a ML : pS HARVARD UNIVERSITY. LIBRARY OF THE MUSEUM OF COMPARATIVE ZOOLOGY. 2. MALE II DEE Ñ ce AN AD óA | AN AI me PUN O NS A e NE FEB 241898 DE LA | REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DE MADRID TOMO XVII da | ES = UA E: : Ml A ME o, : MADRID IMPRENTA DD DON LUIS AGUADO Calle de Pontejos, $. Ai897 A SS $ a UE y /82 | | cal MEMORIAS Ah E ACTAS | ¿[HÍSICAS Y NATURALES A > 4 AO MADRID - A ma VIE. i de E el 4 Ñ ; eS p > ce AE ; , - 5 e y . ey ñ ú . dE E + E Y € a ke de ONEN Fauna MastonoLócicA IBÉRICA MEMORIA PRESENTADA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES POR EL Excmo. Señor D. MARIANO DE LA PAZ GRAELLS Individuo de número de la misma Academia, YT MADRID IMPRENTA DE D. LUIS AGUADO Calle de Pontejos, S. 1897 ERRATAS PRINCIPALES PÁG. LÍNEA. DICE. LÉASE. a 1 sabulatis subulatis. 7 13 veutriculi ventriculi, 99 11 Hommides Homminideee. 121 24 Myrmicofagos Myrmecofagos. 121 10 Myrmicobios Myrmecobios. 123 19 Tichechidos Trichechidos. 123 27 Phascolarótidos Phascolarctidos, 133 35 Clossophagina Glossophagina , 149 19 excita exista. 180 1 urtinsecus utrinsecus, 183 16 facer sacer 183 387 Boitant Boitart, 185 Gh Boitant Boitart. 190 31 tennia tenua 191 32 Venat Venator, 192 25 Latrants Latrans. 200 11 Coloralibus Color albus.. 204 27 que demás canes que 233 5 Toust Ionst. 236 30 arrectee erecta, 244 6 ovas oras, 258 33 Trusseart Trossart. 259 3 Ivati con Lope. Lati (Lope de) 262 5 un dibujo un dibujo. (Lám. 5.*) 268 21 atringentes attingentes. 268 33 Bonarensis Bonaeriensis. 272 ¡nt Pex. Peix. 281 34 perexigni perexigui, 284 29 Pennaut Pennant, 7 DICE. PÁG. LÍNEA. 284 SON Pennaut a1 284 84 Pennaut Pennant, 288 29 subfusimes subfusifor eS, E 989 29 Golbicepalus Globicephalus 294. 11 suxtusque suptusque -302 19 Sus scrofa (Linneo) Sus Serofa, Jbyinsy var. Ape Jabalí extremeño. (Lám. 6. ) 307 31 b) Sus domesticus b) Sus domesticus, Erxl. aL, dd ASA mina 7 Ao en 315 2 - dens é a dense SS E. Cuv. A A LO E. Cuy. CU 308 iS Poli Ba RA 334. 18 -— Pacocherus E Phacocherus. 336 10 autrorsum - amtrorsum E 3388 17 autrorssum : antrorsum.. 23 339 28 escandeaderos s: escodaderos E 339 TE: garzosas S garzotas ó garcetas 339 Sil Venados 4 Ciervos E e sibilans sibilams. Erxleben, pág 353.3 gorensis -angorensis. 406 35 agujero ú orbitario agujero orbitario 413 25 recta, eje de los ojos, línea en que se encuen: ojos, y 481 1 VARIETAS AMORI -—— Varietas AMORIL.. 7 IONES DE LAS LÁMINAS - Herpestes Widdrintoni z - Sus scropha Sierra de Gedos Pinto López 13 —Veraga s -— Arvícola lencurus Ñ - LÉASE, -—G. communis H. Widdringtonii S. scrofa Sierra de Gredos López Pinto. Veragua A. leucurus FEB *4 1898 PREÁMBULO "Hace más de cuarenta y seis años, con motivo de haber sido nombrado individuo de la Comisión del Mapa Geológico de España, que en su origen se llamó con más propiedad de Naturalistas encargados de describir la Gea, Flora y Fauna de nuestra nación, di principio á esta última tarea, que era la que me había sido encomendada; y, en los nueve años que duró tal cometido, la Sección que presidí publicó hasta seis Memorias refe- rentes á los estudios que verificíábamos, y en las que se puso de manifiesto estaban ya acopiados suma no pequeña de materiales y datos para poder dar comienzo á la redacción de la obra definitiva que debía presentarse al Gobierno. La reforma de la Comisión citada, refundida en la Junta general de Estadística, suprimió cuatro de las cinco Secciones que la componían, é hizo cesaran en sus fructíferas tareas otros tantos individuos de nuestra Real Academia de Ciencias, que el Gobierno había elegido, como proce- día, para dirigirlas: tres de ellos pertenecientes cabalmente á la Sección tercera, que, como es sabido, representa en dicha Corporación el saber completo de lo que se llama Historia Natural. La retirada 4 los lares académicos de los Sres. Amar de la Torre, Cutanda, Subercase y mía ocurrió precisamente cuando yo tenía redactada la Fauna Mastodológica Ibérica, y el libro tan adelantado, que casi podía empezar á imprimirse. Deploré, como era natural, la contrariedad ocurrida, y no menos la deploró nuestro ilustrado consocio D. Vicente Vázquez Queipo, que, como Presidente que había sido de la disuelta Comisión de Naturalistas, estaba AO bien enterado del estado en que se encontraban las tareas, por haberlas, sobre todo las mías, revisado varias veces, y me aconsejó con repetición no desistiera de darlas á luz, por el interés que, en su opinión, tenía materia tan útil y poco conocida como era la Historia Natural de los Mamíferos de España. Privado de medios para poder hacerlo, pues se había también supri- mido la subvención que las Secciones tenían para atender á los gastos de sus publicaciones , hube de manifestar á mi buen amigo me era imposible el sacrificio pecuniario que exigía la publicación de un libro ilustrado con costosos dibujos, y cuya venta en nuestro país sería reducidísima, como lo son también los hombres que tales obras necesitan. Contra mis observaciones, al señor Vázquez Queipo le ocurrieron otras que me hicieron meditar mucho el asunto; pero así pasaron los años, hasta que se añadieron nuevas instancias por parte de nuestro respetable con- socio, quien sostenía era deber ineludible en los individuos Académicos de la extinguida Comisión de Naturalistas que aun vivíamos, el dar al público nuestros trabajos, para demostrar que no habíamos perdido el tiempo al recorrer las provincias de España á costa del Estado. Tal razonamiento cambió mi propósito, y, para ponerme á cubierto de la acusación injusta que, según Vázquez Queipo, pudiera algún malévolo hacerme, resolví consultar la autorizada opinión de nuestra Sección tercera, sometiendo á su examen aquel escrito mío, destinado á llenar el vacío que se nota en la Historia Natural de nuestros Mamíferos, pues si bien algunos autores, muy pocos y de un modo incompleto, han procurado acopiar materiales que han sido publicados en catálogos y listas de nombres, no siempre bien elegidos, zoográficamente poco ó casi nada formal se ha hecho en estos últimos tiempos. Siempre benévola y considerada conmigo la Sección referida, y acorde con la opinión de D. Vicente Vázquez Queipo, resolvió se propusiera á la Academia la publicación de la Fauna Mastodológica Ibérica en uno de los tomos de sus Memorias: lo cual fué aprobado por unanimidad en la sesión del día 26 de Enero de 1887. Para que tal acuerdo pudiera tener cabal cumplimiento, creí necesario revisar las cuartillas que treinta y seis años antes había escrito; y como, durante tan largo espacio de tiempo, la pasión por mis favoritos estudios no a había dejado de estimularme, ni habían cesado tampoco mis indagaciones - para adquirir cada vez más noticias y datos, pronto advertí que el caudal acopiado se desbordaba por todas partes, y que mi primer escrito resultaba incompleto. Decidí, pues, adicionarlo para satisfacer cumplidamente todas las necesidades científicas de nuestra enseñanza zoológica; y el libro así preparado creció grandemente, como es fácil comprender con solo indicar en este Preámbulo lo que fué el trabajo primitivo y lo que ahora se añade. PARTE PRIMERA.—Bibliografía. En esta parte, que primordialmente había omitido, cito las obras masto- dológicas que he consultado y el oportuno uso que he hecho de ellas, sobre todo de algunas españolas, escritas por nuestros naturalistas de siglos pa- sados, principalmente de los xv y XVI, cuyas descripciones y relatos re- sultan ser tan cabales como los mejores de los más célebres sabios contem- poráneos. Poco comunes en las bibliotecas libros semejantes, su conocimiento es difícil, y más la adquisición, que me ha costado, durante muchos años, la ímproba tarea de reconocer las parvas de libracos que entre muebles y trastos viejos se veían extendidas en los puestos de las célebres y anti- guas ferias madrileñas. Rebuscando en ellas, según dice el adagio, agujas en pajar, á fuerza de paciencia y constancia, pude satisfacer en parte mi ambición bibliófila, de un modo que hoy sería imposible, pues desapare- cidos los restos de las antiguas bibliotecas de los extinguidos conventos, el filón de tales curiosidades impresas se ha agotado, contribuyendo á ello de un modo eficaz los libreros acaparadores de viejas librerías de casas solariegas, que, como en las de las Órdenes religiosas, era antes donde en España se atesoraban las riquezas bibliográficas. Tal raza de especulado- res, más conocedora hoy que antaño del valor de nuestras publicaciones antiguas, las van dando pasaporte para el extranjero, ó exigen por ellas exorbitante precio, y aquello mismo que podía encontrarse en los tende- retes esparcidos durante las ferias por todas las calles de Madrid, es hoy día preciso pedirlo á Berlín, 4 Viena, Londres 6 4 París, y pagar caro = Ao el gusto de saborear tales preciosidades científicas, ó renunciar á ello por completo, como me habría sucedido, si, para proseguir mis tareas, no hu- biese venido en mi auxilio el concurso de nuestra Academia. PARTE SEGUNDA.—Glosario de términos zoográficos usados por los naturalistas en la descripción de los mamiferos. Tampoco este estudio, tan necesario para comprender el significado de los términos que emplean los zoógrafos en sus descripciones técnicas, lo había comprendido en mi primer escrito; pero hoy, cuando el lamenta- ble olvido de las lenguas griega y latina va siendo, desgraciadamente, tan general entre nuestros alumnos, he creído prestarles no pequeño auxilio, encabezando con dicho glosario mi Synopsis Mammalium Iberiz. Sin verse obligado por razones de tanto peso, lliguer tuvo la feliz idea de incluirlo en su Prodromus systematis Mammalium et Avéum, bajo el título de Conspectus terminorum xoographicorum, dedicado á los alema- nes, y otro tanto hizo Domingos Vandelli, para los portugueses, en su Die- cionario dos termos téchnicos de Historia natural extraidos das obras de Linneo, á cuya clara fuente también yo he acudido, pues muchas de las voces técnicas no se encuentran definidas en los Vocabularios vulgares, donde, si acaso, sólo se hallan las raíces que las constituyen. PARTE TERCERA. —Taxología 6 Taxonomía. He incluído en este artículo, también nuevo, el crecido número de cla- sificaciones que para los animales mamíferos se han ideado desde que apa- reció la de Linneo, allá 4 mediados del siglo pasado, en su célebre Syste- ma nature, hasta las más modernas de los autores de nuestros días. Los estudios filosóficos, tan necesarios para comprender la importancia y aplicaciones de las ciencias, apenas se difunden ahora en nuestras aulas, A y tal deficiencia en la enseñanza explica el por qué la generalidad de los naturalistas españoles sólo figuran como meros relatores de lo que capaci- dades más aptas antes hicieron, reduciéndose, por punto general, sus ta- reas á reunir en simples catálogos listas de seres indefinidos que carecen de interés científico verdadero, y hasta demuestran la ignorancia de sus autores en los preceptos taxonómicos establecidos por Linneo en su Pilo- sofía Botánica, tan necesarios á los naturalistas descriptores, si han de alcanzar la reputación que tanto enalteció á nuestros zoólogos y á nuestros fitógrafos de fines del siglo pasado y principios del presente. Entonces la Escuela Madrileña del Real Jardín Botánico era muy afamada por la al- tura á que en ella llegó la verdadera enseñanza teórico-práctica de las - plantas, bajo la dirección de los Ortega, Cavanilles y Lagasca, último lu- cero botánico que ha brillado en la mencionada Escuela, y cuyos distingui- dos discípulos, verdaderos apóstoles de la ciencia de las plantas, fueron enviados á predicarla allende los mares en nuestras colonias indianas. En aquellos remotos países, las exploraciones botánicas de los españo- les descubrieron tantas y tan notables especies vegetales, que, descritas y remitidas á nuestros invernáculos y herbarios, de tal modo despertaron la curiosidad de las eminencias botánicas de Europa, que ansiosas solici- taban éstas relacionarse con nuestro entonces célebre Jardín de Plantas. Hoy tan desdichado, que después de haber perdido los atractivos que tuvo aun para las Personas Reales, la Grandeza y los Jefes del Gobierno, que solían asistir á sus cátedras, ha llegado hasta que se desconozca Ó menos- precie la importancia que justamente le atribuyó su fundador Carlos III; pues hechos recientes parecen demostrar que la acción de los hombres trata de sumarse con los efectos destructores de un ciclón ocurrido hace pocos años, que arrancó de cuajo los únicos ejemplares que existían en Europa de varios preciosos árboles, enviados desde el Nuevo Mundo por los Ruiz y Pavón, por Boldó y Née, por Sesé y Mociño, y por otros célebres discí- pulos de aquella acreditada Escuela. Los nombres venerandos de tan egregios fitógrafos se leían en la pirá- mide de la fuente que á la memoria del gran Linneo hice erigir, siendo Director del Museo de Ciencias Naturales: modesto monumento, hoy aban- donado, como lo está igualmente aquella preciosa cátedra donde con ex- traordinario provecho resonó la palabra de tam sabios maestros, ahora a Eat convertida en almacén para los armarios del rico herbario de la Flora lla- mada de Santa Fé de Bogotá, pues también se ha derribado el edificio que para la instalación de ésta fué construído en mejores tiempos botánicos, y ha sido preciso invadir el recinto citado, teniendo que explicar los actuales Profesores en una pieza de paso, impropia para el objeto. Basta para comprender la gran importancia que nuestros antiguos na- turalistas dieron á los estudios filosóficos, recordar que D. Antonio Palau, Catedrático que fué del Real Jardín Botánico de Madrid, publicó en 1778 su Explicación de la Filosofía y Fundamentos botánicos de Linneo, con lo que se aclaran y entienden fácilmente las Instituciones botánicas de Tournefort; y más tarde, en 1792, también D. Casimiro Gómez Ortega, Catedrático del mismo establecimiento, publicó su Carola Linnei, botani- corum. principis, Philosophta botanica, annotationibus, explicationibus, supplementis aucta. Ambos maestros procuraron en su enseñanza difundir los principios filosóficos del gran Linneo, cuyos preceptos no han sido los únicos que han guiado á los naturalistas descriptores en sus especiales tareas; pues otro botánico también insigne, Alfonso Piramo De Candolle, á principios del presente siglo, publicó su Teoría elemental de la Botánica, ó sea la Ex- posición de los principios de la Clasificación natural y del Arte de descri- bir y de estudiar los vegetales; obra tan clásica como la Milosofía del gran Maestro sueco, y cuyo conocimiento también es indispensable al naturalis- ta para que sus tareas no resulten defectuosas, como lo comprendió nues- tro Lagasca traduciéndola al español, con interesantes adiciones. Mas á pesar de haberse dispuesto la impresión del trabajo por el Gobierno de la Reina Cristina, aquélla no llegó á verificarse, y á estas fechas ni se sabe dónde pára el manuscrito, quizás perdido para siempre, si no lo aprovecha algún plagiario que lo encuentre sepultado, como ser pudiera, en el Ar- chivo de Alcalá, donde un amigo mío me ha contado haber visto reunidos escritos botánicos y papeletas de herbarios en montón confuso. Quizá no falte quien tache de impertinentes los párrafos anteriores en un libro zoográfico; pero sólo desconociendo el verdadero objeto que tie- nen podrá opinarse de tal modo, ya que con ellos se hace resaltar la im- portancia de los estudios filosófico-taxonómicos para la enseñanza de la Historia Natural descriptiva; y cómo, siguiéndolos ó abandonándolos, los == Mi resultados son tan diversos como distintos han sido los obtenidos en nues- tro Jardín Botánico á fines del siglo pasado y principios del presente, y los que ahora observamos, por haberse abandonado las prácticas doctrinales de aquellos grandes Maestros. Que los preceptos taxonómicos son, como á la Fitografía, aplicables á la Zoografía, lo vemos demostrado en los Principios de Frlosofía xooló- gica publicados por Geoffroy Saint Hilaire en 1830, y los Ensayos de Zoología general del mismo autor dados á luz en 1841. También loh. Chrst. Fabricii, en su Philosophia entomológyica, apro- vechó las doctrinas taxonómicas del Maestro sueco, y J. Flor Saint Amans en 1807 las reprodujo en parte, con igual título, y agregó la exposición de los métodos de Geoffroy y de Linneo, combinados con el sistemático de Fabricius. Diez y nueve años después que el célebre naturalista sueco (en 1770), Antonio Guan, Profesor de Montpellier, publicó, en el preámbulo de su Historia Piscvum, una especie de Filosofía ictiológica, de carácter taxo- nómico también; y desde 1745 Lesser había dado á luz, con notas de Lyonnet, la célebre Teología de los insectos, ó demostración de las perfec- ciones de Dios en todo lo que concierne á los insectos. El estilo filosófico- zoológico que este autor emplea, enseña el modo de engalanar los escritos de Historia Natural para que los teólogos vean en ellos de qué ventajosos medios dispone el naturalista para confundir á los incrédulos con argu- mentos irrefutables ontológicos. También, al redactar Agassiz su Nomenclator xoologicus continens nomina systematica generum animalium tam viventium quam fossi- lium, consignó en el Prefacio los Principios generales de la nomenclatura Linneana, cual Cánones taxonómicos que conviene sepan de coro los naturalistas si han de evitar en sus escritos errores censurables. Otras muchas obras extranjeras de Historia Natural han seguido el mismo procedimiento, y en la mía haré lo propio, persuadido de la bondad del sistema. PARTE CUARTA.—Zoografía. Esta es la más esencial de mi libro, por constituir ella sola la Synopsis Mammalium Faune Iberica, y la que, como dejo dicho al principio, tenía terminada al suprimirse la Comisión de Naturalistas encargada de la for- mación del Mapa Geológico. Al darla á luz ahora, sin desperdiciar los materiales que tenía recogi- dos ni cambiar en su esencia la forma expositiva que entonces había adop- tado, me ha sido preciso ampliar el primitivo trabajo, tanto cuanto lo ha exigido el aumento de materiales y nuevos datos recogidos con posteriori- dad á los antes acopiados. En todos sentidos creo resulta mejorado el escrito primero, puesto que estaba reducido á un Catálogo descriptivo, siempre de superior im- portancia á los meramente nomencladores, como llama el Diccionario de la Lengua á las listas de voces técnicas de una ciencia, y ahora está redac- tado de un modo más lato, no limitándose á las condiciones de una Fauna local de animales silvestres, sino que, como Linneo lo hizo en la suya Suécica, Selys-Longchamps en la Belga, y Trouessart en la Francesa, tam- bién incluyo en la nuestra á los mamíferos domésticos. Imito al primer Maestro, intercalando en sus respectivos géneros las especies domesticadas con las montaraces, y me separo de los otros auto- res que citan aquéllas al final de su obra, ámodo de apéndice, pues sólo admito el criterio de que el origen de tales mamíferos se encuentra en los salvajes que el hombre pretende avasallar, sin haberlo conseguido al cabo de millares de siglos sino en cortísimo número; pues de las 143.000 espe- cies de animales que los naturalistas modernos suponen que existen, si no se equivocan como yo sospecho, solas 43 hasta el día se han domes- ticado, y de ellas no existen más que 33 en Europa, siendo Mamíferos únicamente once, á saber: tres Fieras (el Gato, el Perro y el Hurón, éste más bien cautivo que domesticado); una Belua (el Cerdo); dos Jumentos (el Caballo y el Asno); tres Pécoras (la Cabra, la Oveja y el Toro); y dos Lirones (el Cochinillo de Indias y el Conejo): sorprendente minoría, cuando hoy los ensayos de la aclimatación demuestran la posibilidad de someter á He il NE nuestro dominio un número de animales infinitamente mayor del que hasta ahora hemos conseguido. De todos modos, cuando los animales domésticos, abandonados ó suel- tos, se ven faltos de los recursos que para la vida les proporciona el hom- bre, la necesidad les obliga á atender por sí mismos á su subsistencia, y los apuros ó privaciones que tienen despiertan sus instintos naturales sal- vajes, que demuestran no haberse cambiado la esencia específica, tan sólo enmascarada por la domesticación, temporalmente, ó de un modo indefinido cuando la esclavitud va sucediéndose de padres á hijos; y estos hechos no admiten duda, pues diariamente pasan á nuestra vista cuando los marranos y conejos domésticos se nos escapan al monte á vivir por su cuenta y se convierten pronto en castas cimarronas, cuyos caracteres son los mismos que los de la especie típica, viniendo así 4 dar una prueba plena en que se apoya mi criterio taxonómico para no separar las especies de mamíferos domésticos de sus tipos bravíos. No he opinado lo mismo al tratarse de las especies exóticas que por curiosidad ó para estudio se introducen en los Jardines zoológicos y Casas dichas de fieras, de las cuales me hacía cargo en mi primer escrito, bien que sólo de aquellas que algún particular había introducido para intentar su crianza en nuestra ganadería: tales como los Camellos que en Madrid, Aranjuez y la Granja tenía la Real Casa, y en el Coto de Doña Ana, junto á Sevilla, y en la provincia de Huelva, poseían particulares curiosos; los Báfalos, que trató de aclimatar en el Real Sitio de San Tldefonso la Reina María Cristina; las Gacelas y el Kanguro gigante, que el Rey D. Francisco introdujo con éxito notable, primero en el Retiro y después en la Casa de Campo, y otros cuantos animales que desaparecieron, unos por incuria, y muchos por motivos dignos de mayor censura, ocurridos á raíz de la Re- volución de 1869. De todo esto prescindo ahora, persuadido de que únicamente cuando una especie exótica, animal ó vegetal, no sólo se connaturaliza en un país, sino que, libre 6 doméstica, de un modo normal llega á vivir como las in- dígenas, es cuando puede sin inconveniente alistarse en su Fauna ó Flora. Otro complemento á mi primitivo escrito es la extensión dada á las frases y descripciones de todos los grupos, respetando siempre el texto correcto, que he copiado al pie de la letra, como su autor lo hizo, ó mo- — 10 — dificándolo sólo en el caso de que un examen detenido me haya. hecho conocer alguna deficiencia ó incorrección científica. Esto imprime un carácter analítico-crítico á mi libro, en cuya parte descriptiva sigo la pauta ó modelo de Heinrich Schinz y de otros varios autores zoógrafos y fitógrafos, que á la frase latina, comprensible para todos los naturalistas de países diversos, añaden en su idioma propio los detalles y observaciones que completan el estudio del ser descrito: sistema que amplio, añadiendo á la sinonimia científica las vulgares española y portuguesa que Conozco. Gracias al tiempo transcurrido entre el principio y fin de mi tarea, he tenido ocasión de ir cosechando por sitios que no había primeramente ex- plorado, y explotar tributarios que no había conocido. No es nuestro colega Selys-Longchamps quien menos me ha auxiliado con sus escritos Miero- mamalógicos para salir de los atolladeros que ofrece el difícil estudio de seres cuyo diminuto tamaño no atrae las miradas del explorador, y cuya vida retirada, ya bajo del agua ó ya subterránea, dificulta grandemente es- piarlos para enterarnos de lo que nos precisa saber. Dedicado en los años primeros á las investigaciones terrestres, poco ó nada había hecho referente á los Cetáceos, cuyo dificultoso estudio requiere medios costosos de que no podía disponer la Comisión Geológica. Vino á abrirme franco camino para el caso la Real orden de 5 de Abril de 1865, con la que el Ministro de Marina creó la Comisión Permanente de Pesca, asesora en dicho Centro de todo lo concerniente á tan importante industria marina. Elegido su Vocal ponente para los asuntos piscícolas y demás apro- vechamientos 'que del agua salada saca el hombre, púsome este cargo en contacto directo con la clase pescadora, no sólo de nuestras extensas ribe- ras, sino también con la de otros países, merced á las relaciones interna- cionales que para los asuntos de pesca con frecuencia tienen que entablarse entre los Gobiernos de naciones litorales. Con esto, las dificultades que la carencia de medios suficientes habían impedido á la Comisión Geológica atender cumplidamente á las necesidades de sus distintas secciones, para mí desaparecieron, y ya pude explorar á mis anchas todo nuestro litoral mediterráneo y oceánico, cuya fauna mas- todológica nos era desconocida casi por completo. Muestra son de las tareas que he llevado á cabo, sobre esta parte de nuestra Historia Natural, el libro que he publicado con el título de Hx- EN ploración científica del Departamento marítimo del Ferrol, que comprende todo el litoral oceánico desde el Miño al Bidasoa. Es este trabajo el re- sultado de la Real orden del Almirantazgo expedida en 15 de Julio de 1869, en virtud de la cual recorrí, por mar y tierra, las costas que van mencio- nadas, sin dejar ningún recodo de sus estuarios y rías, pues para realizar tales investigaciones científicas puso 4 mi disposición el Gobierno, conve- nientemente provisto de todo, el remolcador segundo de guerra del Arsenal del Ferrol, vapor de poco calado, que permitía acercarse mucho á tierra 6 largarse á cualquier distancia, según la necesidad lo exigiera. Tripulado con un contramaestre, dos maquinistas con sus fogoneros, veinte marineros y el piloto más entendido y conocedor de la topografía submarina de todo nuestro litoral peninsular atlántico, dicha exploración á flote ha sido la primera que de Historia Natural oficialmente se ha hecho en España, antes que las extranjeras que, con parecidos motivos, ahora vienen realizándose; y en los resultados por ella obtenidos se han ocupado también los naturalistas forasteros, hasta el punto de premiarse el relato de dichos estudios con honoríficas distinciones en los certámenes maríti- mos internacionales de Arcachon, Boulogne-Sur Mer, el Havre de Gracia y Nápoles. La parte relativa al estudio de los Cetáceos es, entre todas, la que ma- yor curiosidad ha despertado, por disipar:el error en que se estaba sobre la desaparición de los Balénidos en nuestras aguas, donde tanto abunda- ban en los pasados siglos, dando motivo á las celebradas pescas de los an- tiguos Vascos. Sobre este asunto decía Van-Beneden aun no hace muchos años: «Depuis longtemps il n'y existe guére de Baleines, dans le golfe de »Gascogne qui puissent faire Pobjet d'une péche réguliere, et c'est tout au »plus si, de temps á autre, on y vois apparaitre encore une baleine ou un »balenoptere isolé »; y después de haber leído dicho sabio mi libro sobre la Exploración referida, se corregía diciendo: «Les naturalistes qui s'occupent de l'histoire des Cétacés ne seront, pas »peu étonnés d'apprendre que la Baleine des Basques, autrefois si commu- »ne sur les cótes d'Espagne, est loin d'étre exterminée comme on le sup- »posait: le professeur Mariano de la Paz Graells a exploré la cóte depuis »le département maritime du Ferrol jusqu'a la frontiére frangaise, et il fait — »remarquer qu'en 1869 on en a vu encore á la fin du mois d'avril dans les >»eaux de Biarrittz. »Dans une lettre que je viens de regevoir, mon savant confrére de Ma- »drid m'informe que ces Baleines visitent encore régulidrement les rades »et les stuaires de ces parages; qu'en 1884 un de ces géants est entré dans »le port de Saint-Sébastien, jetant Vépouvante dans lame des baigneurs; »eb qu'apres une courte visite, le monstre a pris paisiblement le large et a »disparu». «Ce ne sont pas les Baleines qui manquent, dit M. de la Paz Graells, »ce sont les pécheurs qui ont signé une paix inexplicable avec ces géants »de la mer». Estas líneas de nuestro ilustrado consocio el Doctor Van-Beneden me instigaron á escribir la Memoria que sobre Las Ballenas en las costas oceánicas de España publicó nuestra Real Academia de Ciencias en la par- te 3.2 del tomo xt de las suyas, y cuya lectura ha redoblado la curiosidad de algunos otros cetólogos contemporáneos, que, como el gran Maestro belga, fijan hoy su atención en las diferencias de las verdaderas Balle- nas de los mares de Europa, á veces confundidas por Naturalistas céle- bres, tales como los que creyeron que la Mysticetus era la que arponea- ban los Vascos, y que Capellini consideró distinta y nueva, llamándola Tarentína, sin tener en cuenta que, antes que él, Eschricht la había bau- tizado con el nombre de B. Viscayenstis, y no era más que la Nord-Kaper de los holandeses, ó la Sarda de nuestros balleneros cántabros. La historia de ésta, hecha con los datos recogidos en nuestras costas, me ha valido gratos recuerdos del citado naturalista italiano Doctor Capellini y de su compatricio Gasco; del Director del Museo Zoológico de Londres, Mister Williams Henry Flower; del Doctor Guldberg, de Noruega; del Doctor Paul Gervais, colaborador de Van-Beneden, en su gran obra sobre la Os- teografía de los Cetáceos vivos y fósiles; y de S. A. R. Alberto I, Prín- cipe de Mónaco, al que tanto deleitan los estudios zoológicos de los mares europeos. No ha sido sólo la Exploración científica del litoral del Departamento de Ferrol la que me ha proporcionado medios para estudiar los Cetáceos que habitan en nuestras aguas saladas; pues comisiones parecidas que tam- bién he desempeñado, por disposición del Centro Superior de Marina, me ai ==) == han ofrecido ocasiones para adquirir nuevas noticias con que acrecer las antes recogidas. Así, por Real orden de 18 de Julio de 1881 se me encomendó un inte- resantísimo trabajo en provecho de la industria pesquera: el « Estudio bio- lógico de la Sardina en las costas de España», cuya prodigiosa multipli- cación en nuestros mares tanto preocupa á los franceses, por el auge que determina en la industria sardinera española, hoy sin verdadero rival. Sabido es que los Cetodontes Delfínidos, sobre todo, son los persegui- dores eternos de los Clupeidos que les sirven de alimento, y que donde éstos se encuentran, de paso ó estacionados, nunca dejan de verse cetá- ceos que los acompañen. Conocedor de tal costumbre, durante mis estu- dios sardineros no olvidé recabar de los marineros pescadores cuantas no- ticias pudieran darme sobre los referidos Cetodontes que en sus pesquerías solían ver; y no contento con esto, para adquirir datos propios y enterarme á la par del modo cómo se practica la pesca de la sardina, con los diferen- tes artes que se usan en nuestras costas, las he recorrido todas, embarcado en lanchas, sustitutas del vapor del Estado que me sirvió de Laboratorio científico en mi exploración oceánica primera. Gracias á las circunstancias referidas, y á la complacencia que he en- contrado siempre en las Sociedades de pescadores, sobre todo del mar Cantábrico y de Galicia, y hasta en los Establecimientos científicos lito- rales que, por disposición del Ministerio de Fomento, me dieron noticia de los ejemplares de sus Gabinetes, he podido incluir en nuestra Fauna Ibérica un número grande de Cetáceos muy superior al que antes se cono- cía, verdaderamente exiguo, y hasta nulo en las citas en nuestras publica- ciones modernas, que hablan de tales animales mucho menos que las anti- guas obras, donde se encuentran descripciones cuya exactitud he podido comprobar en mis exploraciones marinas. Tampoco en mi antiguo manuscrito traté de la Fauna Mastodológica Fósil Ibérica que añado ahora, no en los mismos términos que la contem- poránea, como deseaba hacerlo, porque los materiales me han faltado; pero he reunido diversas listas de restos fósiles, redactadas por paleontólogos diferentes, y si bien los datos no están confirmados como el rito taxonó- mico previene, y por tanto carecen de la autenticidad necesaria para ser aceptados sin discusión, siempre tienen el valor de la reputación de sus e Y PA autores, y así lo expreso al final de la Advertencia preliminar á mi Indi- catio Mammalium fossilium in Fauna Paleontologicá Iberica usque hodie visi, endosando el honor del trabajo y la responsabilidad de las faltas á aquellos á quienes correspondan. Prescindiendo de esto, por mi parte he procurado dar forma metódica á los inventarios citados, que sus propios autores, ú otros, podrán hacer indiscutibles llenando los vacíos que ahora se notan, pero que de todos modos sirven de complemento importante para mi obra. PARTE QUINTA.—Anexos. Terminados en las partes antes citadas los estudios zoográficos de nues- tra Fauna mastodológica, paso en la quinta á ocuparme en otros que, si bien no son ajenos á los zoológicos, revisten un carácter diferente de los verdaderamente descriptivos. Son los de ahora: I.—EstTUDIOS HISTÓRICO-ETNOGRÁFICOS DE LA POBLACIÓN IBÉRICA. Al tratar del Hombre en el orden primero de los Mamíferos, ofrezco ocuparme en este asunto de un modo detenido, y procuro cumplirlo en este anexo primero, | Por lo que á la segunda parte de este título toca, poca cosa fundamental tenemos hecha en España; pero no sucede lo mismo con la primera, por haberla cultivado tanto historiador ilustre como desde tiempos remotos ha existido en nuestra patria. A pesar de que ya tenía redactado este asunto en mi primitivo escrito, me ha sido ahora preciso retocarlo en algunos párrafos: enojosa tarea á veces, por las dificultades que ocurren al variar el orden de los conceptos de antemano establecido; y si nada nuevo he podido añadir en el fondo 4 lo ya relatado por nuestros hábiles literatos, la manera de considerar el asunto, con miras completamente distintas á las de los historiadores, ha formado mi tarea para entresacar de multitud de obras las noticias que consigno, y presentarlas ordenadas según el objeto que me proponía, Por orden cronológico doy cuenta de los primeros habitantes que se Ñ ARA mm PP A supone fueron estableciéndose en nuestra Península y de su probable pro- cedencia, así como también de la de los otros pueblos que sucesivamente fueron invadiéndola, y de cuya heterogénea mezcla proviene la variada es- tampa que observamos en los habitantes de las diversas provincias de Es- paña; haciendo además constar que la mayor 6 menor semblanza que con los antiguos moradores existe en cada región, procede de la larga ó corta residencia de aquéllos, de su numerosa ó exigua población, y también de las íntimas ó escasas relaciones sociales habidas entre los advenedizos y los indígenas. Para desenredar la embrollada madeja de datos heterogéneos consigna- dos en diferentes libros de índole bastante diversa, tuve precisión de va- lerme de la práctica que poseía mi malogrado sobrino D. Florencio Janer y Graells, cuya pasión por los estudios históricos está manifiesta en diver- sas Obras de la biblioteca de Rivadeneyra. Rebuscador infatigable de mate- riales para sus trabajos, poseía conocimiento exacto de las fuentes en que podía encontrar lo que buscaba, pues tenía registradas las más selectas librerías de España; y pruebas son del auxilio que mi sobrino Janer me prestó, las numerosas notas que acompañan al texto del anexo, cuya com- pulsa me ha costado no pocas horas de asistencia á la Biblioteca Nacional - de Madrid, á la del Real Palacio y á algunas particulares, y sobre todo á la del Real Monasterio del Escorial, que es donde más datos he encontrado, ya sea por su mucha antigiiedad, ya también porque, teniendo en dicha localidad mi habitual residencia veraniega, he podido ocupar más tiempo en registrar sus librerías y archivos. Para terminar este anexo histórico etnográfico, añado algunos párrafos sobre la población actual de la Península Ibérica, dando además el Censo presente de España, que demuestra el lugar que ocupa en escala gra- duada cada una de nuestras provincias, según el número de habitantes que contiene. Estos datos los tenía redactados con arreglo al Censo de 1857; mas, para poderlos presentar tales cuales son en el día, he acudido á nues- tro ilustrado consocio el Excmo. Sr. D. Francisco Arrillaga, Director que ha sido del Instituto Geográfico Estadístico, cuya reconocida complacen- cia ha satisfecho plenamente mis deseos, rectificando aquel atrasado docu- mento, que así, gracias dadas á mi amigo, ahora puedo presentar como el resumen estadístico del día, a NES Por fin, completo este anexo con dos mapas etnográficos de la Penínsu- la Ibérica: uno el que, muy incompletamente hecho, comprendió Prichard en el suyo de Europa, y otro en que he ampliado los datos de aquel autor, señalando la correspondencia de nuestras actuales provincias con los sitios que habitaron los antiguos pueblos que vinieron á ocupar la Península Ibérica. TI. — APROVECHAMIENTOS DE NUESTROS MAMÍFEROS. Algo también tenía hecho sobre este asunto en mi primer escrito; mas le doy ahora mayor desarrollo por la importancia que tiene, pues trata de satisfacer necesidades del hombre, alguna de suma importancia, como es la de su alimentación, y otras referentes al suministro de primeras mate- rias para varias industrias, que se obtienen utilizando diferentes partes del cuerpo de los animales citados, los tegumentos entre ellas, base de la Pele- tería y Pellejería, que por una parte proporcionan materiales para oficios diversos, como son los de manguiteros, guanteros, zapateros, guarnicione- ros, albarderos, boteros, etc., etc.; y por otra surten al Comercio de pieles, que alcanza desde las importantísimas transacciones que tienen lugar en * los grandes mercados de Rusia, Inglaterra, Austria, Alemania, Estados Unidos y Repúblicas del Sur de América, hasta las de nuestros corredo- res buhoneros, que visitan las aldeas para adquirir pieles á cambio de ba- ratijas que necesitan las pobres lugareñas. Tengo además en cuenta que, si existen en nuestra Fauna mamíferos de que no hacemos caso, y hasta algunos que nos perjudican, como varias Fieras y Glires 6 Roedores, existen otros, tales como los Cheiropteos ó Murciélagos y las Bestias 6 Insectívoros, que prestan grandes servicios á la Agricultura sin que apenas lo advirtamos; pues nocturnos unos, y Za- padores otros, apenas los vemos, y no se aprecia por la generalidad el inmenso valor de los ataques que estos aliados poderosos dan á nuestros temibles enemigos los insectos fitófagos, destructores de cosechas enteras, contra los que el hombre puede poco, y que aquéllos realizan en la obs- curidad con éxito sorprendente. Por otra parte, me hago cargo de los grandes provechos y auxilios que nos prestan los mamíferos de los. órdenes Beluas, Jumentos y Pécoras, < rd E TEN cuyas especies, domésticas y silvestres, del orden primero, no tienen des- perdicio, como con razón dice el vulgo del Cerdo; y son valiosos auxiliares nuestros los segundos ó Jumentos, que hasta en la guerra comparten sus esfuerzos con el hombre para luchar contra el enemigo y vencerlo, mien- tras los últimos, después de habernos servido durante sus buenos tiempos con todas sus fuerzas, cuando éstas decaen ó se inutilizan, lejos de desha- cernos de ellos, como sucede con los Solípedos, que abandonamos y echa- mos á los basureros, los vendemos para sacrificarlos en los mataderos y sacar el último y más valioso provecho de sus restos. Véase, pues, por lo dicho, si en el estudio de los Mamíferos tienen ver- dadera importancia los asuntos de que se trata en este Anexo segundo. TIT.—ACLIMATACIÓN Y DOMESTICACIÓN. La importancia grande que tiene la introducción de mamíferos exóti- cos útiles, para acrecer las especies de nuestra ganadería, de nuestros corrales y la caza de monte, es el objeto de este artículo, en el cual se pone de relieve la gloria que cupo á los españoles por haber sido los primeros en propagar los animales útiles y plantas por doquiera donde fueron; con la particularidad de ser mayor el número de mamíferos que de aquí lleva- ron que el que de allende nos trajeron, y al paso que, entre los llevados, cuéntanse todos nuestros ganados sin excepción alguna (caballar, vacuno, cabrío, lanar y de cerda), que prodigiosamente se propagaron, sobre todo en el Nuevo Mundo, ha sido muy poco lo útil traído de lejanas tierras para aumentar nuestra Fauna mastodológica. Con el fin de subsanar el referido descuido, señalo las especies de ma- míferos domésticos exóticos cuya importación á la Península Ibérica nos conviene realizar; cosa fácil y hacedera, hoy que las comunicaciones entre los países lejanos se hacen con tanta frecuencia y tan rápidamente, gracias á los barcos de vapor que traen á los mercados de Hamburgo y de Lon- dres seres vivos de todas las partes del mundo, para surtir los jardines de aclimatación, tan generalizados fuera de España como olvidados han que- dado entre nosotros, que fuimos sus inventores. SEE ADDENDA Esta adición la constituye una serie de Notas bibliográficas de Antro- pología y Etnografía, recopiladas por el Ingeniero de Minas D. Gabriel Puig Larraz, con que se aumenta el interés que tiene la bibliografía que consigno en la parte primera de mi obra. Explicación de las láminas. Por fin, sirven de ilustración á mi escrito diez y nueve láminas, ejecu- tadas bajo mi dirección por la Srta. María-Ana Janer y Ferrán, única que hasta el día, en Madrid, ha dedicado el lápiz que heredó de sus mayores á ilustrar con dibujos las descripciones del naturalista. Las láminas representan: 1.2 El Oso de Asturias, Ursus Arctos de o var. pyrenaicus; l'Ours des Asturies de Fred. Cuvier. Está sacado el dibujo de un ejemplar procedente de las mon- tañas de León, que se conserva en nuestro Gabinete de Historia Natural, como tipo de la variedad referida. 22 a. La Gineta negra de Sierra Morena, Genneta communis de Geor. Cuvier, var. melas de Graells. Copia de un ejemplar remitido al Gabinete de Historia Natural por D. Fernando Amor, siendo Catedrático del Instituto de Córdoba. b. El Meloncillo, Herpestes Widdringtonti de Gray. 3.2 El Gato Clavo ó Lubican, Felis pardina de Temminck. 4.* La Sarda de los Vascos, Balena biscayensis de Eschricht. 5. La pesca de la Sarda por los antiguos Vascos. Copia de un anti- guo dibujo que da idea del modo cómo se verificaba en nuestro litoral cantábrico y se hacía el aprovechamiento. 6.* El Jabalí extremeño y su cría, Sus Seropha de Linneo. 165 Ss. 10. 11. 12. = 150 = Las razas de cerdo extremeña y lemosina. La Cabra montés de la Sierra de Gredos, L[bex hispanicus de Paul- Gervais. a, el macho.—b, la hembra.—c, el chivatillo del año.—d, el chivo de dos años.—e, el macho viejo de Sierra Nevada con librea de verano. Ganadería cabría y lanar española. a. Cabra 3 y 2 de Angora, Capra Angorensis de Linneo. b. Ovejas merinas, Ovis Aries hispanica de Linneo. Muestras de ganadería cabría y lanar española. a. Cabra granadina de la mejor raza lechera, Capra hircus de Linneo. b. Oveja de la raza rasa, Ovis rustica de Linneo. c. Oveja de la raza churra, Ovis gallica de la Enciclopedia. Tipos de la ganadería brava, Bos taurus de Buff., que se han lidiado en la plaza de toros de Madrid, dando gran fama á las casas. A. De Pinto López, en Colmenar. B. De Gaviria, en Madrid. C. De Veragua, en Madrid. D. De Fuentes, en Moral-Zarzal. E. De Gómez, en Colmenar. F,. De Aleas, en Colmenar. El Murciélago de Cestoni, Dinops Cestoni de Savi. a. La cabeza vista de lado. b. La cabeza por detrás. c. La fórmula de incisivos y caninos, vistos muy aumentada su magnitud natural. 13. Esqueleto del Dinops Cestonz. 14. Osteographia detallada del Dinops Cestont. a, el tronco visto por el pecho.—b, el mismo visto por el dor- so.—c, cráneo visto por encima.—d, cráneo visto por debajo. —e, cráneo visto de costado. — f, los brazos: 1, la escápula ó paletilla, vista por debajo. —2, la mis- ma, por encima.—3, clavículas.—4, el húámero.—5, cl 15. . e A 7 >: > — 2% -— radio.— 6, el cúbito rudimentario.— 7, el carpo y mano. pp, pulgares.—1, índices. —m, medios. —a, anulares.— au a, auriculares ó meñique.—y las piernas. —f, fému- res. —r, rótulas. —t, tibias. —p, peronés.—ps, pies.—t, tarso.—cal, calcáneo.— 1mt, metatarso.—ds, dedos. a. La rata almizclera de los Pirineos, Myogalea pyrenaica de Fischer. var. M. rufula de Graells. Arvicola ibericus de Z. Gerbe. Arvicola leucurus de Z. Grerbe. El Lirón cordobés, Myoxus Nitela, var. Amori de Graells. La Liebre común, Lepus timidus, omnium Auctorum. La Liebre del Mediodía de España, Lepus meridionalis de Gené. 18. Los restos fósiles del primero y segundo Elefante exhumados por el vocal de la Comisión del Mapa Geológico de España, señor Graells, en los aluviones de los altos de San Isidro del Campo. Elephas platyrhynchus, de Graells. Fig. 1.2 2 32 4,2 ye 6.2 18 E 9% 10. Mit La pelvis completa, tal cual fué encontrada. El ignominado izquierdo. Uno de los fémures encontrados. Una de las dos tibias halladas. Un húmero. Un cúbito incompleto en su extremo. Un omoplato. Los intermaxilares vistos por su faz posterior, con la de- fensa izquierda entera y cortada la derecha al sacarla de tierra. Los mismos huesos vistos por su faz anterior. Un trozo del maxilar superior con sus muelas. Un molar visto de lado. 19. Las estratificaciones diluviales de los altos de San Isidro del Campo, con los yacimientos donde fueron encontrados los res- tos fósiles del Elefante citado. 0 | Mapas Etnográficos Ibéricos de Prichard, arreglados á la distri- 31. bución geográfica política actual. O Tal cual resulta mi libro, queda cumplida y ampliada la tarea que se me encomendó por la Comisión del Mapa Geológico de España en la fecha que al principiar este prólogo he dejado señalada; no solamente por lo que á la Fauna Mastodológica Ibérica se refiere, sino por sus adiciones, more Linnet, con otros estudios pertinentes á las utilidades que el hombre saca ó puede sacar de los mamíferos, para que así quede plenamente demos- trada la importancia de un asunto que, á su gran interés científico, reúne otras condiciones, quizá de mayor importancia, desde el punto de vista económico. AMO REÍ iio Y abilquroo sb dp cod ie ela iio ib aa csgeaal ls DSigpicatT 04 AS PA $ CEE sto) ms Dencisales vn BbninWra obrisb 4 7: agria isa mel csi aátibilín: ami Fo celia /¿rrabay se ao 544 co e Sis id de 00 5 abit al ato mi se sojbnta co b piero ee Feli yo ra coi eS asian ¿onñi io hs tad rl la aJñiy ad oa ls abs 2D añ ias SONO 2h alas AS 4 o q. q ¿ES S ó S ón : A q > : PARTE PRIMERA NE BIBLIOGRAFÍA IDAS TARO BIBLIOGRAFIA Lista de los Autores y escritos de los mismos que se citan en el mío y he consultado, copiando de ellos algunos párrafos cuando lo he creído oportuno. Apams WmirE.—A Popular History of Mammalia. —London, 1850. ADÁN DE YArza (Ramón). —Descripción física y geológica de la pro- vincia de Guipúzcoa. —Madrid, 1884. ALMERA (Jarme).—La presencia del Mamut en las riberas del bajo Llobregat.—Crónica científica.-—Barcelona, 1883. 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Angulus facialis: Angulo facial. —Ángulo comprendido en- tre dos rectas, tirada la primera desde el punto más prominente de la frente hasta el borde anterior del maxilar superior, y la segunda desde este último punto hasta el orificio externo del conducto au- ditivo. Angulus oris.—Comisura de los labios. Annuli: Véase Gyrz. Annularis: Véase Digibz. Antehelix. — Quilla que se eleva en la oreja, casi paralela- mente al Helix. Antis: Véase Caprona. Antibrachium: Antebrazo.—Parte tercera de las extremida- des torácicas, compuesta á veces de un solo hueso, ó de dos, ó de uno y parte de otro, colocados entre el brazo y la muñeca. Antipedes.—Pies anteriores ó de las extremidades torácicas. 7 — an = Antitragus: Antitrago. —Eminencia de la oreja opuesta al trago posterior. Anus: Ano y Ojete.—Abertura del intestino recto, sita entre las nalgas y debajo de la cola, cuando ésta existe. Areola.— Círculo moreno que rodea el pezón de las tetas. Armi: Véase Antipes. Armus: Hombro. —Región humeral osa Plinio, la espalda. Articuli: Vudillos ó artejos.—Articulaciones de los dedos. Artus: Extremidades, miembros, remos.—Conjunto de hue- sos y músculos dispuestos á modo de palancas para EJ cnn movi- mientos variados. Artus abdominales. —Ezxtremidades abdominales, enferiós res ó posteriores, según sea la estación habitual dél animal; cons- tituídas por las caderas, muslos, piernas y pies. Artus antici: Véase Arbus pectorales. Artus pectorales: Extremidades pectorales, bordácicas, supe- riores ó antertores, según sea la estación del animal.— Se cuenta en ellas la porción basilar, formada por la paletilla, la clavícula á veces, y la palanca; y que constan además de otras tres partes, hra- z0, antebrazo y mano. Artus pinniformes: Aletas pectorales. —Extremidades ó boo zos escondidos en la porción basilar debajo de la piel del tronco, y envueltos en el resto por tegumentos, para formar, como en los peces, una especie de aletas pectorales, según se ve en los Ce- báceos. ¡ Artus postici: Véase Arfus abdominales. Aruncus: Véase Barba. Assula: Véase Scubulum. Auchenium.—Región cervical inferior á la nuca. Auricula: Oreja, Concha de la oreja.—Parte coosteida por una ternilla cubierta de piel y convenientemente dispuesta para recoger las undulaciones sonoras. a Auricula abscondita.—Oreja tan oculta por el vello que ape- nas se percibe, ó es completamente invisible. Auricula marginata.—Oreja que tiene su /7e/%x con borde bien señalado. i Auricula operculata. —Oreja « en que el 7, vago : se desarrolla = ls) = á manera de otra orejilla interior, que sirve de opérculo para cerrar ó tapar el conducto auditivo. Axilla: Sobaco, Azxila 6 Seno.—Pliegue basilar, que se halla dehajo del hombro, entre el brazo y el tórax. Barba.—Barba ó pelos largos pendientes de la región mandi- bular. Barba malaris. —Patillas ó pelos largos de la región posterior de la mandíbula. Brachis: Véase Anb1pes. Brachium: 5razo.—Parte segunda de las extremidades torá- cicas, colocada entre la porción basilar de la palanca y el antebra- zo. A veces se da el nombre de brazo á toda la extremidad torácica. Bucca: Los carríllos.—Espacio comprendido entre las meji- llas, la nariz, boca y orejas. Bucce saccate.—Véase Saccult buccales. Bulbus oculi: Globo del ojo.—Órgano hueco, y á propósito para la visión, formado por membranas sobrepuestas y humores con- tenidos dentro de ellas. Calcaneus: Calcañal, calcañar, calcáneo:ó calcaño.—Parte representada por el segundo hueso del tarso (el calcáneo), cuya gran apófisis constituye la parte del pie llamada falus ó talón. Calvaria: Calavera, Cráneo.—Parte hueca de la cabeza que cubre y contiene la masa cerebral: ó de otro modo, la porción ósea de la célula ó vértebra cefálica, nombrada así por algún anatómico. Calx: Véase Calcanens. Callus: Callo.—Dureza de la piel, ó epidermis tan gruesa y dura, que á veces llega á ser córnea. Canthus oculorum.— Ángulos de los ojos, que son el nasalis, ó ángulo interno ó nasal, y el temporalis, ó ángulo temporal- ex- terno ó posterior, según la colocación de los ojos en el animal. Capilli: Cabellos. —Pelos largos de la región calvaria que for- man la cabellera. Caprona: Tupé.—Pelos largos del vértice cervical, dirigidos hacia delante. Caput: Cabeza, Cráneo.—Vértebra cefálica, así considerada por algunos autores, y llamada por Carus columna vertebral ce- fálica, que ocupa la parte superior ó anterior del cuerpo, según sea la estación habitual del mamífero á que corresponde. LA Y MEE Carpus: Carpo ó muñeca. —Compuesto de varios huesecillos compaginados en dos series, llamados los de la primera, que em- pieza por el borde radial, navicular ó escafoide; lunar ó semilu- nar; cunerforme; pisiforme, lenticular ó hueso fuera de la lí- nea; y los de la segunda comienzan por el trapecio y siguen el btrapezoides, el hueso grande y el unciforme ó ganchoso. No es igual el número de huesos ni éstos parecidos en todos los mamífe- ros, pues en unos aumenta por división, y en otros disminuye por soldadura ó desaparición y cambian las formas según los animales. Cauda: Cola, Rabo.—Extremidad del espinazo, ó sea su re- gión coxígea completa, cuando se prolonga más ó menos fuera del tronco y está cubierta de tejidos y adiposidades envueltas por los tegumentos. Cauda abrupta: Véase Cauda brevis. Cauda annulata.—Cola señalada con estrías anulares en su piel, como se ve en las Ratas. Cauda brevis seu brevissima. —Cola algo más corta que el muslo del animal á que pertenece. Cauda compressa.—Cola comprimida lateralmente, como la de la Rata almizclera. Cauda depressa.—Cola aplastada verticalmente, como la del Castor. Cauda disticha.—Cola cuyos largos pelos están dispuestos á derecha é izquierda como las barbas de una pluma: según se ve en las Ardillas. Cauda elongata: Véase Cauda longissima. Cauda floscosa: Cola joposa.— Cola podes de largos pelos desde su arranque, como la de la Zorra. Cauda jubata: Véase Cauda foscosa. Cauda laxa.—Cola ni voluble ni aprehensora. Cauda longa.—Cola tan larga como el cuerpo, lo que hace de- nominar al animal colilargo, rabudo ó rabilargo. Cauda longissima.—Cola más larga que el cuerpo del animal á que corresponde. Cauda loricata.—Cola cuyos anillos están formados por placas dermato-esqueléticas, como en los Armadillos, Cauda mediocris.—Cola algo más corta que el tronco del animal á que pertenece. == 4h == Cauda prehensilis. —Cola aprehensora, desnuda en su extremo por debajo, y dispuesta, como el pulpejo de los dedos, para palpar y agarrar, como lo hacen los Ateles, Cebus y otros monos del Nuevo Mundo. Cauda setosa.—Cola con pelos cortos y rígidos como cerdillas. Cauda squamata: Cola escamosa.—Cola cubierta de esca- mas ó escamillas epidérmicas en vez del pelo, como sucede en el Castor. : Cauda volubilis.—Cola que puede vólals y arrollarse al cuerpo del animal. Caulis.—Tallo ó cuerpo de la cuerna. " Cavum oris.—Cavidad de la boca. Cementum: Véase Indumentum corticale. Ceras. —Cuerno sólido frontal. Cerasphorium.—Prominencia frontal que lleva en su remate una Cuerna. Cerata palmata: Palas. —Cuernas que, ensanchadas en su parte superior, forman una pala guarnecida en sus bordes de puntas ó pitones, como se ve en los Gamos ó Paletos. Cerata perennia: Véase Cornua perennia. Cerata prona: Véase Cornua prona. Cerata ramosa.—Cuernas de los Ciervos. Cerata reclinata: Véase Cornua reclinata. Cerata redunca: Véase Cornua redunca. Cervix: Cerviz.—Parte posterior del cuello, desde el Colodr:- llo ó región occipital inferior hasta llegar al tronco. Chiloma.—Parte de la nariz confundida con el labio superior, como se ve en los solípedos. Cilise: Cejas.—Serie de pelos rígidos que suelen guarnecer los bordes de los párpados, dice Illiger; pero las cejas están formadas por los pelos que cubren la piel sobrepuesta á los arcos superciliares, llamándose pestañas, palpebre en latín, á los que guarnecen el borde de los párpados ó /imbus palpebrarum. Cincinnus: R¿z0.—Mechón ensortijado á manera de tirabu- zón que suele formar el pelo, la lana ó las crines. Cinguls.—Fajas compuestas de escudetes ó plececitas DES, y que constituyen, ajustándose, la armadura ó coraza. Cingulum. — Cintura del hombre, -” AG Cingulum dentis.—Parte del diente donde se unen la corona y la raíz. Clavicula: Clavícula. —Hueso del hombro que se articula con el omoplato y esternón. Clitoris: Clítoris, pitilla.——Cuerpecillo carnoso eréctil, que sobresale en la comisura superior de la vulva. Clypeus: Véase Lorica. Cloaca: Cloaca.-— Conducto donde avocan los ios semen y fetos de los mamiferos monotremas. Clunis: 47ca.—Parte alta, posterior y carnosa de las extre- midades abdominales. Codarium.—Pelusa ó pelos tenues y más suaves que el vello que crece entre los vellones. Collum: Cuello, Pescuezo.—Parte intermedia entre el tronco y Cabeza. Collum dentis: Véase Cingulum dentes. Coma: Penacho.—Adorno que forman los pelos largos de la cola que suelen ir colocados, por lo regular, en su extremo, como se ve en los Lirones. Concha: Véase Auricula. Cornua: Cuernos. —Eminencias ó apófisis, más ó menos pro- minentes ó largas, óseas, córneas ó á la par ambas cosas, que en direcciones diversas se desarrollan en la cabeza de varios mamiferos. Cornua annua: Véase Cornua decidua. Cornua camura.—Cornamenta en que ambas aos se en- corvan hacia adentro. Cornua cava. —Cuernos en que la clavija ó alma ósea es celu- losa, como en el Buey, Carneros, etc. Cornua cornea. —Cuernos que, como en los Rinocerontes, es- tán formados sólo por materia córnea. Cornua decidua: Cuernas caducas.—Cuernas que todos los años se caen y mudan, reemplazándolas otras nuevas, como sucede en casi todos los Ciervos. Cornua frontalis. —Cuernos que nacen en la frente, como en los Bueyes, Cabras, Ciervos, etc. Cornua lyrata. —Cuernos que en su base se dirigen hacia fue- ra, más arriba hacia adentro, y, encorvándose al fin las puntas hacia. lo exterior, resulta así el perfil de una lira. A Cornua nasalia.—Cuernos que están sobre la nariz, como en los Rinocerontes. Cornua osea: Cuernas.—Cuernos óseos en los que no hay ninguna parte córnea, cual sucede en los Ciervos. - Cornua perennia.—Cornamenta que persiste toda la vida del animal. _Cornua prona. —Cornamenta echada hacia delante de la frente. Cornua reclinata. —Cornamenta echada hacia detrás. Cornua redunca.—Cuernos que tienen las puntas encorvadas y dirigidas hacia delante. Cornua sólida.—Cuernos formados ya totalmente por materia córnea, como en los Rinocerontes, ó ya por sólo substancia ósea, como en los Ciervos. E Cornua vaginantia.—Cuernos en que la clavija está envai- nada completamente en un estuche córneo que la cubre y protege (los del Buey, Cabra, Carnero, etc.). Cornua vara.—Cornamenta que se inclina hacia afuera. Coroides: Coroíde. —Membrana vascular y obscura que cubre interiormente las paredes de la cámara posterior del ojo formada por la esclerótica. Corona.—Porción de los dientes ó muelas que sobresale de la encía. Corona dentis.—Parte libre del diente que está fuera del alvéolo. Coronamen: Corona.— Margen superior de la pesuña ajusta- da á la piel. Coste: Cosítllas.—Huesos largos, comprimidos y algo encor- vados, que desde el dorso convergen hacia la línea media del pe- cho, cuyas paredes laterales constituyen, formando los costados del tronco ó costillares. Coste cingulares: Costillas ceñidoras.—Las que por su ca- beza se apoyan en el espinazo y van á reunirse por las puntas ó ápices, como se ve en el esqueleto del Camaleón. Coste imbricate: Costillas recargadas.—Las que se so- breponen por sus extremos en las verdaderas, sin llegar al es- ternón. - Coste vera: Costillas verdaderas.—Las que por su cabeza se apoyan en el espinazo, y por su punta ó ápice en el esternón. AR E Coste vertebrales: Costillas flotantes.—Las que parten del espinazo y quedan sueltas por sus extremos. Coste sternales: Costillas extendidas. —Las que parten del esternón y quedan sueltas antes de alcanzar el espinazo. Coxa: Cadera.—Región externa de la parte superior ó anterior de los ililión, según sea la estación del mamífero, y que constituye lo más prominente de la porción basilar de las extremidades abdo- minales. Cranium: Véase Calvaria. Crines: Véase Capillz. Crista: Véase Caprona. Crura: Véase Scelides. Cubitus: Codo. —Parte externa y prominente de la juntura del brazo con el antebrazo. Cutis: Cutis, Cuero 6 Piel que cubre exteriormente el cuerpo humano. Cutis laxa.—Piel floja que forma arrugas por cubrir tejidos blandos. Dactylotheca.—Parte de cada dedo cubierta por una Po- dotheca parcial, como sucede en el Rinoceronte y en el Hipo- pótamo. Dentes: Dientes.—Producciones durísimas dermato-esqueléti- cas, cuyos órganos generadores están alojados en los alvéolos man- dibulares. Dens accesorius. —Cada uno de los molares homogéneos, menudos, que suelen estar situados delante ó detrás de los otros. Dentes acclinati.—Dientes que por su lado interno cubren la parte externa de los dientes opuestos. Dens acutatus. — Diente incisivo cuyo borde truncado es oblicuo. Dentes alternantes.—Dientes dispuestos de modo que, al ce- rrar las mandíbulas, las coronas de los dientes de arriba y de abajo se ajustan en los interespacios de unos y de otros. Dentes angulares: Véase Dentes laniartt. Dens agglutinatus. —Diente sin raíz distinta y sólo fijo en el paladar ó en la maxila por una membrana, Dentes approximati.—Dientes ajustados unos á otros, como sucede en el hombre. == 149 = Dens auctus.— Diente que tiene la base de la corona ensan- Chada por los lados ó por delante ó detrás. Dens bi-tri-multicuspis.—Dientes que terminan sus coronas en dos, tres ó muchas puntas. Dentes canini: Véase Dentes laniari. Dens coelorhizus.—Diente que tiene la raíz excavada. Dens cestriformis.—Incisivo alargado y angosto, con el corte terminado en ángulo recto. Dens complicatus. —Diente en que la base es simple, y la corona, con pliegues ó entradas, está cubierta por el esmalte. Dentes congrui. — Dientes en que cada corona del diente de arriba está opuesta á la correspondiente de abajo. Dens cuspidatus. — Diente que tiene sembradas de puntas agudas la corona /Cuspis, cada punta). Dens dimotus.— Diente separado de sus congéneres por un gran espacio. Dentes discreti.—Dientes separados entre sí por un intervalo ó trecho hueco, como los de los Delfínidos. Dentes erecti.—Dientes que están verticalmente insertos en el borde alveolar. Dentes exserti.—Dientes que salen fuera de la boca, aunque ésta se halle cerrada, como sucede con los incisivos del Spalax y Bathyergus, los colmillos del Jabalí y del Babirusa, las defensas del Elefante, etc., etc. Dentes externe acclinati.— Dientes cuyo lado interno cubre al externo de los de la otra mandíbula. Dens ferium: Véase Dens sector. Dens fibrosus.— Diente compuesto de fibras ó tubitos ajusta- dos, como están en el Ornithorhynchus. Dentes heterogeni.—Dientes que difieren en forma y tex- tura. Dentes homogeneis. —Dientes que son todos de igual forma y textura. Dens impositus. —Diente implantado sólo en la encía. Dentes incisores.—/ncisivos, llamados por el vulgo dientes solamente, y que están colocados en los alvéolos de los huecos in- termaxilares en la mandíbula superior y en los correspondientes del centro de la inferior. ES Dentes inclusi.—Dientes que, cerrada la boca, quedan cubier- tos y ocultos. Dens injunctus.—Dientes cuyas raices están alojadas cada una en su alvéolo propio. Dens innatus.— Diente que, pegado al alvéolo, parece ser excrescencia ó apófisis del hueso maxilar, del que sin fractura no puede separarse. Dentes interne acclinati.—Dientes cuyo lado externo es el que cubre al interno de los opuestos. Dens inermis.—Diente liso, sin puntas, tubérculos ni armgas en la corona. Dens leevis: Véase Dens inermis. Dens lamellosus.—Diente en que el marfil y el esmalte están interpuestos de modo que, cortados al través por Cualquier parte, ambas substancias se ven alternadas, como sucede en los molares del Elefante. Dentes laniarii: Colmillos, Presas. —Dientes situados entre los incisivos y molares, cuando todos éstos existen. Cerradas las quijadas, los caninos inferiores suelen tener sus puntas delante delos superiores. Dentes laniarius ambiguus.—Dientes que, por su anómala forma, unas veces se asemejan á incisivos, otras á colmillos ó á mo- lares, por cuyo motivo es dudosa su determinación. Dentes laniarii exerti. — Defensas, colmillos ó intermaxila- res prolongados que salen fuera de la boca (como los tienen el Jabalí, Elefante, Babirusa y otros varios mamiferos). Dentes maxillares.—Dientes fijos en las maxilas. Dentes molares: Muelas ó verdaderos dientes mascadores, Co- locados en los maxilares y ramas de la mandíbula inferior. Dens mono, di, tri, polyrhizus. — Dientes que tienen una, dos, tres ó muchas raices. Dens obductus. — Diente en que toda la substancia interior de la corona está envuelta ó cubierta por una capa de esmalte. Dentes obliqui.—Dientes que sobre el borde alveolar se in- clinan en ángulo obtuso. Dentes obversi.—Dientes en que las coronas oblicuas de los dientes superiores se adaptan ú las también oblicuas de los inferiores. Dentes oppositi. — Dientes cuyas coronas están exactamente opuestas. A [E Dentes palatini.—Dientes implantados en el paladar. Dentes primores.— Dientes intermaxilares ó delanteros que nacen primero. Dentes primores inferiores. — Dientes implantados debajo de los superiores que lo están entre los caninos, ó, cuando éstos no existen, delante del gran espacio (Diastema) que queda entre ellos y los molares de entrambos lados, como sucede en las Pécoras y Glires, ; Dentes primores superiores.— Dientes que se fijan en los huesos intermaxilares. Dentes rubiginosi.—Dientes en que la superficie de la co- rona está cubierta de una capa de sarro amarillento ó negruzco que empaña el esmalte. Dens rugosum. —Diente que tiene la corona con arrugas elevadas. Dentes procumbentes.—- Dientes que están más ó menos in- clinados ó recostados sobre el borde alveolar. Dens scalprum.-—Diente incisivo cuyo extremo de la corona es cestriformis , esto es, angosto, largo, incisivo, con el corte que forma un ángulo casi recto por ambos lados. Dens sector seu sectorius.—Diente comprimido y cortante, que también se llama muela carnívora ó ferina. Dentes spurii.—Dientes pequeños y caedizos anteriores á los molares. Dens stereorhizus.— Diente que tiene las raíces sólidas. Dentes transversi.—Dientes que en la hilera se levantan más que los otros hacia adentro. Dentes tritores. —Muelas ó verdaderos órganos de HSiÑCR: ción, trituración ó desmenuzamiento de los lentos sólidos, para facilitar su ingestión y digestión. Dens tuberculatus.—Diente que tiene la parte plana de su corona cubierta de tubérculos. —Tuberculum. Dens unicuspis. —Diente que termina su corona en una punta. Diastema: Barra.—Espacio sin dientes que media entre los colmillos y molares (Solípedos, Rumiantes), ó entre éstos y los in- cisivos, como se ve en los Lirones ó Roedores. Digiti (polex, index, medius, annulariis, minimus): Dedos respectivamente denominados gordo ó pulgar. índice, me- dio, anular, y auricular, meñique ó pequeño, compuestos cada uno de una serie de artejos llamados falanges. Digiti: Dedos.— Partes más ó menos prolongadas é indepen- dientes con que terminan las manos y pies. Digiti amoti.—Dedos cortos que, por su inserción alta, cuan- do anda el animal no tocan al suelo, cual sucede con los dos pos- teriores del Cerdo. Digiti coadunati.—Dedos unidos en toda su longitud. Digiti exunguiculatus.—Dedos sin unas. Digitus hallux.—Dedo gordo del pie. Digiti insistens.—Dedos que se apoyan en el suelo al andar el animal, como sucede en los mamíferos llamados digitierados (perro, gato, etc.). Digiti muticus: Véase Digiti exunguiculatus. Digitus primus, secundus, tertius, quartus, quintus.—- Cada uno de los dedos de manos y pies, empezando á contar por el borde radial en la mano y el tibial ó lado interno en el pie. Dissepimentum narium: Véase Septum narium. Dorsum: Dorso, espalda. — Región intermedia del tronco, donde va la espina dorsal, y que comprende desde la cerviz hasta la rabadilla. Ebur: Marfil. —Parte que constituye el núcleo del diente. Elasmia.—Ballenas ó láminas córneas que guarnecen la man- díbula de los Balénidos. También las dicen barbas de ballena, por estar deshiladas en el extremo libre. Embolus.—Clavija ó parte ósea del cuerno que lleva estuche Ó vaina córnea. Epigastrium: Epigastrio, boca del estómago. —Región supe- rior ó anterior del abdomen, encima ó delante del ombligo, según sea la estación del animal. Extremitates: Véase Artus. Facies: Faz, Rostro, Cara. —Parte anterior de la cabeza, en donde están colocados los ojos, narices y boca. Falcula.—(Garra ó uña encorvada á manera de hoz. Falcula vaginata, semivaginata. —Garras que, al retraerse, se envainan total ó parcialmente en la cavidad del rhizonychio, como sucede en los Gatos y Viverras. Femur: Fémur ó hueso del muslo. —Hueso que se articula con == la porción basilar de las extremidades abdominales en la cavidad ó fosa cotiloídea. Fibula: Peroné ó Canilla menor. —Hueso que, unido con la tibia, constituye la pierna. Flexura.—Unión del antebrazo con el carpo. Floccus: //ueco.—Pelos largos y laxos del extremo de la cola. Fossa.—PFosa lagrimal, situada en el ángulo interno ó nasal de algunos mamiferos. Fossa jugularis: Hoyuela. —Depresión que existe en la parte baja de la garganta, encima de la primera pieza del esternón, entre los tendones del músculo externo-cleidomastoideo. Frons: Frente.— Región del sincipucio que media entre los ojos, el borde anterior de la coronilla y los arcos supraorbitarios. Frons alta.—La frente que mide más de la tercera parte de la Cara. Frons brevis. —La frente que tiene menos de la tercera parte de la cara. Frons proportionata. —La frente que ocupa la tercera parte de la cara a Gamba.—Metacarpo de la mano y metatarso sa pie, principalmente de los Solípedos y Bisulcos. Gastreum.—Región que comprende toda la faz anterior ó 1n- ferior del cuerpo, según sea la posición del mamífero, desde la gar- ganta hasta el perineo. Gena: Mejilla, carrillos. — Región lateral de la cara situada entre los ojos y la comisura de los labios. Genu: Rodilla.—Parte anterior de la unión del fémur con la tibia. Gibber: Véase Tophus. Gingiva: Encía. —Tejido vasculoso que guarnece el borde alveolar de ambas mandíbulas en la base de la corona de los dientes. Gradus.—Escalón que suele existir en la parte baja del diente. Gula.—Región de la garganta la más próxima al /ngluvies. Guttur: Garganta.—Región anterior del cuello, desde el tra- gadero hasta el comienzo del pecho. Gyri: Roscas, Anillos.—Círculos ó anillos que revisten la cola de los mamíferos lorigados. Aia Heligma.—Borde ó margen de la concha de la oreja. Helix: Véase Heligma. Hypocondria: /Hipocondrios.—Regiones laterales del tronco entre el ¿draw y los lomos, el tergo y el vientre. Hypogastrium: /Mipogastrio.—Parte del vientre que compren- de desde el ombligo hasta el empeine. Humerus: Hombro.— Articulación de la parte basilar con la palanca de las extremidades torácicas. La constituyen esencialmente las cabezas del omoplato y del húmero y la clavícula en todos los mamiferos claviculados. Index: Véase Digit. Indumentum corneum.—Capa tenue y amarillenta que cu- bre la raíz de muchos dientes. Indumentum corticale.—Substancia más blanda y deslus- trada que el marfil, la cual envuelve la superficie de los dientes complicados y penetra en sus diversos pliegues, como se ve en los molares de los Elefantes. Indumentum vitreum.-—£smalte que reviste la superficie externa del marfil en los dientes de algunos mamíferos. Inermis: Véase Mutilus. Ingluvies: Zragadero.— Región comprendida entre las ramas de la mandíbula y la garganta. Inguina: /ngle. —Pliegue situado entre el vientre y la base del muslo. Interscapulum: Entre escapular.—Región superior Ó ante- rior, según sea la posición del animal, opuesta á la pectoral, que está entre las espaldillas ú omoplatos. Iris: /ris.—Tabique circular ó diafragma membranoso que di- vide la cavidad del ojo en dos cámaras, anterior y posterior, y que, perforado en su centro como los diafragmas que los ópticos ponen en los microscopios para regular la luz, da paso á ésta por dicha abertura, denominada pupila. Juba: Crin, Crines.—Conjunto de largos pelos, laxos y cerdo- sos que guarnecen la cerviz, el pecho, espinazo ó cola de diversos mamiferos. Jugulum: Garganta.—Región gutural, colocada entre el /nm- gluvies y el pecho. Labia: Labios. —Porción musculoso-cutánea que cierra la boca = bb = impidiendo la salida de los alimentos en el acto de la masticación, y es también en muchos mamíferos órgano de prehensión (1) de los alimentos. Labium.—Labio inferior. Labrum.—Labio superior. Lamna.—Uña plana y laminar. Lana: Lana.—Pelos finos y largos que, crespos y ensortijados unos con otros y á veces entretejidos, forman con su aglomeración lo que se llama vellón. Lanugo: Lanmlla.— Pelusa de los mamiferos jóvenes, que ha de cambiarse con la edad en lana ó pelos. Lingua: Lengua.—Órgano muscular movible y sito en lo in- terior de la boca. Lingua vermiformis.—Lengua prolongada, delgada y cilin- drácea, muchas veces extensible y retráctil, como la del Hormi- guero y Pangolín. Lobulus: Ló»ulo.—El pulpejo de la oreja debajo del Trago. Lorica: Loriga, Escudo. —Parte dermato -esquelética que, á manera de coraza, cubre el cuerpo de alerunos mamíferos del orden Bruta, llamados por lo mismo Armadillos /Dasypus, Clamipho- rus). Lorica scutulata.—Coraza formada por anillos regulares y cubierta de una epidermis lustrosa. Lumbi: Lomos. —Región última del dorso próxima á la inser- ción de los muslos. Macheris.—Corte de los pliegues cubiertos de esmalte ó ma- teria vítrea que tienen los dientes laminosos y complicados. Vala.— Región posterior de la mandíbula inferior, que alcanza hasta la parte donde se articula la quijada. Maleolus: Maleolo ó tobillo.—Cada una de las dos prominen- cias de cada pierna, correspondiendo la mayor ó interna á la tube- rosidad en que termina la canilla mayor ó tibia en su articulación tarsiana, y la menor ó externa, menos abultada, pero semejante (1) Prehensión (de prehensio en latin, acción de asir ó coger), palabra que no consta en el Diccionario de la Lengua, á pesar de estar muy en uso en la ciencia, y de existir el verbo prender con la acepción de asir ó hacer presa de alguna cosa. Según el léxico castellano, es necesario decir aprensión, ó mejor aprehensión. pas á la interior, y en donde termina el hueso peroné ó canilla menor en los mamiferos, siempre que existe esta parte de tal hueso. Mamme: Mamas ó tetas, y también Pechos en las mujeres.— Órganos elandulosos que segregan la leche, primer alimento de to- dos los mamiferos. : Mammae abdominales: Véase Mammee ventrales. Mamme aperte.—Tetas visibles, como son las de la mayor parte de los mamíferos. Mammee incluse.—Tetas contenidas dentro de la Mastotheca 6 Marsupium. Mamme inguinales.—Tetas que están en las ingles. Mammee pectorales. —Tetas que están en la región del pe- cho ó tóras. Mamme ventrales.—Tetas que se encuentran situadas en el vientre. Mamilla: M/amila.—Parte principal de la teta ó pecho de la hembra, sin comprender el pezón. Mamilla: Marmella y Mamella.—Cada una de las dos excre- cencias largas y ovales que tienen algunas Cabras á los lados de la parte inferior del cuello. Mandibula inferior: Mandíbula 6 Quijada, Quijal y Qui- jar. — Hueso cuyas dos ramas, ordinariamente soldadas en el cen- tro de la barba formando una sínfisis, se articulan por sus extre- mos libres ó cóndilos en la cavidad glenoídea de los temporales, completando la parte esquelética de la boca destinada á la presa y masticación. Mandibula superior: Mandíbula superior.—Agregado óseo, que se forma en la parte anterior por ambos huesos intermaxilares, y por detrás con los maxilares. Mandibule: Mandíbulas, Maxilas ó Quijadas.—Porción de la cara formada por ambas mandíbulas sobrepuestas, que juntas constituyen la parte esquelética de la boca. Manus: Mano. —Extremidad con que concluye el antebrazo, y está caracterizada por el dedo pulgar, que puede oponerse á todos los otros y agarrar los cuerpos. Las manos verdaderas sólo se ven en las extremidades torácicas; pero, cuando el dedo gordo del pie es oponible á los otros, también se ha llamado á dicho pie impropia- mente mano, y de ahí denominar cuadrumanos á los monos. E Manus antics: Véase Antipes. Marsupium.-—Zurrón ó bolsa formada por los pliegues cutá- neos del abdomen, y dentro del cual están las mamas de los mar- suplales. Mastotheca: Véase Marsupium. Maxilares.—Huesos de la cara que entran á formar la man- díbula superior y en donde, por punto general, van encajados los dientes. Maxilla: Véase Mandíbula. Meatus auditorius: Meato auditivo. —Conducto auditivo ex- terno. Medius: Véase Digitt. Membrana nictitans: Membrana guiñadora. — Membrana que, situada verticalmente en el ángulo interno del ojo, constituye un tercer párpado, detrás de los horizontales, y es conocida con tal nombre porque, corriéndose á voluntad del animal por delante del globo del ojo, oculta á éste, como cuando se guiña con los párpados exteriores. : -Mentum: Barba. —Parte del borde anterior de la quijada que corresponde á la sínfisis ó unión de ambas ramas, cuya soldadura no siempre es completa y sólida; por lo cual muchas veces se: ha- llan sueltas en la barba las ramas de las quijadas. Mentón llaman los Anatómicos españalos y franceses á la referida parte de la cara. Mentum absconditum: Barba retraída, y que no se señala de un modo claro. Mentum promines.—Barba muy prominente respecto á la mandíbula superior. Mentum prominulum: Barbilla.—Barba algo saliente, que adelanta ó pasa de la línea de la mandíbula superior. Barbada lla- man los veterinarios á la parte inferior de la quijada de abajo de las caballerías. Mesocynium.—Base de los dedos, debajo de la gamba, entre ésta y la uña. Metacarpus: Metacarpo.—Conjunto de huesos que apoyados en el carpo ilevan los dedos, desde uno en los monodáctilos, hasta cinco en los pentadáctilos, que es el número mayor existente en los mamiferos. Metatarsus: Metatarso ó empeine del pie.—Zona que, como el = E9 = metacarpo en la mano, se forma también con un número diverso de huesos, según sea el de dedos que en el pie tenga el animal. Minimus: Véase Digit. Molares abrupti.—Muelas que, estando reunidas entre sí, las separa de los incisivos ó de los colmillos un gran espacio vacío. (So- lípedos, Rumiantes, Roedores.) Molares continui.—Muelas que están próximas á los colmi- llos, ó á los incisivos si faltan aquéllos. Molares incurrentes.—Muelas cuya figura y magnitud son sensiblemente parecidas á la de los incisivos ó colmillos más próximos. Mutilus: 1/0cho.—Dícese de los animales que, debiendo tener cuernos, carecen de ellos. Mystax.—Bigote ó pelos largos encima del labio superior. Nares. — Ventanas de la nariz ó abertura anterior de las fosas nasales. Nares cristatee.—Narices cuya margen está rodeada de. cres- tas ó pliegues. = Nares tubulose. —Narices de conductos angostos que ter- minan en ventanas estrechas casi sin alas. Nasus: La nariz.—Parte de la cara en cuyo interior está con- tenido el órgano del olfato. Nasus abbreviatus: Nariz roma.—Nariz más corta que el labio superior. Nasus cordatus.—Nariz aplastada y triangular. Nasus elongatus. —Nariz más larga que el labio superior. Nasus foliatus.—Nariz cuyos apéndices membranosos afectan formas foliáceas, prominentes ó deprimidas, como suele verse en varios Murciélagos. Nasus hastatus.—Nariz en forma de hierro de lanza. Nassus impressus.—Nariz más deprimida que el labio su- perior. Nasus infundibuliformis.—Nariz en forma de embudo. Nasus prominulus.—Nariz más elevada que el labio superior. Nasus proboscis. — Nariz más ó menos prolongada sobre el maxilar, y movible en su extremo, como la del Tapir y la del Ele- fante. Nasus resimus: Nariz aguileña. — Nariz encorvada hacia abajo, formando arco en su dorso. e O Nasus repandus.—Nariz ensanchada. Nasus simplex.—Nariz desprovista de apéndices. Nasus simus. —Nariz arregazada ó respingada por tener el dorso cóncavo. Nates: Valgya.—Parte más prominente y lateral de las ancas. Natis calva: Véase 7'yl1um. Notoeum.—Parte posterior ó superior del cuerpo, según sea la posición del animal, á contar desde la nuca hasta el ano. Nucha: Vuca, Cogote, Colodrillo. — Parte alta de la cerviz junto al occipital. Occiput: Occipucio ó cogote, colodrillo.—Parte posterior de la cabeza desde el vértice hasta el agujero occipital. Olecranom: Véase Ulna. Omoplata: Omoplatos, Escápulas 6 Paletillas. — Huesos del hombro fijos en la espalda por medio de músculos, Ó sisarcosst, como decía La Caba. Operculum auriculare. — Trago bastante desarrollado para cerrar la cavidad de la oreja, como se ve en el Murciélago orejudo. Os.—Boca, mandíbulas ó masxilas. Os edentulum.—Boca ó maxilares sin dientes, como se ve en el Hormiguero y en el Pangolín. Os humeri: Véase Brachium. Os sacrum: Hueso sacro (ó mejor región sacra). —Zona com- puesta de una ó más vértebras, en cuyo canal termina la médula del espinazo. Ossa coccigis: Coxis ó rabadilla.—Parte del espinazo, com- puesto de una ó más vértebras sin canal medular, que forman lo que el vulgo llama cola 6 rabo. Ossa incisivorum: Véase Ossa intermaxilarum. Ossa intermaxilarum: Huesos intermasxilares.—Son dos, ó uno Cuando están soldados ambos, y van interpuestos entre los maxilares. Llámanse incisivos por llevar en sus alvéolos los dien- tes así nombrados. Palama.—Membrana interdigital de los pies palmados y semi- palmados. Palatum: Paladar. — Región inferior de los huesos maxila- res y palatinos, vulgarmente llamada Cielo del paladar ó de la boca. o — AÑ Palearia: Papada, Papo. —Pliegue de la piel que cuelga de- bajo del cuello de varios Mamíferos, entre ellos los Bueyes. Palma: Palma.—Superficie inferior de las manos verdaderas, desde la muñeca hasta los dedos, y análogamente en el pie, pero con la denominación de planta. Palme.—Véase Antipes. Palpebra: Párpados. —Pliegues cutáneos movibles destinados á cubrir y proteger el globo del ojo. Palpebre.—Véase Cilia. Pannicula.—Piel vellosa que reviste 4 las cuernas caedizas cuando acaban de reproducirse, y que más tarde se seca y exfolía desprendiéndose del asta. Papille: Pezones. — Eminencia producida en los pechos ó te- tas por el manojo de los conductos eréctiles excretorivs de las glán- dulas lactígenas, y por donde los hijos de los mamíferos chupan la leche. Parauchenium.—Lados del cuello entre la cerviz y garganta. Pars denudata: Véase Pars glabra. Pars depilis: Véase Pars glabra. Pars glabra.—Parte del cuerpo calva ó desprovista de pelos. Pars nuda: Véase Pars glabra. Pars pilosa: Parte peluda.—Parte del cuerpo cubierta de pelos. Pars prona: Véase Gastrceum. Pars supina: Véase Votozum. Pars vestita: Véase Pars pilosa. Patagium. — Membrana que une los dedos y las extremidades en los Murciélagos y Galeopithecos. Patagium anale.— Membrana que se extiende por el lado in- terno de las extremidades abdominales. Patagium collare.—Membrana que va desde el cuello hasta los brazos. Patagium digitale.—Membrana que une los dedos. Patagiun interfemorale: Véase Patagium anale. Patagium lumbare. —Membrana que, abarcando las cuatro extremidades, se adhiere á los costados del tronco. Patagium membranaceum.—Membrana tenue y lampiña. Patagium pelliceum. — Membrana de los Murciélagos Cu- bierta de pelo. a E E Patalus.—Cuerna sencilla de los Useros ó Cervatos ya des- tetados. Patella: Rótula 6 Choquezuela.— Hueso grande sesamoídeo, que constituye lo más prominente de la rodilla. Pectus: Pecho. — Parte superior ó anterior al abdomen com- prendida entre el esternón y región dorsal del espinazo. Pedalium.— Aleta caudal y horizontal que, formada por una ancha expansión de la piel, termina el espinazo y constituye la cola de los Cetáceos. Pedes: Extremidades, Pies, Patas 6 Remos. — Miembros dispuestos para el apoyo y locomoción y otros servicios necesarios á los animales. Pedes absoluti: Véase Pedes exerti. Pedes ambulatorii.— Extremidades sueltas que, sin ser pal- mipedas, ni chiropteras, mi saltadoras, están bien dispuestas para la progresión ordinaria. Pedes anticus: Véase Antipedes. Pedes bisulci, Subbisulci: Bisulcos y Subbisulcos.—Pies de los mamíferos que, al andar, sólo apoyan en el suelo los dos de- dos del medio: tal como lo hacen la Cabra, la Oveja, el Ciervo, etc. Pedes chiropteri. —Pies delanteros cuyos dedos larguisimos están unidos á los brazos por una membrana ancha que los con- vierte en alas para volar, tal como se ve en los murciélagos. Pedes compedes: Pies grillados. —Extremidades abdomina- les compaginadas de modo que, dirigidas hacia detrás y trabadas por la piel, forman una especie de plagioplatea ó falsa cola hori- zontal, como se ve en los Sirenios. Pedes dermopteri.—Pies ó extremidades torácicas y abdomi- nales unidas por la expansión de la piel de los costados del cuerpo, constituyendo un paracaídas para sostenerse en el aire al saltar, como lo hacen los Galeopithecus, Ptheromys, Phatangista, etc. Pedes digitigradi: Digitígrados. —Pies que, al andar, sólo apoyan en el suelo las yemas de los dedos (el Perro, Gato, etc.). Pedes exerti: Pies sueltos, libres.—Pies que desde la porción basilar salen fuera del tronco, como sucede en el hombre, en los monos, etc. Pedes fissi: Fisípedos. —Pies de aquellos animales cuyos de- dos no están unidos por una membrana interdigital, (50 Pedes fossorii: Excavadores.—Pies anchos, cortos, robustos, provistos de uñas fuertes y á propósito para cavar y remover la tierra (como los anteriores de los Topos). Pedes multiunguli.-—Pies que tienen más de dos pesuñas. Pedes obvoluti: Véase Pedes retracti. Pedes palmati: Palmípedos. — Pies en que los dedos están unidos por una membrana interdigital desde su base hasta la punta, como en los posteriores del Castor. Pedes plantigradi: Plantígrados.—Pies que, al andar, sien- tan en el suelo toda la planta, como los del Hombre, del Oso, etc. Pedes retracti: Recogidos, envueltos.—Pies cuya parte ba- silar queda oculta entre los tegumentos del tronco, y la palanca en- vuelta por la piel, resultando impropios para andar. Pedes lomatini: Pies franjeados.—Pies que tienen guarne- cidos los dedos con una membrana lateral. Pedes solidunguli.—Pies de los monodáctilos cuya única uña ó casco se apoya en el suelo, como se ve en el caballo. Pedes saltatorii.—Extremidades posteriores sueltas (exseríz), robustas, bastante más largas que las anteriores, y bien dispuestas para dar largos saltos, como en los Kanguros, Gerbos, Liebres, etc. Pedes semipalmati. —Pies en que la membrana interdigital no pasa de la mitad de los dedos. Pedes ungulati: /b1, tri, quadri, quinque).—Pies que tienen dos, tres, cuatro ó cinco pesuñas, como respectivamente sucede en la Oveja, el Rinoceronte, el Cerdo y el Elefante. Pedes volatiles: Véase Pedes chiropter. Pedimanus: Pedímano.—Disposición del dedo gordo del pie tal que, como el pulgar de la mano, puede oponerse á los demás dedos y agarrar, según vemos lo hacen las Sariguayas ó Didelphis. Pellis.—Piel, ó, mejor, pellejo ó pelleja cubiertos de pelo. Pelvis: Pelvis. —Parte del esqueleto formada por el conjunto de la región sacra del espinazo, y los huesos innominados (ilión, isquión y pubis), lo que constituye la porción basilar de las extre- midades abdominales. Penicillus: Pincel, brocha.—Pelos bastante largos y rígidos que adornan algunas partes de ciertos mamíferos: tales como los de la punta de las orejas de las Ardillas y Linces. Penis: Pene, Miembro, Verga.—Órgano copulativo mascu- e lino, constituido por los cuerpos cavernosos, la uretra, y en su ex - tremo el dalano ó glande, que tiene con frecuencia en algunos ma- miferos un hueso especial, y por cubierta cutánea el prepucio ó piel que envuelve todo el órgano copulador, en cuya base suele verse el escroto ó bolsa donde están contenidos los testículos, reco- riéndola por su medio el rafe, especie de costura simulada que sigue por el perineo hasta el orificio del ano. Penis adnatus.—Pene cuando sólo está péndulo ó libre en su extremo y se le ve recogido hasta cerca del ombligo en los tegu- mentos del vientre, como sucede en el perro y varios otros ma- míiferos. Perincoum: Perineo.—Istmo ó espacio que hay entre la base de ambos muslos y que se extiende desde el ano hasta los órganos sexuales externos. Pes: Pie. — Parte en que terminan las extremidades abdomi- nales, es decir las piernas ó patas. Pes adactylus.—Pies que carecen absolutamente de dedos. Pes exunguiculatus.—Pie cuyos dedos carecen de uñas. Pes mono, di, tri, tetra, pentadactylus.—Pies según tie- nen uno, dos, tres, cuatro ó cinco dedos. Pes muticus: Véase Pes exunguiculatus. Pes mutilatus: Véase Pes adactylus. Phalanges: Falanges ó artejos. —Huesecillos largos, dispues- tos en series para constituir los dedos, sin más nombre que el del número ordinal que, á partir desde el metacarpo, los corresponde, á excepción del rhizonichium. Phalanges digitorum.—Falanges ó serie de huesos que for- man los dedos. Phalangium digitiformis : Véase Articuli. Phalanx extrema: Véase Rhizonichium. Pili: Pelos.—Filamentos más ó menos largos, córneos, de for- ma diversa, que cubren la superficie de la piel de los mamíferos. Pili erecti: Pelitieso.—Pelos erizados casi verticalmente sobre la piel, como las cerdas del Jabalí. Pili incumbentes.— Pelos extendidos completamente sobre la piel. Pili sericei: Pelos sedosos.—Pelos finísimos, suaves y ú me- nudo lustrosos como la seda, — (el == Pili tomentosi: Pelos tomentosos. —Los enredados unos con otros, de modo que difícilmente se pueden aclarar. Pili villosi: Pelosilla, Vellosilla, Pelusilla.—Pelos finos, lar- gos y rectos. Pinna analis: Véase Pedalium. Pinna dorsalis: Aleta dorsal.—Elevación cutánea que simula la aleta de los peces, pero sin radios óseos, como la que se ve en muchos Cetáceos. Pinne pectorales: Véase Artus pinniformas. Planta: Planta.—Parte por donde el pie se apoya en el suelo desde su base hasta la punta de los dedos. Podarium.—Pie de una cualquiera de las extremidades abdo- minales. Podex: Véase Anus. Podium: Pie. —Parte extrema que en las extremidades torá- cicas la constituyen el carpo, metacarpo y dedos, y en las abdo- minales el tarso, metatarso y dedos. Podium postichum.—Véase Podarium. Podotheca.—Piel que cubre todo el pie del animal, como sucede en el Elefante. Polex: Véase Digitt. Poples.—Corva ó parte posterior de la unión del fémur con la tibia. Precordia: Véase Pectus. Proboscis.—Trompa ó prolongación de la nariz, como en el Elefante y el Tapir 6 Danta. Propugnaculum.— Daga ó rama inferior de las cuernas, di- rigida hacia adelante como defensa. Prosthema. -—-Apéndices de forma variada que vemos en la nariz de algunos mamíferos. Prymna.—Cintura ó región posterior del dorso, desde el tergo hasta la rabadilla. Pterygium: Las alas de la nariz.—Parte inferior de sus pa= redes externas. Pubes. —Vello que cubre exteriormente los órganos genitales. Pupilla: Pupila ó niña del ojo.—Pupilla verticalis, la que se contrae dejando la abertura vertical, como en los Gatos. /orizon- talis vel transversalis, la que es respectivamente de abertura hori- — (1) => zontal ó transversal, como en los Rumiantes y Solípedos. Circu- laris, si afecta esta forma. Rachis: Véase Spina dorst. Radius: Radio. — Hueso del antebrazo, unas veces suelto y otras soldado al Cúbito, en cuyo caso parece el antebrazo como for- mado por un solo hueso. Radix dentis: Raíz del diente. —Porción del diente despro- vista de esmalte que se implanta ó fija en el alvéolo. Rami.—Dagas, puntas ó ramificaciones agudas en que se sub- divide el asta de los Ciervos. Regio lumbaris: Véase Lumb». Regio nasalis: Región nasal.— Región que ocupa la nariz. Regio ophthalmica: Región oftálmica. — Región que rodea los ojos. Regio oris.—Región que rodea la boca. Regio parotica: Región parotídea.— Región situada entre el ángulo de la mandíbula y oreja. Regio umbilicalis.—Región que en el vientre rodea al om- bligo. Retromingencia animalia.—Disposición de aquellos animales en los que el pene está vuelto hacia atrás. Rhinarium: Morro.—Parte extrema de la nariz cuya piel tenue y desnuda está casi siempre húmeda, tal como el hocico del buey. Rhizonichium.—Falange última del pie ó de la mano que lleva las uñas ó pesuñas en los mamíferos dotados de ellas. Rictus.—Abertura de la boca. Rima odorifera.—Fole ó bolsa pequeña situada entre la cola y el ano, ó entre éste y los órganos genitales, que contiene un humor fétido ó almizcleño, segregado por glándulas ó folículos especiales. Rostrum: Rostro, Faz, Cara.—Parte anterior de la cabeza que comprende toda ó parte de la región nasal. Rotula: Véase Patella. Sacculi buccales.—Abazones ó bolsas que algunos mamiferos tienen en la boca para guardar los alimentos antes de masticarlos, como se observa en algunos Monos y Roedores. Sacecus analis: Véase Rima odorifera. Scalprum.— Borde cortante de los molares ferinos y de los incisivos ó dientes cestriformes. == (M0 = Scapule: Véase Omoplata. Sceleton: Esqueleto 6 neuro-esqueleto. —Armazón de huesos que, ordenadamente compaginados, sirven de apoyo á las partes blandas del cuerpo, ó de estuche protector para órganos delicados, tales como el sistema central nervioso ó cerebro-espinal, los senti- dos de la vista, oído y olfato, y hasta de verdaderas palancas para determinados movimientos. Scelides.—Piernas ó patas posteriores ó abdominales. Scopa: Brocha ó escobilla.— Manojitos de pelos largos que en los pies y en otras diferentes partes del cuerpo ostentan algunos - mamíferos. Scrobiculus cordis: Véase Epigastrium. Scutulum.—Cada uno de los escudos ó piececitas que forman la Lorica ó coraza de distintos mamiferos. Septum narium.— Tabique de las fosas nasales que divide en dos dicha cavidad. Sete: Cerdas.—Pelos rígidos, ordinariamente divididos en dos filamentos terminales. Sinciput: Sincipucio, vértice y coronilla. —Parte anterior su- perior de la calavera desde el vértice hasta los ojos, ó sea la mitad anterior del cráneo. Solea.—Cara inferior de la pesuña ó pezuña. Spina dorsi: Espinazo, Raquis, Esquena y Columna verte- bral. —Serie de huesos llamados vértebras, ya sobrepuestos ó an- tepuestos, según sea la estación del animal, que, sólidamente ar- ticulados, constituyen el tubo ó conducto que aloja y protege la médula espinal desde el cogote ó colodrillo hasta la rabadilla. Spine: Véase Aculez. Spondyli: Véase Vertebroe. . Squame: Zscamas. —Chapas córneas ú óseas, fijas á la piel por su base y libres por sus bordes y punta, que, recargándose á manéra de tejas ó empizarrados, se asemejan á las escamas de los peces: ejemplo, las del Pangolín. Stella.— Pelos largos que caen sobre la piel por ambos lados, partiendo de un centro común. Stephanium.—Rodete verrugoso-óseo que rodea la raíz ó base de las cuernas. Sternum: Esternón ó tabla del pecho.—Hueso sencillo ó com- O puesto de varias piezas planas ó aquilladas, en cuyos bordes se apo- yan las costillas verdaderas. Stethisum.—Parte antevior ó inferior del tórax ó pecho, según sea la posición del animal. Stirps caude: Raíz, tronco de la cola. —Base ú arranque del rabo, también llamada raíz de la cola. Suífrago: La Cuaríilla, Jarrete ó Doblegadura de las pier- nas traseras de las bestias, que es la unión de la tibia con el tarso. Sulcus lacrimalis: Véase Fossa. Sumen: Véase /nguina. Supercilium: Cejas. —Pelos que crecen en la frente sobre los arcos ciliares. Sura.—Pantorrilla en las piernas, y Morcillo en el brazo, que son las partes musculares más prominentes y desarrolladas. Sutura. —Línea de unión de dos huesos, y también la que re- sulta en la piel entre los dos órdenes de pelos que caen en el vellón á derecha é izquierda. Symphysis: Sínfisis. — Unión de huesos sin articulación, á modo de soldadura, como sucede en el centro de la barba, entre ambas mandíbulas de la quijada inferior, y también en los huesos del pubis. Tali succenturiati: Véase Ungulce succenturiatee. Talus: Véase Calcaneus. Tarsus: Tarso.—Parte primera del pie, que la forman número vario de huesos, según sean los diversos mamíferos, y están dis- puestos para poder articular el pie con la pierna. Tegumenta: Tegumentos.—Piel que cubre el cuerpo, llamada. vulgarmente pellejo, casi siempre cubierto de pelos ó de otros apén- dices dermato-esqueléticos. Tempora: Las sienes ó región temporal.—Que ocupa la parte comprendida entre los ojos y orejas. Tergum: Espalda y espaldas. —Región del dorso interpuesta entre el interscapulum y el pecho. Testa: Véase Lorica. Thesauri: Véase Sacculi buccales. Thorax: Tóraxw.—Cavidad del pecho, colocada entre el espi- nazo y esternón, encima ó delante del vientre, según sea la esta- ción del animal. —03= Tibia: Tibia 6 Canilla mayor. —Hueso intermedio éntre el muslo y el pie, que, unido á la fíbula, constituye la pierna. Tomentum: Zomento, Borra. —Pelusa enredada, y también el llamado Pelote. P Tomium.—Bordes alveolares ó margen libre de las mandíbu- las en que están fijos los dientes. Tophus: (Giba. — Bulto subcutáneo grande, blando y re- pleto de grasa, que en el dorso tienen el Camello, Dromedario, Zebú, etc. Torques: Torce ó Collar.—Zona de pelos de color distinto que circunda el cuello de aleunos mamíferos. Tragus: 7'7rago.—Eminencia en la margen anterior de la oreja, delante del orificio auditivo externo. Truncus: Z'ronco.—Todo el cuerpo de los mamíferos, excluída la cabeza, extremidades y rabo. Tuber: Véase Cerasphorium. Tunica adnata: Véase Tunica conjuntiva. Tunica córnea: Córnea.—Membrana circular y transparente _ que por la parte anterior del globo del ojo forma un disco central que da paso á la luz, como la lente de un anteojo. Tunica conjuntiva: Conjuntiva ó adnata (Bonells y La. Caba). —Membrana diáfana que cubre el globo del ojo por su parte anterior, y se adhiere también á la superficie interna ó posterior del párpado. Tunica iridea: Véase /ris. Tunica sclerotica: Esclerótica. —Membrana exterior, blanca y opaca, que constituye la gran célula llamada globo del ojo, donde se contiene lo más esencial del órgano de la vista. Algunos llaman á esta membrana Córnea opaca, considerándola equivocadamente como continuación de la córnea. Tylari. —Partes callosas de los dedos y planta de los pies. Tylium.—Parte callosa, lampiña ó calva de las nalgas, fre- cuentemente coloreada en algunos mamíferos símidos, sobre todo en el Mandril, Papión, etc. Ulna.—Cúbito, ó su porción posterior sola, es decir, el Codo. Ungues: Uñas.—Parte córnea adherida al Rhizonichium ó última falange. Ungues falcularis: Garras. —Uñas largas, comprimidas ó —= (60) = redondeadas y aguzadas, que se apoyan por su parte superior en la falange extrema. Ungues lamnaris, lamnatis.—Uñas planas y anchas, y por su extremo libre truncadas y fijas sobre la parte dorsal deprimida del rhizonichio, como son las uñas del Hombre y del Elefante. Ungues tegularis. —Unas acanaladas y más ó menos anchas ó comprimidas, como son las de los monos americanos. Ateles, Myce- tes, Pithecia, Cebus, etc., etc. Ungues ungularis.—Casco ó uña grande y obtusa que, á manera de zapato, envuelve en su extremo el dedo de los solipedos. Ungula: Pesuña 6 Zapatilla.-—Uña que, á manera de chancla, envuelve en los mamíferos bisulcos la última falange. Ungule succenturiate.—Pesuñas que no llegan al suelo: tales como las de los dedos posteriores del Cerdo. Uraceum.—Parte inferior y posterior del cuerpo comprendida entre el pecho y el ano, inclusa la cavidad del vientre. Uropygium: Rabadilla. —Extremidad del espinazo sobre el ano, en la raíz de la cola. Varicula. — Pelos del vellón dispuestos de modo que caen formando dos bandas opuestas, como sucede en las Ovejas churras. Vellus.— Vello que cubre el cuerpo. Vellus sericatum.— Vello corto, fino, suave y espeso. Venter: Vientre. —Parte inferior ó posterior del abdomen si- tuada entre el pecho y el perineo. Ventriculi buccales: Véase Sacculi buccales. Verruca: Verruga.—Hxcrescencia cutánea, pequeña, orbicu- lar y callosa. Verruca hallucaris: Véase Verruca pollicaris. Verruca pollicaris. —Eminencia que apenas sobresale de la piel, y que representa en algunos mamíferos el dedo pulgar. Vertebra: Vértebras ó Espondiles.—Huesos que constituyen el espinazo. Vertebre caudales: Véase Ossa coccigis. Vertebre collares: Vériebras del cuello ó vértebras cervica- les.—Las intermedias entre la cabeza y el tronco del cuerpo. Vertebr:e dorsales: Véase Vertebrce pectorales. Vertebre externales: Piezas del- esternón, que no hay que a confundir con la idea que de tales huesos tienen formada otros na- turalistas. Vertebrze lumbares: Vértebras lumbares.—Las colocadas en la región lumbar comprendidas entre la última dorsal y primera sacra. Vertebra pectorales: Vértebras dorsales.—Las que consti- tuyen la región dorsal ó torácica del espinazo y sirven de apoyo á las costillas, cuyas cabezas se articulan en ellas. Vertebre sacra: Vértebras sacras. —Las que constituyen, sol- dadas ó sueltas, el hueso sacro, que también el vulgo llama hueso palomo. Vertex: Vértice. —Parte más elevada del cráneo, entre las orejas. Vibrisse: Vibrisas.—Pelos claros, rígidos ó sedosos, esparci- dos, y más ó menos largos, que crecen dentro de las alas de las na- rices, y en la cara ú hocico, y alguna vez en el lado interno de las manos ó patas anteriores de ciertos mamíferos. Vola.—Palma ó cara interna de la mano. Vortex.—Remolinos de pelos del vellón. Vultus.—Circunferencia de la cara ó rostro. Vulva: Vulva y Natura. —Partes externas de los órganos ge- - nitales de las hembras. Están constituídas por los denominados labx (labios), situados entre la raíz de ambos muslos delante ó debajo del ano, y por el clítoris. Zone: Véase Cingule. “ TAXOLOGIA TAXOLOGIA Exposición y discusión de las principales clasificaciones publicadas acerca de los Mamaíferos. Methodi naturalis fragmenta studiosé inquirenda sunt.—77. Plante omnes utrinque affinitatem monstrant, uti Territorium in Mappa geographica. Classes quo magis naturales, eo, cete- ris paribus, preestantiores sunt.—206. Methodus naturalis hine ultimus finis Botanices est, et erit. LiNN., Philos, Botán. De tales fundamentos taxonómicos carecen la mayor parte de las clasificaciones mastodológicas que se han publicado hasta ahora, resultando por eso más sistemáticas que verdaderamente metódicas, defecto que alcanza á las propuestas por varias notabilidades cien- tíficas, incluso el mismo Cuvier, cuya tarea, á pesar de los propósi- tos del autor, al fin resultó evidentemente sistemática. Dos caminos diametralmente opuestos han seguido los natura- listas zoólogos y botánicos en sus escritos, tanto organográficos como descriptivos, de plantas y animales. El uno se funda en la conveniencia de partir de lo conocido á lo desconocido para ir comparando las semejanzas ó diferencias esen- ciales que existen entre las cosas, y por este principio los zoólogos comienzan por el estudio del hombre, que es el ser que nos es más conocido, puesto que somos nosotros mismos el tipo. El otro camino es, si se quiere, mís lógico, porque preceptúa pr yr.” e == TA partir de lo más simple á lo más complicado, ya que, sin conocer bien los elementos que entran en la composición de una cosa más ó menos compleja, no es fácil comprenderla. Yo admito ambos sistemas, dando preferencia absoluta al se- gundo en mis estudios organográficos comparativos, y al primero en los zoográficos. Según sea el criterio taxonómico, así varía la base de las clasifi- caciones, que pueden, sin inconveniente, llamarse descendentes ó ascendentes, y siguiendo las cuales los zoógrafos, unos empiezan por los animales que Carus llama cefalo-cefalózoos, y otros por los que el mismo clásico autor denomina Oózoos ó Protózoos. Las anteriores advertencias no deben olvidarse, y contando con ellas doy principio á la tarea del presente capítulo con la exposi- ción de las Clasificaciones mastodológicas descendentes y uniseriales, por orden cronológico. Débese á Aristóteles la primera clasificación de los mamíferos, que él denominó vivíparos, y que si bien se fundaba en analogías biológicas, antes presentidas que demostradas, no por esto carece de mérito real y positivo. Estableció el autor griego, en su Histo- ria de los animales, la división de los vivíparos en dos grupos, los Tetrapodos y los Apodos, y mientras el primero comprendía los animales de cuatro extremidades libres, que después se subdividían según la forma de los dedos, de las uñas, y de los caracteres de los dientes, el segundo encierra, con la denominación de Xetoda, los vivíparos de forma semejante á la de los peces. Aun cuando fun- dado el sistema en solo caracteres exteriores, lo cierto es que ya determinó perfectamente varias familias naturales, y no hay duda que los estudios del llamado «Príncipe de los filósofos» han sido una gran base para los naturalistas, y el haber abandonado los principios críticos que aquel sabio fijó, ha producido muchas veces verdadero retroceso en el desarrollo científico. Plinio, en su Historia natural, escrita en Roma 340 años des- pués de ser conocidas las obras de Aristóteles, dividió los animales en terrestres, acuáticos y aéreos, con lo que retrocedió grande- mente la clasificación de los mamíferos, y nada se adelantó en el E E asunto, ni durante el largo período del imperio romano, ni en toda la Edad Media, aun cuando los árabes españoles dieron á luz los denominados Bestiarios, uno de los que se conserva en el Escorial, y en los cuales describieron y figuraron bien diversos mamíferos; y aun cuando Alberto el Grande, en su Libro de los animales, co- mentó y amplió la obra de Aristóteles. Al ocurrir el descubrimiento de la América, los naturalistas es- pañoles, principalmente Acosta, Fernández de Oviedo y Ovalle, describen los mamiferos del nuevo continente, hasta entonces des- conocidos, pero sin seguir ninguna clasificación ordenada; mientras que por aquel tiempo Gesner publica en Suiza, y en latín, su Lis- toria de los animales, distribuyendo los mamíferos en grupos que, poco más ó menos, representan familias naturales no mal interpre- tadas. En 1693 el inglés John Wray (Raius en latín) dió á luz su Sy- nopsis methodica animalium quadrupedum et serpentini generis, donde, siguiendo las doctrinas de Aristóteles, abre no obstante una nueva vía á los estudios zoológicos; pues si bien toma principal- mente en cuenta, como su gran maestro, los caracteres exteriores, considera además las condiciones de los órganos internos, princi- palmente del aparato respiratorio. Los grupos y secciones de Ray son, en realidad, los del filósofo griego, pero los géneros se fijan con mayor seguridad y exactitud. Cuarenta años después de la obra del naturalista inglés, en 1735, apareció la primera edición del Systema nature de Linneo, y en las doce ediciones que se sucedieron se determinaron y subdivi- dieron más y más los géneros establecidos por Ray, fundando las determinaciones en mayor número de órganos esenciales para la vida, adquiriendo así la clasificación una precisión y claridad antes desconocida, y llegando á establecer como el carácter esencial y fundamental para la primera y principal división, la presencia de mamas, que en adelante será el invariable para toda determinación. Entramos ya así en el período verdaderamente científico, y co- menzaremos nuestro estudio crítico considerando las últimas edicio- nes de la obra del ilustre naturalista sueco. Nes a a : CAROLI A LINNÉ Sistema Nature per Regna Tria Nature, secundum classes, ordines, genera, species. — Editio duodecima, reformata. Hol- mie, 1766. CuLasis 1.—MAMMATLTIA, Heec et nulla alia mammata Animalia, ex structura, visceribus, organis homini proxima, pleraque Quadrupedia, nobiscam Conti- nentem inhabitant, tamquam inter hostes atrocissimos, dum ma- xima pauca Pinnata intra Pelagum se subducunt. ORDINES / Ordines imprimis a dentibus desumuntur: ! ó . E > S eb Primores nulli utrinque....... Bruta. nouiculata. , E AS E a 5 Primores incisores 2, laniari 0... Glires. al DenteEs. E E e p A Primores incisores 4, laniari 1... Primates. = Primores conici 6, 2, 10, laniarii 1. Fere. » noulata. Ñ h A “ asas Primores superiores el inferiores. . Belluz. > DenNTEs. : , E Primores superiores null... ... . Pecora. Mutica. Dentes varii in VATÍIS. ........ Cete. I. — PRIMATES. Dentes primores incisores: superiores 1v paralleli. Laniaril solitarii. Mammee pectorales binse. Pedes manus sunt. Ungues com- planati, ovales. Brachia diducta claviculis, incessu tetrapodo valgo. Victus incidendo fructus, scandendo lectos. Homo. Simia, Lemur, Vespertilio. TI.—BRUTA. Dentes primores, nulli utrinque. Pedes unguibus validis. In- cessus ineptior. Victus comprimendo. Elephas, Trichechus, Bradypus, Myrmecophaga, Manis, Da- sypus. TIT.—FERAB. Dentes primores conici utrinque, sepius superiores vr. Laniarii longiores. Molares cuspidato-conici (non truncati). Pedes unguicu- == Mi == lati. Unguibus sabulatis. Victus lacerando cadavera rapinasque animalium. Canini solitarii. Phoca, Canis, Felis, Viverra, Mustela, Ursus, Didelphis, Talpa, Sorex, Erinaceus. TV.—GLIRES. Dentes primores incisores 2, superius inferiusquo. Laniarii nu- 1li. Pedes unguiculati, curso salientes. Victus rodendo corticis, ra- dices, vegetabilia, etc. Hystrix, Lepus, Castor, Mus, Sciurus, Noctilio. V.—PECORA. Dentes primores inferiores incisores plures; superiores nulli. Molaribus remotissimi. Pedes ungulati bisulci. Victus evellendo plantas ruminandas. Veutriculi 4: Rumen macerans, ruminans: Reticulum cancellatum, recipiens: Ómasus multiplicatus, consu- mens: Abomasus fasciatus, acescens coagulo pro sebo, ut minus alcalescant. Camelus, Moschus, Cervus, Capra, Ovis, Bos. VI.—BELLUAB. Dentes primores obtusi. Pedes ungulati. Incessus gravis. Vic- tus extrahendo vegetabilia. Equus, Hippopotamus, Sus, Rhinoceros. VIT.—CErTB. Dentes cartilaginei. Spiraculee supra caput. Pedum loco pinne pectorales, et caudee loco Pedes compedes in pinnam (plagiura) planam. Ungues nulli. Victus e molluscis, piscibus. Locus pela- gicus. Hos a Piscibus divulsos jussi Mammalibus associari ob Cor bilo- culare calidum, Pulmones respirantes, Palpebras mobiles, Aures cavas, Penem intrantem Feminam, Mammis lactantem, idque ex lege nature jure meritoque. Monodon, Bal«eena, Physeter, Delphinus. En esta edición suprimió Linneo su orden Bestice, que había incluído en la décima, y en el que colocaba los géneros Sus, Da- sypus, Erinaceus, Talpa, Soresw y Didelphis: que en la duodé- == cima se repartieron: el Sus en el orden Bellue; el Dasypus, en el Bruta; y los Erinaceus, Talpa, Sorex y Didelphis, en el Ferze; cambios que, á la verdad, no mejoraron los defectos cometidos, y que, contra los deseos del autor, dieron una clasificación completamente artificial, en que no se tienen en cuenta, como debieran, las afini- dades zoológicas de los seres estudiados. Añádase á estas observaciones la de que el carácter de Dentes cartilaginei, que se asigna á los Cetáceos, no es exacto, pues son óseos en los delfinidos, y córneas las elasmias ó placas palatinas de los Baleenidos. 10. CHRIST, POLYC. ERXLEBEN Systema Regni Animalis, etc. CLasis 1.—MAMMALIA., 1797 Este autor quiso, pocos años después de los trabajos de Linneo, enmendar la clasificación del maestro sueco, pues en su prefacio nos dice: Genera stabilive, quee mihi maxime naturalia visa, nullius jurans in verba magistri; specierum characteres erun, varietates preecipuas notavi, in has minus tamen curiosus quam in ipsas species, y varió la clasificación Linneana tal cual su au- tor la estableció en la décima y duodécima edición de su Systema Naturce; mas prescindiendo de toda división, empezó por el género Homo y siguiendo con los Simia, Papio, Cercopithecus, Cebus, Callithrix, Lemur, Didelphis, Bradypus, Myrmecophaga, Ma- nis, Dasypus, Talpa, Sorex, Pteropus, Vespertilio, Ursus, Eri- naceus, Sus, Hydrochcerus, Hippopotamus, Rhinoceros, Elephas, Equus, Camelus, Bos, Ovis, Capra, Antilope, Cervus, Moschus, Lepus, Hystrixw, Cavia, Glis, Spalax, Mus, laculus, Sciurus, Castor, Lutra, Mustela, Viverra, Felis, Canis, Phoca, Tri- chechus, Balceena, Physeter, Delphinus, fué á concluir con el Mo- nodon, de lo que resultó una mezcla confusa bien distante de las afinidades naturales, por las diferencias existentes entre varios gé- neros de los que aproxima, y, por consiguiente, sin que se viese cumplido aquello que nos decía: Genera stabilivi, que mihi maxi- me naturalia visa. ON Y, en efecto, ¿qué hermandad natural existe entre los Monodel- fos y Didelfos, que á continuación de los Primates pone, y entre estos mismos con los Brutos? ¿Y entre los Vespertilio y el Ursus, el Sus y el Hydrochcerus, el Castor y la Lutra? No; la clasifica- ción de Erxleben ni es metódica ni sistemática, pues á ninguno de los principios de ambas se ajusta, y no puede estimarse más que como un sencillo catálogo descriptivo de Mamíferos, cuya impor- tancia verdadera sólo consiste en lo extenso de las sinonimias cien- tífica y vulgar, que presenta en diferentes idiomas. CUVIER EN [796 Tableau élementaire de 1' Histoire naturelle des Animaux. LIVRE SECOND.—Des marmmiferes. CHAPITRE 1 Comparaison de l'homme aux «autres animauz et notions générales , sur les mammsiferes. CHAPITRE II Des mammaiféres 4 quatre mains, 04 QUADRUMANES, 1. Les Singes (Simia). a. Les Singes proprement dits. Les Sapajous. Les Guenons. Les Macaques. Les Babouins. . Les Alouattes. akis (Lemur). Les Makis proprement dits. Les Indris. Les Loris. Les Galagos. Les Tarsiers. mn. Les SS O — B0'== CHAPITRE III Des mammiféres carnassiers. A. Mammiféres carnassiers volans ou Cheiroptéres. L. Chauves-souris (Vespertilio). A. Chauves-souris qui ont les canines ¿écartées, et lalssant une place suffissante aux incisives. a. Les Roussettes. b. Les Chauves-souris proprement dites. c. Les Rhinolophes. B. Chauves-souris quí ont les canines rapprochées par leur base, et laissant á peine au devant d”elles une place pour les inci- SIVes. a. Les Phyllostomes. b. Les Noctilions. mm. Les Galéopithéques (Galeopíthecus). B. Mammiféres carnassiers, qui appuient la plante entiére des pieds á terre, ou Plantigrades. 1 Les Hérissons (Erinaceus). a. Hérissons proprement dits. b. Tenrecs. m. Les Mousaraignes (Sorez). a. Mousaraignes de notre pays. b. Mousaraigne musquée ou Desman. mr. Les Taupes (Talpa). Iv. Les Ours (Ursus). a. Les Ours proprement dits. Les Blaireaux. c. Les Coatis. d. Les Ratons. e. Les Kinkajous. f. Les Mangoustes. C. Mammiféres carnassiers qui ne marchent que sur le bout des doigts, ou Carnivores. e Les Martes ( Mustela ). a. Les Loutres. b. Les Martes proprement dites. E - Cc. Les Mouffettes. vi. Les Chats (Pelis). vi. Les Chiens (Canis). a. Les Chiens proprement dits. 6. Les Hyénes. vin. Les Civettes / Viverra ). D. Mammiféres carnassiers qui ont le pouce des pieds de derriére écarté des autres doigts, ou Pédimanes. Ix. Les Didelphes /Didelphas). a. Sarigues. b. Dasyures. c. —Phalangers. d. Kanguroos. CHAPITRE IV Des Mammaferes sans dents canines, ou Rongeurs. 1% Les Porc-épics (1stri 2). 1. Les Lievres (Lepus). a. Liévres proprement dits. b. Les Lagomys. mi. Les Damans (Hirazx ). iv. Les Cabiais (Cavia). a. Cabiais proprement dits. 6. Agonutis. v. Les Castors (Castor). ví. Les Ecureuils /Sciurus). a. Polatouches. b. Ecureuils proprement dits. vi. Les Rats (Mus). . a. Les Marmottes (Arctomys, Gm.). Les Campagnols. Les Rats proprement dits. Les Hamsters. Les Rats-Taupes. Les Gerboises (Dipus, Gm.). Les Loirs (Myoxus, Gm.). E PT ¡6 A — LA: CHAPITRE V Des Mammiferes qui n'ont point de dents incisives, ou des Édentés. 1. Les Fourmiliers (14yrmecophaga). a. Fourmiliers proprement dits. b. Fourmiliers épineux (Echidna). c. Pangolins ou Fourmiliers écailleux (Mantis, L.). mn. Les Oryctéropes (Orycteropus, Geoffr.). m. Les Tatcus (Dasypus). Iv. Les Paresseux (Bradypus). CHAPITRE VI Des Mammaiferes sans canines ni incisives inferieures, et dont les incisives supérieures forment de longues défenses, ou des Eléphans. CHAPITRE VI Des Mammúiferes á sabots, quí en ont plus de deux a chaque pied, ou des Pachydermes. 1. Les Cochons (Sus). u. Le Tapir (Tapirus). mi. Les Bhinocéros (Rhinoceros). 1v. L'Hippopotame (Hippopotamus). CHAPITRE VII Des Mammaferes a deux sabots, a quatre estomacs, sans incisives supéricures, ou des Ruminans. — . Les Chameaux /Camelus). a. Les Chameaux proprement dits. b. Les Lamas. m. Les Chevrotins (MMoschus). ur. Les Cerfs (Cervus). iv. La Girafe (Camelo- Pardalis). v. Les Antilopes (Antilope). a. A Cornes recourbées en avant. b. A Cornes recourbées en arriére. OS E c. A Cornes droites. dd. A Cornes courbées deux fois, en maniére de branche de lyre. e. A Cornes courbées trois fois, et contournées en spirale. vi. Les Chévres (Capra). vu. Les Brebis /Ovis). vir. Les Boeufs (Bos). CHAPITRE IX Les Mammiferes a un seul sabot, ou des Solipedes. Le Cheval (Equus). CHAPITRE X Des Mammáiferes amphibtes. L Les Phoques (Phoca). 1: Les Morses (Trichecus, L.) CHAPITRE XI Des Mammoferes cétacés. L. Les Dauphins (Delphinus). - Il. Les Cachalots /Physeter). mr. Les Baleimes /Balcena). 1v. Le Narval (XMonodon). CUVIER (EDicióN DE 1829). En esta tercera edición, el autor divide los Mamíreros en Bima- nos, Cuadrumanos, Carniceros, Marsupiales, Roedores, In- dentados, Paquidermos, Rumiantes y Cetáceos; con lo que se ve, reduce á nueve el número de Órdenes de su primera clasificación, suprimiendo el de los Elefantes y el de los Solípedos, que mala- mente vino á mezclar con los Paguidermos, para que resultase un parentesco inadmisible. También suprime su orden Amphibia, bien establecido en sus Tableaux élémentaires de l' Histoire naturelle des Animauzx, y lo refunde, erróneamente, con el de los Carniceros; pues si bien ENE existe alguna relación entre los Anfibios y los Lutrinos, no es tanta que pueda bastar para hermanar unos y otros. Por fin, en 1837, el mismo Cuvier, en su Régne animal distri- bué d'apres son organisation, divide la clase de los Mamíreros en el Hombre, los Cuadrumanos, los Carniceros, los Roedores, los In- dentados, los Marsupiales, los Rumiantes, los Paquidermos ó Jumentos, exceptuando al Vlefante, que dice podría constituir un orden aparte por las semejanzas lejanas que le concede con los Roedores, y por fin coloca á los Cetaceos al final de la Serie, por no tener en cuenta más que sus formas exteriores, necesarias para su vida esencialmente acuática, sin considerar que son parecidas á las de los Anfibios, que intercala con los Carniceros. Tampoco con= fundirá ya nadie en un solo grupo las distintas familias que cons- tituían para Cuvier el orden de los Carniceros, ni admitirá que los Indentados (1) puedan intercalarse como unión de los Roedores y Paquidermos, ya que en aquel orden de Cuvier hay animales sin dientes, como los Myrmecophaga ú Hormigueros y los Manis ó Pangolines; otros con solo molares, como los Dasypodida y Dinote- rida; y algunos con molares y caninos, como los Bradypodidos ó Perezosos. Y sl esta inconsecuencia taxonómica existe para jun- tar, en el orden de los que el autor denomina Edentés, mamíferos á los que falta una ú otra clase de dientes, y que corresponden á tipos completamente distintos, no hay razón para que con ellos no, se hubiesen unido los Proboscídeos y Glires, que carecen de colmi- llos; las Pécoras ó Rumiantes, que no tienen ni incisivos en sus intermaxilares, ni colmillos, con lo que resulta el espacio liso lla- (1) La mayor parte de los zoógrafos extranjeros emplean la palabra édentés, que nuestros naturalistas traducen por desdentados , para desig- nar los mamiferos cuya fórmula dentaria es más ó menos incompleta, y á los mismos que yo llamaré indentados, pues así se expresa mejor en cas- tellano la idea de la carencia de los dientes por no haber existido nunca, mientras que desdentados, según la indole de nuestra lengua y según el uso vulgar, sólo debe aplicarse á aquellos animales que han perdido sus dientes después de haberlos tenido. Obsérvense, en prueba confirmativa de nuestra opinión, las palabras desacomodado, desaliñado, desavenido, desbastado, desheredado, etc., por una parte, y las incógnito, incompleto, inculto, indefenso, insepulto, etcétera, por otra, que con cien más pudieran citarse ahora. a mado diastema ó barra, y por tal camino el embrollo zoológico no tendría límite. De lo expuesto se deduce que el jefe de los zoógrafos franceses contemporáneos no tuvo fijeza en su clasificación para los Mamífe- ros, que al fin resultó mucho más sistemática que metódica, lo que no impidió para que sus compatriotas considerasen á este maestro como al De Jussieu de la Zoología; equivocado concepto que ha subsistido durante largo período del presente siglo, pues la clasifi- cación Cuveriana fué adoptada, en reemplazo de la Linneana, por la mayoría de los descriptores, y sirvió también para la ordenación ó arreglo de las colecciones de casi todos los Museos de Europa. DUMERIL Zoologie Analytique ou Methode naturelle de Classification des Animaux. 1806 Dividió este autor los Mamíferos en las familias siguientes: Familia 1.