A Ei a a Ol A E 207 A 3 dd mi E E A $ y Ñ a . á E UN Si 9 . y : E WMEMORIAS — REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DIA MMRAAIDGAUAIDO MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS, UU UU UY VA UY A UY UY Y UU UA YOMO Ao Lu UY Y UY Y UU Y Y VU e UY Y Y A . MADRID. POR AGUADO, IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M. Y DE SU REAL CASA. 1856. - £ Publicado por acuerdo de la Academa. El Secretario perpétuo, M. Lorente. REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DE MADRID. => AAA KK 3. SERIE. —CIENCIAS NATURALES.—TOMO 11. — PARTE 4: MADRID: POR AGUADO, IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M. Y DE SU REAL CASA. 1856. NOTA, La Academia no adopta ni rehusa las opiniones de sus indivi- duos: cada autor es responsable de lo que contengan sus escritos. | GEOGNOSTICO-AGRÍCOLA SOBRE LA PROVINCIA DE PONTEVEDRA PREMIADA POR LA BRAD ACADAMIA DA CUBNCIAS EN CONOURSO PUBLICO CON ARREGLO AL PROGRAMA PRESENTADO POR LA MISMA PARA EL ANO DE 4855 POR D. ANTONIO DE VALENZUELA Y OZORES, Catedrático de Historia natural, Fisica y Quimica en el Instituto provincial de 2.* ense- ñanza de Pontevedra, 23 ca a o da di 13 Nu: dnd S0tl 48 184 EAN en mi 07 ode: MARIO 4 LORA A) LAW ZA 'OMOTUA 6 Yi va Fab DO GEOGNÓSTICO-AGRÍCOLA SOBRE LA PROVINCIA DE PONTEVEDRA. Doow0oo—_—_—— 14 des algunos años que habia pensado escribir, con el título de Estudios geológicos sobre (salicia, una coleccion de artículos que abrazasen el enlace de sus montes, su altura, su naturaleza y su edad relativa. Movíame á realizar aquel pensamiento el deseo de llenar, por parte de mi pais, el vacío que señala á España en esa porcion de la corteza terrestre que se llama Europa. Mientras los suelos de Francia, Inglaterra y Alemania habian sido estudiados palmo á palmo; mientras se hacian importantes estudios so- bre los de Suecia y Noruega; mientras las cumbres nevadas de Suiza y las volcánicas de Italia atraian la inteligente mirada de célebres geólo- gos, y hasta se arrancaban del olvido las estepas de Rusia, la penín- sula Ibérica solo debia á plumas estrangeras algunas lijeras indicaciones sobre su suelo. Esto no era estraño. El estudio de las ciencias naturales era re- ciente entre nosotros. En el cuadro de nuestra instruccion pública no habia antes un espacio para la historia de la naturaleza, á lo que no poco habia contribuido el espíritu religioso, hostil sobre todo á la geo- logia, como receloso de sus atrevidos sistemas geogénicos. Cuando mas adelante, dada mas libertad al pensamiento y menos hipótesis á la ciencia, se difundió su estudio, creí ver, en algunos ar tículos aislados que se publicaban, la base de la geologia española, y quise contribuir llevando una piedra al edificio. TOMO IV. 1 2 Entonces recojí la mayor parte de los datos que ofrezco á conti- nuacion, aumentados con los adquiridos en años posteriores. Circunstancias ajenas de mi voluntad me impidieron realizar mi in- tento, aunque siempre con la decision de llevarlo á cabo. Cuando la Academia propuso por primera vez el tema que motiva esta memoria no me decidí 4 escribirla, porque no estando acorde con mi pensamiento, puesto que abrazaba otros estremos, tenia que reducir mis trabajos bajo el aspecto geológico y aumentarlos bajo el químico y agrícola; pero cuando el año pasado se propuso de nuevo el mismo tema, manifestándose el objeto de conocer por este medio las rocas de las provincias de España, he creido que en ninguna parte es- tarán mejor los datos que he recojido, que en poder de aquella corpo- racion cientifica. No me he decidido sin embargo á omitir las noticias topográficas, por mas que no se comprendan en el tema, pues me pareció que no sería inoportuno conocer el encadenamiento, las alturas, la fisonomía en fin del pais. Debo advertir que en todo lo correspondiente á la provincia he recojido los datos personalmente en el terreno; pero me han ser= vido de mucho el mapa de Fontan y la descripcion geognóstica de Schultz, cuya exactitud he tenido ocasion de comprobar casi siempre. En la clasificacion mineralógica he seguido á Beudant, en la geoló- gica á Huot. En las consideraciones de química orgánica he tenido presentes á Dumas y Boussingault, Liebig y Sace. En los análisis he seguido al último, y á Fresenius. Pontevedra, una de las provincias de España mas favorecidas por la naturaleza, puede considerarse como una pintoresca alternativa de valles circuidos por montes de poca elevacion, que partiendo del centro de Galicia sumerjen su estremo occidental en el Atlántico, donde avan- zan á considerable distancia, dejando en su intermedio esas anchas sá- banas de agua, que se conocen en el pais con el nombre de Rias bajas. 3 La mas ligera ojeada sobre el mapa es bastante para conocer el as- pecto general y la disposicion de sus sierras, puesto que la red de arroyos que se estiende á su pie, dibuja con rasgos muy característicos las menores ondulaciones del terreno. Dispérsase la cordillera pire- náica al llegar á (Galicia en innumerables ramificaciones, que siempre disminuyendo en su altura se dirijen al mar de Occidente, y mientras una de sus ramas principales continúa la primitiva direccion no lejos de la costa del N. , intérnase la otra formando el límite de Galicia hácia el S. O. y abrazando ambos ramales la region hidrográfica del Miño. Las alturas que trazan el límite septentrional de esta region de E. á 0. converjen despues hácia el S., penetran hasta el centro de Galicia bajo los nombres de Sierra de la Loba y Coba da Serpe; y se subdividen al llegar á las Pias en los dos brazos, cuyo intermedio baña el rio Furelos, afluente de Ulla. Ambos brazos continúan su direc- cion al S. á corta distancia; pero mientras el mas occidental termina casi bruscamente en la considerable altura del Coto del Emparedado, cerca de Mellid, el otro se aparta hácia el nacimiento del Ulla, se hu- milla gradualmente rodeando el principio de su region hidrográfica, y variando su direccion desde Monterroso, reaparece de pronto alzándose hasta 1.150 metros sobre el nivel del mar en la cordillera del Faro, límite oriental de la provincia de Pontevedra. Despues de la lijera esposicion anterior del encadenamiento natural de sus montes , fácilmente se concibe la gran importancia del Faro para servir de base 6 punto de partida en la descripcion geognóstica de la provincia cuyo límite ocupa; siendo al mismo tiempo su mayor altura, y desde donde se desprende mas ó menos interrumpida esa pendiente general hácia el Atlántico, que constituye la topografía del pais. No se crea sin embargo, al decir mas Ó menos interrumpida, que esta pen- diente varía ó se modifica en alguna de sus partes de una manera ab- soluta siguiendo diversa direccion, pero tampoco debe tomarse como el declive uniforme de una sierra, pues lejos de eso presenta el terreno todos los accidentes propios de los paises montañosos , subdividiéndose á cada paso en estribos, que ya se alejan á considerables distancias for- mando estensos valles, ya se acercan hasta dejar escasamente paso á 4 los rios; unas veces marchan paralelamente entre sí, otras arrancan en opuestas direcciones, y otras en fin, como una gigantesca muralla dividen en dos una region hidrográfica, marchando perpendicularmente al curso del rio, y despues de eruzarle prolongan mas allá su notable direccion. Se concibe fácilmente, que esta variedad en la configuracion del ter- reno debe producir innumerables modificaciones en las vertientes; pero esto no obsta para que vencidos los obstáculos se revele en la marcha de los rios principales esa inclinacion general hácia el Occidente. Los límites de la provincia de Pontevedra son bastante naturales. La cordillera del Faro al E., al N. el rio Ulla, al S. el Miño, al O. el mar; tan solamente para la union del Faro con ambos rios se han trazado dos cortas líneas arbitrarias. La primera de estas líneas des- ciende desde el Farelo hasta la confluencia del Pambre con el Ulla; la segunda baja desde la sierra de Melon hasta la barca de Filgueira, en el Miño. Si se considera que lo mismo el monte Farelo que la sierra de Melon son dependencias mas ó menos aparentemente aisladas de la cordillera central, y que desde ellas la provincia es el espacio comprendido en- tre los rios Miño y Ulla en todo su curso hasta el mar, se ve clara- mente que en rigor la provincia de Pontevedra no es mas que la re- gion del Faro; pero para mejor inteligencia y mas fácil estudio de las circunstancias locales puede dividirse en seis regiones , tomando como tipo los grandes estribos que, arrancando de la cordillera, dividen las regiones hidrográficas mas importantes , y se prolongan hasta tocar los límites en todas direcciones. Debe advertirse, que en esta division es forzoso que desaparezca el nombre de la cordillera madre, comprendiéndose sus partes en las respectivas regiones á que da orígen; pero siendo esta el punto de partida para la descripcion del pais, es conveniente conocer su direc cion y altura. La cordillera del Faro principia en el monte de su nom- bre, que se eleva, como se dijo ya, 4 1150 metros sobre el nivel del mar. Desciende despues hácia el S. O. para elevarse de nuevo en el monte Martiñá á mas de 1.000 metros al O. alzándose en la Peña de 5 Francia 4 914 metros, y toca mas adelante al Testeiro, punto céntrico de los mas notables estribos; desde allí gira hácia el S., y se levanta nuevamente en el Faro de Avion hasta 1156 metros, punto el mas ele- vado de toda la provincia. Partiendo pues de esta cordillera, y admitiendo como base de divi- sion los mas importantes brazos, el terreno aparece distribuido en las seis regiones siguientes: 1." Region del Farelo. 2." Region del Carrio. 3. Region del Candan. 4. Region del Seijo. 5." Region del Monte-Mayor. 6." Region del Fonte-Fria. PRIMERA REGION. El Farelo. Se ha dicho ya, que aun cuando no puede desconocerse la trabazon ó correspondencia del monte Faro con las ramificaciones de la gran cordillera, siguiendo las alturas que circundan el nacimiento del Ulla, la elevacion relativamente grande á que alcanza este monte le hace aparecer como aislado ; lo mismo sucede con el Farelo: podria creerse que no tiene punto de union con el Faro, tanta es la profundidad del espacio, que les separa; pero una observacion mas detenida revela las relaciones, que hay entre ambos montes; igual es el terreno, ningun raudal notable riega el espacio intermedio, y las vertientes de uno y otro son por aquel lado las mismas. El Farelo es el estribo mas septen- trional de la cordillera; su region es el pais comprendido entre los rios Ulla y Arnego, desde su nacimiento hasta su confluencia; el prin- cipio de esta region es el Faro propiamente dicho, esto es, la parte de la cordillera, que leva el nombre de monte Faro. Una línea que desde las alturas próximas á la fuente de Ulloa, se tirase , siguiendo la division de aguas entre el Miño y el Ulla hasta la capilla del Faro, 6 marcaria el límite meridional de esta region. En este punto nace el Arnego, si bien el escaso caudal de aguas, que lleva durante su curso hácia el O. hasta el lugar de Arnego, le hace pasar como un arroyo sin nombre. El monte Farelo, del mismo modo que los dos rios que trazan los límites de su region, no obstante que el primero estiende ramifica- ciones á todas partes, y los segundos varian algunas yeces parcial- mente la direccion de su curso, se estienden de S.S. E. á N. N. O. En este sentido la region del Farelo alcanza por término medio una estension de 26 kilómetros, y de N. E. 45. 0. una perpendicular en- tre los rios Ulla y Arnego, desde el puente Naya sobre el primero, hasta puente Cabalos sobre el segundo, alcanza una estension de 16 kilómetros, latitud media de la region indicada. El límite de la provin- cia de Pontevedra pasa por la divisoria de aguas entre los rios Ulla y Arnego, cuya línea es al propio tiempo la culminante del Farelo. Nues- tra division territorial parte pues la region del Farelo entre dos pro-= vincias, dejando á la de Lugo toda la pendiente oriental denominada Ulloa. El aspecto general del pais es áspero y montuoso, si bien en las inmediaciones de los rios, humilladas las ramificaciones de la sierra inmediata, aparece el terreno menos surcado de asperezas. El Farelo se eleva 4 950 metros sobre el nivel del mar. Situado casi en el centro de su region, y aislado como se ha dicho de la sierra prin- cipal, desde su escarpada cumbre descubre un horizonte dilatado. Des- de aquella altura desaparecen los estribos que decrecen rápidamente, y el pais se dibuja como una estensa llanura, en que alternan el color sombrío de los montes y el verde de las tierras cultivadas. Esto no obstante, la pretendida Jlanura no carece de notables desigualdades, así en la pendiente oriental, como en la que mira á Occidente, si bien en la primera son reducidas mesetas, que diverjen hasta tocar la curva del Ulla, y en la segunda escabrosos ramales del Farelo, terminando en una serie de colinas, que festonan el valle de Camba y se estienden por la orilla del Arnego. La roca dominante en toda la region del Farelo es el granito, que 7 algunas veces se manifiesta en erizadas crestas, pero mas comunmente en las cumbres redondeadas, indicio de su fácil descomposicion. La va- riedad que mas abunda es la comun, cuyo grano es generalmente mas abultado, á medida que se aparta de la cordillera del Faro. Esta region es pues una fraccion de esa notable erupcion granítica, que forma la parte elevada de casi toda la prvincia de Pontevedra, que se muestra á descubierto en grandes masas, y que para nuestra época ha borrado toda señal de los terrenos de formacion posterior. En localidades reducidas hállanse tambien las rocas comunmente subordinadas al granito, algunos micasquistos y pegmatitas, sobre todo al N. del Farelo, donde se presenta algun terreno de gneis y mi- casquisto, y en la Ulloa, donde pasa el granito al gneis graníteo en al- gunos puntos. Descendiendo mas en la direccion S. O. del pico del Farelo se pre- senta en mayor escala el gneis micáceo con frecuentes tránsitos al mi- casquisto, cuyo grupo se revela con rasgos mas característicos á medi- da que se aproxima al Árnego, como procedente de la region vecina. Fuera de estas reducidas muestras de la formacion micasquistosa, el granito asoma por todas partes, y únicamente esta roca se halla esclui- da del estremo N. O. de la region, siendo reemplazada por la anfiboli- ta y la eurita en las inmediaciones del Ulla, sobre todo desde que este .rio recibe por la orilla opuesta las vertientes del Bocelo, cuyos estribos ofrecen esa misma masa de anfibolita, que desde mas allá de Sobrado se estiende en derredor del Bocelo formando el Corno-do-Boy y sus ra- males hasta el Ulla, entre los rios Furelos y Pambre. Vese, pues, que esta masa anfibolítica penetra en la region del Fa- relo atravesando el Ulla cerca del puente Basadre, é inclinándose al O. hasta terminar en la eurita. Esta última roca ocupa un reducido espa- cio limitado por el granito, que reaparece en el estremo de la region, en la confluencia de ambos rios. SEGUNDA REGION. El Carrio. Si es notable el aparente aislamiento del monte Farelo, con mas motivo debe llamar la atencion del observador el Carrio, separado de la cordillera por la estensa meseta conocida bajo el nombre de tierra de Deza. En efecto, desde el elevado punto llamado Peña de Francia, que se alza 4 914 metros sobre el nivel del mar, el terreno desciende gra- dualmente y sin asperezas hácia el N. O. en una estension bastante di- latada, comprendida entre los rios Arnego y Deza. La altura media del pais puede calcularse en 400 metros, sin que, no obstante las numerosas desigualdades de esta superficie, varíe mu- cho la cifra anterior, ni en el cauce de los arroyos ni en las cimas re- dondeadas de los cerros. Aun los mismos rios Arnego y Deza, que limitan por ambos lados esta region y corren por cauces mas profundos, no ofrecen una cifra inferior 4 200 metros. Terminada esta meseta, casi en el centro de la region se alza repentinamente el monte Carrio á 852 metros sobre el nivel del mar. Desde allí cambia enteramente el aspecto del pais. Agrú- panse los montes en la direccion N. O., dejando en sus intérvalos va- lles profundos, angostos y de rápida pendiente. Aquellos montes, que no son otra cosa mas que los estribos del Carrio, multiplicanse en el estremo de la region, y en lugar de humillarse en la proximidad del Ulla, elévanse á su orilla hasta 640 metros sobre el nivel del mar. Allí corre el Ulla en su profundo cauce, comprimidas sus aguas por esta cortina gigantesca que presenta al observador sus cumbres desnu= das de vejetacion, ya bajo la forma de una arista prolongada, ya como una série de puntas cónicas á la manera de las cimas de los volcanes. Ofrécese esta última forma principalmente en el estremo N. O. de la region, tendiéndose hácia el E. en el monte de la Magdalena y sus ramificaciones hasta el término de la region sobre el puente Cira. Esta 9 notable disposicion del pais, cortado bruscamente por el curso del Ulla, sin esa humillacion gradual de los montes, que forma en casi toda la provincia sus fértiles cuencas aluviales, influye de un modo nocivo en la vejetacion. No sucede lo mismo en la pendiente oriental. Alli las ramificacio- nes del Carrio decrecen bastante uniformemente hácia el Arnego; y si bien el pais ofrece en general la forma ondulenta que distingue á casi todos los valles de la Galicia central, estas ondulaciones, debidas á los muchos arroyos que afluyen al Arnego, se dibujan en curvas suaves, que casi desaparecen bajo los productos de un regular cultivo. La parte superior ofrece tambien, como se ha dicho, las mismas on- dulaciones, bastante suaves, pero el aspecto general del pais es menos pintoresco. La escesiva elevacion de aquella meseta, y la reducida es- tension de los recintos inmediatos al Deza, únicos puntos en que pudie- ra desarrollarse libre la vejetacion, contribuyen á aquella aridez; no obstante, en el estremo de la region próxima á la confluencia del Deza y el Ulla, el hermoso valle de Cira ostenta una vejetacion rica, que si bien en su mayor parte no pertenece á esta region, toca á ella una no pequeña en el risueño cuadro, que ofrece el pais. No es este el único punto, en que se presentan notables escepciones á la general aridez de la pendiente occidental de esta region. Se ha dicho antes, que entre las bruscas pendientes del N. O. existian valles profundos y reducidos do- minados por grandes alturas; en este caso están las frondosas hondona- das de Piloño, sobre el Ulla, y de su lago sobre el Deza, cuya vejetacion vigorosa sostendria la competencia con la de otros paises, con mejores condiciones de latitud y altura. Partiendo del principio de la region del Carrio, es decir, desde una línea, que en la prolongacion de la cordillera del Faro une el nacimien— to de los rios Arnego y Deza, la constitucion geológica del terreno per- tenece esclusivamente al granito. En toda esta línea, que es al mismo tiempo el principio y la parte mas elevada de la region, el granito apa- rece, no solo como roca dominante, sino que en general es la única, que ofrece el pais. Esta roca, cuyo grano es bastante fino, ofrece en gene- ral poca cohesion, y á esto es debido que los montes no se presenten TOMO IV. 2 10 escarpados, no obstante la desnudez de sus cimas, que en algunos pun- tos, como en el monte Martiná, carecen absolutamente de la mas lige- ra capa de humus, ofreciendo el cuadro mas agreste quizá de toda la provincia. Hácia la falda de las alturas precedentes ocúltase el granito bajo el gnels, cuyas variedades se acercan gradualmente al micasquisto y al talsquisto, que cubren una considerable estension de la meseta de De- za, no sin que en la cumbre de los cerros reaparezca el granito alguna vez. Este granito está entonces atravesado por numerosos filones de cuarzo, que comunmente presenta diminutos cristales de roca, los cua= les en algunos puntos pertenecen á la variedad falso-topacio, y en otros, como en Don Ramiro, á la variedad amatista. Aproximándose mas al centro de la meseta, hállanse esquistos eloritosos alternando con anfi- bolita, que terminan en la cuenca aluvial de Lalin. Despues, y avan- zando siempre en la direccion N. 0., reaparece el terreno gneiseo con sus tránsitos al micasquisto hasta el nacimiento del Carrio, en que está bruscamente interrumpida esta formacion. La pendiente meridional y la cumbre del monte Carrio están esclu- sivamente formadas por el granito, y sus rocas subordinadas, como la pegmatita y la hyalomicta. La pendiente septentrional, ó mas bien el considerable estribo denominado monte de la Magdalena, ofrece en sus angostos valles formaciones mas variadas. En la falda del Carrio vuelve á presentarse el gneis graníteo, pero generalmente en tal estado de descomposicion, que casi desaparece toda señal de estratificación, y se confunde la roca con los depósitos arcillosos, que en el fondo de los va- lles proceden del acarreo pluvial. En la falda oriental del monte de la Magdalena se presenta el ba- salto en corta cantidad. El centro del filon, en que se halla esta roca, ofrece su dureza característica, y contiene olivino en cristales descom- puestos. En derredor se hallan algunas espilitas conerecionadas con base de vacka de estructura celular, y nódulos de mesotipa. Descen- diendo mas hácia el Arnego hállase alguna sienita; y cerca de la con- fluencia de este rio se estiende la serpentina, formando un cerro limi- tado en todas partes por el gneis y el micasquisto. 11 En la pendiente occidental del estribo de la Magdalena el granito predomina en su parte superior, aun cuando forma frecuentes alterna- tivas con el gneis de las variedades granítico y porfídeo. El mismo gra- nito presenta comunmente grandes cristales feldspáticos como en Rain- do, cerca del Ulla, aun cuando en la parte inferior de esta pendiente se halle generalmente recubierto por una formacion gneisea de gran potencia, que segun su estado de descomposicion se asemeja á un de- pósito arcilloso. Esta última formacion se tiende al 0., ofreciendo esa série de cerros cónicos anteriormente mencionada; no obstante, la gran cantidad de óxidos metálicos, de que aparecen cargadas sus aguas, y di- bujadas caprichosamente las hendiduras de la roca, la falta absoluta de estratificación, la disgregación de sus elementos y el color rojizo de la tierra que forma su detritus, dan lugar á sospechar que la indicada for- mación gneisea pasa por grados imperceptibles á confundirse con otra formacion de origen basáltico, que en épocas remotas pudo atravesar y recubrir el terreno esquistoso, confundiéndose ambos á causa de la des- composicion ejercida por el trascurso de los siglos en aquella arcilla rojiza. Vienen en apoyo de esta conjetura, no solo el casi insignificante dato de la forma cónica de sus cerros, sino tambien el mas importante de la posicion relativa de la série. Con efecto, si se considera que todos estos cerros proceden evi- dentemente del monte de la Magdalena, en cuya falda oriental se halla el basalto característico, y que terminan al O. en la vecindad de la no- table formacion piróide del Campo Marzo, perteneciente á otra region, de la cual les separa tan solo el rio Deza, fácilmente se concibe que la pretendida formacion basáltica estableceria el lazo de union entre el ba- salto de la Magdalena y la formacion del Campo Marzo, y marcaria la direccion de la línea eruptiva, que presidió al levantamiento de aquellos montes: de otro modo, ambas formaciones ofrecen un estraño aisla- miento. Por último, si se tiene presente que las tierras procedentes del Campo Marzo ofrecen aunque con mayor intensidad ese mismo color rojizo, que se nota en los cerros de Merza, y que es indudablemente de- bido á la descomposicion del basalto y de la vacka, se tendrá un nuevo indicio de la identidad de origen de ambas formaciones. 12 Terminados estos cerros desaparece tambien la formacion arcillo- sa y vuelve á presentarse el granito, que alternando con algunos cres- tones de cuarzo, sigue hasta el estremo de la region en la confluencia del Deza y Ulla, donde se halla cubierto por la cuenca aluvial del valle de Cira. Los enormes fragmentos de cuarzo, que se acaban de mencionar, no solo se hallan en las laderas de los montes, sino que deben constituir la armazon, por decirlo asi, del pais, aun cuando, cubiertos por la for- macion descrita, no siempre aparezcan en la superficie. Vese no obstante, que en los parajes donde la accion impetuosa de las aguas verifica denudaciones, aparecen inmensos trozos de cuarzo, como sucede en el puente Sulago, sobre el Deza, que corre en aquel sitio casi oculto entre grandes peñascos, serpenteando con notable rui- do, y convertidas sus aguas en espuma. Por último, hállanse en el mismo cauce del Ulla, en el estremo sep- tentrional de la region y en las cercanías del puente Beseve, algunos talsquistos impregnados de granates, que deben proceder de la forma- cion micasquistosa, que alterna con el gneis y el granito del monte de la Magdalena. TERCERA REGION. El Candan. Desde la Peña de Francia, punto de interseccion de los límites me- ridional y occidental de la region del Carrio, la cordillera corre casi pa- ralelamente al Ulla en la direccion de E. 4 O. hasta la considerable al- tura del Testeiro, donde despues de trazar un arco de circulo, rodean do el nacimiento del rio Asneiro, el mayor de los afluentes del Deza, gira repentinamente al S. O., prolongándose por la sierra del Suido; pero antes de esta variacion despréndese de la cordillera un notable estribo que, comunicándose por el monte Coco en la direccion de S. á N., elévase en la montaña de Candan hasta 1.059 metros sobre el ni- 13 vel del mar, señoreando la region mas estensa de la provincia, y dis- persándose en numerosas y lejanas ramificaciones, que sumerjen sus es- tremos en el Océano Atlántico. Los límites, pues, de esta region son: al E. el Deza; al N. el Ulla, desde su confluencia con el anterior hasta su desembocadura en la ria de Arosa; al O. el Océano; y al S. una lí- nea que, partiendo de la Peña de Francia y siguiendo la cumbre de la cordillera hasta el Testeiro, gira despues hácia el N. con el estribo del monte Coco, y busca en la falda occidental de este monte el nacimiento del rio Lerez, cuyo curso acompaña hasta la ria de Pontevedra. La estremada estension del pais comprendido en los anteriores lí- mites, y la importancia de algunos ramales del Candan, que determinan de un modo mas directo todavía que el tipo de la region su topografía, obligan á subdividir el terreno, tomando como base de esta division las tres grandes ramas, en que se dispersa el Candan al llegar al punto la- mado Refojos. De estos ramales, el mas oriental forma el monte Chamor, que se eleva á 820 metros sobre el nivel del mar; el que se dirije al N. ter- mina en el monte Meda, de 757 metros de altura; y por último, el mas occidental constituye el principio de la llamada sierra de Armonda, cu- yo punto mas elevado es el monte Cadebo, que se alza 4 809 metros. PRIMERA SUBREGION.— Monte Chamor. Esta subregion está limitada al E. por el Deza, al $. por la línea culminante de la cordillera madre, al O. por el estribo del Candan has- ta el nacimiento del rio Toja, y al N. por el curso de este rio hasta su confluencia con el Deza. El aspecto del pais es en su mayor parte agreste, por la considera- ble altura, en que se sostienen las ramificaciones de la cordillera central, si bien los rios se abren lechos profundos, impidiendo por la constante impetuosidad de su curso la formacion de depósitos de acarreo. Como á pesar de lo dicho existen importantes escepciones de la general ari- 14 dez, puede considerarse el pais dividido en dos partes, superior é infe- rior, por la línea del rio Asneiro. La superior, que comprende el pais situado entre la cordillera y el indicado rio, ofrece el mismo aspecto de la meseta de Deza: la parte inferior, situada entre el Asneiro y el Toja, presenta mas risueña perspectiva. El estribo del Candan y su continua- cion hasta el Chamor, aunque de notable altura, reducen su base con la rápida pendiente de sus laderas, dando lugar 4 profundas esplanadas, sin cesar enriquecidas por el acarreo pluvial. Asi se forman al pie del Chamor y en el nacimiento del Toja los reducidos pero pintorescos re- cintos, con que principia el valle de Trasdeza. Demasiado comprimidos, no obstante, estos recintos por los ramales del Chamor, que se prolon- gan hasta el puente Sulago por las alturas de Silleda, carecen en gene- ral de la importancia agrícola, que indudablemente tendrian á ser mas estensos. Hácia el término de la subregion las estremidades de aquellos ra- males se multiplican y se elevan como para oponerse á la union del Toja y el Deza. Cesa entonces toda la belleza de la campiña para dar lugar á uno de los espectáculos mas imponentes de la naturaleza. El Toja y el Deza, que siguiendo la direccion angular se aproximan ince- santemente para confundir sus aguas, por un efecto de la desigualdad del terreno corren á muy diversa altura. Mientras el Deza lleva su rá- pida corriente entre las hondas sinuosidades de los estribos del Carrio, deslízase el Toja mas tranquilo regando la planicie del valle de Tras- deza. Preciso es, pues, que antes de realizar su union se uniforme el nivel de sus aguas. En efecto, poco antes del puente Sulago, cuando el Toja sigue su curso entre hermosas praderías, repentinamente falta su lecho, y las aguas se precipitan con horrísono estruendo desde una al- tura casi vertical de mas de 30 metros. En aquel punto la perspectiva ha cambiado totalmente. Allí parece que anhelan reunirse al través de los rios los estribos del Carrio, las ramificaciones del Chamor y la esca- brosa cima del Campo Marzo. Enormes rocas de granito de formas ca- prichosas se apoyan unas en otras como ruinas inmensas, ó aparecen suspendidas y amenazadoras en las laderas verticales. Por entre las aguas convertidas en espuma en su caida asoman rocas angulosas y en- 15 negrecidas, mientras en el fondo de aquel abismo violentas ráfagas de viento, producidas por el descenso de las aguas, arrastran sin cesar en espirales una niebla densa, que contribuye á oscurecer aquellos lugares, jamás alumbrados por un rayo de sol. Al principio de la catarata, en un corto espacio en que el lecho del rio no es enteramente vertical, luchan las aguas con algunos trozos de cuarzo, á cuya superficie superior no alcanzan sino en las crecidas del invierno; sobre esta superficie se arrastran en aquella estacion algunos cantos rodados que, rozando circularmente, labran sin cesar la roca, socavando su espesor. La mayor de estas concavidades alcanza un diámetro de casi 1 me- tro, y su profundidad 1: próximamente. Si se considera que en los úl- timos diez años no han aumentado estas dimensiones perceptiblemente, suponiendo constantes las causas que obran en la actualidad, ¿qué nú- mero de años habrá sido necesario para perforar de tal modo el cuarzo? La subregion del Chamor ofrece corto interés bajo el aspecto geoló- gico. En la parte superior correspondiente al declive de la cordillera, el gneis y el micasquisto ciñen al granito de la cumbre, estendiéndose por las laderas, y uniéndose bajo el lecho del rio Deza á igual forma- cion, procedente de la region inmediata. Hácia el rio Asneiro, que corre al pie del Candan y en las laderas de este monte, el micasquisto pasa insensiblemente al talsquisto impreg- nado de granates. En la parte inferior reaparece el granito como roca dominante, prolongándose hasta el término de la subregion, y teniendo como masas subordinadas el gneis graníteo, la anfibolita en corto es- pacio, y abundantes fragmentos de cuarzo. Esta formacion está única- mente interrumpida por la planicie aluvial del Toja, cuyo terreno re- ciente, constituido mas bien por el depósito terrestre que por el nínfeo, se estiende desde.el nacimiento del rio hasta que se estrecha su cauce entre las ramificaciones graníticas del Chamor y las rocas porfíricas del Campo Marzo. 16 SEGUNDA SUBREGION. — Monte Meda. Término septentrional del estribo de Candan, álzase el monte de San Sebastian de Meda, altura considerable y completamente aislada, ante la cual se desarrolla bajo un vastísimo horizonte el pintoresco valle del Ulla, la aguzada cresta del pico Sacro, y las prolongadas sierras de la provincia de la Coruña hasta el lejano Pindo, que domina el mar de Finisterre. La subregion del Meda comprende un pais tanto ó mas es- tenso, que las regiones del Farelo y del Carrio. Los ramales de su prin- cipal altura se prolongan hácia el O. á notable distancia, humillándose y alzándose alternativamente, y dando origen á importantes alturas aparentemente aisladas, como el Gesteiras y el Giabre. Los límites de la subregion son: al E. el rio Toja; al N. el Ulla; al O. la ria de Arosa y el Océano; y al S. el rio Umia en todo su curso. Singularmente variado es el aspecto del pais comprendido en estos lí- mites. Cortado el Meda por el E. y el S. O., hunde la rápida pendiente de sus laderas en la cuenca del Toja ó en las fértiles orillas del «arroyo Cervañina, ó bien en la pintoresca esplanada de Orazo y Oca. Hacia el E. se dibuja á su pie el recinto de Graba, enriquecido con el acarreo y el abrigo de las alturas, que le rodean. Hácia el N. E. se tiende un es- tribo de corta elevacion, que divide en dos porciones el valle de Tras- deza, dejando á la derecha la cuenca del Toja, y á la izquierda á mayor profundidad el arroyo Cervañina con sus amenas orillas cubierto de ri- ca vejetacion, y formando los bellos recintos de Lamela, Peñeiro, Bre- bil y Abades. Este estribo termina bruscamente en el Campo Marzo, sobre el Deza. Hácia el N. se desprende del monte Meda un ramal de mas impor- tancia, que despues de levantarse en la cima cónica de Castrovite, con- tinúa hasta el corte de San Juan-da-Cova, otro de los notables cuadros del pais. Se ha visto que el rio Ulla, formando siempre el límite sep- tentrional de las regiones descritas, estiende y reduce alternativamente su cauce, ya llevando sus aguas sobre las bellas esplanadas que forman 17 las cuencas aluviales de sus afluentes, ya estrechándose entre las ra- mificaciones de los montes que siguiendo una línea perpendicular á su curso se humillan á mayor ó menor distancia para dejarle paso. En esta variedad alternativa, una de las causas mas poderosas de la feracidad del pais, no hay punto mas digno de llamar la atencion del geólogo que el corte de San Juan-da-Cova. Mientras el ramal septentrional del monte Meda se prolonga perpendicularmente al Ulla, sosteniéndose á una altura media sobre el nivel del mar, avanza del mismo modo hácia el Ulla en la provincia de la Coruña un estribo del pico Sacro, tendien= do á confundir su estremo con el del estribo anterior. Este ramal del pico Sacro, aunque disminuye en gigantescos escalones la altura de sus crestas erizadas de rocas, consérvase no obstante en la proximidad del rio á mas de 50 metros sobre el nivel de sus aguas. Al observador, colocado en la arista de cualquiera de ambos estribos, se presenta el opuesto como una continuacion de aquel que ocupa, y sin embargo, entre uno y otro á una notable profundidad, rásgase el seno de la mon- taña para dar paso al rio, que se desliza silencioso por aquella estrecha abertura. Mucho se ha hablado de las causas que han podido practicar en aquellas masas enormes de cuarzo una abertura de 44 5 metros, y se admite generalmente la existencia en épocas remotas de un lago for- mado por el Ulla al E. del corte, cuando, contenidas sus aguas por el gigantesco dique de la montaña, no hallaban otra salida, y elevaban su nivel hasta rebosar por encima del estribo. Se supone, pues, que en lu- gar del corte existia entonces una cascada, la cual fué por sí sola pode- rosa, con el trascurso de los siglos y la constante accion erosiva de sus aguas, para abrirse aquel paso. Admitiendo algunos la existencia del pretendido lago y su cascada, dudan, no obstante, en atribuir el corte á la simple erosion de las aguas, cuando ni la estension de la region hidrográfica del Ulla, ni la altura de los montes, autoriza á suponer la formacion de torrentes impetuosos, cuyo violento empuje destrozase aquel obstáculo. Para esplicar, pues, la destruccion de aquel dique na- tural, admiten la cooperacion de la mano del hombre. Se presentan por unos y otros como testimonio de los puntos en 5] TOMO IV. 18 que concuerdan ambas opiniones, no solamente el ejemplo de otros cor- tes semejantes en que la accion erosiva se revela de una manera indu- dable, sino tambien pruebas de la existencia del lago de la Ulla alta, como bancos de arena y restos aluviales situados á considerable altura en las laderas de los montes que debieron constituir parte del fondo. A pesar de la general aceptacion de estos hechos, hay una circuns- tancia notable que se opone directamente á su admision. Se ha visto que el Ulla, corriendo casi siempre por un álveo granítico, lucha in- cesantemente con las rocas que, desprendidas de laderas empinadas, se amontonan en su cauce, oponiéndose á su curso. Se ha dicho tambien que, no obstante este carácter general del terreno, el Ulla se desliza silencioso en el corte de San Juan-da-Cova entre paredes verticales erizadas de rocas medio desprendidas. La causa de este silencio es la gran profundidad de su cauce, que se dice alcanza á 20 metros en el estrecho, mientras á uno y otro lado tiene solamente de 44 5 metros. Ahora bien: si la sola impetuosidad de las aguas arrastró arena por arena todas las rocas que enlazaban ambos montes, ¿cómo se concibe que vencido el obstáculo, nivelado el lecho del rio, continuase la ac- cion erosiva socavando tan profunda sima, que ni las masas desprendi- das de las paredes del corte, ni la enorme cantidad de arena y cascajo acarreados por el Ulla despues de tantos siglos han conseguido colmar todavía? Es indudable que esta accion erosiva debia ser mas intensa en el estrecho, á causa de la mayor velocidad de las aguas; pero tambien lo es que deberia guardar proporcion con esta velocidad y con la dureza del fondo; á pesar de esto, el fondo de cuarzo y granito aparece allí destruido hasta tan notable profundidad, mientras que á poca distancia del estrecho recobra el rio su profundidad media, no obstante formarse su lecho de rocas menos duras. Por último, si se tiene presente que labrada una cavidad en el fondo cesa el movimiento de las aguas conte- nidas en ella, y por consiguiente toda erosion, se hace inconcebible ac- cion tan continuada. No es mas aceptable la cooperacion de la mano del hombre, intere- sado en dar salida á las aguas del pretendido lago de la Ulla alta, por- 19 que conseguido el objeto, ¿para qué el estéril trabajo de continuar pro- fundizando el cauce del rio? La misma existencia del lago es cuestiona- ble, á no referirse á una época remotísima, y anterior á importantes re- voluciones geológicas, que hubiesen borrado todos sus vestigios; porque es dificil comprobar la procedencia de los insignificantes bancos de are- na que se hallan á cierta altura, y que pudieron muy bien ser formados por el acarreo pluvial, estando situados bajo montes graníticos, y cu- biertos de numerosos y pequeños fragmentos de cuarzo. Vienen en apoyo de esta opinion otros depósitos de arena, que se hallan en las la- deras de la Ulla baja, donde jamás se ha supuesto la existencia de lago alguno. Por otra parte, ni en el recinto de Donas, ni en otro punto de los que debieron constituir el fondo del lago, se han descubierto hasta ahora depósitos lacustres, ni otro indicio de semejantes formaciones. Resulta pues que, sin negar la remota existencia del lago, no hay mas dato tampoco para admitirla que el probable enlace de los montes, que cierran su salida; y que para esplicar la admirable separacion que cons- tituye el corte de San Juan-da-Cova, es forzoso apelar á causas mas poderosas que la erosion de las aguas, la cual indudablemente ha con- tribuido tambien. Es mas probable que la montaña haya sido brusca= mente rasgada hasta tan notable profundidad en uno de los espantosos cataclismos que ha sufrido la corteza terrestre á impulsos del fuego cen- tral; y aun quizá el corte de San Juan-da-Cova sea contemporáneo del levantamiento de las montañas vecinas. Volviendo á las ramificaciones del monte Meda, diríjese una tercera hácia el O. formando el limite meridional del valle del Ulla, y domi- nando al lado opuesto un terreno menos pintoresco, regado por el arro- yo Linares, que traza un arco de círculo al pie de este estribo antes de unirse al Ulla, poco mas abajo de las barcas de Sarandos. En el mismo punto termina el ramal, cerrando uno de los mas be- llos recintos de la Ulla baja. El último y mas importante estribo del monte Meda, aunque al prin- cipio se dirije al S. O., inclínase luego al O. paralelamente al anterior, y conservando una altura media de 500 metros se dispersa sobre el valle de Cuntis, bajo el nombre de montes del Coo, en una série de pi- 20 cos que terminan bruscamente al S. sobre el Humia, y decrecen poco á poco hácia el N. dominando el valle de Bea. De tan insignificante altu- ra es el estribo que divide aguas entre los dos valles de Bea y Cuntis, que los montes del Goo aparecen completamente cortados al O. por una estensa planicie; no obstante, una observacion mas detenida revela en aquella estrecha meseta, de donde arrancan en opuesta direccion el rio Bea y el de Cuntis, el lazo que une á este importante ramal del Meda con la considerable altura del Gesteiras, la que aleanza 4 721 metros sobre el nivel del mar. Esta elevacion, y el aislamiento en que se halla, permiten á su cumbre tan vasto horizonte, que mientras al E. se es- tiende hasta la region del Farelo, al O. termina en la recta línea del Océano. En derredor del Gesteiras principian las fértiles vegas, que van á desembocar en la ria de Arosa. La hermosa perspectiva de estos valles contrasta notablemente con el aspecto agreste del monte, cuyas ramifi- caciones, cortas y con rapidísima pendiente, ofrecen en sus intérvalos recintos de admirable frondosidad. Limitado el Gesteiras al E. por los valles de Bea y Cuntis, y al O. por el valle de Cesures y el profundo cauce del rio Bermania, que desemboca en el Humia, solamente estiende sus ramificaciones á N. y S. Siguen en la última direccion algunos ra- males de no mucha altura, pero que decrecen tan lentamente que sus estremidades, cortadas por el Humia, conservan notable elevacion sobre el cauce de este rio. Fácilmente se concebirá la desigualdad del terreno si se considera que al pie del Gesteiras, cuya cumbre, como se ha di- cho, se eleva á mas de 720 metros, están al S. E. y $. O. los valles de Cuntis y Caldas, el primero de los cuales se eleva por término medio á 150 metros sobre el nivel del mar, y el segundo no escede de 40 metros. Resulta, pues, una diferencia de mas de 550 metros respecto al primero, y de 680 respectivamente al segundo; diferencia que existe en una distancia superficial de 5 kilómetros para aquel valle, y de 9 ki- lómetros próximamente para este último. El mismo notable desnivel, que se observa entre los dos valles dis- tantes entre sí de 6 á 7 kilómetros, revela esta desigualdad, que, como se verá, tiene grande influencia sobre la vejetacion del pais. Los rama- 14 les del Gesteiras, terminado el valle de Cuntis, estrechan el curso del Humia, cuyo cauce se inclina para verter sus aguas en el valle de Cal- das, y antes de abrirse en esta hermosa vega forma la cascada de su nombre. Mas de una vez antes de llegar á aquel punto, el estrecho cau- ce del Humia vese obstruido por enormes masas graníticas desprendi- das de las laderas de los montes, pero únese allí á la presencia de in= mensas é innumerables rocas la inclinacion del lecho del rio, que arro- ja sus aguas con velocísima corriente contra aquellos obstáculos inmó- viles, los cuales, bajo la constante accion de las ondas, han adquirido una superficie tersa, brillante y resbaladiza. Ante los ojos de un espectador colocado en las alturas, que dominan la orilla opuesta, se desenvuelve un cuadro digno de Suiza. En el espa- cio que separa las últimas ramificaciones del Gesteiras y los montes de la izquierda del rio, se abre el profundo y limitado recinto en que principia el valle de Salnes. Grandes peñascos redondeados cubren la cumbre y las laderas casi verticales de los montes inmediatos. Aquellas moles inmensas, ya se presentan sólidamente apoyadas unas en otras, ya inclinadas sobre sus lados, ya en posicion aterradora suspendidas sobre el espacio, socavada su base por la accion de las lluvias. Algunas de estas rocas, evidentemente desprendidas de las alturas, han rodado hasta el fondo del valle, y se muestran en el lecho del rio rotas en fragmentos angulosos , ó invertidas con sus bases hácia arriba, mudo testimonio de la engañosa inmobilidad de sus compañeras. En el fondo del valle, y como para contrastar con la agreste belleza de este cuadro , hay campos cultivados ostentando una vejetacion lo= zana, y grupos de casas medio ocultas bajo rocas gigantescas, y apo- yando sus cimientos en otras rocas desprendidas ; casas tranquilamente habitadas entre una eterna amenaza y un estéril ejemplo, y que serán desmenuzadas el dia en que un lijero terremoto conmueva las montañas vecinas. En el centro de la estrecha cañada el Humia, vencido el escabroso paso ya descrito, sigue con mas tranquilo curso hasta desembocar en la vega de Caldas, recibiendo en su principio las aguas del Bermania, que limitan las últimas ramificaciones meridionales del Gesteiras. 22 Las que se dirijen al N. diverjen á corta distancia hácia el N. E. y N. 0., tendiéndose sus estremidades por la orilla izquierda del Ulla, desde Couso, sobre el puente Bea, hasta la factoría de Cesures. En este espacio se comprende un terreno escabrosísimo , formado por cerros que se multiplican y se agrupan sobre todo frente á la barca de Erbon, comprimiendo las aguas del Ulla entre sus inclinadas pendientes y la falda del monte Lápido, que se alza en la orilla derecha, en la provincia de la Coruña. Una cireunstancia notable se observa así en el valle de Cesures como en el de Caldas. Comunmente existe cierta proporcion entre las cuencas aluviales y los rios á que deben su origen. Á pesar de esto, colocado el observador en el centro del valle de Cesures, formado por el Ulla, y mirando hácia su principio, descubre perfectamente las cuen- cas del rio Sar y del arroyo Valga á uno y otro lado como prolonga- ciones del valle; pero en vano busca la cuenca del Ulla, porque su vista tropieza con elevados montes, de entre cuyas gargantas desem- boca bruscamente este importante rio. Otro tanto sucede en la vega de Caldas. Al N. la cuenca del Ber- mania y al S. la del Amerjeiras constituyen una gran parte del valle, mientras que el Humia, del cual son afluentes los anteriores, oculto entre escarpadas laderas, aparece de repente determinando la general direccion del valle de Salnes de E. á O. No parece sino que el levan- tamiento del Gesteiras privó de sus cuencas naturales al Ulla y al Hu- mia, estrechándolos contra las faldas del Lápido y del Acibal. El último y menos notable estribo del Gesteiras diríjese hácia el S, O. por en- tre el nacimiento de los rios Valga y Bermania, descubriendo á pesar de su corta elevacion en Carracedo el enlace de aquel monte con el Giabre, última importante altura de la subregion del Meda. El monte Giabre se eleva á 641 metros sobre el nivel del mar y en sus orillas. Colocado en el centro de uno de los paisajes mas pintores- cos de Galicia, y ante el Océano, ofrece un sorprendente punto de vista. Desde su cumbre descubre en último término y hácia distintos puntos del horizonte los confines de las dos provincias de (alicia mas distantes, y una considerable estension de las mas próximas. La Cova= 23 da-Serpe sobre la provincia de Lugo, el pico de Costenla sobre la de Orense, el Galleiro hácia el estremo $. de la de Pontevedra, y el pico de Meda en la provincia de la Coruña, sobre la costa septentrional de Galicia. Dentro de aquel vasto panorama se ven diez y siete poblaciones y ocho islas, ocultándose algunas bajo las ramificaciones del mismo monte. Estiéndese el Giabre de E. á O. en su mayor altura, desprendiendo importantes ramales al N. E. y S. 0.: la línea culminante decrece con lentitud hácia el E., interrumpiéndose bruscamente sobre la gándara de Campaña, ó en las escarpadas pendientes de Bamil, cerca de Caldas. Hácia el O. divídese el Giabre en una série de agrestes picos erizados de rocas, que decrecen rápidamente hácia el Océano, en el cual se su- merjen delante de Carril para levantarse de nuevo en la isla de Corte- gada, despues en los islotes de San Bartolomé, y por último en los es- collos del Con y la Brina. Las ramificaciones septentrionales del Giabre constituyen un ter- reno montuoso y desigual, surcado á cada paso por los arroyos que descienden de la arista culminante para lanzarse en el Ulla, fertilizando limitados recintos, que se estrechan contra la ria, y se tienden á su ori- lla como una faja de verdura. El mayor de estos ramales se prolonga por entre O. y Louro bajo el nombre de monte de la Sinagoga, obli- gando al rio Ulla á describir una curva antes de las torres de O. En el fondo de la pendiente oriental de este estribo corre el rio Louro, atravesando la espaciosa llanura llamada gándara de Campaña, que se comunica con la hermosa vega de Padros. Mas importante es el estribo de Giabre, que se dirije al S. O. des- prendiéndose del punto mas elevado de aquel monte, bajo la forma de una arista escarpada, que se interrumpe bruscamente, se humilla y se tiende, describiendo un arco de círculo hácia el mar, en cuya proxi- midad se eleva nuevamente, formando el pico de Lobeiras. En el espa= cio comprendido entre este arco de circulo y el mar, estiéndese en an- fiteatro el pintoresco valle de Villagarcia, regado por el arroyo Cou; y bajo la pendiente meridional del estribo Lobeira corre el Humia por las frondosas vegas que desde Caldas constituyen el valle de Salnes. 24 Esta série de reducidos valles, aislados por pequeños cerros, que unas veces se comprimen sobre el lecho del rio y otras se abren en anchas llanuras, presenta un cuadro tan variado como embellecido por una vejetacion vigorosa. El estribo de Lobeira no lleva sus ramales hasta el mar. Poco antes de su orilla detiénese repentinamente, y da lugar á la esplanada de Villanueva , bajo la cual se sumerje en la ria, reapareciendo despues en lavisla de Arosa. Tan solamente se prolonga un brazo de poca impor= tancia entre Corvillon y Tremoedo, terminando detrás de Cambados en la desembocadura del Humia, poco despues de formar el cerro de la Pastora, altura desde donde se disfruta la perspectiva de la mejor por= cion del valle de Salnes. Las playas de la estensa ria de Arosa terminan allí la subregion del Meda. Si se atiende á la dilatada estension del terreno comprendido en la subregion anterior, la cual alcanza de N. E. á'S. O. una longitud de 50 kilómetros próximamente, y una latitud media de 14 entre los dos rios Ulla y Humia; si se considera la variable altura de su super- ficie, y por último el gran número de arroyos, que la riegan, modifi- cando los terrenos inferiores, se concebirá la importancia agrícola, sobre todo en los puntos en que las condiciones geológicas no se oponen á los efectos de aquellas ventajosas cualidades. Varios son los terrenos que se presentan en la subregion del Meda, si bien aun aquí predomina el granítico, aunque frecuentemente recu- bierto por el moderno. En la parte superior del Meda preséntase el granito constituyendo casi solo los cortos é inclinados estribos, que se detienen sobre la cuenca del Toja. Hállanse algunos trozos de anfibo- lita en la pendiente oriental del mismo monte, que desaparecen mas abajo, para volverá presentarse casi en el fondo asomando por debajo del terreno aluvial. El nacimiento del Toja presenta señales de los gru- pos gneiseo y micasquistoso, que sin duda provienen de la formacion esquistosa, que enlaza al monte Meda con el Chamor. Los micasquistos desaparecen perdiéndose mas abajo en el granito, el cual á su vez se oculta bajo el terreno de aluvion que forma el valle de Trasdeza, no sin que aparezca en los cerros alternando con la anfibolita. Mas hácia 25 el N. hállanse algunas serpentinas, que indican la proximidad del Cam- po Marzo. El Campo Marzo, término de un estribo del Meda, es un monte de corta eleyacion pero de dilatada meseta, formado por los antiguos volca- nes cuyas erupciones aparecen escritas en la llanura, y todavía parecen revelarse en el seno de la montaña. El granito de los montes vecinos se abulta á medida que se acerca á este, y está atravesado por filones de cuarzo cristalizado. Grandes láminas de mica y pegmatita grosera vienen á unirse á esta formacion, que termina bruscamente bajo la an- fibolita y la serpentina. Principia la formacion por un cerro cónico, que presenta en su cima masas de cuarzo escoriforme, frecuentemente tapizadas sus cavidades con cristales de cuarzo hematites ó jacintos de Compostela y falso topa- cio, y bajo su pendiente rápida cubierta de maleza, aparecen enormes filones divergentes de anfibolito descompuesto. Desde alli se estiende la meseta hácia el N. ofreciendo estraña variedad de rocas. Surcan la la- nura como restos de antiguas murallas, grandes trozos de trapp algo descompuesto en su superficie, generalmente negro azulado hácia el O. de la meseta, y pardo oscuro con velas negras hácia el Mediodía en la proximidad del cerro cónico. Estos diques se levantan sobre una arci- lla rojiza ó amarillenta, en la cual están diseminados numerosos frag- mentos de jaspe rojo grosero, calcedonias mamelonadas, estalactíticas, escoriformes é inerustantes, llevando algunas evidentes señales de la accion de un fuego intenso; cornalinas bastas y celulosas, conteniendo un polvo verde amarillento procedente de peridoto descompuesto, y serpen- tinas cubiertas por una capa blanca de magnesita, que ofrecen variados colores, entre los que domina el verde con vetas negras y blanquecinas. Inclinándose al O. se hallan fragmentos de retinita blanquecina, verdosa y negra, cubierta por la misma capa blanca. En la pendiente occidental se presentan algunos esteasquistos y esteatita en masa, al- ternando con trozos de albita. La serpentina termina por esta parte, reapareciendo el granito. El punto mas elevado de la meseta, que se estiende hácia el N., es una esplanada de suavísima pendiente formada por la arcilla rojiza de TOMO IV. 4 26 que se habló anteriormente, y en la cual aparecen, con grandes in- : térvalos, los diques, que nunca se elevan tanto como en los bordes de la meseta. Hállanse en ella, además de la calcedonia, algunos cantos ro- dados de cuarzo, aunque en escaso número. Tanto al principio como en el término septentrional de la planicie asoman por varias partes menudas capas de calcedonia cubiertas de cristales de cuarzo, y conte- niendo á yeces olivino en masa. En el estremo de la esplanada elévase el terreno antes de inclinarse rápidamente para terminar en la orilla del Deza: toda esta pendiente está cubierta de grandes rocas de trapp an- gulosas y hendidas, pero sin presentar fragmentos regulares. Entre es- tas rocas se hallan trozos de asbesto, que ofrecen cierta regularidad en la colocacion de sus fibras endurecidas. Con ellos alternan masas de granito sin orden de sobreposicion, apareciendo ya por debajo, ya por encima del trapp. En la pendiente oriental, cuya base bañan las aguas del Toja, el borde de la meseta aparece mas erizado todavía con enormes peñascos de trapp y serpentina, que decrecen á medida que se separan del cerro cónico llamado Castro. Desde este cerro la pendiente traza un arco de círculo, cuya cuerda es el rio, al cual van á unirse varios hilos de agua cargada de óxido férrico, que brotan bajo las rocas. Cerca de la primera de estas fuente- cillas hállase serpentina de un hermoso verde, atravesada por nume- rosos filones de hierro oxidulado ó iman, estando los trozos de serpen- tina dotados del magnetismo polar. En el mismo punto atraviesan las serpentinas menudas venas de amianto sedoso blanco y amarillento, cuyas fibras de un brillo marcado, son perpendiculares á la vena. Entre estas serpentinas existen tambien esmaragditas de un hermoso verde oscuro, y trozos de basalto. Siguiendo mas adelante hácia el N., sin abandonar la pendiente, se presentan el granito y pegmatitas, que desaparecen muy luego bajo el trapp, lo mismo que algunas rocas cuarzosas cubiertas de apuntamien- tos de cristales de roca incoloros, hematites y amarillos. En la estremi- dad del arco de círculo, que avanza hácia el Toja, se revela mas clara- mente la formacion del Campo Marzo. 27 Elévase el terreno asomando numerosos grupos de rocas trappea- nas, cubiertas de un polvo rojo-ladrillo que proviene de su descompo- sicion. Estos grupos están atravesados por gruesos filones de asbesto en- durecido, masas de feldespato muy blanco, asbesto terroso y alternado con ofiolitas dialágicas y gramatitosas. Descendiendo hácia el rio se en- negrece el terreno, y despues de algunas peperinas rojizas y fragmen- tos de silex celular, se presenta un dilatado filon de basalto con olivino y vacka con mesotipa, ó sea espilitas en masas globulosas y concrecio- nadas. Este filon, que se prolonga 40 metros próximamente, buza al $. bajo un ángulo de 20 grados, segun lo que puede descubrirse entre la serpentina y el trapp que le cubren en toda su estension, perdiéndose despues cerca del rio. Al N. de esta línea basáltica aparece la serpentina cargada de nu- merosas laminillas de asbesto, que asimismo se hallan diseminadas en una arcilla roja compacta procedente de las rocas piroxénicas descom- puestas. La formacion termina en aquel punto de repente, reaparecien- do la anfibolita, y poco despues el gneis y el granito en un monte que se estiende á orillas del Toja, poco antes de la cascada de este rio. En la falda de este cerro brotan algunas fuentecillas cargadas de hidrógeno sulfurado; y en las hendiduras de las enormes rocas graníticas que ci- ñen al Toja, hállanse diminutas estalactitas de azufre. La formacion porfírica del Campo Marzo, bien que aparezca aislada al estremo de la subregion del Meda, está evidentemente enlazada con el basalto de la Magdalena, y puede tomarse como el centro de la erup- cion basáltica que en épocas remotas se abrió paso al través de la corte- za granítica sobre la cual se estendió, confundiéndose á veces desorde- nadamente con la misma roca. Es tan evidente la accion de un calor es- cesivo en la formacion del Campo Marzo, que los cantos rodados de cuarzo que se hallan dispersos en la meseta, aparecen ennegrecidos y calcinados esteriormente, y hasta 2 ó 3 milímetros en su espesor, mientras en su interior se conservan blancos y medio cristalizados. Las calcedonias en delgadas capas retorcidas y arrolladas sobre sí mismas, 28 algunas escorias que parecen de formacion mas moderna, las dislocacio- nes que han sufrido los terrenos vecinos, y de que todavía se conserva tradicion, y por último, los frecuentes terremotos locales que conmue- ven el pais, no dejan duda sobre el origen de aquella formacion. Vol- cán de épocas remotas, las revoluciones del globo han arrojado sobre su boca enormes masas de trapp y serpentina. Por eso en la época ac- tual, aunque impotente para romper su prision, todavía ruje encerrado en las entrañas del monte (1). Se comprende tambien, si se tiene presente la variedad y naturale- za de las rocas, que el monte no ha recibido de una vez su actual con- liguracion, sino que el fuego central ha obrado durante un período mas 0 menos largo, pero con intérvalos, en que tenia lugar la accion acuosa, que se revela en las peperinas y otros ejemplos de la formacion conglo- merática perteneciente al terreno piroide. Tal es la notable formacion del Campo Marzo. En la confluencia del Toja y el Deza, el granito, el gneis graníteo y el cuarzo en masa aparecen confusamente hacinados (1) El 15 de octubre de 1854, me hallaba en una quinta situada en la falda occi- dental del Campo Marzo. A la una de la noche me arrancó del sueño un ruido bronco subterráneo, semejante á un trueno, que se aproximaba rápidamente por el S. E. Duró este ruido de 6 á 7 segundos, terminando al parecer bajo mis pies con un estampido sor- do; un momento despues se conmovió la casa hasta en sus cimientos, crujieron los te- chos, y osciló mi cama violentamente. Todas las personas de la casa dispertaron aterra das, y convinieron en que el ruido procedia del monte inmediato. La violencia del sacu- dimiento me hizo creer que habria causado estragos en las aldeas del valle: corrí al bal- con, pero un silencio sepuleral habia seguido al terremoto. Una antigua criada de la casa fué la única que permaneció insensible al temor general; admirándome de su tran- quilidad, manifestó que la frecuencia de estos sacudimientos la habia habituado á no te- merlos. Tuve ocasion al dia siguiente de cerciorarme de esto mismo. En las aldeas inme- diatas y unidas al monte se habia sentido el terremoto, sin causar mas impresion. Fuera de las ramificaciones del monte no se sintió el estremecimiento, y el ruido fué menos in- tenso. En Santiago, á 4 leguas de distancia, solamente se oyó un rumor casi impercepti- ble. A la mañana siguiente examiné con detencion el Campo Marzo; no existia la mas li- gera señal de la pasada conmocion. Las rocas, derechas y hendidas, continuaban en su posicion anterior, la tierra no ofrecia mayor temperatura que de ordinario, y las aguas ferruginosas que brotan bajo las rocas tampoco aparecian mas turbias. 29 desde la catarata del primero hasta el puente Sulago, en cuya inmedia- cion se mezcla la serpentina procedente del Campo Marzo. En el estre- mo inferior de la pendiente septentrional de este monte existe un corto espacio de terreno aluvial, limitado frente á la embocadura del arroyo Breijo por un cerro escarpado cubierto de inmensos crestones de cuar- zo. Reaparece despues el granito hasta la embocadura del arroyo Cer- vañina. La mayor parte del valle de Trasdeza, regado por este rio, cons siste en un terreno reciente, formado por los depósitos nínfeo y terres- tre, ó sea de aluvion y acarreo pluvial, procedente de la descomposi- cion del granito. En el estribo septentrional del Meda se presenta al principio el granito, que pasa mas adelante al gneis graniteo; aparece en seguida, y termina en la serpentina al N. de Castrovite, inclinándose esta última roca hácia la pendiente oriental sobre Dornelas: por último, vuelve el granito y el gneis graniteo en la proximidad del corte de San Juan-da-Cova. Bajo la pendiente occidental de este estribo, asi como bajo la septentrional del monte Meda, la anterior formacion desaparece bajo el terreno detrítico, que constituye el fondo del valle del Ulla. La principal ramificacion del monte Meda, que se dirije al O., pro- longándose hácia los montes de Zoo, pertenece en su principio á la for macion gneisea y micasquistosa; preséntase despues el granito en su parte media, y reaparece la anterior formacion esquistosa en las altu- ras que dominan al valle de Cuntis. En este valle se presenta el primer ejemplo de terreno clismeo ó diluviano, formando una corta esplanada al N. de Cuntis, con muy suave pendiente á esta poblacion, en que termina. Predomina el granito en el monte Gesteiras y en sus principales ra- mificaciones. Con esta roca se presentan frecuentemente numerosos fragmentos de cuarzo y pegmatitas, y tan solo en la estremidad de los ramales que ciñen al Humia, se muestra el gneis en alguna estension. Esta última roca se presenta tambien al pie occidental del Gesteiras, li- mitada por el granito casi descompuesto. El valle de Valga está formado por una corta estension de terreno reciente, que se prolonga estrechán- dose contra el granito de los ramales del Gesteiras por el E., y se en- laza por el O. con la estensa gándara de campaña formada por terreno 30 diluviano. En varios puntos de esta formacion hállanse depósitos de arcilla plástica finisima y de un blanco puro: la formacion termina por el N. en el Ulla y por el O. en el granito del Giabre. El granito de los ramales del S. del Gesteiras se hace eminentemente porfídeo cerca de Caldas. En las alturas que dominan á esta última poblacion se elevan grandes masas de esta roca, que algunas veces aparece en un estado de easi completa disgregación. Surcan entonces su espesor abundantes fi- lones de cuarzo medio cristalizado, que permaneciendo unidos despues de la destruccion de la roca matriz, parece como si hubiesen penetrado en un terreno arenisco. Los elementos del granito llegan á abultarse con tanto esceso, y á tomar tal tendencia á la cristalizacion, que en al- gunas localidades reducidas el terreno se presenta cubierto de grandes láminas de mica, y cristales de cuarzo y ortosa de gran tamaño. Vese un ejemplo de esto al E. de Caldas en la altura mas inmediata, donde se hallan grandes cristales de roca incoloros ahumados, y atravesados por agujas de termatina, y cristales de ortosa de hasta 5 centímetros de longitud, diseminados en un terreno detrítico al pie de la altura, y en la pendiente meridional sobre el Humia. Del mismo modo que en el Gesteiras, predomina el granito en el Giabre y sus ramales. En la cum- bre, así de la altura central como de los cerros que decrecen hácia el mar, muéstrase aquella roca generalmente en notables masas de un grano grosero de color de carne, debido al feldspato; variedad peculiar de aquella altura, y que no se halla en la falda, aun cuando en toda la pendiente meridional sea su grano muy abultado, y abunden en la roca cristales confusos de ortosa. Reaparece no obstante la variedad color de carne en el estribo que forma el pico de Lobeira, y por úl- timo en la isla de Arosa. Al principio de la pendiente meridional existen numerosos fragmen- tos de cuarzo cristalizado y en masa, presentando aquel las variedades incolora y falso rubí. Esta roca se estiende por la ladera del estribo que avanza hácia Lobeira. En las ramificaciones septentrionales del Giabre es el granito la roca dominante, limitándose únicamente este terreno por algunos casi in- significantes aluviones, y depósitos de acarreo pluvial, que existen á 31 orillas de los arroyos que desaguan en el Ulla. La única escepcion no- table se halla en una formacion de arenisca roja antigua cerca de las torres de 0., constituyendo un monte de corta elevacion. Desde su cumbre hasta gran parte de su pendiente, abundan las pudingas cuar- zosas con cimiento rojo oscuro de arcilla ferruginosa. En la pendiente occidental del Giabre, en que principia el valle de Villagarcía, recubren el granito algunos fragmentos de cuarzo con granates. Descendiendo mas se presenta el gneis en bastante estension desde Bamio hasta Carril, desaparece en el estribo del Giabre, y vuelve en la parte opues- ta al N. de Villagarcía en compañía de la anfibolita, si bien está en corta cantidad. El valle de Villagarcía en su principal parte está cons- tituido por una formacion aluvial, que se estiende sobre el granito por- fídeo del Giabre, el cual reaparece en las alturas y en la orilla del mar á las estremidades del valle. Existe tambien una reducida formacion di- luviana al N. E. de la poblacion, entre cuyos grandes cantos rodados se hallan cristales de cuarzo de gran tamaño. Concluye el valle de Villa- garcía en un prolongado arenal, que se estiende desde cerca de Carril hasta la punta de Ferrazo. Esta formacion reciente amenaza invadir las tierras vecinas, constituyendo pequeñas dunas, que ya en los últi- mos años inutilizaron la alameda del Carril. Algunas areniscas ferrugi- nosas é insignificantes depósitos de conchas marinas cerca de Ferrazo, terminan los terrenos de esta cuenca. En la parte mas meridional del valle, y en la pendiente del estribo que se dirije á Lobeira, se encuentra la anfibolita; y en el estremo de las ramificaciones de esta última altura vuelve á presentarse el gneis, al principio alternando con el granito como en la punta de Ferrazo, y des- pues constituyendo algunas masas aisladas, hasta que desaparece á corta distancia. Continúa despues el granito, que á su vez se oculta bajo una planicie aluvial, la cual se estiende entre el mar y Lobeira, desde las in- mediaciones de Villapsan hasta Villanueva, ciñéndose á la costa. Esta formacion se compone de numerosos cantos rodados de cuarzo amari- llento y rojizo, y alcanza hasta las fajas de arena que se estienden á orillas del mar, se prolongan con cortas interrupciones, y se sumerjen en el Océano hasta formar una lengua que une al continente con la isla 32 de Arosa. La isla ofrece en su costa oriental una ancha faja de arena, y en sus alturas granito grosero y desmenuzable, variedad notable de que se habló ya, caracterizada por cristales confusos de ortosa color de carne y mica dorada, á veces en pequeños prismas rectangulares. En algunos puntos del terreno reciente que acaba de describirse, y sobre todo en la embocadura de los arroyos, existen algunos depósitos arcillosos y limosos que recubren la arena, y á los que alcanza el mar en las gran- des mareas. Vense ejemplos de esto en Villagarcía, cerca del Rial, y en Villanueva. Todas las vegas del valle de Salnes presentan el mismo terreno de aluvion, con las interrupciones que determina la mayor ó menor proxi- midad de los remates graníticos del Giabre, los que, como se ha dicho, limitan aquellas vegas por el N. Asíal O. de Caldas, en la espaciosa lla- nura llamada vega de Almorzar, los grandes depósitos de cantos roda= dos alternan con el granito de las ramificaciones que bajan del Pousa- doiro, reaparecen despues y se mezclan con los depósitos ninfeo y ter- restre, prolongándose esta formacion reciente hasta el espacioso recinto de Cambado, donde el Humia desemboca en el mar. La tercera y última subregion del Candan, lejos de presentar como las dos anteriores su mas importante altura en las inmediaciones de aquel considerable estribo, forma una sierra continuada, que arrancando de la altura de Refojos, se dirije-4 0O., conservando una elevacion media de 600 metros hasta la altura de Portela, en que se eleva á 780, Desde allí se dibuja mas interrumpida la línea culminante de la mon- taña, presentando aislados cerros en su direccion primitiva, y divi- diéndose en otras dos ramas laterales, una de las cuales termina en el puente de piedra, sobre el Humia, y otra se prolonga entre los arroyos Pego y Quireza, concluyendo en la confluencia del último con el rio Lerez. La ramificacion principal constituida por montes aislados, presenta alturas tan importantes como el Montonto, de 780 metros, y la de la cumbre bifurcada del Cadebo, que da nombre á la subregion por ser su altura mas notable, elevándose en ambas crestas á 809 metros sobre el nivel del mar. 33 Desde el Cadebo humíllase la sierra, y se divide en dos ramas, que abraza la region hidrográfica del Ameigeiras, inclinándose al Humia la rama menor, que termina en el monte de Peña-Bicuda, sobre Caldas. La rama mayor se dirije al Lerez, enlazándose con el Acibal, que se eleva á 604 metros sobre el nivel del mar, estendiendo hácia todas partes numerosas ramificaciones, que dominan al N. el frondoso valle de Mo- raña, y al S. los fértiles recintos de Lerez, frente á Pontevedra. Ambos valles separan la sierra anterior aparentemente de las alturas vecinas, que se prolongan al Ó., y no queda como punto de enlace entre el Aci- bal y el Castrove sino un humilde estribo, que da origen al rio Pequeño hácia el N., y al arroyo de Alva hácia el $. Corre el primero al principio por terreno escabroso, pero muy luego desciende á un profundo y pintoresco valle, que recorre hasta su con- fluencia con el Ameigeiras. El arroyo de Alva desciende mas lentamente, regando un pais no menos bello que el anterior hasta la parroquia del mismo nombre, despues de la cual desemboca en una planicie llamada la Junquera, que cubre la pleamar. AL 0. de Acibal, y continuándose con el estribo de que se ha hecho mencion, se eleva el Castrove hasta 610 metros, llevando su no inter- rumpida línea culminante hasta la punta de la Lanzada, donde termina en el mar. En toda esta estension, el Castrove es la línea divisoria en- tre la ria de Pontevedra y el valle de Salnes, que se estiende á su falda por el N.; siendo digno de atencion, que mientras los montes de la subregion anterior, como el Gesteiras y el Giabre, presentan sus ramales en todas direcciones, el Castrove se tiende únicamente de E. á 0. como una muralla colosal paralela al valle de Salnes, y tan aislada, que los cerros que destacan á uno y otro lado, no solamente carecen de co- municacion con el monte, sino que presentan diverso terreno en gene- ral. Esta cireunstancia puede observarse al N. en una cadena de cerros que se estiende por la orilla izquierda del Humia, dividiendo el valle de Salnes en el sentido de su longitud; y al S. en el monte de Poyo y la isla de Tambo, uno y otra aislados del Castrove; y al O. por último, en la península del Grove é islas Ons y Onza, que pueden considerarse como una bifurcacion del Castrove, aunque separadas de esta altura, TOMO IV. 5 34 la primera por una lengua de arena poco elevada sobre el nivel del mar, y las segundas por un profundo canal. La parte del valle de Salnes, correspondiente á esta subregion, es mas estensa que la anterior. Estiéndese entre el Humia y el Castrove de E. N. E.40.5. 0., en una longitud de 16 kilómetros por término medio, y finaliza en el recinto de Dena, á orillas del mar. La rápida inclinacion de las laderas del Castrove no permite mas que una estrecha faja de cultivo en la esposicion $.; así es que, á es- cepcion del hermoso recinto de Poyo, frente á Pontevedra, aquella faja se halla comprimida entre las aguas de la ria y las escabrosas pendien- tes del monte, ofreciendo un aspecto menos pintoresco que las comarcas vecinas. En la estremidad de la subregion, y unida como se ha dicho por una estrecha lengua de tierra, se halla la península del Grove, avanzan- do de S. E. á N. O, como para cerrar la ria de Arosa. Es el pais gene- ralmente agreste, con cortas escepciones; constituyen su topografía una arista casi central, aunque algo inclinada al $., y sus laderas con esposicion al N. y $S.; rápida esta última, terminada en las olas turbu- lentas del Atlántico, y variada la primera, ya descendiendo suavemente hasta las aguas tranquilas de la ria de Arosa, ó ya inclinándose con ra- pidez, y dando espacio entre su falda y la ria á recintos de mediana fron- dosidad. Por último, al O. S. O. del Castrove, y detrás de una faja de espu- ma producida por el Océano al azotar con violencia una costa erizada de escollos, álzanse las islas de Ons y Ouza, alta y prolongada de N. á $. aquella, y ésta mas baja y redondeada; sin que ni una ni otra ofrezcan nada de notable, mas que su escabroso suelo y agreste aspecto. La subregion del Cadevo no ofrece la variedad de terrenos que se halla en la anterior. Participa, no obstante, de sus formaciones en ge- neral, y presenta no menor importancia agrícola el pais comprendido en ella. Son sus límites: al E. una línea que une el nacimiento de los rios Humia y Lerez; al N. el curso del primero y la ria de Arosa; al $. el del segundo y la ria de Pontevedra; y al O. el Océano. La parte mas elevada de la subregion, que comprende la pendiente 35 occidental del Candan, y el nacimiento de la sierra de Armonda, está constituida por el talsquisto con granates y el micasquisto, procedentes de la cordillera central. Predomina esta formacion en las laderas meri- dionales de la sierra y en las tierras bajas, que bañan el Humia y el Le- rez en su origen. Alterna el gneis con el micasquisto hácia la parte su-= perior, y el granito se muestra en la línea culminante de la sierra. Po- co á poco, y conforme avanza al O. esta última roca se hace dominante, y antes de llegar al Montouto abraza toda la latitud de la subregion. El terreno granítico constituye tambien la mayor parte de los dos impor- tantes montes Cadevo y Montonto; pero en sus vertientes occidentales reaparece el gneis y el micasquisto, y por último la anfibolita hácia el origen del arroyo Quireza. En las ramificaciones de Peña Bicuda pre- séntase de nuevo el granito haciéndose eminentemente porfídeo, y con- teniendo con frecuencia mica dorada. Esta variedad se presenta cerca de Caldas en enormes masas redondeadas, á causa de la fácil destruc- cion de sus aristas, y de aquí proceden las grandes rocas, que existen en el lecho del Humia y se asemejan á peñas errantes. La formacion termina por esta parte en la cuenca aluvial del Ameigeiras y del valle de Caldas, y por el S. en el terreno reciente del valle de Moraña, que aunque comprendido en la region hidrográfica del Ameigeiras, y en apariencia de una formacion igual á la que ofrece la cuenca de este rio despues de su confluencia con el arroyo Pequeño, pertenece mas bien al depósito terrestre, que al ninfeo. El monte Acival es casi puramente granítico. Vese, no obstante, el gneis en su pendiente occidental, so- bre todo en el estribo que se enlaza al Castrove. El granito termina al S. y 5. O. en el terreno reciente del valle de Pontevedra, que perte- nece en parte al depósito ninfeo, y en parte al terrestre. En el estremo de una ramificacion del Acival, que termina sobre Lerez, hállase anfibolita, y una especie de arcilla kaolin con laminillas de mica. En la falda occidental frente á Alva, aparece una variedad de gneis porfídeo, notable formacion de que se hablará mas adelante, que asoma en varias partes del valle de Pontevedra á uno y otro lado del Lerez, generalmente recubriendo al granito y alternando con él, pero algunas veces penetrando bajo esta roca. Pasado el terreno limoso, que 36 constituye el fondo de la junquera de Alva, preséntase la misma varie- dad de gneis porfídeo, y abundantes fragmentos de cuarzo, pegmatitas y hialomictas. En los estremos de esta formacion reaparece el granito, sobre todo en un estribo de la altura, que pasa entre Poyo y la ria de Pontevedra, donde se hallan grandes cristales de berilo y turmalina in- crustados en el cuarzo y en el granito, así como tambien trozos de gra= nito grosero, que contienen numerosas laminillas de mica dispuestas en vayos divergentes. En la parte inferior estiéndese el terreno reciente, terminando en los arenales de la ria. El Castrove ofrece en toda la estension de su prolongada cumbre, el granito y sus rocas subordinadas. En sus laderas, así septentrionales como meridionales, alterna esta roca con el gneis comun, si bien esta formacion es mas estensa en la pendiente del S. que en la del N., en cuya direccion finaliza bajo el terreno reciente del valle de Salnes. La linea de cerros, que divide longitudinalmente este valle, es pu- ramente granítica, presentando las enormes y redondeadas masas de granito porfídeo de los ramales, que terminan sobre Caldas; siendo dig- no de atención, que aunque esta cadena de cerros al N. del Castrove y el monte de Poyo al S. deben considerarse como dependencias de aque- lla importante altura, difieren de un modo notable, no en la especie sino en la variedad de sus rocas. En efecto, ni el granito comun del Castro- ve se parece á las grandes masas de granito porfídeo de los cerros de Romay, ni el gneis comun de aquel monte puede confundirse con el porfideo de Poyo, que abraza entre sus capas grandes cristales confusos de ortosa en notable abundancia. En la estremidad occidental del Cas- trove predomina el granito hasta el mar. Al N. interrúmpese el terreno reciente del valle de Salnes por una formacion diluviana, que se estien- de en el recinto de Dena, reaparece despues el terreno reciente hasta los arenales, que forman el istmo del Grove y la embocadura del Humia. La península del Grove no contiene mas que granito, y cortos es- pacios de terreno reciente en sus dos depósitos, terrestre y tritoniano 6 marino. De igual constitucion geológica son las islas Toja y Loujo, en la embocadura del Humia; y por último, las dos mas importantes de 37 Ons y Onza no presentan sino granito y escasos arenales; y la de Tam- bo, internada en la ria de Pontevedra, está constituida por el granito hácia el N. O. y S., mientras que al E. hállase una duna, que recubre el terreno granítico hasta considerable altura. Una corta planicie hu-= mosa, que existe á bastante elevacion al N. de su cumbre, es la única muestra de depósito terrestre. CUARTA REGION. El Seijo. Es la region del Seijo una faja de tierra, que se estiende desde el Testeiro al mar entre los rios Lerez y Verdugo, y las rias de Ponteve- dra y Vigo. Terreno áspero al principio, pintorescas hondonadas en la parte me- dia, y suaves pendientes de admirable frondosidad á orillas del Océano. hé aquí en general la topografía de un pais cuyos detalles ofrecen fre- cuentes escepciones á causa de la desigualdad de su superficie. La ca- dena de montes, que aunque interrumpida por profundas sinuosidades, recorre de N. E. á $. 0. toda la longitud de la region, de tal modo sos- tiene la altura de sus cumbres, que la mas próxima al Océano, lanzada entre dos rias como un inmenso dique, tiene solamente 437 metros me- nos que la mayor altura situada cerca de la cordillera central. Esta cir- cunstancia, aumentando la inclinacion de las laderas, reduce la esten- sion de los valles, é influye de un modo respectivamente favorable ó desfavorable, segun la esposicion, en los productos. De aquí la variable importancia agrícola del pais. Son sus rios de corto caudal y estrecho cauce, y llevan su curso con repetidas curvas, y sobre lechos generalmente pedragosos. Principia la region en el ángulo, que forma la cordillera de los dos Faros cuando se aparta del estribo de Candan; es, pues, su límite orien- tal la línea culminante del monte Coco y del Testeiro hasta hallar el nacimiento del Verdugo ó Caldelas bajo la altura de Santo Domingo. 38 Allí el estribo del Candan, el Testeiro y la prolongacion de la sierra del Suido trazan un arco de círculo, que abraza un pais elevado conocido con el nombre de Tierra de Montes. Este pais comprende los ramales occidentales del monte Coco, y los septentrionales del pico de Costen- la, aislados por tres arroyos, que reuniéndose mas adelante constituyen uno de los afluentes del Lerez. La reducida y agreste cuenca de este afluente se estiende de $. E. á N. 0., y recibe por la izquierda otro arroyo de escaso caudal, que desciende de las ásperas laderas del Seijo. Este monte, que da nombre á la region, se eleva 991 metros sobre el nivel del mar; ocupa casi el centro de latitud de la region; y se dispersa en ramificaciones casi igua- les hácia el Lerez y el Verdugo. Comunícase el Seijo con la cordillera madre por un ramal, que se dirije al S. E., y al O. se divide en dos grandes brazos, que rodean el nacimiento del rio Almofrei y el pais llamado Tierra de Cotovad. El mas septentrional de estos brazos termina en el monte Abelera, que se alza hasta 750 metros. El mas meridional se prolonga al Occi- dente, inclinándose al curso del Verdugo, se humilla y eleva alternati- vamente girando hácia el N. O., y concluye en una série de escarpadas alturas, la última de las cuales, de 614 metros, recibe el nombre de Montes de Pedamua. El rio Almofrei nace en la falda occidental de los estribos de Seijo, riega en su principio un pais elevado y montuoso, en- riquece su caudal con las vertientes del Abelera y del Pedamua, y á medida que desciende se inclina al N., recorriendo un pais menos agres- te hácia los puertos de Bora, donde confluye con el Lerez. Entre la curva que traza el Almofrei y otro arroyo, que en opuesta direccion corre al S. O, del Pedamua para precipitarse en el Verdugo, se tiende un estribo del último monte, punto de enlace con las alturas de la Fracha. Elévanse los montes Frachas á 568 metros sobre el nivel del mar, constituyendo una série de alturas, que se estienden decreciendo de N. E. 48. 0. Diríjese un estribo hácia el N. hasta terminar sobre el Lerez en Mourente, y á su falda occidental se estiende el hermoso valle de Pontevedra. 39 Este valle, en la parte que corresponde á la region del Seijo, está constituido principalmente por la cuenca del Tomeza, rio que naciendo en la vertiente occidental de los montes Frachas, lleva su curso de $. á N. hasta desembocar en el Lerez, cuando ya este rio mezcla sus aguas con las del Océano. Hasta este punto el Lerez, comprimido por los mon- tes de la cordillera central, del Seijo, del Abelera, y últimamente por el estribo de los Frachas, oculta su estrecho cauce bajo las multiplica- das curvas de un pais agreste, sin que haya mas escepcion que un cor- to espacio en San Jorge de Sacos; pero desde aquí humillanse ó se ale- jan las ramificaciones de los montes vecinos para constituir una pinto- resca esplanada, limitada al N. por el Castrove y el Acibal, pertenecien- tes á la region inmediata, al E. por los montes Frachas, al S. por la union de estos montes y la sierra de Morrazo, y al O. por esta sierra y la ria. En el límite meridional de esta region todavía es mas desigual el terreno regado por el Verdugo. Aunque de menor altura los montes, que se inclinan sobre el curso de este rio, le ciñen mas inmediatamen- te, dejándole escaso lugar. Vense, no obstante, algunas estrechas pero feraces hondonadas, para cuyo agradable aspecto no poco ha contribui- do el trabajo de los habitantes. Cerca de la embocadura del Verdugo, el pais, sin perder nada de su escabrosidad, hácia el lecho del rio se hace sobremanera pintoresco, principalmente entre la prolongacion del monte Fracha y el pie orien- tal de la sierra de Morrazo. Terminado este recinto, y al O. del valle de Pontevedra, se estien- de entre su ria y la de Vigo la península de Morrazo de N. E. áS. 0., formada por una sierra cuya mas importante altura, llamada el faro de Domayo, se eleva á 625 metros sobre el nivel del mar. La cumbre del Domayo forma una arista de N. á $S., inclinándose notablemente sobre la ria de Vigo. Despréndense desde allí varios estribos: por el mas oriental se co- munica con los montes Frachas, prolongándose al N. E. hasta terminar en Salcedo, cerca de Pontevedra. Algunas ramificaciones se detienen á corta distancia de la ria, ó avanzan humillándose hasta sus aguas, y un ramal del mismo se encorya, abrazando el reducido valle de Marin. 40 Otro estribo mas al O. corta oblícuamente la península, tendiéndo- sede N. E. á S, O.; traza en su estremidad un arco de círculo para formar la ensenada de Aldan, y se dispersa en humildes ramales, cons- tituyendo otra corta península, que termina en el cabo del Hombre. La pendiente septentrional del Domayo, decreciendo lentamente hácia la ria de Pontevedra, no deja espacio para la formacion de las fér= tiles planicies, que se distinguen en otras partes al pie de los montes. Por eso es el pais que se estiende á orillas de la ria menos pintoresco en general, aunque alternan las cortas alturas con las reducidas hon= donadas, que forman algunos arroyos, y en las que se ostenta una ve- jetacion rica. El recinto de Marin, de mayor estension, es por lo mismo en donde se revela mas claramente el vigor de esta vejetacion, á lo cual nada falta mas, que espacio. La pendiente meridional del Domayo, aunque de laderas mas escar- padas, da lugar con su notable inclinacion á cortos recintos, escudados por la misma altura contra las heladas brisas del N. Asi es como se tiende á orillas del Océano un bellísimo paisaje, principalmente hácia Cangas, donde humilladas las ramificaciones de la montaña, permiten mas holgura al cultivo. Alzanse por último sobre el Océano, al S. O. de la península de Morrazo, y tendiéndose de N. á S. como para cerrar la ria de Vigo, las tres islas de Cies, de elevadas cumbres y escarpadas laderas, termi- nando en ellas la region del Seijo. La misma formacion gneisea, que constituye la importante altura del Testeiro en la sierra del centro, y que aparece al principio de la anterior region, se prolonga entre el nacimiento del Lerez y el Verdu- go; se estiende por toda la Tierra de Montes, y penetra en la region del Monte Mayor. Este gneis, que generalmente es micáceo, se hace algunas veces cloritoso, y alterna con frecuencia con el micasquisto y el talsquisto. Casi en el término occidental de la formacion se presenta una faja abundante en turmalinas groseras, que se tiende de N. 0.4 S. E., y en la cual aparecen grandes cristales de berilo blanco azulado, y pequeñas venas de óxido de estaño. Esta faja está, no obstante su gran distancia, enlazada probablemente con los berilos de Poyo, acom- 41 pañados del mismo modo por turmalinas groseras, y haciendo parte de otro grupo igual, de que se hablará mas adelante. A1 0. de la Tierra de Montes el gneis termina bruscamente en el granito. Desde aquel punto esta última roca domina en la region en tan considerable espacio, que constituye esclusivamente, á escepcion de dos estrechas fajas de terreno reciente que ciñen los rios Lerez, Ver- dugo y las estremidades inferiores de algunos afluentes, toda la larga cadena en que se enlazan el Seijo, el Abelera, el Pedamua y los Fra- chas. En la falda occidental de los ramales del Abelera, y al $. E. de los Frachas, principia de nuevo la formacion gneisea, que constituye la mayor parte del valle de Pontevedra, alternando con el granito y con una reducida formacion diluviana. El gneis, que es micáceo en Mou- rente, se hace muy porfídeo al S. O. de Pontevedra, conteniendo entre sus capas sinuosas gruesos cristales confusos de ortosa. Estos mismos cristales, pero mas perfectos, se hallan abundantemente implantados en los fragmentos de cuarzo de la orilla izquierda del Lerez en Mourente. El gneis de este último punto, antes de llegar á Pontevedra se hunde bajo una formacion de antiguos aluviones constituida por lechos de can- tos rodados de cuarzo, alternando con una arcilla ferruginosa mezela- da con arena. Este depósito se apoya hácia el O. en el granito, y abra” za al N. un corto grupo de conglomerado. La poblacion está en su mayor parte sobre esta formacion de acar= reo, y en parte sobre el granito, que se levanta hácia el O., y se incli- na despues hasta el lecho del Tomeza. Antes de llegar á este punto pasa imperceptiblemente al gneis graníteo, que se cambia en porfídeo á 7 ú 8 metros de profundidad. Pasada la embocadura del Tomeza re- aparece la formacion diluviana con menos potencia, y se prolonga has- ta un arroyo poco distante, donde termina en el gneis grapíteo. Mas al S. el fondo del valle del Tomeza tiene el carácter de alu- vion mas moderno, que se apoya sobre gneis. Esta roca principia en la falda occidental de los Frachas, y con tránsitos insensibles al granito forma un cerro, que se estiende de N. á S. estrechando el valle, al que atraviesa bajo la capa de terreno reciente, para levantarse en las lade- TOMO 1v. 6 42 ras de la sierra de Morrazo. Al principio de la pendiente occidental de los Frachas, y antes de aparecer el gneis, se hallan algunos filones de granito grosero, que contienen confusos cristales de ortosa y grandes láminas de mica. Esta roca no tiene mas de notable, que ofrecer indi- cios del enlace entre los berilos y turmalinas de Presqueiras y los que se hallan en los alrededores de Pontevedra. En efecto, se ha dicho ya, que en las alturas de Poyo aparecian es- tos cristales unidos é implantados en el cuarzo y granito grosero, y acompañados de laminillas de mica. Del mismo modo existe en los cer- ros con que principian las ramificaciones del Domayo al O. del valle de Tomeza y al S. de Pontevedra. En este último punto, sobre todo á me- dia legua de la poblacion, se alza un pequeño cerro, compuesto casi en su totalidad por fragmentos de cuarzo medio cristalizado, grandes lá- minas de mica, masas informes de ortosa, granates hasta de 3 centíme- tros de diámetro, y enormes cristales de berilo grosero, que se desha= cen al tocarlos, y entre los cuales se han hallado algunos mas finos, mas perfectos, y con tendencias al agua-marina. En toda la pendiente oriental de las ramificaciones del Domayo, y aun en lo mas elevado de ella, en tanto que el gneis alterna con el granito cruzan el suelo filones de la misma variedad, aunque carecen de berilos y los granates son muy pequeños. Hállanse no obstante al- gunos de gran tamaño, y con frecuencia implantados en los fragmentos de cuarzo. Mas al S. de Salcedo, y en el punto en que la sierra se le- vanta á considerable altura reaparecen los grandes cristales de berilo menos descompuesto, acompañados de un cuarzo casi negro, y de los grandes granates. Desde aquel punto predomina el granito comun. El gneis del valle de Pontevedra ciñe el arranque de la sierra de Morrazo; pasa al talsquisto al S. de Salcedo mientras se encorva hácia el O. en las orillas de la ria, variando entre porfideo y granítico. Cerca de Lourizan da paso á un grueso filon, que contiene ortosa, cuarzo hialino, láminas de mica y pequeñas turmalinas negras, y continúa des- pues hasta terminar en el granito cerca de Marin. Las laderas, que li- mitan esta formacion por el S., están constituidas por el granito de la sierra, que en su tránsito al gneis presenta numerosas laminillas de 43 mica formando dendritas en su superficie, y mas al O. toman estas la- minillas colores oscuros, y se presentan con ellas esquistos anfibólicos. Una faja de terreno reciente perteneciente al depósito terrestre cu- bre estas formaciones á orillas del mar, á escepcion de los crestones de granito, gneis y la duna de los Placeres, hasta el recinto de Marin, constituido por terreno aluvial. Esta formacion está circuida por el granito, que se estiende hasta cerca de las estremidades de la penín- sula. Por la parte del $., sobre la orilla derecha de la ria de Vigo, ofrece menos variedad. Desde la terminacion del gneis, que ciñe la falda oriental de la sier- ra, el granito constituye todas las alturas, mientras en la orilla del mar se oculta bajo una capa humosa. Bajo el faro de Domayo existe un cor- to recinto de terreno de acarreo; es mas espaciosa la formacion dilu- viana de Cangas; y por último, en la proximidad del istmo, que une la sierra con su postrer estribo, reaparece el gneis y se estiende hasta el arranque de las últimas alturas graníticas, en que termina la peninsula. Las islas Cies no son mas que un conjunto de rocas graníticas. QUINTA REGION. El Monte Mayor. Principia la region del Monte Mayor allí donde la cordillera central, despues que de ella se desprende el Seijo, gira dirijiéndose al S. y apro- ximándose al Miño. En aquel punto nace el rio Verdugo, y desde allí toma la cordillera el nombre de sierra del Sardo. Por su cumbre pasa la divisoria con la provincia de Orense, dominando al E. el valle de Avia, y al O. las desiertas y elevadas mesetas en que loma origen el rio Oilaben. La altura, y la considerable estension de este pais deshabitado y árido, dan al principio de la region el aspecto mas agreste quizá de toda 44 la provincia, y que contrasta notablemente con el hermoso paisaje de sus valles inferiores. La cordillera, despues de haber recorrido 17 kilómetros en su nue- va direccion, se detiene bruscamente sobre el lecho del Tea, afluente del Miño, y antes de inclinarse hácia el E. rodeando el nacimiento de este rio , desprende hácia el O. un importante estribo, que se eleva hasta 904 metros sobre el nivel del mar: aquella altura, que se bifurca en su estremidad, es el Monte Mayor, y la línea culminante de la sier= ra, desde el nacimiento del Verdugo hasta el del Tea, es el límite oriental de su region. Son los otros límites: al N. el curso del Verdugo y la ria de Vigo, al S. el Tea y el Miño, al O. el Atlántico. Se estiende en un espacio considerable esta bellísima porcion de la provincia. La pendiente de sus montes, indecisa entre el Miño y el Océano, surca el pais en todas direcciones formando pintorescos valles, dominados por alturas, cuyas líneas se tocan, se dispersan, se cruzan ó se encorvan en anfiteatro. Predomina no obstante en su mayor parte la inclinacion hácia el Miño; por eso el Louro, que nace próximamente á la ria de Vigo, lleva su curso de N. á S., atravesando casi en sus dos tercios la latitud de la region; y aun el Tea, nacido en la cordillera que le imprime su direccion al O. , cambia bruscamente al S. en la mitad de su curso para unir sus aguas á las de aquel importante rio. La grande estension del espacio comprendido entre estos límites, la línea irregular de sus alturas, la identidad en fin de la topografía de esta region con la del Candan, obligan á subdividirla en dos subregio- nes, la una formada inmediatamente por el Monte Mayor, y la otra por el Galiñeiro, separadas ambas por el curso del rio Louro, afluente del Miño. PRIMERA SUBREGION.—£l Monte Mayor. La pendiente septentrional del Monte Mayor se inclina lentamente sobre el nacimiento del Oilaben, y sosteniéndose á bastante altura, abraza los arroyos que confluyen á su pie. Al lado opuesto de este rio, 45 un estribo de la cordillera que se prolonga de E. 0., separa su redu- cida region hidrográfica de la del Verdugo, ciñendo estrechamente á este último, que corre sobre un cauce angosto y escabroso. Las aguas de ambos rios descendiendo con rapidez de aquellas alturas , pronto re- corren un pais mas ameno aproximándose al mar, sin que por eso al- cancen mas espacioso cauce, ni aun cuando, humilladas las alturas del estribo que los separaba en su origen, unen sus aguas cerca del puente San Payo, y en la inmediacion de la ria. A pesar de todo, y á benefi- cio de la escelente condicion del clima, y del trabajo de los habitantes, se alza en aquellas estrechas gargantas una vejetacion lozana. La pen- diente meridional del Monte Mayor es sumamente rápida sobre el le- cho del Tea, ramificándose en cerros elevados, escabrosos y perpen- diculares al curso del rio, los cuales dan lugar en sus intérvalos á va- rios arroyos , que en su confluencia con el Tea, forman cortos recintos de menos agreste aspecto. La pendiente occidental de esta subregion es todavia mas suave que la septentrional, y mas variada que las dos anteriores. Puede con- siderarse como una meseta elevada, que avanza hácia el O. á sumer- jirse en la ria de Vigo, serpenteando entre el nacimiento de los arroyos afluentes del Oilaben y el Tea. Esta meseta se detiene bruscamente formando algunos cerros notables entre Redondela y la embocadura del Oilaben, que descienden rápidamente hácia el N. constituyendo las pintorescas laderas del puente San Payo, y contrastando con las ári- das cumbres de los montes. Hácia el Mediodía se inclina la meseta, pasando detrás de Redon- dela, y siempre dividiendo las vertientes del Tea y de la ria, se alza en el monte (alleiro hasta 739 metros sobre el nivel del mar. Este monte, que se tiende como una enorme muralla de N. á S., rechaza las aguas del Tea, y las obliga á variar su curso, doblándose en ángulo recto para seguir una direccion paralela á la elevada arista del monte, hasta precipitarse en el Miño. El Galleiro presenta su arista erizada de cerros, que decrecen acer- cándose al Miño, y que están separados entre sí por cortos intérvalos. De cada uno de estos cerros parten á derecha é izquierda, entre bajos 46 estribos, arroyos de escaso caudal, afluentes del Tea y del Louro: el último y mas apartado de sus cerros es el faro de Budiño. Domina el Galleiro al E. el valle de Puenteáreas, si bien la proximidad de las al- turas al lecho del Tea dejan para esta region poco espacio del valle, que en su mayor parte pertenecen á la inmediata. La pendiente oriental del monte presenta el variado aspecto de to- dos los que sirven de límite á los valles de alguna estension. Las bue- nas condiciones de estos últimos, promueven la afluencia de habi- tantes , y los trabajos se multiplican. Los efectos se hacen sentir muy ventajosamente en las laderas, donde la proximidad facilita las labores, y la escelencia del terreno responde á los esfuerzos del agricultor; mientras que disminuye el cultivo 4 medida que se aumentan la dis- tancia y la altura, y cesa por fin, cuando aquella es escesiva, Ó esta hace el suelo impropio para la vejetacion. En la pendiente occidental igualmente rápida sobre el rio Louro, la perspectiva es menos agrada- ble, sin que sean menos buenas las condiciones de vejetacion ; pero las alturas de la subregion inmediata ciñen estrechamente el curso del Louro, y ofrecen sus peladas cimas á la vista del que desde la cumbre del Galleiro examina estas vertientes. A la estremidad de la linea de alturas, que constituyen el monte, estréchase este, y deja mayor espacio entre su pie y el curso de los r1OS. Humillanse las ramificaciones, y sus mesetas se cubren de arbolado; un paisaje admirable reemplaza á la aridez de las montañas; pulula la vejetacion por todas partes, y toma ese tinte particular de las comarcas meridionales. Allí se unen las aguas del Tea y del Miño, y un poco mas abajo las del Louro. Al N. de este monte existe el punto de en- lace con la subregion inmediata. En un pais tan variado en que así se multiplican las alternativas de montes escabrosos y risueños valles , claro es, que la calidad del suelo habrá de plegarse á estas diferencias de nivel, presentando las rocas mas antiguas en sus cumbres denudadas, y mostrando en los valles las formaciones mas recientes de la corteza terrestre. Tal sucede en efecto. La faja gneisea y micasquistosa, que desde la anterior region 41 penetra en la parte mas elevada de esta, cruza el eje de la sierra obli- cuamente, y atraviesa la línea divisoria de la provincia, inclinándose en la de Orense sobre el nacimiento del rio Avia. ALO. de esta faja principia el granito, que constituye esclusiva- mente casi la totalidad de esta subregion. Las ramificaciones septentrionales que dividen las aguas del Ver- dugo y del Oitaben, el Monte Mayor, los estribos que avanzan hácia la ria, los que se enlazan con el Galleiro y todo este monte hasta el faro de Budiño, presentan el granito comun. Tan solo existe en la parte septentrional como escepcion, si tal puede llamarse, una faja an- gosta de terreno reciente, que se ciñe al lecho de los rios y á la orilla de la ria de Redondela. En la parte meridional no es lo mismo. El rio Tea, sujeto hasta Puenteáreas en un cauce de granito, corre desde este punto sobre una zona de terreno de aluvion, que se dilata en rededor de algunos afluentes. Verdad es, que los estribos graníticos del Ga- lleiro estrechan esta faja, y aun á veces la cortan completamente en la orilla derecha del rio; pero reaparecen cerca de la confluencia con el Miño, y en la direccion de su curso se cambian despues insensiblemente en formaciones del depósito terrestre. En la pendiente opuesta del Galleiro á la orilla del rio Louro y poco despues de su nacimiento, se estiende una faja igual de terreno de aluvion, que pasa por el Porriño, se dilata un poco mas al $. de esta poblacion, y se estrecha despues de nuevo hasta que pasa á la orilla izquierda cerca de Tuy. En el punto en que se estrecha esta faja se halla la gándara, for- macion diluviana de notable estension, que sigue la orilla izquierda en- tre la faja aluvial, y el granito hasta cerca de Tuy, en donde pasa tam- bien á la orilla derecha. Desde allí sigue el terreno de acarreo pluvial hasta el Miño. 48 SEGUNDA SUBREGION.— El Galineiro. La subregion del Galiñeiro principia en las cercanías de Redondela, donde el ramal del Monte Mayor, que se enlaza con el Galleiro, se aparta hácia el O. para rodear el nacimiento del Louro. Nace al N. de este ramal el arroyo que desemboca en Redondela, al S. el rio Louro; la subregion está comprendida entre el curso de estos rios, el Miño y el mar. Nada mas variado que la direccion de sus montes, y nada mas pintoresco que sus valles. La altura, que avanza al principio de la subregion de N. E. 45. E., se divide prolongando uno de sus ramales hácia el O., siguiendo pa- ralelamente á la ria de Vigo una línea que termina detrás de esta ciu= dad. Este ramal, no obstante su proximidad al mar, se eleva á bas- tante altura, su pendiente rápida hace que la perspectiva sea demasia- do agreste al principio; pero en su segunda mitad cambia aquella com- pletamente. Una cortina de admirable vejetacion se estiende sobre esta ladera en los alrededores de Vigo, que es digno adorno de su preciosa ria. A la espalda y al final de la ramificacion está el pintoresco valle de Fragoso, regado por un pequeño rio que corre de E. á 0., y ceñido al S. por montes de considerable altura. Principian estos en el segundo brazo de la meseta primitiva, que rodea el nacimiento del Louro, y tendiéndose de N. á S. se eleva á 714 metros en el Galiñeiro, que da nombre á la subregion. Desde allí se abre la sierra en dos importantes brazos, uno de los cuales se dirije al N., encorvándose hácia el mar por la capilla del Alva, y terminando en el monte Ferro sobre el mar, donde se sumerje formando un islote. El otro brazo se estiende al $., se eleva en el monte San Julian hasta 622 metros, gira despues al O. constituyendo una série de alturas escarpadas, y del cual se desprenden dos notables estribos, el primero al $. y el segundo al S. 0., este se in- elina encorvándose al N. O. se alza en los montes de la Grova á4 648 metros, y va por último á sumerjir su estremo en el Océano, desapa- 49 reciendo en el cabo Sillero. Ambos brazos forman un grande arco de círculo, que casi se cierra sobre la ensenada de Bayona, y abraza una comarca sobremanera pintoresca, regada por un pequeño rio, alimen- tado por varios arroyos que converjen desde aquellas alturas circulares, y lleva su curso de E. á 0., mezclando luego sus aguas con las del Atlántico. Aquel bello recinto es el valle de Miñor. La parte mas oriental de la subregion está formada por la pendiente del Galineiro, y sus estribos sobre el rio Louro. Este rio, aunque com- primido en su origen por las alturas , riega siempre un pais feraz que se embellece á medida que se acerca al Miño, y desde el último tercio de su curso confunde su region' hidrográfica con la de este rio para formar en derredor de Tuy esa alfombra de admirable belleza, que constituye su suelo, yá la cual nada falta sino el mar para que fuese perfecta. Prolóngase el valle del Miño de N. E. á S. 0., ondulando sobre los humildes estribos del monte San Julian, y regado por los pequeños rios Faya, Forcadela y Villar, que se desprenden desde la vertiente meridional de aquel monte hasta terminar en Goyan. Allí avanzan hasta tocar al Miño las ramificaciones de otro monte. Se ha dicho antes, que del brazo meridional del Galiñeiro, despues de formar el monte San Julian y una série de alturas, se desprendian dos ramales, uno al $. y otro al S. O. El primero forma el monte de la Magdalena, que domina por el E. al valle del Miño, y cuyas últimas ra- mificaciones avanzan hasta (Groyan. El segundo forma, dirigiéndose al Océano, una série de cerros agrestes que dominan una costa bravía: cerca del mar se estiende al S. paralelamente á la costa, y termina en los montes Terrosos frente á la Guardia. Entre estos dos ramales y regado por el rio Tamuje, que lleva sus aguas de N. áS., se estiende el delicioso valle del Rosal, recinto de im- comparable frondosidad, y que por su latitud, su posicion y su suelo puede considerarse como el primero de la provincia. Bajo el aspecto geológico esta subregion es mas variada que la an- terior. El granito de los ramales que enlazan ambas subregiones, ter- TOMO IV. 7 50 mina en el nacimiento del Louro donde principia una formacion gneisea bastante estensa. La línea en que se tocan el gneis y el granito, puede considerarse como la divisoria de la subregion. El gneis constituye la mayor parte del Galiñeiro, y se prolonga por el N. hasta la ria de Redondela, y por el S. acompaña el curso del Lou- ro, dando lugar entre sus orillas y la roca á una formacion aluvial, que corresponde á la de la orilla opuesta en que está la poblacion del Porriño, de la que se habló anteriormente. Al mismo tiempo que este depósito aluvial pasa á la orilla izquierda, el gneis se observa que ter- mina en el granito del monte San Julian. Los estribos del Galiñeiro, que avanzan hasta la ria, dejan lugar tambien en Redondela á otro pequeño depósito ninfeo y terrestre, que termina en los. arenales de la ria. Concluida la formacion gneisea un poco mas al O. reaparece el gra- nito, que forma casi todo el litoral de la ria de Vigo, y las laderas del valle de Fragoso, los cerros que cruzan este valle , todo el monte San Julian y sus ramificaciones, los montes de la Grova , los Torrosos y el de Santa Tecla en la embocadura del Miño. Como rocas subordinadas existen pegmatitas en varias localidades, alguna anfibolita al S. de la Guia, y gneis graníteo en las inmediacio- nes de Vigo. Por las orillas de la ria se estiende una faja de terreno reciente, bastante espaciosa al E. de Vigo, y que forma el feraz suelo de la parte occidental del valle de Fragoso. El centro de este valle es- tá constituido por una formacion diluviana, que atraviesa el rio. En el estribo occidental del Galiñeiro, que se adelanta hasta el mar por el N. del valle de Miñor, reaparece el gneis. Constituye esta roca el monte Ferro, que se alza frente á Bayona, y se estiende desde allí de N. á 5., formando parte del valle de Miñor; y una faja que se abre paso por entre los estribos del monte San Julian y de la Grova, cruza las alturas sobre el monte de la Magdalena y penetra en el valle del Rosal, inclinándose á la izquierda del rio Tamuje, hasta terminar en el Miño entre el valle del Rosal y el de Goyan. La orilla derecha del rio Louro, desde la conclusion del gneis y de la faja aluvial, que cruza á la orilla opuesta cerca del Porriño, está 51 formada por otra faja del depósito terrestre, que se apoya sobre el gra- nito del monte San Julian. En el punto de la orilla opuesta en que ter- mina la gándara del Porriño, muéstrase de nuevo el terreno de aluvion hasta confundirse con la formacion diluviana de la orilla del Miño. Esta última formacion sigue paralela al rio entre sus aguas y el gra- nito del monte San Julian, cruzando varios afluentes, y concluye en el gneis de la Magdalena, al O. de Goyan. Todos los cantos rodados son de cuarzo, y sus lechos alternan con arena y arcilla; entre ésta se ha- lla alguna blanca y bastante fina, y hácia el término de la formacion hay andalucita. El centro del valle de Miñor presenta una formacion diluviana en- teramente igual, rodeada por el gneis; y por último, el valle del Rosal está constituido al N. y O. por el granito, al E. por el gneis, en el cen- tro por otra formacion diluviana de igual naturaleza que las anteriores, y al S. por depósitos de terrenos recientes, que se estienden hasta la embocadura del Miño. SESTA REGION. El Fonte-Fria. Sobre la fuente de Tea, donde nace el rio de su nombre, la cordi- llera central se eleva á su mayor altura. Aquel último esfuerzo de la erupcion granítica es el faro de Avion. Su arista se tiende de N. á 5. perpendicularmente al curso del Miño, y recibe en su estremidad el nombre de monte Pedroso. Inclínase despues al S. E., se humilla en Fuente-Santa, y se eleva de nuevo en el monte de Chandemoira hasta 900 metros sobre el nivel del mar: desde esta altura se hunde rápidamente en las aguas del Mino. Esta arista es la divisoria de la provincia de Orense, y el límite oriental de la region; los otros límites son: al N. y O. el rio Tea; y al S. el Miño. Si se considera la proximidad de las alturas mencionadas al curso del Miño, se concibe cuán desigual y escabroso será el pais com- 52 prendido en estos límites, y cuán variado debe ser su aspecto, desde las profundas márgenes de aquel importante rio hasta la cumbre de las sierras. En efecto, desde la altura de Pedroso se desprende de la cor- dillera en direccion al S. O. un estribo importante, que se adelanta casi hasta el centro de la region, bajo el nombre de Sierra de Fonte-Fria. Su cumbre se leyanta hasta 973 metros sobre el nivel del mar, siendo la 5.* entre las alturas de la provincia. ALN. y N. O. domina un pais elevado, constituido por sus estri- bos, que decrecen con lentitud, y entre los cuales corren algunos arro- yos de corto caudal, que desaguan en el Tea antes que este rio varíe su curso. El último de estos arroyos, que es al mismo tiempo el mas im- portante, nace al O. de la sierra, la cual parece terminar bruscamente en aquel punto, pero solamente se humilla para rodear el nacimiento del rio y dirijirse al S. acercándose al Miño. En esta nueva direccion no forma una arista continuada como en su principio, sino una série de cerros de los que dos son bases de gran- des estribos. Tiéndese el primero hácia el punto en que el Tea se do- bla para formar el valle de Puenteáreas, pero antes de llegar á sus aguas se detiene en las alturas llamadas de la Picaraña, dividiéndose al N. y S. en ramales de poca elevacion. El segundo estribo, separado del anterior por un pequeño rio que va á desembocar en el Tea, casi en el centro del valle, recibe el nom- bre de montes de Paradanta, que se estienden de N. E. áS. 0. cerca del Miño, al cual obligan á inclinarse al $. En la conclusion de los montes de Paradanta un pequeño ramal se ciñe al N. entre el nacimiento de un arroyo que desagua en el Miño, y el curso de un pequeño afluente, que riega su falda oriental y la del Fonte-Fria. En el estremo occidental de la region cerca de la confluen- cia del Tea y Miño, se levanta la altura de San Mamed hasta 690 me- tros; pero antes, á la falda meridional de la Picaraña y bajo los últimos estribos occidentales de la sierra de Paradanta, se dibuja el valle del Tea, que se estiende desde cerca de Puenteáreas hasta Salvatierra, en las orillas del Miño. Esta bella planicie, confundiéndose con la cuenca del último rio, rodea por el S. las ramificaciones del Paradanta, tendida 53 á su pie como una alfombra de verdura, y va á unirse al E. con otro valle reducido formado por un rio, que desciende desde mas arriba de la Cañiza bajo las inclinadas vertientes orientales del Fonte-Fria y del Paradanta, y termina en el Miño bajo el monte San Fiz, que se eleva á 688 metros. Mas al E., y á la izquierda del nacimiento de este rio avanza una ramificacion del Pedroso por la Cañiza, formando el coto de Ronzas, y dominando al Oriente otro pequeño rio, que desagua cerca de Crecen- le. El estremo del curso de este rio atraviesa un reducido valle, que se enlaza con el que riega el rio Esmoriz y el que forma el Miño, termi- nándose con él en la provincia los pintorescos paisajes. Despues de es- to solo se hallan los últimos estribos del Pedroso, que se lanzan al S. E., constituyendo una cadena de agrestes picos, que concluye en los montes Oural y Contado, los cuales ya cerca del Miño se alzan hasta 600 metros. Las vertientes de estos estribos están bruscamente inclinadas al O. y algo menos hácia el E., donde se confunden con los estribos del Chan- demoira, á cada paso interrumpidos por profundas gargantas, por donde corren algunos pequeños afluentes del Miño. La region del Fonte-Fria es muy poco variada bajo el aspecto geog- nóstico. Por la parte superior de esta region cruza la formacion de gneis y micasquisto, y la faja estañifera procedente de la cordillera central; pero antes de internarse en la region se inclina, perdiéndose en la in- mediata provincia de Orense. El granito constituye esclusivamente todas las alturas de la region. A este terreno pertenecen, la arista que finaliza en el Pedroso, las sierras de Fonte-Fria, de Picaraña, de Paradanta, los montes de San Mamed y San Fiz, y las alturas de Chandemoira. Las estrechas gargantas por donde se deslizan los numerosos afluen- tes del Tea y del Miño pertenecen al depósito terrestre, á escepcion de las avenidas de algunos valles, en donde pasa el terreno al depósito nínfeo. Este último constituye todo el valle de Puenteáreas y Salvatierra, donde rodea una formacion diluviana, ó mas bien de antiguo aluvion, 54 y sigue despues la orilla derecha del Miño hasta hallar los ramales gra- níticos del San Mamed. El terreno aluvial reaparece en la falda oriental de la sierra de Paradanta, ciñe á uno y otro lado las orillas del rio Es- moriz, se estiende hácia el E. en derredor de otra formacion diluviana, y abrazando por último en las riberas del Miño un espacio considerable, se dilata á orillas del arroyo de Crecente, para terminar un poco mas arriba en el granito del Chandemoira. Do Descomposicion de las rocas que constituyen principalmente el suelo. Vemos, segun la anterior reseña, que no obstante la fácil sucesion de formaciones que en su reducido espacio ofrece la provincia, no existe una gran variedad de terrenos, pudiendo mas bien considerarse como la constante alternativa de unos pocos. En efecto, el terreno granítico, el esquistoso y el reciente constituyen casi la totalidad del pais. Algu- nas muestras de terreno diluviano, y muy escasas de terreno piróide, completan este cuadro, en que no figuran los terrenos secundario, ter- ciario ni cuaternario (1). El terreno granítico, oculto casi siempre bajo una capa mas ó me- nos gruesa de terreno reciente, se manifiesta tan solo en las cumbres y aristas escarpadas de los montes, en las laderas muy inclinadas, ó en las orillas de los torrentes y rios profundos, cuyas crecidas frecuentes producen considerables denudaciones. Lo mismo puede decirse del terreno esquistoso, aun cuando, por constituir en general montes de menor elevacion, sea muy distinto su aspecto. ; Las suaves curvas de sus alturas, tendiendo mas y mas á hacer des- (1) Clasificacion de Werner modificada. 55 aparecer su convexidad, detienen fácilmente los fragmentos que se desprenden, y así se forman prolongadas ondulaciones. Divididas las aguas en aquellas mesetas poco desiguales, se disper- san formando arroyos de escaso caudal y lento curso, siendo por lo mismo menos importante su accion erosiva. Por otra parte, la descom- posicion fácil de las rocas del terreno esquistoso, y su disposicion pró- ximamente horizontal en las alturas, influyen para que inmediatamente se formen ligeras capas de terreno reciente, bajo del cual se ocultan los esquistos. Por el contrario, el terreno granítico, ya sea en sus agrestes picos, ya en sus enormes grietas y espantosos despeñaderos, unas ve- ces en inmensas masas aisladas y otras en mes cortos fragmentos acu- mulados, jamás ofrece un punto de apoyo á la molécula desprendida, que llega hasta su pie. Las aguas, obligadas á deslizarse entre mil obs- táculos, se comprende que se multiplican sus choques, deteniéndose y precipitándose á cada paso oprimidas en su inflexible cauce; de este modo aumentan considerablemente su erosión. El terreno reciente cu- bre casi la totalidad del pais. A él es debido ese hermoso manto de verdura, que surcan las aristas de los montes, como las nerviosidades de una inmensa hoja. Formado el terreno reciente con los restos de los anteriores, y con los de un organismo destruido, se estiende allí donde una concavidad ó un plano horizontal se oponen al curso de las aguas conductoras de aquellos restos. Fácil es conocer por lo mismo cuán di- versa será la potencia de este terreno, aun en localidades poco distan- tes, asi como tambien, que el máximo de esta potencia debe hallarse en el centro de los valles, y su mínimo en la parte mas elevada de las laderas. Se deduce además de tal consideracion, que esta potencia debe es- tar en razon inversa del ángulo que formen con el horizonte las pen- dientes de los montes. El aspecto general de los montes varía, segun sea granítico ú es- quistoso el terreno que sostiene la capa superficial de terreno reciente. Cuando el núcleo de la montaña es granítico, asoma esta roca en las cumbres bajo la forma de fragmentos angulosos si es compacto, ó de grandes masas redondeadas si es porfideo. Frecuentemente brotan por 56 tales aberturas del granito algunos hilos de agua, que fecundizan limi- tados espacios, convirtiéndolos en prados naturales. Cuando el terreno reciente de los montes reposa sobre el gneis ó el micasquisto, aquel se estiende bien uniformemente sobre toda la cumbre, ó bien apare- cen en ella crestones de cuarzo, y se ven en toda la pendiente abun- dantes fragmentos de la misma roca, procedentes unos y otros de los gruesos filones de cuarzo que atraviesan el terreno esquistoso. El terreno reciente se ciñe en la mayor parte de los valles á las on- dulaciones del terreno sobre el que se apoya; existen no obstante algu nas vegas en que aquel terreno se presenta horizontal, terminándo- se bruscamente en su plano las laderas de los montes vecinos. Si los valles ofrecen esta última disposicion, ordinariamente constituyen una formacion pluvial ó diluviana: en el primer caso es debida al acarreo pluvial. El aspecto de los montes, que pertenecen á la formacion porfírica, merece tambien atencion. Pueblan las mesetas peñascos angulosos y derechos separados por enormes grietas: aquellos peñascos se cubren al contacto del aire con una ligera capa rojiza ó blanca, que contrasta con los colores oscuros de los trozos recientemente separados, y se es- tiende por las pendientes una tierra de color rojo ladrillo ó amarillenta, segun la naturaleza y el estado de la roca porfírica predominante. Las laderas de estos montes aparecen ordinariamente desnudas de veje- tacion. Las formaciones diluvianas ó de antiguos aluviones ocupan el fondo de algunos valles , estendiéndose en cortas planicies horizontales ó li- jeramente inclinadas. Estas formaciones, aunque no desnudas de veje- tacion, están generalmente muy lejos de ofrecer la feracidad de los depósitos recientes, á menos que no esten recubiertas por esta clase de depósitos, en cuyo caso constituyen la mejor porcion de los valles. La escasa importancia del terreno piróide de la provincia hace in- necesaria la descripcion de sus montes, que pertenecen por el mayor número de sus rocas á los terrenos anteriores. Resulta pues que, reducida la constitucion geológica de la provin- cia de Pontevedra á los terrenos granítico, esquistoso y diluviano, 57 casi en su totalidad cubiertos por el reciente, y formándose este, no solamente á espensas de los productos orgánicos, sino tambien con los restos de los terrenos anteriores, habrá de modificarse segun la natu- raleza de las rocas á que debe su origen. El conocimiento de los ele- mentos, que entran en estas rocas, es pues de la mayor importancia para apreciar la feracidad de su suelo, toda vez que en él habrán de apropiarse las plantas los principios no organizables , que coadyuvan á su desarrollo. Los estraordinarios adelantos, que en nuestro siglo ha hecho la química agrícola, nos permiten determinar los principios constituti- vos de los vejetales. Se sabe, que entran en su composicion no solo los elementos esenciales del organismo, oxígeno, hidrógeno, carbono y nitrójeno , sino tambien los principios secundarios, que no constituyen la molécula orgánica pero la favorecen, y la protejen contra los ajentes esteriores. Si es cierto que la accion esencial de la vida se dirije sobre aque- llos cuatro cuerpos, los secundarios á su vez apoyan aquella accion en los vejetales facilitando su nutricion, robusteciéndolos, proporcionán= doles puntos de apoyo para resistir á la influencia atmosférica. Los principios no organizables de las plantas segun los recientes trabajos analíticos, se reducen á lo siguiente: silicio, aluminio, azufre, fósforo, cloro, iodo, potasio, sodio, calcio, magnesio, hierro y manga- neso. Estos principios son absorvidos por las raices, y suponiéndolos ne- cesarios para la existencia del vejetal, un terreno será tanto mas á pro- pósito para su cultivo, cuanto mas fácilmente puede suministrarlos. Verdad es, que algunos de aquellos elementos, tales como el silicio, el aluminio, el hierro, el manganeso y los demás, que se hallan formando compuestos poco solubles, quizá solo se fijan accidentalmente entre los tejidos vejetales; pero aun cuando descubrimientos posteriores no les concedan mas importante accion en la economía, siempre quedarán como principios indispensables para el desarrollo de las plantas el azu- fre y el fósforo, que se hallan en las partes mas esenciales, aunque su papel no esté bien definido todavía; y el potasio, sodio y aun la cal, neutralizadores poderosos de los ácidos vejetales, que en estado de li- TOMO IV. E 58 bertad obrarian sobre los tejidos. Pero toda vez que estos álcalis, que favorecen la vejetacion, habrán de penetrar disueltos en el agua, no basta para apreciar el valor agrícola de un suelo demostrar la presen- cia de aquellos principios; preciso es además seguir paso á paso la des- composicion de sus rocas, y fijar el grado de solubilidad de los com- puestos que sucesivamente se formen, porque sería enteramente inu- til la presencia del álcali en un compuesto insoluble en el agua. Quedan pues reducidas las condiciones de feracidad de un suelo químicamente considerado á dos puntos: Presencia de los principios esenciales del organismo. Solubilidad de los compuestos en que se hallan estos principios. Apliquemos ahora estas consideraciones á los terrenos granítico, esquistoso, dismeo y reciente de la provincia de Pontevedra. Sabida es la composicion del granito. Entran en esta roca el feldspa- to potásico ú ortosa, la mica y el cuarzo en cantidades relativas suma- mente variadas. Por regla general la finura del grano revela la superabundancia del feldspato, la mica se descubre á la simple vista, y puede admi- tirse aquel caracter esterior para conocer aproximadamente la relacion de las cantidades elementales. Por ejemplo, así no puede confundirse el granito de la sierra del Faro, del Farelo, de la falda del Meda, de Cuntis, de la Fracha, de los cerros de Fragoso y de Fontefria, eminen- temente feldspáticos, con el del Grestoso , del Carrio, de la falda occi- dental del Meda, del Montouto, de parte del monte Zoo, y otros en que predomina el cuarzo. Hay sin embargo una notable escepcion de la regla anterior en el granito grosero del Giabre, de los cerros de Sal- nes, de Peña-Picuda y algunos otros de la variedad porfídea, en que abundan gruesos cristales de ortosa. La cantidad relativa de mica varía muy irregularmente en cortos espacios. Así no es estraño hallar en pocos metros de distancia granito sumamente cargado de laminillas de mica, y otro en que apenas se descubren. Menos varía el color y la naturaleza de la mica en reducidas localidades. Por ejemplo, es siempre negra en el granito de Meda, do- rada cerca de Caldas, verdosa en el Giabre, rojiza en Poyo, incolora 59 en muchas partes; pero como estos colores son accidentales y por otra parte no varía su naturaleza sino con la presencia ó falta de magnesia, estas diferencias no influyen en la calidad del suelo. Dejando aparte el ácido silícico, de tan cuestionable influencia en la vejetacion, hállanse en las especies minerales que constituyen el gra= nito principios de la mas alta importancia para el desarrollo de las plan- tas, y sobre todo los álcalis indispensables para saturar sus ácidos. De las análisis practicadas con feldspato de Noruega, del monte de Oro, de Siberia, de Passau por Vauquelin, Rose y Bucholtz, resulta un 14 por 100 de su peso de potasa, 19 por 100 de alúmina y 2 por 100 de cal. Las análisis practicadas con mica de Cornouailles, de Uton en Suecia, de Okhotsk , de Méjico, de Varsovia y de los Estados- Unidos dan por resultado medio 29 por 100 de alúmina , 8 por 100 de potasa y una cantidad muy variable de óxido férrico. Debe advertirse, que aun cuando la mica sea con base de magnesia no por eso disminu- ye la cantidad de óxido potásico, pues aquella base solo se introduce en la roca á espensas del óxido alumínico, cuya cifra se rebaja próxima- mente un 15 por 100. Separando del granito sus rocás subordinadas, y sobre todo la pegmatita, que es la que mas abunda en los terrenos graníticos de la provincia , esta roca, casi enteramente compuesta de ortosa ó feldspato potásico, es todavía mas rica que el granito en los buenos elementos de una tierra laborable. . Las rocas pertenecientes á la formacion porfírica, aparte de que por su escaso número no ejercen notable influencia en el suelo, y con es- cepcion de la especie mineral mas abundante, que carece de los ele- mentos alcalinos, llevan en su variada composicion los demás prin= cipios de las plantas, como el ácido silícico y los óxidos alumínico, cál- cico, magnésico, férrico é indicios del mangánico. La roca porfírica que se halla mas frecuentemente es la serpentina. Resulta del examen comparativo de los análisis que han practicado en esta roca Beudant, Heisinger y John un 38 por 100 de sílice, 41 de magnesia, 3 de cal, é indicios de aluminio, hierro y manganeso por término medio entre las variedades de que se han servido. 60 Las otras rocas de la misma formacion, como el eurito, el trapp y la eufotida, conteniendo feldspato reunen á algunos de los elementos an- teriores el álcali, que forma la base de esta roca. La reducida muestra del terreno piroide que ofrecen los montes de la Magdalena y el Campo Marzo, encierra tambien todos los princi- pios útiles para la vejetacion. Resulta por término medio de análisis he- chos por Klaproth, Kennedy, Faujas, Saint-Fond, Bergmann y otros en basaltos de Staffa, de Hasembeg, Stettin, de Veckentein y de Giessen, un 43 por 100 de ácido silícico, 21 de alúmina, 9 de cal, 16 de hierro, 4 de sosa ó potasa, 3 de magnesia, y cortas cantidades de manganeso. La vacka, como procedente, segun la opinion de Mr. de Omalius d' Haloy, de basaltos descompuestos y trapp modificado por la accion de las aguas, contiene los mismos principios, toda vez que en ella solo se ha destruido la cohesion de las rocas 4 que debe su origen. Las rocas del terreno esquistoso, como que pertenecen á la forma- cion micasquistosa, sin elevarse mas en una reducida localidad á las ca- pas mas inferiores del sistema Cambriano, contienen precisamente los mismos elementos que el granito, aunque, predominando la mica y disminuyendo el feldspato, se mengua el principio mas importante. Esta diferencia no produce alteracion en la mayor parte de los sue- los constituidos por este terreno, porque las rocas del grupo gneiseo, que se estiende mucho mas que el micasquistoso, se aproximan á la composicion del granito; y tan solamente en localidades reducidas de la parte mas elevada de la provincia se presenta el micasquisto y el tals- quisto , que son las rocas que mas se alejan bajo este aspecto. Como á pesar de todo se advierte menos fertilidad en los valles do- minados por estos montes, pudiera atribuirse tal circunstancia á de- fecto de la composicion química del suelo , siendo así que, aun cuando la escasez relativa de los compuestos alcalinos influye para el menor grado de fertilidad, tal influencia, sin embargo, se halla aquí modificada por innumerables circunstancias, entre las cuales predominan las ac- ciones físicas y mecánicas, sea con relacion á la estructura de las rocas, sea con relacion á efectos de localidad. Se ha dicho antes, que el terreno esquistoso solamente se elevaba 61 en la provincia hasta las capas inferiores de la formacion Cambriana, es decir, hasta los esquistos cloritosos, como en el Candan, en el Tes- teiro y en Deza, ó hasta los esquistos anfibólicos, como en Deza, frente á la embocadura del Furelos, en Cira y en algunos otros puntos; estas rocas, aunque cubriendo reducidos espacios, no constituyen esclusiva= - mente suelo alguno, y aparecen mas bien como subordinadas; no obs- tante modifican las condiciones químicas, aumentando la cantidad de cier- tos principios que entran en su composicion. Se sabe que en la prime- ra de estas rocas entran principalmente el ácido silícico, el protóxido de hierro, la alúmina, la magnesia y muy corta cantidad de potasa; así como en la segunda, y por el orden de su cantidad relativa, entran el ácido silícico, y los óxidos férrico, magnésico, cálcico y alumínico. En ambas rocas se advierte la falta ó escasez de principios alcalinos, si bien en la segunda existe el elemento supletorio de los álcalis, es decir, la cal. Se ha dicho ya que el terreno diluviano se reduce en la provincia de Pontevedra á algunos depósitos de cantos rodados, que ocupan el fondo de ciertos valles. La naturaleza silicea de estas rocas, y su posicion generalmente muy profunda, le niegan influencia en el suelo bajo el aspecto químico, si bien se la dan muy grande física- mente considerado. Resulta pues, que de todos los terrenos que concurren á formar el reciente, es decir, el suelo vejetal de la provincia, saca esta abun- dantemente ácido silícico, y los óxidos alumínico, potásico, magnésico y férrico, y con mas escasez los óxidos cálcico y mangánico. Si se considera que los principios que constituyen la molécula orgánica son suministrados á las plantas, ó bien por la atmósfera, ó bien por el hu- mus indispensable para su desarrollo, se hallan en la composicion de aquellas rocas casi todos los elementos no organizables, pero si de ab- soluta necesidad, que, como se ha dicho, contribuyen indirectamente á su nutricion. Mr. Sace en sus escelentes trabajos de química agrícola, es de opi- nion que los principios que se hallan en las plantas deben distribuirse en dos grupos: esenciales y accidentales. Comprende entre los prime- ros , aquellos que contribuyen directa ó indirectamente á su desarro- 62 llo, y entre los segundos á los que se hallan accidentalmente ó mecá- nicamente entre los tejidos para proporcionar puntos de apoyo, ó por decirlo así, un esqueleto á la planta. Señala entre los primeros, ade- más de los cuatro organizables, el azufre, el fósforo, los álcalis y la cal ; así como entre los segundos á los poco solubles, como el ácido si- lícico, la alúmina, ete., y tambien la cal. Admitida esta opinion, y examinada la importancia relativa de es- tos principios segun tal clasificacion, aparece una notable falta en la composicion de las rocas de la provincia. Este defecto es la escasez de la cal, falta tanto mas grande , cuanto que segun la opinion citada tie- ne este cuerpo el doble caracter de principio esencial y accidental de las plantas. Sin inclinarnos á admitir absolutamente esta importancia de la cal, que segun Mr. Sace es el álcali mineral indispensable para las plantas, y admitiendo mas bien con el Dr. Liebig, que cada uno de los óxidos potásico, sódico y cálcico conviene particularmente á ciertos vejetales, es indudable que la última sustancia tiene una no- table y benéfica influencia en la vejetacion; pero esta influencia, debida algunas veces mas bien á su accion física que á la química, aun en este último caso solo tiene lugar cuando faltan los álcalis, sosa ó po= tasa, que como mas solubles son preferidos por las raices de las plan- tas, siendo la cal por consiguiente de menor utilidad en los terrenos abundantes de alguno de estos dos álcalis. Averiguada pues la existencia de los principios que constituyen una tierra químicamente fértil, nos resta ahora investigar la marcha de estos*principios desde el momento en que abandonan la roca de que formaban parte, hasta que constituyen el suelo laborable. Esta mar- cha, que revela la naturaleza de las nuevas combinaciones á que da lugar la descomposicion de la roca, está íntimamente ligada con las causas que producen esta descomposicion; y esta circunstancia hace indispensable la enumeracion y examen del poder relativo de tales CAUSas. Se admite generalmente la clasificacion de estas en dos grupos: fí- sicas y químicas. Compréndense entre las primeras, dejando aparte aquellas que, como la electricidad acumulada y el fuego central, solo 63 tienen en nuestra época una accion limitada, el agua, el aire y la mano del hombre, no poco influyente en la descomposicion de las rocas, so- bre todo en los paises habitados por pueblos agricultores. No es posible desconocer la poderosa accion del agua, bien se la exa- mine en su curso impetuoso, bien en el lento trasporte de los invisi- bles hilos de agua que vierten las nubes. Si solo se revela á nuestra ad- miracion en las denudaciones de los torrentes ó en el inmenso acarreo de las grandes crecidas, no es menos poderosa en el insensible pero constante rozamiento de la lluvia, que arrebata molécula por molécula las rocas mas duras. Esta accion mecánica, que tiende á borrar las desigualdades de la tierra destruyendo sus montañas, en ninguna parte es tan notable co- mo en los paises quebrados, donde la grande inclinacion de las laderas multiplica la velocidad de las aguas. Por eso se ven tan frecuentemente invadidas las tierras laborables de la provincia por la arena de los mon- tes inmediatos durante las grandes lluvias, y se forman esos profundos surcos, que marcan la huella de los torrentes improvisados. Pero la accion de las aguas no se limita al trasporte de las molécu- las minerales; obra tambien destruyendo la cohesion de estas molécu- las, y apartándolas violentamente cuando logra introducirse entre sus poros. Entonces, si los cambios de temperatura la obligan á pasar al es- tado de hielo, el aumento de volumen, que como es sabido adquiere el agua, obra como una verdadera cuña con incalculable esfuerzo. La accion del agua se ejerce tambien disolviendo los compuestos solubles que halla á su paso; y hé aquí precisamente la accion mas pro- vechosa para la vejetacion, porque las aguas conductoras de aquellos ele- mentos se deslizan fácilmente entre los obstáculos y sobre las rocas im- permeables hasta el fondo de los valles, presentándolos allí en la forma mas propia para la absorcion de las raices. El aire es tambien otra causa de la alteracion de los terrenos, si bien menos poderosa que el agua. Esta accion se manifiesta bien clara- mente en la formacion de las dunas ó montes de arena, ejevados por el impulso de los vientos. Verdad es que el aire, menos denso que el agua, ejerce su accion mecánica solamente sobre las arenas, desprendidas por 64 agentes mas poderosos; pero la impetuosidad y la constancia de su mo- vimiento determinan, aunque de un modo menos sensible, notables mo- dificaciones en los terrenos. En los efectos mecánicos del aire, del mismo modo que en los del agua, aunque por distinta razon, se nota la influencia de los paises que- brados. Variando frecuentemente la direccion de los vientos, las partícu- las arrebatadas por ellos en las grandes llanuras, adelantan ó retroceden segun la duracion ó intensidad del movimiento atmosférico; mien- tras que en los paises desiguales este movimiento, auxiliado por la accion de la gravedad, desaloja mas facilmente las partículas, precipi- tándolas hasta el pie de los montes. Si se considera que en las monta- ñas de poca altura, que se ramifican en todas direcciones, la accion me- cánica del aire se ejerce de un modo desigual, y decreciendo desde las cumbres hasta las abrigadas gargantas, se concibe que*la molécula que llegó al fondo del valle permanece allí aprisionada, pues que para obedecer á nuevos impulsos del mismo agente, la fuerza de éste está en su mínimo, y la de la gravedad es totalmente contraria. Se con- cibe tambien fácilmente, que las acciones mecánicas del agua y del aire son alternativas y complementarias en esta clase de terrenos. En efecto, supóngase un granito desgregado por la accion acuosa: sus prin- cipios solubles se disolverán en las aguas, y los insolubles serán impe- lidos mecánicamente por el mismo líquido; pero si predominan las pro- piedades plásticas en las arcillas que se formen, las partículas insolu- bles quedarán aprisionadas en aquel cimiento, y ni aun los principios solubles podrán quizá ser trasportados si son detenidas las aguas entre las capas impermeables. Entonces, á su vez, la accion del aire activa la evaporacion del líquido, y reduce á polvo la arcilla devolviendo su li- bertad á las moléculas, que dispersa con su accion mecánica, quedando solamente aquellas que, inmóviles por su escesivo peso, aguardan otra vez la accion del agua hasta la completa destruccion de la roca. La mano del hombre es otra causa notable de alteracion del suelo que ocupa, sobre todo en aquellos paises agrícolas que, como el galle- go, poseen una poblacion dispersa sobre los 'campos, y una propiedad considerablemente dividida, Nadie, á no haber estado en estos paises, 65 puede concebir el influjo de la constante mirada del labrador propieta- rio suspendida sobre su terreno. El ve desde su humilde casa la roca que priva del sol á sus plantíos; la perniciosa desigualdad de su campo, que dificulta las labores; la imperceptible yerba, que le anuncia la be- néfica presencia del agua; y trabaja un dia y otro dia, no solamente con el interés de aumentar su escasa fortuna, sino con ese particular afecto de los pueblos montañeses para su pais. Así se nivelan grandes espacios de terreno escabroso; así resuena incesantemente en los cam- pos el ruido del pico y del azadon; así se preparan en las inclinadas laderas esas cortas planicies de tierra laborable, apoyadas en muros de sostenimiento; y asi por último se elevan en las redondeadas cimas del terreno esquistoso esas inmensas columnas de humo producidas por la combustion de tierra y malezas, á que llaman estivadas. De este modo la mano del hombre cambia en pocos años el aspecto general de una comarca y la naturaleza de su suelo, destruyendo para crear. Las fuerzas químicas obran casi con tanta energía por su parte como las físicas. Su accion se revela en las combinaciones, que determina en la superficie de las rocas la presencia de ciertos elementos atmosféricos. El oxígeno del aire, el del agua, y el ácido carbónico de la atmósfera, tienden continuamente á combinarse con los principios, que constituyen las rocas, cediendo poco á poco á su afinidad con el elemento atmosfé- rico. Entonces, ó bien se aumenta con la nueva combinacion el yolu- men del compuesto, ó bien su grado de solubilidad en el agua, resul- tando siempre la descomposicion de la roca. En efecto, el oxígeno del aire y el del agua tiende á ser absorvido por los óxidos inferiores, como por ejemplo el ferroso y el manganoso, para formar óxidos superiores. En tal caso, la absorcion del oxígeno determina la destruccion de la ro- ca, que se reduce á pequeñas escamas, como sucede con los basaltos y vackas. Por su parte, el ácido carbónico tiende tambien á producir otras combinaciones, como por ejemplo con la potasa; en este caso, el car- bonato potásico, eminentemente soluble, es arrebatado por el agua, y la roca se destruye poco á poco. Resulta, pues, que las fuerzas quími- cas obran frecuentemente sobre aquellos suelos en cuya composicion entran principios fácilmente combinables con el oxígeno y con el ácido TOMO 1V. E) 66 carbónico; y aplicando esta ley á las rocas de la provincia, que tan abun- dantemente contienen feldspato , se puede comprender la importancia química de la atmósfera en la descomposicion de su suelo. Conocidas las principales causas de la descomposicion de las rocas, fácil es averiguar la naturaleza y el orden sucesivo de los compuestos á que aquella da lugar, debiendo tener presente, que la naturaleza de estos compuestos será mas ó menos análoga á la de la roca de que pro- ceden, segun sea física ó química la fuerza, que haya presidido á su descomposicion; porque las fuerzas físicas, bien sea simplemente des- truyendo la agregación ó bien arrebatando además determinadas partes de la roca, jamás alteran la naturaleza del compuesto, mientras que las fuerzas químicas tienen como carácter de su especialidad el de producir nuevas combinaciones. En las rocas graníticas la descomposición prin- cipia por la especie mineral mas atacable por los agentes atmosféricos, es decir, el feldspato, siendo la accion determinada principalmente Eó el óxido potásico que entra en su composicion. El feldspato es atacado por fuerzas físicas ó químicas. En el primer caso el agua, no pudiendo separar las bases de su ácido, disuelve con gran dificultad el silicato potásico, que arrebata en su curso; en el se- gundo caso, ya se ha dicho que el ácido carbónico del aire y el agua de lluvia se combinan con el óxido potásico, formando carbonato potási- co facilmente soluble en agua. De todos modos, el feldspato es activa- mente descompuesto, y sus elementos no alcalinos constituyen una ar- cilla mas ó menos grosera: una prueba de que tal es el orden de la des- composicion, existe en la superficie de las rocas cuando se las estudia. Si se examina la naturaleza de las partes salientes, que hacen áspera la su- perficie de una roca granítica sometida á la accion atmosférica en nues- tras montañas, se la hallará esclusivamente cuarzosa, señalando con sus intérvalos el vacío que dejó el feldspato. Pero estas partes salientes, es- puestas sin apoyo á la accion mecánica de los vientos y del agua, su- fren los efectos de la conjelacion de este líquido, que penetra en los intersticios abandonados por el feldspato, ó por último, disuelta comple- tamente la base alcalina en que se apoyaban, no tardan en seguir la misma suerte, desapareciendo poco á poco. 67 Pero el ácido silícico no se descompone: compuesto binario de pri- mer orden, conserva tenazmente la union de sus moléculas constitu- yentes; y cuando mas, se reduce á arenas mas ó menos finas, que tras- porta el agua. El tercer elemento del granito, la mica, posee una composicion lan complicada como el feldspato, y contiene potasa en bastante cantidad, para que su descomposicion sea rápida; pero la accion mecánica de la atmósfera es incompleta sobre su superficie tersa, y por otra parte, la fácil separacion de sus hojas, que opera el agua con escaso esfuerzo, inutiliza el que en otros sentidos pudiera ocasionar la descomposicion de la roca. A pesar de todo, aunque mas tarde, llega un momento en que los principios solubles son trasportados por las aguas, y los insolu- bles constituyen arcillas mas oscuras que las del feldspato. Respecto á la corta cantidad de cal, que entra en la composicion asi del feldspato como alguna vez de la mica, ya se sabe que aunque inso- luble en el agua no lo es en la de lluvia, que contiene ácido carbónico, con el cual forma bicarbonato, que se destruye al contacto del aire, desprendiéndose ácido carbónico, y depositándose carbonato cálcico en las paredes superiores de las grutas. Esta combinacion, no obstante lo frecuente que parece ser en otros paises, lo es muy poco en la provin- cia: de modo, que ni el agua de las fuentes da señales sensibles de su existencia, ni se hallan estaláctitas en las aberturas de las rocas, mien- tras que por otra parte la análisis de las arcillas descubre próximamen- te la cantidad de esta sustancia que entra en la roca de que aquellas proceden. Parece, pues, que las soluciones de cal absorvidas por las raices sean mas bien formadas en muy corta cantidad por las arcillas del terreno reciente, que inmediatamente por la descomposicion de las rocas silíceas. Destruida una roca granítica por las causas anteriormente enuncia- das, los principios que entran en su composicion se distribuyen del modo siguiente: 68 ACCIONA ) Oxido alumínico...... + + y Arcilla kaolin. Cc pOLÁSiCO....-....- Solucion de sil. y carb. potásico, Ortosa. E JOUNIN LEDs sona aan. Ñ Oxido alumínico........ LC magnésico. ras mangánico 4 Fluorido hídrico... bes ) ¿Oxido potásicO. .......- Solucion de sil. y carb. potásico. Cuarzo. SS LCUO Sl soso sobe «Arena. Granilo.. p Ica. La pegmatita, leptinita, hyalomicta y demás rocas subordinadas al granito , siguen en su descomposicion una marcha análoga, guardando no obstante las diferencias á que da lugar su diversa composicion. La pegmatita y la leptinita, por ejemplo, se destruyen fácilmente por la gran cantidad de feldspato que contienen; mientras la hyalomicta tar- da mas en descomponerse, y solo se reduce generalmente á arena micácea, pues la facilidad con que esta arena deja filtrar las aguas no permite á este líquido obrar sobre la mica, que por otra parte entra en corta cantidad. La descomposicion del gneis se verifica tambien del mismo modo que la del granito, de cuyos elementos minerales parti- cipa, si bien por predominar en él la mica resiste mas tenazmente á la se- paracion de sus principios constituyentes. No se crea por esto, que tarde mas la roca en destruirse; su estratificación y su menor grado de du- reza coadyuyan á disgregarla, pero sus elementos continúan reunidos en fragmentos mas ó menos grandes, que se descomponen con mucha lentitud. Los productos de esta descomposicion no difieren tampoco de los del granito. Son soluciones alcalinas debidas á la potasa del feldspa- to y de la mica, y arcillas mas oscuras , que las que proceden de aque- lla roca á causa del óxido férrico de la última. Estas arcillas, casi ente- ramente desprovistas de arena, parecen engañosamente mas plásticas. El micasquisto se destruye con mayor facilidad que el gneis; el corto espesor de sus capas nole permite sostener su propio peso; pero cuando la accion mecánica de las aguas ha socavado la mas pequeña parte de su base, las capas ceden al mas ligero esfuerzo, subdividién- 69 “dose y abandonando la cuarcita que contenian, la cual ni se desmenu- za mise descompone, antes bien permanece en fragmentos esparcidos sobre el terreno. Como la accion mecánica de las aguas pluviales no es bastante poderosa para trasportar estos fragmentos, y la destruccion del micasquisto los abandona incesantemente, de aquí esa gran cantidad de cuarzo, que cubre las pendientes del terreno micasquistoso, sin que parezca penetrar mas allá de su superficie. La descomposicion de las rocas micasquistosas da origen á lijeras soluciones alcalinas y arcillas, que hacen poca pasta con el agua. Esta circunstancia es debida á que la roca se desmenuza antes de descom- ponerse, y se modifica con el tiempo. ¡Acido silícico..... Oxido alumínico.... ] ferriCo..... NC magnésico... Mangánico . Fluorido hídrico... Oxido potásico... .. Solucion de silicato carbonato potásico. | Cuarzo... Acido silicico..... Fragmentos de cuarzo, Micasquisto.... Los esquistos talcosos, muy parecidos á los anteriores en su es- tructura, tienen no obstante mas tenacidad para resistir á los ajentes esteriores, y por eso sus montes aparecen cubiertos de numerosos fragmentos en forma de capas muy delgadas, que constituyen un ter- reno suelto y poco favorable al cultivo. Contribuye tambien á esta úl- tima circunstancia el esceso de magnesia que entra en la composicion de estas rocas, y que frecuentemente perjudica á la vejetacion. En ge- neral los talsquistos de la provincia son feldspáticos, como que esta- blecen el tránsito á la protojina, y contienen gran número de granates implantados en sus capas. La descomposicion de estas rocas es bastante lenta. Poco solubles sus principios, ceden mas bien á las acciones mecánicas que á las quí- micas del aire y del agua, las cuales solamente cooperan á su destrue- cion obrando sobre el feldspato y los granates. Estos últimos se sepa- 70 ran muy pronto de la roca, dejando en la superficie la señal de su exis- tencia. Disgregado completamente el esquisto talcoso, produce una arcilla de color ceniciento, y lijeras soluciones potásicas, calizas y magné- Sicas. Acido silícico...... Oxido alumiínico... ¿ Arcilla. alcoi férrico..... magnésico.. Soluciones magnesianas. Agua. Acido silicico..... , : : ; E PRES Arcilla kaolin. Talsquisto granalifero. Orto Oxido alumínico.... j as potásico... Soluciones polásicas. CAlcico...=. Soluciones calizas. Acido silícico..... ' | : Oxido alumínico > Arcilla ferruginosa. LM NAS LEY es Melanita férriCO...... j cálcico..... Soluciones calizas. Inutil es decir que, por grande que sea el número de granates, no es bastante para que los productos de su descomposicion tengan mucha influencia en el suelo vejetal. El esquisto cloritoso, ocupando una corta estension de terreno, sola- mente en muy reducidas localidades ejerce su influencia, poco favorable á la vejetacion por los óxidos férrico y magnésico que contiene en esceso. Mas importante papel desempeña la anfibolita, pues, como se ha visto, existe en grandes masas cubriendo considerables espacios. Como rocas de composicion muy complicada, ceden con facilidad á los ajentes químicos de la atmósfera, aunque resisten tenazmente á sus acciones físicas; por eso la anfibolita se estiende al pie de los montes y en sus laderas, formándose una gran cantidad de arcilla procedente de su des- composicion, en la cual se hallan diseminados numerosos fragmentos de la roca. El color de la arcilla es rojizo amarillento, y proviene del óxido férrico, principal base de este doble silicato. Como el color de la roca es generalmente negro azulado, cuya tinta conserva cuando se la re- duce á polvo, esta circunstancia demuestra que el color de la arcilla 71 es debido, no á la disgregacion mecánica, sino 4 su descomposicion química. : Constituida esencialmente la anfibolita por la especie mineral acti- nota, entran en su composicion el ácido silícico, y los óxidos alumí- nico, magnésico, cálcico, férrico y mangánico y agua; estos dos últi- mos en muy corta cantidad. Entre estos compuestos binarios es la cal el mas atacable por los ajentes atmosféricos, y por este óxido debe principiar la descomposicion. Fórmanse, como se ha dicho ya, bajo la ac- cion de las aguas pluviales soluciones de bicarbonato cálcico; pero pri- vada la roca de esta sustancia, que contiene un 11 por 100 de su peso, se desmenuza, convirtiéndose en una arcilla ferruginosa y magnesiana, impropia para la vejetacion cuando las soluciones calizas son arrastradas á larga distancia; pero como generalmente estos terrenos no ofrecen notable inclinacion, y en todo caso en las partes mas bajas depositan las aguas el carbonato cálcico, enriqueciéndose el suelo con este importante principio, y haciéndose propio para el cultivo. De este modo, y bajo la benéfica accion de la cal, elemento supletorio de los álcalis en la econo- mía vejetal, los suelos anfibolíticos ofrecen una vejetacion regular, so- bre todo al pie de sus alturas poco elevadas. / Acido silícico......... y press alumínico...... CO > Arcilla ferruginosa. Anfibolita.....: MAgNésiCO...... MANgánico..... ) CAlcICoO ads Soluciones calizas. Agua. Entre las rocas de la formacion porfírica, ninguna es tan abundante en la provincia como la serpentina, que en algunos parajes constituye casi esclusivamente cerros de bastante estension, aunque comunmente sus montes presenten tambien otras rocas de composicion parecida. Distínguense estas serpentinas por su tenacidad ó resistencia á las ac- ciones mecánicas, si bien ceden fácilmente á la accion química de la atmósfera, que las descompone con rapidez. Esta descomposicion prin- cipia presentándose la superficie de las rocas cubierta de un polvillo 72 blanquecino, cuya capa se hace cada vez mas gruesa, determinando hue- cos ó aberturas que dan á la roca una apariencia escoriforme. Cuando la mayor parte de la roca se ha convertido en esta masa blanquecina, que es muy untuosa al tacto, como que proviene de la magnesia, la roca se desmenuza formando una arcilla casi roja. Para comprender es- te último color es preciso advertir, que casi todas estas serpentinas contienen hierro oxidulado ó iman, y que rara vez se presentan puras, conteniendo frecuentemente dialaga y asbesto, en cuya composicion, como es sabido, entra notable cantidad de óxido férrico. Así es como muchas veces la capa blanquecina que se manifiesta sobre la roca, tie- ne una lijera tinta rojiza", y aun es completamente roja, sobre todo en las serpentinas oscuras ; pero como estas serpentinas indican el tránsito al trapp, á la vacka ó á las espilitas, cuya base principal es la piroxe- na, abundante en óxido férrico, de este modo se demuestra el origen del color de la arcilla. En la descomposicion de estas rocas parece que el ácido carbónico del aire se combina lentamente con el óxido magnésico, formándose magnesita, ó sea magnesia carbonatada silicifera. Esta nueva combina- cion sería bastante por sí sola para producir la disgregacion de la roca, pero cooperan además á este resultado las aguas pluviales, que á favor de su ácido carbónico disuelven el carbonato. Piérdese despues al contacto del aire parte de este ácido carbónico , y las aguas depositan de nuevo aquel compuesto. Algunas serpentinas contienen además cierta cantidad de cal, que llega á ser. á veces la de un 10 por 100. En este caso la accion química es mucho mas enérgica, por la mayor afinidad de esta sustancia con el ácido carbónico , produciéndose entonces soluciones y compuestos aná- logos á los de la magnesia. Debe advertirse, que como bajo el nombre general de serpentinas se comprenden silicatos con base de magnesia de muy diversa composicion, las tierras formadas con sus restos varían del mismo modo, y el resultado que se ofrece á continuacion no puede aplicarse á todos los lugares en que se presenta aquella roca, pero sí en el mayor numero de casos. 73 ICI ASIMCICO ) Oxido aluminico....... ; j Arcilla: fercugivosa. Serpentina..... de OS : > NAS NESICO rail. Soluciones magnesianas. CANCION e... «Soluciones calizas. Agua. Se ha dicho antes, que comunmente las serpentinas pasaban á ofiolitas, conteniendo dialaga y asbesto, en cuyo caso se aumenta la cantidad de óxido férrico, disminuyendo el magnésico; pero solamente se altera el resultado anterior en que la arcilla es mas ferruginosa, y menores las soluciones magnesianas ; pues el óxido crómico y el: cobre, que segun Vauquelin entran en la composicion de la primera, influ- yen poco. Parece que debiera decirse lo mismo del trapp, la vacka y las es- pilitas ó amigdaloides próximas al basalto, que se presentan en la for- macion del Campo Marzo, pero la presencia de la sosa y del óxido fer- roso determinan, tanto por su descomposicion como por las cualidades químicas del suelo, modificaciones de importancia. Segun Mr. d'Omalius d'Halloy, el trapp, el basalto y la vacka, no son otra cosa mas que mezclas muy íntimas, y mas ó menos altera- das, de piroxena y eurito; y como la base principal de esta última roca sea la especie mineral albita ó feldspato sódico, de aquí la presencia de la sosa en aquellos compuestos. Las causas fisicas tienen poca influencia, generalmente hablando, en la destruccion de estas rocas. Dotadas de gran tenacidad, y ofreciendo por otra parte fácil paso á las aguas por las aberturas que presentan en todos sentidos, resisten fácilmente á la accion mecánica de la al- mósfera, como lo prueban la posicion erecta de sus peñas y la agudeza de sus ángulos , pero se doblegan bajo las acciones químicas con suma facilidad. Así como en la descomposicion del granito es el feldspato el primer principio atacado á causa del óxido potásico que entra en su composi- cion, así tambien es el feldspato sódico el primer compuesto destruido en las rocas porfíricas y piróides; pero como la sosa entra algunas veces TOMO IV. 10 74 en muy corta cantidad, la rápida destruccion de estas rocas parece de- bida mas bien al óxido ferroso. En efecto, se ve que estas rocas, al destruirse, no se separan en gruesos fragmentos como el micasquisto ó el gneis, ni en arenas co- mo el granito, sino que se deshacen en polvo. Esta circunstancia revela una accion sumamente enérjica, química y mecánica á la vez, que se esplica satisfactoriamente por la absorcion de oxíjeno, que nece- sita el óxido ferroso para convertirse en férrico, y el aumento de volú- men que determina aquella absorcion. De este modo la trasformacion del protóxido en sesquióxido , no solo obra químicamente destruyendo la primitiva agregacion molecular, sino que como las nuevas moléculas integrantes necesitan mayor espacio, para adquirirlo obran simultánea- mente en toda la superficie de contacto con la atmósfera, resultando de sus multiplicadas acciones mecánicas la pulverizacion de la roca. Las tierras laborables, que resultan de estos restos, deben, pues, consistir en arcillas mas ó menos ferruginosas, y en las sustancias que depositan las aguas, ó son llevadas en disolucion por ellas. Estas sustancias, que se han hecho solubles bajo la influencia quími- ca del ácido carbónico, del aire y de las aguas pluviales, son casi siem- pre de naturaleza sódica, magnesiana ó caliza. Se ve, pues, que en este cuadro figuran los principios minerales mas útiles á la vejetacion; y á pesar de esto hemos visto, que las laderas de tales montes aparecen to- talmente desnudas de vejetacion, ó cuando mas, presentando algunas plantas raquíticas, que contrastan con las de otros terrenos inmediatos. Sirvan de ejemplo las orillas del rio Toja, al pie oriental del Campo Marzo, y aun en su pendiente occidental, donde la linea que divide el terreno granítico y el piróide, sirve de límite á la vejetacion. Pudiera creerse que este fenómeno era producido por el esceso de magnesia contenida en la serpentina; pero precisamente el máximo de esterilidad del terreno se halla bajo el basalto, la vacka y el trapp, que no contienen tanta magnesia. Parece mas probable, que tal esterili- dad sea debida al óxido férrico llevado en suspension por las aguas. Es sabido que no está exenta de inconvenientes la forma pulverulenta de las tierras vejetales. La accion mecánica del aire cubre con este polvo 75 las hojas de las plantas, perturbando la funcion que las está encomen- dada. Por otra parte, las aguas conducen en suspension particulas que penetran por las raices y obstruyen los vasos de la planta. Esta accion, que siempre es maléfica para la economía vejetal, destruye completa= mente los tejidos cuando aquellas partículas son óxidos metálicos, fre- cuentemente acompañados por un ácido libre. Hé aquí los productos inmediatos de la descomposicion del trapp y la vacka. Acido silícico...... /Eurito, base def +: rd Oxido alumínico.... | Arcila kaolio. albita...... SOC Soluciones sódicas. Trapp. .. Acido silícico...... Oxido aluminico.... pd Piroxena, he- fÉrTICO....... AA AO dembergila. mangánico. .. cálcico... Soluciones calizas. magnésico. . .. Soluciones magnesianas. La vacka no altera el cuadro anterior, suponiendo coles d'Oma- lius d'Halloy que su composicion es igual, debiendo considerarse esta roca como trapp ó basalto alterados por emanaciones ígneas, ó por las aguas. La disposicion no estratificada que presenta la vacka del Campo Marzo aleja la idea de atribuir su origen á las aguas, mientras que su estructura esferoidal y su proximidad á las amigdaloides, á las peperi- nas y al basalto, rocas evidentemente ígneas, conducen á asignarles igual origen. Los esperimentos de Mr. G. Watt demuestran, que sustancias quími- camente iguales, fundidas y enfriadas mas ó menos rápidamente y por diferentes medios, pueden hacerse terrosas, compactas ó cristalinas; y no existiendo entre la vacka del Campo Marzo y el basalto inmediato mas diferencia que la menor dureza de aquella, esta alteracion puede atribuirse á un enfriamiento particular, ó quizá al trascurso de los si- glos, que hubiese obrado de diverso modo en partes de la roca someti- das á condiciones especiales. Las espilitas ó variolitas, que acompañan á la vacka del Campo Mar- 76 zo, son peculiares á aquella formacion, sin que hasta ahora se hayan descubierto en ninguna otra localidad de la provincia; y presentándose allí en corta cantidad y en la inmediacion del rio Toja, influyen poco en la calidad del suelo; pero como no sería estraño que apareciesen en otras partes, conviene advertir, que su descomposicion altera poco los productos de los del trapp y la vacka, porque la mayor parte de la roca está constituida por una parte de vacka, que encierra nódulos de meso- tipa, cuyos principios componentes solamente difieren en la mayor can tidad del óxido sódico. No sucede lo mismo con la olivina en masa, que se presenta en la meseta del mismo monte, y que parece ejercer una influencia nociva en la vejetacion. Entran en su composicion, segun Waluested, ácido silícico, óxido magnésico, protóxido de hierro, y cortas cantidades de los óxi- dos mangánico y alumínico. Faltan pues en ella los principios mas útiles á las plantas, mientras que por el contrario abundan los que pueden perjudicarlas. Por otra parte, la rápida descomposicion provocada por el protóxido de hierro, segun se ha dicho, y la forma pulverulenta que toman los restos, facilitan su accion respectiva. Acido silicicO........ Oxido alumínico..... Arcilla ferruginosa. ONIS mangánico. ... ferros0. ...... Oxido férrico en suspension, Ñ MAgnésicO. ... Soluciones maguesianas. La olivina existe tambien abundantemente en el basalto de Campo Marzo y de la Magdalena, cuya descomposicion sigue la misma marcha que la del trapp y la vacka, dando origen á terrenos de propiedades iguales ó poco modificadas por los cristales de olivina. 77 ¡Acido silicico...... Oxido aluminico.... mangánico. .. Íerros0...... mognésico. . . Soluciones magnesianas. Arcilla ferruginosa. /Piroxena, he- dembergita. Basalto.. cálcico. ..... Soluciones calizas. ¡Agua. : Acido silícico a , : RO. Arcilla kaolin. puio pe de Oxido alumínico.... VIE SÓAICO. ...... Soluciones sódicas. a Arcilla ferruginosa. Olivo LARA e O ¡ a Soluciones magnesianas. Puede suceder, que en el basalto ó en el trapp, en lugar del eurito entrase la leptinita con la piroxena, en este caso en lugar de la albita entraria la ortosa en su composicion, y las soluciones sódicas se conver- tirian en potásicas; pero este cambio no alteraria las propiedades quími- co-vejetales del suelo, pues ambos álcalis son igualmente aceptables por las plantas, ó al menos se sustituyen bien uno al otro. Por otra parte, esta sustitucion de la leptinita por el eurito no se hace completa sino parcialmente. Consultados otros análisis de basaltos de diversos puntos, la potasa, que no entra en todos, figura por término medio co- mo la cuarta parte de la sosa. Por último, aun cuando generalmente el terreno diluviano ocupa el fondo de ciertos valles, alguna vez no obstante constituye cerros de corta elevacion, que se destruyen bajo la accion mecánica de las aguas, modificándose los suelos inferiores. Como estos cerros deben su origen á causas mas poderosas que las que en la actualidad determinan su des- truccion, son únicamente trasportadas las partes mas ligeras, como la arcilla y la arena, permaneciendo inmóviles los grandes cantos rodados, casi siempre de naturaleza silicea pura, y por consiguiente de dificil descomposicion. Como en tal caso no varían los principios minerales para constituir el nuevo suelo, participa este de las propiedades quími- cas de aquel de que proviene, y las modificaciones que bajo el aspecto de su produccion vejetal pueden esperim.entar ambos terrenos, dima- nan solamente de las nuevas condiciones físicas á que se sujetan. Para la inteligencia de los cuadros anteriores de descomposicion de- 78 be advertirse, que se refieren á la naturaleza química de las rocas en el momento en que se destruyen bajo la accion de una causa química ó física, pero prescindiendo de la sucesion de los tiempos en que se pro- ducen nuevas combinaciones d se disuelven diversas sustancias, hechos que jamás pueden tener lugar simultáneamente. Por ejemplo, hasta tanto que las aguas arrastren en disolucion los álcalis, sosa y potasa, no principiará la de la cal, como menos soluble, y mucho menos la de otros compuestos, algunos de los cuales, como el óxido magnésico, solo atraen muy lentamente el ácido carbónico del aire y el agua. De este modo, descompuesta una de las especies minerales consti- tuyentes de una roca por la privacion de uno de sus elementos disuel- to, no resultan inmediata sino sucesivamente las demás soluciones; pero como el disolvente obra al mismo tiempo en diversas partes, que representan distintos períodos de solucion, de aquí nace que coexis- tan sustancias dotadas de muy desigual solubilidad, y que se divi- dan naturalmente los restos de la roca en dos partes: arcillas y solu- ciones. Existirán en las arcillas los compuestos insolubles en el agua, aun cuando ésta contenga ácido carbónico; pero como los compuestos poco solubles pueden existir del mismo modo en un momento dado, y este momento depende de las cantidades relativas del líquido disol= vente y del cuerpo soluble, no es posible trazar una línea divisoria per- fecta entre las dos porciones en que se distribuyen, bajo el aspecto agrícola, los restos de una roca descompuesta. Por ejemplo, el óxido magnésico puede existir mezclado en parte con las arcillas, y hallarse en disolucion otra parte; y aun los óxidos cálcico, férrico, elc., se ha= llarán en igual caso con solo retroceder al momento de la disgregacion de la roca, si coexistia con estos compuestos un principio alcalino, mo- tivo de aquella disgregacion, ó si esta se efectúa produciéndose frag- mentos, que se descomponen con lentitud. Supóngase una roca en cuya composicion entren todos los elemen- tos de una buena tierra laborable; destruida la coesion que mantiene unidas sus partes, existirán para cada una de sus moléculas integran= tes tres períodos de muy variada influencia en la vejetacion. Estarán en el primer período mientras no sufran la accion de las aguas; en el 79 segundo durante esta accion; y en el tercero desde que finaliza la misma. Durante el primer periodo, el terreno contiene todos los cuerpos solubles necesarios para la nutricion ó desarrollo de las plantas, pero falta el disolvente. Las raices no pueden absorver su alimento sino por intermedio del agua, y la planta perece; tal sucede durante una larga sequía. En el segundo período existen los cuerpos solubles y el líquido di- solvente; es decir, todas las condiciones para que se produzcan las so- luciones indispensables. Pero entre los cuerpos solubles, unos lo son mas que otros: unos se disuelven en el agua pura, y otros en los ácidos diluidos; así como tambien el disolvente puede ser el agua de riego ó la pluvial, que contiene ácido carbónico; y una y otra pueden cargarse de ácidos vejetales segregados por las raices, ó producidos por el humus. Resulta de todo esto, que durante el segundo período los restos de la roca son un manantial de soluciones, en las que se separan sucesiva= mente las sustancias solubles de las insolubles, que quedan constitu- yendo la arcilla propiamente dicha, y la arena, cuando existen. En el tercer periodo las aguas han arrastrado todas las sustancias solubles; en vano entonces las raices demandan al terreno su alimento necesario; las aguas solamente ponen á su alcance partículas en sus- pension, que cierran sus poros ó determinan otros accidentes sin sa- tisfacer su necesidad, y la planta muere: tal sucede en un suelo incli- nado y empobrecido por frecuentes lluvias. Vemos pues que de estos tres periodos, el primero y el tercero son cuando menos inútiles para las plantas, y únicamente el segundo alimenta la vejetacion; á este se refieren los cuadros de descompo- sicion, cuyos resultados comprenden soluciones, arcillas, y alguna vez arena. Nada mas vago en la práctica agrícola, que las denominaciones de arcilla y arena. Bajo el primer nombre unas veces se designa una roca en cuya composicion entran principios fijos, y otras veces todas las sustancias que existen en forma pulverulenta, y que hacen pasta con el agua, cualquiera que sea su naturaleza química. Cuando se toma la voz 80 en este último sentido, se designan con el nombre de arena las sus- tancias que por el contrario existen en granos ó menudos fragmentos, libres ó aislados entre sí, cualquiera que sea tambien su naturaleza. Como esta doble acepcion pudiera dar lugar á errores, debemos adver- tir, que en la esposicion de los resultados se conserva la segunda; porque si bien es cierto que en operaciones analíticas deben ser preferidos los datos de composicion, cuando la análisis se dirije al conocimiento de un suelo, y en él existen sustancias que, como la arcilla y la arena, ejercen una influencia quizá mas bien física que química, parece conveniente, atendiendo al estado actual de nuestra agricultura, conservar la acep- cion que ofrece mas importancia. Bajo este concepto comprendemos en las arcillas, no solamente el ácido silícico combinado con el óxido alumínico y agua, sino tambien la mezcla de estos compuestos con to- das las sustancias pulverulentas insolubles; y aun las solubles mientras no sean disueltas , siempre que estén en tan corta cantidad, que no al- teren el caracter peculiar de la verdadera arcilla, que es el de formar pasta con el agua. 3 o Análisis de algunas tierras procedentes de diversas rocas. Cuando se han clasificado acertadamente las rocas cuya descompo- sicion da origen á un suelo laborable, se tiene una idea bastante apro- ximada de su naturaleza química. Allí están, bien sea bajo la forma de tierra ó bien disueltos en las aguas, los elementos que componian la roca; pero este conocimiento puramente químico, por decirlo así, y cua- litativo del suelo, nada revela respecto á la cantidad relativa de estos elementos, y nada por consiguiente respecto á su importancia agrícola. Por otra parte, durante la descomposicion de la roca han tenido lu- gar nuevas combinaciones, han obrado nuevos ajentes, han cambiado las propiedades de los compuestos, y hasta se han presentado nuevas sustancias para desempeñar un importante papel en la vejetacion. En 81 efecto, los restos vejetales han venido á aumentar ciertos principios, á modificar otros facilitando su disolucion, y á enriquecer á la tierra con elementos tan indudablemente útiles al organismo, como que á él han pertenecido anteriormente. Resulta pues, que habiendo variado el nú-= mero de principios y su cantidad relativa, si se quiere tener un cono- cimiento aproximado de las propiedades del suelo en cuestion , es pre- ciso hacer su análisis cuantitativa. Para señalar los estremos que debe abrazar esta análisis no se pier- da de vista su objeto: si este no fuese solamente investigar la natura= leza de los principios componentes, sino tambien la utilidad que habrán de prestar á las plantas, lo cual varía segun la solubilidad de los com- puestos, es innegable la conveniencia de esponer este caracter en los resultados de la análisis. La mayor parte de los principios, que sirven directa ó indirecta- mente para el desarrollo de las plantas, pueden bajo condiciones par- ticulares hallarse en estos tres estados. 1.? Solubles en el agua. 2.” Insolubles en el agua, solubles en los ácidos diluidos. 5.” Insolubles en el agua y en los ácidos diluidos. En el primer caso, la frecuente accion del disolvente, llevando sin cesar aquellos principios á las esponjiolas de las raices, de tal modo los ofrecen á la absorcion, que en algunos, aunque en pocos casos, puede llegar hasta ser nociva á la planta: tal sucede, por ejemplo, cuando exis- ten abundantemente sales alcalinas muy solubles, cuyo incesante con- tacto con las estremidades de las raices las destruye. * Cuando los principios que componen un suelo se hallan en el segun- do caso, las plantas no están espuestas á aquel peligro. Verdad es que en cambio, siendo mas escaso el disolvente pudiera acontecer, que las soluciones no bastasen á satisfacer las necesidades del organismo; pero la naturaleza por una parte, y por otra la mano del hombre por medio de los abonos, concurren á alejar esta continjencia. Se sabe que el agua de lluvia contiene ácido carbónico , y ácido nítrico la de tem- pestad; que el humus produce ácido húmico ; que algunas semillas pro- ducen al germinar ácido acético, etc.; y bajo la accion de estos ácidos TOMO IV. 44 82 el agua disuelve los elementos indispensables para la economía ve- jetal. Si se considera que la naturaleza ha sido parca con admirable sabi- duría en la produccion de las sales alcalinas muy solubles, y pródiga en otras que lo son poco, como los silicatos de nuestras rocas graníticas, desaparece todo temor acerca del esceso de la solubilidad, y puede omi- tirse en la apreciacion de los terrenos la division establecida en el pri- mero y segundo caso, comprendiéndose tan solo en la esposicion del re- sultado la cantidad de sustancias solubles en el agua y en los ácidos di- luidos. Es tan interesante el conocimiento del estado de solubilidad de estos principios, que los que se hallan en el tercer caso, si bien pueden con el trascurso del tiempo modificarse, son en un momento dado com- pletamente inútiles para la vejetacion, considerados químicamente. ¿Pero la análisis química será dato suficiente para la apreciacion de un terreno, bajo el aspecto agricola? Tan cierto es que no, como que el alimento no es la única condicion de la vida. En vano se ofrecerán sus- tancias nutritivas á las plantas, cuyas acciones fisiológicas no sienten el estímulo del calor ni de la luz, ó en cuya economía se han determinado desarreglos de consideracion. Luego si las condiciones de tempera- tura, si las acciones mecánicas de localidad, si las propiedades físicas de un suelo influyen poderosamente en su produccion, es innegable que los datos de habitacion de las plantas, íntimamente relacionados con la higiene vejetal, deben figurar en la apreciaciou de los terrenos al lado de los datos de alimentacion, y que la análisis física debe acompañar á la análisis química. Tal es la opinion del Dr. Sace y de otros célebres químicos, alguno de los cuales asegura, que la simple locion de una tierra revela mas su importancia agrícola que la análisis mas exacta. Sin admitir enteramente esta conclusion, y reservando para mas adelante la aplicacion de los principios espuestos en cuanto lo permite el límite de estos trabajos , esindudable que la naturaleza química por si sola enseña muy poco respecto á las facultades productivas de un suelo, las cuales son todas las condiciones de la vida vejetal, y de las que faltando una sola se sigue la destruccion y la muerte. Estas circunstancias de localidad por otra parte tienen una influen- 83 cia indirecta en el juicio fundado sobre datos analíticos, haciendo á ye- ces indispensable multiplicar las operaciones, si no se quiere caer en graves errores. Sirva de ejemplo la inclinacion de los suelos, tan no= table, tan variada y tan frecuente en paises quebrados como Galicia. A cada metro de distancia corresponde quizá diversa cantidad de prin- cipios; y en vano se pretende hacer aplicacion de los datos adquiridos en una análisis 4 un metro mas allá de la tierra de ensayo. Por eso ja- más son iguales los resultados de dos análisis, y sus diferencias no son tan insignificantes que puedan despreciarse, toda vez que las sustan- cias mas útiles se agrupan en una parte, y quedan en la otra las que lo son menos ó no lo son absolutamente. La simple inspeccion de un terreno en declive revela en su conjunto la verdad de estos hechos. Predomina en la parte superior la arena silícea, en la parte media la ar- cilla, en la inferior el humus, depositándose bajo las acciones mecánicas de la atmósfera por el orden de su peso especifico. El dato de las sustancias solubles no es tampoco rigurosamente exacto sino en el fondo del suelo, porque para reconocer esta solubi- lidad sujetamos la tierra de ensayo á la accion de los disolventes por un tiempo que no tiene lugar en el terreno, toda vez que las aguas pasan superficial y rápidamente sobre los suelos inclinados. Teniendo presentes las consideraciones anteriores, se han recojido tierras de diversos puntos, y procedentes de rocas que pertenencian á los terrenos granítico, porfírico, piroide , esquistoso y diluviano: tierras formadas por el detritus del granito, de la anfibolita, de la serpentina, de la vacka, del gneis y del micasquisto. Se han tomado á diversas al- turas en los suelos inclinados, y de puntos en que el ángulo de incli- nacion era constante. Pertenecian las tierras de ensayo á los valles de Merza en la region del Carrio; de Trasdeza, de la Ulla y de Salnes en la subregion del Meda; del Lerez en la subregion del Cadevo; de los alrededores de la capital en la region del Seijo; y del valle del Tea en la region del Fonte-Fria. Hé aquí el resultado de la análisis. 84 TIERRAS NÚMEROS Acido silícico 63,0 9,1/76,3/84,3 Oxido alumínico. ....... 1 ¿ 5,8| 3,6 férrico 5 8,2 5 21 MAgnésicO........ » Cloruros alcalinos. ...... ls 410,6 Carbonato cálcico 0,7 Materia orgánica 3,9 ÁgUa...... PA 217,0 Pérdida : A , 3,6 100/|100/100 La tierra número 1, del pais de Merza, correspondiente á la region del Carrio, y formada por la descomposicion del gneis y del micas- quisto, era de un color rojo moreno; poseia un 5 por 100 de sustancias solubles en los ácidos diluidos; tenia una cohesion y permeabilidad me- dias; el suelo se inclinaba 30 grados próximamente con esposicion al E., abrigo inmediato por $. y O., y algo mas lejano por el N. Veje= taba en ella medianamente la vid, bastante bien el maiz y con notable vigor el nogal y el castaño , así como tambien muchos frutales de la fa- milia de las rosáceas, manifestándose igual fuerza en la vejetacion es= pontánea. La tierra núm. 2, del valle de Trasdeza, recojida en el Campo Marzo, subregion del Meda, y formada por la descomposicion de la ser- pentina, de las ofiolitas dialájicas, del asbesto terroso y de la vacka, po- seia un 50 por 100 de materias solubles; era muy compacta, poco permeable, y de color rojo-ladrillo; el suelo horizontal ó poco inclina- 85 do; esposicion al S. E. y abrigo por E. y O. La vid vejetaba con difi- cultad; era el maiz muy escaso y poco desarrollado, del mismo modo que el castaño; el roble crecia con fuerza. La vejetacion espontánea era muy pobre, presentándose algunos espacios completamente desnudos; en otros se estendian abundantemente los helechos y el dafne gnidium. La tierra núm. 3, del valle de la Ulla, recojida cerca del puente de su nombre y formada por el gneis graníteo, poseia un 6 por 100 de sustancias solubles; era algo arenosa, al par que abundante en fibra ve- jetal no descompuesta; lijera, permeable, y de un color moreno claro; suelo poco inclinado, espuesto al N. con abrigo por el E. y $., y mas lejos por el N. Vejetaba la vid con lozanía, el castaño, el nogal y mu- chos frutales: la vejetacion espontánea era muy abundante. La tierra núm. 4, del valle de Salnes, recojida cerca del puente de las Aceñas, entre las ramificaciones meridionales del monte Giabre y las septentrionales del Castrove, en la orilla izquierda del Humia, y que procedia de la descomposicion del granito porfídeo, tenia un 5 por 100 de sustancias solubles; era abundante en fibra vejetal, y de permeabili- dad media. El suelo casi horizontal y abrigado por el N. y $.; crecia en él con vigor la vid, el maiz y la caña. En la vejetacion espontánea se advertia notable abundancia de la euforbia exigua. La tierra núm. 5, recojida en Lerez cerca del rio del mismo nom- bre, y producida por la descomposicion del granito y de un gneis por- fídeo con gruesos fragmentos de ortosa, contenia un 4 por 100 de sustancias solubles y un 2 de fibra vejetal no descompuesta. Era el sue- lo casi horizontal, poco permeable, bastante tenaz, color casi negro; es- taba espuesto al $. sin abrigo próximo, y algo lejano por el N. E. Ve- jetaba bien la vid, pero con mas fuerza el maiz, la caña y el castaño. La vejetacion espontánea no pudo ser examinada por las labores re- cientes. La tierra núm. 6, de los alrededores de Pontevedra, recojida á la izquierda del camino de Orense al E. de la poblacion, y perteneciente al depósito diluviano ó de antiguo aluvion, que se prolonga apoyándose en el granito gneiseo, poseia un 2,5 por 100 de sustancias solubles; 3 de fibra vejetal; era su color rojo moreno, permeable y suelta. Suelo 86 horizontal, sin abrigo, elevado 30 metros sobre el nivel del mar. Grecia en él la vid medianamente, el maiz con gran vigor; la vejetacion espon- tánea era igual á la del valle de Salnes. Debe advertirse, que para analizar esta tierra se separaron los can- tos rodados de cuarzo, que en algunos parajes componian un 12 por 100. La tierra núm. 7, recojida en las inmediaciones de Pontevedra, á la izquierda del camino de Marin, y formada por la descomposicion del gneis, poseia un 4 por 100 de materias solubles en los ácidos diluidos: era su color algo mas oscuro que el de la anterior, un poco mas tenaz, y de mediana permeabilidad. El suelo se inclinaba 20 grados próxima- mente, con esposicion al N. O. y abrigo por el S. El terreno se elevaba á igual altura que el anterior sobre el nivel del mar. Grecia la vid, y con gran fuerza el maiz, el castaño, la caña, y varios frutales; la veje- tacion espontánea era igual á la de las laderas del valle de Salnes. La tierra núm. 8, del valle de Tea, recojida mas arriba de Puen- teáreas, en la region de Fonte-Fria, poseia un 4 por 100 de sustancias solubles: era su color blanquecino, ligera, suelta, muy permeable, abun- dante en arena menuda silícea. El suelo se inclinaba un poco al O. con abrigo por el E. Grecia la vid medianamente lo mismo que el maiz, y con fuerza varios frutales, el castaño y el roble. La vejetacion espontá- nea ofrecia notable abundancia de varias especies de cistus (1). Las tierras de ensayo de los valles de Villagarcía, Cambados, Pon- tevedra y Vigo, en las que vejeta con lozanía el naranjo y el limone- ro, no se diferencian de las tierras de los números 4, 3, 7 y 8 respec- tivamente. (1) Nose pudieron recojer en tiempo oportuno las tierras de los valles de Tuy y del Rosal, por las circunstancias anormales de la provincia. 