra en México en abril de 1795; en 1801 descubrió el eritronio, al que 27 años después se había de llamar vanadio en la vieja Europa. Humboldt llegó a México el año de 1803 y contribuyó mucho al establecimiento de las bases de la geología en México. Después otros sabios nacionales y ex- tranjeros, a quienes la ciencia de nuestro país rinde culto y homenaje por su abnegación, su constancia y su amor al es- tudio de nuestro suelo. No debemos pasar desapercibidos los trabajos, las decep- ciones y las amarguras de los enitivadores de la: ciencia, que pusieron su empeño, su elocuencia, su constancia, su amor y mucha fe al servicio de la: Geología, hasta conseguir que se fundara esta Institución y que esta Institución viviera, creciera y se desarrollara a un grado tal, que haciendo a un lado modestia y timidez, puede figurar al lado de las instituciones que le son similares; no con los elementos ni con los frutos de los de las naciones de primer orden, es decir, no en las primeras filas; pero otros muchos pue) los vienen detrás, no digamos en América, sino en la misma Europa, la culta, la educadora de pueblos. A esos hombres, paladines de la: ciencia, que se esforzaron por conseguir lo existente, que no fué para ellos, sino para la patria, les en- vío mi tributo de admiración y gratitud. (1) J. GC. Aguilera.—Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana. Tomo I. 42 ING. TRINIDAD PAREDES ORGANIZACION En el cultivo de la ciencia geológica se siguen de una manera general dos orientaciones distintas, según que se le dé la preferencia a la geología teórica o a la geología aplicada. La una cultiva la ciencia por lo que tiene de ciencia, por la belleza y la profundidad de sus problemas, investi- gando en una zona o comarca los trastornos orogénicos que ha sufrido su suelo, cuáles han sido sus climas, cómo han sido sus ríos, sus moradores, sus volcanes, en suma, estu- diando paso a paso las diferentes etapas que se han verificado en porciones más o menos extensas a través de los tiempos; produciendo mapas y escritos de los que algunos son verda- deros monumentos y en los que quedan consignadas todas las substancias existentes, en dónde existen y por qué exis- ten; después, suele venir el industrial, el que busca deter- minados elementos y aprovecha el trabajo de los anteriores. La segunda, la que da la preferencia a la geología apli- cada, ya hemos dicho cómo procede, se afana por saber cuá- les son las substancias explotables contenidas en el subsuelo que suministrarán trabajo y prosperidad a una comarca. Pe- ro como estas investigaciones traen consigo el conocimien- to de principios, leyes y demás asuntos de la ciencia teórica, el fomento de esta ciencia es necesario, pero de una manera secundaria, llegando por un camino distinto a la formación de mapas goológicos en que quedarán consignadas todas las substancias explotables existentes. A la primera orientación la fomentan gobiernos, socie- dades, millonarios y hombres aislados, con especialidad en los países ricos, prósperos y más cultos. El contingente más importante quizá sea el de los últimos; pues existen nume- rosos ejemplos, principalmente en Europa, de hombres cuya vida seguía una ruta muy distinta de la que la geología podía marcarles; pero que seducidos por lo saludable de una ex- MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 43 cursión, por un paisaje o por un detalle de poca monta, si- guieron las excursiones, se interesaron después por saber el por qué de una forma de roca, el por qué de un barranco, y dieron los primeros pasos en el campo de la geología ; penetraron un poco, vieron tan amplios y tan hermosos ho- rizontes, que no vacilaron en dirigir en ese nuevo rumbo sus esfuerzos, su inteligencia, su vida toda. Ricos, pobres y de medianos recursos, han sentido la seducción por esta ciencia. A la segunda orientación la fomentan también gobiernos. sociedades, millonarios y compañías diferentes, pero per- siguiendo un fin distinto que tiene su belleza y su nobleza, como es la prosperidad de un pueblo o de una comarca; esto sucede principalmente en las naciones nuevas, en donde un gobierno pide al congreso tal cantidad y tiene que decir no sólo para qué la pide, sino qué va a producirse con esa cantidad y cuánto. La historia del Instituto Geológico de México, nos mues- tra que en sus primeros años se ocupó de formar la Carta geológica general del país y una carta minera. Desde 1903 agrupó su persoral en nueve secciones, se- gún consta en los apuntes de la Secretaría del estableci- miento. 1.* Mineralogía y Petrografía. 2.? Geología general. 3.2 Geología estratigráfica. 4.2 Paleontología. 5.2 Geología aplicada (que, según los trabajos existentes, comprendía: criaderos minerales, hidrologíw y petróleo). 6.2 Sección de química y metalurgia. 7.2 Sección de topografía. 8.2 Sección de dibujo. 9.2 Sección de administración. A las fechas podemos decir que se ha seguido el mismo plan, agregando: paleobotánica, sismología y materiales de construcción. , E TO II da AS 44 ING. TRINIDAD PAREDES Es decir, analizando los trabajos del Instituto Geológico de México, y la distribución y clasificación de sus secciones, se ve que ha cultivado la ciencia geológica en sus dos ramas principales, la geología teórica y la aplicada, dándole la suprema'cía a la ciencia teórica, al grado de existir cuatro secciones de estudios teóricos, además del anexo importante, la sismología; tres secciones dedicadas a ramas auxiliares, como química, topografía y dibujo; una sección administra- tiva y sólo una sección de geología aplicada; preocupándose primero por la formación del mapa geológico de la República probablemente como un fin que comprenderá dos resultados a la vez: desde luego, el cultivo de la ciencia por la obliga- ción que nuestro país tiene de fomentarla para figurar en- tre las naciones cultas, y segundo como un medio de mostrar los recursos explotables del subsuelo entre los otros países, fines que se consiguen con el mapa geológico detallado. Pero teniendo en cuenta la extensión de nuestro territorio y los recursos contenidos en él, que reclaman imperiosamen- te afluencia de capitales y de brazos; teniendo en cuenta nuestras condiciones financieras, sin agricultura y sin in- dustrias, en donde es necesario importar materiales de cons- trucción, loza's, combustibles, muebles, vestidos, ete. y todo en general; teniendo en cuenta nuestras condiciones ma- teriales y verdaderas de país nuevo, pobre y con abundantes elementos sepultados en el subsuelo, y teniendo en cuenta, además, los fines que debe de perseguir la institución y las orientaciones que se siguen en el cultivo de la geología, ¿cuál de estas dos orientaciones debe de preferir seguir el Insti- tuto Geológico de México? Yo me inclino por la segundas. Las manifestaciones de alta cultura nada más porque dos o tres del extranjero nos califiquen de culitos y civilizados a costa de sacrificios para la nación, me parecen extemporá- neas, y en los días que corren aun más que extemporáneas. ] ] J ; | MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 45 Refiriéndose a la manera como debe de fomentarse el estudio por la geología en nuestro país, un amigo y compa- fiero dice: (1) “Para lograr lo que acabo de decir, propon- go que una de las publicaciones tenga el carácter de perió- dico; porque tratando de un mismo asunto, escrito por una misma persona y en la misma fecha, pero bajo diferente forma: la primera consistente en una gran memoria de mu- chas páginas, profusamente ilustrada, con abundantes citas, y la otra forma en un artículo de cortas dimensiones, compa- radas con las de la memoria, ¿cuál de los dos se leerá más fácilmente, en su totalidad y por mayor número de perso- nas, la memoria o el artículo? Seguramente que el segundo será leído totalmente con más agrado, y de la memoria sólo se verán las láminas, se revisarán el índice, la fecha, el lu- gar de la publicación, el nombre del autor, alguna's pági- nas y aun capítulos enteros; esto es en cuanto a lo que se refiere a dimensiones de los trabajos. Ahora, respecto a la naturaleza: de ellos, si se trata de un asunto que solamente es cultivado en países muy adelantados, por especialistas cuya vida la han entregado casi por completo al estudio de él, ¿qué sucederá con la gran memoria? Que solamente será leída por el escaso número de dichos especialistas. Y si se trata de un país, como el nuestro, en el que la geología es casi desconocida, y los especialistas son nones y no llegan a tres, ¿qué ocurrirá? Los datos estadísticos del número de lectores son tan desconsoladores que ni me atrevo a men- ciomarlos siquiera.” “La falta de preparación para leer esos trabajos y las solas dimensiones bastan para hacer desfallecer al más en- tusiasta y abnegado por la geología.” “Sin duda que las alabanzas y críticas de una obra de esta naturaleza no escasearán allende los mares. Y cabe pre- (1) F. Urbina.—Proyecto de reorganización de la Sociedad Geológica Mexicana. (Inédito.) 46 : ING. TRINIDAD PAREDES guntar ¿qué es más racional y más justo: construir pala- cios y chalets para esos especialistas o levantar jacales para albergar a los nuestros? O de otro modo, ¿qué es preferible, hacer pan para los de casa o fabricar un rico pastel para los de fuera, costeado por los que necesitan el pan ?” Resumiendo todo lo anterior, resulta: Que el Instituto Geológico es una institución nacional, benéfica y necesaria que el gobierno debe de fomentar, puesto que los fines que persigue son útiles a la nación. 1.? Porque debe de estudiar los recursos del suelo y sub- “suelo o sea la fuente única de las industrias del país; que proporcionarán trabajo, comodidad y prosperidad a los ha- bitantes. 2.” Porque cultiva la: ciencia para conocer las etapas y evoluciones de nuestro suelo en todos los tiempos, y 3. Porque se ocupa del levantamiento del mapa geoló- gico en que estarán consignados, para propios y extraños, parte de nuestra cultura y los recursos explotables de nues- tro suelo. Dos de los fines de una utilidad material y evidente, y el otro por la obligación que como nación y como entidad del concierto de los pueblos, tiene de cultivar la ciencia pa- ra darse a conocer y para levantar el nivel intelectual y moral de sus hijos. El Instituto Geológico es la institución creada y estable- cida para: el desempeño de tales funciones, pero para que cumpla con tales fines debería cambiar algo su organización, de la siguiente manera: 1.? Sección. El estudio de las aguas que comprenderá las siguientes divisiones: A. Aguas subterráneas para: la agricultura: profundas, poco profundas, ascendentes y brotantes. B. Aguas medicinales, termales y de mesa. C. Determinación de los manantiales que deben servir para la alimentación, localiza'ción de cementerios, investiga- ] pe a MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 47 ciones de los cursos subterráneos de los ríos y localizaciones de vasos para presas. 2.* Sección. El estudio de las formaciones petrolíferas para determinar las zonas más propicias para la acumula-- ción de gases o petróleos, según las formaciones, la tectó- nica y las condiciones geológicas; teniendo en cuenta que es un recurso de muchísima importancia y que el país no v aprovecha gram cosa. Carbón y combustible en general. 3. Sección. El estudio de los criaderos minerales, inves- tigando su génesis, su importancia, su extensión, etc., con el fin de fomentar el crecimiento de la industria minera en los minerales decaídos, en los pocos conocidos y en descu- brir otros nuevos; en otras palabras, la ciencia en auxilio de la industria, demostrando las ventajas de invertir capi- tales en las regiones estudiadas, o en abandonarlas para no perder energías, dinero y tiempo. Un anexo que se ocupará de mineralogía y de las pie- - dras preciosas en general. 4.2 Sección. Que comprenderá las siguientes divisiones: A. El estudio de las arcillas, marcando las apropiadas para fabricar lozas, porcelanas, ladrillos refractarios, de ornamentación, etc. B. El estudio de materiales de construcción, teniendo en cuenta la magnitud del yacimiento, la clase de rocas, su pulimento, su resistencia, su belleza, etc. C. Asuntos varios, como cales, yesos, cementos, cimen- tación de edificios, sales de boro, fosfatos de cal para abo- nos, etc. 5.2 Sección de estudios teóricos, con las siguientes di- visiones: A. Estratigrafía, tectónica y paleontología, especial- mente del Cretácico y Terciario, como las formaciones más importantes del país. B. Petrografía, Sismología y Vulcanología. 48 ING. TRINIDAD PAREDES - C. Ciencias auxiliares, como química, topografía y di- bujo. 6.* Sección que comprenderá: propaganda de la ense- ñanza geológica, biblioteca, fotografía, secretaría y admi- nistración. Las secciones 1.*, 2,2, 3,2, 4,2 y 5.2 estarán servidas por un geólogo jefe de sección, geólogos jefes de las divisiones y los geólogos y ayudantes necesarios, todos especialistas o tendiendo a especializarse en cada rama. El jefe de la sección 6.? será el secretario del plantel. La propaganda de la geología es necesaria por varias razones: Para estudiar los recursos naturales en la exten- sión de nuestro territorio no basta la acción del Gobierno Central que necesitaría de un personal muy numeroso, y aun así, el conocimiento de los recursos no se desarrollaría lo suficientemente veloz y uniforme que a cada entidad federativa le interesa y le conviene; sino que pronto llegará la vez en que cada Estado quiere saber cuáles y cuántos son sus recursos para exhibirlos y estimular su explota - y prosperidad, y principiaría por hacer tanteos y experiencias, pudiendo evi- tarse todo eso si hay presonas iniciadas, o más que inicia- das, conocedoras de lo que significa esta clase de cono- cimientos. Hacer ver esta necesidad a los gobiernos de los Estados será otra cuestión de la propaganda geológica. Asentada la necesidad de la propaganda por el conoci- miento de la geología, se pueden seguir varios procedimien- tos en que cada uno tiene sus defensores; yo me inclino por un curso teórico-práctico de dos o tres años que satisfará determinadas condiciones. El orden de las secciones está puesto según la importan- cia que para nuestro país tiene la materia: 1. Aguas, puesto que la agricultura sería iorpoatide en la mayor parte de nuestro territorio, sin asegurar antes el elemento indispensable, único que nos es escaso: agua. ción, puesto que esto le significa rentas y ' AAA Memorias Soc. Alzate. A) os lame oe Instituto Geológico.—Biblioteca se pe PA Y y IO lamer Memorias Soc. Alzate. Instituto Geológico.—Departamento de Dibujo MEMORIA DEL INSTITUTO GEOLÓGICO 49 2.” El petróleo, puesto que es una riqueza inmensa cuya explotación significa anuncio para el país, afluencia de ca- pitales, creación de industrias que bien pueden existir y multitud de beneficios que, según algunas personas, son la única salvación de nuestra patria, en las condiciones ac- tuales. 3. Criaderos minerales, puesto que nuestro país ha sido ampliamente conocido como minero y sólo importa impul- sar esa industria. 4. Arcillas y materiales de construcción, puesto que pu- diendo producir infinidad de artículos, tenemos que impor- tar hasta los ladrillos para las obras más vulgares de nues- tros puertos, y así sucesivamente. El personal puede ser grandemente aumentado por me- dio de colaboradores que no perciban un sueldo permanente, por ejemplo: Un geólogo antiguo del instituto, hace un trabajo a una persona o compañía a quien entrega un in- - forme correspondiente, pero ese geólogo está en aptitud de hacer un estudio que, sin tener los datos que son ente- ramente privados del particular, llegue a conclusiones que dam: a conocer los recursos de una comarca más o menos extensa, y, por lo tanto, ese estudio cabe entre las publica- ciones del Instituto, quien debe gestionar que esas conclu- siones sean conocidas y esos recursos sean explotados; la adquisición de ese estudio puede hacerse por medio de una retribución, que resultará muy módica en comparación de la que se hubiera: necesitado si el gobierno hubiera manda- do hacer el estudio por su cuenta. También se presenta muy frecuentemente el siguiente caso: Una persona, compañía, municipio o gobierno local, solicita que se le haga un estudio de aguas; creo que el Ins- tituto no debe rehusar que su personal vaya a hacer el es- tudio pedido alegando que no está al servicio de intereses particulares o privados, sino, por el contrario, debe de con- sentir, mediante pocos requisitos, que al personal que en- Memorias Soc. Alzate. T. XXXV.—4 50 ING. TRINIDAD PAREDES víe, se le den guías, alojamiento, caballos, comidas y algunas facilidades para que el estudio no se concrete a una peque- ña porción, sino a que el beneficio lo reporte una buena extensión; vigilando que ese personal no abuse, ni se con- vierta en una carga: para el que solicitó el estudio; sino que tanto a: él como al gobierno les resulte económico y provechoso dicho estudio. De esta manera, si hoy el presupuesto permite que se hagan diez trabajos, así se pueden hacer treinta, pudiendo contribuir más eficazmente al desarrollo del país; además de que si un particular prospera, es una enseñanza que el gobierno puede ostentar para que de la misma manera pros- peren otros y la comarca entera. Para el desarrollo inmediato del programa anterior el presupuesto vigente tendría que variar poco; lo único real- mente nuevo es la propaganda geológica, lo demás es cues- tión sólo de reorganizaree. ; El no haberme concretado a hablar únicamente sobre lo que el Instituto Geológico es actualmente y lo que ha sido, sino también de lo que en mi concepto debiera ser, quizá merezca sus críticas, pero creo cumplir un deber señalando las desviaciones que yo noto a institución que labora por nuestra prosperidad no sólo en los tiempos tranquilos, si- no también en los difíciles y de prueba; pero que necesita ser conocida y fomentada porque es útil, es benéfica y es ne- cesaria, y que a: ella deben estar encomendados parte de nuestros problemas nacionales, de esos que constituyen por hoy nuestras desdichas, debiendo ser nuestra salvación, como la agricultura y el petróleo. México, abril de 1915. MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 51 Óx_ áKÁAAAAA--z-=---=------_-__ -_-=>-_----=——=—=+4141 Les Forces Centrales et la Plasmogénie Por Albert et Alexandre Mary, M. S. A. (Séance du ler. mars 1915). Il y plusieurs années déja, dans un magnifique dicours sur la Plasmogénie, A. L. Herrera déclarait: “Pour obs- curcir a plaisir le probleme de la vie, on Pa réduit mali- gnement a la synthese, certes tres difficile, de Palbumine: mais la vie n'est pas une substance.” La Plasmogénie tout entiére pourrait étre appelée a témoigner de la réalité ob- jective de ce principe, car, á défaut de créer de toutes piéces des étres identiques á ceux qui nous entourent, a défaut de synthétiser les protéines complexes dont ils sont imprégnés, elle s'attache constamment a mettre en jeu des forces phy- siquement comparables aux forces élémentaires de la vie, et á reproduire par Paction de ces forces des morphologies et des structures homologues de celles des organismes. Nous nous bornerons dans cette étude a faire ressortir l'identité des forces centrales et de l'énergie qui préside aux phéno- ménes de diffusion et de eristallisation imparfaite, d'une si constante application dans les processus organisateurs. Le professeur Stanoievitch, de Belgrade, a montré que le mode de disposition des cellules vivantes obéit á une loi se traduisánt par les mémes manifestations que celles dues 52 ALBERT ET ALEX MARY y , a Paction des forces centrales: il y a un “champ cellulaire” comme il y a un champ magnétique, électrique ou de gravi- tation; lignes équipotentielles et lignes de force se retrou- vent dans 'Pun et Pautre cas. En tronconnant des tiges de végétaux sains, on constate, tantót des lignes de force seules, comme dans les radis, tamtót des lignes équipotentielles seules, comme dans les troncs de sapins, tantót les deux systémes de lignes á la fois. Pour étre tout a fait súr que les lignes ainsi dessinées par les files de cellules son bien celles voulues par la théorie des forces centrales, le phy- sicien serbe a cherché des cas essentiellement complexes. Il a pris la section d'un chéne au-dessus de la bifurcation du tronec en deux branches, dans une région oú se trou- vaient ainsi deux “centres” dynamiques représentés par les axes des branches bifurquées. Précisément, il a constaté la coexistence de deux systéemes de lignes équipotentielles cou- pées perpendiculairement par des lignes de force, et la figure observée est rigoureusement superposable au spectre de deux courants électriques paralléles et de méme sens. (Al- phonse Berget). Un autre ordre de faits nous présente comme tres vrai- semblable Paction d'une force centrale dams l'organisation. Par lPintervention d'une force centrale définie, comme Vélec- tricité, on augmente Pintensité et la: rapidité des phéno- ménes vitaux. La force centrale intruse semble alors s'ajou- ter a la force centrale organisatrice. Les meilleurs exemples sont fournis par le “forcage” électrique des cultures, que Bertholon semble avoir expérimenté des 1769. En 1885, Lemstroém installe sur ses champs d'expérience un réseau de fils de fer qu'il met en communication avec une machine statique; il constate un accroissement de production allant de 26%. pour Porge jusqu'a 90% pour les carottes. Ses essais sont repris par Lodge et Newman, puis a Pécole d'agri- culture de Charlottenbourg. Enfin, en 1911, M. Basty présente les résultats, tous majoratifs, de vingt-huit expérien-. . ! p Mid s or cy LES FORCES CENTRALES ET LA PLASMOGÉNIE ces dans lesquelles on voit, entre autres choses significa- tives, la récolte des pommes de terre passer de 3.700 kilogs en parcelles non traitées a 10.600 kilogs pour celles qui ont été électrisées (J. Lejeaux). Le protoplasma étant un amas de colloides dans lequel diffusent des solutions de substances cristallisables, c'est dWPabord dans les phénoméenes de diffusion qwil faut cher- cher une comparaison avec les symétries dynamiques de la vie. Les champs de diffusion ont, en effet, toutes les propriétés des champs magnétiques ou électriques, notam- ment en ce qui concerne l'attraction des póles contraires (hyper et hypotoniques) et la répulsion des póles de méme nom (isotoniques). Les belles expériences du Dr. Leduc, nous font voir que la diffusion fixée par la précipitation périodique en milieu colloidal constitue un curieux phéno- méne dans lequel l'émission et les ondulations existent si- multanément, semblant vouloir réconcilier les deux théories adverses de la lumiére. Les molécules émanées du centre de diffusion se répandent en lignes droites et radiales comme Vémission de Newton, et produisent des ondes se réfractant. “se diffractant et interferant comme les ondes d'Huyghens. Point n'est besoin de phénoménes secondaires de préci- pitation pour assister á la formation des mémes figures ci- nétiques. 11 se produit des ondes autour d'une goutte d'une solution d'iodure de potassium en rapport avec la cathode d'un circuit de deux volts. Les figures et les mouvements si compliqués de la karyokinese ont été imités par Leduc au moyen de gouttes V'encre de Chine en diffusion dans Vean salée, par conséquent sans réaction chimique et sans inter- vention physique étrangére. Des 1855, Runge décrivait des précipités périodiques obtenus en faisant se rencontrer des solutions réagissantes dans des papiers a filtrer; de Pexa- men de ces préparations, il concluait a Pintervention, outre la capillarité, d'une autre force qu'il considérait comme une représentation élémentaire de la “force vitale.” Mais - 54 ALBERT ET ALEX MARY nous avons sous les yeux une remarquable série d'ondes - de diffusion produites par la seule extension de liquides - colorés dans la trame de feuilles de buvard ou de papier- filtre; ces préparations, dues á lVeminent biologiste A. L. Herrera, démontrent Videntité de la “force vitale” de Run- ge, et de la diffusion pure et simple. Si nous passons á Pexamen de la eristallisation impar- faite des sels minéraux en milien colloidal, si riche en strue- tures pseudo-organiques minutieusement décrites par He rrera lui-méme, nous voyons la possibilité d'établir entre les processus plasmogéniques et ceux résultant de VPactivité des forces centrales, un autre rapprochement du plus haut intérét. Dans un grand nombre de cas, les pétroblastes ou micelles, —cristaux imparfaits ultra-microscopiques,—se reu- nissent, non en groupes linéaires réguliers fréquemment ap- pelés á passer á la forme polyédrique, mais en arbores- cences ou dendrites dont les plus beaux exemples naturels sont les cristallisations bryoides de peroxyde de fer et de bioxyde de manganése que l'on rencontre sur les phospho- rites et les silex de la craie santonienne. Les germes cris- tallins participant, au moins dans le principe, a VPétat col- loidal, il s'agit ici, non plus comme dans la précipitation périodique et la diffusion, de VPorientation, par le milieu, de molécules cristalloides étrangéres, mais d'un mode spécial de juxtaposition du colloide lui-méme,—mode que Pon re- . trouve dans les préparations sur lames de silice colloi- dale ou de précipités colloides variés. Si Pon compare á ces formes dendritiques les photographies de décharges électriques obtenues par le Dr. Leduc, on constate une identité d'aspect absolument saisssante. De méme que la diffusion se présent comme soumise á lPaction d'une force centrale, la cristallisation imparfaite dendritique affecte le méme faciés que Pactivité prope des forces centrales, Au point de vue dynamique, il est donc inductivement certain que la vie se réduit en derniére analyse á la mani- LES FORCES CENTRALES ET LA PLASMOGÉNIE a] ao festation d'une force centrale se montrant directement dans la dendritisation, dirigeant la diffusion, et ayant, comme les autres forces centrales, sa source dans Véther cosmique. I*organisation, avec ses formes multiples et gracieuses, n'est en quelque sorte que le spectre, la trace pondérable de champs d'activité comparables á ceux du magnétisme, de Pélectricité, de la: gravitation. De plus, la force centrale organisatrice offre de si étroites affinités avec Vélectricité, que cette derniéere suffit, comme dans le cas des métaux colloidaux, á déterminer un état physique sous lequel la matiere des corps simples eux-mémes se voit dotée de tou- tes les facultés actives de la vie: mieux encore que Graham, on est en droit, de considrérer cet état colloidal “comme la premiere source de la force qui se montre dans les phéno- menes de vitalité.” Loin de préparer la résurrection du vitalisme, cette con- ception, á laquelle la science positive apportera certaine- ment de nouvelles vraisemblances, fait rentrer définiti- vement la biologie dans le cadre des sciences physiques. Elle légitime par lá méme, la méthode expérimentale de la synthese biologique. Elle nous présent, a lVégal de l'étincelle électrique synthétisant la foudre, le jeu d'énergies physi- ques synthétisant la vie avec tant d'exactitude que les mor- phologies nées de ce jeu imitent a s'y méprendre celles-mémes des étres organisés. C'est, en un mot, la meilleure justifica- tion positive de cette science fondée par le génie d'un He- rrera, dotée de faits si instructifs par le rigoureux labeur d'un Leduc, et a laquelle nous avons, depuis des années, apporté notre pierre: nous avons nommé la Plasmogénie. Paris, octobre 1914. 07 + MÉMOIBES DE La SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 57 UNA MATANZA DE AUSTRIACOS Contribución a la historia de Cuernavaca, por el Prof. Miguel Salines, M. S. A. (Sesión del 5 de abril de 1915.) La ciudad de Cuernavaca, antigua Cuauhnahuac de los tlahuica, termina al sur por un barrio llamado Chipitlán. Esta denominación es, sin duda, contemporánea de la conquista, o más bien anterior a ella, pues se halla consig- nada en un manuscrito del siglo XVI, que existe en la Bi- blioteca Nacional de París y que fué publicado. en 1911, con el título de Códice Municipal de Cuernavaca, en varios números del Boletín Oficial del Obispado de dicha ciudad. El nombre de Chipitlán significa cerca del dios Chipe. La palabra se deriva de Chipe o Xipe—señor espantoso y te- rrible que pone temor—y tlan—cerca o junto. (1) La horrible divinidad, cuyo nombre completo es, según parece, Xipetoteuc, (2) que significa Nuestro Señor de- sollado, tenía entre los antiguos mexicanos un culto impor- tante, cuyas ceremonias describen con detalle los histo- riadores. Se atribuían a este dios las viruelas, las aposte- mas, la sarna y las enfermedades de los ojos; los que pade- cían de tales dolencias hacían voto de vestir un pellejo humano durante las. fiestas consagradas a Xipe. Además, éste era honrado de manera especial por las naciones habitadoras de la costa del Pacífico. (1) Robelo.—Nombres Geográficos Mexicanos del Estad de Morelos. —Pág. 30. (2) Robelo.-—Diccionario de Mitología Nahoa.— Pág. 768. 58 PROF. MIGUEL SALINAS No repugna, pues, creer que los tlahuica tuviesen en Cuauhnahuac un lugar dedicado a Chipe, ni que ese lugar haya sido el actual barrio de Chipitlán, situado al sur, pre- cisamente por el rumbo de la región del Pacífico, en la cual tuvo origen el culto del Señor Desollado. El referido barrio se compone de una calzada recta, ten- dida de norte a sur, que puede tener unos tres kilómetros de longitud. Comienza, al norte, donde acaba el barrio de San Francisco, en el punto en que se le une otra calza- da que pasa a un lado del antiguo panteón; y termina, al sur, en un edificio ruinoso, pintado de rojo, que se alza en la orilla oriental del camino, y al que todos llaman la Casa Colorada. Después de ésta, el terreno se ensancha y muestra aún, en su parte media, los vestigios de la faja que formó en otro tiempo el camino real que conducía al puerto de Aca- pulco. A uno y otro lado de esa antigua vía, en un suelo quebrado y pedregoso, crecen con abundancia unos arbus- tos llamados cazahuates, que se cuajan de blanquísimas flores en la época de su floración, y a los cuales debe aquel lugar el nombre de Cazahuatal o Cazahuatera. La calzada de Chipitlán, de uno y otro lado, tiene casas humildes, rodeadas de solares o sitios extensos, plantados de cafetos y de árboles frutales. El terreno de esos sitios está en declive; va descendiendo, ya al este, ya al oeste, hasta el fondo de las dos profundísimas barrancas que por dichos lados limitan la ciudad. Por tal circunstancia, antes de la construcción de la vía férrea, para salir de Cuernavaca por el sur o entrar en ella, era forzoso pasar por Chipitlán. Esta calzada ha sido, pues, testigo del tránsito de numerosos personajes, convoyes y ejércitos. Por ella pasaban las recuas cargadas con los preciosos objetos asiáticos que la nao de China traía periódicamente al puerto de Acapuleo; por ella pasaron las conductas, por- UNA MATANZA DE AUSTRIACOS 5Y tadoras de millares de barras de plata, extraída de las mi- nas taxquenses; por ella pasaban innumerables bestias de carga, llevando los azúcares que proveían de dulce al país entero. Pasó Cortés al regresar de su viaje de exploración al Pacífico; pasaron los virreyes que fueron al Perú; pasó Humboldt, al arribar a la capital de Nueva España; More- los, hecho prisionero en Tesmalaca; Iturbide, con el Ejér- cito Trigarante, después de proclamar el Plan de Iguala; Samta-Anna, a la ida y al regreso de su desgraciada ex- pedición a Acapulco; y otros muchos personajes, entre los que descuellan la Emperatriz Carlota y los presidentes Ler- do, Comonfort y Díaz, cuando fueron a visitar la célebre caverna de Cacahuamilpa. En ese barrio de Chipitlán, tanto en la parte cercana a la Casa Colorada como en la Cazahuatera, se desarrolló, en la primera semana de enero de 1867, entre fuerzas imperia- les y republicanas, un combate que terminó con la muerte de varios austriacos y con la del coronel don Paulino Gó- mez Lamadrid, jefe de las primeras. Al comenzar el año antes citado, estaba decidido que el Cuerpo Expedicionario francés que hacía la guerra en Mé- xico, abandonase el territorio de este país. El Gobierno impe- rial quedaba, pues, sin el apoyo de las bayonetas francesas y entregado a sus propios esfuerzos. A fin de organizar éstos, Maximiliano, que había regresado de Orizaba a Puebla, sa- lió de allí el 3 de enero y llegó en la mañana del 6 a su alojamiento de la hacienda de la Teja. Se sentaron ese día a la mesa del monarca varias personas, entre ellas el coro- nel don Paulino Gómez Lamadrid, Jefe de la Guardia Mu- nicipal. Después de la comida, se presentó un mensajero que llevaba un telegrama, con el carácter de urgentísimo, di- rigido al señor Lamadrid. El telegrama decía que Cuerna- 60 PROF. MIGUEL SALINAS vaca estaba sitiado por fuerzas republicanas y que necesita- ba pronto y eficaz auxilio. Con la venia imperial, el señor Lamadrid se dispuso desde luego a socorrer a la ciudad amagada. Desde el 1.? de enero se supo en Cuernavaca que una fuerza republicana de caballería se acercaba: por el oriente. Llegó, en efecto, y se situó hacia el norte, sin ejecutar ningún acto de hostilidad. En el interior de la ciudad, los imperialistas ocuparon las trincheras y se apercibieron a: la defensa, que fué diri- gida por el general don Joaquín Ayestarán, quien substituía accidentalmente, por causa de enfermedad, al general don Angel Pérez Palacios, jefe de la plaza. Las tropas defenso- ras de ésta se componían de un Cuerpo regular perteneciente a la localidad, mandado por el coronel don Luis García; de una fuerza poco numerosa, de Tenancingo, a las inmediatas órdenes de don Jesús Ayala; (1) y de muchos vecinos de la ciudad que con gusto prestaron sus servicios y pelearon bizarramente, pues la gran mayoría de todas las clases so- ciales de Cuernavaca: era muy adicta al imperio. Los sitiadores, que según se dice, eran un poco más de 2,000 hombres, iban a las órdenes de don Francisco Leyva, que asumía el carácter de general en jefe; y como subalter- nos de éste militaban el general don Ignacio Figueroa y el literato don Ignacio M. Altamirano, que tenían, cada uno, el mando inmediato de un cuerpo. El día 2 se notó que el número de los sitiadores aumenta- ba, tanto en fuerzas de caballería como de infantería. Estas últimas se acercaron a las trincheras y las tirotearon. Leyva, que había: llegado con Altamirano al pueblo de Jiutepec (1) Esta persona que era de humilde origen, tomó parte después en la revolución de Tuxtepec y llegó a ser general y diputado al Congreso de la Unión. Se dice. que siendo ya diputado, buscó un maestro que le ense- ñase a leer. UNA MATANZA DE AUSTRIACOS 61 y que traía dos cañones, intimó rendición a la plaza; y co- mo Obtuvo contestación negativa, mandó cortar el agua que abastecía a la ciudad y dispuso el ataque para el siguien- te día. En la mañana del 3, los republicanos se fueron acercan- do a los puntos defendidos, y a las dos de la tarde empren- dieron un ataque general y vigoroso; pero fueron rechazados en todas partes. Cesó el fuego al llegar la noche, y durante ella fueron incendiadas y saqueadas algunas de las casas que se encontraban fuera de la línea de defensa. En la se- mana que duró el sitio, llegaron a 70 las casas incendiadas, aunque la mayor parte de ellas eran de poca importancia. Entre las más notables se cuentan las de los señores Igna- cio Sedano e Ignacio Silva, en la actual tercera calle de Morelos, y la de don Manuel Mendoza en la calle de Tla- pala. (1) Estos incendios indignaron a algunos de los habitantes liberales de la ciudad, hasta el grado de que hubo varios que acudieron a las trincheras y contribuyeron a la defensa. : Durante los días 4 y 5, los ataques, ya parciales ya gene- rales, se repitieron con frecuencia y vigor; los asaltantes usaron su artillería y granadas de mano, pero nada alcanzó el general Leyva; sus huestes fueron siempre rechazadas. En la trinchera levantada frente a la plaza de San Juan, entre la casa de don Serapio Aviega (hoy templo evangé- lico) y la de don José Sámano (esquina de la 4.* de More- los y 2.? de Degollado), hubo un momento en que los defen- sores flaquearon y estuvieron a punto de huír; pero la (1) Los periódicos de aquella época y el Sr. Blasio en su Maximiliano intimo incluyen la Casa Borda—mansión imperial—entre las incendia- das. En esto hay error: la citada casa no fué incendiada, pues quedó dentro del recinto fortificado; lo fué la casaimperjal de campo, situada en el pue- blo de Acapantzingo, no muy distante, al S. E. de la Ciudad. 62 PROF. MIGUEL SALINAS oportuna presencia del general Ayestarán los hizo volver a su puesto. El coronel don Luis García, que era: considerado por todos como hombre de gran serenidad y extraordinario va: lor, confirmó su buena fama, presentándose siempre en todos los puntos peligrosos. En la plazuela del Zacate, salió fuera de las fortificaciones, internándose en la actual calle de Las Casas, que conduce al barrio de San Pablo; logró apo- derarse de diez de los asaltantes, los aprehendió personal- mente, los metió dentro de la trinchera y los presentó al Jefe de la plaza, solicitando gracia para ellos. Al estarse batiendo en la trinchera que se levantó fren- te al que hoy se llama Hotel Moctezuma, recibió aviso de que los republicanos habían penetrado en la plaza de toros, ubicada muy cerca de allí, en el actual callejón segundo de Degollado; y como dicha plaza era de madera, y de ser incendiada, habría perjudicado grandemente a una extensa parte de la ciudad, el coronel García acudió presuroso a la defensa de dicho punto; pero con tan mala fortuna, que al penetrar en el edificio, recibió un balazo que lo privó de la vida. Algunos vecinos de Cuernavaca, contemporá- neos de los sucesos que narro, me han dicho que .existe la creencia de que la bala que mató a García fué disparada por un vecino del pueblo de Huitzilac, cazador de venados y hábil tirador. El domingo 6 en la mañana, el tiroteo fué nutrido; y ya en la tarde, los de Leyva intentaron un asalto, se acerca- ron mucho a las trincheras, sobre todo a la de la calle Real, combatieron con valentía y sufrieron grandes pérdidas. A pesar de tanto esfuerzo, fueron rechazados en toda la línea. El día 7, en las primeras horas de la: mañana, los repu- blicanos intentaron un *taque por el lado sur; y a las dos de la tarde, el general Leyva levantó el campo y se retiró A UNA MATANZA DE AUSTRIACOS 63 rumbo a Miacatlán. Fué encargado de cubrir la retaguar- dia el general Figueroa. (1) La causa de la repentina retirada de los liberales fué el haber recibido noticia de que el general don Tomás O'Ho- rán y el coronel don Paulino Gómez Lamadrid habían salido de México con tropas para auxiliar a Cuernavaca. Los defensores de ésta formaron una columna exploradora que salió para el norte al encuentro de O'Horán, quien tu- vo que batirse en Huitzilac con guerrillas republicanas man- dades por Castelo, Plata y Malo. El coronel Lamadrid fué el primero en arribar a Cuer- navaca, a la cabeza de un piquete de soldados austriacos de caballería que, según afirma un testigo presencial, eran menos de cien. Llegados frente a la casa del general Pérez Palacios, echaron pie a tierra y tomaron algunas piezas de pan, porque no habían comido en todo el día y la tarde estaba ya muy avanzada. Mientras hacíam esto, salió al bal- cón de la citada casa don Juan Francisco Gómez Lamadrid, Comisario Imperial y hermamo de don Paulino, y manifestó a éste que los republicanos que acababan de levantar el sitio, iban rumbo a Temisco, que no se habían alejado mu- cho y que sería fácil alcanzarlos y batirlos; que, en tal vir- tud, procediera desde luego a perseguirlos. Don Paulino, que siempre estaba dispuesto a lanzarse con más arrojo que prudencia a las empresas peligrosas, montó a caballo, y, seguido de sus austriacos, atravesó al (1) Entre los jefes liberales que hicieron la campaña en la región su- riana, durante el Imperio, ninguno fué tan temido como el general Figue- roa. Antes de ser soldado, fué arriero, y en todos los actos de su vida dió muestras de una gran probidad; pero habiendo recibido de uno de sus prrientes una ofensa gravísima, cambió en su modo de ser, se hizo militar, y sus procedimientos tuvieron siempre un sello de extremado rigor. Can- sados de sufrirlo, según se dice, los jefes y oficiales que estaban a su mando, decidieron matarlo, y así lo hicieron en Cocula en 1873. 64 PROF. MIGUEL SALINAS galope la calle de Tlapala y el barrio de San Francisco y penetró en la calzada de Chipitlán. El mismo testigo presencial aludido antes, dice que el general Ayestarán censuró la disposición del Comisario Im- perial y la imprudencia del coronel Lamadrid, porque la tropa que éste llevaba era muy escasa y podía, con toda probabilidad, caer en una emboscada. Así sucedió. Figueroa simuló una retirada hacia Te- misco, pero dejó un buen número de soldados ocultos en la Cazahuatera y en las huertas de Chipitlán. Cuando La- madrid iba llegando a la Casa Colorada, recibió un balazo que le atravesó el cuerpo, de la axila izquierda a la dere- cha, y lo hizo caer en tierra. El caballo, precioso ejemplar de raza árabe, enjaezado con valiosa: montura, siguió co- rriendo hacia Temisco hasta que cayó en poder de los repu- blicanos que lo entregaron a sus jefes. Uno de éstos lo con- servó en su poder. Los soldados austriacos, viéndose sin jefe y furiosamen- te atacados por la tropa de Figueroa, volvieron la espalda al enemigo y huyeron hacia Cuernavaca. En el trayecto de la calzada de Chipitlán, muchos de ellos fueron heridos, y catorce quedaron sin vida, tendidos en el suelo. Como la noche había cerrado ya, los defensores de la plaza esperaron hasta la mañana siguiente para levantar el campo. El general O'Horán, el Comisario Imperial y otras personas encontraron el cadáver del coronel Lamadrid, no en el camino, sino en un terreno contiguo a la Casa Colo- rada, conocido con el nombre de El Potrero, y limitado por esas cercas de piedra que en aquella región se llaman tecorrales. El cadáver había sido despojado de casi toda's las pren- das del vestido: sólo tenía los paños menores. Además de la herida ya mencionada, presentaba tres machetazos: uno en la cabeza, otro en la frente y otro en la nariz. La caja UNA MATANZA DE AUSTRIACOS 65 del cuerpo estaba acribillada por diecinueve heridas de arma blanca. | El doctor José Cirilo Márquez, (1) que efectuó la autop- sia cadavérica, declaró que la herida hecha por la bala, no era de aquellas que necesariamente ocasionan la muerte. Esto hace creer que el coronel Gómez Lamadrid, cuando cayó herido, se levantó como pudo, saltó el tecorral y bus- có refugio en El Potrero. Allí lo encontraron sus enemigos, lo desnudaron y saciaron en él su ferocidad. Dos circuns- tancias corroboran lo anterior: por las cercanías de la Casa Colorada y dentro del Potrero, se encontraron en el suelo varias rajas de ocote, carbonizadas, que sirvieron, sin duda, como tees para buscar a la víctima; además, cuando el cadáver de ésta fué encontrado, al amanecer, la sangre de las heridas no estaba aún coagulada, y el cuerpo estaba flexible. En los austriacos muertos se observó lo contrario: los cuerpos estaban rígidos, y muchas de las manchas de sangre que había en las ropas, estaban ya secas. Así es que don Paulino debe de haber exhalado el último aliento casi a la madrugada. Su cadáver fué expuesto en el bautisterio de la parro- quia e inhumado el día 9 en la iglesia de Guadalupe, en la capilla que está a la derecha del presbiterio, lado de la epís- tola. Los cuerpos de los catorce austriacos muertos queda- ron sepultados en una fosa común, abierta en el atrio de la Parroquia, muy cerca del lugar en que hoy están plan- tados unos ciruelos, a la derecha del pasillo o calzadita que conduce a la puerta de la capilla del Carmen. Para: los austriacos heridos se improvisó un hospital (1) Este facultativo ejerció con habilidad, por largos años, su profesión en Cuernavaca; preparaba unas píldoras para el pecho y otras para el intestino, que, por su eficacia, son aún muy solicitadas; y en las conver- saciones que entablaba con sus clientes, durante sus visitas médicas, se hacía notar por su extremada mordacidad. Memorias de la Soc. Alzate. T. XXX V.—3, 66 : PROF. MIGUEL SALINAS en los salones del billar que había en los bajos de la casa de la señora doña Dolores Sollano de Portillo, donde está ahora la botica de Escalante. Testigos presenciales de aque- llos sucesos refieren que: uno de los heridos, a quien un machetazo había arrancado una oreja y parte de la piel y de los músculos de la cara, decía que había vengado bien su herida, pasando de parte a parte a su enemigo; y mos- traba, -tintas en sangre, tanto su espada como la mano que la empuñaba. Lo narrado antes, relativo a la muerte del coronel La madrid, ha sido redactado en vista de informes que recogí en Cuernavaca, proporcionados por personas que vivían en dicha ciudad, al ocurrir los sucesos de que se trata. Mi na- rración no está de acuerdo con la que hace don José Luis Blasio en su Maximiliano íntimo. Copio en seguida esta. última que no se compadece con algunos hechos general- mente aceptados como ciertos: A un nuevo telegrama anunciaba que las fuerzas de Lamadrid habían hecho huír a los juaristas hacia el sur, y que nuevamente estaba Cuernavaca en poder del Imperio; pero que en el calor de la refriega, Lamadrid, con su temerario valor, se había adelantado en persecución de los fugitivos, hasta dos leguas más allá de la ciudad; que los liberales lo habían observado, y viendo que iba so- lo, (1) habíanse ocultado algunos de ellos entre los marto- rrales, preparándole una emboscada.” “Confiado Lamadrid en que ya: sus enemigos huían a toda prisa, regresaba tranquilo para Cuernavaca, al paso, permitiendo a su caballo tomar algún reposo, y llevando en la diestra su sable ensangrentado, cuando una doble descarga de mosquetería, hiriendo mortalmente al caba- (1) No iba solo, sino acompañado de un grupo de austriacos, de los cua- les catorce quedaron muertos en Chipitlán. UNA MATANZA DE AUSTRIACOS 67 lo, (1) había hecho caer en tierra al jinete, que fué literal- mente destrozado por los liberales.” “Maximiliano, al conocer todos esos detalles, no pudo contener su emoción, y se humedecieron sus ojos. Quería a Lamadrid con entrañable afecto, pues sabía apreciar en lo que realmente valían la lealtad y la adhesión que aquel valiente tenía por su persona.” “Al día siguiente del trágico suceso, Maximiliano escri- bió a la viuda una sentida carta en que la comunicaba su condolencia, con frases cariñosas y sinceras, pero, ¿qué podían las palabras para quien perdía toda la dicha de su vida entera ?” Trece años después, en 1880, la familia Lamadrid efec- tuó la exhumación de los restos de don Paulino. Encon- tróse la fosa llena de agua; y cuando se abrió la caja de zinc que contenía el cadáver, se notó que el cuerpo no se había consumido aún, sino que estaba intacto y cubierto por una capa blanquizca, formada por la cal puesta en el ataúd al hacerse la inhumación. Colocado el cadáver en una nueva caja, se buscó un lugar seco para sepultarlo. Actualmente yace bajo el pavi- mento de la mencionada iglesia de Guadalupe, a la entra- da, del lado izquierdo, al pie de la pilar del agua bendita. RR kk * Don Paulino Gómez Lamadrid murió a la edad de trein- ta y siete años; era oriundo de Sonora e hijo de don To- ribio, del mismo apellido; estuvo casado con la señora doña Adelaida Gómez Lamadrid, paisana suya y mujer de gran belleza; y su familia fué propietaria de la: hacienda de San (1) El caballo no fué herido, al menos de muerte, pues lo conservó por algún tiempo en su poder el general Leyva que lo lucía, paseándose en él por las calles de Cuernavaca. ñ y AR M-? 3 7 “Y 68 PROF, MIGUEL SALINAS Gaspar, ubicada en el distrito de Cuernavaca. La circuns- tancia de que el coronel Lamadrid estuvo algún tiempo en mi ciudad natal, y de que su alojamiento quedaba fren- te a mi casa, me permitió conocerlo personalmente; y aun- que era yo de pocos años, recuerdo que su tipo era mar- cadamente viril; su barba negra, muy poblada y cuidada con esmero; se abriga'ba con amplia capa militar y montaba siempre hermosos caballos, en cuyo manejo era muy diestro. Mis impresiones personales, a este respecto, son muy semejantes a las de Blasio, consignadas en su libro ya cita- do. Helas aquí: “El coronel Paulino Lamadrid era comandante de la Guardia Municipal, había sido siempre partidario fanático del Imperio, y en las épocas en que el partido liberal esta- ba en el poder, Paulino asombraba: hasta a sus enemigos políticos por su audacia y su valor civil. Paseábase arrogantemente por las principales calles de la ciudad, luciendo magníficos caballos y un espléndido sarape verde con cruz blanca (el color verde, como es bien sabido, era el distintivo peculiar del partido conservador, así como el color rojo el del partido liberal) y hacía alarde de sus opiniones políticas, del todo opuestas a las del par- tido que se encontraba en el poder.” “Tenía una' complexión hercúlea, muy ancho de espal- das, algo grueso, de mediana estatura, de regulares fac- ciones, de color moreno; usaba la: barba completamente cerrada y los cabellos largos, que le caíam hasta los hombros.” “Era Paulino temible en los sports nacionales; derribaba un toro no sólo coleando a caballo sino a pie, sport peligro- sísimo, en el que nadie se atrevía a competir con él. Varias veces le ví hacér esta terrible suerte y causaba verdadera y profunda emoción la impasibilidad con que esperaba a la fiera, y cuando la cola del animal estaba al alcance de su UNA MATANZA DE AUSTRIACOS 69 mano, cogíala con su mano hercúlea, apoyábase fuertemente en sus pies y el toro caía revolcándose por el suelo.” “Maximiliano, conociendo la profunda adhesión de Pau- lino por la causa imperialista, le devolvía en grandes mues- tras de aprecio y en cordial afecto su decidida adhesión.” Las ideas políticas de Lamadrid fueron hijas, sin duda, de una: convicción honrada, puesto que por defenderlas fué voluntariamente hasta el sacrificio. Toca al historiador res- petar esas opiniones y reconocer los méritos reales de un hombre que fué víctima de una de nuestras luchas doloro- sas y sangrientas. Es de lamentar que éstas nos conduzcan frecuentemente a actos brutales de ferocidad, que serán siem- pre y en todas partes la deshonra de la especie humana. Entre los vecinos de Cuernavaca que me han propor- cionado datos para este trabajo, debo mencionar al señor don Ignacio Robles, amigo de la familia Lamadrid. La carta de Maximiliano (anexo número 2) la: copié del “Diario del Imperio,” número 611, tomo V, de 12 de enero de 1867.