*—Bimanes. — 2,2 —Quadrumanes ou Tetrachiros. — 3.*—Cheiroptéres ou A/ipedos. — 4.*—Digitigrades ou Carnivoros. — 5."—Plantigrades. — 6.*—Pédimanes ou Marsupiaus. = 7.*—Rongeurs. — 8.*—Edentés. = 9.*—Tardigrades. — 10.*—Pachydermes. — 11.“—Ruminans ou Bisulcos. — 12.*—Solipédes. — 13.“—-Amphibies. — 14.*—Cétacés. Para caracterizar las referidas familias, que son verdaderos Ór- denes, el naturalista francés, después de establecer que por Mamí- feros han de entenderse los animales vertebrados, con mamas, pul- mones y sangre roja y caliente, le bastó establecer el siguiente cuadro: A O, Mamwmiferes. seulement.. Bimanes. mains sóparés etaux pieds. Quadrumanes. AUX... distincts: pieds etsansongle.. Pédimanes. á pouces O non sóparéós: les doigts... Digitigrades. tes: membres marche Sur-..- lla plante ... Plantigrades. iculés: / o E E reunis par une membrane aliforme........ Cheiroptéres. laniaires seulement... Rongeurs. de moins de trois sortes: defaut A GT hobaosararadadduob od Abonados et laniaires. Edentés. incisives seulement.. Tardigrades. plus de dedX............ Pachydermes. Ongulés: sabots au nombre dl ...oococoococosrno. COiE3on000o07oVoBaadedo lao Ruminans. un seulement........... Solipédes. QUA Ampbibies. Nectopodes: nageoires au nombre de.......... Ce soanoVos9snosso sara Cétacés. Poca perspicacia es necesaria para conocer que de todo tiene más que de metódica la clasificación anterior, y que en ella el insigne Dumeril incurrió en parecidas faltas á las cometidas por Cuvier, su contemporáneo y colega en el Museo de Historia Natural de París. LAMARCK In Philosophia Zoologique (pág. 142). 1809 MAMMIFERES PREMIERE couPE.—Les mammiféres onguiculés. 1ls ont quatre membres, des ongles aplatis ou pointus á 1”extré- mité de leurs doigts, et qui ne les enveloppent point. Ces membres sont, en général, proprés á saisir les objets, ou au moins á s” y accrocher. C'est parmi eux que se trouvent les animaux les plus parfaits en organisation. DeuxiemE coupE.—Les mammifeéres ongulés. 1ls ont quatre membres, et leurs doigts sont enveloppés entiére- ment á leur extrémité par un corne arrondie, qu*on nomme sabot. Leurs pieds ne servent á aucun autre usage qu*á marcher ou cou- rrir sur la terre, eb ne sauroient étre employés, solt á grimper sur les arbres, soit á saisir aucun objet ou aucune prole, soit á attaquer et déchirer les autres animaux. 1ls ne se nonrrissent que de matié- res végétales. == TRoISIEME COUPE.—Les Mammiftres esxongules. lls n'ont que deux membres, ei ces membres sont trés-courts, aplatis et conformés en nageolres. Leurs doigts, enveloppés par la peau, n'ont ni ongles, ni corne. Ce sont de tous les mammiféres ceux * dont 1”organisation est la moins perfectionnée. lis n”ont ni bassin, ni pieds de derriére; 1ls avalent sans mastication préalable; enfin, ils vivent habituellement dans les eaux; mais ¡ls viennent respirer 1*air á leur surface. On leur a donné le nom de Cétacés. Habla Lamarck en seguida de los /4Zonotremas, que dice no pueden considerarse como mamíferos porque no tienen mamas, y probablemente serán ovíparos; ni tampoco han de referirse á las aves, porque sus pulmones no están perforados, ni los animales tie- nen alas; tampoco, agrega, pueden considerarse como reptiles, por tener su corazón dos ventrículos, todo lo cual hace deban de per- tenecer á otra clase distinta y particular. Tal clasificación, por lo concentradísima, no nos permite juzgar si, al ser desarrollada por su esclarecido autor, hubiera alcanzado ventajas sobre los autores ya citados; pero opino que no, al ver que en la caracterización de sus grupos se concreta al estudio de un solo órgano, las uñas, principio taxonómico esencialmente sistemático que rechaza el metódico de un modo absoluto. CAROL! ILLIGERI Prodromus Systematis Mammalium. 1511 Mammalia sunt Animalia vertebrata, pulmonibus respirantia, sanguine rubro calido, corde biloculari et biaurito, diaphragmate, mammis, cute vel pilosa vel glabra instructa, vivipara, lactantia. Synopsis ordinum. A. Pedes exserti distincti. a. Manicula aut podaria pollice distincto vel lam- nato vel exunguiculato. ORDINES 1T,—ERECTA. 1. Maniculum solum manus. Incessus erectus, plantigradus. AR A TT. —POLLICATA. Podarium semper, maniculum seepius quoque, manus. b. Podia pollice distincto nullo. TIT. —SALIENTIA. Pedes saltatori. Digiti falculati, scelidum duo coadunati. Mastotheca. Dentes primores supra 6 vel 8, infra 2; laniarii aut nulli aut ambigui superiores; molares . complicati. : IV.—PRENSICULANTIA. Digiti falculati, interdum subungulati. Dentes primo- res utrinque 2; pro laniariis diastema; molares abrupti, aut obducti, aut complicati, aut lamellos1. V.—MULTUNGULA. Pedes unguilis aut lamnis 3-5. Dentes primores et la- niarii varii, alterutri sepius nulli (at nunquam pri- mores utrinque bini cum diastemate pro laniariis consociati); molares complicati aut lamellos1. VI. —SOLIDUNGULA. Pedes solidunguli. Molares abrupti. VIT.—BISULCA. Pedes bisulci aut subbisulci. Dentes primores bisulcis supra nulli, subbisulcis pauci; infra utrisque 6-8. Molares abrupti complicati. VIIT.—TARDIGRADA. Digiti falculati. Dentes primores nulli, laniarii solita- r11. Molares obducti. TX.—ErFODIENTIA. Digiti falculati aut sublamnati. Dentes primores et la- niarii nulli. Molares aut obducti, aut fibros1, aut os edentulum. LE) a X. —REPTANTIA. 10. Digiti falculati. Dentes aut omnino, aut injuncti, nulli. Mammee nullee. Cloaca. XI.—VOLITANTIA, 11. Digiti falculati. Patagium lumbare et anale. Dentes pri- mores laniarii. Molares obducti. XTIT.—FALCULATA. 12. Digiti falculati. Pedes ambulatorii, aut fossorii, aut sub- retracti et palmati posicis lateralibus. Dentes pri- mores, laniarii, molares obducti. B. Pedes retracti obvoluti, postici aut retrorsum versi, aut compedes, aut nulli. XTIT.—PINNIPEDIA. 13. Pedes palmati, postici distincti retrorsum versi. XIV.— NATANTIA. 14. Pedes postici compedes aut nulli, antici pinniformes. Tampoco llliger, á pesar del espíritu analítico que distingue sus notables escritos, consiguió en esta Synopsis el ultimus finis que recomienda Linneo á los naturalistas descriptores para que sus clasificaciones resulten verdaderamente metódicas. Los Órdenes Erecta y Pollicata son, como los consideró el na- turalista sueco, uno solo. El Salientía, cuyos individuos son inedu- cables y además didelfos, no puede colocarse, bajo ningún concep- to, al lado del tipo primero de los educables y de los monodelfos, pues el parecido de los Kanguros con el hombre y los monos es demasiado remoto para hacerlos casi emparejar, como lo pretendió llliger. Tampoco los Prensiculantia, que son los G/ires de Linneo, me- tódicamente ocupan su sitio entre los educables monodelfos que llama Multungula y los Marsupiales antes referidos. Mejor armonizados están los Órdenes Solidungula y Bisulca, cuyo parentesco en su organismo y semejanza de costumbres reco- — M0 = nocemos todos. ¿Pero qué similitudes orgánicas existen entre los Bisulca y Tardigrada (esto es, las Pecoras y los Bradypus del orden Bruta), para establecer la relación tan próxima que señala Iliger? Algo más metódico anduvo el maestro alemán en el grupo de sus Mamíferos, caracterizados por sus Pedes retracti obvoluti, pos- tici aut retrorsum versi, aut compedes, aut nulli, que constitu- yen sus Órdenes PINNIPEDIA y NATANTIA. DE BLAINVILLE Prodrome d'une nouvelle distribution du régne animal. 1816 En esta obra propone una clasificación fundada en la estructura comparada del esqueleto de los animales, y en la parte que á nos- otros interesa estableció: OSTEOZOS VIVÍPAROS.—PRrIMERA CLASH. Pilíferos. —Monodelfos, Didelfos, Ornitodelfos. Clasificación que cambió después en la siguiente: Mamiferos (1).—Monodelfos, Didelfos, Ornitodelfos. La siguiente tabla sinóptica expresa de un modo ingenioso la distribución mastodológica ideada por este autor, y desde luego se advierte que en ella no está comprendido el hombre; concepto que obedece á ideas rechazadas por la lógica zoográfica, mal que les pese á aquellos naturalistas que han pretendido la creación, con el nombre de hominal, de un reino, nada menos, para un animal cu- yos caracteres son idénticos ab origine, usque ad finem vito, de todos los demás mamíferos. Fuera de esto, nótanse en las agrupaciones tendencias metódi- cas evidentes que no pueden desarrollarse cumplidamente con las clasificaciones uniseriales. (1) Desistió Blainville de su primera nomenclatura pilifera para la clase de los Mamiferos, porque vió lo común que era hallar tales apéndi- ces cutáneos en muchísimos otros animales de grupos diferentes, y en cambio se encuentran mamíferos sin pelo. Primer grado d organización. Orden Cuadrumanos. organización. Oxdon Carniceros. organización. Orden Indentados. Cuarto grado d organización. Orden Roedores. organización. Orden Gravigrados. 1.2 subclase.— MONODELFOS Sexto grado de organización. Orden Ungulógrados. Segundo grado de Tercer grado de Quinto grado de = 01 == Simios del a DOnbO o... .... Mao ao: normales... : Makta. Maia llafels Loris. $ Aye- Aye. dispuestos para el EMO. tad lOs coo4posas Galeopithecug. para btrepar....... Tardigrados. Plantigrados.—Omnivoros. NOAA .nocasnasoonorDon son eDoDa Digitigrados.—Carnivoros. Insectivoros. para volar........ Chetrópteros. anormales.. para minar....... Topos. para nadar....... Focas. anormales para elnado......... Cetáceos. | Trepadores. e Excavadores. | Corredores. Andarines. a 0OOONDOOONONOONOA VAR AONa Indentados E Elefantes. Paquidermos. iMPpareB........... ] AODMBTOS Solipedos. con dedos. No Rumiantes 6 Brutos. PATOB.......... 500 Rumiantes. anormales nadadores .....o...... Manatís. Carniceros. normaleB.....oommoommommoco o... Roedores. 2.2 subclase.—DIDELFOS.. excavadores.. Echidnos. anormales.. , a nadadores.... Ornithorhinco. DESMAREST Mammalogie.—1820. TABLA METÓDICA DE LOS MAMÍFEROS 1.* Orden. Bímanos.—2.” Cuadrumanos.—3.” Carniceros. (En este orden se incluyen los Cheirópteros, los Insectívoros, los Pinní- pedos y los Marsupiales).—4.” Roedores. —5.” Indentados.—6.* Pa- quidermos.—7.” Rumiantes.—8.” Cetáceos. Como está encarnada en las doctrinas de Cuvier esta distribu- ción de mamíferos, adolece de parecidos defectos. han. ... *9UISTBE BT copa 07 +++ sgoyago] Iererrenrrnrearisenertr te ss yO UIASIP UDI SOBUILOISO OXFBNP “SOTO H99 9'T -BUIO9S SOJIABO SO91JNB,P SUBD OyIMBUO JUOPuOIsOper ye sgurvrnal cn se) “2 SNVNIHOY ) 0199 anod exqonoq er Suep quoquouroz “O uro7so 19ruI91d UN SUBP "[eA9y0 eT “que qdo TH. 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Otra clasificación del mismo naturalista. PRIMERA CLASE.—MAMMIFERES 1.2 Monodelphiens.—A. Propres. Ord. Bimanes, Quadruma- nes, Cheiroptéres, Insectivores, Ron- geurs, Edentés, Carnivores, Amphi- bies, Pachydermes, Ruminants. B. Pisciformes. Ord. Cétacés. 2.” Didelphiens.—Ord. Marsupiaux. Ord. Monotrémes. Aquí el autor reforma la anterior ordenación de un modo nota- ble, puesto que eleva á la categoría de Orden á los Cheirópteros, Insectivoros y Anfibios; pero, no obstante, la clasificación es tan sistemática como todas las uniseriales. MILNE EDWARDS Annales des Sciences Naturelles, (3.”* série, t. 1.27) MAMÍFEROS Fundándose el autor en consideraciones embriogénicas, observa que el conjunto del reino animal no constituye una serie única li- neal, sino una multitud de series que parecen cruzarse y enlazarse á diferentes distancias de su origen, para después separarse é indi- —vidualizarse. De aquí resulta que, si bien es posible establecer una clasificación natural correspondiente á los diversos grados de per- feccionamiento de los. seres animados, no puede hacerse esto por medio de una línea recta que, comenzando en la mónada, termine en el hombre. La representación gráfica para los animales vertebrados está se- señalada en el adjunto grabado, considerando que el germen de todos ellos se encierra al principio en un sólido de forma análoga, el cual, después, se desarrolla de modo diferente para constituir series de incremento relacionadas entre sí, paralelas á veces, diver- gentes ó convergentes otras, pero realmente distintas é indepen- dientes. NY A OISEAUX PLACENTAIRES VERTEBRES ANALLANTOID/£NS/ | DN =l ES =] E ez E > A > = = Z = VERTÉBRES ALLANTOIDIENS GPEIPULENS ou MAMMIFERES A CiTErES de placenta zo Resulta, estudiando la anterior figura, que la clasificación, en lo que á los mamíferos se refiere, es la siguiente: 1.* Subclase.—Monodelfos. Generación normal; placenta adherente al útero; sin bolsa ó marsupia exterior para guarecer los hijuelos. 1.* Orden. Bimanos (hombre). —= Un = 2.” Orden. Cuanrumanos.—Placenta discóidea; tres clases de dientes; unguiculados; cuatro manos. 3.* Orden. Querrórreros. —Placenta discóidea; tres clases de dientes; unguiculados; dos alas. 4.” Orden. Iwssecrivoros.—Placenta discóidea; tres clases de dientes; incisivos y caninos con frecuencia anormales; unguicula- dos; cuatro pies débiles. 5. Orden. Carniceros. —Placenta zonal; tres clases de dien- tes; incisivos, caninos y molares regulares; unguiculados; cuatro pies robustos. 6.” Orden. Rozvores.—Placenta discóidea; incisivos y sin ca- ninos; unguiculados. 71.2 Orden. InbeNTaDOS.—Placenta difusa; sin incisivos; un- guiculados. 8. Orden. Prososcíneos. — Placenta difusa; subungulados; trompa grande; molares que se reemplazan desde atrás hacia ade- lante (en parte á lo menos). 9. Orden. Paquimermos. —Placenta difusa; ungulados; con solo un estómago; huesos metacarpianos y metatarsianos distintos. (Tipo aberrante. Hirax. Con iguales caracteres, pero la placenta es zonal.) 10.” Orden. RumiaNres. —Placenta difusa; ungulados; con cuatro estómagos; huesos metacarpianos y metatarsianos sol- dados. 11.2 Orden. SirenNoIDES. — Placenta difusa; sin uñas ó con uñas muy rudimentarias; pisciformes; sin extremidades posterio- res; molares con la corona plana, alguna vez con defensas; cabeza gruesa y corta. 12. Orden. ZeuGLoDoNTES.—Tipo fósil; pisciformes; molares dentellados y cortantes; incisivos ganchudos; cabeza prolongada. 13. Orden. Crráceos.-—Placenta difusa; dientes cónicos uni- formes ó nulos; sin miembros posteriores; pisciformes; sin uñas. 2.* Subclase.—Didelfos. , Placenta sin adherencias; desarrollo fetal incompleto en la ma- triz y que se termina con la lactancia dentro de la marsupia ó bolsa exterior abdominal que contiene las mamas ó tetas. 14.” Orden. MarsuPIALES SARCÓFAGOS. —Dientes caninos gran- des; incisivos pequeños. == 1906. = 15. Orden. MarsupraLes Poéracos.—Dientes caninos peque- ños ó nulos; incisivos grandes. 16. Orden. Moworremas.—Con una sola abertura para el ca- nal alimenticio y órganos génito-urinarios; por rostro un pico cór- neo como las aves; sin dientes ó con dientes anormales. Como se ve, no hay comparación entre esta clasificación y las dos anteriores, siendo evidentes los grandes adelantos organográfi- cos que el autor había ido haciendo. Taxonómicamente también puede decirse que Milne Edwards tiende ya más hacia el método, pues echa mano de mayor número de caracteres similares; pero las doctrinas Cuverianas que mantiene sistematizan aún bastante su tarea. OWEN Odontography. 1840 á 1845 MAMMALTA Subclasis 1.2 — ArcHENCcEPHALA.—Ordo. ... Homo. [| Quadrumana. Ñ , Carnivora. Subclasis 2.*—(GYRENCEPHALA.—Ordines.... EOS Ungulata. Cetacea. [ Chetroptera. z , Insectivora. Subclasis 3..—LISsENCEPHALA.—Urdines.. . . 40 Rodentia. Edentata. e A Marsupialia. Subclasis 4.*—LieNCcEPHALA.—Ordines. .... Monotremata. Notable asociación mastodológica en erupos subclásicos es la que en la anterior tabla presenta el célebre profesor británico, de- jando así consignado su concepto metódico zoográfico. Constituye su primera Subclase el Hombre solo, cuyo único tipo resulta ser á la vez Orden, Familia, Tribu, Género, Especie y Subespecies, ó Razas si se quiere, según en esta materia sea el parecer del naturalista. = Un = A pesar de tan alta categoría como Owen en su clasificación concede á los seres humanos, no creyó que racionalmente se pudie- ran elevar taxonómicamente tanto como han pretendido los predi- cadores del ridículo Reino Hominal, pues de los hechos resulta que no somos más que uno de los tantos mamiferos que pueblan la tierra, bien que superiores á todos por nuestra armoniosa esencia é inteli- gencia, según Carus lo consigna al colocarnos en el punto céntrico de su círculo animal superior que llama de los Cefalo-Cefalózoos: idea que psicológicamente debe aceptarse, porque si nuestra per- fección en los detalles no resulta siempre como la que para de- terminados actos de la vida tienen otros animales, en su conjunto armónico ninguno nos iguala. Eminentes organógrafos, lo mismo Owen que Carus, no han desconocido la similitud que reina en la constitución del cuerpo de los seres que pertenecen á grupos natura- les contiguos, y por eso resulta que la asociación hecha por Owen en la anterior tabla participa, aunque de un modo incompieto, de la base metódica adoptada por el príncipe C. L. Bonaparte, que ha sido, en mi opinión, uno de los que más han ajustado sus escritos á los preceptos taxonómicos Linneanos. Sea muestra de ello el siguiente paralelo: MAMMIRA Bonaparte. Subclasis. —PLACENTALIA. Sectio 1. — Educabilia. Ordo. Primates. /Hominide, Simide, Lemuride.) Owen. Subclasis. —ARCHENCEPHALA. Ordo... . . Homo. Subclasis. —GYRENCEPHALA. Ferz. a Pinnipedia. Ordines. ... E Ordines. . . / Cete. a ; Belluz. etacea. Perra. Subelasis. —LIssENCEPHALA. Sectio 11. —Ineducabilia. Cheiroptera. Bruta. , Insectivora. z Cheiroptera. | Ordines. . . al Ordines. .. Bestuet Edentata. Glires. Subclasis. —LIENCEPHALA. Subclasis. —OvovIvIPARa. ; Marsupialia. : Marsuplalia, Ordines. . . Monotremata. Ordines. . . | Monotremata. 1 pa ALFONSO MILNE EDWARDS Revue Scientifique, ?. 1x, pág. 1.245. 18992 (1) MAMÍFEROS Órdenes. Primera subclase.—Mamiferos, Heterópodos ....oooocoor coroccnaro oras 1 Bímanos. 2 Simios. 3 Lemurios. 4 Quirópteros. 6 Roedores. / Unguiculados. | 5 Insectivoros. 7 Carnivoros. Tomodontes 6 pro- y vistos de incisi- AN 8 Anfibios. h vos en e anterior de las ¡ 9P idos. mandíbulas.... / soboséidos 10 Hyracidos. Eugenetes ó pla- 2 Hippios:a centarios...> Ungulados......( 12 Puercos. 13 Camellos. Sección de los 14 Tragulos. cuadrúpedos 0 : ¡ tetrápodos .... 15 Pecoras. Indentados Ó sin incisivOS............ 16 Indentados.. (17 Marsupiales. ITPLAC ENE LO SNS 18 Monotrem+s. E Sirenios. Segunda subclase.—Homópodos, Ichtiomorfos, BipedOS...oooonoonoo oo... 20 Cetáceos. El autor, á pesar de las publicaciones de su antepasado, retro- cede en el camino que tan bien se había comenzado á recorrer, y presenta la tabla anterior, en extremo sistemática, pues según ella resultan, por su numeración ordinal, asociados esrupos tan heterogé- neos y esencialmente distintos como son los Roedores y los Carnáí- voros; los Hyracidos, puestos inmediatamente antes de los ippios ó Caballos, que en nada se parecen, y éstos seguidos de los Puer- cos, tan desemejantes con ellos y con los Camellos, que es el orden que va á continuación; y, por fin, coloca al remate á los Sirenios (1) Clasificación adoptada en su curso del Museo de Historia Natural de Paris. Op y Cetáceos, Monodelfos placentarios educables, detrás de los Mar- supiales y Monotremas, que son Didelfos y hasta Ornitodelfos los últimos, casi emparentados con las aves. LESSON Nouveau tableau du Régne animal. 1842 PREMIERE CLASsE.—MAMMIFERES 1."* Sous-classe.—Mammiferes Normaux. 1." Ordre. —MasromoNaDELPHIE. (Mammiféres Monodelphes.) 1." Tribu. —Bimana. (Cuv.) /Pollicata, Nliger.) 1.'* Famille.—Hommidee. (Zomo, L.) 2.* Famille. — Antropomorpheze. (Troglodites, Geoff.) (Satyrus, Less.) 2.” Tribu. —Quadrumana. (Cuv.) 3.” Famille. —Simiadeze. 1." Sous-Famille: Pithecie. 2.” Sous-Famille: Cebinez. 3.” Sous-Famille: Hapalinee. 4.* Famille. —Lemuridee. 5." Famille. —Pseudolemurideze. 3.* Tribu.—Chiroptera. (Blum.) A. Frugívora. 6.” Famille. —Pteropusideze. /Pteropina, Gray.) (Mé- ganyctéres, Latreille.) B. Insectivores. 7.* Famille.—Noctilioninee. (Noctilionina, Gray.) (Leionycteres, Blainv.) 8.* Famille. —Vespertilionee. /Normonycteres, Blainv.) 9.* Famille. —Phyllostominez. / Phyllonycteres, Blainv.) 10.* Famille. —Rhinolophinee. /Rhinolophina, Gray.) (Lophonyctéres, Blainv.) 4.* Tribu. —Falculigrada. 1." Section: Triplicidentata. (Incisives, canines et molaires.) 1. Groupe: Carnivora. (Régime essentiellement animal.) 00 EE 1. * Division: Terrestria. 1.* Sous-tribu. —Digitigrada : Ferze. 11.* Famille. —Hyxenewe. 12.* Famille.—Canisideee. 13.* Famille. —Felisineze. . 14.* Famille. —Viverrideze. 15.* Famille. —Ichneumonideze. 16.* Famille.-—Mustellidese. 17.* Famille. —Lutreee. 2.* Tribu.—Plantigrada. 18.* Famille. —Ursidee. 19.* Famille.—Subursideze. 2.” Division: Aquatica. 3.* Tribu. —Pinnipedia. 20.* Famille. —Phocideee. 21.* Famille.—Trichechideze. 2.” Groupe: Insectivora. (Bestie.) 22.” Famille. —Talpedez. 23.” Famille. —Sorexinee. 24.” Famille. —Erinacez. 2.” Section: Duplicidentata. (Incisives et molares; pas de ca- nines.) 3.” Sous-Ordre.—Rodentia./Glires, L.) (Rongeurs, G. Cuv.) 25.” Famille. —Hystrixideze. 26.* Famille. —Leporideze. 27.” Famille. —Caviedere. 28.* Famille. —Viscachidere. 29.* Famille. —Ctenomysideze. 30.” Famille. —Sciuridez. 31.” Famille. —Arctomysideze. 32.” Famille.—Saccophoree. 33.* Famille.—Orycterideze. 34.” Famille. —Capromysidez. 35.” Famille. —Hydromysidew. 36.” Famille. —Echimysideze. 37.* Famille. —Dipodinere. 38.” Famille.—Myoxide:. 39.* Famille. —Musidere, — 101 — 40.* Famille. —Arvicolee. 3.” Section: Heterodonta. (Toujours sans incisives, quelques fois sans aucun dent.) 4.* Sous-Ordre.—Edentata. (Blum. ) 1." Division : Terrestria. 41.* Famille. —Dasypodinee. 42.” Famille. —Myrmecophaginez. 43.” Famille.—Orycteropidez. 44.” Famille. —Manisideee. 2.* Division: Hydraula. 45.* Famille.—Sirenize. 5.* Tribu.—Unguligrada. /Ungulata, Auctorum.) (Extré- mités des phalanges enchassées dans des sabots cornés. ) g 1." Pachidermata. (Systéme digestif simple.) 1.** Sous-Tribu.—Gravigrada. (Multiungula, Illiger.) (Dolgts indistincts et empátés.) 46.* Famille.—Elephasideze. 47.* Famille. —Hyppopotamisidee. 48.* Famille. —Rhinocerosideze. 2.* Sous-Tribu. —Fissipeda. (Doigts séparés et pieds fissiles.) 49.* Famille.—Susidez. 50.* Famille. —Hyraxineee. 51.* Famille. —Mastopaleeotheriz. 3.* Sous-Tribu.—Solidungula. 52.* Famille. —Equideee. $ 2. Pecora, L. (Ruminantia, G. Cuv.) (Systéme digestif com- pliqué.) 1. Pas de cornes; pas d'appendices frontaux. 53.* Famille.—Camelisideze. 1. Apendices épidermés sur le front. 54.* Famille. —Camelopardine:e. rr. Bois pleins et caduques; canines petites. 55. Famille. —Cervisidee. Iv. Pas de bois; canines saillantes. 56.* Famille. —Moschisidere. v. Cornes creuses. 57.* Famille. —Antilopez.. — 102 — vr. Cornes celluleuses. 58.* Famille. —Ovesideze. 59.* Famille.—Bovesideze.: 2.* Ordre. — MasropmeELpmIE. (Mammiféres didelphes ou Marsupiaux.) 1.-* Tribu.—Pedimana. (Pouce opposable aux pieds; esto- mac simple.) 1.r* Sous-Tribu.—Omnivora. 60.* Famille. —Didelphiside:e. 2.* Sous-Tribu. —Frugivora. $ 1.* Membres libres. 61.* Famille.—Phalangiste. $ I1.* Membres engagés dans des replis de la peau et aliformes. 62.* Famille.-—Petaurusidez. 2.2 Tribu. — Falculigrada. (Pas de pouce opposable; les doigts armés de griffes; estomac simple.) 1." Sous-Tribu.—Carnivora. 63.* Famille.—Dasyuride:. 2.* Sous-Tribu.—Insectivora. 64.* Famille. —Myrmecobinew. 65.* Famille. —Peramelisidew. 3.* Sous-Tribu.—Frugivora. 66.* Famille. —Phascolarctidew. 4.* Sous-Tribu.—Radicivora. 67.* Famille. —Phascolomyside:. 3.* Tribu.—Unguligrada. (Estomac composé; ongle du doit du milieu simulant un sabot; larges incisives; ré- gime herbivore. Marsupiaux ruminants.) 68.* Famille. —Macropodinez. 3.” ORDRE.— ORNITHODELPHIE. (Mammiféres incomplets ou monotrémes.) 1." Tribu.—/nsectivora. 69.* Famille. —Echidneee. 2.” Tribu. —Vermivora. 10.* Famille. —Paradoxidee. 2.* Sous-classe. —Hydromastologie ou Cetologiee. 4.* ORDRE.—CETACÉS. 1,r* Tribu.—Carnivora. : — 103 — 11.* Famille. —Delphinusideze. 12.* Famille. —Physeterez. 2.* Tribu. — Vermivora. 73.* Famile.—Balenee. Se ve por lo expuesto que, en el fondo, Lesson sigue en :su or- denación mastodológica la escuela Cuveriana con algunas pequeñas variaciones; tal, por ejemplo, la de colocar los Insectívoros detrás de los Carnívoros y Pinnípedos. Considera á las Tribus como grupos superiores á las Familias; y no le falta razón para esto, pues apoya su criterio en la acepción senuína de las palabras, ya que en lo antiguo por tribu se enten- día cada una de las partes en que se dividía un Pueblo: tal el de Israel, que tuvo doce Tribus, compuestas cada una de diferentes Fa- milias, voz ésta con que sólo se entiende la gente que habita en una misma casa, debajo de la tutoría del padre y señor que la gobierna, 6 á lo más, «la rama de alguna casa ó linaje, como el de los Bor- bones, Estuardos, Orleanes, ó de cualquier otro apellido colectivo de individuos parientes». No todos los naturalistas se han fijado tanto como Lesson en esta cuestión elosológica; y de ello resulta la mala aplicación que varios maestros han hecho de ambas palabras, cuyo significado, apreciado taxonómicamente, concede el acierto al autor en que me ocupo, que además introduce en su Vouveau Tableau du Regne animal, que examinamos, mayor número de divisiones y subdivisiones sub- ordinadas, en cada grupo general; lo que contribuye á aminorar las dificultades que ocurren para llegar al último término de la clasifi- cación, es decir, al conocimiento de lo que se llama ESPECIE, RAZA, Ó sólo VARIEDAD. L. AGASSIZ Nomenclator zoologicus. 1842-46 CONSPECTUS FAMILIARUM MAMMALIUM Simie.—Catarrhini, Platirrhini. Prosimii. Dermoptera. — 104 — Chiroptera. —Frugivora, Istiophora, Gymnorhina. Insectivora. Carnivora. —Ursina, Mustelina, Viverrina, Canina, Hyenina, Felina. Pinnipedia. Marsupialia. — Didelphidea, Phalangistidea, Phascolomyidea, Macropodia.. ; Edentata. Monotremata. Rodentia. —Sciurina, Chinchillidea, Myoxina, Dipoda, Psam- moryctina, Cunicularia, Murina, Castorina, Hys- tricina, Subungulata, Duplicidentata, Pedimana. Rumianta.—Devexa, Tylopoda, Cervina, Cavicornia. Solidungula. Pachydermata. Cetacea. : En el fondo, poco ó nada se diferencia la ordenación que de los Mamíferos hace este eminente naturalista suizo de la de Cuvier; y prescindiendo de que, como Blainville y algún otro, se abstiene de encabezar la Clase de los Mamíferos con el Hombre, la diferencia no pasa del cambio de algún nombre. JOANNES LEUNIS Synopsis der drei Naturreiche. 1844 TI cLassE.—MAMMALIA 1.— DIGITATA. 1. Ordnung.—Bimana. Familie. Bimana. 51. Ordnung.— Quadrumana. Familie. Simi. Familie. Arctopitheci. Familie. Prosimii. mi. Ordnung.—Chiroptera. Familie. Dermatoptera. — 105 — Familie. Vespertilionea. Ordnung.—Carnivora. A. Insectivora., Familie. Erinacei. Familie. Soricina. Familie. Talpina. E A Price B. Ferze. a. Plantigrada. Familie. Ursina. b. Digitigrada. Familie. Canina. Familie. Felina. Familie. Mustelina. Familie. Viverrina. v. Ordnung.—Marsupialia. Familie. Carnivora. Familie. Frugivora. vi. Ordnung.—Glires s. rosores. Familie. Sciurina. Familie. Murina. Familie. Cunicularia. Familie. Subungulata. Familie. Palmipedia. Familie. Leporina. Familie. Lagostomi. Familie. Aculeata. vu. Ordnung.—LEdentata. Familie. Bradypoda. Familie. Cingulata. Familie. Vermilinguia. Familie. Monotremata. IT.—UNGULATA. vin. Ordnung.— Multungula. Familie. Proboscidea. Familie. Pachydermata. Familie. Setigera. ix. Ordnung.—Solidungula. A GAIL — 106 — Familie. Solidungula. x. Ordnung.—Bisulca. Familie. Tylopoda. Familie. Devexa. Familie. Cervina. Familie. Cavicornia. TIT.—PINNIPEDIA. xt. Ordnung.—Pinnipedia. Familie. Trichechoidea. Familie. Phoicina. xu. Ordnung.—Cetacea. Familie. Sirena. Familie. Delphinodea. Familie. Balsenodea. En su esencia, esta Clasificación es la misma de Cuvier, sl bien eleva á Orden á los Cheiroptera ó Murciélagos, que el autor-fran- cés, en su última Clasificación de 1837, aun consideraba como Fa- milia de sus Carniceros ó Ferce; álos Insectívoros del mismo maes- tro los divide en tres Familias distintas, Zrinacei, Soricina y Talpina, llevando, por fin, los Anm/i50s, que también convierte en Orden, al lugar que les toca delante de los Cetaceos. SCHINZ Synopsis Mammalium, nach dem Cuvier'schen system. 1844 Ordo 1.—Bimana. Familia única. —Homines. Ordo 1.—Quadrumana. Familia 1.*—Simie. a. Simie orbis antique: catarrhine. b. Simie orbis nove: plathyrrhine. c. —Simise manibus incompletis, unguibus falcularibus. Familia 2.*—Prosimie. a. Lemurine. 0 6. Galeopithecine. Ordo 11.—Chiroptera. Familia 1.*—Frugívora. Familia 2."—Insectívora. Ordo 1v.—Rapacia, carnivora. Familia 1.*—Insectívora. a. Aculeata. b. Soricina. c. Talpina. Familia 2."—Carnívora. a. Ursina. 5. —Mustelina. c. Viverrina. d. Canina. e Hyenina. f. Felina. Familia 3."—Pinnipedia. a. Phocida. 6. Trichechina. Ordo v.—Marsupialia. Familia 1.*—sSarcophaga. Familia 2."—Entomophaga. Familia 3."—Carpophaga. Familia 4."—Pophaga. Familia 5."—Rhizophaga. Ordo vi.—Glires, rasores. Familia 1.*—Pedimani. Familia 2.*—-Sciurini. Familia 3."—Myoxin1. * Familia 4.*—Macropodi. Familia 5.“—Chinchillini. Familia 6."—Psammoryctini. Familia 7.“—Cunicular. Familia 8."—Murini. Familia 9.*—Castorint. Familia 10.*—Hystricini. Familia 11.*—Subungulati. Familia 12."—Dupplicidentati. RA A e EA” yd — 108 — Ordo vi.—LEdentata. Familia 1."—Bradypoda. Familia 2.*-—Dasypoda. Familia 3."—Orycteropoda. Familia 4."—Myrmecophagica. Familia 5."—Manida. Familia 6."—Monotremata. Ordo vu. —Pachydermata. Familia 1." —Elephantida. Familia 2."—Rhinocerotida. Familia 3."—Hippopodamida. Familia 4."—Hyracida. Familia 5.*—Suida. Familia 6."—Solidungula. Ordo 1x.—Ruminantia, pecora. Familia 1.*—Camelida. Familia 2.”—Cervida. Familia 3."—Camelopardalina. Familia 4.*-—Cavicornia. a. Antilopine. 6. Caprine. c. Bovinze. Ordo x.—Cetacea. Familia 1.*”—Cetacea Phytophaga. | a. Manatida. Familia 2.”—-Cetacea Zoophaga. a. Delphinida. 6. Physeterida. c. Balenida. Aun más que Leunis, y conforme con el título de su obra, este au- tor sigue la Clasificación Cuveriana, si bien introduce alguna modi- ficación para los Cheiwroptera, que eleva á Orden; del cual separa los Galeopithecince, que coloca al final de los Quadrumana, en la Familia Prosimice, dejando á los Pinnipedia á continuación de los Carniceros ó Ferce, como lo hizo Cuvier últimamente. OO P. J. VAN BENEDEN Anatomie comparée. 1850 MAMÍFEROS Í Primates (Cuadrumanos). Cheirópteros. / Discóidea ....« Insectivoros. | Roedores. Monodelfos ó vivíparos; ) Zonal......... Carniceros. placenta ............... Indentados. Proboscídeos. Mamiferos... ' Sirenoides. Cetáceos. Didelfos ó embrióparos (sin placenta)... Didelphos. | V J DIA as Ungulados. EN Ornitodelfos ó pulciniparo8S.............. Monotremas. El fundamento de tal clasificación versa sólo acerca de la for- ma, disposición y existencia ó falta de la placenta, siendo, por tanto, completamente sistemática. El mismo autor completa su clasificación como sigue en lo que se refiere al ORDEN DE LOS PRIMATES (CUADRUMANOS) Caracteres. —Generalmente cuatro manos, mamas pectorales y pene péndulo. ¿ verticales. ....... Simios. . ON E ) inclinados. AA LC LOS Dientes IncisIVOS. ..<,. E biselados. ...... . Chetiromys. i pectinados..... . . Galeopitecios. Es de notar la admisión ya entre los Primates de los Cheiromys y Galeopitecios, que Cuvier colocó con los Roedores y los Murcié- lagos. El mismo autor, algunos años después, fijó su clasificación di- ciendo: — 110 — MAMÍFEROS A. Placentarios.—Órdenes.—Primates, Cheirópteros, Roedo- res, Insectívoros, Carnivoros, Proboscídeos, Towxo- dontes, Jumentos, Bisulcos, Focas, Sirenios, Cetá- ceos, Zeuglodontes, Indentados. B. Implacentarios. — Órdenes. — Phascolomys, Syndactylos, Dasyuros, Myrmecobios, Sarigues, Echidnos y Or- nithorhyncos. Más completa esta lista de Órdenes, manifiesta ya en ella el eminente zoólogo belga, que tanto renombre alcanzó en la célebre Universidad de Lovaina, sus tendencias á las agrupaciones natura- les, que recomienda la taxonomía metódica, sin conseguirlo por completo, por dar superior importancia á la constitución de un ór- gano solo, la Placenta, que, en verdad, si importancia suprema tiene durante la vida embrional y fetal de los Mamíferos, se disipa por completo después de nacidos, que es cuando mejor podemos compararlos y hermanarlos. De su concepto resultan siguiendo á los Primates, que es el Orden más elevado de los Mamiferos educables por la perfección de su cerebro, los Chetroptera, Glires y Bestice, que son placentarios ineducables por el inferior desarrollo de sus sesos; y este defecto debiera de haberse evitado, conforme enmendó el error cometido anteriormente, al colocar delante de los educables Proboscidea, Ju- menta, Bisulca, Pinnipedia y Cetce, el más ineducable de los pla- centarios, que es el Bruta. La ordenación de sus Implacentarios parece mejor elegida. C. VOGT Clasificación primera. Primera provincia.—(Contraste entre el embrión y el Vitellus.) Vertebrata. —Vitellum ventrale. I CLAssis.—MAMMALIA 1.* Aplacentaria. Ordo. Monotremata. Ordo. Marsupialia, = 111 — 2.* Placentaria. Série 1.*—Ordo. Cetacea. Ordo. Pachydermata. Ordo. Solidungula. Ordo. Ruminantia. Ordo. Edentata. Série 2.*—Ordo. Pinnipedia. ; Ordo. Carnivora. Série 3.?—Ordo. Insectivora. Ordo. Volitantia. Ordo. Glires. Ordo. Quadrumana. Ordo. Bimana. CARLOS VOGT Y EMILIO YUNG Anatomie comparée. 1888 á 1892 MAMÍFEROS 1." Grupo.—Aplacentarios. 1. Orden.—Monorremas. (Ornithorhynchus, Echidna.) 1. Orden. —MarsurraLes. (Macropus, Didelphis.) 2.” Grupo. —Placentarios. A. Placentarios adecíduos; esto es, desprovistos de membra- na caduca, y con placenta difusa. 1. Orden.—IxoeNTADOS. (Myrmecophaga, Manis, Bra- dipus.) . Orden.—Ceráceos. (Delphinus, Balena.) v. Orden. —SIRE«OS. (Manatus, Halicore.) . Orden.—PerissoDacTYLOS. (Tapirus, Rhinoceros, Equus.) vir. Orden. —ARTIODACTYLOS. (Los Pachidermos Sus, Hippo- potamus, y los Rumiantes Camelus, Bos y Ovis, etc.) B. Placentarios decíduos, ó sea provistos de una membrana caduca y con placenta ordinariamente discóidea ó zonal. — < a - A — 112 — vir. Orden. —ProbosciDkos. (Elefantes.) 1x. Orden.—Rornores. (Lepus, Histrix, Mus, etc.) x. Orden.—IwsectÍvOROs. (Erinaceus, Sorex, Talpax, etc.) x1. Orden.—CnerrópTEROs. Pteropus (Vespertilio, Phyllos- toma, etc.) xt. Orden.—PrunipeDOS. (Phoca, Trichechus, etc.) xt. Orden.—Carnívoros. (Ursus, Canis, Felisce, etc.) x1v. Orden.—Prosmos. (Galeopithecus, Chiromys, Lemur.) xv. Orden. —Primates. (Marpeles, Pithecia, Semmopi- thecus, Gorila.) xvI. Orden.—Bímanos. (Homo.,) En ambas tablas Vogt da por base fundamental de su clasifica- ción el estudio comparativo del Vitellum ó placenta con el embrión, que es el carácter que mucho antes había elegido también el sabio profesor de Lovaina Doctor Van-Beneden, en su Anatomía Com- parada Elemental, publicada en la Enciclopedia Popular Belga. Ingeniosamente distribuía dicho maestro los animales en Hipo- cotiledonios ó con Vitellum ventral, que son los Vertebrados de Cuvier; en Epicotiledonios ó con el Vitellum dorsal, que son los articulados, y en Cotiledonios, donde se comprenden los animales más rudimentarios. Aceptada, al parecer, por Vogt esta idea, coloca los Mamíferos á la cabeza de los Vertebrados, ó sean los Hipocotiledonios, que, como queda dicho, caracteriza por la existencia de una placenta ventral; y como su primer Grupo es el de los Aplacentarios, desde luego ocurre preguntar: ¿Cómo hemos de admitir á los Monotremas y Marsupiales, que, careciendo de placenta, son, sin género de duda, Mamíferos verdaderos? Después de esto, por someter en ambas tablas la clasificación á un fundamento sistemático (la forma de la placenta), se ve obli- gado Vogt á desconcertar la verdadera armonía metódica que debe reinar entre los grupos naturales; y así asocia forzosamente, para ser consecuente, órdenes tan desemejantes como son los /ndentados con los Cetáceos, cuya organización en todos sentidos difiere de un modo notabilísimo ; lo mismo que sucede con los Cheiroptera y los Pinmipedia, organizados los primeros para volar en el espacio como las aves, y los segundos para nadar como los peces en los mares. — 113 — Clasificaciones uniseriales ascendentes. En orden inverso al que se sigue para las clasificaciones llama- das descendentes, y conforme ya queda dicho en otra parte, se pro- cede en las ascendentes á la distribución metódica de los Mamiferos, pues se principia por aquellos que se consideran como más imperfec- tos, y se va ascendiendo hasta llegar al Hombre, que desde remo- tísimos tiempos se le ha proclamado cual rey de todos los animales, porque en él concurren la mayor suma de perfecciones, siquiera sólo sean facultades psicológicas, con las que se coloca en la má- xima altura del Reino Animal. La idea de considerar al sér humano como lo más perfecto de la creación, sería muy discutible si nos refiriéramos á las condi- ciones meramente morfológicas de la materia que nos constituye, porque la sabiduría infinita del Omnipotente concedió á cada tipo de criaturas toda la perfección necesaria para poder desempeñar cumplidamente las funciones indispensables que su peculiar exis- tencia reclama; y así es que cuando necesidades accidentales so- brevienen al hombre y le obligan á imitar lo que es trivial en otros animales, ¡qué por debajo de ellos queda! Sea prueba de esto lo que en la locomoción le sucede, pues nunca puede correr, saltar, trepar, reptar ni nadar, con la agilidad, sencillez y perfec- ción con que respectivamente lo verifican millares de otros anima- les, hasta de los tipos más sencillos. C. GEGENBAUR Grundzuge der vergleichenden Anatomie. 1830 MAMMALIA. Ornithodelphia. Didelphra. Botanophage. Zooophagre. Monodelphia. (Placentaria.) Artiodactyla, — 114 — Tylopoda. Perissodactyla. Sirenida. Edentata. Zonoplacentaria. Carnivora. Pinnipedia. Lamnongia. Proboscidea. Discoplacentaria. Prosimil. Rodentia. Insectivora. Cheiroptera. Primates. Parecidas observaciones á las hechas sobre la clasificación mas- todológica del naturalista C. Vogt pudiéranse señalar á la de Ge- genbaur, puesto que el fundamento es parecido y la distribución análoga, y así es que resultan asociados en los mismos grupos órde- nes tan heteromorfos como son los Sirenida y los Edentata; los Carnivora y los Proboscidea; y los Rodentia é Insectivora con los Primates. WILLIAM HENRY FLOWER ano RICHARD LYDEKKER An Introduction to the study of Mammals living and extinct. 1891 SuBcLAss 1.—PROTOTHERIA Order 1.—MoNoTREMATA. Fam. 1.-—Ornithorhynchide. — 2.—Echidnidee. Group. Multituberculata. Fam. 1.— Plagiaulacide. — 2.—Polymastodontide, — 3.—Tritylodontide. — 115 — SubcLAss 11.—METATHERIA Order 11. —MARrsUpIALIA. Suborder 1.—Polyprotodontia. Fam. 1.—Dromatheriidee. — 2.—Amphitheriide. — 3.—Spalacotheriid:e. — 4.—-Tritylodontidee. — 5.—Didelphidee. — 6.—Dasyuride. — “1.—Peramelidee. Suborder 1. —Diprotodontia. Fam. 8.—Phascolomyide. — 9.—Phalangeridee. — 10.—Diprotodontidee. — 11.—"Nototheriide. — 12.—Macropodidee. SUBCLASS 111.—EUTHERIA Order 111. —EnDeNTATA. Fam. 1.—Bradypodidee. — 2.—Megatheriide. — 3.—Myrmecophagidee. - — 4.—Dasypodidee. — 5.—Glyptodontidee. — 6.—Manidee. — 7.—Orycteropodidee. Order 1V.—GSIRENIA. Fam. 1.—Manatidee. — 2.—Rhytinide. — 3.—Halicoride. — 4.—Halitheriidee. Order V.—CETACEA. Suborder 1. — Mystacocets. Fam. 1.-—Balenide. Suborder 11. — Archeeocet?. Fam. 2.—Zeuglodontide. Suborder 1. —Odontoceti. — 116 — Fam. 3.—Physeteride. — 4.—Platanistidee. — 5.—Delphinidee. Order VI.—UwxGULATA. Suborder 1. —Artiodactyla. Section A. Suina. Fam. 1.—Hippopotamide. 2.-—Suidee. 3.—Cheeropotamidee. 4.—Anthracotheridee. 5.—Merycopotamide. 6.—Cotylopidee. 7.—Anoploteriidee. = | 8.—Dicodontidee. Section B. Tragulina. Fam. 9.—Tragulidee. Section C. Tylopoda. Fam. 10.—Camelidee. — 11.—Poebrotheriidee. Section D. Pecora. Fam. 12. —Cervide. — 13.—Giraffide. — 14.—Antilocapridae. — 15.—Bovide. Suborder 11. —Perissodactyla. Fam. 16.—Tapiridee. — 17.—Lophiodontidee. — 18.—Paleotheriidee. — 19.—KEquide. — 20.—Rhinocerotidee. — 21.-——Lambdotheride. — 22.—Chalicotheriide. — 23.—Titanotheriidee. — 24.—Macraucheniidee, Suborder 11.—Toxodontía. Fam. 25.—Toxodontidee. 20 po veride! Suborder 1V.—Condylarthra. nnectant types. — 117 — Fam. 27.—Periptychide. —— 28.—Phenacodontidee. — 29.—Meniscotheriidee. Suborder V.—Hyracoidea. Fam. 30.—Hyracide. Suborder VI.—.Amblypoda. Fam. 31.—Pantolambdid«e. — 32.-——Coryphodontide. — 33.—Uintatheriid:e. Suborder VII. — Proboscidea. Fam. 34.—-Dinotheriidee. — 35.—Elephantide. Group. Tillodontia. Fam. Anchippodontidee. — Calamodontid«e. Order VII. —RoDENTIA. Suborder 1.—Simplicidentata. Fam. 1.—Anomaluride. — — 2.—Sciuride. — 3.—Haplodontidee. — 4.—Ischyromyde. — 5.—Castoridee. =- 6.—Myoxide. -— 1.—Lophiomyide. — 8.—Muride. — 9.—Spalacid:e. — 10.—Geomyide. — 11.—Dipodide. — 12. —Theridomyide. — 13.—Octodontidee. — 14.—Castoroididee. — 15.—Hystricidee. — 16.—Chinchillidwe. — 17.—Dinomyidee. — 18.—Cavide. — 19.—Dasyproctidee. Suborder 11. —Duplicidentata. Fam. 20.—Lagomyid:e. — 118 — Fam. 21.—Leporide. Order VIIL.—CaArNIvoRA. Suborder 1. —Carnivora vera. Fam. 1.—Felidee. — — 2,—Hyenide. — 3.—Proteleid:e. — 4.—Viverride. — 5.—Canide. — 6.—Urside. — “1.—Mustelidee. — 8.—Procyonide. Suborder ML. —Pinnmpedia. Fam. 9.-—Otaridee. — 10.—Trichechide. = Ult, Suborder 111.—Creodonte. Fam. 12.—Hyenodontide. — 13.—-Proviverridee. — 14.—Arctocyonide. — 15.—Mesonychide. Order IX.—INSECTIVORA. Suborder 1.—/nsectivora vera. Fam. 1.—Tupaiide. — 2.—Macroscelididee. — 3.—Erinaceide. — 4.—Soricidee. — 5.—Talpide. — 6.—Potamogalide. — 7.—Solenodontide. — 8.—Centetidee. — 9.—Chrysochloridee. Suborder 11. —Dermoptera. Fam. 10.—Galeopithecid:. Order X.—CHIropPTERA. Suborder 1.— Megachtroptera. Fam. 1.—Pteropodid:e. Suborder 11.— Microchiroptera. Fam. 2.—Vespertilionidee. — 119 — Fam. 3.—Nycteridee. — 4.—Rhinolophide. — 5.—Emballonuridee. — 6.—Phyllostomatidee. Order XI. —PRriMATEs. Suborder 1.—Lemuroidea. Fam. 1.—Hyopsodontidez. — 2.—Chiromyidee. — 3.—Tarside. — 4.—Lemuridee. Suborder 1. — Antropordea. Fam. 5.—Hapalidee. — 6.—Cebidee. — 7.—Cercopithecide. — 8.—Simiide. — 9.—Hominide. Recordándonos, aunque en sentido inverso, la clasificación adop- tada por los distinguidos zoólogos del Museo Británico de Historia Natural, la iniciada por Cuvier en su Reino Animal, preciso es re- conocer que los grupos de la nueva alcanzan mayor desarrollo y armonía en todas las divisiones, desde las superiores á las infe- riores. Tres Subclases establecen los autores ingleses en la Clase Mammalia, una más que el Príncipe Bonaparte, y razonadamente creadas, porque en la segunda de este último maestro están Incon- venientemente incluídos mamíferos Placentarios y Ovovivíparos, y precisamente estos últimos son los que Flower y Lydekker separan para formar con ellos la Subclase primera Prototheria y la segunda Metatheria, cuyos elementos morfológicos son esencialmente dis- tintos de todos los correspondientes á los demás mamíferos compren- didos en la Subclase tercera Kutheria, los mismos que Bonaparte incluye en su Serie primera, ó sea de los Placentalia, caracteriza- dos por el modo y condiciones de la reproducción, diferente á los de las otras dos Subclases, que también se diferencian entre sí. Hay también discordancia en la colocación de los Órdenes de los naturalistas británicos y la establecida por el Príncipe citado. Este tiene en cuenta, sobre todo en sus tablas, que veremos más — 120 — adelante, la perfección del cerebro y sus consecuencias funcionales para establecer el orden jerárquico de sus grupos ordinales; y de tan importante principio hacen, al parecer, caso omiso Flower y Lydekker, pues aproximan más á los Primates los Chiroptera é Insectivora, que son ineducables, que los Carnívora, Ungulata, Cetacea y Sirenia, reputados como más inteligentes. Clasificaciones paralelas. En las clasificaciones uniseriales no es posible asociar conve- nientemente los grupos para que resulten bien hermanados, y tal como exigen los preceptos taxonómicos del Método natural. Natura non facit saltus, nos dijo Linneo en el precepto 77 de su Filoso- fía Botánica; y sin embargo, los saltos que se notan en las clasifi- caciones en serie única son tan descompasados á veces, que ya se- paran á grandes distancias los elementos más hermanados, ya asocian otros sumamente heterogéneos, por lo cual resultan tales clasificaciones más sistemáticas que metódicas. Todo el respeto que merece el profundo saber de Cuvier, no empece la crítica de su clasificación mastodológica del año 1829, por él y por muchos otros supuesta natural, pues olvidó en ella el referido precepto Limneano, al fijar su Orden tercero, ó sea el de los Carniceros. ¿Qué comunidad orgánica existe entre las Familias de Cheiropteros, Insectivoros, Carnivoros y Amphibios? ¿Existe homomorfismo suficiente para reunir en el Orden de los Pachider- mos el Elefante con el Rhinoceronte, el Sus, el Hipopótamo y hasta el Caballo y el Hirax? Pues tales defectos se acentúan y compli- can, según dejamos indicado, en las demás clasificaciones uniseria- les, cuyos autores, á pesar de su empeño en suponerlas metódicas, sólo han obtenido resultados artificiales. Para evitar tales discordancias, Isidoro Geoffroy Saint Hilaire fué de los primeros que propuso ordenar los grupos naturales de los Mamíferos en Series paralelas diferentes, lo que Paul Gervais en 1854 realizó estableciendo dos, según se expresa en la tabla si - guiente: — 121 — PAUL GERVAIS Histoire naturelle des Mammiferes. 1854 T.—MAMÍFEROS TERRESTRES. 1. PLACENTARIOS Ó MONODELFOS. A. Heterodontos 6 con diversas clases de dientes. a. Disco-placentarios. Órdenes: Primates. Cheirópteros. Insectívoros. Roedores. . Zona-placentarios. Orden: Carnívoros. c. Poli-placentarios 6 con pla- centa difusa. Órdenes: Proboscídeos. Jumentos. Bisulcos. B. Homodontos 6 con dientes iguales. Orden: Indentados. Subórdenes: Tardígrados. Myrmicófagos. Dasypodos. Manidos. o 2. IN-PLACENTARIOS. A. Didelfos. Orden: Marsupiales. Subórdenes: Sarigueyas. Dasyuros. Myrmicobios. Syndactylos. Phascolomys. B. Ornitodelfos. Orden: Monotremas. Subórdenes: Echidnos. Ornitorhyncos. IT.—MAMÍFEROS MARINOS. A. Heterodontos. Órdenes: Focas. Sirenios. B. Homodontos. Orden: Cetáceos. Desconocido su modo de ser placen- tario. Zeuglodontos. Amphíteros. Por las mismas razones que dejo expuestas en el examen de ta- blas anteriores, resulta también sistemática la clasificación masto- dológica de este autor laborioso y de saber bien acreditado; y si no, véase sl jerárquicamente el Hombre, por ser Discoplacentario sola- — 122 — mente, puede agrupársele con los Murciélagos, Insectívoros y Roe- dores, sin faltar á consideraciones científicas de gran importancia. ¿Qué consideración metódica autoriza á establecer diferencias esenciales primarias entre los Mamíferos terrestres y los que viven en la mar? Y existiendo Cetáceos que, como Illiger nos dice y todos sabe- mos, tienen: Dentes nulli; at palatum utriuscus elasmiis seu laminis confertis transverstus oblique collocatis, pendentibus, corneis, triangularibus, apice fibrosis, ¿dónde debe colocárselos? Aun conviene hacer la observación que al encabezar la Serie 2.” con los /n-placentarios, se da un carácter negativo, siempre de menor valor é importancia que los positivos. En vez de las dos series de P. Gervais, el sabio zoólogo fran- cés Geoffroy Saint Hilaire estableció tres, según demuestra el cua- dro siguiente: — 123 — 'SOPIUP]IRE | | "SOPT19I0SAT Y ) AO) 'SOPIUPFIOH TT O ada ) II *res* 1. SBULOIJOTONT NAO .....* SOPIAQTIUY *L8 o E q NADO SOPTY9UTAOYFIUAL() * *sOUIYOBOA A ó SOPTIQUOTVH SOJUO1IS | SOPIYOUIIOHALULO “OL TIT ! SOPHIUEO 98 E *“SOPIYRUBN I *"SOPpInbH gg "SOPINS 'Pg “sopruggododdIp '£É *"SOPIIQOQUIYH "ZE /****** SOUILOPINOBI *"sOptaydeL, “16 TA 'SOPIJUB YAOI *0€ "SOPIORIAH “6% O ) corner" SOPIARO “83 "sopriodorT “23 "SOPIOJIISAH *9% "SOUL “soptogiuds *9z oa "SOPTwIQISOPUOSA "PG parooroo* +" gOLOPd0Y "SOPTULQ[ODSBUA 6 "SOUTO yr SOPA “£8 EN *SIOPIOH POL “SOUTINA "sopipo9 door] :g |-0473N1F SO]PIANSIGA *'SOUTIOISB() , . 'BOUTPÁLLOYD0IY l..a......g » a 5 Romos Joccutiopmos va / ¿ z “SOUTIO[HDOSÁTIO Lonoooooo» soprdyr L 718 EOI AS “SOUTATE L, ! O LTarON 0% | E . "SOPHPOSOLI WA 611 E "SOPIANUULA Y) "BT (3 "sopivdna o, INS "sooppie[daH '91 ) 'SOPIP9dTS1B Y, *9 O SOprq9oourá o 7) CO or PO S SOJ9OTUIBO o E Ss -90TUIBO SO[BIANSIVIAL “SOUTO HT "sOproQUda 71) = AI SOPLMISUT e) e I poa E "SOUTUBO Nosroco.. . Es "SOUTIIDATA. BOPrLIDATA “ET 5 ) 'SOUI][9ISNAL "so9pry0d Brie *SOUISI y "SOPTPQUISO(T “TT O AOIIÉNE | «+++ soppayduaA “or £ a "SOPTUQIIFDON *6 *SOULILOJO *"soutuorpipaodsopA >» sopruoriqiedsoy g ,*""""soxeydoltego de CIESO TON LIT *“sOUTozOy da J, e colipodozeya |" sOPtB9dozo9a a ; *soptooyypdoo]uy '9 *"SOPIPQAIPBIT GQ “****** BOPBAITPALL, 'SOOPJULOJT9UO *P 11 *"SOUIÍB[BE) "SO9PISIBL “E SOUTIMULO NT p 0000 BO09PpMMOT CB Nircccoo o e gOg QUA 'SOUISIIPUT a I *sou ..on....... . *soutoo yr douA;) SoTWIÍS “T ARO nO 9 HATE: "SUELO EQUIP "SEL Tue Y "S0U9PIQ *"SNQHIUL | "SUN FUIV Y *S9NOPI) SAanH NIS VIAN O VIAVLINANICNA SIATEA SUTVIIASUVA SOSANH NOD SHTVIANSUVH SO so0d3id/a vav1170OYyyvs30 N31g8 SIAT3d VI] NOD SOAIANYAVNO 9p I02.0824) UYLIDOYISD/L) ¡ai a II SN — 124 — Es evidente que, á medida que las series se multiplican, la co- locación de las agrupaciones se puede armonizar más fácilmente; y por esto se han procurado vencer las dificultades con clasificacio- nes multiseriales, de las cuales es un buen ejemplo la siguiente: EDM. SELYS-LONGCHAMPS Essai d'une distribution des Mammiferes en series natu- relles. 1842 Selys-Longchamps, metodizador escrupuloso, creyó, con funda- mento, que el precepto Linneano 77 no puede realizarse con las tres series señaladas por Isidoro Geoffroy Saint Hilaire, y que son ne- cesarias seis, más ó menos convergentes, de las cuales cinco deben partir directamente del Orden de los Primares para expresar conve- nientemente las relaciones principales que existen entre los Mamí- feros; y tal parecer lo formuló en las dos líminas adjuntas. El mismo sSelys-Longchamps en su Ivnex Mermobicus Euro- paorRUM MammaLium estableció en 1839 la clasificación siguiente: SECTIO I Mammalia terrestria. S 1I.—UNGUICULATA. Ordo 1.—Primates.—Linn.; ls. Geoffr.; Ch. Bonaparte. (Bi- mana et Quadrumana, Cuv.) SECTIO I.—BIMANA, Cuv. Fama: HoMINIDE. ; Genus. Homo, Linn et ceet. Auctor. (1). SECTIO 11. —QUADRUMANA, Cuv. FAMILIA: SIMIDE. Genus. Simia, Plin.; Linn. Ordo 1.—Chiroptera. —lllig.; Blumen.; Is. Geoffr.; Bonap. Fama: VESPERTILIONIDE. (1) Suprimo señalar las variedades ó razas, por no ser necesario, ET q ke A R CAR DISTRIBUCIÓN de los Mamiferos en series naturales POR SELYS- LONGCHAMPS o HOmOo Simia-Cebus-Hapalus-Lemur PRIMATES delahis Mirmecobius PINNIPEDIA S 3 3 57 INOCErOS ppopotamus lgpir Dinotherium £lephas Camelvpacdans Mosohus Cervus Lamelus SIRENITA — 125 — Tribu T.—Rhinolophina. Genus. Rhinolophus, Geoffr. Genus. Nycteris, Geoffr. Tribu 11.—Vespertilionina. Genus. Dysopes, Illig.; Molossus, Geoffr.; Dinops., Savi. Genus. Vespertilio, Linn. * Plecotus, Geoff. ** Barbastellus, Bonap. *** Vespertilio, Bonap. **** Miniopterus, Bonap. ***** Pipistrellus, Bonap. *E5E%* Atalapha, Raffinesque. Ordo 111. —Bestis.—Limn. (Syst. nat. 10.); Fisch.; Bonap. (Fe- ree insectivoree, Cuv.) Famiita 1.— Tarea. Genus. Talpa. Fama 11. —Sor1cIiDz. Genus. Myogalea, Fisch. (Mygale, Cuv.) * Mygale, Geoffr. * Galemys, Wagl. (Mygalina, Geoffr.) Genus. Sorex, Linn. * Sorex, Wagl. (Amphisorex, Duvern.) ** Crossopus, Wagl. (Hydrosorex, Du- vern.) Genus. Crocidura, Wagl. * Pachyura, Long. ** Crocidura, Wagl. (Sorex, Duv.) Fama ll. —ERINACcEIDE. Genus. Erinaceus, Linn. Ordo IV.—Ferz.—Limn. etc. Fania 1. —Ursmmz. Tribu 1.—Ursina. Genus. Ursus, Linn. ** Thalarctos, Gray. Tribu 11.—Melina. Genus. Meles. Genus. Gulo, Storr. — 126 — Fama 11.—Fenima. Tribu 1.—Viverrina. Genus. Viverra, Linn. Tribu I1.—Canina. Genus. Canis, Linn. * Canis, Auctor. ** Vulpes, Auctor. Tribu 11T.—Felina. Genus. Felis, Linn. 2 Timo. ** Catus. Tribu IV.—Mustelina. Genus. Mustela, Linn. * Martes, Cuv. ** Putorius, Cuv. Genus. Lutra, Erxl. Ordo V.—Glires.—Limn.; Cuv.; Bonap. SECTIO I.—CLAVICULATI. Faminra 1. —CAsTORIDA. Tribu 1.—Castorina. Genus. Castor, Linn. Tribu I171,— Arvicolina. Genus. Arvicola, Lacep. * Hemiotomys, Long. ** Microtus. *** Arvicola. *E** Myodes. Genus. Lemmus, Fred. Cuv. * Hypudeus, 1llig. ** Georychus, Illig. Fama 11.-—Murina. Tribu 1.—Spalacina. Genus. Spalax, Pall. Tribu 11.—Dipodina. Genus. Dipus, Gm. Genus. Gerbillus, Desm. Tribu 111.—Arctomydina. O —- 127 — Genus. Arctomys, Gm. Genus. Spermophilus, Fr. Cuv. Tribu IV.—Sciurina. Genus. Tamia, Illig. Genus. Sciurus, Linn. Genus. Pteromys, Cuv. Genus. Myoxus, Schreb. Tribu V.—Murina. Genus. Mus, Linn. * Musculus, Raffin. ** Mus. Genus. Cricetus, Cuv. SECTIO 11.—INCLAVICULATI. Fama 1.—HysTrICIDA. Genus. Hystrix. Fama 11.—LeporIDA. Genus. Lepus. S 11.—UNGULATA, Ordo VI.—Pecora.—Linn. Fama 1.—Bovinzw. Tribu 1.—Bovina. Genus. Bos, Linn. Genus. Capra, Linn. * Ovis. ** Capra. Tribu II.—Antilopina. Genus. Antilope, Pall. * Rupicapra, Blainv, ** Antilope, Blainv. Fama 11.—Cervipa. Genus. Cervus. Ordo VII. —Bellus.—Linn. FAMILIA: SUIDA, Genus. Sus, Linn, — 128 — SECTIO 1 Mammalia Aquatica. Ordo VII. —Pinnipedia.—lllig.; Bonap. (Feree Amphibie, Cuv.) Favrira 1.—Pnuocin a. Genus. Phoca, Linn. Genus. Pelagius, Fréd. Cuv. Faminta 1.—Tricuecuipa. Genus. Trichechus. Ordo 1X.—Cete.—Linn. Fama 1.—DeLPHINID A. Tribu 1.—Delphinina. Genus. Delphinus, Linn. * Delphis, Linn. ** Delphinorhynchus, Blainv. *** Oxypterus, Raffin. Genus. Phocena, Cuv. Genus. Delphinapterus, Lacep.. Genus. Heterodon, Blainv. * Hyperoodon, Lacep. ** Epiodon, Raff. Tribu I7.—Monodontina. Genus. Monodon, Linn. Fama 11. —BALANIDE. Tribu T.—Physeterina. Genus. Physeter, Linn. * Catodon, Lacep. ** Physeter, Lacep. Tribu 11.—Balenina. Genus. Baleena, Linn. Genus. Balsenoptera, Lacep. No realiza Selys Longchamps en este IxDex su pensamiento multiserial, pero en su Fauna Belga nos dice que clasifica los Ma- miferos por el método del Príncipe C. L. Bonaparte, que es el mis- mo que, en sintesis, adopto yo, por entender que en sus grupos se asocian los Mamíferos con precisión más ajustada á los preceptos DUDIVE *9.L0027DHT 's0907990 *58/991/924,T, "DIOUT “sorquuy "DAPUT 8292 do yr *SOIOAJUIBL) “0mMY Dlivdn "SOPBABIJUBTIL "sn2]VBO.19YO "snona — 129 — "SOUBUINIPBN) *OWOJJT *SOUBUIHJ "019090 0'910 *** O19UYL) 19'T apps u9p1O IIX "019499 o'41A *** 019 U94) a0'T OIE E "010090 o'4A +=" OI9UPL) 19*T u9pIQ AT "019099 0'910 “31 O19U9L) 10'T IESO -u9p1O III "019099 0'910 ***O19UYL) a0'[ SPROU a “u9PXO II +90: OIDUDL) Lor *u9p1O T "sndOLIT "snI99Y dO7]VL) "s0199 dO11AUY *019U9L) o *** O19UYL) 10" Y 2" u"9p1O IA "sNIUÑAYLOYPULO "sndismr '"SOPpeyuopur *S/MMOJODEVDUT nui "DISIÑUDIOUT ope "biabaoauñ car aonAov OOOO PAL OLOS Peroeriero SOTRIANSIVIL "019090 o'HA *** O19UPL) 10'T. 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CAROLI-LUCIANI BONAPARTE Conspectus Systematis mastozoologiee. 1850 MAMMALIA SUBCLASSIS I.—PLACENTALIA. SERIES 1.—"INEDUCABILIA Sectio I.—Unguiculata. Oro 1.—PRIMATES. Familia 1.—/Zominidee. Subfamilia 1. Hominina. Familia 2.—Simidee. Subfamilia 2. Simiina. — 3. Cynocephalina. Familia 3.—Cebidee. Subfamilia 4. Cebina. — 5. Hapalina. Familia 4.—Lemuride. Subfamilia 6. Lemurina. — — 7. Galaginina. = 8. Tarsimna. Familia 5.—Galeopithecidee. Subfamilia 9. Galeopithecina. Familia 6.—Chiromyidee. Subfamilia 10. Chiromyina. ORrDO 2. —FERAR. Familia 1.—Cercoleptide. Subfamilia 11. Cercoleptina. Familia 8.—Canmde. — 131 — Subfamilia 12. Canina. Familia 9.—Viverridee. Subfamilia 13. Hyenina. — 14. Herpestina. = 15. Viverrina. Familia 10.—Felidee. Subfamilia 16. Felina. Familia 11.—Mustelidce. Subfamilia 17. Mustelina. — 18. Lutrina. = 19. Mephitina. Familia 12.—Procyonidee. Subfamilia 20. Melina — 21. Ailurina. — 22. Procyonina. Familia 13.—Ursíde. Subfamilia 23. Ursina. Sectio II.—Pinnata. OrDo 3.—PINNIPEDIA. Familia 14.—Phocidee. Subfamilia 24. Otariina. =- 25. Phocina. Familia 15.—Trichechide. Subfamilia 26. Trichechina. Familia 16.—Aydrarchidee. . Subfamilia 27. Hydrarchina. OrDo 4.—CHTE. Familia 17. —Delphinide. Subfamilia 28. Delphinina. — 29. Monodontina. == 30. Hyperoodontina. Familia 18.—Physeteridee. E Subfamilia 31. Physeterina. Familia 19.—Balenide. Subfamilia 32. Balenina, — 132 — ORDO 5. —ÑIRENIA. Familia 20.—Manatidee. Subfamilia 33. Manatina. = 34. Halicorina. — 35. Rytinina. Familia 21.—Dinotheriidee. Subfamilia 36. Dinotheriina. Sectio I11.—Ungulata. Oro 6.—BELLUAE. Familia 22. —Hlephantide. Subfamilia 37. Elephantina. Familia 23.—Rhinocerontide. Subfamilia 38. Paleeotheriimna. — 39. Tapirina. — 40. Rhinocerotina. — 41. Elasmotherina. Familia 24. —Hyracidee. Subfamilia 42. Hyracina. Familia 25.—Suidee. Subfamilia 43. Suina. —= 44. Cheeropotamina. Familia 26.—Hippopotamidee. : Subfamilia 45. Hippopotamina. Familia 27.—Anoplotheriidee. Subfamilia 46. Anoplotheriina. Familia 28.—£quide. Subfamilia 47. Equina. = 48. Hippotheriina. Oro 7.—PECORA. Familia 29.-—Camelidce. Subfamilia 49. Merycotheriina. — 50. Camelina. = 51. Aucheniina, Familia 30.—Cervidee. Subfamilia 52. Moschina, — 133 — Subfamilia 53. Cervina. Familia 31.—Camelopardalidee. Subfamilia 54. Sivatheriina. — 55. Camelopardalina. Familia 32.—Bovidee. Subfamilia 56. Antilopina. — 57. Caprina. — 58. Bovina. SERIES 11. —INEDUCABILIA Oro 8.—BRUTA. Familia 33.—Manide. Subfamilia 59. Manina. Familia 34.— Myrmecophagidee. Subfamilia 60. Mirmecophagina. Familia 35.—Orycteropodide». Subfamilia 61. Orycteropodina. Familia 36. —Dasypodidee. Subfamilia 62. Dasypodina. — 63. Chlamydophorina. Familia 37.—Megatheridee. Subfamilia 64. Megatheriima. Familia 38. —Bradypodidee. Subfamilia 65. Bradypodina. OrDo 9.—CHIROPTERA. Familia 39.—Pteropodidee. Subfamilia 66. Pteropodina. Familia 40.— Vespertilionidee. Subfamilia 67. Noctilionina. = 68. Vespertilionina. — 69. Rhinolophina. — 70. Rhinopomina. Familia 41. —Vampyridee. Subfamilia 71. Vampyrina. =- 72. Clossophagina. — 13. Desmodina. — 134 — Oro 10.—BESTIAE. Familia 42.—Talpidee. Subfamilia 74. Talpina. = 15. Chrysochlorina. Familia 43.—Soricidee. Subfamilia 76. Miogalina. — 17. Soricina. — 118. Macroscelidina. = 79. Cladobatina. Familia 44.—Erinaceidee. Subfamilia 80. Centetina. — 81. Erinaceina. Orpo 11.—GLIRES. Familia 45.—Sciuridee. Subfamilia 82. Sciurina. — 83. Arctomyina. Familia 46.— Muridce. Subfamilia 84. Myoxina. — 85. Dipodina. — 86. Murina. — 87. Cricetina. Familia 47.—Castoridee. Subfamilia 88. Castorina. — 89. Arvicolina. — 90. Geomyina. Familia 48. —Bathyergid:e. Subfamilia 91. Aspalacina. — 92. Bathyergina. Familia 49. — Hystricidee. Subfamilia 93. Hystricina. — 94. Erethizontina. Familia 50.—£chymyidee. Subfamilia 95. Aulacodina. = 96. Capromyina. = 97. Myiopotamina. — 98. Echymyina. — 135 — Familia 51.—Dasyproctidee. Subfamilia 99. Dasyproctina. Familia 52.—Octodontidee. Subfamilia 100. Octodontina. Familia 53.—Lagostomyidee. Subfamilia 101. Lagostomyina. Familia 54.—Cavidee. Subfamilia 102. Caviina. -— 103. Hydrochaerina. Familia 55. —Leporidee. Subfamilia 104. Leporina. — 105. Lagomyina. SUBCLASSIS 11.—OVOVIVIPARA OrDpo 12.—MARSUPIALIA. Familia 56.—Thylacinidee. Subfamilia 106. Thylacinina. Familia 57.—Dasyuride. Subfamilia 107. Dasyurina. Familia 58. —Didelphidee. Subfamilia 108. Didelphina. Familia 59.—Paramelidee. Subfamilia 109. Phascogalina. — 110. Myrmecobiina. — 111. Peramelina. Familia 60.—Phalangistidee. Subfamilia 112. Parsipedina. =- 113. Phalangistina. — 114. Petaurina. — 115. Phascolarctina. Familia 61.—/Talmaturido. Subfamilia 116. Halmaturina. — 117. Dendrolagina. Familia 62.—Phascolomyidee. Subfamilia 118. Phascolomyina. — 136 — Orpo 13.—MONOTREMATA. Familia 63.—BEehidnidce. Subfamilia 119. Echidnina. Familia 64.—Ornihorhynchide». Subfamilia 120. Ornithorhynchina. A pesar de algunos defectos, la anterior clasificación es la que puede admitirse como más armónica y natural de las establecidas para los mamiferos, y la que diferenciando clases, subclases, series y secciones llega á los órdenes, familias, subfamilias y géneros de una manera casi siempre natural. Los inconvenientes únicos consis- ten en que toda la clase no se agrupa Como partiendo de un solo centro, conforme se establece en la que sigue. Clasificación adoptada. Allá por el año 50, cuando explicaba en mi cátedra la Zoografía de los vertebrados, y recién publicada la clasificación de Bonaparte, tracé un mapa zoológico destinado á mis discípulos, en el cual figuré los representantes característicos de las familias de los mamíferos, distribuyéndolos metódicamente en series confluentes y más ó menos tortuosas para poder aproximar ó separar, según sus analogías, los tipos organizados, en armonía con las exigencias que el cumpli-- miento de su especial y característica vida reclaman para cada uno. Procediendo de arriba abajo, coloqué á los Mammalia placenta- lia educabilia, sentando en la cúspide de una colina al HomBrE, tipo el más superior del orden de los Primates, y debajo de aquella eminencia, y debidamente escalonadas, puse en círculo las familias Simidce, Cebide, Lemuride, Galeopithecidee y Chiromyidee. Desde otra altura, y muy cerca de los Lemuridce, establecí la familia Cercoleptidc del orden Ferar, haciendo descender en mi mapa hasta el mar las demás familias del mismo orden de las fieras, para que allí la tribu Lutrina fuera á relacionarse con los Phocidee, por las indudables semejanzas de formas, régimen alimenticio y há- bitos existentes entre animales todos anfibios, fuviátiles y marinos. En esta zona húmeda pude establecer naturalmente los órdenes CETE y SIRENIA, y muy próximo el PisnipEDrA, pues todos ellos van — 197 — á tocar la clase de los Pisces, teniendo sólo en cuenta las formas exteriores, pues la organización interior es en extremo diferente para ambas clases de vertebrados. Remontando por la colina, y en dos campos diferentes, establecí los órdenes BeLLuAE y Pecora, que, como animales educables pla- centarios ungulados han sido agrupados por algunos autores, olvi- dando que si el segundo de estos órdenes es muy natural, resulta, por el contrario, heterogéneo en extremo el primero, pues es más que dudoso el parentesco entre los Elefantes y el Caballo, entre éste, los Rinocerontes, Tapires y Cerdos, y entre todos ellos y los Zyrax. El heteromorfismo del orden de los Paquimermos de Cuvier, por más que lo hayan desconocido muchos zoógrafos, ha dado lugar á que varios otros naturalistas, haciéndose cargo de tal incoherencia metódica, hayan considerado necesario disgregar á los Elefantes y Caballos, de los Paquidermos ordinarios, y han establecido dos tipos diferentes, que dan fundamento razonado para los órdenes de los Pro- BOSCÍDEOS y SoLípEDOS. El primero, á pesar de sus grandes diferen- cias en magnitud y formas con los GLirEs, ofrece con ellos analogías incontestables en lo que á la organización de su sistema dentario se refiere, lo que se acentúa más considerando los géneros fósiles Zy- photherium y Tillotherium, del suborden ToxoboNrra interpuesto por el Doctor Flower, en su An introduction to the study of: Ma- mals living and extinct, entre los Progoscinea y RoneNtIa: tipo este último que por sus formas esbeltas y elegantes, su piel fina y su pelaje lúcido, se asocia más con las Pecoras Antilopinas que con los toscos Paquidermos, donde figuran las Badas ó Rinocerontes, los Hipopótamos, los Dantas ó Tapires y los Cerdos. Teniendo esto en cuenta se explica por qué en mi mapa masto- dológico coloqué los Xlephas é Hirax cerca de los Roedores y se- parados de los Paquidermos, mientras éstos con las Beluas bisulcas y los Solípedos van á relacionarse con las Pécoras, y á su vez los Hippopotamid« se aproximan al orden Sirena, ya que los ani- males de ambos grupos son habitantes de los ríos, y aun de las ri- beras del mar algunos de los últimos. También los Placentarios ineducables, á pesar de la inferiori- dad conocida de sus facultades, revisten en lo externo formas aná- logas á las de diversos mamíferos educables, hasta con las de algu- nos de las últimas familias de los Primates. ¿Quién puede desco- — 138 — nocer las semejanzas externas que existen entre los Chiroptera y Galeopithecide y los Chiromyide y Sciuridoe? Por eso en mi mapa mastodológico establecí ambos órdenes en las fronteras del primero de la Clase, y desde allí descienden, ordenada y naturalmente, apro- ximándose á los GLires con los géneros Pteromys y Pteropus de los CurroPreRA, y dando la mano á los Besriaz, los DVipus con los Macroscelis, los Mus con los Sorexw, los Castor con los Mioga- lea, y los Hystrix con los Erinaceus. Para los /neducabilia Edentata ó Bruta, sólo, y de una manera remota, se vislumbran apariencias de contacto con los PrimaATES cuadrumanos: por lo cual en el referido mapa coloqué la familia de los Bradypodide á buena distancia y sobre un montículo ó mogo- te, dominando la planicie donde campean los demás indentados. Dice Paul Gervais, que, á pesar de parecernos deformes, los Bra- dypus ó Perezosos, por su aspecto exterior y por sus costumbres trepadoras á los árboles, se asemejan algo á los Simios, y sin duda por estas analogías meramente aparentes, es por lo que han sido colocados algunas veces cerca de los PrimaTES, por tan grandes na- turalistas como Linneo y Blainville. Pero esta idea es insostenible si con atención se estudia el oreranismo interno de los Bradypodidos, cuyo sistema nervioso encefálico por constitución, forma y rela- ciones, más semejanza tiene con el de las aves que con el de los mamiferos de la Sección Educables, pues no sólo es completamente lisa la superficie de los hemisferios, que dejan totalmente á descu- bierto el cerebelo, sino que además se presentan irregularidades marcadas en las formas exteriores de la masa encefálica de los Pe- rezosos, mientras que en la de los Simídeos son aquéllas sumamente parecidas á las del hombre; y todo ello demuestra no hay puntos de contacto, ni de remota parentela entre tipos tan diferentes. Verdad es que Linneo, en su Systema Naturce, colocó el orden Bruta á continuación de los Primates, é incluyó entre los primeros al Elefante y al Trichechus ó Caballo marino, ambos tan diferentes en esencia y presencia de los Brutos: pero tal falta metódica sólo revela que en aquella época dominaba al sabio sueco la influencia sistemática de su clasificación botánica, y no es de extrañar que tan en los comienzos del Método natural zoológico llegase á claudicar aquel gran maestro, pues el mismo G. Cuvier, bastante más tarde, tropezó, asociando en el orden Bruta, que él denominó de los /n- — 139 — dentados, tipos tan poco afines como son los Perezosos y los Mega- terios, y reunió además los primeros con los Armadillos, y los se- gundos con los Hormigueros, casos tan arbitrarios como su asocia- ción con los Pangolines ó Guirquines, tan sólo porque todos estos animales carecen de incisivos, carácter de mucha menos importan- cia que todas las demás desarmonías orgánicas que debieran haberse observado para no faltar á cuanto preceptúan las doctrinas de las clasificaciones naturales. Considerando la Serie 2.*, de los Ovovivíparos, de Bonaparte, ó Aplacentarios, como otros llaman á semejantes animales, nos en- contramos con dos Subclases verdaderas, los Marsupiales y los Mo- notremas, que Flower denomina Prototheria ú Ornithodelphia, y Metatheria 6 Didelphia. Estos son los Marsupiales, que ya Isidoro Geoffroy Saint Hilaire, en su clasificación por Series paralelas, los apareó con los Monodelfos, pues en los órdenes de unos y otros hay verdaderas semejanzas para diferentes Familias. Así los Phalan- gistidos de Gray, por su alimentación, su aspecto Lemurino y ser sus géneros pedimanos, colilargos y tener aprehensor el extremo de sus rabos, resultan análogos á los monos Cebinos, cuyas costumbres son igualmente trepadoras y de alimentación frugívora é insectí- vora. Por esto los coloqué yo en mi mapa inmediatos á los Prima- TES, y descendiendo en la serie situé al lado de los Monodelphos Carniceros ó Feraz de Linneo á los Dasyuridos y Thylacininos, que morfológicamente son verdaderas fieras Didélficas. Pasando á la comparación de semejanzas que existen entre los Marsupiales con los Monodelphos ineducables, las encontramos muy claras entre los Myrmecophagideos y los Didelphidos, pues los Marsupiales herbívoros equivalen, hasta cierto punto, á los Mono- delphos educables, Unguiculados, Roedores, Leporidos y Dipodi- dos, y Bestie Macroscelido de Smith, ya que en estos tipos mo- nedélficos hay desproporción notable entre las extremidades torá- cicas y abdominales, siquiera no sea tan marcada como en los didel- fos, á los que obliga, en la progresión precipitada, á dar saltos des- comunales, merced á estar convertidas sus piernas en poderosos muelles ó resortes. Los dedos de las extremidades anteriores, pro- porcionalmente cortas en los animales de las dos series paralelas, son unguiculados y libres; pero hay diferencias en las abdominales, pues los Macropodos tienen dos dedos internos syndactilos y con — 140 — uñas apezuñadas, y esto los convierte en ungulados anómalos herbí- voros y con estómago algo complicado, por lo cual algún autor los considera como representantes entre los Didelphos de los rumiantes placentarios ungulados. De todos modos, por su morfología exterior nadie puede negar razonadamente su semejanza con los GL1rES, Le- poridos y Dipodidos y con las Bestias Macroscelidas. No son menos evidentes las analogías entre tipos de varias fa- milias de Guires monodelphos con otros de los Roedores Marsupia- les, pues basta fijarse en el parecido de los Petaurina con los Sciu- ropteros: y así se explica por qué Geoffroy impuso el nombre de Phascolomys (casxws, MArsuplum, y pus, mus, esto es, ratón con bolsa) al WVombat, que no es, ni más ni menos, sino un ratón marsupial, más parecido á un Murid«e Arctomidina que á un ver- dadero Murina, todo lo que hace se halle, en mi mapa, el Wombat más aproximado á la Marmota que á la Rata. Los Marsupiales herbívoros representan, al parecer de algunos, á los ungulados Monodelphos; pero yo veo en su morfología ex- terna rasgos propios y sobresalientes de los unguiculados ineduca- bles, si bien difieren bastante ambos grupos, en lo que atañe á sus órganos generadores y al desarrollo embrional, no obstante que en los GLireS nacen los hijos casi en estado fetal. Lo cierto es que, tras maduro examen y pesando los datos positivos y negativos, llegué á colocar en mi mapa mastodológico, y en el campo de los Didelphos, á los Macropodidos como fronterizos de los GLrrEs,+tlas BestIak y los UnNGULATA. Faltaba, para terminar mi distribución metódica de la Clase de los Mamíferos, señalar el sitio que había de destinarse en el mapa á la subclase de los Moxorremara, que son el verdadero tránsito ha- cia la ciase de las Aves, con las cuales se relacionan de un modo patente los Ornithorhynchide, cuyo nombre, derivado de 0pv-:s, ¿os, ave, y gúyyos, rostro ó pico, ya indica la existencia evidente de ciertas semejanzas morfológicas exteriores, que aún se acentúan más en la organización interna entre estos anómalos Mamíferos y los Anseres Anatidce de las Aves, puesto que, como éstas, carecen de concha auditiva; los dientes no tienen en el pico córneo más im- portancia que las laminillas que los representan en las Palmipedas lamellirrostras; el orificio común para la salida de las materias fe- cales, la orina, y hasta para dar paso á las crías cuando nacen, puesto — 141 — que el intestino recto, uretra y oviducto terminan igualmente todos en una cloaca, es semejante al de las Aves; carecen, como éstas, de matriz verdadera; produce su madrecilla óvulos mucho más gran- des que en los otros Mamiferos; los fetos, desprovistos de placen- ta, se desarrollan en los oviductos, como sucede en los vertebrados ovovivíparos; y si bien los Monotremas cuentan con olándulas lac- tigíneas que alimentan multitud de conductos excretorios, éstos no van á reunirse en un pezón, sino que aboca cada uno en su orificio subcutáneo, en cierta extensión de la piel, á uno y otro lado del bajo vientre, donde se acusan por diversos poros, á través de los cuales pasa la leche segregada, cuya emisión determinan las crías frotando con su pico dicha región mamaria. Además de tan notables semejanzas con las que los Monotremas enlazan la clase de los Mamíferos con la de las Aves, existen otras en su esqueleto que merecen mencionarse. Tienen huesos marsupia- les muy desarrollados, como los Didelphos, por más que carecen de bolsa ó marsupia, que afianzándose en ellos pudiera sostener el peso de las crías que se resguardasen en dicho alojamiento; las escápu- las de los Ornitodelphos están modeladas como las de los Saurios, pues en la porción basilar de las extremidades torácicas se des- arrolla un hueso que puede considerarse como el coracoides de las Aves y Saurios; y por fin, debe señalarse la existencia del espolón, que, como algunas aves, llevan los Monotremas en sus tarsos. Teniendo en cuenta todo lo expuesto, coloqué en mi mapa mas- todológ:co á los Monotremas frente á frente, aunque separados por un ancho barranco, de los Didelphos y Monodelphos indentados, para ir después á aproximarse á las aves palmípedas Anatince, que se ven nadando en el agua contigua al litoral ocupado por el Or- nithorhynchus y el Echidna. Tomando, pues, como base los estudios de Bonaparte, y atenién- dome á lo que resulta de mi representación gráfica, distribuyo los mamiferos, no en una serie continua, sino en agrupaciones orde- nadas y donde puedan verse las relaciones que cada una de ellas guarda con todas las demás, pues así es como se presentan los datos naturales y como puede llegarse á una clasificación verdadera, cual la que me propongo seguir ahora en mi libro. DISTRIBUCION METÓDICA MASTODOLOGICA, (DE PROFESOR GRAELLS. Sicut de plantis LINNAUS dixit, Animalia omnia utrinque, in Methodo naturale affinitatem monstrant uti territorium 11 Mapa geographica, PARTE IV ZOOGRAFÍA 1 A Y D0ON | E ZOOGRAFIA Clase, Órdenes, Familias, Tribus, Géneros y especies de los Mamíferos de la Fauna Ibérica. MAMMALIA «Hec et nulla alia mammata Animalia, ex structura, visceri- bus, organis homini proxima, pleraque Quadrupedia, nobiscum Continentem inhabitant, tanquam inter hostes atrocissimos, dum maxima pauca Pinnata intra Pelagum se subducunt.»-—Linx., Syst. Natur. Animalia vertebrata; sanguine calido, circulatione duplici per- fecta, vivipara, pullos lactantia: pulmones bini, imperforati, in pectoris cavitate suspensi: cor biloculare, biauritum: dentes fere im omnibus: corpus ut plurimum pilosum: artus, vix paucis excep- tis, quatuor manifesti: collo caput fere semper distinctum a trun- co.—Boxar., A Vew System. Arrang. of Vertebrat. Anim. Son los Mamiferos animales vertebrados, cuya sangre es roja y caliente, y su circulación doble completa; el corazón es bilocular y- biauricular; tienen los pulmones libres é imperforados y suspendi- dos dentro de la cavidad torácica; casi todos tienen dientes en las mandíbulas y poblada de pelo la piel, salvo la excepción de los Si- renios y Cetáceos, que, además, son los únicos de la Clase que carecen de palanca en las extremidades abdominales, rematando el espinazo con una aleta ligamentosa horizontal. La cabeza, excepto en los dos Órdenes citados, la separa del tronco una angostura ó istmo que se llama cuello. Su reproducción es vivípara, y el carácter más 10 — 146 — distintivo de la Clase es tener tetas ó mamas, de lo que viene lla- mar á estos seres Mamíferos; carácter peculiar suyo, pues la de - nominación de pilíferos, que Blainville les impuso, conviene á mu- chos otros animales, hasta de clases muy inferiores. Las mamas, tetas, ó, mejor, glándulas mamarias de los machos, son estériles; pero las de las hembras, después de dar á luz, segregan leche, hu- mor alimenticio que nutre á sus bijuelos hasta que éstos adquieren la facultad de atender por sí mismos á su subsistencia. SUBCLASIS 1.—PLACENTALIA Generationis organa ab ano exterius discreta: vagina unifo- ris: foeta matura: mammce conspicuce: ossula ad pubem accesso- ria nulla: serotum peni postpositum.—Prixc. €. L. Bonar. Comprende esta Serie á todos los Mamíferos que Blainville ha llamado Monadelphi (¡óvos, ÚNICO, deAgós, matriz), y á los cuales caracteriza el autor citado del modo siguiente: «Tetas aparentes; pubis sin huesos accesorios; feto desarrollado por el intermedio de la placenta en el útero ó matriz sencilla, y que, cuando viable, es expulsado fuera por un conducto único; tetas des- cubiertas; pene antepuesto al escroto». Series I.—Educabilia. (C. L. Bonap,) Cerebrum bi (vel trilobum) hemispheeria complicata (1). Ordo 1.—Primates. (Linn.) Artus quator, antici manibus terminati; ungues digitorum apices tantum obtegentes; triplex dentium qualitas; incisivi su- periores 2 vel 4; molares tritorii; mammee pectorales; penis liber, 'pensilis; placenta simplex, discoidea. Blumenbach, en 1795, dividió en dos este Orden Linneano, separando al hombre de los monos por el solo carácter de tener dos manos el primero y los segundos cuatro; concepto equivocado, si se (1) Esta clasificación se funda en la importancia grandisima que tiene la perfección del sistema nervioso, sobre todo en su centro cefálico, para enaltecer las facultades psicológicas, más desarrolladas en los animales susceptibles de ser educados, que en aquellos incapaces ó de escasa apti- tud para aprender algo que no sea instintivo. — 147 — atiende á que la organización osteológica de los pies de los monos no difiere de la de los nuestros más que en tener los dedos más lar- gos y oponible el primero á los otros cuatro, razón por la que Vicq d”Acyr y Blainville, con más exactitud, aplicaron la denominación de Pedímanos á los Mamiferos, cuyos pies son capaces de ser usa- dos de un modo parecido á las manos. Como quiera que sea, la división de los Primates en dos Órde- nes distintos, que han sido llamados Bímanos y Cuadrumanos, es inadmisible, aun cuando Cuvier y Geoffroy Saint Hilaire, con otros maestros, la hayan aceptado durante muchos años en sus lecciones y escritos; porque después que los adelantos de la Anatomia com- parada han demostrado la grande afinidad que existe entre el orga- nismo todo del hombre y los monos; en una clasificación metódica precisa hermanarlos, so pena de faltar á las leyes taxonómicas que agrupan los seres por sus verdaderas semejanzas orgánicas. Tampoco es admisible, por la misma razón expuesta, lo pro- puesto por Illiger y Blumenbach al hacer de los Primates dos Ór- denes distintos, el Krecta equivalente á los Bímanos, y el Polli- cata correspondiente á los Cuadrumanos, nombres fundados en la estación erguida y plantígrada de los primeros, con sólo manos en las extremidades torácicas, y en tener los segundos pies parecidos á las manos, que poseen también, como los Zrecta, en el extremo de sus brazos. De otros defectos no menos graves adolecen todas estas clasifi- caciones, que con pretensión de ser naturales resultan sistemáticas en muchas de sus partes, como que prescinden de la observancia rigurosa de los preceptos exigidos para toda clasificación metódica. Convencido Cuvier de esta verdad, y en vista de los estudios organográficos que patentizaron los errores cometidos en su clasifi- cación, en la página 11 de su nueva edición del Reino animal, dis- tribuído conforme con su organización, dice: «Ces reflexions m*en- »couragent, et je me déterminai á faire preceder mon Traité d* Ana- »tomie comparée, d'une espece de systéme abrégé des animanx, ou »je présenterais leurs divisions et subdivisions á tous les degrés, »établies parallélement sur leur structure interieur et exterieur; ou »je donnerais 1” indication des espéces bien authentiques qui appar- »tiennent avec certitude á chacune des subdivisions»... Esto es lo que ha realizado C. L. Bonaparte en su A New Sys- — 148 — tematic Arrangement of Vertebrated Animals, cuyo texto seguía háce años en mis lecciones de Zoografía de los Vertebrados, y jus- tifica también por qué en el presente escrito adopto para los Mamí- feros la clasificación Linneana ampliada por el último autor citado. Fama HoMINIDAE. (Gray.) Artuum tantum antici in manus desinentes, pollice cuique digito opponibils. SUBFAMILIA HOMININA. (C. L. Bonap.) Corpus erectus, plantigradum, ecaudatum.—C. L. Bonap. A estos caracteres generales pueden añadirse los siguientes: estación normal vertical; progresión plantígrada; desarrollo del sis- tema dermato-esquelético peloso limitado á ciertas regiones del cuerpo. Únicos seres que transmiten sus ideas hablando, jeroglífica- mente, ó por escrito. —GRAELLS. GENUSs Homo. (Linn.) Nosce te ipsum. Dentes omnes continu1, approwiwmati (plerumque ) erecti sub- equales. Primores q Wcisores. Laniari distincti, solitari, uni- Er LOTA DA a 1—1 Ae cuspidatis primoribus non longiores re Molares obducti, tri- tores, utriusque utrinsecus =—— duce anteriores bi tuberculati, 55 tres posteriores quadrituber culatr. Caput rotundatum, faciest non prominula, angulus facialis inter 10 et 90 gradus. Mentum prominulum. Pedes pentadactyli plantigradi. Ungues omnes lamnce; antipedum maniculu manus est; scelidum carnosarum podarii hallus reliquis digitis major, et anterior. Mammce pectorales duce. Corpus nudum, calvaria pilosa.—FicHer. Nosse se ipsum gradus est primos sapientise dictumque Solonis quodam scriptum litteris aureis supra Diane Templum. —Mus. Adolphie Fred. Prefat. Est Homo poliphagus, cosmopolita, diurnus, et varia cultura, loco, colore cutis, capillitii et magnitudine. Sinonimia. —”Avbpwros. Auctor. grec. A e o A — 149 — Vulgo.—Hombre el “o— Mujer la Q en castellano. Home el “o—Dona la Q en catalán. Guizona el So—Andreá la Q en vasco. Ome el 9 —Muyer la Q en bable. Hóme el "o—Muller la Q en gallego. Hómem el o— Mulher la Q en portugués. El género Zomo, de humus, tierra, está constituido por una sola especie, en sentir de muchos naturalistas; no faltando otros que opi- nan ser inadmisible la unidad de la humana, vistos los sobresalien- tes Caracteres que distinguen á los tipos genuínos de cada una de las llamadas razas, los cuales, orgranográficamente considerados, alcanzan mayor importancia que aquellos que se asignan á otras especies animales declaradas por buenas en obras clásicas; y, sin embargo, consisten en el número de manchas ó puntos de colores diversos que adornan sus cuerpos, como sucede en muchos insec- tos (Coccinelas (1), Cicindelas, Cetonias, etc.), en las Truchas y en varios reptiles, Aves y hasta Mamíferos, cuya identidad especí- fica, como la del hombre, está atestiguada por la recíproca fecunda- ción permanente ó continuada, y por más que excita variabilidad extrema en formas, desarrollo corporal, coloración, ete., todo lo cual, si no ha sido de bastante monta para negar la pluralidad específica del hombre, tampoco debiera haber servido para dividir la del Canis familiaris, Felis catus, Ovis aries y otros varios animales que se encuentran en igual caso. Discutida la cuestión zoográficamente, si se aducen ejemplos como los que dejo señalados de las Coccinellas, Cicindelas, Ceto- mas, etc., etc., bien pudiera admitirse la pluralidad de nuestra es- pecie; pero resulta insostenible si el estudio fundamental se hace organográfica y zoonómicamente, á pesar de la opinión del célebre Bory de Saint Vincens y del no menos eminente naturalista, su in- timo condiscípulo y mi amigo y maestro, León Dufour, que, dis- cutiendo un día conmigo sobre este asunto, terminó diciéndome que no sólo repudiaba la hermandad suya con los negros, sino que hasta rechazaba el parentesco de primo. (1) De la Coccinella variabilis han sido consideradas 48 de sus va- riedades como especies indiscutibles por entomólogos de reputación cien-* tifica muy acreditada. — 150 — Sea de ello lo que quiera, las diferencias que existen entre los individuos del género Homo ya fueron percibidas por Moisés, el Le- gislador de los Hebreos, que señaló á Jafet como padre de los Blan- cos, á Sem como padre de los Amarillos, y 4Cham como padre de los Negros, indicando con esto que, á pesar de un padre común á todos, Noé, las raíces de las tres razas eran distintas. No es objeto de este escrito entrar en disquisiciones antropoló- gicas de carácter analítico general, debiendo limitarme aquí á se- ñalar la estirpe ó linaje á que pertenecen los habitantes de la Pe- nínsula ibérica, como seres comprendidos entre los de la Fauna que describo. Más adelante, al terminar la obra, como complemento, entre los anexos, incluiré uno referente á los estudios etnográficos de nuestra nación y de su vecina la portuguesa. STIRPS CAUCÁSICA. (Auctorum.) Mediocris, torosus, cute plus minus alba incarnata, seepius Fuscescente aut nigricante; capillis prolixwis seepe cincinnatis é flavido in atrum variantibus; angulo facialis 85 ad 90 gradus, vertice rotundato, facie ovali, fronte aperta, superciliis plus mi- nus arcuatis; oculis magnis; ciliis longiusculis densisque; naso prominulo, subrecto; auriculis prominulis, adpressis; ore me- diocri; dentibus erectis, labis tenuioribus, barba uberiore; mam- mis hemisphcericis; femoribus versus genua attenuatis; suris distinctis. | Esta es la frase característica de la expresada raza, que también ha sido llamada blanca por Virey, ó de piel transparente, y en la cual se encuentran nueve tipos distintos, llamados Árabe, Hebreo, Caucásico, Griego, Turco, Céltico, Germánico, Eslavo y Finés. Es al tipo Céltico de la Raza Caucásica al que pertenecieron los pobladores de nuestra nación, si bien, como se dirá en el apén- dice etnográfico, no fueron solos los Celtas quienes se instalaron en nuestro suelo, sino que también hubo otros pueblos de proce- dencias diversas que antes vinieron á tomar carta de naturaleza en la Península ibérica; y de aquí resulta que por la mezcolanza de unos con otros no existen rasgos morfológicos puros de ninguno de los tipos referidos, y sólo de un modo relativo, en ciertas comarcas, podemos, casi más por las costumbres de antiguo arraigadas que por las fisonomías, suponer la existencia en las venas de sus habi- — 151 — tantes de la sangre ibera, celta, fenicia, pelásgica, árabe, hebrea ó germánica. Sin embargo, y para que á nuestros jóvenes natura- listas puedan servir de guía los rasgos distintivos de tales tipos, co- pio á continuación la frase que de ellos han publicado los autores más clásicos. Homo CAUCASICUS. (Desm., Borg.) Mediocris, sanguineus, aut phlegmaticus; cute candida lc- vissima; capillitio plerumque atro aut intense fusco atro, sericeo, cincinnato; superciliis arcuatis tenuisimis, facie ovali; femince pulcritudine celebratce. —FiscHEr. E Incole regionum Caucasi in oris mar. Euxin. et Casp.—Ligu- rie, Armenize, Georgie, etc. —Relig. catholica-greca. a. Homo PELAsGIUS ( MERIDIONALIS.) (Bory.) - Mediocris, sanguineus, et biliosus; cute minus incarnata, le- viter fuscescente; capillis longissimis, sericeis castaneis aut nigris; capite minore, facie ovali, magis elongata, deorsum attenuata; superciliis transversis rectis; oculis masximis, naso rectissimo, nec basi inter oculos impresso; cruribus infere minus teneris.—Fis- CHER. Stirps meridionalis. Veteres Greeci et Latini et ipsorum proge- nies. Per littoralem maris Mediterranel olim suam sedem in Penin- sula iberica instituerunt in Eyrogrov, hodie Ampurias. —GRAELLS, Lingua, greca antiqua et vulgaris, dein latina et hodie hispa- nica cum suis dialectis. Religio, Polytheismus; hodie Catholica. b. Homo CeLticus. (Bory.) Major, biliosus et lymphaticus, cute plerumque pallide favi- cante, passim pilosa, capillo breviori, denso, saturate castaneo aut fusco; fronte lateribus plus minus convexa; oculis mediocri- bus fuscis, canisve; naso basi inter oculos impresso, haud. recto; barba conferta rigidiuscula; cruribus infere tenibus, suris dis- tinctissimis; plantis parvis.--—FiscHER. Stirps occidentalis. Veteres Galli, Vascones, Hispani, Scotl, Armorici, tipus veri Celtarum et Celtiberarum, etiam invenitur in Castellis, Galleetia et Lusitania, ubi sunt incolee, in quibus aplica- bilis est phrasim characteristica supra scripta. —(GRAELLs. — 152 — Lingua Celtica (grelica et kimrica), deinde bretona, irlandica, cornica et gallica: postea hispavica aliquibus tribibus. Religio, Polytheismus druidies; nunc Catholica. c. Homo ARABICUS. (Bory.) Major (femino pusillce) biliosus et sanguineus, cule obscura fuscescente, leevigata, capillitio elongato lcevi, sub-rudi, atro; vertice elevatissimo; facie oval1, utrinque attenuata; fronte vasta; naso tenui, acuminato, seepe aquilino; oculis magnis, atris vel saturate fuscis; mento acuminato.—FiscHEr. : Arabi, Abessynii, prisci gypti, Judee1, Mauri, Veteres Pho- nicil. Lingua arabw.—Religio, Ismaelismus.—Mores, nomade. d. Hom0 GERMANICUS, VAR. TEUTONE. (Bory-Borealis.) Magnus, torosissimus, phlegmaticus et lymphaticus aut san- guineus, cute candida, scepe loetius incarnata, capillis teneris fla- vicantibus; oculis cceruleis; facie rotundata.—FiscHEr. Germani, Batavi, Britanni, Dani, Sueci, Irlandi. Lingua teutonica et gothica.—Religio Polytheismus, sangul- narius antea; hodie Protestantismus et Catholicismus. j Esta casta fué representada en nuestra Península por los (Grodos que pueblan la región central septentrional germánica, y se les considera procedentes de la familia Indo-Europea, cuya frase carac- terística Bory la consigna así: Homo GERMANICUS, VAR. SLAVONICUS. Major vel mediocris, torosus, phlegmaticus «et lymphaticus; cute minus candidá, seepe flavicante, capillis ut plurimum ru- dioribus, nigris; facie planiore; oculis profundis glaucinis; 0ssi- bus jugalibus prominulis; naso (haud raro) subrino. Aunque diluída con la sangre árabe la goda en España, los: rasgos de ambos pueblos, con mayor ó menor apariencia, según sea la preponderancia de la fuerza hibridizadora, aún podemos recono- cerlos en varias provincias, y de esto se hizo cargo nuestro distin- guido naturalista aragonés D. Ignacio Asso en su Specimen Zo0- logice, CLassis Mammanta, al hablar del hombre, diciendo: Zn Arago- nia ex antiquis Gothis, Arabibus et Aquitanis mixta progentes, y después sigue describiendo así á los aragoneses: . — 153 — Homo Sapiens. Statura in tractu calidiore modica, in montanis procerior preesertim circa Ansó et Hecho. Corpus torosum, mus- culosum, viribus ad labores esximiis, frigoris patientissimum. Color ad fuscum inclinans. Iris fusco-aurantia. Capilla nigris, mentum setis confertis, rigidisque barbatum. Llegamos, por fin, á los representantes en España de la raza Ariana 6 Indo-Europea, que son los Gitanos ó Buhémien de los Franceses; Gypsies de los Ingleses; Zingari 6 Zingan: de Polonia é Italia; Zigeuner de los Alemanes; Cigani de Moldavia; Ischigan de la India; Zzíganes de Rusia, y Tichinghenos de Turquía. Aleunos han creído que esta raza de hombres procedía de Egip- to, de donde les expulsaron los Sarracenos; pero otros, con más cú- mulo de datos, los creen oriúndos de la India-Oriental; y Grellman, que da muchas noticias sobre esta gente, por el examen que hizo de la jerga de muchos Gitanos de Alemania, en cuyo lenguaje descubrió multitud de palabras indostanas, adquirió el convenci- miento de que traían su origen del Indostán, pues su idioma era real- mente un dialecto del sínscrito, semejante al que se habla en el reino de Guzurate y provincia de Tatta, y que no podían aquellos vagabundos haber aprendido ni en África ni Europa (1). Fuera de los caracteres físicos (17. major vel mediocris, toro- sus, phlegmaticus et lymphaticus, cute minus candida; scepe fia- vicante; capillis ut plurimum rudioribus, nigris; facie planiore; oculis profundis glaucis, usibus jugalibus prominulis), entre los morales los tienen tan notables, que en Europa no existe otra gente con quien pueda confundirlos nadie. Su raza es castiza y bien señalada; nómada en medio de la ci- vilización más completa, y cosmopolita, pues para ella todo el mundo es patria. Dispersos como los Judíos, aventajan á éstos los Gitanos en no gastar en domicilio, viviendo en rancherías transito- rias, pues errantes como los salvajes, son momentáneas sus insta- laciones, y con frecuencia al aire libre. En general, sin oficio conocido, son de costumbres con frecuen- cia depravadas, viviendo promiscuados entre sí y con las bestias que llevan á vender á las ferias. Muy diestros en la rapiña, la ejer- cen de modos variados, no con violencias, pero sí con engaños, (1) R. Campuzano. —Origen de los Gitanos. — 154 — unas veces vendiendo por buenos, burros remendados, ó merodean- do de noche en los despoblados las haciendas poco vigiladas. Son excelentes juglares y tramposos, mientras ellas, muy dadas á echar las cartas y decir la buenaventura, engañan á los majaderos que tienen la imprudencia de tenderlas la mano. Esto no es decir que, como entre los judíos errantes, no existan entre los Gitanos individuos ricachos y domiciliados en grandes po- blaciones, y que, sin renunciar á sus habituales costumbres, lo mis- mo que aquéllos, vivan alojados decentemente. Es el Fetichismo su religión ordinaria, practicando en aparien- cia las de los países do se diseminan, y aun cuando, según Grell- man, el idioma gitano, por sus raíces, pertenece á las lenguas del Indostán, las tribus que divagan por las naciones de Europa hablan los idiomas de éstas, si bien se ha observado que, cuando los Gita- nos conversan entre sí, no queriendo les entiendan, usan una jeri- gonza especial que con el título de Diccionario del Gitano ha tra- ducido al castellano el Sr. R. Campuzano. FamiIA Sima. (Bonaparte.) Artus singuli im manus desinentes, pollice, saltem in posticis, cuique digito opponibili: dentes incisivi plus minus erecti, infra supraque quator: vultus denudatus.—ANTROPOMORPHI (AUCTOR). SUBFAMILIA SIMINA. (Gray.) Manus singule pollice cuique digito opponibili: dentes infra supraque hinc inde quinque tuberculati: nares aproximatce; un- ques breves, depressi.—CATIRRHINI.—GEO0FF. GENUS INNUS. (Kuh!., Beitr., p. 16, et E. Geoffr. S. H., Ann. Mus. xIx, p. 100, 1812.) Rostrum productum; angulus facialis 50”; nasus non pree- minens; cristo orbitales fortissimce; artus robusti; cauda nulla; nates callosce; dentium molarium inferiorum postremus 5 tuber- culatus, sacculi buccales. Animalia valida, astuta, lubrica, juventute docilia et mitia; «tate ferocia et maligna. Innus ecaudatus.—Kubhl., Bettr., p. 16. 1. E. Geoftr. S. H., in Ann. du Mus. XIX. A — 155 — Adultus ex cinereo flavescens; facie livide-carnea, villosa; appendice cutaneo caudee loco.—FiscHEr. Synonimia.—nifrxoc.—Aristóteles, Hist. aním., 1, t. 13, n. 83, 84. T. xuvoxigadoz.8ns.—Galeno, De Anat. adm., 1, C. 2. Simia. Plinio, List. naf., vu.,c.94.—Gesner, Quadr., p. 957.—Alpin., Arg., 1, p. 242, Simia Innus.—Limn., Syst. naf., t. 1., Pp. 39, 3: Similima, S. Silvanus et Cynocephalo, sed rostro productiore, colore pallidiore; non miscetur cum Sylvano. Ungues omnes ro- tundat:. Magot.—Audeb., Sing.,t. 3, p. 5, f. 1.—Cuv., Regn. an., 1, p. 108.—Fr. Cuv. et Geoffr., Mamm. Macacus Innus.—Desmarest, Mamm., p. 67. Enciclop. Menor aetale Pithecus Innus.—Ejusd. in Nov. Dict., xvm, p. 327. Cynocephalus Innus.—Latr. in Buff., Hist. naf., et JOUIS, XXXV, p. 294, 5. Magus Innus.—Lesson, Mamm., 45, 46. Innus Macacus.—Rupp. Pithecus Innus.—Latreille in Butff., Hist. nat., et So- niNI, XXX, p. 294. Junior.—Simia Silvanus.—Limn., Syst. Nat., 1, 34 ¡ecaudata, natibus calvis, capite subrotundo.) Frons ad superciliorum regionem transverse gibba. Pellis ur- sina. Scrotum tamquam intra vulvam reconditum; vel penis intra scroti foramen; autumno testiculi intumescunt. Femince mens- truant; sedes rapi exsuberans. Lacertorum pili subtus reverst, uti et verticis. Gmelin, 1, p. 272. Erxleben., Syst., p. 11, 3. Simia Pithecus.—Screber, p. 68, 1v. B. (e Buf.) Simia Vulgaris.—Limn., Mus. Ad. Frid., 1, p. 1. Simia unguibus omnibus planis et rotundatis.—Bri- son, Quadrum., p. 135. — 156 — PITHÉQUE. Burr., Hist. Nat., Ip. 84. Suppl. vit, t. 2,3, 4, 5. Longit. Corporis a nucha ad nates usque 1, ped. 1, poll. Y lin. Capitis 7. poll. altit. interscapulii 1, ped. 1, poll., prunnee 1, ped. 5, poll. 9. lin. Vulgo. —Mona el “o y la 9.—Diccionario de la Lengua. —Indu- dablemente se refiere al /nus ecaudatus por lo que en su designación dice, y hasta por señalarlo en Gibraltar. Mona, Mono, Ximio, Ximia.—Cortés, Tratado de Ani- males. —Valencia, 1672, p. 339 y 340, cuyo grabado: tosco no deja duda, además de la descripción, a en- tender se refiere al l1nus ecoumdatus. Mono y Mona.—Macnuano, Catálogo metódico y razo- nado de los Mamiferos de Andalucía.—Sevilla, 1869. Mona el “o y la Q en catalán. Chimino el "o —Chiminea la Q en vasco. Macaco el “o— Macaca la Q en portugués. Habitat-gregaria in Africa, raro Gibraltar. ExxLeeeN, Systema Regni Animalis.—Lipsie, 1777. La Barbarie, 1*Egiypte, les rochers des environs de Gi- braltar en Espagne. — Desmaresr, Mammalogie, Pa- rís, 1820. In Barbaria, 4 gypte, rupibus Calpes.—-VIscHER, y nopsis Mammaltum, Stuttearde, 1829. L”espece est Loera répandue sur la cóte sep- tentrionale d” Afrique; mais elle se trouve aussi en Eu- rope, sur le rocher de Gibraltar. C*est le seul singe, et méme le seul quadrumane, qui existe á 1”état sauvage en Europe.—Mistoire naturelle des Mammiféres, par M. Georr. Sarivr HiLarrE, 8.” Lecon. Paris, 1834. Habite les cotes de la Barbarie et le rocher de Gibral- tar.—Lessox, Mastologie methodique Speces des Mam- miferes Bimanes et Quadrumanes. París, 1840. Habitat.—Barbarie, Eeypte, rocher de Gibraltar. —Lesson, Vou- veau Tableau du Regne Animal.—Mammiferes. Pa- rís, 1842. Frequens in Barbariá, in Es ypto et 1n Europa circa Gi- braltar.—Scuinz, Synopsis Mammalium. Solothuru, 1844. z ] — 157 — L” Afrique septentrionale et Gibraltar; et aussi, d?aprés quelques auteurs, les montagnes de 1” Andalusie et de Grenade. On n'a aucun raison de ne pas considérer le Magot comme autochthone /aborígen) á Gibraltar, et de recourrir á 1*hypothése de Singes échappés qui se se- raient reproduits sur ce point du continent européen. Il est bien d'autres espéces communes au nord de 1” Afrique et au midi de la péninsule espagnole, et qui sont autant de témoims de 1”antique réunion de ces deux régions.— Catalogue méthodique de la Collection des Mammife- res du Muséum d' Histoire naturelle de Paris, par MM. Georrroy Sarnr HiLarrE, et les Aides-naturalistes Prévosr er Pucueeran. París, 1851. En face Ceuta, de 1*autre cóté du détroit, et par consé- quent sur la pointe la plus avancée de la péninsule espa- enole, il y a aussi des Magots, principalement sur le ro- cher de Gibraltar. Les naturalistes se sont quelquefois demandé si ces Singes de Gibraltar, qui sont d'ailleurs, peu nombreux ne provenaient pas, comme les Macaques de 1”lle-de-France, d'individus échappés á la domesti- cité et que 1?on aurait apportés d” Afrique; mais il parait qu'ils existent bien naturellement sur cette partie de 1” Europe, quí posséde d'allleurs en commun, avec le nord de 1” Afrique un grande nombre d'autres espéces terres- tres, et en particulier des Mammiféres, des Reptiles, des Insectes, des Molusques, etc., aussi pense-t-on que 1” Es- pagne était jointe au continent africain avant qu'une erande ouverture établie á travers les Colonnes d” Hercu - le eút fait communiquer 1?"Océan avec le Méditerranée. Quelques auteurs assurent méme qu'il y a aussi des Ma- gots sur d'autres montagnes de 1”Andalusie et jusqu'en Grenade. A Gibraltar, il seraient bientót détruits si la garnison auglaise, qui occupe ce polmt, ne les avait pris sous la protection. Leur classe en est trés sévérement 1n- terdite; on la fait cependant quelquefois.—/Tistoire RA- turelle des Mammiferes, par M. PauL-Gervars, Profes- seur de Zoologie et d” Anatomie Comparée á la Faculté des Scien, á Montpellier. París, 1854. — 158 — D. Antonio Machado, en su Catálogo de Mamíferos de Anda- lucía, nos dice: «Ha sido objeto de tantas controversias la existencia de Cua- drumanos contemporáneos en Europa, que he creído prudente, an- tes de colocar en este Catálogo la única especie que vive en Anda- Jucía, investigar por mí mismo la verdad de las noticias que sobre ella tenemos. Puedo afirmar, sin temor de ser desmentido, que la especie que nos ocupa se halla establecida desde tiempo inmemorial en la cum- bre y bajada del Peñón que mira al S. E., conocido por los anti- guos con el nombre de Calpe. Ese soberbio promontorio, que termina los límites geográfico- geológicos y naturales de nuestra patria, columnas donde los anti- guos establecieron su famoso ron plus ultra, está hueco en su mayor parte, y en sus cavidades se abrigan y ocultan fácilmente los monos. Al decir de algunos, en las cavernas profundas se en- cuentran depósitos de agua donde se desarrollan y viven multitud de artrópodos que sirven de pasto á los mismos monos, según se ha supuesto. Los monos habitan hacia la cumbre del Vigía y en la quebrada ó hendidura que divide el Peñón, mirando al O.; y descendiendo por el istmo en dirección al campo español, algunas veces dicen suelen invadir las huertas y jardines que se hallan en la bajada; pero no cabe duda que el número de estos animales disminuye de día en día, á pesar de la prohibición de aprisionarlos ó causarles el menor daño, establecido por nuestros inquilinos británicos. Muy difícil es averiguar si los Árabes, al invadir 4 España ó durante su larga dominación, transportaron de Sierra Bullones y de los terrenos montañosos próximos á la costa los macacos ó ma- gots, ó si esta especie habitaba ya antes de la conquista las áspe- ras sierras de uno y otro lado del Estrecho. El estudio de los terre- nos de nuestra costa en las cercanías de Algeciras y Tarifa podría resolver este problema, demostrando la presencia de huesos ó es- queletos de monos más ó menos conservados. Útil sería además para el geóloyo recorrerla desde Gibraltar á Cádiz, pues se halla- rían depósitos interesantes bajo el aspecto de la Geografía, y datos que pudieran emitir alguna luz sobre fenómenos geogénicos obs- CULOS, — 159 — Es indudable, por lo demás, la existencia de los monos de la es- pecie indicada en el terreno de Gibraltar, pero limitada sólo al Pe- ñón en su parte meridional, sin que ni ahora ni antes se hayan co- nocido fuera de este punto en San Roque, Algeciras ó territorios inmediatos. —Catálogo Metódico y Razonado de los Mamiferos de Andalucía, por D. Awronrio Macmano, Catedrático y Decano de la Facultad de Ciencias de Sevilla, 1869. Calderón (D. Salvador, Knumeración de los Vertebrados fósi- les de España.—Madrid, 1877), en la pág. 13, al hablar de los Cuadrumanos, dice que el /2nus Silvanus actualmente vive en el Peñón de Gibraltar. A los que crean que tanto la mona de Gibraltar como otros ani- males de tipos africanos fueron introducidos por los moros durante su larga dominación en España, les recomiendo la lectura de lo que sobre este asunto han consignado Geoffroy Saint Hilaire en el Ca- tálogo de los Mamiferos del Museo de París y Paul Gervais en su Historia Natural de los Mamiferos, y además les pregunto de qué manera explican la existencia en la Península Ibérica del gé- nero Amphisbeena, que es característico de la Fauna del centro de América; del Género Megacephala, que lo es asiítico; de mi Sa- turnia Isabelce, que pertenece á un tipo exótico del Nuevo Mundo, por cuyo motivo durante muchos años fué puesto en duda mi seña- lamiento del habitat de este lepidóptero. Y además, ¿han sido tam- bién los moros quienes nos trajeron tantos otros insectos y molus- cos terrestres marrocanos como existen en España, y tantas plantas de Berbería como Desfontaines nos describe en su Flora Atlantica, que hasta en Castilla pululan? Las producciones naturales de ambos países nos revelan bien claro que las condiciones de éstos no les opone obstáculos para su existencia en ellos, y por consiguiente nada tiene de extraño que en nuestra Flora y Fauna se encuentren tipos idénticos, como idéntica es nuestra misma raza. E. F. Kilaart, Flora Calpensis. —Contribution to the Botany and Topography of Gibraltar.—London, 1846, dice: «En la par- te S. E. del Peñón abundan las monas, que se alimentan con los co- gollos tiernos y raíces de los palmitos. El origen será debido á los moros que los introducían. 4byla, montaña opuesta ú Gibraltar, ó Monte de las Monas, está poblado de ellas. Su costumbre sedentaria hace que las monas permanezcan en Gibraltar, siendo la razón que — 160 — explica el que no hayan salido del Peñón y emigrado á las monta- ñas vecinas. No se han encontrado sus cadáveres ni esqueletos, y se supone que los mismos monos los entierran ó depositan en las cuevas donde habitan. » Imtie.—Brief description of Gibraltar. Edimburgh, Philo- sophica Transsactions, vol. 67, 1797. Cita este autor la mona como viviendo en las cavernas del Peñón de Gibraltar, y allí sue- len encontrarse sus restos, algunos completamente fosilizados. El Inmus Silvanus en Gibraltar. —Los macacos habitan el Áfri- ca, la India y las islas del Archipiélago indiano; una especie, el Magot, se encuentra en Europa en el Peñón de Gibraltar, y res- pecto á este punto debemos entrar en algunos detalles. Imrie (Mem. de la Soc. Real de Edimburgo), ha sido el primero, en 1798, que dijese existía el Macacus Innus en Gibraltar, y atribuyo á esta especie dos cráneos que encontró entre las brechas huesosas de las cavernas que hay en el Peñón. M. Blainville ha negado durante largo tiempo la existencia de este mono en Europa, y se apoyaba en los datos de los Sres. Co- rauzer y Rambur, que, habiendo vivido mucho tiempo en Gibraltar y herborizado en el Peñón, no habían visto nunca los monos; pero los Sres. Freycinet, Quoy, Guyon y Foville afirman, por el con- trario, haberlos visto muchas veces. La existencia de los monos en Gibraltar no es, pues, dudosa; pero ¿se ha de deducir de esto, como pretenden varios naturalistas, que en otro tiempo hayan estado re- unidas el África y Europa y que el Magot se haya encontrado en las dos partes? No lo creemos, y pensamos con Blainville que son monos cimarrones escapados de las casas de Gibraltar, que se han propagado mientras las circunstancias han sido favorables, y des- aparecido en caso contrario, para presentarse de nuevo á consecuen- cia de otra emigración ó escapatoria. ¿Quién sabe, y dejamos hablar á Blainville /Ostéographie, fas- cicula des Primates), si los mismos ingleses, detentadores de esta parte de España, no sueltan de vez en cuando nuevos individuos cuando disminuye el número ó no existen? En fin, añade el sabio profesor, no puede creerse á los ingleses cuando dicen hay en Gi- braltar tres ó cuatro cuadrillas de monos, compuestas de 30 á 50 individuos cada una; pues ¿de qué vivirían estos 150 ó 200 monos en el árido Peñón de Gibraltar? De raices y hierbas aromáticas, | E _ — 161 — dicen unos. Pero ¿cómo admitir que estos Magots puedan vivir de hierbas aromáticas, cuando ningún otro mono usa semejante co- mida? De frutas que roban en los jardines, dicen otros. Pero cuando cien Ó doscientos rateros semejantes entrasen á devastar jardines tan raros y preciosos como los de Gibraltar, ¿se podría impedir que "los propietarios diesen buena cuenta de ellos? Y, por otra parte, si el Magot se encuentra allí en su tierra natal, ¿cómo no ha pene- trado en el resto de España? En resumen: los macacos no habitan sino el África y el Asia, y el Magot no es en Gibraltar sino lo que el puerco espín en las costas de Nápoles y los mismos macacos en la isla de Borbón; ani- males importados. (E. Desmarest. Art. Macaque.—Dictionnaire d” Histoire Natu- relle, par Cu. D'OrBIGNY.) Lo que en el artículo anterior se dice, con alguna pequeña adi- ción, se ha publicado en las Actas de la Sociedad de Historia Na- tural, t. 18, pág. 6, por el Sr. Calderón. Datos en oposición con los últimamente transcritos, son los de J. Boodington, que en 1771 publicó en el tomo 60 de las Philosoph. Transs. una nota con el título «Account of some bones found in the rock of Gibraltar» (Noticia de algunos huesos encontrados en el Peñón de Gibraltar), pues citó como de la localidad dos cráneos de monos que consideró como fósiles. Esta noticia se repitió por Imrie, en la Brief description of Gibraltar, Edimburgh, Philoso- phical Transsactions, vol. 67, 1197. Ordo 11.—Ferz. (Linn.) Artus quator libera, esporrecti, distincit, gradientes; ungues digitorum apices tantum obtegentes; triplex dentium qualitas; molares trimorphi, antici sectorit, postici sine tuberculis acutis; ferinus utrinque saltem unus, laniarii duo validi, et incisivi sex in utraque maxilla; mammce abdominales; penis inclusus, va- gina abdomini adhcerenti; placenta simplex, zonalis. Faunia Ursime. (Gray.) Dentes molares postici tritores; pedes plantigradi, plantis de- nudatis; ungues obtusul. úl — 162 — SUBFAMILIA URSINA. (Gray.) Dentes incisivi mandibulce ad lineam collocati; ungues scan- soril. Animalia, gravia, crassa, nocturne. Phyto et creophaga. GBNUS UrsUs. (Linn.) : 6 x E y : Dentes primores > Superiorum externi fortiores magisque acuminati, inferiorum extern: lati, acuminati ad basin externam : A: A , lobo laterali acti. Lamar NEzap distinct1, primoribus longi0- 4ad6—4ad6 AS : , res. Molares AO TZ antici 1—3 supra et 1—4 infra utrinsecus minuti, spurti, decidui; quartus utrinque utrinsecus triangularis sectorius; postremi 2 maxima sub-quadrati, tuber- culati. Rostrum plus minus productum et mobile. Nasus prominu- lus, rhinario lato obtusiusculo. Lingua lcevis. Auriculoe medio- cres rotundatc. Corpus obesum plus minus villosum, codario pilis intermisto. Pedes ambulatorii, plantigradi, 5 dactyli, fiss. Plante denudatce callosce. Ungues falculato acute. Mamwmue 2 pectorales et 4 ventrales. Folliculus supra anum nullus. Cauda abbreviata. Phyto et creo-phagi, hibernantes, inquilini frigidorum, edi- torumque orbis utriusque. Ursus ARCTOS. (Linn.) Tipus. Fronte supra oculos convexa; rostro abrupte attenuato; plantis podariorum mediocribus, vellere fusco vel nigro.—FiIscHÉr. Long. 5 5 ped. et ultra. Pili conferti, longi; pedum rostri- que breviores. Junior collar: albo. Solitarius in uliginosis sylvaticis habitat. Var. — Ursus Pyrenaicus, Fr. Cuvier et Geoffr., Mamm., fasc. 45. Vellere flavicante; pilis apice flavidis, ceterum fuscis; capite saturatius flavido; pedibus nigris.—Uurs des Asturies. Vellere fusco-flavicante; apice pilorum albido-nitido, ceterum — 163 — Fusco-rufescenti, codario confertissimo; capite favescente, ped- bus nigris.—GRAELLS. (Lám. 1.*) Precedente minor et verosimiliter distinctus. Var.—Ursus albus, Gmel.—Ours blanc terrestre, Buffon. Según este autor, el albinismo no es debido al rigor del in- vierno, como se juzga ser el del Armiño, porque los animales de la raza en cuestión nacen enteramente blancos y conservan durante todo el año el mismo color. Mr. Bazin, profesor de Zoología en la Facultad de Ciencias de Burdeos, en su Vote sur la variété albine de 1 Ouwrs brun d* Bu- rope, publicada en las Actas de la Sociedad Linneana de Burdeos, tomo xn, dice haberse hallado alguna vez la variedad albina del Oso en los bosques de los Pirineos franceses, siendo, por tanto, muy posible que algún día se encuentre también en las vertientes españolas de dichas montañas. Habitat.—In Pyreneis Aragonice et Catalaume et in montes al- tissimos Asturiarum, Picos de Europa dictis, et in si- milis, provincice Santanderis et Leonis: etiam in Ga- lecia. Synon. scientif.—Apxros. Aristót., Hist. anim., 11, C. V, Dn. 23. Vulgo. —Oso el “o. Osa la Q, en castellano, osezno la cría. Os el o. Ossa la Q, en catalán. Oso y Urso en gallego. (Seoane.) Arztd el So y Artzemed la Q en vasco. Úrso el So. Úrsa la Q en portugués. Onso y Osso. (Palmireno en su Vocabulario.) Oso grande ú Oso Carnicero. | Calvo Pinto. —Silva Ve- Oso pequeño ó Colmenero... | natoria. El Oso se describe del modo siguiente en el Diccionario de la Academia: «Cuadrúpedo de unos cuatro pies de alto, cubierto de abundante pelo, largo, lacio y de color negro, ó pardo, según la casta. Tiene los ojos muy pequeños, los remos recios y fuertes, el pie muy grande, y los dedos de las manos en disposición de po- derlos cerrar. Se alimenta con preferencia de vegetales, aunque también come carne, y acomete á los otros cuadrúpedos, y aun al mismo hombre». Esta definición, fuera de algunos detalles, puede pasar sin 1n- conveniente. — 164 — Según consta en la Fauna Mastológica del Dr. D. Víctor Seoane, por más que en el día escasean, aún se ven Osos en la Sie- rra Caurel, provincia de Lugo, donde son de poco tamaño, muy rehechos y de color pardo amarillento; también existen en la mon- taña de Cervantes, y en Villalba, en la misma provincia, así como en los bosques inmediatos al Convento de Osera, en el Valle de Quiroga, provincia de Orense, siendo evidente que la denominación de Osera, que lleva aquella localidad, le fué impuesta por la abun- dancia que en otro tiempo hubo allí de Osos. Los hay también, se- gún datos recogidos por mi discípulo y amigo Sr. Macho, en las montañas de Orivio-Triacastela, partido de Becerreá, en la provin- cia de Lugo. ; Mi amigo el Sr. Conde de Peña-Ramiro posee disecado un oso de tamaño notable que fué muerto hace pocos años en la Somoza, mon- tes rayanos con Asturias en la provincia de León y partido de Vi- llafranca del Vierzo, y aún, de cuando en cuando, se cazan aquellas fieras en el territorio leonés en los montes de la Cabrera y en los de Bembibre, de donde sucesivamente han sido traídos cuatro al disecador del Museo de Historia Natural D. Manuel Sánchez. Donde son más abundantes los osos y sus crías, es en las fra- gosas montañas de Asturias, y procedente de aquellas tierras vivió en la Casa de Fieras del Retiro una pareja, que crió, y de cuya cría me dieron un cachorro que tuve en mi Laboratorio, alimen- tándole con leche de oveja, hasta que murió envenenado por comer la carne de una ave untada, al disecarla, con el jabón arsenical. Aún no hace veinte años que vivía en Cabaña Quinta, en el Concejo de Aller, un famoso cazador de osos, al que llamaban Jua- nón, aludiendo á su corpulencia, y era el jefe de las batidas que solían disponerse en Asturias todas las primaveras bajo la direc- ción del marqués de Campo Sagrado, que era también un intrépido cazador de fieras. Entre Potes y Espinama, en los linderos de las provincias de Oviedo y Santander, raro es el mes, sobre todo durante el verano, en que no se vean los osos, que bajan de la cordillera, lo mismo que los rebecos ó gamuzas, en busca de alimento, cuando escasea en los altos. Dentro ya del territorio santanderino, en nuestra época han te- nido fama de cazadores de osos D. Ramón de Paracuelles, en Cam- e — 165 — poó de Suso, y D. F. Valenciaga, de Reinosa, sobre todo el prime- ro, que desde 1840 4 60 dió muerte ú más de cuarenta de aquellas fieras, que presentaba en el pueblo para cobrar una onza de oro por cada cabeza, premio que pagaba la Diputación provincial al ca- zador, permitiéndole además llevarse la piel y la grasa del animal, lo que valía próximamente otro tanto. Las fieras se tenían coleadas en el balcón de las Casas Consistoriales durante tres días, para sa- tisfacción de los habitantes. No son, pues, raros los osos á todo lo lareo de la cordillera 'antábrica y de los Pirineos, y hace pocos años que D. Manuel Pato, individuo de la Comisión del Mapa geológico de España, es- tando midiendo las alturas del término de Candanchú, al O. del puerto de Canfranc, en la provincia de Huesca, vió una tarde correr á unos pastores que en el patois del país gritaban: ¡/"onso!, ¡l'on- so!; y, efectivamente, la fiera marchaba muy tranquila, y á poca distancia, por la ladera del monte. También D. Juan Isern, Ayudante colector que fué de nuestro Jardín Botánico, herborizando en el Valle de Arán, Lérida, se en- contró frente á frente con un Oso que estaba merendando la fruta de un serval de cazadores; y después de haberle enseñado los dien- tes la fiera, sin abandonar el árbol, creyó prudente mi amigo no disputarle la fruta que él también iba á buscar. De cuando en cuando, por las calles de Madrid suelen verse Osos vivos, unos que se exhiben, y otros que son exhibidos para sacar di- nero haciéndoles bailar, y tanto unos como otros suelen ser indí- genas. Quien da noticias interesantísimas sobre el antiguo habitat del Oso en la Península, es Gonzalo Argote de Molina, que, al servicio del Rey D. Felipe II, era gran conocedor de todos los montes que en España albergaban entonces la llamada caza mayor, y que des- cribió en su célebre Tratado de la Montería. El Libro tercero de la obra habla de los montes de todo el seño- río de Castilla, de León y de alywunos de los Reinos de Granada, y en sus 29 capítulos detalla, no sólo los montes en que se encontra- ban Osos, sino también los sitios donde debían establecerse las vo- cerías de los ojeadores, lo cual demuestra lo estudiado que en sus tiempos tenía, tanto las guaridas ó refugios de las fieras, como los puntos por donde éstas buscaban el escape cuando se les perseguía, — 166 — De tales datos resulta que, hace tres siglos, era tan abundante el Oso en España, que no sólo se le encontraba en las regiones pirenaicas ó alpinas de nuestras montañas, sino en los valles y llanuras de la meseta central. Léase el capítulo 1x, referente á los montes de la tierra de Ávila, de Cadahalso, de San Martín de Val- deiglesias y de Valdecorneja; el capítulo x, que trata de los mon- tes de Segovia, Manzanares y Valle del Lozoya; el capítulo xx, perteneciente á los montes de tierra de Buitrago, y el capítulo xv, que habla de los montes de tierra de Madrid, y se verá tiene verda- dero fundamento el que en el escudo de esta capital figure un Oso apoyado en un madroño. Hasta en Andalucía misma abundaban ta- les mamíferos, hoy escasos en España, y una de las causas más eficaces que para su desaparición en Castilla ha debido existir, es, á no dudarlo, la roturación de los montes que en pasados tiempos po- blaban la meseta central, que ahora sólo la vemos cubierta por to- millares, retamales, jarales y otras matas bajas, que para el Oso ni le ofrecen abrigo, ni menos alimento adecuado. A esto deberá añadirse también Como causa destructora la activa persecución que han sufrido semejantes animales, á medida que el hombre, armado de fusil, ha podido luchar con menos peligro y más seguridad contra la fiera de mayor tamaño que vive en Europa. Son comprobantes positivos, aun cuando indirectos, de las citas hechas por Argote de Molina, sobre la existencia en sus tiempos del Oso en muchas provincias de España, el haberse encontrado en nuestros días restos fósiles de tal mamífero en Gibraltar, Córdoba, Palencia, Guipúzcoa, Santander, Barcelona y Asturias. Contestando el Catedrático de Historia Natural de la Universi- dad de Zaragoza, D. Alberto de Segovia, al interrogatorio que le dirigí para que averiguara por medio de los cazadores de la región central pirenaica aragonesa, que es la más elevada, cuantas noti- cias le fuera posible sobre el habitat allí de dicha fiera, en carta del 17 de Abril de 1895 me contestó : Oso del Pirineo. 1.2 ¿Es cierto que tal mamífero reside todavía en la cordillera pirenaica? 2.” ¿Qué región es la que habita ordinariamente ? de — 167 — «El Oso del Pirineo ocupa constantemente la región de los bos- ques, en los que encuentra las condiciones de vida que necesita.» 