87 E Aplicacion de los anteriores conocimientos y circunstancias locales al cultivo en general, y en particular al de los árboles. Se ha visto que las rocas de la provincia de Pontevedra poseen en general todos los principios inorgánicos útiles á la vejetacion; tambien se ha visto que los terrenos formados por la descomposicion de aque- llas rocas, unen á estos principios los fecundos restos de un abundan- te organismo vejetal y animal; pero por otro lado sabemos que estas no son las solas condiciones de la vida, y que las plantas, al par de su alimento, piden un clima que las conceda el calor y la luz que res- pectivamente necesitan; piden un suelo que ofrezca estable base á su tallo, y la conveniente permeabilidad á las soluciones alimenticias; y demandan, en fin, una habitacion que no determine desórdenes en su economía. Pero la temperatura se modifica con la latitud, con la altura, con la esposicion y con el abrigo: los suelos con la inclinacion, con la per- meabilidad, con la cohesion y con la facultad absorvente para el caló- rico representada por el colorido. Estas circunstancias, siempre impor- tantes en todos los paises, adquieren una influencia estraordinaria en los que son tan desiguales como la provincia de Pontevedra. En ellos, variando á cada paso las esposiciones y las alturas, se notan diversos grados de calor en el aire, que permiten en reducido espacio la coexis- tencia de muy diversos séres de la escala vejetal; los cuales, á pesar de su proximidad, conservan las condiciones de vida que correspon- den á cada uno. Parece, pues, que para apreciar con alguna exactitud el valor agrícola de un terreno, es preciso cuando menos llenar las indicacio- nes del siguiente cuadro. 88 Naturaleza y cantidad de los Ñ principios solubles en agua y Inorgánica....< en los ácidos diluidos. Naturaleza y cantidad de los principios insolubles. loa ¡ba vejetal no descompuesta. S *****U Humus, materia organica. Dato de.. Latitud. ani Altura. Atmosférica. . Esposicion. Abrigo. Inclinacion del suelo. Permeabilidad. Cohesion. Poder absorvente del calórico. /Alimentacion.. Habitacion. .. Terrestre... La provincia de Pontevedra está situada entre los 41” y 51 y los 42” y 51 de latitud norte. Esta latitud es igual á la de Córcega, los Estados Pontificios, Bostnia, parte de Albania, Bulgaria y Rumelia, el Turkestan, Mingrelia, Circasia, el Daghestan, parte de la Pensilva- nia, etc. Aun cuando del examen comparativo de los vejetales culti- vados en estos paises y en otros de mas ó menos alta latitud no pue- den deducirse consecuencias rigurosas para la provincia, á causa de la irregularidad de las líneas isotérmicas, es sobremanera importante averiguar si la falta de algunas plantas utilísimas, si la mala calidad de otras, son efecto de causas naturales, ó lo son del lamentable atra- so de nuestra agricultura. Es indudable que carecemos de plantas, como el arroz, que se cul- tiva en el Piamonte no obstante su latitud mas avanzada, y como el olivo, que constituye un importante ramo de riqueza en ocho depar- tamentos de la Francia meridional. El cultivo de la morera en la provincia de Pontevedra, tan flore- ciente en aquellos paises, no se ha estendido en grande escala, no obstante la proteccion, aunque viciosa, que se le concedió reciente mente. Nuestros vinos no pueden sostener la competencia con los estrangeros; y los granos ocupan un lugar secundario en los merca- dos. Este cuadro desconsolador contrasta notablemente con la admi- 89 rable belleza de la campiña y el caracter laborioso de los habitantes. Cuando desde una arista de uno de esos gigantescos muros que se- paran dos valles se tiende la vista sobre la eterna alfombra de verdu- ra que los tapiza; cuando se observa esa vejetacion espontánea que pulula por todas partes, que se estrecha para dar paso á nuevas ge- neraciones, á quienes la naturaleza negó espacio mas bien que ali- mento; cuando se ven esos innumerables arroyos que, ramificándose como los vasos capilares, Jlevan la vida al rincon mas olvidado, la razon se rebela contra la incuria de los hombres que casi menospre- cian los dones de la pródiga naturaleza; pero si en aquel momento llega al oido el rumor de esas cuadrillas de hombres, de mugeres y de niños que, bajo la influencia de un sol abrasador, ó pisando la escar- cha con sus pies desnudos, sin alimento y sin vestidos, rasgan ince- santemente el seno de la tierra, entonces el velo se descorre, y bajo aquel círculo de miseria y de atraso en que se ignora cuál es la causa y Cuál es el efecto, el agricultor se nos presenta inculpable. Creen algunos que la topografía del pais y que la inmediacion de la cordillera pirenáica producen un descenso en la temperatura, que no es por lo mismo la que corresponde á la latitud; y bajo este concepto incluyen á toda Galicia en el clima cantábrico: otros suponen que las frecuentes lluvias que se precipitan sobre el pais conservan en el aire notable cantidad de vapores acuosos, que depositándose y evaporán- dose continuamente en la superficie de los cuerpos, roban su calórico. Los primeros incurren en un grande error, considerando sujetas las cuatro provincias á condiciones termo-topográficas que, cuando mas, podrian hacerse estensivas á Lugo y á parte de la Coruña, pero nunca á Orense ni á Pontevedra. Una ligera ojeada sobre el mapa de- muestra esta diferencia. Todo el pais llamado costa de Cantabria tiene su pendiente general al N., mientras las provincias meridionales de Galicia y una gran parte de la Coruña se inclinan al O. Tampoco pue- den influir en estas provincias las grandes alturas que solo existen á distancias considerables. Aunque sus montes sean dependencias de los Pirineos, no se olvide que son el estremo de sus ramificaciones, cuya mayor altura no iguala á la de las cordilleras que surcan el interior de TOMO 1V. 12 90 la Península. La cumbre mas elevada de Galicia es el pico de Guiña, en la sierra de Ancares, que alcanza á poco mas de 2.000 metros, y aun este se halla en el límite de Asturias. Tan modificada se presenta la accion térmica de la cordillera pirenáica, que la provincia de Oren- se, surcada por los mayores ramales, es precisamente la que sufre mas ardientes calores, porque la naturaleza compensa oportunamente y con usura la escasa accion de aquellas alturas con la irradiacion y reflexion en las laderas de sus profundos valles. La mayor altura de la provincia de Pontevedra es, como se ha di- cho, de 1.157 metros, 47 menos que el Vesubio, 310 menos que el Puy-de-Dome. Los treinta montes mas considerables de la provincia dan una altura media de 804 metros, incluyéndose algunos, como el Acival, el Castrove, el Pedamua y los Frachas, cuyas cumbres no es- ceden de la altura de Madrid sobre el nivel del mar. Las anteriores cifras son muy poco importantes para que pudiera determinarse un descenso de temperatura. Los datos que ofrece el examen comparativo de las observaciones meteorológicas vienen en apoyo de esta opinion. Los grandes frios se observan con los vientos del N. N. E., del N., del N. N. O. y del N. O. Los vientos de E. y S. E., que vienen de la cordillera, son calientes, pesados, y precursores de las borrascas en las ardorosas tardes de ve- rano. En varios puntos de la provincia trascurren á veces muchos años sin que se vea nieve ni aun en la combre de los montes. El termó- metro rara vez desciende 4—4A” c. Durante el invierno pasado, es- traordinariamente riguroso, el termómetro de mínima señaló — 4” e. solamente dos noches en la capital. Estas observaciones denotan la escasa influencia que ejerce la cor- dillera de los Pirineos en la provincia, cuyos montes no tienen con aquellos mas relacion que su natural enlace. Mas digna de atencion es la opinion de los que atribuyen el dificil desarrollo de ciertas plantas á la constante humedad de la atmósfera. Es indudable que frecuentemente encapotada ésta, si bien no con el esceso que se eree, cubre el pais con abundantes lluvias. Esta cir- 91 cunstancia, que generalmente tiene lugar desde diciembre á abril, y poco despues del equinoccio de otoño, no solamente es el origen de una gran evaporación inmediata, sino que filtrándose las aguas por la capa superficial de la tierra, van á alimentar ese inmenso número de fuentes, principal elemento de su fertilidad, y que reuniéndose en arroyos forman otros tantos focos de una evaporacion constante. Por otra parte, la vigorosa vejetacion que responde á tan ventajosas condi- ciones vierte por medio de sus hojas, y para concentrar su sávia, gran cantidad de vapor acuoso que mantiene la frescura de la atmósfera. De la reunion de estas tres causas resulta la notable humedad de la provincia, pero sería aventurado decir hasta qué punto esta humedad puede influir en la vejetacion, cuando el desden con que hasta ahora se ha mirado esta clase de trabajos nos hace carecer de datos sufi- cientes para apreciar tal influencia, y las pocas observaciones que se han hecho parecen demostrar que varía segun las causas productoras de la humedad. En efecto, la que procede inmediatamente de las grandes lluvias del invierno, no es tan escesiva como pudiera creerse á primera vista, si se considera que la masa de agua precipitada de las nubes, se filtra rápidamente por los suelos silíceos y es condu- cida á las concavidades de los montes, sustrayéndose al contacto del aire, ó bien se desliza sobre capas menos permeables, pero cuya no- table inclinacion la arroja á profundos cauces, reduciéndose á cortísi- mo espacio la superficie de evaporacion. Si por otra parte se añade á esto que las grandes lluvias solo tie- nen lugar comunmente durante el invierno, cuando el sol actúa con menos fuerza por causa de la oblicuidad de sus rayos, y cuando en la mayor parte de las plantas perennes se concentra la vida en su interior y se hallan en mas convenientes condiciones para resistir á los agentes esteriores, se concibe que no prolongándose con esceso la duracion de las lluvias, su influencia es mas beneficiosa que perjudicial á la veje- tacion. No sucede lo mismo cuando la humedad procede de los rios, en ciertas circunstancias de que no se da todavía una esplicacion satis-- factoria. Es sabido que el vapor acuoso puede existir en las capas mas inferiores de la atmósfera en estado vesicular formando espesas nie- 92 blas. Este meteoro, frecuente sobre los rios de Galicia, principalmen- te durante las noches y las mañanas de verano, ejerce tan variada ac- cion sobre los vejetales, que mientras en algunos lugares es altamente deletérea, es en otros completamente inocente. Los agricultores de los valles centrales creen que la influencia ma- léfica de las nieblas es peculiar á ciertos rios, y suponen que la niebla del Tambre, rio que riega la provincia de la Coruña, no solamente ma- ta á la vid que se planta en sus inmediaciones, sino que dispersándo- se los vapores en la atmósfera, van á destruir la cosecha de otros va= lles. Se fundan para sostener esta opinion, en que no puede cultivarse la vid en las orillas de aquel rio hasta donde alcanza comunmente el fenómeno, mientras que la vid cultivada á orillas del Ulla permanece sumerjida á veces algunos dias en la espesa niebla que produce el rio, sin resentirse en su desarrollo. Es innegable que la accion de las nieblas depende alguna vez de las sustancias estrañas que arrastra el vapor acuoso entre sus moléculas, como lo prueba el particular olor que á veces acompaña á las nieblas, y por esta razon parece mas probable que su influencia, mas ó menos perjudicial en la vejetacion, depende de la altura, de la esposicion, del abrigo y de las condiciones en fin que modifican la temperatura del pais en que se cultiva el vejetal en cuestion; porque si este ocupa el límite de su region natural, es indudable que el menor descenso de temperatura producido por la niebla originará desórdenes en su eco- nomía, como si hubiese traspasado aquel límite. El mismo rio Tambre ofrece una prueba de esto. La influencia nociva de sus vapores solo se observa en los puntos mas elevados y en el principio de su curso; pe- ro cuando la niebla desciende á los valles mas bajos vejeta la vid con lozanía en sus pintorescas riberas. De todos modos es innegable, que la evaporación producida por los innumerables arroyos que riegan la provincia refresca el ambiente, y que á esta causa, y á la accion regularizadora del Océano, debe atri- buirse principalmente la apacible temperatura del pais en general; pe- ro como esta doble influencia se modifica á cada paso por las demás condiciones de habitacion del vejetal, no es posible apreciarla en de- 93 terminadas localidades, tocándose bajo este concepto el mismo obs- táculo de la desigualdad del terreno para establecer principios de ge- neral aplicacion. Respecto al vapor acuoso producido por las hojas de los vejetales, su accion se limita principalmente á los grandes bosques, á las dila- tadas arboledas, poco comunes hoy por desgracia. Allí tan solo se sos- tiene de un modo perceptible esa evaporacion, que no empaña la pu- reza de la atmósfera, pero produce una sensacion de frescura tan agra- dable al viajero fatigado en las horas de calor, como impotente para influir en perjuicio de la vejetacion. Otra circunstancia mas influyente en la vida vejetal es la altura del terreno. Se sabe que en las montañas se distribuyen las plantas de diversas latitudes desde la base á la cumbre, por el mismo orden que lo están desde el ecuador á los polos. Resulta de las observaciones hechas en Francia relativamente á la vejetacion, que en nuestros climas 100 metros de altura equivalen á un grado de latitud. Esta cifra, que puede admitirse en las provincias septentrionales de España, revela que á 1.157 metros sobre el nivel del mar, es decir, á la mayor altura de la provincia, existen, indepen- dientemente de las demás circunstancias favorables al organismo ve- jetal, las mismas condiciones de vida que á los 55” 40/ de latitud á 0 metros sobre el nivel del mar; y que en este último nivel en la pro- vincia la corresponden iguales condiciones que á 500 metros sobre el nivel del mar en los 57” de latitud, que es la media de los paises. mas meridionales de Europa. Todas las plantas que vejetan libremente en esta considerable porcion de la superficie terrestre, pueden segun esto vivir en la provincia, siempre que los suelos reunan las demás cir- cunstancias necesarias. Pero como no solo á la indicada altura, sino ni á la de 804 metros alcanzan mas que las cumbres de sus montes mas elevados, insignificante porcion del suelo de la provincia, puede admitirse que, con ligeras escepciones, los terrenos laborables no es- ceden de 600 metros sobre el nivel del mar. Otra de las mas interesantes, entre todas las circunstancias que influyen en la vejetacion del pais, es sin duda alguna la esposicion. 94 Si el sol, comunicando á las plantas su calor y su luz, es el principal agente de su desarrollo, tanto será este mas favorecido cuanto mas se prolongue la accion benéfica de los rayos solares. Pero en los suelos muy inclinados esta accion es casi nula cuando la pendiente se dirije al N., es sin embargo mas duradera cuando la pendiente se desarrolla hácia el E. y O., y está en su máximum si lo hace hácia el S. Al efecto producido por el tiempo que dura la accion de los rayos solares, se une el de la diversa intensidad de la misma accion, que coopera al mismo resultado. Así, por ejemplo, si se compara el calor recibido por dos vejetales, uno de los cuales tenga su esposicion al E. y otro al $., el primero recibirá la accion de los rayos solares en tanto que la mon- taña no los intercepte, y el segundo durante todo el dia; el primero en horas en que la fuerza solar tiene escasa intensidad, y el segundo cuando está en su máximo. Otras cireunstancias intervienen además en el mismo resultado, como la mayor ó menor oblicuidad del rayo solar directo ó reflejado, que favorece la esposicion S., aun cuando la montaña no intercepte los rayos á los terrenos de esposicion distinta. Se ha visto antes, que la pendiente general de la provincia es al O., aunque, como en todos los paises desiguales, se modifica es- traordinariamente por las ramificaciones de los montes. Esta disposicion, que fija la direccion de los valles y de los rios de E. 4 0., determina el mayor número de esposiciones al N. y al $., contribuyendo no poco á la variada calidad de los productos. Las frecuentes inflexiones de las montañas interrumpen á cada paso estas reglas. Con la espo- sicion de los suelos está ligado el abrigo, otra de las condiciones mas interesantes para el cultivo. Si la esposicion facilita la accion benéfica del sol, el abrigo proteje á las plantas contra los vientos, impidiendo su accion tanto física como simplemente mecánica. En efecto, no se limitan los vientos á robar el calórico de las plantas, sino que obran- do á veces con singular violencia contra sus Órganos los destruyen frecuentemente: nadie ignora los estragos causados por los huracanes. En un pais erizado de eminencias, cuando se hallen en la direccion de los vientos dominantes mas impetuosos ó mas frios, se comprende 95 que aquellas estarán mas convenientemente situadas con relacion á las plantas á quienes protejen. Reinan en la provincia los vientos del primero y tercer cuadrante, algunas veces los del cuarto, y muy pocas los del segundo. La pureza de la atmósfera está generalmente sostenida por el N. E.; las grandes lluvias por el S. O. Los demás vientos suelen ser de corta duracion; pero como dan á la atmósfera una fisonomía particular, determinando fenómenos que influyen en la vejetacion, no es inoportuno cono- cerlos. El O. es viento de transicion al N. E. si sobreviene con poca in- tensidad despues de las lluvias; cuando sopla impetuoso es de transi- cion al N. 0., y produce rápidos aguaceros acompañados de menudo granizo. El N. O. encapota la atmósfera, determina igualmente repen- tinos aguaceros con violentas ráfagas de un frio glacial, y escita á ve- ces la electricidad atmosférica, produciendo tronadas tan poco dura- deras como repetidas. El N. es viento poco constante, y de transicion al N. E. Durante el invierno es el conductor de la nieve, en el vera- no de las nieblas que velan las cumbres de las montañas. El E., vien- to caliente, seco y poco sensible, mo sopla sino en los ardientes dias del verano. Guando reina se forman lentamente gruesas nubes de as- pecto caprichoso, inmóviles y fuertemente electrizadas, que durante las tardes producen tronadas de larga duracion y copiosa lluvia en gruesas gotas; estas nubes se disipan por la noche. El S. E., menos frecuente, produce casi los efectos del anterior, pero es mas húmedo; y finalmente, el S. es causa de la constante y menuda lluvia, de la fria neblina que se aferra á veces durante el invierno sobre una co- marca. Para comprobar la exactitud de la anterior reseña es indispen- sable tener en cuenta una circunstancia, que pasa desapercibida en el mayor número de observaciones que se hacen en el pais. Frecuente- mente se aprecian como vientos de O. durante el verano las brisas del mar, que soplan en esa direccion durante el dia, y que no tienen in- fluencia alguna en la atmósfera porque su corriente es muy baja. Resulta, pues, que si se atiende á la frecuencia de los vientos, el terreno será mas abrigado cuando el obstáculo esté al S. O. ó N, E., si 96 se atiende al frio que producen cuando aquel se halle al N. N. O. y O.; pero como esta posicion arguye mejores condiciones de esposicion, es indudable que estarán mas favorecidas las plantas cuando el abrigo se halle al N., y despues por el orden de su importancia al N. 0., al O. y al N. E. La accion de los abrigos no se limita 4 resguardar las plantas de la violencia de los vientos; sirve tambien para sostener la temperatu—- ra que adquieren durante el dia, modificándose la irradiación nocturna. Una de las causas que mas favorecen las mortíferas heladas de las me- setas de las montañas, es esa misma irradiacion, basada en el aisla- miento en que se hallan los vejetales; pero en los hondos valles las la- deras se envian mútuamente sus rayos caloríficos, que se concentran, y de este modo se sostiene la temperatura hasta el nuevo sol. Por eso en las cañadas que recorren los rios de la provincia, y donde las in- flexiones de las colinas cierran determinados recintos, se ostenta una vigorosa vejetacion aun cuando las demás condiciones sean menos fa- vorables. El grado de inclinacion de los terrenos influye por su parte de un modo notable. En vano se querria sostener la vejetacion en las laderas casi verticales de algunos montes: la mas ligera onda de agua arras- traria la tierra que le servia de apoyo. Cuando la inclinacion no esce- de de cierto límite, su influencia en la vejetacion depende de la can- tidad de lluvia y de la permeabilidad del suelo; debiendo para ser fa- vorable estar en razon directa de la primera é inversa de la segunda. La esterilidad de los cerros poco elevados del terreno granítico consis- te frecuentemente, en que la notable inclinacion y la gran permeabili- dad del suelo no permiten á las aguas tiempo bastante para desarrollar su accion disolvente, y solo favorecen su accion mecánica, con la cual empobrecen el terreno, arrastrando los restos orgánicos, las sales so- lubles y hasta las arcillas, Por el contrario, algunas esplanadas muy ho- rizontales, que se hallan al pie de algunos montes y con frecuencia en las mesetas, constituidas las primeras por el terreno diluviano y las segundas por la anfibolita, llamadas en Galicia gándaras y tierras frias, son estériles por la poca inclinacion unida á la impermeabilidad 97 del suelo, que estancando las aguas sostiene una evaporación constan- te, la cual enfria el suelo, mientras que por otra parte determina la fermentación de los restos orgánicos, dando origen á ácidos que des- truyen las raices. Existen ejemplos de esto cerca de Deza, de Dorne- las, de Cuntis, de Cesures, de Villanueva y de Dena, en la region del Candan; en la del Montemayor; en los valles de Fragoso, del Por- riño, de Tuy, de Salvatierra y del Rosal. La permeabilidad del suelo, no existiendo en la provincia terrenos calizos, depende esclusivamente de las cantidades relativas de sílice y alúmina. Si se esceptúan las reducidas esplanadas de que se acaba de hacer mencion, la sílice predomina en todas partes, como se ha visto en las análisis, y por consiguiente las tierras no adolecen en general de impermeables en demasía. De este modo las grandes lluvias no per- judican á la vejetacion, pero en cambio sería mas temible una larga sequía. Si la cohesion del suelo es estremada, no solamente se hacen difí- ciles los trabajos del cultivo, exijiendo el empleo de mayor fuerza y adhiriéndose la tierra á los instrumentos de labranza, sino que impide la libertad de las raices, y no permite que el aire penetre hasta ellas. Se ha visto en algunas localidades de la provincia volverse estériles los terrenos con solo estraer los fragmentos de rocas que existian en abundancia, y que se suponian perjudiciales á la vejetacion, consiguien- do devolver al suelo su fecundidad primitiva cuando se esparcieron de nuevo aquellos fragmentos. Las tierras escesivamente movibles no ofrecen el apoyo necesario á las raices. Como ordinariamente la cohesion depende de la naturaleza del sue- lo, este dato conduce indirectamente á descubrir la relacion que existe entre las cantidades de arena y arcilla, ligándose con el dato de la per- meabilidad. La mayor parte de los suelos de la provincia, como abun- dantes en ácido silícico, ofrecen poca cohesion. Hay no obstante nota- bles escepciones en el fondo de los valles, en algunas planicies de las montañas, y en los espacios reducidos de las pendientes en que domi- na la anfibolita y la serpentina: en este caso la cohesion natural de la alúmina se aumenta con la cal que entra en estas rocas. TOMO IV. 15 98 La facultad absorvente de los cuerpos para el calórico tiene tan notable influencia en la vejetacion, que es bastante para que esta se adelante ó se detenga en su desarrollo. Bajo dos conceptos puede apre- ciarse este dato: el de la absorcion, y el de la conservacion. Es bien sabido que el color del suelo influye en el adelanto de las cosechas, estando en su máximo con el negro y en su mínimo con el blanco, como menos absorvente. Los suelos de la provincia son negros, par- do=rojizos, de un rojo-ladrillo, y blanquecinos. Los primeros deben su colorido al humus, los segundos á la mezcla de sustancias humosas y arcilla con alguna arena, los terceros á la arcilla ferruginosa, y los últimos á la arena silícea ó feldspática. Pero como el humus y la ar- cilla por otra parte retienen con tenacidad el agua, y la evaporación roba calórico, estas dos acciones se neutralizan, resultando á veces mas adelanto en la vejetacion de los suelos blanquecinos, como mas secos y aptos para la reflexion de los rayos solares; tal sucede frecuen- temente en la provincia. Bajo el concepto de la conservacion del calórico una vez absorvido, se sabe que las tierras muy compactas se comunican facilmente el ca- lórico y obran como buenos conductores, mientras que las tierras li- geras, conteniendo aire, cuerpo mal conductor, no permiten facil paso á aquel fluido. De aquí se sigue que las primeras se calientan y en- frian con facilidad, prestándose en alto grado á los efectos de la irra- diacion nocturna; en tanto que las segundas conservan por mas tiem- po la temperatura recibida durante el dia. Si se tiene presente que las tierras compactas son las que abundan en arcilla, hé aquí otra cir- cunstancia que coadyuva á producir la esterilidad de las gándaras del pais. Enumeradas las cireunstancias locales de alguna influencia en la vejetacion, vemos que la ejercen principalmente modificando no tanto el alimento como la temperatura, la cual resulta de la accion colectiva de dos ó mas de aquellas causas, en las que interviene la desigualdad del terreno para introducir á cada paso alteraciones radicales. Vemos no obstante, si se echa una rápida ojeada sobre el cultivo general de la provincia, y mas todavía sobre su vejetacion espontánea, 99 que no todas las localidades tienen iguales condiciones para la vida de las plantas, y que ciertas especies que se alzan con lozanía en algunas partes arrastran en otras una existencia efímera, ó no desempeñan fun- ciones reproductoras, y aun en otras partes no existen absolutamente. Facilmente se concibe que el pais en que vejetan á la inclemencia el cacto y el heliotropo, la pita y el naranjo, no es el pais en que el castaño necesita el abrigo de las colinas, y el fruto de la vid no al- canza su madurez completa. No es dudosa la utilidad que prestaria á la agricultura el conoci- miento de la region natural de ciertas plantas. Este conocimiento, fa- cil, pero costoso en el terreno de la esperiencia, evitaria los esfuerzos inútiles de algunos agricultores que pretenden obligar á estas plantas á traspasar los límites de su region. Se concibe que no resultando tal diferencia en general sino de la temperatura, y esta de la altura, es- posicion y abrigo del terreno en cuestion, pues la latitud influye poco en estension tan corta, no es facil trazar una línea que esprese el lí- mite de un cultivo, á causa de las inflexiones que esta línea seguiria en el fondo de los valles; pero se puede sin descender á detalles dis- tribuir el pais en grandes zonas, que espresen su aptitud respectiva para la produccion de ciertos vejetales en la plenitud de sus funciones. Bajo las anteriores consideraciones, y suponiendo que la diversa tem- peratura sea la única causa de tales diferencias, la clasificacion de es- tas zonas debe estar basada en la concordancia entre el examen com- parativo de las condiciones térmicas y el dato práctico tomado en la vejetacion espontánea y en las plantas cultivadas, que adquieren com- pleto desarrollo, y cuyos frutos no dejeneran. No siendo rigurosamente exacta la anterior suposicion, y toda vez que no se cuente con las cualidades alimenticias é higiénicas del sue- lo, es indudable que pueden existir dentro de una zona apta para una produccion determinada localidades estériles; pero algo se adelanta con saber que fuera de aquella zona no existen condiciones de vida para el vejetal en cuestion, y por otra parte la presencia de los prin- cipios inorgánicos indispensables para la vejetacion en todos los ter- renos de la provincia alejan aquella cireunstancia, ó proporcionan me- 100 dios fáciles y baratos al agricultor para mejorar el suelo. Por el con- trario, un clima artificial solo puede darse á una planta por medios costosos, é inaplicables al cultivo en grande escala. Siendo la altura, la esposicion y el abrigo las condiciones que prin- cipalmente determinan la temperatura de un terreno de la provincia, sería indispensable conocer su importancia relativa para elejir la base de clasificacion; pero aun cuando la altura no fuese en realidad la mas influyente de aquellas condiciones, la irregularidad que ofrecen las esposiciones y los abrigos no permitirian considerarlos mas que como agentes que modifican la accion caracterizada por la altura. Por otra parte, si solamente la altura hubiese de decidir de la ap- titud de un suelo, y se dividiesen los de la provincia partiendo de esta base en valles y montañas, se hallaria en los primeros una veje- tacion característica distinta de la vejetacion de las montañas y seme- jante entre si; pero los datos prácticos se oponen completamente á esta conclusion. Desde el elegante limonero de los valles hasta la humilde retama de los montes; desde el pais en que crece la palmera, aunque niega sus frutos, hasta aquel en que rehusa los suyos el roble, la vejetacion se distribuye irregularmente; pero esta irregularidad es mucho mas nota- ble en los valles que en las montañas. Si se compara la vid de los valles, el olivo, el almendro, el nogal, etc., de los centrales ó de las orillas del Miño con los que crecen en las vegas que se estienden á orillas del Océano; si se examina sobre todo la calidad de sus frutos, se hallan notables ventajas en favor de los primeros; mientras que si este exa- men se dirije sobre el cacto, la camelia, el limonero, el naranjo, el azafran, estos vejetales, originarios de climas mas cálidos, se desarro- llan con entera libertad en el último pais, y trasportados al primero necesitan cuidados especiales, que no siempre son bastantes para con- servarlos largo tiempo. Estos hechos, que llaman la atencion de los agricultores, tienen no obstante facil esplicacion, si se atiende á otro agente poderoso que regulariza la temperatura. Es bien conocida la influencia que ejerce el Océano sobre las co- marcas limítrofes; ella sola reviste la fisonomía vejetal de un pais con 101 rasgos tan característicos, que sus plantas tienen mayor analogía con las de otras regiones lejanas, que participan de igual influencia, que con las de los terrenos mas próximos, pero separados del mar. Esta consideracion condujo á algunos botánicos á establecer regiones marí- timas, en las cuales aparecen vejetales de distintas latitudes, reunidos por el poderoso lazo de la influencia oceánica. Esta accion regularizadora se ejerce principalmente por medio de las brisas. La gran masa líquida que constituye el Océano, tan poco susceptible de aumentarse su temperatura con la presencia del sol como de disminuirse con su ausencia, conserva esa temperatura me- dia que, siendo alternativamente mas alta y mas baja que la de la tierra, determina corrientes atmosféricas cuya accion se comunica, y se estienden á un radio limitado. Pero esta temperatura media, indispensable para la existencia de ciertas plantas perennes á las cuales perjudican los frios rigurosos, no ofrece el suficiente calor para otras anuales ó tambien perennes, pero cuyas condiciones de vejetacion las protejen en la estacion fria. Por eso el naranjo vejeta con lozanía en los templados climas del litoral, mientras que perece bajo la accion mortífera de las heladas en los valles del centro; en tanto que la vid, á quien su estado resguarda de este peligro en el invierno, ansía un sol ardiente y una atmósfera sin brisas, para dar á sus frutos los principios azucarados que constituyen su valor. Tomando, pues, por base de clasificacion la temperatura, puede considerarse el pais distribuido, bajo la influencia térmica del Océano y de la altura sobre su nivel, en las tres zonas ó climas siguientes: 1.% Zona de temperatura media. 2." Zona de temperatura estrema. 3." Zona de baja temperatura. Comprende la primera zona los valles pintorescos y templados ba- ñados por las olas del Atlántico; las vegas que ciñen sus rias; las ca- ñadas que se abren en la costa; y el pais, en fin, que, no escediendo por término medio de 100 metros sobre el nivel del Océano, no se aleja de sus orillas, ó no se halla aislado de su accion directa por no- 102 tables alturas. Pertenecen á esta zona el valle de Cesures, el recinto de Villagarcía, las orillas de la ria de Arosa, el valle de Salnes, el de Pontevedra, la faja que circuye la península de Morrazo, las orillas de la ria de Vigo, y el valle de Fragoso, de Miñor, del Rosal y de Tuy. Entre las plantas cultivadas que mas caracterizan á este pais se cuentan el naranjo y sus congéneres, el cacto ó puntia, la higuera, la pita, y últimamente la camelia, si bien todas como objetos de recreo, no distinguiéndose de la segunda zona en el cultivo de plantas de utili- dad general, sino en la preferencia que se da en algunas localidades al de la cebolla y de ciertas frutas, como la sandía y el melon, de que se hace recientemente alguna esportacion. j El aspecto general del pais es poco variado á pesar de la escelen- cia de sus condiciones en los valles del centro, lo cual consiste en la escasez de arbolado. El fondo de los valles está dedicado en general al cultivo del maiz, de la vid y de la caña; el sauce cubre los arroyos, el castaño alterna con el anterior, y se estiende en las laderas; el pino domina las alturas. En las huertas, y en la inmediacion de las casas, el cuadro de vejetacion es sumamente variado. La vejetacion espontánea en esta zona se presenta con muchas especies características , pero que en su mayor parte pertenecen á los arenales, y no se alejan de la orilla del mar. Llama no obstante la atencion en las tierras laborables la abundancia de algunas euforbias, y del estramonio en las márgenes de los caminos. Componen la segunda zona los valles del N. E. y $. de la provincia, que dominados por altas montañas no esceden de 200 metros sobre el nivel del mar, y las gargantas de todos los montes, que exentas de la influencia oceánica , compensan con el abrigo de las laderas su escesiva altura ó su mala esposicion. A esta zona pertenecen el estremo septen- trional del valle de Arnego, la parte inferior del valle de Trasdeza, todo el valle de la Ulla, el de Bea, Cuntis, Moraña, las profundas márgenes del Humia hasta desembocar en Caldas, las del Lerez hasta el convento de su nombre, las del Verdugo y el Oilaven, el valle del Porriño, el del Tea, y las cañadas del Miño. Debe advertirse, que si bien en la anterior zona la influencia del Océano regulariza la tempe- 103 ratura, haciendo desaparecer las leves diferencias que pudieran provenir de la diversa latitud de sus valles, no sucede lo mismo en la segunda zona, que exenta del influjo oceánico se halla bajo la ley general de lati- tud y altura. Por esó existe tan notable diferencia entre sus estremos, hallándose el máximum de temperatura en las cañadas del Miño y el mí- nimum en el valle del Arnego. Nada revela tanto la verdad de esta dife rencia como el orden con que se despierta la vida vejetal en la prima- vera, 0 aquel con que se cierra el circulo de vejetacion anual, es decir, la completa madurez de los frutos. Esta diferencia es hasta de veinte dias entre ciertas localidades ; circunstancia que hace inaplicable un método general de cultivo. Si se comparan los períodos de florescencia y frue- tificacion entre ambas zonas, se observa á veces, que el primero se an- ticipa en el clima de temperatura media y el segundo en el de tem- peratura estrema; hecho que concuerda con los principios enunciados, toda vez que la suave temperatura de los inviernos en la primer zona acelera y anticipa el movimiento de la savia, mientras que el ardiente calor de los veranos en la segunda zona activa el mismo movimiento, y obliga á la planta á recorrer en menos tiempo el período que separa á la primera funcion de la segunda. Las plantas cultivadas mas caracterís- ticas de esta division son el olivo, la vid, el nogal, el almendro y sus congéneres. Las tierras laborables están dedicadas en general al cultivo de la vid, del maiz, de algun trigo, mijo, panizo y centeno; el castaño y el nogal alternan formando estensas arboledas; el sauce, el álamo y el aliso ciñen los arroyos; y en las colinas crece el roble, el pino y el al- cornoque. El cultivo de las huertas es tan variado como en la zona an- terior, predominando las leguminosas, y entre los frutales las amig- dáleas. En estos valles, de suelo desigual y generalmente estrechos, la vid ocupa las laderas y prospera en sus tierras lijeras, reservándose las del fondo para el cultivo de las gramíneas. Entre las plantas que vejetan espontáneamente se hacen notar por su abundancia el daphne gnidium y varias especies de cistus. La tercera y última zona comprende todos los valles elevados mas 104 allá de 200 metros, las laderas de los principales montes, y las mese- tas ó planicies que coronan comunmente los ramales de la sierra cen- tral: pertenecen á ella la mayor parte del valle del Arnego, la tierra de Camba, la meseta de Deza, la parte superior del valle de Trasdeza, la tierra de Montes y de Cotobad, las laderas elevadas del Meda, del Ca- devo, del Seijo, del Monte Mayor y del Fontefria, y en general todas las mesetas de sus ramificaciones. La altura, ó mas bien el poco abrigo de estos terrenos, determina una notable irradiacion nocturna, que hiere frecuentemente la vejetacion, combatida por otra parte por los vientos, que no hallan obstáculo á su violencia. A pesar de esto, y á favor de la suavidad general de la provincia, el pais se cubre de una vejetacion abundante, si bien no tan apreciable como la de las otras dos zonas. Cultívase generalmente el trigo, el centeno, la cebada y la avena; abunda tambien la patata; crece en las laderas abrigadas y en los ter- renos bajos el castaño y algun maiz; el lino cubre espacios conside- rables con su agradable verde; y el roble alterna con estas plantas, y cubre las alturas. En el cultivo de las huertas predominan las crucíferas, y entre los frutales las pomáceas. En algunas partes crece la vid, pero su fruto, ó no alcanza completa madurez, ó jamás tiene la dulzura del que se cul- tiva en las tierras bajas. La vejetacion espontánea es sumamente varla= da, y tanto mas digna de atencion, cuanto que es la base y uno de los principales elementos de riqueza del pais. Formado este en su mayor parte por las redondeadas mesetas del terreno gneiseo ó micasquistoso , ó bien por el nacimiento de los rama- les graníticos, todavía poco desiguales, la fácil distribucion de las aguas forma, alentando aquella vejetacion, esas inmensas y bellas praderías na- turales con que se sostiene un numeroso ganado vacuno. Entre las localidades de la última zona existe una diferencia res- pecto á la época de madurez de los frutos, igual á la de la segunda zo- na siguiendo el orden de sus alturas. Estas diferencias reunidas dan por resultado para toda la provincia un período de mas de un mes, que 105 separa la época de recoleccion de los frutos entre las localidades que presenta el máximum y el mínimum de temperatura. Este período, aun- que solo se refiere á ciertos vejetales, señala una importante diferencia entre las tierras laborables, siendo las unas susceptibles de producir dos cosechas de gramíneas, y no pudiendo otras producirlas por el tardío desarrollo de las plantas. Segun demuestra la naturaleza de los productos en estas diversas porciones de la provincia, se hallan en ella reunidos los climas botáni- cos de la Europa meridional y central, presentando las condiciones del primero toda la zona de temperatura media, y los valles del $. y la par- te inferior de los del N. de la segunda zona; mientras que la parte mas elevada y septentrional de esta última, y toda la baja tempera- tura, ofrecen las condiciones de los paises centrales europeos. A pesar de esto el cultivo aparece bastante limitado respecto al número de es- pecies, sobre todo si prescindimos de las huertas, en que es mas va- riado. Entre las plantas feculiferas y por el orden de su importancia local, se reduce el cultivo al maiz, trigo, centeno, patata, varias legumino- sas, el nabo, mijo y panizo , cebada, avena y el castaño. Entre las plantas ligníferas se cultivan en grande escala el castaño, el pino y el roble, y en menor escala el boj, el nogal, el cerezo, el ciprés, el alcornoque, el fresno, el álamo, el abedul, el aliso; y últi- mamente, para los paseos públicos la robinia ó falsa-acacia. Entre las plantas testiles, el lino, el cáñamo y alguna pita. Entre los árboles, que se cultivan por su fruto solo se hallan esten- didos la vid, el naranjo, el limonero, el manzano, el peral, la higuera, y muchas especies de amigdaleas. Completan este cuadro varias especies de cucurbitáceas, como la sandía, el melon, la calabaza, etc., y por úl- timo la cebolla, muy estendida en los valles del litoral marítimo, y la caña y el sauce mimbre, que acompañan al cultivo de la vid en algunas partes. En este catálogo se nota la falta de plantas oleíferas; al menos cul- tivadas con el objeto de estraer su aceite; falta que, aun cuando se hace menos notable por la abundancia de cuerpos crasos animales, priva al TOMO 1Y. 44 106 pais de un elemento de riqueza. Podria llenarse este vacío con la plan- tacion del olivo en los valles inferiores de la segunda zona, y con la introduccion del cultivo de la colza en los demás. Los límites de este trabajo no permiten seguir paso á paso el esta- do actual de estos diversos cultivos, ni señalar los vicios de que adole- cen; pero siquiera sea rápidamente pueden indicarse algunos culmi- nantes, cuya estirpacion podria aumentar en algo la riqueza agricola. En la provincia, no obstante que es una de las mas pobladas de España, existen grandes espacios sin cultivo, tanto baldíos como de pro- piedad particular. Estos espacios están constituidos por las cimas es- carpadas de la primera y segunda zona, por algunas mesetas de la ter- cera, por ciertas planicies arcillosas, y por tierras inundadas en las altas mareas. El labrador abándona completamente algunos de estos terrenos, mientras establece una lucha contra las condiciones de este rilidad en otro que conquista palmo á palmo, y á costa de grandes es- fuerzos. No hablaremos de las tierras inundadas, ó junqueras, que un sim- ple dique podria convertir en tierras fertilísimas; ni de las planicies ar- cillosas, que la mezcla de arena y algunas zanjas convenientemente dis- puestas cubririan de vejetacion; pero siguiendo la marcha de los tra- bajos para fertilizar las laderas elevadas y las mesetas de las colinas, comparando el éxito de estos trabajos en la parte inferior y superior de la provincia, se advierte que en las escarpadas pendientes del litoral y de los valles profundos el agricultor conquista cada año una nueva porcion para el cultivo, al par que en las mesetas menos inclinadas de los montes centrales se triunfa mas lentamente con el trabajo. Creemos que la causa de esta diferencia no consiste en la numerosa poblacion que rebosa de nuestros valles, sino mas bien en la diversa con- dicion de ambos suelos. Para ser productivas las cimas escarpadas del pais templado solamente falta tierra; para serlo las elevadas mesetas falta ca- lor: la primera es cuestion de brazos, la segunda de intelijencia. No se crea que suponemos fácil fertilizar todas las mesetas elevadas de la pro- vincia, por mas que ninguna lo sea mucho para toda clase de cultivos; pero sí que un buen sistema de abrigos, y la eleccion acertada de veje- 107 tales, puede convertir en bosques y tierras laborables una gran parte de esas áridas llanuras de la tercera zona. En ella se nota la completa ausencia de arbolado, ó bien algunos robles raquíticos que no crecen por su mismo aislamiento. En lugar de ellos deberian sembrarse pinos al S., y protejidos por estos prosperarian los robles y aun el castaño; y ásu abrigo, y con los restos orgánicos que suministrarian al suelo, se formarian escelentes terrenos, que reemplazarian con ventaja al actual sistema de estivadas. Toda mejora en el sistema agrícola de un pais tiende á uno de es- tos dos objetos; á la introduccion de plantas nuevas, Ó á la perfeccion de las existentes. En el estado actual de nuestra agricultura debemos li- mitarnos á lo último, dejando á los esfuerzos de los hombres versados en la botánica agrícola los delicados ensayos que pueden ser base de los ulteriores cultivos. Respecto de estos no haremos mas que lijeras indicaciones sobre el de las gramíneas, el de la vid y el de los ár- boles. Poco puede decirse del maiz, verdadera riqueza de la provincia, y quizá por lo mismo la mejor cultivada de sus plantas. Los valles de la primera zona tienen el privilegio de sus mejores granos. Allí alcanza su tallo notable desarrollo, y se multiplican sus espigas, existiendo el má- ximum de fertilidad en los terrenos de fácil irrigacion. En estos valles la temprana madurez del centeno permite pedir al suelo una nueva cosecha de maiz, pero en tal caso la planta se desarrolla menos. Si esta duplicidad de cosechas puede sin embargo ofrecer ventajas en algunos suelos del litoral, es siempre poco conveniente en los valles septentrionales de la segunda zona. La ambicion ciega de algunos agri- cultores que anhelan estas dos cosechas, les obliga á segar antes de tiempo el centeno para sembrar el maiz, que crece sin vigor: así obtie- nen dos cosechas imperfectas en cambio de una perfecta. En las tierras elevadas de la tercera zona el maiz vejeta con tra- bajo, y no alcanza la mitad de su altura. Frecuentemente la axila de la hoja en que se produce la espiga toca al suelo, y se destruye con fa- cilidad. El trigo se cultiva en toda la provincia, pero especialmente en la 108 segunda y tercera zona. Ántes era escaso; despues se introdujo su cul- tivo en los montes, que se preparaban por la calcinacion de las plantas espontáneas, desarrolladas en 4, 6, 8, 10 y hasta 20 años de reposo; hoy invade las tierras laborables y alterna con los prados. El centeno es la base de alimentacion de la tercera zona, y contri- buye con el maiz á la de la segunda. Se desarrolla con facilidad, y mul- tiplica sus feutos una tercera parte mas que el trigo. Esta última cir- cunstancia, y la seguridad de las cosechas, mas bien que el examen de la aptitud del suelo, sostienen la preferencia que los agricultores de la provincia dan al cultivo de esta planta sobre el del trigo, persuadidos de que este no bastaria á su alimento, y sin advertir que su mayor facultad nutritiva compensaria la menor cantidad. La vid se cultiva en toda la primera y segunda zona con demasiada estension, si se atiende á la calidad de sus frutos. Estos, conteniendo en general menos principio azucarado que los de la provincia de Orense, producen vinos menos alcohólicos, y que solo pueden sostener la com- petencia vendiéndose á precios muy bajos. Para indemnizarse el agri- cultor, y apoyado en el gran consumo que se hace en el pais por la cla- se mas numerosa y menos delicada, procura aumentar la cantidad de la produccion sin atender á la calidad. De aquí el empeño de dedicar á este cultivo, principalmente en la primera zona, el centro de sus valles, suelos de gran fondo, abundantes en humus y arcilla, privando á aque- llas vegas de su planta natural, que es el maiz, y quizá engañándose en sus cálculos de utilidad. Por otra parte, en ciertos puntos de esta zona, la escasez de ma- dera y su particular método de cultivo obligan á usar de la caña para sostener la vid, y hé aquí otra planta infructífera que ocupa las tierras mas fértiles. El cultivo de la vid podria en esta parte de la provincia elevarse á la altura que le corresponde, limitando la plantación á las laderas de tierras ligeras y buena esposicion, dejando los terrenos sustanciosos para el cultivo de las gramíneas, leguminosas, etc.; pues es sabido que los frutos carnosos, dadas las mismas condiciones de clima, son tanto mas perfumados cuanto menos fértiles los terrenos en que se 109 producen. Es indudable que la produccion sería entonces mucho me- nor, ya por la reduccion del cultivo, ya porque en tales suelos la vid da menos fruto; pero el agricultor se indemnizaria con la buena cali- dad de sus vinos, cuyo precio se elevaria, no perdiendo en esto nada la agricultura ni la moral. En los valles centrales de la segunda zona, generalmente estrechos, la necesidad obligó á sus habitantes á destinar el fondo á las gramíneas: por eso sus vinos son preferidos, sobre todo los de la parte del S., favorecidos por su temperatura estival. En las tierras elevadas la vid fructifica con dificultad, y es deplorable la ce- guedad de algunos labradores que se obstinan en cultivarla, obtenien- do un vino escasísimo en alcohol y muy abundante en ácido tártrico. Es verdad que es muy corto el número de estos agricultores, limitán- dose los mas á formar algunos emparrados ante sus casas y cubrien- do los caminos, lo cual, sin 0cupar las tierras mas propias para otros cultivos, presta agradable sombra y contribuye al embellecimiento del pais. En la parte superior de esta tercera zona, la vid desaparece com- pletamente. El arbolado en general está muy descuidado en la provincia, y á ello han contribuido varias causas. No hace muchos años que nuestros montes estaban cubiertos hasta sus cumbres de estensas arboledas. El roble y el castaño principalmente ofrecian suficiente madera para el consumo, y el último daba además un abundante fruto que suplia al pan en algunos parajes. La abundancia de aquellos artículos creó entonces ó sostuvo hábi- tos domésticos en que jamás se consultaba la economía del combus- tible. Sabido es el sistema de nuestras cocinas de aldea, sin chime- neas, y en las que se prodiga el combustible tanto como se desperdi- cia el calor. El aumento de poblacion y las necesidades de la industria elevaron la cifra del consumo, mientras que por otra parte cundia en- tre los labradores el egoismo mal entendido. La demanda habia au- mentado el valor de los árboles, y por esta causa caian bajo el hacha del leñador; pero no se plantaban otros, porque el largo período de su desarrollo alejaba la utilidad del nuevo plantío, y preferian dedicar los terrenos á otras plantas de interés quizá menor pero mas próximo, ó 110 lo que era peor quedaban incultas. Casi al mismo tiempo coincidió con estas causas de empobrecimiento el desarrollo de la industria de cur- tidos, que arrancando la corteza de los robles para utilizar su tanino, dió el golpe de gracia al arbolado. Destruidos los robles, solo el casta- ño, el sauce y el pino sostuvieron las necesidades de la combustion y de las construcciones, pero disminuyéndose tambien su número de un modo notable. Por último, durante la pasada guerra se talaron é in- cendiaron muchos bosques. Unicamente el pino, sostenido por las ne- cesidades de la navegacion, continuó en posesion de las alturas del li- toral, y hoy principia á estenderse por los montes del interior. La lamentable escasez de arbolado llamó hace algunos años la atencion del Gobierno. Se ordenó á los ayuntamientos que formasen plantíos; pero la falta de instruecion hizo desconocer la utilidad de tal medida, que tuvo la suerte de todas aquellas que no se apoyan en la conviccion de los interesados en ellas. Sin lastimar los demás intereses, sin perjudicar á otros cultivos, y sin sali de sus terrenos propios, la arboricultura puede elevarse al mas alto grado de prosperidad. Las colinas, las pendientes inclinadas, las altas mesetas de nuestros montes, allí donde un suelo desigual impide el incesante trabajo de la labranza, donde la humedad destruye las dé- biles plantas anuales, donde la arena amenaza invadir nuestros cam- pos, donde las rocas dejan entre sí cortos intérvalos, donde el helado viento del N. no permite otro cultivo, se abre ancho campo al de los árboles, poderoso elemento de riqueza en un pais en que las condicio- nes del clima y del suelo se aunan prodigiosamente para favorecerle. CONCLUSION. Por la anterior reseña se advierte que una latitud privilegiada, una topografía conveniente para la aclimatacion de plantas de diversas latitudes, una inmensa masa de agua esparciéndose en todas direccio- nes, y un suelo en admirable concordancia con aquel elemento indis- pensable de la vida vejetal, y conteniendo los principios esenciales ali- 111 menticios de la vegetacion, no son bastantes condiciones, ni aun con el auxilio de una poblacion laboriosa, para elevar los productos agríco- las de la provincia al nivel de los de otros paises menos favorecidos por la naturaleza. Las causas misteriosas de esta triste verdad no son mas que la completa ignorancia de los buenos principios de cultivo y el de- plorable atraso de la química agrícola. Los adelantos de la época actual se han detenido en nuestros confines porque no tienen una voz para nuestro pueblo. Todavía rompemos el seno de la tierra con el arado de nuestros abuelos; todavía aplicamos el mismo vicioso sistema de abonos; y apoyados en una ciega práctica, tan ineficaz para mejorar lo existente como para conservarlo, presenciamos cruzados de brazos la postracion de nuestra agricultura. Esta postracion y este atraso son innegables. ¿Cómo se concibe, si no, que corramos á admirar los productos de la jardinería francesa, que todos los años vienen á venderse para nuestros jardines? ¡Y ojalá que sus ventajas se revelasen tan solamente en esas curiosidades cien- tíficas ó de lujo! Pero ellas nos demuestran el floreciente estado de la agricultura en general del lado de allá del Pirineo. Injustamente se achaca el haber permanecido estacionarios ante los progresos de la época, al apego de nuestros agricultores á los anti- guos hábitos, y á la estremada division de la propiedad. Qué ¿se pretenderia que se ensayasen las innovaciones por la par- te mas pobre de la clase agrícola? Ella es no obstante la única que se aferra á las antiguas prácticas; ella la que no puede arriesgar su for- tuna al mal éxito de un ensayo: pero dad el ejemplo, cread una es- periencia contra su esperiencia, y la verdad y el'interés se aunarán para destruir los errores. Nuestros abuelos aún recuerdan la repug- nancia con que se introdujo el cultivo de la patata: esta preciosa plan- ta triunfó presto á pesar de todo, y en pocos años fué el principal ali- mento de un gran número de habitantes. Pero oigamos al químico de Giessen, al célebre Liebig: “Cuando el agricultor, sin ser guiado por principios científicos, hace esperimen- tos con el objeto de hacer fertil una tierra que sin esto no lo sería, solo tiene una debil esperanza de lograr su fin. Millares de agricultores 112 hacen ensayos de este género. El resultado de ellos es una serie de esperimentos cuyo conjunto constituye un método de cultivo, por me- dio del cual se logra el fin propuesto para un terreno determinado. Con frecuencia sucede que este método no corresponde al terreno mas inmediato, y deja de ser ventajoso para otros paises. ¡Cuántos capita- les y cuán prodigiosa cantidad de fuerzas no se han perdido en estos esperimentos!” Hé aquí el cuadro exacto de nuestra situacion actual. Ahora bien, el único correctivo de la ignorancia es la instruccion. Los principios científicos antes de vulgarizarse son el patrimonio de las clases aco- modadas, y de ellas debe venir el impulso, pero la iniciativa corres- ponde á los Gobiernos. La creacion de cátedras de agricultura en que se dé la enseñanza eficaz, popular, gratuita; el establecimiento de granjas modelos, lazo de union con el mundo científico, donde se re- gistran todos los adelantos, y donde se habla á los sentidos mientras la voz del profesor habla á la inteligencia de los agricultores; el fomento de sociedades agrícolas, y la institucion de premios para que principie el estímulo que el ejemplo se encargará de propagar, hé aquí los medios para imprimir á nuestra agricultura un movimiento progresi- vo, lento si porque no se despierta un pueblo en un dia contra inve- terados errores, pero no por eso menos constante, y que abre campo á la esperanza de mejores tiempos. Abierta entonces esta nueva senda á la estudiosa juventud, arrancada la agricultura al dominio de perso- nas ignorantes, elevada á la categoría de ciencia, hermanada en fin la pródiga naturaleza con el saber humano, nuestros productos aventaja- rian á los estrangeros y serian preferidos en sus mercados. Entonces una exuberante vejetacion haria desaparecer nuestros baldíos, crearia ferro-carriles, canalizaria nuestros rios, y alimentaria un comercio activo en nuestros puertos. Cuadro lejano, pero fiel, de una floreciente agricultura, la mas principal y mas segura base de nuestra riqueza pública. 113 *SO| LLOC LA “SBUI[euIn] 109 ej1o.eno “sious CUIOl ASOMStO *09pIOd s19ud “OJLURIE) **0* “¡eBay *0ISINDSeoruL “siouó “OJTUe.In ***0NOJUOJ “en oquyue “o3smbseoru “srous “oJnueIo ******oqoptr) "segurpnd “ey oqyue en d..... 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E 2.19 EN iS E serpentín ) z Farma). f s A x= e WS > Úranetica. ES =] Granito 14 LPirode E Basalto Hicka E PUES Valle de Corte paratelo al Teja , a : PEA Ñ 7 4 ! t o, a ] Esp s AS y [ LARRSERET E A AIRES RSS ESTO PARE] Valle del. (lla Corte paralelo al rio Valle de Csures Corte perpendicular al Valga ' 2, ! - ÍA iva Í NG A ARS ] z A Me > A y ] (550 Valle de Salnes Corte paralelo al Hume Valle de Morara rte perpendicalar al lama I Lontevcdra | | = Í : 3 y XAISETOTA | Valle. de Lontevalra Corte: paralelo al Lerex Valle del. Lragaso lonte perpendicular al ro z >> ¿ / p | TON $ | Ll" | y l JT A | ] [ 7 ¡ Pp ] t ESPE | He de Hinor lorte perpendicular al ri Valles del Rasal lorte. perpendicular al ri 1 Arcar ES : : : Fatoatiarra ; PR - E ? Ñ a, - | ! o 350 ¡A 4 A == 1 E A e > > | lle del Louro Corte paralelo al rio Valle del Tor : ¿ E TI" ia geoquostico agricola! de la prov" de PONTEVEDRA. ENLACE Y ALTURA de los E o ha a S ¿Principales montes de la PROV PONTEVEDRA. Órte de Sa YN. ¿ $ PES A Region: del Carrio Corte de SE aÑO. ) Me ctamor del andan Sab region del Phamor Hegion: del (andan i $ ES Panta. de la: Lanzada Regino del Gndan Sab region: del Cadebo rie de ENE a0sO. $ $ DM de la Pracha Im rte de NE daS0 ML de la. órooa. a ¿A Punta, de Montador o Begion del Monte. mayor Corte de ENE a 030. Faro_de Abcon A == Region del Fonte fría Grte de NNE aSS0. Escala. horiiontal DE UNA DESCRIPCION GENERAL DE LA ESTRUCTURA GEOLÓGICA DEL TERRENO DE ESPAÑA EN LA PENINSULA, POR EL ILMO. SR. D. JOAQUIN EZQUERRA DEL BAYO, Académico de número en la Seccion de Ciencias naturales. ALI SECCION IV. Terrenos de sedimento antiguos, hasta el carbomfero ó de la ulla propiamente dicha; terrenos de transicion, terrenos paleozdi- cos, elc., de algunos autores. Desrues de haber bien reflexionado sobre las razones que dejo mani- festadas en la Seccion ll de este ensayo geológico de España, y á pe- sar del orden con que allí he presentado el catálogo de los restos fósi- les conocidos en nuestro suelo, me he decidido por fin á empezar la descripcion de los terrenos de sedimento por los mas antiguos, que de- ben ser naturalmente los mas sencillos y mas simples en su composi- cion, procediendo de ellos despues los mas modernos. Para el que sa- luda por primera vez la geologia no hay duda que la comprende me- jor empezando por observar y estudiar los terrenos mas modernos, los cuales se le presentan á la vista en la totalidad de su estension, sin es- tar recubiertos ni enmascarados, á no ser por la vejetacion mas ó me- 116 nos lozana que sustentan, al paso que de los terrenos de sedimento antiguos no suelen verse, la mayor parte de las veces, mas que las es- tremidades de las capas sublevadas que asoman á la superficie, ó las que aparecen en las quebradas y roturas de los barrancos, ó bien, para reconocer su existencia y poder estudiar su composicion y su relacion con otras rocas, es preciso internarse en las escavaciones abiertas por los mineros, y en las cuales no alcanza la vista mas que hasta donde llega el rayo iluminante de sus lámparas ó candiles. Y como que mi presente trabajo no tiene por objeto hacer un estu- dio de los primeros elementos de la ciencia, sino que está dirijido á personas ya iniciadas en lo que hasta ahora se conoce de estos insondables misterios de la naturaleza, es claro que debo adoptar y seguir el méto- do ó sistema que siguen en general los paleontólogos, y que está mas en armonía con los principios científicos, es decir, empezar por descri- bir los terrenos que primero han existido, estudiando despues las mo- dificaciones y trasformaciones que sucesivamente han ido esperimen- tando. A nadie creo se le ocurriria, y permítaseme esta comparacion, empezar la historia de España, v. gr., por los sucesos del reinado ac- tual, y seguir despues ascendiendo ó retrocediendo hasta la época ro- mana; y sin embargo, podria haber alguno que dijera: «Empiece V. por estudiar los sucesos ó historia de nuestros dias, y remontándose poco á poco podrá penetrar, comprender y descifrar mejor lo que ha pasado en los oscuros tiempos de la antigúedad.» Seguramente que, para es- eribir la historia de las naciones, es menester ante todo haber hecho un estudio de la naturaleza y carácter de los hombres reunidos en so- ciedad y de los acontecimientos de la época en que vivimos; pero lo que es la descripcion de los hechos, no puede hacerse sino siguiendo el orden cronológico. La geologia no es otra cosa que la historia de las re- voluciones y trastornos que ha esperimentado la corteza de nuestro globo, desde los tiempos ó épocas mas antiguas á que nos sea posible alcanzar con nuestro estudio y nuestras observaciones. Una vez convenidos en empezar la descripcion de los terrenos de sedimento por los mas antiguos, se presenta ahora la gran dificultad, no solo de clasificarlos, agruparlos y ordenarlos, sino que muchas veces 117 tampoco es muy fácil decidir con seguridad cuál sea la edad relativa de algunos terrenos, sobre todo si los que se quieren comparar están sepa- rados por grandes distancias en longitud ó en latitud geográficas, Mr. Dumont, profesor de mineralogía y de geología en la Universi- dad de Lieja, en su magnífica leccion de 5 de marzo de 1847 (1), ha demostrado que la paleontología, tan luminosa y tan auxiliar de la geo- logia en la mayor parte de los casos, es algunas veces ineficaz para re- solver todas las cuestiones de edad relativa de los terrenos muy dis- tantes entre sí; porque las formas orgánicas, dice, están en mucha menor relacion con los tiempos que con las condiciones de existencia, variables en cada época de un punto á otro del globo. Todo el mundo sabe que la fauna y la flora de la época actual, tanto terrestres como acuáticas, no son uniformes en toda la estension de la superficie del globo, ni aun siquiera en una zona longitudinal ó tomada en el sentido del ecuador. Las diferencias y las especialidades que se observan de- penden esencialmente de la temperatura media del sitio, y esta tempe- ratura depende de la mayor ó menor estension de la isla ó continente, de la mayor ó menor elevacion del terreno sobre el nivel del mar, y su mayor ó menor proximidad á este; de si hay en las inmediaciones otros terrenos mas elevados, y en qué direccion ó hácia qué punto cardinal se encuentran; ó bien si están rodeados de grandes llanuras; con otras mil causas y combinaciones difíciles de apreciar, y que son otras tan- tas cantidades, cuasi todas ellas variables, que hay que tomar en cuen- ta para plantear el problema de cuál debe ser la temperatura media de un sitio dado. En la zona terrestre comprendida entre los 10 y 20” de latitud sep- tentrional, por ejemplo, están situados los principales y mas ricos ter= ritorios de las Indias llamadas Orientales, una gran parte de la Arabia Feliz, la mayor anchura del continente africano, las islas de Cabo-Ver- de, un cierto número de las Antillas, la lengua de tierra que une los dos continentes americanos, y las deliciosas islas de Sandwich, con otra multitud de ellas en el mar Pacífico hasta muestras Filipinas. Y sin (1) Tomo XIV, núm. 4 del Boletin de la Academia Real de Bélgica. 118 embargo, ¡qué diferencias tan notables, y cuántas especialidades exis- ten simultáneamente, no solo en las variadas producciones de estos paises, los unos muy fértiles, otros enteramente estériles, sino tambien en el carácter, disposicion y configuracion de sus habitantes! En esta zona se nos presentan los muelles y delicados indios ó indos; los áspe- ros, sueltos é intrépidos árabes; los negros algun tanto civilizados del Bornú y del Tumbuetú; los negros salvajes y feroces del Senegal, con sus lanudos y ensortijados cabellos; y por fin, la raza de los dóciles ma= layos, con sus negras y lacias melenas cual crines del género equus. Todas estas diferencias son una consecuencia natural de la distinta com- binacion de las condiciones climatológicas por la respectiva posicion de cada pais ó region. El territorio de las Indias Orientales se puede con- siderar como constituido por dos grandes y contíguas penínsulas, ter- minadas en vértice hácia el Ecuador, y unidas por un ancho istmo al continente asiático por la parte opuesta, en donde surje la gigantesca cordillera del Himalaya, ó sea el Himaus ó Himavat de los antiguos. Esta cordillera, corriendo de N. O. á $. E., al mismo tiempo que les sirve de barrera ó pantalla para preservarlas de la accion maléfica de las corrientes de aire boreales, y de las que en otras direcciones se in- ficionan al pasar por los grandes desiertos de la Tartaria y del Mogol, les proporciona además muchos caudalosos y fertilizantes rios, los cuales constantemente conservan el caudal de agua que está sostenido por el derretimiento de las nieves eternas ó perpétuas que recubren las cimas de la gran cordillera. La Arabia Feliz, cuyo apelativo no le corresponde sino es en su litoral del mar Rojo y mar Arábigo, tiene en la parte central una inmensa llanura, ó como nosotros decimos, un gran pára- mo, en un nivel sumamente elevado, sin ninguna cordillera ni monta- ña que le sobrepuje en altura; su terreno es por consiguiente árido y desierto. En el continente africano, la zona que venimos considerando se prolonga cerca de 70 grados geográficos de Levante á Poniente; á su interior, por consiguiente, no alcanza la benéfica accion de los vapores del mar; el clima es ardiente y abrasador; los aires ó vientos que por allí transitan son asoladores y destructores; y ni aun en el litoral pue- den neutralizar completamente sus efectos los vapores del mar Rojo y 119 del portentoso rio Nilo en el estremo oriental de dicha zona, ni las aguas del Atlántico, ni las de los rios Nima y Senegal, procedentes de cordilleras colocadas en sentido inverso que el Himalaya, en el estremo mas occidental del continente africano. Los demás terrenos comprendi- dos entre los paralelos que estamos considerando, son todos ellos islas ó costas de continentes, variando enteramente de condiciones climato- lógicas; y los séres que los pueblan deben por consiguiente ser especia- les, y diferenciarse mas 4 menos de los que existen en otras localida- des correspondientes á la misma latitud. La zona mas notable todavía bajo este punto de vista es la que corre entre los 38 y 40” de latitud boreal. Marchando por esta zona de Poniente á Levante, en el continente americano se encuentra pri- mero la region mas aurifera y mas insalubre de la Alta California; si- guiendo despues la parte mas elevada de la cordillera de Gorulla ó de las Grullas, en cuyos flancos ó laderas toman origen, el rio Colorado por un costado y los afluentes del Missouri por el otro, continúa el curso de este rio por dicha zona, y despues el Ohío y los Estados de Washington y de Filadelfia. Pasando el Océano se encuentran las islas Azores, y entrando en el continente europeo tenemos á Lisboa, las lla- nuras de la Mancha Alta, los montes de Toledo, Aranjuez, Valencia y Castellon de la Plana; las islas Baleares, una estremidad de Cerdeña, los maléficos Abruzos en Italia, y la Albania en Turquía; el continente asiático es atravesado por esta zona en su mayor anchura, por la Tur- quía asiática, parte del Cáucaso y del territorio de Tram, el mar Cas- pio, el Turkistan ó Tartaria, el gran desierto de Kokonor, con parte del de Gobi, una estremidad del Imperio Celeste con su capital Pekin, luego la Korea y por último el Japon. Si la civilizacion general estuviese tan adelantada, que fuese posible reunir en un gabinete de historia natural los diferentes géneros y especies de todos los animales y de todas las plantas que en la actualidad crecen y se reproducen en todas estas lo- calidades, y que esta gran coleccion fuese examinada y estudiada con la prevencion de ideas que en el dia prevalecen entre la mayor parte de los geólogos y paleontólogos, nadie podria persuadirse de que tenia á la vista la fauna y la flora de una sola época, ni mucho menos el que 120 toda aquella diversidad de especies se desarrollasen y viviesen simul- táneamente en una tan estrecha zona paralela al Ecuador. Considerando esta misma cuestion en sentido inverso, tenemos que en latitudes diferentes pueden existir y efectivamente existen simultá- neamente ó en una misma época, animales y plantas no solo análogas y muy semejantes en sus caractéres genéricos y aun especiales, sino tambien completamente idénticas, en cuyo hecho quieren apoyarse al- gunos filósofos naturalistas para opinar por la diversidad de creaciones, y que no proceden todas ellas de un tipo único en cada género ó espe- cie. En la ignorancia en que estamos, y en que estaremos siempre so- bre el origen y principio de la creacion de los seres que pueblan y han poblado nuestro globo, me parece muy admisible la suposicion, de que cierta combinacion en las condiciones climatolójicas en distintos paises puede producir los mismos resultados, aun cuando los elementos ó factores no sean idénticamente los mismos en todos ellos, 2x6=3x 4=19; 2454+443=1+54+6=12. Para que resulte igualdad en la animacion de dos puntos situados en distintas latitudes, la condicion mas esencial, segun hemos ya indicado antes, es que los dos puntos gocen una misma temperatura media anual. La igualdad de la temperatura media en puntos inequidistantes del Ecuador tiene lugar, como todo el mundo sabe, cuando sus respectivas altitudes sobre el nivel del mar están en razon inversa de las latitudes geográficas, que es la ley que, sobre poco mas ó menos, siguen las lineas de las nieves perpétuas; así pues, no debe aparecer estraño el que en la actualidad vejeten algunas plantas idénticas en Laponia, en Suiza, en el Pirineo y en Sierra-Ne- vada, en que las latitudes están, digámoslo así, compensadas con las altitudes. Segun ha tenido á bien indicarme mi digno amigo y colega el Profesor D. Vicente Cutanda, encargado de la parte botánica correspon- diente á la carta geológica de la provincia de Madrid, «la vejetacion de la parte llana de esta provincia se aproxima mas á la de la Europa cen- tral que á la mediterránea, como á primera vista se podria suponer.» Y esto sin duda ninguna depende de que las llanuras de la provincia de Madrid, con menos latitud, están mas elevadas que las llanuras de Francia y Alemania. Segun manifiesta el distinguido botánico Alejandro 121 Lehmann, en el itinerario de su viaje por el Asia central, en el flanco septentrional de la gran cordillera del Himalaya se presenta una grande estension de territorio en el distrito de Fontau, en el cual vejeta con lozanía una flora enteramente análoga á la tan singular de los Alpes, por cuya razon la denomina region alpina del Fontau. Esta region se eleva sobre el nivel del mar á doble altura que los Alpes, y su lati- tud es 16? menor, es decir, está mas próxima al Ecuador. De todas estas consideraciones que dejamos espuestas, se deduce naturalmente la proposición ó principio siguiente. Los restos fósiles de cada época geológica, aun cuando tal vez tengan entre sí alguna ana- logía, pueden diferenciarse mucho, en sus especies características, en las diversas regiones de la superficie del globo; y por la inversa, los res- tos fósiles que se encuentran en distintas regiones del globo, pueden tener entre sí mucha analogía y aun semejanza, aun cuando pertenez- can á seres que no hayan existido en una misma época. Ampliaremos esta proposición, y presentaremos ejemplos de algunos casos especiales. El distinguido geólogo Sir Charles Lyell, con su profunda y asom- brosa erudicion, y con su infatigable laboriosidad, se ha ocupado esten- samente de estas interesantes cuestiones en la primera parte de sus Principles of Geology (de cuya obra lleva publicadas y vendidas ocho ediciones), citando y discutiendo todo cuanto sobre el particular han manifestado los naturalistas mas acreditados de los tiempos modernos. Todos sus esfuerzos se dirijen á demostrar que, estando ya reconocido y admitido el constante movimiento ascendente ó descendente del ter- reno en uno ó en otro punto de la corteza del globo, la distribucion relativa de sus mares y continentes debe haber variado muy notable- mente en cada período ó época de cierta duracion. Presenta Lyell una carta ó mapa de la estension que, á su modo de ver, debian tener los mares en Europa cuando en su fondo se estaban depositando los sedi- mentos que constituyen los terrenos que ahora llamamos terciarios, y entre cuyos sedimentos se mezclaban los cadáveres y los destrozos de la fauna y de la flora de entonces. La distribucion y magnitud de aquellos mares ha variado despues considerablemente, en razon á los movimien- tos ascendentes de su fondo ó suelo. Yo no creo sin embargo que la TOMO IV. 16 122 geología esté todavía bastante adelantada, ni tenga recojidos los sufi- cientes datos para poder sospechar siquiera la situacion y magnitud de los continentes, ó sean los terrenos que en aquella época existian fuera del dominio de las aguas, y que han desaparecido despues por movi- mientos descendentes. Sea de esto último lo que quiera, ello es indudable que en un punto dado, ó mejor diremos, en muchos puntos dados, en muchas estensio- nes dadas, las condiciones climatolójicas pueden haber esperimentado mil alteraciones y modificaciones con el trascurso de los tiempos. Una localidad que, por ejemplo, en una cierta y determinada época haya sido una isla única y sola, y de muy poca elevacion sobre los mares que la cercaban á distancia, puede haber sido antes ó llegado á ser des- pues el punto culminante de una gran cordillera de montañas, que for— masen el relieve central de un vasto y estenso continente. La poblacion animal y vejetal de aquella misma localidad debe haber sido muy di- versa en cada una de las dos épocas; la poblacion mas antigua, solo reconocible en el estado fósil, no puede semejarse en nada á la mas moderna. Y llevando todavía mas allá nuestro argumento, no creo yo que se pueda considerar como un despropósito el suponer la existencia de una localidad que haya podido cambiar una y mas veces de condi- ciones climatolójicas, es decir, que en una época remota haya disfrutado una temperatura moderada, y por consiguiente un clima benigno y cuasi tropical; que en otra época posterior se haya recrudecido este cli- ma, y en otra época mas moderna todavía se haya vuelto á dulcificar, resultando de estas alternativas encontrarse restos fósiles de animales y de plantas, análogas ó semejantes á las que ahora existen en las regio- nes ecuatoriales enterradas en capas intermedias, esto es, en capas in- terpuestas entre otras que contengan restos fósiles de creacion menos completa ó desarrollada, por haber existido aquellos seres en un clima menos propicio á su desenvolvimiento. Bajo estos supuestos, y como dice muy bien Mr. Lyell, la invencion ó hallazgo de esos grandes depósitos de ulla en localidades donde ahora no pueden crecer sino en invernáculos artificiales los árboles y plantas que les dieron origen, se esplica muy satisfactoriamente suponiendo 123 que, en una época mas ó menos remota, la temperatura media de aquella localidad era mucho mas templada que en el dia, porque la dis- tribucion de mares y de continentes, la magnitud y relieve de la tierra firme, y las demás condiciones climatolójicas locales, eran entonces muy diferentes que ahora. Solo bajo esta suposicion pueden comprenderse ciertos fenómenos que han puesto, digámoslo así, en tortura á los in- genios é imaginaciones de los mas distinguidos geólogos, resultando por consiguiente una cuestion del mayor interés científico, y que me- rece ser tratada y discutida con alguna detencion. La primera idea que cuasi todos concebimos al iniciarnos en el es- tudio de la teoría geológica es que, cuando vayamos sobre el terreno, hemos de encontrar en él toda la série de formaciones sobrepuestas unas á otras segun el orden que nos han esplicado en las cátedras y en los libros, lo cual está muy lejos de verificarse en la naturaleza. Para limitarnos á ejemplos en nuestro territorio, llamaré la atencion sobre los terrenos terciarios marinos de la cuenca del (Guadalquivir, que se apoyan inmediatamente sobre las rocas plutónicas y cristalinas de la provincia de Huelva, y sobre todo el terreno carbonifero de Villanueva del Rio, provincia de Sevilla. En la falda septentrional de la cordillera de Guadarrama y por el territorio de la provincia de Segovia, los es- tratos sublevados de la época cretácea reposan inmediatamente sobre las grandes masas de las rocas hipojénicas que constituyen el núcleo ó eje principal de la cordillera, y sobre estos estratos cretáceos vienen inmediatamente los pliocenos lacustres de la gran cuenca del Duero. En la falda meridional de la cordillera Cantábrica, por las provincias de Leon y de Palencia, asoman estratos cretáceos tambien sublevados, y apo- yados sobre los terrenos carboniferos que, con el tiempo, han de cons- tituir la riqueza de Castilla la Vieja y de toda la España central; sobre aquellos estratos cretáceos descansa el otro limite de la cuenca pliocena del Duero. Pues bien, llevados de la idea de orden sucesivo de sobre- posicion, no ha faltado quien haya creido que, haciendo en la ciudad de Sevilla un taladro vertical de ciento, de mil ó de mas varas, se tro- pezaria con la continuacion de los estratos carboniferos de Villanueva del Rio, y que lo mismo aconteceria si se hiciera otro gran taladro en 124 Valladolid, en Palencia ó en cualquier otro punto central de la cuenca del Duero. Es muy frecuente entre algunos geólogos el decir, en tal region ó localidad falta tal ó cual miembro de la série geológica de los terrenos, ó bien, tal miembro ó tal formacion está reemplazado por tal otro; lo cual á mi modo de ver es un modo de hablar muy poco exacto, porque en la naturaleza nada falta, ni ella ha podido nunca sujetarse al capricho de nuestras teorías científicas. La suposicion que en vista de estos hechos podria á mi modo de ver ser mas aceptable, sería decir que, las condiciones climatológicas: de toda la superficie terrestre han ido variando sucesivamente en cada punto, ó mejor dicho, en cada re- gion de ella, pero con ciertos intérvalos, digámoslo así, de descanso mas ó menos prolongados, y durante los cuales la temperatura media y demás condiciones climatológicas se conservarian las mismas en cada region; de modo que, si estos intérvalos fueren de una duracion sufi- ciente para que pudiera crecer y desarrollarse la vitalizacion correspon- diente á aquellas condiciones, iremos encontrando despues restos fósi- les de animales y de plantas incrustadas en estratos, sobrepuestos unos á otros segun el orden con que aquellas variaciones tuvieron lugar; pero si alguna de estas variaciones fue repentina, ó se sucedieron ellas por intérvalos de duracion no suficiente para el desarrollo de la res- pectiva vitalidad, quiere decir que tampoco podrian producirse, paleon- tológicamente hablando, los terrenos correspondientes á aquel miembro de la série de sobreposicion que generalmente se observa en la estrue- tura de los actuales continentes. En el orden de sobreposicion de los terrenos en los actuales conti- nentes hay efectivamente una cierta ley ó sucesion cuasi general; y en realidad puede aceptarse ó admitirse interinamente la presentada por Charles Lyell (véase la 1.* seccion de este ensayo geológico, pag. 57). Pero esta ley general no deja sin embargo de tener, segun yo creo, al- gunas escepciones, como lo vamos á ver en ciertas localidades especia= les, incluso el territorio de nuestra península. Hace ya bastante tiempo habia llamado la atencion de varios geó- logos, entre ellos los Sres. Adolfo Brongniart, Bumbury y Heer una lo- calidad de la Saboya, junto al pueblo de Petit-Coeur, en donde reco- 125 nocieron impresiones de plantas de la época carbonifera, incrustadas en ciertas capas de terreno, que descansan y están recubiertas por otras al parecer de una época mas moderna. Efectivamente, Mr. Mortillet es- cribia á Mr. Elie de Beaumont en 7 de agosto de 1852 desde Génova, diciéndole que habia estado en Petit-Coeur, que habia reconocido al- gunas canteras, y adquirido la conviccion de que aquellos restos veje- tales corresponden efectivamente á plantas caracteristicas de la forma- cion carbonífera, y que las capas inferiores sobre que aquellas descan- san contienen abundantes restos de Belemmites acutus, Mill., y algo mas escasos de Ammonites bisulcatus, Brug., «especies ambas muy ca- racterísticas del lias inferior; así como las capas superiores contienen tambien fósiles de la época liásica, pero de una fecha mas moderna. Para darse cuenta de este fenómeno se contentan algunos con llamarle anomalía geológica. Yo diria mas bien que «durante l2 época liásica »habia habido un intérvalo de tiempo en- el cual, las condiciones clima- »tológicas de aquella localidad, á consecuencia de los movimientos y » trastornos acaecidos en el terreno, fueron propicias ó adecuadas al » desarrollo y crecimiento de plantas análogas á las del llamado período »carbonifero.» En la provincia de Guadalajara, partido de Tamajon, jurisdiccion de Retiendas, se encuentra el antiguo monasterio de Bonaval, hoy pro- piedad particular, sobre la orilla izquierda del rio Jarama, una legua al O. S. O. del pueblo de Tamajon. En la localidad del término de Bo- naval, denominada el monte de las Majadas, se presentan algunos indi- cios de carbon de piedra, que desde hace unos treinta años están de vez en cuando llamando la atencion de los especuladores, y aun del Gobierno mismo, por lo mucho que interesaria á la industria el tener un depósito de este precioso combustible á solo 14 leguas de la Ca- pital. Los geólogos que iban á reconocer dicha localidad no podian menos de escitar y alentar el espíritu investigador de los mineros, puesto que desde las primeras escavaciones se pusieron á descubierto, no solo algunos indicios de verdadera ulla, sino tambien algunos estra- tos arcillosos y aun arenosos, encerrando ó conteniendo con profusión restos fósiles de plantas del período carbonifero, Precopteris, Sphe- 126 nopleris y Calamites. La localidad en que se encuentran estas plantas fósiles no escederá de un kilómetro cuadrado; y tanto en esta esten- sion como fuera de ella hasta el pueblo de Retiendas, se han abierto una porcion de pozos y una infinidad de galerías en todas direcciones. Todos estos trabajos, y los grandes dispendios á ellos consiguientes, han resultado hasta ahora infructuosos, y fuera de aquella limitada localidad no se han encontrado siquiera indicios, ni de ulla ni de plantas fósiles carboniferas : ¿cómo se ha de encontrar allí la verdadera ulla, cuando todo aquel terreno corresponde á la formacion cretácea? De todos los terrenos llamados del periodo carbonifero, conocidos hasta ahora ó puestos á descubierto de un modo utilizable en la Península, el mas próximo, que es el de Orbó, provincia de Palencia, dista mas de 40 le- guas de Bonaval. En una memoria que tuve ocasion de presentar á la Sociedad geo- lógica de Londres, y que ha sido publicada en los Procedings of the geo- logical Society (mayo 8 de 1850), llamé la atencion sobre el terreno cretáceo de las inmediaciones de Tamajon, el cual se encuentra suma- mente trastornado, y con la particularidad de que hay trozos que con- servan su primitiva horizontalidad, pero en un nivel inferior al de los estremos ó aristas de los estratos levantados. La misma combinacion se observa pues en los estratos que contienen plantas fósiles carboniferas en el término de Bonaval, solo que aquí los estratos levantados no han llegado á tomar tanta inclinacion como en Tamajon. En donde se presentan casos muy notables para la cuestion de que nos estamos ocupando, y que están llamando muy particularmente la atencion de varios geólogos nacionales y estrangeros, es en la provincia de Asturias. En el Boletin de la Sociedad geológica de París, 2.” serte, tomo 2.?, año de 1845, mi buen amigo, el muy entendido é infatigable ingeniero de minas Mr. Adrien Paillette, ha publicado una memoria con el sitio de Recherches sur quelquesunes des roches qui constituent la province des Asturies; suivies d'une nolice sur les fosiles quelles ren- ferment, par MM. de Verneuil et d' Archiac. En esta memoria, al tra- tar del territorio de la cuenca llamada de Arnao, en donde yace la mina de carbon de Santa María del Mar, dice que las capas de ulla de aquel 127 criadero descansan inmediatamente sobre el terreno siluriano, y están recubiertas en estratificación concordante por calizas y otras rocas del período devoniano, lo cual se halla en manifiesta contradiccion con la serie y sucesion de los terrenos de sedimento, segun el orden admiti- do hasta ahora por todos los geólogos. El Sr. Paillette dice con esta Ocasion, y muy juiciosamente: «Falta ahora decidir si las ullas secas, » flamiferas y poco carbonosas de la cuenca de Arnao pertenecen al ter- »reno siluriano sobre que reposan, ó bien si corresponden verdadera- » mente á la formacion devoniana que las recubre inmediatamente. Las » pocas impresiones que contienen los esquistos carbonosos, hará que »esta cuestion quede tal vez sin decidir durante mucho tiempo.» Tanto el Sr. Paillette en su citada memoria, como mi amigo y com- pañero el Sr. Schultz en su manuscrito inédito para la esplicacion de su carta geológica de Asturias, y que ha tenido la complacencia de fran- quearme, están enteramente de acuerdo en reconocer que, así en Arnao como en Ferroñes y en otras localidades de aquella provincia, el terre- no carbonífero, conteniendo algunas veces poderosas capas de muy buena ulla, se halla interpuesto ó intercalado en el devoniano. «En las inmediaciones de Tebarga, dice Schultz, el terreno carbonífero parece hallarse igualmente intercalado entre dos grupos de diferente edad del periodo devoniano, pero que, siguiendo por la sierra de Sobia y de Padilla, entre los rios Villanueva y Taja, el terreno carbonífero ensan- cha considerablemente, sus estratos inclinan en sentido contrario que antes, y aparecen enteramente independientes del terreno devoniano.» Nada tiene de particular ni de anómalo lo que en otra parte de la antedicha memoria dice Paillette sobre las minas de 'Sotielo, en el valle de Sella, en donde el terreno cretáceo descansa inmediatamente y en estratificacion discordante sobre el carbonífero. Pero sí es notabilísimo el pequeño resumen que hace Schultz, despues de una minuciosa y de- tallada descripcion del terreno carbonifero del concejo de Tineo. «Si el »terreno carbonifero, dice, debe, á pesar de su situacion concordante » dentro del siluriano, considerarse como de formacion posterior, será » esto una prueba mas de la enorme dislocación del terreno siluriano, » que en Tineo se encuentra como recostado sobre el carbonifero.» 128 Para esplicar esta al parecer anomalía en el orden de la superposi- cion de los terrenos, ha ocurrido á algunos suponer lo que los france- ses llaman un plissement ú renversement, es decir, una replegadura, un volverse lo de arriba abajo por efecto de los trastornos y disloca- ciones que allí han tenido lugar. Como que todos los terrenos de sedi- mento se han ido naturalmente depositando en estratos horizontales, es menester, segun esta teoría, que aquellos trozos ú porciones de terre- nos hayan girado despues hasta dar la vuelta cuasi entera. Encuentro esta esplicacion mucho mas ingeniosa que verosimil, y que por consi- guiente no es prudente admitirla para la generalidad de los casos hasta ahora observados, fundándome en las dos razones siguientes. 1. Enla fig. 3.* de la citada memoria de Paillette, se representa un corte geológico de las montañas de Ferroñes, trazado en direccion sobre poco mas ó menos de N. á $., es decir, en sentido perpendicular á la direccion de la estratificación. Allí están marcados los estratos de la caliza con fósiles silurianos y devonianos, recubriendo á las capas de ulla en estratificacion concordante. Pero entre las calizas y la ulla se in- dican unos estratos de esquisto arcilloso, llenos de impresiones vejeta= les; es decir, que en Ferroñes las impresiones de las plantas yacen in- mediatamente sobre las capas de carbon, ó sea en su pendiente, que es precisamente el orden natural como se presentan en todos los criaderos de ulla (1). Por consiguiente, el terreno de las minas de Ferroñes, concejo de Avilés, habrá sido conmovido y sublevados fuertemente sus estratos, pero sin haber llegado á dar la media vuelta ni la vuelta en- tera, puesto que no se encuentra debajo lo que antes estaba encima. 2. Es menester confesar que cuesta bastante trabajo concebir el que un trozo de la corteza del globo, de dos ó mas leguas de largo, y mil pies, v. g., de espesor, haya podido ser desprendido y lanzado por los aires con una impulsion combinada de tal modo que, le haya hecho dar un giro casi completo durante su ascension, y volver á caer des- pues precisamente en el mismo sitio en que estaba antes. Pueden sin embargo haberse reunido alguna vez una porcion de circunstancias y (1) Ezquerra, Elementos de laboreo de minas, 2.* edicion, pág. 98. 129 combinaciones para que asi se verificase; pero el que esto haya sucedi- do tantas veces y en tantos puntos diferentes como se va ya observan do en España este fenómeno, no lo creo de ninguna manera probable. En Asturias, segun hemos visto, es muy frecuente el cambio (apa- rente) de la colocacion ó situacion del terreno carbonifero. En la cuenca de Espiel y Belmez sucede otro tanto ó tal vez es mas frecuente, segun últimamente lo ha observado nuestro inspector de distrito D. Ramon Pellico, comisionado por el Gobierno para reconocer aquellos criaderos de ulla. Del terreno carbonífero de la provincia de Cuenca, en término de Hinarejos y cañada del rio Moya, he visto una caliza toda llena de restos de Spirifer Pellico, d'Arch, y por lo tanto devoniana decidida; la cual, segun nuestro ingeniero D. Manuel Abeleira, que recojió en el sitio los ejemplares, descansa inmediatamente sobre un esquisto arcillo- so, superior á las capas de carbon, y conteniendo restos de plantas: Pecopteris aquilina, Bromn. De todas las observaciones y consideraciones que acabamos de ma- nifestar se desprende, á mi modo de ver: 1. Que no hay hasta ahora reunidos, ni podrán reunirse en mu- cho tiempo, los datos suficientes para poder consignar con exactitud el lugar que el llamado terreno carbonífero debe ocupar en la serie gene- ral de los terrenos geológicos. 92.” En todas las formaciones geológicas, hasta en el periodo tercia- rio, encontramos depósitos mas ó menos abundantes, mas ó menos uti- lizables, de carbon mineral, y relacionados con la lozanía y con la abun- dancia de la vejetacion entonces existentes. En la época de los terre- nos de sedimento antiguos, las condiciones atmosféricas, segun todos los geólogos convienen, eran las mas á propósito para sostener y ali- mentar una vejetacion abundante, gigantesca, y muy cargada de carbo- no y de betunes, de donde han procedido esos inmensos depósitos del combustible por escelencia que llamamos ulla, y que constituyen en el día la principal base de la industria y de la civilizacion. Pero todo esto no creo que sea razon suficiente para haber supuesto un período esclu- sivamente carbonífero, un terreno ó formacion de ulla intercalado es- clusivamente despues de la arenisca roja antigua y caliza devoniana, y TOMO IV. 17 130 antes de la arenisca roja moderna y caliza magnesiana. Yo creo mas bien, como ya lo han indicado algunos geólogos, «que lo mismo pueden » encontrarse depósitos de muy buena ulla encima, debajo y en el inter- » medio de los terrenos silurianos y devonianos.» 3.2 Si se llegase á confirmar geológicamente, ó sea estratigráfica mente, la existencia de dos ó tres periodos de terrenos verdaderamente carboniferos, sería preciso estudiar con mas amplitud y mas detencion los restos de sus plantas fósiles; tal vez se encontrarian en ellos algu- nas diferencias, es decir, algunas especies Ó tal vez géneros particulares que caracterizasen la edad propia á cada uno de aquellos períodos. 4.” Una cosa análoga puede decirse con respecto á la generalidad de los fósiles de los terrenos silurianos y devonianos. Estos dos grupos y el llamado carbonifero, y aun el de la arenisca roja moderna inferior, tienen géneros y especies fósiles que les son comunes en las localidades que están bien estudiadas. Tal vez llegará á ser mas ámplia ó variar mucho esta mancomunidad cuando se hagan los mismos estudios en otras regiones, y que se comparen sus resultados; tal vez entonces de- jarán de ser características muchas de las especies que en el dia se con- sideran como tales para cada uno de los cuatro grupos indicados, sobre todo cuando se lleguen á clasificar y deslindar mejor los diferentes gé- neros y especies de todos los séres organizados. Guardando toda la debida consideracion á los hombres estudiosos y acreditados en la ciencia, me atreveré á decir que la paleontología ha andado un poco demasiado apriesa, queriendo establecer, tal vez antes de tiempo, reglas fijas y detalladas para la clasificacion de los terrenos de sedimento antiguos; estudio tanto mas dificil, cuanto que la mayor parte de las veces se encuentran ellos enmascarados y recubiertos por otros terrenos de sedimento mas modernos. El mismo Mr. Barrande, que tan alto raya en materia de conocimientos geológicos, en una larga memoria leida en la sesion de 6 de marzo de 1854 de la Sociedad geo- lógica de Francia, sobre los auxilios que respectivamente prestan á la ciencia la estratigrafía y la paleontologia, ha dicho por via de resumen: «Me parece que la tarea de establecer la escala de los tiempos geológi- » cos, la mas aplicable y la mas comparable sobre toda la superficie de 131 »la tierra, está particularmente reservada á la paleontología, aun cuan- » do ella tenga que proceder por zonas paralelas. Este inmenso trabajo, » tan activamente comenzado sobre una zona de 25”, debe ocupar á va- rias generaciones antes que pueda verse concluido, puesto que exije » mil y mil observaciones locales. Pero podemos decir que es nuestra ta- » rea de todos, por muy módica que sea nuestra respectiva contribucion.» Para mayor comprobacion de lo prematuro, y por tanto demasiado aventurado que sería el querer establecer de un modo absoluto, para servir de base ó de fundamento á la ciencia, la clasificacion y respecti- va antigúedad de los diferentes terrenos de sedimento, no creo aventu- rar nada en deducir de las consideraciones que acabo de esponer, que la semejanza ni aun la identidad absoluta de los restos fósiles en dos localidades ó regiones muy distantes una de otra, no es por sí sola una prueba suficiente para inferir que las rocas sedimentarias de ambas lo- calidades hayan sido depositadas en una misma época de la vida de nuestro globo; y presentando la cuestion á la inversa, tambien puede suceder que la deposicion de los terrenos oolíticos, v. yr., de una lo- calidad dada, sea anterior, de muchos miles ó millones de años, á la formacion de los terrenos devonianos ó carboniferos de otra localidad. Muy dificil me parece poder llegar nunca á resolver cumplidamente es- tas cuestiones, que sin embargo constituyen de por sí la parte mas su- blime de la ciencia. Terrenos silurianos reconocidos en la Peninsula. Estando todavía la paleontología, segun dejamos indicado, tan lejos de poder suministrar los auxilios que de ella reclama la geología, sobre todo con respecto á los terrenos de sedimento antiguos, se ve desde luego lo dificil, lo poco seguro que será el determinar, con una exacti- tud siquiera aproximada, la estension que en nuestro territorio ocupan los terrenos de la época siluriana. Pero esta dificultad se aumenta to- davía muy estraordinariamente por la abundancia de masas plutónicas y volcánicas que han surjido en nuestro suelo, segun dejamos manifesta- 132 do en la 1.* y 2.” seccion de este ensayo de descripcion geológica. Es- tas rocas ígneas, al tiempo de su erupcion, no solo han sublevado y trastornado los estratos sedimentarios preexistentes, sino que además en muchas partes los han metamorfizado, es decir, que han alterado la esencia de algunas rocas, hasta el punto de modificar sus propiedades físicas, y aun trasformar ó6 cambiar su composicion química. No tratamos de tomar parte en la gran cuestion que Mr. J. Delanoue ha presentado en la Academia de Ciencias de Paris, sobre el metamor- fismo mas ó menos real y efectivo de las rocas. No entraremos á discu- tir, ni mucho menos á querer decidir, si la influencia de las rocas íg- neas sobre las de sedimento ha sido por efecto de su elevada tempera- tura al tiempo de salir á la superficie, ó si ha sido el resultado de la accion magnética ó electro-magnética, 0 bien de las reacciones quími- cas que siempre se desenvuelven con el contacto de cuerpos de distinta naturaleza, máxime cuando estas reacciones están favorecidas por infil- traciones acuosas mas ó menos abundantes. Lo que nadie puede con- tradecir es la existencia de tales rocas metamórficas, particularmente en las regiones sedimentarias que están rodeadas, mas ó menos completa- mente, por masas plutónicas, y mas particularmente todavía, si estas regiones sedimentarias se hallan atravesadas, quebrantadas ó trastor= nadas por erupciones porfídicas ó volcánicas. El carácter mas general de las rocas metamórficas es su endureci- miento, su mayor compacidad, y el principio de eristabilidad ó cris- talizacion mas ó menos perfecta de sus elementos, los cuales se re- unen formando grupos aislados. En las rocas calcáreas es en donde mas perceptibles son estos efectos, y tanto mas cuanto mas puras ellas son, esto es, cuanto mas se aproximan á constituir un carbonato puro de cal. Por la cristalizacion pasan á ser mármoles; pero si el metamor- fismo es completo, suele además producir la total desaparicion de sus restos fósiles, no quedándonos en este caso para su clasificacion otro au- xilio que el de la estratigrafía. En algunos mármoles correspondientes á la época de la formacion jurásica v. g., se conservan bien percepti- bles sus petrificaciones, que tan vistosas hacen las placas ó tablas que de ellos se cortan y se pulimentan para utensilios de lujo y adorno; 133 pero no es lo general. Para limitarnos á ejemplos de nuestro territorio, citaremos el mármol de Fines, en la sierra de Filabres, provincia de Al- mería, que tanto se emplea en Madrid de pocos años á esta parte para pilas de baños públicos, mesas de los cafés, tablas ó cubiertas de las chimeneas de hierro, etc.; es de grano muy fino, y admite por consi- guiente muy buen pulimento; su color predominante es un hermoso blanco, pero salpicado con manchas 0 tachones de un verde sucio; es muy dificil, por no decir imposible, poder cortar un trozo ó una tabla de cierto tamaño enteramente limpio, y que sea comparable con el mármol estatuario de Carrara; pero, así como éste, no presenta siquie- ra la menor traza de restos fósiles. Se asemeja, aunque con ventaja, á lo que en el comercio llaman mármol de Génova. En las inmediaciones del pueblo de Canales, provincia de Logroño, se presenta una caliza carbonosa, de la época jurásica tambien, bastan- te impura, de color negruzco, y que resiste tenazmente á la accion del martillo, como si estuviese vitrificada. Por mas que se la fracture en pequeños trozos, no se distingue en ella, ni con el auxilio del lente, el mas ligero indicio de restos fósiles, los cuales sin embargo aparecen, y en muchísima abundancia, en los puntos donde los agentes atmosféricos han descompuesto la roca, haciéndola pasar á una especie de arenisca terrosa, sin contener nada de cal. He obtenido trozos del tamaño de eco= leccion (12 centim. por 8), la mitad del ejemplar sano, la otra mitad descompuesto; en la parte descompuesta se veian restos de belemnites muy bien caracterizables; pero su continuacion ó complemento no po- dia absolutamente distinguirse en la correspondiente porcion sana de la roca. La esplicacion de este fenómeno no me parece muy” dificil. El fos- fato de cal, sustancia que predomina en la concha fósil, se confunde y no se distingue del carbonato cuando la roca caliza está vitrificada y sin descomponer: pero los agentes químico-atmosféricos que disuelven el carbonato no destruyen, digámoslo así, el fosfato, aunque lo modifiquen algun tanto, y la concha queda por consiguiente entonces perceptible. Si los que han escrito sobre teología conocieran este fenómeno, ten- drian un ejemplo bien sencillo que presentar para su famoso distinguo entre la forma y la materia. 134 No tiene pues nada de estraño el que se hayan ofrecido y se estén ofreciendo en el dia tantas dudas y tantas dificultades para la clasifica- cion de los terrenos en que concurren las indicadas condiciones. Séame permitido repetir ahora lo que he dicho en la 1.* seccion al tratar de las rocas cristalinas, por la relacion que tiene con la cuestion presente. Digo allí: «los geólogos del principio de este siglo inventaron la pala- bra transicion, que consignaron á todas aquellas rocas que carecian de caractéres bastante decididos para poder consignar con seguridad su edad relativa, y que, á pesar de eso, las consideraban como anteriores á los terrenos mas antiguos de sedimento; pero, segun se ha visto des- pues, entre las entonces llamadas rocas de transicion, las unas pertene- cen á las cristalinas y metamórficas en general, otras á los terrenos si- lurianos, y aun otras á épocas de sedimento mucho mas modernas. Es- tas mismas dudas y esta misma confusion han existido y existen toda- vía en España, habiéndose prodigado estraordinariamente el epíteto de transicion, tanto para rocas especiales, como para terrenos de mucha estension, etc.» El ilustrado Mr. F. J. Pictet, en su tratado de Paleontología, y en acuerdo con lo que admiten la generalidad de los geólogos, clasifica el primer período 6 período primario de sedimento en tres grandes gru- pos ó secciones, á saber: 1.” terreno siluriano, subdividido en dos sis- temas ó formaciones; sistema cambriano ó inferior, sistema siluriano propiamente dicho, ó superior, y aun hay algunos autores que distin- guen dos épocas en este siluriano; 2.” terreno devoniano; 5.” terreno carboníifero, dividido en dos formaciones, de las cuales la superior ó mas moderna es la mas rica y abundante en depósitos del precioso com- bustible mineral. El sistema cambriano, clasificado por primera vez con datos sufi- cientes en Inglaterra, como es tan poco abundante en restos fósiles, su analogía 6 correspondencia no está bien determinada en los ter- renos del continente. Ásí pues, no haremos mencion de los pocos que como tales se han indicado en nuestro suelo. No sucede lo mismo con los silurianos, que los tenemos con cierta profusion, aun cuando yo estoy persuadido de que algunos de ellos deberán pasar á la clase 135 de metamórficos cuando lleguen á ser estudiados con mas deteni- miento. Region siluriana central. Como que con posterioridad á la sedimen- tacion de los terrenos silurianos ha tenido lugar la de otras formacio- nes, claro es que aquellos estarán por lo general recubiertos y ocultos debajo de éstas, y que solo asomarán de cuando en cuando algunos tro- zos mas ó menos considerables, que por haber sido intensamente su- blevados llegaron á constituir los diques 0 murallas de las cuencas de sedimentaciones posteriores. Asi sucede efectivamente en España: en diferentes puntos, que indicaremos despues, se ven al descubierto algu- nos trozos como salpicados del terreno siluriano, y solo en la parte cen- tral de la Península es donde hay una grandísima estension cuasi esclu- sivamente siluriana, sin estar recubierta por ninguna formacion poste- rior; sus estratos están fuertemente sublevados por la erupcion de rocas volcánicas, hasta aproximarse muchas veces á la vertical, formando sierras y cordilleras muy ásperas y muy elevadas, y que por consi- guiente no han podido ser recubiertas por los sedimentos de las épocas mas modernas. Esta notable region abraza una estension tal vez de 40.000 kilómetros cuadrados (unas 1.290 leg. cuadr. de 20 al grado), comprendiendo por supuesto en ella los otros dos grupos de los terre nos paleozóicos, un poco de devoniano y algo mas del carbonífero, y las rocas volcánicas que le han desconcertado. Mucho nos falta todavía que estudiar, y muchas escursiones y viajes tienen aún que hacer nuestros jóvenes geólogos, antes de poder trazar con alguna exactitud el perímetro en que se halla encerrada esta re- gion paleozóica: así es, que el marcado en el adjunto plano (lám. 5.”) solo puede ser considerado como provisional, y aun tal vez algo aven- turado; en su parte occidental por lo menos, las observaciones y noti- cias hasta ahora llegadas á mi conocimiento no suministran datos sufi- cientes para mayor fijeza. Por la parte del Sur, sin embargo, se puede decir que sus límites siguen una línea próximamente paralela al curso del Guadalquivir, hasta llegar al meridiano de Madrid mas allá de An- dújar, continuando despues probablemente en toda esta línea por bajo de los terrenos terciarios marinos de la cuenca de dicho rio. Por el Le- 136 vante está ya algo mejor conocida y determinada su línea divisoria con los terrenos terciarios lacustres de la Mancha; sube primero un poco al N., corre despues al N. O. en la direccion de los principales afluen- tes del (ruadiana, al cual atraviesa por junto á la confluencia del Bulla- que, avanzando hasta cerca del Gruadiela, y formando en este tramo la ribera derecha de la cañada del Guadiana, retrocede despues para apro- ximarse á Consuegra, y vuelve á adelantarse hácia Tembleque, donde forma otro saliente, continuando por último al N. O. hasta la proximi- dad de la imperial Toledo. El límite del Norte va, én unas 25 450 le- guas, dirijéndose al O., siguiendo sobre poco mas ó menos las ondula- ciones del Tajo; ó mas bien, la cañada de este rio se halla marcada por las inflexiones de los terrenos silurianos que vienen á constituir sus verdaderos diques en aquella parte; baja en seguida hácia el S., para despues amoldarse algun tanto al curso del Guadiana, que atraviesa des- pues no lejos de Campanario, desde donde viene á constituir el dique de la ribera izquierda de la cañada de dicho rio. Segun se ve por esta lijera y aproximativa reseña, la region paleo- zóica central de España, en la que predominan ó son casi esclusivos los terrenos silurianos, encierra dentro de sus límites los dos célebres grupos de montañas conocidos con los nombres de Montes de Toledo y Sierra-Morena, tan escasos de manantiales de agua, y por consiguiente tan agrestes y tan poco poblados, sirviendo de abrigo y de guarida en todos tiempos, y muy particularmente durante las conmociones polí- ticas, á toda clase de malhechores y de revolucionarios. Aquí corresponderia decir alguna cosa sobre los terrenos siluria- nos de Portugal, á los cuales están ligados algunos trozos del grupo carbonifero; pero por falta de datos suficientes me he limitado á mar- car en el plano una zona de N. á S., que se apoya sobre los terrenos hipogénicos, y debe corresponder á los diferentes miembros de la for- macion siluriana y paleozóica en general, segun se deja inferir por las indicaciones de Sir Daniel Sharpe, en una memoria presentada á la So- ciedad geológica de Londres en mayo de 1850, sobre el distrito se- cundario de Portugal al N. del Tajo. Region siluriana de Asturias. Sería muy de desear que el Señor 137 Schultz pudiese cuanto antes dar al público los abundantes y preciosos trabajos geológicos que de aquella provincia tiene ya reunidos, puesto que, en un ensayo de descripcion geológica general como el presente escrito, solo pueden hacerse las descripciones á grandes trazos y por mayor, digámoslo así. Si se conocieran los detalles de todos los terre- nos y formaciones, quiere decir que ya estaba hecha la carta geológica de España; y presentar dichos detalles en solo algunas regiones, sería faltar á la uniformidad y á la consecuencia del objeto que me he pro- puesto. De todos modos, para poder decir algo mas que mis observa- ciones propias sobre los terrenos paleozóicos de Asturias, es claro que el único medio que he tenido ha sido recurrir á la amistad y estremada complacencia de mi compañero el Sr. D. Guillermo Schultz. Una vez hecha esta indispensable advertencia, paso á indicar que: La base principal ó predominante del suelo asturiano se halla cons- tituida por las formaciones ó terrenos paleozóicos, con sus tres grupos, siluriano, devoniano y carbonifero. Cuasi parece que los hombres se han sujetado instintivamente á los principios geológicos para marcar los límites de aquella provincia, en cuyos principios geológicos entra como una consecuencia inmediata el relieve de las montañas y el curso de las aguas superficiales, que es lo que mas presente se suele tener para la division ó demarcacion política y civil de los territorios. Pero estos terrenos paleozóicos se conoce que han esperimentado dos, ó tal vez mas trastornos de gran consideracion en épocas geológicas distintas, dando lugar en cada uno de ellos á una gran modificacion en la orogra- fía de su suelo. En los valles ú hondonadas que resultaron la primera vez, claro es que pudieron depositarse los sedimentos que despues cons- tituyeron formaciones mas modernas, las cuales han sido igualmente trastornadas en otras conmociones posteriores. Así es que, en toda la parte oriental de la provincia, aun cuando el terreno carbonifero sea quizá el predominante, se halla este por lo general tan recubierto y tan enmascarado, digámoslo así, por terrenos del keuper, lias, jurásico y cretáceo, que hacen muy difíciles y muy costosas las investigaciones industriales para llegar hasta el precioso combustible, existente sin duda alguna en muchos sitios á mas ó menos profundidad. TOMO IV. 48 138 ¿n cuanto al terreno siluriano, que es ahora nuestro principal punto de vista, podemos decir, que en donde se encuentra mas predominante y mas reconocible es en la parte occidental, apoyándose sobre el hipo- génico del antiguo reino de Galicia, y ocupando la estension de unos 83 kilómetros de N. á S. y de 56 á 92 kilómetros de O. á E., formando sus límites por este lado una curva entrante, segun está indicado en el plano (lám. 3.*) con una línea llena (1). En esta region siluriana se ven asomar algunas erupciones de rocas plutónicas, pero son insignifi- cantes los retazos de otras formaciones acuosas no paleozóicas. Terreno del período carbonífero en Asturias y en Castilla la Vieja. Aunque sea trastornar un poco el orden sistemático, interrumpiendo la relacion de los terrenos silurianos de España, no puedo resistir al de- seo de hablar cuanto antes de la posicion relativa del grupo carbonifero de ambas provincias, no solo por su grande interés científico, sino tambien por su poderosa influencia en el futuro y decisivo desarrollo de la industria y del bien estar de las gentes en la mayor parte de nues- tro territorio. Me limitaré por ahora sin embargo á las consideraciones científicas, dejando para mas adelante las industriales, cuando haga una reseña de todos nuestros criaderos de ulla, ó sea el carbon de piedra por escelencia. El terreno del grupo carbonifero reconocido verdaderamente como tal en Asturias, ocupa una faja ó zona cuya estension es, sobre poco mas ó menos, de 14 kilómetros término medio de S. á N., y yace so- bre la falda septentrional de la cordillera Cantábrica, la cual corre en la misma direccion que dicha zona. Sobre la falda meridional de aquella cordillera, en territorio del antiguo reino de Castilla, y por el estremo de las provincias ahora llamadas de Palencia y de Leon, nos encontra- mos con otra zona tambien del grupo carbonífero, mas larga y mas es- trecha, pero presentando su mayor longitud un paralelismo muy nota= ble con la direccion de la cordillera y con la zona asturiana. El terreno carbonífero en esta zona castellana tiene algunas interrupciones, lo mis- (1) Por no complicar el dibujo solo he marcado los pueblos de Rivadeo y de Tineo en aquella region siluriana. 139 mo que la asturiana; pero considerando su conjunto se puede decir que ocupa una estension de 188 kilómetros de E. á 0., siendo su latitud de N.áS. entre 14 y 90 kilómetros. El intérvalo comprendido entre ambas zonas, y que viene á tener unos 37 kilómetros de anchura, se halla constituido por terrenos de la época secundaria, sobre todo de la época cretácea, lo cual da lugar á suponer que los terrenos carboniferos de ambas provincias correspon- dieron en un principio á un solo y único sistema, el cual tendria natu- ralmente su depresion central, ó formaria un gran valle, en el que de- bieron depositarse los sedimentos de las épocas geológicas posteriores. En los últimos trastornos que esperimentó aquella region, hubo un intenso levantamiento en direccion (sobre poco mas ó menos) de E. 40. (1), que dividió en dos zonas el sistema carbonífero, y elevó los terrenos secundarios al nivel mas culminante, constituyendo la cordi- llera, tras de la cual se refugiaron despues los antiguos cántabros. En algunas localidades del interior de la provincia de Asturias se presen- tan tambien casos, aunque en mucho menor estension, de esta cul- minacion de los terrenos cretáceos; y otro tanto se observa en algunos puntos de la cordillera Pirenáica, tal como en el Monte-Perdú. Escogien- do el punto de vista y las horas de buena luz, la configuracion ó re- lieve de la cordillera Cantábrica presenta hácia el S. las formas mas bizarras; su perpectiva hace totalmente la ilusion de una porcion de crestas de gallo, ó mas bien un festonado por el estilo de los mas lu- josos y complicados que usan nuestras damas en ciertos trajes, cuyo festonado se marca y realza por la blancura de las rocas calares que lo constituyen. Para dar una idea de esta belleza de la naturaleza, pongo á continuacion una copia del croquis que yo saqué una tarde del mes de octubre de 1844, desde una pequeña altura no lejos de la ciudad de Leon. (1) No entro á tratar de relacionar la sublevacion de esta cordillera con los siste- mas de direccion establecidos por el ilustrado actual Secretario perpétuo de la Academia imperial de París, porque es una cuestion demasiado sublime y complicada para tener cabida en el ensayo de una descripcion geológica general. Vista de ona parte de la cordillera Cantábrica, tomada desde las inmediaciones de Leon. , Pirincos. Volviendo á nuestros terrenos silurianos, corresponde ahora pasar á la cordillera divisoria de Francia y España, de que es una continuacion, geográfica y geológicamente hablando, la Cantábrica, puesto que en ella venimos á encontrar sobre poco mas ó menos los mismos elementos que hemos indicado en aquella, aunque en mayores proporciones. La base ó núcleo principal de la cordillera Pirináica se halla igualmente constituida por los terrenos del período paleozóico, los cuales han esperimentado su último trastorno y levantamiento despues de la deposicion de la creta. Para comprender la estension que aquellos terrenos ocupan y los límites que los circunscriben, basta tener á la vista la carta geológica de Francia publicada en 1841, que es un com- pendio ó reduccion de la gran carta elaborada por los distinguidos in- genieros Sres. Dufrenoy y Elie de Beaumont, cuyo original se halla de- positado en la Escuela de minas de París. En esta gran zona paleozóica, que se estiende unos 560 kilómetros de E. 4 0., y que alcanza en su parte media hasta 70 kilómetros de S. á N., predomina generalmente el grupo siluriano, y falta cuasi absolutamente el carbonífero. Como que para la separacion ó frontera de las dos naciones se ha tenido presente, segun la costumbre mas general, la línea de partaje de aguas, y que esta no concuerda siempre en aquella cordillera con la distribucion de las formaciones geológicas, lo cual, sea dicho de paso, es el verdadero origen de todas las desagradables cuestiones invete— radas entre los pueblos fronterizos de los Pirineos navarros, ha resul- tado que la parte media de esta zona, donde ya hemos dicho alcanza su mayor anchura, se halla cuasi toda ella dentro de nuestro territorio, en 141 la estremidad septentrional de las provincias de Lérida y Huesca. Los terrenos silurianos son respectivamente á las demás formaciones geo- lógicas, y fuera de algunos casos ó condiciones especiales, los que me- nos se prestan á la agricultura; además de esto, nosotros poseemos la falda ó costado meridional de la cordillera, en donde naturalmente no cae tanta nieve, ni esta tiene tanta permanencia como por el otro lado, para poder despues humedecer y fertilizar las regiones inferiores en la primavera y el verano. Basta echar una ojeada sobre el mapa, para ad- vertir desde luego la multitud de arroyos y de rios que la cordillera Pirináica envia al territorio francés, al paso que tan escasamente lo hace hácia el nuestro. No se adelanta nada, antes bien se atrasa mu- cho con hacerse ilusiones que no tienen fundamento racional: la natu- raleza no ha prodigado en nuestro suelo todos esos dones y beneficios que algunos poetas quieren preconizar en el calor de sus versifica- ciones, y este es un motivo que nos obliga á ser mas laboriosos y mas aplicados, si es que hemos de competir con los progresos materiales que se desarrollan en otras naciones mas favorecidas. En los terrenos paleozóicos de los Pirineos deben comprenderse al- gunos trozos que, algun tanto independientes de la zona principal, se ven asomar en la parte septentrional de la provincia de Gerona, hácia San Juan de las Abadesas. (Véase el plano.) Terrenos paleozóicos del Mediodía. Tanto por la clasificacion del terreno que hacen nuestros ingenieros al tiempo de señalar las demar- caciones de minas, como por la ligera indicacion de los Sres. de Ver- neuil y Collomb en su memoria presentada á la Academia de Ciencias de París en marzo de 1853, y que son los únicos datos que hasta aho- ra han llegado á mi conocimiento, se deja inferir que esta clase de ter- renos, predominando en ellos el grupo siluriano y faltando absoluta- mente el carbonifero, son de bastante importancia en la vertiente me- ridional de la cordillera de Sierra-Nevada, á lo largo ó mas bien para- lelamente al inmediato litoral Mediterráneo. Pero á estos datos é indi- caciones les falta todavía el sello de los estudios y reconocimientos es- peciales, y por lo tanto sería demasiado vago y aun aventurado el tirar líneas que marcasen sus límites, siquiera aproximadamente. Por lo tan- 142 to, las manchas del correspondiente colorido que he colocado al medio- día de Granada, en las inmediaciones de Baza y en la proximidad de Cartagena, solo pueden considerarse como puntos de llamada que me- recen fijar la atencion de los geólogos que dirijan sus escursiones por aquellos territorios. Region oriental de España. Desde que los españoles empezamos, hace pocos años en verdad, á ocuparnos algun tanto de geología, adqui- rimos desde luego la conviccion de que la parte oriental de nuestro suelo, cuasi una tercera parte de la superficie total, se halla constituida por terrenos de sedimento de la época secundaria, descansando sobre ellos, hácia el Mediterráneo, los marinos de la época terciaria. Esta misma observacion la han confirmado despues los geólogos estrangeros que han venido á visitarnos. De este hecho incontestable se deduce claramente que, la existencia del mar Mediterráneo es de una antigúe- dad muy remota en la historia material de nuestro globo, y que duran- te la época secundaria se estendia mucho mas que ahora en la direccion de E. á 0., tanto en España como en Italia, llegando en España hasta cerca del meridiano de Madrid. Durante la época terciaria, y á conse- cuencia de la sublevacion de los terrenos secundarios, el Mediterráneo estrechó sus dimensiones considerablemente, y tambien se le han dis- minuido algun tanto posteriormente á la deposicion de los terciarios. En esta region secundaria oriental han quedado sumerjidos, ó mejor di- cho recubiertos, los terrenos paleozóicos que antes pudieran allí existir; y por consiguiente, como indica el Sr. de Verneuil, no forman cadenas de montañas, sino que aparecen sobre puntos aislados, formando islo- tes en medio de depósitos mas modernos. Yo creo sin embargo que cuando llegue á estudiarse con algun detenimiento la respectiva si- tuacion de todos estos ¿slotes, no dejará de encontrarse entre ellos al- guna relacion para poderlos declarar como correspondientes á un mis- mo sistema, segun se deja ya traslucir con solo haber marcado en el plano, aunque vagamente, los puntos de Chelva, Hinarejos, Torrelaguna y Segovia. Terrenos devonianos. Para clasificar la existencia de esta clase de terrenos, no puede la estratigrafía suministrar siempre por sí sola todos 143 los datos que para ello son necesarios; y la razon es, porque como los terrenos silurianos y devonianos cuentan entre sus elementos constitu- tivos los detritus de rocas muy semejantes y aun iguales entre sí, y que eran preexistentes á ambos, resulta que su facies y hasta su composi- cion mineralógica suelen ser muy parecidas, cuando no enteramente las mismas; pero aún hay mas: la mayor parte de los geólogos han conve- nido en distinguir cuando menos dos épocas de formacion en el sistema ó periodo siluriano; en el intérvalo de estas dos ó mas formaciones pue- den haber acaecido, y efectivamente se han verificado, algunos trastor- nos de consideracion, resultando despues la no concordancia en la es- tratificacion de formaciones igualmente pertenecientes al período silu- riano, cuya discordancia es por lo general característica con respecto á los terrenos devonianos. Estos casos dudosos no se pueden por consi- guiente resolver sino con el auxilio de la paleontologia, examinando y estudiando los fósiles que aquellos terrenos puedan contener, y que sea factible encontrar y desenterrar. Los dos distinguidos y sábios paleon= tólogos Mr. Barrande y Mr. de Verneuil, se han dedicado con una espe- cial aplicacion al estudio de los fósiles devonianos. El primero, agotan- do todos sus recursos pecuniarios, se ha fijado mas particularmente en el examen del territorio de Bohemia y de algun otro estado del imperio austriaco. El segundo, á espensas propias tambien, ha estendido mas el radio de sus escursiones, desde la Siberia hasta la Península españo- la, dando á esta una preferencia á que debemos manifestar y publicar nuestro reconocimiento. A él somos esclusivamente deudores de cono- cer la existencia de terrenos devonianos en varios puntos de nuestro territorio, sobre todo en las inmediaciones de Almadén y en otras zo- nas subsiguientes hácia el S., en la cordillera de Sierra-Morena, y mas allá. A nuestros ingenieros de minas, y á nuestros jóvenes geólogos en general, corresponde ahora ocuparse de los interesantes estudios de detalle, para marcar y circunscribir sus límites. En donde únicamente puede darse por completado este último estudio con los trabajos del Sr. D. Guillermo Schultz, es en el territorio de Asturias. Estos intere- santes trabajos nos dan á conocer, que la region de aquella provincia donde predominan los terrenos devonianos, y en que está comprendido 144 el territorio del concejo de Avilés, ocupa una estension de 64 kilóme- tros de S. á N. y 57 kilómetros de O. á E. Aun cuando en uno de los párrafos anteriores hemos dicho que por la falda meridional de la cordillera Cantábrica corre una zona del grupo carbonifero, á que hemos dado el nombre de zona castellana, no por eso debe entenderse que allí dejen de existir tambien terrenos corres- pondientes á los otros grupos del sistema paleozóico, inferiores Ó mas antiguos que el carbonifero. Es claro que si el sistema paleozóico, ó de los terrenos de sedimento primarios de aquella region, fué quebrantado y dividido en dos secciones con la sublevacion de la cordillera Cantábri- ca, en las dos secciones deben encontrarse trozos, mas ó menos consi- derables, de todos los grupos y miembros de los terrenos primarios. Sin embargo, por lo que yo tengo observado hace tiempo en las escur- siones que accidentalmente he verificado por aquel pais, y por lo que despues han indicado ligeramente otros que han ido por allí con alguna mas detencion, me parece estar ya en el caso de poder anunciar, que en la zona castellana se hallan poco descubiertos los terrenos silurianos, al paso que los devonianos se encuentran mas desenvueltos, y se pueden reconocer mejor. De todos modos, quede sentado que una de las loca- lidades del territorio español mas interesantes, ó tal vez la que mas in- terés ofrece al estudio de los geólogos, es la zona paleozóica de la falda meridional de la cordillera Cantábrica, no solo por la parte científica especulativa, sino tambien por su aplicacion al desarrollo de los intere= ses materiales en el árido suelo de algunos distritos de la primitiva Castilla, como haremos ver con alguna mas detencion en el capítulo si- guiente. De los terrenos carboniferos, y de las localidades en que en ellos se ha reconocido hasta ahora la existencia del combustible mineral de primera calidad, ó llámese la ulla. Empezaré por trasladar aquí las palabras del ilustrado Lord Har- rowy, presidente de la Asociacion británica para el progreso de las ciencias, en su discurso de sesion general, reasumiendo lo que en ellas 145 se ha adelantado desde setiembre de 1855 á setiembre de 1854. Al lle- gar á las ciencias naturales dijo: «Siento vivamente estar poco inicia= » do en los estudios tan atractivos y tan útiles de la geología. No tengo » nada que deciros sobre este punto, sino que la escasez siempre ere- »ciente de los minerales de hierro y de carbon, debe inspirar á los » prácticos mucho mas respeto hácia una ciencia que les pone en estado » de reconocer de un modo cuasi cierto los sitios en que se puede espe- rar encontrar estos minerales, y los sitios donde es seguro que no se »encontrarán, etc.» Yo desearia poder inculcar esta última tesis en el ánimo de todos los mineros, de los industriales, y aun del Gobierno mismo, para que no nos acosaran ni trataran de comprometer nuestra reputacion á los ingenieros, con exijencias de profecías y de pronósticos á que es imposible satisfacer. En los criaderos de carbon de piedra, á pesar de ser los que están mas estudiados y mejor conocidas sus rela- ciones y circunstancias, no se puede decir otra cosa que lo que tan sá- biamente indica Lord Harrowy. En España, por ejemplo, podemos con toda seguridad y confianza decir, entre otras cosas, á los mineros: «no gasteis vuestro tiempo ni vuestro dinero en buscar depósitos utilizables y productivos de carbon mineral de ninguna especie en la cordillera de Guadarrama ni en las montañas de (Galicia; tampoco los encontrareis nunca de clase superior, ni en gran cantidad, en las cuencas terciarias del Duero y del Ebro. Si quereis trabajar con fundadas esperanzas, y tal vez con absoluta seguridad de ver coronados de éxito vuestros afa- nes y vuestra constancia, aunque en ciertos sitios tengais que atravesar antes por terrenos estériles, acudid á las localidades que á continuacion os vamos á indicar.» En una region dada y reconocida por corresponder su terreno al período carbonifero, la ulla no se encuentra siempre depositada en to- da su estension, puesto que este precioso combustible, reuniéndose so- lo en las hondonadas y valles de entonces, no pudo constituir un miem- bro general é indispensable en toda la formacion carbonifera. Aun cuando en realidad solo la práctica de los taladros y de otra clase de escavaciones, dirijidas con inteligencia, nos puedan dar á conocer de un modo seguro é infalible la existencia y estension de los depósitos de TOMO IV. 49 146 ulla, puede esta sin embargo predecirse con bastante confianza, por la observacion de cierta clase de rocas que por lo general se presentan constituyendo capas superiores á ella y en estratificación concordante. Pero tambien debe tenerse presente que, aun cuando inmediatamente sobre las capas de ulla existen por lo general otras arcillosas ó arenis- cas, abundantemente rellenadas con restos de plantas del período car- bonifero, la presencia de estos restos fósiles no implica siempre el que la ulla haya de estar debajo. Los criaderos ó depósitos de carbon mineral que primero se han re- conocido en España, y que mas se han acreditado por su ventajosa si- tuacion á poca distancia de la costa, son los de Asturias. Hace cosa de sesenta años, en tiempo del célebre Jovellanos, empezó á quererse fo- mentar el beneficio de lo que D. Gregorio fronzalez Azaola llamaba hor- naguera; pero con algunas de las ideas no aplicables á España en que estaba imbuido aquel sábio rentista, y que desgraciadamente todavía subsisten hoy en las imaginaciones de ciertos teóricos, «absoluta liber- tad en materia de industria,» el beneficio de este precioso combustible se dejó enteramente á discrecion del interés particular, sin ninguna cla- se de trabas ni restricciones, dando por resultado el mas triste desenga- ño de la falsedad de ciertas teorías cuando se quieren generalizar exaje- radamente. Los labriegos dueños de los terrenos donde asomaba á la superficie algo de carbon mineral lo escavaban y arrancaban como otra tierra cualquiera, sin sujetarse á ninguno de los preceptos del arte de la minería, de que ni siquiera tenian la menor idea, y lo transportaban á Gijon sobre sus caballerías de labranza cuando corria la voz de que en aquel puerto habia algun buque á la carga. Con esta ámplia libertad concedida á gentes que no sabian apreciarla ni utilizarla, sucedió lo que era fácil preveer: se inutilizaron, ó por lo menos se dejaron muy difi- cultosos de beneficiar todos los buenos criaderos que asomaban ó po- dian reconocerse en la superficie, porque, como escavaban sin orden y sin emplear fortificación de ninguna especie, luego que ahondaban unas cuantas varas se les hundia la labor, la abandonaban, y se ponian á es- carbar en otro punto. Afortunadamente la memoria que en 1831 publi- camos los cuatro ingenieros comisionados por el Gobierno para recono- 147 cer y estudiar aquellos criaderos, fijó la atencion de algunos capitalis- tas industriales estrangeros, y habiéndose reunido en compañia los Se- ñores Lessoine, Riera y Ferrer, solicitaron y obtuvieron del Gobierno de S. M., en noviembre de 1855, el privilegio de esplotar, bajo ciertas condiciones, una superficie de dos leguas cuadradas, comprendida entre los puertos de Avilés y de San Esteban de Pravia. Los buenos resulta- dos obtenidos por esta compañía atrajeron, como era natural, la concur- rencia de otros capitalistas, tanto nacionales como estrangeros, los cua- les emprendieron sus investigaciones y especulaciones, sujetándose en- teramente á la ley de minería entonces vigente, y sofocando, digámoslo así, á todos los antiguos escarbadores y destrozadores de aquel pre- cioso combustible; cuyas gentes tampoco perdieron nada, antes bien han ganado mucho, porque ahora tienen la mayor parte de ellos asegu- rada su subsistencia en los grandes establecimientos, lo que antes solo obtenian de un modo tan precario y tan eventual. Desde la instalacion de la citada compañía Lessoine data la prosperidad de la industria minera en Asturias, la cual va cada dia en aumento, habiéndose estendido á la fabricacion del hierro, la cual durante tanto tiempo han creido los espa- ñoles ser un producto esclusivo, en calidad y cantidad, de las Provincias Vascongadas. Desgraciadamente se conservan todavía como axioma en- tre nosotros otros muchos errores ó principios falsos sobre industria y agricultura, tan trascendentales por lo menos como el hierro de Viz- caya. La esportacion actual de carbon de piedra en toda la provincia de Asturias, está calculada ascender á 800.000 quintales cada año, consu- miendo cuasi otro tanto la industria metalúrgica de la provincia. Pero no en toda la estension que hemos representado en el plano corresponder á terrenos del grupo carbonífero, se encuentra el buen combustible. La verdadera ulla, la que sirve ó se puede aplicar á todos los usos de la industria, hasta los mas delicados y los que exijen ma- yor desenvolvimiento de fuerza calorífica con menor volúmen ó canti- dad de combustible, solo se ha descubierto hasta ahora en una esten- sion de sobre 600 kilómetros cuadrados, al rededor de la villa de Mieres. Basta solo dar al mapa un simple golpe de vista para comprender desde 148 luego que la ulla de la region de Mieres no puede salir á fomentar la industria de Castilla la Vieja, porque tendria que atravesar la elevada cordillera Cantábrica, lo que recargaria mucho su valor por la dificul- tad de los transportes. Cuasi la misma dificultad se presenta para lle- varla al litoral; de modo que, «mientras no reciba su complemento la construccion del camino de hierro allí empezado,» y mientras no se habilite un buen puerto en aquella procelosa costa, donde puedan ir los buques á cargar con toda seguridad en todas las estaciones del año, la ulla de Asturias no podrá concurrir con ventaja sobre la estrangera en el mercado de la industria metalúrgica de nuestro litoral del Me- diodía. Zona carbonífera castellana. A mi modo de ver este es el depósito de ulla mas interesante y de mayor porvenir para el desarrollo de la in- dustria del centro de la Península, á donde es imposible lleguen los car bones estrangeros, por el inmenso recargo que sufren en el transporte terrestre ordinario. La ulla de la formacion carbonifera de Castilla es en su generalidad de tan buena ó mejor calidad que la de Asturias, compitiendo con la inglesa, y prestándose magníficamente á la fabrica- cion del coack; la estension del terreno que ocupa es mucho mayor que el de Asturias; pero á pesar de todas estas ventajas, como hace tan pocos años que estas son conocidas, la esplotacion es hasta ahora en cantidad cuasi insignificante, habiéndose solo dedicado á ella capi- talistas de muy poco arraigo 6 de pocos ánimos para gastar, que están siempre aguardando la venta del carbon para pagar los jornales, sin po- der por consiguiente pensar siquiera en habilitacion de caminos espe- ciales que faciliten y economicen su salida á los mercados, cuyos cami- nos especiales no se puede razonablemente exigir costee el Gobierno con los fondos públicos. Tampoco en Castilla se ha desarrollado hasta ahora ninguna industria que requiera gran consumo de combustible mineral; alguno que otro cubilote para la refundicion y moldeado del hierro, los herreros de unas cuantas leguas á la redonda, las fábricas de mantas de Palencia y otras pequeñas fabricaciones, cubren sus demandas con bien pocos quintales al año. El resultado de toda esta combinacion de circunstancias, aun cuando algun tanto modificadas con la navegacion 149 del canal de Castilla y la franquicia de portazgos que disfruta el carbon mineral, la esplotacion es cuasi insignificante en comparacion de lo que pueden y deben suministrar aquellos criaderos. El capitalista de Madrid Sr. D. Gregorio Lopez de Mollinedo es el primer propietario de minas de ulla en el famoso valle de Santullano, distrito de Orbó; y á pesar de eso, segun él mismo ha tenido á bien co- municarme, solo esplota hasta ahora unos 150.000 quintales de ulla al año, destinados cuasi en totalidad al alumbrado de gas de la Capital; suministra además unos 25.000 quintales de coack á la empresa del ca- mino de hierro de Almansa. Entre otras tres empresas mas subalternas, que trabajan en el mismo valle de Santullano, venderán unos 25.000 quintales anuales, que sumado todo no llega siquiera á 200.000 quin- tales, cuando aquel criadero se halla reconocido de E. á O. en una lon- gitud de mas de 50 kilómetros (9 leguas) desde Orbó hasta Guardo. La ulla al pie de la mina se vende con utilidad para el minero á 26 ma- ravedís el quintal castellano, el cual cuando llega á Madrid adquiere ya un valor de 20 rs. Mientras no se realicen los proyectados caminos de hierro de Castilla, la industria carbonera de la provincia de Palencia no podrá desarrollarse. El camino que aquellos mineros esperan poder utilizar mas pronto es el de Alar á Santander, y entonces podrán tal vez concurrir sus carbones en los mercados del litoral con gran ven- taja sobre los de Asturias. La única muestra de industria en grande escala que tenemos en la zona carbonifera castellana, es el establecimiento de fundicion de hierro de Sabero ó Valdesabero, provincia de Leon. Allí se hallan reunidos, cuasi unos encima de otros digámoslo asi, todos los diferentes elemen- tos naturales que exije esta fabricacion: ulla abundante y de pri- mera calidad; diversidad y abundancia, de minerales de hierro para po- derlos combinar ó mezclar del modo mas conveniente; la castina ó sea la caliza propia para fundente; arbolado de construccion en abundancia; caidas de agua permanentes en todo el año, y proximidad á una gran- dísima estension de pais llano, que hace fácil el transporte á los puntos de consumo de este objeto de primera necesidad. De las minas de Valdesabero se estraen unos 750.000 quintales al año, que la mayor 150 parte se consumen en la indicada fábrica, llamada de San Blas, puesto que las necesidades de los pequeños consumidores del pais están satis- fechas con 6.000 quintales. El precio del quintal de ulla á la boca de la mina es de 22 mrs.; pero para emplearlo en algunas manipulaciones hay que reducirlo á coack, en cuya operacion pierde mas de la mitad de su peso. Este ejemplo demuestra bien claramente que, la industria minera carbonifera no puede absolutamente prosperar si no se estable- cen grandes fábricas en sus inmediaciones. En las inmediaciones de Otero de las Dueñas, en la misma pro- vincia de Leon, hay tambien otro depósito bastante abundante de car- bon de piedra; pero como las condiciones locales no son tan ventajosas como en los otros puntos referidos, y que por otra parte estos dos pun- tos satisfacen superabundantemente las necesidades industriales de la actualidad, resulta que el criadero de Otero se puede decir se halla en el dia cuasi abandonado, despues de haberse hecho algunos ensayos para el establecimiento de una ferrería, empresa que fracasó por falta de co- nocimientos periciales en los que la dirijian. En el dia el beneficio de la ulla, cuya existencia he reconocido yo mismo en una estension de 25 kilómetros, está reducido al consumo de los herreros del pais. Espiel y Belmez. El depósito de ulla que lleva esta denominacion está reconocido hace mucho tiempo, puesto que en los años de 1790 á 1799 ensayó el Gobierno su beneficio para satisfacer las necesidades caloríficas del establecimiento de Almadén. Es tan abundante y de tan buena calidad como los de Asturias y de Castilla. Se halla reconocido en una longitud de sobre 55 kilómetros de E. á 0., en la cañada del Guadiato, desde Espiel 4 Fuente-Ovejuna, en la falda meridional de Sierra-Morena correspondiente á la provincia de Córdoba. Á pesar de la gran abundancia y escelente calidad del combustible, y de su ventajosa posicion intermedia para poder acudir simultáneamente á los merca- dos de Castilla la Nueva, hasta el mismo Madrid, y á los de Andalucía y del litoral del Mediterráneo por el Guadalquivir, se conserva en el dia cuasi intacto, por la dificultad que presenta el transportarlo por aquellas breñas, en razon á la absoluta carencia de caminos, hasta de los carretiles ordinarios. Así es que, los empresarios mineros lo han 151 tenido enteramente descuidado, sin pensar siquiera en pretender de- marcaciones, antes bien abandonando las que ya tenian concedidas, hasta que se ha empezado á hablar de la construccion de caminos de hierro hácia el N. y hácia el S. de aquel hermoso valle, y de cuya rea- lizacion está pendiente la futura suerte de muchas empresas mineras y de otras industriales. En el terreno de la formacion carbonífera de Espiel y Belmez se encuentran, lo mismo que en Santullano y Valdesabero, los minerales y los fundentes propios para el establecimiento de fundiciones de hier- ro; pero faltan los dos poderosos y económicos auxiliares, el arbolado y las caidas de agua en puntos convenientes. Tiene además la desventaja de que, segun antes hemos indicado, todo aquel terreno ha sido suma- mente conmovido y trastornado posteriormente á la deposicion de la ulla, resultando mas costosos y difíciles los trabajos de esplotacion, y sobre todo los de investigacion, pues sin duda ninguna debe existir allí mucho mas combustible mineral del que aparece á primera vista, y eso que es ya mucho. San Juan de las Abadesas, en los Pirineos de la provincia de Ge- rona. Mucho se ha hablado y se sigue hablando sobre la gran riqueza de carbon mineral allí depositada; pero yo, que lo he reconocido muy detenidamente, estoy muy lejos de participar de esta opinion, sobre to- do si se tienen presentes las condiciones que deben acompañar á un de- pósito carbonifero para merecer nombradía y ofrecer verdadera utilidad, como efectivamente les sucede á los tres grandes depósitos que acaba- mos de mencionar. La ulla que se presenta en el territorio de San Juan de las Abadesas es de superior calidad, y se presta muy bien á la fabri- cacion del coack; pero hasta ahora solo se ha encontrado en una esten- sion de terreno que no llega á 4 legua de largo y 4 de legua de ancho. Tal vez su existencia en las entrañas de la tierra sea mucho mayor; pero veo muy dificil, por no decir imposible, llegar nunca á poderla utilizar, porque, en todo caso debe estar recubierta por las inmensas formaciones secundarias que allí tanto predominan. Hay además la des- ventajosa circunstancia, de que, todo aquel terreno está sumamente tras- tornado y quebrantado, lo cual dificulta y hace muy costosa la cons- 152 truccion de un ferro-carril que llevase los carbones á los puntos de consumo. Teniendo todo esto presente, me parece que el depósito car= bonífero de San Juan de las Abadesas, á lo mas á que podria aspirar sería á satisfacer las necesidades de la industria fabril de Barcelona y de sus inmediaciones; pero aun hasta á eso se oponen las malas bases con que se ha constituido la Empresa actualmente poseedora de aque- lla esplotacion, quien la recibió de los primitivos concesionarios bajo unas condiciones demasiado onerosas para poderse decidir nunca á es- tablecer trabajos en grande escala. En las inmediaciones de Villanueva del Rio, provincia de Sevilla, tenemos tambien otra pequeña muestra de carbon de piedra, de no mas estension que el depósito de San Juan de las Abadesas, pero de una ca- lidad muy inferior á causa de su estremada friabilidad, que lo descom- pone y reduce cuasi á polvo luego que se pone en contacto con el aire atmosférico. Esta ulla posee sin embargo un gran poder calorífico, por cuya razon es muy apreciada de los herreros, no solo de la provincia sino del litoral del Mediterráneo: ellos son los que verifican el princi- pal consumo. La Compañía del Guadalquivir, poseedora de la mayor parte de las minas de Villanueva del Rio, para poder utilizar en sus bu- ques de vapor que navegan de Sevilla á Cádiz aquella ulla tan quebra- diza, tiene que mezclarla por mitad con ulla inglesa. La superficie del terreno de que se estrae la ulla solo tiene 1.250 metros de longitud de N. á S., y 1.000 metros de E. á 0. En 1842 habia una Compañía gaditana (no sé si continuará en el dia) que sacaba algun carbon con labores que tenian que atravesar pri- mero la formacion terciaria marina del Guadalquivir, que en aquella parte es de muy poco espesor porque toca ya á su límite. Tal vez la formacion carbonifera continúe hácia el S. por bajo de la terciaria; pero, aun cuando asi suceda, estoy persuadido que sería muy dificil y muy costosa su esplotacion; primero, por la poca consistencia de aquellos terrenos terciarios; y segundo, por la estraordinaria afluencia de agua con que se tiene que luchar á poco que se profundiza; agua que es procedente del rio Huesna, que corre precisamente por medio del ter- reno en que se encuentra la ulla. 153 En las inmediaciones de Hinarejos, en la provincia de Cuenca, hay tambien un pequeño depósito de ulla, de que ya hemos hecho antes mencion. No se ha publicado, ni particularmente ha llegado hasta aho- ra á mi noticia, ninguna descripcion científica de aquel terreno, lo cual hace fundadamente sospechar que no debe ofrecer el mayor interés, ni científico ni mercantil. Se han formado varias Compañías, que están allí trabajando hace algunos años; y á pesar de su ventajosa posicion, próxima á una carre- tera real que viene á la Corte, sus trabajos hasta ahora no han produ- cido grandes resultados. A los mineros allí establecidos todo se les vuelve pedir que vayan ingenieros á practicar reconocimientos; y es- tos ingenieros se conoce que no se atreven á desengañarles y hablarles claro, por la índole fatal que se ha introducido en la llamada industria minera en España, y en la que desgraciadamente predomina, y ya pre- dominará siempre, el agio de la compra y venta de acciones. Los inge- nieros han sido y son siempre necesarios para dirijir con orden y eco- nomía los trabajos de esplotacion en nuestros tres grandes depósitos de carbon mineral, pero de ningun modo han sido allí necesarios para de- clarar su existencia, porque estaba bien á la vista. No es este achaque únicamente esclusivo de los criaderos de ulla; lo mismo sucede con los de otros minerales. Cuando los empresarios mineros no encuentran mi- neral en el sitio donde se establecen, por la sencilla razon de que no lo hay, se empeñan en que ha de aparecer á fuerza de reconocimientos periciales: desgraciadamente he tenido muchas veces que arrostrar esta clase de compromisos. En resumen, poseemos en nuestro territorio tres magníficos y abundantísimos depósitos de escelente ulla, los cuales es- tán destinados á desarrollar la industria y la riqueza del pais, y aun concurrir en los mercados estranjeros; pero para que llegue este caso, es indispensable ante todo habilitar medios de comunicacion que faci- liten los transportes. En otras localidades correspondientes á formacio- nes geológicas mas modernas tenemos tambien, como veremos á su tiempo, muchos depósitos de carbon mineral; los que si bien por lo ge- neral son lignitos ó carbones de una calidad inferior, los hay sin em- bargo que pueden competir con la verdadera ulla bajo todos conceptos, TOMO IV. 20 154 señaladamente en el distrito de Utrillas y de Montalban, en la provincia de Teruel. De los criaderos de minerales metaliferos cuya existencia se halla reconocida en los terrenos paleozóicos de España. Con bien pocos renglones está hecha la reseña de los minerales úti- les que se encuentran en este grande y antiguo período geológico; pero no por eso deja de ser el mas vico y el mas interesante, tanto para la industria en general como para la minera en particular. Ya hemos visto los depósitos tan considerables de buena ulla de primera calidad que tenemos en tres regiones ó distritos diferentes. Además de esto, toda- vía tenemos en otras localidades, tambien del período paleozóico, depó- sitos de carbon de piedra que, si bien no tan ricos ni tan abundantes como aquellos, ofrecen sin embargo un gran recurso para cierta clase de aplicaciones, si la industria y el espívitu investigador estuviesen mas desarrollados entre nosotros. Acompañando, unas veces superpuestos, otras interpuestos á las mejores capas de ulla, se encuentran en España, lo mismo que en los terrenos análogos del mundo entero, los minerales mas á propósito pa- ra la fabricacion del hierro. Estos se presentan impregnando mas ó me- nos completamente las capas arcillosas correspondientes á aquella for- macion, cuyas capas arcillosas están siempre muy regularizadas, y son algunas veces de mucho espesor y de una grande estension; de modo que, en tropezando ó descubriendo una de estas capas, ya se puede asegurar que no faltará material para sostener cuasi indefinidamente la fabricacion. Los minerales á que nos referimos son los óxidos, los hidra- tos y los carbonatos. No coloco los hierros magnéticos en este período, porque los considero como una roca eruptiva, y por lo tanto muy acci- dental en los terrenos paleozóicos y enteramente estraños á ellos. Si nos decidimos á clasificar de terrenos silurianos y aun tal vez de 155 devonianos las calizas plomiferas de sierra de Gador y sus poderosas y alternantes capas de areniscas mas ó menos arcillosas, tenemos que los terrenos paleozóicos de España son los mas ricos en depósitos de minerales útiles. Todavía tenemos además el gran criadero de cinabrio de Almadén y Almadenejos en el terreno siluriano, aun cuando en el dia haya perdido algun tanto de su importancia con los modernos des- cubrimientos de la California. Fuera de lo que acabamos de mencionar, no tengo noticia de que en nuestros terrenos paleozóicos haya criaderos de minerales metalife- ros de conocida utilidad, ni que ofrezcan fundadas esperanzas para el porvenir, aun cuando en algunas localidades se presenten indicios, que solo sirven para entretener y hacer gastar dinero inutilmente á los mi- neros de buena fe. El criadero de cinabrio en las inmediaciones de Mie- res en Asturias se halla en este caso; se han obtenido de él en un prin- cipio algunos miles de quintales de mercurio, con lo cual se animaron estraordinariamente sus beneficiadores; pero aquel depósito de cinabrio se agotó bien pronto, ó por lo menos ha quedado reducido á una im- portancia cuasi insignificante. Madrid 21 de enero de 1855. Toaquir Ez uerva del . Pza o. 4h Do de Crees. 42. Dirrenas paleozoico y Chelva 0% / Braga ar S j o Qurta 1 Laa o Minterrey Imugagca =l Ávila o y Vinilo. iS Hástella epi Torrlaguig? Talabrea o, a, Enorial MADIIH ¿0% ten rulyra, Gudalape(S, 5 á pl JE o usd o Almaden E limar SIEMPAÁMORENA. ) Llera: F E ¿ o hana. - (8 QA Ék > Hi agp y 3 MEMORIA SOBRE EL MECANISMO DB LA CBNBRACIÓN sl 209 ANIMALES CONSIDERADA EN GENERAL. POR D. NICOLÁS CASAS DE MENDOZA, Académico de número en la Seccion de Ciencias naturales. AED Una de las acciones que mas ha llamado la atencion de los naturalistas, de los zoólogos, filósofos y fisiólogos, y hasta de los profanos á las cien- cias naturales, ha sido la facultad que poseen los cuerpos organizados de formar seres semejantes á sí mismos; facultad que solo á ellos per- tenece, y por cuyo medio se conservan las especies, ya que los indivi- duos son perecederos, siendo aquellos únicamente los mas ó menos per- manentes. En efecto, por la generacion se reproducen los seres vivos; por su medio se perpetúan; y por ella se conservan las especies. Este acto, tan admirable como sorprendente, y que ha habido pocos que no hayan querido averiguar su esencia, su naturaleza, su mecanismo, se efectúa por una serie de acciones, correspondientes casi siempre á dos individuos diversos que se han denominado sexos, ya estén separados 6 formando cada uno su individualidad, ya se encuentren reunidos en una sola, desempeñando en este caso el papel de las dos individualida- des. Sin embargo, la observacion demuestra que hay muchos seres de organizacion sencilla en quienes no existen los sexos, 6 cuando menos hasta el dia no ha sido dable distinguirlos. El individuo único que en este caso constituye la especie, puede reproducirse por huevos ó por 158 sporos susceptibles de desarrollarse por sí mismos, por gérmenes ó ye- mas que se acrecientan en parte antes de desprenderse de la madre, ó bien por la escision de una parte del todo mas 4 menos considerable, y que se completa durante ó despues del acto de su separacion. Sea el que quiera el modo como la reproduccion se verifique, lo cierto es que si no fuera por ella el mundo organizado hubiera pronto concluido, á no haber hecho eternos á los séres que le constituyen, lo que hubiera estado en contradiccion con las leyes naturales, pues siendo máquinas como son, aunque vivas y capaces de reparar las pérdidas que esperimentan con crecimiento anterior y simultáneo, no podian menos de gastarse, desordenarse y perecer por el hecho mismo del juego de la vida; y esta misma vida, por la fuerza que la sostiene y que la dió origen, tiene tendencia irresistible á pasar de unos séres á otros, por- que es la que constituye la esencia de la mas ó menos perpetuidad de las especies. El individuo no es mas que usufructuario de esta fuerza, que en herencia recibió de los que le dieron el sér, pero que él tiene que obrar de igual manera y dar á otros lo que él recibió con este ob- jeto. Hé aquí el por qué cuando todos han llegado á su completo des- arrollo se ven incitados á engendrar, á comunicar á otros cuerpos for- mados por ellos mismos la fuerza necesaria para que puedan vivir por sí é independientemente, y reemplacen á los que han dejado de existir. Así como en los cuerpos anorgánicos existen las fuerzas generales de la materia, que deciden y determinan cuantas acciones en ellos se produ= cen, y aquellas son tan inmutables y constantes como eternas, de la misma manera existe en los organizados una fuerza final, que decide y determina cuantas acciones se verifican por ellos con el mismo ca- racter de inmutabilidad, constancia y eternidad. Esta fuerza, llamada por los fisiólogos con demasiada impropiedad fuerza ó principio vital, no puede de modo alguno dar razon de los fenómenos y acciones que en los cuerpos que la poseen se verifican, como las fuerzas físicas ó generales de la materia lo hacen en los anorgánicos. Es verdad que ambas son espresiones tan abstractas como imaginarias, indicando solo un lenguaje abreviado con el que se oculta la ignorancia, y con cuyas palabras no se espresa mas que el hecho que se intenta esplicar; mas 159 esto no evita el que la que se emplee como indicando el origen ó causa de los fenómenos y acciones de la vida sea lo mas exacta posible. Los cuerpos vivos no pueden sostenerse mas que como individuos por su fuerza ó principio vital; pero esta fuerza no es dable presida á la fa- cultad de engendrar, porque tendria que ser divisible, lo cual no pue- de ni debe admitirse, por ser inconcebible. La fuerza que los cuerpos organizados poseen es engendradora, además de sostener la vida; es la que comunica la actividad á las células germinativas, la que produce y determina la mezcla ó incorporacion de los productos sexuales para la formacion de individuos nuevos; y de aquí el que su verdadero nom- bre debe ser fuerza biogénica, engendradora y sostenedora de la vida. Esta ley de la creacion es una ley especial para los séres vivos, sean plantas, sean animales, y es la que gobierna al mundo organizado. Si se contempla el conjunto de los séres á que nos referimos, no podrá cualquiera menos de quedar admirado y sorprendido al ver los cuidados, esmeros y afanes de que es objeto cada uno de ellos. Las plantas fijas y reducidas al terreno ó sitio en que están implantadas, los animales que se mueven por su superficie, los que vuelan y per- manecen en el aire, los que habitan en las aguas, han recibido todos una organizacion en relacion con las condiciones que les han sido im- puestas desde el momento de la creacion. Esta regularidad, esta armo- nía constante é invariable que en todos ellos se observa, procede de la ley biogénica, como los fenómenos y acciones regulares y armónicas del mundo inorgánico proceden de las leyes eternas de la materia. Pe- ro es necesario descender á los pormenores de la vida que rije la ley biogénica, fijarse en uno solo, para concebir y comprender la esten- sion, la fuerza, la prevision de esta ley. Sigase al animal que saldrá del huevo de un insecto; véasele en cada una de las evoluciones que espe- rimentará antes de llegar al estado perfecto. Las precauciones que se han tomado para asegurar los buenos resultados de estas evoluciones, para conservarle bajo las formas sucesivas de oruga, de ninfa y de ma- riposa, y demostrarán que una voluntad suprema y misteriosa, que la ley biogénica le sigue en toda su vida. Se necesita una capa de líqui- do para reblandecer las envolturas de la oruga, para efectuar su sepa- 160 ración, pues se encontrará en el cuerpo del animal para el momento en que deba servir. Se desean filamentos ó tejidos para protejerla, pa- ra que se adhiera á un arbol ó á una pared; pues bien, la secrecion que facilita la materia de estos filamentos, de estos tejidos, está pre- parada en el cuerpo. Es preciso que el individuo se destine á la pro- pagacion cuando ha adquirido su completo desarrollo; y para ello for- ma en órganos especiales unos corpúsculos, verdaderas células germi- nativas, que depondrá bajo la forma de huevos. Pero el insecto tiene necesidad de una materia resinosa, que las aguas del cielo no puedan disolver, para fijar estos huevos sobre una corteza, una hoja; y esta materia se encontrará siempre en algun órgano de que está provisto el animal. Si debe depositar sus huevos en el interior de un arbol, ó si bajo la forma de ninfa debe agujerear la cáscara que le envuelve, po- see su organizacion un taladro ú otro instrumento análogo para prac- ticar esta operacion. La naturaleza organizada es mas incomprensible que la naturaleza muerta; y si ha habido necesidad de admitir una ley del Creador para la pesantez y para las afinidades moleculares, ¿cómo se ha de rehusar para los fenómenos tan constantes, tan precisos, tan admirables que presentan los organismos vejetal y animal? Es bien sabido que todos los individuos de una misma especie pre- sentan constantemente una semejanza perfecta. Su cuerpo se compone de igual número de órganos, y estos órganos tienen la misma configu- racion. Su esterior demuestra la repeticion de las mismas formas. To- dos estos individuos están establecidos bajo un tipo determinado; son como emanados ó procedentes de un mismo molde, porque han sido formados por una ley inmutable establecida desde el principio del mundo; y como esta ley no los abandona, obra en ellos lo mismo que en los que les dieron origen, y los productos que forman tendrán que obedecer á la misma ley, porque esta es inseparable del organismo. Todos los elementos anatómicos, sin escepcion, nacen en cada sér vivo; ninguno procede de afuera; ninguno se ha introducido ya forma= do; ninguno penetra construido del todo en el interior del cuerpo, en el espesor de los tejidos: esto es un hecho de observacion. Una de las propiedades de la fuerza biogénica es la reproduccion por multiplica- 161 cion, que ha de originar el nacimiento. La propiedad de nacer se funda en la de desarrollarse: esta es una condicion de existencia de la pri- mera, como la nutricion lo es del desarrollo. Es de hecho que, limitán- dose como debe hacerse al dominio de las cosas que se prestan á la ob- servacion, no es dable concebir seres que nazcan sin desarrollarse. El desarrollo está tan íntimamente unido á la generacion, que con fre- cuencia se consideran como sinónimos los nombres nacimiento y des- arrollo. Entonces se confunden los dos órdenes de hechos que indican estos nombres, aunque muy diferentes. Esta confusion era casi i¡nevita- ble. En efecto, como la historia manifiesta que se han descubierto y es- tudiado antes los fenómenos mas complicados que los mas simples, el aislamiento de estos, que por su reunion constituyen los primeros, no ha podido hacerse siempre con claridad. El desarrollo, por ejemplo, se ha observado antes que la generacion en todos los cuerpos organizados, lo mismo que en sus partes; y ha resultado con frecuencia haber toma- do el primero por la segunda, sin haber pensado continuar el análisis. Los elementos anatómicos tienen, además de la propiedad de desar- rollarse, la de nacer. Este es un hecho reconocido por la esperiencia. Pa- ra que se verifiquen los fenómenos de la generacion, es preciso que se haya efectuado antes el desarrollo hasta ciertos límites, variables en cada especie animal. Conviene sin embargo notar, que el nacimiento no es un resultado, una consecuencia necesaria del desarrollo, pues puede suceder que un sér se desarrolle y subsista indefinidamente en el es- tado á que ha llegado, sin dar origen á un sér semejante á él. La nu- tricion y el desarrollo son condiciones de existencia del nacimiento, porque este no puede verificarse si falta uno de los dos fenómenos in- dicados. La reproduccion no es de manera alguna, como consecuencia, un resultado del desarrollo. La facultad de reproducirse parece, es cierto, resultar de la obligacion de morir, pues sin esta compensacion cada especie viva desapareceria pronto. Ejemplos numerosos de esterilidad, sobre todo en los animales superiores, autorizan para pensar que ciertas razas se han estinguido tal vez de este modo, de resultas de la impo- tencia generatriz de todos sus individuos. Ninguna especie puede sub- TOMO IV. 24 162 sistir de un modo permanente y eterno mientras la reproduccion no compense la muerte. Mas esta necesidad no puede esplicar el admirable privilegio que permite á todo sér vivo producir otro sér esencialmente semejante á él. Nada impediria concebir la conservacion de las espe- cies, silos cuerpos organizados emanasen directamente de las materias inorgánicas. Debe admitirse como un hecho cierto, que cada sér vivo emana ó procede siempre de otro semejante á él. El grande aforismo de Harvey, omne vivum ex ovo, es imperfecto ó inexacto, porque espe- cifica un modo de emanación ó produccion por lo comun estraño á los organismos inferiores. Bajo mejor redaccion, omne vivum ex vivo, cons- tituiria siempre una de las principales bases de la biologia sistemática. Esta última ley fundamental de la vida universal acaba de separar ra- dicalmente la menor existencia orgánica de toda existencia inorgánica. A pesar de las vanas semejanzas y sofísticas comparaciones y aproxi- maciones científicas entre la cristalizacion y nacimiento, el verdadero espiritu filosófico, la sana y severa lógica no permiten considerar á un cristal como naciendo de otro. El verdadero sentido de la palabra na- cimiento no puede convenir á cuerpos susceptibles de durar siempre y crecer sin cesar, porque por lo comun proceden de una combinacion directa entre sus elementos químicos, emanados indiferentemente de cualesquiera compuestos. En una palabra, la propiedad de nacer es tan particular de los cuerpos vivos como la de morir. Estos hechos incontrovertibles zanjan y terminan la célebre contro- versia, hasta cierto punto existente en el día, relativa á la perpetuidad de las especies. Consiste en el fondo en mantener espontáneamente la integridad del tipo, cualquiera que sea el número de trasmisiones. Así, cuantos han supuesto la variabilidad indefinida de las especies, se han visto pronto en la precision de concebir los cuerpos vivos como pudien- * do formarse de elementos heterogéneos por simples acciones químicas, al menos en los seres inferiores. De lo hasta aquí espuesto se deduce claramente, que no admitimos ni nos es dable admitir, porque no hay ni siquiera un hecho exacto que lo justifique ni compruebe, la supuesta generacion espontánea, primiti- va, primigena, originaria, directa, equivoca, heterogénea, etc., ó sea, 163 como dice Burdach, una produccion de un sér vivo, que no refiriéndose ni por la sustancia ni por la ocasion á los individuos de la misma es- pecie, emana de cuerpos de otra especie, y depende de un concurso de otras circunstancias. Es la manifestacion de un sér nuevo sin padres; por lo tanto una generacion primordial, una creacion. Casi pudiera ca- lificarse de absurdo intentar en la actualidad, segun los conocimientos que se poseen, sostener que de la materia inorgánica pueda nacer es- pontáneamente un sér organizado, resucitando así la famosa hipótesis de los átomos de Epicuro. La historia sola de las diferentes opiniones de los fisiólogos, refe- rentes al modo como debe considerarse, segun ellos, la generacion es- pontánea, sería el dato mas comprobativo de la falsedad de este sistema. Prescindiendo del número de seres que se ereia eran formados de este modo, casi todos los partidarios actuales admiten que solamente de la materia organizada pueden nacer nuevos animales, ya sea en los cuer- pos orgánicos muertos y en descomposicion, ya tomen origen en el interior de los cuerpos vivos. Aun el mayor número limita á este úl- timo caso la posibilidad de la generacion espontánea, á causa de que la cuestion se encuentra mas esclarecida para los infusorios que para los entozoarios, en los cuales se conoce en muchos, otro modo de ge- neracion. Las condiciones complexas necesarias para el nacimiento de los ele- mentos anatómicos, en los seres mas complicados como en los de orga- nización mas simple, hacen prejuzgar que es imposible reunir los aná- logos, obtenerlos suficientemente complexos para que puedan formarse por generacion espontánea cualesquiera elementos anatómicos. Esto es lo que demuestran esperimentalmente los ensayos infructuosos in- tentados con este objeto. Con mas razon no será dable ver nacer es- pontáneamente organismos que vivan aisladamente aun de los mas sim- ples infusorios, que en general no son mas complicados que una célula epitélica, y que hasta lo son menos, como los monados trichomonados, amibados, etc. Solo procediendo por eliminacion, mas no por observa- cion directa, es como se han admitido las generaciones espontáneas. Por no poder concebir ni esplicar cómo llegan los gérmenes de vejeta- 164 les microscópicos á un recipiente ó á una cavidad cerrada, como por ejemplo dentro de un huevo de gallina, es por lo que se ha admitido en tales casos, y en otros mas ó menos parecidos, que estos vejetales se formaban por generacion espontánea, sin reflexionar que si micros- cópicos son los seres ya bien desarrollados, mas microscópicos deben ser los gérmenes de que nazcan. Por propiedad de nacimiento debe entenderse propiedad de dar na- cimiento, de reproducir; pero de manera alguna propiedad que posean los elementos de nacer, de aparecer, cuando algunos momentos antes no existian ellos todavía, pues es evidente que cuanto existe, los cuer- pos que nosotros podemos confeccionar, como los cuerpos organizados, de los cuales solo podemos estudiar las condiciones de formacion, tienen un origen, un principio. Las condiciones en que se verifica este prin- cipio, los diferentes modos de efectuarse, son lo que debe conocerse, y no su esencia, porque no se presta al examen; porque es imposible des- cubrirla, como no es dable lograrlo de ninguna esencia; porque no es factible obtener la menor noción de la naturaleza íntima de otros fenó- menos mucho mas sencillos. La palabra formacion no es sinónima á la de nacimiento: la primera sirve para designar un hecho químico, una combinacion, sea directa, indirecta ó catalítica. La formacion no es como el nacimiento; este hecho vital, caracterizado por la produccion de un sér vivo, por medio de principios inmediatos variados de un elemento anatómico comun ó especial, de un óvulo 6 de un gérmen; óvulo y gérmen que desde su primera aparicion tienen un volúmen determinado, que nacen ya con ciertas dimensiones, y que pueden desarrollarse despues ó subsistir es- tacionarios por mas ó menos tiempo, á no ser que se atrofien ó sean reabsorvidos. Mas nunca se les ve como los compuestos químicos que se forman desde el estado de molécula física invisible, ó por mejor decir, desde el estado de cristales apenas perceptibles á los mas fuertes po- deres amplificadores, que se acrecientan rápida ó lentamente, ó cesan de pronto de aumentar de volúmen, segun el estado del líquido en que se forman. El óvulo desde su nacimiento tiene, como todo elemento anatómico, un volúmen determinado; su sustancia es viva en sí mis- 165 ma; y está dotada, mientras la dura la vida como óvulo, de cierta in- dependencia con relacion á las demás partes formadas de sustancia or- ganizada. La propiedad de nacimiento, generacion ó reproduccion, se encuen- tra caracterizada por este hecho, que los elementos anatómicos existentes, cuando existen en ciertas condiciones de nutricion y de desarrollo, deter- minan en su inmediacion el nacimiento ó generacion de otros elementos, 6 los producen totalmente semejantes á ellos mismos. Decimos elementos existentes, porque no hay ejemplo de elementos anatómicos que hayan sido formados de partes heterogéneas separadamente, distantes de ele- mentos ya existentes: no hay ejemplo de generacion espontánea 6 de produccion artificial de un elemento anatómico cualquiera, célula, fi- bra, etc. Decimos cuando se encuentran en ciertas condiciones de nu- tricion y de desarrollo, porque la observacion demuestra que un ele- mento anatómico aislado ó separado de los otros, aunque continúe vi- viendo por cierto tiempo, no da origen ó nacimiento á otros elementos semejantes ó diferentes á él. Así, por ejemplo, las fibras musculares de los annélidos y otros animales, las células del epitélio con pelos ó pestañas vibrantes, los espermatozoideos, etc., separados los unos de los otros, continúan nutriéndose, contrayéndose por algunos instantes, pero no reproducen nada. Tambien demuestra la observacion que es preciso que los elementos hayan llegado á cierto grado de desarrollo para que puedan determinar la produccion de otros elementos: este grado es el que en general conservarán siempre. En una palabra, no basta tomarlos en un estado cualquiera para verlos producir otros; es preciso se encuentren colocados en ciertas condiciones de nutricion, porque no es suficiente que los elementos hayan adquirido su desarro- llo normal, sino que es indispensable que los líquidos que los rodean, y que van á formar los materiales de nuevos cuerpos, hayan llegado á tal ó tal estado de composicion y de elaboracion. Estos hechos anató- mico-fisiológicos, admitidos como exactos desde muy antiguo, debieran haber retraido á ciertos hombres el admitir, tan sin límites, la exis- tencia de las generaciones espontáneas. La doctrina de estas generaciones no es nueva; existia ya en la mas 166 remota antiguedad; y hasta pudiera decirse que fue un error genera lizado entre los antiguos. Se sabe que Epicuro pretendia que la tierra lo habia formado todo. Aristóteles no era tan esclusivo, pero decia que todo cuerpo seco producia animales, con tal que fuera capaz de nutrir= los. Así es que hacia proceder muchos peces del cieno 6 de la arena; las orugas, estos pequeños gusanos que se trasforman en animales ala- dos, de las hojas verdes; los piojos de la carne; las pulgas de la fermen- tacion de las basuras: en una palabra, todos los animales cuya gene- ración le era desconocida los hacia proceder ó nacer de los sitios en que los encontraba. Atribuia la fuerza formatriz al calor, al aire, á la humedad, que gozaban de la misma virtud que los humores y el calor animal en la generacion por el intermedio de los sexos. Antes de él, y aun algun tiempo despues, se atribuia tambien á la tierra la formacion de las serpientes, de los ratones, topos, etc.; al cieno de los estanques la de las ranas y anguilas; al escremento del ganado vacuno ó de otro ani- mal, la de las abejas; á las frutas picadas, maderas carcomidas, carnes podridas, la de los gusanos, moscas y otros insectos. Cuando no se sa- bia el origen se recurria á la generacion espontánea; y los modernos adoptaron tambien este sistema, que la observacion ha desmentido vic- toriosamente. Conforme se iba estudiando y profundizando la cuestion, se notaba que los casos presuntos de generacion espontánea podian esplicarse uno despues de otro de un modo mas natural, entrando sucesivamente en la regla comun. Redi demostró por numerosas esperiencias, que los gu- sanos no nacian de las carnes podridas, sino de los huevos que las mos- cas en ellas depositaban; pues en efecto era inconcebible cómo la cor- rupcion podia engendrar un animal tan perfecto como lo es un insecto provisto de órganos genitales de ambos sexos. Este mismo hecho se comprobó con el queso y otras materias; admitiéndose desde entonces que los insectos y no las materias producian los gusanos. El mismo Redi fue el primero que demostró que en los entozoarios, ó como él los lla- mó, en los animales que viven en otros animales, se encuentran, como en los demás, machos, hembras y huevos; que en ellos no se efectúa la generacion de una manera diferente á la que en general se observa. 167 Valisnieri demostró, en los entófitos ó larvas que viven en el seno de las plantas, lo que fiedi habia hecho para los entozoarios. Desde enton- ces llegó á admitirse como un hecho inconcuso en fisiologia, que todos los seres organizados procedian de partes formadas por otros cuerpos tambien vivos, y que desarrollándose sucesivamente, llegaban á tomar caracteres idénticos á los que les habian dado origen. Como los errores reaparecen con el tiempo lo mismo que las ver- dades, cuando la hipótesis de las generaciones espontáneas parecia ha- ber desaparecido de la ciencia y solo destinada á la historia, vino un descubrimiento admirable á prestarla un apoyo nuevo, resucitándola otra vez. Leeuwenhock descubrió con el microscopio en 1675 los ani- malillos invisibles al ojo libre, denominados por este motivo microscó- picos, que se encuentran en las aguas pluviales, en el esperma y otros líquidos, y que Wrisberg llamó por primera vez infusorios. Needham demostró, que si la putrefaccion no producia insectos, daba origen en todas las infusiones que contuvieran materias en descomposicion, á unos animalillos hasta entonces desconocidos. En efecto, si se vierte agua sobre sustancias animales ó vejetales, y se espone el todo á una temperatura suave y al influjo del aire y de la luz, se ven aparecer poco tiempo despues, en medio de la descom- posicion y de la disolucion de estas materias orgánicas, vejetales muy sencillos, 6 animalillos muy pequeños, de una simplicidad orgánica aparente, visibles solamente por medio del microscopio, y á veces se requiere sea de mucho aumento, lo cual no impide el que la organi- zacion de algunos de ellos sea muy complicada. Como su aparicion no se halla precedida de ningun sér semejante á ellos, ni de ningun sér dotado de vida, se les supone proceder de generacion espontánea. Dos hipótesis se han propuesto para esplicar la procedencia de los infusorios por este modo de generacion: la de las moléculas orgánicas de Buffon, y la de la creacion de los esporos de los autores modernos. Ninguna de ellas está fundada en hechos verídicos y exactos. Mas con- viene manifestar que aun antes que la esperiencia lo hubiera demos- trado de un modo que parece concluyente, se habia emitido sobre la naturaleza del fenómeno á que nos referimos una opinion mas lógica, 168 pues en todos tiempos se ha procurado esplicar la generacion de los infusorios por el desarrollo de huevos ú gérmenes, es decir, por un modo semejante al de que proceden y ven formarse los demás séres vivos, que nacen de padres semejantes á ellos. Spallanzani vió que las sustancias orgánicas cocidas son tan ade- cuadas como las que no han esperimentado la coccion para dar origen á los infusorios; que el agua destilada es tan propia para su desarrollo como la comun; que el aire atmosférico es de absoluta necesidad; y so- bre todo, que no se ve nacer ningun infusorio en las infusiones que se hacen hervir en vasijas tapadas. Sin embargo queda en la duda, y di- ce: los infusorios sacan su primer origen de principios preorganizados; pero estos principios ¿son huevos, gérmenes, ú otros corpúsculos pare- cidos? El influjo del aire atmosférico se demuestra con no producirse ningun animal en las infusiones cubiertas por una capa de aceite. Una de las producciones que mas ha llamado la atencion de los es- ponteparistas es la materia verde de Priestley, que tambien aparece en las condiciones que se acaban de citar bajo el aspecto de una costra verdusca con granulaciones redondas y elípticas, que aisladas y dota- das de lijeros movimientos en un principio, parece se trasforman des- pues en hilitos trasparentes que se mueven de una manera irregular. Se ha dicho que la naturaleza de los infusorios dependia de la natu- raleza del cuerpo sólido, del agua, del aire, del tanto de calórico, lumí- nico y electricidad. Debe tenerse muy presente, que las principales con- diciones que importa observar en la aplicacion de los esperimentos re- ferentes á la cuestion de las generaciones espontáneas son: 1.” estar seguro de que toda materia orgánica viva, germen ó animal, se en- cuentra destruida en la infusion que se ha preparado; 2.” vigilar con el mayor cuidado para que no pueda introducirse del esterior, ínterin dure la esperiencia. Con tal que se observen rigorosamente estas dos condiciones, es seguro que nunca se desarrollarán infusorios, cual lo comprueban las esperiencias de Schultze, repetidas con igual éxito por otros muchos esperimentadores, que trataban de desmentirlas. Por ellas se comprueba, que si en vez de dejar que llegue libremente el aire atmosférico á ponerse en contacto con su mezcla, se le hace sufrir 169 una lavadura ó purificacion que, sin alterar su composicion, le purgue de todo gérmen y materia orgánica que pueda tener en suspension, haciéndole pasar despues por agua pura para que pierda el ácido de que pueda haberse cargado, no se desarrollan infusorios; pero si se de- ja que el aire, cargado de las materias pulverulentas que tiene en suspension y que conduce de un punto á otro, se ponga en contacto con la materia, entonces aparecen los infusorios que antes no se nota- ban, fuese la que se quisiera la duracion de la esperiencia. Sehavann ha hecho observaciones análogas, y ha reconocido que los líquidos her- vidos y cargados de materias orgánicas que se ponen en contacto con el aire, sometido antes al color rojo pero rico aún en oxígeno y re- novado con frecuencia, no producen infusorios ni materia verde de Priestley. Estos hechos, que cualquiera puede obtener con la mayor facilidad, cual nosotros los hemos obtenido, dan un indicio seguro de la procedencia de los infusorios, sin necesidad de recurrir á las esplica- ciones y supuesto origen de la generacion espontánea, como quieren los esponteparistas. Es cierto que los adversarios de la existencia de gérmenes dicen, que por qué motivo no se han de ver estos, cuando deben ser tan nu- merosos y estar diseminados por todas partes. A lo cual puede con- testarse, que nada tiene de estraño ni de sorprendente, puesto que se necesitan muy buenos instrumentos de aumento para ver los animales que de tales gérmenes proceden, despues de haber crecido y desarro- lládose lo suficiente. Rearguyen todavía diciendo, que cómo ha de su- ceder que tales gérmenes sean transportados á todos los sitios. Enton- ces niegan tácitamente las corrientes atmosféricas, que de hecho son incontestables. Lo que se sabe de esta fuerza da la razon del transpor- te de corpúsculos tan pequeños y tan lijeros como los gérmenes de in- fusorios, y de los que un número infinito apenas llegaria á formar una masa comparable á una nube débil é insignificante de polvo. Las ceni- zas del Vesubio, como muy bien dice Longet, ¿no han sido transporta- das únicamente por el intermedio del aire, no solo por toda la ltalia, sino á parajes aún mas lejanos? La fuerza sola de las corrientes atmos- féricas y de las tempestades, ¿no es la causa, dice el mismo fisiólogo, TOMO IV. 22 170 de estas lluvias de sapos y de peces, cuya sorprendente autenticidad nadie desconoce? Y para indicar solamente la posibilidad de otros me= dios de transportes, los huevos de los animales que viven en el agua, ¿no pueden ser llevados de un paraje á otro por adherirse á los pies de las aves acuáticas, ó por otra causa análoga, tan sencilla y tan fre- cuente? No porque los gérmenes se encuentren tan esparcidos se ha de su- poner existe para tales séres una pérdida inconcebible de productos, á causa de que para el mayor número de séres y aun para todos los hay incalculables, con particularidad en los mas inferiores en la escala de la organizacion, pues para que su número subsista sobre poco mas ó menos el mismo, y se compensen por un balanceo recíproco su pro- duccion y sus pérdidas, el número de gérmenes y de huevos se mul- tiplican cada vez mas. Un hongo es producido por un germen y reem- plazado por otro hongo, y sin embargo Fric ha calculado que el nú- mero de esporos del reticularia maxima es de diez millones, que son los gérmenes que se necesitan para la produccion de un individuo en la economía general de la naturaleza. Lo mismo se observa, aunque en proporciones mas limitadas, en el mayor número de animales. Hay una diferencia enorme en el tanto de huevos puestos por los insectos y peces y los individuos que llegan al estado adulto y reemplazan á sus padres; hasta en los mamiferos se forman multitud de huevos que no son fecundados, y aun de los que lo son mueren muchos antes de tiempo. El semen y el polen son segregados en mayor proporcion que la que se necesita para la fecundacion; una gota fecunda muchísimos huevos de rana, como muy poco polen lo hace de infinidad de granos y semillas. La naturaleza ha sido pródiga para asegurar la perpetuidad de las especies. Se sabe que muchos gérmenes de vejetales y de animales conser- van la fuerza biogénica por un tiempo ilimitado, y que en cuanto se encuentran en circunstancias adecuadas para su desarrollo, ponen en actividad la vida, que por decirlo asi, estaba en potencia. Luego, llega- do este caso no debe sorprender el encontrar en pantanos desecados hacia mucho tiempo, y que las lluvias han vuelto á poner el terreno 171 en las condiciones que primitivamente tenia, los mismos vejetales y aun animales que antes existian, y que no se encontraban á su inme- diacion. Por otra parte, todos los séres reconocen y necesitan una geo- grafía física especial para su desarrollo, y no lo hacen interin los gér- menes no se encuentren en ella; de aquí el que cuando cambian los caracteres físico-químicos de una localidad dada, lo hacen tambien va- rias plantas y animales, porque sus gérmenes encuentran entonces las condiciones precisas para su desarrollo, cosa que antes no sucedia. Además, Ehrenberg ha descubierto y demostrado la verdadera germi- nacion de las semillas de los hongos y del moho, y por lo tanto el mo- do de propagacion de estos vejetales, y da á conocer cómo puede pro- ducirse nuevo moho con granos de moho, y por lo tanto que sus gra- nos, diseminados por el aire ó por el agua, se desarrollarán inopinada- mente en cuanto se encuentren en las condiciones necesarias para su germinacion. La generacion de los helmintos, y con mas generalidad la forma- cion de los entozoarios y de los parásitos, se ha dicho, y aun se sostie- ne por algunos, que es espontánea. Cuantas razones dan sus partida- rios no son mas que datos negativos. Sea la que quiera la profundidad á que se encuentren, ya estén en el hígado, en el ojo, en el cerebro, en los músculos, etc., es imposible probar se formen espontáneamente, por mas esfuerzos que quieran hacer los partidarios de la heterogéne- sis. No habiendo encontrado el modo de esplicar la presencia de una fi- laria en el ojo, de una hidátida en el higado ó en el cerebro, ó de cual- quier entozoario en un órgano profundo, distante tambien de las su- perficies esterna é interna del cuerpo, debió naturalmente ocurrir el atribuirlo á una generacion espontánea en el medio donde se encuen- tran. Mas en el dia, todos los hechos bien comprobados, los descubri- mientos modernos, han dado á conocer mucho mejor la historia de los helmintos, siendo todos enteramente contrarios á la hipótesis de las ge- neraciones espontáneas. En efecto, los trabajos de Bremser, Cloquel, Dujardin, Blanchard y otros han dado á conocer el sistema nervioso, vascular, digestivo y genital, y hasta los embriones de muchos helmin- tos, cuya complicación de estructura, muy lejos de ser sospechada hace 172 algunos años, está en contradiccion con la idea de una procedencia ó generacion espontánea. Blanchard ha conseguido clasificar los entozoarios segun sus carac- teres anatómicos, y ha descrito perfectamente sus órganos de la gene- racion. En los anevormos, ó que carecen de un verdadero collar ner- vioso, tienen los órganos de la reproduccion una constancia sorpren- dente, que facilita distinguirlos de las demás lombrices; los hirudinos y lombricinos son los únicos que se parecen bajo este concepto: los de los cestóidos no solo difieren de los helmintos nematóidos, sino tam- bien de los anevormos hirudinos y scoléidos. En las ténias y botriocé- falos, cuyo cuerpo está perfectamente dividido en una série de anillos, existe en cada uno de ellos, ya al mismo tiempo, ya alternativamente, un oyario y un aparato macho completamente separados de los del anillo precedente y sucesivo. Los sexos están aislados en cada individuo, en todos los animales que el mencionado Blanchard coloca entre los hel- mintos. Por lo tanto se encuentran en los entozoarios Órganos genera dores, producen huevos en gran número, destinados evidentemente para la perpetuidad de las especies. La cuestion que conviene ventilar es, cómo tales huevos llegan ó. han podido llegar á los parajes en que se los encuentra, cuya dificultad de esplicacion sirve aún de dato á los esponteparistas para sostener su sistema de generacion espon- tánea. Existen multitud de hechos innegables en el dia, que demuestran la verdadera procedencia de seres que antes se les creia engendrados es- pontáneamente, como los piojos, los acaros Ó sarcoptos, las pulgas pe- netrantes y demás parásitos que depositan sus huevos en el espesor de la piel. Sucede lo mismo con los vejetales parásitos, siendo uno de los mas notables el botrytis paradoxa ó bassiana, que en el gusano de la seda da origen á la enfermedad llamada muscardina, y que se supuso ser el resultado de una generacion espontánea procedente de la mala alimentacion, de la falta de ventilacion ú otra causa insalubre; estando en el dia comprobado que basta para propagar esta criptógama una can- tidad escesivamente pequeña, sin ser inoculable, la cual se desarrolla siempre en el origen de las tráqueas, que es el punto en que se detienen 173 los corpúsculos que el aire atmosférico tiene en suspension, y que arras- tra al penetrar en los órganos de los insectos. Igualmente está demostrado en el dia que los gérmenes de muchos entozoarios se introducen con los alimentos y el agua en los cuerpos de los animales en quienes se les encuentra; hasta se han visto, segun afirma Dujardin, entozoarios ya formados en los cuerpos de los insec- tos, peces, ete. , pasar con estos al cuerpo de los animales que toma- ban por alimento los insectos ó los peces. El desarrollo de lombrices en el intestino procede de huevos in- troducidos con el alimento, y la teoría nos da el ejemplo comproba- tivo. En ciertas localidades de Cataluña existe este helminto con alguna frecuencia en el hombre y en el perro, sucediendo casualmente esto en los puntos donde emplean para abonar las tierras el escremento en na- turaleza de los pozos y letrinas. Los huevos de las tenias, tan micros- cópicos que se requiere para verlos una lente de mas aumento que la que se necesita para ver las porosidades de las esponjiolas ó cabellera, deben penetrar en las plantas, y de ellas al cuerpo del hombre y del perro, donde se incuban. Las lombrices tienen órganos de generacion; en el mayor número ocupan los ovarios la mayor parte del cuerpo, existiendo miles y centenares de miles de ellos, lo cual indica, tenien- do presente la prevision de la naturaleza, que están espuestos á mil percances de destruccion, y que deben llegar por casualidad á su sitio geográfico de desarrollo. La presencia de aquellos órganos está en con- tradiccion con la idea de procedencia espontánea. Los entozoarios cavitarios y parenquimatosos tendrán igual origen, esto es, de huevos introducidos, absorbidos y llevados al punto donde se desarrollan y encuentran; no siendo inverosimil puedan trasladarse sus larvas de un punto á otro por medio de las pestañas vibrantes que tiene la superficie esterior de su cuerpo, ya que tan propicio es por su exigúidad, capaz de atravesar por entre los intersticios fibrilares. Es cierto que en los císticos no se han podido encontrar aún órganos de reproduccion; pero tal vez no sean tales entozoarios, como sospechan Miescher y Dujardin, sino ténias abortadas, cuyos huevos, lleva- dos al sitio en que aquellos se encuentran, hígado, cerebro, etc., se 174 ban incubado sí, pero se han detenido en su desarrollo por no estar en la geografía que les conviene, y vivir solo en una condicion accidental. En su consecuencia, los hechos anatómicos y fisiológicos repudian completamente la generacion espontánea en los infusorios y entozoarios: en estos, como en los demás, existe la fuerza biogénica que los desar— rolla, y despues forma las células germinativas que han de dar origen á otros individuos para sostener y conservar las especies. En efecto, de cuantos errores ha podido haber en fisiologia, el mas absurdo es el que rebatimos, porque no puede haber un absurdo mayor que imagi- narse, creer y admitir que un cuerpo organizado, en el que cuantas partes le constituyen tienen entre sí una conexion, una correlacion y consensus tan admirablemente calculado, tan sábiamente previsto, pue- da ser producido, deba su origen á un conjunto ciego y casual de ele- mentos físicos. Este cuerpo organizado habria tomado su vida en ele- mentos que carecen de ella. Admitiendo la generacion espontánea se concede tácitamente que el movimiento procede de la inercia, la sen- sibilidad de la insensibilidad, la vida de la muerte. Nadie puede dar lo que no posee. Pasaremos pues á demostrar los diferentes modos de generacion en todos los animales, ó sea la accion de las partes en el acto genital, pa= ra investigar en seguida, hasta donde sea posible, el mecanismo de esta accion, colocada por algunos entre los misterios de la naturaleza, y por lo tanto no accesible al entendimiento humano. No engendrándose espontáneamente ningun sér, un animal será siempre la reproduccion de otro animal anteriormente creado, porque la naturaleza da origen á los individuos por medio de padres, cuyo mecanismo de generacion constituye la homogénia, que puede ser de dos modos, ó la reproduccion depende del concurso de un individuo solo, monogénia, ó bien cooperan dos individualidades que son de sexo diferente, digénia. La monogénia ó reproduccion por un individuo, solo puede efec- tuarse de cuatro maneras diferentes: 1.