— También utilicé una correspondencia de Cuernavaca, publi- cada por el periódico “La Sociedad,” en 12 de enero del año ya citado, número 1,279, del tomo V. ANEXOS El Presbítero José Guadalupe González, cura encargado de la parroquia del Sagrario del Obispado de Cuernavaca, Certifica en debida forma: que en un libro foliado y mar- cado con el número once en que se asentaron partidas de defunciones, a fojas tres vuelta, partida segunda, consta una que a la letra dice; 70 PROF, MIGUEL SALINAS “En la ciudad de Cuernavaca, a nueve de enero de mil ochocientos sesenta y siete, se le dió sepultura Ecca. al ca- dáver del señor coronel don Paulino Gómez Lamadrid, de treinta y siete años de edad, originario de Sonora, casado, deja viuda a doña Adelaida Gómez Lamadrid; no se confe- só: murió de heridas, y para que conste lo firmé.—Dor. To- más Barón.—Una rúbrica.—Al margen: Don Paulino Gómez Lamadrid.—Sonora.” Esta partida está fielmente sacada de su orginal que obra en el citado libro del archivo de esta parroquia que es a mi cargo.—Cuernavaca, marzo 17 de 1915.—José G. Gonzá- les.—Rúbrica. , CARTA DE MAXIMILIANO A LA SEÑORA VIUDA DE GOMEZ LAMADRID Mi muy estimada: señora doña Adelaida de Gómez La- madrid. La desgraciada muerte del valiente coronel don Paulino Gómez Lamadrid Nos ha causado un grave pesar: su valor, su lealtad, y en fin, sus recomendables y eminentes circuns- tancias, que tam grabadas están en Nuestro corazón, Nos hacen compañeros en el verdadero sentimiento que experi- mentamos por tan funesta pérdida. Vuestro esposo, Señora, fué una de las personas más dignas de Nuestra estimación, y la que estará más vivamen- te en nuestra memoria, por su adhesión y mérito, así como su apreciable familia. Recibid la benevolencia y el sentido pésame que os da Vuestro afectísimo Maximiliano, Hacienda de la Teja, enero 11 de 1867. dd Ar P) o de MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 71 Estudio sobre los tratamientos del Tequezquite para extraer la sal y el carbonato de sodio que contiene Por el Ing. Pedro Bénard, M. S. A. (Sesión del 4 de octubre de 1915.) El tequezquite, confitillo, tepalcate y espumilla son los diversos nombres con los que se designan las tierras alca- linas que desde tiempo inmemorial los indios recogen du- rante las épocas. de secas, de los lagos y lagunas de la Re- pública. Siendo la base principal de estas tierras el sesquicarbo- nato de sodio o “Urao,” se comprende que desde la antigie- dad más lejana haya servido para preparar jabón y que se hayan hecho esfuerzos para extraer industrialmente el clo- ruro y el carbonato de sodio, aunque sin resultado práctico, por lo que la industria quedó completamente ahandonada. Extracción El procedimiento que emplean los indios para recoger el tequezquite es todavía primitivo y nunca se han preocupado en perfeccionarlo. Describiré la manera de extraer el te- quezquite que he visto emplear a las orillas del lago de Tex- coco y especialmente en los Reyes : Después de las aguas, a mediados de noviembre, se rom- pe con arados la capa superior del terreno conocido como “salitroso,” hasta unos veinte centímetros de profundidad, y en sentido perpendicular al barbecho se hacen unos sur- cos de 30 centímetros de hondo, distantes unos 80 centí- 72 ING. PEDRO BÉNARD metros, amontonado entre dichos surcos la tierra: y lo poco de tequezquite que se formó por concentración al sol del agua salitrosa. Este tequezquite ha de servir de “semilla,” es de- cir, tiene que favorecer el depósito de las sales que eflorescen durante la evaporación. Después de esta preparación se llenan los surcos de agua hasta que por capilaridad se hu- medez7ca la tierra entre los surcos, teniendo cuidado de que el agua no se desborde, pues en este caso se deslava la tierra y la cosecha es casi nula. Se deja entonces evaporar por la acción del sol la humedad que ha chupado la tierra, lo que dura, según la época, de ocho a diez días. Durante este tiem- po las sales solubles del terreno vienen a eflorescer sobre la semilla, formando unas costras que constituyen el tequez- quite. Cuando el terreno está completamente seco, unos mu- chachos quiebran estas costras con unos rastrillos y las recogen, y se vuelve a echar agua a: los surcos para una nueva operación. Cuando lo permite el tiempo, se pueden hacer cinco y más cosechas en un mismo lugar, siendo la segunda y la tercera las más abundantes. Pero muchas ve- ces un aguacero prematuro viene a: destruir el trabajo de varias semanas, como lo hemos visto este año por tres veces seguidas. Se comprende fácilmente que este procedimiento es muy rudimentario, pues las costras de tequezquite contienen «generalmente un treinta por ciento de tierra. Pero hasta ahora, nadie se ha preocupado de extraer las sales solubles por otro método y seguramente en lo futuro hay mucho que hacer de este lado. Contenido Es casi imposible dar un análisis aproximado del tequez- quite, pues varían mucho las muestras analizadas y se en- cuentran diferencias considerables, aun de un mismo terre- no, y estas diferencias parecen depender de las condiciones climatológicas. is ind TRATAMIENTOS DEL TEQUEZQUITE 73 Se puede decir que un buen tequezquite tiene como tér- mino medio: Carbonato y sesquicarbonato (Calculado como COz Nas)........... 20-25 % NE A o E Sd A 25-30 ,, Saleside:potasio¡leloruro y CArDOHato.-..occ ooocarcoronocococncnopcaconos 5-10 ,, TAS O IS A A aan o cias 40-30 ,, Acro nibuadas” ame dad. casco dopoeto ario arme n iconos arras asa voess 3140-15, Según parece, las muestras de tequezquite, proviniendo del norte del lago de Texcoco, contienen más potasa, más sal y menos carbonato que las del sur. Del Estado de Tlaxcala viene un tequezquite mucho más limpio, pero que contiene una proporción mayor de sal, y parece ser obtenido por una nueva disolución y cristaliza- ción subsecuente, después de separar la tierra en gran parte. Además de los elementos principales arriba mencionados, se encuentran sulfatos de sodio y de cal, algo de sulfuro de sodio, materias orgánicas solubles que coloran la diso- lución y según me han dicho, sin que lo haya podido com- probar, se ha encontrado en ciertas muestras iodo. Tratamientos El objeto de los tratamientos fué siempre la extracción del cloruro y del carbonato de sodio, pero hasta ahora nunca ha sido el resultado bastante económico para una in- dustria duradera. Las dificultades principales son: separación de lo in- -— soluble consistente principalmente en barro y arcilla co- loidal, destrucción de las materias húmicas que coloran las sales, y separación de sales muy solubles, como son: el carbonato y el cloruro de sodio. ler. Procedimiento. Se separan las materias insolubles por filtración o de- cantación y se hierve la solución con cal viva. El carbonato de sodio se transforma en sosa cáustica. Se filtra el preci 74 ING. PEDRO BÉNARD pitado de carbonato de calcio y se concentra la: solución. Durante esta concentración el cloruro de sodio, que es po-. co soluble, en sosa cáustica, se precipita y puede separarse, pero dificulta considerablemente la concentración. Se ob- | tiene todo el carbonato de sodio al estado de sosa cáustica | y la sal precipitada puede purificarse por una nueva diso- | lución y cristalización. Todas las materias húmicas quedan en la solución de sosa cáustica, haciéndola muy obscura. Evaporando la solución hasta fundir la sosa y calcinando en presencia del aire o de materias oxidantes se podría obtener un producto suficientemente limpio para la venta. Este procedimiento ha sido aplicado hace muchos años por los fabricantes de jabón, pero creó que está casi com- pletamente abandonado. Una compañía americana quiso aplicarlo hace unos ocho años, pero lo abandonó bien pron- to. Parece que la razón principal de esto haya sido, además del bajo precio de la sosa en esa época, la dificultad de la destrucción de las materias orgánicas; pues dicha com- pañía probó después una' patente que consiste en calcinar a alta temperatura el tequezquite antes de disolverlo. Pero como contiene sílice y arcilla, se produce silicato de sosa, destruyendo casi todo el carbonato y obteniendo después, por el tratamiento de cal, precipitados voluminosos de sili- cato de cal casi imposibles de separar. Se podría aplicar sta calcinación sobre el residuo de la evaporación de la solución separada, de la tierra, pero es poco probable que se llegara a un resultado económico en vista de la canti- dad de combustible necesaria para la evaporación. 2.” Procedimiento. Está basado en la casi insolubilidad del bicarbonato de sodio en solución concentrada de cloruro, como en el pro- cedimiento de Solvay. En la solución separada de las tierras como anterior- mente, se hace pasar una corriente de gas carbónico. El carbonato se combina con el ácido carbónico y se precipita. -] [A TRATAMIENTOS DEL TEQUEZQUITE Se le separa por filtración de la solución concentrada de sal. Pero la separación no es completa. Las materias orgá- nicas quedan con la sal. El bicarbonato puede emplearse como tal o calcinado para obtener sosa calcinada aprove- chando el gas carbónico producido para precipitar una nueva cantidad de bicarbonato. "Aunque este procedimiento es teóricamente uno de los mejores, su ejecución práctica presenta muchas dificultades y aunque haya sido empleado hace muchos años, aprove- chando unos manantiales de gas carbónico en la Villa de Guadalupe, parece que está abandonado; pero no es difícil que vuelva a emplearse cuando se conozcan las condicio- nes de la mejor precipitación y cuando se pueda recuperar fácilmente el ácido carbónico. 3er. Procedimiento. Cristalizaciones fraccionadas: Teóricamente se puede llegar a: obtener la separación completa de las diversas sales solubles del tequezquite por cristalizaciones fraccionadas, pues no todas tienen la mis- ma solubilidad. Mientras el cloruro de sodio es casi tan soluble en agua caliente como en fría, el carbonato de sodio es mucho más soluble en caliente que en frío, aumentando todavía esta diferencia de solubilidad la presencia del clo- ruro. Si se toma una solución de tequezquite separado de las tierras y que se concentra a la ebullición, el cloruro de sodio, menos soluble que el carbonato en estas condicio- nes, empezará a cristalizarse y se podrá separar. Cuando la concentración sea tal que el carbonato también empiece a cris- talizar se deja enfriar la solución y una gran parte del car- bonato se deposita y se separa. Se vuelve a hervir la solu- ción y se precipita la sal, y se puede seguir hasta agotar la solución. Las sales así precipitadas no son puras y se tienen que volver a disolver y cristalizar. Un procedimiento semejante fué aplicado en Texcoco durante muchos años por la Compañía de Real del Monte 76 ING. PEDRO BÉNARD y Pachuca, que retiraban así del tequezquite la sal que necesitaban para el beneficio de sus metales por el procedi- miento de patio. En unos grandes tanques se dejaba con- centrar al soi la solución después de separar la tierra. Du- rante el día se separaba cloruro de sodio que se recogía con rastrillos, y durante la noche la solución se enfriaba y dejaba depositar carbonato. Las sales eran purificadas por nueva cristalización. No se sabe qué grado de pureza tenían, pero lo seguro es que está abandonado hace muchos años este procedimiento. Según he sabido, una sociedad se ocupa actualmente de ponerlo en práctica, pero dudo mucho que pueda tener resultado satisfactorio en vista de la cantidad de combus- tible que requiere. Estos tres procedimientos son los únicos que MS sido empleados en escala industrial; cuando empecé a ocuparme de la cuestión, me pareció que se podría reunir la disolu- ción fraccionada con la cristalización fraccionada y efec- tivamente llegué a nn procedimiento que responde a las necesidades. Primero empecé por disolver en caliente por una solu- ión concentrada de cloruro de sodio el carbonato del te-. quezquite, quedando en el residuo el cloruro con la tierra. Este cloruro se podía entonces disolver solo, y separarlo por filtración de la tierra. La solución de carbonato en cloruro se dejaba enfriar y el carbonato ceristalizaba. Se separaban los cristales y la solución restante servía para lavar una nueva porción de tequezquite. Pronto se vió que de esta manera se enriquecía la solución en materias orgá- nicas y los productos obtenidos resultaban muy impuros. La separación necesitaba grandes cantidades de solución y mucho combustible. pros No pudiendo obtener resultado práctico por el calor, emplée entonces el frío, que me dió resultado satisfactorio. Se mezcla el tequezquite con hielo o nieve. El cloruro -— ENE MEA TO TRATAMIENTOS DEL TEQUEZQUITE 77 * de sodio se disuelve en el agua de fusión del hielo y la ara de la mezcla baja hasta llegar a unos 18 a 20 bajo cero. A esta temperatura el carbonato de sodio €S Casi insoluble en la solución del cloruro. Se obtiene una separación prácticamente completa de las dos sales. Se Separa por filtración la tierra y el carbonato sin permitir que suba la temperatu: za, y la solución concentrada de clo- AUEoS que se encuentra a una temperatura de 18” bajo cero, aproximadamente, sirve para hacer por un procedimiento adecuado de “óntra corriente una nueva cantidad de hie- 10:0 de nieves! S; se pudiera evitar completamente las pérdi- APA p pletamente las pérdi Ss PCo, no solamente se podría recuperar todo el hielo op leade sino también se podría producir unos diez por O ¿ más, pues además de las calorías de fusión del hielo E nd jede aprovechar las calorías de disolución de la sal ,el agua. Este procedimiento tiene además la ventaja de producir an carbonato exento de materias orgánicas, que puede ser tratado directamente para obtener otras sales de sodio, o sosa cáustica. La sal cristaliza de la solución bastante limpia y las materias orgánicas se concentran en las últi- mas porciones de solución, las que pueden evaporarse y calcinar, representando una muy pequeña parte del te- quezquite. Inútil es decir que si este procedimiento tan sencillo efectúa en teoría la separación de una manera perfecta, su aplicación práctica ha presentado buen número de dificul- tades y ha dado a resolver más de un nuevo problema antes de poder aplicarse industrialmente. Porvenir de la nueva industria Tenemos a la puerta de la ciudad una inmensa riqueza que hasta ahora no ha sido explotada. La cantidad de te- quezquite que puede producir solamente el lago de Texcoco ING. PEDRO BÉNARD A pasa de lo que se pueda imaginar. Bastará decir que he visto sacar de uma hectárea de terreno en cinco cosechas, más de ochenta toneladas de tequezquite de un con de 25% de carbonato y de 28% de cloruro de sodio. Se puede estimar que el solo lago de Texcoco podría abaste- cer la República en sales de sodio por más de doscientos años, si sólo se tiene en considarción el consumo A Además, es bien sabido que todos 198 ALLY IÓ corren al lago traen anualmente miles e toncla dass se les de sodio y de potasio, y aun en el caso le que se decida a desecar el lago y canalizar los ríos, se esk Uma DS renta años no bastarían a lavar los terrenos salEgEDAOs conquistados, de manera que la industria de la sq. puede establecerse y florecer. [a Por ahora nos encontramos en una situación econo p que favorece considerablemente el desarrollo de esta ¡pal pa tria, pues como la sosa y demás sales de sodio y de por” sio son importadas, tienen que pagarse en oro, mientrac- que el país puede satisfacerse a sí mismo, y restablecer en' parte el desequilibrio actual entre las exportaciones y las importaciones. Según la estadística fiscal de los últimos años anterio- res a la crisis actual, las importaciones de sales de sodio y potasio son aproximadamente como sigue: Valor Tons. al año oro americano Sosa y potasa cáustica... 8,500 $ 420,000.00 Carbonato de sodio y de potasio ox óa 2,600 65,000.00 Bicarbonato de sodio... 800 25,000.00 ica de A 2,500 65,000.00 Hiposulíito de sodio... 550 15,000.00 Clorato de potasio Y DO TA A 250 40,000.00 Sulfatos (estimación) TOS RATAS - 500 40,000.00 Sulfitos y bismlfitos ooo 100 30,000.00 —_— 700,000.00 TRATAMIENTOS DEL TEQUEZQUITE 19 Hay que hacer notar que no aparecen en esta estima- ción muchos productos de los cuales no es posible obtener E una estadística como son la sal, los polvos para hor- near, etc., etc. Hago notar que no he tenido en cuenta los cianuros ni los nitratos, cuya importación es-la siguiente: Valor Tons. al año oro americano NERO O IE conato Ano 6,500 $ 350,000.00 Clanuros. ..... ts A A 5,500 1.750,000.00 Aunque estos productos pueden derivar de la industria del tequezquite, razones especiales me los hacen poner apar- te y trataré otra vez del porvenir de esta nueva industria para el país. México, octubre 1915. | | | MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 81 Sobre un antiguo Vaso Mexicano en forma de Cabeza Por Hermann Beyer, M. S. A. (Sesión del 4 de octubre de 1915.) El señor Hermann Porcher, conocido joyero de esta ca: pital, posee una grande y valiosa colección de antigiieda- des, un verdadero museo de arte y arqueología. Aunque la mayor parte de los objetos proviene de la época colonial, contiene esa colección también un buen número de piezas prehispánicas interesantísimas. Uno de esos objetos genuinamente mexicanos, tengo el gusto de presentarlo esta noche (figuras la. y 1b.) acom- pañando su exhibición con unas ligeras explicaciones. La forma general del vaso es la' de un tecomate (eom- párese el jeroglífico del lugar Quauhtecomatlan, fig. 2), Fig. 2. Jeroglífico de Quauhtecomatlan.—Libro de Tributos XVITI, 22 col., 3. siendo ese la imitación en barro de la cáscara del fruto de una bignoniácea (*) provisto de un pie o asiento. (1) Según el Dr. José Ramírez, Sinonimia vulgar y científica de las plantas mexicanas, p. 21, se trata de la Crescentia cujete L., y de la Par- mentiera alata Miers. Memorias de la Soc. Alzate. T. XXXV.—6 PROF. HERMANNX BEYER 82 (1919104 19199910) "IyA9d 9P 0ISLA “OJIBQ IP OSA] T “SI (“199IOH UQL9IDAJO)) 9JUDAJ DP OJSIA “OLIPG DP OSEA] T “SIA ; . : 3 a UN ANTIGUO VASO MEXICANO 83 El vaso mide 23.6 cm. de alto y 15.5 cm. en sus partes más anchas; la base tiene un diámetro de 11.9 cm. Cabe en él una cantidad de líquido de 0.9 de litro más o menos. La pieza se encuentra en buen estado de conservación ; unos pequeños desperfectos en el asiento no perjudican en nada la forma general ni detalles de importancia. El modelaje del vaso y su ornamentación simbólica son hechos con habilidad y entendimiento, dando una buena prueba: del adelanto de la cerámica precortesiana. Con ex- cepción de las orejas (fig. S) y de la cabellera, que son Fig. 8.—Oreja de Xipe.—Detalle de la figura 1. tratados un poco sumariamente, todas las facciones de la cara son representadas con bastamte fidelidad. El antiguo alfarero usó un barro molido que contiene muy pequeñas partículas de otras substancias, asegurando así una textura uniforme a su obra. Según informes per- sonales de nuestro consocio el señor doctor E. Wittich, está formado el barro de una ceniza volcánica descompues- ta, que contiene todavía escamitas de mica y cristalitos de plagioclasa y augita. Fuera del color natural del barro, un café claro, sólo un segundo color está empleado, un rojo obscuro, evidentemente un óxido de fierro, almagre. Es po- sible que las partes de color moreno, que no están bruñidas como las rojas, hayan tenido originalmente una capa de colores (rosado, o blanco y rosado). El señor Porcher adquirió el vaso, hace unos meses, del anticuario William Niven, quien indica que procede de Atz- capotzalco, D. F. Sin embargo, el estilo y la técnica del objeto no son los del Valle de México, sino más bien de regiones al oriente o sudeste de esta comarca. Efectivamen- 84 PROF. HERMANN BEYER te, nuestro consocio el señor licenciado R. Mena, me infor- mó que el vaso en cuestión perteneció antes a un negociante de antigiiedades, un señor Reyes, quien lo vendió al señor Niven. El señor Reyes lo trajo de Cholula, Estado de Puebla. Aunque sabemos ahora con precisión el lugar donde se ha encontrado el objeto, no quiere decir eso que también haya sido fabricado allí. Al contrario, por las fuentes his- tóricas estamos enterados de que la ciudad de Cholula fué en la antigúedad un emporio de comercio, un gran cen- tro religioso a donde de todas partes vinieron los creyentes. Así, debe haber habido en aquel lugar un intercambio de ideas y de objetos materiales en grande escala y, en efec- to, las exploraciones que hice para la Dirección de Estu- dios Arqueológicos y Etnológicos en Cholula han confirma- do esta suposición : la mayor parte de la cerámica finamente decorada es importada de otras regiones. Sin embargo, en casos concretos no es siempre fácil decidir si un objeto pro- viene de los talleres de alfareros cholultecos o no, porque éstos imitaron las formas y detalles de ornamentación de vasijas importadas. EA Se (Jeroglífico de Chipetlan.—Libro de Tributos. XVII, 14, También en nuestro caso, ho quiero decir apodícticamen- te que el vaso de la fig. 1, encontrado en Cholula, sea de procedencia foránea, aunque sí me parece lo probable. La ejecución artística la juzgo un poco más elevada que la de las piezas de manufactura cholulteca propia. —SA UN ANTIGUO VASO MEXICANO 85 Ahora vamos a ocuparnos de los pormenores y la sig- nificación del adorno figurado que ostenta el vaso, asunto que nos lleva al reino de la mitología y del simbolismo. La copa está transformada en una cabeza, o más exac- tamente, en una máscara de una deidad, siendo su boca la orilla del vaso. El personaje divino así representado es el mismo que vemos en el jeroglífico del pueblo de Chipe- tlán (1) (fig. 3), eso es Chipe o Xipe Totec, “Nuestro Señor, el Desollado.” ' No es aquí el lugar para entrar en una amplia discusión acerca del origen, las formas y el significado de ese dios. Baste decir que es una representación de la vegetación, una personificación de la cubierta de plantas que tiene la tierra durante el verano. De este concepto de cubierta vie- ne, sin duda, el rito simbólico de desollar las víctimas y vestirse con las pieles los adoradores de la terrible deidad. Y la piel de la cabeza, eso es lo que propiamente vemos en el vaso y en las figuras de los códices. Por eso los ojos no son más que rendijas, y la boca queda así anormalmente abierta por la falta de los labios. El tocado consiste en un cono pequeño con cintas que terminan en bifurcaciones. Este emblema, el yopitzontli, es tan significante para nuestro dios que en la: fig. 4 indica Fig. 4. Signo del mes Tlacaxipehualiztli.—Libro de Tributos. XXIII, 9. (1) Hoy la cuadrilla de Chiepetlán en el distrito de Morelos del Esta- do de Guerrero. PAOEZESZ A EAN 5, - A 44 86 PROF. HERMANN BEYER su fiesta Tlacaxipehualiztli, el “desollamiento de gentes” (*) y en otra parte (*) significa Yopico, el “lugar de los yopis,” tribu cuya deidad principal era Xipe Totec. Como nariguera lleva el dios el mismo símbolo en for- ma diminutiva. En el vaso no se ve tam claro, como por ejemplo en la figura 5, que da el cuerpo entero de la san- grienta divinidad con todos sus arreos. AS a AE Te: e (7 A ama ATES, Fig. 5. Xipe Totec, patrón del primer período del planeta Venus. Códice Borgiano 25. : En representaciones esculpidas, modeladas y pintadas, proviniendo del Valle de México, también la orejera tiene las mencionadas cintas en forma, de cola de golondrina (1) El Dr. Antonio Peñafiel toma el dibujo por jeroglífico de lugar y lo interpreta por Tlacaxipehualizco (Monumentos del arte antiguo mexi- cano, Texto, pág. 76) que es un error, porque en esta hoja están represen- tados el llamado cempohualli (el 119), y el de Ochpaniztli (el XI9) refi- riéndose a la entrega de tributos. Los gloses en la correspondiente foja del Códice Mendocino comprueban lo dicho. (2) Códice Mendocino, 20, 3; Libro de Tributos 30, 2. UN ANTIGUO VASO ARS 87 E (figs. 3, 6 y 7). Por razones de claridad he sacado del vaso un dibujo de la oreja y su adorno simbólico, poniéndolos de- rechos (fig. 8). Vemos que se trata, como en las figs. 5 y 9, Fig. 6. Cabeza del dios Xipe.—Fragmento de vaso.—Colección Porcher. de un colgajo compuesto de dos partes cuya inferior ter- mina redondeada. Esta particularidad nos demuestra que las tres figuras pertenecen a una misma escuela artística, a un mismo estilo regional, y corroboran mi anterior afir- mación de que se tiene que buscar el origen de nuestro yaso fuera de la región central de México. Desgraciadamente no podemos localizar todavía con certeza el Códice Borgiano (*) (1) El Prof. Dr. Ed. Seler opina, y con bien fundadas razones, que el - Códice Borgiano es obra de alguna tribu nahua del rumbo de Tehuacán, Coxcatlán o Teotitlán del Camino. 88 PROF. HERMANN BEYER del cual es tomada la fig. 5. El fragmento cerámico que con- tiene la fig. 9 fué encontrado en las antiguas ruinas del Cerro Montoso, cerca de Actopan, en el Estado de Veracruz, pero Strebel lo clasifica entre las piezas aisladas. (1) En nuestra pieza figurativa los tres ornatos tienen ac- tualmente sólo el color natural del barro, mientras en los manuscritos pictóricos son o colorados, color de rosa, O blanco y rojo. Los matices del colorado se refieren, sin du- da, a la naturaleza solar o veraniega de Xipe. DA E Fig. 9. Fig. 7. Cabeza del dios Xipe. Signo del mes Tlacaxipehnaliztli Detalle de la decoración de un Códice Humboldt, Fragmento 19 vaso de Cerro Montoso. El adorno simbólico parece indicar que se trata de un vaso sagrado, de un objeto de culto. Pero a pesar del he- cho de que la religión penetró toda la vida: diaria e influyó todas las manifestaciones de aquella cultura, no creo ad- misible esa suposición. Tenemos que tener en cuenta que en México, como en otras partes del mundo, ornamentos de origen mitológico pierden poco a poco su carácter sagrado y se vuelven puros diseños de embellecimiento. Además, hay (1) Hermann Strebel, Ueber Ornamente auf Tongefássen aus Alt—Me- xiko. Hamburgo, 1904. Pág. 21. ci UN ANTIGUO VASO MEXICANO 89 en nuestro caso una razón que explica el empleo de la máscara de Xipe para adorno meramente estético. Es que existe una asociación de ideas fácilmente comprensible en- tre la abertura de un vaso y la boca ancha y redonda del dios (véase especialmente las figuras 3, 6, Y y 10). Así me supongo que el alfarero empleó un juego de su fantasía, una simple ocurrencia, para la creación de su obra y no que quería modelar una cosa santa. Fig. 10. Máscara de piedra, Xipe Totec. Museo Británico. Respecto al objeto o destino del vaso, puedo decir que no es probable que haya servido para: el uso diario de la casa, porque no se puede beber con comodidad por la orilla irregular y además las partes salientes, gorrito y orejas, pronto hubieran quedado rotas. Los tecomates, la clase de vasos a que pertenece la pieza por su forma general, sir- vieron especialmente para tomar chocolate. (*) No teniendo (1) Por ejemplo Códice Mendocino 69, 3; Códice Magliabecchiano 6” y 72. 90 PROF. HERMANN BEYER datos exactos sobre las circunstancias del hallazgo, me parece lo más razonable presumir que alguna persona po- derosa o acomodada del antiguo Cholula alardeaba del vaso de Xipe y lo sacó en días de fiesta y banquetes suntuosos para tomar en él el espumoso chocolate. MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 91 Apuntes acerca de la Triquinosis en México Por el Dr. Eutimio López Vallejo, M. S. A. (Sesión del 4 de octubre de 1915.) -La triquinosis es una enfermedad producida: por la pre- sencia, en el organismo de los animales, particularmente del hombre y del cerdo, de un pequeño Nemathelminto filifor- me de la familia de los Tricotraquelideos, liamado por Ri- chard Owen Trichina spiralis (0p:Z, =p:yvhíáeabello). Se presenta la enfermedad bajo dos formas: la muscular, caracterizada por la presencia de larvas de triquinas en el interior de los músculos, y la intestinal, debida a la ingestión de carnes triquinosas. La historia de la! triquinosis, nos refiere que desde el año de 1828 se conserva en uno de los hospitales de Londres una preparación de un fragmento de músculo que contiene al- gunos quistes de triquinas calcificadas. En este mismo hos- pital John Hilton encontró, cuatro años más tarde, varios cuerpos de forma ovoide, de un milímetro de largo, en los músculos de un individuo de 70 años de edad, que había muerto por una afección cancerosa. Al principio creyó Hilton que estos cuerpos, colocados entre las fibras musculares, eran cisticercos, pero pronto se convenció de que más seguramen- te eran quistes con triquinas. En 1835 Wormald observó en los músculos de algunos cadáveres pequeñas manchas de color blanco sucio, en las 92 DR. EUTIMIO LÓPEZ VALLEJO cuales James Poget encontró nemátodos enrollados en for- ma! de espiral. R. Owen examinó a su vez estas manchas y también encontró helmintos, que estudiados convenientemen- te, recibieron el nombre definitivo de triquinas. Hasta el año de 1859, poco fué lo que se adelantó en el conocimiento de la triquina, y sólo se emprendieron nuevas investigaciones, sobre todo en Alemania, euando se vió que estaban siendo muy frecuentes las defunciones en el hom- bre a consecuencia de la infección por la triquina. Uno de los primeros experimentadores de esta época fué Virchow, que para: estudiar el parásito dió a comer a perros trozos de músculos de personas atacadas de triquinosis. A los tres días y medio, encontraba en el intestino delgado de estos carnívoros, gusanos muy parecidos a las triquinas; pero co- mo eran gruesos y ovoides, los consideró desde luego como triquinas adultas; concluyendo de esto, que la triquina de los músculos puede acabar su desarrollo en el intestino de los animales del género canás. | Más tarde, y con motivo de la autopsia de una señorita que murió de una afección cuyos caracteres se habían pareci- do a los de la fiebre tifoidea, Zenker, profesor en Dresde, exa- minó los músculos de dicho cadáver y les encontró triquinas libres y enquistadas. En el moco intestinal también pudo ver gran cantidad de gusanos, con órganos genitales muy desarrollados, y que se parecían mucho a las triquinas. Se hizo una minuciosa investigación respecto a la causa de la defunción de dicha señorita, y se supo que algunos días an- tes de haber caído en cama, había: comido carne de cerdo, lo mismo que otras personas que también se habían enfermado. Se procedió inmediatamente a recoger la carne que aún ha- bía quedado en una salchichonería, y se le encontró infes- tada de triquinas semejantes a las de los músculos del hom- bre. Se dió a comer esta carne a algunos mamíferos y el parásito se les desarrolló muy claramente. Zenker, Virchow, Romanovitch y otros observadores notables, han seguido en- ACERCA DE LA TRIQUINOSIS EN MÉXICO 93 riqueciendo con sus valiosos experimentos la historia de la triquinosis. En Europa fué introducida la triquina por cerdos pro- cedentes de China, el año de 1830, propagándose desde luego la enfermedad con extraordinaria rapidez. En México no se sabeza punto fijo quiénes introduje- ron la triquina, pero lo más seguro es que sean los cer- dos americanos los que hayan importado en nuestros criaderos de animales de cerda tan terrible parásito, pues en 1891 los médicos veterinarios don Emilio Fer- nández y mi hermano Don Francisco, encontraron por primera vez en la Capita! triquinas en carne de cerdos procedentes de los Estados Unidos del Norte. En esta época, el Consejo Superior de Salubridad, dignamente presidido por el señor doctor don Eduardo Licéaga, fué cuando por iniciativa del señor doctor don José de la Luz Gómez, uno de los más activos e inteligentes vocales, que tenía a su cargo la Sección de Higiene y Policía Sanitaria Veterinaria, se hizo obligatoria la inspección microscópica de la carne de los cerdos que se sacrificaban en la “Ca- sa Empacadora de San Lázaro,” antes de entregarla al consumo público. Esta inspección, que más tarde se hizo extensiva al “Rastro de Cerdos de San Antonio Abad,” se ha seguido haciendo con positiva honradez y verdadero empeño, por los señores médicos veterinarios de que dispone el referido Consejo de Salubridad, y nos ha de- mostrado que los cerdos del país que viven en comuni- dad con los importados del Norte, contraen muy fácil- mente la enfermedad. En esta época, el Gobierno del señor general don Porfirio Díaz se preocupó lo bastante por la salubridad pública, y a fin de mejorar el servicio sanitario de los ani- males dedicados a la alimentación del hombre, se clausu- raron los rastros de “San Lucas” y de “San Antonio Abad,” y fueron substituídos por el Rastro General de Pe- 94 DR. EUTIMIO LÓPEZ VALLEJO ralvillo, que es el que sigue prestando, aunque ya de una manera deficiente, sus servicios para la matanza de los animales de las especies bovina, ovina, caprina y porcina. En vista de las crecientes necesidades de la po- blación de México, mi estimado y laborioso compañero don Edmundo G. Aragón, aetualmente Secretario del Consejo Superior de Salubridad, se propone reorganizar el servicio sanitario veterinario, con lo cual mejorará indudablemente la salubridad pública. En 1895, con motivo de haberse presentado en el extinto Hospital de San Andrés muchos casos de defun- ciones por infección triquinosa, el señor doctor don Alfonso Ruiz Erdozain me encargó escribiera un artículo sobre triquinosis. Acepté tal honor, y me ocupé princi- palmente en dicho artículo de los trabajos que los mé- dicos veterinarios inspectores de rastros hacían dia- riamente para retirar del consumo público las carnes de animales enfermos. Este artículo fué leído en una de las sesiones de la Sociedad “Yatromática,” y se publicó el 1.2 de octubre del mismo año, en el número 12 del periódico “Revista Médica,” órgano de dicha Sociedad. En este trabajo describí el método empleado para lo que llamo inspección miscrocópica de urgencia, y hoy tengo la satisfacción de manifestar que en nada absolutamente ha disminuído el celo que todo profesionista honra- do emplea para cumplir mejor con lo que se le encomien- da. Con respecto al peligro, que en esa vez señalé, relativo a la costumbre que tiene mucha gente de comer carne eruda o a medio cocer, sin investigar su procedencia, con pena manifiesto que aún subsiste, debido muy probable- mente a la educación y a lo deficiente que siempre ha sido el servicio de Inspección de matanzas clandestinas. Estas, y no otras, han sido y serán las principales cau- sas de la triquinosis en el hombre. Antes de dar a conocer algunas de mis observaciones, , ol ACERCA DE IA TRIQUINOSIS EN MÉXICO 9 y a fin de poder apoyar mejor las enseñanzas que para la higiene pública nos suministra el conocimiento de este habitante microscópico llamado triquina, vamos en se- guida a decir algo respecto de su vida evolutiva, pues los graves peligros que ocasiona el uso de carnes tri- quinosas en la alimentación del hombre, ha hecho que en todas las naciones cultas se dicten medidas que han modificado, tanto los intereses comerciales, como las costumbres culinarias. Hemos dicho ya que el parásito, alojado entre las fibras musculares, está enrollado en espiral, da general- mente dos o tres vueltas, y queda cubierto por una en- voltura que forma un cuerpo de forma ovoide, constitu- yendo un quiste, que en muchas ocasiones se puede ver a la simple vista. Mi compañero don Fausto M. Olvera fué el primero que en México, hace pocos años, demostró que dicho quiste se puede ver fácilmente sin el auxilio del microscopio. Estos quistes alojan generalmente una sola triquina, pero se ha dado el caso de que contengan dos, y aun tres, Fig. 1, pudiendo encontrarse, aunque excepcionalmente, hasta cuatro, como tuve la oportuni- dad de ver en carne de suídeo, hace algunos años, cuando tenía a mi cargo la inspección sanitaria de carnes, en el rastro de la capital y en el de Tacubaya. También sue- len encontrarse quistes sin parásitos. Ahora bien, cuando un trozo de carne triquinosa lle- ga al estómago, los jugos gástricos disuelven los quistes y entonces quedan libres los gusanos nematoides que pa- san desde luego al intestino. Fig. 2. Al siguiente día, en que las triquinas se encuentran libres, adquieren cierto des- arrollo, y los sexos llegan a ser aparentes. Al tercer o cuarto día se presentan huevos en el ovario de las hem- bras, y celdillas espermáticas en los machos. Estos se pueden reconocer por dos vesículas que tienen en la ex- 96 REP DR. EUTIMIO LÓPEZ VALLEJO 1sta- iquinas enqu Fig. 1.—Tr Fig. 2 l hembra intestina iquina in (G. Colin. ) ln l macho iquina intestina AL (G. Colin.) das en el tejido muscular SS ACERCA DE LA TRIQUINOSIS EN MÉXICO 97 tremidad de la cola, y que son los que constituyen sus órganos genitales. La fecundación no tarda en efectuarse, y entonces se ven hincharse los huevos en el ovario de la hembra, y cinco o seis días después, los embriones salen vivos del útero. Fig. 3. Fig. 3.—Triquina larvaria libre.—(G. Colín.) Cuando las hembras triquinosas fecundadas, sienten ya la necesidad de expulsar los mencionados embriones o larvas, se introducen en la mucosa del intestino o en los vasos linfáticos del individuo atacado, y entonces la corriente linfática arrastra las larvas que son conduci- das a los músculos o a los órganos que más conviene a su elección. Las hembras son extraordinariamente fecundas, pues pueden dar nacimiento a 200, a 400, y aun a 1,000, embriones. Se ha podido comprobar en cortes histológi- cos, que las triquinas viven con más frecuencia en la profundidad de las glándulas o en el vaso linfático central de las vellosidades. La presencia de la triquina en estos lugares, produce siempre la hipertrofia de las celdillas endoteliales del linfático, la cual puede extenderse, algu- nas veces, hasta las celdillas epiteliales, y aun hasta los tejidos próximos a los vasos linfáticos. Cuando terminan los fenómenos de la reproducción, las viejas triquinas mueren, y sus despojos son arrojados con las evacuaciones. Los embriones no permanecen ya en Memorias Soc. Alzate. T. XXXV.—Núm. 7 98 DR. EUTIMIO LÓPEZ VALLEJO el intestino, sino que, libres en el interior de los linfáti- cos, siguen la vía de estos para continuar en seguida por la corriente circulatoria a las serosas, a las glándulas y al dia- fragma, hasta llegar al tejido muscular, en donde comien- za su enquistamiento. Su nutrición la hacen a expensas de la fibra muscular, y sólo hasta los cinco días después de la infección, pueden aparecer las larvas en la sangre. Suele suceder que las triquinas, en lugar de seguir la corriente circulatoria, caminen de tramo en tramo . hasta llegar a la cavidad abdominal y a veces hasta la pleural y la pericárdica; pero cuando las larvas son con- ducidas por la corriente sanguínea hasta llegar a los músculos, entonces se detienen en éstos para continuar su desarrollo, hasta llegar al estado adulto sexual. Desde hace mucho tiempo, admiten los alemanes el que las lar- vas penetran hasta el interior de los haces primitivos de las fibras musculares, y los franceses dicen que se detie- nen en el tejido conjuntivo interfascicular, y que sólo excepcionalmente penetran hasta el interior del haz pri- mitivo. Por cortes histológicos que Romanowitch ha hecho, se puede aceptar mejor la tesis alemana que la francesa, porque existen parásitos que se encuentran completamente alojados en el mioplasma, y también porque se ve claramente que la larva produce la altera- ción del haz primitivo, haciendo las estrías más o me- nos aparentes según el momento en el cual se hace la observación. Se admite también como causa de las lesio- nes de las fibras musculares, la acción tóxica de las larvas de triquinas. A este respecto dice Metchnikoff que debe admitirse la acción tóxica de la triquina además de la que tiene como parásito; es decir, una acción complemen- taria en la producción del estado febril y de algunos fe- nómenos generales, como convulsiones, paresias, lesiones crónicas del miocardio y de los riñones, en los individuos infestados por las larvas de triquinas. Romanowitch ha - Mem Soc. ALzaTe, Tomo 35. Fig. 4.—Triquinas libres en un tragmento de intestino delgado de rata, dos días después de la ingestión de carne de cerdo triquinoso. __ Ocular 2. Obj. AA. Zeiss. ACERCA DE LA TRIQUINOSIS EN MÉXICO 99 encontrado en cuyes muertos por infección triquinosa, lesiones de origen netamente tóxicas en los riñones y en las cápsulas supra-renales. La presencia de estas subs- tancias tóxicas, se ha podido comprobar en el suero de la sangre de cuyes y ratas infestadas. En el mes de enero del corriente año, dí a comer carne de suídeo triquinoso, a tres ratas blancas; la infección se presentó claramente al segundo día, en dos de ellas y hasta el tercero en la restante: se pusieron tristes, dejaron de comer, se les puso el pelo erizo, se colocaron en un ángulo de la jaula y tenían temblores generales. Examiné en el microscopio la sangre y la orina de una de ellas, y nada anormal encontré; tomé unos pequeños fragmentos de los músculos del pecho y de los muslos, y no les encontré al microscopio ningún parásito. A los tres días murió una de ellas, e inmediatamente hice pre- paraciones microscópicas de músculos e intestino, en- contrando en las de éste, gran cantidad de larvas de triquinas, omo se puede ver en la fig. núm. 4. En segui- da tomé sangre de las restantes, e inyecté el suero de ésta a dos ratas también blancas, y a un cuy. A las 20 horas después de la inyección, ya estaban tristes, y me disponía a ensanchar mi experimento, cuando se me co- municó verbalmente, que quedaba desde ese momento y por orden superior clausurada la Escuela Nacional de Agricultura y de Veterinaria y la Estación Agrícola Central, que era el establecimiento en donde tenían lugar los experimentos de que hablo, y en el cual tenía a mi cargo el Laboratorio de Bacteriología, como Jefe de la División de Veterinaria. Suspendí todos mis trabajos, y sólo espero para continuarlos, el que nuestra afligida patria cicatrice sus dolorosas heridas. De una manera general podemos admitir que la toxi- cidad del suero de los animales infestados de triquinas, está en relación con la intensidad de la infección larva- 100 DR. EUTIMIO LÓPEZ VALLEJO ria. La sensibilidad de los animales a estas substancias tóxicas, es desigual, y está sujeta a variaciones indivi- duales. Para algunos experimentadores, los animales que resisten a la infección del suero tóxico, enflaquecen nota- blemente en muy pocos días y hasta la orina se hace tóxica. Por algún tiempo se creyó que el parásito tenía por única habitación el sistema muscular, pero los micrógra- fos han demostrado que también existe en la substancia grasosa del cerdo; es decir, en el lardo, Como la infección por la triquina, produce una nota- ble pérdida del epitelio que cubre la mucosa intestinal, resulta una gran puerta de entrada para los microbios de la flora y fauna intestinal; las que felizmente, en el intes- tino delgado, son pobres en micro-organismos patógenos. Los abscesos que suelen encontrarse en los individuos ata- cados de triquinosis, son más bien debidos a los microbios capaces de producir una infección, y que han sido arrastra- dos por las triquinas, al atravesar la mucosa intestinal. En efecto, las siembras que se han hecho en gelosa y en caldo, con sangre tomada en distintos períodos de la infección, han mostrado gran variedad de microbios. En vista de esto, al- gunos autores creen que la fiebre, la hipertrofia del bazo los abscesos, y aun la muerte en algunos casos, en los in- dividuos atacados de triquinosis, es más bien debido a los microbios que han invadido el organismo a favor de las le- siones de la mucosa, provocadas por los parásitos. Las triquinas son muy resistentes; pueden durar vivas, por algún tiempo (hasta 100 días) aun en carne en estado de descomposición pútrida. El frío y el calor no las mata tan fácilmente como pudiera creerse, pues ya Perroncito ha hecho multitud de experimentos a este respecto y ha visto que sólo cuando se calientan en seco las triquinas larvarias, a 44% 6 48” dejan de moverse y mueren cuando permanecen a esta temperatura durante un tiempo mayor o cs ia Es | | ACERCA DE LA TRIQUINOSIS EN MÉXICO 101 de cinco minutos. Se ha visto también que las triquinas que contienen un trozo de carne, pueden morir, cuando perma- nece éste en agua a 550 durante 5 minutos. La muerte de estos parásitos es segura igualmente, cuando la tempe- ratura del agua es de 54” durante 10 ó 15 minutos o de 352.5 por espacio de 20 a 30 minutos. La ingestión de carne infestada produce generalmente de los 3 a los 4 días, los siguientes trastornos; pérdida del apetito, malestar, fiebre, curvatura y diarrea; del cuarto al quinto día, aumenta la fiebre, se perturba la circulación capilar, se hinchan notablemente la cara, los párpados y los miembros; los labios y la lengua se secan y enegrecen, aparecen sudores abundantes acompañados de violentos cólicos; en fin, aparece la diarrea que alterna con la cons- tipación. Después de ocho o doce días, comienzan los dolo- res musculares, se hinchan los miembros, la respiración es difícil, la sed intensa, la diarrea continúa, y los enfermos se adelgazan considerablemente, caen en el marasmo y sucumben al cabo de seis semanas o dos meses, después de sufrir horribles dolores. Este período corresponde al en- quistamiento de las triquinas que se incrustan de sales calcáreas, y que quedan en los tejidos como cuerpos extra- ños. La convalescencia es siempre larga, y pueden presen- tarse durante ésta, complicaciones graves. La gravedad de la triquinosis depende de la cantidad de carne ingerida, de su grado de frescura, del período de la infección y de la impresionabilidad del que la tome. En Toluca, capital del Estado de México, se presentó, hace poco más de tres años, un caso que alarmó a la po- blación, y de) cual dió amplia cuenta, la prensa de esa localidad y aun la de esta capital. El hecho fué el siguiente: vna familia extranjera, sacrificó un cerdo para festejar un acontecimiento, en unión de varias personas. A los dos días poco más o menos, empezaron a enfermarse algunos de los individuos que habían comido la carne de dicho cer- 102 DR. EUTIMIO LÓPEZ VALLEJO do, y como alguno de ellos murió, y otros se pusieron muy graves, intervino la autoridad, se hicieron las investigacio- nes del caso, y resultó que el cerdo había estado triquinoso, y que ni antes, ni después de muerto se le había sujetado a la inspección sanitaria. ¡Cuántos casos semejantes al que acabo de referir, habrán pasado desapercibidos para la ciencia, en perjuicio de la humanidad, y cuántos individuos de los que mueren por causas desconocidas, habrán sucum- bido por infección triquinosa! Para M. Colín, la triquina se trasmite de las ratas al cerdo y de éste a las ratas. Y en efecto, estos roedores que casi siempre viven en las habitaciones del hombre, tienen con relativa frecuencia, triquinas que fácilmente pasan a los gatos. Se cree como un hecho seguro, que las ratas en- cuentran la triquina en los insectos que devoran, y no en el cerdo; pero sea de esto lo que fuere, el hecho capital es que, dichos parásitos invaden de preferencia el organismo del cerdo, de la rata y del hombre. Hay otros animales que pueden experimentalmente dar hospitalidad al parásito, como por ejemplo, los carnívoros, los roedores y los herbí- voros, que pueden contraer la enfermedad, comiendo in- mundicias, carne infestada, hierbas o líquidos ensuciados por las deyecciones de animales que expulsan triquinas vivas. Un cuadro verdaderamente sintomático de la triquino- sis en los suídeos, es todavía difícil de establecer, en razón de que los síntomas de dicha enfermedad, pasan desaper- cibidos por los encargados de cuidar el ganado, o bien por- que los confunden con los de otras enfermedades. Hasta hoy sólo existe el tratamiento preventivo o abor- tivo de la triquinosis. En algunos casos se ha logrado dete- ner la evolución de esta helmintiacis, con las inyecciones de emético. También se ha experimentado el 606 en anima- les infestados, pero desgraciadamente no se ha logrado, de una manera ciara, modificar la vida del parásito. Las enseñanzas que nos proporciona todo lo expuesto, ACERCA DE LA TRIQUINOSIS EN MÉXICO 103 teniendo en cuenta que la triquina es un parásito entera- mente perjudicial al hombre, puesto que, una vez que el animal, racional o irracional, está invadido por la triquina, la medicina queda impotente y el médico se cruza de brazos, son las de convenir en que los gobiernos en general, están obligados a poner especial empeño para que no se entre- guen al consumo público, carnes de cerdos que no hayan pasado por el campo del microscopio. Es de lamentarse que existan todavía muchos Estados de la República, en donde hasta se desconoce esta infección, despreciando por lo tanto, los beneficios infinitos que el médico del hombre o el de los animales domésticos, puede prestar a las socieda- des, alejando o destruyendo muchos de los padecimientos que azotan con frecuencia a la humanidad. Las conclusiones a que da lugar el desaliñado estudio que sobre la triquinosis en México, he tenido el atrevimien- to de presentar a ustedes en esta sesión, son, según mi leal saber y entender, las siguientes: 1.? La inspección microscópica de la carne de cerdo, debe ser obligatoria en todos los Estados de la República. 2.2 Por ningún motivo se utilizará en la alimentación del hombre, la carne de los cerdos que resulten triquinosos, los cuales serán saponificados o destruídos por el fuego. 3. Se procurará por cuantos medios estén al alcance de los gobiernos, ilustrar a los que se dedican a la cría del ganado de cerda, para que, por su inteligente trabajo, pue- dan presentar al mercado cerdos y no cochinos. México, 4 de octubre de 1915. 