3. ¿Cuáles son las localidades donde se le encuentra con más frecuencia? «Dentro de la región indicada, el Oso pirenaico vive en altitu- des que nunca son menores de 800 á 1.000 metros sobre el nivel del mar, y los puntos habitados donde se le encuentra son los va- lles de Arán, Benasque, Gistain, Bielsa, Broto, Puértolas, etc., ó sean los valles enclavados en el Pirineo central, que es el más alto. En los Pirineos Orientales y Occidentales es muy rara esta especie.» 4.2 ¿Notan los cazadores que de día en día vaya disminuyendo el número de dichos animales? sE «El número de individuos de esta especie está en relación di- recta con el espesor de los bosques, y por esta razón han dismi- nuído mucho desde que, en los años del 33 al 40, comenzó la tala de los montes, en mala hora decretada. En cambio, en las vertien- tes francesas, inmediatas á las españolas, se encuentran Osos en mayor número, porque los bosques de dicho país son la antítesis de los nuestros. » 5.” ¿Cómo explican tal disminución de Osos los habitantes de los Pirineos? «Este Oso, sin embargo de ser omnívoro, su casi única comida la constituyen las raíces, plantas silvestres, hojas de árboles, como las del pino, y las hormigas, que las come con avidez; y como esta alimentación se encuentra preferentemente en los bosques, claro es que, si éstos disminuyen, el número de aquéllos tiene que disminuir.» La anterior contestación, dada, al parecer, al Sr. Segovia por los montañeses pirenaicos, es en parte muy dudosa y no satisface cum- plidamente mi quinta pregunta. 6.2 ¿En qué sitios cazan el Oso los montañeses de los Pirineos? «Los puntos, ó bosques y valles, donde vive esta fiera, y por el sistema de montería.» Contestación que no tiene vuelta de hoja, pero que no responde á lo que se deseaba saber. 7.2 ¿Qué daños produce el Uso en los sitios de los Pirineos donde vive? «Son muy contados los daños que en los ganados ocasionan los Osos, porque es animal muy tímido, y sólo en el caso de verse agre- — 168 — dido por el hombre se defiende, contentándose, cuando ataca á los rebaños, con llevarse una sola res sin dañar á las demás, según el lobo hace.» 8.2 ¿Cuál es la naturaleza de los bosques que frecuenta y ma- drigueras que elige? «Son los bosques que en los Pirineos frecuenta el Oso, los pina- res, abetales, castañiares, hayales, avellanedas ó demás arboledas productoras de los frutos que apetece. Instala su residencia para in- vernar y criar en cuevas naturales situadas en puntos Casi inacce- sibles para el hombre, y rodeadas de nieves desde fines de Noviem- bre hasta principios de Abril, y allí acopian en Otoño los víveres que han de servirles de alimento durante la temporada, cuando, re- clusos ya por las nieves, aún su invernación soporífera no ha em- pezado.» 9.2 ¿Cuándo principia el celo del Oso en los Pirineos? «No es bien conocida en los Pirineos esta época, ni la duración de la gestación, y únicamente se sabe que en Abril ó Mayo, según la nieve que ha caído, es cuando los montañeses empiezan á encon- trar las huellas de crías pequeñas; de lo cual puede deducirse que el celo ocurrirá en la otoñada y en Marzo el parto. » Resulta de lo anterior que las contestaciones dadas por los ca- zadores de Osos en nuestros Pirineos, están en bastante consonancia con lo observado y conocido por los naturalistas. Los Osos son animales omnívoros, y, como lo indica su denta- dura, tienen verdaderas muelas ferinas, y también tuberculosas, las unas para cortar las carnes, y para triturar los vegetales las otras; así es que sus recursos alimenticios son mayores que los de las otras fieras, y sus instintos sanguinarios menores, sometiéndose con más docilidad á la voluntad del hombre cuando lo sujeta á la do- mesticidad. En los autores antiguos se leen, al hablar de los Osos, algunas consejas ridículas: tal la de que les gustan las mujeres y suelen solicitarlas, refiriéndose en los libros de Caio Plinio, anotados por Jerónimo Huerta (1ib. vir, Cap. xxxv1, p. 232), que, según refiere Gilio, «en los montes de los Alóbragos, en el Delfinado de Francia, »encontró un Oso á una mozuela que iba por leña, y cogiéndola »en brazos se la llevó 4 su cueva, donde, dándola abrazos y ha- »ciéndola caricias, usaba con ella como si fuera hombre, y la daba — 169 — »de las frutas silvestres que llevaba cada día, y con grandísimo »amor escogía las mejores y más maduras para que ella las comie- »se; y que cuando salía á buscar alimento, cerraba la boca de la »cueva con una grande piedra, por que así quedase segura y no »pudiese salir. Sucedió después de algunos días, buscándola los »parientes, que encontraron aquella cueva, y quitando la piedra y »dando voces, respondió, y sacándola de allí, la llevaron libre, y »contaba lo pasado». A esta anotación de Huerta, bien pudiéramos añadir otra en la forma de pregunta: ¿Es que el Oso de que habló Gilio pertenecía al orden Linneano Ferce, ó al de los Primates? En este caso, tal relato podría admitirse como cierto. Los naturalistas antiguos ya se hicieron cargo de la invernación del Oso, y Caio Plinio la describe señalando cuarenta días de dura- ción para la del macho y cuatro meses para la de la hembra, diferen- cia que no tiene razón de ser, y el error sin duda consiste en que aquel observador vió aparecer mucho antes á los machos que á las hembras, pues éstas, habiendo dado á luz al terminar la invernación, ocupadas en la cría de sus oseznos tardan más tiempo en apartarse de sus madrigueras. El celo debe tener lugrar antes de la invernada, porque el parto se verifica poco después de terminada en el mes de Marzo, ó á prin- cipios de Abril. El número de hijuelos que da la Osa á luz suele ser de uno á cinco, y por nacer encogidos y rechonchos han creído algunos autores antiguos que eran fetos abortados, que, lamiéndoles la madre, les daba forma poco á poco. A este engaño pudo dar lugar no conocerse en aquellos tiempos la disposición de la placenta zonal en que salen envueltos los oseznos, que oculta sus formas casi por completo. El lamer con insistencia la Osa á sus hijos hasta separar- les la placenta, y verles después las patitas, hizo incurrir á los na- turalistas referidos en el error que dejo dicho. SUBFAMILIA MELINA. Dentes incisivi mandibulce extra lineam collocati: ungues FOssores. Genus Meles, Schreb, Briss. Storr. et cet. Auctor. z Da ; , AS Dentes: Prim. E imferiorum secundus exterior crassi0r 1- — 170 — ; o E IE ; : : 3 terior. Lamar. E distincti, primoribus longiores, conici, A 4-4 /5-5 A - ; acuti. Molares (A (5) antici 2 supra el 4 infra utrin- secus spurti umcuspides: tertius supra et quintus infra utrinse- cus sectori: imferiore maximo acie antice tricuspide, postice qua- drituberculata; postremus utrinque utrinsecus tuberculatus. Rostrum acutum. Riinarium prominulum obtusum. Lingua levis. Auriculce parvce, rotundate. Corpus pilosum, obesum. Pedes ambulatorii, plantigradi, 5 dactyla, fissi. Plantoee denuda- to. Ungues falculce acutce, antipedum longiores fortiores. Mam- mee 2 pectorales, 4 abdominales. Polliculus transversus glandu- losus inter anum caudceque radicem. Cauda brevis. —FiscHER. Synonymia generica.—Melis. (Del gr. Medi.) Plin., OSEA IT Taxus. Aldovr., Digit., p. 265, fig., p. 267. Ursus, Limn., Syst. Vat. MuLES Taxus. (Schreb.) Cauda concolore, corpus supra cinereo, subtus nigro; fascia longitudinali per oculos auresque nigra; gastreo artubusque ni- gris. —FISCHER. z Caput vulpinum. Oculi parvi. Membrana nictitans ampla, to- tum oculum tegens. Auriculce breves rotundatce. Collum breve, crassum. Crura brevia, crassa. Digitis 35. Ungues palmarum longi, recti. Mammee sex: in pectore versus abdomen duce, in medio abdomimis duce, ad inguina duce. Cavitas supra anum, sub cauda, magna, subrotunda, secernens liquorem album, se- baceum, leviter graveolentem. Pili corporis longi, rigida, basi sordide albi, medio nigri, apice cinerei. Corpus subtus nigrum. Cauda corpori concolor. Fascia migra in capite per oculos et au- res. Scetce supra oculos tres nigri. Erxl., Divisio in Mel. cani- num et Mel. suillum haud necessaria. Long. corporis 2 - ped., caudoe 8 poll.—Púli histi flavicante albi, medio nigri, apice cani. Varietas Marianensis. Cinereo-albicans, absque fascia-nigra transversa oculi aricularis.—GRAELLS. Synon. scientif. —Medic, Aristót., Hist. Anim. — 171 — Ursus Meles, Auct. antic. Mull., Linn. Ursus Taxus. Blumenb. Hanab. 10, p. 99, 4. Tazxus europieus, Schreb., p. 142, Meles europceus et vulgaris. Desmar., Mamm. Le Blai- reau. Buff., Mist. vi, p. 104, Vulgo. — Tejón. Tasugo, en varios puntos de Castilla la Vieja. Tejón, en Sierra-Morena. Texón, en castellano antiguo. Toixód, en Cataluña. Texugo, en Aragón según Asso, y Tejugo según Borao. Teixudo, Porco Toixo y Teiaido, en Galicia (P. Sar- miento). zconarrd, en vascuence. Teisugo, en Portugal. En el Diccionario de la Lengua Castellana, por la Academia, se describe el Tejón como sigue: «Animal cuadrúpedo, del tamaño de la zorra, más obeso que ésta, y de rabo corto; tiene la piel dura, con cerdas muy largas, y todas de tres colores, blanco, negro y pajizo tostado; su hocico puntiagudo guarda alguna semejanza con el del cerdo; habita en madrigueras como la zorra, y, como ella, caza conejos y gusta de uvas». Aunque incompleta, da esta explicación idea del animal cono- cido con tal nombre en muchas provincias de España. De la Silva Venatoria de Agustín Calvo Pinto, montero de Su Majestad (Madrid, 1754), copio la siguiente descripción del Tejón, que, no por ser corta, deja de ser cumplida y modelo de frase Lin- neana en español. Dice así: «Es el Tejón muy torpe, ancho de lomo, hocico agudo; su co- lor es pardo obscuro; bragado de tripa; patas cortas y muchas ga- rras; tiene la manteca entre cuero y carne, la que se derrite para lucirse con ella; es carne de comer y se asimila á la del jabalí, aunque tiene más chotún ; pelean tripa arriba; son tan feroces, que los perros los entran con dificultad; crían en las cuevas de Jas peñas y andan de noche. » Para sacar la tierra de sus cuevas, Cuentan que se pone uno tripa arriba, el compañero le echa la tierra que va arrancando, y asiéndole de la cola le saca afuera y le vierte, como se hace con un — 172 — carretón; es tan delicado de cabeza, que muere con pequeño golpe que en ella reciba». Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana, impreso en Madrid en 1611, trae la siguiente descripción, tomada de Plinio, al explicar el Texón: «Lat. taswus, grece dicitur peMe, quod sit mellis avidisimum, et alvearibus semper insestum, 1n Cavernis vivens, as- perum, mordaxque; magnitudine vulpis, coloris felix, ex cuius pelle pharetras et canum collaria obteguntur. Eius sanguis siccatus, et 1 pulverem redactus lepree morbo suedetur»; y Huerta, traduciendo al mismo Plinio, lib. vir, cap. xxxvmr, da en la anotación del Tejón muchos más detalles sobre sus costumbres , que copian casi todos los autores antiguos que lo describen, diciendo que es un animal crepus- cular por lo menos, si no verdadero nocturno, pues no suele dejarse ver de día, y sus correrías, como las de otras fieras, son por lo co- mún de noche y de un modo instintivo, pues le es más fácil sorpren- der así á los animales diurnos de que se alimenta. Como el Oso, tiene la costumbre de refugiarse en las cuevas que él mismo excava en sitios retirados y mantiene muy limpias. La hembra cría á principios de verano, y suele tener en cada parto tres ó cuatro tejoncillos, que cuida con esmero en una cama de hier- bas secas y musgo, oculta en lo más reservado de su guarida, hasta que, ya robustecidos, pueden por sí solos atender á su subsistencia. No es el Tejón tan escaso en nuestra Fauna como algunos han escrito, pues se encuentra en casi todas las provincias, y abunda en algunas, principalmente en el centro de España, siendo común ver en Madrid á la venta las pieles de estos animales. Es, como los Osos, Phyto-et-creophago, pues se alimenta lo mismo de plantas y sus frutos que de animales de toda clase y sus productos. Oriados en domesticidad desde pequeños, se alimentan lo mismo que los perros. Su carne es comestible para el gusto de algunos, pero huele á chotuno y precisa someterla algunas horas antes de guisarla á una corriente de agua para que pierda el tufo. La piel es estimada para guarniciones de los atavíos 0 jaeces de las caballerías y collares de los perros de presa, y sus pelos tienen excelente uso para hacer brochas y pinceles, pues tienen la exce- lente propiedad de no aglutinarse con el agua y conservar su elas- ticidad aun después de mojados. = 1713 — Como animal omnívoro, cuando en una comarca se multiplica, causa daños en las huertas, pues come frutas, hortalizas, y también ataca las colmenas, por gustarle mucho la miel; en cambio destruye muchos insectos y caracoles, y hasta otros pequeños mamíferos per- judiciales del orden de los Glires ó Roedores. Restos fósiles del Tejón han sido encontrados en Andalucía y Aragón, que atestiguan la existencia de este mamífero en nuestra Fauna desde tiempos remotos. Fammnia Fene. (Gray.) Dentes molares posteriores, demptis postremis minoribus, sectores: pedes plerumque digitigradi, plantis pilosis: ungues acutissimi. SUBFAMILIA VIVERRINA. (Gray.) Dentes molares tuberculati utrinque bini post carnivorum supra, infra unus; lingua aspera; foliculus glandulosus pone anum. GENUS VIVERRA. (Linn.) Oi ¿ ee, Dentes prim. >? serte eadem collocati. Lan. AER dis- 0 Ho APUROS antici 3 supra et 4 infra utrinsecus spurú, conoidel, compressiusculi; quartus supra et quintus infra utrinsecus masimi sectorii: su- pra subtricuspides, infra bicuspides; postremi 2 supra et 1 infra utrinsecus magni, tritorú, tuberculati. Rostrum acuciusculum, rhinario prominulo obtuso. Pupilla elongata transversa. Lingua papillis corneis retrorsum aculeata. Auricule rotundatcee. Corpus codario et pilis longioribus vesti- tum. Pedes ambulatorit, digitigradi, 5 dactyli, fissi. Ungues fal- culo acutoe, semivaginatce, semiretraciiles. Mammue aut 4 pec- torales et 2 ventrales, aut 4 ventrales et pectorales nulle. Cauda longa, pilosa. Foliculus glandulosus aut glandulcee duce inter ge- nitalia et anum.—VFISCHER. tincti, primoribus multo longiores, conici. Mol. SECTIO 11.—SUBGENUS GENBDTTA. (G. Cuvier.) Foliculo anali nullo, sed levi impressione inter glandulas anales. — 174 — GENETTA COMMUNIS. (G. Cuvier.) Cana flavido-mixta; rostri apice, regione ophthalmica meto- pioque albis; mandibula lateribus rostri, fascús colli irregulari- bus subinterruptis, lineá spinali macularumque seriebus quin- que longitudinalibus in utroque latere nigris; cauda corpore bre- viore, apice annulisque octo nigris. —FIscHER. Longit. 1 - ped., caude 10—12 poll. —Macula crurum poste- riorum minus circunscripta nigra. Var. Genetta melas.—GraELLis. —(Lám. 2.*, fig. A. ) Codario fuligineo, pilas sericeis in dorso london aterrimis intermixtis; linea spinali, macularumque series 5 laterales, ut in tipo, sed nigerrimce: annulis nigris apicis caude fere delectis. Synon. scientif. —Viverra Genetta, Linn., Syst. Nat., xIL, 1, p. 65, 6. Genetta vulgaris, Lesson., Mamm. Pas 458. Genetta, Briss., Regn. anim., p. 252. Genetta, EN Quadr., p. 619, Opio Genette commun, Desmoul., in Dict. class. 11, p. 175. Genetta afra, Genette de Barbarie, E. Cuv., Mamm. in Dict. class. des Scien. nat., XVIL, p. 321. Vulgo. — Ginela. Ganeta 6 Gineta la llama Funes en su traducción de la Historia general de aves y animales, de Aristóteles Estagerita, p. 5, 1621. Martaraña y Rabisaco, en el Seijo. Fura toxos, en Vivero, y Garduña en otras partes de Galicia, según el P. Sarmiento, que también dice 1lá- manla en Valdeorras Gato de Algalía por el olor almiz- clado que tiene. Gat almesqueé, en catalán. Erbiñuded, en vascuence. Ginetto, en portugués. El Diccionario de la Academia Española define la Gineta di- ciendo: «Del ár. L.3,=, charneit. Cuadrúpedo muy parecido á la civeta, aunque mucho menor que ella: su pelaje es amarillo que tira á gris, con manchas negras ó rojizas; la cola es muy larga, y las bolsas anales dan muy poca cantidad de algalia». — 115 — Esta explicación es tan deficiente como confusa. Es bastante general la dispersión geográfica de la Gineta en nuestra Península, encontrándosela con más ó menos abundancia en todas las provincias, sobre todo en las meridionales y mediterrá- neas, según dominan las condiciones favorables, principalmente en montes poblados de caza ó de otros animales que puedan servirle de alimento apropiado para sustentarse. Los autores señalan el habitat de este mamífero in Africa bo- reali, Europa, maxime australi (Hispania et Gallta), y, en efec- to, la Gineta es otro de los animales indígenas nuestros, á la par que de los moros berberiscos vecinos, comprobante cierto del pare- cido y hasta identidad que existe en las producciones de ambos sue- los, conforme Desfontaines y otros botánicos lo han comprobado para las plantas, y muchos zoólogos para los animales. Son las Ginetas comensales de las Garduñas y Turones, aunque menos sanguinarias, pues no desdeñan alimentarse de moluscos, crustáceos y hasta de insectos, cuyos élitros he reconocido varias veces entre sus excrementos; pero, como aquéllos, cazan de noche las aves, y, sobre todo, destruyen gran número de huevos de éstas. Crían en la primavera, y suelen parir tres ó cuatro hijuelos, que la madre defiende á arañazos, como los gatos, cuando los perros de caza dan con ellos. Como los Tejones, son las Ginetas susceptibles de domesticarse sl se las cría desde pequeñas en casa, y en Turquia algunos reemplazan con ellas al gato para perseguir los roedores menudos. La Gineta de cola negra, según nos dice Martínez Reguera, se encuentra algunas veces en Sierra Morena, y la que yo he descrito con el nombre de Genetta melas me la envió de Córdoba mi malo- grado discípulo D. Fernando Amoz, procedente también de Sierra Morena, y más tarde recibí otro ejemplar de Extremadura: deposité el primero en la colección de mamíferos del Museo de Historia Na- tural, y el segundo en la que estaba formando para sección zooló- gica de la Comisión del Mapa geológico de España. Esta variedad melánica ofrece bajo el fondo obscuro de su pelaje las sombras de las manchas características del tipo ordinario. Con el nombre de Viverra nigra, Desm., Mem., p. 208, n. 316, Genette de France, describió Buff., Hist. hat., Supl. tom. 7, pl. 58, el siguiente animal: «Corps noiratre, avec quelques indices de ta- — 116 — »ches longitudinales sur les flanes; une tache blanche au desus de »1oeil et une autre au dessous; queue noire et voluble». En esto reconoció G. Cuvier un error de Buffon, manifestando que tal Ga- neta debía formar una especie aparte. La confusion que reina sobre el ejemplar de Buffon, que á pesar de creerlo de Francia este naturalista, en el Museo: de París se le supone como procedente de las Molucas, y enviado por Mr. Lesche- nault; el admitir también que su cola delgada sería prensil; y so- bre todo el tener las dos manchas blancas de encima y debajo de los ojos, que no existen en mi variedad negra ó Gen. melas, me induce todo á creer que la supuesta Viverra migra de Buffon nada tiene que ver con la mía de España. GENUS HERPESTES. (Hliger.) (¿prnovis, reptans.) Dentes primores G inferiorum secundus exterior angustior, interior; lamarn ERP distinctt, mediocres, conic1; molares +=, primus minimus, deciduus et sequentes 2 supra, 3 infra utrin- secus spurú; quartus supra, et quintus infra utrinsecus sector; superior interius processu laterali magno acutus; postremi 2 su- pra, 1 infra tritori tuberculata. Rostrum acutum. Nasus productus, rhinario rotundato. Lin- gua papillis corneis aspera. Oculi membrana nictitante. Pupilla oblonga. Auriculc breves, appressee. Corpus elongatum,; codario et pilis longioribus vestitum. Pedes pentadactyli semipalmati. Plante nudiuscule. Sacculus glandulosus circa anum. Pili an- nulati rigidi.—Gray. Synon. generica. —Mangusta. Cuv., Tabl. elem., 1197. Ichneumon. Lacep., Mem. de l"Instif., 11, 1813. HERPESTES WIDDRINGTONH. (Gray.) Pilis nigro alboque punctulatis; nasi lateribus; pedibus, cau- daque apice nigrescentibus; dorso pilis longioribus nigris, albo annulatis, apicibus fuscis; codario molli, ruto fusca; auriculis brevioribus rotundatis; pilis brevibus obsitis.—GrAY. (Annal. of nat. histor., t. 1X.) Long. corp., 46 centimetri; caudce, 44. centimetri.—Variat secundum natur. individ. Es la única especie del grupo de los Mangustas ó Tehneumo- nes que existe en la Fauna europea, y sólo hasta el día se ha en- contrado en la de la Península ibérica. —(Lám. 2.*, fig. B.) El Herpestes Widdringtoná tiene mucho parecido con el Vu- midicus de F. Cuvier, que es ni más ni menos el Pharaonis, Des- mar.; el /chneumon Pharaonis, Geoff.; la Viverra Tehneumon, Limn.; la Mangusta de Egipto, de Cuvier; la Mustela cegypliaca, de Klim, y el /chneumon, de Plinio, vulgo rata de Pharaon. Algún profesor español ha creído que nuestro /erpestes no es ni más ni menos que la rata mencionada, traída por los moros á Es- paña, como supone también lo fueron las monas de Gibraltar. Pero esto demuestra que no ha compulsado ambas especies, como lo hizo Sir Robert Gray, el venerable director del Museo Británico y autor de la especie española que dedicó al naturalista viajero Widdrington, y con esto ha resultado que, al pretender enmendar la plana á tan eminente maestro, sólo se ha puesto en evidencia la falta de cono- cimientos del crítico español. Vulgo. —Meloncillo y Melón, en castellano. Meloichoa, en vascuence. Sacca-rabo, en portugués. El Diccionario de la Academia Española, en la 12.* edición, sólo dice en el art. Meloncillo: «Especie de mangosta indígena de España, con pelo fino de que se hacen pinceles»; pero para la pró- xima edición, mi amigo D. Daniel de Cortázar ha propuesto la de- finición siguiente: «Melomcillo. Mamíifero carnicero nocturno, de unos 40 centimetros de longitud desde el hocico al arranque de la cola, la cual es tan larga como el cuerpo; cabeza redonda y de ho- cico saliente; orejas pequeñas; cuerpo rechoncho y con frecuencia tan contraído que toma forma ovóidea, á cuya circunstancia debe el nombre; patas cortas; dedos bien separados y con grandes uñas; pelaje largo, fuerte y de color ceniciento obscuro, con anillos más claros en la cola, que termina en un mechón de pelos de que se ha- cen pinceles muy estimados. Es la mangosta de España, que se ali- menta de preferencia con roedores pequeños, y suele caminar con otros de su clase formando á modo de una reata». El Meloncillo es tan común en la Península como la Gineta, la 12 — 178 — Garduña y el Tejón, y yo le he recibido, para nuestro Gabinete de Historia Natural, de todas las provincias de España, inclusas las de Poniente y Norte, bien distantes del litoral mediterráneo y cos- tas africanas, donde no dudo se encontrará también, como la G1- neta y otros animales comunes á entrambas Faunas. Las pieles adobadas del Meloncillo se hallan de venta en todas las tiendas de manguiteros de Madrid, y los pelos rígidos de la cola son empleados para hacer pinceles que tienen estima. La estancia que prefiere el Meloncillo es la montuosa, próxima de las arroyadas, y, al decir de los cazadores, viaja de noche en familia, yendo los individuos jóvenes unos tras de otros, colocado el hocico del segundo debajo del rabo del primero, y asi sucesivamente. Este re- lato le he oído á muchos cazadores de oficio que están contextes en tal hecho extraordinario, sobre el que, en su Fauna de Sierra Mo- rena, D. Leopoldo Martínez y Reguera refiere el siguiente Caso: «Caminan de noche muchos juntos formando cordón, para lo »cual meten el hocico en la bolsa del que va delante, cuya forma »extraña ha originado sorpresas como la del facultativo de la villa »de Cañete de las Torres, 1). José María Torralbo y Monje, tan »ilustrado en su profesión como adepto á la de San Huberto; quien »recechando liebres una esplendente noche de verano, en la cruz de »dos caminos vió venir perezosamente, reptando á lo largo de uno »de ellos, una enorme serpiente, que en su imaginación meridional »cobró medros de monstruo fabuloso, y, juzeándose devorado, hizo »un supremo esfuerzo y disparó sobre el animal un tiro, que le frac- »clonó en varias porciones, que se dispersaron velozmente en dis- »tinte»sentidos; ante cuyo inesperado suceso, abandonando la es- »copeta y arreos de caza, emprendió vertiginosa fuga hacia el pue- »blo para huir de aquellos fragmentos apocalípticos, de los que sa »suponía perseguido, y que eran ni más ni menos Meloncillos ca- »minando, cual su costumbre, en apretada fila». Algo andaluz es el relato que antecede; y, rebajando lo conve- niente la longitud del monstruo observado por el médico de la villa de Cañete, quedará reducido el hecho á las proporciones que tiene una serie formada por la madre de los cinco ó seis Meloncillos que la siguen en hilera unos detrás de otros, según, como dejo dicho, me han referido diferentes cazadores de oficio; pues cuando yo los he visto correr por los campos, iban solitarios siempre. MITA — 179 — Si en el monte son los Meloncillos agrestes, criados desde pe- queños en las casas, se domestican en términos que no me extraña lo que se dice de la Rata de Faraón, que en Egipto la utilizan en las casas para la limpia de ratones. Yo he visto un Meloncillo en- jaulado que se mostraba dócil y recibía las caricias de su dueño, sobre todo cuando le enseñaba un huevo de gallina, que cogía con las patas delanteras, y con destreza sacudíale por uno de sus polos ó puntas en el suelo, sorbiéndosele sin romperlo más que por dicho sitio, como cuando nos tomamos un huevo pasado por agua. “Los autores extranjeros que hablan del Meloncillo le citan sólo de Andalucía y Sierra Morena, sitios también señalados por D. An- tonio Machado en su Catálogo metódico y razonado de los Mamí- feros de la mencionada región, p. 20, y también en el coto de Doña Ana y del Rey. Más tarde, en 1877, en las Notas para la Fauna gallega, lo cita Seoane en la Bacolla, cerca de Santiago; y en 1881, Martínez y Reguera nos dice en su Fauna de Sierra Mo- rena, p. 119, que abunda tanto en las riberas del Guadalquivir, que no concibe cómo escapó á la observación de López de Cárdenas y demás naturalistas que las han recorrido. Este autor, euivoca- damente atribuye la especie á D. Fernando Amor, por ignorar que fué Gray quien la describió y publicó primero. Por fin, diez y ocho años antes de todas estas citas, yo había consignado la existencia de este mamifero en la Fauna central, en el Catálogo metódico de los Mamiferos observados en el drea matritense por la Sección zoológica, que fué publicado por la Comisión del Mapa Geológico de España en la p. 67 de la Memoria del año 1852. SUBFAMILIA CANINA. (Gray.) Dentes molares tuberculati utrinque bint post carnivorum in- fra supraque; lingua lcevis. Pedes antici pentadactyli, postici tetradactyli; ungues haud retractiles; digitigradi: sacculí anales null. —SCHINZ. Animalia cosmopolita, omnivora, scepe gregaria. GENUS CANIS. (Auct. omn.) : 6 : : ¿ Dentes ¡primores > Supertorum laterales longiores, remota, : : ' o. 1—1 a a inferiorum lobati; laniar? ANERI_O robusti, lcevigati, distinctr, co- — 180 — nicr; molares F antici 3 supra, 4 in/ra urtinsecus spurú, uni- cuspides; quartus supra et quintus infra utrinsecus maximus, sectorius bicuspis; postremi duo utrinque-utrinsecus tritorii tu- berculati. Rostrum. plus minusve acutum, rhinario rotundato. Lingua Icevis. Pupilla his orbicularis, illis oblonga. Auriculce mediocres. Corpus piosum. Pedes semipalmati ambulatori digitigradi, an- tici 5-dactyli, aut rarius 4-dactyli. Plantce pilose. Ungues fal- culce acutce fiscce. Mammce pectorales el ventrales. Cauda medio- cris aut brevis. Digitis duobus intermedtis cequalibus longioribus; duobus lateralibus cequalibus, brevioribus; pollice ad latus inte- rius. Tarsi brevissimo. a. LUPINI. Canes majores, rostro crassiore minus elongato, cauda abbre- viata, pupila orbiculart, glandula caudalis nulla. CANIs FAMILIARIS. (Omn. dAuctor.) C. cauda simistrorsum recurvata. Linn., Fauna Suécica, 2, p. 3, 5. Syst. Nat., 12, cap. 56. C. cauda arcuato-recurbata; rostro plus minus producto vel abbreviato; vellere quoad. pilum coloremque mirum quantum va- riabili, colore albo caudo semper apical. Animal notissimum, procul dubio originis mixtce; habitat fere ubique cum honine, masximeque variat in magn..col. el form. Synon. scientif. —Kúov, Arist., Hist. an., 1, C. 6. 41, sp. Canis. Plin., Mist. nat., vir, c. 40-42. Danis domesticus. Linn., Mus. Ad. Frid., 1, p. 6. Canis domesticus seu uillaticus. Linn., Amen. Acad., bp Ola Canis domesticus seu socius. Ral., Sín. quadr., pági- na 177 m. 8: Chien. Buíf., Hist. nat., v, p. 185. Ch. domestic. Cuv., Reg. anim., 1, p. 152. Vulgo. — Perro el “o y Perra la Q. Llámase además en castellano Can y Chucho al o, Chu- cha á la Q, y Cachonda á la perra salida. Cachorro al “9 y Cachorraá la Q, cuando no llegan al año. e IÓ — 181 — Perreznos, las crías recién nacidas. Perrillos, los perros de magnitud pequeña. Gos y Cá el So, Gossa la Q. Cadell y Cadella, los jóve- nes del año; Gosset y Gosseta á los perrillos, en cata- lán, mallorquín y valenciano. Can y Cadelo el “o, Cadela la 9; Canciño, Canin y Ca- deliño al cachorro, en gallego. Cáo el “o, Cadella la 9; Caozinho y Cadellinha los ca- chorros macho y hembra, en portugués. Chacurrá, Ora, Potzoa y Zacurrá el “9, Chacwr urrit- zd la Q; Chacur cumeá el perrezno, en vascuence. El Léxico de la Academia define el perro así: Cuadrúpedo, vi- viparo, carnívoro, que tiene cinco dedos en los pies delanteros y cuatro en los de atrás, lengua suave, cola encorvada, ligereza, fuerza y olfato grandes, y es muy capaz de educación y muy leal al hombre. Fácilmente se comprende lo deficiente de la explicación, com- parándola con la frase latina que sigue: : Caput horizontale, ante oculos angustatum, pilis brevioribus tectum. Cranúum elevatum, vertice carinato. Labium superius obtusum, fornicatum, lateribus tegens inferius, antice lacuna longitudinaliter connwente excavatum. Labium inferius mar- gine laterali occultato; nudo molli, obtuse denticulato instar cris- tee. Mystaces lab superioris es vibrissis rigidiusculis, antror- sum flexis, quinque vel sex ordinum horizontalium, infiden- tibus papillis verrucosis; superiore ordine remotiore. Labium inferius antice plurimis papillis setiferis adspersum. Nasus ul- tra labium prominens, obtusus, nudus, rugosus, humidiuscu- lus. Narium foramina rotunda, esxtrorsum recurvata sinu lu- nart. Oculorum tris grissea; pupilla nigra; membrana mictitans intra canthum ocuwli maiorem brevis. Supercilia vix ulla, quam- vis pili in palpebra superiore versus canthum minorem promi- neant. Auriculce pilosce oblongo-ovatce, margine baseos superiore reflexo, margine postico versus bassi duplicato; interiore bilobo. Verrucce facie septem: a) unica utrinque supra canthum ocult maiorem. B) unica utrinque in medio utriusque malce. y) unica utrinque extra dentes molares. 8) unica impar sub gula. Lingua lcevis obtusa, planiuscula, longitudinaliter canaliculata. Palatum transversim profunde sulcatum. Collum teretiusculum longitu- — 182 — dine fere capites. Truncus teretiusculus, versus abdomen postice attenuatum. Suture velleris tredecim: a) collaris unica utrinque ab auricula, per latera colla, flewuosa descendit ad bassin sterni et connectitur cum opposita, ubi vorticem non minus format, quam in medio itinere at latus ulrinque colli. B) sternea unica impar á bassi sterni ad evusdem apicem ducta, adnezxa prior. y) cubitalis unica utrinque a flexura cubiti ad palmam. 5) analis unica ad anum brevis transversalis. e) auricularis unica cingit anteriora auris arcuata. E) abdominalis unica ab umbilico latera abdominis utrinque ambiens, ad inguina desinens. 1) lumbaris unica ab año ad poplites. s) ocularis unica brevisima ad canthum oculi minorem. Pedes antici digitis quinque, semipalmati, vesti- ti: digitis duobus intermedits, cequalibus, longioribus: duobus la- teralibus cequalibus brevioribus: pollice ad latus interius tarsi brevissimo. Calcaneus sub basi carpi, digiti forma, muticus, apice nudus. Pedes postici anticis síimillima, sed absque pollice. Ungues convest, modice compressi, obtusi. Cauda cylindrica, sinistror- sum recurvata, pedum fere longitudine, pilis vestita, quam hi- laris recurvat tinmidus vero inter femora inflectit. Scrotum vesti- tum quo ad partem. Preeputium prominulum, vestitum. Mammce in femina decem: sex abdominalibus, quator pectoralibus; in mare sex abdominales, pectorales nulle. Dilascerat editque carnes, cadavera, adeoque putrida, vege- tabilia farinosa, rarius olera fructwosque. Digerit ossa, Vomitu á tritico repente aut canino vel Dactyli glomerata purgatur. Ca- cat supra lapidem; album grecum septicum. Polat lambendo. Mingit ad latus, cum hospite scepius centies. Odorat anum al- terius. Odoratu excellit, naso humido. Latrat. Oblique currit. Incedit supra digitos. Facile natat. Vis sudat; calidus linguam exserit. Cubitum iturus circumit locum. Dormit auditu acutiore. licet scepiws cum stertore. Sommiat. Oscitat evigilans. Procis ri- xantibus crudelis. Menstruans catullit cum variis; mordet illa allos, non ill illam; cohceret copula junctus. Gravida 63 diebus, parit 4 ad 10 cocos, masculi patri simalibus, femineis matri. Adolescit annuo tempore. Atas 12—15 annorum. Fidissimus omnaium. Hominibus cohabitat; blanditur ad domini accessum; eius inflictum non fert. Preecurrit in itinere; in bivio respictt. Docilis: amissa inquirit, vigilias noctu instituit, ad venas indi- — 183 — cat, ad merces rigilat. Pecora ab agris arcet. Tarandos coercet Boves, Ovesque a Feris custodit, Leones detinet; Feras agitat. Anatibus adstat, repit assiliens ad rete, occisa á venatore ad por- tat e rapina desistens; veru trahit Gallia, in Belgio currus le- viores, rhedam in Kamtschatka. Mendicat ad mensam; furatus timet cauda incurvata; invidus edit; inter suos dominus doma; mendicorum hostis; ignotos sine injuria lacessit. Lambendo vul- nera, podagram, carcinomata curat. Ululat mingitque ad. musi- cam. Mordet proiectum lapidem. Instante tempestate foetet cegro- tans; tenia laborat; rabiem disseminat, demum coecutit el se ipsum rodit; ab oleo empyreomatico «ethereove caudce instillato clamitat; sceepe gonorrhcea infectus, a Mahometanis expellitur. Anatomicorum victima pro esxperimentis vari. Caro Africanis, Sinensibus incolisque insularum australium esculenta, olim Gree- cis ac Romanas. Habitat fere ubique cum Homine; facer olúim 4gyptúus, ho- die Japonensibus, inter quos numerosissimus reperitur. (Kaempf Tapon, 1, p. 125.) Etiam spontaneus evasit passíim ab homine derelictus: in Congo regno, Asthiopia inferiore, versus caput Bonce spei, pilo rufo, corpore gracili gregarius; adoritur adeo Leones, Tigrides, Elephantes, quorum sepe preeda fit. Copiosis- simus quoque in America australi, in caveis cuniculorum simi- libus pariens, raro latrans; vigil, auriculis erectis: horum cani- culi hominem facile sequuntur. Ésta es la descripción completa del perro hecha por Linneo, mo- delo celebrado por todos los naturalistas y que me ha parecido opor- tuno consignar aquí, para que sirva de ejemplo ú los autores no- veles, pues por olvidar los preceptos taxonómicos de los antiguos maestros de las escuelas clásicas, tanto sistemáticas como metódi- cas, cometen con bastante frecuencia en sus descripciones irregula- ridades científicas. En la descripción copiada nada se deja olvidado, ni nada se repite de lo consignado para caracterizar el Orden, la Familia, la Tribu y el Género; y además del habitat et mores contiene la in- dicación más cabal de las notables prendas distintivas del perro, al cual, en sentir de Boitant, el hombre tiene que envidiar ciertas cualidades morales y adoptarlas, si desea ser considerado, con jus- ticia, como el ente más perfecto de la creación, — 184 — Tan eminente naturalista añade: «No existe persona que no »conserve del perro un recuerdo agradable ó conmovedor. ¿Quién »olvida al alegre compañero de los juegos de su infancia, al guar- »dián leal de su casa, al auxiliar indispensable en la caza, al intré- »pido defensor en los peligros pasados, y quizás al salvador de su »vida en un naufragio?» El perro sólo tiene un pensamiento, una necesidad, una pasión, que es la del cariño de su amo, y para demostrárselo al que le ha criado y del que recibió las primeras caricias, es capaz de sacrificar su vida. Los peligros, las fatigas, el hambre, los rigores de la in- temperie, las privaciones más duras, no son nada para él si las pasa con su dueño. Con halagos consuela á éste si la desgracia le abate, y si, por su desdicha ó por culpa de otros hombres, se llega á ver sumido y olvidado en la soledad de obscuro recinto, el perro lo dis- trae y anima á pasar la mísera vida. El perro, además de íntimo amigo del hombre, es también el compañero asociado en las tareas penosas á que se dedica; así, cuando menos, le vemos guardarle en el campo la ropa mientras que está arando ó llevando espuertas de tierra en una obra, y á pe- sar de tener hambre respeta la comida que dentro de las alforjas se le ha confiado, defendiéndolas valerosamente si alguno intenta in- vadirlas. Tomando parte activa en las faenas, contribuye á aumen- tar el precio del jornal de su amo arrastrando carretillas cargadas de géneros en las poblaciones y fuera de ellas, ó bien moviendo maquinarias, como las de algunas fraguas en las herrerías, los tor- nos de los asadores en las cocinas, y hasta las ruedas de norias mi- núsculas para sacar agua en huertas y jardines. Mantiene el orden de los ganados, evitando su extravío, y los defiende de las agresiones que intentan las fieras que los persiguen, sobre todo de noche, mien- tras los pastores duermen. Busca las cosas perdidas por su amo; y cuando éste se ve reducido á la mendicidad, procura evitarle la ver- gúenza de pedir, haciéndolo él mismo con una cestita en la boca que presenta á los transeuntes, después de haberles halagado y distraído antes con sus habilidades; y al llevar el producto recogido á su amo se considera dichoso si, al recibirle éste, le hace una caricia; de- mostración bastante para hacerle saltar de alegría y lamerle las ma- nos como si quisiera besárselas., Si es desagradecido el hombre, como suele hasta con sus seme- ART — 185 — jantes, y en vez de caricias maltrata injustamente á su perro, éste se resigna y se humilla, lejos de rebelarse ó huir de las iras, arras- trándose para lamer los pies á su verdugo; y cuando la crueldad execrable de éste llega hasta herir de muerte al pobre perro, ago- nizando aún, la última mirada que dirige al que tanto quiso es de perdón y cariño. Boitant y Bernardino de Saint Pierre han expresado sus senti- mientos cynophilos considerando como semiantropófagos á los hom- bres que se comen á los perros. Buffon, por su parte, al tratar de estos animales, dice, entre otras cosas, «que es más dócil que el hombre y el más obediente de cuantos animales éste cría en domes- ticidad, y no sólo se instruye pronto, sino que también adquiere las maneras de la gente en cuya casa vive. En la de los opulentos es desdeñoso, como los criados, y en la de los lugareños, rústico. Es atento y cortés con los amigos de la casa; no hace caso á los que desatiende el amo, sobre todo á los mendigos, que reconoce por sus vestidos haraposos y su acento planidero, gruñéndolos si se le arri- man y enseñándoles los dientes». Está en la conciencia del hombre la superioridad que el perro tiene sobre los demás animales, según lo patentiza la admisión que de él ha hecho en su sociedad más íntima. A los otros, aunque los cuida, los trata como esclavos; mientras que el perro es su comen- sal, duerme á menudo en su alcoba, á veces en su propio lecho, y le concede favores que escasea á sus mismos semejantes. Lo bauti- za, aunque no sacramentalmente, imponiéndole nombres retumban- tes de los héroes antiguos y modernos, de Reyes y hasta de las Di- vinidades del Olimpo, y además le reconoce facultades psicológicas de primer orden, según consigna Alix en su obra reciente titulada L'Esprit de nos bétes (Paris, 1890), considerando al perro desde el punto de vista de sus Sensaciones, de sus /deas particulares abs- tractas y generales, y de su Atención, Reflexión, Comparación, Juicio, Razonamiento, Memoria, Asociación de ideas, Imagina- ción, etc., etc. Diversos autores clásicos han escrito la historia de los perros célebres; y mientras en todos estos libros pueden verse cosas que enaltecen siempre á los canes, los que se han escrito con la historia de los hombres, con suma frecuencia narran hechos que son en su- perlativo grado deprimentes. — 186 — Del perro nos fiamos, obedeciéndolo en ocasiones diferentes á cierraojos, como suele decirse. ln la caza, él es quien nos dirige para encontrarla en sus guaridas y escondites de un modo seguro; y los mismos tribunales de justicia han apelado varias veces al co- nocimiento del perro para descubrir con certeza los autores de ho- micidios cometidos, pues denunciaban á los malhechores en los ca- reos con sus ladridos y ademanes furiosos, en venganza de su amo querido, manifestaciones que, apreciadas por los jueces, han tenido importancia suficiente para rasgar densos velos. ¿Y qué diremos de la filantropía de los perros de los Hospicios de San Bernardo y del Simplón, para salvar en los precipicios ne- vados de los Alpes á los viajeros extraviados? Los hechos de esta clase recogidos desde los tiempos más anti- guos, demuestran cuán leal es la amistad del perro para el hombre; pero ¿quién podrá decir lo mismo de la de los humanos, tan fre- cuentemente desmentida? : Para asimilarse más á nosotros, si no en antropomorfismo, si en polymorfismo, también las variedades ó razas son numerosas, te- niendo por origen causas parecidas y tales que, como dejé consig- nado al tratar de las humanas, zoográficamente pudieran ser con- sideradas muchas como verdaderas especies si no lo desmintiera la esencia del organismo y los resultados, sobre todo, de sus funcio- nes genéticas, que á la larga, por operaciones sucesivas, restitu- yen las formas típicas de la especie única del Canis familiaris pri- mitivo. No todas las castas de perros que hoy se conocen bien determi- nadas se encuentran en nuestra Fauna casera, que es á la que el Canis familiaris corresponde; porque unas son exóticas, y sólo ca- sualmente pudieran traerse para algún jardín zoológico ó para al- gún curioso, y otras desaparecen por intervalos más ó menos largos y vuelven á reaparecer con iguales caracteres, como sucede hoy con el perro de aguas, que á mediados del siglo presente aminoraron en términos tales que apenas se encontraba uno, y hoy vuelven á verse hasta callejeros; al paso que el Dogo 6 Carlin (Canis frica- tor), que por el año doce era el favorito de las damas de la aristo- cracia, no le hemos vuelto á ver y ha sido sucesivamente reempla- zado en los estrados de las señoras por el perro Chino, el Galguito inglés, el perrito Habanero, el Polder, el Cocker y otros falderos — 187 — que la moda ha impuesto á la protección caprichosa de elevadas damas. Más constancia se observa en las castas aplicadas á la caza, que se han multiplicado bastante, 4 medida que las comunicaciones se han hecho más fáciles á largas distancias y nuestros cazadores han podido ver y traernos variedades del Sagas, Grajus y Aquaticus, que no habíamos visto en este siglo, á pesar de que de ellas se ha hablado en nuestros libros venatorios antiguos. Es creencia general que los perros salvajes que hoy se encuen- tran en algunos países, lejos de ser el origen de los que viven con nosotros, proceden de individuos abandonados por el hombre, y se fuuda esta creencia en que, si se les acaricia, fácilmente se les atrae y vuelven á domesticarse. Tales perros cimarrones ó salvajes no se encuentran en Europa, como en algunos sitios de América y del Sur de Africa, aunque sí existe en algunas de nuestras grandes poblaciones cosa parecida: tales son las manadas de perros sin dueño que viven por su cuenta, manteniéndose con los desperdicios de las cocinas y con las basuras de las casas que se echan á las calles por la noche y que son más tarde recogidas y llevadas á los muladares, adonde acuden también manadas de perros á buscar su alimento, como lo he observado en Madrid mismo y en Barcelona, por haber frecuentado con mis dis- cípulos los mencionados lugares á caza de insectos necrófagos y de los Vultúridos y Cuervos comensales de los Canes libres. Varietates canum fere innumerce sunt, dice Linneo.— Amen. Acad. t. 1v, p. 45.—Y Erxleben añade: Vonnullee maxime dis- tinctoe; num verce species? —Syst. Reg. Anim., p. 531. Esta pre- gunta la dejo contestada en uno de mis párrafos anteriores, al ha- blar del polimorfismo del perro. La inmensa variedad de perros de que habla Linneo procede del cruzamiento continuo entre unas y otras castas, y los resultados se diversifican más en las grandes po- blaciones que en las aldeas, porque en éstas son más limitadas las distintas razas de perros. Las que en nuestra Fauna doméstica pueden hoy observarse son las siguientes, que agrupo por sus analogías orgánicas, instintos y servicios á que las destina el hombre. — 188 — 1.2 Los MastTINES Ó PERROS GUARDIANES. Canis laniarius, Gmel.—Capite elongato tenui, auriculis me- diocribus sub-pendulis; corpore gracilento postice angustato; cruribus longis, robustis; cauda crassiore subrecta ut plurimum horizontali; pilis lcevibus plerumque nigris, seepe fulvo macula- tis.—Syst. Nat., 1, p. 69. A esta frase pueden añadirse los caracteres siguientes: tenden- cia á juntarse los parietales en la sutura sagital, levantándose so- bre los temporales; cóndilo de la mandíbula inferior alineado en el mismo plano horizontal que el borde de los molares de la mandí- bula superior. Los perros de Australia, de Himalaya, de Sumatra, de Hyber- nia, de la India y de la Habana, pertenecen á este grupo; y nosotros tenemos el Mastín, también llamado perro de ganado, y Rafetiro en Portugal, al que conviene perfectamente la descripción del tipo dada, y no son, por tanto, necesarias más señas para distinguirlo de las demás razas. j Funes (Hist. gener. de aves y animales, p. 308), y Asso (Intr. in Oryct. et Zool. Arag., p. 55), equivocadamente consideran el Mastín como un Alano, cuando éste corresponde al grupo de los Molossus ó perros de presa, y el Sr. Martínez y Reguera, en su Fau- na de Sierra Morena, p. 62, coloca entre los Mastines á los perros Daneses, que generalmente son considerados como mestizos de Mas- tín y de Lebrel. Más acertado Espinar, en su Arte de Ballestería considera á los perros de ganado como un tipo especial que descri- be, diciendo: grandes de cuerpo, con cuello grande y fuertes de pe- cho, de medio cuerpo atrás cenceños, con mucha fuerza y valientes para perseguir los lobos, defendiendo al ganado contra sus ata- ques, etc. : Nuestros Mastines ofrecen varios tipos degenerados por el cruce de individuos de su casta con otras distintas; sin embargo, el verda- dero Mastín de ganado lo he encontrado en las montañas de León, en la Sierra de Gredos, en Extremadura y en los Pirineos, repre- sentado por escogidos ejemplares, destinados á guardianes de los rebaños estantes y trashumantes, cuyos propietarios designan la casta con el nombre de Albaraniegos ó Albarraniegos, y tienen va- nidad en enseñarlos. — 189 — Gmelin describe dos variedades del perro en cuestión, diciendo: Laniarius Aprinus, pilis longioribus hirsutos ut plurimum ni- ger.— Laniarius Suinus, capite magno; fronte plana, rostro crasso sub acuto; corpore pilis longioribus villoso. Esta segunda variedad, como su nombre lo indica, recuerda en sus formas al cerdo, y, como éste, tiene tendencia á ir con la cabeza baja y el hocico hacia el suelo. 92.2 Los DANESES. Canis Danicus, Desm.—Corpore graciliore ut plurimum albo maculis numerosis parvis rotundatis nigris; cruribus tennioribus atque longioribus; ariculis brevibus, angustis, pendulis; cauda graciliore. Esta casta, bastante generalizada en España hace cuarenta años, como perro de lujo, acompañante de los jinetes, y á guisa de bati- dores de los coches de los grandes señores, ha disminuído mucho; sin embargo, aún se hallan buenos ejemplares, que se pagan á pre- cio elevado. El Canis Danicus cursorius, Gmel. —Capite elongato, fronte plana; rostro modico crasso; auriculis parvis sub pendulis; cor- pore longiore et graciliore, coloris variabilis, pilis colla, ventris, caudceque seepe longioribus; carnosis; es el Grand Danois de But- fon ó gran perro dinamarqués, que se distingue del anterior, no sólo por su mayor talla, sino por su pelaje unicoloro en vez de blanco y con namerosas manchas pequeñas, redondas y negras que adornan la piel del otro. Fischer le cree procedente del cruce del Danés con el Galgo, y Erxleben lo estima como un mestizo del perro de lanas, lo cual no : creo acertado. En Madrid se ven algunos ejemplares del perro dinamarqués acompañando á damas elegantes por las calles y paseos, que hacen gala de llevar sujeto con un cordón de seda á tan formidable la- cayo. 3.2 Los GALGOS. Canis Grajus, Linn.—Capite elongato; rostro attenuato acu- minato; auriculis minutis subpendulis. Corpore tenui; abdomine masxime attenuato; dorso postice curvato; cruribus longis, graci- — 190 — libus; cauda tenui; pilis brevibus.—Limn., Amen. Acad., 14, pá- gina 445, Esta raza de perros es una de las más caracterizadas, no sólo por sus peculiares formas, sino hasta por sus hábitos. Su coloración es bastante uniforme, blanca, roja más ó menos pálida, negra del todo, algunas veces barrada de amarillento y pardo, y rara vez con manchas. Son los Galgos los perros más ligeros en la carrera y que menos ladran. Cursu velocissimus omntum: rartus latrat reliquis, dice Fischer; y no es, como otros, camorrista; viéndosele rara vez aso- ciarse tras de las perras con los individuos de las otras castas. Su carácter tétrico, receloso y desconfiado le distingue bastante de los demás perros, tan cariñosos y festivos con las personas conocidas. Según Funes (Hist. gen. de aves y anim., p. 307), son los Gal- gos los perros que Graciano llamó Celtas; y nuestro Espinar, en su Arte de Ballestería y Montería (Madrid, 1644, p. 57), al hablar de los Galgos españoles, que dice aventajan á cuantos se conocen en ligereza, los describe del modo siguiente: «La hechura que ha de te- »ner el buen Galgo es la cabeza pequeña y las orejas muy delgadas; »el cuerpo, cuello y hocico largos; los ojos grandes, el pecho ancho » y robusto, los lomos grandes y carnudos, las costillas algo travesa- »das y que vayan en disminución al vientre; las piernas delgadas » y altas, los músculos redondos y duros, la cola larga y delgada». Sin ser zoógrafo nuestro célebre montero, nos dió del Galgo, ciento treinta y tres años antes que Erxleben, una frase descriptiva tan cabal como la de este sabio naturalista, que parece copiada de la anterior española, diciendo: «Caput parvum, elongatum, rostro attenuato, acuminato. Labia »brevia. Auriculee minute, subpendule. Totum corpus tenue, ab- » domine maxime attenuato. Dorsum curvatum postice. Urura longa, »tennia. Cauda tenuis. Pili breves. Ut plurimum subluteus, inter- »dum striis griseis aut nigricantibus. Cursu velocissimus omnium. »Rarlus latrat reliquis». Es el Galgo una de las castas de perro más generalizada en toda la Península, por su aplicación á la caza de liebres principalmente; y, á pesar de esto, se ven callejear poco. Además del Galgo tipo descrito, tenemos las subvariedades si- guientes: — 191 — Canis Grajus Hibernicus, Gmel.—Omnium fere maximus, ceteroqui Grajo vulgari símilis, que es el llamado vulgarmente Lebrel, empleado en la caza mayor por su robustez y fuerza para sujetar las reses á la par que seguirlas en su veloz huída. Canis Grajus Hirsutus, Gmel.—Grajo assimilis, at pilis lon- gioribus crispis. Fácil de distinguirse del anterior. Nuestro perro conejero pertenece sin duda á este grupo; pero, tal cual le tengo visto, no es posible aplicarle los caracteres que se asig- nan al €. Grajus Italicus de Gmel. ó Levron de Buffon. ¿De dónde ha sacado el autor de la Fauna de Sierra Morena ese Canis cuni- cularius, que atribuye á Linneo y que llama en español Podenco, cosa tan diferente de nuestro perro conejero? La caracteristica que de él da no deja duda que se refiere al grupo de los Galgos y no al de los Perdigueros, al que corresponden los Podencos. Espinar, más entendido, coloca en su verdadero sitio al perro conejero, y la descripción que de tal can dá no puede ser más exacta, pues al concluir de hablar de los Galgos, dice: «Hay otros perros que llaman conejeros; son muy ligeros, aun- »que no tanto como los Galgos; tienen el hocico agudo y la cabeza »ancha; las orejas como el lobo, derechas arriba; la cola muy en- »roscada y poblada de pelo por lo bajo; sin esto, muy mañosos y »sutiles y de grandísimo rastro; matan los conejos en los más es- »pesos jarales, cosa que parece imposible, y cazan de noche asi- »mismo las liebres, lo que no hacen los Galgos, porque no son de »tanto viento y rastro como éstos ni sufren tanto el trabajo». Esta raza de perros son más conocidos en las provincias de Le- vante y Mediodía que en las del Centro y el Norte, y los que más fama tienen son de las Baleares, pagándose cada uno á 500; 1.000 y hasta 2.000 reales en Andalucía, según Martínez Reguera nos dice en la pág. 55 de su Fauna de Sierra Morena. 4,2 PERROS DE CAZA. Canis Sagax, vulgo Terrestris, Vestigator, vel Venat dictt. Linn., Anenit. Acad , 1v, p. 46, está caracterizado así el grupo: Auriculis pendulis; cauda minus recurvata; digito spurio un- guiculato ad tibias posticas; occipite prominulo. Es instinto innato en todos los perros el ir siempre buscando el origen de las emanaciones que hieren su finísimo olfato; pero, esto — 192 — no obstante, los hay más especiales, que siguen por el rastro el paso y paradero de objetos determinados, y entre ellos el de otros ani- males, y de aquí la nomenclatura especial, que consta en el Diccio- nario de la Lengua, de Perros de busca, de muestra, rastreros, cobradores, venteros, guiones, etc., ó perdigueros, conejeros, le- breles, arderos, zorreros ó raposeros, ratoneros, etc., según la especialidad que mejor ejerce cada uno. Los de esta sección cuarta, aunque siguen la pista de cualquier clase de caza, se les adiestra principalmente á la de aves; y los hay de tan exquisito olfato, que las siguen la pista olfateando la atmós- fera, de donde les viene el nombre de venteros ó perros de buenos vientos. Es el tipo general de este grupo el perro que llamamos Pachón, que Espinar definía en 1644, en su Arte de Ballestería, p. 57 vuelta, diciéndonos que «tienen la cabeza grande, el hocico romo, las ore- »jas muy largas y anchas, lá boca rasgada, los dientes muy recios >» y agudos, las piernas cortas, el cuerpo ancho; y todos ellos muy »pesados, son de su naturaleza mal sufridos y vocingleros, aunque »de mucho viento y rastro». Y ciento veintitrés años después, en el Systemce Regni Animalis, de Erxleben, p. 546, aparece casi Co- piada la frase dada por el montero español, diciendo: Caput magnum, occipite carinato, rostro elongato. Auriculce latce, longissimce, pendulce. Labía pendula, corpus elongatum medice crasitici. Artus fortes. Digitus, spurius plantarum un- guiculatus. Cinereus, niger, rufus, fuscus aut luteus. Latrants gravis ac profundus. En España tenemos bastantes subvariedades de esta raza: unas espúreas, resultantes de cruzamientos con castas diferentes, y otras cuyo origen más puro hace resaltar los caracteres peculiares suyos. (a) Perdiguero navarro.—A los caracteres generales asigna- dos por Espinar hay que hacer notar que, en vez de tener las pier- - nas cortas, son zancudos y de bastante talla, y, como dice el autor citado, «muy doblados, de mucha fortaleza y agilidad para la caza de perdices». (0) Podenco (de noswxrc, ligero de pies). — Chien courant de los franceses. Parecido al anterior, pero más enjuto de cuerpo, y frecuentemente blanco todo ó con manchas obscuras /albicans aut Fusco maculatus).—GMEL. — 193 — (c) Dracón.—Pointer de los ingleses. Preciosa casta, por su mayor ligereza y gran resistencia, á causa de su cuerpo enjuto. El pelaje es blanco en el fondo, con grandes manchas rojo-amarillen- tas en pequeño número, ó bien unicoloro rojo ó café tostado obs- curo. Su nombre español y el inglés ya indican las dotes que reune de señalar y rodear la caza para contenerla y evitar se corra ó le- vante de improviso. (a) Pachón de nariz partida.—Canis Avicularius, Linn. Ca- pite crassiore, rostro breviore ac fortiore; naso nonnunquam fisso; auriculis brevioribus et angustioribus; corpore crassiore albo, fusco aut maculato; artubus longioribus; cauda breviore, carnosiore rectiore.—Fischer, p. 176, 8.—Canis Sagax ad cotur- ntces capiendas pantherinus.—Aldrov., p. 555, fig. C. En mi concepto, más que una variedad constante, el tener este perro la nariz partida, ó, mejor, dividida, es un accidente casual, como lo es el labio superior partido que, con el nombre de leporino, se conoce accidentalmente hasta en el hombre, y es carácter cons- tante en las liebres, á lo que debe el nombre. (e) Perro Sabueso 6 Perro raposero.—Canis Vertagus, Ral. Capite maius, fronte plana, rostro longo; auriculce latce, pendulce; truncus quam maxime elongatus; pedes breves antici curvati; pili leves. Niger, maculis supra oculos, ore, pectore pedibusque infra Fulvis, sed et varius reperitur. Alterum oculum altero majorem habere dicitur, Ral. : Factlius cryptas et antra Vulpium, Melium et Cuniculorum intrat. Aunque destinada esta casta á la caza de pelo, por la facilidad que tiene en penetrar en las madrigueras de tejones, zorras y Co- nejos, pertenece sin duda al grupo de los perros Pachones. TI.—Acuaticus. Dice el montero Espinar, hablando de los perros de caza (pá- gina 58), «á continuación de los que llamamos de muestra, que »buscan y paran las perdices; hay otros que llamamos de agua por- »que entran en ella y sacan las aves que les matan. Son muy fuer- »tes, y, al modo de los sabuesos navarros, tienen el pelo crespo, »largo y vedejudo y las orejas muy anchas». 13 — 19 — Con tal definición, no queda duda alguna que se refiere á los Setter de los ingleses. Canis esxtrarius, Linn.—Cruribus brevibus, auriculis longis- simis, pendulis; pilis longissimis; colore plerumque albo, inter- dum variegato, seepe maculis nigris fuscisve ad auriculas. Es el Canis Hispanicus, de Aldrovando, descrito en las pági- nas 561 y 562, 1 c.—Auribus demissis, pectore, ventre, pedibus albis, maculis nigris distinctis, reliquo corpore nIQro. Entre otras variedades, citaremos dos como frecuentes entre NOSotros: Español-escocés: Canis extrarius hispanicus scoticus.—Se di- ferencia del tipo por las formas más ligeras; las orejas más peque - ñas, aunque péndulas, y colocadas más altas; la cola más flecosa, más levantada y encorvada hacia arriba; el iris amarillo; la nariz de color de carne rosada; y el pelaje siempre blanco con grandes manchas rubias. Español-inglés: Canis extrarius hispanicus britanicus.—Como el tipo, pero de pelo más suave y sedoso, más largo, generalmente negro y con una mancha roja encima de cada ojo. En algunos in- dividuos suele verse el color rubio como dominante en el pelaje. Existen otros perros cuya facies es muy parecida á la de estos últimos tipos: no son de caza, pero sí acuáticos, sobre todo el lla- mado Perro de Terranova: Canis Terrcenovce, Blumen. 6.— May- nus, corpore robusto, pilis longis, sericeis; albís aut nigro macu- latis vel omnino nigris; cauda recurvata juvata, digitis palma- tis.—Handb., 10, p. 101, e. Abbild., 6. Canis aquatilis, Boitard, Le Jardin des Plantes, descrip. et moeurs des Mamm. de la Me- nagerie du Mus. a* Hist. Nat., p. 192. Jréese por unos que procede esta raza del cruzamiento del mas- tín de Europa con la loba de los Estados Unidos; pero las trazas de ambos tipos repelen esta suposición gratuita, siendo más lógico creer es derivada de nuestros perros de caza acuáticos, cuyas formas, pelaje y costumbres tanto se asimilan. El perro de Terranova es una de las castas más preciosas para el hombre, por reunir á las condiciones morales que le enaltecen las físicas que le colocan en la misma línea que á los mastines y otras castas de ayuda y combate, siendo además de salvamento en — 19 — el agua, en cuya operación es muy celebrado. Merced á tales dotes se le aprecia mucho en todas partes, y hace tiempo que en España se propaga esta raza hasta en las provincias del interior, pero sobre todo en las litorales, siendo muy común verlo en los barcos formar parte de la tripulación, entre la que tiene el papel de vigilante por lo menos, y á veces hasta de salvador. 5.2 PERROS DE AGUAS. Canis familiaris aquaticus. Pilo crispo, longo, instar ovis.— Linn., Syst. Nat., p. 57. Caput rotundatum, rostro brevi crassoque; auriculis latis pen- dulis; corpore erasso, pilas longis crispis; pedibus brevibus; cauda subrecta horizontalis. Niger, griseus, fuscus, albus, etc. —Erxle- ben, p. 539, e. Synom. scientif.—Canis Sagax ad aquas. Aldrov., p. 556. Canis aviarius aquaticus. Ral., p. 177. Vulgo. — Perro de aguas y de lanas, en castellano. Gos d* aiguas, en Cataluña. Cá pelut, en las Baleares. Perro dagua, en gallego. Perro de motas, en tierra de Córdoba. Uchacurra, en vascuence. Cáo d' agua, en portugués. La costumbre en España de cortar la cola á estos perros, á tres ó cuatro.pulgadas de la raíz, impide poderse hacer cargo del carác- ter de llevarla casi horizontal, contra lo asignado al tipo específico por Linneo: cawda sinistrorsum recurvata. Nuestros autores españoles antiguos, Palmireno, Huerta, Funes, Espinar, Cortés y Valdecebro, dan el nombre de perro de aguas á los de la sección 2.*, que son de caza, y aplican mejor la califi- cación de perros de lanas á los de este último grupo, que, como Lin- neo los define en su brevísima frase, sunt Cani pilo crispo, longo, inslar ovis; y no mencionan que estos perros son nadadores, pués tal facultad la poseen todos los demás, si bien es verdad que los de raza acuática la tienen por instinto y propia voluntad para buscar en las charcas las aves palmipedas y de ribera. Del perro de lanas existe una variedad pequeña, llamada barbu- — 196 — dillo por lo largo de los pelos de su hocico, pero que en todo lo de- más, fuera de la talla, es semejante al tipo. 6.2 Los ALANOS, PERROS DE PRESA Ó DE AYUDA. Canis Molosus seu Mastinus.— Magnitudine Lupi; fronte plana; rostro crasso, brevi, plano, labús ad latera pendulis; cor- pore toroso crasso; artubus robustis; pilis raris ut plurimum fulvis.—Lim., Syst. Nat., 12, p. 57, 8. Cá-Me, en las Baleares. Molosso, en portugués. Zacur auzcarid, en vascuence. Describe nuestro Alonso Martínez de Espinar esta raza de perros en términos parecidos á Linneo, lo que justifica la bondad del libro que se publicó ciento veintidós años antes que el del gran natura- lista sueco. : «Es el talle del Alano, dice, mucho más cargado que el Lebrel; »el hocico romo, la frente ancha y levantada, los ojos hundidos y »sangrientós, el mirar espantoso, el cuello corto y ancho... Los Do- »gos tienen estas mismas señales, sino que son más cortos y mem- »brudos, tienen la cola más corta y con más pelo. » Erxleben completa la frase Linneana añadiendo alguna palabra más que tiene importancia: Sámalis fricatori, at maior. Labia pen- dula, corpus torosum. Artus fortes. Color luteus soepe umbra nigra aut grisea. Auriculce estus atque os nigra. Crudelis atque ferox, sepe mordet antequam latret.—Evxl., Syst. Reg. Anim., página 545. Se indican, en efecto, caracteres de que no habla Linneo y que marcan más determinadamente al Perro de presa ó Molosus, que no es más que un Pricator mayúsculo en todos sentidos. Tal como queda descrito es el tipo de nuestros perros de ayuda, que en los corrales, mataderos y plazas de toros auxilian al hombre para dominar á las reses bravas, y que por tal condición ya le de- nominó Aldrovando Canis bellicosus, y Alessander, ln quadrup., p. 102, Cane d*armi. El nombre que algunos ie han dado de perro de presa es porque, para sujetar á los toros, venados, jabalíes, etc., tienen el instinto de agarrárseles á las orejas, al morro, y en el toro hasta á los tes- dra + — 19 — tículos, y colgado dejarse llevar arrastrando hasta que, agobiada la res de dolor, se rinde. Dos variedades de estos perros existen de antiguo en España: la una tiene el pelaje obscuro rayado de amarillento, y la otra es como la describe Erxleben, de color de barquillo, con el morro y orejas negras. Estas suelen cortárselas cuando cachorros, para que en las peleas no les hagan presa los otros perros que con ellos con- tiendan. De algún tiempo á esta parte han disminuido bastante nuestros perros de ayuda, siendo hoy reemplazados por la raza inglesa Bu//- Dog, la cual, aunque de igual grupo, ofrece caracteres propios que la distinguen, como se ve en la frase siguiente: Canis Molosus anglicus, Gmel.— Major Lupo; capite magno, quadrato; labis crassis pendulis; arriculis amplis, pendulis; pilis plerumque longioribus coloris varii.—Gmel., p. 67. —Es Le Do- gue de forte race, de Buf., pl. 15, que difiere bastante en sus formas de nuestro perro de Presa, y ya Espinar, al diferenciarle de los Do- gos, indica que éstos son más cortos y membrudos y tienen la cola más corta y con más pelos; á lo que yo añado, que también suelen ser de menor altura, con la nariz más roma y remangada y con los ojos saltones; lo que, junto con la costumbre que hay de cortarles en punta las orejas, resultan hasta repugnantes, además de temibles por su humor agresivo contra los desconocidos, motivos todos por los que se les tiene encadenados, ó á lo menos con bozal, 7.2 Perros FALDEROS Ó DE HALDA, PERROS DE SALÓN, DE REGALO, GOZQUES Ó ALBARRANIEGOS (1). En este grupo entran tan diversos tipos de perros que, aten- diendo sólo á las formas, la mayor parte de ellos pudieran unirse á varias de las que dejamos descritas: y es que, por punto general, no es la casta lo que determina la condición de los perros falderos, sino que el distintivo estriba en su reducido tamaño, que consiente manosearlos encima de nosotros. Por esto Huerta (lib. vir, capí- tulo xr, p. 275 y 276) dice que: «se crían en las casas entre las (1) El Diccionario refiere Albarraniego á Albarraneo, adjetivo anti- cuado que significa extranjero ó forastero, y perro albarraniego debe, por tanto, aplicarse á las castas falderas forasteras. — 198 — »ropas y faldas de las mujeres, y de ellos se encuentran aleunos »celebrados por los autores, como lo fué el perrillo Meliteo, llamado >»así por haberse criado en la isla de Melita (hoy Malta). Hay algunos »nO mayores que un hurón, y dícese que se quita el dolor de estó- »mago ó de cualquier otra parte interna del cuerpo aplicando uno »de éstos sobre ella, y que suelen recibir ellos el mal que padecía »la parte donde se les aplica. Son muy queridos y regalados de las »mujeres, porque, teniéndolos sobre las tripas, las dan calor y las »libran de mal de madre, y también porque les sirven de rega- »lillo á las manos y de juguete para estarse ociosas». ¡Ah, si fuera esto solo y tal pasión perruna no diera lugar á otras cosas menos inocentes ! Sobre este asunto, Cortés nos dice en su Tratado de los Ani- males (Valencia, 1672, p. 116), «que los perrillos llamados de »halda solo sirven de regalo y entretenimiento de damas, 6, por »mejor decir, de perdimiento de tiempo». Tales costumbres feme- ninas siguen dominando, y nuestras damas de hoy son como las de siempre tocante á caprichos perrunos, pues lo mismo que en los cuadros y pinturas antiguas las vemos representadas, hoy se las encuentra en las calles y paseos llevando de la mano, en vez de sus niños, al Galguito inglés ó al Setter, al Doguito ó al Habanero, con preciosos collares de plata atados á un cordón de seda fijo en el cin- turón que ciñe su talle esbelto, y no pocas veces van los diminu- tos canes en brazos, ó echados en mullidos almohadones en las más lucidas carrozas, distinciones que también alcanzan hasta en los salones de la aristocracia y en los reales palacios, como lo tengo visto muchas veces, tanto en España como en el Extranjero. Siguiendo el orden con que he ido tratando de las castas de pe- rros que más comunmente se ven en España, y de las cuales son representación enana las falderas de que voy á hablar, no encon- trándose en ellas tipos de mastines ni daneses, principiaré la reseña por los: FALDEROS DE LA 3.2 SECCIÓN Ó GALGOS. (a) Canis italicus, Gmel.—Grajo vulgaris plus dimidio mi- nor eceterum simallimaus. Dimidus.—Levron. Buff., Hist. Nat., v, página 241. ; Es el Galguito inglés, mal llamado así en España, pues debió — 199 — llamársele italiano, como Gmelin lo hizo, atendiendo á que esta casta empezó á verse en Italia, desde donde se propagó por otros países. Su pelaje suele ser corto, liso y lustroso; blanco el fondo, con manchones más ó menos grandes de color leonado ó cenicien- to, y otras veces unicoloro, ya aplomado, negro, amarillento ó blanco. (0) Canis cegyptius, Linn. — Nudus absque pilis. Systema Naturce, 12, 1, p. 57, n. 2. Convenit cum precedente abdomine attenmato, cruribusque longioribus; dif fer capite crassiore, rostro breviore, auriculis ma- Jusculis horizontalibus. Pili in toto corpore nulla preeter vibrisas et in sincipucio peniculo. Cute nuda, nigricante vel coloris carnet. Amen. Acad., p. 41, u1.—Canis sine pilis. Aldrov., p. 565, f. c. Ex Guinea oriundis. Generalmente los extranjeros llaman perro Turco á este Gal- guito, que nosotros llamamos Chino, y con más propiedad en le- mosin (7os pelat, por carecer absolutamente de pelo, carácter nega- tivo notabilísimo en los mamíferos, que, por tener poblada su piel de tales apéndices cutáneos, Blainville les llamó pilíferos, cualidad que á su tiempo hemos hecho notar no es exclusiva de tal clase de animales, pues se halla en muchos otros. Lo mismo que el €. ¿talicus, el C. cegyptivs, fué durante muchos años perro faldero de moda; pero pasó ésta, y son pocos los de su raza que hoy vemos en España. FALDEROS DE LA 4.* SECCIÓN Ó ACUÁTICOS. Aquí están representados por el Canis extrarius seu Flispani- cus, que ya Linneo citaba por el año 1759 en el tomo 1v, pág. 47, número 9 de sus Amenidades Académicas, diciendo: Canis nuper etiam apud nos et imprimis ad aulas procerum et magnatum gratiam invenit, distinctus. Corpore parvo, lcevi, awriculis longis propendentibus, lanatis.—Petit épagneul.—Butf., p. 246. Este perrillo faldero, como en sus tiempos Linneo lo dijo, tuvo también en España á mediados de este siglo gran favor entre las damas de nuestra grandeza, de cuyos estrados casi ha desaparecido poco á poco para ceder el puesto á otro más peludo: el vulgarmente Hamado Habanero, que es el verdadero Maltés ó Bichon de Buffon. Canis Melitoeus, est pigmeus, magnitudini sciuri, Domicel- Ay o larum oblectamentum, quem secum portant dum ambulant, in sinum excipiunt dum quiescunt, et in lectum dum dormiunt.— Linn., Amenit. Acad., 1v, p. 46, n. 6. Omnium minimus. Caput rotundatum; rostro crasso. Oculi auriculceque, pilis longissimis occultis. Pili mollissimi, sericei longissimique, in toto corpore. Pedes breves. Malignus.—Erxle- ben, p. 542. Á este mismo grupo pueden añadirse los Canis brevi pilis, Al- drov., Caput parvum, rotundatum,, rostro brevi. Pili longi, pree- cipue pone auriculas, sub collo, pectore, ventre atque in pedibus anticis et posticis. Cauda recurvata. Coloralibus, niger, ali- quando, variegatus. Canis Pyrame: Niger, maculas fulvas habet supra oculos. Canis leoninus. Linn. Gmel.—Similis Meliteo, at milis lon- gissimas tantum in capite, pectore, pedibus apiceque caudee. De estas tres subvariedades maltesas se ven pocos individuos, y sólo en las grandes ciudades, alguna vez que otra, ocurre encontrar- les acompañando á la aristocracia femenina. FALDEROS DE LA SECCIÓN 6.* 6 DogGos. Perros de halda de esta sección sólo hemos tenido uno, que fué muy común hace años, y que casi ha desaparecido. Es el Dogo, Doguín ó Carlín, casta liliputiense de Alano 6 Bull-Dog, á los cua- les se parece hasta en el mal genio. Linneo le llamó Canis fricator, por lo sobón que es con sus amas. Caput quadratum, naso brevissimo resimo. Labia brevia. Corpus torosum, breve. Auriculce pendule. Pili breves, utpluri- mum luter. Os auriculceque nigree. Buffon le llamó Chien d'Alicante, y, sin embargo, hoy día, como en todas partes, es raro verle allí. Por fin, no hace muchos años que ha privado una casta faldera, cuyo aspecto feo no ha repugnado á las damas en gracia de su ins- tinto gatuño, que le ha valido el título de perros ratoneros, á true- que de cuyos servicios las melindrosas damas les dispensan sus fa- vores y hasta los llevan en sus brazos por la calle y asomados á las ventanillas de sus coches en los paseos. Los perros que dejo inscritos en los seis grupos primeros, tie- nen caracteres especiales que los hermanan. No así á los del sép- — 201 — timo, en el cual, como se ha dicho, encontramos representantes de las formas de todos los otros, razón por la cual algunos autores los intercalan, prescindiendo, quizás con razón, de la circunstancia de su poca utilidad respecto á los demás descritos. Tampoco hay caracteres morfológicos fijos entre los perros que el hombre ha tenido la habilidad de adiestrar para utilizar sus fa- cultades comprensivas en provecho propio. Me refiero á los perros que se han llamado militares, marineros, recaderos, matuteros, jugadores, saltimbanquis ó volatineros, comediantes de teatros y. plazuelas, y hasta filarmónicos, no porque tañan ni canten, sino por su afición á oir música. Respecto de los primeros, prescindiendo de los servicios que se les ha visto prestar en las descubiertas de las emboscadas y vigi- lancias nocturnas para avisar un próximo peligro por sorpresa, re- cordaré el hecho que cita la //istoria de los Perros Célebres: el del perro Capitán, educado por unos artilleros prusianos, que le ense- ñaron á pegar fuego á la mecha de su cañón con el botafuego co- gido con la boca. En una de las más reñidas batallas que libró Federico II con los franceses, dióse el caso que, cargando un regimiento de éstos sobre una batería prusiana cuyos artilleros, muertos ó heridos, yacian entre las cureñas, tomó el referido perro el botafuego con sus dientes y, prendiendo fuego á la mecha de un cañón cargado de metralla, disparó á boca de jarro sobre la legión francesa que iba á apoderarse de la batería, ya abandonada por los prusianos. Estos, que en dispersión se retiraban, apercibidos del hecho, vol- vieron de nuevo á la carga, rechazando al enemigo; y enterado el Rey Federico del caso, declaró capitán al perro que había ganado la batalla, nombrando al soldado que le había enseñado, y resul- tado inútil en aquel combate, asistente del perro, convertido en jefe; pues dispuso el Monarca gozara del mismo sueldo y honores que los demás capitanes de su clase, llevando por distintivo un collar de plata con letras doradas, que el mismo Rey Federico le puso, como condecoración ganada en el campo de batalla. Gran partido ha sacado ya la milicia y puede sacar más todavía del instinto educado de los perros, fijándose en los hechos recogi- dos, tales como los del perro Moustache, que, durante las campañas de Napoleón I contra Italia, llamaron la atención del ejército al ver — 202 — cómo señalaba la dirección de las marchas y contramarchas para descubrir oportunamente las emboscadas del enemigo. Era tal la confianza que los soldados tenían en dicho perro, que á cierraojos le seguían en las descubiertas guiadas por él. De noche era el centinela avanzado cuyo alerta ponía toda la tropa sobre las armas, sin que la alarma resultara falsa, y, por el contrario, en su división no ocurrían nunca, como en otras, sorpresas. Cuando Mows- tache fué herido en el campo del honor, en Marengo, los auxilios quirúrgicos se le prodigaron con gran solicitud; y, á su muerte, aquel ejército célebre le dispensó los honores militares como á un jefe aguerrido. Hoy día, el recuerdo de hechos parecidos ha despertado en los ejércitos del Norte la idea de dotar á todos los regimientos de perros militares, lo que ya se ha planteado, según la Prensa ha dicho, en algunos países; y de desear fuera que nuestros militares, la Guar- dia civil y el Resguardo sobre todo, no olvidaran los servicios im- portantes que les pueden prestar los perros educados en sus trabajos especiales. Poco diré de los perros marineros, á pesar de que su utilidad está reconocida hace tiempo en casi todos los buques de cabotaje, como indicado queda al decir que forman parte de la tripulación de los barcos de nuestras provincias de Levante, siquiera no sea más que para la vigilancia nocturna, y algunas veces para salvamentos. Los perros recaderos son en menor número; pero no así los matu- teros ó contrabandistas, que, si en las fronteras de los Países Bajos con Francia son tan empleados para la introducción oculta de enca- jes y alhajas, nolo son menos en nuestros Pirineos para fraudes se- mejantes, que he visto realizados en Barcelona por una perra de aguas que no cedía la palma al más diestro contrabandista, pues burlaba al Resguardo de modos distintos, ya pasando á escape au- llando como si la hubieran pegado, ya retozando con un envoltorio en la boca lleno de cigarros; y una vez recuerdo que hizo una in- troducción de 5.000 caretas de tela metálica, entonces invención nueva y cara, que le valieron 5.000 duros á su amo en el Carnaval inmediato. Al ver las continuas salidas y entradas de la tal pérra por la puerta del mar, los carabineros llegaron á fijarse y trataron de averiguar á qué obedecía aquel trajín extraordinario, dándole una corrida para retenerla; pero su ligereza pudo salvarla, y al viaje in- es — 203 — * mediato no pudo su amo obligarla 4 que entrara por la mencionada puerta, ni aun castigándola; y huyendo á carrera tendida por el elasis de la ciudadela, el animal fuese á penetrar en la ciudad por la Puerta Nueva, después por la del Angel, la de San Antonio, y por fin por la de San Bertrán, más cercana á su vivienda, consi- guiendo así evitar que los carabineros, fijándose de nuevo, se aper- cibieran del matute diario que hacía, en términos tales que mantenía á su amo y familia sin que éste se expusiera á peligro alguno por el contrabando. Más raros los perros jugadores, sólo de tarde en tarde suele verse algún ejemplar, no como muestra de casta de la especie y sí como sorprendente demostración de la inteligencia á que puede lle- gar la enseñanza en estos animales. Hemos admirado en Madrid, como en todas las capitales de Europa, una perra de aguas que jugaba al dominó, á las damas y al asalto, y casl siempre ganaba; y con una colección de letras y números sueltos escribía los nom- bres que se le dictaban y sumaba las cantidades que se le presen- taban puestas con los referidos números. Más abundantes los perros volatineros ó saltimbanquis y come- diantes, los vemos con sus dueños recorrer las calles y plazuelas luciendo sus habilidades, ya solos ó asociados á monos sabios ó al oso, que también ha conseguido el hombre educarle hasta hacerle bailar. De tales perros existen algunas veces verdaderas compañías que representan hasta dramas, como el de la Pobre Mariana, como lo hemos visto en Madrid hace muchos años en el mismo sitio que hoy ocupa el teatro de Apolo, donde existía el café de Cervantes, al cual estaba anexo un circo de los monos y perros sabios, concu- rridísimo entonces por chicos y grandes. No son objeto de especulación del hombre los perros que he lla- mado filarmónicos; y si los cito, es sólo con el fin de consignar que, entre dichos animales, el sentido del oído llega á adquirir algunas veces la apreciación de los sonidos armónicos más delicados, de lo cual se mencionan varios ejemplos. Todos conocemos que el perro atiende y entiende nuestra habla, pues obedece lo que con ella se le manda, y no sólo con ésta, sino con el silbido de su amo, que no confunde con el de otros que lla- men á camaradas suyos reunidos en la misma jauría. También sa- bemos que entiende los sonidos del cuerno ó trompa de caza, y los — 204 — soldados saben que sus perros atienden á los toques de corneta. ¿Quién no ha visto á los perros militares, cuando un regimiento marcha, ir andando entre filas al compás de las cornetas ó de la banda de música y tambores? El oído del perro es delicado, y le ofenden los sonidos agudos ó estrepitosos, de manera que le hacen prorrumpir en aullidos cuando oye tocar un clarín ó rebuznar un borrico. Pero nada de esto sucede si los sonidos son armoniosos y acompasados. Se cita en la Enciclopedia de Historia Natural, pu- blicada por el doctor Chenu y por Carnassiers, al perro Parade, de París, que ninguna mañana faltaba á la Parada en las Tullerías cuando se mudaba la guardia, colocándose en el círculo que forma- ban los músicos para tocar; y después, cuando el relevo desfilaba, marchaba al lado de la banda hasta llegar al cuartel. Por las noches, los días de función, acudía al teatro de la Ópera, á los Italianos ó á Faydeau, y se colocaba en un rincón junto á la orquesta, sin mo- verse hasta que concluía la función. Un caso parecido puedo citar yo del perro filarmónico de Barce- lona, contemporáneo de mi vida estudiantil, allá por los años del 23 al 34, Era un perro callejero, sin domicilio ni amo, que vivía por su cuenta y la de los cantantes italianos del Teatro Principal, que le recomendaban unas Compañías á otras cuando se cambiaban, y le habían puesto un collar de metal que decia Casa-teatro; y co- nociéndosele en la ciudad con el nombre el perro filarmónico, era respetado de todos, hasta de los muchachos, y protegido desde el Japitán general Conde de España hasta las últimas autoridades, sir- viéndole de salvoconducto el collar que llevaba para que ni le mal- tratara nadie ni le echaran la morcilla envenenada que se daba á los que divagaban sin bozal. El perro filarmónico de Barcelona no faltaba una noche al Liceo; y cuando entraba en el teatro y la función era comedia, terminada la introducción que tocaba la orquesta, se levantaba, se sacudía las orejas y se marchaba hasta el otro día, en que volvía por si la función era de música, en cuyo caso ocupaba su puesto entre la orquesta y en toda la noche se movía, á menos que ocu- rriese una silba y vocería, que distinguía bien de los bravos y pal- madas cuando el público aplaudía. También asistía á las funciones coreográficas, y se le encontraba en las iglesias cuando había fun- ciones con orquesta. Todas las tardes acudía á la lista de los arti- — 205 — lleros, cuya banda tocaba piezas escogidas, y no faltaba á la Misa mayor de la Catedral para oir el órgano, que le deleitaba. De modo que de mi relato resulta, no sólo comprobada la afición filarmónica que Chenu y Carnassiers reconocieron en el perro Parade, de Pa- rís, sino hasta el buen gusto músico que demostró poseer el perro filarmónico de Barcelona. Es curioso observar que la mayoría de los perros que se distin- guen por sus habilidades é inteligencia corresponden al Canis do- mesticus hibridus, de Linneo, ó sea á los perros callejeros, que for- man una raza de multiplicadas formas y pelajes, cual resultado de innumerables mezclas y cruzamientos. Fama en todo Madrid tuvo hace catorce años uno de estos pe- rros, á quien se conocía con el nombre del Perro Paco; era un mestizo de sabueso y podenco, con pelaje negro y pecho blanco, por lo que se decía estaba vestido de etiqueta. Apareció como co- mensal de los asiduos concurrentes del café de Fornos y del Casino de Madrid, y aun cuando atendía á cuantos le llamaban y acaricia- ban, jamás pudo nadie llevarlo á su casa. Dormía generalmente bajo los divanes del Veloz-Club, acudía al Teatro Real, al Circo de Price y á la Plaza de Toros, donde, después de acompañar á la cua- drilla al saludo á la Presidencia, corría á ocupar un sitio en la ba- rrera del tendido número 8, estando allí hasta que concluía la fun- ción. Todo el mundo quería y protegía al perro Paco; pero en una corrida de becerros se interpuso entre el matador y la res, y aquél, brutalmente encolerizado y sin motivo alguno, dió una estocada al pobre perro, que fué 4 morir bajo el estribo de la barrera. En condiciones muy parecidas á las del perro Paco, hay ahora en París otro can que acude diariamente á la Maison Dorée, y hace fiestas á todos los concurrentes, pero no se sujeta á ninguno. Los mozos del gran restaurant pagan por él la contribución municipal, y le han puesto un collar con el siguiente letrero: « Médore. Chien phi- losophe. Sans Dieu et sans maitre». Canis Lupus. (Omnium Auctor.) Canis cauda incurvata; oculis obliquis; vellere cano-fulvo, in albidum nigellumve variante; cruribus anticis (in adultis) stria nigra.—Linn., Faun. Suec., 2, p. 3. Maior cane familiari maiore; longitudine corporis 3 5 ped. — 206 — caudee fere 1 5% ped. Caput oblongum, crassum, rostro acuto. Dentes fortes. Auriculce erectce, acute. Oculi oblique positi. Crura elongata. Cauda longius pilosa, incurvata. Color ex griseo fla- vescens, subvariegatus, interdum albus, rarius niger in borea- lnbus. Catervatim incedit quasi claudus, nocturnus. Pecora, Equos Sues, Canes occidit; in silvis suspiciosisimus vix audet; tractum funiculum metuit; portam non subit, sed sepimentum supersilit; sonum tub stentorece non fert. Summa fame et frigore lacessi- tus in propiam speciem et hominem scevil; gustata humana carne illam prefert; inediam díu tolerat, modo non desit aqua pro potu. Unguibus retractis incedit. Collum facile flectit. Noctu ulu- lat. Excellit olfactu atque auditu. Lichene vulpino occiditur. Odit maxime Canem familiarem. Coit lanuario mense; gravida 10 hebdom, parit in nido ex muscis mollioribus parato, loco oculto, pullos 5-9 coecos. Adolescit anno tertio. Altas 15-20 annorum. Morsus pernitiosus. Tunior mansuescit. Pediculos pulicesve non fert.—Erxleben, p. 559. Sinonim. scientif. —Lupus silvestris. Aldrov., p. 173. Lupus vulgaris. Charlet, p. 15, et Keim., Quadrup., p.70. Vulgo. —Lobo el “o, Loba la Q, Lobeznos ú Lobatos las crías. Llop el “o, Lloba la Q, Llobarret el cachorro, en catalán. Otsod el "o, Otsoemá la Y, Otsocumea el lobezno, en vascuence. Lobo el “o, Loba la Q, y Lobato la cría, en portugués. En varias de las obras españolas que sobre Zoología se han es- crito y dejo citadas en la parte bibliográfica, se describe al lobo y sus costumbres de modo tan cabal, que, á pesar de ser muchas de ellas de uno, dos y hasta de tres siglos atrás, no sólo no desmerecen de las más modernas, sino que algunas podrían servir para enmen- dar la plans á las que hoy suelen escribirse con más pretensiones que ciencia. Muestra sea de mi aserto la siguiente descripción que del Lobo y sus costumbres nos hizo, hace dos siglos y medio, Alonso Martínez de Espinar en el libro 1, e. xxxiv de su Arte de Ballestería, tita- lado: «De la naturaleza y calidades del Lobo». «Es el Lobo, dice, un perro silvestre; la proporción y hechura de su cuerpo es lo mismo que los perros. Pruébase esto con más — 207 — evidencia, pues se ven cada día parir las Lobas perros y las perras Lobos, porque se ajuntan unos con otros, como asimismo se ve en los jabalíes que toman las puercas mansas. En su ajuntamiento los Lo- bos se quedan ligados como los perros, y están las Lobas preñadas lo mismo que las perras. El mes de Febrero es el de su celo, y pa- ren entre Abril y Mayo, quince días más ó menos; su color ya se sabe por lo común, aunque yo los he visto todos negros y blancos, y esto es adulterarse la casta, como queda dicho: de medio cuerpo atrás son algo derrengados; de medio adelante muy bien hechos; fuertes brazos, grandes pechos; la cola es algo corta y la tienen muy poblada de pelo; la cabeza es grande, la boca muy rasgada, los ojos muy vivos, las orejas derechas y puntiagudas; son de mu- cha fuerza y ligereza, mucho olfato y aguda vista; los más campean de noche; son animales cautelosos; roban solos y acompañados; aun- que haya quadrilla de ellos no andan siempre juntos, porque cada uno busca lo que há menester, y por esto se dividen: mas para hacer daño se juntan, y con aullidos se llaman desde los sitios que acos- tumbran, que por la mayor parte son en la tierra más alta de donde ellos habitan, y allí hallamos sus rastros y escarbaderos; son sus aullidos temerosos, y la primera vez al que no los ha oído le ate- morizan, particularmente de noche; relúcenles los ojos en la obs- curidad como unas candelillas; son muy cariñosos de sus hijos, y para cuando la Loba ha de parir busca dónde esconderlos en cuevas ó grandes espesuras y partes secretas; y en recelándose del hombre los muda á otra parte, y cerca de donde los tienen no hacen daño al ganado. Mientras los hijos son muy chicos está la madre con ellos y el Lobo la trae con qué sustentarse, hasta que los cachorros empiezan á comer de lo que él trae; á este tiempo sale la madre á buscarles sustento y los deja: en siendo mayorcillos, que comen bien, entrambos, macho y hembra, les acuden y les dan de lo que ellos han comido; porque allí lo vomitan, que parece echan de ver no lo pueden digerir de otra manera, y por eso se lo dan mascado y menudo. » «Quando son para poder campear, los llevan consigo para ense- ñarles cómo se han de sustentar y para que aprendan sus astucias, y esto lo consiguen con mucha brevedad, porque su natural les ayuda y la necesidad les obliga, que entonces los padres no les acuden. Es este animal muy cobarde, y su mayor defensa se funda — 208 — en huir, y aunque esté junta una quadrilla dellos, no se ponen en defensa ni se aunan para socorrer al caído; de cualquier ruido se atemorizan, particularmente de la gente, y en sintiéndola, ni la madre aguarda al hijo mi el macho á la hembra; cada uno pro- cura ponerse á salvo, perezca el que menos pueda, cosa que no ha- cen los otros animales, porque la cierva, gama y jabalina siempre aguardan á sus hijos y los llevan en su compañía, y muchas veces por no desampararlos pierden la vida.» - «Toda la gente del campo, particularmente pastores, ballesteros y monteros, tiene por cierto que no se crían todos los Lobos ni lle- gan á ser grandes, porque viene á ser muy poca la cantidad que hay de ellos respecto de los otros animales. » «La causa de esto es que como se sustenta de carne y ésta no la alcanzan siempre que quieren, por esto pasan grandísimas nece- sidades, y la vez que cazan ó hallan alguna res muerta comen hasta no poder más, aunque sea carne dañada y corrompida; y cuando son cachorros, de quantas inmundicias hallan hinchen el vientre; que como no son astutos para buscar sustento, como los lobos viejos, es mayor su necesidad, y apretados de la hambre se hartan de tierra á más no poder, cosa que otros animales solo comen por vicio; ans dice el adagio que la tripa del Lobo nunca se harta. Esto lo vemos todos los días, que para juntar estos animales para hacer ojeos los cebamos echándolos alguna cabalgadura muerta, y el día que to- man bien el cebo no dejan rastro della, que comen hasta los mis- mos huesos, y para esto no son menester más que dos ó tres Lobos, que bastan para no dejar nada; y las más veces van tan hartos, que vomitan mucha parte de lo que han comido y lo entierran, y cuando tienen necesidad lo vuelven á buscar. Ansimismo sl ay cuadrilla dellos, los más valientes comen en la res y los otros andan á la re- donda á ver si pueden coger algo; y ansi vemos que quando ay muchos lobos juntos de la res ó cabalgadura que comen, en una parte se halla el hueso de una pierna y en otra el espinazo, y desta manera Cada hueso de por sí, que la pitanza que cada uno puede coger huye con ella porque no llegue otro, que ellos son embidio- sissimos; por su naturaleza tienen poca vida, y de las hartazgas de las inmundicias que comen se les corrompe el aliento muy breve- mente, y ansi están sujetos á morirse de cualquier herida; el perro, lamiéndose, sana de las suyas; y el Lobo las corrompe y encancera, — 209 — y desto dizen que mueren las tres partes dellos. También se verifica ser ansi esto, en ver con la presteza que se corrompe este animal; porque de una hora muerto no hay quien llegue á él, que inficiona su mal olor; y pasa esto aun más adelante, que si alguno se viste la piel de la res que mató el Lobo, es cosa común hincharse de sarna y llenarse de piojuelos; y si se llega á teger esta lana se po- drece y corrompe más apriesa, porque del aliento del Lobo quedó in- ficionada; ya se ve la antipatía que tienen unos animales con otros, pues es cierto que un pellejo de León junto á uno de Lobo éste se pela y podrece, y el otro se conserva entero y con su pelo. Lo mis- mo hace el pellejo de Lobo con los de oveja. » «Los más fieros animales vemos que doman su fiereza y cobran amistad y cariño al hombre y no le son traidores; y aunque es ver- dad que se suelen criar los Lobos desde pequeños en casa como un perro, mas jamás se halla en ellos verdadero amor, que la mala na- turaleza suya les tira á que quando menos piensa el hombre hagan de las suyas; y particularmente se ha de temer esto en este animal siempre que esté comiendo, que entonces ni tiene amor ni respeto á su dueño y le estará mirando á traición, y él da á entender su mal natural; si se acierta á coger un Lobo vivo y le tienen ence- rrado, siempre le verán arrinconado, la cabeza baja en lo obscuro, mostrando su cobardía, y aunque le hagan mal no procura defen- derse ni se embravece como el jabalí y el gato, que en viéndose en- cerrados son más valientes. Los Lobos no lo son-si no es en qua- drilla quando se juntan para hacer sus robos, y entonces qualquiera empresa acometen y así matan todo género de ganado mayor y me- nor, vacas, yeguas, Carneros, cabras, venados, gamos y puercos; y finalmente, donde ellos andan no ay seguridad en los ganados en el campo; quando quieren acometer una res grande, primero la procuran cansar, andan á la redonda della, y la res hace lo mismo por guardarse dellos, y en viendo que se descuida ó que ya no puede más, en arremetiendo el primero le ayudan los otros de ma- nera que en un instante le echan las tripas fuera, porque poniendo el Lobo la boca y manos saca el bocado entero.» «Andan estos animales siempre tras el ganado, porque es su sustento; son muy mañosos y astutos para cogerlo; si es de día, antes de intentar de hacer la presa hacen algunas diligencias. Lo primero atalayan donde anda el pastor y los perros, y se guardan 14 — 210 — Y de no ser vistos dél ni sentidos dellos; á el poco alguna mata ó peña delante, y por detrás della se meten como un cazador á una res, y al ganado entran con el viento para que él ni los perros no les sientan; quando no pueden gozar desta comodidad, se están quedos hasta que la pueden tener; si tienen ocasión, la executan con increible presteza; quando han de arremeter, van la barriga por la tierra, cubiertos con alguna mata, como queda dicho, y aguardan que la res se le arrime; esto hacen por estar en más des- canso y aliento; si es cordero el que quieren coger ó cosa que ellos puedan llevar en la boca, con grande agilidad lo hacen; quando es res grande que no la pueden llevar con otra astucia, la sacan de entre las otras, ásenla del pellejo del pescuezo ó de la oreja de ma- nera que no la hacen mal, y encaminándola adonde la quieren lle- var arriman su cuerpo á ella y con la cola la van dando por detrás, y con el miedo que lleva de él huye muchísimo y en un instante se desaparecen del ganado, que las más veces no son sentidos. Esto lo más ordinario es hacerlo un Lobo solo de día. Si es de noche y ay quadrilla dellos, con otra astucia dan en el ganado para que los sientan los perros y salgan tras ellos, como lo hacen, y en pare- ciéndoles que están apartados del ganado, los que se quedaron arre- meten á él y cogen lo que pueden; y en dejando los perros tras los que fueron, ellos por el rastro buscan á los que tienen la presa y así todos gozan della. » «Paréceme que dirá el que leyere este capítulo, si tuvieran dis- curso estos animales, creyera lo que refiere el autor: pero sin él, parece imposible; mas de esta verdad los pastores experimentados serán fieles testigos, y no hallarán duda en ello por la experiencia que tienen de lo que les sucede muchas noches, que su instinto, obligado de la necesidad, les enseña estas malicias y otras que pa- recen increibles. Es su natural tan malo y tan dañino, que no se contentan con comer hasta que se hartan; pero si alguna vez acier- tan á hallar el ganado solo, sin defensa de pastor y perros, matan quanto pueden, porque su sed de hacer daño jamás halla hartura, propia condición de los avaros, que por mucho que tengan no se hartan. Es muy cierto que los Lobos se mudan en seguimiento del ganado de unas tierras á otras. Larga experiencia ay desto, porque se averigua que quando el ganado baxa de la montaña de Leon y pasa á Extremadura, ven los pastores ir los Lobos en su segui- mi — 211 — miento y lo textifican; porque ay algunos tan señalados, que los conocen y los ven en el verano en una parte y en el invierno en otra; con su malicia reconoce los perros valientes, y en el ganado que tienen alguno que se muerde con ellos y los maltrata, no osan llegar á él; y si los perros son cobardes, embisten y no temen de- lante dellos coger la presa; y los siguen, en siendo más de un Lobo, comen lo que llevan sin hacer caso del perro; y si no es más que uno solo y ve que le sigue mucho, suelta la presa y arremete á él y le maltrata para que le deje y no llame con su ladrido otros y se la quiten. Si es quadrilla dellos y el perro es valiente, juntos le acometen, mátanle y se lo comen; y esto se ve muchas veces, por- que en faltando el perro de la majada le van á buscar y no suelen encontrar de él más que las carlancas, que son unos collares de hierro con muchas puntas que los ponen para que no les puedan morder el pescuezo. » «Las noches de tempestades son quando más á su salvo hacen sus robos, que en éstas campean más y no dexan cosa que no an- den, y en quatro leguas ó más de donde habitan no ay cosa segura dellos; son tan voraces, que si se ven apretados de la hambre y al- guno dellos está enfermo y le ven decaido, le matan y se lo comen, que son lobicidas de sí mismos, Cosa que no se ve en otros anima- les. No para esto aquí, que es muy cierto haberse comido muchos hombres; y esto sucede muy ordinariamente en las montañas, donde en el invierno, por ellos y por las nieves, encierran de noche todo el ganado en los lugares, y la necesidad les obliga á que dentro de las mismas casas intenten sacarlo; y en tiempos tales, si topan en el camino algún hombre sin defensa, le acometen y se le comen. » «Finalmente, fuera de muchas cosas malas que el Lobo tiene, dicen que se hallan en él algunas muy provechosas para la salud del hombre. Apretándose el vientre con el pellejo del Lobo, dicen que es remedio para la cólica. El pulmón molido y bebido en vino ó caldo, es remedio para poder respirar los que tienen en esto difi- cultad, y el corazón molido y bebido dicen que quita la alferecía. El hígado y la mano derecha del Lobo los aplican para el dolor de ijada y otros males; estos dos deben ser más eficaces, porque mu- chas personas me han pedido estas dos cosas para muchos males. » ¿Qué puede añadirse al relato que de La naturaleza y calida- des del Lobo nos hizo Alonso Martínez de Espinar en los tiempos — 212 — de D. Carlos Felipe de Austria? Nada, absolutamente nada; pues zoográficamente describió, como he dicho, al Lobo de un modo tan cabal, que no dejó que añadir cosa alguna; y en cuanto á las cos- tumbres todas de la fiera citada, deja muy atrás á cuantos antes y después han escrito sobre ella. Martínez de Espinar non relata refert, sino que cuenta lo leído por él mismo en las páginas del gran libro de la naturaleza, y por esto resulta verdad todo cuanto dice, de lo cual puedo dar fe, pues es visu he podido compulsar casi todo lo que nos refiere, y hasta en algún caso he sufrido las consecuencias de las mañas del Lobo. Conviene además señalar que nuestro célebre arcabucero Consi- dera al Lobo negro (Canis Lycaon, Hart.), no como una especie distinta, según la describen algunos zoólogos, sino como variedad del color de su pelaje, que otras veces es blanco, cano ó rojizo, se- gún vemos sucede en el perro doméstico, y esta circunstancia y la de llevar la cola recta en vez de caída, no son caracteres de impor- tancia específica, debiendo admitirse solo, como lo ha hecho Lesson, cual signos de variedades. Las que los naturalistas denominan Ca- nis Lupus albus, C. L. fulvus, C. L. niger, C. L. ater ó Lycaon, todas las tenemos en nuestra Fauna ibérica. Antes abundaban más los Lobos en todas las provincias de la Península; pero, á medida que el cultivo intensivo de las tierras ha crecido, y ha aumentado la población rural, la persecución activa que sufren tales fieras ha hecho disminuir su número, en términos que son raros en el litoral, y aun tierra adentro sólo se ven en buen número en los sitios montuosos, sobre todo si en ellos hay ganade- ría; siendo exacta, como lo he visto, la observación de Alonso Mar- tínez de Espinar de que siguen á los ganados transhumantes, y en- tonces disminuyen en las dehesas del extremo y aumentan notable- mente en las alturas donde aquéllos veranean. Entre los autores españoles que describen circunstanciadamente el Lobo, citaremos á Lorenzo Palmireno, en 1572. Gonzalo Argote de Molina, en 1582. Jerónimo de Huerta, en 1602, Francisco Vélez de Arceniega, en 1613. Fray Miguel Agustín, Prior del Temple, en 1617, Diego de Funes y Mendoza, en 1621. Alonso Martínez de Espinar, en 1644. ÓN — 213 — Cortés, en 1672. Agustín Calvo Pinto, en 1674. Ivan de Arphe y Villafañe, en 1675. Rdo. P. Fr. Andrés de Valdecebro, en 1680. Hidalgo (D. Carlos), y Gutiérrez González (D. Antonio), en 1847. Víctor López Seoane, en 1861. Machado, en 1870. Martínez y Reguera (D. Leopoldo), en 1881. db. VULPINI. Canes minores; rostro attenuato, elongato; cauda villosa, longa, rotundata; puptillis oblongis; glandula cauda distincia. Sin desaparecer la semblanza perruna, los Canes que en esta sección se agrupan tienen caracteres propios que los reunen y dis- tinguen de los Lobinos que dejo descritos. Lesson los eleva á la categoría de Subgénero, que llama Vul- pes, nombre de la especie tipo, y reune en él 22 formas, que se en- cuentran repartidas, cuatro en Europa, cuatro en Asia, cinco en África y nueve en América. De las cuatro europeas, dos las tenemos en nuestra Fauna, que son las siguientes: CANIS VULPES. (Linn. Fauna Suecica, 7.) Cauda recta, apice albo. Corpus fulvus. Auricule erecto. Labia alba. Pedibus anticis nigris. Ambrosiaco fragrat odore su- pra caude basin.—Syst. Nat., p. 59, esp. 4. Longitudo corporis paullulum supra 2 pedes. Caput latum, rostro acuto, fronte plana. Oculi oblique fissi, fusci, splendentes. Auriculcee acutce, erectcee. Corpus large pilosum. Cauda crasa, recta, villosa. Color corporis fulvus, labiis, gula, striaque longi- tudinali pedum, caudaque apice albis, pedibus anticis, auwricula- rumque apicibus nigris. Pectus cum ventre cinereum. Raro totuws albus.—Erxleben, Syst. Regni Anim. Synonim. scientif.—Canis Vulpes, omnium Auctorum. Vulpes vulgaris. —Brisson, Reg. An., p. 239, año 1756. Vulpes.—Plin., Gesner, Joust., etc. "Morns.—Aristót. Kepóo.—Opian. — 214 — Renard., Buff. Vulgo. —Zorra, Zorro y Raposo el 9; Raposa, Zorra y Rabosa la O, en castellano. Raposo, Perico, Pedro y Xau, común de dos; Raposiños las crías, en Galicia. Guineu y Ganlla, en catalán. Azarid y Lukid, en vascuence. Raposo el “o, Raposa la Q y Raposinhos las crías, en portugués. Zorra, dice el Diccionario de la Lengua: «Cuadrúpedo muy común en los países montañosos del antiguo continente. Es de unos tres pies de largo sobre uno y medio de alto, y bastante parecido al perro, del que se distingue en tener la cabeza más redonda y la cola lacia, larga y muy poblada de pelo. Es de color rojo, con la extremidad de la cola blanca. Se alimenta de conejos y aves, que caza valiéndose más de su extremada astucia que de la fuerza. Se oculta en madrigueras, y despide de sí un olor fétido que ahuyenta á los que le persiguen». Como del Lobo, Alonso Martínez de Espinar nos da de la zorra una descripción é historia cabal: «Es, dice, la Raposa especie de pe- rro; su tamaño es mediano, el color rojo, las orejas pequeñas y pun- tiagudas, los ojos muy vivos, el hocico agudo y negro, la cola larga y muy poblada de pelo, la punta della blanca; su voz es un gruñido largo, como que remeda al perro; lo más común es oirle de noche, aunque se suele oir de día; son estos animales muy cariñosos de sus hijos; por la mayor parte los paren y crían en cuevas, y mientras no comen está la madre con ellos, y de noche sale á buscar su sus- tento; paren comúnmente cinco y siete; en su ayuntamiento se que- dan ligadas como los perros, y están preñadas lo mismo que las pe- rras; paren por Mayo y Junio. Es animal que caza á todas horas de día y de noche; es muy mañosa y astuta; para llegarse donde quiere hacer la presa, entra siempre á la caza pico á viento y con gran sutileza, y no arremete sino quando la tiene muy cerca, y entonces con grandísima presteza coge todo género de caza, conejos, liebres y otros animalejos de la tierra, y lo mismo hace de noche con las aves que duermen en ella, como perdices, gangas, ortegas, sisones y otras. Campea toda la noche; es de muy grande olfato, y en dándole el de las aves se arrima á ellas con gran secreto, y — 215 — particularmente las noches de recios vientos que ellas se meten en los abrigos, donde las halla dormidas y las arremete y se queda con la presa en la boca. Hacen grandísimo daño en los sotos y montes donde hay caza menor, que no solo matan los conejos que están encima de la tierra, sino que por el olfato conocen las gaza- peras donde los conejos paren sus hijos, que los paren debaxo de la tierra, y escarban y los sacan.» «Asimismo hacen mucho daño en los corderos cuando son pe- queños. Para enseñar á cazar sus hijos quando empiezan á campear en la tierra que hay conejos, los lleva en ala y ella va en medio haciendo diligencia por hallarlos, y en levantándoles, madre y hijos hacen lo que pueden por pescarles; son muy dañinas si entran donde hay gallinas ó patos ó otras aves mansas; si es de dia, se conten- tan con llevar una en la boca; si de noche y no hay quien las de- fienda, es su natural tan malo que no se contenta con matar la que ha de comer, sino que no deja una viva. Es muy inclinada á comer los Erizos, y ellos tiemblan de verla y luego se hacen un ovillo, pareciéndoles que sus púas les defenderán; más no le falta á ella maña contra esta astucia: vuélvele boca arriba y se orina encima dél, con lo qual le quita la respiración y le ahoga, y entonces se abre el Erizo y se le come. Es asimismo perseguidora de lirones, rato- nes de agua y topos que se crían en las riberas y tierras húmedas, los quales caza con mucha sutileza, hasta las lagartijas y grillos; y es muy de ver quando anda tras dellos, que va con tanto secreto levantando un brazo y volviéndole á asentar con gran cuidado para no ser sentida, y quando llega cerca pone el oído para escuchar donde suena y atinar con su agujerillo, y en viéndole fuera se le tapa con la mano y se le come: si va á pasar en tiempo de yelo por encima de alguna agua que esté helada, pone la mano, y si le parece no está firme y que suena cerca, echa por otra parte; porque hace esto y otras muchas cosas, la tienen por muy astuta; lo cierto es que para buscar su sustento no le faltan mañas.» Falta añadir al anterior relato de Alonso Martínez que las Zo- rras son también frugívoras y que no desdeñan en su temporada las frutas de las huertas y hasta las silvestres, pues repetidas veces he encontrado, buscando insectos coprophagos en los excrementos de las Zorras, las semillas de frutas no digeridas, principalmente de las moras de zarza y pomaceas, y hasta se les ve comer el fruto del — 216 — palmito en Andalucía. También, como los perros, comen los excre- mentos de aleunos animales. Atacan las colmenas para comerse la miel, y el tupido pelaje que cubre su cuerpo les libra de los agui- jonazos de las abejas. Al huir perseguida, las ventosidades que suelta, sumamente hediondas, apartan los perros que las siguen de cerca, y les repugna morderla cuando con su orín fetidísimo empa pa el jopo y aspergea al can que la ataja. Su voz es algo parecida al ladrido del perro, con el cual se la ha visto unida ó ayuntada car- nalmente; pero, según dice Buffon, no resultan mestizos. Existe la variedad albina Vulpes totus albus, Riding, que rara vez se halla en España , y la cual no debe confundirse con el Varl- pes Lagopus, también blanco, que es de Laponia. La variedad V. alopex, cauda apice nigra, Linn., es tan común en España como la vulgar, diferenciándose en tener la punta de la cola ne- gra en vez de blanca; y por fin, la variedad V. melanogaster, de Car. Luc. Bonaparte, cuya pechuga en vez de ser cenicienta es casi negra, también se encuentra en nuestra Fauna, aunque con menos frecuencia. Los autores españoles que he citado al terminar la historia del Lobo, tratan también de la Zorra, sin añadir nada nuevo á lo que nuestros monteros consignan en sus obras venatorias. SUBFAMILIA FELINA. Dentes molares tuberculati nulli in mandibula. Lingua as- pera. Pedes digitigradi, ungues retractiles. GuNus FeLis. (Omnium Auctor.) : ON ; : o .1—1 Dentes primores q" eadem serve collocati; lamar ETT primoribus multo longiores, conici, acuti, versus apicem sulcis exaratr; molares 37 antici 2 supra utrinsecus spurti, conoide,, crassiusculi; infra spurel, compresst simplices; tertius utrique utrinsecus maximus sectorius, acie bicuspide; superior interius gradu antico auctus; quartus supra tritorius, unicus, MINIMAS, caducus; tritorius infra nullus. Dentes 30. Caput rotundatum. Rostrum calvaria brevius, obtustusculum, rhinario prominulo, rotundato. Lingua retrorsum aculeata; pu- pilla his oblonga, illis orbicularis. Auriculce parvee, acuminate. Pedes antici pentadactyli postici tetradactyli. Plantce pilosce; un- ÓN TS — 217 — gues retractiles falculcoe, acutce, vaginatee. Mammce aut ventra- les 4 vel 2, aut pectorales et 4 ventrales. Cauda aut elongata, aut mediocris, aut brevis. SECTIO VERE FELIS FeLis Catus. (Linn. et Omn. Auctor. Systemat.) Cauda elongata fusco anmulata, corpore fasciis nigricanti- bus; dorsalibus longitudinalibus tribus; lateralibus spiralibus.— Limn., Syst. nat., 10, p. 42, n. 6. Felis catus ferus, Schrebers. —Ocrescente cana, fasciis late- ralibus transveris nigricantibus, occipite nuchaque striis 4 lon- gútudinalibus, cauda dimidio corpore breviore crasso, cylindrico, annulis tribus apiceque obtuso nigris, labiis plantisque podiorum nigris.—Saugethiere, Tab., 107, A. f. propria. Domestica tertice major, pilo longiore. Longit. 1 2 ped. Cau- de 1 ped. Synonim. scientif. —Fo7, Aristóteles. Catus sylvestris.—Gesner, Quadrup., p. 353, et Aldrov., Digit., p. 582. Catus silvestris, ferus vel feralis.—Klein., Quadrup., página 15. Le Chat Sauvage.—Butf., Hist. Nat., vt, tab. 1. Vulgo. —Gato montés, Gato de monte, en castellano. Gato montés, Gato bravo, Gato fero, Jato, en Galicia. Gat salvatge en Cataluña, y Gat sauvatge, en las Ba- leares. -Basakatua, en vascuence. Gato montez, en portugués. En el Diccionario de la Lengua castellana, el Gato montés se define breve y erróneamente como sigue: «Especie de Gato con la cola roja y anudada, el cuerpo con fajas negruzcas, las tres del lomo largas, y espirales las de los lados». Alonso Martínez de Espinar dice en un libro de montería, y en el capítulo que titula Del Gato montés y su calidad : «Es animal muy semejante al León en la compostura de su cuerpo; su color es pardo, rayado de listas negras; es mayor de cuerpo que los caseros; relúcenle los ojos de noche como si fuesen de fuego; sus uñas crecen y menguan con la luna; no llega á tener — 218 — más hijos la Gata en las veces que pare de veintiocho, que son las que la Luna da vuelta al Zodiaco; tiene la lengua áspera como una lima, y si se lame mucho en una parte, se desuella; tiene la cabeza redonda como el León y las orejas cortas, y es muy parecido á él en el andar y cazar. Son estos animales muy luxuriosos y las hem- bras muy amigas de hijos; y así, aunque padecen dolor quando se ajuntan con los Gatos por ser su semiente tan caliente que les abrasa el útero, con todo esso los solicitan con voces por quedar preñadas, y en cumpliendo su apetito huyen dellos, y por esta causa se sue- len comer los machos los hijos recien nacidos, porque viéndose la madre sin ellos les vuelva 4 admitir; son muy amigos de andar ju- gando con las manos, mayormente quando son pequeños, para en- señarse á asir qualquiera cosa con las uñas, la cual ponen donde haya dificultad, y entonces usan de su maña y presteza; son lim- pissimos y amigos de tener el pelo lustroso, y mojándose las ma- nos con saliva se lavan la cara, y lamiendo el pelo le ponen muy brillante; son de su naturaleza fríos, y en tierra fría no se crían; su mayor habitación es en peñas y cuevas; son grandissimos caza- dores de animalejos como conejos, liebres y todo género de ratones y aves. De ellos pudiéramos aprender los cazadores como habíamos de entrar á tirar la caza para no ser sentidos ni vistos della; aun- que son tan ágiles, no corren mucho á carrera larga; arremeten á la caza de salto, que con su mucha sutileza y maña se le acercan tanto que aquello les basta para alcanzar la presa, y son certissl- mos en ella, porque jamás yerran golpe y tienen cruel boca y uñas. Assimismo en su defensa son muy valientes; ningun animal de su tamaño se le iguala; no obstante esto, son muy huraños; siempre que pueden excusar batalla lo hacen, y cuando no pueden huir por la tierra, se encaraman en los árboles; pero llegado 4 ser fuerza el defenderse lo hacen valerosamente, maltratando los perros que los persiguen, y son su boca y uñas muy venenosas.» «Es animal nocturno; lo más que anda es de noche; recógese á su Cueva antes de salir el sol, y sale della despues de puesto; su carne es muy semejante en el color y sabor á la de la liebre, que es blanda y caliente, y lo mismo es su hiel. Su longitud 1 Y de pie, la cola 1 - de pie.» Tales noticias, tan detalladas y exactas, me excusan dar otra descripción, y sólo añadiré que es el /. Catus en nuestra Fauna co- — 219 — mún en todas partes, con tal que encuentre seguridad y abundante sustento. FELIs CATUS DOMESTICUS. Pilis brevioribus coloris variis; labiis plantisque podiorum ni- gris, cauda elongata attenuatá seepe annulata. —Briss., Regn. An., p. 264, 1.—Hospitatur ubique; animal notissimum. Synonim. scientif. —Afloupos. —Aristóteles, Hist. anim., v, C. 2, número 22. Felis domestica. —Omnium auctorumn. Moribus congenerum, tranquilla ore molat, caudam erigit, excitata agillisima, scandit, irata fremit odore ambrosiaco; ocult noctu lucent; parce bibit; urina maris corrosiva; ructus foetidis- simus; stercus sepelit; clamando maandoque misere amat; cum- pullis repentibusque ludit; in preedam intenta caudam movet. Murum Leo; pacata in comenssantibus; pullos convocat; carnes” piscesque edit, calida, salsa vegetabiliaque respuit; os instante tempestate manu lavat; dorsum in tenebris electrisat; in altum decidit in pedes. Pulices non habet (esto no es cierto). Delectatwr Maro, Nepeta, Valeriana. Coit primo vere, gravida 63 diebus, parit 3-6 coecos per dies novem.—Linmn., Systema naturce, p. 62, tomo 1.” Catus domesticus.—Schwenckf. Theriotr., p. 79. Klein., Quadrup., p. 15. Le Chat domestic.—Buffon, Hist. nat., v1, tab. 2. Vulgo. —Gato el “o y Gata la Q.— Miau, Mio, Miz, Mizo, Micho, Mino, Minino, Morro, Morrongo y Morroño. Gat, Móchet, Mox el “o, Gata, Moxa la Q. Móxet, dimi- nutivo, en catalán. Gat y Moix, en las islas Baleares. Mixo, Gato, Mico, Michiño, Miquiño el “o, en gallego. Catua, Miz el o, en vascuence. Gato el “o, Gata la Q, en portugués. En el Diccionario de la Academia está la siguiente definición del gato doméstico: « Animal cuadrúpedo, muy ágil, que sirve en las casas para perseguir los ratones y otros animalillos. Tiene el hocico corto, las uñas agudas y corvas y la cola larga». Explicación tan deficiente, que lo mismo puede aplicarse al gato, que á la mangosta, al perro ratonero, y, aun suprimiendo lo de ágil, hasta al galápago. — 220 — Para evitar tal confusión se ha propuesto, para la próxima edi- ción del Léxico, la definición siguiente: «Gato. Mamífero carnice- ro, domesticado, muy ágil, de unos cincuenta centímetros de lon- gitud desde lo alto de la cabeza al arranque de la cola, que por sí sola mide, próximamente, tres decímetros; cabeza redonda, mosta= chos rígidos y largos, lengua muy áspera, patas cortas digitígra- das con los dedos armados de uñas fuertes, arqueadas y retráctiles á voluntad del animal; pelaje espeso, suave, de color negro, rojo, blanco ó con mezclas de estas tintas, con la particularidad inexpli- cable de que sólo se reunen los tres colores en las hembras. Su uti- lidad en las casas para perseguir los ratones la ponen algunos en duda, por creer que tal servicio no compensa los perjuicios que de varios modos ocasiona». Las variedades que del Gato doméstico existen en la Península, son las siguientes: a. Felis domestica ccerulea, Fischer, p. 522.—P. tota cinereo- ccerulescents, pilis longioribus, lanosis, mollibus. Vulgo, Gato franciscano.—Synop. Mamm., p. 208. b. Felis domestica striata. Cinerea dorso striis longitudina- libus nigris, in artubus curvatis. Vulgo, Gato maltés. c. Felis cumana. Cinerea, dorso obscuriore, lineis quator longitudinalibus nigris, cauda rotundata villosa, apice annulis tribus nigris. d. Pelis domestica hispanica. Rufa aut nigro-albo auran- tiaco varia, plantis, podiorum labtisque carneis; mas nunquam tricolor. F. Catus hispanicus, Erxl., Syst. Reg. anim., p. 522, 8. Vulgo, Mariposa. e. Felis domestica angorensis, Briss.