* por fisiparidad ó escision es- pontánea ó accidental; 2." por gemmiparidad ó por yemas; 3.” por sporos; y 4.* por huevos que se desarrollan sin el concurso del macho. 175 En la generacion fisipara el individuo se parte ó divide en dos, ya á lo largo, ya al través, y cada mitad constituye un individuo distinto; para este modo de reproduccion se requieren ciertas condiciones; el or- ganismo no debe estar muy reconcentrado. Así es que este modo de generacion es completamente imposible donde hay un corazon ó un cerebro. Se requiere tambien que en el individuo en que se efectúa sea muy enérgica la plasticidad: bajo esta relacion los organismos su- periores se encuentran poco favorecidos por la naturaleza. Este modo de reproduccion es en realidad un fenómeno de nutricion ó acrecen- tamiento exajerado. En efecto, despues que un animal ha adquirido su completo desarrollo, su vida y el ejercicio libre de sus funciones se sostienen por un equilibrio entre los dos actos que constituyen la nu- tricion, consistente en la composicion y la descomposicion. Hay circuns- tancias en que este equilibrio se rompe, y entonces se manifiesta una actividad mayor en los actos nutritivos, cual se nota cuando un animal pierde una parte de su cuerpo, pues entonces se observa el acrecen- tamiento de nutricion enteramente igual al de la primera edad, dife- renciándose solo en que este reside en todo el organismo, y aquel se localiza en la parte que acaba de ser sustraida. Este fenómeno ha recibido el nombre de regeneracion, cuya fuerza de reproducir los ór- ganos, ó tendencia que un todo tiene para completar la parte de que se le haya privado, se encuentra en todos los cuerpos vivos, pero con muy diferente actividad; va aumentando desde el mas complicado ó su- perior hasta el mas sencillo ó inferior. En las plantas es muy grande, pues se corta el tallo, hasta en las de organizacion mas complicada, sin acarrearlas la muerte, y bien pron- to brota un tallo nuevo del cuello de la raiz. Pocos son los que ignoran la multiplicación por estaca, sierpe, barbado, etc.; y en tales casos el ye- jetal regenera las partes que le faltan, ya proceda de que una planta tal es un agregado de individuos, ya porque en estos seres son muy sim- ples las partes que los constituyen y pueden trasformarse unas en otras, Ó ya porque una parte sola representa el todo. En los animales mamiferos es muy limitada la fuerza regenerado- ra, pues únicamente se refiere á los tejidos estratificados, epitelio, 176 epidermis, pelos, uñas, espolones, cascos, cuernos, ete., que se rege- neran continuamente; pero en las demás partes, en los otros tejidos, no hay mas que la formacion de un tejido nuevo llamado inodular, que constituye la base de las cicatrices, y que se parece mas ó menos á la sustancia que va á reemplazar. En los reptiles, prescindiendo de la regeneracion casi indefinida de los colmillos en las serpientes venenosas, reparan con facilidad la cola, habiendo pocos lagartos, dice Duges, que no hayan esperimentado es- te accidente, y que se les conoce en la cortedad de su cola, en su color mas oscuro, escamas mucho mas pequeñas, en la figura de su estremo terminal, que se hace cónico mas pronto de lo comun, y que con el tiempo llega á ser mas ó menos parecido á la terminacion normal: cons- ta de las mismas partes blandas, pero no hay regeneracion raquídea, puesto que las vértebras se encuentran reemplazadas por un estuche sólido, cartilaginoso, con un poco de fosfato de cal. De consiguiente hay regeneracion de vasos, músculos, nervios y piel, pero no de huesos. En las ranas y sapos jóvenes hay regeneracion de las patas, fenó- meno que es mas facil en las salamandras, pues hasta reproducen la cola con piel, músculos, vasos, nervios, huesos y médula espinal: esto se observa tambien en los renacuajos de las ranas. Es bien sabido que los crustáceos, aracnídeos é insectos regeneran las patas, las antenas y las quelas; siendo muy frecuente encontrar ástacos (vulgarmente cangrejos) con una pata ó una quela rudimental, ó mucho mas pequeña que la otra. Los cefalópodos reproducen sus brazos, los caracoles sus tentáculos, y segun Duges hasta la cabeza, con tal que no se quiten los ganglios nerviosos que constituyen el collar esofágico. En las lombrices de tier- ra y en las de agua dulce se observa que, divididas en dos porciones, la anterior regenera el estremo caudal y la posterior el cefálico, aun- que este es mas dificil y requiere como condicion esencial no quitar muchos anillos, en cuyo caso se reproduce en el espacio de diez á treinta dias la cabeza completa, á pesar de haber sustraido el ganglio cefálico. Los helmintos poseen con actividad esta fuerza, sobre todo las tenias, pues quedando la cabeza regenera todos los segmentos. 117 En los fitózoos, como en los pólipos, se encuentra la fuerza de re- generacion en el mayor grado de actividad imaginable, pues cada uno de los pedazos en que se divide el cuerpo se convierte en un individuo perfecto. Cada parte disfruta de las mismas propiedades y facultades del todo, pues no parece sino que consisten en un agregado de indi- viduos. La fisiparidad ó escisiparidad natural es mucho mas limitada que la artificial, puesto que es muy raro que los planarios y pólipos hidras se dividan espontáneamente; solo es comun en los infusorios. Sin em- bargo, en animales mas complicados, provistos de órganos generado- res palpables, ovarios y testículos, que se propagan por medio de hue- vos, están en cierta época de su vida sometidos á la fisiparidad. Así lo han observado Sars, Siebold y Dujardin en las medusas, pues la larva al cabo de cierto tiempo se divide espontáneamente en varios segmentos trasversales que se convierten en otros tantos animales. En la gemmiparidad ó reproduccion por yemas se ve desarrollarse sobre el individuo una escrescencia pequeña, que se va pareciendo poco a poco al órgano madre del que procede, ya separándose á cierta época, ó ya permaneciendo unida. Esta generacion presenta dos modos prin- cipales: puede ser esterior, como en los pólipos hidras, ó bien interior, como en las lombrices císticas y en los echinococos. Algunas veces se desarrollan las yemas indiferentemente en cualquier parte del cuerpo, y otras tienen un sitio limitado, como en los alcyonidos, cuyas yemas reproductoras no se forman mas que en el trayecto de ciertas láminas membranosas. : Consisten las yemas en la acumulacion de elementos orgánicos que constituyen en un principio una eminencia redondeada ó globulosa, en la cual se forma una cavidad que primitivamente comunica con la del animal de quien procede. Uno de los modos de la reproduccion gemmípara que ha llamado mas la atencion de los helmintólogos es la de las lombrices císticas, entre los entozoarios. Segun Meyen, en el género cenuro, las vesículas en que se apoyan las cabezas individuales son al mismo tiempo un cuerpo productor de nuevos individuos, y estos proceden de pequeños tu- TOMO 1V. 25 178 bérculos que nacen sobre la misma vesícula. En el género echinococo, en cuanto los productos quedan libres se metamorfosean en vesículas, sobre cuya superficie esterna ó interna aparecen nuevos echinococos, que despues de permanecer adheridos por algun tiempo por un pe- dúnculo delgado, concluyen por quedar libres. De aqui procede, dice Muller, que las generaciones muertas de echinococos representan las vesículas en que estan contenidas otras vesículas, y á las que tan im- propiamente se las ha denominado acefalocistos. En estos casos hay gemmiparidad interior, encontrándose llenas las vesículas de animales vesiculosos semejantes á la vesícula madre, y de las cuales las mas gruesas suelen encerrar otros individuos que contienen otros mas di- minutos: las mas pequeñas se adhieren á la vesícula madre, de la que son una espansion. Esta vesícula concluye por perecer cuando su fa- milia ha adquirido un desarrollo notable, y cada individuo cambia entonces su vida intramaterna para adquirir la libertad, si es de es- pecie vagabunda, como los volvoces. Bonnet y Spallanzani tenian en esto una prueba del encajonamiento y preexistencia de los gérmenes. En la generacion por sporos el animal segrega alguna cosa que se separa de él sin parecérsele: esta parte que se desprende no es un hue- vo, porque donde hay un embrion se requiere una cavidad destinada para alojarle, cubrirle y protejerle; despues los sporos se desarrollan, y llegan á ser parecidos al animal que los ha proporcionado. En los ve- jetales es muy comun este modo de generacion; pero ha demostrado el microscopio que muchos de estos sporos son verdaderos huevos. Los sporos están contenidos en una cavidad llamada sporacista; otras ve- ces están situados en cavidades interiores pertenecientes al animal. Se encuentra este modo de generacion, segun Laureat, en la sponjila Ú esponja de agua dulce, y en la hydra de Trembley. Ciertos animales que se desarrollan por huevos pueden tambien reproducirse por generacion fisípara ó gemmípara, lo mismo que los vejetales proceden ó toman origen por granos, tubérculos, ete. ¿En qué podremos fundar el modo de generacion por la produccion de un huevo que no tiene necesidad de la accion del esperma? En un hecho solo, el de los pulgones, el cual consiste en que todos los indivi- 179 : duos que se encuentran en esta familia son hembras. En el dia, que se dispone de medios de investigacion mas seguros, ha ido disminuyendo poco á poco al número de estos individuos, y en muchas especies se ha encontrado el macho. Hé aquí un hecho muy curioso é inesplicable has- ta ahora, á no ser por el modo de generacion á que nos referimos: las hembras pueden quedar fecundadas por sí mismas en ciertos casos. La salamandra de Blumenbach producia hijos al cabo de cinco meses. Blan- chart ha visto una araña que ha engendrado por espacio de cuatro años sin el concurso del macho; aun las abejas, en determinadas circunstan- cias, corresponderán á este grupo; pero los pulgones son los que presen- tan este fenómeno enteramente palpable. Producen hijos vivos, y entre ellos no hay mas que hembras, las cuales ponen huevos de los que solo salen hembras, y esto hasta la nona y aun undécima generacion; entonces se ven machos entre los pulgones. Hé aqui un modo de produccion que sirvió de dato para-la teoría del encajonamiento ó imbibicion de gérme- nes. Confesamos ingenuamente que aqui habrá algo de problemático; mas los pulgones comprueban de una manera incontrovertible hasta el dia, que este modo de reproduccion existe realmente en ellos. Tal vez constituya los medios de union que la naturaleza establece, y que el hombre separa para estudiar los estremos. Acaba de verse que existen animales inferiores cuya reproduccion se verifica, ya por escision natural de su cuerpo en dos partes igual- mente adecuadas para constituir el tipo, ya por formacion de yemas sobre ciertos puntos del cuerpo, por el desarrollo y crecimiento de estas yemas y su separacion en cuanto han adquirido los caracteres de la es- pecie. Se ha visto tambien que la fuerza biogénica tiene tendencia á la concentracion de las partes que producen al nuevo individuo, á espe- cializar y limitar las fuerzas procreadoras y órganos reproductores, cuya facultad va siendo cada vez mas palpable, y localizándose da al mecanismo procreador un caracter de perfeccion. Esto se verifica en los animales complicados por medio de la formacion ó procreación de gér- menes. El germen es la reunion de materia orgánica, formada en órganos especiales, y susceptible de llegar á ser, por sí misma ó por la adicion é 180 de otro elemento, un cuerpo organizado semejante al que le ha produ- cido. El germen difiere de la yema en que no se desarrolla como esta sobre el sér vivo que le ha formado: conteniendo en sí, primitiva ó con- secutivamente, cuanto se necesita para la formacion de un nuevo sér, no se desarrolla para constituirle sino despues de separado del cuerpo madre, totalmente aislado de ella, y á mas ó menos distancia, teniendo en los individuos mas superiores que adquirir con ella nuevas relaciones en una cavidad especial, creada con tal objeto. Dichos gérmenes pue- den desarrollarse primitivamente por sí mismos en virtud de la fuerza de nutricion, reproductora ó biogénica, sin necesidad de unirse á otra materia germinativa, en cuyo caso constituyen los sporos; ó bien no dan origen al nuevo sér mientras no se junten antes con una materia germinativa diferente, destinada para completarlos, y cuyo influjo es indispensable para que manifiesten sus propiedades PP UCLO ES y en- tonces se llaman huevos ú óvulos. Todas las plantas criptógamas se reproducen por sporos, no habién- dose hasta el dia observado en ellas, como en las demás, la formacion de un elemento macho; sus elementos reproductores se denominan así para diferenciarlos de los óvulos que en los vejetales fanerógamos se desarrollan despues de haber esperimentado el influjo del polen ó de la fovila. En casi todos los animales que se reproducen por gérmenes, por no decir en todos, es de absoluta necesidad que el producto facilitado por el cuerpo hembra se una á otro elemento orgánico proporcionado por el macho para que pueda desarrollarse, á cuyo acto de union se le denomina fecundación. La materia con que la hembra coopera á esta accion es el óvulo ó huevo, y la con que el macho lo verifica es el es- perma. Es indispensable entrar en algunos pormenores, tanto sobre unos como sobre otros, para esplicar su mecanismo. En la generacion que se efectúa por el concurso de los sexos, los gérmenes, aunque tienen la aptitud de propagar el género, la especie y aun el individuo, no pueden desplegar su organizacion propia sin que esperimenten antes, como acabamos de indicar, el influjo del es- perma, sin que ambos se mezclen y esperimenten por decirlo así una 181 fusion, de la que resultará tambien la fusion ó mezcla de las confor- maciones de los productores en el individuo engendrado. Ya el esper- ma y los huevos se producen en individuos diferentes, y la fecunda- cion se verifica, ó en el interior del organismo, uniéndose los dos se- xos entre sí, ó fuera del organismo poniéndose en relacion ambos pro- ductos. Ya, al contrario, el esperma y el óvulo se forman en el mismo individuo en órganos diferentes, cual se ve en todos los vejetales y animales hermafroditas. El dualismo de los sexos no implica necesaria- mente el de los individuos; la procreacion con el concurso de los se- xos puede, como la de por fisiparidad y gemmiparidad, efectuarse por un individuo solo. En su consecuencia, la digenia puede ser de dos modos: 1. Por hermafroditismo. 2.” Por dos individualidades. El 1.? ó el hermafroditismo, es el modo de reproduccion muy co- mun en los vejetales y animales inferiores, que consiste en la reunion de órganos machos y hembras en un mismo individuo, pero con la fa- cultad de usarlos, de abastecerse á sí mismos, y por lo tanto ser aptos para la generacion. La cuestion del hermafroditismo está en la actualidad mas rodeada de dificultades que lo ha estado en otros tiempos, á causa de que cuando se ve que un animal engendra solo, puede suponerse que pro- duce un huevo fecundo, sin necesidad de esperma para desarrollarse; puede suponerse, en otros términos, que produce sporos ó yemas. Dos individuos hermafroditas pueden unirse y fecundarse recíprocamente; ¿pero se sabe lo que entonces pasa? Por otra parte, es muy dificil di- ferenciar un ovario de un testículo, á pesar de poderlo conseguir has- ta cierto punto por medio del microscopio, ó bien notando que el ova- rio tiene casi siempre la figura de un racimo, que está situado pro- fundamente y cerca del hígado, mientras que el testículo es mas su- perficial y mas anterior. Pueden distinguirse, segun nuestro modo de ver, cuatro clases de hermafroditismos. 1. Hermafroditismo problemático. Los animales poseen un tubo del que evidentemente salen los huevos, en el cual termina un con- ducto pequeño que se ha supuesto deber segregar esperma. 182 2.” Hermafroditismo con un conducto solo. En este caso el con- ducto fecundante segrega primero el esperma, mas abajo los óvulos, y la fecundacion se verifica por el paso del esperma. 5. Hermafroditismo con los dos órganos separados. Aqui se efec- túa la generacion por la reunion de dos individuos que se fecundan recíprocamente. Á veces se ha visto el pene en el oviconducto. De es- ta union puede resultar que un individuo solo ó los dos queden fe- cundados. 4.” Hermafroditismo en el que ambos conductos se abren ó termi- nan en una cloaca. Existen muchas variedades. ¿Cómo se hace la fe- cundacion? Es evidente que el animal puede fecundarse solo, pero sin embargo copula. ¿Para qué? Es probable que haya fecundacion recí- proca en consecuencia de esta union. Los dos últimos modos, y sobre todo el tercero, constituyen el an- droginismo, ó reunion de sexos en un individuo, pero que necesitan de la accion de otra individualidad. ¿Existe el hermafroditismo en los seres superiores? Puede ase- gurarse que no, pues los casos que se han recojido y creido tales, no son mas que monstruosidades, vicios de conformación congénitos, pro- cedentes desde la época misma del desarrollo, en los cuales los indi- viduos tienen ambos testículos dentro de abdomen, no han descendido al escroto (anorchidos), el pene muy exigúe, con la uretra abierta en la parte anterior (epispadias), fenómeno mas fácil de lo que á primera vista pudiera parecer, puesto que en el principio del desarrollo las par— tes genitales esternas se parecen en los dos sexos. En efecto, la em- briologia demuestra que la abertura urogenital es igual en ambos sexos, que no tarda en ser limitada por dos pliegues de la piel, encontrándose delante de ella un cuerpo en figura de pene, terminado por un glande con un surco encima; que los bordes de este surco se separan poste- riormente uno de otro á los lados de la abertura urogenital; que en las hembras este cuerpo constituye el clitoris retrayéndose sobre sí mismo; que en los machos se reunen los bordes del surco en la cara inferior del pene, de lo que resulta la porcion peniana de la uretra; que los grandes pliegues cutáneos, todavía vacios al principio, reciben los 183 testes que antes se encontraban en la cavidad abdominal. Luego, los bordes de la uretra pueden no reunirse constituyendo el epispadias ó el hipospadias, permanecer los testículos en el abdomen, y de aquí la apariencia de hermafroditismo. Mas un individuo macho ó hembra que no ha adquirido por vicio de conformacion, por falta ó esceso'en el desarrollo, los caractéres distintivos de su sexo, no es por esto un her- mafrodita. En el verdadero hermafroditismo debe haber coincidencia de órganos pertenecientes á los dos sexos, y esto todavía no se ha obser- vado; y aunque se observara serían seres completamente inútiles para la propagación de la especie, á causa de no poder obrar como machos ni como hembras, fecundar ni ser fecundados, cuyo carácter es el dis- tintivo del hermafroditismo. Su existencia en individuos muy sensibles hubiera sido contraria á las leyes y miras de la naturaleza, Respecto á los órganos sexuales se nota: que el aparato genital en los dos sexos está compuesto de un órgano formador, el testículo ó el ovario; y de un órgano escretor, el oviducto ó el conducto eferente ó deferente. Cuando el órgano eferente hembra recibe al huevo proce- dente del ovario, le rodea casi siempre de un líquido segregado por él, destinado, ya solo para servirle de alimento, ya para formarle una en- voltura mas ó menos sólida. En muchos animales sirve tambien para proporcionar al huevo un receptáculo en que se desarrolle, llamado matriz, bajo cuyo concepto la tienen los peces y reptiles ovovíparos mas los mamiferos. El órgano conductor del esperma está en muchos casos acompañado de órganos segregadores, cuyo producto se mezcla con el líquido seminal procedente del órgano plástico. En los animales que copulan, y en los que la fecundacion es interior, hay anejos al es- tremo del conducto. escretor destinados para la copulacion, Mas el ór- gano formador y el escretor son las partes mas esenciales del aparato genital, y son las que se encuentran en todos. Estos dos órganos presentan bastantes particularidades en los ani- males, cual demuestra la zootomia ó anatomia comparada, en cuyos pormenores de manera alguna entraremos, porque en nada intervienen . para el objeto que en esta memoria nos hemos propuesto, reducido al examen del mecanismo de la generacion en los animales, considerada 184 en general. Mas no sucede lo mismo con la investigacion de lo que cada uno de los sexos proporciona para dicho acto, por ser en lo que se fun- da lo que constituye la base de nuestra teoría. El acto genital correspondiente á la digenia le dividimos en dos: uno testicular 6 espermático, y otro ovarino ó funcion ovárica ú ovarina. Se sabe que en el testículo se segrega el fluido fecundante llamado esperma, y que este es un líquido de cierta densidad, mas ó menos mu- coso, blanquizco, mas pesado que el agua, de olor especial, pero bas- tante parecido al del engrudo ó al que exhalan los huesos frescos al serrarlos, y muy análogo al polen de ciertos vejetales, de reaccion lije= ramente alcalina, tal vez debido al humor prostático, soluble en agua y en los ácidos, y coagulable por el alcohol. Examinado por medio del microscopio se notan cuatro cosas: 1.” una parte fluida; 2.” glóbulos análogos á los glóbulos mucosos; 3.” gránulos elementales; y 4.” por encima innumerable cantidad de corpúsculos móviles filiformes, que son los que se denominan espermatozoidos, y á los cuales se les ha hecho desempeñar papeles muy diferentes en el mecanismo de la generacion. El descubrimiento de estos cuerpos se debe á un estudiante aleman, Luis Hamm, que en agosto de 1677 se los manifestó á Leeuwenhoek, y este los estudió con toda detencion. En la misma época los describió Hartseker en el Diario de los sábios. Constituyen uno de los elementos orgánicos filiformes sin estructura ni organizacion aparentes, dotados de un movimiento propio, y que se encuentran constantemente en la época del celo en el esperma de todos los animales. Aunque su figura y lon- gitud varían en las diferentes especies, sin embargo en todas tienen una parte abultada que se ha denominado cuerpo ó cabeza, y un filamento que se ha dicho ser la cola. Lo que mas sorprende y llama la atencion, cuando se examinan los espermatozoidos recien espulsados del cuerpo, es la rapidez de sus mo- vimientos, que habia obligado 4 Spallanzani á calificarlos con el nom- bre de corpúsculos vivos. En efecto, se mueven, ya hácia adelante cual si llevaran un objeto determinado, ya retroceden; cada uno sigue su di- reccion, se separan y libertan de los inmediatos, pasan por entre las láminas epitélicas ó los glóbulos mucosos que los rodean, suben y bajan 185 en el líquido en que nadan, y se ajitan como bajo el influjo de una im- pulsion voluntaria. El movimiento parece proceder de las ondulaciones de la cola: cesa pronto por el frio, por el calor y la sequedad; pero si se sostiene la fluidez del medio en que nadan, y la temperatura á igual grado que la del cuerpo, puede existir por muchas horas. La duracion de los movimientos de los espermatozoidos varía en las diferentes es- pecies de animales. Wagner dice haberlos observado en los mamiferos despues de tras- curridas 24 horas; pero esto es muy raro, á no tomar el esperma de los órganos que naturalmente le contienen, ú observarle en las partes en que normalmente debe ser introducido. Muchos esperimentadores así lo han comprobado, examinando el sémen encontrado en la vagina, sobre todo en el útero y trompas falopianas. Leeuwenhoeck creia que los es- permatozoidos podian moverse en los órganos durante 8 6 10 dias. Pre- vost y Dumas los han visto con movimiento en las trompas de las perras 7 dias despues del coito; y Bischoff ha observado el mismo fenómeno en las trompas de las conejas 8 dias despues de la copu- lacion. Mas los espermatozoidos ¿son verdaderos animales? Esta apariencia de espontaneidad en los movimientos de los corpúsculos espermáticos, la accion de las descargas eléctricas, de los narcóticos, de los ácidos, de la stricnina, etc., que les privan de la movilidad, y aun segun parece de la vida, son los argumentos mas poderosos de los fisiólogos que sos- tienen la animalidad de los espermatozoidos. Ha habido quien, con Ehremberg, los ha colocado entre los microzoarios chupadores; otros con Czermak, en los infusorios; clasificándolos unos entre los vibrioni- dos, otros entre los cercarios. Valentin les concede indicios de organi- zacion, un ano, vesículas estomacales ó circunvoluciones del intestino; y hasta Gerber afirma haber visto órganos genitales. Veamos lo que ma- nifiesta la observacion exacta, sin una imaginacion prevenida, respecto á su naturaleza y origen. Si se estudia como lo ha hecho Wagner el modo de formacion de los espermatozoidos en las aves, se ve: que al acercarse la primavera los testículos de dichos animales se abultan gra- dualmente, adquiriendo un volúmen y un peso veinte y treinta veces TOMO IV. 24 186 mayor que el que tenian en el invierno. Examinando entonces la cavi- dad de los conductos seminíferos se encuentran primero glóbulos de diferentes tamaños y figuras, con un contenido granuloso ó trasparente y un núcleo en su centro; despues aparecen vesículas redondas, tras- parentes, que solo encierran un núcleo granuloso, análogo al primer glóbulo libre, luego dos ó tres, y por último diez ó mas enteramente iguales al precedente. Estas vesículas aumentan de volúmen, notándose en su interior un precipitado fino y granuloso que se interpone en el núcleo mencionado; al mismo tiempo que este desaparece se forma un conjunto lineal, que se conoce pronto por un manojo de espermato- zoidos. Las vesículas se prolongan, su contenido granuloso disminuye poco á poco y concluye por desaparecer; entonces están llenas de un manojo de espermatozoidos replegado sobre sí mismo. Se rompen luego y pasan libremente los corpúsculos espermáticos al conducto deferente, donde se separan y parece aumentan de volúmen. Las investigaciones de Lallemand y de Hallemann han cooperado mucho para dar á conocer la naturaleza y origen de los espermatozoidos; pero los trabajos de Kcelliker son los que mejor manifiestan su desarrollo: he aquí en qué consiste. El epitelio de la superficie de los conductos espermáticos parece ser el origen de esta formacion; asi en los tubos seminiferos del helix po- matia hay células epitélicas, voluminosas, esféricas, granuladas, conte- niendo muchas vesículas enteramente iguales á las en que se desarro- lan los espermatozoidos. Cuando la célula epitélica se desprende, las vesículas mencionadas parece que se aislan y multiplican, pues se las ve por algun tiempo aglomeradas al rededor de los vestigios de esta es- pecie de célula madre. Despues, en la terminacion de los conductos se- miniferos se observan glóbulos con núcleo, ya libres, ya encerrados en las vesículas: es probable que todos existan normal y primitivamente contenidos en las vesículas. Unas veces se encuentra un glóbulo solo en una de las vesículas, otras se notan muchos, desde dos hasta vein= te, estando su volumen en razon directa de los elementos que contiene. Mas tarde se ve desarrollarse un espermatozoido en cada uno de los glóbulos que encierran las vesículas. Hasta el dia se ignora si esta for- 187 macion se realiza á espensas del núcleo ó de la sustancia misma del glóbulo. Sea del modo que quiera, el espermatozoido subsiste retenido por la membrana que limita este glóbulo ó su contenido, en disposicion de que cada uno de estos filamentos se encuentra en una verdadera ve- sícula que le es particular, y que está contenida en la vesícula comun. Terminado el desarrollo se rompe la envoltura, y estos corpúsculos quedan libres en todas las vesículas. Si no hay mas que un espermato- zoido, tendrá la misma posicion que antes afectaba en el glóbulo; y si existen dos ó tres, están siempre irregularmente colocados contra la pared; si hay muchos lo efectúan en manojos uno al lado de otro, vuel- tas todas las cabezas hácia un mismo lado y de una manera particular. Poco tiempo despues todas las vesículas grandes y pequeñas se rom- pen sin dejar el menor indicio; pero en algunos animales forma una es- pecie de capuchon á los manojos de los espermatozoidos. Por lo tanto, en el contenido de los conductos del epidídimo se encuentran á la vez espermatozoidos libres y manojos de espermatozoidos, cuyo mayor número no tarda en disgregarse en el conducto deferente; sus elemen- tos se desunen, y no queda mas que una masa de espermatozoidos aglomerados, entrelazados, confundidos entre sí y con movimientos po- co palpables, á causa de su escesivo número, y de la viscosidad del lí- quido poco abundante que los baña, Parece ser que esperimentan algu- nas modificaciones ínterin recorren los conductos eseretorios del semen, puesto que se notan ciertos abultamientos hácia el origen de la cola; cuando los espermatozoidos existen aún en los testículos, disminuyen conforme progresan por los conductos seminíferos, hasta desaparecer completamente. Robin, en la Memoria que ha publicado sobre la existencia de un huevo ú óvulo, tanto en los machos como en las hembras, ha descrito perfectamente el desarrollo de los espermatozoidos en las medusas. Sus tubos espermatógenos, dice, son huecos, y contienen pequeñas células esféricas granulosas; en medio de éstas aparecen las vesículas, que se diferencian de aquellos por su mayor volumen, en que su contenido es claro y trasparente, con un núcleo ó vesícula germinativa en el centro. 188 Al mismo tiempo que aumenta su volumen, se pone granuloso el vitellus, oculta mas ó menos á la vesícula germinativa, y la membrana vitelina amorfa se engruesa. La division del vitellus es espontánea en el órgano que en el macho es análogo al óvulo hembra; las esferas que resultan forman células primitivas 4 embrionales de macho; pero estas, en vez de reunirse en embrion, se modifican y forman cada una alguna cosa espe- cial, el espermatozoido. Este es pues, por su desarrollo como por su destino, análogo á los corpúsculos machos 6 zoospermas de las criptó- gamas, á los granos del polen en los vejetales fanerógamos. Tiene, co- mo estos órganos, por uso el que miscionándose con el producto hem- bra, facilita y determina la segmentacion del vitellus, sin lo que no se observaria tal fenómeno. Esta mezcla ó fusion de lo que el macho y la hembra forman, constituye en realidad el mecanismo y esencia de la generacion. Con relacion á la naturaleza de los corpúsculos espermáticos, pu= diera decirse: que el desarrollo de la cola de las células embrionales del macho ó espermatozoido, y los movimientos de que están dotados, no son mas sorprendentes que el desarrollo de los pelos ó pestañas vibráti- les y sus movimientos en la superficie del epitelio de las mucosas y de los tegumentos de los individuos adultos de todas las clases, ó en el es- tado de larvas. Estos movimientos nos parece no son suficiente dato para que se admita el que los espermatozoidos son animales, del mismo modo que no puede decirse que una célula de epitelio vibratil, aislada artificialmente y arrastrada por los movimientos de sus pestañas, es un animal. Ni las células epitélicas vibrátiles, ni los espermatozoidos se re- producen: ambos no son mas que células adecuadas para usos espe- ciales. Los espermatozoidos no se notan en el fluido segregado por los tes- tículos hasta la época de la pubertad; y en los animales que no pueden reproducirse mas que en cierta estacion del año, solo se observan du- rante el celo. Nadie los ha encontrado en el mulo. En los animales, por viejos que sean, se notan siempre en la época del celo; y aun segun Duplay y otros, se ven en hombres de 86 años, aunque en menor nú- mero que en los adultos, por ser la secreción espermática menos abun- 189 dante. Se ha notado tambien que no tiene siempre la misma energía, igual densidad ni dimensiones idénticas desde que se encuentran en el testículo. Pueden ser mas Ó menos numerosos, muy raros, estar reem- plazados por productos incompletos, por glóbulos ovideos ó esféricos, y aun faltar completamente en ciertas enfermedades, ó por abusar de los animales en la época de la cubricion ó de la monta. La fecundacion es un acto caracterizado por el contacto seguido de disolucion de los espermatozoidos (cuerpos procedentes de simple meta- mórfosis de una célula embrional del óvulo macho) con el óvulo hem- bra, que tiene por resultado la generacion en este de células, que reu- niéndose constituyen un embrion. De consiguiente es de absoluta ne- cesidad para la generacion la presencia de los espermatozoidos, y su contacto con el producto facilitado por el ovario. Se sabe que el sémen es segregado por el testículo, que camina por los conductos de escrecion en virtud de fuerzas especiales, deteniéndose 0 no en reservatorios particulares, desde los cuales es escretado, mez- clándose con los líquidos que se vierten en las superficies por donde pasa; así como el que se requiere cierto orgasmo en las partes genita— les para su espulsion, denominado ereccion en algunos animales, con mas especialidad superiores, y sobre cuyo mecanismo han discordado mucho los fisiólogos, sin estar todavía conformes: pero nada de esto interviene para el objeto que nos hemos propuesto, por lo cual pasare- mos á examinar é investigar la funcion ovárica ú ovarina, con mas par- ticularidad la formacion del huevo y verdadero papel que desempeña en la generacion. La funcion ovarina ó de la hembra se limita á producir un huevo, depositarle en un medio conveniente, espulsarle despues de haber es- perimentado una evolucion, facilitarle medios que le protejan y mate- riales que le nutran. Esta funcion que vamos á examinar, la dividimos en dos actos, que son: 1.” acto ovarino; 2.” acto vector. 1.” El acto ovarino es la parte de la funcion hembra en que hay formacion de un producto que debe dar origen á un nuevo sér, con tal que esperimente el influjo del líquido del macho, de su humor fecun- dante. Este acto tiene por resultado la produccion de un huevo en el 190 aparato denominado ovario, el cual encierra óvulos en cuantas hembras le poseen antes de la fecundacion, y por lo tanto preexisten á esta ac- cion. En efecto, la parte fundamental del aparato genital hembra es el ovario, puesto que en él es donde se forman los huevos. Puede ser sólido, ó con una cavidad interior: en el primer caso, ya consiste en una simple membrana, ya en un órgano con dimensiones considerables en los tres sentidos: en ambos casos puede verter directamente sus pro- ductos al esterior ó hacerlo por intermedio de un oviducto, que es un conducto mas ó menos largo que está en conexion con él, de un modo contínuo en los animales inferiores, y solo durante el celo y mas aún en el acto de la copulacion en los superiores. El ovario está destinado para formar solo las partes esenciales de los huevos, las únicas cuya presencia sea verdaderamente caracterís- tica, membrana vitelina, vilellus y vesícula germinativa. En muchos animales son espulsados los huevos en este estado de simplicidad; pero en otros, aunque abandonen al ovario en el mismo estado, esperimen- tan desarrollos sucesivos, adquiriendo albúmina y varias membranas que los rodean y protejen despues de su espulsion. En los animales que copulan, y sobre todo en los que la copulacion debe ser completa, se compone el aparato hembra de un órgano espe- cial destinado á recibir el miembro copulador macho. Este órgano pre- senta dos formas principales: ya es sencillo, acomodado solo al órgano con quien debe ponerse en relacion, y dispuesto de manera que con- duzca directamente el esperma sobre los huevos, cual se encuentra siempre que el líquido fecundante debe ser utilizado inmediatamente despues de la eyaculacion; ya por el contrario, el mismo líquido debe ser puesto en reserva para servir por un tiempo, con frecuencia muy largo, para fecundar muchos huevos. Con tal objeto, una parte de este órgano se dilata en reservatorio, desempeñando el uso doble de recibir el esperma y conservarle, cuya disposicion es casi propia de los insec- tos, constituyendo en ellos lo que se denomina una bolsa copuladora. En efecto, se sabe que muchos animales de esta clase no copulan mas que una vez durante su vida; el macho muere casi siempre despues, y sin embargo la hembra continúa poniendo por mucho tiempo huevos 191 susceptibles de desarrollarse, de los cuales hay gran número que no están todavía formados en la época de la copulacion, pero se van fe- cundando conforme pasan por la bolsa copuladora, y esta esprime, por decirlo así, parte del esperma que retiene en reserya. La existencia de un huevo en las hembras mamiferas, aunque hace tiempo se sospechó, no ha llegado á comprobarse hasta época bien mo- derna, pues aunque Vesalio, Falopio y otros anatómicos le describieron, se tomaron los hueyeciilos por hidátidas, siendo Van-Horne el que emi- tió la idea primera de que tal vez serian verdaderos huevos, cuya idea formuló De Graaf con cierta apariencia de fundamento, siendo Cruiks- hank el que un siglo despues, en 1797, observó huevos en las trom- pas uterinas de las conejas, pero mucho mas pequeños que los que describió De Graaf; obligándole esto á decir que no podian ser verda- deros huevos. Lo que el anatómico inglés habia encontrado en las trom- pas, lo observaron dos veces Dumas y Prevost en la perra en 1825, bajo la forma de cuerpos esféricos sumamente pequeños, contenidos en la vesícula de De Graaf; pero Baer fue el que en 1827 fijó la opinion de los fisiólogos, descubriendo clara y terminantemente el huevo en los mamiferos, demostrando de la manera mas positiva que existe en el ovario antes de la concepcion. No obstante, conviene decir que inter- pretó mal lo que vió; que en vez de reconocer la naturaleza real, creyó notar una vesícula comparable á la que Purkinje acababa de describir en el huevo de las aves; y de aquí el nombre de óvulo que emplea para espresar la pretendida diferencia entre el huevo de los mamíferos y el de los oviparos, y la comparacion que establece entre el huevo entero de un ave y la vesícula de De Graaf. Coste demostró en 1834 en sus Investigaciones sobre la generacion de los mamíferos, la existencia de una vesícula germinativa en el huevo de todos los mamiferos, aseme- jándole al de las aves y demás oviparos. Desde entonces desaparecieron todas las dudas. En su consecuencia, es un hecho anatómico fisiológico que el ovario de todos los mamiferos contiene huevos que preexisten á la fecunda- cion, y que tienen una constitucion fundamental idéntica á la de los hue- vos encerrados en el ovario de las aves. Mas antes de entrar en por- 192 menores sobre este hecho, é indicar las particularidades que presenta su organizacion y modo de desarrollarse, conviene decir algo de las bolsas ovarinas en que se encuentran, las cuales constituyen las vesículas de De Graaf. Las vesículas de De Graaf tienen una envoltura doble: una esterna mas fuerte, retractil, constituida por la presion centrífuga del líquido que se acumula en la vesícula; otra interna, formada por un te- jido celular mas fino y abundante en vasos sanguíneos, que llegará 4 ser despues el sitio del cuerpo lúteo ó amarillo. Entre estas dos mem- branas rastrean vasos que penetran en la vesícula por su cara profunda, y terminan en el punto mas prominente. Dentro de esta membrana vascular existe la membrana epitélica granulosa de Baer, compuesta de multitud de células que encierran granulaciones moleculares mas ó me- nos numerosas, generalmente prismático-triangulares. Es tan fina esta membrana, que se la destruye si no se diseca la vesícula con mucho euidado: las células se disgregan, y enturbian el líquido contenido en la vesicula. Esta membrana no es igual en toda su estension, pues en el punto mas prominente, que corresponde á la parte libre de la vesícula, presenta un engruesamiento discoideo, en medio del cual existe el óvulo, sin que ninguna union vascular ni celular le relacione con la mem- brana, sin que por esto dejen las células circunvecinas de adherirse fuertemente á la superficie del óvulo, las cuales le forman una especie de zona en cuanto sale de la vesícula. El líquido que esta encierra es muy abundante, claro, viscoso, contiene muy pocas granulaciones mo- leculares y gotitas oleoginosas. Cuando se abre la vesícula, cosa muy fácil sacrificando una perra ó cualquiera hembra mamifera en los prime- ros indicios de celo, sale este líquido con fuerza, y arrastra consigo el engruesamiento discoideo ó disco prolíjero que todavía contiene al óvulo en su espesor. : El huevo afecta la figura de una esfera pequeña de 444 de milí- metro, cuyo volúmen aumenta un poco despues de su salida del ovario; es amarillento, claro y traslúcido. En la estructura del óvulo deben examinarse tres cosas: 1.* la membrana vitelina; 2.” el vitellus; y 3.* la vesícula germinativa. La membrana vitelina (zona trasparente de Baer, corion), es una 193 membrana sin abertura, que aparece bajo la forma de un anillo muy claro y ancho, cuyos contornos, esterno é interno, se indican por dos líneas circulares bien perceptibles, mientras que el intérvalo es perfec- tamente trasparente. Esta capa es gruesa y fuerte, y tan sólida que puede soportar bastante presion sin desgarrarse. Es una cubierta ó en- voltura protectora del vitellus. Está formada de una sustancia completa- mente homogénea, incolora y sin granulaciones. El vitellus es el contenido de la membrana vitelina. Forma la par- te mas esencial del óvulo bajo el punto de vista fisiológico. Consiste en una cantidad innumerable de gránulos muy finos, unidos entre sí por un humor muy viscoso, y susceptibles de esperimentar una dis- gregacion en masa cuando el agua penetra por endosmosis entre él y la membrana vitelina. Esta disgregacion ha sido la causa principal del error cometido por ciertos anatómicos, que suponian rodeada la masa vitelina por una membrana particular de una tenuidad estremada. Cualquiera puede cerciorarse de que esto no es así, desgarrando con la punta de una aguja muy fina la membrana vitelina, y verá que sale, no la masa de la yema sino los gránulos que la componen, mas ó me- nos desunidos. La vesícula germinativa es una vesícula pequeña, muy fragil y trasparente, colocada enmedio de los gránulos del vitellus, que pueden ocultarla segun la posicion que se dé al huevo, pues aquella tiene una situacion escéntrica, y se encuentra en contacto con uno de los puntos de la membrana de la yema. Está formada de una envoltura muy fina y de un contenido líquido, que varía segun los animales. Algunas veces este líquido contiene corpúsculos mas ó menos gruesos, á los que Wagner, que fue el primero que los observó, atribuye mu- cha importancia, y los denomina manchas germinativas; pero esto es un error, puesto que las manchas no son constantes, ni desempeñan ningun papel en la formacion del germen; solo parece tienen relacion con las primeras épocas del desarrollo del huevo ovarino, y se destru- yen conforme este llega á su madurez. Si se compara el huevo de un mamífero con el de un ave, hacien- do abstraccion de la cáscara, de su membrana, de las capas de clara y TOMO IV. 25 19% de las chalazas que se forman segun el huevo del ave recorre el oviducto, es decir, observándole en el momento de abandonar la cáp- sula ovarina, se encuentra de dentro á fuera: 1. La membrana viteli- na. 2.” Un depósito granuloso. 3.” La cicatrícula. 4.” La vesícula del germen. 5.” La yema ó vitellus. 6.” Una cavidad aparente de la figura de una botella con el cuello largo, á la que Purkinje ha denominado latebra, resultante de la trasparencia de las vesículas y glóbulos vite- linos que ocupan esta region. Coste admite una semejanza perfecta entre el huevo de un mamife- ro y el de un ave, diciendo que una masa pequeña de gránulos cons- tituye primitivamente al último, la cual se hace mas palpable y aplica á la cara interna de la membrana vitelina; bien pronto se convierte esta masa en una capa granulosa, presenta un punto mas espeso, que no es otra cosa mas que la cicatrícula, conteniendo en el centro la ve- sicula de Purkinje. En este momento la cicatrícula y la vesícula son muy voluminosas, y llenan casi del todo la cavidad del huevo. Cuando están formadas la cicatrícula y la vesícula se organizan los glóbulos moleculares en el centro del huevo, á espensas de los líquidos albumi- nosos que penetran por endosmosis; se desarrollan y dirijen hácia la perifería las granulaciones primitivas que constituyen la membrana granulosa y su núcleo. Estas granulaciones aumentan con rapidez; son trasparentes por algun tiempo antes de tener su color amarillo carac terístico. Luego se convierten en vesículas, en cuyo centro se descu- bre un núcleo, despues dos, y con el tiempo mayor número. Estas vesículas crecen con rapidez, su contenido se modifica, y bien pronto se llenan con el núcleo de innumerables glóbulos moleculares, sólidos, homogéneos, que son yemas. Este trabajo es mas rápido en la perife- ría que en el centro, en disposicion de haber allí vesículas trasparen- tes: de esto procede la apariencia de cavidad llamada latebra. De lo espuesto se deduce: que no es dable establecer ninguna ana- logía entre el vitellus de los mamiferos y el que en las aves constitu- ye la yema. En esto no hay nada que deba sorprender, puesto que la yema del ave es una provision de alimento destinado á abastecer las necesidades del embrion futuro, pero no es el germen. En los mamí- 195 feros el huevo, no llevando en sí su materia nutritiva, se limita al elemento germinador. Si investigamos este elemento en el huevo del ave, le encontramos únicamente en la cicatrícula, la cual está consti- tuida por un cúmulo granuloso como el contenido del huevo de los mamíferos, y este cúmulo forma él solo la totalidad del huevo tomado en el ave en el término inicial de su desarrollo, como él solo forma el huevo de los mamíferos desde su principio hasta la madurez completa; la vesícula germinativa ó de Purkinje está contenida en su espesor, como la de Coste en el vitellus del huevo de los mamíferos. El hecho que acaba de establecerse como consecuencia de la com- paracion entre el huevo de un ave y el de un mamífero, en vez de li- mitarse á estas dos clases del reino animal, se aplica igualmente á los huevos de todos los animales, y origina diferencias radicales entre unos y otros. Bajo esta relacion existen dos categorías: La 1.* comprende los animales que tienen una cicatrícula distinta, como las aves, repti- les escamosos, peces cartilaginosos y cefalópodos; su vitellus está com- puesto de vesículas llenas de materia nutritiva; la cicatrícula, esclusi- vamente formada de granulaciones elementales, representa sola el ger- men. La 2.” abraza los animales en quienes, no existiendo una cica- trícula distinta, tiene todo el vicellus una constitucion análoga á la de la cicatrícula, y por lo tanto tomada en su totalidad constituye el ger- men, como en los mamiferos, batrácios y el mayor número de inver- tebrados, esceptuando los cefalópodos. En los huevos de la primer ca- tegoría hay un elemento fundamental, que es la cicatrícula, y un ele- mento accesorio, que es la yema; en los huevos de la segunda no hay mas que el elemento fundamental, el germen, ó el análogo á la cica- trícula. Los peces huesosos forman un intermedio, un verdadero tipo transitorio con relacion á la constitucion del huevo, puesto que la ye- ma es en ellos muy albuminosa; las granulaciones del germen perma- necen disgregadas por toda la estension del huevo hasta el momento de la postura; despues de la fecundacion se reunen en un punto de la superficie, y constituyen una verdadera cicatrícula, en la cual se efec- túan fenómenos análogos á los que suceden en la del huevo de ave. Muchas y muy discordes han sido las esplicaciones que se han dado re- 196 ferentes al origen y mecanismo de la formacion del huevo de resultas de la mala observacion, cuando todo demuestra que aquel es un ele- mento anatómico, y como tal se forma de diferentes partes. Desde el momento que aparece tiene todos sus caracteres. En las aves es muy precoz esta aparicion en los ovarios, pero en los mamíferos es bastan- te dificil determinarla, á pesar de que la observacion ha demostrado y lo manifiesta diariamente, que se encuentran huevos en los ovarios de terneras muy jóvenes, y aun de fetos, los cuales van adquiriendo el desarrollo en proporcion de los progresos de la edad. Esto demuestra ser errónea la opinion de los que han supuesto que la formacion de los huevos no principia hasta cerca de la época de la pubertad, ó cuan- do las hembras van á estar próximas al estado que les facilite poder reproducir su especie. El número de huevos que existe en el ovario es sumamente esce- sivo respecto á los que serán fecundados. Las hembras mamiferas me- nos fecundas, como entre otras la muger, se encuentran provistas con igual prodigalidad que las mas fecundas. Gran número de estos óvulos debe abortar muy pronto, perecer ó ser absorbidos. Los otros deben recorrer las fases de su evolucion y ser espulsados del ovario, rom- piendo las membranas de la vesícula de De Graaf y la hoja peritoneal que la cubre. Mas siendo microscópico su volumen, aun en la época de su madurez, no podrian verificar esta rotura y abandonar el ova- rio si no fuera por el auxilio de la presencia de un líquido en la ve- sicula de De Graaf, la distension de sus paredes, y la cooperacion de un trabajo fisiológico particular, que abren el camino que deben recorrer. Respecto al mecanismo de la caida del huevo, pueden hacerse dos divisiones en la escala zoológica: en la primera, que comprende las aves, reptiles, peces y los invertebrados en general, el huevo, llenan- do como llena toda la cavidad del sitio que el ovario le facilita, efectua por sí mismo su salida, sin necesidad de ningun auxilio estraño, para prepararle ni terminarle; en la segunda, que abraza solo 4 los mamife- ros, la espulsion del huevo está al contrario confiada á la accion esclu- siva de un líquido particular, sin cuya intervencion el producto hembra 197 de la generacion nunca podria, á causa de su pequeñez, desgarrar las paredes de la vesícula que le encierra. El primer modo de salir el huevo es muy fácil de comprobar en las aves. Si se examina el ovario de una gallina, se nota, en la especie de racimo que presenta, que todos los huevos, desde los mas jóvenes ó pe- queños hasta los mas maduros ó grandes, están íntimamente abrazados por las cápsulas que les facilita este órgano. Cada óvulo, despues de haberse proporcionado un sitio en la lámina membranosa que forma pri- mitivamente el órgano germinador, dilata poco á poco este sitio, sin dejar de llenarle del todo. Como continúa creciendo, la levanta é impe- le con energía, en disposicion de que pronto está solo unido al ovario por un pedúnculo delgado, destinado á sostener los troncos de las divi- siones vasculares diseminados por su superficie. Cuando el huevo llega á su madurez, las paredes de este sitio ó cápsula, que tambien se de- nomina cáliz, sometidas á una dilatacion contínua y siempre creciente, se adelgazan poco á poco; al principio llega la sangre con dificultad á los vasos por efecto de la compresion; bien pronto se interrumpe la circulacion en una presion circular, opuesta al pedúnculo, hasta que por último cede el tejido de la cápsula, se desgarra, y el huevo, tanto por su pesantez cuanto por la retractilidad de las paredes del cáliz, cae al pabellon de la trompa, preparada para recibirle. En los mamiferos no sucede asi, pues la vesícula de De Graaf no abraza al huevo de una manera tan íntima, á pesar de estar fijo por medio de la capa granulosa y del disco prolíjero. Todo el trabajo efec- tuado en la vesícula da por resultado el distenderla, obligarla á que for- me prominencia, y que al fin se desgarre para espeler el huevo. Este se encuentra colocado en un punto opuesto al de la entrada de los va- sos que se irradian al rededor de la vesícula; por lo tanto existe hácia el lado libre y mas superficial, en posicion sumamente favorable para ser espulsado. Llegadas las vesículas al término de su crecimiento, quedan esta- cionarias hasta que por su madurez, escitacion del celo ó de la aproxi- -macion sexual se rompen, despues del aumento de secrecion del líqui- do que distiende mas sus paredes, las cuales se retraen en seguida, es- 198 pulsando con fuerza el líquido que encierran. Se ha comparado esta ro- tura á la de un absceso que se abre espontáneamente. La rotura de la vesícula se hace de un modo lento y progresivo: sus membranas propias son las primeras que se desgarran, de lo que resul- ta una pequeña estravasación sanguínea que se observa en su estremo; el peritoneo cede en segundo lugar. Despues de la salida del líquido y del óvulo contenido en la vesicu- la de De Graaf, se desarrolla lo que se llama el cuerpo amarillo 6 lú- teo. Este fenómeno se efectúa del modo siguiente: la hoja interna de la vesícula, mucosa, gruesa, no retractil, es el sitio de una inflamacion bastante intensa, la cual se indica por una especie de hipertrófia ó de tumefaccion, y por la dilatacion de los vasos que se encuentran en su espesor. La hoja esterna, al contrario, fibrosa, elástica, en relacion con el estroma del ovario, no participa del estado de flogosis, y comienza á retraerse. La retraccion de esta segunda hoja, que coincide con la tu- mefaccion de la primera, y está unida con ella en ciertos puntos por bridas fibrosas, origina en la hoja interna la formacion de pliegues que, aumentando mas cada vez, llegan á ponerse en contacto, y dan al inte- rior de la vesícula ovarina el aspecto de las circunvoluciones cerebra- les, el cual es tanto mas palpable cuanto mas abollada está la hoja im- terna, y que la esterna se retrae con mas fuerza. Luego, el cuerpo ama- rillo resulta precisamente de esta hipertrofia de la hoja interna y re- traccion de la esterna. El trabajo inflamatorio principia poco despues de la salida del huevo. Los pliegues de la hoja interna son á veces tales que sobresalen por la rotura de la vesícula que ha dado paso al óvulo, y aparentan una fungosidad; pero no tardan en adherirse, y producir la cicatrizacion definitiva del folículo. Entonces disminuye su volumen, cambia su color, y pasa sucesivamente del rojo intenso al rojo oscuro, al agrisado, y por último al amarillo mas ó menos visible: de aquí el nombre de cuerpo lúteo. Al principio conserva este volumen y color; luego se reduce por la absorcion á un pequeño núcleo fibroso parecido á una cicatriz antigua; despues pierde el color amarillo ó agrisado. En- tonces está completamente cerrada la abertura del cuerpo lúteo, la su- perficie del ovario en el punto que estaba situada la desgarradura se va 199 poniendo lisa, el mismo cuerpo amarillo entra poco á poco en el estro- ma, se endurece, y desaparece del todo. Los huevos se desarrollan y desprenden del ovario sin necesidad de la aproximacion del macho, como se ve en las aves, en las ranas y en los peces; cuyo fenómeno se observa tambien en todos los mamíferos. Esta teoría, indicada por Coste en 1857, ha sido completamente demos- trada por todos los anatómicos y fisiólogos modernos; siendo en el dia un hecho en la ciencia, que las hembras mamiferas ponen huevos como las aves, estando completamente separadas de los machos de su espe- cie. Mas porque el huevo pueda desprenderse espontáneamente no debe deducirse que la accion del macho es nula, pues la influencia de la apro- ximacion de este acelera la madurez del huevo, y favorece nuevos celos; así como la copulacion, sin ser la causa esencial de la caida de los óvulos, determina la realizacion de este fenómeno, y con muchísima frecuencia evita el que aborten, y queden perdidos para la multiplicación de la especie siendo espulsados. Aunque las vesículas de De Graaf existen en el feto, permanecen estacionarias hasta la época de la pubertad, en la cual se desarrollan. Al mismo tiempo los oviductos, la- matriz y los órganos copuladores se entumecen, se inyectan, segregan ciertos líquidos, y esperimentan cam- bios en su estructura que los ponen en el caso de desempeñar mejor el papel que dentro de poco les estará confiado. El instinto de la proge- nitura ó de la reproduccion se despierta y “adquiere tal imperio, que las hembras que antes evitaban la aproximacion de los machos, los buscan y ceden á sus instancias, escitaciones y perseguimientos. Este estado dura poco, sobre todo si la cópula limita su duracion, por- que casi siempre cede con el coito. Si no se satisface desaparece por cierto tiempo, volviendo 4 manifestarse de nuevo los mismos síntomas, siguiendo una marcha con intérvalos iguales en cada especie, y á épocas cuyos períodos regulares coinciden con las estaciones. Para designar el conjunto de los fenómenos que entonces presentan las hembras, se dice que están en celo, calientes ó salidas. Sus señales varian segun las es- pecies: en las gallinas la cresta se pone mas encendida; en las conejas se entumece ó inyecta la vulva; en la perra se encuentra acompañado 200 este estado de una destilacion mucosa olorosa que atrae á los machos; en las monas coincide con una evacuacion sanguinolenta y aun sanguí- nea bastante abundante, sobre todo en el estado de libertad; y en la muger con el período de la menstruacion. El estado periódico del celo es indubitable en muchos animales, sobre todo en las especies domés- ticas, en quienes la vuelta ó nueva presentacion de dicho estado fisioló- gico es mucho mas frecuente que en las especies completamente libres 6 salvajes. Así es que las ovejas no fecundadas entran en celo cada quince dias; las marranas cada quince ó diez y ocho dias; cada tres ó cuatro semanas las vacas; cada mes las yeguas, mulas, búfalas, cebras y monas; cada veinticuatro ó veintiocho dias las mugeres, etc. Los hechos mas multiplicados han demostrado que la época del celo es la única en que puede efectuarse la concepcion, así como el que la mens- truacion es para la especie humana la época natural de la caida de los huevos, y por lo tanto la mas favorable tambien para la concepcion. 2.” El acto vector consiste en conducir el huevo desde el punto en que se ha creado y formado hasta el útero ó fuera del cuerpo. No pu- diendo encontrar el huevo en el ovario los materiales necesarios para su desarrollo ulterior, era indispensable que cambiase de medio, y se pusiera en relacion con nuevos órganos, que por su estructura fueran susceptibles de darle su acrecentamiento, sobre todo despues de la con- cepcion. El trayecto que el huevo recorre presenta algunas variedades: los salmones y lampreas carecen de oviductos, y los óvulos caen del ovario á la cavidad peritoneal, siendo espulsados por un agujero particular que presenta esta pared. Semejante disposicion no parece regular, pero no es mas que una exageración de lo que se observa en los animales superiores. El oviducto, considerado de un modo general, puede pre- sentar dos condiciones principales: ya se parece al conducto escretor de una glándula, y es contínuo con el ovario; ya no está contínuo con él. El oviducto es contínuo con el ovario en las especies animales inferio- res, mientras que en los mamíferos, aves y peces están separados am- bos órganos, aunque algo próximos para que se pongan en relacion en el acto del orgasmo de descender el huevo y tomarle el oviducto. Este 201 presenta en los animales superiores un abultamiento terminal, donde subsiste el huevo por cierto tiempo para desarrollarse, cuya dilatación constituye la matriz, la cual ofrece formas variadas; en las aves termina el oviducto en la cloaca, y en la tortuga en la vejiga, debiendo pasar el huevo por la uretra antes de llegar á la cloaca. El mecanismo de recorrer el huevo el oviducto es casi enteramente idéntico en las aves y en los mamiferos: se efectúa de una manera muy sencilla cuando hay continuidad entre el ovario y el oviducto, pero cuando esta no existe se verifica del modo siguiente: el estremo de la trompa presenta una espansion bastante ancha denominada pavellon, el cual está formado de una membrana dentada que puede cubrir mucha parte del ovario, y en el centro tiene un orificio muy pequeño, origen de la trompa. En el celo y durante el orgasmo del coito el pavellon se aplica al ovario por medio del cuerpo franjeado; se dilata su abertura, y el huevo, mas ó menos fuera, es abrazado por el pavellon, que ejerce sobre él una especie de succion, siendo conducido á la trompa por una verdadera deglucion. Este mecanismo evita que el huevo caiga al peri- toneo en el momento de romperse la cápsula ovarina. El pavellon, po- niéndose ríjido, va á buscar al ovario para tomar al huevo; mas no siempre se efectúa este movimiento de ereccion, y entonces el huevo cae al abdomen, constituyendo en los mamiferos la preñez extraute- rina abdominal. En la gallina es muy frecuente este fenómeno; pero como el huevo no encuentra las condiciones necesarias para su desar- rollo, es absorbido progresivamente. En cuanto las vesículas de De Graaf vomitan, por decirlo así, el líquido y el huevo que encierran, llegan al pavellon y caminan hácia el orificio en la trompa por medio de pestañas vibrantes. Al mismo tiempo se exhala en la superficie del pavellon un líquido que se mezcla con el de la vesícula ovarina. Las pestañas vibrantes le hacen cami- nar por la trompa, y tal vez la contraccion de las paredes de este tubo. Los fenómenos que se observan en el huevo atravesando el ovidue- to varían en las aves y en los mamiferos. En las primeras se nota que inmediatamente despues de haber penetrado, se cubre el huevo de una TOMO IV. 26 202 capa de líquido que va á formar lo que se llama membrana chalacífera. Esta membrana, en contacto con la yema, se prolonga por encima y por debajo de la yema en una verdadera cola. Al mismo tiempo el huevo continúa descendiendo, pero esperimentando un movimiento de rota= cion en medio de la albúmina, que se coagula un poco conforme el huevo va caminando hácia la cavidad terminal. En esta época la albúmina es muy sólida, y puede desarrollarse como una venda, lo cual comprueba que ha habido un movimiento de rotacion; y este mismo movimiento es el que produce las chalazas ó ligamentos espirales que existen en los estremos de la albúmina. Entonces ya tiene el huevo la figura que con- servará en lo sucesivo, pudiendo distinguirse dos estremos, uno grueso y otro delgado; el grueso está hácia el ovario, cuya colocacion favorece su espulsion, puesto que sale primero el delgado. Llegado el huevo al tercio inferior del oviducto se añade una capa muy delgada, trasparen- te, al través de la cual se percibe la yema; es la cáscara, que principia á desarrollarse. Trascurrido muy poco tiempo esta envoltura se en- gruesa, se oscurece y divide en dos hojas. La observacion nos ha de- mostrado, lo mismo que á otros, que todos estos fenómenos se verifi- can en el espacio de cinco horas lo mas pronto y de siete lo mas tarde. El huevo se detiene hasta el dia siguiente en el ensanche terminal del oviducto, que hace veces de matriz, donde por una verdadera atraccion se interpone el líquido blanquizco, separado por las criptas numerosas entre las porosidades de la membrana esterior, precipitándose en eris- tales calcáreos á las tres ó cuatro horas, con lo que la cáscara queda completamente formada. Del ensanchamiento, que hace veces de ma- triz, es espulsado el huevo á la cloaca á las veinticuatro horas. En cuan- to se pone en contacto con el aire esterior, la albúmina que estaba en- durecida se fluidifica, por la reaccion reciproca de los elementos que componen el huevo. Los fenómenos que pasan en el huevo de los mamíferos interin recorre el oviducto, consisten: en que no estando el huevo libre en el momento de salir de la vesícula de De Graaf, arrastra consigo una por- cion de la membrana granulosa; por esta disposicion no se encuentra en contacto inmediato con la mucosa del pavellon y de la trompa. A las 203 cinco ó seis horas son absorbidas las células que le rodean, bien por haber servido para la nutricion del huevo, bien porque hayan desapare- cido por la accion de las pestañas vibrantes que tapizan la mucosa de la trompa. Desde entonces la membrana vitelina está en contacto inme- diato con la mucosa, y desde entonces recibe, como el huevo de ave, una capa albuminosa, que aumenta conforme el huevo se va aproximan- do al útero; pero no se licúa como en las aves, careciendo de membrana chalacifera y de chalazas. Al Negar á la cuarta parte de la longitud del oviducto no se segrega albúmina, desaparece la que envolvia al huevo, y este llega desnudo á la cavidad uterina. En las conejas tarda cuatro dias en recorrer este trayecto, en las perras y ovejas de cinco á seis, En las demás hembras mamíferas debe estar en relacion con la duracion de la preñez. Llegado el huevo de este modo al útero desaparece cuando no está fecundado, ya porque sus elementos se descomponen y se mezclan con los demás líquidos de la matriz, ya por ser espulsado, que es lo mas pro- bable. Mas cuando se encuentran el huevo y los espermatozoidos hay fecundacion, cuyo mecanismo es el mas problemático, el que ha ori- ginado las hipótesis sobre la generacion, y el que mas interesa in- vestigar; pero debe hacerse primero del acto del coito y de la copu- lacion. Muchos animales no verifican el coito mas que en el momento de encontrarse dos individuos de sexo diferente, encuentro que puede ser fortuito ó precedido de escitaciones por parte del macho ó de la hem- bra, por fosforescencia, olores, estridulacion ó voz. Los medios ó sitios de esta union son variables, segun en los que los animales viven, veri- ficándose por lo comun en una estacion del año, ya formando un nido ó eligiendo una guarida para ellos y sus hijos, ya abandonando el macho á la hembra en cuanto esta queda fecundada y dejándola el cuidado de la progenitura comun, ya auxiliándola en alimentarla y cuidarla. Hay especies en las que verificada la union dura toda la vida; entre estas uniones las hay monógamas simples, es decir, que forman una pareja sola; monógamas agregadas, que componen un conjunto de nidos per- teneciente cado uno á dos individuos, macho y hembra; otras son po- 204 lígamas, las cuales pudieran dividirse en poliandras, como las abejas, y en poliginas, como el gallo, ciervo, caballo salvaje, etc. Las diferencias que presenta el mecanismo de la copulacion proce- den de la disposicion anatómica particular de los órganos de la genera- cion, cuya manifestacion es inútil en esta Memoria. No así el investi- gar las modificaciones que sobrevienen en el huevo y en los órganos genitales de las hembras, despues que el macho ha depositado el es- perma en dichos órganos, ó que ha tocado, se ha puesto en contacto con el producto hembra, porque cuando el humor fecundante ó el hue- vo quedan abandonados á sí mismos 6 aislados, pierden su aptitud para vivir, se desorganizan y se descomponen. No sucede lo mismo cuando se encuentran y unen; por el contrario, se nota que en el compuesto orgánico de su fusion se redobla la actividad que animaba aisladamente al uno y al otro, y llega á ser este todo, en poco tiempo, un nuevo sér que participa de los dos individuos á quienes debe su origen; en tal grado que hay una verdadera fusion de las conformaciones de ambos engendradores, cual lo demuestran de la manera mas terminante las especies híbridas. Sin embargo, conviene dejar consignado, porque de ello se ha procurado sacar partido para esplicar el mecanismo de la ge- neracion, que en los animales que copulan hay una conmocion general, que da por resultado casi constante la perturbacion del mayor número de funciones, llegando á tal grado en muchos entomozoos, sobre todo machos, que sobreviven muy poco á la copulacion. El mayor número dan muestras de esperimentar un colapsus, casi verdadero síncope, ya los machos, ya las hembras, y á veces ambos, durante los coitos rápi- dos, y aun durante los que se prolongan ó se repiten á menudo en cor- tos intérvalos. Es cierto que las aves manifiestan en lo general poco abatimiento, y aun suelen dar señales de mayor actividad despues del coito; pero en lo poco que este dura suele á veces ser palpable el co- lapsus, y caracterizado por la caida del macho, que al momento se le- vanta, cuyo fenómeno se ve con frecuencia en el gallo. Sobre poco mas ó menos sucede lo mismo en los mamiferos, debiéndose solo á los es- cesos de la copulacion la debilidad, enflaquecimiento y aun anonadacion en que suelen caer, con mas particularidad cuando un macho abastece 205 á muchas hembras, como el ciervo, entre otros. Esta conmocion ner- viosa se ha comparado á una descarga eléctrica, suponiendo que fluidos en oposicion de polaridad para el macho y para la hembra se encontra- ban entonces, y se combinaban en el ovario. Mas es cosa sabida que muchas hembras han concebido y conciben sin la menor sensacion vo- Inptuosa, y que pueden hacerse fecundaciones artificiales en los batra- cios, peces, ete,, tomando directamente esperma de los reservatorios del macho y huevos del cuerpo de las hembras, sin exaltacion nervio- sa, sin escitacion voluptuosa ni nada que se le parezca. Por otra parte, el mecanismo de la generacion es idéntico en todos los cuerpos vivos; todos cooperan por el producto macho y el producto hembra, sin que en los séres inferiores se perciba lo mas mínimo de aquella conmocion placentera, impuesta sin duda por la naturaleza en el mayor número de séres animados, cual hace muchísimo tiempo se ha indicado, como un aliciente, un atractivo, sin el que la propagacion y conservacion de las especies no estarian suficientemente aseguradas. El que la presencia del fluido fecundante y su contacto material con el óvulo ó sus elementos es de absoluta necesidad para la fecunda- cion, es un hecho comprobadísimo, no solo en los animales sino que en los vejetales, pues aplicados los granos polínicos sobre el estigma de la flor hembra, esperimentan por endosmosis una rotura que permite la salida de un tubito membranoso que se introduce en el tejido del pis- tilo y deja escapar la fóvila cargada de corpúsculos, en los que Ami- ci y Brogniart han creido encontrar el análogo de los espermato- zoidos. Hay animales, como los peces y batracios anouros, en quienes la impregnacion se efectúa fuera del cuerpo madre; pero en los que tienen verdadera copulacion hay siempre intromision del esperma, con esta diferencia, de que en unos el fluido fecundante no sirve mas que para los productos de una union sexual, mientras que en otros se deposita y conserva en un reservatorio particular para mezclarse con productos hembras posteriores á la copulacion. No siendo el ovario en el mayor número de animales invertebrados mas que una ramificacion del ovi- ducto, y estando éste tapado por los huevos mas desarrollados, no le 206 es dable al esperma pasar mas adelante, siendo por lo tanto indispensa- ble que, este producto de un coito solo, permanezca en la parte del con- ducto que obra como reservatorio, y vaya fecundando los huevos por miscion, conforme desciendan. La penetracion se verifica al través de. la cáscara cuando es delgada y membranosa; pero cuando es dura está por lo comun umbilicada, esto es, con una cicatriz fruncida en uno de los estremos, que parece indicar ha existido allí antes un agujero para la penetracion del esperma. En dicho reservatorio continúan viviendo los espermatozoidos como en las vesículas seminales del macho, que- dando de este modo asegurada la fecundidad de la hembra para gran número de huevos, y para mucho tiempo. Muy discordes han estado los fisiólogos al determinar en los anima- les superiores, y sobre todo en los mamiferos, el sitio donde se efectúa la fecundacion. Se sabe que la verga lanza el esperma en el orificio del cuello de la matriz ó conducto vulvo-uterino, así como que el huevo se desprende del ovario para descender á la cavidad uterina. Mas ¿en qué punto se reunen y mezclan los dos elementos? Hace mucho tiempo se demostró que el semen puede llegar hasta los ovarios, cual así lo com- prueban las preñeces ovarinas y abdominales, habiendo originado la opinion de los que admitieron y aun admiten que el ovario es el sitio único de la concepcion, y que el huevo no maduraba ni se desprendia sino despues de haber recibido el influjo del esperma. Harvey, Buffon, Darwin y otros admitieron, con Aristóteles, Hipócrates y Galeno, que la fecundacion se efectuaba en el útero. La opinion mas general y mas conforme con los hechos es, que la fusion del elemento macho y hembra se verifica en cualquiera de los sitios en que se encuentren desde la matriz al ovario, y por lo tanto en las trompas y en los cuernos, segun los animales. Dificil es resolver de un modo terminante si la fecundacion es ins- tantánea, ó si trascurre algun tiempo en efectuarse despues del coito, puesto que existen datos incontrovertibles para sostener lo uno y lo otro, ya facilitados por la muger, ya por los animales. Se sabe que hay mugeres tan sensibles, que por la modificacion que en su economía perciben en el momento del acto conyugal conocen han quedado fe- 207 cundadas, asi como lo demuestran los casos recojidos de preñeces ab- dominales de resultas de un susto ó sobresalto en igual momento. Mu- chas hembras de los animales domésticos, la yegua, burra, vaca, ove- ja, perra, etc., etc., dejan de estar en celo inmediatamente despues del coito, cuando este ha sido fecundo, y rehusan en seguida al macho que antes apetecian, al paso que en circunstancias opuestas le reciben al cuarto de hora, y aun antes, como si no se hubiera verificado la union anterior. Sin embargo, mirando la cuestion desapasionadamente, te- niendo presente que el celo es la señal del descenso del huevo, que durante el coito hay una actividad estraordinaria en el conducto vul- vo-uterino, y que en el acto de la eyaculacion se verifica un movi- miento de afuera á dentro, verdadera succion, del cual disfruta la ma- triz, como se nota en las perras y conejas sacrificadas en los últimos momentos de la union sexual, como puede convencerse el que haga esta viviseccion, no podrá menos de admitirse que la fecundacion será instantánea cuando los elementos macho y hembra se encuentren en el útero, y mas ó menos tardía, hasta veinticuatro horas, cuando lo hagan á distancia variable del ovario, ó en este mismo órgano. En tal caso es cuando pueden verificarse las gestaciones bigeminales proce- dentes de diversos padres, como en la yegua que pare á veces un po- tro y un muleto, la burra un buche y un burdégano, la muger un ni- ño blanco y otro mulato, etc., etc., y que indebidamente se han toma- do por superfetaciones. La condicion única y necesaria para que haya fecundacion es la union del huevo con los espermatozoidos; que se efectúe una mezcla y hasta fusion de ambos elementos. Las fecundaciones artificiales lo com- prueban del modo mas terminante y concluyente. Si se examina un huevo en el momento de la fecundación, se ven siempre espermato- zoidos en la capa de albúmina que rodea á la yema, y se perciben nu- merosas corrientes y rápidas de afuera á dentro, conforme la albú- mina se abulta por el endosmosis que en ella se verifica, cuyas cor- rientes arrastran consigo á los espermatozoidos hasta el interior del huevo. Mucho han divagado los fisiólogos al querer esplicar el papel que 208 desempeñan los espermatozoidos: ya se ha dicho que uno de ellos pe- netra en el huevo y se desarrolla en miniatura de embrion; ya que re- presenta el sistema nervioso del nuevo sér; ya que solo servian de meros conductores del esperma que á su alrededor tenian; ya para mantener por la rapidez de sus movimientos la composicion química del semen, etc., etc. Nuestra opinion es que la naturaleza de la union de los productos macho y hembra consiste en la miscion, fusion y di- solucion de los espermatozoidos, que son verdaderas células embriona- les machos, con penetracion endósmica molécula por molécula en el óvulo hembra, de lo que resulta la formacion de células embrionales hembras, que desarrollándose dan origen 4 un nuevo sér misto por su conformacion entre la del padre y la de la madre. Los datos que tenemos para adoptar esta opinion, que algunos ca- lificarán de retroceso científico por parecerse á la de las dos semillas con que Hipócrates procuró esplicar el mecanismo de la generacion, aunque espresada de diferente manera, los sacamos de la herencia y de las especies híbridas, y por lo tanto la fundamos en hechos de ob- servacion, que son los únicos positivos y verídicos. Sin negar que en la procreación hay cosas innatas que sacan los hijos sin tenerlas sus engendradores, ya procedan de la estructura es- terna ó interna, ya de la constitucion ó ya del temperamento, habien- do una verdadera invencion ó nueva creacion, no puede negarse que en la generalidad de los casos hay solo una imitacion. No de otro mo- do se ha logrado, y el hombre continúa obteniendo, la formacion de nuevas razas entre los diferentes animales domésticos por la buena y acertada eleccion de los sementales, ya oponiendo defectos en esceso á las deformidades por exigúidad en el desarrollo, ya uniendo individuos con las cualidades que se ansian arraigar y perpetuar: así han lo- grado los ingleses Sus caballos de carrera; el mayor número de gana- deros los caballos de tiro; por igual sistema se han formado las diver sas razas de ganado vacuno, lanar, de cerda, etc.; y no de otra ma- nera ni por otra causa abundan tanto las variedades y razas del géne- ro perro. Á esto mismo se debe que de la union de animales con pelo claro el uno y negro ó castaño Oscuro el otro, salgan los hijos pios; el 209 que de la mezcla de la raza blanca y negra en la especie humana sal- gan los individuos mulatos; por la de los productos con su tipo origi- nal parecerse los hijos á este, ete., etc. El parecido entre padres é hijos lo demuestra. Esta miscion no se limita á la conformacion esterna, sino que se 0b-= serva tambien en la estructura interna; y de aquí el origen de lo que los patólogos llaman causas predisponentes, individuales ú orgánicas, que da por resultado el que uno de los padres y casi todos sus hijos, por no asegurar que todos, padecen y mueren de unos mismos males, ya tisis por la conformación igual de pecho y cuello en toda la familia; ya de apoplejía por la de su aparato circulatorio, cortedad del cuello, abundancia y concrescibilidad de su sangre; ya de diatesis cancerosa, escrofulosa, etc., etc.; hechos que la esperiencia está comprobando diariamente, y que no hay uno que desconozca su realidad, los cuales creen los profanos á la ciencia, y aun así opinaron algunos profesores, que proceden del contagio. Las cualidades del desarrollo precoz ó tardío, de la longevidad y fe- cundidad, de la actividad en la secrecion láctea, y otras que pudiéramos citar, comprueban evidentemente que en el acto de la fecundacion hay mezcla y verdadera fusion de los elementos macho y hembra, los cua- les representan la conformación respectiva del individuo de que pro- ceden, cuyo hecho incontrovertible es aún mas palpable en los hi- bridas. Si la teoría del ovismo fuese cierta, el óvulo debiera tener en su interior al nueyo sér, que desarrollándose por la vivificacion del esper- ma debiera parecerse en todo á quien le formó; una yegua ó una burra por ejemplo, no deberian tener en sus ovarios mas que gérmenes de potros ó potrancas, buches ó buchecillas, y estos serán en efecto asi si las cubren los machos respectivos de sus especies; pero si se cambian, si las cubre el contrario, se engendran los mulos y burdéganos, séres mistos á los engendradores. Si la teoría del espermatismo fuese la exacta, la verídica, el espermatozoideo al encontrar su topografía de desarrollo creceria con los caracteres de la especie ó variedad á que su productor perteneciera, y sin embargo se observa lo mismo que en el TOMO IV, 2 210 caso anterior. Este fenómeno, ó por mejor decir, es tan constante esta ley, que se la ve hasta en las plantas. Luego no debe caber la menor duda en admitir que el mecanismo y esencia de la generacion consiste en la mezcla y fusion de los ele- mentos macho y hembra, de la que resulta un producto misto que es el nuevo sér. ÍNDICE de las materias contenidas en esta 4.* parte del tomo EY de Memorias. —-———599-00 O) c-0 0-00—_—— Páginas Memoria geognóstico-agricola sobre la provincia de Pontevedra, pre- miada por la Real Academia de Ciencias en concurso público con arreglo al programa presentado por la misma para el año 1855, por DSFARO MOV alenzu ca OL ES Sid Ensayo de una descripcion general de la estructura geológica del ter- reno de España en la Peninsula: Seccion 4.*, por el Zlmo. Sr. Don SOON PE UTA BN Nito Memoria sobre el mecanismo de la generacion en los animales con- siderada en general, por D. Nicolás Casas de Mendoza.......... WIN ' ra A E A IN A ht CA ; Lom mu d 14 ON NNF (7 “A Al o ó ran 2 0 ou, tlA6 be Ros O ¡neg hs Ls do 00 sañlsll 36 YI ooo! (o ora E tos es cebldeos seba sal a ' rosas cad 99 atera dt q peiyos al oidos aii ding om mon ostdiq oxmvaos 10 asiolid oh piurobinst lu0dP el 09 oie” 109 108 abr lo 0 Aa 0d 0 ebria la olor / A AO as mod A 191 d+ cols trade ed ole [ers o naiagituenb zan oh OULina AA AA ESE ] . . so Lal iyrwpad amanol -405 Wlemina. ol 14 aimara al dd arica la os MA EE ce Mob mo ron o limo y nherbis DE LA REAL ACADEMIA DÉ CIENCIAS DIA IRRADIA S0Uu0 17, TERCERA SERIE. —CIENCIAS NATURALES. —TOMO 2.”—PARTE 2,* COLES DO 90 AMERO). JAS A VE A — *.2 AURAL— 8 OMOT—.ABLARUTAR 2AL0MR10— HALA ANTOMTE SUBA, GAIA, CULTIVO AGRARIO Y FORESTAL DE LA PROVINCIA DE VIZCAYA. ——a EY MEMORIA PREMIADA POR LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS EN CONCURSO PÚBLICO CON ARREGLO AL PROGRAMA PRESENTADO POR LA MISMA PARA EL AÑO DE 485% POR DO! LUCAS 18 OLAZABAL, Ingeniero de Montes, etc. «Describir las rocas de una provincia de España y la marcha progresiva de su descomposicion, determinando las causas que las producen, presentando la análisis cuantitativa de la tierra vegetal formada de sus detritus, y deduciendo de estos co- nocimientos y demas circunstancias locales las aplicaciones á la agricultura en ge- neral y con especialidad al cultivo de los árboles.» (Tema de la Real Academa de Ciencias.) SUELO, CLIMA, CULTIVO AGRARIO Y FORESTAL DE LA PROVINCIA DE VIZCAYA. —rH" PALA A — Tono hombre dotado de alguna instruccion, dice J. Herschel, puede, con buena voluntad, añadir algoá la masa general de los conocimientos humanos, por poco que con regularidad y método observe los hechos que mas llamen su atencion, ó los que por su posicion se le presten á un estudio inmediato y contínuo. Palabras mas lisonjeras, invitacion mas terminante sería dificil encontrar para aquel que, proponiéndose sincera y desinteresadamente ser útil á su pais, se halla retraido y desa- lentado por sus limitadas fuerzas. A trabajos como el que tengo el honor de presentar se refieren ple- namente, en mi concepto, esas palabras, porque pertenecen á aquellos que, por su naturaleza, por lo que tienen de local y concreto, requie- ren mejor nutrirse de hechos escrupulosamente observados y verídi- camente consignados , que engalanarse con brillantes hipótesis y gene- ralidades lanzadas desde el gabinete, prévio un corto número de ob- servaciones sobre el campo: sin esta íntima persuasion no hubiera po- dido acometer, ni mucho menos proseguir esta tarea. Mi único libro ha sido el de la observacion directa, y de consiguien- te el testimonio de mis sentidos abona y afirma la veracidad de la mayor parte de los hechos que refiero; de estos algunas veces me he re- montado á las causas, y he deducido las consecuencias, consultando lo menos posible las no pocas veces engañosas aseveraciones y cifras de 214 los archivos, que si alguna vez las cito, es para corroborar y medir lo que deduzco, mas nunca para hacerlas servir de puntal á mi raciocinio. Quiero suponer que me he equivocado al apreciar las causas ó al deducir las consecuencias; pero aunque asi fuera, queda íntegra la irre- vocable autoridad de los hechos, sobre los cuales podrá discurrir con mas tino otro mas hábil y profundo que yo. Si algo son estos hechos, residuo de mis afanes; si asi lo juzgan la ilustre Academia y el pais á quienes los he consagrado, quedarán sobrado satisfechas mis exíguas aspiraciones. ls GEOGNOSIA. ALGA GENERALIDADES. Ls descarnadas masas calcáreas que á primera vista se distinguen en el territorio vizcaino, cualquiera que sea el lado por donde se penetre en él, y la multitud de canteras abiertas y diseminadas que petentizan la naturaleza de la roca, allí donde yacia cubierta de tierra vegetal, no dejan duda al geognosta, de que la formacion cretácea se estiende en toda la provincia. La fragosidad del terreno y la no dislocacion, al pro- pio tiempo que la irregularidad de los estratos que tan visiblemente se manifiestan en los cortes de la red de carreteras que los atraviesan, re- cuerdan al geogenista la idea emitida por Beaumont, de que en los pe- riodos que precedieron próximos al cretáceo , esperimentaron las capas violentas sacudidas, que las hicieron perder su primitiva posicion. Bosquejado asi el terreno que se trata de estudiar, si el objeto es dedicarse á investigaciones puramente especulativas para consignarlas en un libro donde se encuentre la razon, hipotéticamente siquiera y en cuanto atañe á su fin, de todos los fenómenos naturales acaecidos ó que puedan acaecer, de todas las esplotaciones fecundas en resultados ó malogradas, de todas las industrias actuales ó que en adelante hayan de originarse, no se puede menos de mencionar ni dejar de describir un terreno mas antiguo que el cretáceo (quizás liásico), que se halla en 216 las inmediaciones de Bilbao y de Bermeo, ni los parciales levanta- mientos plutónicos de diversos sitios del Señorío, sin los cuales no se sabria esplicar la procedencia de la piedra traquitica de Axpé, ni el buen éxito del establecimiento de loza planteado en Busturia. Deberáse del mismo modo inquirir la edad relativa de las diferentes capas de la cre- ta, y establecer, pues es dable hacerlo, una clasificacion basada en el orden cronológico, con el fin, primero, de facilitar su estudio con re= lacion á las cartas geológicas generales de las provincias confinantes, y segundo, con el de esterminar de una vez esos conatos repetidos y rui- nosos de esplotacion de carbon de piedra en puntos que pertenecen evidentemente á la parte superior de la creta. Corresponde tambien á este cometido el describir minuciosamente los bancos numulíticos, por si, como aparece de los últimos trabajos de algunos geólogos, han de caracterizar un grupo separado, y los bancos yesosos que imprimen el caracter sulfúreo á las aguas que han dado lugar á los establecimientos de baños en Elorrio, Zaldua, Villaro y Cortozubi, y á las de igual na- turaleza que brotan en Garay y en otros puntos de la provincia. Pero bajo el punto de vista agrícola y forestal, como conviene al objeto de este trabajo , no incumbe abrazar detalladamente esas masas pequeñas y aisladas, factores insignificantes para las aplicaciones y reglas que se tratan de prescribir. Tampoco importa el que las rocas no sean clasificadas relativamente á su edad, porque lo que al agricultor 4 al silvicultor le interesa es averiguar la naturaleza de la roca, mejor que sus relaciones de superposición. En la naturaleza de la roca es, pues, donde se han de buscar los caracteres típicos que deben servir para plan- tear la division primaria que concrete y precise las observaciones, fa- cilitando sobremanera el estudio. Esto es lo que yo creo, y asi lo he practicado, dividiendo en su consecuencia en cinco grupos las rocas de Vizcaya. 1.” El de las psammitas y numulinas. 2.2 El de las calizas compactas. 3.2 El de las areniscas micáceas y arcillas pizarrosas. 4.2 El de las calizas margosas. 5.2 El de las calizas arcillosas compactas. 217 Todos estos cinco grupos pertenecen á la formacion cretácea, que ocupa casi esclusivamente la estension de la provincia. En cuanto á las demas particularidades propias de un reconocimiento puramente cientí- fico, no desdeño ninguna; por el contrario, menciono en el discurso de la descripcion el terreno liásico y los plutónicos, y los consigno en el adjunto mapa agregado para la mejor inteligencia ; refiero aunque li- geramente las observaciones sobre superposicion de capas, éinicio de pa- so algunos problemas cuya resolucion esclareceria grandemente la parte geogénica; y en fin, cuando puedo ó creo aclarar los fenómenos sin ale- jarme con difusas digresiones ni engolfarme en ese inestricable campo de las suposiciones árduas , espongo, por lo que pudieran servir, con- sideraciones, siquiera sea elevado el órden á que pertenezcan. Primer grupo. Srruacion. A partir desde el límite N. O. del señorío , se estienden lasrocas de este grupo en direccion $. E. hácia el centro, de una manera continua y bastante irregular. Algo hay en la forma de esta faja que se presta á especulaciones geogénicas; indicaré rápidamente. Empezando por el N. O., las dos líneas opuestas que forman el límite de la faja, y que pasando la de la derecha por Somorrostro y Bilbao lindando con el lias, y la de la izquierda por la Baluga y Sodupe, van aproximándose sucesi- vamente hasta que de repente pierden esta direccion y se separan por ambas partes , por la una hasta el N. E. de Lemona y por la otra al O. de Areta; desde estos puntos vuelven á su direccion primitiva para ir á unirse donde se ha dicho, formando de este modo dos lengúetas dia- metralmente opuestas de S. O. á N. E. (de Areta á Lemona). Este en- sanchamiento coincide con hallarse poco mas ó menos en su parte me- dia, en las cercanías de Miravalles, un crater de levantamiento que parece esplicar ese movimiento espansivo. Á esto mismo atribuye Co- llet el codo, como él lo denomina, de la parte de Areta; pero lo que hay de estraño en esto es que haya pasado por alto el de Lemona, siendo 218 tanto ó mas notable que el anterior, y pudiéndolo esplicar por la misma causa, toda vez que el crater se halla, como se ha indicado, en la parte media próximamente de las dos lengúetas. Caracteres GEoGNÓsTICOS. Numulinas formando grandes bancos por si solas é intercaladas con las psamnitas micáceas, estas dominando y constituyendo esclusivamente la parte litológica , y la carencia puede decirse de calizas, son los caracteres distintivos de este grupo. Cuatro carreteras que le atraviesan, próximamente equidistantes y paralelas entre sí, hacen muy cómodo el estudio, aun en su parte mas detallada. Por la primera, que es un ramal que empalma con la que conduce desde Valmaseda á Castro, al S. de la Baluga, se ven cerca de Somor- rostro bancos fuertes de psammitas azules de grano fino, que rarísima vez llegan á ser calcáricas; mas adelante se muestran entre estos ban- cos numulinas, que poco despues forman por sí solas poderosos bancos, á pesar de su pequeño diámetro: tal es su abundancia. Algunas arcillas parduzcas, especialmente á derecha é izquierda del empalme, se notan tambien como signo del cemento que une los granos psammiticos : el ángulo de inclinacion en las capas varía desde 5% á 4”. Si no por lo que hace á la formacion del suelo vegetal en Vizcaya, al menos por las consideraciones á que da lugar, y por la influencia indirecta que tienen sobre el fomento del arbolado, deben citarse algu- nos pequeños bancos de hierro espático ó siderosa, que se encuentran en las cercanías de Somorrostro, como vestigios ya que conducen al ob- servador hácia aquellas célebres minas. Por la segunda, que es la carretera general que pasando por Val- maseda se dirije á Bilbao, nótase que en las inmediaciones del lias, las psammitas que se encuentran tienen bastante semejanza en su aspecto esterior con las calizas arcillosas, de las cuales se halla compuesto el referido lias; pero en su fondo difiere notablemente, puesto que esas psammitas no tienen el menor elemento calcárico. Por lo demás, á dichas psammitas se las halla en todo el trayecto que comprende la faja del pre- 219 sente grupo; cerca de Bilbao ocupan esclusivamente el terreno; mas adelante alternan con algunas areniscas, despues con arcillas mas ó menos pizarrosas, y todavía al aproximarse al límite occidental de la faja, con algunos riñones de siderosa: el ángulo de estratificación varia mu= cho, y se puede sin violencia darse razon de este fenómeno con dete- nerse en el estudio geogénico de la falla que constituye el valle del Cadagua. La tercera conduce desde Orduña á Bilbao, y se une á media legua S. de esta última villa con la que desde Vitoria, pasando por Durango, se dirije tambien á Bilbao. Al través de la faja sigue siempre á la iz- quierda del rio Orduña, muy cerca de él y casi paralelo. Encuéntranse las mismas psammitas; al llegar á Arrigurriaga se interrumpen y «upa- recen calizas mas modernas, que inmediatamente las cubren, y no per- tenecientes por lo tanto al grupo que se describe; desaparecen estas muy pronto y reaparecen las psammitas. Caminando unos tres cuartos de legua se llega á Miravalles, cerca del cráter del levantamiento, al re- dedor del cual se nota una dislocacion de capas muy manifiesta. Las psammitas alternan mas adelante con numulinas y algunos esquistos azules que desaparecen muy pronto, y entonces ocupan por sí solas las psammitas hasta el término del grapo por esta parte. La cuarta sigue desde Vitoria á Bilbao pasando por Uvidea, y cami= nando en ella se ve, que desde cerca de Lemona se manifiestan psam-= mitas azules, que difieren de las demás por su testura granujienta, al- ternando con algunos esquistos; poco despues aparecen calizas azules como las que se ven al atravesar por el camino anterior, mas no como aquellas, masas pequeñas y aisladas, sino la continuacion de las inmen- sas moles de Mañaria, que despues se describirán. Cuando estas han desaparecido, prosiguiendo el camino se encuentran algunas are- niscas pardas; mas adelante esquistos azules que alternan con las psam- mitas , hasta que, desapareciendo estas, concluyen en este sentido las rocas de este grupo: la estratificación es menos discordante que la que se nota en los trayectos anteriores. Entre Elanchove y Bedarona, asi como tambien en las inmediacio- nes de Ondarroa, se manifiestan psammitas idénticas á las de la faja TOMO IV. 28 220 central que se ha descrito; pero por la pequeña estension que ocupan no merecen un exámen detenido, y lo suplirá en cierto modo la pre- sencia de la carta adjunta. Este grupo es indudablemente el mas antiguo de todos los de la creta en Vizcaya; y por los caracteres dados y el aspecto ferruginoso que en general presentan las rocas, inducen á creer que pertenezcan á la parte inferior de la creta. Segundo grupo. Srruación. La dispersion de las rocas que á este grupo pertenecen, unido ¿otras particularidades geológicas de que hablaremos mas abajo, revelan visiblemente un cataclismo acaecido, y que interesó sobrema- nera álas calizas de este grupo. Por toda la provincia se encuentran es- parcidas. Si se empieza por el N., se verá una masa formando el cabo de Villano; caminando hácia el E. por la misma costa, otra entre Baquio y el Cabo de Machichaco. Al llegar á Mundaca, internándose en el seño- río por el camino que guia á Guernica, llamará la atencion una sierra estrecha que, poco despues de Busturia, se halla siempre próxima y á la derecha del observador; si se continúa por las costas en las inmedia- ciones de Acorda, van formando una faja regular hasta Ereño y Arteaga, desde cuyos puntos, estendiéndose, forma el suelo de Gavica, Navarniz, Isparter, Lequeitio, Guizaburuaga y Aulestia, terminando en punta al Sur de Marquina. Apenas se llega al segundo cuadrante cardinal, se divisan las grandes moles al S., que constituyen las peñas llamadas de Udalach, Amboto, etc. En el centro de la provincia, masas mas Ó menos salpicadas cubriendo al primer grupo en los puntos en que se hallan, una faja de bastante consideracion que pasa por el monte de Unzueta, por Aracaldo y Areta, y finalmente, para completar el circuito, al O. se en- cuentra una gran masa que principia al N. de Lanestosa y continúa por Treto, Ramales, Guardamino, provincia de Santander. 221 Caracreres croGNÓsTICOS. Por la simple lectura de lo que antecede, ocurre al momento preguntar: ¿Cómo han podido referirse á un solo grupo todas esas masas diseminadas? ¿Tanta semejanza hay en sus ca- racteres que no dé lugar á que se dude siquiera? Realmente, si en este grupo se presentasen tan variados en la apariencia como en el anterior los caracteres mineralógicos, surgirian grandes dificultades, no solo para su estudio directo, sino tambien para el de toda la provincia, pues como se ha dicho, se encuentran las calizas sumamente difundidas; mas la semejanza de sus caracteres, tanto mineralógicos como paleonto- lógicos, es tal, que raya punto menos que en identidad. Por eso para el geognosta estas rocas, fuera de la material y penosa operacion de re- correrlas, son las que presentan menos dificultad en su reconocimiento, y digo para el geognosta, porque no sucederia asi respecto del hom- bre especulativo, en donde podria bajar muy bien á la brillante arena de las hipótesis geogénicas. El geognosta se contentará con decir que son calizas muy compactas, á veces cristalinas, de color pardo unas, otras azules, todas muy fosilíferas, que se presentan sin estratificación manifiesta en las peñas de Udalach, Amboto é Igúengona, con los es- tratos bien marcados y verticales en la faja que pasa por Areta, con débil inclinacion en los alrededores de Bilbao. Pero el geólogo inter rogará: ¿Tienen el mismo origen esas calizas? Si le tienen, ¿son el producto mecánico de una deposicion de materia calcárea procedente de una roca que preexistia? ¿Son el resultado de una disolucion calcá- rea depositada de un modo contínuo, como aparece en Udalach, Am- boto, Igúengona, ó por intermitencia, como lo demuestran los estra- tos de la faja de Areta? ¿Puede haber sucedido una revolucion tan pro- funda que haya borrado todo vestigio de estratificación en una esten- sion como la que abrazan los montes de Udalach, Amboto é Igúengona y Videmaculata? Fiel á mi propósito, dejo la solucion de esos problemas á quien compete para proseguir la descripcion. Ya he dicho que existe mucha homogeneidad en la composicion de todas las calizas cuyos caracteres generales, aunque sucintamente, he indicado: añadiré ahora algunos detalles tomados en el punto en que presenta mayor importancia el estudio de esas calizas, tanto por la 222 mayor estension que ocupan, como por la variedad que presentan, á saber: en la repetida cordillera de Udalach, Amboto, Mañaria, etc. Puntos hay como Amboto y Udalach, por ejemplo, en donde esas ca- lizas, desnudas y sin forma alguna de estratificación, se elevan á una al- tura considerable, dejando una pendiente tan rápida que hace inaccesi- ble su cúspide, principalmente por la parte septentrional. Azotadas ca- si en todas partes directamente por los agentes meteorológicos, se ven en ellos los fenómenos consiguientes á su naturaleza y posicion; corta= duras que forman cuevas mas ó menos grandes, entre las cuales es no- table la de Balsola, que se halla cerca de Dima, y canales que siguen la direccion de la máxima pendiente. Aunque contiene gran número de fósiles, es dificil distinguir las especies de estos, por la tenacidad con que se hallan adheridos á la caliza; facil es sin embargo cerciorarse de su existencia por el color negro y brillo cristalino de la concha que destaca sobre «l azul de la pasta calcárea, formando de esta suerte un jaspeado muy gracioso. Ejemplares de esto pueden verse en la Real Ca- pilla del Palacio de Madrid, cuyas columnas proceden de una de las canteras de Mañaria, y en las piedras que abundantemente se trituran para los caminos del señorío. Entre los que se han podido separar se encuentran Caprimidas y Diceritas en gran cantidad, en menor núme- ro Hipurites, Terebrátulas, Ostras, Pólipos y algunos otros mal con- servados. En los puntos ocupados por las rocas de este grupo es donde se han ensayado la mayor parte de las minas, si se esceptúan las de car- bon de piedra; y se está esplotando con actividad actualmente una de cobre al O. de Bilbao, en el sitio llamado Iturrigorri, en la que los mi- nerales encontrados son pirita de cobre con pirita de hierro, pirita de cobre con cristales de malaquita, y siderosa con cobre. Al mismo perio- do parecen pertenecer tambien las riquísimas de mena de Somorrostro, beneficiadas desde remotos tiempos, segun la posicion que tienen dos masas calcáreas que se hallan en el monte de Triano, asi como las me- nos ricas, pero de igual naturaleza, de Iturrigorri, Ollargan, el Morro y Miravilla, por lo que se infiere de las calizas que se hallan en su con- tacto. Tercer grupo. Las rocas de este grupo ocupan mayor estension que las de todos los demas en el Señorío, y comprende manifiestamente rocas de dos edades diferentes, separadas muy bien por su diversa situacion topográfica: el esparcimiento, bajo este punto de vista, es el carácter distintivo de las mas antiguas, asi como la continuidad lo es de las mas modernas. SITUACION DE LAS MAS ANTIGUAS. La dispersion de estas aun cuando se nota en grande escala, no es tan general como en las del grupo an- terior, pues se halla reducido próximamente á la mitad del territorio señorial, considerándole dividido por una línea N. E. S. O. Esta línea límite señala, aunque muy groseramente, una faja contínua de las mis- mas rocas, que á semejanza de aquellos rios que corriendo en la refe- rida direccion y aproximándose á su desembocadura en el mar, se yan sucesivamente ensanchando y desbordando, sigue desde Somorrostro hasta Galdácano formando una faja estrecha y uniforme ; alli se ensan- cha para volver á estrecharse en Zornoza, desde donde, como si se ha- lara comprimido por una gran fuerza, se estiende de izquierda á dere- cha y por su frente, resultando á la izquierda una entrada triangular que pasando por la venta de Zanzangorri, Echano y la Sierra de Oiz, tiene su vértice en Mallavia; por la derecha, una superficie interpuesta entre los límites de los dos grupos anteriores por aquella parte, y por el centro una distension considerable que va aumentándose hasta Du- rango; prosigue uniformemente desde este punto á Elorrio y Arrazola, y entonces tiende á converjer, y converje real y precisamente en la carretera que conduce á Mondragon, uno de los puntos del límite en- tre Vizcaya y Guipúzcoa. Todas las demas rocas de este sub-grupo se encuentran á la de- recha de la faja que acabo de describir. Empezando por el N. se ve una 224 fajita estrecha en Algorta, otra en Berango y otra en Sopelana; conti- nuando por la costa, se encuentran antes de llegar á Baquio las mis- mas rocas, que se interrumpen por un levantamiento traquítico, y las calizas del grupo anterior, y siguen despues formando el cabo de Machi- chaco , centinela muy avanzado en el Cantábrico, hasta cerca de Ber- meo, en donde, abandonando la costa, se interna lindando con el lias por el N. E. con la faja de Busturia; por el E. con Guernica, Arrieta, Frunis y Maruri; por el S. y por el O. una línea perpendicular que pa- sa por el último punto y donde primero descubrimos la roca de esta masa. Entre Elanchove é Ispaster hay una faja que separa las rocas de los dos grupos descritos ; alternando con las calizas del grupo anterior existe otra faja concéntrica á la primera, cuyo límite interior son las calizas compactas, y el esterior el mar, Ondarrua, Berriatúa, Cenarruza, Arrazúa y el mismo límite inferior con el cual se une el N. de Arteaga. Todas estas masas discontínuas, como se ha visto, tocan la costa, á escepcion de la de Berango, y otra faja estrecha que pasa por Zugas- tieta, perpendicularmente al camino real que se dirige desde Guernica á Durango. SITUACION DE LAS MAS MODERNAS. Las rocas de este sub-grupo forman una masa contínua que se estiende por la parte meridional de la pro- vincia. Tiene por limite al N. las rocas del primero y segundo grupo, Avellaneda, Beci, San Pedro de Villaverde, Buen-Suceso , San Esteban hasta Areta, desde donde le acompaña la faja de calizas compactas que pasa por dicho punto, terminada la cual vuelve á lindar con las del pri- mer grupo, hasta el S. de Ceanuri, y desde este punto hasta su fin, continua confinando con las calizas compactas. CARACTERES GEOGNOSTICOS DE LAS MAS ANTIGUAS. La notable red de carreteras multiplicada todavía en la parte donde estas rocas estan dise- minadas, facilita grandemente su estudio, que no deja de presentar alguna variedad. Todas las masas, fuera de las insignificantes de Algor- 225 ta, Berango, Sopelana, Elanchove, etc., se hallan atravesadas por una 6 por dos, tres, cuatro, cinco y aun seis carreteras. Empezaremos por la faja central. En las cercanias de Somorrostro representan esclusivamente á este grupo areniscas micáceas ferruginosas de color rojo oscuro, formando ban- cos que se ocultan mas despues, debajo delas calizas margosas del cuarto grupo. Al S. de Baracaldo, próximo al Nervion, se presentan algunas ar- cillas pizarrosas alternando con las areniscas micáceas; atravesando el Ner- vion y por la misma cima del monte de Archanda prosigue la faja estrecha formada tambien de las referidas areniscas. En Galdácano dominan las arcillas de color azul y de estratos sumamente delgados, en los cuales se ven embutidos y aun interpuestos algunos riñones de siderosa; em- piezan otra vez á dominar las areniscas de un color blanquecino, muy cuarzosas, que á la media legua van ya disminuyendo y aumentando las arcillas pizarrosas, y continúa asi hasta Zornoza. Las mismas alter- nativas entre Zornoza y Durango, desde cuyo punto hácia Mañaria preponderan definitivamente los esquistos hasta la conclusion de la faja, cerca de la cual no se ve ya ninguna arenisca; hácia Elorrio van com- partiendo por igual el terreno, que á causa de los riñones de limonita y siderosa que encierra tiene un aspecto ferruginoso muy marcado. La direccion é inclinacion de los estratos en esta faja es tan irregular y variada, que hace sumamente dificil el observar ley alguna en ellos. Por lo que hace á su posicion relativa, diré que en Izurza, entre Durango y Mañaria, los esquistos son casi verticales. Aquí podria dudarse si se tratara de decidir cuál de las dos rocas es mas antigua, si estas ó las calizas del segundo grupo; pero cerca de Mañaria, es decir, donde se manifiesta el contacto de ambas rocas, la superposicion de las que he- mos colocado en este sub-grupo á las del segundo no es dudosa; qui- zás sea el único punto de Vizcaya en donde se pueda resolver el pro- blema. Despues de la faja descrita, la masa que presenta mayor importan- cia por su estension, es aquella que da principio en las cercanías de Baquio, cuyos límites se designaron ya. La atraviesa, poco mas ó me- nos por su parte media, la carretera que desde Bermeo conduce á Bilbao 226 pasando por Munguía. Al salir de Bermeo, y apenas se pasa el terreno liásico, se encuentran las arcillas pizarrosas; á poco van aparecierdo areniscas pardas muy poco micáceas; y al llegar al pié de la cuesta por la falda N. E. del monte de Jata son estas últimas esclusivas; en el as- censo de la cuesta van alternando con las arcillas pizarrosas, que en- cierran notable cantidad de siderosa; lo propio sucede al llegar á la cima, y aun al bajar por la falda S. O.; en esta parte las areniscas son ya de un color gris abundante, sin mica, y la circunstancia de hallarse impregnadas de materias carbonosas, indujo en este sitio, asi como en otros varios de las rocas del mismo sub-grupo , á principiar trabajos con ánimo de encontrar carbon de piedra. Y ya que de esto se trata diré dos palabras sobre el fundamento que bajo el punto de vista geo- lógico pudieran tener esos conatos. Los caracteres mineralógicos de este sub-grupo, tienen incontes- tablemente mas semejanza con los del primero, que le hemos designa- do como perteneciente á la parte inferior de la creta, que con el se- gundo, que sin duda ninguna pertenece á la superior, y á no encontrar las razones de superposicion que he indicado al hablar de lo observa= do en las inmediaciones de Mañaria, hubiera sido dificil decidirse sobre la antigúedad mencionada, y entonces hubiera entrado la perplejidad al decidir á cuál de las dos grandes regiones de la creta pertenecen las rocas del sub-grupo que describimos. Las investigaciones aisladas de una localidad, no bastarian ciertamente para resolver la cuestion. Ahora bien, por las observaciones de muchos geólogos, pero espe- cialmente por las de Buch en el N. de Europa, y por las de Dufrenoy en la mesa central de Francia, sabemos que se encuentran depósitos abundantes de lignito en la region inferior de la creta. Esto sentado, queda ya de manifiesto el verdadero lugar que le corresponde á la vi- rulenta rechifla que han vertido algunos sobre los que han protejido las investigaciones del carbon mineral instigados por una necesidad apremiante, cual era y es la falta de carbon vegetal, y cuyas tentati- vas, asi como fueron en su mayor número el producto de una espe- ranza lisonjera acariciada por la ignorancia, pudieron ser tambien las especulaciones de un sabio estrelladas en el campo práctico. 227 CARACTERES GEOGNOSTICOS DE LAS MAS MODERNAS. En cuanto á los ca- racteres mineralógicos son los mismos que en las del sub-grupo prece - dente, con alternativas de areniscas y arcillas muy semejantes tambien; por esto les he colocado bajo un solo grupo. Véase ahora dónde y cómo existen estas alternativas. Lo que primero llama la atencion del observador apenas se aleja un poco al S. de Lanestosa y camina en direccion de la Sierra que si- gue de O. á E. hácia Valmaseda, es el singular aspecto, la semejanza, la afinidad, por decirlo así, tan marcada de aquella serie de montañas paralelas entre sí, que forman por la falda meridional un plano suave- mente inclinado, mientras que por la septentrional presentan abrupcio- nes que las hacen inaccesibles en aquel sentido. Mucha parte de estas sierras se halla cubierta de vejetacion, precisamente en sus puntos mas accesibles, y esto imposibilita en cierto modo el practicar detalla- damente un exámen geognóstico; sin embargo, el estudio aislado he- cho sobre diversos puntos de esas montañas, entre las que se puede citar San Sebastian de Colisa, ha enseñado que no presenta ninguna particularidad , al comparar con la composicion general de las rocas del grupo. Siguiendo la carretera que conduce desde Madrid á Bilbao, an- tes de entrar en Vizcaya, se notan ya areniscas micáceas que alternan con pizarras arcillosas, y al introducirse en Vizcaya , en las inmediacio- nes de Valmaseda, aparecen algunas psammilas dispuestas en capas bastante consistentes, notables por el gran número de fósiles que con- tienen, particularmente numulinas. Poco despues desaparecen las are- niscas, mientras que se aumentan las arcillas; al cuarto de legua rea- parecen las areniscas con bastante fuerza, dispuestas en bancos de as- pecto ferruginoso y que contienen tambien no pocos fósiles, entre los cuales se distinguen muchas especies del género Pecten; en la proxi- midad de aquella elimínanse las psammitas y tambien en gran parte las arcillas pizarrosas, y continúa así hasta cerca de Gúeñez; al cuarto de legua , pasado este pueblo, empiezan á dominar los esquistos estrema- damente ferruginosos, hasta que desaparecen al contacto de las cali- zas al E. de Sodupe. Las mismas alternativas entre Castro y Avellaneda, y entre Uyidea y Ceanuri, con la diferencia de ser en este último tra- TOMO IV. 29 228 yecto menos estratificadas las arcillas, y no encontrarse mas que muy pocos fósiles. En las inmediaciones de Ochandiano forman por sí solos los esquistos arcillosos las rocas de este sub-grupo, dispuestas en es- tratos regulares, hasta que al principio de la cuesta de la falda meri- dional del monte Urquiola se alteran aquellas y aparecen tambien areniscas micáceas ; al llegar á la cima vuelven á dominar los esquistos muy ferruginosos, y continúan dominando por la cuesta septentrional, dando fin por esta parte al sub-grupo numerosas numulinas que las separan de las calizas compactas. Cuarto grupo. Con la reseña topográfica de las rocas mas antiguas del grupo ante- rior está hecha implicitamente la del presente, situado todo él en la mitad N. 0., $. E. del Señorío, á la derecha de la faja central mencio- nada de aquel sub-grupo, la cual le sirve de límite en ese sentido. Linda en todos los puntos en donde concluye (se entiende de la parte central) con aquellas rocas, si se esceptuan la sierra de Busturia, que correspon de al segundo grupo, y los levantamientos parciales de Lejona, el com- prendido entre Fruñiz, Rigoitía y Guernica, el de Aguinaga, y otros menores todavía. Por la costa sigue el límite de la provincia de Santan- der hasta el O. de Lemoniz, en que se encuentra tambien con las rocas del grupo anterior; por la parte de Guipúzcoa, desde la cima de la cues- ta de Campanzar hasta el límite del levantamiento de Aguinaga, pue- blo de Guipúzcoa, pero cuyo levantamiento se interna en Vizcaya. Caracreres aeo6nósricos. Las rocas de este grupo son de sumo inte- rés para el que se dedica al estudio de las construcciones. Las calizas arcillosas que le componen presentan, en sus cantidades relativas de caliza y arcilla, todas las gradaciones que designa Vicat en su tabla so- 229 bre las cales, y aun algunas mas que no carecen de importancia. Áten- diendo, pues, á estas gradaciones diversas en cuanto pertenezca á los fines de esta memoria, las estudiaré en diferentes puntos. Todas las situadas á la izquierda del Nervion, y que continúan hasta la costa, son calizas eminentemente margosas entre Baracaldo, Portu- galete y toda la parte inferior del monte de Sarantes ; en la cima de es- te y en las cercanías de Somorrostro, pardo-azuladas y bastante com- pactas ; unas y otras son fosiliferas, pero en cuanto á esto llama la aten- cion una capa de las muy margosas, situada cerca del muelle de Por- tugalete, y que está desmoronándose continuamente. De la gran canti- dad de fosiles que contiene, aunque mal conservados, se han podido determinar algunas especies de los géneros Hipurita, Terebratula, Pecten, etc. Pasando á la derecha del Nervion, las calizas que se en- cuentran son de un color rojo oscuro; este hallazgo y otros de la mis- ma especie, en el grupo que se describe, están conformes con la opi- nion de Dufrenoy, que atribuye este color al contacto de los levanta- mientos plutónicos, pues es donde se halla precisamente el levantamien- to de Lejona. En menos de media legua siguiendo por la costa hácia Al- gorta, se notan tres variedades de calizas arcillosas, en cuya composi- cion entra la arcilla sucesivamente en un 19, 42 y 26 por 100. Prosi- guiendo el camino no se tarda en encontrar calizas eminentemente mar- gosas , que adquieren muy pronto el mismo color rojo vinoso. En los alrededores de Plensia van perdiendo su color vinoso, y le sustituye el pardo azulado, al mismo tiempo que pierden tambien mucha parte de su arcilla. Al alejarse sobre media legua escasa de aquel pueblo conviér- tense en amarillas y mas arcillosas, y continúan de este modo hasta cer- ca de Lemoniz, donde concluyen. Hácia el interior del Señorío, siguien- do el límite de las rocas del grupo anterior, son mas variadas todavia las calizas, hasta que cerca de Munguía empieza un sistema arcilloso que domina y se estiende en mas de cinco cuartos de legua cuadradas. Por el camino que conduce á Bilbao á media legua de Munguia, se en- cuentran bancos de caliza silícea que ceden luego el puesto á las arci- llosas, las cuales varian mucho hasta el pié de la cuesta, en que desapa- recen por esta parte. En todos los demas puntos en que se ha obser- 230 vado, la naturaleza de la roca sigue siendo la misma, es decir, calizas arcillosas variadas en su color pardo, azul, rojo oscuro y amarillo en diversas proporciones de caliza y arcilla. Otro sistema de calizas arcillosas se halla en las inmediaciones de Orduña, ciudad que aunque enclavada en el territorio alavés, pertene- ce al Señorio de Vizcaya; y esta circunstancia obliga á estudiarlas si- quiera en sus inmediaciones. No se designan los límites geognósticos porque el mismo sistema se estiende con fuerza por las provincias de Alava y de Burgos. Las capas de este sistema son indudablemente mas antiguas que las que llevamos descritas anteriormente del mismo grupo, pues cerca de Amurrio cubren á las areniscas mas antiguas del grupo anterior, que á su vez cubren á las citadas arcillosas. El ángulo de estratificación en Amurrio será como de 80”, y va disminuyendo, hasta que en el valle de Orduña en casi 0?. La naturaleza mineralógica, muy homogénea en toda la masa, incluso en la alta y célebre peña de Orduña, que la comprende, difiere bien poco de las demas que hemos descrito en la parte N. O. $. E. del Señorio; he aquí por qué hacemos referencia de estas en el mismo grupo. Son, si se quiere, mejores que las anteriores para cales hidráulicas, y con este motivo se han practicado varios análisis en diferentes puntos, y obtenidose la arcilla en todas las graduaciones desde un 13 á un 29 por 100, hallándose la piedra con ó sin carbonato ferroso. Quinto grupo. Siruacion. Tiene poca estension en el Señorío, y forma la mayor parte del suelo conocido bajo el nombre de Encartaciones. Confina por el N. E. con el límite del Señorío y las calizas de Lanestosa, por el E. 0. con una línea tirada desde la Baluga á Sodupe, y porel S. con las arcillas y areniscas mas antiguas del tercer grupo. La homogeneidad que conservan en su composicion las rocas de este grupo en toda su estension 231 no interrumpida, al menos que yo lo haya notado, es comparable solo á las calizas del segundo grupo. Son tambien, como estas, calizas com- pactas, pero arcillosas y muy estratificadas ; respecto de esto, pasan por todos los grados desde estratos tenues de pulgada y media hasta bancos de dos pies de espesor; la inclinacion de ellos puede decirse que es uni- formemente variada, pues desde Sodupe, en que son casi verticales, vá paulatinamente decreciendo su pendiente hasta Lanestosa, en donde lle- gan á ser poco menos que horizontales. Las rocas de este grupo cubren á todas las colindantes, fuera de las mas modernas del tercero, bajo las cuales se esconden. Nota. Nada se ha dicho respecto de la composicion geognóstica del monte de Gorbea, el mas notable de todos los de Vizcaya, porque á ninguno de los grupos puede referírsele, toda vez que de cuatro de ellos participa. En su base se encuentran las psammitas del primer gru- po; mas arriba calizas arcillosas muy compactas, idénticas á las del últi- mo; sustituyen á estas en el ascenso las areniscas y esquistos del ter- cero; y finalmente, se halla coronado de calizas compactas como las del segundo. 19 us 19 IL CLIMA Y TIERRA VEJETAL. GENERALIDADES. No es dificil encontrar notables diferencias y aun contrariedades en las acepciones que varios autores dan á las palabras tierra vejetal; pe- ro por el tema señalado por la ilustre Academia, y para los efectos de esta memoria, se comprende muy bien que tierra vejetal significa la capa ó capas de tierra y humus procedentes de la trituracion y descom- posicion de las rocas que se han descrito en el capítulo anterior, y de la putrefacción de los restos orgánicos depositados por los séres que vi- vieron y viven. Á mayor abundamiento, y como me veré precisado á re- currir en adelante al origen de la tierra vejetal, reseñaré brevemente la marcha de su formacion. En una lucha entre la roca que resiste y la agresion de los agentes erosivos, se forma la tierra vejetal. La roca incesantemente atacada se disgrega de un modo progresivo en su superficie, y los mismos elemen- tos que la disgregaron, denúdanla para atacar á la parte mas interna y compacta , protejida por la materia disgregada, hasta que los esporos, caidos allí, de algunas plantas criptógamas, germinan, y resisten algo mas á la denudacion. De esta suerte vase aumentando el espesor de la capa triturada y descompuesta, cuando se ven aparecer plantas de organizacion mas ade- lantada, gramíneas, por ejemplo. Protéjenlas estas durante un período anual, que es la vida comun de cada generacion, mientras que con la muerte y sus despojos la enriquecen hasta el punto de prepararla para 233 recibir y abrigar semillas de plantas arbóreas en su seno. Desarrolla- das estas, resisten, ó al menos moderan la violencia de los agentes des- tructores, quedando de esta suerte sofocada la accion arrebatadora de la superficie, y la tierra vejetal por consiguiente posesionada. Sin em- bargo, no ha terminado todavía su formacion, porque ahora se traslada la lucha á la parte interna. Las potentes raices de los árboles penetran mas y mas, y la roca, grandemente protejida de los agentes esteriores por aquellos á quienes preparó su mansion, es dividida y debilitada por los mismos de tal ma- nera, que lo que no bastaban á disolver las aguas torrenciales, lo ve- rifica ahora el apacible filtro que sirve para mantener la vitalidad de aquellos árboles. El crecimiento de estos séres seculares tiene tambien, como el de todo sér orgánico, un límite en el tiempo; cuando este lle- gó, quedó la roca exenta de la lucha, á espensas de la cual se ha crea- do un mundo mas elevado de accion y de vida: tal es la tierra vejetal, En adelante, allí encontrarán las semillas diseminadas condiciones para germinar y desarrollarse; los séres á quienes dió vida y se desarrolla- ron, le suministrarán despojos con que mantener su accion eterna, si la ignorante ó punible mano del hombre no destruye esta ley de suyo indestructible. Así pues, á medida que se forma la tierra vejetal, la vejetacion que sucesivamente se apodera de ella va siendo mas lozana y vigorosa; y á medida que el poder vejetativo aumenta, sigue á su vez haciéndose per- manentemente progresiva la tierra vejetal. ¡Sublime reciprocidad de union y lucha, con la cual hace nacer, morir y progresar la naturaleza! Pero esta lucha varía con los accidentes del suelo y del clima en los diferentes puntos del planeta, y sus resultados por tanto, que son los únicos que la miden, no son los mismos sobre una roca granítica que sobre una caliza; sobre una pendiente que sobre un llano; espuestos al N. que al S.; en un pais frio que en un pais cálido; en un pais seco que en un pais húmedo: y esto conduce naturalmente á hacer una descrip- cion ligera del modo de obrar en Vizcaya de estos agentes, cuya com- plexa accion sobre la roca, da por resultado la tierra vejetal. 234 Onocrarta. A la reseña orográfica é hidrográfica las juzgo insepara- bles de la climatología; por eso las incluyo en este capítulo. Vizcaya está formada por una multitud de montañas que son rami- ficaciones de la cordillera Cántabro-Astúrica, que por su parte es una notable cadena de los Pirineos, estendida á orillas del mar Cantábrico. La direccion de estas montañas vizcainas, ¿obedece á la ley formu= lada por Beaumont para los Pirineos en su rosa geológica? Examinadas con alguna detencion las líneas geológicas que dividen á los grupos en el adjunto mapa, se observará realmente que, con mas ó menos exacti- tud, siguen la direccion general designada á las cadenas que constitu- yen los Pirineos, es decir, de O. 18? N. á E. 18? S. Pero las montañas revestidas, y tal como cumple á mi propósito estudiar en este momen- to, no se puede en manera alguna decir que siguen en general aquella direccion. Otra es la cuestion que hay que abordar mas de cerca, y de su resolucion se traslucirá algo sobre esa direccion mas 4 menos remo= ta. La cuestion es la siguiente. ¿Tienen entre si estas montañas rela- ciones capaces de constituir en su conjunto un sistema orográfico, ó son una multitud de promontorios, collados, montañas y peñones, pró- ximos, pero aislados? A primera vista el observador se confunde al frente del gran número de accidentes tan variados en sus formas y en sus direcciones, y desesperado quizás de no hallar ninguna relacion en- tre ellas, se inclina á lo segundo. Dos simples observaciones, sin em- bargo, inducen á estudiarlas detenidamente, y ponen de manifiesto lo segundo. Es la primera, que la mayor parte de los rios que riegan el territorio vizcaino nacen en su propio suelo; porque su perímetro des- pues de la costa está casi cerrado por la línea que marcan las cimas de los montes mas elevados que la circunden, señalando en lo que com- prende, caso singular, la divisoria de dos mares. La segunda, que no obstante el corto trayecto de los rios (que en el que mas no pasa de 10 leguas) afluyen en su mayoría á uno solo, constituyendo así un sistema hidrográfico, cuya arteria principal es el Nervion ó Ibaizabal. Esta reunion inmediata de líneas de union implica otra de vertien- tes respectivas: existe, pues, un sistema de rios; debe existir tambien un sistema de vertientes. Ahora bien: como cada línea de union supone 235 dos vertientes, cada vertiente implica otra opuesta, por lo menos, cuya interseccion con ella da por resultado la cima ó línea de division de aguas de las montañas que ellas forman; existe ese sistema de vertien- tes, luego debe existir un sistema de montañas mas general todavía que el de rios. Este razonamiento, sostenido por tales silogismos prácticos, me ha conducido 4 hacer un estudio, aunque muy superficial, de la direccion de los principales montes de Vizcaya: y digo muy superficial, porque no cabe describir con exactitud los numerosísimos accidentes que for- man el territorio señorial, sin haber precedido un estudio largo y asi- duo á la par que dispendioso, que no me ha sido dable efectuar. La inspeccion de algunas cuencas, unida al examen de la relacion topográ- fica que tienen las cúspides mas elevadas de Vizcaya, es el humilde tra- bajo que ofrezco sobre este importante objeto, viéndome por tanto obli- gado á inmiscuar los hechos y consecuencias hidrográficas con las oro- gráficas. Rios. Dicho ya el corto trayecto que tienen los rios que riegan el territorio vizcaino, se sobreentiende que su caudal no puede ser sino escaso; bastan, sin embargo, para mantener en accion todo el año, con leves escepciones, á los molinos, y once meses próximamente á las fer- rerías. Comenzaré de preferencia, como es natural, por la descripcion de los que forman el precitado sistema. El Cadagua ó6 Salcedon tiene su nacimiento en la falda meridional de la sierra, cuya cúspide sirve de límite á Vizcaya por la parte de las Encartaciones, y desemboca en el Nervion cerca de Burceña. Riega los valles de Zalla y Grúeñez, y se le une el principal afluente en Sodupe, despues de haber regado el valle de Gordejuela, garganta estrecha for- mada por varias montañas, entre las cuales la mas elevada es la de Be- jante. Desde Sodupe continúa recojiendo todas las aguas de una ver- tiente uniforme hasta cerca de Baracaldo á la izquierda, y por la dere- TOMO 1V. 50 236 cha las que descienden por las faldas del cráter del levantamiento, al O. de Miravalles. El Orduña, paralelo próximamente al anterior, nace al pie de la peña del mismo nombre, y vierte en el Nervion, cerca de Ariz. Recoje las aguas del Orozco, que se le une cerca de Areta, despues de haber corrido en una direccion perpendicular á él, y formado principalmente por parte de las aguas que descienden de los montes de (Gorbea, Arrola, Unzueta y los de otro que corre paralelo á éste, originado por las aguas que bajan de los montes de Mendiguna, Mandoya, y el referido Unzueta, que confluye en Miravalles. El Arratia, de menos caudal que los anteriores, naciendo al pié de Gorbea, riega el valle del mismo nombre, y corre tambien paralelamente al anterior hasta cerca de Lemona, donde vierte en el Nervion. Afluyen á él las aguas que bajan del monte de Lecanda, y las que riegan el valle de Dima, procedentes principalmente del monte de Igúengona. Viene en seguida, continuando en el orden, el mismo Nervion ó Ibaizabal, originado por multitud de arroyos que, brotando en la parte septentrional de los elevados montes de Amboto, Mañaria, Udalach, en la meridional de Oiz y en la occidental de Lasuen, forman tres rios que, perdiendo en su confluencia sus respectivos nombres, le dan el suyo de Ibaizabal, en una ante-iglesia situada al N. de Durango, llamada Yur- reta, denominacion adulterada de Iru-ureta, cuya significacion etimoló= gica se deriva de Iru, tres y ura, agua. De estos tres rios, el Durango, que nace en las calizas de Mañaria, atraviesa por medio de una de las pocas llanuras de aluvion, que se es- tiende desde Isurza en forma de rombo, hasta unos tres cuartos de le- gua cuadrada. Unidos, ó sea formado el Nervion, corre de S. O. á N. E.; es decir, señala la misma direccion que designa Beaumont para las cadenas pire- náicas hasta Portugalete, en donde desemboca, recibiendo antes por la izquierda los rios que se han descrito, y por la derecha, parte todavía de las aguas que bajan de Oiz antes de llegar á Zornoza; las que riegan el valle de Larrabezúa, bajando por el monte de Vizcargui, en el peage de Urgoiti; y finalmente, en el célebre puente de Luchana recoje el 237 Azúa, que formado por las aguas que bajan del monte Ibarburu y las peñas de Achispe, baña el valle de Erandio. Es navegable hasta el sitio llamado la Isla, al S. de Bilbao. En el sistema reseñado, el número de arroyuelos, arroyos y rios terciarios que se indican en el mapa, aunque no se han descrito, son la espresion fiel de los innumerables accidentes topográficos de la provin- cia de Vizcaya, y el testimonio mas irrecusable de la moderada distri- bucion que les imprimen esos accidentes, ayudados, y aun causados los mas superficiales, por la tierra vejetal que las reviste. El paralelismo de los rios secundarios revela cierta relacion capital, cierto orden en ese aparente caos orográfico. Y finalmente, la direccion del rio principal, y la que señalan las ci- mas de las montañas mas elevadas, sintesis de la orografia vizcaina, á saber, Gorbea, Amboto, Udalach, Urquiola, Ordunte, Arrola, Saldropo y Oiz, que casi cireunseriben el sistema, constituyendo por tanto la cuenca general, es decididamente la ya repetida de las cadenas pire- náicas. Falta ahora indicar el curso de algunos rios parciales para comple- tar la reseña hidro-orográfica de Vizcaya. A la izquierda del Nervion se encuentra el Somorrostro , que nace al pie de San Sebastian de Colisa; desemboca en el mar cerca de Pove- ña, despues de haber bañado los valles de Arcentales, Sopuerta, (al- dames y Somorrostro, y aumentádose con las que descienden de sus vertientes respectivas. Corre tambien paralelamente al Cadagua. A la derecha del Nervion se encuentran: El de Plensia, que nace al pie de Santa Cruz, y acrecentado suce- sivamente en su curso paralelo al Nervion por las aguas que bajan de Rigoitia, y especialmente por las del elevado monte de Jata, atraviesa toda la vega de Munguía, dirijiéndose á Plensia, donde desagua en el mar. El de Mundaca, que tiene su origen al pie del monte de Munique- ta, y creciendo su caudal por numerosos manantiales y arroyuelos que brotan en las dos notables vertientes que tan de cerca y paralelas le acompañan, pasa por Guernica, desde cuyo punto es navegable hasta 238 Mundaca, en donde desemboca, merced primero á la llanura por donde corre, la mayor y la mas productiva de todas las de Vizcaya, y segun- do á las mareas que hasta el mismo Guernica llegan. No haciendo mencion de infinitos arroyuelos que vierten directa— mente al mar, sigue ahora por su orden el de Lequeitio, formado por parte de las aguas que descienden de la vertiente septentrional del monte de Oiz, y acrecentado por la de los montes de Gastamburu y Motrella, que son los puntos mas elevados de dos sierras que, arran- cando de la de Oiz, van siguiendo la misma direccion del rio, hasta que vierte en Lequeitio al mar, despues de haber pasado por Abasegui, Mu- rela y Guisaburuaga. El Artivas es originado tambien por las aguas de la falda septen- trional de las muchas veces repetida montaña de Oiz. Al pasar por Je- mein recibe otro curso de agua procedente de la parte N. del monte Urco, mientras que por su izquierda va recojiendo todas las que des- cienden del Motrella por la falda meridional, hasta Ondarrúa, donde desemboca. Tanto estos como los anteriores cursos de agua que forman el objeto de la hidrografía vizcaina, y cuyo caudal permanente hemos indicado ya, corren con una velocidad sensible, y que apenas disminuye en ge- neral hasta poco antes de haber llegado á la desembocadura, pero nun- ca de una manera precipitada; circunstancia muy digna de tomarse en cuenta en un pais tan escabroso, y que de modo alguno tendria lugar si la tierra vejetal que cubre casi todas las rocas, embebiendo las aguas pluviales, no las regularizase, distribuyéndolas en manantiales que, mul- tiplicando y regularizando á su vez los accidentes, no mezclan sus aguas hasta una línea de union mas general, siempre menos rápida que las parciales. De otro modo, esto es, sin tierra vejetal, nada obstaria á que las aguas bajaran de una manera torrencial, haciendo de esta suerte fu- gaz é intermitente la existencia de los rios. Si existen algunos torrentes en el Señorio, esto, lejos de contrariar en nada mi asercion, la favorece mucho, porque estos torrentes se precipitan todos justamente por las escarpadas y descarnadas calizas del segundo grupo. 2 =— —-> 239 MereoroLocia. Llueve la mayor parte del año, tanto, que si tras- curren veinte dias consecutivos sin llover se considera como una sequía que realmente sería fatal si se prolongase cuarenta dias y aun menos. Hay dias en el año en que se multiplican los torrentes, y aquellos hu- mildes rios adquieren dimensiones que no dejan de ocasionar mas de una vez graves daños. Sucede esto por lo comun en los meses de abril y mayo, cuando las continuas y repetidas lluvias de algunos dias, satu- rando la tierra vejetal, rebosan por su superficie, arrastrándola en par- te allí donde no estaba defendida por una vejetacion arbórea; y de un modo mas terrible é imponente en la segunda quincena de junio y en los meses de julio y agosto, en que se ve sin estrañeza el siguiente fe- nÓMEeno. A las once de Ja mañana, uno de los dias mas lucientes del año, y los cauces de los rios casi desecados; dos horas despues una tempestad tremenda, acompañada de un aguacero fuertísimo y los rios desborda= dos, malogrando quizás el fruto del laborioso labrador; serenándose á las cuatro de la tarde como lo estaba por la mañana. Muchos fenómenos de esta especie dejaron tristes huellas en el pais, pero ninguno hay cu- yo recuerdo inspire mas espanto á los vizcainos y guipuzcoanos que el acaecido el 50 de junio de 1854. Las lluvias de abril y mayo, asi como las de la mayor parte del año, van acompañadas del viento N. O., las de julio y agosto por los del cuadrante opuesto S. E. La mera indicacion de este viento en los re- feridos meses es el precursor de una tempestad que estalla en el mis- mo dia, con tanta mayor violencia cuanto mas se incline el viento al E. dentro del cuadrante referido, esto es, cuanto mas se encarrile en la direccion de las montañas principales. Reinando este viento designa el termómetro, término medio, la temperatura máxima de 28” Reaumur. Este mismo viento en la estacion de Otoño reina con gran violencia al- gunas veces doce Ó catorce dias; es tambien precursor de las lluvias, mas nunca las determina; para esto le sucede siempre el N. O. Los pocos dias completamente despejados del año son debidos al N. E., y lleyan en pos de sí abundante cuanto benéfico rocío en las noches de la estacion mas crítica para la agricultura. 240 Los fenómenos indicados hacen relacion indistintamente á todo el suelo vizcaino, pero respecto á la nieve, al hielo y á la escarcha, ó lo que es lo mismo, por lo que hace al descenso de la temperatura, es ne- cesario distinguir tres regiones, á saber, la costa, los valles y los altos, si se ha de dar razon de las diversas zonas vejetales de la provincia de Vizcaya. En las costas la nieve apenas cuaja, los hielos y la escarcha son de poca intensidad. La temperatura mínima es sobre 3” Reaumur; vejetan el limonero y la palmera al aire libre, en sitios resguardados y espues- tos al Mediodía, nunca al N. En los valles llega á cuajarse la nieve una ó dos veces al año, y permanece á lo sumo tres dias; conjela el agua en los pequeños panta- nos, y las escarchas son bastante intensas y repetidas. No vejeta el li- monero al aire libre, pero sí el laurel y á todas esposiciones, siempre que se halle en sitio algo abrigado; temperatura mínima sobre 0” Reau- mur. El dia 50 de diciembre de 1853 designó el Reaumur —6” á las nue- ve de la noche, frio desconocido en los bajos de Vizcaya, y cuyos efec- tos no tardaron en dejarse sentir sobre la vejetacion; la mayor parte de los laureles se helaron. En cuanto á las partes altas ó montañas se supone que debe variar mucho, pues que las alturas sobre el nivel del mar considero que varian tambien entre ellas desde 600 á 5520 piés. Pero hecha una relacion gradual de las mas elevadas, en todas las demás se infiere por conse- cuencia ya, que se hallan comprendidos entre aquellas y las partes bajas. En Gorbea, 5520 piés sobre el nivel del mar, permanece la nieve ocho ó nueve meses del año; su falda meridional, que pertenece á Ala- va, desciende suavemente hasta la gran vega de la misma provincia, y se halla cubierta de vejetacion, abedules, hayas, robles, dominando unos y otros segun las diversas alturas; pero en la septentrional, sea porque su pendiente es mas escarpada, ó bien porque su esposicion es mas frigorífica, la vejetacion es sub-alpina hácia la cúspide. En Amboto, 4883 piés sobre el nivel del mar, se halla estacionada la nieve durante seis meses. Mejor que al frio, á sus pronunciadas ab- 241 rupciones, que no dejan fijarse á la tierra vejetal, es debido el que se halle descarnado y exhausto de vejetacion aquel suelo. Algunas enci- nas achaparradas que viven al amparo de las breñas, demuestran que, cubierta de tierra vejetal aquella roca, podrian vejetar perfectamente el abedul, el haya y aun el roble (Quercus pedunculata) hasta cierta altura, y lo demuestra esto lo que acontece: En Udalach, 3880 pies sobre el nivel del mar, que se encuentran las mismas condiciones negativas de vejetacion, mientras que, En Ordunte, 4105 piés sobre el nivel del mar, que es el punto mas elevado de la Sierra que separa á las Encartaciones de la provincia con- finante, alcanza muy bien la vida vejetativa hasta su mismo vértice, cuajado de hayas. En Jata, 5224 piés sobre el nivel del mar, en Urquiola 3652, y en Oiz 3735 piés, en estos tres montes, digo, desaparece algunas veces en el mismo invierno la nieve, siempre que trascurran unos veinte ó treinta dias entre nevada y nevada. Las cimas de los puertos de Elgueta, 1662 piés, de Campanzar 1646, y de Muniqueta 1417 piés sobre el nivel del mar, se hallan desemba- razados casi todo el año de la nieve, y se encuentra establecido en ellas el cultivo agrario. MARCHA PROGRESIVA DE LA DESCOMPOSICION DE Las ROCAS. Por lo que se acaba de decir se infiere cuánto debe variar en los diversos puntos de Vizcaya la marcha de la descomposicion, prescindiendo de las diferen- cias propias que imprime la distinta naturaleza de las rocas, razon por la cual se ha hecho preceder esta reseña climatológica. De esta suerte, relatando la marcha de la descomposicion en uno ó dos puntos de las ro- cas de cada grupo, se colejirá el mayor ó menor grado de descomposicion por la mayor ó menor fuerza con que azoten aquellos agentes erosivos. Primer GRUPO, Ó DE LAS PSAMMITAS. Caminando por la cuenca del Cada- gua entre Sodupe y Bilbao, las esposiciones generales de las dos ver- 242 tientes son N. O. y $. E., asi como las de los diversos cortes que se notan en la carretera que sigue por la misma cuenca. Las hojas de mi- ca son blancas y muy perceptibles, los granos de cuarzo finísimos, la testura, pues, compacta. A presencia de los agentes esternos se desmo- rona con facilidad. Este efecto es constante, é incomparablemente ma- yor en la vertiente S. O. que en su opuesta, lo cual induce á creer que el calórico, el aire atmosférico y sobre todo el viento, son los agentes que hacen esperimentar aquella disgregacion. Esto se esplica. El pe- queño cemento arcilloso que mantiene unidos al cuarzo y á la mica, se deseca ante esos agentes, y perdiendo de ese modo la propiedad cemen- tosa por la cual les unia al cuarzo y á la mica, sepáranse sucesivamen- te estos minerales, hasta que sus tenues partes ruedan, y deslavazadas completamente se encuentran á orillas del Cadagua reducidas á su mas sencilla espresion, á una arena formada por finisimos granos de cuarzo que posee el brillo debido á las casi impalpables hojitas de mica que se mezclan con ella. Tal es el resultado de la descomposicion de aquellos fuertes bancos de psammitas, y entre cuyos estremos se hallan todas las gradaciones intermedias, como no puede menos de suceder. Aunque son mas compactas todavía entre Ceanuri y Villaro las psammitas, esperimentan exactamente la misma suerte que las anterio- res á presencia de los agentes atmosféricos. Mientras que los granos silíceos impregnados de arcilla ruedan á los valles y son limpiados por el agua, la parte cementosa queda constitu- yendo el núcleo de la tierra vejetal. Solo de este modo se esplica el re- sultado obtenido por la análisis, como se verá mas abajo, que en ver- tientes cuya base litológica son bancos de psammitas, en los que la sí- lice pura entra en mayor cantidad que la arcilla, se encuentra la tierra vejetal desprovista casi del elemento silíceo suelto. SEGUNDO GRUPO, Ó DE LAS CALIZAS COMPACTAS. Ya se ha dicho repetidas veces, que la forma escarpada que afectan estas calizas no las permite cubrirse de tierra vejetal; por eso puede estudiarse en grande escala el fenómeno de su descomposicion. En vano se buscarán en ellas disgre- 243 gaciones de partes sólidas; los grandes y numerosos canales, separados por sus crestas respectivas, que se notan en la direccion de la máxima pendiente, y la testura de su superficie, patentizan de un modo incon- testable que el desgaste de esas rocas se ha verificado esclusivamente por el agua, bien por su accion mecánica, bien obrando como disolven- te. El carbonato de cal es insoluble en el agua, á no que esta se encuen- tre saturada de ácido carbónico; y dicha saturación no la tienen, ni las aguas lloyedizas en el momento que caen, ni las procedentes del derre- timiento de las nieves inmediatamente de fundirse. Asi se esplica cómo esas enormes moles, espuestas en toda su desnudez, resisten á los agen- tes destructores sin esperimentar mas que esas pequeñas pérdidas que manifiestan aquellos canales, conquista exigua de la accion mecánica y química de las aguas en el tiempo. Pero es lo cierto, por lo que toca á nuestros fines, que aunque lentamente se ha efectuado un desgaste por disolucion, favorecido sin duda por la accion mecánica, mas por disolu- cion especialmente, como lo prueban las estalacmitas y estalactitas exis- tentes en las cuevas próximas á esos canales. ¿Cómo, pues, se verificó y se verifica esta disolucion? Pienso que del modo siguiente. El agua, que siempre disuelve cierta cantidad de ácido carbónico, aumenta ese poder disolvente á medida que disminuye su temperatura; pues bien, el agua de nieve, disolviendo en cantidad mayor el ácido carbónico, uni- do con el que siempre lleva del procedente de la atmósfera, queda sa- turada; desde entonces puede disolver y disuelve al carbonato de cal, con el que momentáneamente quizás y con el escedente de ácido carbó- nico se forma un bicarbonato, que soltando con facilidad la mitad del ácido carbónico, origina las estalacmitas y estalactitas referidas. Tampoco reconoce, para mí, otra procedencia el carbonato de cal que se encuentra en la tierra vejetal que cubre á las arcillas esquisto- sas inmediatas del tercer grupo en Mañaria. TERCER GRUPO, Ó DE LAS ARENISCAS Y PIZARRAS ARCILLOSAS. — En la gran- de estension que en el territorio vizcaino ocupan las rocas de este gru- TOMO IV. 51 244 po, bien que pertenecientes á dos distintos periodos cronológicos, se nota muy variada la deleznabilidad bajo las mismas circunstancias ester- nas, segun se presentan mas ó menos compactas en sus respectivas cla- ses. Pero las mismas causas de disgregación reconocen las areniscas de la vertiente izquierda del Nervion, cerca de Durango, compuestas de cuarzo litoideo, de grano fino con cemento arcilloso , que las que cons= tituyen el monte de Muniqueta , formadas por cuarzo hialino , de grano grueso con cemento calizo-arcilloso. Estos son los dos estremos en las areniscas. En Muniqueta se disgregan con bastante facilidad al contacto de las influencias atmosféricas, debido sin duda al desmoronamiento que esperimenta el cemento; los granos de cuarzo se esparcen con pro- fusion por toda la superficie, y en tal estado se distinguen todavía claramente por su magnitud, y los habitantes del pais le aplican el nom- bre especial de ollo-arria, piedra de gallina. Las areniscas de la iz- quierda del Nervion resisten mucho mas; debe trascurrir bastante tiempo para que aquellos agentes impriman en ellas el menor signo de descomposicion; pero al fin le imprimen, y cuando esto sucede, es exactamente bajo la influencia de los mismos, y obrando en idéntica forma. En cuanto á las arcillas pizarrosas, su resistencia está en razon directa del espesor de sus capas, que, como se ha dicho al describirlas, varia desde 1 hasta 6 pulgadas, pero siempre es muy debil. Las capas comprimidas entre sí y protejidas reciprocamente de los agentes este- riores, permanecen en casos dados bastante compactas; mas apenas se esponen al contacto del aire cuando se desmoronan al poco tiempo. No hay otra causa determinante de este fenómeno que la desecacion puramente, que produce como consecuencia inevitable el desmorona- miento. Despues de esto, el agua deslie una buena parte de estos frag- mentos casi pulverizados, formando en último resultado aquella tierra tenacísima característica de muchos sitios del Señorio. Algo mas resisten las capas de siderosa interpuestas; despues de desmoronadas las arcillosas que las comprendian y protejian, perma- necen todavía cierto tiempo aisladas hasta que, faltándolas el suficiente apoyo y disminuyendo paulatinamente la cohesion de sus moléculas, 245 caen por la mera accion de la gravedad, desmenuzándose en el momento mismo de la caida. CuarTO GRUPO, DE LAS CALIZAS MARGOSAS. Yase hicieron notar al des- cribir estas calizas los diversos grados de compacidad que tenian, se- gun la mayor ó menor cantidad de arcilla que entraba en su compo- sicion, la cual se decia tambien que variaba desde 5 á 46 por 100. El máximum de resistencia lo adquieren estas calizas al N. de Zu- gastieta, en donde pueden estudiarse perfectamente, á la izquierda del camino real que desde Durango conduce á Guernica; pero este fenó- meno es rarísimo en las rocas de este grupo, y no hay otro punto en donde se aproxime siquiera á tan pronunciada compacidad. Lo general es desmoronarse con suma facilidad, como lo indica ya el mismo nombre especifico de las calizas; pero en donde puede observarse perfectamente y en grande escala el fenómeno es en las cercanías de Portugalete; allí no solo se ve esparcirse á los granos que la componen, sino que se nota que estos granos, formados á su vez por una serie de capas con- céntricas, se desmenuzan hasta reducirse á un polvo impalpable sin ocultarse en nada al observador la marcha del fenómeno de descompo- sicion hasta un término sutilísimo. Quixro GRUPO, Ó DE LAS CALIZAS ARCILLOSAS COMPACTAS. — Tardan mucho en descomponerse á la accion del aire, pero se marca mejor que en nin- guna de las otras rocas, si se quiere, la marcha de su descomposicion. Lo primero que se descompone son los cristales de pirita que encier= ran, dejando impreso el molde donde yacian encerrados ; á este fenó- meno sucede un cambio de color en la caliza, á saber, de azul oscuro en matiz pardo; despues de esto disgrégase la roca en laminitas delga- das que sucesivamente se pulverizan. No hago mencion en este punto de algunos filoncitos de calizas cris- talizadas que de vez en cuando las atraviesan, asi como tampoco he di- cho nada del silex que comprenden las calizas margosas del grupo an- 246 terior, ni de diferentes riñones de minerales que encierran, mas ó menos, todos los grupos que he descrito, porque por su pequeña can- tidad no pueden tener lugar en las apreciaciones del resultado de la análisis cuantitativa que sigue, bajo el punto de vista de su utilidad práctica aplicada á la vejetacion. Reasumiendo lo que se ha referido sobre la marcha de la descompo- sicion de las rocas en los cinco grupos, puede decirse que fuera de las calizas compactas, todas las demas se descomponen con suma facilidad al contacto de las influencias atmosféricas, y que á juzgar por su natu= raleza, por su deleznabilidad , y por la multitud de accidentes topográ- ficos, debe la tierra vejetal ser en Vizcaya fuerte y profunda; mas fuer- te que profunda en las pendientes; mas profunda que fuerte en los va- lles. Esta conclusion, que se saca estudiando primero la naturaleza de la roca y despues la marcha progresiva de su descomposicion, se puede aventurar d priori, en cuanto se observe el aspecto general de la su- perficie vizcaina. Efectivamente, el hallarse cubierta toda la superficie, escepto las muchas veces citadas calizas compactas de tierra vejetal, inclusos todos los declives pronunciados é indefensos, de vejetacion, demuestra que aquella capa no es ténue, ni que tampoco se halla for- mada de granos susceptibles de ser arrastrados por los elementos me- teorológicos. ANALISIS CUANTITATIVA DE LA TIERRA VEJETAL. Nose busquen en Vizca- ya tierras de trasporte, fuera de las vegas de (Guernica, Duran- go, Avando y Munguía. Por lo difundidas que se encuentran las rocas del segundo, tercero y cuarto grupo, se ven muchas veces mezclados los detritus de las mas con los de las otras en los valles, produciendo por lo comun una escelente tierra vejetal. No sucede asi en las alturas y pendientes, en donde el elemento arcilloso, mas per- sistente en todos sentidos que los demás que le acompañan, se adhiere con tenacidad á la roca madre, constituyendo de esta suerte la base de aquellas tierras fuertes, que á no haberse provisto de cierta dosis de humus que depositaron allí muchas generaciones de plantas espontá- 241 neas , y favorecidas por las contínuas lluvias con que las riega la natu- raleza, serian ruinosas para todo aquel que pretendiera establecer en ellas el menor cultivo agrario. Por lo demás, y antes de establecer los resultados de la análisis cuantitativa, debo advertir que no he pretendido llevar mis investiga- ciones en este punto hasta apreciar las materias inorgánicas acciden- tales, ni tampoco á especificar las diferentes sustancias orgánicas que entran en la formacion de lo que colectivamente se denomina mantillo. Considerando que las diversas proporciones en que entran la arcilla, ca- liza, sílice y mantillo, es lo que determina la verdadera calidad de las tierras; considerando lo prolijo é improbo que serian las delicadísimas operaciones químicas repetidas en varios puntos de la provincia; con- siderando que no compensaria semejante tarea, propia nada mas que de un laboratorio químico ó de una localidad circunscrita y reducida, ni las miras positivas del hombre utilitario, ni las aspiraciones especu- lativas de la ciencia, pues lo que en un punto ha encontrado, á diez pasos de distancia dejaria de encontrarlo; considerando finalmente que el pensamiento de la esclarecida Academia es obtener con tales memo- rias unos documentos de inmediata aplicacion, he querido mejor repe- tir sobre tierra de varios sitios la sencilla operacion que reclama sim- plemente el averiguar la existencia y proporciones de aquellas cuatro sustancias, que ceñirme á un solo punto y detenerme en una análisis que no envuelve ninguna utilidad para el caso. En cada análisis de las que espongo he mezclado tierra de cuatro sitios próximos entre sí, estraida á pie ó pie y medio de profundidad. Esta última precaucion la he tomado, porque como la análisis se ha he- cho sobre tierras virgenes ó que no han esperimentado la menor modi- ficacion por el cultivo , se hallaban estas á seis ú ocho pulgadas y tam- bien á un pie de profundidad en muchas partes cubiertas por completo de un mantillo reciente. 248 Inmediaciones de Bilbao.—En la llanura de Avando.—Entre las psammitas y el lias. Arcilla (sílice, alúmina y óxido de hierro.) 35,55 Silice suelta lia teronel als ns le alada 14,20 Garbonatorde callate told 40,09 Mantilla oro total alotanaks tele la jeie (aja 10,16 Tierra profunda y bastante suelta. . 100 En las pendientes de Begoña.—Sobre el lias. Arcilla (sílice y alúmina). ............. 52,50 Carbonatorder cal olaa otelapialei o 59,50 Silice suelta leete colo tono lobo e i=iole 3,10 Wentilloso soooosoosbssosoos os dao 6,10 Tierra profunda y fuerte. ...... 100 Inmediaciones de Villaro.—En un valle. —Sobre las psammilas. Arcilla (sílice, alúmina y óxido de hierro). 51,4 Silicemsueltas ile oia fa lola iaa le 48,21 Carbonato de clavas To Mantillas toilette repare 15,59 249 En las inmediaciones de Villaro.—Pendiente de 41”.—Sobre las psammilas. Arcilla (sílice, alúmina y óxido de hierro). 71,55 Slicelsuelta elote rai tolole fala 19,96 Carbonato dc e 1,94 Matilla iahee 7,25 Tierra fuerte y profunda. ....... 100 En las inmediaciones de Busturia.—Entre las calizas del segundo grupo y los esquistos del tercero. Arcilla (sílice, alúmina y óxido de hierro). 76,22 Carbonato dc 11,08 Sc aaa 4,592 MA poro 8,58 Tierra profunda y fuertísima.... 100 Inmediaciones de Durango.—En la vega. —Terreno de trasporte. Arcilla (sílice, alúmina y óxido de hierro). 42,15 Carbonato dc IS 297,10 Sic e E 91,47 Mn 9,10 Tierra profunda y bastante suelta. 100 280 Inmediaciones de Durango.—En la vertiente de Bitaño.—Sobre los esquistos y areniscas. Arcilla (sílice, alúmina y óxido de hierro). 74,15 Siílice suelta. ....... rei ated e RASO Carbonato de cal.......... to ET ALA | Mato to A o 99 Tierra fuerte y profunda........ 100 Inmediaciones de Munguia.—Entre las areniscas del tercer grupo y las calizas margosas. Arcilla (sílice, alúmina y óxido de hierro). 18,05 Carbonato de cla AO SUD AIR oooO a PS Mantillo...... eii e duo 9,70 Tierra profunda y suelta. .... LON Discusion SOBRE LA AGROLOGIA. He procurado hasta ahora narrar sen- cillamente los hechos, dejando á un lado la solucion de los problemas que de paso indicaba, é interrumpiendo tambien lo menos posible el curso de la observacion con citas estrañas. Pero al acercarme á la parte palpitante de su aplicacion no puedo rehusar , no me creo eximido de sacarlos á la luz de la controversia. Preparado á recibir el dictado de vetusto en agrologia por los comunes epitetos de profundos, fuertes y sueltos que he usado, deseo antes hacer ver que para el que quiera á nuestras tierras referirlas al elegante cuadro sinóptico de Thurmann, 251 tiene ahí la marcha progresiva de la descomposicion en cada uno de los cinco grupos que he distinguido; pero le advertiré que la division primaria que establece aquel esclarecido geólogo, á saber, engeóge- nas, ó que se disgregan mucho y con facilidad, y disgeógenas, ó que se dividen lenta é imperfectamente, comprende en las primeras las rocas en que domina la sílice, y en las segundas aquellas en que prepondera la caliza; y se ha visto por lo que precede que las margas de la iz- quierda del Nervion, en cuya composicion predomina la caliza, se dis- gregan antes y hasta un punto mas ténue bajo la influencia de los agen- tes erosivos que las areniscas de Muniqueta, en las que la sílice entra en alto grado como componente. A los que quieran encerrarlas en la clave subordinatoria de Gaspa- rin invito á que consulten las análisis que he presentado; pero no sin decir y probar primero que el orden de subordinacion establecido por aquel respetable sabio, no resiste á la mas leve discusion. Recordando los principios sobre los que se funda el método natural tanto botánico como zoológico, pretende parodiando á ellos, evaluar los caracteres de las tierras por la mayor ó menor influencia que tienen so- bre la vejetacion, y dice: «Para apreciar el valor relativo de los ca- racteres agrícolas , es preciso buscar cuáles son los mas indispensables, los que de no existir implicarian mayor perturbacion en la agricultura. El grado de esta necesidad indicará su subordinacion.» Empieza acto contínuo observando que el agua al contacto del aire atmosférico, basta para hacer germinar y desarrollar, aunque imperfec- tamente, algunas especies, mientras que sin ella la tierra mas fértil no podria hacer germinar á semilla alguna. «Se puede pues afirmar, concluye, que un grado conveniente de humedad en el terreno es el primero de todos los caractéres agricolas.» Pero mas adelante, cuando se propone determinar la subordinación, advierte que la humedad, que es el primer caracier fisiológico, no es completamente dependiente de la naturaleza y composicion de los terrenos: y dice por fin: «ocupa el primer lugar en la apreciación de los terrenos, debe sin embargo eli- minarse en su clasificacion.» Si el grado de la necesidad indicara la subordinación, y si la can— TOMO IV. 52 252 tidad de humedad es el primer caracter, debe, en el orden gerárquico que se establezca, aparecer sobre todos los demas caracteres y con ab- soluta independencia de ellos, porque le son inferiores. No obstante, Gasparin lo elimina despues como caracter para la clasificacion: primer absurdo. ¿Y por qué lo elimina? Porque aunque es el primer caracter no es completamente dependiente de la naturaleza y 'composicion de los ter- renos; que es lo mismo que si dijera que, aunque es el primer caracter al cual deben estar subordinados los demás, no puede considerarlo como tal, porque él, el primero, no es completamente dependiente, no se halla completamente subordinado á otro caracter inferior, cual es la na- turaleza y composicion de los terrenos: segundo absurdo. Si alguien hubiera que, despues de haber declarado en el método natural botánico que el tejido celular es el mas indispensable de todas las partes constituyentes del vejetal, por encontrarse en todo el reino, siendo esclusivo en unas plantas toda la vida y en todas en el primer periodo de su desarrollo; si alguien hubiera, digo, que le negara el primer puesto en la clasificacion de caracteres por no depender com- pletamente de otras partes menos indispensables, ¿no se calificaria de aserto peregrino y despreciable? Prosigamos. ¿Cómo queda pues la humedad del suelo para Gasparin? Como ocupando la primera línea en la apreciacion de los terrenos, sin en- trar para nada en la clasificacion. En primer lugar diré que, á mi modo de ver, la clasificacion no es otra cosa que un orden de apreciaciones mas ó menos justas; y de- jando á un lado meras cuestiones de palabras para examinar el signifi- cado intencional, demostraré que, aceptando en tal estado el valor de la humedad como caracter, es imposible establecer una clasificacion gerárquica de terrenos como pretende Gasparin. Porque desde el mo- mento que diga, por ejemplo, «las tierras calares son superiores á las no calares» (en lo cual habria mucho que discutir), puede inmediata= mente ser desmentido, toda vez que siendo todavía el grado de hume- dad la primera norma para la apreciacion de los terrenos, puede muy bien suceder, y sucede con frecuencia, tenerla en cantidad mas conve- 253 niente las tierras no calares que una tipo entre las calares. Y enton- ces ¿cuál de las dos es la tierra mas superior? No alcanzo que se pueda contestar á esto. El escollo de las mentes mas robustas, de los hombres mas emi- nentes, son los sistemas cuando mo es dable formularlos; asi como constituyen la gloria mas imperecedera cuando representan compendia- das y deslindadas las verdades conocidas hasta el dia que se planteó. De este modo los sistemas son monumentos inaccesibles á los tiros del empirismo y la envidia, y se divisan al través de los diferentes siglos en que se erigieron, como columnas reguladoras del progreso humano; sustentan todos el timbre del genio, llevando consigo el factor modifi- cante, el tiempo. Pero cuando, sin mas que encontrarse con fuerzas para destruir los existentes , se crea otro en oposicion á ellos, girando toda= vía dentro del círculo de los mismos hechos que sirvieron para plan- tearlos, lo general es ser el nuevo tanto 6 mas deleznable que los destruidos. Esto es lo que en mi pobre concepto ha tenido lugar con Gasparin, que despues de haber declarado insuficientes todas las cla- sificaciones que sobre terrenos se han hecho desde Varron y Columela hasta su tiempo, prévio un escelente juicio crítico de cada una, ha es- tablecido la suya, cuya vulnerabilidad hemos hecho notar en sus pro- pios cimientos. La influencia diversa de las tierras, observada ya por los primeros agricultores, viene siendo la piedra de toque hasta nuestros dias, y se- guirá siéndolo en adelante , porque al mismo tiempo que la tierra es el gran libro del labrador, el único agente natural que admite bajo la mano del hombre modificaciones por las cuales consigue efectos que de otro modo no le sería dado obtener, es tambien inmedible su accion veje- tativa. Sise la aisla, es nula; si se le unen el agua, el aire, calor y luz, ¿cómo identificar estos auxiliares en dos tierras distintas para gra- duar la influencia de estas? Y aun dado el imposible caso de conseguir aquella identidad con los mas esquisitos cuidados de la observacion, ¿cómo averiguar las propiedades idiosincráticas de los individuos veje- tales sometidos á la esperiencia? Y cuidado, que si las propiedades indi- viduales tienen poca importancia para el naturalista puro, la tienen 254 muy grande para el naturalista agricultor. Se demostrará lo que en todos tiempos se ha sentido y tocado con mas ó menos precision, esto es, la mayor ó menor bondad de las diversas tierras; pero el cuánto, esta es la incógnita cuya determinacion se va alejando á me- dida que se introducen, en vez de nuevos datos, nuevas incóg- nitas que hacen indeterminado el problema. Si no ¿cómo se entien- de todavía esta misma diversidad de tierras? Si oimos al gran Gasparin nos dirá, refutando á Mohll: «Mas si hacemos abstraccion de los caracte- res mineralógicos, ¿qué nos queda?» Si leemos á Thurmann, geólogo no menos que ilustre botánico, veremos: «Que cuando un suelo calcáreo deja de ser compacto, las plantas que en él vejetan dejan tambien de ser distintivas de los paises calcáreos, aproximándose á las ordinarias del suelo silíceo; y reciprocamente, cuando un suelo siliceo llega á ser compacto, adquiere su vejetacion el aspecto de la de los paises cal- cáreos.» Segun esto ¿qué sacamos de los caractéres mineralógicos Y si todavía observamos á Schulwer y otros no menos célebres, sa- caremos directamente la consecuencia deducida por lo que dice Thur- mann. ¿Cuál es, pues, el origen de tan contrarias apreciaciones en- tre hombres que, si de algo sirviera la autoridad para el caso, se en- cuentran de ella altamente revestidos? Es que además del cuánio, se ig- nora tambien el cómo de la influencia de la tierra sobre la vejetacion ; y cuando hechos de una localidad parecen demostrar terminantemente la preponderancia de la influencia química, los de otra la declaran punto menos que nula; y hasta el dia, desgraciadamente , el puntal de cada una de las pruebas tiene su asiento en determinados sitios, lo cual, lejos de hacer arribar al verdadero objeto de la taxonomia agrológica, lleya tendencias de sembrar en ella el mas lastimoso escepticismo. Un sistema de agrologia, asi como en todas las ciencias ó ramos de ellas, es una doctrina; es el órden 6 forma de la ciencia; y no puede exis- tir verdadero órden mientras no se tenga un punto de partida, y no se conozcan algunos hechos en sí y entre sí, dimanados de aquel punto- norte. La agrologíia no lo tiene, ni conoce esos hechos; por eso no exis- te un cuerpo de doctrina, y será tan dificil su existencia como lo es la de la pretendida ciencia del reino psicodiario, pues aquella se encuentra co- 255 mo este entre el reino vejetal y el animal, enclavada de un modo in- separable entre la geologia y la meteorología. No me pesa, por tanto haberla considerado en teoría originada en la lucha de rocas, que he descrito con alguna minuciosidad, con los agentes meteorológicos pre- senciando prácticamente la marcha sucesiva de su formacion y las análisis de la ya formada. Bajo este punto de vista la tierra vejetal, resultante fiel en primera línea de las encontradas fuerzas que cons- tituyen el clima, y en segunda parte integrante de las mismas en los fenómenos fitogénicos , reasumen en sí la cuestion mas compleja de climatología. En tal concepto, surje desde luego la siguiente cuestion primordial. ¿QuÉ VALOR, QUÉ INFLUENCIA ECONÓMICA REPRESENTA ESTA TIERRA VEJETAL EN EL CULTIVO AGRARIO DE VizcAYA? Antes di responder á la pregunta deben preceder algunas refle- xiones. Es bien savido que todo sistema agrario reclama gastos anticipados para la preparacion del suelo, tanto mayores en igualdad de circuns- tancias cuanto mejor es el sistema que se quiere plantear, y cuanto peores son las condiciones del suelo. Sin dichos gastos serian vanos los conocimientos mas profundos en la materia. El sistema que en Vizcaya se ha planteado, y que reseñaré despues, es bueno; ha sido coronado con el éxito, y dentro de sus proporciones no reconoce ventaja en ninguna de las provincias del reino. Esto no lo digo yo, lo dice un ilustre escritor del vecino imperio, cuyo testimonio no se podrá ciertamente tachar de parcial. La escabrosidad del territorio y la naturaleza de la tierra (hablo en lo que concierne á su naturaleza inorgánica) son poco á propósito en general para alentar al labrador al cultivo de la tierra, y á un anticipo de dudoso éxito; sin embargo, se ha cultivado, y es floreciente la pro- duccion en cuanto cabe. Los dueños y colonos de las tierras en la actualidad, herederos di- rectos de los que hace poco mas de un siglo establecieron en sus cam- 256 pos el sistema agrario que hoy se sigue con tradicional veneracion, me= jorados como indudablemente se hallan en sus medios de subsistencia, no se encuentran en el caso de desembolsar la cantidad que reclama el cultivo de un suelo en Vizcaya, que no se halle préviamente preparado por la naturaleza con una tierra vejetal que contenga cierta cantidad de mantillo, ó eliminada que sea esta sustancia en las pendientes en que se halla. Lo que de todo lo dicho se concluye inmediata é incontestable mente es, que los primeros que en Vizcaya plantearon el sistema agra= rio lo verificaron á espensas de las riquezas que legó al suelo una po- derosa vejetacion preexistente, aniquilada para aquel objeto, sin mas que un anticipo, si tuvo lugar, bien mezquino, y que le habrán reinte- grado ventajosamente en la primera cosecha. Tal es el valor que repre- sentan para el cultivo agrario las tierras vírgenes en Vizcaya. Insistiré algo mas sobre esta conclusion importantísima, deshacien- do de paso una especie errónea, vertida por un respetable estadista del pais. El Sr. Novia y Salcedo, en su defensa económica del Señorío de Vizcaya, despues de haber sentado que en la distribucion ae contribu- ciones no solo debe atenderse á lo que un pais produce mas que otro, sino á lo que producirian trabajados con igual esfuerzo é inteligencia, dice: «En efecto, á cualquiera es dado conocer que en lo infructifero que es naturalmente el terreno vascongado, la riqueza territorial se aproximaria á cero, despojada que fuese del impulso que ha recibido y recibe de la actividad é industria mercantil, que prepara los capitales para su conservacion y mejora.» Con el respeto que me merece el au- tor de la defensa de Vizcaya, observaré que en este punto padece un error lastimoso. La superficie de Vizcaya estuvo siempre cubierta de robles, hayas y otras especies, de cuyo valor intrínseco haré abstrac- cion por el momento, ciñéndome al del suelo por ellos preparado hasta que se le destinó al cultivo agrario. Sentado el principio de que á la libertad de comercio establecida en el Señorio se deben todos sus beneficios, le acepta hasta sus últimas consecuencias: por la libertad de comercio ha cambiado el aspecto del suelo, forzando, por decirlo asi, á la naturaleza en su propia obra. No 257 reconoce, pues, en nada los lentos pero progresivos esfuerzos de des- composicion que la naturaleza ha hecho para hacerle posible al hombre ese cambio de aspecto en su suelo, nada en la riqueza que depositaron los despojos de tantas generaciones vejetales; su valor es cero: digo mas, hablando algebráicamente, negativo, puesto que hemos hecho abstraccion del valor del vuelo, que es el mayor, y que sumados ambos no dan mas que aproximadamente cero. Estoy conforme con el autor en que en la estadística deben entrar mas factores que los productos de actualidad, y en que las contribucio- nes de las distintas provincias se distribuyan, no en virtud de los pro- ductos que se obtienen, sino de lo que pudieran producir en igualdad de cireunstancias, porque de otro modo puede suceder muy bien que un hombre inteligente y laborioso haga producir mas en un terreno in- grato, que otra ignorante ú holgazan en uno mas feraz, y entonces el sistema de recargos es impío é inmoral, toda vez que castiga el mérito y el trabajo y premia á la ignorancia y al vicio. Estoy tambien confor- me en creer que el sistema económico administrativo de Vizcaya ha contribuido mucho al fomento y conservacion del agronómico. ¡Y cómo negar la participacion de las mejoras agrarias á la bondad de las insti- tuciones, cuando tan estrechamente se hallan unidas! No; pero lo que he demostrado, y sobre lo que trato de insistir es, que el valor de los suelos virgenes de Vizcaya cuando el arado los surcó, lejos de ser cero representaban la cantidad notable que se necesita anticipar para prepa- rar al cultivo las tierras de un desierto. Esta cantidad no la poseian los humildes arrendatarios que por primera vez las cultivaron; sus hábitos, respetuosamente trasmitidos de generacion en generacion, son los que hoy pueden estudiarse en los agrestes campos de Vizcaya. Pues bien, vayan ahora esos fieles herederos de los que con arte y perseverancia plantearon su sistema agrario á los desiertos llanos de la Mancha; dén- seles todas las garantías económicas y administrativas á sus productos, y sucederá que á los dos ó tres años cuando mas, volverán aquellas tierras á quedarse desiertas y maldecidas, porque ingratas al sudor que en ellas se vertiera, se habrá este lastimosamente evaporado sin haber obtenido fruto alguno. ¡Ah! Si cubierto de arbolado en millares de años 258 se hallara enriquecido el suelo con sus despojos y sus inmediatas con= secuencias de frescura, como en Vizcaya, no se mendigaria dinero y brazos en el estranjero para colonizarla; una legion sustraida de la mí- sera Galicia lograria sostenerse con ventura en ese suelo hoy impro- ductivo, y que reclama indefectiblemente el desembolso anticipado de grandes capitales para hacerlo producir. Á pesar de esto, basta dirijic una mirada sobre las diversas gestiones entabladas entre el Gobierno y los colonizadores, para ver que se estima en mucho mas de cero su valor. Sensible es que por no dar rienda á la reflexion se citen hoy como autoridad en la materia una frase de Estrabon ó algun dicho vulgar, co- mo: «D. Lope el Vizcaino, rico en manzanas, pobre de pan y vino,» que se encuentran en las antiguas historias de Castilla vara probar la este- rilidad y miseria de Vizcaya, sin tener en cuenta que las convulsiones que han sacudido hasta sus cimientos el edificio social, han alterado tambien radicalmente las condiciones económicas, co- partícipes siem- pre é intimamente ligadas á las revoluciones de la humanidad. En aquella época el arbolado, presentado superabundantemente por la naturaleza á los ojos del hombre, y virgenes todavía muchas grandes y fértiles llanuras, carecia de precio aquel, y un pais montuo- so se tomaba por esto como sinonimo de miserable y estéril; pero ya hace tiempo que la madera, la leña, el carbon vejetal, los jugos, las re- sinas y demás productos estraidos de los montes juegan un papel muy importante en las oscilaciones mercantiles é industriales; esto por lo que hace al vuelo, el cual es objeto de otra parte de este trabajo. En cuanto al suelo, tiempo hace tambien que por abonos recurre á los montes el agricultor, y que la regularidad que imprime aquel suelo esponjoso á las aguas llovedizas, se estima en mucho, por haberse apercibido de los beneficios que de ellos se reportan, etc., etc. Júzguese ahora si el sue- lo de Vizcaya, que tan de lleno cumple estas condiciones por las cuales ha hecho asequible el cultivo agrario, tiene un valor intrínseco digno de figurar en el cuadro estadístico de España. Pero quiero todavía citar un hecho antes de concluir. Se ha disminuido conocidamente la facultad productiva del suelo en 259 muchas pendientes que se vienen cultivando hace tiempo por medio de plausibles esfuerzos, y esto no tiene otra esplicacion sino la de que, habiendo sido arrastrada una parte del mantillo por las aguas, y absor- vidas las materias sustanciales de la otra por la voracidad de la vejeta- cion agronómica, la reparacion ó estercolacion anual verificada por el labrador no compensaba estas pérdidas, con lo que ha ido sucesivamen- te empobreciéndose el suelo y perdiendo su integridad el capital que representaba; y hoy, que lo aprecian en mucho sus propietarios, vale menos que cuando por primera vez se cultivó. Luego la tierra vejetal en Vizcaya, en el concepto que la hemos tomado, representa el capital fomentador de la agricultura y parte integrante de la produccion vital y espontánea; lo primero afecta con especialidad á la agricultura, lo segundo á los montes. Asi, planteado el problema esclusivamente para el cultivo agrario, hemos envuelto su solucion implicita para los montes. Y no se diga por via de réplica á lo que antecede, que este es un modo inusitado de considerar los elementos estadísticos; lo será en buena hora para aquellos empíricos que, no viendo en la estadística una ciencia que avanza, la miran como un catastro invariable; para los que, discurriendo hoy lo mismo que hace siglos, cierran los ojos ante las llamaradas del progreso, y desoyen los lamentos de la necesidad; para los que no estimando en nada el razonamiento dirijido por la mas ro- busta dialéctica, ni la irresistible lógica de los hechos, consideran que las formas del terreno con su estension son la primera y única base de la estadística, sin advertir que detrás y con las formas está la forma- cion, origen de ellas; sin advertir el vacío que los separa de la verdad en sus cálculos, por entrar la forma con entera abstracción de la mate- ria, incurriendo así en errores que fomentan hasta el punto que sabe- mos la odiosidad del fisco. Mas para los que observan, y observan bien, que la estadística es una ciencia de aplicacion emanada directamente de la económica, y que como tal las verdaderas conquistas de esta influ- yen saludablemente en los adelantos de aquella, no digo la tierra veje- tal, la misma geologia, hecho posterior, pero que entra como factor esencial en los resultados agrológicos, fitológicos é hidrográficos, y que desentraña los mismos gérmenes civilizadores que se ocultan debajo de TOMO IV. 35 260 superficies ásperas é impracticables, no puede menos de unirse á la to- pografía para el buen éxito de las investigaciones. Un ejemplo irrecusa- ble de esto creo encontrar en la diferencia que existe entre las aprecia- ciones y consecuencias del Sr. Novia y las mias. El Sr. Novia, tomando como punto de partida la topografía, pudo decir: Vizcaya es un rincon escabroso, mas propio para habitacion de fieras que de hombres; un pais cuyo valor territorial es cero, deshere- dado, en una palabra, por la naturaleza para el hombre. Si hoy aquel pais, antes desheredado, forma una de las provincias mas venturosas de la nacion, ¿qué se infiere? Que sus moradores y las instituciones que los rejian ejercieron un poder inconcebible, sobrena= tural. Brillante y halagúeña conclusion para los que, dispuestos á: ad- mirar mejor que á pensar, les seduce la idea de ver al poder humano en antítesis con el natural, pero inadmisible y fabulosa para los que mi- den los pasos de la humanidad con el severo compás de la ciencia. Si Vizcaya era un pais desheredado para el hombre, no tenia éste las condiciones de conservacion, y fuera de las leyes de conservacion no hay progreso, porque no hay existencia. Jamás será el hombre ha- bitador permanente de las nieves perpétuas, á menos que un cataclismo inesperado haga asequible al hombre soportar el rigor natural de aque- llos desiertos culminantes. Jamás podrá presentarse Vizcaya en el co- mercio con sus propios aceites y vinos, á no que cambien las circuns- tancias del presente período fitológico. Donde la naturaleza no está dis- puesta á producir, no puede el hombre conseguir productos: si lo in- tenta, será arruinado y muerto en la lucha. Interrogando, pues, prime- ro y en provecho suyo á la naturaleza, y coadyuvando á la misma des- pues, es como el hombre progresa, no colocándose en antítesis como se ha dicho. Referir lo contrario de los pueblos que hoy florecen es forjar un cuento apócrifo; al decir el Sr. Novia que Vizcaya es en la historia moderna una mansion de felicidad, siendo naturalmente desheredada, hace, sin querer, de los vizcainos un pueblo de titanes; demostrando demasiado no demuestra nada, y todo por haber tomado como funda- mento de sus consideraciones económicas la topografía. Culpa fué, sin embargo, no del Sr. Noyia, que en toda su obra se muestra pensador 261 juicioso é instruido, sino del pais y la época en que escribió (1829). Todavía en ese mismo año daba á luz Beaumont el primero de sus pro- fundos y luminosos trabajos sobre los levantamientos. Unamos ahora la geologia en sí y en sus relaciones con los fenóme- nos agrológicos, meteorológicos y fitológicos á la topografía, y veremos patentes en Vizcaya los elementos naturales que han preparado la mar- cha apacible y progresiva de ese Señorío; veremos las escelentes mi- nas de hierro que se esplotan desde tiempo inmemorial en las fragosi- dades de Somorrostro; veremos una red hidrográfica constante que per- mite la elaboracion del hierro en todos los ángulos de la provincia; ve- remos un arbolado espontáneo (1), exuberante, que suministra car— bon, leña y madera; veremos un mar bañando su parte septentrional; veremos una tierra vejetal bien apreciable, que ha abierto la senda á su agricultura; veremos aquel suelo firme que garantiza la existencia de sus buenas carreteras, y las esparcidas calizas compactas que facili- tan sobremanera la conservacion; veremos aquellas otras calizas que suministran, sin casi dispendio alguno, cal para abonos y para la de- manda constructora; veremos numerosas y variadas canteras, que jus tifican la solidez y el gusto de sus construcciones urbanas, rurales é hidráulicas; veremos, en suma; que el verdadero mérito de los vizcainos consiste precisamente en haber esplorado con laudable sagacidad los ele- mentos naturales de que disponian, en vez de oponerse á ellos ó des- preciarlos. Cuando los han contrariado ellos han sido las primeras víc- timas, y esto lo demostraré cuando trate de la parte forestal. Con lo espuesto creo haber demostrado que la geologia, ora direc- ta ó indirectamente, ya como medio ya como resultado, es un elemento indispensable en las indagaciones estadísticas, constituyendo además un observatorio filosófico desde donde se inquiere en el pasado de nuestra especie, lo cual, dicho sea de paso, rectifica terminantemente el espíri- tu del aplaudido dicho de Bacon (de Verulamio) repetido por D'Alem- bert en el prólogo de aquella enciclopedia monumental: la cronología y la geografía son los ojos de la historia. (1) No se pierda de vista que hablo en sentido histórico. Tí. CULTIVO AGRARIO Y FORESTAL. — TARA GENERALIDADES. Hoy son objeto de dos ramos diferentes estas dos clases de cultivo en toda Europa; pero aunque no lo fueran, me veria precisado á ocu= parme por separado de ellos respecto de la provincia de que se trata, subordinándome al severo principio que me he propuesto por norte, el de observar directamente los hechos y discurrir sobre los mismos, toda vez que siendo el cultivo agrario en Vizcaya uno de los mejores que se conocen, se halla el del arbolado en la mas lastimosa decadencia. Esta diferencia, sin embargo, no es hija de un vicio esclusivo arraigado en la condicion de existencia de ese pais; es la natural consecuencia práctica que se desprende apenas quiere la ignorancia confundir bajo un mismo sistema á ambos cultivos, que reconociendo por auxiliares á unas mis- mas ciencias, originados el uno del otro, discrepan, no obstante, en muchos puntos capitales. Uno de los mas importantes problemas que en su favor ha resuelto el cultivo agrario, es la alternativa de cosechas. La condicion de exis- tencia de los montes, es la perpetuidad de las especies. Todos los esfuerzos del hombre agrario se dedican á remover y preparar la tierra para el mejor éxito de su vejetacion ánnua; nada le importa que quede mas ó menos exhausto el suelo, porque se propone hacer idénticos esfuerzos el año siguiente sobre aquel pié ó pié y me- dio de tierra que profundiza, verdadero teatro de sus faenas. El buen dasónomo, lejos de removerla, custodia solicito la estabilidad de aque- 263 lla tierra enriquecida y preparada lenta y sucesivamente por los despo- jos vejetales que ella mantiene; le importa sobremanera no activar la vitalidad de la vejetacion el primero ó primeros años, porque de otro modo, llegando con precocidad las raices hasta la misma roca, se alte- rarian las leyes del crecimiento en aquellos seres seculares. En el cultivo agrario se tiende á obtener productos para el alimen- to del hombre ó de los ganados; y la bondad de aquellos, por tanto, es- tá en razon directa del azoe que contienen. En el del arbolado se pro- pende á satisfacer las necesidades del consumo en sus demandas sobre materias carbonosas, y se llenan por consiguiente tanto mejor, cuanto mayor es la cantidad de carbono que comprenden. La fisiológia vejetal dirá ahora que circunstancias tan opuestas no se necesitan para que pre pondere una ú otra de estas producciones. La division de la propiedad, hasta cierto punto, está hoy recono- cida como útil y necesaria para los adelantos del cultivo agrario. Las superficies reducidas imposibilitan el planteamiento de todo buen sis- tema en los montes; es el signo mas irrefragable de su decadencia. De aquí los dos ramos de economía especiales, conocidos bajo los nombres de economía rural el primero, y economía forestal ó dasonomia el se- gundo. No por esto se crea que trato de establecer una repulsion, un anta- gonismo entre estos dos cultivos ; no, ambos se hermanan á satisfacer las exijencias de la humanidad, y se han menester á sí propios en sus necesidades recíprocas. El cultivo agrario no puede vivir sin el del ar- bolado, y este no debe nunca en un pais civilizado invadir los feraces llanos. Esta sería una dilapidacion reprensible , lo mismo que es una obcecacion ruinosa el pretender surcar con el arado alturas y pen- dientes adecuadas nada mas que para el arbolado espontáneo. Lo que se trata, pues, es de hacer ver que cada uno de los dos cultivos tiene su region peculiar, dentro de la cual se le debe practicar con arreglo á sus principios, sin estralimitarse en estériles adquisiciones. 