104 MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 EHRLICH Y SU OBRA Por el doctor Alfonso Pruneda, M. $. A. (Sesión del / de octubre de 1915). No son las situaciones actuales las más propicias para” darse cuenta de la desaparición de los sabios. La atención pública está pendiente de los graves sucesos que se desarro- llan con motivo del tremendo conflicto internacional, y nos- otros mismos tenemos a la vista problemas muy serios que no nos dejan pensar mucho en cosas que no estén íntima- mente ligadas con ellos. Con la muerte del profesor Pablo Ehrlich, sin embargo, desaparece del mundo científico una personalidad tan emi- nente, que no parece inoportuno ocupar por unos momen- tos, la atención de esta Honorable Sociédad, para dar a conocer la obra de quien con tanta justicia era orgullo le- gítimo de la intelectualidad alemana, y cuyos trabajos fue- ron tan benéficos para la humanidad entera El doctor Ehrlich, nació en Strehlen, Silesia, el 14 de marzo de 1854 y ha muerto en Berlín el 20 de agosto último. Hizo sus primeros estudios en Breslau, y más tarde cursó medicina en esa misma ciudad, en Estrasburgo, Friburgo y Leipzig, recibiendo su título de medicina en 1878. Desde en- tonces hasta 1885 fué ayudante de la clínica del profesor von Frerichs, en Estrasburgo; pasó después con el mismo carác- ter a la clínica médica de Gerhardt, en donde duró cuatro años y, por último, llegó a ser en 1889, “privatdozent” en la Facultad Médica de Berlín. ' Sus especiales aptitudes lo llevaron al Instituto de Enfermedades Infecciosas dirigido por el célebre bacterió- Mem. Soc. Alzate. OO OI: Profesor EHRLICH. EHRLICH Y SU OBRA 105 logo Koch; desempeñó allí en 1890 el cargo de ayudante y el año siguiente fué nombrado profesor. Cinco años más tarde y también como resultado de sus investigaciones, que ya comenzaban a llamar la atención, fué nombrado Direc- tor del Instituto para el Estudio del Suero, en Steglitz, cerca de Berlín; y en 1899 fué puesto al frente del Institu- to Real de Terapéutica Experimental, establecimiento del Gobierno Existente en Frankfort. En 1906 la conocida casa bancaria de Jorge Speyer, dotó un instituto anexo al an- terior, para que el doctor Ehrlich hiciera en las mejores condiciones sus estudios de química terapéutica, que con- tinuó hasta su muerte. Sus trabajos, de los que me ocuparé después, le valie- ron altas distinciones. El Instituto Rockefeller de Nueva York, le concedió una subvención de 10,000 dólares. En 1904 recibió el grado de doctor honorario de la Universi- dad de Chicago. Tres años más tarde le confería distinción semejante la Universidad de Oxford. En 1908 recibió la mi- tad . del premio Nobel por sus investigaciones sobre la inmunidad, siendo el otro sabio agraciado, el célebre bac- teriólogo Metchnikoff. Hace un año, el Emperador de Ale- mania lo había distinguido confiriéndole la insignias del Aguila Roja, y haciéndolo “consejero privado.” Tenía tam- bién la gran eruz de la Orden Civil de Alfonso, que le ha- bía conferido el Rey de España, y pertenecía a muchas so- ciedades científicas de su país y del mundo entero, que se consideraban honradas contando entre sus miembros al célebre investigador. La obra del profesor Ehrlich puede ser puesta como modelo de lo que es capaz de alcanzar el espíritu en el do- minio de la ciencia, cuando se somete rigurosamente a la más estricta disciplina intelectual, sin impedir que la ima- ginación fecunde con su fresco soplo la paciente labor del sabio. El célebre médico alemán vivirá en la historia de la civilización, dice uno de sus biógrafos, “como uno de los 106 DR. ALFONSO PRUNEDA más grandes investigadores, genial, fértil, creador.” Su vida científica parece trazada de antemano. Todos sus trabajos están eslabonados entre sí y no hay ninguno que aparezca desligado de los demás. Parece como si el doctor Ebrlich se hubiera señalado un itinerario, cuyas etapas sucesivas iban presentándose fatalmente. Todo estaba previsto; las investigaciones se sucedían; se sabía que iban a obtenerse determinados resultados y éstos llegaban puntuales a la cita, corroborando las geniales deducciones del investiga- dor y colmando ampliamente las esperanzas del gran tra- bajador. Si alguien puede hacer nacer la fe en la ciencia y acrecentar la confianza en lo que ella puede alcanzar, es el profesor Ehrlich. Y su obra es tanto más valiosa en las épocas actuales, cuanto que fué siempre de práctica apli- cación y de indudable utilidad. Desde estudiante, Ehrlich fué atraído por la química, especialmente por la química celular. Estudiando la afini- dad del plomo para ciertos tejidos, llegó a interesantes con- clusiones sobre las afinidades del protoplasma en general y pudo desde sus primeros trabajos hacer verdaderos des- cubrimientos en los métodos para colorear los microbios, que fueron muy útiles al célebre bacteriólogo Koch y que desde entonces son de uso corriente en los laboratorios. Los mismos estudios de química celular lo llevaron a resultados muy interesantes acerca de la afinidad de los glóbulos de la sangre por las materias colorantes, y también desde en- tonces los trabajos de Ehrlich dominan por completo el campo de la Hematología. Sus métodos han servido podero- samente para distinguir las diferentes clases de leucocitos o glóbulos blancos y, por lo mismo, para conocer y saber diferenciar las diversas modificaciones que se presentan en la sangre en el curso de las anemias y especialmente de las infecciones. El estudio de las enfermedades de la san- - gre, en general, debe muchos de sus progresos a los trabajos de Ehrlich. EHRLICH Y SU OBRA 107 Siguiendo en la misma vía, llegó a imaginar un concep- to especial de la estructura y funciones del protoplasma, que fué el punto de partida de su célebre teoría de la “ca- dena lateral,” tan fecunda en resultados desde el punto de vista de los estudios sobre inmunidad y otros fenómenos correlativos. Sabido es que la inmunidad, o lo que es lo mismo esa adaptación especial del organismo que le fa- cilita luchar contra las infecciones, hasta quedar libre de ellas, es en buena parte el resultado de la aparición en él de sustancias especiales conocidas con el nombre de anti- cuerpos, que no vienen a ser más que la resultante de las re- acciones que provocan los cuerpos extraños que se introdu- cen y se llaman antígenos. Estos pueden ser de diferente clase: al parecer inertes o inofensivos, muy venenosos, aun verdaderas celdillas o microorganismos; y cada uno de ellos trae consigo la formación de un anti-cuerpo que le es espe- cíficamente enemigo. Si el antígeno es una toxina, se pro- ducirá un anti-cuerpo neutralizante que es la antitoxina; si se trata de una enzima (fermento), se formará una an- tienzima; si es una celdilla o un pequeño organismo, se formará una citotoxina o un cuerpo capaz de disolver a los dos anteriores, etc. Esos anticuerpos, pues, son los agen- tes específicos de la inmunidad contra los antígenos corres- pondientes. Así, merced a los trabajos célebres de Bhering y Roux se han salvado millares de criaturas expuestas a los terribles resultados de la difteria. Estudiando precisa- mente la constitución química de la toxina diftérica, Ehr- lich encontró que no es estable sino que pierde sus pro- piedades tóxicas con el tiempo, lo cual sin embargo no le impide combinarse con el anti-cuerpo en las proporciones usuales, de tal manera que parece que las moléculas de la toxina poseen dos clases de cualidades: venenosas y de combinación. A las primeras llamó Ehrlich toxróforas, a las segundas haptóforas. El célebre profesor alemán imaginó una estructura especial de la molécula de toxina, ya que 108 DR. ALFONSO PRUNEDA A A A AA AA la composición química de ella es desconocida. Según ese concepto, dichas moléculas de toxina se adhieren al proto- plasma de las celdillas por medio de receptores, procesos hipotéticos que poseen adaptaciones para las combinaciones moleculares que son utilizadas por las celdillas en su nutri- ción e incidentalmente para los haptóforos de las toxinas. Cuando se efectúa una intoxicación de las celdillas por la molécula de toxina, no solamente los grupos haptóforos se adhieren a los receptores haptofílicos, sino también los grupos toxóforos se adhieren a los receptores toxofílicos. Cuando los grupos haptóforos se adhieren a los receptores adaptados, los procesos celulares se perturban porque la celdilla se ve incapacitada para absorber sus acostumbra- dos grupos moleculares nutritivos, ya que éstos están per- turbados también con la presencia de moléculas de toxina que, aun cuando adaptados para combinarse con los recep- tores, no son útiles a las celdillas La celdilla se salva de la inanición formando receptores adicionales. Estos apa- recen sobre todo durante el período de “reacción” que sigue a la inyección del antígeno, y a medida que estas inyeccio- nes se repiten y las dosis aumentan, el número de recepto- res nuevos es cada vez mayor, de tal manera que llega un momento en que, regenerándose en exceso, se vuelven super- fluos, se desprenden de la celdilla y quedan libres en la lin- fa y en la sangre. Estos receptores libres retienen su afini- dad para combinarse (haptofílica) y su adaptación para la combinación (haptófora), de tal manera que si aparecen haptófilos de toxinas, se combinan con ellos en la sangre antes de que lleguen a las celdillas y, si se encuentran en la sangre extraída, le confieren la facultad de poderse com- binar con las moléculas tóxicas, haciendo que la toxina sea inerte cuando se inyecte en un nuevo animal. En resumen pues, “la naturaleza antitóxica del suero inmune se refiere así a los receptores superfluos libertados y de los cuales se EHRLICH Y SU OBRA 109 carga más y más el suero sanguíneo del animal inmuniza- do.” (McFarland. Biology General and Medical.) Esta célebre teoría, como decía antes, es una muestra de lo que puede la imaginación al servicio del hombre de ciencia. Los resultados que se han alcanzado con ella en el importante dominio de la inmunidad, la hacen una de las más fecundas en la historia de la medicina; y básteme se- ñalar por ahora la utilidad que ha prestado para la titula- ción exacta de la anti-toxina diftérica, procedimiento resul- tante de una serie de experimentos hechos conforme a la teoría de que se trata. Era natural que ya en el camino de estas investigaciones sobre las afinidades especiales de las celdillas, Ehrlich pen- sara en aprovecharse de esos estudios para encontrar una terapéutica química racional. De entonces datan las célebres investigaciones de quemoterapia experimental de la sífilis y de otras infecciones de protozoarios, especialmente las producidas por los de la familia de las espiroquetas (enfer- medad del sueño y otras tripanosomiasis). Ehrlich y sus discípulos, penetrados de las geniales concepciones del primero sobre las afinidades de los componentes celulares y por medio de una larga serie de experimentos bioquími- cos perfectamente sistematizados, llegaron a producir en el ya célebre Instituto de Frankfort, también una serie casi no interrumpida de preparados químicos, construídos espe- cialmente (no hay exageración en estas palabras) para ir a atacar a los parásitos al interior del organismo; como un torpedo, según la profética expresión de Huxley, que fuera ¿briéndose camino en la economía hasta ir a encontrar cier- tos elementos vivos en los cuales haría explosión sin to- car a los demás. (1) Así fueron surgiendo casi sin interrup- ción, diversos medicamentos, que para distinguirse de los anteriores de la serie iban siendo progresivamente nume- (1) The Journal of fhe American Medical Association.—Agosto 28 de 1915. xi Fr FA a A Ma A ¿5 8 110 DR. ALFONSO PRUNEDA rados. Así fué descubierto el atoxil que tan buenos resul- tados ha dado en la enfermedad del sueño; el salvarsán o 606, de indudable utilidad en la sífilis y el neosalvarsán o 914, que menos tóxico que el primero, ha resultado con igual acción terapéutica. No es esta la ocasión de hablar de estos dos últimos medicamentos, que más han contribuído a dar a conocer al mundo entero, especialmente al vulgo, el nombre de Ehr- lich. Después del período de grandes esperanzas, de infun- dadas esperanzas (nunca fueron fomentadas por el genial investigador) que se tuvieron en el nunca falible éxito de ellos, los trabajos de sabios de todas partes han puesto a esas sustancias arsenicales en el lugar que les corresponde que es todavía de primer orden: son poderosísimos auxi- liares de la medicación anti-sifilítica, y en ocasiones insus- tituibles. Es seguro que la continuación de los trabajos del célebre investigador, por sus discípulos y sucesores, habrá de reservar todavía grandes “sorpresas” al mundo científi- co, aun cuando en realidad no lo sean para los que apren- dieron de Ehrlich a creer en la ciencia y a saber predecir sus resultados y confiar serenamente en ellos. Tal es en pocas palabras, la obra del gran investigador, cuya muerte deplora Alemania y con ella todas las naciones civilizadas. Ehrlich fué de los 93 inteiectuales alemanes, que poco tiempo después de que estallara el tremendo con- flicto firmaron el célebre manifiesto a las naciones civiliza- das. En ese documento, que la historia juzgará de diversas maneras, que ya se ha juzgado así, los “representantes de la ciencia y el arte alemanes,” hacen como es su deber, un alto panegírico de su cultura. Las investigaciones de Ehr- lich, tan fecundas en resultados y tan benéficas para el mundo entero, pusieron esa cultura al servicio de la huma- nidad. Ehrlich al hacerlo así, creía seguramente que no hay más que una cultura y una civilización; que ambas son antes que nada humanas y que el deber de todos los hom- casal entera. Ehrlich trabajó por ella y para . Por eso ella conservará perennemente su nombre, co- el de uno de sus grandes benefactores. AN 112 MÉMOIBES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 INDUSTRIAS PEQUEÑAS Y CASERAS, SU UTILIDAD EN LA- REPUBLICA MEXICANA Conferencia dada en la sesión del 6 de diciembre de 1915 por el profesor Carlos Reiche, M. $. A. Las industrias tienen el objeto de adaptar los produe- tos naturales a nuestro uso. En tiempos pasados los miem- bros de una misma familia, todos ellos, se dedicaban a esta tarea; los hombres tomaban a su cargo los trabajos pesados de labrar los campos; las mujeres se entregaban a los que- haceres domésticos, variándolos según las necesidades de la familia y las estaciones del año. Cada casa así resultaba el centro de varias industrias. Pero después de la instala- ción de los ferrocarriles, vencidos una vez los obstáculos de espacio y de tiempo y facilitado así el intercambio de materias primas y elaboradas, una especificación siempre más progresiva iba dominando las industrias; varios ar- tículos (lienzos, ropa, velas, etc.) elaborados hasta enton- ces en el recinto del hogar, fueron confeccionados por ma- yor en las empresas fabriles, quedando reducidas las in- dustrias pequeñas y caseras a un número siempre más corto de objetos. No lamentaremos, por cierto, este rumbo evo- lutivo que tomaron las cosas, pues los artículos industrial- mente producidos, son más variados, relativamente (en atención al tiempo gastado en su fabricación), más baratos y, por ser obras de especialistas, de ejecución mejor y más uniforme. Además, la confección de artículos destinados al uso personal dentro de la misma casa, llenó ésta de los des- perdicios propios de la fabricación, y empeoró reuniendo muchas personas en localidades estrechas, las condiciones INDUSTRIAS PEQUEÑAS Y CASERAS 113 Seras poco a poco iban a ser absorbidas por las de gran es- cala, pero con excepción de unas cuantas que por su índole especial se prestaban a este fin, que, en países de poco mo- -yimiento industrial o en vista de capitales solamente exi- guos, a disposición de los interesados, no merecieron todavía ser convertidas al estilo en grande Me permitiré llamar la atención de ustedes sobre algunas que en México pueden ser de utilidad. En un primer párrafo voy a referirme a las que requieren cierta técnica especial, y en el segundo párrafo pienso reunir las que se fundan en la utilización directa de los productos naturales. I Trátase aquí de algunas ocupaciones conocidísimas y di- vulgadas sobre el globo, como la confección de ropa y calzado, de bordados y encajes, tallados en madera, fabri- cación de juguetes e instrumentos de música, etc. Para México sería de utilidad la importación o invención de mo- delos nuevos de encajes, dada la destreza y el buen gusto que las mexicanas manifiestan para tales trabajos; y ade- más y con preferencia quisiera aconsejar la confección de muñecas, con el fin de desterrar definitivamente las muñe- cas de procedencia extranjera, fabricadas en grande sobre modelos europeos, para volver a los tiempos netamente me- xicanos, sea representados por los bizarros aztecas O sea por las tribus naturales existentes todavía en algunos Estados de la República, y de las que nos da cuenta objetiva la colección de figurines en el Museo Nacional. Aquí las madres mexicanas encontrarían vasto material para educar a sus hijitas no solamente al patriotismo, sino también al buen gusto. Del mismo modo convendría resucitar y genera- lizar esos preciosos trabajos de pluma que consisten en la confección de cuadros muy variados con ayuda de plumas Memorias Soc. Alzate. T. XXXV.—S 114 . DR. CARLOS REICHE multicolores. Los precios crecidos, obtenidos en Europa por tan singulares obras, serán el mejor estímulo para ejecu- tarlas. La recomendación así hecha de tales industrias caseras, sin embargo, merece cierta restricción. Suponiendo. como hay que suponer, que los fabricantes no siempre vendan al público, sino a unos cuantos patrones que les hayan an- ticipado dinero y materiales, y que después se encargan de revender la mercancía al público, fácilmente puede acon- tecer que los fabricantes caigan en cierta dependencia- de dichos patronos, hasta el punto de ser esclavizados y explo- tados. Pero este peligro social realizado algunas veces en Europa, remoto parece en México, puesto que con el nuevo orden de cosas, la legislación debidamente ampara al tra- bajador; por esta razón no hay que temer tampoco los abu- sos relativos a horas excesivas de trabajo, ni la ocupación indebida de menores, ni las condiciones antihigiénicas de los talleres, etc, sE Este segundo párrafo expondrá algunas observaciones acerca de aquellas industrias que, verificadas dentro o al lado de las casas, aprovechan directamente los productos naturales. También aquí principiaré por algunas ocupacio- nes conocidísimas, como la avicultura, apicultura, y serici- cultura, aconsejando solamente una selección más extricta de las aves domésticas, para obtener el mayor rendimien- to de carne y huevos. En cuanto a la apicultura, generalícese ella hasta don- de se pueda, facilitándole por la crianza de flores melíferas (nabo, árboles frutales) y persiguiendo por la ley las falsi- ficaciones de la miel, entre las que la agregación de agua es la más corriente y la más torpe, pues echa a perder irre- misiblemente tan delicioso producto. La sericicultura que ATI a A E Ni ¡ y dad E ' INDUSTRIAS PEQUEÑAS Y CASERAS 115 está ligada a la plantación de las moreras, podría ser una fuente de riqueza, siempre que se contara con una gente hastante escrupulosa para atender con esmero a los exigen- les gusanos de seda. El clima variado de México, sin duda admitiría también la importación de otras especies japo- nesas y Chinas de tales gusanos. Un insecto igualmente útil, originario de México, es la grana o cochinilla, que vive pegada a los nopales. De la crianza antiquísima de este pulgón, hasta la fecha hay re- cuerdos débiles en el Estado de Oaxaca, donde el Barón de Humboldt, por el año de 1803, vió todavía la industria en su pleno desarrollo. Verdad es que la química sintética de nuestros días ha arruinado la prosperidad de los cultivos, produciendo el mismo tinte por un precio más cómodo. Por fin, tal vez la crianza de aves cantoras podría ser de alguna utilidad, no solamente de los canarios, sino tam- - bién de aves mexicanas. En cierto distrito de Alemania a los canarios (machos) se les enseña a cantar tan primorosa- mente, que los cantores más adelantados obtienen precios elevadísimos en todo el mundo. El reino vegetal proporciona una serie aun más grande de especies aptas para cultivos caseros. Recordaré prime- ro las plantas de adorno, por ejemplo las que con flores vistosas hermcsean nuestros jardines. Ya los aztecas eran amantes de las flores hasta tal grado, que no debían faltar en la vida diaria; y a la verdad, la flora mexicana es ri- quísimamente surtida de bellísimos tipos "(Salvia, Ipomea, Calochortus, Milla, Trigidia, Govenia, etc. en la Mesa Cen- tral). Pero a pesar de esto, los mexicanos modernos como otros puebios, dan la preferencia a las especies corrientes de flores que, como las rosas, violetas, claveles y gera- nios, en asombrosa monotonía se extienden sobre el globo. ¿No es un hecho extraño, hasta un tanto vergonzoso, que las famosas chinampas de Xochimilco (eso es; jardín de fíores!) no alimentan sino tipos extranjeros, con excepción 116 DR. CARLOS REICHE de] cempoalxóchitl, una especie de Tagetes? ¿No sería con- veniente, admitir un número mayor de flores indígenas y ofrecer en venta sus semillas o bulbos, como se hace en Alemania, Holanda, etc.? Voy a citar un caso concreto que Gemuestre, cuáles ventajas así pueden lograrse. Un género peculiar a México comprende las dalias cuyas cabezuelas conspicuas con su color rosado, anaranjado o blanco, ador- nan nuestras montañas en septiembre. Ellas, como se sabe, desde mucho tiempo son ciudadanas bien aceptadas en los jardines de todo el mundo. Pues bien, en los últimos dece- nios una dalia silvestre remitida de México a un jardín de los Estados Unidos, produjo una variación elegantísima (con las lígulas encrespadas, como en ciertas crisantemas), la que naturalmente fué una mina de oro para su cultiva- dor. Sometiendo a la selección racional nuestras flores más brillantes, posible es que una y otra siga el ejemplo de su hermana, de aquella famosa dalia; verdad es que tales cul: tivos sobre bases científicas, han de ser reservados a los jardines botánicos al cuidado de un botanista profesional; tal institución bajo varios conceptos mucho urge en Meé- xico. En el jardín de Nueva York estos estudios sobre da- lias todavía siguen adelante, con materiales que yo mismo le remití. Al lado de las fiores de ornato citaré las de perfu- me. Desgraciadamente nuestra flora no cuenta muchos ti- pos muy olorosos; alrededor de la capital podré citar solamente al aromo (Acacia ferneciana). Entonces con- viene cultivar las flores aromáticas extranjeras, para ex- traerles el perfume del cual parecen inseparables las damas mexicanas. En el Sur de Francia vastos terrenos aromati- zan el aire con su infinidad de rosas, alelíes; geranios, etc. Pero entonces sería preciso introducir a México las razas más olorosas, en cuanto puedo juzgar yo mismo las varie- dades existentes entre nosotros hasta la fecha, serían insu- ficientes para este fin. Igualmente merecen cultivos en nuestros jardines algunas plantas nredicinales, mexicanas z E 3 3 E 3 br E 3 Ñ AT IN y War ed a ir ic as A INDUSTRIAS PEQUEÑAS Y CASERAS 117 (raíz de Jalapa, zarzaparilla), y extranjeras (adormidera, dedalera, palmacristi, etc.), siempre que las sustancias químicas de las que depende su virtud medicinal, tengan la misma fuerza que en sus patrias respectivas. Entre ellas admitiremos también las especies de Chrysanthemum (ori- ginarias de Dalmacia), cuyas flores molidas son el polvo de Persia. Esta droga ha sido cultivada con buen éxito en California; ¿por qué no en México? . Una planta tintórea, usada ya por los antiguos, es el añil (Indigofera tinctoria); aunque la química moderna la sustituye ventajosamente por un producto sintético, en localidades remotas del tráfico la fabricación casera del tinte podría ser útil, siempre que estuviera a disposición la otra especie mexicana (Sesuvium portulacastrum), cu- - ya ceniza se requiere para la operación. Por fin, sea citada una planta noble, indígena de la tierra caliente, la vainilla, que en el Estado de Veracruz ya es el objeto de pequeños cultivos y que los necesita, para que la fecundación de sus flores sea ejecutada artificialmente por la mano del hom- bre. Desgraciadamente la vainilla, obtenida sintéticamen- ie, hace sensible competencia a los frutos cosechados en México. Pasando de las hierbas a los árboles útiles, hay que ha- cer notar, por más que pese, que la arboricultura mexicana, salvo algunas excepciones (por ejemplo los naranjales de Ja- lisco), está en mal pie; ni son. de buena clase los árboles fru- tales, ni gozan del cuidado necesario, Hecho tanto más vitupe- rable, cuanto que el clima benigno del país favorece el cultivo de especies variadas. Una mención especial la merece el olivo, cuya crianza está deplorablemente abandonada, tal vez como consecuencia de la prohibición de su cultivo en la época Colonial. Casi desconocida parece entre nosotros la conservación en seco de duraznos, chabacanos, ciruelas, cerezas, etc.; me consta que en Chile esta fruta seca cons- tituye un importante elemento popular. México tiene como 118 DR. CARLOS REICHE vecina inmediata la California, país de reputación mun- dial por su arboricultura; ¿no sería conveniente seguir su ejemplo? A las existencias de árboles útiles, hasta la fecha cultivados entre nosotros, hay que agregar todavía el al- cornoque, el famoso árbol del corcho, y el árbol del alcan- for (Laurus camphora) que originario del Japón, dió bue- nos resultados en el Sur de Estados Unidos, y los daría también en ciertas regiones de México. Todos estos vegetales que acabo de citar y cuya lista fácilmente podría ser alargada, merecen ser cultivados en nuestros parques, jardines y sitios; y de este modo vastas extensiones de terrenos, ubicados hasta en la capital y las poblaciones vecinas, serían entregadas a la explotación. TIT Terminaré estas observaciones insistiendo en algunas generalidades estrechamente ligadas con mi tema, haciendo ver las ventajas que ofrecen las antedichas industrias y cul- tivos, y señalando los métodos de llevarlos a cabo. En cuanto al primer punto, excusado es advertir, que las ganancias obtenidas por industrias fáciles son de tan- to más agrado, cuanto más precaria es la situación econó- mica del país— tal como la actual—. Pero estas mismas entradas, a medida que independizan su dueño del auxilio del fisco, quitan el terreno a la funesta empleomanía que es una llaga abierta en el organismo social de toda la Amé- rica latina, e intensifican al mismo tiempo el pundonor y el apego al suelo natal, base inalterable del bienestar individual. La necesidad diaria de atender a los cultivos educa al operario a la puntualidad, al esmero, al aseo, pues- to que los actos más leves de desidia ya ponen en riesgo inmediato a sus cultivos. Un solo día que los gusanos de seda queden sin comer, o se descuide el aseo de los cria- deros, puede arruinar toda la crianza costosa. De cuánta INDUSTRIAS PEQUEÑAS Y CASERAS 119 utilidad sería tal educación para el pueblo mexicano, que hasta en sus capas medianas desconoce todavía las exigen- cias elementales del aseo corporal y de la puntualidad en el cumplimiento de sus deberes. Y la inculcación de amor y de apego al pedazo del suelo que da hogar y sustento al individuo, lo radica firmemente en él—cosa importante en la actualidad—; pues una vez asegurada la paz en la Repú- blica, al Gobierno le incumbirá la tarea dificilísima, de acostumbrar a una vida sedentaria, de reducir a una resi- dencia fija esta población flotante que, arrancada por la re- volución de sus hogares (muchas veces destruídos) y a recibir sueldos pingúes en las filas de los diferentes ejér- citos, forzosamente tiene que volver a la ocupación tran- quila del pacífico paisano. ¿Pero cómo realizar tan arduo problema? Si bien la ins- talación y generalización de industrias pequeñas y caseras no es el único camino que lleva a este fin, seguramente es uno de los más rectos y seguros. En Europa las escuelas industriales y agrícolas, abundantemente diseminadas por las provincias, atienden estos servicios. En México, donde faltaren tales establecimientos o no existieren en número suficiente, a las escuelas primarias rurales sin gran dificul- tad, podrá agregarse un curso práctico de arboricultura apicultura, sericicultura. También podrían nombrarse pro- fesores ambulantes que, según la necesidad y la estación, recorrieran los Estados para enseñar prácticamente la plantación y la poda de los árboles frutales, la desecación de la fruta, la cosecha de semillas de flores, etc. Estos pro- fesores, asimismo, deberían hacerse cargo de la distribución de semillas, estacas, bulbos, etec., que regalados o vendidos por los viveros fiscales sirvieran de base a los cultivos fu- turos. Ellos, una vez encaminados, quedarán al cuidado de los interesados, estimulándose en cuanto sea posible, la ambición personal de ellos, con el fin de producir los rendi- mientos cada vez mejores. Medios eficaces para este objeto 120 DR. CARLOS REICHE serán exhibiciones y concursos anualmente establecidos en las cabeceras departamentales, inaugurados solemnemente por las autoridades locales y terminados con una distribu- ción de premios entre los expositores triunfantes. Me consta que tales exposiciones de productos de agricultura y hor- ticultura, en Alemania son de aceptación y de efectos muy benéficos. Al terminar estos ligeros apuntes, debo llamar la aten- ción hacia la condición fundamental que requiere el esta- blecimiento de los cultivos y de las industrias antedichas. Esta única condición es la paz, que permita recoger el fruto Gel trabajo. El Gobierno nuevo que ha sabido dar los prime- ros pasos firmes para restablecerla, sabrá también, esto todos lo anhelamos, dar los últimos y definitivos para asegurarla. México, diciembre de 1915. ds. a de cid Memorias Soc. Alzate. T. 35, lám. XIV Roca de andesita labrada por las olas.—Exmisión de San Borja. Wittich, fot, FEU .e E 4 . e. MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE” TOM. 35. 121 LA EMENSION MODERNA DE LA COSTA OCCIDENTAL DE LA BAJA: CALIFORNIA - Por el Doctor Ernesto Wittich, M. S: A. (Sesión del 2 de abril de 1917) Láms. XIV-XXIII La opinión general de la inamovilidad de la tierra fir- me y del nivel del mar, ha sido abandonada por la ciencia moderna desde hace tiempo. Los dos elementos: la tierra, o seu los continentes y las islas y el océano, mejor dicho la litósfera y la hidrósfera, están en movimientos continuos, aunque muy lentos. Cierto es que estos fenómenos hab sido observados en muchos lugares del globo, pero nunca ocurrió la convicción de su universalidad. En mis expediciones en la península de la Baja California, tuve la oportunidad de observar casi en toda la región costeña, las huellas absolutamente cla- ras de esos movimientos de la costra terrestre, que a conse- cuencia del clima muy seco quedaron perfectamente bien conservadas. De esa manera he podido seguir aquellos fe- nómenos a largas distancias, sin interrupción, y muy tie- rra adentro. También en la costa continental de Sinaloa, cerca de Mazatlán, encontré después formaciones iguales a ellas; y todo este conjunto con las observaciones de otros explora- dores, no solamente en México, sino en toda la costa occi- dental de América, nos hace creer la universalidad de un levantamiento de estas costas, respectivamente de un re- tiro del nivel del Pacífico. Hace unos años que publiqué unos estudios sobre la parte meridional de la Baja California, cuyos resultados 122 : DR. ERNESTO WITTICH T principales eran las observaciones que manifiestan el le- vantamiento rápido de la región costeña entre San José del Cabo y el Cabo San Lucas. (1) En otra expedición (2) ejecutada en el año 1911-1912 a la parte septentrional, tuve la oportunidad de compro- bar esas observaciones en una escala mayor y con absolu- ta seguridad. Los fenómenos que prueban el receso rápido del mar, ya se verifican desde Los Angeles, Cal., Estados Unidos, siguiendo al Sur hasta la bahía de Sebastián Vis- caíno, 27” 45” más o menos, y extendiéndose tierra adentro. hasta el lado del Golfo pasando por la línea de parte-aguas. Anticipadamente diremos que la época del levantamiento de esta parte de la península es muy moderna, comenzando en el diluvio y siguiendo aún hoy día; así es que en la época prehistórica de México gran parte de la península estaba todavía bajo el Pacífico que se extendía entonces transgre- diendo la sierra central por varios lugares hasta el Golfo, de modo que el Golfo de Cortés todavía no existía. Habiendo señalado en mi publicación arriba menciona- da, un levantamiento de 100 metros entre el cabo San Lu- cas y San José del Cabo, ahora puedo poner en evidencia un desnivel de más de 1,000 metros entre los depósitos ma- rinos Casi modernos y el mar actual. al Este lugar está situado en el camino de la Exmisión de San Borja al rancho de San Pedro que pasa por el pun- to de parte-aguas, entre el Golfo y el Pacífico donde he- mos encontrado a la altura extraordinaria de 1,052 me- (1) Wittich E. Contribuciones a la geología de la región meridional de la Baja California. Bol. Soc. Geol. Mex. T. VI. 1909. Wittich E. Meeresschwankungen an d. Kúste von Kalifornien Deutsch. Geolog. Ges. Monatshefte. Berlin 1912. p. 505 (2) Boese E. y Wittich E. Informe relativo a la exploración de la re- gión Norte de la Baja California. Memoria de la Comisión que exploró la Baja California. México, 1913 Secretaría de Fomento. | : LA EMERSION MODERNA 123 tros, numerosos restos de varios subfósiles marinos muy bien conservados. (1). En otro lugar, también en la línea de parte-aguas, se observan igualmente subfósiles marinos y otros fenómenos del oleaje casi moderno; este punto llamado el Portezuelo de Santa Isabel está situado a una altura de 690 metros sobre el nivel del mar y cerca de 10 leguas al Norte de Ca- lamahi. Todo esto manifiesta una emersión general de una zona muy extensa de la península y de una altura conside- rable. Las verificaciones de la sumersión marina son diferen- tes y variables en cada lugar, las pruebas más claras y características son las siguientes: 1.%, los subfósiles en un estado de mejor conservación, algunas veces con colores todavía; 2.” las terrazas marinas en diferentes alturas; 3., los médanos en alturas notables y bastante lejos de la costa actual, tierra adentro; 4.”, los fenómenos indudables de oleaje que de la playa actual suben hasta la línea de parte-aguas; 5.” los valles recientes, labrados por la marea, pero todavía no profundizados por la erosión fluvial. SUBFOSILES Siendo la comprobación más clara y exacta de una su- mersión marina, los depósitos marinos con sus correspon- dientes restos de mariscos, tuvimos mucho empeño en en- contrar estas formaciones, que se siguen desde la playa moderna hasta el punto más alto de la expedición, a saber a una elevación de 1,052 metros en el Portezuelo de San Borja del lado del Pacífico hasta el del Golfo. Generalmente eran subfósiles de las familias de los Gasterópodos y de los Lamellibranquios, siendo más raros los restos de mamíferos marinos u otras familias de los (1) Wittich E. Briefl. Mitteilg. iiber die Expedition nach Nieder Kalifornien. Petermanns Geograph. Mitterlung. Gotha. 1912. 58. 1, p. 324 124 DR. ERNESTO WITTICH vertebrados. El estado de conservación está bastante bue- no; por el clima muy seco se conservó no solamente la subs- tancia calcárea de las conchas, sino también muchas yve- ces la corteza orgánica de conchiliolina con sus colores, probando así también su edad muy reciente. Todos los hallazgos de subfósiles pertenecen a la fauna actual del Pacífico, los más frecuentes de los moluscos son los géneros siguientes: Dosinia, Pecten, Nodipecten, Mytilus, Pachydesma, Do- nax, Cardium, Chama, Trochus, Haliotis, Oliva, Natica, Fusus, Patella, Cerithium, Columbella, Purpura, Conus, Chiton, y además de otras familias se encuentra Balanus, varios restos de peces y una vez el os petrosum de una foca; estando entre ellos ya clasificadas las especies que siguen: Pecten ventricosus Sow:; Chama pacifica Brod; Mytilus ca- lifornicus Conr.; Donax laevigata Desch.; Tegula gallina Tbs.; Tivela (Pachydesma) stultorum Mawejun.; Dosinia ponderosa Gray.; Lottia gigantea Gray, Chione undatella Sow.:; Cerithium stercusmuscorum Val.; Cerithidea sacrata Gould; Columbella (Anachis) coronata Sow.; Crucibulum spinosum Brod.; Natica (Neverita) alta Dall.; Melampus olivaceus Cpr. Estos fósiles están diseminados en toda la región recorrida, en algunos lugares muy frecuentes, en cantidad considerable, mezcladas las diferentes especies, en otros lugares se observa una especie sola y en otras par- tes hay solamente fragmentos muy gastados y quebrados - por las olas hasta ser indeterminables, estando estos res- tos metidos en arenas marinas, por acá y por allá, sueltas y tiradas en la superficie encima de las formaciones ante- riores, en otros lugares abajo de las rocas y peñas labradas por el oleaje, o entre la matatena de la playa antigua. Grande es la cantidad de localidades en donde fueron encontrados los fósiles arriba mencionados y entre ellas, . citamos solamente algunas. Ya muy cerca de Tiajuana, población fronteriza, se ob- K LA EMERSION MODERNA 125 serva encima de una terraza (su altura es de 35 metros sobre el Pacífico) una multitud de Chione undatella Sow, metidas en las arenas finas de una playa antigua, siguien- do estos restos tierra adentro como lo hemos observado, hasta el Valle de las Palmas (350 metros de altura) el punto mas oriental de la zona explorada por nosotros. De : aquí al Surponiente, en los alrededores del cerro de la Me- E sa Redonda y del Cerro Coronel, dos elevaciones volcáni- cas, son más escasos los subfósiles solamente algunos con- . tados, como Chiones, Mytilus, Pachydesma, se encuentran, 3 predominando en esa región, terrazas de gravas marinas que E son menos a propósito para conservar fósiles. En cambio, ¿ más al Poniente y más al Sur, en las cercanías de los ran- chos El Descanso y la Misión Vieja, encima de los escalo- nes de la costa, hay una multitud de Mytilus, Trochus, 3 Chama y otras más. Las casas del rancho del Descanso y 3 las ruinas de la antigua misión están puestas sobre una 7 terraza marina a 65 metros sobre el nivel, con numerosos | fósiles, principalmente Mytilus californicus Conr. y Lottia _Tatella gigantea Gray; como hallazgo muy raro menciona- : mos la parte palatinar de un Pharyngodopilus. Entre el rancho El Descanso y la Misión Vieja suben las arenas y conglomerados con subfósiles hasta 155 metros cubriendo los escalones de las corrientes de basalto. También cerca del puerto de Ensenada y algunos kilómetros tierra adentro, 4 son frecuentes los subfósiles. En la plataforma del Cerro del Vigía (a la altura de 65 metros sobre el mar) forman 4 los fósiles una capa de un pie de espesor, compuesta de E Mytilus, Chama, Chione, Donax, Trochus Haliotis, Fusus y otros más. Una legua y media más o menos de la costa al Oriente, en terreno del rancho Agua Caliente, cerca le En- j senada, se observa a 155 metros de altura una multitud de Donax laevigata Desh, en mejor estado de conservación. En la península de la Punta Banda, que forma Ja par- te Sur de la Bahía de Ensenada, se notan muy bien dos te- PEPE ATV AMA 126 DR. ERNESTO WITTICH rrazas marinas a diferentes niveles, la más alta tiene unos 90 metros y la más baja apenas 50 metros. La última es la más rica en subfósiles, entre los cuales se encuentran con especialidad: Pecten ventricosus Sow.; Chione undula- tella Sow.; Donax laevigata Desh; Haliotis, Chama, Cyt- herea spec. Después de haber mencionado estos lugares de la zona más septentrional de la región costeña, en que hallamos sub- fósiles, veremos ahora que más al Sur, el número de localida- des y también la cantidad y variación de ellos, se aumenta notablemente, tal vez a consecuencia del clima más seco y de la escasez de las lluvias, circunstancia muy favorable para la conservación de los fósiles. Bajando el cañón largo y muy profundo de San Anto- nio, al Sur del pueblito de San Vicente, hasta la hacienda de San Antonio del Mar, en donde desemboca dicho cañón, se notan ya a una distancia de unos 5 a 6 kilómetros de la costa, arenas que cubren el fondo del cañón, rellenas de conchas blanqueadas de Tivela (Pachydesma) stultorum Mave, Chione undatella, Tegula y otras especies más que siguen hasta los médanos de la playa. Además, a los lados del cañón todos los peñascos están muy labrados y gasta- dos, manifestando el trabajo mecánico de las olas del mar que antes sumergió este cañón, formando un estrecho lar- go como los fjords de Noruega, de la época actual. Una asociación de subfósiles diferentes encontré en el | Cabo Colnet, casi en el grado 31 lat. El cabo está formado y de conglomerados muy gruesos del Neógeno, que suben has- | ta 75 metros más o menos, sobre el mar, cubiertas de una | potente corriente de basalto de 10 metros aproximadamen- te, y más arriba sigue una capa delgada de arenas de 2 a 3 metros, con numerosos subfósiles, entre ellos hay Mytilus Californicus Conr.; Trochus, Tegula gallina, Tbs., Patella (Lottia) gigantea, Gra., Purpura y otras más. En el extre- | mo del cabo están cubiertos estos médanos casi modernos, SA AA PA ¡a id e. LA EMERSION MODERNA 127 subiendo ellos hasta 120 metros sobre el nivel del Pacífico. El corte del cabo del Norte al Sur da el siguiente perfil de 120 metros de altura. Cabo Colnet ALO mm nidan os ¿¿Lapno Ae subfos: les — corriente ele Lbasalf Lomerados AO o o o o » o AO O a El Pacifico W ———> B Y k YA Del cabo Colnet al Sur, sigue una meseta hasta el arro- yo de Santo Domingo, compuesta de conglomerados y cu- bierta de numerosos subfósiles diseminados encima de la superficie. La península basáltica que rodea la bahía de San Quin- tín, frente a esta población, tiene también como formación moderna, médanos y una capa de subfósiles. De San Quintín al rancho Socorro respectivamente, al Sur de esta población, sigue una zona muy larga, la costa del Pacífico extendiéndose algunos kilómetros tierra aden- tro, pero quebrada y paralela con la costa, en dos escalones bien marcados, levantándose el más alto de ellos hasta 50 metros sobre el mar, cubierto de médanos muy recientes con restos de Mytilus y Pachydesma que se encuentran tam- bién muy frecuentemente en el segundo escalón. La Mesa de Guaymas, al Norte de la población del Rosario en que termina la mencionada zona, manifiesta la presencia mo- derna del mar, por los muchos Mytilus que contiene en la superficie (a 240 metros sobre el Pacífico). Más al Sur del Rosario entró la expedición más tierra adentro, así como también a la región más seca de la pe- nínsula y probablemente por eso, se encontraron mejor conservados los subfósiles. Por ejemplo, entre el Paredón 128 DR. ERNESTO WITTICH de Castillo, lugar arroyo arriba del Rosario, y un aguaje llamado el Aguajito, a distancia de 32 kilómetros del pue- blo del Rosario, se notan una multitud de conchas disemi- nadas, principalmente de Mytilus, que suben «a las mesas de la sierra entre el Aguajito y San Fernando. En la mesa muy afamada antes por sus vetas de Turquesa, a una altu- ra de 495 metros, hemos colectado en una capa superficial además de los Mytilus, muchos Trochus ( Tegula gallina Tbs.), Tivela (Pachydesma stultorum Mave), Patella (Lottia gigantea Sow.), fragmentos de Chiton, Dosina pon- derosa Gray, Fusus Haliotis y otros más. Más tierra adentro, casi en la mitad del camino en- tre el Pacífico y el Golfo, en los alrededores. de las ruinas de la Extensión de San Fernando, 50 metros sobre el niyel del mar, hay muchos arenales puestos encima de las cali- zas del Cretáceo medio, siendo ellos, restos de los médanos antiguos con una multitud de subfósiles como Pachydesma stultorum Mave, Chione, etc. Más al Oriente, es decir al lado del Golfo, hasta el rancho de Buenos Aires, ocupan extensos terrenos los conglomerados, teniendo ellos mucha semejanza con los del Cabo Colnet, donde les forman tam- bién la base de las capas marinas modernas, como hemos visto arriba. De la mesa de Buenos Aires, al Sur, entró la expedición al terreno de rocas de granitos, material apropiado para conservar los subfósiles, pero muy a propósito para veri- ficar los fenómenos dinámicos del mar, como lo veremos adelante. Pero siempre en la cañada larga de Buenos Ai- res, hasta Santa Catarina, hemos observado tantas veces los subfósiles diseminados, siendo la mayoría de estos Pachydesmas. - Del embarcadero de Santa Catarina, construído por la Compañía de Onyx, hasta 10 kilómetros tierra adentro, suben los médanos cubriendo algunos escalones de la sierra paralelos a la costa, siempre con los subfósiles en cantidad "Opt [e S T á op olen3y-— ope 1QqB [ 09 1UBAS 0) P Sx 2014 op ae MX a O 14. 99, laM, AVI LMILALE. IMCINoOMas Mmoc., Cía olas.—Aguaje del Sáuz, B. las labrados por blocks de granito de Mar Memorias Soc. Alzate. T. 35, lám. XVII Rocas labradas por el oleaje. —Isla de Magdalena. (Interior.) Bahía de Magdalena. Wittich, fot. > PA TA LA é p , = al « y is: A Si ds 129 considerable. Directamente en el embarcadero menciona- do se forman los últimos escalones del terreno relle- nos de subfósiles casi modernos y con sus colores natura- les todavía. De mucho interés es que de este lugar al Sur y al inte- rior de la península, en los alrededores del rancho de San- ta María, hay depósitos marinos recientes, teniendo un gran número de diferentes subfósiles, a saber: Pachydesma, Purpura, Chiton, Tivela, Oliva, Fusus, Mytilus, Dosinia, huesos de foca y de pescados, etc., subiendo estas capas has- ta una altura de 310 metros cuando menos. En todos los lomeríos de las cercanías del rancho se encuentran también los mencionados subfósiles, y según los informes interesantes del ranchero, el señor don Cruz Villavicencio, flechas de obsidiana de los indígenas. De allí al punto más meridional de la expedición, casi nunca han desaparecido los subfósiles, subiendo hasta más de 1,000. metros, transgrediendo la línea de parte-aguas en varios portezuelos, siguiendo igualmente al lado del Golfo. De los numerosos puntos en donde fueron encontrados estos ma- riscos haremos mención solamente de los principales. Al Sur del mencionado rancho de Santa María y del embarcadero de San José (Onyx nuevo), tierra adentro en un terreno volcánico (casi desconocido todavía), se obser- van todas las corrientes de basalto cubiertas con muchos restos marinos casi modernos, teniendo estos basaltos una: altura de 500 metros y más. Otro lugar más al Sur, la me- sa del Sauz también está formada por una corriente de ba- “salto y cubierta de una cantidad de subfósiles, Mytilus, Pachydesma, Cardium, Dosinia, etc., teniendo una altura de 610 metros sobre el mar. Bajándose al Aguaje del Sauz, altura de 435 metros, al zócalo de granito de la mencionada mesa, se entra en un terreno extenso de lomeríos bajos cubiertos de multitud de blocks de granito, verificados por los efectos dinámi- Memorias Soc. Alzate. T. XXXV.—9 130 DR. ERNESTO WITTICH cos del oleaje del mar, estando entre estas rocas esparcidos fragmentos de Cardium, Pachydesma, Mytilus y otras más. Entre el Sauz y el rancho Las Codornices (480 metros) se repiten siempre los mismos fenómenos, los mismos fósi- les, y siguen más al Sur, por ejemplo en los alrededores de la mina León Grande (380 metros) cerca de Punta Prieta (200 metros); el aguaje de Santo Dominguito (110 me- tros); el rancho de Rosarito (150 metros), y otros luga- res más. En las partes más bajas como el llano del Berrendo, los depósitos marinos son más modernos todavía, corres- pondiendo a las últimas fases de la retirada del mar, ma- nifestando las formaciones marinas del interior y de más altura, fases anteriores del levantamiento, aunque todas son de la época poco remota hasta la actual. Los lugares más interesantes, en donde fueron encon- trados los subfósiles marinos, son los del interior de altu- ras considerables, siendo de mayor importancia estos de la parte-aguas del Pacífico y del Golfo y los del lado del Golfo, por probar la sumersión completa de ella parte de la península. Siguiendo de Calamahí el arroyo de Santa Isabel, se encuentran en todo el camino fragmentos de Cardium, No- dipecten, Crassatella, Chione, Pachydesma hasta el porte- suelo que divide la parte del Pacífico y la del Golfo, te- niendo una altura de 690 metros y bajándose al lado del Golfo en el arroyo de San Rafael, continúan los subfósiles principalmente los grandes y más resistentes como Car- dium, Nodipecten, Pachydesma y otros más. El otro lugar en donde hemos observado estos subfósi- les transgrediendo la línea que marca las distribuciones de las aguas, es como está dicho ariba, el Portezuelo de San Borja, siendo el punto más alto de nuestra expedición. En toda la subida oriental a este punto están diseminados los subfósiles que suben hasta la altura notable de 1,052 "A EMERSION MODERNA 131 metros sobre el mar. Fueron colectados en este portezuelo numerosos fragmentos de Pachydesma, Cardium, Chione, —Crassatella y Dosinia. L Bajándose por el camino de San Juan a la Exmisión de San Borja, se pasa por un lugar de puras rocas volcá- nicas efusivas poco apropiado para conservar fósiles; pero más abajo, en el valle de San Borja, a una altura de 400 metros quedaron arenas de médanos con muchos subfósiles y todas las rocas andesíticas manifiestan las huellas del trabajo de las olas. Del gran número de los lugares que contienen subfó- siles, mencionaremos los siguientes, que por su altura tie- nen cierto interés. En el terreno granítico del Aguaje del Salado a 695 metros de altura, se notan entre el mar de blo- ques labrados, muchos: Cardium, Pachydesma, Haliotis, Mytilus, etc., que suben a la mesa de las corrientes de ba- -— salto, a una altura de 760 metros, dos leguas al Sur de la mina de Chapala. De este último lugar pocas leguas al Nor- te, está el llano de la Pedregosa, teniendo una altura de - 165 metros, en donde fueron colectados fragmentos Pachy- desma y Cardium, e igualmente en las cercanías del Agua- je del Gato, a la altura de 790 metros, y de aquí siguiendo el arroyo del Gato más abajo. En fin, para terminar esta gran lista diremos solamente que en las cercanías de los criaderos de tecali, llamados del Onyx Nueyo, y en el cauce del arroyo del Mármol o de la Espuela, que nace por aquí, también hay multitud de subfósiles como Mytilus, Pachy- desma, Chione, etc. MEDANOS Otros fenómenos que hacen evidente la emersión rápida y moderna de la zona recorrida de la península, son los médanos interiores, en alturas muy notables, de los cuales ya hemos hablado antes. Los médanos mencionados del 132 DR. ERNESTO WITTICH Cabo Colnet se levantan hasta 120 metros, otros en las cer- canías de la Punta Prieta, casi exactamente en el grado 29, están en una altura de 200 metros, mientras los médanos cerca de la Exmisión de San Fernando en el interior de la península están situados a 480 metros sobre el mar. También muy tierra adentro y a la altura de 460 me- tros quedan los extensos médanos en el terreno volcánico, latitud de 29? 30” más o menos, llamada por los vaqueros “Los Meganitos.” Estos médanos están cubriendo las to- bas y corrientes de basalto, extendiéndose unos dos o tres kilómetros, con un espesor de algunos metros, cubiertos por una vegetación desértica muy escasa. Es de cierto in- terés que en un terreno completamente volcánico, se for- maron estos médanos compuestos de pura arena de cuarzo, lievado lejos por las corrientes matTinas. El lugar más elevado sobre el nivel del mar en donde hemos observado médanos casi modernos, está situado en- tre el llano de la Pedregosa y el Aguaje del Gato, teniendo una altura de 770 metros más o menos. Los médanos y are- nales ocupan aquí un terreno extenso cubriendo las gran- des corrientes de basalto. La latitud geográfica de esos lu- gares es entre 29? 