—Pilis longioribus se- riceis, argenteís in collo longissimis, cauda villosissima. Var. co- lor. totum alb. aut grissescent. Vulgo, Gato de Angora. Por su mezcla, estas variedades producen un crecido número de subvariedades menos fijas. Una de las más constantes es el (rato rojo, cuyo pelaje en el fondo es más claro, pero señalado por fajas dorsales y laterales de un color más tostado, como en el /. domesti- cus striata de color pardo. El Gato Tralatitia, labíis rubicundis; corpore ut plurimum magro albove, aut nigro et albo maculato, es también común en todas partes. Mio — 221 — El Gato doméstico, lo mismo que el Perro, son hoy día anima- les cosmopolitas, que el hombre ha llevado doquier se ha estable- cido; entre ambos comensales nuestros existen grandes diferencias, tanto morfológicas como psicológicas. El perro es el más leal amigo nuestro; al paso que el Gato, siempre infiel y desagradecido, lleva su egoísmo hasta el extremo de perjudicarnos en vez de servir- nos; y si limpia la casa de otros animales nocivos, no es porque con esto pretenda pagar beneficios recibidos, no, sino para satisfa- cer su gula de fiera, que instintivamente le lleva 3 comer presas vivas, no sólo de aquellas que nos son nocivas, como los ratones, sino de muchas otras que para beneficio propio criamos. Nos mata y devora los pichones de los palomares, los polluelos de cría en los gallineros y los gazapillos de las conejeras; es la pesadilla el Gato de las cocineras, que, en vez de agradecerlas el cuidado que ponen para que no le falte nada en su comedero, aprovecha los menores descuidos para dar un asalto á las provisiones y producir disgustos. Léase la curiosa oración de Damián Marón y Rama, en la que se persuade que es menor mal sufrir ratones que tener Gatos en nuestras Casas; y en este humorístico escrito se acopian como prue- bas numerosas razones para condenar á los Gatos domésticos, que al fin y al cabo muchas veces, en los pueblos pequeños, desertan para hacer vida de campo, y en las ciudades populosas se van á los tejados, donde se atrincheran contra las reprensiones de sus amos, alardeando de su independencia con el mayor descaro. Pie ha dado el Gato doméstico para que de sus malas mañas se ocuparan escritores serios, tanto en prosa como en verso. Léase del festivo Quevedo el Cabildo de los Gatos; de Lope de Vega la arenga de Micifut cuando exhorta al asalto 4'su falange de Gatos; de Co- varrubias, en el Tesoro de la Lengua Castellana, la derivación de la palabra Gato, que afirma viene de Catus, Cauto, astuto, sagaz, y que se llamó Catón aquel célebre romano cuya prudencia, saga- cidad y astucia tanto renombre le dió. El Licenciado Thomé C. Bur- guillos, en la Silva sexta de su Gratomachia, al describir á Marra- maquiz, el amante de Zapaquilda, nos dice: «No había pez ni pieza de vaca en la cocina, que en volviendo Marina á buscar otra cosa la cabeza, — Uy == no caminase ya por los tejados para el dueño cruel de sus cuidados, tan ligero y veloz, tan atrevido, que no paraba, sin hacer ruido, hasta sacar la carne de la olla, del asador la polla, aunque sacase, por estar ardiendo, ó pelada la mano, ó con ampolla, fufú, fufú diciendo. ¡O quántas veces de la misma sartén sacó los peces! » Entre tantos perjuicios como el Gato doméstico produce, alguna indemnización saca el hombre cuando de su crianza aprovecha su pelleja, que en el comercio de peletería tiene un precio más alto que las de liebre y conejo; y esta especulación, que no se ha intro- ducido en España, no le pesaría al que la emprendiera, pues ha- ciendo la cría de los Gatos con esmero, como de la de otros anima- les, podrían conseguirse mejoras que aumentasen el valor de los pe- llejos, haciendo crecer la magnitud de las razas para conseguir ple- les mayores, introduciendo la selección conveniente para obtener uniformidad de finura en el pelaje y su coloración uniforme de blanco puro, negro, rojo, cenizo ó atigrado, etc. Hablan del Gato doméstico, desde el punto de vista zoográfico, nuestros autores antiguos: Jerónimo de Huerta, fol. 331. Vélez de Arciniega, p. 518. Funes y Mendoza, p. 309. Cortés, p. 178. SECTIO LYNCIUM Artus elevati, auriculce penicellatoe, cauda brevis. FeLis LiNx. (Auctorum.) Felis cauda abbreviata apice atra, auriculis apice barbatis.— Linn., Faun. Suec., 10. F. corpore crasso; artubus elevatis, vellere «estivo brevi, hi- berno longo, rufescente, maculis trunci plus minus extinctis, artuum distinctis minutis, linea dorsali concolore; circulo orbi- culari albo; auriculis nigro penicillatis, cauda longitudine capi- — 223 — is. Magn. fere Lupi; long. totu. 3 ped. 2-3 poll. Caude 7, poll. 4-6 lin.; altit. interscapulúi 1 ped 4 poll. Temm. Monogr., p. 111. Synonim. scientif. —Aúy¿.—Aristóteles, Hist. nal. anim.. 11, e. 7, 1 ll e 0, im 50. Cervarí: Lupi.—Plin., Hist. nat., L. xt, c. 22. et etiam Lynx, Plin., Hist. nat., L. x1, c. 46. Lupus cervarius.—Gesner, Quadrup., p. 169. Vulgo. — Lince y Lobo cerval en español y portugués, y también Lobo cervario en el Diccionario de la Lengua, que no le describe mal: «Cuadrúpedo, dice, que en algunas partes de España llega á »Crecer hasta una vara de altura (no lo creo); es de un color ber- »mejo obscuro con manchas negras mal terminadas; tiene la cola corta, y las orejas, que son largas y erguidas, acaban en un pin- »cel de pelos negros; trepa con facilidad sobre los árboles. » El nombre de Lobo cerval 6 cervario, hácese derivar de la idea de que ataca á los Ciervos. A la descripción latina que va copiada de Temminck, hay que añadir que los pelos son pardos en la base y rojos en la punta du- rante el verano, haciéndose más largos en invierno y con la punta blanquecina, al mismo tiempo que aumenta la pelusa, por lo cual crece el valor de esta piel en el comercio. Las variedades de este Gato son escasas y se reducen á las blan- cas Ó blanquecinas, producto de un albinismo. Las dimensiones del Lince adulto son tres pies, poco más ó me- nos, de longitud; la cola tiene unas siete pulgadas y media; la al- tura, ple y medio; la distancia de los ojos á la punta de la nariz, una pulgada y nueve líneas. Algunos individuos llegan á alcanzar hasta tres pies y medio de largo; pero los hay que apenas tienen dos y medio. El Lince era en otros tiempos común en toda Europa; pero la persecución que se le ha hecho por el valor de su piel le va extin- guiendo en las regiones meridionales, siendo ya raros los ejempla- res que se encuentran en los Pirineos, en donde yo nunca he visto ninguno, á pesar de asegurarse que existe con el nombre vulgar de Lobo cerval; y por si en efecto fuera cierto, le incluyo con la ad- vertencia que 20n ex visu, sed ad referentiam tantum loquor. Citan como de los Pirineos al Lince ó Lobo cerval: — 224 — Cuvier.—Reino Animal, t. 1.”, p. 162, año 1829. Lesson. —Complements de Buffon, t. 1.”, p. 411, año 1838. Boitard.—Le Jardin des plantes, p. 265, año 1842. Chenu.—Enciclop. ó Histoire natur. des Carnas., p. 114, año 1852. Trouellart.—Hist. natur. de la France. Mamm., página 227, año 1884. : Hablan también del Lince ó Lobo cerval los antiguos escritores españoles: Palmireno, Valdecebro, Cortés, Funes, Vélez, Huerta y Asso. Y los autores modernos: Hidalgo y Gutiérrez, López Seoane y Martínez y Reguera. Pero creo que algunos de estos escritores habrán confundido la especie de que tratamos con la siguiente, que es más común en España. FeLis PARDINA. (Temminck.) Lám. 3.2 Lete rufa, nigro maculata, auriculis penicellatis; cauda bre- viuscula, nigro maculata, neque annulata, neque apice nigro terminata. Schinz, Synopsis Mammalium, t. 1.?, p. 457. Sinonim. scientif. —Lynx pardina, Oken, p. 1.051, ó Felis par- dina, Oken, Cuvier, in Reg. anim., t. 1.”, p. 164. Loupe-cervier des fourreurs.— Perrault, nombre que en la peletería se aplica á todas las especies de Felis que tienen la cola corta y con un penacho de pelos en la punta de las orejas. Vulgo. -— Lince y Gato-clavo, ó Gato de Clavo. Gato cerval y Lobo cerval, Tigre gallego, Lobo-rabaz, Lubican, Lobezno y Lobo cerval, según el P. Sar- miento en sus Cartas al Duque de Medina Sidonia, tomo 12. Gato-cravo y Lobo cerval, en portugués. Nuestro Diccionario de la Lengua sólo dice que el Gato-clavo es una especie de Gato montés, explicación deficientísima que podrá enmendarse con Jos datos que más adelante daré. Se trata, á mi entender, de una especie crítica que conviene po- ner en claro, porque los zoógrafos que han hablado de ella no se en= cuentran acordes. — 225 — Temminck, en su monografía del género Pelis, textualmente la describe del modo siguiente: «Taille du Blaiwreau d* Europe (Meles taxwus), mais plus haut Sur jambes; grandeur et forme de notre Felis bay; queue courte, mais proportionnellement a la taille, plus longue que dans le Pelis lyno d'Europe. Les pinceaux bien distincts aux oreilles, de orands fa- voris aux joues, la robe et toute la queue convertes de méches NOIres. > «Pelage court; les poils laineux et les poils soyeux de la méme longueur, toutes les parties du corps, la face externe des membres et la base de la queue d'un roux vif et lustré, á peu pras de la méme teinte que dans le Caracal. Tout le pelage est. parsemé de méches ou taches galas e d'un noir parfait; ces taches sont un peu plus longues au dos qu'aux flancs et sur les membres; elles sout petites, et rondes á la base de la queue; la nuque est rayée de fines bandes d'un noir parfait; ces lignes noires, disposées sur un fond fauve, couvrent aussi la face; les favoris des joues, formant criniére, ont le leur moitié supérieure composée de longs poils fau- ves et noirs, et leur partie inférieure de poils d*un blanc pur; les pinceaux á la pointe des oreilles sont noirs; les lévres, le devant du: cou, la ligne moyenne du ventre et la face interne des pieds de de- rriére sont d'un blanc pur.» «Dimensions des individus de forte taille, en er totale, 2 pieds, 7 pouces; de la queue, 5 pouces, 3 lignes; distance du bord anterieur des yeux a la pointe du nez, 1 pouce, 9 lignes. » Cuvier, en el lugar referido, hablando de las especies de Lin- ces, dice: «Ces trois especes, ou variétés (1), ont la queue noire au bout. Ont croit pouvoir en distinguer un Lynx du midi de 1? Europe (Felix pardina, Oken), quí est plus petit, moins velu, roux mou- cheté de noir, et dont la queue a des mouchetures comme le corps». Fischer, en su Synopsis Mammalium, da una frase que con- viene con lo dicho por Cuvier.— Vellere brevi, leete nitideque rufo; maculis longitudinalibus sparsis atris; mystacibus buccarum magnis; auriculis penicillatis; cauda breviuscula maculata. Cau- da longior quam in F. Lynx. Chenu, en su Enciclopedia de ITistoria Natural, p. 213, ex- > (1) Felis Lynx, R.—Felis cervaria, Temm.—PFelis borealis, Temm. 5 —$9296 — tracta la frase de Temminck: «Pelage court, d*un roux vif et lus- tré, parsemé de méches ou taches longitudinales d'un noir profond, avec de semblables taches sur la queue; joues avec de grands favo- ris; queue plus longue proportionnellement que celle du Lynx or- dinaire, taille du Blaireau». Lesson, en su Compléments de Buffon, p. 411 del t. 1.*, dice: «Le Lynx du midi de 1"Europe /Felis pardina, Oken), plus petit et moins velu que le précédent, roux, moucheté de noir, ayant des mouchetures méme sur la queue, et qu'on rencontre en Portugal, en Serdaigne, en Sicile et en Turquie. Cet animal paroit étre le loup-cerviere décrit par Perrault, dans les Mémoires de 1” Acadé- mie, t. 3, p. 125, pl. 17». En la misma descripción de Schinz, con que hemos encabezado el artículo, encuentro inexacto decir «cauda breviuscula nigro ma- culata, neque anulata, neque apice nigro maculata», porque cons- tantemente existe el carácter de tener la punta ó extremidad de la cola negra. Tampoco puede admitirse con Temminck que proporcio- nalmente tiene el F. pardina la cola más larga que el F. Lyno, ni tampoco es cierto que las manchas negras de la piel sean todas alar- gadas, pues las hay redondas también. Es, por fin, muy notable que ninguno de dichos zoógrafos haya descrito la coloración del pe- laje de las orejas, cuando es tan notable en la parte posterior. Resulta de mis observaciones una deficiencia evidente en la des- eripción que se ha dado de este Lince meridional, si han de quedar bien definidos los individuos que en nuestra Fauna vemos, y esto me obliga á describirlos para rectificar las inexactitudes que acabo de señalar. GATO-CLAVO. (Felis pardina, Oken.) Tiene el pelaje suave, debido á su pelusa sedosa, y con el fondo de la coloración cana, resultado de que sobre el rojo de aquélla se difunde la tinta blanca en que terminan todos los pelos largos re- cargados sobre el vello tupido. Irregularmente esparcidas, y en nú- mero considerable, se ven multitud de manchas negras, redondeadas muchas de ellas y de magnitud diversa, que, cuando llegan á re- unirse varias en una dirección dada, constituyen fajitas más cortas ó largas y ondulosas; tales son las que se ven en la región dorsal ó del espinazo, desde la cerviz á la base de la cola. Las manchas de — 227 — los costados del cuerpo, y sobre todo las de las nalgas ó cuartos tra- seros y de las extremidades en la parte anterior hasta los dedos, suelen ser más redondeadas, numerosas y esparcidas sin orden al- guno, no sucediendo lo mismo con las de la cara interior, donde hay muy pocas, siendo transversas las de los brazuelos. La cola de este Lince tiene manchas redondas, en vez de los anillos negros que tienen otras especies, siendo la punta también negra, contra lo que en su monografía de los Gatos /Felis) dice Temminck, pá- gina 117, y repite en su Synopsis Schinz, que asegura es la cola neque apice nigro terminata. La cabeza, bastante abultada, es completamente felina, y mirada por detrás se ve, cuando están er- guidas las orejas, una Coloración marcadamente característica que no he visto descrita por los autores citados. En la parte posterior hay una banda negra transversa en la base, otra gris-rojiza encima, ancha, en forma de A, y sobre ésta otra triangular, también ne- era, de igual forma, cuya punta remata con el pincel ó penacho de pelos tiesos, negros y largos que adornan las orejas. Por delante, la parte tegumentaria de estos órganos en la extremidad libre la pueblan pelos largos canosos poco juntos, y la porción próxima al conducto auditivo está completamente pelada. La frente, como los carrillos, están cubiertos de manchitas ne- giras, unas veces abundantes y confluentes, y Otras más escasas; pero son constantes tres hileras horizontales de puntos negros que adornan el labio superior á derecha é izquierda y sirven de base á cada una de las cerdillas que constituyen el bigote ó mostacho, también de color. La parte desnuda ó borde de los labios es negra, que constrasta con la blancura de los dientes y rojo del interior de la boca cuando el animal la abre. También es negro como una mora el rhinarium ó punta desnuda de la nariz, y debajo del mentón ó barba se ve una mancha triangular rojo-obscura, cuyo borde corre por debajo del labio inferior, y la punta se dirige hacia el ingluvies ó parte intermandibular de los tegumentos. El color del pelaje de la garganta, pecho y vientre es igual, más blanco ó más rojizo, según predomine el número de los pelos largos blanquecinos ó los del codarios ó tomento, que son rojos. Un carácter sobresaliente del Gato-clavo ofrecen sus patillas, que tienen tal desarrollo que forman casi una gola completa á los lados del cuello, descendiendo desde la base de las orejas hasta de- — 228 — bajo de la mandíbula. Los largos pelos que las forman están dis- puestos de manera que constituyen tres bandas verticales: una blanca interior, otra negra en el medio, y otra rojiza exterior. No recuerdo que ninguna otra especie de Lince tenga este carácter tan desarrollado ni orladura tan bien combinada. Para terminar con los caracteres que pueden notarse en la cabeza, réstame señalar los ri- betes palpebrales, que son blancos, y partiendo ambos del ángulo interno ó nasal, el inferior termina en la comisura externa, y el superior no alcanza más que hasta la parte media del arco superci- liario. También se señala una faja ó tira negra desde el ángulo ex- terno del ojo hacia la base de la oreja. Finalmente, la planta del pie ó podarium tiene en el centro, á lo largo, una banda de pelos rojo-ferruginosos obscuros, que desde el calcañal alcanza hasta las primeras falanges del pie. Los pelos cor- tos que rodean la raíz de las uñas son rojos muy obscuros y cortos. Las medidas de nuestro Gato=clavo, tomadas en varios indivi= duos adultos que he examinado, son: 65 centímetros de longitud total por término medio, sin contar los 15 que mide la cola; 40 cen- tímetros de altura tomada desde el suelo hasta el alto del espinazo en la región escapular, y 44 centímetros en la lumbar ó grupa. El Gato-clavo se encuentra en mayor ó menor número en casi todas las regiones de nuestra peninsula, y es más común hallarlo en las provincias meridionales y del centro que en las del norte y litoral. Yo le he encontrado en los montes de Guadarrama, y hasta se ha dado el caso de entrar en el jardín de la casita de abajo del Pa- trimonio Real en el Escorial, cuyo ejemplar, muerto por un guar- * da, existe en el Gsabinete de Historia Natural del célebre Monaste- rio, y le he visto también saltar de un pino á otro huyendo por el monte del Quegigal. He recibido ejemplares para cambiar con otros Museos de Europa cazados en Andalucía, Extremadura, Cuenca, Sierra Morena, Salamanca, en las Batuecas y en Palencia y Astu- rias, y también he examinado pieles curtidas, procedentes de otros sitios, en las tiendas de manguiteros de Madrid. El P. F. Martín Sarmiento escribió largamente, en sus Cartas al Duque de Medina-Sidonia, sobre el Lobo cerval ó Lubican y Ti- gre gallego, que dice es una especie de Gato montés, que por su magnitud y por lo jaspeado de su piel llámanle así en Galicia... — 2999 — Asso le cita, bajo el nombre de Lobo cerval, «im montanis et syluis Aragonie non raro occurrit. Arbores scaudit », y Seoane dice existe en los montes de Villalba, San Pedro de Orazo y en los de la provincia de Pontevedra y Sierra de Courel. Machado asegura es muy común en el Coto de Doña Ana y del Rey, y Martínez Reguera lo señala también en su Fauna de Sierra Morena. Hidalgo y Gutiérrez, que describen bien el Gato-clavo en su Tratado de caza, es extraño no mencionen las localidades donde se halla, mientras que Cook, en el t.? 2. de su Sketches in Spain, página 283, lo cita de Sevilla y Sierra Morena. Por fin, yo lo he visto, como digo en mi Catalogo de los Mamíferos de la Fauna Matritense, en los montes del Escorial y de San Martín de Valde- Iglesias. Nuestros antiguos autores, aunque sólo con el nombre de Lince, distinguieron ya las dos especies de nuestra Fauna, y así Funes en 1643, copiando las anotaciones de Huerta, asevera hay dos gé- neros de ellos, unos grandes y otros pequeños, muy semejantes en todo y muy pintados. Cortés dice que, aunque parecidos, el Lince y el Gato cerval, son diferentes. Huerta, en 1624, consignó esta observación en el capítulo xxur, libro viu de la Historia natural de Cayo Plinio, hablando del Lince: «Hay dos diferencias dellos, unos grandes y otros pequeños; »estos menores siguen á las liebres, y los grandes acometen á los »venados. Entrambos son muy semejantes en la figura, y sus ojos »resplandecen moderadamente; tienen el rostro alegre y lustroso y »la cabeza pequeña, pero diferencianse en el color: los menores tie- »nen el pelo rubio, y los mayores de color de azafran; á estos lla- »man los italianos y los españoles Linces, y al menor, en algunas »partes de Germania, Lobo-gato porque en las uñas es algo pare- »cido al Gato»... Sigue este autor dando noticias de las costumbres de los Linces, que concuerdan del todo con las que hoy les observamos, y entre ellas la notable de cazar desde los árboles altos escondidos entre la espesura de su ramaje, desde donde se precipitan, como las águilas, sobre su presa cuando pasa al alcance del sitio donde se colocan de espera. d = 20 = SUBFAMILIA MUSTELINA. (Gray.) Dentes molares tuberculati in utraque masilla; unus post carnivorum utrinque supra; lingua lcevis: pedes congrui; cauda teretiuscula. Corpus elongatum, gracile, ductile; pedes breves. Agiles, crudeles, avibus quadrupedibus minoribus, ophidis, pascentes. GuBNUS MUSTELA. (Linn.) Dd a o pil a Cosa AE entes primores 57 amart AN | conac1; MOLares => E 5—5 , : Sy aut 86: Supra utrinsecus 2, aut 3; imfra 3 aut 4; spurí, supra tertíus aut quartus, infra quartus aut quintus sectorius, postici tritores tuberculati. Corpus gracile, elongatum, dorsum convexum; rostrum cal- varia brevius; nasus prominulus, rhinario obtuso. Lingua lcevis; auriculce parvcee rotundatc. Corpus codario et pilis longioribus vestitum. Pedes pentadactyli, digitigradi; ungues breves; cauda mediocris; mammue ventrales; glandule odoriferce anales. a. MARTAS. E z , Dentes molares spur El utrinsecus, dens sectorius tuberculo interiori minuto auctus: rostro subelongato. MusTeELA MARTES. (Linn.) Corpore fulvo nigricante, gula lutea aut flava. Longitudo corporis 18-19 poll., caude 10 poll. Auricule breves, rotundate. Oculi fulgidi. Nasus prominens. Maxilla su- perior obtusa. Dentes superiores primores sex paralleli, parvt, obtuso-acuti; laniarii solitaríi, maxima, spatio remoti; molares quinque: tribus anterioribus simplicibus minoribus, reliquis duo- bus spatio remotis. Inferiores prímores ses: duobus medíis re- tusis, minimas, obtusis; laniari solitaríi, masximi, cum primo- ribus paralleli; mulares uti superiores. Lingua longa, lcevis, tecta papillis acutis, mollibus, retro-spectantibus. Pedes pentadactyli; digitis subequalibus, undique villosi, semipalmali, pollice paulo í ' — 231 — breviore. Cauda pillosa. Totum corpus pilis profunde castanets, pulchris, splendentibus, gula pectoreque flavis.—ERXLEBEN. Synonim. scientif.— Martes silvestres.—Gesn., Quadr., p. 865. Martes arborea. —Schwenckt., Theriotr., p. 110. Martes, Tlonst.—Quadrup., tab. 64. Mardures.—Scheff., Lappon., p. 341. Mustela Martes abietum.—Rai., Syn. Quadr., p. 200. La Marte.—Butt., /Tist. nat., vu, p. 186, t. 22. Vulgo. — Marta, en castellano. Marta gallega, de los manguiteros de Madrid. Marta, en catalán. Mart, en las Baleares. Martaraña, en Galicia según López Seoane, si bien dice que este nombre lo aplican también á la Garduña. Erbiñuded, en vascuence. Marta, en portugués. El Diccionario de la Academia define bastante bien la Marta, diciendo: : «Cuadrúpedo muy semejante á la fuina ó garduña. Tiene el cuerpo de un pie y medio de largo, estrecho, más alto por el cuarto trasero; los pies cortos, la cola larga y bien poblada de pelo, y el color amarillo que tira á negro, más obscuro por el lomo que por el vientre. Aliméntase de huevos de pájaro y polluelos, y sus pieles son estimadas». Huerta la denomina Marta silvestre, y la describe del modo siguiente: «Son estas Martas las que los alemanes llaman Feldmarder, »que es tanto como decir Marta de los arboles (1). Hallanse estas »Martas en lugares montañosos y asperos, y nunca los desamparan, »y en esto se diferencian de las domesticas y en tener el cuello por »debajo del tragadero, no blanco, sino de color luteo, y el pelo de »todo el cuerpo mas escuro. Pero entre estas se hallan dos diferen- »Clas, unas que crian en los abetos, las quales son las mejores, mas »hermosas y de mayor estima, y otras en las hayas, que valen »me€nos». (1) Esto es una equivocación de Huerta: Feldmarder quiere significar marta silvestre: de feld, campo; y marder, marta. — 232 — Troussart equivoca esta especie con la siguiente (Mustela foi- na), atribuyendo á la primera el carácter de tener la garganta man- chada de amarillo, cuando es todo lo contrario, -como se verá en la descripción de la Garduña. Además de dicha diferencia característica, se distinguen tam- bién por su habitat distinto, viviendo Ja Marta en los montes po- blados de árboles, sobre todo de coníferas, y la Garduña en las po- blaciones ó cerca de ellas, y hasta en los desvanes de nuestras casas. La Marta persigue de noche á las aves dormidas que están co- bijadas en los árboles ó en las tierras, á las ardillas en los pinares, á los ratones, arbicolas, topos y otros mamíferos pequeños. Para criar forma una especie de nido ó cama en lo alto de los pinos y abetos, invadiendo también los que para sí tienen hechos las ardillas. Su parto es de dos ó tres hijuelos, que cría la madre con gran cuidado, llevándolos, cuando son creciditos, presas a para su alimento. El humor :almizclado que segregan las glándulas: 6 folículos anales transciende á la piel del animal y hasta á sus excrementos. Hablan de la Marta nuestros autores antiguos Jerónimo de Huerta, fol. 323, con más detalles que Funes y Mendoza, p. 387. Después la citan: Ramis, con el nombre de Mart, en su Catá- logo, p. 3, como animal de la Fauna mahonesa, lo cual dudo, siendo posible la confundiera con la especie siguiente; está también men- cionada por López Sevane, en la p. 145 de su Fauna de Galicia; por Martínez Reguera, en la suya de Sierra Morena, p. 148, y por Cool: en su Sketches in Spain, p. 282, quien la da como de los Pirineos. De mis investigaciones sobre esta especie resulta que noes rara en dicha cordillera; que también se encuentra, pero menos frecuen- temente, en las regiones montañosas de Galicia, Asturias y del N. O. de Portugal, y que en el Mediodía y Levante de la Península, así como en el centro, está reemplazada por la especie siguiente: | MusteLA FoINa. (Briss.) Corpore fulvo-nigricante: gula alba. —Erxl., Syst., p. 458. Valde similis Martis ut adeo eíus varietatem credant plerique auctores. Differt capite paullo longiore, pedibus brevioribus; gula pectoreque albis; pellis minus SpUora Longit, 16 7 poll.; cau- dee, 8-9 poll. — 233 — Synonim. scientif.— Martes in-sasis, Geora., Agricola, de anima-. _Iibus subterraneis. Lib. L, p. 38. ESE Martes domesticce, Gesner, Quadrup., p. 865. Martes saxalilis, Schwenckf, Teriotr., p. 110. Martes domestica, loust. Quadrup., p. 156. Martes Fagorum, Rai, Syn, Ed :p- 200... La Fouine, Butt. Hist. Nat., , p: 162: Vulgo. —Papialbillo, Patialbillo, Nena a en a : Fagina, Fusina, en catalán. - Mart, en Mallorca, según Barceló en su ¡ catálogo. Gar na en gallego. Mierleá, biztia, pitosd, en vascuence. Fuínha, en portugués. : La descripción que nuestro Diccionario de la Lengua da es como sigue: «Cuadrúpedo parecido á la comadreja (error), de 16 pulgadas de largo, las orejas largas (no es cierto) y redondas, el: cuerpo castaño, la cola guarnecida de pelos largos, y en el cuello una mancha blanca. Caza de noche, anda saltando y habita prin- cipalmente en el heno» (1). El Diccionario Cataldn-castellano- latino- -francés é italiano, de la Sociedad de Catalanes, la define así: Animal cuadrúpedo, espe- cie de Mustela, de setse polsadas de llarg: te las aurellas rodo- nas, lo cos de color castany, la cua guarmida de pels llargs, y en lo coll una clapa blanca. Cassa de nit, camina saltand y habita principalment entre la hérba apilada. Nuestro léxico describe como un animal distinto de la Garduña al Papialbillo; error que debe enmendarse en la próxima edición. Aunque bastante parecidas las dos especies de Mustela, tanto que algunos autores las creen simples variedades una de otra, hay razones suficientes para considerarlas distintas; pues además de te- ner la Garduña algo más larga la cabeza, más cortos los pies, en vez de amarillentos, blancos la garganta y pecho, y menos hermosa (1) Es una equivocación creer que la Garduña vive habitualmente en- tre el heno; sin duda se ha entendido que el nombre de fuina, que tam- bién: tiene el animal en cuestión , procede del latin-fenum , cuando viene de fagus, haya, como lo explica Huerta en sus anotaciones á Plinio, li- bro VII, cap. Lv, hablando de la Marta, y como lo comprueba el nombre catalán Fagina, más clásico que el de Fusina. — 234 — la piel, existen grandes diferencias de costumbres. Las Martas siem- pre viven en los bosques, sobre todo de pinos, y mejor de abetos, en cuyas copas instalan sus guaridas, como queda dicho, y las Gar- duñas se hospedan entre las hayas y muy cerca de las habitaciones, no sólo de las aldeas y alquerías, sino de las ciudades, tales como Segovia y Ávila, cuyos gallineros y palomares les sirven de escon- dite. En Madrid las he visto hasta en los sótanos del Palacio Real, desde donde bajaban al Parque Zoológico de S. M. en la Casa de Campo y hacían frecuentes averías en los cercados de gallinas, en las faisaneras y hasta en los nidales de las aves palmípedas que ha- bía en los lagos. P La Garduña es, en nuestra Fauna ibérica, común en todas partes, así como la Marta sólo se halla en las localidades que quedan indi- cadas. Hablan de la Garduña con más ó menos exactitud varios de nues- tros autores antiguos. Huerta, al tratar del Papialbillo, que así se llama en Castilla, dice, dando algunas señas que le cuadran: «tener el pelo entre cró- ceo y negro, que casi se inclina á pardo, y su cuello por debajo del tragadero es blanco, y huele muy bien su pellejo, que parece tener almizcle ». É Alonso Martínez de Espinar, p. 306, sólo cita al Patialbillo como otro mamifero del grupo de las Comadrejas, en lo que no es- tuvo acertado, porque pertenece al de las Martas. También Asso la aplicó mal el nombre científico cuando en su Zoología Aragonice, p. 54, dice Mustela Martes, Hispanis Gar- duña; nostratibus Fuina. Gallinas predatur. No, la Garduña, ó Fuina como dice, es la Marta Foina de los autores sistemáticos. En su Fauna Gallega, p. 154, López Seoane, y en la de Sie- rra Morena, Martínez Reguera, p. 146, la describen detallada- mente; pero Hidalgo y Gutiérrez, p. 166, cometen el mismo error que Alonso Martínez de Espinar, del cual, sin duda, copiaron lo que dicen. db. PUTORIUS. 5 Dentes spurú 3 dens sectorius inferior tuberculo interior: nullo. Rostro abbreviato; unguibus acutis. — 235 — MusTELA PUTORIUS. (Linn.) Pedibus fissis. Corpore flavo-nigricante; ore auriculisque al- his; pedibus caudaque nigris.—Linn., Syst. nat., t. 1.%, p. 67, 7. Mustela (Putorius) pilis in exortu ex cinereo albidis, colore nigricante terminatis vestita; oris circumferentía alba. —Briss., Regn. an., p. 249, n. 10. Auriculo breves latce, subrotunde. Nasus acutus. Crura bre- via. Totum corpus ex flavo nigricans, circumferentis oris et api- ce aurtum albis. Cauda nigra, valde pilosa. Longitudo corporis 17 poll. Caudce, 6. Synonim. scientif. —Sylvestris mustela.—Agric., An subt., p. 37. Putorius.—Plur. Auctor. Mustela foctida.—Klein., Quadrup., p. 63. Viverra Putorius, Schaw. Gen., Zoo!., 1, 2, p. 416. Putorius commun., Cuv., Regn. anim., 1, p. 148. Le Putois.—Briss., Buff., Mist. nat., vu, p. 199. Vulgo. — Turón, Hediondo, Veso, en castellano. Touron, en gallego. Turó, Toxó, en catalán: este segundo nombre dado por el P. Fr. Magín Ferrer, de la Orden de Mercenarios, sin duda está equivocado, pues corresponde al Tejón. Soroetaco sagua, en vascuence. Turáo, en portugués. El Diccionario de la Academia Española define el Turón equi- vocadamente, diciendo: «Especie de ratón grande, que vive en los bosques y terrenos elevados, y se alimenta de bellotas, avellanas, etcétera», error que conviene corregir por lo grave, pues confunde á una fiera con un roedor. La explicación que hace Valladares en su Diccionario Gallego- Castellano es lo suficientemente exacta y con datos bastantes de las costumbres del animal, para que merezca la reproduzcamos como antecedente que á su tiempo deberá tener en cuenta nuestro léxico nacional: «El Turón ó hediondo vulga+ es un mamífero perteneciente al orden de los carnívoros digitígrados y familia de las Martas, muy común en toda Galicia. Tiene cerca de pie y medio de largo y cola de seis pulgadas; color pardo obscuro, con manchas amarillentas en — 236 — el vientre y blancas en la cabeza; patas y cola negras. Es seme- jante á las Fuinas, con las que algunos lo confunden; pero es más sanguinario, y favorecido por su pequeño tamaño cuélase con facili- dad por la menor rendija; corta ó masca la cabeza de las aves que encuentra, y se las lleva una á una para formar con todas un alma- cén de provisiones. Si no puede llevárselas enteras, á causa de ser. demasiado estrecho el agujero por donde entró, come los sesos y se lleva las cabezas. Vive de presa en los parajes habitados, y de caza en el campo. Establécese en las madrigueras de los conejos, en las. hendiduras de las rocas ó en los troncos de los árboles huecos, y apenas sale de allí sino por la noche, para ir á caza de nidos de per- dices, alondras y codornices, acechar á los ratones de campo y á los topos, y hacer guerra continua á los conejos. Su carne, aunque sabrosa, deja de tener valor por la fetidez que conserva siempre. Se le persigue por lo mucho que daña á la caza, y por su piel, que es bastante estimada». El Turón se encuentra en toda la Península, y también en las Baleares, menos en las regiones alpestres. Prefieren los sitios mon- tuosos en que abunda la caza, sobre todo de roedores grandes y chi- cos, y hasta aseguran nuestros camperos que atacan á los reptiles (Lagartos y Culebras), y también á los colmenares para devorar los panales. No suelen penetrar en los caseríos tanto como las Garduñas. Han descrito ó mencionado al Turón, entre otros autores menos conocidos, Huerta; Alonso Martínez de Espinar; Hidalgo y Gutié- rrez; Seoane; y Martínez Reguera. MUSTELA FURO. (Linn.) Pedibus fissis, oculis rubicundis.—Limn., Syst. nat., 4. 1, pá- gina 68, n. 8, Putorius minor, corpore 14 poll. longo, cauda 3 5 poll. Na- sus acutissimus. Auriculce rotundatc, arrecte, patulce, breves. Oculi rubicundi. Color corporis pallidissime flavus, in mare ob- scurior. Femina minor est. Habitat in Africa, olim in Hispaniam traslata ad destruen- dos Cuniculos, nunc et in reliqua'* Europa, passimque domestica pro Cuniculi venatione. Victitat cuniculis, quorum sanguinem potat, raro carnem dilacerat. Agilis. Uterum fert 6 hebdom. Pa- ritque 5-9. Mansuescit. Foet et ut Putorius. — 237 — Coit cum Putorio, negante id. quidem Buffonio; atque ex hoc parit pullos obscurioris coloris; num forte huius varietas?—Erx- leben, Mamm., p. 467. Putorio, cujus varietas leucoethiopica ab auctoribus plerisque habetur, quam masxime affinis, capite angustiore, rostro acutiore et corpore graciliore differre videtur, uti et costarum numero.— Fischer, Synop. Mammal., p. 220. M. fusca aut flava, aut variegata. Putorio minor et gracilior; capte longiori, angustiori, acutiori.—Schinz, Synopsis Mamma- hum, t. 1, p. 340. Synonim. scientif.— Mustela sylvestris.-—Plin., Hist. nat., xx1x, c. 4. et auct. divers. Mustela Viverra dicta.—Klein., Quadrup., p. 63. Le Fouret.—Bufton, Hist Nat., vir, p. 209, tab. 26. Vulgo. — Hurón el "o, Hurona la Q, en castellano. FPuró el “o, y Fura la Q, en catalán. Bicho lo llaman también los cazadores en Castilla. Furón, en gailego. Udoad, Unchartd, en vascuence. Furio, en portugués. Putoro, dice Erxleben que llaman los españoles á la Mus- tela Furo. (Syst. Regn. Anim. Mamm., p. 464), nombre que no he oído ni leído en ninguna parte. El Diccionario de la Academia Española define el Hurón equi- vocadamente, diciendo: «Cuadrúpedo de medio pie de largo, de co- lor rojo obscuro, con el hocico y las orejas blancas. Despide por el ano un olor sumamente desagradable, y vive oculto entre las pie- dras. En varias partes le domestican y crían para la caza de cone- jos, de cuya carne gusta principalmente». Para la próxima edición del léxico se ha propuesto la definición siguiente: «Zurón. Mamíifero carnívoro de unos 25 centímetros de longitud desde lo alto de la cabeza al arranque de la cola, la cual mide un decímetro próximamente; con cuerpo muy flexible y alar- gado, cabeza pequeña, patas cortas, pelaje gris más ó menos rojizo y glándulas olorosas encima del ano. Originario del Norte de África, vive en domesticidad en España, donde se emplea para la caza de co- nejos, 4 los que persigue con encarnizamiento. Se considera por los na- turalistas modernos como una raza albina del Turón».—V. FiscHER, — PR Es el Hurón oriúndo de África, según Estrabón asegura, y Erx- leben dice: Habitat in Africa, añadiendo olim in Hispaniam tras- latus ad destruendos cuniculos. Y, en efecto, más que un animal silvestre lo es doméstico, pues se le cría en las casas para venderlo á los cazadores, que lo emplean en la caza de los conejos escondidos en sus vivares. Pocos son los pueblos donde algún vecino no tenga Hurón para dicha caza, aunque el sistema está rigurosamente prohi- bido y castigado, y de los que á veces se escapan en el campo pro- ceden los que suelen encontrarse en algunos puntos. Nuestros antiguos autores, al hablar del Hurón, lo suelen con- fundir con la especie anterior M. Putorius, ó sea el Turón, y así Huerta, en el reverso del fol. 322 del tomo 1.” de la Historia na- tural de Plinio, dice que «es mayor que la Comadreja domésti- »Ca, pero de la mesma forma, y su color tira á pardo. En Ingla- »terra se crían en los campos, y procuran cazarlos porque no des- »truyan los conejos, aunque algunos se admiran que los haya allí »silvestres, porque, como dice Estrabon, estos animales son de África » y por esta causa los suelen llamar Comadrejas africanas (1). Amán- »sanse fácilmente, y en Castilla los crían en las mismas casas, etc...» Diego de Funes, p. 367, dice que el hurón es diferente de la Comadreja africana, y en esto se equivoca; pues, como dice Huerta: «porque el Hurón procede de África se le dió el nombre de Coma- dreja africana ». Alonso Martínez de Espinar está más en lo cierto, y describe al Hurón diciendo: «Es dos veces mayor que la Comadreja y de su hechura; su común color es el lobuno, unos más obscuros que otros. Hay en España gran cantidad de ellos, aunque fueron traídos de África, etc.» Asso, p. 56, dice que la Mustela Putorius es vulgarmente lla- mada Hurón, lo cual no es cierto, pues el vulgo distingue bien una especie de otra. Machado asevera que habita en los campos de la provincia de Sevilla y Cádiz, fundándose en la captura de tres ejemplares, uno cogido en el coto de Doña Ana, otro en las inmediaciones de Chi- clana, y el tercero en los cerros de la Mascareta, próximos á San (1) El hurón silvestre que Huerta entendía se encontraba en Ingla- - terra, es el turón. — 239 — Juan de Aznalfarache; pero advierte que bien pudieran proceder de los perdidos por algunos cazadores, lo cual acaece frecuentemente, según yo lo he visto, cuando, después de saciados, se quedan dor- midos en las madrigueras, ó salen por otra boca distinta de aquella por donde se echaron. El no hablar de esta especie Hidalgo y Gutiérrez, López Seoane ni Martínez Reguera, debe atribuirse á que no lo consideran como animal silvestre, pues su existencia en domesticidad en todas las provincias de España es cosa sabida. C. GALB. Dentes Putoriorum, corpus longíus, gracilivs. MUSTELA VULGARIS. (Brisson.) Corpore ex rufo fusco subtus albo. Oculi parvi, nigri. Auri- culce parvee rotundatce. Caput et corpus supra ex rufo fusca, subtus alba. Macula fusca infra angulos oris. Long. corp. 6-1 pollicum, caude 2 - poll.—Erxleben, Syst. Regn. Anim., p. 413. Mustela cinnamomea, infra alba, cauda concolore, dimidio corpore breviore.—Schinz, Synop. Mammal., t. 1.*, p. 344. Synonim. scientif. —Mustela qu in domibus nostris oberrat.— Plin., Hist. naf., XxIx, C. 4. Mustela domestica. —Visela, Agric. an. sub., p. 36. Mustela proprie dicta.—Gesn., Quadr., p. 851. Mustela vulgaris.—Aldrov., loust. Sibb., et plur Auctor. La Belette.—Briss., Regn. an., p. 242, n. 1.—Buffon, Hist. nat., vu, p. 225, tab. 7, £. 1. Vulgo. —Comadreja, Mustela, en castellano. Paniquesa, en Aragón. Mustela, en catalán. Mostés, en mallorquín. Garridiña, Dona das paredes, Donicela, Doniscela, Do- micela, Donociña, Donosiña, en gallego. Pirochá, Uguigaztaia, de uguí, pan, gaztaia, queso, en vascuence. Doninha, en portugués. El Diccionario de la Academia Española describe la Coma- dreja, diciendo: «Animal cuadrúpedo, algo mayor que una rata — 240 — grande, con el pelo corto, de color rojo por el lomo, blanco por de- bajo, y parda la punta de la cola». Más completa y exacta es la explicación que de la Doninha trae el Novo Diccionario da lingua portugueza, por Faria, y que tra- duzco á continuación: « Mamífero carnicero poco mayor que úna rata, con el cuerpo muy flexible, cabeza pequeña, cuello largo, pa- tas cortas, pelo raso, rojizo por el lomo y los costados, y blanco amarillento por el vientre y la garganta. Es muy vivo y ligero, nocturno, gran perseguidor de las aves y mamíferos pequeños; ha- bita en viveros subterráneos, exhala un olor fuerte y desagradable y es incapaz de domesticarse». Hay una variedad de Comadreja, conocida con el nombre de MUSTELA NIVALIS, pedibus fisis, corpore albo, caudce apice vis pi- lis ullis nigris. Similima Erminea, sed dimidio minor, caudee apice pilo vis uno alterove albo.—Limn., Syst. natur., página 69, núm. 11. ; Es ésta una variedad de invierno muy parecida al Armiño, pero mucho más pequeña, y en nuestro país se ha encontrado pocas ve- ces, siendo más fácil ver alguno que otro ejemplar ceniciento ó cano, tránsito hacia el albinismo. De éstos últimos cita ejemplos Alonso Martínez de Espinar en su Arte de Ballestería, p. 306, mientras López Seoane en su Fauna de (alicia, p. 169, da noticia de haber encontrado en Vigo un ejemplar casi melánico ó negro. Tanto este autor como Martínez Reguera consignan ser el color rojo de las Co- madrejas en Andalucía mucho más obscuro que en las de las regio- nes septentrionales. La Comadreja, como la Garduña, establece su vivienda algunas veces cerca de nuestras habitaciones rurales, y hasta dentro de. los graneros, donde encuentra fácil sustento con los ratones que acuden á comerse los cereales allí acopiados. De aquellos sitios pasa á los gallineros y palomares, donde realiza matanzas de aves sin cuento, pues es su instinto sanguinario igual al de todas las especies del género, que sacrifican más víctimas que las necesarias para su sus= tento. Es nocturna, viéndosela de día raras veces, como yo la he sorprendido casualmente escondiéndose entre las rendijas y agujeros de las tapias de piedra en seco, que forman las cercas de los corra- les próximos al barrio de las Casillas del Escorial. | En la Península ibérica es conocida en todas partes la Coma- — 241 — dreja, como puede deducirse por las sinonimias vulgares que dejo consignadas. Describen la Comadreja, entre nuestros escritores antiguos: Huerta, Funes, Alonso Martínez de Espinar y Asso; y entre otros autores modernos, Hidalgo y Gutiérrez, González, López Seoane y Martínez Reguera (1). d. LUTREOLA. Dentes Putoriorum, pedes brevissima, digiti subpalmati. MUSTELA LUTREOLA. Plantis palmatis hirsutis, digitis cequalibus, ore albo.—Fan. Suec. et Syst. natur., Linn., p. 66. Synonim. scientif. — Viverra lutreola.—Pallas, Spicill. Zool., x1v, tab. v, fig. 2. Lutra lutreola.—Shaw., Gen. Zool. Lutra minor.—Erxleben., Regn. anim. Mammal., pá- gina 451. Aunque nunca he encontrado en la Península este mamífero, y dudo que en ella exista, como se encuentra, aunque rara vez, en varios sitios de Francia, lo cito solamente por si pudiera algún día hallarse en nuestras altas zonas pirenaicas y alpinas, que tienen parecido con las del Norte de Europa. GENUS LUuTRA. (¡Storr.) a e A entes primores 6? aIIara EE MOLAYres EBRO y, ANTACA tres ulrinque utrinsecus, spurú conoidel, primo minuto scepe de- ciduo, quartus utrinque utrinsecus sectorius gradu interno late- rali; postremus tritorius tuberculatis. -Rostrum calvaria brevius. Nasus obtusus, "rhinario lato. Lin- gua scabriuscula. Oculi membrana nictitante. Auriculoe breves rotundatc. Corpus elongatum, codario et pilis longioribus vesti- (1) Este autor nos dice en su obra: que existe, aunque muy rara, la Mustela Erminea Linn. en Sierra Morena, y la llaman allí Armiño. Pero esto no lo creo posible en Andalucía, y supongo sea una confusión de la variedad de la Comadreja albina ó nivalis de Linneo con la Mustela Er- minea, que sólo vive en las regiones septentrionales de nuestro hemisfe- rio, en la Siberia y en el Canadá. 16 — 242 — tum. Pedes sub-retracti, sub-obvoluti, ambulatori, pentadactyla, nunc palmati digitis ungwiculatis, nunc sub- fist digitis muticis; postici laterales podio antrorsum verso. Plante nunc denudatce nunc pilosee. Ungues falculares aut sub-lamnares, rarius nu- lle. Mamme 2 ventrales. Cauda applanata. Glandulo odoriferce anales .—Tehtiophago.—Fischer, Synop. Mamm., p. 224. LuTRA VULGARIS. (Erxleben.) Lutra fusca, subtus canescens, regione oris, mento gulaque pallide cano rufescentibus; auriculis margine canescentibus.— Schinz. Lutra plantis nudis, cauda corpore dimidio breviore. Caput latum planumque, naso obtuso, crasso naribus lunatis. Oculi parvi, naso approximati. Auriculce brevissimc rotundatee. Labia crassa. Mystaces magncw. Dentes primores superiores ses, conferti, acuti; exterioribus duobus maroribus; inferiores mino- res, obtusiores; interioribus et exterioribus lobatis. Lantari soli- taríi magna, arcuati. Molares supra utrinque quinque; posterio- ribus duobus lobatis; infra utrinque sex. Collum abbreviatum, crassitie capitis. Corpus elongatum. Crura brevia atque crassa. Digiti quinque palmati in omnibus. Cauda basi lata, depressa us- que ad apicem. Mammce quator, minutce ventrales. Color corpo- ris profunde fuscus. Maculee duce parvee albee ad nasum utrin- que, aliaque infra mentum. Guttur et venter ex cinereo albican- tia. Foramen ovale clausum. Longitudo corporis 23-26 poll.; cau- de 16-18 poll. —Erxleben, Syst. Regn. animal. Synonim. scientif.-— Evuopis. —Aristót., Hist. anm. Lutra.—Plurimum. auctor. antiq. Viverra Lutra.—Pallas. Mustela Lutra.—Linn., Syst. nat., 10, 1, p. 45, n. 2. La Lutre.—Buff., Hist. nat., vu, p. 134, tab. 11. Vulgo. — Lutria, Nutra, Nutria, en castellano. Lontra, Lóntrega, en gallego. Lludria, en catalán. Igarabá, Ubagaredá, en vascuence. Lontra, en portugués. El Diccionario de la Lengua define la Nutria diciendo: «Cua- drúpedo anfibio de una vara de largo, de color pardo obscuro, con la — 243 — cabeza grande, los ojos pequeños, la cola larga y los dedos de los Cuatro pies reunidos con una membrana». Para mejorar esta explicación deficiente, se ha propuesto la que sigue: «Nutria. Mamífero carnicero, de unos 25 centímetros de al- tura y 90 desde el hocico al arranque de la cola, que tiene cerca de 60 (1); cabeza ancha y aplastada; orejas pequeñas y redondas; cuerpo prolongado; patas cortas, con los dedos de los pies unidos por una membrana fuerte, y pelaje espeso, muy suave, de color par- do rojizo. Vive á orillas de los ríos y arroyos, se alimenta de peces que apresa zambulléndose en el agua, y es muy perseguida por su excelente piel y aun por su carne». La Nutria en España y Portugal se encuentra en todas partes donde hay aguas corrientes ó estancadas pobladas de pesca, sean peces, batracios, y hasta cangrejos. Cuando este alimento les fal- ta, Erxleben dice que come hierbas y hasta cortezas de árbol; mu- cho puede el hambre, pero yo lo dudo, porque antes que fitófaga seguiría instintivamente siendo zoófaga, y comiendo como los otros mustélidos, los mamiferos, aves y reptiles proporcionados á sus fuer- zas para apoderarse de ellos. Asso dice: Ridicule nonnulli apud nos disputant aut ad. pis- ces, vel quadrupedes referenda sit; y yo he de añadir que, á pesar de que es un mamífero como la vaca y el carnero, algunos la comen como pesca en días de vigilia. Las costumbres de la Nutria, si bien en el fondo son parecidas á las de los otros mustélidos, esto es, agresivas y sanguinarias, sus ataques se dirigen principalmente á los animales acuáticos, como lo son las de los Pinnípedos, con los cuales tienen ya cierto parecido, hasta en su organización y formas. Habla de la Nutria Huerta en el reverso del folio 231 y siguien- te, y la compara al Castor por las formas y naturaleza, dando no- ticias tomadas de obras muy antiguas, y añadiendo otras suyas que indican conocía la historia natural de este mamífero. Funes también dice algo de la Nutria, p. 411, pero menos que Huerta; y modernamente, López Seoane y Martínez Reguera la describen y, en compendio, dan noticias de sus costumbres. (1) Estas dimensiones son las de los individuos adultos de la Fauna “española, indudablemente superiores á las que se señalan por los autores extranjeros. — 244 — Ordo IIT.—Pinnipedia. Artus quator, brevissima, retracti, obvoluti, pinniformes, pos- tici longiores reverst invicem proxima: ungues digitorum apices tantum obtegentes: triplex dentium qualitas: mammce abdomi- nales: penis inclusus vagina abdomini adherenti: placenta sim- ples. Sunt incolce Oceani totius, preecipue artici et-antartici; pauci ad ovas Europ meridionalis pascentes amphibice, piscibus, crus- taceos herbisque Maris. z : Fammia Phocipz. (Gray, Ann. of Phal., XXXI.) Dentes laniarii mediocres, inclusi: mamme due ventrales. SUBFAMILIA PHOCINA. (Gray, Ann. of Phil., XXVI.) - Auricule vix ulle; dentes incisivi acuti: digiti singula movi- les, ungues acuti. GuNus PHoca. (Linn. et Auctor.) : 6 4. 4 . Dentes primores 7 aut D> aut 0 aut D> forme varie. a alo o o Ed ; SAS : Lamar: lA distincti, inclust, primoribus longiores. Molares 6—6 6—6 5—5 55 ÍA OTE aut BB aut A aut BE sectores, cuspidati. Caput rotundatum. Rostrum plus minus productum. Auricule aut parvee aut nullce. Corpus elongatum, pilosum, versus postica attenuatum. Pedes retracti obvoluti, palmati, 5 dactyli, postici retrorsum directi, sibi imvicem approximati. Digiti seepius ap- pendiculo cutaneo apicali aucti. Ungues falculares aut sub-tegu- lares, scelidum rarius nulli. Mammce 2 vel 4, ventrales. Cauda minuta, lobulus quasi pellis. De la frase genérica anterior que da Fischer, se deduce la poca unidad característica que, sobre todo en la fórmula dentaria de los incisivos y molares, ofrecen las especies del género Phoca de los autores, por lo que Federico Cuvier creyó conveniente subdividirlo en siete para evitar dificultades á los zoólogos en la determinación de unas especies cuyos caracteres diferenciales las separan en gru- = 0245 == pos, que no sin fundamento el autor referido considera como géne- ros distintos. Los siete citados son : Calocephalus; Stenorhynchus; Pelagius: Stemmatopus; Ma- crorhinus; Arctocephalus; y Platyrhynchus. De tales géneros sólo se encuentran dos en nuestras costas: el Calocephalus y el Pelagius. CALOCEPHALUS. (Fr. Cuv.) ; 6 3—5 : , Dentes prímores —], molares Ba cuspide media magna, anticá minore et duabus parvis posticis. Calvaria utrinque con- vexa, superne applanata; cristarum occipitalium loco ruge leves. Palama digitos non excedens, manicula ahud penitus involvens; digitt ab interno ad externum gradatim minores; podadiorum duo externi omntium longissimi. Pupilla verticalis; nares obl4- que. Mamme 4 ventrales. CALOCEPHALUS VITULINUS. (Fr. Cuvier, in Dict. sc. nat., XXXIX, 545.) Corpore cano-flavicante; maculis irregularibus nigricantibus; unguibus maniculorum validis, nigris, podadiorum brevibus, de- bilioribus; vibrisis undulatis. —Linn., Faun. Suec., 2, p. 2, 4, Syst. Nat., 12, 1, p. 56, 3. Oculi magni, nigri, in fronte positi, membrana nictitante ins- tructi: humore crystallino globoso. Vibrissee longe, undulate. Labía tumida. Nares oblonge. Auricule nullee. Caput grande. Lingua apice parum bifida. Collum crassum, breve. Corpus fere conicum, postice gracilescens, pilas brevibus, densis, colore fusco, albido adsperso: dorso magis fusco, abdomine pallidiore. Senio- res grissel, raroque tot albi. Pedes supra et subtus pilosi. Un- gues acuti. Cauda brevissima, planiuscula, obtusa. Mamme re- tractiles. Foramen ovale apertum. Long. 5-6 pedum.—Erxleben, Syst. Regn. Animal, p. 586. Synonim. scientif. —Puxavo. Aristóteles, Hist. anim., t. 1.2, e. 11. Phoca seu Vitulus marinus. —Gesner, Agn., 7102; et Aldr., Dodart. Raj.; et ceter. auctor. antiquis. Phoca oceanica.—Steller., Nouwv. Comment. petrop., 11, página 290. Phoca variegata.—Tunber., Svensk. Djur? — 246 — Phoca canina.—Pall. Phoca littorea.—Tienem., Reisc., 46, 7, 8. Phoca Linnet.—Lesson in Dicc. Class., xuL, p. 414. Phoca minor.—Parsons in Ph11. Transac., xLvr, p. 120. Le Phoque.—Butff., Hist. nat., xuz, p. 395, tab. 45. Sinonim. vulgar.—'oca, Lobo marino, en castellano. Becerro marino. — Huerta, lib. vir, cap. xxxr, fol. 213. Vitulo marino.—Diccionario de la Academia Española. Vadell martí, Vaca marina, Llop mart, en catalán. Vei mari, en las Baleares. Becerro do mar, Tenreira d*o mar, en gallego. Urchalá, en vascuence. Phoca, en portugués. Aun cuando incompletamente, el Diccionario de la Lengua Castellana no describe mal la Foca, diciendo: «Mamifero carnice- ro, que vive ordinariamente en el mar; tiene el cuerpo prolongado á manera de pez, y extremidades muy cortas, que le sirven mejor para nadar que para andar por tierra». La especie es oceánica, y, aunque de las regiones boreales, sué- “lesela ver también en el litoral de Francia y de España, y hasta entra en el Mediterráneo y mar Negro. Que se la encuentra en el Golfo de Gascuña, es un hecho conocido por nuestros pescadores cantábricos, así como también que penetra por el Estrecho de Gi- braltar en el Mediterráneo y se halla en las costas de España, de lo que dan fe Ramis y Barceló, aseverando es frecuente verla en las Islas Baleares, donde se le aplica el nombre de Vez-mari, equiva- lente al de Veaux marin, que le dan los franceses, y al de Vitello marino, de los italianos. Esta Foca es la que más comunmente vemos en las colecciones de fieras vivas, fijas y ambulantes, por ser la que con facilidad se puede adquirir en el Mediodía de Europa. Durante el invierno se la encuentra en seco en las playas y en las escolleras á flor de agua, y en verano sumergida ó á flote, quieta ó nadando. Algunas veces se hallan manadas de varios individuos que siguen á los bancos de sardinas, de las cuales son voraces; siendo curioso ver cómo se zambullen cuando los Laros ó Gaviotas, que también se alimentan con la misma pesca, las hostigan chillando y batiendo sobre ellas las alas para hacerlas vomitar lo que han comido — UI — y cebarse dichas aves en lo que así las hacen provocar. Suelen dor- mir en los arrecifes que sobresalen del nivel del agua ó á flote en los remansos poco agitados por las olas. Cohabitan en Abril, paren en Febrero uno ó dos hijuelos, que depositan en los peñascales próximos al mar, y les destetan tan pronto como pueden cebarse por sí mismos siguiendo á las madres. A la cuarta semana ó antes cambian el pe- laje, perdiendo el blanco con que nacieron, y entonces es cuando penetran por primera vez en el agua. Como los demás mamiferos, los machos, en la época del celo, se disputan las hembras de un modo encarnizado, verificando en tierra sus combates. Su voz es como un ladrido ronco, y la de las crías se parece á la del gato. Amánsanse las Focas, y en domesticidad dan pruebas de inteligen- cia, obedeciendo á su amo y demostrándole apego. Su piel y grasa son aprovechables, y en los pueblos de Groenlandia y Kamptschaca se come la carne, sobre todo la de las crías, que dicen es tierna y sabrosa. Nuestro Huerta describe extensamente el becerro marino, recopi- lando detalles de los naturalistas antiguos, que los modernos han ido ampliando para completar la historia de este Focino, que algunos aseguran haberle visto en el Cabo de Buena Esperanza, y hasta en las riberas magallánicas é islas de esta región de la América meridio- nal; lo que, añadido á su conocida estancia en el litoral de la Groen- landia y todo el mar del Norte, hace se le conceda un habitat más extenso que el de ninguna otra especie de dicho grupo. Me cabe la duda si la Foca de que trata Huerta es la Vitulina ó la Monacus, que describe en seguida, como de otro género. Me fundo para ello en las citas que hacen los autores antiguos griegos, que es bien sabido conocieron á esta última especie, muy común en su ar- Chipiélago. Genus PELAGIUS. (Fr. Cuvier.) : 4 z EAAlO> Dentes primores “q > Superiores, transverse emarginat1; mfe- : ad ra 55 208 , : z mures simplices. Molares == conict, crassi, antice et postice 5 015) ? b) cuspidibus parvis imperfectis. Rostrum elongatum, apice valde dilatatum. Metopium admodum arquatum. Nares parallelce. Pu- pila verticalis. Mamme 4. — 248 — PELAGIUS MONACHUS. (Fr. Cuvier.) Corpore supra unicolore nigricante, infra albo; vibrissis levi- bus, plantis exunguiculatis. Longit. 7-8 ped.—Hermann. Sinonim. scientif.—Poxn. Aristóteles, Hist. anim., t. 1.2, e. n.— Phoca monachus.—Hermanmn., in Beschaft.—Der Berl., Nature, Er. 1v, p. 501, t. x11 et xun. Phoca bicolor.—Shaw., Gen., Zool., 1, 2, p. 25, 10-71. Phoca albiventer.—Boddaer. Phoca leucogaster.—Peron. Phoca Hermanni.—Lesson in Dicc. Clas., xm, p. 416. Phoca vitulina.—Wolf., Abbild., 1, p. 18, t. 1v, fig. opt. Vitulus marinus.—Plin., ITist. nat., c. 31? Vitulus maris Mediterranei.—Rondal, Sysf., p. 455. Phoque a ventre blanc. —Butft., Hist. Nat., Supp., VI, p. 310, f. 44. , Vulgo. — Perje capelo, en gallego. —Fraidle marino.—Alonso Ló- pez, Consideraciones generales sobre varios puntos históricos, políticos y económicos, etc., t. 11, p. 160. Madrid, 1820. Este autor confunde la especie de Foca que estudiamos con la anterior, dándolas el mismo nombre y considerándolas iguales, lo que nada tiene de extraño, puesto que en este error incurrió también el naturalista Wolf. Las diferencias son, sin embargo, notables, pues pertenecen á géneros distintos bien caracterizados por Federico Cuvier, según dejo antes consignado en la división del grupo; y como hasta el día este género no tiene más que una especie conocida en Europa, aña- diendo su frase á la genérica quedará suficientemente diferenciada de todos los demás Focinos. Es una de las Focas más antiguamente conocidas, de la cual ya habló Aristóteles en su Historia de los Animales y hasta en la fá- bula de Proteo, pastor de las Focas; se supone fuera su rebaño una manada del Pelagius monacus, puesto que es la especie que ordi- nariamente se encuentra en el Archipiélago de Grecia, Mar Negro y Caspio, en el Adriático, y en las costas de Italia, Francia y Es- paña, si bien aquí es menos común, y se sabe que, saliendo por el Estrecho de Gibraltar, llega hasta las islas Canarias y Madera, úl- timo término donde se la ha observado. — 249 — No conozco autor español que originalmente haya escrito obser- vaciones propias sobre el Pelagius monachus, al paso que son nu- merosos los relatos extranjeros, y, de ellos, el más extenso y cabal que he leído es el que da el Dr. Chenu en la Enciclopedia de Histo- ria Natural, p. 266 y siguientes, y que abreviadamente puede re- sumirse diciendo: Es una Foca de dos á tres metros de largo, con pelaje corto, espeso y suave, negruzco por encima y blanquecino por el vientre, con la cabeza muy redonda y los mostachos lisos. Ordo IV.—Cete. Spiracula supra caput ad ejiciendam aquam. Artus duo, posticis nullis, pinniformes, caput deficiente collo indistinctum: corpus pisciforme, caudaque ligamentosa horizon- tali pinniformi terminatum. Placenta simplex. Mamme due, ante vulvam site. Aquatica; auriculis pilisque destituta.—B. y O. L. Bonaparte, A Ver. Systematic Arrangement of Vertebrata Animalia. Pedum loco Pinmce pectorales, et caudce loco, Pedes compedes in pinnam planam. Ungues nulla. Dentes cartilaginei. Nasus frontis seepe fistula. Victus e Moluscis, Piscibus. Locus pelagicus. Hos a piscibus divulsos jussi Mammalibus associari ob Cor bilo- culare calidum, Pulmones respirantes, Palpebras mobiles, Aures cavas, Penem intrantem Feminam, Mammas lactantem, ¡dque ex lege nature jure meritoque.—Limn., Systema Naturce. Sinonimia. —Vatantia.—Illiger, Syst. Mammaltum. Dentes var, Balcenis (Elasmia). Mame apertce vel. pecto- rales vel ventrales. Pedes antici retracti mutilati pinniformes, postici aut compedes, aut nulli. Reliqua Mammalia omnia, et na- tantía, in sicco quoque ingredi possunt, quod illis hujus Ordinis negatum est, quee solummodo in alto degunt et natant, incedere nescia. Hinc nomen Natantium sibi pree cceteris vindicant. Cétacés.—Cuvier, Regn. Animal. ¡ Mammuféres pisciformes et aquatiques, foetus expulsés vi- vans, d'un matrice simple, a un seule ouverture; mamelles dis- tinctes; mode de lactation peu connue; respiration par de spiracuz les ou d évents; appareil de l'audition sans conque audilive; corps pisciforme, recouvert d'une peau nue et lisse; os du bassin rudi- mentaires ou nules; habitation exclusivement au sein des eauz. — 250 — Cétacés. — Lesson, Nouveau Tableauw du Regne animal. — Hydromastologte. «La téte n'est pas séparée du tronc par un cou distinct; les mem- bres antérieures sont disposés en nageoires simples; les postérieurs sont soudés en une nageoire cartilagineuse horizontale; tous sont privés d'ongles; voix nulle; dents osseuses coniques et d'une seule forme, ou remplacées par des fibres ou fanons; respiration aerien eb aqueuse. » Este Orden, que Lesson elevó á la categoría de Subclase, y Cu- vier é Illiger, sin verdadero fundamento, lo asociaron á los Sire- nios, es uno de los más naturales, tal cual ahora resulta, desmem- brado de los que el gran naturalista francés llamó Cetaceos herbí- voros, cuyas formas generales tanto difieren de las de los que ape- llidó zo0fagos, de dientes cónicos y uniformes, mientras se presen- tan dimorfos y hasta complicados en los herbívoros; que, además, tienen las dos mamas pectorales, y en los otros están situadas junto á la vulva; llevan unos (los zoófagos) respiraderos tubulosos por donde arrojan el agua que introducen en la boca al tomar alimento, y los herbívoros respiran y espiran normalmente, sin arrojar por las narices el agua que se introduce en su boca cuando pacen. Por fin, estos últimos son litorales y hasta fluviales, cuando los zoófagros son la mayor parte marinos, pelágicos varios de ellos, y carecen de unas. En el fondo, las diagnosis que de Bonaparte, Linneo, llliger y Lesson dejo copiadas, todas consignan caracteres suficientes para reconocer á un cetáceo; pero la primera, del príncipe Bonaparte, re- sulta ser la más significativa y compendiosa de todas. Poco al alcance del naturalista dichos mamiferos, por vivir más ó menos apartados de nuestra habitual residencia terrestre, y siem- pre velados por el oleaje de las aguas, es difícil estudiarlos vivos; así, que su historia biológica deja mucho que desear, teniendo que con-* tentarnos con su estudio zoográfico, cuando la casualidad hace que encontremos sus cadáveres arrojados á las playas ó flotando cerca de tierra en la superficie del mar. La mayor parte de cuanto se sabe respecto á los cetáceos, es debido ¿ noticias dadas por los ballene- ros, que tendrían más precio si hubieran sido observados por natu- ralistas, pero que de todos modos no son de despreciar, y de aquí que para la adquisición de cuantos datos pudieran servirme en la — 251 — redacción de la presente tarea, he acudido á nuestros pescadores, y de ello no me arrepiento, porque así he obtenido importantísimos relatos de hechos que no están siempre á mano de los naturalistas para poder observarlos. La clasificación de los cetáceos ha variado poco, y puede decirse que, fuera de la segregación de los Sirenios para constituir un Or- den distinto, sólo últimamente se ha introducido la variante de em- pezar la enumeración por las Ballenas y concluir por los Delfines. Las dificultades-que ofrece la preparación taxidérmica de los grandes cetáceos, es causa que de éstos sólo se hallen en los Museos de Historia Natural sus esqueletos ó algunas piezas de éstos, y tam- poco en los libros se encuentran siempre descripciones de las formas externas de todos los cetáceos, limitándose con frecuencia las expli- caciones á describir los esqueletos ó sólo algunos de sus huesos, ya que, con frecuencia, son los únicos testimonios que tenemos de su existencia en lo creado. La siguiente tabla analítica de los cetáceos vivos europeos po- drá servir de guía para la determinación de los géneros que, de un modo más ó menos fijo, visitan nuestras aguas saladas. La debo á la amistad de mi inolvidable amigo el gran cetólogo moderno el Doctor Van-Beneden; y, como recuerdo de tal eminencia científica, la ofrezco á los que en España emprendan el difícil estudio de se- mejantes mamiferos, no dudando que de ella han de sacar facilida- des iguales á las que yo he obtenido: *291Q "Se|[ meu sepueg OSA u0) *«S090799() 9Pp SOAIJ UOS SO9JOTVYIEO Á SBUALH *SOUYTOL SO] "—Ypneo E 189 9]8 B] [8919194 9p Z9A U9 'BY9UL Á [YJUOZILON 19S Á SO[BULULOPAB SOPBPIULOIIXO Op a 19091809 '09uRg¿n9 0UN3]e oorpuyde op £ oyed ep opnusap od1eno 79 1euez AE Sl d 'se]183w% op zoa ue seuoupad xod aeardsoa 10d sooad so] ep 11NMÍUISIP Op £ [er T10%J “omo prosrd to914gn08 OSO FUA nos —]euruy (279) uy4 BL 191) 0990799» "nde ud cctttctctccccoc sr eoueg 013501 UIS :OprIqU9s oproaied 9 oqueradis jo ue (09099) erqe]ed B] 9P UQIDIUYOP B| BIBIYIPOW 9S 'Opre¿10 ODIXP] [9P UPIOTPO Burxo1d e] ue “onb equerueauoo eriés soxoxte Á seuorsnjuoo EJIOPAIS Loi 1 "LISIN 183ra9 vaed ((opaonbg so) soosoque313 soyueyuesoader ouery U9PIQ VANO “SO99F]9S SO] OULOO [89 (SIDO SO] OP BT o “98B]) B1JO Y vySt y 900 uoqued 'so90ya() 19s op sol SdOISIM L,C 00ctttttttrttot*** OLEjUoMIpn: osoy epn3enung y -9] '9Ub SOPuvld SOIBAJATA SOJBUIILUB SO1JO UDISIXO oguouere jonbe ue ouroa oxod ¿sepur1B sSOIBdIATA 1801 9P SO[BUNUR SO] y 9IQUIOU 9959 vor de vrbusy suyouAy1ouaSe] 08 2P SPA * "SPIQOJIDA 1] 9P O20UO2902 TH "9990 UIPUT TOP 'O90RI9D y ¿SEAnuBr ug (+++ >> 1epeyed 557 ezaqueo :SOPB3UJIOJ ON :0JUSIP 0.1350 y “SB.INUB.I UO—)) "snuIyd¡apo1g 08 3p SOU9A “SOU cetro *"sd391q0]1) Lor oPpo.ns$.oonoo $ nsoo..........os = ===" esogojo / “=> ** sopmu yea :se[nqrp So gasdhs ep uolsopeauxoly -UeW seque UY V a les s33U9I(] | I — 252 — *2uz030yg A A a ana CUNA po e OPI Td uo) SJ Ue "sajuopojag | “UDI ets Terr 1OJMSjUL e]nqIpueul E] 9p OIpau [9 ug :S93U91p 10) “uopooadAy ********souanbad sajusg DS E 13000 1OLJSJUT e]nqIpueu e] ap ejund e] ug “saprorydiz "smqdiz *********sojSnqOJ sajusrg a AS j -U2uI o *1939SAy q O o A O RS O O OE E Ea “EIAOURLE Cs * [ES1OP eja]e u07) *, SO9IBJ9D) Perera +++ SOPIUO] ,=Bg O SOJ9DISAJA :SIJUIP IP z3A U9 SRUa][eq o sequeq uo) | reus aja ap pleus dios 'tUR ¡eg o a a SOJANAD — 253 — Primer grupo.—Misticetos. Cetáceos sin dientes, guarnecido el paladar con dos series pa- ralelas de láminas ó placas córneas, triangulares, ajustadas unas contra otras /elasmice), pendientes y deshiladas en su borde libre, formando un fleco cerdoso, por cuyo motivo el vulgo llama barbas de Ballena á semejantes placas. Fama BALENIDZE. (Gray, Mysticete. W hal.) Dentes nulli, cozcum parvum. Ad palatum utrinsecum elas- mice seu laminis corneis triangularibus, confertis, transverse el oblique collocatis, apice fimbriato setaceis. A este grupo pertenecen los grandes Cetáceos sin dientes que se encuentran en nuestros mares, cuya longitud alcanza de 50 á 80 6 90 pies á veces, y que el vulgo conoce indistintamente con el nombre de BALLENAS. SUBFAMILIA BALANINA. (Gray.) Pinna dorsali nulla: pectore lcevi. GENUS BALANA. (Linnei et Omn. auct.) Spiracula supra caput. Corpus oblongum in plagio plateam apice cute pinniformi seu pedalio horizontali instructam atte- nUALUM. Vulgo Ballena.—El Diccionario de la Lengua Castellana de- fine este animal diciendo: «El mayor de los cetáceos y de todos los animales conocidos, que llega á crecer hasta cuarenta varas. El cuer- po es cilíndrico, de color obscuro; tiene junto á la cabeza dos aletas carnosas y otra igual en la parte posterior del cuerpo, y sobre la cabeza dos agujeros por donde despide el agua que traga; la cabeza y la boca son muy grandes, y todo el cuerpo está impregnado de una substancia conocida con el nombre de aceite de Ballena. Vive en la mar, pero sale á la playa, en donde la hembra pare sus hijos, que alimenta con sus pechos como los cuadrúpedos». Tal definición necesita una reforma completa para que desapa- rezcan las inexactitudes ó errores que tiene. Pues de ella se deduce que el nombre Ballena se aplica de un modo genérico á los gran- des Misticetos, como el vulgo lo entiende, confundiendo las Balle- — 264 — nas propiamente tales con las Balenópteras y la Megaptera, es- pecies que científicamente sólo se asocian por caracteres de familia. Fuera de esta observación general, hay en la misma definición inexactitudes evidentes, tales como decir que el cuerpo de la Balle- na es cilíndrico, cuando, por el gran desarrollo del diámetro de la cabeza y el exiguo del extremo del cuerpo, resulta ser cónico. Tam- poco es cierto que sean iguales las dos aletas carnosas que dice el Diccionario tiene la Ballena junto á la cabeza, con la de la cola, pues las primeras, situadas á los lados del tórax, representan los brazos, y la otra á la aleta caudal de ciertos peces, con la diferen- cia de que, en vez de ser vertical el abanico que en éstos afecta, está colocada horizontalmente. Y si despide fuera el agua que sorbe, al tomar alimento, por los dos agujeros que tiene sobre la cabeza, ¿cómo ha de resultar cierto que se la traga la Ballena, según se dice en el Diccionario? Por fin, que las Ballenas viven en el mar, todos lo sa- bemos; pero «que salgan las hembras á parir á la playa sus hijos, que alimentan con sus pechos (tetas ó mamas debiera decirse) como los cuadrúpedos», es noticia nueva que nadie creerá por lo estupen- da. Debió decirse también de qué clase de cuadrúpedos se trata, porque hay muchos que carecen de mamas; y las de los cetáceos no están en el pecho, como las de los Primates y Murciélagos, sino cerca de la vulva. De cuanto dejo expuesto resulta la necesidad de que, al publi- carse una nueva edición de nuestro léxico, se reforme la definición que se censura, diciendo poco más ó menos: «Ballena (de Balena). Nombre que se da á los dos cetá- ceos sin dientes, los cuales están reemplazados en la mandíbula su- perior por dos series paralelas de láminas córneas, fijas en el pala- dar y deshiladas como barbas flecosas en su borde libre. Hay diversas especies, todas de gran tamaño, pues llegan á tener veinticinco me- tros de longitud y pesar ochenta toneladas ». Aun cuando también tiene equivocaciones, es mejor que la ex- plicación del léxico lo que dice Cornide en su Wnasayo de una his- toria de los Peces (Madrid, 17188), y que copio á continuación como dato histórico: «Para que si encallase en las costas de Galicia alguna Ballena pueda conocerse, daré una breve noticia de este cebdceo y sus es- pecies, según la división de Linneo, == Pas = »A la primera especie da el autor sueco el nombte de Mysti- ceba, esto es, barbuda, y sus caracteres son carecer de dientes y de aletas dorsales, tener los canales en lo alto de la cabeza, las aber- turas nasales tortuosas, el cuerpo rollizo y carinado junto á la cola, que es horizontal, el lomo liso y negruzco y el vientre blanco. »Esta especie es la más conocida, y en tiempo ocupó con uti- lidad á nuestros vizcaínos, que no sólo iban á buscarla á las costas de Islandia y Groenlandia, sino que se establecían en las de Gali- cia con igual objeto de pesca, de lo que aún hallé noticia en la Ría de Camariñas y en los puertos de Malpica, Calon y San Cyprian. »La segunda especie es llamada Phisalo, y se distingue por te- ner un solo canal ó fístula en medio de la cabeza, una aleta adiposa en la parte posterior del lomo, y cuerpo más estrecho que la cabeza. »La tercera especie la llaman Boops (Boga), y se distingue en que los dos canales ó fístulas están sobre el hocico, y tener en el lomo una aleta córnea. »La cuarta especie la llaman Músculo, y tiene los dos tubos en la frente, el hocico muy romo, la mandíbula inferior más ancha que la superior, una aleta adiposa en el lomo, y el pecho y vientre con grandes arrugas. »Hay ballenas de tan desmesurada grandeza, que según Plinio suelen hallarse algunas de 600 pies de largo, pero es lo común no pasar de ciento». BALANA BISCAYENSIS. (D” Eschricht.) Lám. 4.2 Tota nigra: corpus oblongum fusiforme. Tegumenta lcevia, hinc inde et preecipue in capite 4 comensalibus cirripedis vixata. Caput relative parvum. Oslongum, formalittere curvatum usque ad oculos proten-protensum. Pinnwe pectorales margine postice falcato aut emarginato. Rictus latus, arcuatus, Versus commissu- ram valde angustus, el justa ipsam in parte posteriori oculi lo- cati sunt. Elasmice palatince n. 240 in uno-quodque latere: lon- giores mensurant 1,50", extremis anticis et posticis 0,4”-0,11*; latitudo in bassi longiorum, 0,18". Long. 50-60 ped. No he visto frase descriptiva de esta Ballena que refiera su Ca- racterización exterior morfológica y dé atributos significativos dife- renciales con las otras especies. La que antecede, la he redactado to- mando en cuenta los dibujos que del natural copió Hueber en 'Ta- — 26 rento y publicó Capellini, y del diseño que también sacó Casabona de la misma Ballena cogida en aquel puerto, y fué dado á luz un año después por Gasco; dibujo que, sea dicho de paso, está más confor- me con el publicado por mí en la Memoria sobre Las BALLENAS EN LAS COSTAS OCEÁNICAS DE ESPAÑA. ¿Dependerá tal omisión porque los que de esta Ballena han es- crito no hayan tenido oportunidad de examinarla, ni viva ni muerta, en las playas, para poder describirla ex v54? Con la cogida en Ta- rento en Febrero de 1877 no pudo suceder esto, pues Capellini, y varios otros naturalistas con él, no sólo la vieron viva, sino que hasta describieron las vísceras, que fueron preparadas para el Museo de Historia Natural de Nápoles, donde se conservan. Algo han dicho los naturalistas italianos del exterior de dicha Ballena, pero han pa- sado por alto su frase descriptiva y se han extendido mucho en la parte osteográfica y aun visceral ó esplacnológica. Como en mi exploración científica de nuestro litoral oceánico he tenido ocasión de ver viva la Ballena vizcaína, me ha sido fácil apreciar sus formas generales; y en cuanto á los detalles que com- pletan mi frase, los debo á los pescadores de Laredo, que, durante la temporada que pasa dicha Ballena en sus aguas, muchos días la ven tan quieta, que la suponen dormida, y se arriman cuanto quie- ren para poder reconocerla mejor. Synonim. scientif. —Balcena biscayensis, Eschricht. Balcena cisartica, Cope. Balcena tarentina, Capellini. Baleena Van-Benediana? Baleena Svedenborgi, Lilljeborg. Stat bay ú Ballena de dorso liso, de los antiguos balle- neros irlandeses. Sarde, de los pescadores franceses. lada et ITunterius biscayensis, de mios et Gray. Nord-Kaper, de los holandeses. Balcena euskariensis, de Ríos Rial. Vulgo. — Ballena, en castellano y valenciano. Sarda, de los antiguos pescadores vascos. Moscote, en Laredo. Ballena vizcaína (traducción mía del nombre B. bisca- yensis impuesto por Eschricht). — 257 — Ballena eúskara, de Ríos Rial. Balena, en catalán, mallorquín y gallego. Balea, en vascuence. Baléa, Baléta, en portugués. Ballenato, la cría, en español. Cabrote, íd., según el P. Sarmiento. Balenato, íd., en catalán. Balleneta, id., en valenciano. Balecumeá, íd., en vascuence. Baleato, id., en portugués. He consignado en mi Memoria sobre Las Ballenas en las cos- tas oceánicas de España numerosos datos comprobantes, no sólo de que es esta Ballena la misma especie que pescaban los antiguos vascos, sino también de que, lejos de haberse extinguido, como se ha supuesto, sigue, como en tiempo de aquellos intrépidos pescado- res, visitando anualmente, no sólo nuestras costas oceánicas, sino que de tiempo en tiempo penetra en el Mediterráneo, como última- mente lo ha comprobado su aparición en el puerto de Tarento, y de cuya última captura nos han dado cuenta los profesores Capellini de Bolonia y Gasco de Génova. En la traducción que de los libros de Caio Plinio hizo nuestro Jerónimo de Huerta, dice (año 1602, en el lib. 1x, fol. 12 vuelta), «que hasta el invierno no vienen al Océano gaditano, porque en tiem- »po de estío se entran en algún golfo capaz para ellas y agradable, »y allí paren, holgándose grandemente». No existiendo en nuestras aguas más Ballena que la vasca, el relato de Huerta sólo puede referirse á esta especie, ya observada en el mar de Andalucía en aquella época. Como equivocadamente Cuvier creyó que la Ballena que arpo- nearon nuestros vascos era la Mysticetus, igual error cometieron, al citar la que visita nuestras costas oceánicas, el Magistral Cabrera de Cádiz y el Catedrático de Historia Natural de Sevilla Sr. Ma- chado. Camper, tan conocedor del habitat de ambas especies de Ba- llenas, dice que la Mysticetus se encuentra confinada en las lati- tudes casi inaccesibles de los polos en el Mar Glacial. Confirma su error Cuvier cuando dice «que, por haber compren- »dido mal ciertos pasajes de Martens y de Zorgdrager, se ha hecho »una especie particular de la Nord-Caper, que será una Ballena del 17 — 258 — »Norte más delgada que la común, poseyendo los mares antárticos »una especie muy parecida á la Ballena franche, que los holandeses »del Cabo llaman Nord-Caper». (Reín. Anim., t. 1, p. 297, not. 1.) Pues bien: la Ballena Nord-Caper, según la autorizada opinión del célebre cetólogo Van-Beneden, no es ni más ni menos que la bisca- yensis de Eschricht, á la cual conviene perfectamente el carácter de la mayor delgadez de cuerpo que Cuvier refiere. También Fischer, en su Synopsis Mammalium, p. 522, dice: Balaena Glactalis; minor graciliorque, cauda pinnisque majo- ribus; oculi diametro maxima obliqua. Dilute cineracea. Preece- dente velotiorem dicit Scoresby, et a Balanis inffestari af firma, quee Mysticeto parcunt. Num speties distincta?, pregunta; y por las señas que consigna no cabe duda que esta sospechada variedad de la B. Mysticetus es la B. Biscayensís de Eschricht. Schinz, copiando en su Synopsis (t. 1, p. 520) la frase de Fis- cher sobre los mismos animales, da la cosa por cierta; y admitiendo como especie distinta la B. (Glacialis, la atribuye á Muller, Zoogr. Danic. Prodr., p. 1, 49. El nombre de Balcena euscariensis, que le da el doctor Ríos -Rial en su Memoria titulada La Ballena Eúskara, es inadmisible, porque tal licencia científica nace del olvido de los fundamentos taxonómicos y no puede sancionarse, para evitar la confusión que en la ciencia causa el llamar á una misma cosa con nombres dife- rentes. De la sinonimia científica que he dado se desprende son varios los naturalistas extranjeros que con nombres diferentes han hablado de la Ballena de los vascos, y de un modo exclusivo y más re- cientemente lo han hecho: Capellini, en su Memoria titulada Della Balena di Taranto. Bologne, 1877. 7 Gasco. — Intorno alla Balena presa in Taranto nei Febbrajo: 1877, Napoli. Trousslart. —Mammiferes de la France: 1884. Van-Beneden.—Les cétacés des Mers d* Europe: Bruxeles, 1885. Van-Beneden.—Histowe naturelle de la Baleíne des Basques (Balceena biscayensis): Bruxeles, 1886. - Confundiéndola con la Baleena Mysticetus, la citan de nuestras costas los. autores españoles siguientes : — 259 — Huerta. — Traducción de los Libros de Cato Plinio, libro 1x: Alcalá, 1602. Ivati con Lope. —Compendio histórico de la M. N. y M. e provincia de Guipúzcoa: 1625. Cornide. —Ensayo de una Historia natural de las costas de Galicia: Coruña, 1788. Cabrera. —Historia de los Peces de Andalucía: Cádiz, 1817. Machado. — Catálogo de los Mamiferos de Andalucía: Sevi- lla, 1869. De muy antiguo tenemos escritores españoles que no confun- dieron la Ballena vasca con la Mysticeto"ó gran Ballena de las re- giones polares. El Rdo. P. Fr. Martín Sarmiento, en el folio 114 del tomo xu de sus célebres Cartas manuscritas dirigidas al Duque de Medina Sidonia, al tratar «de unos Peces cetáceos que en considerable nú- mero vararon á primeros de Junio de 1760 en la playa de la villa de Zumaya», habla de los cetáceos que visitan el litoral gallego, y entre ellos de las Ballenas, citando con el nombre de Vord-Caper la que dice así llaman los irlandeses, que es ni más ni menos la Balena Biscayensis de Eschricht; y de este dato resulta que ya hace ciento treinta y tres años se había dicho en España que la Ba- llena que visita nuestras costas no era la Mysticetus, como han creido varios autores de no poco crédito científico. El interés que para nuestra Fauna tiene la citada carta me in- duce á extractar algunos pasajes que están en completa armonía con lo que yo he consignado en mi Zaploración científica de las costas del Departamento maritimo del Ferrol y en la Memoria sobre Las Ballenas de las costas oceánicas de España, que pu- bliqué entre las de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid. Dice el P. Sarmiento, al final del párrafo 29 de la citada carta, que: «Para coger á la Ballena Nord-Caper hay que arrojar mucha sangre al mar, y cuando la ve huye de ella y se retira á la orilla, y allí la pescan con lazos y arpones». En los párrafos 31 y 32 de la misma carta se ocupa el autor en las causas que pueden influir á que entren, como sucede, las Balle- nas en las rías de Galicia, expresándose así: oa «Muchas causas podrán concurrir, ó unidas ó separadas, para — 260 — que una Ballena entre en una ría y á veces vare en una ensenada: »Primera: si algún viento tempestuoso la arroja á la costa, como hace con un navío. Segunda: cuando trayendo consigo el Ballenato ó cabrote, que así llaman á su hijo, éste, como jugueteando, se entra por la ría; entonces la madre Ballena, por no querer separarse de él, le sigue por la ría arriba hasta dar á veces en un bajo. Ter- cera: cuando la Ballena, ansiosa de hartarse de sardina, se entra por las rías con el fin de perseguirlas y comerlas, y en esa ocasión sucede que la Ballena se arrima á tierra más que debiera. Cuarta: ¿consistirá en el puro antojo de la Ballena que, caminando libre- mente por el mar alto, le viene el capricho de torcer la dirección y meterse en la ría hasta donde pudiera flotar? Quinta: ¿será cuando la Orca ó el Pristis persiguen á la Ballena y se ve ésta obligada á huir y refugiarse en las costas? Sexta: siendo la Ballena muy corta - de vista, no es difícil que, marchando sin especial dirección, sea impelida por el viento á flotar hacia la ría ó costa y en ella vare». »(33). Los más de los años se aparece una Ballena en la ría de Pontevedra, y se mete tan adentro que llega á flotar junto la isla de Tamba, á una legua de Pontevedra y tres leguas del mar adentro. En aquellas costas no hay armadores de Ballenas. Así, aunque entran en la ría diez ó doce Ballenas, se pasean por ella sin que ninguno se lo estorbe. No sé si tendrían tanta libertad en otras rías hacia donde hay armadores. »(34). Siempre que entrare una Ballena en la ría de Ponteve- dra, se debe discurrir todo lo posible, no ya para pescarla y arro- jarle los arpones á cuerpo descubierto, como hacen los armadores, sino para hacerla que vaya á varar á la costa sin que ella lo ad- vierta. La Ballena es tonta, tímida y casl ciega, y se espanta de eritería y ruido. El tiempo para hacer la tentativa es cuando la su- bida del mar está cerca de su mayor y último crecimiento. Enton- ces, los barcos ligeros desde donde se ha de hacer el ruido, gritería y apaleamiento del mar, se han de apostar entre la Ballena y el mar alto y entre el costado de la Ballena y la ribera que dista más del paraje en donde se halla». Basta con lo copiado de la carta del Rdo. P. Fr. Martín Sar- miento sobre las Ballenas que en su tiempo visitaban las costas de Galicia, penetrando, como ahora lo hacen también, por sus famo- sas rías bajas sobre todo, para que resulte demostrado con un testi- — 261 — monio ivrecusable la realidad de los hechos que yo consigno en mis dos publicaciones antes citadas, y que han venido á confirmar que las Ballenas de los vascos siguen en nuestras costas oceánicas, lejos de haber desaparecido, observando las mismas costumbres que nos refiere el célebre Benedictino gallego, cuyas cartas, manuscritas y coleccionadas en gruesos volúmenes en folio, bien merecen que la casa del Duque de Medina Sidonia, á la cual las dirigió su autor, las publicara, para que las curiosísimas é importantes noticias que con- tienen pudieran ser aprovechadas, como yo lo hago en este escrito. Treinta y dos años después (1792) que el P. Sarmiento, DD. An- tonio Sáñez Reguar, el autor de muestro Diccionario histórico de los artes de la Pesca nacional, en el t. 111, al hablar del arpón y su uso, p. 30, se extiende hablando de la pesca de la Ballena en ge- neral, y particularmente en las costas de Vizcaya, Galicia y San Juan de Luz; y por la misma razón que he extractado algunos pa- sajes de la carta del P. Sarmiento, voy á hacerlo de lo publicado por Sáñez Reguar en su Diccionario: «Por los meses de Agosto y Septiembre, tiempo en que las Ba- llenas grandes salen de los mares del Norte para pasar á climas más templados, se dejan ver algunas hacia las costas de España desde el Cabo de HFinisterrce hasta la embocadura del Garona; habiendo acontecido también haberse cogido en la primavera y verano. Estas Ballenas son menos abultadas que las de Spitzberg y Groenlandia, no tienen tanta grasa y algunos las llaman Sardas, y yo sospecho que son de las que se conocen con el nombre de Nord-Caper». No puede estar más clara la opinión de Sánez Reguar, recono- ciendo, sesenta y dos años antes que el sabio cetólogo Eschricht, la identidad del Nord-Caper con la Ballena de los vascos, y así es que en la p. 399 la describe como sigue: «Llevamos dicho que nuestros pescadores distinguen dos espe- cies de verdaderas Ballenas. Las de la primera son las grandes del Norte; las de la segunda, las que en algunos parajes se conocen por Sardas ó Nord-Caper, de mucho menor tamaño, como que las más crecidas sólo producen regularmente á lo más 30 barriles de saín; su ligereza y ferocidad es notable, y esta circunstancia las constituye más difíciles de coger; no obstante, cuando la pesca de las grandes no es ventajosa, los pescadores procuran indemnizarse de sus gastos dedicándose á buscar y cazar á las Sardas. — 262 — -»En el hecho de decir que en los hielos del Norte se pescan Ba- llenas grandes y en los climas menos fríos Ballenas pequeñas, quiero dar á entender que esto es en mayor número... Algunas ve- ces se encuentran entre las Sardas los Cachalotes ». A esta descripción acompaña el autor un dibujo que, si bien no tiene los detalles suficientes, por el aspecto y formas generales y en cierto modo tenues, sobre todo en la región cefálica, hay lo bastante para distinguir bien claramente la Ballena Sarda de la Misticeta. Lo observado por nuestro antiguo naturalista lo ven hoy día los pescadores de la costa Cantábrica, según me han referido, si bien dicen que, por punto general, los Cachalotes suelen encontrarse más mar adentro que la Ballena Sarda, y, como refiere Sáñez Reguar, se reunen en bancos ó manadas tan considerables, que se anuncian á gran distancia por el ruido que hace al salir por sus respiraderos el agua que lanzan ó expelen. Por primera vez en la Exploración científica de las costas del Departamento marítimo del Ferrol, en 1870, di noticias precisas sobre no haber desaparecido de nuestras costas la Ballena de Viz- caya, y con más copia de noticias y detalles lo hice en la Memo- tia Las Ballenas en nuestras costas oceánicas, 1889, donde aclaré la obscuridad que reinaba sobre la existencia dudosa de la Sarda, es- pecie que algunos suponian extinguida, y que resulta demostrado vive aún, como antes, entre nuestros pescadores; por más que éstos no se dediquen á la pesca de los gigantescos cetáceos, como los an- tiguos vascos hacían. Saraluce (D. Nicolás) publicó una Memoria acerca del origen y curso de las pesquerías de Ballenas y bacalaos por los basconga- dos, y de la reciente captura de la Baleena biscayensis, Cuyo es- queleto se conserva en el Gabinete de Historia Natural de San Se- bastián (año 1878), y sobre este mismo ejemplar ha dado también noticias el Sr. Ríos Rial (D. Cándido), con más copia de datos, en una Memoria publicada el año de 1890, que es la última que se ha impreso en español acerca del asunto, pues posteriormente en sueco me ha sido remitida otra por su autor, titulada Bidrag til noiere kundskab om Atlanterhvets rethval (Erbalceena biscayensis, Es- chricht) ved Gustav Gulberg.—Christiania, 1891. — 263 — SUBFAMILIA BALAENOPTERINE. Gibba vel Pinna dorsali predite: gula pectoreque longitu- dinaliter plicatis. a. Gibba adiposa in regione dorsale posteriore. GENUS MEGAPTERA. (Gray, in itinere Erebus and terr., 1844.) Pectore sulcato; elasmis triangularibus, brevibus, antice uterque series in lineá mediana connectis: labro inferiore pau- Inlum elevato; rostro fere recto; pinne pectorales longitudinis tertice partis corports, tetradactiles: vertebre cervicales inter se discrete; sterno breví postertus acuminato: apofistbus transver- sis vertebrarum dorsaliuwm minus altiores quam vn Balenis, eb magis quam in Balenopteris; membrana mucosa intestinorum tenuiorum alveolata. Sinonimia genérica. —Balena. —Linn. et Auctor. ant. Kyphiobalena. —Eschricht. Balenoptera.—Laceped., Hist. nat. des Cétacés. MEGAPTERA Boops. (Gray.) Nigra, caput oblongum, rostro subacuto, mandibula ante et infra alba vel infundo marmorata, inter plicis rubescens. Elas- mie 149 breves, bipedales, nigre, Pinna caudalis, supra nigra, mfra alba et ora nigro circumcincta. Pinne pectorales albe. Gibba poné candida. Abdomen rugis longitudinalibus. Tegumenta mandibularum eb rostro tuberculifera eb 4 con- mensalibus pluribus invasa. Longit. 10-80 ped. Synonim. scientif. —Balena boope eb B. gibbosa.—Limn., Sysí. Nat., 1, p. 106, et in edit. Gmel., g. 38, p. 5. Megaptera boops, Fabr.—Fauna Gruenlándica, Hafnie et Leipsie, 1780. Megaptera longimana.—Gray, J. E. The Zoology of the voyage of Erebus and Terror, 1844-48. Balena longimana.—Rudolphi., Veber Balcena longi- mana, Leipzig, 1848. Kyphiobalena boops.—Eschricht, 1845. Balena Jubarte.—Bonaterre, Cetologie, p. 6, n. 6 t. — 264 — Balenoptera Jubarte.—Laceped., Hist. nat. de Céba- cés, p. 120, pl. 4, fig. 1. Balenoptera gibbart.—Lesson, Mamm., p. 646. Rorqualus Boops.—Yeder. Cuv., Mist. nat. des Céb., . página 321. Gibbart, Fubart, BHunspback, Baleie a bosse, de los balleneros franceses. Vulgo. — Ballena, confundiéndola con las verdaderas. Balena, en catalán y valenciano. Balea y Boga, en gallego. Baléna, en mallorquín. Gibarte y Gubarte, de nuestros antiguos pescadores Vascos. Lesson, en la pág. 626 de su lMammalogía, dice que quizás el nombre (Gibbar, que los naturalistas y pescadores franceses dan á este cetáceo, derive del (7¿barte ó Gubarte, como le llamaban nues- tros antiguos balleneros vascos. Bosse en francés quiere decir Jiba ó Joroba; y como la aleta adiposa que la Buops lleva sobre la cola, forma tiene de joroba ó corcova, el nombre (7/barte podrá referirse á la joroba ó jiba adiposa de la cola que caracteriza á este Balenop- térido. De tal nombre, aplicado por nuestros antiguos pescadores vascos á la Megaptera Boops, legítimamente puede deducirse que ha visi- tado siempre nuestras costas cuando así la tenían bautizada; y si no es común verla con tanta frecuencia como á otros cetáceos, su pre- sencia hasta en el Mediterráneo está comprobada por el profesor Marion, de Marsella; yy como para llegar á aquellas aguas ha te- nido que recorrer desde el mar del Norte todo el litoral oceánico y mediterráneo de la Península, claro está que debe figurar en nuestra Fauna; tanto más, cuanto algunas veces ha sido capturada en nuestros mares, tal como la cría que se exhibió en el solar de las Vallecas, donde tuvo lugar la exposición de Bellas Artes habida en Madrid el año de 1865, y yo pude clasificar, así como la que en 1877 arrojó el mar á la playa de Zaráuz y Saraluce cita en su Memoria sobre el origen de las pesquerías de Ballenas y baca- laos, etc. — 265 — b. Pinna cutanea in regione posteriore dorsale. GeExus BALuNOPTERA. (Laceped.) Caput longitudints quart. part. corporis. Pinne pectorales parve. Elasmie breves. Gula, vel gula-bthoraque, eb aliquando husque ad abdominem, plicis longitudinalibus numerostis sul- catis. Rostrum parum curvabtum. Vertebre cervicales omnes dis- juncte. Cecum intestinum in tubo digestivo. Synonim. scientif. —Balena, Linn. Batenoptera, Lacep. Rorqualus, Fed. Cuv. Las hembras de estos cetáceos son ordinariamente mayores que los machos, como es lo general para todos los Balénidos. La cópula, como el parto, tienen lugar en invierno, y la preñez dura de diez á doce meses. Al nacer, las crias miden la cuarta parte de la longitud de la madre, á la cual acompañan hasta que próximamente alcan - zan la mitad de su talla. El régimen de las Balenópteras no es igual en todas las espe- cies. La Musculus y la Rostrata se alimentan de Arenques y Ga- dideos (Merluzas, Bacalaos, Pejepalos). Las demás, de crustáceos. Como otros varios animales marinos, las Balenópteras emigran en determinadas épocas del año hacia sitios donde encuentran el pasto que les es necesario, y, según refieren los balleneros, son tan voraces estos animales, que cuando comen están tan absortos que se dejan acercar sin huir del peligro que los amenaza. Cada especie de Balenóptera sopla y respira á su manera, y los balleneros adiestrados en tal pesca las distinguen perfectamente por esta particularidad específica, aunque las descubran á gran distan- cia en los límites del horizonte. Cuando suben á la superficie del mar, guardan la posición ho- rizontal para respirar tres ó cuatro veces, y en seguida se sumer- gen, levantando la cola fuera del agua; habiéndose observado es la Baleenoptera Sibraldi la que la levanta más, y la Musculus la que menos la alza, lo que basta para conocerlas de lejos cuando se va á arponearlas. Todas éstas son particularidades que el eminente cetólogo Van- Beneden, en su XWistoria Natural de las Balenopteras, refiere, diciendo le han sido comunicadas por los pescadores balleneros, como — 266 — que son los que tienen mayores facilidades para hacer observaciones biológicas sobre unos seres que, como los peces, viven en un medio, por regla general, inaccesible á los naturalistas. También yo, como el eminente cetólogo belga, debo muchas de las noticias que con- signo en mi Memoria sobre Las Ballenas en las costas oceánicas de España á nuestros pescadores de Galicia y Cantabria, que, ade- más de confirmar lo que el P. Sarmiento y Sáñez Reguar refirieron, me enseñaron Cosas que no he visto consignadas en los libros, y que los marinos las han aprendido en la mar. : BALENOPTERA MuscuLus. (Lacepede.) B. fistula duplic: in fronte; maxtilla infertore multo latiore. Linneo, Syst. Nat., t. 1, p. 106, 4. Nigro-cineracea supra, infra alba. Elasmie virescentes stria- te; striis albis. Pinne pectorales anguste, acute; dorsalis sa- tis alta in - partis long. corporis supra ano sita. Plice, pec- torales, usque umbilicum ablingentes, el inter se 12 centimet. disjuncte. Vertebre cervic. 1, Dors. 15, lumb. 15, caud. 25, cos- te 15 pares. Long. corp. 25-30 metr.—Pinn. pector. 1,50; dors. 0,20; caud 2,70". —KElasime 0”,70* vel 0%,90*. Synonim. scientif. —Mvstixzros, Aristóteles. Musculus, Plinio. : Balena Musculus, Limn., Syst. Nat., 1, p. 106. Rorqual de la Mediterrané, Cuvier. Physalus antiquorum, Gray. Pterobalena communis, Eschricht. Vulgo. — Músculo la llama Huerta, Traduc. de los Lib. de Pli- nio, t. 2.2 de la Hist. nat. de los Anim., lib. 1x, Ca- pitulo 1v, fol. 6. Músculo también la llama Cornide en su Ensayo de una Historia Natural de los Peces de las costas de Galt- cia, p. 107. Rorcal, López Seoane, Fauna Mastodológica de Galt- cia, p. 465. Rorcual, según el Diccionario de la Lengua Castellana. Ballena la llama nuestra gente en español, y Balena en catalán. Balea, en gallego. — 267 — Hablan de esta Balcenoptera los autores españoles siguientes: Huerta /¿n loco citato). que la describe dándola «36 codos de largo y ocho de alto; con boca de 22 pies de ancho, y en lugar de dientes unas láminas negras y duras como de cuerno, cubiertas de cerdas semejantes á las del Puerco; su lengua es grandísima y muy blanda; guárdanla salada, y solo ella es estimada en mucho y tenida por regalada comida. Sus ojos distan uno de otro cuatro va- ras; por de fuera parecen pequeños, y por dentro es cada uno ma- yor que la cabeza de un hombre. Tiene solas dos aletas á los lados, y debajo de éstas esconde á sus hijos cuando tiene temor á per- derlos. Su cola es algo semejante á la de los Delphines, y cuando la mueve con fuerza inquieta tanto la mar, que suele hundir las barcas y naves pequeñas y si suele dar en ellas las vuelca. Tiene el hocico corto, el cuero duro, negro y sin pelo, al cual se suelen hallar asidas Ostras y Lapades. En el estómago de esta bestia nunca se hallan huesos ni rastro de peces, sino espuma, agua y ovas, de donde se colige que no se sustenta de pescados. Carece de la canal que tiene la verdadera Ballena, y así es como Rondelecio afirma que solo por su grandeza la llaman también Ballena, y no porque ver- daderamente lo sea...» | También Cornide, en su libro sobre los peces y otras produc- ciones marinas de las costas de Galicia, en las páginas 106 y 107, dice algo del Músculo, ó sea la Balcenoptera Musculus, cuyo ca- rácter dice es: «tener dos tubos ó fístulas en la frente, el hocico romo, la mandíbula inferior más ancha que la superior, una aleta adiposa en el lomo y el vientre lleno de arrugas»; y si bien tal des- cripción pudiera cuadrar en parte, por el carácter de la aleta dorsal adiposa, á la Megaptera boops, la anchura de la mandíbula inferior y lo romo del hocico, que es agudo en esta última, son caracteres propios del Músculo. A su vez Seoane, en su Fauna de Galicia, nos habla de este Balénido, que dice no tiene nombre vulgar gallego; y así como Huerta y Cornide adoptan el de Músculo, derivado del latino Mws- culus, él elige el de Rorcual, que es de origen noruego (de rúer, tubo; qual, ballena); pues así llaman aquellos pescadores á los cetá- ceos que tienen una aleta dorsal y pliegues longitudinales, 4 modo de tubos, debajo de la garganta, los que á veces se extienden hasta el pecho y el vientre. AÑ El nombre Rorqual (latinizado Rorqualus, Knox) resulta ser nombre genérico y no específico, y es sinónimo de Balcenoptera, según consignó Cuvier (1), resultando de esto que la nomenclatura de Baleenoptera Rorqual Lacep., que en su libro adopta el señor Seoane, no es aceptable, pues hay la redundancia de aplicar dos nombres genéricos sinónimos, uno como género y otro como espe- cie, lo que no puede admitirse taxonómicamente, por más que pro- ceda de un naturalista como Lacepede. Cito esta especie en mi memoria Las Ballenas en las costas oceánicas de España como el más común de los Balénidos que nos visitan, del cual se ven esqueletos ó parte de ellos en Jos Gabinetes de Historia Natural de casi todas nuestras Universidades y de al- gunos Institutos. BALW¿NOPTERA ROSTRATA. (Gray.) Supra nigra, infra alba; basis pinnarum pectoralvum alba, apice nigra: elasmie luteole, trapezoide: rostrum acubum; mandibula, maxtla longior; caput sextam longitudinis tobiws partem corporis, adequans: oculd minimi, vix conspicuis: pinna dorsalis parva, acutaque, lunulata, supra penen sita: dorsum carinatum; plice regulares, a gubbura usque a medio abdominis abringentes: aperture fistule, oblique, convergentes versus me- diuwm velutr acentum circumflexum: vertebre 48. Sternon cru- ciforme; par. costarum 11. Longitudo 30-36 ped. synonim. scientif. —Balena rostrata, O. Fabr. Balenoptera acuto-rostrata, Lacepede. Rorqualus minor, Knox. Pterobalena minor, Eschricht. Balenoptera rostrata, Gray. Balenoptera Eschrichtit, Rash. Balenoptera Davtdsontt, Scammon. Balenoptera Mondint, Capellini. Balenoptera Bonarensis, Burmeister. Balenoptera Huttons, Gray. (1) Les Balenopteres a ventre plissé ou Rorquals. — Reino animal, t. 1, p. 292. — 269 — Vulgo. —Ballenato, nombre colectivo que los marineros aplican á todos los Balénidos pequeños, sea cual fuere la especie. Esta Balenóptera es la especie más pequeña que viene á visitar nuestras costas oceánicas, pues se tiene por cosa muy rara hallarla en el Mediterráneo, no conociéndose más pruebas de ello que el es- queleto de un individuo capturado en el Adriático y conservado en el Museo de Bolonia, y otro que hay en el de Florencia cogido por los pescadores de Sainte-Hospice en el departamento de los Alpes marítimos. Como de tales capturas es costumbre dar noticia para que sirvan de datos en la historia de los derroteros que siguen los grandes cetáceos en sus emigraciones periódicas, repetiré, siquiera sea en extracto, lo que consigné hace seis años en mi catálogo de los cetá- ceos que se ven en las costas de-España. Anunciada en el periódico El Atlántico, de Santander, del 19 de Abril de 1888 la captura de un Ballenato en el puerto de Ajo, pueblo situado entre Santander y Santoña, escribí al Presidente de la Sociedad de Pescadores de Laredo, D. Antonio Cabeda, que en asuntos de pesca tantas noticias me ha suministrado, pidiéndole pasara al pueblo referido á informarse del hecho anunciado en aquel periódico. : La contestación que de dicho señor recibí, redactada por el Cura párroco del pueblo citado, testigo presencial de la captura, es como sigue: «El día 15 de Abril de 1888, en la pleamar de las cinco de la tarde, se presentó en la barra del puerto un Ballenato que, embis- tiendo hacia tierra, fué sorprendido por una vaciante rápida que le dejó en seco, siéndole imposible largarse á la mar, á pesar de los grandes esfuerzos que hacía para poder nadar. Apercibidos los pes- cadores del caso, atacaron al cetáceo, que se revolcaba en la playa dando grandes coletazos, á pesar de lo cual lograron matarle para aprovechar su grasa. La lengua pesó 46 kilogramos; tenía treinta pies de largo y ocho de ancho la aleta caudal. La cabeza tenía do- ble grueso del centro del cuerpo. No tenía marisco alguno parásito; el espesor de la capa de grasa subcutánea era en todo el cuerpo de cuatro pulgadas, pero en la cabeza llegaba hasta doce. » Varias personas probaron la carne, afirmando era buena y sabrosa. Las barbas llamadas Ballenas que tenía en la boca no — 270 — bajaban de 300 por cada lado, si bien otros sólo contaron 234». Los pescadores de Ajo aseguraban haber visto recorrer aquella costa desde el mes de Enero otros dos individuos iguales al captu- rado; y enterado de las anteriores noticias, y puesto de acuerdo con mi amigo Sr. Cabeda y el Cura de Ajo, les encomendé adquirieran para nuestro Museo de Historia Natural el esqueleto de dicho cetá- ceo, que no pudo ser completo, por haber desaparecido varias piezas; pero se nos remitieron las bastantes para determinar la especie y adquirir la seguridad de que la Balvenoptera rostrata, O. Fabr., en- tra en nuestra Fauna, de lo que no puede dudarse, siendo positivo que los dos individuos capturados en el Mediterráneo, cuyos esque- letos se conservan en los Museos de Bolonia y Florencia, para lle- gar á dicho mar han debido recorrer todo nuestro litoral del Atlán- tico y Mediterráneo. De todos imodos resulta que la captura verificada en Ajo es el primer dato positivo que se ha obtenido y publicado sobre la pre- sencia de la Balenoptera rostrata en las costas de España. Eschricht cita la aparición de algún individuo en el Golfo de Gascuña, y el Sr. Ríos Rial, en su Memoria sobre La Ballena Eús- kara, pág. 42, nota 2, refiere que el Ballenato que fué cogido por los vapores de pesca del Sr. Mercader en las aguas de San Sebas- tián hace algunos años, y que él creyó sería un individuo joven de la « Baleenoptera ó Rorqual especie boops?, si no era la Balceenoptera rostrata de Gray, era, cuando menos, una especie muy afine á ella». Para mí esta duda está casi resuelta; porque si, como dice, la osifi- cación de las piezas esqueléticas estaba terminada, no podía, como supuso, ser una cría de la Megaptera boops 6 Balenoptera rorqual, según la clasificó, sino la Rostrata, que es el Balénido más pe- queño que viene á nuestros mares. CosrumBrEs. — Van apareados machos y hembras, como suele observarse entre los Balénidos, y, según nos refieren los pescadores balleneros de Groenlandia, suelen encontrarse asociados á veces con las especies gigantes. Se alimentan de peces. Eschricht calcula que la gestación dura diez meses, y, viéndose que el parto se verifica á primeros de Diciembre, puede suponerse que la fecundación ten- drá lugar á fines del invierno. Al nacer los hijuelos tienen la cuarta parte de la longitud de la madre, que pare uno solo, como las demás Ballenas, siendo raro verlas con dos crías. | | | — 21 — 11 GRUPO. —CETODONTES W Mandibule tantum dentium predite. SECTIO 1.—ZIPHIOIDES Dentes absque indumento vitreo in coronts tantum in mazt- lla inferiore apparentes. Ossa facies producta in rostro elongato. Oculi valde retro-sitis. Nares sinistro verse. Ricbus parvus. Sym- phisis mandibule prelonga. FamiLra PHYseETERIDA. (C. L. Bonap.) Dentes símplices, conici, numerost. Artos prorsus pinntfor- mes, ex unguiculati. Caput immane. Cecum deficiente. SUBFAMILIA PHYSETERINE. (Gray., Ann. of. Phyl.) Dentes numerosts a totidem maxille foveis excipiendi, su- periores parvult, absconditt. GeENus PAYSETER. (Linn.) Dentes masillares, superiores in scrobiculorum fundis ab- sconditi, inferiores magnt, conici, acutt, scrobiculis maxille su- periorts injungendr. Spiracula juncta in unum eb in apice rostri sibum. Corpus oblongum denudatum, in caudam pedalto instructam attenuatum. Pinna dorsalis. Mamma aperte 2, inguinales. Artus pectorales pinne.—lliger, Prodr. System. Mamm. eb av., página 142. PHYSETER MACROCEPHALUS. (Linn.) Dentibus infra utrinsecus 20-23, sub-recurvis; cauda angus- tissimá conica; eminentia longitudinal sew pinna spuria su- pra anum. Longitudo 40-80 ped. Capite corporis trientem longitudine equans; rostrum veluti truncabum; oculus sinister, uti narrant dextro longe minor; spiracula juncta, versus latus sinistrum de- rectum. Corpus supra ex schiticolore nigricans, subtus albidum. Sperma cebi extrahitur ex cavitatibus amplissimis capitt (1) Catodontes llama el P. Sarmiento, t. xI1, fol. 161 vuelto. — 272 — hujus. Ambra grissea ex intestinis.—Fischer, Synopsis Mam- maltum, p. 517-518. Synonim. scientif. —Catodon macrocephalus.—Gray, Lacep., Cet., página 165, 1, t. 10, f. 1. Cetus dentatus.—Mus. Worm., p. 280. Balena.—loust., Pisc., p. 215, t. 41. Vulgo. —Cachalote, en castellano. Phiseter lama Huerta en su obra á este cetáceo, lo mismo que Cornide en la suya. Fiseter, debe escribirse en español. Pex Mular, en Cataluña, los pescadores. Cachalot, en Galicia, según el P. Sarmiento. Seron y Seda, en la costa Cantábrica. Cachalote, en portugués. El Diccionario de la Lengua, edición 12.*, refiere el Cachalote á la Marsopla ó Marsopa, y, consultando este nombre, se ve: «Marsopa (del alemán meerschwein, de meer, mar, y schwein, cerdo). f. Animal marino del género Delfín, que habita en el Océa- no y en el Mediterráneo; es de 12 4 13 pies de largo, y tiene más de 20 dientes chicos en cada mandíbula». Con tal relato resulta sin definir el nombre Cachalote, porque lo que se consigna corresponde á otro cetáceo muy diferente. En la 10.* edición de dicho léxico se describía al Cachalote me- jor y más acertadamente, diciendo: «Animal marino de 40 á 60 pies de largo, de los cuales la cabeza ocupa más de la mitad. Tiene el color negruzco, la boca armada de pequeños dientes (esto no es exacto, porque son muy grandes), sobre la cabeza una fístula por donde arroja el agua, y los remos en forma de aletas. Es vivíparo y se mantiene de peces». Es el Cachalote un cetáceo bastante común en ambos litorales ibéricos, por más que se haya creído que sólo se deja ver de muy tarde en tarde; y no es eso sólo; sino que, según las noticias que me han sido dadas por los pescadores gallegos y cántabros, suelen verlos hasta en manadas de cuatro y cinco individuos más mar aden- tro que los Balénidos, que á veces pasan á cuatro millas de la costa, al paso que los Cachalotes no suelen encontrarse sino á veinte millas mar adentro. Tienen, además, aquellos marinos la idea de que, cuando se les encuentra más cerca de tierra, anuncian borrascas deshechas, — 213 — También saben distinguirlos á largas distancias por el surtidor único de agua que al respirar arrojan, pues saben es doble en los verdaderos Misticetos. Huerta, em su consabida obra, lib. 1x, cap. 1v, fol. 8 vuelto, nos describe al Phiseter y hasta habla de sus costumbres, y dice, copiando á Paulo lovio, «quese ven muchas veces en el mar Océano, fuera del Estrecho de Gibraltar, donde sucedió que atemorizaron á unos navíos imperiales que venían de Bretaña, porque el agua que arrojaban en alto, hecha blanca espuma, parecia velas tendidas de naos, y así entendieron ser navíos franceses, con quienes entonces tenían guerra los españoles». El Rdo. P. Fr. Martín Sarmiento entra en otros detalles que concuerdan con los que me dieron los pescadores citados, y que también manifiestan los conocimientos cetológicos que dicho eru- dito religioso poseía; y para demostrarlo voy á copiar algunos perío- dos, que son continuación de la carta que, con el epigrafe «Sobre unos Peces Cetáceos», escribió al Duque de Medina Sidonia, la misma de que, más atrás, he reproducido varios pírrafos. «(51) Cuando comencé á escribir este Papel, consentí en que »los Pezes Cetaceos de Zumaya serían del Género de los Cachalotes; »pero consentí en falso, pues no han sido Cachalotes, sino Orcas. »Estas se distinguen de aquellos en tener dientes en las Quijadas »inferior y superior. El Cachalote solo tiene dientes en la mandíbula »inferior, y así es del Género de los Catodontes, según Artedo. No »espante la voz griega cato, que significa infra y odon odontos el »diente. Así Catodontos significa la Ballena que solo tiene dientes »en las mandíbulas inferiores. » Queda demostrado, pues, que el P. Sarmiento conocía el carác- ter que en los cetáceos Cetodontes distingue á los Ziphioidos de los Delvhinidos. Sigue hablando de varias otras circunstancias características del Cachalot, como llama, que dice nombran Cazelot los holande- ses, discurriendo principalmente sobre la producción del ámbar gris y espermaceti, y agrega que «ya Pomet afirmó que el Cachalote es muy común hacia el Cabo de Finisterre». Esto mismo me dije- ron los pescadores del Golfo de Corcubión cuando verifiqué la explo- ración de las costas del Departamento del Ferrol; y tal noticia sirvió al P. Sarmiento para hablar del Cachalot y de sus utilidades « para 18 — 274 — que estén advertidos los gallegos si alguna vez vara en sus costas, como sucede con alguna Ballena, que si no tiene dientes, sino bar- bas, pertenece ú las Ballenas comunes. Si tiene dientes arriba y abajo, pertenece á los Delfines y Orcas. Pero si solo tiene dientes en la quijada inferior, y en la superior tales cuales muelas no más, y solo tiene un surtidor para el agua, sepan que pertenece á los Cachalotes. La misma advertencia hago á los asturianos, montañe- ses y vizcaínos, para que no pierdan la ocasión de utilizarse si pes- can un Cachalote». Lo que dice el Sr. López Seoane en su Fauna Mastodológica Gallega, como él mismo lo indica, lo ha tomado de la consabida carta del P. Sarmiento; mas al decir que en otro tiempo no era es- caso en nuestra Galicia, pero en la actualidad es sumamente raro, creo no está en lo cierto, por lo que yo mismo he averiguado y visto. Es una prueba evidente de que el Cachalote se encuentra y €s * conocido del vulgo en los dos mares que bañan todas las costas ibé- ricas, el tener nombres triviales. La captura más antigua que conozco de un Cachalote en Es- paña, data de 1574. Dicho Cachalote, según consta en la historia del Real Monasterio de San Lorenzo, del Escorial, fué herido de un cañonazo que le disparó la tripulación de una nave en la emboca- dura del Estrecho de Gibraltar, y las corrientes lo arrastraron hasta las playas de Valencia, arrojándole la mar cerca de la Gola de aquella célebre Albufera. Como testimonio de tal captura fueron ofrecidas al Rey D. Felipe II las mandíbulas, que dispuso se colo- caran encima de la puerta de la bodega del Monasterio, en cuyo si- tio aun se conservan. D. Antonio Durán y Morera, Médico titular del Cabildo de la Santa Catedral de Oviedo, da noticia en una hoja impresa de la captura de un Cachalote, que llama Ballena monstruosa, hecha por los pescadores del puerto de Tazones, distante legua y media de Villaviciosa, en el Principado de Asturias, el día 22 de Octubre de 1778. El autor de esta noticia, que no debía ser naturalista, la re- dactó como sigue: «Esta Ballena se distingue de la legitima, por lo que no se le da nombre propio. Tiene dos órdenes de dientes en la mandíbula inferior. El color de esta Ballena es cerúleo-negro, á similitud de — 216 — Atún legítimo; en el vientre tiene dos manchas blancas; la cabeza es Chata y algo aplanada por los lados; la boca es como un canal y tiene siete pies de largo; el cutis externo parece de borra de lana, y se quita fácilmente, descubriendo un cutis fuerte y blanco y en parte rojo, y después una substancia sebosa; arroja mucha grasa ó aceite, y con tanta copia, que patece un arroyo de fuente cuando queda en seco ó en baja mar; pero, creciendo la marea, cúbrela la mitad y lo lleva el agua; no obstante, lo van cogiendo las mujeres del mejor modo que pueden, por estar en mala situación, pues cuan- do la trajeron la pusieron entre peñas atada por la cola. Según el cómputo del aceite que podía haber dado sabiéndolo beneficiar, es de más de veinticuatro toneles grandes. Con motivo de la efusión tan orande que de continuo padece de la grasa, merma muchísimo en toda su mole y al mismo paso se desfigura». El autor añade, describiendo la figura que pinta en su papel: La fórmula vertebral es de 7 c., 15 d., 221., 32, c. 76». Poco determinativo puede sacarse de tal descripción, tanto más cuanto tienen los detalles mucho parecido con los del Delfín común. Habita el Tethyos en el Mediterráneo, y hasta ha sido visto y cogido en Port-Vendres, muy cerca del Cap de Creus en nuestra frontera catalana, lo cual nos hace comprender que tal Delfínido entrará en el Golfo de Rosas y tan adentro como quiera por las ri- beras españolas del Mediterráneo; motivo por el cual no cabe duda se le puede incluir en nuestra Fauna cetológica. No he visto de tal cetáceo sino algunos cráneos en Museos ex- tranjeros, ni he encontrado reseñas ni citas de él en autores nues- tros, y sólo sé, por referencias publicadas en obras de otros países, que se encuentra también en el Atlántico hasta la latitud del Cabo Verde. Otra especie, Prodelphinus dubius, dice Van-Beneden en sus Delphinides des mers d' Europe que se encuentra en los mares de Europa, y que se ha cogido alguna vez en la rada de Brest, en el Mediterráneo, en el Cabo Verde, en Fernando Poo y hasta en Méjico. GENUS STENO. (Gray, Erebus and Terror, 1847.) Caput elongatum et in regione faciali attenuabum; dentes acu- minati. minus numerost quam in Delphinus Delphis sed majo- — AN E cel EZ 23 — 24 res el. forbiores, cum superficie granulosa; e. D)* vel 29 — 95 secundum Van-Breda. Las especies de este género han estado dispersas entre otros va- rios: tales el Delphinus, Delphinorhynchus, Glyphidelphis, etc.., y viven preferentemente en los mares de los países cálidos; pero en Europa se ha visto, aunque muy rara vez, una en la parte.me- ridional del Atlántico, que aleún día podríamos encontrarla en nues- tras costas, y por eso sólo la indico. STENO ROSTRATUS. (Liitken, Videnok. Selsk. Slr. naturvidensk. Copenhague, 1889). Supra dorsum nigrum, rostrum album: latera, bempora, oculi usque ad apicem rostri luteo-alba. Linea candida percurrit ex pinná pectoralibus ab oeulis, et alía fusca, circumcingit ip- sum, es oris due strice nigrce exeunt, una versus rostrum, alia- que ex angulo mandibule sub terbius usque ad pinnam pecto- ralem. En el esqueleto que del Steno rostratus se conserva en el Mu- seo de Copenhague se cuentan 66 vértebras, de las cuales 6 de la c.; 12=d.; 15=1.; y 32 caudales, teniendo las 25 primeras apófisis interiores en forma de Y. Las aletas pectorales son de hú-= mero muy corto; el omoplato largo de delante atrás; tres huesos solamente en el procarpo y dos en el metacarpo; el pulgar tiene una falange, 2 el índice, 6 el dedo del medio, 8 el anular y 2 el me- nique: todo esto según dice Van-Beneden. Las costumbres de este cetáceo son poco'ó nada conocidas, y Dousmier cuenta que encontró en el estómago del ejemplar cogido en las islas de Cabo Verde una buena pensión de Exoceteus 6 Ó peces voladores y de calamares. No tengo noticia de que este cetáceo se haya encontrado en nuestras costas, á pesar de que se ha visto en las de Portugal, y de que para 11 desde las islas de Cabo Verde hasta Brest, la rada de la isla de Aix y desembocadura de la Charente en el litoral francés, en cuyos puntos se ha cogido alguna vez, ha debido recorrer el de Es- paña, como lo prueba la captura del individuo citado en Portugal. Nuestros autores, ni antiguos ni modernos, no hablan de él, ni tampoco lo conocen los pescadores del litoral oceánico, á quienes he > > id o Eds A A E O preguntado, y, sl lo han visto, de seguro lo habrán confundido con los otros delfines que viven en nuestras aguas saladas. No es, pues, extraño carezcamos de nombre vulgar para el género Seno y sus especies. Ni el género Beluga ó6 Delphinapterus, ni tampoco el Mono- don, Narval ó Unicornio marino son cetáceos que se vean en el litoral de la Península Ibérica, pues son esencialmente polares como la Balcena mysticetus. en compañía de la cual viven entre los hie- los de aquellos mares, y por lo tanto prescindo de hablar de ellos. Ordo V.—Belluee. (Linn., Syst. Nat., 1, p. 100, 1766.) Artus quator; claviculce nullce; antibrachium constanter pro- num; ossa metacarpi eb metatarst libera, ungues sculponet, digi- torum phalanges exbremas obvolventes; dentium qualitas sepiws triples; stomachus simplex, aut liceb compositus rumiationis in- capaz: placenta multiplex.—C. L. Bonap. Pachidermos llama Cuvier á los mamiferos de este orden, 10 con el mejor acierto, porque tal carácter no conviene á todos los que en él incluye; pues si bien es verdad que los Elefantes, Hippo- pótamos, Rinocerontes, Tapires y Cerdos tienen la piel gruesa, áspera y cerdosa en vez de pelada, en cambio los Echideos é Hyra- cideos tienen el pelo suave, abundante y tupido, condiciones que faltan en absoluto á los primeros. Y no es esto solo, sino que, de un modo incomprensible, el eran Maestro reunió en este orden elemen- tos tan heterogéneos, que ninguna hermandad tienen de las que reclama el Método para ser natural. Por este motivo, ya varios autores, posteriormente, han propuesto reformarlo, separando á los Elephántidos, Echidos é Hyrácidos para constituir otros tres tipos ordinales, con los nombres de Proboscidos, Solípedos y Subungu- lados, cuyas formas fundamentales Elefantes, Caballos é Hyrax no es posible en manera alguna emparentarlas ni con los otros Pa- quidermos ni entre sí mismas, so pena de faltar á los fundamentos razonados de la taxonomía. De lo expuesto resulta que del orden Bestice, reformado del modo expuesto, en nuestra Fauna. contemporánea española sólo te- nemos el tipo de una sola familia y subfamilia, de un solo género y de.una sola especie, tal como sigue: 3077 FamtILrIA Suma. (C. L. Bonap, Consp. Syst. mammal., 1850.) Digitt ad apicem saltem fisst. SUBFAMILIA SUINA. (Gray, Ann. of. Phil., xxv1, 1845.) Pedes tetradactyli; postici ¿nterdum tridactyli: digiti imse- ssores constanter duo: nasus sub proboscideus. GENUS Sus. (Linn. in Syst. Nat., t. 1, p. 102.) Est nomen impositum pria ab omnibus Auctoribus antiquitatis. . 6 4 : eN ? Dentes primores G at “6 > SUPperiores contel, inferiores pro- clinati. Lan. pos exertt, recurvz, trigono-prismatic1, acutt. ” Mol. — aut ==. reliqui bigemint tuberculati. Nasus productus in proboscidem cartilagineam, disco apicala marginato terminatam, mobilem. Oculi parví. Auricule mediocres acutce. Corpus setis techum. Pe- des distincti, ambulatorit, tebradactylt; digitis duobus tantum insistentibus, duobus amotis. Ungues ungule duce insistentes, due succenturiatcee. Mammxue 10 ventrales. Cauda brevis. Omni- vort. Hab. in uliginosis in Orbis antiqui. — Fischer, Synop. Mamm., p. 420. a. Sus scrofa. (LINNEO.) Dorso setis longioribus jubam formantem. Cauda pilosa: nulla protuberantia sub oculis. Dentibus laniariis maris longis- simis, exertis. Color ex albo nigroque variegatus aut ex nigro paulum canescens. Auriculis villosis, erectisque. Pulli ferrugi- net, nigro vittati. Kórgos. —Aristóteles, Hist. animal., t. 1, C. Í. Sus ferus.—Plin., Hist. Nat., lib. vu, c. 35. Porcus. —Ejusd., lib. xvi, c. 35. Aper.—Gesn., Quadr., p. 1.025. Sus agrestís sive Aper.