264 Cultivo agrario. CONSIDERACIONES SOBRE LA GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y REGIONES AGRÍCOLAS. Para determinar el cultivo agrario de un pais, no es ciertamente el me- jor medio el de aherrojarse entre los sistemas generales que hay sobre clasificacion de regiones agrícolas, siquiera sean recomendables y muy autorizados los nombres de los que las han planteado; pues por mas que los hechos en que se fundan ya lleven muchos de ellos el signo de la autenticidad, como en el de Schuw; ya manifiesten hallarse apre- ciados por propias observaciones y esperiencias de testimonios fidedig- nos, como los de Gasparin; ya hayan sido pasados por el crisol de una refinada análisis, como los de De Candolle (Alfonso), siempre lleyan con= sigo aquel caracter induccional, aquellas aserciones generales, precio- sas lumbreras en el curso indagatorio , pero que han menester por lo comun la corroboracion, rectificación ó adicion de las observaciones y esperimentos verificados en cada localidad antes de aceptarlos para la misma. La geografía botánica, cuyos adelantos se reflejan en la geografía agricola, está lejos todavía del pináculo de su mision, para imponer sus leyes á las diferentes localidades parciales. Desde Linneo hasta Lecog, ¡cuántas rectificaciones sucesivas! Y sin embargo, lejos de haber cerra- do la era del progreso fito-geográfico, no se ha hecho quizá mas que enunciar el problema. Cuando el botánico sueco veia recibir con febril entusiasmo su sis- tema sexual, «no es este el objeto de la ciencia,» decia, y enunció el problema que debia plantear Jussieu. Cuando de la geografía botáni- ca se decia que tenia por objeto observar la distribucion de las plantas en nuestro planeta, Willkomm, en un opúsculo de recepcion leido en la Universidad de Leipzig (25 de abril de 1855), y consagrado á reseñar las trasformaciones que la vejetacion de nuestra península ha sufrido "mate 265 durante la edad media y la moderna, echa. de menos” los esfuerzos de los botánicos para consignar la historia de los cambios de la vejetacion en el período humano; y mientras así se lamentaba aquel naturalista viajero, escribia en Ginebra (24 de mayo de 1855) Alfonso De Candolle: «El principal objeto de la geografía botánica es hacer ver lo que en la distribucion actual de los vejetales puede esplicarse por las actuales con- diciones, y lo que depende de las anteriores.» «Asignándola este objeto tan elevado, continúa, concurre con la paleontología y la geologia propiamente dicha á la investigacion de uno de los mas sublimes problemas de las ciencias naturales. ¿Qué digo? de las ciencias en general y de toda la filosofía. Este problema es el de la su- cesion de los seres organizados sobre el globo.» He aquí convertida en activa la historia del reino vejetal, y formulada en el mismo sentido que la de la humanidad. Un siglo es impelido por el precedente á realizar lo que este inició , y este, realizándolo , impele á su vez al que le sucede para llevar á cabo lo que á él no le fué dado alcanzar. Asi en los acon- tecimientos de una época preciso es distinguir aquellos cuya causa re- side en la anterior de los originados en la misma época. ¡Sublime objeto es efectivamente el de la humanidad que, despues de esforzarse en con- signar sus propios anales, pretende tambien desentrañar los de la na- ia para enlazarlos con los suyos! Willkomm, lo mismo que Alfonso De Candolle, hace una reseña re- trospectiva, tributo de justa gratitud pagado á los que desde Linneo inelu- sive se han dedicado al estudio de la geografía botánica, figurando en pri- mera línea los nombres de Humboldt, De Candolle, Brown, Sehuw, Saint- Hilaire, ete. En este punto deploro, y no puedo menos, el silencio que guardan sobre un nombre que, para relegarlo al olvido por los estraños, no tiene mas culpa que el haber nacido en esta nacion : hablo de Don Simon de Rojas Clemente. Si entre las predicciones de Bacon (Rogerio) ó en los aforismos de la filosofía botánica de Linneo se encontraran aquellas sentidas cuanto significativas palabras con que principia su En- sayo sobre las variedades de la vid comun, ¡ qué de favorables inter- pretaciones no merecerian! Y no faltaria quizá quien, al través de aquel párrafo, viera un pensamiento vasto y un hombre capaz de ponerle por 266 obra: pero era español ya lo hemos dicho; y á pesar de haber escrito, en un tiempo que tan escasas eran las buenas monografías, una esce- lente, ó mejor dicho un precioso tratado de ampelografía con el mo- desto título de Ensayo; á pesar de haber afirmado con admirable segu— ridad que «un zarcillo no es mas que un racimo que por haberle faltado jugos apropiados no se ha ramificado mas y cubierto de flores, demos- trándolo asi, diga Rozier lo que quiera, su situacion, testura, modo de dividirse y el que muchas veces echan algunas flores y frutos,» en una época en que yacia sepultado el principium florum el foliorum idem est de Linneo; considerado (roehte en el mundo científico como simple poeta, y seis años antes de que saliera á luz la teoría elemental de De Candolle; á pesar de haber concebido y realizado el gran proyecto de interrogar estrechamente á la naturaleza en las zonas comprendidas en- tre líneas de nivel señaladas de 50 en 50 varas, subiendo desde el mar hasta el picacho de Veleta, en ocasion precisamente en que Humboldt, corriendo á lo largo de los meridianos y paralelos, inmortalizaba su nombre con sus sintéticas inducciones; á pesar, en fin, de tener tantos títulos en el terreno especulativo como en el tecnográfico para conquis- tarse un puesto entre los eminentes naturalistas, yace para la mayor parte de los estrangeros punto menos que desconocido. ¡Qué mas! Duby, que últimamente ha publicado una geografía botánica de España, y cuyo objeto principal no parece ser otro que el de hacer un elogio de la obra de Boissier y un resúmen de la parte fitogeográfica de la misma, inferior sin duda alguna en precision á la que Clemente hubiera escrito, y no agena sin embargo á sus dispersos trabajos, no cita siquiera á nuestro naturalista en la parte bibliográfica. Cierto es que en esto es consecuente, sin pensarlo tal vez, porque llevando el propósito de ca- lificar de secundarios á todos los demas trabajos respecto al de Boissier, no podria comprender en este juicio á los de Clemente, aunque no sea mas que por su primacía en el órden cronológico. Séame permitido insistir algo mas sobre estas aserciones, toda vez que pienso que sean conducentes al objeto de esta memoria. Si Clemente, despues de lamentar el círculo estrecho en que giraba la botánica, decia: «Ya es tiempo de que aspiremos á engrandecerla y 267 hacerla respetar, estendiendo nuestras indagaciones á las latitudes, al- turas, esposiciones, temperamentos, terreno y atmósfera en que vive cada planta, á su organizacion, propiedades y usos, en suma, á cuan- tas relaciones pueda tener con los demás séres y fenómenos del uni- verso.» Si en otro lugar especificaba prorumpiendo: «¿Por qué no he- mos de tener botánica geográfica?» Y si todo esto decia despues de tener reunidos preciosos materiales que se dedicaria 4 ordenarlos por deuda de promesa al Gobierno y al público, nadie puede poner en duda que Clemente rayaba en su época á la altura del genio observador y generalizador en botánica. Y el que encabezando modestamente una obra con el humilde título de Ensayo sobre las variedades de la vid comun en Andalucía dió lugar á un magnífico tratado de ampelografía, no es aventurado afirmar, á juzgar por el proyecto y noticias dadas, de su realizacion por su ilustre contemporáneo D. Sandalio de Arias, que en la obra sobre su viaje 4 Granada hubiera escrito un libro como nin- guno, entonces, de geografía botánica; y fuera de este título de gloria para él, la parte de hechos en la actualidad le deberia mucho, porque no se hallaran entonces, tal vez, como se hallan hoy, en abierta contra- diccion los observados en aquella provincia con algunas leyes generales formuladas, tanto en la geografía botánica general como en la agrícola. Verdad es que los que han escrito desde el año que dió á luz Bois- sier su buena obra (1) sobre aquella provincia, han podido conciliar esto hasta cierto punto; y si el no haberlo hecho estraña en muchos fito-geógrafos contemporáneos, en De Candolle (Alfonso) es incom- prensible, siendo, como es, compatriota del autor del Viaje por el Me- diodía de España. Para no ocultar tan grave aserto bajo una reticencia, citaré dos pasajes en ambos autores en que se palpan las contradicciones, y que son estensivas á todas las obras generales que sobre la materia en cuestion se han escrito. Boissier, hablando de la region cálida, que es la primera de las cua- tro que distingue, dice que el número de especies anuales es 542, el cual se halla en relacion con las que comprende el total de su Flora, (1) Voyage botanique dans le Midi de l'Espagne. TOMO 1V. 34 268 como 1 es á 1,9. «Sorprendente es, continúa, en este cuadro la gran proporcion de especies anuales, si se compara con una Flora de la Euro- pa central, con la de las inmediaciones de Ginebra, de Mr. Reuter, por ejemplo, en donde las plantas anuales no son al total sino como 4 es á 6,5.» Despues de haber comparado á este tenor las proporciones en las cuatro zonas, saca la siguiente conclusion en sus Consideraciones generales. «Las plantas anuales en la region cálida superan á las viva= ces, formando poco mas de la mitad de las especies; no constituyen mas que el tercio en la montañosa, el sesto en la alpina, y el vigésimo no- veno en la nival. » De Candolle (Alfonso) en sus Conclusiones sobre los límites polares de las especies espontáneas, dice: «Las especies anuales son relegadas casi siempre hácia el Norte en un continente por el defecto de una tem- peratura, calculada ya entre el dia en que empieza y aquel en que concluye un cierto grado necesario á cada especie, ya entre la época en que reina y aquella en que cesa cierta cantidad de humedad que re- quiere tambien cada especie. En otros términos: el frio del invierno ó la sequedad del estío impiden la vejetacion de estas plantas; pero se es- tablece desde el momento en que entre las épocas que forman el obs- táculo es suficiente la suma de temperatura. Hé ahí una de las contradicciones que se refieren á la geografía bo- tánica general: veamos ahora otra que hace relacion á la geografía agrícola. Hablando de la region montañosa, dice de la vid Boissier: «Y es bastante singular que su límite superior coincida próximamente con el del olivo, que tiene un aire geográfico tan diferente.» Conocidos son de todos las dos de las cinco regiones de Gasparin, caracterizadas por la viña y el olivo (1), por lo que pasaré á citar á De Candolle (Alfonso), que protestando contra toda idea de hacer clasifica- (1) No es esto decir que la obra de Gasparin sea muy leida en España, sino que lo es el D'Orbigni y Gente, en donde se halla consignada la clasificacion de regiones agrícolas de Gasparin, mas algunos otros fragmentos del mismo autor que se esplotan con avidez entre nuestros escritores, apropiándose la eleccion sin anteponer el diz que, al dice. 269 cion alguna, establece sin embargo una gradación sensible entre los límites de las diversas especies. «Así, dice, mirando en la Carta de Eu- ropa al O. desde Provenza al Cabo-Norte y al E. desde la Crimea al mar Blanco, se ven desaparecer los principales cultivos de la manera siguiente: COSTA DEL 0. COSTA DEL E. A Latitud. | cd Latitud. Divodatg 24 oda AS OO ERA 45> Marzo 06 RA SOM Vidas o 49% IRSA a SIM SS: 50 Nogal amet ata 56 | Nogal. ..... aa 52 o 64 | Manzanos y perales.. 58 Manzanos y perales... 64 | Trig0. ........... 61 AVEO ENE AA CI PANCARTA NR » Centeno caia. dh 67 | Centeno.......... » Cebada il OA Cebada A i66 Hé ahí la segunda, y basta. Estas diverjencias entre leyes formuladas por unos autores y los he- chos observados por otros, manifiestan evidentemente, no solo que se desconocen las causas de la distribucion actual de las plantas espontá- neas y cultivadas, sino que se ignoran muchas de las leyes en la distri- bucion, no digo en el globo, pero en la Flora de un continente. Y si desconocidas son todavía muchas de las leyes de la distribucion actual de las plantas, ¿cómo se dice que la geografía botánica tiene por principal objeto manifestar lo que en la distribucion actual de los ve- jetales puede esplicarse por las condiciones actuales, y lo que depende de las anteriores? Si no se conoce el hecho, ¿cómo se quiere que el ob- jeto principal sea la indagacion de la causa? Esta objecion, que á pri- mera vista parece incontrovertible, no es sin embargo mas que un dé- bil sofisma; pues la observacion de un hecho, lejos de repeler simultá- nea ó inmediatamente la inquisicion de la causa, la exije, por el contra- 270 rio, para ser bien conocido. Haciendo una objecion análoga, se le hu- biera podido decir á Jussieu: si mo se conocen las plantas del globo, ¿cómo se pretende hacer un sistema natural; cómo se quiere reunirlas en virtud de sus afinidades? Y hoy se hallaria desvanecida la dificultad por la irreplicable razon de la esperiencia. La existencia de las afinidades se sentia; verdadera espresion de ese sentimiento es el natura non facil saltum de Linneo, y la fórmula para graduarlas la encontró Jussieu en la subordinacion de caracteres. Aquel mismo natura non facit saltum, que no aludia indudablemente mas que á las relaciones íntimas de los séres coetáneos que pueblan el pla- neta, tiene aplicacion al orden cronológico, y nos dice que la creacion de una época se une gradual é insensiblemente á otra anterior. ¿Cuáles son, pues, las especies originadas dentro de la misma época, y cuáles las que tienen su raiz genealógica en la anterior ó anteriores? La clave para la solucion de este problema consiste en determinar con precision las condiciones de existencia de las especies. Pero para esto se ha me- nester, en mi concepto, así como lo ha sido para establecer el valor gradual en la subordinacion de caracteres, el auxilio de la morfologia. La morfología, escudriñando la ley íntima de la organizacion, postergó especies en el método natural de Jussieu, colocadas en virtud de meras y falaces analogías, y rehabilitó gerarquías relegadas á un lugar infe- rior por simples apariencias de inferioridad. La morfología, discurrien- do sobre la ley íntima de las condiciones de existencia, interrogará: Esta especie que aquí vejeta, ¿vejeta dentro de sus verdaderas condi- ciones de existencia? Es decir, ¿puede espontáneamente y sin degene- racion perpetuarse dentro de las actuales circunstancias climatológicas? A esta cuestion ha de contestar el aspecto de la planta, juzgado bajo el punto de vista morfológico, d priori, y la esperiencia, como en todas las cuestiones de ciencias naturales, 4 posteriori. Necesitaba esponer estas ideas, tanto por la aplicacion que de ellas pienso hacer en adelante, cuanto porque Vizcaya, no habiendo tenido la fortuna de ser visitada formalmente por ninguno de los naturalistas estranjeros y nacionales que han cruzado la península, no figurando una sola planta recolectada en esta provincia en herbario alguno, ni la 271 mas leye indicacion, que yo sepa, entre las muchas descripciones fito- lógicas que de diferentes provincias del reino han visto la luz pública, y proponiéndome bajo mi responsabilidad, y fundado en hechos directa- mente observados, sancionar unas prácticas, reprobar otras, prescribir, en suma, el cultivo agrario y forestal de la provincia de Vizcaya, me he creido en el deber imprescindible de consignar mi modo de ver en la cuestion general y especulativa, antes de descender al terreno de la aplicacion, prévias todavía algunas consideraciones de topografía botá- nica, á quienes ningun hombre pensador y observador podrá negarles la utilidad de una aplicacion local mas inmediata, ni el lugar comple- mentario en el orden especulativo respecto de la geografía botánica ge- neral, así como nadie niega á la topografía la utilidad de su mas in- mediata aplicacion local, ni el lugar complementario respecto de la geo- desia. Torocraria poránica. Descritas las rocas que forman el suelo viz- caino con la forma y direccion general que afectan, reseñado el modo de obrar sobre ellas los elementos erosivos, y examinada la tierra ve- jetal como primer resultado de la lucha entre estos últimos y aquellas, nos queda que indagar la historia ulterior de aquel resultado, esto es, el segundo resultado, que es la vejetacion actual. ¿Qué representa la veje- tacion actual de Vizcaya? Representa ni mas ni menos que un segundo y último resultado, 6 mejor dicho, una resultante; representa ni mas ni menos que la creacion que sobrevive y descuella entre despojos causados por una lucha sucesivamente variable. Cada especie que se sucede tiene su principio entre las generaciones de la que le ha precedido, y en las suyas empieza tambien la que le ha de reemplazar. No son estas remotas inducciones, sino muy inmediatas y tangibles: para convencerse de ello no hay mas que fijarse en lo que acontece durante no muchos años, cuatro bastarán quizá, para observar en una localidad determinada exenta de toda influencia estraña, el aumento sucesivo de los individuos de al- guna ó algunas especies, y la disminucion sucesiva de los individuos de 0 otra ú otras; y para mí, la marcha creciente ó decreciente de los indi- 272 viduos de una misma especie en un sitio dado, significa progreso 6 de- cadencia de dicha especie en aquel punto. Es una preocupacion el creer que cuando una especie que antes no existia (no se la encontraba me- jor) prospera en un punto, se deba á que es la primera vez que sus di- seminadas semillas cayeron sobre aquel suelo. Podrá acaecer esto en algunos casos, no lo niego; pero tengo mas razones para Opinar, en general, que cayeron mas de una vez y no lograron germinar, ó al menos desarrollarse por faltarles sus condiciones de existencia; y cuando algu- na vez se desarrollaron, es por haberlas encontrado en el punto donde han verificado su desarrollo. Ahora, su progreso puede ser ocasiona- do paulatinamente por su propia preponderancia, por ser su vida mas potente que la de las especies que la rodean, ó bien porque un acciden- te natural, pero poco comun, perjudique á la especie ó especies repul- sivas hasta el punto de quedarse dominadas inmediatamente por la es- pecie invasora. Con testimonios irrecusables puedo citar en la provincia de Madrid un hecho de esta naturaleza, y precisamente recae sobre una especie bien estudiada, la primera que De Candolle (Alfonso) toma co- mo ejemplar en su Geografía botánica razonada. En una localidad de unas veinte fanegas de estension, vedada por completo, ha sido reco- jido durante varios años el Alyssum Calycinum £., poniendo siempre en la etiqueta el epíteto abundantísimo, incluso el año anterior: pues bien, en este lejos de ser abundantísimo es muy escaso, habiendo disminui- do, de seguro, en un noventa y nueve por ciento. Coincide este hecho con el de haberse anticipado su floracion; los pocos ejemplares que han llegado á tal estado los observé el 28 de enero. Todo lo que encuentra su esplicacion, á mi juicio, en las notables circunstancias udométricas de las dos últimas estaciones. De cuanto he dicho se infiere, que el medio mas seguro de fallar sobre las condiciones de existencia de las especies que vejetan en una localidad, es el que da la relacion numérica de los individuos que la representan, ó lo que es lo mismo y mas sencillo, la que da la relacion geométrica ó sea la superficie que abraza cada especie con la total tomada como término de comparacion. Cuando una especie está representada por pocos individuos , no se puede decidir á primera vista si aquella es- 273 pecie está en camino decadente Ó progresivo, pero se puede afirmar que sigue una de las dos, porque no cabe estacionamiento en donde la facultad reproductiva, el número de semillas con el individuo que las lleva, forma siempre, en razon mas ó menos variable, una progresión geométrica creciente. Si se me objeta diciendo que hay individuos que vejetando en ple- nas condiciones no pueden estender su diseminacion por imposibilidad puramente de las formas del terreno, contestaré que este es un argu- mento contra-producente ; porque si hay algunos individuos de una es- pecie vejetando en un valle estrecho, por ejemplo, y no pueden dise- minar á pendientes contiguas por inconvenientes simplemente físicos y al parecer estraños á la vejetacion, allanados que fueran estos sobre- vendrian inconvenientes fisiológicos que estinguirian sin duda alguna la especie de aquel lugar, lo que prueba que esta especie tiene allí y solo allí, ó en sitios idénticos, sus condiciones de existencia. Varias es- pecies que he visto y tengo en mi herbario, recolectado en la provincia de que se trata, las he visto no lejos de la Corte al lado del Cytisus seoparia Link; en las vertientes esteparias del Tajo, Tajuña y Jarama al lado del Stipa tenacissima £. y la reseda alba £.; en la orilla lega- mosa del Jarama con la Cicuta virosa £. y el Papaver somniferum L£.; las citan Lagasca en los veraniegos pastos de la sierra de Leon, y Villkomm en los invernales de Estremadura ; Boissier en Granada; Reuter y Col- meiro en Castilla la Vieja; y Colmeiro en Cataluña. Todo lo cual quiere decir que, no obstante ser la vejetacion española un compendio mag- nifico del Prodromus, no falta algun rincon en ninguna de las provin- cias citadas en donde tienen aquellas especies cumplidas condiciones de existencia ; pero entre esto y caracterizar la vejetacion de una provin- cia ó de una superficie considerable, reside justamente la diferencia que establezco : deduciéndose de todo, que un simple catálogo de plantas re- colectadas en una provincia, sobre no emitir ninguna luz en cuanto al cultivo agrario que se trata de prescribir, la da bien débil aun para la formacion de una verdadera flora de la misma. Si se me dice que la marcha progresiva y decadente que he asigna- do sin remision no existe; que la que hoy parece decaer mañana pro- 274 gresa, oscilando de este modo entre los dos estremos, contestaré que lo que no acontece es la verdadera oscilacion, pues esas alternativas que quitan efectivamente la uniformidad al progreso ó la decadencia, declinan al fin en la sucesion, es decir, en la decadencia de unas y en el progreso de otras; sin poder, por supuesto, como en todos los hechos de sucesion de la naturaleza, tocar el principio ni fin de eada una: pero será el conjunto de estas observaciones el primer hecho, el primer fundamento de las leyes generales de la geografía botánica; serán para esta lo que la anatomía para la zoología y la botánica; lo que la cris- talografía y la química para la geologia. APLICACION DE ESTOS PRINCIPIOS Á LA VEJETACION EN SUS RELACIONES CON EL CULTIVO AGRARIO DE VIZCAYA. No pudiendo pues decidir d priorien una es- pecie representada por corto número de individuos si esta se halla en la via decadente ó progresiva; no suministrándome base alguna sobre las condiciones vejetativas del pais objeto de mi estudio, hago abstraccion de las que en este caso se encuentran. No perdiendo de vista por otra parte, que las observaciones especulativas en este trabajo deben avocar directamente en la aplicacion del cultivo agrario ó forestal, y siéndome tambien imposible hasta el dia hacer estensiva la aplicacion á todas las especies dominantes en la provincia, me he propuesto circunscribirme, en cuanto á las investigaciones de las especies, á las mono y ryzhocar- pianas comprendidas en las tres familias, gramíneas, leguminosas y cruciferas, en cuanto á estension á dos localidades determinadas que tienen por centro próxima y respectivamente á las villas de Durango y Bermeo. Lo primero, porque además de ser las tres familias referidas de las mas dominantes en la flora del pais, son tambien las que tienen mas conexion con el cultivo agrario, y sobre todo con el que trato de prescribir para la provincia. Lo segundo, porque siendo las dos locali- dades citadas casi estremos en etnografía, son tambien de las que mas difieren bajo el punto de vista topográfico y geognóstico; de manera que la combinacion de las observaciones de estos puntos, comprobadas y rectificadas con otras mas lijeras y parciales hechas sobre la mayor 275 parte del territorio vizcaino, podrá dar una idea del aspecto de la veje- tacion en la provincia. Duraxco, que tiene una bella situacion topográfica, se halla en el centro próximamente de la vega de aluvion circunscrita por las monta- ñas de Garay, San Roque, Bitaño, Santi-Crutse y Lasuen, coronadas á su vez por los notables montes de Oiz,, Muniqueta, Videmaculata, Ma- ñaria, Urquiola, Amboto y Udalach. Asi es que, en cualquier sentido que se dirija el observador, recorre primero una llanura y despues una pendiente suave , cuya inclinacion va cada vez aumentándose hasta su conclusion, que lo es en varios puntos en escarpe inaccesible; subiendo de este modo en menos de media legua de distancia una línea hipsomé- trica de consideracion. Beruco se halla al pie de varias pendientes que van á morir al Can- tábrico. Las observaciones de sus cercanías se estienden á una zona comprendida entre la costa, Busturia, cabo de Machichaco y una línea próximamente paralela al lias á unos 1000 pies de distancia, terreno escabrosísimo, cuyo contraste es de notar caminando desde Mundaca á Bermeo por la carretera; raro antepecho en donde, perdiéndose la vista del observador en la inmensidad del Océano á su derecha, tiene á su izquierda por horizonte el zenit. Con el fin de evitar una prolijidad insoportable en la descripcion, espongo adjuntos los planos de ambos puntos, en los cuales está bos- quejada la relacion superficial que guardan entre sí las especies mono y rizocarpianas representadas por cada una de las tres familias á que corresponden, espresando por los distintos colores (1) del fondo el aspec- to general de la vejetacion en las dos localidades precitadas. Las curvas trazadas en el de Durango representan la interseccion con el terreno de planos tirados de dos en dos puntos, cuyas relaciones hipsométricas (1) En el original presentado á la Real Academia están efectivamente marcados los colores que aqui se espresan; pero la premura con que se ha verificado la impre- sion ha obligado á estampar los planos en negro, razon por la cual desaparece la di- ferencia gráfica que arriba se espresa. TOMO 1V. 55 276 son conocidas; y creo haberlas señalado con la exactitud que puede exijirse en un croquis de esta naturaleza. En cuanto al de Bermeo, ba- jo el punto de vista hipsométrico no tengo mas línea conocida que la del mar, pero tampoco hay diferencias dignas de tomarse en conside- racion. Como he dicho, es un terreno sumamente accidentado; su pen- diente sigue generalmente en sentido inverso á la de Durango, es de- cir, empieza por un escarpe en la costa, y continúa despues con un declive variado. Tanto en Durango como en Bermeo distingo dos partes principa- les, aunque pudiera distinguir tres y mas, supliendo esta falta con las observaciones que acompañan á cada especie. Para precisar mas, con- sidero en cada una de las partes otras, á saber: en la vega de Durango, por ejemplo, los álveos de los rios y la parte central, y en las pendien- tes, las pendientes secundarias y los valles que las separan; ó mas exac- to, la union y division de las aguas determinada por las respectivas lí- neas de máxima pendiente, con lo cual me basta para indicar todos los casos sobre esposicion hácia los puntos cardinales. Una division aná- loga he hecho tambien en las inmediaciones de Bermeo, como se verá mas abajo. USO DE LOS SIGNOS. Si > Para indicar las especies que comprenden mayor superficie, ó las do- minantes. + Para significar que, aunque no domina, está representada por mu- chos individuos. — Para denotar que está representada por pocos individuos. Este signo implica siempre el > ó el +, porque como se hace abstraccion de las especies que ocupan superficies inapreciables para el caso, es claro que, aunque se halla representada por pocos individuos en el sitio que designo, lo está por muchos, ó dominando en otro Úú otros. O Para manifestar la no existencia de la especie en la parte á que se reliere. A O DO III O O NES DE BERMEO. Y Lehano al Wiehaco Vade Taro NS Federales Bustiia:: Relaciones lrfpsorutel Amboto___ Udalach:_ Dix Urguaiola Blgueta Muniqueta Durango___ Zornoza E Lu Donoón. Arenal 17. Mindaca iCuernica Y Marquerie lo (7. INMEDIACIONES INMEDIACIONES DE BERMEO. Miey gueto pa ( qm | l PE Machiclraco Fade Faro / EA y ORRULO EA et), Aids / 2 S a) EL NATA S ] y - 2 se / DERANGO SE Mindaca K 0 Ibhandiáne ledemnades Busturia MHamaria D/ Ñ s ve cues Jnprormelucas ? relaciortes Inpoormeluce VWirxceta empres canrtellanos. INMEDIACIONES DE DURANGO. LADA EN LA VEGA. GRAMÍNEAS. ESPECIES. Alveos. Parte central. Aena ato cercare 0 CA arar 5 = prat tortas 0 — Eon A ooo tareas — — pratensistl cit ica — + Ema losopuneqoojdsesose — => COETOE Wocoobnepassnovos 0 + Balas nodos a Mataro tote SE — arundinacea L........... + == PARO traten: + 0 phleoide Landon. - o Bromus squarrosus L............ — + ONE soroodesnosae - + racemosus L........ 006 0 + matritensis L............ — + ¡CAM ooo odo ae + 0 Ops OVA ee» 0 + Hordeum murinum L............ + > Festuca fluitans L.............., 0 + Na enrebea dls >. o00coidoRbOde + 0 Holcus halepensis L............. - + Alopecurus pratensis L.......... = + bulbosus L.......... + + geniculatus L......... > 0 Panicum glaucum L............. OU CU fosas oro do verticillalum L......... Agrostis stolonifera L........... MI ooo vulgaris Hoffm. ........ Arundo phragmites L............ Cymodon dactylon L............. EMOS OVEDIO lbugopoconoo dono. Koclaria phleoides Pers......... LEGUMINOSAS. Medicago muricala All. ......... UVa ls sgoocaosgobode marginal WE tea: orbicularis All......... pubescens D. C........ sentellata All.......... CUE ossdo sao oo Melilotus parviflora Desf......... Oír Weosanansono Trifolium arvense L............. pala glomeratum L......... ¡NN llo cobd0coooo ooo Necamecia lloro obvocas procumbens L......... INM lo gouensoposo. spumosuM L........... SANOS ll ospovopsoogasss corviculalus L...........- MARS Wesoosogé vada aan Onobrychis saliva Lamk......... VIGO EEONE oo sassogososopor o alro-purpurea Desf......... ¡vta Ball oocounoovoodono S | I+o++ +! | | o] HR VAR A ++ loo oh +++ | EH A E A +++ ++vo++ +++ ++ 44 Ao +++ lv! Ervum telraspermum L. La(hyrus pratensis L............ EE oo ooo A manel osoouegona. A o ¡MAIS 50000000 0don CRUCIÍFERAS. Nasturtium officinale Br.......... SLOT. pica eo Cardamine hirsuta L............ Praia e Barbaria precox Br............. Wileana tosscobosnos Cochlearia officinalis L.......... AMIA Thlaspi arvense L.............. Capsella polymorpha Cav........ Biscutella auriculala L. ......... Sisymbrium hirsutum Lag........ OS QUIEN o asesabbos columne Jacq....... contortum Cav...... Lepidium draba.occocccono so mo eS tn lsosososonos Sinapis obtusangula Lag......... ANG oocosadacuone Diplotasis erucoides D. €. Raphanus raphanistum L + | SV =S=S == == (eE +++ ++ A 280 EN LAS PENDIENTES. ESPECIES. GRAMÍNEAS. = Avena flavescens L... pratensis L.... Poa pratensis.......-. MMElE Il ooouos Phalaris nodosa L.... nooo...» ..oo.o...s. .. o. . o... arundinacea Ls paradoxa L.. phlevides L.. Bromus erectus Huds.. pralensis Ebr. racemosus L.. Egilops truncialis L. Hordeum murinum L. Festuca myurus L.... cerulea D. €. duriuscula L. Aira cespitosa L. .... lendigera Lag... .oo.oo...». noo .o....s ......... ..o.....o.». Alopecurus pratensis L......... agrestis L. Dulbosus eo ear: geniculatus L....... Panicum glaucum L.. Agrostis vulgaris Hoff .......... Líneas de division. Líneas de reunion. [+] oo o +4 IA A E A A A ++ +++] SITIOS DONDE VEJETAN EN PLENAS CONDICIONES. A 0 Esposicion. A toda A loda N. y $- A toda N. NE A todas N. y $. N. y $S- S Sl S. y N. A toda N. y S. N. S. 2 MN YN << 343%=< Ru n 22242 INYAS: N. y $. A toda Altura aproximada en pies castellanos. 800 1000 $00 800 1100 900 Agrostis capillaris L........... -- Mec e + cillata la e + A osos uoa =- Triticum pinnatum Moench...... + sylvaticum M.......... 0 cespiltosum D. C....... + LEGUMINOSAS. Medicago muricala All.......... + marginata W......... + pubescens D. C...... — Trigonella monspeliaca L....... = ornilhopodioides D.C... — Melilotus lentocantha Koch...... + officinalis W.......... — parviflora Desf........ + Trifolium angustifolium L...... — InCarnaluM.......... 0 MN = A AS a 0 SUHEUO Abeooosonosos =- Selma sg ooca das — prats — glomeratum L....... + loo dao Jots > Ea soc .aer = Lotus corniculatus L........... - INIE ortcane + AMLO ho oueboogons => SUE ls sosopenos dana + EME ls osaososooona — Onobrychis montona D. C....... + IED, (loonovond = capul-galli Lamk.... + Vicia atro-purpurea Desf........ + o++l+o! A S. y N. 500 N. y $. 700 N. y S 600 N. 800 Sh 1400 A toda 400 S. y N. 600 S. y N. 400 N. y $. 700 N. 1900 A toda 700 S. y N. 600 S. y N. 600 N. 800 S. y N. 500 N. 2000 N. y S. 500 N. 500 Si 500 N. y S 600 N. y S 800 Si 700 S. 900 A todas 500 A todas 500 N. 500 N. y 8: 3500 N. y $. 2800 N. 3000 A toda 700 Vicia onobrychioides L......... pyrenaica Damos cotos sepium L.. ..oooo......s Lathyrus sylvestris L.......... ¡EVITE socuavoge pralensis L........... Orobus niger L... vernus L. luteus L. CRUCÍFERAS. Nasturtium sylvestris Br........ pyrenaicum Br...... Cardamine hirsula L........... impatiens L......... Barbaria vulgaris L........... Draba pyrenaica Ido ob bcansae UTE los a0d90000098- Arabis sagittata D. C.......... auriculata Cochlearia armoracia L........ ofitmals Leer Da oa lea boooo odo... es Capsella polymor pha Cav....... Biscutella levigata L.......... SAA DAA Lepidium draba L............. ¡AMIA Actionema saxatile L........... Eruca erecta Lag AA E A E E A A A o +o ERA A AA E ++ [+ +4 E EE +++ [Al | Lar == A toda A toda N NioyS: A toda N. y $- A toda A toda A toda N. S. y N: NYiS: A toda A toda 283 INMEDIACIONES DE BERMEO. EN LA COSTA. GRAMÍNEAS. SITIOS DONDE VEJETAN EN PLENAS CONDICIONES. A ESPECIES. Arenales. Peñascos, Crypsistacole a aaa: IAE sesos saco aoaDo AO rosooV o Loca oUcos Hordeum murinum L............ os+ +++ ++o++l+o Ononis variegata L............. Medicago circinnata L.......... Lotus cycle ios mantas Ls Astrolabium scorpioides D, C..... Vicia lathyroides DU... + +++ I+ oeoso++>+ Alyssum maritimum L.......... TS cos o conooscocondone Senebiera pimatifida D. C....... VENIDO MEN iosocosooconos TOMO IV. 536 ¡ars vo+vV 284 PARTE CENTRAL. GRAMÍNEAS. SITIOS DONDE VEJETAN EN PLENAS CONDICIONES. A __ _—_ uu AA AAA ESPECIES. Líneas de division, Líneas de reunion. — Esposicion. ISO NIO so coco dose + + N yS MANS Sgeasco sonas + — N: y 8: Lot rar + + A toda PE + + A toda Phalaris:nodosa LD. onocamocons + + A toda arundinacea L....... 0 + N. paradoxa aaa SS + N. y S: Bromus erectus Huds......... + = N. pratensis Ehr........ + + A toda racemosus L......... + 0 S. Kgilops truncialis L......... > + A toda MEU sovocose DEold + 0 S. y N Hordeum murinum L.......... + + A toda Eesti oa — + N. EII. deseacona — + N. AA cOs posi o + 0 S. nia le oocooos esas + = S: Alopecurus pratensis L......... + + A toda acres to a o — S. y N Agrostis stolonifera L.......... — + N. y S Ue soda ríe: 0 + WNiyiS: Triticum cespitosum D, C..... AS 0 5. LEGUMINOSAS, Medicago circinnata L......... + + N. y $. UE oo: oa + + N. y $. apiculala Le + — S. y N. UNEN ooo oe + = Sy N: 285 Medicago pubescens D. C...... muricata All......... Trigonella monspeliaca L....... Melilotus lentocantha Koh. ..... officinalis W. ciecjess. parviflora Desf. ...... Trifolium angustifolium........ NOIA prats tomentosum L........ En o dooVoVao da fragiferumn Dos Lotus cytisoides L. ........... ANVEnsi Lee Astragalus pentagloltis L....... sesameus Lo... 2.0.2: cc Vicio sativa Lana oa [V+ IA H + + +o++ atro-purpurea Desf....... Lathyrus sylvestris L.......... IEMOWE lo obdoososs OE usocboodp ess p a CRUCÍFERAS. Cardamine impaliens. ......... INE o ponoveas Bates Cochlearia armoracia L........ Capsella polymorpha Cav....... Biscutella saxatilis D. C........ | =+ n 2 B Sl s B El B o 3 +++ y 1 +4 lv ++ ol o A ++ Pet +++ << e Zn in Pana > ZAZZANZAPZZNZA? En K Ql Advertencia il Elia ta ad CAPITULO 1. GEOGNOSIA. Generalidades yd WISIN alot atea aaa aaa ZO Primer grupo.—Situacion.—Caractéres geognóslicOs.....o.... 27 Segundo grupo.—Situacion.—Caracléres geognósticos........ 220 Tercer grupo.—Division en dos sub-grupos por órden cronoló- gico.—Situacion del mas antiguo.—Situacion del mas moder- no.—Caracteres geognósticos del mas antiguo. —Caractéres geognósticos del mas moderno.......ooooooooommo.oo..o.o.. 223 Cuarto grupo.—Situacion.—Caractéres geognósticos. ........ 228 MI o ia OÍ MAA UA de A CAPITULO Il. CLIMA Y TIERRA VEJETAL. Generalidades. — Reseña oro-hidrográfica. — Meteorología. — Marcha progresiva de la descomposicion de las rocas.— Análisis cuantitativa de la tierra vejetal.—Discusion agroló- gica.—¿Qué valor, qué influencia representa la tierra vejetal en el cultivo agrario de Vizcaya?....oooo.ooooomoomom.... 252 CAPITULO IIL CULTIVO AGRARIO Y FORESTAL. Generalidades A ias es ¡LON Seccion 1.—CULTIVO AGRARIO. Consideraciones sobre la geografía botánica y regiones agrico- las.—Topografía botánica.— Aplicacion de estos principios á la vejetacion en sus relaciones con el cultivo agrario de Viz- caya.—Vegetacion de las inmediaciones de Durango.—Idem idem de Bermeo.—Cultivo agrario de Vizcaya. .......... 264 Sección 1. — ARBOLADO. Breve considerandum.—Estado actual de los montes de Vizca- ya.—Sistema forestal.—Regiones dendrológicas. — Necesi- dades.—Fomento.—Conclusion..........«...«««........ $02 Cuadro de las rocas que constituyen los cinco grupos descritos. 325 NOTA. Para la c. sehantenido € l LP bquerray C.Oguho lunehove ES Rol barranquelua UN Mo. a] 7 z Mala ra S SS y SA tatalina Ude hierro. Ldel Senorio Lit Donon., Arenal 17 $e sy e lo sÓ 1-1 E ET E = — E UE a (7 4 LE Ae donavia 17) ES y £.0guho Launhove $ ¡ernaguea | A An la O E PRÓVINCIA SS Vazcaro” a rd ql Statalura PASS Lucero ¡llegara J/ ES: A e IEA li : Mercadillo 19) Sra) CAU | ) y indnaya | Ivoltamcdta : e Ue EN > WN : SÁ E aia adEaTa Ñ Herr LA S 5 RARO, Falmascaa Ñ lo SS SS SS í UWravaltes ZS Ñ YA N y Xx SS (>| Al a ce Y) A $ y APA O PHerabiitia f F eS É / 1 ROSS>=> / = / es X NOTA. Para. la construccion de esta carta, Y WNS> le E==== lO PS ye E ySS === pl : Le “de Vdalach svehantenido la vista las de los $$ TJ AN del Ica - y > , á S - Xx Lot aga 1 Collet í Pd tmboto A A | RT | NS Z y SS ES NY! | bo Leguas de 20000 pies A O Mde Gorbea A ÓN IN PL ) ; As 7 o - 7 AA a 5 Y A a Darin , , Es A - 2 e ys, JA 17 Grupo ye 3 4* se RPlutónicas. Mde hierro. Ldel Senorio / S tE - = SO IAS M====> = O E E E '—— O E EE J 1 El 1 ¡— Ja 13 gr 3 7 Lo 157 20 25 Jo 35 to! 45 7 e — —_ —_———————JJJ——_———J——————JJJJ———_——— - L Marqueria, 1,1 20 30 DISCURSO SOBRE LA NECESIDAD DE UNA DESCRIPCION COMPLETA DE LA CORDILLERA DE SIERRA-MORENA CON RELACION A LOS TRES REINOS DE LA HISTORIA NATURAL, LEIDO POR EL SEÑOR DON FELIPE NARANJO Y GARZA EN LA SESION PUBLICA DE SU RECEPCION como Académico numerario, celebrada el dia 14 de enero de 1857. — AAA —Á Des diferentes ideas se agolpan á mi mente en este dia al tener la hon- ra, verdaderamente distinguida, de dirigir mi humilde yoz á una corpora- cion tan ilustre y por siempre respetable. Es la primera significar mi pro- funda gratitud á la Real Academia, ya que por dicha, y sin que en ma- nera alguna por mi parte lo merezca, la debo el ocupar un puesto entre los individuos de su seno. Tamaña gracia escedió á mis esperanzas; y si por una parte aún me sorprende, por la otra sobremanera me alhaga. La segunda idea nace de recuerdos de la infancia, de cariño al pais natal 6 de amor al suelo patrio. Allí donde el hombre vió la luz prime- ra, donde sus afecciones son y serán siempre inmutables, allí está el centro de su accion moral; hácia allí deben dirigirle miras grandes, elevadas. La tercera idea es un placer y á la vez es un dolor : un placer, por el 330 que tengo en reemplazar al maestro inolvidable, al que me trazó el ca- mino de las ciencias naturales; y un dolor, por ser ya materia inerte aquel cuerpo de espíritu firme, recto y grandemente cultivado que, du- rante medio siglo y con gran fruto, se ocupó del estudio y la enseñanza de los séres inorgánicos (1). En la segunda de tales ideas estriba el pensamiento que, para cumplir con los Estatutos, someto á la ilustrada consideracion de esta Academia bajo el siguiente lema. NECESIDAD DE UNA DESCRIPCION COMPLETA DE LA CORDILLERA DE SIERRA-MORENA CON RELACION Á LOS TRES REINOS DE LA HISTORIA NATURAL. Apenas habrá un solo individuo en esta científica Asamblea que no haya visto, una vez siquiera, esa serie de montañas de antiguo conoci- das con el nombre de sistema Mariánico; montañas que jamás confun- dirá con ninguna de su clase: tal es su especial relieve, y tal en todos conceptos su grandísima importancia. Sierra-Morena, Señores , que apoyando sus estremos (Este, Oeste) en los dos mares, corta la Pe- nínsula en dos partes desiguales desde el cabo de S. Vicente hasta la provincia de Alicante, es en efecto la mas estensa, la mas ancha, la mas constante en direccion, la mas variada y abundante, asi en productos inorgánicos como en vejetales y animales, de cuantas encierra España. Vamos á demostrarlo por partes. Bajo el aspecto z00lógico interesa vivamente el primer tipo, ó los animales vertebrados: todas sus cinco clases, casi todos sus órdenes y familias, gran parte de los géneros y las especies mas útiles al hombre tienen en aquellas selvas sus principales representantes. Entre los ma- miferos y orden de los carniceros descuellan los murciélagos ya descri- tos en la fábula por el inmortal Cervantes, y que yo he visto por mí mismo en la cueva de Montesinos, tan célebre en la Mancha. Avanzando hácia la region central de la cadena hállanse el erizo, el topo y la mu- saraña, el lobo, la zorra y el gato. (1) Se alude al fallecimiento (en fines de 1855) del Sr. D. Donato García, profesor de mineralogía del Museo de ciencias naturales. 331 El órden de los roedores existe en general casi por completo, y en particular, y con una prodigalidad sin ejemplo, el género lepus (liebres y conejos), de que se hace un gran consumo en el interior de España. Entre los paquidermos descuella el jabalí, de carne esquisita y delica- da, y entre los rumiantes el ciervo, corzo y gamo y la cabra montés (capra iber), que vi trepar mas de una vez por aquellos fragosos puer- tos y collados. En la clase de las aves no falta ninguno de los órdenes, y en cuan - to al tamaño llénase una escala inmensa, desde el reyezuelo en la fami- lia de los dentirostres, hasta las avetardas, que se cazan en las már- genes del Guadiana; ni deja tampoco de haber con profusion en los mercados de los pueblos de la sierra sabrosas codornices, perdices, palomas, tórtolas y chochas, patos, gansos y ánades. Por lo que toca á reptiles, peces y batracios, en nada desmerecen de las clases precitadas; mas sería prolijo é inoportuno el fatigar á tan ilustre auditorio con enumeraciones detalladas. Bajo el segundo aspecto, ó en cuanto ú botánica, ¿qué podrá decirse 4 la Academia que no sepan todos y cada uno de sus respetables individuos infinitamente mejor que el que ahora les dirije la palabra? Mas para for- mar juicio en esta parte, aun sin tener conocimientos estensos en la cien- cia de los vejetales como á mí me sucede por desgracia, basta solo apelar á los sentidos para conceder de plano que la Sierra-Morena es el verda- dero jardin, y acaso el único gran bosque que nos queda de nuestras taladas montañas: jardin, porque produce flores tantas y de tal manera variadas, que con ellas se alimentan mas abejas que en todo el resto de España; y bosque, porque sus arbustos, brezo, por ejemplo, enebro, jara, retama, adelfas, y aun las plantas leguminosas, como las aliagas, son espesos y robustos árboles: y los árboles á su vez, como encinas, robles, fresnos, sauces, pinos, alcornoques, chopos, álamos, son por su corpulencia y lozania verdaderos jigantes, que revelan desde lue- go una vejetacion primitiva, por terreno fértil y benigno clima produ- cida y sustentada. Y en esto no cabe exajeracion, ni hay tampoco idea original alguna de mi parte; es todo ostensible hoy dia, y está asi re- conocido en todos tiempos y edades: baste recordar no mas que este TOMO 1V. 42 332 jardin con su bosque era el mejor floron de la corona de la patria adop- tiva de Avicena, del califato de Córdoba, asiento y esplendente sólio del imperio de los Abderramanes, cuna y emporio del saber humano en esa página brillante de la historia de los árabes. Bajo el tercer punto de vista, esto es, con relacion á los cuerpos inorgánicos, la cordillera que nos ocupa es un manantial fecundo, ina- gotable: y como mi profesion es de este ramo, hablaré mas en concreto y en lenguaje algo mas propio, es decir, mucho mas llano. La Mineralogía, la Geologia y la Paleontología; he aquí tres cien- cias distintas, que tenemos que apreciar aunque sea á grandes rasgos. Mineralogía. Enla clase de minerales terrosos y alcalinos hállanse los géneros barita, estronciana, cal, alúmina y magnesia, unas veces formando parte de las rocas del terreno, y otras como matriz ó ganga de los criaderos metalíferos de varias comarcas. La sílice (ácido silíci- co), ya al estado libre ó ya combinado con las bases salificables, abun- da tambien en especies y variedades, una de ellas es el cuarzo hia- lino rojo ahumado, que se conoce de tiempo inmemorial con el nombre de topacio de Hinojosa. Las arcillas de Valdepeñas, comprendi- das en la clase de silicatos aluminosos, son de veinte años á esta parte muy buscadas para muflas, crisoles y ladrillos refractarios. Y en cuanto á metales propiamente dichos, ¿quién no conoce en esta clase el hierro oligisto é hidratado de la Alta Estremadura, el de la cuenca de Espiel en Córdoba, y el de Calabazasjunto á Ciudad-Real en la Mancha? ¿Quién no ha visto las calaminas de Riopar (Alcaráz), el antimonio de Sta. Cruz de Mudela, el plomo de Linares, el cobre de Rio Tinto, el mercurio de Almaden, y la plata de Guadalcanal? Tam- bien en esta mina se halla el platino, de que tengo en mi coleccion particular magnificos ejemplares. No se sabe en verdad qué admirar mas, si la escelente calidad de las menas, la remota antigúedad de que data el disfrute de la mayor parte de los criaderos minerales, ó su notabilísima abundancia. Es pre- ciso confesar que bajo tal punto de vista Sierra-Morena lleva la pal- ma á las demás cordilleras de España. Cuando en ella se presenta un criadero metalifero bien caracterizado con un sistema de filones ú de 333 vetas regulares, aparece ya desde su orígen con el sello de lo inmen- samente productivo, de lo estable, de lo grande. Una parte, y no pequeña, de las minas que hoy dia se benefician, fueron en los mismos sitios conocidas y esplotadas por fenicios, y espe- cialmente por romanos. ¡Díganlo esas labores estensas abiertas á pico, en donde á cada paso hallamos candiles de barro, ánforas, sepuleros, mo- nedas y enseres varios de aquella época febril para el trabajo! ¡Díganlo esos depósitos de escorias, ya cobrizas ya plomizas, que forman colinas enteras, y á veces el pavimento de caminos de doble via que aún sub- sisten en el centro y el estremo occidental de la cadena! ¡Y digalo, en fin, ese cinabrio, que Ovidio y otros autores citan se enviaba para afeites á las damas de la antigua Roma, procedente del distrito de Al- maden ó region Sisaponense, como entonces se llamaba! Con respecto á la última clase de los minerales, ó lo que es igual, al carbon fósil, ulla ú hornaguera, hay en Sierra-Morena dos criaderos formales: uno el de la cuenca del Huesna, junto al Guadalquivir, en Villanueva del Rio, y otro el de Espiel y Belmez en la del rio Guadiato: cuenca que compite con la de Newcastle por la superioridad de los car- bones, y por sus numerosas y potentes capas. Las circunstancias locales en general de los criaderos mencionados son de tal manera propicias y adecuadas para el desarrollo de la indus- tria, que el dia en que llegue á hacerse de ellos una esplotacion en grande escala, cambiará de faz, no hay que dudarlo, el pais en que se hallan enclavados. La Geologia. No es por cierto la variedad de rocas lo que llama la atencion en el núcleo de estas montañas; es precisamente lo contrario; es la carencia absoluta de formaciones geológicas posteriores á las de sedimento primario, ó de otro modo, á las de esa época verdaderamente admirable en que la Omnipotencia divina permitió, bajo leyes sapientí- simas, indestructibles, constantes, la aparicion de séres orgánicos en la corteza del globo que habitamos. Este gran vacío en el órden cronológico de las rocas sedimentarias es cabalmente el mérito mayor del suelo de que se trata: allí, en una área de treinta leguas de largo, cuando menos, por doce ó quince de 334 ancho, puede estudiarse como en ninguna otra parte el mar paleozvico, cuyo terreno no fué bañado despues por aguas dulces ni saladas. Ha sido respetado, no hay duda, el núcleo central de la cadena, la cual formó siempre desde entonces verdadero continente, cuyos límites los marcan al Norte una banda fosilífera secundaria, bordeando el Tajo desde Te- ruel hasta el Océano, y al Sur un litoral terciario marino, casi siempre mioceno, que bordeando tambien el Guadalquivir atraviesa las provin- cias de Murcia, Jaen, Córdoba y Sevilla. Ni quita el colorido á este gran cuadro el terreno triásico y tal vez algo del permiano de la pro- vincia de Albacete, y la formacion terciaria lacustre, de escaso espesor por cierto, que en yacimiento horizontal, como la triásica, recubre in- mediatamente el terreno siluriano en las llanuras de la Mancha. Las rocas plutónicas, que en épocas distintas y de un modo tan vio- lento, trastornaron las capas primarias, juegan en Sierra-Morena un papel muy importante. Las sublevaciones, además de violentas, debieron ser varias, y me- diar entre cada una de ellas espacios de tiempo grandes: asi lo ha= ce sospechar al menos, en aquel laberinto de cerros y colinas, lo agu- do de sus aristas culminantes , el rápido declive de laderas y consi- guiente angostura de los valles: mo es estraño por lo mismo que del centro y el estremo de Occidente, en donde predominan las rocas plu- tónicas, se destaquen tantos ramales del núcleo central de la cadena, que van á enlazarse, principalmente por el Norte, con los montes de Toledo bajo direcciones varias. Las oscilaciones del suelo, que por sí bastan, aun sin acudir á gran- des cataclismos, para apreciar el levantamiento y el descenso gradual de los terrenos y el cambio de posicion de las aguas que los bañan, asi bien que fuertes aguaceros y otras perturbaciones naturales, como las que en el último invierno en nuestra Península hemos esperimen- tado, pudieron influir quizá para que el relieve de la sierra se pre- sente tan irregular y denudado. La edad relativa de esas rocas plutónicas, ó mejor el órden bajo el cual tendria lugar la sublevacion de los estratos, debió ser del modo siguiente, siempre en sentido hipotético hablando. 335 1.2 Granito de grano grueso á base de potasa, de los Pedroches de Córdoba y de Linares en la provincia de Jaen. Esta erupcion tal vez diese orígen al aspecto metamórfico que se observa en algunos estratos devonianos del valle de Alcudia: y la suponemos anterior á la sedi- mentacion del trias y terreno permiano, que en la Osa de Montiel des- cansa horizontalmente sobre estratos paleozóicos fuertemente inclinados. 2. Granito aporfidado ó de segunda erupcion de la Estremadura Alta y cercanías de Almaden; granito con cristales de labradorita no lejos de la Puebla de Alcocer, que pudo influir grandemente en la for macion de criaderos metalíferos de la comarca. 3. Pórfidos dioríticos, anfibólicos y feldespáticos, alguno de los cuales debió ser contemporáneo á la sedimentación en otras zonas de los últimos pisos del terreno secundario, y producir aquí modificacio- nes y metamorfismos nuevos en las vetas y filones preexistentes: asi lo indican por lo menos varios caractéres pirocnósticos de rocas traquí- ticas con mineral de plomo carbonatado y Witerita, y cristales pseudo- mórficos de Esperkisa (1) sobre espato barítico, que recientemente he descrito. Y ¡coincidencia singular! de tal estudio cristalográfico me ocu- paba en 28 del pasado enero, cuando los hombres eminentes de las ciencias, de mi insignificante persona se acordaban para formar parte de su Academia. Las piedras de construccion, pizarras de pavimento y de tejar, son buenas, abundantes, y no menos estimadas que los mármoles de Ara- cena, Constantina, Cazalla y el asperon rojo de Alhambra. En punto á baños y aguas minerales, íntimamente ligadas siempre con ejes de sublevacion de erupciones basálticas que acribillan el campo de Calatra- va y toda la Mancha Baja, hay en Sierra-Morena una riqueza admirable, digna de ser estudiada en sus no pocos detalles. Falta hacen en verdad análisis cuantitativas esmeradas de esta clase. La Paleontologia. En esta ciencia nueva, sublime, tan sublime como eminentemente filosófica, habremos, aunque á pesar nuestro, de decir muy poco, siendo como reducidas son las faunas que pueden (1) Del aleman Spaerkies, pirita radiada blanco-amarillenta, bisulfuro de hierro. 336 estudiarse en los terrenos de sedimento primario. La del siluriano in- ferior de la sierra hállase ya descrita por paleontologistas españoles y estranjeros, y no será estraño se encontrase tambien la primordial, y alguna ó algunas de las tres en que actualmente se divide el siluriano superior, si en nuestro pais pudieran consagrarse por largo tiempo á un estudio concienzudo los hombres entendidos en tal ramo. Fácil sería en efecto que en esa gran zona, desde Sta. Cruz de Mudela hasta Gar- litos ó Siruela, se hallasen grandes tesoros para la ciencia, de la primera animalizacion del globo, visto el brillante éxito conseguido por el infa- tigable celo y superior inteligencia del nunca bien ponderado Mr. Bar- rande en terrenos análogos de la Bohemia. Es por demás conocida la importancia de la reciente obra publicada por dicho autor sobre este asunto, para intentar siquiera el comentarla. En el terreno siluriano inferior de Sierra-Morena abunda la Calyme- ne Tristani, especie que fui de los primeros en dar á conocer al deseri- bir geológicamente en 1849, la cuenca del Guadiana. En esta clase de los crustáceos y orden de los trilobitos, se hallan tambien los géneros Asaphus é lllenus, característicos de la misma fauna. En el terreno deyoniano predominan los moluscos braquiopodos, braquidos y semibraquidos, esto es, los géneros Leptena Spivifer, Terebratula y Strigocephalus (Defrance), de cuyo último género con- servo en mi coleccion particular la especie Strigocephalus Burtini, re- cojida en el puerto de la Celadilla, junto á Valdeazogues, en Almade- nejos. Este fósil, que no he visto hasta ahora citado por nadie respecto de terrenos de España, tiene 07,10 de ancho por 10 á 11 idem de largo, y es enteramente igual á los que se encuentran en Paffralz sobre el Rin, segun descripcion de aquellos terrenos paleozóicos por los cé- lebres paleontologistas Murchisson y De Verneuil. Acerca de fósiles del terreno carbonifero tenemos muy pocos datos; y como no tardará en publicarse el resultado del reciente estudio hecho en la cuenca de Espiel por una comision del Cuerpo de Ingenieros de minas, se llenará cumplidamente entonces el vacío que se nota en este ramo. Aunque en estilo bien débil por mi inteligencia escasa, porque me 337 falta elocuencia, y porque solo el genio puede dar vida en las descripcio- nesá cuerpos que no la tienen, termino aquí la reseña con sus produc- ciones varias: pero ella ¿contiene acaso cuanto abraza aquesta sierra? No, de ninguna manera, esto lo sabe bien la Academia; no essino lo que por mí mismo he palpado; pero existe infinitamente mas, y mucho mejor descrito. A fines del siglo pasado brillaron en estos ramos Rojas Clemente, Párraga, Talacker, Bowles y Hopensak; y en el actual, Cava- nilles, Lagasca, Husmann, Le Play, Ezquerra, Pellico, Lujan, Prado, De Verneuil, Collomb y Wilkomm, cuyo último botánico es dis- tinguido y digno competidor de nuestro Lagasca, de ese célebre naturalista que aun en los postreros años de su vida se ocupaba con empeño del estudio de las gramineas de la Estremadura Baja; pero por mucho que valgan, como valen en efecto, todos estos traba- jos, son al fin insuficientes, por referirse á parciales trozos del ter- reno y á estudios meramente aislados, que convendria, sí, reunir, y aprovechar despues cuando se trate de la descripcion de esta sierra en grande escala, y con apreciación atómica de sus menores detalles. Asi, y solo asi, podremos tener un dia idea clara de la geografía botá- nica, de la geografía zoológica y de la geografía mineral correspon- dientes á nuestras cadenas de montañas. Asi tambien, y por estudios comparados, podrá determinarse la relacion que existe con las princi- pales lineas isoteras, isotermas é isoquimenas del globo; y asi, en fin, las circunstancias y condiciones climatológicas, las alturas absolutas y relativas de los puntos culminantes de la sierra, y su hidrografía super- ficiaria y subterránea, tendrán la necesaria cabida en este gran cuadro para bien de las ciencias é indispensable auxilio de la industria y de las artes. Y contrayéndome á esta última parte, ¿de cuánta mejora no es sus- ceptible esa Mancha, que en situacion céntrica, buen clima y buen ter- reno, es y será siempre insaluble, interin no se canalice el Guadiana, y se desequen sus encharcamientos estensos y malsanos? Las cosechas de cereales son en ella frecuentemente irregulares por falta de agua, ¡de agua! cuando hay en las lagunas de Ruidera depósitos capaces de inun- dar á poca costa aquella grande comarca. Asi los hombres no se opu- 338 sieran á la marcha que la naturaleza misma les traza, cuando ella con diques de toba cierra unos vasos naturales que darian lugar á verda- deros pantanos si los habitantes del pais no los perforasen, para evitar que el agua acumulada en tiempo de copiosas lluvias inunde con su fuerza de retroceso media docena de raquíticos molinos y batanes en las lagunas altas situados. Además, las aguas que corren tambien, sin gé- nero de duda, por la parte subterránea entre el terreno terciario y el siluriano, sin que para ello haya (porque no lo puede haber) ese su- puesto y misterioso hundimiento del Guadiana, deberian tambien uti- lizarse. No sería menos ventajoso, en fin, al cultivo y poblacion de Estre- madura el indicar los medios para el mejor aprovechamiento de esa fos- forita de Logrosan, ya que no se emplea en España aún como una par- te de la pasta para confeccionar porcelana, y ya que el terreno en que se encuentra es erial en su mayor parte, desde las Casas de D. Pedro hasta Cañamares, cuando precisamente allí mismo es donde predomina ese abono tan eficaz para las tierras como ningun otro de los abonos minerales. Pero se me dirá: ¿quién se encarga de semejante trabajo? ¿Es posible que lo abarque un hombre solo, por elevada que sea su inteligencia, y aun cuando de él se ocupe sin tregua alguna, sin descanso? No es, en efecto, para una sola persona, sino una empresa atrevida, temeraria; á lo menos por mi parte me considero incapaz de todo punto, no solo de ejecutarla, sino de formular siquiera sus bases. Este es un trabajo propiamente de Academia; y á la sabiduría de la que con tanta bondad me escucha, y á la de su digno Presidente, solo es dado el acordar los medios de llevarle á cabo con tino y perseverancia. Por lo demás, si en el pensamiento mio, que para tal objeto dejo tan desaliñadamente bos- quejado , se encontrase una sola idea aceptable, recibiré, no mas que por mi buen deseo, el mayor galardon que esta ilustre Asamblea pu- diera dispensarme. Madrid 11 enero de 1857. DISCURSO EN CONTESTACIÓN AL DEL SEÑOR DON FELIPE NARANJO Y GARZA EN EL ACTO DE SU RECEPCION COMO ACADEMICO NUMERARIO, LEYÓ EL EXCMO. SEÑOR DON ANTONIO REMON ZARCO DEL VALLE, PRESIDENTE DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS en la sesion pública celebrada el dia 11 de encro de 1857. a S, en ocasiones tan solemnes y gratas como la presente, el amor al sa- ber se nutre y goza con las verdades debidas á los esfuerzos de la inte- ligencia humana, mas halagúeñas han de ser todavía para nosotros las que acabamos de oir, pues que resaltan en ellas los atractivos podero- sos de una de las regiones mas opulentas de nuestra patria privilegiada. Ese poder irresistible que ha llevado la atencion del nuevo aca- démico á la cumbre de Sierra-Morena, en cuyas faldas vió por primera vez la luz del dia, y donde el estudio de los misterios y las leyes de la naturaleza, engrandeciendo su espíritu, ha formado sus delicias, ese mismo poder nosimpele á seguir ávidamente sus pasos, y gloriarnos con él de la riqueza, asi descubierta como en gran parte oculta, que nuestro pais encierra. Yo, Señores, me encuentro tambien en un caso especial y hasta cier- to punto análogo. Encantado en 1808 con las lecciones del célebre Ro- jas Clemente, á la sombra de los pomposos árboles exóticos que cre- cian en el Jardin de aclimatacion de San Lucar, hube de trocar rápida- mente mansión tan grata, impresiones tan suaves, por la agitacion propia de los campos de batalla , que habian sido antes el objeto predi- TOMO IV. 45 340 lecto de mis estudios. En las vertientes de Sierra-Morena, sobre las orillas del Guadalquivir, en medio de la lozanía de la juventud, contem- plaba con igual ahinco en los contornos de Bailén las tropas españolas y francesas que median sus armas , las rocas y la vejetacion, la esca= sez de las aguas, los ardores del clima y su enérgico influjo, nuestro mejor aliado para el triunfo gloriosísimo obtenido alli en el rigor del estío. Que no están reñidas, no, Señores, las inclinaciones aparentemente Opuestas que por distintos rumbos alimentan el entendimiento, y la guerra en su parte sublime merece justamente la categoría de ciencia. Rodeado de jueces competentes para fallar sin pasion sobre el diverso ejercicio de las facultades mentales del hombre, no temo sean mal aco- jidas estas frases ingénuas de un militar veterano, á quien cabe la hon- ra de hablar desde este puesto no merecido. El mismo impulso hidalgo y eficaz que movió el ánimo del nuevo académico hácia la contemplacion de lo que mas habia interesado sus mejores años, debia dar tambien orígen al generoso estímulo de la gratitud, habiendo de recordar el nombre venerable de Don Donato García, cuya pérdida lamenta la Academia con cuantos tuvieron la suer- te de conocerle de cerca. ¿Quién de nosotros no sentirá en su pecho la ternura que inspira la memoria del hombre sencillo y severo, destinado á esparcir en España las luces de la mineralogia y la geologia en uno de los momentos mas clásicos de la historia de estas ciencias, verifi- cándolo á favor de su buen juicio, sin apego á sistemas antiguos mi do- cilidad indiscreta 4 novedades? Ese catedrático ilustrado, idólatra de Verner, entusiasta admirador de Haúy, mostrando el carácter del ver= dadero sabio , aceptó sin repugnancia las doctrinas de Hausman , Brog= niart, Beudant y Berzelius, sometiendo definitivamente á la química la clasificacion de las sustancias inorgánicas. ¿Quién de nosotros no co- locara gustoso una piedra tomada de las mas preciosas rocas cristalinas, en el monumento debido á su saber, inofensivo ya á su modestia? Prestado por el autor este homenaje al mérito científico del que se complace en apellidar su maestro, pasa á establecer el tema que se ha propuesto, y que consiste en probar la necesidad de una descripcion completa de la cordillera de Sierra-Morena con relacion á los tres rei- 341 nos de la Historia Natural, desempeñando su objeto en términos que manifiestan sus conocimientos, y realzando el fondo de su narracion el modesto velo que delicadamente le cubre. Despues de una ojeada rápida que abraza el conjunto de las monta- ñas, teatro de sus investigaciones, haciendo resaltar sus caractéres esen- ciales, tales como su larga estension, su direccion feliz, su estraño y admirable relieve, y las riquezas orgánicas é inorgánicas que abriga en su seno, comienza por indicar las que corresponden á los dominios de la zoología y la botánica, en los cuales no quiere estenderse para lle= gar mas brevemente al de la geologia. En este su terreno favorito muestra los privilegios concedidos por la naturaleza'á la Sierra-Morena, dando á conocer la variada índole de las rocas que han contribuido al alzamiento de su masa, y cuantos caractéres le ha impreso sucesiva- mente la cronología de los hechos á que se deben su actual superficie y aspecto. No entraré yo en ese campo tan cultivado por el nuevo aca- démico, el cual, sofocando mas bien que vertiendo la multitud de pen- samientos de que está poseido, hace difícil el estracto de ellos, apun- tando en breves frases ideas trascendentales, susceptibles de deduc- ciones fecundas. En efecto, dando á la mineralogía, la geología y la paleontología su valor especial y recíproco, examina á la luz de estas ciencias la Sierra-Morena, presentando en estilo franco de pocas pince- ladas, el cuadro de sus bellezas naturales y de su riqueza. Descúbrense en él, por su diverso y caracterizado aspecto, asi las rocas neptúnicas como las plutónicas, y los períodos correspondientes á cada una de sus subdivisiones, llamando grandemente la atencion el vacío que se ad- vierte de formaciones posteriores á las de sedimento primario. Esta circunstancia, dominante en la constitucion geognóstica de aquel terri- torio, y que ocasiona la colocacion inmediata en varias localidades de los terrenos terciarios sobre los cristalinos, silurianos y carboniferos, da un carácter particular de gran mérito á la Sierra-Morena. Brillan sobre este fondo el hierro, la calamina, el plomo y el platino que de varios modos ostentan las rocas que los abrigan, contrastando grande- mente con los abundantísimos criaderos carboníferos de Villanueva del Rio, Espiel y Belmez. Vienen despues á multiplicar los variados objetos 342 del cuadro, como en último término, esos misteriosos fósiles que con sus distintas formas, y la diversidad de las épocas de su existencia, tanta luz han derramado para el conocimiento del globo que habitamos, y que en el mar paleozóico, cuyo recuerdo ofrece gran parte del territorio de que nos ocupamos, deben suministrar datos preciosos para su flora y su fauna subterráncas. Respetando por mi parte el elevado rumbo dado á su tarea, me per- mitiré dilatar algun tanto la vista por el ancho espacio que ofrece la to- pografía de las sierras cuyas cimas y cañadas hube de recorrer en dis- tintas ocasiones, combinando siempre el deber militar con el desahogo de la aficion cientifica. La orografía de nuestra Península, tan digna de estudio, está aún mal definida, á pesar de los esfuerzos hechos para lograr tan apreciable fin. Los trabajos que en estos últimos tiempos se han emprendido y conti- nuan con empeño, inspiran la confianza fundada de obtener sucesiva- mente resultados copiosos, y mas exactos que los conocidos hasta ahora. Lástima causa estudiar nuestras montañas aun sobre los mejores mapas. La multitud de escepciones á las leyes generales de la topografía física que nuestro suelo ofrece, y que son sin embargo su mejor confirmacion, ocasionan errores trascendentales. Sirva de ejemplo el trazado siempre inexacto que presentan los mapas de la arista ó línea divisoria de aguas entre el Mediterráneo y el Océano. Partiendo desde las Peñas de Eu-= ropa, en la cordillera septentrional, para terminar en la punta llamada tambien de Europa, sobre el estrecho de Gibraltar, describe aquella arista una curva irregular, y presenta tal variedad en su relieve, que aquí se distingue apenas en la estension de llanas mesetas, y allí se alza atrevi- damente, alcanzando en algun punto la region de las nieves perpétuas. De este modo en la Muela de San Juan da orígen á cuatro grandes rios de corrientes opuestas, rebajándose despues en los confines de la Man- cha y Valencia, y alzándose de nuevo hasta las cimas de Sierra-Segura, para distribuir sus aguas en direcciones encontradas, si bien por sus diversos giros afluyen la mayor parte al Segura y Guadalquivir, tribu- tarios del Mediterráneo y el Océano. La comision creada para el levantamiento del mapa de España, que 343 ha inaugurado sus trabajos geodésicos bajo los mejores auspicios, llegan- do al caso de contribuir á la perfeccion de los aparatos necesarios en esta delicada clase de trabajos, la que con el título de geológica ha dado ya muestras de su inteligente laboriosidad, haciendo descubrimientos en el orden propio de la ciencia que tantos tesoros encontrará en nuestro suelo, y por último, los estudios para la construccion de caminos de hierro, en cuyas indagaciones merece lugar tan preferente el relieve del terreno, todos estos medios legitiman la esperanza de ver lleno el vacío funesto que lamentamos. Mientras tanto, habremos de contentarnos con los datos publicados y los adquiridos privadamente. El aspecto orográfico de España y Portugal, que á primera vista ofre- ce un laberinto de montañas, puede considerarse á nuestro propósito dividido en tres sistemas, septentrional, central y meridional. Al últi- mo pertenece la Sierra-Morena. Para llegar á definirla con la claridad posible, descompondremos, por decirlo asi, aquel sistema en tres gru- pos: el correspondiente á Sierra-Nevada, que domina el interior y la costa del antiguo reino de Granada; el de la Sierra-Segura, mas al Nor- te, de cuyo macizo, unido al de la de Alcaraz, parten estribos y valles que se enlazan con el grupo anterior, ó se dilatan porlos territorios de Murcia, la Mancha y Jaen; y por último, el que forma la cadena 0 cor- dillera que, partiendo de los confines de las mismas sierras, se estiende al Oeste con el nombre de Sierra-Morena, separando la Andalucía de la Mancha y Estremadura. Si el largo espacio que ocupa lo reducimos al que media entre las faldas de la mencionada Sierra-Segura, cuyas ver- tientes occidentales dan orígen al Guadalquivir, hasta las inmediaciones del camino real de Badajoz á Sevilla, habremos logrado contraernos al territorio que ha servido de objeto á las investigaciones de nuestro colega. La direccion de la cordillera esplica por sí sola los fenómenos natu- rales que presenta, sobre todo bajo el aspecto de la vida orgánica. Al color oscuro que ofrecen en su vigor aun los arbustos que pueblan su falda meridional, se atribuye el nombre que se la da. ¿Quién no ve en el resguardo que su eleyacion ofrece al estenso valle del Guadalquivir, las condiciones propias de un invernáculo natural, donde espontánea- 344 mente se dan lozanas y fructíferas plantas, que sin tal abrigo vejetarian mezquinas, ó ocaso exigirian estufas y otros recursos del arte? Pero hay una circunstancia que sobresale entre todas las que consti- tuyen esta region afortunada, y que descifra los que en otros conceptos parecieran enigmas. El pais del Norte de la cordillera correspondiente á la Mancha y Estremadura, es una alta meseta de la cual se sube poco hasta la cumbre de la misma sierra, para descender rápidamente al cauce profundo del Guadalimar y del Guadalquivir. Esta condicion, observada en las cordilleras de Europa que tienen próximamente direccion paralela al Ecuador, se hace mas sensible en las vecinas al Mediterráneo; y sucediendo lo contrario en las de la costa septentrional de Africa, esplica y confirma esta discordancia la misma causa que produjo la cuenca de aquel mar. Cuando se contempla que el Tajo en Aranjuez corre á 1745 pies sobre el Océano, el Záncara, representante del Guadiana, á 1820 en Villarta, y el Guadalquivir en Andujar á 744, se concibe facilmente la diferencia de nivel entre el Norte y el Sur de Sierra-Morena. Siguiendo el camino de Madrid á Andalucía que pasa por aquellos puntos, se en- cuentran antes de salir de la Mancha dos pueblos llamados el Viso y el Visillo, cuyo nombre revela en lenguaje castizo la eminencia del lugar que ocupan, y que en efecto, y á despecho delas apariencias, determina la línea divisoria de aguas entre el Guadiana y el Guadalquivir, alcan- zando sobre el mar la altura de 2260 pies. Dos leguas median aún des- de ellos hasta tropezar con la verdadera Sierra. Para atravesarla era preciso antiguamente trepar hasta el Puerto de Almuradal, en el que empieza la vertiente opuesta. Vino la época de Carlos 1, y queriendo franquear aquellas montañas por medio de un gran camino, la vista há- bil del coronel de ingenieros Lemaur observó que los rios Magaña y Almuradiel, procedentes del Viso y del Visillo, reunidos primeramente y favorecidos despues por la índole geológica del terreno, penetraban en Andalucía á través de la cordillera. Aprovechando tan feliz coyun- tura abrióse el camino diestramente á lo largo de los altos y fragosos es- carpados por cuyo pie se precipita el rio, proporcionando asi un con- traste admirable entre la comodidad y la belleza de la obra con el hór- DC 345 rido aspecto del barranco que habia merecido el nombre de Despeña- perros. Mas tarde se proyectó tambien por el mismo ingeniero, á favor de tan útil abertura, el paso de un canal de navegacion de Castilla á Anda- lucía. La prolijidad empleada al bosquejar este cuadro servirá para evitar la que reclamarian de otro modo los casos semejantes que abundan en la Sierra-Morena, imprimiéndola un carácter distintivo y fecundo en aplicaciones. Tambien debe producir en el ánimo ilustrado de los aman- tes de las ciencias la confirmacion de una verdad importante, no desar- rollada aún suficientemente. Tal es la que estriba en la íntima relacion existente sin la menor duda entre la configuracion topográfica de un pais y sus leyes hidrográficas de una parte, y de otra la naturaleza geo- lógica de las rocas y terrenos que constituyen la índole especial de su masa y de su superficie. Recorriendo la cordillera que nos ocupa de Oriente á Poniente, vese desde luego bajar al Norte desde la cumbre las montañas de Alcaraz, torcer al Oeste y no lejos al Sur para horadar la Sierra el rio Guadal- mena, que embebido en el Guadalimar corre al S. O. en busca del Gua- dalquivir. Siguen luego las diversas vertientes que partiendo del mismo llano de la Mancha, entre Almedina y Montizon, se reunen para formar, des- pues de atravesar la cordillera, el Guadalen, tributario asimismo del Guadalimar, al que se une frente á Linares. El Almuradiel, despues de abrir el paso de Despeñaperros, pierde su nombre en el Guarriza, que baja de Aldea-quemada y entra en el mismo Guadalen. Al Sur de Ciu- dad-Real, entre el Jabalon, afluente del Guadiana, y la Sierra-Morena, las descendencias de estas, irregulares, mas ó menos elevadas, cruzando aquel espacio dan origen á varios rios, que constituyendo el Jándula, se acumulan para forzar la barrera de las montañas, y á través de áspe- ros terrenos llegar á Guadalquivir cerca de Montoro. Un territorio clásico bajo este aspecto es el de los Pedroches de Cór- doba, llano en su centro, ceñido de alturas por todos lados, eleva- do 2400 pies sobre el mar, dentro del cual se halla en una loma ó viso 346 la línea divisoria del Guadiana y del Guadalquivir. El Guadalmez recoje todas sus vertientes septentrionales, y las lleya al Zújar, tributario del Guadiana. Otras corrientes al S. de dicha loma vienen por derecha é izquierda á dar nombre al paraje llamado de las Juntas, para formar el Guadalmeyato, que precipitándose por las caidas de la Sierra, rinde sus aguas al Guadalquivir antes de las ventas de Alcolea. De un modo se- mejante, los que bajan al Norte de la cordillera desde los altos vecinos á Fuente-Ovejuna, y que pasan por las inmediaciones de Belmez y Espiel para formar el Guadiato, penetran torciendo su curso por una angos- tura en el interior de la Sierra, cayendo al Guadalquivir no lejos de Al- modovar. El Viar, que nace igualmente al Norte de la Sierra, corre hácia el Oriente á lo largo de sus faldas por el llano de Estremadura, y va- riando de direccion al Sur y aprovechando la hendidura de las montañas. que le da paso no muy distante del Real de la Jara, sigue hasta Can- tillana, donde se confunde con el Guadalquivir. Tan lijera enumeracion de los pasos abiertos en Sierra-Morena por la fuerza de las aguas pro- cedentes de la alta meseta de la Mancha y Estremadura, á favor de las condiciones geológicas de su masa, es sin embargo suficiente para es- plicar muchos acontecimientos que la historia nos ofrece, y dar márgen á4 pensamientos provechosos en la construccion de caminos, á despecho de la fragosidad del pais. A fin de completar la idea del relieve de la sierra, conviene consi- derar además las ondulaciones que su cima presenta en la direccion de su longitud, rebajándose en unos puntos y alzándose en otros, produ- ciendo asi las consecuencias naturales en los distintos planos inclinados de sus faldas. Un ejemplo dará á conocer la importancia de este influjo; en el meridiano de Andújar la sierra se leyanta hácia las alturas vecinas á Fuencaliente; desde la línea que traza este meridiano entre ambos puntos desciende la sierra al E., perdiendo sucesivamente en aspereza para presentar colinas solamente hasta Montizon y la base de Sierra- Segura: circunstancia digna de atencion al trazar los caminos que hayan de atravesarla. Asi es que de todas las vias férreas proyectadas para sal- var estas montañas, la mas fácil es la que no lejos de Alcaraz entra desde la Mancha por el espacio de accidentes mas suaves anteriormente 347 indicados, y encuentra el Guadalimar siguiéndole hasta el Guadalquivir, cuyas márgenes determinan el resto de su trazado. No asi sucede cuando intereses de gran monta obligan á proyectar un camino de hierro que ligando el centro de la Península con las ricas minas de Almaden y los criaderos carboniferos de Belmez y Espiel, penetre por Sierra-Morena, y baje hasta Córdoba ú otros puntos del Guadalquivir. La facilidad que este camino ofrece por el llano de la Mancha y la márgen izquierda del Guadiana, hasta las inmediaciones del primero de aquellos puntos, se conserva bastantemente al desviarse hácia el S. O. en bus- ca de los dos últimos, y atravesando la llana meseta de los Pedroches, se acerca ventajosamente á ellos. De aquí en adelante la circunstancia de las hendiduras, hechas en la sierra por las aguas que bajan de dicha meseta, favorece sin duda el trazado de esta clase de camino; mas yienen á contrariarla su carácter torrentoso, las márgenes escarpadas de los rios y arroyos, la elevacion de los estribos que forman la divisoria de sus vertientes recíprocas, de las cuales alguna entre Espiel y Córdoba llega á 2022 pies sobre el mar, y la fragosidad consiguiente á montañas de mucha altura y po- ca base. Los valles del Guadiato, Guadalbarbo , Guadalmellato y otros, han sido y son objeto de estudios prolijos; confirmándose de este modo la doctrina antes establecida, de la íntima relacion que entre sí tienen la indole geológica , el relieve y los demás caracteres de la topografía, no menos que el influjo de todos estos elementos, en la prosperidad de los pueblos y sus relaciones sociales, aun las belicosas. Y no es esta consi- deracion aplicable solamente á la época actual. La historia nos muestra hechos de otras mas remotas, y sujiere comparaciones notables de su- cesos distantes, sometidos por decirlo asi á la constitucion física de los paises. La España es cabalmente uno de los mas clásicos bajo este punto de vista. Sus diversas cordilleras paralelas entre sí, que corren desde Oriente á Poniente, esplican muy bien algunos hechos que parecen fe- nómenos. Los romanos, poniendo el pie en Tarragona y partiendo de allí á Zaragoza, centro de sus relaciones en el Norte de la Península, esten- TOMO 1V. 44 348 dieron una de sus mejores vias hácia la Mancha, y aprovechando el curso del Guadiana, como hoy va á verificarse con un camino de hierro, se adelantaron hasta Mérida, nudo de aquellas relaciones al Occidente, uti- lizándola para las minas de plata de Guadalcanal, la de cinabrio de Al- maden, y tantas otras de metales preciosos, cuya antigúedad, riqueza y beneficio demuestra con erudicion el autor del discurso que hemos escuchado. En las guerras sobre todo es donde mas resalta el poder de las le- yes físicas de los territorios que las sirven de teatro. Los árabes procedentes de Tarifa forzaron sin dificultad , merced al estado lamentable en que la nacion se hallaba, las líneas sucesivas de montañas que debian cortar perpendicularmente hasta tropezar con la mas septentrional de ellas. Mas esta barrera inespugnable, permitien- do que en Covadonga se estableciese el foco de la reaccion, dió origen á una lucha de siglos, durante los cuales sirvieron sucesivamente de recíproca frontera las cordilleras que atajaban las operaciones de las huestes enemigas, y cuyos espacios intermedios fueron por tanto el teatro de porfiados combates. Viniendo al terreno que fija nuestra atencion, la Mancha servia de campo á estas contiendas en el siglo XII, cuando dueños del Tajo y de Toledo los cristianos, se abrigaban los moros en las faldas de Sierra- Morena, vertientes al Guadiana. Á orillas de este rio, Calatrava fué su gran plaza fronteriza, hasta que arrojados de ella sirvió de cuna al ilus- tre orden caballeresco y religioso que allí tomó nombre, y tanto contri- buyó álos triunfos posteriores. No fue indiferente, antes bien de gran ayuda para su logro, la me- nor altura y mas fácil acceso de la cordillera en el sentido de la inva- sion, hasta alcanzar su cima, desde la cual, dominando siempre, pudo estenderse por las faldas opuestas. Protejidos asi los cristianos por la caida rápida de las vertientes, tuvo lugar en 1212 la célebre y decisiva victoria de las Navas contra las huestes mas numerosas que los moros presentaran; quedando asi, á principios del siglo MIT, libre la Mancha, Sierra-Morena en poder de los vencedores, y abierto el valle del Gua- dalquivir á las famosas conquistas de Córdoba y de Sevilla. 349 En tiempos recientes los invasores de 1808 detuvieron su paso so- bre el Tajo; los llanos de la Mancha sirvieron repetidas veces de cam- pos de batalla; la Sierra-Morena les presentó despues débil resistencia; y los que llegaron á establecerse frente á Cádiz, dejando mal seguras sus comunicaciones á través de las cordilleras que habian franqueado hasta alli, hubieron de retroceder á Irun y defender su propio suelo. Asi, Señores, el entendimiento humano, cuyas funciones todas pue- den quizá espresarse por la facultad de apreciar relaciones, las encuentra con fruto entre los elementos físicos, morales, políticos y aun militares que juegan en la esfera donde vive el hombre. Movido por la fuerza de esta elevada consideracion el nuevo aca- démico, é inspirado sin duda por el deseo de utilizar prácticamente los poderosos auxilios de las ciencias con sus acertadas aplicaciones, enu- mera algunas de las que debieran intentarse para dar á la Mancha sa- lubridad, riego y medios de prosperidad agrícola é industrial, estendien- do sus indicaciones á Estremadura. Termina, en fin, su bien concebida tarea con un pensamiento luminoso, encareciendo sobremanera la im- portancia y aun necesidad de llegar á obtener la descripcion completa de Sierra-Morena, abarcando en ella cuanto puede influir en su mas exacto conocimiento cientifico bajo todos conceptos. Y á la verdad, Señores, tal debe ser el ancho horizonte cuyos tér- minos abrace la noble ambicion de los amantes del saber, y por tanto de las corporaciones donde los reune su comun aficion. Materia es esta digna de ser tratada aqui, mas superior con mucho á mis débiles fuerzas. Cuando considero el número, la variedad y recíproca accion de los elementos que contribuyen á formar lo que puede llamarse la consti- tucion física de un pais, se inflama vivamente mi deseo del concurso de las ciencias todas, para conseguir un objeto á la par grandioso y fe- cundo. Notables han sido en estos últimos tiempos los esfuerzos hechos para el logro de tan importante fin por sabios distinguidos, que son el ornamento de la inteligencia humana. Mas fuera de apetecer que sus preciosas investigaciones, reunidas en un solo cuerpo de doctri- 350 na, mostrasen en su conjunto cuanto entra en la calificacion de la natu- raleza de un pais. Mi pequeñez concibe, sin embargo, esta dificil posi- bilidad, cuya realizacion debe esperarse de las facultades intelectuales de escritores como Humboldt, Quetelet, Becquerel, Foisac, Richard, Zimnormaun, de Candolle y otros, que désde puntos de vista diferentes han contemplado las fases de estudio tan sublime y luminoso. ¿Cuáles son las causas que determinan la naturaleza del clima de un pais? ¿Cuál sa número, su valor, su accion recíproca? ¿Cuál la in- fluencia patente y admirable del clima sobre la vida orgánica? ¿Cuál es esa innegable , esa íntima relacion entre los demás agentes de la natu- raleza, y el hombre que la señorea á fuer de su poderosa inteligencia? ¿Hasta qué punto pueden modificarse las condiciones de un clima por la intervencion del hombre, ya destruyendo influjos maléficos , ya em- pleando los benéficos recursos de la ciencia y del trabajo? ¿Hasta dón- de se estiende la mágica accion de todas esas fuerzas, constante- mente ejercidas sobre la vida física, moral é intelectual de los pueblos? ¿Cuáles pueden ser las aplicaciones de tan útiles estudios al espíritu y al órden social de los pueblos mismos? Ah, Señores, me remonto sin sentir hácia una esfera vedada para mi escasa penetracion... Sirvame de escusa la nobleza del impulso que me mueve, y la confianza fundada de que un público tan ilustrado aco- jerá benigno las indicaciones sujeridas por mi amor al saber, cuya di- latacion está reservada á los que gozan del privilegio de instruir á sus semejantes..... ENSAYO DE UNA DESCRIPCION GENERAL DE LA ESTRUCTURA GEOLÓGICA DEL TERRENO DE ESPAÑA EN LA PENINSULA, POR EL ILMO. SEÑOR DON JOAQUIN EZQUERRA DEL BAYO, Académico de número en la seccion de ciencias naturales. SECCION V. De los terrenos de sedimento comunmente llamados secundarios. Siómaco el plan que hemos adoptado para cumplir nuestros compro- misos de dar una ligera idea de la estructura geológica del territorio es- pañol en la Península, trabajo que, si bien con algo mas de amplitud en los detalles, debia, á nuestro modo de ver, preceder ó servir de base á todos los que se preparan para la formacion de una carta geológica, que con tanta razon nos reclaman las exijencias de todas las personas científicas de otras naciones; y teniendo presente por otra parte las consideraciones que hemos manifestado al principio de la Seccion 1V, debemos entrar ahora en la descripcion de los terrenos de sedimento, que todos los geólogos han convenido ya en caracterizar con el nombre de secundarios. Este período, el de mas consideracion en transcurso de tiempo en- tre todos los que se consideran en geologia, es, á mi modo de ver, el que mas dificultades ofrece para su verdadera y exacta clasificacion, y es el que, por consiguiente, viene mas en apoyo de la exactitud de mi TOMO 1Y. eS 352 aserto (Memorias de ciencias naturales, tomo IV, página 130) de lo prematura que ha sido en general la clasificacion de los terrenos en geo- logia, antes de haber reunido los suficientes datos, suministrados por la observacion parcial de las diferentes regiones á que en el dia puede penetrar la incansable investigacion de los muchos individuos que á esta ciencia se dedican. Habiéndonos ocupado en la seccion anterior de los terrenos paleo- a01cos 6 primarios de sedimento de Pictet, y en el que se comprenden las formaciones desde el número 14 al 18 de la clasificacion de Lyell (véase la primera seccion de este trabajo), es decir, desde los terrenos cambrianos hasta los carboníferos, resultan ahora para el verdadero pe- ríodo secundario de sedimento las formaciones ó terrenos de Lyell, desde el número 5 al 13. Cretáceo. Arenisca verde. Vealdiano. . — Oolita superior. . —Oolita intermedia. 10. Oolita inferior. 11. Lias. 12. Arenisca roja moderna superior y muschelkalk. 15. Arenisca roja moderna inferior y zechstein. La principal causa de la poca confianza que merecen esta y todas las clasificaciones de los geólogos ha sido sin duda ninguna, segun de- jamos indicado, el deseo de obtener la primacía en la clasificacion, y para ello han acostumbrado á generalizar como grupo ó formacion geo- lógica el terreno observado en una localidad determinada, consignán- dole un nombre que indicaba los caractéres especificos que allí presen- taba, y que despues se ha visto estar en contradiccion con los que pre- sentan los terrenos análogos en otros puntos. Lo mismo ha sucedido en la mineralógia, por tomar demasiado en cuenta los caracteres este- riores. Asi, por ejemplo, porque en algunos condados de Inglaterra fija- ron la atencion en un grupo de estratos de margas, arcillas y areniscas, predominando estas y presentando todas un color rojizo, las compren=- Sm 1009 353 dieron desde luego en un grupo, consignándole el nombre de formacion de la arenisca roja, siendo así que, segun se ha visto despues, sus aná- logos en otras partes son de colores muy variados y hasta enteramente blancas, y que tampoco es condicion indispensable el que predominen las areniscas. Lo mismo sucede en el grupo oolítico, en el que hay mu= chísimas calizas que no son de estructura oolítica ó granuliforme, y en el grupo cretáceo, que son muy pocas las areniscas verdes que tengan un color verde, ni siquiera verdoso. En Alemania dieron el nombre de muschelkalk (caliza con conchas), y que ha sido admitido por la gene- ralidad de los geólogos, á una caliza muy abundante en restos de mo- luscos, que se presenta allí con mucha frecuencia, constituyendo un determinado miembro del grupo de la arenisca abigarrada; calizas muy abundantes en restos de moluscos, ó sean calizas conchíferas, se ven por todas partes y en toda clase de formaciones. Todas estas, que bien pueden llamarse aberraciones, producen una cierta confusion que difi- culta el estudio elemental de la ciencia para los que tratan de iniciarse en ella, y mucho mas para los que solo se proponen adquirir unas no= ciones ó conocimientos generales. Este inconsiderado afan, y esta ambiciosa premura de querer deter- minar y clasificar antes de tiempo el orden sucesivo de los terrenos, me- rece todavía menos indulgencia cuando se tienen presentes las dificul- tades que se ofrecen, la mayor parte de las veces, para reconocer con exactitud dónde concluye una formacion y desde dónde debe empezar á contarse la siguiente. El axioma ó aforismo de la antigua filosofía es- colástica: Non datur vacuum in natura, se traducia en nuestras univer- sidades: La naturaleza tiene horror al vacío, y con esto creian haber dado solucion álos enigmas que les ofrecian ciertos fenómenos natura- les para ellos incomprensibles. Algunos filósofos modernos han estado mas acertados en la traduccion de aquel célebre aforismo, cuando han dicho: No hay ócio ni descanso en la naturaleza; esto es, la naturaleza está siempre en actividad, sin ningun intérvalo de reposo, sin que sus agentes dejen siquiera un momento de ejercer ó desplegar la accion á que ella los tiene destinados, lo cual se corrobora muy cumplidamente con la observacion y el estudio de los fenómenos geológicos. 354 La lucha, digámoslo asi, perenne y constante entre la fuerza espan- siva del calor central de nuestro globo y la atraccion universal de la materia, en la que además intervienen tambien los agentes llamados at- mosféricos, ha producido y está produciendo todos los trastornos que ob- servamos en la estructura y condiciones de la naturaleza de la corteza de nuestro planeta: formacion sucesiva y alternada de aluviones y conglome- rados de cantos mas ó menos gruesos; de areniscas de grano mas ó menos fino; de arcillas mas ó menos puras, ó con mas ó menos mezcla de sustan- cias de diferente especie; y por último, de calizas tan variadas en su com- posicion como lo son todas las rocas. La fuerza espansiva del calor in- terno por otra parte, tiende siempre á dilatar y quebrantar la corteza terrestre, trastornando accidentalmente en algunos puntos la posicion de sus estratos, hasta llegar á ponerlos verticales en lugar de horizon- tales como yacieron antes, y esto lo hace de un modo lento é imper- ceptible, pero trabajando con constancia, sin descanso y sin interrupcion. Algunas veces sin embargo, la materia incandescente interior rompe la corteza, saliendo al esterior á través de ella; y como entonces su fuerza espansiva se acumula y reconcentra en un ámbito mas circunscripto, el movimiento ó cambio de posicion de los estratos, antes de verifi- carse la rotura, suele ser mas sensible y no tan lento, cuasi repentino algunas veces: pero despues de la erupcion vuelven los fenómenos á seguir su marcha lenta y normal, lo que muchos suelen llamar período de reposo muy impropiamente, porque segun dejamos sentado, en la naturaleza no hay reposo ni descanso, non datur vacuum in natura. En los sitios en que la posicion de los estratos sufrió la alteracion mas aceleradamente, segun acabamos de indicar, los subsiguientes de- pósitos sedimentarios, colocándose horizontalmente como es natural, re- sultarian en posicion discordante con los estratos anteriores. En el caso únicamente de verificarse esta combinacion es cuando la estratigrafía puede prestar algun auxilio para la clasificacion y determinacion de las formaciones geológicas, si no alcanza para ello el estudio de los restos fósiles incrustados en el terreno. Pero como por otra parte estas rotu- ras de la corteza del globo, y estos trastornos bruscos de la posicion de sus estratos, aun cuando deban ser agrupados como fenómenos cor- 355 respondientes á cada una de las épocas ó periodos geológicos, no por esto ha de entenderse que se verificaron simultáneamente en todos los puntos del globo donde aparecen, sino que lo hicieron con interrupcio- nes de mas ó menos consideracion, y con circunstancias y bajo condicio- nes diferentes en cada localidad, produciendo por lo tanto resultados en que, no siempre se puede reconocer la analogía ó semejanza nece- saria para ser consignados en una misma clase de formacion. El otro fenómeno consiguiente á las erupciones de la masa ígnea interior, y que tambien contribuye á dificultar la clasificacion de las for- maciones, es lo que llaman el metamorfismo de las rocas, esto es, la alteracion mas ó menos marcada que ellas han sufrido por la accion ca- lorífera, cuya influencia alcanza algunas veces en todas direcciones has- ta distancias muy considerables. Las calizas cambian de testura y de color, ó bien únicamente se endurecen y hacen mas compactas, segun es su composicion química, y segun es el estado de su agregación mecá- nica; las arcillas cambian de color y suelen endurecerse hasta el punto de echar chispas con el eslabon, como sucede por ejemplo en la Escandi- navia, donde yo mismo he hecho la observacion; las areniscas tambien, segun sea la naturaleza química de sus elementos ó el estado de agre- gacion de los granos que las constituyen, varian de colorido, se abigar- ran ó matizan en fajas de tintas diversas, se endurecen y pasan á ser verdaderas cuarcitas, ó bien por el contrario se desagregan y pulverizan por haber sufrido una verdadera frita, perdiendo al mismo tiempo todo colorido, como he tenido ocasion de observarlo en alguno de los pocos terrenos del keuper que se presentan en nuestra España. Hasta los aluviones y conglomerados antiguos suelen tambien trabarse y conver- tirse en rocas unidas y consistentes, que se llaman pudingas cuando los cantos están redondeados, y brechas ó rocas brechiformes cuando los cantos son angulosos; cuyas rocas, si predominan en ellas los elemen- tos calcáreos, toman un aspecto marmóreo con el pulimento artificial, y se prestan entonces tan admirablemente á su empleo en la escultura ornamentaria. Otra de las consecuencias del metamorfismo de las rocas, sobre todo en las calcáreas, es la completa desaparicion de los restos fósiles de moluscos, por haberse llegado á calcinar completamente, y fal- 356 tando por lo tanto uno de los principales datos para reconocer su edad relativa; asi por ejemplo, el marmol de Carrara, que durante tanto tiem- po ha sido considerado como una caliza primitiva no fosilífera, se ha visto despues no ser otra cosa que una caliza jurásica completamente metamorfizada en algunos puntos, pero no absolutamente en toda la estension de los estratos que la constituyen. Subdivision de los terrenos secundarios. Teniendo, pues, presentes todas las consideraciones que dejamos sentadas, que no pueden ser refutadas, y considerando además lo mucho que todavía nos falta que saber antes de llegar á poder establecer una clasificacion menos incierta, yo me atrevería á proponer una division de los terrenos secundarios en dos grupos ó secciones: el primero ó mas antiguo, desde la arenisca roja moderna inferior hasta la oolita inferior, es decir, desde el número trece subiendo hasta el número diez; y los cinco números restantes para el segundo grupo, que, á decir verdad, es el que está mejor clasificado y mejor reconocido en sus detalles, descar- tando sin embargo el terreno wealdiano, por ser, por lo menos hasta ahora, una especialidad local en Inglaterra. El primer grupo es el que mas ocasion ha dado de cometer errores ó equivocaciones; los geó- logos estrangeros que en un principio vinieron por España, veian por todas partes la formacion del keuper ó margas irisadas, adjudicando este nombre á las margas y areniscas, si bien fuesen terciarias, que presentaban una tintura abigarrada, ó en zonas de distintos y variados coloridos. Pasemos, pues, á ocuparnos de dicho primer grupo, y vea- mos de qué manera se presenta en algunas localidades de España donde está reconocida y bien determinada su existencia. Primer grupo, ó grupo mas antiguo de los terrenos secundarios. Una de las cosas que mas dificultan el estudio comparativo de este grupo, es la tan variada nomenclatura que han adoptado los geólogos para la designacion de los terrenos que en él pueden ser comprendidos 357 como análogos ó semejantes en diversas localidades. Cada geólogo pa- rece que tiene á mengua ó á desdoro el seguir empleando los antiguos nombres, ó los dados modernamente por los autores contemporáneos que les han antecedido, y reemplazan estos nombres con otros, tal vez mas adecuados, pero que no por eso dejan de introducir una gran confusion en el estudio de la ciencia, y tanto mayor cuanto mayor es el número de las descripciones que uno quiere consultar. A los cuatro números de la clasificacion general de Lyell que esta- mos considerando corresponden, segun la sinonimia que presenta Pictet, por su orden de antigúedad: Terreno Peneano, que es sinónimo de terreno psammerylhrico de Huot y terreno permeano de Murchison; lo subdivide en dos secciones, la inferior ó mas antigua, formacion de la arenisca roja Ó formacion psammerythrica, comprendiendo el nouveau gres rouge de los franceses, el todt-liegendes de los alemanes, el red conglomerat de los ingle- ses, etc.: siendo de advertir, que estos diversos nombres no son su res- pectiva traduccion en cada idioma. Seccion superior. Formacion magnuesiana; el zechstein, el calcaire magnesien, la caliza alpina, etc. Terreno triásico, sinónimo de terreno keuprico de Huot, y dividido en tres formaciones. 1.2 La formacion poeciliena, sinónimo de arenisca abigarrada, ó sea el bunter sandstein de los alemanes; comprendiendo la grauvaca de los Alpes, el cuarto grupo de los terrenos obyssicos poecilienos de Bron- gniart, y una parte de la arenisca ullera de los montes Carpatos, de Beudant, subdividida en dos pisos, el inferior llamado de los Vosgos y el superior piso poecilieno. 2. La formacion conchifera. Sinónimos: muschelkalk; terrenos yzénicos, abysicos, conchíferos de Brongniart; segunda caliza secunda- ria de Boué. 3.” Formacion keuprica. Sinónimo de keuper y de margas irisadas. Terreno jurásico, sinónimo de jura-kalk y oolithenkalk de los ale- manes, que comprende las formaciones: la liásica ó del días, que algunos llaman caliza de grypheas, y la formacion oolítica, cuyo estrato infe- 358 rior tiene los sinónimos de grande oolithe, terreno bathoniano, oolita inferior, y que comprende el cornbrash, el forest-marble, el fullers- cart y el bradford-clay de los ingleses. Si consultamos á £yell nos dirá, que el grupo de la arenisca roja moderna es llamado grupo poikilítico por los célebres Conybeare y Buckland, y que debe separarse en dos grupos. La arenisca roja moderna superior ó trias de los alemanes, en la que se consideran tres formaciones: a, margas irisadas=keuper=sa- liferons marls and sanstone; b, muschelkalk ó caliza conchífera, que no se ha encontrado hasta ahora fuera de Alemania; y c, arenisca abi- garrada=bunter sandstein=sandstone and cuartzose conglomerale. La arenisca roja moderna inferior, dividida en dos formaciones: d, dolomias y pizarra cobriza; zechstein und kupferschiefer=magnesian limestone (dolomitic conglomerate); e, conglomerado rojo=rolhes todt- liegendes=lower new red sandstone. El profesor de geología en la universidad de Heidelberg, César de Leonhard, en su clasificacion general de los terrenos, reune en el VI grupo las formaciones del lias y del keuper; en el VII grupo el muschel- kalk y el bunter sandstein; y en el VIII el zechstein y el todt-liegendes. Sin necesidad de acudir á mas citas ni de consultar con mas auto- res, me parece quedar bien demostrada la confusion que antes he indicado, y lo conveniente, lo necesario que sería el que todos los geó- logos, dejando á un lado las polémicas y controversias pueriles que los agitan, se fijasen definitivamente en una misma clasificacion y en una misma nomenclatura, con términos no tan exóticos; reuniéndose para este único objeto en un congreso ó reunion especial, como las que ahora se verifican anualmente en varios paises para tratar y consultar sobre ciertas y determinadas ciencias con toda amplitud. Pero á esto se me dirá, y yo concedo desde luego: 1.” que, como ya voy repitiendo tantas veces, no hay todavía reunidos los datos suficientes para decidirse por una clasificacion racional, que se halle en concordancia con la marcha y la sucesion de los fenómenos; y 2.” que, como á cada uno sele figura que su nomenclatura es la mas adecuada y propia, muy pocos ó acaso nin- guno querria ceder la suya para admitir la de otro, sobre todo no sien- 359 do de su misma nacion. En la clasificacion y nomenclatura de los terre- nos secundarios de mi segundo grupo, y tambien en los terciarios, hay ya alguna mas fijeza; los geólogos se copian unos á otros, traducien- do la nomenclatura á su respectivo idioma, lo cual prueba claramente que estos terrenos están ya bastante bien estudiados, y bastante bien demostrada la generalidad de sus principales relaciones. En astronomía, por ejemplo, el primero que descubre una estrella ó un planeta (y ahora se están descubriendo nuevos todos los dias) lo bautiza con el nombre que mejor le parece, y todos los astrónomos lo adoptan desde luego sin la menor dificultad, y todo el mundo se entiende. ¿Por qué no ha- bíamos de aspirar á que se hiciese otro tanto en geologia? Pero como no sucede asi, tendremos que andar vagando por entre las diferentes nomenclaturas que mas están en uso, escojiendo los nombres menos di- fíciles de pronunciar en nuestro idioma, ó que sean mas fáciles de tra- ducir á él, y pasaremos desde luego á la INDICACIÓN DE LOS TERRENOS DEL PRIMER GRUPO SECUNDARIO QUE HASTA AHORA SE HAN RECONOCIDO EN NUESTRA PENINSULA. Uno de los caracteres generales que, á mi modo de ver, se marcan mas en este grupo, es la gran potencia ó espesor que algunas veces suele presentar cada clase deroca separadamente, ó cuando mas, estando solo interceptada con ligeros estratos de otra especie; aunque, á decir verdad, tambien suele presentar este carácter la formacion de la arenisca roja antigua y devoniana, correspondiente al período paleozóico. Arenisca roja moderna inferior. En la parte meridional de nuestra península, hácia el Oriente, en- tre las actuales provincias de Jaen, Granada, Murcia y Albacete, hay una grandísima estension de terreno que se eleva considerablemente, formando un promontorio muy marcado sobre la superficie general de TOMO 1V. 46 360 nuestro suelo. Allí es donde tienen su origen todos los manantiales que, reunidos primero en rios de poca consideracion y marchando en distin- tas direcciones, concurren despues todos á formar el benéfico caudal del grandioso y pintoresco Guadalquivir, que se dirije hácia el Poniente. El rio Mundo, tan célebre en la historia de nuestras batallas, tambien procede de este promontorio, corriendo hácia el Oriente, y cediendo despues sus aguas y su nombradía al fertilizador Segura, que tan bien saben aprovechar los industriosos labradores murcianos. En esta dilata- da elevacion de terreno se hallan comprendidas las sierras parciales de- nominadas de Cazorla, de Castril, de la Sagra, de Segura, de Alcaraz, y tambien se puede contar la del Carache, corriendo algunas de ellas en direcciones diversas, aun cuando la mas general sea la de S. S. 0. á N. N. E., en armonía y relacion con el litoral mas inmediato. Por los puntos que yo he atravesado esta comarca, he tenido oca- sion de observar el gran desenvolvimiento que presentan las calizas magnesianas ó del zechstein. Trasladindome desde Murcia á Hellin en un carro cargado de melones, es decir, caminando muy despacio y pu- diendo hacerme bien cargo del terreno, pernocté en el pequeño pueblo de Ziezar, situado al pie del estremo de la sierra del Carache. Durante toda la jornada, de unas ocho leguas, y aun en parte de la siguiente, yo no vi otra cosa que caliza magnesiana á derecha é izquierda de mi ca- mino. En la sierra de Cazorla es igualmente predominante la misma caliza que, si se conserva compacta y sin haberse alterado, como en dichas dos localidades acontece, se presta tan poco para la agricultura, y ahuyenta de ella la poblacion humana. Por decontado que en estas calizas no hay que pensar siquiera en buscar restos fósiles. En la sierra de Alcaraz, por la parte de Riopar, en donde nuestro respetable amigo y distinguido industrial español, el ya difunto D. Ra- fael de Rodas, restauró y engrandeció el magnífico establecimiento para la fabricacion del zine y del laton y de sus artefactos, establecimiento que continúa siempre en la mayor prosperidad, segun lo ha demostrado en la última esposicion de industria española, en que mereció una me- dalla de 1.” clase, y que conserva siempre su antiguo nombre de fábri- cas de San Juan de Alcaráz, está bien reconocido por muchos de nues - ——. 361 tros ingenieros que, como yo, han intervenido en aquellos trabajos, el gran desenvolvimiento que allí tienen las dolomias, y las formas tan bi- zarras y tan caprichosas que, por efecto de la desagregacion, ofrecen á la vista las culminaciones de aquellas serratas, sobre todo yendo desde el Provencio. En otros sitios de esta misma sierra, y tambien en las antes citadas de Cazorla y del Carache, la descomposicion de las calizas mag- nesianas empieza por causar un quebrantamiento, ó mejor dicho des- quebrajamiento en todos sentidos, que las hace aparecer como si fueran una reunion de cantos angulosos, un verdadero conglomerado de can- tos que no han sido trasportados de distancia, y por cuya razon debe asimilarse á lo que los geólogos ingleses han llamado, aunque con poco conocimiento de causa, dolomitic conglomerate. Los detritus de estas dolomias, reunidos y amasados con la hume-= dad de las aguas llovedizas, forman una toba calcárea en que abundan algunas veces incrustaciones de caracoles terrestres y de hojas de ár- boles, correspondientes á especies vivientes, siendo por consiguiente de origen muy moderno, verificándose probablemente todavía en la actua- lidad. Con estas tobas calcáreas se forman una especie de bóvedas, so- bre las cuales retumban las pisadas de las caballerías de los transeuntes y que recubren y ocultan el curso de los arroyuelos que despues salen reunidos á la superficie formando ya un raudal respetable, como su- cede v. g. junto al pueblo de Villanueva de la Fuente. Probablemente debe atribuirse á una causa análoga la bien conocida y muy notable ocultación del (ruadiana, así como tambien la falta cuasi absoluta de corrientes de agua superficiales en una gran parte de la Mancha Baja, puesto que en cualquier sitio que se perfora un pozo, se tropieza con el agua á los pocos metros de taladro. Saliendo de Riopar hácia Alcaráz, que cae al Norte, y antes de lle- gar al Salobre, se presentan las areniscas correspondientes á esta for- macion, pero que no he estudiado porque no eran entonces el objeto de mis escursiones. En la sierra de Segura tengo algun fundamento para suponer la existencia de la arenisca roja y de pizarras cobrizas, en donde vejetan como suelo propicio los inmensos bosques de los afamados pinos de la sierra de Segura, entre cuyas plantas ha encon- 362 trado Cook una singular variedad del Pinus pinaster, á que ha dado el nombre de P. hispanica. Hace poco tiempo un especulador ha contra- tado á precio muy bajo la corta de 25.000 plantas, y regularmente sa- cará muchas mas, como suele acontecer en todos los tratos con los ayuntamientos, diputaciones provinciales y otras dependencias del Go- bierno, y hasta con las del Real Patrimonio. Pero si tanto talan y en tan poco aprecian la madera de aquellos árboles singulares, no sucede lo mismo con el comercio de la simiente, cuya industria no han compren- dido ni ejercitado hasta ahora, y que por lo tanto se han atrevido á pedir hace pocos meses á un selvicultor de otra provincia, nada menos que 520 reales por cada celemin de simiente destacada de las piñas, que vienen á ser unos 186 francos el decálitro. Á este grupo de la arenisca roja moderna inferior corresponde la formacion de la pizarra cobriza, que sin duda ninguna, aunque enmas- carada y recubierta en algunos sitios por otras posteriores, la debemos tener bastante estendida en nuestro territorio, sobre todo por la zona del mediodía en su parte oriental, pero que hasta ahora no ha sido es- tudiada, ni ha llamado bastante la atencion de nuestros geólogos. Yo por mi parte hace ya tiempo que tengo indicada allí su existencia, en algu- nas de mis notas á la traduccion de los Elementos de Geologia de Lyell, cuando digo: » Yo creo que en España tenemos muchos terrenos que deben cor- responder á este miembro de la pizarra cobriza y de la caliza dolomíti- ca ó magnesiana: la caliza presenta en algunos sitios un desenvolvimien- to estraordinario (de Linares á Jaen por ejemplo); pero en las pizarras co- brizas no se encuentran las piritas ni tan ricas ni en tanta abundancia como en el Mansfeld, lo cual ha sido causa del mal éxito de las empresas mineras que han tratado de beneficiarlas sin haber antes estudiado la naturale- za del criadero. En terreno de la jurisdiccion de Archidona, entre los rios Guadajoz y Genil, término de la aldea de Vado-la-Tosa, he tenido oca- sion de reconocer la formacion del 8.” grupo de Leonhard, ó sea el 6.2 del sistema de Mr. de la Béche, observándose allí, del mismo modo que describen estos autores: 1.” el conglomerado rojo (todt liegendes) sobre él zechstein ó caliza alpina, encima de esta la caliza fétida, luego los ye- 363 sos, etc.; todo lo cual, como se ve, corresponde perfectamente con el cuadro que pone el autor para caracterizar el grupo Poikilítico. En dicho término de Vado-la-Tosa, donde mas abundan las piritas cobrizas es en los estratos calcáreos ó del zechstein, representando por consiguiente el miembro d de dicho cuadro. No he encontrado fósiles. De la misma épo- ca de la arenisca roja moderna inferior me han parecido los estratos del terreno al N. de la ciudad de Córdoba, en donde se han hecho algu- nas investigaciones mineras, siguiendo ciertas capas de pizarra arcillosa que contienen masas aisladas de pirita cobriza: esta formacion viene á descansar sobre la carbonifera de la cañada del Guadiato.» Además de esto, en una larga y detenida escursion, que con motivo de los descubrimientos de Sierra-Almagrera hice á fines de 1840 desde Almería, por Tijola y Bayarque, hasta la Sierra de Filabres, reconocí la existencia de la formacion de la arenisca roja moderna inferior, con cuasi todos los miembros que la consigna el profesor Leonhard; los esquistos arcillosos y pizarra de tejar, alternando sus estratos con otros de caliza magnesiana; esta caliza mas desenvuelta, y conteniendo, lo mismo que los asperones con que está en relacion, algunas venas de pirita de cobre y que suelen contener tambien algo de cinabrio; las dolomias; la caliza betunosa de Tijola la Vieja, y por último, yendo hacia Aguilas por la ca- ñada del rio Almanzor, los estratos yesosos y los salíferos que, sin duda ninguna, son los que comunican al agua, cuando por ellos se infiltra, la salobridad y gusto cenagoso y nauseabundo de todas las que se ven pre- cisados á beber los mineros de Sierra-Almagrera, en cuyo terreno no puede obtenerse ninguna que sea potable. De los asperones de la ram- bla de Tabernas se sacan las piedras refractarias que con tan buen éxi- to se emplean ahora en la construccion de los hornos de fundicion de aquel litoral, y que en un principio tenian que llevarse de Inglaterra á precios tan subidos. Las diferentes calizas y las otras rocas que acabamos de mencionar, no se presentan tan al descubierto ni en estensiones tan considerables como las de que antes nos hemos ocupado, sino que sus estratos están sumamente trastornados en todas direcciones, y recubiertos despues en gran parte, es decir, en los valles que resultaron en aquellos trastornos, 364 por la formacion terciaria marina, tan potente y tan estensa del litoral mediterráneo de la provincia de Almería, en cuya formacion ha abier- to el cauce de su desembocadura el rio Almanzor, denudando y dejan- do al descubierto el armazon de la preciosa sierra, que tantas riquezas nos está suministrando desde los tiempos del famoso cartaginés Anibal. En una de mis escursiones, media legua antes de llegar á Aguilas, apunté en mi cartera el perfil geológico de una corta estension de ter- reno, en el cual estaba muy claramente de manifiesto, y como pocas ve- ces acontece, la discordancia de la estratificacion de los tramos de am- bas formaciones. marino - esquisto/ Corte geológico de S. E. á N. O. en las inmediaciones de Aguilas. No se han puesto todavía de acuerdo los observadores para decir definitivamente á qué formacion pertenece la zona de terreno que, no lejos del litoral, corre por toda la provincia de Santander y parte de Viz- caya, en donde se presentan los grandes depósitos de calamina y blen- da, cuyo beneficio en grande escala constituye en el dia el objeto de dos respetables empresas de nacionales y estranjeros. Tal vez pudiera incluirse en este miembro, que es el característico para la calamina, aun cuando en realidad se encuentre en el inmediato superior de que nos ocuparemos en seguida; por decontado que es circunstancia que no debe pasar desapercibida la presencia de las dolomias, que en algunas locali- dades ofrecen alli un gran desarrollo. 365 CRIADEROS DE MINERALES METALÍFEROS EN EL GRUPO DE LA ARENISCA ROJA MODERNA INFERIOR EN ESPAÑA. No se ha descubierto hasta ahora en nuestro territorio, enclavado en las formaciones que constituyen este grupo, ningun criadero que por la abundancia y la buena calidad de sus minerales ofrezca una racional recompensa á los trabajos y desembolsos de las empresas mineras que han tratado de utilizarlos. Los minerales de cobre, que por su abundan- cia han comunicado su nombre á las pizarras arcillosas, se presentan aqui con mas preferencia en las calizas, pero diseminados de manera que hacen demasiado costosa su esplotacion: lo mismo sucede con el cinabrio, y tambien con el asfalto de Tijola la Vieja. Hasta el depósito de calamina de S. Juan de Alcaráz no se puede comparar con el de otras localidades de Europa; y si ofrece algun interés y reporta alguna utili- dad á sus actuales beneficiadores, es porque aplican el zine á la fabrica- cion de laton, en la cual entra el cobre cuando menos por dos terceras partes, y que tienen que traer de muy lejos, hasta de América algunas veces. Esta circunstancia, además de demostrar lo poco acertado que ha sido dar el nombre de kupferschiefer á una formacion que hace escala y sirve de tipo en la serie de los terrenos, debe tener sobre aviso á los geólogos y á los mineros españoles para no fiarse en ligeros indicios de mineral, ni aventurarse en empresas de consideracion, sin reconocer y comprender bien antes de todo, las relaciones geológicas del terreno en que van á establecerse. Arenisca roja moderna superior. En esta segunda subdivision del primer grupo secundario deben incluirse , segun mi modo de ver, no solo la formacion de la arenisca roja moderna superior ó sea el trias de los alemanes, sino tambien el 366 lias y la oolita inferior, conciliándose de este modo las diferentes supo- siciones de los mas acreditados geólogos en sus respectivas elasificacio- nes. Leonhard, por ejemplo, á su VI grupo lo denomina del lías y keuper, comprendiendo en él varios estratos cuarzosos, calcáreos, mar- gosos, yesosos y saliferos. Otros autores, uno de ellos el célebre De la Beche, consideran la formacion liásica como base y formando parte de la jurásica, ó del grupo inferior de la oolítica, por serlo mas general el presentarse en concordancia sus estratificaciones; y si alguna vez no lo están, es á causa de los movimientos y pequeños trastornos que sufrió el terreno en algunos sitios durante esta larga época de sedimento, pues por lo demás los fósiles del lias y de la oolita inferior son entre sí muy semejantes, y aun algunos de ellos enteramente idénticos, es decir, cor- responden á los mismos géneros y especies zoológicas. Considerando en conjunto esta subdivision del primer grupo secun- dario, y fijando un poco la atencion, se nota desde luego que en los pisos inferiores predominan las areniscas y los elementos cuarzosos; despues viene la preponderancia de las margas y de las arcillas; y por último el gran desenvolvimiento de las rocas calcáreas: todo ello en conformidad con el órden natural en que se van colocando los depósitos sedimentarios en cada época, en cada formacion, en cada miembro, y como es consiguiente á las condiciones físicas y químicas de los res- pectivos elementos. Esta segunda subdivision se caracteriza tambien por la abundancia de sus restos fósiles en sus miembros superiores, que tanto escasean en la primera subdivision. Localidades que pueden indicarse en nuestro territorio. No han pasado desapercibidos estos terrenos á las observaciones de nuestros ingenieros desde que ellos se ocupan de geología, ciencia des- conocida antes en España; pero su exacta clasificacion es uno de los problemas geológicos mas difíciles de resolver, y que exije estudios y 367 escursiones repetidas mucho mas que en otras partes, por cuanto, en lo general, se nos presentan trastornados y recubiertos por formaciones posteriores, con quienes algunas veces se confunden en la apariencia de sus caracteres esteriores, y que además solo existen visibles en retazos ó porciones aisladas, ó bien constituyendo las culminaciones de algun territorio. En la zona occidental de nuestra peninsula no hay que buscar esta clase de terrenos, ni tampoco los correspondientes á la arenisca roja moderna inferior, de que hemos tratado antes. Mis observaciones propias solo me atrevo á presentarlas como indi- caciones, que tal yez no merezcan todas ellas una completa con- fianza, pero que, por la misma razon, deben ser un estímulo para que las repitan nuestros geólogos jóvenes, dotados de la necesa- ria robustez y agilidad para trepar montañas, saltar barrancos, transi- tar por terrenos áridos y desiertos, y pernoctar en albergues poco hos- pitalarios. Para ir desde el Buste (pueblo en la frontera de Aragon con Navarra) hasta Calcena, por la falda oriental de la sierra de Moncayo dirigién— dose al S. O., se necesita hacer una buena jornada de diez leguas por el santuario de la Misericordia inmediato á Borja, y pasando por las peque- ñas poblaciones de Burhuente, Ambel y Talamantes. En Burhuente con- cluye ya la gran formacion terciaria yesosa de la cuenca del Ebro, y en Ambel entra la secundaria, predominando la caliza de color gris oscuro, muy abundante en piritas férreas; despues en Talamantes prevalecen los esquistos arcillosos ferruginosos en estratos que, como los de las calizas, inclinan hácia el N. O. y se presentan formando zonas ó fajas de variado colorido rojo, morado y blanco, y de testura algunas veces enteramente deleznable como si fuera polvo. En el barranco de Val de Plata, abierto por las aguas en el cerro de Antomé, una legua antes de llegar á la villa de Calcena, se benefician, desde hace cerca de me- dio siglo, unos criaderos metaliferos que, en el dia están dando algu- nas utilidades en la mina llamada Ménsula. Estos criaderos consisten en filones verticales, algunas veces interrumpidos ó que desaparecen con la profundidad, cuya masa es arcillosa con barita y espato calizo, TOMO IV. 47 368 conteniendo diferentes minerales, particularmente galena con cuasi nada de plata, y cobre gris sumamente cargado de ella. Todos aquellos filones corren encajonados en un terreno cuyos estratos ó tongadas, que inclinan de unos 30” al N. ÓO., son generalmente de una arenisca roja ferruginosa, alternando con otros estratos en que predomina lo arcilloso. La carencia absoluta de restos fósiles es general; solo en las areniscas se suelen observar algunas impresiones, que dan lugar á dudar si serán meramente concreciones accidentales de la roca misma» ó si serán efectivamente procedentes de trozos de ramas de árboles, sin hojas ni estructura reconocible, y que por lo tanto no se pueden clasi- ficar, aun cuando tengan alguna semejanza con la ramificacion de los pinos. Una legua mas allá de Calcena, del otro lado del rio, se encuen= tra muy desarrollada una gran formacion calcárea, cuyos estratos no están tan trastornados ni concuerdan con los anteriormente citados, muy abundante en restos fósiles de moluscos correspondientes á la época jurásica. Por todas las consideraciones que dejo manifestadas, me ha parecido poder clasificar este terreno como correspondiente al miembro inferior de la arenisca roja moderna superior, ó sea el de la arenisca abigarra- da, el bunter sandsteín de los alemanes, segun ya lo tengo manifestado ó dicho, diez años ha, en mi traduccion del Lyell (pág. 499). Siguiendo desde el Moncayo en direccion al $. E., y despues de atravesar algunas ramificaciones de la cuenca terciaria del Ebro, y al- gunos terrenos del periodo jurásico y de la creta, se llega 4 Segura (de Aragon), uno de los puntos mas fuertes y mas inaccesibles en que se sostuvieron los partidarios de D. Carlos en la última guerra civil. Por el territorio de este pueblo, y en una estension que no he tenido oca- sion de reconocer por completo, se presenta una formacion que me ha parecido deber considerarse como correspondiente á la de la arenisca roja moderna superior, y cuyos detalles ó alternancia de rocas concuer- dan notablemente con los que indica Leonhard para la parte inferior de su VI grupo. Todo aquel terreno ha sido sumamente quebrantado y dislocado, de modo que, en algunos puntos se ha puesto de manifiesto la relacion 369 ú orden sucesivo de la alternancia de los estratos, y se prestan muy bien á un estudio que yo tuve el sentimiento de no poder verificar, por la premura de mi tiempo para desempeñar la comision que dió lu- gar á mi tránsito por aquel sitio, tan interesante para un geólogo. En todos los cerros que se originaron por efecto de la quebrantadura del terreno, se ve que, en su parte inferior predominan los estratos es- quistosos alternando con otros arcillosos, teñidos todos ellos de rojo por el óxido de hierro, é intercalados con fuertes bancos de yeso blanco sacaróideo, que los antiguos geólogos llamaban yeso primitivo. En los estratos superiores predomina la caliza, por lo general dolomítica. Una legua mas al N. de Segura, yendo hácia Zaragoza, vuelven á apare- cer los mismos estratos inferiores, solo que allí son menos poten- tes los de cada clase, y que algunos de ellos contienen depósitos mas 0 menos abundantes de nidos ó riñones de galena algo argentifera, cuyo beneficio ha tenido mal resultado, mo por la escasez y mala ca- lidad del mineral, sino por la falta de conocimientos económicos y metalúrgicos en la compañía de capitalistas de Zaragoza que lo em- prendió. A media legua distante de Segura hay un establecimiento de baños medicinales, cuya agua, no termal, brota de los estratos in- feriores en una de aquellas quebradas, y está cargada de ácido car- bónico, carbonato de cal y de magnesia, y sulfato de cal, segun me dijo el director facultativo del establecimiento, que la habia anali- zado (1). (1) Segun el análisis de D. Ignacio Marin, que las analizó en 1819, estas aguas son frescas, y contienen en cada libra de 12 onzas: GASACIdO CAD e 1,237 granos. Cloruro MagnésicO............o..... 0,093 Sulfatolcaleico ele ca E 1,027 MOMIDECICN ooo ds aO Sa 0,075 Sulfato MagnésicO........-......... 0,061 Idem sódico......... II e 0,045 Acidos e Dd indicios. 370 La siguiente perspectiva geológica, trazada por mí desde un punto conveniente, dará una idea de los trastornos que aquel terreno ha es- perimentado en las quebrantaduras y dislocaciones. Continuemos nuestra marcha hácia el S. E. porla provincia de Valencia, hasta llegar cerca del litoral. En una memoria acompañada de un plano, publicada de Real orden en 1854, nuestro joven inge niero D. Federico Botella nos demuestra la existencia de la formacion del trias en aquella provincia, recubierta en su mayor parte por los terrenos jurásicos y cretáceos del interior y por los terciarios del lito- ral; de modo que, los que pertenecen al trias solo asoman de cuando en cuando, escepto en la provincia de Castellon, donde presentan un ma- yor desarrollo, corriendo despues en dos fajas contínuas hácia el $. E, cuyo intermedio se halla recubierto por la formacion terciaria antes in- dicada, y en cuyo terreno ha abierto su cauce el rio Palancia, que tie- ne su origen en la falda oriental de la sierra del Toro; pero dejemos hablar un poco á nuestro amigo Botella. «Este terreno triásico, dice, que se presenta completo, aunque »con alguna alteracion en sus caracteres esteriores comparado con el »de otros puntos de Europa, ocupa unos espacios bastante considera- »bles; forma con sus miembros superiores (la caliza y la arenisca) las »sierras de Espadan y en gran parte las de Borriol y Velafamés, » Naquera y Portaceli, Chelva, Ranera, Monserrate, Crivillente y 371 »Orihuela, pero tambien deja asomar sus margas irisadas en la mayor »parte de los barrancos de la provincia. Estas últimas van cuasi siempre »acompañadas de masas de yeso, de sal y de manantiales salados, pudién- »dose decir se hallan caracterizados por los llamados Jacintos de Com- »postela que encierran en tan grande abundancia. Las areniscas de »esta formacion son de color rojo, sembradas de hojitas de mica, y pa- »san por todos los grados de dureza, desde una arenisca silícea á unas »areniscas arcillosas, que parecen unas verdaderas pizarras, y que podrian »confundirse á primera vista con las pizarras de los terrenos mas anti- »guos á no ver las gradaciones cuasi insensibles por que van pasando, y »la identidad de estratificacion que conservan con lo demás del terre- »no. En Chovar se observa perfectamente este hecho, y tambien cerca »de Borriol y de Orihuela, etc.» Pero la gran novedad geológica que en el dia nos ofrecen estos terrenos triásicos, es el reciente descubrimiento que en ellos ha hecho el joven profesor de geologia del Museo de ciencias naturales D. Juan de Vilanova, de la existencia del muschelkalk, una de las calizas cor- respondientes á esta formacion y que hasta de ahora solo se habia en- contrado bien caracterizada en el centro de Europa, principalmente en Alemania. Segun me han asegurado, está muy próxima la publica- cion de un interesante trabajo del Sr. Vilanova, en que refiere este descubrimiento, y que todos los geólogos leerán con avidez, y de cuyo manuscrito me tomo la libertad de copiar tan solo cuatro párrafos. «Antes de llegar al pie de las montañas de Almaguer y Matamon (que son cretáceas) se encuentra en el sitio de los Yesares el terreno triási- co bastante bien caracterizado, como equivalente del muschelkalk, por la Avicula socialis y otras especies curiosas, cuyo catálogo se presen- tará en otra ocasion.» «Este terreno consiste en una especie de margas pizarrosas amari- llentas y rojizas, metamórficas á no dudarlo, que pasan algunas veces á una caliza compacta en capas completamente verticales, formando una especie de dique angosto ó creston de escasamente 2 metros de es- pesor.» «Lo notable de este terreno es su riqueza en fósiles bien conserva- 372 dos; y va á adquirir celebridad, por ser el primero en la Península en que el trias presenta esta circunstancia.» «El referido dique se pierde en los Yesares debajo de una masa no- table de margas de diferentes colores, acompañadas de yeso, que indu- dablemente representan el piso keuprico del trias, que se prolonga por Buñol, Gátova, Turis, Monserrat, etc.» Si este hecho se confirma, como no lo dudo, tendremos ya tambien el único miembro que nos faltaba para completar la serie de todos los terrenos en que han convenido la generalidad de los geólogos, aun cuan- do no estén tan acordes en su respectiva nomenclatura; y vendrá á cor- roborar lo que ya tengo dicho en otra ocasion, que no se necesita salir de nuestra península para estudiar bien y prácticamente la geología. Si volvemos otra vez hácia el N. O. veremos asomar, segun mi compañero el laborioso D. Casiano de Prado nos indica en la carta que ha publicado de la provincia de Segovia, un pequeño trozo del trias que se presenta en la parte mas septentrional por los pueblos de Pradales y de Honrubia, estando recubierto hácia el M. por el terreno cretáceo y hácia el N. por el terciario, y cuya cireunstanciada descripcion la ten- dremos muy pronto, con la próxima publicacion de los trabajos de la Comision de la Carta geológica de la campaña de 1856. Si la marcha hácia el N. O. la tomamos desde el Moncayo, al pasar yo por el N. de la provincia de Palencia, he creido reconocer esta misma formacion triá- sica por las inmediaciones de Guardo y de Cervera (nota en la traduccion del Lyell), lo cual ha confirmado despues el citado Sr. Prado en su car- ta especial de aquella provincia, marcándola cerca del límite con la pro- vincia de Santander, descansando sobre el terreno carbonifero de la fal- da meridional de la cordillera Cantábrica, y apareciendo despues en es- tensiones aisladas mas ó menos considerables, y separadas unas de otras por la superposicion de los terrenos jurásicos y cretáceos. Los pueblos en que segun Pradose puede observar la formacion triásica son Aguilar de Campó, Brañosa, Frontada, Becerril, Gama, etc. Pero quien mejor parece haber estudiando esta formacion ha sido mi amigo y compañero el Sr. Schulz, como lo veremos cuando se publi- quen sus trabajos geológicos de la provincia de Asturias, que con tanta 373 ansia aguardamos los aficionados á esta ciencia. Segun él mismo me ha dicho en conferencias particulares, tiene reconocido el trias en una es- tensa region, la del centro de la provincia de Santander, especialmente desde Torre la Vega hácia el Mediodía hasta Reinosa, con una anchura cuando menos de tres leguas; el lias y otros pisos del Jura flanquean este grupo del trias en todo su rededor, y se estienden por el E. hasta las provincias Vascongadas. En Leon y en Galicia no hay trias. En Asturias se presenta el trias principalmente en su seccion del keuper, que se encuentra en muchos sitios del centro septentrional del antiguo principado, es decir, cuasi esclusivamente por la derecha del Nalon y por la izquierda del Piloña y del Sella; su mayor estension y espesor se manifiestan en Avilés, Cervera, Gozon, Carreno, (Gijon, Sie- ro, Sariego, Villaviciosa, Colunga y Caravia, llegando tambien á puntos de los concejos de Llanera, Langreo y Rivadesella. Descansa en discor- dancia sobre el terreno devoniano, y, unas veces discordante otras con cordante, sobre el carbonifero. En sus bancos inferiores suele presen- tar conglomerados rojos, muy parecidos al todt-liegendes de la Turin- ga; pero estos bancos inferiores no son constantes, faltan en muchos puntos, y donde existen, son completamente concordantes con las mar- gas de todos colores que predominan en aquel keuper. Los límites ó contornos de esta formacion en Asturias son muy difíciles de determinar, porque en muchas colinas está recubierta por el lias, en otras por la creta, y aun tambien por miembros de la seccion intermedia del Jura (arenisca y marga) como en Santander. No faltan puntos en Asturias donde el espesor del keuper alcanza hasta 1500 pies, al paso que en otros sitios apenas llega 4 100. De los criaderos metaliferos que se benefician en España en la forma- cion del trias. Muy contados son los criaderos que beneficiamos en esta clase de terrenos, porque fuera del ya citado del barranco de Valdeplata, en tér- mino de Calcena, todas las investigaciones que en ellos se han empren- 37% dido han fracasado completamente por la inconstancia y la escasez del mineral; y aun en Calcena mismo ha sucedido otro tanto. En la mina llamada Santa Constancia, la Casa de Remisa arrancó algun mineral de galena y de cobre gris muy argentífero, pero al fin tuvo que abando- narla, porque los productos no cubrian ni con mucho los cuantiosos gas- tos del laboreo; lo mismo tuvo que hacer una compañía de pequeños capitalistas que quiso restablecer las labores de Remisa; pero posterior- mente, otra compañía de mineros mas tenaces y mas constantes, esta- bleció labores en un cerro allí próximo con el título de la mina Ménsu- la. Ni la gran abundancia de agua con que tenian que luchar, ni la in- constancia del mineral en las primeras profundidades pudo arredrarles en lo mas mínimo; á pesar de estos obstáculos continuaron sus escava= ciones hasta profundizar mas de 200 yaras, conservándose siempre el filon muy bien caracterizado y rico en una gran longitud, de modo que en el dia venden con estima sus minerales, y las acciones obtienen mucho favor en el mercado. Sirva esto de ejemplo á los mineros que, en no encontrando mucha riqueza cerca de la superficie, desmayan de su primer entusiasmo, y abandonan todo el capital que habian anti- cipado. En el trias de la sierra de Espadan, segun la multitud de ejem- plares que he tenido ocasion de examinar, se presenta un gran banco de una arenisca cuarzosa poco coherente, en cuya roca se encuentran diseminadas en grande abundancia una porcion de venillas de cinabrio y de diferentes óxidos de cobalto, que dan á la roca una visualidad bo- nitamente jaspeada cuando la fractura es fresca, pero que nunca llegan á reunirse en masas de bastante consideracion para poder establecer sobre ellas un laboreo ó beneficio adecuado ó poco dispendioso. El co- balto lo rebuscan clandestinamente los vecinos de Chovar, y lo llevan á vender en pequeñas partidas á las fábricas de la provincia de Valen- cia y de Castellon, donde lo aplican como tosco esmalte, para pintar aquellos florones y cenefas que tanto caracterizan la fabricacion ce- rámica valenciana desde muy antiguo. En el año 1851 se estable- ció en el pueblo mismo de Chovar una fábrica de cierta consideracion, dirigida por un ingeniero polaco, para obtener las diferentes clases de 375 productos á que se presta este precioso mineral, y que tan elevado pre- cio alcanza en el comercio; no sé el resultado que habrá obtenido. Tambien han llamado la atencion de algunos mineros durante mucho tiempo aquellas venas de cinabrio que tan caprichosamente tintorean la roca, y porlos años de 1850 se registraron varias pertenencias para adquirir su propiedad, pero al fin han tenido que abandonarlas des- pues de grandes dispendios, que no podian resarcir con los pequeños productos que obtenian. La formacion del trias no ha sido hasta ahora muy propicia á los mineros españoles. Lias y oolita inferior. Las rocas correspondientes á la formacion del lias en España, no suelen ser fáciles de reconocer á primera vista y sin un estudio muy detenido de ellas: primero y principal porque, por lo general, en nin- guno de sus miembros, pizarras, calizas y areniscas, se encuentra la abundancia de fósiles que tanto la caracterizan en otras partes, y en particular de reptiles, que hasta ahora no hemos tropezado con el me- nor vestigio de ellos; y lo que es de peces solo tengo noticia de un ejemplar, del Dapedius Coolei. Agass, de la clase de los Gonoi- des, encontrado por el Sr. Naranjo en un sitio dos leguas al E. de Comillas; 2.” por lo alteradas y endurecidas que estan sus pizarras, tomando algunas veces un aspecto de verdaderos esquistos arcillosos que se exfoliacean ó se separan en hojuelas, por cuya razon suelen apli- carlas el nombre de cayuela; y 3.” porque los moluscos fósiles del lias, como ya sabemos, tienen mucha semejanza y aun mancomunidad de ciertas especies con los de la formacion jurásica. Por esta razon no se- rá mucho lo que podremos decir sobre su existencia en nuestro terri- torio, ni tampoco de la grande oolita ó miembro mas inferior de la for- macion jurásica. Tal vez existan algunos de estos terrenos en la zona meridional de la provincia de Sevilla, por la sierra de Antequera y sus ramificaciones; pero como no he tenido ocasion de visitar aquellos dis- tritos, de los cuales tampoco ha llegado á mis manos ninguna descrip- 18 TOMO IV. 376 cion geológica en que poder apoyarme, y que por otra parte, tampoco ha entrado nunca en mi modo de pensar el hacer suposiciones gratui- tas, para llenar huecos y dar un aspecto ficticio de perfeccion á las des- cripciones, como acostumbran algunos de los que viajan por paises lejanos, tendremos que contentarnos provisionalmente con las siguien- tes indicaciones. Segun el Sr. Schulz, el lias en Asturias se limita á las inmedia- ciones de la costa entre Avilés y Rivadesella, consistiendo mayormente en estratos de caliza compacta reposando sobre el keuper; pero en la mitad occidental del concejo de Villaviciosa y en algunos otros puntos, hay sobre dicha caliza una formacion de arenisca y de pudinga calcárea, cuyo espesor llega en algunas partes á muchos centenares de metros. El lias tiene su principal desenvolvimiento por los concejos de Avilés, Corvera, Gijon, Sariego, Villaviciosa y Colunga; algo en (Gozon, en Ca- ravia y en Rivadesella. Quien verdaderamente ha puesto primero en conocimiento del públi- co la existencia de la formacion del lias en nuestro territorio, ha sido el ingeniero y profesor de la escuela de minas D. Felipe Naranjo y (Garza en un interesante artículo de la Revista minera (tomo VL, pág. 594), describiendo los criaderos de calamina de la costa de Santander. En este escrito dice Naranjo haber reconocido la formacion del lias en la provincia de Santander, en término de los pueblos de Reinosa, Bárce- na de Pie de Concha, Ontaneda, Viesgo, las Caldas, Potes, Udias y otros, en cuyo último punto encontró abundancia de Gryphe cym- bium y de Ammonites margaritatus, y el mismo ingeniero ha encontra- do posteriormente entre Bárcena y Ontaneda la Plagiostoma punc- tata y el Pecten cequivalvis. Tambien ha visto el lias al descubierto en la provincia de Burgos, en la sierra de su nombre, principalmente por los pueblos comprendidos en el antiguo partido de Juarros, en donde abundan restos fósiles de Belemnites niger, B. compresus, Am- monites radians y otros. El gran criadero de calamina y blenda ¡junto al puerto de Comillas, descubierto modernamente, y que beneficia en escala mayor (sobre 50 pertenencias) una respetable sociedad reciente- mente establecida, cuyo principal director es el acreditado banquero 317 de París Mr. Chauviteau, aparece estar enclavado, ó por lo menos en intima relacion con las calizas dolomiticas del lias. A la misma forma- cion corresponden los criaderos que, desde hace tres años beneficia con grande utilidad la compañía belgo-asturiana en los otros puntos de la provincia antes citados, y de cuyo mineral han esportado y vendido en el estrangero sobre 5000 toneladas el año pasado. Yo por mi parte creo poder decir que, deben considerarse como correspondientes á la formacion liásica los terrenos que en gran des- envolvimiento y con un espesor tal vez de 200 metros, se presentan antes de llegar á Ateca yendo de Madrid, desde el camino real hácia el E. hasta Ibdes, y en cuyo terreno, cuando yo lo transité, estaban haciendo varias investigaciones en busca de minerales de plomo, en lugar de aprovechar el hermoso mineral de hierro ocsidado hidratado de que están constituidos algunos estratos, y cuyos minerales aprove- chan en Francia con tanta utilidad. Es verdad que allí falta absoluta- mente el combustible para poder establecer su beneficio con economía. Pasado Calatayud, hácia Zaragoza, se atraviesa el famoso puerto del Fresno, cuyo terreno, tan áspero y tan quebrantado, es sin embargo tan fertil y tan productivo para la agricultura, sobre todo en las capas arcilloso-ferruginosas de las valladas 6 depresiones. Este terreno, se- gun encuentro anotado en uno de mis muchos cuadernos de viajes, debe corresponder á la formacion liásica, en relacion probablemente con el anterior. Tambien tengo yo observada la formacion jurásica en la falda me- ridional de la sierra de Molina, por territorio de los pueblos de Saeli- ces, la Riva y el Sotillo, en la Alcarria, cuyos estratos arcilloso-ferru- ginosos se utilizan para alimentar las ferrerías del pais desde tiempos muy antiguos y sin interrupcion. Algunos mineros, guiados por ligeros indicios, han hecho investigaciones en busca de minerales de plomo, de cobre y de plata, pero que no han dado resultados por falta de con- tinuidad en los criaderos. Esta aparicion del lias en el territorio de la Alcarria debe estar relacionada con la mas marcada y decidida de la ciudad de Cuenca y sus inmediaciones, en donde, segun el Sr. Naran- jo, se halla muy estendida y muy bien caracterizada, tanto por su con- 378 siderable espesor como por la calidad de sus diferentes estratos, y por los restos fósiles de moluscos que en ellos se encuentran. En resúmen, por las observaciones llegadas hasta ahora á mi noti- cia, tenemos reconocida la formacion liásica en aquella parte de la re- gion central que, elevándose como una gran protuberancia, determina el partaje mas capital de las aguas que corren sobre nuestro suelo. Des- pues vuelve á aparecer la misma formacion desde tierra de Burgos aprocsimándose al litoral, y continuando por las provincias de Santander. Por lo que conocemos de nuestra formacion del lias, no deja de ser de bastante interés para la industria minera. Prescindiendo de los mi- nerales de hierro, de que se aprovechan en algunos puntos para ali- mentar sus ferrerías, el solo criadero de calamina y blenda antes citado basta para acreditar á esta formacion como muy favorecedora de nues- tra industria. Las minas de la provincia de Santander se hallan ya en estado de poder producir anualmente de 35 á 40.000 toneladas de ca= lamina y blenda, cuyos minerales son muy estimados en las fábricas de zinc de Bélgica, donde los pagan en el dia á razon de 95 y aun á 100 reales vellon la tonelada. Tambien benefician aquellas empresas, aun- que en pequeño, los minerales plomiferos que allí se suelen presentar mezclados ó interpolados con la calamina. Los depósitos de combustible mineral que se encuentran en el lias en otros paises, nunca son en cantidad ni de calidad á propósito para satisfacer las necesidades de la industria, por cuya razon no creo yo que se obtendrá todo el buen re- sultado que sería de desear, con las investigaciones que en el dia se estan practicando en unas capas de ulla seca que se han descubierto en S. Adrian y otros pueblos inmediatos de la provincia de Burgos. En las inmediaciones de la ciudad de Bilbao se benefician algunos criaderos de cobre en las pizarras del lias, cuyo mineral en crudo se lleva á Ingla- terra, pero sin reportar hasta ahora una gran utilidad á sus dueños. Por lo que hace al miembro de la grande oolita ó miembro mas in- ferior de la caliza jurásica, y que nosotros hemos agregado al período liásico, está cuasi por descubrir, ó por lo menos acreditar su existencia en nuestro territorio. Yo por mi parte creo que al piso mas inferior de la grande oolita debe corresponder una estensa formacion calcárea, muy 379 potente, de color blanco y muy compacta, pero decididamente estrati- ficada, que se atraviesa por una larga y profunda quebrada ó estrecho barranco empezando en Sotóca, una legua al N. E. de los baños de Trillo, yendo hácia Ablanque, y que despues sigue hasta Espliegares, es decir, una distancia de mas de tres leguas. Hasta el pie de los cortes ó tajos de esta formacion oolítica y de la liásica antes mencionada, lle- gan los terrenos terciarios de la cuenca superior terciaria del rio Tajo, cuya línea de separacion marca muy bien un arroyuelo que pasa por Cifuentes y los dos Gárgoles. La oolita de Sotóca y de Espliegares des- cansa sobre el lias del Sotillo, y este á su vez sobre los miembros salí- feros del keuper, como lo comprueban la calidad de las aguas que se rezuman en algunas hondonadas ó depresiones del terreno en el tér- mino del pueblo de Canredondo y de Saelices, en cuyo punto tiene el Gobierno establecida una fábrica de sal, estrayendo el agua por pozos de corta profundidad, y en cuyo fondo se encuentran manantiales muy permanentes, aunque poco abundantes. SEGUNDO GRUPO, 0 GRUPO MAS MODERNO DE LOS TERRENOS SECUNDARIOS. —>HeGS— Periodo de la formacion jurásica, generalmente llamada ya formacion oolítica. El nombre de formacion jurásica fue consignado á los terrenos de esta época geológica, porque en las montañas del Jura, departamento del Alto Saona, en Francia, fue donde primero se estudiaron y se com- prendieron las relaciones y el orden de superposicion de sus diferentes miembros. Pero los geólogos ingleses no quisieron conservar este nom- bre para los terrenos análogos, cuasi idénticos sobre todo en fósiles, que observaron en su pais, y los denominaron formacion oolítica, de- jando el nombre geográfico y adoptando otro que se fundaba en la es- tructura particular que presentan aquellas calizas en algunas localida- 380 des de Inglaterra, lo cual puede inducir á error y confusion cuando se trata de estudiarlas y reconocerlas en otros paises. Ahora en el dia cuasi todos los geólogos, y los ingleses los primeros, han vuelto y es- tán volviendo á la nomenclatura geográfica, pero con demasiada minu- ciosidad y pecando tal vez en el estremo opuesto, puesto que no solo clasifican y denominan las rocas por el nombre de la region en que ellas predominan con caractéres mas marcados, sino que las adjudican nom- bres de localidades insignificantes, que no están marcadas en ningun mapa geográfico, y que nadie conoce sino es los habitantes de la comar- ca, ó algun viajero que por allí se haya estraviado en sus escursiones. Nosotros, por consiguiente, conservaremos de preferencia el nombre de formacion ¡jurásica para el conjunto de los terrenos que se presentan desde el lias hasta la creta, ambos inclusives. Terrenos de la formacion jurásica abundan mucho en todo nuestro territorio, escepto en la parte de la banda occidental, en que hemos vis- to (seccion 1.* y 4.” de este trabajo) ser cuasi esclusivas las rocas plu- tónicas y cristalinas, y aun tambien las del período paleozóico. Muchas son las observaciones y muchos son los datos publicados por nuestros ingenieros y por algunos geólogos estrangeros, tanto en los antiguos Anales de minas, en la Revista minera y otros periódicos científicos, como en memorias sueltas particulares; con solo su reunion y algo que se añadiera para su mas adecuada combinacion y coordinacion, pudiera formarse ya un volúmen bastante abultado, pero que, por la misma razon, no puede tener cabida en un ensayo de la descripcion general de la estructura de nuestro suelo, en cuya clase de trabajo solo nos toca hacer indicaciones generales, aun cuando alguna vez nos detengamos en ciertos detalles de un interés muy marcado y especial. Antes de hacer la correspondiente reseña de las localidades en que hemos encontrado la formacion jurásica, tengo por indispensable mani- festar algunas indicaciones sobre ciertos caractéres generales que ella presenta en nuestro territorio. En primer lugar, el color de las calizas y demas rocas que la constituyen, no es aqui un carácter marcado ni predominante, puesto que, aun cuando haya algunas calizas blancas y blanquecinas, son muchas las de color oscuro y aun enteramente negras 381 por el mucho carbono en ellas contenido. 2.” Los terrenos correspon- dientes al período intermedio de la formacion son los que mas abundan, ó por lo menos los que mejor reconocidos están en España, con gran- de abundancia de moluscos fósiles. 5.” No hemos encontrado hasta aho- ra, á pesar de haberla buscado, ninguna capa ni estrato de la caliza lito= gráfica del piso ó período superior, y con la que tanto comercio se ha- ce en algunas localidades de Alemania; tampoco hemos encontrado la ca- liza coralina ó coral rag de los ingleses, en que tanto abundan los res- tos de crustáceos, de peces y de reptiles. 4.” Restos fósiles de estas tres clases de seres apenas los hemos encontrado ó visto hasta ahora en nin- gun miembro de nuestra formacion jurásica. 5.” Nuestros terrenos ju- rásicos han sido todos ellos trastornados y colocados en posicion mas ó menos inclinada, siendo muy pocos los que conservan la posicion ho- rizontal. 6.” Una gran parte de nuestras calizas jurásicas han sido me- tamorfizadas por la influencia de las erupciones volcánicas, y se han tras- formado en mármoles de diversos colores, algunos de ellos muy visto- sos, y que se prestan con grandes ventajas á la ostentosa ornamentacion; véanse nuestros magnificos templos de las provincias del mediodía, y aun tambien algunos en el interior, y. g. Zaragoza. Indicacion de las localidades en que hasta ahora se ha reconocido la formacion jurásica en nuestro territorio. Los terrenos correspondientes á nuestra formacion jurásica, segun todas las apariencias, debieron constituir una gran parte del fondo y de las costas del mar cretáceo, correspondiente á lo que en el dia llama- mos Mediterráneo, y que debia tener entonces mucha mayor estension ó superficie. Tambien debia haber entonces algunos islotes jurásicos de mas ó menos consideracion en aquel mar, segun se echa de ver por el plano ó mas bien por el croquis geológico de la memoria de D. Federico de Botella, antes citada. Si nos alejamos tierra adentro, pero sin adelantarnos sin embargo demasiado hácia el Occidente, sobre todo por la parte central, encon- 382 traremos ya mas desarrollada y mas visible la formacion jurásica, cons- tituyendo terrenos de muy considerable estension. La mas notable de todas ellas es, sin duda ninguna, la que corre en direccion de N. 0. á S. E., desde tierra de Sigúenza y Medinaceli hasta cerca de la ciudad misma de Valencia junto á la venta de Chiva, con solo algunas ligeras interrupciones de terrenos cretáceos superpuestos, componiendo una longitud total de sobre 50 leguas españolas de 20 al grado, y con una anchura máxima de 7 en algunos puntos. Esta banda ó faja jurásica tiene localidades muy notables por la abundancia de sus restos fósiles, debiendo indicarse en primer lugar el término del pequeño pueblo de Ablanque, en la provincia de Guadala- jara, situado á la derecha del rio Gallo, cerca de su confluencia con el Tajo. Todos los cerros de las inmediaciones de aquel pueblecito están llenos de moluscos fósiles (véase el catálogo de la seccion MI de este tra- bajo, incluida en el tomo 1.” de Memorias de la Academia, parte 5.”), algunos de muy gran tamaño y cuasi todos perfecta y completamente conservados, habiendo resistido á la accion del arado, y presentán- dose sobre el terreno como si fueran cantos sueltos, cuya circuns- tancia facilita muchísimo su recoleccion, pudiéndose cargar con ellos carros enteros sin mas auxilio que el del azadon comun de los labra- dores. Pero no es solo por esto por lo que recomiendo muy particu- larmente á nuestros geólogos el estudio de aquella localidad, sino porque en ella espero que al fin se han de encontrar restos, tal vez abundan- tes, de reptiles y de crustáceos, que con tanto afan estamos buscando por todas partes, puesto que yo, en una de mis escursiones, tuve la suerte de recojer, entre otros destrozos, un pequeño crustáceo per- fectamente conservado, que Mr. Baile, profesor de paleontología en la escuela de minas de París, ha clasificado como una especie nueva del gé- nero pagurus, familia de los plerigureos, orden de los decapodos. Tam- bien encontré algunos huesos sueltos pertenecientes á saurios del orden de los quelonios, pero cuyo género era indeterminable segun el mismo Sr. Bayle. Otra localidad tambien muy interesante por la abundancia de sus fósiles, particularmente terebrátulas de diversas especies, se presenta 383 en las inmediaciones de Torremocha, pueblo de la provincia de Guada- lajara, situado en el camino real de Madrid á Zaragoza. No son menos notables, ó tal vez mas que esta última localidad, el territorio de Arcos, provincia de Teruel cerca de la de Valencia, y el de Titaguas, en esta última provincia, cuyas petrificaciones, aunque sin comprenderlas en- tonces bien, han llamado tanto la atencion de nuestros naturalistas des= de principios de este siglo, en el periódico titulado El Semanario. Paralelamente á esta banda, y del otro lado de la Sierra de Solorio y de Molina, vuelve á presentarse la formacion jurásica, aunque no en tanta estension, por las inmediaciones de Ateca, Ibdes, Embid y otros pueblos situados en la misma direccion. Siguiendo mas hácia el N. de esta gran zona jurásica, volvemos á encontrar otra, acaso de no menos consideracion que aquella, por las sierras de Cameros y de San Lorenzo, y corriendo en la direccion an- tedicha de S. E. 4 N. 0., lo cual no deja de ser notable, y puede dar lugar á suponer que constituirian por aquel lado las costas principales del mar cretáceo. En el costado del Sudoeste de estas sierras estan muy aparentes los terrenos jurásicos, tanto en la provincia de Soria como en la de Burgos, pudiendo citar como puntos muy notables para restos fó- siles, Almarza en el estremo septentrional de la primera, Canales, en territorio de la de Logroño, Mansilla de la Sierra (de Burgos), Barbadi- llo, Monterrubio y otros varios. Por el costado Nordeste de la sierra de Cameros empieza á manifestarse cerca de Arnedo, y sigue sin in- terrupcion hasta Epila, en Aragon, entre la Almunia y Zaragoza, cuyo ayuntamiento aprovecha desde hace muy pocos años aquellas calizas compactas, cuasi un marmol, para el enlosado de las aceras de la ciu- dad invicta. Por este costado del Nordeste se encuentra inmediatamente recu- bierta por los terrenos terciarios de la gran cañada del Ebro, y en cuya línea de separacion estan situados los establecimientos de baños de Arnedillo y de Fitero, la ciudad de Tarazona y la de Borja, y los pue- blos de Magallon y de Plasencia. Los puntos notables para petrificacio- nes de que yo tengo noticia, son Egea de Cornágo, Grávalos, baños de Fitero y Ambel, pero seguramente que no serán los únicos. TOMO IV. 49 384 Las calizas de esta segunda banda jurásica son por lo general muy compactas y de color oscuro; en la primera banda son mas sueltas y mas blanquecinas. En varios puntos del límite de ambas bandas surten ma- nantiales termales, que se utilizan con gran écsito para alivio de las dolencias físicas, en establecimientos instalados exprofeso y bajo la di- reccion y vigilancia de facultativos nombrados por el Gobierno. Por el costado septentrional de la cordillera Cantábrica, y paralela- mente á su direccion de E. 4 0., tenemos tambien una serie de terre- nos jurásicos de bastante longitud, que desde hace mucho tiempo ha sido reconocida parcialmente por distintos ingenieros, tanto nacionales como estrangeros. Empieza á manifestarse en la provincia de Guipúzcoa, corriendo despues por las de Vizcaya y de Santander, y siguiendo toda- vía en una buena parte de la de Asturias. Los pueblos mas notables que . se encuentran en estos terrenos jurásicos en las provincias Vasconga- das son, Inza, Tolosa, Azcoitia, Villareal, Elorrio, Durango, Barambio y Lezama. De las otras dos provincias no puedo citar ninguno con fijeza. Esta banda jurásica septentrional de nuestro territorio no tiene, á mi modo de ver, ninguna relacion geológica ni orográfica con las otras dos que antes hemos considerado; yo la supondria mas bien como una continuacion, aunque á grande distancia, de la que se presenta en Fran- cia al pie de los Pirineos, en los departamentos de Hautes Pyrénces, Haute Garonne y el Ariége, desde Bañeras de Bigorre hasta Saint Gi- rons, de modo que en ese caso constituiria parte de la gran formacion jurásica de la Europa central. Ya hemos dicho antes que, en la parte mas central de España no co- nocemos hasta ahora las formaciones de nuestro 2.” grupo secundario; pero si salvamos la línea de Sierra-Morena hácia el Mediodía, ya trope- zamos otra vez con los terrenos jurásicos, que tal vez serán muchos y de grande estension, pero de que yo tengo escasas noticias y no conozco ninguna descripcion; me limitaré por consiguiente á lo poco que de ellos he visto, y que he estudiado con alguna detencion. La muy linda ciudad de Cabra, situada cuasi en el centro de la pro- vincia de Córdoba, está edificada en terreno correspondiente al miem- bro inferior de la formacion jurásica, segun lo comprueban los muchos 385 fósiles que por alli se encuentran, alternando varias veces los estratos de arenisca y de caliza blanca con los de la arcilla ferruginosa que los ingleses llaman Oaford-clay y los alemanes Rogen Eisenstein, y de que podrian sacar muy buen partido si aquellos habitantes tuviesen alguna idea de la metalurgia del hierro. Esta disposicion y alternancia de capas permeables é impermeables, son la causa de los muchos ma- nantiales de aguas límpidas que allí brotan por todas partes, y que aprovechan muy bien para el cultivo agrícola, pero no para la indus- tria fabril, sino es algunos molinos harineros y de aceite. A cosa de una legua al E. de la ciudad han abierto una gran cantera para obte- ner piedras molineras, con las que hace mucho tiempo tienen estable- cido un gran comercio por todo aquel pais y aun hasta Málaga. Para los molinos harineros aprovechan la caliza blanca, que es mas bien una bre- cha, y venden cada piedra desde 60 hasta 100 rs.; para los molinos aceiteros las confeccionan con otra brecha mas compacta, algo silícea y de un color rojizo; cada piedra de esta clase la suelen vender de 800 á 1000 rs. Tambien se han encontrado inmediato á la ciudad algunas brechas ó depósitos de huesos incrustados en la caliza, que los arran= caron al tiempo de hacer una escavacion en busca de manantiales, y que no llamaron la atencion de los trabajadores; solo he visto de ellos algunos restos que eran indeterminables. He dicho antes que no conozco ninguna descripcion de terrenos ju- rásicos al Mediodía de Sierra-Morena, y que á pesar de eso sospecho debe haber algunos. Esta sospecha se funda en que los célebres mármoles de Granada, de Velez-Málaga y de la sierra de Mijas pueden tal vez pro- ceder de calizas jurásicas metamorfizadas, cuya circunstancia no se ha estudiado hasta ahora. Las canteras de Macael en la sierra de Filabres, que por allí forma la cañada del rio Almanzor, y de cuyas canteras se obtienen todos los tableros de mesas de cafés de Madrid, tablas de chi- meneas, pilas de baños, ete., pueden muy bien corresponder al terre no de la formacion jurásica, cuyas capas alternantes, de areniscas, arci- llas y calizas, estan todas ellas alteradas y endurecidas por una influen- cia metamorfica. Los estratos calcáreos rara vez esceden de 1 metro de espesor, no estan todos ellos igualmente metamorfizados, y es nece- 386 sario hacer muchas escavaciones inútiles antes de descubrir uno que sea á propósito para el objeto á que se destinan. No pude encontrar ningun fósil que viniera en mi auxilio para resolver mis dudas y acla- rar mis sospechas. En el molino ó fábrica de Fines habia establecidas entonces cuatro sierras de agua, en cada una de las cuales podian cor tarse 15 tablas á la vez; habia además otra máquina para alisar y pu- limentar las tablas que salian de las sierras (1). En los terrenos del periodo jurásico han sido hasta ahora poco felices nuestros mineros. Muchas son las investigaciones que se han hecho en esta clase de terrenos, y algunas sobre indicios que ofrecian el mas alha- gúeño porvenir por la abundancia y buena calidad de sus minerales pero que, al cabo de mas ó menos tiempo, vinieron á desaparecer. Lo que con mas fundamento sostuvo durante bastante tiempo las esperanzas de los empresarios, fueron unas grandes masas de minerales cobrizos con muy buena ley de plata, que yo desde luego presumí ser aisladas y accidentales, pero que otros facultativos, sobre todo estranjeros, no juzgaron del mismo modo, y fueron causa de dispendios cuantiosos, por querer volverá encontrar el filon, segun ellos decian, cuando dieron fin con el arranque de las primeras masas ó bolsadas que asomaron en la superficie. Pasado el terreno terciario de la cuenca de Calatayud y subiendo hácia el puerto del Fresno, se reconocen todavía en los cer- ros y quebradas, á la izquierda del camino real, muchos restos de fun- diciones antiguas diseminados en diferentes puntos, que vienen á com- probar lo que ya sabemos del sistema metalúrgico muy generalizado en tiempo de los romanos, y aun de los árabes, de beneficiar los minera- les en cantidades muy pequeñas por cuenta de los mismos trabajado- res, quienes pagaban un tanto de sus utilidades al amo principal, ó bien al gobierno directamente. Esto podia entonces verificarse muy bien, por el escesivo precio que tenian los metales en razon á su poca abundancia, (1) Poco antes de recibir de la imprenta para su correccion las pruebas de este pliego, ha venido á mis manos para su exámen un espediente de minas registradas en Sierra de Gador, solana del Barranquillo Agrio, término del Fondon, en que ha ac- tuado como facultativo nuestro muy entendido ingeniero D. Santiago Rodriguez, quien califica aquel terreno como correspondiente á la formacion jurásica. 387 y aun en el dia mismo, en algunos sitios de la sierra de Gador y de Al- hamilla, se suelen reunir cuadrillas de trabajadores para arrancar, sin sujetarse á demarcacion legal, algunas pequeñas bolsadas ó depósitos de alcohol que, de antemano tienen reconocidos cerca de la superficie. Lo que es en el campo de Cartajena, donde los hierros plomiferos y argen- tíferos constituyen en algunos sitios el suelo del terreno, han estable- cido desde hace algunos años el mismo sistema, solo que la cuadrilla ó asociacion de trabajadores aseguran la propiedad del mineral con el re- gistro formal de una demarcacion, y despues lo benefician y obtienen el plomo argentifero en unos hornitos de mala muerte, hechos de ado- bes sin calcinar, y cuya construccion solo les cuesta de unos 25 á 30 pesos fuertes. Pero este sistema de laboreo y de fundicion en pequeño no puede tener aplicacion cuando los criaderos se presentan con cierta regulari- dad y constancia; su beneficio tiene que emprenderse por una persona acaudalada, ó bien por una sociedad de mas ó menos accionistas. Asi es como lo han hecho en las inmediaciones de Ateca, poco mas de una le- gua hácia el N., para beneficiar unos filones de barita y cuarzo con ócsidos y sulfuros de antimonio, que en un principio ofrecian bastante riqueza, pero que despues han degenerado. En los cerros inmediatos al pueblo de Barambio, y que estan constituidos por capas alternantes de arcilla, arenisca y caliza, correspondientes, como ya lo hemos dicho ó indicado, á la época jurásica, se encuentran algunas bolsadas de ga- lena de mas ó menos consideración, que por lo general no sufragan los gastos de esplotacion; se cita como un hecho muy remarcable y tradi- cional, el hallazgo á principios de este siglo de una bolsada que pro- dujo 18.000 arrobas de dicho mineral. Tambien dicen que durante la última guerra civil se obtuvieron algunas ventajas, en razon á la esca- sez de plomo que esperimentaban las tropas del Pretendiente para la confeccion de sus proyectiles, y lo pagaban muy caro; pero despues acá no se han obtenido productos de gran consideracion. Sea como quiera, yo aconsejaria á nuestros mineros que fueran muy reservados en aplicar sus capitales á trabajos en grande escala en los terrenos de la formacion jurásica. 388 Lo que hay de muy notable en Barambio para la paleontología, y que ya tengo dicho en la seccion anterior se observa tambien en Ca- nales, es una capa de caliza impura muy ferruginosa, de 1 metro de espesor, que atraviesa el rio por el pueblo mismo. Cuando la roca de esta capa entra en descomposicion, se convierte en una especie de arci- lla ferruginosa que contiene multitud de fósiles, particularmente tere- brátulas, que se destacan naturalmente como si fueran cantos sueltos. Cuando las calizas son duras y compactas sin haber entrado en des- composicion, como con tanta frecuencia acontece en España, no es po- sible clasificarlas con exactitud. Terrenos cretáceos, ó formacion de la creta y de la arenisca verde. En estos dos pisos ó secciones han acostumbrado siempre los geólo- gos á dividir los terrenos de sedimento que, se han formado en el espa- cio de tiempo trascurrido desde que concluyó la formacion de los jurásicos hasta que empezaron á depositarse los terciarios. El Señor D'Orbigny, muy fundadamente tal vez, ha añadido ó mejor dicho, ha considerado esta formacion dividida en tres pisos, llamando al mas in- ferior neocomiano, al segundo albiano y al tercero la creta. Yo en esta parte estoy perfectamente de acuerdo con lo que dice Lyell al fin de su capítulo sobre el grupo cretáceo. «Cuanto mas se van estendiendo nues- tros conocimientos, tanto mas dificil se hace el adoptar una designa- cion esacta; por consiguiente, lo mas sencillo y lo mas conveniente es conservar los antiguos nombres, considerados como una mera indica- cion de los caracteres mineralógicos y paleontológicos de las rocas en los paises en que fueron estudiados por primera vez.» Conservaremos pues los dos nombres que encabezan este capítulo, aun cuando en Es- paña, asi como en otros paises meridionales de Europa y Asia, haya terrenos cretáceos que no ofrecen siquiera la mas ligera capa de creta, y areniscas verdes que son de color rojizo. Considerada en conjunto esta formacion, le sucede lo que á todas: estratos ó capas alternantes de areniscas, de arcillas y de calizas, pre- 389 dominando las primeras en los pisos inferiores y las últimas en los su- periores. Estas tres clases de rocas rara vez se presentan puras; siem- pre suelen tener alguna mezcla de otras sustancias, y hasta llegan cuasi á equilibrarse sus proporciones, sin poderse entonces decidir en cuál de las tres clases se las debe colocar. En algunas de estas mezclas, cuan- do la sílice es en corta cantidad, resultan las margas que, tan notables y tan abundantes son en esta formacion. Nuestro lerreno cretáceo, segun está marcado en la gran carta geo- lógica de Francia, se presenta recubriendo la falda meridional de la cordillera Pirináica, en una faja que corre por los correspondientes terri- torios de Cataluña, Aragon y Navarra. En la vertiente septentrional de los Pirineos, tambien tienen los franceses un gran desenvolvimiento de formacion cretácea, con la cual parece mas bien que deben estar en relacion los terrenos análogos que, no lejos de la costa, van siguiendo, mas ó menos interrumpidos, por las provincias Vascongadas, la de Santander y una parte de la de Asturias hasta Oviedo, desde cuyo último punto hasta Figueras en Cataluña hay una distancia de 7 grados geo- gráficos, es decir, mas de 140 leguas españolas. Esta gran zona cretácea, en la que ahora incluyen tambien algunos geólogos los terrenos numulíticos (con lo cual no estoy muy de acuer- do), se estiende mucho hácia el Mediodía, hasta llegar á los terciarios de la cañada del Ebro, que descansan horizontalmente sobre ella, for- mando una línea de separacion muy ondulada. En la parte cretácea y en la procsimidad de esta linea divisoria, se encuentra la ciudad de Gerona en Cataluña, y la célebre ciudad de Estella en Navarra; Vich en Cataluña está ya en el terreno terciario, asi como tambien Huesca en Aragon; Olite y Tafalla estan en la línea misma; en el interior de la parte cretácea, que llega hasta muy cerca de Burgos por el valle de Val- divielso (Naranjo, tomo 1 de Anales de minas, año 1841), tenemos á Jaca, Sangúesa, Pamplona, Vera, San Sebastian y Vitoria. Partiendo de las inmediaciones de Burgos hácia el M., seguiremos observando los terrenos cretáceos, aunque con bastantes interrupcio- nes, y los encontraremos en las provincias de Soria, Zaragoza, Sego- via, Guadalajara, Teruel, Castellon, Valencia, etc., y tambien en Cas- 390 tilla la Nueva y en Andalucia. Ya no sería un ensayo, sería un trabajo geológico completo, muy largo, muy complicado y muy dificil de lleyar á cabo, el querer detallar y describir todos los sitios en que se nos presentan trozos mas ó menos considerables de la formacion cretácea, recubiertos siempre en su base por terrenos terciarios ó por aluviones, y descansando sobre formaciones mas antiguas, particularmente la ju- rásica. Citaremos solo algunas localidades que nos parecen mas nota= bles, tanto por lo que hemos observado, como por las noticias que de ellas hemos adquirido, aun cuando no las presentemos con todo el ór- den de serie continuada que sería de descar. Al Mediodía de la ciudad de Soria, y en territorio de su provincia, se presenta una grande estension correspondiente á la época cretácea, en la que se halla comprendido el campo de Baraona, tan célebre en nuestros cuentos de brujas. Este campo es una planicie de mas de una legua de travesia, que ha sido levantada, sin perder su horizontalidad, hasta unos 1390 metros sobre el nivel de los mares actuales, fenómeno de los mas notables en la orografía de nuestro territorio. El pueblo de Peñalcazar, de la misma provincia en su confin con la de Zaragoza, está edificado sobre un gran promontorio que se eleva aisladamente sobre el terreno que lo circunda, cuyos estratos se conservan perfectamente horizontales, al paso que los cerros de las inmediaciones, á pesar de tener sus estratos en posicion muy inclinada, se quedan muy inferiores al nivel del suelo de dicho pueblo, que por esta razon tiene un nombre muy apropiado y significativo: Peña Alcazar, es decir, un alcazar ó fortaleza construida sobre una gran peña ó promontorio inaccesible por los cuatro costados, y sin ninguna altura inmediata que lo domine en el alcance de la mas gruesa artillería moderna. En la caliza, algo ca- vernosa pero muy consistente, que forma el piso de las eras de Peñal- cazar, he recojido por mí mismo, entre otros fósiles, restos muy bien conservados de Exogira Olisiponensis, Scharpe, y de Pecten quinque- costatus, Sow. La planicie de Algóra, pueblo de la provincia de Guadalajara, situado sobre el camino real de Madrid á Zaragoza á 1160 metros sobre el ni- vel del mar, tambien corresponde á la época cretácea, y desde este 391 punto sigue una faja de poca anchura hácia el S. E., que corre parale- lamente á la cordillera de Somosierra por su falda meridional, hasta terminar en las inmediaciones de. Torrelaguna, para volver despues á aparecer algunos ligeros retazos que ha reconocido D. Casiano de Prado en la provincia de Madrid, por las inmediaciones de Valdemorillo. De las canteras de Valdemorillo se obtiene una cal eminentemente hidráulica, y que es la mas estimada por los arquitectos para la construccion de edificios en Madrid. Esta banda cretácea pasa por el pueblo de Con- gostrina, cerca de Hiendelaencina, y por aquellas inmediaciones abun- dan estraordinariamente los restos fósiles; pasa por Tamajon, célebre por las repetidas é infructuosas investigaciones en busca de carbon de piedra, por Valdesotos y por Uceda, tan notable por su gran ca- verna estalactítica. Si vamos á la falda septentrional de la misma cordillera de Somo- sierra, nos encontramos con otra faja cretácea en perfecta concordan- cia y paralelismo con la que acabamos de indicar, y que en un tiempo debieron estar unidas constituyendo una estension continuada, pero que se quebrantó y se dividió en dos partes cuando surgió la cordi- llera y se decidió y determinó la configuracion y relieve que hoy dia presenta. Mi compañero D. Felipe Bauzá y yo fuimos los primeros que, en junio de 1835, reconocimos la existencia de aquella faja cretácca en los arrabales de la ciudad de Segovia, y despues la fuimos siguiendo, hácia el Oriente, hasta mas allá de Sepúlveda, donde tiene su mayor anchura, y hácia el Poniente va estrechando sucesivamente hasta des- aparecer enteramente cerca de Villacastin, quedando allí recubierta por los aluviones procedentes de la sierra. Por la parte del Oriente, Pedraza, unas dos leguas al S. de Sepúlveda, se halla en el límite con las rocas hipogénicas. En Sepúlveda, que está cerca del límite con los terrenos terciarios dela gran cuenca del Duero, son sumamente notables las roturas y repliegues que han sufrido en algunos sitios los estratos arcillosos y cuarcitosos, hasta formar un ángulo muy agudo con el vér- tice hácia arriba, fenómeno que únicamente se suele presentar en los terrenos carboníferos propiamente dichos. Los terrenos cretáceos de esta zona central que acabamos de 50 TOMO IV. 392 indicar, corresponden al piso superior de la formacion y al miembro hb de Lyell, ó sea la creta blanca compacta con pocos pedernales. Es muy digno de fijar la atencion la semejanza que esta creta blanca tiene con la que Sir Daniel Sharpe, con el nombre de hipuriten limestone, nos señala en Portugal: de las 18 especies de moluscos que este distinguido paleontólogo caracteriza como nuevas en las inmediaciones de Lisboa, especies que antes no se conocian en ninguna otra localidad, la mayor parte las tenemos en las cercanías de Congostrina; alli tenemos tam- bien algunos peces y algunos reptiles. Por las inmediaciones de la ciudad de Segovia, hácia el Norte, la accion de las aguas ha puesto á descubierto en algunos barrancos los estratos suberetáceos correspon- dientes al piso inferior, ó sea el de la arenisca verde, con cuasi todas sus capas alternantes de arcillas y de areniscas de diversos colores y de diferente coherencia. Todo el mundo puede ver en Madrid, á la puer- ta de las tiendas de pequeña mercería, lo que llaman tierra de Segovia para quitar manchas, que no es otra cosa sino una marga azul muy arcillosa ó el gault de los ingleses; la arcilla pura de las cercanías de Segovia es y ha sido siempre muy apreciada en las fábricas de vidrio, para la confeccion de los grandes crisoles en que se funde la masa; asi como para la mezcla de las diferentes sustancias que se ponen en dichos crisoles es muy buscada la arena silícea pura de Tamajon. Junto á la poblacion misma de esta villa se ve el fenómeno inverso que en Peñal- cazar; una cierta estension de la caliza cretácea se ha conservado en su primitiva posicion horizontal, al paso que los cerros inmediatos constituidos por estratos inclinados de la misma caliza, han sido levan- tados á mayor altura en sus aristas. La ciudad de Teruel está situada cuasi en el centro de un gran es- tanque ó pequeña cuenca terciaria lacustre, cuyos estratos yacen per- fectamente horizontales, habiendo entre ellos algunos que son de azu- fre puro y otros de arcilla sumamente azufrosa, utilizándose ambos con gran ventaja en las fábricas establecidas en la procsimidad del pueblo de Libros, en la cañada del rio Gruadalaviar. Este estanque terciario se encuentra encerrado por todos lados dentro de la formacion cretácea, con sus estratos levantados é inclinados en distintas direcciones. El rio 393 Guadalaviar, ósea el Turia, en las inmediaciones de Libros corre por la línea de contacto de ambas formaciones, que á ambas las ha corroi- do y denudado en gran parte, quedando muy claras y muy percepti- bles sus relaciones estratigráficas. El espesor del terreno terciario hasta el nivel del rio son unos 160 metros. En el terreno cretáceo ha quedado descubierto el piso inferior de esta formacion, es decir, el de la arenisca verde, representado por arenas arcillosas que unas veces son blancas y otras veces rojizas, alternando con algunas capas delgadas de caliza margosa, y con la particularidad de que, todas estas capas con- tienen en algunos puntos una cierta cantidad de arena clorítica, ofre- ciendo un cierto colorido verdoso que justifica muy bien el nombre que le han consignado. Los fósiles abundan mucho, aunque no sea siem- pre facil el arrancarlos enteros; yo pude obtener, entre otros, el Ple- ropcera pelgasi, Brong.; P. beaumontiana DW'Orb, y el Trigonia scabra Lamk, que son característicos. Saliendo de Teruel hácia el Norte, se deja el terreno terciario sO- bre el cual se ha transitado cerca de una legua, y se vuelve á entrar digámoslo asi, de lleno, en el de la época cretácea, que no se abandona ya en mucho tiempo, sobre todo si se camina despues hácia el Oriente. A ocho leguas al N. E. de Teruel (contadas en línea recta) y una y media al S. de Montalvan, se encuentra el pequeño y antes miserable pueblo de Utrillas, que no está marcado en ningun mapa, y que en el dia se ha hecho célebre y tiene que serlo todavía mucho mas, en ra- zon á ser el punto donde primero se descubrieron los grandes depósi- tos de carbon mineral, entre cuyas capas hay algunas muy potentes, y que pueden competir por su superior calidad con la mejor ulla de los terrenos carboníferos propiamente dichos. Nuestro muy entendido in- geniero de minas D. Agustin Alcibar, actualmente inspector del dis- trito de Zaragoza, se ha ocupado con mucha detencion del estudio de estos depósitos de tan precioso combustible, habiéndolos reconocido en diferentes puntos en una grande estension, desde Fortanete y Canta- vieja por Estercuel y Cañizar, hasta Calanda y Ariño. Se ha organizado una empresa respetable para utilizar este carbon, y para lo cual, lo pri- mero que tratan de emprender es la construccion de un camino de hierro 394 que, atravesando por los criaderos de mayor consideracion, vaya á ter- minar en la orilla derecha del rio Ebro. El beneficio que resultará á todo aquel pais será inmenso. El citado ingeniero Alcibar está nombrado di- rector facultativo de dicha empresa para la parte técnica, y ha dado ya algunas noticias muy interesantes en una larga memoria presentada al ministro de Fomento y publicada en su Boletin oficial, cuyas noticias amplía y detalla Alcibar mucho mas, en la memoria que ha escrito recientemente D. Leon Cappa para demostrar la suma importancia de aquellos criaderos, que están destinados á fomentar y desarrollar la in- dustria, particularmente en Aragon. En agosto de 1847, cuando aquellos criaderos empezaban á fijar la atencion de los mineros, estuve yo en Utrillas y comprendí desde luego su importancia, aun cuando entonces no podia de ningun modo figurar- me la mucho mayor á que despues habian de llegar. La gran dificultad, y aun se puede decir, el gran enigma que entonces se presentaba, y que todavía no está completamente resuelto, es el determinar con seguri- dad á que época geológica corresponde aquel terreno. A mi modo de ver, y fundándome en algunas de las consideraciones que he presentado en la Seccion IV sobre la variacion de condiciones climatológicas que han esperimentado algunas localidades, no pongo la menor duda en que los depósitos de carbon de los criaderos de Utrillas se verificaron du- rante la época cretácea; sin que esto lo pueda de ningun modo contra- decir el que, entre las diferentes capas ó estratos qne constituyen aquel terreno, haya algunos de lignito y de verdadero azabache en trozos sueltos, con conchas de planorbis y de lymneas, es decir, de origen la- custre; porque, segun las condiciones especiales de un terreno dado, no tiene nada de estraño el que, durante la formacion de los terrenos sedimentarios del mar cretáceo, hicieran alguna irrupción, mas Ó me- nos mar adentro, los arroyos y los rios que en él desembocaban, y que depositasen en su fondo los destrozos que consigo arrastraban. Fuera de estas capas lacustres, todas las demas rocas que, por lo menos en Utrillas, alternan con una admirable regularidad, asi como los abundan- tes restos fósiles de moluscos que ellas contienen, caracterizan comple- tamente la formacion cretácea. Tambien es preciso advertir que, las ca- 395 pas de carbon bueno descansan siempre sobre una de arcilla, y están recubiertas por otra de arenisca rojiza, á que aquellos mineros denomi- nan la madre del carbon; y en ninguna de estas dos capas, inferior y superior, he visto aquellos lechos de troncos y de ramas de árboles que cuasi siempre acompañan á la verdadera ulla. Y por último, tambien en Utrillas se presenta el mismo fenómeno que hemos citado en Tama- jon; una gran estension de terreno que se ha conservado cuasi hori- zontal ó muy poco inclinado, encerrado entre dos líneas de cerros constituidos por la misma clase de rocas, pero cuyos estratos se hallan fuertemente inclinados sobre el horizonte. Desde la provincia de Teruel hácia el Oriente tiene un desarrollo estraordinario la parte visible de la formacion cretácea, estendiéndose en la misma direccion que lleva la costa, por las provincias de Valen- cia, de Castellon de la Plana y una buena parte de la de Zaragoza, yendo despues á unirse, sufriendo algunas interrupciones, con la de la falda meridional de los Pirineos. por Manresa y por Solsona, en cuyas inme- diaciones se encuentra el inmenso y portentoso depósito salífero de Cardona. Con la inspeccion de la parte correspondiente en el catálogo de fósiles que he publicado en la Seccion HI, se puede tomar idea de las localidades cretáceas donde hasta ahora los hemos encontrado en ma- yor abundancia. En cuanto á terrenos cretáceos en la parte meridional de las pro- vincias de Andalucía, muy poco ó cuasi nada es lo que de ellos sabe- mos. Aquel territorio, tan predilecto para las imaginaciones ardientes de nuestros poetas, y aun de los poetas y viajeros estrangeros, no ha fijado todavía bastante la atencion de nuestros geólogos fuera de la jurisdiccion de los grandes criaderos metaliferos que, tan inmensa rique- za arrojan de sí y sin dar muestra de agotarse nunca, antes bien de ir en aumento. Allí no se piensa mas que en plomo, cobre y minerales argentiferos, sin cuidarse mucho á qué época geológica correspon- den los terrenos donde los encuentran, y ocupándose por consi- guiente todavía mucho menos de los terrenos estériles, ú sean las regiones no metalíferas. No en balde se dice que vivimos en el siglo 396 positivo. Yo bien sé por ejemplo, que la mayor parte de las cepas que producen el esquisito vino de Málaga crecen y vejetan en terrenos cretáceos, de cuya formacion corre algo separada de la costa una pe- queña faja de ocho leguas de longitud, desde Arche y Compeia hasta cerca de Almojía, no lejos de la ciudad de Málaga. Otra faja mas pe- queña, pero que parece ser continuacion de aquella, corre por el territorio de Marbella, y tal vez sigue despues hasta el pié de la serra- nía de Ronda en la ciudad que la da su nombre. Tal vez tambien por los territorios de Osuna, Estepa y Antequera..... Pero ¿por qué ocu- parnos de conjeturas que no podemos fundamentar bastantemente en el Mediodía, cuando todavía nos queda algo que decir de positivo sobre los terrenos cretáceos de la parte del Norte? Al principio de este capítulo hemos indicado que, paralelamente á la falda septentrional de la cordillera Cantábrica y no lejos de la costa, corre una banda cretácea por las provincias Vascongadas, la de San- tander y una parte de la de Asturias. Por la parte meridional de la misma cordillera tenemos otra semejante que enlaza con la que viene de Vitoria, y pasa por Villarcayo y Rozas cerca de Reinosa, asoma des- pues en pequeños retazos por el N. de la provincia de Palencia, en las inmediaciones de Cervera y cerca de (Guardo, y continúa durante unos 22 kilómetros, descansando sobre los terrenos paleozóicos de la provincia de Leon, por los pueblos de Cistierna, Oceja, la Lastrilla y otros. En algunos sitios de la provincia de Guipúzcoa y en muchos mas de la de Soria, se presentan depósitos parciales de carbon mineral que, si bien algunos de ellos solo son lignitos y azabaches diseminados en porciones insignificantes para poder alimentar ninguna clase de indus- tria, los hay sin embargo de alguna mas consideracion, y que sin ser carbon de primera calidad ni tan abundante como el de Utrillas, los utilizan muy bien en la confeccion de la cal para los usos agrícolas. En Préjamo, cerca de Arnedillo, en la Rioja, hay unos depósitos de muy buen carbon que, hace ya bastantes años se aplicó con buen écsito en las fábricas de regaliz de Corella y de Tudela, pero que despues se abandonaron porque no ha habido quien se atreviera á anticipar y tal 397 vez aventurar un cierto capital en investigaciones y reconocimientos en escala mayor. El criadero de carbon cretáceo que en el dia se be- neficia con alguna mas formalidad, y que ha llegado á adquirir algun crédito, es el llamado de Torrelapaja, pueblo de la provincia de Zara- goza, cuyo término linda con la provincia de Soria, y cuyo criadero llega hasta cerca de Peñalcazar. Este carbon es de muy buen uso para los herreros, que lo emplean en sus fraguas con gran ventaja sobre el de brezo en muchas leguas á la redonda; pero la mal entendida ambicion de sus propietarios acabará al fin por desacreditarlo, porque venden tambien como carbon una arenisca muy impregnada de él, la cual, aunque en realidad arde muy bien y con mucha flama, deja sin embar go gran cantidad de resíduos arenáceos que obstruyen á poco tiempo el hogar, y hace que no sea aplicable á cierta clase de hornos. Lo que tenemos de muy interesante en la zona cretácea de la costa Cantábrica es una caliza hidráulica, ó mas bien un mortero hidráulico descubierto por unos ingenieros ingleses durante la última guerra civil en las inmediaciones de San Sebastian, cuyo uso se ha estendido es- traordinariamente hasta muchas leguas tierra adentro. El vetusto puen- te de Tudela, con sus 17 arcos de diferentes y singulares formas cada uno, estaba todo él carcomido á punto de ser destruido por la accion mecánica y corrosiva de las aguas del Ebro; se han restaurado sus pilares empleando esclusivamente en su sillería el mortero hidráulico de San Sebastian, y en el dia presenta tan buen aspecto y tiene mucha mas consistencia que la que ofrecia en tiempo de D. Sancho el Fuerte. Aquella caliza es mas bien una creta impura, muy semejante en su aspecto al plaenerkalk de Sajonia; su color es ceniciento claro, salpica- da con muchas manchitas amarillentas debidas á la parte arenácea, que es algo ferruginosa. No he visto hasta ahora, ni en el sitio ni en ejem- plares destacados por mí, petrificaciones bien marcadas para poderla caracterizar con toda seguridad, pues con el ausilio del lente solo he distinguido una porcion de conchitas univalvas, de especies indetermi- nables á causa de su estremada pequeñez. Mas afortunado que yo ha sido mi compañero el Sr. D. Rafael Amar de la Torre, quien me ha dicho haber encontrado en la playa misma de San Sebastian muchos 398 restos fósiles de moluscos de diferentes genéros y especies, entre los que se distinguen ó se marcan mas los Catillus Cuvieri, Brongn., tan característicos para la creta, y que alli llegan á tener hasta 26 centímetros de diámetro. Esta creta ó plaenerkalk contiene, en la proporcion mas conveniente, todos los elementos necesarios para constituir natural- mente un mortero eminentemente hidráulico; asi es que, no se nece- sita hacerle ninguna adicion, ni aun de arena, como algunas veces tie- nen que hacer con la cal de Valdemorillo; tal como la arrancan de la cantera, la trituran un poco y la calcinan en un horno comun, despues la pulverizan, y sin mas preparacion la entregan al comercio, al precio de 14 rs. vn. la fanega castellana. Posteriormente al primer descubri- miento, la han encontrado y la utilizan en otros muchos puntos de la misma provincia. Para terminar por fin lo que me habia propuesto decir en esta 5.