20” y 29” 30”. Además de estos puntos mencionados, hay muchos en donde se quedaron solamente arenales o capas delgadas de arenas, de vez en cuando con subfósiles, indicando así la presencia anterior de la playa antigua. En los terrenos muy bajos como en mayor escala, en el llano del Berrendo, al Poniente de Calamahí entran los médanos casi moder- nos de la Bahía de Sebastián Vizcaíno al interior cuando menos a una distancia de unos 35 kilómetros, siendo los interiores también los más antiguos y no formados por se- dimentación subaérica, probado esto por las capas de ca- liche o arcillosas, originadas por la descomposición de la superficie de elles. a ' AMAS LA EMERSION MODERNA 133 Otros depósitos que manifiestan la emersión rápida de la península son las terrazas de acarreo que indican los ni- veles antiguos del océano, puestas muchas veces sobre una meseta ocasionada por la erosión marina. Pero por la semejanza de estas terrazas con los conglomerados del Neó- geno, ocurren dificultades para distinguir las dos formacio- nes; por otra parte la posición estratigráfica y los subfó- O siles indican la edad moderna de las terrazas recientes. Por ejemplo, quedan cerca del rancho “Las Codornices” a una altura de 530 metros encima de las corrientes de ba- salto del Neógeno, terrazas de conglomerado de pocos me- tros de espesor, sin duda muy modernas, estando compues- tas de cantos rodados de andesita, rocas metamórficas de epidota, cuarzo, diorita, granito con pocos fragmentos de Cardium y Pachydesma. De la parte septentrional de la península, haremos men- - ción solamente de otro lugar en donde hay terrazas ma- rinas a la altura considerable de 612 metros, es la altipla- nicie de Vallecitos, al Poniente del Valle de las Palmas y cerca del cerro de la Mesa Redonda. El material de estas terrazas está compuesto de acarreo de andesita (pórfido), granito y diorita. EFECTOS DEL OLEAJE Es de mucha importancia también para la explicación de fenómenos parecidos en otros países, la observación de los efectos mecánicos del oleaje. En todas partes en don- de los peñascos de la costa acantilada entran en el mar, vemos las rocas labradas por el movimiento continuo de las olas, originando formas muy variables de la erosión marina. Es natural que en la costa de la Baja California se notan cosas iguales, pero subiendo de la zona costeña más arriba, tierra adentro, se repiten siempre estos mis- mos fenómenos con la misma claridad como en la costa y muchas veces en mayor escala. Estos fenómenos se verifi- 134 DR. ERNESTO WITTICH can siempre más claramente en las rocas de grano grueso y menos duras, como por ejemplo “en las adesitas, las tobas y las granitos, menos en los basaltos y las andesitas finas del Cretáceo, hasta las margas endurecidas han conserva- do en parte los fenómenos del oleaje. Las rocas aisladas la- bradas por la reventazón del mar, quedaron muchas veces en equilibrio inestable por estar muy reducida la base, otras fueron perforadas o quedaron con muchas hoqueda- des, las partes salientes de las rocas fueron desgastadas por el trabajo de las olas. Del gran número de fotografías de estos fenómenos damos aquí las más características que hemos sacado en alturas notables. Cosas parecidas ya se han observado en muchos luga- res, y una lista de las más conocidas publicó el señor Guenther. (1) Rocas acantiladas, perforadas las hay en gran número en la costa de la isla de Córcega en el Mediterráneo, por ahí llamadas “Tafoni,” un término técnico introducido por Penck y otros, a la terminología científica. Pero Penck considera los Tafonis como fenómenos de la descomposi- ción natural en la superficie de las rocas, (2) mientras aue Guenther las toma como productos de la erosión eólica o sea de la deflación (1c., pág. 399). En mi concepto y sin conocerlos personalmente tendrá mucha probabilidad la idea de que estos Tafonis sean originados también, como los de la Baja California y de Mazatlán, por el trabajo mecáni- co del oleaje del mar, más por haber sido observado que otras islas del Mediterráneo como la de Capri se han le- vantado también en época moderna. En los terrenos de granito, que ocupan la parte interior de la península, principalmente entre los grados 29 y 30, se ofrece un pasaje muy raro y difícil para su travesía, (1) Guenther S. Durchloecherte Berge und orographische Fenster Ac. d. Wiss. Muenchen, 1911, 11.373. (2) Penck A. Morphologie der Erdoberflaeche, 1894, 1, 214. Ú Ñ A AS a Sd did. ¿ad DAS dió só y ' Ñ 4 ' a ia LA EMERSION MODERNA 135 presentándose enormes bloques de granito cubriendo gran- des terrenos, estando muchas de estas rocas labradas, ex- cavadas: o perforadas como lo hemos dicho anteriormente. Las fotografías aludidas dan una idea clara del carácter de estos paisajes que en el primer momento parecen ser restos de una deflación enorme; pero los subfósiles marinos prueban su origen marino como las terrazas de conglome- rados. Mencionamos los aludidos lugares como el Aguaje del Sauz, el rancho de las Codornices, el Aguaje del Gato. el Portezuelo de Santa Isabel y otros más, donde se veri- _fican aquellos fenómenos. Con mayor claridad se efectuó el trabajo dinámico de las olas en las rocas y tobas de andesita de grano grueso, como las de la Exmisión de San Borja, en donde fueron sacadas unas de las fotografías, siendo la altura de estas rocas de 400 metros sobre el nivel del mar. Sobre fenómenos iguales a los mencionados, observa- dos en el Cabo de Finisterre, trata un artículo en “La Na- ture,)? marzo de 1912., pág., 137, y en “Tour du Monde,” 23 de marzo 1913, pág. 135, pero sin dar una explicación satisfactoria; según las fotografías aludidas a este artícu- lo, no cabe duda que la causa era el oleaje del mar también. Tal vez pertenecen algunos otros fenómenos que fueron considerados como productos de la erosión aérica, del vien- to cargado con arena, al mismo grupo de los trabajos diná- micos del mar. VALLES INTERIORES Y SUBMARINOS En fin nos queda que hablar sobre la erosión imperfee- ía, los valles recientes y submarinos. En el levantamiento de la península salieron natural- mente los cerros primero del agua, mientras que las par- tes bajas quedaron por algún tiempo todavía sumergidas formando canales o estrechos profundos parecidos a los de Noruega, conocidos con el nombre de “fjord.” Por ejem- 136 DR. ERNESTO WITTICH plo, la barranca de San Antonio del Mar al Sur de Santo Tomás, hoy un cañón de 2 leguas, era antes un fjord en cu- yo fondo se depositaron los subfósiles antes mencionados, con arenas finas, que el arroyo de la época actual todavía no ha quitado de su cauce. Otro fjord largo y estrecho for- mó antes el valle entre el rancho de Buenos Aires y Santa Catarina, en donde pasa hoy el camino para el “Onyx Vie- jo” marcado también por muchos subfósiles e infinidad de bloques labrados por las olas. : La continuación submarina de estos valles o cañones representan los valles submarinos encontrados” en los son- deos de los buques americanos y llamados por los descubri- dores “Submerged valleys.” (1) : La bahía de Soledad (31% 25), por ejemplo, está for- mada por un valle submarino de una profundidad hasta de 310 brazas, extendiéndose a unos 12 kilómetros en el Pacífico. Otro valle sumergido está entre el promontorio de la Punta Banda y las islas de Todos Santos, otro más al Nor- te de la Punta de San Miguel, otro cerca de la Punta de Salsipuedes, siguiendo otro más al Norte. Estos valles representan zonas de dislocaciones y de hundimientos profundos iguales a los valles interiores de la península. (2) Si la costa sigue levantándose tan rápidamente como lo hemos explicado, entonces aquellos valles sumergidos van ' a hacer el papel casi de “fjords” profundos, como ya lo fué antes entre otros más el Cañón de San Antonio del Mar, que está antes mencionado. Según la clasificación de las costas por S. Guenther, (1) Davidson Georg. The submerged Valleys of the coast of Califor- nia. U. S. A. and of the Lower California, Mexico. Proc. Calif. Acad. Sc, 3d. ser Geol, Vol. núm. 2, San Francisco, 1897. (2) Boese E. y Wittich E. Parergones Inst. Geol. Nac., 1913, T. IV pá. 313. 'Opeies [op alen3y—'a[ea]o 19 10d sope3se3 ojluRaS 9p SADOIA | HIAX "Wer “gs 'L : "9JBZ|Y "908 SBIAOUIITA dd rad RU9PPIBIA SP PLYLE 'BYHABIABIA 9P PE] — SODYyAOUURJOUU SOJSINDSI 9IGOS BULABUU PZA J, XIX “URI “ge “1 "9JBZ|Y 908 SBILOWIA Memorias Soc. Alzate. MO LAR Puerta natural en rocas perforadas por el oleaje. — Boca del Zavalo. Orilla cerca de Mazatlán. LA EMERSION MODERNA 137 corresponden las costas con valles sumergidos, (1) que por Jo general carecen de una playa, al tipo dalmatino, perte- neciendo a este grupo costas con valles anteriormente for- mados, que después por una transgresión del mar fueron metidas bajo del agua y por esta circunstancia tienen aquellas costas mucha semejanza con los “fjords” propia- mente llamados, pero muy diferentes por su origen. Por cierto, nuestras costas de la Baja California con los valles sumergidos, representan en cierto sentido una nueva variante del tipo dalmatino por ser formaciones de levantamiento y no del hundimiento de la costa. Otras partes de la zona costeña de la península tienen por la emersión continua el carácter hindostánico o pata- gónico, según el competente autor Guenther, es decir las sierras transversales que de penínsulas o promontorios avanzan hacia el mar, están conectadas entre sí por playas bajas en forma de curvas cóncavas que dan origen a los puertos. Muy claramente se manifiesta este carácter en la zona de la costa cerca de Ensenada y precisamente en aquellas partes bajas se han acumulado los depósitos ma- rinos modernos, mientras que las sierras transversales han dado origen a la formación de terrazas matinas. También en los valles interiores mencionados en nues- tro trabajo ya citado, se han verificado los cambios de nivel del mar por terrazas en diferentes alturas. Estos hundi- mientos extensos habiendo formado entonces lagunas interiores comunicadas con el mar por estrechos valles sumergidos, hoy día son badenes con mucha tierra fértil y por eso siempre poblados, que desaguan al océano por un arroyo que toma su cauce por el antiguo valle sumergido. Muchas veces están marcadas en aquellos valles las an- tiguas líneas de nivel, por bloques labrados como se deja ver claramente el ensanchamiento del Valle de las Palmas cerca del Rancho Carrizo. (1) Guenther S. Handbuch d. Geophysik. 1899, T. III, 588-593. 138 DR. ERNESTO WITTICH Otra afirmación sobre el levantamiento moderno y rá: pido son los valles rudimentarios observados varias veces en la parte Sur de nuestro itinerario. En el interior de es- tos valles quedan los depósitos como arenas y grabas con sus fósiles respectivos acumulados en gran abundancia, y las corrientes no han podido todavía desvastarlos por el corto tiempo y menos por la escasez de agua. Fenómenos iguales se presentan en otros lugares más en toda la península, comprobando nuestra idea, que la Baja California rápidamente ha subido y sube todavía, de la profundidad del Pacífico. De una expedición del Instituto Geológico Nacional fueron traídos por los señores ingenie- ro T. Paredes y 3, Engerrand, subfósiles como Mytilus, Tivela, Cardium, Haliotis, etc., de los ranchos San Miguel y San Antonio Duarte, situados a unos 600 metros de altu- ra y a unos 50 kilómetros retirados de la costa actual en el interior de la península sobre el 30% 30", lat. y 1157, lon. W. Los ejemplos comprobantes están en la colección del mencionado Instituto. Al lado del Golfo de Cortés, se ma- nifiestan hechos idénticos según Jacobo Blanco y M. Tinoco, (1) que mencionan cantidades de subfósiles cerca de Mu- legé y a unos 150 metros sobre el agua del Golfo. Cerca de la capital La Paz, observó E. Angermann (2 lechos de subfósiles bastante modernos en las tierras de Cacachilas y a unos 600 metros de altura. El señor José de Banó me ha informado que entre los pueblos de Miraflores y Santiago, en la región Sur de la península, observó capas con muchos caracoles y conchas modernas, entre otras, la concha perla. De la costa meridional de la Baja California he men- cionado terrazas marinas mezcladas con fluviales, señales (1) Blanco J. y Tinoco M. Relación de los trabajos practicados en la Baja California, etc. Memoria Fomento, 1873. (2) Angermann E. Fisiografía, Geología e Hidrografía de los alrede- dores de la Paz, B. C. Parerg. Inst. Geol. Mex., 1904, T. L LA EMERSION MODERNA 139 indudables de un levantamiento moderno también de aque- lla zona. (1) Más tarde, en una expedición a la Bahía de la Mag- dalena, en el año de 1913, tuve la oportunidad de ensan- char esos estudios acerca del levantamiento, tanto en la región de la bahía cuanto en el interior de la península. (2) En las islas que rodean la bahía se hace notable esta emersión por las terrazas de conglomerados marinos relle- nos de subfósiles de especies actuales, levantándose esas terrazas hasta 30 metros sobre el mar, en forma de esca- lones con mesetas y puestas encima de los esquistos meta- mórficos cuya superficie manifiesta una abrasión marina - horizontal. Rocas labradas por el oleaje, señales de las fuerzas diná.- micas del mar, encontré yo en las cumbres de las serranías; las mejores conservadas están en la cima del Cerro del Vigía, a unos 215 metros de altura. En el mismo cerro he- mos hallado gran número de subfósiles, entre ellos Haliotis, "Mytilus, Dosinia, Fusus, Purpura, Turbo, principalmente los opérculos, Tapes, Chione, ete. Son muy variables y numerosas las manifestaciones del levantamiento también en la tierra firme, es decir en la mera península. Ya la zona extensa de médanos antiguos, que en la Bahía Magdalena siguen muy tierra adentro, es una prueba del retiro del mar. Los médanos más interiores son los más antiguos y por eso ya cubiertos de más vegetación. Más tierra adentro, hasta más de 200 metros de altura, quedan estas arenas movedizas en los valles y las cañadas; pero por ser mezcla- das con substancias orgánicas, son de color negruzco y so- (1) Wittich E. Strandlinien an der Suedkueste von Nieder Califor- nien. (Líneas de nivel en la costa Sur de la Baja California). G/lobus. 1910, - pág. 376. - (2) Wittich E. Nuevas observaciones acerca de levantamientos mo- dernos en la Baja California. Acta d. 1. Sesión de Verano (12 julio 1913). Soc. Geol. Mex. 140 DR. ERNESTO WITTICH lamente los subfósiles, como Nodipecten, Arca, Barbatia, Dosinia, Dolium, Murex, etc. prueban su origen marino. Tuvimos la oportunidad de colectar gran número de aque- llos subpetrefactos también en las inmediaciones de la hacienda de San Luis Gonzaga, unos 160 metros sobre el nivel y unos 66 kilómetros retirado de la bahía. Los fenómenos del oleaje se conservaron muy claramente en los conglomerados que descansan encima de las tobas andesíticas y de las riolitas, subiendo hasta el Portezuelo del Brinco, 410 metros de altura. Pero también al lado del Golfo de Cortés se manifesta- ron las huellas de la antigua sumersión de la península. En la barranca llamada “Cajón de los Reyes” suben las arenas marinas con los fósiles casi modernos hasta 65 me- tros y en las mesetas de los cuatro escalones, que constitu- yen la falda de la sierra al lado del Golfo, están disemina- dos muchos fragmentos de tales petrefactos. Siguen estas señales hasta la ciudad de La Paz y en las elevaciones cer- canas observé los efectos dinámicos del mar a unos 50 me- tros de altura. Fenómenos como los mencionados en las líneas ante- riores, se han observado también en otras regiones de la costa del Pacífico desde Alaska hasta Chile, siendo por cierto no tan inmensas y con huellas tan claras como en la Baja California. De las muchas observaciones relativas a esta cuestión, mencionamos sólo las más importantes, para demostrar su universalidad. Sobre un levantamiento en Alaska, rápido, de la época actual, han publicado R. S. Tarr y L. Martín (1) un informe interesante, atribuyendo la fuerza dinámica de la emersión a los temblores fuertes, que en el mes de septiembre de 1905 han sacudido la península de Alaska y que originaron en la bahía de Yakutak, región de St. Elías Chain, un levan- * tamiento en la tierra, de 14 metros, cambiando toda la to- (1) Tarr R.S. and Martin L. Geogr. Journ. London, 1906, XXVIII, 30-43. LA EMERSION MODERNA 141 pografía de aquella región. Elevaciones y desniveles verti- cales anteriores, pero siempre recientes, están atestiguados, según estos autores por la presencia de conchas marinas finas en las altas peñas; todos esos fenómenos nos hacen . Creer, que en una época no remota una parte extensa del litoral de Alaska estaba todavía sumergida bajo las aguas ] del mar y que en lugar de una comunicación por tierra ] firme del continente de Asia con Alaska, antes presumida, y existía una ancha comunicación entre el Pacífico y el mar . Artico. En otros puntos de esta península quedan capas mari- ] nas con Yoldia, etc., juntas con restos de canchales a unos 4 1,000 metros sobre el nivel actual. Observaciones acerca de las terrazas marinas entre los paralelos 45 y 50, menciona J. Dana. (1) Las terrazas marinas modernas en la costa de la Alta California, a saber en el interior de la Carmelo Bay (362 j 31/ 34” lat. y 121? 55 long.), menciona A. C. Lawson, (2) las cuales suben hasta una elevación de S00 pies sobre el nivel del mar. Pero parece que este autor atribuye a aquellos fe- | nómenos un carácter puramente local, en vez que, en con- junto con todas las observaciones arriba mencionadas, permiten conclusiones universales. Siguiendo ia costa más al Sur observamos muchas ve- ces las terrazas marinas tierra adentro y en alturas consi- derables, siendo uno de los puntos más interesantes el “Old Mission Valley” al Norte de San Diego, donde se verifica claramente una serie de escalones desde la playa | hasta la sierra alta y el ferrocarril de San Diego a los | Angeles aprovecha una de estas terrazas. También en la costa mexicana del continente se mani- 5 Á (1) Dana J. en Wilkes. U. S. Explor. Exped., 1849, X, pág. 670. ] (2) Lawson A. C. The Geology of Carmelo Bay. Bull. of the Def. 07 é Geol. Univer. Cal. Vol. 1, Berkeley, 1893-1896, pág. 46. 142 DR. ERNESTO WITTICH fiestan terrazas marinas modernas, como en los alrededores de Mazatlán, Sin., donde la terraza más baja está a varios metros sobre el nivel actual del mar, además de muchos restos de moluscos tiene una multitud de tepalcates, hallaz- go que manifiesta un levantamiento de la tierra, o tal vez puede haberse efectuado un receso del mar moderno, cuan- do ya existía el hombre en esa región. Cosa muy parecida de la costa de Guerrero menciona P. Waitz (1) con las siguientes palabras: “La génesis de esas terrazas de erosión, al parecer se puede explicar sola- mente por un cambio del nivel de la erosión, es decir por una sucesión de levantamientos de la costa del Pacífi- o “Pero los efectos más claros de un levantamiento moderno de esta parte de la costa, creemos ver en el curso del río de Armería, entre las estaciones Tecomán y Arme- ría del Ferrocarril Colima a Manzanillo.” Grandes desniveles muy marcados en la costa del Perú, hace saber C. Ochsenius, (2) siendo ellos tan importantes que este autor opina que toda la sierra de los Andes se ha elevado a la inmensa altura en una época muy remota. Además, observó una emersión reciente de la costa de Chi- le, Lancaster, (3) que encontró subfósiles marinos en altu- ras de 200 a 300 pies sobre el mar y rocas con inscripciones de los conquistadores españoles, levantadas hoy día a una altura muy considerable y casi inaccesible. En la tal región Norte de Chile se verificaron según O. H. Evans, (4) va- rias terrazas manifestando también el avance moderno de la costa. (1) Waitz Paul. Terrazas fluviales en la barranca del Río de Tuxpan y los levantamientos modernos en la costa de Colima. Asamblea gen. de la Soc. Geol. Mex., 1913, 27 Dbre. (2) Ochsenius Carl. Ueber das Alter einiger Teile der Suedamerika- nischen Anden. Deutsch geol. Gesell, XXXV, II, 1886 $. 786 (3) Lancaster R. Extinct Animals. London, 1906. : (4) Evans O. H. Quart. Journ. Geolog. Soc., London, 1907, LXITI, 68. WI LA EMERSION MODERNA 143 Datos interesantes y exactos acerca de este problema, nos proporciona W. Sievers, (1) que dice en su obra citada, que en la bahía de Casma, costa de Perú, desde 1870 se retiró el mar 285 pasos, de tal modo que el nivel actual está 2 metros más abajo que el de entonces. Toda la llanura costeña era antes fondo del mar. Muy sabidas son las observaciones clásicas hechas por Charles Darwin (2) durante su expedición a bordo del beagle, que de numerosos puntos menciona las huellas de levantamientos modernos de la costa. Alcide d' Orbigny, Domeyko y otros autores más, anotan fenómenos iguales de distintos puntos de Suramérica. Tomando en consideración todos_ estos fenómenos de emersión en conjunto, podemos persuadirnos que toda la costa del Pacífico del Continente Americano, exceptuando pocas zonas de hundimiento local, ha estado en continuo mo- vimiento de elevación, que sigue hoy todavía. Para obtener medidas exactas con relación a las mo- dificaciones que sufre la línea de la costa, así como la di- lación de estos cambios, y hacer las conclusiones conducen- tes para un futuro próximo, se hace según mi opinión indispensable establecer observaciones minuciosas y exactas por un lapso de tiempo más extenso. Para este fin me atrevería yo a proponer que en toda la extensión de la costa pacífica se. colocaran señales exacta- mente determinadas y niveladas, bajo constante vigilancia, que debían ser registradas y revisadas periódicamente y también después de movimientos sísmicos, para que de esta manera pudiéramos en pocos años obtener un resumen (1) Sievers W. Reisen in Perú und Ecuador in 1909, Muenchen, 1914 Págs. 61-62. (2) Darwin Charles. Journal of the researches in the Natural History and Geology in the countries visited during the voyage of H. M. S. Bea- gle, 1839. 144 DR. ERNESTO WITTICH preciso en cuanto a las variaciones que hayan sufrido las líneas de la costa. Quedaría por determinar si para estas marcas de obser- vación sería preferible el uso de mareógrafos o de machotes especiales u otras señales convenientes. México, 1917. Memorias Soc. Alzate. T. 35, lám. XXI del Sáuz. Roca andesítica pulida y excavada por las olas. —Rancho Wittich, fot. ”*. TIXX “URI “€ “L | "*9JBZ| Y "908 SBLIOWIN 35, lám. XXI 5 £ Le Memorias Soc. Alzate. ado. 1 Rocas graníticas labradas por las olas.—A guaje del Sa fot. Wittich, EA ue ZA 2 qn ; dl Y La O a AA IEA DIT E A ÑK . e $ AQUA. E" dr y ” ..” ' . - Li a i 145 MEDIDA DEL TIEMPO Y PROBLEMAS QUE ñ EL SE REFIEREN Por el ingeniero de minas Pedro C. Sánchez, M. $. A. [Sesión del 3 de enero de 1916] El objeto de la medida del tiempo es definir con preci- sión el instante en que se verifica un fenómeno. En la práctica de la astronomía, como en los usos co- munes de la vida, el tiempo se mide por medio de relojes, aceptando por unidad de medida el día, o duración de la rotación de la tierra al derredor de su eje. El día natural es el intervalo entre dos culminaciones del sol por el meridiano; pero a causa del desigual movi- miento del sol en ascensión recta, resultado de la exen- tricidad de la órbita de la tierra y de la oblicuidad de la eclíptica, los días así determinados no son de igual dura- ción, y para que un reloj marcara el tiempo verdadero o aparente, sería necesario corregirlo continuamente; por con- siguiente, ni en la práctica astronómica, ni en los usos co- munes de la vida sería tolerable tal unidad a causa de su variabilidad. Si se designa por _R+ la ascensión recta del sol verda- dero, la astronomía nos da la siguiente ecuación: 8:=longitud media + ecuación del centro + reducción - al ecuador, despreciando los pequeños efectos debidos a la - nutación y a las perturbaciones. En esta ecuación la longitud media varía proporcional- mente al tiempo, mas no los otros dos términos que son pe- -—viódicos; pero por una parte varían entre límites estrechos, y por otra, son ya positivos, ya negativos, pasando por los - mismos valores cada año; por consiguiente, si se acepta Memorias Soc. Alzate. T, XXXV.—10 146 ING. PEDRO C. SANCHEZ un sol ficticio cuya ascensión recta sea igual a la longitud media, recorriendo dicho sol el ecuador con un movimien- to uniforme, puede aceptarse, por medida del día, el inter- valo entre dos tránsitos consecutivos de este sol ficticio, llamado sol medio, por el meridiano, lográndose así la constancia en la unidad, sin que discrepen sino en una pe- queña cantidad el tiempo verdadero y el tiempo medio. Tanto el día verdadero, como el medio se dividen en horas, minutos y segundos; y por hora del día debe enten- derse el ángulo horario de dichos astros, que al pasar por el meridiano señalan la hora cero. En astronomía la hora cero corresponde al tránsito su- perior por el meridiano, contándose las horas, hacia el Oeste, de Ú a 24; en los usos civiles, la hora cero correspon- de al tránsito inferior por el meridiano, y se cuentan de 0 a 12, distinguiéndose por las notaciones a. Mm. y p. m., €s decir, ante-meridiano, o post-meridiano; resultando de aquí, que en las horas a. m., la fecha astronómica se retarda un día sobre la fecha civil, debiendo agregarse 12 a las horas civiles para pasar a las astronómicas; no habiendo variación en las horas post-meridianas; así, por ejemplo: 'MEMDO Civil: Mayo 10......... 5% a, m., será igual a Tiempo astronómico...... = O 17 horas. A causa del movimiento de la tierra al derredor del sol y del cambio continuo en su ascensión recta, el día solar y el tiempo de la rotación actual de la tierra al derredor de su eje, no son iguales, el último siendo aproximadamente cuatro minutos menor que el primero: de aquí la introduc- ción en astronomía del día sidéreo, o intervalo entre dos tránsitos consecutivos de una estrella ecuatorial sin movi- miento propio por el meridiano. El origen de este día se toma en el momento del paso superior por el meridiano del punto vernal, y las horas se cuentan sin interrupción, al Oeste, de 0 a 24 como para el día verdadero; por consiguien- MEDIDA DEL TIEMPO 147 . te, un péndulo sidéreo, correcto, que señala 0h en el trán- sito superior por el meridiano del punto vernal, marcará, en cada instante el ángulo horario del equinoccio. En el momento de! paso por el meridiano del sol medio, indicará: Lo + 2 É, o sea “Rm, ascensión recta de sol medio; y en el paso del sol verdadero. Lo + 1 ¿+ ecuación del centro + reducción del ecuador, o sea R», la ascensión recta del sol verdadero, Un péndulo correcto, arreglado al tiempo medio, Marcará : 0* 00" 00* en el momento del paso del sol medio; y la ecuación del tiempo en el momento del tránsito del sol verdadero. Relación entre los tiempos verdadero o aparente, medio y sidéreo. Sea (fig. 1), H E' H' el horizonte del observador, al que suponemos colocado en el centro € de este círculo. Su ver- 148 ING. PEDRO C. SANCHEZ tical cortará la esfera celeste en el zenit Z y su meridia- no será el plano H P Z HB” perpendicular al horizonte, El círculo máximo E E” normal al eje del mundo, y distando 90? del polo, P será el ecuador celeste, prolongación del terres- tre; los círculos menores paralelos al ecuador, como aSa” son los círculos de declinación; y los círculos máximos, perpendiculares al ecuador, como P S D, son los círculos horarios. Designemos por y el punto vernal, o sea la inter- sección de la eclíptica con el ecuador; según esto, S siendo un astro, Z S será su distancia zenital, S D su declinación, y D su ascensión recta y el ángulo ZP S o el arco E D su ángulo horario. Si representamos por 6 el tiempo sidéreo, o ángulo horario del equinoccio, por «yd la ascensión recta y declinación del astro, y por ¿ su ángulo horario, la figura nos da: YE=YD>+0DE; o sea Para un instante dado, tendremos: Hora verdadera ( H, ) =A H., ángulo horario del sol verdadero, Hora media ( Hm) = A Hn, ángulo horario del sol medio; por consiguiente, 0= Ao HAD: = Al + AB m; se — Hn += AH MN => AH: ) = Hm 47 (Ro > Ral) == Hmn 7 ecuación del 1iempo; si pues, designamos por E la ecuación del tiempo, tendremos: Bm = H, FB ooo (2) La cantidad E, cuyo valor máximo apenas excede de un cuarto de hora, se encuentra calculada en las efeméri- des para todos los días del año, pudiendo interpolarse su valor para un instante cualquiera. La ecuación (1), aplicada al sol medio nos da: que nos da la relación entre las horas sidéreas y las me- - MEDIDA DEL TIEMPO 149 - dias; pero Hy expresando tiempo medio y los otros dos términos de la fórmula, tiempo sidéreo, es necesario con- vertir H,, en tiempo sidéreo, como veremos adelante; pero por de pronto llamemos a esta corrección aditiva acel. (Hm ) y escribamos correctamente la fórmula (3): n= A + Bm + acel Hhn ranas adds dare (3 bis) La fórmula primitiva (3), nos da: H=0— A que nos permite pasar de la hora sidérea a la media; pero como (04— AR) nos expresa tiempo sidéreo, necesitamos convertirlo en medio; y llamando red (9— 2) a esta co- rrección, tendremos la siguiente fórmula ya correcta: YA AY AAA (4) - Conversión de intervalos de tiempo sidéreo en tiempo medio y viceversa. El tiempo que transcurre entre dos equinoccios de pri- mavera se llama año trópico, y tiene una duración de 365 días 2422, tiempo en el cual el sol recorre aparentemente toda su órbita; en el caso de un movimiento uniforme, su _marcha diaria será: 3602 __ 12960001” 365.2422 365.2422 El movimiento del sol medio, por día, recorriendo el ecuador, será el anteriormente calculado; de manera que, si un día cualquiera, en el momento del tránsito, este astro ocupa la posición p, grados de la órbita, al siguien- te día, al llegar al meridiano ocupará la posición p + 59 8"33. La tierra, en su movimiento de rotación, ha debido pues girar 360% 59 8”33, para que el meridiano considerado haya vuelto a ponerse en la dirección del sol; pero como este intervalo, que constituye el día medio, se divide en 24 horas, cada hora media corresponderá a un arco de 360059/833 —-1599/97// 24 15%2/27847 150 ING. PEDRO C. SANCHEZ Como las estrellas no tienen movimiento semejante, la tierra sólo tiene que girar 360% para que un meridiano vuel- va a coincidir con una estrella fija, lo cual da para una hora sidérea un arco solamente de 15”. De lo anterior se deduce que el tiempo que invierte la tierra en recorrer el arco de 59 S”33 representa el exceso del día medio sobre el sidéreo; por consiguiente, si 15 Y 27"847 correspon- den a una hora de tiempo medio, 59” S”33 corresponderán a 3” 5590944 de la misma especie de tiempo; y de la mis- ma manera, si 15” corresponden a una hora de tiempo si- déreo, 59 S”33 corresponderán a 3” 56%55533 de tiempo sidéreo. Estas duraciones se designan generalmente con el nombre de aceleración de las estrellas fijas. De la aceleración 3” 5390944 en tiempo medio y 3” 56:55533 en tiempo sidéreo, se deduce la relación que exis- te entre ambas especies de tiempo; pues es claro que desig- nando por m una duración en tiempo medio, y por s su equivalente en sidéreo, tendremos: m _ 235.90944 S 236.55533 de donde mm = 0.99726% s y s =1.0027379 m Las fórmulas anteriores dan los valores absolutos; pe- ro generalmente lo que se calcula son las correcciones, da- das por las siguientes: m—s==—0.0027304 5 s —m= + 0.0027379 m $ Por medio de estas fórmulas se han calculado las ta- blas I y II; (*) la primera sirve para convertir intervalos de tiempo medio en intervalos equivalentes de tiempo sidéreo, el argumento siendo el tiempo medio; y la segunda reduce intervalos de tiempo sidéreo a intervalos equivalentes de tiempo medio, siendo el argumento el tiempo sidéreo. Las ta- blas dan las correcciones con sus signos. El ejemplo siguiente explicará su maneis. (+) Véanse Anuarios del Observatorio de Tacubaya. ie E e ds o dar dass SÍ A MEDIDA DEL TIEMPO 151 Sea por convertir el intervalo de 7” 19” 24:57 de tiem- po medio, en sidéreo. La tabla I da: VERS AER AO E A RA A + 112,117 ERE AN AR AE e RA AR 0 .066 FEA A A RI A E A 0 .002 ADA A A + 1"12:.185 Duración media....... A TES EN 719245. 57 AE EA EA E TEZOPIGTOD Reduzcamos por medio de la tabla II este intervalo si- déreo a intervalo equivalente medio. A A E E AA TA TON O — 1”12s.083 ELA A AA de PA aa > EN AN 0 .098 E O e O OSI 0 .002 EOL A A — 112.183 A A E AR E 7*20"365.755 TEA A A A 7*19"245.572 Tiempo absoluto y local Tiempo absoluto es el tiempo local de un primer meri- diano elegido como principal, actualmente el de Greenwich; - y tiempo local es el correspondiente al meridiano del lu- gar de observación. Para convertir el tiempo local en tiempo de Greenwich, es claro que basta añadir al primero la longitud con rela- ción a Greenwich, si el lugar está al Oeste, y quitarla si está al Este. Si designamos por Í tiempo de Greenwich, por £/ tiempo local, y por 1 la longitud oeste, tendremos: t=Y4 +2 Para más claridad, sea (en la fig. 2) O el centro de la tierra, y el plano del papel el ecuador visto desde el polo Norte. En este plano proyéctense 152 Fig. 2 G posición de Greenwich ; P un lugar cualquiera de la tierra; O $ la dirección del sol medio y O E la dirección del equinoccio vernal. Las fiechas interiores indican la dirección real de la rotación de la tierra; y las exteriores la dirección aparente de la rotación de la esfera celeste. Tendremos: Angulo GOP2 2 DT E EIA Longitud Este de P; pe GOD AI e Tiempo medio de Greenwich; 5 POST " Tiempo local de P; e ELO EA A a Tiempo sidéreo de Greenwich; e POB Sa DE A Tiempo sidéreo local de P; > SEO E ML Am del sol medio. Efecto de la nutación Como el punto equinoccial no se mueve uniformemente a lo largo del ecuador, se hace uso de un punto ficticio que se supone moverse con movimiento uniforme, llamado equi- Se y ds a A cis el iii E MEDIDA DEL TIEMPO 153 noccio medio. La diferencia en _R entre el equinoccio medio y el verdadero se llama nutación en ascensión recta, y su valor se encuentra calculado para cada 10 días en las efemérides. Su mayor valor es de 18” ó 1%, 20. La 4 del sol medio se mide del equinoccio actual; pero su movimiento sólo es uniforme cuando se mide del equinoccio medio. El tiempo sidéreo se mide por los tránsi- tos del equinoccio actual, afectado de la nutación, de aquí que su invariabilidad no sea perfecta; mas como la irregu- laridad apenas llega a un segundo por año, es insensible día a día; y como por otra parte, el tiempo sidéreo no se usa para medir largos períodos, dicha irregularidad no cau- sa ningún inconveniente. Medida general del tiempo En los usos comunes de la vida, los días, meses, años, se cuentan como si fueran piezas separadas, distinguiéndose por sus números ordinales; pero en astronomía el tiem- po se considera corriendo de una manera continuada. En nuestra manera de contar el tiempo, los años se dividen en dos períodos: antes del nacimiento de Cristo y después de J. C.; pero el año del nacimiento de J. C., se designa en los usos comunes de la vida por año 1; mientras que si se considera el tiempo corriendo de una manera continuada sin interrupción, como pasa en astronomía, dicho año es el cero de la serie de años que se han sucedido. Así por ejemplo, abril 1. del año del nacimiento de J. C., no es abril del año 1, sino que representa la fracción 0.25 de ese año; o sea (0 años 3 meses; por consiguiente, abril 1.? de 1900 del calendario, corresponde realmente a 1899.25 años del principio de nuestra era. En otros términos; cuando el tiempo se mide de una manera continuada, el número de años es una unidad menor que cuando éstos sólo se distin- guen por sus números ordinales. 154 , ING. PEDRO C. SANCHEZ Lo mismo acontece con los días y meses del año. Medio día de enero 1. es llamado enero 1.0 La época cero a par- tir de la cual el día es medido, es medio día de diciembre 31; por consiguiente, el principio del año astronómico es realmente el medio día de diciembre 31, siendo este ins- tante llamado 0. Las 6 p. m. de diciembre 31 de 1899, pueden designar- se así: TS TUCISHIDES E er AR TES SLDS 1900 enSroroiio die odonos ENDS mientras que las 6 a. m. de enero 1.” de 1900, serán: 1899 diciembre decos 31.75, 0 1900 Cuero ca BA TE 0.75. Unidades del tiempo Estas son el día y el año. La unidad fundamental para medir largos intervalos de tiempo, cuando se requiere gran precisión, es el día solar medio; lo importante es tomar una fecha fija como origen, contando a partir de ella los días y fracciones de días corridos antes o después de la época cero. El período completo, que tiene la ventaja de ser continuado en la Historia, es el llamado “Período Ju- liano,” que comprende 3713 años antes de J. C. El año solar o Besseliano, es usado en el cómputo rela- tivo a las estrellas fijas; su época fundamental es enero 0, 1900, tiempo medio de Greenwich, siendo en este instante la Rf del sol medio, referida al equinoccio medio 18* 387 45", 836; pero en la práctica astronómica se acepta para principio de tal año el instante en que la E del sol medio es de 280% ó 18* 407, correspondiendo tal instante lo más posible con el princi- pio del año civil Gregoriano; la diferencia siendo, expre- sada en días de MEDIDA DEL TIEMPO 155 O Ito 40-164 0 ae 31352 86402 GANA Y de por consiguiente, el año solar 1900, principió en 1900, ene- ro 0% 31352, tiempo medio de Greenwich, o en 1900, enero (1. 03798, tiempo medio de Tacubaya. Debe notarse que el principio del año solar correspon- de a un instante físico bien definido, independiente de to- do meridiano local; y que el principio de los años que pre- ceden o siguen a la fecha anterior, se encuentran por la adición o sustracción de 3652422. PROBLEMAS I Conociendo la _2 del sol medio, a medio día de Greenwich, encontrar la correspondiente a un meridiano de longitud 2 al W del meridiano fundamental. Como la _4£ del sol medio, aumenta continuamente, a razón de 3” 56%556 por cada día solar medio, es decir, por cada revolución aparente del sol ficticio, equivale a buscar la parte proporcional de ese aumento que corres- ponde a la longitud 2 del meridiano local. Si pues +!f ¿A las 13* de tiempo medio en Tacubaya, qué ángulo horario tiene « tauri el 5 de diciembre de 1915? a = 4! 31" 025,48 E Ion e 13* 00" 005.00 SN as: 16 53 54.28 CONE A a SO 2 08.13 e IA a Na ca Sh 56% 025,41 * A A SO odo, — 4 31 02.48 A cai o Dal aaa + 1* 24" 595.93 ¿Qué hora media se contó en Tacubaya el 5 de diciem- bre de 1915, en el instante en que«tauri tuvo 1* 17” 235, 65 por ángulo horario al este del meridiano? E Ad E, 4 31% 025.48 y RM ARAS qe E o di PE Ma DOS E 3h 13m 385.83 a E E 16 53 54.28 10% 19m 445,55 LEN] A AS O — SS A o 10* 18" 03.02 ¿A qué hora media pasó ese mismo día ' « tauri por el meridiano de Tacubaya? Su ángulo horario siendo nulo, A Saori dscas. 4% 31" 025,48 — R A ARA EA AO OS 16 53 54 .28 11* 37" 085.20 E ESA A A VA cra roca tad 11351399 ASAS A 7 MEDIDA DEL TIEMPO 159 ¿Cuál será la ascensión recta de un astro observado el mismo día al Oeste del meridiano de Tacubaya, y que tu- viese 3% 25% 40%. 37 por ángulo horario a la hora y media 9 50,49". 21? E A Oc O gus 4921 IE O O A o TE AN 16 53 54.28 ARE RA EAN 3 8S E O O tai Ida das e o 2d 21:37 == A A O AOS ME VAS A 23% 257 41*.00 Á Encontrar el tiempo medio al cual la luna culmina en un lugar dado, en determinado día, así como su ascensión recta y su declinación en el momento de la culminación. Este problema no se resuelve tan fácilmente como los anteriores, porque la g de la luna cambia continuamen- te, no siendo por lo mismo una cantidad conocida; pues lo que se da en las efemérides es la xx de la luna para cada hora en tiempo medio de Greenwich; mas como dicha A no varía en más de una hora por día, puede resolverse el problema por aproximaciones sucesivas, como lo hace Newcomb, de la manera siguiente: Se acepta por 2 de la luna la encontrada en las efe- mérides para el medio del día, redondeado a la hora justa, se le quita la Am del sol medio redondeada también a la hora, y a esta suma se añade la longitud Oeste del lugar, aceptando también la hora redonda; esta suma será en tiempo medio de Greenwich, la hora de la culminación en el meridiano local, con aproximación de una a dos horas. Para esta hora media de Greenwich, calcúlense ay o sea la 4 de la luna, por medio de las efemérides; a/ el cambio en AR para un minuto de tiempo, y ty la hora sidérea local. FAA AA 160 ING. PEDRO C. SANCHEZ Si la hora supuesta fuese la de la culminación, se tendría: t¿=%; pero como no ha de ser, la ecuación anterior no se verifica: rá; y debemos buscar un número ¿ de minutos antes o des- pués de la hora para la cual se tenga E siendo í la hora sidérea local. En un minuto de tiempo medio -¿ cambia 60*,1613 para - convertirse en sidérea, por consiguiente en / minutos ¿= ft, + 60%. 1643 £ | | : a=0 30 £; | Igualando los anteriores valores, y despejando, ten- dremos: (a, — to) a segundos; .1643 — == y substituyendo a! a=4 +20 = 10 — 0) 0103 == 0 La declinación tendrá por valor: d=0, +10/ siendo ¿ su variación por minnto. Ejemplo: Encontrar el 6 de junio de 1907, la culminación de la luna, su % y ¿ en un lugar cuya longitud Oeste de Green- wich es 8” 10”, Las efemérides dan para R de la luna.......... 22 R del sol medio en junio 6, 1907................. NR Suma algebráica teo e ss IA 21* A O A S Hora de Greenwich. if OnS 29* o sea 5% | | | E : : S E . E E E 3 E La 1.* aproximació ón da pues: 5" de tiempo de Greenwich o 21* de tiempo medio local; _ pero 21 horas de tiempo medio local, son =O horas am de Junio 5; luego junio 5, 21" tiempo medio local = junio 6, 5* tiempo medio de Greenwich. La segunda aproximación será: A de la luna....... El AA A A A 12 47m A NR RS — 455 208 5251 A A A AA IO + 8 10 ; Oz Lo anterior demuestra que las 5* son realmente la hora - más próxima. ES, las 5* tiempo medio de Greenwich, las efemérides ay =1* 467 49,69 —a! = + 15,9502 Calculemos la hora sidérea local A, e A ES 5% 00 00.00 “Bm JO A 10 A E NE 4 54 59.53 A A A AÍ 49 .28 PR A EA A 9% 55m 48.81 EEN ADN 20 s 10 Ó para el meridiano local Zo..... ...... oooocoocooro. .=11 457 48",81 - Sustituyendo en la fórmula anterior, se tiene: ¿= 1" 0458 = + 1” 25.75; y por consiguiente a= a) + a/ ¿=1* 46” 495,69 + 25,04 —1% 46m 51*.73 - El tiempo medio de la culminación se calculará como sigue: AS ARI A TE RCA AO 2 PAG 51073 “Rm Junio 5, 1907, meridiano local. ...... 4 52 23.48 A A AE A OA = 3 25.50 Y 20% 517 02.75 Memorias Suc. Alzate. T. XXXV.—11 162 : ING. PEDRO C. SANCHEZ O sea 8* 517 025,75 de junio 6 a. m. La ascensión recta. del sol, declinación, ecuación del tiempo, etc., se repiten año a año en las mismas fechas con valores algo diferentes, teniendo por causa la variación entre el calendario o año civil y el verdadero año solar, de tal manera que un almanaque no puede servir sino para determinado año; sin embargo, es posible, llevando en cuen- ta la variación entre el calendario y el año solar, hacer uso - cuando no se desea gran aproximación, de un almanaque antiguo, calculando una corrección enteramente semejan- te a la interpolación que se hace por longitud para servirse del almanaque para un meridiano local. - — La corrección es sencillísima, pues basta mel en cuen- ta la variación del tiempo en que caen los equinoccios en el año correspondiente al almanaque que se tiene a mano y el año para el cual se desea conocer las efemérides del sol; o bien el principio del año solar en los dos años en cuestión. Conociendo el instante del equinoccio, en determinado año, para Greenwich, por ejemplo, lo mismo que el prin- cipio del año solar, la adición sucesiva de la duración del año trópico, dará los instantes del equinoccio en los años subsecuentes así como los principios del año solar. MEDIDA DEL TIEMPO 163 Así se han calculado los valores siguientes para el meri- - diano de Greenwich. Tiempo Principio E Tiempo Principio a del equinoccio | del año solar Ale del equinoccio | del añosolar d d d d 82.691 0.524 1920 82.319 1.157 1906 82.935 0.767 1921 82.562 0.400 - 1907 83.178 1.009 - 1922 82.806 0.642 1908 82.420 1.251 1923 83.050 0.884 1909 82.663 * 0.493 1924 82.293 1.126 1910 82.904 0.735 1925 82.537 0.368 | 911 83.146 0.978 1926 82.779 0.611 | 1912 82.386 . 1.220 1927 83.022 0.853 1913 82.627 0.462 1928 82 264 1.095 1914 82.868 0.704 | 1929 82.596 0.337 ¿ 1930 82.747 0.579 == 1915 83.110 0.946 ; 7 1916 82.350 1.189 | 3 1917 82.592 0,431 | k. 1918 82.834 0.673 : 1919 83.076 0.915 Tiempo de corrección =V — V, Vy denota el valor de la tabla anterior para el año da- do y Va el valor de la misma tabla para el año del almanaque. Ejemplo Se pide la _g del sol, declinación y ecuación del tiem- po para mayo 1 de 1910 a la 1* 30% p. m. para un lugar cuya longitud Oeste de Greenwich es 6* 00” 00%, El alma- naque que se tiene es de 1905. : 1905... Va | 82691 0.524). | O Valores tomados de la tabl; 1910... V, 82.904 220.735 5 Va-Vy | — 0.213 —0.211 La unidad siendo el día, o en horas. | Tiempo de Corrección —...ooomono cas ciareoncadneso — 5067 E ia +60.0 Tiempo cor LA E Tiempo lotal = + ......... A AS 1300 Tiempo de Greenwich —..oocoocccconconenanncnnnns 23 Interpolando para este tiempo se encuentra: : PRE IAEA > d=14" 59 05// E E= 2%575,32 El almanaque de 1910 da : E A PE A 5 5 d=14" 59 22//8 A E= 2257.16 La «ys de las estrellas se calculan de -otra manera, según se indica en las efemérides. EE e e AO 3 0 E y E $ A 165 RESULTADO DEL ECLIPSE DE SOL DEL 4 DE FEBRERO DE-1916 Por el Ingeniero Geógrafo Joaquín Gallo, M.S.A. (Sesión del 3 de abril de 1916.) Durante el eclipse parcial de Sol, que tuvo lugar en la mañana del 3 de febrero del año actual, se tomaron en el Observatorio Astronómico de Tacubaya, 5 fotografías de Sol, aprovechando los momentos en que el estado atmosfé- rico lo permitió. De estas cinco placas, la primera se desechó y las cuatro restantes se utilizaron para encontrar las distancias de los centros del Sol y de la Luna y compararlas con las distan- cias calculadas. Aunque estas cuatro comparaciones, no son suficientes para determinar las correcciones a las efemérides lunares, o las de la longitud del lugar, sí pueden dar idea de ellas y de la precisión del método. Para determinar la distancia de los centros, medí los diámetros de las imágenes solares, así como las cuerdas de los arcos comunes del Sol y de la Luna: estas medidas se hicieron en distintas posiciones de las placas, en número de 5; las discordancias medias no llegan a 0.””02 advirtiendo que las imágenes, no están bien definidas por la razón ya dicha del mal estado atmosférico. Conociendo los semidiá- _metros del Sol y de la Luna, y las cuerdas, es fácil calcular las distancias de los centros. El semidiámetro del Sol, es el que se usa en el caso de un eclipse: ; A 1 a y A AN . - 15/59"”.63 más la corrección por distancia 13.90 Dm =o da el semidiámetro aparente... 16/13",53 166 ING. JOAQUIN GALLO El de la luna se calculó para los momentos de las ex- posiciones de las placas, por la fórmula: sen D = 0.2723 sen ” corrigiendo previamente la para- laje, por latitud y por altura del observador; el aumento del semidiámetro se añadió al semidiámetro encontrado, En el cuadro siguiente constan los elementos que sirvie- ron para el cálculo de las distancias deducidas de las placas. Febrero 2. T. M. T. Número Diámetro Aumento e de la Paralaje Semidiámetro del la placa Bora imagen solar Cuerdas lunar lunar semidiámetro cm. cm. 2 20223" 59,2 10.108 9.280 60/20”.5 985.3 61.7 Z 20 28 56.4 107 9,194 20 .4 985 .3 AO, 4 20'250-15..9 108 8.608 1929 985 .2 opel 5 21 08 42.8 108 ISA 19 .6 985 .1 9.1 Promedi0......... 10.108 Semidiámetro solar........ 1613.53. Paralaje solar:...o.... 87.9. Con estos valores se obtuvieron para distancias observadas. Placa Distancias 2 8467.0 Es 3 852 .3 4 1057 .4 5 WSL Las coordenadas geocéntricas del Sol y de la Luna eran: Placa Sol Luna 2 21*03"458.06 —16%47/177.0 21%007458,52 —16%32/227.7 3 45 .90 47 13 .4 057.33 SSA 4 49 .51 46 58 .0 1 48 .22 2623 5 52 .61 46 44 .7 URILITS 22, DR Las diferencias de coordenadas se corrigieron por paralaje, calculando estas con las fórmulas siguientes: / tg (a —a/) — m sen h 11 — PSEATECOS (0) 1—mcos h cos y te (4 — 0) = n sen h te y= teo! cos (a — a) 1—m cos (y —d) ” 1 , cos E e —«) | sen 4! ny n= p sen T RESULTADOS DEL ECLIPSE DE SsoL 167 Sol a q? A COS Y sen h. y 5 PTseng! sen (y—0). me cos J k En sen y : sen q! y tg y = 5 cos %. en las que a y dson las coordenadas geocéntricas a, d/ las aparentes /, el ángulo horario del astro p, €l radio de la Tierra para el lugar de observación 0? la latitud geocéntrica de ese lugar y T la paralaje horizontal ecuatorial del astro, obteniendo pa- ra distancias calculadas de los dos astros: Distancias Placas calculadas 2 839.4: 3 346 .5 4 OSA E 1364 .8 que comparadas con las obtenidas con las placas dan las siguientes diferencias. (OJ5=X8 + 67.6 +5 .8 AS + 7.5 Estas diferencias provienen de dos causas: de los errores de las efemérides y del error de la longitud; la longitud con respecto a Greenwich, se conoce con cierta precisión y adop- tando el valor de 6* 36" 46*.67 como exacto, no quedaría sino la primera causa para explicar esas diferencias, que a primera vista, tienen cierto carácter sistemático. Las ob- servaciones meridianas de Luna, permiten encontrar las correcciones a las efémeries y por eso se pensó en hacerlas días antes y después del día del eclipse, pero el estado at- mosférico lo impidió y por consiguiente, no se puede cono- cer directamente su valor. La distancia r de los dos astros está dada en general por cos 7= sen d sen d/ + cos J cos d/ cos (a— a”); siendo a y d las coordena- dastaparentes ide da Uan ticas e plcao sao sa el a/, 0” las del Sol. 168 ING. JOAQUIN GALLO + Diferenciando se obtiene: cos d cos d/ sen (a —a! lp EOS 8005 ESPA UN sen y cos d sen d/ — sen d cos d/ cos (aa) ¿y A AAA A AA AA sen y y calculando los coeficientes se tienen las ecuaciones: — 6.6 =0.33 da 0.93 d —3,.8=0.46 88 —4 .3=0.82 + 51 —7.5=0.92 + 26 de las que se deducen: da =— 57.2, dd = — 57.2, obteniéndose los si- guientes residuos: — 07.3 LA RN EA que se pueden considerar como errores de cálculo y de observación. Antes de concluir, quiero llamar la atención sobre los valores de d, y d;. Estos no dependen únicamente de las correcciones a las efemérides, sino también de la lon- gitud. Pero como ya dije antes, el número de comparaciones hechas, no es suficiente para hacer tales determinaciones, y si se han investigado los valores anteriores, ha sido para ver si no salían de los límites que generalmente se han ob- servado. Por las observaciones meridianas hechas en otras partes, se deduce que los errores-en las efemérides, son de 3 a 5” en ascensión recta y de 4 a 6” en declinación; por lo que creo que los valores obtenidos antes, pueden represen- tar las correcciones a las efemérides lunares. Debo decir por último, que debería haber empleado el semidiámetro de la Luna, deducido de las placas de los cen- tros del Sol y de la Luna; pero no fué posible hacerlo, tanto «por la falta de definición de las imágenes, como por ser muy pequeños los arcos comunes, lo que indudablemente hubiera dado resultados erróneos, Abril de 1916. MEMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 169 VALUAGION DE SERIES POGO GONVERGENTES Por S. PrreETO, M. $. A. (Sesión del 3 de abril de 1916.) REGLA DE DUHAMEL Cuando en una serie de términos positivos, la relación de d' Alembert Un + 1 es == a se conserva inferior a un número fijo menor que 1, la convergencia de la se- rie es segura. Basta que los términos sean decrecientes para que A,< 1; pero si la diferencia positiva 1—A, llega a adquirir valores tan pequeños como se quiera cuando n crece indefinidamente, no puede asegurarse la convergencia; a serie es divergente o bien converge con lentitud. Las series que se manifiestan rebeldes cuando se les examina con la regla de d'Alembert, pueden ar.alizarse con la de Duhuwmel: Designando v un número arbitrario pero constante (independiente de n ), si el producto D,=(n+») (1-A,) Dn se conserva, a partir del rango n,¿, mayor que un número fijo mayor que 1, la serie es convergente. Conviene hacer un estudio detenido de este teorema. Comenzaré por establecer la siguiente proposición: I. Si D, se conserva mayor que un número positivo fijo K, el término general tiene por límite cero, cuando el rango crece indefinidamente. (n +») (1 = U y a )>x>>, si n ny; u represento por u el límite de u, (n —>00) (n+.) (4 +1) > Ku, >Ku, por consiguiente Ku Un, — Un, + 1 > A z Ku Un, +1— Un, +2 dE UE Memorias de la Soc. Alzate. T. XXXV.