—Ray, Syn. quad., p. 96. Aper seu Verrus silvaticus. —Racz., Polors, p. 213 et p. 305. obducti: antici parvt spurtt decidus: E — 303 — Vulgo. —Jabalí. —(Del árabe chabalí, montaraz), dice el Diccio- nario de la Academia. Jabalin, Puerco montés, Puerco salvaje, en castellano. Jabalina, la hembra, ídem. Jabato, Cochastro, el hijo ó cría del Jabali. Jabalí ó Puerco, indiferentemente, lo llama en su libro de Montería Gonzalo Argote de Molina. Jabalí alunado. —El que por ser muy viejo le salen los colmillos de la boca de manera que llegan á formar me- dia luna. senglar, Porch Singlar, en Cataluña. Porco-fero, Porco-bravo, Porco-montés, Xabalí, Xa- bália, en gallego. Basaurdea el 'O), Basaurde emea la Y; Basaurde cu- mea, la cría, en vascuence. Javali, Javaril, Porco montez, el lO); Javalina la Q; Javardo, el cochastro, en portugués. Más ó menos abundante, se encuentra el jabalí en toda la Penín- sula, y es raro que, á pesar de la caza activa que se le hace, no ha desaparecido mi disminuído notablemente en ningún sitio, como ha sucedido al Oso. Tan notable diferencia sólo puede explicarse por la fecundidad asombrosa de la raza porcina, pues en cada parto la hem- bra da á luz ordinariamente de diez á doce y hasta diez y seis le- choncillos algunas veces. Del Jabalí han escrito varios antiguos autores españoles, y entre ellos Alonso Martínez de Espinar, en su Arte de Ballestería, quien por ser, en mi juicio, el que mejor lo ha-hecho, merece se copien aquí algunos de sus párrafos que dejan poco que desear para la his- toria del Sus Scrofa. Dice así el autor en el lib. 11 del Arte de Ballestería, Cap. XXI: «De la naturaleza y calidades del Jabalí. Es éste por su natura- leza muy bravo, valiente y executivo cuando se ve acosado; tan da- ñino, que su ferocidad compete con la de los más fieros animales; en su defensa nada teme; sus armas son dos colmillos en las quija- das de la parte de abaxo, con otros dos dientes redondos en las de arriba, que llamamos remolones : estos colmillos en tiempo de ne- cesidad los aguza en el remolón y pone tan agudos, que tirando un golpe á un caballo le corta las cerdas en el aire, cosa que se ha —= BL == visto muchas veces; para hacer la herida saca hacia fuera la quijada" de la parte que tira el golpe, y todo lo que hinca carga sobre ello el remolón, y lo que coge en medio lo corta con tanta sutileza como si fuera una navaja, y por eso los colmillos del Jabalí entre balles- teros y monteros tienen ese nombre. : Ñ »Quando está colérico no hay á qué comparar su soberbia; los ojos le rebientan sangre, la boca llena de espuma, sus golpes son muchos, sus heridas muy grandes, que yo he visto de una herida de un Jabalí cortadas cuatro costillas á un perro, y de otra echar las tripas fuera á un caballo con la facilidad que pudiera un toro, y cortarle á otro perro el espinazo y dejarle partido sin que pudiese menearse de allí, que con una espada de á caballo parece dificultoso. Hay Jabalí que le sueltan una montería de veinte sabuesos y lebre- les, y mata los más dellos y se escapa. Los jabalíes han muerto muchos hombres: queriéndose llegar á ellos quando están perse- guidos, han quedado hechos pedazos. »Es animal pesado y de poca agilidad, pero de mucha fortaleza; en la tierra que habita, que siempre es muy montuosa, tiene mu- cho tino para ir donde quiere; de lejos ve poco y no osa salir á tie- rra rasa porque no se fia de su vista y agilidad para huir cuando se le ofreciere; en lo oscuro ve mejor, á causa de traer la cabeza muy cerca de la tierra; anda siempre retirado de mucha luz, lo más que campea es de noche, porque conoce que en descubriéndose á lo raso es perdido por las causas dichas: la espesura es muy á propósito. para que él huya, que con aquella trompa y su mucha fortaleza rompe el monte con mucha facilidad, que no le embaraza para huir como á los otros animales, y así es que en sus necesidades, conti-. núa su camino sin dejarle». También merece referirse lo que escribió el P. Fray Andrés Fe- rrer de Valdecebro el año de 1696 en su Gobierno general, moral y político hallado en las fieras y animales silvestres, al tratar del Jabalí en la p. 224, pues demuestra existían en España observado- res instruídos que consignaban con exactitud hechos que hoy pasan quizás por alto nuestros noveles zoólogos. Dice Valdecebro: « Propiedades del Jabalí. Crían en lo más ás- pero y escabroso de las sierras estas fieras; que el ser monteses sólo las distingue de los que domésticos se crían y ceban en las casas y chiqueros, y en ser más crecidos, valientes. y robustos. Nacen de- — 3053 — un vientre de ordinario muchos; críalos cuidadosa su madre, sin recatearles el alimento; llegan á crecer en estatura y corpulencia hasta levantarse del suelo vara y media algunos, todos no; tienen la frente angosta, los ojos sangrientos y encarnizados siempre; la cabeza y orejas largas; le salen ú fuera de la boca dos blancos y torcidos colmillos fuertes, penetrantes y sólidos, que son las armas con que se defienden de los canes que les acosan y de los cazadores que les persiguen; blanda la piel, sustenta sobre el lomo espesas puas; son de negro color las más, otras con blancas pintas acom- pañan á un castaño claro de que se visten. Es su fábrica redonda, siguiendo esta hechura los pies y manos: son en la Francia ligeros como Gamos; más tardos son en la retirada y huida en nuestra España». En el libro de los Secretos de la Agricultura, Casa de Campo y Pastortl, traducida del catalán al castellano por su autor Fr. Mi- guel Agustín, Prior del templo de la Villa de Perpiñán (1617), también se trata del Jabalí y sus diferencias con el Cerdo, y da varias noticias que merecen ser leídas. Jerónimo Cortés, en su Tratado de los animales terrestres y volátiles, en 1672, p. 153 y siguientes, también refiere del Jabalí curiosidades. Calvo Pinto, en su Silva venatoria, copia con algunas variantes lo referido por Valdecebro. Huerta, más antiguamente (1602), mezcla la historia del Ja- balí ó Puerco bravo, como le llama, con la del Cerdo doméstico, significando su diferencia por su ferocidad; viviendo de preferencia en las dehesas frescas que tienen espesura y sombras y balsas don- de poder revolcarse, por cuya causa Ovidio le llamó Aper Fron- deus. Argote de Molina, antes que Huerta, en 1582, en su libro ter- cero de Montería que habla de los montes dé Castilla Vieja y Agui- lar de Campó, Pernia de Liébana, de tierra de Burgos y San Millán de la Cogolla, de Soria y su tierra, de León y Asturias, de Galicia, Salamanca, Miranda, Montemayor, Béjar, Granadiella, Ávila, Ca- dahalso, San Martín de Valdeiglesias y de Valdecornejas, de tie- rra de Segovia, Manzanares y Valdelozoya, de Buitrago, de tierra de Aillón, de Sepúlveda, Riaza y Pedraza, de Atienza, de tierra de Madrid, de Alhamín, Toledo, Calatrava y Talavera, de la tierra 20 — 306 — de orden de Calatrava, de Truxillo, de Capiella y Puebla de Alco- cer, de Plazencia, de Coria, de Galisteo, de Alcántara, de Albur- querque, de tierra de la Orden de Santiago, de Badajoz, de Sevilla, de Niebla, de Gibraleón, de Córdoba, de Jaén, de Alcázar, de Al- calá la Real, de Alcalá de los (G+azules y Medina de Bejer, y por fin de Tarifa y Algeciras; nos dejó una detalladísima reseña, no sólo de los sitios de tales montes en que vió él la existencia E Ja- balís y Osos tan comunes en España entonces, sino que señala con gran precisión sus guaridas y puntos donde debía buscárselos y apostarse en las cacerías para atajarlos y matarlos. Desde el punto de vista zoográfico, nada de provecho podemos sacar de tales noticias; pero sí tienen importancia grande en el geo- eráfico-zoológico, pues manifiestan la certeza de la gran extensión. que tiene en España el área de la habitación del Sus Scrofa, como antes dejo consignado. Asso ha 0 el último autor español que en el siglo csendlo, en su Imtroductio im Oryctographiam et Zoologiam Aragontee, dijo algo del Jabalí, y después, en el presente, D. Carlos Hidalgo y DD. Antonio Gutiérrez González lo describieron regularmente en su Tratado de Caza (Madrid, 1845). En 1858, el Tesoro de mon- tería 0 Arte de matar la caza mayor, que es una publicación anó- nima, transcribe lo dicho por los últimos autores citados, y D. Víc- tor López Seoane también habla del Jabalí en su Fauna de los ma- miferos de Galicia, p. 388; así como D. Antonio Machado, en su Catálogo de los Mamiferos de Andalucía, en 1869; y D. Leopoldo Martínez y Reguera en 1881, en la Fauna de Sierra Morena. El mayor interés de las últimas publicaciones consiste en los se- nalamientos de localidades, pues todo lo demás es conocido de an- tiguo en la ciencia. Para evitar repeticiones sóló consignaré por mi parte lo que he oido á nuestros ganaderos de Cerdos en Extremadura, o lo si- guiente: que el Jabalí, en la época del celo, se viene á buscar las Cerdas salidas de las manadas domésticas y las fecunda si puede cogerlas, resultando de tal contubernio crías bravías y montaraces, de menos precio, porque sabido es que, siendo el tocino escaso en el Jabalí, tales crías no alcanzan la grosura de las que proceden de la fecundación de los Verracos domésticos. En el Real Sitio de la Granja existe un cazadero detrás del Pa- PATA EAS AAA it de cn — 3071 — lacio, destinado á matar Jabalíes á espera del modo siguiente: En los meses del celo se colocan las cerdas delante de la tapia aspille- rada que está detrás de los jardines, y allí el tirador se pone de acecho de noche, y cuando el Jabalí baja de los pinares á buscar las Cerdas, que están amarradas en sitio á propósito para poder ti- rarle, se le mata de un modo seguro, muy cómodo y sin peligro. Esta idea de cazar debió surgir sin duda de la observación anterior referida, así como la de repoblar de Jabalíes los montes en que han desaparecido con piaras de Cerdas que no tengan Verraco, las cua- les, fecundadas por los Jabalíes que vienen á buscarlas de lejos, dan crías montaraces, que sucesivamente, siguiendo con tal procedi- miento, llegan á alcanzar su naturaleza primitiva salvaje, como lo he visto conseguir en el monte del Pardo, ya hace bastantes años, donde se siguió tal procedimiento por haber disminuido extraordi - nariamente los Jabalíes que allí cazaban las personas reales. Como recapitulación de lo que sobre la vida de estos animales se ha escrito, diré: que son ya fecundos á los dos años, aunque su desarrollo completo no llega hasta los ocho; que las hembras entran en celo por Enero y Febrero, durando cuatro meses la gestación, y que su parto es de cuatro hasta diez y aun más jabatos que crían du- rante tres ó cuatro meses, pero sin abandonarlos en mucho tiempo, tanto que llegan las sucesivas crías á formar piaras salvajes, com- -puestas de hembras en su mayor parte, porque los machos adultos suelen separarse y vivir aislados. Aman los humedales, donde se revuelcan y enlodan, quizás para evitar los parásitos que les mor- tifican. Su alimentación es omnivora, y consiste, según las épocas, en raíces y tubérculos que desentierran hiozando la tierra, y en fru- tos caídos de todas clases, si es que no pueden alcanzarlos. Devo- ran también los cadáveres de animales que encuentran, y hasta á los vivos que pueden pillar, sean de la clase que fueren. b. Sus domesticus. Auriculis longioribus acuminatis sub pendulis. Animal odore pollens, naribus fodiens terram; tendinibus bruncandis; quis- quilias, stercus, succulenta, radices variaque spurcata vorans; multa seligens; pinguissimum, stupidum, somnolentum, tem- pestatum proeennucium eb ¿mpatiens; apricabur in sole, in coeno se volutat, immundum, gruniens, accurrit clamanti affint ad- — 308 — versus hostem spumante ore dentibusque immane. Crotalis ím- Festum; tardum venere; pene laxo longo; mammis nUMEerossi- simis (10), prole innumera; laborat pediculis, scabtes, scrophu- lis. Hospitabtur ubique domesticus exceptis regionibus frigidissi- mis.—Erxl., Syst. Synonim. scientif.—Sus domesticus seu.Mansus.—Erxleben, Syst., ¡de AU Sus seu Porcws domesticus.—Ral., Syst. Quadr., p. 92. Vulgo. — Puerco, Marrano, Cochino, Guarro, Gorrino el “O; Puerca, Marrana, Cochina, Guarra, Gorrina la Q; Verraco, Verrón el “9 útil para la fecundación; Cerdo el o, Cerda la Q, castrados para cebar; Lechón, Co- chinillo, Gorrín, Gorrinillo, Lechoncillo, Marranillo, Lechona, Cochinilla, Guarrilla, Gorrinilla, Lechon- cilla y Marranilla las crías, macho y hembra, en cas- tellano. Gocho el “OS, y Gocha la Q, en la provincia de León. Bá- corro y Bacorriño la cría. Cocho, Cerdo, Porco, Marrá, Marrancho y Rancho (sincopado), Varrón el ') entero; Lechón, Canavese, Larefe y Larego la cría, en Galicia, según el P. Sar- miento, y Porco fillo, en Orense. Porch el >, y Porca la Q; Verro, el verraco; Truja, la marrana que cría; Garri y Porcell las crías, en ca- talán. Charria el "O, y Charrienía la Q, en vascuence. Porco, Chacin el “O, y Porca la Q; Marráo, Bacoro, Leítáo, Farroupo la cría; Varráo el y) entero, y Va- rrasca la Q útil para la cría, en portugués. Como todos los animales sometidos á la domestiquez, el Cerdo ha experimentado variaciones que, reformando su aspecto primitivo, constituyen razas Caracterizadas con rasgos tan distintos que pare- cen especies diferentes. ¿Quién sin verlo, aun siendo zoólogo, diría que el Cerdo extremeño, rechoncho, panzudo, que por la brevedad de sus zancas casi arrastra su vientre por el suelo, con las orejas gachas y el cuerpo casi pelado, es un descendiente legítimo del Ja- balí que dejamos descrito? Nadie; pero la cosa es un hecho compro- bable fácilmente. + A a eS. de A — 309 — Varias son las castas ó razas que del Sus Scrofa ha descrito Fed. Cuvier como producto de la domestiquez; tales son: la Anglica (corpore elongatissimo albido); la Meridionalis (corpore nigro, elongato, setis rariusculis; capite brevi; esxtillis crassis; auricu- lis erectiusculis, brevibus ebvamque estremitabibus; plicis supra ocularibus); la Turcica (corpore brevi pilis suberispis ferreo- canis aut fuscis nigrisve; capite brevi angusto; auriculis erectis acuminatis; artubus brevibus gracilibus); la Polonica /parvula rufescens); la Sinensis, Briss. /ecaudata; ventre ad terram us- que propendente, y no son pocas las que, con la denominación de los países de donde proceden, son ya conocidas por los ganaderos porcinos: tales las de Yorkshire, Suxex, Esew, Hampshire, de Inglaterra; las de Nápoles y Parma, de Italia; las de Norman- día, Poitou y Périgord, de Francia; la de Malta y las de Espa- ña. Estas últimas, netamente caracterizadas, pueden reducirse á dos: la llamada por nuestros ganaderos de tocino magro, y la de fo- cino gordo. Los cerdos de la primera son altos de zancas, cerdosos, largos y estrechos de cuerpo, y los de la segunda paticortos, anchos de lomo, tripudos, rechonchos, muy adiposos y poco cerdosos. La raza primera está más generalizada en Valencia, Aragón, Cataluña y regiones pirenaicas hasta el litoral cántabro gallego; la segunda abunda en las provincias centrales y andaluzas, sobre todo en Ex- tremadura y en las islas Baleares. De las razas extranjeras, sobre todo de las inglesas, algunos ganaderos españoles han traído muestras escogidas, pero que no han llegado hasta ahora á constituir ganaderías formales, reduciéndose todo á ensayos para su propagación en nuestro suelo. De la mezco- lanza de ellas con las españolas y degeneraciones de éstas se ven en el centro de España Cerdos medianos, y aun ruines y degene- rados de sus buenas condiciones domésticas. No sucede así en Galicia, donde el tipo de tocino magro se ve tan desarrollado y lucido, que merecería llevar el título de raza ya- llega, aun cuando conserva sus formas típicas, notándose la dife- rencia de que la coloración de estos Cerdos es blanca, rojiza ó pía, con remiendos negros y canos más ó menos grandes, al paso que la misma raza, en los individuos de nuestras regiones orientales, es frecuentemente negra. Procede ahora, por el interés que tiene para nuestra Fauna do- — 310 — méstica, añadir algunos párrafos referentes á la cría en España del Cerdo, que puede dividirse en dos clases: casera y campesina, ó sea de estabulación y de las dehesas. La primera está generalizada en todos los pueblos de España, pues apenas hay aldeano, por pobre que sea, el cual no críe su Cerdo como recurso, ya para venderlo una vez cebado, ó para el gasto de tocino durante el año. Los vecinos acomodados crían cuan- tas reses pueden, según sus facultades y circunstancias, hasta cons- tibuir pequeñas piaras de corral, si disponen de espacio y pienso para mantener el ganado en casa. Para la cría del Cerdo se establece una comunión entre los ve- cinos de cada pueblo, que consiste en reunir los cerdos de todos y echarlos á pastar al campo, conducidos por un guarda que apodan el Porquero ó Rey de los guarros. Este va autorizado á guiar la manada á sitios que le son señalados en la jurisdicción del pueblo, evitando que produzcan daños en las propiedades de los particula- res, y así, á poca costa pueden los pobres mantener sus cerdos hasta que llega la época del cebo, en la cual los engordan para la ma- tanza, ó los venden á los corredores que por dicho tiempo visitan los pueblos comprando ganado cebado, si es que los dueños no los llevan, por San Andrés, á las ferias y mercados. Existen distritos en el centro de España donde en los baldíos crían en común sus cerdos todos los vecinos, como los ganaderos en sus propias dehesas; pero esto casi ha desaparecido con la venta de los bienes de propios, resultando perjuicio no pequeño para la clase proletaria. La cría campesina es de mayor importancia y está reservada á los ganaderos, dueños ó arrendatarios de grandes propiedades, fores- tales sobre todo, alimentándose el Cerdo en este caso de modo muy distinto á en estabulación. Las piaras de Cerdos malandares (1), antes de dejarlas solas, se conducen al monte elegido, estableciéndolas en corraladas ó za- hurdones si existen en las mismas dehesas, y, si no, en los abri- gos que se construyen en el sitio más conveniente; y durante tres ó cuatro días se les varean las encinas y robles cargados de bellota (1) Llámase asi á los Cerdos de vida y ligeros que no se les varea la bellota cuando llega la época de echarlos en montanera para cebarlos. — 311 — para que se engolosinen y tomen querencia á la dehesa y majada que se les destina para dormitorio. Después se dejan sueltos, cuando ya han recorrido el distrito que se les ha señalado, cosa que apren- den muy pronto, como en otra parte diré al hablar de los Cerdos que se crían en las casas, y ellos solos se arreglan y entienden hasta para defenderse de los lobos y otras alimañas que los incomodan. Al ganado cebón se le trata con más cuidado, dividiéndolo en plaras de 30 á 50 cabezas para dos vareadores, y dentro de este nú- mero se arreglan las cabezas en consonancia con el mayor ó menor fruto existente en los árboles, que cuesta tanto menos varear cuanto que es más abundante; y cuando en los montes hay lo que se llama reservas, ó sea una gran parte ó la mitad de los mismos sin que haya entrado en ellos ganado alguno, y con el fruto bien desarro- llado y caído en el suelo, entonces, y sin necesidad de vareadores, suelen andar juntas las cabezas que componen las piaras, que cons- tan de 120 ó 130 Cerdos cebones. Por lo general, el cebo se verifica con bellota de encina ó de al- cornoque, de quejigo, de roble, ó con castañas de las que en Extre- madura llaman guarreras por servir para cebar á estos animales, y son procedentes de los castaños no ingertos, que no pueden llamarse silvestres porque se plantan y cultivan con este objeto y el de apro- vechar su madera. Cuando la cosecha de la castaña comestible es. extraordinaria, también se ceba con ella á los cerdos. Parecido es el cebo cerduno en las islas Baleares, en lo que se refiere á las grandes piaras; sino que allí, en vez de ser de bellotas ó castañas la comida, es de higos, lo cual produce gran riqueza á los dueños de los inmensos higuerales que se cultivan en los terre- nos pedregosos impropios para otra clase de arbolado, pues sabido es que la higuera vegeta hasta en las grietas de las rocas y paredes de los edificios arruinados antiguos. Los ganaderos que no poseen tales propiedades arriendan las plantaciones de higueras pagando por Cada una al año una peseta, y, como en Extremadura, se conducen, desde el mes de Septiembre hasta la matanza, las piaras á los higuerales, donde,.sacudiendo las ramas los porqueros, hacen caer la fruta madura que va devorando el ganado. En la región pirenaica de Cataluña se ceban las piaras de Cer- dos en los bosques de Hayas con el hayuco ó fabuco, que es el — 312 — fruto de dicho árbol, llamado faja en lemosín, de Fasj, el Haya. Antes de terminar la historia de este utilísimo animal domesti- cado, voy á señalar algunas de sus cualidades que no parecen pro- pias de las condiciones estúpidas de bestia tan cerril. Conoce á su dueño y lo sigue como un perro cuando le llama, y sobre todo si es la hora del pienso. Una vez establecido en la casa y comido y dormido en ella, ni olvida el camino para volver al do- micilio, ni equivoca éste con otro, llamando con gruñidos y hoci- cadas á la puerta para que le abran cuando vuelve de la dula; y de aquí el adagio vulgar que dice: «Al yerno y al cochino no hay que enseñarles más que una vez el camino». Cuando, encerrado en el corral ó pocilga, oye por la madrugada el cuerno que toca el por- quero para reunir la piara de la aldea, se desesperan hasta que, una vez suelto, á trote gorrinero, escapa gruñendo por las calles hasta llegar al punto donde suele esperar el conductor para ir al campo. Allí ya se dispersa la piara y cada uno busca su pitanza, se baña y sestea hasta que, al caer de la tarde, vuelve el porquero á tocar llamada, y todos, como tropa subordinada, reconstituyen la piara, emprendiendo el retorno á la aldea, para al llegar á la en- trada desbandarse y dirigirse cada uno á su casa, gruñendo y atro- pellándolo todo hasta entrar en la pocilga 4 devorar el rancho que está preparado. Es admirable la exactitud con que miden el tiempo y conocen las horas de sus comidas y paseos, permaneciendo tran- quilos y por lo común durmiendo ó descansando hasta el momento de los piensos ó de salir al campo si á ello están acostumbrados. Descendiente del Jabalí, el Cerdo doméstico también es polífago y no hay cosa que no le guste, por inmunda que sea y repugnante; así es que su alimentación en los corrales no es difícil, y en el campo él solo se arregla devorando hasta las víboras, que conoce, y para cogerlas, sin exponerse, les sienta primero sobre la cabeza su pezuña acorazada, mientras con los dientes las destroza y masca. En un corral del pueblo de Viladrán, en Ja montaña de Monseny, donde abunda la V¿pera Aspis, presencié esta habilidad del Cerdo, que había oídocontar y dudaba fuera cierta, haciéndomela ver el herbolario D. Jaime Bofill, que para vender á las farmacias tenía en su vivera unas 300 Aspís juntas. También he visto correr á los Cerdos tras las culebras y lagartos, y los pastores me han dicho que destruyen muchos nidos de perdices y en los vivares las crías de OS e a e PO E A IO : — 313 — conejos. Los he visto cebarse en los animales muertos que se arro- jan en los muladares de Madrid, y una cosa que me llamó mucho la atención, y con mis discípulos vi, fué el destrozar el cráneo de los caballos muertos para comerse los sesos. Saben bien las lugare- ñas el peligro que corren en los corrales los ponederos de las galli- nas sl están al alcance de los Cerdos, y hasta los polluelos cuando aun no pueden volar, y todo el mundo ha oído referir los desastres cometidos por los Cerdos en criaturas descuidadas, que han sido de- voradas ó mordisqueadas en la cuna. Como el Jabalí, los Cerdos hozan los suelos con la jeta para sa- car y comer las raices y tubérculos, y de su instinto se sirven al- gunos camperos para recoger las trufas, que aquéllos desentierran y descubren con su exquisito olfato. S1 es cierto el adagio que dice que no tiene desperdicio el Cerdo, pues todas las partes de su cuerpo son aprovechables, no lo es me- nos que no son de poca importancia los daños que puede ocasionar. Prescindiendo de los que origina cuando se introduce en una huerta ó sembrado, donde vale más lo que destroza que lo que come, tén- ganse en cuenta las molestias que algunas veces nos causan sus co- mensales ó parásitos. Sabido es, como nos dice Linneo, que es he- diondo, que es piojoso, que es pulgoso, que es sarnoso, escrofuloso y hasta leproso, pudiendo contaminarnos si no se procura asearle y evitar su suciedad innata, como lo verifican en las aldeas de las costas de Galicia, donde las mujeres los llevan al mar dos veces al día á bañarlos y limpiarlos con estropajos. Hoy, además de tales calamidades, se sabe de un modo positivo que su carne está algunas veces invadida de millones de Triquinas y de Cisticercos cuyos organismos matan ó se convierten en Tenias ó lombrices solitarias, en el tubo digestivo de los aficionados al ja- món crudo y carnes curadas de Cerdo. : Por fin, sl las facultades psíquicas en este ser no son dudosas por las pruebas que se deducen de su memoria, de su astucia, de su valentía y educabilidad, debemos confesar que la influencia de la preponderancia del área de su triángulo facial sobre la del cráneo no resulta desmentida por los hechos instintivos que regulan las funciones espontáneas de tal bestia. — 314 — Ordo VI.—Jumenta. (Linn., Syst. Nat., 1, 1735.) Sinonim.—Solidungula.—Blumem., Hand. b. d. Nat., 17179. So- lidus ungulata. Solípedes. —Vicq d' Azyr, Syst. Nat. d”An., 1792. Perissodactyli.—Owen. Dentes primores utrinque 6, complicati: lantarit parví aut nulli proecipue in feminis: molares abrupti, complicati, trito- res. Mammce aperte, ventrales. Pedes exerti, distinctt, ambu- latores monodactyli vel didactyli; ungues, ungula integra, so- lida validesque. Placenta polycotiledonea. El nombre de Jumentos, Jumenta, impuesto á estos mamífe- ros, se encuentra en la Biblia para denominar al Asno, tipo del or- den cuyos caracteres quedan señalados. Tal nomenclatura está en más armonía con la Linneana de los otros órdenes; y además está exenta de los inconvenientes que tiene la de Solípeda, Solus pes, impuesta por Vicq d”Azyr y adoptada después por Cuvier, que es equívoca Ó inexacta, por ser cuatro y no uno solo los pies de tales mamíferos. Tampoco está libre de reparos el nombre de Solidun- gula (solidus, sólido, y ungula, pezuña) que llliger, Goldfus y Carus idearon, pues existieron en este orden géneros antediluvia- nos en los que la úngula estaba dividida por el medio en dos, y no era 4ngula solitaria integra, como son los cascos de los Equídeos. El sabio profesor Owen separó de los Paquidermos de Cuvier á los Jumentos, no tan radicalmente como yo lo hago, pues sólo ele- vó á Suborden la Fauna de los Solípedos, dejándolos algo emparen- tados aún con aquéllos. La idea de que los Jumentos son monodáctylos ha sido ya com- batida por algunos autores, que también se han equivocado á su vez al creer que el gran dedo, único aparente, era resultado de la íntima soldadura de los dos dedos del medio que tienen los mamí- feros bisulcos. Las falanges de dicho dedo, ni en los Equídeos vivos, ni en los fósiles conocidos, ofrecen el menor vestigio de tal Sym- phisiadura ó fasión de dos huesos en uno, y por lo contrario, exa- minándose detenidamente el envoltorio perióstico de cada uno de los artejos ó falanges de dicho gran dedo, cosa fácil de realizar con reactivos, yo no he podido encontrar indicios de conexión alguna que pueda hacer sospechar la soldadura de los dos moldes periósti- ds ais a O ST — 315 — cos en que están vaciados cada uno de los metacarpianos y metatar- sianos de los dedos del medio de los bisulcos. Resulta, pues, que las manos y pies de los Equídeos se constituyen, cada una, con un solo dedo desarrollado grandemente; y los estiletes óseos, que in- fundadamente han creído los veterinarios eran peronés, y que se ven colocados á los lados de cada canón ó artejo basilar, son los metatarsianos atrofiados de los dedos, sólo virtuales en el género Ecus. FamiLIa Equipz. (Gray, Ann. of. Phil., xxV1, 1825.) Pedes tridactyli duobus digitis eximis abortivis obvolubis haut apparentibus; principalis ungula solitaria integra solida convallatus.—Bonap., Systemat. Wert. SUBFAMILIA EQUINA. (Bonap., System. , 1837.) Corpus dense pilosum, collo caudaque crinitis: dentes imci- siv1 infra supraque sex. GENUS EQUUs. (Linn. et auct. divers. systemat.) Dentes primores 5 approximats, complicatt, coronide plana, machceride interiore annulari transversali vel triangularis se- cundum etatem, macherid marginal? parallela. Laniart aul É 1—1 , sn - . z AS nulla, aut IT Pot, conter, primoribus minores, solttarit, inclusi ubrinque remoti. Lantarorum loco (ubi desunt) diaste- 6—6 : , O AO ma. Molares EZ abruptt, obverst, contigui, complicati bri- tores ubrinque sent. Rostrum productum chilomate lato, rhina- rio nullo. Auricule cuculliformes; corpus dens é pilosum; cauda mediocris, juvata. Mamme due inguinales. Physophagi et gra- nivort; gregart: inqguilini orbis prisci, eb hodie in America ab Hispanis ducti; olúm indigena, secundum deducere potest ab os- sibus fosilis in Pampas Argentinas. Clar. Prof. G. Burmeister recenter detectis. Synonim. scientif.-—"Irros. Arist., Mist. anim., 1, c. 5, n. 35. Equus el Y, Equa la Q.—Plin., H. xxvm,.c. 10. Vulgo. —Caballo el O, Yegua la Q. — 316 — a. Auricule breves erecta, cauda basi longe juvata. EQUUs CABALLUS. (Linn.) Equi pedibus posticis calcitrant, mares mammas non habent. Cauda undique setosa. Animal generosum, superbum, fortissi- mum in currendo, portando, trahendo, aptissimum equitando, cursu furens. Silvis delectatur. Posteriora curat; cauda Conopes Tabanosque abigit: Alterum scalpit. Pullum injurie obnoxtum reponit; hinnitu sotvum voca. Dormit post noctem. Calcitrando pugnat; sudans se volutat. Vegetabilia edit Bove propius. Semi- na disseminat; stercus incalescit; cystide fellea caret; non vomit. Equuleus Hippomane natus pedibus elongabis. Leditur globulo aurts, acicula pedis, nasi capistro, dentibus sebo illitis. Padrt herba, Phellandrit, Curculione, Conope irritante. Laborat her- nia mediastint, polipo cordis, orthopnea, cestro Bovis, nasals, hceemorroidalt, scabies, tartaroque pedum. Bubone colli. Hippo conta instruitor, Edit impune Aconitum. Utero gerit 290 die- bus, placenta non fixa. Laniarios dentes quinto anno acquirit. Magnitudo diversa.—Limn., in Syst. Nat., p. 101. Synonim. scientif. —BaMuy. Varino. Equiferus.—Plin., Hist. Nat., xxvi, C. 10. RAZAS. o. Equus Caballus ferus. Echreb., Saingtl., t. 109. Capite crassissimo, auriculis elongatis acutissimais; juva brevi crespa; corpore murino hirsuto. Habitat in desertis Asia occidentales. Hodie hospitatur ubique. 6. Equus Caballus domesticus. (Equus domesticus.) Klein., Quadr., p. 4. a. Stirps Arabicus, Desm.; mediocrís, gracilis; capite sub- cuadrato, metopio concaviusculo; cube tenera brevipallo.—Desma- | rest, Mamm., p. 417. b. Stirps Barbarus; similis antecedenti, aut capite minore colloque tenuiore. E. C. D. (Persicus nobilts.) Desmar., 1. c. c. Stirps Turcicus, Desm.; collo tenuz elongato, 1. C., pá- gina 418, E. d. Stirps Tartaricus (Transsylvantcus, Hungaricus); minor; capite cuadrato, juva longá; pedibus validioribus; naribus seepe A E A — 317 — fisis. E. C. (Tartaricus vulgaris, Transsylvanicus eb Moldavicus nobilis, Moldavicus vulgaris.) Desmar., 1. c., p. 418. e. Stirps Hispanicus; capite majore robusto; metopto arcua- to; collo, pectore humertisque validis carnosts; plo ut plurimum atro. E. Cuv., (Andalustus nobilis.) Desmar., 1. c., p. 419. f. Stirps Anglicus, Desmar. Arabico affinis, est major, cor- pore magis elongato, capite majore, auriculis longioribus. (a. a. Anglicus nobilis. b. b. Venabicus, c. c. Vulgaris.) Desmar., 1. c., p. 419. g. Stirps Neapolitanus; corpore majore eb robustiore; mebopio fortiter resimo. E. Cuv., (Ttalicus nobilis.) Desmar., 1. c., p. 420. Fristus, Desmar. Corpore magno crasso; collo brevi, pedibus hirsutis. (a. b. Germanicus. / Megapolitatanus?) c. Gallicus, d. Helveticus, e. Danicus, f. Istandicus.) Desmar., 1. c. Nasus; magnitudine Asellí vel ovis. E. Cuv., (a. Corsicus.) Desmar., 1. c., p. 421. Habitat ferus ubique in desertis Asie occidentalis; hospita- tur hodie fere ubique; in America ante Hispanos ignotus. Ex mansuefacto rursus ferus factus vagabur gregibus innumerts in campis America australis. Sinonimia científica.—Se reduce, tanto para el tipo como para sus razas, á lo que dejo escrito. Vulgar. —Caballo el "O, y Yegua la Q, en castellano. Jamelgo, el Caballo malo. Jaco, el Caballo pequeño. Jaca, Haca, el Caballo que no alcanza á la alzada de siete cuartas. Jaca de dos cuerpos, Hacanea, la que, algo falta de ta- lla, por su robustez equivale al Caballo de marca. Rocín, Rocino, el Caballo de mala traza y el destinado á trabajos ordinarios. Rocinante, el rocín matalón. Potro, Potra, Potranco, Potranca, las crías. Caballo de primer bocado, el potro desde que mudan los cuatro dientes llamados palas á los dos años y medio, hasta que mudan los cuatro inmediatos á las palas á los tres y medio. Caballo de segundo bocado, el potro desde que muda los — 318 — cuatro dientes incisivos inmediatos á las palas á los tres años y medio, hasta que muda los otros cuatro dientes inmediatos á los colmillos á los cuatro años y medio. Cabalo el "9. Egoa la Q. Poldro y Poldra, las crías. Rocín, Faco, Besta, en gallego, según el P. Sarmiento. Cabal! el “o, Egua la Q, en catalán, valenciano y ma- llorquín. Zaldiá, el Caballo; Biorrá, la Yegua; Zaldigaztea, el Potro, en vascuence. Cavallo el "O, Egoa, Egua la Q. Faca, Faquinha, la cría, en portugués. El Diccionario de la Lengua, al definir el Caballo, dice: «Del priego KabxWus. Cuadrúpedo de pies con casco, de cuello y cola poblada, de crines largas y abundantes, de pelo castaño, blanco, ne- ero, etc., ó manchado de estos ú otros colores», y lo clasifica en: Ca- ballo aguililla, así llamado en América por su ligereza; Caballo albardón y de coraza, los que iban armados ó defendidos con barda ó coraza; Caballo de regalo, el de poco trabajo y sólo de lujo para pasear; Caballo de batalla, el que los antiguos guerreros y paladines reservaban para sus combates; Caballo mulero, el aficionado á las mulas; Caballo padre, el destinado á la monta de yeguas; Caballo recelador, el que se echa para incitar las yeguas al celo. Semejante clasificación poca cosa tiene de zoológica, pero no carece de importancia por lo que al uso de tal animal hace el hom- bre en España, siendo la verdadera sinonimia vulgar de la especie en general. De casi todas las razas del Caballo doméstico citadas se encuen- tran representantes en España, sobre todo de las de lujo, en las grandes poblaciones y hasta en nuestras ganaderías, para el cruza- miento y crianza; pero, si exceptuamos la raza andaluza y alguna otra extranjera que se cuidan con esmero, en las demás nada se ha adelantado para el mejoramiento del Caballo á fin de aplicarlo al acarreo y á la labranza, como han hecho en otros países, mientras en el nuestro se han empleado las atenciones para la multiplicación de los mulos y mulas. ; Los Caballos andaluces exceden en gallardía á los árabes, de los que deben ser oriúndos según la opinión de algunos, pero se dis- tinguen esencialmente por su mebopio arqueado, que es algo cón- — 319 — cavo en el €. Arabicus, y su cuello, pecho y hombros robustos, que son delgados en este último. Desde la antigúedad fueron famo- sos los de la verdadera Stirps Hispanica, que celebró el poeta Marcial por su asombrosa ligereza, con la que, sin embargo, com- pite la raza fina portuguesa. Fuera de dicha raza tan preciada, sucede una Cosa parecida á lo que dejo dicho de las porcinas españolas, que por el poco esmero que han puesto muchos de nuestros descuidados ganaderos se han producido tales mezcolanzas, que no es fácil definirlas de un modo seguro y fijo, ni señalar de dónde traen su origen. Puede, sin em- bargo, aún suponerse en nuestra raza llamada serrana la Stirps E. Nanus, que, á pesar de estar bastardeada, todavía en algunas partes de la Península, como en la zona pirenaica de Navarra, se encuentran preciosas jaquillas de tiro que admiramos en los paseos de la corte y otras ciudades, por su belleza, brío y agilidad de patas en trote y carrera. Su pelaje suele ser castaño ó negro, y esta raza, aun bastardeada, presta grandes servicios en diversas regiones mon- tañosas de la Península, pues las .Jacas serranas trepan por las bre- ñas y precipicios, ú pesar de ir cargadas, con casi tanta agilidad como las cabras monteses. Estos Caballos enanos, que se cefan con abundancia en las mon- tañas de Navarra, son conocidos desde muy antiguo, pero su repro- ducción está muy descuidada, pues faltan casas de monta para se- mejante ganado, y proceden las crías de cualquier pareja, sin pre- via selección de padres bien formados. Se crían casi salvajes, ya que rarísima vez vienen á los pueblos, pues aun en los malos tem- porales y fuertes nevadas de invierno permanecen en los montes pastando y siguiendo á las yeguas madres, apenas conocidas de sus dueños más que por los cencerros que las ponen al cuello. Lo mismo que en Navarra, en las Provincias Vascas, en Gali- cla, Asturias y en las montañas de León se crían Jacas enanas. Los Caballos españoles se reproducen principalmente en el Centro y Me- diodía de nuestra Península, mientras en Aranjuez y Córdoba se multiplican los de raza árabe; en varias provincias del Norte y en los depósitos del Estado la normanda; y entre algunos grandes ga- naderos la inglesa y su cruzamiento con la española. Falta á nuestra ganadería caballar la propagación de la Stirps Frisius ó Caballos Frisones, pesados, es verdad, pero que su cuerpo — 320 — casi elefantino con sus robustas formas los hacen excelentes ani- males de tiro para los arrastres pesados, y en Madrid mismo vemos llevar á dos solos de estos caballos, en uno de esos inmensos carros de mudanzas, cargados hasta el tope, los pesados muebles que ocu- pan media casa, y que á una reata de mulas les costaría trabajo transportar. Sobre tan útil cuadrúpedo son muchos los autores españoles que han hablado en distintos conceptos, todos de importancia; pero aquí sólo me toca citar los que como naturalistas lo han descrito desde tiempos lejanos. k En 1602, al tratar de los libros de Caio Plinio, Huerta, no sólo refiere del Caballo lo que aquel antiguo autor dijo, sino que en sus anotaciones consigna lo que particularmente de nuestra raza anda- luza y de la portuguesa, ya famosas en tan remotos tiempos, se de- cía por los naturalistas /2ppographos griegos y latinos. Funes y Mendoza, en 1621, en la traducción de la Historia Natural de Aves y Animales de Aristóteles Estagerita, describe al Caballo con detalles biológicos conocidos por los naturalistas de la antigúiedad, que en medio de creencias extravagantes consigna- ron observaciones tan bien hechas, que hoy día pueden confirmarse en todos los detalles. En 1672, Jerónimo Cortés, en su Tratado de Animales y Vo- látiles, p. 266, no sólo estudia la zoografía del Caballo, sino que se ocupa en describir sus facultades psicológicas y citar las propie- dades medicinales atribuidas á sus diversas partes. Ivan de Arphe y Villafañé, en su obra sobre la Conmesuración para la Escultura y Arquitectura (Madrid, 1675), sin ser natu- ralista, da la siguiente descripción del Caballo, que completa con un dibujo bien acabado para representar la razá andaluza: «El Cavallo es de gran viveza y regocijo; su altura, una vara y tres quartas; es firme de cuerpo, las costillas largas y estrechas, las ancas redondas y partidas, el pecho ancho, los muslos gruesos, el pie seco, bien cavado y firme, la cabeza pequeña y seca, las orejas cortas y agudas, los ojos grandes, las narizes anchas, el cuello alto, las crines largas y la cola redonda, que llega al suelo; los colores de ellos son diversos, blancos, morcillos, castaños, rucios, tordillogs, alazanes y bayos; y la yegua es de su misma hechura». Valdecebro, en su Govierno general, moral y político hallado — 321 — en las fieras y animales sylvestres (Madrid, 1680), p. 309, trata del Caballo y lo describe diciendo: «Nace este generoso y noble Bruto, el más airoso y más bizarro de los animales todos, animado de tan valeroso espíritu y aliento, que cuando llega en la carrera á desbocarse le suele servir de li- sonja el despeño. La cabeza y orejas pequeñas; los ojos negros; las narices abiertas; el cuello recogido, ancho y encorvado; la crin larga y espesa; espacioso el lomo; alta la espalda; el espinazo aca- nalado; redonda la anca; delgada y poblada la cola, por el asiento hundida; las piernas derechas y descarnadas; las quartillas cortas; las uñas duras y redondas; las venas gruesas y aparentes; hérmoso en la fábrica; gallardo en la estatura. »Quando nace el reciente potrillo, saca en la frente un linage de tumor que Plinio, Teofrastes y otros llaman Hypoman. Es lo primero que la madre le lambe y quita; y si sucede que alguno se anticipe á quitárselo antes que la madre, le desecha de sí y no. quiere criarlo, etc., etc.» ¿Puede ponerse falta alguna á la definición que nos da Valdece- bro del Caballo como zoólogro? Pues tampoco la tienen los perfiles del dibujo que acompaña á su escrito y representa, no la raza andaluza, sino la del Frisón muy bien retratado. Más tarde, ya en 1784, en su /ntroductio in Zoologiam Ara- gonice, Asso nos dice: Equi in Aragonta corporis forma specio- sz, eb intrepidi nascuntur, y supone que desciende del ganado de los moros establecidos tantos siglos allí; pero no entra en detalles zoográficos de ningún género. López Seoane, en su Fauna gallega (1862), nos describe de tal manera los Caballos ordinarios de su tierra, que casi podríamos to- marlos por la Sí¿rps del E. Ferus, tan malparados los.deja. «Lar- gos y contrahechos, panzudos y con desproporcionada cabeza, ás- peros y largos bigotes, cuartillas largas y cascos irregulares la ma- yor parte; pelo áspero, lare'o y mate; crines descompuestas y cola corta y enmarañada», es la pintura más triste que puede hacerse de semejantes Rocinantes, que conozco por haber viajado en ellos en mis expediciones por Galicia. A dicha frase descriptiva nos añade su autor que tales caballerías se encuentran abandonadas en medio de las montañas más ásperas, y se reproducen sin más auxilios que los de las breñas en donde habitan, y el cuidado de los fuertes ma- a — 322 -- chos que defienden á las yeguas de los ataques de las fieras. ¿El apodo de higobudos osos disfrazados de Caballos que D. Víctor Seoane da ú los jamelyos de Galicia los aproxima (como con inte- rrogante he supuesto), á los Caballos salvajes? No lo creo; porque son, en mi entender, descendientes degenerados por ruindad de la raza nana de Desmarest. D. Antonio Machado nos da en su Catalogo de Mamiferos de Andalucía una Cabal descripción del Caballo andaluz, que en pe-- fecciones primorosas contrasta grandemente con la degradación y miserlosas formas del Caballo de Galicia, tal cual lo describe Seoane. Por fin, Martínez y Reguera, en su Fauna de los mamiferos de Sierra Morena (1881), que es la publicación más moderna so- bre esta materia publicada en España, dedica 54 páginas en 4.” al Caballo, del cual hace un completo panegírico ensalzando todas sus condiciones materiales y psiquicas, lo cual me ahorra repetirlas por lo muy conocidas, sintiendo se haya olvidado dicho autor de darnos detalles zoográficos sobre las castas indígenas ó extranjeras que propagan los ganaderos de la referida sierra. a. Auricule long flaccideque, cauda tantum á medio usque ad apicem juvata. Equus Asixus. (Linn., Syst. Nat., 12, 1, p. 100, 2.) Cauda extremitate setosa; cruce nigra supra humeros. Chi- loma frequenter albicante. Limn., 1. c. a. Asinus ferus; colore corporis pallide isabelino, apicibus “amricalis nigris, gasterum album nitore argenteo. Minor Ca- hallo. Habitat gregarius in Teartaria desertis Mongolicis, in Per- sia, Afghanistan et Siria, etc. Synonim. scientif.—”Ovos. Arist., Hist. anim., 1, C. 45. Asinus sylvestris, Plin., Hist. Nat., vur, 6, 30. * — Onager, Plin., Aist. nat., vu, c. 44 (c. 69 Havd.) Onagrus sive Asinus sylvestris, Gesn., Quad., p.-19. Asinus domesticus, Scheb., t. 213. Capub grande; labia crassa; auricule magne, flaccide, la- oque. Juba brevis; color cinereus at fuscus; linea dorsalt nigra: nec non transversalií scapularun. Apice eb marginibus exteris 6 E ; 3 NOT REA p E 3 — 323 — auricularum nigris. Tardus incessuque niger, mansuebus tapi- dusque, rudens, libidinosus, frigoris impaciens; plagarum et penurice tolerantissimus, labriosissimusque. Non nist assuebos potat fontes, in cibo minus delicabus esh 1psisque spints carduis- que contentus. Btas ad annum irigesimum. —Erxleb., Sist. reg. anim., Mamm., p. 214. Vulgo. — Asno, Borrico, Burro, Jumento el o; Asna, Borrica, Burra, Jumenta la Q. Pollino, el Asno nuevo y ce- rril. Buche, el Borrico recién nacido. Garañón, el Bu- rro padre para el cruzamiento con las Yeguas, en cas- tellano. Burro, Ase, Ruc el y; Burra, Somera, Ruca la Q. Polli y Pollina las crías, en catalán. Astoá el O, Astoemed la Q, Astochor el pollino, en vas- Ccuence. En portugués como en castellano. Onagro ú Asno silvestre, dice el Diccionario de la Lengua. Diversos autores españoles, como Huerta, Funes, Cortés, Arphe, Asso, López Seoane, Machado y Martínez Reguera, en sus publica- ciones citadas, al hablar del Caballo tratan del Asno, y algunos dan dibujos; pero en ningún libro se ha hecho con la extensión y cúmulo de curiosísimas noticias como en el titulado Apología de los Asnos, cuyo autor, B. J. Gallardo, se ocultó bajo el seudónimo un asnólogo, y que bien puede asegurarse debió revolver millares de páginas para extractar de ellas cuanto nos refiere sobre la mot- fologíal variedades, sinonimia, condiciones, esencia especifica, dis- tribución geográfica, etc., del Agno (1). (1) Como muestra del interés zoológico del libro en cuestión, copiaré algunos párrafos. ONANOGRAPHIA Asinus Asinum fricat. Cada Asno con su tamaño. EL BORRIQUERO. Descripción. . Cuando á tratar se llega de una cosa, que á Dios gracias sabemos ya de cierto definir lo que sea es lo primero; qué cosa es Asno, pues que por desdicha y el siglo diez y nueve ver nos hace hasta el día ignorantes fuimos de ello. La parte bibliográfica de esta obra es también notable, porque de ella resulta haberse consultado más de 753 autores que del Burro han escrito algo, y de los cuales se hace referencia en las 150 notas é ilustraciones que completan la obra zoográfica más extensa que sobre el Equus Asinus se ha publicado en España. Lo natural de las especies del género Equus resulta plenamente confirmado por la hibridación de las mismas, tanto que llegan hasta resultar algunas veces fecundas las mezclas del Caballo con la Burra y del Garañón con la Yegua. Esta última hibridación ó cruce da por producto el Mulus, Linn., Syst. nat., 12, 1, p. 101. En nuestro Diccionario de la Lengua que el año diez y siete fuera impreso, se dice ya y explica lo que es Asno, ignorado hasta entonces; y allí leo: Cuadrúpedo con casco, y que es su altura de cuatro á cinco pies, y ceniciento es su color por lo comím. Añade: Tiene orejas muy largas, y el extremo de la cola también foblado tiene de cerda. Es muy sufrido; su alimento son hierbas y semillas. Esto todo del Diccionario es literal el texto. Su altura es vara y tercia, según dice Arfe, escultor famoso y bien experto en esto de Borricos de su patria. Pero también por otra parte veo que el Instituto de la sabia Francia, este sublime punto decidiendo, la altura media de los Asnos, dice, ser de tres pies cabales y completos y unas cinco pulgadas; que su largo era de cuatro pies; y añade luego, que se completa justa la medida con unas seis pulgadas, más Ó menos. Pero en eso de Burros, como en todo lo que toca á animales, bien sabemos haberlos chicos, grandes y medianos; y en España, ¡qué de Asnos estupendos!... En punto de colores, saben todos que los hay rucios, pardos, blancos, negros; que hay Asnos jaspeados muy bonitos; Asnos que tienen rayas, ya en el cuello, ya en el cuerpo, en las patas, y con manchas en varias partes. Si creer debemos á los autores de la Enciclopedia, plateados también se ven Jumentos. Y Rozier, que lo entiende grandemente, nos dice decidiendo á lo maestro: «La mayor parte de los Asnos fueron color de piel de rata, y si morenos también se ven, son fardo-plateados . en las manchas más claras», y esto es cierto. También ¡hasta con cruces se ven Asnos, y grandes Asnos, en diversos pueblos! «Tiene el Asno una cruz sobre la espalda, una cruz negra», dice el gran Linneo. «Tiene orejas muy largas, y la cola va de cerdas poblada »; pase esto. Arfe á su vez añade: Gran cabeza; las crines rebujadas , largo el pelo, con los ojos hundidos, circunstancias muy propias y esenciales al objeto, si á fondo lo que es Asno se desea inquirir y saber. Y con respecto á comer sólo hierbas y semillas, yo no sé lo que diga cuando vemos que el Asno come todo, pan, molletes, roscas, cardos, salvado y aun aquello que otras bestias no quieren, pues los Asnos, en siendo buenos Asnos, tan contentos con cualquier cosa están. Sufren y callan, y se echan con la carga por ser cuerdos. No me dirán que en definir al Asno no he puesto buen ahinco y buen esmero; todo se necesita, pues se trata de punto tan sublime, noble y serio. Pues en fin, ya sabemos lo que es Asno, á otras cosas asnales pasaremos. Auriculis longis, erectis, juga brevt. Sterilas ubi reliqua hy- brida animalia, rarissime tamen parere visu est.—Briss., Regn. an., p. 103, n. 4. Synonim.—'Opeús. Arist., Hist. anim., 1, C. 7, n. 63. Mula et Mulus.—Plin., Hist. Nat., vir, e. 44. Vulgo. — Mulo, Macho el “O, y Mula la Q, en castellano. Matxo el O, y Mula la Q, en catalán, valenciano y ma- llorquín. Manded, en vascuence. Mu, Macho, Mulo el "O, y Muta la €, en portugués. Variedades. Cuántas clases de Asnos en el mundo haya, es un punto que olvidar no debo. En nuestro Diccionari, de la Lengua castellana, dos clases sólo vemos: domésticos, salvajes; los segundos son ONAGROS llamados; pero en esto no están acordes todos los autores, ni conformarlos yo tampoco quiero. Un autor (Escalígero se llama), tratando de los Asnos, y atendiendo á lo que otros han dicho, nos enseña que dos clases existen: malos, buenos; el indico y vulgar, éstos son nombres que les da expresamente aquel maestro. Sinonimia. Ya le llamamos Asno, ya Borrico, ora Burro, ora Rucio, ora Jumento, ya Pollino á la vez... ¡Oh, cuánto nombre para un mondo animal!... Indicio cierto de su mucho valor, y prueba clara de ser un animal de gran provecho, animal importante, necesario. ¿Y cuál lo es más que el Asno? No lo veo. Cualidades. Es el Asno sufrido, infatigable; es de paciencia singular modelo: ni afán, mi gasto, ni cuidado exige; sobrio en extremo en su frugal sustento, tan útil para el hombre con albarda como sin ella, cincha ni aparejo, y sin gastar con él peine ni esponja le sirve sin herrarle y pelo á pelo. Y si el amo cruel lo mata á golpes, ¡qué lecciones nos da de sufrimiento! ... Callando aguanta palos y puñadas; callando sufre garrotazos recios; Speties No se crea que el Asno es una raza degenerada del Caballo fiero. Algunos lo dudaron; otros hubo que sin dudarlo así se lo creyeron. sin renegar del hombre, su tirano, sufre callando, y nunca atrevimiento ni aun de quejarse tiene. La paciencia es el dón peculiar de los Jumentos. Es también dócil, laborioso, humilde, manso, obediente, resignado y quieto. ¡Y prendas tantas de tan gran valía será que menosprecie el hombre ciego, cuando de tales prendas él carece, abundando, al contrario, en mil defectos de que el Asno más Asno de los Asnos (¡oh, mengua de los hombres!) vive exento! yera. Es error, pues el Asno especie aparte forma; y cual prueba de mi aserto apelo al célebre Buffon, que así lo afirma, largamente este punto discutiendo, US — 326 — Del ayuntamiento del Caballo con la Burra nace el Hinnus 6 Hinnulus, de los latinos. Minus bonus Mulo, minor, plerumque rubicundior, auricu- lis longioribus margine post eb apice nigris equo, juba eb canda asint. Ut in Asino linea dorsali nigra eb bransversalí scapula- rum.—Krxleben, Syst. Regh. anim., Mamm., p. 216. : Synonim. scientif.—”lvyo<. Arist., A24mM., 1, C. 7, n. 63. Mula, Hinnus.—Plin., HHist. Nat., vi, e. 44. Hinnus, Innus, Grinnus. —Gesner, Quadrup., p. 18. Hinnulus.—loust, Quadrup., p. 21. Dispersión geográfica del Asno. El Asno, que nos vino de la Arabia, pasó al Egipto; desde allí á los griegos; de la Grecia á la Italia y á la España, á la Francia, Alemania y otros suelos. Son famosos los Asnos de la Arcadia; los de Mesopotamia también fueron de mucha nombradia; celebrados eran los de la Arabia por ligeros. Su paso de andadura les hacía apreciables. Con ellos tal esmero se tuvo, que su raza tan cuidada fué como la del Caballo; y es un hecho que en Asnos cabalgaban, y un Caballo á galope no andaba más ligero. Yo he visto, sí, los Asnos de la Libia; yo he visto, sí, los Asnos de Marruecos, los de Francia, Alemania, los del Norte; Asnos he visto de otros muchos pueblos; así, en materia de Asnos, me parece que mi voto ser puede de algún peso. A Asnos nadie nos gana... no. En Europa no hay Asnos comparables á los nuestros. Esos Asnos, honor de las Castillas, esos Asnos murcianos y manchegos, los Asnos mallorquines, andaluces, los de León, Zamora y extremeños... mas ¿para qué me canso?... Toda España abunda en Asnos grandes y selectos. ¡Oh, patria mía, España venturosa, á quien benigno concediera el cielo el dón peculiar de criar Asnos que la envidia serán del orbe entero; tú sola, sola tú también gozaste una gracia, un favor, un privilegio! ¿A quién debe la América la dicha de hallarse ya poblada de Jumentos? A la España lo debe, sí, á la España. Es gloria nuestra que en el hemisferio, Nuevo Mundo llamado, ya se encuentren Asnos, que al descubrirse bien sabemos no haberse conocido. ¡Americanos, semejante favor agradecednos! Facultades. Treinta años á vivir llegara el Asno; por sus trabajos vive mucho menos; el hombre sin piedad su vida acorta, el hombre es su verdugo y su tormento. El olfato del Asno es admirable: huele á largas distancias á su dueño, le distingue y conoce fácilmente. Reconoce asimismo los senderos y todas las veredas que otras veces hubiese frecuentado. Es muy perfecto igualmente su oído. Covarrubias, en su Tesoro así lo dice expreso. De su vista también se hacen elogios, que ahora no necesito encarecerlos. Su tacto por los belfos es notorio y vale más que el tacto de los dedos. Si su gusto exquisito no parece, es porque en gustos nada se ha resuelto. Su voz si no es muy grata es muy sonora, y es precioso un rebuzno dado á tiempo. — 327 — Hinnus.—Limn., Syst. Vaf., 12, 1, p. 101, n. 2, Y: Bardot. Petit mulet.—Butt., Hist. Nat., 11, p. 401. Vulgo. — Burdégano, Macho-romo y Macho borriquero, en cas- tellano. Comprobantes son también del homomorphismo orgánico en to- das las especies del género Equus las hibridaciones conseguidas en los Parques zoológicos de Europa con la Zebra y el Asno, el He- mion y la Burra, y con el Caballo y la hembra del Daww ú Equus montanus, no cabiendo duda que iguales mixturas podrian obte- nerse entre todas las demás especies equinas, tales el Coagga, E. quacha de Y. Cuvier, por ejemplo, más parecido al Caballo que al Asno, á Cuyas formas típicas se aproximan las de la Zebra y Dauw. Los cruzamientos de los Hquus Caballus y L'. Asinus referi- dos, y que dan por resultado al Mulo ó Macho y al Burdegano ó Macho-romo, son conocidos desde la antigúedad en todos los países, y se supone que han podido tener lugar entre los tipos salvajes, pues á esto se atribuye lo que en Tartaria llaman Mulas cerreras. En domesticidad, tal reproducción constituye un ramo de la ga- nadería que se llama mular, y no tiene poca importancia en España para la cría del ganado de tiro y de labranza que reemplaza al caba- llar usado en los países del Norte para tales faenas. Conviene explane algo de las hibridaciones equinas de que acabo de dar cuenta, por la importancia zoológica no pequeña que tienen, pues proporcionan argumentos contra las teorías atrevidas que ha predicado una escuela más fantástica que positiva, como fundada - mejor en suposiciones gratuitas que en hechos que la observación patentice. La condición síne gia non para que la hibridación pueda tener lugar, es la de que las especies animales que se unan pertenezcan al mismo género, ó todo lo más á géneros tan asimilados por su organismo que las diferencias sean tales que no transciendan hasta los actos funcionales y en términos de perturbarlas. Tales condicio- nes genéricas no se encuentran más allá de la tribu, si es que al- canzan, y por consiguiente nunca en la familia y mucho menos en el orden, siendo la regla general el que de las especies correspon- dan á un género muy natural, pues de otro modo el hibridismo ya no es posible, y desde luego puede considerarse como fabuloso el Onotauro 6 Jumart de los franceses, que algunas veces se ha refe- — 328 —- rido como producto del ayuntamiento entre la Vaca y el Burro ó el Caballo, óú viceversa, entre el Toro y la Yegua ó Burra. Esto prescindiendo de las definiciones de que el género es la colección de especies susceptibles de producir mixtos infecundos, y la espe- cie la colección de individuos cuyos hijos se reproducen indefini- damente. Tales productos anómalos no se han visto aún en ningún Museo, y Buffon, en su capítulo sobre la degeneración de los animales, dice que en 1769 y años siguientes, en una posesión suya, el molinero tenía una Yegua y un Toro juntos en el mismo establo, habiéndose tomado tal cariño, que, cuando la Yegua entraba en celo, el Toro la cubría tres ó cuatro veces Cada día cuando les daban suelta. Tales cópulas, tan reiteradas durante muchos años, jamás dieron resultado á pesar de las esperanzas del dueño, que contaba con un fenómeno que le valiera su exposición mucho dinero. Copulaciones parecidas se ven con frecuencia en las dehesas entre el ganado que pace junto, y la experiencia demuestra ser constantes los resultados ne- gativos. De manera que esos cambios morfológicos darwinianos que constituyen la transición de una especie á otra, desde la sencillez oozoica primitiva hasta la complicación máxima del más elevado Cephalo-Cephalozoo, resulta ser sólo la idea de un sabio eminente, cuya realidad no conocemos por falta de hechos positivos y confir- matorios. Semejante teoría nada tiene que ver con el polimorfismo espe- cifico desde el embrión al individuo adulto, ni con la variedad es- pecifica por modificaciones transitorias de formas debidas á deter- minadas influencias que, si se estacionan, persisten también en las resultas, y, sl desaparecen, recobra la simiente su estampa primitiva específica, como lo vemos en nuestros animales domésticos y hasta en las razas humanas, Cuya única especie es evidente anatómica- mente estudiada, y su pluralidad zoográfica puede defenderse lógi- camente si sólo se atiende á lo que con menores motivos se ha hecho con otras especies de animales menos bien caracterizadas. En su origen, el huevo, ó, mejor, la célula primitiva ovárica pro- ductora del germen, tanto de animal como de una planta, no es posible diferenciarlo específicamente; de lo que me he cerciorado después del más minucioso y repetido examen de centenares de ti- pos que, con sobrado escrúpulo, he preparado; y teniendo también — 329 — en Cuenta que, repetidas veces, nuestra Academia Real de Ciencias, en sus programas anuales de premios, ha ofrecido uno al que tal señalamiento diferencial demostrara, sin que hasta el día, ni de dentro ni de fuera de España, se haya presentado aspirante alguno; pero considero que existiendo, como no puede menos, ab ¿nitio, en la materia generativa una diferencia, es ésta tan tenue que no po- demos apreciarla. ¿Y qué de extraño tiene esto si, fijáíndonos en cosas más palpables, como son las pepitas de una pera y de una manzana, no podemos distinguir los gérmenes de ambas especies, tan diferentes cuando ya son árboles? Otro tanto sucede si comparamos entre sí los gérmenes de seres pertenecientes á Géneros, Familias ú Órdenes distintos, tales, por ejemplo, los de un Almendro y de una Calabacera, pues son idén- ticos hasta que su evolución principia, y llega á producir el uno una planta perenne, arbórea, leñosa, de follaje suave, menudo y lam- piño, con flores blancas, polipétalas, icosandras y hermafroditas, cuya fructificación es drupácea; al paso que el otro da una planta herbácea, rastrera, provista de anchísimas y ásperas hojas, con flo- res monopétalas muy grandes, embudadas, amarillas y monoecias, que producen enormes Calabazas cuyo interior contiene copioso nú- mero de semillas, al paso que la drupa ó fruto del árbol citado sólo aloja unas almendras. ¡Qué enormes diferencias, fijas y finales, en- tre dos seres que en su origen no pueden diferenciarse! El homomorphismo v0z0co es, como Carus considera, un hecho indudable por el cual pasan todos los animales; pero no lo son me- nos las esencias específicas fijas, que veladas ó confundidas al nacer en forma de huevo ó semilla, y disfrazadas, durante su progreso evolutivo, van, no obstante, cada una á terminar el camino seña- lado para reproducir la especie á que deben origen. Dice Paul Gervais que, por lo general, son los animales híbridos estériles, idea también admitida por el vulgo, pero que de un modo absoluto no es siempre exacto, pues fijándonos en los de los Juumen- tos de que estamos tratando, las mulas híbridas de caballo y burra, y de garañón y yegua, se las ha visto bastantes veces dar crías, y de ello tengo visto un ejemplo notable en Madrid en las caballeri- zas de un título que poseía una mula que había parido ya tres ve- ces excelentes potros, de los cuales uno contaba nueve años cuando el más joven de los otros dos estaba aún mamando, — 330 — Buffon también cita un caso parecido al que he referido haber visto en Madrid, y es el de una Mula de un amigo suyo de Valen- cia, que tuvo seis potros por el cruzamiento con un Caballo. Paul Gervais habla del cruzamiento de la Zebra ') y Burra y del Asno con la Zebra Y; la del Asno y la Hemion, y la del Hemion con la Dauw, comprobantes todos de lo que ya he consignado sobre lo muy natural que es el orden de los. Jumentos, y sobre todo su género Equus. Por lo demás, la esterilidad no es atributo sólo de los ani- males híbridos, pues ocurre muchas veces entre los individuos de una misma especie, como se ve hasta en la humana. Nuestro Huerta también trata del Mulo y Mula como animales híbridos, y por consiguiente infecundos, «no por ser generación, »dice, de dos diferentes especies (como afirman algunos); porque »cierto es que muchos engendrados así conciben, y paren á luz, sino »por la frialdad que estos animales tienen, como afirman Alemeon, »Horo y Empédocles, por lo cual su simiente es demasiado tenue y »delgada, y el vaso de la generación estrecho y sin capacidad ni »disposición para poder engendrar, como afirmó Diocles haberlo con- »siderado en sus disecciones». Cita, sin embargo, casos de fecun- didad en las Mulas, y entre ellos el ocurrido en Calabria el año de 1462, que tanto ruido metió por haber dado á luz á un Ca- ballo una. Pero quien trata con más extensión este asunto entre nuestros antiguos zoólogos es Jerónimo Cortés, en la p. 52 y siguientes de su Tratado de Animales terrestres y volátiles, sobre «cómo se engendran el Mulo y la Mula y la causa por que son estériles». En este capítulo nos dice el autor citado: «que del ajuntamiento que tiene el Asna con el Rocin ó Caballo, se engendra el Mulo ó Mula, y esto llamo adulteración en los brutos animales, pues se ajuntan entre sí con tan diferente mixtura. Pero de la comunicacion y ajun- tamiento del Asno con su propia especie, siempre procede, y sale Asno ó Asna, como lo confirma el grande Filósofo Aristóteles con aquel dicho filosofal, diciendo: Oimne sómale, generat sibi sima le. Esto es, que todo semejante engendra otro semejante; y es así como la experiencia lo demuestra. La causa, porque el Mulo no puede engendrar ni la Mula concebir; no es como dicen algunos que Dios maldijo á la Mula en el Portal de Belén, lo qual es hipó- crifo, y muy grande burla y fabula, pues no se halla tal en las — 331 — Divinas letras ni tampoco se lee en ninguno de los autores graves y dignos de fe. » Y así digo, que estos jumentos mestizos no son estériles, por lo que el vulgo dice, sino porque la naturaleza, sintiéndose agra- viada por el ajuntamiento de diferentes especies de animales, no da lugar á que ellos puedan engendrar, ni concebir á otros. » Y noten los curiosos, y adviertan los Labradores, que no sólo pasa esto que habemos dicho de esterilidad de todos los animales terrestres, sino también sucede lo propio en los árboles inxertados; que aunque es verdad que de ellos sale fruto muy bueno, si estos árboles se inxertan en otros, no darán fruto ni bueno ni malo, cosa por cierto digna de ser notada». Seoane y Martínez Reguera, en sus respectivas Faunas, también dicen algo sobre la esterilidad de los Mulos y Mulas y citan casos de su procreación rara. Por fin, el P. Fr. Martín Sarmiento, en el fol. 314 hasta el 353 del t. x11 de sus célebres manuscritos, al tratar de la Cebra, habla varias veces de Jumentos salvajes y domésticos, y por consiguiente del Caballo, Asno y de sus Mulos; pero el principal objeto de tal escrito es Sobre el animal Cebra que dice se criaba en España; lo cual pretende deducir, no de hechos positivos que comprueben de un modo seguro que tal animal africano existió, bravio y espontá- neo, en la Península Ibérica, como otros que desaparecieron, sino de nombres y palabras cuya analogía con el de la Cebra no es razón suficiente para hacernos creer la suposición del erudito Rdo. Padre . Benedictino, eminente bibliógrafo y etimologista analógico, pero cu- yos conocimientos zoológicos eran bastante limitados. Deducir, porque la palabra Cebra era usada en España hace más de cinco siglos, que el auimal que así se llama era indígena de nuestro suelo, sin más pruebas de otro género, fácil es rebatir- lo; porque hoy existen como nombres usuales castellanos los de plantas y animales propios de las más apartadas regiones de Espa- ña, donde sólo se vieron disecados en los Museos de Historia Natu- ral, ó vivos en las Casas de fieras ó Jardines botánicos, y á nadie se le ha ocurrido por eso la idea de declararlos indígenas en nuestra Flora ó Fauna, aun cuando en los referidos establecimientos hayan llegado 4 reproducirse. El derecho de figurar en la Historia Natural de un país, sólo lo adquieren aquellos seres vivos que, procedentes a de regiones exóticas más ó menos distantes, se connaturalizan y propagan en la nueva tierra, en términos de vivir como en las de su origen. Ejemplo de esto son en España el Caballo y el Asno, oriúndos de Asia y África; ó el Pavo y el Conejillo de Indias, traí- dos de América; y los allí llevados por los españoles, como el Pe- rro, el Cerdo, la Cabra, la Oveja, la Vaca, los Ratones, etc., que hasta se crían cimarrones ó salvajes, como aquí los Nopales, Pitas y tantos otros vegetales originarios de lejanos países de ambos he- misferios. Que la Cebra, Zebro ó Zebra, Euzebra, Zcora, ó como quisiera llamarla el P. Sarmiento, haya podido ser conocida en España de muy antiguo, no hay motivo para dudarlo; ni tampoco el que se hayan visto ejemplares vivos ó disecados, como los de muchísimos otros animales exóticos, que ya describieron los naturalistas euro- peos de la más remota antigúedad; pero que por esto pueda afirmar el Reverendo Padre que la Cebra fué un mamífero cuya abundancia en Castilla y Galicia dió origen 4 nombrar Cebreros y Cebrarios aleunos pueblos y montes de dichas provincias, no lo veo probado ni probable; porque por este camino también deberíamos suponer que en las montañas de León habíanse criado espontáneamente Leones, y Camellos y Ximios en la Cordillera Carpetana, en los cerros lla- mados de Camellos, Cabeza de Camellos y Cabeza del Ximio en Navalquejido. No; toda la erudición analógico-etimológica que despliega el eminente Benedictino para probar que la Cebra hubo un tiempo en que fué animal espontáneo y abundante en nuestra Fauna, no es suficiente para convencer al zoólogo zoógrafo, que sólo admite los hechos compulsados con la demostración de ejemplares vivos de la Fauna contemporánea, ó con los restos fósiles de la paleontológica. Mientras es evidente que en nuestra tierra vivieron, en otras épocas geológicas, Elefantes, Rhynocerontes, Hyenas, Leopardos y otros mamíferos que hoy son asiáticos y africanos, pues así lo atestiguan los restos fósiles que de ellos tenemos en nuestras colecciones, y que han sido desenterrados en varios puntos de España, yy del mismo modo se han encontrado restos de los Hquus primigentus, E. fos- silis y E. Asínus; no hay noticia de que en ninguna parte se ha- yan visto los de la Zebra, que, á ser tan abundante como el Padre Sarmiento dice, deberían hallarse en los Cebrerales, como se en- — 333 — cuentran los del Onagro. Y, por otra parte, parece natural que ha- biéndose connaturalizado tanto en España los dos Jumentos Caba- llus y Asinus, que ahora viven silvestres en el país de las Zebras, de haber existido en nuestra Península siguieran viviendo entre nosotros, pues vemos la facilidad con que hoy se reproducen en los Jardines zoológicos de Londres, Hamburgo, París, etc. No se entienda, por lo dicho, que no admire los escritos y vas- tísima erudición del justamente celebrado Rdo. P. M. Sarmiento, pues harto lamento que sus importantes manuscritos no hayan sido publicados por el Gobierno, que deber tiene de hacerlo, para evitar el mal que puede acontecer cualquier día con la pérdida de aque- llos escritos. Réstame, para terminar el estudio zoológico-económico de nues- tra ganadería Caballar, Mular y Asnal, consignar el número de ca- bezas que existían en España según el último censo oficial : EamadoCaballa 680.373 cabezas. IA INT ae oo EOS > MN . . -1.298.334 > MOTA AA e 3.000.219 » Ordo VII.—Pecora. (Linn., Syst. Nat., 1, p. 90.) Artus quator, bisulct; clavicule nulle; antibrachiuwm cons- tanter pronum; 0ssa metacarpi el metatarst connata; ungues sculponet digitorum phalanges extremas obvolventes; dentium qualitas raro triplex; ventriculis quator, ruminantia: placenta multiíplex.—C. L. Bonap., Conspect. Syst. Mastozoologire. Dentes primores superiores nulli; inferiores 6 aut 8; molart- bus remotissimi. Pedes ungulati, Mammce ¿r.guinales.—Linneo, Syst. Nat. Dentes prímores superiores aub nulli aut 2; inferiores 6 aut 8 incisortt. Laniarti aut maullt, aut supra ubrinsecus 2 aut 1 infra Camelis solis 1 vel 2). Diastema inter primores et mola- res. Molares abruptti obversi contigus, complicati, tritores, utrin- que sent aut quint. Mammre aperte 2-5 ventrales. Pedes exertt, distincór, ambulaborit, bisulei. Ungues ungule 2 insistentes, pluribus ungulce succenturiate. Nomen Ordinis vebustum est.— llligeri, Pr0dr. Systematis Mammal., p. 102.—1811, — 334 — Dentes primores superiores nullt, inferiores rartus 6, ple- rumque 8. Lantaríi plerisque nulla. Diastema inter primores et molares. Molares abruptt, obverst, contigut, complicalt, trito- res, plerisque 6. Pedes exertt, distincót, ambulatortt, bisulct; ungues ungule due insistentes, pluribus ungule succenturtate, Capub plerisque cornibus instructum. Mamme aperte 2 ad 5 ventrales.—Fischer, Synopsis Mammaltum, p. 434.—1829. Synonim. scientif. —B¿sulca. —Mligeri, Prodr. System. Mamm. Rumiantia.—Cuvieri, Regn. Antim. Este Orden, como el anterior, es uno de los más naturales de la clase, y, según el mismo Cuvier, los animales en él compren- didos parecen vaciados del mismo molde, si se exceptúan los Ca- mélidos y Tragúlidos, que ofrecen pequeñas excepciones orgáni- cas muy útiles como Caracteres de Familia. Paul Gervais, en su Mistoría nabural de los Mamiferos (Pa- vís, 1855), comete una falta metódica evidente al incluir en el Or- den que estudiamos verdaderas Bestias /Bellwe), como son los Hippopotamus, Pacocherus, Sus, Babirusa y Pecart, sólo se- mejantes á las Pécoras por los pies bisulcos, mientras que en el resto de su organización son completamente distintos. El Director del Museo de Historia Natural Británico, que de tantos medios científicos dispone, Dr. Williams Henry Flower, y su consocio Richard Lydekker, en su Introduction bo the study of Mammals living and extincó (Lond., 1891), han constituído un Orden que llaman Ungulata, y en él aglomeran todos los mamiferos pezuñados, dividiéndolos en: Ungulata vera, que subdividen en Artvodactylos, que son los Suinos con sus Familias 4M¿ppopotanide, Suide y Dicobylide, y como transitorios los Anaplotheriide, á los cuales siguen los Tylopoda, ya animales rumiantes, cuya Familia Camelide constituye la primera del Orden Linneano y del Bsulca de Mliger, siguiendo las de los Zragulide y Pécoras, emparentadas morfoló- gicamente con los Moschus ó Almizcleros, primer género de las Pécoras y Subfamilia Moschine en la Familia de los Cervide. Más metódica que la reforma de Gervais me parece la establecida por los referidos autores ingleses, que en su gran Orden Ungulata comprenden todas las Bestias y Pécoras Linneanas, ó sean los Pa- quidermos y Rumiantes de G. Cuvier; pero no estoy conforme con — 33) — una asociación tan general como la de Flower y Lydeklker, por creer no se ajusta completamente á los preceptos taxonómicos de una cla- sificación metódica, como á la que, por mi parte, procuro atenerme. Fama Cervipa. (Ham. Smith, in 4n4mal. Kingdom., 1827.) Dentes laniari infra nullt; incisivo? supra nullt, infra 8 ¿n- cisorit. Cornua in maribus fere ordinaria, rarisóma in femints; caduca, solida, pedunculata, ramosa, cubicula villosa, tempora- ria saltem induta.—C. L. Bonaparte, Consp. Class. Mamm. SUBFAMILIA CERVINA. (Viegm., Handb. d. Zool. , 1832.) Dentes lantarit plerumque nulli: sínus lacrymales scepius: nulli: cornua in maribus. Femince semper inermes. In Taran- do Q, armata veluti "o, sed cornibus minoribus eb tenmioribus. GENUS CERVUS. (Auctor. Omn. systemat.) ; OR q AO . . U—0 Dentes primores 3 inferiores incisorit. Lantari EZ aut 1—1 O) parvt inclust, rarissime elongati exserti. Diastema in- . E 10 , AA ter primores eb molares. Molares B—6* abruptt, contigut, 0b- verst, complicati, tritores. Rostrum productum, aut chilomate aut rhinario instructum. Sinus lacrymales. Cerata frontalia decidua ossea plerumque ramosa, feminis sceepius nulla. Auri- cule mediocres acuminate. Pedes distincót, ambulatorit; digi- bis 2 imsistentibus, duobus seeptus amotis parvis. Ungues un- gule 2, insistentes eb plerumque 2 succenturiate. Mamme 4 inguinales. Cauda brevissima. Phitophagi, pacifica. —Fischer, Synop. Mamm., p. 440. —1829. Procede el nombre de Cervo de la voz latina Cervus, que Vir- gilio definió diciendo: erat forma pre estanti eb cornibus ingens, y el original del vocablo latino se halla en el griego xepuós, que sig- nifica cornudo, de xipas, Cuerno. El Diccionario de la Lengua define incompletamente el Ciervo, diciendo: «Cuadrúpedo vivíparo, rumiante, silvestre, muy ligero, de color generalmente pardo, y el macho con cuernas redondas grandes y ramosas». — 336 — Hoy, los zoógrafos, fijándose en la variedad morfológica que se observa en las cuernas de estos animales y algunas otras variantes de no gran importancia, han dividido en diez grupos al género Cervus, de los cuales sólo tenemos en nuestra Fauna tres repre- sentantes: del primero, el Gamo; del tercero, el Venao, y del oc- tavo el Corzo, ó sea los C. Dame, C. Elaphi et C. Capreolz. Dame Cerata palmata. Cervus Dama. (Linn., Syst. nat., 1, p. 99.) Cornibus ramosts recurvabis, compresis; summitate palmata: propugnaculis 2 autrorsum versts; rhinario sinubusque lacry- malibus distinctis; dentibus lantaris nullis; vellere estate albo maculato, hieme untcolore-fusco; cauda elongatá supra nigra, subtus natibusque albts. Elapho minor; long. anaso ad anum circa 4 ped.; albit. inter scapulti 2, ped. Collum brevius, auricule breviores, cauda lon- gior, artus breviores eb corpus gravíus quam in C. Elapho. Cor- num cautes basi teretes, propugnaculis duobus, inferiore autror- sum, superiore lateraliter spectante; gastreum eb labtus artuum internum albida; cauda supra nigra, subtus alba.—Fischer, Synop. Mamm., p. 449.—1829. : Synonim. scientif. —”Ehacgos edpuxepos. —Oppian., Cynet., 1, 293. Platyceros.—Plin., Mist. Nat., x1, c. 37. Dama vulgaris. —Gesner, Quadr., p. 339 el alior. Auc- tor. Systemat, Cervus platycerus.—Ray., Syst. Quadr., p. 85. Le Daim.—Button., Hist. Nat., vt, p. 167, tab. 27. Vulgo. —Gamo y Paleto el “O, Gama la Y, Gamezno la cría, en castellano. Dana, en catalán. Gamo, en gallego. Oreina., en vascuence. Gamo, en portugués. El Diccionario de la Lengua define regularmente el Gamo, di- ciendo: «Animal mamífero rumiante del género ciervo, aunque más pequeño; de color leonado vivo, salpicado graciosamente de manchas blancas chicas y espesas. Es de una vara de alto desde — 391 — la cruz al suelo, con las cuernas aplanadas por arriba, dentadas en su borde exterior y redondas por abajo, con uno ó dos candiles di- rigidos hacia adelante. Es originario de la Europa meridional, y vive salvaje en Cerdeña, Argel y otros puntos». Los Gamos se diferencian fácilmente de los otros Ciervos por su largo propugnáculo ó agudo pitón de las cuernas que nace en la base de éstas y se dirige hacia adelante encorvándose hacia arriba, ensanchándose aquéllas en su parte superior, en forma de palas, razón por la cual el vulgo llama á estos ciervos Paletos. Por el borde convexo dicha pala está partida con puntas ó pitones más ó menos largos y desiguales, siendo el mayor el situado en el punto donde empieza el ensanche de la pala, el cual se dirige hacia la parte cóncava del asta. Las costumbres del Gamo son parecidas á las de todos los cier- vos, viviendo reunidos en manadas guiadas por un robusto macho, y al abrigo de los montes huecos, de los cuales salen á pacer hasta los sembrados cercanos. Empieza el celo en Octubre, y se llaman los _ sexos bramando (1), batiéndose los machos de un modo furioso por disputarse las hembras, cuyo embarazo dura ocho meses, dando á luz en la primavera un cervato, ó dos rara vez. Hasta los ocho ó nueve meses no les nacen los pitones ó mago- tes, que así los llama Calvo Pinto; ó husos, por la forma cónica que tienen, y también punzones (Huerta). Estas primeras cuernas se desprenden en Junio al siguiente año, y al reproducirse por Sep- tiembre aparecen ya con un pitón hacia la mitad, que forma una horquilla desigual, pues queda más corto que la rama principal. A los tres años empieza á manifestarse el ensanche de la cuerna sobre la horquilladura, que sucesivamente aumenta hasta adquirir la for- ma definitiva. El Gamo es originario de las regiones contiguas al Mediterrá- neo, tanto europeas como africanas. En España se ha propagado hasta en los montes del interior, constituyendo una de las reses más comunes de la caza mayor, según se consigna en los libros escritos por nuestros célebres monteros antiguos. (1) De esto procede llamar brama á la época del celo de los Ru- miantes. : 2 — 338 — Elaphi. Cerata ramosa cylindracea: propugnaculo basali simplice aut duplo. CBrRvus ELAPHUS. (Linneo.) Corntbus ramosis tots terebibus recurvatis, ramas supremis in corone spebiem sub-fastigiatis; dentibus lantariis supra ob- tusts; rhinario sinubusque lacrymalibus distincórs; color cestate supra fulvo-fuscus, linea spinali nigricante; hieme untcolor, cano-fuscus; uropygio caudaque semper pallidissime fulvis. Pu- llus fusco-fulvus, macults parvis albis. Castrato cornua non de- cidunt, neque recrescunt, si antea derecta fuerint. Alt. 3. p.: long. 5. p.—Fischer, Synop. Mamm. Synonim. scientif. —Ehagos. Arist., ANIM., VI, C. 11, 13. Cervus nobilis.—Klein., Quadr., p. 23. Vulgo. — Venado y Ciervo el ', Cierva la Q; Cervatillo, la cría que aún está mamando (1); Cervato, la cría que ya no mama; Estaquero, Usero, cuando, al año, el pitón de la cuerna sólo tiene una punta; Aspón, cuando los pito- nes ó dagas, á los dos ó tres años, se ahorquillan por la aparición de una nueva punta ó ramificación. Todos nombres castellanos. Cervo el 9 y Cerva la Q, en catalán. Cervo y Cerva el >) y la Q, en gallego. Oreña el "O, Oreiñemea la Q, en vascuence. Veado el “9, Veada la Q, Cervato la cría, en portugués. Bastan sólo las astas del Venado y el Gamo para distinguir desde luego el uno del otro. Las del primero son casi cilíndricas en toda su extensión, y las del segundo, como hemos dicho, se en- sanchan, desde el primer tercio inferior, en forma de pala, cuyo borde convexo está festoneado por una serie de pitones ó puntas de. longitud diferente, mientras en el Venado los pitones ó dagas, que así también tales propugnaculos ó defensas se llaman, son estria- dos y van atenuándose hacia el extremo, para terminar en punta. La serie ó número de dichos pitones, que á manera de perchas na- (1) El Diccionario de la Academia refiere equivocadamente el Cerva- tillo al Almizclero. o A — 339 — cen á lo largo del tallo ó asta, varía según sea la edad del indivi- duo; y desde el Estaquero de uno ó dos años, cuyo pitón es senci- llo; el Aspón, que á los tres tiene ya las cuernas ahorquilladas, va sucesivamente aumentando cada año la serie gradual de pitones hasta alcanzar el número de nueve ó de diez, que suele ser el má- ximo que tienen los individuos más viejos, aun cuando llegan á vi- vir veinte años, pues en los últimos de su vida no aumenta el nú- mero de puntas, por más que la cornamenta siga renovándose anual- mente. No se limitan á esto sólo las observaciones que pueden hacerse respecto á las astas del Venado, pues además existen diferencias se- gún el sitio que cada daga ocupa. Hay dos casi apareadas por en- cima de la corona de exóstosis de la raíz de la cuerna, que las llaman garzosas; sigue otra sola ó punta, también dirigida hacia arriba y adelante, en la parte media del tercio basilar, entre el asiento del asta, y continúa el Candelabro ó ramillete de Candiles, como se llaman los pitones agudos que coronan las cuernas, y que, según las edades, son: dos, tres, cuatro, cinco, seis y slete, cuyos tres úl- timos forman, algunas veces, un trípode verdadero en el remate del candelabro. Queda dicho en la frase de la Familia de los Cérvidos que sus astas son anualmente caducas, y debe añadirse que el desprendi- miento tiene lugar entre Marzo y Mayo, y que durante el mes de Julio queda nuevamente restablecida la cornamenta, aunque de consistencia blanda, y cubierta por una piel vellosa como la del cuerpo, la cual, constreñidos los vasos por el empuje de los tubércu- los exostósicos que se forman en el asiento del asta, muere, se deseca y desprende á fuerza de restregarse el animal en los escan- deaderos, ó sitios donde da con las astas para quitarse los colgajos de pellejo seco que penden de ellas. Caídas las astas y desarmados los Venados, según refieren nuestros monterós, se ocultan y andan más retirados y esquivos por los bosques, como todos los Ciervos. Igual que en los Gamos, el celo de los Venados principia en Otoño, y entonces se disputan las hembras encarnizadamente, du- =rando ocho meses la gestación de éstas. Mientras tanto el macho más valiente mantiene agrupada toda una manada de hembras, que conduce por el cantón de monte que eligiera para pacer, y persigue furioso á los demás Ciervos que rondan su harem. — 340 — Capreoli. Cerata teretiuscula, verticalia, erecta, summitate bifida aut trifida. Curvus CAPREOLUS. (Linneo.) Sinus lacrymalis nulla; cauda subnulla. Pili cestate breves molles, rufi, apicibus griseis; hieme longiores, subgrisets; dorso nigricante. Faties nigricans, precipue circa os eb oculos. Corpus subtus eb oropygium album. Crura gracilia. Variat sabturate fuscus, niger eb albus. Pulli rufescentes eb fulvastri, albido- flavidore maculati. Longit. fere 4 ped.; altit. 2 — ped. Cornua 8 poll. long. Agilis amat silvas monbuosas minores; gregibus par- vis incedit. Prurit initio Novembris. Uterum fert 20-22 hebdom. Partit gemellos mense Aprili. Cornua deponit Autumno, acqui- rit hieme. Synonim. scientif. —Caprea.—Plin., Mist. Nab.; vin, Cc. 53. Dorcas.—Charlet., Exerc., p. 12. Cervus minimus Capreolus.—Rein., Quadr., p. 24. Chevrete y Chevreuil.—Buffon, Hist. Vat., vi, pági- na 198, t. 32 y 33. Vulgo. —Corzo el 9, Corza la Q, en castellano. Corsó el 9, y Corsona la Q, en catalán. Corzo el “9, Corza la Q, en gallego; Caparro, en San Mamed, según López Seoane; pero, según el P. Sar- miento, éste nombre en dicha localidad se aplica al Ca- brito de Corzo y no al adulto. Basauntza, en vascuence, confundiéndolo con la Gamuza. Corco el o, Corca la Q, en portugués. El Corzo se define en el Diccionario de la Lengua diciendo: «Cuadrúpedo rumiante, algo mayor que la Cabra, rabón y de color gris rojizo. Tiene las cuernas pequeñas, verrugosas y ahorquilla- das hacia la punta». En el Corzo adulto el pelaje es uniforme, no hay vestigio ex- terior de cola, y los pelos de la región coxígea los levanta y eriza voluntariamente el animal, y hasta los esparce ó separa y cierra como abanico por medio de la contracción ó extensión de un músculo cutáneo, muy desarrollado en la referida región. Como se expresa en la frase descriptiva, tiene las cuernas cortas, Casi cilíndricas, ás- — 54m = peras y granujientas, y algunas veces tanto, que todas ellas están cubiertas de excrecencias óseas, como las de la base de la inserción con la cabeza, aunque esto no sea lo más regular, pero que de ello ya, como yo he visto también, se hizo cargo Calvo Pinto en su Silvia venatoría cuando, en la descripción del Corzo, dice que «el macho echa las astas pequeñas, con pocas puntas, roMosas y gra- nujadas». Carecen tales cuernas de pitón ó daga basilar, y, ascen- diendo verticalmente una rama ahorquillada, se dirige oblicuamen- te arriba y atrás, mientras otra punta continúa y termina el asta con remate agudo. Está más generalizado el Corzo en toda nuestra Fauna que las dos otras especies de Ciervos descritas; pero es su habitación más montana y entre breñas, prefiriendo el monte bajo al hueco. Mientras que se ha conseguido acotar en sotos de caza al Paleto y al Venado, y hasta casi aquerenciarlos, en términos de no huir al ver acercarse la gente, como lo he observado en los bosques de Riofrío, Monasterio y el Pardo; el Corzo permanece salvaje en el monte, pues siempre es esquivo y tímido, y huye, más que corrien- do, volando, tales son los largos saltos que le he visto dar por en- cima de los piornales y jarales que coronan nuestra cordillera Car- petana. Esto no obstante, cogido de joven se amansa tanto, que más de una vez lo he visto libre trotar detrás del caballo donde iba su amo, y aun en el monte también he observado se juntaba con los rebaños de ovejas y cabras. No es raro encontrar en los pueblos de España donde hay mon- tes cercanos, crías de Gamo, Venado y Corzo que viven como ani- males domésticos dentro de las casas; pero á medida que crecen re- cobran su natural salvaje y es necesario matarlos, pues atacan á las personas, aun á aquellas con que han vivido y de cuya mano to- maban el alimento. Es, pues, evidente que las especies del género Cervus son realmente ineducables. Terminada la descripción de los tres tipos de Ciervos que se en- cuentran en la Fauna nuestra, debo decir que la distribución geo- gráfica del Venado no es tan general como la del Gamo, pero abunda mucho más de lo que los franceses han dicho, hasta asegurar que este mamífero va á desaparecer dentro de breve plazo. Nada de eso; pues no sólo nuestros antiguos Monteros señalaban su abundancia en Casi todos los montes del centro de la Península y región meri- — 342 — dional de la misma, en los siglos xv, XVI y XVIL, sino que hoy mis- mo son frecuentes las batidas que los cazadores de oficio y los afi- cionados á las monterías de caza mayor, como llaman, emprenden por diferentes comarcas de España, como se hacía en aquellas épo- cas lejanas, escribiéndose aún libros de Montería ó Arte de buscar, perseguir y matar la caza mayor. Sean muestra de aquellas antiguas obras que han descrito y tra- tado de los Ciervos de España: El Vocabulario de Palmireno, año de 1575, donde se habla del Ciervo y de su caza, y se dan noticias varias referentes á sus Cos- tumbres y propiedades, añadidas con fabulosas consejas. En el libro de Montería que mandó escribir el Rey D. Alfonso de Castilla y de León, y acrecentó Argote de Molina, este célebre montero da detalladas noticias sobre todos los montes en que en España se cazaban Ciervos. —Año de 1582. Huerta, en su Traducción de los Libros de Caio Plinio, y anotaciones con que la adicionó, trata de los Ciervos y de su exis- tencia en nuestra Fauna. —1602. Vélez, en la Historia de los animales mas recibidos en el. uso de la Medicina, trata del Ciervo y da detalles parecidos á los de Huerta, pero añade valiosas observaciones propias.—1612. Diego Funes, en su /M¿storia general de Aves y Animales, página 345 á la 350, también habla del Ciervo, pero sólo de un modo general. —1621. Alonso Martínez de Espinar, en su Arte de Ballestería, trata del Ciervo, más como montero que como naturalista, aunque nos da noticias de algunas particularidades referentes á la vida de dicho mamífero y hasta de su organismo y costumbres, señalando locali- dades de España donde se criaba en abundancia. —1644. Jerónimo Cortés, en su Tratado de Animales terrestres y vo- laátiles, p. 164 4 174, describe al Ciervo con detalles que prueban haber leído algunos de los libros que dejo citados. La lámina que dá está muy mal hecha.—1672. Arphe también, en la Comensuración para la Escultura, se ocupa en el Ciervo para señalar las proporciones que guardan las diferentes medidas del cuerpo de este mamífero; y si bien el dibujo que dá no es una gran cosa, tiene la ventaja de fijar con exactitud los caracteres métricos. —1675. — 343 — Valdecebro, en el Govierno moral y político hallado en las Fieras y Animales silvestres, también habla del Ciervo y del Ga- mo, diferenciándolos, pero sin entrar en detalles zoográficos. El dibujo que da es menos malo que el de la obra de Cortés. — 1680. Calvo Pinto, en la Silva Venatoria, que publicó en 1754, es uno de los autores nuestros del siglo pasado que reune mejores deta- lles, y en menos palabras, de las tres especies de Ciervos que tiene nuestra Fauna, sin prescindir de su objeto principal, que es el ve- natorio.—1754. Fray Miguel Agustín, Prior del Temple, en Perpiñan, en el L2- bro de los secretos de Agricultura, Casa de Campo y Pastoral, p. 478 y siguientes, trata del Ciervo sin entrar en detalles descrip- tivos, pues su objeto principal es la caza de este rumiante; y con este motivo consigna curiosas noticias sobre las mañas, costumbres y señales ó huellas que dejan tales reses, para conseguir encontrat- las y cazarlas.—1781. Asso, en la Introduction Oryctographiam eb Zoologiam Ara- gonie, tratando del habitat del Ciervo en Aragón, señala los mon- tes de Pomer, Calcena y San Carpacio, cerca de Castell Será.—1784. Viniendo á las publicaciones del presente siglo que citan los Ciervos de nuestra Fauna, merecen recordarse: S. E. Cook, en su publicación titulada Sketches ¿n Spain, du- ring the years, 1829, 30, 31, 32, quien señala, en la p. 285, la existencia del Ciervo como muy abundante en la Sierra Morena y en la de Segura, y agrega se encuentra también en el Centro de Es- paña y hasta en Asturias. —1834. Hidalgo (D. Carlos) y Gutiérrez (D. Antonio) describen nues- tros Ciervos en su Tratado de caza, diferenciando bien las tres es- pecies españolas. —1845. En el Tesoro de Montería ó Arte de buscar, perseguir y ma- tar la caza mayor (Madrid, 1858), se definen nuestros Ciervos y se dan noticias sobre sus costumbres. En la Fauna Mastodológica de Galicia describe López Seoane las tres especies de Ciervos de España, manifestando ser escasos en dicha provincia y dudosa la existencia del C. Dama, del cual sólo había visto una cuerna como procedente de un Paleto cazado en el pais.—1861. Machado menciona las tres especies de Ciervos: Klaphus, Dama — 344 — y Capreolus en su Catálogo de Mamiferos de Andalucía, seña- lando las localidades de las provincias de Granada, Jaén, Córdoba, Sevilla y Huelva, principalmente en las vertientes de Sierra More- na, donde abundan mís.—1869. Martínez Reguera, también en su Fauna de Sierra Morena, igualmente cita los referidos Ciervos; afirma, como Machado, que son abundantes en aquella cordillera; y como es lo corriente para todas las especies que se describen en el libro, refiere noticias más Ó menos curiosas, mezcladas con cuentos y ridículas consejas, Por esto al tratar del Venado afirma, con tranquilidad que asombra, «puede procrear con la Vaca, pues conociéndose el Onotawro no es difícil admitir la posibilidad de un producto del Ciervo y la Vaca, máxime si se tiene en cuenta que el celo ofusca, aturde y enfurece al Venado, que en tal época parece estúpido, no siendo inverosímil que en ocasiones, á falta de Cierva, arremeta con otras hembras ». Por fin, no sólo en el Catálogo metódico de los Mamiferos ob- servados en el área de la Fauna Matritense dí yo también noticia de existir en ella los tres Ciervos mencionados, señalando las locali- - dades de la cordillera de Guadarrama y sus faldas, donde los he visto y cazado, sino que también en las Memorias de la Comisión del Mapa Geológico están consignadas mis noticias sobre tales Pécoras. Fama Boix. (Ham., 4n. Kingd., 1827.) Dentes lantaril nulli: incisivi supra nullt, infra octo: cor- nua perennia, seeptus in ubroque sezu, ex osse frontali producta, elastico tegumento vaginata. —C. L. Bonap., Comp. System. Mastozoologice, 1850. Synonim.—Ceratophore, Blainville. Es la Familia del Orden más numerosa en especies, y por lo general bien definidas, á pesar de los caracteres comunes á varias. La fórmula dentaria de los Bovide que señalaban los autores antiguos ha sido modificada por Paul Gervais en su Histoire natu- relle des Mammiferes (1855), y por los dos naturalistas ingleses Flower y Lidekker /4n ¿introduction to the Study 0f Mamma- lza, 1891), del modo siguiente: /ncis. ¿0 = canta. =- = mol. > 6576 ae ns y ñ 56 considerando como caninos los dientes de igual forma que — 345 — los incisivos que están al lado externo y contiguos con ellos. Qué razón haya para esto no es fácil entenderla, ni la han apreciado antes los más clásicos autores, incluso Cuvier, con ser eminente ondontógrafo. Verdad es que en los Camélidos se ve en el diastema de la barra uno ó dos laniarios, de los cuales quizás el posterior co- rresponda á un falso molar, y el anterior á otro incisivo separado de los seis centrales; pero la cuestión no es fácil de resolver, pues no se trata de los incisivos de la mandíbula superior, que sabemos siem- pre están insertos en los alvéolos de los huesos intermaxilares. A pesar de todo, siendo los dientes de que se trata cortantes y conti- guos á los demás incisivos de la mandíbula inferior, es más natu- ral sean de la misma clase, tanto más cuanto que sirven para cortar y no para apresar como los verdaderos caninos, cuyo destino es clavar y retener el bocado que va á separarse de la presa para mas- carlo. En esta familia suelen estar provistos de astas los machos y las hembras, y no es raro ver vatiedades mochas, y otras, por el con- trario, polyceratas. Se distinguen las astas de los Bóbidos de las de los Cérvidos en que las de los primeros son perennes y siempre envainadas en un estuche córneo, de disposición, naturaleza y formas variadas, lo cual sirve para caracterizar los diferentes grupos en que se dividen las numerosas especies que tiene aquella familia (más de 200), y que se distribuyen en dos Subfamilias según el Príncipe Bonaparte, y en cuatro según Paul Gervais. No es fácil establecer diferencias entre los grupos naturales, como lo son los de esta familia, cuando las transiciones morfológi- cas se realizan de una manera tan gradual que sólo se hacen nota- bles entre los tipos de ambos extremos, pues, como ya decía Linneo, «tienen más parecido en todo los habitantes fronterizos de dos pro- vincias que los de una misma que viven en sus más distantes ex- tremos». Así, por ejemplo, vemos que la Cervicapra de Pallas, que es un Bóbido, se parece más al Corzo, que es un Cérvido, que al Bos, tipo esencial de la familia á que pertenece aquélla. Antilopinos hay, como el Connochetes gun de Cuvier, ó Catoblepar gun de Gray, ó sea el Bos connochetes de Forster, que más aspecto tienen de Bo- bino que de Antilopino, y por esto con mucha razón Paul Gervais — 346 — dijo, al tratar de la Subfamilia de los An£¿lopinos, que era conve- niente subdividirla en grupos homomorphos, como Lesson lo había hecho en su Nouveau Tableau du Regne Animal, publicado en el año 1842. Admitiendo, pues, la división que de los Bobinos hace Paul Ger- vals, bien que ordenados en sentido inverso, por encontrar entre los Antilopes y Ciervos más parecido que entre éstos con los Bueyes, paso á caracterizar la SUBFAMILIA ANTILOPINZE. (Pallas.) Rostrum productum. Sinus lacrymales plerisque. Cornua in omni sesu, aut solum vn maribus cum embolo solido. Mentum ¿imberbe, auriculoe mediocres, acuminato. Pedes graciles. Mam- me inguinales 2, nonnullis 4, unice interdum 5. Cauda his elongata, floccosa, tllis jubata, allas mediocris setosa, alvis bre- vis pilis appressis vestita.—Fischer, Synop., p. 457. Synonim.—Antilopina, C. L. Bonap., Saggío, 1831. En la Fauna Mastodológica de Europa no existe más que un Antilopino contemporáneo; éste es el GENUS RUPICAPRA. (Blainv., Boull. Soc. Phil., 1816.) Cornibus in sexu utroque recurvis; rhinario, sinubus lacry- malibus scopisque nullis; mammis 2, poris inguinalibus; cauda brevissima. Synonim.-—Anbilope, Auct. Antilocapra, Ord., in Journ. de Phy., 1818. Capella, Keyserling in Blasius, Wirbelthiere Europa's. Rupicapra Europcea, Paul Gervais. Cornibus erectis eb verticalibus, 1-8 pollicaribus apice abrup- tim retrorsum uncinatis acuminatisque, in maribus adultis hast rugosis; genis guttureque flavo exalbidis, sériga transver- sim per oculos ducta fusca. Corporis colore cestate rufo, linea dorsal nigra; hieme corpore fusco aut fuscescente nigro, pedi- bus obscurioribus, regione analt albescente, auricule interne fla- vescentes albide, cauda nigra.—Schinz, Synop. Mammal., pá- gina 452, t. 1.—1845. Magnitudo Hirci, at crura longiora; sínus cubaneus singu- lariis pone cornua; labium superiu subfissum; genna barbata. — 347 — Habitu, capite piloque longo ad Capras accedit, has inter el Antilopas quast intermedia. Color pro anni tempore variat, vere canescens, cestate sordide rufus, autumno eb hieme saburate fus- cus vel ater; gula semper fascia lata alba; frons prope cornua eb abdomen exalbida; cauda eb cornua, 11 pollicaria, nigra.—Vis- cher, Synopsis Mammal., p. 481.—-1829. Gregaria: victitat arbusculorum ramulis, radicibus, herbys. Timida excellit visu, olfatu auditu. Celerrima. Hieme latet in speluncis rupium. Coit mense Octobris eb Novembris. Partit 2-3, Martio vel Aprili. Vox sibilans. Aún puede añadirse á las frases anteriores, como carácter no- table, que la base de las clavijas de los cuernos está fija, justa- mente, encima de los arcos superciliares ó borde frontal de las fosas orbitarias. Synonim. scientif.—Ai£gyetos. Oppian., Cyneg., 1, 338. Rupicapra.—Plin., Hist. nat., vu, c. 53, et Auctor veter. Antilope rupicola.—Pallas et Omnium auctor. Capra rupicapra.—Lim., Syst. nab., 1, p. 95. Tragus Dorcas.—Klein., Quadr.. p. 17. Rupicapra Alpina et E Chamots.—Perr., Anim., 1, p. 201, t. 29, et Buffon, Hist. nat., xu, p. 136- la t. 16. Vulgo. —Rupicabra, canta Bicerra y Gamuza, en caste- llano. Sisardo, en los Pirineos aragoneses. Sarrio, según Asso, refiriéndose Rune asene á Fu- nes 1). Isart y Cabirol, en los Pirineos de Cataluña. Rebezo, Rebeco, Robezo, dicen los asturianos y gallegos. Gamosa, en la montaña de León. Basauntza, en vascuence. Rupicabra, Cabra brava, en portugués. (1) Este autor, en su Historia general de Aves y Animales, p. 358, dice: «Sarrio es otra especie de Cabra montés, muy ligera, y los cuernos torcidos hacia delante, que son causa de su muerte quedándose colgado dellos. Se cría en África y se ha creido sea hijo del Ciervo y Rupicapra, porque su color es como la del padre». — 348 -- El Diccionario de la Lengua define la Gamuza diciendo: «Es- pecie de antílope del tamaño de una cabra grande, con astas ne- gras, lisas y derechas, terminadas á manera de anzuelo; el color de su pelo es moreno subido; habita en las rocas más escarpadas de los Alpes y los Pirineos, y es célebre por la prodigiosa osadía de sus saltos ». La Gamuza de los Pirineos es algo mayor que la de los Alpes, pero esto no es motivo para considerarlas como dos especies distin- tas, como opinó Bonaparte. La he visto en pequeñas manadas trepar por los escarpados pe- ñascales de Benasque y de otras elevadas sierras de nuestros Piri- neos, y parece que vuelan de peñasco á peñasco, franqueando con el mayor tino espacios notables sin precipitarse. Los cabreros de aquellas alturas son los que las ven más de cerca y conocen hasta las guaridas que les sirven de refugio; y de ellos, de los cazadores en dichas montañas, y de mi amigo y difunto discípulo D. Juan Isern, que natural de Set-Casas era convecino de las Gamuzas y Osos pirenaicos, con los que á menudo se encontraba herborizando, he obtenido relatos que, compulsados con los publicados en los li- bros, ofrecen bastante concordancia. Así, pues, es cierto que, como nos cuentan de las Marmotas en los Alpes, mientras la manada se ocupa en pacer, un individuo está alerta para anunciar el peligro que amenace; y, llegado el caso, produce la alarma dando un reso - plido fuertemente sibilante que pone en precipitada fuga á todo el rebaño para salvarse. Por esto los cazadores cuentan que para per- seguir á las Gamuzas no sirven de nada los perros, porque con sus aullidos las ponen en prematura fuga, y consideran preferible la caza á la espera en los sitios por donde se averigua suelen pasar. Casos, dicen, se han dado en que, acosadas las Gamuzas, se han precipitado sobre el cazador encaramado en una peña y lo han de- rrumbado. Generalmente los machos viven aislados, salvo en la época del celo, que buscan las hembras; pero éstas pasan todo el año reuni- das, separándose cuando llega la época del parto, que suele ser en Marzo ó Abril. Ordinariamente paren un gamucín; rara vez dos. Fuera de los Pirineos, la Gamuza se encuentra en España en los Picos de Europa y otras sumidades de las montañas de Asturias y León, cuya Fauna la caracterizan varios otros animales alpestres. — 349 — Huerta habla de la Rupicabra, que dice se llama así porque siempre anda saltando de peña en peña con grande ligereza, y es la más semejante á la Cabra mansa, y por eso en España se la llama Cabra montés. Es posible que este autor se haya equivocado y real- mente sea la Cabra montés de los españoles la que denominó Rupi- Capra. También Diego de Funes y Mendoza comete el mismo error en su Historia natural de Aves y Animales, p. 356, al citar la Ru- picapra, pues no hace sino copiar las palabras de Huerta. Creo más exacto á Asso en su cita de la Capra Rupicapra, que es indudablemente la Gamuza; y tampoco hay duda sobre lo dicho por el capitán S. E. Cook en su Sketches in Spain, t. 1, p. 285, al hablar de este rumiante: «7'he chamots is found in vast num- bers in the Pyrennees, I believe of the same species with that of the Alps, but it ¿s not, that I am aware, in the interior». López Seoane nos dice es rara la Gamuza en las grandes mon- tañas de Galicia y de Santander, y lo es más aún en los montes leoneses. SUBFAMILIA CAPRINE. Rostrum productum; rhinarium nullum; mentum his bar- batum, allis ¿imberbe. Sinus lacrymales pluribus. Cornua fron- talta persistentia; cornea, cava, vaginantia, simplicia, com- pressa, angulata, transversim striata aut nodosa, varie flexa. Auriculce mediocres acuminate. Pedes distincti, ambulatoris. Mamme 2 inguinales. Cauda brevissima aut brevis. —Schinz, Synop. Mamm., p. 455. GENUS CAPRA. (Linn., Syst. nat., 1735.) Cornua compressa, angulata, sepius nodosa, lunata. Men- bum in maribus plus minus barbabum. Cauda brevis. Sinus la- crymales et folliculcee ungulares null¿.—Schinz, Monograph. der Sáugethiere, Zurich, 1851. Cornua prismatica, cultriforme-incurvata, acie obtusá abs- que nodis in anbica facie seus plus minusve divergentía, ¡proect- pue in maribus, embula tantum in basse celulosa. — 350 — CAPRA HIRCUS. (Omnium auctor.) Cornibus carinatis arcuatis, colore vario, auriculis parvts erectis; pilis longis rudibus. Hospitatur ubique; animal nobtissimum el magnitudine vartat. Synonim. scientif.—Todyos el O y Alyós la Q.—Aristót., Mist. an., 1 Ca mo io Es 1D A'¿.—Opian., Cyneg., 1, 326. Hircus, Caper el "9, Capra la Q.—Plin., Mist. Nab., ll Vinit a Dee Hircus vulgaris, Schreb., p. 283. Hircus eb Capra domestica, Briss., Regn. an., p. 62, 1. Tragus domesticus, Klein, Quadrup., p. 15. Tragus Aegagrus, Schrank., Zn. Bose., 1, n. 45. Vulgo. — Cabrón y Macho cabrío el “9; Cabra y Cabresa (antic.) la O; Cabrito, Cabriolo (antic.) la cría mientras está mamando; Chivo, Chiva, Chivato las crías desde que dejan de mamar hasta que tienen un año; Castrón el macho cabrío castrado. Todos nombres castellanos. Cabró y Boc el 9, Cabra la Q, Cabrit la cría, en cata- lán, mallorquín y valenciano. Cabrón, Godallo el 9; Cabra, Barbada y Cabuja la Q; Castrón el “9 castrado; Cabirto, Cabirtiño y Curcio el cabrito; Cabuzxo el chivo, en gallego. Aquerrá el "9, 4untza la Q, Aquirina el “O castrado, Aumed el cabrito y chivo, en vascuence. Bode, Cabráo, Capro.el y, Cabra la Q, Cabrito, Ca- brinha las crías, en portugués. El Diccionario de la Academia Española define incompleta- mente el Cabrón y la Cabra, diciendo: «Cabrón. Cuadrúpedo con cuernos grandes, esquinados, nudosos, retorcidos é inclinados ha- cia atrás, de pelo largo, recio y áspero, y que tiene debajo de la mandíbula inferior un gran mechón de ellos en forma de barba». «Cabra. Hembra del cabrón, más pequeña que él, de pelo más ás- pero y condición más dulce». Las explicaciones que da Risueño:en su Diccionario de Veberi- naria, Madrid, 1829, merecen consignarse aquí como las más com- pletas entre las publicadas por los zoógrafos españoles: «Cabrón. — 351 — Mamifero rumiante, en la división que comprende los animales de cuernos huecos y persistentes. No tiene dientes incisivos en la man- dibula anterior, cuenta ocho en la posterior y carece de colmillos; las muelas son veinticuatro, seis en cada borde dentario, y sus coronas tienen una faja esmaltada saliente. odos los individuos de este género llevan un mechón de pelos largos pendiente de la barba, y en el mayor número se ven dos á modo de verrugas gruesas que cuelgan del cuello y se llaman mamellas. La frente es plana y casi cóncava; los cuernos largos, angulosos, arrugados ó nudosos al tra- vés, y nacen dirigidos en línea recta hacia arriba, y la punta se en- corva hacia detrás; las orejas son rectas, medianas y puntiagudas; los ojos grandes, vivos y con el iris amarillo; el cuarto trasero es muy grueso en proporción de lo demás del cuerpo; las manos fuer- tes, cortas y con las rodillas metidas hacia dentro; y la cola corta. Los colores más comunes en el pelo, que es áspero y jamás rizado, son el negro y el blanco, pero también se hallan muchos individuos pardos y castaños. El pelo no es igualmente largo en todas las par- tes del cuerpo, pero en cualquiera lo es más que el del caballo, y menos que la crin de éste. El cabrón puede engendrar al año; pero el ardor dura sólo tres ó cuatro, al cabo de los cuales pierde el vi- gor. La vida es regularmente de diez á doce años. Mide cerca de tres pies hasta la cruz, y cuatro desde el hocico á la cola ». «Cabra. Hembra del cabrón, suele ser algo menor que éste, no estar armada de cuernos, y, si los tiene, son más cortos que en el macho. Es más cariñosa é inteligente que la oveja, y se familiariza con el hombre. Muy lista, caprichosa, lasciva, andariega y corre- tona, es de fácil y buen mantener, pues casi todas las hierbas y ho- jas le apetecen. Puede engendrar á los siete meses; la preñez dura cinco, y no pare regularmente más que un cabrito, á veces dos, y tres excepcionalmente. Da de mamar un mes á la cría; pero puede seguirsela ordeñando, durante cinco, dos veces al día, y dar hasta seis cuartillos de leche cada veinticuatro horas». Las variedades domésticas que se crían en España son las vulga- res Ó comunes en toda Europa, con pelaje blanco, negro, rojo y cano, siendo las primeras más comunes en Cataluña, las segundas en Aragón y las terceras en el centro de la Península, sin que por eso dejen de verse también mezcladas algunas de todos colores en un mismo rebaño, aun cuando prepondere este ó el otro matiz. Tam- — 352 — bién se notan variaciones en el tamaño de nuestra Cabra doméstica, según la región en que habita. —/Véanse las láminas 9 y 10.) España, dice el entendido Secretario de nuestra Asociación de Ganaderos, es la nación de Europa que cría más ganado cabrío, siendo la razón de esto el poseer mayor extensión de terrenos mon- tuosos, y pueden distinguirse dos razas principales en nuestras Ca- bras domésticas: una propia para la producción de leche, y otra para carne. La primera se cría especialmente en las provincias de Granada, de Madrid, de Ávila, parte de la de Ciudad Real y de Toledo y al- gunos distritos de Aragón y Cataluña, teniendo nombradía sobre todas las granadinas por ser las más lecheras. Estas son de escasa corpulencia, pero producen hasta dos azumbres de leche diarias, y se venden por lo mismo caras, hasta costar alguna 150 pesetas. La Cabra llamada Churra, muy peluda, que se cría en las provincias de Ávila y Madrid, no suele dar más de azumbre y media de leche, pero es mucho más rústica que la casta de Granada. El ganado cabrío propio para la producción de carne se halla esparcido por diferentes provincias; pero el más famoso es el que se cría en la provincia de Ciudad Real, lindando con Andalucía, Al- bacete y Cuenca. En la actualidad se venden los machos castreños de esta clase de ganado á 50 pesetas, y la piel vale 20, cuyo pre- cio es tan elevado por destinarse á la confección de pellejos para portear el vino. Es de advertir que, entre las razas citadas, existen varias otras de menos valor, aunque aprovechables para ambos objetos. Falta añadir otra raza que señalan los autores entre las varie- dades de la doméstica de España, y es la Capra ecornis, Schreber; vel Capra Hircus ecornis, Saúgth, t. 287. —Cornibus nullis, auriculis rectrs imfundibiliformibus; metopio recbissimo; corpore pilis lungis sericers tecto. Desmarest la llama C. Aegagrus acera, Mamm., p. 483, y Chevre sans cor- nes, Fr. Cuv. y Geoffr., Mamm. Más modernamente, Paul Gervais, en su Hist. Nat. des Mam- miftres, p. 189, y Lista de las principales razas de Cabras do- mésticas, dice que en Europa no hay más que tres: la común ú ordinaria, la de los Pirineos y la mocha; estas dos últimas perte- necientes á nuestra Fauna. — 3593 — Aunque con reducido número de individuos, también se intro- dujo en España por Fernando VII, allá por el año 30, una varie- dad de la Capra Hircus: domestica asiatica, gorensis, cuyos ca- racteres son: Cornibus minoribus tortis, ad latera protractis. Auriculis planis declinabis. Pilis longissimis, molissímis, se- riceis, crispis, cincinnatis, miveis: lana splendens sericum pro- vocans, camelina dictum. Corpus brevius. Pedes longiores. Tuve la satisfacción de contribuir al aumento de esta raza de Cabras, influyendo en el ánimo de S. M. el Rey D. Francisco de Asís para que se propagara en la Real Cabaña, y siguieron el ejem- plo el Marqués de Perales, el Duque de la Torre y otros ganaderos, siendo de desear que cunda la idea, por la importancia industrial que tiene el vellón de semejante ganado, tan fácil de propagarse en nuestro suelo, como la experiencia ya lo ha demostrado. GeEwNUS Ibex. (Pallas, et prior Plin., Hist. nat., v111, c. 53, et denique plur. Auctor. antiquorum. ) Rostrum villosum; cornua nodosa eb paululum divergentia, embuli a bast ad apicem cellulost. Synonim. scientif. —Atyes. Ailan., An4m., x1v, c. 16. Tex PYRENAICUS. (Paul Gerv., in Hist. natur. des Mammiferes.) Cornibus crassis, magnis, subtriangularibus, antice robun- datis, nodosts, postice carinatis, medio exbrorsum, apice intror- sum torsis, divergentibus, mento in mari barbato, barba breve, densa. Color corportis supra et lateribus cinerascente fuscus, ca- pites latera nigro fusca; barba, linea dorsalís, cauda supra, co- llum anticum; pedes antici eb seria mediana, sublus negra aut cano nigra. Aestate pilosis est brevis rufescenscente alba, frons nasusque fusct, gene fuscescente cinerece, collum anticum, pec- tus el abdomen nigrescentes cant, arctuum partes exbernce rufo fusct. Long. corporis 5 ped.; cauda 8 poll.; altitudo 2 ped. 2 poll. Cornuum, cum curvatura, 2 ped. 6 poll.: barbe 2 poll. Habitat in montibus Pyrenaet.—Schinz, Monographien der Sáúu- gethiere, Zurich, 1851. Synonim. scientif. —Capra pyrenaica.—Schinz, Denkschriften der Schweizerischen naturforsch, Gesellschaft. v. 1, 1838. Capra Ibex, Linne1.—Asso. /ntroductio in oryctogra- phiam el Zoologiam Aragonte, p. 59. — 354 — Vulgo. -— Yerp, en los Pirineos de Aragón, según Isern. Cabirol, en catalán. Cabra montés, en castellano, y según el Diccionario de la Lengua, «es especie muy abundante en los Pirineos y otras partes de España, y se diferencia de la común, principalmente, en tener grandes los cuernos y dirigidos oblicuamente atrás y hacia los lados en forma curva». Puede aplicarse el nombre castellano, y así lo hacen los cazado- res, tanto á la (. pyrenaica como a la (. hyspanica, pues las di- ferencias zoográficas no han llegado á vulgarizarse con nombres pe- culiares. Los autores que hasta hoy han hablado de esta especie fijan su habitat en la región pirinea española más alta. Isern la vió, según consta en las notas que dió, en los peñascales alpinos del Valle de Buhi y de Arán; y Asso, al hablarnos de la Capra lbex de los Pi- rineos, dice: «Habital in silvis circa Plan, ubi Hirco appellan- tur, y añade: Specímen, quod nobis Cesaraugustee videre licutt, ad Regium Musceum Matritense transmissum fuit. Corpus ¿li erat fulvum, linea dorsali nigra». En efecto, el ejemplar existía aún en la colección de mamiferos de nuestro Gabinete de Historia Natural el año de 1837, cuando me hice cargo de la cátedra de Zoografía y Anatomía comparada de dicho establecimiento. Muchos de nuestros antiguos autores hablan de la Cabra mon- tés que se cría en las altas montañas de la Península, pero ninguno determina sus diferencias específicas. Funes describe á la que llama Ibis, que indudablemente es la /bex. «La /b%s, dice, es semejante á la Cabra montés, aunque mucho mayor; habita en los más in- trincados peñascos y sierras que halla; tiene la cabeza pequeña y los cuernos muy grandes y ñudosos, con vaynas como cuchillos y que van creciendo siempre hasta los diez y seis años: los ojos resplandecientes, las piernas delgadas, las uñas hendidas, y el color fusco. Es tan ligera y fuerte, que aunque cayga de muy alto y dé en peñas, no se hace mal. Es animal mañoso, y ansí se sube siempre en lo alto, donde muere; y esta es la causa de no ha- llarle >. La Cabra montés, á la que Funes asemeja el /%%s ó mejor 1ex, no es una Cabra, es la Rupicapra, de la que habla más atrás. Es muy posible que el tal /b%s sea la Capra pyrenaica de que aquí se — 355 — trata; pero pudiera serlo también la h4spanica, lo cual, por falta de mayor copia de detalles, no puede decidirse. Huerta, en el libro viu, capít. 1111, fol. 309, también habla de los Ibices y Cabra montés, y dice: «Entre las Cabras silvestres, la más semejante á la Cabra mansa es la Rupicapra, llamada así por- que siempre anda con grande ligereza, saltando de peña en peña. A ésta llamamos en España Cabra montés». No está esto conforme con la definición que de la última da el Diccionario de la Lengua, y que dejo copiada, y ha de añadirse que la Rupicapra ni siquiera es Capra, ni á la subfamilia de éstas pertenece, pues, como queda consignado, es un Anbrlopino. Más acertado está dicho autor cuando nos describe los /5bces, en los siguientes términos: «A los Ibices llamaron los hebreos Laa- glor, citados en muchos lugares de la Escritura Divina con el nom- bre caldeo Zela. Críanse muchos de ellos en los montes helvéticos (los Alpes), y habitan solamente en las alturas de los peñascos y sierras donde jamás falta nieve; porque, naturalmente, dicen que apetecen el frío. Son hermosos y de grueso cuerpo; tienen las pier- nas delgadas; la cabeza pequeña, casi como la del Ciervo; sus ojos son resplandecientes y grandes; el color del pelo, fusco; las uñas divididas y agudas como en las rupicapras. Sus cuernos son gran- des, caídos encima del lomo, ásperos y mudosos, y más mientras son más viejos. Auméntanse cada año hasta que llegan á tener veinte ñudos, y cuando han llegado á lo último de su aumento suelen te- ner veinte libras y más de peso, pero con tener esta carga, son los lbices tan sueltos y tan ligeros, que saltan de peña en peña y de monte en monte, y suben por una pared si tiene alguna aspereza; y son tan recios sus miembros, que aunque caygan de muy alto y den entre duras peñas no se hacen daño; y así cuando se ven apre- tados de los cazadores, se arrojan desde peñas muy altas á las quie- bras hondas ó valles, pero entonces hacen el golpe en los cuernos, los quales son tan largos que llegan á las caderas, y destos se sue- len hacer arcos muy fuertes y que flechan mucho». Sigue Huerta hablando de la caza de los 7bhíces, pero sin refe- rirse á sus representantes en España, pues todo su interesante re- lato es para el lex alpinus, cuyas costumbres, facies y habitat son en extremo parecidos á los de nuestras especies, yy por lo mismo no es extraño que nuestro Asso y otros naturalistas más modernos, — 356 — entre ellos el mismo Cuvier, hayan tomado el 7bex pyrenaicus é 1. hispanicus por la Capra Ibex 6 Bouquetin des Alpes, que dice este último sabio «il habite les somets les plus élevés des hautes chaines de montagnes, dans tout l'ancien continent». En la Silva Venatoria, p. 220, Calvo Pinto habla del Macho montés, sin detalles descriptivos para conocer á cuál de las dos espe- cies de nuestra Fauna se refiere. Lo mismo sucede con lo que leemos en el Tesoro de la Cacería de caza mayor, recopilación hecha por una Sociedad de cazadores (1858); y el Tratado de Caza de los Sres. Hidalgo y Gutiérrez González no da más luz que las publi- caciones citadas. Por fin, el Capitán S. E. Cook, en sus Bosquejos de España, dice en la página 285 del tomo 11: «que el douquetin ó Ibex se encuentra aún en la vertiente Sur de los altos Pyrineos, y que puede dar testimonio de su existencia en Sierra Nevada», de' lo cual se deduce que tampoco este viajero distinguió las tres espe- cies de /bex europeos. Más tarde, en 1861, en su Fauna Mastodológica gallega, el Sr. López Seoane ya menciona las dos Cabras monteses españolas, que comprende en una sola, á pesar de citar los dos nombres de Ca- Pra pyrenaica de Schinz y Capra hispanica de Schimper, y cuando hoy día están reconocidos como bien distintos estos dos /bex, se- gún resulta del escrupuloso examen hecho por el naturalista suizo, que en su monografía del género Capra señala hasta con láminas las diferencias que existen para ambas Cabras. El mismo Sr. López Seoane, en el último párrafo de la p. 455, dice: «que la Capra his- pantica de Schimper y el Herpestes Widringtoni, de Gray, llamado Meloncillo, mamiferos españoles ambos, recientemente inscritos en los catálogos zoológicos de Europa como especies nuevas, fueron co- nocidas desde muy antiguo, habiéndose confundido la primera con la Capra Ibex de Linn., y la segunda con la rata de Faraón ó Her- pestes Pharaonts ». En su Catálogo de los Mamiferos de Andalucía cita el señor Machado la Cabra montés, confundiendo la 7%ex con la hispanica; y Martínez y Reguera, en su Fauna de Sierra Morena, forma un pelotón con la Capra pyrenaica, la C. hispanica y la CU. Ibex, y llama á las tres Cabra montesa, como si fueran una sola cosa. Por fin, Flower y Lydenkker, en su Introducción al estudio de los mamiferos vivos y extinguidos (Londres, 1891), p. 352, pá- — 3517 — rrafo segundo, citan la existencia de la Cabra de los Pyrineos y de la de las más altas regiones del centro de España, Andalucía y Por- tugal , añadiendo le referirse al Ibex HISPANICUS. (Paul Gervais, Hist. nat. des Mammif., p. 189.) - Magnitudine capree Siriacie. Vellere estate brevipili, coda- rio nullo, dorso lateribusque fulvescente fuscis, fascia lateral? obscurius fusca; ventre et artibus internis sordide albis. Capite corpore pellicente, macula alba post awricularz; occipite macula nigra, in siriam dorsalem nigram transientem, cauda brevt, floco apicali nigerrimo, barba maris brevissima nigra; feminie nulla; pedum pars anterior nitide nigra. Cornubus maris mag- nis, crassis, basí briangularibus, carinatts, nodosts, semispira- libus. Femina minor, cornibus parvis, compressis. Habitat. in montibus andalusicis Sierra Nevada eb de la Ronda dictis.