* Seccion, harto dificil por cierto de desempeñar como corresponde, y que tanto interés ofrece en la época cretácea, no puedo menos de citar el valle de la Borunda, en Navarra, que se atraviesa de Poniente á Levante por el camino real de Vitoria á Pamplona; su anchura mácsima en algu- nos sitios será mas de una legua. El suelo de este valle notable, cons- tituido por una caliza compacta aunque algo cavernosa, correspondiente á uno de los miembros superiores de la formacion cretácea, es suma- mente llano y perfectamente horizontal en unas dos leguas de longitud. Las laderas son escarpadas y formadas por los estratos que antes fueron continuacion de los del valle, y ahora se encuentran levantados y con una inclinacion muy pronunciada en ambos sentidos, es decir, los de una ladera hácia el N. y los de la otra hácia el S. A este trastorno y quebrantamiento del terreno deben su origen los dos célebres cerros conocidos con el nombre de las Dos Hermanas, que forman una angos- ta quebrada por donde pasa el camino real que, de Irurzun se dirije á Tolosa, y en la que hay establecidas una porcion de ferrerías. El poco profundo cauce que se ha abierto un pequeño afluente del rio Arga en toda la longitud del valle, pone de manifiesto la perfecta corresponden- cia de los sucesivos estratos del subsuelo con los de los escarpes de las laderas. Este fenómeno de estensiones de terreno, de mas ó menos 399 consideracion, conservando su primitiva horizontalidad, y cireundadas de cerros escarpados que se elevan por lo general á mayor altura que la planicie, y de que tan repetidos casos dejamos hecha mencion en di- versas localidades, me atreveria yo á establecerlo como uno de los ca- racteres distintivos de la configuracion esterior de los terrenos cretá- ceos en España, ademas de los que señala Lyell en sus Elementos de geologia (mi traduccion, página 411). Madrid 16 de febrero de 1857. Toaguir Exquerra del "Paro TOMO IV. 51 III AV alvad Aarajao HOR JA 7 A ) Ñ El os Bl 1 Mina A Í ni 11019189 DOI TUD E TEA] : e 0 (Y hi sars OR O AO ' hinlmY 7 (Es 29 vi man A CATALOGO DE LAS AVES DE LA ALBUFERA, POR DON IGNACIO VIDAL, CORRESPONSAL DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS, EN VALENCIA. ADVERTENCIA PRELIMINAR. A. ofrecer por primera vez á la Real Academia mi lista de aves pro- cedentes del lago de la Albufera, tuve cuidado en declarar que no la daba por completa, puesto que se conocian los nombres de algunas que no habia logrado, y que esperaba adquirir con el tiempo: así fue que contraje en cierto modo el compromiso de comunicar á aquella ilustre corporacion el resultado de mis investigaciones ulteriores. Seis años han trascurrido desde entonces, durante los cuales he podido recojer cierto número de especies no incluidas en mi primer catálogo, y por otro lado he visto la necesidad de hacer en él algunas correcciones; dos motivos á cual mas poderosos para empeñarme en componer este nuevo trabajo. El anterior mereció de la Real Academia la honra de ser benévola- mente acojido, y publicado bajo sus auspicios en el tomo 1.? de sus Me- morias (tercera serie; ciencias naturales: tomo 1.”, parte 2.”); si mi actual opúsculo alcanza igual favor, quedarán ciertamente colmados mis 402 deseos. En aquel creí oportuno dar, por via de introduccion, una bre- ve reseña de la localidad que sirve de abrigo á tantas y tan curiosas especies de pájaros, y recopilar la historia de su número y nombres segun la habian presentado algunos naturalistas ó aficionados valencia- nos: mas ahora, que esta parte histórica y descriptiva está ya bien ó mal tratada, juzgo ocioso repetirla, y tan solo me compete dar una razon sucinta de las enmiendas y adiciones que en mi segunda lista ornitoló- gica han tenido cabida. Desde luego se podrá notar que he continuado valiéndome de la clasificacion del inglés G. R. Gray, tal como la ofrece en su grande obra de los géneros de las aves (Londres, 1849), pues tiene entre otros méritos el de ser la mas completa de las clasificaciones modernas: pero me ha parecido que no debia suprimir, como lo hice en mi lista ante- rior, la denominacion de las sub-familias ornitológicas, por ser esta categoría de grupos la que en el estado actual de la ciencia da á cono- cer el estrecho lazo que une al ilustre Linneo con los autores contempo- ráneos de mas valía. He creido ademas conveniente tributar un justísimo homenaje á la reconocida importancia del mas distinguido de todos ellos, el Príncipe Carlos Bonaparte, anotando su nomenclatura particu- lar 4 cada especie de las que en mi catálogo llevan el nombre de Gray; para lo cual he recurrido al tomo 1.” de su famoso Conspectus gene- rum avium (Leide, 1850) en lo tocante á los órdenes de Accipitres y Passeres; y en cuanto á los de Grallee y Anseres, como no ha visto la luz el tomo 9.* de aquella célebre publicacion, ni he tenido la fortuna de adquirir el catálogo general de las aves de Europa que su autor ha presentado recientemente á la Academia de Ciencias de París, me ha sido forzoso echar mano de su lista geográfica comparativa de las aves de Europa y Norte-América (Londres, 1838), y del catálogo de los pá- jaros de Europa que acompaña á su revista crítica de la ornitologia de Mr. Degland (Bruselas, 1850). No era dificil dar mayor estension á esta parte de mi trabajo, aña- diendo á las nomenclaturas de Gray y Bonaparte las sinonimias de Temminck, Schlegel, Keyserling y Blasius, Gould y Degland: mas no he conceptuado oportuno semejante lujo de erudicion en una obra de 403 tan modestas proporciones como la actual, y me he limitado á señalar cada una de las especies que comprende con el nombre de (Gray, in- dicando entre paréntesis el del autor que primero la refirió á su género propio, y á recordar despues la sinonimia de Linneo ó del que en su de- fecto describió el ave, y por último la sinonimia del Príncipe Bonaparte, cuando esta difiere de la adoptada en el nombre genérico ó específico. Las demás correcciones que mi lista ha recibido versan sobre yer- ros de nomenclatura latina, castellana 0 valenciana que no pudieron evitarse en la anterior; ó sobre equivocaciones en el nombre de algun autor, ó en el sentido de la nota relativa á la escasez ó abundancia de cada especie de ave en la Albufera. Con respecto á las voces latinas se ha enmendado la de la Cisticola schcenicola, Bonap., que es Drymoica cisticola, Gr.; la de Calamodyta strepera de este autor, que es €. olivetorum del mismo segun Stric- kland; la de Tringa alpina, L., que es Tringa cinclus, L.; la de Orty- gometra Bailloni, Steph., que es Ortygometra pygmaea, Keys, et Blas.; la de Porphirio hyacinthinus, Temm., que es velerum, Gr.; la de Phenicopterus roseus, Pall., que es Ph. antiquorum, Temm.; y la de Sterna nigra, L., Hydrochelidon nigra, Gr., que es Sterna fis- sipes, L. En cuanto á las denominaciones castellanas se ha correjido la de Totanus calidris, que era de Caballero gambeta, y debe ser de Ca- ballero de pies rojos; la de Querquedula angustirostris, que se llama- ba Cerceta jaspeada y parece mejor Cerceta de pico estrecho; y la de Colimbus septemtrionalis, que llevaba el nombre de Colimbo de gar- ganta roja, y ahora se cree mas propio darle el de G. septentrional. La nomenclatura valenciana ha sufrido mas enmiendas, por pres- tarse mas á la confusion la falta de fijeza en los nombres que usan los cazadores del pais para designar la mayor parte de las aves. Sin em- bargo, se ha podido averiguar el mas exacto de todas ellas, y en con- secuencia se ha correjido el de Totanus ochropus, que era Siseta blanca y debe ser Churlivita; el de Tot. glottis, que se llamaba Tifort y debe llamarse Picarot; el de Tringoides hypoleucos, que pasaba por Siseta y ahora se le ha de añadir la calificacion de blanca; el de Larus ma- 404 rinus, que era Gavilá, y debe ser Gavilá de mar, suprimiendo esta última denominacion al Larus argentatus. Respecto de los nombres de autores, debe decirse que hubo error en citar á Boié en lugar de Gray en Otus brachyotus; á Brehm en vez de Bonaparte en Sguatarola helvetica; ¿ Temminck por Vieillot en fbis falcinellus; 4 Leach en lugar de Bonaparte en Limosa eegocephala, en vez de Stephens en Gallinago media, y en vez de Gray en Ortygome- tra crex; á Boié por Vicillot en Cygnus olor; á Selby y Eyton en lu- gar de Bonaparte en Mareca penelope y Dafila acuta; y por último, á Brehm en vez de Boié en Clangula glaucion. En la determinacion de la abundancia ó escasez de cada especie de las que visitan la Albufera, ha sido necesario enmendar lo que en el catálogo anterior se dijo de las dos Limosas, pues la roja figuraba como escasa, viéndose con alguna frecuencia, al paso que la comun, que es la rara, se daba por abundante. Tambien se ha debido alterar el sentido de la nota puesta en aquella lista á la Fulica cristata, Gmel., por haberse rectificado la observacion en que se funda, Empero la correccion mas importante de cuantas contiene el nuevo catálogo, consiste en haber suprimido la especie Tr. macularia, Gr., que figuraba en el anterior por un error de clasificacion, tan solo dis- culpable por la estraña apariencia del único ejemplar que sirvió para determinarla, y cuyos caracteres todos, escepto el del tamaño, concor- daban con la descripcion que Temminck hace de Tot. macularia en su Manual. Al estudiar de nuevo este pájaro, despues de haber reconocido muchos de uno y otro género, y á la vista de los caracteres diferencia- les de entrambos, eché de ver que no pertenecia al Tringoides Bonap.; y con esta base ya no fué posible conservarle en él, y menos referirle á una especie que, al decir del mismo Temminck y de Degland, es casi esclusivamente americana, puesto que por casualidad visita el Norte de nuestra Europa. Con efecto, era un individuo de Tot. calidris, Bechst., en pluma de verano, pero con las manchas oscuras de las partes infe- riores del cuerpo mas grandes y redondas de lo regular. Hasta aqui las enmiendas de mi lista actual; séame ahora lícito dar cuenta de las adiciones que en ella se han introducido. 405 La anterior comprendia 105 especies de pájaros, á saber: 5 acci- pitres, 18 passeres, 49 gralle y 33 anseres; en esta figuran 128 es- pecies, por haberse rebajado de aquella la citada Tr. macularia, Gr., y añadido 24, de las cuales una pertenece al 1.* orden, 9 al 2.”, 6 al 3. y8 al 4.” Sin perjuicio de marcarlas con un asterisco en su lugar respectivo, me parece oportuno dar aqui sus nombres, para que de una vez se comprenda el resultado de mis nuevas pesquisas; son las siguientes: Pandion Halietus, Cuv. Ardea coromanda, Gr. Calamodyta melanopogon, Gr. Tringa Scbinzii, Brehm. Calamodyta arundinacea, Gr. Gallinago majer, Bonap. Sylvia melanocephala, Lat. Ortygometra minuta, Keys, et Blas. Sylvia rufa, Lat. Anser ferus, Bonap. Paroides pendulinus, Gr. Tadorna vulpanser, Flem. Paroides biarmicus, Gr. Mergellus albellus, G. Anthus spinoletta, Gr. Colymbus glacialis, L. Emberiza scheniculus, L. Thalassidroma Leachii, Bonap. Emberiza pyrrhuloides, Pall. Larus glaucus, L. Cinclus interpres, Gr. Larus melanocephalus, L. Ardea alba, L. Larus minutus, L. Prescindiendo de la complacencia que produce siempre la adquisi- cion de especies no observadas antes en la localidad que se eligió por objeto de estudio, debo decir que la mayor parte de las que acabo de citar habian de hallarse en la Albufera, y se hubieran hallado cierta- mente á haber sido antes posible ó permitida su investigacion. En efecto, las varias especies de Pico-finos 6 Currucas que aqui se han nombrado, residen y crian durante el verano en lo mas recóndito de los carrizales del lago; pero la época, segun insinué en la introduccion á mi primer catálogo, es de veda para los cazadores, y no consentia que se buscasen aquellas especies sin el permiso especial que despues pude alcanzar para un objeto tan científico. En cuanto á la nueva ave de rapiña, como pájaro cosmopolita, nada tiene de estraño su aparicion accidental, y aun su residencia en la dehesa que separa el lago de la vecina costa. Las especies nuevas de zancudas son en verdad mas no- tables, pues las hay muy curiosas y de paso periódico ó accidental: entre ellas citaré la lindisima Ardea coromanda, Gr., que, como es sabido, no suele aventurarse en nuestras regiones. Por último, de las palmípedas ó 406 anseres se han recogido tambien especies raras, como Tadorna vul- panser, Flem., y Anser ferus, Bonap., que parecen ser aves de paso en algun invierno crudo; otras, como Colymbus glacialis, L., Mergellus al- bellus, Gr., y Thalassidroma Leachii, Bonap., las cuales sin duda entra- ron en el lago impelidas por la violencia de alguna tempestad; y las tres especies de Larus, que son igualmente marinas, y de visita accidental en la Albufera. Todas ellas deben en mi concepto calificarse de muy escasas en esta localidad, cuando no pude enumerarlas en mi anterior catálogo, fruto de diez años de observaciones asíduas, y cuando, si ahora se han añadido á él, es bajo la fe de un solo ejemplar de cada una, adquirido en el curso de otros seis años. Estas son las advertencias que he creido conveniente presentar á los que tengan la bondad de leer mi lista actual en cotejo con la publi- cada en 1850. Ya he sentado el principio, que no intentaba proseguir la discusion que en esta debí entablar sobre los nombres vulgares de las aves de la Albufera, al dar razon de los que habia recojido, en vis- ta de todos los que apuntaron mis predecesores en semejante trabajo: pero de las actuales adiciones se desprende el adelanto que ha tenido esta cuestion, interesante bajo cierto aspecto, con la rectificacion de nombres mal conocidos, y el aumento de otros que se ignoraban de todo punto. En el estado presente de mis investigaciones, puede fundada- mente creerse que faltarán ya muy pocas especies de aves por recojer y denominar en la Albufera; y mientras abrigo la esperanza de adquirir- las, voy á continuar la coleccion de las otras clases de animales que residen en el lago y sus alrededores, para llevar á cabo mi propósito de ofrecer á la Real Academia, y al público curioso, la fauna completa de tan especial localidad. CATALOGO DE LAS AVES QUÉ FRECUENTAN EL LAGO DE LA ALBUFERA Y SUS ALREDEDORES, EN 14 PROVINCIA DE VALENCIA, INIA Fam, 2,* Falconide,—Sublam, 2," Buleonins. Gen. BUTEO, Cuvier. B. vulgaris (Bechst.), Gr. —Falco buteo, L.—Buteo cinereus, (. Bonaparte. Castellano, Milano rojo. —Valenciano, Aguila peixcadora.—El jóven es muy comun en la dehesa. Sublam. 3, Aquiline. Gen. PANDION, Savygny. P. halieetus (Cuv.), Gr., Bonap.—Falco halieetus, L. Castellano, Aleto 6 Halieto. —Valenciano, Aguila peixcadora.— Escaso, y suele verse en el lago. Soblam. 5," Milvine. Gen. PERNIS, Cuvier. P. apivorus (Cuv.), Gr., Bonap.—Falco apivorus, L. TOMO 1V. 52 408 Castellano, Halcon abejero.—Valenciano, Pilotero.—El adulto es raro, pero el joven muy comun en la dehesa. Subfam. 6% Accipitrioa, Gen. ACCIPITER, Brisson. A. nisus (Pallas), Gr., Bonap.—Falco nisus, L. Castellano, Gavilán. —Valenciano, Gavilá, Esparver.—Accidental en la dehesa. Sabíam. 7.* Circinz. Gen. CIRCUS, Lacepede. C. «*ruginosus (Sav.), Gr., Bonap.—Falco rufus, L. Castellano, Arpella.—Valenciano, Pilotero.—Sedentario, y muy abundante en las orillas del lago. Pam. 35 Sirigido,—Sublam. 3," Syroios, Gen. OTUS, Cuvier. O. brachyotus, Gray. —Strix brachyotos, (mel. — Brachyotus palustris, Bonap. Castellano, Buho de orejas cortas. —Valenciano, Musolman, Cap- gros. —Comun en la dehesa. ORDEN 2.” PASSERES. Trib. 4.2 Fissirostres.—Fam. 2.* Mirundinide,—Sublam. 4,* Cypseline, Gen. CYPSELUS, IMliger. €. apus (lllig.), Gr., Bonap.—Hirundo apus, L. Castellano, Vencejo.—Valenciano, Falsia.—De paso, y comun en la primavera. 409 Sublam. 2.7 Hirundinine. Gen. HIRUNDO, Linneo. H. rustica, L. Castellano, Golondrina.—Valenciano, Oroneta.—Comun, y de paso en la primavera. Gen. COTYLE, Bosé. C. riparia (Boié), Gr., Bonap.—Hirundo riparia, L. Castellano, Golondrina de rivera.—Valenciano, Oroneta.—Especie menos comun, y de paso como la anterior. €. rupestris (Boié), Gr., Bonap.—Hirundo rupestris, L. Castellano, Golondrina de roca.—Val. Oroneta.—Lomo la especie anterior. Gen. CHELIDON, Boié. Ch. urbica (Boié), Gr., Bonap.—Hirundo urbica, L. Castellano, Golondrina de ventana. —Valenciano, Oroneta.—Como la Golondrina comun. Pam. 5.* Alcedinide,—Sublam. 3.* Alcedinine. A. hispida, L. Castellano, Martin pescador; Guardarío.—Valenciano, Martinet de riu Blavet. —Comun en todo el lago. Trib, 3.* Dentirostres, —Fam. 4,* Luscinide.—Subfam. 4.2 Malurine, Gen. DRYMOICA, Swainson. D. cisticola, Gray.—Sylvia cisticola, Temm.—Cisticola sehenicola, Bonap. Castellano, Picofino cistícola.—Valenciano, Tomba navios.—Co- mun en los almarjales. 410 Sobfam. 2.* Luscioine. Gen. CALAMODYTA, Meyer et Wolf. * (. melanopogon, Gr., Bonap.—Sylvia melanopogon, Temm. Castellano, Picofino de bigotes negros.—Valenciano, sin nombre.— Comun en los carrizales. * €. arundinacea, Gr.—Sylvia turdoides, Mey.—Calamoherpe tur- doides, Bonap. Castellano, Picofino de cañar.—Valenciano, sin nombre.—Como la especie anterior. €. olivetorum, Gr.—Sylvia olivetorum, Strickl.—Hippolais oliveto- rum, Bonap. Castellano, Picofino de olivar.—Valenciano, sin nombre.—Suele verse en los almarjales. Gen. SYLVIA, Latham. S. melanocephala (Lath.), Gr. —Pyrophtalma melanocephala, Bonap. Castellano, Picofino de cabeza negra. Valenciano, sin nombre.— Escasa, y frecuenta los carrizales interiores del lago. S. undata, Gr.—S. dartfordiensis, Lath.—Melizophilus provincia- lis, Bonap. Castellano, Picofino provenzal. —Valenciano, sin nombre.—Comun en los almarjales. * $, rufa (Lath.), Gr.—Phyllopneuste rufa, Bonap. Castellano, Curruca roja, Picofino rojizo.—Valenciano, Musque- rela.—Comun en los carrizales. Gen. REGULUS, Cuvier. R. ignicapillus (Naum.), Gr., Bonap.—Sylvia ignicapilla et Regulus pyrocephalus, Brehm. Castellano, Abadejo 6 Reyezuelo de tres fajas. —Valenciano, Re- yet.—Como la especie anterior. 411 Sobfam. 3,2 Erylhacine. Gen. SAXICOLA, Bechstein. S. enanthe (Bechst.), Gr., Bonap.—Motacilla «enanthe, L. Castellano, Culiblanco grande.—Valenciano, sin nombre.—Comun entre la Albufera y el mar. Gen. PRATINCOLA, Koch. P. rubicola (Koch.), Gr., Bonap.—Motacilla rubicola, L. Castellano, Collalba.—Valenciano, Cagamanecs, Puchasoques.— En la misma localidad que la especie anterior. Sublam, 5.2 Parine. Gen. PAROIDES, Koch. * P, pendalinus, Gr.—Parus pendulinus. L.—4Agitalus penduli- nus, Bonap. Castellano, Pájaro moscon.—Valenciano, sin nombre.—Suele en- contrarse y criar en los carrizales del lago. * P. biarmicus, Gr.—Parus biarmicus, L.—Panurus biarmicus, Bonap. Castellano, Paro bigotudo.—Valenciano, Chahuet.—Mas comun que la anterior, y en las mismas localidades. Sublam. 7.2 Motacilline, Gen. ANTHUS, Bechstein. * A. spinoletta, Gr., Bonap.—Alauda spinoletta, L. Castellano, Bisbita de agua. —Valenciano, Titet.—Comun en los carrizales y almarjales. 412 Trib. 4,* Conirostres,—Fam, 4,* Corvide,—Sublam. 4% Corvine, Gen. CORVUS, Linneo. C. frugilegus, L. Castellano, Corneja calva.—Valenciano, Corp.—Accidental en la dehesa. Fam, 4* Fringillide,—Sublam, 4.* Pringillina, Gen. FRINGILLA, Linneo. F. celebs, L. Castellano, Pinzon.—Valenciano, Pinsá.—Comun en la primavera entre el lago y el mar. F. carduelis, L.—Carduelis elegans, Bonap. Castellano, Gilguero.—Valenciano, Cagarnera.—Como la especie anterior. Sublam, 7,* Emberizine, Gen. EMBERIZA, Linneo. * E. scheeniclus, L.—Schenicola arundinacea, Bonap. Castellano, Avetonta de cañar.—Comun en los cañaverales del lago, donde cria y pasa el verano. “ E. pyrrhuloides (Pall.), Gr. —Schenicola pyrrhuloides, Bonap. Castellano, Avetonta de pantano.—Escaso en los carrizales. Sublam. 6,2% Alaudine. Gen. ALAUDA, Linneo. A. arvensis, L. Castellano, Alondra de campo.—Valenciano, Terrerola.—Comun, y de paso en el otoño. 413 A. brachydactyla (Bechst.), Gr.—Alauda calandrella, Bonap. Castellano, Alondra de dedos cortos. — Valenciano, Terreroli.— Como la especie anterior. A. cristata, L.—Galerida cristata, Bonap. Castellano, Cogujada.—Valenciano, Cogullada, Totovía. —Comun en los alrededores del lago. ORDEN 7.” GRALLEZ. Fam, 4% Charadride —Sublam. 4% Edicneminz, Gen. OEDICNEMUS, Temminck. OE. crepitans (Temm.), Gr., Bonap.—Charadrius cedicnemus, L. Castellano, Alcaravan.—Valenciano, Alcaravá.—Comun en todas las orillas del lago. Subfam, 3.—Glareolinas, Gen. GLAREOLA, Brisson. G. pratincola (Leach.), Gr., Bonap.—Hirundo pratincola, L. Castellano, Glareola con collar.—Valenciano, Carregada, Carre- gadet.—Ave de verano, y no muy comun. Sublam. 4,* Charadrine. Gen. VANELLUS, Linneo. V. cristatus (Mey.), Gr., Bonap.—Tringa vanellus, L. Castellano, Avefría moñuda.—Valenciano, Chudia.—Muy comun durante el invierno. Gen. SQUATAROLA, Cuvier. S. helvetica, Bonap., Gr.—Tringa helvetica et squatarola, L. Castellano, Picudilla 6 Avefría de Suiza.—Valenciano, Fusell de mar.—Aye rara, y de paso en la primavera. 414 Gen. CHARADRIUS, Linneo. Ch. pluvialis, L.—Pluvialis apricarius, Bonap. Castellano, Pluvial dorado.—Valenciano, Fusell.—Muy comun en el invierno. Ch. hiaticula, L. Castellano, Pluvial mayor de collar.—Valenciano, Corriol cabut.— Comun durante todo el año. Ch. curonicus (Bechst.), Gr., Bonap.—Ch. minor, Mey. Castellano, Pluvial menor de collar.—Valenciano, Corriolet.—Es- pecie mas comun que la anterior. Subfam. 5.% Hematopodinz. Gen. HAEMATOPUS, Linneo. H. ostralegus, L. Castellano, Zampaostras.—Valenciano, sin nombre.—Especie muy rara de verano. Subfam. 6, Cinclne. Gen. CINCLUS, Mehring. < €. interpres, Gr.—Tringa interpres et morinella, L.—Strepsilas interpres, Bonap. Castellano, Revuelvepiedras. — Valenciano, sin nombre. — Raro, entre el lago y el mar. Fam, 2. Ardeide.—Sublam, 2.* Gruine. Gen. GRUS, Linneo. G. cinerea (Beschst.), Gr., Bonap.—Ardea grus, L. Castellano, Grulla cenicienta. —Valenciano, Grulla.—De paso en algun invierno muy crudo. 415 Sublam. 3.* Ardeine. Gen. ARDEA, Linneo. A. cinerea, L. Castellano, Garza comun 6 cenicienta.—Valenciano, Garsa parda ó blava.—Muy comun en las orillas y carrizales del lago. A. purpurea, L. Castellano, Garza purpúrea.—Valenciano, Agró.—Ave de verano; cria en la Albufera, y el pollo es el que mas se conoce en el pais con el nombre de Agró. * A. alba, L.—Egretta alba, Bonap. Castellano, Garza blanca. —Valenciano, Garsa blanca.—Muy rara, y de paso en el invierno. A. garcetta, L. —Egretta garcetta, Bonap. Castellano, Garceta 6 Garzota.—Valenciano, Garseta blanca.—Co- mun en el verano. A. comata (Pall.), Gr. —A. ralloides, Scop.— Buphus ralloides, Bonap. Castellano, Garza cangrejera.—Valenciano, Oroval.—Comun du- rante todo el año. * A. coromanda, Gr.—A. bubulcus, Savig.—Buphus bubulcus, Bonap. Castellano, Garceta de moño rojo.—Valenciano, sin nombre.—Es- pecie tan rara como la (Garza blanca, y tambien de paso. A. minuta, L.—Ardeola minuta, Bonap. Castellano, Avetoro menor.—Valenciano, Espluga bous ó Gomet (adulto), Toret (joven). —Comun durante el año, y cria en el lago. Gen. BOTAURUS, Slephnes. B. stellaris (Steph.), Gr., Bonap.—Ardea stellaris, L. Castellano, Avetoro mayor.—Valenciano, Vitor 6 Vitol.—Comun en el invierno. TOMO 1V. 53 4416 Gen. NYCTICORAX, Stephens. N. griseus (Strick.), Gr., Bonap.—Ardea nycticorax, L. Castellano, Zumaya. Valenciano, Martinet de garrofera, Martinet de olivera, Martinico real.—Abundante en el verano. Gen. PLATALEA, Lineo. P. leucorodia, L. Castellano, Espátula blanca. Valenciano, sin nombre.—Rara, y de paso en el otoño. Sublam. 5," Tantalina. Gen. IBIS, Moehring. I. falcinellus (Vieill.), Gr.—Tantalus falcinellus, L.—Plegadis fal- cinellus, Bonap. Castellano, Falcinelo.—Valenciano, ¿Torrellat?—Especie rara, y de paso en el invierno. Fam. 3,* Scolopacido. —dubfam. 4.* Limosina. Gen. NUMENIUS, Moehring. N. arquata (Lath.), Gr., Bonap.—Scolopax arquata, L. Castellano, Zarapito real.—Valenciano, Sistot ó sirlot. Muy comun en el invierno. N. pheeopus (Lath.), Gr., Bonap.—Scolopax pheopus, L. Castellano, Zarapio menor.—Valenciano, Chuit.—Ave rara, y de paso en las primaveras. Gen. LIMOSA, Brisson. L. «gocephala, Bonap., Gr.—Scolopax limosa et «gocephala, L. Castellano, Limosa comun.—Valenciano, Serranet.—Ave de ve- Tano: escasa. 417 L. lapponica, Gr.—Scolopax lapponica, L.—L. rufa, Bonap. - Castellano, Limosa roja ó parda.—Valenciano, Tetol.—El ¡joven suele verse en el verano. Sublam. 2,* Totanine. Gen. TOTANUS, Bechstein. T. stagnatilis (Bechst.), Gr., Bonap. —Scolopax totanus, L. Castellano, Chorlito.—Valenciano, Siseta.—Especie rara, y de paso en la primavera. T. ochropus (Temm.), Gr., Bonap.—Tringa ochropus, L. Castellano, Caballero de pies amarillos. —Valenciano, Churlivi- ta.—Comun en el verano. T. glareola (Temm.), Gr.—Tringa glareola et littorea, L. Castellano, Caballero silvestre.—Valenciano, Tifort de pates ro- ches. —Comun en el otoño. T. calidris (Bechst.), Gr., Bonap.—Scolopax calidris, L. Castellano, Caballero de pies rojos. —Valenciano, Tifort.—Comun durante el verano en los almarjales. T. fuscus (Leist.), Gr., Bonap.—Scolopax fusca, L. Castellano, Caballero arlequin. —Valenciano, Serranet.—Visita el lago en invierno y verano, siendo especie rara en ambas épocas. T. glottis (Bechst.), Gr.—Secolopax glottis, L.—Glotis canescens, Bonap. Castellano, Caballero ladrador.—Valenciano, Picarot 6 Picaro- ta.—Aye rara, y de paso en las primaveras. Gen. TRINGOIDES, Bonaparte. T. hypoleuca, Gr.—Tringa hypoleucos, L.—Actitis hypoleucos, Bonap. Castellano, Caballero de vientre blanco.—Valenciano, Siseta blan- ca.—Comun durante el verano. 418 Subfam. 3% Recurvirostrina. Gen. RECURVIROSTRA, Linneo. R. avocetta, L. Castellano, Avoceta.—Valenciano, Primavera.—Rara, y de paso en la primavera. Gen. HIMANTOPUS, Brisson. H. candidus (Bonnat.), Gr., Bonap.—Charadrius himantopus, L. Castellano, Zancas largas.—Valenciano, Camillonga 6 Camallon- ga.—Comun en los almarjales durante el verano. Sublam, 4. Tringine. Gen. PHILOMACUS, Moehring. Ph. pugnax, Gr.—Tringa pugnax, L.—Machetes pugnax, Bonap. Castellano, Pavo marino.—Valenciano, ¿Redondell?—Ave de in- vierno, y rara; alguna vez pasa en otoño; jamás se ha visto con pluma de verano. Gen. TRINGA, Linneo. T. canutus, L. Castellano, Alondra de mar ó Tringa cenicienta.—Valenciano, sin nombre.—Especie rara, y de verano. T. cinclus, L.—Pelidna cinclus, Bonap. Castellano, Alondra de mar variable. —Valenciano, Siseta.—Rara, y de paso en las dos primaveras. * T.Schinzii, Brehm.—T. cinclus minor, Schleg.—Pelidna Sehinzii, Bonap.—T. torquata, Degl. Castellano, Tringa de Schinz.—Valenciano, ¿Terretitona?—Rara, y de paso en el otoño. Esta especie no se halla mencionada por Gray en su Genera of 419 birds, ni admitida por Temminck sino como raza de la especie anterior, Degland, aunque la describe separadamente con el nombre de Tr. tor- quata, la supone tambien variedad de la Tr. cinclus. Sin embargo, Schlegel y el Pr. Bonaparte la reconocen como especie distinta, por su tamaño, de esta última y de la Tr. Schinzúi, Temm., Gr., Degl., que es especie americana. (Tr. Bonaparte, Schelg.) Tr. Temminckii (Leist.), Gr.—Pelidna Temminkii, Bonap. Castellano, Tringa de Temminck.—Valenciano, Terretita,—Comun durante el verano. T. subarquata, Temm.—Scolopax africana, Gmel.—Pelidna subar- guata, Bonap. Castellano, Tringa 6 Alondra de mar de Buffon.—Valenciano, Siseta rocha.—Como la especie anterior. Sublam, 5, Scolopacine, Gen. GALLINAGO, Leach. * (Gr. major, Bonap.—Scolopax major, Gmel. Castellano, Agachadiza mayor. —Valenciano, ¿Becot?—Ave de paso en las primaveras, y Muy rara. G. media (Stephens.), Gr.—Scolopax gallinago, L.—Gallinago sco- lopacinus, Bonap. Castellano, Agachadiza ó Gallineta ciega.—Valenciano, Bequeru- da.—Muy comun en el invierno. G. gallinula, Bonap., Gr.—Scolopax gallinula, L. Castellano, Rayuelo.—Valenciano, Bequet.—No tan comun como la especie anterior, y visita las orillas del lago en igual estacion. Gen. SCOLOPAX, Linneo. S. rusticola, L. Castellano, Chocha perdiz.—Valenciano, Becada fransesa.—Co- mun en el invierno. Sublam, 6,* Phalaropodine. Gen. PHALAROPUS, Brisson. Ph. fulicarius, Bonap., Gr.—Tringa fulicaria, L. Castellano, Falaropo de pico chato. —Valenciano, sin nombre.— Accidental, y muy rara en el verano. Fam. 5.? Rallide.——-Sublam. 4.* Ralline. Gen. RALLUS, Linneo. R. aquaticus, L. Castellano, Polla de agua.—Valenciano, Rascló.—Muy comun en las orillas del lago, donde reside todo el año. Gen. ORTYGOMETRA, Linneo. O. crex, Gr., Bonap.—Rallus crex, L. Castellano, Rascon, Bitor 6 Rey de codornices. —Valenciano, Guala maresa.—Comun en los almarjales durante el otoño. O. porzana (Stephens.), Gr.—Rallus porzana, L.—Porzana ma- ruetta, Bonap. Castellano, Polla de agua menor.—Valenciano , Picardona.—Ave comun, y de todo el año. O. pygmea (Keys. et Blas.), Gr.—Rallus Baillonii, Vieill.—Porzana pygmea, Bonap. Castellano, Polla de agua de Baillon.—Valenciano, Picardóo, Pi- cardoñet.—Comun, y reside todo el año en la laguna. * 0. minuta (Keys. et Blas.), Gr.—Rallus pusillus, Gmel.—Porzana minuta, Bonap. 4241 Castellano, Pollita de agua.—Valenciano, ¿Picardonet?—Para en la primavera. Sublam, 2.* Gallinuline. Gen. GALLINULA, Brisson. G. chloropus (Lath.), Gr., Bonap.—Fulica chloropus, L. Castellano, Gallina de agua.—Valenciano, Polla d'aigua, Polle- ta.—Especie muy comun en la Albufera, y residente en todos tiempos Gen. PORPHYRIO, Brisson. P. veterum, Gr., Bonap.—Fulica porphyrio, Pall. Castellano, Calamon de Europa.—Valenciano, Gall de cañar.— Pasa todo el año en los carrizales del lago, y cria en ellos. En otro tiempo llegó á ser ave doméstica y muy abundante en los caseríos in- mediatos á la Albufera, mas en el dia es silvestre y va escaseando. Gen. FULICA, Linneo. F. atra, L. Castellano, Foja ó Pájaro diablo.—Valenciano, Focha.—Reside todo el año, y es la especie mas comun de todas las que se ven en la laguna. F. cristata (Gmel.), Bonap. Castellano, Foja cornuda.—Valenciano, Focha de cuernets, Focha de bañons.—Aye rara, y de paso tan rápido que no todos los años se encuentra en el lago; aunque no hace muchos que era abundante y regular su aparicion. 422 ORDEN 8. ANSERES. Fam. 4.* Analide,—Sublam, 4.* Phenicopterine. Gen. PHANICOPTERUS, Linneo (1). Ph. antiquorum (Temm.), Gr. Bonap. Castellano, Flamenco 6 Flamante.—Valenciano, Flamenc.—Comun durante el invierno. Subíam, 3, Anserine. Gen. ANSER, Barrere. * A. ferus (Gessner), Gr., Bonap.—Anas anser, L. Castellano, Ganso ceniciento.—Valenciano, Oca de ventre blanc.— Raro, y de paso en el invierno. A. segetum (Mey.), Gr., Bonap.—Anas segetum, Gmel. Castellano, Ganso silvestre.—Valenciano, Oca. —Comun, y de paso en el otoño. Subfam. 4, Cygnioe, Gen. CYGNUS, Linneo. C. olor (Vieill.), Gr.—Anas olor, Gmel.—Olor mansuetus, Bonap. Castellano, Cisne doméstico.—Valenciano, Sisne. —Accidental, y de paso en los inviernos fuertes. (1) Por no separarme de la clasificacion de Gray, figura entre las aves palmípe- das este género, contra la opinion de todos los autores modernos de ornitología, que lo colocan en el órden de las Zancudas, si bien algunos de ellos conocen que es el paso de unas á otras. 423 Sobfam, 5,—Analine, Gen. TADORNA, Leach. < T. yulpanser (Flem.), Gr., Bonap.—Anas tadorna, L. Castellano, Anade tadorna.—Valenciano, sin nombre.—Raro, y de paso en el otoño. Gen, MARECA, Stephens. M. penelope, Bonap., Gr.—Anas penelope, L. Castellano, Anade silbador.—Valenciano, Pinló.—Comun en el in- vierno. s : Gen. DAPHILA, Leach. D. acuta, Bonap., Gr.—Anas acuta, L. Castellano, Pato de cola larga. —Valenciano, Cua de chune.—Muy comun durante el invierno. Gen. ANAS, Linneo. Anas boschas, L. Castellano, Anade silvestre.—Valenciano, Collvert, Anet. —Mas co- mun que la especie antecedente, y en la misma estacion. Gen. QUERQUEDULA, Stephens. Q. crecca (Steph.), Gr., Bonap.—Anas crecca, L. Castellano, Cerceta de invierno.—Valenciano, Sarset.—Abunda en la época que su nombre indica. O. angustirostris, Bonap., Gr.—Anas angustirostris, Menetr. Castellano, Cerceta de pico estrecho.—Valenciano, Roseta.—Ave de verano, y no muy comun. Gen. PIEROCYANEA, Bonaparte. P. circia, Bonap., Gr.—Anas querquedula, L. Castellano, Cerceta comun ó de verano.—Valenciano, Roncadell.— TOMO IV. 54 424 Esta especie no abunda tanto en su estacion como la Q. crecca en el invierno. Gen. CHANLELASMUS, Gray. Ch. strepera, Gr., Bonap.—Anas strepera, L. Castellano, Anade ridente.—Valenciano, Ascle.—Especie menos comun que el A, silvestre y en la misma época del año. Gen. SPATULA, Boié. S. clypeata, Gr.—Anas clypeata, L.—Rhynchaspis clypeata, Bonap. Castellano, Anade de pico ancho.—Valenciano, Bragat, Culle- reta. —Muy comun en el invierno. Sublam, 6.* Fuliguline. Gen. BRANTA, Boté. B. rufina (Boié), Gr., Bonap.—Anas rufina, Pall. Castellano, Silbador cristado.—Valenciano, Sivert.—Comun en el invierno. Gen. FULIGULA, Stephens. F. cristata (Steph.), Gr., Bonap.—Anas fuligula, L. Castellano, Anade cristado de ribera.—Valenciano, Morell, Cape- llut.—Abundante en el invierno. Gen. NYROCA, Fleming. N. ferina (Flem.), Gr.—Anas ferina, L.—Aythya ferina, Bonap. Castellano, Anade ferino.—Valenciano, Boix. —Como la especie anterior. N. leucophthalmos (Flem.), Gr., Bonap.—Anas nyroca, Guldenst. Castellano, Anade niroca 6 Pato de ojos blancos. — Valenciano, Rochet.—Aye de invierno; el macho es mas comun que la hembra. Gen. CLANGULA, Fleming. €. glaucion (Boié.), Gr., Bonap.—Anas celangula, L. 425 Castellano, Pato de ojos dorados.—Valenciano, Retor el macho, Perdigana d'aigua la hembra. —Especie rara, y de invierno. Gen. OIDEMIA, Fleming. O. nigra (Flem.), Gr., Bonap.—Anas nigra, L. Castellano, Negreta comun. —Valenciano, Ocasele.—Ave de invier- no, y mas rara que la especie anterior. O. fusca (Flem.), Gr., Bonap.—Anas fusca, L. Castellano, Negreta doble. —Valenciano, Morell de mar.—Como la especie anterior. Sublam. 8.* Mergine. Gen. MERGUS, Linneo. M. serrator, L.—Merganser serrator, Bonap. Castellano, Mergo cristado.—Valenciano, Serreta.—Ave de invier- no. Las hembras se ven con mas frecuencia que los machos. Gen. MERGELLUS, Selby. “ M. albellus, Gr.—Mergus albellus, L., Bonap. Castellano, Mergo blanquillo.—Valenciano, sin nombre.—Ave rara, y accidental en el invierno. Fam. 2.* Colymbide,—Sublam. 1,* Colymbios. Gen. COLYMBUS, Linneo. C. glacialis, L. Castellano, Colymbo glacial.—Valenciano, ¿Ahulla?—Aye muy rara, y que solo se ha visto en algun invierno fuerte y enla primera edad. C. septentrionalis, L. Castellano, Colimbo septentrional. —Valenciano, Cadellot 6 Cabre- llot blanc.—Como la especie anterior. 426 Sublam. 2,* Podicipine, Gen. PODICEPS, Latham. P. cristatus (Lath.), Gr., Bonap.—Colymbus cristatus, L. Castellano, Somormujo cristado. — Valenciano, Cabrellot. — Pasa todo el año y cria en la Albufera, sin ser muy comun. P. auritus (Lath.), Gr., Bonap.—Colymbus auritus, Briss. Castellano, Somormujo orejudo. — Valenciano, Escabusó pardo, Vuida-flascos.—Muy comun en el lago durante el invierno, en la pri- mera edad. P. minor (Lath.), Gr., Bonap.—Colymbus minor et hebridicus. Gmel. Castellano, Somormujo castaño.—Valenciano, Escabusonet.—Muy comun en todo el año. Fam. 4% Procellaride,—Sublam, 4.* Procellarine, Gen. THALASSIDROMA, Vigors. * Th. Leachii (Bonap.), Gr.—Procellaria Leachii (Temm.), Bonap. Castellano, Talassidroma de Leach.—Valenciano, sin nombre.— Aye accidental, y tan rara que se ha incluido en el catálogo por un solo ejemplar, cazado en el lago en el mes de noviembre durante una furio- sa tempestad de poniente. Pam, 5,2 Laride,—Sublam. 4, Larine, Gen. LARUS, Linneo. * L. glaucus (Brúnn.), Gr. (1). (1) No se da la sinonimia de Bonaparte para esta especie ni para las cuatro si- guientes, porque no figuran en su catálogo de las aves de Europa, publicado en 1850 á continuacion de la crítica de la Ornitología europea de Degland. Sin embargo, las 427 Castellano, Gaviota de alas blancas. —Valenciano, Gavinot.—Los jóvenes se ven durante el invierno en la Albufera. L. marinus, L. Castellano, Gaviota de manto negro.—Valenciano, Gavilá de mar. Abundante todo el año en la primera edad. L. argentatus (Brúnn.), Gr. Castellano, Gaviota de manto azul.—Valenciano, Alcatros, Alcor- roc.—Encuéntrase todo el año en el lago, sin ser muy comun. L. fuscus, L. Castellano, Gaviota de pies amarillos. —Valenciano, Gavina.—Es- pecie rara, y que se ve solo en la primera edad. L. canus, L. Castellano, Gaviota cenicienta, comun 0 de pies azulados. —Valen- ciano, Gavina.—Especie rara, y de otoño. L. ridibundus, L.—Xema ridibundum, Bonap. Castellano, Gaviota risueña. — Valenciano, Gavina.—Muy comun en el lago, donde cria y pasa todo el año. * L. melanocephalus (Natterer), Gr.—Xema melanocephalum, Bonap. Castellano, Gaviota de capuz negro. —Valenciano, Gavina. —Espe- cie de verano, y no muy comun. L. capistratus (Temm.), Gr.—Xema capistratum, Bonap. Castellano, gaviota enmascarada ó de cara parda.—Valenciano, Gavina. —Especie aún mas rara que el L. fuscus, y en igual edad y tiempo del año. * L. minutus (Pall.), Gr.—Xema minutum, Bonap. Castellano, Gaviota pigmea.—Valenciano, Gavina.—Especie rara, y de invierno. Gen. RISSA, Leach. R. Tridactyla (Macgill.), Gr., Bonap.—Larus tridactylus, L. citadas especies se hallan consignadas en la lista comparativa de las aves de Amé- rica y de Europa de 1838, y en el cuerpo de la carta crítica antes referida se hace mencion de ellas como sinónimas del Larus argentatus. 428 Castellano, Gaviota de tres dedos.—Valenciano, Gavina.—Ayve de paso; accidental en el otoño. El único ejemplar que posee el gabinete de esta universidad es de un adulto con plumaje de invierno, cuyos caracteres se apartan algo de los que los Sres. Temminck y Degland indican en su descripcion, pues carece de las rayas negras de la region anterior de los ojos, y en lugar de ellas hay algunos pelos de aquel color. Ademas las remeras 2.” y 5." terminan en un grande espacio negro sin mancha alguna, la 4.” y 5.” tienen el espacio negro de las anteriores y la punta blanca, y la 6.” pluma del ala lleva dos manchitas negras hácia su estremidad. Sublam. 3,* Sternine. Gen. STERNA, Linneo. St. anglica (Mont.), Gr.—Gelochelidon anglica, Bonap. Castellano, Golondrina de mar inglesa. — Valenciano, Tisoreta Corren.—Comun en el verano. Gen. HYDROCHELIDON, Boté. H. nigra, Gr.—Sterna fissipes, L.—Hidrochelidon fissipes, Bonap. Castellano, Golondrina de mar negra 6 Espantajo. —Valenciano, Fumarell 4 Fumadell, Negret 6 Negrito, Moncheta.—Muy comun du- rante el año, escepto en el invierno. En el dialecto del pais se designan con nombres diferentes los cambios de pluma que en esta especie producen la edad y la estacion, por creer que corresponden á distintos animales. Asi se llama Negret 6 Negrito al ave que lleva el plumaje de verano y empieza á verse en abril; Fumarell 6 Fumadell á la que se presenta en agosto ó con el vestido de invierno; y Moncheta al jóven de la primera y segunda muda. Fam. 6.* Pelecanide,—Subfam. 3.* Pelecanine. Gen. GRACULUS, Linneo. G. carbo, Gr.—Pelecanus carbo, L.—Phalacrocorax carbo, Bonap. Castellano, Cuerva marina. —Valenciano, Cormorá, Corva ma- rina.—Suele verse alguno que otro invierno en la Albufera. « Davtelleno, Caviar: dé trodedor Vallwdia: Crit + paso; aidéntal su el eta. Li único ojewstamanokaf “Stilo toianala di ue de 0 adalia 1 rs de mvierua dejar caribteros se apurellar ul de los qué los Eras. lsk 10 1 ue cspaco de Es Meyza Neg Ds 0d dd dea ajo, y mm agas equi ¡odyoa! renos dde lodo cima E io. et de O ¿dogo yapa Y derrota Aa el mabidlA do ordignicanto caps pa di a Le fe EAN rrgres Incas pal retaldrd. Vhs, +" Ba, Ga. STRANA.. binuso $, anglics (Mont), Gr -—Gelmnolidon glas, Bensp Cúntellano, tolamdrino de: mui dayleso. — Valenciano, Tisormá Corren. —kCónitó 00) AA > MEDIIENIVUO Mit: U.. algas, Es dursa ass Lar Hilrahitdeñ Meniyres. Daniy Ca ano, CUoloñá Mia de els 1 gua f hara in > li ie au Puimaredl a Pusradid!, Veqra e, Negrito, Moncióia Mies e De rable 0) is 08reptó cun) UNI His «l Meal tis lis! 304 desgnon coo oómlrrs direitos haa anibivá de pluma que Ed esta espurje produrnn la edad y la por roer que cerradas della nina, A o ar Negril 0) Wi VU 0) SV “yo Mero ¿(0er Moria Me rati Mpreza A, versa brad limarel TT usd ¿ Ni v la NO al j 141 na ost A UA Le crio; Nome: 011 Miren dm, da un uneÁl y m0 Mud: A INDICE de las materias contenidas en esta 2.* parte del tomo 1Y de Memorias. ————50000 Ó 0-0-00_—__—— Páginas. Suelo, clima, cultivo agrario y forestal de la provincia de Vizcaya. Memoria premiada por la Real Academia de Ciencias en con- curso público con arreglo al programa presentado por la misma para el año 1856, por D. Lucas de Olazabal. ............. 211 Discurso sobre la necesidad de una Descripcion completa de la Cordillera de Sierra-Morena con relacion á los tres reinos de la Historia natural, leido por el Sr. D. Felipe Naranjo y Garza en la sesion pública de su recepcion como Académico numerario, celebrada el dia 11 de enero de 1857. ....o.oooooooooo..... 329 Discurso que en contestacion al de el Sr. D. Felipe Naranjo y Gar- za en el acto de su recepcion como Académico numerario, leyó el Excmo. Sr. D. Antonio Remon Zarco del Valle, Presidente de la Real Academia de Ciencias, en la sesion pública celebrada el dia 11 de enero de 1857.......... 00009000000 0no.00S 359 Ensayo de una Descripcion general de la estructura geológica del terreno de España en la península, por el Ilmo. Sr. D. Jaaquin Ezquerra del Bayo, Académico de número en la seccion de Wienciostnatarales o. iaa soil 351 Catálogo de las aves de la Albufera, por D. Ignacio Vidal, corres- ponsal de la Real Academia de Ciencias, en Valencia. . ... ... 401 ADI/A cast ol“ ios Joa dan, € adas o ablalos brad and Hu 1 NAAA pm : expat? ad aimizan al abs ialearol y share ovislgo .ctnilo old cun ds anicasid ah iced de: ad 9 abrimos siocolé prin bnoq oberasesnd surgio le olgyris 009 coildid ORIta ne de. a imán d0, ab anal. «A oq ¿0881 oo, ls an lab ronióa a) al d aoisalas 100 anyalfi=ariit alamplino!) as ano y oi A 1 lo 10q abia! Jewica sinolei TA TI CAN, 1281 ab ovno ob" HE pib dS abierdolso abordslas roildbg nomoz alg ACTA sd simsbeoaA desd ef vb QE% ..—... A A 1431 alí omao aby 11 cib lo niupont 4 42 coil do 1og «ehomaiaor] al uo cusqad oh etanol ab abismos el co oran 9h onimbbisA ¿agad ah rm JE A IDO ei 9100. Jabri oisampl Y 10g rigludiA el sb xare en! ob opa be mp : siosolo'T ws asivasid ob: eimobsyA leo ¿lab lo004 MEMNORIAS REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DIA) IRE DOPNDDDDODIODDNDIIS IN III DD DODODNDNDN IND 3, SERIE, —CIENCIAS NATURALES, —TOMO 2,” PARTE 5, 2AarHomaa 28 L0AD 3 ATICO DA LAA el 1 ek QUE SOBRE LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LAS MATEMATICAS Y SU ENLACE INTIMO CON EL DE LAS CIENCIAS FISICAS Y NATURALES, LEYÓ EL SR. D. MANUEL FERNANDEZ DE LOS SENDEROS EN EL ACTO de su recepcion de Académico numerario de la Real Academia de Ciencias. Senores. Distri es hoy mi satisfaccion por la excelsa honra que me dispensa la Academia admitiéndome en su seno, y á compartir las árduas é impor- tantísimas tareas de su instituto, al paso que es profundo mi sincero re- conocimiento por tan inmerecida distincion. Pero contrasta en mi ánimo con estos gratos afectos el primer deber que me imponen los Estatutos, obligándome á dirigir mi voz en este acto solemne á tan eminente Corporacion. ¿Cómo podrá mi rudo ingenio cautivar siquiera por algunos momentos la atencion, ó por la novedad del asunto, ó por la belleza de la forma, ni qué podré decir con frases desaliñadas que no haya sido antes TOMO IV. 55 432 objeto de meditacion á las celebridades científicas que me escuchan? Crece mi confusion considerando el raro mérito del sabio Académico cuya vacante vengo á ocupar. La Academia conserva vivo el recuerdo del Ilmo. Sr. D. Juan de Subercase, y en sus tareas científicas la- menta la falta de este colaborador, mo menos que el distinguido Cuerpo de Caminos, Canales y Puertos, á cuyo actual esplendor contribuyó tanto con sus laboriosos esfuerzos aquel eminente gefe. Asi resalta más la pequeñez del elegido en reemplazo de tan virtuoso Académico, que todos los momentos de su vida consagraba á los adelantos y brillo de las ciencias. Válgame tan sólo la indulgencia que solicito de la Academia como nuevo estímulo á mi insuficiencia, y procuraré ser menos enojoso, reduciendo mis palabras á algunas consideraciones sobre la importancia del estudio de las Matemáticas y su enlace íntimo con el de las ciencias físicas y naturales. Es ciertamente un consuelo para el limitado talento del hombre, que á pesar de los errores de toda clase á que está sujeto, y de la incerti- dumbre que suele acompañar á sus investigaciones, tenga á su alcance una ciencia en que ejercer sus facultades, exenta de dudas, y que pro- porciona la contemplacion de la verdad absoluta en su más espléndida belleza. Las Matemáticas, efectivamente, forman una cadena de princi- pios, razonamientos y consecuencias de completa evidencia, como lo in- dica su mismo nombre, que segun los etimologistas significa ciencia, por ser ellas las que esclusivamente tienen en su totalidad el caracter de certeza y exactitud que es propio de los conocimientos científicos. Debe dicha ciencia tan admirable propiedad á la sencillez de los principios en que estriba, reducidos á las nociones primordiales de la cantidad, consi- derada siempre de un modo general y abstracto; y aunque por ella sóla encuentra el alma indefinible encanto y gran deleite en su estudio, á este nos atrae aún con más violencia la consideracion del sinnúmero de apli- caciones que ofrece por su misma generalidad y abstracción, para expli- car los fenómenos mas complicados de la naturaleza, y hallar sus leyes y relaciones. Todas las obras del Supremo Hacedor se rijen por su sa- biduría infinita, constando de peso, número y medida, segun la frase de los libros sagrados; y la medida y el número son el objeto de las Ma- 433 temáticas, y á sus reglas se sujetan todos los cuerpos de la creacion. Asi lo comprendia Platon, aquel gran filósofo de la antigúedad, cuando daba ála Divinidad la ocupacion constante de yeomelrizar; queriendo significar de este modo, que todas las leyes del Universo se ajustan á las de la Geo- metría. ¡Pensamiento sublime, que todas las observaciones y experiencias confirman, sin que ninguna lo desmienta! No es de estrañar, por lo tanto, que á los adelantos de las ciencias físicas hayan precedido generalmente los de las Matemáticas, con cuyo auxilio se ligan sus experiencias y se deducen todos sus resultados, y mas cuando aquellas ciencias se fundan en multitud de observaciones que no pueden recojerse sino en largos períodos y sorprendiendo á la naturaleza sus misterios, mientras que las otras tienen su única base en lo íntimo de nuestro entendimiento. Sin embargo, á veces la necesidad de combinar una serie de hechos especiales ya conocidos, ha impulsado la invencion de la fórmula matemática, que en su generalidad los com- prenda y sujete á sus reglas. Así es que grandes descubrimientos en las Matemáticas se han debido exclusivamente al empeño de explicar y redu- cir á expresiones sencillas los complicados movimientos que se observa- ban en los orbes celestes. Todas las Matemáticas en general han contribuido ciertamente á los adelantos de las ciencias físicas, pero con especialidad aquella parte que se distingue con el nombre de análisis, ó sea la que combina juntas las cantidades en su mayor estado de generalidad é indeterminación, siendo como la síntesis de las otras partes, y conteniendo en sí tanto la cantidad discreta como la contínua, puesto que de cualquiera expresion analítica puede deducirse, ó la relacion numérica de las cantidades que designa, ó la construccion geométrica que manifieste la respectiva extension de ellas. Tiene el idioma de dicho análisis prodigiosa virtud para seguir con faci- lidad los razonamientos más complicados, expresando las ideas por sig- nos sensibles y sencillos, cuyas combinaciones, sujetas á reglas fijas y seguras, dan á conocer la relacion entre aquellas, y se llega sin esfuerzo de atencion, y por operaciones meramente mecánicas, á consecuencias que al parecer no eran accesibles á la comprension humana. Así es que, tan luego como la experiencia encuentra una cualidad principal 434 y necesaria en los cuerpos, ó reune una serie de observaciones que pue- dan traducirse al citado lenguaje y sujetarse á sus reglas y algoritmo, se infieren multitud de relaciones y consecuencias tan exactas como las que deducen las Matemáticas puras de sus definiciones y axiomas, y sin Otra incertidumbre que la que tengan los hechos y fenómenos observados. A veces, insuficiente la experiencia, sólo permite sospechar la realidad de ciertos fenómenos, y esto basta, sin embargo, para dirigir la marcha del cálculo y comprobar la certeza de aquellas observaciones dudosas, que despues otras más esmeradas las confirman. Así, únicamente por indicaciones de la observacion, comprobó La Place la desigualdad del movimiento lunar, encontró la ecuacion secular de la luna, y otros re- sultados importantes. Con frecuencia se adelanta el análisis á la obser- vacion y predice los resultados de estas, como Colon adivinando un nueyo mundo, Newton la figura de la tierra, y Leverrier un planeta descono- cido, cuya órbita y posicion señala á la observacion de los astrónomos. De un modo semejante se ha formado cada una de las ciencias que se llaman por esta razon Fisico-Matemáticas, aumentándose su número á proporcion que se ha penetrado más en el secreto de las leyes de la naturaleza; y las crecientes exijencias de ellas han provocado más y más los adelantos de las Matemáticas puras,: avanzando todas en estrecha union. Mas generalmente se presentan á la observacion fenómenos com- plicados que proceden de causas muy diversas, y entre ellas muchas ac- cidentales ó desconocidas, las cuales no pueden entrar en las fórmulas generales del análisis; pero todavía este enseña á corregir y aproximar á la realidad las consecuencias, al paso que proporciona medios para ate- nuar los errores de la observacion, hallar sus límites y reducirlos al mí- nimum posible, valiéndose de lo que se llama cálculo de probabilidades, cuya aplicacion por lo tanto se extiende con utilidad tambien á las cien- cias morales, políticas y económicas. Así puede asegurarse que no hay ciencia alguna de las que están al alcance del humano saber, á la que no haya auxiliado y no sea util más ó ménos directamente la que es ciencia y exactitud en grado supremo. A la verdad que, prescindiendo de la apli- cacion directa de las Matemáticas á las otras ciencias, ningun estudio como el de ellas sirve para desarrollar las facultades intelectuales; y aun- 435 sólo por esto deberia ser la base de toda educacion científica, como aconseja Locke, y el mismo Boyle cuando deplora no haber penetrado bastante en los misterios de la Geometría y del análisis. Hasta para el estudio de los objetos que dependen de la Medicina, recomienda el grande Hipócrates los conocimientos prévios de las Matemáticas; y de la misma opinion es Boerhaave. Por mucho que hubiesen florecido algunas partes de las Matemá- ticas puras en la antigúedad, sus investigaciones se habian contraido mas especialmente á la Geometría: ni casi se conoció en ella sino cierta especie de análisis geométrico, y apenas en sus tratados incompletos de Aritmética se encuentran algunos rasgos del análisis propiamente dicho. La invencion del Algebra, 6 sea de la aritmética universal, segun la opinion comun, no se remonta mas allá de la mitad del siglo IVY de nuestra era, atribuyéndose á Diofanto, geómetra de la escuela de Ale- jandría, quien tampoco hizo sino bosquejarla, y hasta su algoritmo es de los tiempos mucho más modernos. La invasion de los bárbaros del Norte ahoga la antigua civilizacion, convierte en pavesas la gran biblio- teca de Alejandría reunida á tanta costa, y dispersa y persigue á los sabios y á las escuelas que aún sobrevivian con brillo en Egipto y (re- cia. Pero los vestigios de las ciencias no se extinguen por completo, y se trasplantan á la España por los árabes invasores y á la Italia por los griegos fugitivos de su patria, esparciéndose esta semilla por toda la Europa; y aunque muy lentamente, produce copiosisimos frutos. Llega por fin el siglo XV; la invencion de la imprenta facilita en extremo la propagacion de las ideas; se traducen y comentan los tratados de los antiguos, y sus conocimientos matemáticos se extienden, especialmente en Italia, por la proteccion de los Médicis y la diligencia de Leonardo de Pisa y Fr. Lucas de Burgo. En el siglo siguiente, tan fecundo ya en sábios, se generaliza el estudio de las Matemáticas, y se inicia en ellas un progreso que se acelera en el siglo XVII, y prepara el gran descubrimiento de los fines del mismo siglo, abriendo un porvenir tan inmenso á dicha ciencia, y marcando el principio de una nueva era tan superior á la antigua. Prescindiendo de otras grandes invenciones de aquel período, como la de los logaritmos por Neper, y reduciéndolas á 436 las que tienen más conexion con el indicado suceso, Descartes encuentra el método de las indeterminadas; Pascal y Fermat ensayan someter al cálculo las cantidades infinitésimas; Wallis en su aritmética de los infi- nitos busca el medio de sumar las séries; Roverbal y Caballeri tratan del cálculo de los indivisibles; Barrow en su triángulo diferencial, y Huy- ghens en su teoría de las evolutas, consideran á las curvas como polí- gonos de infinitos lados. Otras ideas análogas bullen por aquel tiempo, pero falta coordinarlas, sujetarlas al mismo método, á reglas generales, y á un algoritmo sencillo; y dos de las mayores antorchas que Dios con- cede de tarde en tarde á la humanidad para alumbrarla por la senda es- cabrosa de las ciencias, realizan esta grande empresa por diferentes medios y bajo diversos principios. Newton y Leibnitz, casi al mismo tiempo, inventan el análisis infinitesimal, el primero con su teoría de las fluxiones y fluentes, y el segundo con sus cálculos diferencial é integral. ¡Ultimo esfuerzo, al parecer, de la razon humana, que finita y limitada llega como á vislumbrar de cierta manera lo indeterminado y sin límites! Con instrumento de tan finísimo temple pueden ya considerarse los cuerpos hasta en sus últimos elementos ó moléculas, penetrando en la estructura y organizacion de ellos, y tambien desmenuzar las propiedades que en los mismos se nos revelan. Entretanto se habian descubierto el telescopio y el microscopio, sujetándose á las investigaciones de la vista, lo mismo las enormisimas moles que en número sin cuento brillan y en apariencia giran por la inmensidad de los espacios celestes, que las partículas más ténues de los cuerpos que antes se ocultaban. ¡Qué contraste tan in- menso entre la debilidad caracteristica del hombre y el poder que su razon conquista! Ningun descubrimiento ha producido seguramente en las ciencias resultados tan prontos y abundantes como el del análisis infinitesimal. Los grandes matemáticos de aquel tiempo adivinaron desde luego la im- portancia de tan poderoso instrumento y se apresuraron á emplearlo, siendo admirable el espectáculo de aquel largo desafio entre Leibnitzia- nos y discípulos de Newton, proponiéndose problemas irresolubles antes, y resueltos ya por ellos con la mayor facilidad. Huyghens, que tan nota- bles descubrimientos habia hecho sin los nuevos cálculos, no pudo 431 menos de sorprenderse con el sinnúmero que preveia de sus aplicacio- nes, exclamando que por todas partes descubria sus innumerables usos, y una especulacion infinita. El mismo Leibnitz pareció como deslum- brado con el resplandor tan brillante de su invento, si es cierto que llegó á concebir alguna duda de su completa exactitud, al ver su ad- mirable fecundidad. Una delas primeras sensaciones que adquirimos es la del movimiento ó quietud de los cuerpos, y la ley de inercia es la más natural y senci- lla que puede concebirse. Aunque las causas que determinan uno ú otro estado nos sean desconocidas, sus efectos son bien sensibles, pudiendo expresarse siempre en número y medida; y la Mecánica, que tiene por objeto prever y calcular estos efectos, es eminentemente propia para sujetarse al análisis matemático, mucho mas cuando sus leyes pueden considerarse indeterminadamente, y con absoluta abstraccion de las otras propiedades de la materia. Así es dicha ciencia el ramo más con- siderable de las Matemáticas mistas, y en ella se pueden comprender realmente muchas partes que se refieren á determinados cuerpos, como la mecánica celeste, la acústica, y otras. Es muy notable, sin embargo, que algunas de estas partes se hubiesen cultivado con fruto en la anti- gúedad, y se desconociese en ella completamente la mecánica general en su indeterminación, que es peculiar de los tiempos modernos. En tiempo de Aristóteles eran todavía oscurísimas y aun falsas las nociones mas elementales sobre la naturaleza del equilibrio y movimiento de los cuer—- pos. Hasta Arquimedes no se descubren vestigios de esta ciencia, poco mas de dos siglos antes de nuestra era; y aun este gran geómetra solo consideró el equilibrio de ciertas máquinas, y no á los cuerpos en mo- vimiento. Sus indagaciones eran tan nuevas, que causó entonces gran admiracion su oferta de remover nuestro globo s1 se le daba un punto fijo en el espacio celeste, y una palanca proporcionada. Todavía sor- prendió más el grande número de máquinas que inventó, tanto para la guerra lo mismo que para otros usos, como resultado sin duda de las nociones de la ciencia que iniciaba; y la rosca que aún conserva su nombre atestigua la sagacidad de su ingenio, y la grande utilidad prác tica de semejante estudio. A pesar de todo, dicha ciencia se olvida ó se 438 desdeña completamente por los sábios del largo período de siglos que se suceden, y no aparece de nuevo hasta el siglo XVII, siglo científico por excelencia, en que la recordó Stevin resolviendo varios problemas de Estática, y vislumbrando el principio fecundo del paralelógramo de las fuerzas que concurren en un punto. Pero la verdadera creacion de la ciencia corresponde al gran Galileo y á su discípulo Torricelli, siendo aquel el primero que estableció la teoría general del movimien- to, desconocida hasta entonces. En seguida Wallis, Wren, Pascal, y especialmente Huyghens, aumentan el caudal de la nueva ciencia con importantes descubrimientos. Ninguna ciencia, sin embargo, necesita mas el auxilio de una profunda geometría que la mecánica; y la aplicacion á ella de los nuevos cálculos por Newton, los Bernoullis, Eulero, Clairaut, Alembert, y despues por Prony, Poisson, Navier, Hachette, y+tantos otros sábios matemáticos, han extendido en gran manera los horizontes de la ciencia, dándole un sinnúmero de apli- caciones. Ahora sería ocasion de bosquejar siquiera los adelantos de las ma- temáticas desde la invencion del cálculo infinitesimal, que fija una línea divisoria tan marcada entre los métodos cientificos antiguos y moder- nos, así como sus aplicaciones á la mecánica y á las ciencias de obser- vacion, manifestando la union intima con que todas han seguido su marcha progresiva. Pero sería larga esta tarea, y el cuadro exigiria para fijar la atencion colores más propios y variados que los que yo pudiera emplear. Baste indicar el cálculo de variaciones de Lagrange, que trata de cantidades aún mas indeterminadas que las simples diferenciales, resolviendo de un modo general los problemas de máximos y mínimos; y sobre todo, el extraordinario desarrollo que Monge, Biot, Boucharlat, Le Roy y otros han dado á la geometría descriptiva, que facilita en su= perior grado la solucion de gran número de cuestiones muy difíciles, al paso que tiene aplicacion tan inmediata al ejercicio de las artes indus- triales. Del cuadro expresado resaltaria ciertamente de un modo pal- pable una verdad que, aunque sencilla, suele desconocer el vulgo, y le hace mirar con despego el estudio de las ciencias exactas. Admírase, y con razon, la facilidad con que diariamente se multiplican las máquinas 439 : á cual más ingeniosas, que aprovechan las fuerzas de la naturaleza eco- nomizando las del hombre, y los aparatos para utilizar las diversas mo- dificaciones nuevas que sucesivamente se van descubriendo en los cuer— pos con pasmosa rapidez. Aquella roca antes imutil, nos proporciona hoy clarísima luz, combustible abundante y fuerza poderosísima para todos nuestros usos. El vapor, los caminos de hierro y la telegrafía eléctrica reducen prodigiosamente las distancias, ó las anulan por com- pleto. ¿Quién puede enumerar los triunfos de la industria para satisfa— cer nuestras necesidades, nuestros goces y aun nuestros caprichos? Pero no debe olvidarse que antes que el arte está la ciencia que trazó las reglas generales, y enseña los medios de avanzar penetrando en los arcanos mas recónditos de la naturaleza, con el auxilio de instrumentos cuya precision parece fabulosa, pero cuyo tipo se debe á las mismas ciencias, y estas son, segun la série de ideas que comprende, alguna de las que se llaman físicas ó naturales, y enlazada más ó ménos íntima- mente con las ciencias exactas. A la casualidad se habrá debido á veces algun descubrimiento importante; pero sin la ciencia que lo recoje, lo valúa y lo sujeta á sus leyes, con dificultad habrá prestado la utilidad correspondiente. Ensaya un español en otro siglo la fuerza del vapor, pero se olvida 6 desprecia descubrimiento tan grande porque la ciencia no se encarga de regularizarla, ni calcula sus reglas para emplearla con facilidad como en los tiempos posteriores. Con razon se censura á los antiguos que observaban poco al paso que pensaban mucho, que- riendo penetrar d priori las leyes de la naturaleza. ¿Tenian aquellos por ventura los medios de observacion que existen ahora, mi de sus obser— vaciones podrian deducir los resultados abundantes que en la actuali- dad? Sin el análisis moderno y sin la mecánica, el fruto de sus obser vaciones debió parecerles mezquino, y no correspondiente al tiempo y trabajo que ellas exijen, persuadiéndoles á ensayar nuevos aunque fal- sos rumbos. Al contrario, se distingue nuestro siglo por el afan con que prefiere aquellos estudios de más inmediata aplicacion para satisfacer los goces materiales de la vida, y esto es consecuencia legitima del gran desarrollo de los conocimientos teóricos en los dos últimos siglos ante- riores, iniciado por el de las ciencias exactas. Es la conducta del hom- TOMO III. 56 440 bre pródigo que hereda un crecido caudal, y mas bien que en aumen- tarlo se entretiene en utilizarlo para sus placeres. Hay la diferencia que el caudal de la ciencia no se disminuye en sus aplicaciones á la vida po= sitiva; pero siempre importa mucho aumentarlo más y más, aunque no sea sino como única base efectiva de nuestro poder, para agrandar nues- tras comodidades y goces. Contrayéndome al estudio en que por deber he tenido que ocupar- me, á las Matemáticas debe un arte empírico y de rutina el haberse elevado prontamente á ciencia extensa y de principios seguros. Trátase en la Artillería del efecto de las máquinas que emplea; y siendo por lo tanto una parte integrante de la Mecánica, depende inmediatamente de las Matemáticas. Preséntase desde luego el complicado problema de la trayectoria, objeto de los geómetras más célebres, y es muy notable que su completa solucion presente mayores dificultades que ciertas cuestiones muy complexas de la mecánica celeste. Creyóse al prin- cipio que un cuerpo arrojado con violencia, cual sale la bala del cañon, describe una línea recta en la direccion que se le impele, hasta que el movimiento se extingue por completo, y entonces desciende rec tamente tambien hasta tocar al suelo. Tartaglia aplicó ya á esta cues- tion los limitados conocimientos científicos de su tiempo, y demostró que el movimiento en ningun instante podia ser recto; pero entre las curvas eligió la más sencilla, deduciendo sin fundamento que el movil describia nn arco circular, cuya falsedad demostraron Alava y Collado. Galileo y Torricelli emplean ya cálculos mas á propósito, aunque pres- cinden de la resistencia atmosférica, y demuestran bajo este supuesto ser la trayectoria una parábola en quien las coordenadas de sus puntos, fáciles de calcular, eran los alcances horizontales y verticales. Sin em- bargo, estos creadores de la mecánica moderna conocian ya la pesadez del aire, y el no contar con su resistencia sólo puede atribuirse á que les arredró la insuficiencia del cálculo, que tanto se complica cuando en él se introduce esta nueva fuerza, variable por precision. Pero el análi- sis infinitesimal encuentra en este problema una aplicacion adecuada, y desde su invención ha empeñado á los mayores analistas en buscar el medio de resolverlo completamente. Bajo el supuesto poco exacto de ser 441 aquella resistencia como el cuadrado de la velocidad variable del movil, Newton, los Bernoullis, Eulero, Borda, Tempellof, Francais, Legen- dre y otros muchos han deducido las fórmulas correspondientes, aun- que sin haber logrado obtener una relacion finita entre los ángulos de proyeccion, la velocidad inicial y las amplitudes, teniendo que conten- tarse con métodos de aproximacion, los unos despreciando valóres que embarazan el cálculo, y cuyo influjo á la verdad no parece sensible, y otros expresando los resultados en series que no se reemplazan por es- presiones finitas. Posteriormente se han repetido experiencias muy deli- cadas para hallar la resistencia atmosférica en funcion de la velocidad del movil, deduciendo la inexactitud con que en muchos casos se supo- nia dicha relacion como el cuadrado, cuando debian entrar en la expre- sion Otras potencias, y por lo menos tambien el cubo de la misma ve- locidad, con coeficiente variable segun la diferente densidad del aire. Con estas modificaciones se han rehecho los anteriores cálculos, y Didion llega á una ecuacion finita de la trayectoria, sin otra inexactitud que suponer iguales las relaciones entre el valor medio de un arco á su proyeccion, y el de un elemento del mismo arco tambien con su pro- yeccion. Ciertamente, aunque la solucion no sea completa en rigor ma= temático, se han satisfecho las necesidades de la práctica, conociéndose la naturaleza y propiedades de la curva, y multitud de relaciones entre sus elementos, y entre las diferentes trayectorias que sirven de guia se- gura al artillero en todas circunstancias. Sin embargo, esta trayectoria todavia difiere bastante por lo comun de la trayectoria práctica, porque en la última es ordinariamente excéntrica la percusion que sufre el movil, adquiriendo este un doble movimiento, y describiendo una línea de do- ble curvatura muy dificil de clasificar, tanto mas cuanto el eje de ro- tacion será variable, y la resistencia atmosférica actuará sucesivamente en diferentes sentidos. Dicha causa, como accidental, no puede entrar en las fórmulas generales, y la teoría manifestó la necesidad de atenuar por lo menos sus efectos; pero no siendo posible anularlos por completo, indicó el medio de regularizar la misma fuerza, haciendo que el eje de rotacion del movil fuese estable y determinado, si bien en la práctica aún no se ha logrado conseguirlo sino en las armas estriadas y proyec- 442 tiles de cierta forma, por cuyo medio dicho eje es uno y el principal de los momentos de inercia. Todavía hay otras causas variables que influ- yen en el movimiento, como la direccion y fuerza del aire, que exije dar un coeficiente de correccion á la fórmula general; y el ángulo que forma la línea de tiro con el eje del movimiento del globo terrestre, cuyo influjo, áunque de poca importancia, lo ha calculado Poisson con gran- de sagacidad. Sirva el problema expresado como ejemplo del enlace que entre sí tie- nen los principios matemáticos, la ciencia mista y el arte. Aquellos permiten comprender en una fórmula general todas las causas constan- tes de dicho movimiento, y la ciencia procura reducir á esta fórmula todo el mecanismo práctico, dictando sus reglas á las artes para que lo reali- cen. En el caso actual, el análisis no ha podido hallar la solucion comple- ta, si bien con toda la aproximacion suficiente; y las artes tampoco han logrado realizar del todo lo que exije la ciencia, aunque se han acercado en gran manera á las prescripciones de esta. Mayores dificultades presenta conocer la naturaleza del movimiento expresado á lo largo del ánima de la pieza, pero aqui el cálculo no es in- suficiente, sino la ciencia que no ha podido reunir todas las observacio- nes necesarias; y de las que ejecutó Piobert deduce él mismo la ley con que seinflama la carga de pólvora, y calcula tambien en su consecuencia la del citado movimiento. Si los resultados no son completamente exac- tos, será únicamente porque no lo sean los hechos observados. Toda la Artillería se cifra en cuestiones análogas, cuya solucion sería imposible sin los auxilios del cálculo, lo mismo para la valuacion de la fuerza de la pólvora que para fijar la forma y resistencia de sus piezas, de sus proyectiles y de todos sus carruajes, no menos que para usar con acierto de todos los medios materiales que emplea. Pero del cálculo no se deducen consecuencias seguras sino á proporcion del número y exactitud de las observaciones y datos de la experiencia que á él se sujetan, y en la armonía de la teoría y de la observacion esestriba el porvenir de la Arti- llería como el de todas las ciencias llamadas mistas. Al recordar los adelantos modernos de las ciencias exactas, no puede menos de sorprendernos una sensacion penosa ,. considerando la escasa 443 parte que nuestra patria ha tomado en ese gran movimiento científico. España habia recibido por los Arabes las luces del Oriente antes que el resto de la Europa; y á ella se necesitaba acudir en algun tiempo para aprender cuanto se sabia de dichas ciencias, como lo verificó el cé- lebre Gerberto en el siglo X antes de ser Papa. La escuela de Toledo, floreciente con la proteccion de D. Alonso el Sábio, habia heredado los conocimientos de las famosas escuelas arábigas de Andalucía, y en ella se corrigieron las antiguas tablas astronómicas de Ptolomeo. En el siglo XV ocupó el solio español la magnánima Doña Isabel la Católica, á cuyos elevadísimos instintos se debió la hazaña mas gloriosa de que hay me- moria, el descubrimiento y conquista de un nuevo mundo. Todo presa- giaba que el movimiento cientifico iniciado en dicho siglo se realizase an- tes en la España que en la Italia, y sobre todo que continuase en los siglos siguientes con no menos brillantez que en otras naciones, entonces en mucho mayor atraso. ¿Por qué al lado de aquellos sublimes ingenios que dieron á nuestra nacion la primacía en la poesía, en la literatura y en las bellas artes, no se elevaron otros gigantes en las ciencias exactas, como Galileo y Torricelli en la patria del Ariosto y del Taso, ó como Newton y Wallis en el mismo pais que Milton y Pope? La Providencia no quiso conceder á la España esta más sobre tan- tas otras glorias, y su destino en esta parte no deja de tener semejanza con el de la antigua Roma. Tambien los Romanos con la auréola de sus heróicos hechos, y dueños de todo el orbe conocido, sobresalieron gran- demente en la elocuencia, en la poesía y en la historia, pero fueron me- ros discípulos y comentadores de los griegos en las ciencias exactas. A pesar de la expresada inferioridad relativa, nunca han faltado en España clarísimos varones, muy eminentes en las ciencias exactas no me- nos que en las físicas y naturales. Desgraciadamente su número dista mucho del que correspondia á la patria de tantos insignes humanistas, profundos teólogos y egregios capitanes, no siendo por eso menos cier to el fenómeno indicado, que á mi entender ha procedido de diversas causas accidentales, y no exclusivamente de la que alguna vez se le ha atribuido. Tambien, como en nuestras Universidades, en las demás de la Europa hubo un tiempo en que la falsa dialéctica escolástica ahogaba los 444 gérmenes de la verdadera ciencia; y por otra parte sería absurdo admi- tir como razon la inferioridad de la raza ó el influjo maléfico del clima. Pero volviendo la vista á otra parte, se divisa la nueva aurora de un porvenir más brillante. El estudio de aquellas ciencias se extiende con rapidez por nuestra patria, y cada dia crece el número de sus adeptos. En nuestras Universidades é Institutos, en nuestros Colegios y Academias se presta ya á ellas el culto debido, empezando á gustar toda la juven- tud estudiosa sus sabrosísimos frutos; se establecen nuevas profesiones facultativas, y lo mismo que en las que existian, se exijen cada vez á sus alumnos conocimientos más sólidos. Dilatándose asi dicho estudio, y cul- tivando este fecundísimo campo el preclaro ingenio español, no hay re- celo de que dejen de aparecer entre tan crecido número, ingenios sobre- salientes que honren á nuestra patria, acercándose más y más á los límites indefinidos de las mismas ciencias. A realizar tan halagúeña esperanza contribuirá en gran manera esta Academia, que en el corto período de su existencia empieza á ocupar un lugar distinguido en el mundo científico. Presidida' por el ilustre Gene- ral cuya reputacion se extiende por toda la Europa sábia, y conteniendo nombres tan distinguidos, lo mismo en unas que en otras de las ciencias expresadas, será como un disco luminoso que esparcirá por todo el pais las luces del saber. En cuanto á mí, elevado á tanta altura sin merecimiento alguno, co- nozco mi insuficiencia; pero guiado por tan insignes maestros procuraré, á fuerza de laboriosidad y celo, que no sea del todo inutil mi servicio, aunque de inferior clase, en este santuario de las ciencias. Madrid 21 de noviembre de 1858. QUE EN CONTESTACION AL DEL SEÑOR D. MANUEL FERNANDEZ DE LOS SENDEROS, EN EL ACTO DE SU RECEPCION COMO ACADÉMICO NUMERARIO LEYÓ EL EXCMO, SR. D, ANTONIO REMON ZARCO DEL VALLE Y HUE?, Presidente de la Real Academa de Ciencras. Heñares. E, el vasto campo de las ciencias, cuyo cultivo es sin duda el mejor y más halagueño ejercicio del entendimiento humano, se comprenden es- pacios, muy distintos, más ó ménos accesibles, conocidos 0 ignorados to- davía; bien así como la naturaleza los presenta en variedad de regiones, sobre la haz de la tierra. El espíritu de indagacion del hombre, vencien- do obstáculos sin cuento, ha descubierto y sometido al dominio de su inteligencia, atravesando desiertos, mares y hielos, territorios inmensos, de algunos de los cuales disfruta plenamente, mientras le resta no poco que conquistar en otros. Del mismo modo las ciencias, en su diversidad, ofrecen mayores 4 menores dificultades, apoderándose algunas veces de 446 las leyes de la creacion, y otras conteniendo su vuelo ante los misterios de ella. Las matemáticas, que pueden considerarse como el mayor es- fuerzo de las facultades intelectuales, y medida, al propio tiempo, de su poderío, ofrecen por lo mismo grandes embarazos en su estudio profundo. Penetrado el académico que hoy hace su entrada en este recinto, de ver- dades tan patentes, fortalecido por sus hábitos científicos y excitado por su amor á un ramo del saber tan puro como sublime, acomete con el me- jor éxito la tarea de mostrarnos el íntimo enlace de las ciencias exactas, físicas y naturales; desempeñándola segun acabamos de oir, con igual maestría que modestia. ¿Y he de ser yo, Señores, quien bajo el grave peso impuesto por nuestros estatutos, honroso ciertamente, mas superior á mis fuerzas, he de remontarme á la esfera tal .vez más alta de los conocimientos humanos, á punto de merecer vuestra atencion? Alién- tame tan solo la máxima consoladora, de ser la indulgencia dote insepa- rable del verdadero saber. Al dar nuestro nuevo colega cumplimiento á su propósito, paga en primer término el sincero tributo de respeto, justamente debido á la memoria del Ilmo. Sr. D. Juan Subercase, cuyo puesto va á ocupar y cuya pérdida deplora con la Academia. Entre las cireunstancias que cons- tituyeron el mérito de aquel sabio distinguido, sobresale una cuyo valor inestimable no necesita ser encarecido en este lugar, por referirse á los servicios señalados que su instruccion y ardiente celo prestaron, en di- versas épocas, al adelantamiento y propagacion de las ciencias en la Escuela del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, contribuyendo poderosa- mente á los rápidos progresos de tan preciosa institucion. Nada más ge- neroso ni fecundo que el saber aplicado á la enseñanza. Aprecio y loor merecen los hombres entendidos y benéficos que, cual Subercase, con- sagran sus vigilias á tan difíciles y provechosas tareas. Notable es en seguida el cuadro filosófico trazado por el autor del discurso que examino, para presentar á nuestros ojos la indole verdadera de las matemáticas, los caracteres esenciales que las distinguen de las demás ciencias, el admirable privilegio de que gozan libres de la opresion de la duda, y la genealogía, digámoslo así, de sus concepciones, que desde la abstraccion más rigurosa las ha conducido á las aplicaciones de 447 inmediata utilidad, al parecer más distantes de su severo origen. Domi- nado del espíritu de aquellas ciencias, y entrando dentro de él hasta des- cubrir sus íntimas relaciones con la verdad, determina con exactitud sus condiciones propias, presentando desde luego, en todo su esplendor, la luz que esparciéndose despues sobre los demás ramos del saber humano, los vivifica, por decirlo así. A impulsos del bienhechor influjo de las cien- cias exactas, las físicas, hijas de la observacion, contribuyen recíproca- mente á sus progresos, obligando á buscar fórmulas que en su genera- lidad comprendan los hechos, sometiéndolos á reglas. Contrayéndose luego á las maravillas del análisis, á la excelencia de este idioma y á su accion sublime sobre el raciocinio, hace perceptibles los frutos de su introdue- cion en el mundo sabio. Con efecto: ¿qué combinacion mas feliz mi pro- vechosa, que la del cálculo y la experiencia? ¿Qué cosa mas admirable que el mútuo influjo de las observaciones y del análisis? Con razon cor- robora el autor esta doctrina citando los descubrimientos de Newton, La Place y Leverrier, seres privilegiados, cuya fuerza intelectual raya en sobrehumana. Ese enlace de las ciencias entre sí, acelerando sus progre- sos, contribuyendo unas á atenuar los efectos de la imperfeccion de las otras, en cuyo beneficio cabe á las matemáticas la mejor parte, ha sido causa de dilatarse su poder májico hasta lo que parecia estar mas allá de su esfera. Bien lo acredita el cálculo de las probabilidades, y su aplica- cion á las ciencias llamadas económicas, morales y políticas. De esta suerte, Señores, el nuevo académico, arrebatando nuestra atencion hácia la region más encumbrada del humano saber, nos hace palpar, sin embargo, las íntimas relaciones de los diversos elementos que le constituyen. Mas no contento todavía con presentarnos ese cuadro filosófico, nos traza otro histórico, el más adecuado para acrecentar el efecto del ante- rior, ensanchando nuestro ánimo. Descúbrense en los bien definidos términos del primero, la marcha del entendimiento humano, su inmenso poder, su lucha victoriosa con los obstáculos de la ignorancia, y los trofeos gloriosos de sus pacíficas conquistas; mientras que en el segundo, materializándose y aun perso- nificándose esos progresos con hechos y nombres, por la llama del génio TOMO IV. 57 448 de la historia, vienen á confirmar las doctrinas sentadas, esclareciéndo- las, y estableciendo un cierto paralelismo entre los raciocinios y los su- cesos, propio para afianzar más y más la solidez del juicio pronunciado por el autor sobre la excelencia de las matemáticas y su influjo en las demás ciencias. Siguiendo los conocimientos científicos los pasos de la cultura de los pueblos, que la historia nos descubre, vemos en Oriente los primeros destellos de verdades halladas en medio de la oscuridad de aquellos remo- tos tiempos. Asomó y se dilató la geometría, vino luego el nacimiento del algebra, ofuscó esas luces la irrupcion de los bárbaros del Norte, mas no se apagaron, alumbrando con ellas los griegos á la Italia y los árabes á España, de donde se extendieron por Europa. Llega el siglo XV, comienzan á desvanecerse las tinieblas de la edad media, multiplicanse los sabios en el XVI, y se fecundiza el estudio de las matemáticas; las cuales alcanzan á fines del XVII tal amplitud y ele- vacion, que se abre para ellas una nueva era. En este punto se agolpan los inventos y crece el número de sabios á quienes se deben, sobre- saliendo entre ellos Newton y Leibnitz, que con el análisis infinitesimal conquistan un nuevo mundo científico, y difundiendo de este modo el dominio de las matemáticas, ensanchan el camino de sus aplicaciones. Momento propicio, precursor de otros que fueron y debian ser sus natu- rales consecuencias. Buen testimonio dan de ello los sucesivos adelantamientos de las cien- cias exactas, y no menos su influjo creciente en resultados provechosos para las demás. Sirva de ejemplo la mecánica, que en sus diversos ra- mos, apoyada por la demostracion y el cálculo, así abarca la ilimitada extension de las regiones celestes, como se ciñe y contrae á distribuir y dar direccion á las fuerzas y al movimiento, creando con tantas y tantas máquinas ese espíritu industrial que distingue á nuestro siglo. No son menores los auxilios poderosos que el análisis infinitesimal ha proporcio- nado á las ciencias de observacion. Hermánanse estos medios á tal punto, en confirmacion del mútuo apoyo de unas y otras ciencias, que encanta ciertamente el estudio de las adquisiciones hechas por el hombre en los dominios de la naturaleza y del señorío que sobre ella le ha facilitado el 449 descubrimiento de sus leyes. ¿A dónde nos llevan las ingeniosas y felices aplicaciones del carbon de piedra, del vapor, de la electricidad....? Trazando con diestro pincel tan bellos cuadros nuestro nuevo colega, bajo la inspiracion simultánea de la filosofía de la ciencia y de la historia, se eleva á consideraciones delicadas de alta importancia. Comparando el saber de los antiguos con el de los modernos, hace sentir su diferencia, dado que aquellos, pensando más y observando ménos, querian resolver a priori los problemas, objeto de sus investigaciones. Compara la mecá- nica de los tiempos de Arquimedes con la de los posteriores á (alileo, y enumerando muchos nombres célebres, ornamento de la humanidad, presenta á cada uno de ellos con los caracteres peculiares de su ingenio y de su época. Viniendo á nuestros dias, califica, con exquisito criterio, la sociedad moderna bajo su aspecto más sobresaliente, influida por los efectos de la mecánica, que la han impreso, por decirlo así, un nuevo sello. Explanadas de este modo, con exactitud y lucidez, las doctrinas pro- pias para obtener nuestro convencimiento, en favor del elevado tema que se propuso, no se muestra aún satisfecho. Buscando un ejemplo acomodado á su intento, lo encuentra cabalmente en la artillería, en cuyo ramo interesante del saber moderno, se ha dado á conocer tan ventajosamente, ya como profesor del célebre colegio de Segovia, ya como autor de una obra de gran crédito y patente utilidad, destinada á sustituir, con el aumento de los progresos correspondientes al tiempo trascurrido, la que publicó hácia fines del siglo pasado el sábio Morla, con europea aceptacion. Descúbrese desde luego en la breve reseña que hace de los principales trámites por donde un arte empírico y de rutina ha adquirido el caracter de ciencia, el discreto empeño con que ha su- jetado á términos concisos, la multitud de ideas que rebosaban en su mente, al expresarse sobre una materia, para él tan familiar. Á este propósito elije, con gran sagacidad, como tipo de los esfuerzos hechos por una parte y las dificultades que por otra ofrece su indole especial, el estudio de la trayectoria, Ó sea la línea que describen los pro- yectiles, arrojados por las bocas de fuego. Los progresos de este estudio, su relacion con los que sucesivamente han experimentado las matemá- ticas y la física, á impulsos de sabios distinguidos, la determinacion ob- 450 tenida del trazado de aquella curva, la existencia de algunos elementos que en ella intervienen y todavía se escapan al rigorismo del cálculo, el conjunto, en fin, de estas consideraciones, ofrece en verdad la prueba más solemne de las aseveraciones antes establecidas. Lo mismo sucede discurriendo sobre otros problemas de la artillería, que el autor indica rápidamente. Vése en efecto, en todos ellos, la accion histórica del tiempo en los adelantamientos del saber, el juego recíproco de unas y otras ciencias, los dones ofrecidos por ellas á las artes, la insuficiencia de estas en algunos casos, el enlace de la teoría y la práctica; en una palabra, el poder, el uso y las condiciones propias de las diversas facultades de la inteligencia humana. El amor á las ciencias, que señorea el ánimo de nuestro nuevo cole- ga, y del cual son buena muestra los términos de su discurso que acabo de analizar, con harto desaliño y ligereza, se combina, se auna con el que ardientemente profesa á su patria. Laméntase con pesar de que entre los muchos titulos de gloria, acumulados en los brillantes fastos españoles, no se cuenten genios matemáticos, á la altura de los que en otros paises han alcanzado el concepto de lumbreras del género humano. La designacion de las causas de semejante fenómeno, que acaso pueda explicarse por otras contemporáneas, agenas seguramente de la escasez de fuerza intelectual, mereciera en verdad indagaciones profundas. Sin duda, Señores, para que la luz interior, por decirlo así, de un entendimiento privilegiado, al aparecer al exterior, se difunda y alumbre la esfera de las ciencias, se necesita, como en las combinaciones de la naturaleza, que coimcidan las circunstancias todas, capaces de producir con su reunion semejante efecto. Desde luego y como asienta con buena crítica nuestro académico, es forzoso que el espiritu científico se apodere de las inspiraciones del genio, para que con su influjo vengan á ser ver- daderamente útiles. Y así ha sucedido tambien en España bajo señaladas circunstancias, pues tanto en las ciencias exactas como en las físicas y naturales, han alcanzado gran elevación algunos de sus hijos. No recor— daré sus nombres, en gracia de la brevedad, por mas que así conviniera á la reparacion del desdén ó descuido con que ha solido mirarse entre nosotros ese género de costosísima fama; mas ¿cómo dejar de pronun- 451 ciar los de D. Alfonso el Sabio, Arnaldo de Villanueva y Raimundo Lulio, astros luminosos, que brillaron cabalmente en la tenebrosa noche de los siglos medios.....? En nuestros dias, crece entre nosotros el im- pulso científico de una manera admirable, tocándose ya sus frutos. La instruccion se extiende velozmente, multiplicanse los establecimientos dedicados á ella, no ménos que los viajes dirigidos á apropiarnos los pro- gresos hechos en otros paises; siendo imposible desconocer los pasos dados, con manifiesto y excelente éxito, en tan dificil y gloriosa carrera. Contemplando este grato porvenir la Academia, se entrega al ardor de su celo, empeñado en contribuir á fin tan apetecido, atrayendo á su seno diestros colaboradores. Entre ellos, el que ha sabido granjearse nuestra atencion en este dia, nos ha llevado á terreno tan alto, que apenas acer- taré yo á seguir su huella. Ni cabe, Señores, por mi parte otra cosa mas que darla cierta amplitud, para satisfacer una obligacion indecli- nable. Demostrada, con la generalidad propia del plan del discurso, la in- fluencia de las ciencias matemáticas, resalta más y más la verdad de esta doctrina, contrayéndose á los varios ramos del saber. Apenas hay uno de ellos que desdeñe su accion reguladora y fe- cunda, fundándose todos directa ó indirectamente en sus preceptos, ó en los hábitos que estos crean al educar, por decirlo así, nuestro en- tendimiento. Á veces en aquellos, al parecer más remotos del rigor del análisis, el estudio de los hechos, iluminado por su espíritu, facilita, á favor de la analogía y de la aproximacion, juicios mucho más exactos de los que pudieran formarse á la ventura. Sin dejarnos llevar del atractivo de consideraciones hasta cierto punto seductoras, ¿cómo puede dudarse de la facultad generatriz, ini- cial, digámoslo así, de las matemáticas aplicadas? La Cosmología, la As- tronomía, la Estática y Dinámica, la Hidrostática é Hidrodinámica, la Aerostática y Anemometría, ¿son otra cosa mas que el producto de esa facultad? ¿De dónde proviene, si no, el justo título de física matemá- tica, dado á los frutos combinados de la observacion y del cálculo? La Química, indagadora de las fuerzas constituyentes de la materia, ha menester para fijar sus resultados positivos, una especie de estática quí- 452 mica, dependiente de la aplicacion de las matemáticas. Sin la Geografía, sometida á ellas, dificil fuera explicar en gran parte los hechos inapre- ciables que componen los tesoros de la Historia natural. ¿Quién no ad- mira esa obediencia de los seres orgánicos á las leyes de la latitud geo- gráfica, de la topografía vertical, y otras á este modo? Ni cabe dudar del influjo que la exactitud científica puede ejercer todavía en las clasi- ficaciones, imprimiéndolas el caracter precioso y peculiar de los méto- dos naturales. Con igual auxilio penetra el hombre dentro de la tierra en busca de los secretos de la Geologia, y se eleva con la Meteorologia á la region atmosférica, apreciando su constitucion y su equilibrio. En las ciencias médicas, y particularmente la Fisiologia y Patologia, las funciones me- cánicas de los seres organizados, tales como los movimientos de los só= lidos y la circulacion de los líquidos, están subordinados hasta cierto punto á las matemáticas. Cambiando ahora de rumbo, y pasando á contemplar las artes, en- contramos desde luego en las que por su excelencia han sido apellidadas bellas y nobles, la influencia de las matemáticas. Descúbrese esta en todo cuanto no depende del gusto, bajo su más genuina acepcion: diganlo, si no, la Perspectiva en la Pintura, el equilibrio en la Escultura, la Geo- metría, y tantos otros elementos de la edificacion en la Arquitectura, y muy notablemente las leyes de la armonía en la Música. En las artes liberales como en la navegacion, la geodesia práctica, la relojería, ete., constituyen las matemáticas su principal fundamento. ¿Y qué no podrá decirse de las artes mecánicas é industriales? ¿A qué otra cosa deben atribuirse sus pasmosos adelantamientos, sino á esa fraternidad dichosa del análisis y la experiencia, que ha dado origen á máquinas y procedi- mientos, al parecer fabulosos? La ilustracion y perspicacia de los que me honran escuchándome, haria impertinente la prolijidad con que, en otro caso, fuera facil ampliar estas lijerísimas indicaciones. Ellas son, sin embargo, bastante poderosas para suscitar en nuestro ánimo, el natural anhelo de juzgar, con la exactitud posible, si despues de tan señalados descubrimientos hechos en las matemáticas, se prosigue su estudio en nuestro tiempo, con el abinco que merece y corresponde 453 al designio de multiplicar sus aplicaciones; si las demás ciencias, y las artes, contraidas á utilizar los resultados de sus fecundos principios, caminan á la par de ellos; ó si, por su mayor atractivo, amortiguan el ardor vehemente que supone el cultivo de las funciones más abstractas y generales del entendimiento. Desde luego ocurre una consideracion de grave peso. Los admira- bles progresos de las matemáticas, no sólo no contradicen otros nuevos, acaso sin límites, en el porvenir de estas ciencias, sino que reclaman á su favor los talentos de los sabios, capaces de proporcionarlos. La elocuente voz de la historia, que nos ha trasmitido, en honra del ingenio del hombre, la serie de sus nobles esfuerzos intelectuales, nos enseña, al propio tiempo, las alternativas que en el buen ó mal éxito de ellos se observan, y la condicion, inherente á nuestra naturaleza, en virtud de la cual un paso dado hácia adelante, nos impele y estimula á nuevos descubrimientos, en busca siempre de la grandeza y perfeccion por que anhela nuestro espíritu. Véase desde luego la marcha seguida en esas conquistas, durante los cuatro períodos en que puede conside- rarse dividida la cronología de su estudio. . Determina el primero, de origen oriental, el cultivo de las matemá- ticas, contraido á verdades tomadas de los objetos de la naturaleza, cuyo valor tenia por única medida, el de las leyes numéricas. En aquellos primeros ensayos del saber, no era dable contemplar esas verdades en sí mismas y con abstraccion de toda medida. El segundo periodo, referente al esplendor científico de la Grecia, se extiende desde Tales y Pitágoras hasta la escuela de Alejandría; mas los verdaderos adelantamientos que entonces se obtuvieron, se limitaron sólo á hechos particulares, sin alcanzar todavía el caracter de generalidad apetecible. Así lo atestigua el modo de considerar las sec- ciones cónicas. El renacimiento de la ilustracion marca el principio del tercer pe- ríodo, durante el cual, si bien se obtuvieron resultados generales, se reducian estos á verdades aisladas, ó productos matemáticos indivi- duales. Finalmente, en el cuarto período, fundado por Leibnitz y Newton, se alcanza ya esa generalizacion universal de las cantidades, 454 debida al cálculo diferencial. Desde entonces, con la sola exposicion de los elementos de ellas, se pudo intentar la aplicacion útil de las mate- máticas á todos los fenómenos de la naturaleza, consiguiendo resultados asombrosos, como los que ofrece la mecánica celeste. No era este ni podia ser el término de los triunfos de la razon humana. Habíase en verdad pasado, en el primer período, de lo concreto á lo abstracto; entre el segundo y el tercero, de lo particular á lo general; y del tercero al cuarto, de lo individual á lo universal: mas restaba todavía elevar la ciencia de lo relativo á lo abstracto, y este ha sido y es el firme empeño de los claros varones consagrados á estudios tan sublimes. Eulero re- conoció ya esa necesidad; mas el honor de haber descubierto y tratado de introducir en la ciencia un principio universal, es debido á La Place. Casi todos los geómetras modernos han obedecido al mismo impulso, guiados por la verdadera filosofía científica. Sin perjuicio de tan dificil tarea, antes bien contribuyendo á ella, más 0 ménos directamente y de diversos modos, el conato natural del hombre, encaminado á utilizar, en práctico provecho, los frutos de sus afanes mentales, ha establecido el más estrecho acuerdo entre las teorias y la práctica. Las matemáticas deben en gran parte su ensanche y grandeza, en los dos últimos siglos, al empeño puesto en sacar de sus doctrinas, utilidades palpables. Remontándose á sus más importantes indagaciones, aparecen estas como de especulacion filosófica; pero en breve su estimación cre- ce, á medida que se fecundizan, aplicándolas. Tal es el fruto de la lógica oculta del espíritu humano, en cierto modo instintiva, con que des- cubre y perfecciona el instrumento que despues emplea con decision y seguridad. La confirmacion de esta doctrina se encuentra á cada paso en los anales de las ciencias exactas, físicas y naturales, y muy seña- ladamente en los tiempos modernos. Si hubiéramos de enumerar aquí los nombres ilustres de los sabios que en todos los paises han establecido y sostienen el comercio y reciprocidad de los productos de las ciencias, fuera menester largo espacio. Cabe, sin embargo alguna distincion entre los que, encerrándose dentro de los límites de los principios fundamentales que todavía ofrecen estímulo sobrado al ardor de sus investigaciones, y aquellos que, par 455 tiendo de los datos preciosos, consecuencia de dichos principios, se ejer- citan especial y vigorosamente en los medios de utilizarlos. Hay quien apellida á los primeros, geómetras teóricos, y prácticos á los segundos. Mientras aquellos se entregan, por ejemplo, á la gran obra de la mecánica, se contraen estos al uso de las fórmulas halladas y de los métodos creados. En astronomía, por ejemplo, construyen tablas de los movimientos de cuerpos celestes, deducen de extensos cálculos numéricos la vuelta de los cometas y la existencia de nueyos planetas perturbadores, compro- bando así las últimas consecuencias de la gravitacion universal. Otros, aprovechando las tablas estadísticas, apoyadas en las fórmulas debidas al cálculo de las probabilidades, deducen los efectos obtenidos ó presu- mibles en el incremento ó mengua de la poblacion, y muchos más da- tos de inmediato uso en la vida social. Corresponde asimismo á esta última categoría el gran número de los que se dedican á la aplicacion de la mecánica racional, esforzándose para deducir del principio de las fuerzas vivas, el cálculo propio para apreciar el efecto de las máquinas, la accion de sus motores, la resistencia de los materiales, etc., acudien- do á métodos aproximados, cuando la teoría no es suficiente. Semejante clasificacion no rebaja el mérito de los sabios de una ú otra especie, pues que todos ellos contribuyen más ó ménos al logro del mismo importante fin. Ni excluye la posibilidad, varias veces reali- zada, de encontrarse reunidos en un mismo individuo el dominio de la teoría y el de la práctica, 4 punto de conciliar estos dos elementos de la más provechosa instruccion. En tal caso, llega á ser inestimable el valor de los servicios prestados por los que alcanzan favor tan singular. Asi Poncelet, por citar desde luego un nombre que sirva de prueba de este aserto, ha sabido reunir á sus bellas indagaciones sobre la Geometría y la Mecánica racional, sus cálculos inmediatamente acomodables á las máquinas. Pero de ningun modo pudiera yo presentar más al vivo esa facultad envidiable de familiarizar el saber profundo y abstracto, que citando algunas palabras de juez tan competente como Arago. «De agradecer es á Poisson, dice este insigne matemático, que separándose de los símbolos generales en que se detienen con demasiada frecuencia TOMO 1V. 58 456 los geómetras, y traduciendo en números las fórmulas que espantan á veces por su complicacion, haya hecho ver cómo el análisis puede con- tribuir al adelantamiento de la física del globo; reconociendo, si es lícita la comparacion, que la verdad está contenida en las fórmulas misterio- sas, como el Apolo de Belvedere lo estaba en un trozo de mármol de Paros, para el cual fué indispensable el cincel de un genio en la escul- tura, capaz de darle la forma que habia de merecer la admiracion de los siglos.» Por manera, Señores, que el giro actual del espíritu humano puede contemplarse bajo dos puntos, de vista diversos, si bien relacio- nados entre sí. El apego á los estudios abstractos, al desarrollo de las grandes facultades creadoras del análisis, origen del saber presente, domina por dicha todavía el ánimo generoso de los hombres eminentes que se sostienen en la esfera sublime de esta clase de estudios, ofre= ciendo de contínuo nuevos y fecundos recursos. El impulso de las ideas y las costumbres más modernas, debido en gran parte á la facilidad que las aplicaciones de dichos estudios proporcionan al aumento de los goces materiales, ha dado nuevo caracter á los esfuerzos de la inteligencia, contraida á resultados más inmediatos y lisonjeros para las inclinaciones naturales del hombre. Colocado ya este en posicion tan favorable, no por eso está libre de los riesgos que trae consigo el caracter resbaladizo del terreno en que se apoya. Y de ellos son buena prueba los errores en que solemos in- currir, á despecho del aumento de luces que aclaran nuestros pasos. El orgullo unas veces, la falta de vigor en otras para luchar con las difi- cultades, la precipitacion, en fin, con que aspiramos al logro de nuestros ambiciosos deseos, sin contar con el poder invencible del tiempo, son causas harto patentes de juicios inexactos, que disminuyen ó anulan el valor de los dones de las ciencias. Fuerza es confesarlo. En la inmensa distancia que las separa del empirismo, se acrecienta en nuestros dias el número de los que, sin dejar de aprovecharse de los tesoros de aque- llas, se acercan á este, cediendo á la fuerza impulsiva de las exijencias del siglo. De apetecer es por tanto que á ejemplo de esos seres privile- giados, cultivadores de las ciencias exactas, custodios de sus riquezas y propagadores de sus beneficios, no se prostituyan ni malogren los afanes 457 que producen el saber práctico; antes bien, siguiendo los progresos en uno y otro género de ilustracion la ley saludable de la accion recíproca, no sufra rémora alguna el pasmoso desarrollo de los conocimientos útiles. Séame lícito, Señores, desahogar, contando con vuestra benevolen- cia, la inclinacion que me lleva hácia la pureza del amor científico. El bello rasgo con que nuestro nuevo colega designa el prudente temor de ver menoscabada la poderosa accion de las ciencias exactas, por las ten- dencias sociales de nuestra época, representando estas por el pródigo que se cura más de disfrutar que de aumentar su herencia, me ha impe- lido á entrar en consideraciones harto delicadas, dignas de mejor intér- prete. No era á la verdad inoportuno deslindar algun tanto los varios cam- pos en que hoy ejerce su poder la inteligencia humana, en uso del pri- vilegio exclusivo que la fué otorgado en la gran obra de la creacion; mayormente cuando el tema del discurso que ha ocupado nuestro ánimo, nos brindaba con una ocasion adecuada y solemne. ¿Cuáles son en la actualidad los diversos modos con que el saber ensalza la condicion del hombre, facilitándole la satisfaccion de sus necesidades, y proporcionán- dole placeres legítimos, entre los que sin duda son más intensos los del entendimiento? ¿Cuál es realmente el orden genealógico de los medios á que tamaños bienes se deben? Tres son las fuentes de donde dima- nan: el cálculo, la observacion y las aplicaciones. Estas últimas con- vierten en hechos los resultados del estudio individual de los sabios, y de la reunion de sus luces en corporaciones científicas. No en balde la que en este momento tiene la honra de ser favorecida por tan ilustrada concurrencia, al fijar el emblema que habia de representarla en docu- mentos públicos, colocó en él la siguiente leyenda: Observacion y cálculo. HAG Ale oy dr YO pad reo A add ap hos tajo n cai diles e . papu de a dnd Feat ol, suo mai ¡pov Estotiai latir doc add al in A sido, fia dijo ba mn o ar Alto; rf de org din ik ' A a quid don pe dr AA esirlancenibago qu pte irene daros qual cc Lo. OA ola do Ab 1 (lor 4 erralad oa ANS peón Mn Alo radio «perl Asado 06 SN) nl aaa dt Ode eta | lA 0 Ap) A v/£i idad cl are letargo 1 008 0 dt» ALU VIO 2 440 a iria Allo pue SAL, e ¡va AA Y bad Maira Pibes q mi Vo la ¿io E ¡es qe Mii rs dr rima et OS y lilinece sn diprr JA aprilia FEAR UN IAS We 7D eál En STE! WIP rr a Aye 4 Li DN de e ds MAR AAA 14 "HA WA as rev mM r1164 rm Lis dare ads ina ie o US E ) vo Hna PA erro MN ei A A > . RAMILLETES DE PLANTAS ESPAÑOL ESCOGIDAS POR EL DOCTOR D. MARIANO DE LA PAZ GRAELLS, ACADEMICO DE NUMERO DE LA SECCION DE CIENCIAS NATURALES. Y GA E, mi objeto en estos opúsculos dar á conocer las plantas nuevas que en mis herborizaciones por la Peninsula he encontrado; rectificar las equivocaciones que en la descripcion de otras se han padecido; concluir la historia de algunas que hasta el dia han sido descritas de un modo in- completo, y adicionar los catálogos publicados hasta aquí, con especies aún no citadas en las localidades á que se refieren, fijando de un modo exacto su estacion y verdaderas épocas de floracion. Si consigo desempe- ñar bien mi propósito, creo que ningun botánico desconocerá la utilidad de este trabajo; y sobre todo, el que algun dia se encargue de redactar nuestra deseada Flora Española, no podrá menos de agradecer le haya ayudado en una tarea á que por precision habrá de entregarse, si quiere que su obra merezca la calificacion de exacta y concienzuda. Otro fin me he propuesto tambien en esta publicacion, y es, excitar el celo de nuestros jóvenes botánicos para que se dediquen al estudio práctico de la ciencia, recojiendo los preciosos materiales disemina- TOMO 1Y, 39 460 dos aún en nuestros campos, para publicarlos desde luego en opúscu- los semejantes al presente. La forma es cómoda, pues con solas cinco ú seis plantas ya se puede hacer un ramillete, y el valor de este no consiste en su volumen, sino en lo selecto de sus flores. De este modo contribuirán todos á la grande obra, y el dia qne la Historia consigne los nombres de los botánicos que hubiesen cooperado á la formacion de nuestra Flora, no tendrémos el disgusto de vernos representados en mi- noría en un trabajo que debiera ser obra exclusiva de los españoles. Réstame decir, que las especies nuevas que componen este primer Ramillete han sido consultadas con botánicos eminentes, y comparadas en los principales herbarios de Paris, con sus congéneres por Mr. Webb, al que han ayudado MM. Gay y Spach, por lo que les consigno aquí todo mi agradecimiento. Madrid 28 de mayo de 1854.=Mariano de la Paz Giraclls. RAMILLETE PRIMERO. DODODADDDNIN Genista Barnadesii, Grlls. Spartium radiatum £. (Barnades un herbario Cavamllesiano.) Pertinet ad Genistarum subtribum Spgrio- carpum, Sect. 4, Echinospartum Spasch an Ann. Sc. nat., 3 Serie, tomo II (1844), p. 251. Gen. frutex elegantissimus sex-pedalis, congestus trunco excorticato, laciniis corticum siccis alque feré disjunctis vestito; ramis plurimis ascendentibus, con- fertis, corticibus flavescentibus profande et parallele striatis; ramulis densis te- nuibus rectiusculis, elongatis subherbaceis, oppositis, viride-cinerascentibus, pube spissá sericeáque tectis; ramellis etiam opposilis, elongatis, extra subincurvatis, apice spinosis; phyllodis brevissimis, bisulcatis, trinervibus, tricuspidatis cuspide mediá ceteris longiore, in inferioribus sterili, in superioribus trifoliolatá, foliolis linearibus, brevibus, villosulis, subxequalibus, medio lateralibus paulum breviore, floribus in capitulum terminalem dispositis, capitulis 3-4 floris; bracteolis pallidis sub-circularibus, villosis, apice mucronatis: calycibus lutescentibus, bilabiatis, in floribus membranaceis flexibilibus, pubescentibus, in leguminibus coriaceis, fragi- libus, sub=glabris, valdé nervosis; labio superiore profunde bifido, dentibus ovato- lanceolatis, apice mucronatis, mucronibus longiusculis, tenuibus, sursum recur- vatis; labio inferiori elongato, apice tridentato, dentibus longiusculis acutissimis, lateralibus, medio latioribus. Petalis luteo-aureis, vexillo sub-circulari, apice in sinum angulosum emarginato; alis elipticis longitudine vexilli; cariná pallida, alis breviore, versus apicem setosá; stylo glabro; ovario villoso; leguminibus brevibus calyce duplo longioribus, supra subrectilineis infra curvilineis apice in stylum mu- cronatis 1-3 spermis, valvis laná densissimá albá longe vestitis. Habitat in glareosis schistosis regionis sub-alpinze, Puerto del Pico, Sierra de Gredos, Sierra del Barco, ad alt. 6000" ubi florentem legi mense junii et fructiferam mense augusti.=/n Sierra de Guadalupe prope el Pozo de las nieves. Cl. Barnades.= In herb. Lagascano absque nom. nec loco.=Vulgo Cambrion. 462 No me cabe duda que Barnades vió y cojió esta hermosa planta en la Sierra de (ruadalupe, pues aunque muy deteriorados los ejemplares que se conservan en el herbario de Cavanilles, la he podido reconocer bajo el nombre de Spartium radiatum, Linn., que tiene puesto en su tar- jeta. Esta especie difiere de la nuestra por pertenecer á la seccion de las genistas inermes Ó no espinosas, por tener los ramos angulosos y las legumbres simplemente sedosas. En un principio creyó Mr. Spach ser nuestra planta su (renista Bois- sierii, pero despues de haberla estudiado muy detenidamente, la recono- ció por nueva, lo mismo que nuestro amigo Webb y (Gay. En el diario de mis viajes de 1851 (pág. 61) cité esta planta con el nombre de Gen. lusitánica, Linn.; despues vi ser diferente, y la consideré como especie nueva, llamándola Gen. gredensis en el diario de mis escursiones de 1852 (pág. 44). Asegurado hoy dia de lo mismo por la comprobacion y estudios hechos por los célebres botánicos Webb, Gay y Spach, me he decidido á publicarla con el nombre de (ren. Barnadesíi, en atencion á haber reconocido que Barnades la encontró antes que yo, y ser muy ¡justo honrar la memoria de uno de nuestros botánicos mas laboriosos al par que modesto. Centaurea amblensis, Grlls. Cent. perennis, acaulis vel sub=acaulis, multiflora: foliis rosulatis, paucis, lon= ge petiolatis, sab-radicalibus, tomentosis, primordialibus ovato-lanceolatis, serra= tis; ceeteris pinnato-partitis partitionibus profunde lobatis aut pinnatifidis, lobis lanceolatis, subserratis, breviter mucronatis. Capitulis magnis, ovatis, numero- sis 8-12, in umbellam vel corymbum elegantissime digestis, squamis involuecri slabris, viridibus, exterioribus lanceolato-acutissimis, apice spadiceis, scarioso- ciliatis, extra recurvatis; intimis sub-ligulatis, marginibus membranaceis, in discum albidum sub-cucullatum fimbriatumque terminatis: flosculis rosaceis, acheenis obovatis; pappi setis brevissimis, biserialis, equalibus. - Habitat in arvis et collibus vallis Amblés, Puerto de Villatoro ad basim mon- tis la Sarrota, et in diversorio de Santa Teresa dicto, prope Hoyoquesero, ubi florentem legi die 27 junii et fructiferam 25 augusli. Esta linda centaurea tiene semejanza con las €. acaulis, €. Henselert, Boiss-Reut, y €. toletana de los mismos autores; pero de todas ellas la 463 podemos distinguir muy facilmente atendiendo á sus flores numerosas y de color de rosa, que en las otras especies son escasas y amarillas. Ade- más, la €. acaulis Desfont. tiene los apéndices de las escamas del in- vólucro triangulares y armados de una robusta espina terminal, que aún es mayor, y negra, en la C. Henseleri de Boiss. et Reut, cuyas hojas están terminadas por un lóbulo redondeado, que en nuestra especie es á manera de alabarda. En la C. toletana las divisiones de las hojas son lanceoladas ó aovadas, indivisas é irregularmente lobuladas; las escamas esteriores del invólucro estranguladas hácia su estremo, y este lanceo- lado, pestañoso y con una espinilla terminal, caracteres todos que no se encuentran en la C. amblensis, en la cual las divisiones de las hojas son profundamente lobuladas ó mejor pinatifidas, no teniendo la parte superior de las escamas estrangulacion alguna ni verdadera espina ter- minal. Ceniaurea acaulis, Linn. Secundum Cav. Lag. et Reuter in herb. horti Regú Matrit. Con el nombre de C. acaulis Linn. se ven en el herbario general de nuestro Jardin Botánico tres especies de cenfaureas distintas, que en mi juicio ninguna de ellas es la verdadera. La primera procede del herbario de Cavanilles; el ejemplar ha per- dido los flósculos, pero conserva los invólucros y hojas, con lo que hay medios suficientes para reconocer no es la especie que indica su tarjeta, escrita de letra de nuestro distinguido botánico. Esta planta, verdade- ramente acaule, tiene las hojas muy lanosas y pinatifidas, con una, dos, tres ó cuatro cabezuelas. Los flósculos son unas veces de color amarillo, y otras azafranado. Las escamas de los invólucros, algo parecidas á las de la €. toletana (de la que puede sea solo variedad). son mas anchas, mas cortas, de color rojizo, y sin la espina robusta que termina á las 464 de la €. acaulis de Desfontaines ó Linn. (1), que además es la primera de Berbería y la segunda de la Arabia. Cavanilles no señala localidad en su tarjeta, diciendo solo «de España;» pero yo he recojido esta misma planta en flor el año pasado (1855) el dia 11 de julio en los campos de la Motilla, Castillejo y la Minglanilla, se- nalándola en mi herbario del modo siguiente. Centaurea Cavanillesiana, Grlls. C. acaulis, Linn. Cav. in herb. hort. Reg. Matrit. Sp. n. 3. €. acaulis, foliis lanatis pinnati-partitis, partitionibus angustis, lobulatis, lo- bulis mucronatis. Capitulis 1-4; squamis exterioribus ovalibus appendice spadi- ceá, late-lanceolatá, marginibus longé ciliatis; interioribus subligulatis, apice cucullato=rotundatis, fimbriatis: flosculis luteis vel croceis. Habitat in arvis argillosis prope la Motilla, Castillejo et la Minslanilla, ubi florentem legi die 11 juli 1853. La tarjeta de la segunda, puesta de letra del mismo Lagasca, dice asi: «Centaurea acaulis, Linn., en Caldas, junio.=Lag. legit.» Esta planta se parece á la anterior, y desde luego las escamas de su invólu- cero son mas semejantes á las de la verdadera €. acaulis, pues están ar- madas de una larga espina fuerte y amarilla. No obstante, estas esca— mas, anchas y grandes, carecen del apéndice oblongo, triangular y cón- cayo que tienen las de la €. acaulis; no son ciliadas; las interiores solo están armadas de una punta espinosa, y las mas internas, poco ensan- chadas en su ápice membranoso, son en él lijeramente aserradas. Por otra parte, las hojas no son pubescentes, pues solo tienen algunos pelos claros, están profunda y desigualmente pinatífidas, y en vez de la sola (1) La C. acaulis de Linn. y la de Desfontaines, parece estar demostrado que son plantas diferentes. La primera, solo conocida por una nota sinonímica de Suaw., es muy dudosa. La segunda, observada nuevamente (en 1849) por Bois- sier y Reuter, es de todo punto auténtica. 465 cabezuela que lleya la €. acaulis, aquella tiene muchas (de 6 4 10), siendo las del centro sentadas y las de los lados pedunculadas, con sus flósculos grandes y amarillos. Se ve, pues, que tampoco esta especie española puede ser ni la C. acaulis de Linneo ni la de Desfontaines; y en honor del célebre botánico que la encontró la designo con el nombre de Centaurea Lagascana, Grlls. €. acoulis, Ein. Lag. M1 herb. hort. reg. Matril. Sp. n. 3. €. perennis, acaulis, rizhomale crasso, foliis subglabris, invequaliter pinnati- sectis, lobulis oblongis, subintegris aut remote denticulatis, petiolis latis; capitu- lis 8-10; squamis viridibus exterioribus latis, apice spiná luteá, validá et longá terminatis; interioribus feré inermibus, subspinoso-serrulatis, intimis anguslis, marginibus apiceque membranaceis, in extremitate denticulatis: flosculis luteis. Habitat prope Caldas. Junio, Lagasca legit.=In montibus Cervera: Boiss. et Reut. jul. 1858. Por fin, la tercera especie, que fué regalada por M. Reuter con el nombre tambien de «€. acaulis Linn., montes de Toledo, supra San Pa- blo, 22 de julio de 1841,» es indudablemente la €. folelana Boiss. et Reut., cuyo autor, antes de estudiarla y reconocerla por nueva, la con- fundió tambien con la especie de Linneo. Wilkomm en su Enumeratio plantarum novarum el rariorum quas im Ihispama australi regnoque Algarbiorum annis 1845 et 18AG legal, describe otra Centaurea subacaulis, que no puede confundirse con la nues- tra, pues no parece ser otra cosa que una variedad de la €. Zoletana, aunque él considere esta como variedad de la suya, que llama €. macror- hyza. A la verdad, no comprendo este modo de ver las cosas, porque habiendo Reuter descubierto su planta en 1841 y publicádola en 1842, y Wilkomm encontrado la suya en 1845 y publicádola en 1852, no sé cómo puede venir esta á ser el fipo primitivo de la especie y no la va- riedad. De todo lo dicho resulta por fin que el herbario de nuestro Jardin Botánico no posee ni la Centaurea acaulis de Linneo ni la de Desfontaines, 466 siendo los ejemplares que en él se ven con tal nombre pertenecientes á tres especies muy distintas, y una ó dos de ellas nuevas. Centaurea Janerii, Grlls. C. caspitosa, multiceps, humilis, tomento cano induta; radice lignosá valde fibrillosá; caulibus subherbaceis, simplicibus, monocephalis, frequenter bis aut tricephalis: foliis omnibus simplicibus, integerrimis, angustissime lanceolato-spa= tulatis, radicalibus, longé petiolatis: capitulis terminalibus, ovatis, magnitudine avellane. Involucra glabra, viridia, apice nigricantia et longe cirrosa, absque spiná rigida et pungente terminata. Corollee roseo-violacew. Achenium albidum, subglabrum, brevissime et rarissime setulosum; setulee hee solúm lente perspicu, latoribus bicarinatum, carinis parcé prominulis; setis rufescentibus, compressis et subpluamosis coronatum; harum centrales exterioribus longiores. Affinis C. bombycine D. €., C. Boissierii D. €. et precipue €. linifolie, Vahl., sed valde distincta. A C. bombycina et €. Boissierii D. C., differt plane foliis sim- plicissimis, capitulis frequenter bis aut tri-cephalis, involucris in spinam rigidulam non terminatis, sed longe ciliatis, etc., etc.: a €. linifolia Vahl. foliis acutis, non ciliatis, radicalibus multo longioribus (bipollicariis et ultra); caulibus tri-quadri aut sex pollicariis, capitulis ovato-oblongis, etc. Invenitur in Sierra de Avila prope el Puerto del Pico et juxta diversoriam de Sta. Teresa, non procul a pago Cepeda la Mora, ubi mense julio anno 1855 collector Isern detexit, et me rogat ut hane pulchellam stirpem dedicem nostro omnium doc= tissimo magistro Felici a Janer, Hispaniz professorum antiquissimo, qui de scien= tiis et lilteris optime meritus, elucubrationibus suis el assiduo per duo et quin- quaginta annos docendi studio, gratam hominum memoriam suo jure vindicat. Mierolonchus Esernianus, Gay el Webb in lit. M. annuus, eracilis, divaricaté ramosus, leptocladus microcephalus; foliis can- linis omnibus indivisis, linearibus, margine spimulosis, apice longé mucronatis; involucri conici squamis mucronulatis, etiam margine superiore elaberrimis; achenii disci papposis omnibus, pappo exteriore longitudine achenii, interioris paleam «quante vel subeequante. Habitat in Aragoniá circa Castellon Roy, ubi florentem simul et fructiferam Isern., anno 1850 die augusti 6 legebat: et inter Jaccam et Catalauniam an- no 18135 et 1816 legit D. Antonio Lorenzo; in herb. Lagascano sub nom. M. salman.? 467 Esta planta pertenece á la seccion Homachenium, en la cual Mr. Spach distingue cuatro especies; de ellas una es comun á España, Francia y á la Argelia (Mier. Clusii Sp. Microlonchus salmanticus D. C..); otra es pecu- liar de Argel (Mier. leptolonchus, Sp.), y las otras dos son plantas de jar- din cuya patria aún no se conoce (Micr. papposus et Micr. elatus, Spach.) Todas estas especies convienen en tener la raiz vivaz, los tallos robustos, mas ó menos elevados, con los ramos derechos, las hojas inferiores run- cinadas, las superiores denticuladas, las cabezuelas cónicas, de 12 á 15 milímetros de largo y de 8 á 10 de ancho, las escamas ciliadas ó pesta- ñosas por arriba y terminadas por una punta caduca: todas tienen el mismo aspecto, y no se distinguen sino por lijeras diferencias en la lon- gitud del pappus esterior, y en la forma de la lengúeta coriácea que cons- tituye el pappus interior. Quizás estas cuatro especies no constituyan mas que una sola. En cuanto á la propuesta en el presente artículo por los distinguidos botánicos Gay y Webb, parece debe admitirse sin dificultad alguna, porque difiere de las cuatro especies de Spach por su aspecto, por sus raices ánuas, por su pequeña altura de un pie ó poco mas, por los tallos filiformes divididos en largos ramos muy abiertos y mas ate- nuados, por las hojas caulinares indivisas, lineales, terminadas por una punta espinosa mucho mas larga, y señaladas en los bordes con largas pestañas separadas entre sí y espinosas, no dilatadas en la base 4 mane- ra de diente, por las cabezuelas, á lo menos la mitad mas pequeñas, con las escamas muy lampiñas, no pestañosas por arriba, y por sus aquenios lisos ó casi lisos y no sensiblemente rugosos. El Micr. tenellus Spach. se parece al Isernianus por su raiz ánua, pero en realidad difiere mucho, pues sus aquenios exteriores, desprovistos de bilano, le llevan á la seccion de los Heterachentum, y además difiere de nuestra planta por sus estigmas libres desde la base, no soldados hasta la mitad. (Véase Spach, Revisio generis Microlonchi, in Ann. Se. nat., 3. serie, IV, 1845, p. 161—69.) TOMO 1V. 60 Leuzea rhaponticoides, Grlls. L. caule tripedali, puberulo, simplicissimo, striato, erecto, folioso, capitulo unico hemispherico terminato: radix simplex, nigricans verticalis. Folia pinnato- lobata, subglabra, dorso tantúm in costis albido-tomentosa, certeris partibus levi- ler pruinoso=tomentosis, infima longé petiolata, superiora feró sessilia. Involucri squame extime breviores, internw* longiores; omnes in appendice sericeo-cina- momeo, scarioso, dilatato, cochleariformi et lacero-fisso terminatee. Receptaculum planum, fimbrilliferum; fimbrille setiforme, acutissime, subspiraliter-contorte, pappis breviores. Flores pistillo valdé exerto, corollis et stylis violaceo-liliaceis, antheris stigmateque luteis. Acheenia matura fusco-cinerascentia et rufo minutis- simeé stigmosa, parum compressa, in basi attenuata; areolá basilariá perobliqua, calloque albido et plicato circumcinctá; superne, margine pappiferá prominente et acutá munita. Pappus caducus, e setis plumosis, inequalibus, basi dilatatis vel complanatis et in annulum ferruminalis efformatus. Similis Rhapontici canariensis D. €. Prod. p. 665 (Serratula canariensis Schultz, in Webb phitogr. can. 2, p. 370, tab. 119), sed quidem differt formá acheniorum, foliositate infra-capitulari, subglabritie foliorum, quorum caulinaria in R. cana- riensi sunt petiolata el in nostrá plantá sessilia; denique, quamvis habitus hujus ad Rhaponticum magis accedat, tamen pappo plumoso ad Leuzeam certé spectat. Inveni in quercetis et pinetis de Hoyo-quesero florentem, calendis juli, et fructiferam augusti, anno 1852=in Sierra de Guadalupe, Barnades. En el herbario del Jardin Botánico de Madrid, y en el paquete del género Rhaponticum, se ven los restos de una planta cuyo ejemplar des- truido lleva esta tarjeta: Gnicus umiflorus, Resch. Guadalupe. Conocephalus, Barn. En mi concepto no es otra cosa esta planta que la que he descrito anteriormente, y cuyo dibujo y detalles quedan para el segundo Ra- millete. Crocus carpetanus, Bois et Reut. «Croc. tunicis radicalibus tenuissime fibrillosis, foliis synanthiis canaliculatis, »subtus striatis, convexis, margine serrulatis, erectis, rigidis, tubo corollino bre- »vioribus, vaginis communibus angustis, spathá diphyllá obtusá, angustá, perigo- 469 »nii laciniis obovatis, obtusis, valdé concavis, fauce glabrá, filamentis antherá »paulo breviore, stigmate antheras subequante, tripartito, ciliolato-fisso, vio- »laceo. » Habitat in sylvaticis regionis alpine, Sierra de Guadarrama, el Puerto de Nava- »cerrada in pinetis declivitatis septentrionalis (Reuter) Flor. vere. » Tunice radicales, reticulatim tenuissime fibrillosee areolis valde elongatis. »Vagine communes foliorum et scapi ea erecté amplexentes, albe, membranacez, »striato-plicatee, apice subretuse. Folia synanthia, tubo corollino breviora in »plantá floriferá sub 3'/,-pollicaria extús convexa, striata, striis per paria dispo- »sitis, supra concavo-canaliculata, laté vittata, margine tenuissime retrorsum ser- »rulata in plantá florente erecta, rigida, obtusa, in fructiferá vero valdé elongata, »patulo-recurva, scapus in plantá florente semipollicaris uniflorus. Spatha diphyl- »la tubo corollino plus duplo brevior, eum arcté amplectens, alba, striis pallide »violaceis percursa, phyllis carinato-plicatis, subeequalibus, obtusis, tubus corol- »linus cylindricus, ad faucem ampliatus, curvatus, albus, superné violaceo griseo- »que suffusus, circa 3*/,-pollicaris. Limbi partitiones inter se subeequales, obova- »te, apice rotundatee, eximié concave; pallidé lilacine, dorso medio intensiús »coloratee. Limbus expansus diametro sesquipollicaris. Faux corolle nuda alba. »Filamenta alba, antheris breviora, fauciinserta, anthera filamento paululúm lon- »giores lineares, basi sagittatee, apice acute. Stigma antheras subxequans aut paulo »brevius, pallide violaceum, striis intensioribus pictum, tripartitum. partitionibus »subeequalibus , tubeeformi-compresis 3-4 lobatis, lobis brevissimé fimbriatis. »Scapus fructifer */,-1 pollicaris, capsula ovata 4-5 lineas longa, violascens, ob- »tusissimé trigona. »Ab omnibus speciebus mihi notis inter alios characteres stigmate violaceo nec »eroceo differt.» (Boiss. et Reut. Diagnoses plantarum novarum Hispaniarum, presertim in Castellá nová lectar.) Observaciones. La descripcion detallada que precede es completa y exacta; sin em- bargo el caracter que Mr. Boissier señala como principal y sobresaliente en su Crocus no es constante, y por lo contrario es raro hallar ejempla- res que le tengan, siendo el tinte violáceo, que alguna vez el estigma toma, debido á la misma coloracion que tiene el pistilo entero cuando semejante color tiñe de un modo mas intenso toda la flor. Esta es blanco-rosada ó 4 lo mas ligeramente violada, con el tubo de la corola, los filamentos y el estilo blancos y las anteras amarillas, trifido el estigma y 470 cada lacinia ensanchada en su estremo, que á su vez es trilobo, afelpado y tenido tambien de amarillo, como de ello me he cerciorado reconocien- do algunos millares de ejemplares vivos in loco natali. Palau creyó ser esta planta el Crocus sativus, y en el herbario del jardin de Madrid he visto con este nombre los ejemplares que recojió en la Granja nuestro botánico catalan, quien además en su Práctica, t. 1, p. 208, al hablar del azafran, dice que se distingue el cultivado del silvestre, en que el primero liene los estigmas mucho mas largos, y son aromáticos. He aquí pues la razon por qué Palau confundió ambas espe- cies en una. En el mismo herbario del Jardin botánico hay unos ejemplares de Crocus dados por Mr. Reuter en 1841, con el nombre de Cr. nudiflorus, puesto de letra de este recolector. Los ejemplares están en fruto, y son iguales á los que me dió con el nombre de Crocus carpelanus, y en mi juicio no son otra cosa, porque además de haberlos confrontado con los que en tal estado he recojido yo de esta planta, Reuter no ha podido ver ni recojer en Guadarrama el Cr. nudiflorus ni en flor ni en fruto. En flor, porque este botánico marchó de España antes de la época en que dicha planta florece; en fruto, porque no herborizó en la cordillera hasta últimos de abril, y en esta época hace ya tiempo que han desapa- recido los vestigios de su vegetacion (1). La época verdadera de la floracion del Cr. carpetanus está equivocada en las Diagnoses citadas, y aunque es cierto que la primera vez que en- contramos esta planta con Mr. Reuter fué á fines del mes de mayo, en los ventisqueros del puerto del Reventon, sin embargo, fueron poquísimos ejemplares los que vimos, y sin duda los últimos de la vegetacion de 1841. (1) El crocus nudiflorus empieza á florecer en octubre, fructifica en noviembre, y despues, cubriéndose de nieve las sierras, al desaparecer aquella, no es posible hallar los restos de una planta que algunos meses antes coloreaba las praderas de nuestras montañas. Es digna de atencion la coincidencia de despedirse la vegeta- cion de nuestra Cordillera con el Crocus nudiflorus, é inaugurarse la del siguiente año con el Crocus carpetanus. 4741 Este Crocus florece á mediados de febrero en la region montana, cuando las nieves empiezan á derretirse, y en marzo está cubierta la cor- dillera de sus hermosas flores rosadas, que nacen entre la nieve como el Galanthus mivalis, y yan siguiéndola hasta que desaparece en las regiones superiores; de modo que los últimos ejemplares que pueden encontrarse es preciso irlos á buscar en mayo junto á los ventisqueros permanentes. Así, pues, creo que el habitat de esta planta debe expresarse del modo siguiente. . Crescit abundantissime in glareosis nivosis regionis montanz et alpine mon- tium Carpetanorum in Escorial, Guadarrama, Marichiva, Navacerrada, Peñalara, Puerto del Reventon, de la Marcuera, Cabeza de Hierro, etc., etc., ad alt. 6000'-8000”. Floret februario, martio, aprili et majo. CORBULARTA. Narcissus Graellsii, Webb in ILitt. N. bulbocodium, Botanic. non Linn. N. foliis 2-3 scapo floreque lonsioribus, post fructús maturationem breviori- bus, supra planis, subtus A-striatis, striis prominulis ac angulatis; scapo cylin- draceo, sub-compresso, unifloro; flore subsessili inclinato, spathá striatá, corollá dimidio breviore, laciniis lanceolato-acutis vividibus, margine albescentibus, co- roná longiore, albido-sulfureá, magná, late turbinatá, orá sub-crenatá antheris aurantiacis, stylo et corollá exerto, stigmate turbinato, germine oblongo, eliptico. Habitat in pratis humidis regionis submontane* Carpetanorum propé el Esco- vial, Moralzarzal, Manzanares, Guadarrama, etc., ad alt. 3800-4000" copiose. Fl. mario et aprili. Esta Corbularia indudablemente ha sido observada por otros botáni- cos que la han confundido con el Narcissus Bulbocodium, Linn., pues la he visto en el herbario de nuestro jardin botánico señalada con este nombre, recojida por Cavanilles, Lagasca, Clemente, Quintanilla, etc. Palau al - hablar del mismo Narciso en su Práctica botánica (t. 5, p. 44), le cita del Escorial y el Paular de Segovia. Reuter en su «Ensayo sobre la vege- tacion de Castilla la Nueva,» dice tambien que crece en estos mismos si- tios; y Colmeiro, en los Apuntes para la Flora de las dos Castillas, repite las mismas localidades señaladas por Palau y Reuter, y sin embargo, no 472 creo se haya encontrado semejante Narciso en esta parte de la cordillera, y sí que ha sido tomada por tal la especie de Webb aquí descrita. Esto lo atribuyo á que antes de haber sido bien estudiadas las especies que hoy componen la seccion de las Corbularias, eran todas consideradas como una sola, y en efecto, á todos conviene la frase lineana de Narcissus Bul- bocodium, Narcissus spathá umiflorá, nectario turbinato, petalis majore, genita- libus declinatis. (Linn. spec. 417). Pero despues de los estudios analíticos que se han hecho sobre las especies del género Varcissus, debe desapa- recer semejante confusion, dejando el nombre lineano á la especie típica, como se ha hecho, distinguiendo de ella las demás. La presente no solo se diferencia bien de aquella, sino tambien de las otras que se han descrito, como puede verse en el siguiente cuadro comparativo. Narcissus. N. bulbocodiuwm, L. Corollá flavá, toroná truncato-inte- gerrimá: stylo incluso; flore erecto; bul- bus conicus. N. albicans, Haworth. Nectario integerrimo longitudine la- ciniarum: bulbus ovatus; pedunculus erectus tenuis 4-lin.; corolle laciniis in- tus apice puberule. N. lobulatus, Hawort. Corona apice undulato-lobata, lutea, stylo incluso: foliis filiformibus. N. obesus, Salisb. Corolla flava, corona integerrima; fo- lia plura, junciformia, canaliculata. N. tenuifolius, Salisb. Corona profunde 6-lobata, lobis fere hemispheericis, corolla tota lutea; foliis lucidis filiformibus. N. Graellsii Welb. Corollá albo-sulfureá, subcrenulatá; stylo exerto, flore incurvato: bulbus sphericus. N. Graellsú, Webb. Nectario subcrenulato laciniis longio- re: bulbus sphericus: floribus subsessi- libus incurvatis: laciniis corolle apice elabris. N. Graellsii, Webb. Corona suberenulata, albo-sulfurea, stylo exerto; foliis ligulatis. N. Graellsin, Webb. Corolla albo-sulfurea, corona suberenu- lata; foliis subligulatis 2-3 supra planis. N. Graellsii, Webb. Corona integra subcrenulata; corolla albo-sulfurea, foliis glaucis, sub-ligu- latis. 473 La estacion de este narciso es en la region submontana de la Cordi- llera de Guadarrama, abundando muchísimo en los prados húmedos del Escorial, Galapagar y Guadarrama, Moralzarzal, Manzanares, Chozas y demás puntos que se hallan en la falda de esta sierra. Su floración empie- za en marzo y concluye en abril. El vulgo conoce esta planta con el nombre de Campanillas chicas, para distinguirla de las Campanillas grandes, que son el Y. pseudonarcissus, tambien muy abundante en las praderas altas de la sierra. Narcissus Nivalis, Grlls, N. Bulbocodium Botanicorum hisp. N. foliis duobus, linearibus, scapo et flore semper brevioribus, supra cana- liculatis, subtus 4-striatis, striis mediis majoribus prominulis angulosisque; scapo subcompresso, striato, unifloro; spathá striatá perianthio dimidio breviore: flore pedunculato, inclinato, luteo-aureo, perianthii basi virescenti, laciniis acutis re- flexis, nectarium «quantibus, coroná turbinatá, longitudinaliter subplicatá, mar- ginibus inequaliter subcrenulato-serrulatis, antheris defloratis aurantiacis, stylo exerto, stigmate turbinato compresso, germine pyriformi sub-trigono. Crescit in pratis summis madidis atque frigidis prope nivem montium Car- petanorum, alt. 6000-9000”. Floret a mense aprili ad julium. Como he dicho en el artículo anterior, la confusion en que los botá- nicos tenian los Narcisos-Corbularias, ha sido causa de que haya igual- mente pasado desapercibido el presente, y quizá considerado como una simple variedad del N. Bulbocodium L., con cuyo nombre tambien le he encontrado en los herbarios de nuestro jardin botánico. Willkomm en su Sertum Flore hispanice, le cita efectivamente como variedad del Y. Bulbocodium L., pero con duda, pues se espresa en estos términos: «1009 Narcissus Bulbocodium, L., etc.» «Var.? minor scapis 3-4 pollicaribus, perianthio subsessili pollicari (in planta »cantabricá et beeticá 1*/,-2”1), aureo (in plantá vulgari flavo). An species dis- »tincta?» «In summo cacumine montis Sierra de Guadarrama, Peñalara, dicto hanc stir- »pem mense julio 1850 florentem legit cl. Graells, qui specimina mecum commu- »nicavit.» (Willk, loc. cit. p. 151.) 474 ¿Quién sabe si deban referirse las dos Corbularias de este Ramiilete á las que con los nombres de Pseudo-narcissus juncifolys 11 flavo flore y Pseudo-narcissus juncifolys HL albo flore, dibuja, describe y cita de Es- paña Glusio en la pág. 166 del tomo 1.” de su Rariorum plantarum his- toria? Algunos autores, y entre ellos Cavanilles (1), refieren esta especie clusiana al verdadero N. Bulbocodium, y otros, como Salisbury, á su N. tenuifolius. Ni Reuter ni Colmeiro hicieron mencion bajo ningun nombre de mi N. nivalis; y cotejados varios de sus caracteres con los de las demás Cor- bularias que han descrito los botánicos, se podrán ver en el siguiente cuadro las diferencias que de todas ellas le distinguen. Narcissus. N. tenuiflorus, Salisb. Corona profunde 6-lobata, lobulis feré hemispheericis, laciniis corollee 2-3 lin. altioribus: floris segmentis rectis paten- tibus, coroná subbrevioribus, stigma parvum, trilobum. N. obesus, Salisb. Foliis pluribus inequalibus nonnul- lis scapo longioribus semper huamifusis. Corona inflata, apice subcontracta. N. Corona apice undulato-lobulata; stylo incluso. lobulatus, Haw. N. albicans, Haw. Sulfuréscens vel albicans; nectario turgido integerrimo; bulbus tunicis fus- cis 8-lin. ovatus: folia scapo longiora, corollee lacinie intus apice puberule coroná paululúm breviores. (1) Anales de Ciencias Naturales, n. 7 N. mvalis, Grils. Corona integra, orá insqualiter sub- crenulato-serrulatá; laciniis corollee co- ronam «quantibus; stigmate turbinato, compresso, integro. “ N. mivalis, Grlls. Foliis 2-3; scapo brevioribus, semper erectis: Corona subplicata apice effusa. N. nivalis, Grlls. Corona apice sub-cremulato-serrulata, stylo exerto. N. mvalis, Grlls. Luteo-aureus: nectario longitudinal- ter plicato apice subcrenulato-serrula- to: bulbus tunicis albis, 4-lin. sub-sphe- ricus: folia scapo breviora: corollwe laci- nie apice glabre coronam «quantes. , p. 45, esp. 48. N. bulbocodiwm, Linn. N. nivalis, Grlls. Corona turgida truncato integerrima, [| Corona subplicatula, limbo subcrenu- petalis longiore: stylo incluso: flore erec- [late-serrulato; petalis «*quali, stylo exer- to, bulbo conico avellana majore tunicis to, flore cernuo, bulbus sphericus mag- fusco-cinereis; folia tria vel plura 4-8 [[(nitudine avellanee, tunicis albis; folia poll. semper seapo longiora. 2-3, 3-A poll. semper scapo breviora. El Y. nivalis es una planta cuya estacion en la region montañosa de nuestra cordillera de Guadarrama jamás baja de los 5500 pies, abundan- do á medida que nos elevamos sobre esta altura en las praderas regadas por el agua del deshielo de las nieves, 4 cuyas inmediaciones crece loza= na; de modo que al paso que estas van desapareciendo y reduciéndose á los ventisqueros perennes, la planta se presenta en las regiones que los mismos ocupan á 8000 ó 2000 pies sobre el nivel del mar, donde aún la he cogido florida á primeros de julio; durando así su floración, con esta marcha ascendente, desde últimos de marzo, en que principia á florecer en el Risco de los Avantos, sobre el Escorial, hasta julio, en que puede encontrarse en Peñalara cerca de la Laguna de los Pájaros, Sierra de Gredos, Puerto de Serranillos y del Pico, etc., ete. QUELTIA. Narcissas rupicola, Dufour. N. apodanthus. Boiss. et Reut. in Diag. pl. nov. C. p. 25. «N. Spathá uniflorá; scapo striato; nectario petalis duplo breviore, subsexlobo, »foliis canaliculatis, subtrinervibus. Dufouwr in litt. ad div. Rómer. » Rarissima et suaveolens species. Folia glaucescentia haud rare longitudine »scapi, 2 lin. lata. Scapus subeylindricus feré pedalis. Flos mediocris, pallide »flayus, tubo elongato, laciniis obovatis. Duf.—In rupúum fissuris prope Butrago »in Castilia. Aprili Y (Schultes Syst. veg., Stuttgardtie 1830, vol. 7, pars 2.2, »p. 958, sp. 41). »N. glaucescens, foliis 2-3 fistulosis supra canaliculatis, subtus 2-3 angulatis, »angulis omnibus acutis, scapo tereti striato unifloro folia subeequante, ovario sub- »sessili, spathá angustá perigonii tubum subequante, flore citrino concolori laci- TOMO 1V. 61 AT6 * »niis oyatis, mucromulatis, stellatim patentibus, coroná cyathiformi, plicatulá, sex- »lobá, perigonio dimidio breviore. » Habitat in rupestribus regionis montane el alpine in monte Sierra de Gua- »darrama, Cuesta de S. Pedro, supra Chozas, Miraflores, Puerto de Navacerrada, etc. »(Reuter)-Fl. aprili, majo. »Habitus N. junquille et juncifolií ab utroque ovario sessili aut subsessili nec »pedunculo eo longiore suffulto satis differt. Folia insuper angulata, nec terctia, »glaucescentia, nec viridia. Scapus semper uniflorus. Flos subinodorus.» (Boissier et Reuter in Diag. plant. nov. Hisp. presertim in Castella nová lect., p. 25, sp. 45.) Addenda. N. laciniis corollee ovatis emarginato-mucronatis, lobulis corone* emarginatu- lis. Anther:, 3bus ad orificiam coron:, 3bus ad mediam longitudinem tubi inclusis» pistillam in tubo latitans staminibus brevioribus longius; stigmate trilobo, lobulis subclavalo-tridentatis. Bulbus ovatus magnitudine ovi fringillarii: tunicis exterio- "ibus cinereis, interioribus albis. Frequens in fissuris rupium et in slareosis regionis montane Carpetanorum a Somosierra usque ad Sierra de Bejar et ad alt. 4000-9000! in Gredos, Puerto del Pico, Puerto de Serranillos, Sierra del Barco, Sierraluenga, Marichiva, Peñalara, la Maliciosa, Cabeza de Hierro, etc., etc., etc. Floret martio, aprili, majo, junio et julio, secund. divers. altitud. Flos noctu suaveolens! Es singular que abundando tanto este Narciso en las sierras de la cordillera central, no hablen de él nuestros antiguos botánicos, sobre todo Palau y Barnades, que se conoce fueron los que mas herborizaron por las provincias interiores de la Península. Ni en los herbarios de Lagasca, ni en los de Cavanilles ni Clemente, que forman parte de aquel, he podido encontrarle. En el del Real Jardin Botánico le he visto sin nombre, regalado por Reuter en 1841, quien en 1842, creyéndole nue- vo, le publicó con el de V. apodanthus. Sin embargo, antes que Reuter, habia visto esta planta Mr. Leon Dufour en el mes de abril de 1808, en las inmediaciones de Buitrago, describiéndola y remitiéndola á Mr. Ro- mer en 1815, el cual la comunicó á Schultes, y este la publicó, como queda espresado, en el año 1850 en su Syst. Veget. con el mismo nombre que la impuso el célebre naturalista de S.” Sever. La prioridad, pues, de la nomenclatura pertenece 4 Dufour, y por 477 consiguiente el nombre de apodanthus dado á este Narcissus por Boissier y Reuter, deberá considerarse como sinonímico del NV. rupicola, Dufour, cuya historia me contó él mismo in loco natali, y posteriormente, des- pues de volver á comparar los ejemplares que cojimos juntos en 1854 con los que conservaba en su herbario de 1808, se ha visto confirmada la identidad. No obstante, es justo decir que los dos botánicos ginebrinos han mejorado la caracterizacion de esta planta, que con las notas adicio- nales que hemos puesto en este artículo ya no podrá volverse á descono- cer. Por ellas tambien se ve que es una verdadera Queltia, y no una Pl- llogyna, como creyó Schultes. Resumen característico. Flores sentadas, con los lóbulos escotados y provistos de una punta ó dientecillo en el centro de la escotadura; los lobulillos de la corona tam= bien son escotados, y sus bordes están algo revueltos hácia afuera, á ma- nera de caliz; el pistilo es prismático, y sobrepasa á los tres estambres inferiores, pero no iguala á la altura de los superiores; tiene el estigma interiormente afelpado, trilobo, y cada lóbulo ensanchado hácia el estre- mo, y casi tridentado. El bulbo es aovado, de la magnitud de un huevo de gorrion, con las túnicas exteriores de color ceniciento-parduzcas, y blancas las interiores. De esta cebolla ó bulbo nacen tres hojas acanala- das por encima y estriado-angulosas por debajo, lo mismo que el escapo, que es algo comprimido, y solo lleva una flor, rara vez dos. Estas de dia son inodoras, pero de noche exhalan un olor muy agradable, sobre todo cuando hay muchas reunidas. Empieza su floracion, como queda dicho, á primeros de marzo, cuando las nieves aún cubren la region inferior de las sierras, y tras aquellas va siguiendo hasta que en julio solo pueden verse sus flores en los riscos mas elevados de Peñalara, y sobre todo de la sierra de Gredos, cerca de los ventisqueros; de modo que en esta época su fruto, no solo ha madurado en la zona inferior montañosa, sino que tambien se ha verificado la deiscencia. 478 GANYMEDES. Narcissus pallidulas, Grlls. N. Calallúinus, al. Auct. non Linn. N. ferd semper monophyllus, foliis scapum subequantibus, glaucescentibus, fistulosis, linearibus, teretiusculis, supra canaliculatis, subtus 9-striatis; scapo tereti striato, striis angulosis: spathá uniflorá, rare biflorá pedunculi longitudine: flore albo-sulfureo pedunculato, cernuo, sub ovario geniculato; laciniis perigonii lanceolato-acutis, reflexis, juxta tubum pressis eumque «equantibus, coroná velu- tiná campanulato-cyatiformi, margine late subcrenulatá. Staminibus sex, alternis brevioribus, tribus tubo inclusis, tribus e coroná exertis, horum antheris post deflorationem seepé connatis: stylo € coroná exerto, stigmale trilobo, lobis margine sub-fimbriatis: germine pyriformi subtrigono. Crescit in nemorosis regionis submontane montium Carpetanoram ad alt. 2500-4000; etiam inveni in Arganda, S. Pablo de los Montes aliisque Castellie. Este Narciso tiene la flor cabizbaja mientras dura la fecundacion, enderezándose despues el fruto á medida que va madurando. Como todos los Ganymedes de la primera seccion, su espata lleva solo una flor, rara vez dos, y las lacinias del perigonio están redoblados como en las flores del pan porcino ó Cyclamen, ajustándose contra el tubo de la corola, al cual igualan en longitud. La corona, una tercera parte mas corta que di- chas lacinias, es campanulada, tiene un aspecto aterciopelado, con los bordes ancha y lijeramente festoneados. Toda la flor es de color blanco azufrado, cuya tinta es mas intensa en la garganta ó entrada del tubo y en el gollete señalado por la base de las lacinias, que en todo el resto de la flor. Con frecuencia se ven pegadas las tres anteras de los estambres mas largos, sobre todo despues de la fecundacion. El pistilo excede en longitud á la corona, y tiene el estigma trilobo con los bordes afelpados, viéndose en el centro bien abierto el orificio del con- dueto que va á parar al ovario. Este es piriforme, y cuando maduro, casi trigono. El bulbo es esférico, de la magnitud de una avellana, y del color de este fruto seco las capas exteriores, y blancas las interiores. De 479 su centro nace el escapo y única hoja que le acompaña, siendo el prime- ro cilindrico y estriado, algo mas largo que la hoja, y esta lineal, tam- bien cilíndrica, con su faz superior acanalada y la inferior convexa, se- ñalada con nueve estrías longitudinales. Crece abundantemente esta planta en la region submontana de la sierra de Guadarrama, cerca del Escorial, Chozas, Manzanares, y hasta la he visto en la dehesa de Arganda, montes de San Pablo, cerca de Toledo, y muchos otros puntos de Castilla. Observaciones. Mr. Reuter, en sus herborizaciones por Castilla, creyó ser este Var— cissus el calalhinus, y con este nombre le dejó en el herbario de nuestro Jardin botánico. Despues de regresar á Ginebra me le designó en la lista de las especies nuevas que habíamos recojido con el nombre de N. pen- duliflorus. Mas tarde debió renunciar á este nombre, y hasta á la idea de ser nueva esta planta, puesto que en las Diagnoses plantarum de Cas- tilla, que con Mr. Boissier publicó, no se hace mencion de semejante especie. Don Miguel Colmeiro, en sus apuntes para la Flora de las dos Cas- tillas, señala como existente en* Guadarrama el Narcissus calathinus, y no me cabe duda que este botánico laborioso se refiere á la planta del presente artículo, la cual cojimos juntos con Mr. Reuter, y por enton- ces efectivamente creimos fuese el citado Narciso. Los autores han confundido con el Varcissus calathinus especies muy diferentes, contribuyendo así á embrollar la sinonimia del tipo primiti- vo, que frecuentemente ha sido desconocido. El Narcissus calathinus L. pertenece á la seccion de los Phillogyne de Salisbury y Tazette de De Candolle, y para convencerse que esta no puede ser nuestra especie, á pesar de la designacion de Reuter, véase la descripcion linneana, que dice así: «N. calalhinus spathá multiflorá, nectario campanulato, suberenato »equante petala; foliis planis. Linn. spec. p. 415.—Simillimus lazette, sed »petala paulo majora et acutiora. Nectarium longitudine petalorum, Linn.» La Queltia capaz, Salisb., es el N. calathinus Red., Lil. 477, y su 480 frase «Foliis planis; scapo bifloro, floribus flavis; coroná amplá campanu- »latd, subintegrá lacinias patentissimas, obtusas cum mucrone equante, » tampoco conviene á nuestra especie castellana. ELN. reflezus confundido por Reduté en sus Liliáceas (410) con el nombre de N. calathinus B., lo mismo que el Y. triandrus Linn. (Red. 177) pertenecen, como nuestra especie, á la seccion de los (ranymedes, y de sus diferencias específicas nos haremos cargo mas adelante. El N. trilobus «spathá submultiflorá, nectario campanulato, subtrifido, mtegerrimo, dimidio breviore petalis., Limn., Spec. 417,» que tambien pertenece como el verdadero calathinus á la seccion de los Phillogyne, se ve no puede ser el nuestro por la descripcion que antecede. Por fin, el Y. odorus, L., de la seccion de los anteriores, y el bifrons Gawl de la de los Zazefíee, tambien han sido llevados por algunos botá- nicos al V. calathinus, y en manera alguna se parecen al que describi- mos aquí como nuevo. De todo esto se deduce, que si bien nuestra planta ha sido ya vista por algunos botánicos, estos no han fijado su atencion en ella, refirién- dola á una especie á la que bajo ningun concepto pertenece. Para terminar, por fin, el estudio crítico de nuestra planta, réstanos compararla con todos los Narcisos de la seccion de los Ganymedes, á los que pertenece y con los que debe tener maturalmente mayores afinidades. El cuadro, pues, de notas diferenciales que existe entre uno y otros pue- de formularse del modo siguiente. Narcissus. N. reflexus, Brot. N. pallidulus, Grlls. N. foliis carinatis, dorso binervibus, || Foliis teretiusculis dorso 9-nervibus, angusté linearibus, planiusculis. Petalis [anguste linearibus, canaliculatis. Peta- reflexis, alterne latioribus. Nectario cam-|| lis reflexis exacté «equalibus. Nectario panulato, magno, longitudinelaciniarum, || tertia parte breviori quam laciniis corol- limbo crenis sex profundis. Stylo necta-|| lee, limbo suberenulato. Stylo e nectario rium «equante, stigmate urceolato. exerto; stigmate trilobo. 481 N. triandrus, Linn. Scapo compresso. Corollá totá niveá, petalis ovato-oblongis, tubo laciniis co- rollee longiore et coroná laciniis duplo breviori. Staminibus 3, raro 6. N. cernuus, Salisbur. Corollee laciniis planis, ochroleucis, oris albidis, tubo longioribus, coroná intensiús ochroleucá. N. nutans, Haworth. Corollee laciniis subreflexis, ovatis, co- roná duplo breviore. N. homochroos, Sehultes. 2-4 florus; corollá totá luteá, nutante, subreflexá, concolore, coroná truncatá integrá triplo longiore; tubo validiuscu- lo, laciniis breviore. N. pulchellus, Salisb. 1-7 florus; coroná 6-fidá bulbus mag- nitudine ovi columbini, tunicá striatá: folia pauca 1-4. N. pallidulus, Grlls. Scapo cylindrico, corollá albo-sulfu- reá petalis acule lanceolatis, tubo laci- nias corollee subwquante, coroná tertiá parte breviori. Staminibus semper 6. N. pallidulus, Grlls. Corollee laciniis reflexis, albo-sulfu- reis, tobum «quantibus, coroná laciniis concolore. N. pallidulus, Gerlls. Corollwe laciniis valde reflexis, juxta tubum pressis, acute lanceolatis, coroná tertiá parte breviore. N. pallidulus, Grlls. 1-2 florus; corollá albo-sulfureá, in insertione laciniarum et fauce tubi ma- sis coloratá; coroná suberenulatá; laci- niis tertiá parte longioribus, tubum equantibus. N. pallidulus, Grlls. 1-2 florus; coroná integrá subcrenu- latá: bulbus magnitudine avellane tuni- cá subrugosá, nonstriatá: folium unicum. Narcissus juncifolíus, Lag. N. jonquilla var. umiflora Asso. Syn. stirp. Arag.—N. assoanus Dufowr in Schult. Syst. veg. 7, pars 2. pag. 962.—N. Assoi. Dufouwr . in herb. Lagasc. et in litt. «N. spathá uniflorá; nectario campanulato, lobato crispo, petalis subeequali: »foliis semiteretibus, subulatis.» —Hab. in Bertica 2.—Lag. (renera et species p. 13. »N. spathá uniflorá; flore horizontali; nectario hypocrateriformi, petalis duplo »breyiore, fol. supra planis, subtus convexis.»—Dufour in litt. (Schultes, Syst. 482 veget. vol. 7, pars 2, p. 962.) —Sat. frequens in monte Sta. Quiteria (Tudela) et in monte SA (Zaragoza). Dufour in herb. Lagascano, et in litt. Esta planta, mal conocida por los botánicos, ha sido considerada co- mo tipo de dos especies distintas, solo por la circunstancia de haber re- cibido un doble bautismo dado por Lagasca y Dufour, los cuales sin embargo están muy acordes en la unidad. Schultes en su Syst. Veget., t. 7, pars 2, p. 954, despues de describir el Y. lobulatus, Haw, que pertenece á la seccion de las Corbu- larias, dice: «An hujus loci N. juncifolius Lay., quem Sprengel in Syst. Veg. IL, p. 45, N. Bulbocodio cum? subseripsit?» y mas adelante en la página 962, al tratar del NV. juncifolius de Requien (Loisel, Nouv. Not., p. 14, Ann. I. T. Soc. Linn. d. Par. T. VI, 1827), dice tambien: «An hujus loci N. Assoamus Dufour?» De estas citas deduzco que Schultes no conoció la planta de que tra- tamos, y suponiéndola dos especies distintas, llevó la descrita por La- gasca á la seccion de las Corbularias no sé con qué fundamento, y la de Dufour á la de los Hermiones. El N. juncifolius de Lagasca, mo es una Corbularia, y es la misma planta que Dufour llamó NY. Assoi y Asso N. jonquilla var. uniflora. He ad- quirido la certeza de este hecho en el herbario de Lagasca, en el que he visto la identidad de los ejemplares tipos del NV. juncifolius Lag. con los del Y. Assoi Dufour, dados por este mismo naturalista á nuestro botáni- co, y puesta la tarjeta de su letra, que conozco bien, con la correccion de la de Lagasca, que igualmente me es muy conocida. Además Dufour mismo, en nuestra excursion de 1854, me aseguró ser exacta esta ob- servacion; y posteriormente, despues de examinar de nuevo los Varcissus de su herbario, me ha vuelto á afirmar la concordancia que existe con los del de Lagasca. . En vista de esto debe subsistir el nombre impuesto por este bo- tánico, como el mas antiguamente publicado (en 1816), quedando como sinónimos el de Y. Assoi, Dufour, ó NV. Assoanus, como llama Schultes (que se publicó en 1850), y el de N. jonguilla var. uniflora, dado equi- vocadamente por Asso. En cuanto al N. juncifolius de Requien, que fué teo en 1827, 483 es claro que debe bautizarse de nuevo, pues no puede imponerse un mismo nombre á dos especies distintas de un género, y segun las leyes taxonómicas, la prioridad es aquí de Lagasca. Colchicam Clementei, Grlls. Bulbus vetus, ovatus, subcompressus, avellane magnitudinis, uno latere pro- funde et verticaliter sulcatus, et in opposito paulo supra basin umbilico parvo radiculis anni preteriti munito; ruguloso-asperulus, albus fusco punctatus; tuni- cis externis exiccatisque castaneis, longitudinaliter obscure striatis el punctatis- simis. Bulbus novus in plantá floriferá parvus, ovato-subcompressus, albus in sulco bulbi prisci locatus et cum tunicis ejus siccis obtectus. Leco compresso, un- guiculiformi, cum radiculis longiusculis, filiformibus, € margine radiorum instar emergentibus.—Gemma evoluta in vaginá membranaceá, tubulosá, striatá, spa- theeformi, albidá apice purpurascente, extus vestitá.—Folia tria, synantha, subli- nearia, canaliculata, viridi-herbacea, minutissimé albido squammulosa, margini- bus cartilagineis, ciliatis, ciliis caducis: in anthesi erectiuscula, intra vaginam spatheformem basi inclusa; post anthesin longiora versus terram incurvata.— Scapus uniflorus, in plantá floriferá brevissimus, subterraneus, inter basin folio- rum obtectus: post anthesin elongatus € terrá emersus, fructuque coronatus.—Flos terminalis, perianthio infundibuliformi, tubo longissimo, radicali inter folia in- cluso albido; limbo lilacino vel colore rosaceo, marginibus pallidioribus; sex- partito; laciniis ovato-lanceolatis, obtusiusculis, alternatim latioribus concavis, striato-nervosis (neryis 10-12 aut plurimis), versus faucem canaliculato-callosis.— Staminum filamenta laciniis perianthii dimidio-breviora, alternatim longiora, su- bulata, alba, basi incrassata et luteo-aurantiaca, intra canali basali uniuscujusque lacinie adfixa. Anther:e virides, dorsifixee, incumbentes, cum polline luteo-cro- ceo.—Styli tres, filiformes, flaccidi, albi, longissimi, usque ad basin filamenta staminum attingentes vel longitudinem horum subeequantes. Stigmata simplicia.— Capsul«e tres oblong:w, apice obtus:e, in stylum exiccatum terminate, basi con- natee, apice liberz, univalyes, intus longitudinaliter dehiscentes.—Semina ovoideo- spherica, in utrisque marginibus ob brevissimum podospermum alternatim ad=- fixa. Strps Y. pulchella, Colchico Bertolonú Stev. valde affinis, sed distincta. TOMO IV. 62 484 Differentiz. Colchicum Bertolomi. Colchicum Clementei. Anthere purpurezx. — Folia 2 gla-[[ Antherevirides. Folia 3, albido-squam- bra.—Lacinie perianthii 5-7 striate.— || mulosa, marginibus callosis. Laciniw pe- Bulbus oblongus. rianthii 10-12 aut plus striate.—Bulbus oyalo-subcompressus et peculiaris struc- tura. Crescit in monticulis gypsaceis propé oppida Aranjuez, Ocaña, Ciempozuelos, Ontigola, etc. (Graells), et en los campos de Zujar. (Clemente in herb. Lagascano.) Floret idibus januarii usque ad nonas vel idus februaril. Parece imposible que una planta tan notable como es el Cólchico que he descrito en este artículo, haya pasado desapercibida hasta el dia casi á todos nuestros botánicos, y principalmente á los de la Corte, cuya re- sidencia tan próxima está de las localidades que he citado de Castilla. La causa debe atribuirse á la mala costumbre que de toda antigúedad han venido observando, de no herborizar sino en los meses de pri- mavera y verano, imbuidos en la falsa creencia de que en este pais la vegetacion solo dura desde marzo hasta agosto, y que despues todo se seca y desaparece en el resto del año. Por este motivo ape- nas hablaron los botánicos madrileños de las plantas autumnales y de invierno que crecen en la Flora central, no habiendo visto sin duda el crecido número de hongos curiosos que se encuentran en los prados y bosques de la Cordillera durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, ni varias plantas bulbosas y orquídeas tempraneras ó tardías que hasta el dia no he encontrado citadas en ninguno de los escritos publicados sobre la Flora Castellana. Clemente, cuyo celo de verdadero naturalista se refleja en los restos que de sus colecciones he podido ver en los herbarios de Lagasca y del jardin botánico de Madrid, encontró nuestro Cólchico en los campos de Zujar, designándole en su papeleta como especie nueva (Colchicum sp. nov? En el campo de Zujar), por cuyo motivo, y por honrar la memoria 485 de uno de nuestros mas notables botánicos, he dedicado esta especie á su nombre (1). Mr. Webb, á quien en consulta comuniqué esta planta, pareciéndo- (1) Los ejemplares del herbario de Clemente que están incorporados al del jardin botánico de nuestro Museo llevan una papeleta cuya copia exacta es como sigue: Colchicum sp. n.? »Anthere sagittalee rotatiles. Stamina ad dimidium laciniarum pertingunt »geminze scissurá longitudinali semen ejaculant. »Stamina 6 basi laciniaram affixa, glandula lutea subrotunda seminis canna- »bini magnitudine eorum basim amplectitur, circumdat: unde in laciniaram basi » due membraniuscule petaloidee inter quas latibulum oblongiusculum in quo »glandula sublatet. ; »Folia 3 vaginantia a bulbo usque ad pollicem et sexqui; ultimo earum di- »midio pollice patentiuscula, canaliculata, obtusiuscula, viridi lutescentia, crassa, »apice rubescentia: earum major latitudo in vagina 5-lineze, basi angustantur: ad »basim usque corollee laciniarum pertingunt, tubum ejús exsequantes et majore » parte vaginantes. » Corolla 6 petala, petalis feré ovalibus, roseis, tribus interioribus alternis paulo »minoribus. Membraniuscule«e petalorum in tribus interioribus majores, superne »dilatatee, acumine centrum floris respiciente. » Membrana una omnino clausa, ore ad latus unum veluti scisso ad latus O0p- »positum subacuminatam foliorum vasinam arcte inclusam tenet, amplectitur. »El bulbo es agudo, sólido, comprimido por el lado del tallo. »Siyli 3 € fundo corolle tubi provenientes, staminum longitudinem feré su- »perant. » Dos tallos suelen salir, uno á cada lado de un bulbo, comprimiéndole y aun »abriendo en él canal. » Vi tres flores en cada individuo, que sucesivamente se van prolongando, sa- »liendo á la luz y fecundándose. Sale el tallo de un lado, no del medio del bulbo, »de las mismas raicillas fibrosas. » Comun en el campo de Zafra, donde forecia en fines de diciembre; no vi »corola jamás abierta; la planta siempre metida en tierra hasta el fin de la vaina, »solo saca fuera las lacinias de la corola y parte pátula de las hojas. » En los mismos ejemplares hay otra papeleta que dice: »Colchicum autumnale, V.? Lagasca, 3 en la Mancha. Vara del Rey» (magnífico ejemplar con 4 flores! Graells). 486 me afine al €. Bertolonii de Steven, la creyó desde luego muy interesante mirándola como el verdadero Colehicunm montanum, Linn., especie crítica y verdaderamente mal conocida hasta el dia, por cuyo motivo me decia en sus cartas que mi descubrimiento era mas precioso que el de una planta nueva, porque resolvia todas las dudas que habian ocurrido sobre la especie linneana encontrada por Loefíling en los circuitos de Ma- drid. Esta noticia me hizo estudiar detenidamente los Cólchicos, y averi- guar si el nuestro era efectivamente el linneano. De las consultas y compulsaciones que he verificado, tanto en los di- versos autores como en los manuscritos y correspondencia autógrafa de Loeffling á Linneo y viceversa, que existe en el archivo de nuestro Jardin Botánico, resulta que á no dudar el Colehicum montanum, Linn., encontrado en España por Loeffling, es la Merendera Bulbocodium! Ram., pues entre otros pasajes se lee en la carta que con fecha de 1.” de no- viembre de 1751 dirigió á su maestro, el siguiente párrafo, cuya tra- duccion literal del sueco, en que está escrita la carta, dice así: «Colehi- » cum foliis linearibus' patentibus, 6 Coleh. montanum, Clus., Hisp., 266, »fol. 267: en abundancia. Las hojas son bastante diferentes de las del » comun con relacion á la figura, color, direccion y tiempo, porque cre- » cen desde luego. Pero por la semejanza de la flor con la del comun es » dificil aún decir si es una especie diferente ó una variedad del otro.» Es preciso tener en cuenta que Loeffling escribió esta carta á su le- gada á Madrid cuando vino de Portugal, la que se verificó el 20 de oc- tubre de 1761, época del año en que todas nuestras praderas están llenas de la verdadera Merendera Bulbocodium, Ram., y mi Colchicum Clementet no nace hasta mediados de enero; de manera que en este tiempo ya no es posible encontrar en flor una sola Merendera, asi como antes no se ve el menor indicio del Cólchico que he descrito, al que no pudo ver en- tonces de ningun modo Loefífling. Además, este se refiere á Clusio, y véase en las siguientes líneas lo que Clusio dice en la parte citada por el discípulo de Linneo. «Colchic. mont. Hispan. Quinto terna aut quaterna sunt folia digitalis longitudi- »Nis, carinata, firma humi, tamen sparsa, saturatiús virentia et splendentia, vix »semunciam lata, acidi gustus, rufescentem colorem contrahentia dum tabescere A — 487 »incipiunt: flos sine foliis primum exilit septembri, aliquando etiam augusto, sex »longis angustis, et ex purpura rubentibus foliis, totidem in medio staminibus »constans: hunc statim (preeter aliorum Colchici generum morem) folia subsequun- »tur, et totam deinde hiemem perdurant, usque in mensem majum, vel etiam »junium: radix bulbosa, non magna, multis ex rufo nigricantibus tunicis amicta, »intus alba, solida, et cum quadam adstrictione dulcis, longiusculá sede, quali in »ceteris generibus, et adnatis in lateribus se propagans. —Collibus Salmantice vici- »nis, solo valdé lapidoso primum eruebam cum suo caule dodrantali, firmo et »triangulari capite, in quo semen ex rubro nigrescens sive fuscum, leve, exiguum, »subrotundum majo mense, anno 1564.» (Clus., rarior. plant. hist., tomo I, p. 200 et 201.) En la anterior descripcion, Clusio retrata de un modo exacto la Me- rendera Bulbocodium, y al hablar de las épocas de su floracion y fructifi- cacion, las señala con tal precision, que visitando en los meses que marca las localidades que cita, se las hallará cubiertas de esta planta en flor ó en fruto segun la estacion, como he visto muchas veces. La Merendera Bulbocodiwm empieza á florecer en las altas regiones centrales á fines de agosto, y sigue su floracion en setiembre y octubre en las llanuras y parte baja, donde es siempre mas tardía, pero hácia mediados de setiembre se la puede ver casi en todas partes con mas ó menos abundancia, y es precisamente por esta época (el 14 de se- tiembre) cuando se suprimen las meriendas á los jornaleros, por cuyo motivo la llama el vulgo Quitameriendas de otoño (1). Loeffling, en el diario de su viaje á Cadiz, verificado en 1755, vuelve á hablar del Colehicum autumnale montanum, y dice que al salir de Bailén el dia 27 de octubre (que era sábado) le encontró de nuevo junto al camino en terreno seco y alto. Véase, pues, cómo las citas hechas por este botánico concuerdan exactamente con los hechos observados por Clusio, y su Colchicum montanum, que es el mismo que el de Clusio y Linneo, no puede ser otra planta que la Merendera Bulbocodium, Ram., como ya sospecharon algunos autores, sin atreverse á asegurarlo por falta de datos. (1) Algunos han aplicado este nombre al Cole. autumnale, pero el hecho es que el verdadero Quitameriendas es la Merendera Bulbocodium, que así es conocida en todas las Castillas y otras provincias de España. 488 Por punto general, los botánicos españoles asi lo han creido siem- pre, y en el herbario del jardin botánico de Madrid puede verse confir- mada esta idea, pues existe la Merendera Bulbocodium procedente de diversas localidades y recojida por diferentes autores, siempre con el nombre de Colchicum montanum, L. (Colchicum montanum, Linn., ex Valle de Aran. D. Laurentius Villers misit. —Colchicum montamun ¡in pratis frigidis propé Peñagolosa; Cavanilles. —Colehicum montanum nm.” 186, (scripturá Lagascze) in herb. Cav., Serra den Garseran, Cav.—Scalla en la Devesa á 4 de setiembre; Lagasca.—Colchicum montamum, Linn., ex Beeticá. —Lagasca). Colchicum montanum, L., de Guejar al camino de los Neveros y hácia el Suspiro del Moro. —Comunísimo desde cerca del alto del Rejon hasta sobre Keutarat. (Clemente in herb.) El Colchicum montanum, L., que describe Palau en su Práctica botá- nica, t. TIL, p. 266, tampoco puede referirse mas que á la Merendera Bulbocodium, bien que de un modo vago. Cavanilles en sus Lecciones de Botánica, p. 127, al hablar del Colchi- cum montanum, Linn., se refiere sin género de duda á la Merendera Bul- bocodium, tanto por la descripcion que da, como por la referencia que hace á Clusio y las localidades que cita, que son las mismas que las de los ejemplares de su herbario. Colmeiro, en sus Apuntes para la Flora de las dos Castillas, p. 146, cita el Colchicum montanum, L., en los montes de Avila segun Quer, di- ciendo que florece en setiembre y octubre: localidad que yo he recorrido con bastante atencion en tal época, en la que solo he hallado la Meren- dera Bulbocodivm, que indudablemente sería la planta encontrada por Quer, pero que no vista por Colmeiro no pudo conocer su identidad con esta especie, que cita en el párrafo anterior de la misma página. Esta conformidad de los botánicos españoles en considerar la Meren- dera bulbocodium, Ram., como el verdadero Colchicum montamon, Linn., no la ha habido entre los estrangeros, cuyas dudas y confusion hizo es- clamar á Schultes: «Species maximorum dubiorum mater.» Demostrado, pues, que la planta que Linneo llamó Colchicum mon- tamun es la Merendera Bulbocodium, Ram., resulta que los Cólchicos que con aquel nombre han descrito Steven, Desfontaines, De-Decandolle y 489 Bertoloni atribuyéndoselos á Lineo, son especies diversas sin género de duda, y debe mudárselas el nombre. Tambien queda demostrado del mismo modo, que la opinion de Webb respecto de nuestra planta es equivocada, y que, vista su descrip- cion, si con alguna especie tiene semejanza, es con el Cole. Bertoloma, Stev., del cual parece distinguirse por las diferencias que mas arriba he- mos señalado. 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Y, Zé, banpo 1 cua: Ficillos Entrado ¿5 Pares NARCISSUS PALETDUS, Grills COLCHN A A NUEVO APÉNDICE SUPLEMENTO A LA FLORA DE FILIPINAS DEL P. FR. MANUEL BLANCO POR EL PADRE FR, ANTONIO LLANOS, Agustino calzado y corresponsal nacional de la Real Academia de Ciencias de Madrid ——— PA ERA ADVERTENCIA. Con el título de «Appendiz sive tentamen aliud novi supplementi ad Floram insularum Philippinarum secunde editionis, cum revisione ali- quorum generum que in ed continentur,» el P. Fr. Antonio Llanos ha escrito y remitido á la Academia Real de Ciencias de Madrid los siguientes apuntes relativos á la vegetacion de aquellas islas, tan ricas en producciones naturales, como poco conocidas estas por punto general en Europa. Lástima que al hacer este trabajo nuestro apreciable corresponsal, no le haya dado un caracter menos humilde, completando sus sencillas indicaciones (frecuentemente insuficientes para reconocer el objeto de- signado) con la descripcion detallada de las plantas que observó, pues de este modo cualquier dia podrian ser reconocidas por los botánicos que las examinasen %n loco natali 6 en los herbarios; siendo ahora posi- ble que, sin medios para cerciorarse de la prioridad del P. Llanos, sea preciso nombrarlas de nuevo, privando así á nuestro botánico filipino de la gloria de sus descubrimientos. TOMO IV. 64 496 Para que esto no suceda le rogamos amplie el presente escrito con descripciones originales suyas, hechas ez autopsia, y prescindiendo de lo que erea ha sido dicho anteriormente por los autores á que se refiere; puesto que podrá suceder no sean exactas estas referencias, como lo indican las frecuentes interrogaciones con que suelen estar señaladas. Una doble diagnosis no perjudica á la ciencia, y su omision puede dejar desconocido un sér, cuando por temor de incurrir en la duplicidad queda inédito. Nosotros rogamos á los botánicos europeos que lean el presente escrito sean indulgentes con su laborioso autor, en gracia del entu- siasmo y celo eon que para hacernos conocer aquella riquísima vege- tacion, trabaja privado de las obras descriptivas y medios fáciles de consulta que ellos tienen, lo cual le obliga á darle tan solo el modesto título de tentamen. Madrid 20 de Mayo de 1858. Dr. Al. L. Graclli APPENDIX sive tentamen aliud novi supplementi ad Floram insularum Philippinarum secunder editionis, cum revisione aliquorum generumn que in ed continentur. a Scitaminee-zingiberaceze. 1. Roscoea purpurea. Spr. Syst. 1, p. 9. Habitat in humidis et inter Bambusas. Graminezx-paniceze. 1. Paspalum elegans. Spr. Syst. 1, p. 247. Confer cum P. macrophyllo, ib. Habi= tat in orycetis. 1. Setaria verticillata. Spr. Syst. 1, p. 304. 1. Panicum Mertensii. Spr. Syst. 1, p. 328. Stipaceze. 1. Aristida luzoniensis. Spr. Syst. 1, p. 256. Habitat in argillaceis, ad opp. S. Mi- chael de Mayumo. 1. Perotis rara. Spr. Syst. 1, p. 237. Ad opp. de Angeles (Pampunga) in petrosis pumiceis. Rottboelliaceze. 1. Rottboella mutica. Habitat ad segetes inter Saccharum officinarum. Andropogonez. 1. Apluda mutica. Spr. Syst. 1, p. 291. Habitat in montosis de Arayat et Angat, 2, Apluda barbata. Spr. Syst. 1, p. 290. Habitat in provincia de N. Ecija. Cyperacez. 1. Rhyncospora cephalotes. Spr. Syst. 1, p. 195. In prat opp. Angat. . Cyperus radiatus. Spr. Syst. 1, p. 226. — pus 15) . pues 15) na td 498 Orchide:xe- Neottieze. + Stenorhynchus vaginatus. Spr. Syst. 3, p. 700. Caulibus et foliis siccis, rosei coloris speciosissimó sunt ¿an semper? Habitat suspicor ad Calavang, et unicum exempl. sicc. vidi donat a. D. Azaola. Epigea. Vandez. - Sarcochilus nepalensis. Spr. Syst. 3, p. 721. Cymbidium flavescens, Llanos, Fragm. p- 96. Epiphyta, flores albidi. Sangumay, Blanco. Flor. de Filipin. 2 edic. p. 445. Sbscos falcatus. Spr. Syst. 3, p. 721. Epiphyta. Pelexia falcata, Llanos, Frag- ment. 95. Epiphyta. - Gongora Philippica. Species mihi videtur novissima. Habitat epiphyta in monti- bus de Angat. Sepalis interne violaceis: labello albo-violaceo; foliis ovatis apice retusis mucronatisque. Planta speciosissima. Dendrobiceze. . Aporum. (Blum.) Floribus terminalibus, paleaceis, congestis, sepalis subluteis, lineis purpurascentibus. Ad opp. de Angat in sylvis. - Aporum. (Blum.) Epidendrum? equitans Blanco? Flor. de Filip., 2 edic., p. 449.= Floribus solitariis ex axillis foliorum erumpentibus. . Dendrobium retusum. Habitat epiphyta in sylvis de Angat: flores albw, magne, terminales, corymbosii caulis altitudine hominis et ampliús: folia coriacea et retusa. Mihi videtur species nova. AD moniliforme? Spr. Syst. 3, p. 738. Cum priore. Caulibus lutescentibus, S-angulatis: floribus luteis.=Sangumay, Blanco, Flor. Philipp., p. 446. - Bolbophillum coreyanum. Spr. Syst. 3, p. 782. Acaulis bulbo monophyllo, angu= lato.=Epiphyta in montibus de Angat. Flores non vidi. a Boaco densum. Spr. Syst. p. 782. Cum priore. Flores ignoti. Epidendrum li- neare, Blanco? —Epiphyta. Ophrydeze. - Glossaspis tentaculata. Spr. Syst. 3, p. 694. Habitat ad montes de Angat. Epigea. - Bartholina pectinata. Spr. Syst. 3, p. 696. Habitat ad pedem montis de Arayat. Epigea.=Labello albo, altitudine 6-pollicari. . Cephalanthera, ensifolia. Spr. Syst. 3, p. 707. Radicibus bituberosis. In monti bus de Angat. a” dE pa ne ps 499 Epidendrez. Tylostilis. (Blum.) Epiphyta. Flores subluteiz massa pollinica 8. In opp. de Angat. . Epidendrum? Spatulatum Epiphyta. Foliis spatulatis: floribus (ni fallor) purpu- rascentibus, parvis. In opp. de Angeles in provinciá de Pampanga. Palmaee. . Rhaphis? arundinacea. Folium unicum tantúm vidi bipartitum et fructum missum ex sylvis de Angat. Paronichyezx-policarpeze. . Polycarpea corymbosa, D. €. Prodr. 3, p. 373. Habitat ad provinciam de llo= cor Sur. Mibi donata á cl. Azaola. Acanthacez. - Justitia bicaliculata. Spr. Syst. 1, p. 84. Ad opp. de Angat ad margines agrorum. Borragineze. - Schleidenia parciflora, D. C. Prod. g. p. 556. Habitat in saxosis pumiceis in opp. de Angeles, provincia de Pampanga, ad locum dictum Taling-Bondoc. Convolvuleze. . Argyreia mida, D. €. Prodr. g. p. 331. Ad sepes el nemora opp. de Angat. Apocinex-Ophyoxyleze. . Ophyozxylon ochrosia, Pers. Synop. 