—J2. 170 SOTERO PRIETO Ku Un, 42— Um, 43 > 7 ES »? o Ku la a > sumando las desigualdades se obtiene. 1 1 Un, —U, + 1 > Ku 6% eN EE -L - El primer miembrocrece con n, pero no indefinidamente; su límite es e ] d E Un, — U >Un,. En el segundo miembro la constante Ku está multiplicada Es _FP E por“elgfactor variable 1 1 1 1 E JE ea =l ET Y caonenncnnos + 20 que crece indefinidamente con n. Por consiguiente == (0): w—0% En la serie divergente 2 3 4 5 n + 1 n>+.2 taa A : el límite del término. general no es nulo; por consiguiente, el producto de Duhamel no se conservará mayor que un número positivo tijo. En efecto ní(n + 2) 8 il + D,=(9 +») ( E 2) (o + 1) An ON cualquiera que sea la constante ». TI. Si el número fijo E es igual a 1, el producto i nu, tiene un lómite bien determinado, positivo o nulo. En efecto (1 + 1) (2, —0 41) > 13 (+1) 0, —(2 + 9)% 41 >0, (1491) 0, > (1 +9) 4.41 Si el número positivo (n + v-— 1) u, decrece, cuando n crece, for- zosamente tiene un límite. Por otra parte, puesto que » es constante, : , O mi p lím (n + v—1)u, = lím == nu, = lima Y, .. TIT. S¿K > l; lim n u, = O y además la serie es convergente. En efecto (no — 1), (A 0) > esto desigualdad sumada con sus análogas EEE A A e e is de VALUACIÓN DE SERIES POCO CONVERGENTES 171 (2, 4v—1) un, — (n, + v) Un, +1 > (K —1) un, RE — (n+v+1DUn 42 >(K—1)m,+1 n, +1+1)U%0,22 — (n,+ pa > (EK—1) Un, +2 ......... a .orrnnrs......n.rr.n...”. o naarassara-.nnronrsrrrarnarsarararrrssrrrniirnnsrsss (a, 4Fr—1)un,—(n ++). 1 > ' >(K—1) (Un, + Un, + 1 + Um,-2+> ........ — u,), (1) Desigrado por w el límite de n u,, cuya existencia ya está demos trada, las desigualdades anteriores, individualmente dan: (1, 4+7—1) Un, > (2, +7) Un, +1 > (1 + Y +1) Um,+2 > (2, +v +2) Un, + 3 > nas EOS de donde resulta u + Un, +1 + Un + 2+ dd al + U 1 1 : ] 1 e (tata qi+ rrnmonmon...... ++»): ésta y la (1) dan (n, + v— 1) ln, — (1 +1) Un +1 > A E i == ... . AS n, Fv— 1 nv n +v+l nv El primer miembro crece con n, pero no indefinidamente; su límit, es (n, +» -—1)un, —o0 (mo + v —1) un,. En el segundo miembro, la constante (K —1) w está multiplicada por una variable que crece indefinida- mente con n. Para que la desigualdad sea posible, es necesario que (K-1)o=0, “¿=0.. La convergencia de la serie resulta de la desigualdad (1), que pues ta en la siguiente forma (n ,+v—1)un Un, + Un +1 + Um 424 > onnoncoo A expresa que la suma del primer miembro no crece indefinidamente con n. ALGUNOS CASOS PARTICULARES. Si D, varía con irregularidad, la valuación de la serie puede ser muy difícil, aun requiriendo poca aproximación. Me voy a ocupar en esta nota de las series en que el producto de Duhamel tiene un límite bien determinado: iD >. 1. Es interesante hacer notar que si el producto de Duhamel es cons- tante, la suma exacta de la serie es fácilmente valuable: 172 SOTERO PRIETO (n +») (1-%2) =D (m, + —1) 40, — (1, + 1) 0,4 1=(D— 1) un, (1, +) Un, +1 —(7% + +1) un, +2 =(D— 1) Un, +1, (n +9» —1)u2,—(n+»)4, 1=(D—1)u,; sumando (n, 4 1—1) Un, — (2 +) 4, 1= (D—1) (Un, +Un,4+1 +] Ud) 4274 corornnoneos + u,); pasando al límite a n v—l)ju Un, + Un, FP Un y 2] ooscocaccnzo = o , Igualdad que expresará el valor de la suma hecha a partir de cual- quier término y que puede escribirse así: n+»v=—= 1) u A A A ES —— (2) Si en una serie se presenta la circunstancia aludida (D, = constan- te) para cierto valor atribuído a» , modificando este valor, el producto de Duhamel será variable, pero su límite es precisamente igual a aquel valor constante Ejemplo: 1 1 1 1 1 1 12 oa SA n aa A ea 1) (n +2) ara py Css ds Ta WINE A O a E »= 04) (1-2) 050 (12) haciendo » = 2 se consigue que el producto sea constante: 1 — Aplicando la fórmula (2): 1 1 1 Lats trar = y más generalmente 1 1 1 e O TADO) E TEA (n +1) 1 A 21 n(n+1) a 1 0 —— TA Edo = Puede suceder que en alguna serie no se obtenga un producto de Duhamel constante, para ningún valor de », y que apartando los términos en dos o más series distintas, cada una de éstas presente un D, constante. VALUACIÓN DE SERIES POCO CONVERGENTES 173 Ejemplo 1 1 1 1] eN 1 1 A E OS Pa a + n(n + 2) AS? 2n+383 a) 0 Para ningún valor fijo ue» resulta constante el producto de Duhamel. La serie estudiada es la suma de las siguientes. 1 1 1 1 1 A - HA A +... A y CA A paras yy pias , 1 1 1 74 1 1 OE UK A IN Fa) TERAPIA FA) para la primera, 1 2n — 1 4 D, = (n +») (1 — 44) — (n + v) (- + +3) = pebida AS . 3 haciendo v = 3 resulta EE por consiguiente (2): 3 1 A 1 E ( +2 +1) 1.3 A a ie SERE a Para la segunda serie, el producto de Duhamel es 4 2n ES Cl a D)=+0) (14) ==. haciendo v =2 se tiene D, = 2: 1 1 0 E YN 1 24 — 174 í 68 TD aaa ER] 232 Por consiguiente 1 1 1 1 1 1 1 3 E E es NE TI: A a a VALUACION APROXIMADA DE LA SUMA. En general el producto de Duhamel es variable cualquiera que sea el valor asignado a v . Despuésde examinar una serie, y, establecida la impo- sibilidad de conservar constante a D,, en la serie misma y en las que pueden formarse apartando los términos de diversas maneras, se puede calcular un valor aproximado de la suma. 174 SOTERO PRIETO El procedimiento propuesto aquí consiste en obtener el límite D: Min dd) 10) (que para un valor suficientemente grande de n diferirá poco de D,) y en formar una serie auxiliar cuya suma exacta se obtiene inmediatamente, sin cálculo alguno. y cuyos términos difieren muy poca cosa de los de la serie da- da. Las diferencias correspondientes formarán una serie más convergente que la propuesta. El cálculo se hará como sigue. Dada una serie poco convergente Uy + Ue + Ug + ooo... A AS A a se calculará directamente la suma de los n — 1 primeros términos y queda por valuar la serie E E a se calcula el producto de Duhamel y su límite D,=— (n +») (1-2) a ln 1), DE » La diferencia entre la variable y su límite es infinitamente pequeña si el rango crece indefinidamente; la designo por 3,: Di. = 1D lEsOS (+1) (1-22) =D4 4, D (n pr—1)u—(n, +») uny1=(D—1)u, + d, Us (n+»)u1-(n+ +1) 442 =(D—1)un+ 1 +0n +$1 Un + 1> (n + +1) Un +4 2 (1 +v+2)u4n+3=(D—1)Un+ 24004 2Un +2, or erorrsrsrrrsarrrsororsarrrsnoom..nns.r..orsr9.92.$?.r2...$.92.sss rocosos... Sumando y pasando al límite, (ny »—1)%, =(D —1)(%, + Un+1+Unw+254 orcoocoos )+ (0,4. +0, 100+1 + 004 2804 20 oocooonorons E o bien, Un, + Un+1 + Un 204 oorocoo.» = n+vw=—1 1 DES Y =D 30% o + ón 91 %n 4175 Ón + 240 4 277 roo... ). (3) La serie poco convergente está expresada con otra más convergente- Ahora bien, la segunda serie será tanto más convergente cuanto más peque- ñas sean las diferencias d,, dn + 1, 9n + 2) +....* de los diversos valores de D, con su límite. Con un valor conveniente de v se puede lograr que alguna de ellas (la que se quiera) sea nula, pero las demás no lo serán. Es preferible escoger a de manera que d, resulte un infinitamente pequeño del mayor or- den posible. VALUACIÓN DE SERIES POCO CONVERGENTES 175 PRIMER EJEMPLO : ESA 1 e 1 La serie S To E roo.no.... nr a as 1..n....» es poco convergente; pongamos S E, 1 1 1 E A Mp a e = (== 1 1 1 1 A Ml a El producto de Duhamel es EA A A pr n2 En Pl ES a 20» ( my) = (n +) (2N+ 1 A D _2(n+1) q EA a EN , (2u2—3)n += mn (n +1) EN y (n +1) =2 + d,, : 1 be .s 0 Considerando a- como infinitamente pequeño principal, resulta que d, es de primer orden para cualquier valor de », excepto para v = y > en cu. yo caso d, es de segundo orden: 3 1 1 E AL A AA ÍL.= — 7. * Aa? A TE A a 2(n +1) La fórmula (3) da 1 1 1 1 A o 1 —2(n+2)(n+3) TT amor .o... e la serie propuesta se expresa con 1! 1 1 a TOFINOFD (M2 (Py ce n(n + 1) que es más convergente. El cálculo de esta serie se reduce al de 1 1 AC ESO 1 Fin +2) (n +3) (n+ 41 ño y así sucesivamente. R 176 SOTERO PRIETO Es conveniente hacer la reducción de la serie R, a la R, + E 1 AAA (AP =D 1 E - O (n + 192 (n 4 2Y ......... (n +p3 | 1 AO A n2(n + 1) ...... (n+pY 1 a o A A a LT ES (n+p+1) Para R, se tiene, ta e Ly A o GP PEN 2p (1 + p)9 + (2pv — 3p* ) n + (p? v — 2p*) y (n +p)* ; p(2»—3p)n 3 p.(v— 29). = 2 22 AAA A YE O D = 2p). p+ CEST p ( 'p ) , Callet en la introducción a sus tablas de logaritmos (págs 49 y 50) trae: : - e ... —10.411 283 516 712 056 = a ER + s a A 7 5 de donde resulta multiplicando por 4, 1 1 | A! a 3 EOS A a = 1.644 934 066 848 262 Si se hubiera querido emplear directamente lá serie S en la forma primitiva, para obtener doce decimales exactas, habría sido necesario sumar un billón de términos (1012). Puede verificarse que S=> 2. SEGUNDO EJEMPLO La serie de Leibniz: e A A A E AR A generalmente se ve con menosprecio, cuando menos si se trata de calcular un valor aproximado de 7. Es fácil utilizarla, comenzando porsumar los térmi- nos de dos endos para tener la serie : VALUACIÓN DE SERIES POCO VCONVERGENTES 117 0 AS LIE 1 se /eEs 1 yA + A E E A E ES (4n — 3) (4n— 1) 1 (4n + 1) (4n + 3) de términos positivos. Para simplificar la escritura pondré AMELIE, PEI PAS) =D”, 2. 2. > g(n) =(4u —3) (tn—1), e(n+1)=(4n + 1)(4n 45) ....... El cálculo de 1 1 1 TOC To) To e reduce al de 1 ; 1 oín)o(n +1) To(n+ D)o(n+2) el de ésta al de R, y, en general, el de es Es 1 tE e. q(nje(n+1)... e(nPp—1) 1 o(n+ 1) v(n+2) ...c(n+p) al de R, +, 1. En la serie R, el producto de Duhamel es D,.= tr Ss (Ets EIN A Oo ado de Lal A R ...... q (n+p) c(n Lp) NAAA o < : q (n +p) po? AMC A a E dl da A q (n+p) — [82pv + 16p (p —1)—?% 0 (Jr +16p(p—1)» -?p 9 (P) E A Aer 1.2 (2p= UI m 4167 (p — Ly 1294 (p): q (n+.p) == E o A E D, =2 es pg (n +2) 2v — 3p + 1 =0, »=3 (3p—1). o a SIP 1) 16p (p==1J 3] q (n +p) 178 - SOTERO PRIETO O 1) 7 g (n + p) q ap 1d e 10) +8 39 2p (4p? —1) E A A 2p (dp? — 1) a PE yg (n +p) Aplicando la fórmula (3), E dl. 1 E p 2—1 ¿(n)e(n+1)...0 (n+p—1) 2p (4p?— 1) SS + ) Sp 8 1 2p (2 1) R é q 2 (29 — 1) ¡Du BA Haciendo p sucesivamente igual a 1, 2, 3, neon... ...o... R=>3150 + 2.3 Ra, o o ON dde o 7 m E Tr 2) 1 e zh p er 8) +4 R, = ET P O 1) + 2p (29 +1)Bp+1, Para eliminar Ra, Rg, By, oncooooooooo , Rp R, = = 5 + 3IRa, 23 0) iPOD hor MD debo TB = 3) 0 + 9IR5, AREA n rara rr ran rr rr rr sarro Ir VALUACIÓN DE SERIES POCO CONVERGENTES 179 2p — 1! 2n +3 (p—1) == E + (9% +1) a teo 1) 7 P+D! Bo A (2n) 2! (2n + 3) 4! (2n + 6) + ¡1% (a) *"% (me(a+1)* 2 (men +Dem+a) 6! (2n + 9) E 8! (2n + 12) Ma A (a 44) 9303" 2p — 2! (2n + 3p — 3) 1! AORACE SPICE TI Haciendo n = 6, A 2115 4118 Cue A TEA ILD3225:27 " 21:23 ...81 * 2123.85 8! 24 10! 27 21.23...39 * 21.23... 43 4 215 416 617 = 728 Y 7232527 Y 72325 ...81 1 728.25 ...89 + 8! 8 1019 + 723.25...39 * 723.25... 43 7 =0.142 857 142857 1— A, 1 733 = 0621118012422 A, :23 = Az 248 44720497 — Az: 25= As :*9201 748833 = A, :27 = As 21 732537 => 000018403 49666=2 Aj = As 63460333=— As: 29— As DAT 075 — As 217 AS 41 tE 723.25 .... 31." 000 000 245 652 90 = 12 Arz = As 7444027 Az :33= As 212 686 — Ay :35 "—= Ayo 6! L 72335... 38" 000000006 38059 =30 Ay = An 172448= Au: 37= As 4 422 — Ayz :39 — Ays 180 SOTERO PRIETO haciendo 2v — 3p = 0, v= > P; resulta D.=2 +33. 7 d, ==> Aplicando la (3), A e por haciendo sucesivamente p =1,2,3, ......... se obtiene A 21 Bo e Ea 0 55 m2 (n A ía A + 25 Ka, ce 57 m(n + m e +3» AR $1 Es, 1 5 m(n + AS dd +4 a 73 Es, 7 2 Sm nm(n + a a ES —1)? de SÉ—I, Bots Haciendo sustituciones se tendrá R¡ directamente expresado con Ry + 1; el cálculo se hace rápidamente multiplicando la segunda igualdad por el coeficiente de Ren la primera, multiplicando la tercera por el coefi- ciente de R, en la igualdad ya obtenida y así sucesivamente: MI El IS A +21 13 1 2n + 4 13.25 , 1 ni (a -1Y 221.3 Emi NE PENN ET 1.28,83 2 23.18. ?* 2.1.3.5 nt1(n El) (n ED) 1 Pe E 2n + 10 15.23,33,45 MB E IA (n + 3) HARD 1528... (mA 1)5 PRES EA A 13.25.35... (p — 1)3 2(n—1)+3p 4 2P.1.8 5... (2 -—1) nn (n + 132..,(n +p — 1) VALUACIÓN DE SERIES POCO CONVERGENTES 181 18,23.33.... p? A (2p — 1) Sumando se eliminarán KR, , R,, R,, .- MA, A RA > O 31 22 (n +1) 21* 31 2n +10 T12n (n-p1Y...(n+ 3) 1 1 Para obtener S —= - 1 po 10 Rp +1- . , R, y resulta: Di EST E] 22 (n + 1) (n + 2)2 + hago n — 10 y ob- tengo directamente la suma de los nueve primeros términos Sa (1); 1 ]=1 000 a 22 5= 111 == . 062 == . 040 Bd a= . 020 S= - 015 0 = . 012 000 000 111 500 000 000 000 000 000 111 111 000 000 000 090 HIT 778 163 265 000 000 679 012 Sy =1. 539.767 .731: 167 Para calcular la resta correspondiente, Ry, se calculan sus términos haciendo, por lo pronto, abstracción de los numeradores 2n + 1, 2n + 4, 0 O (1)' Una rayita arriba de una cifra indica que debe agregarse media uni dad del mismo orden; así 0.477 = 0.4775; log 2= 0.3010; 7 = 3.141592 182 SOTERO PRIETO 1 0. 005000000 000000 = Aj, : 2n2 % 833 333333333 — Ai: 6=Asz, 75757575757 — Az : 11=A,, 1 1 = — = - 7 52 == > == 5129 (a 3 1 0. 000 006 887 052 341 — A, : 11=A,, 344 352617 = A, : 20=A,, 214 1 a > 0. 000000038 261402 — A¿: 9= As, 344352617 YA, =A,, 1033057851 =3A, =As, 516 528925 —= Az : :2=A,, 73 789 846 = A, : 7 = Ax, 5676 142 = Ajo 30 = An, 314 1 95 — : a o ia 0. 000 000 000 436 626 — Ay: 13=Aj,, 3493012 =8A, =Ass, 388112 = Aj: 9= An, 55 444 — Ay. T1=Aj, 41 1 = = == E 000 7 == 5: = OA 0. 000 000 000 007 920 = Ay 7= Ajo 198012 — 25Ajs = An, 1800 — Ay: 110 = Ay, 51 1 - => = — — == 23 2 == > = ACES CAE, 0. 000000 000000200 — Aj: 9=Ayp, == Ajo : 32 = Aso, 61 1 : — 0. 000000 000 000006 — 27 A2 : 26. 13! 22 (n +1)... (n + 6)? > Los términos completos de R; y la suma serán, conservando sólo 12 de- cimales: (2n + 1) A, = 0. 105 000 000 000 (2n + 4) As = 165 289 156 (2n =- 71) Ir => 1 033 058 (2n + 10) Aj2 = 13 099 2u + 13) Ay = 261 (2 EA 7 (2n + 19) Ag = 0 R, =-0. 105 166 335 681 Sg = 1. 539 767 731 167 S — 1. 644 934 066 $48 VALUACIÓN DE SERIES POCO CONVERGENTES 183 8! CE DA” 3 73335... 39 "000000000 2476 a —. 000 000 00001264 MIDA 48 7 12 EE > 00W000000000057 MA BL 7 A Aa 6040 —Ay:141= Ax 0) A 048: Age A A 981=Ay:15= AS ARA 0 Al 5=-000. 000000000792 =132 Ajy = Ayo 13.14 = 49.51 As = Asa Multiplico Az 7 As) As : Ar, Aya, Az, Ao, Aa, por los factores 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y sumo aparte los cinco primeros términos de $: 4 Az =. 024 844 720 496 9 5 As = 92 017 483 3 6 As = 1473 9174 7 Any = 44 664 1 8 Au= 19810 9 An = 1138 10 As = 79 11 A = 6 2 R; —. 024 938 258 665 1 R, =. 012496 129 3325 1 E eS -¿ = 0.888 838 888 833 3 1 E 08 OB DL 5.1 Y 10101 010 101 0 9.11 E E 198 005 1980 13.15 A — 3095 975 932 2 áí>>_ _ _ __ ___n __ ___ S, = 0.380 229 952 366 1 Ri = .012 469 129 332 5 1 0:3921 69908116987 8S= r = 83.141 592 653 589 6 El error es de dos unidades en la decimotercera decimal. En el caso presente hubo una fortuita compensación de errores, pero bien podría esperar- se, que en las circunstancias más desfavorables, el error habría de resultar de dos o tres unidades en la decimosegunda cifra. México, Febrero de 1916. rn MA NS ipod JE ATA? y ya cl We Ús e - — e PAE O A A: UY W ha 210600 LOMO 1. ¡ ¡ y a) | ¡ : JO, Y y EN A E y 100 GEA q. E A Te mó pz + B “AL uta 7 we 24 pl e 0) MAR " brit A > y IN A : AA A rad . Al e rúlba lo Le 3 Ñ y E MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE,” TOME 35 155 NOTAS SOBRE EL MOVIMIENTO BROWNIANO POR EL ING. PEDRO BENARD, M. S. A. El señor profesor A. L. Herrera presentó en 1914 a la So- ciedad un trabajo relativo al movimiento browniano, del que tuve conocimiento hasta después de su publicación en las Me- morias de la Sociedad, y como en esta nota el autor llega a unas conclusiones tan opuestas a las ideas modernas, he creído conveniente revisar la técnica experimental de sus trabajos para ver si no había introducido algún error sis- temático, y, efectivamente, encontré que no puede haber visto lo que creyó ser el Mierococcus brownianus. Nos dice el señor Herrera haber visto que el movimiento browniano era debido a un micrococcus que pudo definir por su forma, su multiplicación, sus pestañas vibrátiles y su comportamieuto con los colorantes. Empleó para "sus Ob- servaciones un objetivo Zeiss AA., y después de haber afo- cado su cámara con luz incandescente, tomó fotografías con luz de magnesio, y todavía amplificó las negativas ob- tenidas hasta llegar a un aumento de 6,000 diámetros. Ahora bien, el sistema empleado es enteramente inade- cuado; el objetivo en cuestión tiene una abertura de 0.30, y como es bien sabido, por la conocida teoría de Abbe, el poder de definición de un objetivo es directamente propor- cional a la abertura, y para obtener los aumentos mayores, es necesario emplear los objetivos de mayor abertura. Suponiendo que el ojo pueda distinguir dos objetos vis- tos bajo un ángulo de 2 minutos, lo que parece ser el má- Memorias de la Soc, Alzate. T. XXXV.—13 156 ING. PEDRO BÉNARD ximo de definición, resulta que con este objetivo el aumento total del microscopio no puede pasar de 150 diámetros por una luz de longitud de onda de 0.55 ». Es entonces inapli- cable para aumentos de 2,000 diámetros y más, pues las figuras de difracción de los objetos más pequeños que 1 y se sobreponen y hacen ilusorio todo aumento ulterior. Em- pleando oculares muy potentes, o aumentando la distancia de la placa fotográfica y amplificando todavía las negativas se obtendrán efectivamente aumentos considerables, pero nunea se podrá ver o fotografiar lo que el objetivo no ha podido definir, es decir, que no se podrá aumentar así los detalles. Además, el objetivo en cuestión está corregido de sus aberraciones únicamente para dos radiaciones del espectro visible, y no para las radiaciones ultravioletas que son las principales que contiene la luz de magnesio empleada y casi las únicas que ve la placa fotográfica. Como consecuencia, la placa afocada con luz de incandescencia deja de serlo con luz de magnesio. Fácilmente se hubiera podido remediar esta falta empleando un objetivo apocromático, o mejor ha- ciendo uso de luz monocromática. Tampoco es conducente amplificar negativas de gelatino bromuro, pues el grano de estas placas es del mismo orden de tamaño que los corpúsculos fotografiados. Nada se parece más a dos celdillas en conjugación como la figura de difracción de dos objetos muy pequeños y muy cercanos, como pueden ser dos corpúsculos del tamaño de los que presentan el movimiento browniano. Tampoco son concluyentes los experimentos de colora- ción, pues el señor Herrera, después de hablar de la dificul- tad de esta operación, nos dice que sólo con nitrato de plata pudo obtener una coloración. Bien sabida es la farci- lidad con la que se reduce el nitrato de plata en presencia de huellas de materias orgánicas, sin necesidad de que sean NOTAS SOBRE EL MOVIMIENTO BROWNIANO 1857 reductores como los que contiene la creolina experimentada (cresol, oleína, resina, etc.). En vista de lo expuesto, llego a la conclusión de que el señor Herrera no ha demostrado lo que asienta, es decir, que el movimiento browniano sea debido al supuesto Micro- coceus brownianus, pues su manera de operar no le permitía distinguir lo que creyó haber visto en sus fotografías. Tam- poco es demostración la coloración obtenida con el nitrato de plata. No estando demostrada la existencia de este mi- erococcus, no son de aceptarse tampoco las conclusiones antibiológicas a que llega. Quedan, por consiguiente, en pie las teorías cinéticas establecidas con anterioridad por Gouy, Perrin, Duclaux, Henri, etc. Me permito aconsejar al señor Herrera vuelva a repetir sus experimentos con luz monocromática (lo mejor sería emplear la raya añil de la lámpara de mercurio 0.436 ,) y con el objetivo de mayor abertura que pueda conseguir, sea de 1.30 a 1.40. Tambiémw es conveniente emplear para las placas fotográficas emulsiones de colodión sensibilizadas con clorofila, que son mucho más finas que las de gelatino bro- muro y son bastante rápidas. Es indispensable evitar el empleo de materias orgáni cas en las pruebas de coloración con nitrato de plata. México, 1.” de mayo de 1916. de | ” e A ' . - E - ; e ñ i e e A + 2 NS . - - -. 13 7 4) AÑ ARI a Má po. mn po PA NE . e” Ú - «$ " y al v . y n des b el , > IN CAOS MET e po ibn A de e Rua lb yy Ey JA ida A Pad rol P y mE Y > a de . P e: %) A JAEN ave 144 "Wi o eb MEF. 200 m y á h p » t A dl qn!" ' ) A por ) 2 $. ] Ad p . AA A AVE 7 AO o 4 nl E 0 AS F E IAQTN GO El . . E MAA A HS is |: A ml y) al CI y - vi ¡ 1 . o ' na wV4, 140 ] Le. PITA e Un Es A *L¿E pr A A s o + Me. 4 ha ei ÍA y r a $ 1 y ip y E li - > LA a 0 - sy » z . > A 1 A s ¡QS e Ar, , ale ES > A » y > ME A “ALZATE.” DE LA SOCIETE MEÉMOIRES zado] o1prdIEl ud TA "SpIOJ19UB UN 10) BPe uo) OPIS 19(*U | 10d OUB 9]59 lua u0rsa1d B| Pp 98 ON | / | | SylON 9061 2P | — e HO 00m uv E SN DATDNSASSNNSDO0O A LITE [4103 vranI!] ¡$E_i_-oA——— “IN | SL “IN | TS 28 Ar A ETS .-- 3IQUIPIA “IN 166 “HN 6S 06 a NE OO “"**3IQUIITAON STENO AESOT "EN 29 76 A AS RUE NIE eS 9IQUIO | “HN | 601 HN 09 88 op + lype | zevt | uo | alquiapdas | IN Or "EN vL 68 OA NEO Lovin ei “"":0]503 Y CON 9:€T CON US; 28 ASA o O AA RA E on HN 821 "HN ys S8 o AY A a Ol ANO DL 'M | Ly 08 SO pS OXBIN HN |v8 "EN 49 ES AAA A THQV ELN Sid EIN LR 9L TL O aa es OZABIAL l HN |66 “IN 69 28 CORO SS O 0191q9+1 | LN O ES 2 9/ A a EEN SIGA perreo QIOUA A AP ET WET (IET | ¡Ud VUIuT IN UI A VIPAIN | | . | Z > es » EE r peypatuoH om OJUOLA SOON vIQUIOS Y] $ vinvled ua L 100422 == H oue pp us “ang “uedenyeubiyo ua ¿PIuBIO, O1JOJeAJaSqO [9 UA sepeonorad se] 9p [e19u36 NIMNSAY “H ¿Sb/Lol! 4 "N /0€/15061 = 0 SVII9010YOJL3M SINOIDVAYISIO 8"169 9 “AIN “IN (2 O TO NS OA dudó dd Us A a ouy | 6'€h 08 “HN "HN |85 26 ve | “e "3IQUISIAON “ 0'v9 W9 “HN GUN AT, 26 5 Lp | MES qaDO + 529 yl “HN “INH | 25 06 v"9 pS AQUI NdIS A 9'601 vS “HN “HNH | 99 65 OL “0Js03z y “ S0L ld "HN “HNH | 19 06 IAN SAA AA A A omnf “ 8'6L 19 “HN IN 109 * 98 e A EAS ON IA a ed li A oa $8, $9 “FIN “Mi $9 €8 (37) E Pron .oonssonn..32”.»s OXBIA Y | 0'St 19 “HN "S (97 (0 00 rra... ooo...» 11q y uy 0'€l S"¿T "HN "HEN | 8T bl NAO e a es ao dl lr O 'OZIBA S "6. 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Desde fines de 1912, en que se terminaron los trabajos de campo referentes a la medida del meridiano de 98” al Oeste de Greenwich, en la parte que a México corresponde, se pen- só en ligar nuestra triangulación con la correspondiente americana, para tener a la vez que una comprobación más de nuestros trabajos, la manera de referirlos al mismo “pun- to dato” y poder presentar los resultados, en forma tal, que _pudieran ser utilizados desde luego en la determinación de las dimensiones del eclipsoide que mejor represente a la tie- rra, en el Continente Americano. Circunstancias especiales hicieron que dicho enlace se difiriera indefinidamente, hasta que el Gobierno Constitu- cionalista se estableció de nuevo en la ciudad de México, quedando al frente de la Secretaría de Fomento, Coloniza- ción e Industria, el señor ingeniero don Pastor Rouaix, quien comprendiendo la importancia de este trabajo, decidió lle- varlo a cabo, habiéndolo encomendado a la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos de reciente fun- dación. Con anterioridad el Coast and Geodetic Survey de los Es- tados Unidos, había tenido la deferencia de extender su triangulación hacia el Sur, en el Estado de Texas, hasta quedar a conveniente distancia para ligarla con la nuestra, siendo los vértices Donna y Río los que mejor se prestan para dicha operación, como se ve por el adjunto croquis. Aceptado el cuadrilátero Donna-Río-ColombresTenaci- 196 ING. SILVERIO ALEMÁN tas, como figura de enlace, se procedió a nombrar las comi- siones que debían de ejecutar los trabajos, habiendo tenido el suscrito el honor de llevar en ellos la representación de México, según el siguiente nombramiento: “Habiendo ordenado la Secretaría de Fomento que se ejecuten los trabajos geodésicos para efectuar la liga de la triangulación mexicana con la correspondiente del Coast £ Geodetic Survey, esta Dirección ha tenido a bien nombrar a usted, como jefe de la Sección de Geodesia, para que efec- túe dichos trabajos, en la inteligencia de que la dirección de ellos se ha acordado la tenga el superintendente del Coast K£ Geodetic Survey, por lo que los trabajos se efec- tuarán según las instrucciones de la oficina de Washing- ton, que oportunamente se le comunicarán a usted, ya di- rectamente, ya por el intermediario de esta Dirección. Acompañarán a usted para la ejecución de los trabajos antes indicados, el señor ingeniero Manuel Medina y el auxiliar Manuel Moncada, a quienes ya se les comunica acaten sus órdenes.” Quedaba pues la “dirección” de los trabajos a cargo del señor superintendente del C. £ G. $S., quien comprendiendo sin duda que su ejecución sería bien conocida de las perso- nas encargadas de ella, dejó el arreglo de los detalles nece- sarios, a las comisiones americana y mexicana para que procediesen de común acuerdo, como se sirvió manifestár- melo el señor Carey V. Hodgson, representante del Coast and Geodetic Survey, en la primera entrevista que cele- bramos. La comisión mexicana partió de esta capital el día 18 de febrero del año en curso, llevando los intrumentos y demás útiles necesarios, habiendo llegado a H. Matamoros tres días después, y procediendo desde luego a instalarse en el local designado por el señor general A. Ricaut, Jefe de la Línea, en Matamoros. Como no se sabía la fecha en que la comisión americana ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 197 vendría a la frontera, nos ocupamos entre tanto de la refe- rencia del poste astronómico de dicho lugar, a la Aduana, habiendo tenido que ejecutar una pequeña triangulación, de cuyo trabajo se encargó el señor Medina, y que pudo presenciar en parte el señor Director, por haber llegado en- tonces a Matamoros. Terminado este trabajo se procedió a instalar nuestro campamento en Río Bravo, antes Colombres, pues ya se tenían noticias de Washington de que pronto vendría el observador americano, como efectivamente sucedió, habien- do tratado con él los asuntos que en seguida se expresan. Altura de las señales No siendo visibles entre sí los vértices del cuadrilátero a causa de la curvatura de la tierra y de los árboles de que es- tá cubierta la región, fué necesario estimar la altura que debían tener las torres, para lograr la visibilidad deseada. habiendo en general, dos maneras de proceder, cuando no se hacen experiencias sobre el terreno: Lo primero que se ocurre, es dar a las torres una altura tal, que salven el ma- yor obstáculo que pueda oponerse a la visibilidad; pero es- to ocasiona siempre crecidos gastos, exponiéndose a des- perdiciar material y tiempo en la construcción de torres más altas que lo necesario. La otra manera de proceder con- siste en calcular la altura para que las visuales puedan sal- var los obstáculos que encuentren a su paso y no queden muy rasantes; mas para que este cálculo sea eficaz, se ne- cesita conocer además de las alturas de los vértices y su distancia, las de los obstáculos que impidan las visuales y sus distancias a los puntos cuya visibilidad se busca. En el caso de que me ocupo, se había resuelto por la Di- rección, construir las torres de Colombres y Tenacitas, se- gún el modelo usado por el Coast € Geodetic Survey, más sin saber la altura que deberían tener, ni qué obstáculos había que salvar con las visuales. Confiábamos, además, 198 ING. SILVERIO ALEMAN en que el señor Bilby, experto en la construcción de señales vendría a construir las nuestras, por haberlo ofrecido así la oficina de Washington, y hasta se remitieron las órdenes para la Aduana de Matamoros, a fin de que el señor Bilby no tuviera el menor contratiempo al cruzar la línea divisoria, con la madera y utensilios necesarios, siendo por cuenta de México todos los gastos. En la primera entrevista que tuve con el señor Carey V. Hodgson, representante del Coast «€ Geodetic Survey, el domingo 19 de marzo, supe con gran sorpresa de mi parte, que el señor Bilby no podía venir por estar ocupado muy lejos de la frontera mexicana y que así lo habían comunica- do a la Dirección, teniendo que ocuparme yo de la cons- trucción de las torres, según los datos y modelo traídos espe- cialmente para mí por el señor Hodgson. Aunque no dejó de desconcertarme esta variación tan importante en mi programa de trabajos, por no ser experto en la construcción de torres, pensé desde luego en utilizar las que existían ya construídas con anterioridad en Colom- bres y Tenacitas, haciéndoles las reparaciones necesarias para dejarlas a la altura suficiente para conseguir la visi- bilidad, y así lo propuse al señor Hodgson, quien aceptó mi idea en lo general, faltando solamente fijar la altura de las referidas torres. La opinión del señor Hodgson era que la altura debería ser de 25 metros para la luz y 19 para el instrumento, sien- do este otro detalle nuevo para mí, pues tengo entendido que en nuestra triangulación, tanto el heliotropo como el aparato, se colocaron siempre en el mismo lugar de la torre. Comprendí que no era tarea tan sencilla aumentar a más del doble la altura de nuestras torres, y que en tal caso era preferible hacerlas de nuevo; mas al informarme del precio de la madera y utensilios necesarios, supe que costa- rían cerca de $400 oro, siendo ésta la cantidad que me ha- ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 199 bía dejado el señor director para todo el trabajo, incluyen- do mis gastos personales. Pensé en un principio telegrafñar a Tacubaya pidiendo más dinero, pero tropecé con la dificultad de que entonces no había giros telegráficos ni postales, y que ni siquiera sabía si el señor director había ya llegado a México, por haber salido de Brownsville dos días antes de que llegara el señor Hodgson. Por todos estos motivos opté por acudir al cálculo para ver si era posible utilizar nuestras viejas torres, realizando de esta manera una economía considera- ble de tiempo y de dinero, pero siempre con la idea de cons- truirlas de nuevo, en caso de que esto fuese absolutamente necesario. Manifesté al señor Hodgson, que como también él tenía que construir sus torres y yo no tenía experiencia en esta clase de trabajos, iría a Donna a presenciar la construc- ción, si no tenía inconveniente en ello, acompañado del se- ñor Manuel Moncada, auxiliar de la Sección, a lo cual ac- cedió de muy buena voluntad, habiendo quedado convenido que nos volveríamos a ver el miércoles 22 en el lugar citado. Antes de terminar nuestra entrevista, expresé mi agra- decimiento al señor Hodgson, por las frases de saludo que me dió, tanto de parte del señor E. Lester Jones, superin- tendente del Coast € Geodetic Survey de los Estados Uni- dos, como del señor W. Bowie, jefe de la Sección de Geodesia, quien dijo sentía mucho no haber podido venir a pre- senciar los trabajos; y le supliqué hiciera presentes a di- chos señores mis respetos y los de la Sección a mi cargo, disculpando al señor director de no haber podido permane- cer más tiempo en Brownsville. Conociendo la rapidez con que trabajan los norteame- ricanos y no queriendo que hubiera demoras por causa nuestra, telegrafié al señor Moncada a Río Bravo, en donde estaba instalado nuestro campamento, para que se viniera inmediatamente a Brownsville, y mientras llegaba me puse 200 ING. SILVERIO ALEMÁN 2 t a estudiar el asunto de la compostura de nuestras torres, habiendo llegado a los resultados que en seguida se verán. Si C y D representan los vértices Colombres y Donna, que son los más distantes, la altura necesaria para que las visuales pasen tangentes al suelo en la parte media, se cal- culó por la fórmula: hb =—= k/2R (t — 2m), en la cual h, es la altura AC ó BD, k, la distancia al punto de tangencia = 1/2 CD; m, el coeficiente de refracción, y R, el radio de la tierra. En nuestro caso k — 10 kilómetros aproximadamente, y tomando para m, —0.0627, y para log- R, 0.80260, se halla: h = 0.0887k, ó k = 11.28h, estando h expresada en metros y k en kilómetros. Así, pues, la altura buscada sería de 8.9 metros; pero como la luz en Donna quedaría a 25 metros sobre el nivel del suelo, la visual de A, pasaría a (25—9)|2=8 metros aproximadamente del punto más bajo, suponiendo que no hubiera diferencia considerable de nivel, entre los puntos en cuestión. ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 201 No era fácil calcular la altura que “podrían tener” los árboles de la orilla del río, pero a mí me pareció que 10 me- tros era una buena estimación, y que con dar a nuestras torres una altura de 15 metros para el soporte del instru- mento, era suficiente para que las visuales pasaran a 11 metros del suelo, en la parte más baja, y a 1 ó 2 sobre las copas de los árboles. Debo advertir, antes de continuar, que no teniendo da- tos más precisos de que partir, no hubiera valido la pena llevar un rigor exagerado en los cálculos, ni creo que sea necesario en casos semejantes, siendo preferible acudir a la experiencia, como lo hice después. No fuimos a Donna el día indicado antes, por haberme avisado el señor Hodgson que aún no comenzaba la cons- trucción de sus torres, pero al día siguiente, jueves 24, lle- gamos a dicho lugar y pudimos ver el trazo de los cimien- tos, tanto de la torre interior (tripod), como de la exterior (scaffold), lo mismo que la manera de armarlas en el suelo, uniendo tiras de madera para formar las aristas, y dando a éstas la misma sección, hasta los 5/6 de su longitud. Esto hace que dichas piezas resulten muy ligeras, pero su resis- tencia se aumenta con los atravesaños y contavientos, y además con la flexión que se les da, al armar las torres, como lo muestra el grabado, que es copia de una fotografía, que me obsequió el señor Hodgson. Por la noche hablamos de la altura de las torres, y ha- biéndole hecho conocer mis proyectos, los aprobó y quedó convenido que yo elevaría mis torres a 15 metros para el apa- rato y 17 para la luz, debiendo avisarnos mutuamente las fechas en que estuviéramos listos para comenzar las obser- vaciones, las cuales deberían ser de noche, para cuyo efecto me prometió prestarme unas lámparas de acetileno de las que usan actualmente en el C. £ G. $S., y que han dado es- pléndidos resultados, como pudimos verlo después. Para tener mayor seguridad en las consideraciones que Memorias de la Soc. Alzate. T. XXXV.—14 / ING. SILVERIO ALEMÁN 02 (LES as SIB VAR NNSANZAN> E pa OS Zea ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 203 me sirvieron para estimar la altura de nuestras torres, pre- gunté al señor Hodgson si habían calculado en el C. £ G. $. el coeficiente de refracción con las observaciones de Texas, y si había resultado negativo, en algunos casos. Me dijo que no podía darme los resultados por no tenerlos a mano, pero que efectivamente, algunas veces había resultado ne- gativo y con un valor muy semejante al encontrado por DOSOÍTOS. , Hablamos en seguida de nuestro programa de trabajos, habiendo convenido en que las lámparas se encenderían desde la puesta del sol hasta el amanecer, debiendo termi- nar las estaciones en una noche, si posible era, y usar el código de señales del C. £ G. S., cuyo extracto doy más adelante. Convenimos también en usar el método de Bessel en la observación de las direcciones azimutales, debiendo hacer él 16 series y yo 18, a causa de ser de dimensiones más pe- queñas nuestro instrumento y sólo tener dos microscopios micrométricos, estando provisto de tres el aparato ameri- cano. Respecto de la observación de distancias zenitales, me dijo que no la creía necesaria, pero que sin embargo la haría, para cuyo efecto convenimos en poner heliotropos de dos a cuatro de la tarde, habiendo terminado con esto la entrevista. Al día siguiente salimos para Brownsville y nos dedica- mos a comprar la madera y utensilios necesarios para la compostura de las torres, habiendo llegado a Río Bravo el día 25 de marzo. El día 26 (domingo) se comenzó la com- postura de la torre de Colombres y se terminó el 31, ha- biendo sido necesario desarmarla en casi su totalidad, re- forzar los cimientos y volver a poner atravesaños y contra- vientos, teniendo además que separar las aristas para au- mentar la sección y darle la altura requerida, pues sólo era de 10 metros la torre interior y algo más baja la exterior: L la colocación de piezas de madera de 20 pies de largo, a la 204 ING. SILVERIO ALEMÁN altura que se pusieron, fué en extremo difícil y aún peligro- sa, no pudiendo menos que encomiar la labor del señor Moncada y de los que lo ayudaron. 459. E Torre americana. Antes de terminar el arreglo de esta torre, recibí una carta del señor Hodgson, en que me decía que creía poder terminar sus torres para el primero de abril, pero después recibí otra en que me avisaba no estaría listo antes del día 3 del mismo mes, no habiendo podido levantar la torre ex- terior de Donna a causa del fuerte viento que soplaba, y ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 205 que el señor Bowie le había escrito expresando una vez más, lo mucho que lamentaba no haber podido venir a la frontera a presenciar los trabajos. Contesté su carta al señor Hodgson manifestándole que también nosotros habíamos tenido dificultades en.la com- postura de las torres y que sólo la de Colombres estaba lis- ta, estando ocupados por entonces en la de Tenacitas, de- biendo darle oportuno aviso cuando ésta quedara terminada. Antes de continuar, conviene advertir que por más es- fuerzos que hicimos, no logramos ver desde Colombres la torre de Donna, habiéndolo atribuído a la fuerte vibración atmosférica y esperando que llegaran las lámparas para cerciorarnos de la visibilidad. El día 3 recibí un telegrama del señor Hodgson, en que me avisaba que ese mismo día encendería las luces de Donna, d+ las 8 p. m. a las 9 para Tenacitas, y de esta hora a las 10 p. m. para Colombres, debiendo comenzar las ob- servaciones en Río, el día 5. Me apresuré a contestarle que aun no terminaba la to- rre de Tenacitas y que antes del día Y me era imposible ha- cerlo, quedando en darle oportuno aviso, como efectivamen- te lo hice el día 8 en que logramos terminar dicha torre e instalar el instrumento. Desde la puesta del sol encendimos nuestras lámparas y me dispuse a observar; mas al intentar hacerlo, tropecé con la dificultad de que la luz de Donna no se veía desde la meseta del instrumento, a causa de los árboles relativamente altos de la orilla del río, y sí desde el techo de la torre exterior, en el lugar ocupado por la lám- para. Como la diferencia de alturas de las torres interior y exterior era sólo de 1.50 metros, lo indicado era aumentar ambas torres de esa cantidad, y así lo participé al señor Hodgson al día siguiente; pero él, más afortunado que yo, logró terminar la estación de Río, pues la torre de este lu- gar era visible desde las nuestras, en cerca de las dos terceras 206 ING. SILVERIO ALEMÁN partes de su altura, siendo por lo mismo bastante aproxi- mado el cálculo que había yo hecho de la altura de nuestras torres. El día 10 terminamos la compostura de la torre, y ese mismo día recibí un telegrama del señor Hodgson en el cual me recomendaba probáramos también la línea Donna Co- lombres, poniendo las luces el 11 por la noche; pero antes de hacerlo y de saber el resultado, recibí un mensaje del Cónsul mexicano en Brownsville, señor José Z. Garza, Ci- tándome para el día siguiente, pues el señor Hodgson desea- ba conferenciar conmigo. Tuve la fortuna de estar puntual a la cita, y en ella me hizo saber el señor Hodgson que había sido llamado de Washington, pero que vendría otra persona en su lugar a terminar el trabajo, y que era necesario elevar mis señales, por no ser visibles desde el lugar del instrumento en Donna, a Causa de quedar 6 metros más bajo que las lámparas. Hice presentes al señor Hodson las dificultades que ten- dríamos para aumentar más la altura de nuestras torres, da- da su pequeña base, y le propuse fuera él quien elevara su aparato en Donna, por parecerme más sencillo este arreglo de una sola torre en vez de dos de las nuestras, pero me dijo que no podía acceder a mis deseos, por tener que salir dentro de uno o dos días. Deseando hacer lo posible por allanar las dificultades, “propuse aumentar mis torres, a pesar de las dificultades que tendría para ello, siempre que pudiera disponer del tiempo necesario para llevar la madera desde Matamoros y ejecu- tar el trabajo, comprometiéndome a terminarlo en tres o cuatro días. El señor Hodgson me dijo que no podía diferir su viaje por ningún motivo, y que esto lo arreglaría mejor con la persona que viniera en su lugar. Le propuse también que dejara sus órdenes para que se encendieran las luces de Donna y Río y poder yo ejecutar las observaciones de Tenacitas y Colombres, mientras llegaba la persona que de- ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 207 bía sucederle, pero me manifestó que no tenía quien se en- cargarse del cuidado de la lámpara en Río y que sentía mu- cho no poder complacerme. Creí de mi deber participar a la Dirección lo sucedido y pedir instrucciones, pues dada la importancia que se atri- buyó desde un principio a este trabajo, no dudaba me pres- taría su valiosa ayuda para arreglarlo de una manera sa- tisfactoria. El señor director me dijo no tener noticias oficiales del retiro del señor Hodgson y que hiciera lo posible por ven- cer las dificultades agotando mi ingenio para poner nues- tras luces en condiciones de trabajo. Como ya había partido el señor Hodgson cuando recibí esta contestación, de motu propio telegrafié al señor super- intendente del Coast € Geodetic Survey diciéndole que mis torres estarían listas en unos cuantos días, y que avisaría - oportunamente cuando estuvieran terminadas. Procedí inmediatamente a comprar y transportar la ma- dera necesaria, participando a la superioridad la determi- nación que había tomado y lo dicho al señor superintenden- te, y habiendo recibido su aprobación, dimos mano a la obra, terminando el 24 de abril, después de habernos cercio- rado de que nuestras luces tenían ya la altura necesaria, por haber visto más de la tercera parte de la torre de Donna. Me dirigí a Brownsville a telegrafiar al señor superin- tendente del C. € G. S. que ya mis torres estaban listas y que esperaba en ese lugar al nuevo observador; pero en el Consulado mexicano se me entregó una carta procedente de Washington, en la cual el señor E. Lester Jones, superin- tendente del C. «€ G. $. se sirvió explicarme la causa de la partida del señor Hodgson, asegurándome que haría lo po- sible porque se terminara el trabajo y que el nuevo obser- vador señor Edwin H. Pagenhart, estaba listo para salir cuando mis torres estuvieran concluídas. Esta deferencia 208 ING. SILVEBIO ALEMÁN de parte del señor Jones, vino a borrar la impresión que me produjo la inesperada partida del señor Hodgson. Contesté la carta del señor Jones dándole las gracias por su amabilidad asegurándole que ya no tendríamos difi- cultades para continuar el trabajo, presentándole mis res- petos y los de la sección a mi cargo. El día 26 recibí un telegrama de Washington en que se me avisaba que el señor Pagenhart salía ese mismo día, de- biendo llegar a Brownsville el 29 ó 30 a conferenciar conmi- go y ponernos de acuerdo en cuanto a los detalles necesarios para la terminación del trabajo. Con anterioridad había escrito a la Dirección partici- pándole la terminación de la compostura de las torres y la seguridad que tenía de que llenaban los requisitos necesa- rios, en cuanto a la visibilidad de las luces, pero sin poder asegurar nada respecto de su estabilidad. por no tener aún experiencias, siendo de temerse solamente que por haber aumentado la altura a más del doble y por haber utilizado madera vieja que tenía más de cuatro años de estar expues- ta a la intemperie, no quedaran lo suficientemente firmes para la precisión requerida en las observaciones: que en tal caso no quedaría más remedio que construirlas de nue- yO y que no contaba con el dinero necesario por haber gas- tado ya más de la mitad del que se me entregó. El 4 de mayo recibí contestación de la Dirección, en la cual se me dijo estar conforme con lo que hiciera, mas sin hacer mención alguna de si podía o no disponer de más fon- dos, como lo indicaba en mi carta, y avisándome el señor director su próxima partida a Yucatán, por cuyo motivo tal vez no recibiría ya mi correspondencia, y sin decirme a quién podría dirigirme, en su ausencia, para los asuntos de la comisión que se me había confiado. Desde este momento comprendí que debía obrar en todo según las circunstancias me lo indicaran y que estaba aban- ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 209 donado a mis propios esfuerzos, por lo cual resolví no mo- lestar más a la Dirección, como efectivamente lo hice. Por fortuna para mí, en esta fecha ya tenía concluída la mitad del trabajo, pues el señor Pagenhart llegó a Brownsville el día 30 de abril, y habiendo conferenciado con él ese mismo día, arreglamos nuestros programas de trabajos, debiendo partir al día siguiente para nuestros respectivos campamentos a comenzar las observaciones, tan- to de las direcciones azimutales como de las distancias ze- nitales, a las horas que nos fuera posible hacerlas. Sobre los diámetros que había que dar a las luces de las linternas, nada se convino por haberme asegurado el señor Pagenhart que era preferible que éstas se vieran grandes y no muy pequeñas, como acontecería en caso de amorti- guarse las flamas por cualquier motivo. Tenía yo curiosidad en saber cómo lograban centrar las torres americanas y me permití preguntar al señor Pagen- hart sobre este asunto, habiéndome dicho que lo hacían con un colimador vertical que no sólo permitía transportar el punto de estación, sino también medir la separación de este punto al centro actualmente ocupado por el instrumen- to, de manera de llevarla en cuenta en el cálculo de las di- recciones. Como nosotros no disponíamos de semejante aparato para centrar, lo hicimos por medio de un teodolito colocado a suficiente distancia del centro de estación y en dos direc- ciones perpendiculares entre sí; visando dicho centro y le- vantando el anteojo hasta ver la parte superior de la torre y marcar sobre de ella dos puntos en coincidencia con el eruzamiento de los hilos, en seguida se invertía el anteojo y se volvía a visar el centro, marcando otros dos puntos co- mo antes. La mitad del espacio comprendido entre las dos líneas así definidas, daba la dirección del centro, sobre la torre. Idéntica operación repetida en la otra dirección, per- pendicular a la primera, daba la otra línea, la cual por 210 ING. SILVERIO ALEMÁN su intersección con la primera definía el centro; indepen- dientemente del error de colimación del anteojo y de la in- clinación de su eje de alturas. Esta operación se hacía dia- riamente antes de comenzar a observar y nunca se halló una diferencia de más de medio centímetro. Antes de hablar de las observaciones creo indispensable hacer una ligera descripción del instrumento, por tener al- gunos detalles que no se han mencionado sino de una mane- ra incompleta. EL INSTRUMENTO Construído por la acreditada casa Repsold K£ Sóhne de Hamburgo, el Altazimutario que se usó es del tipo acodado, como lo muestra la adjunta lámina. Reducido a sus elemen- tos esenciales, se compone de dos limbos graduados, uno ho- rizontal y otre vertical, montados sobre dos ejes perpendi- culares entre sí, y de un anteojo que sirye para definir las visuales. El limbo horizontal gira sobre un eje que forma cuerpo con la parte inferior del aparato y con tres brazos sopor- tados por tornillos niveladores. Concéntricamente con este eje va la alidada que lleva los microscopios, dos en número, y que gira con toda la parte superior, independientemente del limbo, el cual a su vez puede moverse quedando fija la parte inferior; esto hace que el aparato sea esencialmente reiterador. Círculos graduados. Están divididos en espacios de 4” y numerados en sentido contrario al movimiento de las mane- cillas de un reloj. El vertical va unido al eje de alturas y gira con él, permaneciendo fija la alidada que lleva los dos microscopios, la cual forma cuerpo con uno de los soportes del anteojo. Anteojo. El objetivo acromático construído por Stein. heil, tiene una abertura libre de 55.6 milímetros y una dis- ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 211 tancia focal de .... centímetros. Tres oculares positivos permiten obtener aumentos de 25,40 y 70 diámetros. La retícula está formada por 10 hilos verticales y dos horizontales que subtenden un ángulo de .. y que forman un cuadrado pequeño con los verticales más inmediatos al centro del campo; este cuadrado sirve para definir las visuales. El micrómetro ocular tiene un hilo que se mueve per- pendicularmente al eje óptico del anteojo mediante un tor- nillo micrométrico, cuyo tambor está dividido en .. partes, valiendo cada una. Este micrómetro puede orientarse en dos posiciones per- pendiculares entre sí, lo cual permite emplearlo para medir pequeñas diferencias en azimut y en distancia zenital. Niveles. Paralelamente al círculo vertical van montados dos niveles que se fijan a la alidada protejidos por unos tu- bos de cristal y provistos de un tornillo de arreglo que per- mite variar el ángulo que forman con aquella. Ambos es- tín divididos a partir de una de sus extremidades, la que queda a la izquierda del cbservador, de OU a 60 partes, va- liendo cada una 17.47 y 1.51, para el más próximo y más lejano del ocular respectivamente. Microscopios. Cada alidada lleva dos, provistos de las piezas necesarias para su arreglo, tanto en los extremos de un diámetro, como perpendicularmente al limbo, y para acercarlos o alejarlos de éste. El campo de estos microsco- pios es de 80”, lo que permite leer las indicaciones del limbo sin necesidad de índice especial. Dos sistemas de hilos pa- ralelos permiten hacer las bisecciones de las rayas de la graduación, dejando a uno y otro lado espacios de 7” pró- ximamente, que se ven con claridad bastante para que el error de bisección no pase de 07.5. Sirven estos dos pares de hilos para hacer las lecturas con las rayas anterior y posterior al índice, evitando tener que recorrer todo el espacio que media entre ellas, pues la 212 ING. SILVERIO ALEMÁN distancia de los ejes de los dos sistemas es de media reyolu- ción del tambor del micrómetro, que está dividido en 60 partes y da dos vueltas al pasar los hilos de una raya a otra de la graduación. El aumento de estos microscopios es de 30 diámetros aproximadamente y las vueltas se cuentan por medio de unos peines situados en el mismo plano que los hilos. Iluminación. La de la retícula se logra por medio de una lámpara de aceite colocada del lado opuesto al ocular, so- bre una pieza unida a los soportes del anteojo y que envía la luz por uno de los muñones a través del prisma central, hasta el ocular, siendo necesario servirse de una lamparilla eléctrica de mano para iluminar las graduaciones de los círculos. Tornillos de aprozimación. Tanto el movimiento azimu- tal como el de alturas, pueden hacerse mediante tornillos tangenciales que obran sobre pinzas por medio de las cua- les se paralizan dichos movimientos. Aunque no hay dispositivo para variar la altura de los soportes del anteojo, el instrumento está provisto de un nivel montante, que se coloca sobre los muñones y que sirve para llevar en cuenta la inclinación del eje azimutal, siendo su valor angular de 2” aproximadamente. LAS OBSERVACIONES A fin de eliminar en el resultado la influencia de los erro- res periódicos de la graduación, se procedió desalojando ésta en cada serie, un número de grados igual a 360|2n, siendo n el número de series. Como en nuestro caso n=18, resultarían 10% para cada desalojamiento; mas para eli- minar también el error de curso, de los micrómetros, fué preciso hacer que los índices de éstos recorrieran todo el espacio comprendido entre las rayas más cercanas de la gra- duación, ocupando posiciones simétricas respecto de la ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACIÓN 213 mitad de dichos espacios, y haciendo bisecciones en la raya anterior y en la posterior al índice. El promedio de estas lecturas se tomó por valor de la indicación del micrómetro, pues aunque no es el verdadero, sus diferencias con él, tienen iguales valores y diversos signos para posiciones simétricas del índice, como se dijo, y se eliminan en el promedio general. PROGRAMA DE OBSERVACIONES Primer grupo Segundo grupo DOS O an 10%— 00/— 12div. ZN 00= 244 er a ninio 30 — 00 — 24 AA A A 30, 00.36 E O A 70 —00 — 48 OO A cados cano 90 —-01 — 00 10001 120 in. A O 110 —01 — 12 ELO OL ALA e A 130 —01 — 24 A A ISOIOLE=36 EY AA A 170 —01 — 48 Estas series se hicieron comenzando con círculo a la de- recha y a la izquierda y procediendo por parejas en la misma posición del círculo, a fin de no tener que invertir el anteojo, terminada una serie, para comenzar la siguiente, y dividiéndolas en dos grupos, en cada uno de los cuales que- dara eliminado el error de” curso. La primera serie, en la estación de Tenacitas, se hizo en 30 minutos a causa de haber tenido que cambiar la luz de Colombres, y en 10 todas las demás, correspondiendo por . término medio dos minutos para cada doble visada y que- dando en cuatro horas terminada la observación, de las T a las 11 p. m. del día dos de mayo. Se observaron también algunas distancias zenitales de los vértices, antes y después de las series. Al día siguiente, examinados que fueron los resultados, se vió que las series 1, 7, 10 y 17 discreparon más de 5” del promedio general, por lo que se repitieron en la noche, ob 214 ING. SILVERIO ALEMÁN servando también distancias zenitales de los vértices y se dió por terminada la estación. | El cambio de campamento se hizo el día 4, habiendo quedado instalado el instrumento en Colombres por la tar- de, y comenzando la observación por la noche a las 8 horas, tan luego como hubo calmado un poco el viento que sopló con fuerza durante el día. Al comenzar el segundo grupo de series faltó la luz en Río y no se pudo continuar, teniendo tiempo solamente de observar unas distancias zenitales de los vértices Tenacitas y Donna, retirándonos a las 12 de la noche. El día 5 remití al señor Pagenhart los promedios de las direcciones observadas en Tenacitas, habiéndole avisado por medio de señales la terminación de la estación, y por la noche a las 7 h. se reanudó el trabajo, no obstante el fuer- te viento que soplaba y que hacía vibrar la torre y aún el aparato. Por haberse apagado la luz en Río tuvimos que suspender la observación durante dos horas y media, con- tinuando a las 11 h. 38 m. y repitiendo las series números 10, 11, 12 y 13 que se hicieron en malas condiciones como queda dicho, terminando a la 1 h. 25 m. del día 6, para se- guir con las distancias zenitales hasta la 1.44 de la mañana del mismo día. Como noté que el aparato se desnivelaba de una manera apreciable con el viento, juzgué conveniente desechar las series tomadas en esas condiciones, más por esta causa que por sus discordancias respecto del promedio, y habiendo empleado todo el día en calcular los resultados, no me fué posible dar oportuno aviso al señor Pagenhart, continuan- do las lámparas en Donna y Río encendidas el día 6 por la noche, circunstancia que aproveché para observar más dis- tancias zenitales, pues se notó que el índice del microscopio D, del círculo vertical se había desalojado, ocasionando esto confusión en las lecturas. Sin pérdida de tiempo me dirigí a Brownsville a dar ENLACE DEL SISTEMA PE TRIANGULACIÓN 215 parte al señor Pagenhart que había terminado la estación y a suplicarle viniera a dicho lugar para que confrontára- mos nuestros resultados, pues yo ya sabía que él también había terminado, por habérmelo dicho por señales con la luz de Donna. Al llegar a Brownsville supe que el señor Pagenhart había salido de allí ese mismo día, dejándome unas cartas que me entregaron en el Consulado mexicano, y en una de las cuales me citaba para ese mismo día y con idéntico mo- tivo al de mi telegrama. El día 8 regresó a Brownsville el señor Pagenhart y después de haber tenido el gusto de acompañarlo a cenar, nos dedicamos a examinar los resultados, llegando a la conclusión de que el mayor error de cierre de los cuatro triángulos del cuadrilátero no llegaba a 0.78, y teniendo el señor Pagenhart frases de encomio para el trabajo mexica- no, que agradezco muy sinceramente. Al día siguiente regresó a Donna el señor Pagenhart, no habiendo podido acompañarme a comer, como yo lo desea- ba, por tener que salir a desempeñar otro trabajo en el Es- tado de Arkansas, y disponer de poco tiempo para arreglar su viaje. Avisé a nuestro campamento de Río Bravo la termina- ción de los trabajos, pidiendo las cuatro lámparas que nos prestó el Coast £ Geodetic Survey, las cuales llegaron el mismo día a Matamoros y fueron remitidas a Donna el día 9, quedando con esto concluída nuestra misión en la fronte- ra norte y habiendo logrado ligar los sistemas de triangula- ción primaria de los Estados Unidos y México. v LOS RESULTADOS Aunque no he recibido los valores definitivos de las observaciones de los vértices Río y Donna, sino solamente los que fueron calculados en el campo, creo que son bastan- 216 ING. SILVERIO ALEMÁN te aproximados para que las conclusiones que de ellos pue- dan sacarse, subsistan cuando se sepan los definitivos. Las visuales a Donna, de las estaciones Colombres y Te- nacitas, sufrieron una corrección de 0.19 y 0””.22 respecti- vamente, a causa de haberse inclinado la torre de Donna 0.02 metros en la dirección perpendicular de la visual de Tenacitas. Compensación del cuadrilátero Donn«+RíoColombres.Tenacitas Río...... 1420/05/50 + (3) — (2); Colomb. 