— Schinz, Monographien der Sáiugethiere, 1851. Synonim. scientif. — Capra hispanica, Schimper, Revue z0010J., 1848, p. 94.—Comptes-rendus de [”Academie. des Sciences de París, 1847, t. xxv1, núm. 10. Vulgo. — Cabra montés; como la anterior. Cabra montez, en Portugal. Á la frase anterior añade Schinz, en su Monografía, les deta- lles siguientes : «Es algo pequeña pero daa constituida, como la Ca- pra pyrenaica; en verano está muy rapada y sin lana. Es de color pardo-amarillento casi blanco; la frente, y parte de detrás de la ca- beza, negra, con pelos blancos intercalados; desde esta región se ve una raya negra que va hasta la cola; ésta es corta y concluye en una borla negra. La barba, corta, apenas tiene una pulgada, y es negra brillante. Detrás de las orejas hay una mancha blanca. La nariz, testuz y los dos lados de la cabeza tienen color amarillo. Una línea negra corre desde delante de la panza hasta detrás, delante de la pierna, donde se desvanece en gris; las piernas son, hasta el talón, de color exis claro, y desde aquí otra vez de un negro lu- ciente. Debajo de la rodilla hay una mancha plateada, y el color negro de debajo del pie se pierde en otra raya negra. Toda la piel del animal está cubierta de pelo mezclado de blanco y negro. Los cuernos son muy fuertes y de casi dos pies de largo; empiezan de- — 358 — rechos y juntos, se"doblan por su mitad y después se revuelven en espiral. »Este macho cabrio vive en los picos más altos de Sierra Neva- da (Picacho de Veleta y de Mulhacem), donde el Sr. Schimper co- gió ocho ejemplares y otro señor cogió otros en los Pirineos espa- ñoles, donde no había llegado hasta entonces otro cazad ra Al pasar por Madrid el Sr. Schimper, de regreso á su país, vino á visitarme para que le enseñara las colecciones de nuestro Museo, que yo entonces dirigía, y al ver la Cabra montés se detuvo para exa- minarla despacio, diciéndome que acababa de estudiarla en Grana- da, de cuyas sierras venía, y que, en su opinión, la creía distinta de las otras Cabras silvestres de Europa, considerándola como es- pecie nueva. Con este motivo quiso saber mi opinión, y hube de manifestarle que la creía un verdadero /bex, pero que, no conociendo de vista las otras especies de Cabras monteses de Europa, no podía apreciar debidamente, como él, las diferencias de la nuestra con las otras, todas entre sí tan parecidas. Más tarde, con fecha 3 de Enero de 1851, me escribió desde Estrasburgo, cuyo Museo dirigía, dándome cuenta de los resultados de su viaje zoológico por España, y era uno de los más importan- tes el haber resultado efectivamente nueva la Cabra montés de Sie- rra Nevada, lo que ya había publicado en el tomo de la Revista Zoológica de 1848, p. 34, y nuestro colega el Dr. H. R. Schinz, profesor de Zoología en Zurich, había admitido, incluyendo la nue- va especie en su Monographien der Súugethiere, dada áú luz el año 1851. Este distinguido naturalista suizo, dos años y medio des- pués, en carta del 18 de Octubre de 1853, me pidió, como Schim- per, le enviara, en cambio de especies que no tuviera nuestro Mu- seo, pieles preparadas de la Cabra montés de lspaña, yy como lo mismo hicieron otros Museos, los cambios contribuféron no poco á enriquecer nuestras colecciones zoológicas. Al contestar á una de las cartas la Schinz no pude menos de llamar su atención sobre lo incorrectos que eran los dibujos que de la Capra hispanica contenía su obra, lo cual contribuiría, si no se enmendaban, á dar una idea inexacta á los que no la hubiesen vis- to. Este es el motivo que para evitarlo me mueve á enmendar en mi libro el referido defecto iconográfico, pues á pesar de haber trans- currido tantos años, aun no he visto en ninguna obra posterior co- — 359 — rregida tal falta, que quizás debe atribuirse á la mala preparación taxidérmica de los ejemplares que copió el dibujante, en los cuales están disfrazadas de veras las formas y coloración peculiar de la es- pecie que se quiso representar en la lámina 8.* de la Monografía de las Cabras publicada por Schinz. Los dibujos de mi libro (lám. 8.*) fueron ejecutados por nues- tro malogrado preparador naturalista D. José Duchen, cuya habili- dad en el manejo del escalpelo, pinceles y lápiz ha dejado memoria en nuestro Museo. Duchen hizo los dibujos de las láminas de esta: obra, teniendo á la vista los ejemplares frescos antes de disecarlos, y por consiguiente conservando con exactitud todas sus formas y proporciones, no pudiendo haber errores de ninguna clase al ar- marlos, por lo cual creo dejar mejorada la parte iconográfica de la historia de la Cabra montés española, pasando ahora á hacer lo mismo con la descriptiva y con el relato de su habitación, vivien=- das y extensión que en la Península tiene su área geográfica. No conocieron nuestros antiguos autores si era ó no la Cabra montés de España la misma que vivía en las demás sierras de Eu- ropa; pero allá 4 su manera la describieron algunos, dejando seña- les inequívocas de que hablaron del /bex mismo de que tratamos ahora, puesto que no existe otro en las sierras de las cordilleras que atraviesan la Península. Más atrás dejo dicho que la /b%s ó Ibex de que en su libro trata Funes, bien pudiera ser la Capra pyrenaica ó la hispanica, y que Calvo Pinto nos deja en parecida duda; pero no Alonso de Espinar, que en su Arte de Ballestería, p. 118, da una descripción más de- terminada de la Cabra montés que en España se caza, que hoy día está bien sabido es la que Schimper ha llamado h¿spanica. «Son éstas, dice, mayores que las mansas; críanse en algunas partes de España en las más ásperas sierras y tierra de peñas y de poco monte; andan con grandísima agilidad por las más ásperas, tan sin miedo como pudieran por lo llano, siendo así que á nuestra vista parece cosa imposible que ningún animal pueda trepar por ellas. Su color es cervuno, y los pies y manos zaonados entre cer- vuno y negro; tienen velocisima vista, y por el lado ven de la misma manera que por delante, pues tienen los ojos muy rasgados; es el más limpio animal que se conoce, y por esta causa habita donde otros no le puedan hollar la tierra ni enturbiarle las aguas; — 360 — tienen la cabeza armada machos y hembras de unos cuernos muy largos y pelados que los echan atrás hacia los lomos; los hay de más de cinco cuartas de largos, y particularmente los de los ma- chos son mucho mayores; los unos y los otros á trechos tienen unos cercos á la redonda que los fortalecen mucho. Tienen estos anima- les particular amor y cariño á sus hijos, y siempre la parentela anda junta; parece que reconocen el beneficio que reciben unos de otros, porque en la vejez al decaido acompañan los otros y le lamen el pelo y se lo ponen lustroso y parece los consuelan, dando á en- tender les pesa de su daño; ámanse tanto, que si aciertan los caza- dores á coger alguna, las otras no saben huir porque no quieren des- amparar la compañera, y tal vez por esperarla pierden la vida.» Antes que Schimper hubiese descrito la Cabra montés de Es- paña, D. Carlos Hidalgo y D. Antonio Gutiérrez González, en su Tratado de Caza (Madrid, 1845), lo habían hecho ya á su manera, pues en el capítulo xxxvr, hablando de las Cabras monteses, dicen: «La figura de estos animales es muy semejante á la de la Cabra co- mún ó doméstica, y sólo se diferencia en el color del pelo, que es pardo obscuro, limpio y lustroso, con una raya en el lomo negra, que le coge desde la cruz hasta la cola; en las piernas, que son ne- gras desde las rodillas abajo; y en que los cuernos son más largos, sólidos y con una especie de anillos alrededor, de trecho en trecho: su vista es muy perspicaz y muy sentido el oído. Los machos se distinguen de las hembras como los domésticos, esto es, en que son. mayores de cuerpo, tienen los cuernos más grandes y una larga barba. La querencia de estos animales es á las sierras más elevadas y ásperas, y á los parajes más intransitables por donde sólo ellos pueden andar, saltando con admirable ligereza de uno á otro pe- ñasco. Su carne es mejor que la de las Cabras domésticas, efecto sin duda de los exquisitos pastos de que disfrutan». La descripción que se da en el Tesoro de Montería ó Arte de cazar, perseguir y matar la caza mayor (Madrid, 1858), obra redactada por una Sociedad de Cazadores, es una reseña de la Cabra montés española, y sin ser los autores zoógrafos consignan muchos más detalles que contiene lo escrito por Schimper. «Estos animales, dicen los autores del referido libro, en su figura y tamaño son muy parecidos á la cabra doméstica: su pelo de invierno -es largo y-recio, debajo del cual hay otro más fino — 361 — que persiste solamente en verano: su color es pardo leonado por encima, y blanco por debajo, con una raya negra en el lomo, que le coge desde la cruz hasta la cola; las piernas son negras desde las rodillas abajo; los cuernos son negros, muy largos, arqueados hacia atrás, con una especie de anillas alrededor de trecho en tre- cho; y su barba espesa y negra. Las hembras se distinguen de los machos en que tienen el cuerpo más pequeño, lo mismo que los cuernos y barba. Su carne es mucho mejor que la de la cabra do- méstica. » Tienen estos animales la vista muy perspicaz y el oído muy fino; su querencia es á las sierras más elevadas y ásperas, y á los parajes más escarpados, por donde ellas solas pueden transitar, sal- tando con admirable ligereza de peñasco en peñasco. Viven en nu- merosas manadas, dirigidas por un macho viejo, y es tal el cariño que se tienen unos á otros, que si el cazador, estando á la espera, tiene la suerte de matar alguna cabra, puede volver á tirarlas si permanece quieto y oculto en el puesto, porque las compañeras vienen á buscar la que echan de menos, se aproximan á ella y la lamen, hasta que huelen la sangre, huyendo entonces con presteza. »El macho entra en celo en Noviembre, y entonces exhala un olor fuerte y fétido. En el mes de Diciembre descienden á regiones más bajas, para buscar, á un tiempo, alimento y una temperatura más benigna. En el verano se mantienen de yerbas y retoños de arbustos; pero en el invierno apenas encuentran que comer otra cosa que hojas de pino y de abeto. »Al llegar la primavera vuelven á habitar las más altas regiones de las montañas; entonces la hembra se separa de la manada para parir, después de cinco meses de preñez, es decir, en Abril ó Mayo; ordinariamente pare dos cabritillos, y rara vez tres. Cuando éstos se cogen jóvenes, se amansan perfectamente y se convierten en ani- males domésticos, apareándose sin gran repugnancia con las cabras domésticas y produciendo mestizos. >En el estado salvaje, la cabra montés es un animal feroz, y su caza no carece de peligros: cuando se ve muy estrechada por un perro ó por un hombre, le hace frente, se arroja sobre su enemigo y de una testerada le derriba en tierra ó le precipita desde una roca. Es. animal muy receloso, yy mientras pasa la manada siempre hay dos ó tres vigilantes que avisan á los demás cuando hay la menor apa- — 362 — riencia de peligro: entonces todos huyen con una rapidez sorpren- dente á través de las rocas más escarpadas y por los bordes de los más espantosos precipicios. » Esta descripción, como se ve, es, sin duda, más completa que la de los dos naturalistas extranjeros citados, por reunir más número de datos hasta biológicos, de los que ellos no tratan, y que, por co- nocerlos ex 1354, puedo certificar son exactos. Por fin, en la sesión del 16 de Octubre de 1856 de la Real Aca- demia de Ciencias de Lisboa, nuestro ilustrado consocio Sr. Bar- boza du Bocage presentó y leyó una interesante Memoria, después publicada, sobre la Cabra- Montez da Serra do Gerez, que creyó fuera nueva especie de /bex en la Fauna europea, aunque muy parecida á la Capra hispanica. Las diferencias que le parecían exis- tir son como siguen : Capra hispanica. (Schinz.) Estatura e proporcóes da Capra sínatica. A femea menor que 0 macho. Cór dó pello.-—Do occiput pro- longa-se um trago negro, mais ou menos distincto ao longo da espinha até á cauda. A parte anterior dos cuatro membros e negra; esta cór occupa todo o espaco que fica entre os cascos e 0s machinhos; nos mem- bros anteriores prolonga-se até ao peito, nos posteriores vae unir-se á linha negra que separa a regiao dor- sal escura da ventral esbranquicada. Barba, privativa do macho, e cur- ta, truncada; apresenta-se sob a fór- ma duna mancha trapezoidal negra com pouco relévo (em individuos perfeitamente adultos capturados no veráo). Cornos nos dois sexos, diversos em cada um. Os dos machos grandes, espessos, quasi contiguos na base. Nascem Cabra de Jerez. Altura á cernelha, o macho de 4 annos, 0'",73; á femea de 3 an- nos, 0,66. Cór do pello.—Náo mostra as linhas negras dorsal e lateraes, o de- senho negro dos membros deixa en- tre o casco e os machinhos um es- paco amarellado, e termina-anterior- mente a una corta distancia do pei- toril (a os tres cuartos proximamente do antebraco), posteriormente um pouco acima da prégado curvilhao. Barba, privativa do macho, curta, situada no meio do mento, truncada e negra; mede apenas 27 millimetros. em um exemplar adulto de 4 annos, que julgamos haber sido capturado por fins de primavera. Cornos-nos dos sexos, diversos em cada“um. Os dos machos grandes (os d*um individuo de quatro annos tem 35 e de tt at ds — 363 — quasi- rectos e parallelos, despois afastam-se um de outro, e descre- vem um arco que se inclina um poco ao horisonte; junto da extremidade volvem ao eixo, e endireitan-se des- crevendo uma meia-volta de spira. Sáo de fórma triangular com uma aresta cortante voltada para dentro. Apresentam bordeletes transversaes, confusos nos individuos velhos, mas bem distintos nos novos, e em nu- mero de doze a quatorze. Os cornos da femea sáo pequenos e ligeiramente comprimidos. centimetros), quasi contiguos na base, e espesos. Inclinam-se brandamente para traz, e para fóra, até proxima- mente aos tres quartos do seu com- primento, e d'ahi convergem direc- tamente um para o outro: arreme- dam nesta sua disposicáo a forma d'uma mitra. Sáo triangulares da base até um pouco mais dos dois tercos, e d'ahi 4 ponta ensiformes. Experimentam logo da base um mo- vimento de torsáo, de dentro para fora o qual cossa no ponto em que os cornos convergem directamente um para o outro. Das faces, uma pode dizer-se interna anterior, outra anterior-externa, ea terceira poste- rior; a primeira e concava, as ulti- mas sáo convexas. Dos bordos, um deve considerar-se principalmente anterior, outro externo, eo ultimo sáo bem pronunciado, eo interno (o qual separa á face interna-anterior da posterior) apresenta em todo á sua extensáo, nos limites da face pos- terior, uma goteira longitudinal mui distincta 4 caracteristica.—Na por- cáo ensiforme ha duas faces-anterior e posterior, e dois bordos uno inter- no concavo, outro externo convexo. Náo teem verdadeiros bordeletes, mas sulcos transversaes e sinuosos. Os cornos da femea sáo pequenos (os de una femea de 3 annos, midem 15 centimetros). Sao sub-triangula- res na base, comprimidos lateral- mente na extremidade, que se in- curva para dentro, e sulcados menos profunda e mais regularmente que os do macho. — 364 —- Después de publicada su Memoria sobre la Cabra montez da. Serra do Gerez, considerada como especie nueva por el Sr. Barboza du-Bocage, tuvo éste noticia de que en el Museo de la Universidad de Coimbra existian ejemplares procedentes de la misma localidad en que habían sido cogidos los de la Escuela Politécnica de Lisboa, “y esto le movió á 1r á revisarlos, encontrándose con que, cazados en estación más adelantada que los que él había estudiado, y siendo más adultos, ofrecían diferencias tales que le hicieron sospechar si se habría engañado por falta de detalles completos en los individuos que él antes había estudiado; y para averiguarlo, dice en su Ad/- tamento a precedente Memoria, p. 19: «Pa ter decidida esta questao e facto, resolv1 recorrer 4 natura- listas que conhocessem bem á C. hispanica, e podessem ajudados da descripcao da Cabra do Gerez, resolver facilmente as minhas du- vidas. Mr. Schimper, o celebre conservador do museu de Strasburg, e o Sr. Graells, o illustre director do museo de Madrid, deviam ser os primeiros consultados: a elles me dirig1, com effeito, e acolheram- me com a cortezia e cordialidade que distinguem os verdadeiros sabios. Os esclarecimentos, que um e outro me prestaram, habili- tamme a acceitar com consciencia a opiniáo, por ambos unanime- mente expresa, de que a Cabra do Gerez se debe referir á C. has- pantca. »0s caracteres em que se poderia basear toda a distinecáo espe- cífica sáo, contra o que eu suppunhia, communs a Cabra da Anda- luzia. A fórma e direccao dos cornos, a estatura, a cór do péllo, a crina e a barba, tudo o que descrevemos na Cabra do Gerez como em realmente, ha, em identidade de circomstancias, áquella especie da fauna de Hespanha». Dejo consignado cuanto sobre las dos /6b%ces de España, desde antes y hasta ahora, más de importante se ha dicho, omitiendo las demás explicaciones que he leído, por ser meras referencias sin orl- o inalidad alguna. : : En mi juicio, de las once especies que de este grupo incluye en su Monografía Schinz, hay que separar tres, que son el /7. Fal- coneri, el H. lanigerus y el 1H. ferus, que considero son verdade- ras Cabras, aunque el último ya tiene mayor parecido con los /hez. Las otras ocho especies presentan entre sí parentesco íntimo, y tan- to, que las tres europeas, H. alpinus, H. pyrenaicus y H. hispa- — 365 — nicus, bien estudiados son casi, casi, hermanos; y por eso los han considerado así aleunos zoólog:os, admitiendo sus diversos nombres como sinónimos. La importancia que se dió á nuestra Cabra montés desde que Schimper anunció su descubrimiento, hizo que muchos naturalistas se dirigieran á mí para que les proporcionase ejemplares, y esto fué causa de que realizase excursiones expresas para estudiarla en sus mismas estancias, y ex v¿su me pudiera enterar de todo lo que se refiriese á su historia. Siendo la Sierra de Gredos y derivaciones elevadas de esta parte de la Cordillera Carpetana (Puerto del Pico, Sierra de Ávila, la Serrota, Sierra del Barco, de la Duquesa, de Béjar, de Francia, etc.), localidades muy frecuentadas por el men- cionado /bex, allí fuí á estacionarme, no con poco provecho para mis estudios zoológ1co-botánicos, enriquecidos con descubrimientos notables ya consignados en publicaciones oficiales de nuestra Real Academia y de la Comisión Geológica de España; y como en las Memorias correspondientes á los años 1851 y 1852 detallé lo refe- rente á las viviendas y costumbres de nuestra Cabra montés en las sierras citadas, excuso repetirlas, pasando á anotar la razón de al- gunas discrepancias que existen entre los que han hablado de ella y lo que yo he visto. Empezando por la frase de Schimper, que se ve fué hecha sobre individuos cazados en Sierra Nevada durante el verano, diré que no cuadra con el ¿dumentum, la coloración y desarrollo de los ejem- plares que yo he visto y hemos capturado en las Sierras Carpetanas: el «Vellere estate, brevipilt, codario nullo, dorso latertbusque fulvescente fuscis, fascia lateralí obscurtus fusca», es una ver- dad para los ejemplares de Sierra Nevada, que también tengo vistos y posee nuestro Museo, pero varía mucho en los que de Gredos traje y figuran en la lámina que acompaña á mi libro. En éstos, desde el ojo hasta la escápula, su color es por los costados del cuello blan- quecino agrisado, y desde debajo de la mandíbula por toda la gar- ganta hasta entre los brazuelos negro , así como un manchón redon- do que está detrás de los cuernos, del cual parte una cinta ó faja larga que recorre todo el espinazo hasta la punta de la cola, que por debajo es blanquecina. Los brazuelos, muslos y parte anterior de las patas, incluso las pezuñas, son igualmente negros, así como los costados del vientre, que es por debajo blancuzco, sobre todo en las — 366 — ingles, sobacos y parte posterior de las nalgas: La hembra tiene el color más uniforme, limitándose el negro á la parte anterior de las patas, y no existe la tira negra dorsal que en el macho recorre desde la testuz á la punta de la cola. Las tetas, que he tenido oca- sión de ver llenas, y hasta he probado la leche, son más parecidas, por lo recogidas y hemisféricas, á las de las Ovejas que á las de la Cabra doméstica, que las tiene colgantes y oblongas. El Zeligma ó margen de las orejas de machos y hembras es blanco, así como la base de las mismas por la parte anterior. Es también carácter constante, pues se ha señalado por Martínez y Reguera para las Cabras monteses de Sierra Morena, el que los machos adultos tie- nen en la región cervical una crin corta que recuerda algo la del Asno, aunque son más suaves los largos pelos que la forman. Por fin, el vello ó codarium está entremezclado con dichos largos pelos, que caen recargados sobre todas las partes del cuerpo, y muy prin- cipalmente en el cuello y costillares, al igual que en los Ibices al- pinos y de los Pirineos. En mi concepto, las diferencias que existen entre lo que Schim- per expone en su frase y lo que he visto yo, deben atribuirse á que, no habiendo el profesor suizo hecho observaciones sino en ejempla- res cazados en solo una época del año en las cumbres de Sierra Ne- vada, no ha podido establecer todos los caracteres especificos com-= parando las Cabras monteses de Granada con las de Gredos y de- más sitios de España donde tal especie vive. Parecida causa influyó para que creyese mi amigo el docto pro- fesor de Lisboa Dr. Barboza era especie nueva la montés da Serra de Gerez, de cuya idea desistió, como queda dicho, después de nues- tras conferencias y ver los ejemplares de las sierras españolas. Un macho adulto, ya viejo, de Sierra Nevada que existe en nuestro Museo de Madrid, responde bastante bien á la frase de Schim- per en cuanto á las condiciones de talla y pelaje; mas, á pesar de esto, cualquiera que lo vea comprenderá desde luego que varios de estos caracteres carecen de importancia verdadera, pues ya el mismo autor consignó en su descripción que la hacía vellere estate, ó con librea de verano. El grupo de monteses que se figura en la lámina 8.* de mi libro es reproducción del que vi con mis discípulos al pie del Risco Ne- ero, uno de los más encumbrados de Gredos, y en cuya base está — 367 — la primera y más alta de las cinco lagunas de la Sierra, por la cual extensa cárcaba suele pacer durante el verano tan rupestre ganado, al que sólo las nieves del invierno obligan á buscar el pasto en re- giones algo más inferiores, pero nunca fuera de los altos peñasca- les, donde instintivamente las Cabras monteses tienen su querencia, como lo han observado todos los pastores y cazadores de las altas re- olones de nuestras cordilleras. He dado antes noticia de los autores que como monteros ó na- turalistas han dejado escrito algo sobre la Cabra montés española, y ahora añadiré la lista de aquellos que además han señalado sitios fijos donde aquel animal vive y se reproduce, completando así el estudio de la distribución geográfica : Argote de Molina (1582).—sSeñala la Cabra montés en Sierra Morena, desde la Venta de los Palacios hasta Cazorla, en los tér- minos de Castellar y del lugar del Conde Santisteban del Puerto. Espinar (1761).—La cita como habitante de nuestras sierras más escarpadas. Cook (1834). —En la Sierra de Segura. Schimper (1848).—En Sierra Nevada, en los altos del Picacho de Veleta y Mulhacem, así como en Sierra Tejeda y Sierra Morena. Graells (1851 y 1852).—La señaló en la Sierra de Gredos desde el Puerto del Pico en invierno, hasta los de la Vera, Tornavacas, Sierra del Barco, de la Duquesa, Béjar y Sierra de Francia, según las épocas, consignando que el refugio principal está en los peñasca- les altísimos y escarpados conocidos con el nombre del Sagrario, de- bajo de la Plaza de Almanzor y por encima de la célebre Laguma de Gredos. Tal sitio ha sido denominado así porque, cuando los cazado - res acosan las Cabras, éstas se encastillan entre aquellos precipicios, donde nadie puede penetrar á hostigarlas. Barboza de Bocage (1857).— La mencionó en la Serra do Gerez en Portugal. López Seoane (1861).—Da como localidades la Sierra Nevada y las altas montañas de Galicia. ¡ Machado (1867). —Asevera existe en Sierra Morena, hacia los confines de las provincias de Huelva, Sevilla, Badajoz y Córdoba, y también en las inmediaciones de Fuencaliente, lindero de los terr1- torios de Ciudad Real y de Jaén. Martínez Reguera (1881).—La señala en las crestas más pela- — 368 — das é inaccesibles de las sierras de Azuel y Fuencaliente, y en las escabrosidades mayores y más elevadas. Lara (D. Enrique), 1890, Anal. de Hist. Nat.,t. x1x.—Da como habitación toda la Sierra Nevada; pero de preferencia, dice, la bus- can los cazadores en el Picacho, Cueva de la Zorrera y Sierra de Cásulas al NO. de Motril. SUBFAMILIA OvIN4. (Gerv., in Hist. Nat. Mamm.) Cornua cava, spiraliter, retrorsum eb antrorsum flexa; bast post. orbitaria sita, mebopio elevato eb arcuabo; fronte depressa; barba nulla: sacculis interdigitalis; sulco seu fossa lacrymalts. Confundidos los Ovinos con los Caprinos por los autores anti- guos, Paul Gervais, en su Mistoria Natural de los Mamíferos, los dividió en dos erupos distintos, dando los caracteres peculiares de cada uno, según las frases que hemos consignado para ambas Subfamilias. Ha de observarse que Linneo separó genéricamente las Cabras de las Ovejas; pero Cuvier llegó á decir «¿ls méritent si peu d'ebre séparés génériquement des chévres, qu'ils produisent avec elles des métis féconds». Fischer así lo entendió, y en su Synopsis Mammalium las Ovejas de otros autores forman la sección de las Cabras imberbes; pero Schinz, que ha estudiado detenidamente las Cabras, separa, como Linneo, ambos géneros; y Trouessart, en su Fauna de los Mamiferos de Francia, admite la Subfamilia de los Carneros ú Ovinos. Pero, sea lo que quiera de lo que al fin haya de resolverse, pre- ciso es confesar que entre Cabras y Ovejas hay diferencias algo más señaladas de lo que resulta con lo dicho en la frase de los Ovinos, - y esto lo han apreciado hasta los pastores mismos. Las unas son esbeltas, gallardas y altivas, de cabeza erguida, y las otras rechonchas, pesadas, humildes, y siempre cabizbajas; saxícolas las primeras; pratícolas las segundas; arbustívoras unas, y las otras herbívoras; esencialmente peludas las Cabras, lanudas las Ovejas: y para diferenciarse, hasta en el balido se distinguen, pues el de las Cabras es corto, algo chillón y trémulo, y en las Ovejas su beeé es prolongado y repetido á coro cuando van andando juntas en rebaño. Es el primero entre los Ovinos el de en ii E AA l dl — 369 — GeENus MuUsIiMoN. (Gervais.) Ovis Musimon, de Schreder y de Hodgson y Gray; nombre que expresa el parecido que con las Cabras Ibices tienen sus especies, constituyendo éstas el tránsito de una Subfamilia á otra por su as- pecto y costumbres saxícolas, sus enormes cuernos, que, aunque parecidos á los de los /bex, en vez de dirigirse hacia atrás, se re- tuercen hacia adelante como los de los moruecos, de quienes difie- ren por la cola corta, semejante á la de las Cabras, y por tener, en yez de lana, pelo áspero y corto. En nuestra Fauna no existe el Mus¿mon Mo como lo han creido Lesson (Vowveau tableau du Régne Animal); Fischer, quien dice en su Synopsis: «in montis altioribus Corsice, Sardinie, Hispamie (imprimis Murcie, fide J. B. Bory)»; Flower and Ly- denkker, quienes aseguran en su Introducción al estudio de los Mamiferos: E MI OT TA minute, bifide, constipate, decidut; lantari distinctt PP Pri- — 404 — : ds a 4 5 . moribus longiores, conici acubt; molares 5 ani 5 > Primus superior nonNUMQuUAM spurius, minimus, reliqui cuspidabz. Rostrum crassum, molossinum; labro tumido, laxo, plicato, plicis verticales. Nasus simplex; nares laterales. Auricule am- plee, aproximate aut connatc, trago crasso robundato. Antipe- des halluce libero, unguiculato, digitis reliquis inermibus. Sce- lides abbreviatce, ungues falculares. Pabtagium lumbare angus- tum, anale integrum. Cauda elongata, patagío innata, apice plus minus libera. Animalia nocturna; corpore crasso; in caver- nis degentes, regionum caltdiorum. 'SOinZ, 81 de. Mamm., Erster band., p. 138. Synonim. gener. — Vespertito, Plin., Hist. Nat. x, e. 61; Mo- lossus, Nyctinomus, Geoffr.; Dinops, Sav1; Cheiro- meles, Bullat. DinopPs CEsTON1. (Savi, in Nuov. Giorn. de Letter. di Pisa, fasc. XXI, p. 330. Tbid., fasc. XXXVII, p. 46, 1826.) Auriculis amplissimis media fronte conniventibus, margine fimbriatis; tragis ad basin lanuginosts, lenticularibus: cauda crassiuscula, maxima parte libera: patagio analt fibris muscu- laribus destituto: vellere moll?, densissimo, supra murino, sub- tus diluciore. Long. ab apice nartum ad exbrem. caudce, S poll.; alarum extensio 15 poll.—Bonap., /con. della Faun. ltal., t Synonim. scientif. — Vespertilto Savit. Temm., Monog. Mamm., 1 Dysopes Cestoni.—Bonap., /con. della Faun. ltal., t. 1. Dysopes Savit.—Schinz, Synop. Mamm., t. 1, p. 138. Molossus? Cestoni.—Fischer, Synop. Mamm., pági- na 91, sp. 4. Dysopes Ruppelii.—Temm., Monogr. Mamm., 1, p. 224, tab. xvi. Vulgar.— Murciélago, Orejón. La poca fijeza de la fórmula dentaria que Temminck ha obser- vado existe en los Queirópteros, quita importancia á un carácter de tanta valía para otros mamiferos. Y en efecto; en el mismo gé- nero de que estamos tratando, Illiger, para los solos incisivos se- 6 ) 6 6 ñala la fórmula de e > Óó a Ó Es y hasta = y á esta va- — 405 — riabilidad de número de incisivos yo puedo añadir la siguiente, 0 z - y Inc. > “on un ancho diastema entre ambos colmillos, producido por la atrofia ó desaparición de los intermaxilares, que es sabido son los huesos de la cara en donde tienen su asiento los incisivos supe- riores; no siendo nada extraño que, por la referida atrofia, no exis- tan tales dentes prímores, como los llamaba Linneo. En cambio, poseo un ejemplar que tiene á cada lado de la man- díbula superior dos caninos contiguos, y tan unidos uno contra otro, que parecen nacer del mismo alvéolo, siendo el posterior algo más corto que el anterior. Variaciones parecidas he notado también en los molares de la especie que estudiamos, pues en sus mandíbulas he visto unas ve- ces dos falsos molares cónicos bien determinados, con tres molares verdaderos, y otras faltar los primeros ó estar reemplazados por uno más grande. : De todo esto deduzco estar Temminck en lo cierto, y que Savi no tuvo quizá la misma oportunidad de ver en su Dinops de la torre de Pisa las irregularidades que en la misma especie he obser- vado yo, conformes con lo dicho por Temminck sobre la fórmula dentaria de los Murciélagos. No le pasó por alto la observación anterior al Príncipe Bona- parte, cuando en la Fauna de Italia, al tratar de este Murciélago, dice: «il Savi devette essere condotto necessariamente 4 la conclu- »sione Che face, perché ne” vari esemplari della specie de lui rinve- »nuta, vedeva constante una dentatura diversa da quella assegnata »al generi che trovava descritti. 11 fatto está peró che questa diver- »sita di numero, non basta a separare il suo Diínops del gia noto »Dysopes dell” Illiger, ossia Molossus d”altri autor». De estas últimas palabras, consignadas en la citada obra del Príncipe naturalista, se deduce claramente que, llámese el género como cada autor de los citados quiso bautizarle, es nuestro Mur- ciélagio el único tipo que existe en. Europa del grupo de los Molos- sus de Et. Geoffroy, con el cual se han constituido los géneros Molossus propiamente tales, Nyctinomus, Myopterus, Dysopes, Chetiromeles, Dinops, etc., que todos tienen facies parecida, con su cabeza grande; orejas auchas, redondeadas, más ó menos echa- das sobre la frente, con bordes plegados y sin orejuela interior; y — 406 — labio superior grueso, con el borde colgante sobre-el inferior, como en los perros pachones y dogos, de donde viene el nombre latino Molossus, que se da á esta clase de canes. Caracterizada la especie en la frase latina que queda reseñada, voy á decir algo sobre el esqueleto, que no encuentro descrito en ninguna de las obras que he consultado y hablan de este Murciélago. Bonaparte, al tratar de él en su Fauna italiana, sólo se ocupa en la fórmula dentaria, que detalla bastante; si bien, al hablar de los cinco molares, no establece la diferencia que existe para los fal- sos; y además parece incurrir en una inconsecuencia aceptando, después de haber hablado de la variabilidad de la fórmula dentaria de los Queirópteros señalada por Temminck, la fijeza de la que Savi señala á su Dinops, la misma que yo rechazo por haber visto lo contrario. Respecto á los caracteres osteográficos, sólo consigna «que es grande la cabeza y que su plano superior coincide con el >de las orejillas; que las extremidades anteriores tienen el dedo »pulgar cortísimo, robusto, ancho y con uña grande que falta en »todos los demás; que careciendo el índice de falanges, las susti- »tuye el hueso metacarpiano, y que en los otros dedos se cuentan »sólo dos falanges, á excepción del medio, que tiene tres; y por fin, »que las extremidades posteriores tienen todos sus dedos casi unifor- >mes, provistos de unas cortas y muy encorvadas». Esto no com- pleta la descripción que merece el esqueleto del Dimops Cestons, tanto más cuanto que todo lo escrito no es completamente exacto. Dije antes, que si al esqueleto de los Murciélagos se le acorta= ran los antebrazos y manos, reduciéndolo todo á proporciones regu- lares, veríamos en él bastante parecido con el de los Primates Cua- drumanos. Efectivamente, las proporciones de la cara y del cráneo son casi iguales en los individuos adultos del Dinops, y la anchura mayor de aquél en la región auricular es igual á su largo. La sutura sagital está convertida en una cresta somera que alcanza desde la escotadura nasal ó entrecejo hasta el ápice del ángulo de la lambdói- dea en el occipital. Por la faz superior la cabeza es casi plana desde el colodrillo hasta el borde de la abertura anterior de las fosas nasa - les, detrás de la que se ve el orificio del agujero ú orbitario inferior, que es completamente anterior. Hállanse confundidas en una las fosas orbitaria y temporal cigomática de cada lado, dejando ancho espacio para alojarse los robustos músculos crotafites ó temporales ¿ — 407 — que estos mamiferos tienen. Es notable el occipital por el extraor- dinario grandor de su agujero, que, en vez de ser oval, es de con- torno casi cuadrado, correspondiendo el ángulo superior á la protu- berancia occipital externa, mientras el inferior queda detrás de la apófisis basilar, y los laterales al lado interno de los cóndilos. La perfección del sentido del oído se revela en este Murciélago obser- vando todas las partes que constituyen la oreja, siendo notable ex- teriormente el gran desarrollo y disposición de los pabellones, é inte- riormente el caracol ó he/¿, que se ve alslado en la caja del tambor, describiendo su espira tres vueltas completas en forma de Bulimos, esto es, media vuelta más que en el del hombre, que además lo tiene encerrado en la porción petrosa del temporal, mientras que está visible en la caja referida del queiróptero, cuyo orificio audi- tivo externo, circular y grande, comunica con la caja del tambor, que es orbicular y comprimida, conteniendo la cadena ósea debida- mente dispuesta para funcionar con facilidad. La extensión de las fosas nasales, tubiformes, relativamente no es corta, y toda la cavidad la llenan las celulosidades del etmoides y las conchas, aumentíndose así la superficie que reviste la membrana pituitaria, sede del sentido del olfato, tan cabal en los Querrópte- ros, por su especial organización, para satisfacer en la obscuridad las necesidades 4 que atienden en la claridad del día otros mamife- ros olfateadores. El espinazo del Dinops Cestont consta de 33 vértebras, de las cuales 6 son cervicales, 9 dorsales, 5 sacras y 8 lumbares. Las vértebras cervicales llaman la atención por la gran anchura de su conducto medular y la atrofia casi completa de todas sus apó- fisis. De ambos caracteres participan, si bien con disminución gra- dual, las dorsales, y en las lumbares aparecen en forma de cresta rudimentaria las apófisis espinosas, y cual puntos salientes las trans- versas, que suelen ser las mayores de todas en otros mamiferos. En disminución progresiva, como de costumbre, las vértebras sacras tienen sus apófisis espinosas en forma de crestas que se recargan; y las coxígeas sólo ofrecen un cuerpo cas! cilíndrico que va creciendo en longitud 4 medida que se apartan del sacro y terminan por un estilete cortísimo en forma de espina. Es ancha la región torácica, compuesta de nueve pares de costi- _llas, cinco verdaderas y cuatro falsas, dispuestas de modo análogo — 408 — á como están en los Primates. Los tres primeros pares de las falsas terminan reuniendo sus cartílagos en uno solo, y se fijan por éste en el tercio inferior del esternón, junto al punto donde se insertan las quintas costillas verdaderas. El último par de las falsas es flo- tante, y espiniforme pero óseo en toda su extensión. El esternón es bastante largo, en forma de T, con todas sus pie- zas completamente soldadas y con una cresta que recorre su faz anterior, carácter que observamos en todos los mamiferos volátiles, que, provistos de robustos músculos pectorales para el vuelo, nece- sitan amplia superficie donde fijarlos. En el tercio inferior, desde el punto donde se asienta el cartílago común de los tres primeros pares de costillas falsas, concluye la quilla, y, en vez de terminar este hueso en apófisis wfoídes, lo hace por una ancha paletilla trans- versa. Lo más notable de este esqueleto son, como en todos los Queiróp- teros, las extremidades torácicas, cuya porción basilar es robustíi- sima. El omoplato es algp romboidal, con-sus bordes largos paralelos con el espinazo, y los dos más cortos oblicuos de fuera hacia dentro. Los ángulos anterior externo y posterior interno resultan ser agu- dos, y muy abiertos ú obtusos el posterior externo y superior inter- no. La cara anterior ó inferior de este hueso, según sea la posición del animal, la atraviesa oblicuamente una línea elevada que parte de debajo de la cabeza del omoplato y va á terminar algo delante del ángulo agudo posterior, dividiéndolo en dos partes simétricas. La cara posterior en su tercio anterior también la atraviesa oblicua- mente la somera cresta que forma la espina del omoplato, conclu- yendo con una apófisis acromión, que repentinamente se eleva á bastante altura, encorvándose su extremo hacia el hombro. La fosa supraespinosa, oblicua hacia el espinazo, es un tercio menor que la infraespinosa, que resulta bastante ancha. La infraescapular ocupa toda la cara anterior, como de costumbre. La cabeza, bien separada de la base del acromión por la escotadura de esta apófisis, constituye el ángulo superior ó anterior externo, y está bien manifiesta; pero lo que es más notable por su desarrollo es la apófisis coracoides, que tiene la forma de hoja de sable corvo. Las clavículas son muy largas y bastante encorvadas, á manera de resorte, como suele verse en todos los Murciélagos. La palanca de estas extremidades nada ofrece de particular en el = 409: brazo, cuyo húmero, de 3" y 4”” de largo, está algo comprimido en su extremo superior; pero el antebrazo, constituído por un solo hueso bien desarrollado en el codo, representa al cúbito con un es- tilete tenuisimo de 2" de largo, cuya cabeza se apoya en la articu- lación del húmero, á guisa de cabeza del radio, mientras en la mu- neca es sólo este hueso el representante del antebrazo. Como sucede en todos los murciélagos, el carpo lo forman siete huesecillos casi uniformes y aglomerados en pelotón. Excepto el hueso metacarpiano del primer dedo, que es muy cor- to, los de los otros cuatro son, relativamente, larguísimos y esti- lóideos, midiendo 5%,5”"” de largo el del índice, 6*,5"" el de en medio, 5,4” el del anular, y 5%,4”” el del meñique, que en gro- sor es el más robusto. Bonaparte, quizás por no haber podido disponer de un esqueleto completo, cometió alguna inexactitud en el número de las falanges, pues dijo que carecía de ellas el índice, siendo así que, aunque exi- guas, cuento yo dos en los esqueletos del Dinops Cestoni de nues - tro Museo: la primera mide 3"", y la segunda es puntiforme, pero ostensible. La primera falange del dedo medio tiene 2* y 1”” de lar- go; la segunda 1*%,4””; y la tercera, setiforme, 1”, terminando en punta aguda; en el anular tiene de largo la falange primera 1* y 2", la segunda 9””, y la tercera 3"; por fin, tiene 1*,3”” la fa- lange primera del dedo pequeño, 9" la segunda, y la tercera 2"”. Del estudio de la mano del Dinops Cestoni que yo he hecho, resulta, comparado con el del Príncipe Bonaparte, que dicho Mur- ciélago tiene positivamente dos falanges en su índice, en vez de ca- recer completamente de ellas, y que en el anular y meñique existen también tres, como en el dedo del medio; lo que supongo no pudo observar el referido naturalista, por no haberlas conservado el pre- parador del esqueleto que le sirvió en su estudio, á causa de ser casi capilares dichas falanges terminales. Es también notable la porción basilar de las extremidades abdo- minales por su estrechez en los íleos, que, en vez de ensancharse hacia los lados, se alargan hacia arriba, constituyendo un hueso largo y plano, cuya extremidad inferior se reune con el pubis y el isquión para formar la cavidad cotilóidea que recibe la cabeza del fémur. Los huesos isquión y pubis están representados por una tira ósea cada uno, que, soldadas en una sínfisis, se dirigen hacia atrás, — 410 — por debajo la primera y por encima oblicuamente la segunda, hasta reunirse con el ileon, dejando un espacio vacío que representa el agujero oval, que aquí es proporcionalmente muy grande. Menos desarrolladas y más débiles las extremidades inferiores, tienen bien conformado el fémur, que se parece bastante al de los Galeopithecus y Tarstus, lo mismo que la tibia y peroné, que desde la parte externa de la tuberosidad de aquélla baja capilariforme hasta el tarso, enerosando un poco en el punto donde constituye el tobillo ó maléolo externo. La rótula ó choquezuela, muy pequeña en la su- perficie posterior ó articular, tiene una cresta que se adapta á la polea ae los cóndilos del fémur, como la de la pierna del hombre. El pie lo forman los mismos huesos que en los Lemúridos, y están dispuestos de parecido modo, con la novedad de tener el calcáneo 6 hueso del talón ó calcañar un verdadero aguijón, ó mejor espuela, de 1* y 5”” de largo, que, dirigiéndose en arco hacia la parte me- dia del rabo, sirve para que en ella se fije el borde libre del patagio interfemoral. Tiene dos falanges el dedo gordo, con una una grande, encorvada y muy robusta, y los otros cuatro restantes tres falanges cada uno, disminuyendo sus proporciones hasta el último, que es el externo ó dedo pequeño. Son prehensiles ó asidores estos pies, así como forman verdaderas alas las manos, y mientras que con aquéllos agarran y cogen, vuelan con los brazos. Completada la descripción del Dinops Cestoni con las anterio- res noticias de su esqueleto, réstame decir algo sobre su disteibu- ción geográfica en la Península. Existe en Portugal, y no sólo en todas las provincias de nuestro litoral Mediterráneo, sino en las andaluzas, y tierra adentro en Ara= cón, ambas Castillas y Extremadura. El Sr. Amor me lo envió de Córdoba; Guirao, de Murcia; Comendador, de Barcelona, y antes, cuando joven, yo le había cogido en la escalera de la torre de la ¡olesia de Caldas de Mombuy, en cuyas capillas anida también de- trás de los retablos, junto con otros varios murciélagos que se ven revolotear alrededor de los cirios encendidos en los altares al decir Misa, así como de noche junto á las lámparas, en caza de las mari- posas, y otros insectos nocturnos, que atrae la luz. Ls común encon- trarlo en el Monasterio del Escorial, refugiado debajo de las pizarras y rendijas de los muros, donde, durante los meses de verano, se ve — 411 — volar velozmente al macho y á la hembra en parejas por entre las arboledas vecinas al Monasterio, en busca de los insectos de que se alimentan, siendo fácil distinguirlos de los otros murciélagos por sus largas y estrechas alas. Lo he encontrado también entre los hue- cos de los sillares del Acueducto de Segovia; además me lo han en- viado de Guadalajara y de Valladolid; y de la torre de San Andrés, de Madrid, obtuvo una pareja un conocido mio. De manera, que la existencia de este Vespertiliónido en nuestra Fauna es. más general de lo que se ha supuesto por ciertos autores. En 1840 dió cuenta á la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona el socio D. Agustín Yánez del descubrimiento que yo había hecho de un murciélago nuevo, cuya dentición difería de la de los Molossus, Nyctinomus y Dinops, pues entonces, á pe- sur de lo dicho por Temminek, se desconocía la variabilidad de la fórmula dentaria de semejantes animales, y esto hizo que creyera yo se trataba hasta de género distinto; pero nuevas observaciones me hicieron reconocer, á la par que el error mio, el de Savi, que ase- ouraba ser fija la fórmula dentaria del Dinops que dedicó á Cestoni. Más tarde, en 1851, incluí en mi Catálogo de los Mamíferos obser- vados en el área de la Fauna matritense el Murciélago de que se trata, que no es raro encontrar en ambas vertientes de la Cordi- llera Carpetana; mas, ú pesar de todo, 4 excepción de D. Antonio Machado, ningún otro naturalista nuestro ha hablado, con posterio- ridad á mis publicaciones, de una especie tan notable. Dicho Profesor dice en su Catálogo que el Murciélago de oreja ancha, por él así llamado (Dysopes Savid, Schinz, Dinops Cesto- 98, Sav1), habita en la provincia de Sevilla y Córdoba, y, después de citarnos á Amor y á mí por nuestros hallazgos en el Escorial y Córdoba, nombra también al Profesor del Instituto de Cabra D. Juan Valdelvira, que le había enviado algunos ejemplares cogidos en di- cha localidad. SUBFAMILIA VESPERTILIONINA. (Gray, Ann. of Phil., XXVt.) Nasus simplex: labia congrua: cauda longa, membrana ¿n- terfemoralí ampla, obvoluta. Esta Subfamilia se divide en tres grupos: 1.?, Verpertilionis; 2.?, Mimiopteros, de yrydos, Menor, y rrepdw, ala; y 3.2, Plecotes ú Orejudos. — 412 — Grupo de los Vespertiliones. Éstos sólo están representados en nuestra Fauna por dos géne- ros: el Vesperus y el Vespertilio de Keyserlins und Blasius, non Linne1. GENUS VESPERUS. (Keyser. und Blasius, in Wieg. Arch., 1, 1889.) Rostro crasso, obtuso, predito granulationis glandularis im- ter nasum eb oculos. Apertura narium semilunaris, ín apice ros- tri sita. Aures discretve, capite breviores, triangulares luteque; heligma preeinserte longe a bassí opercult. ld. breve, obtusum, plus minusve convexum in heligmate, recbhum aut concavum ¿n margine interno. Cauda, capite eb corpore, breviori. Calcar ¿n margine lobulo cutaneo predito. Pedes, breves. Patagium te- nue. Alce longe el anguste. Formula dentaria variabilis in sub- genere.—Schinz, Synop. Mamm., p. 140. Estos son los Murciélagos que vemos volar por todas partes du- rante más largo tiempo, pues su invernación dura menos que la de los otros grupos, y en nuestras provincias meridionales puede ase- gurarse no llegan en todo el año á dormirse con sueño profundo, reduciéndose todo á recogerse durante el mal tiempo y refugiarse entre las tejas de los edificios ó en los huecus de los troncos podri- dos de los árboles corpulentos y viejos. Su vuelo es sostenido y en curvas espirales muy amplias, para atrapar así la multitud de insectos que por un lado y otro descubren en la atmósfera. Durante el verano, sobre todo en los pueblos, es bastante común verlos entrar en las habitaciones en que se tiene luz de noche, en pos de los insectos atraídos por ella. SUBGENERO VESPERUGO. (Keyserling und Blasius, Die Wirbelthiere Europa's, 1, 1840.) , e Sl 1=1l Formula aaa Incis. E Can. 3 Pr.m. ai 3—-3 Mo!. SE = 32. VESPERUS SEROTINUS. (Keys. und Blas., Loc. citato.) Auriculis ovali-briangulis, capite brevioribus; bragis semi- cordatis; dorso pilas longis, nitidis in lo, saburate badits, im Q — 413 — dilutioribus; alis nigris. Long. tota aeES corporisque 2 poll. 8 lin.; capitis 11 lin.; caudoe 2 poll. 15 lin.; auricularum 9 lin.; hallucts 3 5 lin.; volatus amplitudo 1 ped., 1 poll. 4 lin.— Sia Sáugethiere, 1, p. 167. Rostro turgido, ide auriculis capite parum brevto- ribus, ovato oblongis; trago auriculcee dimidio parum breviort, recbiusculo, semicordato; pedibus minime liberts ob amplitudi- nem alarum, eb patagit analis inbtegrt; vellere castaneo-cinereo, subtus pallidiore; pilas lungis, unicoloribus.—C. L. Bonaparte, Faun. Italic. Synonim. scientif. — Vesperbilio serotinus.—Schreb., Sáugbh., pá- gina 167, cap. xt, tab. 53. Vespertilio noctula.—E. Geoffr., in Annal. Mus., vr, p. 193, fig. 47-48. Vespertilio murinus.—Pallas, Zo0gr. rossica. -Vespertilio Wiedii et V. rufescens, Brehem. Vespertilio incisivus et V. Palustris, Crespon (Junior). Vulgo. — Murciégalo. Es uno de los mayores murciélagos de nuestra Fauna, y. bas- tante esparcido por la Península. Tiene el hocico corto, ancho y túmido: los ojos, pequeños, doble más separados de la punta del morro que de la oreja, y distantes entre sí tanto como del hocico: la comisura de la boca cae debajo del ángulo externo del ojo: las orejas, asentadas por encima de la recta, eje de los ojos, oval-triangulares, muy poco más largas que la cabeza, y de la mitad del ancho de ésta; peludas por fuera en la parte basilar, y desnudas en lo demás, con el borde interno plega- do: el trago sobera un poco la mitad de la oreja: la faz, inclusa la región orbitaria, parece desnuda y, en realidad, está poblada de cortísimos pelos rojizos. Labio superior con algunos pelos, que pro- ceden de las glandulillas que en él tienen asiento: la frente muy peluda: las alas, la mitad menos “altas que largas, y que, cuando están plegadas sobre los lados del cuerpo, no cubren el hocico: la membrana interfemoral, polígona-irregular, envuelve casi entera- mente la punta de la cola, bastante menos larga que el cuerpo, y apenas más que el antebrazo: los pies, un tercio más largos que el pulgar de las alas, quedan incluídos en el patagio hasta la raíz de la falange del dedo externo pequeño: el pelamen suave y espesísimo, — 414 — sedosos los pelos largos, en general de color castaño obscuro, más encendido en las hembras, menos en los individuos jóvenes, que por la parte inferior del cuerpo son ceniciento=rojizos : la membrana ó patagio alar negruzca, y cenicienta la interfemoral. Es más campesino que urbano, aunque no deja de vérsele en aleunas poblaciones grandes cuando hay arboledas cercanas, sitios donde principalmente cazan los insectos de que se alimentan. Lo he observado en muchas partes de Cataluña, principalmente en el Va- llés y montanas de Montserrat y San Llorens del Munt, dentro de la inmensa cova Simaña; lo he recibido de Valencia, de Murcia y de Navarra, y no dudo que existirá en varias otras provincias de España. El motivo de ser menos visto que otras: especies, lo atribuyo á que nunca sale de sus guaridas hasta que ha entrado bien la noche, y se retira al apuntar el alba, horas en que el hombre no se fija tanto como de día en lo que pasa por la atmósfera. Vuela batiendo de continuo las alas, y es uno de los Murciélagos que he visto elevarse más por los aires. Suele vérsele solitario, pues es especie poco so-= ciable, al contrario de lo que sucede con la mayoría de Murciélagos en todas las partes del Globo. La costumbre que tienen de 11 volando á lo largo de los caminos, la atribuyo al deseo de cebarse con los in- sectos cropófagos que acuden al estiércol que dejan en su tránsito las caballerías. La invernación de estos Murciélagos es de las más lar- gas, según se puede deducir por lo temprano que desaparecen en otoño y lo tarde que se presentan en la primavera. La hembra pare á fines de Mayo un hijuelo, que suele llevar prendido á una teta cuando va volando. ; De este Murciélago sólo dice algo el Sr. Martínez y Reguera en su Hauna de Sierra Morena, p. 22, indicando haberlo visto refugiado en las encinas carcomidas y en los álamos más vetustos. SUBGÉNBRO VESPERUGO. (Keyser. und Blasius, Zurop. Wirbelthiere, 1, 1840.) A Te=:11 2—2 Formula dent. In. —¿=>=, Cam. 37» Pr. M. 337 3— 3 : Mol. ao de 34. Blasius divide este subgénero en tres eupos: el de Vesperugos de los bosques (Vesp. noctula y V. Leisleri), el de Vesperugos al- — 415 — pinos (Vesp. maurus). y el de Vesperugos enanos /Vesp. piúpis- brellus, V. abramus y V. Kuhliz). Nosotros tenemos del primer grupo el: VEsPERUGO NocTuLa. (Keys. und Blas.) Rostro depresso, rotundato: awriculis capite valde breviori- bus, ovato-robundatis; brago auwriculce dimidio valde breviort, runcintforme, capitulo dilatato; pedibus liberís ob angustiam alarum, eb patagií analis prope hinc, inde emarginabr: vellere fulvo-cinnamomeo; pilis brevibus, unicoloribus. Longit. a naso ad cande apicema ¿-5 poll.; capitis 10 lin.; aurtcularum Y + lin.; hallucis alarum 2 lin.; cawde 1 poll., 10. lin.; volatus amplitudo 14-14 % poll. Rostrum simum. In patagio subtus juzta brachium stria pilosa 6 lin., lat. “O nonnist forma gra- ciliore 4 O differt. Juniores sordide flavo-fusci. Evolat. matu- rissime.—C. L. Bonap., Faun. Ibal. Synonim. scientif. — Vesperbilio noctula.—Schreb., Sáúugth., pá- eina 166, sp. 10, tab. 52, et alii auct. syst. : Vespertilio serotinus.—E. Geoftr., in Ann. Mus. Hist. Nat., vz, p. 194, sp. 4, cum. fig. Vespertilio lastopterus.—Schreb., t. 58. Vespertilio proterus.—Kuhl., Deutschl., Flederm., in Wetter. Ann., 1v, p. +l. Vespertilio altivolans.-—White, Nat. Hist., xxxvuHn. Vulgo. — Murciélago. Tiene la cabeza plana y ancha; el hocico, que es obtuso y casl desnudo, se extiende más allá de las orejas y ocupa menos de la mil tad de la distancia que ha y entre ambas; la nariz, muy roma, se en- sancha en la punta; la boca es grande y hendida hasta más allá del áneulo anterior de los ojos; éstos son proporcionalmente grandes para un Murciélago, y están colocados debajo del borde interno de las orejas, en la línea de la base del trago, y la mitad más cerca de éste que de la punta del morro: las orejas, bastante apartadas, es- tán colocadas superiormente á la recta eje de los ojos; son una ter- cera parte menos largas que la cabeza, y tan anchas como largas; su contorno es redondeado, con un pliegue en la base de la margen externa que sigue hasta más allá del ángulo de la boca: las orejue- las Ó tragos son arqueados, angostos en el medio, y no alcanzan á — 416 — la mitad de la oreja: el pulgar del ala tiene muy corta y obtusa su uña: la membrana interfemoral envuelve casi del todo la cola, que es algo más corta que el antebrazo, y mucho menos larga que el cuerpo: el pelo, bastante corto, espeso y suave, es de color de ca- nela encendido, mientras que el patagio, hocico y orejas son ne- gros. Vive este Murciélago, como la mayor parte de sus congéneres, ya en el campo, guareciéndose en los huecos de los troncos carco- midos de los árboles viejos, ya en los poblados, en los escondrijos más retirados de los edificios antiguos, de los templos, y en cual- quier otro sitio obscuro donde pueda cobijarse. Sale á volar al po- nerse el sol, y se le ve, como á los vencejos, elevarse bastante en la atmósfera, distinguiéndosele de aquéllos por su diferente vuelo. A medida que obscurece se va aproximando á tierra, y entonces revolotea alrededor de las copas de los árboles, cebándose en los abejorros, falenas “y otros insectos vespertinos que á tales horas también recorren las arboledas. Son las encinas y los robles los árboles que prefiere para insta- larse, quizás porque también son albergue de muchos insectos noc- turnos, que en gran número acuden á reproducirse sobre ellos; tal es, por ejemplo, el Liparis dispar ó Lagarta, cuyas orugas, Cri- sálidas y mariposas se acumulan para devorar las hojas de las cu- pulíferas, y en este caso es dicho Murciélago valioso auxiliar del hombre para combatir la plaga que tantos daños causa. En mi Catálogo de Mamiferos de la provincia de Madrid lo cito como existente en la Cordillera Carpetana, y después de ha- “berlo visto en los ¿nontes de toda Cataluña, lo he recibido de Mur- cia, de Valencia y de Córdoba, enviado por mis discípulos Vidal, Guirao y Amor. Lo cita Machado, de Sevilla; y de Galicia, López Seoane; y en Sierra Morena lo ha visto y cogido á orillas del Gua- dalquivir el autor de la Fauna de dicha Serranía. Entre los Vesperugos alpinos merece citarse el: VESPERUGO MAURUS. Es posible que viva en nuestras elevadas sierras centrales, puesto que ha sido visto en las alturas de la cordillera pirenaica, y Rosen- hauer nos dice que encontró en Sierra Nevada un Vesperbilio?, para él desconocido, á 6.000 pies de elevación sobre el nivel del mar. — 417 — El grupo de los Vesperugos enanos comprende en España: VESPERUGO PIPISTRELLUS. (Keyser. und Blas., Europ. Wirbelthiere, 1, 1840.) Auriculis ovali-briangulis, capite brevioribus, tragis sub- rectis, capitulo rotundato terminatis; noteo umbrino bruneo, subtus dilutior.—Schinz, Synop. Mamm., p. 159. Auriculis ovali-triangulis, capite brevioribus; tragis sub- recbis, capitulo rotundato terminatis; dorso pilis longis, fusco nigricantes, abdomine pilis fusco-fulvis. Long. anti-brach. 0,030; volatus 0”, 180; caput eb corps, 0",040; caud. 0,035. ei Us a ts E M. o Fis- 6 1—1 2—2 3—3 cher, Synop. Mammal., p. 104. Synonim. — Vespertilio pipistrellus.—Schreb., Sáiugth., p. 107, 12, tab. 54. Pipistrellus Schrebert, Fischer. Vespertilio pygmeus, Leach. Vespertilio pustllus, Brehm. Vespertilio brachiotus, Baillon. Vesperíilio nigrans, Crespon. Vespertilio nigricans, Gené, para los individuos jóvenes. Vulgo. — Murciélago. Tiene la cabeza pequeña; las orejas anchas y triangulares, es- cotadas en el tercio superior y redondeada la punta de la orejuela ó trago. El patagio alar llega hasta la base de los dedos de los pies, y el lóbulo post-calcañal es redondeado y bien desenvuel- to: la última vértebra caudal queda libre y fuera de la membra- na patágica. La cabeza y hocico son peludos. Las alas por- encima están cubiertas de pelusa, hasta una línea que alcanza desde el me- dio del húmero á la rodilla; y en la interfemoral, hasta el talón; por debajo las alas son también peludas desde el codo hasta la ro= dilla, y la membrana interfemoral solamente á lo largo de la raíz de la cola y del borde interno de los muslos, pues en lo demás los pelos son mucho más cortos, lo mismo que sucede en la cola. Todo el pelo es largo y negro desde la base hasta la mitad de su longitud, y el resto, hasta la extremidad, moreno claro por encima y ceniciento por debajo, ó amarillento alounas veces. Las membranas alarés son negras, y más obscuras en los individuos jóvenes que en 21 Dentes: I. — 418 — los adultos, lo que ha sido motivo para constituir las supuestas es- pecies Vesperugo nigrans de Crespon, ó V. nigricans de Gené. Los incisivos superiores son casi iguales: el primero largo y bífido, y el segundo, por lo menos, igual á la punta externa del primero. Es una de las especies más comunes de Murciélagos que tene- mos y se le encuentra en todas partes, tanto en el campo como en las poblaciones. En éstas lo vemos recorrer las calles como hacen las golondrinas, y penetrar por las ventanas en nuestras habitaciones; y en los despoblados siguen ú lo largo de los caminos, de las acequias y de los ríos, cazando insectos como aquéllas. El Pipistrelo es uno de los Murciélagos más tempraneros en salir. de los retiros de invierno, y hasta algunas veces, si es benigna la estación fría, suele vérsele volar de día cuando el cielo está cubierto. Es general su existencia en nuestra Fauna hasta la altitud de 2.000 m., pero su asociación nunca es como la de los 4¿/h4m0/0- phus, pues cuando más se encuentran grupos poco numerosos re- cogidos debajo de las tejas ó escondrijos de los desvanes, así como en el campo en los agujeros de los árboles viejos carcomidos. López Seoane, en su Fauna, dice es muy frecuente en Galicia; Machado lo nombra en su Catalogo de Mamiferos de Andalucía; lo menciona Barceló en sus Apuntes para la fauna Balearica; Mar- tinez y Reguera lo describe en su Fauna de Sierra Morena; otros autores lo han citado en diversas partes de la Península, y por fin Rosenhauer lo encontró en Sierra Nevada á una altitud de 6.000 pies. VESPERUGO KUHLmn. (Natterer.) Auriculis simplicissimais sub-triangults, nec distinte emar= ginatis, nec replicatis; tragis labis, obtusts, introrsum arcuato- recurvts; vellere supra dilute rubro, subtus fusco, nunquam albo; dimidio superiore patagit analis intus villosissimo. Long. tota. capitis corporisque 1. pol. 8. lin.; capitis 1 + lin.; auri- cularum 5 5 lin., quarum latit. 4 lin.; bragorum 2. lin.; cau- dee 1. poll. 3 7 lin.; alarum extensio 8. poll. 8 lin. —Natterer., Ann. der Wett., t. 11. Auriculis capite tertio brevioribus, ovovato-triangularibus, externe sub emarginatis; trago reniformt, rectiusculo, dimidia auricula sublongiori; pedibus minutis a patagio analí amplo, prope hinc inde appendiculato, vix excedentibus: vellere cineree — 419 — rufo, subtus pallidiore. Dentes 32.—Bonap., Faun. Ital., 100. Synonim.—Vespertilio marginatus, Rúpel. Vespertilio albo-limbatus, Kuster. Vespertilio vispistrellus; Pripistrello Alcytoé; Prpistre- llo vispistrello, Bonap. Vulgo. — Murciélago. Tiene las orejas anchas, triangulares, apenas cóncavas y lige- ramente escotadas en su borde externo: el trago presenta la mayor anchura poco más arriba del medio; es además puntiagudo y con lon- citud igual á la mitad de la oreja. Las alas son vez y media menos anchas que largas, y alcanzan al hocico cuando se pliegan sobre los costados del cuerpo. La membrana interfemoral envuelve casi ente- ramente la cola y el antebrazo, y el apéndice pequeño ó lengúieta que lleva en el borde externo se acerca más á la extremidad torácica que á la articulación del pie. El pelo es largo y espeso, ceniciento leonado en la frente y ho- cico; negruzco el del dorso desde la base á la mitad, y amarillento obscuro en el resto hasta la punta; el del vientre es de color de ca- nela por las puntas. Aunque las membranas obscuras de las alas y entrepiernas tienen viso rojizo, cerca de los costados y muslos hay pelos de color de canela obscuro ó ceniciento-rojizo. El borde-pos- terior de la membrana interfemoral y de las alas es generalmente blanco, pero sin constituir una franja bien determinada. La fórmula dentaria es igual á la del V. p2pistrellus, mas el incisivo superior externo es mucho más corto que el interno, el cual es, relativamente, largo, puntiagtido y no bífido. Este Vesperugo se encuentra en todo nuestro litoral Mediterrá- neo, como en el de Italia y Francia, y en.sus Apuntes para la Fauna de las Baleares nos dice el Sr. Barceló que se halla también en Mallorca, lo cual no lo extraño. Entre los ejemplares de las co- lecciones de nuestro Museo hay uno de esta especie que figura como cogido en el Jardín Botánico de Madrid. Tiene parecidas costumbres al Pipistrelo, con el cual se le ha confundido por algunos. GENUS VESPERTILIO. (Keyserling und Blasius, non Linn.) Rostrum productum., contcum, obbtusum, parvissimis emi- nentits glanduliferis preditum. Nusus prostemate nullo, nari- . — 420 — bus lateralibus, semilunaribus crescentis, in exbremitate nast sítis. Labium simplex. Aures, discrebee, ovales, longiores quam later, capitis longitudo «eque; lobulo antioperculare. Operculum anguste elongatum usque ad mediam auriculam elabum. Cauda patagio anali innata ad marginem ejus usque pertingens. Digitr pedium, longi, tenwisque. Patagia fere nuda. Alce breves eb la- 2—2 1—1 33 33 a P.M. 335 M. ot El género Vespertilio de Linneo, como muchos otros creados por este eminente maestro, á medida que los nuevos descubrimien-= tos han facilitado á los naturalistas el examen diferencial de los ele- mentos por aquél asociados, ha sido preciso disgregarlo elevando su categoría taxonómica, puesto que la frase Linneana «Manus palma- te volitantes, membrana corpus cingente», del Vespertilio, es la de todos los géneros de Murciélagos conocidos hasta hoy día, cuyo nombre es sinónimo, como ya he dicho, del de Queiróptero, apli- cado por G. Cuvier en su Reino Animal á la primera Familia de sus Carniceros, y hoy considerado fundadísimamente como de catego- ría ordinal. Tal cual dejo caracterizado el género Vespertilio de Keyserling und Blasius, aun se le ha subdividido en dos subgéneros: Leuco- noé, de Peters, y Vespertilio, propiamente tal. El primero de estos dos Subgéneros tiene los pies grandes; muy largo el calcáneo, en términos de alcanzar hasta las 3/4 partes de la distancia que media entre el talón y la cola. La membrana in- terfemoral termina en ángulo agudo y deja libre las dos últimas vér- tebras coxígeas. Á él corresponde el te. Dentes: 1. VESPERTILIO CAPACCINI. (Bonap., Faun. Ital.) Auriculis lateralibus, capite tertio-brevioribus, ovato-lanceo- latis, margine integro; trago brevi, gracillimo; pedibus robus- tis, a patagio annali angusto, villosissimo, valde excedentibus; vellere griseo-rufescentt, subtus cinereo-flavido.—Schinz, Synop. Mamm., p. 154. Long. anti-brach. 0,040; volatus 0,240; capitis eb corp. 0,050. Caudce 0,038. Synonim.— Vespertilio Megapodius.—Tem., Monogr., 11, t. 49, figura 3. — 421 — Vespertilio Balsir, Kolenati et Major. Vespertilio Major?, Ninni. Vespertilio Pelluceus, Urespon. Vulgo. — Murciélago. No lo he visto en España, y sólo lo describo por si alguien lo encontrara en Cataluña, puesto que en el Rosellón existe y hasta en Perpiñán mismo, de cuya localidad, tan próxima, es fácil pase á la provincia de Gerona, y sospecho lo mismo del VESPERTILIO DAUBENTONI. (Leisler, Kuhl. 4Annal. der Wetterau, 1v, t. 25.) Notceo rufescente cano, gastreo albido; labits tumidis, mys- tacibus setosis; auriculis parvtis, rhomboidalibus.—Schinz, Sy- nop. Mamm., p. 153. Auriculis superis capite paullo brevioribus, oblongis, mar- gine externo pone medium abrupte dilatatis; trago subulato, di- midium auricule vix cequante; patagio anali amplo, minime ciliato; vellere supra cinereo-castaneo, subtus griseo-cinnamomeo. Leisler, loc. czt. Long. anti-brach. 0,037; alar. extensio 0”,230; capit. et corp. 0”,048; caude 0,04. Este murciélago debe buscarse en nuestras albuferas lindantes con el Mediterráneo, pues me ha parecido verlo volar rasando las aguas del Delta del Ebro, como lo vi en Francia, y tanto en uno como en otro lugar el queiróptero en cuestión cazaba los insectos acuáticos como las golondrinas lo hacen, pero no pude conseguir capturarlo en nuestra tierra por las dificultades que oponían los es- pesos cañaverales, entre los que se ocultaba saliendo y entrando con agilidad suma. En el Subgénero Vespertilio, los pies son medianos; el calcañar largo, si bien no pasa su extremo de la mitad de la distancia que hay entre el talón y la cola; el ángulo de la membrana interfemo- ral es obtuso; la última vértebra coxigea está completamente inclusa en la citada membrana, cuyo borde pasa á fijarse en la base de los de- dos de los pies, y rara vez en los huesos del metatarso. Corresponden al Subgénero en que nos ocupamos el — 422 — VESPERTILIO MURINUS. (Schreber.) Auriculis ovalibus longitudine captitis, integris; bragis fal- ciformibus; dimidio auriculce subbrevioribus; pedibus elongatis a patagio anal integro, modice excedentibus; vellere supra cine- reo-rufescente; subtus griseo-albido; in juntoribus cano-cinereo. Long. anti-brachi 0,060; alarum extensio 0,355; captt. eb cor- por. 0,073; caude 0,52. Synonim.-— Vespertilio myotis. —Bechst., Nat. Deutschl., pági- na 1.154. Vespertilio auriculis bints.—lonst., Av., p. 34, fig. 1n tab. 20. Vespertilio major. —Briss., Reg. Anim., p. 158, t. 1. Vespertilio submurinus.— Brehm., Hist. Nat., 1827, os dd Vespertilio major vulgaris.—Klein., Quadr., p. 61. Chauve-souris ordinaire.—Cuv., Reg. Anim. t. 1, pá- gina 120. Vulgo. — Murciélago. La frase de esta especie dada por Linneo en su Systema Nabu- re, «Vespertilio caudatus, naso oreque simplica, auriculis capite minoribus», es aplicable 4 muchos Murciélagos, hasta de géneros diferentes, resultando, por tanto, inaceptable. No sucede lo mismo con la que nos dió Erxleben once años des- pués en su Systema Regni Animalis, p. 146, pues en ella consigna caracteres peculiares, de los cuales, más tarde, otros descriptores se han valido para distinguir á este Murciélago de sus congéneres. Dijo. así Erxleben : Majior precedente (Plecotus auritus) longitudine corporis 2 + poll. Rostrum longum, largiusculum, crasstus quam in aurito. Maxilla infertor prominens exbra superiorem. Ocula minuts. Auricule longitudine capitis, rotundatce, valvulis angustis, acu- minatis, auricula dimidia brevioribus. Cauda fere longitudine corporis, tota intra membranam. Color corporis murinus subru- Fus, subius pallide griseus, rostro ex flavo griseo, auricularum apicibus eb membrana volitante fuscis. Es este Murciélago uno de los mayores que se ven en nuestra Fauna. Su coloración, de un rojizo obscuro por el dorso, que amari- Ps SEA — 423 — llea en la cabeza y alas, es cenicienta obscura en el pecho y vien- tre. Las orejas casi igualan en longitud á la de la cabeza, y su borde externo arranca detrás y al nivel de la comisura de los labios, debajo mismo del ángulo externo de los ojos. El trago, opérculo ó válvula auricular, como lo llaman otros, es la mitad más corto que las orejas, lanceolado, obtuso, erguido y adaptado á la concavidad de la concha, cuyo orificio auditivo se obtura á voluntad del animal. El patagio alar baja hasta la base de los dedos de los pies, que tienen próximamente igual longitud y las unas poco encorvadas. Las orejas y extremidad del hocico son casi lampiños, y el pelo del dorso, me- dianamente largo, sólo puebla la base de las alas y cola. Aunque no tan abundante como otras especies, no deja de verse en Casi todas partes de la Península ibérica. Lo tengo citado en el Catalogo de mamiferos de la provincia de Madrid, y lo he visto en otras varias de las litorales, siendo en las del centro donde más escasea. Asso, en su Introductio ¿n Zoologiam Aragonte, p. 54,nos dice, al citarlo, «ub3que vulgaris»; y Como se refiere á Funes, que al hablar del Murceguillo, p. 106, no cita especie alguna determi- nada, me Cabe la duda si el naturalista aragonés se fijó bien ó no en la determinación de la especie, que de seguro se encuentra en Aragón, como muchas otras, pero que, no habiendo sido descritas, es posible se hayan confundido todas en una, como Funes lo hizo. Ramis, al citar al Vespertilio murinus en su Specimen anúma- liuim in Insula Minorica frequentiorum, nos deja con la misma duda que Asso; y de ella tampoco nos saca el Sr. Barceló, indicán- dolo en sus Apuntes, pues cita lo consignado por Ramis, añadiendo «Vesperbilio murinus, Linn.?, en Menorca (J. Ramis vidit)». Seoane cita al Vespertilio murinus, Linn., que, como antes he dicho, es ¿ncerta spes, como el murciélago más común en Galicia. Machado, en su Catalogo de Andalucía, lo llama Murciélago de pared, y dice que allí habita en los techos de los edificios, en los tejados y ventanas. Por fin, Martínez y Reguera, en su libro La Fauna de Sierra Morena, lo describe, y dice es tan común, que se le encuentra en todas las rendijas del pueblo de Montoro y su sierra, añadiendo es el que vive más próximo al hombre, y que, cuando se le coge, muer- de y chilla, defendiéndose con vigor, y hasta es agresivo contra es- — 424 — pecies más débiles. Parece esto tomado de Linneo, quien agrega otras particularidades, diciendo con su expresivo estilo: Nocóuw vo- lat, victitat in primis Phalents; predabur ad Strigibus; febet, de terra non evolans; hibernat e pedibus posticis pendulus, alús involutus mortuus revisceb superatis noctibus plumbeis: nitel fÑorescentie. VESPERTILIO MYSTACINUS. (Leisler, Kuhl. Annal. der Wetterau, 1v.) Supra flavo fuscus pilis apice badis, subblus canus; ptlts basi nigris; auriculis majusculis oblongts, apice robundabis, fere capitis longitudine, exterius replicabis emarginabisque; bragis lanceolatis; mastace labri nigris utrinque a pilis tenuibus con- ferbis; alwe fere ad digitorum pedes porrecte. Long. anti-bra- chi 0,032; volatus.amplitudo 0”,200; capitis eb corporis 0,038; caude 0,034. Synonim.-— Vespertilio humeralis, Baillon. Vespertilio emarginabus, Temm. Vespertilio Schinzit, Keyserl. und Blas. Vulgo. — Murciélago. Es uno de los más pequeños del género y de los más comunes, pues se encuentra por todas partes. Las orejas son del largo de la ca- beza y tienen su borde externo escotado hacia el medio; el trago ú orejoncillo es estrecho, recto y agudo; la membrana alar se adhiere en la base de los dedos; el calcañal termina con un festón que pasa algo de la membrana interfemoral; la última vértebra caudal queda libre. 1 hocico está cubierto de pelos largos que ocultan la forma có- nica que tiene; el labio superior lleva una hilera de pelos rígidos en forma de mostacho. El pelo en las alas se extiende en línea que va desde la mitad del húmero á la del fémur, y sobre el patagio inter- femoral hasta el extremo superior de la tercera vértebra coxígea. Por debajo, la distribución de los pelos es parecida, teniendo pelo la cola en su raíz. Es corta la invernación de este Murciélago, siendo uno de los primeros que se presentan en primavera. Su vuelo es tortuoso, su= biendo y bajando para seguir la presa, que principalmente consiste en dípteros. De día, como los demás murciélagos, se oculta en sitios obscuros, y para pasar el invierno elige los sótanos y cuevas hon- das, donde se reunen en familias á veces numerosas, — 4% — No lo cita ninguno de nuestros autores, y es, sin embargo, uno de los Murciélagos que en más sitios de España he visto, pero quizá su pequeñez sea la causa de que haya pasado inadvertido. Grupo de los Miniópteros. (De puvvós, minor, y rrepov, ala.) GENUS MINIOPTERUS. (Bonap., Faun. Ital., 1837.) Caput valde convexzum eb supra rostrum elevatum. Aures dis- cretce, breves eb late, triangulares, heligmate ad. comisuram at- tingente. Tragus brevis. Rostrum latum, glandulosum. Phalan- ge prima digiti secundi ale, tertia parte brevior quam termi- nali. Patagium tibiale supra eb juxta calcaneum adherente. Pedes longi, angusti, digiti equalibus. Cauda longitudinis corporis, in membrana interfemorali tota inclusa. : == == 2— 2 Formula dentaria. T. A (0. ao PIM: 3=3 S3=8 M. QUA == 36. MINIOPTERUS SCHRBEIBERIL. (Natterer.) Auriculis lateralibus duplo brevioribus capite, rotundatis, in- tegris; trago perbrevi, subreniformt; pedibus valde excedentibus ab anal? patagio; abundantissimo vellere fuliginoso-castaneo, pilis subunicoloribus. Long. total. 4. poll.; volatus ampl. 12. poll. 10. lin., ejusd. altit. maximt 2. poll. 1 2 lin.; long. hu- mert, 11. lin.; anti-brach. 1 poll. 8 - lin.; femur. 8 2 lin.; 20. 9 lin.; ped. 45 lin. Synonim. scientif. —Mintopterus ursint, Bonap., Faun. Ital. Vulgo. — Murciélago. Son tales los caracteres que distinguen á este murciélago, que con gran facilidad puede reconocérsele. Su cabeza corta y redonda; la nariz chata y remangada; la frente saliente y avanzada sobre el hocico, separada de éste por un surco profundo, que pasa de oreja á oreja; los ojos hundidos y escondidos bajo del vello, junto á las orejas, pequenñísimas respectivamente al tamaño que suelen alcan- zar en la generalidad de los queirópteros, dan un aspecto tal al M7- ntóptero, que no permite confundirlo con ningún otro murciélago. En nuestra Fauna se encuentra en las altas regiones de la cor- dillera pirenaica, y Rosenhauer en su Die There Andalusiens, — 426 — página 1.*, nos dice haber visto en una gran cueva cerca de Yunque- ra, y en otra de la aldea del Pinar en Sierra Nevada, gran número de Murciélagos que es probable correspondan á la especie J/iniopte- rus Schreiberi de Natter., puesto que ya se ha encontrado en mu- chas cuevas de Europa y de África hasta una altura de 8.000 pies. Grupo de los Plecotos. (De mixw, plego, y Via, orejas.) Estos murciélagos se diferencian de los anteriores por el gran desarrollo de sus orejas, que pueden plegarlas ó doblar hacia los la= dos, y también por su nariz ancha, cuyas ventanas son completa- mente laterales. Del grupo en cuestión sólo tenemos en España dos géneros, el Plecotus y el Barbastellus. Genus PLECOTUS. (E. Geoffroy, Hist. Nat. de 1 Egipt.) Aures magiue, fere longitudine corporis, ambedue in bast connate; heligmate prope commissuram adherente; tragt cul- triformt; rostrum., conico-truncatum; naso repando, naribus- que lateralibus ascendentibus. - 4 22 1—1 Y) Formula dentaria. I. ORO Eo ULA P. m. a 33 Mol. a” 36. Es este Murciélago otro testimonio de la heteromorfia del género Linneano Vespertilio, cuya disgregación, como está visto, es harto fundada. Bonaparte, al ocuparse del P/ecotus en su Fauna de lba- lña, dice: «qui nol vi conochera genere, considerando la strava- gante grandezza di un organo cosí essenziale qual"? quel delle orechie». Realmente, si importancia característica genérica tiene la fórmula dentaria, por ejemplo, que nos revela su especial uso en la preparación de los alimentos y peculiar calidad de ellos, ¿cuál será la que alcance la de un órgano como el del oído, que, en vez de ser- vir para el sostenimiento de la materia, estimula la actividad del espíritu que la rige? PLECOTUS COMMUNIS. (E. Geoftr., Lesson, Mam., p. 95.) Auriculas capitis plus duplo longioribus; trago valde bre- viori dimidio auriculce, ejusque labitudinem non equante; an- tibrachio eb cauda auriculas vix superantibus, quinto digito | — 497 — valde brevioribus, vellere conereo-fusco, subtus parum pallidiore; pilis ultra medium altitudinis nigricantibus; membranis fus- cis.—Bonap., Faun. Ttal. Long. ab apice nasi ad caude apicem, 3 poll., 5-8 l2M.; cau- da 1. poll. 8. lin.; capitis 8 lin.; auricularum 1 > poll., labitudo earumdem 2 poll.; alarum expansio 10. poll. 5. lim.: tragus 8. lin. longus, 3. lin. latus, falciformis bast exberne, processu parvo auctus, pilosus.—Vischer, Synop. Mamm., p. 117. Synonim. scientif. — Vespertilio auritus.—Linmn., System. Nab., página 47, sp. 5. Plecotus vulgaris.—Desmar. in Faun. Franc. Mamm., página 18, sp. 1, tab. 2, fig. 3. Vespertilio minor.—Briss., Regn. Andm., página 160, sp. 3. Plecotus megalotus, Brehm. Pipistrello orechiardo, Orechiardo comune, Bonap. Vulgo. —Orejudo y Orejón. En este murciélago es algo deprimida la forma del cuerpo; el hocico ancho, adelantado á la base de las orejas, poco menos del largo de la cabeza; romo y asurcado en el medio, con dos eminen- cias laterales convexas en la punta de la nariz encima del principio de las alas de éstas, las que, al terminar casi en la mitad del morro, se ensanchan y forman unas entradas, que aparentemente simulan orificios, con lo cual resultan cuatro en las narices, dos por banda. La comisura de la boca alcanza hasta debajo mismo del ojo. Éste está situado algo delante de la margen interna de la base de la ore- ja, y en la misma línea de la inserción del trago. Las notables ore- jas de este Murciélago están como implantadas encima de la cabeza, y son vez y media más largas que anchas, teniendo en su mitad inferior señalada la margen con líneas transversales. En la base del borde interno, cerca de la frente, hay una lengúieta que se redobla formando una cresta saliente guarnecida de pelos pestañosos bas- tante largos. Las alas son casi tan anchas como la mitad de su largo, y alcanzan al ojo cuando están plegadas junto al cuerpo. Las mem- branas patágicas, extendidas, son sutiles y transparentes; la inter- femoral tiene figura rombóidea y deja libres los pies y la punta de la cola. Esta es un poco más larga que el cuerpo y mucho más que el antebrazo. El pelo de encima es largo y sedoso, bicolor, ceni- — 428 — ciento en su mayor longitud y más claro en la punta, pero rojea algo en los individuos jóvenes, y en la zona inferior del cuerpo tiene blanquecina la punta. Poseo un ejemplar, cuyo pelaje es por enci- ma completamente rojo en toda la extensión de los pelos, y por de- bajo dicha tinta aparece más clara, pero no blanca. Es tan parecida la vida de los Murciélagos, que sólo puede aña- dirse á la de éste alguna particularidad procedente del desarrollo de sus grandes orejas, que en los días de viento le dificultan el vuelo yendo de frente, y para evitar lo arrastre la corriente las pliega sobre el dorso, y lo mismo hace si llueve, en cuyos contra- tiempos se retira pronto á sus guaridas y no sale de ellas mientras el temporal dura. Son los orejudos muy frioleros, y para invernar lo hacen en grutas profundas, en las cuales la temperatura es casi siempre uniforme, y colgados por las patas, como lo hacen todos sus semejantes, tienden las orejas sobre el cuerpo y se embozan con las alas encapullándose como una crisálida, para así pasar perfectamente abrigados los rigores del invierno. A esto conviene agregar lo que consigna Valladares en el artículo Morcego de su Diccionario gallego-castellano, impreso en Santiago en 1884, «El Orejudo es uno de los murciélaoos más vulgares y que en las apacibles noches de verano hasta penetra á veces volando en nuestras casas: distínguese fácilmente por sus descomunales ore - Jas, casl tan largas como el cuerpo, que se tocan sobre el cráneo, y que, mientras el reposo, pliega transversalmente y aloja en una fo- seta que tiene sobre el canal auditivo; el tamaño del animal, desde la extremidad del hocico al nacimiento de la cola, es de treinta y una lineas próximamente; vuela con tal velocidad que es casi imposible seguirle con la vista, y, como los demás queirópteros, con la boca abierta para tragar inmediatamente cuantos insectos coge al paso. Sus ojos son muy pequeños; pero el tacto que ejerce con las mem- branas de las alas es tan delicado, que metido en una habitación atravesada con varias cuerdas, después de haberle sacado los ojos, si se le echa á volar no tropieza en aquéllas, debido sin duda á las diferencias que, en la presión del aire al aproximarse á cualquier obstáculo, sufren las alas. Ocúltase durante el día en los rincones obscuros, no saliendo á volar sino al crepúsculo, y esto solo en ve- rano, pues en otoño se sumerge en un sueño letárgico que dura toda la estación fría». AAA A — 429 — Seoane asevera que el Orejudo es frecuente en Galicia; Machado lo ha visto en Andalucía; Barceló en las Baleares; Martínez Reguera en Sierra Morena, donde dice lo llaman Murciélago orejón; y yo, en mi Catálogo de la Fauna Matritense, lo cito como del centro de España, habiéndole cogido también en Cataluña y recibídole de Navarra; de modo que su existencia en la Península puede conside- rarse como general. No es sólo esta especie de Plecoto la que existe en Europa, pues Leonardo Jenyns dió cuenta de otra (Plec. brevimanus), in Linn., Trans. xv1, p. 55, descubierto en Inglaterra, y después, según Bo- naparte, en Sicilia; y aun Lesson señala, en su Nouveau Tableaw du Regne anímal, una tercera especie: el Plec. cornutus Fab., del Norte de Europa, y nueve especies más exóticas, cuya existen- cia viene á reforzar la disgregación del género vespertilio Linneano. GENUS BARBASTELLUS. (Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825.) Aures amplissime, connate ut fronte tegant triangults, margine externo emarginato; tragis bast labtissimis, apice an- gustis introrsum arcuabo-recurvts, longitudine dimidia auricu- larum; bucce tumido, valde pilose. DE E gu. De Form. den. Inc. E 6 z ES =. ¿Pom. a M. a =D Synonim. scientit. —Synotus. —Keyserline und Blasius, Lurop. Wirbelth., 1840. (De cy, conjunctus, et ods, auris.) BARBASTELLUS COMMUNIS. (Gray, Zool. Jour. 11, p. 243.) Rostrum brevissimum, nasus planus; oculi minuti, fere in auricularum basi sib1. Corpus supra fuscum, pilts apice fulvis, subtus griseo-obscurum; in dorso pili longiores. Cauda. corpore paululum brevior, nonnthil prominens extra membranam. Long. corporis capiteque 2 poll.; cauda 1 poll. 11 lin.; auricularum 4 - lin.; tragi 22 lin.; hallucis alarum 2 2 lin.; latitud. auricu- lar. 6 lin.; volabus amplitud. 10 5 poll. Synonim. scientif. — Vespertilio barbastellus.—Schreb., Sáught., pS pri tabioo: Plecotus barbastellus. —Cuv., Reg. Anim., 1, p. 130. Barbastellus Daubentonti.—Bell., Mist. Br. Quadrup., página 63. — 430 — Pipistrello barbastello.—Ranzam, Elem. Zool., 11, p. 11, p. 210, sp. 12. Synotus barbastellus.—E. Geoftr., Hist. Nat. Orellard Barbastelle.—E. Geoftr., Dict. Sc. Natb., LVir, página 51. Vulgo. — Murciélago panarra lo llama Machado en su Catalogo. No sé cuál de los dos Plecotos descritos es más extraordinario, por el desarrollo y formas de sus caprichosas cabezas, y por el con- junto de sus detalles. Según tengo observado, es el Barbastellus más selvícola que urbano; pues no recuerdo haberlo encontrado en las poblaciones, así como no es raro verlo en los montes huecos. En los pinares de la Cordillera Carpetana lo he cogido escondido entre las cortezas le- vantadas en los pinos viejos, y en análogas condiciones se ha citado en La Granja por Castellarnau. Machado lo ha visto en los jardines de Sevilla, también en los troncos de los árboles, y hasta en el Alcázar y en el baño de Doña María Padilla. Martínez Reguera lo cita en Sierra Morena, aun dentro de las poblaciones, abundando en las torres de las iglesias y ermitas, en los torreones de la Cava, de Villanueva y otros sitios análogos, sin ser, por lo visto, rara avis, como dice el adagio latino, en las loca- lidades mencionadas por el último zoólogo. SUBFAMILIA RHINOLOPHINA. (Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1835.) Nasus apendice foliacea complicata: tragus nullus. GENUS RHINOLOPHUS. (Cuv., Tabl. élement., 1797.) Dentes primores AN superiores, 0sst intermasilart movilt ¿n- : E A e o. 1—]1 serti, seeptus decidut; inferiores breves, trifida; lantart AA E Ue > ia 4 3) 5 Ñ distinctt, elongatt conici; molares —, aut E aut —, anbici spu- rit uni vel bicuspides; reliqui tritores cuspidatt. Rostrum ob- tusum. Nasus prosthemate membranaceo complicato. Auriculce magne, discrete, trago nullo. Patagium anale integrum, cauda mediocris, patagio anali innata el ejus marginem attingens. | . — 431 — Antipedes halluce distincto, unguiculato, digitis reliquis 1mer- mibus; indice falange minimo aut nullo. Ungues pedum falcu- lares. Mamme 2 pectorales, lactifere, el papillcee 2 absque glan- dulis lactiferis in pubis regione disposite, approximate. Pa- tagium anale integrum. Cauda mediocris, patagio anal innata eb ad ejus marginem pertingens. RHINOLOPHUS FERRUM-EQUINUM. (Leach., Zool. miscel.) Auricule longe, acuminate, ample, erecte, extra in cornua sinuata apertce, inferne emarginabe; nares adlmodum approsxt- mate, in fundo velubi infundibult cojusdam sitce; prosthemate duplice; posteriore hastato basím dilatato, antervore ad apicem marginesque sinuato. Vellus mollissimus, supra dilute cinereo rufoque misxtum, subtus cineraceo-flavicans; patagía nigrican- tia. Dentibus primoribus supra inconspicuts, lamellis cartila- gineis vix adherentibus. Longitudo corporis bobvus a rostro ad. anum 2 poll. 1 lin.; capitis 11 l2m.; auricularum 9 lin.; caude 1 poll. 11 lin.; volatus amplitudo 1 ped. 2 poll. Synonim. scientif. — Vespertilio ferrum equinum.— Schreber., Sáugth., p. 174, sp. 20, tab. 62. Vespertilio hipposideros, Hermann. Noctiliv ferrum equinum. Kuhl., Deutschl. Fleder- maus. in Ann. Webter., 1v, sp. 15. Rhinolophus unthastatus. —E. Geoffr., in Ann. Mus., xx, p. 261, sp. 1, et p. 257, tab. 5. Vulgo. — Murciélago. Es tan característica la frase descriptiva de este Murciélago, que para clasificarlo no se necesitan más detalles. El contorno de la fosa supramaxilar, en cuyo fondo se ven los orificios de los respiraderos ó ventanas de sus 2asus, verdaderamente ¿Mmpressus, como llliger los llama, por su forma de herradura, es nota característica para conocerlo. Verdad que también en la especie siguiente hay algo pa- recido; pero no cabe confusión entre ambas, porque se diferencian por el número de prostheme ó apéndices foliáceos que adornan las narices, siendo única en éste, y doble en la otra especie. Fuera de esto, es tan natural el género, que la hermandad de sus especies resulta sellada por las semejanzas que entre sí tienen las de todos los países, aun los de los más remotos, existiendo algunos, AAA EE — 439 — tal como nuestro Rhsnolophus Ferrum equinum, que son cosmo- politas, pues viven, lo mismo que en Europa, en Asia y en África, llegando hasta el Cabo de Buena Esperanza. Durante la estación fría se refugian los Rhinolophus en las cue- vas más profundas que encuentran, y si no en los tejados ó en los troncos huecos: reuniéndose á centenares y apelotonados unos sobre otros, se cuelgan cabeza abajo, como los he visto en las cuevas de los Gigantones, sitas en la margen del río Henares, cerca de Al- calá, y en los sótanos del Monasterio del Escorial. Bonaparte nos dice que las hembras, al sentirse embarazadas se separan de los machos, consagrándose solícitamente á la educación de su prole, la cual, una vez destetada, campa sola por su respeto, mientras que se reunen de nuevo ambos sexos. Cítanlo, en Galicia el Sr. López Soane; en Andalucía Macha- do; en las Baleares Barceló; y de varias provincias fueron envia- dos ejemplares al Museo de Historia Natural, por los Catedráticos de sus Institutos, en 1850. RHINOLOPHUS HIPPOSIDEROS. (Leach., Zool. Miscel., 111, p. 2, 2, $. 121.) Rhino prosthemate utroque hastato, posteriore ad basim dila- tato; auriculis masximis, apicibus extrorsum curvabis, profunde emarginatis, plicis transversis obsolebis, lobo infero majusculo; foliolo nasali recto, lanceolato, piloso, latere sellce anterior? uno cum prosthemate sensím attenuatis. Vellere denso, lcevi, supra bicolore, subtus unicolore, notato pilis bast alvs apicibus rufes- centibus; gastreo albo pallide rufescente lavato. Dentibus primo- ribus supra, lamellisque intermasxtllaribus nullts. Minor precedente. Synonim. scientif. — Vespertilto ferrum- equinum, B. minor.— Schreber, Sáugth, 1, p. 175, tab. 62. Vespertilio Hippocrepis.—Herm., Obs. Zoo!., p. 18. Vespertilio minutus. — Montagni. Linn., Trans., 1x, p. 163 tab LS 4367 Rhinolophus bihastatus.—E. Geoffr., Ann. Mus., $: 0 p. 252, sp. 2, t. 5. Vulgo. — Murciélago. : Ai El gran parecido de esta especie con la anterior, durante mucho tiempo ha sido causa de que se la tuviera como simple variedad: - A AAA AA AS AAA A a dE ii cd ic — 433 — Distínguese, sin embargo, por tener menos túrgido el morro y la herradura rodeada de una serie triple de plieguecillos membrano- sos; estar la porción que se eleva en el centro, junto á las ventanas de la nariz, menos excavada en la base, y ser menos prominente su ápice; presentar la hoja nasal erguida, lanceolada, bastante pelu- da, más ancha, pero sin expansiones laterales, y tener además en la base, y delante, una adición foliosa lanceolada, de donde proviene el nombre de Ah2nmolophus bihastatus que le han dado. Sólo existe una verruga en el borde del labio inferior. Carece de incisivos en la mandíbula superior, y falta la porción ósea de los intermaxilares, quedando reducidos á un simple cartílago. Los cuatro incisivos in- feriores son pequeñísimos. Las grandes orejas están más aproxima- das que en el ferrum-equinum, vueltas hacia afuera, muy escota- das y con los pliegues poco aparentes; el lóbulo inferior se presenta muy desarrollado y separado por una entalladura profunda. La lon- gitud de las alas es vez y media la de su altura, y plegadas junto al cuerpo traspasan la punta de las orejas. La cola tiene de largo dos tercios del antebrazo, y está completamente inclusa en el pata- gio interfemoral. El vello ó pelaje es bastante largo, más por en- cima que por debajo, y puebla la mitad del antebrazo y membrana - de los costados; los pelos sedosos, finísimos y suaves, son blancos, lustrosos, unicolores por debajo, y por encima de dos tintas, pues el extremo es ceniciento rojizo en los machos y rojo claro en las hem- bras, tono que se extiende en los individuos jóvenes hasta la mitad de cada pelo. Las membranas alares son en el macho de tinte ceni- ciento obscuro, y amarillentas en las hembras. Barceló ha visto esta especie en las Islas Baleares, y Martínez Reguera en Sierra Morena. Nadie más la ha citado, que yo sepa, en España, y, sin embargo, abunda en varias provincias, de las cuales me la han enviado mis discípulos, y en el Monasterio del Escorial pululaba antes en los desvanes, y tampoco ahora falta á pesar de que se ha ahuyentado bastante, desde que aquellas habitaciones están más frecuentadas por los religiosos que han venido á ocupar el Monasterio. RHINOLOPHUS BLASI. (Peters.) Bay que considerar como muy dudosa esta especie en España, aun cuando ha sido citada modernamente por algún autor. 28 E a IT A PAT TINTA ERIN — 434 — Ordo 1X.—Bestize. Artus quator liberi, mantbus non terminabi; ungues digito- rum apices tantum obtegentes; triplex dentium qualitas; mola- res dimorpht, ferinis nullis; antici spurit, postica tubercults acubis pluribus coronatt, supra subtusque hinc inde quator; in- cisive 2-6; mamme plures abdominales; penis vagina abdomint adherente imclusus. Placenta discordea. —Limn., Syst., 1758. Fischer, Synops. Mamm., 1829. Synonim.—Falculata.--llig., Prodr. Syst. Mamm., p. 123, 1811. Carnívora, Marsupialia, Insectívora, Cuv. et pluri- num Auctor. Si fundamento grande tiene la disgregación de estos mamíferos, del Orden de los Carniceros, ó Ferce, donde Cuvier los incluyó, su colocación entre los ineducables la razonan caracteres organográ- fico-psicológicos de primera importancia. Sin embargo, los elemen- tos que constituyen el orden no resultan tan hermanados como hemos visto lo están en el de los Murciélagos. Y en efecto, ¿qué semblan- zas de formas existen entre los Zalpide, Soricide y Erinaceide? Los primeros, organizados para minar, viven enterrados casi siem- pre en galerías tenebrosas, donde no les hace falta la vista; los se- gundos, andarines ó nadadores, son de formas normales, como su estancia sobre la tierra lo exige, y hasta tienen algún parecido con los mamiferos del siguiente orden; y por fin, ¿á cuál de las dos primeras familias se parece la tercera? Sólo á sí misma. La generalidad de estos mamiferos están provistos de extremi- dades, cuyos dedos son unguiculados y destinados para la progre- sión terrestre, no faltando alguno cuya membrana interdigital se extienda bastante para convertirlo en palmiípedo nadador, así como en otros, sus brazos cortos, robustos, con dedos dotados de uñas fuertes, largas y duras, en forma de palas, los constituyen en ver- daderos zapadores. El régimen de estos mamíferos, á pesar de haber- los considerado Cuvier cual insectívoros, no es así en todos, pues los hay, tales como los Erizos, que hasta de frutas se alimentan, re- sultando por esto también poco feliz la clasificación del sabio fran- cés, pues son muchos los mamíferos de otros Órdenes que se alimen- tan, quizás más que éstos, de insectos. Su dentición ofrece la ano- malía de no poderse dividir claramente en tres clases la fórmula — 435 = dentaria cuando es completa, pues los caninos verdaderos son dien- tes espúreos que no se parecen á los de la generalidad de los mamí- feros. Los tubérculos de las coronas molares son más ó menos agudos ú obtusos, y el aspecto de algunos de estos animales es tan pare- cido al de ciertos roedores, que el vulgo los confunde, y les ha dado nombre en consonancia con ello. Tal sucede con la Mus-araña, base de un género admitido por los mismos naturalistas, Brison, por ejemplo, quien en su Rezno Animal lo denominó Musaraneus, cual si estuviese relacionado con el ratón. No es grande el número de tipos diversos que tiene este Orden en nuestro continente, y son mucho más ricas las faunas africana y asiática meridional, donde existen Géneros, Tribus y hasta Fami- lias nunca halladas en la de Europa. Las relaciones de forma de este Orden, siguiendo una clasifica- ción metódica, resultan naturalmente mayores que con los mamífe- ros educables, con otros placentarios ineducables, y hasta exte- riormente existen con ciertos Marsupiales que, antes de ser bien conocidos, equivocadamente tomaron como insectívoros algunos na- turalistas Célebres, tales son los Myrmecobius y Didelfos, que real- mente representan en su grupo á las Bestie monodelphee. Fama TALPID A. (Gray, Ann. of Phal., xxv1, 1825.) Artus antict fossores.—Bonap., Consp. Syst. Vert., p. 255. Synonim.—Talpú.—V. d'Azyr, Syst. Anat., 1792, SUBFAMILIA TALPINE. (Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825.) Rostrum productum.—Bonap., Consp. Syst., etc. Synonim.—Talpoides. —Lacep., tabl. 1803. (De Talpa, el topo; cidos, forma.) GBNus TALPA, (Linn., Syst. Nat., 1, 1735.) Dentes primores ] integerrimt, sub-cequales, incisores; la- 8 o A A 3 ; e 11 mart py distincór, primoribus longiores; molares Ap E antict quator ubrinque utrinsecus spurti, unicuspides; postremt bres britores tri eb multicuspidats. In totum 44. Rostrum produc- — 436 — bum; nasus proboscidews, carbilagineus mobilis, apice bruncabus. Pedes plantigradi breves pentadactyli. Ungues falculares, anbt- pedum labiores, fossorít, validissimi. Mamme apertce, 6 abdomi- nales. Oculi minubt. Auricule nullce. Corpus pili tectum. Cauda brevis. Subterranee, insectis, vermibus, fruentes; auditu bac- buque perfectissimo preditre. TALpPA EUROPA. (Limn., Syst. Nat., 1.) Apertura palpebrali extante, minima; denbibus omnibus cequalidus.—Bonap., Faun. Ital. Caput rostro attenuato, rufescente; corpus anbice crassium, musculosum, postice vis graciltus. Pili breves, densi, mollissi- mi, nigricantes. Cutis tenaz. Pedes antici oblique positt, latr et quasi manus. Pedes postici minores. Digitis quinque. Subte- rranea, antro cuniculo clauwso. Terram fodtt celerrime palmas, plantis terram removeb rebrorsum. Precipue acbiva paullo ante pluviam. Tempore sicco magis descendit intra berram. Victitab vermibus, insectis, radicibus. Olfactu forbissimo gaudet. Nidum parate musco paullulum infra superficiem terre, in loco elevato. Parit Mato mense, quator pullos aut quinque, eb forte pluries per annum. Cotit fine hiemis. Longitudo corports circiter quin- que pollicum, caude vix poll. 1.—Erxl., Reg. anim., p. 116. A la frase anterior precisa añadir algunos otros caracteres nota- bles y fijos por lo que tengo visto, y son: Apice rostri, pedes, com daque fere nud?, rare pilost; cube rosacea; palm callose. VarIeTaTEs: a. Albo-maculata. 6. Tota alba. y. Flavescens. 8. Supra splendens grisea, subtus flavescens. Synonim.—Acrdodaz. Aristót., Hist. anim., 1, C. 2, n. 15. Talpa.—Plim., Hist. Nat., x1, c. 27. Talpa caudata.—Kram., Austr., p. 314. Talpa vulgaris.—Brisson, Reg. an., p. 250. Vulgo. —Topo, en castellano, valenciano y mallorquín. Talp y Top, en catalán. Toupa, en gallego. Satorrá, Satsurid, en vascuence. Toupetra, en portugués. El Diccionario de la Academia define el Topo diciendo: «Ani- malejo semejante al ratón, el cual tiene sobre los ojos continuada la — 437 — piel, y habita debajo de tierra». Explicación muy incompleta y que podría aplicarse á los Arvícolas. “Mejor que la del léxico español, y bastante de acuerdo con la frase latina que dejo consignada, es la siguiente descripción del Topo que presenta Valladares en su Diccionario Gallego-Castella- no, art. Toupo: «Mamitero del tamaño de un ratón, con cuerpo re- choncho y cubierto de pelo negruzco, suave y tupido; cuello y miem- bros cortos; cabeza con hocico afilado y terminada por un huesecillo recto y fuerte, que forma una especie de cuchilla movible, á propó- sito para romper y taladrar la tierra; ojos pequeños y casi ocultos por los mechones del pelo; brazos muy cortos, sólidos y con manos anchas, dirigidas hacia afuera y terminadas por cinco grandes uñas que envuelven los dedos, propias para socavar y apartar la tierra; oído muy fino, aunque la oreja no tiene pabellón; olfato bien des- arrollado; y en cada mandíbula cuenta con 22 dientes. Vive en ga- lerías subterráneas, que abre con gran rapidez, y con un diímetro medio de cuatro centímetros, al salir el sol, al medio día y al ano- checer, para ir en busca de alimento, que lo forman los gusanos y larvas de insectos. El topo era muy apreciado en la antigiiedad por los augures y adivinos, y todavía hoy, en Galicia, el vulgo le atri- buye virtudes curativas, siendo la principal que aquel cuya mano haya ahogado á un topo apretándolo por el cuello, cura, con sólo el contacto de la misma mano, los cólicos y el dolor de muelas». Deschanel et Focillon, en el Dictionnaire des Sciences, con- cluyen su definición de la Talpa Europea, diciendo: «Tiene 16 cen- tímetros de longitud contando la cola, que mide tres y medio, y el pelaje es generalmente negruzco aterciopelado; pero hay individuos blancos, grises y amarillentos. La hembra pare dos veces al año, después de un mes de gestación, cuatro ó cinco hijuelos, sin pelo, del tamaño de garbanzos, con piel rojiza y muy débiles». Conocido este mamifero desde tiempo remoto, mucho se ha es- Crito acerca de él por naturalistas y agricultores, para describirnos su organización peculiar, á propósito para sepultarse bajo el suelo “en busca de alimento, lo que, desconocido por los labriegos, en vez de agradecer al Topo los beneficios que les hace destruyendo las mi- llaradas de insectos, de gusanos y moluscos que á mansalva aniqui- lan sus plantíos, le imputan equivocadamente grandes perjuicios, y lo persiguen de muerte en vez de agradecérselo. Verdad es que — 438 — también en los campos vive otro huésped, algo parecido al Topo por su porte y costumbres minadoras, pero de índole dañina por ser fitó- fago roedor, cuya coincidencia es sin duda la causa del error que padecen los labradores, sl bien no faltan algunos camperos avisados que saben establecer la diferencia entre el Topo verdadero y el Ratón- topo ó Arvícola de los naturalistas zoólogos. El Topo es común en toda la Península ibérica. Nuestro Huerta, y Funes, al hablar del Topo, refieren sus costum- bres minadoras y entomóphagas, y nada de perjudicial le achacan; Asso dice en su Introductio in Zoologiam Aragontce, p. 571, «in agrís frequens». El Padre Sarmiento y Seoane lo citan en Galicia; Machado, en Andalucía; Martínez Reguera, en Sierra Morena; y en mi Catálogo de Mamiferos de la provincia de Madrid se- ñalo su mayor abundancia en la región carpetana submontana. Ade- más lo he visto en muchas partes de Cataluña, de Valencia y de Asturias; lo he recibido de Navarra y provincias Vascas, pero no de las Islas Baleares, donde tampoco veo lo citen ni Ramis ni Barceló en sus respectivas publicaciones; chocándome igualmente no verlo mencionado por el Capitán Loche en su Catálogo de los Mamiferos y Aves de la Argelia, que tantas especies de nuestra Fauna contiene. TALPA CCA. (Savi, Mem. sopra la Talpa de Pisa, 1822.) Apertura palpebrali nulla; dentibus incisivis mediis majo- ribus.—Bonap., 1n Faun. ltal. Muy parecido al Topo común, se distingue, además de su ce- guera absoluta y la desigualdad entre los incisivos medios y latera- les, por tener más angosto el hocico en la punta, pero con mayor base; y ser los pelos de los labios, pies y cola de color más claro ó completamente blancos, en vez de grises. Mr. Trouessart establece las diferencias entre ambas especies, hoy admitidas á pesar de su gran parecido, del modo siguiente: «Topo de Europa.—Ojos bien aparentes, visibles y con pár- pados movibles. La longitud de la jeta apenas excede de la anchura del extremo anterior del hocico. Los incisivos superiores son todos de igual longitud. El segundo premolar superior es Casi tan grande como el tercero; el segundo premolar inferior no es sensiblemente menor que el tercero. Los labios, pies y cola tienen los pelos grises». «Topo ciego. —0Ojos cubiertos por la piel, privados de párpados é 1 | y 3 ¿ . : — 439 — imperceptibles al exterior. La longitud de la jeta es casi doble de la anchura del extremo anterior del hocico. Los dos incisivos superiores medios son casi dos veces más anchos que los laterales. Los segun - dos premolares, superior é inferior, son mucho más pequeños y débi- les que los terceros. Los pelos de los labios, pies y cola son blancos». La magnitud de esta especie es casi igual á la común, y con tal parecido que, sin un examen detenido, á primera vista no se distin- guen; son también iguales sus costumbres, y por tales circunstan- cias estoy persuadido que su hibridismo puede producir razas fecun- das, que unifiquen ambas especies, no consideradas independiente- mente hasta que la perspicacia de Savi vino á distinguirlas. De nuestros naturalistas españoles, sólo citan la Talpa caeca en sus publicaciones Machado y Martínez Reguera, ambos en Andalu- cía, siendo muy común en la Fauna Matritense por lo que he visto, y, con fundamento, creo lo será también en todo nuestro litoral Me- diterráneo. Fama Sor1cipa. (C. L. Bonap., Synops., 1837.) Artus singulz vel ambulatores vel natatores; cutis pilosa.— Bonap., loc. ct. Synonim.-—Sorici.—V. d'Azyr, Syst. Anat., 1792. Soricide.—Swains., N. 24. 0f Quadr., 1835. SUBFAMILIA SORICINA. (Gray, Ann. of Phil. , xxv1, 1825.) Rostrum abtenuatum; dentes incisiv? imfra supraque duo; canini nulla; auricule; pedes fissv.—C. L. Bonap., loc. cit. Selys-Longchamps, en sus Hsóudios micromammalógicos, Ó sea «Revista de las Musarañas, Ratones y Arvícolas de Europa», em- pieza por señalar los caracteres que son comunes á los diversos gru- pos de Musarañas, los cuales pueden considerarse como aplicables á la Subfamilia cuya frase acabo de dar, caracteres que presento por vía de ampliación, reproduciendo lo escrito por el célebre natura- lista belga. «Fórmula dentaria: Incisivos = Premolares, falsos caninos ó Dr AE 3-3 , 4-4 ,5—5 4—4 incisivos laterales a O Molares 33" En total, 28, 30 ó 32 dientes». — 440 — «Ambos incisivos superiores intermedios ganchudos, con talón muy desarrollado. »Los dos inferiores largos, cortantes, lisos ó dentellados, sin en- corvarse en su extremo. »Los dos incisivos laterales superiores mucho más pequeños que los intermedios, lo propio que los caninos. »Los molares verdaderos con sus coronas anchas erizadas de pun- tas pequeñas. » Los incisivos laterales ó falsos caninos superiores, llamados así por Desmarest, que se conocen también con el nombre de dientes intermedios, están colocados entre los dos grandes incisivos y el primer molar verdadero erizado, y atendiendo á la disparidad de formas de tales dientes intermedios, tenemos que convenir en que en la mandíbula superior no hay más que dos incisivos, y Cuatro molares verdaderos en cada lado, y que los 3, 4 ó 5 pequeños in- termedios serán en parte incisivos laterales, caninos ó premolares, según sea el punto donde estén situados, siendo su forma igual. Prescindiendo de tales anomalías dentarias, que no han dejado de contribuir á crear confusiones, la Subfamilia de que tratamos reune los caracteres comunes siguientes : Cabeza cónica y terminada en hocico muy prolongado, cuya nariz sobrepasa mucho á la mandíbula inferior, y el rhinarium, que está dividido por un surco central muy visible, es movible á voluntad del animal. Concha auditiva ú oreja externa, pequeña y algunas veces hasta exigua. Ojos pequeños. Extremidades propor- cionadas entre sí, más bien cortas que largas, plantigradas, pen- tadáctilas y libres, con dedos que terminan en uñas algo ganchudas, impropias para remover el snelo. Á veces, una glándula odorífera debajo de los costados. Seis ú ocho mamas inguinales. Cola de me- diana longitud, todo lo más la del cuerpo, casi cilindrica, y algo comprimida. En el esqueleto pueden observarse: el esternón ancho y sin quilla; las clavículas pequeñas y débiles; el radio y el cúbito independientes, y la tibia y el peroné soldados en sus extremidades inferiores. í Las anomalías que ofrece la dentadura de los Soricinos ha dado lugar á muchos errores y controversias en su determinación gené- rica y hasta especifica; y tanto, que hay especie, la más común de todas, que ha pertenecido al género Sorex, de Linn.; Crosso- — 441 — pus, de Wagl.; Amphisorez, de Duver.; Crocidura, de Gray, y Musaraigne, de Geoffr. Saint Hilaire; llegando las discordancias tan allá, que ha habido autores que al mismo animal lo han bauti- zado con tres y cuatro nombres diferentes. Linneo, en la Fauna Suécica, llamó primero á la especie en cuestión Sorex vulgaris, y más tarde, en la segunda edición de la misma obra, Sorez araneus. Becht.. .—Sorex fodiens, Naturg. Deutschl., 1, p. 882. Sorex eremita, Abbild. Cent., 1, p. 22, tab. 10, f. 2. Sorex cunicularius, Naturg. Deutschl., 2, ed. 11, pá- gina 879. Wagler. —Sorex melanodon, Isis., 1832, p. 54, junior. Sorex concinum, Ísis., 1832, p. 54, sp. 3, adult. Soresw rhinolophus, Isis., 1832, p. 54, sp. 4, senes- ceus. Jenyns..—Sorezx rusticus, Ann. Nat. Hist., 1, p. 423, sp. Je Sorex tebragonurus, Ann. Nat. Hist., vt, p. 2. Sorex castaneus, Ann. Nat. Hist., 1, p. 43, sp. 2. Ranzani.—Sorice tebragonuro e Sorice vistretto, Elem. Zool. Mamm., 1, p. 218, sp. 3, adult. et sp. 4 junior. - Véase, pues, á qué términos llegan las cosas cuando el natura- lista descriptor no fija su atención en el conjunto de caracteres, y se deja llevar por notas que, aunque sobresalen, carecen de fijeza. La fórmula dentaria, que tanta importancia se le ha dado en los ma- míferos, está sujeta á variaciones morfológicas y numéricas, perió- dicas y hasta accidentales, sobre todo en los incisivos de los Quei- rópteros y Bestias; y en esto está la causa de las discrepancias de los pareceres, que han dado lugar á las equivocaciones padecidas por eminencias científicas de tanta importancia como las que he señalado. Además, los Soricinos constituyen un grupo tan natural por su parecido, que no es fácil á primera vista distinguir unos de otros: todos son pequeños, y la diferencia de talla sólo, si algo vale, es en la edad adulta de los animales; coincidiendo en éstos, para inducir en error, que las especies mayores, cuando son jóve- nes, no tienen su fórmula incisiva aun bien determinada; y así, cuantos los creyeron completamente desarrollados, incurrieron en el error de tomarlos por animales distintos de los que realmente eran. El poco valor que por lo general tiene la coloración del pelaje, — 442 — que además es bastante uniforme en las musarañas, tampoco puede servirnos para diferenciarlas. GHENUS SOREX. (Selys Longchamps, valde reformato.) Apice omntum dentium plus minusve colorato. Awriculce brevissime, oculto a pilis obtecta. Corpus vellere denso ub in talpa vestibum. Synonim.—Sorex, Linn., Gmel., Pall., Cuv., etc. Sorex, Crosopus, Vagl. Amphisorex, Hydrosorex, Duver. Crocidura, Myosorex, Crosopus, Amphisorex, Gray, 1837. Musaraigne d'eau, Part des Musaraignes terrestres, Geoffroy Saint Hilaire. La frase Linneana del género Sorex, «Dentes primores supe- riores 2, bifidi, inferiores 4: intermeditis brevioribus. Laniarit utrerque plures», no es aplicable de un modo conveniente á aquellas especies que, después de segregadas de otras que han servido para constituir nuevos géneros de Soricidos, hoy se les reserva aquel nombre primitivo; y por eso ha sido preciso redactar la que enca- beza el presente párrafo. Wagler aun divide el nuevo género Sorex en Primer Subgénero.—SorEx. (Wagl.) Synonim. —Amphisorex, Duvern., 1838. Hydrosorex, Duvern. partim., 1834. Crocidura, Gray. Dentes incisivi inferiores, facie dentata, ambi-dur supert, furcabi. Dentes parvi inbermedii 5, rare 4, plus minusve in apice coloratt, eb in diminutione graduali a promo usque ad ulbimum; in tot. 30 vel 32. Cauda uniformis, paullulum quadrata in adultis; terebiuscula eb paullulum constricta ín bast in juntori- bus; pilas brevibus equalibusque coperta. Digiti fere nuda, sine fimbriaviliis rigides. ' SOREX TETRAGONURUS. (Herm.) Supra nigro-fuscus, lateribus dilutioribus; gastreeo grises- cente; auriculis parum conspicuas; cauda terebi-aut quadran- did Ba po — 443 — gulart, dense eb breviter pilosa, apice sub pentcellata.-—Schinz, Synop. Mamm., p. 266. Sorex mediocris, fuscus, plus minus rufescens vel nigres- cens, subtus cinereus, fascia rufa ubrinque laterili: oculis me- dis infra apicem rostri el aures. Cauda parum breviore trunco, subquadrata, subequilata. Long. tot. caud. exclus. 2, poll. 1 lin.; capitis, 10 lin.; au- ricule */, lin.; caudece 1 poll. Y lin.; antibrach. 5 lin.; ped. ant. 4 lin.; extr. abdom. 6 5 lin.; ped. post. 5 7 lin. Synonim. —Sorezx vulgaris, Linn., Faun. Suec. — araneus, Linn., Faun. Suec., edit. 2.* — cunicularius, eremita, fodiens, Becht. — constrictus, Geoffr. (nec Hermann). — melanodon (juvenis).... — concinnus (adultus)..... ) Wagler. — rhinolophus (senex).... — coronabus (varietas) Millet. — Hermannt (senex) Hollandre (nec Duvern). — labiosus, Jenyns. Vulgo. —Musaraña, Musgaño, en castellano, Musoaño, según : Huerta. Mogaño, en Sierra Morena. Tau, Taup, en catalán. Musarañe, en gallego. Basacud, en vascuence. Musaranha, en portugués. d El Diccionario de la Lengua define los dos nombres primeros, concertándolos, y considera la etimología como clara: Mus-Ara- neuzx, ó sea Ratón-Araña, ya que el animal parece un ratón por -su figura, y su agilidad es tanta que sube, según explicaba Huerta, «por los filos de una espada, como una Araña» (1). Menos signifi- (1) Nuestro amigo y compañero de Academia, D. Daniel de Cortázar, entiende son falsas todas las etimologías que para Musaraña han presen- tado hasta ahora los lexicólogos, pues mientras los franceses y españo- les han procurado explicar el nombre diciendo que el animal es un ratón que puede compararse por su agilidad con una araña, los portugueses en- tienden debe el calificativo á su gran afición á comer arañas. Procede todo esto de que los latinos, Plinio entre ellos, consignaron la voz musaraneus — 444 — cativa la palabra Musgaño, es donde, sin embargo, explica el Diccio- nario al mamífero de que tratamos, pero lo caracteriza mal, porque ni tiene diez pulgadas de largo su cuerpo, como dice, contentán- dose con dos; ni otras tantas la cola, que no mide más que las 3/4 partes de las que se señalan, ni es ésta siempre cuadrada, carác- ter que únicamente se ve en los individuos viejos; y ni, por fin, tampoco es fitófago, pues Cuvier no lo hubiera colocado en la fa- milia de los Carniceros entomófagos, ó sea insectívoros, si la ali- mentación hubiera sido vegetal, como se asegura en la explicación del Diccionario. Tal vez estos errores desaparezcan en la próxima edición del lé- xico, pues se ha propuesto á la Academia la siguiente definición para el Musgaño: «Mamifero insectívoro, cuya Cabeza y cuerpo re- unidos miden apenas seis centímetros de longitud, y tres más si se cuenta la cola. Es un gracioso animalito de olor almizcleño, cabeza chica, hocico agudo, pies pequeños, pelaje fino y espeso, gris rojizo por el lomo, blanquecino por el vientre, y cola comprimida lateral- mente, con pocos pelos cortos y fuertes. Suele hallarse en España y se alimenta principalmente de insectos». Diré yo que la coloración del pelaje, carácter más que ningún otro variable, es, por regla general, de un pardo obscuro ó rojizo, según los individuos, pero los hay leonados, casl negros, y comple- tamente blancos. La cola, que tiene grueso casi igual en todo su por haber estropeado el conjunto de las dos palabras griegas p.0s y Ugal, que, después de traducidas aisladamente en latín por más y sorex, hubieron de reunirse formando músoréxanus; compuesto que con facilidad perdió la silaba átona, tanto más cuanto que á ello conducía fatalmente el deseo, siempre manifiesto en el hombre, de encontrar significado claro en las pa- labras, y se tuvo así primero musoraneus, é inmediatamente musaraneus. Que el nombre de Vpx¿ es el primero que los griegos emplearon para el musgaño , lo explica Forcellini en el artículo Sorex de su «Totius latinita- tis lexicon», diciendo: «muris genus est rostro suillo», y lo confirmó Lin- neo teniendo, de seguro. en cuenta para ello que la musaraña se deno- mina en las lenguas del Norte Spitzmaus, esto es, ratón de hocico prolon- gado, y por otra parte la confusión de los latinos aparece clara viendo que no se ha transmitido al italiano el musaraneus con nada semejante. En resumen, la musaraña española, la musaraigne francesa y la musa- ranha portuguesa, son derivaciones de las voces latinas mus y sorex, ó mejor de las griegas pÚús y Uoz£. — 445 — largo, es cuadrangular en los individuos viejos, mientras, en los jóvenes, tal carácter no es aparente; circunstancia que ha inducido en error á algunos zoógrafos para crear una especie falsa. Losdien- tes, que en su filo son muy dentellados y pardo-negruzcos en los individuos jóvenes, en los adultos, y sobre todo en los viejos, están decolorados, y su corte es liso, por haber desaparecido con el uso las puntitas ó dentellones. De manera, que todos estos cambios que ocurren con el transcurso del tiempo nos previenen para tener gran cuidado al hacer la determinación específica de tales mamiferos. Yo creo que existe en nuestra Fauna la verdadera Musaraña que Linneo llamó Sorex vulgaris primero, y después Sorexw araneus, pues además de haberlo afirmado Rosenhauer, me parece haberla recogido y tenerla entre los Sorex que conservo, con su pelo ater- ciopelado, los pies casi desnudos, y las glándulas odoríferas; pero, después de lo que ha sucedido á los grandes maestros, tampoco me extrañaría estar equivocado, aunque lo dudo. Pudo estarlo Asso, y lo está Seoane, que da como especies distintas el S. fefragonurus y S. constrictus de Herm., sinónimos del Sorex araneus, según que - da dicho. El estudio micromammalógico, como lo llama mi antiguo amigo y colega Selys, está muy atrasado en España, y, á pesar del trans- curso de cincuenta años pasados desde que dicho naturalista me in- dujo á que lo emprendiera en la Península, ofreciéndome su ayuda, que no he dejado de aprovechar en varias ocasiones; y después de haber molestado á mis muchos discípulos dispersos por todas las pro- vincias, y haber recibido ejemplares, mandados: de Andalucía, por Amor, Salvador y Machado; de Murcia, por Guirao y Cánovas; de Valencia, por Vidal y Cisternas; de Galicia, por Macho Velado y Rios Naceiro; de Navarra, por Cayuela; de Guipúzcoa y Vizcaya, por Mieg; de Granada, por Sáinz Gutiérrez; de Zaragoza, por Fe- rrando; de Valladolid, por Pereda; de la Rioja, por Zubias; de las Baleares, por Estelrich y Zafortesa, y de Portugal, por Bocage; y después también de haber recogido por mi mano cuantos pude en todas partes, disto mucho de creer que he conseguido conocer to- dos los que pueden incluirse en nuestra Fauna, de la cual no habré visto algunos, y hasta quizás verdaderas especies nuevas. Es, pues, lo. cierto que aún queda materia de exploración científica para los que en tal tarea me sucedan; pero entre tanto, aunque no sea com- => dl == pleto, consigno cuanto he comprobado, esperando que, poco á poco, otros ampliarán mi obra. Segundo Subgénero.