1, p. 166. In sylvis de Angat. . Echites torosa. Spr. Syst. 1, p. 632. Ad montes provincia de Pampanga. . Beaumontia? grandiflora? Spr. cura post. Ad sylvas de Angat. Frutex ut vide- tur volubilis: flores non vidi: folliculi certe magni et ventricosi sunt, leves, apice subexcavati vel retusi. (Hinguio, Blanco, Flor. Philip., 2 ed., pp. 77 et 591, forte est alía, uti suspicor?) pu ph — a - 0) pS 500 'Asclepiadeze. . Dischidia numularia. Spr. Syst. 1, p. S44. Parasita, Caule radicante: foliis scú- tiformibus, rotundis, carnosis. Ad provinciam de N. Ecija. AD bengalensis. Spr. Syst. 1, p. 844. Parasita ad Bambusas. (Concophyllun, Blum.) Asclepias Deemia Blanco? Flor. Philipp., 2 ed., p. 146. Composite-vernoniacez. . Vernonia javanica, D. €. Prod. 5, p. 22. Arborea. Missa ex sylvis de Angat. Eupatoriacez. - Micania volubilis, D. €. Prod. 5, p. 199. Ad fluy. dict. Pasig? - Blumea lacera, D. €. Prod. 5, p. 436. Ad margines viarum et agrorum. Rubiaceze. - Nauclea, purpuren? D. C. Prod. 4, p. 346. Vidi unicá tantúm vice unicum exempl. e provincia de Tlocor missum. Flores umbellati purpurei. Planta val- de speciosa. Myrsineze. - Ardisia compressa. Spr. Syst. 1, p. 662. Arbuscula ad sylvas de Angat. Hippocrateacee. - Salacia triplinervis. Species nova. Habitat in sylvis de Angat. Planta orchidez que in appendice Flore Philipp., 1 edit., invenitur, et que ab indigenis voca- tur malayantoc huc referenda. Calyciflore-Philadelphe. - Philadelphus inodorus, D. €. Prod. 3, p. 206. Habitat ad sylvas de Angat. 2. Prunus glandulosa. Spr. Syst. 2, p. 476. In montibus de Angat. Myrtez. - Jambosa? macrophylla? Arbor mihi dicitur in sylvis de Angat. Folía ultra pedem longa, coriacea, falcata: Stamina purpurea: truncum non vidi. ¿An Callis- temon? IIA A 501 Tiliaceze. 1. Apeiba ulmifolia, D. C. Prod. 1, p. 514. Eulich. Gen. plant. p. 1.006. In montibus de Angat. Columnifere-sterculiz. ZARCOA (GEN. NOV.) Caract. gen. Calyx sex-partilus, persistens. Corolla o. Urceolus staminifer eylindricus, apice antheriferus: folliculi in orbem coaliti. 1. Zarcoa philippica, Llanos. Botanische zeitung. Halle 19 jun. 1857. Arbor foliis alternis, oblongis, acuminatis, glaberrimis, longitudine $-pollica- ri, latitadine 3, poll.; petiolis brevissimis. Flores abortu, videntur diclines. Fem. flores glomerati, sessiles: Calix sex-partitus, laciniis pilosis, tribus, interioribus. Cor. o. Germen villosum. Ovaria plurima in “orbem disposita. Folliculi plurim, 9-10, in globum coaliti, monolocularibus, 1-spermis, altero seepe abortivo, locu= licide dehiscentibus, charlaceis, albissimis. Embryo homotropé curvatus. Cotyle- donibus foliaceis. Radicula, infera. Marem non vidi. Habitat ad sylvas de Angat, loco Baete dictum, Indis ignota. Florebat fe- bruario. Genus novum inter columniferas, nominavi in honorem Excell. D. Ducis D. A. Remon Zarco del Valle, Regiv Academize Seientiarum matritensis clar. Preesidens. Dipherocarpez. 1. Dipherocarpus? An hic ferenda sit Euphonia nephelium, Blanco, Flor. Philipp., 2 ed., p. 200? An sit opera tantin insectorum, folliculum echinatum, quod a Cl. Auctor. e. pro fructu reputatur? Ego nunguam vidi semina, nisi fol- liculam dictum, plenum pulve farinaceo albo, et insecta multa habitantia in eo, que á me tunc visa judicavi ex genere Ichneumonorum. Loranthaceze. 1. Loranihus Forsterianus, D. €. Prod. 4, p. 395. Ad sylvas. 1. Viscum oxycedri. Eulich, Gen. pl. p. 880. D. €. Prod. 4, p. 283. Arcenthobium M. B. Spr. Syst. 3, p. 911. Parasita ad arbores. Vins falcatum, D. €. Prod. 4, p. 278, folia tantin 3-nervia. Confer cúm V. dichotomo. Spr. Syst. 1, p. 448. 502 Combretaceze. 1. Combretum micropetalum, D. C. Prod. 3, p. 19. Ad sylvas de Angat. 2. Combretum rotundifolium, D. €. Prod. 3, pl. 19. Cum priore. Baringtoniez. 1. Baranda angatensis. Arbor foliis ad extremitatem confertis, cuneatis, integer- rimis, slaucis, glabris. Flores ad apices trunci orti, racemosis. Calyx 5-fidus, lacintis rotundatis. Stam..... Slylus 1. Germen..... Nux minima, magnitudine pisi (¿an matura grandior?) exangulata, 2-3 locularis. Seminibus..... Nominavi ad memoriam cl. lithologi D. Isidori de Baranda, qu in Philippinis minarum inspector fuit. Leguminose-Papilionaceze. TRIFOLLE. 1. Trifolium pallidum, D. C. Prod. 2, p. 195. In arvis opp. de Angal. Phaseoleze. 1. Rhyuchosia Fridericiana, D. €. Prod. 2, p. 387. Ad nemora in Opp. de Angat. 1. Lupinus integrifolius, D. €. Prod. 2, p. 410. Spr. Syst. 3, p. 228. Habitat ad opp. de Angeles, Pampanga. Hedysareeze. 1. Hedisarwmn latifolium? Spr. Syst. 3, p. 317. Legumina coriacea. Frutex volubi- lis dicitur. Ad sylvas de Angat. 1. Alysicarpus bupleurifolius, D. €. Prod. 2, p. 352. In opp. de Angat, ad margi- nes agrorum. Dalbergieze. 1. Dalvergia volubilis. Spr. Syst. 1 y 3, p. 193. In montosis de Angat. Legumin- bus linearibus subincurvis. Me loo lanceolaria? Spr. Syst. 3, p. 193. Fructibus lanceolatis, sericeis. Ad opp. de Angat. 503 WMimosez. » 1. Mimosa Blancoana. Arbor prime magnitudinis mihi dicitur. Inermis: foliis 2-pinnatis; petiolis eslandulosis; foliolis 4-jugis, obliquis, acuminatis, glabris; Bora. Legumen dehiscens, inarticulatum, monospermum. Seminibus oblon- gis, magnis, longitud. 5-centim., latitudine 3-centim. Cotyledonibus crassis, car- nosis. Radicula in lobo prona. Plumula vix ac ne vix conspicua. Forte genus novum? Missa ex sylvis de Angat, é loco dicto prope minam Escalante. Fruc- Lum gerebat majo. Lignum ad usus oerconomicos videtur aptum. Nomen specificam imposui ad memoriam cl. P. Emm. Blanco, Philippin, Flor auctoris, Terebinthacez. 1. Castañola trinervis. Eructus volubilis, foliis ternatis, foliolis trinervibus, obli- quis, floribus caulinis, racemosis, racemis sub-compositis. Calyx..... Capsul. farcta, carnosa, leguminiformis, oblonga, v. cylindrica, 1-2 sperma. Seminibus arillatis. Embryo antitropus. Radicula supera. ¿An Connarus pentaginus? Spr. Syst. 3, p. 78/=Resinam fluit. Habitat ad sylvas de Angat. Dixi in memoriam Excellentissimi D. D. Antonii Em. Blanco et Castañola, qui museum Manilense promovit. 1. Ansyris? maritima. Spr. Syst. 2, p. 218. Ad sylvas de Angat. Fructus com- pressus, odorem gratum spirat. Euphorbiace:e-tricocceze. 1. Briedelia montana. Spr. Syst. 3, p. 48. Ad sylv. de Angat. Elo Mébooce scandens. Clutia scandens Blanco. Ad nemora et in montosis. 1. Croton coccineum, Pers. Ench. pl. 2, 585. Habui ex opp. Calanang et ex opp. de Angat. Capsule sunt tecte pulvere granuloso, colores coccinei. Cn rhombifolium. Spr. Syst. 3, p. 874. Ad opp. de Angat. 3. Cr..... volubilis. Mihi videtur species nova. Fructus (et cocca) magna sunt. Ad sylv. opp. de Angat. Flores non vidi. Cucurbitaceze. 1. Momordica charantia, D. C. Prod. 3, p. 312. Mihi allata ex montibus cupriferis de Cayang. 1. Bryonia palmata, D. €. Prod. 3, p- 308. In sylvis de Angat. Ex radice bryonie extrahitur fecula farinosa, cibaria, similis manioc. (Dumeril, Elem. hist. nat., tom. 1, p. 326.) TOMO Iv. 65 a AN AA 1 pS e pS 1 504 Urticez. . Ficus pubescens. Spr. Syst. 3, p. 780. Arbor in sylvis de Angat. Fluit co- piosé resinam industriw suspicor valdé utilem. Habitat suspicor etiam in in- sulá dictá de Negros hujus archipielagi, et ego vidi in museo manilensi massam unam ex dictá resiná factam missam ex eo loco, sicuti mibi relatum est. An po- tiús Ficus mawritiana. Spr. 3, p. 784% Foliis cordato-ovatis, B-nervis, serratis, pilosis; pilis basi cordalis. Naya dese. . Potamogeton lucens. Spr. Syst. 1, p. 498. In aquis stagnantibus vel lenté fluen- tibus. Filices. - Glewchenia glaucescens. Spr. Syst. 4, p. 26. In sylvis de Angat. - Polypodium ensatum. Spr. Syst. 4, p. 48. In provinciá de Balacan. . Hemyonitis sayittata. Videtur species nova. . Angioptenis erecta. Spr. Syst. 4, p. 44. Myriotheca arborescens, Blanco. Flor. 2 ed. Folia odorem gratum spirant. /Estimata ab indigenis sylvas habitantibus ob virtutes medicas quas in ed cre- dunt esse. Radices, multam resinam odoratam fluentes magne sunt, et figuram ferri equini simulant, el ob hane causam ab eis yocatur, vulgo cocong cabayo. In opp. de Angat, fructificabat majo. - Niphobolus varius. Spr. Syst. 4, p. 44. Parasita ad arbores. - Polybotria cervina. Mihi missa ex opp. Calanang, prov. de la Laguna. Vidi siccam. > - Pteris serraria. Spr. Syst. 4, p. 72. . Vittaria ensifolia. Spr. Syst. 4, p. 67. Parasita ad Mangoteras. Fungi trichiacei. - Stemonitis faciculata. Spr. Syst. 4, p. 532. Ad truncos humidos et mortuos. Hymenomycetes. . Boletus umbilicatus. Spr. Syst. 4, p. 472. Melanopus, Pers. Ad truncos siccos Bambusarum. ¿BRA mollis. Spr. Syst. 4, p. 475. IM SS 5 405 1. Agaricus nebularis. Spr. Syst. 4, p. 427. Indis edulis. 1. Sohizophillum commune. Spr. Syst. 4, p. 465. Ad truncos arborum. 1. Bovicta..... Ad montes opp. de Angat. Hepaticee. 1. Marchantia pilosa. Spr. Syst. 4, p. 235. Ad arva. 1. Brium murale, Linn. Ad parietes et saxa humida. 1. Hypnum..... Parasitum ad arbores sylvarum et locis alpestribus. NOTA. Remanent adhuc indescripta permulta genera filicum. Idem dicendum de agaricis, fungis, etc. *“2Jeqe7 “2o0r1podA[0d "2o0eodÁo «2ooeJadÁo "2opurdes "2909tLuIn “eoure[nydo1os "2IDRUOUTIT NS "R2AUIPUNIY "29P10191SY “LIPUBA "2ouoSodoJpuy -«eauo3odopuy «2outoody 2ooerpodÁ[og ¿LIIP9) “ROD UL IR y “2oot1iquoydog 'DITINVA 5 Ipra *VINANONAS senoocegg rd 1sAg ads «snyd[opeuou saqruenoold 61 *(4) 988 ** mera 69 *d y “1sAs “ads “sndstio sSnInso[[y $T **'“9LG- : esse +go dy 9sAg c1dg :saLAJnout sadurog LT “e 0"D6 “* erp “dl “y :1sÁS “adg *SNSO9O) SOÍILOS 91 “0078 mer dG *1sAg cadg *sue9sa1oq ue snpuides qÍ ****y81 +... .............. * (er ruej UNIL99e (7) 71 ... "87 EY «d 57 “ISÁS “ads *Ruror"es ?19[PPO4 er e."g0 .. ........... TT -d 6 “pOJd 29) “ "eorput S9Y/UBSO]LO el ... "67€ wun)903] 19 erjoy “eojodes 91199 ¿Unaoros ¿UO[ÁXOJ9PÁS TL “**"988 O UIT SAS “adg *“xBu0([ OpunIy OL a .. 069 d 9 “a e09 “d “g “isÁs “ads "eyeInpun tidipog 6 ****987 .......... 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POR 99% ANCHE GUIRAO, SOCIO CORRESPONSAL DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DE MADRID. ADVERTENCIAS. Mas años há que tenemos el deseo y el ánimo de publicar las ob- servaciones de que nos vamos á ocupar; pero el convencimiento de que no son lo completas que quisiéramos, nos ha obligado constantemente á dilatarlo. Ocupados durante la mayor parte del año en la enseñanza, no hemos podido visitar y recorrer las regiones Norte y Oeste de la provincia en las épocas mas á propósito para enriquecer con datos y noticias curiosas el catálogo de las que presentamos, aumentando ade- más el número de las especies que anotamos en esta enumeracion. Téngase entendido, pues, que no tenemos la pretension de creer que hemos visto todas las aves que en toda su estension y en todas épocas se encuentran en la provincia de Murcia. Este convencimiento nos obligaba, como llevamos dicho, á esperar una ocasion Oportuna para estudiar y reconocer ciertos territorios, ad- quiriendo de este modo las noticias que nos faltan. Si ahora nos deci- dimos á publicar este insignificante trabajo, no tanto es porque haya- mos variado de modo de pensar, cuanto por otra causa que vamos leal y francamente á esponer. TUMO IV. 66 512 Los Sres. Alfredo y Reinaldo Bremh, hijos del célebre ornitólogo aleman del mismo nombre, han estado y permanecido en esta capital y sus inmediaciones con el objeto de estudiar la fauna ornitológica de la parte Sudeste de nuestra península, y aun la central si les era posible. Habiéndonos sido recomendados muy eficazmente, no solo les hemos complacido en cuanto han apetecido, sino que con la mayor benevolen- cia les hemos dado todas cuantas noticias nos han pedido, todos cuan- tos antecedentes han deseado. No solo les hemos manifestado nuestros apuntes y observaciones, sino que han visto y tomado notas de las colec- ciones ornitológicas que, tanto en el gabinete del Instituto como en nuestra coleccion particular, hemos reunido, despues de muchos años de perseverante trabajo. En nuestra coleccion particular han visto es- pecies sumamente raras para la Europa meridional, y aun nuevas se- gun su concepto y el nuestro. Como estos Señores publicarán estas observaciones á su regreso á Alemania, aunque tenemos fe en su honradez, y creemos que harán justicia á nuestros trabajos, no queremos dejar de ser los primeros en darlos á luz, para no dar lugar á que se nos critique al menos, con jus- ticia, de indolentes. Deseamos además decir nuestro modo de pensar acerca del lenguaje vulgar, ó de los nombres comunes con que se designa á las aves; y nun- ca creemos que sea esto mas oportuno que al presente. En casi todas las naciones europeas, los adelantos de las ciencias naturales han dado por resultado el que la tecnologia casi se vulgarice, lográndose al me- nos que haya no solo cierta analogía entre los nombres cientificos y los vulgares frecuentemente, sino que estos sean tan generales como uni- formes comunmente. En España tenemos una discordancia tal entre estos nombres, que hay especies de las que pudiéramos citar de quince á veinte nombres vulgares. Y no solo es esto anómalo, sino que aun entre los profesores no hay conformidad en el nombre castellano que conviene á cada especie, dando origen esta divergencia á una confusion lamentable. Los Diccionarios de la lengua están bien lejos de poder ob- viar este resultado. Confeccionados y dispuestos por personas muy ilus- tradas y muy dignas, no son, sin embargo, suficientemente peritas en 513 estas materias científicas, no pudiendo ser consultados por lo mismo con buen éxito. Por esto proponemos que al designar una especie no nos contente- mos con indicar los nombres vulgares con que se conoce en tal locali- dad ó provincia, sino que manifestemos el nombre castellano que en nuestro concepto deba corresponderle, bien esté en consonancia ó no con el Diccionario de la lengua; indicando en todo caso los motivos ó fundamentos de nuestro parecer. En los nombres que adoptemos, aun cuando sean castellanos y vul- gares, debemos seguir el mismo método que estableció el inmortal Lin- neo para su nomenclatura científica; debiendo estar compuestos de dos voces, correspondiente la primera al nombre genérico, y la segunda al especifico. Se debe procurar que sean cortos, de fácil pronunciación, y formados con los nombres vulgares autorizados por el Diccionario so- bre todo. Pero cuando no sea posible esto último, se compondrá un nombre castellano atendiendo á los caractéres orgánicos, á las costum- bres, al canto: ó bien se traducirá el nombre especifico del científico latino, pero acomodándole á nuestro idioma, para que desaparezcan las partículas y preposiciones con que generalmente se vierten á nuestra lengua. De este modo no se dirá golondrina de ventana, sino golondri- na urbana; ni golondrina de rivera, sino golondrina riveriega, etc. Nosotros vamos á seguir este camino en este Catálogo, sin per- juicio de que mas adelante, si nuestras ocupaciones nos lo permiten, y las atenciones de la enseñanza no nos lo privan, nos ocupemos en es- cribir una Memoria sobre este punto, desenvolviendo este pensamiento, y desarroliándole en toda su estension, proponiendo para cada especie de ave y aun de animal, si podemos, el nombre castellano que le cor- responda ó que creemos mas oportuno. Pero antes de empezar nuestra enumeracion ó catálogo, permítase— nos decir algunas palabras, siquiera sean breves, acerca de este pais, tan rico bajo cualquier aspecto que se considere, pero mucho mas aún con relacion á la ciencia que cultivamos. Esta provincia, que es una de las mas accidentadas y de las que pre- sentan diferencias climatológicas mas notables en España; esta pro- 514 vincia que se halla surcada por montañas elevadas, que contienen seres naturales de las regiones mas frias de la Península; que encierra valles profundos con una vegetacion casi tropical, y donde nosotros hemos hallado, al lado de plantas asiáticas, muchas otras de Sierra-Nevada y del Norte de Europa; aquí donde hemos encontrado con los insectos mas comunes en las regiones septentrionales la Megacephala euphratica, insecto correspondiente á la fauna mas cálida del globo, hallado solo en las orillas del Eufrates, y que hasta que nosotros le encontramos en este pais, ni aun se podia sospechar remotamente que existiese en Eu- ropa, hasta el punto de que en un principio se creyó su existencia, en este punto, fabulosa; aquí, donde nuestra perseverancia nos ha hecho hallar muchas especies de plantas nuevas y de insectos y moluscos des- conocidos; aquí, pues, debíamos hallar tambien las mismas diferencias notables en la fauna ornitológica, y aunque incompletas nuestras ob= servaciones, tenemos la satisfaccion de indicar algunas especies que ignoramos completamente hayan sido recojidas por otros profesores que no seamos nosotros en España. La Zhalassidroma pelagica, el Faleo Fieldegii, y otras, además de dos especies de que nos ocuparémos en el catálogo, y que merecen mas especialmente fijar la atencion por pare- cer nuevas absolutamente, prueban lo que dejamos dicho, esto es, que con las aves nos ha sucedido lo mismo que con las plantas, insectos y moluscos, habiendo hallado entre ellas, como entre aquellos, especies raras y desconocidas. El dia que podamos coordinar el considerable cúmulo de antecedentes y observaciones que hemos recojido en esta provincia, tanto geológica y mineralógicamente considerada, como en concepto zoológico y botánico, estamos seguros de llamar la atencion de los naturalistas españoles, asi como la hemos llamado con nues- tras noticias y especies descubiertas á los estrangeros, para que vengan á estudiar un pais privilegiado, y virgen aún casi en investigaciones científicas de este género. A pesar de que no es nuestro ánimo hacer una descripcion topográ- fico-geológica de esta provincia, pues de esto, asi como de otros im- portantes objetos, nos ocuparemos quizás en adelante, queremos, sin embargo, decir que hay una localidad especialísima, no solo para la re- 515 coleccion de las aves de ciertas clases y géneros, sino tambien para otros seres y producciones importantes, como á su tiempo oportuna mente demostrarémos. Esta localidad es el lago de agua salada, que si- tuado al Sudeste de esta provincia, confinando con Cabo de Palos, se conoce generalmente con el nombre de Mar Menor. Esta laguna se comunica con el Mediterráneo por dos solos puntos, que se llaman las Golas, no de grande estension; y está del mismo se- parada por una larga faja de arena blanca, fina y movediza, que se pa- rece á una duna, y que empezando al pié mismo de Cabo del Palos en direccion Sudeste Nordeste, termina en la barra de San Pedro de Pina- tar, y en las salinas del mismo nombre, teniendo en algunos puntos una estension de mas de trescientos metros de latitud. El Mar Menor, que medirá una estension longitudinal de nueve á diez millas marítimas de Sud á Norte, y de cuatro á cinco de latitud de Este á Oeste, com- prende un perímetro que tendrá de circunferencia de diez á doce leguas, y es el sitio en que vienen á confluir todas las aguas de aluvion que, despues de haber regado los inmensos campos que se estienden desde la falda Sudeste de las sierras de Carrascoy, Puerto de la Cadena y de San Pedro, etc., vienen á morir á dicho punto cargadas de una porcion enorme de sustancias vegetales y animales, y una cantidad inmensa de sustancias salinas solubles, entre las que predomina la sal comun. Esta circunstancia hace que sus aguas sean escesivamente saladas, notable- mente mas densas que las del Mediterráneo, fuertemente irritantes, y de un aspecto y tacto oleaginoso viscoso. Su profundidad es poco considerable; de donde resulta, que asi como en verano están sus aguas notablemente calientes muchos dias, especialmente en la rivera, en el invierno se encuentran tan sumamente frias, que algunos pobres ma- rineros han perecido helados cayendo á sus aguas en algunos inviernos rigoroSos. En medio de sus aguas se hallan varios islotes mas ó menos eleva dos, de naturaleza eruptiva, formados en su núcleo de basalto, que se ve superficialmente en muchos, y que recorre una estension considerable desde:la Isla Grosa y el Farallon, islotes situados en el Mediterráneo, hasta cerca de Mazarron, donde se confunde con las traquitas y pi- 516 zarras alumbrosas que tanto abundan en este sitio, y en cuya primera roca encontramos, dicho sea de paso, ha mas de doce años, la Gie- seckita, especie mineral traida por Mr. Carlos Giesecke de Groelandia, única localidad citada y conocida hasta el presente. Estos islotes son la residencia ordinaria de una multitud de aves acuáticas, especialmente en ciertas épocas, y el parage donde vienen á verificar sus puestas anualmente. Aunque son pocos los moluscos que habitan estas aguas, y pocas tambien las plantas que en ellas crecen, hay un número notable de peces, que se multiplican á veces prodigiosamente , pereciendo antes de su desarrollo en ocasiones de tal modo, que apenas bastan los muchísimos Gabinotes, Grabiotas y Gabinas que se juntan para de- vorarlos. Los insectos son tambien muy abundantes, y conducidos por el viento llegan al lago de los inmensos campos que le circundan en gran número, siendo el pasto predilecto de muchas aves. Las efemeras son tan abundantes, que en algunos puntos donde el agua se halla tranquila, sus despojos aglomerados forman capas de algun espesor. Muchos dípteros y cicindélidos abundan tambien notablemente; y tanto estas circunstancias como las que dejamos espuestas, y otras muchas que en gracia de la brevedad omitimos, contribuyen á ser este punto, si no el sitio de residencia de muchas aves, el parage al menos de descanso en sus peregrinaciones emigratorias, y un refugio seguro en sus persecu- ciones, pues este lago se halla apenas surcado por algunos pobres laú- des que se ocupan en la pesca del Mujol, 6 quevan á buscar leñas á la Manga, que así llaman á la lengua ó faja de tierra que separa el lago del Mediterráneo . De aquí es, pues, de donde nosotros hemos recojido y recibido una porcion de especies raras y curiosas, y de las inmediaciones de este lago procede el Porphirio nuevo que mas adelante describirémos. En la Isla Grosa, situada como llevamos dicho no á mucha distancia del lago en el Mediterráneo, es donde vimos por primera vez en el año 1849 la Thalassidroma pelagica; y á este sitio y á las Hormigas, islotes próximos 4 Cabo de Palos, es donde vienen todos los años á criar entre los ba- saltos tabulares del primer punto, sobre todo, pudiéndose cazar por 517 docenas en esa época y en medio del dia, sin otro trabajo que separar los basaltos y cojerlas. Si no temiésemos ser molestos con estas reseñas preliminares, to- davía daríamos otras noticias referentes á varias localidades; pero como esto además de entretenernos nos separaria de nuestro objeto princi- pal, no queremos seguir en este camino, dejando para tiempo y oca- sion mas oportuna el ocuparnos de la descripcion total de esta provin- cia, considerada en toda la estension de su historia natural, no solo con relacion á la ciencia, sino tambien con relacion á las aplicaciones importantes que pudieran tener sus producciones, y á las mejoras ines- timables que pudieran conseguirse adoptando ciertas reglas que no dejarémos de proponer. Antes de concluir queremos hacer otra advertencia, siquiera sea la última, referente al método de clasificacion que adoptamos en este catálogo. Conocemos las obras de Gray, de Degland y Luciano Bona- parte; así como las de Bremh, Blasius y Schlegel; y á pesar de com- prender el talento de estos autores, y la oportunidad en muchas oca- siones de sus divisiones, no estando conformes en todas, y mucho menos en la variacion de muchos nombres que han debido respetarse, seguirémos en la esposicion de este catálogo el método y clasificacion del célebre Temmink, por mas que se nos tache de poco progresivos ó de anticuados. Terminadas todas nuestras advertencias, no debemos empezar la enumeración del Catálogo sin dar las mas cordiales gracias, y manifestar nuestro agradecimiento á todas las personas que voluntariamente ó por nuestras escitaciones han contribuido á que adquiramos una mul- titud de especies de que, sin su auxilio, hubiéramos carecido. Entre ellas citarémos solamente á D. Francisco Cánovas, tan entendido médico como aficionado naturalista, 4 D. Antonio Piqueras y á D. Juan Agus- tin Aledo, no haciéndolo de otros por no parecer molestos. En un pais donde no hay cazadores de oficio, no pudiendo hacerlo uno todo por sí mismo, se tiene que recurrir al favor de los amigos, y es justo que se les dé un testimonio de buen aprecio, que nos es muy grato el publicar. ORDEN 1.“—RAPACES O AVES DE RAPIÑA. Género VULTUR, lMlig. En castellano Buitre, (Véase el Diccionario.) Vultur cinereus, Linn.—Nombre vulgar, Buitre. —Nombre castellano que le corresponde, Buitre ceniciento.—Obs. Se halla, aunque no con la abundancia que la especie siguiente, en toda la provincia en todas épocas. Vultur fulvus, Linn.—Nombre vulgar, Buitre.—Nombre castellano que le corresponde, Buitre leonado.—0Obs. Es bastante comun en la provincia en todas estaciones. Género CATHARTES, llig. En castellano Buitre, (V, el Dic,) Cathartes pernopterus, Temm. — Nombre vulgar, Aguilucho, Que- brantahuesos, Aguila gallinera. —Nombre castellano, Buitre pernopte- ro.—Obs. Muy comun en la provincia, donde no se le llama Buitre generalmente, por creer que á la idea de Buitre debe ir unida la propie- dad de magnitud, etc. Género GIPAETUS, Storr. En castellano Buitre. Gipaétus barbatus, Cuv.—Nombre vulgar, Aguila. —Nombre caste— llano, Buitre barbado.—Obs. Se halla en todas estaciones en toda la provincia, aunque no es muy abundante. p Género FALCO, Lian, En castellano Aguila, Halcon, Milano, Azor, etc. (Y. el Dic, Observacion, En castellano y vulgarmente se dan á las especies de este género muy diferentes nombres, llamándolas unas veces Ayui- las, Halcones, Milanos, y otras Azores, Gavilanes, etc. No hay en el 519 sentido vulgar otra señal para distinguirlas, generalmente hablando, que el tamaño ó magnitud. Así se llaman Gavilanes á las mas pequeñas es- pecies, como el Falco nisus, Linn. (V. el Dic.); 6 se llaman Azores cuando son algo mayores, como el Falco palumbarius, Linn. (V. el Dic.); 0 se les dice Halcones cuando son mas crecidos, como el Falco ceru- ginosus, Lath. (V. el Dic.); 6 bien Milanos cuando son como el Falco milvus, Linn. (V. el Dic.), y finalmente, se llaman Aguilas cuando son de mayor tamaño y fuerza, como el Falco imperialis, Temm. (V. el Dic.) Aunque la magnitud sea un caracter bien poco importante compa- rado con los caracteres orgánicos cientificos, como no podemos exijir del vulgo mas de lo qué sea justo, nos debemos contentar con estas di- visiones y estos nombres sancionados por el uso y admitidos por el Dic- cionario, si bien confusamente definidos. Por lo mismo proponemos que se admitan estas palabras como los nombres genéricos de todas las aves de rapiña ó rapaces diurnas correspondientes al género Falco, segun las admite la costumbre, y que las voces Gavilan, Azor, Milano, Halcon y Aguila se entiendan de este modo y se definan de la manera siguiente: Aguilas, son las aves rapaces mayores y de mas fuerza que se conocen entre las del género Falco, como el Falco imperialis, Temm., ó Aguila im- perial; el Falco albicilla, Lath., 6 Aguila pigargo; el Falco fulvus, Limn., 9 Aguila real 6 leonada, ete. Milanos son las de mediano tamaño, y que tienen la cola mas ó menos ahorquillada, como el Falco milvus, Linn., 6 Milano real; el Falco furcalus, Linn., ó6 Milano carolinense, ete. Hal- cones, las que son de mediana magnitud tambien, pero con la cola re- dondeada ó cuadrada, como el Falco rufus, Linm., ó Halcon borni; el Falco lanarius, Linn., 6 Halcon lanero 6 Alfaneque; el Falco peregrinus, Linn., ó Halcon peregrino, ete. Azores las que son de un tamaño mas pequeño, como el Falco palumbarius, Linn., 6 Azor esmerejon; el Falco subbuteo, Linn., ó Azor alcotan, ete. Y finalmente, Gavilanes serán las mas pequeñas entre todas las rapaces que corresponden al género espresado, como son el Falco nisus, Linn., ó Gavilan gracioso; el Falco tinnunculus, Linn., ó6 Gavilan arpella; el Falco rufipes, Bechst, ó Gavilan palirrojo, ete. Nosotros, adoptando este medio, vamos á dar estos nombres á las TOMO 1Y. 67 520 especies que aquí hemos recolectado, llamándolas como llevamos dicho. Falco peregrinus, Linn. —Nombre vulgar, Aguilucho, Falcon. —Nom- bre castellano que le corresponde, Halcon peregrino.—No es raro en la provincia, especialmente cerca de la Sierra de Espuña y en todos los distritos montañosos. Falco Fieldegii.—Nombre vulgar, Falcon. —Nombre castellano, Hal- con Feeldey.—Aunque raro, suele verse en las llanuras de la provincia, descendiendo á veces hasta las inmediaciones de la capital. Falco subbuteo, Linn.—Nombre vulgar, (ravilan, Gavilanejo.—Nom- bre castellano, (Gavilan hidalguillo.—No es raró en la provincia. Falco Esalon, Temm.—Nombre vulgar, Gavilan alcolan. (Y . el Dic.) — Es bastante comun por todas partes en la provincia. Falco tinnunculus, Linn. — Nombre vulgar, (ravilan, (ravilanejo.— Nombre castellano, Gavilan arpella 6 Cernicalo. (Y. el Dic.) —Muy comun en toda la provincia y en todas estaciones. Falco fulvus, Linn.—Nombre vulgar, Aguila. —Nombre castellano, Aguila leonada ú real. —No es muy comun en la provincia. Falco Bonelli, Temm.—Nombre vulgar, Aguila. —Nombre castella— no, Aguila Bonelli.—Muy comun en casi toda la provincia, especial- mente en las inmediaciones de la capital. Falco pennalus, Linn.—Nombre vulgar, Aguila. —Nombre castella- no, Aguila calzada.—Damos este nombre á esta especie, porque en algunos sitios de Castilla se llama así. No es muy comun en la pro- vincia. Falco brachydactylus, Wolf. —Nombre vulgar, Aguila. —Nombre cas- tellano, Aguila rectifaga.—Damos este nombre á esta especie, porque prefiere para su alimento constantemente los reptiles á los demás ani- males. Es algo comun en la provincia. Falco albicilla, Lath.—Nombre vulgar, Aguila. —Nombre castellano, Aguila pigargo 6 Nebli. (V . el Dic.) —Suele verse en el mar Menor, espe- cialmente en la Encañizada. Falco palumbarius, Linn.—Nombre vulgar, Gavilan. —Nombre cas- tellano, Azor esmerejon 6 Esparavan. (N. el Die.) —No muy comun, 521 Falco nisus, Linn.—Nombre vulgar, Gavilan. —Nombre castellano, Gravilan gracioso. —Damos este nombre á esta especie, porque es quizás la mas bonita y mas esbelta de las que pertenecen al grupo de los gavilanes. Falco milvus, Linn.—Nombre vulgar, Milano.—Nombre castellano, Milano real. —No es muy comun. Falco ater, Linn. — Nombre vulgar, Falcon.—Nombre castellano, Milano pardo.—Es bastante comun, especialmente en el verano, en las marismas y saladares dezla provincia.—00s. A casi todos los individuos que he muerto les he hallado en el estómago gran cantidad de insec= tos, especialmente Acridios y Langostas. Falco buteo, Linn.—Nombre vulgar, Falcon.—Nombre castellano, Halcon montano.—Damos este nombre, que admite el Diccionario, pero sin saber á qué especie corresponde, porque ninguno creemos sea mas conforme, atendiendo á la costumbre, de la que hablamos, que pocas veces abandona los sitios montuosos y los bosques. Esta especie es algo comun en los sitios montuosos y con árboles de la provincia, viéndose algunas veces tambien en las llanuras cultivadas. Falco apivorus, Linn.— Nombre vulgar, Falcon. — Nombre caste- llano, Halcon abejero.—Suele verse en los campos de Murcia y Carta- gena, hácia la marina. Falco rufus, Linn.—Nombre vulgar, Falcon.—Nombre castellano, Halcon borni. (Y. el Dic.) —Escaso en la provincia. Falco fuliginosus, mili, ni forte, Falco maurus. (Lámina 1.) —Nombre vulgar.....—Nombre castellano que le corresponde, Halcon neyruzco.— Obs. Esta especie, que creemos sea nueva si no es la que indicamos en la sinonimia correspondiente al género Circus de los modernos, y su descripcion es la siguiente: €. nigro-fuliginosus, superiore capitis parte obscuriore, alarum cau- deeque pemnis lineolá albicante marginali terminatis; rectricibus supra griseo-fuliginosis, subtus albido-cinerascentibus. obscure subquadri- fasciatis. Halcon negruzco. Todo negro fuliginoso, con la parte superior de la cabeza mas oscura. Las plumas de las alas y de la cola marginadas 522 con una pestaña blanquizca muy estrecha; las timoneras fuliginoso-api- zarradas superiormente, blanco-cenicientas inferiormente, con un tinte fuliginoso y con tres fajas distintas de cerca de una pulgada de latitud, de un color bastante mas oscuro, y una superior menos marcada. El color de las remeras por su cara inferior es blanquecino, dismi- nuyendo gradualmente desde la primera hasta la décima, en que ya es color de ceniza, hallándose sembradas con fajas y manchas negras. La base del pico y la cera son verde-amarillentas, y las patas de amarillo puro. El iris, amarillo rojizo. y Latitud total desde el pico hasta la estremidad de la cola, 45 4 46 centímetros. Envergadura, 0 sea longitud desde una estremidad de ala á otra hallándose estendidas, aproximadamente calculada, por no haberse po- dido medir exactamente, 72 centímetros. Longitud del pico, 22 4 24 milímetros. Longitud de los tarsos, 6 centímetros. Longitud del dedo medio, 3 centímetros. bénero STRIX, Lino, En castellano, Buho, Lechuza, Mochuelo, (Y. el Dic.) Obs. Creemos que estos tres nombres deben conservarse y aplicar- se á las aves de rapiña nocturnas, en esta forma. Se llamarán Buhos todas las que tengan plumas erectiles y mas ó menos largas á los lados y parte posterior de la cabeza, formando como una especie de cuernos, como el Striz buho, Linn. Se llamarán Lechuzas todas las que tengan las plumas de al rededor del pico dirigidas en forma radiada, hacién- doles una especie de toca ó rostrillo, como la Striz flammea, Linn. Y finalmente, se denominarán Mochuelos todas las que no tengan uno ú otro caracter, y sean parecidas al Strix passerina, que es la especie que en nuestro pais se llama así, por mas que el Diccionario dé este nombre á otra ave, segun verémos mas adelante. Striz flammea, Linn.—Nombre vulgar, Lechuza. —Nombre castella— no, Lechuza comun.—Damos este nombre á la especie por parecernos el mas propio, no solo porque es la mas abundante en nuestro pais, 523 sino porque habita generalmente en las ciudades, pueblos ó case- ríos, etc. Es muy comun y sedentaria en toda la provincia.—0Obs. A pesar de que los Sres. Bremh pretenden que todos los ejemplares, ó la mayor parte al menos de los que han visto en nuestra coleccion, cor- responden á la especie Striz splendens, establecida por su señor padre, como tenemos observado que la edad, la muda y la localidad contribu- yen mucho para hacer que varien de librea ó plumaje, y como hemos visto una serie no interrumpida de colores en sus partes inferiores, desde el blanco mas limpio y nítido hasta el rojo de orin mas subido, y sembrado con manchas y puntos pardos, no nos atrevemos á variar la determinacion, á pesar del dictamen de los espresados Señores, apoyado con la respetable opinion de su señor padre. Creemos, además, que las diferencias de plumaje, á veces bien insignificantes, no deben autorizar la formacion de nuevas especies, mientras no se observe de un modo auténtico que el canto, las costumbres, los acoplamientos, etc., no son diferentes y diversos. Striz passerina, Linn. —Nombre vulgar, Mochuelo.—Nombre caste- llano Mochuelo comun. —Es muy abundante y sedentario en toda la pro- vincia. —0Obs. El Diccionario llama Mochuelo ¿la Strizx Otus, pero la des- cripcion que hace al mismo tiempo no conviene en modo alguno á esta especie. La longitud de la Síriz Otus es poco mas ó menos de pie y medio, mientras que la magnitud de la Striz passerina es de algo mas de medio pie, que es la quele da el Diccionario. Como este es el carac ter mas principal que cita el Diccionario, pues los demás tanto pueden convenir á la una especie como á la otra, y como además es tan inequí- voco el nombre de esta especie, á que ningun castellano da sino el que hemos espuesto, por esta causa, á pesar de la redaccion del Diccionario, damos el nombre de Mochuelo á la Striz passerina, y no á la Ofus, como espresa el mismo. Strizx brachyotos, Linn.—Nombre vulgar, Mochuelo.—Nombre cas- tellano, Lechuza autillo 6 Cárabo. (V. estas voces en el Dic.)—Algo comun, y al parecer sedentaria, pues se ha cazado en todas épocas. Striz buho, Linn.—Nombre vulgar, Buho.—Nombre castellano Buho grande.—Comun y sedentario en los montes de la provincia. 524 Strix Otus, Linn.—Nombre vulgar, Buho. —Nombre castellano, Buho mediano 6 Buharro.—Es algo comun en la provincia. Obs. el Diccionario llama Buharro á una especie de ave de rapiña, sin dar descripcion y sin decir mas. En la imposibilidad de aplicar esta voz á ninguna otra, preferimos hacerlo con la presente por un sen- tido de analogía entre las voces Buho y Buharro. Strix scops, Linn.—Nombre vulgar Cuco cornichuela.—Nombre cas tellano, Buho pequeño.—Habita en la primavera y estío en toda la pro- vincia, donde es muy comun en las alamedas y grandes arboledas, 6 bien en los árboles solitarios y mas elevados. Obs. No conozco ningun nombre castellano que convenga á esta ave. El de Scopes y pequeño Duque que han traducido algunos, me pa- rece bien impropio y nada justificado. Si no temiésemos que se nos tachase de Provincialifilos, propondriamos el primer nombre, con que el vulgo generalmente la conoce en este pais. Este nombre está sin duda tomado de la analogía que tiene su sonido con el canto del ave, pues parece que, en efecto, el animal canta de intérvalo en intérvalo cada una de las dos sílabas del nombre, y mejor, que repite constantemente la primera muy acentuada. ORDEN 2.”—OMNIVORAS. Género CORVUS, Linn. En castellano, Cuervo. (Y. el Dic.) Corvus coraz, Linn.—Nombre vulgar, Cuervo. —Nombre castellano, Cuervo comun. —Abundante y sedentario en toda la provincia. Corvus corone, Linn. —Nombre vulgar, Cuervo. —Nombre castellano, Cuervo mediano. —Es comun y sedentario como el anterior. Corvus monedula, Linn.—Nombre vulgar, Graja, Grajo.—Nombre castellano, Cuervo chova 6 Chova. (Y. el Dic.) Corvus glandarius, Linn.—No tiene nombre vulgar. —Nombre cas- tellano, Cuervo bellotero 4 Cuervo arrandajo, por ser este último nombre el que se le da vulgarmente á esta ave en Madrid y algunos puntos de Castilla. 525 Género GARRULUS, Briss. En castellano Urraca. (rarrulus picus, Briss. —Nombre vulgar, Grraja. —Nombre castellano, Urraca comun. (V. el Dic.) —Es muy abundante y sedentaria en los montes de nuestra provincia. Género PYRRIOCORAX, Cuv. En castellano, (rajo. (Y. el Dic.) Pyrrhocoraz graculus, Temm.—Nombre vulgar, Cucala.—Nombre castellano, Grrajo montano.—Es muy comun, sedentario y abundante en toda la provincia, donde tienen á los jóvenes por distinta especie, á causa de tener el pico y los pies negros hasta despues de la primera muda. Viven en bandadas, á veces de muchos pares de individuos, y anidan constantemente en los costados de las ramblas y barrancos mas inaccesibles. Son muy perjudiciales en los parajes donde abundan para los almendros, pues devoran con afan el fruto poco despues de cuaja- do y mientras está en leche, como suele decirse vulgarmente. Género CORACIA, Lion. En castellano Azulejo. Obs. Adoptamos este nombre por genérico, no solo porque es el que se da á la sola especie del que hay en Europa, tanto en Madrid como en algunos otros puntos de España, sino porque el color domi- nante en todas las especies del mismo es el azul. No conociendo ningun nombre castellano, en la necesidad de imponerle uno, le damos el pre- sente, que esperamos sea aceptado. Coracias garrula, Linn. —Nombre vulgar, Carlanco.—Nombre cas- tellano, Azulejo europeo. —Es muy comun y abundante en nuestro pais durante el estío, emigrando á la entrada del invierno. 526 Género ORIOLUS, Lino, En castellano Oropéndola. (Y, el Dic, Oriolus galbula, Linn.—Nombre vulgar, Oropéndola, Michafiques.— Nombre castellano, Oropéndola comun.—Es abundante en el verano, y emigra en los primeros dias del invierno. Género Sturnos, Lion, En castellano Estornino. (Y, el Dic.) Sturnus vulgaris, Linn.—Nombre vulgar, 7ordo.—Nombre castella- no, Estornino tordo. (V. el Dic.) —Es muy abundante durante el otoño, y aunque sedentaria, se ve muy rara vez fuera de la estacion dicha. Se alimenta en este pais casi esclusivamente de oliva, siendo por este mo- tivo perjudicialísimo, á causa de reunirse en bandadas á veces de mu- chos miles de individuos. Sturnus unicolor, Temm.—Nombre vulgar, Solitario. —Nombre cas- tellano, Estornino neyro.—Muy raro en este pais. Solo se ve alguna vez parado en los mas altos campanarios de las iglesias ó en los edificios mas eleyados. ORDEN 3.”—INSECTIVOROS. Género LANUS, Linn. En castellano Alcaudon. (Y. el Dic.) Lanius meridionalis, Temm.—Nombre vulgar, Cacildran Real. —Nom- bre castellano, Alcaudon meridional. —Vive en las faldas de las sierras, y en los pequeños valles de su interior, pero no es muy comun. Lanius minor, Linn.—Nombre vulgar, Cacildran Real, —Nombre cas- tellano, Alcaudon mediano.—Mucho mas raro que el anterior, y habita los mismos lugares. Lanius rufus, Linn.—Nombre vulgar, Cacildran, Casigrande.—Nom- bre castellano, Alcaudon rojo.—Muy comun y sedentario en toda la provincia. 527 Género MUSCICAPA, Lion. En castellano, Moscarela. Obs. Nuestro Diccionario llama Moscareta 4 una especie de ave muy distinta de las que corresponden á este género. Segun su descripcion y el nombre científico que cita, es la sazicola rubetica; pero como esta especie corresponde á otro género bien caracterizado, y al que le con- viene mejor otro nombre, hemos creido que debíamos adoptar este to- mo genérico de las aves que comprende, no solo por la analogía con el nombre latino y las costumbres de sus especies, que se alimentan casi esclusivamente con moscas, sino porque en ninguna parte de España hemos observado que se llame moscarelas á las especies de sazícolas, al paso que á las de este género se las llama así vulgarmente, no solo en esta provincia, sino en otras. Muscicapa grisola, Linn.—Nombre vulgar, Moscareta, Pájara tonta.— Nombre castellano que debe tener, Moscareta agrisada.—Es muy comun desde los primeros dias de primavera hasta los últimos de otoño. Emi- gra en el invierno. Muscicapa albicollis, Temm.—Nombre vulgar.....—Nombre caste- llano, Moscareta colliblanca.—Es de avenida: llega á nuestro pais á me- diados de la primavera, y aun antes si el tiempo es templado; perma- nece todo el verano, y en los primeros dias de otoño emigra, no siendo nunca muy abundante. Muscicapa luctuosa, Temm.—Nombre vulgar..... —Nombre caste- llano, Moscareta tristg.—La misma observacion que en la especie prece— dente. Género TURDUS, Linn, En castellano, Mirlo y Zorzal. (Y el Dic.) Obs. Llamamos Zorzales á las especies de este género que tienen el plumage con los colores pardos, y que no dominan los oscuros, al paso que darémos el nombre de Mirlos á los que tienen los colores negros Ú OSCUros. Turdus pilaris, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano. TOMO 1Y. 68 528 Zorzal tordella. (V. el Dic.) —Muy raro, pues solo se ve alguno en los inviernos muy frios. Turdus musicus, Linn.—Nombre vulgar, Zorzal. —Nombre castella- no, Zorzal pardo. (V. el Dic.) —Muy abundante en el invierno, emigra en la primavera, y aparece de nuevo en el otoño. Obs. Esta especie, lo mismo que la siguiente, se alimentan casi es- clusivamente en este pais de moluscos, haciendo por este motivo un gran beneficio á los horticultores. En mas de cien individuos que he- mos estudiado, hemos visto constantemente el estómago mas 6 menos ocupado con el Bulimus ventricosus, y jóvenes individuos del Helix pisa- na variabilis y Arigomi. Turdus ilíacus, Linn. —Nombre vulgar, Charla. —Nombre castellano, Zorzal rojizo. —Comun, aunque menos que la anterior especie, y con el mismo género de vida. Turdus torquatus, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Mirlo collarfero.—No muy comun, y al parecer sedentario. Obs. Preferimos el nombre compuesto que damos á esta especie, por no tener mas de una sola palabra, á llamarle Mirlo de collar. Los dos nombres significan lo mismo. Turdus merula, Linn.—Nombre vulgar, Merla. —Nombre castellano, Mirlo comun. (V. el Dic.) —Muy abundante y sedentario, prefiriendo para su estancia y nidificacion, etc., los huertos y jardines, especial- mente donde se cultivan las especies del género Citrus, como naranjos, limoneros, etc. Turdus cyaneus, Gmel.—Nombre vulgar, Solitario.—Nombre caste- llano, Mirlo azulado.—El Diccionario llama á este pájaro Tordo loco, pero nosotros preferimos el nombre que le damos. Es comun y seden- tario, y á pesar de su índole agreste y montaraz, suele verse en los edificios mas elevados y en las torres de algunas iglesias de esta ciudad. A la torreta de mi misma casa han estado viniendo este año (1856) co- tidianamente un macho y una hembra durante todo el mes de octubre, á perseguir á los palomos del vecindario, con los que sin duda se di- vertian volando detrás de ellos, é inquietándoles y persiguiéndoles para picarlos por la espalda. Género CYNCLUS, Bechst. En castellano Tordocinclo, Obs. El Diccionario parece que da el nombre de Zordo de agua a la especie mas comun de este género, que tambien se llama así vulgar— mente en algunos puntos de Castilla. No obstante, nosotros preferimos formar el nombre espuesto para genérico, por ser mas acomodado á las reglas que al principio hemos manifestado. Cimclus aquaticus, Bechst.—Nombre vulgar.....—Nombre castella— no, Tordocinclo acuático. —No hemos visto en tantos años como lleya- mos de observacion mas que dos individuos jóvenes, cazados en las acequias de esta vega al principio del invierno. Género SYLVIA, Lalh. En castellano Silvia, Obs. No conocemos ningun nombre castellano que convenga á este género. El de Picofinos que algunos dan á muchas de estas especies, no es mas que una traduccion del Becfin de los franceses, que nosotros no adoptamos, porque ni tienen todas las del género el pico delgado y pequeño, que es lo que significa Picofino, ni son, aun cuando así fue— se, ellas solas las que se hallan en este caso. Por lo mismo preferimos el nombre espuesto, que esperamos sea adoptado por los naturalistas y filólogos. Sylvia turdoides, Mey.—Nombre vulgar, Moscareton.—Nombre cas- tellano, Silvia tordencha.— Comun en los cañares de las acequias y rios de la provincia, donde no vive mas que durante el verano. Sylvia fluviatilis, Mey.—Nombre vulgar, Moscareton.—Nombre cas- tellano, Silvia fluvial. —Muy rara, y confundida por el vulgo con la es- pecie anterior, teniendo las mismas costumbres. Sylvia locustella, Lath.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Silvia locustela.—Es rara y de paso en el otoño. Sylvia arundinacea, Lath.—Nombre vulgar, Pinzoleta. — Nombre castellano, Silvia cañaliega.—Muy comun en los cañares y en la vega 530 de esta capital, y en casi todos los sitios cultivados de la provincia durante el verano. Sylvia palustris, Bechst.—Nombre vulgar, Pinzoleta. —Nombre cas- tellano, Silvia palustre.—En todo como la anterior. Sylvia cetti, Marm.—Nombre vulgar, Moscareta.—Nombre castella— no, Silvia cetti.—Aunque rara, se suele ver entre los matorrales de las acequias de esta vega, y parece sedentaria. Sylvia rubiginosa, Temm.— Nombre vulgar, Alzarrabo.— Nombre castellano, Silvia alzarrabo.—Muy comun en los campos y aun en la vega durante la primavera y el verano, siendo de las últimas aves que emigran en el otoño. Obs. Llama el vulgo Alzarrabo á este pájaro, porque constante mente está levantando y bajando la cola cuando está parado con mo- vimientos muy graciosos. Por este mismo motivo le damos nosotros el nombre espuesto. Anida en los frutales, en los olivos, entre las higue- ras tunas ó de pala, como llaman aquí vulgarmente á la opuntia vulga- ris, Mill., en el suelo y en cualquier parte indistintamente. Pone de 5 á 6 huevos de un blanco sucio, sembrados de manchas irregulares y puntos de color de cereza mas abundantes y gruesos en la estremidad obtusa. Sylvia luscinia, Lath.—Nombre vulgar, Ruiseñor.—Nombre caste- llano, Silvia ruiseñor, 6 Ruiseñor. (V. el Dic.) —Comun, pero de aveni- da, siendo una de las primeras aves que llegan en primavera á este pais, pero una de las que mas pronto emigran al principio del otoño. Vive en estado de domesticidad perfectamente. Sylvia orphea, Temm.—Nombre vulgar, Pinzoleta. —Nombre caste- llano, Silvia orfea.—Comun en la falda de las sierras entre los mator- rales. Tambien se halla algunas veces, aunque pocas, en las llanuras. Es de avenida, y una de las que mas tarde emigran. Sylvia atricapilla, Lath.—Nombre vulgar, Pinzoleta. —Nombre cas- tellano, Silvia coronaria.—Llega á muestro pais en los primeros dias de la primavera, y emigra en los últimos de otoño, siendo muy comun en todo este tiempo en toda la provincia. Sylvia melanocephala, Lath. — Nombre vulgar, Pinzoleta. — Nom- 531 bre castellano, Silvia cucullada. — Muy rara, y al parecer de paso accidental. Sylvia hortensis, Bechst.—Nombre vulgar, Pinzoleta.—Nombre cas- tellano, Silvia hortelana.—Comun, de avenida en primavera, y emigra bastante tarde en otoño. Sylvia cinerea, Lath.—Nombre vulgar, Pinzoleta.—Nombre caste- llano, Silvia cenicienta.—Comun, y en un todo como la anterior. Sylvia curruca, Lath.—Nombre vulgar, Pinzoleta.—Nombre caste- llano, Silvia curruca, ó Curruca solameñte. (V. el Dic.) —Llega á nues- tro pais al principio del verano, y emigra en cuanto empieza el otoño. no siendo muy comun. Sylvia conspicillata, Marm.—Nombre vulgar, Friolencos.—Nombre castellano, Silvia pestañosa.—Comun y sedentaria en algunos sitios. Cerca de Fortuna vive todo el año entre los matorrales y los salada— res, metiéndose en las cuadras y cortijos en los dias de mucho frio. por lo que les llaman Friolencos. Vive tambien entre los matorrales de los montes, pero es menos abundante, y se retira de estos sitios en fin de otoño. Sylvia provincialis, Gmel.—Nombre vulgar, Pinzoletica.—Nombre castellano, Silvia provincial.—Vive en los sitios que la anterior, pero es muy rara y emigra en el invierno. Sylvia passerina, Lath.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Silvia gorrioncina.—No es muy comun, pero se halla desde la prima- vera hasta el otoño en las faldas de las sierras. Sylvia rubecula, Lath.—Nombre vulgar, Colorin.—Nombre caste— llano, Silvia pechirroja.—Muy abundante y comun desde el otoño hasta la primavera, en que emigra. Sylvia suecica, Lath.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Sil- via colhiazul.—Muy rara, pues solo se ye alguna vez en los inviernos muy crudos. Sylvia titys, Scop.—Nombre vulgar, Solitaria.—Nombre castellano, Silvia negruzca.—Comun en el invierno solamente á la falda de las sierras, en los olivares y viñedos. Suele verse tambien en la vega y aun en lo interior de la ciudad, pero rara vez. 532 Sylvia pheenicurus, Lath. —Nombre vulgar, Colirojo.—Nombre cas- tellano, Silvia coliroja.—Muy comun, y de paso en la primavera y el otoño en toda la provincia. Sylvia trochila, Lath.—Nombre vulgar, Pinzoletica.—Nombre cas- tellano, Silvia muscivora.—Muy comun en los otoños é inviernos hasta en los jardines de la poblacion. Algunas veces entra hasta en las habita ciones persiguiendo las moscas y los insectos. Por este motivo la hemos llamado muscívora, aunque á muchas de su género y aun de otros convenga tambien esta palabra. Como se ve tambien en el verano y en la primavera, aunque no en tanto número, creemos sea sedentaria. Sylvia rufa, Lath.—Nombre vulgar, Pinzoletica.—Nombre castella— no, Silvia chiquita. —Mucho menos comun que la especie anterior; en todo lo demás lo mismo. Sylvia cisticola, Yemm.—Nombre vulgar, Tintin, Bolsicon.—Nom- bre castellano, Silvia tintin.—Esta especie, que es muy abundante y sedentaria, y que vive por todas partes, tiene un canto muy agudo y penetrante, sobre todo cuando vuela, pareciendo que de intérvalo á iñtérvalo pronuncia cada una de las dos sílabas del nombre vulgar que por este motivo hemos conservado. El nido de estas aves, que está construido con sustancias vegetales ó animales, pero sumamente blan= das y finas, y que lo forma sosteniéndolo en algunos débiles tallos, es largo y estrecho á manera de bolsillo, por lo que se les llama tambien en algunos puntos Bolsicones. Género REGULUS, Cuv. En castellano Reyezuelo. (Y. el Dic.) Regulus cristatus, Ran.—Nombre vulgar.....— Nombre castellano, Reyezuelo comun.—Aunque es raro suele hallarse en los montes de la Sierra de Espuña, especialmente en los pocos sitios donde se encuen- tra algun arbolado. Género TROGLODYTES, Cuy. En castellano Troglodita. Troglodytes vulgaris, Cuv.—Nombre vulgar.....—Nombre castella- no, Troglodita comun. —Es muy raro, pero suele hallarse en el invierno por las orillas de los azarves de la vega de esta capital. Género SAXICOLA, Bechst. En castellano Coliblanca. Obs. Adoptamos este nombre como genérico, atendiendo al caracter casi constante de sus especies, en las que la mayor parte de la cola es blanca, por lo que se las llama vulgarmente de este modo, ó de otro semejante ó equivalente. Saxicola cachinans, Temm.—Nombre vulgar, Rabiblanca, Ruiblan— ca.—Nombre castellano, Coliblanca negra.—Muy abundante, sedentaria y comun en los montes y sierras de toda la provincia. Saxicola ceenanthe, Bechst.—Nombre vulgar, Rabiblanca, Ruiblanca.— Nombre castellano, Coliblanca cenicienta. —Esta especie es la menos co- mun de todo el género, y aunque parece sedentaria, se ve, así como las especies siguientes, mucho mas abundantemente en el estío que en las demás estaciones. Creemos que un crecido número emigran, pero que quedan en el pais muchos pares aun durante el invierno. Sazicola stapacina, Temm.—Nombre vulgar, Ruiblanca.—Nombre castellano, Coliblanca trapaza. (V. el Dic. en la palabra pájaro). —Es mucho mas abundante que la especie anterior, y en todo lo demás lo mismo. Sazxicola aurita, Temm.—Nombre vulgar, Ruiblanca. —Nombre cas- tellano, Coliblanca orejera.—En un todo como la anterior. Sazicola rubetra, Bechst.—Nombre vulgar, Cagaestacas.— Nombre castellano, Coliblanca ayrisada.—Es especie sedentaria, pero rara. Véase la nota del género Misscicapa. Saxicola rubicola, Bechst.—Nombre vulgar, Cagaestacas. —Nombre castellano. Coliblanca collalba.—Es sedentaria, y muy comun y abun- dante en todas estaciones en toda la provincia. 534 Género ACCENTOR, Bechst. En castellano, Cantaunido, Obs. Damos este nombre al género atendiendo á la significacion de Accentor, que equivale á cantar con otro, ete., de donde nosotros he- mos formado la voz Cantaunido, que espresará cantar junto, unido ó al tiempo de otro ú otros. E Accentor modularis, Cuv.—Nombre vulgar, Alfalfero.—Nombre cas- tellano, Cantaunido, Melodioso.—Es poco comun, y solo se ve en los inviernos entre los alfalfares y los prados de hortalizas y legumbres. Género MOTACILLA, Lalb. En castellano, Aguzanieves. (V. el Dic.) Motacilla alba, Linn.—Nombre vulgar, Pajarila de las meves.—En castellano Aguzanieves blanca. —Comunísima, sedentaria y abundante en todas partes. Motacilla flava, Linn.—Nombre vulgar, Pajarita de las nieves ama—- rilla.—Nombre castellano, Aguzamieves amarilla.—De avenida en los otoños é inviernos; emigra en fin de primavera. Género ANTHUS, Bechsl, En castellano, Pitpit. Obs. Nuestro Diccionario da este nombre á un pájaro, que ni por el nombre científico que cita, mi por la descripcion, conocemos, ni creemos existe en Europa. En este concepto, y no mereciendo gran fe ni sus citas ni sus descripciones cuando no están bien claras y terminantes, proponemos el nombre espuesto, por ser castellano, y por la analogía que tiene con su canto, y con el nombre francés que vul- sarmente se da á estas aves en el vecino imperio. Anthus Richardi, VieiMl.—Nombre vulgar, Churrica.—Nombre cas- tellano, Pitpit Richard.—No muy comun, pero st encuentra desde la primavera hasta fines de otoño en las sierras, y algunas veces en los campos del Sur de la provincia. Anthus pratensis, Bechst.—Nombre vulgar, Alfalfero.—Nombre cas- 535 tellano, Pitpit pratense. —Comun en el invierno y otoño; emigra en la primavera. Anthus arboreus, Bechst. —Nombre vulgar, Alfalfero. —Nombre cas- tellano, Pitpit arbóreo.—Como la especie anterior, pero mucho mas abundante y comun. Anthus aquaticus, Bechst.—Nombre vulgar.....—Nombre castella— no, Pitpit acuático. —Se ve en los inviernos, y de paso en las primave- ras, especialmente lluviosas. Anthus rufescens, Temm.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Pitpit campestre.—Algo comun á la falda de las sierras vecinas á esta capital durante el estío y parte del otoño. Género ALAUDA, Lin. En castellano, Alondra. (Y, el Dic.) Alauda Calandra, Linn.—Nombre vulgar, Calandria.—Nombre cas- tellano, Alondra, Calandria. (V. el Dic.) —Muy abundante, comun y sedentaria en algunos puntos de la provincia, como Lorca, Mazarron, Lumbreras, etc. Alauda cristata, Linn.—Nombre vulgar, Zutubia.—Nombre caste- llano, Alondra moñuda ó Cogujada. (V. el Dic.) —Muy abundante, comun y sedentaria en todas partes. Alauda arvensis, Linn.—Nombre vulgar, Churra.—Nombre caste- llano, Alondra campestre. —Comun y sedentaria. Alauda arborea, Linn.—Nombre vulgar, Churra.—Nombre castella— no, Alondra arbórea. —Comun y sedentaria. Alauda brachidactyla, Temm.—Nombre vulgar, Churrica.—Nombre castellano, Alondra pequeña. —Muy abundante, comun y sedentaria por toda la provincia, pero mas especialmente por nuestros campos li- torales. Género PARUS, Linn. En castellano, Paro, Obs. El Diccionario en la palabra Pavo describe perfectamente al Parus major, al que le da el nombre de Pavo carbonero, pero añadiendo el sinónimo latino ó nombre científico Pavus major. Ahora bien, cual- TOMO 1V. 69 536 quiera que lea el párrafo citado, comprende que esto es una equivoca- cion, y que el Pavus major debe ser Parus major. Esta equivocacion ha conducido á tomar la palabra Pavo por Paro, segun nuestro modo de ver. Pero si no se quisiera dar valor á lo que acabamos de esponer, aún tendríamos otra voz que emplear como genérica, cual es la de Fringila- yo, que admite el Diccionario como equivalente de Pavo carbonero, que ya sabemos, sino por el nombre por la descripcion, que es el Parus major. Parus major, Linn.—Nombre vulgar, Guerrero.—Nombre castella— no, Paro carbonero.—Es abundantisimo y muy comun en toda la pro- vincia en todas épocas. Parus ater, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Paro pinariego.—Comun en los sitios de la sierra de Espuña y otros de la pro— vincia en que hay abundancia de pinos, que es donde generalmente habita, y por lo que le llamamos pinariego. Parus ceruleus, Linn. — Nombre vulgar..... — Nombre castellano, Paro Alionín 6 alionino. (V. el Dic.) —En los mismos sitios que el ante rior, pero muy raro. Género EMBERIZA, Lion, En castellano, Triguero (Y, el Dic.) Emberiza citrinella, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre castella— no, Triguero avitonto.—Es muy raro, y solo se ve en algunos inviernos. Obs. A este pájaro le da el Diccionario el nombre de Avetonta (V. la voz Ave), y modificando nosotros estas palabras segun conviene al mejor sentido, le llamamos del modo manifestado. Emberiza miliaria, Linn.—Nombre vulgar, Triguero. —Nombre cas- tellano, Triguero comun. (V. el Dic.) —Comun en los campos desde febrero hasta otoño. Einberiza scheeniculus, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre caste- llano, Triguero hortelano. (V. la palabra Hortelano en el Diccionario.) — Poco comun, pero segun creo sedentario en muchos puntos de la pro- vincia, sobre todo en la vega de la ciudad. Emberiza hortulana, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre castella— no, Triguero hortense.—Comun, y al parecer sedentario. 537 Emberiza cirlus, Lum.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano. Triguero riveriego.—Es comun y sedentario en toda la provincia. Obs. Damos el nombre de riveriego á este Triguero, porque jamás Ó muy rara vez se halla y vive en los campos de secano y estériles; siempre se encuentra en las faldas de las sierras donde hay matorra- les, y mejor en los campos de riego y en la proximidad de los manan- tiales, arroyos, acequias, rios, etc. Comprendemos muy bien que hay otras especies del mismo género, que teniendo las mismas costumbres, merecen bien el mismo nombre; pero en la dificultad de darle otro mas propio adoptamos este, sin que por esto rehusemos el cambiarle por otro, si con mejor suerte hay quien se le imponga. Emberiza cia, Linn. — Nombre vulgar..... —Nombre castellano, Triguero pratense. —Comun y sedentario en la vega á la falda de las sierras meridionales, de esta capital sobre todo, y en algunos otros sitios de la provincia. Género LOXIA, Briss. En castellano, Picotuerto. Obs. Uno de los caracteres de este género es tener el pico encor- vado en sus dos mandibulas, y cruzado en su estremidad mas ó menos perfectamente, lo que da á estas aves el aspecto de tener el pico tor- cido. Por esto creemos que ningun nombre es mas propio para espresar el género de estas aves, que el que le damos. Loxia curvirrostra, Linn.—Nombre vulgar..... —Nombre castellano, Picotuerto comun.—Muy raro, y de paso accidental en los pinares de las mas altas sierras. Nosotros no hemos cazado mas que un individuo hembra, ó macho muy joven, en la sierra de la Pila, en el mes de oc- tubre de 1843. Género PRINGILLA, lllig, En castellano, Gorrion, Obs. Ala mayor parte, y especialmente á las mas comunes y abun- dantes de estas aves, se las conoce vulgarmente con el nombre de 533 Gorriones. Por esta razon, sin que nos detengamos en otras, damos al género este nombre. Fringilla coccothraustes, Temm.—Nombre vulgar, Lironero, Picogor- do.—Nombre castellano, Gorrion piñonero.—Poco comun, y de paso en las sierras. Suele verse, aunque no con frecuencia, en la vega de esta ciudad, donde le llaman £Lironero, porque se alimenta muchas veces con los frutos del almez (Celtis australis, Linn.), que se llama aquí lironero, asi como á los primeros lirones. Fringilla chloris, YTemm.—Nombre vulgar, Verdolor.—Nombre cas- tellano, Gorrion verderol. (Y. el Dic.) —Muy comun y sedentario en toda la provincia. Fringilla petronia, Linn.—Nombre vulgar, Empaire y Paire.—Nom- bre castellano, Gorrion chilla.—Damos este nombre á esta especie, no solo por su canto, que es un chillido continuado y desapacible, sino tambien porque en muchos puntos de Castilla se llama asi á este pájaro vulgarmente. Fringilla domestica, Linn.—Nombre vulgar, Gorrion.—Nombre cas- tellano, Gorrion comun.—Extraordinariamente abundante, comun y se- dentario por todas partes. Fringilla montana, Linn.—Nombre vulgar, Gorrion moruno, lorqui- no, del campo, de monte, etc.—Nombre castellano, Gorrión serrano.— Comun y sedentario en las faldas de las sierras y en los pueblos situa dos en sus inmediaciones, así como en las sierras mismas, por lo que le damos este nombre. Fringilla serinus, Linn.—Nombre vulgar, Gafarron.—Nombre cas- tellano, Gorrión verdecillo.—Muy abundante y comun en todos los cam- pos cultivados de la provincia, especialmente en los de regadío. Aun- que es sedentario, se halla mucho mas abundante y frecuentemente en primavera y otoño que en invierno. Obs. A pesar de que nuestro Diccionario llama tambien verdecillo al verderol, nosotros circunscribimos esta voz, aplicándola solo á la es- pecie mencionada. Por no hacer estas observaciones y notas difusas y pesadas, separándonos un tanto de nuestro objeto principal, no nos estendemos en esta, así como en otras muchas anteriores. 539 Pringilla ccelebs, Linn.—Nombre vulgar, Pinzon.—Nombre caste- llano, (Forrion pinzon. (W. el Dic.)—Comun y sedentario en toda la provincia. Fringilla montifringilla, Linn.—Nombre vulgar, Colmenero. —Nom- bre castellano, (Grorrion juncal.—No es muy comun, pues solo le hemos visto cerca de Jumilla, donde le llaman Colmenero, por pararse en las colmenas á cantar por la madrugada. Parece que es de paso, segun las noticias que hemos recojido. Fringilla cannabina, Linn.— Nombre vulgar, Gafarron.— Nombre castellano, (Gorrion pajarel. (V. el Dic.) —Algo comun en los sitios montuosos, y al parecer sedentario. Fringilla citrinella, Linn. Nombre vulgar, (rafarron.—Nombre cas= tellano, Gorrion verdin.—Comun en algunos puntos de la provincia, y al parecer sedentario. Obs. El color dominante de este Gorrion es el verde amarillento, parecido al color que tienen las plantas y las hojas al nacer, que segun el Diccionario se llama verdin. Por este motivo damos el mismo nombre al pájaro. Fringilla montíum, Gmel.—Nombre vulgar, Pajarel.—Nombre cas- tellano, Gorrion montés.—Algo abundante en los montes y en las faldas de la sierra, de paso en el otoño. Fringilla linaria, Linn.—Nombre vulgar, Pajarel.—Nombre caste- llano, Gorrion linero.—Raro, y de paso en el otoño. Fringilla carduelis, Linn.— Nombre vulgar, Cavernera. — Nombre castellano, Gorrion jilguero. (V. el Dic.) —Muy abundante y comun en todos sitios y épocas. Obs. El Diccionario llama tambien á este pájaro Pintacilgo, Pin tadillo, etc, 540 ORDEN 5.”—ZIGODACTILAS O TREPADORAS. Género CUCULUS, Linn. En castellano, Cuchillo. (Y, el Dic.) Cuculus canorus, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Ceclillo comun.—De avenida en los estíios. No es muy comun, y emi- gra al principio de otoño. Cuculus glandarius, Linn.—Nombre vulgar..... —Nombre castellano, Cuclillo real.—Es de avenida, y no es raro en las inmediaciones de Lorca y otros pueblos de la provincia durante el verano. Género PICUS, Linn. En castellano, Pico. (Y. el Dic.) Picus viridis, Linn. —Nombre vulgar, Picapinos. — Nombre caste- llano, Picoverde.—Aunque raro, se suelen ver algunos individuos en los pinares y sitios mas elevados de las sierras de Espuña y de la Pila. Picus medius, Linn.—Nombre vulgar, Caballico.—Nombre castella- no, Picorelincho ú Picapuerco. (V. el Dic.) —Algo mas abundante que el anterior en los mismos sitios. Género YUNX, Lino. En castellano, Torcecuello. (Y. el Dic) Vunz torquilla, Linn. —Nombre vulgar, Hormiguero y Hormigonero.— Nombre castellano, Torcecuello hormiguero.—Muy comun en los vera- nos; emigra en los primeros dias del otoño. ORDEN 6.*—ANISODACTILAS. Género TRICHODROMA, lllig. En castellano, Aradero. (Y. el Dic, Tichodroma phenicoptera, Temm. — Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Arañero mural.—Muy raro en la sierra de Espuña. No le hemos visto en ningun otro sitio de la provincia (*). Género UPUPA, Linn, En castellano, Abubilla, (Y, el Dic, Upupa Epops, Linn. —Nombre vulgar, Porputa.—Nombre castella- no, Abubilla comun. —Es de avenida en los estios, y se halla comun y frecuentemente por toda la provincia. ORDEN 7."—ALCIONES. Género MEROPS, Linn, En castellano, Abejaruco. (Y. el Dic, Merops apiaster, Linn. —Nombre vulgar, Abejoruo.—Nombre caste- llano, Abejaruco comun.—Muy abundante, en los veranos solamente, en toda la provincia. Género ALCEDO, Linn, En castellano, Alcion. (V. el Dic.) Alcedo hispida, Linn.—Nombre vulgar, Polillero, Martinpescador. (Tambien le da estos nombres el Diccionario.) —Nombre castellano, (*) En octubre de este año de 1858 hemos recibido un individuo macho ca- zado en las cañadas de S. Pedro, que hemos regalado á nuestro amigo D, Fran- cisco Cánovas. 542 Alcion comun.—Abundante en las orillas de los azarbes, acequias, rios y sitios lagunosos de la provincia, siendo sedentario. ORDEN S.*—GOLONDRINAS. Género MIRUNDO, Linn. En castellano, Golondrina. (Y, el Dic.) Hirundo rustica, Linn.—Nombre vulgar, Golondrina.—Nombre cas- tellano, Golondrina doméstica.—Abundantísima por todas partes desde los primeros dias de primavera hasta los últimos de otoño, en que emigra. IHirundo urbica, Linn.—Nombre vulgar, Vencejo.—Nombre castella- no, Grolondrina urbana. —Muy abundante y comun como la anterior, y en las mismas épocas. Hirundo riparia, Linn.—Nombre vulgar, Vencejo.—Nombre caste- llano, Golondrina riverieya.—Como las especies anteriores. Hirundo rupestris, Linn.—Nombre vulgar, Vencejo.—Nombre cas- tellano, (Grolondrina roquera.—No tan abundante como las anteriores, pero comun en los montes rocallosos de la provincia, y en las mismas épocas. Género CYPSELUS, Jllig. En castellano, Vencejo. (Y. el Dic.) Cypselus alpinus, Temm.— Nombre vulgar, Avion pechiblanco.— Nombre castellano, Vencejo pechiblanco.—Aunque es poco comun, se ven todos los veranos muchos individuos, y algunos años son notable- mente abundantes, pero siempre de paso. Cypselus murarius, Temm.—Nombre vulgar, Avion. —Nombre cas- tellano, Vencejo avion. (V. el Dic.) —Muy abundante y comun por todas partes en el verano, emigrando en el otoño. 543 hénero CAPRIMULGUS, Lino. En castellano, Chotacabras, (Y. el Dic,) Caprimulgus ewropeus, Linn. —Nombre vulgar, Engañapastor.—Nom- bre castellano, Chotacabras parduzco.—Se halla en las sierras y sitios quebrados en todas épocas, aunque es bastante escaso. Caprimulgus ruficollis, Temm.—Nombre vulgar, Engañapastor.— Nombre castellano, Chotacabras rojizo.—Mucho mas abundante que la especie anterior en los campos y montes, pero emigra en otoño. Algu- nos permanecen todo el año, puesto que hemos tenido ocasion de ma= tar algunos, aunque raros, en el invierno. ORDEN 9.”—PALOMAS. Género COLUMBA, Lion, En castellano, Paloma. (Y. el Dic.) Columba palumbus, Linn. —Nombre vulgar, Zorcazo, Paloma torcaz.— Nombre castellano, Paloma torcaz.—Comun y sedentaria en los montes y Campos. Columba cenas, Linn.—Nombre vulgar, Paloma.—Nombre castella- no, Paloma silvestre. Poco comun, pero vive sedentariamente en las SIerras. Columba livia, Briss.—Nombre vulgar, Paloma.—Nombre castella- no, Paloma brava.—Muy rara, pero vive en algunos puntos de las sier- ras meridionales de esta capital, en cuyas escabrosidades está al abrigo de la persecucion que se les hace á todas las de su género, y donde ha recobrado su libertad, pues en nuestro concepto esta especie es proce- dente de la que vive en nuestros palomares en estado de domesticidad. Columba turtuwr, Linn.—Nombre vulgar, Tórtola.—Nombre caste- llano, Paloma tórtola.—Comun y sedentaria en nuestros montes y campos. TOMO 1Y. 544 ORDEN 10.—GALLINACEAS. Género PTEROCLES, Temm. En castellano, Ganga. (Y, el Dic.) Pterocles arenarius, Temm. Nombre vulgar, Churras, Churras man— chegas.—Nombre castellano, Ganga coliredonda.—Muy comun y seden- taria en los campos de esta provincia, sobre todo en los meridionales. Obs. Esta (ranga, á que llaman en otras partes Ortega, no debe lla— marse así, porque este nombre es el de la 7etras bonasia. Anida en tierra en una ligera escavacion, sin mas preparacion que poner al re- dedor algunas hojas secas de gramíneas. Pone dos huevos oblongos de color blanco ligeramente azulado, pintados con puntos y manchas par- duzcas. Género PERDIX, Lalh. En castellano, Perdiz. Perdiz rubra, Briss.—Nombre vulgar, Perdiz. —Nombre castellano, Perdiz roja.—Muy abundante, comun y sedentaria en todas partes. Perdiz petrosa, Lath. Nombre vulgar, Perdiz. —Nombre castellano, Perdiz africana.—Antes de las esplotaciones de las minas de las sierras de Cartagena, se solian hallar algunos individuos en ellas. Ahora son tan raros, que ha mas de seis años no hemos visto ninguno. Todavía se conservan algunos individuos en estado de domesticidad entre los campesinos, á pesar de que no los tienen sino por curiosidad, en razon á no servirles para la caza, pues no cantan, segun dicen. Perdiz cinerea. Lath.—Nombre vulgar..... — Nombre castellano. Perdiz gris.—Muy rara y de paso accidental probablemente, pues no hemos visto mas que un solo individuo que matamos, y conservamos en el museo del Instituto. Perdiz coturnixz, Lath.—Nombre vulgar, Codorniz.—Nombre caste- llano, Perdiz codorniz, ó simplemente Codorniz. (V. el Dic.) —Muy abun- dante, comun y de avenida en primayera. Emigra en el invierno. 545 ORDEN 11.—ALECTORIDEAS. Género GLARBOLA, Briss. En castellano, Glareola. Glareola torquata, Meyer. —Nombre vulgar.....—Nombre castellano, frlareola comun.—Muy rara, y de paso en las orillas del mar Menor y del Mediterráneo. ORDEN 12.—CORREDORAS. Género OTIS, Lion. En castellano, Abutarda. (Y. el Dic.) Otis tetrar, Linn.—Nombre vulgar, Sison.—Nombre castellano, Abutarda sison, ó simplemente Sison. (Véase en el Diccionario esta pa- labra.) —Algo comun en los veranos en los campos despoblados de esta provincia. ORDEN 13.—ZANCUDAS. Género (EDICNEMUS, Temm. En castellano, Alcaraván. (Y. el Dic) OEdicnemus crepitans, Temm.—Nombre vulgar, Chorlito.—Nombre castellano, Alcaraván zancudo. (V. el Dic.) —Comun, y al parecer se- dentario. Género MIMANTOPUS, Briss, En castellano, Zancudo. Himantopus melanopterus, Meyer. — Nombre vulgar..... —Nombre castellano, Zancudo alinegro.—Muy raro. Solo poseo un individuo, muerto en el riacho de Sangonera en el invierno del año 1845. Género MAMATOPUS, Linn. En castellano, Palirrojo, equivalente á Haemalopos. Hematopus ostralegus, Linn.—Nombre vulgar... —Nombre castella- no, Patirojo ostrero.—Es muy raro, pues solo he visto y muerto un in- dividuo en las orillas del mar Menor en el verano de 1848. Género CHARADRIUS, Linn, En castellano, Chorlito (Y. el Dic.) Obs. Aunque el nombre científico que cita el Diccionario no le co- nocemos, la descripcion del ave es bien precisa para que dudemos de la especie. No sabemos por qué se les ha dado el nombre de pluviales á estas aves, teniendo su nombre castellano, que por malo que sea es mejor que cualquiera traducido. Charadrius pluvialis, Linn.—Nombre vulgar, Reolin.—Nombre cas- tellano, Chorlito pluvial. —Comun en los inviernos lluyiosos, principal- mente en los campos de Sangonera, cerca de esta capital, y en los pan- tanos de Lorca. Charadrius hiaticula, Linm.— Nombre vulgar, Andarrio.—Nombre castellano, Chorlito patiaureo.—Aunque raro, suele verse en los riachos de la provincia durante el invierno. Charadrius minor, Meyer.—Nombre vulgar, Andarrio.—Nombre cas- tellano, Chorlito piquinegro.—Como el anterior en todo. Charadrius cantianus, Lath.—Nombre vulgar, Martinete.—Nombre castellano, Chorlito litoral.—Muy comun y abundante en las orillas del mar Menor, donde parece que es sedentario. Yo he matado muchos individuos en el verano, pero he recibido algunos, aunque pocos, en invierno. Anida en estos sitios, y no le he visto en ningun otro punto de la provincia. Género VANELLUS, Briss. En castellano, Avefría. (V. el Dic.) Vanellus cristatus, Meyer.—Nombre vulgar, Judía, Ave, ría. —Nom- bre castellano, Avefría moñuda.—De avenida en los inviernos, espectal- mente lluviosos y frios. 547 Género SIREPSILAS, Mig. En castellano, Revolvedor. (V. el Dic, Obs. El que conozca las costumbres de este pájaro, no estrañará le demos el nombre espuesto, y comprenderá desde luego la razon que nos asiste. Strepsilas collarís, Temm.—Nombre vulgar.....—Nombre castella- no, Revolvedor pedrero.—Raro y de paso en el invierno, en cuya época hemos recibido algunos de las orillas del mar Menor. hénero ARDEA, Linn, En castellano, Garza, (Y. el Dic, Ardea cincrea, Lath.—Nombre vulgar, Garza.—Nombre castella- no, frarza real. (V. el Dic.) —Algo comun en los rios y pantanos de la provincia. Árdea purpurea, Linn.—Nombre vulgar, Garza.— Nombre caste- llano, Garza purpúrea.—Lo mismo que la anterior. Ardea garzella, Linn.—Nombre vulgar, Gorza.—Nombre castella— no, Garza garcela, 6 Garzota. (V. el Dic.) —Mas rara que las dos ante riores especies. Ardea stellaris, Linn.— Nombre vulgar, Garceta.—Nombre castella- no, frarza avetoro. (V. el Dic. en la voz Ave.) —Suele verse en los mismos sitios y del mismo modo que las dos primeras especies. Ardea ralloides, Scopol.—Nombre vulgar, Garceta.—Nombre caste- llano, Garza cangrejera.—Lo mismo que la especie anterior. Obs. No sabemos por qué los franceses han dado á esta especie de Garza el nombre de Crabier. Lo que podemos asegurar es que nunca hubiéramos admitido el nombre traducido que le han dado algunos naturalistas españoles, si hubiésemos atendido solamente ¿ las costumbres de estas aves, que no difieren en nada de las demás de su género. No habiendo ninguna afinidad, ni teniendo ninguna re- lacion con los cangrejos, ¿4 qué darla un nombre que puede induda- blemente inducir en error? Nos hace respetar el nombre para no cam- biarle, el estar ya admitido por algunos. 548 Árdea minuta, Linn.—Nombre vulgar, Garcica.—Nombre castella— no, Garza pequeña. —Lo mismo que las anteriores. Género NYCTICORAX, Cuv. En castellano, Garza. Nycticoraz ardeola, Cuy.—Nombre vulgar, Garzola.—Nombre cas- tellano, (rarza zumaya, 6 simplemente Zumaya. (V. el Dic.) —Es mas comun que las especies anteriores, y suele verse hasta en las márjenes del Segura, cerca de esta capital. Uno de los bellos ejemplares que se conservan en el museo de nuestra enseñanza, le mató el Excmo. Se- ñor Marqués de Camachos en el molino harinero de su propiedad, junto á la misma ciudad. Género RECURVIROSTRA, Linn. En castellano, Avocela. Obs. Admitido ya por algunos este nombre genérico, no nos atre- vemos á variarle, aunque se puede cambiar por otros mas signifi- cativos. Recurvirostra avoceta, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre castella- no, Avoceta blanquinegra.—Rara y de paso accidental en los meses de marzo y abril por las orillas del mar Menor. Tambien se ha visto cerca de los pantanos de Lorca, de donde procede un ejemplar que hemos visto en la coleccion que tiene en la dicha ciudad el Sr. Don Francisco Cánovas. Género NUMENIOS, Briss. En castellano, Zarapito. (Y. el Dic.) Numentus arquata, Lath.—Nombre vulgar, Picarua grande. —Nom- bre castellano, Zarapito real.—Algo comun en los inviernos en las orillas y saladares próximos al mar Menor. Numenius phceopus, Lath. Nombre vulgar, Picarua grande.—Nombre castellano, Zarapito comun.—Mas abundante que la especie anterior, y parece sedentaria, pues se ha matado en los mismos sitios tambien en verano. Género TRINGA, Linn, En castellano, Picudilla, (Y. el Dic.) Tringa subarquata, Temm.— Nombre vulgar, Picarua. — Nombre castellano, Picudilla africana. Muy comun y sedentaria en las orillas del mar Menor. Tringa variabilis, Meyer.—Nombre vulgar, Picarua.—Nombre cas- tellano, Picudilla variable.—Rara y de paso en los otoños frios por las orillas del mar Menor. Tringa Temminckii, Leisl.—Nombre vulgar, Picaruica.— Nombre castellano, Picudilla Temmink.—Algo comun, pero de paso en otoño y primavera por las orillas del mar Menor. Tringa minuta, Leisl.—Nombre vulgar, Picaruica.—Nombre caste- llano, Picudilla pequeñita. —En todo como la anterior, pero mucho mas rara. Tringa cinerea, Linn.—Nombre vulgar, Picarua.—Nombre castella- no, Picudilla cenicienta.—Algo comun, y de paso en las orillas del mar Menor en el otoño. Tringa pugnaz, Linn.—Nombre vulgar, Picarua.—Nombre castella- no, Picudilla combatiente.—Solo hemos visto dos individuos, macho y hembra, que matamos en el riacho de Sangonera en el otoño de 1848. Obs. A pesar de que el Diccionario llama Pavo marino á esta especie, nosotros, por las razones que al principio espusimos, preferimos el nombre que dejamos espuesto. Género TOTANUS, Bechst, En castellano, Andarrio, Obs. A la mayor parte de las aves de este género se les da vulgar- mente el nombre de Andarrios. Sus costumbres, además, y su género de vida, son bastantes para hacer este nombre bien propio. Verdad es que hay aves de otros géneros que tienen las mismas habitudes, y reci- ben tambien por esto el mismo nombre vulgarmente; pero esto no obs- tante, preferimos el nombre que dejamos espuesto al de Caballeros, que les han dado algunos traduciéndole del francés, 550 Totanus fuscus, Leisl.—Nombre vulgar, Andarrio.—Nombre castella- no, Andarrio parduzco.—Poco comun, pero se ve en todas estaciones hácia el riacho de Sangonera y de Alhama, y alguna vez hasta en el Regueron, cerca de Murcia. Totanus calidris, Bechst.—Nombre vulgar, Andarrio.—Nombre cas- tellano, Andarrio patirrojo.—Como el anterior, pero mas abundante y mas estendido, pues le hemos recibido de las orillas del mar Menor. Totanus stagnatilis, Bechst. — Nombre vulgar, Andarrio. —Nombre castellano Andarrio palustre.—Es muy raro, pero se suele ver algun individuo, de paso en la primavera, por algunos sitios de la provincia, y aun en las inmediaciones de esta capital. Totanus ochropus, Temm.—Nombre vulgar, Andarrio.—Nombre cas- tellano, Andarrio coliblanco,—Como el anterior. Totanus glareola, Yemm.—Nombre vulgar, Andarrio.—Nombre cas- tellano, Andarrio cascajoso.—Como el anterior. Totanus ylottis. Bechst.—Nombre vulgar, Andarrio.—Nombre cas- tellano, Andarrio agrisado.—Como el anterior. Género SCOLOPAX, Liun, En castellauo, Becada. (Y. el Dic, Scolopaz rusticola, Linn.—Nombre vulgar, Becá, Picarua.—Nombre castellano, Becada chocha, 6 Chocha perdiz. (V. el Dic.) —Suele cazarse con frecuencia en los campos húmedos, cerca de los rios y lagunas, y mas abundantemente en los inviernos frios y lluviosos que en los Secos. Scolopaz gallinago, Linn. — Nombre vulgar, Picaruica. — Nom- bre castellano, Becada agachadiza, ó Ayachadiza. (V. el Dic.) —Mas comun que la anterior hasta en la vega de esta capital, y en las mismas épocas. Scolopaz gallinula, Linn.—Nombre vulgar, Picaruica. —Nombre castellano, Becada rayuelo, 6 Rayuelo. (V. el Dic.) —Lo mismo que la anterior. 551 Género RALLOS, Linn. En castellano, Pollagua. Obs. El Diccionario llama á la única especie de este género conoci- da en Europa, que es el Rallus aquaticus, Polla de agua. Sincopando este nombre, hemos formado el que proponemos para este género. Rallus aquaticus, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Pollagua palustre.—Poco comun, pero suele cazarse en los campos de las inmediaciones de Murcia y otros puntos de la provincia en los in- viernos lluviosos. Género GALLINULA, Briss, En castellano, Rascon. (Y. el Dic.) Gallinula crex, Lath.—Nombre vulgar, Guia de codornices, Maresa. En Cartagena, Faisan.—Nombre castellano Rascon comun.—Muy abun- dante en los campos húmedos y las marinas de la provincia, desde la primavera hasta el otoño. Gallinula porzana, Lath.—Nombre vulgar, Polla de agua, Zarama- gullon.—Nombre castellano, Rascon mediano.—Vive todo el año en los saladares y marismas, así como en algunos sitios cultivados de la pro- vincia, aunque en corto número. Gallinula pusilla, Bechst.—Nombre vulgar, Polla de agua.— Nombre castellano, Rascon pequeño.—Vive como la anterior especie, pero es muy rara. Gallinula Bailloni, Vieill.—Nombre vulgar, Polla de agua, Zarama— gullon.—Nombre castellano, Rascon Baillon.—Nive como la especie pre- cedente, pero no es tan rara. Gallinula chloropus, Lath.—Nombre vulgar, Polla de agua, Piover— de.—Nombre castellano, Rascon oscuro.—Vive como los anteriores en los saladares, marismas y sitios pantanosos, en las orillas de los azar- ves y acequias, entre los cañares y junqueras, siendo bastante comun y abundante hasta en las inmediaciones de la capital. Los individuos viejos se ven muy raras veces en la vega, donde abundan los jóvenes, al paso que en el riacho de Alhama son aquellos mas frecuentes. TOMO IV. TA 552 Género PORPHYRIO, Lino. En castellano, Calamon, (Y, el Dic.) Porphyrio hyacintinus, Temm.—Nombre vulgar.....—Nombre cas- tellano, Calamon velusto.—Muy rara vez se ve, y siempre de paso acci- dental. Es posible que viva en las lagunas y arrozales de Calasparra» pero lo ignoramos. Obs. Damos el nombre de yetusto á este Calamon, por ser conocido y por cierto extraordinariamente apreciado por los griegos y romanos desde la mas remota antigúedad. Si no hubiésemos descubierto la es- pecie siguiente, indudablemente hubiéramos llamado europeo á este Calamon; pero no siendo el único ya en Europa, nos parece inoportuna tal denominacion. No la rechazarémos, sin embargo, si el juicio y dic- tamen de otros profesores la cree mas oportuna que la indicada y espuesta. Porphyrio variegatus, mihi.—Nombre vulgar.....—Nombre castella- no, Calamon abigarrado.—En el otoño de 1854 se mató en las inme- diaciones del mar Menor este Calamon, que nos fue enviado inmediata- mente, segun las instrucciones que tenemos dadas á algunas personas de ese parage. Creimos al pronto si seria alguna especie nueva ó exótica del género Gallinula, que por acaso hubiese arribado 4 nuestras costas, y consultamos al Sr. D. Mariano de la Paz Graells, tan eminente na- turalista como querido amigo nuestro, que no pudo sacarnos de la duda, pero que nos confirmó en nuestra opinion de que el ave en cuestion debia ser algo interesante y desconocida. Posteriormente reconocimos pertenecia al género Porphyrio, no solo por convenirle bastante bien los caracteres que se le asignan y que exactamente hemos comprobado, sino porque hemos notado además uno que, siendo de grandísima importancia, no hemos visto ni sabe- mos haya sido citado por ningun naturalista, hasta el presente que nosotros le hemos observado, no solo en el Calamon vetusto ó europeo, sino tambien en algunas especies que tenemos de África, y en la espe- cie de que nos ocupamos. Este caracter consiste en tener una espina córnea muy aguda naciendo en el muñon del ala, por delante y por 553 encima de la primera remera, cubierta con las pequeñas plumas que ocultan la region metacarpiana (). A pesar de nuestras investigaciones no salíamos de duda, y no te- niendo relaciones directas con ningun ornitólogo que nos pudiese satisfacer, esperábamos que nuestras ocupaciones nos permitiesen ha- cer alguno de los viajes que de tiempo en tiempo emprendemos al estranjero, para llevar con nosotros el individuo que poseemos, y con- sultar en los museos y con los profesores mas idóneos para el caso. En este estado llegaron á esta cepital los Señores Bremh, de quienes ya hemos hablado; y como su opinion fuese acorde con la nuestra, asegurándonos que creian como nosotros que este Calamon era una especie nueva, nos atrevemos á publicarla, seguros de que, sino es lo que creemos, siempre será una noticia rara é interesante para el estu- dio de la fauna ornitológica, no solo de España, sino de Europa. He aqui la frase especifica y la descripcion que nosotros mismos hemos dado á los indicados Señores, con diferencia del nombre sola- mente, y sobre lo que vamos á permitirnos dos palabras. Deseando dar un testimonio de buen aprecio y de amistad á perso- nas tan dignas, dedicamos esta especie á su nombre, llamándola Por- phyrio Bremhi. Atendiendo á que el nombre con que ahora la publi- camos es mas propio, á que puede traducirse mas facilmente y con gran exactitud en castellano, y á otras varias razones que á los mismos Señores antes de su partida de esta espusimos, hemos determinado variar el nombre que le impusimos en el catálogo de nuestras coleccio- nes, llamándole, en vez de Porphyrio Bremhi, Porphyrio varieyatus. A pesar. de que, como llevamos dicho, manifestamos á los Señores Bremh nuestro ánimo de cambiar el nombre por los motivos que he- mos manifestado y otros varios que les espusimos, harémos aquí esta manifestacion, no se crea que este cambio de nombre es un desaire, que estamos muy lejos de querer hacer á estos Señores. (+) Despues de estar para imprimirse estos apuntes, hemos visto que el ca- racter de que llevamos hecha referencia no corresponde solo al género Porphyrio, sino tambien al Gallinula Rallus, y otros. 554 Porphyrio variegatus, mihi. (Lám. 2.”) —Dorso fusco olivaceo, plumis testaceo seu flavo-testaceo marginatis, tectricibus alarum superioribus metallico-viridibus, flavo-testaceo marginatis; barbis exterioribus remi- ges prime albido-flavescentibus, cetere metallico-viridibus; cauda fuseo- olivacea, plumis testaceo-marginatis; collo anteriús, pectore et regione anali ferrugineis, gutture ventreque albescentibus; lateribus fusco- cyaneis, plumis regionis coxigez nigris, testaceo marginatis; rostro placáque obscuré viridibus, pedibus carneo-virescentibus. Plumas de la parte superior de la cabeza y posterior del cuello, de un color pardo oscuro; dorso, grandes y pequeñas escapulares, co- bijas superiores de la cola, así como la cola misma y la parte posterior de las piernas, de un pardo oliváceo, anchamente marginadas de amari- llo ferruginoso; partes laterales de la cabeza, cuello, pecho, cobijas de los costados del cuerpo é inferiores de la cola, así como la parte an- terior de las piernas, de un blanco rojizo mas oscuro 0 mas claro, segun que están mas ó menos próximas á las partes anteriores; cobijas pequeñas y superiores de las alas de un verde azulado claro y metálico en el encuentro del ala, que va haciéndose mas oscuro y confundiéndose con el pardo oliváceo del dorso y las escapulares, en las cobijas siguientes y mayores; garganta y vientre blancos; alas negro-oliváceas en las barbas interiores, y verde metálicas en las esteriores, escepto la barba esterior de la primera remera, que es blanco amarillenta; costados de la espalda y del cuerpo de un azul de Prusia muy oscuro; cobijas primeras é inferiores de las alas de un negro apizarrado, anchamente franjeadas de blanco. Pico y placa fron- tal de un pardo oscuro verdoso; pies de un cárneo oliváceo uniforme. Longitud desde el pico á la estremidad de la cola, de 293 4 50 cen- timetros. Longitud del pico desde la base de la placa hasta la estremidad del mismo, 55 4 54 milímetros. Latitud del mismo en la base, de 11 á 12 milímetros. Longitud de los tarsos, 5 centímetros. Longitud del dedo medio hasta el arranque de la uña, 5 centí- metros. 555 Longitud del dedo esterno, 42 milímetros. Id. del interno, 55 á 36 milímetros. 1d. del dedo posterior, 2 centímetros. Longitud de las alas desde el carpo hasta la estremidad de la ter- cera remera, que es la mas larga, de 15 4 15% centímetros. ORDEN 14.—PINNATIPEDAS. Género FULICA, Briss. En castellano, Pulica. (Y, el Dic.) Fulica atra, Linn.—Nombre vulgar, Focha.—Nombre castellano, Fulica negra. —Comun en los inviernos en los saladares y sitios lagu- nosos de la provincia, y algunas veces hasta en los campos cultiva— dos de las inmediaciones de Murcia. Género PODICEPS, Lath. En castellano, Somorgujo. (Y. el Dic,) Podiceps cristatus, Lath.—Nombre vulgar, Gallinela.—Nombre cas- tellano, Somorgujo moñudo.—Suele verse en el mar Menor en diferentes épocas, pasando á veces en él todo el año, pero es raro. Podiceps cornutus. Lath.—Nombre vulgar, Gallineta.—Nombre cas- tellano, Somorgujo cornudo.—Lo mismo que el anterior. Podiceps aurilus, Lath.—Nombre vulgar, Gallineta.—Nombre caste- llano, Somorgujo orejudo.—Como los anteriores, pero mucho mas comun y abundante. Podiceps minor, Lath.—Nombre vulgar, Gallineta.—Nombre caste- llano, Somorgujo pegueño.—Muy abundante en todo tiempo en el mar Menor, y aun en algunos sitios del rio Segura se ha cazado alguna vez. ORDEN 15.—PALMIPEDAS. Género STERNA, Linn. En castellano, Gavina. Obs. Para el vulgo las aves de este género y del inmediato son unas mismas, y no se diferencian sino por el tamaño ó magnitud. 556 Aunque el Diccionario dice que la voz (favina se usa en esta pro- vincia como sinónima de Gaviota, no es enteramente exacto. Las es- pecies del género Serna y Larus que son pequeñas ó medianas, se llaman Gavinas solamente. Las de mayor magnitud, Gaviotas. Final- mente, se les da el nombre de Gavinotas á todas las que tienen bastante corpulencia y magnitud. Nosotros vamos á adoptar estos mismos nom- bres; el primero y el segundo, porque aunque con aplicacion diferente, están sancionados por el Diccionario, y el último porque lo creemos mas oportuno que todos los dados hasta aquí al género Larus. Ade- más, el nombre de Golondrinas de mar que se ha dado á estas aves, es largo, impropio para la tecnologia vulgar que deseamos crear, é inconveniente, porque bien poco hay de comun entre las Golondrinas y estas aves. Poco nos importa que los franceses las llamen /firon- delle de mer, cuando tenemos voces castellanas sancionadas por el uso para denominar á estas aves sin necesidad de traducir ese nombre. Sternia caspia, Pallas.—Nombre vulgar, Gravina.—Nombre caste- llano, Gavina caspia.—Abundante en algunos años en el mar Menor; en otros apenas se ve alguna pareja. Sterna cantiaca, Gmel. — Nombre vulgar, Gavina.—Nombre caste— llano, Gavina africana.—Como la anterior, aunque mas abundante. Sterna hirundo, Linn.—Nombre vulgar, Gavina.—Nombre castella— no, Gavina golondrina.—Muy abundante y comun en todo tiempo, ani dando en las orillas mismas del mar Menor. Sterna anglica, Montas.—Nombre vulgar, Gavina.—Nombre caste- llano, Gavina piquinegra.—Escasa, y de paso en el mar Menor durante el invierno, pero en el verano es mas abundante, y anida al parecer en sus inmediaciones. Sterna nigra, Linn.—Nombre vulgar, Espumaell.—Nombre castella— no, Gavina variable. Muy comun y abundante en el verano é invierno en el mar Menor, en cuyas inmediaciones anida. Suele verse algunas veces en el curso del Segura. Sterna minuta, Linn.—Nombre vulgar, Charranes. —Nombre caste- llano, Gavina pequeña. —Comunísima y abundante en todo tiempo en el mar Menor, en cuyas inmediaciones nidifica. 557 Género LARUS, Lion. En castellano, ravinote. (Vease la observacion del género anterior.) Larus marinus, Linn.—Nombre vulgar, Gavinole.—Nombre castella- no, Gavinole marino. —Comun en el mar Menor, á cuyos islotes viene á nidificar en el verano. Larus argentalus, Brum.—Nombre vulgar, Gavinote.—Nombre cas- tellano, Gavinote argentado.—Como la especie anterior, pero escasa. Larus canus, Linn. —Nombre vulgar, Gravinole.—Nombre castellano, Gavinote ceniciento.—Raro, y de paso en los otoños. Larus tridactylus, Lath.—Nombre vulgar, Gaviota. —Nombre caste- llano, Gaviota tridáctila.—Aunque no es muy comun, suele verse no solo en las orillas del mar Menor, puerto de Cartagena y costa medi- terránea de la provincia, sino tambien en el curso del rio Segura algu- nas veces. Larus ridibundus, Leisler.—Nombre vulgar, Gaviota. —Nombre cas- tellano, (Gaviota risueña.—Comun en nuestras costas del Mediterráneo en todas estaciones. Género THALASSIDROMA, Vig. En castellano, Talasidroma. Thalassidroma pelagica, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre caste- llano, Talasidroma marina. —Esta especie, que no tenemos noticia haya sido observada por ningun otro naturalista en España, y que hemos mandado á los museos de Madrid y de Valencia, viene á nidificar todos los años á los islotes desiertos, que frente á Cabo de Palos se hallan si- tuados en el Mediterráneo, y que se conocen con los nombres de Las Hormigas é Isla Grosa. Especialmente en este último sitio es abundan- tísima durante los meses de junio y julio; pero vive constantemente oculta, sobre todo de dia, entre los basaltos tubulares que forman una gran parte de este islote. Aquí nidifica, ó mejor dicho cria, pues deposita uno ó dos huevos elípticos y de un blanco nítido sobre la tier- ra misma, sin mas preparacion. Estos individuos difieren de su tipo en que jamás tienen, ni jóvenes ni viejos, terminadas de blanco las plumas escapulares ni las remeras secundarias. 558 Creemos, con el entendido ornitólogo Bremh, que esta variedad es una especie bien caracterizada y distinta. La forma de los huevos y la constancia de los caracteres, tanto en sus diversas edades como en los diferentes sitios donde se halla, y en todos los individuos, nos autori- zan para asegurarlo. Solo que en vez de llamarla Hydrobatos Feroensis, como ha hecho dicho autor, nosotros la daríamos el nombre de Hydro- bates stulta, mo solo porque no es propia solo de las Islas Feroes, sino porque es el ave mas estúpida que conocemos. Durante las épocas que vive en nuestro pais se la puede cojer por docenas sin que se defienda ni huya, ni se mueva. Aún hay mas: algunas veces las hemos arrojado al aire, y han caido como cuerpos inertes sin desplegar las alas. fsénero ÁNSER, Briss, En castellano, kaoso, (Y, el Dic.) Anser segetum, Briss.—Nombre vulgar, Ganso. —Nombre castellano, (Ganso bravo. (V. el Dic.) —Karo y de paso en el otoño, viéndose á veces á las orillas mismas del Segura en los sitios solitarios. Género ANAS, Lino. En castellano, Anade, (Y. el Dic,) Anas Boschas, Linn.—Nombre vulgar, Pato. —Nombre castellano, Anade colliverde.—Algo comun en las orillas de las acequias y rios, entre los cañares y carrizales durante el invierno, Anas acuta, Linn.—Nombre vulgar, Pato. —Nombre castellano, Anade colilargo.—Raro y de paso en el invierno. Anas penelope, Linn.—Nombre vulgar, Pato. —Nombre castellano, Anade silbador.—Escaso en los riachos y sitios lagunosos de la provin- cia en el invierno. Anas clypeata, Linn. —Nombre vulgar, Pato. —Nombre castellano, Anade cuchareta.—Raro y de paso en los inviernos. Anas querquedula, Linn.—Nombre vulgar, Patico.—Nombre caste- llano, Anade cercetilla 6 Cerceta comun.—Mas abundante que las espe= cies anteriores, y mas comun en verano que en invierno. Anas crecca, Linn.—Nombre vulgar, Patico. —Nombre castellano, 559 Anade cerceta ú cerceta hiemal.—Como la anterior, pero solo se ve en el invierno. Anas marmorata, Temm. — Nombre vulgar, Pato.—Nombre caste- llano, Anade jaspeado ó Cerceta jaspeada.—Rara, pero se suele ver en los veranos en los sitios que los anteriores. Anas rufina, Pall. —Nombre vulgar, Pato. —Nombre castellano, Anade moñirrojo.—Raro y de paso en el invierno. Anas fuligula, Linn.—Nombre vulgar, Pato.—Nombre castellano, Anade moninegro.—Lomo el anterior. Género CARBO, Meyer. En castellano, Cuervomar. Obs. Creemos que el nombre que dejamos espuesto es, aunque compuesto, preferible al de Cormoran que otros han dado á este género. pues esta voz es enteramente francesa, y no tiene significación alguna en nuestro idioma. Carbo cormoramus, Meyer. —Nombre vulgar, Cuervo marino. —Nom- bre castellano, Cuervomar grande.—Suele verse en el mar Menor, cerca de la encañizada sobre todo, y tambien en nuestra costa mediterránea, aunque de paso, y en los inviernos frios. Tenemos un ejemplar de un macho joven cazado en la playa de Aguilas por D. Francisco Cánovas, de Lorca. Género COLIMBOS, Lath, En castellano, Colimbo, Colymbus septentrionalis, Linn.—Nombre vulgar.....—Nombre cas- tellano, Colimbo cuellirrojo.—Tenemos un ejemplar de un macho adulto cazado en el mar Menor, pero su presencia en nuestras costas debe ser accidental, porque ni se ha visto otro, ni nadie conoció el ave, ni re- cordaba nadie haber visto otra igual. Género URIA, Briss. En castellano, Uria. Uria troile, Lath.—Nombre vulgar.....—Nombre castellano, Uria patioscura.—Aunque muy rara y de paso accidental, no lo es tanto co- TUMO IV. 72 560 mo la especie anterior, pues se ha visto y cazado algunas veces en las aguas del mar Menor. Nosotros hemos recibido dos ejemplares, y no somos los únicos, pues algunos aficionados á disecar de esta ciudad poseen algun ejemplar además. Recordamos en este momento uno que tiene D. Antonio Cañizares, empleado en el Ayuntamiento de esta capital. Género MORMÓON, Cuy. En castellano, Frailecillo. Mormon fratercula, Temm.—Nombre vulgar..... — Nombre caste- llano, Frailecillo pequeño.—La misma observacion que hemos hecho respecto á la especie anterior deberíamos repetir en esta; pero creemos poder asegurar que es, aun cuando accidental y de paso, mas abun- dante que la anterior, y no solo en nuestra provincia, sino en la de Valencia. Hemos recibido de nuestro amigo D. Ignacio Vidal, enten- dido naturalista de la Universidad, un ejemplar de esta especie cojido en la Albufera. Si no se halla citada en su catálogo, es sin duda porque al escribirle no le sería todavía conocida U. Pascual Valls del. ATUS,! ERPETOLOGIA HISPALENSIS, SEL CATALOGUS METODICUS REPTILIUM ET AMPRIBIORUM IN PROVINCIA HISPALENSI VIVENTIUM, AUERPOBB ANYOMIO A UACHADO, MCCCLIX. pl PRA IR E rápido incremento que las ciencias fisicas han tenido en este siglo, ha alcanzado tambien á las naturales. El conocimiento de la organiza- cion de los séres vivientes es tan completo, los hechos y observa- ciones recojidas son tan numerosas, que la Zoologia y la Botánica pueden colocarse entre las ciencias mas adelantadas en la época actual. Muchos siglos han trascurrido para llegar á tal estado ambos ramos del saber humano. A las imperfectas nociones que los primitivos pueblos tuvieron de la Zoologia, el genio de Aristóteles vino á añadir los inmen- sos tesoros que una elevada inteligencia ayudada de la observacion, era capaz de suministrar. El discípulo de Platon reunió todos los conocimientos que en His- toria Natural poseyeron los antiguos. En los escritos de Aristóteles encontramos las primeras ideas científicas sobre los reptiles. Estos séres habian ya fijado la atencion de los pueblos históricos. Algunos habian alcanzado una celebridad inmerecida: al crocodilo le conside raban los antiguos Egipcios como un rico presente del Nilo; el piton fue divinizado por los bracmanes de la India, Se creian fabulosas las descripciones de Herodoto respecto del erocodilo: pero la experiencia ha demostrado recientemente la exacti- 562 tud y veracidad del padre de la historia. Muchos mitos y alegorías de los Persas y Hebreos, de los Griegos y Romanos, indican cuánto in- fluian en la imaginacion de los pueblos los numerosos reptiles de que están pobladas las regiones del Asia y del Egipto. Quizás muchas ideas de Aristóteles estarian tomadas de las tradiciones egipcias. Plinio, escritor elegante, y durante largo tiempo considerado como el principe de los naturalistas, nada agrega de útil á lo que el filósofo griego consigna sobre los reptiles en su Historia Natural. Al contrario, sus descripciones deben leerse con cautela, pues refiere como verdades las fábulas mas vulgares y ridículas. Algunas veces, sin embargo, da noticias exactas y curiosas acerca de las costumbres y otras particu- laridades de los reptiles, pero expuestas con el desorden que le es peculiar. Despues de la caida del imperio romano, las ciencias desapare- cieron de Occidente. La luz que reflejaba Ebn Sina desde la célebre escuela de Bagdad, apenas llegaba á la Europa, envuelta en la mayor Ignorancia. Los Arabes españoles y los monjes conservaron un resto del saber de los antiguos, traduciendo y copiando sus escritos. Pero la Histo- ria Natural no reaparece hasta que Teodoro de (Gaza trae á Italia, despues de la toma de Constantinopla, las obras de Aristóteles y Teofrasto. Por este tiempo Hermolaus Barbarus comenta y pretende corregir á Plinio y Dioscórides. Las guerras, la imprenta, los descu- brimientos y conquistas del siglo XVI, dan un nuevo impulso al espí- ritu humano. Esta época, poco abundante en sábios, lo fué mucho en comentadores, compiladores y eruditos. La Historia Natural es reconstruida por Conrado (esner, y forma parte de ella la de los reptiles. Aldrovando, Jonston y Ray le siguen en este camino; pero á todos sobrepujó el erudito naturalista de Zurich. Entre los historiadores españoles que tratan de los séres natu- rales de América, debemos citar á Juan Ignacio Molina, José de Acosta y Francisco Hernandez, que dan á conocer por la vez primera algunos reptiles de Chile, el Perú y Nueva-España. El último principalmente es digno de elogio, por haber sido el primer naturalista que ha descrito 563 los objetos naturales de Méjico. Y sin embargo, el ilustre médico de Felipe Il no pudo publicar por sí mismo sus manuscritos: perso- nas estrañas á la ciencia los imprimieron, extractándolos como les plugo. En el siglo XVIL, Galileo con la fuerza de sus convicciones, Des- cartes discurriendo sobre el método en el estudio de las ciencias, y el Novum organum de Bacon, rompen el yugo de la autoridad, y emanci- pan para siempre la inteligencia humana de las trabas del escolasticis- mo y la dialéctica. ¡Inmenso progreso, cuyos beneficios son recojidos por la posteridad! Al comenzar el siglo XVI, un hombre eminente descubre á los naturalistas el nuevo camino que deben seguir: la ob- seryacion. Linneo, superior á todos sus antecesores por las privilegiadas dotes de su espíritu eminentemente observador, hace avanzar todas las par- tes de la Zoologia, y entre ellas la que trata de los reptiles. Al sis- tema de clasificacion inventado por el célebre Sueco, se suceden otros diversos; la Erpetologia adelanta con cada uno de ellos. Joseph Nicolás Laurenti, es el primero que introduce alteraciones en el modo de distribuir los reptiles; pero olvida incluir en sus cuadros el orden de los Quelonios. Lacepede y Daudin, Alejandro Brongniart y Latreille, han publicado cada uno separadamente tratados generales, que serán monumentos imperecederos para la Erpetologia. Cuvier, Dumeril, Merren, Wagler, Bonaparte y otros mejoran los sistemas anteriores de clasificacion, y perfeccionan la ciencia, Los naturalistas visitan todas las regiones del globo, y describen y publican el resultado de sus investigaciones. Mr. Gay y Mr. d'Orbigny nos dan á conocer los reptiles de Chile y el Brasil. La Sagra los de la Isla de Cuba, obra que deseamos ver terminada. La América septen- trional, el Africa y Asia han tenido tambien erpetólogos distinguidos. Los paises meridionales de Europa, mas abundantes en reptiles que los del Norte, han sido estudiados por Savigni, Bibron, Metaxa y el prín- cipe Bonaparte. Si en España no hemos contribuido como deseáramos al inmenso progreso que la Erpetologia y los otros ramos de la Historia Natural 564 han hecho en las demás naciones, no es nuestra la culpa, sino de cir- cunstancias especiales que es inutil recordar. Afortunadamente hoy, bajo la proteccion de la augusta Isabel, que rije los destinos de la patria, las ciencias han vuelto 4 reanudar el periodo de progreso que tuvieron en el feliz reinado del inolvidable Carlos HL. Cumpliendo el deber que me impuse hace algunos años, de enume- rar en pequeños catálogos todos los animales que habitan la provincia de Sevilla y pueblos comarcanos, tócale hoy el turno á los reptiles. Por ser mas difíciles de adquirir que los otros vertebrados, no he podido indicar todos aquellos que segun mis noticias residen en este territorio: continuaré mis investigaciones con el fin de completarlos, y mientras tanto, espero que este pequeño ensayo sea recibido con benevolencia por los naturalistas. Sevilla y enero 26 de 1859. Aitonco Aachado. 565 CLASSIS 11.-—REPTILIA. Sectio 1H. — Testudinata, Oppel. DNDIDIINIDN ORDO V.—CHELONMII, OPPEL. FAMILIA /, CHELONIDA, BONAP. Sub-familia 14, Chelonina, Bonap. GeEyus CHELONIA, Brox6N. Ch. Midas, Schweigger.—Castellano, Tortuga marina. —Habita en la costa de Cadiz, en el Océano Atlántico. FAMILIA 11, TESTUDINIDA, BONAP. Sub-familia, Emydina, Bonap. Genus EMYS, Ar., Br. Em. sigriz, Dum.—Castellano, Tortuga de agua dulce. —Habita en las lagunas poco profundas de la provincia de Sevilla. Em. lutaria, Merr.—Castellano, Tortuga comun ó Galápago. —Habita en los arroyos y charcas de agua perennes. Sub-familia 19, Testudinina, Bonap. Genus TESTUDO, Bron6x. Test. marginata, Schoef.—Castellano, Tortuga terrestre 6 morisca.— Habita en los terrenos arenosos y frescos del coto de Doña Ana: muy comun en las inmediaciones de Almonte, el Rocío y otros pue- blos de la provincia de Huelva. 566 Sectio MI.—Squamata, Oppel. ORDO VI. — SAURIL, BRONGN. TRIBUS I, PACHYGLOSSI, WAGL. FAMILIA 14, GECCONIDA, BONAP. Sub-familia 20, Hemidactylina, Bonap. Genus EMIDACTYLUS, Cuv. Hem. verruculatus, Cuv.—Castellano, Salamanquesa negra. —Habita en los troncos de los olivos viejos y otros árboles. Sub-familia 21, Platydactylina, Bonap. (Genus PLATYDATYLUS, Cuy. Pl. muralis, Dum.—Castellano, Salamanquesa.—Habita los edificios viejos, en los tejados, techos, ete. FAMILIA 14, CHAM/AELEONTID, BONAP. Sub-familia 30, Chameeleontina, Bonap. Genus CHAMALEO, Laun. Ch. vulgaris, Cuy.—Castellano, Camaleon.—Habita en los pueblos de la provincia de Cadiz próximos al mar: se le encuentra en las arbo- ledas y viñas inmediatas á Jerez, Puerto de Santa María, San Lucar y Otros. 567 TRIBUS 11. —LEPTOGLOSSI, VIEG. FAMILIA 18, LACERTIDE, BONAP. Sub-familia 34, Lacertina, Bonap. Genus ZOOTOCA, WaaL. Z. vivipara, Wagl. —Castellano, Lagartija. — Habita cn toda la provincia. Genus LACERTA, Linn. L. stirpium, Daud.—Castellano, Lagartija.—Habita en los lugares montuosos de la provincia, y varia tanto en sus coloridos que parecen especies distintas. L. viridis. Daud.—Castellano, Lagarto verde.—Habita en los terre nos montañosos, entre las hendiduras y desigualdades de las rocas. Genus THIMON, Tscmup. Th. ocellatus, Tschud.—Castellano, Lagarto de ojuelos. —Habita en los vallados y muros de las haciendas de campo y cortijos: se encuen- tran en gran número en las ruinas de la antigua Itálica, y han adqui- rido fama por su tamaño. Genus ACANTHODACTYLUS, Frrzix6. A. vulgaris, Dum.—Castellano, Lagartija gris. —Habita en los jar- dines y huertos, y en otra multitud de puntos de la provincia. Sub-familia 35, Tachydromina, Bonap. Genus TROPIDOSAUREA, Borr. Tr. algira, Fitring.—Castellano, Lagartija de monte.—Habita en los alrededores de Sevilla. al TOMO 1Y. 568 FAMILIA 20, AMPHISBAENIDA, BONAP. Sub-familia 42, Amphisbenina, Bonap. Genus AMPHISBAENA, Linn. Amph. cinerea, Vandell.—Castellano, Culebra gris 6 Culebra cieya.— Habita en los techos y tejados de los edificios antiguos. FAMILIA 21, ANGUID, BONAP. Sub-familia 46, Anguina, Bonap. Genus SEPS, Daun. Sep. chalcides, Bonap.—Castellano, Liso. —Habita en las grietas de las tierras de labor; en la primavera se le halla con frecuencia en los prados y lugares abundantes en yerbas. La preocupacion vulgar y tan arraigada en estas provincias de que la mordedura del Liso es venenosa, hizo escribir una memoria al Doc- tor Chinchon en que describe este reptil, demostrando que es com- pletamente inofensivo. Está inserta en el periódico de la Sociedad Médico-quirúrjica de Cadiz, 2.” trimestre del año de 1821. Genus ANGUIS, Linn. A. fragilis, Linn.—Castellano, Lucion.—Andalucía, Culebra de vi- drio.—Habita en los terrenos cultivados y en los prados naturales. Sub-familia 47, Scincina, Bonap. Genus GONGILUS, Water. Gong. ocellatus, Wagl.—Castellano, Gongilo.—Habita entre los sur— cos de los terrenos labrados, donde es facil cojerlo. 569 ORDO VII, OPHIDIL, OPPEL. TRIBUS I, INNOCUL FAMILIA 28, COLUBRID, BONAP. Sub-familia 65, Colubrina, Bonap. Genus COELOPELTIS, Was. Cel. monspesulana.—Castellano, Culebra verde. —Habita en los ter- renos de mucho pasto, en las huertas, jardines, etc. Genus PERIOPS, War. Per. happocrepis, Wagl.—Castellano, Culebra de herradura.—Andal., Alicante.—Habita en los terrenos montañosos de los confines de la provincia de Sevilla, en Constantina, Cazalla, Alanis, etc. En Estremadura se la encuentra muchas veces en las casas de campo. Genus ZAMENIS, Waz. Z. Riccio1, Bonap.—Castellano, Culebra de Riccioli.—Habita en las dehesas de la provincia de Sevilla. Genus CALOPELTIS, Fisz. Cal. flavescens, Bonap.—Castellano, Culebra de Esculapio. —Habita en la sierra y lugares próximos, en Constantina, la Pajanosa, el Ron- quillo, etc. Genus RHINECHIS, MicHameLt. Eh. scalaris, Bonap.—Castellano, Culebra de escalera.—Habita en los terrenos arenosos y estériles: es mas rara en la provincia de Sevilla que en la de Cadiz. 570 Genus ELAPHIS, Bonar. Elaph. quadrilineatus, Bonap.—Castellano, Culebra de cuatro rayas.— Habita en los bosques y lugares muy montuosos. Genus COLUBER, Lixx. Col. viridiflavus, Lacep.—Castellano, Julebra verde y amarilla. — Habita en los prados, en los jardines y huertos de las inmediaciones de Sevilla. FAMILIA 30, NATRICIDE , BONAP. Sub-familia Natricina, Bonap. Genus NATRIX, Laur. N. torquata, Merr.—Castellano, Culebra de agua.—Habita en los ar- royos y sus inmediaciones. N. viperina, Merr.—Castellano, Calebra viperina.—Mabita en los parages húmedos. N. chersoides et ocellata, Wagl.—Castellano, Culebra de ojuelos.— Habita los mismos parages que las anteriores especies. TRIBU 1. —VENENATI, BONAP. FAMILIA 33, VIPERIDA, BONAP. Sub-familia 80, Viperina, Bonap. Genus VIPERA, Lau. V. ammodytes, Laur.—Castellano, Víbora cornuda.—Habita en los alrededores de Sevilla: el cortijo del Judío es célebre por la multitud de reptiles que en él abundan de esta especie. Hay en la provincia de Sevilla otras dos especies de Víboras, si hemos de juzgar por los nombres vulgares con que las distinguen. Una, 571 llamada la pequeña Vibora, habita en las dehesas, principalmente en la llamada de Cartuja, muy espesa y montuosa; otra, que denominan Ví- boro, es de mayor tamaño que la ammodytes, y tiene su habitacion en la montaña. Los ejemplares que he visto de esta última, tenian la cabeza tan magullada que no me ha sido posible reconocerla. CLASSIS 1Y. — AMPHIBIA, LINN. AN Sub-classis 1!.—Batrachia, Al., Br. UVAS ORDO [—RANE, WAGL. FAMILIA 3, BOMBINATORIDA, BONAP. Sub-familia 4, Bombinatorina, Bonap. (Genus BOMBINATOR, Merr. B. igneus, Merr.—Castellano, Sapo.—Habita en las marismas y lugares pantanosos del Guadalquivir. Sub-familia 5, Pelodytina, Bonap. Genus PELODYTES, Frrz. Pel. punctatus, Bonap.—Castellano, Sapo puntuado.—Habita en las marismas inmediatas á Utrera. Genus DISCOGLOSSUS, Orrm. D. pictus, Otth.—Castellano, Sapo pintado.—Habita en los ar- rOyOS. 572 Sub-familia 6, Alytina, Bonap. Genus ALYTES, WaaL. Al. obstetricans, Wagl.—Castellano, Sapo cubridor.—Habita en las orillas del Guadaira. FAMILIA 4, PELOBATIDA, BONAP. Sub-familia 9, Pelobatina, Bonap. Genus PELOBATES, Waaz. Pel. cultripes, Tschudi.—Castellano, Sapo. —Habita en los terrenos llanos y húmedos inmediatos á Sevilla: su número se aumenta en la proximidad de las lluvias. FAMILIA 5, RANID/E, BONAP. Sub-familia 10, Ranina, Bonap. Geyus RANA, Linn. K. viridis, Raesel.—Castellano, Rana verde. —Habita en los arroyos, lagunas y otros depósitos de agua. R. temporaria, Linn.—Castellano, Rana roja.—Habita en los terre- nos húmedos, y es muy comun hallarla entre las zarzas de los vallados y muros que rodean las huertas y posesiones rurales. FAMILIA 6, HYLIDA, BONAP. Sub-familia 11, Hylina, Bonap. Genus HYLA, Laur. Hyl. viridis, Laur.—Castellano, Ranilla verde. —Habita en las mim- breras de la orilla del Guadalquivir. 573 FAMILIA 11, BUFONIDA, FITZ. Sub-familia 20, Bufonina, Bonap. Genus BUFO, Laun. B. vulgaris, Laur.—Castellano, Sapo comun. —Habita en los terrenos bajos y húmedos de la cuenca del Guadalquivir. Adquieren un gran tamaño. B. viridis, Laur.—Castellano, Sapo verde.—Habita en los ¡jardines y huertos, en las albercas y norias, y aun entre las piedras de los pozos del campo. ORDO M.—SALAMANDRA, TSCH. FAMILIA 12, PLEURODELIDA, BONAP. Sub-familia 21, Pleurodelina, Bonap. Genus PLEURODELES, MicHameLo. P. Waltii, Michahell. —Castellano, Salamandra. —Habita en Chiela- na y otros pueblos de la provincia de Cadiz. FAMILIA 13, SALAMANDRIDA, BONAP. Sub-familia 24, Salamandrina, Fitz. Genus SALAMANDRA, Laur. Sal. maculosa, Laur.—Castellano, Salamandra manchada.—Habita en los mismos lugares que la anterior especie. Sub-familia 26, Tritonina, Bonap. Genus TRITON, Laur. Tr. marmoratus, Latr.—Habita en la provincia de Sevilla. Ut airis, Varas EIN TERR Habia op (as rias bril RAN atideH—-003 ¿aaron «Y GEOGNÓSTICO-AGRÍCOLA SOBRE LA PROVINCIA DE CASTELLON, PREMIADA POR LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS EN CONCURSO PÚBLICO CON ARREGLO AL PROGRAMA PRESENTADO POR LA MISMA PARA EL AÑO DE 1858. POR DON JUAN VILANOVA Y PIERA, Catedrático de Geologia y Paleontología en la Universidad central, individuo de la Sociedad geológica y de la Imperial zoológica de aclimatación de Francia, etc. TOMO 1Y. 74 LEMA. — Cada cual lleve su piedra al edificio social. INTRODUCCION. No basta trabajar y estar siempre sobre el campo, como hacen los valencianos; es indispensable conocer ú fondo la tierra que se cultiva para mejorarla con variedad de abonos y para pre- ferir las producciones que le son mas análogas: importa mucho observar el tiempo en que se verifican las lluvias, vientos, hielos y calores; mucho mas aún saber criar y cultivar los vegetales, para sacar mas producto con el mismo trabajo. (Cavanilles, Observaciones sobre el reino de Valencia, tomo I, pág. 96.) « Da las rocas de una provincia de España y la marcha progre- »siva de su descomposición, determinando las causas que la producen, »presentando la análisis cuantitativa de la tierra vegetal formada de sus » detritus, y deduciendo de estos conocimientos y demás circunstancias »locales las aplicaciones á la agricultura en general, y con especialidad »al cultivo de los árboles;» tal es el objeto que la ilustre Academia de Ciencias, celosa por los intereses materiales del pais, y correspondiendo dignamente á las altas miras que el Gobierno tuvo al crear tan sábia corporacion, se ha propuesto llenar con el premio extraordinario que promete anualmente á los que presenten trabajos que cumplan los indicados requisitos. Prometiéndome someter al recto juicio de la Academia el resul- tado de mis observaciones en la provincia de Castellon, voy á exponer por via de introduccion las razones en que se funda el plan de este desaliñado escrito. Yendo directamente al objeto de la mente de tan respetable cor- 578 poracion, y evitando en lo posible los lugares comunes y las discu- siones estériles, empezaria por la descripcion de las rocas y la marcha progresiva de su descomposicion, si estas pudieran considerarse como cuerpos aislados, y no como verdaderos factores de lo que la ciencia llama terrenos, espresion genuina de las épocas que caracterizan la historia física del globo. Y como quiera que ellos imprimen un sello particular segun su edad y composicion respectivas á la orografía é hi- drografía de una comarca, circunstancias que tan directamente influyen en la vegetacion espontánea y cultivada de un pais, de aqui la necesi- dad de invertir algun tanto el orden en la exposicion de los hechos. En su consecuencia, despues de fijar los límites geográficos, físicos y políticos de la provincia cuya descripcion me propongo hacer, y de dar una idea general de los principales accidentes que la caracterizan, siguiendo en ello al gran maestro Cavanilles en su inmortal obra sobre el reino de Valencia (*), seguirá su descripcion geognóstica, en la que, antes de marcar la extension de cada terreno y el caracter orográfico de la region que ocupa, se hará una indicacion de las principales rocas y fósiles que en cada uno de sus pisos lo caracterizan, ilustrándolo todo por medio de cortes geológicos hechos por mí en los puntos mismos en que se indican, y los fósiles mas distintivos por medio de figuras que faciliten su conocimiento. Esto formará la primera parte de la Memoria. La segunda se consagrará á la descripcion de las rocas que en los terrenos de la provincia se encuentran, fijándose especialmente en la naturaleza de sus elementos componentes y en las propiedades físicas que las distinguen en su estado íntegro, y marcando en cada una de ellas la marcha progresiva de su descomposicion, con la naturaleza y modo de obrar de los variados agentes que la determinan. La tercera se destinará al exámen y análisis mecánico-mineralógico (*) Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, pobla- cion y frutos del reino de Valencia, impresas en la Imprenta Real, año de 1795: 2 tomos fol. : 57) de la tierra vegetal resultado de sus detritus, fijándose especialmente en la designacion de la naturaleza de los elementos mineralógicos mas bien que químicos, por las razones que se expondrán, y el estado molecu- lar que cada uno de ellos ofrece, por la importancia que es sabido ejerce en la vegetacion, adoptando en ello las doctrinas de Thurmann. Los preceptos que con aplicacion á la Agricultura en general, y con especialidad al cultivo de los árboles, crea deber dar deduciéndolos de las nociones científicas precedentes, y de manera alguna el modo de ponerlos en práctica, pues esto ya no es ó no debe ser del dominio de este escrito, formarán la cuarta parte del mismo. Por último, convencido de la importancia que en la vegetacion y agricultura tiene el agua, y en vista de las ventajosísimas condiciones que la provincia de Castellon ofrece en su hidrografía subterránea para procurarse á poca costa este elemento tan vital, trataré por via de apéndice, y como complemento de esta Memoria, de la importantisi- ma cuestion de los pozos artesianos, indicando los puntos en que este ramo de industria, tan poderoso auxiliar de la agricultura, pueda lle- varse á feliz término, SITUACION GEOGRAFICA DE LA PROVINCIA DE CASTELLON Y SU CLIMATOLOGÍA. —_—ANA DIAN Li; provincia de Castellon, una de las tres que componian el antiguo reino de Valencia, está situada entre los 39” 38', 40" 47 307 lat.. y los 2 48, 4 17 50 long. oriental del meridiano de Madrid. Sus límites políticos son las montañas de Almenara, estribos de la Sierra de Espadán, que dirijiéndose del E. $. E. al O. N. O. tuercen hácia el O. yendo á unirse con los de Murviedro, y se enlazan luego con la Sierra de la Cueva-Santa, pico de Andilla, Torre-Cortada y Peña-Es- cabia, limitando por el N. 0. las llanuras del Toro y Barracas, siguien- do despues una línea que marca el límite N. de la Sierra Espadán y las ramificaciones de Peñagolosa por Campos de Arenoso, Córtes de Arenoso y Monte del Carbó; hace el límite una entrada en Ntra. Se- ñora de la Estrella, y se continua por la Cuba y Tronchon; llega á las Parras de Castellote (pueblos de la provincia de Teruel), punto el mas septentrional de la provincia; de allí dobla hácia Levante por San Mar- cos, la Pobleta, el Tosal del Rey, la Moleta del Cid y la Cenia, desde cuyo punto marca el linde oriental de la provincia el curso del rio de este nombre, que desagua en el Mediterráneo á corta distancia al E. de Vinaroz. Una costa tortuosa é irregular, unas veces plana, otras mon- tuosa, de unas 20 leguas de estension, forma el límite E. y $. E. de la provincia. Linda esta, de consiguiente, con la de Tarragona por Levante, con la de Valencia por Mediodía y O., con la de Teruel por O. y N., y con el Mediterráneo por parte del E. y del $. Al hablar de la extension y distribucion de cada uno de los terre- 581 nos que componen esta provincia, marcaremos los límites físicos natu- rales que se le pueden asignar. Dejando tambien para cuando tratemos de esta materia el señalar el caracter orográfico é hidrográfico que distingue á esta provincia, nos contentaremos por ahora con decir, que la extension de 158 leguas cuadradas que ocupa, puede dividirse en una region montañosa, que es la principal y ocupa la parte N., N. 0. y O. de la misma, formando hácia el ÑN. una gran meseta ó convexidad terrestre de una elevacion notable, accidentada por varios estribos de montañas con sus arrroyos, cañadas y barrancos; constituyendo lo que se llama antiguo Maestrazgo de Montesa. Hácia el N. O. y el O. se encuentran varias sierras que guardan por mucho trecho una especie de paralelismo, entre las cuales la de Peñagolosa marca el límite de la region anterior, siendo por decirlo así la cordillera matriz de los accidentes que ú esta caracteri- zan. Sigue á esta hácia O. la de Espadán, con formas y caracteres oro- gráficos distintos de la anterior, hijos, como veremos, de su composi- cion geognóstica, y termina por la sierra de Gátova, Cueva-Santa y Peña-Escabia, que forman el límite O. de dicha region y provincia. Las ramificaciones de estas principales eminencias dan lugar entre sus estribos, 6 bien en la cúspide de las montañas, unas veces á mese- tas de considerable extension, que es lo que se nota principalmente en la region del N., como en lo que se llama Muela de Ares del Maestre, del Moll, etc.; otras veces á valles, cañadas y vegas de gran fertilidad, como se ve en Segorbe, el Toro, Onda, Alcora, Villahermosa, Benasal, Cinctorres, Forcall, Morella, San Mateo, Alcalá de Chivert, ete. La otra region es la de las llanuras; ocupa una extension longitudi- nal notable, si bien la totalidad de su superficie es insignificante com- parada con la montañosa, por la poca anchura de la especie de faja que representa. Limita esta region, por una parte la costa, y por otra los últimos estribos de la Sierra de Espadán, hácia Almenara y la Villavieja; las montañas de las Agujas de Santa Agueda, y el promontorio de la cuesta de Oropesa, que separa la llanura conocida con el nombre de la Plana, en cuyo centro campea la bella capital de la provincia; de la 582 parte de Oropesa, Torreblanca y Alcalá, que tambien tiene por límite á la costa y al último estribo paralelo dependiente de Peñagolosa, y que con la vega de Benicarló, Vinaroz y Peñíscola, separadas de la anterior por las montañas de Hirta y Estopet, constituyen gran parte de lo que se llama Bajo Maestrazgo. La region llana comunica con la montañosa por varios puntos en que las aguas procedentes de sus altas cimas ó mesetas se han abierto paso para pagar su tributo al Mediterráneo, distribuyendo á su paso la fertilidad en las comarcas. Entre estos puntos de comuni- cacion, unos se verifican por valles anchos y espaciosos sumamente fértiles, como sucede con el que da paso al rio Mijares; otros por me- dio de estrechas gargantas ó desfiladeros, como se nota con el rio seco de las Cuevas y con el de la rambla de Cervera; pudiendo decir otro tanto del de la Cenia, procedente de la antigua tenencia de Benifazár. Tales son los principales rios que establecen la indicada comunica- cion entre las dos regiones de la provincia, y cuyas aguas van á con- fundirse con las del Mediterráneo. A ellos hay que agregar el Palancia, que aunque desemboca en el mar dentro de la provincia de Valencia, tiene su origen, por cierto muy curioso, en Peña-Escabia, y recorre gran parte de su curso dentro de la de Castellory Muchos otros rios, ramblas y arroyos caracterizan el sistema hi- drográfico de esta provincia; pero como quiera que el número ó pro- porcion en sus distintas regiones, y los principales accidentes que los distinguen, están tan íntimamente enlazados con la naturaleza geog- nóstica de los terrenos en que se encuentran, proponiéndome por otra parte demostrar el enlace íntimo que existe entre esta rama de la Geo- grafía fisica y la Geología, dejo su indicacion para cuando haga la des- eripcion de los terrenos. Además de la tierra firme, cuyos limites y accidentes principales acabamos de indicar, esta provincia contiene una série de islotes que pudieran mirarse como las últimas ramificaciones de una cordillera volcánica submarina, que quizás se enlace con las que pertenecen al volcanismo italiano. Tales son las islas llamadas de Mont-Colobrer ó Columbretes, conocidas en tiempo de Estrabon, Mela y Plinio con el 583 nombre de Colubraria ó Islas Serpentarias, por el número prodigioso de viboras que en ellas se encuentran. Entre todas ellas solo una es habitable, ofreciendo el tipo mas acabado de un cráter volcánico, con una abertura hácia Levante por donde tienen entrada los buques, que encuentran en él un puerto seguro, sobre todo para los vientos del N. 0. y S. En ella se está construyendo en la actualidad un faro destinado, en combinacion con el de Oropesa, á prestar grandes servicios á la navegacion. Al describir los terrenos de la provincia, se indicará la composicion mineralógica de esta parte tan curiosa de su pertenencia. Climatología. El clima de esta provincia ofrece un carácter distinto en cada una de las regiones en que la hemos dividido segun la natura- leza de sus accidentes topográficos, lo cual no es de estrañar atendida la relacion íntima que existe entre estos y los agentes principales que determinan aquel. Así es, que mientras en la region montañosa del N., N. 0. y 0., y sobre todo en la primera, el clima es des- templado y muy frio, azotado con frecuencia por los vientos del N., que allí llaman (ramontana (porque viene de más allá de los montes), cubiertos estos en gran parte del invierno de nieve, en especial los picos de Espadán, Peñagolosa y puertos de Benifazár, en la region de las llanuras se disfruta por el contrario de un temple apacible, si bien en verano se dejan sentir los rigores del sol, moderados, no obstante, por la suave brisa que del mar se dirije al interior desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde. En la primera region se encuentra con frecuencia durante el in- vierno el termómetro á 0”, bajando en algunos puntos hasta —6”. En Vinaroz y Benicarló, la máxima de temperatura es 24 y la míni- ma —2. En Alcalá la máxima es 26”, la mínima —2”. La media anual es próximamente de 15” á 16”. En San Mateo la mínima es —3", la máxima 25": temperatura media de 15” 4 14. Herbés, mínima —6', máxima 24”, temperatura media 12. En Benasal la máxima es 24, la mínima —4", la media de 124 14”. En Castellon, segun los datos que ha tenido la atencion de comunicarme el digno Director del Instituto, la temperatura máxima es 35, la mínima —2”,5, temperatura media 14,8. TOMO 1Y 75 584 La máxima ocurre desde el 27 de julio al 7 de agosto, y la mínima del 6 al 17 de enero. La altura sobre el nivel del mar de la capital es de 25 metros, y la presion media barométrica calculada en tres años es de 75 cent. 6 mil. El higrómetro marca de 62 á 79 Saus. Respecto del pluviómetro, ha dado en el primero y único año de ob- servacion que se lleva 9 pul., y segun el Sr. Llorca, encargado de las observaciones, puede calcularse por término medio de 5 46 pul- gadas anuales. Los vientos reinantes segun el mismo, son los del E., S. E. y S: En la region baja es muy rara la nieve, si bien suele caer alguna escarcha; de donde podemos deducir que su temperatura mínima debe ser la de 0”. En consecuencia de esto, críanse en ella al aire libre el naranjo y limonero, la palma, el algarrobo, y otros árboles y arbus- tos delicados. La lluvia, cuando no es de tempestad, casi siempre la determinan los vientos del S. y S. E., resultado de la direccion media de las cor= dilleras y de sus últimos estribos, que por regla general es de N. E. áS. O. Los surcos que produce el agua en muchas rocas calizas de la provincia al descomponerlas, determinan por su direccion media la de los vientos que ocasionan la lluvia, como he podido observar entre otros puntos en la partida llamada del Portell (Portillo), en el término de Alcalá de Chivert. Este hecho curioso viene á confirmar plenamente la teoría de la lluvia del Sr. Babinet, que se funda en el enfriamiento que experimentan las capas de aire, y consiguiente tránsito del agua que llevan en forma de vapor al estado gutular cuando se remontan á las altas regiones de la atmósfera, siguiendo la pendiente de las mon- tañas para vencer el obstáculo que estas ofrecen á su marcha. Teoría eminentemente filosófica, demostrada por la esperiencia diariamente, y que prueba la importancia del conocimiento topográfico y geológico de un pais para llegar al de su clima, y al de la distribucion del elemento mas vital para la agricultura, el agua. Los meses mas lluviosos del año, al menos por lo que toca á esa lluvia benéfica que fertiliza los campos, suelen ser noviembre, febrero y abril; si bien es indudable que, tanto por la gran tala que se ha hecho 585 de los bosques, cuanto por otras causas desconocidas, llueve menos ahora que á últimos del siglo pasado. No son raras durante el verano las violentas lluvias de tempestad, que generalmente arrancan las de las partes N. y E. del atrevido pico de Peñagolosa, situado á 1.809 metros de altura sobre el nivel del mar, y las del O. del pico de Espa- dán, de 1.591 metros de elevacion, ó de Peña Escabia, de 1.557. Unas y otras se extienden por las llanuras y terminan con frecuencia en el mar, ocasionando instantáneamente graves daños á la agricultura por las fuertes avenidas que se notan en los rios, barrancos y ramblas. El Sr. Cavanilles, al hablar de la frecuencia de las tempestades en Catí y la Avellá, da la siguiente esplicacion, que me parece muy plausible y racional. «El formar los montes hondonadas que ellos mismos cercan »como altos muros, y el venir las nubes de los elevados que se cono »een con los nombres del Turmell y la Nevera, pueden ser la verda- »dera causa. Salen las nubes con la cantidad de electricidad igual á la » que tenia el suelo donde se formaran; quedan luego libres y aisladas »en la atmósfera; encuentran luego corrientes que las fuerzan, unas »veces á aumentar su superficie, y otras á disminuirla; y perdiéndose »de este modo el equilibrio que tenian entre sí, y con la tierra, para »restablecerlo se hacen precisos los golpes eléctricos, renovándose la »escena de truenos y de rayos mientras dura la causa que altera la su- »perficie de las nubes.» Las aguas, sin embargo, se pierden pronto, sobre todo en el antiguo Maestrazgo de Montesa, como ya hizo notar con oportunidad el mismo Señor, que al indicar la escasez de fuentes en la parte Norte del reino de Valencia, dice: «Que este hecho tan perju- »dicial á la agricultura y poblacion de aquella parte del reino, pende de »la constitucion interior de los montes, que admiten en sus entrañas »las aguas de lluvia, no para verterlas por varias y copiosas fuentes, »sino para dejarlas bajar hasta el nivel del mar, y acaso á mayor pro- »fundidad; de allí por conductos subterráneos las vomitan en las in- »mediaciones del mar, formando lagunas y marjales pestilenciales. » La demostracion de este hecho, que no se escapó á la sagacidad del naturalista valenciano, la veremos al hacer la descripcion geognós- tica de la provincia, asi como sus consecuencias importantísimas las 586 tocaremos de cerca en el apéndice de esta Memoria, cuando nos ocupe- mos en el ramo vital de los pozos artesianos. La electricidad, que tal papel desempeña en el crecimiento de las plantas, está muy desarrollada en la atmósfera de esta provincia, como consecuencia de su temperamento seco y de la pureza del cielo, sobre todo en las regiones montañosas: lo cual, junto con la condensacion rápida que experimentan las nubes al elevarse á los altos picos por efecto de su enfriamiento, ocasiona las tempestades que con tanta fre- cuencia se observan durante el verano, encontrando en esta misma es- plicacion la causa de que la mayor parte de ellas arranquen de las elevadas cimas de Peñagolosa y Espadán. Tambien contribuye á la frecuencia de este fenómeno la escasez de vegetacion que cubre los montes, y en especial de arbolado, haciéndose durante los meses de calor extraordinariamente rápida la evaporación terrestre, lo cual determina la formacion pronta de nubes, que agru- pándose al rededor de los altos picos ocasionan las tempestades. Estas condiciones climatológicas, tan distintas en las varias regiones de la provincia, resultado á su vez en gran parte de los caracteres orográficos é hidrográficos determinados por la diversa constitucion geológica que en ellas se observa, explican satisfactoriamente las di- ferencias que se notan, tanto en la vegetacion como en la agricultura que las distingue. PRIMERA PARTE. VU GEOGNOSIA. == S; fuera posible que la agricultura de una region dada estuviera redu- cida á simples experimentos de laboratorio ó de jardin botánico, en los que dada la composicion de las plantas que se trata de ensayar, basta- ría, segun las ideas de Liebig, adaptar á ella la naturaleza de los elementos de la tierra vegetal en que habian de criarse, en ese caso prescindiríamos de la relacion geognóstica de la provincia que nos proponemos hacer. Tampoco entrariamos en este estudio si las rocas de igual apariencia exterior afectasen en todos los terrenos una com- posicion idéntica y un mismo estado molecular. Pero como, lejos de ser así, la agricultura es una ciencia-arte tan complexa, á cuyos buenos resultados contribuyen tantos factores, topográficos los unos, elima- tológicos los otros y hasta industriales, todos ellos enlazados con la constitucion geológica de un pais; y como por otro lado, sobre que la naturaleza y condiciones fisicas de las rocas varía en los distintos terrenos, la mayor abundancia en unos de aquellos que, como la marga, la arena, las arcillas, la piedra caliza, el yeso, ete., se emplean con buen éxito como mejoramientos de las tierras, de aquí justificada la necesidad de una reseña geognóstica de la provincia, que es lo que me propongo hacer en esta primera parte. En ella expondré los caracteres mineralógicos, estratigráficos y paleontológicos que la distinguen, señalando la extension que ocupan, y el caracter tanto orográfico como hidrográfico que cada uno de ellos comunica á la region que constituye. Con esto, y con la indicacion de la naturaleza del sub-=suelo vegetal, que tan poderosa influencia ejer ce en el desarrollo de las plantas, espero contribuir, al menos en. Caracter Mi- neralógico y estratigráfico 588 aquello que me sea dado, á echar las bases de un buen mapa agro- nómico de la provincia. Esta parte irá ilustrada con un mapa geológico, copiado, aunque con alguna enmienda, del que el Sr. Botella publicó en 1854, acom- pañando al ensayo para la formacion de un bosquejo geológico del reino de Valencia. En la constitucion geológica de la provincia de Castellon se hallan representadas las dos grandes séries neptúnica y plutónica que entran en la composicion del globo. La primera comprende los terrenos moder— nos, cuaternario, terciario, creláceo, jurásico y triásico, ocupando cada uno de ellos puntos determinados, á los que comunica caracteres particulares. Así es que los modernos, cuaternario y terciario forman considerables llanuras y hermosas vegas, en donde reside la riqueza agrícola del pais; y los otros constituyen las regiones montañosas del N., N. O. y O., conteniendo en su seno abundantes veneros de ri- queza industrial. La segunda está representada por terrenos plutónicos y volcánicos, que aunque unos y otros son de origen ígneo, sabido es que se ha convenido en esta distincion, tanto por su naturaleza y caracteres físi- cos, que son diferentes, cuanto por la edad respectiva de su aparicion, que tambien es distinta. Respecto al orden en la exposicion de los terrenos, como en una Memoria de esta índole es indiferente, adoptamos el de abajo arriba, empezando por el triásico, que entre los de sedimento es el mas antiguo. Terreno triásico. Este terreno, cuya posicion en la série de los de sedimento, al menos por lo que toca al territorio de esta provincia, se funda tan solo en la analogía de caracteres mineralógicos con el de otros puntos del reino de Valencia y provincia de Cuenca, en razon á no haberse halla- do en él hasta ahora resto alguno fósil que lo caracterice, consta de 589 los tres elementos, arenisca, caliza y margas con yeso, justificando el adjetivo que lleva desde que en 1854 le fue puesto por el Sr. Alberti. La base de este terreno la ocupan las areniscas, llamadas en Va- lencia rodeno, de cuya composicion y estructura hablaremos al hacer el estudio de las rocas: hállanse en bancos de espesor variable, pasando con frecuencia á una pizarra arcilloso-arenácea de color rojizo tirando á morado, que se descompone con facilidad y con la cual alterna, afec- tando en general una inclinacion que llega á veces hasta la vertical, buzando hácia el S. 0., como se observa en el pico de Espadán y en otros puntos (*). Con frecuencia se encuentran en este piso como materias acciden— tales el cobre, cobalto, cinabrio y otras sustancias minerales que se explotan en algunos puntos, como en Chovar, Eslida y otros. Encima de las areniscas se encuentra el elemento calizo, que es el equivalente de lo que en la ciencia se conoce con el nombre de Mus- chelkalk (caliza de conchas), que se presenta unas veces en forma de bancos de notable espesor, como se observa en las montañas de Mur- viedro, aunque en lo político no pertenezca ya á esta provincia, en Gaibiel, Monte Bernavia, Cirát, Villahermosa, Villafamés, Convento del desierto de las Palmas y Agujas de Sta. Agueda, y otras sin estratifi— cacion bien determinada, afectando la forma de diques ó especie de fi- lones enclavados en la masa misma de las areniscas. Este hecho, nota- ble bajo muchos conceptos, he tenido ocasion de observarlo en la Sierra de Espadán en una extension de algunos quilómetros, desde mas allá de Chovar hasta la Algimia, continuando probablemente por los es- tribos de esta montaña que van hasta Monte Pina. Esta circunstancia (*) Tampoco se escapó á la sagacidad del ilustre Cavanilles esta circunstancia, pues hablando de la topografía del reino, en la introduccion de su obra, dice: «Los ángulos que forman con el horizonte las hojas ó delgadas capas de estas amoladeras, son siempre mayores que los que se obseryan en los bancos calizos, y en sus grietas se halla espato pesado y cuarzo.» Y para demostrar que se re- fiere al trias, dice que en Planes, Moixent y Ayora se hallan gran número de jacintos de Compostela, como he tenido yo mismo ocasion de observar en la Villavieja. Arenisca. Caliza Muschelkalk. Margas irisa- das. Yeso 590 particular va acompañada de un hecho agrícola muy notable, y es que la faja que ocupa el elemento calizo está igualmente marcada por el cultivo del trigo, que no puede hacerse á derecha é izquierda por la naturaleza y circunstancias particulares del terreno: observacion que debo al guia del pueblo de Almedijar que me acompañó por aquellos vericuetos, y que me confirmaron unos pastores que encontramos en lo alto. Por último, coronando á este terreno se encuentran como parte integrante de su composicion las margas llamadas ¿risadas por sus co- lores, que son generalmente rojizo, amarillento 6 morado: se encuen= tran generalmente sin estratificacion bien marcada, mezcladas al pa- recer con el yeso, cuyos accidentes particulares merecen por un momento fijar la atencion. Preséntase este, como se puede observar, en la colina á cuya falda está situado el suntuoso edificio de la Cartuja de Val de Crist, y tambien en la ladera opuesta del valle de Segorbe, en la falda de Espadán, frente á las peñas de Agustinas, en masas intercaladas en la marga, y tambien en capas participando del caracter margoso; re- plegadas formando eses con todos los indicios de un metamorfismo muy avanzado, determinado tal vez por la aparicion del yeso mismo, que algunos consideran como eruptivo, á no ser que quiera atribuirse á la salida de las masas plutónicas de las colinas de S. Julian y Cánova, de que nos ocuparemos mas tarde, y que solo distan de la colina de la Cartuja un quilómetro escaso. Falta en las margas irisadas de la provincia, ó al menos no me ha sido posible observarlo hasta ahora, un elemento mineralógico de este piso, á saber, la sal comun, cuya presencia en él es tan constante que ha hecho que algunos autores den al terreno (riásico el nombre de sa- lifero por escelencia (*). En confirmacion de esto mismo debo hacer presente que en la prolongación de dichas margas en la provincia de (e) Tal vez la fuente llamada de la Sal, en el término de Canales, pertenezca á este terreno, y entonces se hallaria tambien confirmado este hecho en la pro- vincia. 591 Teruel, en el pueblo de Sarrion, á corta distancia de las de la Sierra ¿spadán, he tenido ocasion de observar este elemento mineralógico, dando lugar á manantiales salados, que aunque de escaso caudal han sido objeto de explotacion. Tenemos aquí de consiguiente, sobre todo en la Sierra de Espadán y sus dependencias, los tres elementos arenáceo, calizo y margoso que constituyen el terreno (riásico; pero aunque en realidad aparecen como sobrepuestos no lo están en un mismo corte, y determinan accidentes topográficos distintos; pues las areniscas ó rodenos se elevan hasta constituir los altos y entrecortados picos de Espadán, de las Agujas de Sta. Agueda, Desierto de las Palmas, montañas de Villafamés, Borriol y Villahermosa, mientras que el elemento calizo afecta la especie de dique que hemos indicado, y las margas y yesos aparecen como recos- tados contra las areniscas, y tambien en forma de colinas aisladas de formas redondas, aunque asurcadas por profundos y angostos barran- cos, como se nota en la Cartuja. El corte adjunto demostrará palpablemente todas estas particulari- dades, y nos evitará el entrar en mas minuciosos detalles. Pico de Espadán. 1 y 3. Arenisca ó rodeno. 5. Banco de caliza. 2. Conglomerado ó pudinga silicea. 6. Margas irisadas. 4. Arenisca pasando á las margas. 7. Diorita. TOMO 1Y. 76 Caracter pa- leontológico. Extension y distribucion geográfica. 592 Nada diremos del caracter paleontológico de este terreno, porque por desgracia hasta ahora no se ha encontrado resto orgánico al- guno que yo sepa, lo cual ha sido causa de graves dificultades para la designacion del lugar que le correspondia en la série; sin embar- go, al distinguido geólogo Sr. Verneuil se debe este servicio, por haber tenido la fortuna de verlo antes que ninguno en Hinarejos, provincia de Cuenca, en Albarracin y en otros puntos, cubierto en estratificacion discordante por el terreno jurásico, y compuesto en las indicadas localidades de los mismos elementos mineralógicos que los de la provincia de Castellon, guardando la misma posicion respectiva. Tambien he podido observar esta misma sobre-posicion en Peña Escabia y otros puntos de su territorio. Esperemos á que observaciones ulteriores den mejores resultados respecto al hallazgo de esas medallas tan indelebles como auténticas de la creacion, y que vengan á confirmar la verdad de estas supo- siciones. El terreno triásico, por efecto en gran parte de su posicion en la série geológica, no ocupa uná extension considerable en la provincia, como sucede por ejemplo con el crefáceo: sin embargo, en la region O. de ella adquiere bastante desarrollo, segun puede verse en el mapa geológico que va al final de este escrito; region que se continúa en la limítrofe provincia de Valencia, y que abraza por lo menos de 10 á 15 leguas de largo y 4 6 6 de ancho. Fuera de esta zona, solo se encuentra el terreno triásico en puntos aislados, como en el De- sierto de las Palmas y Agujas de Santa Agueda, Borriol, Villafamés, Lucena, Villahermosa y otros, dando lugar á especies de islotes que, no hallándose cubiertos por los materiales del terreno jurásico ni eretáceo, dan á entender la configuracion que en aquellas épocas debieron tener los mares en que se depositaron dichos terrenos. Lo curioso de la distribucion del que ahora me ocupa es el ha- llarse, por decirlo así, concentrado en la parte O. y S. de la pro- vincia, en donde da lugar á dos cordilleras paralelas entre sí y tambien con las del terreno Jurásico y cretáceo, lo cual ha hecho decir con mu- 593 cha oportunidad al Sr. Verneuil (*), que sucesivamente cada uno de estos terrenos ha servido de límite al mar en que se ha depositado el terreno inmediatamente posterior. Esta curiosa observacion nos podria hacer reconstruir la extension que en la provincia han tenido los mares en épocas anteriores á la actual, puesto que los mismos terrenos deter- minan las que fueron sus orillas. Este terreno imprime un caracter particular á la orografía é hidro- grafía de la region que ocupa, siendo distintos los accidentes que produce cada uno de sus tres pisos; lo cual, á los ojos de una persona experta, hace que los distinga á larga distancia por su aspecto exterior, no solo entre si, sino tambien de los accidentes que determinan los terrenos Jurásico y cretácco. Así es que el piso inferior ó de las areniscas abigarradas, que es el que adquiere mas desarrollo, por efecto de la facilidad con que se des- componen sus elementos, y por la fuerte inclinacion de sus estratos, da lugar á montañas de gran elevación, de formas angulosas con cimas entrecortadas y agudas, como se observa en toda la extension de Sier- ra Espadán con sus ramificaciones, en las de Portaceli, y muy particu- larmente en las Agujas de Sta. Agueda, cuyo nombre lo debe esta montaña á las pirámides delgadas que desde lejos ofrece su cúspide. Los valles son en dichos montes estrechos y tortuosos, de pendientes ásperas; de donde resulta que las aguas corren con facilidad, y acumu- lándose las de muchos confluentes ocasionan el desgaste de las laderas, que se presentan descarnadas, y producen inundaciones que, si bien en el punto mismo son perjudiciales, así que entran las aguas en las llanuras, depositándose los sedimentos que arrastran, contribuyen á enriquecer la tierra vegetal. Resultado de este carácter orográfico es el número prodigioso de arroyos, barrancos y ramblas que, partiendo de la cima de la Sierra de Espadán y sus ramificaciones, los unos dirijiéndose al Poniente van á aumentar el caudal de aguas que lleva el Palancia, y los otros, (*) Coup-d'ceil sur la constitution géologique de plusieurs provinces de 'Es- pagne, par MM. de Verneuil el Collombe: París, 1854, Accidentes oro é hidro- gráficos de las areniscas abigarradas. 594 con su direccion al S. y al E. confluyen al Mijares, mientras que mu- chos van á desembocar en el Mediterráneo directamente, partiendo de los últimos estribos al S. de esta cordillera, contribuyendo á acciden- tar el territorio de Chilches, Nules, Burriana y Villareal. Otro tanto se observa en las dos vertientes N. y S. de las Agujas de Santa Agueda. Para cerciorarse de este hecho, y conocer el nombre de cada uno de estos barrancos ó ramblas, bastará echar una ojeada al mapa de la provincia del Sr. Coello. Son tan ásperas las pendientes de estas montañas de arenisca, que causa admiracion el atrevimiento con que el hombre cultiva en ellas gran variedad de árboles frutales, como cerezos, manzanos, albari- coqueros, higueras, etc., y en especial la vid, que prospera por cierto grandemente en este terreno, dando muy buenos vinos y ri- quísimas variedades de uvas para comer. Las aguas que filtran por los intersticios de los estratos y por entre las moléculas de las mismas rocas, atendida la direccion que llevan aquellos, se pierden por conductos subterráneos en el mar: pero gran parte de su caudal, no pudiendo vencer la presion que aquel ejerce, aparecen en las raices de los últimos estribos y en las llanuras que se extienden hasta el Mediterráneo, dando lugar á una infinidad de fuentes ascendentes naturales, que en el primer punto, como se ob- serva en la Vall de Uxó y en Les Valls, determinan la extraordi- naria fertilidad de la comarca; mientras que en los segundos, en- charcándose por efecto de las condiciones locales, ocasionan la esterilidad de la region, como sucede en la vasta llanura que se ex- tiende desde la Torre del Mardá hasta Burriana, y en los alrededores de Benicasim. En otros puntos, cuando la inclinacion de los estratos es muy pro- nunciada, las aguas de filtracion llegando á gran profundidad adquieren una elevada temperatura, que les comunica el calor central del globo; y cuando aparecen otra vez á la superficie, dan lugar á fuentes minerales y termales, como se observa en las de la Villavieja, las que marcan en el termómetro de 25 4 39” cent. de calor. Su composicion, que 595 es la indicada mas abajo, la determina la naturaleza de los estratos que atraviesan. Análisis de las aguas de la Villavieja. La fuente Calda se halla al pie de la montaña llamada de Santa Bárbara; nace en un depósito circular de 5 varas de diámetro y 11 de profundidad: la cantidad de agua que suministra es igual á la que sale por un agujero circular de Y pulgadas de diámetro. Las aguas de esta fuente son cristalinas, untuosas al tacto, de buen gusto y algo ácidas; cuecen las legumbres; no tienen olor; su peso es igual al del agua destilada; y su temperatura sube á 24 R. Las de los pozos varian de temperatura de 28 4 57. La análisis química de estas aguas hecha por el Sr. D. José Men- chero, Director que fue de aquel establecimiento, dió por resultado: Carbono 1,50 granos. ANNA ns an eri 2.00 lO A RN IA 2,25 Corro Soo A 4.0 MASnesicos. ed nciged 2,50 Sulfato násnésicOr le alos gnps po debuta 10,00 IO SUI luso nora RoEnada O OACCAROR nO Sa 1,00 Aire atmosférico y materia vegeto-animal.... cantidad indeterminada. Se dice que se analizaron en el laboratorio de Madrid en 1788. Las aguas de los pozos contienen: Carbonato férrico. magnésico. cálcico. sódico. Sulfato alumínico. Deutóxido de hierro. Acido silícico. Accidentes oro é hidro- gráficos de las margas irisa- das 0 keuper Medios de trasporte. 596 Resulta, pues, que las aguas de Villavieja corresponden por su temperatura respectivamente á las templadas, calientes y muy calien- tes, y por su composicion química á las acídulo-carbónicas con hierro. Las virtudes medicinales son antirreumáticas. Se usan en baños y bebida desde 15 de mayo á fin de junio, y del 15 de agosto á 10 de octubre. La escasa importancia que en esta region tiene el elemento ca- lizo representante del muschelkalk, mos dispensa de indicar sus acci- dentes oro-hidrográficos, pues apenas tienen valor para el fin de esta Memoria: no sucede así con los de las margas irisadas, que realmente merecen llamar la atencion, aunque en realidad el piso anterior 4 de las areniscas es el que caracteriza este terreno. Las margas irisadas se presentan en forma de colinas ó de talud en las faldas de las montañas de arenisca, de cuyas cimas parece haberse escurrido, supuesto que en la série siempre ocupan una posicion superior. Cuando dan lugar á colinas, estas ofrecen una forma mas Ó menos redondeada, y profundamente asurcadas sus laderas por barrancos muy angostos, efecto del desgaste que producen las aguas en sus materiales poco coherentes. Estas, no pudiendo penetrar en el inte- rior de las masas ó estratos, por la naturaleza impermeable de la roca, corren por la superficie, que asurcan; de donde resulta la es- casez Ó carencia absoluta de manantiales en sus faldas, y la pobreza ó esterilidad completa del terreno que ocupan. Efecto de estas cir- eunstancias es el aspecto pintoresco que ofrece este piso del (rias, tanto en las colinas como cuando forman talud, que hace se distin gan á larga distancia, no solo por su configuracion, sino tambien por el brillo de las capas ó cristales de yeso, y por la variedad y hermosura de los colores que afectan las margas, circunstancia que ha hecho se les dé el nombre de irisadas. Como consecuencia inmediata de lo que se acaba de indicar relati- vamente al caracter orográfico del terreno triásico, resulta otro hecho no menos importante para la agricultura en la region que ocupa en la provincia, y es la dificultad de los medios de comunicación á tra- 597 vés de altas montañas asurcadas por profundos y angostos barrancos. De aquí lo costoso del trasporte, que tiene que verificarse 4 lomo, no siendo facil valerse de otros medios; lo cual imposibilita muchas veces el echar mano de la mezcla de tierras como mejoramientos, á no ser que esta operacion se verifique á muy cortas distancias. Tam- bien esto encarece el valor de los abonos, y hasta de los artículos de primera necesidad. La pobreza de la mayor parte de las poblaciones de la provincia situadas sobre este terreno, así como el caracter moral y la robustez y desarrollo físico de sus habitantes, que por regla general gozan de buena salud, justifican cuanto acabamos de decir, encontrando en las indicadas causas fisicas la razon principal de todo esto. Como complemento y confirmacion del caracter orográfico que este terreno imprime á las regiones que ocupa, copiamos á continuacion las alturas barométricas de todos los puntos en que se encuentra en la provincia: observaciones debidas á los Sres. Verneuil, Collomb y Lo- riere, publicadas en la Academia de Ciencias de París en abril de 1855. Puntos de observacion. Altura media. Pisos de este terreno. Gaibiel otros SE: Dolomia del trias. Pamias tad AD 127 Calas sere ma E Po zarrosa. Muschelkalk. AMO mde Pina. cinccoan te 1.588 Arenisca roja del trias. Villanueva de la Reina.. 884 Id. Montanejos. ......oo....o. 454 Id. Muschelkalk y margas yeso- (ARTE SUS E 512 sas del trias atravesadas por ofitas. O a 540 Trias. Puente de Villahermosa. 619 Muschelkalk y yeso. Villahermosa. ............ 791 Id. id. Villafamésitons ista 521 Id. MkIk. y arenisca triásica. Collado cerca del Tosalt 599 Arenisca roja micácea del del Mollet.......... El e trias. u aracter que imprime este terreno al subsuelo getal. ve- 598 Puntos de observacion. Altura media. Pisos de este terreno pa Pizarras y areniscas micá Collado de la Muela..... 550 oi Convento del Desierto de PRO 410 Caliza triásica. Muschelkalk. | MTRS EN qa 355 (Muschelkalk cubierto un poco O: e) Lo masallá por la creta, (5 .799ps. Pico de Espadán........ N 0 07 Arenisca del trias. Pico de la Rápita (Es-5.982 Ja ¡ea bosdnscoccdbanscos (1295 o Agujas de Sta. Agueda. [%; qa 19 Ja. Estas tres alturas están tomadas en pies castellanos del mapa del Sr. Coello. La direccion media de estas montañas, siendo por regla general del O., N. 0. al S., $. E., confirma en esta provincia la teoría del Señor de Beaumont sobre el levantamiento de las montañas, correspondien- do al sistema del Thuringerwald marcado por la línea O. 39 N. E.59'S. La aparicion de este sistema determinó la dislocacion de los estratos del terreno Iriásico, sobre los cuales vinieron despues á depositarse los materiales del jurásico en unos puntos, como en Peña Escabia, por ejemplo, junto al nacimiento del Palancia, en donde he tenido ocasion de observar este hecho; y en otros los del cretáceo, como en las Agujas de Sta. Agueda y cuestas inmediatas de Oropesa, unos y otros en estra- tificacion discordante. Esta consideracion es la que establece los límites estratigráficos de este terreno, que por lo visto están bien marcados en el triásico de esta provincia. Cada uno de los dos pisos indicados, de las areniscas y margas irisadas, imprimen, por las propiedades físicas de sus materiales, un ca- racter particular al subsuelo, esa capa tan importante sobre la que 599 descansa la tierra vegetal, no pudiendo menos de suceder así siendo las primeras permeables y las segundas impermeables: de donde re- sulta que en igualdad de espesor de las tierras, convendrá adoptar en cada region, segun el subsuelo que domine, el cultivo de estas ó de las otras plantas, como mas en detalle se expondrá en el lugar corres- pondiente. Terreno jurásico. El terreno jurásico de la provincia consta de capas de caliza de dis- tintos colores, por lo comun oscuros y de aspecto metamórfico ó mar- móreo, alternando con margas y arcillas pizarrosas, generalmente tambien oscuras, de una estructura en algunos puntos particular, y con areniscas, como se observa en las colinas que rodean á Barracas y en las de la hoya del Toro. La caliza, que en estos mismos puntos es muy compacta, ofrece como particularidad el presentar muchos nó- dulos de pedernal, que lo mismo que aquellas revelan los indicios mas evidentes de metamorfismo. Descansando los materiales de este terreno en estratificación dis- cordante sobre los del (rías, como se observa, por ejemplo, en la base de Peña Escabia, en Molinar y en el pueblo de Sarrion, que aunque perteneciente ya á la provincia de Teruel representa la prolongación de entrambos, queda bien limitado bajo el punto de vista estratigráfico por su parte inferior, siendo de fecha mas reciente que aquel. Por arriba, como sobre sus bancos descansan los del cretáceo, segun se observa en Alcublas, queda perfectamente circunscrito. En cuanto á la colocacion de sus materiales, se hallan dispuestos en forma de bancos poderosos, cuya direccion media es de N. ásS., buzando en unos puntos hácia Levante, como se nota en el ramal de Cueva Santa y Bejís, y en otros hácia el S. E. y N. 0., como en el TOMO 1V. 77 Caracter mineralógico. Caracter estratigrálico. 600 Toro, Barracas y Collado de Jérica, bajo un ángulo desde 15 4 30". El adjunto corte dará una idea de estos accidentes. Bejis.—Peña Escabia. J. Jurásico. 4 y $. Margas. 1, 3, 5 y 9. Caliza. 6. Arenisca. 2 y 7. Arcilla. T. Trias. La distribucion de estos materiales no es igual en la extension que ocupa dicho terreno, dominando en unos puntos la caliza dura, com- pacta y hasta fétida, como se nota en el collado de Jérica y en casi toda la extension del monte Mayor y de Cueva Santa; y en otros, aunque el elemento calizo es constante, llega casi á adquirir mas de- sarrollo el arcilloso-margoso, como se nota en los alrededores de Be- jís, y en especial en la partida de las Naguanillas, en donde por esta circunstancia abundan los fósiles y se hallan en muy buen estado, e A ¡juzgar por los abundantes y variados fósiles que he tenido oca- sion de recojer por mí mismo, el terreno jurásico de la provincia está representado por gran parte de los pisos en que generalmente se le divide en Europa. Así es que de una manera positiva hemos reconoci- A _— 601 do el pico portlándico en las montañas del Toro y Barracas; el quime- ridyico en la masía del Campillo, situada en el término de Jérica; y el orfórdico y liásico, y tal vez el de la grande é inferior oolita, en Bejís, Molinar, Cueva Santa, Cerro de las Mulas y otros puntos. El cuadro que acompaño (lámina 1.) demostrará esto de una manera irrecusable. En él figuran tambien algunas especies que aunque no pertenecen al territorio de la provincia, he creido deberlas añadir, tanto por la corta distancia que separa el punto de su procedencia del límite N. O. de la provincia, pues los he encontrado en Sarrion, cuanto por su mucha be- lleza, y por pertenecer á la prolongación del terreno jurásico que estoy describiendo. El terreno jurásico es seguramente el que ocupa menos extension en la provincia, de la cual forma en gran parte el límite O. y N. 0., como puede observarse en el mapa, en relacion por el S. con las mon- tañas triásicas de Portaceli, por O. con las de Alcublas y el Villar: se extiende luego por Barracas hasta Sarrion y el pico de Javalambre, punto el mas elevado de la Sierra Camarena, situado 42.002 metros sobre el nivel del mar, del cual arranca todo este sistema jurásico, que se continúa con el de Albarracin y Molina de Aragon. En su distribucion se nota, que además de formar una cordillera paralela á la de la sierra de Espadán, dejando entre sus ramificaciones algunas llanuras ó vegas notables por su fertilidad, como la situada entre la cuesta de Ragudo y las montañas del Toro y Barracas, se pre- senta tambien en forma de islote en la cuenca de Segorbe, á tres cuar- tos de legua al N. O. de esta ciudad, en lo que se llama cuesta de Jérica, y en el término de esta villa, en donde da lugar á tierras tan feraces como las de la Masía del Campillo, propiedad del Sr. D. José Martin Murciano. Allí se ve rodeado este terreno del triásico, sobre cuyos es= tratos está colocado, y del terreno terciario, segun opina el Sr. Botella, si bien no he tenido la fortuna de verlo. Aunque compuesto este terreno de materiales al parecer, por su naturaleza, muy análogos á los del cretáceo, sus accidentes oro-hidro- gráficos son distintos. Ási es que en general las montañas son mas re dondeadas, aunque en algunos puntos tambien forman escarpes de gran Extension y distribucion geográfica. Accidentes oro-bidrográ- ficos de este Lerreno. 602 eleyacion, como en el punto llamado Molinar, y en el curioso origen del Palancia, en Peña Escabia, en donde se nota una abertura vertical de muchos metros de elevacion, y tan estrecha que en algunos puntos apenas puede pasar una persona. Y ya que la ocasion se presenta, no puedo menos de aprovecharla para corregir un error que se escapó primero al ilustre y siempre respetable Sr. Cavanilles en sus obser vaciones sobre el reino de Valencia, y que despues copió el aventajado profesor de geografía de la Universidad de Valencia, Sr. Moros, en la descripcion geográfica que en 1845 publicó sobre los términos del Toro, Pina y Barracas, con motivo del deslinde de sus respectivas per- tenencias. La forma que ofrece el Molinar, junto con el hallazgo de una porcion de materiales escoriformes, que he tenido ocasion de observar, hizo decir al primero de estos escritores que evidentemente aquel punto representaba el cráter de un antiguo volcan; y como nada ates- tigua en él esta asercion, pues Molinar no es otra cosa sino un pro- fundo valle de denudacion, como lo prueba la repeticion en ambas la- deras de los mismos accidentes mineralógicos y -estratigráficos, y las materias escoriformes son verdaderas escorias, restos tambien de al- guna antigua fundicion, vese claramente la necesidad de desvanecer el error en que incurrieron dos personas tan respetables. En algunos puntos este terreno da lugar á verdaderas colinas re- dondas y de pendientes suaves, como se observa en Barracas, y en la extension que media entre este punto y el Toro, y en la misma Vega de este nombre. En general las pendientes de este terreno no son ásperas, ni tam- poco se ven asurcadas por profundos barrancos, como las del triásico y cretáceo, por efecto sin duda de la mayor consistencia de sus materia- les. Las aguas se pierden tambien prontamente entre sus estratos; pero, á diferencia de lo que se nota en el terreno cretáceo, reaparecen mas pronto, dando lugar á manantiales ricos por el caudal de aguas que despiden, siendo notables entre otros los que dan origen al Palan- cia, que salen de la base misma de Peña Escabia, las fuentes ascenden- tes naturales llamadas de la Esperanza al N. O. de Segorbe, y fuera de la provincia en Sarrion, las de Babor y la Escaleruela, que constitu- 603 yen el verdadero origen del Mijares. De manera que el terreno ju- rásico es mas abundante en aguas, por lo menos exteriores, que el triásico, como vimos, y que el cretáceo, como veremos. Estas circunstancias determinan el número de rios y arroyos que parten de este terreno; pudiendo decir en rigor, que los dos que aca- bamos de indicar, que son los principales de la provincia, proceden de él. Como complemento de los accidentes orográficos que determina , Alturas este terreno, ponemos á continuacion las alturas de algunos puntos to- madas por el Sr. Verneuil, mas las que he podido apreciar yo mismo, y otras sacadas de la descripcion del Sr. Moros. pr rei rosortrs Da: ¡ensieN pad CST Ade ire 00 e ándico. PoñelBecabiar alo losa een AB re dudo descansan a osas Tala OS 810 Caliza jurásica. Venta de Ragudo..000cioocccoiooooooo. A do Puerto de Ragudo........ooomcoom...oo.. 981 Terreno jurásico. Venta de BarracaS....oooocommooroc.m.. 1.011 Peña Escabia, segun el Sr. Moros 447" Caliza jurásic 7 5 g Tr. .l 1.557%s- 18 aliza jur ASICA. ] 1.509%=,12 Peña Julien (idustanos ceo | A (efi ponol ol vero manel. abro: Cerro Palo a esas ¡ ea 85 SEO Torre de Ragudo (id.J....0.o.o..... 2.9988: 9735s-.86 Barracasu(idalocitrogandeaa. das 2.8271" (BejilL sortea coa o a 1.529ws.,57 4 030ps- Altos de Magaña (1d.)................ ! 030 | a í 2.161 Carácter que imprime este terreno al subsuelo vegetal. 604 Aunque no son muy abundantes, sobre todo comparadas con las de la zona cretácea, las tierras de cultivo en este terreno, conviene saber que por el predominio que en él tienen los elementos calizo y ar- cilloso, generalmente el subsuelo de las vegas ó valles que forma par- ticipa igualmente de este caracter, como se nota en Jérica y Vivel, en Bejís, Torás, el Toro y Barracas, en cuyo último punto, por efecto de esta circunstancia y por el de su configuracion, que representa una es- pecie de cuenca cerrada, se recojen las aguas de sus vertientes, y se detienen hasta encontrar ó abrirse una salida; circunstancia que en los años lluviosos suele perjudicar á los granos, á cuyo cultivo se destina aquella vega. Como el conocimiento del subsuelo es tan importante, primero por- que, segun su naturaleza y propiedades físicas, asi conviene variar las especies que se crian, y segundo porque puede considerarse como un rico depósito de muchas materias, cuya mezcla con la tierra vegetal es con frecuencia sumamente útil, de aqui la necesidad de estas indica- ciones, y de que el labrador haga un estudio especial del subsuelo, ó en otros términos, de esa capa que procede generalnente de las faldas de las montañas vecinas, y sobre la que descansa la tierra vegetal. Los medios de trasporte y comunicacion en este terreno no son dificiles, atendida la suavidad de las pendientes y la poca elevacion de estas montañas; asi es que la carretera de Valencia á Zaragoza atra- viesa sin gran dificultad y á poca costa el terreno jurásico en la cuesta de Jérica, en donde le daban otra direccion cuando yo visité dicho pun- to, la del Ragudo y vega del Toro hasta Barracas, siguiendo despues por la falda oriental de la sierra Camarena, constantemente sobre este terreno, por Sarrion, Puebla de Valverde hasta cerca de Teruel. A muy poca costa podria construirse un buen camino carretero vecinal entre Barracas y el Toro, y desde este punto á Teresa y Bejís; como por otra parte podria tambien establecerse una buena via de comunicacion entre Segorbe y Alcublas pasando por la Cueva Santa, á pesar de que hoy, por efecto de la incuria del pais, los trasportes se verifican á lomo y con bastante dificultad. 605 Terreno creláceo. El terreno cretáceo, primer término de arriba abajo del orden de los secundarios ó mesozóicos, segun la denominacion introducida recien- temente en la ciencia por el Sr. Lyell para que estuviera en armonía con las de paleozóicos Ó primarios y cenozóicos ó modernos, aunque no cuenta entre sus elementos constitutivos á esa caliza blanca que tizna los dedos, llamada convencionalmente creta, y á cuyo gran desarrollo en otros puntos de Europa debe aquel el nombre que lleva, no por eso deja de estar perfectamente representado en la provincia de Castellon. Con efecto, la falta de este elemento geognóstico está compensada con la presencia de otros que tambien son característicos, como veremos mas abajo. Añádase á esta circunstancia su posicion en la série entre el terreno jurásico y el terciario, y mas que todo el considerable número de restos orgánicos en estado fósil que en él he tenido la satisfaccion de hallar, entre los cuales si bien figuran muchas especies nuevas, que un dia daré á conocer, la mayor parte son idénticos á los que se han en- contrado en este horizonte geológico en otros paises, y de consiguiente característicos, y se verá plenamente confirmada esta opinion, El terreno cretáceo de esta parte de la península se compone de piedras calizas, arenas y areniscas, margas y arcillas como elementos esenciales de su composicion; y de lignito, hierro en diferentes esta- dos, y algun otro mineral, que aunque forman ó podrian ser objeto de ricas explotaciones, no pueden considerarse sino como meros acciden- tes, geológicamente hablando. La descomposicion de las piritas que con frecuencia se encuentran en el lignito, da lugar á la formacion de cristales de yeso, como he tenido ocasion de ver en la mina de Bel, actualmente en explotacion. Dejando para mas adelante la descripcion de estos materiales, nos limitaremos por ahora á decir, que se presentan generalmente en for ma de capas alternando los bancos de caliza, que suelen ser los mas abundantes, en unos puntos con los de margas y arcillas, como se 606 nota en el corte adjunto de la montaña sobre que está construido el castillo de Chivert, y en otros con las arenas y areniscas blancas, ver- Yoga de Alcala, Castillo de Chivert. 1. Caliza. 2. Marga. 3. Arcilla. des ó rojas teñidas por el hierro, como puede verse en este otro dibujo de la montaña de Emborró, término de Alcalá. Montaña de Emborró. 1. Caliza. 2. Arcilla. 3. Arenisca. 607 En las localidades en que se encuentra el /ignito, como en Castell de Cabres, Bel y otras, se ve que esta sustancia se presenta en bancos alternando con los de caliza mas ó menos compacta, y entre materiales arcillosos ó margosos, segun demuestra el corte adjunto tomado en Bel. Corte de Bel. 1. Caliza. 2. Arcilla. 3. Lignito. 4. Arenisca. Por último, con frecuencia se yen dichos estratos atravesados en toda su extension de abajo arriba por grandes depósitos de hierro he- matítico, cuya formacion, debida á aguas minerales subterráneas, ex- cita la atencion del geólogo, y se demuestra en este corte. === === ==> == = = d0 o 0 ===." Corte del Corral de Pascual Bosch. 2. Marga. 3. Arcilla. 78 1. Caliza. TOMO IV. 608 Este hecho tan curioso y de tanta importancia industrial, pues po- dria dar lugar á una explotacion muy beneficiosa, ocurre segun he visto en tres puntos diferentes en el término de Alcalá de Chivert, á saber: en las montañas del Pinar, en la partida de las Atalayas, y cerca del Corral de Pascual Bosch, en el camino de S. Mateo. Esta alternativa de elementos de composicion y caracteres fisicos tan diferentes, es al propio tiempo que una circunstancia ventajosa para la agricultura y para la existencia de un sistema hidrográfico sub- terráneo, que trataremos de dar á conocer mas adelante, y de hacer palpar sus beneficiosos resultados, una causa contínua de destruccion y desmoronamiento de las montañas. No se ocultó á la penetracion del ilustre Cavanilles esta circunstancia geognóstica y sus resultados, cuando al hablar del terreno de Morella dice: «Al reconocer los mon- »tes, especialmente el que sostiene la villa y el castillo, noté que entre los bancos calizos median otros de marga. Esta circunstancia, útil »para aumentar los campos de cultivo, es la que mas se opone á la du- »racion de los mismos montes. Por esto se ven tantos cantos enormes »en los fondos y en las cuestas; por esto se desquician otros y amena- »Zan ruina, etc.» Los bancos en cuya formacion domina unas yeces el elemento ca- lizo, como se observa en las montañas de Alcalá, Cuevas, Villanueva, Albocacer, S. Mateo, y otras el arcilloso, como en Cinctorres, la Mota, Forcall, etc., se dirijen por regla general del N. E. al S. O. con una inclinacion variable desde 10 á 50” hácia el S. y S. E., segun se ve en casi todos los estribos paralelos á la costa que se extiende desde esta hasta Morella. En otros puntos, como he visto en los quebrados puertos de Benifazár y en Peñagolosa, el buzamiento de las capas es hácia el N. representando la interseccion de los dos planos opues- tos, lo que se conoce en la ciencia con el nombre de línea anticlinal. En algunas localidades la estratificacion de los bancos de este ter- reno ofrece un hecho muy singular, cual es el de presentarse los infe- riores mas ó menos inclinados y cubiertos por otros sensiblemente horizontales, como lo representa el adjunto corte que he trazado de la Muela de Ares, en el que se demuestra al propio tiempo la profunda 609 denudacion que han causado las aguas en lo que se llama el Puerto de Ares. Muela de Ares. Tampoco este hecho curioso de la denudacion de las tierras se escapó al filósofo Sr. Cavanilles, pues al hablar de la disposicion de la Muela de Miró dice: «En este estado se hallan casi todos los montes de »la comarca, esto es, compuestos de bancos calizos mas ó menos hori- »zontales, que alternan con capas de marga. Así, pues, me figuro que »las explanadas ó muelas que coronan los montes pertenecieron algun »dia á una mole que las aguas abrieron en cuatro cañadas principales, »y que el sitio donde al presente se ve la villa del Forcall estuvo anti- »guamente muy alto, y tal vez de nivel con los elevados picos que la » Cercan. Si no bastaran los fósiles á determinar el sitio que corresponde á este terreno en la série de los de sedimento, sus límites estratigráficos vendrian en su apoyo. Colocado por una parte contra los materiales del terreno triásico, como se ve en Villahermosa y en las Agujas de Sta. Agueda, y en estratificación discordante sobre los del jurásico, como se puede ver en Alcublas (provincia de Valencia), resulta que este terreno es posterior al último indicado. La discordancia de estratifica- cion que por otra parte se nota entre sus estratos y los del terreno terciario mioceno, que lo cubren en varios puntos, como en Alcalá y en Caracter pa- leonto lógico. 610 las Cuevas, determinan los límites estratigráficos de este periodo geoló- gico, evidentemente anterior á los de la época terciaria. Hallándose co- locados sus materiales entre los del terreno jurásico y terciario, está perfectamente designado con el nombre de cretáceo. Muchos y muy variados fósiles caracterizan este terreno, confir- mando su posicion en la série. Muchos de ellos pertenecen al piso in- ferior llamado neocómico, si bien he encontrado numerosas especies del Gault, de la arenisca verde, de la creta /ufó y hasta de la blanca cor- respondiendo á los pisos áptico, álbico, cenománico, lurónico y senó- nico de D'Orbigny. Las especies mas características de cada uno de estos pisos van marcadas en los cuadros núms. 2 y 5, con lo que creo prestar un servicio á las personas ilustradas de la provincia cuya des- eripcion estoy haciendo, facilitándoles el conocimiento de los diferentes pisos de este terreno por medio de las indicadas medallas de la crea- cion. Este conocimiento no es indiferente, pues en unos pisos encuen- tra el labrador buena marga para mejorar sus tierras; en otro excelentes arcillas Ó arenas para el mismo objeto, piedra caliza para sus construc- ciones ó para fertilizar los campos; por cuya razon todos los medios que concurran á ilustrarle en esta materia los considero de grande utilidad. Las localidades mas notables por la riqueza de fósiles, y de donde proceden los que van dibujados, recojidos todos por mí mismo son: las Partidas del Portell, Peñarrocha, Ermita de S. Miguel y Castillo de Chivert, en término de Alcalá; en la del Racholar (tejar) y camino de Alcalá, en el de las Cuevas; en les Solanes y Mas dels Storans, Al- bocacer; encima de la fuente de Ensegures y Ermita de $. Cristobal, Benasal; en Riu del Bosch, en el mismo término, y desde allí hasta Ares; en la falda meridional de la montaña de $. Cristobal, Cinctorres; en la Mata, en los alrededores de Morella, Bel y en la partida de les Arboledes y Mas de la Cruz, término de Chert. Además de la importancia que tienen los fósiles para reconocer y apreciar los pisos en que se encuentran, ofrecen en el terreno cre- táceo de la provincia de Castellon un hecho muy curioso, que consiste en la especie de localizacion y agrupamiento que afectan muchos de 611 ellos. Así es que, por regla general, la caliza compacta y al pare- cer metamórfica está materialmente petrificada de caprolinas, neri- neas, y otros del piso neocómico, como se ve en las montañas de Alcalá, cuyas piedras dan un escelente marmol lumaquela. En las capas de margas se hallan con especialidad los ammoniles en gran número, acompañados de limas, plicátulas, terebrátulas y otras, como se ve en Cinctorres, perteneciente al Gault: las Ostreas flabellata, conica, couloni, conocidas en el pais con el nombre de Orejas, forman horizontes bien determinados, presentándose en número prodigioso en la Masía de Moixacre, término de Morella, y en Chert. En el territorio de dicha Masía se encuentra formando horizonte un número extraordinario de gasterópodos, de un tamaño colosal, llegando 4 pesar algunos hasta media arroba, especie curiosa del género nática, y que creo nueva. Los equinodermos ó erizos de mar se encuentran en número extraordinario, pudiéndose recojer á granel en las capas de marga blanca de Cine- torres, Emborró y otros puntos. Las acteonellas tambien forman un horizonte en la Roca-Rocha, igualmente las pholadomias, las cuales abundan en gran manera. Echando una ojeada al mapa, se podrá formar á primera vista una idea de la extension considerable y de la distribucion del ter- reno eretáceo de la provincia, á lo cual contribuye poderosamente el que siendo de una época mas moderna que el triásico y jurásico, solo se halla cubierto en algunos puntos por los materiales del terreno terciario y cuaternario. En su distribucion se ve que no solo ocupa por entero la region montañosa del N., sino que se continua sin interrup- cion hácia el O. hasta dar contra los estribos de la cordillera triásica de Espadán, en una extension de mas de 25 leguas. Hácia Levante y el S. se extienden sus ramificaciones hasta la costa, formando el ra- mal de Hirta y San Benito, Torreblanca, Cabanes y cuestas de Oro- pesa, en donde rodea al islote triásico de las Agujas de Sta. Agueda, recostado contra sus faldas hasta mas allá de Borriol. Considerado en detalle el terreno cretáceo de esta region, que mirado en conjunto representa una notable convexidad terrestre, como lo acreditan las alturas barométricas que indicaremos mas abajo, de las Accidentes oro-hidrygrá- licos. 612 que Peñagolosa es el punto culminante, se presenta en forma de una cordillera compuesta de estribos paralelos entre sí y con la costa, de- jando en sus intermedios espacios que ocupan valles y vegas de gran fertilidad por la naturaleza de los materiales que los componen. La sierra de Engarcerán, las atalayas de Alcalá, los montes de Hirta, San Mateo, Cati y otros nos dan una prueba de ello. Aunque la Sierra de Peñagolosa al parecer se aparta de esta disposicion, puesto que se di- rije del N. al S., es porque está representada por los últimos estribos eretáceos, lo mismo que la de Espadan en su terminacion en la Villa= vieja, les Valletes, Petrés y Murviedro, cuya direccion parece ser opuesta á la real y verdadera de la sierra. De esta disposicion orográ- fica, y de la composicion y caracteres fisicos de los bancos que consti- tuyen este terreno, y en especial de su direccion éinclinacion indica— das mas arriba, resulta el caracter hidrográfico exterior y subterráneo de esta parte de la provincia, cuya influencia en la vegetacion es tan decisiva. Las aguas de lluvia corren poco por aquí, se pierden pronto entre los estratos; pero como pasan por entre materiales que resisten desi- gualmente á su accion, dan lugar á la formacion de barrancos profun- dos, generalmente escalonados, y tambien á escarpes y precipicios que en el pais llaman cingles, de paredes generalmente verticales, de una eleyacion extraordinaria, correspondiéndose perfectamente los bancos de ambas laderas. Como ejemplos de estos accidentes puedo indicar varios de los que he visto y admirado, como el llamado de la Morería en el término de las Cuevas, por donde se ha abierto paso el rio ó rambla Segarra, la peña llamada de Bel, los profundos barrancos que recorre la rambla Cervol en el mismo punto, y otros. De lo que se acaba de indicar resulta, que son escasas en número las fuentes de la region cretácea de la provincia, y que la hidrografía exterior está representada por una infinidad de barrancos, rios y arroyos que solo llevan agua en las grandes avenidas, pudiendo decir que el nombre propiamente de rio, con agua en mayor ó menor cantidad pero perenne, solo lo merece el Mijares, que tiene su nacimiento en las 613 fuentes ascendentes naturales de Babor y la Escaleruela, en el terreno jurásico del término de Sarrion, aumentando su caudal con los afluen- tes que proceden por el O. de Sierra Espadan, y por el N. y Levante de Vistabella, montañas de Lucena, Benasal y Ares del Maestre, punto este último que sirve de arranque por un lado á la rambla Carbonera, que desde el /barsos recibe el nombre de la Viuda, y va á desaguar en el Mijares; y por el N. da origen á los barrancos que, reuniéndose con la rambla de Sellumbres primero, y despues con otras que proceden de Morella y de la Mata, confluyen con el Forcall al rio Bergantes, que viene del Mas de Querol y del Coll, y sale de la provincia por junto al pueblo de Zurita. Los demás rios y ramblas de la provincia en la region cretácea, si esceptuamos el de la Cenia, rambla de Cervera, y Segarra ó de las Cue- vas, apenas tienen importancia. Una circunstancia hay que tener presente, y es que recorriendo estos rios, ramblas y barrancos, niveles distintos en su curso, ofrecen condiciones favorables para establecer en varios puntos un sistema con- veniente de presas para distribuir despues las aguas, sea para el riego de tierras, ó bien como elemento motor para la industria, como se practica en el rio de las Cuevas para los molinos harineros. De la hidrografía subterránea de este terreno se tratará en el apén- dice, al hablar de todo lo relativo á fuentes y pozos artesianos. Las formas de las montañas cretáceas en esta region varian en ge- neral segun el elemento que en ellas predomina: asi, cuando es el ele— mento arcilloso 4 margoso son redondas d cupuliformes, asurcadas sus laderas por barrancos profundos y angostos, como se ve por ejemplo en Cinctorres; cuando, por el contrario, es el elemento calizo, se pre= senta con una pendiente suave, que es aquella hácia donde buzan los estratos, y otra áspera, cortada á veces á pico, formada por la estre- midad ó cabeza de los estratos: circunstancias fáciles de reconocer, y de gran importancia para la agricultura, para el establecimiento de fuen= tes y pozos artesianos, y hasta para el arte militar. Por último, cuando los bancos calizos alternan, y es lo mas comun, con otros de margas, arcillas Ó areniscas, se presentan con frecuencia de forma entre re- 614 donda y cuadrada, escalonados sus flancos, y terminados en la parte su- perior por una meseta que en el pais llaman muela, como la de Ares, la de Miró ó de la Garumba, y Otras que ofrecen condiciones ventajo- sas para el agricultor. Las diferentes alturas barométricas, tomadas del mismo cuadro que nos sirvió para los terrenos anteriores, y de las indicadas por el Señor Coello en el mapa que acompaña al diccionario del Sr. Madoz, servi- rán para corroborar la idea emitida mas arriba, de que el terreno cre- táceo representa una gran meseta ó convexidad, y pondrán mas de manifiesto el caracter orográfico que ofrece. Puntos de observacion. Altura media. Pisos de este terreno. Arenisca verde y capas Cortes de ÁTenos0......oommoomosonoo 957 superiores del terre no neocómico. Montaña S. Vicente.......o..oo.ooooo 936 Caliza neocómica. Masada de la Cumbre............. > la! Benacolosc a 1.810 E 2JUE Ermita de S. Juan de Peñagolosa. 