30 01 16 71 + (8) — (7); Tenac...135 38 37 22 + (2) — (10); ECUACIONES DE ANGULOS Río..... 74909/29/32— (3) + (1) Colom. 42 21 15 55+ (9) — (8) Donna 62 4916 25 + (6) — (4) Suman. 59.43 01.12 ont CONO nn cede eos 00.63 MD? = Esos 20.73 470.49 Do AA 1902/44/86 + (6) — (5) Colombres.............. 72223226: +19) = (2) Tenacitas acota 88 34 43 60 + (12) — (11) So 00.72 EUA cosa sasdond 00.32 + 0.40 Correcciones E A PC O NCAA A Correcciones de (12) — (10)...... A 0 AA ECUACION DE LADOS Ang. observados Log. sen (+) 145201054902 z III 62 ADAC Laa 9.9491876....... fo cocos 9.9998664....... 9.3427845 Ang. observados Log. sen (—) (ISSO SIE 9.8445508 ....... IATA ZO Las 9.9845858....... 1910244 ¿SÓ data 951364872. Dif. por 1/ + 82.4 + 10.8 > SS Dif. por 1/ ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACION 21 ECUACIONES NORMALES A. B. C. D. Const es = A RN ZA AS ARE AA 0.73 ES A A ES AAA - (9,49 A — 88.6......... + 0,40 + 21896.76....... — 8.00 La solución de estas ecuaciones nos conduciría a los va- lores siguientes: D =—0.004001 IS DN E an — 0.2572 ES ZS e SS D AE oe ES 5.33 ARA + 0.73 —214.2D—2C+42B : A ———_—__-——42A222 A — 4 (0,36205 6 Con estos .valores se calcularon las constan en el siguiente cuadro: correcciones que Estación en Río (Texas) | Puntos visados Direcciones Correcejones Direcciones | Observadas corregidas | ! nafta ELex).:.5i. 00200/007.00 + 07.06 00200/007.00 ¡ Tenacitas (Mex.)..... ¡ 270 50 25 .18 — 0 .03 270 50 25 .09 | Colombres. ............. 283 10 30 .68 — 0 .03 285 10 30 .59 | Observador: Mr. Carey V. Hodgson, C. £ G.S. I 72 / | Estación en Donna (Texas) | Puntos visados Direcciones Correcciones | Direcciones | Observadas corregidas TIE AA -00200/007.00 | 3 07.01 00200/007.00 PRSUACcItAS: odos 43 46 31 .39 | + 0.01 ¡ 434641 .39 MEOTOMIbTes..--.--.. -».-. [AT6ZAAIO TO EZ —0 .02 62 49 16 .22 | Observador: Mr. Edwin H. Pagenhart, C. £ 6.S. Memorias de la Soc. Alzate. T. XXXV.—15 218 ING. SILVERIO ALEMÁN Estación en Tenacitas (Tams. ) === | , a a Di Al | Direcciones Coronel irecciones Puntos visados $ : Observadas corregidas RO A, ¡00%00007.00 | — 07.28 | 00%00/007%.00 DoORnardo.. 0010 ato 47 03 53 .62 | +U.26 | 47 03 54 .16 | ColotaDres cdo 135 38 5 IZ 350,02 | 135 38 37 .52 | Observador: Ing. S. Alemán. E. N. I. Estación en Colombres (Tams. ) di 210 S A E | i i Direcciones tran Direcciones Observadas corregidas Puntos visados TenacitaS...ooooccccnos. 00%00/007.00 —07.10 -00200/007.00 | E OR 30 0116 .71 $ 083 30 01 17 .14 | DAA 12:22 32:.20 JUEZ 12 LL SPA: | Observador, Ing. S. Alemán, E. N. I. | Los errores probables de una observación y del prome dio, para las direcciones observadas en Tenacitas y Colom- bres, son: => 17.38 y + 07.32 para la primera, y 17.15 y = 07.27 para la segunda: Mas como no siempre es un buen indicio de la precisión de una triangulación el error de las visuales deducido del ajuste local de las estaciones, supuesto que los triángulos pueden cerrar con fuertes errores, debido a causas externas al observador y al instrumento, es mejor acudir a dichos errores de cierre para calcular el de un ángulo. En nuestro caso el error probable de un ángulo es: | 4552 e? [455 1.3426 AN NN Resultado para el de una dirección = 07.16 Esto parece indicar que los errores probables de obser- vación de las estaciones del Coast £ Geodetic Survey, son inferiores a los nuestros, lo que se explica fácilmente aten- ENLACE DEI, SISTEMA DE TRIANGULACION 219 diendo a la pericia de los observadores, dimensiones de los instrumentos usados, y sobre todo, a que en dicha institu- ción se repiten todas las series que discrepan 4” del pro- medio general. Si se toma como característica de la precisión de las me- didas angulares el error medio de una dirección, deducido de las correcciones del ajuste de figura, tendremos: [232 3242 =0.674u a OSLO! d =0.674 — Para que se tenga mejor idea de la precisión alcanzada, pongo a continuación los valores medios de d obtenidos re- cientemente en el Coast £ Geodetic Survey. 'Aieo oblicuo oriental. .onoooadoicicascicoso == (GOL Triangulación transcontinental.......... =0 .44 Meridiano de 98% en conjunto............ == (SE Para tener una idea bastante aproximada de la realidad, en lo tocante a la precisión de nuestras medidas lineales y lados de nuestra triangulación calculé la distancia Colom- bres-Tenacitas partiendo del lado Donna-Río de la triangu- lación americana y usando los elementos compensados del cuadrilátero de enlace, que aunque no son los definitivos, poco han de discrepar de éstos, obteniendo los resultados que siguen: Comparación del lado Colombres-Tenacitas, calculado con la Base de Alice (americana) y La Cruz (mexicana). = = - = = | Triangulaciones | Log. Distancia Distancia | US Coasti8z G. SUrvey........ Es 3.814 6545 | 6 526.11" IEOmIsión GeodéÉsica ..0. 0.0 comicoconacacós 3.814 6637 | 6 526.21 | 1 z o sean 6 de la longitud. 220 ING. SILVERIO ALEMÁN Doy en seguida las discrepancias entre las bases medi- das y las calculadas, para algunos tramos de la triangula- ción del meridiano de 98% obtenidas por el Coast £ G. Survey : Atoyac aaa 1/620000 E. reno=Bowié 902 lotto lo a: Aaa 1/68000 Bowie Stepuen ye 0 ti 1/56000 Stephenville Bana o . 1/92000 Es digna de notar la circustancia de que concuerdan mejor los valores calculados de la base Colombres-Tenaci- tas, que éstos con la medida directa, como se ve en el cua- dro siguiente: Base medida, 1911: ............ Log 3.514 6461 Long. 6525.98 calculada AO » 3.814 6637 6526.21 Diferencia... 176 as ES Si comparamos el resultado de la medida directa con el valor obtenido con los datos del C. € G. S., se halla una diferencia de 0.13 metros, o sean de longitud. 1 50 000 Estando los cálculos de nuestra triangulación basados sobre el esferoide de Clarke de 1866, procede hacer la com- paración de las posiciones geográficas de los mismos pun- tos, para ver hasta dónde concuerdan, estando las nuestras referidas a “Pingiiicas” como Datum y las americanas a “Meades Ranch.” COMPARACION DE LATITUDES Y LONGITUDES 'Triangulaciones | Colombres Tenacitas Coast Y G. Survey ......moo..o.. 25 59 21.499 | 98 02 19.780 26.040 20.141 Diferencias............ | | Comisión Geodésica ........... ENLACE DEL SISTEMA DE TRIANGULACION 221 COMPARACION DE AZIMUTES Colombres a Tenacitas Triangolaciones | a a ES A E PO 296513! 32.03 1892 17" 14.783 COnasión Geodesica. o cosiosos oscccrzo 29.61 12.43 | Diferencias..... — 2.42 2.40 e - -= / ha y a b 4 .r, U TO SS MT SAS 10 A 3 le mn .r o e é MOL A , .B D ad - ' de 3 h h ve = | > i 8] pi e Í E: ES 4 : ' ' ad M4 ¿lo > a a ' » 2 y > « . a ' ' á L y Ps Pp» | mm Vr a, Ta e . PDA 7 $0 a Es e E Y MO dl da e RO Mb A 4 10 . d. Ñ 7 . e .. vi 8 te rH 6 , AN A Ñ e e) e Ñ » ' - ' No W PATA RÍA Ala MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE,* TOME 3) 223 RELACION ENTRE LAS VARIACIONES DE LA TEMPERATURA MINIMA Y LOS TIPOS DE TIEMPO EN LA REPÚBLICA MEXICANA POR ELPIDIO LOPEZ, M. S. A. (Sesión del 3 de julio de 1916.) Para la latitud en que se encuentra situada la República, comprendida en gran parte dentro de la zona tórrida, y principalmente en la altiplanicie mexicana, situada en ge- neral a más de 1500 metros sobre el nivel del mar, se com- plica de una manera abrumadora el amálisis de las leyes - que rigen los movimientos dinámicos de la atmósfera, ha- ciéndose muchas veces casi incomprensible la extrema varia- bilidad del tiempo, que parece en muchos casos no estar sujeto a ley alguna. Para hacer una previsión acertada, nos encontramos en condiciones muy distintas de aquellas en que se trabaja en la Oficina Central Meteorológica de Francia o el Weather Bureau Office de los Estados Unidos. El barómetro acusa en las zonas templadas sorprendentes y reveladores movimientos; cuyo estudio, unido a la inte- ligente observación de nubes y viento, proporciona impor- tantes datos para la previsión cuando se tienen en conside- ración las leyes que rigen los ciclones y anticiclones, así como las diversas teorías que a esos movimientos atañen, co- mo son, las de Loomis, Guilbert, Hazen y otros eminentes meteorologistas. Además, y esto es muy importante, aque- llos países se encuentran a poca altura: sobre el nivel del mar, y, por lo tanto, allí son perfectamente aplicables las reglas sobre pendiente y dirección de los vientos. En nues- 224 PROF. ELPIDIO LÓPEZ tro país, tan accidentado y montañoso, y situado entre dos océanos relativamente próximos, las reglas del viento nor- mal, por ejemplo, no tienen aplicación, y hasta la reducción correcta de las presiones observadas en las estaciones de nuestra red meteorológica, se dificulta de una manera no- table. La discusión de la fórmula de Laplace, aplicándole la que se deduce de la serie de Taylor, nos demuestra que la temperatura media entre la de la estación y la del nivel del mar, es el elemento que sufre las más grandes variacio- nes; y como nos lo hace ver el señor ingeniero Romo en su erudito trabajo sobre asunto tan complicado, por cada grado de error en el cálculo de esta temperatura, la presión redu- cida sufrirá otro no menor que seis décimas de milímetro, y de aquí la importancia de conocer este elemento con error menor de un tercio de grado. La discusión de tres años completos de cartas diarias construídas en el Observatorio Meteorológico Central, con los datos de presión calculados con las tablas del señor in- geniero Romo, me sugirió la idea de buscar algunos tipos de ellas que correspondieran a determinados estados de tiempo en las distintas regiones climatológicas en que se divide la República, y de esta investigación obtuve resul- tados favorables para el mejoramiento del pronóstico a corto plazo durante la estación del invierno. Dos de estos tipos llamaron primeramente mi atención: el primero, que lleva el número TX, nos señala un centro ciclónico de débil inten- sidad en las costas del Pacífico, cuya trayectoria se mueve con dirección N. o NE. y, por lo tanto, atraviesa: el país en los días siguientes, con velocidad variable. Estas pequeñas depresiones habían sido ya señaladas por eminentes meteorologistas, pero éstos les daban poca im- portancia. Hildebrandson y Teisserenc de Bort, las consi- deraban como originadas en la región de calmas durante la estación del estío al W. de la costa de México, desde el VARIACIÓN DE LA TEMPERATURA 225 límite boreal de los alisios del SE., un poco al Norte del Ecuador, hasta el Cabo San Lucas, en Baja California; algunas veces como mínimas ordinarias de presión, mien- tras que otras eran verdaderos huracanes. Estos meteoro- logistas señalan estas depresiones como marchando hacia el NW. y desapareciendo en su trayecto. Se observan otras, sin embargo, que recorrían trayectorias parabólicas que recurvaron al Sur del mismo Cabo. De allí continuaban ha- cia el NE. para llegar hasta la Sierra Madre Occidental. He trazado las trayectorias de esta clase de depresiones para: los años de 1913 a 1915, resultando de su estudio en relación con el tiempo en la República, que casi todas ellas se han presentado durante la época de “nortes,” esto es, de octubre a febrero; que a su paso por el país han origi- nado ascensos rápidos de temperatura, sucesión nubosa oc- cidental y vientos australes. En algunos casos esta depresión ha yenido seguida inmediatamente de un anticiclón que ha dado lugar a enfriamientos intensos con nevadas abun- dantes en las cimas de las serranías que limitan el hori- zonte Sur del Valle de México. especialmente al fin de la estación del invierno. Estas perturbaciones dan lugar a' fuertes temporales en las costas orientales de los Estados Unidos, especialmente en aquellos casos en que se han unido con depresiones del NW.; pudiendo citar como notables las depresiones de los días 20 de octubre y 26 de diciembre de 1915; 14 de febrero. 16 de noviembre, 7 y 14 de diciembre de 1914; 12 de enero y 4 de abril de 1915; como casos en que han sido el origen de grandes tempestades en las costas del Atlántico. Como regla general, cada vez que un centro ciclónico nacido en la región de las calmas ecuatoriales ha atrave- sado el país, puede preverse con grandes probabilidades de acierto que se nos aproxima intenso anticiclón que descen- diendo de latitudes elevadas, al NW. de los Estados Unidos, originará vientos del N. de carácter violento en las costas 15] (89) [2] PROF. ELPIDIO LÓPEZ del Golfo, lluvias y nevadas en su vertiente, y más tarde ondas frías intensas en toda la meseta. Estas ondas frías corresponden al tipo de carta número VI, y están caracte- rizadas por un cielo limpio, una atmósfera transparente, una calma casi completa, y heladas de consideración en varios días continuados. Haciendo, pues, excepción de la estación de invierno y pequeñas partes de Otoño y Primavera, en las que el país se encuentra con mucha frecuencia influenciado por estas áreas ciclónicas o anticiclónicas, en el resto del año apenas si puede decirse que existan variaciones irregulares o acci- dentales en la marcha del barómetro. Un largo período de tiempo, dentro del cual se registran días secos, otros varia- bles y no pocos abundantes en lluvias y tempestades; el barómetro permamece quieto y apenas se mueve. con gran regularidad, los dos o tres milímetros que forman su doble oscilación diurna. Acudiendo a las cartas del tiempo más comunes en el estío, se observa las más de las veces una depresión rela- tiva situada en la región de Phoenix, área de poca inten- sidad que permanece en el mismo sitio muchos días segui- dos y que no se desaloja sino muy lentamente, sin que se observe ningún cambio de tiempo. La pendiente es apenas apreciable, y sin embargo, en una gran extensión del país se desarrollan entonces fuertes períodos de lluvias estivales, interrumpidos por otros de tiempo completamente seco, sin que las condiciones dinámicas de la atmósfera se modifiquen. ¿Cómo hacer entonces una previsión de tiempo, sólo sea con 24 horas de anticipación, en presencia de cartas sin pen- diente y datos locales que no se anticipan? La observación cuidadosa de nubes, especialmente sup2 riores y medias de los tipos cirro-cúmulus y alto-cúmulus (neb), es de gran importancia para la previsión; pues de su dirección y movimiento pueden sacarse grandes ventajas al conocer la posición de las depresiones, su intensidad y aun VARIACIÓN DE LA TEMPERATUBA 227 la velocidad con que éstas se desalojan; pero, ¿y si no hay estos centros; si una sola isobara de 760 milímetros atra- viesa el país de NW. a SE., ¿cómo servirse de las nubes para prever el cambio de tiempo que se aproxima, y que no nos lo indica, ni las variaciones de presión, ni las nubes su- periores, ni los datos locales? Luchando siempre con estas ideas e investigando algo nuevo que ayudara eficazmente al mejoramiento de la previ- sión del tiempo a corto plazo, pasé varios años en mi obser- vatorio “Urania”” construyendo curvas, analizando diagra- mas, formando estadísticas de relación entre los elementos meteorológicos y los diversos estados de tiempo, con el ob- jeto de encontrar elementos nuevos que dieran luz a la in- grata tarea del previsor. El hecho que llamó entonces mi atención es el siguiente: si construimos una curva en que las ordenadas sea el tanto por ciento de probabilidad de lluvias y nublados y las ab- sisas, los valores de la temperatura mínima del día anterior, encontraremos que esta curva es de la forma ar => A 4 NAAA Ea que tratada por el procedimiento de mínimos cuadrados nos da los resultados siguientes para México: Hasta 9” de temperatura mínima, la probabilidad de lluvia para el día siguiente, es de un 5%. Para 10%, es de 14% 9) 11, 39 3) 28 ,, is UI: ” 137, EL 14 ” as A OO: 1 MEN NO | e 1111194 De lo anterior se desprende la relación tan estrecha ue liga a las lluvias de convección con los valores de la tem- peratura mínima observados el día anterior. Así, pues, 228 PROF. ELPIDIO LÓPEZ una temperatura mínima en ascenso, indica: lluvias próxi- mas, tanto más probables cuanto más fuerte es este ascenso ; y por lo contrario, una temperatura mínima en descenso, indica la probabilidad de buen tiempo que seguirá dentro de las 24 a 48 horas siguientes. Ista regla tiene sus límites, pues cuando la pendiente barométrica no es débil, puede no verificarse, lo que nos indicaría, como se dijo antes, que entre más débil sea esa pendiente, hay más probabilidades de acertar, y que cuando la pendiente aumente, deberemos atender, en primer lugar, a la interpretación del tipo de carta en relación con la posi- ción de depresiones y de anticiclones, antes que a las va- riaciones de la temperatura mínima. Pero he aquí que, precisamente en esta: circunstancia estriba la bondad de la regla, porque nos es de una utilidad preciosa cuando no tenemos pendiente; y que la carta acusa un estado de suma pereza en los movimientos de la presión ; y no nos dice nada, ni sus variaciones, ni los vientos, ni las nubes. Esta relación entre las variaciones de la temperatura mínima y las lluvias de convección, y entre éstas y los tipos de carta parecen ser de carácter general, pues la estadísti- ca de otros observatorios así lo indica. La ley de Bouguer nos sirve en este caso para demostrar que la cantidad de calor recibida del sol por una superficie horizontal dada, aumenta hasta un momento en que se equi- libra con la radiación. Representando por s. esta superficie, por “el ángulo que forma el Sol con la vertical, por A el valor de la: constante solar, por p. el coeficiente de transpa- rencia de la atmósfera y por m la masa atmosférica, tendre- m0s por expresión de la cantidad de calor: Q = Asp" cos a y esta expresión nos servirá para conocer el momento en que, siendo su valor igual al de la radiación, la temperatura VARIACIÓN DE LA TEMPERATURA 229 — aumentará o descenderá a partir desde ese momento; y elaro es que la temperatura mínima registrada en un lugar estará en relación inversa de la radiación: aumentando ésta, descenderá la temperatura mínima y viceversa. La zona de humedad máxima que varios meteorologistas han observado en los modernos estudios de aereología. pue- de encontrarse por la mañana a muy corta distancia del suelo; pero al elevarse por influencia del calor solar, per- derá en parte su humedad; y como esta zona estará tanto más cargada de vapor de agua cuanto mayor sea la pendiente de temperatura con la altura; si nosotros podemos obser- var tipos de nubes que como los alto-cúmulus (nebj son indicio cierto de que esta pendiente ha aumentado, estare- mos en aptitud de prever un aumento de vapor de agua en la zona antes dicha, cuando la temperatura mínima aumente también al nivel del suelo. Esto traerá por consecuencia intensas corrientes de convección que originarán lluvias por expansión y enfriamiento sufrido por las masas de aire al elevarse rápidamente en la atmósfera. Este razonamiento explicaría perfectamente la razón de por qué un aumento notable de la temperatura mínima, cuando este elemento no esté inftuenciado por las ondas de calor y de frío que acompañam las perturbaciones generales; es el resultado de un aumento también en la cantidad de vapor de agua que contiene la primera parte de la tro- pósfera. Pero hay algo en esta cuestión mucho más interesante todavía: si con el objeto de extender este estudio a toda la red meteorológica del país, se calculan primerante las temperaturas mínimas normales correspondientes a cada una de las estaciones, y después de reducirlas al mismo período, se trazan cartas mensuales de estas normales, lle- garemos por este camino al conocimiento de anomalías de temperatura muy curiosas; y si con los valores que nos den estas cartas, construimos otras de isalotermas caleula- 230 PROF. ELPIDIO LÓPEZ das con las variaciones de la temperatura mínima observada directamente y con relación a su normal, observaremos que hay centros de máxima variación en más o en menos, que se desalojan siguiendo probablemente trayectorias cuyas leyes aún no se conocen, pero que señalan regiones adonde según el caso se presentarán tipos de tiempo lluvioso o buen tiem- po dentro de las 48 horas siguientes a la observación si- multánea con la que se construyó la carta. Es decir, que construída la carta de isalotermas mínimas, y cuando la pendiente barométrica es débil, estaremos en aptitud de conocer las regiones donde lloverá el día o días siguientes, y cuáles donde hará buen tiempo. Seguramente que este estudio me reserva todavía algu- nas sorpresas, pues se puede decir con propiedad, que apenas lo tengo iniciado en la sección de la carta del tiempo del Observatorio Meteorológico Central, y a medida que el ser- vicio meteorológico va mejorándose, nuevos fenómenos ve- rificados en estos últimos períodos de lluvia vienen a confir- mar lo que he dicho antes. Para no citar más que un ejemplo, diré que durante el mes de mayo pasado, y después de un período de tiempo seco muy marcado, noté en la carta de isalotermas la va- riación en ascenso sobre la normal de las temperaturas mínimas de las poquísimas estaciones que funcionan al E. de México, y como al día siguiente se iniciaba este ascenso en Puebla, esta capital y Pachuca, preví que harían su apari- ción en la parte oriental de la Mesa Central los nublados del NE., y así sucedió, en efecto, comenzando la lluvia tres días después de que se iniciaba el ascenso de temperatura mínima en la vertiente del Golfo. En el curso de esta interesante investigación he llegado a: sospechar que la relación estrecha que liga las variaciones de la temperatura mínima y los tipos de tiempo, no es tan simple y puede ser representada analíticamente; sólo que para llegar hasta el conocimiento de las constantes de esta VARIACIÓN DE LA TEMPERATURA 231 fórmula, es preciso adelantar todavía mucho más en la com- probación de ciertas relaciones secundarias que ligan la temperatura con los vientos de superficie, clase y dirección de nubes y variaciones locales de presión. México, Junio de 1916. 232 MÉMOIRBES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE." TOME 35 REVISTA CIENTIFICA BIBLIOGRAFICA SESIONES DE LA SOCIEDAD 6 de mayo de 1913 Presidencia del señor ingeniero J. Galindo y Villa Asistencia, 18 socios: R. Aguilar, M. de Anda, L. Bu- cherer, A. M. Carreño, J. Díaz de León, J. M. de la Fuente, J. Galindo y Villa, J. Girard, A. L. Herrera, F. Inda, F. Lentz, R. Mena, José de Mendizábal, M. Miranda y Marrón, F. Nicolau, M. Olivares, M. Schwarz, M. Velázquez Andrade. NECROLOGIA El Secretario perpetuo participó el sentido fallecimiento de los señores profesor don Mariano Leal, socio honorario, en León, Gto., acaecido el 4 del mes pasado, y profesor Luis G. León, miembro titular, que murió el 23 del mismo mes de abril. (Véase su elogio. Revista, t. 33, págs. 51-59.) TRABAJOS Profesor Alberto María Carreño. Elogio del profesor don Rafael de Alba. (Revista, t. 32, p. 65.) Doctor Jesús Díaz de León. Los orígenes del alfabeto (Continuación.) Profesor Alfonso L. Herrera. Continuación de los estu- dios experimentales de plasmogenia. (Con proyecciones lu- minosas. ) Md id 233 NOMBRAMIENTOS Miembros titulares: don Juan B. Iguíniz, don Luis Le- jeune y don Alberto J. Pani, ingeniero civil, POSTULACION Para socio corresponsal en La Habana, don Antonio Mi- -guel Alcover. 2 de junio de 19153 Presidencia del señor ingeniero J. Galindo y Villa Asistencia, 20 socios: R. Aguilar, U. Aldrete, M. F. Al- varez, A. M. Carreño, J. Galindo y Villa, G. Gándara, J. B. Iguíniz, F. Inda, F. Lentz, F. Nicolau, S. Prieto, F. Rivera, C. Rodríguez, J. G. Salazar, M. Schwarz, B. Stevens, A. Té- llez Pizarro, M. Téllez Pizarro, M. Torres Torija, M. Uribe Troncoso. El presidente presentó a los socios licenciado Felipe Rivera, ingeniero Blamey Stevens, don Juan B. Iguíniz y doctor José Guillermo Salazar. MONUMENTO A NOHIAPARELLI La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes comunica que ha recibido del Ayuntamiento de Savigliano, Italia, una invitación para contribuir a la erección de un monumento en aquella su ciudad natal al sabio astrónomo -G. V. Schiaparelli, director que fué del Real Observatorio de Brera, en Milán, y desea que la Sociedad, en los términos que crea prudentes, se sirva iniciar la subscripción nacio- nal encaminada a procurar que nuestro país tenga alguna participación en la erección del monumento de que se trata. Memorias de la Soc. Alzate. T. XXXV.—16 SESIONES DE LA SOCIEDAD en el concepto de que la secretaría desde luego contribuye con la suma de $100.00. La Sociedad acordó aceptar as in- vitación y que remitirá la cantidad que reuna. BIBLIOTECA El socio ingeniero don Adrián Téllez Pizarro hizo do- nación de la obra del sabio médico F. Hernández, intitulada : Rerum Medicarum Novae Hispanmiae Thesaurus sev Planta- rum Animalium Mineralium Mexricanorum Historia. (1651.) CONGRESO (XI!) GEOLOGICO INTERNACIONAL La Sociedad, en vista de la invitación recibida, acordó inscribirse en ese Congreso que se verificará en Ottawa, Ca- nadá, en septiembre del presente año. TRABAJOS Ingeniero J. Galindo y Villa. Elogio del profesor don Luis G. León. (Revista, t. 33, p. 51.) Profesor G. Gándara. Pleospora y Cladosporium consi- derados en Parasitología agrícola. (Memorias, t. 32, p. 383.) Ingeniero M. Torres Torija. Las Matemáticas y la Mú- sica. Breve ensayo de análisis. (Memorias, t. 33, p. 269.) Ingeniero L. Urquijo. Fórmulas para la compensación de ángulos azimutales. (Memorias, t. 33, p. 263.) Doctor J. Guillermo Salazar. Supersticiones y creencias vulgares en los países de hispanoamérica. (Memorias, t. 32, p. 427.) NOMBRAMIENTOS Socio corresponsal: don Antonio Miguel Alcover, Ha- bana, Cuba. Id e ds SESIONES DE LA SOCIEDAD POSTULACIONES Para miembros titulares: ingenieros don Eduardo J. Creel y don Alfonso Magallón. h 7 de julio de 1913 Presidencia del señor ingeniero Francisco Nicolau, Vicepresidente Asistencia, 18 socios: R. Aguilar, S. J. Bonansea, A. M. Carreño, J. Díaz de León, A. L. Herrera, R. Mena, José de Mendizábal, F. Nicolau, G. M. Oropesa, P. Pietri, J. Rosales, M. Schwarz, A. Téllez Pizarro, M. Téllez Pizarro, G. Torres Quintero, M. Torres Torija, M. € “elázquez Andra- de, D. Vergara Lope. TRABAJOS R. Aguilar Santillán. OO del señor profesor don Ma- riano Leal. Doctor J. Díaz de León. Los orígenes del alfabeto. (Con- tinuación.) Ingeniero E. Ordóñez. The Magistral District, State of Jalisco. (Memorias, t. 32, p. 393.) E Profesor G. Torres Quintero. El método onomatopéyico para la enseñanza de la lectura-escritura. NOMBRAMIENTOS Miembros titulares: ingenieros don Eduaro J. Creel y don Alfonso Magallón. POSTULACION Para miembro titular: licenciado don Francisco Belmar. 236 SESIONES DE LA SOCIEDAD q A US O ARI A 4 de Agosto de 1913 Presidencia del señor ingeniero J. Galindo y Villa Asistencia, 15 socios: R. Aguilar, M. F. Alvarez, S. 3. Bonansea, A. M. Carreño, J. Díaz de León, J. Galindo y Villa, A. L. Herrera, F. Inda, José de Mendizábal, F. Ni- colau, E. Ordóñez, M. Schwarz, A. Téllez Pizarro, M. Téllez Pizarro, M. Velázquez Andrade. e TRABAJOS Doctor J. Díaz de León. Los orígenes del alfabeto. (Con- tinuación.) Profesor G. Gándara. Los Fusarios considerados en pa-- tología agrícola. ( Memorias, t. 32, p. 415.) Ingeniero J. Galindo y Villa. Observaciones a un jfoll+to _del señor ingeniero M. F. Alvarez, intitulado “La Nueva Academia Nacional de Bellas Artes y su representación grá- fica.” NOMBRAMIENTO Miembro titular: licenciado don Francisco Belmar. PosTULACIONES | Para miembros titulares: ingeniero don Santiago Gon- zález Cordero y profesor don Humberto Schleske. (Ve- racruz.) o 8 ; 1. de septiembre de 1913 Presidencia del señor ingeniero J. Galindo y Villa Asistencia, 21 socios: R. Aguilar, M. F. Alvarez, F. Bel- mar, S. J. Bonansea, A. M. Carreño, J. Díaz de León, J. Galindo y Villa, A. L. Herrera, F. Inda, R. Mena, José de PY te di A SESIONES DE LA SOCIEDAD 237 Mendizábal, F. Nicolau, G. M. Oropesa, P. Pietri, A. Pru- neda, E. Sologuren, M. Schwarz, A. Téllez Pizarro, M. Té- llez Pizarro, M. Torres Torija, M. Velázquez Andrade. El presidente felicitó a la sociedad y al socio doctor don Alfonso Pruneda por haber vuelto a asistir a las sesiones, después del accidente lamentable que sufrió el 18 de enero del presente año y que lo obligó a: no concurrir a las sesiones. ; PUBLICACIONES | El Secretario perpetuo presentó entre las recibidas el | número 1 de los Anales de la Escuela Nacional de Bellas Artes, formado por el señor ingeniero J. Galindo y Villa, exdirector de dicha institución. FALLECIMIENTO | Dió cuenta con la muerte del socio honorario doctor Hermann Credner, ex-director de la Comisión Geológica de Sajonia, que falleció en Leipzig, a la edad de 74 años. TRABAJOS Doctor J. Díaz de León. Los orígenes del alfabeto. (Con- tinuación.) Licenciado Ramón Mena. Códice “Tepetlan.” (Memorias, t. 32, p. 345.) “Doctor Alfonso Pruneda. Los hombres de ciencia muer- tos en 1912. (Memorias, t. 34, p. 1.) NOMBRAMIENTOS Miembros titulares: don Santiago González Cordero, in- geniero de minas y profesor don Humberto Schleske. (Ve- racruz.) 238 SESIONES DE LA SOCIEDAD PosTULACIONES Para miembros titulares: arquitectos don Eduardo Ma- cedo y Arbeu y don Luis R. Ruiz. 6 de octubre de 1913 29.” aniversario de la fundación de la sociedad Presidencia de los señores ingenieros don Jesús Galindo y Villa y don Francisco Nicolau Asistencia, 22 socios: R. Aguilar, M. F. Alvarez, M. de Anda, H. Camacho, A. Capilla, A. M. Carreño, F. Fernán- dez del Castillo, J. Galindo y Villa, J. Gallo, V. Gama, G. Gándara, F. Inda, F. Nicolau, M. Olivares, S. Prieto, M. Salinas, E. E. Schulz, T. Schumacher, M. Schwarz, F. Sologuren, M. Velázquez Andrade, D. M. Vélez. El Secretario perpetuo hizo el siguiente resumen de su reseña anual acerca de los trabajos de la Sociedad y del es- tado que.guarda hasta la fecha. Durante el año se presentaron 39 trabajos y hubo una asistencia media a las sesiones mensuales de 18 socios. El número total de socios hasta el día es de 267 en el país y 227 en el extranjero. A la biblioteca ingresaron 986 tomos, 590 cuadernos, 51 mapas, plamos, cartas, etc., y 19 retratos, de manera que cuenta en la actualidad con 25,156 tomos (9,310 empastados), 1,437 mapas, etc. y 693 retratos de sabios. De las Memorias y Revista han aparecido hasta el número S de los tomos 32 y 33, respectivamente, de los cuales se ha hecho la distribución de 275 ejemplares en el país y 797 en el ex- tranjero. La Sociedad celebró con muy buen éxito, bajo la presidencia del señor doctor Alfonso Pruneda, del 9 al 14 de diciembre del año pasado, el primer Congreso Científico Mexicano, ai cual se inscribieron 252 personas y se presenta- Mi de A ds. e AD a A SESIONES DE LA SOCIEDAD 239 ron 93 trabajos y 4 conferencias. La Sociedad estuvo inscrita en el XII Congreso Geológico Internacional celebrado en Ca- nadá, al tercer Congreso Internacional de Enseñanza Se- cundaria reunido en Gante, Bélgica, y estuvo representada en el 50 aniversario de la Sociedad Real Botánica: de Bél- gica. (Véase Revista, t. 32, p. 82.) Contribuyó con una módica suma para el monumento al ilustre astrónomo italiano Schiaparelli. TRABAJOS Ingeniero Manuel de Anda. La estática del cemento ar- mado. (Memorias, t. 33, p. 295.) Presbítero J. M. Arreola. Catálogo de las erupciones an- tiguas del volcán de Colima. (Memorias, t. 32, p. 445.) Ingeniero Valentín Gama. La enseñanza de las matemá- ticas en la Escuela Nacional Preparatoria. Profesor Guillermo Gándara. Un nuevo parásito del ma- guey. (Memorias, t. 32, p. 483.) Albert et Alexandre Mary. Recherches sur Pexpectoration tuberculeuse. (Memorias, t. 33, p. 313.) NOMBRAMIENTO Miembros titulares: arquitectos don Eduardo Macedo y Arbeu y dos Luis R. Ruiz, profesores en la Escuela Nacio- nal de Bellas Artes. Socios corresponsales: G. B. Guecia, profesor de mate- máticas superiores en la Universidad de Palermo; G. Le-: cointe, director del Observatorio Real de Bélgica, y J. Vin- cent, director del Instituto Real Meteorológico de Bélgica. PosTULACIONES Para miembros titulares: ingeniero don Alfonso Pérez Núñez (México) ; doctor don Benjamín Orozco y doctor don Pedro Villacorta (San Salvador). El secretario anual, Felipe Inda. DT SE :0n 0 ep Pod : . ed o dd as De 4 : Do EE BO UI ROTAR N BEEN BIBLIOGRAFIA - Boletines de la Oficina Meteorológica Argentina. Gual- terio G. Davis, Director. Buenos Aires. Talleres de Publi- “caciones de la Oficina Meteorológica Argentina. 4.”, lá- minas. N.” 1.—El sineronismo entre las variaciones de los fenó- menos solares y los elementos meteorológicos en la Argen- tina y los Estados Unidos de Norte América, por F. H. Bi- gelow, A. M., Profesor de Meteorología. Febrero, 1911. 24 páginas, 7 láminas. N.* 2.—Las leyes de la evaporación del agua de fuentes, depósitos y lagunas, arena, suelos y plantas, por F. H. Bi- gelow. 1912. 147 páginas, 14 figuras. N.* 3.—La termodinámica de la circulación y la radiación de la atmósfera terrestre por F. H. Bigelow. Octubre, 1912. 106 páginas, 24 figuras. N.? 4.—Ta termodinámica de la atmósfera terrestre, des- de la superficie hasta el plano de desvanecimiento, por F. H. Bigelow. Junio, 1914. 142 páginas, 22 figuras. N.> 5.—Resultado de las observaciones del magnetismo terrestre, por Luis G. Schultz, encargado de la Sección Mag- nética. Octubre, 1914. 12 páginas, 4 mapas (1: 9.000,000). Zeitschrift fuer Vulkanologie. —Rivista Vulcanologica. Voleanological Review. Revue Vulcanologique.—Herausgeber Immanuel Friedlánder. Neapel.—Dietrich Reimer (Ernst Vohsen) in Berlin. 8.” Fig. u. Taf. Band 1, Heft 2. Mai. 1914.—Dr. Otto de Fiore, 1 Feno- meni avvenuti a Vulcano (Isole Eolie) dal 1890 al 1913. LA ARA E a RITA E AA ANP $ A? SN o E NS a E 242 . BIBLIOGRAFIA Parte I con 3 tav.—Immanuel Friedlinder, Ueber die Klein- formen der Vulkanischen Produkte. Teil 11. Mit 13 Taf— Hans Reck, Vulkanologische Beobachtungen and der Deutsch. —Ostafrikanischen Mittellandbahn. 2 Fig.—W. H. Hobbs, Buried Lava Tunnels as a Factor in the Drainage of Craters of the Hawaiian Type. 1 pl. 2 fig. —P. Tschirwinsky, Die Schlammvulkane der Halbinsel Kertsch. 2 Taf. 3 . E Ñ lí y 4 E e ; EL ALCOHOLISMO Y EL PULQUE ; 269 zón para querer que otros hagan lo mismo; ¿por qué a los que gustan de los quesos Gruyére, de Roquefort; de Brie o de Camembert, cuyo olor no es nada agradable, se les ha de impedir comerlos porque otras gentes no los toleran ? ¿Por qué se anatematizaría el ajo y la cebolla, de un uso tan común, sólo por disgustarles a varios? Hay personas a quienes los perfumes mismos trastornan, ¿por este mo- tivo se han de proscribir? Hemos conocido individuos cuya digestión se perturbaba al simple olor de las sardinas. Otro defecto que se le encuentra al pulque es la extrac- ción del aguamiel con que se fabrica, por medio del acocote, que permite la mezcla del líquido con la saliva del tlachi- quero. Ya se ha tratado de substituir el acocote con bombas adaptadas y prácticas; pero a causa de nuestras recientes revoluciones y de la guerra europea, no han podido cons- truirse: esto se hará tan luego que sea posible. Entretanto nos conformaremos con la rutina, que no carece de razones, del mismo modo que aun se tolera que las uvas sean piso- teadas con los pies descalzos para «extraer su jugo y fabri- car con él el vino, sin reparar en que al mosto se ha mezcla- do el sudor de innumerables pies; como tomamos con todo gusto el pan cuya harina ha sido amasada por hombres casi desnudos que la impregnan de sus secreciones cutáneas; como nos alimentamos en las fondas con manjares confec- cionados no muy limpiamente en sus antihigiénicas cocinas; como usamos de las tortillas de maíz, molida y manejada la masa del grano por molenderas desaseadas y por lo re- gular bien provistas de parásitos. Otro inconveniente que se le encuentra al pulque, al mal comprendido licor, como: se ha dado en llamarle sarcásti- camente, es que es una bebida inestable, y que no es posible conservarla, industrial ni comercialmente, cierto grado de pureza y fermentación. Refiriéndonos a su inestabilidad, e que considerar que ésta es sólo relativa; que el pulque tal como sale del tinacal, y aun mejorando, se conserva por más de ocho días 4 270 DR. SILVINO RIQUELME en los barriles en que se envasa, en tiempo de invierno, y por cuatro o cinco días en las demás estaciones del año; esto se ve diariamente en la práctica y su demostración está al alcance de quien quiera obtenerla. En los caminos, los arrieros que sacan el pulque de los tinacales para con- ducirlo a largas distancias, y que lo: llevan en pellejos o corambres, ven a menudo reventar éstos si no tienen la pre- caución de irlos destapando con frecuencia para dar salida al gas ácido carbónico que se acumula, y que es uno de los productos de la fermentación alcohólica; lo que indica que ésta sigue efectuándose durante mucho tiempo después. Esto también comprueba que el líquido conserva su pureza. Lo mismo pasa cuando el líquido es envasado en castañas de madera o en barriles, provistos siempre de una pequeña abertura en su tapa y que llaman respiradero, con un pe- queño tapón que se quita a intervalos para que se escape el exceso de ácido carbónico. Se ve, por tanto, que la inestabilidad del pulque y la conservación de cierto grado de pureza y fermentación, da- ran un tiempo más que suficiente para que se consuma en buenas condiciones y sin festinar su venta. Por los ferroca- rriles que lo traían de los lugares de producción al Distrito Federal, y cuyo servicio estaba debidamente organizado, no tardaba en llegar a su destino más de doce, catorce o dieciséis horas. Por otra parte, esa inestabilidad no es exclusiva de la bebida alimenticia de que se trata, pues la encontramos en un grado mayor notoriamente en uno de los más precia- dos alimentos: en la leche, la que debe consumirse el mismo día que se ordeña, o someterla a la ebullición, a fin de que pueda usarse al día siguiente, pasado el cual se agria por fermentación láctica, y ya no sirve como bebida. La carne misma de res no dura más de tres o cuatro días, después que el animal ha sido sacrificado, viniendo luego la putre- facción que la hace dañosa. Más rápidamente se presenta en las carnes de aves. El pescado fresco se conserva artifi- EL ALCOHOLISMO Y EL PULQUE 271 / cialmente en este estado por medio del hielo, a causa de su pronta descomposición. Las frutas: aguacate, manzanas, peras, zapotes, mangos, ete., tienen que llegar a su madurez y sazón para ser comidas, y duran pocos días porque se pu- dren. Pasá igual cosa con otros productos vegetales: jito- mates, tomates, etc. A pesar de esa inestabilidad, de ese cambio desfavorable de su pureza en tales artículos, jamás se ha pensado en im- pedir su uso, y sólo en evitarlo cuando sus propiedades naturales han desaparecido, lo que es del resorte de la po- licía que vigila porque el comerciante no venda esos pro- ductos en mal estado. Por su parte, los consumidores los desechan generalmente entonces. ¿Por qué, pues, sólo al pulque se incrimina de tantas co- sas, cuando estas tantas cosas no son exclusivas de él y se ha- llan en variadísimos efectos de alimentación? Sus ligeras alte- raciones se corrigen por medios inofensivos, como lo hemos expuesto en “La Industria pulquera.” Sus grandes altera- ciones lo hacen intomable, y los que lo usan conocen, or- ganolépticamente, cuándo éstas se presentan y lo rechazan. No ha dejado de apoderarse la malevolencia hacia el pulque, de los microbios, para alarmar y. preocupar a la gente sencilla; pero ¿no se encuentran esos gérmenes de toda especie: patógenos, benéficos o indiferentes, en el aire con que los tragamos a cada instante, en el agua que bebe- mos, en los alimentos que ingerimos, en nues ra propia sa- liva, en los contactos que a todas horas tenemos a diario con objetos y personas ? Y aun alguna persona nada vulgar, ha intimidado con haber descubierto en el pulque mieroscópicos cristales de oxalato de cal en agujas, que como espadas mortíferas atra viesan los intestinos, los hieren y lesionan abriendo la puerta para que los microbios penetren a la economia y le causen los estragos que acostumbran. Pues estos cristales de oxa- lato de cal se encontrarán también en una taza de chocola- te, en las salsas de tomates que acostumbramos, en la aro- á | j | j ] E A 12 DR. SILVINO RIQUELME mática naranja, en la sabrosa manzana, en las uvas, en mu- chas hortalizas. Y todo esto lo tomamos, lo comemos sin peligro alguno. Todas estas imputaciones son pueriles y nada serias; pero demuestran que se ha desplegado una inventiva extra- ordinaria para desacreditar la bebida indígena, y se ha echado mano de toda clase de armas para volverle odiosa y repugnante. Y bien, tales procedimientos, tal intención ¿son espontáneos, naturales, benévolos y desinteresados? Pre- sumimos que no; y desprovistos de pruebas directas y con- cretas, apelamos al raciocinio, y por su medio concluímos que nuestra presunción no es errónea. Discurramos. El pulque se produce con relativa abundancia; su precio de venta está al alcance de las clases pudientes, medias y pobres de la sociedad; su consumo es, en consecuencia, muy extenso. Comercialmente ¿a quién estorba? ¿Con quién com- pite? Pues estorba al vendedor de otras bebidas alcohóli- cas, destiladas o fermentadas, y hace la competencia a las mismas. Es, pues, un enemigo de ellas y hay que aniquilarlo para que les deje el campo libre. Los medios p>co importan, pero son numerosos. Entre otros está la prensa periódica, que en editoriales, en crónicas, en gacetillas, con burlas y en variadas formas, va creando poco a poco, de un modo lento pero sostenido, una atmósfera hostil y agresiva al. licor del país para echarlo de su casa, a fin de que la ocupen los advenedizos. Las conferencias se multiplican, las socie- dades antialcohólicas lanzan sus anatemas en lamentable confusión, contra lo que se bebe y no tenga el sabor del agua, y barren indistintamente con lo nocivo y malo, lo útil y be- néfico. La guerra contra el pulque se vuelve de moda y. el snobismo entra en función. Esta atmósfera envuelve tam- bién a las autoridades, las sugestiona, las predispone en contra de la víctima; las ilusionan los discursos brillantes y aparatosos y las opiniones de algunos que se valen de una falsa ciencia; y en semejantes condiciones, dejan caer todo EL ALCOHOLISMO Y EL PULQUE 273 el rigor de que pueden disponer sobre el tan combatido ene- migo. He aquí el objeto, la finalidad de la campaña emprendi- da contra el pulque. En ella, con todos los elementos de que se ha hecho y se hace uso, se ha forjado una arma de dos filos que puede herir gravemente a quienes la manejan. Por ahora se ha conseguido hacer una profunda herida a una vasta región del país, porque se ha estrechado bas- tante el mercado en que derramaba sus productos princi- pales; reemplazarlos por otros, como insistentemente se indica, es no tener conocimiento del asunto, puesto que ni - la fibra del maguey, ni el azúcar que se elaborara son cos- teables comercialmente hablando y estarían muy lejos de compensar lo que hoy se pierde. Además, la implantación áe esas nuevas industrias, para las que no existen aún las má- quinas indispensables, requiere enormes gastos que las condiciones actuales del país y las pecuniarias de las fincas magueyeras imposibilitan de erogar. Exigen a la vez bas- tante tiempo. Mientras tanto, las fincas comienzan a sentir la precaria situación en que se las ha colocado; y si ésta no cambia pronto, la ruina completa las espera y con ella la ruina de la extensa zona en que se asientan. ¡Ojalá y nos equivoquemos en nuestros pronósticos! En resumen: creemos y esperamos que ilustrándose mejor el criterio oficial, reflexionando con la debida aten- ción y penetrándose del papel que desempeñan en la sociedad las bebidas alcohólicas, las autoridades opondrán un di- que infrangueable al alcoholismo suprimiendo el uso, oO restringiéndolo en los más estrechos límites, del alcohol y las bebidas destiladas; y dejando libre el comercio de las bebidas fermentadas: el vino, para el que pueda comprarlo; la cerveza para la clase media, y el pulque para ésta y para el pobre, el obrero y el trabajador. A la ley y a la policía corresponde vigilar y evitar los excesos. . México, febrero de 1916. A SS > - MÉMOIRES DE LA SOCIÉTÉ “ALZATE.” TOME 35 EL PIOJO BLANCO DEL HOMBRE Por el Prof. Guillermo Gándara | (Sesión del 6 de noviembre de 1916.) Sumario. | 1.