—CrossoPus. (Wagler, Isis, 1832. De xpocsós, fimbria, y rods, pedes.) Dentes incisivi inferiores acie non denticulatá, loevi; supe- riores uncint, dur, parvt, sequentes equales, terbius minor, eb quartus rudimentartus. Apice incisivt eb molartum rubente. Formul. dent. 30 in tot.; intermed., super 4. Auriculce vt- llosce, pilis brevioribus. Cauda plus minusve partúm compressa, pilas brevibus, equalibus, callosis vestita. Pedes labi, nataboris, ad marginem ciliis rigidis fimbriatz. CrossoPus FoDIENs. (Wagler, Isis, 1832.) Grandiculus, niger, ventre lateribusque abrupte albis; ma- cula postoculart alba; cauda corpore equilonga, compressa. Long. total, 5 poll. 5 lin. Corporis, 3 poll. 2 lin. Caud. 2 poll. 8 lin. Capit. 10 ; lin., ex apic. rostri ad ang. post. ocula 1 lim. Auricul. 2 lin. Antibrach 5 = lin. Ped. anter. 5 lin. Ped. post. 9 7 lin. Synonim.—Sorez fodiens.—Pall. in Tabul. 2ned., 1755. Sorex Daubentont.—Erxl., Syst., p. 124, sp. 5. Sorex aquaticus Daubentont.—Herm., Tab. Anim., p- 79, sp. 4. Sorezx carinatus.—Herm., Tab. Anim., p. 19, sp. 4. Sorew hydrophilus.—Pallas, Zoogr. Ros., p. 130. Sorex bicolor.-—G. Shaw., Vat. Misc., tab. 10. Sorezx fluviatilis. —Becht., Natur. Deutschi., p. 882. Soresw macrurus. —Lehmann., Observ. Zo00l., 1, p. 2, sp. 1. Sorez leucodon.—Geoff., Ann. Mus., xvi, p. 181, sp. 5. Sorex Hermannt.—Duvern., Mem. Soc., Strasb., 11, p. 25, sp. 1. Sorex stagnalis, S. rivalts, et S. natans. — Brehm., Orntt. Sorex musculus, S. psilurus.—Wagl., Isis, 1832, sp. 1, et 2, junior. Crossopus Daubentont. —Gray, Pr. Zool. Soc., 1837, PO iO: — 447 — Sorezx nigripes.—Melchior, Anim. Dantc. Sorex (crossopus) fodiens, de Selys, Micromamm., pá- oina 24, sp. 4. Musaraneus aquaticus.—Briss., Reg. Anim. Quadr., p. 127, sp. 9. Amphisorex Pennatr. —Gray, Proc. Zool. Soc., 1837, PL OO: Toporagno acquatico.— Aless., Quadr., ur, tab. 104, figura 2. Más de veinte nombres diferentes para una misma especie, confir- man la confusión que he dicho ha reinado en el estudio de los ma- miferos diminutos. Añádase á todo esto la que producen las varie- dades especificas, cuyas insensibles transiciones son apenas apre- ciables de unos tipos á otros; de los que cuatro se reconocen para sólo el Cross. fodiens, los mismos que señalo con letras griegas á continuación : a. Con el vientre amarillento, y poco marcada la separación de la coloración dorsal y del abdomen. 6. Con un penachito de pelos en las orejas. Y. Difiere del tipo primero, sólo por ser una cuarta parte mayor. 5. Carece de mancha blanca detrás del ángulo externo del ojo. La existencia en nuestra Fauna del Cross. fodiens está com- probada en las provincias costaneras del Cantábrico, y Seoane nos dice que es común en Galicia. Es posible que se encuentre también en las regiones pirenaicas del alto Aragón y Cataluña; pero lo más notable de todo es que se halle en los riachuelos de Sierra Morena, según asegura en su Fauna el Sr. Martínez Reguera. CrossoPus CILIATUS. (Sowerby, Brit. Misc., tab. 49.) Grandiusculus, nigricans, infra gradatim fusco-cinereus; gula albida; apice auricularum albo; cauda basí quadrata, apice compressa, parum corpore breviore; pedibus griseo ad marginem, externum ciltabis. Orillas del Tormes, en Salamanca. Las dos especies españolas de este Subgénero, por la disposición de sus patas dispuestas para la natación, no es tan fácil confundir- las con las otras musarañas terrestres, y quizás al fin resulte que el Cross. fodiens y el Cross. ciltabtus vengan á ser la misma Cosa, — 448 — Gunus CrocIDURA. (Wagler, Isis, 1832, v.poxis, tomentum, et odg4, cauda.) Actes incisivorum inferiorum simplex, non denticulaba; su- periores uncini. Dentes parvi mandibulce superiort decrescentes. Formul. dent. 28 vel 30 in tot.; intermediar. super. 3 aut 4. Auricule ovales, vere nude, pilis longiores. Cauda corpore bre= vior, eylindracea, in apice attenuata, pilis longis supra incum- bentes, breves sparsim erectis. Pedes fere nud?. SuBGBNUS PACHYURA. (Selys Longchamps, Etud. de Micromamm., p. 88.) PACHYURA ETRUSCA. (Bonap., sp.) Minima, fusco-cinerea, subtus albida: cauda terebi-qua- drangulari, minime incrassata, corpore breviort, cinerea.—Bo- nap., Faun. líal. Supra e rufescente-cinerea, subtus dilube grisea; auriculis magnis porrectis; cauda rotundata, dimidio corpore multo l0n- giore, cinerea. —Schinz, Synops. Mammal., p. 270, Sorex ebrus- cus, sp. 15. Dentes 32: intermedit super: 4. Long. 1 pul. 9 lin. Cap. 1 > lin. Caud. 11 lin. Auric. 2 lin., ped. an. 2 lin., ped. post. 4 =. Synonim. — Sorex ebruscus. —Savi, 1822. Osserv. Nov. (Horn. Litt. Pisa., 1, p. 60, tab. 5. Crocidura ebrusca.—Ch. Bonap., Faun. Ital. Este pequeñísimo mamífero, cuyo peso llega apenas á 30 gra- mos, y es menor que algunos insectos, forma sorprendente con- traste en la escala zoológica si se compara con la Ballena ó el Kle- fante. La coloración de su pelaje es castaña clara por encima cuando los pelos están recargados, y más cenicienta si se levantan, por ser éste el color de la base y aquél el de las extremidades; la gargan- ta, cuello y pecho son cenizos, como el vientre; el hocico, de color de carne; la cola, casi tetrágona, va angostándose hacia la extre- midad, que remata en punta; sobre los cortos pelos recargados que la cubren se destacan de la base de cada vértebra otros bastante más largos y erguidos; cubre á los pies una pelusilla blanca; y las uñas son pequeñas y débiles. De un carácter notable en este animal me llama la atención no hagan mención los autores, y es el de los largos pelos blanquecinos y setáceos que en el hocico franjean el — 449 — labio superior, los que adquieren gran longitud relativa hacia la co- misura de la boca, y también en la región temporal, donde tapan la abertura del conducto auditivo. Nadie, que yo sepa, ha citado esta Musaraña en España, que me fué remitida primero por el Profesor de Historia Natural del Instituto de Lorca, Sr. Cánovas, hace más de cuarenta años. De los dos ejem- plares, uno es tan pequeño, quizás por ser muy joven, que no excede al tamaño de un Orictes nasicornis. Después la encontré yo en el Escorial, y últimamente los Sres. Boscá en Valencia, y Conde en Collado-Mediano; de manera que no sólo queda patentizada su exis- tencia en nuestra Fauna, sino que, además de hallarse en la región mediterránea ibérica, como en la italiana, alcanza alturas sobre el nivel del mar que no se suponían, pues está en el Escorial á mil metros de altitud, caso no excepcional, pues también Crespon y Gerbe dicen se encuentra en la meseta central de Francia. SUBGENUS CROCIDURA. (Wagl., Isis, 1832.) Formul. dent. 28 in tot.; intermedits superts 3. CROCIDURA ARANEA, (Selys Longch., Micromam., p. 34, sp. 2.) Mediocris, fusca, sublus gradatim cinerascens; oculo mint- mo, ante postito; cauda untcolore cinerea, dimidio corpore bre- viore, pilis longioribus, hinc inde inter brevissimos, rare spar- ; E ; h 6 sis; costarum paribus quatordecim; dentes omnes albt: 1. DE a P. m. Es de M. a Long. tot. 4 pol. 1 lin. Corp. 2 p. 8 lin. Caud. 1 p. 4 lin. Capit. 1 p. 2 lim.; apic. rostr. ad ang. post. ocult, 6 lin. Auricule long 3 - lin. Anti- brach. 4 = lin. Ped. anter. 4 lin.; poster. 3 5 lin. Synonim. scientif. —Sorex araneus, Schreb. Bech. Sorex russulus, Zimerman. Sorez pachiurus, Kuster in /sis. (Els Crocidura major (adaltus.)..... E Crocidura rufa (fem. adul. var.).. Wael. in /sís, 1832 Crocidura poli0gasira......o.o.o.. = 5 de 6 h Crocidura fimbriata (juvenis.)... EN Crocidura moschata (Jjuvenis.)... ) 2) — 450 — Sorez inodorus, Savi 10 litt. et in Mus. var. Sorew Gmelim?, Zoogr. Ross, VFisch. Sorex Guldensteedii?, Zoogr. Ross, Fisch. Sorex Suaveolens?, Zoogr. Ross, Fisch. La Musette, Daubent. La Musaraigne, Buffon. Vulgar. —Musaraña. De esta especie existen variedades albinas y moteadas, rojas y con el vientre blanco, y es preciso fijarse bien para no confundirlas con la especie siguiente. Es común en todas partes, hasta en los jardines de las casas, donde los gratos las matan, pero no las comen, por repugnarles el olor que exhalan. En el Escorial las he mantenido con lombrices y babo- sas en mi jardín. CROCIDURA LeEUCcOoDON. (Wagler, in Loc. cit.) Mediocris, fusca, subtus lateribusque abrupte albis; oculo grandiculo, retro posito; cauda bicolore, dimaidio corporis bre- viore; costarum partbus tredecim. Long. tot. 3 poll. 8 lin. Corpor. 2 p. 6 51. Caud. 1 p. 1251. Capit. 1 p. 1 51., ex apic. rostr. ad ang. post. oculi 5 1. Au- riculee 3 1. Antibrach. 3 5 l. Ped. ant. 3 7 1. Ped. post. 6 l. Tiene razón Bonaparte al decir que el carácter indicado por el nombre de Leucodon, dientes blancos, es común á todas las Croci- duras, no es diferencial por lo mismo, y distingue más á entrambas especies el tener la segunda el vientre blanco, mientras que es ce- niciento en la primera, y son también diferentes los ojos, pues en la C. aranea son pequeñuelos y antepuestos, y en la C. leucodon ma- yores y traspuestos. Además, en ésta el color es negruzco en el dorso y blanco en el vientre hasta la parte baja de los costados, terminán- dose el uno y el otro netamente en una línea fija, sin irse diluyendo; también el hocico es largo y más obscuro que en la especie anterior, y los pies son blanquecinos, algo cenizos en el borde externo. La C. leucodon es menos común en la región central que la C. aranea, por lo que he visto hasta ahora, encontrándose con más frecuencia en la parte de Levante. Muy poca importancia reviste todo lo que de las Musarañas de España nos dicen los naturalistas que de ellas han hablado, tanto — 451 — nacionales como extranjeros; sus citas apenas designan especies, y aun menos localidades fijas. Así, Huerta y Funes se limitan á hablar en general de la Mu- saraña Ó Musgaño, que por su nombre consideran como casta de ratón. Asso dice que el Sorex araneus: « Musaraña vel Musgaño habitat Cesarauguste, circa Epila». Seoane cita el Sorew ara- neus de Linn., el S. tetragonurus de Harman, el S. constrictus de Herman y el S. fodiens de Gm. como cuatro especies diferentes, siendo así que las dos primeras especies son dos nombres sinónimos, es decir, la misma cosa; y lo propio sucede con el 5. fodiens y el S. constrictus, que son individuos jóvenes del anterior, y además pertenecen hoy al Subgénero Crossopus de Wagler. Barceló sólo menciona la Crocidura aranea, que es de Selys-Long., y no de Blasius, como dice, manifestando ser muy rara en Mallorca y en Ibiza; pero que, sin embargo, fué encontrada por Cardona en Me- norca. Machado cita en su Fauna de Andalucía sólo dos Soricinos, el Sorex vulgaris Limn., ó sea S. araneus del mismo autor, y el So- rez araneus Herm., es decir, la Crocidura aranea de Selys-Long., y asevera que la primera habita en las casas de campo y la segunda en los terrenos sembrados de cereales. Martinez Reguera señala en su Fauna los Sorezx araneus de Linn. y S. Tetragonorus de Herm., que ya he dicho son la misma cosa; y además menciona el S. /Po- diens, que es el Crossopus de Wagjler. En fin, Cazurro ha dado como de la fauna matritense, entre los Soricinos, el Sorex alpinus de Schinz, lo que parece poco justifi- cado, pues el autor de la especie sólo la considera como peculiar de los riscos más elevados de los Alpes. SUBFAMILIA MYOGALINA. (C. L. Bonaparte, Syn., 1837.) Corpus extra sine jugulo apparente quamquam in squeleto perfecta sit regio cervicalis “1 vertebr. Rostrum proboscideum; dentes incisivi infra quator, duo supra, canint null?; auriculce nulle; pedes palmatt. Sin salir esta Subfamilia de la facies propia de los Soricidos, re- viste notables diferencias que le son propias y la distinguen de los otros grupos, mas sin hacerla perder la parentela claramente mani- fiesta por el conjunto de la forma. $ — 452 — GeENus MyoGALBa. (Fischer, Synop. Mamm., p. 250.) Dentes primores AH» Superiores robustissumt briquebi acuti; inferiores elongati, angusti; intermedir duo minores; molares spurtt ubraque a vert => cuspidati; in tot. 44. Proboscis rostri longa, depressa, cartilaginea, porrecta; mobt- lis nares in apice gerens. Oculi minuti. Auriculee nullce. Cor- pus fuscum, codario pilisque longioribus techum. Pedes 5-dac- tyli, palmati, plantigradi, podaríts denudatis, scelidum digibis exterius ciliatis. Plantc, callose. Ungues falculares. Mamme abdominales 8. Cauda compresa, anceps. Degunt prope rivos, cuniculos fodientes, bene natantes eb urinantes; insectis, hirudinibus, moluscis, babracis, piscibusque junioribus pascentes. Synonim. scientif. —Castor moschatus. —Linn., Syst. nat., t pág. 79. Muyyale.—G. Cuvier, Zabl. gener. de class. des anim. Lecons d'anat., t. 1. Myogalea. —Fischer. (Nomen Mygale, quum etiam ab Entomologís receptum sit, submutandum rabt, voca- bulum primitivum yuoyaken substtbuamus. Fischer, Sinop., p. 250.) Galemys.—Kamp., Eutw. G. Enr. Th.. (De yaA, mus- tela; pós, mus.) Caprios.—Wagl., Syst. de Amph.. (De xámpgros, aper.) Galeospalax.—Pomel, Arch. des sciences phys. eb nal., pág. 244. Paleospalax.—Owen, Hist. Brist. Mammals, p. 25. Desman.—Giildenst. Bescháft der Berl. naturf. Desman.—Buttf., Hist. nat., t MYOGALBA PYRENAICA. (Fischer, Synop. Mamm., p. 251.) Cauda corpore longiore, maximam partem cylindrica, a bast inde sensíim sensimque attenuata, apice verbicaliter compressa; vellere supra fusco, subtus cano. —Fisch., loc. cit. Cauda pilis brevibus incumbentibus eb fere penitus adhe- — 453 — rentibus vestita, ungues fere duplo longiores quam in M. mos- caba, digitz mantculorum semi palmati; digitus externus poda- rium multo lnberior quam tin illa; vellus sebis longis tomentoque composttum, facies nusquam alba. Long. capitis eb corp. 13%; caude 14%; capiis ab apice rostri usque ad basem occipucil 6", labib. rostri in apice 1"", in medio part. nuda 3%”, in base ejusd. 4””.—Geoftr., Ann. du Mus. d* Hist. Nat., t. xvi, p. 193, pl. 4, fig. 1. Tales medidas deben suponerse siempre p/4s, minusve, pues sa- bido es que son caracteres variables en una misma especie por cir- cunstancias individuales. (Véase la lám. 15.*, fig. A.) Synonim. scientif. — Mygale pyrenaica.—Desmar., Mammif., pá- ginas 154 y 244.. Mygalina pyrenaica.—E. Geoftr. Saint Hilaire, Lepons de mammaif., p. 45. Galemys pyrenaica.—Kaup., Mamm. G. Eur. Thie. Vulgo. — Almizclera, Rata almizcleña, Desmán, en Castilla. Rata d' aigua, Almesquera, en Cataluña y Pirineos. Aguaneira, Rato d' almiscle, en Galicia. El Diccionario de la Academia define regularmente el Des- mán, diciendo: «Animal mamífero, carnívoro, de unos veinte cen- tímetros de largo, hocico prolongado en figura de trompa, pelo es- peso y pardo y cola comprimida lateralmente. Labra largas galerías á orillas de ríos y pantanos, nada con facilidad y se alimenta de insectos acuáticos. Despide fuerte olor á almizcle». También el Diccionario Enciclopédico Hispano- Americano que está en publicación en Barcelona, dedica un artículo al Desman (1) y, después de estudiar la especie de Suecia y Rusia, dice hablando de la Pirenaica: «El Desmán de los Pirineos, conocido en España con el nombre de almizclera, mide 27 centímetros de largo, de los cua- les corresponden poco más de la mitad á la cola. Tiene el pelo de color pardo castaño en el lomo, gris obscuro en los lados, y gris plata en la parte inferior del vientre, cuando el animal está su- mergido en el agua. Los labios de la trompa llevan una especie de bigote pectineo blanco; en las extremidades delanteras los pies son (1) Téngase en cuenta que Desman es un nombre sueco, corrompido de Der maus (el ratón). Y o pequeños, y grandes en las posteriores, todos palmeados. La cola es parda con pelos blanquecinos. Se ha creído durante mucho tiempo que esta especie no existía sino en los Pirineos; pero D. Mariano de la Paz Graells, profesor de la Universidad de Madrid, la ha encon- trado en la Sierra de Gredos y otros puntos del centro de la Penín- sula, y es probable, por tanto, que se halle extendida por todo el Norte de España». Lo cierto de esta apreciación está justificado ya, pues Valladares, en su Diccionario Gallego-Castellano, Santiago, 1884, dice en el artículo Rata d'auga: « Aleunos dan también los nombres de 4gua- dana, Aguana, Aguanetra, Rata d'auga, Rato d'almiscle, á la Mygale pyrenaica; mamifero perteneciente al orden de los insec- tivoros, y no desconocido en la provincia de Lugo. Vive ordinaria- mente en el agua; sale á tierra muy rara vez y, con la forma gene- ral de las musarañas, tiene los pies palmeados, una trompa móvil, y en la base de la cola unas vesículas de las que mana un licor - que, derramándose por todo el cuerpo, forma á modo de barniz im- permeable de fuerte olor á almizcle; barniz que favorece mucho al animal para su vida acuática. Persigrue á las sanguijuelas, y, remo- viendo el limo con su trompa, coge gran porción de larvas y gusa- nos que come dentro del agua. Nunca se le ve nadar en la super- ficie; anda por el fondo de los ríos y lagunas con la misma facili- dad que los demás mamiferos sobre tierra; su piel es finísima y de color pardo-amarillenta por encima, y grísea por los costados, acla- rando hasta ser casi blanca en el vientre. Tiene el rato d'almiscle de doce á trece centímetros de largo entre cabeza y Cuerpo, y Cca- torce en la cola, que en su arranque es redonda, y comprimida late- ralmente en las tres cuartas partes últimas, tomando el aspecto de la de las anguilas. Hace en tierra su madriguera, dándola entrada por debajo del agua, y la hembra pare por la primavera de seis á ocho hijuelos, que no conduce al agua hasta que los conceptúa bastante fuertes ». Mr. Eugene Trutat, director del Museo de Historia Natural de Tolosa, ha publicado en 1891 una Memoria interesante titulada Essai sur Histoire naburelle du Desman des Pyrénées, que es el trabajo más completo que sobre tal mamífero he leído, pues no sólo contiene todo lo relativo á su morfología externa , sino á la interna y hasta á la anatómica micrográfica, refiriendo las costumbres de — 455 — tan curioso Soricino y su distribución geográfica, que por lo que se refiere á España tuvo á bien consultarme. Es el trabajo en cuestión más detallado y exacto que el dado á luz en 1884 por el profesor de Historia Natural de Angers, en el cual se expone que el Desmán de los Pirineos habita en gran parte de la Península Ibérica; datos que yo había publicado 30 años antes. Después de lo que Troutat consigna en su escrito, poca cosa puede añadirse sobre la rata almizclera; y como copia la frase descriptiva de Fischer, que yo también acepto, sólo para completarla señalaré por mi parte aquellas notas verdaderamente diferenciales que son características y peculiares de cada una de las dos especies hasta hoy conocidas en el género Myogalea; pero antes consignaré que recientemente Mr. Oustalet, ayudante de la clase de Zoología en el Museo de Historia Natural de París, en la sesión general cele- brada el 27 de Diciembre de 1895 por la Sociedad Nacional de Acli- matación de Francia, leyó una Memoria titulada Le Desman des Pyrénées, que no es más que una recopilación de lo publicado por Mr. Trutat en su libro más arriba citado. La Memoria de Oustalet está publicada en la Revue de Sciences nabwrelles, número del 27 de Diciembre de 1895, y en ella cita mis observaciones hechas en España sobre este mamífero y publica- das en las Memorias del Mapa Geológico desde el 50 al 52, las mis- mas que comuniqué al antes mencionado Director del Museo de Tolosa. Dos especies hay de Desman, y prescindiendo del tamaño, que en la M. moscovita es más que doble que el de la M4. pyrenaica, con sólo los caracteres que respectivamente ofrecen las colas basta para distinguir ambas especies. Myogalea moscovita: Cauda corpore breviore, compressisima. Myogalea pyrenaica: Cauda corpore longiore, maximé parte cylindricd. » Esto entendido, voy á hacerme cargo de algo de lo que Mr. Tru- tat consigna en su descripción y con lo cual no estoy acorde. Dice: «La parte desnuda del hocico ó trompa es más extensa en la M. moscovita que en la pyrenaica». Esto en los varios ejemplares que yo he examinado, que no son pocos, encuentro son de largo iguales; no así en la forma, que difieren bastante, pues en la última especie el extremo se ensancha, y tiene las ventanas de la nariz — 456 — ovales con el eje mayor transversal, en vez de ser en forma de coma vuelta al revés, como las tiene la M4. moscovita. «A cada lado, por debajo de la parte desnuda de la trompa, se ve una serie de pestañas agudas y tiesas, las cuales se dirigen de delante hacia atrás y afuera en incremento sucesivo hasta alcanzar 85" de largo». Yo no he observado en ningún individuo que pasen de 20”” las mayores, y la serie termina hacia la mitad del labio superior y ya en la parte vellosa, formando á modo de pincel las cer- dillas más largas, que también existen debajo de la sínfisis de la mandíbula, en forma de perilla. «En la M4. moscovita, un surco longitudinal divide en dos mi- tades la parte desnuda de la trompa, lo que no existe en la M4. py- renaica». Tampoco encuentro esto cierto, pues tal seña la he visto bien clara y marcada en cuantos ejemplares de la última especie tengo examinados, y aun puedo añadir que empieza el surco en el mismo borde de la trompa, separando ambas ventanas de la nariz, y sube, ensanchándose en forma de triángulo, hasta donde termina la parte desnuda de dicho órgano, que es en una línea curva trans- versal, cuya concavidad mira hacia delante. «La trompa, en su cara inferior y en cada lado, tiene cuatro ó cinco líneas salientes ó elevadas y oblicuas de delante atrás, en cuyos intervalos ó surcos nacen series de pelos rígidos y largos, verdade- ras víbrisas». He de decir que tal hilera de víbrisas principia cerca del extremo de la trompa, donde apenas tienen medio milímetro, y continúan creciendo hasta alcanzar la medida que dejo señalada en el párrafo anterior. Además, las líneas oblicuas elevadas no son sólo cuatro ó cinco, pues yo he contado hasta nueve, principiando á verse la más corta hacia la mitad de la parte desnuda del hocico, y terminando la serie con la más larga, al nivel de los incisivos. Respecto á la longitud total de la trompa, que Trutat no deter- mina para la M. pyrenatca, consignaré que apenas si pasa de tres centímetros, muy bastante con respecto al tamaño del animal, pero sin que tenga nada de monstruosa, como pudiera entenderse por los datos de algún autor (1). (1) En una publicación reciente, hablando de los mamiferos de la fauna matritense, hay el error manifiesto de señalar la longitud de la trompa de la Almizclera como de 0,25 metros; es decir, que un animal que no llega — 457 — Es cierto cuanto después dice Trutat acerca de los ojos pequeñí- simos y ocultos por el denso pelaje que los rodea hacia la mitad de la cabeza, pues hay que buscarlos en el centro de una manchita más clara: es también exacto que la oreja está situada á corta distancia y detrás del ojo, y reducida á una perforación de la piel de 4”” so- bre 2”, cuyos bordes llevan pelos muy cortos, menos en la parte en donde la piel se dobla hacia dentro para formar el conducto audi- tivo, donde hay dos laminillas estrechas y transparentes, una más desarrollada que otra, cuyos pliegues libres por el borde, elevándo- se, cierran completamente el conducto auditivo externo, como puede también el animal cerrar á voluntad las ventanas de la nariz con los pliegues que las guarnecen. La mano es pequeña, comparada con el pie, representando á lo sumo los dos tercios; apoya toda la palma en el suelo y tiene los dos dedos del medio iguales de largo; también lo son el cuarto y quinto, pero algo más cortos que los del centro, y el pulgar, como de ordi- nario, es el más corto de todos. Cubre por el dorso á cada artejo, á manera de anillo, una materia córnea, y en la conjunción de la se- gunda y de la última falanges nace una serie de pelitos rígidos y agudos, formando una corona ó cíngulo al segundo artejo. La mem- brana interdigital es completa. El metacarpo y carpo tienen la piel vellosa. Las unas son largas y agudas. Todo el borde cubital de la mano, desde la uña del dedo meñique hasta la muñeca inclusa, está guarnecido con una franja de pelos rígidos encorvados hacia abajo, cuya longitud aumenta á medida que se acercan al antebrazo. Éste es una cuarta parte más largo que el brazo en su porción esquelé- tica, y bien dispuestos el cúbito y radio para los movimientos de la mano. La porción basilar es completa, con un omoplato estrecho pero largo, y una robusta clavícula. Las extremidades posteriores tienen un desarrollo grande, com- paradas con las anteriores; el pie, sólo desde la tuberosidad del cal- cáneo hasta la punta de la una más larga, mide tanta longitud como la pierna ó tibia, si no más. Es el pie muy notable, tanto por su parte esquelética como por su conjunto: el calcáneo representa casi las dos terceras partes del tarso, y el metatarso excede en una cuarta , á medio pie de largo, entre cabeza y cuerpo, tendría una trompa de un cuarto de metro. — 458 — parte la longitud del tarso: hay igualdad en la longitud de la pri- mera y segunda falanges, así como entre la tercera y cuarta, siendo la quinta la más corta de todas. El fémur tiene la mitad de largo que la tibia y peroné, y este hueso está soldado por su extremo in- ferior en el centro casi de la tibia, resultando que no concurre sino un hueso solo á formar la articulación de la pierna con el pie. Los demás detalles esqueléticos no ofrecen particularidades que notar, si exceptuamos lo aparente y bien desarrollada que está la región cervical del espinazo, aun cuando al exterior no se nota, lo que hace aparecer á la Myogalea cual si careciese de cuello, por no se- ñalarse el istmo, entre la cabeza y tronco, tan patente en otros ma- míiferos. Examinando el pie por su parte externa, se ve que la piel está cubierta por escamillas, muy señaladas en los dedos y el empeine, y que van convirtiéndose en arrugas ásperas .después. Como en la mano, guarnece el borde anterior una hilera de pelos rígidos y algo encorvados, pero todos de igual longitud, y que van desde la raíz de la uña del dedo pequeño hasta la articulación de la pierna. En el borde interno, en vez de franja de pelos, hay un pequeño pliegue cutáneo. Todos los dedos están reunidos hasta las uñas por una mem- brana interdigital, cual corresponde á un animal palmípedo, y la superficie de la planta tiene la piel cuarteada por numerosos surqui- llos ó rayas que la dan un aspecto rugoso. En la base de la cola, al tacto, se nota una constricción anular bien perceptible, y en la punta una compresión marcada, guarnecida con una serie de pelos rígidos, recargados y blancos que empieza bastante arriba. La piel, además de los claros pelos que la adornan, está cubierta con escamas cuadradas de ángulos romos, y dispues- tas en ciclos ó anillos más ó menos regulares, naciendo entre cada hilera de escamas pelos rígidos pareados y más cortos en la base que en la extremidad, donde es más poblado el pelaje. En la parte inferior del arranque de la cola los pelos faltan ó son muy claros, y es el sitio donde existen los poros que dan salida al humor almiz- clado que mecánicamente se hace brotar cuando con los dedos se comprime dicha parte, mientras que el animal, espontáneamente ó por eretismo, lo eyacula desde las glándulas segregadoras. Comprendida en la caracterización genérica la esencia del in- dumento de la Myogalea, tócanos sólo hablar aquí de su natura- RAS AA — 459 — leza, que es igual en todo para las dos especies conocidas, menos en su coloración, rojiza en la moscovita, y parda muy obscura, casi negra, en el dorso de la pyrenatrca; cuyos pelos, en el vientre son largos, blanco-lustrosos y muy desarrollados en esta última especie, siendo el cutis blanco en ambas. Este Soricídeo notable caracteriza nuestra Fauna, como la 14. moscovita la rusa, y su descubrimiento en la cordillera que separa Francia de España se debió á Mr. Desruais, antiguo Catedrático de Historia Natural de la Escuela Central de Tarbes, siendo E. Geof- froy Saint Hilaire quien lo describió en 1811. Mi viejo amigo Com- panyo, médico naturalista de Perpiñán, en su Hist. Nat. de los Pyr. Orient., t. 11, p. 2, indicó su existencia en los arroyos de los valies elevados de San Llorens de Cerdans, y por primera vez yo lo vi en 1838 en la colección de la cátedra de Historia Natural de la Escuela de Farmacia de Madrid, traído del Escorial por el Pro- fesor D). Nemesio Lallana, quien me aseguró no conocía la especie, pero que la había en la sierra inmediata; hecho que doce años des- pués, en 1850, lo confirmé en el campo, y lo consigmné en las Me- morias de la Comisión del Mapa Geológico de España, referentes á dicho año y al 52, donde di el Catalogo de los Mamiferos de la provincia de Madrid. Más tarde me he cerciorado, recorriendo la cordillera Carpetana, que tan curioso animal es en ella más común que en la Pirenaica, y que en algunos sitios es bien abundante, pues lo he visto y co- gido en todo el valle del Lozoya, desde la laguna de Peñalara hasta Buitrago, desde Navacerrada, por el Balsaín, hasta en los mismos Jardines reales de la Granja; en todos los arroyos que bajan de Siete- picos, en La Maliciosa, Fuenfría, Guadarrama, San Rafael, el Es- pinar, Boquerón del Infierno, Cuelga-muros, Pinares-llanos, Navas del Marqués, Sierra de Ávila, Navaluenga, Puerto del Pico y Sierras de Gredos, del Barco, de la Duquesa y de Tornavacas, y en el Esco- rial lo he observado varias veces en el arroyo del Plantel, por enci- ma de la Presa del Romeral, y hasta en la misma Fuente de la Teja. Es también cierta su existencia en el N. O. de España, según el Diccionario Gallego de Valladares, y creo que debe hallarse además en todas las altas sierras de Galicia, Asturias y Santander, sobre todo en los Picos de Europa; pero de ello no tengo evidencia, como de los otros sitios citados, — 460 — Por fin, en Portugal la ha encontrado también el Catedrático de Zoología Barboza de Bocage en los afluentes al río Miño. No la menciona ninguno de los antiguos autores españoles que han escrito alero sobre nuestros mamíferos, y entre los modernos sólo hay ligerísimos datos, si exceptuamos al Sr. Martínez Reguera, que dice: «Mygale pyrenaica, E. Geoffr. de Saint Hilaire: de tales he »calificado dos ejemplares que vi en 1864 y 1870 en el arroyo Are- »nosillo y en el río de las Yeguas, de la magnitud y forma de un »musgaño, con el hocico terminado en rudimentaria trompa, los »pies palmeados, comprimidos como remos, la cola gruesa, larga, »cilíndrica, dilatada en su parte media y con un fuerte olor de al- »mizcle; no juzgando suficientes estos dos casos á mi propósito de »determinar con exactitud su existencia en esta localidad». De todo ello, con sólo fijarse en lo de la rudimentaria trompa, pudo dedu- cir el Sr. Martínez que no es la Myogalea lo que había visto, pues la trompa de ésta es la mayor y más extraordinaria de todas las de las Musarañas, y es lástima no se haya averiguado qué animal ex- traño es el de que se trata. Var. a. MYOGALEA RUFULA. (Graells.) Lám. 15, fig. B. Vellere supra fusco, imtermizxto pilis longioribus, apice rufo- aurulenti dum sumersum est animal, extra aquam rufescenti- bus tantum; ad latera albis; cubis alba; proboscis nigro-flavt- cans; pedibus caudaque lubea. Es esta variedad notable por la coloración de su pelaje, pues mientras en el tipo es por encima pardo con reflejos vivos, que pa- recen plateados cuando el animal está sumergido en el agua; en la variedad que describo, tales reflejos, por ser amarillos los pelos, pa- recen dorados; y si á esta diferencia con el tipo se añade la notabi- lísima de ser sus manos y pies de color amarillo vivo, incluso las uñas, que forman contraste con el negro de la trompa, posible fuera que algún discípulo de la escuela Brehmiana encontrara motivo bas- tante para aumentar las especies de un género tan escaso en ellas; pero si se tiene en cuenta que, á pesar de la capital diferencia que existe en el tamaño y en la forma de las colas del Desman mosco- vita y el de los Pirineos, sólo se han considerado estos animales como especies del mismo género, no hay razón para estimar sino cual variedad el My. rufula, que cogí por primera vez en las — 461 — orillas del río Balsaín, por encima de la venta de los Mosquitos. Á pesar de todo, no faltará quien estime como especie esta va- riedad, si se atiene á que E. Geoffroy Saint Hilaire en sus leccio- nes sobre los mamíferos dadas en el curso de 1828, y Kaup. en su Mamm. de Europa publicados en 1829, fundaron el primero, como dejo consignado en la sinonimia, el género Myogalina para el Des- mán de los Pirineos, dejando al de Rusia en el JMyogalea; y el se- eundo, no teniendo probablemente noticia de lo hecho por el profe- sor de París, creó el género Galemys, que la prioridad del Myoga- lina relegó en seguida á la sinonimia. Famiiria ERINACEIDA. (C. L. Bonap., Synopsis, 1837.) Artus singulis ambulatores; cutis spinosa.—Bonap., Saggio. Constituye esta Familia en el orden Bestíe un tipo tan dis- tinto del de las demás científicamente unidas con ella, y son tan pe- culiares sus caracteres, que pudiera concedérseles la categoría de Suborden independiente, pues existe una disparidad morfológica evidente con las Talpide y Soricide, tanto en la facies como en el organismo dérmato-esquelético, esencialmente distinto en todos conceptos, sin que quede realmente nada de común más que el ré- gimen entomófago. Pero tales disparidades las encontramos aun dentro de la misma Familia de que tratamos para las Subfamilias que la componen, com- parando las de los rizos, Gymnuros y Tenreces con las Tupayas, cuyo parentesco parece más evidente con los Lemúridos que con los Erícidos. SUBFAMILIA ERINACEINA. (C. L. Bonap., Saggio.) Corpus conglobabile; cauda brevissima; dentes canint nulls. GENUS ERINACEUS. (Linn.) Dentes primores utrinque 6, intermediis duobus anteriort- bus longioribus; laniari ambigut, primoribus breviores, supra , A 55 SS 2-2 utrinsecus, infra 1-1; molares MA cuspidati. Rostrum productum. Rhinartum prominulum. Auricule robundate, par- ve. Oculi apparentes. Corpus supra aculetis, ceberum sebts eb co- dario tectum. Cauda brevis aut nulla. Mamme apertce 6 pecto- — 462 — rales, 4 ventrales. Pedes plantigradi, pentadactyla, fisst, halluce breviore. Plante denudate, callose. Ungues falculares.—Mlig., Prodr. Mammal., p. 124. ERINACEUS EUROP4US. (Linn., Syst. Nat., 1, p. 75, sp. 1.) Auriculis rotundatis, naribus eristabis.—Linn., Faun. Sue- cica, p. 22. Nasus acutus: narium foramina extbervore latere appendi- culo membranaceo-carnoso crispo instructa. Auricule late, nu- de. Oculi parvt, nigri. Totum corpus subbus eb laberibus tectum sebis flavicanti-cinereis, dorsum vero spints, albidis vel subci- nereis zonts fuscis variis notatis. Cauda spinis, occultata. Crura brevia, sub-nuda, fusca. Preeputium propendens. Testes intus latent. Claviculis instructus est. Monogamus nidificat e musco in fruticibus sepibusque: hibernat in cavis arboribus: nocturnus: victital bufontibus, vermibus coleopteris, insectis, conchis, fruc- tibus, aviculis. cadaveribus, radicibus. Natat. Mitis innocuus- que, meticulosus ¿ratusque mingit, isque decussabis spints se contrahit invulnerabilis. Compressis pedibus ejulat, olor ambro- siacus, ebiam stercoris. Pinguescit. Parit 3-5 inicio estatts: co eunt verno tempore stantes ambo inter se complext. Longitudo corporis 10 pol!.; cauda poll. 1; capitis 2 poll. 9 lin.; divisto in caninum eb sutllum videbur esse ¿Maginarta. Synonim. scientif. —Eyivos. —Anstóteles, Hist. antm., 1, C. n. 62. Herinaceus.—Plin., Hist. Nat., vu, C. 34. Echinus terrestris.—Aldrov., Digil., p. 459. Erinaceus spinosus auriculatus.—Linn., Faun. Suec., E pA0 mm. 16; Acaution vulgaris. —Klein., Quadrup., p. 66. Le Hérisson.—Butf., Hist. Nat., vir, p. 28, tab. 6. Vulgo. —Lrizo, en castellano. Erissó, en catalán y mallorquín. Erico, en valenciano. Ourizo cacherro, Ouwrizo cacho, en gallego. Quiriquioa, Sagarroía, en vascuence. Ericua, en labortano. Ourico-cachetro, en portugués. 1) l, — 463 — Nuestro Diccionario de la Academia da la siguiente explicación deficientísima del Erizo: « Animal cubierto de púas, pequeño de cuerpo y semejante al puerco», siendo notable que en la 5.* edición del mismo léxico existe la definición siguiente, que debía reprodu- cirse y que no se comprende por qué se ha cambiado en la actual: «Erizo. Mamíifero cuadrúpedo de unas diez pulgadas de largo, con el dorso y los lados cubiertos de púas agudas, como de una pulgada, brunas por el medio, blanquecinas por las puntas, y lo demás del cuerpo con pelo gris rojizo; la cabeza chica; el hocico afilado y algo parecido al del cerdo; las orejas pequeñas y casi redondas; los ojos muy reducidos; la cola y las patas cortas, y cinco dedos en cada pie. Cuando se le persigue se contrae de modo que forma una bola espi-- nosa por todas partes. Es animal nocturno y útil para los agricul- tores, por los muchos insectos que Consume para su comida». Parece que la definición anterior se extractó del artículo Lrizo de la Enciclopedia Metódica: Historia Natural de los Animales, tomo 1.” de la traducción de Sanz y Chanas, publicada en Madrid en 1788, pues allí se encuentran todos los datos referidos, y además se añade: «La armadura que el erizo ha recibido de la naturaleza le sirve para defenderse sin combatir, y herir sin pelear: el animal tiene muy poca fuerza y ninguna agilidad para huir; pero al hacerse una bola, que presenta por todas partes las armas de sus púas, aco- barda y desanima á sus enemigos, que, cuanto más lo atormentan, más lo erizan y cierran. También se defiende arrojando con fuerza su orina, hedionda y abundante, lo que aumenta la repulsión en sus perseguidores, y de aquí que el erizo no tema, en cuanto se hace bola, ni á la fuina, ni á la gineta, ni al hurón, ni á la comadreja, ni á las aves de rapiña. La hembra y el macho están igualmente cubiertos de púas; se aparean, echados, al comienzo de la primavera, y en el verano nacen las crías de cinco ó seis hijuelos, blancos, lisos y con sólo indicios de las espinas, que se desarrollan completamente al cabo de un mes Ó seis semanas. Viven en el campo, cazando toda clase de insectos, entre las hendiduras de las rocas ó de las raíces de los árboles vie- jos, y especialmente entre los montones de piedras. No se menean de día, y, andando de noche, rara vez se acercan á las habitaciones, prefiriendo los parajes elevados y secos, aunque también se encuen- tran alguna vez en los prados. Comen poco y pueden pasar bastante ES tiempo sin tomar alimento, sobre todo en el invierno, en que se amortiguan». El Erinaceus europcens es el único tipo de la Familia que existe en Europa, y en muestra Fauna se encuentra Casi en todas partes con bastante frecuencia , desde la orilla del mar hasta las regiones pire- naicas. Esto no obstante, tengo observada la anomalía, no fácil de ex- plicar, de que, siendo comunísimo en las Baleares, en el litoral de Ca- taluña no lo pude encontrar, al paso que en la meseta central de la Península abunda como en las referidas islas, no obstante estar á más de mil metros sobre el nivel del mar. Algún naturalista, como Et. Geoffroy Saint Hilaire, admite dos razas ó variedades de Erizos, llamando Canina á la una y Porcina á la otra, por sus analogías con el hocico del Perro y del Cerdo, y se han dado como caracteres distintivos los siguientes: Erinaceus cañinus, Et. Geoff. — Hocico perruno, sin cresta occipital; espinas fuertes en la piel, y pelos grises. Erinaceus suillus, Et. Geoff. —Hocico porcino de morro getoso; cresta occipital; la piel, cubierta de espinas menores que en la va- riedad anterior; cola más larga y delgada; y pelos cerdosos más t1e- sos, de color rojo obscuro. Sobre este asunto mucho se ha discutido, creyendo algunos que tales diferencias son sólo sexuales; pero, sea lo que quiera de tales opiniones, lo que no puede negarse es que en las formas generales del Cerdo y Erizo existe parecido de contornos, pues ambos son Ca- bizbajos y hocicudos; uno y otro rabicortos, con pelaje cerdoso, que llega en el Erizo á hacerse espinoso, y también hay coincidencia en el gran desarrollo de los músculos cutáneos, que, al contraerse, erizan las cerdas supraespinales en el Jabalí, y en el Erizo todas las de la región superior del cuerpo, al mismo tiempo que el animal se engloba, para encastillarse así en una fortaleza inexpugnable á sus enemigos. El Erizo es nocturno, y durante el día no se le encuentra sino escondido en sus madrigueras, de las que sale de noche para recorrer los campos buscando el alimento. En medio de su timidez es hasta agresivo, no sólo contra los insectos y otras sabandijas, sino hasta con mamíferos pequeños, roedores sobre todo, y también daña á las aves que sorprende dormidas. Ataca á los Lagartos y Culebras, sin temer á las Víboras, que, al intentar morderle, se clavan las púas Laza. AI A — 465 — sin poder herirlo. Es uno de nuestros mamíferos invernantes, aun cuando se le tenga resguardado en las casas, como lo he visto en la mía; bien que, en este caso, no llega el letargo á entorpecerle de un modo tan profundo que se abstenga de comer y andar, como de ordinario lo hace en el campo cuando está aterido. Algunos declaran útil al Erizo en las huertas y jardines, y hasta en las casas para limpiarlas de ratones, insectos, caracoles, orugas y Otras plagas semejantes; y no negando que puedan prestar y presten tales servicios, es también cierto que les gustan y devastan las frutas y algunas hortalizas. Entra en celo el Erizo al comenzar la primavera, y hacia fines de Mayo ya suelen encontrarse crías, que al nacer tienen los ojos y orejas cerrados, y los pelos setosos y cortos que cubren la piel se endurecen pronto, convirtiéndose en espinas agudas. Algunos, sobre todo en las Baleares, cazan y comen Erizos; pero, según he oído, no es gran alimento. Se utiliza su piel como cardas, y sus púas las aprovechan los naturalistas en vez de alfileres, por no ser oxidables como éstos, en las preparaciones que se conservan en líquidos; pero en las que se tienen en seco no son útiles, pues, como substancia orgánica, las atacan los mismos insectos, por ejem- plo los Antrenus, que á los objetos preparados, según lo he visto repetidas veces. Entre nuestros autores han hablado del Erizo: Huerta, libro vir, fol. 260, vuelto, donde describe las formas y costumbres, y aseméjale al cerdo. Vélez, p. 102, dice se en- cuentran dos géneros, el uno parecido al Perro y el otro al Puer- co; y al hablar de sus costumbres refiere Ja fábula de que sube á los árboles, tira al suelo las frutas y, bajándose después, se re- vuelca sobre ellas para que se claven en las púas, y, una vez car- sado, echa á andar hacia su madriguera, haciendo una música como sonido de carreta de bueyes hasta llegar á ella. Diego Funes y Men- doza, p. 376, escribe de parecido modo. Alonso Martínez de Espi- nar, p. 323, al tratar del Herizo (así lo escribe), cuenta costum- bres semejantes á lo que refieren los anteriores autores. loan de Ar- phe, en el fol. 9, vuelto, dibuja al Erizo, dice que se asemeja en el porte al Lechón y que no tiene espinas en la cara, ni en las ma- nos y barriga, siendo los pies hendidos y cortos, lo cual todo es cierto. Asso, p. 57, sólo dice: «Cum ¿n globum se contrahit, aque 30 EN — 466 — madefactus excitabur ad motum. Habitat Eptila circa Oscam.» Ramis lo cita en Menorca. Seoane dice que es muy común en Gali- cia; y Machado, haciendo constar su existencia en Andalucía, nos refiere «que en la época del celo se asemeja á los Bueyes bramando, circunstancia no citada por ningún naturalista, pero muy Conocida de los hombres del campo en Andalucía, y que á él mismo ha ser- vido para coger varias veces á dichos animales en el mes de Agosto, en noches de luna, guiado por sus bramidos» (1). También Martínez y Reguera, p. 35, reseña y hace constar la existencia del Erizo en Sierra Morena; y Rosenhauer, Die Thiere Andalusiens nach dem Resultate einer Retse. etc., p. 2, confirma la existencia del Erizo en Andalucía. Ordo X.—Glires. (Linn., Syst. Nat.,t. 1, p. 76.) Artus quator: ungues digitorum apices tantum obtegentes; duplex dentiuwm qualitas; incisivt infra supraque duo, elongati, acutati, incrementi indeterminatt, supertoribus interdum duo minores a tergo additi; lantarit nullt sed eorum loco diastema; molares ad summum 24, abrupti, tritores, aut obducti aut com- plicati aut lamellost, incrementi determinabt aut indetermina- ti; mandibulis horizontaltter promobis rasores; pedes exerti aub distinctt aut dermoptert (police distincto et digitis scelidum coadunatis nullis); ungues falculares, nonnullis ungulcefores. Mamme apertce, numero situque varice. Placenta discordea. Synonimia.—Rodentes.—V. d'Azyr, Sysé. anat., 1792. Rosores.—Storr., Prodr. meth. anim., 1180. Rongeurs. —Cuvier, Tabl. élément. d' Hist. Nat., pá- gina 128, 1795. Prensiculantia.—lllig.. Prodr. Syst. M. et Av., 1811. Rodentia. —Hamilton Smit, Griff. Auking, 1827. Como las Pécoras y Queirópteros, los Glires constituyen un sru- (1) Sabido es de todos que durante la época del celo se llaman los ma- chos y hembras, no sólo de los mamiferos, sino de muchos otros animales, y que hay algunos que entonan verdaderas serenatas. Nada, pues, tiene de inverosímil que el Erizo llame también 4 su modo á la hembra; pero que esto sea, ¡con bramidos como los Toros encelados! (supongo querrá de- cir asi mi colega Machado, porque los Bueyes no tienen celo), sólo como andaluzada puede concederse para los pobres erizos. — 467 — po natural de los más compactos por la constancia de sus caracteres fundamentales, á pesar de las variadas formas que los asimilan á mamíferos de otros órdenes. Vemos con frecuencia realizarse en los órganos de los animales importantes cambios que les son necesarios para satisfacer necesi- dades del género de vida que tienen. Y si tales metamorfosis, por parecidas razones, hasta en el individualismo específico acontecen durante el período de su propia evolución, ¿qué de extraño tiene las veamos realizarse en especies de un orden dado sujetas á vivir en condiciones iguales á las de otro diferente? Los hechos nos lo de- muestran del modo más patente. La Naturaleza ha impreso en los mamiferos acuáticos las formas de los peces, y ha dado las de aves á los que, como los Murciélagos, tienen que buscar su alimento en la atmósfera volando. La necesidad de andar brincando como los Saltamontes hace que los D¿pus se parezcan á los Macroscelis, y los Rhizomys á los Topos, porque ambos son minadores; los unos para buscar bajo del suelo las raíces de que se alimentan, y los otros los insectos que comen: la vida acuática de la Ondatra y de la Myo- galea nos da la razón del parecido que tienen en su conformación, á propósito para el nado. ¿Por qué llama Musaraña el vulgo al Sorex araneus de Linneo? Por semejarse al ratón, con el cual lo confundie- ron hasta célebres naturalistas de la antigiiedad, tales como Plinio, Gesner, Aldrovando, Jonston, Charlet, Rai, Klein y varios otros. Por sus tegumentos espinosos ¿no tienen también semblanza los Eri- cinos con los Histricídeos? Y, extremando las comparaciones mor- fológicas por lo más alto y bajo, ¿no tienen los G/ires su represen- tante entre los Primates? ¿Qué es el Cheiromys sino un roedor con manos que se relaciona con los Sciurinos de este último orden? Y, sin examinarlos detenidamente, ¿no pueden confundirse á pri- mera vista los Monodelphos, Pleromys y Sciopopterus, con los Di- delphos ó Marsuptiales, Petaurus y Belideus? Demostrados los parecidos morfológicos que hay entre los Glires y otros mamiferos, sin resultar perturbada por ello su peculiar uni- dad metódica, paso á exponer otras anomalías que también nos ofre- cen estos animales, y que, sin dejar de tener importancia anatómi- ca, tampoco deshacen la hermandad que existe para los géneros de dicho orden. Entre los mamíferos Monodelfos, los Glires ó Lirones son de — 468 — los más fecundos. He visto cinco fetos en cada rama de la matriz de un Arvicola amphibius, Mamada rosario por nuestros Camperos, á causa de estar enristrados los fetos como cuentas, además de llevar los ovarios cargados de numerosos huevecillos maduros. Verdad es que no se quedan atrás los Suideos; pero hay una diferencia grande, pues las hembras de éstos paren sazonados sus hijos, y nacen casi abortivos los de los Lirones, asemejándose en esto á los Didelphos ú Marsupiales. En efecto, los ratones, los conejos, las ardillas, casi todos los roedores, al nacer, salen, como dice el vulgo, en cueros ó en Carnes, sin pelos ni señales de ellos, con los ojos tan cerrados que apenas se divisan las comisuras de los párpados, y muy poco desarrolladas las orejas, patas y rabos, rebulléndose como crisálidas y sin espon- taneidad determinada. En esto también se observan anomalías in- explicables, pues en el mismo género Lepus, al revés de lo que su- cede en el Cuniculus, vemos los fetos del L. t¿imidus meridionalis con pelo ya dentro del vientre de su madre, y hasta con la colora- ción especifica, como lo está la de un feto monstruoso que poseo en mi colección embriogénica: y no es ésta la sola excepción de la re- gla general que sobre el desarrollo intrauterino de los Lirones se se- ñala, puesto que los Cobayas ó conejillos de Indias, cuando nacen ya andan y roen, lo cual se explica por la mayor duración de la preñez en ellos, que da lugar á que su organismo adquiera mayor perfección en el claustro materno. No paran en lo dicho las irregularidades que observamos en un orden tan natural como es el de los Glires, cuyos esenciales carac-. teres, á pesar de todo, no resultan desvirtuados. Refiérome ahora á la variabilidad del número y localización de las tetas, que sólo tie- nen dos, como los Primates y Murciélagos, los Conejillos de Indias; pero, en vez de ser pectorales, son inguinales. En los primeros co- rresponde dicho corto número al de hijos que suelen tener en cada parto, al paso que en los segundos no hay paridad númerica entre las tetas y el número de hijuelos que dan á luz en cada alumbra- miento. Tiene seis pares de tetas el Mus decumanus; cinco las Liebres y las Marmotas; tres el Lirón y dos el Castor, el Helamys y el Gerboa. Por lo que á la colocación toca, vemos un par de tetas pectora- les y las demás abdominales en los roedores que tienen de cinco pa- MT — 469 — res arriba; el Capromys presenta dos mamas detrás del sobaco y otras dos delante de los muslos; hay roedores que tienen las tetas en los costados, y en el Coypu y Myopotamo están las glándulas mamarias á muy corta distancia del espinazo, por cuya razón Wes- maél le impuso el nombre de Mastonobus, de pastos, MAMMA, y vútos, dorso. ¿Qué razón puede tener colocación tan contraria á la general que se observa en los demás mamíferos? ¿No parece lógico atribuirla á la necesidad que tienen de poder mamar los hijuelos que de continuo llevan á cuestas, nadando á flor de agua, cosa im- posible de hacerlo si estuvieran las tetas en el vientre, como ordi- nariamente acontece? Aun podría aducir más particularidades que se notan en el Or- den de los (7/¿res, que, siendo comunes con otros diversos mamife- ros, en vez de destruir la gran armonía de aquéllos, sirven para demostrar las afinidades morfológicas que en una clasificación me- tódica tienen los tipos que se enlazan en un mapa zoográfico, ajus- tado á los principios establecidos por Linneo en su Filosofía Botú- nica, cual es el que yo he presentado. Es el Orden de los Lirones uno de los más numerosos en Géne- ros y especies, y el heteromorfismo que observamos en tales ma- miferos, por las causas que dejo expresadas, nos explica la razón de ello. Linneo, al hacerse cargo de análogas circunstancias, al estu- diar el Orden de los Pájaros (Passeres) en las Aves, decía que éstos eran Analogí Glires, y, aceptando la comparación, voy á demos- trar que tal concepto es admisible desde cualquier punto de vista que se estudie el asunto, ya sea del polimorfismo, ya sea sobre las cos- tumbres referentes al socialismo, á la alémentación, á la repro- ducción, á las emtgraciones, á la instalación y moradas, y á todos los actos de la vida, en una palabra; pues para todo, entre Passeres y Glires, se hallan procedimientos parecidos, no faltando ratones que hasta hacen nidos semejantes á los de los Larus, ni pájaros que ani- dan debajo de las piedras ó en agujeros, como los ratones de campo. Dejando á un lado tales consideraciones Comparativas, que no están de más sin embargo, y entrando en otras ya de carácter ta- xonómico, diré que existe entre los zoógrafos bastante discordancia para ordenar los grupos genéricos de los Lirones. No estableció Linneo agrupaciones intermedias en los órdenes, sino que serialmente expuso los géneros Hystrix, Lepus, Castor, — 410 — Mus, Sciurus y Noctilio, únicos que describe en su Systema Na- furce; siendo incomprensible la asociación que tan eminente natu- ralista hizo de este último género, que es un Murciélago, con los Roedores, cuando, para ser consecuente, debió haberlo colocado al lado del Vespertilio, que asoció á los Primates. Erxleben, también serialmente, y sin divisiones intermedias, describió los géneros Lepus, Hystriz, Cavia, Glis, Spalak, Mus, laculus, Sciurus y Castor. Y por no ser menos que el gran maes- tro sueco, tropieza también , colocando en su género /aculus, que es el Dipus de Schreber, al Macropus giganteus de Shaw, que es el Kanguro gigante de Cuvier, animal perteneciente hasta á otra Subclase diferente, la de los Didelphos ó Marsupiales. A todo lo cual debe agregarse que, por falta de un análisis característico, imvolu- cró las especies de géneros diferentes, introduciendo así la confusión sinonímica que aun observamos en muchos libros. Como repetidas veces dejo ya consignado, ninguna de las cla- sificaciones llamadas uniscriales puede satisfacer las verdaderas pres- cripciones metódicas, ya que para resultar naturales es preciso no perder de vista las analogías todas que hermanan á los diferentes grupos asociados, y cuando las agrupaciones sólo se fundan en la caracterización de órganos determinados, por importancia que éstos tengan, al fin la clasificación resulta sistemática en su esencia. Muestra de esto tenemos en las sistematizaciones recientes que de los Lirones se han hecho, unos dividiéndolos en Claviculados y Acleidos, y otros en Duplicidentes y Ordinarios, caracteres que, tomados aisladamente, no tienen importancia bastante para conse- guir el fin metódico necesario. Por todo ello, opto, en la clasifica- ción de los Lirones, por la del Principe C. L. Bonaparte, que consi- dero, como Selys des Longschamps, la menos defectuosa. Famma Mura. (Gray, Ann. of Phal., xxv1, 1825.) Claviculee perfecte; dentes incisivi compressi; molares súm- plices radicibus instructis; foramen anteorbitale angustum:; mandibule ramus descendens quadrangularis, bastí incrassata ab inferiore regione alveolarz, condylo obtuse visx parz.—C. L. Bonap. . . — 411 — SUBFAMILIA SCIURINA. (Blumemb., Handb. die Nat. , 1779.) Cauda longa, villosa, seeptus distincta; vellus molle, sub- uniforme; pedes equilongui. —C. L. Bonap., A New System. Arrang. of Vertebr. Animals, 1837. Pedes anteriores digitis quator eb verruca hallucart, poste- riores pentadactyli; cauda plus minus elongata, dense pilosa. == 5 e Dentes molares AVES ossa frontalia dilatata, procesu postor- bitali distincto, foramine infra orbitali angustissimo.—Schinz, Synops. Mamm., t. 11, p. 3. GENUS SCIURUS. (Linn. el Auctor plurim.) 2 Dentes primores y» Superiores scalpro cuneato, pagina an- ARES ti, oducti, tritores, supertorum anbicus accesorius. Rostrum ob- tustusculum, labrum fissum, saccult buccales nulli. Auriculoe oblonge vel rotundate, seeptus penicillatce. Corpus gracilentum. Pedes distincti, ambulatorit; ungues falculares. Mamme 2 pec- torales, 6 ventrales. Cauda elongata, villosa, septus disticha, vel cylindrica. Agiles, plerique dendrobt, carpophag?. Synonim.—Spermosciurus eb Funambulus, Less. tica levi, inferiores compressi, acubr. Molares abrup- SCIURUS VULGARIS. (Linn., Syst. Natur.) Lete rufus aut rufo-canus, ventre albo, cauda disticha, cor- pore concolore, auriculis tempore hiemalt apice barbatis.—Schinz, 1 Synop. Oculi magnt, splendentes, nigri. Auriculce longius barbatc. Caput, corpus, crura, atque cauda explendanti rufo-fusca. Pec- tus eb venter alba. Cauda pilas longioribus distica im dorsum re- flexa pro umbraculo. Penis ingens, glande ossiculo parvo fulta. Degit in silvis. Victitat estate gemmis ramulisque arborum, preecipuce que amat contiferas ejusque sórobilos juntores; pro hie- me colligit nuces varias intra terram defodiendas. Edit erechus sedens, palmis utens cuasi mantbus. Agillimus salit ex arbore in arborem. Nidus globosus e muscis folisque siccis in arborem — 472 — ramis, obburabisque spiraburus est ventus cavernis ex alva parte aperit fores. Coit verno tempore, Martio eh Aprili mense, post guator hebdom. parit 3-5 cecos. Cortice interdum navigab. Do- cilis facileque mansuescit. Long. a rostro ad. caudam 1-8 poll., caude fere tobidem. Synonim. scientif. —Extoupos. —Oppiano, Cynej., 1. Sciurus.—Plinio, Hist. Nat., vir, c. 36. Sciurus rubicundos.—Klein, Quadr., p. 53. L'Ecureuil.——Cuv., Reg. anim., t. 1, p. 191. Le petit-gris. Var. hivern. in reg. boreal.—ld. id. Vulgo. — Ardilla, Arda y Esquilo, ant., en castellano. Esquirol, en catalán, mallorquín, valenciano y aragonés. Ardilla y Squilo, en gallego. Esquilu, en bable. Catárdia, en vascuence. Catapulchincha, en Navarra. Esquilo, Ilarda, en portugués. El Diccionario de la Academia define la Ardilla, diciendo: « Animal cuadrúpedo, como de un pie de largo; por el lomo negro, pardo ó rojizo; por el vientre de color más claro ó blanco; y con cola muy poblada y mucho más larga que el cuerpo». Explicación que peca de inexacta. Mejor es la definición que trae Valladares en su Diccionario Gallego, poniendo: «Ardilla. Mamíifero perteneciente al orden de los roedores claviculados, de pelaje suave y abundante, tamaño de una rata grande, con la espalda rojo obscura y el vientre blanco, colo- res que conserva todo el año en nuestros climas, pero que en los paí- ses del Norte cambia, durante el invierno, por un tono general ceni- ciento azulado. Este animalito, ágil y gracioso, vive en los bosques, alimentándose de piñones, bellotas y castañas; construye su ha- bitación ó nido en lo más elevado de los árboles altos; pasa allí la mayor parte del día y sale á la caída de la tarde, saltando de rama en rama y dando silbidos bastante agudos. Es sumamente limpio, jamás se ensucia en el nido, y está frecuentemente ocupado en atu- sar su pelo con las patas delanteras, de que se sirve muy bien, pues con ellas lleva los alimentos á la boca y arranca el musgo con que viste su morada. Lo largo de los miembros abdominales le convier- ten en animal saltador, y así es que á saltos camina siempre, sen- A A A — 473 — tándose sobre las patas traseras para descansar, al mismo tiempo que levanta y dobla su hermosa cola, trayéndola sobre la cabeza para formar una especie de penacho». En una buena definición castellana de la Ardilla, contando con lo consignado en la frase latina que hemos dado, debería hacerse constar que el animal es de cabeza casi redonda, hocico corto, las orejas tiesas y medianas, los ojos vivos y relativamente grandes, el cuerpo prolongado, la cola dística y pelosa, las patas posteriores más desarrolladas que las anteriores, y todas con extremidades de dedos alargados y armados de uñas corvas y comprimidas lateralmente. En mayor ó menor abundancia, es general la distribución geo- gráfica de la Ardilla en la Península; pero esencialmente dendro- biosa 6 arboraria, como Plinio dice, en vano se le buscaría en las extensas regiones que tenemos privadas de montes huecos, pues sólo en ellos instalan las Ardillas su vivienda, dando la preferencia á los pinares, y después á los castañares y hayales, ó por lo menos á los plantios de árboles de fruto drupáceo, del cual se alimentan todo el año, y para que en el invierno no les falte tienen la previsión mstintiva de almacenar provisiones en escondrijos que establecen en las oquedades de los troncos carcomidos, ó las entierran en sitios se- cos de la localidad donde viven. No es la Ardilla invernante, como otros Lirones, y de esto estoy bien enterado, por haber visto á muchas de ellas corretear en tiempo sereno, aunque muy frío, por los pinares de la Granja y Balsaín, cubiertos de espesa capa de nieve, sobre la cual se observaban nu- merosas pisadas ó rastros del roedor referido, que establece su re- fuguo 6 nido en la cima de los árboles más altos, y lo construye con ramillas entrelazadas, forrándolo interiormente de musgos. Pasa casi todo el día durmiendo, y al caer la tarde sale, para andar gran parte de la noche campeando. La época de la reproducción de la Ardilla principia en el mes de Marzo, y el estado de preñez dura sólo cuatro semanas, siendo por lo regular el parto de tres á siete hijuelos casi embrionarios, pues nacen, como sucede-en la generalidad de los animales del Orden que estudiamos, atrasados en su desarrollo fetal. Pone gran cuidado la madre en la elección del nido de cria, eligiéndolo situado en el in- terior de un tronco de árbol, y, cuando concibe sospechas de que corren allí sus hijuelos peligro, los traslada á otra guarida preven- — 4714 — tivamente dispuesta en sitio parecido. Para fines de Junio ó princi- pio de la canícula vuelve á parir; y como, aunque estén destetados los hijos de la primera cría, no abandonan á su madre, resulta que con frecuencia, en el verano, se la ve seguida de una manada de más de una docena de hijuelos. En Cataluña y en otros sitios he visto comer la Ardilla, que dicen no sabe mal, y, en algunas partes de España, los cazadores la per- siguen más por la piel que por la carne. La variedad gris del Norte ó pebit-gris de los franceses no creo exista en España; pero en los abetales de los Pirineos hay otra que en invierno tiene pelos grises entremezclados con los rojos de los costados y patas. Nuestro Huerta, en el lib. vir, cap. xxxvtm, fol. 265, trata de la Ardilla, que llama Aarda; y para que se comprenda el valor y la prioridad de los observadores antiguos, copio algunos renglones del párrafo de nuestro anotador de Plinio: «La Harda es llamada de los Griegos Scyuro (1), por la gran cola que tiene, con la cual, volviéndola sobre la cabeza, se cubre todo el cuerpo para no mojarse ni recibir el sol... »Los franceses la llaman Escurieu ó Ecurevil, y los italianos Scoiattolo: sólo los españoles, con propio nombre de su lengua, la lla- man Harda (2), y aleunos de los latinos modernos Spirolo ó Pirolo, (1) No está en esto completamente acertado Herrera, pues el nombre griego es oxiovpos de xt, sombra, y odpa, cola, es decir, cola que da sombra al animal. (2) A propósito de esto, nuestro querido discipulo D. D. de Cortázar observa que el nombre castellano arda procede, según Larramendi, Dic- cionario Trilingiie, del vascuence ari-da, siempre en movimiento, mien- tras nuestro léxico nacional entiende que el origen es el árabe _;>,2, arda, agilidad. Hay aquí una coincidencia curiosa entre las voces vascongada y árabe; mas el parecer de Larramendi resulta de mayor estima, ya que hoy el nombre corriente con que designan los árabes á la Ardilla es el de aol=-, sinchab, mientras en la denominación vascongada se conserva la raiz arida ó árdia. No es evidente, sin embargo, la etimología éuskara, pues escribiendo los autores castellanos antiguos Harda y Hardilla, y diciéndose también hoy Harda en portugués, la h inicial, más bien que eu- fónica, parece ser la transcripción de una x primitiva, y tendríamos así una evolución hacia la voz Xarda 6 Sarda, esto es, el Xapsw con que los griegos denominaban la cornerina obscura, cuyo color recuerda perfecta- mente el pelaje de la ardilla. = 415 — que, según Albertos, no se diferencia del Varzo sino por la región donde nace, que le hace ser de distinto color. El que se cría en Germania es rubio cuando pequeño, y dentro de un año se pone ne- gro. En Polonia es gríseo, ó cinéreo, pintado de algunos pelos ru- bios. En Rusia es todo cinéreo, y, en lo que toca á su naturaleza y alimento, no se diferencia del Vario. Este es muy diferente del Li- rón, aunque algunos escribieron que eran una misma cosa. Es algo más recio de cuerpo que la comadreja, pero menos largo: siéntase y come con las manos nueces, castañas y piñones, partiéndolos con los dientes. Críase mucho número de hardas en los pinares de Castilla y de Aragón. Son de color castaño claro. Cogen en el estío alimento, y guárdanlo para el invierno. Andan en los pinos y suben á las pos- treras ramas, y saltan de un pino á otro con una ligereza admira- ble, y por esta cansa son dificultosas de asir. Nunca saben estar con sosiego ni quietud alguna, sino siempre saltando y corriendo de una parte á otra. Hacen sobre los árboles sus nidos, y allí crían; pero tienen también cavernas, donde, sintiendo alguna tempestad, se en- tran para guarecerse, y abren la puerta á la parte contraria de donde sopla el viento. Cuando han de pasar algún río, toman una corteza de árbol ó alguna raja de madera que no se hunda, y sentadas en- cima levantan la cola al aire, para que sirva de vela, y de esta suerte navegan, y pasan á la otra parte...» Diego Funes, en parecidos términos á Huerta, refiere del Harda, también escrita con h, lo que éste nos dijo. Asso sólo dice del .Sczurus vulgaris: «Ardilla vel Arda. Nos- brabibus Esquirol in Pinetis montis Urciel eb in monte Cama- rena». : Ni Ramis ni Barceló citan la Ardilla en las Baleares, y, sin em- bargo, tiene nombre vulgar en el país. Seoane dice que es rara la Ardilla en los grandes bosques de las provincias de Orense y Pontevedra, en Galicia, lo cual no deja de extrañarme, siendo allí tan abundante el pino, cuyas plantaciones llegan hasta la orilla misma del mar. Machado la cita en los montes de Andalucía, anotando, entre otros, los pinares del término de Alanís en la provincia de Sevilla, y Martínez Reguera también da breve noticia de este roedor en su Fauna de Sierra Morena, sin señalar particularidad alguna. Por fin, yo la incluyo en mi Catálogo de los Mamíferos de la — 476 — provincia de Madrid, á lo que ahora añadiré la he visto en muchas otras partes de España donde encuentra condiciones favorables. GENUS MiIo0xus. (Schreber, Sáugth., rv, 1792.) ! 2 3 Dentes primores y > Superiores pagina antica leves, scalpro cuneato; inferiores angusti, supertoribus magis acuti. Molares 4—4 4-4 prominulis et excavatis. Saccula buccales nulli. Auriculce medio- cres. Corpus gracilentum; rostrum acubum; pedes distinctt am- bulaborii, antici digitis 4, eb verruca hallucari, postice > dacty- li, ungues falculares. Mammce, 4 pectorales, 4 ventrales. Cauda elongata, nunc beres villosissima, nunc depressa eb distica apice flocosa. Nocturni, carpophagi, hieme sopitz. Synonim. scient.—Graphiurus.—F. Cuv., lamm., 60 livr., 1829. (De ypazis, penicillum; odp4, cauda). Eliomys.—Wagl., Abs d'Bair. Ak., mu, 1840. (De ¿derds, elis; ds, mus. Glis.—Erxl., Syst. Reg. an., 1177. : Muscardinus.—Kaup., Entw. G. Eur. Th., 1829. Vulgo. — Liróon. Un carácter distintivo de este género es la forma acanalada que en la superficie de la corona de los molares ofrecen todas las especies conocidas hasta el día. Los ojos de estos roedores son proporcional- mente más bien grandes que pequeños, y sus pupilas pueden con- traerse hasta hacerse puntiformes. Las orejas, casi membranosas y desnudas de pelo, pueden cerrar herméticamente el oído, y, como es bastante general en los mamiferos del Orden en que nos ocupamos, las extremidades anteriores son algo más cortas que las posteriores, pero no desproporcionadamente, cual ocurre en otros géneros, en los cuales llega á ser notabilisimo este carácter, en los Dipus por ejemplo. Las palmas en dichas extremidades están desnudas y pre- sentan cuatro tuberculillos basilares, uno para cada dedo, y dos ma- yores, oblongos y paralelos, que corresponden á la región metacar- piana; el tuberculito lateral de la base del índice representa un ru - dimento del dedo pulgar. Las extremidades posteriores deben en parte su mayor longitud á la del pie grande y plantígrado, que, abrupti, obducti, britores, coronide lines transversis, — 4 — como se consigna en la frase latina, es pentadáctilo: el dedo interno que representa el gordo es el más corto, el segundo y medio son casi iguales, el tercero excede en proporciones á todos, y el quinto, ó pequeño, iguala en longitud al segundo y tercero; en la base de todos hay tubérculos, como en los dedos de las palmas, en número de cinco, cuneiformes, cuyos ángulos agudos casi todos confluyen en el centro, menos el del dedo pequeño, que resulta separado por ser muy exiguo. Las unas de todos los dedos son falculares y com- primidas, sobresaliendo poco de los pulpejos, que están bien pro- nunciados y parecidos á las eminencias tuberculiformes de las pal- mas y plantas. La cola suele ser casi tan larga como el cuerpo, me- dido desde la punta del hocico á la raíz de aquélla, que tiene forma casi cilíndrica, y va poblada de pelos. más cortos en la base que hacia el extremo, tanto que en algunas especies terminan formando un penacho. Son los Lirones nocturnos y carpófagos como las Ardillas, con las que tienen parecido en forma y costumbres, pero son animales más invernantes, aletargándose en términos de encontrárselos, con el tiempo frío, ateridos y sin movimiento, como muchas veces los he hallado en las oquedades de los troncos, entre las raíces de los árboles, debajo de las piedras que dejan huecos en su asiento, ó en otros refugios parecidos que se buscan en el campo, y hasta dentro de las alquerías ó cortijos. A pesar de lo que alguien ha dicho, tam- bién anidan algunas veces los Lirones como las Ardillas con musgos secos, y en cautividad los he visto envolverse completamente todo el cuerpo con las estopas que para cama se les tenía puestas en la jaula. El celo tiene lugar á fines de la primavera, y el parto en el ve- rano, dando á luz en cada uno cuatro ó cinco hijuelos, que al año ya son fecundos. Las especies de este género no son numerosas, y de ellas tene- mos en nuestra Fauna peninsular el Mioxus GuLis. (Schreb., Taf., 225.) Caudáa longáa, distica, villosissima; corpore cano, subtus albo; oculis annulo fusco cinctis. Long. corports 5-6 poll., cade 5 poll. Color plus minus variat. Synonim. scient. —Edewós. Arist., Mist. anim., vur, C. 22, n. 183. Mvozós. —Oppiano, Cyneg., 11, 514. — 418 — Glires.—Plinm., Hist. nab., vu, c. 58. Glis.—Auctor. divers. Sciurus Epilepticus, Cinereus Prusicus. — Klein., Quadr., p. 54. Glis vulgarts.—Aldr., Klein., p. 56. Sciurus Glis. —Lion., Syst. Nat., t. 1, p. 87, 8. Mus glis.—Pall., Glir., p. 88. Glis esculentus.—Blumenbach. Lovr.—Butff., Cuv. Vulgo. — Lirón. Rata dormidora, Rata de bosc, en catalán. Liró, en mallorquín. Rata de plomall, Rata del camp, en valenciano. Lirón, en gallego. Lumisarrá, en vascuence. Arganaz, en portugués. El Diccionario de la Lengua define, no muy bien, el Lirón diciendo: «Cuadrúpedo muy semejante al ratón, del que se dife- rencia principalmente en ser de color más obscuro y en tener más largo el pelo de la cola, y el de las orejas más largo que ellas». La diferencia que se señala para el largo del pelo de la cola es exacta; pero no lo que se refiere al de las orejas, que son casi pela- das. Para salvar este error y determinar mejor el animal, se ha propuesto como definición para la nueva edición del léxico la si- guiente: «L2rón. Mamifero roedor, pequeño, pues no pasa de treinta centímetros de longitud total, correspondiendo casi la mitad á la cola, con pelaje espeso y largo, principalmente en el rabo, gris obscuro en las partes superiores, blanco en las inferiores y un círcu- lo negruzco alrededor de los ojos. Su aspecto general es el de un ratón, y vive en los campos, alimentándose de los frutos de los árbo- les, por donde trepa con extraordinaria agilidad; pasa todo el in- vierno adormecido y oculto; y su carne, poco agradable, era con- siderada por los romanos como un manjar exquisito». Fácilmente se distingue esta especie de la siguiente, por tener la cola dística desde la base, ser el pelaje gris en el dorso y blanco por el pecho y vientre, como lo son las patas y parte inferior de la cola, tener anchas y ovales las orejas, con longitud poco más del tercio de la cabeza. — — 419 — Es más común en la región oriental y meridional de la Penín- sula que en la central y del Norte, pues Seoane, sin más nombre vulgar que el castellano, la cita como cosa rara en Galicia. Ma- chado, con el nombre de Li2rón campestre, dice que se encuentra - en los sitios que denota su nombre en toda la provincia de Sevilla, y Martínez Reguera asegura que abunda en la parte más mon- tuosa de Sierra Morena, donde hay arbolado de pinos, hayas y en- cinas, en cuyas oquedades se aloja. Myoxus NITELA. (Schreber, Siugth., p. 833, t. 226.) Cauda robundata, breví pilosa, apice floccosa; corpore supra Fuscente, subtus albo; fascia oculart auricularique nigris, con- fluentibus. Long. cap. eb corp. 4 + poll., caude 4. poll. Caput acubius, auricule longrores, cauda minus villosa quam in M. glis.—Schinz, t. 1, p. 77, 4. Synonim. scient.—Sorezx Plinú.—Gesner, Quadrup.. p. 833. Mus avellanarum minor.—Aldrov., Digit., p. 439. Mus qucrcinus.—Limn., Syst. Nat., p. 84. Sciurus qucercinus.—Erxleb., Mamm., p. 432. Mus Nitedula.—Pall., Glir., p. 88. Le Lerot.—Butf., Hist. Nat., vu, p. 181, t. 25. Vulgo. —Lirón, en castellano. Rata sayarda, en catalán. Leroto, Rata seyarda, en Mallorca. Rata sarda, en Menorca. Rata sayada, en Formentera. Basacud, en vascuence. Arganaz, en portugués. Ratón careto, en Andalucía, según dice Machado; y este apellido, que el Diccionario de la Lengua sólo aplica al caballo ó yegua que tienen un cuadrilongo de pelos blancos extendidos por todo el frente de la cara, cu- briéndola casi por completo, no me parece mal aplicado para el caso del MM. nitela. Trouessart, extractando bien las descripciones que se han dado de este Lirón, dice que tiene su pelaje por el dorso de color gris rojizo y blanquecino por debajo, una banda negra á cada lado de la cabeza, la que, partiendo del hocico, pasa por encima del ojo y ter- == SO) == mina en el cuello detrás de las orejas: tiene también dos manchas blancas, una delante y otra detrás de éstas, que son ovales, un poco menores del tercio de la longitud de la cabeza, y cubiertas de pelos cortos: la cola, redonda y también cubierta de pelos cortos en la base, es dística y guarnecida en la punta de pelos largos, negros por encima y blancos por debajo, terminando con este color el pe- nacho final. Los individuos jóvenes son de color gris uniforme. Es bastante más general la distribución geográfica del Myoxus nitela que la del M. glís en la Fauna ibérica, pues yo lo he encon- trado desde el litoral mediterráneo hasta las regiones pirenalcas más elevadas, así como en la meseta central, en la Cordillera Carpetana, y además lo he recibido de diferentes provincias. Ya en mi Catálogo de Mamiferos de la provincia de Madrid dije que era muy común en los encinares, pues lo había recogido hasta en los de la Casa de Campo, y visto en altitudes variables refugiado debajo de las lanchas ó grandes piedras planas, á falta de escondrijos entre los troncos de árboles, Se acerca á las casas de campo y huertos cultivados, y ataca á las frutas de todas clases, sin desdeñar las legumbres ni los huevos. de los nidos, en los cuales también devora los polluelos, si los en- cuentra. Coit vere; parit cestate 5-6 poll., dice Erxleben; y esto, sobre “ser cierto, es notable, porque la época del celo en la mayoría de los mamíferos suele ser invernal ó en la primavera, bien que existan especies que tienen dos épocas, una temprana y la otra de otoño. Las citas de nuestros naturalistas baleares aseguran la existen- cia de este Lirón en aquellas islas, y Barceló le da el nombre de Leroto, que tiene poco de español y más bien parece una traduc- ción del francés Lérof. Machado, al citarle en su Fauna andaluza, además de los sitios donde se establece ordinariamente, señala como especiales las peanas ó moginetes de las estacas del olivo, y esto me induce á creer que quizás también se alimente tal Lirón de las aceitunas. Seoane dice que es escaso en los montes de Galicia, y Martínez Reguera lo ha visto también en Sierra Morena, diciendo que se encuentra en las huertas de las haciendas ribereñas al Gua- dalquivir. a dad: A iS — 481 — MIOXUS NITELA, VARIETAS AMORI. (Lam. 17, fig. A.) Siendo catedrático del Instituto de Córdoba mi discípulo D. Fer- nando Amor, hace cuarenta años, me envió tres ejemplares, que conservo, del Lirón que allí se encuentra, el cual ofrece, sin perder los rasgos esencialmente típicos, algunas diferencias de coloración que voy á señalar. Tienen el pelaje por encima de un rojo muy encendido, desde la punta del hocico hasta la mitad de la cola, poco más ó menos. La banda negra que pasa por los ojos es muy angosta, y no los rodea; la mancha blanca situada en la parte anterior de la base de la oreja es grande y circunscrita por pelos negros; los del bigote, que en el tipo son negros y sólo alcanzan á la base de la oreja, en los ejem- plares de Córdoba son varios de ellos larguísimos, pasando más allá del oído, unos negros en la parte inferior y en el extremo blancos, y otros de este color en toda su extensión. La otra banda ancha obscura que en el tipo baja desde el hombro por la parte de fuera hasta el codo, en los ejemplares que describo alcanza hasta la muñeca ó carpo, y está perfectamente señalada, siendo roja como el pelaje del dorso, y no negruzca. Así como en el tipo la faz externa anterior del muslo tiene el pelo gris blanquecino como el del vientre, en mis ejemplares de Córdoba es rojo, como el del dorso, que sigue por la mayor parte de la nalga. Los pelos que guarnecen los pies y las manos hasta el extremo de los dedos están muy desarrollados, y en vez de hallarse paralelamente sobrecargados ó empizarrados, se presentan extraversos, sobre todo en los bordes externos de las manos y pies, donde forman á modo de franja. La cola es más robusta que en el tipo; roja, como he dicho, por encima hasta su mitad, poco más ó menos, y después se obscurece bastante á medida que aumenta el número de pelos negros, que van alargándose en términos de formar una especie de palma, de centro obscuro y franjeada de blanco, color que domina por debajo en toda la extensión del rabo. El tamaño es visiblemente menor que el del tipo. Tales diferencias las creo suficientes para declarar como varie- dad del Myoxus nitela la encontrada en Córdoba por mi malogrado discípulo, á cuya memoria la dedico. al — 482 — MYOxus AvELLANARIUS. (Desmar., Nouv. Dict., XV111.) Cauda longa, sub flocosá. Corpore fulvo; gula alba; pollicibus plantaribus muticis. Cauda corpore paululum brevior, depressa, disticha. Caput latum; facies plana, antice acuminata; corpus ovatum:; artus breves. Variat corpore magis fusco. —Fischer, Synops. Mammal., p. 309. Corpore supra rufo, gusla el ventre flavo albicante; pollict- bus posticis muticis. Oculi magat, prominentes, nigri. Auricule breves, rotundate, nude, tenues. Cauda longitudine corports vel paullo longior, ¿imprimis versus apicem longius pilosam. Pedes, 4-5 pollive, plantarum mutico. Nidum parat in cava ar- bore minus alta, vel in frutice prope terram e gramine, nuscts, foliis. Partit 3-4. Edit erectus nuces fructusque. Hibernat; die- bus serentoribus hiemis expergiscitur. Magnitudo, Murts Mus- cult, 2 < poll. long., at minus gracilts, rostroque obbtustore.— Erxleb., Sysé. Mammal., p. 433. - Synonim. scient.—Mus avellanarius.—Limn., Faun. Suec., 35. Mus avellanarius minor. —Aldrov., Digit., p. 139. Mus avellanarum minor, vulgo Moscardino.—Aldrov., loc. cit., p. 140, deg'. fig. bona. M. muscardinus.—Schreb., Sáugth., p. 839, 4, t. 227. Glis avellanarius.—Blumenb., Handb. da? Nat. Gesch., ad. 10, p. 34. Muscardin.—Buft., Hist. Nat., vir, p. 193, t. 26. Vulgo. — Lirón de los avellanos, según Machado. Moscardino, según Reguera (1). Dichos autores dicen haberlo visto en Andalucía, el primero en las dehesas de alcornocales, encinares y quejigos del Pedroso, Ca- zalla y otros puntos de Sierra Morena, y también el segundo en la misma cordillera, pero más á Levante. Es éste motivo suficiente para que yo lo incluya en nuestra Fauna, á pesar de que hasta el día no lo haya encontrado en ningún sitio, ni visto citado en ninguna de las otras obras que sobre mamíferos de España conozco; pero siendo una (1) Tal nombre no lo he oido usar nunca á los campesinos, ni consta en el Diccionario de la Lengua, que sólo trae el de Moscardón, aplicado á un insecto diptero, dicho también Moscarda. — 483 — especie muy común en el centro de Luropa, posible es que se extienda su área hasta nuestra Península, confirmando lo que dice Chenu en su Enciclopedia de Historia Natural, t. 11, p. 159, «Députs "Espagne eb 1” Italie, jusqu'en Suede». Tampoco he encontrado ni visto al Myoxus frugivorus, Schinz, Synop. Mamm., t. 11, p. 82, que cita Machado como existente en los huertos y naranjales de Palma del Río, que no es Myoxus, á pesar de que Lesson de tal lo bautizó, llamándole Myoxus siculus, y Rafinesque Mus frugívorus en su Ann. Monthl. Rev., 1818; y sólo por si realmente en España exis- tiera, para que pueda cerciorarse el que lo encuentre, copio aquí la frase especifica que Schinz da en su obra: Vellere supra rufo-fuscescente, pilis longis fuscis sparso; infra albo; auriculis nudis rotundatis; carmda corports longitu- dine, fusca, annulata, ciliata eb cylindrica., SUBFAMILIA MURINA. (lliger, Prod. Syst. Mamm., 1811.) Cauda squamata: vellus setis mixbum: saccul? buccales NU- ll¿.—Bonap., A New. System. Arrangemt of Vertebr. Anim., 1837. GuBNUS Mus. (Omn. Auct.) Dentes prim. ubrinque 2, inferiores scalpro compresso acubo. Pro laniaris, diastema. Molares utrinque utrinsecus roy abrupti, obducti, tritorit, tuberculati, rarior rugost. Rostrum plus minus acutum. Labrum fissum. Auricule oblonge, aut rotundatce, nudiuscule. Pedes distincte ambula- tori, antici tebradactyli cum verruca hallucart, postict pentadac- tyli. Ungues falculares. Cauda elongata aut mediocris, squama- ta, annulata, raro pilosa. Mamme aperte, pectorales et ventra- les 4-12. Animalia omnivora, nocturna, incolce tobtius Orbis. Muchos naturalistas anteriores, contemporáneos y hasta poste- riores de Linneo, junto con el gran Maestro sueco, comprendieron en el género Mus mamíferos tan diversos como el Conejillo de In- dias, el Aguti y la Paca, la Marmota, el Cricebus, los Arvicolas, el laculus y los Ltrones, etc., pertenecientes ahora á Géneros, Tri- — 484 — bus y hasta á Familias diferentes. Así es que el nombre genérico Mus, que ni á los naturalistas pertenece, por haberlo aplicado el vulgo de los latinos, mucho antes que los hombres científicos, á los mamíferos pequeños y roedores, que hoy también la generalidad de las gentes llama ratones, queda ahora científicamente caracterizado de modo que no pueden entrar en él la mayor parte de los Mures Linneanos, pues de las 21 especies que describió aquel sabio, sólo seis son verdaderos ratones, y de éstos existen en nuestra Fauna los siguientes : Mus RATTUS. (Omn. Auct. systemal.) Cauda longissima, squamosa, verticillata, verticilla a basi ad apicem n. 250-260. Corpore schictaceo nigro, subtus canescente. Rostrum acuminatum. Auwricule subovatce, pilis brevibus tecte. Verruca supra ocularis pilis duobus longioribus. Mystaces albe, longitudine capitis. Pedes 4-5 dactyli cum unguiculo pollicari ¿n palmis, fisst; supra pilis albis brevissímis bectt, subtus papi- lloso-verrucost. Digitt compresst. Ungues laterales breviores. Cauda longitudine circiter corports, ad 8 poll., subnuda, squamo- sa, pilis brevissimis scabra. Long. corp. “1 poll., capitis 1 poll. 8 lin. Auricularum 8 lin., pedum postic. 1 poll. 4 lin. Pili ni- hide incumbentes. Edit frumenta, utensilia varia, gallinulas, columbas, cunt- culos: animal domibus pessimum caubumque. Nidum parat in loco calidiore, ex lana, pannts, stramine. Lasciwus valde. Parit pluries in anno ad sex vel septem. Saevit in propiam speciem. Retro cott, facileque sub cortu caude permiscentur. Variat colore fusco, grisseo, albo.—Erxl., Syst. Mam., p. 382. Synonim. —Ratbus.—Aldrov., Digit., p. 415. Mus domesticus major.—Schwenckf, T'heriotr., p. 115. Sorex domesticus.—Charlet, Exerc., p. 25. Le Rat.—Buft., Hist. Nat., vu, p. 278, tab. 36. Vulgo.-— Rata, en castellano, catalán, mallorquín y valenciano. Rata negra, Machado en su Fauna andaluza. Rato, en bable y gallego. Arratoya, en vascuence. Ratáo, 'en portugués. El Diccionario de la Academia, sin establecer, como es natu- == AS ral, diferencias entre las varias especies de Ratas, define mediana- mente el animal diciendo: «Cuadrúpedo que se tiene por indígena de los países templados de nuestro continente, y cuya longitud lle- ga hasta siete pulgadas, sin contar la cola, que es poco menor. Es animal roedor y voraz, que se ceba con preferencia en las substan- cias duras, y vive por lo común en los edificios y embarcaciones. Las ratas son, generalmente, de color pardo obscuro, aunque tam- bién las hay blancas y de un gris rojizo». ; Para mejorar esta explicación deberá tenerse en cuenta lo que dice la quinta edición del léxico, donde hay datos interesantes y ciertos que injustificadamente han desaparecido en las definiciones posteriores. De un modo positivo se ignora cuál sea el país de donde nos vino el Mus rattys, que no conocieron los antiguos, y que hasta la Edad Media no se introdujo en la Fauna de Europa. Hoy se le en- cuentra en todos los países europeos, y no falta quien crea que su cuna está en Syria y que nos fué importado por las guerras de las Cruzadas. Existen cuatro variedades del M. ratfws, denominadas por su diverso color: 4/bus, ater, maculatws et ¿sabelinus. Llama la atención que un huésped más moderno, congénere suyo, el Mus decumanos, le haya declarado la guerra de un modo tan crudo, que de las Islas Británicas ya lo ha expulsado del todo, y en el Continente se va notando su ausencia también en varias re- glones en que antes abundaba mucho. Lo que es general en todas partes es ver que las residencias están repartidas, pues el M. rat- /us no se encuentra en las alcantarillas y sitios inmundos donde antes vivía y hoy pulula el M. decumanus, habiéndose retirado á los graneros, molinos harineros, caballerizas y hasta á las huertas próximas á caseríos rurales, los cuales visita de noche para sus me- rodeos. Federico Cuvier, sin embargo, nos dice que él ha visto vi- vir juntas ambas especies cuando abundan los alimentos. En las cuadras y cocheras de Madrid no es raro encontrar in- dividuos del M4. rattws de color isabelino, y también enteramente negros ó con manchas grandes y negras sobre fondo blanco; siendo de advertir que esta última variedad no puede confundirse con la albina, pues tiene los ojos negros y no encarnados. Ejemplares con los distintos pelajes señalados tengo en mi colección, habiéndo- — 486 — melos facilitado mi amigo el profesor de Veterinaria D. Antonio Bonilla. Mus Dacumanus. (Pallas, Glir., p. 19, et Omn. Auct. systemat.) Supra rufescenti-cinereus, subbus grisea-albus: cauda cor- pore breviore, verticilis squamarum, 200, squamais adpresis. Cor- pore setoso griseo, subbus albido. Pili partim breviores bast schisticolores ad apice rufescentes, partím longiores rigidiuscu- lis, fusco nigris. Long. corp. 8 poll. 3 lin.; capitis 1 poll. 9 lan.; caud 6. - poll.; auwricularum 6 3 lin.; pedum postic. 1 > poll. Oriundus Indie Orient., inde in Europ. ab anno 1130, hodte cos- mopolita, inventtur ubique. Paulo major Rato, cui similis; longitudine corporis 9 polli- cum, cauda longitudinis ejusdem. Caput, dorsum eb latera pa- llide ex rufo-fusca, pectus eb venter sordide alba. Pedes nudt, coloris sordide carner. Palme digitis quabuor cum ungue polla- cart, plante digitis quinque. Auricule Ratt. Ocula magnt, ni- gri. Nasi apez sordide albus. Cawde basis dorso concolor, relt- qua squamosa, intermisxtis pilis rarioribus. Mamme sex ven- trales, totidemque pectorales. Degit precipue ad aquas, bene na- tat et urinat. Fodib subterraneus, eb repertbur quoque in do- mibus. Victitat frumento, fructibus, cuniculis, gallinulis, uten- silibus varits. Maxime pinguescit. Audacissumum animal inter congeneres atque Ratto ferobiws, morsu periculoso: delevit fere passim Rattum. Parit ter in anno 12-18. Mas feminam mag- nitudine antecellit.—Erxleb., Reg. anim., p. 381, 1. (Mus No- rregicus.) Synonim. scient.— Mus caspius.—Aelian., dAnim., 1, 47? M. aquaticus.—Gesn., Quadr., p. 132. M. silvestris.—Briss., Regn. an., p. 170, et M. norve- gicas, Ejusd. 1b., p. 173. Glis Norvegicus.—Klein, Quadr., p. 56. Surmulot.—Buff., Hist. Nat., vi, p. 206, t. 27. Surmulotus, sive Rattus migrans.—Zimmer., Sp. Zool. Geogr., p. 345. Vulgo. — Rata, Rato, Arratoya, Rato, como la especie anterior, y en los mismos países. Según asevera Barceló, en las Baleares llaman á esta especie 5 — 487 — Rata trajinera, nombre muy apropiado por ser realmente viajera, metiéndose en los barcos; y en Cataluña la dicen algunos Rata de claveguera, por establecerse principalmente en las alcantarillas, á cuyos acometimientos en catalán llaman c/avegueras. Martínez Reguera la dice Rata de los comunes fandándose en igual causa. Análogamente á como se han señalado en la anterior especie, exis- ten también en ésta variedades denominadas por su color: Mus de- cumanus albus, M. d. cinnamomeus, M. d. grisseus y M. d. ma- culatus. De ellas, la general es la grísea en las alcantarillas de Ma- drid; pero en el colector general que sale del matadero de la villa abunda la cinamoma, siendo más raras las otras dos variedades. Mus ALEXANDRINUS. (E. Geoff. Saint Hilaire, Ann. Mus.) Supra rufescente fusco canus; subtus, pedibus, labvsque, favescente albis. Cauda corpore longiore. Auriculis amplissibus. Statura el auricule Ratti; color Decumani; differt ab utroque cauda squamais, majoribus, rartoribus, pilis denstoribus rigidio- ribus vestita. Long. 6 poll., caudce 8 poll.—Geoftr., Mém. de "Egipt., t. v, fig. 1. Mus pedibus fissis, rufescenti-cinereus, subtus ex flavescente albus: cauda corpore longiore, verticillis 240, squamis distinc- tis.—Bonap., Faun. ltal. Synonim.-—Mus tectorum.—Savi, Lettera al Dr. Passerini, Pe- - brajus, 1825, in Nov. Giornale de Letterati di Pisa. Vulgo.— Rata, como las demás especies grandes. Está comprobado que el Mus alexandrinus de Geoffroy y el M. tectorum de Savi son la misma especie, teniendo la prioridad el nombre impuesto antes por el naturalista francés, que lo describió en la obra citada de su viaje á Egipto. Además de las frases latinas iguales en ambos autores, y que doy más arriba, voy á consignar los signos establecidos por el príncipe de Musigmnano, que en el estudio de los micromamiferos es una ver- dadera autoridad. «Cabeza algo prolongada, con el hocico atenuado y por encima plano. Mandíbula inferior bastante más corta que la superior. Ojos grandes y saltones. Orejas muy grandes, anchas, casi ovales. Los pelos del dorso rígidos y de grueso casi uniforme en toda su longi- tud, y los pelos cortos blandos. Cola más larga que el cuerpo entero, — 488 = inclusa la cabeza, y con escamas, dispuestas en 220 6 240 anillos ó ciclos, bien visibles todos y guarnecidos de pelos pequeños y rí- gidos. Color del pelaje cenizo-ferruginoso por encima, por ser los pelos cortos grises en la base y rojizos en su extremo, mientras que los largos son negros. Por debajo el tinte que domina es el blanco amarillento, y los pies, Casi desnudos, son de color de carne.» Con estas señales, la distinción de esta especie con las dos an- teriores es fácil, fijándose un poco. Se supone que la introducción de esta Rata en Europa tuvo lu- gar cuando Napoleón regresó con sus tropas de Egipto, en donde E. Geoffroy fué el primero que la estudió; de manera que este ter- cer huésped murino ha llegado á Europa en condiciones análogas á las otras dos Ratas antes descritas. Hasta ahora, en los libros, se señala á Italia como el sitio de Ku-- ropa donde el M, alezandrinus está claramente establecido; pero yo lo he encontrado en Barcelona, importado probablemente de Egipto por los buques que directamente de allí traen granos y otras mercan- cías al puerto de la ciudad condal. A excepción del Sr. Barceló, ningún naturalista nacional ni ex- tranjero ha dado, que yo sepa, noticia de la existencia de este roedor en nuestra Fauna ibérica, y aquel autor dice en la pág. 1.* de sus Apuntes para la Baleárica : «M. alexandrinus, Geoffr.; M. tectorum, Sav1, denominado vulgarmente Lata en las Baleares. —Común en estas islas, habita en lo interior de las casas, prefiriendo las inmediatas á huertas y jardínes; devora con predilección las naranjas y granadas dulces, dejando la cáscara vacía y casl intacta». Siendo esto así, yo añado que el M. alezandrinus ofrece cierta diferencia con las otras dos especies de ratas, que son menos fru- gívoras y hasta carniceras, pues atacan á varios animales vivos. Es creíble que, como á Barcelona, haya sido llevada á las Balea- res la Rata alejandrina por los buques que desde Egipto llegan á aquellas islas cargados de legumbres y cereales. Mus MuscuLus. (Omn. Auctor. Systemat.) Cauda elongata, longitudine corports, pilostuscula, squa- mosa; corpore supra fusco, subbus cinerascente, palmas tebradac- tylis absque unguiculo pollicari. Minor Ratto; longitudine cor- — 489 — ports trium pollicum, in reliquis ¿sti similis figura eb colore, nist quod hic pallidior sit. Habitat ubique in domibus eb sylvis glandiferis; polypha- gus; noxtum animalculum rebus esculentis, cuubumque eb bimi- dum, agileque. Partit sex vel septem, pluries in anno. Delectatur musica. Preda Felis, Mustele, Erinacel, Strigis; in horreis apellitur Ebulo. Var. alba: ocultis auranciis; sepe rufescens, maculatus. — Erxleben, Sysb. Reg. Anim., p. 391. Synonim. scientif. —Mu<. —Aristót., 4Zisb. Anim., 1, C. 2, n. 15. Mus.—Plin., Mist. Nat., vur, c. 56. Mus domesticus minor.—Schweuckf, Theriotr., p. 113. Mus minor, Musculus vulgaris, M. domesticus.—Klein, Quadr., p. 57. La Souris.—Buftf., Hist. Nat., vir, 309, tab. 39. Vulgo. —Ratón el “9, Ratona la O, en castellano y gallego. Ratón casero, Ratón doméstico, lo llama Huerta. Ratolí, en catalán y mallorquín. Sagud, en vascuence. Rata farinera, en valenciano. Rato el 9, Rata la Q, en portugués. «Cuadrúpedo roedor, muy común en toda Europa, parecido á la rata, mucho más pequeño que ella y sin pulgares en las manos», dice el Diccionario de la Lengua, refiriéndose al Ratón, con lo cual no queda definida la especie, pues lo expuesto es aplicable á otros mures (1). En pequeño representa al Ratíuws, pues no pasa de 15 centí- metros de largo desde el hocico á la extremidad de la cola, corres- pondiendo á ésta la mitad de la longitud; pero es muy semejante en la forma de las orejas y ojos pequeños, siendo, sin embargo, más claro de pelaje, pues por encima lo tiene gris parduzco ligeramente amarillento, debido al tinte de este color que lleva una parte de cada pelo, entre la base, que es apizarrada, y la punta, negra. La co- loración de las partes inferiores es gris clara amarillenta. La cola es (1) El mismo léxico da Rato como sinónimo de Ratón; pero esto no es exacto, pues el rato es el macho de la rata, mientras el ratón lo es de la ratona. — 490 — gris negruzca, unicolora, cubierta de anillos escamosos y guarne- cida de pelos cortos. Los pies son siempre cenicientos, carácter que le distingue del Mus sylvaticus, que los tiene blancos y más largos. Animal extraordinariamente fecundo, cauto, tímido y muy ágil, vive en nuestras casas comiendo de todas cosas y royendo mucho más que come. Es innecesario entrar en más detalles descriptivos para recono- cer á este animalillo que vive con nosotros, se sustenta á nuestra costa, sin poner por su parte más que la astucia instintiva de que está dotado, para hacerse partícipe de cuanto poseemos y le conviene aprovecharse. La variedad albina al estado libre es escasa, pero se perpetúa criándola enjaulada sin mezclarla con las otras. Hoy día se encuentra este Ratón, transportado por los europeos, en cuantas regiones habita el hombre, pues, como éste, se ha hecho cosmopolita, adaptándose á vivir en todas nuestras moradas cual uno de tantos parásitos como nos acompañan. Mus SYLVATICUS. (Omn. Auctor. Systemat.) Cauda longa, squamosa; corpore griseo lutescente, subbus la- teribusque abrupte albis.—Pall., Glir., p. 94, 42. Caput majus quam in Musculo; oculi majores, magisque pro- minuli; auricule grandiores; cauda supra fusca, subtus alba. Fischer, Synop., p. 318. Oculi magnt, prominentes, nigri. Auricule vellere promi- nentes. Caput, dorsum eb latera flavicanti-fusca, intermixbis pi- lis nigricantibus; pectus ochraceum; venter albus. Cauda leviter pilosa. Mamme quator ventrales, duce pectorales. Long. corp. 4 1 poll.; caude 4 poll. —Erxleb., Reg. Anim. Mamm., p. 368. Synonim. scientif. —Mus agrestis major.—Gesn., Quadr., p. 830. Mus domesticus medius.—Kay, Syn. Quadr., p. 218. Mus campestris major.—Briss., Reg. an., p. 171. Le Mulot.—Buft., Hist. Nab., vu, p. 320, tab. 41. Vulgo. — Ratón campesino, en Castilla. Ratón silvestre, Ratón agreste, según Huerta (1). (1) Establece este autor diferencia entre ambos, pues el uno, dice, es rojo, y negro el otro; y que el primero vive en los huertos y viñas, y en — 491 — Ratón de campo, en Andalucia, según Machado. Ratón montés y Rata campesina, en Sierra Morena, se- gún Martínez Reguera. Rata sauvatge, en las Baleares. Ratolí de camp, en Cataluña. Rat montesí, en Valencia. Rabtu montiegu, en Asturias. Rato montetro, en Galicia. Sorosagua, en las Provincias Vascongadas. Rato do campo ou montez, en Portugal. Para distinguir al M. sylvaticus del M. musculus, tan pare- cidos á primera vista, pueden añadirse á la diagnosis de los autores antes citados las siguientes notas: Las orejas del M. sylvaticus son más grandes y negruzcas en su extremo, y la cola es vellosa, muy fusca por encima y blanca por debajo. Las variedades pardas y cenicientas de este Ratón, que podrían tomarse por el M. musculus, se distinguen siempre, primero, por- que el color blanco del vientre queda netamente separado del pardo ó ceniciento del dorso, por una línea lateral señalada en cada cos- tado; segundo, por el distinto color de los pies, y ser, además, los posteriores de mayor longitud; y tercero, por la magnitud de las ore- jas y de los ojos, que queda señalada en la frase latina. Son también característicos en el M4. sylvaticas la mancha fulva longitudinal y pequeña que lleva en el pecho; los mostachos bas- tante largos; la cabeza grande; los pies blancos y vellosos, y el que, aun cuando varien los visos de la coloración del dorso, siempre en la base todos los pelos son de color de pizarra, y mientras los cortos aparecen rojos en el extremo, los más largos son negros por la punta. Como en el M4. musculus, las razas albina é isabela tienen los ojos encarnados, y hay también variaciones en el tamaño ó desarro- llo, debidas quizás á condiciones individuales. Por fin, la longitud de la cola unas veces es igual á la del cuerpo y otras algo más corta. Como sus nombres triviales lo indican, este Ratón es campesino, los montes el segundo. Sin más detalles que éstos, no se puede saber si son dos ó una las especies que considera distintas nuestro comentador de Plinio. — 492 — y rara vez se introduce en las alquerías, ú pesar de encontrarse en los campos que las rodean y en cuyos cultivos causan no pocos daños, pues se citan hasta verdaderas plagas producidas con su mul- tiplicación extraordinaria. En la Península ibérica se le encuentra por todas partes en el campo, como á su congénere doméstico dentro de las habitaciones. Lo he visto muchas veces instalado en las oquedades que quedan debajo de las piedras grandes, y también en galerías subterráneas que se fragua, y dentro de las cuales almacena provisiones, como los arvícolas, para sustentarse en el invierno. Fecunda esta especie, como todas las del género, se reproduce varias veces al año, saliendo á luz en cada parto cinco ó seis ratoncillos. Lo-citan: Seoane, en Galicia; Barceló, en las Baleares; Ma- chado, en Andalucía, y Martínez Reguera, en Sierra Morena; y yo lo incluí en mi Catálogo de mamiferos de la provincia de Ma- drid, por encontrarse hasta en el circuito de la capital. Mus Minurus. (Pall., Reg., 1, p. 454.) Rostro acuto, angustaso, elongato; auriculis brevibus rotunda- bis; corpus supra cinnamomeo rufo, subtus albo.—Pall., loc. cit. Corpus griseo-lutescens, in dorso fuscescente mixbtum, subbws cano-album. Pedum. palma ubrinque cano-ciliate, palmarum unguwiculus pollicaris obtusissimus. Cauda major quam in Mus musculo, subfiliformis, pilosa tota, circulisque fere 130 annu- lata. Pondus plerumque sesquidrachmale, raro duoarum drach- marum. Long. tot. 4 poll. 10 lin.; corpor. 2 poll. 5 lin.; capi. Y lin.; caude 2 poll. 5 lin.—Erxleb., Reg. anim., p. 401. Synonim. —Mus pendulinus, Soricinus eb parvulus.—Hermann, Obs. Zool., 1, p. 97. Mus messorius.—Shaw, Gen. Zool., 1, p. 64, t. 131. Mus campestris.—Fr. Cuv. (Nec. Holandre.) Mus avenarius.—Wolf. (Teste Fischer.) Micromys agilis.—Dehue. No lo he visto en nuestra Península aún; pero se cita de los Piri- neos franceses, y Seoane dice lo ha encontrado en Neda, Caldas de Reyes y Lugo, por cuya razón lo incluyo en nuestra Fauna, espe- rando que otros confirmen algún día la existencia de un Ratón cuya complicada sinonimia ya indica las incertidumbres que han reinado — 493 — entre los diferentes naturalistas al describir la misma cosa con nom- bres diferentes. Para facilitar su determinación á los que puedan un día encon- trarlo en la Península, si es que aquí existe, copio la reseña des- criptiva que de tal roedor da Selys des Longchamps en su revista de los Ratones de Europa: «El color del pelaje es por encima de un hermoso leonado ama- rillento, más vivo en los lados del hocico y en la grupa que en el resto, y va aclarándose en los costados. La parte inferior de la cabe- za, el pecho y el vientre son de un blanco puro, bien limitado de la coloración de encima. La cola y pies son amarillos, y están inte- riormente erizados de pelos. Los de los bigotes son negros, con la punta blanca. El hocico, erizado también de pelos, es comprimido y agudo. Son cortas las orejas, redondeadas y vellosas, y apenas sobresalen de los pelos. Los ojos, poco prominentes. Por la base, los pelos del dorso son de color de pizarra obscuro, como los suelen te- ner las otras especies del género. La variedad de color bayo amarillento claro, con una línea dor- sal rojo obscura, tiene los ojos rojos, y la base de los pelos blanca del todo, señalando así un tránsito al albinismo». En la región occidental del centro de Europa es donde más se ve á este ratón; y, si se encuentra en nuestra Fauna, por los datos hasta ahora adquiridos, también será en las provincias de Poniente. Mucho se ha escrito de ratones en España, pero muy poco zo- ográficamente; así es, que entre nuestros naturalistas antiguos, sólo encuentro generalidades copiadas de los libros de Cayo Plinio, por Huerta en 1602, por Vélez en 1613, por Funes en 1621 y por Cor- tés en 1672. Más tarde, Asso sólo cita al Mus ratbus y M. mus- culus en su Zoología de Aragón, Ramis menciona estas mismas especies y el M. sy/vaticus en Menorca, Barceló señala los M. decu- manus, M. Alezandrinus, M. musculus y M. sylvaticus en las demás islas Baleares, Machado nombra los M. decumanus, M. mus- culus, M. rattus y. M. sylvaticus en Andalucía, y Seoane describe los Mus musculus, M. sylvaticus, M. rattus, M. decumanus y M. campestris, cuya tarea imita Martínez Reguera en su Fauna de Sierra Morena, dándonos cuenta de las mismas cuatro especies nombradas por Machado. Los dos últimos autores presentan una tarea más detallada, — 494 — pues reviste categoría semejante á la de las obras descriptivas. Para completar de un modo colectivo lo que se sabe de los Ra- tones que dejo descritos, cuya historia, más ó menos científicamente, se ha escrito hasta por literatos españoles profanos en la ciencia de la Naturaleza, voy á copiar aquí lo que en su disquisición décima pu- blicó el ilustrado capitán de Navío D. Cesáreo Fernández Duro-al tratar de los animalejos navegantes Cucarachas, Ratas, Chinches, Piojos y otras miserias. Al hablar de las Ratas, principia por manifestar que, «desde que en los astilleros se sienta la quilla de un buque, las ratas toman ya posesión del nuevo navío mercante ó de guerra, según sea el des- tino que se le diere », y agrega después: «Todos los marinos convienen en que tal animalejo se multi- plica grandemente y constituye una plaga de la navegación, por lo que destruye y por lo que molesta, más que por lo que come desde que la experiencia enseñó á revestir con hoja de lata los pañoles ó depósitos en que se llevan almacenados los víveres, librándolos por este medio de su voracidad. Eugenio de Salazar dijo que las Ratas son la montería ó caza mayor de los bajeles, y que se aculan y ha- cen frente como los jabalíes; D. Antonio de Guevara, que muerden y roban á los pasajeros y son motivo de juicios temerarios y Causa de muchos palos. Cervantes, que componen las galas de los mari- neros... y todos han dicho verdad. »Quería yo demostrario con ejemplos prácticos é ilustrar con anotaciones los cuadros de costumbres marineras que bosquejaron estos egregios escritores, y tenía reunidos apuntes de mis observa- ciones, como lo hice para tratar de la cucaracha, que es, según algu- nos de ellos, la caza de volatería á bordo; pero faltábanme los datos más interesantes, los de origen, costumbres y vida ordinaria de tan simpáticos cuadrúpedos, y hube de solicitarlos de un doctor amigo. »El tal doctor, rara avis, es de aquellos hombres que gozan al servir á todo el mundo: nadie acude en vano á su consejo; y como en él se empareja el mucho saber con la bondad mucha, viene á dar - como la Providencia, que da ciento por uno. Dígalo si no la carta que traslado, y que anula mis propósitos de entretener al lector con re- flexiones propias: : «Carta que sobre costumbres ratoneras dirige al capitán de Navío Sr. Zednanref Orud, su amigo el Doctor Sllearg: — 49 — «Habéisme pedido, amigo mío, os dé algunas noticias sobre el modo de vivir que tienen los Ratones, con el fin de comentar cierto libro, asaz curioso, que refiere las molestias que padece la chusma embarcada en las galeras. Bien quisiera complaceros, pero dudo que iguale mi saber al vuestro en este asunto; porque, á fuer de ma- rino y aficionado á leer todo lo que al agua salada se refiere, sois ar- chivo selecto en la materia, ó especialista como hoy se llama. »Sin embargo, por si de mis apuntes pudierais hacer aplicación á vuestro objeto, os los transmitiré de buen grado tal cual sean, dis- puesto como estoy á complaceros siempre y ayudaros en aquello que útil me creáis. »De ciento cuarenta especies de Ratones trata la Mastodozoolo- gía descriptiva: pero las que á vuestro designio se refieren, tres ó cuatro serán, según yo creo: el Mus musculus y el M. rattus de Linneo, el M. tectorum de Savi, y el M. decumamus de Pallas. »Ratones.—El primero de estos mures es pequeño, y de todos el más chico; su color apizarrado, á veces pío y aun del todo blan- co, y en este caso tiene los ojos encarnados; su morada la establece junto al hombre, prescindiendo de si sus casas son humildes caba- ñas ó palacios. Reside de ordinario en las despensas y graneros, y en el suelo y los muros hace galerías y almacenes para ocultar sus robos y esconderse, siendo tal la precaución que tiene, que deja diferentes agujeros ó aberturas para poder entrar sin grande apuro cuando se retira perseguido á su madriguera (1). Frecuenta por las noches las cocinas, asalta los armarios y alacenas donde se guardan las viandas preparadas; y, en busca de la harina de arroces perfuma- dos con que las damas polvorean sus mejillas y gargantas, visita el tocador de las señoras y se aprovecha del mismo afeite que ellas. A fuer de entendido y sabiondo, alterna también con litera- tos y entra en sus bibliotecas y escritorios, no á leer, á roer los papeles y libracos que á colchones de su nido destina la hembra cuando se prepara para el parto. Este es de seis á nueve hijuelos, se repite varias veces en cada año, y de ahí viene el decirse á la mujer fecunda, que pare más que una ratona, resultando, de tanta virtud prolífica, prolija serie de individuos que en breve inundan (1) De aquí el refrán gallego: «Mália ó rato que solu sabe d'un bu- _ Tato». — 496 — una casa, ocasionando molestias no pequeñas á los hombres y sustos á las mujeres, incomprensibles por causa tan liviana ; porque no fal- tándoles valor para esperar serenamente hasta el mismo fraile de la copla conocida, extraña que la vista de un ratón las descomponga, haga cambiar la color, y obligue á dar mil saltos con agudos chilli- dos que pongan en alarma al vecindario. »Embarcado el ratón, ya es otra cosa; pues no puede vivir entre paredes, y á falta de las guaridas que hace en los suelos y las ta= pias de las casas, ha de establecer sus ranchos en los pañoles que sirven de despensa á los marinos ó en cualquier otro sitio de la nave donde haya comestibles encerrados. De este modo, de Europa pasó al Asia, al África, á la América y Oceanía, haciéndose por fin cos- mopolita; pues doquiera del mundo donde ha habido hombres euro- peos, se le halla como en nuestra tierra, y al país y su clima se aco- moda, tanto en la zona fría como en la cálida y templada. »Animal roedor por excelencia, causa, en los barcos como en las casas, averías de bastante transcendencia, tanto en las mercan- cías que se transportan, como en el equipo de los tripulantes, que basta que huela á sebo, grasas ó á cualquiera substancia comestible, para que el ratón emprenda con sus dientes la análisis mecánica, que sin aprovecharle para nada, al parecer nuestro, perjudica al dueño de la prenda así ensayada. Según vos mismo me contasteis, sin sernos el objeto conocido, roe á veces las tablas de los fondos hasta el punto de adelgazarlas como una cartulina, pero sin llegar á per- forarlas ni abrir aguas. Omnívoro el ratón, nada respeta; y, cuando ha llegado á enseñorearse de las provisiones, las comunica su espe- cial olor ratonil, hasta hacerlas repugnantes. »Leed la anotación de Huerta á Cayo Plinio, en los folios 325, 26 y 28, y aun aprenderéis cosas curiosas que ya en aquellos tiem- pos remotos se contaban del ratón, cuya carne es apetecida por al- gunos, y aun medicinal, según las viejas de los pueblos lo propa- lan, dándola á comer á los chicos que se mean en la cama. »No todos son asustadizas mujeres, y aficionados tienen los ra- tones que los crían y miman por capricho ó por la cuenta que les tiene; y recuerdo haber visto en Barcelona, ya hace muchos años, una colección de estos mamíferos que mantenían á su dueño dando espectáculos, en los cuales se lucia el ratón cartero, que echaba las cartas al correo; el artillero, que disparaba cañonazos; el cam- — 491 — panero, que alborotaba tocando las campanillas de una torre de mu- ñecos; el tesorero, que cobraba y pagaba contando las monedas; el demandadero, que llevaba billetes á las damas, y los bailarines que danzaban, no sólo en el suelo, sino en la cuerda tirante ó floja, dando volteretas y saltos á la salud de quien el amo ratonero mandaba. »En los tiempos de paz nadie quiere á los ratones, y procura ex- pulsarlos con ayuda del gato ó el erizo, y hasta con los venenos más activos, si las mil ratoneras inventadas no bastan para el caso; pero, en las plazas sitiadas, muchas veces se han buscado con afán para comerlos, pagando la libra á precio de oro. Sitiado puede verse por el hambre un buque engolfado en ancho piélago, y, en tal apuro, ra- tones que cazar quisieran tener los tripulantes reducidos al ayuno. Esto nos manifiesta que, á pesar de cuanto contra ratones se ha dicho, puede llegar el caso de tener que capitular con ellos, no fal- tando quien haya probado son en las casas preferibles á los gatos; y si no, leed, amigo mío, el opúsculo dado á luz por Damián Marón y Rama hace poco más de cien años (1779). »Ratas.—Las especies de ratas que he citado son de mayor ta- maño que el ratón, y el vulgo las confunde en una sola; pero los naturalistas las distinguimos por caracteres zoográficos que no son de fácil apreciación para los profanos en las ciencias naturales. Ver- dad es que esto importa poco; porque, siendo todas igualmente da- ñinas, lo que interesa es saber librarse de ellas. »La rata de los techos vive en Italia; y aunque hoy otra cosa se crea, pudo en tiempos ser transportada por las naves desde Egipto á Europa, pues, como voy á deciros dentro de poco, regalos de esta es- pecie deben á la marina todos los pueblos de la tierra. »No sé si recordaréis las molestias que, cuando estábamos en Ná- poles, nos proporcionaban por las noches las ratas, al irnos á des- cansar á la fonda de América de las tareas cuotidianas, pues los cie- los rasos se hallaban invadidos por numerosas legiones de tales roe- dores, que, estando en época de celo, hacían que se batiesen los machos y armasen tales carreras y Chillería, que nos impedían dor- mir tranquilamente. Eran las ratas alejandrinas, y no es fácil ha- yáis olvidado semejantes rebullicios, que con frecuencia os hacían suspender (y me alegraba) la lectura del Pícolo y del Pungolo, del Popolo, la Liberté, la Italia, Roma y tantos otros papeluchos que, con monomanía periodística, comprabais todas las noches. 32 — 498 — »El Mus rattus de Linneo, que era la rata dominante en el si- glo xvi, parece proceder, según algunos, del Nuevo Mundo, pues fué desconocida de los antiguos, y sólo desde la Edad Media ha- blan de ella los zoógrafos, considerándola como importada por las naves españolas, que si á América llevaron nuestros mures, trajeron en cambio tan mala adquisición. »El Mus decumanus de Pallas es de la India Oriental y de la Persia, y su introducción en Europa sólo data desde el año 1727, debiéndose tal regalo á los ingleses, cuya marina lo importó con los cargamentos de especias. »Resulta, amigo mío, de estos datos que, si de lo bueno sois los marinos portadores, de lo malo os debemos también no poca parte; y si plata y oro, perlas y diamantes nos trajisteis algunas veces allende de los mares, otras nos allegasteis el tifus icterodes, la peste bubonal ó de Levante, el cólera morbo asiático, la viruela, las chinches, las correderas, los piojos de los negros, las ratas indo- persas, etc., etc., y por postre, modernamente, la peste de las viñas, la Phylloxera. ; »Las costumbres de las últimas ratas citadas varían algo con las de la alejandrina, que los italianos llaman topo tebtoiolo, y vive, como llevo indicado, en los entretechos de las casas, al paso que las otras dos especies, el M. rabtus y M. decumanus, son immundas criaturas, pues se establecen en las alcantarillas, letrinas, atajeas y demás desagiies donde se vierten desperdicios de materias alimen- ticias, cuales los de los mataderos. También establecen su vivienda: cerca de las esguevas ó acequias de limpieza que atraviesan las orandes poblaciones, y son excelentes nadadoras, viéndoselas ven- cer las corrientes de los arroyos y aun de rías anchurosas para bus- car nuevas estaciones en las orillas opuestas. Tal propiedad nadadora. deben haberla observado los marinos, cuando dicen, para significar el completo desastre de un naufragio, que ni las ratas se salvaron, dando á entender de esta manera que, cuando éstas se ahogan, no es posible que ningún otro ser pueda conseguir salvar su vida na- dando. »Los rattos y decumanos son ratas muy afectas á las costas, y pululan en los puertos de gran tráfico, donde tantos desperdicios de los ranchos se echan de los barcos á la mar, y ellas aprovechan, viéndoselas pasar nadando de un buque á otro y embarcarse, su- a E) biendo por las cadenas y cables de las anclas que están echadas. De este modo es probable que, sin tomar pasaje ni constar en el rol, viajaran desde ambas Indias hasta Europa, y, ¡cosa rara!, siendo nuestras relaciones más modernas con las tierras occidentales, la rata americana nos visitó primero, viniendo la indo-persa mucho más tarde, cuya invasión en nuestro continente se hizo por los puer- tos que sostienen tráfico directo con la India, si bien además consta que en 1727 la rata decumana entraba en Rusia por Astracán, al mismo tiempo que, traída por mar, desembarcaba en la Gran Bretaña. »Esta rata indo-persa es muy valiente y corajuda, y se ha ob- servado que desde su irrupción en Europa ha disminuido mucho la americana, perseguida sin tregua por la otra, que ya de muchas localidades la ha expulsado ó hecho perecer, devorándola con más saña que los gatos, los cuales frecuentemente no se atreven con la indiana y la ceden el campo para evitar los mordiscos penetrantes con que se defiende; siendo yo testigo presencial de la lucha que con una Culebra de cascabel que tenía enjaulada sostuvo una rata decu- mana que eché al reptil para que la comiera; pelea que hizo perecer á las dos contrincantes; la rata, envenenada; y la culebra, mortal- mente herida por los mordiscos con que la ataraceó aquélla. >» Lo mismo que el ratón, son omnívoras las ratas, y cuanto Co- mestible encuentran atacan, ya sean vegetales ó animales, estén muertos ó vivos, y con tal que no tengan defensa, les importa poco sean mayores ó menores, pues suplen la pequeñez con el número; y así, los caballos que mueren en París, que anochecido los llevan á echar á Montfaucon, son devorados por las ratas, sin que quede rastro de ellos 4 la mañana siguiente. Nada tiene de extraño que en aquella población la rata decumana se haya multiplicado de un modo tan sorprendente; y ya recordaréis, amigo mío, que cuando juntos estuvimos allí, hace trece años, las veíamos pasearse por las calles, 4 bandadas, sin que nadie hiciese caso, mi ellas tampoco de los transeuntes: tan acostumbrados todos estaban á encontrarse. »Son los grallineros y palomares sitios que visitan con más fre-. cuencia aún que la garduña y comadreja; y si no están secundum artem construídos, pronto los despueblan de las aves, comiéndose los pollos y pichones, y hasta las madres que están incubando en los nidales, sucediendo á bordo cosa parecida con la volatería que, en- jaulada á cubierta, se lleva como provisión de carne fresca. — 500 — »Las pescaderías y plazuelas son sitios preferentemente elegidos por las ratas, y recuerdo que en Laredo eran tantas las que había en el muelle viejo, donde se echan los desperdicios de las fábricas de escabeches, y limpian los pescadores los aparejos, que en pleno día recorrían 4 manadas los montones de basura, como si fueran ani- males domesticados, y, saliendo á la playa, se cebaban en la morra- la que tiraban las lanchas de pesca. »Á hordo, vos mejor que yo sabéis las molestias y daños que producen, y que, cuando con otros bichos llegan 4 apoderarse de un navío, la tripulación se ve obligada 4 evacuarlo y á dar humazo para extinguirlos, pues, de otro modo, posible fuera tomaran el mando sin estar matriculados. >La fuerza de las ratas no es pequeña, y con las uñas fácilmente taladran los muros de una casa en diversos sentidos para entrar y salir sin permiso del dueño; y ha llegado el caso varias veces de ocasionar la ruina de un edificio que, según cuentan muchos auto- res modernos y Eliano entre los antiguos, la prevén mejor que un arquitecto, y lo abandonan antes que venga al suelo, para no su- cumbir en la catástrofe. De tal observación deduce alguno que, cuando se vea emigrar las ratas de una casa, sin motivo conocido, es preciso examinar con cuidado los muros, para saber pronto si ha de hacerse lo que ellas. »Otras cosas pueden producir esta evasión; tal, por ejemplo, la falta de provisiones en un almacén que se ha desocupado, donde, no encontrando qué comer las ratas, emigran á otro sitio en que lo haya, y éste es el caso en que aconsejan cerrar á piedra y lodo las salidas ó ratoneras, para que, por el hambre sitiadas, se devoren unas ratas á otras; pero yo advierto, teniendo en cuenta su habili- dad en la zapa, que no será cosa fácil conseguirlo. »Como para los ratones, muchas cosas se han inventado para destruir las ratas, y hasta la música se ha empleado para encantar- las, como se hace con las Pitones de la cueva de las serpientes en Le tour du monde en 80 jours, de Adolfo d'Enner y Jules Verne. Por punto general todo ha sido inútil, y más de una vez ha suce- dido que, para librarse de tal plaga, ha cambiado el hombre de re- sidencia; y ya que vine á pronunciar la palabra plaga, conste que las ha habido de ratones y ratas que han talado las mieses, destru- yendo las cosechas en el campo y poniendo en conflicto y alarma á — 501 — provincias enteras, cosa que en Egipto no es rara, ni tampoco en la costa berberisca, habiéndola visto yo hace años en Cataluña pro- ducida por el Mus sylvaticws L. ó ratón campesino, muy parecido al de las casas, pero que vive en los campos, como el M. messorius de Shaw, el M4. agrarius de Pallas y el M. campestris de Fr. Cu- vier, todos enemigos del hombre, pues destruyen en las heredades cuanto se puede Comer, como lo hace el ratón doméstico en nuestras viviendas. »Algunos han propuesto, y yo lo he visto, la diabólica idea de un- tar de aguarrás á un ratón ó rata, prendiéndole después fuego para que lleve el espanto á su raza; pero esto es expuesto ú producir un incendio por nuestras propias manos. Otros aconsejan rajar el pellejo del dorso y rellenar de salmuera, pimienta y mostaza con vinagre la parte desollada, cosiéndola después, y soltar la rata así preparada para que vaya á su guarida, donde dicen que con el escozor y ra- bia que lleva muerde á las demás, y promueve tal zambra que todas iracundas se atarazan y matan. No sé de positivo lo que en tal caso pasará; pero puedo asegurar que, practicada dicha operación por mis dependientes en el Jardín Zoológico, escarmentadas des- aparecieron de la escena, por algún tiempo, la multitud de ratas que apuraban el pienso de las aves y mamíferos, y se comían los pollos y los huevos y hasta las semillas que se sembraban. »Curiosas anécdotas pudiera contaros sobre asuntos ratoniles, varias de ellas por mí mismo observadas; pero no vienen al caso, y así termino mi epístola, amigo capitán, porque es más que proba- ble que os esté relatando cosas que de puro sabidas las tengáis ar- chivadas por no servir á vuestro objeto, en cuyo caso untad mi pa- pelote de aguarrás y prendedle fuego, como ya os he dicho hacen algunos con las ratas». Fammia CastorIDa. (C. L. Bonap., Synops., 1837.) Clavicule perfecta; dentes incisivi subcylindraces; molares compostti. radicibus destibutr; foramen anteorbitale angustum; mandibule ramus descends. quadrangularis, bast incrassata ab infertore regione alveolarz, condylo obbuse vés pari.