1.261 Caliza , de orbitolites, Mota 1.077 Ad POE DEI BO A a 196 e A A Rd: 290 Arenisca cretácea. y dra Aluviones antiguos y Neat. do na asoscasoscoscodsod: 147 ¡ Arno Eretccal Alto de Campanillas.......cooooo... 584 Dolomia cretácea. Ps col E o 57 Caliza cretácea. Fuente de la Salud................. 943 Caliza neocómica. ROI A E O AT5 Creta. Mic Sn 969 Onarrcla Ji oabodaaon dto bocaos 1.109 , sd Puerto del Infierno................. 1.189 Caliza neocómica. Castellide Cabres sas eós 1.109 Na 746 Caliza de orbitolites. Llanura de Vistabella.............. 1.200 Caliza neocómica. 4.151» Caliza y arcilla cre- Muelaide Are a 4 '550ws 93 p AcEa: 615 Uno de los resultados inmediatos de la orografía de un pais, y que entra como factor muy principal en el dificil problema de fijar la agri- cultura de una comarca, es el de la facilidad ó dificultad de establecer buenas vias de comunicacion. Por fortuna los accidentes que determi- nan la composicion, direccion é inclinacion de los estratos del terreno cretáceo, en la mayor parte de la region que ocupa en la provincia, ofrecen condiciones muy ventajosas para el establecimiento de estos medios de trasporte. Asi es que hoy atraviesan algunos de estos valles carreteras que permiten la facil circulacion: en este caso se encuentra la de Valencia á Barcelona, que desde que llega á las cuestas de Oro= pesa entra ya en la region cretácea, y recorre los valles de dicho nom- bre, Torreblanca, Alcalá, Benicarló y Vinaroz. Otra carretera provin- cial se está construyendo en la actualidad, que de Castellon se dirije á Morella por el valle cretáceo de Cabanes, Cuevas, San Mateo y Va- llibona; pero por desgracia hay sobrada incuria en esta parte de la pro- vincia, desaprovechando las buenas condiciones del terreno, que les permitiria á poca costa tener buenos caminos vecinales. Como los estratos de este terreno guardan una gran regularidad en toda la extension que ocupan, comunicándose de una á otra ladera de los valles Ó vegas que quedan entre dos ramales contiguos, resulta que, segun sea el elemento que predomine en estas, así será la naturaleza y condiciones del subsuelo vegetal. En unos puntos es arcilloso ó mar- goso, y por su impermeabilidad las aguas se detienen ó encharcan, de- terminando la formacion de almarjales y pantanos, que al propio tiem- po que inutilizan la tierra para la agricultura, se convierten en focos de enfermedades de mal carácter. Tal es lo que sucede en la llanura que se extiende desde la cuesta de Oropesa hasta Alcocebre, pais hoy dia temido por los habitantes, que se ven con frecuencia precisados á abandonarlo, y que á beneficio de un buen sistema de desecación po- dria convertirse en tierras sumamente feraces, si hemos de juzgar por las abundantes cosechas de vino, algarrobas, higos y otros frutos que dan los campos que no estan inundados. Al tratar en la quinta parte de las aplicaciones de estos datos cien- tíficos á la agricultura, indicaremos los medios que nos parezcan mas 79 TOMO JV Medios de trasporte. Caracter que imprime este terreno al subsuelo ye- getal. 616 oportunos para llevar á cabo tan importante y hasta humanitaria mejora. Cuando la ladera hácia donde buzan los estratos se compone por el contrario de arenas, areniscas ó calizas, podemos estar seguros de que el subsuelo vegetal está formado de tales materias, las que por su caracter permeable dan pronto paso á las aguas, como vimos que su- cedia en el piso de la arenisca del trias, imprimiendo á la vegetacion un caracter particular, y obligando al labrador á poner allí en práctica plantaciones distintas de las del subsuelo anterior. La tierra vegetal que cubre al subsuelo de esta naturaleza suele generalmente partici- par del mismo caracter, siendo de consiguiente secas y livianas, de poca consistencia y ninguna trabazon en sus moléculas. El arado y los demás útiles para las labores del campo se resienten, y dan á cono- cer, con la prontitud con que se desgastan, la naturaleza arenácea de la tierra cuando procede de la descomposicion de un subsuelo de are- nas Ó areniscas. Mas adelante indicaremos cuáles sean los mejoramientos mas á pro- pósito para corregir las malas cualidades de esta tierra. La mayor parte del subsuelo que determina el terréneo cretáceo en la provincia, es arcilloso ó calizo, pocas veces arenáceo. Asi lo he ob- servado en las vegas de Alcalá, Cuevas, San Mateo, Cati, Morella, Cine- torres y otras que he visitado. A la frecuencia de presentarse arcilloso el subsuelo vegetal, se de- be un hecho curioso indicado y esplicado por el Sr. Cavanilles, y es el que en las llanuras, mesetas ó muelas situadas á grandes alturas, como la de Vistabella, cerradas por montañas, las aguas se detienen sobre el subsuelo hasta que se abren paso por conductos subterráneos, que forman parte de la hidrografía interior por donde aquellas se pierden. Terreno terciario. El terreno terciario, que en otras regiones de Europa y de la pe- nínsula misma está representado por tres grandes series de pisos, el e 617 numulitico ú eoceno en la base, el falúnico ó mioceno despues, y el sub- apenino 6 plioceno formando la parte superior, compuesto de formacio= nes marinas, lacustres y terrestres, en esta provincia solo consta del piso miocénico, y aun este, que yo sepa, solo está compuesto de formaciones lacustres, pues ni me ha sido dado hallar fósiles marinos que ¡justifiquen las aserciones de algunos, ni ereo que se hayan hallado por otros. Y como en materia de hechos estoy por citar aquellos que he verificado por mí mismo, ó que puedo justificar con datos ivrecu— sables de rocas y fósiles, diré que solo en dos puntos de la provincia he tenido ocasion de estudiar este terreno, y son el alto valle limitado por la sierra de Emborró hácia el S. E. y por las de las Cuevas de Vinromá por el N. O. y N., y el punto llamado la Balsa de Fansara en el camino que conduce desde Onda á Villahermosa. En ambas localidades se compone este terreno de capas de marga alternando con otras de caliza y arcillas, con depósitos de yeso y algun banco de arenisca. Estos materiales, que describiremos en la segunda parte de nuestra Corte de la balsa de Fansara. T. Terciario. 2 y 4. Caliza. C. Cretáceo. 3. Arcilla. 1. Marga. Memoria, estan dispuestos en forma de capas bastante regulares, lo cual indica no haber sufrido muchas dislocaciones: su direccion media Carácter mineralogico. Carácter estratigráfico Carácter pa- leontológico. Estension y distribucion geográfica. 618 parece ser la de N. O. áS. E., con una inclinacion ó buzamiento de 10 á4 12 N. El corte anterior, que hice en el camino de Emborró á las Que vas, demuestra esta disposicion estratigráfica de dichos materiales, y al paso que facilita su conocimiento abrevia la descripcion. En ambos puntos este terreno se encuentra rodeado del eretáceo, recostado contra sus materiales en estratificación discordante, lo cual establece su aislamiento y posterioridad. ¿scasos son los fósiles que se encuentran en este terreno, pero ofrecen la ventaja de ser todos ellos característicos, en primer lugar de una formacion lacustre, porque todos los seres que en sus estratos se encuentran pertenecen á una seccion de conchas cuyos análogos hoy solo viven en lagunas, almarjales ó acequias y tierra firme; y en segundo lugar especiales al terreno mioceno, porque se ha convenido en llamar asiá aquel en que han vivido las especies de lymncas, planor— bis y helices, que, como demuestran las figuras de la lámina 4.”, son las que he hallado en él. En las capas areniscas de este piso, entre Emborró y las Cuevas, he tenido la satisfaccion de encontrar algunas hojas fósiles de plantas dicotiledóneas, que aunque no me ha sido dado determinar por carecer de medios, á juzgar por su aspecto corresponden á esta época de la historia del globo. El terreno terciario de la provincia corresponde perfectamente al caracter geográfico que se le asigna en otros paises, pues su distribu- cion está representada por cuencas circunscritas á pequeñas regiones, tales como las de la meseta de Arañuel, Adzaneta, Oropesa, orillas del mar de Alcalá, y Herbés, segun observaciones del Sr. Verneuil, no apoyadas, que yo sepa, por la indicacion de los fósiles característicos; y en la balsa de Fansara y entre Alcalá y las Cuevas, en donde está bien determinado por los restos orgánicos que contiene. Esta última formacion ocupa el fondo de un valle; y se extiende á buscar el rio seco que procede de las Cuevas, continuándose hasta la partida de San Mi- guel en Alcalá, en donde lo he visto tambien compuesto de margas y arcillas llenas de fósiles lacustres, y con varios bancos de lignito, cuya explotacion se ha intentado en dicho punto dos veces. 619 Verdad es que, á juzgar por el mapa del Sr. Botella, se podria creer que este terreno tiene un desarrollo extraordinario en la provincia, pues constituye todas las llanuras, y luego se interna hasta muy arriba si- guiendo el curso de los rios; pero como dicho Señor no ha aducido ninguna razon, ni citado los fósiles que lo caracterizan, sin dudar de la exactitud de sus observaciones, no me atrevo á darle completo asenti- miento. Lo que en rigor tiene este desarrollo son los terrenos cuater- nario y moderno, segun veremos mas adelante: y como que su posicion es superficial, cubren en toda la extension que ocupan á los terrenos precedentes. Atendido el corto desarrollo y la distribucion en cuencas circuns- critas de este terreno, sus accidentes orográficos tienen escasa impor tancia. Preséntase generalmente en forma de colinas redondeadas de poca elevación, y de mesetas ó llanuras al nivel mismo del mar, se- gun opina el mismo Sr. Vernevil, aunque puede dudarse de que sea terciario el de Alcalá y Oropesa que este geólogo designa como tal, pues no dice haber encontrado ningun fósil, y siendo en mi concepto la brecha caliza que lo constituye en el primer punto una prolongación de los últimos estribos de la sierra cretácea de Hirta, creo necesarios mas datos para adoptar aquel parecer. De todos modos esta es una cuestion puramente científica, que indagaciones ulteriores han de poner en claro, pero de poca importancia para el objeto principal de esta Memoria, siendo hasta cierto punto indiferente el que las capas calizas del imdi- cado punto sean terciarias ó cretáceas. El carácter que este terreno imprime al subsuelo vegetal es tambien distinto, segun que predomina en él el elemento calizo, arcilloso ó mar- goso; y como en cada uno de estos tres casos ya hemos dicho en el terreno precedente cuál es la influencia que ejerce, escuso entrar en repeticiones. Para terminar lo relativo á este terreno, indicaremos las alturas ba- rométricas que alcanza en la provincia segun el Sr. Verneuil. Accidentes del suelo y carácter del subsuelo. Alturas barométricas 620 Puntos de observacion. Altura. Pisos de este terreno. Meseta de Arañuel........... 951% Pudinga terciaria y creta. Adzaneta. conononarsnnocnzónes 398 Terreno terciario. Oropesasrssonessassoiscesass 6 ¿Terciario? rodeado por el cretáceo. Orillas del mar (Alcalá). ... 0 Brecha caliza ¿terciaria? Terrenos cuaternario y moderno. La dificultad de establecer los verdaderos limites que separan á estos dos terrenos en esta provincia, no habiendo podido encontrar hasta ahora restos orgánicos que tanto distinguen al primero del segundo, y continuándose en la época actual algunas formaciones, como la tobá- cea y de la turba, que empezaron en el período diluvial, todo esto, reu- nido á que la naturaleza del elemento que ha determinado las forma- ciones aluvial y detrítica solo se distingue en que en el período moderno se verifica en menor escala que en el anterior, esta dificultad, repito, me obliga á reunir en un solo artículo la descripcion de ambos terre- nos. Por lo demás esta distincion es todavía, si se quiere, menos im- portante que la que acabamos de indicar entre el terciario y cretáceo, porque bajo el punto de vista de las aplicaciones á la agricultura, en- trambos gozan de las mismas condiciones de feracidad. Con efecto, constituidos estos terrenos por los materiales de la descomposicion de los anteriores, esto es, del terciario, cretáceo, jurásico y triásico, su composicion es muy complexa, pero bastante igual en las dos; de donde resulta por la primera circunstancia su gran valor para la agricultura, pues una tierra es tanto mas fertil, cuanto mas variada es su compo- sicion; y por la segunda la analogía de estos dos terrenos, que autoriza plenamente su descripcion simultánea. Los terrenos modernos constan de una porcion de formaciones sin- crónicas ,ó que han tenido lugar simultáneamente sin que en sus ma- teriales se note una verdadera sobreposicion. De ellas, dos son debidas á la accion fisiológica de los animales y plantas, á saber, la de los 621 arrecifes de coral y la de la turba; una, efecto de la accion química del agua, la de la toba caliza: y por último otras dos, la de la tierra vegetal y los aluviones, efecto de la accion física de trasporte por las aguas: hay que excluir la de los arrecifes de coral, porque no se encuentran en esta provincia. La formacion de la turba es el resultado de la muerte y destruccion Formacion de los vegetales, de organizacion, por lo general, sencilla, que por lo que toca á la provincia han vivido en lugares bajos y pantanosos. Estas plantas anuales al parecer quedan en el mismo punto en que vivie- ron, y sumergidas en las aguas su tejido se descompone, y mezclándose con las sustancias arcillosas y arenáceas del mismo punto, dan lugar á la formacion de una capa de materia como fibrosa, parecida al fieltro, de color oscuro. Sobre ella crece y se desarrolla una nueva generacion, la cual á su vez produce otra capa idéntica á la anterior. De esta ma- nera van acumulándose por lechos sobrepuestos las generaciones que se suceden, hasta que con el trascurso del tiempo dan lugar á bancos de mucha importancia, los cuales, comprimiendo á los inferiores, dan á estos mayor consistencia y compacidad en su masa, convirtiéndose to- dos en un combustible al que se ha convenido en llamar turba. Esta formacion, cuyo mecanismo y procedimiento acabamos de indicar, empezó en el terreno diluvial y se continua en nuestros dias. Su posicion en la provincia es en los pantanos y almarjales de Alme- nara, en donde me consta que se está pensando en explotar; y tambien debe existir, á juzgar por la analogía de condiciones, aunque á decir verdad no la he visto, en la region pantanosa que media entre Oropesa y Torreblanca. Esta simple indicacion basta para tener una idea del carácter orográfico que esta formacion imprime á las comar- cas que ocupa, supuesto que una de las circunstancias indispensables para que en ellas se verifique, es precisamente el que el terreno ten- ga las condiciones topográficas indicadas. Tambien es esta formacion comun á ambos terrenos, y se compo- Formación: ne de masas de una caliza particular muy pura, que se presenta en la superficie de la tierra ó en el interior de las cavernas, inerustando ó revistiendo unas veces á los objetos que encuentra al tiempo de for- 622 marse, dando lugar á esas columnas de formas variadas y caprichosas que escitan la admiracion del vulgo en el interior de las cavidades ter- restres. Esta caliza, que se ha llamado toba porque generalmente se presenta algo cavernosa, y tambien incrustante por la propiedad de revestir que tiene, es debida á la accion que ejerce el ácido carbónico de la atmósfera, ó que procede del interior del globo, ó del que arras- tran las aguas, de hacer soluble al carbonato de cal ó piedra caliza, cuando, añadiéndose sus moléculas al que ya forma parte de esta pie- dra, la hace pasar al estado de bicarbonato. En tal estado las aguas lo arrastran hasta que, desprendiéndose otra vez el ácido, vuelve aque- lla al estado primitivo; y como es insoluble se deposita, obstruyendo unas veces los tubos ó cañerías, otras formando capas alrededor de un núcleo, dan lugar á granos, chinas y cantos compuestos de capas con- céntricas, ó sea á las pisolilas segun el lenguaje científico: si las aguas atraviesan por filtracion los estratos terrestres, gran parte se queda en ellos, y la otra va á revestir el interior de las cavernas, y á formar esas columnas ó mejor conos que se desprenden de la bóveda, llamadas estalác— titas, que con frecuencia llegan á reunirse con las que se forman en el suelo en direccion opuesta, llamadas estulúemitas. Mucha parte de esta formacion se infiltra á través de los elementos de la tierra vegetal, aun- que de una manera insensible, contribuyendo á mejorar sus condicio- nes. Por último, con frecuencia la roca, resultado de este procedimiento, da lugar á masas considerables de una caliza dura y compacta, que parece haberse depositado por capas sucesivas en el fondo de algun lago. Entre las muchas localidades que pudieran citarse como ejemplos de esta formacion, las mas notables son las llamadas Peñas de Agustina en la vega de Segorbe, por donde atraviesa el camino de Aragon, for- madas indudablemente por las aguas que proceden en gran parte de la fuente de la Esperanza, tan cargadas de materia caliza, que hasta re- viste los melanopsis que viven en la acequia que corre por su base; y la del distrito llamada la Floresta, que tanto escitó la atencion del ilustre Cavanilles, á quien no se escapó el modo como esta formacion se verifi- ca. «Si se baja á la profunda hoya, dice este eminente escritor, que 623 »es propiamente la Floresta, Vivel, y se examina la cuesta y los recor- »tes del cerro de 200 palmos de altura, compuestos en otro tiempo »de tierra y hoy de tosca, desde la cumbre hasta mas de 140 palmos »de profundidad, se verá el trabajo de la naturaleza, ocupada actual- »mente en aumentar la mole tosca sin hacer misterio de sus obras, »antes mostrando el método de fabricarla. Veráse alli gotear el agua »por el interior de los tubos, puestos en direcciones diversas; aumen »tarse las dimensiones de estos, que sucesivamente van cubriendo las »raices de los vejetales, como tambien los cuerpos duros que encuen— »tran, y caer la tierra desleida para dejar sitio á nuevas petrificaciones »(hoy diríase incrustaciones): hácese todo esto muchas veces con tanta »presteza, que hasta las hojas de vejetales que se reducirian á polvo, »quedan encerradas en tosca. He visto en la Floresta sarmientos en par- »te cubiertos ya de incrustaciones, y en parte asidos aún al suelo que »los vivifica. En Vallanca y Chelva vimos obras antiguas de este gé- »nero; en Vivel está como abierto el taller y la fábrica de otras seme- »jantes. Todas, como he notado en este libro, son efecto de las aguas, »que tenian en disolución partes calizas sin alterar su trasparencia, y »que derramadas continuamente y con abundancia sobre la tierra se »sumian en ella: evaporábase el agua ó seguia tierra adentro, y enton= »ces las partes similares calizas se iban uniendo, continuando así y »aumentando sucesivamente los depósitos de piedra tosca en el espacio »ocupado antes por la tierra.» Tambien esta formacion se encuentra en la provincia en multitud de Cavernas, entre las cuales son notables la que hoy es el santuario de la Cueva Santa, la de las Maravillas en la sierra Espadán, la de Cerdaña en Monte Pina, y otras. Pero en ninguna de ellas me ha sido posible encontrar los restos orgánicos de mamiferos que distinguen el terreno diluvial. Por el procedimiento que, segun acabamos de ver, emplea la natu- raleza en la obra de esta formacion, se puede comprender el carácter orográfico que da á las regiones que ocupa, asi como el que imprime al subsuelo siendo su naturaleza esencialmente caliza. Lo que no hay que olvidar es que, como ella está en via de formacion, las aguas que TOMO 1Y. 80 Formacion aluvial. 624 la aumentan sucesivamente comunican á la tierra que las recibe co n- diciones muy á propósito para el cultivo de los cereales, como se ve confirmado en los dos puntos que acabamos de indicar. La formacion aluvial, como su mismo nombre lo espresa, está re- presentada por todos los materiales que han sido acarreados por las aguas bajo distintas formas y en diferentes grados de atenuación, á ma- yores ó menores distancias del punto de su procedencia. Es decir que, si se quiere en otros términos, es el resultado y espresion fiel de la descomposicion de las rocas. Cuando estos materiales ocupan alturas muy superiores al mayor nivel que han alcanzado las aguas del período actual, como sucede por ejemplo en el barranco de la Roca-corva en el término de Rosell y en otros puntos, entonces decimos que pertenece al terreno cuaternario, y se distingue con el nombre de cieno diluvial y diluvio, ó tambien aluviones antiguos, de los modernos, que solo llevan el simple nombre de aluviones. Tanto estos como el diluvio ocupan, como es natural, el curso de los rios, arroyos ó barrancos, con lo cual nos dan una idea, no solo de la procedencia de sus materiales, sino tambien de la naturaleza del agente que los ha puesto en el sitio en que los vemos; asi como la po- sicion respectiva de unos y otros, indica claramente la altura que han alcanzado las aguas desde que empezaron á depositarse. Esta formacion empieza en las montañas mismas por peñascos ó cantos de diferentes formas y tamaños, segun el modo especial de des- componerse que tiene cada roca; y luego, á medida que avanzan en el curso de las cañadas, barrancos y rios, van tomando formas redondea- das ó elípticas, por efecto del roce de unos con otros, pasan luego al estado de grava, y terminan en la costa, dando lugar á las playas de chinas y arena mezcladas con fragmentos de conchas, zoófitos y otros seres que viven en el mar, ó han sido arrastrados de la tierra por las mismas aguas. De lo dicho se desprende que la naturaleza de estos materiales, que unas veces permanecen sueltos ó incoherentes, y otras se ven agluti- nados por un cemento cualquiera, dando lugar á conglomerados, brechas ó pudingas, ha de variar segun la composicion de las montañas de que 625 proceden. Esto es tan cierto, que para tener una idea de los terrenos que se encuentran en la provincia, á un geólogo experimentado le bas- tará reconocer los diferentes barrancos que surcan las llanuras y van á desembocar en el Mediterráneo, y fijarse en los aluviones que se encuentran en las márgenes ó cauces de cada uno. Así es que desde el Palancia al Mijares solo se encuentran calizas que pertenecen al mus- chelkalk 6 al jurásico, margas irisadas y arenas ó areniscas del trias, mezcladas con cantos de diorita, como se ven en el primero y en el barranco del Cucharero, entre Nules y Bechi. En el Mijares encontra- mos todas las rocas del trias mezcladas con margas, calizas y arcillas del terciario y cretáceo, de donde proceden sus numerosos afluentes. Antes de llegar á las cuestas de Oropesa todos son cantos rojizos, al- gunos enormes, de arenisca triásica mezclados con arcillas arenosas y algun elemento calizo, que proceden del desierto delas Palmas y Agujas de Santa Agueda; y por último, desde las cuestas de Oropesa hasta el rio Cenia, que forma el límite oriental de la provincia, se ven cantos, grava y arena caliza, margas y arcillas de los terrenos terciario y ere- táceo. Lo mismo puede decirse respecto á las formaciones diluvial y aluvial que ocupan los valles de la parte montañosa. De modo que, por lo visto, los terrenos cuaternario y moderno, for— mados de rocas de los terrenos preexistentes, no tienen materiales propios, sino que representan mas bien el modo particular de ser de estos. Su estudio, como se comprende, es muy importante, puesto que no solo nos indica la composicion de aquellos, sino que forman parte de la marcha progresiva de la descomposicion de los materiales de la provincia, objeto principal de esta Memoria. Las aguas, empero, no se han limitado siempre á seguir el curso natural de los surcos que ellas mismas se han abierto, contenidas den- tro de los límites que estos les marcan. Con frecuencia, lo mismo en el período actual que en el anterior, acumulándose en gran copia por efecto de abundantes lluvias, ó por el derretimiento repentino de mu- chas masas de nieve, han traspasado estos límites, y derramándose en las regiones bajas han dado lugar á inundaciones, cuyo resultado ha sido la formacion del cieno diluvial en la época cuaternaria, y la Inundaciones. 626 tierra que cubre y constituye la fertilidad de nuestros campos en los tiempos geológicos modernos. He aquí cómo el exámen mismo de este terreno nos conduce á tratar de la cuestion de inundaciones, impor= tantísima para la agricultura. En tesis general debe decirse que las inundaciones, ó sea el des- bordamiento de las aguas, que generalmente se consideran como gran- des y terribles calamidades, son un bien necesario, y entran como fun- ciones que establecen la marcha regular de las operaciones del globo. Y aunque puede asegurarse tambien que las de la época del diluvio solo difieren de las actuales por sus mayores proporciones, hay, sin em- bargo, que tratar de ellas aparte, porque tambien son distintos los efectos que determinaron. La ciencia reconoce hoy, que en la larga série de siglos que cuenta la historia de nuestro planeta se han repetido varias veces los cambios de continentes en mares y de mares en continentes, y la consiguiente invasion de estos por las aguas. Pero sea que la inundacion última esté mas á nuestro alcance por la posicion superficial que ocupan sus restos, Ó porque realmente interese mas al hombre su estudio por ha- ber sido la que preparó las condiciones convenientes para su esta- blecimiento definitivo, el resultado es que se ha convenido universal- mente en llamarla diluvio. Este cataclismo, que con razon bajo el punto de vista religioso se ha considerado como un castigo de Dios por la iniquidad del hom-= bre, puede en el orden fisico mirarse como el mayor don que la Pro- videncia pudo dispensarle. Con efecto, al diluvio debe la tierra en gran parte todos los accidentes orográficos que caracterizan su su- perficie actual; él fue el que determinó igualmente el curso que hoy siguen los grandes rios; y los abundantes materiales que arrastraban las aguas desprendidas de otros puntos, euya superficie asurcaban. fueron á depositarse en las partes bajas y en el fondo de los lagos, que al hacerlos desaparecer los convertian en fertilísimas llanuras, en donde el hombre estableció despues los principales centros de habitacion. El diluvio rompió barreras que parecian insuperables, estableciendo de este modo la facilidad de las comunicaciones entre las diferentes 627 comarcas, tan necesarias para la vida del hombre; hizo desaparecer muchas de las desigualdades del globo, formó lagos allí donde se necesitaban, y dió origen á nuestros campos, en donde no hubiera podido existir la vegetacion sin la mezcla confusa de toda clase de ma- teriales, que este hecho, grande como todos los de la Providencia, ocasionó. Estos efectos se produjeron unas veces por la simple accion de las aguas de las corrientes continentales, mientras que otras fueron el resultado de la combinacion de estas y de los mares. Tampoco se ocultó á la penetracion del Sr. Cavanilles este hecho tan importante, pues en la introduccion á su inmortal obra, al dar una idea general de los accidentes orográficos é hidrográficos del reino de Valencia, no solo supo interpretar este procedimiento maravilloso, sino que apre- ció tambien la importancia que estas Operaciones tuvieron para la agri- cultura. Oigamos lo que dice tan ilustre naturalista: «Cuando entre »las gargantas se presenta alguna anchura, parece que los rios se ocu- »pan en trastornar el suelo y variarlo caprichosamente, formando cam- »pos con lo que roban á otros, y amontonando cantos, tierra y cieno, »unas veces sin orden y otras en capas mas ó menos delgadas, que con »el tiempo reemplazan los campos y haciendas destruidas. Tales trans- »formaciones y obras de las aguas se ven en grande en las llanuras in- »mediatas al mar. Las aguas del Mediterráneo bañaron algun dia y »batieron las raices de los montes, como lo aseguran los monumentos »que hoy quedan tierra dentro. Al paso que el mar se retiraba iba de- »jando arenas, piedras y otros cuerpos amontonados; venian luego las »aguas de los rios cargadas de tierra, cieno y despojos de vejetales, »que deponian sobre el suelo de arena; traian otras veces cantos, que »dejaban esparcidos sobre la nueva superficie, recubriéndolos despues »con tierras que bajaban de los montes. De este modo se levantaba el »suelo y se iban preparando campos para la agricultura. No tenian allí »los rios barreras que los contuviesen en sus cauces, por lo cual abrian »nueyos surcos y cubrian los antiguos, ocupándose al parecer en des= »truir sus propias obras y formar otras sobre las ruinas. De esta »manera parece vinieron á formarse las porciones preciosas del reino »que se extienden desde Vinaroz hasta Oropesa, desde Castellon de la. 628 »Plana hasta Cullera y las huertas de Alicante y de Gandía.—Los va- »lles y cañadas que alternan con las cordilleras de los montes en lo »interior del reino, parecen efecto de otra causa. Pudieron contribuir »á su formacion las aguas del mar y sus varias corrientes, si por algu- »na causa se incerrumpió la comunicacion y el curso libre que tenian. »Porque entonces, detenidas y como embalsadas las aguas, dejarian caer »al fondo las partes estrañas que sostenian, formando estas con el »tiempo tantas capas horizontales de marga cuantas bastaron para po- »ner de nivel el fondo con los cerros. Concluida la obra llegó la época »en que el mar mudó de sitio, y entonces aparecieron dilatadas llanu- »ras; corrieron las fuentes y los rios, y se llevaron poco á poco las »partes que menos resistian; así aumentaron las dimensiones de los »surcos y arroyadas, hasta que al fin formaron las cañadas y los valles. »Deben pues estos su actual sér y forma á pérdidas repetidas, y las »llanuras marítimas, al contrario, ánuevas adquisiciones, facilitando de »este modo la naturaleza próvida materiales que aumentaron el núme- »ro de campos útiles, trasportando marga y cieno para mezclarlos con »arenas. Por esto se observa cierta semejanza en las tierras del reino de » Valencia, segun el origen que tuvieron. En todas se reconoce la marga, »dominando por lo comun la arcilla; siendo esta tan abundante y fina »en muchas partes, que sirve para las fábricas de alfarería y loza. » El diluvio, ó sea la gran inundacion terrestre, no solo nos esplica el origen de nuestras tierras y el estado actual del globo, sino que por otra parte, como hace notar con mucha oportunidad el Sr. Boubée, ha sido una gran leccion que la Providencia ha querido dar al hombre, para que supiese que cuando sus campos pierden la fertilidad por efecto del consumo que de continuo hacen las plantas de aquellas ma- terias necesarias á su nutricion, el modo mas directo de volverlas á su estado primitivo es suministrarlas aquellos elementos que escasean ó se han agotado. En otros términos, el diluvio ha enseñado al hombre el arte de mejorar la tierra vegetal, y es lo que nosotros haremos, concretándonos á la provincia en la parte de esta Memoria en que se tratará de los consejos agrícolas que el labrador debe seguir, fun- dados en los conocimientos cientificos que preceden. 629 La gran fertilidad del terreno diluvial, representado en la provincia en las dos grandes llanuras que terminan en la costa y en las cañadas y valles del interior, nos da igualmente una leccion muy importante en su aplicacion á la agricultura, pues compuesto de materiales muy di- versos, nos dice claramente que la feracidad de una tierra vegetal está en razon directa del número y variedad de los materiales que la com- ponen. El terreno diluvial, cuyo estudio nos ha conducido á las observa- ciones que preceden, y cuya extension está plenamente confirmada por su misma importancia, alcanza en algunos puntos de la provincia un desarrollo considerable, como se ve por ejemplo en Rosell, 4 40 pies de altura, compuesto de cantos y guijarros, y cubiertos por una masa considerable de margas y arenas que representan el cieno diluvial; en Chert, las Cuevas, Alcalá, Cinctorres y en los alrededores de Se- gorbe tambien está muy desarrollado, dejando aparte que él por sí solo forma todas las llanuras. Los terrenos modernos están formados próximamente de los mis- mos materiales que el anterior, al que cubren en todos aquellos puntos que han podido alcanzar las aguas en el período histórico. Estas con- tinuan obrando, de suerte que con su accion lenta y sucesiva vienen á completar y á perfeccionar la obra del diluvio. Así es que el curso de todos los rios, ramblas y arroyos se ve cubierto de cantos, chinas, guijarros, grava y arena, que constituyen los aluviones modernos; y tambien cuando estas aguas desbordan ó salen de su propio cauce, de- terminan inundaciones, que aunque no tienen el caracter de generales como las del período anterior, ocasionan los mismos efectos, es decir, la formacion de la tierra vegetal y el enriquecimiento de nuestros cam- pos. Verdad es que á primera vista esto parece contradictorio, sobre todo si solo se fija la consideracion en aquellos puntos que han sufrido el desgaste por las aguas; pero si se reflexiona un momento sobre las pérdidas que de contínuo experimentan las tierras por el consumo mismo de las plantas, se reconoce la necesidad de renovar estos ma- teriales, y esto de ningun modo se puede hacer mas eficaz y con menos dispendios que por medio de las inundaciones, aunque sean 630 locales. Y para tener una prueba decisiva de esto, compárese el valor de las tierras sujetas de vez en cuando á las inundaciones, con aquellas que no lo están. En la provincia tenemos varios ejemplos que poder citar de este hecho tan importante, y entre ellos la fertilidad de la hoya (foya) de Alcalá, del término de Onda, Ribes-Albes y otras, pue- den tomarse como tipo. En estos puntos la tierra vegetal es profunda por el progresivo aumento que tienen sus materiales, y su fertilidad se mantiene uniforme por la renovacion que de tiempo en tiempo expe- rimentan los elementos necesarios al desarrollo de las plantas. Todo lo que precede hace ver la necesidad de los estudios geológi- cos en sus aplicaciones á la agricultura, así como la importancia que en la provincia tienen los terrenos cuaternario y moderno, cuya si- multánea descripcion queda plenamente justificada por la analogía de las causas que determinan su formacion, y de los materiales que cons- tituyen uno y otro. Tambien suele incluirse en la descripcion de los terrenos modernos los derrumbios ú talud de las montañas, y las arenas movedizas y mé- danos. En cuanto á los primeros puede decirse que están muy desarro= llados en la provincia, no habiendo una sola montaña que presente hoy su forma primitiva. Los materiales desprendidos ó arrancados de las partes altas se han depositado confusamente en sus faldas y pie, dando lugar á conos muy rebajados que han ensanchado su base, y van suministrando materiales á los aluviones modernos que de ellos arrancan. Esto es lo que se ha convenido en llamar (alud ó6 derrum- bios de las montañas. En cuanto á las arenas movedizas y médanos, solo se encuentran en alguna parte de la costa, como en las playas de Alcalá; pero no tie- nen importancia, ni merecen tampoco llamar la atencion, por cuanto los médanos, 4 que los naturales del pais llaman alíines por efecto de las circunstancias locales, mo hay que temer por ahora que invadan las tierras y que las esterilicen. De lo contrario insistiríamos en hacer ver la inminencia del peligro, y nos atreveríamos tambien á indicar y los medios de que se vale el hombre para conjurarlo en otras regio- nes menos afortunadas. 631 Terrenos ígneos. Los terrenos ígneos de esta provincia, aunque no tienen tanta im- portancia como en otras regiones, sin embargo merecen llamar la atencion por las circunstancias particulares que las caracterizan, y por los beneficios que de sus detritus puede reportar la agricultura. Divídense, como hemos ya indicado, en dos secciones; la una plu- tónica, que se encuentra en el continente, y la otra volcánica, que da lugar á los islotes de Moncolobrer. Terreno plutónico. Ll terreno plutónico propiamente dicho está representado por una sola roca, que se conoce en la ciencia con el nombre de diorita, de cuya composicion y caracteres fisicos trataremos mas adelante. Esta roca se presenta en forma de pequeñas colinas en los dos cerros de San Julian, y en el de Cánova, á un cuarto de legua al O. de Segorbe, y en otra colina de donde arranca el barranco llamado del Cucharero, entre Villavieja y Bechí, al Levante de los últimos estribos de la Sierra Espadán. Las dos primeras de estas colinas, que están alineadas próxi- mamente del N. al S., se enlazan evidentemente con las erupciones de diorila indicadas por el Sr. Verneuil en el pueblo de Manzanera, y con las de la misma naturaleza que he tenido ocasion de observar en el es- trecho de la Rambla y barranco de los Judíos, en Sarrion, y al otro lado del pico de Javalambre, muy cerca del pueblo de Camarena, en donde esta toma todo el aspecto de una roca volcánica, con su es- tructura celular y escoriforme característica. En todos estos puntos la diorita ha producido dislocaciones en el terreno triásico, atravesando sus estratos, principalmente las calizas y margas irisadas, determi- TOMO 1V si Formas y accidentes de este terreno. Caracter Cue imprimen al subsuelo vegetal. 632 nando su inclinacion, y alterando mas ó menos profundamente sus materiales, Hacia el lado oriental de la Sierra Espadán, en el gran valle del Mijares, tambien este terreno ofrece circunstancias análogas, hallándo- se relacionado el del barranco del Cucharero, observado por primera vez por el Sr. Botella, y que he tenido la satisfaccion de ver por mí mismo, con las ofitas que atraviesan el muschelkalk y margas yesosas del trias en Cirat, segun indica el Sr. Verneuil. De manera que, por lo visto, el terreno plutónico de la provincia, lejos de contradecir las ideas que hoy dominan en la ciencia acerca del modo como se ha verificado el levantamiento de las montañas, ofrece su mas plena confirmacion, formando dos lineas paralelas á la direccion media del terreno triásico, que con sus estratos dislocados y metamórficos nos demuestra su anterioridad y relaciones íntimas con estas erupciones antiguas. En todas las localidades en que me ha sido dado observar este terreno, se nota que da lugar á colinas de escasa elevacion, de materia- les sumamente descompuestos en la superficie, que las cubre de una capa arenácea y arcillosa que contribuye por un lado á redondearlas, y por otro á asurcar la especie de meseta en que terminan por la parte superior, y tambien sus laderas, si bien la corta extension que ocupa hace que las aguas corran por un corto trecho, y en consecuencia no produzcan grandes efectos de erosion, dominando mas bien las formas redondeadas, debidas á la accion que sobre ellas ejerce la humedad y el oxigeno de la atmósfera. Aunque, atendida la escasa importancia de este terreno en la pro- vincia, que como acabamos de ver solo ocupa tres ó cuatro puntos muy circunseritos de su territorio, no puedo menos de indicar, para ser tambien consecuente con el plan que me he propuesto, que el subsuelo de la tierra vegetal ofrece excelentes condiciones para la agricultura, y en especial para cierta clase de cultivo; pues si por un lado es im- permeable por efecto de la trabazon de los elementos de esta roca, por otro. como que afecta una especie de estratificación en la disposicion de sus materiales, permite el paso al agua, comunicando cierta frescura 633 á la tierra vegetal. Además, la composicion de esta roca, como veremos mas adelante, lleva en sí elementos de gran fertilidad, que conviene sepa el agricultor para ahondar de vez en cuando las labores, determi- nando una mezcla de elementos que evidentemente ha de mejorar sus tierras. Terreno volcánico. El terreno volcánico de la provincia forma por sí solo los islotes lla- mados de Moncolobrer, cuya extraordinaria abundancia en víboras hoy día, como he tenido ocasion de ver por mí mismo, justifica el nombre que le dieron los antiguos, Estas islas, cuyo plano y descripcion dió en 1825 el Capitan de la marina inglesa Sr. Smyth, forman una cordillera dirijida de N. O. á S. E., paralela á la costa de la provincia, situadas á la lati- tud N. 59 55 58”, y longitud E. 7”, 1” 49” del Meridiano de Cadiz, y a 56 millas de dicha costa. Entre ellas se cuenta la isla principal ó Monte Colibre, con un magnífico puerto llamado Tofiño, abierto á Le- vante, y los islotes llamados Espinosa, Bauza, Malaspina, Navarrete, Valdés, Ferrer, Galiano, Cerquero, etc., y una porcion de bajios que establecen la comunicacion entre unos y otros, y dificultan la navega- cion. Todas constan de los mismos elementos geognósticos, á saber, de toba volcánica parecida al peperino, como diremos mas adelante, en la base, en forma de capas ó estratos, con fragmentos de una especie de basalto escoriforme y coronados por un gran depósito de basalto negruz- co celular, representando una corriente que hubiera llenado todo el erater y cubierto la formacion anterior derramándose por los bordes. La toba ó peperino buza por un lado hácia el interior del cráter con una inclinacion que no baja de 55”, formando sus paredes interiores de pendiente rápida, y por otro hácia el exterior, determinando en la cima 634 una línea anticlinal, y perdiéndose luego en las aguas del Mediterráneo. Y El adjunto corte dará una idea de esta disposicion. Corte de la Isla Mayor. 1. Basalto. 2. Toba volcánica ó Peperino. 3,3. Masas de basalto en el Peperino. El cráter de la isla principal representa dos tercios de circulo, y ofrece un tipo acabado de este accidente volcánico, con la particula= ridad de que siendo por lo general muy limpias y trasparentes las aguas que lo ocupan, puede observarse el suelo á gran profundidad. Tambien se encuentra en ella la roca que se llama puzolana, re- sultado en gran parte de la descomposicion de los materiales que he- mos citado, representada por una especie de arena que se ha empleado con feliz éxito como excelente mortero en la construccion del faro que se está levantando sobre la punta llamada Colibre. Esta isla vendrá á tener de 21 á 5 cuartos de legua de circunferen- cia, y solo en una especie de meseta que se encuentra en la cima ofrece algunas condiciones para la agricultura. Me he decidido, sin embargo, á dar estas ideas acerca de su constitucion geognóstica, no solo por citar este hecho curioso, y para que no quedara incompleta la descripcion de los productos de la provincia, sino tambien por la importancia que para la agricultura puede tener, como mejoramiento de las tierras, el detritus que da la descomposicion de sus rocas. 635 Tambien aquí notamos, en lo alineadas que se hallan las islas y es- collos, un hecho análogo al que indicamos en las erupciones dioríticas de Segorbe, Manzanera, etc.; es decir, la confirmacion plena del modo como ha tenido lugar la aparicion de sus materiales, por hendiduras que siguen una direccion dada, producidas por el enfriamiento suce- sivo del globo, y por la expansion ó fuerza elástica de los materiales comprimidos. Y á propósito de esto es de notar, que la direccion me- dia de todos estos islotes es igual á la de los estribos cretáceos del N. y E. de la provincia, siendo aquellos y estos paralelos á la costa; de manera que podria decirse que el levantamiento del terreno cretáceo dejó en su misma direccion, bien sea una grieta ó una línea de me- nor resistencia en el globo por donde tuvo lugar la erupcion sub- marina de las islas cuya descripcion acabo de hacer. Un hecho idén- tico va indicado mas arriba al hablar de las erupciones dioríticas para- lelas á la cordillera triásica de Espadán, y otro exactamente igual se nota en el volcanismo de Italia, representado por los volcanes de Roma, Nápoles y Sicilia, paralelos á la direccion de los Apeninos. Aunque no es facil determinar la edad de estas islas ó la época de su aparicion del fondo del mar, por la falta en ellas de terreno de sedi- mento, sin embargo, á juzgar por la analogía de sus materiales con los de los alrededores de Roma, parece probable que pertenezcan al periodo mioceno ú plioceno del terreno terciario. 636 SEGUNDA PARTE. UVAS Descripcion de las rocas, marcha de su descom- posicion, y agentes que la determinan. Deseos de haber hecho la indicación de las rocas consideradas como factores de los terrenos, que son los representantes verdaderos de las épocas cronológicas del globo; justificada la descripcion que de estos hemos hecho por la importancia suma que tienen en la orografía, hi- drografía, y hasta en las condiciones climatológicas de la provincia de Castellon, cumple ahora á nuestro objeto descender á los detalles, acer- cándonos á la verdadera cuestion propuesta por la Academia. Los terrenos, mirados en conjunto, determinan condiciones im- portantes para la agricultura de un pais, como acabamos de ver en la primera parte de esta Memoria; y estos mismos, con la descomposi- cion de sus materiales, las rocas, dan lugar á la tierra vegetal, sin lo que la agricultura sería imposible. He aquí, pues, justificada la descripcion de las rocas en su estado íntegro primero, y alteradas despues , interpretando de este modo la verdadera idea que se ha propuesto esa ilustre Corporacion al publicar anualmente el concurso para el premio extraordinario. Y como el orden ó método, tan vital para todas las cosas, es de todo punto indispensable en la exposicion de los hechos en detalle, se hará esta descripcion de las rocas agrupan— dolas al rededor de cada uno de los terrenos que hemos ya dado á cono- cer, siguiendo la misma marcha de abajo arriba, ó sea de los antiguos á los modernos, que adoptamos en la primera parte. Rocas del terreno triásico. A cinco grupos pueden referirse las rocas que componen el terreno triásico, á saber: 1.” arenáceas ú siliceas; 2.” calizas; 3.” arcillosas; 4.” margosas, y D.. yesosas. Si el fin del presente escrito fuera de aplicacion industrial, á estos cinco grupos añadiríamos un sexto, representado por los metales que, como el cobalto, cinabrio, manganeso y otros, se encuentran aunque accidentalmente en este terreno, y forman objeto de alguna explo- tación, á la verdad poco importante. Estas rocas difieren entre sí, no solo por su composicion y caracteres físicos, sino tambien por el modo con que se descomponen, y por la naturaleza del elemento que determina este fenómeno. De aquí la necesidad de su descripcion detallada, que es lo que vamos á hacer. Las rocas del primer grupo, las mas importantes de este terreno por su abundancia y por las elevadas cimas á que dan lugar, constan en su estado integro de areniscas que corresponden á lo que se llama rojas modernas en la clasificacion geognóstica, y rodeno en lenguaje usual de la provincia. Hállanse compuestas de granos angulosos de silice, reunidos por un cemento de la misma sustancia, que los aglu- tina, dejando algunos espacios entre ellos que las hacen en parte permeables. Su estructura es compacta, el tacto áspero, y el color por regla general rojo claro uniforme, presentándose algunas veces pardo, como indicio de un principio de descomposicion, y otras completamen- te blanco, como se puede ver en las minas de cobalto de Eslida. Con frecuencia se encuentran en las rocas de esta region, y cerca de Onda, fajas de color parduzco, que forman contraste con el del fondo rojo ó blanquecino. Las dendritas de manganeso y tambien de cobalto inter rumpen con frecuencia la uniformidad del color de la roca, así como el brillo de las hojuelas de mica blanca ó dorada en corta cantidad, da cierta hermosura ¿ la piedra. La dureza de esta roca es muy 1.% grupo. Rocas arenáceas ú rodeno. 638 considerable, de modo que si el grano fuera de menor tamaño, po- dria destinarse para muelas de molino. Esta roca pasa en unos puntos á un conglomerado ó pudinga de cantos silíceos reunidos por un cemento de lo mismo, dando lugar á lo que en otro tiempo se llamaba grawwaka, tránsito que he tenido oca- sion de observar subiendo al Pico de Espadán, mas arriba del dique de muschelkalk. En otras partes, y generalmente en las bajas de las montañas á que da lugar, hácia el principio y medio de sus faldas, se nota otro tránsito mas importante que el anterior, puesto que cons- tituye al rodeno en un estado en que se descompone con facilidad, y da lugar á la formacion de la tierra vegetal. Esta arenisca esencialmente arenosa y silícea, representando el tipo de su especie, como se ve en las altas cimas de Espadán, á medida que desciende en la montaña empieza por tomar algo del elemento arcilloso, el cual va en aumento hasta dominar por completo la roca, á la que hace pasar de compacta y dura, primero al estado tabular, y despues hojoso y pizarroso, que es cuando se deja sentir en ella la accion de los agentes exteriores. Con la composicion y estructura varia tambien su tacto, que es me- nos áspero; el color toma el aspecto del que ofrecen las heces del vino, es decir, rojo oscuro y como morado; adquiriendo por otra parte la propiedad característica de las arcillas, de despedir un olor á tierra particular cuando se le echa el aliento. La descomposición de la arenisca del trias es debida en su mayor parte á la accion física de los agentes exteriores, y principalmente á la del agua, sea congelándose entre sus moléculas y aumentando por dilatacion los espacios que las separan, ó bien arrastrando algunos de los elementos que entran en su composicion. Pero la accion de estos agentes es tanto menor, cuanto mas pura se presenta la roca por la homogeneidad de los materiales que la componen: así es que, en general, aun cuando se ve cubierta de una capa de color pardo y mas deleznable en su estructura, que denota la accion del agua y de la germinacion de las plantas que, como los musgos y líquenes, cre- cen en su superficie, nunca es de gran espesor, á lo cual contribuye tambien la trabazon y finura de sus granos. Cuando, por el contrario, el Aa 639 rodeno admite en su composicion elementos heterogéneos, como mu- cha mica, y sobre todo la arcilla, la descomposicion se verifica con mas rapidez y en mayor escala, porque en el momento que la accion química del oxígeno 6 hidrógeno del agua, la del ácido carbónico at- mosférico obrando sobre aquella, ó la mecánica de esta y de la germi- nacion de las plantas, consigue arrastrar ó hacer desaparecer alguno de sus elementos, el otro sigue el mismo camino, faltándole el apoyo, y la roca se desmorona. Esto se verifica primero en grandes fajas ó ta- blas, que impelidas por la corriente de las aguas siguen la pendiente de las montañas, y el curso de los barrancos y rios que de allí arrancan, dividiéndose y subdividiéndose hasta reducirse á polvo impalpable la parte arcillosa, y á granos sueltos mas ó menos finos la silícea, perma- neciendo brillantes las hojas de mica, aunque tambien estas, atacadas por el ácido carbónico atmosférico, se convierten en carbonatos y bicar- bonatos solubles de varias bases, en silicato hidratado de alúmina ó ar- cilla, y en una parte de sílice que en estado naciente se infiltra entre las tierras vegetales para aumentar su fertilidad. De manera que el rodeno en sí suministra pocos materiales á la tierra vegetal, y se necesita ese tránsito á la arcilla roja pizarrosa para proporcionar el elemento silíceo, y los demás que van indicados como componentes de esta roca mixta, que no es ni el rodeno ni la arcilla. Tambien, sin embargo, el rodeno puro suele presentarse descompuesto por la accion de las causas físicas, cuarteándose primero, dejándose ar- rastrar despues por las aguas, desmoronándose y reduciéndose á frag- mentos de menor tamaño, que se redondean y convierten en cantos, guijarros, chinas, grava y arena, como se nota en los barrancos de Almedijar, Eslida, Artana, Bechi y otros puntos, en donde suelen estos materiales encontrarse á veces aglutinados, formando verdaderas pu- dingas. La descomposicion, empero, del rodeno es mucho mas lenta que la de esta roca cuando pasa al estado arcilloso; y nunca la tierra que resulta de esta operacion ofrece á la agricultura las condiciones que la otra, confirmando así el axioma de que tanto mas pobre es una tierra vegetal, cuanto menor es el número de los elementos que la componen. Para convencerse de la verdad de este aserto, basta recor- TOMO 3Y. 32 2. grupo. Rocas calizas. 640 rer el valle de Castelnovo y Almedijar subiendo al Pico de Espadán, el de la Algimia y Vall de Almonacid en la misma direccion: allí se ve la raiz y faldas de la montaña, es decir, todo el espacio que ocupa el rodeno arcilloso, cubierto de algarrobos, olivos, cerezos, toda clase de hortalizas, y en especial de muchas variedades de vid, que dan es- quisitas y famosas uvas llamadas planta de Almedijar, mientras que mas allá del dique de muschelkalk, en donde el rodeno se presenta puro, la vegetacion es escasa, representada principalmente por pinos, que vi- ven en los intersticios de los estratos mas bien que sobre la roca mis- ma, en la cual solo se crian musgos y liquenes. Como el estado molecular de los materiales que entran en la composicion de las tierras ejerce, si cabe, tanta influencia en la ve- getacion como su composicion íntima, conviene indicar cuál sea el que suministra la descomposicion de cada una de las rocas cuya des- eripcion estamos haciendo. De consiguiente, conviene saber que la destruccion del rodeno puro da lugar á un detritus arenoso por ex- celencia, ó segun el lenguaje de Thurmann, perpsámico, mientras que la del tránsito del rodeno á la arcilla suministra un detritus pulveru- lento y arenáceo, ó pelopsámico, segun el mismo autor. Los productos químicos de esta descomposicion son en el primer caso solo la sílice, y en el segundo la sílice, el silicato hitratado de alú- mina, ó la arcilla y el peróxido de hierro, magnesia, alúmina y otros que entran en la composicion de la mica. Las rocas calizas constituyen en este terreno el piso segundo, lla- mado muschelkalk, y se reconocen facilmente por la efervescencia que hacen cuando se las echa una gota de ácido, como por ejemplo de vina- gre fuerte; si bien hay que tener presente que siendo casi todas las de este pais dolomíticas, la efervescencia es mas lenta, por la parte de car- bonato de magnesia que entra en su composicion. De modo que estas rocas constan de carbonato de cal y carbonato de magnesia. En cuanto á sus caracteres exteriores, se presentan en general de color gris oscuro; de estructura compacta sumamente dura; y á veces hasta de fractura concoidea, si bien con frecuencia ofrecen un aspecto arenáceo, que es uno de los signos que distinguen á las calizas dolomí- A. O EE TE A A A 641 ticas de las comunes. El tacto en este caso es algo áspero, pero cuan- do se presentan muy compactas es mas suave: suelen formar bancos de bastante espesor, y tambien tablas cuarteadas, tal vez por la retrac- cion de la materia producida por el calor, ofreciendo á menudo lo que se conoce en la ciencia con el nombre de planos de crucero, circunstan- cia que tambien se nota en el tránsito del rodeno á la pizara arcillosa, y que pondrá en claro la figura adjunta. 1. Caliza y Arcilla. 2. Arenisca. Tales son los caracteres de la caliza del trias cuando se presenta en su estado de pureza; pero tambien ella ofrece tránsitos á una roca arcillosa, en cuyo caso aparece algo pulverulenta en su superficie, como indicando un principio de descomposicion; reconociéndose con facili- dad su naturaleza por el olor que despide con el aliento. Este tránsito se nota principalmente en los espacios que separan los estratos ó bancos unos de otros, circunstancia que siendo bastan te comun á todos los terrenos calizos, parece indicar que los sedimentos que dieron lugar á su formacion, fueron interrumpidos por otros en que los materiales que arrastraron las aguas eran de distinta naturale- za. Otras veces esta roca ofrece tránsito á lo que se llama carniola, que es una piedra celular ó cavernosa, que segun los autores representa la desdolomizacion de aquella; es decir, que al desprenderse la parte 642 magnésica que entra en su composicion, deja unos espacios 4 huecos que explican este tránsito. La congelacion del agua entre sus estratos y el desarrollo de las plantas que alli se encuentran, favorecidas por la estructura tubular de esta roca, determinan el principio de su descom- posicion mecánica, cuarteándolas primero, y reduciéndolas despues á cantos, chinas y polvo, si bien es mas enérgica la accion química que en ellas ejerce la humedad atmosférica mas ó menos cargada de ácido carbónico. Este hace pasar la roca al estado de bicarbonato, en cuyo caso es soluble, desgastándola de este modo, y esparciendo todos los elementos que entran en su composicion en la tierra vegetal, contribu- yendo á aumentar su fertilidad. Esta operacion deja á la roca en un estado tal, que cuando sobrevienen alternativas de frio y calor, de hu- medad y sequedad se hace pulverulenta, último grado de su descompo- sición, y arrastrada en este estado por las aguas corrientes, se deposita en el álveo de los barrancos ó arroyos y en las partes bajas, yendo en último resultado á formar parte de la tierra vegetal. La descomposicion, de consiguiente, de esta roca, como acabamos de ver, es debida á la accion de causas químicas y físicas; y el resulta- do de ella es, en cuanto á las propiedades físicas del detritus, una tier- ra pelógena como dice Thurmann, ó pulverulenta y terrosa; y por lo que toca á su composicion, suministra la cal, la magnesia, el ácido carbónico y alguna parte de sílice, que siempre contiene, circunstan- cias que la hacen muy á propósito para el cultivo de los cereales, del algarrobo, de la vid, y de una porcion de otras plantas que crecen ad- mirablemente en aquellos puntos en que está muy desarrollado este elemento mineralógico, como se ve en la vega de Murviedro, Petrés y otras localidades. Una de las plantas que en esta comarca parece tener una especie de predileccion por la caliza cuya descripcion estoy hacien- do, es el higo chumbo, que crece y se multiplica de una manera ex- traordinaria en ambas laderas del castillo de Murviedro. EGEUpIES La dificultad de separar á la marga de la arcilla, sobre todo en este Rocas arcillo- Pocasareito. terreno, nos obliga á tratar en un mismo párrafo de estos dos grupos *- de rocas. Con efecto, la marga en sí no es sino una mezcla en diferen- tes proporciones de la arcilla y la caliza; de consiguiente, dada ya 4 643 conocer esta última en el terreno de que tratamos, bastará indicar bre- vemente lo que es arcilla, con tanta mas razon, cuanto que las margas del trias son mas bien arcillosas que calizas. La arcilla de este terreno, como en general la de todos los de se- dimento, consta de un silicato hidratado de alúmina con algo de mag- nesia en la de este piso, resultado á su vez de la descomposicion de rocas feldespáticas. Esta roca, suave al tacto, con un olor peculiar cuando se la echa el aliento, que se deja rayar con la uña, impermea- ble, reteniendo mucho el agua, unas veces se mezcla con el elemento calizo tambien térreo, y da lugar á lo que en este terreno se llaman margas irisadas, que es una formacion aparte, mientras que cuando está en relacion con la arenisca ó rodeno, como hemos indicado mas arriba, toma el aspecto arenoso, de estructura foliácea ó pizarrosa, y de aspecto en general de lajas ó tablas. En el primer caso hace eferves- cencia con los ácidos, como confirmación de la existencia en ella del elemento que le hizo cambiar el nombre; sus colores en general son el blanco sucio ó gris, el rojo, á veces el violeta y otros, á los que debe el adjetivo que lleva. Preséntase entonces en forma de grandes masas, en las que no siempre es facil distinguir su estratificación; y con frecuencia acompaña depósitos de sal que se manifiestan por sí mismos ó por me- dio de manantiales, que no he tenido ocasion de observar en esta pro- vincia, si bien los he visto en Sarrion (Teruel). La circunstancia de escasear mucho en esta roca el elemento calizo, hace que bajo el punto de vista agronómico no sea la destinada á fer tilizar los campos, á no ser aquellos en los que se nota un esceso de elemento arenoso: y como precisamente donde esto sucede por la des- composicion del rodeno, se encuentra tambien el elemento arcilloso, en general no necesita la mezcla de aquella para las buenas condiciones de la tierra. La descomposicion de las arcillas ó margas del trias es debida prin- cipalmente á la accion de causas fisicas, si bien el ácido carbónico de la atmósfera, ó el que suele llevar la humedad del ambiente y el agua de lluvia, tambien ejercen su influencia atacando la parte del carbonato de cal que entra en su composicion, trasportándole á otros puntos. 644 Las alternativas de frio y calor, y principalmente de sequedad y hu- medad, son las que ocasionan la descomposicion de esta roca. Dotada, con efecto, de la propiedad de retener mucho el agua, la interposición de este líquido entre sus moléculas aumenta los espacios que las sepa— ran; de donde resulta que, cuando por efecto de la evaporacion vuelve otra vez á la atmósfera, se queda con una estructura porosa y poco estable, que la cuartea y agrieta en todos sentidos. En este estado se desprende con facilidad en pedazos ó masas irregulares por la accion de las mismas aguas ó por el aire, reduciéndose á una especie de papilla ó de polvo que es trasportado con facilidad á grandes distancias. De manera que por lo visto no hay aqui esa separacion de fragmentos cada vez mas pequeños que la descomposicion produce en las dos rocas an- teriores, sino que, por efecto de su propia estructura, muy pronto lle- ga al último término de su descomposicion. Cuando el elemento calizo, mezclándose ó interponiéndose entre el arcilloso, comunica á la roca el caracter de marga, el diferente modo de conducirse estos elementos en presencia de los agentes exteriores, disolviéndose ó reduciéndose á polvo, el uno por la accion física y el otro por la química de las aguas, determina la pronta desagregacion de sus elementos, que constituye una de las circunstancias mas ventajosas que esta piedra ofrece en la formacion de la tierra vejetal, ó conside rada como un excelente mejoramiento. La descomposición en este caso pone de manifiesto la estructura globular ú hojosa de la marga, aunque por efecto del predominio de la parte arcillosa esto no suele observar- se en las del trias de la provincia tanto como en las del terreno jurá- sico y cretáceo, que estudiaremos mas adelante. Por efecto de la facilidad con que se descompone esta roca por las circunstancias indicadas resulta el aspecto de desmoronamiento y des- truccion en el mas alto grado que ofrece el terreno en cuya formacion predomina este elemento, como puede verse en la colina de la Cartuja de Val de Crist y en la ladera opuesta del valle de Segorbe, frente á las peñas de Agustina, y en general en todos los barrancos de dicha region. El subsuelo que forma esta roca, en razon á su impermeabilidad, á la tenacidad de su estructura y á la trabazon de sus moléculas, es 645 resco, é impide el cultivo de plantas de raices profundas, y cuando ocupa la superficie, generalmente lleva el sello de la esterilidad. Sin embargo, suministra tierras abundantes, fuertes, y de bastante fondo. A la descomposicion de esta roca contribuye tambien poderosa- mente el desmoronamiento que produce la sobreoxidacion é hidrata- cion del mucho óxido de hierro que contiene, el cual, arrastrado por las aguas contribuye á fertilizar las tierras. El yeso es mineral compuesto de ácido sulfúrico y óxido de calcio en la proporcion de 3 átomos de aquel por 1 ¡de este y una cierta cantidad de agua, y se reconoce facilmente por su poca dureza, que per mite se le raye con la uña, por su estructura, que generalmente en el terreno en que lo describimos suele ser compacta y algo terrosa, por hallarse mezclado con la marga ó la arcilla, aunque algunas veces tam- bien se presenta cristalizado bajo formas lenticulares ó de hierro de lanza, compuesto de una porcion de láminas de superficie brillante, y que se dejan separar con mucha facilidad, no hace efervescencia con los ácidos, pero es algo soluble en el agua. Preséntase en cristales sueltos en la masa de las margas irisadas, 0 en especies de bancos irregulares intercalados en la misma roca, for- mando con frecuencia, como se ve en la colina de la Cartuja de Val de Crist, eses ú ondulaciones muy curiosas, como ya hemos indicado. Este mineral representa un elemento subordinado en la formacion de las margas; y no puede decirse que imprima un caracter especial al subsuelo, si bien su descomposición suministra á la tierra vejetal al- gunos materiales útiles, y de los que en la última parte de esta Memo- ria indicaremos el partido que el agricultor puede sacar, aplicándolos á la tierra en que cultive plantas de forraje. La descomposicion del yeso es debida principalmente á la accion física del agua, porque si bien es escasa su solubilidad, la repetida in- fluencia de este elemento asurca su superficie, la hace áspera y desi- gual y produce su desgaste, como puede verse en la colina antes ci- tada, y enfrente de las Peñas de Agustina. Además, como este mineral va casi siempre mezclado con partes térreas de marga ó arcilla, la des- truccion y desaparicion de estas ocasionan tambien la suya. 5." Grupo. Rocas yesosas- 646 Rocas del terreno jurásico. Las rocas de este terreno pueden reducirse á areniscas, calizas, ar- eillas, margas y silex 6 pedernal, considerado como mero accidente de escasa importancia. 1” Rocasare- Aunque en el terreno jurásico las areniscas no suelen ser abun- dantes, y á pesar de haber negado su existencia un distingido geólogo extrangero, he tenido ocasion de verlas en las montañas que median entre el Toro y Barracas. Se componen de granos redondeados de are- na silicea, aglutinados por un cemento mas bien calizo que silíceo; su color es gris, su textura arenácea, como todas las de su clase, pero poco consistente, lo cual hace que se desmoronen con facilidad. Pre- séntase en bancos de cerca de 1 decimetro de espesor, alternando con otros de caliza muy compacta y de marga pétrea, que se exfolia y des- compone con facilidad. La accion química del ácido carbónico, atacando al cemento y ha- ciéndolo desaparecer, deja sueltos á los granos de arena, los cuales son arrastrados por las aguas corrientes hácia el fondo de la hoya llamada del Toro, contribuyendo mucho á las buenas condiciones que aquella tierra ofrece para el cultivo de los cereales, única cosecha que general- mente se pone allí en práctica. 2 Rocas Las rocas calizas del terreno jurásico de la provincia, unas se pre- sentan puras, de colores claros, como sucede en Peña Escabia, Bejis y Cueva Santa; otras bituminosas y fétidas, de colores oscuros, azulado ó negro, evidentemente metamórficas, suministrando escelentes mármo- les ó piedras de adorno, como se nota en el collado de Jérica. Allí mis- mo se ven muchas llamadas encriniticas por el número prodigioso de tallos de encrinites que contienen en su masa, de la que se distinguen por la estructura cristalina. Otras forman lo que se llama mármol /u- maquela, de gran efecto cuando se tallan y pulimentan, por las muchas conchas enteras ó fragmentos de ellas que se destacan de su fondo. En algunos puntos, como he observado, cerca del Toro, la caliza, que per- 647 tenece al piso porllándico por los fósiles que contiene, es compacta y se halla mezclada con gran porcion de granos de arena: entre dicho punto y Barracas altera la estructura regular de esta roca la presencia de nó- dulos de silex, que por su aspecto revelan haber sufrido alguna alte- racion. Por fin, en muchas localidades, como por ejemplo en Bejís, partido de las Naguanillas, y en general en el espacio que separa á los bancos entre sí, la caliza toma parte del elemento arcilloso, lo cual le imprime una estructura pizarrosa, pasando imsensiblemente á lo que se llama marga. La base de la composicion de todas estas calizas es el carbonato de cal, como ya vimos en el trias, de la que solo se distingue por la pre- sencia de principios bituminosos ó de hidrógeno sulfurado, que se re- conoce por el olor que da cuando se la golpea con el martillo ó con otra piedra, por la presencia de encrinites 6 de conchas otras veces, ó por la de la arena, ó por su tránsito á la marga, circunstancias todas fáci- les de reconocer. Todas estas calizas afectan la disposicion de bancos regulares, cuya direccion y buzamiento indicamos ya al tratar del terreno jurásico, alternando por lo general con margas y arcillas; y por escepcion. si se quiere, entre Barracas y el Toro con bancos de arenisca, segun ya di- jimos. La estructura compacta y el aspecto marmóreo y á veces cristalino que ofrecen, más pronunciado todavía que en las del terreno cretáceo, parecen indicar un metamorfismo bastante avanzado; sin que hasta el presente me haya sido posible encontrar la causa á que deba atribuirse este hecho. Esto, sin embargo, las hace muy duras, y bastante imper- meables; circunstancia que impide que la vegetacion se desarrolle en ellas, lo cual da un sello particular á las montañas de esta caliza, que generalmente se presentan peladas, ó con una vegetacion muy escasa. Tambien contribuye esto y la desproporcion entre el elemento cali- zo, que abunda mas que el arcilloso, á que sea mucho mas lenta la des- composicion. La verdad de este hecho puede apreciarse perfectamente si, salvando las barreras políticas que separan á esta provincia de la de Teruel, comparamos el estado de integridad de las rocas de la Cueva TOMO IV. 85 648 Santa y collado de Jérica por ejemplo, con las de las inmediaciones de Sarrion, en donde por ser muy arcillosas las calizas, no solo se desmo= ronan estas, sino que faltándoles el apoyo á los bancos por la desapari- cion de la materia arcillosa que ocupa los espacios que los separa, se cuartean y caen en fragmentos, que muy pronto se reducen á menor tamaño, ofreciendo las mejores condiciones para que las causas físico químicas de la atmósfera las reduzcan á la última espresion de detritus. Aunque no en tan grande escala como en la citada localidad, tambien puede esto verse en Bejís, enla partida citada de las Naguanillas, situa= da al S. O. de la poblacion, y en todo el trayecto desde este punto á Segorbe, pasando por la Masía de Rivas, en donde abunda mucho la arcilla y la marga. Aunque no tan pronunciada como en esta, en la caliza pura y en la que contiene conchas y tallos de encrinites, la descomposicion tiene lu- gar, dejándose conocer en la especie de bajo-relieve que determinan estos restos, en atencion á que resistiendo mas por efecto de su estructu- ra cristalina que el cemento ó masa que los une, esta se presenta esca- vada y con la superficie desigual, y aquellos están como de realce. En la caliza pura se verifica lo mismo, sibien, faltando el término de com- paracion, no puede apreciarse con tanta facilidad. En aquellos puntos ya indicados en que la caliza es arenácea, la descomposicion es mayor por efecto de la presencia de elementos, que resisten desigualmente á la accion de los agentes exteriores. En todas ellas, de consiguiente, la accion del agua interpuesta, la desaparicion del elemento que les sirve de base, y la penetracion de las raicillas en su masa, las reduce á fragmentos cada vez mas peque- ños. Todo esto facilita la accion quimica del ácido carbónico, de la hu- medad atmosférica y de la lluvia, auxiliada á su vez de lainfluencia de la electricidad, puesto que, como ha demostrado el Sr. Becquerel, en tales circunstancias cada molécula representa un elemento de la pila de Volta. Por lo visto, la descomposicion de las rocas calizas del terreno ju- rásico no aumenta extraordinariamente los materiales de la tierra ve- getal, pero suministra el elemento calizo, que cuando se halla mezclado 649 en las debidas proporciones con la arcilla, la arena y otros, constituye una de sus mejores condiciones, en especial para el cultivo de las le- gumbres, vid y otras plantas. Atendido el gran desarrollo que el elemento calizo tiene en la par- te del territorio de la provincia que ocupa el terreno jurásico, general- mente el subsuelo lo es tambien, y con frecuencia margoso ó arcilloso, como puede observarse en todo el término de Bejís, el Toro, Cueva Santa, Masía de Rivas, etc.; y atendidas las circunstancias que van in- dicadas acerca de la composicion, estructura y demas caracteres de esta roca, el subsuelo es fresco en general, y muy principalmente en donde participa algo del caracter margoso; debiendo tener entendido el agricultor de dicha region, que de vez en cuando será muy conveniente ahondar las labores, á fin de que se mezclen los elementos del sub- suelo con los de la tierra vegetal, especialmente si conoce que sus co- sechas disminuyen, y no encuentra otra causa racional á que referir este hecho sino á que se agota alguno de los componentes de aquella. Por las razones expuestas en el terreno anterior, incluimos en el mismo párrafo la descripcion de estas dos especies de rocas, que por otro lado será breve por evitar repeticiones, ya que muchos de los caractéres son comunes á entrambos terrenos. Ademas tampoco es considerable el desarrollo que en el jurásico de la provincia tienen la marga y la arcilla, si bien en su limitrofe de Teruel, que forma su con- tinuacion, tienen gran importancia. El único carácter que puede decirse que distingue á las margas del terreno jurásico de que tratamos, de las del anterior, es que en ellas predomina el elemento calizo, ofreciendo el aspecto pétreo en algunos puntos, como en Barracas, y el térreo en Bejís, Teresa, Torás y en las faldas de la Cueva Santa, desde la Masía de Rivas, siguiendo por el camino de herradura de Segorbe al primer punto citado. Preséntase generalmente en estratos en el punto de tránsito de la caliza á la arcilla, en los espacios que median entre los bancos de aquella. Su estructura es foliar, hojosa ó pizarrosa, como lo demuestra principalmente la des- composicion, que aun en las de aspecto mas compacto se verifica en láminas ó lajas. unas veces planas ú horizontales, otras mas ó menos SiS Rocas arcillo- sas y margo- sas 650 esferoidales ó elípticas, revelando una disposicion globular, como he tenido ocasion de ver en el mismo camino que conduce dela partida de las Naguanillas á Bejís. El color de estas y de la arcilla en general suele ser gris, parduzeo ó azulado, y algunas veces blanco sucio, principalmente en las margas: tambien se presenta azul oscuro ó casi negro, como se nota en aquellos puntos en que la caliza es bituminosa, como en el Collado de Jérica. En alguna localidad, como en el cerro de las Mulas por ejemplo, mas arriba de la Cueva Santa, las he visto pardo-rojizas, debido al óxido de hierro, de cuya coloracion participan tambien las calizas. La presencia en todas estas rocas de un número notable de fósiles, aunque no tantos como en las del cretáceo, como vamos á ver, les da una gran importancia agrícola, por la influencia que estos restos ejer cen en la vegetacion. La descomposicion de la marga y arcilla jurásica es debida á las mismas causas que determinan la de las anteriores, salyo la influen- cia que ejerce el mayor predominio del elemento calizo, y su disposi- cion en capas ó estratos; razon por la cual nos escusamos de entrar en repeticiones inútiles. Lo mismo decimos respecto á la naturaleza y caracter del subsuelo que ellas determinan, si bien es menester te- ner presente que las margas del jurásico son preferibles á las del frias. como subsuelo y mejoramiento, por cuya razon las tierras son mejo-. res, y el labrador debe servirse con mas frecuencia de aquellas que de estas. Rocas del terreno cretáceo. Las rocas esenciales del terreno cretáceo de la provincia pueden veunirse en cuatro tipos, que siguiendo la marcha que en los anteriores. son: 1.* el de las areniscas; 2.” el de las calizas; 3.” el de las arcillas; y 4.* el de las margas: varios criaderos de metales, y entre ellos prin cipalmente para nuestro objeto el hierro en diferentes estados, y por otra parte el lignito, pueden considerarse como accidentes que com- pletan la composicion de aquel. 651 Las areniscas del terreno cretáceo de la provincia, unas veces se 1. Rocas are- presentan puras, compuestas de granos de arena mas ó menos finos y redondos, pasando á una especie de conglomerado de cemento ordina- riamente calizo, otras con granos verdes de un mineral llamado silicato de hierro ó clorita, que cuando se presentan en pequeña cantidad dan una tinta agradable á la roca, y si predominan producen una piedra esencialmente verde, de color mas ó menos intenso, que se descompone con suma facilidad, como se ve en la partida de Emborró, en Alcalá, en Bel y en otros puntos. En el primer caso la arenisca se presenta de color gris pardo, 4 veces algo rojiza, teñida por el óxido de hierro, y de estructura com- pacta, dura y áspera al tacto, con pocos restos orgánicos. En el térmi- co de Alcalá, partidas del Tejar y de la Coma, la arenisca cretácea se presenta blanca, algo arcillosa, y mezclada con una porcion de partícu- las de mica blanca, que le dan un aspecto agradable; su estructura es tabular y hojosa, dejando entre sus estratos grandes espacios ocupados por arcillas plásticas que se emplean en la alfarería. Llaman á esta arenisca en el lenguaje del pais saldó, y la emplean para limpiar los útiles bastos de cocina, y la madera. Suele tambien presentarse á veces en nódulos ó riñones de formas muy caprichosas, como he tenido ocasion de observar en la partida del Tejar. Esta especie forma parte del terreno cretáceo inferior ó neocómico, en bancos que alternan repetidas veces con el elemento calizo y arci- lloso, por mas que el Sr. Verneuil diga que representa la base ó parte inferior de este terreno coronado por estratos de caliza representantes del neocómico superior. Á consecuencia de esto la arenisca, cuando se la estudia en una série de bancos, se ve que empieza en la base por presentarse pura, y luego á medida que se sube va tomando poco á poco el caracter clorítico, hasta que se convierte en esa otra roca verde que, segun el mismo geólogo representa la parte del terreno cretáceo llamada arenisca verde, cubierta por estratos calizos, que son los equi- valentes de la creta tufó, aunque á la verdad no me ha sido dado ver las cosas de un modo tan claro como este ilustre geólogo dice. Cuando la arenisca se presenta pura, su descomposicion se verifica Rocas ys calizas. 652 del mismo modo, y por efecto de los mismos agentes que hemos indi- cado al tratar de su análoga en el terreno jurásico, con la sola diferen- cia de presentarse en mayor abundancia, y de suministrar, á conse- cuencia de esto y de su textura mas floja, mayor copia de detritus. La descomposicion es mas enérgica y sus resultados mas palpa- bles, cuando se refieren á la otra especie, ó sea á la arenisca verde, cloritica 6 glauconomia, que todo significa lo mismo, pues las raices griegas ylaucos y cloros quieren decir verde. La mayor prontitud con que se descompone esta roca, consiste en que el mineral verde ó elorita no es una sustancia binaria, como la silice, sino que consta de silicato de hierro, mezclado mas bien que combinado con los de alúmina, de magnesia y cal, tambien algunas veces con el de sosa y potasa: y sabido es que cuanto mas complexa es la composicion de una sustancia cualquiera, tanto mas se presta á su descomposicion, sobre todo siendo unos principios solubles, como los silicatos de potasa y sosa, y otros atacables por el ácido carbónico de la atmósfera, como el de magnesia y cal. Así resulta que en el momento en que desa- parece alguno de dichos elementos los otros se desmoronan, y la roca se destruye. La descomposicion de la clorita da lugar á una tierra verde mas ó menos oscura, generalmente de tacto suave, que se convierte en una especie de arcilla, aunque de composicion mas complexa, comunicando á las tierras las mejores condiciones de fertilidad, por los variados ele— mentos que la componen. Por lo que precede vemos, que la segunda variedad de arenis- ca proporciona con su descomposicion á la tierra vegetal, además de la sílice, el hierro, la magnesia, la cal, la potasa, y la sosa algu- nas veces; lo cual le da gran valor agronómico como mejoramiento de las tierras, y tambien como subsuelo, aunque solo en Cinctorres, en la parte oriental de Bel, y en la partida de la Balsañona (Alcalá), forma esta roca parte de él. En el terreno eretáceo de la provincia de Castellon puede decirse que el elemento calizo es el que predomina. Este se halla compuesto de carbonato de cal, unas veces puro, otras teñido por el hierro, y con 653 mas frecuencia mezclado con parte de arcilla, estableciendo el tránsito á la verdadera marga. Su aspecto unas veces es térreo, y con mas fre- cuencia marmóreo y como cristalino, de estructura igual y tambien brechosa, ofreciendo un agradable contraste de colores entre los fragmentos y el fondo de la roca, que es un marmol precioso. Cuando toma parte del elemento arcilloso en su composicion, ge- neralmente se presenta de color gris, de estructura entre porosa y compacta, de grano bastante igual y fino, circunstancias que hacen de esta piedra una buena caliza litográfica, de la que he tenido oca- sion de ver en el castillo de Chivert y partida de las Atalayas, término de Alcalá de Chivert, y en Alcalá de la Selva, que aunque no pertenece ya á la provincia por sus límites políticos, sin embargo corresponde al sistema cretáceo de Peñagolosa: en Madrid, en la litografía de los Artistas se han hecho algunos ensayos con esta última, que mereció se la calificase de muy buena. La estructura de la roca en este caso es. algo pizarrosa y tabular, circunstancia debida á la interposicion de la arcilla, y que facilita su extraccion en grandes tablas. Las calizas semicristalinas del piso llamado de caprotinas en el ter- reno neocómico, además de su estructura compacta marmórea, como revelando haber sufrido un metamorfismo mas ó menos avanzado, ofrece con frecuencia en su masa un número prodigioso de caproli- nas, nerineas y otros fósiles cuya estructura, mas cristalina que la de la roca, forma contraste con su masa, presentándose con frecuencia las secciones en diversos sentidos de estas conchas, que le dan el aspecto de una lumaquela muy agradable. Las rocas calizas se presentan, como ya indicamos al tratar del ter- reno eretáceo, en capas ú bancos desde 1 decimetro hasta 1 metro ó mas de espesor en algunos puntos, alternando con otros de arenas y areniscas, y principalmente con margas, que representan el tránsito de estas rocas á las arcillas, que tambien se encuentran intercaladas entre dichos elementos. La direccion é inclinacion de estos bancos tambien queda anotada en su lugar correspondiente; pero no puedo menos de recordar que en algunos puntos, como por ejemplo en los últimos es- tribos de la Sierra de Engarcerán, yendo de las Cuevas á4 Albocacer 654 (cabeza del partido judicial), se encuentran bastante inclinados, y como se presentan á la superficie las estremidades de los estratos dificultan extraordinariamente el paso, hasta el punto de que las caballerías, guia- das por su propio instinto, tienen que buscar el espacio que separa á los estratos calizos entre si, que siendo de sustancias menos resistentes, se ahondan, y dan al camino el aspecto de una escalera muy incómoda y desagradable. Estas rocas, que en su estado intacto gozan de todas las propieda- des indicadas, y además la de ser absorbentes de la humedad, sumi- nistran excelentes piedras de construccion, piedras de talla muy bue- nas, y baldosas para las aceras, á lo que se presta su disposicion en ta- blas, proporcionando además una cal grasa que admite mucha arena en la preparacion de los morteros, La descomposicion de este elemento geognóstico es debida á causas fisicas y químicas, y se verifica del modo siguiente: la gran abundancia del elemento arcilloso interpuesto entre los estratos calizos hace que, resistiendo menos que la caliza á la accion destructora de los agentes exteriores, queden los bancos de esta sin apoyo, y en este caso, unas veces por su propio peso (cuando las cabezas de los estratos están muy aisladas), favorecida esta accion por el cuarteamiento natural que ofre- cen los bancos, y á veces tambien por la interposicion del agua de llu- via, sobre todo si esta llega á congelarse en el interior de las grietas ó hendiduras, aquellos se desprenden, se precipitan desde lo alto, corrien- do la pendiente de las montañas ó los cortes y precipicios que ofrecen estas, rompiéndose y fracturándose en mil pedazos, y cubriendo las yer= tientes y el fondo de los barrancos de peñas, masas, cantos, guijarros, agrava y arena cada vez mas fina. Las aguas corrientes se apoderan des pues de ellos, y por el roce de unos con otros los redondean, los trituran y reducen á la última expresion. Este mecanismo de descomposicion física se nota en la mayor parte de los montes en que predomina la caliza dura y compacta del terreno neocómico, y da lugar al caracter pedregoso de las faldas de los montes, en las que se dificulta ó im- posibilita completamente el establecimiento de la agricultura, si bien es de admirar el modo como la Providencia contribuye á la fertilidad de 655 las llanuras y vegas por este medio al parecer destructor de las mon- tañas. El aspecto de caos que esta operacion comunica á los montes y barrancos, puede observarse en varias partidas de los términos de Al- calá, Cuevas, Catí, Virgen de la Avellá, y mas que en ninguna otra parte en el término de la Vallibona, en donde ya el Sr. Cavanilles ob- servó este hecho, y lo indicó con mucha exactitud al decir que las cuestas, y mucho mas el cauce del Cervol, está sembrado de grandes peñas que se desprendieron de los montes. Tambien en los puertos de Benifasár, y en la subida desde Villahermosa á lo alto de Peñagolosa, he tenido ocasion de observar este hecho en grande escala; siendo lo no- table que estos puntos sean los mas ricos en arbolado, encontrándose allí pinos, carrascas, lentiscos, enebros, cornicabras, labiérnagos y otros árboles y arbustos. Cuando la accion continuada de las lluvias se verifica sobre un ter- reno en que los estratos ofrecen cierta inclinacion en direccion de los valles, descansando sobre grandes intersticios ocupados por las mar- gas, arcillas y conglomerados, el agua que penetra á través de los bancos calizos, por ser permeables, al llegar á la capa arcillosa, que es impermeable, tiene que seguir su pendiente, y arrastra en su marcha á los materiales sueltos: en este caso llega un momento en que, faltando el apoyo á los estratos superiores, y aumentando considerablemente su peso, se escurren, y dan lugar á grandes hundimientos, que tambien deben considerarse como efectos de destruccion, causando general- mente estragos en las comarcas. Esto es bastante comun, en especial en donde predomina el elemento arcilloso, habiendo tenido ocasion de observar uno muy reciente en el tejar de las Cuevas, y otro mas anti- guo, aunque de memoria de hombre, al N. O. de Alcalá, en la partida llamada de la Sulsida, espresion valenciana que equivale á hundi- miento. En cuanto á la descomposicion química es debida, como ya hemos indicado, á la saturacion de la roca por el ácido carbónico, á la que este disuelve, haciéndola pasar al estado de bicarbonato de cal. Cuando esta accion se verifica sobre la roca dura, favorecida por el agua de llu- via, determina la aspereza y desigualdad de la roca, y la formacion de TOMO 1V. 84 656 canales ó surcos, cuya direccion media puede indicarnos la del meteoro que la determina. La trituracion mecánica reduce á estas rocas en último término al estado pulverulento; de consiguiente sus detritus suministran una tierra pelógena, como diria Thurmann: la descomposicion química la pone en estado líquido, ó en suspension en el agua, en cuyo estado penetra en las tierras vegetales fertilizándolas, siendo el mas á propó- sito para que las raicillas de las plantas lo absorban é introduzcan en el parénquima admirable de sus tejidos. Las calizas del terreno cretáceo, cuando son puras y se presentan de estructura entre porosa y compacta, constituyen un subsuelo mas bien seco que húmedo, porla facilidad con que dan paso al agua; pero cuan- do toman el aspecto margoso, compensadas las propiedades de ambos elementos, caliza y arcilla, le dan cierta frescura, muy á propósito para el cultivo de los cereales: y conviene que el labrador ahonde de vez en cuando sus labores para renovar por este medio los materia- les de la tierra vegetal que consume el desarrollo de las plantas. Cuando los estratos se presentan cubiertos de los cantos y frag- mentos de su propia destruccion, sobre ser muy á propósito para el arbolado, como se ve en los montes de Vallibona, puertos de Beni- fasár, Vallivana, Salvasoria, etc., deben destinarse á este objeto por las dificultades insuperables que ofrecen las condiciones del terreno para otra clase de cultivo. AE Despues del calizo, el elemento que mas desarrollo ofrece en el o ara, terreno Cretáceo de la provincia es el de las arcillas y margas. Las primeras, unas veces se presentan puras, compuestas de hidrosilicato de alúmina y algo de magnesia, de color gris ó azulado, tambien blancas, y Otras rojizas, teñidas por el hierro, elemento que cuando adquiere cierta importancia hace pasar á la roca al estado de ocre amarillo ó rojo, segun el grado de su oxidacion; sustancia que abunda mucho en Morella, Chert, Cuevas, Alcalá y otros puntos, y de la que también la agricultura puede sacar mucho partido. Esta roca, que en varios puntos es plástica por la cantidad de magnesia que contiene, en cuyo caso se destina á la alfarería basta, en 657 otros va mezclada de una cierta cantidad de arena, constituyendo lo que se llama greda, destinándola á la elaboracion de las alcarrazas. La in- terposicion del elemento arenáceo da á esta roca cierta soltura, y le co- munica propiedades muy distintas delas de la marga; razon por la cual, aunque en el lenguaje vulgar suelen confundirse bajo un mismo nom- bre estas dos tierras, conviene distinguirlas. Las arcillas se presentan en este terreno con mucha frecuencia ocupando el espacio que media entre los estratos en relacion con la marga, que es roca de tránsito entre ella y las calizas; en este caso suele presentarse hojosa y pi- zarrosa. Otras veces se encuentra en grandes masas alternando con alguno que otro banco calizo y margoso, dando lugar á colinas de bastante consideracion, como se ve en Cinctorres, la Mata, y en mu- chos puntos de la vega de Morella y el Forcall. Tal es el estado intacto de esta roca en el terreno cretáceo de la provincia, á cuyos caracteres y relaciones geognósticas solo hay que añadir la circunstancia de que por regla general en sus masas ó es- tratos, y principalmente en su tránsito á la marga, es en donde se encuentran mas restos orgánicos, como puede verse en la subida á la Ermita de San Cristobal, en Cinctorres, en la Mata, en todos los alre- dedores de Morella, en Chert, Guevas, partida del Coll y del Tejar, en Alcalá, en Onda y en otros puntos. Este hecho curioso, no solo le da ¡importancia bajo el punto de vista científico, ya que entre sus mate- riales encuentra el geólogo las medallas imperecederas de la historia física de la provincia en el período á que nos referimos, sino que tambien le comunica gran precio á los ojos del agricultor, por la in= fluencia que dichos restos, esparcidos convenientemente en los campos, tienen como mejoramiento de sus tierras. El otro elemento de este grupo, el mas importante de todos bajo el punto de vista agrícola, es la marga, compuesta, como ya hemos dicho, de caliza y arcilla en diversas proporciones, si bien lo que da mayor importancia á la de este terreno es el que generalmente se hallan bas- tante equilibradas las proporciones de ambas, ó predomina en ella la caliza. Véase de paso la diferencia que hay entre esta roca y la greda, compuesta de arcilla y arena. Caracter que imprime esta roca al subsuelo ye- getal. 058 La marga por lo visto es una roca de tránsito, y como tal muy importante, considéresela en el terreno científico ó en el de aplicacion; en el primer caso porque nos da una idea del procedimiento que la na- turaleza ha empleado para la formacion de todas estas rocas, y en el segundo porque, equilibrándose las propiedades diferentes de la caliza y de la arcilla, proporcionan una de las mayores riquezas á la agricul- tura, sobrado desconocida por desgracia en la provincia. Conviene de consiguiente darla á conocer. En estado intacto, la marga se presenta pétrea ó terrosa: en el primer caso predomina en ella el elemento calizo y toma el aspecto li- tográfico, como se ve en los puntos indicados mas arriba; en el se- gundo es cuando pasa á la arcilla, presentándose de colores claros, blanco, gris sucio, y algunas veces algo rojizo, teñido por el hierro; es una verdadera tierra que hace algo de efervescencia con los ácidos, como el vinagre fuerte por ejemplo, que se deslie algun tanto en el agua, y se tritura con facilidad entre los dedos: el resíduo que deja tratada por el vinagre consta de la combinacion de la cal viva con el ácido que se ha empleado y de la arcilla, determinándose por este medio sencillo las proporciones de los elementos que entran en su composicion. En el estado pétreo se reconoce la marga por su textura, que aunque en apariencia es compacta, cuando se deja á la influencia de los agentes exteriores se agrieta y exfolia, poniéndose así de mani- fiesto la verdadera disposicion de sus elementos. Los puntos en que abunda mas esta roca tan importante para la agricultura, son las par- tidas del Portell (Portillo), Coll, Tejar, Emborró y San Miguel, en el término de Alcalá, la del Tejar y Foguerals, en el de las Cuevas, mon- taña de San Cristobal, en Cinctorres, en los alrededores del Forcall y Morella, en Chert y montañas inmediatas de San Mateo, en Onda, partida del Salvador, Ribesalbes, Lucena, Villahermosa y otros. Su descomposición es debida á las causas anunciadas anteriormen- te, y su procedimiento se verifica del mismo modo. En cuanto al caracter que comunica al subsuelo, y á sus propieda— des como mejoramiento, es por demás que se insista, puesto que ya hemos hablado de ellos en los terrenos del trias y jurásico. 659 Entre las sustancias que como accidentes se hallan en este terreno, la mas importante entre los metales es el hierro. Preséntase este mez- clado generalmente con la arcilla en mayor ó menor proporcion, y tam- bien como materia tintórea de las rocas. En el primer caso se ve unas veces en forma de capas ó lechos alternando con los calizos y arcillo- sos en estado de ocres, que son arcillas impregnadas de óxido de hier- ro, las que segun su grado de oxidacion se presentan amarillentas ó rojizas; otras en forma de hierro hematítico, atravesando los estratos calizos y arcillosos del terreno en forma de grandes depósitos, cuya disposicion en hojas sobrepuestas y en capas concéntricas parece que- rer imitar á la formacion de las pisolitas, revelándonos en ello su sali- da, tal vez, del fondo de la tierra por la intervencion de aguas minera- les. En este estado se encuentra en los puntos del término de Alcalá, que indicamos al tratar del terreno cretáceo. Como materia tintórea de las rocas, el hierro se encuentra en la mayor parte de ellas, contribuyendo eficazmente tambien á activar su descomposición. La facilidad con que este elemento mineral se descompone oxidán- dose en presencia del oxigeno de la atmósfera, é hidratándose al con- tacto del agua, aumenta considerablemente su volúmen, y contribuye á desagregar las partículas de las rocas en que se encuentra. Otra de las sustancias que se presentan como accidentales en el terreno cretáceo, y que tienen alguna importancia en la agricultura, es el lignito 6 carbon fósil, resultado de la destruccion de las plantas que vivieron en este periodo, y que conviene no confundir con la ulla ó verdadero carbon mineral, porque en este los principios bi- tuminosos son mas abundantes, y en consecuencia mayor el poder calorífico. Por desgracia no existe este terreno en la provincia, de- biendo referir al lignito todos los criaderos de carbon que se encuen- tran en ella. El lignito se da en capas y no en filones, como equivocadamente suele decirse, alternando con otras de caliza, y principalmente con mar- gas y arcillas, en las cuales suelen hallarse á veces cristales de yeso, resultado de la descomposicion de las piritas que con frecuencia se Hierro. Lignito 660 encuentran en aquel. En este estado he visto los criaderos de Bel, Castell de Cabres y Alcalá. El lignito, tal como aparece en su criadero, se presenta de color negruzco, bastante ligero, de estructura pizarrosa en general, poco consistente, de olor bituminoso, que arde aunque no con tanta facilidad como la ulla: suele presentarse en su masa la pirita de hierro, cuya descomposicion determina la formacion del yeso que acabamos de in- dicar. No es facil ver á este elemento en via de descomposición en la tierra, porque atendida su importancia industrial se extrae directamente de su propio criadero, sin que se le deje á la accion de los agentes ex- teriores. Por otra parte ya hemos dicho que es un mero accidente de este terreno, y que solo se indica por la importancia industrial y agrícola que pueda tener, supuestas sus aplicaciones, como combustible y me- joramiento de las tierras. De lo que precede podemos deducir las excelentes condiciones agrícolas, y las muchas riquezas que bajo este punto de vista encierra el terreno cretáceo de la provincia, y lo agradecidos que deben estar los habitantes de ella á la Providencia, que con tal profusion lo ha dis- tribuido en su territorio. Rocas del terreno terciario. Las formaciones lacustres del terreno terciario de la provincia, al menos en los puntos en que me ha sido dado estudiarlas, constan de rocas arenáceas, calizas, arcillosas y margosas, con yesos y lignito in- tercalados como materias accidentales. Estas rocas, formadas á expen- sas de los detritus de las de terrenos anteriores, solo difieren geognós- ticamente por su posicion, y por la naturaleza lacustre de los fósiles que contienen; si bien mineralógicamente hablando, su composicion, caracteres y marcha de su descomposicion es en un todo igual á la de aquellos: de consiguiente creo escusado entrar en repeticiones inútiles. Y como quiera que de las dos sustancias que se presentan como 661 accidentes en este terreno, esto es, del yeso y lignito, se ha tratado tambien, á saber, de la primera en el triásico y de la segunda en el cretáceo, me parece inútil insistir. Rocas de los terrenos cuaternario y moderno. Estos terrenos, como el terciario, carecen de rocas propias, hallán- dose representadas por el estado de descomposicion mas 4 menos avan- zada de las de períodos anteriores. Unicamente, si se quiere, la /urba y la toba caliza son los elementos mineralógicos propios; pero como al hablar del mecanismo especial que la naturaleza emplea para produ- cirlas, queda indicada ya su composicion y los caracteres físicos que las distinguen, seria una repeticion supérflua el describirlas de nuevo. Por otra parte, de la tierra vejetal, uno de sus elementos principales, y mas para el objeto de esta Memoria, hemos de tratar en detalle en capitulo especial; por consiguiente, tambien es escusado hacer aqui su descripcion. Y como tanto los aluviones como el diluvio en sus diversos estados representan la marcha progresiva de la descomposi- cion de las rocas de los diferentes terrenos que constituyen la provin- cia, hecha ya la descripcion de todos estos estremos, nos creemos dis- pensados de reproducirla en este lugar. La única consideracion digna de anotarse por las aplicaciones que puede tener en la agricultura, es que, en el terreno moderno, gene- ralmente las rocas que lo constituyen están localizadas alrededor de aquel punto de que proceden. Esto es importante, porque como en último resultado el detritus es el que siempre da lugar á la tierra ve- getal, es claro que esta ha de participar de la naturaleza del terreno ó terrenos de que antes formaban parte sus rocas. Cuando en un mismo corte se encuentra el terreno diluvial cu- bierto por los depósitos modernos, aquel necesariamente ha de formar el subsuelo cuya tierra vejetal constituye parte de este. La influencia que dicho subsuelo ejerce en la vegetacion, varia segun la naturaleza del elemento que en él predomina; asi es que cuando adquieren mu- 5." Rocas plutónicas. 662 cho desarrollo las masas de cantos, chinas ó guijarros sueltos, ó lo que propiamente se llama diluvio, es un subsuelo muy permeable, y de con- siguiente seco. Cuando dichos guijarros ó chinas están reunidos for mando conglomerados, suele ser menos permeable segun su grado de consistencia, y entonces el subsuelo es húmedo. Pero por lo comun este terreno está compuesto de materiales calizos, arcillosos y arená- ceos, en especial en el de la provincia, y en este caso, compensándo- se las propiedades de unos elementos con las de otros, resulta un excelente subsuelo, que con frecuencia convendrá mezclarlo con los elementos de la tierra vegetal por medio de labores profundas para socorrer las necesidades de esta. Rocas del terreno ígneo. Las rocas ígneas deben distinguirse, como los terrenos á que perte- necen, en dos grupos, á saber, plutónicas y volcánicas. Las rocas plutónicas que he tenido ocasion de examinar en la pro- vincia, se reducen á una sola, la diorita; siendo de lamentar que no sea mas abundante, atendida la importancia agrícola de sus detritus. El Sr. Verneuil cita además en el pueblo de Cirat la existencia de otra roca llamada ofifa, que no sería dificil poder referir á aquella, vista la facilidad con que por su aspecto exterior se confunden estas dos rocas. Pero como no he tenido ocasion de examinarla por mí mismo, ereo lo mas acertado no hablar de ella. La diorita es una roca compuesta de feldespato y anfibol, á veces con algunas láminas de mica que hacen brillante su superficie. El feldes- pato generalmente es blanco mate ó verde, y el anfibol verde manza- na cuando la roca está integra, mas ó menos parduzco cuando se ha- lla en via de descomposicion; resultando de esta mezcla de tintas un color agradable distintivo de esta roca. Su textura es algo granujienta, parecida á la del granito; sus elementos están combinados entre sí de tal modo que la hacen muy tenaz, á lo cual contribuye tambien la naturaleza del anfibol: resultando de todo esto que es una roca que se 663 deja labrar, aunque con alguna dificultad; y como recibe buen puli- mento, puede destinarse á piedra de adorno, si bien ignoro si en la provincia se ha utilizado con semejante objeto. La descomposicion de esta roca es debida principalmente á la accion química del ácido carbónico y oxígeno de la atmósfera, y tam- bien del que llevan en sí y en suspension la humedad atmosférica y el agua de lluvia y del hidrógeno de esta: aunque no dejan tambien de contribuir á este resultado las causas físicas, que empiezan por de- sagregar sus materiales, y concluyen por dejarlos en la mejor disposi- cion para que aquellas ejerzan sobre sus moléculas su enérgica in- fluencia. La accion química se reduce 4 atacar el ácido carbónico á la po- tasa y sosa del feldespato y á la magnesia del anfibol, dando lugar á carbonatos generalmente hidratados de estas bases; de donde resulta que estos elementos desaparecen por la accion de las aguas, y los otros que entran en la composicion de la roca, faltándoles la trabazon, se desagregan y adquieren otro estado: asi es que la sílice permanece tan solo combinada con la alúmina, por ser el elemento mas insoluble, tanto en el feldespato como en el anfibol, y da lugar á un silicato hi- dratado de alúmina con algo de magnesia, que es lo que se llama ar cilla; los óxidos de hierro y manganeso que entran en la composicion en particular del anfibol. son arrastrados por las aguas: la cal se hace soluble por la saturacion de ácido carbónico, y en este estado la lle- van las aguas á otros puntos. De manera que de esta operacion, solo aquellos elementos mas fijos, como la sílice, la alúmina y parte de la magnesia, permanecen en el sitio que ocupaba la roca, como para demostrarnos la trasformacion que esta ha sufrido: los otros mas ó menos atacables y solubles, son acarreados por las aguas á cortas distancias en las localidades á que nos referimos, infiltrándose allí entre los materiales de la trerra vegetal, á la que comunican las condi- ciones mas ventajosas para la agricultura, como puede cerciorarse cual- quiera visitando los puntos ocupados por la diorita. Los principios fijos que subsisten, se encuentran allí en forma de tierra arcillosa verde y granos sueltos de arena, entre los cuales se notan muchos cris- TOMO 1V. $3 2. Rocas volcánicas. 664 tales de feldespato y anfibol, que ya por su estado revelan haber su- frido un principio de descomposicion, cuyo último término es el que acabamos de indicar. Asi, pues, esta roca se la encuentra intacta en su propio criadero á alguna profundidad, no en la superficie: y en via de descomposicion. en forma de cantos, primero angulosos y despues redondeados, de fragmentos de menor tamaño, de grava y arena basta, compuesta de cristales de feldespato y láminas de anfibol; y por último en forma de granos de silice y de tierra en la arcilla, en los elementos fijos, desa- pareciendo los solubles y atacables de una manera insensible por las aguas mismas. La descomposicion de esta roca tal cual la acabamos de esplicar, no se verifica en la misma escala en todos los puntos que ocupa, por que siendo en algunos su estructura mas compacta por efecto de la especie de fusion en que se encuentran sus elementos, en cuyo caso se llama dioritina 6 afanita, que quiere decir no aparente en sus elementos, estos resisten mas á la accion de los agentes exteriores; prin- cipio general en la descomposicion de las rocas, y que se ve plena- mente confirmado en esta en varios puntos de la provincia. De lo dicho puede deducirse la importancia que esta roca tiene en su estado de descomposición para la agricultura, ora se la considere formando el subsuelo, ó bien como excelente mejoramiento y abono inorgánico para las tierras. Véase con cuánta razon decíamos que era de lamentar el que no estuviera mas esparcida en la provincia, atendida su importancia agrícola. Las rocas volcánicas que constituyen la base del terreno insular de la provincia, están representadas por una especie de loba parecida al peperino, con fragmentos de lava, 6 mejor de basalto escoriforme, y por la puzolana, que puede considerarse como una variedad de aquel. El peperino es una roca de origen evidentemente volcánico por su composicion, en la que entra mucho feldespato y piroxeno, mica y otras sustancias; de textura brechiforme y de aspecto á veces arenáceo y terroso; preséntase en las islas Columbretes en forma de capas bas- tante inclinadas, conteniendo fragmentos de una roca negruzca celular 665 basáltica, y tambien algunos pedazos de piedra pomez. En dicho punto se presenta esta roca en fragmentos sueltos en forma de grava ó arena, en parte debido ya á la descomposición, y es lo que se conoce con el nombre de puzolana, simple variedad ó degeneracion del peperino. En su estado intacto esta roca puede destinarse para la construccion, pues se talla sin mucha dificultad, y es piedra bastante resistente. Á este uso se la destina en la isla Grande, no para la construccion del faro, pues segun el ingeniero director de aquellas obras, Sr. Ortega, no ofrece bastante resistencia para una obra de tal importancia, pero sí para los edificios que se han levantado, tanto para vivir los torreros, cuanto para dar abrigo á los muchos operarios que hay allí empleados. La puzolana es el tipo de los famosos cementos que empleaban en sus construcciones los romanos, sobre todo para las hidráulicas, y tam- bien en la isla se ha echado mano de ella para este mismo objeto. La descomposicion de estas dos rocas, de las que ya la una puede decirse que es el principio de aquella operacion, es debida principal- mente á la accion quimica de los agentes exteriores, auxiliada de la fí- sica, y de la fisiológica determinada por la germinacion y desarrollo de las plantas que allí crecen. La base de esta roca, por lo visto, pertenece á la gran familia de los silicatos de alúmina, sosa ú potasa, cal y magnesia en el feldespato; casi de los mismos elementos y mucha agua en el piroxeno, en el basalto y en la piedra pomez: de donde resulta que su descomposicion se verifica de un modo análogo, si no idéntico, al indicado en la diorita, siendo casi inútil el entrar en repeticiones, tanto mas cuanto que los resultados de esta operacion son los mismos. Como confirmacion de lo que acabamos de indicar, puede citarse la extraordinaria fertilidad de la tierra vege- tal que cubre á la isla. El basalto de las islas Columbretes es una roca negra, que en su estado de integridad se presenta de apariencia simple, pero compuesta en el fondo de feldespato y piroxeno en masa, de la que se desprenden algunos cristales de una sustancia que se ha llamado peridoto olivino por su color verde aceituna; su textura es celular ó ampollosa, como imitando á escorias, y se presenta en forma de masas en la cima del Basalto. 666 cráter de la isla principal y de los demás islotes, cubriendo al peperino: es roca muy dura y tenaz, y da chispas con el martillo. Su descomposición es debida á la accion química de los agentes exteriores, y principalmente á las sustancias que contiene la humedad que se desprende de la superficie del mar, siendo el mecanismo de esta operacion igual al indicado al tratar de la diorita y del peperino. Sus resultados son una tierra negruzca arcillosa, mas una porcion de sustancias solubles que por desgracia no pueden utilizarse. De todo lo dicho relativo á las rocas volcánicas, se deduce que tienen suma importancia en sus aplicaciones á la agricultura, y que ya que por las circunstancias particulares de ellas no pueden utilizarse allí mismo, pues no hay suficiente terreno para emprender una ex- plotacion agrícola en gran escala, podrian tal vez trasportarse estos materiales en su estado de descomposicion al continente, para mejo- rar las tierras destinadas al cultivo de los cereales y la vid. 667 TERCERA PARTE. DADADIISN TIERRA VEGETAL. Ares de presentar el resultado de la análisis de las tierras vegetales de la provincia, cuya composicion puede ya preveerse de antemano por haberlas escojido en aquellos puntos en que la constitucion y edad de los terrenos es distinta, séanos permitido presentar algunas considera- ciones acerca de su procedencia, y de la influencia que en la vegetacion ejerce el estado molecular de sus materiales y la naturaleza química de los elementos que entran en su composicion. Como consecuencia de esto estableceremos la clasificacion que creamos mas racional y prác- tica de las tierras vegetales, procurando referir á sus diversos grupos las de la provincia, terminando esta parte con la indicacion somera de los medios sencillos de que nos hemos valido para llegar al conoci- miento de las tierras analizadas, con el objeto de someter este método á la superior ilustracion de la Academia. De lo dicho en la descripcion y marcha progresiva de la descompo- sicion de las rocas, podemos inferir que las tierras vegetales son el úl- timo resultado de la accion de las causas exteriores sobre la parte mas superficial de los continentes. Esta accion no se limita á desagregar primero y á descomponer despues la naturaleza propia de las rocas, sino que se encarga tambien del trasporte de estos materiales, mas ó menos profundamente alterados, á mayores ó menores distancias. De aquí el que unas sean locales y otras de trasporte; distincion muy im- portante, y que puede poner de manifiesto su análisis mineralógico 668 comparado con la composicion de los elementos geognósticos de la re- sion en que se estudie. El poco espesor y el estado de atenuación de sus materiales, puede distinguir perfectamente á las primeras de las segundas, en las cuales encontramos además una porcion de sustancias inorgánicas que, no formando parte de los terrenos que circunscri- ben una comarca, necesitamos buscarlos mas lejos. La importancia de esta distincion, que por otro lado confirma la necesidad de los estudios geológicos en sus aplicaciones á la agricultu- ra, se funda en el principio ya otras veces indicado, de que la fertilidad de una tierra vegetal está en razon directa del número y variedad de los elementos que entran en su composicion. Las tierras vegetales constan de una parte mineral, resultado, como acabamos de decir, de la destruccion mas ó menos avanzada de las ro- cas, y de otra orgánica llamada mantillo, representada por los restos de plantas y animales que perecen en ella, ó que han sido trasportados por los agentes naturales, ó por el hombre cuando trata de suministrar á las plantas, por medio de abonos, elementos para su nutricion y desarrollo. Dejando para obras especiales de agricultura el estudio de la parte orgánica de las tierras, y la demostracion de la utilidad de los abonos animales ó vegetales, y concretándonos á la parte mineral ó inorgáni- ca, que es de la incumbencia de esta Memoria, procuraremos demos- trar, despues de conocer los elementos que se necesitan para consti- tuir una buena tierra vegetal, que los mejoramientos, ó sean las mez- clas de sustancias minerales cuando su aplicacion se hace con conocimiento y tacto, tienen mas importancia que los abonos, pues si bien sus resultados no seducen tanto porque no se tocan tan pronto, tienen mas condiciones de estabilidad y permanencia. La tierra vegetal debe estudiarse bajo el punto de vista de sus propiedades físicas y de los elementos que entran en su COMPOsIcion. Con respecto á las primeras podemos decir, que una tierra tipo que satisfaga todas las exijencias de la agricultura, es la que ofrece ad- herencia entre sus moléculas sin demasiada tenacidad, y soltura sin carecer de cierta consistencia: de donde se infiere que todas las ope= 669 raciones que tienden á proporcionarle semejante estado, recibirán el nombre colectivo de mejoramiento. Por lo que toca á la composicion de una tierra tipo por regla general puede decirse que, privados los vegetales de crear materia por si, y necesitando encontrarla en el terreno ó en la atmósfera, se de- duce que será mejor aquella tierra que ofrezca á la vegetacion los elementos que esta necesita para su existencia y desarrollo. Sentado este principio, el medio mas facil de averiguar cuáles son las sustan- cias que una planta necesita encontrar en un terreno dado para vivir y prosperar, se reduce á quemar la planta y examinar en sus cenizas cuáles son los elementos inorgánicos que predominan. De este hecho, bastante racional al parecer, se apoderaron algunos para fundar su teo- ría exclusivamente química respecto á la composicion de las tierras, y al modo de abonarlas y mejorar sus condiciones. Pero pasados los primeros momentos de entusiasmo, que siempre produce una idea ó teoría nueva, viendo por otra parte que no siempre los resultados con- firmaban las predicciones de la ciencia, se empezó á dudar de la bon- dad de este principio, que por mas filosófico que fuese, tuvo que ceder á la irresistible lógica de los hechos. Esto consiste en que las plantas, como los animales, si bien necesitan tomar los elementos de su nutri- cion y desarrollo allí donde existen, no son un simple laboratorio de química, pues en ellas, además de las leyes generales que rijen las combinaciones y reacciones de los elementos, existe una ley superior, la de la vida, á la que están subordinadas todas las operaciones de fí- sica y química que en su organismo se verifican. Así es que, dotadas las plantas de esta fuerza misteriosa que, por mas que sea triste con— fesar que no la conocemos, es imposible dejarla de admitir, tienen la propiedad de extraer los principios que necesitan hasta de aquellas tierras en las que el hombre no siempre puede encontrarlos. Este he- cho, y la larga experiencia y asidua observacion, hicieron decidir al ilustre Thurmann por la importancia de las propiedades físicas de las tierras, y en apoyo de esta idea escribió su famosa obra (), en la que (*) Essai Phitostatique, 1849: 2 tomos 8.” 670 probó con repetidos ejemplos que una misma planta puede crecer en terrenos de composicion distinta, con tal que sean iguales sus propie- dades fisicas; así como tambien dos plantas pueden vivir en el mismo terreno en localidades diversas, si sus propiedades son diferentes en cada una de ellas. Para persuadirse de esto mismo, basta reflexionar por un momento que la arcilla pura en su estado natural constituye una tierra perjudi- cial á todo cultivo, por la dureza y consistencia que adquiere, mientras que esta misma sustancia, calcinada y reducida á polvo, constituye un suelo poroso y fresco muy fértil. La caliza y la sílice en forma arenosa, imprimen un caracter tan seco y ardiente á la tierra, que se presta muy poco al cultivo; sucediéndoles lo mismo, por exceso de humedad, cuan- do se presentan pulverulentas. La diferencia está en que en el primer caso la caliza, por ejemplo. solo retiene 29 por 100 de agua, mientras que en el segundo absorbe 85 por 100, pudiendo decir otro tanto ó mas todavía de la sílice. Aquí viene bien indicar una observacion muy curiosa, debida al Sr. Kirwan, quien analizando una numerosa serie de tierras, todas ex- celentes para el trigo, notó que la proporcion de sílice en ellas era tanto mayor cuanto mas húmedo era el clima, y que, por el contra- rio, predominaba la alúmina en las tierras procedentes de climas mas secos. Esto parece indicar que el suelo necesita ser mas higroscó- pico en paises secos, propiedad que suministra la alúmina, y menos absorbente en paises húmedos, cualidad que comunica el exceso de silice, para el crecimiento y desarrollo de una misma planta. De donde parece poderse deducir, que unas mismas especies vegetales pueden encontrarse en terrenos de diferente composicion, siempre que esta se halle en armonía con las condiciones climatológicas de las regiones que ocupan. Todas estas dificultades dimanan de los muchos factores que entran en la dificil cuestion del crecimiento y desarrollo de las plantas, porque como quiera qne estas carecen de los medios de locomoción en virtud de los que los animales, cuando no encuentran condiciones en un punto, se trasladan á aquel en donde las hallan, resulta que todos los elemen- 671 tos que como el calor, la luz, la humedad, la tierra, y hasta el flúido eléctrico, contribuyen cada uno segun su esencia á este gran resultado; tienen que concurrir al punto que ocupa la planta; y si faltan, no pue- de crecer ni desarrollarse. Pero como esta Memoria no es un tratado de agricultura, en el que segun nuestros cortos alcances pudiéramos discurrir ámpliamente sobre la influencia respectiva de cada uno de estos agentes en la vida de las plantas, sino un trabajo en el cual se trata de demostrar la utilidad de los estudios geológicos en sus aplica- ciones á la agricultura de una provincia determinada, nos circunscribi- remos á hacer ver la importancia que tiene en esta la tierra vegetal, último término de la descomposicion de las rocas, sin despreciar por eso la que ejercen los demás elementos. Las plantas crecen en el suelo, y la simple enunciacion de este he- cho tan vulgar, explica perfectamente el papel que la tierra vegetal desempeña en la vida de estos séres, de los que puede considerarse como su verdadera matriz. Las plantas necesitan indudablemente, pri- mero para la germinacion de sus semillas y despues para el desarrollo de todos sus tejidos, la intervencion de ciertas propiedades físicas, que cuando se reunen todas constituyen una tierra modelo. Así es que por regla general la germinacion exije, además de hallarse privadas de la influencia de la luz, cierta permeabilidad y soltura entre los elementos de la tierra, para que los delicados tejidos del em- brion puedan dilatarse convenientemente, y mas tarde para que las raicillas puedan prender, y la plúmula ó tallito salir á la superficie en busca de luz y calor. Por cuya causa esta funcion de las plantas es dificil en las tierras muy apelmazadas y consistentes, en especial si han dejado escapar la humedad, pues esto aumenta su dureza é im- pide el desarrollo del embrion. Mas tarde, cuando ya el vegetal apa- rece al exterior, necesita que no sea demasiado suelta la tierra, porque en este caso no le ofrece apoyo bastante para resistir á la accion de los agentes exteriores, á no ser plantas sociales que se prestan mutuo apoyo, ú que pertenezcan á arbustos y matas de poca elevacion; lo que determina el caracter vegetal de los puntos en que este elemento predomina. TOMO 1Y. 86 672 Cuando, por el contrario, las tierras son sobrado fuertes, ejercen tal presion sobre el tallo de los vegetales, que á no hallarse estos ya muy desarrollados, ó encontrarse en regiones húmedas, en cuyo caso la tenacidad disminuye, pero aumentan otros peligros, la planta no pue- de subsistir, y perece. De manera que, por lo visto, necesitan efecti- vamente las tierras un cierto grado de consistencia, puesto que en los casos extremos indicados, las plantas no se desarrollan bien. Las mismas reflexiones pueden hacerse respecto de las otras pro- piedades físicas de las tierras; de donde se deduce la importancia que bajo este punto de vista tienen aquellas en la agricultura. Pero por otro lado, tambien es positivo que la composicion química ejerce una poderosa influencia, ya que muchas plantas solo crecen y pueden aclimatarse en terrenos de composicion dada, como sucede por ejemplo á las leguminosas, que necesitan la intervencion del yeso; las llamadas halófilas, que viven en terrenos salitrosos y yesosos; las cru- ciferas y los hongos, plantas muy abundantes en materias nitrogena- das, que viven de preferencia en terrenos abundantes en despojos ani- males. Las cereales en general exigen una cierta cantidad de carbonato de cal; la vid prefiere terrenos abundantes en sílice, feldespato ó pota- sa; y así de otras muchas. Pero si bien es cierto que las plantas para vivir necesitan encontrar en la tierra ciertas propiedades fisicas, y una determinada composicion química, no lo es menos que no hay precision de que estos elementos se encuentren en estado de tales, y por el contrario, es conveniente el que se hallen en ciertas combinaciones, de las que por un procedimien- Lo misterioso las saben extraer las plantas para atender á sus necesida- des. Esto, que lo puede confirmar un experimento sencillo, reducido á formar con agentes químicos una tierra compuesta de los mismos ele mentos y en iguales proporciones que otra ya conocida, comparando despues los resultados, que son insignificantes 6 nulos en la primera y muy notables en la segunda, como hace observar con mucha oportu- nidad el Sr. Boubée, demuestra la gran prevision de la naturaleza, ya que casi ninguno de dichos elementos se encuentra en las tierras en estado de tal, y siempre en combinaciones mas ó menos apropiadas al 673 objeto. De lo dicho se desprende, que con respecto á su composicion podrá considerarse como una tierra tipo aquella que reuna el mayor número de elementos mineralógicos; y teniendo en cuenta el principio que acabamos de enunciar, Boubée establece: »Que las mejores tier- »ras son las formadas de los mismos elementos mineralógicos que los »terrenos primitivos ó cristalinos y volcánicos, y mas bien de los que »contienen las rocas llamadas así, y en proporciones análogas á las en »que aquellos entran en la constitucion de dichas rocas.» De aquí una consecuencia importante, y es: que siempre que se logra añadir á la tierra uno de esos minerales (cuando falta ó escasea), con tal de que su proporcion no exceda de la en que aquel existe en las rocas crista- linas, se mejorarán las tierras; y este mejoramiento será tanto mas efi- caz, cuanto mayor sea el número de elementos que se la añadan. Y como quiera que en las inundaciones se verifican estas mezclas de to- dos los materiales que proceden de terrenos mas ó menos variados, re- sulta lo que ya hemos procurado demostrar en otra parte de esta Me- moria, á saber, la gran utilidad de estos medios, de que la naturaleza se vale para hacer feraces nuestras tierras. Aunque este principio sea exacto, no se crea por eso que la mayor fertilidad de las tierras se halle circunscrita á las regiones en que abun- dan aquellos terrenos, pues como, si esceptuamos parte de la caliza, casi todos los elementos que entran en la composicion de los terrenos de sedimento proceden por descomposición de aquellas rocas, resulta que tambien en estos, y tal vez con mas frecuencia que en los prime- ros, se encuentran tierras fértiles. Diremos, pues, que el hecho fundamental del mejoramiento de las tierras consiste en añadir á su composicion algun principio que per- tenezca á los que entran como elementos de las rocas ígneas, y cuya cantidad no exceda de la proporcion que se encuentra en ellas, y deduciremos que debe importar poco al agricultor la composicion quí- mica de sus tierras, porque lo interesante es que se fije mas especial- mente en el conocimiento de sus condiciones físicas y en su composi- cion mineralógica. En este principio, debido á la sagacidad y larga experiencia del 674 : Sr. Boubée, fundamos la análisis mecánica y mineralógica, mas bien que química, que presentamos á la consideracion de la Academia en este trabajo, persuadidos no solo de su mayor importancia en la cuestion que nos ocupa, sino tambien por estar mucho mas al alcance del agricultor; cireunstancia muy atendible en esta clase de escritos, desti- nados generalmente á personas que por lo comun no poseen grandes conocimientos en química, y se hallan privados de los medios que tan delicadas operaciones exijen. Para comprender mejor esta materia, y para dar una idea de la fer- tilidad de las tierras procedentes de terrenos de sedimento, á las que pertenecen en su mayor parte las de la provincia, se hace preciso in- dicar que las rocas de los terrenos ígneos, en cuyos elementos minera- lógicos residen las buenas cualidades de una tierra vegetal, casi todas pertenecen á la gran familia de la silice y delos silicatos, presentándo- se bajo el aspecto de cuarzo, de feldespato y de micas (granito), de an- fibol, de piroxeno, de turmalina, de peridoto, de traquita, basalto y lava, ete. Conviene igualmente recordar lo que dijimos al ocuparnos en la descripcion y marcha progresiva de la descomposicion de las rocas plutónicas y volcánicas de la provincia, y los resultados de esta ope- racion. En virtud de aquel mecanismo admirable, por cuyo medio la naturaleza, siempre previsora, concurre á la recomposicion de lo mis- mo que destruye, esto es, de las rocas que renacen de sus propios detritus cual otro fenix, y procura la fertilidad de nuestros campos, no solo las indicadas rocas de la provincia, sino en general todas las igneas ó procedentes del interior del globo, se convierten en elemento siliceo, que permanece generalmente suelto en forma de arenas y en un estado gelatinoso, el mas á propósito para la nutricion de las plan- tas, en arcilla ó sea silicato hidratado de alúmina y algo de magnesia, en caliza con frecuencia disuelta en las aguas en estado de bicarbo- nato, y tambien combinada con la sosa, la potasa, la magnesia, el hierro y otras sustancias de menor interés. Las proporciones de estos elementos, que se ponen de manifiesto en la descomposicion, son di- ferentes en las rocas segun su diversa naturaleza; pero siempre re- sulta, que aquellos en que reside la propiedad nutritiva ó estimulante 675 de las plantas se encuentran en los terrenos de sedimento lo mismo que en los igneos, con la sola diferencia, si se quiere, de su propor cion respectiva y de su estado, íntegro en estos y descompuesto en aquellos. Tambien, para confirmarnos en esta idea, hay que tener pre- sente que aun en los terrenos cristalinos y volcánicos, la vegetacion no puede desarrollarse bien sino cuando sus rocas se hallan descom- puestas; ó en otros términos, cuando por su estado demuestran la tendencia á pasar á terrenos de sedimento. Véase, pues, cómo se en- laza todo armoniosamente en el círculo de la creacion, y de qué ma- nera tan admirable la sábia providencia ha distribuido la fertilidad de las tierras, tan indispensable para la vida del hombre y de los animales, haciendo que los materiales ígneos la tengan en sí por su composi- cion propia, y que al destruirse, cediendo al poder indestructible del tiempo, la comuniquen igualmente á los terrenos de sedimento. Aun cuando, por lo visto, en la tierra vegetal, expresion fiel del úl- timo grado de descomposicion de las rocas, pueden encontrarse mu- chos y muy variados elementos, sin embargo, y cireunseribiéndonos en este punto á lo que conviene á nuestras miras, es decir, á las tierras de la provincia, tres son sus principios constitutivos, á saber: las are- nas, las arcillas y las calizas. Las proporciones respectivas, de las que dependen sus buenas ó malas cualidades, no son idénticas en todas las de la provincia; en unas predomina el elemento arenoso ó silíceo, aun cuando tambien tenga parte arcillosa y caliza, como sucede en las dos vertientes de Sierra Espadan, Benicasin, Vilafamés, Villahermosa, etc.; en otras dominan por el contrario la arcilla y caliza, y aun cuando en estas no falta el elemento silíceo porque lo llevan embebido en aque- llas: sin embargo, no se halla en estado de arenas como en las ante- riores, y en esto consiste que no tengan aquella soltura que se nota en las primeras y que sean por el contrario fuertes y apelmazadas. Esto se nota en las tierras de la cordillera jurásica, paralela á la de Espa- dan, y que constituye la vertiente occidental del valle de Segorbe, y en toda la extension de los terrenos cretáceo y terciario de la pro- vincia. Unicamente en la llanura que se extiende desde las colinas de Al- Arenas. 676 menara hasta las cuestas de Oropesa, que es lo que propiamente se llama la Plana, es donde encontramos la mezcla mas proporcionada de estos elementos, arenáceo, arcilloso y calizo, en el que reside la ver- dadera fertilidad de las tierras de la provincia, como lo acredita la lo- zanía de la vegetacion, la variedad de productos y la riqueza agrícola de esa region afortunada. Conocida la procedencia de los elementos constitutivos de estas tierras, veamos cuál es el caracter que cada uno de ellos imprime á sus condiciones físicas, y su modo de obrar sobre la vegetacion. La sílice es muy comun en la naturaleza, hallándose esparcida en la mayor parte de las tierras vegetales, en forma de polvo impalpable, ó de chinas, cantos y guijarros, etc. Con frecuencia la llevan en diso- lución las aguas de las fuentes y de muchos rios. En su estado naciente, que es cuando deja de formar parte de un compuesto cualquiera, es soluble en los ácidos, en los álcalis y en el agua, en cuyo estado la absorben las raices de las plantas. Tal es la importancia de su accion en algunas de estas que, segun Liebig, en las tierras en que dicho prin cipio falta no se dan bien los trigos. La influencia de las arenas silíceas en las tierras vejetales, es do- ble: mecánicamente determinan la soltura y movilidad de los elementos calizo y arcilloso, interponiéndose entre sus moléculas, y facilitando asi la penetracion del aire y del agua, tan indispensables para la vejetacion; y quimicamente suministran á las plantas que toman en su disolucion por medio de las raices, los principios mas consistentes de su organis- mo. Ási es que forman parte muy esencial de los nudos de las gramí- neas, de la caña del trigo en la proporcion de mas de 40 por 100, de la del centeno en un 63 por 100, y de la de la cebada en un 70; su acumulacion en ellos comunica el lustre y solidez á la paja y tallo de estas plantas, y contribuye poderosamente á dar consistencia á las partes leñosas de los vegetales. La silice en estado de arena muy fina siempre suelta y liviana; cuando está bien seca absorbe, á la manera que los cuerpos porosos, el agua en estado de vapor, pero sin formar masa. Cuando las tierras contienen sobre 70 por 100 de sílice ó de arenas, 677 reciben el nombre de silíceas ó arenosas, como se observa en las de Villavieja. Las arcillas, como queda dicho, no son rocas de primera formacion, sino resultado inmediato de la descomposicion de los elementos de los terrenos plutónicos en general, y muy especialmente de los granitos, peematitas, sienitas, y de aquellas en que predomina el feldespato. Sin entrar ahora en repeticiones acerca del modo de verificarse su descomposicion, debemos recordar que la arcilla es grasa, de tacto suave y untuoso; en general forma pasta y se apelmaza con el agua, adquiriendo cierta trabazon ó enlace entre sus moléculas, y una tena- cidad que está en razon directa de la cantidad de alúmina que contiene. Sin embargo, despues de haberlas sujetado á cierta temperatura pierden la propiedad de hacer masa con el agua, en cuyo caso obran mecánicamente como la sílice, contribuyendo por su interposicion á que un terreno sea mas suelto, en lo cual está fundado el uso del la- drillo molido como mejoramiento en las tierras muy apelmazadas. Enteramente insolubles en el agua, puede esta, sin embargo, tener sus partículas en suspension por espacio de mucho tiempo, y asi se comprende que sean turbias las aguas que circulan sobre terrenos de esta naturaleza, especialmente cuando la arcilla está muy dividida. El limo que las corrientes depositan en los bordes de los rios y arroyos, ó en su desembocadura, consta en su mayor parte de arcilla en estado de grande atenuación. Las arcillas son muy higroscópicas, y conservan el agua hasta la enorme proporcion de 70 por 100 de su peso, sin dejarla circular sino con gran dificultad, por cuya razon se las llama impermeables. De esta condicion resulta, que si bien en los tiempos secos las plantas sufren menos que en otros terrenos, pues siempre conservan cierta frescura, cuando las lluvias son abundantes y repetidas, las raices entran facil- mente en descomposicion, y las plantas perecen. Este elemento de las tierras vegetales goza además de la propie- dad de retener entre sus moléculas, y de conservar por mucho tiempo, los gases nitrogenados de los abonos animales. Resultado de ello es que generalmente en las tierras en que predomina la arcilla, dichos abonos Arcillas. Cal. 678 se consumen poco; observándose tambien que tardan mas en obrar, y de consiguiente en fertilizar el suelo. Cuando la arcilla, sobre todo si es plástica, que es la que en mas alto grado posee la facultad de retener el agua y de apelmazarse, se en- cuentra en la proporcion de 50 por 100, la tierra recibe el nombre de arcillosa, tierra fuerte, grasa, fria y húmeda. Aunque la alúmina, uno de los elementos principales de la arcilla, puede considerarse en muchos casos como verdadero alimento de las plantas, en general el papel que desempeña en las tierras vegetales es mecánico, comunicándolas trabazon, consistencia, y propiedades hi- groscópicas. Bajo el nombre de cal se comprende un compuesto del metal calcio y de oxigeno, sustancia que no se encuentra jamás en la naturaleza en el estado puro, mientras combinada con los ácidos carbónico, sulfú- rico, nítrico, siliceo y fosfórico es muy comun, constituyendo diferen- tes piedras mas ó menos útiles para las tierras vegetales. La primera de estas combinaciones da lugar á los carbonatos de cal Ó piedras calizas, que se encuentran en el suelo vegetal, ora di- sueltas en el agua cuando contienen un esceso de ácido, ora en forma de polvo ó de fragmentos de diferentes tamaños y formas. En estado de disolución es mas comun en las aguas que en la tierra, y conviene mucho conocer su presencia en aquellas, por las malas cualidades que poseen, siendo perjudiciales para el hombre y para las plantas. Tres son los medios de que nos podemos servir para llegar á este conoci- miento, y son: 4.” dejar á las aguas expuestas durante algun tiempo al aire libre, ó hacerlas hervir: en ambos casos resulta un poso de carbo- nato de cal; 2.” tratarlas por el oxalato de amoniaco, que las enturbia de un modo notable; y 3.” añadir á la disolucion unas gotas de amoniaco, con el quese combina el ácido carbónico excedente, y el car- bonato de cal se deposita en forma de pequeños cristales, que se fijan en las paredes de la vasija. En la tierra vegetal la piedra caliza se encuentra en fragmentos, resultado de la accion mecánica de los agentes exteriores, comunicán- dole á beneficio de sus propiedades caracteres preciosos, pues goza de 679 la consistencia de la arcilla y de la permeabilidad de las arenas, sin tener estas cualidades en tan alto grado. Ási es que constituye uno de los mas excelentes mejoramientos, dando á las tierras arenosas la tra- bazon que necesitan, asi como mezclada con la arcilla contribuye 4 hacerlas mas sueltas, disminuyendo por otro lado su impermeabilidad, tan perjudicial casi siempre. Cuando el carbonato de cal se encuentra puro sin mezcla de otras sustancias, da lugar á una tierra vegetal completamente estéril, confir- mando el principio de que todo suelo compuesto de un solo elemento es inútil para la agricultura. Cuando su proporcion llega 6 excede de un 50 por 100, las tierras se llaman calizas, como les sucede á las del Calvario de Alcalá y á las de Albocacer. Los terrenos que contienen una cantidad algo notable de caliza, segun (Gasparin, son excelentes para el trigo, y la accion de aquel agente es tan visible, que basta á veces añadir una pequeña cantidad para obtener cosechas abundantes. El trebol, la alfalfa y el altramuz crecen espontáneamente en terrenos de esta clase. Bajo el punto de vista químico, la caliza puede en muchos casos servir de alimento á las plantas, en cuyo tejido en muchas de ellas se la encuentra, como lo ha demostrado el Sr. Payen en las hojas y en otros órganos vejetales. Cuando el yeso se encuentra en su estado natural y con exceso en las tierras, estas son secas, poco coherentes, muy parecidas á las ca- lizas, y en consecuencia poco aptas para la vegetacion. Solo en el ca- so de poseer mucha agua y de auxiliarlas con muchos abonos, son á propósito para el cultivo de árboles de fruto de hueso, que es lo que se observa en los paises del norte. El yeso posee la propiedad de absorber y retener las materias vo- látiles de los abonos orgánicos, en cuyo concepto puede considerarse como un medio eficaz de evitar que estos se evaporen, lo cual, junto con la accion mecánica qne ejerce en el suelo, muy análoga á la de la caliza, hace que se le considere como un buen mejoramiento para las tierras fuertes. Otro delos elementos que con mas frecuencia se encuentran en las TOMO TV. 87 Yeso. Hierro Potasa. 680 tierras vegetales, es el hierro en diferentes combinaciones; ya sea con el oxígeno dando lugar á los óxidos, ya en forma de sales combinado con algun ácido, principalmente con el carbónico y sulfúrico. Entre los primeros los mas comunes son: el peróxido, que cuando es anhidro comunica un color rojizo á las tierras, cuando hidratado es amarillo 6 pardo; y el protóxido, que segun las observaciones del Se- nor Phillips llega á encontrarse en la proporcion de un 3 hasta un 4 por 100 en aquellas. La presencia de estos óxidos en las tierras ejerce una influencia sa- ludable sobre las plantas. En primer lugar, por la coloración que im- primen á la tierra hacen que la absorcion de la luz y del calórico sea mayor, circunstancia que se deja sentir en la vegetacion: gozan además de la propiedad de atraer y retener las sustancias volátiles; y por últi- mo, ejercen una especie de estímulo en los tejidos de las plantas, muy útil para su desarrollo, comunicándoles mayor consistencia y firmeza. Las tierras de Alcalá, Chert, las Cuevas, Villahermosa, Benicasim, Villafamés, Espadan y otras lo contienen, á juzgar por el color rojizo que afectan; y tambien en ellas se aprecia la influencia de este princi- pio por la buena calidad de los frutos. De aquí se deduce la utilidad de este elemento componente de las tierras, y la necesidad que tiene el agricultor de añadirsele cuando fal- ta ó escasea, valiéndose para ello principalmente del ocre, que ofrece además la ventaja, para determinados terrenos, de llevar consigo ma- terias arcillosas. La existencia de la potasa en las tierras vegetales, en general la acredita el hallarse con mucha frecuencia en las cenizas de las plantas. Esta sustancia ejerce en la vida de estos seres una influencia muy no- table como estimulante, y su procedencia es de la descomposicion de las rocas feldespáticas; asi es que en la provincia es mas abundante en las de los alrededores de Segorbe y en las islas Columbretes, como lo demuestra por otra parte la lozanía de los vegetales que allí crecen espontáneamente, y tambien en los que se cultivan. Su accion se deja sentir principalmente en las partes herbácea y foliar de las plantas, y 681 su presencia, aun en pequeñas cantidades, es muy conveniente para los bosques de pinos y encinas. La accion de la sosa, aunque muy análoga á la de la anterior, es sin embargo mas enérgica, por cuya razon una menor cantidad basta á las necesidades de la agricultura, siendo perjudicial cuando adquiere al- gun predominio. Esta sustancia procede de la descomposicion de rocas feldespáticas, y mas principalmente, al menos en la provincia, de las aguas del mar. Tambien demuestran las cenizas de la mayor parte de las plan- tas la presencia de este elemento en la tierra; así como su sa- ludable influencia se deja sentir en aquellas cuando se aplica con- venientemente este principio mezclado con las arenas del mar ó con las algas y otras plantas marinas, que con restos de conchas, erizos de mar, cangrejos. ete., arrojan con frecuencia las aguas á la costa. Hay que tener, sin embargo, en cuenta la gran energía de este agente, para usarlo con prudencia; y tambien conviene saber que de parte del ter- reno se necesita cierto grado de humedad, para que, disolviéndolo, fa- cilite su penetracion 4 través de las raicillas de las plantas. De lo contrario sus efectos son perjudiciales á la agricultura. El trigo prospera en un terreno fresco y húmedo cuando se em- plea convenientemente esta sustancia, y su uso podria convenir á las tierras de la Plana, sirviéndose principalmente de las algas y animales que se encuentran en la costa. La magnesia, 6 sea el óxido del metal magnesio, generalmente se presenta en las tierras en forma de silicato, fosfato, nitrato, sulfato 0 carbonato; siendo la última la mas abundante en la tierra proce- dente de la descomposicion de las rocas dolomilicas, que tanto abun- dan en la provincia, sobre todo en los terrenos triásico y cretáceo. Los sulfatos y nitratos suelen llevarlos con frecuencia en disolu- cion las aguas, como se nota en las termales de la Villavieja respecto del primero, segun análisis hecho en el real laboratorio de Madrid, como dice el Sr. Menchero, y queda anotado en otra parte de la Memoria. El carbonato de magnesia va con frecuencia asociado al de cal, SOsi. Magnesia. Mantillo. 682 pudiéndose reemplazar mutuamente: el primero, sin embargo, se en- cuentra con mas frecuencia en las plantas que crecen en tierras mag- nésicas; y como tiene mas afinidad por el agua, hace que las tierras sean mas frescas y sueltas. El fosfato de magnesia, que comunmente acompaña al de cal, se encuentra en muchas plantas, y al parecer ejerce una influencia nota= ble en la germinacion de las cereales; pero como estas dos sustancias proceden de la descomposicion de materias animales, como huesos, orina, etc., parece que no deben formar objeto de nuestro estudio: tanto mas cuanto que entrambos principios escasean en las tierras de la provincia. Hasta aquí los elementos inorgánicos de la tierra: y aunque la parte orgánica 6 mantillo no debiera ocuparnos, por su naturaleza y procedencia, sin embargo, para completar la descripcion de todos los elementos que entran en la tierra vejetal, vamos á decir cuatro pala- bras sobre esta materia. El mantillo ó humus es la capa mas exterior de la tierra vejetal, resultado de la descomposicion de los diversos órganos de las plantas que crecen en ella, y de los restos de animales, á beneficio del aire, del agua y del calor. Es una materia negruzca 6 de color oscuro, suave al tacto, que pierde por la desecación el agua que contiene, y que cuan- do se la quema despide un olor vegetal ó animal. El mantillo se compone: 1.” de materias que no han experimentado ninguna descomposición, como hojas, pedazos de corteza, Ó raices y restos de animales; 2.” de sustancias en via de descomposicion; y 3." de partes totalmente descompuestas ó podridas. Por lo cual se compren- derá, que segun la naturaleza de los materiales que lo suministran y el estado de descomposicion en que se encuentran, asi serán diferentes las propiedades del mantillo. El que procede de plantas ricas en tanino ó ácido tánico, es ácido, como la tierra de brezo, y no conviene á todos los cultivos, pero se puede contrarrestar su accion por medio de la cal viva. El que resulta de la descomposicion de tierras pobres en ta- nino no es ácido como el anterior, por lo cual se le denomina 683 mantillo dulce ó suave, y es el mas á propósito para toda clase de cultivo, El que procede de la descomposición de ciertas plantas que viven en el agua recibe el nombre de turba, ó mantillo turboso, muy con- veniente para determinadas plantas sujetándolo á ciertas operaciones. Las tierras de lugares bajos, pantanosos y de turba, suelen conte- ner de 5 410 por 100 de su peso de mantillo; en algunas tierras muy ricas cultivadas desde muchos siglos, se encuentra hasta un 25 por 100: pero en general su proporcion es mucho menor. La avena y el centeno prosperan en un suelo que tenga de 1 á 1; por 100 de materias or- gánicas; la cebada exige de 24 3 por 100; las buenas tierras trigueras contienen de 4 48 por 100; y el suelo muy arcilloso hasta un 10 ó 12. El mantillo, no solo obra por las sustancias orgánicas que con- tiene, sino tambien por las minerales que entran en su composicion, de las que principalmente el ácido carbónico desempeña un gran papel en la vegetacion, por encontrarse en el estado mas conveniente para ser absorbido por las raicillas de las plantas. Además, el mantillo ejerce una accion mecánica muy importante, dividiendo y esponjando el terreno para hacerlo mas sensible á la accion del calor, y para que conserve mejor la humedad. Conocida la procedencia y composicion de las tierras vegetales de la provincia, veamos cuál es la mejor clasificacion que de ellas puede hacerse, y los principales caracteres que las distinguen. Por su composicion pueden dividirse en arcillosas, calizas, arená— ceas y humiferas, segun que en ellas predomina el elemento que les da nombre. Esta clasificacion corresponde á lo que el vulgo llama tierras fuertes, tierras frias y tierras livianas ó lijeras, y tambien ar- dientes, por las propiedades físicas que las distinguen, como vamos á ver. Tambien, segun el espesor que alcanzan, se distinguen en pro- fundas y delgadas; y por último, en locales y de trasporte segun la ma- yor ó menor distancia de que proceden sus materiales. Estos diferentes tipos de la tierra vegetal ofrecen además una por- cion de tránsitos que vienen á aumentar el número de variedades, conocidas con los nombres de arcilloso-ferruginosas, arcilloso-calizas. Clasificacion de las tierras. 684 arenoso-arcillosas, etc., segun que el elemento que las caracteriza está mas ó menos mezclado con otro de indole distinta. Segun las últimas indicaciones del Sr. Boubée en su Reforma agrícola, pueden admitir- se cuatro divisiones topográficas de las tierras, á saber: 1.* tierras ba- jas que se inundan: son las mas fértiles; 2.” tierras bajas no inunda- bles: tambien son muy ricas, pero exijen abonos y mejoramientos; 5. tierras altas que pueden regarse naturalmente ó á poca costa; y 4.” tierras altas que no se pueden regar. En cuanto á las de la provincia, cada una de estas tierras está per- tectamente caracterizada, lo mismo que sus variedades, ocupando re- giones circunscritas. Así es que las tierras arcillosas y calizas las encontramos en toda la region cretácea y jurásica, y en aquellos pun- tos, como en Segorbe por ejemplo, en que abundan las arcillas y margas del trias; las tobáceas, que corresponden á las calizas, se no— tan en los alrededores de Segorbe, en Vivel y otras localidades; las arenosas, con sus variedades arenoso-arcillosas, arcilloso-ferrugino- sas, ete., existen en las dos faldas de las sierras de Espadán, en donde la vid crece y se desarrolla notablemente. En todos estos puntos, las tierras puede decirse que son locales, puesto que dependen de la des- composicion de las rocas inmediatas, y su composicion es bastante análoga á la de los terrenos en que se encuentran, mientras que las de la llanu- ra de la Plana, que en cuanto á su composicion representan un tipo de tierras arcilloso-arenáceo-calizas, son por este mismo motivo las únicas que deben considerarse como de trasporte. Por último, las tierras hoy casi estériles por las circunstancias especiales en que se encuentran en las llanuras de Almenara, Oropesa y Torreblanca, pueden referirse á la seccion de tierras humiferas, por el gran desarrollo que en ellas se nota del elemento orgánico, que las constituirá en las mas ricas de la pro- vincia el dia en que se logre poderlas destinar al cultivo. Tambien se encuentran en la provincia los representantes de las cuatro divisiones indicadas por Boubée, correspondiendo á condicio— nes topográficas determinadas. Así es que la mayor parte de las que ocupan las vegas y llanuras como las de la Plana, Vinaroz, Benicarló, Alcalá. San Mateo, etc., son tierras bajas que se inundan; gran parte 685 de las de la Plana y Segorbe pertenecen á tierras bajas que no se inun- dan; las mesetas del Alto Maestrazgo, como las de Ares, de Miró y otras, son tierras altas que no pueden regarse; y las de Benasal, Chert, Morella y otros puntos son por el contrario tierras altas que pueden regarse, y algunas se riegan con efecto. Esto da una idea de la distri- bucion de la riqueza agrícola en la provincia de Castellon. Esta clasificacion ya fue indicada, aunque en otros términos, por el Sr. Cavanilles, refiriéndola sin embargo á la procedencia de cada uno de los diferentes terrenos que en ella se notan. Y como quiera que por un lado sea muy justo rendir tributo al que tan dignamente lo merece, y atendida por otro la importancia de estas indicaciones del ilustre Ca- vanilles, me parece conveniente trasladar íntegro el párrafo que con- sagra á esta materia tan importante en la introduccion de su obra, que dice así: «Dos son los colores principales de la tierra, blanco y rojo. »Este se ve en la larga extension que hay desde Oliva hasta Castelló »de la Plana, continuando despues hácia el N. por el Maestrazgo de »Montesa; el blanco es mas general, y con varios tintes cubre el resto »del reino. La tierra roja no se halla en el mismo estado en todas par »tes. Siempre es arcillosa, y se halla mas ó menos tostada y con varias »mezclas de arenas. En los campos, cuestas y cañadas contíguas á »montes de amoladeras es menos pastosa, mas seca y áspera, hacién— »dose sentir estas cualidades en las rejas del arado, que se usan y con- »sumen en menos tiempo. Semejante tierra es muy apta para viñas y »algarrobos, y para que las higueras crezcan y fructifiquen en pocos »años; mas no lo es tanto para trigos y otros granos, á no ser que con »el abono se suavice la aspereza de sus partes y se conserve la hume- »dad. Como se halla regularmente en parages escasos de riego, se »mantiene árida, sin dar la abundancia y variedad de frutos que se »logran en las tierras de riego. Lejos de los montes de amoladeras la »tierra es menos áspera y con menos arenas; contiene mas partes »calizas sin mudar de color, y la fermentacion que en ella excitan »los ácidos, es mas sensible y violenta. Donde esta tierra logra riego »y abundancia de estiercol, como desde Castelló de la Plana hasta Oli- »va, es mas suave y fertil, se altera el color rojo pasando al pardo, y Tierras arcillosas. 686 »negrea en aquellos sitios en donde los despojos de los vegetales y la »abundancia de estiercol forman la mayor parte del suelo. En este es- »tado rinde al labrador cuanto le pide, y nunca huelga, sucediéndose »de contínuo preciosas y abundantes cosechas. » Veamos ahora cuáles son las propiedades de que goza cada una de estas tierras, y si de su estudio podemos sacar alguna utilidad de apli- cación á la agricultura de la provincia. Estas tierras, como su mismo nombre lo indica, son aquellas en que predomina la arcilla ó la greda, y de consiguiente sus propie- dades serán análogas á las que indicamos al describir dichas rocas. Las tierras arcillosas se conocen generalmente con los adjetivos de fuertes, frias y pesadas, y segun el Sr. Boutelou, adicionador de las obras de Herrera, «llámanse fuertes ó recias porque en secándose se »endurecen de tal modo que apenas se pueden labrar; pesadas, porque »en estando muy húmedas son tan tenaces que forman una especie de »masa y se pegan al arado, necesitándose emplear para labrarlas ins- »teumentos muy fuertes y buenas yuntas; y finalmente se llaman frías, »porque pierden lentamente la humedad que contienen, y porque su »dureza y calidad compacta impide que las penetre el sol, por cuya »razon sus frutos son mas tardíos. A estas propiedades hay que añadir otra muy importante. y es que con los calores del verano se agrietan y forman grandes hendiduras, por cuya razon opina el Sr. Clemente que esta clase de tierras es im- propia para la. vid. Las tierras arcillosas se apropian con facilidad los abonos y los retienen por mucho tiempo, de manera que si por un lado se tarda mas en sentir sus efectos, por el otro es mas duradera su accion. Para que esto tenga lugar, y para que las aguas no los arrastren, con- viene que los abonos se apliquen á cierta profundidad, ahondando mas las labores, lo cual por otra parte es conveniente, atendida la poca permeabilidad de estas tierras y la facilidad con que se encharcan. No debe el agricultor servirse en estas tierras de bueyes para la labranza, pues sus anchas pezuñas las apelmazan y endurecen. Cuando el tiempo es seco se hacen estas tierras tan compac= 687 tas, que hay pocas raices que puedan resistir la presion que experi- mentan. Estos caracteres de las tierras arcillosas las hacen poco aptas para el cultivo de las legumbres, de las plantas bulbosas y tuberculosas; conviene sin embargo á las cercales, y en especial á la avena, que da una harina muy superior, sobre todo en años en que acompañan las aguas, y tambien á la vid cuando se puede regar, si bien el Se- nor Clemente proscribe esta práctica, fundado en que hay otros ter- renos mas apropiados para la vid, mientras que los arcillosos de riego deben destinarse al cultivo de cereales. Pocas son las tierras de la provincia que puedan referirse á esta clase si se las considera como el tipo de ella, pues en general, si bien abundan mucho las tierras en que predomina la arcilla, siempre se encuentra esta mezclada con sustancias calizas, ferruginosas Ó are- nosas, que son las que se conocen con los nombres de fuertes y fran- cas. Son arcilloso-calizas las de casi todas las vegas que dejan entre sí los estribos del sistema cretáceo, y gran parte de las de la ladera oeci- dental del Palancia, en la cordillera jurásica que se extiende desde Peña Escabia, Bejís, Torás, Vivel, y se continua por la Cueva Santa, Mas de Rivas, etc. Arcillosas puras se ven entre el Val d'Ancher y las" Cuevas, cerca de los yesares, en donde se cria buen trigo, y crecen con gran lozanía el algarrobo, el olivo y la higuera. Con frecuencia en dicho punto y en otros del término de Alcalá, Chert, Morella y Cinctorres, toman el caracter de arcilloso-ferruyginosas, y se encuentran bien en ellas el trigo, el olivo, el algarrobo, y la vid en los primeros puntos. La mayor parte de las tierras de las dos vertientes de Sierra Espa- dán pertenecen, si se quiere, á las llamadas arcilloso-arenosas, si bien á decir verdad estas pasan insensiblemente á las arenosas puras, dis- minuyendo poco á poco el elemento arcilloso y adquiriendo mayor pre- dominio el arenáceo. Todas tienen tambien como elemento muy princi- pal al hierro, y se cria en ellas gran variedad de árboles frutales, como cerezos, manzanos, perales, almendros, albaricoqueros, de frutos muy exquisitos, como lo acreditan en la provincia las famosas manzanas de Villahermosa, y las cerezas, guindas y albaricoques de Castelnovo y TOMO 1Y. 88 688 Almedijar: pero sobre todas estas plantas, la que se deleita en esta clase de tierras es la vid, confirmando con la abundancia y exquisito gusto de la uva la opinion emitida por el célebre D. Simon de Roxas Clemente en su famoso tratado sobre las variedades de la vid comun, en que dice terminantemente, y lo demuestra con ejemplos, que es- tas tierras, resultado de la descomposición de las rocas pizarrosas, son las mejores para el cultivo de la vid, atribuyéndolo á la facili- dad que tienen de empaparse en poco tiempo de una gran cantidad de agua, á la avidez con que absorben la humedad del ambiente, y á la tendencia, por su estructura y composicion, á reducirse á tierra. EE oa Las tierras calizas son aquellas en que predomina el elemento de calizas. su mismo nombre, conocidas en la provincia bajo la denominacion de albaris y llacorella cuando se presentan aglutinadas en forma de losas 6 costras, y tambien de /ierra=blanca, por ser este el color que en ellas predomina. Estas tierras se conocen por su color blanco, á veces amari- llento; por la textura, térrea pero fina, algo suave al tacto y de as- pecto mate que ofrecen. Puesta esta tierra en el agua la absorbe con rapidez, lo cual determina una especie de chasquidos acompañados de la salida de burbujas de aire que desaloja aquella, esponjándose. Esta circunstancia hace que la tierra sea fresca, y que no se apelmace ni hienda, todo lo cual es muy á propósito para el cultivo de la vid. Los colores claros de esta tierra determinan una gran reverbera- cion de luz y calor, circunstancia que ocasiona su temperamento frio. Si á las lluvias suceden fuertes calores, se cubre su superficie de costras ó losas que suelen destruir la vegetacion, sobre todo en plan- tas delicadas. En cuanto á la naturaleza de estas tierras, unas cuantas gotas de ácido cualquiera la ponen de manifiesto por la viva efervescencia que determina el desalojamiento del carbónico. Los abonos orgánicos los consume con prontitud la causticidad del elemento calizo en esta clase de tierras; de consiguiente convie- ne renovarlos 4 menudo. La vid es una de las plantas que se desarrollan mejor en estas tier= AR A ze 089 ras, como lo acredita la abundancia de uva que suministran, y lo exquisito del vino tinto de Benicarló, Santa Magdalena, Alcalá, y tambien los del rio de Segorbe. Entre los árboles, el algarrobo y el olivo, la morera y el nogal adquieren gran lozanía en la provincia, como tambien los bosques de encinas, robles, pinos, hayas y box, que constituyen la base del arbolado, en los términos de Benifasár, Castell de Cabres, el Boixar, Herbés, Forcall, Morella, Cati, Benasal, Villafranca, Vistabella, Peñagolosa y otros. Por lo que se acaba de indicar, las tierras calizas son abundantes en la provincia, si bien puede hacerse aquí la misma observacion que en las arcillosas, á saber, que son pocas las esencialmente calizas, pues si se esceptuan las de las Peñas de Agustina, en Segorbe, y las de Vi- vel, que se encuentran constituidas por la toba cuaternaria y moderna, las demás todas son tierras mixtas, en las que si bien predomina la ca- liza, en unas se halla mezclada con la arcilla, y esto es lo mas comun en el territorio del antiguo Maestrazgo de Montesa; en otras son areno- sas, como se ve en la vega del Toro y Barracas principalmente; en otras adquieren el caracter margoso, etc. En donde puede decirse que las tierras calizas ofrecen su tipo, dejando aparte las indicadas en la for- macion de la toba, es en las faldas ó pendientes algo ásperas de las montañas del Maestrazgo (véase el cuadro de las tierras analizadas), pues allí la arcilla es arrastrada por las aguas al fondo de los valles, y queda solo el elemento calizo representado por fragmentos de todos tamaños, que si bien por una parte se oponen al cultivo de cereales, legumbres y demás plantas ánuas, ofrece las mejores condiciones, es decir, frescura, poca trabazon entre sus elementos, etc., para los ár— boles de bosque. En algunos puntos, como por ejemplo en Ares, Benasal, Villafranca y otros, en donde las montañas se presentan como en anfiteatro, se cria bien el trigo, y mas particularmente la patata, que es muy harinosa y de un sabor exquisito, cultivándose en eraderías por medio de grandes márgenes y ribazos. El predominio que en estas tierras tienen las arenas, hace que se les dé el adjetivo que llevan, y tambien, por las propiedades que las distinguen, el que se las llame cálidas y lijeras. 3." Tierras arenosas. 4.* Tierras humiferas. 690 Las tierras de que tratamos se reconocen facilmente por la aspe- reza al tacto, por la soltura ó ninguna trabazon entre sus moléculas, lo cual las hace muy porosas y permeables, calentándose mucho en el verano, por cuya razon se las llama tierras secas, livianas y ardien- tes. Desleida en el agua esta tierra da muy pronto un poso abundante, cuya naturaleza arenosa se distingue perfectamente al simple tacto. Pocas son las tierras esencialmente arenosas que se encuentran en la provincia, si bien hay muchas que participan de este caracter, to- mando el aspecto de tierras mixtas arenoso-arcillosas, como las de la Sierra Espadán y de los alrededores de Segorbe, en los puntos que ocupan las colinas de S. Julian y Cánova, en el término de Onda y Villahermosa, en donde toman algo del elemento calizo tambien. Sin embargo, en Benicasim, en las pendientes altas de Sierra Espadán, de- sierto de las Palmas y Agujas de Santa Agueda, y otros puntos en que predomina el rodeno del trias, las tierras son bastante arenosas, im- propias en general para las cereales, y muy á propósito para pinares, que abundan mucho en ellos; y tambien para el algarrobo, que se cria en aquellas comarcas en que el elemento arenoso se presenta mezcla- do con el arcilloso ó calizo. Tambien las tierras volcánicas de las islas Columbretes pertenecen si se quiere, por su estado molecular, á esta clase de tierras. Con el caracter arenoso-calizas, si bien predominando generalmente este último, se ven tierras en la llanura del Toro y Barracas, en donde la principal cosecha es la de cereales, que dan abundantes rendimientos. Llámanse así aquellas tierras en cuya composicion predomina el mantillo 6 humus. Son en general de colores oscuros, por cuya razon se las llama tambien ardientes, por la gran absorcion que se verifica en ellas de los rayos luminosos y caloríficos del sol; tienen poca trabazon entre sus moléculas, por lo cual son muy absorbentes y secas, á no ser que por las condiciones topográficas de los puntos que ocupan, y por la naturaleza arcillosa del subsuelo, se encharquen, como sucede en la provincia, en las llanuras y pantanos de Almenara y Oropesa, que es en donde se encuentran. En ellas se notan las tres variedades 691 de tierras turbosas, de brezo y de lagunas salobres, pues en ciertos pun- tos el suelo vegetal puede decirse constituido por la turba; en otros el mantillo es abundante y procede de otras plantas, y por último en aquellos mas inmediatos al mar, en que las aguas suelen invadir el con- tinente y mezclarse con las dulces, adquieren las tierras el caracter salobre. Todas tres son sumamente fértiles por la abundancia notable de mantillo que en ellas se encuentra, y refiriéndonos á la provincia solo esperan que la mano inteligente del hombre se dedique á sanearlas para rendirle pingúes cosechas. Para terminar esta parte tan esencial de la Memoria, solo nos falta presentar á la consideracion de la ilustre Academia de Ciencias el re- sultado del análisis de las diversas tierras vejetales que hemos creido conveniente examinar, indicando antes, segun ofrecimos al principio de este capítulo, los medios de que nos hemos servido para obtener- los; persuadidos de la importancia de estas operaciones, y de la nece- sidad que tienen los agricultores ilustrados de la provincia (que no faltan) de saberlas practicar, para tener un conocimiento exacto de sus tierras, y en consecuencia adaptar á ellas las plantaciones con- venientes, ó cambiar y mejorar su composicion por los medios sen- cillos y fáciles que la ciencia geológica pone en su mano. Dos cosas á cual mas importantes hay que averiguar en las tierras vejetales, á saber: sus propiedades físicas y su composicion íntima. Las propiedades físicas, en las que reside principalmente el grado de fertilidad de las tierras vejetales, como hemos tratado de probar en otra parte de esta Memoria, son: 1.” el peso específico; 2.” la tena- cidad; 5." la permeabilidad y capilaridad; 4.* la facultad de absorber el agua; 5.” la aptitud á desecarse; 6.” la disminucion de volúmen; 7.” la de absorber los gases; y 8.” la de absorber y retener el calor. Muchas de estas propiedades son inherentes, por decirlo asi, á ciertos elementos y á determinadas circunstancias, que pueden apre- ciarse por el simple uso de los sentidos, y sin necesidad de operacion alguna. Asi, por ejemplo, la facultad de absorber el calor depende en gran parte de la coloración de las tierras, pues es sabido que cuanto mas Oscuro es este, tanto mayor es aquella. La fenacidad, asi como la Modo de conocer las propiedades fisicas de las tierras. 1.7 Peso específico. 692 disminucion de volúmen por la desecacion, son inherentes á la arcilla; de consiguiente, la cantidad respectiva de este elemento, que muchas ye- ces podrá apreciarse al tacto, nos dará la medida de aquellas. La ana= logía y relacion que por otra parte se nota entre ciertas propiedades físicas y la naturaleza de determinados elementos, ilustran con frecuen- cia al agricultor en esta materia tan importante, y hasta en el análisis de las mismas tierras, pues le hacen preveer la posibilidad de la exis- tencia en sus tierras de determinados elementos. Esto es mucho mas útil de lo que parece en el terreno de la práctica, aplicándolo al conoci- miento de las tierras de la provincia, objeto principal de este escrito. Asi es que, por ejemplo, el color blanco en ellas es un indicio de predominio del elemento calizo; el rojo muy intenso, imitando á las heces del vino, está en relacion con el predominio del elemento areno= so y arcilloso-arenáceo, procedente de la descomposicion de las rocas del trias; las tintas oscuras tirando al negro suponen el predominio del mantillo y de la tierra, turbosa como se nota en Almenara y Oro- pesa; el color gris tirando á rojo, y á veces á amarillento, supone el predominio de las arcillas, ete. Pero si el agricultor no quiere conten- tarse con estas nociones vagas, entonces es menester apelar á los me- dios siguientes. La densidad ó peso especifico de una tierra es la de un volúmen cualquiera de esta comparado con el mismo de agua. Para apreciarlo se toma un frasco de cabida de dos decilitros, de los que se vierte uno y se rellena de tierra el resto, hasta que el líquido llegue al borde de dicho frasco. El peso de la tierra que se ha necesitado para ello re- presentará su densidad, supuesto que ocupa el mismo espacio que el decilitro de agua, cuyo peso es de 100 gramos. Si se han necesitado 200 4500 gramas, es claro que estas representarán la densidad de la tierra. De los diversos experimentos que se han hecho resulta: 1.” que las arenas son la parte mas pesada de las tierras; 2.” que la caliza fina, el carbonato de magnesia y el mantillo dan á las tierras el caracter de ligeras: 5.” que las arcillas siguen á las arenas en cuanto á su den- sidad: y 4. y último, que el peso especifico de una tierra puede dar- nos á conocer hasta cierto punto la naturaleza de los elementos que en 593 ella predominan, y vice-versa, cuando se hace un examen mineraló- gico de la misma. La tenacidad ó adherencia de las moléculas de una tierra, sobre la que se funda la distincion vulgar de ligeras y pesadas, es muy impor- tante por la influencia que tiene en la vegetacion; y el modo de apre= ciarla se reduce á humedecer un puñado de tierra hasta formar pasta, y constituir una especie de bola que, despues de desecada á la accion del sol ó del fuego, se la comprime. Si la tierra es arenosa se deshace entre los dedos, y á veces no puede conseguirse el amasarla; si, por el contrario, es arcillosa, se necesita apelar á la accion del martillo para fracturarla. De modo que las arenas y las arcillas representan los tér- minos estremos de la cohesion ó tenacidad, constituyendo aquellas el cero y estas el 100 de la escala. Tambien puede experimentarse la te- nacidad calentando la bola de tierra hasta el rojo cereza y sumergién—- dola despues de enfriarse en el agua, pues en este caso las arenosas se deshacen en seguida, las calizas se abren desprendiendo burbujas de aire, luego se cuartean y deshacen con lentitud mediante la presion de los dedos; por último las tierras arcillosas conservan sus formas, y no experimentan cambio notable en su aspecto. Esto con respecto á la tenacidad de las tierras comparadas entre sí. Cuando se quiere medir el grado de adherencia á los instrumentos agrícolas, se toma una plancha de hierro 6 de madera, que se hace ser- vir de platillo de una balanza, luego se la pone en contacto con un poco de tierra humedecida: el peso que haya que añadir al otro platillo re- presenta su grado de adherencia. Los resultados de los experimentos son: 1.” Que la tenacidad ó cohesion de una tierra está en razon directa de la cantidad de arcilla que contiene; 2.” que esta propiedad aumenta en los suelos arenosos con la humedad; y 5.* que la adherencia es siempre mayor á los ins- trumentos de madera que á los de hierro. La permeabilidad es la propiedad que tienen las tierras de dejar pasar el agua á través de sus moléculas; condicion indispensable para que las raicillas de las plantas puedan tomar las sustancias nutritivas que se encuentran en ellas. Esta propiedad está en razon inversa de 9> Tenacidad 6 cohesion. 3." Permeabilidad y capilaridad. 4. Facultad «de absorber el agua y la hu- medad atmos- férica. ! 694 la cohesion. Para apreciarla se toma una cantidad determinada de cada tierra, y despues de bien secas se amasan con igual volumen de agua; luego se extiende cada una sobre un tamiz, y se vierte en todos la mis- ma cantidad de agua; el tiempo que tarda en pasar, y hasta el modo como se verifica esta operacion, servirán para marcar su permeabi- lidad respectiva. Este experimento nos dice claramente, que las arenas y las arcillas son los tipos estremos, aquella del máximum y esta del minimum de dicha propiedad. La capilaridad, cuyos sorprendentes efectos se deben á la atraccion mútua que las moléculas líquidas ejercen entre sí y á la que se verifica entre estas y los cuerpos sólidos, como se nota perfectamen- te en el terron de azucar cuando por un extremo se le sumerge en el agua, es muy preciosa parala vida de las plantas, pues disemina por igual la humedad en toda la tierra, y hace yolver á la superfi- cie las sustancias solubles ó fijas que el agua arrastra consigo en la filtracion. El modo de apreciarla es muy sencillo, y se reduce á formar de la tierra una masa que se deseca, y sumerge por uno de sus extremos en el agua; la altura á que esta llega, y la presteza 6 lentitud con que circula por su interior, nos da el grado de su ca- pilaridad. Cuando la permeabilidad está medianamente representada, como se nota en las tierras calizas y arcilloso-arenosas, puede decirse que la capilaridad se encuentra desarrollada en el mas alto grado; y como aquella está en razon inversa de la cohesion, de aqui el que una de las ventajas que proporcionan los mejoramientos que tienden á disminuir la cohesion, es el mayor desarrollo que con ellos adquiere la capilari- dad. Sobre esta propiedad se funda tambien la excelencia del riego por filtracion. Esta propiedad depende de la afinidad que tienen las tierras por el agua que se encuentra en ellas ó en la atmósfera en forma de hume- dad; distinguiéndose de la permeabilidad en que esta consiste en dejar pasar el agua, mientras que aquella la conserva entre sus moléculas. Propiedad preciosa, pues sin ella las aguas no podrian penetrar en la 695 tierra, Ó las dejaria esta pasar por el contrario á la manera de un filtro, sin servir á la vejetacion. Para apreciar la propiedad de absorber el vapor acuoso atmosférico, se coloca una misma cantidad de tierra desecada en cada uno de los dos, tres ó cuatro platillos de zine sostenidos por un pie comun á manera de ramillete, cubierto por una campana de cristal en cuyo fondo se en- cuentre una vasija ó fuente eon agua: al cabo de 24 6 48 horas se pesan las tierras, y la diferencia de peso nos dará el grado de su facultad ab- sorbente. De los experimentos hechos para apreciar esta propiedad resulta: 1.” que el mantillo es la sustancia que absorbe mas humedad atmos- férica; 2.” que á este sigue el carbonato de magnesia, y luego las ar- cillas; 5." que la arena silicea y el yeso crudo son los últimos tér- minos de la serie, pudiendo decir que casi no absorben nada, de donde resulta que dan lugar á tierras secas, áridas y muy cálidas. En una misma tierra la absorcion es mas enérgica de noche que de dia, por efecto de la ausencia de los rayos del sol, que son los que determinan la evaporacion en la superficie terrestre. La facultad de absorber y retener el agua se puede apreciar tambien mediante un experimento muy sencillo, reducido á tomar una cierta can- tidad de tierra, que se deseca primero á la temperatura de 40 á 50", despues se coloca en una cápsula y se forma pasta con el agua: se toma un filtro mojado, se anota su peso, se vierte en él la pasta y el agua que ha servido para lavar el receptáculo, y cuando ya no pase el líquido se pesa el todo, y el resultado, deducido el peso de la tierra y el del filtro, nos dará el grado de afinidad que tiene la - tierra con el agua. Por lo visto esta propiedad es la antagonista de la permeabilidad, y muy análoga á la capilaridad; de modo que los expe- rimentos fáciles y sencillos que hemos indicado al querer apreciar aque- llas, pueden servir igualmente para determinar esta. De los experimentos hechos sobre esta materia resulta: 1.o que las arenas estan casi destituidas de esta propiedad; 2.” que, por el contra- rio, las sustancias magnésicas representan el tipo opuesto, de donde re- sulta el llamárselas tierras frescas,. llegando á esterilizarse cuando di- 89 TUMO IV. 5." Aptitud a desecarse. 6. Disminución de volumen. 696 cha sustancia está en exceso; 3. que á la magnesia sigue el mantillo, fundándose en tan excelente cualidad el valor de esta sustancia en la agricultura; y por último, que el estado molecular de los elementos de las tierras contribuye poderosamente al desarrollo de esta propiedad, pudiendo decir que la caliza, que en forma de arenas solo absorbe el 29 por 100 de su masa, cuando afecta el estado pulverulento llega «¿ retener hasta 85 por 100. Esta propiedad, de la que en gran parte depende la indole de las tierras, que son secas y cálidas, ó por el contrario húmedas y frias. segun la rapidez con que dejan escapar el agua, se aprecia con mucha facilidad tomando igual peso de diferentes tierras, que se dejan evapo- rar al aire libre durante un tiempo determinado. La diferencia de peso marcará la mayor ó menor rapidez con que se desecan. Antagonista de la anterior se deduce que tambien serán opuestos los resultados de los experimentos que para apreciarla se han hecho con los diversos elementos de las tierras. Debemos tan solo añadir, que generalmente se dice que una tierra es sana si á los dos ó tres dias de fuertes lluvias solo retiene próximamente la mitad del agua que le corresponde por su facultad absorbente; llámanse frescas, cuando á cierta profundidad en las mismas circunstancias solo con= tienen del 15 al 20 por 100 de su peso; y dícense secas y ardientes cuando no llega á esta cantidad. La disminucion de volumen por la desecacion, propiedad tambien muy importante de las tierras vegetales, se estima facilmente hacien- do con las diferentes tierras convenientemente humedecidas, un cubo de iguales dimensiones; se deja secar al aire libre, y cuando ya no pierde de su peso se mide otra vez, y la comparacion de su volumen con el primitivo nos dará la medida de esta propiedad. Los experimentos que sobre ella se han hecho demuestran: 1.” que el mantillo, así como es el que adquiere mayor volumen, 6 se esponja mas cuando se le humedece, es tambien el que pierde mas por la de- secacion; 2.” que entre las materias minerales la arcilla es la que ex- perimenta mas retraccion, lo cual se modifica cuando es impura, segun la cantidad de materias extrañas que contiene; 3.” que la diferente re- 697 traccion de los elementos calizo y arcilloso que componen la marga, explica satisfactoriamente la tendencia benéfica de esta sustancia á la destruccion y pulverizacion bajo la influencia de los agentes exterio- res, siendo en este concepto preferible como mejoramiento á las mez- clas artificiales, pues como en aquella están trabados los elementos, su diferente retracción hace que se separen con mas facilidad y rapidez. La absorcion de los gases por la tierra se refiere por lo comun al oxigeno, verificándose unas veces de un modo físico, como lo hace el carbonato de magnesia, y otras químicamente. La absorcion química la posee en alto grado el mantillo, el cual experimenta bajo su influen- cia un cambio, reducido á perder parte del hidrógeno, que al combinar- se con aquel da lugar al agua, desprendiéndose un volumen de ácido carbónico igual al del oxígeno absorbido. El calor favorece general- mente esta operacion y sus resultados. Los elementos minerales de las tierras retienen el oxígeno por la presencia y en razon directa de la cantidad de hierro que pasa á un grado superior de oxidacion. Como resultado de esto, y á expensas del agua y del aire, se forma amoniaco, que permaneciendo en la tierra fa- vorece notablemente la vegetacion. Esta propiedad, por lo visto, es de las mas importantes de la tierra vegetal, pudiéndola considerar como el medio mas eficaz de que se vale la naturaleza para hacer llegar hasta las raices de las plantas las sustancias gaseosas que, como el oxigeno, el azce, el ácido carbónico, el amoniaco y otros, son tan indispensables para la nutricion de las plantas; y en ella se funda principalmente la utilidad de las labores que tienen por objeto renovar la tierra, y aumentar la superficie de contacto con la atmósfera; y tambien la práctica de abrir zanjas ú hoyos mucho tiempo antes de hacer las plantaciones de árboles. Prescindiendo de los medios algo difíciles de apreciar esta pro- piedad, diremos que en general las tierras no absorben el oxigeno sino cuando tienen un cierto grado de humedad, y que entre todas las sustancias que entran en su composicion, el mantillo es el que absor- be mas; siguen á este la magnesia, las arcillas, la caliza pulverulenta, la arena-caliza, el yeso y la arena-silicea; de donde se deduce la 7. Absorción de los gases. Facultad de absorber y relener el calor. 698 importancia relativa que tienen estos elementos en la composicion de las tierras. La temperatura de las tierras depende en primer lugar de su colo- racion, como ya dijimos mas arriba, siendo una cosa evidente que cuanto mas oscuras son, tanto mas absorben y retienen el calor. En esto pre- cisamente se funda la práctica de feñir de negro las paredes que sirven de apoyo á las plantas que se cultivan en espaldera, y tambien en gran parte la de extender mantillo y otros restos orgánicos en la tierra en que se crian plantas de regalo, pues de este modo se acelera su desarrolle. Tambien depende de la composicion química, ó del elemento que predomina en ellas, bajo cuyo punto de vista la arena caliza represen- ta el máximum;, siguen á ella la silicea, el yeso, la arcilla, la caliza pul- verulenta, el mantillo y el carbonato de magnesia, que ocupa el extremo opuesto de la serie, por cuya razon las tierras en que este elemento predomina se llaman frescas, así como, por el contrario, son ardientes aquellas en que se encuentran en exceso la arena silícea ó caliza. Hasta cierto punto la temperatura de las tierras está en razon di- recta del peso de las sustancias que predominan en su composicion, como lo demuestra el que las arenas caliza y silícea, que son las mas pesadas, sean tambien las que ocupan el primer rango. Como el agua al evaporarse consume mucho calor, que roba á la tierra, resulta que el grado de humedad de esta ha de contribuir tam- bien á determinar su temperatura. Por último, el ángulo que forman los rayos solares con la superficie de las tierras, ó sea su incidencia, contribuye tambien á comunicarles el grado de calor respectivo, que será tanto mayor cuanto mas se aproximen aquellos á la perpendicular. La temperatura de las tierras, como la del ambiente, es uno de los elementos mas poderosos de los que contribuyen al desarrollo de las plantas; de consiguiente no se extrañará el que recomendemos al agri- cultor ilustrado de la provincia que se fije bien en este punto capital para determinar en lo posible el grado de calor que poseen sus tierras, y que adopte aquellos medios que van indicados para aumentarlo ó modificarlo, segun convenga á las plantas. 699 El que quiera formarse una idea aproximada de las propiedades de las principales tierras de la provincia, puede echar una ojeada al cuadro de su composicion colocado mas adelante. Conocidas ya las principales propiedades físicas, y la gran impor tancia que tienen en la agricultura, debemos proceder ahora á la indi- cacion de aquellos medios fáciles, sencillos y al alcance de todo labra= dor, que puede emplear para saber cuál es la composicion de sus respectivas tierras. Esto lo conseguirá por medio de la análisis, pero hay que advertir que esta no puede ser química, porque son muy escasos los agricultores que poseen los conocimientos y medios necesarios para llevarla á cabo, y en rigor no debe serlo tampoco por todas las razones que van expuestas en párrafos anteriores, que tienden á probar que mas que la composicion íntima, lo que conviene para el cultivo en ge- neral es el conocimiento de las propiedades físicas. Y como quiera que estas dependen mas que de los elementos químicos de los llamados mineralógicos, resulta que el agricultor de la provincia debe en mi concepto averiguar cuáles son las principales sustancias que entran en la composicion de sus tierras, y cuál de ellas es la que predomina, pues precisamente esta es la que le dará la medida de sus condiciones fisicas. Para llegar á este resultado, la primera operacion que hay que ha- cer es tomar una cantidad determinada de tierra escojida en diversos puntos de un campo, que no sea de la superficie, sino de medio d un pie de profundidad segun su espesor. Hecho esto se deja secar al aire libre, y despues se pasa por un tamiz de crin ó metal cuyas mallas tengan de 1 4 1% milímetros. Esta primera operacion separa ya las partes mas bastas, como gravas, chinas, cantitos, etc., y tambien parte del mantillo, compuesto en general de restos mas ó menos descom- puestos de animales y plantas, de la parte térrea y mas fina de la tierra. Se pesa lo que queda encima del tamiz y lo que pasa por sus mallas, y se anota la proporcion que guardan con la cantidad total. Si en lo que queda encima se quiere saber la proporcion entre el mantillo y la parte inorgánica, se quema en una vasija ó crisol hasta el punto de no des- pedir olor alguno vegetal ni animal; la diferencia de peso nos dará lo Análisis mecánica. 