—-HISTORIA : 2.—BIOLOGIA : -[—ENTOMOLOGIA: | A.—Orden, suborden y familia. . B.—Caracteres genérico y específico. Eos C.—Clasificación. D.—Sinonimia. 1.—FISIOLOGIA: ] A —Nutrición. a) Parasitismo. * b) Mecanismo de la picadura. c) Cría artificial. B.—Evolución biológica: a) Oviposición. z b) Incubación. c) Desarrollo. d) Cópula. e) Gestación. f) Descendencia. g) Muerte. Ni C.—Propiedades biológicas particulares: a) Acción del calor. b) Acción de la luz. c)-El mejor medio biológico. d) Los enemigos naturales. TII.—DISEMINACION: a) Local. b) Mundial. 3.—PERJUICIOS. A. —Acción patógena inmediata: - a) Pediculosis del cuerpo. b) Melanodermia. B.—Acción patógena bacteriana: a) Tuberculosis. b) Fiebre tifoidea. Cc) Fiebres recurrentes. d) Tifo exantemático. 4 ---MEDIOS DE COMBATE. A. —Declaración de guerra. B.—Profilaxis: a) Del individuo. b) De las familias. c) Acción de las autoridades sanitarias. + — A Sd e as "XL A, a a C.—Estudio sobre los remedios directos : a) Acción de los gases insecticidas. b) Acción de los polvos insecticidas. c) Acción de los líquidos insecticidas. d) Acción de los desinfectantes. e) Acción de las grasas. f) Acción de las esencias y compuestos aromá. ticos. OBRAS DE CONSULTA Zoología (1899) por Claus. Zoología (1912) por Perrier. Zoología médica (1859) por Gervais y Van Beneden. Zoología médica (1890) por Blanchard. Parasitología animal y vegetal aplicada a la medicina (1896) por Moniez. ' Parasitología humana (1908) por Neveu-Lemaire. Parasitología humana (1907) por Verdun. Parasitología (1910) por Guiart. Parasitología (1910) por Brumpt. Parasitología.—Un suplemento al “Diario de Higiene.” (1908), por Nuttall. Los parásitos de las habitaciones humanas (1907) por Trouessart. Los animales parásitos del hombre (1905) por Max Braun. Enfermedades parasitarias (con exclusión de las produ- -—cidas por bacterias), por Blanthard. Los parásitos del hombre (1888) por Kuchenmeister y Zara. Los parásitos del hombre por Perroncito. Entomología (1885) por Girard. ¡e y 174 Mas As PROF. GUILLERMO GÁNDARA Entomología económica (1907 ) por Smith. Historia natural de los insectos (1884) por Le Barón Walckenaer. Papel de los insectos en la transmisión de las O des bacterianas (1900) por Nuttall. do; Tifo exantemático de Muchirson.—Distribución geográs ca (1896), por Thoinot. Microbiología clínica (1906) por Da Gaceta Médica de México. EL PIOJO BLANCO DEL HOMBRE Memorias Soc. Alzate. Tom. ] Piojo blanco del hombre. Hembra aumentada. ( Neveu-Lemaire.) [95 gn . lám. 2719 XXIX. 250 PROF. GUILLERMO GÁNDARA 1.—HISTORIA Los piojos (el blanco del cuerpo y el negro de la cabeza) probablemente son tan antiguos como el hombre mismo, y éste, a pesar de ser la obra más perfecta de la Naturaleza, ha tenido que sufrir en todos los tiempos los ataques de estos insectos miserables. Según la Biblia, una de las siete plagas con que Moisés hizo castigar a los egipcios del tiempo de Faraón, fué de pio- jos. Amatus Lusitanus habla de un gran señor portugués del cual se ocupaban dos criados en quitarle los piojos en tal cantidad que era menester que de vez en cuando salieran a tirarlos al mar en canastos especiales. Se cree que Platón, Herodes, Antioco, el dictador Sylla, y en los tiempos modernos el cardenal Duprat, el obispo Foucquau y Felipe IL, rey de España, murieron a causa de los piojos. En el siglo XVIII cayeron en desuso las pelucas. "porque fácilmente se infectaban de estos animales, y San Benito Labre mantuvo toda su vida, por penitencia, mon- tones de estos parásitos sobre su cuerpo. Según Bingley, cuando los españoles llegaron a México, encontraron a tantos indios piojosos, que los reyes aztecas imponían tributos de esos insectos a sus súbditos para con- seguir aminorar entre éstos esa plaga, explicándose así el hecho relatado por todos los historiadores de la conquista de México, relativo a que Hernán Cortés encontró en el pala- cio de Moctezuma sacos repletos de piojos. Actualmente, a pesar de los adelantos de la Higiene y de la práctica de esta ciencia por los pueblos civilizados, se hallan ciudades cultas con barrios infectados por los piojos. == EL PIOJO BLANCO DEL HOMBRE 2s1 Es notable por esto, Nápoles, de la cual se dice que ahí ya no llama la atención ver hileras de innumerables mujeres que salen diariamente a espulgarse en medio de sus calles. 2—BIOLOGIA 1.—ENTOMOLOGIA A. Orden, suborden y familia.—Según los zoólogos moder- nos, el piojo blanco debe considerarse como insecto del orden de los Hemípteros, suborden de los Apteros y familia de los Pedicúlidos. : B. Caracteres genérico y específico.—El tamaño del ma- cho es, en su estado adulto, de tres milímetros de largo por uno de ancho, y el de la hembra es un poco más grande. El color del piojo es de un blanco de sal, pero varía según el de los diversos tipos humanos a que ataca. El abdomen es de $ segmentos, encontrándose en el segundo un solo estigma y siendo el último posterior, bifurcado en la hembra y redon- do en el macho. Las patas terminan con una fuerte uña run- cinada que forma pinzas con la saliente de la pierna y el último artejo del tarso. El aparato bucal, dispuesto para la succión, está compuesto de una trompa o rostro retrác- «il, metido en el vértice de la cara. Esta trompa está com- - puesta de una vaina tubulosa y suave, formada por dos la- bios, y en su extremidad, dilatada, se hallan dos series de ganchos recurrentes; en el interior de la trompa se encuen- tra un órgano de punción compuesto de cuatro sedas equi- valentes a las mandíbulas y las maxilas. C. Clasificación.—Actualmente el nombre científico más aceptado del piojo es el de Pediculus vestimenti. El nombre genérico Pediculus le fué puesto por Redi y el específico vestimenti por Nitzéch en 1818. (1) (1) Según Claus fué puesto por Burmeister. Memorias de la Soc. Alzate. T. XXXV —19 282 PROF, GUILLERMO GÁNDARA Memorias Soc. Alzate. Tom. 35. lám. A.—Pata delantera. B.—Pata trasera. C.—Detalles de la trompa que explican el mecanismo de la picadura. D.—Trompa con todo el aparato de punción desenvainado, EL PIOJO BLANCO DEL HOMBRE 283 D. Sinonimia.—P. humanus, Linneo, 1758. (1) —P. corpo- ris, Lamarck, 1818.—P. tabescentium, Alt, 1824.—P. hu- manus corporis, De Geer, 1778. (2) —P. Subcutaneus, Ras- pail, 1860. TI. —FiSIOLOGIA A.—NUTRICION a) Parasitismo.—El piojo se alimenta de la sangre del hombre; es, pues, un parásito exclusivo de éste, sea cual fuere el tipo a que pertenezca. Habitualmente vive el piojo escondido en los repliegues de la ropa que se halla en contacto con el cuerpo del hom- bre, y de ahí pasa a la piel a picar. Esto lo hace dos o tres veces al día, prefiriendo las horas de la tarde, y en el pecho, la espalda, los hombros, los brazos, los costados y en ia par- te interna de los muslos. b) Mecanismo de la picadura.—Para picar se agarra de la piel con la uña de las patas delanteras, se clava de ca- beza, aplica con cierta presión su trompa sobre la piel pone en acción los ganchos de la extremidad de aquélla, moviéndolos como una barrena, y cuando ha irritado su- ficientemente la piel con ellos, desenvaina el tubo de las sedas y lo introduce en ésta para ejecutar la succión. Toda esta serie de operaciones las efectúa el «piojo en unos cuantos segundos, y acto continuo se ve al picado lle- var la mano hacia el punto herido para saciar, rascándose, la aguda comezón local que experimenta, no haciendo con esto más que irritar la piel, preparándola así para faci- litar al piojo las picaduras subsecuentes. Si el picado está (1) Brumpt dice que en 1788, lo que no puede ser por haber muerto Linneo diez años antes. (2) Ha de ser en 1878, es decir, después de haber sido especificado co- mo humanus y como corporis. E 284 PROF, GUILLERMO GÁNDARA cubierto por una simple tela, es fácil que el animal sufra algún deterioro o salga mal librado, pereciendo bajo la presión de las rascaduras; pero si no es así, la rascadura tendrá que ser hecha sobre la camiseta, la camisa y el cha- leco, es decir, sobre una serie de cubiertas que favorecerá la huída del insecto. Este se arrima a uno o dos centímetros más allá de la primera picadura, y si es que no ha quedado satisfecho con ésta, ejecuta otra, y después de tres o cinco ataques más, se retira a descansar a los repliegues de la ropa para emprender de nueyo sus ataques cinco o siete horas después. : ec) Cría artificial.—Todas las observaciones relativas al piojo han tenido que ser hechas in natura, porque todos los esfuerzos hechos en los laboratorios para criar artifi- cialmente a los piojos, han fracasado. Sin embargo, el se- ñor doctor don Octaviano Fabela ha logrado mantenerlos por ocho o diez días, alimentándolos con sangre de conejo y llevándolos en tubos de vidrio en contacto con su propio cuerpo. Para esto los distribuía en la cara interna del pa- bellón de la oreja de un conejo y no tardaban en prenderse a ella para ejecutar la succión; después eran pasados al tubo de vidrio, y de ahí al seno del doctor. Como esta manera de criarlos era muy dificultosa y con ella no se llegaba a la reproducción de los insectos, fué necesario pensar en otra que permitiera la observación de esta función fisiológica, y se nos ocurrió la de criarlos en perritos chinos carentes de pelaje, cubiertos con camisas especiales de manta, en donde depositábamos los insectos. Ahí los piojos, nos pareció, estarían en condiciones más pa- recidas a las naturales; sin embargo, el experimento tam- bién fracasó, porque aunque pudo notarse que los parásitos picaban muy bien a los perritos, aquéllos morían al día siguiente, quizá por un exceso de nutrición, motivada por una succión inadecuada a la resistencia de la piel del perro, porque la sangre de este animal les haya agradado más, a EL PIOJO BLANCO DEL HOMBRE 28 o bien por saciar el hambre que tenían, pues hacía ya dos O tres días que no se alimentaban; la cuestión es que todo su tubo digestivo se les encontró congestionado de la san- gre que habían chupado. B.—EVOLUCION BIOLOGICA a) Oviposición.—La hembra pone después de dieciocho días de nacida, fijando sus huevecillos o liendres, por medio del líquido pegajoso de que se hallan impregnadas en los repliegues de la ropa interior contiguos a la entrepierna, espalda, pecho y costados, de preferencia. La liendre es ovoide, de dos o tres décimos de ineiea ae longitud, de color blanquizco, opalino y brillante. No se sabe con certeza cuántas liendres pone una hem- bra, ni qué número de generaciones es capaz de producir; pero según Guiart, Leuwenhoek observó el desarrollo del piojo sobre sí mismo, resultando que dos hembras, al cabo de una semana, pusieron cien liendres y a los dos meses la descendencia de los dos insectos se había elevado a die- ciocho mil piojos. Según Guiart, la hembra pone sesenta u ochenta hue- vecillos; pero no dice si eso es en una o en varias genera- ciones, y como por otra parte, Walckenaer asevera que una hembra puede poner hasta mil huevecillos, inferimos que los sesenta u ochenta a que se refiere Guiart son de una sola generación; y que los mil del segundo autor citado representan el producto de diez o doce generaciones, lo cual está de acuerdo con nuestras observaciones hechas en el Hospital Militar, pues por ellas hemos llegado a la con- clusión de que una hembra pone diariamente de cinco a diez liendres durante ocho días poco más o menos, tiempo en que desova todo el producto de la primera generación. b) Incubación.—A los dos o tres días de puestas las liendres en los repliegues de la ropa como queda dicho, na- 256 PROF. GUILLERMO GÁNDARA cen los piojillos, los cuales, desde el segundo día de nacidos, aprenden a picar. c) Desarrollo.—El picjo no presenta metamorfosis co- mo otros insectos; así, pues, desde que nace hasta que mue- “re se compone de las mismas piezas entomológicas. — d) Cópula.—A los dieciocho días de edad, como ya se ha dicho, está apto para la repraducción y entonces se apa- rean el macho y la hembra, quedando ésta, como en las pulgas, montada sobre el primero. e) Gestación.—Dos o tres días después de la cópula, la hembra comienza a poner sus hueyecillos. f) Descendencia.—Suponiendo que por término medio una hembra ponga ochenta huevecillos y que esto lo haga en diez generaciones, es decir, por diez veces, para calcular la descendencia de una sola hembra con su macho, podría- mos aplicar la fórmula algebraica que con motivo de nues- tro estudio sobre la descendencia de la palomilla del al- godón (Aletia argillacea Hub.) presentamos a la Sociedad Científica “Antonio Alzate” el año pasado, con “su co- rrespondiente demostración. Dicha fórmula es la siguiente: - (2+b)2 A El 2 representa a los progenitores macho y hembra; la b, el número de descendientes en la primera generación; la m, el número de generaciones totales de cada hembra, y el 2 denominador con su exponente m—1 es el número de machos igual a la mitad de cada generación, los cuales no se reproducen, pero es necesario irlos agregando de una generación a otra, porque también pican. Substituyendo en la fórmula los valores respectivos, se tendrá: (S2) 1 29 E y hechas las operaciones aritméticas resulta X = más de EL PIOJO BLANCO DEL HOMBRE 287 26,0002000,000*000,000 de piojos como producto de una so- la hembra. Esto significa que si el hombre no se defendiera de estos pequeños pero numerosos enemigos, y si no hubiera otras causas higiénicas, físicas y biológicas que tendieran sin cesar a restringir el desarrollo de esta plaga, como la ac- ción del aseo, de la luz, del calor, de los enemigos natura- les, etc., indudablemente que perecería devorado por tan asquerosos parásitos; pero la acción continua de esas cau- sas enumeradas reduce notablemente esa cifra escandalosa, poniendo al hombre en condiciones de poder luchar con ven- taja contra su pernicioso adversario. Sin embargo, la ci- fra que resta puede ser todavía suficiente para considerar que, en efecto, los piojos pueden hacer sucumbir a las gen- tes que los crían y hasta hacer pensar pór su abundancia a los ignorantes, en una generación espontánea. g) Muerte.—Un piojo puede morir de viejo, y es viejo a los ochenta o noventa días de nacido, edad máxima que se le calcula; pero antes se expone a morir por la mano del hombre directamente, por las prácticas higiénicas como medidas indirectas, machacado accidentalmente, por sus propias enfermedades, o de hambre, y para esto último es preciso que no se alimente durante cinco o seis días según nuestras observaciones. Por esto es que la ropa de los piojo- sos quedaría exenta de los parásitos tan sólo con aislarla del hombre por ese lapso de tiempo. C.—PROPIEDADES BIOLÓGICAS PARTICULARES a) Acción del calor.—Varios experimentos nos han de- mostrado que el piojo es muy sensible a los cambios bruscos de temperatura; es, pues, como vulgarmente se dice, muy friolento, y sufre mucha molestia cuando se halla a menos de 30% c.; en cambio, no resiste en esta capital los 40? ce. AA AA id 288 PROF. GUILLERMO GÁNDARA Por esto es que, a pesar de ser cosmopolita el piojo, en los lugares cálidos donde llega la temperatura ambiente a ese grado, no logra desarrollarse. La estación fría debería ser mortal para el insecto; pe- ro en este tiempo las gentes se abrigan más y se asean menos, razones por las cuales se conserva mejor el piojo, siendo esta la causa del aumento de la plaga en el invierno. Cuando los piojos se hallan sobre la ropa al contacto de un ambiente frío, se dejan caer al suelo, siendo esto una de las causas de su diseminación y, por consiguiente, otra w a favor del aumento de la plaga en la estación ya indicada. b) Acción de la luz.—A este agente físico es también muy sensible el piojo; para demostrarlo basta colocar uno o más sobre una tela blanca y extendida, procurando que le dé el sol por un lado y la obscuridad por el ctro. Entonces se verá que los insectos escapan agitados por el lado opuesto al de la luz. Esto nos explica por qué los peones del campo que gene- ralmente visten una camisa de falda suelta y calzoncillos, están menos expuestos a la plaga de los piojos, que los ur- banos, que cuentan por lo general con otras prendas de ves- tir. La luz, el calor y la ventilación del campo, libra al pri- mero del estacionamiento del parásito en su cuerpo. c) El mejor medio biológico.—En cambio. el piojo se multiplica asombrosamente cuando se halla entre los 35? ce. y 31” e., en los individuos sucios, harapientos, que no se cambian ropa ni se bañan, así como en los centros en que abundan estos individuos, como las cárceles, mesones, ho- teluchos, ete., de ciudades desaseadas, en donde no se hacen sentir por las autoridades los benditos preceptos de la hi- giene. d) Los enemigos naturales.—Ley ineludible de los seres vivos es la lucha por la vida, y una de las más claras mani- festaciones de esta ley es el fenómeno del parasitismo, es decir, el de que unos seres vivan a expensas de otros; y si el hombre, que es como hemos dicho, la obra más perfecta YL PIOJO BLANCO DEL HOMBRE 289 de la Naturaleza, tiene sus parásitos, con más razón los piojos deben tener los suyos. Los piojos deben tener tam- bién su fauna y su flora, es decir, animales y plantas que se. desarrollen exclusivamente fuera o dentro de su cuerpo como parásitos, o como saprofitos en su tubo digestivo. Un estudio especial sobre esto no se ha hecho aún; pero sería de gran trascendencia para el mejor conocimiento de la etiología de las enfermedades que se creen inoculables por el piojo y para proteger sus parásitos como un medio de combate en contra suya. Los insectos como los piojos pueden albergar algas, hon- gos y bacterias como vegetales, y amibas, coccidias, hemos- poridias, hematozoarios, sarcosporidias, flagelados, infuso- rios, gusanos, insectos y arácnidos como animales. Algunas de las especies de estos grupos de seres, menos las de los dos últimos, ya se sabe que acosionan temibles y horrorosas en- fermedades en el hombre, como la tiña, tumores malignos, la tuberculosis, el paludismo, la sífilis, etc., y no sería di- fícil que el piojo fuera uno de los agentes transmisores de estos daños, en cuyo caso habría que acusársele, además, co- mo una causa general de algunas de las diversas dolencias que ha padecido y padece la humanidad. TIT.—DISEMINACIÓN a) Local.—Las rascaduras agitan los pioios y los des- alojan muchas veces de la parte interna de la ropa que se halla en contacto con el cuerpo, saliendo al exterior perdi- dos del medio en que habitualmente se encuentran, para dejarse caer al suelo o bien para pasarse a otro individuo de la especie humana por contacto directo de los vestidos, como fácilmente se comprende si dos o más personas duer- men en una misma cama o por el roce común de las gentes, ya em el hogar, ya en los vehículos públicos o en los centros de reunión, como mercados, teatros, circos, cinema- MI AS EAT A a E A ' * E poa E o 290 PROF. GUILLERMO GÁNDARA tógrafos, restaurants, hoteles, mesones, hospitales, cuarteles, escuelas, templos, etc. Los piojos caídos al suelo están listos para agarrarse de la falda o rebozo que arrastra una mujer mal vestida, o de la ropa de los que se sientan en la calle o en los merca- dos a exponer sus vendimias al transeunte. Además, los tranvías constituyen verdaderos instrumen- tos de diseminación de los piojos, puesto que en ellos no puede ser más segura la infección por el roce continuo de los pasajeros. b) Mundial.—Mas si los piojosos se instalan en un tren de vapor, allí infectan a sus compañeros de viaje, llevando to- dos la plaga a los diversos poblados de una comarca. En los tiempos de revolución como la que actualmente sangra a nuestra patria, los soldados son los mejores trans- misores de los piojos a grandes distancias, porque no pueden mudarse de ropa sino hasta que llegan al punto de jornada, y eso si sus labores militares se los permiten. Ellos son, pues, los principales agentes de dispersión de la plaga por to- dos los pueblos de la República. Por último, los marinos sucios y los pasajeros desarra- pados que viajan en la última clase de los trasatlánticos, son los encargados del intercambio de piojos de un conti- nente a otro. 3.—PERJUICIOS A.—ACCION PATOGENA INMEDIATA a) Pedieulosis del cuerpo.—Por cada picadura que prae- tica el piojo, deja en la piel una herida de medio milímetro de diámetro, aproximadamente, que pronto se convertirá en pápula pruriginosa; pero si las picaduras son tantas que se EL PIOJO BLANCO DEL HOMBRE 291 extiendan en grandes zonas del cuerpo, aparecerá caracte- rística la enfermedad llamada pediculosis del cuerpo. _b) Melanodermia.—Si aparecen las pápulas en medio de una manchita negruzca, desgarradas por las frecuentes rascaduras, y si esas manchas se funden dando a la piel un color en general obscuro, entonces el mal se llama melano- dermia pedicular o enfermedad de los vagabundos. Esas manchas provienen de un pigmento especial que el piojo, al picar, inocula en una gotita de saliva y que probablemente es una substancia tóxica secretada por él. Estas enfermedades las adquieren principalmente los pordioseros, a quienes es repugnante y lastimoso ver sucios, harapientos y hacer gesticulaciones a la par que rascarse por todas partes, de día y de noche, llegando a tal punto su desesperación, que cuando un piojo descuidado va a dar entre sus uñas, lo llevan con encarnizamiento a sus dientes para matarlo, y no falta quien haya visto que se lo comen encolerizados. Otros, cínicamente, los cogen con los dedos y los tiran a la calle, La gente de la clase baja, sobre todo las mujeres y los muchachos huérfanos que pululan por los portales, es la más piojosa por la notoria incuria en que habitualmente vive, pues casi nunca se baña y sólo se cambia de ropa has- ta que se le acaba sobre su propio cuerpo. La gente de la clase media es menos piojosa que la de la clase baja, porque es costumbre en ella bañarse y cambiarse de ropa por lo menos una vez a la semana; sin embargo, ni ésta, ni la de la clase alta o aristocrática, que puede asearse y cambiarse de ropa diariamente, están exentas de adquirir los piojos, pues son a menudo infectadas con los de la gente de la clase baja, con quien es imposible evitar su trato y su servidumbre. Es, pues, esta clase de gente la _ culpable de los estragos que el parásito ocasiona en las demás clases sociales. Las picaduras aisladas y las dos enfermedades dichas, ny 292 PROF. GUILLERMO GÁNDARA pueden curarse practicando lo siguiente, siquiera cada ter- cer día: I. Tómese un baño caliente. II. Frótese la zona enferma del cuerpo con pomada al- canforada. III, Cámbiese de ropa. B.—ACCION PATOGENA BACTERIANA a) Tuberculosis.—Courmont y Lesieur han demostrado la posible infección de la tuberculosis por la vía cutánea; así es que el piojo puede inocular el bacilo de Koch, y, por tanto, debe considerársele como un agente de la propa- gación de este mal. | De la misma manera y con más facilidad podrá consti- tuirse en transmisor de las enfermedades de la sangre y de la piel, como la sífilis, el mal de Lázaro, el del pinto, ete. b) Fiebre tifoidea.—Ya se sabe que el microbio que pro- duce esta enfermedad entra principalmente al organismo en el agua y por la vía digestiva; pero es preciso tener en cuenta que M. Abbe ha encontrado en una ocasión el setenta y cinco por ciento de piojos portadores del bacilo de Eberth, que es el que produce la fiebre tifoidea, y no sería difícil que en ciertos casos el piojo haga llegar el bacilo a la san- ore en tales condiciones que determine su desarrollo en el órgano que de preferencia ataca. c) Fiebres recurrentes. —Mackie, en Bombay, ha conta- do en los piojos de los niños de las escuelas el once por cien- to con la espiroqueta, que produce las fiebres recurrentes, contra el dos por ciento en los piojos de las niñas, que por lo regular albergan menos a esos insectos. d) Tifo exantemático.—Nicolle, Compte y Conseil (1), desde 1909, han indicado que el tifo exantemático puede ser (1) E. Brumpt.—Precis de Parasitologie, 1910, p. 553. ra La Cueva del Sapo. Sepulero encontrado en Xoxocotlán. Distrito del Centro, Oaxaca. Civilización zapoteca. Colección Rickards. siderar ciertos animales como dioses, los veneraban en cier- tas ceremonias como en sus bailes, nacimientos, entierros y otras fiestas. Es principalmente en sus grandes sepulcros, donde se encuentran las figuras zoológicas y además se ven muy a me- nudo, figuras de animales grabados o esculpidos en las la- jas que forman la entrada o paredes de los sepuleros (ti- guras 2 y 3). AA ZOOLATRÍA ENTRE LOS ZAPOTECOS 329 Entre los animales representados en la cerámica y otros objetos de los zapotecos, se encuentran culebras, coyotes, zorros, águilas, tigres o jaguares, sapos, leones, monos, etc. a rd 0 bi o Y . > dd AA : Fig. 3 Lápida con la figura de un jaguar, encon- trada en Teotitlán del Valle, Distrito de Tlacolula, Oaxaca. Civilización zapoteca. Colección Rickards. “La diosa de la danza era representada muy a menudo y se encuentra en muchos sepulcros, en la forma del jaguar o tigre, como vulgarmente se le llama (figura 1). Memorias de la¿Soc, Alzate. T. XXX V.—22 330 LIC. CONSTANTINO J. RICKARDS En Zaachila, capital del reino de Tzapotecpam, especial- mente se encuentran muchos ídolos con figuras de anima- les (figuras 4 a 8). En Santo Domingo Joliesa, Distrito de Tlacolula, Oaxa- ca, fueron encontrados tres utensilios iguales (figura 9) en forma de canasto, con una serie de vasos unidos y en la .parte de afuera, tienen un zorro cada vaso. Los zorros son pa > IPD Procedencia: Zaachila, Distrito de Zimatlán, Oaxaca. Altura: 26 centímetros. Ancho: 19 centíme- tros. Civilización: zapoteca. Subs- tancia: barro. Colección Rickards. enteramente iguales, sacados en molde y tienen sus armas y escudo (chimalli). Seguramente fueron usados en una ceremonia religiosa y son los únicos que hasta la fecha se han sacado de los sepulcros zapotecos. En Pueblo Viejo, Totolapam, Distrito de Tlacolula, fue- ZOOLATRÍA ENTRE LOS ZAPOTECOS 331 ron encontrados dos utensilios de piedra (figura 10) en forma de culebras (coatl), con varios agujeros pequeños taladrados y supongo que serían un mango, para poner plu- mas en una especie de abanico. Muchas de las ollas, jarros y otros objetos de cerámica, tienen la forma de animales o por lo menos, figuras de ani- miales en el exterior (figura 11). — nd P Fig. 6 Procedencia: Ocotlán, Distrito de Ocotlán, Oaxaca. Altura: 17 cen- tímetros: Ancho: 22 centímetros. Substancia: barro. Colección Rickards. Por todo esto se ve que los zapotecos, tenían a ciertos animales como sagrados y les rendían honores, culto y sa- crificios, representando sus figuras muy frecuentemente en sus utensilios y trastos usados en sus ritos y ceremonias. Los zahumerios que usaban los zapotecos para quemar el copal en sus ceremonias religiosas, a veces tienen en el mango una figura de animal. Otras veces toda la pieza viene a figurar un animal o una ave, como en un hermoso zahu- merio encontrado en Santo Domingo Etla, Distrito de Etla 332 = LIC. CONSTANTINO J. RICKARDS (figura 12), que está pintado de rojo y negro y cuya boca es la de un loro o guacamayo con el pico abierto. Además se ven en los lados que están calados, las plumas del ave. Otro zahumerio de Llano Blanco, Distrito de Etla, tiene una cabeza de mono en el mango y el cuerpo está figurado de dos maneras, un cuerpo está hincado y el otro con las piernas extendidas (figura 13). Los pies de los braseros que también usaban para quemar copal en un lugar fijo, generalmente terminan en figuras de animales. Estos braseros tienen tres pies y se encuentran muchos que están pintados con geroglíficos muy interesan- tes. Los pies terminan unas veces en cabezas de animales, y otras en cabezas de pájaros y muy diversas son las figu- ras que se encuentran. . Algunos de los ídolos zapotecos, aunque tienen cuerpos humanos, tienen cabezas o caras de animales (figuras 14 y-107. Otros tienen figuras de hombres o dioses y la ornamen- tación mezclada con figuras de animales, especialmente de " culebras que eran muy comunes entre los animales repre- sentados- (figura 16). Las otras tribus que rodeaban a los zapotecos, como los mixtecos, los cuicatecos, los chontales, etc., también venera- ban ciertos animales y especialmente entre los mixtecos, se han encontrado objetos de piedra, barro, cobre y oro, re- presentando animales. Entre las ceremonias religiosas de los zapotecos, la que tenía que ver más con los animales, eran las que practica- ban con motivo de los nacimientos de los niños. Fray Francisco de Burgos, uno de los escritores más antiguos de los españoles, que se ocupó de los zapotecos, y el presbítero José Antonio Gay, que escribió la historia de Oaxaca, hablan de estas ceremonias que estaban íntimamen- ZOOLATRÍA ENTRE LOS ZAPOTECOS 339 te ligadas con los nahuales o brujos, en que tan firmemente creían los zapotecos. Al nacer una criatura, el sacerdote le ponía en la mano, una saeta si era hombre y un malacate si era mujer, en se- guida bañaban a la criatura. Luego se le ponía nombre, que tenía que ser el que le tocaba según el calendario que Fig. 7 Procedencia: Santa Cruz Mixtepec, Distrito de Ocotlán, Oaxaca. Altura: 18 centímetros. Ancho: 22 centímetros. Barro. Colección Rickards. tenían, el cual se dividía de tal manera, que a cada día le tocaba el nombre de un animal o una planta. Al niño se le daba el nombre que le correspondía y su “tona” era el ani- mal que le tocaba. Esta “tona” era la mitad de su sér, es de- cir,-la vida del niño así tenía que estar enteramente ligada con la de su “tona” desde que el sacerdote le ponía su nombre después de haberle sacado sangre por detrás de las orejas y haberla ofrecido a los dioses. Cuando el niño ya era más grande, el sacerdote le ex- plicaba cómo el animal que le había tocádo, era su mejor 331 . LIC. CONSTANTINO J. 'RICKARDS amigo y protector y tenía que agradecer a los dioses, haber- le concedido una “tona” y entonces también el sacerdote le daba a conocer un ejemplar del animal, que era su guar- dián. Los indios creían que el individuo y su “tona” corrían la misma suerte en la vida, de tal manera, que si el animal fuese herido o muerto por cualquiera causa, igual suerte tendría el indio. Por el contrario, si algún accidente le pasara al indio, igual suerte tendría el animal. Tan arraigada estaba esta creencia entre los zapotecos, que hoy día todavía se encuentran en los muchos pueblos za- potecos del Estado de Oaxaca, algunos viejos que son co- nocidos entre de ellos, como nahuales, y muchos indios que todavía tienen su “tona.” También en muchos pueblos, tienen un día que consideran dedicado a su “tona.” Este día es la víspera de San Juan, que también dedican a los encantos y otras creencias supersticiosas de la antigua civilización zapoteca. Ya no hacen ostentación de estos nahuales y - tonas y son muy reservados en dar a conocer estas creen- cias a extraños; pero no obstante la civilización que los está invadiendo y el contacto con la gente más civilizada, muchos conservan sus antiguas creencias y costumbres. En muchas otras ceremonias y ritos, toman parte los animales; pero ya las costumbres antiguas están muy co- rrompidas y mezcladas con ideas y ceremonias modernas. especialmente con las de la Iglesia Católica Romana y con costumbres introducidas por los españoles al tiempo de la conquista. En los matrimonios de los indígenas, los padres de los novios acostumbran. cambiar guajolotes, y seguramente ésta es el resto de alguna ceremonia pagana de tiempos re- motos. En algunos sepuleros que he visto en el Distrito de Tla- colula, se han encontrado ollitas con cabezas y huesos de pájaros. Cada ollita contenía una cabeza y unos huesos, encontrándose además, los utensilios que siempre se encuen- » ZOOLATRÍA ENTRE LOS ZAPOTECOS 390) rr en estos sppulezos y unos ídolos. Solamente pájaros he visto enterrados en los sepulcros, y el hecho de que es- taban en una ollita en donde apenas cabían, me parece indi- car que no era el objeto enterrar comida para el gran viaje del difunto como muchas tribus indias hacían, sino que era . parte de una ceremonia religiosa-en la que las aves toma- ban parte. Todavía hoy ofrecen comida los zapotecos a sus parientes difuntos, en las fiestas de Todos Santos, ponien- do manjares no sólo en sus altares en sus casas, sino hasta en los sepulcros, en los panteones, Entre los objetos de cerámica encontrados en los sepul- eros zapotecos, hay unos vasos que tienen la figura de unas garras de ave o de pies de cuadrúpedos (figura 17). Estos vasos sin duda eran empleados en sus ceremonias religiosas. En el exteriog de multitud de jarras y vasos, vemos figuras de animales. La mayor parte de ellos, están tan bien hechos, que desde Juego se ve lo que quisieron representar (figura 18). Otras. veces eran más fantásticos en sus figuras y se nota, que la imginación trabajó para llegar a producir el animal ideado (figura 19). El águila era una ave que representaban muy seguido. Un hermoso ejemplar encontrado en el Distrito de Etla (fi- gura 20). Tiene una cabeza de águila muy bien modelada. Este ídolo aunque fué encontrado entre los sepulcros de los zapotecos, tiene un tipo enteramente maya-quiché muy pro- nunciado, completamente distinto de los demás ídolos en- contrados en la vecindad. En mi concepto este sepulcro es más antiguo que los demás y demuestra que los zapotecos eran descendientes y formaban una sub-tribu de la raza maya, lo que se confirma también por la semejanza muy marcada entre la ornamentación zapoteca y la de las ruinas de Yucatán. El ídolo mencionado, que parece ser un caba llero-águila y que tal vez era de un grado militar, como en- tre los aztecas, tiene la particularidad de que los dibujos fueron hechos con un instrumento punzante y así es distin- 336 LIC. CONSTANTINO J. RICKARDS to de los otros ídolos zapotecos. Fué encontrado en un gran mogote, cuyo o tetel, como son llamados en distintas partes, en un nicho de piedras o lajas grandes y fué el único ídolo encontrado en el montículo. Cómo se ye por la figura, tiene en cada lado, otra cara con la cabeza de águila encima, igual a la figura grande del centro. No cabe pues duda de que la vida del indio zapoteco, estaba íntimamente ligada con la de los animales que cono- cían. Burgos nos cuenta de las idolatrías de los zapoteco- serranos y menciona especialmente el caso de una guaca- maya que era adorada por el pueblo y que tenía un sacerdote que la cuidaba y le ofrecía sacrificios diariamente. Varios casos parecidos, se registraron cuando los misioneros espa- ñoles se internaron en las sierras para civilizar a los indios. Según Fray Juan de Córdova, quien nos ha dado los nombres de muchas de las deidades zapotecas, Cozaana Pi.- taocazaana y el creador de los hombres y peces era llamado Huichaana. En las leyendas mitológicas de los indios zapotecos, se mencionan muchos animales que toman parte en las hazañas de los dioses y en los eventos principales. En Teotitlán del Valle, llamado en zapoteco Xia-Quie, que significa “al pie de la piedra” y que como ya se ha dicho, era la antigua capital del reino zapoteco y uno de los más antiguos santuarios de Tzapotecpam, había un ídolo que era considerado como un oráculo por los indígenas. Burgos nos dice cómo era la creencia de que esta deidad se presentaba como “fingiendo haber venido del cielo en figura de ave, en una luminosa constelación.” En el pueblo de Santa Cecilia Jaliesa. Distrito de Tlaco- lula, fué encontrada una diosa representada por un ídolo que tiene parte del cuerpo de mujer y el resto es cuerpo de jaguar (figura 21); en el cuello tiene una culebra muy bien modelada. Varios adornos distintos se encuentran en la ca- beza, orejas y cuerpo. Está sentada y a la altura de los ojos A e Aia ein ZOOLATRÍA ENTRE LOS ZAPOTECOS 331 tiene una raya hundida que divide las dos partes de la cara. Las manos las tiene extendidas y las uñas de fuera. Don Manuel Martínez Gracida, dice en su obra “El Rey Cosi- joeza y su Familia :” Bichá es nombre que se aplica a todo animal, y como el demonio, según la superstición, toma la forma que quiere, de aquí proviene la creencia de que se presenta bajo la figura de un cerdo: en este caso, se llama Bihbuí Bichá y el nombre se aplica también al brujo. En Ocotlán y otros pueblos del valle, se atribuye a este fan- tasma, la figura de un perro negro, y le dan el nombre de Becu yace, el cual tiene por misión espantar y causar mal a los hombres que andan de noche, con malos fines. Las diferentes piezas mencionadas en este pequeño fo- lleto, son tomadas de mi colección de antigiedades mexi- canas. Miles de ídolos existen en los museos de varias partes del mundo, que han sido extraídos de las tumbas zapotecas; pero me he referido nomás a algunos de los míos por te- nerlos a la mano y es de esperar que otras personas dedica- das a la arqueología mexicana, nos presenten un estudio completo de las relaciones que existían entre la raza zapo- teca y los animales que conocían y cómo se encontraba antes de la caída de su poderoso imperio. Oaxaca de Juárez, noviembre de 1912, Memorias de la Soc. Alzate. T. XXX V.—23 TZ :0318'] *so1jourquos « 4 . | "SpAe dy UoIddajo ) *opequid OLIBg *so1]o1u13u9) ¿BID [Y “EIPXeO “e19H Sp 0911981 “ey oduruo(g 0Jueg :ei9u9ypa3304 4 21 31 Ó JIAXXX “Wer “98 “1 3 '9)Z]Y '908 SBLIOUMIY y 'SPAYADIY UQ1IIA[OD opezuid OJIEg "FO1J9UIJUI) LZ 20818] "SOLJOUUILJUID ZT 1 VANFY “BIBXLO “PIIH 9P OYLISIC] “ODUB[ OUT ¿vL0UIPIIOL A “EL SI XIXXX "WyL “98 “L '9JBZ[Y "908 EBRIO q Y JEDI UY Id [0 "eapord :vrout3sqng ceajodeí U9IIBZILIALO £0139u113u3) GT Á ¿1 :0B1%'] “*I8XBO “P[NIOMPLL SP OYNAJSI '0L SIA “uede[030 L, “Of9tA 01q9NJ :**ruUApadO1 JAXXX “WEB “98 'L , '2)82]Y 008 SeLIOua Y ) 'SPIPADIY UOIDI2|O7) "0148 q :BIDUeJ9qng “e9330dez ¡UOIDBZILAL) *SOIJOULY. 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"SPABADIYH UQIDIAOD '0118q BIDUVISQNS 'B09JOBZ :UOIIBZINIAL) *SOLJAUULJUID PZ “BO1J9UIJUI) LG (SOAJAWIJUDO EZ “BAMPY “YIBXEO UB[IBUUTZ DP OJLUIISIC “B[IUYIBBZ : BIDUIPIDOL A y "SI MTIXXX “ur “96 L '93BZ]Y '908 SPIIOWIY Memorias Soc. Alzate. "E 35, lám. XLVI b 1d ES Fig. 20. Procedencia: San Lázaro Etla, Distrito de Etla, Oaxaca. Altura: 30 centímetros. Ancho: 20 centímetros. Civilización: Maya Qui- ché. Substancia: barro. - noia Pirtirde oi2ccion Rickards. Memorias Soc. Alzate. <> T. 35, dlám. XLVu Fig. 21 Procedencia: Santa Cecilia Jaliesa, Distrito de Tlalcolula, Oaxaca. Altura: 39 centímetros. Ancho: 22 centímetros. Civilización: zapoteca. Substancia: barro. Colección Rickards. "Sp1eM3IYy U0IDIA[O ) YH 3p o3lL1PSt(] ¿viu payo, dy IA ALE "e99300deZ ¡UOIDEZI[IAL ) "UIPXC() '81 211 ARSS . dd y SOS e e PON *49930d8Z SUOTIBZI[TATO) "SOXPOUULJUDO OT :0y9U Y “sO1J9UILJUDO YT :BINJY_ "R0BXeO “BH 9P OYISIQ “BH OBUIUIO(] 0JUBS :BINUIPION Y "61 "SIA ATX “ue “98 UL “3)BZ]Y "908 SRBLIOUIA Memorias Soc. Alzate. T. 35, lám. XLII Fig. 16. Procedencia: Totolapam, Distrito de Tlaleolula, Oaxaca Altura: 17 centímetros. Cireunferencia: 36 centimetros. Colección Rickards. € PAP a A E *“OLIBQ : BIDULISQNS '9pUuv1ZD £8UI 8] SO1J9UIIJUI) TT] :OUBWE | “YOBXEO 9P OPYISH “UB[IBUIZ Á R]N[ODBLL IP SOPLIIFL] : PIDUIPIDO Y ; "LT “SIA ITIX “WE 96 “UL '3)BZ[Y '908 SRILOUA] Memorias Soc. Alzate. T. 35, lám, XL HARÁ Fig. 14: Procedencia: San Juan Teitipac, Distrito de Tlalcolula, Oaxaca. Altura: 45 centímetros. Ancho: 34 centímetros. Civilización: zapoteca. Substancia: barro. Colección Richards. Memorias Soc. Alzate. Fig. 15. Procedencia: Distrito del Centro, Oaxaca. Altura: 27 centímetros. Suhstaneia: barro. Colección Rickarde. ECLIPSES Y OCULTACIONES 339 EGLIPSES Y OGULTAGIONES. Por el Ingeniero Geógrafo Valentín Gama, M.S. A. (Sesión del 5 de octubre de 1914) (Lams. la 6 y 11 figs.) Me mueve a publicar este trabajo, la esperanza de que los aficionados a la Astronomía encontrarán interés en un método que les permita prever, sin cálculos laboriosos, to- das las particularidades de fenómenos que, como los eclip- ses de Sol, cautivan la atención de todo el mundo. Hacemos el menor uso posible de las ecuaciones; recono- cemos que el Algebra ahorra muchas reflexiones, muchos esfuerzos de imaginación, pero a condición de estar fami- liarizado con ella, y seguramente entre los lectores a los que se dedica este trabajo, habrá muchos que no estén en ese caso y que prefieran los modos comunes y corrientes de ver las cosas. La idea capital del método que vamos a exponer es vieja : la encontramos en el “Tratado de Astronomía de Lalande,” pero parece que no es original de este astrónomo y excelente expositor, sino que había sido empleada antes que él por otros. Acaso esa idea sugirió a Bessel la elección de los ejes de coordenadas que adoptó en su celebrada teoría de los eclipses y que tanto facilita la solución de los múltiples problemas que en ella se tratan. Realmente no es común en Astronomía que se encuentre algo en que los antiguos astrónomos no hayan dejado alguna huella de su ingenio admirable que muchas veces suplió las deficiencias de los Memorias de la Soc. Alzate. T. XXXV.—23 340 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A. métodos de cálculo de que disponían. Nos referimos a la Astronomía matemática, que en cuanto a la física, es obra casi exclusiva de los modernos. Al desarrollar el método gráfico a cuya exposición desti- namos la primera parte de este trabajo, advertimos que nos ocurría sin gran esfuerzo la solución algebraica de algu- nos problemas, lo que nos indujo a tratar de esa manera al- -gunos de:los puntos que acostumbran tratar todos los autores que se han ocupado de la teoría de los eclipses. Este es el ori- gen de la segunda parte de este trabajo, en la que damos además algunas otras soluciones gráficas que no requieren ninguna construcción previa. PRIMERA PARTE CONSIDERACIONES GENERALES ACERCA DE LOS ECLIPSES.—METODO GRAFICO PARA SU PREDICOLON PERIODO GRLDEO 1.—Los antiguos, que daban gran importancia a los eclip- ses de Sol y Luna, habían logrado predecirlos con gran exac- titud, gracias al período descubierto por los observadores de Babilonia, llamado Período Caldeo o Saros. Formando un registro de los eclipses verificados durante siglos, aca- baron por advertir que esos fenómenos se reproducían regu- larmente al cabo de 223 lunaciones o de 18 años aproxima- damente. Se tenía así un medio de predicción, porque habiendo formado. el cuadro de los 41 eclipses de Sol y 29 de Luna verificados durante 223 lunaciones, bastaba. añadir ECLIPSES Y OCULTACIONES 341 18 años 11 días a la fecha de uno de ellos, para tener la fecha en que debería producirse otro semejante. El período caldeo resulta de la manera como se verifican los movimientos aparentes del Sol y de la Luna. Un eclipse tiene lugar cuando se encuentran, más o menos exac- tamente, en la esfera celeste tres puntos que circulan alrededor de la Tierra independientemente uno de otro, y es a saber: el Sol, la Luna y el nodo ascendente de la órbita lunar. Entre dos encuentros consecutivos de los primeros, transcurren 29.53060 días; y el período entre dos pasos consecutivos de la Luna por el nodo, o sean el mes . draconítico, es de 27.21229. Ahora bien, 223 lunaciones equi- valen a 242 meses draconíticos y a 18 años 11 días, (1) y, por tanto, al cabo de ese tiempo los móviles aludidos volve- rán sensiblemente a ocupar las mismas posiciones. Se sigue de aquí que si un eclipse total de Sol tuvo lugar: en cierta fecha, bastará añadir 18 años 11 días a esa fecha, para tener la de otro eclipse total, o por lo menos muy considerable. Se cree que de esta manera procedió Thales (el filósofo griego) para anunciar el eclipse total que se verificó el año de 584 antes de Jesucristo, eclipse que mencionan los his- toriadores, porque puso término a una guerra entre medas y persas. Estando basado el Saros en los movimientos medios del Sol, la Luna y el modo de su órbita, y pudiendo elevarse las desigualdades de la Luna y el nodo a $? y 9? se podría ereer que fallaría muy a menudo. Sin embargo, la experien- cia enseña que no es así y que solamente los eclipses de pequeña magnitud no se reproducen. Se explica esto porque en 18 años 11 días se verifican 239 revoluciones amomalís- ticas de la Luna, de donde viene que al cabo de ese inter- (1) 10 días cuando hay 5 bisiestos; 12 en los casos más raros en que no hay más que 3, como sucede entre 1897 y 1915 por interponerse el año secular no bisiesto de 1900. 342 ING. GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. S. A. valo de 18 años el Sol, la Luna, el nodo y el perigeo de su órbita se encuentran en los mismos puntos. Damos en seguida una lista de los eclipses de Sol verifi- cados de 1898 a: 1907 y los correspondientes que tendrán lugar de 1915 a 1925, y una carta de los totales que se veri- fican en este último intervalo. ECLIPSES DE SOL LSO7FECDECLO ste acceda: A E de 19 LIO A ae oa PEO 29 1398 ¡Enero nda. odiosos AS O AS AAA 22 1898 Ju ho is A a IR O NR 18 10908 IDICIENIDLO rte adobo. sesos vaso n Pa O os 13 DR A ES A A od creas 11 ESA [a NE A A O 2h ao 8 OOO RDICICEUTDES + EA. o RO, OS To ES 2 E e A AA O A ME O 28 1900 Noviembre........ TREN ITA EN SASE RAGE TEE 22 DA A A O AE 18 GOL ANODISIODEe cota aata deal! 200 dadasn aan o IS 11 EAN US E PR A E A NR toco E 8 ¡RIUS CEA 0 O E E 7 EPA Olarte: 7 NA AS A A A 31 EEE A O ra 29 1903 Septiembre sta clocoassols andas esco aie on cc 21 AO E A A e A O 17 1904 Septiembre 2 or sdal COLE. Pies dades OU 9 A Es A E E A ML Ii 6 EUITIO AA OPS E -*30 A A io 23 ET e A A 20 1906 Agosto cat. o once cre So A 20 AO DOCTOR AR e MS ENS 14 EUR AAA IA A O 10 SIA O A 13 ION RADZOS(O ooo cooeda do AS ea oasa UNT 8 1916 Febrero..... ........ A A 3 A A A E 29 NA A E A A A 24 Dudoso. 1917 “RHETO:...... A e te y AAA 22 ECLIPSES Y OCULTACIONES 343 ECLIPSES DE SOJ, CE EE A A E IN RA 19 O A A 13 LE E A IO LS - 8 A A E de A 3 VA A E A 29 DA AO A O A 22 EY AT AO e E O A 18 ESA A A A A 17 Li AA AA A AAN 10 LA A 1 A 9 VA A AR A 10 E AI A A AT E A 28 CAL EEE AI Sd 35 IA. 20 E AD A Ae AS AAN 17 1923 Septiembre .......... A EE, RA 10 LE E AA A RAS PO TO A PA PO 3 VA A A E AN A 31 ARA 30 Eclipse dudoso O E A PARA 24 VADO AS E 20 LIMITES DE LOS ECLIPSES 2.—Independientemente del período caldeo puede saber- se, antes de emprender cálculos laboriosos, si habrá eclipse o no en una sizigia; basta para eso tener la distancia de la Luna a su nodo más cercano, o su latitud. Si la distancia L—N al nodo es mayor de 17”, no habrá eclipse, si menor que 14”, lo habrá con seguridad ; entre esos límites el eclip- se es dudoso. A esos valores límites de L—-N corresponden otros de la latitud ¿ de la Luna; el eclipse es seguro cuando gl” 23; si ¿>1* 35 con seguridad no habrá; entre esos límites es dudoso. Para hacer ver cómo se llega a esos resultados, conside- remos la figura 1. TS es la dirección en que se ve el Sol del centro de la Tierra; del punto A se verá el Sol en la direc- 344 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A. ción AS' que forma con la paralela a TS llevada por A un ángulo igual a la paralaje del Sol; ese mismo punto verá el borde oriental del Sol en la línea AS” tal que el ángulo S"AS' sea igual al semi-diámetro aparente S del Sol. Es claro que cuando el eclipse empieza para el punto A se verá de él el disco de la Luna en contacto con el del Sol, y por tanto, el ángulo S'AL será igual a la suma de los semi- diámetros de dichos astros. Ahora bien, del centro de la Tierra T se verá en ese mismo instante el centro del Sol a una distancia del de la Luna igual a STL; pero: STL= SDE 27 ñA BTL=SAL=s+/¿ STB = TBA — S/AS”, en donde TBA es la paralaje P de la Luna, S'AS”, la p del Sol; luego diremos que empieza el eclipse para el punto A situado en el círculo máximo perpendicular a: TS, cuando la distancia angular geocéntrica de la Luna al Sol es igual a la suma de sus semi-diámetros más la diferencia de sus paralajes. Fijémonos ahora en que el primer punto de la Tierra que ve el eclipse tiene que ser un punto como el A, situado en el circulo máximo perpendicular a TS y el más avanzado hacia el lado de la Luna; en efecto, la figura 3 nos hace ver que cuando para otro punto como B empieza el eclipse, ya el punto A ve parte de la Luna cubriendo el Sol. De lo anterior se concluye: para que haya eclipse la dis- tancia angular geocéntrica de la Luna al Sol deberá ser menor que la suma de sus semi-diámetros más la diferencia de sus paralajes; el eclipse empezará y terminará para la Tierra en general, cuando la distancia geocéntrica de dichos astros sea la aludida. Con las notaciones indicadas y designando por A la distancia geocéntrica de la Luna al Sol, tendremos: A AS ECLIPSES Y OCULTACIONES 345 Condiciones para que haya eclipse: h. : ERP el; empieza el eclipse para la Tierra en general, cuando, =P=p+5S2+!1. La mizma figura 1 nos enseña que empezará el eclipse central, para un punto como el A, cuando la Luna llegue a B, esto es, cuando la distancia geocéntrica de la Luna al Sol sea ETB=P-—9. Pasemos ahora a la figura 2, en la que NL y NS' repre- sentan las órbitas de la Luna y el Sol, tales como se ven en la esfera celeste. Se comprende a la simple inspección de esa figura que la distancia aparente de la Luna al Sol en las sizigias depende de la latitud de la Luna o de su distancia al nodo. Si el Sol estuviese inmóvil, la menor distancia a la que pasaría la Luna del Sol sería SP; pero a causa del mo- vimiento del Sol se aproximan un poco más, si bien la dife- rencia entre SP y la menor distancia €es muy pequeña, por ser la velocidad aparente del Sol muy pequeña relativamente a la de la Luna; tomaremos, pues, SP como la menor dis- tancia. Ahora bien, la condición para que haya eclipse, es: SP > MR 1 Ran por otra parte, considerando el triángulo LSP en el que LSP es igual a la inclinación de la: órbita lunar, 3 te PS = 0 1,5. 6051 = Lg. B cos 2, o en virtud de la pequeñez de PS y por ende de ¿; PBS=+P' cas z. De donde resulta como condición para que haya eclipse, BL(B—P+S+1) sec í. 1 es muy pequeña—oscila entre 4%57' y 5720"—por esa razón P—ptsT+l y ¿ difieren muy poco y no hay inconveniente, 346 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A. para valuar su diferencia, en tomar el valor medio de i con lo que resultará la condición: B(P+2+5S+1) (1+0.005) Si sustituimos en esta fórmula, los valores máximos de P, s y las variaciones de p son tan pequeñas que no hay para qué tenerlas en cuenta—tendremos el mayor valor que puede tener ¿ para que sea posible que se verifique el eclip- se; este valor es: Si sustituimos en seguida los valores mínimos de P, 1, y s, tendremos el valor de ¿ niás abajo del cual habrá se- . guramente eclipse; este valor es: RE entre estos dos límites el eclipse es dudoso. A los valores amteriores de ¿ corresponden otros de L—N, que se obtienen considerando el triángulo SNL, que nos da: tg. LS = £g. PB =sem (LN) £g. 2. Dando a: ¿ el mayor valor que hemos encontrado y a Í el menor que puede tener, y en seguida a ¿ el menor y a i el mayor, tendremos los valores límites de LN: Lim. Sup.: LN = 1795; Lim. Inf.: LN 140. Entre estos límites el eclipse es dudoso; abajo del segun- do es seguro; arriba del primero no habrá. 3,—COMO VERIA MOVERSE A LA LUNA CON RES- PECTO A LA TIERRA, UN OBSERVADOR SITUADO EN EL SOL.—Ya sabemos a qué distancia deben estar la Lu- na y el Sol al empezar y al terminar tanto el eclipse parcial como el central; pero no sabemos a qué hora se encuentran dichos astros a esa distancia; este problema y otros que se nos irán presentando, los vamos a tratar buscando cómo sería el movimiento aparente de la Luna, relativamente a la Tie- ECLIPSES Y OCULTACIONES SAT rra, para un observador que estuviese situado en el centro del Sol. Seguimos refiriéndonos a la fig. 1. Un observador situado en el Sol vería la Tierra y la Luna como si fuesen dos pe- queños discos situados en el plano PP perpendicular a TS, y cuyos radios fuesen respectivamente EB y LD. Veamos cuál es la relación de los semi-diámetros aparentes que tendrán la Tierra y la Luna, para el observador situado en el Sol. Sean: P, la paralaje de la Luna, p la del Sol, 1 el semi-diámetro de la Luna, s el del Sol, r el semi-diámetro heliocéntrico de la Tierra (1) y k el de la Luna. Tendremos: EB =ET fe. (P-f) DL =AD fg. l y con la aproximación suficiente: EB=ET (P—f) DL= ET / de donde: DES l EB r P-—p En nuestras construcciones geométricas acostumbramos representar el disco de la Tierra por un círculo de 100 mm. de radio, y entonces el de la Luna quedará representado por otro de radio: l a ¿= 100 mm. Como p es aproximadamente — de P, puede ser bas- tante tomar: € — (1) r es en medidas angulares precisamente la paralaje actual del Sol cuyo valor en segundos varía entre 8.65 y 8.95; pero como aquí solo se tra- ta de valores relativos, puede suponerse r=1 0 a otro número cualquiera si así lo pide la comodidad de los cálculos, o a una longitud cualquiera. Nosotros tomamos r =100 mm. SAS ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A. relación que puede establecerse fácilmente por las conside- raciones que siguen: Las distancias de la Tierra ai Sol y de éste a la Luna, difieren relativamente muy poco, por tan- to, puede admitirse que los semidiámetros heliocéntricos de la Tierra y de la Luna son entre sí como sus radios, y como por otra parte los diámetros aparentes de dos esferas vistas a la misma distancia están entre sí como sus radios, se si- gue que los radios de la Tierra y de la Luna están en la relación de la paralaje de la Luna a su semidiámetro, y de aquí se concluye la ecuación de arriba. Cuando la distancia aparente geocéntrica del Sol a la Luna sea y, la distancia heliocéntrica h entre la Tierra y la Luna será: | o aproximadamente: rg A = ==2 E relación que puede establecerse por consideraciones semejan- tes a las que acabamos de exponer. A la escala que hemos adoptado h quedará representada por: E o aproximadamente: O E Determinemos ahora la trayectoria relativa aparente de la Luna con respecto a la Tierra. Supongamos que en el momento de la conjunción geocéntrica sea ¿ la declina- ción de la Luna y ¿- la del Sol; entonces del centro de la "Tierra se verá la Luna a una distancia ¿— y, del Sol, y, se gún lo que acabamos de ver, el observador en el Sol verá la Luna a una distancia de la Tierra: == ECLIPSES Y OCULTACIONES 349 y al Norte o al Sur según que ¿—¿ sea positiva o nega- tiva. Tenemos así un punto de la trayectoria, nos queda por determinar su dirección. A la hora T de la conjunción el Sol y la Luna están en el mismo meridiano; al cabo de una - hora, la Luna habrá pasado al Oriente del Sol y se encon- trará en un meridiano que hará con aquél en que se en- cuentra el Sol un ángulo igual d Ja—Jo! Ja Y dal siendo los movimientos horarios en ascención recta del Sol y la Luna respectivamente. Ahora bien, la figura 4 nos enseña que dos puntos, A y B, cuya declinación es ¿ y que están en dos meridianos que forman un ángulo igual a y se verá del centro de la esfera bajo un ángulo igual a y ¿og 0. En efecto, tenemos: AOB = arc. AB/AO ACB = arc. AB/AC; de donde: AOB/ACB = AC/AO, y como AC=AO cos. AOE resulta: AOB = ACB cos d =0 cos d. Se infiere de esto que cuando la diferencia de meridianos del Sol y la Luna sea Ja— dJa' la Luna se verá de la Tierra al Oriente del Sol y a una distancia angular de él igual a (Aa— Aa”) cos d y según lo que acabamos de explicar, el desalojamiento horario de la Luna respecto de la Tierra en el sentido de Este a Oeste, será: NS Aa! P=P cos d e > 3530 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A. Sean ahora ¿y y a40'-1os movimientos horarios en de- clinación de la Luna y del Sol respectivamente, en la época de la conjunción; una hora después de aquélla, la Luna se habrá movido hacia el Norte del Sol el ángulo ¿3 — 4o” (si esta cantidad es negativa, el desalojamiento será hacia el Sur) y ese desalojamiento, visto desde el Sol, será: Ad — Ad! E =P Podemos ya construir la trayectoria aparente relativa de la Luna con respecto de la Tierra. Para eso, trazamos una circunferencia de radio r, Fig. 5, la que representará el disco de la Tierra visto del Sol, y, a partir de su centro trazamos la' línea Norte—Sur, y la Este—Oeste. Y Tomemos: d—d' DA = Pos * el punto A de esa manera situado será un punto de la tra- yectoria. ; : El observador en el Sol vería a la hora T, de la conjun- ción, el centro de la Luna proyectarse en el punto A del disco de la Tierra. En seguida tomamos de A hacia el Oriente: er Av — Aa! 6 = P=> Y COS y de B hacia el Norte: BO— Ad — Ad! : . FBI e qa y trazamos una recta que pase por A y por C; esa recta AC prolongada a uno y otro lado de A. representará el ca- mino que un observador situado en el Sol vería recorrer al disco de la Luna, y AC, lo recorrido en una hora. Entonces, si conocemos la hora T, a la que se verifica la conjunción, ECLIPSES Y OCULTACIONES 351 calcularemos la hora T a la que llega la Luna al punto D agregando a T, el cociente de DA/AC. 4 —PRINCIPIO Y FIN DEL ECLIPSE. —Principiará el eclipse según hemos visto en el párrafo 2, cuando la distamn- cia geocéntrica de la Luna al Sol sea igual a P—pst!; en ese instante, del punto A, fig. 1, se verá el borde Oriental de la Luna tocar al Occidental del Sol, y desde el punto del borde del Sol situado en el plano STL y hacia el Occidente se vería el borde Occidental de la Luna tocar al Oriental de la Tierra en el punto A. Ahora bien, según lo que se dijo en el $ 3 un punto cuya distancia geocéntrica al Sol es P—p-—s-1, se verá del Sol a una distancia: de la Tierra representada por: Mi cla : E? si r €s el radio de la circunferencia que representa el disco de la Tierra vista del Sol. Sentado esto, es claro que si he- mos construído la trayectoria relativa de la Luna respecto a la Tierra, del modo que dijimos (3), para tener la posi- ción de la Luna cuando empieza el eclipse, nos bastará fijar el punto de esa trayectoria cuya distancia al centro de la Tierra sea: d ii de da a PP Para eso trazamos una circunferencia de radio R (Fig. 7); esa circunferencia encuentra a HH” en dos puntos L, y L,, situados uno al Occidente y otro al Oriente de la Tierra; cuando la Luna llegue al primero de ellos empezará el eclipse, y terminará al llegar al segundo. Para tener las épocas T, y T, de esas fases, tomaremos las distancias L,A y L,A, A siendo la posición en la época T, de la conjunción, y las dividiremos por la distancia AC, que es lo recorrido en una hora, los cocientes obtenidos nos R e 392 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $, A. dicen cuántas horas antes y después de la conjunción em- pieza y acaba el eclipse. Tendremos : L, A e L, A A eS AC T, =To— 5.—PRINCIPIO Y FIN DEL ECLIPSE CENTRAL.— Es claro que empezará a verse el eclipse como central cuan- do el centro de la Luna llegue al punto L, en que su trayec- toria HH' encuentra al disco de la Tierra; desde ese instan- te el eclipse empezará a ser central para algunos puntos, y dejará de verse como tal, al llegar al punto L,; las épocas T, y T, en que eso suceda, serán : NDS AC A Ly O E AC T3= To + 6.—PUNTO PARA EL CUAL LA CENTRALIDAD TIENE LUGAR A MEDIO DIA.—Es claro que cuando la Luna llega al punto A en el que su trayectoria corta al me- ridiano central, el observador situado en el punto de la Tierra que se ve desde el Sol proyectado en A en ese ins- tante, verá el eclipse como central y tendrá al Sol en el meridiano; ahora bien, la Luna llega al punto aludido A en el momento de la conjunción, o sea la hora T, —tiempo medio de Greenwich— y si la ecuación del tiempo es E, es decir si el Sol pasa por el meridiano E minutos después de medio día medio, la hora verdadera correspondiente a la hora media T, será: | Wo= To — E Por otra parte, el punto en cuyo meridiano está el Sol a la hora T”, tiene por longitud respecto a Greenwich pre- cisamente T”, horas o sea T', X 15 grados. En cuanto a la latitud de ese punto A la encontraremos así: el punto de la Tierra que se proyecta en O tiene por latitud la declina- ECLIPSES Y OCULTACIONES 333 ción del Sol, y es claro que A está al Norte de O un ángulo cuyo seno es OA/R. Podemos encontrar gráficamente la latitud del punto A, llevando por él una paralela a la línea. Este—Oeste, y mi- diendo el arco comprendido entre esos dos paralelos. El valor de ese arco en grados es igual a la diferencia de lati- tudes de A y O. La latitud de O es evidentemente igual a la declinación del Sol. DETERMINACION DE LOS LUGARES PARA LOS CUALES SE VERIFICAN LAS PRINCIPALES FASES DEL ECLIPSE 7.—Pero los astrónomos no se conforman con estas in- dicaciones generales, sino que acostumbran determinar otras muchas particularidades; en primer lugar, la zona en la que el eclipse es visible; los puntos de la Tierra que prime- ro ven el eclipse, ya sea como parcial ya como total; aque- llos para los cuales el eclipse es central; ete..... Como indudablemente debe ser grato a un aficionado prever todo eso, siquiera sea con una tosca aproximación, vamos a exponer el sencillo método que hemos imaginado. S.—La Fig. 6 nos muestra que de cualquier punto del cono AOA' se ve el Sol cubierto por la Luna en su totalidad o en parte; ese cono se llama: cono de penumbra. Un plano que pase por el centro T de la Tierra y sea normal a SL cor- tará al cono de penumbra según un círculo cuyo radio EA vamos a: determinar. EA se ve desde L bajo un ángulo ALE=LAO--SOB. Pero, LAO—=1 y SOB difiere muy poco del semi-diámetro 354 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A. aparente del Sol, así pues puede escribirse aproximadamen- te. (1) ALE=/+s por consiguiente, EA estará con el radio de la Tierra en la relación de l + s: P, y el círculo EA quedará represen- tado en el plano de proyección que hemos escogido por otro de radio..... > l+s O ARA k=r=W SOB es mayor que el semi-diámetro del Sol visto de la Tierra, así es que el valor o) resulta menor que el verdadero; compensaríamos esto en (1) En rigor se tiene: SOB =SUB + IBA...iovoioa (a) SLB es el semi-diámetro aparente del Sol visto desde la Luna y LBA el de la Luna visto desde el Sol; ahora, SB 77D s D—d de donde: SLB="s E A Por otra parte la Luna se ve del Sol con un diámetro aparente aii pue LBA=5=4 7 P5 por tanto: AZ SB SOB = 2 +4 ET y finalmente: dE 19 A A, 5 pj P-P . P--6 el radio de la penumbra será pues: s+1 E má r e is e a ES ECLIPSES Y OCULTACIONES 305 parte disminuyendo un poco el denominador y poniendo: i+s P—p que por otra parte es el verdadero valor. EA 7 - En lo sucesivo llamaremos al círculo EA la penumbra. Notemos que un observador situado en S vería coincidir el centro de la penumbra con el de la Luna. Resulta de lo expuesto que si trazamos un círculo de ra- . l+s dio ”P , tomando como centro el punto L, posición del centro de la Luna en su trayectoria aparente a la hora T, en toda la porción M,M,M, de la Tierra cubierta po” ese círculo (Fig. 7) se verá el Sol eclipsado total o parcial- mente a esa hora. La posición del centro de la Luna a la hora T se tendrá calculando la distancia LA con la fór- mula. - AL =(T—T,) AC Inversamente, si queremos saber la hora a la que la Lu- na ocupa la posición L, pondríamos: Puede evitarse la repetición a cada paso de estas opera- ciones, procediendo ordenadamente del modo siguiente: Supongamos, para fijar las ideas, que la conjunción tuvo lugar a 422" T.M, de Green.; de A hacia el Oeste, Fig. 8, to- mamos una longitud igual a ¿2 X AC y en su extremo po- nemos la indicación 4*; en seguida, a partir de este punto, tomamos una longitud igual a AC, hacia el Poniente tam- bién, y ponemos en su extremidad la acotación 3"; así se continúa! hasta donde se estime necesario. De un modo análo- go se gradúa la porción de la trayectoria al Oriente del pun- to correspondiente a las 4”. Los intervalos así marcados, se dividen en 6 partes, cada uno de las cuales representa un Memorias de la Soc. Alzate. T. XXXV.—24 [8] 56 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A. intervalo de 10”, Acotada así la trayectoria aparente de la Luna, podemos fijar inmediatamente la: posición que ocupa a una hora dada, y, viceversa la hora cuando la Luna tiene determinada posición. No es necesario dibujar la trayectoria de la Luna en la gráfica, eso deberá hacerse en un papel calca puesto sobre la gráfica. De este modo una gráfica puede servir muchas veces. 9.—Para tener la hora a la que empieza el eclipse para la Tierra en general, dibujamos en una' hoja de papel muy transparente un círculo de radio igual al de la penumbra y lo acomodamos en el dibujo de modo que su centro quede so- bre la trayectoria y sea tangente al borde de la gráfica. Es claro que a la hora T, correspondiente a L, empezará el eclipse. ES De un modo análogo determinemos la hora T, a la que termina; esa hora será la correspondiente a la posición L, del centro de la penumbra. Notemos que la distancia de L, y L, al centro de la Tierra, es: l+s P—pb+lI+s pa El resultado a que acabamos de llegar es pues- idéntico al que llegamos en el párrafo 4. Pero ahora tenemos apren- dido algo más y es a saber: que el lugar de la Tierra que ve primero el eclipse es el que a la hora T, de Green., se ve del Sol proyectado en M., punto donde el disco de la Tierra es tangente a la penumbra. Pero esto no tendría gran interés si no podemos res- ponder a esta cuestión: ese lugar que a la hora T, se ve del Sol proyectando en M qué punto de la Tierra es? Cuá les son su latitud y longitud? Ese mismo problema se nos va a presentar a cada' pa- so. Por ejemplo, a 3* de Green. la Luna está en L (Fig. 7); Y ECLIPSES Y OCULTACIONES 391 hagamos centro en L y tracemos la penumbra; para el punto de la Tierra que se ve proyectado en M, sobre e) borde Oriental de la penumbra, el eclipse empieza a las 3*, puesto que la penumbra avanza al Oriente con más ra- pidez que cualquier punto de la Tierra; pero poco sabemos con eso, si no conocemos la posición geográfica de ese punto. Tenemos por tanto que resolver este problema: determi- nar la posición geográfica del lugar de la: Tierra que a una hora dada de Greenwich se ve del Sol proyectado en un punto determinado del disco aparente de la Tierra. 10.—Sea: P (Fig. 8 bis) el polo de la Tierra; PZE el meridiano de lugar por cuyo cenit pasa el Sol a las 307” de Greenwich por ejp.; ZE=PH= declinación del Sol. Desde el Sol se verá el ecuador de la Tierra como una elipse EEE; los paralelos correspondientes a diversas latitudes, como eclipses tales como la L L, y los meridianos, como eclipses ta- les como PM, cuyo eje mayor es igual al diámetro de la Tierra y que pasan todas por el punto P, proyección del polo de la Tierra. Sólo el meridiano PZE que pasa por el Sol y que es llamado meriadiano principal se proyecta según una rec- ta: la PZE. Sentado eso, supóngase que se tiene un dibujo en el que se han trazado los paralelos de 0,10,20.... de latitud y los meridianos que están a 10, 20, 30,.... grados al E y al O del meridiano principal PZE. Por medio de ese dibujo podemos determinar inmediatamente la latitud de un punto y su longitud respecto del meridiano principal, y no nos quedará ya más que averiguar la longitud de ese meridiano con relación a Greenwich.... Para eso observaremos que a medio día verdadero el Sol está en el meridiano de Green- wich, y, que, por cada hora que transcurre, el Sol avanza 15 grados al O., de manera que a las tres horas, por ejemplo, de tiempo verdadero de Greenwich, el punto que tiene el Sol en su meridiano está a 3 x 15 grados al O. de Green- wich, y esto será la longitad del meridiano principal. 398 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $, A. Los relojes, péndulos, cronómetros, se arreglan a tiem- po medio, pero los almanaques (Connaissance des temps, Nanutical almanac, etc.) nos dan de día en día lo que el Sol verdadero adelanta o atrasa con relación al Sol medio, es decir, lo que hay que agregar o quitar a la hora media para tener la verdadera. Esa cantidad es lo que se llama ecuación del tiempo. Otras veces se da la hora H a la que el Sol ver- dadero pasa por el meridiano, y entonces, a la hora media T, el meridiano principal estará (I—H) X 15 grados al O de Greenwich. ; EJEMPLO.—Supongamos que se quiere la longitud del meridiano principal a las 3"10” de Greenwich el 3 de fe- brero de 1916, fecha en que tendrá lugar un eclipse de Sol. Encontramos en “Le Connaissenuce des Temps” que el 3 de febrero a esa hora la diferencia entre la hora media y la verdadera, es 14 minutos; la hora solar verdadera a las 3 horas de Greenwich será, pues, 2*46" y la longitud del me- ridiano principal, 4 (246) x15=141*30", O. de Greenwich. 11.—PUNTOS EN LOS CUALES EL ECLIPSE EM- PIEZA O TERMINA AL SALIR EL SOL O AL PONER- SE.—Decíamos que cuando la Luna está en L” (Fig. 9) em- pieza: el eclipse, para la Tierra en general, en el punto de contacto M de aquélla con la penumbra, y, que un obser- vador en ese punto vería al Sol en el horizonte al verificarse su primer contacto con la Luna. Continuando aquélla su carrera llegaría al punto L”, tal que el radio L'M” es normal a la trayectoria; cuando eso pase, el eclipse principiará al salir el Sol para M', pero el observador, situado en M” vería al Sol en contacto con la Luna al aparecer en el horizonte, y separarse los dos astros ECLIPSES Y OCULTACIONES 399 a partir de ese instante. Por eso se dice que M” es un punto de simple contacto. En todas las posiciones de la Luna entre L' y L” la penumbra corta al disco de la: Tierra en dos puntos que ven empezar el eclipse al salir el Sol. Determinando la situación geográfica de los puntos de encuentro de la penumbra y el borde del disco de la Tierra correspondientes a diversas épocas, marcando esos puntos sobre una carta geográfica, y uniéndolos con curvas, tendre- mos sobre la carta dos curvas, una que contiene todos los puntos para los que el eclipse empieza, y otra para los que acaba al salir el Sol. Esas dos curvas se enlazarán en el punto de simple contacto M”. ] Si analizamos lo que sucede cuando la penumbra empie- za a salir por el Poniente, veremos que se repite, en sentido inverso, lo que sucedió al entrar y podremos dibujar otras dos curvas que pasarán, la del lado Poniente, por los pun- - tos en que se pone el Sol al terminar el eclipse, y la de Oriente, por aquellos en los que el Sol se pone al empezar el eclipse. 12—CURVA DEL ECLIPSE CENTRAL.—Es la línea que pasa por los puntos para los cuales el eclipse es central. -— Pára trazarla en un mapa se procede así: el punto de la Tierra para el cual la: centralidad tiene lugar primero, es el que se proyecta en L, (Fig. S), en el momento en que la Luna llega a este punto de su trayectoria; determinada su posición geográfica, de la manera que indicamos en (10), se lar marcará en el mapa. En seguida se pasará a otro pun- to, por ejemplo al que se proyectó a las 3” de Greenwich en el punto de la trayectoria de la Luna acotado con 3*, marcando también su posición en el mapa; así se continua- rá hasta que el centro de la penumbra llegue a L, en el bor- de Oriental de la Tierra. Uniendo los puntos así marcados se tendrá la trayectoria de la centralidad. "dci DR ” dde > 5 A 360 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A. 13.—LIMITES NORTE Y SUR DE LA ZONA EN LA. QUE EL ECLIPSE ES VISIBLE.—Se acostumbra fijar también los límites Norte y Sur de la porción de la' Tierra en la que es visible el eclipse. En la figura a la que nos he- mos venido refiriendo, el límite Norte se confunde con las líneas de los puntos que tienen el Sol en el horizonte al principio y fin del eclipse; para fijar el límite Sur se pro- cede así: el primer punto del límite austral es evidente- mente el punto de simple contacto M” (Fig. 9). Para encon- trar otro, en el punto de la trayectoria acotado con 3", por ejemplo, se levantará una perpendicular hasta encontrar la paralela a la trayectoria distante de ella precisamente el ra- dio de la penumbra, el punto de encuentro N será un punto del límite Sur. En efecto, se ve que al desalojarse la penumbra ya no alcanzará a ningún punto situado en el mismo meri- diano de N y al Sur de éste; mas para cualquier lugar al Norte de N y en el mismo meridiano, el eclipse ya empezó a las 3” de Greenwich; un observador en el punto N vería a esa hora a la Luna en contacto con el Sol, y alejarse uno de otro estos dos astros a partir de las 3? A primera vista podría pensarse que si se traza el círculo de la penumbra haciendo centro en el punto marcado con 3” y se busca el punto más al Sur de ese círculo, guiándose para ello con los paralelos, se deberá tener un punto del límite Sur de la zona de la Tierra en que el eclipse es visible; pero si se medita un poco veremos que así se tiene el punto más aus- tral en que hay eclipse a las 3”; pero se encontrará también que al avanzar la penumbra encuentra a otros lu- gares en el mismo meridiano y más al Sur de aquél. Se con: tinuará de la misma manera hasta el punto de M”, que seré . el más austral hacia.el Oriente. 14—LUGARES EN LOS QUE EL ECLIPSE EMPTE- ZA O ACABA A UNA HORA DADA.—Supongamos para fijar las ideas, que se quiere determinar los lugares para los ECLIPSES Y OCULTACIONES 361 cuales el eclipse empieza a las 400”, tiempo medio de Green- wich. Hacemos centro en el punto acotado, 4” y trazamos la penumbra; en todos los puntos del borde de la penumbra situados a la derecha de $, el eclipse empieza a las 4”; por el contrario, en los puntos a la izquierda de S el eclipse acaba a esa hora. Il punto S es uno de los de la curva que limita por el Sur la zona en la que es visible el eclipse. El trabajo más laborioso de los que requiere la aplica- ción de este método, es la construcción de las elipses según las cuales se verían del Sol proyectados los meridianos y paralelos, pues esas curvas cambian con la declinación del Sol. Afortunadamente ese trabajo puede hacerse de una vez por todas. Para ahorrar trabajo a los aficionados, hemos construído gráficas para todas las declinaciones del Sol, de 2 en 2 gra- dos, pues si no se quiere una aproximación muy grande, > q p y 8 bastará usar la correspondiente a la declinación más cerca- na a la del Sol en la época del eclipse. No se cometerán de esta manera en las latitudes, errores superiores a uno o a dos grados; nuestros dibujos fueron - construídos a' la escala de un decímetro para radio de la Tierra; pero-en los grabados se redujeron a una mitad (el radio a 6 cm. aproximadamente). ESCALAS Y ABACOS AUXILIARES 15.—Todos los cálculos que requiere la aplicación de este método, se reducen a operaciones sencillísimas de adición y substracción, o ay lo sumo a multiplicaciones y divisiones que pueden ser ejecutadas con una regla de cálculo; pero aun estas últimas pueden evitarse con los sencillos diagra- mas que pasamos a explicar. 362 ING. GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. $. A, 16.—ESCALA DE PARALAJES.—Tiene por objeto eje- cutar los productos por R/P—p; nuestra escala (Lám. 3) fué calculada y construída suponiendo R=350 mm. He aquí cómo se construyó: se toma una longitud OA y se levanta en A la normal AB=R=50 mm. en nuestro caso -si se divide AB en 60 partes, cada una de ellas repre: senta a la magnitud lineal que se ye de la Tierra bajo un ángulo de un minuto cuando la paralaje lunar es de 60'; para tener la longitud CD que se ve de la Tierra bajo un ángulo de 60” cuando la paralaje es de N minutos, tomamos OC=0A e y levantamos CD hasta su encuentro en D con OB prolongada; CD es longitud buscada. En efecto, cuando la paralaje es de N minutos, la longitud que se ve de la Tierra bajo un ángulo de un-minuto es R/N, y bajo otro de 60”, 60 R/N, que es precisamente el valor de CD. Dan- do pues a N valores desde 50' a 62”, límite dentro de los cuales está comprendida la paralaje lunar, llevando a partir de O longitudes iguales a los valores calculados y levantando por sus extremos perpendiculares a OB, y, por último, prolon- gando las líneas que unen O con las divisiones marcadas en OA, quedará construída la escala. Supongamos que la paralaje lunar sea de 61' y que se quiere tomar la longitud que se vería de la Tierra bajo un ángulo igual al semi-diámetro de la Luna, al que supondre- mos de 165, bastará tomar con el compás o con una tira de papel, una porción que abarca 15.5 divisiones de la línea acotada con 61'. 17.—ABACO PARA CALCULAR. (a — da”) 008 3 == Se marca el punto a que corresponde una lectura igual a da— da', se sigue la vertical que pasa por ese punto hasta encontrar la oblicua acotada con la ¿ y, por último, se lee la indicación de la escala vertical correspondiente a la horizontal que pasa por esa intersección. (Lám. 4). 58 ECLIPSES Y OCULTACIONES » 363 La construcción del ábaco es muy sencilla: a partir del punto de la escala marcado con 35 se toman sobre la verti- cal, longitudes proporcionadas a los productos de 35 X cos 3 para g8= 0%, 10%, -15%,.... hasta 24”; en el punto de la propia escala horizontal acotado con 50” se toman longitu- - des proporcionales a los productos de 50 3 eos ¿, y se unen los puntos así marcados con los correspondientes de la vertical de la izquierda. Nuestro ábaco fué construído to- mando 10.2 de pulgada, tanto en la escala vertical como en la horizontal. 18—ESCALA PARA CONTAR LOS TIEMPOS.—Pa- ra contar los tiempos transcurridos desde la hora de la con- junción hasta el instante en que la Luna ocupa una posi- ción dada, en su trayectoria, hemos construído la escala que se ve en la lámina 3 y cuyo uso se comprende al verla. 19—ABACO PARA DETERMINAR LAS LONGITEU- DES DE LOS PUNTOS PARA LOS CUALES EL ECLIP- SE EMPIEZA O ACABA AL SALIR O AL PONERSE EL SOL.—Es difícil determinar en las gráficas las longitu- des de los puntos para los cuales el eclipse empieza o aca: ba al salir o al ponerse el Sol; cuando se quiere más pre- cisión de la que aquéllas pueden dar, recúrrase al ábaco de la lámina 3 bis que da la longitud con la declinación y la latitud como argumentos. Por comodidad hemos dividido el - ábaco en dos partes, mas para explicar su construcción y su uso, nos referimos a la primera y bastará con eso. Se entra con la latitud como argumento en la: escala horizontal y se sigue la vertical del punto en que se lee la latitud dada. hasta la oblicua acotada con la declinación del Sol; a partir del punto de encuentro se sigue la hori- zontal hasta la escala: vertical de la izquierda en la que se lee la longitud buscada. Este ábaco puede servir también para calcular los arcos semi-diurnos. A 364 - ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M, $, A. Se construye así: La fórmula que da la longitud es: cos ¿=—igó lg q en la que ¿es la declinación del Sol, € la latitud del punto M y 1 la longitud del punto M. Se escoge una longi- tud cualquiera como unidad, pongamos un decímetro; para graduar la escala horizontal se llevan a partir del extremo de la izquierda porciones iguales a las tangentes de 1, 2, 3 .... grados hasta 7029 que es el arco que tiene por tan- gente 3.00; en el extremo del último punto marcado así se llevan longitudes iguales a tres veces la tangente de 1, 2, 3.... grados, uniéndolos con el origen de la escala horizon- tal. Para la escala vertical de la izquierda, se toman a par- tir del cero, longitudes iguales a: los cosenos de 90%, 89%, 88%.... y se acotan con estos puntos así marcados. Se desprende de lo anterior que puede entrarse también con la declinación como argumento horizontal, y entonces la latitud será el argumento vertical. Nótese que si d y y son ambos positivos o negativos, cos | será negativo, lo que quiere decir que en ese caso habrá que tomar / en el segundo cuadrante o el suplemento del ángulo horario tomado del ábaco. 20.—NOTAS IMPORTANTES.—Debemos llamar la atención sobre algunas hipótesis que hemos hecho para sim- plificar las cosas y que, no correspondiendo exactamente a la realidad, hacen que los resultados no sean sino aproxi- mados, si bien los errores que de eso resultan son acaso menores que los inherentes a las construcciones gráficas. En primer lugar, hemos supuesto al construir las gráficas que la Tierra es esférica y es bien sabido que es un eclipsoide de revolución, siendo la diferencia entre el eje polar y el ecua- torial 1/300 de este último. Resulta de esto que el contorno de una gráfica construída para ¿=0/ debería ser un elipsoi- ECLIPSES Y OCULTACIONES 365 de con un eje polar de 99.6 mm., el ecuatorial, siendo de 100 mm. . Acaso más importantes que los errores debidos a la: cau- sa que acabamos de señalar son los que provienen de la manera de calcular el diámetro de la penumbra, conside- rando las dimensiones de la Tierra despreciables frente a su distancia a la Luna; la Fig. 6 pone de relieye el error que por esa' causa se comete; C es en la figura el más orien- tal de los lugares en Jos que el Sol se ve eclipsado; ahora bien, procediendo de la manera que hemos indicado, resulta que el punto más oriental es el D. Ha sido nuestro intento señalar solamente aquellas circunstancias de las que se hace punto omiso en nuestro método; los que se hayan penetrado bien de él encontrarán sin dificultad el modo de corregir los resultados obtenidos para dejarlos exentos de los errores que ocasionan esas omi- siones. Por otra parte, al tratar de la predicción para un lugar dado, volveremos sobre este punto y nos ocuparemos de to- das esas particularidades de que aquí hemos hecho abs- tracción. EJEMPLO.—El día 3 de febrero de 1916 tuvo lugar un eclipse de Sol, el que corresponde, según el período Saros, al que se verificó el día 22 de enero de 1898. Según lo hemos explicado, se necesitarán para la pre- dicción, los datos siguientes, que constituyen lo que se llama: ELEMENTOS DEL ECLIPSE: Tiempo medio de Greenwich de la conjunción A ai febrero 3 a 421730" Ascención recta del Sol y de la: Luna......... 21 0358.7 Declinación "TE Sol ad 16% 46' 18” Declinación de la Luna..... A A OA 16-133 Paralaje ecuatorial horizontal del Sol........ 8,9 Paralaje ecuatorial horizontal de la Luna.... 60'19”.4 Movimiento horario del Sol en ascención recta. 14-267 Movimiento horario de la Luna............. 1015 Movimiento horario del Sol en declinación... + 43% Movimiento horario de la Luna............. + 13 45.9 Vamos a suponer que el radio de las gráficas sea de un decímetro; si tenemos gráficas de grado en grado, escogemos la de 17”. Debemos fijarnos en que el polo Sur queda con res- pecto al plano de proyección, del mismo lado que el Sol, y por consecuencia, el polo Sur será aquél en que concurran las partes divisibles de los meridianos. ' El cálculo se dispone así: d =—16%13/ 521 P.=60/ 19/Aa=142*6 cos (4 0a=Ac) 3807 Aa? = 10. 1 d/ =—16%46/.187 P= 094a/'—¿4a=132, 5 3226 P—p=60/10 33. 12 . 32/4 60. 2 0-=0/ 53,8. mm; Mid: == 13/467 Ss =316%14 P—5p A d/= 44 THE AJ—Ad= 13021 S+1= 32.39 13.03 . ERA 0 AI—Ad! — ] 27 = 54,1 mn; =D 0 ME Pp == 216; DAA A A cos 4 = 52. Tmm NOTA.—Todos estos estos cálculos fueron ejecutados con una regla de cálculo de Manheim, tamaño de bolsillo. ide drid Y A E o e dit ds NA a La ECLIPSES Y OCULTACIONES 361 Colocando en seguida sobre la gráfica una hoja de papel de calca, marcaremos los puntos A, B y C, tomando CA= 53. S mm.; AR=32.7 mm., y BC=21.6 mm., y uniendo AC con una recta y prolongándola a uno y otro lado, ten- dremos la trayectoria de la Luna respecto de la Tierra. AC=37.0 mm. representa lo que corre la Luna por hora. Para marcar las posiciones que ocupa el centro de la penun- bra, tomaremos primero al Oeste de A, esto es, a la izquier- - da, una latitud igual a 57 o 21.6 = 20.6 y su extremo lo acotaremos con 4* a partir de este punto llevaremos a uno y otro lado proporciones de 57.0 mm. y marcaremos las posiciones ocupadas por la Luna desde" la 1* hasta 7” y dividiremos los intervalos en 6 partes de 5.7 mm. cada una. De esta manera se dibujó una figura de la cual es copia reducida la Lám. Núm. 6. Casi todos los cálculos anteriores, aunquermuy sencillos, pudieron haberse evitado; las divisiones (P—p) con la es- cala: de paralajes; la reducción al ecuador de Ja — Ja' con el ábaco de arcos semidiurnos; la acotación de la trayecto- ria por medio de la escala de tiempos; bastaría para esto último tomar una porción igual a AC, con una tira de papel o un compás, llevarla sobre la escala en la parte en que AC abarca 60 partes, y dividir la porción AC en 6 partes de 10 minutos. Con la escala así dividida, se pasaría en seguida a la trayectoria. : Efectuadas las operaciones anteriores, se dibuja en una hoja de papel de calca: una circunferencia de 32.6 mm. de radio; se coloca su centro sobre la trayectoria (Lám. 6) y se le va desalojando hasta que toque a la gráfica; eso suce- de cuando el centro de la penumbra que está en el punto acotado con 1*26”" y a esa hora. tiempo medio de Green- 368 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M, S. A. wich, empieza el eclipse, al salir el Sol, para el punto situa- do a 4? de latitud Sur y 91” al Oeste del meridiano prin- cipal. Ahora bien, el 3 de febrero, el Sol pasa por el meridiano 14" después, del Sol medio y por consiguiente, la longitud del meridiano principal respecto del de Greenwich, será: cy 15 1:26.—149—]*]2—189 YW. de Greenwich, y la longitud del primer contacto: 18”+-91*=109 W. de Green. A la 2*14” el eclipse empieza al salir el Sol en el punto situado 31” de latitud Norte y a 809 (2h 14 m.— 14%) 110% W. de Greenwich a la misma hora el punto M a 24” de latitud Sur y a 98? —- 30? — 128” W. de Greenwich, vería: el Sol y da Luna en contacto, al levantarse aquél en el horizonte. El punto M es un punto de simple contacto y el más Occidental de la curva que limita por el Sur la zona en la que es visible el eclipse. La Lám. Núm. 6 nos muestra también la posición de la penumbra a las 2407; se ve que el eclipse empieza cuando sale el Sol en el lugar cuya posición geográfica es: termina cuando sale el Sol en el lugar a 219.5 de latitud S. y 97% + 36%.5=133.5 de longitud W. Procediendo como se indica, se ha formado el cuadro adjunto, que ha servido para construir las curvas de la Lám. Núm. 2. ARS A A EE s ECLIPSES Y OCULTACIONES 369 PREDICCION PARA UN LUGAR DADO 21.—La carta del eclipse (Lám. 2) nos da, aunque con una aproximación tosca, las horas del principio y fin del eclipse en un lugar; vamos a ver ahora cómo pueden obte- nerse esas horas con mayor aproximación : Supongamos que hemos encontrado con la carta que para un lugar de latitud ¿ y de longitud L al O de Green- wich, el eclipse empieza a las hora T (Tiempo medio de Greenwich) a esa hora la longitud del meridiano central - en grados será: Lo=“T—H)X 15 H siendo la hora media del paso del Sol por el meridiano. La longitud del lugar al O del meridiano central, será: FET hecho eso ponemos sobre la gráfica un papel de calca y mar- camos un punto M, a la latitud « y a 1% al O. del meri- diano central (Fig. 10) ; en seguida hacemos centro.en el pun- to A de la trayectoria acotado con T horas y trazamos una circunferencia de radio igual a la penumbra; si el punto M, queda en el borde de la penumbra, esto querrá decir que efectivamente, el eclipse empieza a la hora supuesta; pero lo común será que M, quede dentro o fuera de la penumbra; en el primer caso el eclipse empezará antes de la hora su- puesta, en el segundo después. En nuestra figura, a la hora T el punto M, quedó fuera de la penumbra; entonces hace- mos centro en punto B acotado con T+1* y trazamos otra vez el círculo de la penumbra; ahora bien, en una hora el observador se habrá trasladado 15% al Oeste hasta M, y su- pongamos que M, quede ya dentro de la penumbra; esto querrá decir que el eclipse tuvo lugar entre las horas T y T+1. Eee A . v A e o e id e a ds ds A a ' , Mi h ' + 2 - 3710 ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M, $, A. Para saber cuánto tiempo después de la hora T, necesi- támos averiguar como se ha desalojado el observador con relación a la penumbra. Ahora bien, si trazamos MM, igual y paralela a AB el punto M quedará con relación a la circunferencia de centro A como M, queda relativamente a la trazada haciendo cen- tro en B; así pues, el observador se ha desalojado con rela- ción a la penumbra como si éste hubiese quedado inmóvil y aquél se hubiera desalojado de M a M,. Por consiguien- te, el eclipse empezará después de la hora T, tantos minutos como son necesarios para que el observador recorra la dis- tancia M, N de su trayectoria relativa a: la penumbra; aho- ra bien, el tiempo empleado en recorrer M, N es: ¿—MyN EM EJEMPLO.—Se quiere saber la hora a la que empezó en México el eclipse que se verificó el 3 de febrero de 1916. La carta nos dice que empezó el eclipse en México poco después de salir el Sol, y como éste sale ese día a eso de las 6*30” (tiempo verdadero) o poco después de 1* p. m. de Greenwich, pues la longitud de México es de 637”. Por otra parte, la posición de México respecto a la curva de 4* nos dice que el eclipse deberá principiar entre la 1” y las 2* de Greenwich; supongamos pues que sea a la 1*30”, tendremos: TIGO" Los otros datos son: Longitud de México... .. ..... 195 Longitud de México..... ...... 9972 0. de Greenwich. Hora media del paso del Sol por el meridiano el 3 de fe- brero de 19d, ios ss A A ECLIPSES Y OCULTACIONES 311 Con estos elementos tenemos: Longitud del meridiano principal al 0 de Greenwich. T—H=199 Latitud de México al 0 de Greenwich... .....oomcoo.o..... Lo 99 L =80 Una hora después la longitud de México será....... 657 Con esos datos se efectuaron valiéndose de una gráfica de 0.1 - m. de radio las construcciones que indica la Lám. 5 que es - una reducción del A original, habiéndose obtenido para - hora del primer contacto: AOS Tiempo de Greenwich. AN e Local de México. 22.—Debemos advertir que no es necesario para calcular las fases del eclipse en un lugar dado, tener una carta como la de la lámina 2, que nos de la hora aproximada a que tienen lugar. Una: de las maneras de proceder cuando esta- -mo$S €n ese caso, es la siguiente: Se marca la posición M del A lugar a la hora T, de la conjunción y se traza una circun- 4 ferencia de radio igual al de la penumbra, haciendo centro - en el punto de encuentro de la trayectoria de la Luna con 4 el meridiano principal; si M queda fuera de la penumbra 4 y al Occidente, eso querrá decir que ya pasó el eclipse, y E entonces se determina la posición del observador a la hora E T,—1; si M hubiese quedado al Oriente de la penumbra habría que calcular su posición a la hora T+-1; procediendo con las dos posiciones del observador, como se ha explicado en $ 2. Si M hubiese caído dentro de la penumbra, eso significaría que cuando tenga lugar la conjunción ya habrá empezado el eclipse y entonces se calcula la otra posición - del observador a las horas T,+1 ó T,—1; la simple inspec- ción de la figura nos indicará si es más conveniente calcular la segunda posición del observador para un hora antes 0 6 Jara una hora: después de la conjunción. . Memorias de Ja Soc. Alzate. T. XXXV.—25 312 ING. GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. S. A. F ANGULO DE POSICION DEL PUNTO DE CONTACTO Es interesante saber de antemano en qué parte del borde del Sol se verifica el contacto con la Luna. Se fija ese punto por su ángulo de posición, que es el formado por el círculo horario que pasa por el centro del Sol con el radio que va al punto de contacto. Sea (Fig. 11) M un punto de la Tierra situado en el bor- de oriental de la penumbra; ese punto verá al Sol en el punto S en el que la perpendicular MS al plano principal P encuentra a la esfera, y, a la Luna) en el punto L, situado en el plano SMC, y tal que el ángulo SML=s+!1. Trace- mos por M una paralela MN a la línea Norte Sur, que en- cuentra a la esfera en N; el arco SN es el horario que pasa por el centro del Sol; el ángulo esférico LSN es el ángulo de posición de la Luna que tiene por medida el ángulo NMC formado por la línea Norte Sur con la recta que va de M al centro de la penumbra. En el ejemplo del párrafo anterior, el ángulo de posición del punto de contacto es de 46? contando del Norte al Este. o A ————— em "eza1d uo y d €zl eps OSA? | e "equoe E xy ¿YT 0'€L sep” 68 | 08% en "ezo 1d ua Ss py ce[ 6'96 517 | "equot y £ ra y) s:0v+ S'9€ 0b Z "BZa1 ua ES A 11 viL6 ez— 'equae A E yr 8'92 Lo O “ezo duo asd1[93 [9 “10S 19 APS IV 601 v'6L 12+ *oy9eyuo9 ads p oyund ez 86 Ho 0€ $T Z LE 1'L6 (tea 67 01 7 E 601 ' 0078 | 052+ % v2l S"l6 SEO Ss '9% 00 z S gol seg | so0z+ »A TZT 896 SO vz os LI al "108 19 1/85 [0 Sot 7:98 0'er+ 2 || osdipos qa ezardiua sa[eno Sol vavd sojuna LT 6'S6 gI— S"TZ o» 1 o Lot "88 NS 00 1 ee TD e'6 EA 61 ve 1 mi A! 601 £'16 0p— 0'81 9% T o o «a “y | e “a "Mm N0l Mm 3. e > E E A o eS pudo u rad PonT MERA poa : ve YoJnuo9p Y oyoodso. 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A o o o + E ais rl o A “uu v.IO0H | ECLIPSES Y OCULTACIONES T€ 0'Sp *3sd1[93 [9P MS 3HUYT PÁS O'OT DS 9L 0'se 0'67— "oJ92 uo) 0unTa 0Z 0'SZ S6£+ h A 4 ; OT 028 0'sz+ "eqeoe 109 [9 asiduod [y 67 529 0:45 Ty E M “q :M ES > AA E o A A E d pedrourad Poy 87 UYO0IMUDO.A) Y 039989 otun proc 1e oj0adeda pryduoT pny3uor] S"Tb a) Q NO SE un m pe a) an o -19910) 9P *M [8 pedrioutid ouelp -119u [93p *3uor] £ ING, GEÓGRAFO VALENTIN GAMA, M. S. A. 316 *019PBPIOA [08 [9p Ot -8.10y o/nu3uy "SBJOH y SU] Y: ses hise Luna P.m..s AT asd1]99 16) ezardmo S3[en9 so] e1ed soyuna EAS S"I8 Gto 0'SZ 00% + -P8PIT813939 B][ BUTMIAST, | “"*" O'TT O A: 0'6p + AO 0'l€ 0'6€ Ñ 0'9€. -+ .oo.o.”. 0'0S O'1Z ..o..s SL? + E 0'95 DOT 0:08 + daras 029 ba O Or le ..o... 0'89 ....o.s 91 S'OT > UnA 0€l mi 022 OEA alada 0'62 sia 0"Z0 dy + ago 0'28 AO 0'9p 02: + ...... O'TOT e... 049 0'Z + "PepI[e13ua9 e] ezarda | ce... a ' $88 A o o o "Y M “0 :M pedrourad PART HORNO PIO? SIMS ANS ouvrprieta e oy00dso. pugr3uor] E O puy1duory vo H "o39eyuo9 ads cms ayyy lotes 05d SST SA NY Pl SNS 00'p EN 599 E 0'0T OO 595 00'p En S'9L O 007 UE 0 ay 00'p ii 026 e 0'96 001 — c'96 00'p PE S'pOoT 4: . 0'8b 0'0T + 5:98 00 "Se.1OU y SP] Y eqroe sapeno so] ved sound | ces ST en 0'SS 00€ + C'96 00'y M7 S'szt SE 0'69 s6b + S'95 00'p —A>=>>—>]—> A >> o | _— —0>>=>=> A A KK > — > AMMMMMMMMM>ANA=>+A42 AAA —Á S'95 0 a 0'0 AGA 09s -P S'9S 00 p S"Ty bid O'ST Pe 0'0p + S'9S 00'b o [o] e o “uy A | : pel Mm Y 'M E [O A P "OLOPUPI9A AR PEN ¡udrou tad Puperr [108 1ep ori |. vIOH 5 ES AS LA OP AROS ouv1piiew 11 oyoadsa. 1 -v10y opnduy by ON : ; Mie A pay 300] p 2é poe 7 Sd t- CP: pata EA A mL a o E lar A | y á . e É al (rd ” E! 0 0 A , ES M y J > » , X , a Ñ É Ñ os . * e 4 y a y E) E. Memorias Soc. Alzate. Lámina 1 OENLANO GR A ss! V. Gama.—Eclipses y ocultaciones ys BS = E ds E > Y Y 0% Dia: LA SECRECIÓN EN LAS CELULAS DEL MAGUEY o (97 NOTAS HISTOLOGICAS EL PROCESO INTIMO DE LA SECRECION DE LAS CELULAS DEL MAGUEY DEL PULQUE, Por el Profesor Isaac Ochoterena., M. S. A. (Sesión del día 6 de octubre de 1919) (Lámina XLVIII[.) Es principio admitido en Biología que la función hace al Órgano y que éste alcanza un perfeccionamiento tanto más - grande cuanto más especializado está para los fines que tiene que llenar. Consecuentes con esta verdad, creemos pro- vechoso el estudio de uno de los más eficaces y perfectos mecanismos secretores, el del maguey del pulque, en donde, como dijo el gran naturalista Dr. Francisco Hernández, “cuando se quitan los pimpollos cortando con nauaja' de piedra mana de aquella concauidad cierto zumo o licor, en tanta cantidad que una sola planta, es cosa por cierto dig- na de ver y de no menos admiración y espanto, distila y echa de si cincuenta arrobas y mas, del cual licor se haze vino,” estas cincuenta arrobas y más de líquido secretado provienen inconcusamente de las reservas nutritivas acumu- ladas por la planta para proveer a las grandes expensas del período de floración, en donde las actividades vitales alcan- zan una marayillosa intensidad; mas si se reflexiona que muchas de estas reservas nutritivas se encuentran en un estado insoluble y que no se hallan en el líquido secretado, fuerza nos será admitir que un complicado proceso bioló- gico interviene para dar el líquido en cuestión. > $80 o PROF. ISAAC OCHOTERENA, M. S, A. Este proceso cuyos detalles físico-químicos en gran par- te se nos escapan, tiene su asiento en las mitocondrias, de- nominadas también blioblastos por Altmann, verdaderos órganos intracelulares, correspondientes a los plasmorganos u organelos de los Protozoarios, que obedeciendo a las leyes de la división del trabajo, desempeñan la función secretora, ya formando diastasas capaces de solubilizar el almidón, (1) ya desdoblando los sacáridos complicados, bien fabri- cando azúcares a expensas del mucílago, sintetizando las grasas con sus Eleoleucitos que en la etapa final de su acti- vidad afectan singulares aspectos anillados, produciendo elucósidos como la saponina y otros, materias albuminoi- deas, etc., ete. Con auxilio del método ideado por Champy, que consis- Lenen: Fijado: 17 Xerdo:crómico aL O. .<03. ¿ordre de 7 partes. Bicromato de potasio al 3%....... ON 7 Aerdo .ÓSmico al Voiaaas AN 4 Durante 24 horas. TE: Acido prroleñoso;. qc ie eta E > 1 Aeido :crómico “al. TO dd dl Durante 24 horas. III. Bicromato de potasio al 3%, 3 días. (1) En nuestra memoria (Plantas Desérticas Mexicanas, Agaves y Yucas de Durango », publicada en las Memorias de esta Sociedad hace 7 años (T XXXIII, 1911-12), afirmábamos que en las especies a que se con- creta el trabajo, no se encontró el almidón. Estudios y observaciones pos- teriores de otras especies, nos han enseñado que sí existe, especialmente después de días de abundante insolación. Esta formación de una materia insoluble a expensas de las solubles capaces de elevar grandemente la presión osmótica, nos parece significar un proceso defensivo, pues la turgescencia celular inmoderada sería fatal para la planta. as a SA A a a o AA A A T Y ' AA 7. $ LA SECRECIÓN EN LAS CELULAS DEL MAGUEY 381 é y como en el método de Altmann, subsiguiente coloración por la fucsina 'ácida, hemos podido seguir el interesante proceso secretorio desde su iniciación hasta su fin. Partimos desde la clara diferenciación de las mitocon- drias en las plantitas de Agave, muy tiernas, en cuyo caso con una iluminación oblicua y apropiado aumento, pueden distinguirse sin necesidad de ninguna preparación especial, simplemente observando en una gota de solución azucarada al 3%. En la figura 1 se ve una célula subepidérmica muy joven, mostrando sus mitocondrias en la región más aparta- da del núcleo, entre los alveolos protoplásmicos, siendo no- tables sus curiosos movimientos brownianos, La figura 2 representa una célula tomada de una planta joven; se ve en ella, con el método Champy, la transfor- mación de las mitocondrias en condroplastos, especie de bolas osmófilas, según ya había observado Champy, a propó- sito de las vacuolas (Arch. d'Anat. Micr., T. XII, 1911, Pp. 55), hinchadas con las materias secretadas; nótase en ca- da una la porción central más teñida, la pericentral menos tingible y por último una zona periférica rodeada de tenue membrana, más tingible que la materia que encierra. La figura 3 muestra una Célula tomada de un Agave adulto, con su quiote de 40 cm. de altura; está llena de materias secretadas, turgescente, con sus mitocondrias afec- tando formas singulares por división del corpúsculo cen- tral y reunión de las mitocondrias neoformadas, que cons- tituyen un verdadero rosario (condriomito) o presentan una forma que recuerda a la de los espermatozoides; el proceso secretorio afecta con alguna posterioridad las células peri- féricas, viéndose en la figura 4 una interesante célula epi- dérmica, altamente diferenciada, con mitocondrias en di- versos estados evolutivos. La: figura 5 muestra una célula tomada de un Agave cu- yo bohordo floral se ha extirpado y se halla en plena y abundante secreción de agua miel; no hay mitocondrias v E Pre ARES PROF, ISAAC OCHOTERENA, M. $, A. libres y los condriomitos presentan solamente los corpúscu- los centrales sin la materia pericentral que pasó, en esta última fase, a formar parte del líquido secretado. En nues- tro concepto, las materias albuminoideas encontradas en el agua-miel, tienen origen mitocondrial y provienen de la por- ción de que nos hemos ocupado. Durante el transcurso del fenómeno secretorio, se ob- servan algunos cambios correlativos en el protoplasma y en el núcleo; el primero pierde su aspecto alveolar, se hincha d: y una vez que el proceso secretorio toca a su fin, se retrae tornándose refringente y granuloso; el nucleo, ávido de ma- terias tintóreas, pierde sus apetitos cromáticos, presentan- do en la célula decadente, un aspecto retraído y evidentes alteraciones en la membrana nuclear. Creemos pertinente afirmar una' vez más, pues sirve este estudio de nueva confirmación, que sólo un criterio dinámi- co es capaz de producir eficientes resultados en el campo de la Biología, ya que experimentan los organismos vivos tan profundos cambios durante su ciclo evolutivo, que sola- mente la contemplación total del fenómeno nos permitirá su recta comprensión. pl , 7 q Y e pl LA + e 2) AL as R 107 » 13) y ¿0 E ya a BINDING SECT. JUNG LI Academia Nacional de Cienci 23 Antonio Alzate, Mexico A6 Memorias Phyéical Y Applied Sak, Senials PLEASE DO NOT REMOVE CARDS OR SLIPS FROM THIS POCKET A AA UNIVERSITY OF TORONTO LIBRARY STORAGE (eek SARA AO cotas 4 e MA hy us ee Era Pen inet CILA O EN 1029 A pS A ue o Sd bl DAS ADO: OS Ay ¿si Las se Y, a Ire 0 os Dd al e 52188 be PTA $ Us 1UA SS id y y y el La $$ ADO A