700 que deseamos. Tambien puede apreciarse poniéndolo en agua, pues el mantillo como mas ligero sobrenada; se recoje, se seca y se pesa. Hecho esto se toma de la tierra tamizada una cantidad cuyo peso se anota, se coloca en una vasija de tierra ó porcelana, cubierta con su tapadera, y se la sujeta á la accion del fuego hasta hacer desapare- cer por completo el agua. El residuo se pesa, y la diferencia representa la cantidad de agua que contiene; luego se coloca la tierra ya seca en un frasco ó vasija de cristal ó vidrio, en que se vierte dos ó tres veces su volumen de agua. Tómase la vasija y se la agita dando vueltas, y despues de dejar que permanezca la mezcla en reposo por espacio de un minuto próximamente, se vierte por decantación en otro frasco el agua turbia, repitiendo la operacion hasta que el líquido salga claro y trasparente. Esto determina la separacion de las partes mas finas y li- jeras, que se van con el agua, de las mas pesadas, bastas y ordinarias, que permanecen en el fondo del frasco: y aunque esta separacion no siempre se verifica de un modo tan exacto que dejen de pasar algunas veces con las particulas mas finas algunas de las bastas, y viceversa, sin embargo, en la mayoría de los casos, como lo que se desea saber es aproximadamente las proporciones respectivas de cada elemento, cum- ple esto con lo que el labrador se propone. Lo que permanece en el fondo de la vasija generalmente se compone de arenas cuando la tier- ra las contiene, mientras que en lo que se decanta va la arcilla, la ca- liza, el yeso y demás sustancias que son mas finas. Terminada esta operacion se las deseca por medio del fuego, y así que se ha desalo- jado toda el agua se pesan y anota su proporcion respectiva. Determinada por este procedimiento la separacion de las partes mas pesadas de las mas lijeras, para conocer si aquellas se componen solo de arenas, bastará con frecuencia el uso del tacto ó de la vista, si se quiere auxiliada de una lente. En cuanto á la parte mas ténue, com- puesta generalmente de arcilla y caliza, su proporcion respectiva se apre- ciará con solo echar unas gotas de ácido clorhídrico, por la disminucion de peso que determina el desalojamiento del ácido carbónico. Despues se lava, se seca y se pesa. La diferencia de peso determina la cantidad de caliza, apreciándose por sustracción la de la arcilla. 701 De manera que el análisis mineralógico se funda en separaciones sucesivas entre las partes bastas, las de mediano tamaño y las mas finas de las tierras. En estas apreciaciones se prescinde de todas aquellas sus- tancias, que por ser solubles las lleya consigo el agua, pues para deter- minarlas se necesita apelar á medios químicos; y como por otra parte influye muy poco su presencia en el caracter de las condiciones físicas, que es lo que se trata de averiguar por la análisis cuyo procedimiento estamos indicando, no se estrañará el que no se haga mencion de di- chas sustancias. Tambien podria conseguirse el mismo resultado por otros medios igualmente sencillos si se quiere. Para esto, tómese un puñado de tierra, que se seca; despues por medio de la aguja megnética se ve si contiene hierro, que es el elemento metálico mas comun en las tierras, y se aprecia su cantidad; hecho esto se coloca la tierra sobre una lámina de cristal un poco inclinada, y se procura, golpeándola, la se- paracion por tamaños de sus diferentes partículas: luego se toman las que próximamente tienen las mismas dimensiones, y se llevan al cam- po de un microscopio que aumente de 15 4 20 diámetros, y á benefi- cio de este instrumento puede apreciarse la cantidad respectiva de la arena y de las partes mas ténues y finas, compuestas de arcilla y caliza; si esto no bastase, una gota de ácido clorhídrico aclararia la cuestion, y aun en caso de necesidad podria servirse del soplete, par ticularmente cuando las tierras vegetales proceden de la descompo- sicion de rocas cristalinas, en cuyo caso esta análisis mecánica es muy conveniente. En la inmensa mayoría de los casos, los medios que acabamos de indicar bastan para lo que el agricultor desea: pero como en esta, lo mismo que en todas las materias, cuanto mas exacto es el conocimiento tanto mas fecundos pueden ser sus resultados, indicaremos los medios puramente quimicos que puedan conducir al agricultor de la provincia á conseguirlo. Para determinar la proporcion de arcilla que entra en las tierras, se toma aquella parte mas fina que se fue por la decantacion, y se la somete á la accion del ácido clorhídrico diluido en 5 ó 6 yeces su peso Análisis quimica. 702 de agua. El ácido ataca todas las sustancias solubles, como los earbo- natos, fosfatos, óxido de hierro, etc.; despues se diluye todo en el agua, y se echa en un filtro, á través del cual pasan todas las materias que aquel ácido disolvió, quedando en él solo la arciila. De las sustan- cias que pasaron por el filtro se reconoce por ejemplo la presencia del hierro por medio de la corteza de encina, con la cual toma el licor una tinta parda ó negruzca, precipitándose despues el hierro por me- dio del prusiato de potasa, elevando la temperatura hasta el rojo; se la- va dos ú tres veces con agua, y el residuo se pesa, y es el hierro. El líquido ácido que queda despues de separado el hierro, da por evaporación un resíduo salino, que disuelto en el agua proporciona el fosfato de cal, por ser insoluble en ella, y se recoje por medio de un filtro, se seca y se pesa. Solo queda ya en el líquido la cal y la magnesia, y para apreciar su :antidad respectiva se vierte el bicarbonato de sosa, que precipita á aquella en estado de bicarbonato blanco y pulverulento. Este se lava, se pone en el filtro, se seca y se pesa. Entre las sustancias salinas que pasan con las aguas, la mas impor- tante, sin duda, es el yeso, ó sulfato hidratado de cal; y para probar su existencia y determinar su cantidad, se toma en peso determinado la tierra desecada, despues de echarle el ácido clorhídrico, y se le mezcla con una tercera parte de carbon vegetal reducido á polvo muy fino; se coloca todo en un crisol, y se eleva su temperatura hasta el calor rojo. Luego se pone el residuo en un cuarto de litro de agua destilada, y se le hace hervir durante diez minutos; despues se lava y filtra la tierra, y se la trata con el ácido sulfúrico debilitado; se evapora hasta reducir á la mitad el líquido añadiéndole el mismo volúmen de espíritu de vino: el sulfato de cal se deposita en forma de polvo fino, que se recoje en el filtro, se le lava con el alcohol para evitar que el agua lo ataque, se le seca bien, y se aprecia su peso. Para completar el conocimiento de la materia cuando el agricultor trata de fundar sus prácticas en los conocimientos cientificos, conven- dria indudablemente que, valiéndose de medios parecidos á los indica— dos, llegara á conocer la composicion de las plantas que cultiva ó desea o TT 703 aclimatar, analizando sus cenizas. Estas, con efecto, le dirian cuáles son los elementos que predominan en ellas, y comparado este resulta- do con el que le suministró la análisis de las tierras, le indicarian con exactitud las sustancias que le convendria aplicar para mejorarlas, ¿ para adaptarlas al cultivo á que se las destine. Despues de lo dicho solo falta expresar el resultado de la análisis de las diferentes tierras de la provincia, que he creido conveniente ofrecer á la consideracion de la Academia, en cumplimiento de una de las con- diciones de su programa. Y para dar mayor valor á estos resultados, y como comprobante de la composicion de aquellas, acompaño á este escrito todas las que se han analizado, colocadas en sus respectivos frascos de cristal, con la indicacion del punto y los terrenos de cuya descomposicion proceden, y la proporcion de los tres elementos mine- ralógicos esenciales y del agua que ellas contienen, lo cual basta para tener una idea del caracter y de las principales propiedades físicas que las distinguen. No se extrañará que por esta misma razon haya pres- cindido de apreciar la proporcion de mantillo, á pesar de la importancia que en agricultura tiene, y la facilidad con que he dicho puede apre- Ciarse. Con el objeto de hacer mas palpable el resultado de estas análisis, pongo á continuacion el cuadro, en el que de una sola ojeada se podrá ver la proporcion respectiva de cada uno de los elementos caracterís ticos inorgánicos. TOMO IV. 90 704 Cuadro del análisis de las tierras. Arena. LOCALIDADES. Benicasim (falda de 1] 60.8 Agujas de Sta. Agueda. o Almedixar (Espadan..... 63 >» Villavieja (inmediaciones? gg, del pueblo).............. Segorhe (Masta deRibas). 27 » Jérica (Masía del Cam- O sana 18,9 Barracas (heredad de Mar- tin Pena] cubadnasdincaca J 53,30 AUDOBACer: e oosoenccazacass 30 » Alcalá de Chivert (here- ) 60 dad del Portell)........ a Id. (Partida del Calvario). 6» Dalton dao 31 >» Castellon (partida del Pa coa Ñ pe (secano de Tosquella. 23 » . (Masía de Mercader). 39 >» ur (heredad de Don pl José Martin)... Lena ld. (Partida de Cánova). 30,50 Carbonato de cal 26,2 9,4 2,2 41 » 38,40 21,710 56 » 20,4 56 » 24 » 15 » 49 >» 26,5 40,40 Arcilla. E TERRENO o ES DE QUE PROCEDEN. 100) 100 ¿Triásico. 100 | 100 100 Jurásico. 100 Jurásico y triásico. 100 100 Cretáceo. 100 100 100) Triásico, cretáceo y terciario (tierras de 100 traspor AR 100 ¡ Jurásico, triásico y terciario (traspor- te). 10 Ivi triásico é ígneo (trasporte). 100 Del anterior cuadro se desprenden muchas consideraciones impor- tantes, que no solo demuestran la íntima relacion que existe entre los estudios geológicos y agrícolas, sino que pueden servir al agricultor para mejorar sus tierras, Ó para adaptarlas á determinadas plan- taciones. 705 Lo primero que se nota al comparar la proporcion respectiva de los elementos componentes de las tierras con el terreno ó terrenos de que proceden, es el predominio que ofrece aquel que forma la base de las rocas de que derivan en las tierras locales, como se observa en las del triásico, cuyo elemento característico es la arena, y en las del jurásico y cretáceo, que lo son la arcilla ó la caliza. Por el contrario, en las tier= ras de trasporte, como las que ocupan las llanuras de Castellon y la vega de Segorbe, se nota un cierto equilibrio entre sus diferentes ele- mentos, que al paso que revela la procedencia de terrenos de natura- leza distinta, constituye las mejores condiciones de fertilidad de dichas tierras. Otra consideracion no menos importante es, que como las propie- dades físicas de las tierras están enlazadas intimamente con el pre- dominio de alguno de sus elementos constitutivos, resulta que, por ejemplo, las tierras arenosas y locales de Benicasim, Almedixar y Vi- llavieja pertenecen á la seccion de tierras livianas ó sueltas, por la ninguna trabazon que se nota entre sus elementos, y tambien son se- cas y ardientes por la gran facilidad con que dan paso al agua, y por la absorcion activa que ejercen sobre los rayos luminosos y caloríficos del sol. Las calizas, como las del Calvario de Alcalá, las de la Masía de Rivas de Segorbe y las de Albocacer son tierras frias, por lo poco que absorben el calor, y tambien frescas porque, aun cuando son permeables, gozan de la propiedad de retener algun tanto el agua por la proporcion de arcilla que contienen. Tierras decididamente arcillosas puede decirse que no las hay entre las que me ha sido dado analizar. En las de trasporte, á las que pertenecen las de la partida del Pi- nar, Masía de Mercader, y secano de Tosquella, en el término de Cas- tellon, y en las de los alrededores de Segorbe, como puede decirse que no hay un elemento dominante, sus propiedades fisicas se corrijen y compensan las unas con las otras, y de aquí la gran fertilidad que las distingue. Tambien se deduce de lo dicho la necesidad que generalmente tie- nen las tierras locales de mejoramientos apropiados, á no ser que su 706 aplicacion sea muy dificil ó costosa, en cuyo caso tambien el conoci- miento del elemento que en ellas predomina es de la mayor importan- cia para la eleccion de las plantas mas apropiadas á sus condiciones fisicas y composicion. En la parte de esta Memoria destinada á reglas y preceptos agricolas tendremos presente esta circunstancia, para aconsejar á los labradores de la provincia la introduccion ó extension de determinadas especies en los puntos dados en que las tierras ofrez= can tales condiciones. Descendiendo de estas observaciones generales á las particulares de cada una de las tierras examinadas, diremos que la tierra de Beni casim procede de la falda de las Agujas de Santa Agueda, resultado de la descomposición de la arenisca y de algunos bancos de caliza del trias: ofrece un color rojo salpicado de puntos brillantes, debidos á la mica que contiene; es de escasa consistencia por el predominio de la sílice: el suelo que ocupa esta tierra no tiene una gran pendiente; y está ex- puesto al S., de cuyo viento recibe las aguas por la direccion media de aquellas montañas; cultivase en él con muy buen éxito el algarrobo, el olivo, y la vid en la llanura; y en los montes crecen y se desarrollan bien los pinos y muchas otras plantas espontáneas. La tierra de Almedixar, en la sierra de Espadan, ofrece condiciones bastante análogas á las de la anterior, por ser tambien de procedencia triásica; sin embargo, hay una notable diferencia en cuanto á su com- posicion, puesto que el elemento arenoso y arcilloso se hallan en mayo- res proporciones, á expensas del calizo que apenas está representado, De aqui resulta que es un poco mas consistente que la anterior, retiene con mas facilidad el agua, lo cual la comunica el temperamento fresco que la distingue. El suelo ofrece una pendiente bastante rápida; su exposicion es entre S. y O., y crecen admirablemente en él la morera, el algarrobo, el olivo, y hasta á una altura bastante notable la vid, go- zando de gran fama las uvas que de ella proceden. Son igualmente no- tables los albaricoqueros y cerezos, que se cultivan en una zona muy elevada. Encuéntranse además muchas labiadas, crucíferas y gramíneas, y coronan las cimas de aquella region bosques bastante espesos de pinos. 707 La tierra de la Villavieja puede considerarse como la expresion mas fiel de la descomposicion del elemento arenáceo del trias, atendida la cantidad enorme de arena que en ella se encuentra: es de consi- guiente la tierra mas suelta y ardiente de toda la provincia, exijien= do mucho riego; y solo á beneficio de este y de los abonos se consiguen algunas cosechas regulares. La exposicion es al S. E. y eríanse allí algarrobos, olivos, algun grano, legumbres y horta= lizas. La tierra de la Masía de Ribas, en el término de Segorbe, proce dente de la descomposicion del terreno jurásico, es caliza por el pre- dominio que tiene este elemento, pero atendida la proporcion del are- náceo y arcilloso puede considerarse como excelente; su color es pardo, algo rojizo por el hierro que contiene, de consistencia media, de bas- tante tenacidad, y crecen con notable vigor en ella el trigo y otras cereales. La de la Masía del Campillo, término de Jérica, procedente de la descomposicion del terreno jurásico superior, ó sea del piso quimerid- gico, es tierra local muy rica en materias orgánicas, circunstancia que, unida á la proporcion de sus tres elementos minerales, le da gran pre- cio. En ella se cultivan con muy buen éxito el trigo y otras cereales, la vid, el olivo y otras plantas. La de Barracas, tomada en la heredad de Martin Perez, es una tier- ra local tambien, situada en el valle que separa los últimos estribos de la cordillera triásica de Espadan de los de su paralela, que es ju- rásica, circunstancia que determina el predominio del elemento are- noso, y hace que la del calizo y arcilloso sea bastante regular. Su color es pardo rojizo por el hierro que contiene, ofrece bastante soltu- ra, y una cantidad notable de materias orgánicas. Cultívanse en ella con bastante ventaja el trigo y las patatas, alternando muy oportuna— mente las cosechas. La tierra de Albocacer procede de la descomposicion del terreno eretáceo; su color es pardo gris claro; bastante permeable y ardiente; atendida su descomposicion, puede decirse que es una tierra calizo- arenácea, y crecen en ella con vigor las cereales, la vid, aunque no 708 en gran escala, y sobre todo las encinas, que constituyen gran parte de la riqueza de aquel pueblo. De Alcalá se han tomado dos tierras, ambas procedentes de la descomposicion del terreno cretáceo, con la diferencia de ser la del Portell local, y la del Calvario de trasporte en parte. En la primera predomina la arena; por eso se cria con tanta lozanía en ella la vid: en la segunda la cal y la arcilla, por cuya razon las cereales se dan muy bien, lo mismo que el olivo. Una y otra contienen bastante hier= ro. El suelo en la primera representa una especie de cuenca cerrada, á cuyo fondo acuden las aguas vertientes depositando en él los ele- mentos de su feracidad; y la segunda ocupa la hermosa vega de aquel pueblo, con escasa pendiente y exposicion entre O. y S. En la primera además de la vid crecen muy bien el algarrobo y la higuera; en la se- gunda, como en todo el valle, cuyas tierras ofrecen una composicion muy análoga, se cria toda clase de cereales, trigo, cebada, centeno, ete., la vid, muchas leguminosas, entre las cuales descuella el algarrobo: tambien adquieren gran desarrollo el olivo y otras plantas cultivadas ó espontáneas. La tierra de Benasal procede de la descomposicion del terreno cre- táceo; su color es gris claro, de escasa consistencia, y bastante permea- ble por el predominio que en ella tiene la arena; la cal y la arcilla se encuentran en bastante proporcion para constituir una tierra buena; la exposicion del suelo, que es bastante desigual, es entre el N. y O. Crecen en ella muchas cereales y leguminosas; el nogal adquiere un desarrollo extraordinario, y se encuentran bien los pinos y las encinas; la patata tiene nombradía en el pais por ser muy harinosa y suave, lo cual depende en gran parte de la notable proporcion de arenas que contiene esta tierra. Las tres de Castellon pertenecen á la clase de las de trasporte, situadas las del Pinar y del secano de Tosquella en la llanura, y la de la Masía de Mercader, en el punto próximamente en que el Mijares entra en ella. Efecto de su distinta situacion es el ofrecer el predomi- nio del elemento arenáceo en la del Pinar, del calizo en el secano de Tosquella, y el guardar una cierta proporcion entre los tres en la de la 709 Masía de Mercader: en consecuencia, la primera es una tierra pesada, bastante suelta, permeable, de color rojizo por la cantidad notable de hierro que contiene; crece en ella y adquiere gran desarrollo el pino, de donde viene el nombre de la partida. La del secano de Tosquella es de color pardo gris, mas lijera que la anterior, permeable y fresca por la proporcion de arcilla que contiene. Por último, la de la Masía de Mercader ofrece un tipo de tierra excelente; su color es pardo algo ro- jizo; se apelmaza con facilidad por la arcilla que contiene; la exposicion del suelo es al Mediodía, y se dan bien en ella el trigo, el olivo, el al- garrobo y otras plantas. La tierra de Segorbe (heredad de D. José Martin) está tomada de las inmediaciones mismas de la poblacion, en la ribera derecha del Pa- lancia, y es de trasporte, procedente de la descomposicion de los ter renos jurásicos, terciario y triásico. Su color es pardo gris; bastante tenaz por la proporcion de arcilla que contiene, y es rica en despojos orgánicos. El suelo es próximamente horizontal, y se cultivan en él toda clase de verduras y hortalizas, á beneficio del riego abundante que recibe. Por último, la tierra de la partida de Cánova, en el mismo término de Segorbe, tambien procede de la descomposicion de muchos terre nos, y principalmente de la diorita, que forma dos cerros inmediatos; lo cual explica la proporcion bastante regular de sus tres elementos principales, pues todos ellos los suministra en abundancia la destrue- cion de esta roca. El color de la tierra es pardo rojo por la cantidad de hierro que contiene; su estado molecular es arenoso, sin carecer de cierta consistencia, así es que constituye una tierra fresca, permeable al agua, al aire y á las raicillas de las plantas; y si á esto se añade la justa proporcion entre sus elementos mineralógicos, y la cantidad no- table que debe tener esta tierra de ciertas sustancias que de intento no hemos querido determinar, porque no era este el objeto de la Memo- ria, pero que ejercen una influencia muy saludable en la vegetacion, tales como la sosa, la potasa, la magnesia y otras que entran en la composicion de la diorita, nos convenceremos de que la tierra de que tratamos es de las mas feraces de la provincia, como asi lo acredita 740 por otra parte la lozanía extraordinaria que adquieren en ella el trigo, el maiz, los nogales, algarrobos y otras plantas. Terminado con esto todo lo que teníamos que exponer relativo á la tierra vegetal, estamos ya en el caso de tratar, en la cuarta y última parte de esta Memoria, de los preceptos agrícolas que creemos deber dar á los labradores de la provincia, deducidos de las nociones cientí- ficas que preceden. 711 CUARTA PARTE. DAODDDIAINS CONSEJOS Y PRECEPTOS AGRICOLAS. Cono la verdadera mente de la ilustre Academia de Ciencias al pro- poner el concurso al premio extraordinario anual, es en mi concepto el de llamar la atencion en un pais tan esencialmente agrícola como el nuestro, hácia la necesidad de los conocimientos geológicos en sus aplicaciones á la agricultura, mas bien que el de hacer variar el cultivo y los productos agrícolas que constituyen la riqueza de las provincias respectivas, me circunscribiré en cuanto me sea posible á este objeto tan importante. Á este fin, despues de haber indicado el caracter oro= gráfico é hidrográfico, y de consiguiente climatológico, que imprime cada terreno á la region que ocupa en la provincia; conocida la com- posicion y caracteres de las principales rocas que entran en su com- posicion, y la índole especial de cada uno de los subsuelos que cons- tituyen; y demostrado el procedimiento especial de la descomposicion de cada una de ellas, cuyo último resultado es la formacion de las tierras vegetales, solo nos resta, como complemento de este escrito, dar aquellas reglas y preceptos que, deducidos de los conocimientos científicos precedentes, creamos útiles á los habitantes de la provincia. Y aun esto no podrá pasar de ser una simple indicacion de las riquezas que la tierra contiene, y que el agricultor debe emplear para cambiar favorablemente las condiciones de sus campos. La aplicacion de estos principios debe buscarlos el agricultor ilustrado en tratados especiales TOMO IV. 91 712 de agricultura, pues ya esto no puede ser de la incumbencia de un es- crito de tan modestas, si bien en el fondo útiles aspiraciones. En consecuencia de lo dicho, dividiremos esta cuarta parte de la Memoria en dos artículos, de los cuales el primero se destinará á la in- dicacion de todos los medios que reciben el nombre colectivo de mejo- 'amientos de las tierras, y el segundo á la designacion de aquellas plantas que, conocidas ya en la provincia, creemos deba extenderse 0 perfeccionarse su cultivo, así como de las que convendria introducir ó aclimatar. ARTICULO 1. Mejoramientos. Se da en general el nombre colectivo de mejoramientos á todas las operaciones que el agricultor practica 6 puede practicar con el objeto de modificar las condiciones de la tierra vegetal que cultiva, y tam- bien á todas las sustancias que producen los mismos efectos: así como reciben el nombre de abonos todas aquellas materias que suministran alimento á las plantas. La cuestion de los mejoramientos, poco conocida por desgracia en la provincia de Castellon, es de la mayor trascendencia, atendida la gran importancia que las propiedades físicas de las tierras tienen en el mayor 6 menor grado de fertilidad de estas; por cuya razon espero que la ilustre Academia me dispense si soy algo prolijo en esta ma- teria, pues la considero muy vital para el labrador de dicha provincia. Las plantas exijen la intervencion del agua para su existencia y desarrollo, si bien conviene que este elemento se encuentre en una justa proporcion. De aquí resulta, que si por su cantidad excesiva el terreno se hace pantanoso, las plantas no pueden vivir en él; en este caso el saneamiento por los medios que la agronomía prescribe deberá considerarse, y es con efecto, un mejoramiento. Tambien lo es un sistema conveniente de riego aplicado á una tierra que por care- 713 cer de líquido se pone seca, dura y apelmazada, ó sobrado sueltos sus elementos, condiciones que impiden el establecimiento de la vege- tación. El aire es otro de los elementos que necesitan las plantas; y si no puede circular libremente por entre las moléculas de la tierra, por ha- berse formado una capa exterior dura, ó que la tierra esté seca ó apel- mazada, será mejorar sus condiciones fisicas todas las operaciones que tiendan á restablecer la circulacion del indicado agente. Cuando alguno de los elementos constitutivos de la tierra se en- cuentra en mayor proporcion que la conveniente, por util que sea su presencia para el desarrollo de las plantas, se convierte en perjudicial por la cantidad; en cuyo caso todo lo que tienda á restablecer el equi- librio, sea quitando parte del que está en exceso, ó añadiendo otras sustancias, tambien deberá considerarse como un verdadero mejora= miento. Acontece á menudo que una tierra vegetal pobre descansa sobre un subsuelo en el que abundan los elementos que á aquella le faltan: en este caso las labores profundas ó el desmonte, verificando la mezcla á proximidad de parte del subsuelo con la tierra, deben considerarse tambien como mejoramientos. Y de aquí se deduce tambien la impor- tancia que tiene el conocimiento del subsuelo vegetal. Sentado ya en otros lugares de nuestro trabajo el principio de que tanto mejor es la tierra cuanto mayor número de elementos reu- ne en su composicion, resulta que las inundaciones se pueden con- siderar como excelentes mejoramientos que la naturaleza misma pro- porciona. Por desgracia no está siempre al alcance del hombre este medio tan poderoso de fertilizar sus tierras. Por fin, cuando estas son sobrado sueltas ó lijeras, ú por el con- trario muy apelmazadas y consistentes, reciben el nombre de mejo- ramientos todas las sustancias que, aplicadas en proporciones conve= nientes, les devuelven aquellas condiciones físicas que dijimos en otra parte ser necesarias para el buen desarrollo de las plantas. Cuando el labrador encuentra estos mejoramientos en el subsuelo de sus pro- pias tierras ó en sus inmediaciones, debe por regla general servirse 714 de ellos, porque aun cuando los efectos de esta operacion no suelen ser tan inmediatos como los que determinan la aplicacion de los abo= nos, tienen la ventaja de ser mas persistentes, y duradera su accion. La cuestion no se presenta tan clara cuando hay que ir á buscar los mejoramientos á alguna distancia. En este caso conviene que los gastos que ha de ocasionar su trasporte sean inferiores á la utilidad que se promete de esta operacion. No por esto, sin embargo, debe desistir de mejorar sus tierras por semejante medio, pudiendo hacerlo poco á poco y con menores dispendios, lo que quizás fuera superior á sus fuerzas hecho de una vez. De manera que, por lo visto, merecen el nombre de mejoramien- tos, el saneamiento ó desecación de las tierras pantanosas, los rie- gos, y en mayor escala las inundaciones, las labores agrícolas, y por último las sustancias minerales que indicaremos mas abajo. Pero aten- diendo á la índole de este escrito, prescindiremos de los primeros, cir eunseribiéndonos 4 los mejoramientos que por su procedencia pueden llamarse geológicos. Si el labrador tuviera la fortuna de encontrar en sus tierras las ¡us- tas proporciones de los elementos que dijimos entraban en su compo- sicion para considerarse como modelo ó tipo de una tierra feraz, le bastarian los abonos para proporcionar alimento á las plantas, y las labores que estos exijen para ver recompensados sus esfuerzos. Pero como por desgracia esto sucede pocas veces, pues aun las que pueden considerarse como mejores acaban con el tiempo por empobrecerse, por efecto del consumo contínuo que de sus elementos hacen las plantas, resulta que casi siempre necesita valerse de estos medios. Y mirando la cuestion bajo otro punto de vista, como aquella tierra es mejor que reune mayor número de elementos, resulta que siempre y en todos casos, cuando el mejoramiento se reduce á aumentar una Ó varias sus- tancias es util, y debe practicarlo el labrador. Pero en todos casos será siempre prudente hacer algun ensayo en pequeña escala antes de deci- dirse á ponerlo en práctica en la totalidad de una finca ó de una tierra, para ver los resultados que produce. No debe por otra parte echarse en olvido lo permanente que es la 715 influencia benéfica de los mejoramientos, en contraposición de lo fugaz de los abonos; y como el agricultor no debe solo trabajar para sí, sino tambien para su descendencia, se ve que hasta es un deber de buen padre el servirse de los mejoramientos, porque sobre darle á él buenos resultados, á beneficio de este sistema consigue dejar á sus hijos las tierras en un estado de prosperidad. Descendiendo ya ahora de estas consideraciones y consejos gene rales, que creíamos deber dar, al terreno práctico de la utilidad de estos mejoramientos para la agricultura de la provincia, diremos que segun el orden de su importancia, las rocas que en ella pueden destinarse á este objeto son: 1.” los detritus de las rocas ígneas, plutónicas y volcá- nicas; 2.” la marga; 5.” la caliza; 4.” las arcillas; y 5.” las arenas. Como confirmacion del principio sentado por el Sr. Boubée, de, Kocas que las tierras vegetales mejores son aquellas que reunen en su com- “frida como posicion los elementos de los terrenos ó rocas cristalinas, y próxima- es mente en las mismas proporciones, debemos manifestar que las que se encuentran en los terrenos indicados en la provincia son las mas fera= ces. Y con efecto, para convencerse de esta verdad no hay mas que trasladarse á los alrededores de Segorbe, 6 á la isla mayor de las Co- lumbretes, cuya asombrosa feracidad demuestra este hecho. De donde se desprende la utilidad que á la agricultura pueden proporcionar los detritus de estas rocas considerados como mejoramientos, y tambien como abonos minerales, ya que en ellos se encuentra la sílice, la alú- mina, la potasa, la sosa, la cal, la magnesia, el hierro y otras sustan- cias menos importantes; tambien las buenas condiciones físicas que la presencia de todos estos elementos en estado de mayor ó menor descomposición comunican á las tierras, concurren al mismo resultado. De manera que el detritus de estas rocas que aconsejamos á los labradores de la provincia, hacen el doble efecto de mejoramientos por sus propiedades físicas, y de abono excelente por su composi- cion química. Todas las cereales, la vid, el algarrobo y el nogal, crecen y se desarrollan notablemente en las tierras de la provincia en que abundan estos elementos. El uso de la marga como mejoramiento es tan sumamente util, que > Marga. 716 desde la mas remota antigúedad se ha puesto en práctica, como lo acreditan los célebres Plinio, Columela y otros: en la provincia cuya descripcion estoy haciendo, no tengo, sin embargo, noticia de que se haya introducido hasta el presente, por cuya razon me esforzaré en encarecer esta práctica, tan facil por otro lado en ella por la abun- dancia con que en su territorio se encuentra este verdadero tesoro agricola. Tan importante creemos la práctica de margar las tierras, que aun cuando ya dimos una idea de la composicion y caracteres de esta roca, no tememos insistir en la misma materia ampliándola, con el objeto de que pueda conocerla la persona menos versada en mineralogía. La marga es una sustancia que cuando se extrae de la cantera, si es pura se presenta blanquecina, de aspecto como farinoso, de tacto áspero, de consistencia pulverulenta Ó pétrea; en el primero de estos dos casos se hincha mucho con la humedad, y en el segundo se exfolia, exflorece y reduce á polvo en un tiempo mas ó menos corto; cuando está seca se pega con fuerza á los labios ó á la lengua; atrae con fuerza la humedad, y si se la sumerje en el agua, produce un chasquido ó silbido semejante al que da la cal viva cuando se la apaga; puesta al fuego se endurece poco ó se convierte en cal viva; es infu- sible al soplete, y soluble con efervescencia aun en los ácidos algo de- bilitados. Por regla general puede decirse que aquella marga es mejor, que se exfolia y reduce á polvo con mas prontitud. Tambien dice el Señor Teilleux, que su bondad aumenta á medida que son mas modernos los terrenos en que se encuentra; opinion que pone en duda el Señor (Gasparin. La marga no siempre goza de las mismas propiedades, y de consi- guiente tampoco su aplicacion produce los mismos resultados. Esto consiste en que unas veces esta roca es el resultado de la mezcla de la arcilla con la arena, otras con la cal predominando aquella, y otras por fin con predominio de esta. De aquí la division que comunmente se hace de esta sustancia en marga arenosa, marga arcillosa y marga caliza. Las diferentes propiedades y el distinto modo de obrar qne tiene en 747 cada uno de estos tres estados, nos obliga á tratar de ellos separada- mente. Esta es la que generalmente merece el nombre de yreda, que equi- vocadamente aplica el vulgo á todas las clases de margas. Consta de arena en proporcion á veces hasta de dos terceras partes, y el resto de su masa de caliza y arcilla: su color es gris 6 blanquecino, se deshace con facilidad ó es friable, y se diluye facilmente en el agua, pero sin formar pasta con ella. Considerada como mejoramiento es la peor de todas, y solo puede servir en las tierras fuertes, apelmazadas y húme- das, cretáceas ó jurásicas en la provincia, á las cuales el elemento are- noso les comunica cierta soltura y permeabilidad. Esta roca se encuen- tra en toda la Sierra de Espadán, estableciendo el tránsito, como ya dijimos, entre las areniscas y las arcillas Ó margas irisadas, y podria emplearse en las tierras fuertes del terreno jurásico, y en las del cretá- ceo que están en relacion con la parte oriental de dicha Sierra. Esta marga aventaja á la que precede en ser menos friable y mas compacta “su estructura, y en no desleirse tan facilmente en el agua, con la cual forma masa. Si en su composicion contiene esta sustancia hasta un tercio de car- bonato de cal, es la mas á propósito para mejorar las tierras arenosas demasiado secas, en cuyo caso obra por la accion química el carbonato, y tambien mecánicamente, dando al terreno mayor consistencia. Ya conoció el Sr. Cavanilles esta buena propiedad de la marga, cuando en la introduccion á las Observaciones sobre el reino de Va- lencia dice terminantemente: «Esta especie de tierra pasa de la suma »dureza al estado de polvo sin union cuando se deja por un año ex- »puesta á la inclemencia del tiempo, y en tal estado sirve de abono »para fertilizar los campos arenosos, recurso que practican con cono- »cimiento muchos labradores. » Si, por el contrario, es la arcilla la que predomina, es aplicable á los suelos arenoso—calizos, aunque debe usarse con mucha prudencia, porque la causticidad de la caliza, si esta fuere excesiva, llegaria á que- mar las cosechas. Esta especie de marga abunda mucho en los terre- nos jurásico y cretáceo de la provincia, en los espacios que dejan en- Marga arenosa. Marga arcillosa, Marga caliza. 718 tre si los estratos calizos de estos terrenos, y en aquellos puntos, como Bejís, Cinctorres, Chert y otros en que hay masas de arcillas de alguna consideracion, á las cuales pasa con facilidad. La verdadera marga, y la que entre todas sus variedades mejores condiciones ofrece, es la marga caliza, á la cual convienen perfectamente cuantos caracteres acabamos de indicar. Es la que con mas ventaja se aplica á las tierras arcillosas, y en general á todas las demasiado hú- medas, y que tienen la propiedad de retener las aguas de lluvia; en las arenosas conviene poco si se la emplea sola y sin el auxilio de abonos, por los efectos de corta duracion que produce. De lo dicho se desprende la necesidad de conocer á qué especie pertenece la marga que se quiere emplear, puesto que su accion es di- ferente en cada una de ellas. Mas antes de practicar el ensayo por el que tratemos de reconocer las diferentes especies de marga, necesario es hacer presente que, si bien las principales propiedades de esta sustancia re- siden en el elemento calizo, no toda la materia de esta naturaleza com- ponente de dicha piedra ejerce la misma influencia sobre las tierras. Para que la caliza pueda obrar como mejoramiento, es preciso que se deshaga ó pulverice con facilidad: ahora bien, en muchas margas este elemento se halla en forma de nódulos ó chinas inatacables por la hume- dad; de consiguiente, antes de proceder á la análisis química conviene que por el lavado y por decantaciones sucesivas, despues de dejar du- rante una hora en el.-agua la marga que se estudia, se aprecie la pro- porcion entre el elemento calizo pulverulento y el que no lo es. Esto es indispensable para llegar á conocer el valor relativo de este mejora- miento en diferentes muestras. Para apreciar la cantidad absoluta de caliza, ó la proporcion en que existe, se toman y pulverizan 100 gramas de marga, y se la priva de la humedad por medio del fuego; despues se pesan 20 gramas; se colo- can en un frasco ó botella 100 gramas de ácido clorhídrico diluido en dos veces su peso de agua; se pesa todo, hecha la dedueccion del peso de la botella, y se añaden las 20 gramas de marga desecada, la que se introduce en el frasco poco á poco, agitándolo para facilitar el desprendimieuto del ácido carbónico. Terminada que sea la efervescen- 719 cia se coloca otra vez el frasco en la balanza, y el peso que se añade para equilibrar los platillos, representa el ácido carbónico que fue desalojado. Este dato es suficiente para apreciar la cantidad de carbo- nato de cal que contiene la marga, pues como aquel está constante mente compuesto, sobre 100 partes, de 45,71 de ácido y 65,27 de óxi- do de calcio ó cal viva, bastará hacer la siguiente proporcion: 100x5,4 a loa a E 45,71 en el supuesto de ser 5,40 gramas el peso que se tuvo que añadir para formar equilibrio. Lo restante hasta las 20 gramas, ó sea 7,65, es arcilla, ó una mezcla de arcilla y arenas, cuya cantidad se apreciará por el lavado y decantaciones repetidas. Conocida la proporcion de 20, con solo multiplicar los diferentes términos por 5 se tendrá la relativa 4 100 partes. Atendiendo á la importancia de la materia en una Memoria consa- grada exclusivamente á los intereses agrícolas de una provincia en la que, si por fortuna la Providencia ha derramado á manos llenas tan preciosa sustancia, sus habitantes no se aprovechan de esta gran riqueza, parece conveniente dar mayor extension á este artículo, ha= blando primero de la accion de la marga sobre la tierra, despues del modo como debe prepararse esta para recibir á aquella, y por último de sus efectos sobre la vegetacion. La marga obra sobre las tierras mecánica y químicamente. Su accion mecánica en los terrenos arcillosos, por el elemento calizo y arenas que contiene, y por la facilidad con que se desagrega, hija de la diferente retraccion de sus elementos constitutivos, pro- duce mayor soltura y lijereza, haciéndolas de consiguiente mas fáciles de labrar, y mas permeables al aire y al agua. En este concepto el margar equivale hasta cierto punto á aquellas labores, con la que se da soltura y lijereza al terreno, determinando efectos muy parecidos, y secundando tambien su modo de obrar. Por el contrario, á los terrenos arenosos y ligeros les da mayor consistencia y trabazon, corrijiendo TOMO 1V. 92 Accion de la marga en las tierras. 720 su demasiada permeabilidad, y su aptitud á calentarse y desecarse. De lo dicho se deduce tambien, que una misma especie de marga no con- viene á todas las tierras. En cuanto á la accion química, aunque es muy compleja, no por eso es menos evidente, como lo acredita el vigor que comunica á las plantas, así como el empobrecimiento del suelo despues de margar un campo, cuando no se ha tenido cuidado de secundar ó contrarrestar su accion por medio de los abonos. El primer efecto químico de la marga es la neutralizacion de los ácidos que se hallan con exceso en las tierras, por las sustancias alca- linas que contiene. Por los álcalis ejerce una influencia análoga á la de la cal viva desorganizando los detritus de las plantas y animales que en ella se encuentran en un estado mayor ó menor de integridad, ha- ciéndolas tomar la forma de mantillo, única que conviene á las plantas. Por otra parte activa la absorcion de los gases atmosféricos, y aumenta de un modo notable la accion de los abonos orgánicos de una manera parecida á la caliza. De modo que puede decirse que la marga obra como estimulante en la vida de las plantas. Esta consideracion es muy importante, pues de ella se desprende un hecho confirmado por la práctica, y es que una tierra á la que se le ha aplicado la conveniente proporcion de marga, solo exije la mitad de los abonos que habitualmente se echan en ella, y esto por un espa- cio de tiempo que no baja de 124 15 años. Tambien se ha observado que en general las tierras margadas, lo mismo que las de base caliza, no pierden en tiempos muy lluviosos sus abonos, como sucede en las tierras siliceas Ó arenosas. Segun consta de las observaciones de Gasparin, cuando la marga ha permanecido expuesta á la accion del aire, cede al agua el bicar- bonato de cal (cal soluble) y algo de nitrato de la misma base. Lo pro- pio sucede cuando se halla en un estado de humedad conveniente. De donde puede deducirse, que la marga suministra á la vegetacion, por su parte caliza, estos elementos tan necesarios á la existencia de las plantas. Además de todo esto, cuando la marga contiene fósiles, caso bas- 721 tante frecuente en la provincia, contribuye tambien, por la presencia de principios amoniacales, á la nutricion de las plantas y á aumentar los efectos de su accion química, y entonces la marga, que bien puede considerarse como un don del cielo, es un verdadero tesoro para la agricultura bajo el triple concepto de mejoramiento, de estimulante, y de materia alimenticia de las plantas. Una de las condiciones que exije la marga para producir tan sor- prendentes resultados, es la intervencion de la humedad: pero se nota tambien que cuando esta pasa de ciertos límites, Ó se convierte de simple humedad en agua sobrado abundante, aquella no produce tan buenos efectos. De consiguiente, un oportuno sistema de desa- gúe, que constituya á las tierras en el conveniente estado de frescura, es la primera circunstancia indispensable para margarlas. Con este mis- mo objeto deben profundizarse un poco mas las labores, para que el agua se esparza mas y se evite su acumulacion. Siendo conveniente la mezcla de las partículas de la marga con las de la tierra, todas las operaciones ó labores que den mas soltura á esta serán muy oportunas para margarla. Se procurará tambien evi- tar el paso de carruajes y caballerías, y la operacion se hará en esta- ciones ni demasiado secas nisobrado húmedas: en general, los meses de marzo y abril, setiembre y octubre son los mas á propósito. Sucede á veces que no se experimentan los efectos de la marga en el primero ó dos primeros años de echarla en la tierra, lo cual depende principalmente de no haberse verificado bien la incorpo- racion de estas dos sustancias. Para facilitar esta operacion conviene esparcirla por igual en el campo; y no enterrarla por labores pro- fundas; siendo muy particularmente de desear que las alteraciones de calor y humedad se sucedan con frecuencia, y aceleren la descomposi- cion de la marga. En general los suelos calizos son muy favorables al desarrollo de las cereales y leguminosas, como se ve prácticamente en la provin- cia en toda la region del N. E., que se comunica con el mismo ca- racter del terreno cretáceo en el Bajo Aragon y provincia de Lérida, que constituyen uno de los buenos graneros de la península. En este Preparacion de las tierras para margarlas. Efectos de la marga sobre la vegetacion.» 722 principio se funda precisamente la importancia de la marga, en espe- cial de la variedad caliza, que por fortuna es muy abundante en la provincia, donde se la conoce con el nombre de albarís ó tierra blanca (albariza en Andalucia). La experiencia de las regiones en que se hace uso de esta sustancia, demuestra que en los primeros años llegan á doblarse los productos, bien sea en trigo ó en avena, y que el maiz y el sorgo han llegado á cuadruplicar las cosechas. Hay que notar, sin em- bargo, con respecto al trigo, que es tal el vigor que adquiere la planta en el primer año, echándolo todo en la caña y parte foliar en perjuicio del grano, que algunos aconsejan se sustituya por la avena, la cebada, el maiz, trebol, algarroba ó guijas, y principalmente por el sorgo. A propósito del caracter que comunica á la vegetacion la marga, dice el Sr. Cavanilles hablando de las tierras del reino de Valencia, que son de dos colores, blanca y roja, ambas duras á no estar humedeci- das por las lluvias ó el riego. En este caso, en especial la blanca, dice que es sumamente resbaladiza por abundar en greda (marga), lo cual no pocas veces perjudica á la vegetacion, ya conglutinándose en losas cuando está cubierta de otras capas, en cuyo estado se llama llacorella, ya formando en la superficie cortecitas que sofocan los tallos tiernos cuando precedió riego ú lluvia. Pero cuando se le mezclan arenas ó es- tiercol en cantidad proporcionada, como se halla muy atenuada por el arado y demás labores, entonces da frutos abundantes; los trigos, maices y demás granos crecen con lozanía y fructifican; los olivos, al- garrobos y moreras engruesan sobre manera; las viñas dan rios de vino; y los almendros se deleitan, mayormente en las cercanias de yesares. Puesta en los prados, la marga puede suplir hasta cierto punto á la accion del yeso. Tambien es muy conveniente su uso al pie de los ár- boles de jardin, y en horticultura, para las legumbres. En algunos puntos se ha empleado con buen éxito para reavivar la vegetacion del olivo, y mas aún la de la morera; y su uso es muy conveniente tam- bien para la vid. Algunos pretenden que la marga contribuye á extinguir las malas plantas de nuestros campos y prados, aunque no todos opinan del 723 mismo modo, citándose en pró y en contra una porcion de hechos al parecer decisivos. La marga, cuya importancia en la agricultura acabamos de indi- car, abunda como hemos dicho en la provincia en el terreno jurásico, y mas aún en el cretáceo, y su uso como mejoramiento conviene en las tierras arenosas de la Sierra de Espadán, en la vertiente oriental, por hallarse mas inmediata á los puntos en que esta sustancia se en- cuentra, procedente de los terrenos cretáceo y terciario. En dicha sierra convendria tambien servirse de las margas irisadas del trias para el cultivo de la vid, de las cereales, del olivo y algarrobo, pues aunque esta roca es mas arcillosa que caliza, siempre produce muy buenos resultados su aplicacion en aquellos puntos en que predomi- nan en la tierra las arenas del trias. En el pueblo de Onda abunda la marga caliza, y seria de desear no desperdiciaran sus habitantes la gran riqueza que esto les puede pro- porcionar. Por las mismas razones que en la sierra de Espadan, será utilísimo el uso de la marga en los términos de Benicasim, la Pobla, Villafa- més, y en la gran llanura llamada del Arco, en Cabanés (por conservarse uno de la época de los romanos), pues por efecto de la situacion topo- gráfica del indicado punto. los vientos del N. entran con violencia por el largo canal del valle de las Cuevas y Benlloc hasta tropezar con los montes opuestos del desierto y de la Pobla, en donde forman, segun di- ce el Sr. Cavanilles, remolinos y nubes con el polvo robado de los cam- pos. La tierra allí, retostada por los calores y reducida á partículas muy sutiles, cede á la violencia y desaparece, dejando descubiertas las rai- ces de los trigos y centenos, que quedan apoyados sobre un débil suelo de arenas sueltas y gruesas. En vista de la desoladora descripcion que da dicho naturalista, es facil deducir la necesidad que tienen los de Cabanés de fijar su suelo vejetal; y esto de ningun modo lo con seguirán mejor que por medio de la marga, y en especial de la arcillo- sa, que felizmente pueden encontrar en el terreno cretáceo sobre el cual está situada la poblacion. Los de Benicasim tienen este terreno en su propio término, como los de Villafamés, la Pobla y Borriol: y á bene- Puntos de la provin- cia en que conviene este mejoramiento. Caliza. Cal viva. 724 ficio de la aplicacion de esta sustancia pueden contrarrestar la sobrada soltura de su terreno, en gran parte arenoso, y en ello no dejarian de ganar mucho el algarrobo, el olivo, la vid, y tambien las cereales y legumbres. En la parte del E. y N. E. de la provincia, la marga está des- tinada á prestar grandes servicios en aquellos puntos en que las tierras son sobrado fuertes, como en Alcalá, Calig, Chert, Cinctorres y otros. En el término de Torreblanca seria muy conveniente para las tierras arenosas y algo sueltas, como las de las heredades del Marqués de Villores, en donde el algarrobo, olivo, vid, y en especial el naranjo que allí se cultiva, ganarian extraordinariamente. Lo mismo puede de- cirse de las tierras pantanosas de los términos de Torreblanca, Caba- nés y Oropesa, mayormente teniendo en las faldas de los ramales que se extienden desde las cuestas hasta Alcalá, Calig y la Jana, el terre- no cretáceo en que abunda esta sustancia, que podria contribuir por otra parte á la desecacion de aquellos terrenos encharcados. Mucho ganaria tambien con el uso de la marga caliza toda la her- mosa vega conocida con el nombre de la Plana; pero en ella hay que calcular lo que costaria su trasporte, pues á no llevarla de la Cuesta de la Garrofera 6 de Onda, yalos demás puntos en que se encuentra distan demasiado. La caliza, que como hemos visto es uno de los elementos esenciales de la composicion de las tierras, es por esta misma razon una de las sustancias mas importantes para la agricultura, despues de la marga, aplicada como mejoramiento. Para ello basta recordar que gran parte de las excelentes propiedades de esta última dependen de la presencia de aquella. La caliza puede emplearse como mejoramiento en su estado natu- ral, ó bien como cal viva; con la diferencia de que residiendo en esta última su verdadera accion, hay que usarla con mas prudencia. El encalar las tierras, ó el uso de la cal como mejoramiento, es muy antiguo, y de grandes resultados cuando se aplica álos terrenos en que este elemento escasea, en las tierras frias y en las que abundan los cidos, como sucede en las turbosas. 725 Este uso se funda en las propiedades de la cal, que someramente indicamos mas arriba. Á pesar de lo dicho, considerada esta sustancia como elemento esencial de las tierras, conviene tener presente que se divide en crasa, seca ó árida € hidráulica, pues su modo de obrar es distinto en cada una de estas tres variedades; á las que hay que añadir la magnesifera, resultado de la calcinacion de la dolomia y de otras rocas que contienen magnesia, tan abundantes en el terreno triásico de la provincia. La primera es la cal viva pura, cáustica, y que aumenta considera- blemente de volúmen cuando se apaga, de cuyas dos propiedades de- pende su accion como mejoramiento. Es la que produce mejores y mas poderosos efectos en menos cantidad, esponjando y dividiendo las tierras, matando ó destruyendo los insectos dañinos á la vejetacion, y las malas yerbas. La lechada de cal, ejerciendo su accion sobre la arcilla, la hace soluble, poniendo en libertad la mayor parte de los alcalis que contiene, tan esenciales para la vida de las plantas: destru- ye con mas energía y prontitud que la marga los detritus de los ve- getales y animales, convirtiéndolos en mantillo en menor espacio de tiempo. Por estos efectos, cuanto por consumir tan pronto los abo- nos orgánicos de las tierras, recibe el nombre de ardiente el mejora- miento de la cal; y por esta razon, para usarla, se mezcla con cierta cantidad de estiércoles, á fin de debilitar su accion en las tierras donde se aplique. Algunos químicos suponen que tanto la cal como la marga usa- das como mejoramiento, se apoderan de la parte amoniacal de los abonos, á la que convierten en carbonato, única combinacion de di- cho principio que por su solubilidad conviene á la nutricion de las plantas. De manera que la cal viva, y tambien la crasa, por su pureza no debe considerarse solo como mejoramiento obrando mecánica y químicamente, y cambiando las condiciones físicas de la tierra, sino tambien hasta cierto punto como un abono y estimulante de la vida de los vegetales. Las otras variedades de cal tienen un modo análogo de obrar, si bien la seca ú árida, por la cantidad de arena que contiene, y 726 la arcillosa 6 hidráulica por la sílice y los álcalis que lleva, determinan otros efectos. Esta última conviene principalmente á las plantas de for- rage, á las leguminosas y á la parte herbácea de las gramíneas, por la abundancia de silicato de alúmina que les suministra. Ambas á dos con- sumen menos abonos que la anterior; de consiguiente, no queman tanto las tierras, y son menores las ventajas que proporciona su uso. Respecto á la cal magnesífera, algunos creen que su uso es mas perjudicial que útil; si bien no puede dudarse por la práctica de otros paises que la roca llamada dolomia, compuesta de carbonato de cal y carbonato de magnesia, es útil á la agricultura, en especial para las cereales, como entre otras cosas lo demuestra en la provincia la obser- vacion curiosa que hicimos del desarrollo que adquiere el trigo en la especie de dique que forma la caliza del muschelkalk enclavada entre las areniscas y pudingas del keuper. De todos modos este mejoramiento exije el auxilio de los abonos, que se consumen con rapidez, debiendo usarlo con mucha prudencia, por las razones indicadas. Dice el abate Rozier, respecto al encalado de las tierras, que los efectos de esta operacion no admiten término medio: Ó es muy útil y de grandes resultados, si los abonos y estiércoles abundan en ellas; ó es altamente perjudicial si estas son pobres en sustancias orgánicas, ó arenosas y secas. Solo en las turbosas, en los desmontes recientes de bosques, y en las tierras encharcadas, produce la cal excelentes resul- tados aunque sea en grandes cantidades. El encalado de las tierras exije, por lo visto, ciertas condiciones de parte de estas, que conviene conocer. La primera es que sean pobres en elemento calizo; la segunda que tengan cierta dósis de hu- medad, ó que sean frias, lo cual explica ser tan comun esta práctica en las provincias Vascongadas, en Ásturias, y en otras regiones húme- das de la peninsula; y la tercera, que posean mucho mantillo, ó se las abone con frecuencia. Las rocas calizas, aunque no ejercen una accion tan enérgica co- mo la cal viva, tambien se usan, y su aplicacion como mejoramiento produce buenos resultados en las tierras arcillosas. Se emplean direc tamente en especial las que se descomponen con facilidad, como la creta 727 pulverulenta, y las de textura hojosa y pizarrosa; circunstancia que siem- pre supone la intervencion de alguna cantidad de arcilla. Tambien suelen llevarse primero á cubrir los suelos de los establos y corrales, en donde se forma una capa de uno á dos pies de espesor, esparciéndo- las en el campo despues de hallarse impregnadas de las sustancias amo- niacales que suministran las orinas y excrementos. Empleadas en este caso en la proporcion en que generalmente se aplican los estiércoles, producen el efecto de un buen mejoramiento y de excelente abono. La caliza produce muy buenos resultados tambien cuando lleva fósiles en su composicion, por la parte orgánica que estos contienen. Y ya que por desgracia en la provincia no se encuentra el fahlun, roca del terreno terciario muy rica en despojos animales, quiero al menos apro- vechar la ocasion de indicar la utilidad que reportaria á los labradores la aplicacion á los campos de la cantidad prodigiosa de ostras y otros fósiles que se encuentran en bancos de mucha extension en el terreno cretáceo de Morella, Chert, Alcalá, Cuevas y otros puntos. Las conchas tal como se encuentran, ó triturándolas con el azadon mismo, pueden hacer el papel de mejoramiento, y hasta cierto punto de elemento nutritivo de las plantas. Para convencerse de la verdad de esta indicacion, basta observar la notable fertilidad de los campos en los alrededores de Cine- torres, y en las otras comarcas en donde es tan prodigioso el número de erizos y conchas fósiles que materialmente se pueden recojer á granel. Verdad es que, como dice oportunamente D. Simon de Roxas Clemente, contribuye á esto el que, ora sean fósiles ora piedras, cuan- do no se encuentran en sobrada abundancia, conservan mejor la fres- cura y frialdad del terreno durante la estacion del calor; observándose que el trigo y otros granos se encuentran allí mas llenos, y dan mayor proporcion y mejor calidad en las harinas: de donde deduce este agri- cultor, que lejos de quitar las piedras de los campos deben conser varse cuando por su número ó tamaño no impiden las labores. Como en la provincia abundan mucho las tierras fuertes ó arci- llosas, como se ve en las vegas de Alcalá, Benicarló, San Mateo, Chert, Cinctorres, Villahermosa, Onda y alrededores de Segorbe, deberia el labrador servirse de este mejoramiento para el cultivo de las cerea- TOMO IV. 95 LA Arcilla. 728 les, como igualmente para las plantas de prado en Torreblanca, Caba- nés, Oropesa y otros puntos en que precisamente el elemento calizo no escasea. Los mejoramientos arcillosos se reducen á la arcilla, que puede emplearse en su estado natural, ó cocida: su modo de obrar es diferente en cada uno de estos dos casos. La arcilla natural se emplea en las tierras arenosas y calizas de- masiado sueltas y ardientes, con el objeto de contrarrestar, por las pro- piedades de que aquella goza, las malas condiciones de estas. Su tenacidad y consistencia hace que la incorporacion con la tierra sea dificil, á no ser que se pulverice antes. Hay que tener en cuenta la cantidad notable de agua que es capaz de retener entre sus moléculas para saber la época en que deba emplearse este mejoramiento, procu- rando que sea en el verano terminada la siega, y cuando la arcilla esté seca, con lo cual se conseguirá tambien tenerla ya extendida en el cam- po para recibir las lluvias y las oportunas labores de otoño. Cuando un suelo arenoso ó calizo descansa sobre otro arcilloso, las labores profundas, ó el desmonte á proximidad, son los mejores y mas económicos medios para mejorarlo. La arcilla no obra solo mecánicamente, sino que dotada de la pro- piedad de retener y condensar entre sus moléculas al aire, al amonia- co y á otras materias gaseosas, ejerce sobre las tierras una influencia quimica muy notable; y como en su composicion entran tambien la sosa, la potasa y otros elementos variables, segun la naturaleza de las rocas de que procede, constituye tambien un abono inorgánico excelente. Esta sustancia cocida y triturada suministra tambien un buen me- joramiento para las mismas tierras arcillosas y calizas, debiendo indu- dablemente haber sugerido su aplicacion la antigua práctica de los hor- migueros, y la de quemar el rastrojo en los campos, como se verifica, al menos aquella, en la provincia. Para tostar la arcilla se construyen hornos especiales, cuya descrip- cion no nos es permitido hacer: pero al menos recordaré lo convenien- te que es el que se sujete á la accion del calor recien sacada de la cantera, pues llevando todavía una cantidad notable de agua, resultan 729 por la coccion fragmentos porosos que se trituran con facilidad. Apli- cada de este modo á las tierras arcillosas y á las calizas muy consisten- tes, produce excelentes resultados, en especial para los prados y para el cultivo de la patata. No solo las arenas, sino tambien las chinas y guijarros ó cantos, y las areniscas machacadas, constituyen lo que se denomina mejoramien- tos silíceos. Como estas sustancias no son susceptibles de combinarse con las tierras, ni llegan á formar pasta con el agua, puede decirse que obran de un modo mecánico, interponiéndose entre las moléculas de las sobrado fuertes y apelmazadas, separándolas, dándolas mas soltura, y permitiendo de esta manera el libre acceso al agua y al aire. Á mas de esto se consigue tambien calentar las tierras frias, favorecer el de- sagúe y circulacion de los humores en los terrenos impermeables, y en las tierras muy secas conservar algun tanto la humedad. Para obtener estos resultados es preciso que la mezcla de las arenas con la tierra se haga de tal modo que no se vayan al fondo por su propio peso, como sucede cuando las labores se hacen profun- das. Deben emplearse igualmente estas sustancias mucho antes de la sementera; y para su uso se mezclan primero con una capa delgada de tierra vegetal, y despues poco á poco se las incorpora con las mas profundas. Entre estos mejoramientos son preferibles las arenas cloríticas del terreno cretáceo, que tanto abundan por fortuna en Alcalá, Bel, Cinc- torres y otros puntos de la provincia. El valor de estas arenas se lo comunica el silicato de hierro, la alúmina y la magnesia que contie- ne la clorita. Siguen á estas en el orden de importancia las de acar- reo 6 aluvion, las de mar cuando son en parte calizas, y los limos 6 tarquines: estos últimos, en razon á la cantidad de materias orgánicas, á la arcilla fina y tenue y al carbonato de cal que contienen entre sus moléculas, pueden considerarse como un mejoramiento y abono exce lente. Cuando se sirva el agricultor de las gravas y arenas de acarreo, tiene que recordar el principio emitido ya, de que cuanto mas variados sean los terrenos de que proceden, tanto mejores son. Ademas de las sustancias que van indicadas, y cuya accion se re- 5 Arenas. Yeso 730 duce á mejorar las condiciones físicas de las tierras, y cuando mas en alguna de ellas á producir una especie de estimulo muy conveniente para el desarrollo de las plantas, existen otras, sacadas igualmente de la constitucion geológica de la provincia, cuyo modo de obrar es mixto, contribuyendo por una parte á modificar el estado físico de las tierras y por otra á servir como de alimento á los vegetales: entre ellas, el yeso y las cenizas de la turba y del lignito son las mas importantes. El uso del yeso, muy conveniente en agricultura, como lo justifican los resultados que produce, se debe al Sr. Mayer, que ya á mediados del siglo último dió á conocer en Suiza, su patria, las ventajas de tan útil práctica. Posteriormente Franklin dió en los Estados-Unidos una demostracion palpable de esto mismo, escribiendo con yeso un gran ró- tulo en un campo de mielga junto á un camino, en el que decia: «Esta tierra está enyesada.» La planta misma, desarrollándose mucho mas en los puntos ocupados por el abono, dió á conocer á los transeuntes cuál era la causa de un hecho tan notable. Todavía se ignora la verdadera razon de este modo de obrar del yeso, pero esto debe importar poco al labrador, con tal que la expe- riencia le demuestre la utilidad de semejante práctica. Las tierras á que este abono mineral conviene, son las arcillosas, las calizas, las arenosas y diluviales: en las de los aluviones modernos parece que no produce tan buenos resultados. Debe evitarse el aplicar- lo en tierras pobres, pues se observa que el yeso, si bien mejora las condiciones de las buenas para determinados cultivos, no corrije, sin embargo, las de aquellas. Tambien debe combinarse su aplicacion con las de abonos ó estiércoles, siendo un error creer que aquel puede sustituir á estos. Se emplea el yeso crudo ó cocido; y aunque en este último estado es preferible por la atenuacion con que se presenta, y por la avidez con que absorbe el agua, muchas veces, por razon de economía, debe em- plearse crudo, ya que en ambos casos los efectos sobre la vegetacion son los mismos, no difiriendo mas que en el espacio de tiempo en que los produce. Las plantas que experimentan mejor y se desarrollan notablemente 731 á beneficio de la aplicacion de este abono mineral, son la mielga, el pipirigallo, el trebol, la alfalfa, la algarroba, los guisantes, y en general la mayor parte de las legumbres. Las berzas, la colza, el cáñamo y el lino, que tan buenos productos rinden en la provincia, adquieren un oran desarrollo con el uso del yeso, y tambien el alforfon ó trigo morisco. En vista de lo que precede no se estrañará que recomendemos á los agricultores de la provincia, y en especial á los que habitan en puntos en que abunda esta sustancia, como á los de Segorbe y todo el rio Pa- lancia, á los de Cuevas de Vinromá, Benicasim, Villahermosa y otros. esta práctica desconocida en ella, y que tanto puede contribuir á mejo- rar el aspecto de los campos destinados á las indicadas plantas, y- de consiguiente á aumentar la riqueza del pais. Tampoco conoce el labrador de la provincia de Castellon la utili- dad que puede reportar de la aplicacion de las cenizas de un combus- tible que se encuentra en ella en los sitios pantanosos de Almenara; por eso conviene hacer esta indicacion. Quemada y reducida la turba á cenizas, y aplicadas estas, solas, ó mejor aún con la marga, la cal ó estiércoles, produce excelentes resultados en los prados artificiales, y en los campos en que se cultiva el trebol, el lino, el lúpulo y otras plan- tas análogas. La accion de esta sustancia no es solo como alimento y poderoso estimulante de la vejetacion, por la sosa, potasa, sal comun, sulfato de potasa y otros principios que contiene, sino tambien como mejora- miento para las tierras fuertes, atendida la cantidad notable de cal y silice que entra en su composicion. Si la turba ha permanecido algun tiempo en las aguas del mar 6 lagunas salobres, es mucho mas eficaz por la cantidad de sal que contiene. Cuando el lignito contiene mucha pirita, como sucede, por ejemplo, en el de Castell de Cabres y Bel, la descomposicion de esta determina tambien la de aquel, reduciéndose al estado pulverulen- to, y dando lugar á una materia negruzca, que aplicada á las tierras ca- lizas, ó á las que hayan sido margadas ó encaladas, produce excelen- Ceniza de turba. Cenizas 6 tier- ra liznitosa. 732 tes resultados, en especial en los campos de mielgya 6 trebol; para el cultivo de la remolacha y el trigo, y muy particularmente para todas las yerbas de prados naturales ó artificiales. Además mata los insectos dañinos por sus propiedades cáusticas, y ahuyenta á los ratones de los campos por el mal olor que despide. La excelencia de esta sustancia consiste en que, además de los ele- mentos orgánicos que contiene, entran en su composicion parte de car- bonato de cal, arcilla, sílice mas ó menos gelatinosa, piritas, óxidos y sulfatos de hierro y de alúmina. Atendida la energía de esta sustancia como de la anterior, conviene usarlas en terrenos algo húmedos, y deben llevarse al campo en pri- mavera. Aunque la ciencia reconoce otras sustancias, que aplicadas conve- nientemente á las tierras pueden contribuir á mejorar sus condiciones ó á suministrar alimentos á las plantas, no encontrándose dichos materiales en la constitucion geológica de la provincia, creemos excu- sado el tratar de ellos, por cuya razon damos por terminado este primer artículo de los consejos y preceptos agrícolas, y nos considera remos altamente recompensados de las insignificantes fatigas que nos ha costado reunir estos datos, si mereciendo primero la sancion de esa ilustre Academia, y penetrados los agricultores de la provincia de su importancia, ponen en práctica las indicaciones que preceden. ARTICULO UL. Plantas cuyo cultivo conviene extender ó intro- ducir en la provincia. El segundo artículo dijimos que se consagraria á la parte verdade- ramente práctica de la agricultura, ó sea al cultivo de las plantas en general, y con especialidad al de los árboles de la provincia; adoptan- do en ello el precepto marcado por esa respetable Corporacion. Si- guiendo en esta parte la marcha de los autores de las Memorias ante- 733 riormente premiadas, empezaremos por presentar un cuadro de la vegetacion de la provincia, tomado de los datos que nos ha suministra— do la inmortal obra del gran maestro Cavanilles y del ilustre Wilkomm. confirmados por la observacion propia en las diversas excursiones he- chas por el autor en las varias regiones de la provincia. Y como el ob- ¡eto de estas indicaciones no es exclusivamente científico, teniendo que servir de guia al agricultor de la provincia, hemos creido conveniente poner, á continuacion de los nombres científicos de las plantas, los vulgares en castellano, y sus correspondientes en el dialecto del pais. Tambien creemos útil la indicacion de las plantas que, cultivadas ó espontáneas, constituyen la riqueza de cada uno de los pueblos mas notables de la provincia. Hecho esto, y sin pretender variar el cultivo de la provincia, in- dicaremos cuáles sean los terrenos mas á propósito para el de determi- nadas plantas conocidas ya en ella, y en los que estas pueden introdu- cirse tambien ó suministrar mejores cualidades á sus frutos, siendo esto un verdadero corolario de los conocimientos geológicos, objeto principal de esta Memoria. Por último. indicaremos aquellas plantas anuales ó perennes que, desconocidas en la provincia, creemos conveniente se practiquen los oportunos ensayos de aclimatación, con el fin de aumentar su riqueza agricola. Para tener una idea de la vegetacion de la provincia bastará echar una ojeada al siguiente cuadro, y al resumen que presentamos á continuacion. u91q Á 81509 e] 9p aUBISIp o90d 2uoz eun OPpubuLLo] “Je | -0117 Pp So¡qond so] sopo) UH “919 *eso] . -OSYU9J “POUBIJe ITA a “AYZRyuog “BURar][eA “Soy | * "eLo uraoJd e] epo] 1se9 ug | * “Buell PL UA] “2ue[g el epor Ur] * *"SQUeqeo PAPI "ESO [OSBUOg “2/90 “Ze ruog == em = "NYULNININI IS AUNOA VIONIAOUS 11 40 SOLN/d NI cop] pl PI PI PI "seso SoT > + SRa0 PIN “seaogipodouan() * Se9IP|NOUNULY + => ="seJoyudn;) NILUId VITIMNVA 3n0 y “vIDA BAQJOLILÍ Q JOJOLIBA) co *os1o "BUBJuoUuL 9p * *BLIEIQUINA SINUY «> *=**PXINA) Loros. + *SQUIA], + =BLIDUL O JES[NA PLO1IDN a IA Bes [eS += === =vonedoy 9uoupuy **""p10ARBuIad 9p SIuopy cerrar QURIDA Y *"SONVIONA IVA “Gl *v *==enbr]1s eruojedo;) * *RO9BULIO BUBJuO UL "ELIB.JQu[ na SpA quuy ==> *SnAmes SOJÁYeT -=+===suqpe snuidw] * SIN UOS SOU “> =saun eq xa[d y *=eoneday 9uou3uy *** *SI[BULGA SIUOPY ++ =*+***"BUR[p9Al snjAdO7) *SONILVT *01 A OOOJIES [Vi IO ZTiO ***gueyuon **BLIBIQU[NA 9PUPUY cocos +» + «PL IOUI[ Y TA *-***gnuo) uUBÁRJIy += *"eSezlO sa][9nuIy **"eomyday 9uoupuy "e 19ABuTad op Sluopy eo... +9 *QUB|IOAY *SONVITILSVO SAYUNON 'NOTIA.LSV) HA VIONIAO Ud VI Ad SVLNVId SVT Y1A 735 104 Y9ULO PLO] Y “OMPI ES "B[[910N SOY “IBPOÁ Y “SLADN?) 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FAMILIAS. INCERINCAS Seras leia AMENÍÁCeaS. secc APOCINÁCEAS...0ooooooo.... AsparragineaS......o...... Ampelideas. 0... oo. ooo INCA T Eo poocopuccada ye 'AUTADCIACRaS ia ¡Amanda Berberideas............... Borragíneas............... Campanuláceas.......o.0m.... Compuestas..... oo... .... Celastrineas ta eta CU il Cómo tela Co a Ciprian Capua CA a: Cistácaas Caprifoliáceas............ . Gucurbitacaas Conanieas tale ale Chenopodiáceas............ Dipsaceas tas aho as Enlorbiaceas Ercacaas lts cti Fumariáceas... Geranieas NÚM.” de especies. LD 1D A A 1D ID IO ñ o 19 O 219 0 1 00 9 pr A O Al O 00 A O Ds — — > (o. FAMILIAS. Suma anterior.... TUNCACLAS 0 00 A JazIINCAS. 0. ci oa LeguminosaS......o ooo...» NEC asar dodo. ¡MA o a oe Laurineas tt e queme e DoBDo DO Liliíceas.....- E EA Litrameasuna o MIBÍACOAS: tulo a Malvicaas o da Nopal a Nayades. tcs Orobanqueas..... O ESpRonaS METAS acida Papaveracoa ia ai Bruta ia Plantagineas.....oo.o.....- ParoniquieaS........... JS Plumnbarintas PM A Roligoncas io Ranunculáceas...... ES Rosáceas ee eater Rutáceas...... a IS Ramas id e Santa a Solanácaas a e Terebinticeas a Timeláceas.. ie e Umbelada A Uricaceasii rn MOE WIRE oudonebuooste Total de especits...... NÚM.” de especies. 148 2 1 2% 18 — DD IND ID A A LD AU RD A O O DD A DO te ju pu A O a A NO ro LS [S) a] 751 En el cuadro anterior vemos que la familia mas numerosa de las plantas de la provincia es la de las gramíneas, que contiene 25 especies; sigue á esta la de las leguminosas, que cuenta 24; luego la de las com- puestas, que posee 20 especies; la de las labiadas 18; la de las crucí- feras 15; la de las rosáceas 15; la de las coníferas 8: pudiendo decir que son las indicadas las que marcan el caracter de la vegetacion de la provincia. En ellas encontramos tambien la mayor parte, si no todas, las plantas usuales, sea como comestibles en las gramíneas, legumi- nosas y rosáceas, Ó para maderas y carbones en las coníferas; ó como plantas medicinales en las labiadas, cruciferas y otras de menor importancia. Prescindimos de entrar en mayores detalles acerca de esta materia, no solo porque de muchas plantas son bien conocidos sus usos, sino tambien porque la mayor parte de las cultivadas lle- van consigo esta indicación en el cuadro. Veamos ahora cuáles son las que, conocidas ya en algunos pun- tos de la provincia, convendria extender su cultivo á otros, tanto por la naturaleza del terreno, cuanto por las demás circunstancias que concurren al establecimiento de especies determinadas. Pero antes conviene indicar las cinco especies de límites que determinan el cul- tivo de cualquiera especie. El primero puede llamarse meteorológico, que lo marca la posibilidad de la existencia del vegetal dentro de cier tos límites por sus condiciones climatológicas, y la imposibilidad de que se desarrolle mas allá de dicho punto. La línea que lo traza participa del mismo caracter que la de las isotérmicas; es de- cir, que raras veces es matemática, ya que los abrigos, la exposicion, las alturas y demás circunstancias orográficas determinan numerosas excepciones que conviene tener en cuenta. El cultivo del algarrobo ofrece un excelente ejemplo de este límite en la provincia, por el casi contínuo movimiento de sus fluidos, como con mucha oportunidad dice el Sr. Cavanilles; lo cual hace que no pueda resistir los hielos del invierno cuando estos son muy intensos ó prematuros: de modo que este árbol puede considerarse como una especie de termómetro que marca la temperatura mínima que puede resistir, y en su desarrollo se nota la influencia de todas las condiciones de abrigos, exposicion, al- TOMO 1Y. 96 Limites del cultivo de las especies. Meteoro- lógico. 9* Económico. 3" Estadistico 752 tura, etc., que la modifican. Ási es que mientras en la parte del N. E. de la provincia apenas se extiende su cultivo á dos ú tres leguas de la costa, por el contrario, en la ribera del Palancia llega hasta mas arri- ba de Segorbe y Castelnovo, en donde crece con lozanía. El segundo límite se llama económico, reducido á establecer el principio de que el cultivo de cualquier planta conviene á una region siempre que se reunan las demás condiciones, con tal que sus produc- tos guarden relacion con los gastos que determinan, y cuando no pue- dan establecerse allí otros cuyo rendimiento sea mayor. En esta razon se fundaba el Sr. Roxas Clemente para proscribir el cultivo de la vid en aquellos terrenos que, participando de riego, deben destinarse de pre- ferencia al de granos, no solo por suministrarles mayores productos, sino tambien por ser mas necesarios á la existencia del hombre. Tambien este límite tiene una porcion de circunstancias que lo pueden modificar; asi es que en aquellas comarcas en que escasean ó no son fáciles los medios de trasporte, el cultivo se limita á lo estrictamente necesario para proveer á la existencia de sus habitantes, pues el de otras plantas excederia á los gastos que ocasionaran. Por esta razon he tenido cui- dado de indicar las condiciones favorables ó adversas que ofrecen los terrenos de la provincia al establecimiento de vias de comunicacion. Tambien encontramos en la provincia, por desgracia, numerosos ejemplos de estos límites económicos, por efecto del mal estado de los caminos, lo cual imposibilita muchas veces el echar mano de los mejoramientos por medio de las mezclas de las tierras, que tantos beneficios podria proporcionar á su agricultura. De esperar es que el próximo establecimiento de una via férrea entre Valencia y Cataluña por Castellon, Alcalá, Vinaroz y Tarragona dé impulso á este ramo tan importante de prosperidad pública. El tercer límite puede llamarse estadístico, el cual depende del modo como se halla repartida la poblacion, del número de operarios que en consecuencia puede proporcionar 4 determinados cultivos, de la distribucion de la propiedad, y del modo de administrarla. Ási es que, por ejemplo, las frutas, verduras y hortalizas exijen para su cultivo en grande el concurso de muchos brazos, y la inmediacion da grandes 753 poblaciones para el consumo de los productos, pues de otro modo el precio ínfimo á que se expenden no puede sufragar los gastos del cul- tivo y del trasporte. Tambien hay límites que se llaman agrícolas, pues hay que tener en cuenta el lugar que pueda darse á la nueva 6 nuevas plantas que se trate de introducir en el cultivo ya establecido; la posibilidad de pro- porcionarles en tiempo hábil las labores necesarias sin perjudicar á las otras; y tambien la de poderle proporcionar los abonos necesarios, y conocer la naturaleza del terreno que aquel exije. A todos estos límites hay que añadir otro de no escasa importancia, y que puede denominarse higiénico, pues no siempre conviene establecer determinados cultivos, por seductores que sean sus resultados, aun cuando en la localidad se encuentren las condiciones geológico-agrí- colas convenientes, si se ha de ocasionar algun perjuicio á la salud pública. De propósito he hecho esta indicación, para proscribir el cultivo del arroz en los sitios bajos y pantanosos de Almenara, Oropesa y Torre- blanca, pues el hallarse cerradas dichas llanuras al N., N. O. y O. por montañas de bastante elevacion, hace que los vientos reinantes, que son los de Levante y Sur, no puedan circular libremente; de donde re- sulta que se inficiona la atmósfera y se convierte en un foco continuo de enfermedades de mala indole. El Sr. Cavanilles, que con tanto ta- lento y sagacidad supo ocuparse, en su descripcion del reino de Valen- cia, de todas las cuestiones útiles 4 sus habitantes, se expresa en los siguientes términos á propósito de esta cuestion. «A vista de los tris- »tes efectos que iban produciendo los arrozales, se decretó su pros- »cripcion y cesó la epidemia. Esta experiencia prueba que vale mas »dejar inculta mucha tierra, que beneficiarla en perjuicio de la salud. »No conviene introducir dicho cultivo aun en tierras pantanosas por »naturaleza, sin examinar antes la posicion delos lugares vecinos, y sin »ver si hay montes que impidan el curso libre de los vientos, por cuyos »obstáculos se detengan y amontonen los miasmas en perjuicio de los » vivientes. » Entrando ahora de lleno en la indicacion de las plantas que, conoci- 2. Agrícolas. 5. Higiénicos. Morera 154 das ya en algunos puntos de la provincia, conviene extender su cultivo á otros; y teniendo en cuenta la predileccion que segun la ilustre Acade- mia debe darse en este escrito á los árboles, empezaremos por la mo- rera, ya que su cultivo es facil y de suma utilidad por sus productos, y ya tambien por ser muchas las comarcas de la provincia en que á pesar de sus buenas condiciones es desconocida. Este arbol precioso se cultiva en casi toda la Plana, en el rio de Segorbe, en el Forcall, Hortells, Vi- llores, Zorita y otros puntos; es decir, que se la encuentra en las tres regiones opuestas de la provincia, ó sea en la de las llanuras inmediatas á la costa y en las montañosas del O. y del N. E. Esto nos da á enten- der que la temperatura de dichos puntos no llega á los extremos de máxima y mínima que determinan los límites termométricos del cultivo de esta especie; que la duracion del calor y de la luz es adecuada á la naturaleza de este árbol; y por fin, que la planta encuentra un cierto grado de humedad sin estar sujeta ála frecuencia de heladas en la pri- mavera, condiciones que marcan los límites meteorológicos del cultivo de esta especie, únicos que hay que tener, si se quiere, en cuenta. De lo dicho se deduce, que en aquellos puntos de la provincia en que se reunen estas circunstancias, como por ejemplo en la Vega de Alcalá, Benicarló y Vinaroz, en la de las Cuevas desde Benlloch hasta San Mateo, en Chert y Albocacer, y en muchos otros de la ribera del Mijares, podria y hasta debia intentarse la introduccion de este precioso árbol, adoptando de preferencia los lugares abrigados de los vientos del N., la exposicion al Mediodía, y aquellos en que ó pudiera suministrársele riego, ó en que por efecto de la naturaleza arcillosa del subsuelo ó margosa de la tierra, la planta encontrara el grado de hu- medad que necesita para su conveniente desarrollo. Nos atrevemos con tanto mas motivo á recomendar la extension de esta especie en los sitios indicados, por cuanto evidentemente la mo- rera en paises montañosos ofrece ventajas en sus productos sobre la de las llanuras, sea por la mayor rapidez de la circulacion de la sávia determinada por la evaporacion mas activa, ó porque el terreno se mantiene siempre mas fresco, ó en fin, porque el gusano encuentra mejores condiciones de existencia á causa de la mayor pureza del aire, 755 y da una seda mucho mas fina. Además, á favor de esta plantación los labradores de la provincia conseguirian dar á las tierras de las monta- ñas el mismo valor que á las de las llanuras. Hay que tener en cuenta que entre las moreras destinadas con su hoja 4 alimentar el gusano de la seda, se conocen tres especies prinei- pales: una la blanca, que es la comun; la otra negra, que tambien puede destinarse al mismo uso aunque no es tan frecuente; y la tercera la multicaule ó de Filipinas, que se distingue principalmente por el gran tamaño de sus hojas: esta última no puede extenderse tanto como las anteriores, por ser mas precoz y delicada, y por exigir tambien mayor dosis de humedad en la tierra; pero es excelente como patron para ingertar la morera blanca, que suministra en este caso una hoja que reune las condiciones ventajosas de las de ambas especies. El algarrobo es otro de los árboles que conviene aconsejar se ex- tienda su cultivo á todos aquellos puntos que se hallen dentro de su límite climatológico, que por desgracia es muy circunscrito, y que reu- nan además las condiciones geológicas convenientes. El algarrobo es el arbol frugal por excelencia, y una de las espe- cies de la familia de las leguminosas mas útil al labrador de la provin- cia. Su cultivo está hoy limitado á una línea bastante irregular, que arranca de la costa en Vinaroz y Benicarló, sigue por Traiquera y San Jorge, las Cuevas, Villanueva y Benlloch, Borriol, Argelita y Lucena, llega hasta las Useras, y por Fansara y Ribesalbes á Onda, subiendo en el rio Palancia hasta la altura de Segorbe y Castelnovo. Esta irregulari- dad en la extension del cultivo actual del algarrobo, prueba el distinto temple de las tres regiones de la provincia; y como lo que imposibilita su existencia son los frios rigurosos, que siempre los determinan los vientos del N. y N. 0., podria extenderse su cultivo mas allá de la línea marcada, siempre que se tuviera cuidado de buscar sitios res- guardados de la accion de dichos vientos, y la exposicion al S.; por lo cual creemos que la situacion topográfica de las montañas de Chert son muy á propósito para la aclimatacion de este árbol. Lo mismo decimos respecto al término de Rosell, en las faldas de los últimos estribos de la cordillera cretácea de Benifazar que miran al Mediodía. Tambien me Algarrobo. Almendro. Naranjo 756 parece debiera extenderse á las laderas de la sierra Engarcerán, desde las Cuevas hasta Benlloch, y con igual razon en los términos de Ahin, Eslida y otros de la falda oriental de sierra Espadán. Además de las consideraciones que preceden, aconseja el cultivo de este arbol la facilidad con que se desarrolla en cualquier terreno, pre= firiendo, sin embargo, los calizos, que tanto abundan en las distintas regiones de la provincia. Si la Memoria no tuviera el caracter que esa ilustre corporacion ha creido conveniente deberle dar, entraríamos en algunos detalles im- portantes sobre el modo de cultivar esta planta, sobre la convenien- cia de plantar, y aun mejor de ingertar pies machos sobre las hembras para que las fecundicen, y sobre la necesidad de hacerla poda, tan esencial á su desarrollo: queden, sin emhargo, estas consideraciones para obras especiales. Tambien es el almendro un árbol conocido ya en la provincia y cuya aclimatación, por cierto nada dificil, convendria extender. Esta planta se cria en los terrenos calizos, y muy particularmente en los yesosos; y al intentar su aclimatación, la única circunstancia termomé- trica que hay que tener en cuenta es la de que se haga en puntos que, ora por lo resguardado de los vientos del N., ó bien por su exposicion al Sur, no esten sujetos á heladas de primavera, y que su tem- peratura sea bastante regular y uniforme, puesto que, como es sabido, el almendro paga con frecuencia la especie de imprevision que le ca- racteriza al florecer muy temprano. De lo dicho se desprende que este arbol, cuyos productos son muy ricos, podria extenderse á los terrenos yesosos del trias, en las margas irisadas de toda la cordillera de Espa- dán, en Benicasim, en los yesares de Alcalá, en los de las Cuevas, y en otros puntos en que este elemento no escasea, siempre que se pro- curara combinar su aclimatación con las condiciones arriba indicadas. Tambien merece llamar la atencion del agricultor de la provincia el naranjo, árbol siempre agradable por su aspecto, que dá muy buenos rendimientos, y conocido tambien en ella. La zona de este árbol se aparta poco de la costa, por la temperatura que exije su desarrollo: sin embargo, se encuentra bien en sitios resguardados y de buena exposi- 757 cion hasta la altura de Onda. Tambien le perjudica por otra parte la mucha proximidad á la costa, sin duda alguna por las emanaciones que proceden del mar, ó por la naturaleza salobre del agua que se emplea para su riego, como he tenido ocasion de observar enuna plantacion de la propiedad del Sr. Bosch de Alcalá, en la partida de Alcoceber. El naranjo, además de estas condiciones climatológicas, se cria de preferencia en los terrenos ligeros, arenosos ó gredosos, y en los que abunda el mantillo, exigiendo en los primeros años de su vida la benéfica influencia del agua. En consecuencia de estos principios puede decirse que son varios los puntos á que podria extenderse el cultivo de tan precioso árbol. Asi, por ejemplo, en Torreblanca, en toda la parte del terreno que se halla cerca de los almarjales, lo mismo que en los términos contíguos de Cabanes y Oropesa, no lejos de la costa, se reunen las condiciones climatológicas y las mas excelentes de parte del terreno para el esta- biecimiento de este cultivo, justificado ya por el brillante éxito que ha obtenido en el primero de dichos puntos el Sr. Marqués de Villores en la posesion de la Torre. Tambien podria introducirse en grande el naranjo en el término de Onda, que es donde he tenido ocasion de ver el resultado satisfactorio de un ensayo análogo al anterior. Pero en donde verdaderamente este árbol puede desarrollarse grandemente es en Castellon, Villarreal, Almazora, Nules y otros puntos de la Plana, en donde ya se cultiva en gran escala, y tambien en Chilches, la Llosa y Almenara, el dia que se consiga conquistar para la agricultura tan preciosos terrenos. El nogal es un árbol que se encuentra en varios puntos de la pro- vincia, como en Cinctorres, el Forcall, Morella, y en otros general- mente altos y frescos, en donde prospera grandemente. Se cria en ter- renos sueltos, arenosos y tambien calizos; resiste bastante al frio, y no necesita mucho el riego. Se destina para el fruto y tambien para la madera, que se estima mucho en ebanistería, Á pesar de ello no conviene cultivarle en terrenos que por sus buenas cualidades pueden destinarse á cereales ó legumbres, primero porque si la tier- ra es de poco fondo, las raices permanecen casi en la superficie y perjudican á las otras plantas, y además porque el agua que se escur- Nogal. Pinos. 758 re de sus hojas durante ú despues de la lluvia arrastra cierta parte de tanino nada provechoso para aquellas. En consecuencia debe exten= derse su cultivo, si bien concretándolo á las tierras de poco valor, aprovechando las laderas ó pendientes de las montañas y el principio de los valles. Bajo estas condiciones puede propagarse en los puntos en que ya es conocido, y además en aquellos en que solo se encuen tran algunos pies por curiosidad, como en Alcalá, las Cuevas, Chert, Rosell, Albocacer, San Mateo, Benasal, Villahermosa y otros, en que se reunen las condiciones geológico-climatológicas que exije su exis- tencia y desarrollo. Además de estos, que son los principales árboles que se cultivan en la provincia con destino á la alimentacion del hom= bre y de los animales, hay otros de menor importancia, como los ce- rezos, ciruelos, albaricoqueros, álamos, olmos, almeces, etc., que tambien convendria multiplicar; pero teniendo en cuenta el escaso valor de su producto, y la poca conveniencia de entrar en sobrados detalles, atendida la indole de la Memoria, me limito por ahora á es- ta indicacion; no debiendo extrañarse el que haya dejado de hablar del olivo. no porque deje de considerarle como muy útil, sino porque le creo suficientemente extendido en el territorio de la provincia. Pasando ahora á tratar de los árboles de bosque, los que princi- palmente se cultivan ya en la provincia, y cuya introduccion en otros puntos de la misma debo aconsejar, son varias especies de pinos, en- cinas, robles y alcornoques, hayas, boj y avellano. Aun cuando en las partes bajas inmediatas á la costa, como entre Castellon y Villareal, y en la de Alcalá y otros puntos, se notan plan- taciones de pinos, en especial del P. marítima, sin embargo, en gene- ral la mayor parte de las especies de este género, tan útil bajo todos conceptos, se crian en las partes altas ó montañosas de la provincia, ocupando las faldas y cimas de los mas elevados montes, ora pertenez— can á tierras arenosas, como en la cordillera de Espadan, ora sea el suelo calizo, como se observa en Peñagolosa, puertos de Benifazar, Vi- llafranca del Cid y otros puntos de gran elevacion. Esto confirma las condiciones climatológicas y geológicas que generalmente requieren la mayor parte de las especies de este género; lo cual deberá tenerse pre- 759 sente cuando se quiera repoblar los bosques de la provincia. Asunto es este de la mayor importancia, y en el que debia pensarse con serie dad, pues son muchos los puntos, y citaré como ejemplo lo que sucede en Alcalá, que poseyendo hace poco un hermoso y dilatado bosque de pino silvestre, que bastaba á todas las necesidades de la poblacion en cuanto á maderas, carbones y leñas, hoy, por la inconsiderada tala que se ha hecho, y por efecto de la mas punible incuria, se encuentra en tal estado de empobrecimiento, que hasta impropio es el nombre de pinar que dan á la partida los labradores. Como este podria citar otros muchos casos; siendo de lamentar el que se pierdan tantos terrenos, á los que no puede llegar por su elevación ó condiciones particulares el arado, permaneciendo incultos 6 destinados tan solo 4 monte bajo. por no haber tenido cuidado de repoblar los bosques que han desapa- recido. Otro tanto pudiera decirse del tejo, del boj y de la haya: esta última ocupa en los puertos de Benifazar una zona mas elevada que el pino; y todos estos preciosos árboles han sufrido una suerte parecida á la de los pinos. Pero como quiera que este ramo tan importante de la agricultura está á cargo de un cuerpo especial, que cuenta con grandes eminencias científicas á las que naturalmente debe consultar el Gobier- no, la provincia ó el propietario cuando traten de mejorar las condicio- nes y el estado actual de sus bosques respectivos, temo traspasar mis humildes atribuciones, usurpando las que no me competen, y ofendien- do tal vez la acreditada ciencia de tan respetable instituto como es el de los ingenieros de montes. Bastan, pues, al objeto de esta Memoria las ligeras indicaciones que preceden sobre asunto tan vital, pues solo hemos querido llamar la atencion hácia él por su grande importancia. La encina y el roble, árboles preciosos por la madera, por el carbon, por sus cortezas, y aquella por el fruto que suministra, se encuentran menos descuidados en la provincia, en la que se conservan todavía al- gunos bosques que he tenido ocasion de recorrer en los términos de Catí, Morella, Ares, Herbés, Albocacer y otros. Convendria, sin em- bargo, extender el cultivo de estos árboles, supuestos los buenos pro- duetos que proporcionan por una parte, y los pocos esmeros que exije TOMO IV. 97 Tejo. boj y haya. Encina roble y alcornoque Avellano. Vid, 760 su cultivo. Generalmente se crian en los puntos altos en que abunda el elemento calizo, y no temen el frio ni la sequedad; de consiguiente podrian y deberian extenderse á las altas montañas del terreno cretá- ceo de la provincia, á la cual suministrarian con el tiempo excelentes maderas, leñas y carbones, y la encina en especial un fruto agradable, destinado hoy principalmente á engordar el ganado de cerda. El alcornoque, á pesar de los buenos productos que suministra en la bellota para el ganado, en el corcho, que es su corteza, en la ex- celente madera, y en otras sustancias empleadas como materias cur— tientes, es menos conocido en la provincia á pesar de pertenecer á la misma familia que las especies anteriores. Su cultivo exije análogas condiciones y cuidado de parte del labrador que la encina y el roble; de consiguiente deberia introducirse en los puntos que hemos indicado para los anteriores. El avellano es poco conocido en la provincia, y convendria extender su cultivo, por los pocos cuidados que exije y por los productos que su- ministra. Prefiere los terrenos ligeros y frescos, y teme poco el frio. Ási es que podria aclimatarse en varios puntos de la region N. E. de la pro- vincia, como en Morella, por ejemplo, en donde hay una partida que se llama el bosque del avellanar, lo cual hace creer que allí ha existido ya en épocas tal vez no muy remotas. Tambien prosperaria en Herbés y en Herbeset, en Vallivana y otros puntos elevados, y que reunan las condiciones mencionadas. Nada digo de la vid, porque la creo suficientemente extendida en la provincia, y porque adaptándose con facilidad á los terrenos calizos, lo mismo que á los pizarrosos de naturaleza arcilloso-arenácea, aunque en rigor prefiere estos últimos, no hay verdaderamente muchos conse- jos que dar respecto á las condiciones geológicas que mas convienen al cultivo de tan util planta. Pasando ahora á las especies que pertenecen de hecho á lo que se ha convenido en llamar cultivo agrario, tambien hay entre ellas muchas que, cultivándose ya en algunos puntos de la provincia, conviene acli- matar en otros. Y como en esta materia el orden en la indicacion de las especies no es del todo esencial, empezaremos por el cacahuete ó 761 maní, planta de la familia de las leguminosas que da muy buenos rendimientos, aunque no deba considerarse de primer órden por su importancia. El fruto del maní se emplea como comestible, y tambien para la estraccion de un aceite de inferior calidad al de aceitunas, que se des- tina á las fábricas de jabon y para alumbrado, llegando á suministrar hasta un 60 por 100 de materia oleosa. Esta planta ofrece una par- ticularidad muy notable en el curso de su existencia, y consiste en que las flores despues de fecundadas se inclinan hasta llegar á penetrar en el suelo á la profundidad de algunos milimetros, en donde madura el fruto. De aquí se deduce que la tierra que conviene á esta planta es la ligera, suelta y fresca, para permitirle que verifique esa operacion ma- ravillosa, y esencial, al parecer, á su organismo. En confirmacion de esto vemos que se cria en tierras de aluvion algo arenáceas y sueltas, ne- cesitando la presencia de cierta cantidad de mantillo y algun riego. Hoy dia se cultiva en varios puntos de la Plana, y da buenos resultados. Puede extenderse su cultivo á las tierras arenosas de las dos pendientes de Espadan, á Benicasim, Almenara, Villavieja, Onda y otros puntos. Antes de proceder á la indicacion de otras plantas pertenecien- tes á familias distintas, conviene recordar el principio emitido ya de que en general las leguminosas prefieren los terrenos calizos, y en especial los que contienen alguna cantidad notable de yeso, sea que se destinen á prados, como la mielga, la esparceta, el trébol y otras, ora se cultiven para proporcionar al hombre y á los animales semillas comestibles, como sucede con las habas, guisantes, garbanzos, lentejas, almortas, judias, altramuces, algarroba, etc. De consiguiente, cuando el labrador trate de cultivar en sus campos alguna de estas plantas, deberá tener presente este axioma para hacerlo en las condiciones geológicas mas apropiadas. Siendo dificil y hasta casi excusado el tratar de cada una de estas plantas en particular, por lo numerosas que son, y por lo esparcidas que se hallan en la provincia, basta en mi concepto la indicacion ge- neral que acabo de hacer, limitándome por ahora á hablar de la espar- ceta ó pipirigallo, excelente planta de forraje, no por considerarla de Mani. Esparceta. Patata. 762 mas importancia que la mielga, que puede decirse ocupa el primer lu- gar en su clase en la provincia, sino por ser de reciente introduccion como especie aclimatada y por los servicios que está destinada á pres- tar, tanto por las buenas cualidades de sus productos, cuanto por los pocos cuidados que exije su cultivo. Esta planta, que puede considerarse como un excelente y muy sano forraje, suministra con su semilla un alimento mas nutritivo todavía que la avena, muy codiciado por las aves, las que sujetas á este régi- men ponen mas, y los huevos son exquisitos. La esparceta es planta vivaz, y su cultivo ofrece en la provincia la gran ventaja de desarrollar- se y prosperar en las tierras secas, manifestando una predileccion tal por los terrenos calizos, que puede cultivarse en tierras compuestas exclusivamente de este elemento, con solo la condicion de que su dureza ó tenacidad no se oponga al paso de las raices. Tambien puede culti- varse, sin embargo, en tierras ligeras, pedregosas ó arenáceas, por muy secas que sean; pero en este caso hay que echar mano de los mejora- mientos calizos 6 yesosos. Los terrenos muy compactos y apelmazados euyo elemento dominante sea la arcilla, y que retienen en consecuencia mucha humedad, son los únicos en donde esta planta no prospera. En cuanto á las condiciones climatológicas, si bien mientras la planta es tierna teme los rigores del invierno, así que llega á los cinco ó seis meses de su desarrollo, ya resiste bien las temperaturas bajas. El calor lejos de perjudicarle favorece su crecimiento; de manera que por lo visto esta especie, cuya introduccion en la provincia se debe, si no me equivoco, al celo del ilustrado Sr. D. José Valterra, quien presentó ya algunas muestras en la exposicion agrícola celebrada en Madrid en 1857, conviene á todo el territorio del antiguo maestrazgo de Mon- tesa, en donde por cierto ha empezado la aclimatacion, por el predo- minio que tiene en sus tierras la caliza, y por el carácter seco y destemplado de aquella parte de la provincia. Tambien seria util su introduccion en Lucena, Adsaneta, Villahermosa y otros puntos del terreno cretáceo, asi como en toda la cordillera jurásica de Bejís y Cueva Santa, por razones análogas á las ya indicadas. La patata es, entre las plantas de raices alimenticias, otra de las 163 ya conocidas en la provincia, y cuyo cultivo conviene extender por las grandes utilidades que reporta al hombre. Esta planta, tan comun, y que en muchos puntos de la provincia forma la base de la alimentacion de sus habitantes, puede criarse en todos los terrenos, con tal que se adapten á la naturaleza de este y á las condiciones climatológicas del punto ó region las variedades convenientes: pero en general puede decirse que crece y se desarrolla con mas lozanía, y la calidad de sus tubérculos es mejor, en las tierras de consistencia y humedad media, prefiriendo las arenas de aluvion y las tierras arenoso-arcillosas y ar- cilloso-calizas. Teme los extremos de humedad y sequedad, y sin em- bargo le es indispensable encontrar en la tierra durante su desarrollo de 15 4 18 por 100 de agua, segun el Sr. Olivan. En las tierras muy húmedas, como sucede en las de naturaleza arcillosa, los tubérculos se sobrecargan de principios acuosos, siendo de consiguiente poco nutri- tivos, y hasta perjudiciales á veces á la salud; por el contrario en los terrenos secos, si bien la cosecha es menos abundante, su producto es inmejorable: teniendo que advertir que las que se crian en tierras are- náceas son mas harinosas y nutritivas que en las calizas, segun Johms- ton, gran autoridad en la materia. De lo dicho se desprende naturalmente la importancia que tienen los estudios geológicos en sus aplicaciones á la agricultura; y en con- secuencia, si recordamos la extension y composicion de cada terreno en la provincia, y consultamos el cuadro de la análisis de las tierras de la misma, podrán conocerse, sin entrar en mayores detalles, los puntos á que puede extenderse el cultivo en grande de esta planta, y en los que debe esperar el agricultor mejores resultados en la cantidad ó calidad de tan precioso tubérculo. La patata ofrece además la ventaja de dar soltura al terreno, preparándolo de este modo para otras plantas; y pue- de tambien reemplazar á las cereales cuando estas en las primeras cosechas en tierras nuevas dan mas paja que grano. Las mismas consideraciones que preceden respecto de la patata, pueden aplicarse á la conveniencia de extender en la provincia el cul- tivo de otra planta tambien conocida en ella, y de grandes ventajas para el labrador; tal es la remolacha. Remolacha. Cáñamo. 764 La remolacha reclama pocos cuidados; su cultivo es económico, y sus productos están menos expuestos á las causas de destruccion que atacan á otras cosechas, siendo tambien mas fáciles de conservar. La tierra gana con su cultivo, preparándola para otras cosechas, princi- palmente para la avena, el lino, el cacahuete y otras que exijen bas- tante soltura en ella. La remolacha se adapta á climas muy variados, pues si bien el calor y la humedad favorecen mucho su desarrollo, soporta bastante bien los temperamentos secos. Con respecto á los terrenos que le convienen, puede decirse lo mismo que indicamos al hablar de la pa- tata, esto es, que aunque se cria bien en todos, prefiere no obstante los sueltos y arenosos, asi como teme á los demasiado compactos y apelmazados, como los calizos y arcillosos puros; en el primer caso por- que no puede desarrollarse bien la raiz, y en el segundo por hacerse sobrado aguanosa y poco nutritiva. Con estos antecedentes casi es excusado indicar los puntos de la provincia á los que puede extenderse el cultivo de esta planta, pues para ello solo se necesita echar una ojeada á la composicion de las tierras, y recordar lo que dijimos al hacer la descripcion de los ter- renos. Entre las plantas llamadas textiles por los usos á que se destinan, tres son las principales que, conocidas ya en varios puntos de la pro- vincia, convendria extender su cultivo á otros, tales son el cáñamo, el lino y la pita. La primera de estas plantas suministra, por la longitud y resisten- cia de sus fibras, la materia primera para las telas de hilo, para cuerdas, jarcias, lonas, etc.; y además las semillas, conocidas con el nombre de cañamones, se destinan á la alimentacion de las aves, y á la extraccion de un aceite dulce y agradable que se destina á varios usos, si bien en la provincia el desarrollo que tiene el olivo disminuye considera- blemente su importancia bajo este punto de vista. Los límites meteorológicos de esta especie los determina la rapidez con que erece y se desarrolla, lo cual permite cultivarla en climas di- versos. Sin embargo, prefiere los temperamentos algo cálidos y húme- 765 dos, que favorecen su desarrollo, y conviene que el punto donde se cultiva no esté muy azotado de los vientos, pues estos, agitando la planta y chocando unos tallos con otros, alteran y hacen mas dura la fibra, aumenta el número de nudos en la caña, y disminuye en razon directa su valor. En cuanto al terreno, el cáñamo crece de preferencia en los sue= los de consistencia media, y en especial en los de aluvion, tan frecuen tes en el fondo de los valles de la provincia. No puede cultivarse en los arenosos ó muy secos, ni tampoco en los arcillosos, por lo con= sistentes y húmedos que son; si bien necesita esta planta durante su desarrollo un cierto grado de humedad, que se la suministrará la conveniente proporcion entre los elementos arenoso, calizo y ar- cilloso. En consecuencia de lo dicho convendria extender su cultivo, cir- eunscerito hoy á algunos puntos de la Plana, del rio de Segorbe y otros, en primer lugar en los mismos en que hoy se cria, pero en mayor es- cala, y además á las vegas de Benicarló, Vinaroz y Rosell, donde abun- da el terreno diluvial; á todo el valle de Morella, Forcall y la Mata, al de las Cuevas y á otros análogos. El lino es otra de las plantas textiles y oleaginosas á la vez, que precisamente por ser menos conocida en la provincia conviene indicar el terreno y condiciones climatológicas que le son mas propicias, á fin de extender su cultivo. Dos variedades principales se distinguen de lino: la una llamada de invierno, que tiene la fibra mas basta y ordi- naria, generalmente se cultiva para procurarse la semilla, pues es mas abundante, de mayor tamaño, y suministra mas aceite; la otra, llamada de verano, produce menos cantidad de semilla, pero la parte filamen- tosa es mas fina. Esta planta, como dice el Sr. Olivan, pide un temperamento fresco y algo húmedo, y terreno de mucho fondo y sustancia, y en especial conviene que contenga una notable proporcion de fosfatos y silicatos alcalinos: tambien prospera en el terreno de aluvion arenoso-arci- lloso; observándose que necesita mayor consistencia, Ó si se quiere mayor proporcion de sustancias arcillosas, para que conserve la hume- Lino. Pita. 766 dad á medida que aumenta la temperatura en la region en que desea introducirse. De modo que por lo visto, el lino, que ya se conoce en Benicarló, Segorbe y Castelnovo, deberia cultivarse en mayor escala en estos mis- mos puntos, y además extenderlo á los términos de Alcalá, cerca de la costa, á Torreblanca y Oropesa, á gran parte de la Plana, y á otros puntos de las riberas del Mijares y Palancia. Además de las ventajas indicadas, el cultivo del lino ofrece otra no menos importante, á saber, la de preparar el terreno para trigo ú otras cereales, por razon de ahondar su raiz bastante, y darle por consiguiente mas permeabilidad y soltura. Respecto de la pita poco tenemos que decir: es planta muy sóbria, que se adapta á toda clase de terrenos, que crece y se desarrolla con vigor sin necesidad de grande esmero en su cultivo. Generalmente se destina á cercar ó cerrar las heredades, sirviendo hasta cierto punto, cuando se colocan trasversalmente á la direccion de los valles, como especies de malecones que impiden la accion destructora de las aguas, contribuyendo por el contrario á que se depositen en los campos los sedimentos que aquellas arrastran. Puede además destinarse á la estraccion de sus fibras para cuer- das y tejidos, que son muy resistentes. En la exposicion agrícola celebrada en la Corte en setiembre de 1857, se ha visto comprobado este uso de la pita, puesto que procedente de la provincia de que estoy tratando, como igualmente de la de Valencia y otras, se presentaron muestras de este artefacto. Por último, cuando esta planta florece, desarrolla en poco tiempo un tallo muy esbelto, en cuya estremidad aparecen las flores en forma de canastillo, hecho curioso que he tenido ocasion de ver y admirar en mas de veinte plantas á la vez, el año de 1856, en el sitio llamado Alcocebre. Entonces esta parte de la pita, sumamente ligera y tenaz, sirve generalmente para los emparrados, no ofreciendo bastante resis. tencia para la construccion: la sustancia fofa del interior suele usarse para suavizar las navajas de afeitar, y tambien para cubrir el fondo de las cajas destinadas á conservar insectos. 767 Con destino á todos estos usos, deberia extenderse mas en la pro- vincia tan preciosa planta. De intento hemos dejado para lo último el tratar de las cereales, no por considerarlas menos útiles, lo cual sería un absurdo sabiendo que constituyen la base de la alimentacion del hombre y de los animales domésticos, sino precisamente porque, como son tan comunes en la provincia, no creo deber hacer otra cosa sino indicar cuáles sean las condiciones mas ventajosas de parte del terreno, para que cada uno de sus numerosos grupos dé mejores resultados. En esta gran seccion de plantas alimenticias se comprenden el trigo, el arroz, la cebada, el centeno, la avena, el alforfon, el maiz, el mijo, el alpiste, y otras de menor importancia. Con respecto á los trigos, aun cuando puede decirse que cada una de sus numerosas variedades requiere ciertas condiciones de parte de la tierra, sin embargo, es indispensable para todos ellos la in- tervencion de cierta cantidad de sílice y caliza; aquel suministra el elemento consistente á la caña y parte foliar, y este, por el contrario, proporciona al grano las sustancias minerales de su composicion. Hay que recordar tambien que el trigo exije cierto grado de humedad en la tierra, y que de consiguiente, asi como en los paises frios, como hizo notar muy bien el Sr. Kirwan, se desarrolla perfectamente en los ter- renos silíceo-calizos, en los paises cálidos necesita para ello la inter- vencion del elemento arcilloso. Ténganse en cuenta estas circunstancias climatológico-geológicas, para cuando llegue el caso poder hacer la oportuna aplicacion. Respecto al arroz se recordará, que al hablar de los límites higié- nicos ya dijimos que, aun cuando las tierras que en la provincia se destinan á su cultivo son efectivamente las que ofrecen las mejores condiciones bajo el punto de vista del clima y de la composicion del terreno, creemos debe proseribirse por las razones que allí emitimos; de consiguiente nos evitamos entrar en repeticiones. La cebada, como es planta que echa muchas raices aunque no muy profundas, y como amacolla bastante por efecto de esta misma cir- cunstancia, requiere tierras sueltas, arenosas y algo calizas, ó en otros TOMO IV. 08 Cereales. Arroz Cebada Centeno. Avena. Alforfon. Maiz. Mijo, alpiste. 768 términos, terrenos secos, y mejor altos y ventilados que hondos; en los arcillosos, aun cuando suele producir bastante, su grano es de in- ferior calidad. El centeno se desarrolla perfectamente en las tierras arenosas y ligeras, aun cuando en puntos algo húmedos se cria en terrenos are- noso-calizos. La avena, como las plantas anteriores, varía tambien en la cantidad y calidad de sus productos segun la naturaleza del suelo en que se cultiva; y en general se nota que la de terreno arcilloso algo arenoso, da una harina superior ála que se cria en otras tierras: de consiguiente hay que tener en cuenta esta circunstancia, bastante facil de apreciar. El alforfon, que lleva además los nombres de trigo negro 4 sarra- ceno, y tajol, aun cuando no pertenece á las gramíneas se le considera incluido en la seccion de las cereales. Esta especie se cria de pre- ferencia en los terrenos de poco fondo, arenosos ó calizos pero ligeros, y sobre todo en los que son algo salinos; la raiz necesita cierta dosis de frescura, y apetece el clima algo templado y húmedo. Todas estas circunstancias hacen que esta especie pueda cultivarse en aquellos puntos inmediatos á la costa que no esten destinados á otras plantas. El maiz, planta igualmente muy conocida en la provincia, y de cu- yas numerosas aplicaciones como alimento, forrage, ete., no nos in- cumbe hablar, ni nos importa tampoco por lo conocidas que son, se desarrolla con bastante prontitud, y exije en todas las épocas de su vida una temperatura elevada. Con respecto á los terrenos en que se cria mejor, son los de consistencia media, resultado de la proporcion entre los elementos arenáceo y arcilloso, pudiendo decir que se des- arrolla bien en los de composicion mas diversa, siempre que ofrezcan cierta soltura entre sus moléculas, y la conveniente proporcion de hu- medad. En cuanto al mijo y alpiste, plantas de mucha menor importancia, puede decirse que exijen las mismas condiciones climatológico-geoló- gicas que el maiz; de consiguiente no hay por qué repetirlas. Hasta aquí hemos tratado de las plantas conocidas ya en la provin- cia, y cuyo cultivo dijimos debia extenderse mas allá de los puntos en 769 que hoy se encuentran: veamos ahora cuáles son las que, ignoradas del labrador de la provincia, conviene introducir en ella. Materia dificil es designar las plantas que conviene introducir en una provincia que tan diversos tipos ofrece en su constitucion geo- lógica, y en sus condiciones meteorológicas. En una region tan circunscrita, y que sin embargo fructifican al aire libre desde la pal- ma y el naranjo hasta el haya, pueden aclimatarse una infinidad de plantas arbóreas y anuales de climas muy diversos. Pero como esto nos haria entrar en detalles relativos á los cuidados que exije cada una de las especies al intentar su aclimatación, y en otras particularidades objeto de obras especiales que debe consultar el agricultor de la pro- vincia cuando llegue el caso, pero impropias de este escrito, me limi- taré á citar dos ó tres especies de árboles y unas cuantas anuales, cuya aclimatación sea mas facil por la analogía que tienen con las ya cono- cidas en ella. Entre los primeros me atrevo árecomendar el llamado almendron de Mallorca, tan útil por la excelente calidad de su fruto, y que pros- peraria indudablemente en los terrenos calizos y yesosos en que se crian las otras variedades en la provincia. Por lo demás, las condicio- nes climatológicas del punto de donde procede no deben diferir mu- cho de la de varios puntos de esta. Ási es que podria aclimatarse este arbol en las localidades en que ya se encuentran los de su misma es- pecie, y tambien en aquellos á donde dijimos podria extenderse el cul- tivo de este. El castaño, que crece espontáneamente en muchos puntos de Espa- ña, y que se cultiva en otros con destino á madera de construcción y para fruto, podria introducirse igualmente en la provincia de Castellon. Este árbol pertenece á la familia de las cupulíferas, y se cria en terre- nos arenosos y sueltos que contienen sustancias arcillosas, que les co- munican cierta dósis de humedad necesaria á la extension de sus rai- ces: apetece principalmente los puntos elevados, frescos y algo sombríos. Deberia intentarse su aclimatacion en toda la Sierra de Espadan, en Villahermosa, el desierto de las Palmas, y tambien en las alturas de los puertos de Benifazar. Almendron de Mallorca Castaño. Ricino. Trigo mollar. Escanda. Cebada de Australia. 770 El ricino ó higuera infernal es un arbusto de la familia de las eu- forbiáceas, procedente del N. de Africa, que crece y se desarrolla igualmente en nuestras provincias meridionales; y como quiera que en la de Castellon, si existe, es solo como objeto de curiosidad, con vendria introducirle y cultivarlo en grande, pues además del aceite medicinal que suministran sus semillas, se destina la hoja á la nu- tricion de un gusano de seda del que ya se han hecho algunos en- sayos en Valencia. Es planta que apetece terrenos calizos y situaciones bajas y cálidas; de consiguiente podria cultivarse con buen éxito en la hermosa vega de la Plana, en Benicarló, Vinaroz, Rosell y otros puntos. Pasando ahora á las plantas anuales, empezaremos por las de la gran familia de las gramíneas, por ser las mas importantes bajo el punto de vista de la alimentacion del hombre y de los animales; advirtiendo que no tratamos aquí de introducir especies nuevas en el cultivo, sino cuando mas algunas variedades de las ya conocidas. Entre las del trigo, colocado con razon al frente de las cereales, de- bemos indicar en primer lugar la conocida en las Islas Baleares bajo el nombre de mollar, que presentó en la exposicion agrícola D. Pedro José Frias, de Esportas. Esta variedad se recomienda, no solo por el ta- maño y peso de su grano y la buena calidad de la harina que suminis- tra, sino tambien, y muy particularmente, por lo bien que soporta la sequía y por la predileccion que tiene por los terrenos calizos, circuns- tancias muy atendibles en la provincia, en la que estos son tan abun- dantes como escasa el agua. Tambien es poco conocida en la provincia ó completamente ignora- da la escanda ó escaña, que se diferencia de los otros trigos en que no suelta la cascarilla, permaneciendo siempre cubierto el grano. Apetece terrenos pobres y clima frio, por lo cual convendría introducir su cul- tivo en los términos de los pueblos mas montañosos del Maestrazgo y Sierra Espadan. Entre las cebadas deberia introducirse la de Australia, despues de haber visto los resultados tan notables obtenidos en Logroño por el Sr. Duque de la Victoria, y conocidas ya las ventajas que este mismo Señor dice ofrecer por la facilidad de su aclimatación, y por las buenas 771 cualidades de la harina que suministra. Esta cebada se cultiva en los mismos terrenos y exije iguales cuidados que la comun, pero como amacolla mucho, no hay necesidad de echar tanta cantidad en la siembra. Por lo demas, para proceder con mas tino y acierto en materia tan importante, hay que esperar los resultados que se obtengan del ensayo de aclimatacion de muchas especies y variedades de los gra- nos que mas llamaron la atencion en el concurso agrícola celebrado en Madrid, que el Sr. Madramany y el autor de este escrito, como en- cargados de representar á la provincia en dicha exposicion, mandaron á la capital con este objeto. La caña de azucar es otra de las plantas útiles y de gran importan- cia industrial que podria aclimatarse en la provincia, desconocida á mi entender en ella, ó cuando mas cultivada como objeto de curiosidad. Esta planta exije de parte del terreno condiciones parecidas á las que necesita el trigo, esto es, de consistencia media, con una can- tidad bastante regular de arena y caliza, de modo que sea mas bien fresco que ardiente. Tambien puede, sin embargo, cultivarse en terre- nos secos, pero á condicion de recibir aguas de lluvia ó riego durante el verano; y si á esta circunstancia se agrega la de necesitar la tempe- ratura bastante elevada para su desarrollo, deduciremos que los pun- tos mas á propósito para la aclimatacion de esta especie son los de la Plana, en las inmediaciones de la costa, ya que allí tienen bastante fondo las tierras, y se reunen además las condiciones climatológicas y el riego que exije esta planta. El algodonero, que puede decirse pertenece á la region de la caña miel, y que ya se cultiva en Motril é Ibiza, cuyas condiciones se pare- cen á las de algunos puntos de la Plana, podria tambien aclimatarse en las localidades en que se intentara la de aquella, vista la analogía de circunstancias que ambas reclaman. En el caso de querer prae- ticar algun ensayo, hay que tener en cuenta que las variedades her- báceas de esta planta son las que resisten mas al frio, y que en las localidades indicadas mas arriba, las que se crian son arbustivas ó leñosas, segun el Sr. Olivan. Escuso indicar los usos á que se destina el algodon, por ser bien conocidos de todos. Caña de azucar. Algodonero. Sorgo. Boniato 0 Muniato. 772 El sorgo puede y hasta se debe introducir en la provincia, por la utilidad de sus aplicaciones, ya que por otra parte en ella se encuentran indudablemente las circunstancias geológico-climatoló- gicas que necesita para su desarrollo. El sorgo suministra granos en gran abundancia, que sirven para la alimentacion de los anima- les, y proporciona una cantidad notable de azucar y alcohol, que forman objeto de una industria muy productiva. Sirve tambien para forraje, y ademas las panojas desgranadas se destinan á formar esco- bas y cepillos. El sorgo crece bajo la influencia de las mismas condiciones clima- tológicas que el maiz, á cuya familia pertenece, y prospera grande- mente en los terrenos de aluvion de cuerpos sustanciosos y frescos, aunque mas bien teme la humedad que la sequía. Los puntos masá pro- pósito para la aclimatación de esta planta son casi todos los de la llanura diluvial de la Plana, la vega de Segorbe, y las de Benicarló y Vinaroz. Entre las plantas de raiz alimenticia, merece llamar la atencion el boniato ó muniato, planta procedente de América, intermedia por sus propiedades entre la patata comun y la batata, y cuya aclimatación puede decirse realizada ya en la inmediata provincia de Valencia. Crece y se desarrolla en tierras arenosas, de consiguiente ligeras, permeables y secas; no se aviene con las muy consistentes y apelmazadas, tanto porque no permiten el desarrollo á los tubérculos, cuanto por la humedad que le perjudica en estremo; siendo una de las circunstan- cias que dificultan hasta ahora su cultivo en grande, el que sobre- cargándose mucho de agua no puede conservarse por largo tiempo. Esto se conseguirá, sin embargo, cultivándolo en tierras siliceas 0 ca- lizas sueltas y secas, con lo cual por otra parte se logrará que los tu-= bérculos sean mas sabrosos. Su aclimatación conviene, de consiguiente, en los pueblos de la sierra de Espadan, y tal vez mejor que en ninguno de ellos en Villavieja, tambien en Benicasim, Ares, Benasal y otros pun- tos en que el elemento arenoso abunda. Para terminar esta parte de la Memoria solo nos falta aconsejar la introduccion de dos plantas tintóreas de mucha importancia por sus aplicaciones, á saber, la rubia y el azafrán. 773 La rubia se acomoda y encuentra bien en casi todos los climas, y crece de preferencia en los terrenos ligeros de consistencia media arenoso-arcillosos, y hasta en los calizo-arcillosos, pero algo sueltos y de bastante cuerpo para que sus raices puedan desarrollarse con des- ahogo y ahondar convenientemente. La humedad en cierto grado tam- bien le es muy útil, si bien le perjudica cuando se halla en exceso. Bajo la influencia de las indicadas circunstancias pueden obtenerse buenos resultados del cultivo de esta planta; pero hay que advertir que segun la naturaleza del elemento dominante en la tierra, asi las raices, en las que reside su propiedad tintórea, son rojas, sonrosadas, amarillentas ó grises, siendo al parecer el elemento calizo el que suministra la colora- cion roja mas decidida. De aqui se deduce que los puntos de la provin- cia á propósito para la aclimatacion de esta planta, que puede destinar— se, no solo por las raices como materia tintórea, sino tambien por los tallos como forraje, y por la simiente, son todos aquellos en cuyas tier- ras profundas y fuertes predomina el elemento calizo, como se observa en Albocacer, Alcalá, Benasal, en la cordillera jurásica de la Cueva Santa, en la Masía del Campillo, en el secano de Tosquella, y en otros puntos. El azafrán pide un clima templado, aunque tambien resiste mu- cho al frio, siéndole por el contrario muy favorable el calor: se desarrolla en tierras ligeras de consistencia media, arenoso-arcillosas, aunque al parecer cierta proporcion de cal le es muy conveniente; de manera que esta planta tan útil puede aclimatarse en las dos faldas de Sierra Espadán, en Benicasim y en muchos puntos de la Plana en que el terreno ofrece estas cireunstancias. Como confirmacion de esto po- demos citar el ensayo de aclimatacion que con feliz éxito intentó en Alcalá el Sr. Tortosa pocos años antes de morir. El alazor ó azafrán rumi tambien puede introducirse en la provin- cia, teniendo entendido que ya se han hecho algunos ensayos de acli- matacion. Se encuentra bien en tierras análogas á aquellas en que se cria el verdadero azafrán, y en otras mas pobres, prefiriendo las en que abunda la marga caliza; de consiguiente, podria intentarse introducirlo en toda la region que ocupan los terrenos jurásico y cretáceo de la pro- Rubia. Azalran. Alazor. 774 vincia, y en especial en los términos de las Cuevas, Albocacer, Bena- sal, Morella, etc. Con esto termina la cuarta y última parte de este escrito: en ella he procurado dar aquellos consejos que, deducidos de los conocimien- tos científicos expuestos anteriormente, he creido podrian servir de al- guna utilidad al agricultor de la provincia. Este, sin embargo, al intentar alguna de dichas mejoras debe apelar á su larga práctica en los campos, auxiliada de lo que le digan obras especiales, ya que por la índole particular de esta Memoria he tenido que limitarme á indi- caciones someras, presentando la cuestion bajo el punto de vista que la ilustre Academia de Ciencias ha querido se diera á la solucion de tan árduo problema, superior sin duda alguna á mis escasas fuerzas. Hacer ver las aplicaciones de la geología, considerada bajo todos sus puntos de vista, á la agricultura en general, y con especialidad al cul- tivo de los árboles, tal era mi cometido. Dichoso si, mereciendo pri- mero la aprobacion de una corporacion tan respetable, y encontrando despues eco estas indicaciones vagas en el agricultor ilustrado de la provincia, logro contribuir, aunque sea escasamente, al mejor estado y prosperidad de sus habitantes, justificando de este modo el lema que he creido conveniente adoptar como distintivo de este escrito, persua- dido del deber que tiene todo ciudadano de llevar su piedra al edificio social. Falta solo, para completar esta Memoria, presentar por via de apén- dice, segun ofrecí en la introduccion, los medios de procurar á la agri- cultura de la provincia uno de sus mas vitales elementos, el agua. APÉNDICE. DNMOORADÍ FUENTES Y PCZOS ARTESIANOS. Habiendo demostrado la experiencia que el agua es uno de los ele- mentos vitales para el desarrollo de las plantas, con el cual puede de- cirse que no hay tierra que sea estéril, y viéndose afligida la provincia con sobrada frecuencia por sequías pertinaces, se deduce que todos los medios que conduzcan á proporcionar tan precioso elemento, deben excitar el mayor interés: y cuando estas indicaciones pueden deducirse de los estudios geológicos, objeto principal de esta Memoria, deben formar parte de ella. El agua que procede por evaporación de la inmensa superficie de los mares y de los continentes, vuelve á su primitivo punto de partida, recorriendo en su trayecto un círculo maravilloso. Al caer á la superficie de la tierra se separa en tres partes desiguales: una que vuelve otra vez á la atmósfera de donde procede; otra que re- corre los surcos que ella misma se traza en el exterior; y la tercera que penetra á través de las rocas y estratos por filtracion, y circula en el interior de la tierra, estableciendo la hidrografía subterránea, en las que aquellas estan sujetas al mismo régimen y condiciones que las de la superficie. Si en su curso interior encuentran alguna salida natu- ral al exterior, constituyen lo que se llama una fuente ó manantial: asi como si siguen la inclinacion muy pronunciada de los estratos entre capas permeables y una impermeable, llegan á cierta profundidad, en donde toman la temperatura propia de aquella region, y cuando vuel- ven á aparecer á la superficie, constituyen por su calor las aguas ter- males, llamándose minerales cuando se cargan en su trayecto de alguna sustancia inorgánica. TUMO IV. 99 La hidrografía depende dela liltracion de las aguas. Relacion entre las con- diciones geo- lógicas y la distribucion interior de las aguas. Conliciones que rijen la circulacion subterránea de las aguas. 776 Sentados estos principios indispensables para comprender la indo- le de la materia y sus aplicaciones al caso presente, desechadas las ideas que han reinado por mucho tiempo en la ciencia, de la comuni- cacion de los mares con el interior de la tierra para la existencia del agua subterránea; no reconociendo esta otro origen sino el de la filtra- cion de las aguas llovedizas, el deber del geólogo que describe una re- gion dada bajo este punto de vista, es indicar la relacion que existe entre las condiciones geológicas de las regiones que estudia y la dis- tribucion interior de las aguas, y señalar los puntos en que sea mas oportuno poner en práctica los medios de procurar á la agricultura este elemento tan importante. El arte, la industria y los capitales se en- cargan despues de llevarlo á debida ejecucion y feliz término. Siendo la hidrografía subterránea el resultado, como acabamos de ver, de la filtracion de las aguas exteriores, se deduce que para que exista en una region dada, la primera y mas esencial condicion es la de que haya rocas permeables que permitan el paso, y otras imper- meables que las obliguen á seguir un curso determinado, formando su propio cauce. De aqui se desprende otra consecuencia, y es, que los ter- renos que no se presenten en capas y afecten por el contrario la dispo- sicion en masas mas ó menos compactas no pueden tener hidrografía interior, supuesto que las aguas no pasan mas allá de la pequeña capa exterior en que la roca se halla descompuesta. Precisamente estos terrenos son insignificantes en la provincia, y en contraposicion la mayor parte de su territorio está ocupado por otros que, sea cualquiera la edad respectiva á que pertenecen, estan compuestos de bancos 0 estratos, alternando con mas ó menos regularidad los permeables con los im- permeables. La provincia de Castellon ofrece, de consiguiente, la pri- mera condicion y la mas indispensable para la existencia de una hidro- grafía subterránea. Partiendo de este hecho, establecido por la ciencia y confirmado por la práctica, veamos á qué condiciones está sujeta esta circulacion inte- rior, y si las posee la provincia de que tratamos. Para esto necesito recordar algunos principios que rijen la disposicion de los estratos, viéndome obligado, contra mis deseos, á entrar en algunas considera= 777 ciones científicas que, aunque persuadido de que no deben formar parte de Memorias de esta índole, son de todo punto indispensables para comprender y aclarar la cuestion que nos ocupa en sus aplicacio- nes á la agricultura. Uno de los principios estratigráficos mas importantes es el de la continuidad de los estratos ú capas de tierra, que lejos de ser meros accidentes, deben considerarse como elementos esenciales de la compo= sicion de los terrenos. En virtud de este principio, cuando en las dos laderas de un valle, por espacioso que este sea, se repiten los mismos estratos, idénticos en composicion y posicion respectiva, po= demos estar seguros de que los unos son continuacion de los otros, y que se comunican por el centro del valle, por mas que los materia- les que ocupan su fondo los oculten. La adjunta figura aclarará este importantísimo hecho. Aquel punto en que los bancos cambian de direccion hácia las dos laderas opuestas, se llama thalweg ó línea sinclinal: y marca el verda- dero curso de las aguas, así exteriores como interiores. De lo dicho se desprende como corolario otro hecho no menos trascendental, y es, que la disposicion de los estratos de una ladera con respecto á los de la opuesta, marcará el curso de las aguas, ó sea el punto mas bajo por donde estas circulan. Así es que cuando las dos pendientes tienen igual inclinacion, el thalweg ó cauce de las aguas así interiores como exteriores ocupa el centro del valle. Cuando, por Continuidad de los estratos. De la disposi- cion de los es- tratos depen- de el curso interior de las aguas. 778 el contrario, una de ellas es mas rápida, el curso estará mucho mas próximo á ella que á la opuesta. Y cuando, por fin, una de las pendien= tes se presenta con los estratos muy inclinados ó: casi verticales, en- tonces las aguas corren por su misma base y en el punto mas apar- tado de la otra. En toda Ml En toda llanura ó cuenca hay tres pendientes: dos laterales, que se pendientes. Jirijen como afluentes de la tercera, que es la que marca el camino que han de seguir las aguas. La circulacion Asi en la superficie como en el interior del globo, para que cir- interior de las C , 5 azuas exite culen las aguas, se necesita que encuentren un plano inclinado por cion entos ess donde puedan correr ó deslizarse: de consiguiente, cuando los es- tratos son horizontales ó forman una concavidad, las aguas reman- san dando lugar á grandes depósitos ó lagos que, sin temor de exa- jerar, puede decirse que son tanto ó mas numerosos en el interior que en el exterior de la tierra. Cuando los estratos están inclinados, las aguas que ya hemos dicho procedian de la filtracion, corren y circulan interiormente; y como que en su curso han de seguir la pendiente que estos les ofrecen, resulta que siempre que se vaya en busca de aguas hay que tener en cuenta el punto hácia dónde buzan los estratos, nun ca en la direccion opuesta, como se demuestra en la siguiente figura, y como prácticamente puede verse en todas las fuentes que ofrece la provincia en Segorbe, Villavieja, Alcocebre, Peñíscola, Benasal, Cati y otros puntos. 7. Sitio en donde es posible encontrar fuentes. 2. Punto en donde su existencia es imposible. 779 Fundada la teoría de las fuentes y de los pozos artesianos en la fil- tracion de las aguas á través de las capas terrestres, es claro que una de las circunstancias que mas directamente influyen en la exis- tencia y condiciones particulares de la hidrografía subterránea, es la condicion permeable ó impermeable de las rocas: conviene, pues, in- dicar cuáles lo son y cuáles no. Son rocas impermeables todas las que se presentan en grandes masas no estratificadas, de estructura compacta, como los granitos, pórfidos, ete.; pero como por lo que precede sabemos que apenas están representadas en la provincia, no merecen que nos ocupemos de ellas. Entre las que se presentan en bancos de origen de sedi- mento, la impermeable por excelencia es la arcilla, á la que siguen todas aquellas que participan mas ó menos de su naturaleza. De este hecho se deduce, que cuando un terreno esté formado de varios ban- cos permeables y uno solo de arcilla, habrá una sola corriente ó depó- sito de aguas, pero este será muy abundante. Por el contrario, cuando la arcilla alterne con las sustancias permeables, los depósitos ó cor- rientes serán tan numerosas como veces se repite aquella: y por fin, siempre que la arcilla forme los bancos exteriores, las aguas permane- cerán en la superficie, y no pudiéndose verificar la filtración no habrá hidrografía subterránea, á no ser que aquellas procedan de puntos mas lejanos. En el territorio de la provincia no hay mas rocas impermea- bles que la arcilla, ni tampoco en general tiene lugar otra circunstancia. á saber, la gran inclinacion de los estratos, que impide la filtración aun á través de materiales permeables, por la prontitud con que por su pro- pio peso corren las aguas en la superficie. Entre las permeables deben contarse en la provincia, en primer lugar las arenas y areniscas, y en segundo las calizas, exceptuando en- tre estas últimas las que ofrecen una estructura muy igual y com- pacta, en cuyo caso suelen ser bastante impermeables. Los terrenos cuaternarios y detríticos, en atencion al estado inco- herente de sus materiales, son tambien muy permeables. Sentados ya estos principios conviene á nuestro objeto, aten- diendo á la importancia suma de su aplicacion á la provincia de Rocas imper- meables, gra- nitos, pórlidos, arcillas, etc. Rocas permeables, arenas, areniscas, cá- lizas, etc. El punto de salida de las aguas . marca su di- reccion sub- terránea. Modo de dis- tinguir si las corrientesson superficiales 6 profundas, y la cantidad de agua que lle- van 780 que estoy hablando, recordar algunas de las ideas emitidas por la per- sona mas competente en materia de aguas, el Abate Paramelle, en su famosa obra titulada Arte de buscar fuentes, que nos atrevemos á reco- mendar á todos los que se interesen en la solucion de tan dificil pro- blema. Dice este autor que en todo valle, desfiladero ó cañada se en- cuentra una corriente de agua exterior 0 subterránea, cuyo curso lo marca el /halweg ó linea sinclinal: que cuando en un valle ó llanura de laderas contiguas dirigidas hácia el interior se encuentran materiales bastante duros y consistentes para permitir durante las grandes lluvias la formacion de una corriente exterior, que siempre es transitoria ó temporal, debe inferirse que hay otra subterránea, permanente, que sigue la misma direccion que aquella. La direccion de una corriente subterránea la marca tambien, como indica con oportunidad este célebre hidrógrafo, el punto por donde aparecen los manantiales, pues generalmente estos solo vierten al exte- rior aquellas aguas que por cualquier causa no pueden seguir su propio Curso. Conociendo este escritor, por su gran práctica, la importancia que tiene el saber distinguir si las corrientes son superficiales ó profundas, y la cantidad relativa de líquido que en ellas circula, ha establecido los preceptos siguientes. 1.” Las corrientes son mas superficiales en el centro del primer repliegue ó hundimiento del suelo, en donde to- man origen por la afluencia de las primeras filtraciones; en la extre- midad de la pendiente del /halweg, y en el punto mas próximo á su desembocadura ó confluencia con alguna corriente exterior, especial- mente si la inclinacion de los estratos es escasa: lo propio acontece en todo cauce de un valle ó cañada cuando se presenta seco, ó por el contrario cubierto de plantas que como los sauces, chopos, álamos blan- cos, alisos, juncos y otras son mas ó menos acuáticas. 2.” Que en cuanto ála cantidad de agua, es mayor la que se encuentra en las faldas de las montañas ó laderas de los valles, por acudir allí los veneros interiores: y que en las llanuras de pendiente suave, si solo ocupa su fondo una capa impermeable, todas las corrientes que circulan por su interior son 781 gualmente caudalosas; mientras que si, por el contrario, se encuentran varios bancos impermeables, serán tanto son mas abundantes cuanto mas profundas. Tambien dice el mismo autor, que en general no existen manantiales en la cúspide ó cima de los montes cuando es cónica ó en cúpula: que por el contrario, cuando rematan en meseta, si esta ofrece alguna extension y declive marcado hácia uno de sus bordes, hallándose compuesta de bancos permeables y de otros impermeables, es casi segura la existencia de manantiales en la ladera hácia donde se incli- nan los estratos. Los manantiales de mucho caudal solo pueden encontrarse en las faldas de las colinas ó montañas de diámetro trasversal considerable, y que estén alineadas ó dispuestas en forma de cordillera, por cuya razon no hay que buscarlos en las de forma cónica, ni tampoco en las aisla- das; á no ser que sus estratos comuniquen subterráneamente con los de alguna cordillera principal. Tambien hay que tener presente que, por regla general, la cantidad del líquido está en razon inversa del número de manantiales; así es que en los terrenos calizos, en que son poco numerosos, el caudal de aguas de cada uno es considerable. Con respecto á los terrenos mas favorables á la existencia de cor- rientes subterráneas, y de fuentes como consecuencia inmediata, dice el Abate Paramelle que en los secundarios, si están compues- tos de capas permeables alternando con otras impermeables (y este es el caso de los de la provincia), son casi seguras y muy caudalosas, si bien en corto número; que en los terciarios son mas numerosas, pero su caudal es mas escaso; y que por último, en el terreno cuaternario, compuesto de materiales sueltos, solo se encuentran fuentes cuando están dispuestos en forma de capas, y descansando sobre uno ó varios bancos arcillosos. Si este terreno ó el detritico está compuesto de are- nas ó grava hasta la profundidad de los pozos comunes no hay que buscar aguas, pues todas se recojen en ellos. Establecidos los principios de la distribucion y curso subterráneo de las aguas, como resultado de la filtracion que la ocasiona y de la dis- La forma de las montañas determina con frecuencia la existencia 6 falta de ma nantiales. El caudal de los manantiales está en razon inversa del número de estos. La existencia de corrientes subterráneas y de manan- tiales está en- lazada con la edad y compo- sicion de los terrenos. 782 posicion de los materiales que entran en la composicion del globo que los gobierna interiormente, veamos si de su conocimiento pueden de- ducirse algunas reglas con aplicacion á los terrenos de la provincia, para procurarle uno de los elementos mas indispensables á su agricul- tura. Esto puede conseguirse por medio de las fuentes naturales ó ar- tificiales, ó de los pozos artesianos. rente. Partiendo del principio de que las fuentes son el resultado de la wei filtración de las aguas á través de los estratos permeables, hasta dar con uno impermeable cuya direccion é inclinacion siguen aquellas en busca de salida al exterior, cuando esta comunicacion es resultado de la interseecion misma de los estratos se llaman naturales, y artificiales cuando, por el contrario, el hombre es el que se la proporciona. En confirmacion de las buenas condiciones que para ello tiene la provincia, ponemos á continuacion un catálogo de las mas notables que en ella se encuentran, con la indicacion de los terrenos de que proce- den, usos á que se destinan, y condiciones del manantial. CUADRO DE PUENTES. 100 784 *|2.1m2u 91109 9 OJUO URIS un uo SOJB4IS9 SO] ap uoroeaedas e ua odaedy *INUNBIY 91 9P $9 vanerad -1119] DS :SPPBSTIT SEÑABUL SP IP Aaed Cl ua ojsonduo) “esa9uedg OPeune[] Onis o U9 “*PIO0UBP|[B OLI ]9p Ppa9mbzt e] pares / “INUINBIY 9p 081 9p So vamjeraduray ns Á “enSe ap ela Run e([ '2nSy 9p 01/88 *peue[[ Bnpejoo ur JS ep ap ord qe Á erouepeg Ot 19p eyooa -0p e1 y “seleaen op sosed 009 Y o]es -10 RIOPY “B| N9OTuOs 2919n9 Bun ap 0.) -190 por 9Jes Á “[B10JBU 9Juapud9se 9Juen] 9p od 01109 P]S9 9SAPI9PISUO) APN “+3 OB01L Á QUINSUO)) | + ***ODISPLa | coo 040) 90 *+oSo11 Jo taed 9As ser Á eSOMMÍDS | *+eznpeo eqOL | 0000030 PI] + ong uosoy q “ess **9q.UOS9S U9 000% 9P SPULÁ pan y us p09*7 “selva EN U9 SEPeSauey (98 SO]|tUBARr) Jou -98 [9 unSas OpuezI no] “oSo1l Be g ] *e]ULSTAQnr) > 9quoSe pul 9P ONSPANY cas "3 DZUOsIAS q w71 “IVILNVXAVIH 74d SANOIDIANOD NOTIHLSVO HA VIONIAOUd 1 “sedro se] UafIp 9s 1OLIOpUI al “NVTIV “HANOA O "SV0A9V SVT NYNILSIA sosn 3S 3N0 Y 1 qa N3 Md SONAUU AL "SITYLINVN YI SIYVANON AAA 00 0 00 VI Hd SALNTOA SITYAIONTEd SVT 2d OYAvVaJn 29 SEPep Sop ep A torqoad do rr ON 19P 0 “N enSo| op Ojeno un Y o]es ea [9p OuInsuo9 Á 0S91y | +++ e*guanuos onb eur) -SOS Y] iu vOL ojo u0 asuguod y A 95 :0UJ91OP 19 10d Operounuay cree OJOPLA -01qU Á sOJunosura] SO] 19q9q vatd A 019 peA9qe A ios 1 oqond [9p *N tu0y erpam y 9]es y 1 ) *N P104 BIpi o1qoud 19p “Ni 164 erpaul y ejes JBAU] “SOYUNOSULA] SOY 199 TALA 1% Loa (de S ldo.gio 0 Do ppO E Ou Oyuamoro omo9 £ OSILL ee IIA ed *“epe [uy eun op seul ps SOP Y OJUSLUITAOUI Pp £ seadon lA B| 9P *() SYLOY SOP Y Ua]eS -NS AB 9p uoraod eun eSon anb “sopeuer OL [Y U9SIIO ULP EBRIOS E[ Y 9SOPuytU() 785 "¡epneo osvoso ap uos Á “silog 000 aaa 9P*0 [E LLOUB]SIP IP SYLOY SOM Y UO[ES y OWNSUO9 Á OX9praoqu eaed vos] - “2058 9p epelty eun ep 1: SB UNOD £ “opqond [op O eIpawr Á vL0y Y o0eN least Se] 9p Ounsuoo vaed 9AJIS pe o ttte trenes a 4quol ns 9 SOP Pp A “*S [Y RI0y Bun y 90eN lo BISe]A Y] 9p Otunsuo9 eaed 9AJdIS j "enSe | 9p *pejtiy erpata eapsrutaras Á “o¡qond ' E AE IO RIE 19P *S [Y BIQUBISIP IP PLOY PIPAUL Y DILN “+++ sesodo y, Á silog ap souoroe¡qod Se] 9p Otunsuos [9 vled usais u01 vue] :sO0ULIey SOUt[OuL zarp IS ae 9p saueIeq sop “ooue¡q poded ap eo1aq =p, Yun y oJuoruraot uep Á *sodueo SO] UBZI[NA9H “OLOSUURY Á sOqop-enSy “2998 e]quety e] 9p soxoJJe so] Op -UBULIO] BL0UB|LG OLI [e vogrIO UR “2058 a9p Sepepu $94] 9P L9.199 UBMSIULUOS Á *BLOUBISIp ap toSo] eun y “o¡qond op O *N [e uajes " *ODISPLIL 20 p] “pp “PI “«>=p] *ODISPANE coso» p] *10ULOYg * *S9|Lutr) log “00 rropuadoyo 194 "230 SDPADUDO ES Doa "DISDLADO VD) IT "5919 $0] 9p oNvJ9d O 0 10 SOT) TA) 1d “Duanq onbo )9p 0z0 4 TT) **SILOPYINI $OT “20.9 $0] 9P SON 190 A “099 07 ++ DUONAI DT 2.000 2 TS 0000 do YI 04 sine. 786 "OIUBAIRG UN DP OPUO [9 UD DPS cr crece retos == ==soweq Á oS01y “woroeqod Xy ODUBIaeq 19 omuo sejsono sep uo Á qeuro p +0 ** [9p OPuoy seu o] 9p senSe se] uo[es ORO **e1u9r) 01d e uaStio Y(] “opeaqanb Ánur 0u9.19] e A A e OS TB Led E un ue sosouae soDueJeq aque Jodopes f-sop os Á “eny Á eures Gelouru sq SA Pou son aos sg don as += >-OS01 dl -9Ay top anbsoq Á odue1ieq 19 US SIN Mo A “sapueSiog on pe uaStio *(T uoroe[qod e, 2p* eN qe enSo] erpam y “099 -P19.:19 0U9.119] [9P SO1B.1IS9 SO] 9MJUO ES "sepeaqonb Ánu SeueJuour 9p Sep]e, Se] ap a|es *SOJ2.19S9 SO] U9ÍTIp aS OJUII OÁNO Y 09.110 9p ovadso eun ua senSe se] uaJeS “uppedsg t11o1g E +++ ++ ****OUINSUON) a * "EMO OL [9p UASII) *OS91Y o Pereoero so SO [RIQUIUL SOME Y] 2p (eroua]eA) 11en) 9p *[ ouL0) apa -04d “sa]¡rueaer) 9ragad o] eÁ ouo9 “anbune “[eIan—Ip 0ua191 [9p SÍAR e 99aued y “u0oroe]qod e] ap sozod so] sopo] ua aJes +: "So|e1o -Y10dns S9UOLOB]y 9P OPreynsol og ; 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Ya el ilustre Cavanilles sostuvo esta opinion, cuando al hablar de los estanques de Capicorp y Beltran decia: «Se reunen en estos estanques las »aguas que por las entrañas de los montes corrieron hasta salir á las » llanuras; se derraman por todas partes, inutilizándolas muchas veces »para todo cultivo, y forman allí pantanos donde crecen mil plantas, que »corrompidas durante el verano infestan la atmósfera.» Y mas adelante, al hablar de la fuente de la Llosa, dice tambien: «Acaso tiene esta fuente »el mismo origen que la de Cuart, de que hablaremos luego, esto es, »la Sierra de Espadán y valle de Uxó, de donde por filtros subterrá- »neos llegan las aguas á estos sitios hondos.» De estos pantanos pertenecen al terreno cretáceo, el que se ve entre Benicarló y Peñíscola, los de Capicorp y Beltran, término de Al- calá, los de Torreblanca y Oropesa: al triásico corresponden los de Benicasim, y los que ocupan casi sin interrupcion la vosta desde Bur- riana hasta la Torre del Mardá, término de Almenara, y límite de la provincia. Todas estas aguas, procedentes de las que por filtracion se dirijen por los conductos subterráneos hácia el interior del mar, por efecto de la inclinacion de las capas de los terrenos respectivos, encontrando en las aguas del Mediterráneo un gran obstáculo á su salida por la presion que estas ejercen, se escapan por donde encuentran mejores condiciones. Si esto se verifica en puntos altos, en que las aguas puedan encauzarse por el hombre, constituyen la riqueza, la salud y el bien estar de las comarcas; mas cuando esto tiene lugar en puntos bajos de suelo ar- cilloso, y de dificil circulacion, entonces las aguas remansan, y no solo imposibilitan toda clase de cultivo, sino que inficionan la atmósfera con sus exhalaciones pestilenciales. Para convencerse de que tal es la verdadera causa y el procedi- miento de la formacion de los almarjales y pantanos que ocupan gran 791 parte de la costa de la provincia, basta tener escasas nociones de geología, indispensables para comprender la teoría de las fuentes indi- cada mas arriba, en cuanto á lo científico; y en la práctica, como con- firmacion de lo mismo, no hay sino recorrer la distancia que media entre Cuart de les Valles ó la Vall de Uxó y la costa de Almenara. Con efecto, en los dos primeros puntos se ven muchas y muy copio- sas fuentes, que no hemos indicado por no pertenecer á la provin- cia; fuentes que, por la manera con que se presentan las aguas, ofrecen un tipo de las ascendentes. Y aunque bastante descuidado este ramo tan vital para la agricultura por efecto de preocupaciones que con- viene combatir, son incalculables los beneficios que proporcionan á tan afortunadas comarcas. Las aguas son tan abundantes, que en cual- quier punto en que se haga en ellas una excavacion brota este ele- mento de alegría y fertilidad, convirtiendo aquel pequeño recinto en un delicioso y ameno jardin. Su aspecto contrasta de una manera tan notable con el del terreno bajo y pantanoso que se extiende desde Al- menara hasta la costa y mas allá de Moncofar, que parece imposible que efectos tan opuestos procedan de una misma causa. Y efectiva- mente es asi, pues basta ver que estas dos regiones están alineadas, y son dependientes de la terminacion de los últimos estribos de la Sierra Espadán; con la sola diferencia de que ocupando aquella la falda, los estratos ofrecen allí mas inclinacion que en la llanura, rellenas una y otra de terreno diluvial y de acarreo moderno. Las mismas reflexiones podrian hacerse respecto de los otros pun- tos pantanosos de la provincia, si bien en honor de la verdad, en ninguno de ellos se ye tan palpablemente como en el indicado la de- mostracion de estos hechos. Y como quiera que la cuestion es tan importante, pues no solo se trata de conquistar para la agricultura ex- tensiones considerables de terrenos completamente perdidos hoy por la incuria, sino tambien de proporcionar al habitante de dichas comar= cas mejores condiciones de existencia, haciendo desaparecer la causa perenne que altera su salud, diezma con frecuencia las poblaciones y hasta les imprime un sello moral nada halagueño, conviene insistir en esta materia, en la que por otra parte podrá comprenderse la inmensa 404 TOMO IV. Medios de sanear es- tas regiones. 792 utilidad que á la agricultura proporciona el estudio de la ciencia geo- lógica. Tres son los medios que podrian ponerse en práctica para conse- guir tan felices resultados, 4 saber: el desagúe, el terraplenar la parte pantanosa y convertirla en tierra firme, ó el intentar dar salida á las aguas antes de que estas lleguen á la llanura que inundan. El desagúe puede verificarse, sea por canales subterráneos, como practican los de Villanueva de Alcolea en circunstancias análogas, ó por acequias ó azarbes llevando las aguas al mar. Las circunstancias locales, sin embargo, podrian oponerse á la realizacion de este medio, puesto que hay algunos puntos que al parecer son inferiores al nivel del Mediterráneo. El mismo resultado podria obtenerse aplicando má- quinas de vapor que elevasen el agua á cierta altura para distribuirla despues en las muchas tierras que necesitan el riego desde Almenara á Murviedro; pero este medio es sumamente costoso, pues se necesita- rian muchas máquinas, cuyo consumo de combustible, gastos de repa- racion y operarios serian considerables, no sabiendo hasta qué punto podrian agotar la enorme cantidad de agua que arrojan los veneros subterráneos. El segundo medio, ó el de terraplenar aquellos pantanos, propuesto ya por el Sr. Cavanilles para hacer desaparecer el de Oropesa, podria hacerse por una sociedad que contase con grandes capitales, abriendo anchas zanjas paralelas á la costa, rellenándolas con cantos, y cubrién- dolas despues con la misma tierra que se fuera sacando hasta colocarla 430 4 pies sobre el nivel del mar. Este procedimiento, aconsejado ya por tan distinguido naturalista, haria avanzar hácia el Mediterráneo la salida de aguas, hasta lograr que esta se verificase dentro del mar mis- mo, con lo cual se conseguiria el desagúe, y la adquisicion de una tier- ra vegetal de la mayor fertilidad. Si pudiera dirigirse á estos puntos alguna corriente de agua exte- rior, tambien se obtendria este resultado por un medio sencillo puesto en práctica en Italia por el Cardenal Buoncompagni, reducido á entur- biar las aguas por medio de tierra y piedras arrojadas en su corriente, pues en el momento en que aquellas se extienden, debilitándose su fuerza 793 de acarreo se depositan estos materiales, formando capas sucesivas que con el trascurso del tiempo convertirian á la region en tierra firme. La naturaleza misma nos da un ejemplo palpable de la eficacia de este medio, del que se vale para hacer desaparecer los lagos, rellenando su fondo y convirtiéndolos en tierras feracísimas. Por último, el tercer medio, en mi concepto el mas practicable y util, es el de evitar que las aguas lleguen á los puntos bajos, intercep- tándolas en su curso en las faldas de las montañas. Esto puede hacerse en aquellas localidades en que ya existen en las laderas de las monta- ñas fuentes ascendentes naturales, como sucede en la Vall de Uxó y en Cuart de les Valls, dando mas facil salida al agua por sus propios conductos, pues toda la que saliese por allí, naturalmente no iria á inundar las regiones de Almenara. Empero la mas absurda é incom- prensible preocupacion, contra la que se han estrellado los buenos deseos de personas ilustradas y amantes del pais, se opone á la reali- zacion de este medio tan racional, y que dicta la naturaleza misma. Pretenden, con efecto, las gentes ignorantes de aquella comarca que los veneros se agotarian si llegase á dar mayor salida á las aguas; y consecuentes con esta doctrina, falsa á todas luces, tienen en un estado de lamentable abandono el punto por donde aparece aquel filon de oro líquido. La naturáleza, sin embargo, siempre próvida, y combatiendo este error del hombre á quien tantos beneficios le dispensa, se encarga, por medio de la fuerza que las mismas aguas ejercen al salir, de impe- dir se obstruyan por completo las canales. Deséchense, pues, semejantes errores, límpiense los conductos ac- tuales y ábranse otros nuevos, con lo cual se conseguirá aumentar considerablemente la riqueza de aquella parte de la provincia de Va- lencia, disminuyéndose en razon directa las aguas que encharcan é inutilizan muchos terrenos de los de la limítrofe, cuya descripcion estoy haciendo. En esta region, y por igual motivo en las de Oropesa, Torreblan- ca y Benicarló, podria conseguirse el mismo resultado por medio de sondas ó pozos artesianos, practicándolos en las faldas de las montañas: ó por los llamados absorbentes, en los puntos mismos en que las aguas Fuentes naturales y artificiales. 794 se encharcan. Pero á fin de no dejar interrumpida la cuestion de fuen- tes, dejo para mas adelante los detalles que creo mas oportunos para poner en práctica, en estas como en otras regiones de la provincia, este ramo de industria, tan poderoso auxiliar de la agricultura. Volviendo despues de esta digresion, que hemos creido necesaria atendida la importancia del asunto, á las fuentes, casi es inútil decir que con respecto á las naturales ó sea aquellas en que las aguas apa- recen por efecto de la disposicion propia de los terrenos, es por de- más dar reglas y preceptos para buscarlas, puesto que manifestándose las aguas al exterior, no se necesitan grandes indagaciones para hallarlas. No sucede lo mismo respecto de las artificiales, pues estas se con siguen mas facilmente cuando su realizacion se halla guiada por la luminosa antorcha de la geologia. Para esto basta tener presentes los principios que van indicados mas arriba y ponerlos en práctica; no siendo posible marcar los puntos mas favorables de la provincia para esta empresa, precisamente por ser demasiado numerosos los que ofre- cen para ello buenas condiciones. Las fuentes siempre aparecen en las faldas ó al principio de la pen- diente de las montañas, en aquel lado hácia donde se inclinan los estratos. La naturaleza de estos, permeable ó impermeable, indicará la posibilidad ó imposibilidad de la existencia de agua subterránea, asi como el ángulo que forman los bancos con el horizonte marcará la profundidad á que hay que irlas á buscar. Sobre todo en esta materia no hay mejor regla que la que nos señala la naturaleza misma en las fuentes naturales, pues los mismos principios rijen á estas que % las que el hombre busca valiéndose de sus conocimientos. Además de ir á encontrar las aguas en su curso subterráneo, y á interceptar su marcha obligándolas á salir al exterior, puede tambien el hombre construir los manantiales artificialmente; y aunque esto sea general y no peculiar á la provincia objeto de la presente Memoria, nos atrevemos á señalar el modo de realizarlos, convencidos de la mucha utilidad que pueden proporcionar al agricultor de la misma. Para la construccion de dichos manantiales se empieza por es- cojer un terreno suelto, permeable, arenoso ó detrítico, con cierta 795 inclinacion, de una á dos hectáreas: hecho esto, se abre en el punto mas elevado de la pendiente, y en direccion trasversal á su in- elinacion, una zanja cuya profundidad sea de 1 6 2 metros y su anchura de 2; abierta que sea é igualado su fondo, se cubre este de una capa impermeable de arcilla, marga ó asfalto, ó de algun cemento ó argamasa que haga las veces de aquella. Concluida una zanja y re- llena con los escombros de la que sigue, se van construyendo otras, siempre descendiendo en el terreno hasta llegar á la parte mas baja, en cuyo punto se construye una pared sólida con un conducto en el cen- tro para dar salida á las aguas que desde lo alto vayan filtrando, con lo cual queda terminada la construccion de la fuente. Pero para evitar la evaporacion de dichas aguas, y aun para facilitar el descenso de estas hasta la capa impermeable, es preciso plantar árboles frutales de poca eleyacion 6 mejor arbustos bastante espesos en la direccion delas zanjas que han de dar existencia al manantial. Otro medio puede emplearse para conseguir el mismo resultado, y es: levantar malecones ó diques trasversales de tierra ó piedra en los valles algo espaciosos ó en las llanuras que ofrezcan ondulaciones, y que tengan su direccion marcada hácia un mismo punto que pueda servir de thalweg ó cauce ú las aguas. Aquellos tienen por objeto recibir á estas y facilitar la filtracion impidiendo su curso exterior. Despues se abre un conducto ó acequia cubierta en la parte inferior de los diques, que siga en su direccion la pendiente del valle ó llanu- ra, y otros trasversales, tambien subterráneos, puestos en comunica- cion con el primero. En la extremidad inferior del valle ó llanura se establece un depósito, desde el cual se distribuyen las aguas. segun el uso á que se destinan. ste medio puede proporcionar agua en abundancia, sobre todo cuando las laderas de los valles ó las que limitan las llanuras están compuestas de capas permeables alternando con otras impermeables, y cuando tienen cierta extension; es al propio tiempo muy eficaz, cuando se adopta en muchos valles cuyas aguas afluyen al mismo rio, para evitar las inundaciones, que siempre las determina la acumulacion de de las aguas en un momento y punto dados. El Val d'Ancher (valle 796 del Angel) en Alcalá es uno de los puntos mas á propósito para la rea- lizacion de esta idea. E Cuando en vez de buscar las aguas de filtraciones superficiales, ar- mado el hombre de la sonda se propone hacer que lleguen á la super ficie las que circulan á mayores profundidades, pone en práctica los que se llaman pozos artesianos. Distínguense estos de las fuentes comunes, excepto, si se quiere, las termales, por la profundidad de que proceden sus aguas, y tambien porque en vez de ser efecto de filtraciones loca- les vienen de regiones mas ó menos lejanas, y de puntos á veces muy altos: de donde se sigue que en busca de su propio nivel, cuando el hombre las procura una salida por medio de la sonda, impelidas por su propio peso dan un salto proporcionado al punto de su procedencia. De manera que puede decirse que un pozo artesiano representa una de las dos ramas de un sifon ó tubo encorvado, de las cuales la otra está constituida por la direccion y curso subterráneo, desde su entrada por filtracion hasta el punto de salida. Los obstáculos que encuentran las aguas á su paso aumentan en razon directa la presion que este agente determina, y en la misma pro- porcion su tendencia á salir al exterior, que verifica con cierto estré- pito en el momento en que el hombre le proporciona una salida. A estas causas del salto de las aguas en los pozos artesianos, que crece á medida que procede de puntos mas profundos, hay que añadir la que determina el calor, central del globo, que, como es sabi- do, aumenta á partir de la capa de temperatura constante, en ra- zon de 1 grado por cada 33 metros próximamente; de donde se sigue que si las aguas van muy profundas puede aquel hacerlas hervir, ó re- ducir á vapor, cuya propia elasticidad ha de aumentar necesariamente su presion. De donde se deduce la analogía que hay entre estos pozos y las fuentes termales, observándose que son raros los artesianos cuyas aguas dejan de marcar una temperatura superior á la del medio am- biente. Los obstáculos, empero, que en aquellas encuentren las aguas son infinitamente menores, puesto que la naturaleza misma les procura la salida; siendo esta la verdadera diferencia que las distingue de las fuentes artesianas. 797 De que la presion que experimentan las aguas es una de las causas principales de la salida tumultuosa, así como del salto que dan, puede convencerse cualquiera sin mas que trasladarse á la fuente de la Espe- ranza, en Segorbe, ó á las de Alcocebre y Ribamar (en Alcalá), y tambien, aunque no pertenezca á la provincia, á Cuart de les Valls ó á la Vall de Uxó (Valencia). Allí verá un tipo de fuentes ascendentes naturales; y si se entretiene en obstruir en un pequeño recinto los conductos por donde salen las aguas, notará que á medida que se reduce el número, el salto es mayor precisamente, porque aumenta en proporcion directa la pre- sion. Este experimento he tenido ocasion de hacerlo por mí mismo muchas veces, en los innumerables manantiales que existen entre Pe- ñagolosa y Alcocebre. De todo lo dicho se infiere, que tambien los pozos artesianos exijen para su establecimiento ciertas condiciones, que de no concurrir sería temerario arriesgar los capitales en una empresa descabellada. Aquí, lo mismo que en las fuentes, debemos manifestar, que la primera condi- cion para la posibilidad de las aguas artesianas es el que los estra- tos permitan la filtracion, ó en otros términos, que sean permeables, lo cual solo se encuentra en los terrenos de sedimento; sigue á esta la alternativa de capas permeables con otras impermeables; la tercera consiste en que los estratos tengan cierto grado de inclinacion, y que no estén interrumpidos ó dislocados, presentando fallas ó saltos, lo cual se conocerá perfectamente examinándolos en las dos laderas de un valle ó cuenca. Si á estas condiciones se añade el que los estratos permeables alternando con los impermeables, ofrecen sus cabezas Ó es- tremidades terminales levantadas ó abiertas en las pendientes de una cuenca, y buzando hácia el centro de ella, puede decirse que la region ó comarca reune las condiciones mas favorables á esta empresa. No es necesario que la cuenca esté cerrada por completo, pues una llanura limitada por una cordillera ó sus estribos, con tal que los estratos de estos bucen hácia aquella, aunque termine por ejemplo en el mar (como es el caso de toda la costa de la provincia), pueden intentarse los pozos artesianos, ya que entonces las aguas sufren la presion enorme de las del mar. La prueba mas irrecusable de esto, son los numerosos ma- Condiciones ara el estáa- blecimiento de los pozos artesianos. 798 nantiales que hasta el vulgo distingue de las fuentes comunes, llamán- dolos en el dialecto valenciano ullals, que se encuentran en toda la costa, y que no son sino el remanente de aguas que no pueden salir en el interior del mar. Los terrenos Aun cuando las aguas artesianas son posibles y probables siempre jurásico y cre- táceo son los Que las comarcas ofrezcan las condiciones indicadas, sin embargo, debe mas favora= bles para los decirse que en general el terreno cretáceo, y despues el jurásico, son artesianos- los mas á propósito para la práctica de los pozos artesianos, en razon á la regularidad con que se suceden los materiales permeables (arenas, areniscas y calizas) con los impermeables (arcillas), y por ser los que han sufrido menos dislocaciones; de consiguiente, sus estratos se con- tinuan por largos trechos sin que varie mucho su inclinacion. cod Decidida ya la cuestion de la posibilidad de la existencia de aguas de elección. artesianas, falta averiguar si es indiferente la aplicacion de la sonda en cualquier punto, ó si los hay realmente que puedan llamarse de elec- cion. Con poco que recordemos los principios que acabamos de indi- car, veremos que lejos de ser indiferente el practicar la perforacion en este ó en otro punto, hay necesidad de escojer determinados si- tios, si se ha de proceder con sano criterio, y si se quiere esperar buenos resultados. La primera condicion es que se busquen en el lado hácia donde buzan los estratos, nunca en direccion contraria: además, si el pais es montañoso conviene practicar la sonda cerca del pie de la montaña, pues es donde hay que atravesar menos estratos; y sies en una cuenca abierta, en el mas inmediato al centro, por acudir allí las filtraciones interiores. Si la provincia de Castellon no ofreciera las mejores condiciones para el establecimiento de este ramo de industria de tanta trascenden- cia, pues es el único medio de combatir las sequías pertinaces que con sobrada frecuencia la aflijen, me hubiera abstenido de abordar tan de- licada cuestion, y mucho mas de entrar en tantos detalles, persuadido de que no deberian formar parte de este escrito. Pero como, por el con- trario, ofrece en el mas alto grado las mejores condiciones para el establecimiento de pozos artesianos, como lo acreditan esos rios sub- terráneos que van á perderse en el mar, y que solo esperan que una 799 mano inteligente secundada por algunos capitales los obligue á salir al exterior para esparcir la alegría y riqueza en el pais, no he du- dado un momento en abordar esta materia. Formada, con efecto, la provincia de Castellon de terrenos de sedimento, en su mayor parte compuestos de materiales permeables alternando con impermeables, dispuestos en capas regulares que se extienden sin interrupcion por largo trecho, con una inclinacion regular en sus bancos, sin grandes dislocaciones, fallas ni saltos, dando lugar á cordilleras y estribos pa- ralelos, dejando entre sí valles Ó cuencas tipos, y terminada por una llanura que por un lado limita el mar y por otro las montañas cuyos estratos se dirijen hácia aquel, puede decirse que la Providencia pare- ce haberse complacido en presentar aquí reunidas cuantas cireunstan— cias favorables se necesitan para el caso. Solo el hombre, por ignorancia ó incuria, ha despreciado hasta el presente tan ricos dones. En cuanto á los puntos en que este ramo de industria tiene mas probabilidades de buen éxito, son: las dos grandes llanuras que se ex- tienden desde Almenara á Benicasim, y desde Oropesa á Torreblanca; los valles de Ribamar, Estopet y Alcalá; la llanura de Benicarló y Vinaroz, como lo atestigua la fuente de Peñíscola; la hermosa vega de S. Mateo, y las de Albocacer y Cuevas, como bifurcacion de aquella; las cuencas de Morella y Cinctorres por lo que toca á la region ocupada por el terreno eretáceo. En Jérica, Vivel, Bejis, y en toda la falda del terreno jurásico, desde este punto hasta la Masía de Ribas, tambien bay condiciones para pozos artesianos. No sucede lo propio respecto á las pendientes oriental y occidental de la Sierra Espadán, y hay que ir á su extremidad meridional en la Villavieja, la Vall y Valletes, estas dos últimas en la provincia de Valencia, para encontrarlas. Escuso encarecer la importancia que para la provincia pudiera esto tener, pues se alcanza facilmente la trascendencia que en un pais esen- cialmente agrícola tiene el agua: y tampoco quiero entrar en detalles acerca del modo de ponerlo en práctica, por no ser de la incumbencia de esta Memoria. Lo que solo desea el autor de estas mal trazadas li- neas es que si por fortuna alguna persona, corporacion ó sociedad, esti- mulados por estas indicaciones, y llevados por el amor á su pais y por el TOMO 1V. 102 800 deseo de hacer nna especulacion enriqueciendo á aquel, se decidiesen á poner en práctica los pozos artesianos en la provincia, lo hagan guiados por los conocimientos científicos, pues de lo contrario, sobre que no hay tantas probabilidades de buen éxito, los pueblos creen que es un engaño, y se desacredita uno de los medios mas directos de ha- cer su felicidad. Dos palabras, para concluir, acerca de los pozos inversos. Estos están fundados en los mismos principios que los artesianos, de los que solo difieren en recibir ó absorber los líquidos (por cuya razon se les apellida comunmente absorbentes ó sumideros), en vez de suminis- trarlos como aquellos. En general un pozo absorbe tanta agua cuanta es capaz de suministrar si adquiere el caracter artesiano; de modo que si este da 100 litros de agua por minuto con un salto de 1 metro, bas- tará alargar el tubo con que generalmente se revisten las paredes de aquel para que se convierta en absorbente, y consuma la mis- ma agua; de donde se deduce que un pozo artesiano puede conver- tirse en absorbente por este medio tan sencillo, y su absorcion será mucho mas activa si el agua no llega á la superficie ó no da salto. Este es otro de los medios que indicamos para la desecacion de los lugares pantanosos de la provincia, y principalmentelos de Alme- nara, Oropesa y Torreblanca: el modo de ponerlos en práctica es el mismo que el de los pozos artesianos; y ya esto sale del cuadro de esta Memoria, siendo de la ineumbencia de tratados especiales. FIN DEL TOMO IV DE LA COLECCION Y II DE CIENCIAS NATURALES. INDICE. IU RES NO Daono pando oO OdRON ADO TEDD Ada DDe sE apo oor aan DC brOROS pág. 571 Situacion geográfica de la provincia, y suclimalolofl. conca. 580 PRIMERA PARTE. CeOqnos tl. naa a UNOS ANO UL AN aaa 5817 Terreno triásico: caracteres mineralógicos, estratigráficos y paleonto- lógicos (Corte de este terreno): extension y distribucion: accidentes orográficos é hidrográficos: alturas baromélricas y caracter que imprimen al anne EOI O ale NINE OTTO de rl 588 Terreno jurásico: 3d. dd. (CONtE)...cmocnnninnicnncnnconoracnnncccanannn 599 TA CreLaceos dose CONNUO MOS ICONÍES tdo doin daa aaa 605 Íd. terciario: id. id., con corle........... Oe dR nabo SO REDAC ds 616 Terrenos cuaternario y moderno: formacion de la turba: id. de la toba 1d ala URMÍBCIONES currar encon aora ds 620 Terrenos igneos: terreno plutónico: caracter mineral y distribucion: JETDES 0) ERP Booneooocooooo dcir aPRbOooRobO nOs usO Dado g eS obrados 651 Terreno volcánico: descripcion geognóstica de las islas Columbretes, acompañada de Un COrll...ooococcccncccncoso ANS ECatES tSBBpeC 655 SEGUNDA PARTE. Descripcion de las rocas, marcha de su descomposición, y agentes que MALE NN O la iaa 656 SAN ERA A OOO aae aESPceG 657 ISI AS TURCO con bons B RAROS Un SS OOO REO ESOS OduLOSAOLn 646 TA ACA ON iaa 650 IAEA A oa: 660 ld. de los terrenos cualernario y MOderNO...oomooonconncncnranccnnnnos 661 Íd. id. ¿gneo, rocas plutónicas y rocas vOlCÁNICAS o oooomcococcninncnnnos 662 TERCERA PARTE, Tierra vegetal: consideraciones generales sobre la importancia relativa de su composicion y sus propiedades fiSiCAS..ooooomnonnnnnionnnnnns. Clasificacion de las tierras, y caracteres que distinguen á cada una de UA sonda oA Nooo nado porno sonaO a joda Stadono dra geincabias Idbose Modo de reconocer las propiedades fisicas de las lierras....ooo...... Cuadro de la análisis de las tierras, y caracteres que las distinguen. CUARTA PARTE. COnsejosó preceptos agricola iaa Articulo 1."—Mejoramientos, 1.” que suministran las rocas igneas; 2." marga; 3. caliza: 4.* arcilla; y 5.” Orenas....oooooooconm*..... Mejoramientos y estimulantes de la vegetacion: yeso, cenizas de la TUN Da del EQnMlO > co ono conca a o oac e tdSaelS Artículo 2."—Plantas cuyo cultivo conviene extender ó introducir en CAPTA sd Cuadro y resumen de las plantas de la provincid...ooononnnnnccnnno. Limites del cultivo de toda planta.....ooomnnconnnncccnnnnoccnnonanono ros A A ON Algarrobo.......... O opi pad a dabddo: A o Ra NAS: LSO OMA ci ARA ia e olas Encinasinoble yy ralcornoquessitait ade ad. st dia A O AA o cdsuona Vid. DO OO RRA NS tn y Ion E TEE a E sE MU) SUOMI 667 685 691 704 A ROS iS 165 dono drotLot ab deca dbEEa nocaap sas code 766 CACAO ltda: 1617 ANTORYCA teoado dards id ContenoR Ine ON ct SAT DONA 768 MA ct osa 1d. MI occitano soon SOTA id. Plantas UE ICON VIERA ANA aa Oi? 769 Almendron de Mallorca, y COStQMO......oooooocncconconcnconnncncnanocnns id. ACA A A O e T10 Trigo mollar, escanda, y cebada de Australil..oonnnnccccccoso id. CODO OCUPO O SN e TA LU AO AA AOS id O a o aces idas 7192 A A O o AO id RUC AA A A des 115 ENIVALOS cobros noo Bo Ibarra PA Id id. IA Promo dos Otro pops aa id. APENDICE. Fuentes y pozos artesianos demostrados con figuras, y sus aplicacio— nes á la agricultura de la provincia : ÍNDICE de las materias contenidas en esta 5.* parte del tomo 1Y. — LU US Discurso que sobre la importancia del estudio de las Matemáticas, y su enlace intimo con el de las ciencias Fisicas y naturales, leyó el Señor D. Manuel Fernandez de los Senderos en el acto de su recepcion ALCA MAME AROs s oñanoanoqotacicurocabroncorcdoccccodade Discurso que en contestacion al del Sr. D. Manuel Fernandez de los Senderos, en el acto de su recepcion como Académico numerario, leyó el Excmo. Sr. D. Antonio Remon Zarco del Valle y Huet, Pre Ode Ramilletes de plantas españolas escogidas; por el Doctor D. Mariano A A Oia: Nuevo apéndice ó suplemento ú la Flora de Filipinas del P. Fr. Ma- nuel Blanco, por el P. Fr. Antonio Llanos.............ooocoommmo.... Catálogo metódico de las aves observadas en una gran parte de la pro- umcta de Murcia por D. Angel QUITADO. oo.oococooconaocencanenonaeo Erpetología hispalensis, seu catalogus methodicus reptilium et ampli- biorum ún provincia Hispalensi viventium, auctore Antonio a Ma- As AM ao bons Memoria geognóstico-agricola sobre la provincia de Castellon, premiada por la Real Academia de Ciencias en concurso público con arreglo al programa presentado por la misma para el año de ISS APO nan VUEnDua Y Pr ieoaaaiia Ei PAG ÍNDICE GENERAL de las materias contenidas en las tres partes de que consta el tomo IV de la coleccion de Memorias de la Real Academia de Ciencias. PRIMERA PARTE. Memoria geognóstico-agricola sobre la provincia de Pontevedra, pre- miada por la Real Academia de Ciencias en concurso público con arreglo al programa presentado por la misma para el año 1855; por D. Antomio Valenzuela ¡Ozores..tcomaodooeiomo icaaomabomcaoldion as Ensayo de una descripcion general de la estructura geológica del terreno de España en la Peninsula: seccion 4.”; por el fimo. Sr. D. Joaquin EXQUErTO dela DOMO No aoth 2d o di Ras losa 0 Memoria sobre el mecanismo de la generacion en los animales conside- rada en general; por D. Nicolás Casas de Mendoza. ooo... SEGUNDA PARTE. Suelo, clima, cultivo agrario y forestal de la provincia de Vizcaya. Memoria premiada por la Real Academia de Ciencias en con- curso público con arreglo al programa presentado por la misma para el año de 1856; por D. Lucas de Olazabal.ccoonnnnnnncon... Discurso sobre la necesidad de una descripcion completa de la Cordillera de Sierra-Morena con relacion ú los tres reinos de la Historia natural, leido por el Sr. D. Felipe Naranjo y Garza en la sesion pública de su recepcion como Académico numerario, celebrada elidiarlde rene dos Ii Res: Discurso que en contestacion al del Sr. D, Felipe Naranjo y Garza, en el acto de su recepcion como Académico numerario, leyó el Excmo. Sr. D. Antonio Remon Zarco del Valle, Presidente de la 157 211 529 Real Academia de Ciencias, en la sesion pública celebrada el dia 11 de encrod AMPARA RNA donas eee Ensayo de una Descripcion general de la estructura geológica del terre- no de España en la Peninsula; seccion 5.”, por el Jlmo. Sr. Don JOG JUEZ UT ULA Oca Tao aladas Catálogo de las aves de la Albufera, por D. Ignacio Vidal, Corres- ponsal de la Real Academia de Ciencias, en Valencia............. TERCERA PARTE. Discurso que sobre la importancia del estudio de las Matemáticas y su enlace íntimo con el de las Ciencias físicas y naturales, leyó el Sr. D. Manuel Fernandez de los Senderos en el acto de su recepcion de Académico NUMerariO. ..oococcococcncnncncccinnos Discurso que en contestacion al del Sr. D. Manuel Fernandez de los Senderos, en el acto de su recepcion como Académico nu- merario, leyó el Excmo. Sr. D. Antonio Remon Zarco del Valle y Huet, Presidente de la Academia... ....o.oooocccccccoccccnncaccconnos Ramilletes de plantas españolas escogidas; por el Doctor D. Mariano dela PazsGracls cdo cesos «oras o gas Nuevo apéndice 6 suplemento á la Flora de Filipinas del P. Fr. Manuel Blanco, por el P. Fr. Antonio Llanos......ooooomocoonocc... Catálogo metódico de las aves observadas en una gran parte de la provincia de Murcia; por D. Angel GuIrUO. ..ooocooncconnnnccnnncoo Erpetología hispalensis, seu catalogus methodicus reptilium et am- phibiorum in provincia hispalensi viventium, auctore Antonio a Machado —=MDCOOMI A IO Memoria geognóstico-agrícola sobre la provincia de Castellon, pre- miada por la Real Academia de Ciencias en concurso público con arreglo al programa presentado por la misma para el año de 1858, por D. Juan Vilanova y Piera. ......oonomncccocanccocos» A 451 561 PAGINAS. LÍNEAS. 15 E] ERRATAS, SEGUNDA PARTE. DICE. DEBE DECIR. Tringa alpina Tr. cinclus Ortygometra Ort. que es veterum que es Porph. velerum son las son los sentado el principio sentado al principio Valencia 31 de diciembre de 1856. P. halizetus xP. halisetus Musolman Musol marí de riu Blavet de riu, Blavet S. melanocephala xS. melanocephala despues de la voz castellana: al. sin nombre id. id. (Bechst,) (Leis].) (Bechst.) (Besek.) ¿Torrellat? Forrellat? Sistot islot (Leist.) (Leisl.) Philomacus, Philomachus, ¿Redondell? ¿Redonell? (Tr. Bonaparte Schelg.) (Tr. Bonapartei, Schleg.) (Leist.) (Leisl.) Picardoñet Picardonet Cua de chune Cua de chunc. Chanlelasmus Chaulelasmus Morell, capellut Morel capellut Ocasele. Ocascle. Cenicienta, comun Cenicienta comun Corren Correu TERCERA PARTE. metodicus methodicus MCCCLIX. MDCCCLIX. AI ÁÍPANAARA Lib ny yA A A A 0 á DA LIVIN AAA ¿A de LT E sp Te q A ' ¡ MI - p he Y ' ' ] E 120 b 0 , MELO o TN % o Í ao OS ¿IAEA al A Ñ h . q e mm " Fr 13 E 2 | SATA O FÓSILES JURÁSICOS. LÁMINA PRIMERA. GENERO. Trigonia.. ... Gryphea...... Ceromya..... Belemnites..... Nautilus...... Ammonites... . |Terebratula... Spill ESPECIE. AUTOR. LOCALIDAD Y PISO DEL TERRENO + Gibbosa Sowerby... | El Toro, portlándico. Virgula......- Goldfuss. .. | Jérica, quimeridge. Excentrica.... . | Agassiz.... L1d., id. Hastatus. ....-. Blainville. . | Entre el Molinar y el Toro, oxfórdico. Sinuatus. ..... SOM Sarrion, 1d. Hommairei.... | D'Orbigny.. | 1d., id. Zignodianus... | D'Orb..... Id., id. AncepS......- Reinecke... | 1d., id. Macrocephalus. | Schlothein.. | Id., id. y oolita inferior. Planula....... Bllsoosa ld., oolita inferior. anos eco AMS Id., oxfórdico. Gervillei...... SOW=> 02 Id., oolita inferior. Microstoma.... | D'Orb..... Id., grande oolita. Fimbriatus. ... |Sow....... Id., hásico. Biflexuosus.... | D'Orb..... ld. Disc iaa aRnas Cerro de las Mulas, oolita inferior. Biplex. .....-- A Mibaaaono Bejís, oxfórdico. Radians. . .... [Sehlot..... Javalambre, liásico. Perovalis...... Sow......- | Sarrion, oolita inferior. ROSAS Javalambre, liásico. DS - TFT) TITIZII ZO Fosiles'. JurasEco Ss. FÓSILES CRETACEOS. CENERO. LÁMINA SEGUNDA. N.* ESPECIE. AUTOR. LOCALIDAD Y PISO DEL TERRENO. 1. | Hamites...... | Dissimilis. .... D'Orbigny.. | Cinctorres, neocómico inferior. 2. | Ammonites .. | Bicurvatus..... | Michelin... | Id., gault. DM os Cesticulatus.. .. | Leymerie. . | Alcalá, id, AS Juilleti........ | D'Orb...... | Chert, neocómico. 5. | Td... Mantelli....... Sowerby... | Alcalá, creta verde. CAM roo. Dufresnoyi..... |D'Orb...... | Cinctorres, neocómico. 1 We bsss cabo Emerici....... Raspail.... | Id. id. 8. | Id... Didayanus..... | D'Orb...... | Id. id. as Feraudianus. .. | D'Orb...... | Alcalá, creta verde. Ds lbs oapuaste Beudanti...... Brongniart.. | Cinctorres, neocómico. Ml Cormuelianos. o | ¡D'Orb:. 0. | 1d, 1d: 12. | Pleurotomaria? | Pizcuetana. . .. | Vilanova... | Chert, id. IBA e: Fibrosa....... |D'Orb...... | Cuevas, gault. 14. | Trigonia..... Dintilasoosone D'Orb...... | 1d., neocómico. 1 mn (Cottald mae D'Orb...... | Alcalá, áptico. 16. | Plicatula. .... Placunea. ..... | Lamarek. .. | Cinctorres, neocómico. MM Eee Asperrima..... | D'Orb. Td., id. 18. | Janira....... Neocomiensis... | D'Orb Cuevas, id. 19. | Rhynchonella.. | Lata.......... D'Orb. Alcalá, id. 2). | Terebratula. .. | Carteroniana. .. | D'Orb, Id., id. A A A (SO: Cinctorres, áptico y neocómico. 92. | Toxaster....... | Oblongus...... Agassiz... . . | 1d., neocómico. 23. | Tetragrama... | Variolare...... Agas....... | 1d., creta verde. 2. | Discoidea..... | Macropyga..... | Agas....... | Alcalá, neocómico. 1] Memoria ¿eognostica de Castellon. J. Vilanova. Dib* del nal y lit” por E Kraus Lit. Alemar stes iuitleens FÓSILES CRETÁCEOS. LÁMINA TERCERA. Nay GÉNERO. ESPECIE. AUTOR. 1. | Belemnites.... | Dilatatus...... Blainville... 2. | Toxoceras.... | Honnoratianus.. | D'Orbigny. . 3. | Ammonites.... | Crassicostatus.. | D'Orb...... AM Gargasensis.... | D'Orb...... PI sosa aa Parandieri. ... | D'Orb...... 6. | Natica....... | Pradoana. .... | Vilanova... 7. | Cerithium?... | Luxani. ....-- Verneuil... 8. |Scalaria?..... | Ganaliculata... | D'Orb...... 9. |¡Cerithium.... | Vidalinum. ... | Vilanova... 10 us Neocomiensis.. | D'Orb...... A Nerea Royeriana. .... DOTE 1 COn A Verneuilli..... | Vilanova... 1 Corbis Cordiformis. .. | D'Orb...... 14. | Corbula. .... |Striatula...... Sowerby... 15. | Pholadomya.. | Favrina....... | Ágassiz..... e lEsscocoadose Elongata...... | Múnster..... Mi. Sadooo Robinaldina... ¡ D'Orb...... 18. | Trigonia..... Sd MNeBcacos || aconbenego Coda Carinata........ | Ágas. 20 (Lima... Expansa...... Forbes... Alo taayson 0 Atar. DOLb: O o Truellei....... DOME Ml e ceoor Quinquecostata. | D'Orb...... 24.|Ostrea..... rss "Orb.. LOCALIDAD Y PISO DEL TERRENO. Alcalá, neocómico. Benasal, 1d. Cinctorres, 1d. Alcalá, id. Cuevas, id. y gault. Chert, neocómico. Córtes, id. Chert, 1d. ld., id. Td., id. Td Ras Td., id. Alcalá, 1d. Chert, 1d. Alcalá, álbico. Id., neocómico. Benasal, 1d. Morella, 1d. Benasal, 1d. Cuevas, id. Benasal, id. Td., senónico. Cuevas, creta clorítica. Alcalá, neocómico. Castellon. ¿cognostica de Memoria Lam?3* JVilanova. Cretáceos. Fósiles A OMADAAT CA OMA UND A ET e DÁ A TOETGL ¡Terciaria * e e FÓSILES TERCIARIOS. LÁMINA CUARTA. N.” GENERO. TM tose 92. | Lymnea..... 3. | Planorbis. ... era 5. | Cyclostoma. ... ESPECIE. AUTOR. LOCALIDAD Y PISO DEL TERRENO. Dufresnoyi...... | Matheron... | Alcalá, mioceno. Palustris...... Grateloup. . | 1d., 1d. Rotundatus. ... | Brongniart. | Fanzara, id. Corneus......- Linneo..... Alcalá, 1d. Draparnaudii.. | Math....... | 1Td., id. Memoria ¿eognostica de Castellon. J Vilanova. Lam: 4% Lit. Alemana, Fuencarta Fósiles Terciarios. Memoria $eognostica de Castellon. J. Vilanova Lan*+ 5 Monte Colibre Puerto Tofino dl , Malaspina y SU 95 Ñ Esp 0sd Navarrete” No Taldez Fidalgo ESCarceos py Joaquin ISLAS COLUMBRETES. > r Al Y. e mqribd O: S > no . Variaciomae la aqua « Monte Colibre. | Lo vala de 1 milla marna. J Vilanova. Memoria ¿eognostica de Castellon. Lam+ 64 307 = Y or a ee! o 4? y oca Tronchon Y , 1 la Alo la provincia. FleTa S Aqustin O aleotasi E OS 2 — | a ER E [Es] Verreno ¡Oualernario. 7 * le " Lerciario. 2 m7 Lictacco. 7] e) Hrasico. 7 Puertos de Beccite 5 . >= ” Lriasico. - 2 Ulldocona OMYINAROZ Benicarlo ¿Torreblanca | ; O Benlloch E il ps ¿ a £ > Fillalamez [JCAbarien E La Púcbla Uropeña dc Oropesa A 5 2 Benicasim ; 7 6 y > y Y a) Kad Foz Da Benafer lech Villavieja enara (0) CAS PELLON dela Plana a » QAMA zora Q TF COLUMBRETES v-É O VLLARREAL 9. , a o Sl á