—Bonapatte, Loc. cit. — 502 — SUBFAMILIA ARVICOLINA. (C. L. Bonap., Synops., 1837.) Dentes molares lamellos?. Herbivora. Comprende este grupo varios géneros de roedores que tienen cinco dedos en Cada pie, siendo en las extremidades anteriores el pulgar rudimentario ó poco aparente. Los nadadores no tienen los pies palmeados, supliendo este carácter de los animales acuáticos con una franja de pelos rígidos que guarnece el borde de los dedos. Las uñas son corvas é indican costumbres zapadoras. La fórmula dentaria, que difiere poco en los diversos géneros, ofrece en total 16 dientes: 1. an M. a == ; Son parecidas las formas exteriores á las de los Ratones; su talla, mayor y menor, corre pareja con la de éstos y la mayor parte de los Arvicolinos son granívoros ó rizófagos, existiendo algunos de los que viven en el agua ó á sus orillas que atacan á las ovaciones de los peces y sus crías. Son previsores, y almacenan en sus guaridas subterráneas gran cantidad de provisiones para sustentarse duránte los tiempos malos. GuENUS ARVICOLA. (Lacépede, Tabl. 1803.) Dentes primores inclust, pagina antica lceevigata, infertores scalpro cuneato, rotundato; molares ubrinque ubrinsecus 3, abrupti, lamellosit, tritori, contigua sepe cegre distinguenda; posteriores sensím minores. Rostrum breve, obbustusculum; ocult parví aut mediocres; auricule breves, robundatc, vellere fere abscondite. Pedes distinctt, ambulatorit, fisst. Cauda brevis aut mediocris, teres, pulosa. Synonim. scientif. —Mus.—Auct. ant. Hypudceus.—Mliger, Prodr. Syst. Mamm. eb Av. Microtus.—Schranck., Fauna Bri. Myodes et Mus.—Pall., Zoogr. Ross. Lemmus.—Aliq. Auctor. Vulgo. — Topillos y Ratones topos, por su semejanza y por la cos- tumbre de levantar en los suelos montones de tierra, como hacen los Topos. Sélys Longchamps, que ha hecho un estudio minucioso de todos los micro- mamíferos de Europa, divide en dos secciones á los Arví- — 503 — colas. En la primera incluye los que tienen el pabellón de la oreja más corto que los pelos de la cabeza que lo rodean, y los ojos muy pequeños; subdividiéndola en dos grupos: Primero: en Zopvllos, Ratas- Topos, ó sea Arvícolas acuáticos, que son las mayores es- pecies del género y establecen su vivienda á orillas de las aguas. Tienen la cola casi igual á la mitad de la longitud del cuerpo ó so- brepasa del tercio de éste. Las orejas orbiculares en su contorno, casi desnudas exteriormente y guarnecidas de pelos en su extremo. Los pies fuertes, anchos, escamosos; y en las especies hasta el día estudiadas hay 13 pares de costillas. Segundo: en Zopillos Micro- bus, cuyas especies se aproximan á las de los Lemminy por lo ext- guo de sus orejas, casi nulas. Tienen la cola más corta que el tercio del largo total del cuerpo. Son terrestres, viven en las galerías sub- terráneas que labran como los Topos, y tienen 14 pares de costillas. En la sección segunda, el pabellón de la oreja, bien desarrolla- do, es tan largo como los pelos que lo rodean, los ojos son á veces prominentes; y también se subdivide en dos grupos. Es el primero el de los Arvícolas propiamente tales, cuya cola es del largo de la tercera parte del cuerpo; carecen de raíces los molares; las orejas son tan largas ó más que los pelos inmediatos; están bien desarrolla- das, y son terrestres todas las especies que se conocen. El segundo erupo lo constituyen los Arvícolas murinos ó Myodes, cuyos mo- lares en los individuos viejos tienen raíces de las cuales carecen los jóvenes. El pabellón de la oreja sobrepasa algo á los pelos cercanos y está bien desarrollado. La cola iguala en longitud á la mitad del cuer- po, y en las especies conocidas se cuentan 13 pares de costillas (1). (1) He aqui la clasificación completa del género Arvícola, siguiendo al mismo Sélys des Longchamps: Sección primera. Orejas más cortas que el pelo que las rodea y ocultas por éste: á veces nulas. GRUPO PRIMERO. Arvícolas acuáticos. (Hemiotomys. Sélys Longchamps. Essai monographique sur les Campagnols des environs de Liege, 1836.) La cola casi siempre igual á la mitad del cuerpo ó que sobrepasa del tercio de éste. Orejas orbiculares, casi desnudas anteriormente y franjea- das de pelos en su extremo. Pies robustos, anchos y escamosos. Trece pa- res de costillas. — 04 — ARVÍCOLA ÁMPHIBIUS. (Lacép., t. 1, 1803.) Cano nigricans, ferrugineo inductus, subbus canus, venter pallido rufescente. Naso obtuso. Auriculee parve, pilis occultate. Ocult minuta. Cauda dimidio corpore paululum longiore, ptlis brevibus, nigris, apice albicantibus. Caput crassum, villosum; rostrum obtusum, quasi truncatum. Dentes aurantit. Corpus Arvicola amphibius, L.; Ar. monticola, Sélys Long.; 4r. destructor, Savi; y Ar. terrestris, Linn., Savi. GRUPO SEGUNDO. Arvicolas Lemmings. (Microtus de Sehranck, Fauna Bri., 1789.) Orejas con el pabellón casi nulo y parecido al de los Lemmings. Cola más corta que el tercio del cuerpo. Catorce pares de costillas. Arvicola fulvus, A. G. Desmarest; Ar. Savii, Séelys Long.; Ar. cco- nomus , Pall. Sección segunda. Orejas tan largas como los pelos que las rodean, y bien desarrolladas. Ojos de magnitud variable: á veces saltones. GRUPO PRIMERO. Arvicolas propiamente tales. (Sélys Long., In. loc. cit.) Cola del largo del tercio ó de la cuarta parte del cuerpo. Molares sin raíces, carácter común á los anteriores grupos. Orejas tan largas ó un poco más que el pelo próximo á ellas, y bien desarrolladas. Arvicola subterraneus, Sélys Long.; Ar. arvalis, Lacep. GRUPO SEGUNDO. Arvicolas murinos. (Myodes, Pall., Zoographie Rosso-asiatica, 1811.) Orejas un poco más largas que los pelos cercanos, y bien desarrolla- das. Mostachos muy largos. Cola rara vez mediana, y más frecuentemente igualando y aun excediendo al largo del cuerpo. En algunas especies (Ar. vutilus, Ar. Wageri) tienen raices los molares de los individuos viejos, careciendo de ellas los de los jóvenes, Trece pares de costillas. Arvicola glareolus, Schreber; Ar. Wageri, Schinz; Ar. Leucurus, Gerb.; Ar. nivalis, Martins. Sección tercera. Mynomes. (Rafinesque, Amer. mag., 1808.) Cola vellosa, comprimida y escamosa. Sólo cuatro dedos en cada pie, con el dedo interno muy corto. La sola especie de este grupo, 4”. pensylvanica de Harlan, vive, como su nombre lo indica, muy lejos de España. — 5059 — crassíus quam in Rato. Mamme quator pectorales totidemque ventrales. Longit. corp. Y poll.; caude 4 5 poll.; ped. post. 1 poll. 4 lin. Victitat pisciculis eorumque ovis, ranis, insectis, radicibus. Bene natat, atque urinat. Cort fine hiemts; parit Aprili mense sex vel septem. Sapor carnis piscinus.—Erxleb., Syst. Reg. Ani- malis, t. 1, p. 386. Var. niger: Paludosus, tobus niger; pedibus albis; cauda lon- gitudine trunci maculat.—Pall., Novee Glir., p. 18. Var. flavicans: macula magná regulari alba.—Pall., loc. cit. Var. albus: fobws albus.—Briss., Reg. anim., p. 173. Synonim.—Mus amphibtus.—Linn. et Auctor. syst. . Mus aquatilis.—Aldroy., Digit., p. 447. Castor cauda linear: terebr.—Limn., Syst. nat., 11, pá- gina 47. Brachiurus amphibius.—Fischer., Zool., p. 58. Lemmus amphibius.—Geottr., Voyage en Egip. Microtus terrestris.—Schranck., Faun. Bri. Lemmus aquabicus. —Fr. Cuv., Dict. des Sc. nat., vi, página 306. Mus aquaticus.—Briss., Reg. anim., p. 112. Rat d”eau.—Butt., Hist. Nat., vu, p. 368, t. 43. Vulgo. — Rata de agua, en castellano (1). Rat-buf, en catalán. Rata d'aigua, en valenciano. Aguadana, aguaneta, en gallego. Urarratorid, en vascuence. Rato d” agoa, en portugués. Es el pelaje del Arvicola amphibiws de color pardo muy obs- curo, más ó menos herrumbroso por el dorso, y rojizo por los cos- tados de la cabeza, viéndose sobresalir en el lomo, y sobre todo en la grupa, como en el M. raftus, pelos más largos y negruzcos. La región inferior del cuerpo tiene tinte ceniciento obscuro, algo ro- (1) Huerta, en sus anotaciones á Plinio, l. vr, cap. Xxx, da á la rata de agua el nombre de Satyrio, lo que acepta el Diccionario de la Acade- mia, presentando una explicación del animal sumamente defectuosa, que es de esperar se enmiende en la próxima edición. — 506 — jizo en el vientre. Como perteneciente al primer grupo de los Ar- vícolas, sus orejas son más cortas que el pelo que las rodea, como escondidas entre el mismo, y Casi peladas, á excepción del borde ó extremidad de las mismas. Son pequeños y hundidos los ojos, con el cerco interior rojo. Es gris el extremo del morro, y los pelos del labio superior rígidos y blanquecinos; tiene los pies fuertes , grue- sos y escamosos con vello duro, pero muy corto y ceniciento. La cola, algo más larga que la mitad del cuerpo y con más de 110 ciclos ó anillos escamosos, está cubierta de pelos grises, negruzcos por en- cima, y por debajo más pálidos. Los molares, como en todos los Arvícolas, están formados por prismas ó láminas de esmalte en zis- zás, que en la especie en estudio forman ocho ángulos en las pri- meras muelas, siete en las segundas y seis en las terceras. Su dispersión geográfica en España es general, pues se encuen- tra en todas partes donde hay aguas corrientes ó estancadas en ma- yor ó menor cantidad, prefiriendo las que tienen herbosas sus már- genes para resguardarse de las asechanzas de sus enemigos. No desmienten su linaje castorídeo, acreditado por sus obras hidráulicas, que, sl no forman verdaderos diques, son galerías su- mergidas en las márgenes de los cauces, con salidas á la superficie de la tierra seca y dentro del agua, viéndose por esto cómo las 74- tas de agua desaparecen de las praderas próximas á las acequias y reaparecen en éstas nadando. Roen como el Castor las cortezas de los árboles que les placen para alimentarse, y en sus nidos se encuen- tran semillas, brotes y raíces tiernas de diferentes vegetales, entre ellas, hasta cebollas de plantas bulbosas. Cría este Arvícola dos veces al año, y en sus partos da á luz seis ú ocho hijuelos. Cítanlo todos nuestros autores, sin consignar algo que sea es- pecial. ARVICoLa MONTICOLA (Sélys Longchamps, Revue Zoologique, 1838.) Griseo flavidus, subtus albido canus; cauda pallide cinerea, corporis dimidio paululum breviore, vellere aquatili. Long. 9 poll.; corporis 6 p. 3 1.; caude 2 p. 9 l.: capitis 1 p. 5 1.; aurt- cule 5 1.; antibrach. 8 1.; ped. antic. Y 1.; cror. post. 1 p. 1 1.; ped. post. 1 p.—Sélys, loc. cit. Se distingue esta especie del Ar. amphibius, por su cola más — 507 — larga y color más claro en el pelaje, que es muy suave, igual y como lanoso, sin llevar pelos largos en el dorso. El color gris blanque- cino del lomo está lavado de amarillo pálido en el vientre, y el tinte es más intenso en los lados de la cabeza. La cola, más corta que el cuerpo y erizada de pelos cenicientos, está compuesta de unos cien anillos. Los ojos, orejas, hocico y pies son parecidos á los del Ar. amphibius. Esta especie es pirenaica y se encuentra en las praderas más altas de la cordillera que nos separa de Francia. En la vertiente es- pañola abunda bastante, y ha sido tomada por la Rata común de agua, hasta que Sélys Longchamps la distinguió. ARVICOLA SUBTERRANEUS. (Sélys Longchamps, Micrommal., 1836, pl. 3.) Auriculis vellere absconditis, nudiusculis; oculis minubts; corpore supra nigricante-griseo, subtus canescente; pedibuws 0bs- curioribus; cauda triental? bicolore, supra nigricante, subtus albida. Long. tot. 4 p. 4 l.; corpor. 3 p. 4 l.; caud. 1 p.; capit. 11 3 /.; auricul. 2 + 1.; antibr. 45 l.; ped. ant. 4 l.; crur. 8 l.; ped. post. 6 + [.—Schinz, Synop. Mam., t. 11, p. 240. Synonim.— Mus agrestis?—Limn., Faun. Suec. Lemmus pratensis.—Baillor, 1834. Mus ceconomus.—Bosc. (Collectio.) Arvicola ceconomus?—Cuv., Reg. Anim. Es esta especie común en toda España y algo menor que el 4r. arvalís, con las orejas más cortas, Casi desnudas y del largo del pelo que las rodea; ojos pequeños: la cola sólo tiene el largo de la tercera parte del cuerpo, siendo fusca por encima, y por debajo blanca. El pelaje general es negruzco en el dorso, ceniciento blan- quecino en el vientre y gris obscuro en los pies. Se cuentan en el animal trece pares de costillas. En los individuos muy jóvenes, el color uniforme es negro un poco azulado, con la piel de las orejas blancas. Trouessart describe en su Fauna francesa, como variedades de esta especie Linneana, el Arvicola Gerbez, de VIsle; el Ar. Sely- sí, de Z. Gerbe; el Ar. pyrenaicus de Sélys; y los Ar. Saviz et Ar. incertus, del mismo autor, siguiendo la opinión que admite Hr. Feisteles en el Zool. Ges. ¿n Vien, 1815, 25, p. 555, quien supone que todos los Arvícolas del subgénero Microtus existentes — 508 — en la Europa central no constituyen sino una especie sola, lo cual me parece demasiado absoluto, teniendo en cuenta que los conoci- mientos en micro-mammalogía de Sélys y de Gerbe tienen conquis- tada gran reputación. De tales especies para unos, ó variedades para otros, del tipo Ar. subterraneus se encuentran en nuestras vertientes pirenaicas el ARVICOLA SELYSI. (Gerbe, Rev. eé Mag. de Zool., 1852, núm. 4.) Supra fusco ferrugineus, subtus cinereo pallide fulvus; hy- pocondris rufescentibus; pedibus ex cinereo- fulvis; auriculis prominulis, fuscis, pilosis; mixtacibus extlis, capitis breviori- bus; cauda superne fusca, inferne flavescente, penicillo sordide albo apice instructa. Esta especie ha sido encontrada en Sierra Ne- vada; y el primer ejemplar, cogido por Rambour, que lo remitió al Museo de París, sirvió á Gerbe para darlo á conocer con detalles bastantes en que apoyar su Creación específica. El autor últimamente citado, que no desconoce las afinidades existentes entre los Arvícolas: Ar. subterraneus, Ar. Saviz, Ar. pyrenaicus y Ar. incertus, establece claramente las diferencias que separan á éstos de la nueva especie, diciendo: «SI no tuviéramos por término de comparación más que el nú- mero de tetas y coloración del pelaje, ciertamente sería muy difícil la separación clara del Arvícola Selysi de los otros citados; pero tal confusión no es posible tomando en cuenta los caracteres que nos ofrecen la cola y, sobre todo, la oreja externa. Este órgano es en la especie nueva mucho más grande, más sobresaliente del pelo que lo rodea, más velloso, y más negruzco que en ninguna de las otras especies, y la cola también es más larga. »Además, comparado el Ar. Selysi con el Ar. ¿mcerbus, se di- ferencia por la coloración más obscura en los adultos, tener más del- gados los tarsos, el cráneo menos ancho, más deprimido, los ojos infinitamente más chicos, más declives los incisivos superiores, por ser el perfil de los huesos de la nariz menos inclinado; y, en fin, el molar último superior ofrece cuatro prismas en su lado interno. »Del Ar. subterraneus se distingue el Ar. Selysi por el pelaje, compuesto de pelos más largos en los costados y partes inferiores, que están lavadas de color leonado claro; y además el cráneo es más ancho, con las fosas orbitarias y el agujero occipital mayores. P 3 + — 509 — »Del Ar. pyrenaicus (que es al que más se parece), también se diferencia la nueva especie por el pelaje menos enfieltrado, com- puesto de pelos más desiguales y más largos; por la menor inclina- ción de los huesos nasales; la mayor extensión que estos huesos ofre- cen en su mitad anterior; la mayor extensión del agujero occipital; y por tener un prisma más en la cara interna de la última muela superior. »Del 4”. Savií se distingue el Ar. Selysi por el color más ce- niciento de los pies; sus incisivos superiores más declives, conse- cuencia de ser los huesos nasales menos inclinados; tener un prisma más en el lado interno del último molar superior, y, sobre todo, por el agujero occipital, cuyos diámetros horizontal y vertical son Casi iguales, mientras que, en el 4r. Sav¿z, el diámetro horizontal es mucho mayor que el vertical ». ARVICOLA PYRENAICUS. (Sélys Longchamps, Loc. ctf.) Corpore supra badio, lateribus pedibusque rufescentibus. Mo- lar. ter super., facies interna triangularis. Encuéntrase este Arvícola en nuestras vertientes de los Pirineos, como en las de Francia, en altitudes bastante elevadas, tales como Urgel y Set-Casas, en Cataluña, y la Maladeta y las selvas de Plan, en la parte de Aragón. : ARVICOLA NIVALIS. (Martins, Annal. des Sc. Naturelles, 1843.) Supra griseo brunescens, unicolor, pilis omnibus basí schis- taceo nigris; subtus e cinereo sordide, albo nigroque mixtus; auriculis latis conspicuis, nigris, pilosis; cauda squamosa nu- diuscula, bicolore, apici subpenicillata, dimidium corporis fere equante; pedibus canescentibus. Long. corp. 6 poll.: caud. 2 poll. 6 lin. Synonim. scientif. — Hypudeus alpinus. — Wagner, Ports. zu Schreber Taf., 191, B. Hypudceus nivicola. —Schinz, Synop. Mammal., p. 236. Trouessart considera variedad de esta especie al Ar. leucurus de Gerbe; pero este autor, á su vez, dice que, si bien es verdad que de todos los Arvícolas de Europa es el 2¿va(¿s el que más se parece al de cola blanca suyo, no obstante, los caracteres que los separan son bastante notables para identificar la especialidad de cada una. — 510 — Ha de observarse que el Arvícola leucurus adulto tiene el pelaje del dorso suave al tacto y constantemente de un gris ceniciento cla- ro, algunas veces puro, con frecuencia lavado de amarillento y mez- clado de pelos que contrastan sobre los otros por su color bayo: la coloración de las partes inferiores es siempre blanca, tanto en los adultos como en los semiadultos, mientras en el 47. m2valis el pelo del dorso no suave, pero muy igual, es de color gris leonado in- tenso y uniforme, y las partes inferiores son blanquecinas, no de un blanco puro. El Ar. leucurus tiene los pies gruesos, blancos ó blanquecinos, y la cola siempre unicolora, cubierta toda de pelos blancos; y en el 4r. nmivalis los pies son más delgados y grises, la cola siempre ó casi siempre bicolor, rojiza por encima y gris ama- rillenta por debajo. En fin, las orejas del Ar. leucurus parecen ves- tidas por delante y en sus partes prominentes de pelos menos largos y numerosos que los del 4”. 22val?s. El diámetro bitemporal del cráneo, tomado en la raíz de las apófisis zigomáticas, de un lado á otro, da un milímetro menos en el 47. leucurus que en el dr. 21- valís. En el primero, la extremidad posterior de los huesos propios de la nariz se prolonga más hacia atrás, lo cual disminuye la exten- sión que existe entre este hueso y el borde antero-superior de las fosas nasales, y la sutura sagital es sensiblemente más larga, mien- tras que las arcadas zigomáticas son más comprimidas que en el se- gundo. En el 4r. leucurus existe una escotadura pequeña anterior á la raíz frontal de las arcadas zigromáticas, lo que falta en el 47. nivalis. Por fin, el agujero occipital en el Ar. leucurus es ancho, casi redondo, y un poco cordiforme, resultando menos ancho en el Ar. nivalis. En los Pirineos sólo se ha encontrado el Ar. 24valis al pie de las nieves perpetuas de la Maladeta, y es posible que exista en las regiones parecidas de Sierra Nevada, por los circuitos del helero del Corral de Veleta, y también en los ventisqueros de los Picos de Eu- ropa, hacia Asturias; y aunque yo no lo he encontrado en la Sierra de Gredos, no me extrañaría que algún día se le vea en las regiones anteriores citadas. ARVICOLA ÍBERICUS. (Gerbe, Rev. et Mag. de Zool., 1852, núm. 4.) Corpore supra fusco pallide flavo; abdomine pedibusque al- bis; hypochondrits subfulvis; mystacibus exilis, capite breviori- — 511 — bus; auriculis prominults, orbiculatis, nudis; cauda superne fusca, inferne albida. Long. tot. 15%; caude 3%; captt. 30,5"; ped. post. 1*,8""; tars. 4”".—(Lám. 16, fig. A.) Pelaje en el adulto espeso, laso, suave, casi leual, no sobrepa- sando los pelos sedosos de 1 á 2" la longitud de los demás, que en el dorso tienen de 9 4 11", La coloración en el lomo es gris, amarillenta clara, más pálida en los costados y extremidades; blanca por las partes inferiores, y separadas ambas tintas por una banda amarillenta pálida que reco- rre los costados. Los pelos que ribetean la nariz y labio superior son blanquecinos, y la región molar obscura. Los pelos setáceos de los bigotes son finos, dúctiles, algo más cortos que la cabeza, no pa- sando los más largos de 25 á 26"", y siendo unos completamente blancos y otros mitad blancos y mitad negros. Las orejas, orbicu- lares y poco desarrolladas, son amarillentas, y están cubiertas por los pelos que les rodean, siendo ellas peladas en su mayor extensión, y con sólo algunos pelos de tinte amarillo obscuro en su extremo. Los pies, relativamente gruesos, van cubiertos de pelillos rígidos blancos, y están armados con uñas medianamente robustas, obscuras y de punta blanquecina. La cola, algo gruesa, tiene vez y media la longitud del pie de la extremidad posterior, siendo obscura por en- cima y blanco-amarillenta por debajo. Los ojos son medianos. Los caracteres osteográficos, menos sujetos á variar, ofrecen, salvo las dimensiones, todas mayores, bastante analogía de forma con los del Ar. ¿ncertus. Por encima la cabeza tiene ancha la superficie, y dilatadas las cavidades orbitarias. Abstracción hecha de la parte pro- minente de la cara, parece resultar tan ancha como larga, siendo la distancia que separa uno de otro á los ángulos posteriores de las arcadas zigomáticas de cerca de un centímetro, el mismo que existe entre la extremidad posterior de los huesos de la nariz y el borde superior del agujero occipital. El diámetro occípito-nasal es de 24"", y el bitemporal de 13". La caja craneal, muy espaciosa, presenta forma circular, y son casi iguales los diámetros principales. El perfil del plano superior de la bóveda craneal se inclina mucho de atrás adelante, debido esto al notable desarrollo que tiene la parte posterior de la cabeza, cuya altura, en línea recta de la parte supe- rior de su parietal al borde inferior de la caja del timpano que le corresponde, mide 10””. Las ramas horizontales de los arcos zigro- — 512 — máticos, en su mitad temporal principalmente, están más separadas del plano superior que del inferior de la cabeza. Se presenta muy desarrollada la mandíbula inferior, siendo ro- bustas y anchas sus dos ramas: su longitud en línea recta, desde su extremo anterior á la apófisis condilóidea, es de unos 17”, y se en- cuentra comprendida menos de vez y media en el diámetro occípito- nasal. Ningún carácter ofrecen los dientes que les sea peculiar. El pri- mer molar inferior tiene en su cara inferior seis prismas, y en la externa cinco: la muela última superior tiene en cada superficie la - teral tres prismas, teniendo los del lado externo el ángulo libre. Las costumbres de este Arvícola son parecidas á las de los que habitan en las llanuras y sitios cultivados, donde fué descubierto por el colector botánico Bourgeau en 1852. Un año después, el Sr. Gerbe, con fecha del 15 de Enero, me dirigió la siguiente carta : «Mr. Graells, Membre de 1”Académie des Sciences de Madrid: »En 1852, le Muséum d' Histoire naturelle de Paris recevait d”Es- pagne, entre autres objets envoyés par Mr. Bourgeau, un Campa- enol qui me fut communiqué, qui me parut nouveau, et dont je don- nai la description, dans la Revue Zoologíque pour 1852-53, sous le nom d'Arvicola (Microtus) ibericus. Le sujet était unique, et fait au jourd'hui partie des collections du Muséum. Quoique lespéce fut établie sur des caracteres qui me paraissent parfaitement dis- tinctifs, cependant j?aurais désiré vérifier ces caracteres par d'au- tres sujets. »En vain je me suis adressé, pour en obtenir, á deux de vos com- patriotes pleins de zéle et de bonne volonté, mais aux quels 1'occa- sion a manqué jusqu'ic1. C'est pour combler ce désir, Monsieur, que ose vous écrire, et c'est, je le répét, lami Lucas, á qui je contais mes doleances, qui m'a fait concevoir l'espérance que vótre haute position vous mettra tres bien en mesure de me satisfaire. »Je vous serais donc trés obligé, Monsieur, si par connoissance de quelque marchand naturaliste qui posséde cette espéce, vous vou- liez me la faire adresser, contre échange ó contre valeur, au choix, deux ou trois sujets en peau (adultes et jeunes) et deux ou trois su- jets adultes dans 1'esprit de vin. »Dans le cas ou ce Campagnol vous serait inconnu, ¿voudriez — 513 — - vous étre assez bon pour le faire rechercher par quelque'un de vos correspondants? Le sujet que j'ai décrit avait été trouvé dans les en- virous de Murcie. 11 habite probablement d'autres localités d'autres provinces, et tres certainement il n”est pas plus rare que les espé- ces que nous avons, soit au nord, soit au midi de la France. J”a- jouterai qu'il a une grande analogie avec notre Arvicola (Microtus) incertus de la Provence; et qu'il doit, comme lui, vivre particulié- rement dans le pays plat, faire de ravages en bouleversant la terre et, sans doute aussi, étre 1”objet des chasses assidues de la part des agriculteurs. »Un desideratum de naturaliste, vous devez le savoir, Mon- sieur, est un genre de passion qui fait prendre, bien de liberté. Con- sidérez la mienne comme cause de la lettre que ¡?al 1"honneur de vous écrire, et veullliez agréer Monsieur avec mes remerciments an- ticipés, l'assurance de ma consideration tres distinguée.—Z. GERBE, Préparateur au College de France.» ¡Cómo podía yo dejar de complacer al distinguido preparador de las lecciones embriogénicas de mi íntimo amigo el sabio maestro Coste! Escribí transmitiendo el encargo, y con el empeño que siem- pre tuvo en ayudarme mi inolvidable discípulo y entusiasta natu- ralista D. Angel Guirao, catedrático del Instituto de Murcia, al poco tiempo pude adquirir lo que se deseaba y remitirlo 4 Francia en ob- sequio de la ciencia. Se asegruró, pues, la existencia de esta verda- dera especie nueva y hasta ahora propia de la Fauna española, que, recogida primero en Murcia, después se ha encontrado en diversos sitios de las llanuras de la Mancha y de Castilla, conforme desde el principio lo sospechó el Sr. Gerbe. ARVICOLA Savil. (Sélys Long.) Magnitudine Ar. arvalis. Auriculis absconditis. Cauda teríia parte corports breviore. Corpore supra fucescente, subtus albes- cente. Long. 0,90””; caude 0,30”; ped. post. 0,18%", Synonim.—Arvicola arvalis.—Bonap., Faun. ltal. Arvicola subterraneus, var. Ar. Savit. — Trouessart, Faun. France, p. 181. Este naturalista, á quien consta que es el mismo Sélys-Long- champs el autor de ambas especies, se ha dejado arrastrar por la opinión de Feisteles, que, como dejo dicho al tratar del 4”. subbe- 33 — 514 — rraneus, cree que todos los Arvicolas del subgénero Microtus exis- tentes en la Europa central son una misma Cosa; pero yo insisto en lo que antes consigné sobre este asunto. No he encontrado en España el opino dedicado al ilustre Savi, profesor de Pisa; pero en la Fauna de los Mamiferos de Andalucía lo incluye el Sr. Machado, y dice vive en aquellos montes y campos cultivados, lo cual nada tiene de extraño, pues que se halla en Ita- lia y en el Mediodía de Francia, y esto me decide á incluirlo en la Fauna de España, y reseñarlo algo más que con la frase latina , por si alguien da con él. El pelaje es de color gris terroso por encima y ceniciento por debajo: en los pies, este tinte es más claro. Las orejas son algo ve- llosas y más cortas que los pelos que las rodean. Tiene la cola algo menor que el tercio de la longitud del cuerpo, y es la talla parecida á la del Ar. arvalis, al cual se asemeja en el conjunto de la forma. ARVICOLA ARVALis. (Lacépede, Hist. Nat.) Auriculis conspicuis, pilosis; oculis magnis, prominentibus; corpore supra cano flavido, subtus pallide cano, regione analt pe- dibusque albidis; cauda trientalt untcolore. Long. tot. 4-pl. 10 (.; corp. 3 pl. 8 5 1.; caud. 1 pol. 15 linm.; capit. 1 poll. 1 lin.; au- ricule 4 lin.; antibrach. 55 lin.; ped. ant. 4 5 lin.; crur. 8 + lin.; ped. post. Y lin. Synonim. scientif.—Mus arvalis.—Linn. et Auct. antic. Mus terrestris.—Erxleb., Syst., p. 395. Mus gregarius.—Limn., Faun. Suec., 1, p. 11, 30. Myodes arvalis.—Pall., Zoogr., 1. Lemmus arvalis.—Tiedem., Zo0l., 1, p. 475. Hypudceus arvalis. —Brants., Mutz, p. 82. Arvicola agrestis. —Fleming, Phil. of Zoograph. Arvicola vulgaris. —Desmar., Manm. Arvicola ceconomus.—Millet (ind. junior.) Arvicola arvensis. —Schinz., Faun., 1, p. 60. Le campagnol.—Butt., Hist. Nat., vu, 364, f. 47. Vulgo. — Ratón-topo, Topino. : Tiene las orejas bastante grandes, más largas que el pelo de al- rededor y pobladas de pelillos cortos y amarillentos: los ojos salto- nes: la cola del largo de la cuarta parte del cuerpo ó algo más, po- — blo — blada con pelos cortos de tinte ocráceo y casi unicolora: los pies están revestidos también de pelos cortos, rígidos y de color blanco amarillento. El tinte del pelaje del dorso es leonado claro entremezclado con oris-terroso, sobre todo en las hembras, mientras que en la región abdominal el color es blanco agrisado, que se separa del de la zona dorsal por una línea amarillenta. Es la especie más generalizada en España, y puedo asegurar que se encuentra más ó menos abundante en todas partes, y algunas veces tanto, que produce verdaderos estragos en las huertas y sem- brados, que llegan á verse cubiertos con los montones de tierra que saca de las galerías subterráneas que labra, confundidas por el vulgo con las de los topos, llamándolas igualmente toperas, como á sus habitantes dice ratones topos. ARVICOLA LÍBUCcURUS. (Gerbe, Rev. eí Mag. de Zool., 1852, n. 4.) Lám. 16, fig. B. Corpore supra cinereo flavescente, subtus albo; hypocondris subflavis; pedibus canis; mystacibus crassis, capite longiusculis; auriculis magnis, apice villosis, vellere longioribus; caudá subpi- losa, utrinque albida. Long. tot. 150%"; caude 62%"; capit. 32%"; ped. post. 11”; aléibudo auricule a basi usque ad apicem, 16"; latitud ejusd. 11,3%”; diam. ocul. 2,1%"; For. occtp. horiz. 4,8"; vertic. 4,4””.—Gerbe, loc. cit. Pelaje del adulto desigual, muy suave al tacto, espeso y com- puesto de dos clases de pelos; teniendo los más largos, que van á los costados del dorso, de 15" á 16"”. Toda la región dorsal superior es gris cenicienta, lavada de blanco-amarillento ó de color leonado muy claro, sobre todo en la grupa: esta coloración se extiende por los costados de la cabeza y cuerpo, diluyéndose sucesivamente hasta confundirse con la blanca de la región inferior ó abdominal. Los labios, mejillas, garganta y partes inferiores son blancos. Los pelos de los mostachos rígidos, setáceos, y algunos más largos que la cabeza, alcanzan hasta 40""”, y son la mayor parte blancos, existiendo algunos que sólo en su extremo tienen esta tinta, mientras que se presentan negros en la base. Las orejas, bien desarrolladas, son más largas que los pelos que las rodean, algo más altas que anchas, y negruzcas ó pardas en su — 516 — mitad superior, que va ribeteada por dentro con pelos obscuros cortos y esparcidos. Son los pies gruesos, poblados de pelos cortos, blan- cos ó blanquecinos, con uñas débiles, relativamente á la magnitud del animal, muy comprimidas, blancas en unos individuos, y de color céreo en otros. La cola es enteramente blanca, ó blanco-ama- rillenta, de un largo triple al del pie posterior, gruesa en la base, compuesta de anillos escamosos, poblada de pelos cortos sedosos, y con un pincelillo terminal de cuatro á cinco milímetros de largo. La magnitud de los ojos es mediana. Caracteres osteográficos. La columna vertebral tiene 50 vértebras: 7 cervicales, 13 dor- sales, á las que corresponde un número igual de pares de costillas; 6 lumbares, 5 sacras y 19 coxígeas. El cráneo, que se asemeja algo por encima al del A”. arvalis, pareciéndose aún más al del 4r. amivalis, es prolongado y media- namente ensanchado en la región temporal. Su diámetro occípito- nasal, en los individuos muy adultos, llega á 20”", y el bitempo- ral, tomado de raíz á raíz de un arco zigomático á otro, tiene 15”, Los huesos nasales, muy ensanchados por delante y encorvados ha- cia los lados, avanzan hacia detrás un poco más allá del borde interno ú orbitario de los huesos malares, y quedan á 2" del borde entero superior de las fosas nasales. Los arcos zigomáticos, comprimidos en su mitad anterior y medianamente arqueados en su mitad posterior, presentan en su raíz frontal ó malar una escotadura ligera, y por detrás un ángulo bastante pronunciado. La distancia que separa los huesos frontales del ángulo occipital superior es de 5””. En fin, el espacio interorbitario es tanto mayor, y las crestas superciliarias tanto más pronunciadas y aproximadas, cuanto más viejos son los individuos. Visto el cráneo de perfil del 47. leucurus, es, como el del 4”. 21- valis, deprimido en casi toda su extensión, y, por consiguiente, los arcos zigomáticos resultan aproximados á la Jínea occipital. La 1n- clinación de los huesos nasales es ligera, y los incisivos superiores parecen un poco más declives que en el 4”. n2vales. Los huesos in- cisivos están excavados por una semirranura que se extiende desde el agujero infraorbitario hasta la abertura externa de las fosas na- sales, y esta escotadura, que existe en todas las especies, parece más completa y pronunciada en los Arvícolas que tienen ocho tetas. El AAA — 517 — agujero occipital es grande, casi redondo, resultando próximamente iguales sus diámetros perpendiculares. La mandíbula inferior no ofrece cosa notable, 4 excepción del grueso y anchura de su parte posterior. Tampoco he encontrado este Arvícola en lo interior de la Penín- sula hasta ahora; pero como vive en los Pirineos, según consigna Sélys-Lonechamps, y dicha cordillera es el límite geográfico del área de nuestra Fauna, no encuentro razón para excluirlo de ella. No todos los autores admiten el parecer de Gerbe, pues ya he- mos dicho que no falta quien crea que el Arvicola leucurus no es más sino una variedad del Ar. 2¿valís, variedad á que Crespón llamó Lebrutt. Como á los Topos, Musarañas y Lirones, llama el vulgo también ratones á los Arvícolas. Nuestros autores antiguos, entre ellos Huerta y Funes, consideran también á dichos animales como casta de ratones, pues no sólo distinguen los ratones y ratas caseras y los ratos silvestres, sino que, con el nombre de Ratones agrestes, se refieren sin duda á los Arvícolas, pues dicen que los hay rojos y negros, y que excavan anto la tierra que suelen destruir las vi- ñas y las huertas. También hablan de los ratones de agua, que dicen son tan grandes como las Ratas, y por las señas que de éstos dan, diciendo: que viven en cavernas que salen d tierra, y nadando en el agua pasan en ella su vida, sustentandose de pececillos, no pue- den referirse sino al Arvícola amphibius. Así resulta que nuestros naturalistas hace ya tres siglos que señalaron la existencia en nues- tra Fauna de los Arvícolas. Más modernamente Asso, cita en Aragón al Mus terrestris, que es el Arvícola al cual aquellos campesinos denominan Topo, deno- minación que en toda España suele llevar, anteponiendo algunos el nombre de ratón, con lo cual resulta el apelativo de ratón- topo, bien aplicado por la semejanza exterior y por las costumbres mina- doras del animal. No se han ocupado mucho nuestros zoólogos modernos en las Investigaciones del género Arvícola; sin embargo, Seoane, en su Fauna de Galicia, cita el Ar. amphibius, el Ar. arvalis, el Ar. agrestís Linn., que el gran maestro describió en su Fauna Sué- cica como Mus, y el Ar. terrestris, que dice lo señala sólo como observado en el Ferrol por D. José Alonso López, pues él no ha te- — b18 — nido la fortuna de encontrarlo; Ramis y Barceló no han visto en las Baleares más que el Ar. amphibtus; Machado, en el Catalogo de Andalucía, cita los Ar. amphibius, Ar. arvalis y Ar. Savíz de Schinz, que yo aún no he encontrado en la Península, pero que ide sua, puesto que asevera lo ha visto, se lo doy por paisano, atendiendo á que el país natal de tales Arvícolas tanta semejanza tiene con el nuestro; y por fin, Martínez Reguera sólo señala en Sierra Morena el Ar. amphibius y el Ar. arvalis. Fama Hystricma. (Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825.) Clavicule imperfecta; corpus spinosum: pedes antici tebra- dactylt, postici pentadactylt; lingua hispida.—Bonap., Conspect. SUBFAMILIA HYSTRICINA. (Wagl., Waterh. Mag. Nat. , 1839.) Dentes incisivi duo supra, molares composttr, radice simpla- ci; cauda ahud prehendens, apice aculers fasciculato; palme plantceeque nude. Fosores.—Bonap., Loc. ct%. GeNuSs HysTRIX. (Linn., Syst. nat., 1735, et Auctor. plurim.) Dentes primores > pagina antica levigata, scalpro cunea- AAA b E 4—4 to. Pro laniartis diastema. Molares ubrinque UbLriNsecus q abrupta, complicati, tritores. Rostrum obbtustusculum, labrum fissum, auricule rotundate. Corpus aculers robtundalis longisst- mis validis vestitum. Cauda brevis, ochavam vel nonam corportis longitudini partem circiter cequans, bota aculeis cavis veshita. HysTRIXx CRISTATA. (Omn. Auctor.) Capite cerviceque, setis longis rigidis; rostri nasique apice pilis parum densis, cutem hand plane obtegentibus, aculers dor- salibus longissimis nigrofusco alboque annulatis.-—Schinz, Sy- nop. Mamm., 11, p. 264. Labrum superius fissum. Auricule rotundate. Nucha aculeis sebisve rigidis tenuissimis flexilibus longissímis. Spine corpo- ris postice ad 9 poll. longce, valde acutce, albo nigroque varie- gate, intermistis pilis rarioribus. Crura brevia spinis obtecta. Testiculis infra corpus latentes. Long. 2 ped.; cawde 4 poll. -—.. A de — 519 — Mitis, edit fructus, radices, vegetabilia. Die dormit gregaria in cuniculis subterraneis, nocturna. Irata spinas ertgit cum mur- mure, non vero ejaculat in hostes. In globum contracta ne Leo- nem quidem metwit. Vox Porcí gruniens. Partit verno tempore gemellos ad quator.—Erxleben, System. rey. anim., p. 342. Synonim. scientif. —"Yotpé.—Aristót., list. Anim., 1, C. 7, 62. Hystrix.—Gesn., Quadrup, p. 631. Huystrix orientalis.—Seb., Thiere., t. 1, p. 19. Le Porc epic.—Butf., Hist. Nat., xu, tab. 52. Vulgo. —Espin, Puerco-espin, Puerco-espino, en castellano. Porch-crespí, en catalán. Porc-espí, en mallorquín. Porch espi, en valenciano. Porco espiño, en gallego. Aranzerrid, en vascuence. Gráo porco espinho, en portugués. El Diccionario de la Lengua define mal é incompletamente el Puerco-espin, diciendo: « Animal cuadrúpedo, parecido al Erizo, »como de dos pies de largo, y cubierto de unas púas de dos á seis >pulgadas, con vetas negras y blancas». Para enmendar esta expli- cación se ha propuesto á la Academia la siguiente: «Mamífero roe- dor, de unos veinticinco centímetros de alto y sesenta de longitud; con cabeza pequeña y de hocico obtuso; cola corta; cuerpo rechon- cho, de pelaje pardo, que se convierte en el cuello en crines blan- quecinas, largas y fuertes, y en el lomo y los costados en púas córneas, que llegan á tener veinte centímetros de largo, medio de grueso en la base, y color blanco y negro, en anillos alternantes. Es animal nocturno, tímido y desconfiado, que se arrolla en bola, como el erizo, cuando se ve en peligro; vive de raíces y frutos; gruñe como el cerdo si se le hostiga; y es indígena del Norte de África». En la Historia natural de los animales, traducción de la Enci- clopedia, por Sanz y Chanas, t. 1.”, Madrid, 1788, se da la completa explicación siguiente del Puerco-espín: «No es de ninguna manera un puerco vestido de espinas; parécese más á la liebre y al castor que al cerdo, á quien sólo se asemeja en el modo de oruñir. Tiene la cabeza corta y adornada con un gran penacho de cerdas que si- guen por el cuello; dos grandes incisivos en cada quijada, nunca — 520 — colmillos, y cuatro muelas á cada lado, arriba y abajo; el hocico es hendido y guarnecido de un bigote negro; las orejas planas y redondas; el cuerpo recogido; la cola corta, y los pies con cinco dedos armados de uñas fuertes. Tiene las clavículas rudimentarias; el estómago simple; los testículos y la verga ocultos; el pecho y vientre con pelaje pardo; el lomo, costados y cola, cubiertos de lar- gas púas, de zonas alternas blancas y negras, siendo las últimas huecas, como cañones de plumas, y, tocándose unas á otras, suenan siempre que el animal se mueve. Todas puede el animal bajarlas y enderezarlas á voluntad, por la contracción de los músculos cutá- neos, pero es falso que pueda arrojarlas á cierta distancia para herir con ellas; y no es menos absurdo el creer que estas púas, aun se- paradas del cuerpo del espín, tengan la propiedad de introducirse por sí propias en lo profundo de las carnes luego que la punta hubo penetrado. En cuanto á lo demás, el Puerco-espín es de un pie de alto, próximamente, dos de largo, y la cola de tres á cuatro pulgadas. En el estado doméstico no es arisco y feroz, antes tímido y sin otra defensa que arrollarse en bola para presentar sus púas á los enemigos; celoso de libertad, con la ayuda de sus dientes incisivos, tan fuertes y cortantes como los del castor, parte la madera y roe con facilidad la puerta de su encierro. Se le mantiene con miga de pan, queso y frutas, mientras en el campo él se sustenta de raíces y frutos silvestres, y, si puede entrar en los huertos, hace gran es- trago y come con ansia cuantas legumbres encuentra. Es nocturno; se oculta, como el oso, durante el invierno; se aparea en la prima- vera, y la hembra pare en sus madrigueras, á los treinta días, de dos á cuatro hijuelos. Este animal es propio de los climas cálidos de África y Asia, pero puede vivir y multiplicarse en países más templados, como la Persia, Grecia, Italia y España. Los romanos lo conocieron; pero, según Agrícola, sólo en los siglos x1v y xv fué cuando se trajo para su reproducción en Europa. Su carne, aunque algo insípida, no es del todo mala, y sus púas tienen, entre el vulgo, virtud contra el dolor de cabeza, por lo que las mujeres de algunas partes las llevan clavadas en el pelo». Nuestro Huerta, hablando del Puerco-espín, dice que, aunque pocos y en pocas partes, se crían algunos en Francia é Italia, y es — 521 — notable que nada cuente referente á España. Tampoco señalan al Espín como propio de España ninguno de los naturalistas de los si- elos xvi y xvi, y, sin embargo, los extranjeros dan siempre como habitando en nuestra Península al animal en cuestión. Seoane, que lo cita en su Fauna gallega, llamándole porco-es- piño, entiende que lo confunden en Galicia con el Erizo, y asegura que, si existe, debe ser muy escaso, porque, aunque el Sr. Alonso lo cita en la p. 115 del 2.” tomo de su obra, él no lo ha visto allí nunca. Machado, por su parte, en el Catálogo de los Mamiferos de An- dalucía, asevera que no ha podido hallar nunca allí al Puerco-espín, y que está cierto que no existe, aunque algunos afirmen lo contra- rio y aseguren que en Gibraltar se encuentra en los mismos parajes donde están los monos, pues dicen haberse visto púas de Puerco- espín entre los matorrales del monte del Vigía. Añade que, habién- dole afirmado que el animal vivía en Extremadura, en las inmedia- ciones de Trujillo, preguntó á muchas personas de dicha población y las contestaciones fueron muy vagas; pero, á pesar de haber en- cargado le proporcionaran un ejemplar, pagándolo á cualquier pre- cio, nada pudo conseguir nunca, por todo lo cual cree que, si efec- tivamente existió tal mamífero en dicha provincia, se ha ido aca- bando poco á poco. Martínez Reguera, en su Fauna de Sierra Morena, dice «que él ha visto (1) varios individuos en domesticidad, á la Cual se pres- tan con dulzura si se procura tenerlos en una habitación amplia, ó mejor en un jardín, alimentándolos bien, pues son aficionados al queso, frutas, pan, cereales, paja de garbanzos, y sobre todo á las lechugas, coles y otras berzas, por cuya razón se encuentran, á la vez que en la Sierra, en algunos cortijos y huertas de la campiña». Muchas señas son éstas; pero, á pesar de todo, no deben acep- tarse sin gran reserva, lo mismo que los datos, harto vagos, del Dr. Rosenhauer, quien, en la p. 4 de su Die Thiere Andalustens nach dem resultale einer Retse, etc., consigna que el roedor en cuestión «se halla en la España meridional, pero no es posible fijar una localidad determinada para su habitación». Después de todo lo que sobre el Puerco-espín dejo consignado, es el caso que, si bien al hablar de su habitat, casi todos los autores (1) No dice dónde. — 522 — dicen que se encuentra en nuestra Fauna, hace más de medio siglo que estoy indagando la verdad de tal aseveración, y no he podido convencerme de la certeza. También se da vivienda en Italia al Porco spinoso, y en sus Elementos de Zoología, t. 1.*, p. 448, nos dice el profesor Camilo Ranzani en 1819: Añíta nell' Asia meridiona- le, enell” Africa (esto es cierto), donde e venuto in Italia e in Ispanta; lo cual dudo, no siendo á las Casas de fieras, Menageries ó Jardines zooiógicos, donde los he visto vivos. Y si fuera tal como se ha dicho en muchos libros, ¿cómo es que el Príncipe Bonaparte no lo ha señalado en su Fauna de Italia? Por mi parte, si incluyo en la fauna española al Hystrix cris- bata, es fide alvorum, pues su origen extraño ya lo consignó Erx- leben diciendo: «Habitat in Africa, India, Palestina; in Italia at- que Hispania esotice originis», siendo cierto que nunca se ha pre- sentado un ejemplar de indubitada procedencia española; y hace poco tiempo, para confirmar mis datos, escribí á cazadores ilustra- dos de Almadén y de Trujillo, y sus contestaciones han sido nega- tivas respecto á la existencia del Puerco-espín en Sierrra Morena y Extremadura. No me cabe duda de que, tanto en esta última región como en Galicia, la presencia del gran roedor en que nos ocupamos sólo se ha fundado en que los portugueses vecinos dan el nombre de Porco espinho al Erizo, y así se ha originado una confusión sólo posible en los que no conocen ambos animales. Respecto á Andalucía, ya hemos visto lo que afirma Machado, y debo agregar que los naturalistas ingleses que han estudiado la zona de Gibraltar, mientras que señalan allí la presencia del /nnmus si/- vanus, megan la del Porcupine. FamiLIa LepORIDZ. (Gray, Ann. of Phal., XXVv1, 1825.) Claviculce imperfecte; corpus pilosum; dentes incisivi supra quatuor (im juntoribus sex); pedes antics tebradactyll, postict pentadactily. Foramen infra-orbitcem parvum foramina obbicer conjuncta:; palabum osseum singulariter coarctatum.— Bonap., Consp. SUBFAMILIA LEPORINZ. (Desm., Dict. d' Hist. Nat., xxtv, 1804.) Corpus planteque pilosce; dentes molares lamellos?. — 523 — GENUS LEPUsS. (Linn. et Auctor. omn. system. ) Dentes primores superiores duplicati (duobuws minoribus pos- hice additis), pagina antica sulca longitudinali exarati, scalpro cuneato, interius carina transversa; 2 inferiores scalpro cunea- to. Pro laniaris diastema. Molares supra 6-6, infra 5-5, abrup- t2, lamellost, tritores, superiorum postremus minutus. Rostrum obtusum, compressum. Auricule elongate oblonge. Corpus pilo- sum. Pedes distincit, fere saltatorii. Ungues falculares. Mammoe pectorales eb inguinales 6-10. Cauda brevissima. Nocturnt, ti- midi, phytophagi. Sectio Leporini. Cursorii; non fodunt cuniculos, solitaris. Pulli nascenstes pillost, oculisque apertas. LepUS Tíimipus. (Omn. Aut. system.) Lám. 17, fig. B. Cano-fulvus, fusco-adumbratus; auriculis capite parte sexta longioribus (scelidibus brevioribus); postice cinereis, apice ni- gris; cauda longitudine femoris, alba, linea dorsald nigra. — Fischer, Synop. Mamm., p. 370. Auriculcee elongate, apice nigre. Oculi magnt, extantes, membrana niciitante, somno aperti. Mentum album. Mystaces ad os sebis mumerosts longis; supertoribus nigris, infertoribus albis. Nares humidce, motitantes. Labiuwm supertus fissum. Pill facies, dorsi et laterum bast albi, medio nigri, apice rufi. Gula cum pectore rufa. Venter albus. Cauda supra nigra, subbus alba. Femora postica crassa et longiora anticis. Pedes usque ad apices lanati. Cavitas utrinque e regione puvis. Olitoris magna. inde difficilis sexus distincito, fabuleque de leporibus hermaphrodi- tis. Victitat ruminans ramaulis fructicum, corbice arborum, radi- cibus, herbis. Noctu pascit. Inermis, timidusque, auditu eb visu excellif atque cuwrsu valet, ¿imprimis montem ascensurus, curril gyros sensím breviores, rebro deviat exiliendo. Capitur a cani- bus, felibus, accipitribus, sérigibus; protecto sub venatu in al- bum púleo sese occultat sub proximo frubice mebu accipitris. Mor- det truncum transcendendum. Delectatur tympano. Cervice fra- gili. Immensus parburitione per totam estatem. Cott próimum — 524 — Februario eb martio mense. Partk tres ad quator. Ulerum fert 30-31 diebus. Adolesctt anno primo. Superfetatio haud rara hoc in genere. Nascit oculis apertis. Mas crudelis in propiam scevit prolem. Urina foebida non in cubile mitenda. Pulicibus obno- tus. Aetas 8 annorum. Long. corp. 2 pedum et ultra. —Erxleb., System. regnt antim., p. 328. ; Synonim.—Aayos.—Aelian., A24m., 11, C. 12, vi, c. 47, x11r, e. 12-15. IIz6£.—Oppiano, Cyneg., 111, 507. Lepus.—Plin., Hist. Nas., 1. vir, cap. 55-56. Lepus europceus.—Pall., Neve Gltr., p. 30. Vulgo. — Liebre, el o y la Q adultos; Lebrato, Lebratón, Lebras- to, Lebrastón, los individuos jóvenes; Matacán, la lie- bre ya corrida por los perros; Lebrón, la liebre muy grande, todo en castellano. Llebra, Llebrassa, el o ó la O adultos; Llebreta, Lle- breto, el individuo joven; Llebrot, el lebrón, en cata- lán y mallorquín. Llebre, el "9 y la O adultos; Llebre gicoteta, el lebrato; Llebre correguda, el matacán; Llebrot, el lebrón. Lebre, el o y la Q adultos; Lebranchu, el lebrato, en bable. Lebre, el '9 y la Q adultos, y Lebracho, el lebrato, en gallego. Erbiá, la liebre; Erbicumea, el lebrato; Erbizarra, el matacán, en vascuence. Lebre, la liebre; Lebrinho, Lebracho, el lebrato, en por- tugués. El Diccionario de la Academia define mal la Liebre, diciendo: «Cuadrúpedo montaraz, muy ligero y tímido, de orejas largas, de cola corta y algo semejante al conejo». Para ampliar la explicación y salvar el círculo vicioso que re- sulta en el léxico refiriendo la liebre al conejo y éste á la liebre, se ha presentado la siguiente definición: «Liebre. Mamifero roedor que mide unos 70 centímetros desde el hocico á la cola y 20 á 24 de altura en la grupa; con pelaje suave y espeso, negro rojizo en la cabeza y lomo, leonado en las patas y Cuello, y blanco en el pe- cho y vientre; cabeza proporcionalmente pequeña, con ojos grandes, hocico partido y orejas muy largas, de color gris, con la punta ne- — 529 — gra; cuerpo estrecho y flexible; extremidades posteriores más lar- gas que las anteriores; y cola corta, negra por encima y blanca por debajo. Es animal muy fecundo, solitario, tímido, de veloz carrera, que abunda en España, vive de preferencia en las llanuras sin ha- cer madrigueras, y descansa en camas que muda con frecuencia. Su carne es comestible apreciado, y su piel más estimada que la del conejo». Bien descrita la liebre por Erxleben, poco quédame que añadir, si no es lo que de este roedor han referido algunos de nuestros na- turalistas y cazadores. Huerta hace derivar el nombre Lepus de Levi-pes, por la lige- reza que tiene en la carrera dicho animal, y lo describe relatando sus costumbres de un modo bastante cabal. Vélez y Funes, Calvo Pinto y Jerónimo Valdés siguen los pasos de Huerta, y, como todos copian á Plinio y otros autores contem- poráneos de éste, puede decirse que nada añaden de nuevo. Algo más puede sacarse de la lectura de los escritores balleste- ros antiguos y cazadores modernos, si no en lo que á la descripción zoológica se refiere, sí por lo que hace á la historia de las costum- bres que relatan ex v2su. Consultando, por ejemplo, á Martínez Alon- so de Espinar, á Fr. Miguel Agustín, Prior del temple de Perpiñán, y á otros monteros españoles, se encuentran curiosos datos respecto al modo como huyen las liebres, trazando grandes círculos, y ade- más se ve confirmado cuanto Erxleben nos refiere en la frase que de él he copiado. Que es general la distribución geográfico-zoológica de la Liebre en la Península ibérica, es cosa de todos sabida, así como que no se encuentra en las zonas elevadas, y sí más en las llanuras que en los riscos escarpados. Como se establece en la frase latina que determina la sección Leporina, la Liebre no construye madrigueras subterráneas, sino que fija su vivienda para descansar en lo que los cazadores llaman cama, que suele ser cualquier hoyo del suelo, donde se acurruca al amparo de algunas matas para dormir con los ojos abiertos. LEPUS MERIDIONALIS. (Gené.) Lám. 17, fig. C. Corpus supra badio-nigricans, nuchá colloque sordide ru- fescentibus; lateribus, artubusque saturate ferruginers, his (1- — 526 — neá alba interna usque ad digitos, perventente: gula, mento ventreque niveo-albidis. Auriculce, anterius nigro-rufescentes, posterius cinerescentes, apice macula nigra briangulart magna signato, margimibus narium, palpebrarum auriumgue sordidé albis. Cauda supra aterrima, suptus candidissima. Long. tot., plus minusve, in adult. 56"; capit. 15,4"; au- riculce 13". Synonimia sc.—Lepus timidus.—Quoram. Auctor. Lepus mediterraneus. — Wagner, Schreb., Sáugeth. suppl., 11, 1. 235. Lepus granatensis. —Schimper. Vulgo. — Liebre, Lebrato, Lebrón, etc., como la especie anterior. Especie crítica para algunos que la consideran igual á la liebre común, y otros la estiman, con bastante fundamento, cual distinta, bien que prima hermana de ella por su gran parecido, siendo opi- nión de diversos naturalistas, que la liebre común, £. timidus, no se halla en España desde la derecha del río Ebro hacia el Mediodía, pues está sustituida por la L. meridionalis. Schimper, al pasar por Madrid, como dejo referido al hablar de la Capra hispañtca, consultó conmigo sus descubrimientos zooló- gicos hechos en España, y entre ellos uno fué esta liebre, que tam- bién creía nueva. Más tarde, escribiéndome desde Strasbourg el 19 de Noviembre de 1847, me decía: «Le bouquetin que j'al rapporté de la Sierra Nevada est effecti- vement nouveau, je al nommé Capra hispanica, et la Liévre de Grenade, Lepus granatbensts». ; Siendo la misma la liebre del Centro y Mediodía de España, que yo tenía vista, no me había atrevido á tanto; y por esto, en mi C4- tálogo metódico de los Mamiferos de la provincia de Madrid, al señalar su existencia, no la puse nombre alguno, vacilando si era ó no exacto el concepto de Schimper ó el de Gené, que ya la conocía y había publicado antes con el nombre de L. meridionalis, aceptado finalmente por Schimper en una carta posterior que, rectificándose, me dirigió en 25 de Enero de 1849. Disipadas las dudas que sobre este punto emite Rosenhauer en la pág. 5 de su Die Thiere Andalusiens, etc., quédame sólo poner de manifiesto los caracteres diferenciales que veo entre ambas espe- cies, y creo bastantes para distinguirlas, á pesar de estar tan ínti- a Ec ii mamente unidas como suelen hallarse las de los géneros verdade- ramente naturales. El tamaño de la Liebre común es mayor en todas sus medidas que el de la meridional, y en el peso aun es más notable la dife- rencia entre ambas, resultando también más esbeltas las formas de la última. El pelaje en el fondo es parecido; pero el blanco del abdomen en la meridional es más puro y nevado que en la t¿mida, que lo vela ó ensucia una sombra ocrácea. El tinte rojo de la nuca y collar en esta especie última es vivo, y sólo amarillento rojizo en la meri- dional. El de la pechuga de ambas especies es parecido, pero no así el de las patas, que son en la meridional de un rojo vivo exterior- mente, con los antebrazos y muslos marcados de una faja blanca en la cara interna, que baja desde el sobaco y las ingles hasta los de- dos, carácter que está casi borrado ó es muy obscuro en la liebre tímida. La coloración de las orejas es bastante parecida en ambas especies, pero sus proporciones con la cabeza varían, siendo de 13" la longitud de las orejas y 16*,5"” la de la cabeza en la Liebre co- mún, y 12:,5”" por 16* en la meridional. El hocico de la Liebre común tiene más del doble de anchura que el dela meridional, y el pelo que cubre sus narices es Casl raso, muy corto y unicoloro, mientras en la liebre meridional, aunque un poco más corto, iguala casi al de la frente. Delante y detrás de los ángulos de los ojos tiene una mancha grande blanquecina la Liebre común ó tímida, la cual no existe en la meridional. En ésta son mucho más largos y numerosos los pe- los cerdosos de los bigotes, entremezclados, blancos y negros, pero en mayor número y más desarrollados los primeros que los segundos. Debajo del ojo y en el cuello lleva la Liebre común una mancha roja que falta en la meridional. Todo el pelaje es en general más largo en la Liebre común que en la otra, excepto los largos pelos blancos de los costados, que ex- ceden, en número y longitud, en la del Mediodía. Para completar las reseñas de estas dos especies, confundidas durante mucho tiempo por varios autores, copio á continuación, al pie de la letra, lo que Rosenhauer dice en su libro: «Lepus timidus? L.—Se ha indicado para la tierra llana; 1gno- ro si es la misma especie que la de la montaña, y se halla con fre- — 528 — cuencia cerca de Granada: fué llamada por Schimper Lepus Grana- tensis. Es pequeña, muy parecida al Lepus mediterraneus. Wagn. Schreb., Súugeth. suppl., 1x, tat. 233, C., y quizá sólo variedad de ésta. En el lomo no es tan obscura como el Lepus timidus, y los anillos negros de sus pelos no son tan anchos; el color, en general, es más claro. La coloración rojiza de la nuca, del cuello y del pecho es menos viva, y, por lo contrario, más intensa la de los lados del vientre y de las cuatro patas. El vientre es de un blanco de nieve, bajando este color por las patas; en las anteriores, la base es blan- ca, siguiendo este color por detrás hasta los dedos; en las posterio- res, este color baja en una faja ancha que se va estrechando poco á poco hasta la punta de los dedos. La coloración me parece que di- fiere notablemente entre este Lepus y el mediterraneus. Las ore- jas son largas, con tan pocos pelos como las del Lep. mediterra- neus: su color como en las del L. t¿nadus; hacia el borde poste- rior pardo-negruzcas, y por detrás grises. La punta de las orejas en su borde exterior es negro, pasando después en el borde anterior á un color amarillento; de este color es también el círculo del ojo. La cola es blanca, por arriba negra. »Los individuos jóvenes presentan un rojo más claro en los la- dos, y, por el contrario, son menos blancos por debajo. »La longitud del cuerpo en línea recta es de 16 '/, pulgadas; la cabeza 3 */.; la cola 3 */,; orejas 4 */,; su abertura 3 */,. »La diagnosis puede formularse así : >» Auriculis capite multo longioribus, apicenigris. Cauda alba, supra nigra; stria flavescenti post oculos; nucha colloque sordide, abdomints lateribus artubusque saturate ferruginets, his a alba; gula, mento, ventreque niveo-albido». También, á sua modo, nuestros cazadores han descrito la Liebre meridional, y en el Tratado de Caza de D. Carlos Hidalgo y Don Antonio Gutiérrez González, y en el Tesoro del Cazador con esco- peta, publicados en Madrid en los años 1845 y 58, se lee «que es »parecida al conejo, aunque doble más grande que éste; el color del »pelo diferente, pues el de aquélla es por el lomo bermejo, obscuro >»y barcino; la barriga y parte interior de las piernas blanco, lo mis- »mo que las orejas desde el arranque por la parte interior, y por la »exterior del mismo color del lomo con la punta negra; los ojos gran- »des, saltones y sin pestañas; el hocico grueso con el labio superior — 529 — »hendido hasta la nariz, que conserva siempre húmeda y casi en con- »timuo movimiento; los lados de la boca guarnecidos de bigotes »como los de los gatos; la mandibula superior armada de cuatro »dientes incisivos, los dos delanteros lare'os y estriados casi en se- »micírculo: las orejas desmesuradamente largas». Con otras varias señales referentes á costumbres que con exactitud relatan, ¿quién desconocerá que cuadra todo lo transcrito á nuestra segunda especie de Liebre, cuyas medidas en los individuos mayores dicen no pasa de 20 á 22 pulgadas desde la punta del hocico hasta el nacimiento de la cola? El macho, añaden, «se distingue de la hembra á simple vista; pues además de ser más pequeño, tiene la trasera blanquecina, el lomo rojizo, las orejas más cortas y anchas, la cabeza más recia y mofletuda y las barbas más largas ». De la lectura de nuestros naturalistas antiguos y modernos, sa- camos: que Huerta nada dice en su libro que de un modo particu- lar se pueda aplicar á la Liebre meridional, ni tampoco Vélez, Fu- nes y Cortés se han ocupado en distiaguir las diferentes especies de liebres. pe a Asso, que escribió su libro á fines del siglo pasado, no cita más que el Lepus timidus y el L. cuniculus, y hablando de la Liebre en Aragón dice: «Ubique vulgarissima: ly PYrEN4IS MULTO MAIOR. Vidimus á nostro venatore occissam 12 librarum pondere». Coinci- diendo esta advertencia con lo que tengo observado en Cataluña, donde sólo he visto el Lepus timidus y el L. cuniculus, y así es que cuando, hace sesenta años, vine á establecerme en Madrid, desde luego me llamó la atención la diferencia tan grande que había entre la magnitud de las liebres de Cataluna y las de Castilla, dándome motivo esto á empezar á distinguir los demás signos que ahora dejo consignados. La liebre de la región pirenaica de que Asso nos habla, es sin duda el Lepus timidus, que no he encontrado al Sur del Ebro; ob- servación que también hizo Dufour durante sus largas peregrina- ciones militares y de naturalista en los seis años que estuvo en Es- paña. Este hecho es un dato importante para señalar la distribución zoográfica de ambas especies de Liebres en la Península. Seoane, en su Fauna Gallega, dice «que en España han sido lla- madas nuestras Liebres: Lepus tímidas, Linn. (que es el tipo ver- 4 — 530 — dadero); Lepus meridionalis, Gené; Lepus granatensis, Schim- per; Lepus Matritensis, Schimper»; y censurando la multiplicación innecesaria de especies que se hacen, me cita diciendo que «después de oir mis consejos, y en presencia de los ejemplares existentes en el Museo de Madrid, viene en admitir tan sólo en España tres espe- cies, que son: el Lepus timidus, que se extiende por el Norte; el Lepus meridionalis, Gené, que habita en el Centro y Mediodía de la Península; y el Lepus cuniculus, Linn., que se encuentra pro- fusamente esparcido por toda España»; opinión consignada en 1860 por mí en el discurso que leí á la Real Academia de Ciencias Exac- tas, Físicas y Naturales, contestando al del Sr. Colmeiro en su re- cepción oficial de individuo de tan ilustre Corporación. Machado, en su Catalogo de mamiferos de Andalucia, señala sólo para dicha región el Lepus mediterraneus de Monchs, que es el mismo L. meridionalis de Gené, y el L. cuniculus Linn. Barceló menciona como abundante en Mallorca é Ibiza el Lepus mediterraneus, que, como queda dicho, es el L. meridionalis, y además dice que existe una vamedad más chica, que los cazadores distinguen con el nombre vulgar de squirol (ardilla en castella- no), lo cual no se confirma en otros autores, ni tampoco lo aceptan los diccionarios mallorquines. Por fin, en su auna, Martínez Reguera cita en Sierra Morena el Lepus timidus de Linneo; y aun cuando por la descripción que da, más genérica que especifica, no puede ponerse nada en claro, vista la distribución general de nuestros lepóridos, temo haya to- mado una especie por otra. En cambio considero como verdaderamente notable lo que añade sobre los individuos píos, que, aunque raros, dice se ven en An- dalucía, pues este fenómeno es más conocido para los conejos que para las liebres. Sectio Cunicularii. Sedentarit, gregales, in cunicula communna plurés assocta- ti. Pulli nascentes nudi, ocult clust. Lepus CUNICULUS. (Omnium auctorum.) Vellere cano, fulvo mixto, nucha subrufa, gula ventreque albidis; auriculis fere capitis longitudine. Cauda femore bre- AI”. - 2 more supra fusca, infra alba; pedibws posticis corpore dimaidio brevioribus.—Fischer, Synop., p. 374. Ferus, corpore ex fusco cinereo; cauda supra nigra, subbus alba. Domesticus, major fero variat colore nigro, albo, variega- to, etc. Cuniculos agit preecipue in arenosis locis; latet inter diu, nocte exit. Partt sepies per annum, quator ad octo; gravida 30-31 diebus. Adolescit mense sexto. Aetas 8-9 annorum. Longit. corp. 15 ped.—Erxleben, System., p. 333. Var. domesticus. Major fero, fusco, albus, niger, aut varie- gabus. Var. argenteus. Pilis ex argenteo griseís, pedibus fuscis. Var. angorensis. Pelis tenuissimis eb longissómis, undulatis, sericeis toto corpore vestitus.—Briss., Hist. Nat., vt, tab. 54. Synonimia. —Avcúrovs.—Anristót., Hist. an., 1, Cc. 9, n. 50. Cuniculus.—Plin., Hist. Nat., vi, e. 29. Dasypus.—Idem iíd., c. 55. Lepusculus, Cuniculus.—Klein, Quadrup., p. 52. Le Lapin.—Butt., Hist. Nat., vi, p. 303. Vulgo. — Conejo el “9, Coneja la Q, Gazapo el individuo joven, en castellano. Cunill el d, Cunilla la Q, Catxap el gazapo, en catalán. Coello, Coentlo el “O, Coella la O, Gazapo el individuo joven, en gallego. Cuni, Cont el tb, Cunía la Q, Contó el grazapo, en ma- llorquiín. Conill el “9, Conilla la Q, Conillet el gazapo, en va- lenciano. Unchia, Conejud, en vascuence. Coelho el “9, Coelha la Q, en portugués. Define el Diccionario castellano el Conejo, diciendo: «Animal cuadrúpedo, especie de liebre, de color comúnmente pardo ceni- ciento; los pies cubiertos por abajo de peio rojo, y en lo demás muy semejante á ella, pero más pequeño y fecundo y que mina mucho la tierra». En esta explicación no sólo hay deficiencia, sino que, refirién- dose á la de la liebre, resulta, según ya hemos dicho al hablar de ésta, un circulo vicioso. Para otra edición, el léxico deberá inspirarse en las frases latinas =— BED = que dejo consignadas; y puede, si no, aprovechar los datos de otros autores, pues no faltan en castellano los que describen bien el Go- nejo. Por lo interesante de algunos detalles, voy á transcribir la defi- nición que para el Conejo trae el Diccionario de Risueño, Ma- drid, 1830. «Conejo. Lepus cuniculys, Linn. —Animal mamífero del orden de los roedores, de la familia leporina, á la que corresponde el ca- rácter peculiarísimo de tener dobles los incisivos superiores, esto es, que cada uno de ellos lleva detrás otro más pequeño; carecer de col- millos, y ser las muelas cinco en cada lado de la mandíbula inferior y seis en los de la superior, la última muy pequeña, todas sin raí- ces y formadas por dos láminas de esmalte. Son también condicio- nes del esqueleto de los lepóridos presentar la parte alta del cráneo estrecha, con las aberturas de los ojos unidas, la apófisis zigomá- tica con sólo una raíz, y pequeño el agujero infraorbitario; ofrecer varias aberturas en el maxilar superior; ser óseo el paladar; las cla- vículas rudimentarias; la tibia y el peroné unidos en su parte infe- rior; y más desarrollados los huesos de las extremidades posteriores que los de las anteriores. El intestino ciego del Conejo es enorme, cinco ó seis veces mayor que el estómago, y con una membrana en espiral que corre por todo su largo. La longitud del animal llega á pie y medio, sus orejas son un poco más cortas que la cabeza, el rabo menor que el muslo, el pelaje general gris amarillento; rojizo en la nuca, blanquizco en la garganta y vientre, gris en las orejas, y pardo obscuro en el rabo por encima, mientras que es completa- mente blanco por debajo. El Conejo es indígena en España, y de ella se ha extendido por toda Europa. Viven muchos juntos bajo de tierra, en minas ó madrigueras, que profundizan mucho, á las que se refugian cuando se ven perseguidos. Domesticado se multiplica mucho más que silvestre, y toma colores y pelos muy variados. » Aunque los Conejos son muy dañinos cuando viven en el campo, criados en las casas es uno de los animales que debe entrar en el plan de las industrias rurales, por las utilidades que rinde al labra- dor y á las artes; en él todo es bueno: la carne para comer, el pelo para la construcción de sombreros y otras manufacturas, y el estiér- col para los abonos de las tierras. Se alimentan de todo género de verde, pero en especial de heno, de alfalfa, de pimpinela, de todas i — 533 — las plantas aromáticas, de los granos de los pimientos, del salva-= do, etc.; las coles son la peor de todas las comidas para el Conejo, porque le producen enfermedades, y además comunican á su carne un sabor desagradable; algunos dicen que el perejil les produce diarrea y al fin la muerte. Un solo macho es suficiente para cinco ó seis hem- bras; el primero está en estado de engendrar y las segundas en el de producir desde la edad de cinco ó seis meses; casi siempre están en Calor, ó á lo menos en estado de recibir el macho; su preñado dura tremta ó treinta y un dias, y paren cuatro, Cinco, seis, siete y á veces ocho gazapos. Tienen dos matrices, y por consiguiente pue- den producir en dos diferentes tiempos. Algunos días antes de parir eligen una madriguera, y al último de ella hacen una excavación: después de lo cual se arrancan del vientre bastante porción de pelo, con que preparan una especie de cama para colocar sus hijuelos. En los primeros días no se separan de ellos ni salen sino cuando las obliga la necesidad de comer, restituyéndose luego que han tomado alimento, cuidando y manteniendo así sus hijos por espacio de más de seis semanas. Hasta esta época no los conoce el padre, el cual no entra en la madriguera que ha elegido la hembra, porque ésta, cuando sale dejando allí sus hijos, cierra la entrada; pero cuando los gaza- pos empiezan á salir á la boca de la madriguera y á comer, el padre los reconoce, los toma entre sus patas, y todos sucesivamente par- ticipan de sus caricias; en este mismo tiempo los halaga mucho la madre y suele quedar preñada al cabo de pocos días. Los machos generalmente rinen y matan muchas de las crías; por lo que algu- nos aconsejan que se separen de las hembras luego que las cubren, y aun muchas veces conviene también separar algunas de éstas cuando son inquietas y se meten en las madrigueras de las demás. Los Conejos suelen vivir ocho 6 nueve años. »Para criar Conejos caseros se debe elegir un sitio á propósito cercado de taplas gruesas para que no las barrenen, y hacer un co- bertizo entre Oriente y Mediodía; en este cobertizo se les construlrá nidos ó madrigueras en dos, tres ó más series, de gradas bajas para que puedan subir de unas en otras los Conejos; el fondo de éstas debe tener algunos agujeritos y estar en pendiente hacia ellos para que salga el orin; pueden construirse de tablas, de ladrillos; pero los mejores son unos cántaros empotrados, á cuya base se adapta uno ó dos arcaduces que también se empotran, quedando por la parte y BÓ superior de la barriga del cántaro una abertura redonda por donde quepa un Conejo, la que se cubrirá con un ladrillo á manera de ta- padera, á fin de registrar el nido cuando sea necesario limpiarlo, extraer los gazapillos, quitar los hijos muertos, etc. La Coneja y los gazapos sólo deben entrar por el conducto formado por los arca- duces. Siempre que acaben de criar se les limpian los nidos, cui- dando de tener en el cobertizo paja ó heno para que ellos hagan la cama. Es muy del caso sahumar algunas veces las madrigueras con plantas aromáticas ó con vinagre, para quitarles el mal olor y man- tener en ellas la salubridad. »En algunos países construyen las conejeras haciendo un hoyo cuadrado en el suelo de más (4 menos extensión y profundidad, echando en él los Conejos para que ellos mismos se hagan las ma- drigueras; pero esta especie de v2var es malo, porque en invierno conserva mucho la humedad, que es muy dañosa para la salud de los Conejos. En otras partes se tiene la costumbre de criar los Co- nejos en cuartos cerrados, lo que es muy perjudicial, no sólo por el daño que hacen, sino porque, privados de la luz del sol y de la ventilación, corrompen la atmósfera en que viven, y resulta tanto mal para ellos mismos como para las gentes de la casa, además de que no prosperan bien ni tienen carne tan apetitosa como los que se crían á la inclemencia. Si se desea sacar todo el partido de los Co- nejos y conservar los gazapos hasta que se hagan grandes y engor- den mucho, se pueden capar los machos. Para esto se separan de las madres cuando no las necesitan, y se hace la operación á los dos ó tres meses de edad, la cual se practica con mucha facilidad entre dos personas: una coge el Conejo por las orejas y las patas de atrás, y la otra toma con la mano izquierda un testículo de cada vez, lo comprime un poco hacia la piel, se corta ésta con un cortaplumas, sale el testículo, se corta el cordón á que está unido, se unta la herida con manteca fresca, se le quita el otro del mismo modo y se cura en pocos días, y ya se pueden volver á juntar con las hembras. »Los Conejos sufren pocas enfermedades, ó á lo menos no están bien observadas. Sin embargo, algunos naturalistas aseguran que padecen tuberculosis, diarrea y una especie de catarro /r2n0-bron- quíitis) que produce la muerte de muchos. De todos modos, es nece- sario tener presente que el frio y la humedad les son dañosos; así es que, para preservarlos de las afecciones á que pueden estar suje- : — 535 — tos y sacar de ellos todas las utilidades de que son susceptibles, es preciso tenerlos en parajes secos y calientes y darles alimentos apro- piados. » Nuestros autores todos, desde muy antiguo y de un modo pa- recido, nos han descrito al Conejo zoográfica y venatoriamente, y hasta la Historia se ha ocupado de este mamífero al hablar de Es- paña, suponiéndole originario de esta punta de Europa, y salido de aquí para su dispersión por todas partes; pero, encontrándose igual - mente en las costas vecinas de Marruecos, hemos de convenir que su habitat natural, ab origine, pudo comprender dicha región del Continente africano. Es inmemorial la domesticación en España del Conejo, que á la par abunda como silvestre en todas las provincias, siendo incom- prensible el que no se haya hecho otro tanto con la Liebre, los Cier- vos y algunas otras especies útiles que permanecen bravías, pudién- dolas tener domesticadas. Verdad es que algo se ha intentado en es- tos últimos tiempos por las Sociedades de Aclimatación, á cuyos loables esfuerzos debe Europa ya la introducción de un crecido mú- mero de animales exóticos, que sólo de nombre se conocían en nues- tro Continente. En España tenemos desde muy antiguo, si no la domesticación de los animales útiles que dejo indicados, su acotamiento en sotos ó montes abiertos ó cercados, donde, en libertad aparente, están acorralados, como suele decirse, y á nuestra disposición siempre. Pero de esto no se saca el mismo provecho que podríamos obtener si estuvieran sujetos á la domesticidad nuestros Ciervos, como en la Siberia los Renos, por ejemplo. Los Conejos los tenemos, como al Jabalí, en libertad completa y domesticidad, llamando Conejos de campo á los primeros, y á los segundos Conejos caseros: y de ambos modos resultan productivos: para comer como caza, y para la venta de sus pieles y pelo enfieltrable, de no poco precio en el co- mercio de pelletería, siendo de importancia grande el número de pieles que anualmente se expiden al extranjero para la confección de fieltros destinados principalmente á la fábrica de sombreros. Gervais se pregunta si existen en Europa diferentes especies de Conejos silvestres, y él mismo se contesta que á pesar de no haber reconocida más que una sola, considerada como originaria de Es- paña, ó puede que de África, cree posible que nuevas investigacio- — 536 — 5 nes hagan conocer que sí existen, y que las Liebres y Conejos de Grecia y de España no son iguales á los de Alemania ó de Irlanda; pues Gray hace algunos años que separó el de este último país de la especie ordinaria, y lo llamó Lepus vermiculatus., Respetable en alto grado es para mí el criterio de ambos sabios; mas, por lo que hace á España, puedo asegurar que, hasta ahora, después de 75 años de investigaciones acerca de las distintas espe- cies de Liebres, no he encontrado más especies que el Lepus búm1- dus, el L. meridionalis y el L. cuntculus. Por la hibridación de la Liebre con el Conejo se ha conseguido crear razas de condiciones selectas, tal la del Conejo llamado Be- lñer por los franceses, tan grande ó mayor que la liebre misma, de la cual se distingue, además de su gran talla, por el pelaje más uni- forme y por las descomunales orejas, caídas como las de los Carne- ros, de donde les viene el apelativo que se ha puesto á esta raza. FAUNA MASTODOLÓGICA FÓSIL Indicatio Marnamalium fossilium in Fauna Paleontologica Iberica usque hodie visi. ADVERTENCIA No habiéndome sido posible comprobar todas las especies de mamífe- ros fósiles que por diferentes personas se citan como halladas en nuestra Península, me limito á indicar su existencia, dejando la responsabilidad científica del descubrimiento y de la clasificación á los naturalistas que lo hayan anunciado ó hecho. Cuando en 1837 vine al Museo de Historia Natural de Madrid desde Barcelona, en cuya Real Academia de Ciencias Naturales y Artes empecé mis explicaciones de Zoografía y Anatomía Comparada, era bien exigua la colección de restos fósiles correspondientes á los mamíferos que entonces había en Madrid, pues estaba reducida á algunos fragmentos de una de- fensa de Elefante, hallados, según decía el rótulo, al excavar los cimientos del Puente de Toledo, y al famoso esqueleto de Megaterio, joya única por entonces en todos los Museos de Europa. No existía en aquella época cátedra especial en Madrid de Paleonto- logía, por más que un año antes había comenzado á explicarse en la Es- cuela de Minas un curso de Geognosia que se completaba con el estudio de la flora y fauna fósiles; y por esto hube yo de adoptar para mi asigna- tura el libro de Cuvier titulado El Remo Aniómal, y siguiendo á tan in- signe maestro explicaba en mis lecciones, al par de las especies vivas, las congéneres fósiles de las respectivas familias. — 538 — Más tarde, en el plan de estudios de 1845, cuya parte de ciencias na- turales me fué encomendada por el entonces Ministro de la Gobernación Excmo. Sr. D. Pedro Pidal, propuse, y se aceptó, la creación de una cáte- dra de Geología que aun no existía en la Universidad de Madrid, si bien ya se enseñaba en Barcelona por D. José Antonio Llobet, mi consocio y colega en los estudios superiores que la Ciudad Condal había establecido para recobrar la enseñanza universitaria que Felipe V le había arrebatado y trasladado á Cervera, y cuando también en el mismo año, por Real or- den de 9 de Noviembre, se mandaba que desde aquel curso se explicase la Paleontología, separada de la Geología en la Escuela de Minas, siendo pro- tesores varios ilustres ingenieros que, comisionados por el Gobierno espa- ñol, habían estudiado en Alemania años antes la historia de la tierra y la fauna y flora que se encuentra fósil entre sus estratos. Aconsejé al Ministro se imitase la idea de los ingenieros para establecer la nueva enseñanza en nuestro Museo de Ciencias Naturales, del cual yo era entonces Director, y al efecto propuse que el ayudante del mismo, D. Juan Vilanova, pa- sase á aprender en Francia y Alemania lo que aquí con dificultad podía saberse. Después de cuatro años de estudios en el Extranjero regresó el Sr. Vilanova á España para explicar la Geología, cuya enseñanza en el Museo de Ciencias fué en 1854 de nueva creación, y más tarde, en 1873, dicho señor cambió esta enseñanza por la de Paleontología, que hasta en- tonces había yo venido explicando en las cátedras de Zoografía, como Cu- vier lo hizo en su obra El Reíno Animal. Vilanova trajo del Extranjero, por donativos y cambios de otros Mu- seos con el nuestro, copiosa colección de rocas y fósiles de varios países, que después se ha ido aumentando con otros ejemplares de nuestras pro- vincias, pero pocos, muy pocos de mamíferos. La semilla geológica y paleontológica sembrada en la Escuela de Mi- nas, preciso es confesar que ha germinado mejor que la del Museo, y no tiene nada de extraño esto, atendiendo primero 4 su mayor antigúedad y después á que las peculiares tareas de aquellos ingenieros les conducen velis nolis á exploraciones cunicularias 6 removedoras de terrenos, que dan por resultado el hallazgo de tesoros paleontológicos que yacen sepul- tados hace centenares de siglos en estratos más ó menos profundos, difíci- les de ser visitados y explorados por otros obreros científicos, — 539 — A estas especiales razones es debido el que existan en dicho cuerpo más geólogos y paleontólogos que en la Facultad de Ciencias, en la cual es escaso el número de alumnos que asisten á dichas asignaturas pertene- cientes al período del Doctorado. En mi concepto, en España no puede alcanzar aún la Paleontología la altura á que ha llegado en otros países, porque, en general, los que se de- dican aquí á tales estudios carecen de base para emprenderlos. En la Fa- cultad de Ciencias se simultanea la Anatomía Comparada con la Paleonto- logía, y sin conocimientos minuciosos dermato y neuro-esqueléticos, tan indispensables para poder clasificar los restos fósiles y describirlos, impo- sible es dar paso seguro en estudio tan difícil como el de los restos orgá- nicos, sobre todo cuando ya han perdido gran parte de sus caracteres dis- tintivos. A los ingenieros de minas también les faltan estos estudios, pues no les son obligatorias para su carrera las asignaturas superiores fito y zoo- gráficas, y, por regla general, sus conocimientos sobre los seres orgánicos son poco más extensos de los que suelen darse en el período del Bachille- rato de nuestros Institutos. A pesar de todo esto, hoy día en España, repito, los ingenieros de mi- nas son los que más datos paleontológicos poseen, y á ellos he acudido principalmente para acopiar mucho de cuanto relato en mi ÍNDICATIO MAMMALIUM FOSSILIUM IBERLE, en cuya minuciosa tarea á porfía me han ayudado los vocales de la actual Comisión del Mapa Geológico, á la que pertenecí en su principio, y sobre todo el Subdirector, mi colega académico, Excmo. Sr. D. Daniel de Cortázar, que ha revisado las pruebas de mi libro para salvarlo en lo posible de erratas. En la parte taxológica quedan señalados los caracteres correspondien- tes á los diferentes grupos de mamíferos contemporáneos, con los que na- turalmente se corresponden los de los extinguidos; pero ha de tenerse en cuenta que, como no escasa parte de dichos caracteres distintivos desapa- recen al consumirse ó desfigurarse las partes donde residen, si no se hu- biese establecido una clasificación completa resultarían insuficientes los datos para determinar á qué animal pertenecen los restos fósiles sometidos á nuestro examen, y por esto se comprende cuánto interesan á los paleon- tólogos los conocimientos de Organografía Comparada, principalmente de — 540 — Osteología, ya que estos restos, por su naturaleza incorruptible , se conser- van con sus peculiares formas por un tiempo incalculable, á menos que agentes químicos ó mecánicos los destruyan. Pictet, en la segunda edición de su Tratado de Paleontología, adoptó la clasificación publicada por Milne-Edwards en el tomo primero de la serie tercera de los Anales de Ciencias Naturales, lo que, 4 mi entender, tiene poca aplicación para el examen de los restos fósiles, que están despo- jados de los caracteres capitales que se asignan á los Ordenes zoológicos por aquel autor, y que son referentes al mono ó didelfismo, la forma placenta- ria, el desarrollo del feto, el número de estómagos, ete., etc., datos que no pueden apreciarse en los animales fósiles y en los que, por tanto, con solo ellos sería imposible determinar el Orden á que corresponden. El mismo Pictet así lo comprende, pues nos dice que, como la mayor parte de los mamíferos fósiles sólo son conocidos por corto número de frag- mentos de huesos, patrimonio exclusivo con frecuencia de colecciones de particulares, resulta muy difícil la compulsa necesaria para cerciorarse de si el objeto es nuevo ó conocido ya de antes; y por tanto, es preciso reco- nocer, añade el sabio paleontólogo suizo, que existirán muchos doubles em- plois no fáciles de enmendar. En su Coup d'ceil sur la constitution géologique de plusieurs provin- ces de l” Espagne, publicado en 1853 en el Bulletin de la Société géologi- que de France, sospecharon los Sres. Verneuil y Collomb que algo de esto ha de ocurrir en lo que nuestros autores han publicado respecto de los mamíferos fósiles de España; y convencido de elio, sin poder enmendarlo, declino la responsabilidad de las faltas que puedan encontrarse en mi IN- DICATIO MAMMALIUM FOSSILIUM y las endoso á las personas que las hayan cometido. CLASSIS MAMMALIA SERIES I.—EDUCABILIA SECTIO 1.—UNGUICULATA Orden primero.—Primates (1). FAMILIA HOMINIDE. Al tratar Pictet de este Orden, principia preguntando: «¿ Trou- »ve-t-on des fossiles humaines? ¿L'homme a-t-il apparu á la sur- »face de la terre avant 1'époque actuelle? Telle est un question im- »portante á laquelle la science moderne semble répondre négative- »ment, quoique á diverses reprises elle alt été jugée autrement ». No es mi objeto abordar aquí cuestión tan debatida por los pa- leontólogos modernos; y aceptando las juiciosas razones expuestas por Pictet al tratar de los Bímanos en su mencionada obra, paso á referir la existencia inmemorial en España de esqueletos humanos que yacen sepultados, á mayores ó menores profundidades, debajo de estratos sedimentarios antiquísimos. No hablaré de los huesos incrustados de carbonato calizo halla- dos en las aguas de la ribera de Riells, por debajo de la soberbia cascada que desde grandísima altura vierte sus aguas pasando por encima de la bóveda de la capilla de San Miguel del Fay, en el Va- llés (Cataluña ), las cuales aguas, saturadas de la sal calcárea refe- rida, improvisan en aquellas célebres chorreras petrificaciones pre- elosas sobre cuantos objetos se sumergen en ellas. Con ningún resultado para el objeto que nos ocupa visité, ya hace muchos años, la Cueva del Moro, que en las montañas de Berti, no lejos del referido Santuario, es tradición la habitaban los musul- manes durante el largo período de su dominación en España: tam- (1) Omito la caracterización de todos los grupos en este relato, por estar consignada ya en la Fauna contemporánea. — 542 — poco conseguí mayor provecho en la visita que hice á la Cueva Si- maña, situada en lo alto de la cordillera de San Llorens del Munt, tan ponderada en el país por su extensión asombrosa, pues se su- pone desciende hasta cerca de Manresa, desembocando, después de atravesar por debajo del río Carderer, no lejos del atrevido puente romano de Cabrianas. El haber asegurado que allí había restos hu- manos fósiles fué lo que motivó aquella exploración arriesgada y penosa, pues de las bóvedas cae una lluvia continua que forma charcos en el suelo, haciendo aquel sitio inhabitable para hombres, osos y hasta para los mismos murciélagos, que no encuentran gua- rida cómoda en tal caverna. El terreno de dicha montaña es verda- deramente fosilífero; pero, por lo que en mis repetidas visitas allí he visto, sólo de 00z005 y malacóz00s. Noticioso que en la vertiente occidental de la montaña del Fa- rell, no lejos de una masía dicha Castellet de dalt, existía un avenc ó sima profunda, de la cual se contaba en el país, entre mil consejas, que en el fondo había abundantes huesos humanos, fuí también á explorar tal sima en el verano del año 1825, en unión, como á los otros sitios citados, con los naturalistas Balard, Bresson y Galois, médicos militares franceses de la guarnición de Barcelo- na. Llegados al sitio mencionado, vimos que, si bien era espaciosa la boca de la sima, su profundidad imponía; pero midiendo la lon- vgitud de las cuerdas gruesas que nos habían aconsejado lleváramos, al ver que alcanzaban al hondo, atando un cabo al tronco de un ro- busto árbol que estaba cerca del borde, como joven irreflexivo enton- ces, me escurrí hasta el suelo del pozo; y una vez allí, me encontré con la boca de otro pozo bastante angosto y la entrada de una cueva, en la que había racimos de murciélagos colgados de la bóveda, y el suelo estaba húmedo y cubierto de culantrillo, doradilla, Asplentos y Otras criptógamas congéneres propias de parecidos lugares. Remo- viendo con mi hazadilla el terreno, no encontré nada que pudiera im- portarme; por lo que mis compañeros, después de enterados, me gri- taron subiera, por creer perdido el tiempo que allí se empleara. Yo, sin embargo, insistí en bajar al segundo pozo, para lo cual pedí me echaran otra cuerda, una estaca y un mazo para fijarla en el suelo, Todo bien dispuesto para el nuevo descenso, me escurrí segunda vez hasta el hondo, y allí me encontré con la boca de una galería que la cerraba una peña bastante grande, la cual, empujada con los pies, — 543 — rodó hacia dentro retumbando mucho rato, lo cual me anunciaba ser inclinada y extensa la caverna. La obscuridad de aquel recinto era completa, y me fué preciso, para penetrar en él, pedir que me echaran una hacha de viento de las que íbamos provistos. Una vez encendida, y después de arrojar á lo interior del antro unas estopas ardiendo, para ver si no se apagaban y era respirable el aire, penetré en la gruta, cuya entrada había quedado franca, y á los pocos pa- sos me hallé sorprendido al ver por el suelo cráneos y huesos huma- nos perfectamente conservados. Vuelto de mi asombro, salí presuro- so, voceando á mis compañeros: «¡Esqueletos humanos enteros! ¡Bajad pronto!»; lo cual hicieron; y una vez reunidos en la gruta, examinando cada uno lo que tenía en la mano, atónitos nos mirába- mos, sin comprender el cómo de aquella catástrofe humana. Fosili- zados no estaban los huesos; pero las condiciones en que se encon- traban nos explicaban que, por antigua que fuera su estancia en aquel sitio, tal transformación no era realizable. Nos retiramos cada uno con los ejemplares que quiso llevarse, y fuera ya de las pro- fundidades entramos en la masada cercana, donde empezó nuestra conferencia paleontológica, sin poder vencer nuestra perplejidad bien explicable. El pagés de la masía, que atento nos escuchaba sin comprender lo que decíamos, pues conversábamos en francés, me llamó aparte y me preguntó quiénes éramos, y de qué tratábamos que tanto nos entretenía y hacía cavilar. Yo, en breves palabras, le dije que aque- llos señores eran unos naturalistas franceses muy sabios, y que bus- caban restos fósiles de animales antediluvianos, y... «Prou n0y— me dijo interrumpiéndome,—prou; ¿y dius que son tan sabis, y no conoxen als seus paisans, que nosaltres varem tira dins del - avenc cuan els matabam al temps de la guerra de l'indepen- dencia!» Al dar cuenta á mis amigos de la solución del enigma se mira- ron pasmados, resolviendo llevarse á Francia aquellos restos de sus desgraciados paisanos, que, á la verdad, nada tenían de fósiles. Más tarde, en 1835, siendo médico-director de las aguas sulfu- rosas de la Puda, llevado de mi pasión exploradora de las cosas na- turales, reconocí los terrenos del término de Esparraguera, que, como dejé consignado hace cincuenta y seis años en mi Memoria de oposición á dicha plaza de baños, los constituyen rocas sedimenta- — 544 — rias bien determinadas, no sólo por los múltiples estratos de espe- sores diversos, que revelan la mayor ó menor importancia que tu- vieron los arrastres que fueron formándolos, sino también por los despojos orgánicos que contienen enterrados. En aquellos estratos y en una cortadura casi vertical bastante profunda que termina en el álveo de una arroyada, vi una oquedad notable, al parecer producida por el remanso de las aguas que cubrieron aquel sitio en tiempos muy antiguos, puesto que las capas de limos, arenas, chinas, era- vas y hasta cantos rodados de bastante magnitud, que sucesiva- mente sé habían sedimentado encima, medían un espesor de más de cuatro metros hasta llegar al campo laborable que estaba al lado. Esta vez, en lugar de bajar, como en el avenc de Castellet de dalt, tuve que trepar trabajosamente; y, una vez llegado á la oquedad referida, me quedé sorprendido al ver asomar extremos de huesos humanos por todas partes: muchos enteros, otros fractura- dos, sobre todo los cráneos, cuyos huesos planos se veían dispersos, así como las mandíbulas, y hasta dientes sueltos y mezclados entre las gravas limosas de aquellos estratos. Tal descubrimiento me recordó hechos parecidos observados en otras localidades, lo que Pictet explica por inundaciones parciales, locales y sucesivas, que han ido depositando diversos materiales sobre los animales arrastrados y anegados en ellas; fenómeno que, como en lo inmemorial, vemos acaecer en nuestros días, acreciendo así los suelos llamados de acarreo ó transporte, que son donde se en- cuentran sepulturas humanas y de otros mamiferos. Admito, pues, que en la localidad citada se hallan restos humanos fosilizados en condiciones no muy diversas á las que supuso, hace ciento veintiún años (en 1775), D. Guillermo Bowles en su Introducción á la His- toria natural y á la Geografía fisica de España, datos que voy á copiar, más que por su valor paleontológico, por su curiosidad : DEPÓSITO DE HUESOS HUMANOS Y DE ANIMALES DOMÉSTICOS EN CONCUD DE ARAGÓN (1). «A una legua de Teruel hay un lugar llamado Concud, edificado (1) Al hablar Madoz en su Diccionario Geográfico de este lugar, dice, siguiendo á Feijóo: «A tres cuartos de hora de la población se encuentra PARA — 545 — sobre una colina de peña de cal degenerada ya en tierra dura, pero que conserva todavía las rajas de las separaciones de las capas de la piedra, de suerte que, aunque el terreno es hoy muy desigual, se ve que ha sido antes compuesto de peñascos que las lluvias han ido cavando y comiendo más ó menos, según la dureza y resistencia de ellos. Saliendo del lugar hacia el Norte se suben y bajan tres colinas r pequeñas, y después se llega á una que llaman Cueva Rubia, por una especie de tierra roja que las aguas de un barranco han descu- bierto. Este tiene cerca de 200 pasos de largo, 30 de ancho y 80 de profundidad. La cima de la colina que bordea el barranco es de una peña parda de cal, más ó menos dura, en capas de dos y tres pies de grueso, llena de conchas terrestres y fluviales como caracoles, buccinos, etc. (1), que parece están sólo calcinados. Hay también en el centro de las mismas penas muchos huesos de buey y dien- tes de caballo y burro, con otros huesecillos de animales menores domésticos. Muchos de estos huesos se conservan como los que se ven en los cementerios; otros se han calcinado, y se hallan algunos sólidos, y otros que se deshacen en polvo. Se hallan tibias y fémures de hombres y mujeres, cuya cavidad está llena de una materia Cris- talina. Hay astas de bueyes mezcladas con fémures y otros huesos de diversas articulaciones. Los hay blancos, amarillos y negros, todos mezclados y revueltos, de modo que en algunos sitios se ven siete y ocho tibias ó canillas de hombre juntas sin ningún orden. »Ordinariamente se hallan estos huesos en una capa de peña de tres pies de grueso, descompuesta y convertida casi en tierra, y con otra capa de piedra dura encima que sirve de cubierta á la co- lina, que tiene de 15 á 20 pies de grueso. Descansa la capa en que están los huesos sobre una gran masa de tierra roja granujienta con algunas piedras redondas, calizas y conglutinadas con arena roja, de modo que forman brecha ó almendrilla dura. Esta masa se halla también en el fondo del barranco, y la de las colinas es de el famoso cementerio de huesos petrificados, digno, por cierto, de llamar la atención de los sabios: se dice ser restos de los infortunados que fue- ron victimas en la batalla dada por los romanos contra los celtiberos man- dados por los generales Budos y Besacides». (1) Los Buccinos son moluscos marinos que Bowles confundió sin duda con Bulimus y Limneas, lo cual no importa para el caso, pero conviene aclarar por las deducciones que podrían hacerse. — 546 — yeso blanco. Al otro lado del mismo barranco, y hacia el principio de él, hay una cueva ennegrecida por el humo del fuego que hacen los pastores, donde se ven huesos en una capa de tierra dura que tiene más de 60 pies de alto y está cubierta con diversas capas de peñas que corresponden hoja por hoja con las del ribazo de enfrente, de suerte que la parte que ha quedado vacía por el barranco se ve que era ma misma continuada y unida con las de los ribazos. »La cordillera de colinas que hay en este paraje, á cinco leguas de Albarracín y á ocho del nacimiento del Tajo, produce el Ononis espinosa, dos especies de ajenjos, dos de Santolinas, abrótano, stheechas ú cantueso, espliego ó alhucema, tomillo, salvia, eryn- gúwm, etc., y en cualquier parte que se cave se encuentran huesos y conchas terrestres y fluviales en trozos de peñas duras de á cuatro pies de ancho y ocho de largo. Vi huesos encajados en el centro de uno de estos pedazos que tenía el grano tan duro y liso, que podía dársele pulimento como al mejor mármol. A un tiro de fusil del barranco descrito arriba hay una colima compuesta de peñas que se van deshaciendo y convirtiendo en tierra, donde se hallan algunos huesos y muchísimos dientes, 4 uno ó dos pies de la superficie y no más profundos. En algunas piedras se encuentran huesos cuya substancia huesosa, para decirlo así, está enteramente destruída y no queda más que la figura del mismo hueso transformada en piedra dura, como se ve en los moldes ó materia en que se hallan vaciadas las conchas petrificadas. »El hallar estos huesos dentro de peñas duras y en tan diferentes degradaciones ó conversiones de ellas en tierras de diversas especies y Colores, todas dispuestas por capas regulares con un cierto orden, demuestra que hay un trabajo y movimiento interno de la materia y una descomposición y recomposición de las mismas peñas: de suerte que las colinas realmente no constan más que de dos lechos ó ban- cos: uno de piedra caliza dividida en diferentes capas, y otro de la piedra roja compuesta de las piedrecillas redondeadas y argamasadas con la arena y la tierra de cal, y en esta zona no hay hueso alguno ni conchas; todos se hallan en la primera. Los colores diversos que allí se notan son puros accidentes. »Es tan digno de admiración el hallar en estas peñas conchas no petrificadas, como encontrarlas petrificadas ó sus moldes en las cer- canías de Teruel. Pero lo que más que todo me sorprende es hallar — 541 — peñascos, casi enteramente compuestos de conchas fluviales y terres- tres mezcladas y revueltas confusamente con huesos pequeños, en un banco deleado de tierra neeruzca, á más de 50 pies de profundi- dad, debajo de otros diferentes bancos de peñas, y no encontrar di- chos huesos n1 más arriba ni más abajo. »Me contaron que se había descubierto en aquel paraje un es- queleto entero; pero yo lo dudo; porque, aunque se ven bastantes huesos bien conservados y blancos, no di con el menor vestigio de correspondencia de unos con otros en todo aquel inmenso osario. Es muy probable que todos aquellos huesos se hayan separado de sus esqueletos por aleún accidente difícil de adivinar, y, según su colo- cación actual, parece que han nadado en agua ó en el lodo. Conócese que algunos han corrido desde 30 hasta 60 pies horizontalmente, lo cual destruye toda idea de terremoto. Otros se quedaron á uno ó dos pies de la superficie en una capa de lodo, que después se ha en- durecido por efecto del aire. Otros se quedaron en la misma super- ficie y se han endurecido y convertido en piedra de cal ordinaria. En fin, muchos fragmentos de huesos y conchas rotas y enteras mezcladas con el lodo fluido se han secado, y hoy componen la parte más considerable de la peña. Es hecho cierto, y de que me he asegurado, el que voy á contar. Todas las peñas de estas colimitas en muchas leguas alrededor están solamente á la superficie, y bajo su cubierta todo es tierra blanda Ó dura, yeso y piedras rodadas argamasadas, razón por que las aguas tienen suma facilidad de for- mar tanto barranco y tantas colinitas chatas é 1ouales como hay allí. »Es verosímil, sin embargo, que aquellas tierras no fueron an- tionamente tan blandas como son ahora ; porque, si lo hubieran sido, habrían las aguas hecho mayor estrago en ellas. Actualmente es mucho lo que las destruyen; habiendo hombres en el día que han visto y se acuerdan de los progresos enormes de algunos barrancos y del principio de otros que hoy son pequeños y algún día serán muy grandes y profundos». Veintiún años antes que Bowles (1750), había hablado el Reve- rendo P. Fr. José Torrubia de los huesos humanos de las colinas de Concud en su Aparato para la ITistoria Natural de España, pá- gina 49, $ 1x, titulado De los huesos pebrificados de Teruel, etc.; y si no con tantos detalles como el sabio irlandés, á pesar de lo que inexactamente éste afirmó, con los bastantes para certificar el he- — 548 — cho y demostrar el criterio observador de nuestros naturalistas. Dice así Torrubia en el párrafo citado: «El lugar de Concud, que dista una legua de Teruel, se ha hecho famoso por las Piedras que en un corto espacio de su país se hallan enterradas. Ya es ne- cesario cavar mucho para encontrar alerunas. Por favor de amigos he logrado una gran porción, y entre ellas una calavera petrificada bastantemente entera. Es cierto que no son piedras con forma de huesos, sino huesos petrificados. Se hallan en Concud, como se ha- llan en muchas otras partes... »La calavera que tengo de Concud es ciertamente de individuo de nuestra especie, lo que se convence por la configuración del crá- neo, que muestra en parte las sufuras, de las cuales se distinguen claramente (no obstante el encontramiento de piedra), la coronad, los dos huesos temporales y el Esphenordes que cierra la base del mismo cráneo. Muéstralo también la combinación esencial y lateral del gran foramen (así lo llaman) que todos tenemos por basa del Occipite, por el que corre á prolongarse en la cavidad de la Es- pina, la Médula oblongata. »Los que parecen huesos también lo son, sin controversia. El re- verendísimo señor y padre misionero Feijoó, para comprobarlo, trae muchas y concluyentes razones. Yo digo lo mismo, y lo pruebo solo con una que me ha dado la observación. Yo he visto que los huesos de Teruel en la cavidad proporcionada mantienen su bué- tano, y esta es una senal característica de antecedente substancial nutrición, que no les ha podido prestar el suco que petrificó el hueso. »Los huesos están petrificados sin dejar su figura; pero el tué- tano ó médula de ellos se cristalizó, tomando sus partes una cons- tante determinada configuración, como sucede en las demás crista- - lizaciones. Observéla exactamente con un buen microscopio, y hallé en diferentes huesos, aun de los más petrificados (que no todos lo están igualmente), que la masa medular está cristalizada en Esphe- rotdes, cuya superficie se advierte claramente llena á proporción de Triángulos oxygonos». Con semejantes datos pudiera creerse no ofrece duda la inclu- sión del Homo en esta Indicatto Mammalium, sino fossilis, como quieren entender algunos paleontólogos, indiscutiblemente prehis- boricus; pero todo ello cae por su base sabiendo que el terreno de Concud, donde se hallan los huesos fósiles, corresponde al tramo — 549 — mioceno, según han demostrado diversos geólogos, sobre todo mi amigo el ingeniero de minas D. Daniel de Cortázar. También el Sr. Vilanova, que recorrió aquel territorio para ha- cer su Ensayo de descripción geognóstica de la provincia de Te- ruel, aun cuando prescindió de los datos de Torrubia y Bowles so- bre restos humanos hallados en Concud, citó y figuró diversos hue- sos fósiles de la localidad, clasificándolos como correspondientes al terreno terciario. Sensible es no haya estado tan acertado al men- cionar otros muchos fósiles de aquella provincia, entre ellos diver- sas especies que dió como nuevas, dedicándolas á varios amigos, obsequio que vino á inutilizar el trabajo de Coquand titulado Te- rrain aptien del? Espagne, pues demostró los multiplicados errores en que había incurrido el geólogo español. Pero si los datos de Torrubia y de Bowles no pueden tomarse en cuenta para afirmar la existencia en nuestra Península de restos hu- manos fósiles, no sucede lo mismo con los hallazgos de las cuevas de Esparraguera (Barcelona); de Onís (Asturias); de Gibraltar; de Montefrío; de la Cueva de la Mujer, en Alhama de Granada; Cueva de los murciélagos, en Albuñol; de los letreros, en Almería; Caverna de Muriel, en Guadalajara; y de Biel, en Zaragoza, señalados por mí, por Prado, Góngora, Lyell, Macpherson, Calderón, Castell y Donay- re. Además, en la nota de antropología que va como apéndice á este libro se hallan diversos datos interesantes y referentes al particular. FAMILIA SIMIDA.—BOoNAp. Subfamilia Simina. —Gray. GENUS INNUS.—Kuhl. Si la cuestión sobre el habitat del Znnmus ecaudatus in rupibus Calpis, después de la opinión de los autores respetables que dejé aducida al tratar de este mono en la parte correspondiente de la Fauna contemporánea, aun no se considerase resuelta de un modo cumplido por aquellos que lo dudan, la aseveración de Boodington, de haber hallado en el Peñón de Gibraltar algunos huesos fósiles de dicho Simio, la resuelve de plano, Acount of. some bones found in rock of. Gibraltar. Philosophical transactions, vol. 60, 1175; y esto lo confirmó Inrie en 1779, dando también la noticia de haberse encontrado en dicha localidad cráneos fósiles de monos, lo mismo que mucho después, en 1865, Busck y Falconer testificaron de nuevo. — 550 — Ordo Fere. FAMILIA URSIDA.—Gray. Subfamilia Ursina. — Gray. GENUus Ursus.—Linn. Ursus spelecus.—Rosen. En Mudas (Palencia). —Prado, 1864. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. En Cabra (Córdoba). —Vilanova, 1872. En Oñate (Guipúzcoa). —Larrinúa, 1872, En Carrión (Palencia). —Gil y Maestre, 1875. En Altamira Santillana (Santander). — Puig y Sánchez, 18853. En Acategui (Guipúzcoa). —Adan de Yarza, 1884. En Moncada y Castell-Bisbal (Barcelona). —Almera, 1887. En Covadonga (Asturias). —Hidalgo, 1889. En Udias (Santander). —Olavarría, 1895. Genus Hy.ENARCTOS.—Cautley et Falconer. Agritherium, Wagner. Silvalarctos, Amphiarctos, Blainville. En Alcoy (Alicante). —P. Gervais, 1852. Según Pictet, este género perdido, hasta el año 1853 no se le había encontrado más que en los terrenos terciarios de Asia; y al hablar de él Paul Gervais en su Historia Natural de los Mamife- ros, publicada en 1855, págs. 11 y 12, aunque no menciona taxa- tivamente el hallazgo que hizo en Alcoy en 1852, dice que estos Úrsidos no se han encontrado más que en los terrenos miocenos y pliocenos. Subfamilia Melina.—Bonap. GENUSs MeELES.—Sehreb., Briss., Stor, etc. Meles Taxus, Schreb. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. En Biel (Zaragoza). —Donaire, 1874. FAMILIA FELIDA4.—GRAy. Subfamilia Hyenina.—Gray. GuENUuSs HY4NA.—Storr in Briss., Regn. anim., 1756. Hycena spelea, Gold. En Aizquirri (Guipúzcoa). —Larrinúa, 1872. En Pedraza (Segovia). —Prado, 1864; Cortázar, 1891. — bbl — - Hyena brunnea, Humb. ¿Será la fusca E. Geoftro y? En Congostrina (Guadalajara). —Prado, 1864. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. Bajo el nombre de Zycenicóhis greca, Gaudry, Vilanova cita en la lám. 2.* de su Ensayo de descripción geognóstica de la pro- vincia de Teruel, y representa en el dibujo 1.”, la parte de una mandíbula inferior en la que se ven dos dientes carniceros, sin duda, pero que su forma no conviene claramente con la que tienen los de los [Iyenina, cuyo molar carnicero cortante bilobulado tiene detrás un talón muy desarrollado que no existe en el del dibujo dado por el Sr. Vilanova, que además ostenta ser el premolar anterior al car- nicero mucho mayor que éste, lo cual no sucede en los Hyeeninos. Dice el autor que el fósil que representa fué hallado en Concud, aviso que no deben olvidar los que visitaren aquellos osarios. Subfamilia Canina.—Gray. GENUS CANIS. —Auct. omn. Canis familiaris, Linn. En Gibraltar.-—Hunter, 1794. En Argecilla (Guadalajara). —Vilanova, 1872. En Palencia.—Gil Maestre, 1875. En Santillana (Santander). —Kgozcue, 1876. Canis vulpes, Linn. En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. Subfamilia Felina.—Gray. GENUS FuELIS.—4Aucí. omn. Felis Pardus, Limn.; F. Leopardus eb F. Varius, Schreb. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. Felis Lyna, Limn. Ñ En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. Pelis cervarza, Temm. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. — 552 — Felis cattus, Linn. En Paredes (Palencia). —Gil y Maestre, 1875. En Torrelavega (Santander). —Egozcue, 1876. GuNus MACHAIRODUS.—Kanup, Ossem. foss., 11, 1833, En Madrid. —Prado, 1864. Ordo Cete.—Linn. SUBORDO ÁRCHEOCETI. FAMILIA ZEUGLODONTIDZE GENUS ZEUGLODON.—Owen, Ann. Sc. nat., x11, 1889. En Valencia y en Cuevas de Vera (Almería). —Colec. de la Es- cuela de Minas. Egozcue, 1876. SECTIO CETODONTES Delphinodes. FAMILIA DELPHINIDA.—Gray. GENUS PHOCAENA.—Cuv. Phocena communis, Fr. Cuv. En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. En los tejares de Málaga. —Ansted, 1860. SECTIO 11, —UNGULATA Ordo Bellue.—Linn. FAMILIA ELEPHANTIDA.—Gray, Ann. of Phil., xvi, 1825. Subfamilia Elephantina.—Gray, 4nn. GuBNUSs ELEPHAS.—Linmn. BElephas armentacus, Falconer. En los desmontes de la vía férrea de Córdoba á Sevilla, Mr. Lio- net encontró en 1860 una mandibula inferior que remitió al Sr. Machado para la Universidad de Sevilla. En Monasterio (Burgos) y en Almodóvar del Río (Córdoba).— Prado, 1864. En Udias (Santander). —Maestre, 1864. Machado, en su Breve reseña de los terrenos cuaternarios y terciarios de la provincia de Sevilla, detalla más la localidad en — 553 — que se encontró el Elephas armeniacus Falc., pues dice: «Almo- dóvar del Río, kilómetro 18 á 19 de la línea férrea que une las pro- vincias de Córdoba y Sevilla »; y añade que no lejos de Posadas se - halló también un fragmento de molar de dicha especie. Elephas primigenius, Blumenb. En Vicálvaro (Madrid) y Cuevas de Vera (Almería). — Ezque- rra, 1851. En Udias (Santander). —Sullivan and O*Relly, 1863. En Sevilla. —Machado, 1864. Este antiguo catedrático de la Universidad de la capital referida, en la Breve reseña citada, nos dice «que, continuadas las investiga- ciones del mismo terreno antes por él citado, se han encontrado ocho molares del Hlephas primigentus, que pertenecen al Gabinete de Historia Natural Sevillana, los cuales fueron encontrados en el espacio que media entre Cantillana y la capital de la provincia y yacimiento de los aluviones cuaternarios (diluvio rojo) de las már- genes del Guadalquivir, diferente del diluvio gris, en el que fué en- contrada la mandíbula inferior del Zu-Elephas armentacus». En Pozaldez (Valladolid). —Cortázar, 1877. Elephas antiquus, Pohlumg. En Sevilla. —Vilanova, 1878. En Brenes (Sevilla). —Calderón, 1887. En Olot (Gerona) y San Vicens dels Horts y Font-Rubia del Panadés (Barcelona). —Almera, 1887. Resros FÓSILES DE ELEFANTES ENCONTRADOS EN LA CUENCA DEL RÍO MANZANARES EN LAS CERCANÍAS DE MADRID. Como dejo consignado en el párrafo segundo de la presente /n- dicabio, al visitar por primera vez el Gabinete de Historia Natural de Madrid fijé mi atención, después del Megaterio, en los restos de Elefante que estaban colocados en los estantes junto á la puerta que daba paso á la cátedra de Mineralogía, y á ello me indujo el re- cuerdo de haber leído algunos años antes, en la pig. 190, párrafo 2.” del tomo 1.” de la obra Recherches sur les ossements fossiles, mag- nífica obra del barón Cuvier, lo que aquí copio y tenía entonces muy presente : — 554 — «Une notice bien plus certaine (1) c”est qu'il y a au cabinet royal de Madrid, de 1”1voire et des os d”éléphant trouvés dans les fondations du pont de Mancanares. Mr. Proust nous 1?apprend dans une lettre á feu Lamétherie, insérée au journal de Physique de Mars, 1806, et Mr. Dumeril á vu dans le méme cabinet plussieurs fragments de défense de deux pieds de longueur; des portions des fémurs et d'autres os trouvés pres du pont de Toléde». Cierto; pero no lo escrito por Proust á Cuvier, y que es lo que decían los rótulos que dichos restos fósiles llevaban en el Gabinete del Museo de Madrid; pues estando asentados los cimientos del puente sobre el terreno terciario, es imposible encontrar allí restos de Kle- fantes fósiles. Además, los datos fehacientes respecto á la fecha en que se excavaron los cimientos del Puente de Toledo no existen (2), y es muy dudoso que cuando ocurrió la obra hubiera en Madrid ni siquiera curiosos dedicados á recoger y guardar antigitedades dilu- viales zoológicas, sólo aprovechables para entretenimiento de los na- turalistas, mucho más escasos que los aficionados á objetos morri- nosos desenterrados de los sepulcros de nuestros predecesores. Lo que puede aceptarse es que los fragmentos de defensa de Elefante á que hace referencia Cuvier fueran exhumados cerca del Puente de Toledo; pues muy inmediato á dicho sit1o, en los desmon- tes de un tejar que allí existió, recogí hace muchos años, acompa- nado de mis discípulos los Sres. Pérez Arcas, Pereda, Llorente, Co- mendador, Zaforteza y algunos otros compañeros suyos, fragmentos de huesos de mamíferos fósiles, yy entre éstos un cráneo, al parecer de una especie fósil de hipopótamo, tal vez la misma de que Cuvier habla en la pág. 322 del tomo 1 de sus Riecherches antes citadas; fósil que, á pesar de haberse traído al Gabinete de Historia Natural con el mayor cuidado, en contacto del aire se desmoronó pronta- (1) Se refiere á la que da en el párrafo anterior, diciendo: «L'Espagne ne manque point des récits d'ossements des géants...» (2) Según todos los indicios, la fundación del Puente de Toledo data de época remota, siendo varias las reedificaciones que ha sufrido por ha- berse destruído ó inutilizado en algunas ocasiones con las crecidas del río, conforme sucedió en 1720 á la obra de reparación concluida en 1670. Se ignora el año en que se dió principio al puente actual; pero consta que se concluyó en 1732, siendo corregidor D. Francisco A. Salcedo, marqués de Vadillo. (A, Fernández de los Rios, Guía de Madrid.) — 55 — mente, sin dar tiempo á la operación de an2malizarlo con gelatina. Además, la presencia de restos fósiles en las cercanías del Puente de Toledo está confirmada con sólo leer las gacetas de Madrid de 29 de Noviembre de 1778 y 15 de Enero de 1779, en las que se da no- ticia de descubrimientos de huesos de Elefante en las excavaciones que por entonces se hicieron junto al citado puente, casi de seguro los mismos fósiles que estaban en el Museo de Historia Natural me- dio siglo después. Por el interés histórico del hecho, reproduzco á continuación lo que decían las citadas gacetas: «En las excavaciones-que se hacen junto al Puente de Toledo, á mano izquierda, saliendo por la puerta del mismo nombre, para la formación de aquellos caminos, se han encontrado á fines de Sep- tiembre, á vara y media de profundidad, en un terreno duro, gire- doso y virgen, algunos huesos de Elefante; es á saber: las puntas de los colmillos, dos grandes trozos de uno de ellos, varios pedazos de una de las muelas grandes, la choquezuela de una rodilla y otros diferentes fragmentos. Los pedazos de colmillo representaban ser de un Elefante de triplicada magnitud que el que se disecó el año pasado y se colocó en el Real Gabinete de Historia Natural, y se hallan en verdadero estado de petrificación, registrándose en ellos con un lente de mediano aumento alounas partículas cristalizadas. St los trabajadores hubiesen procedido con advertencia, como se tendrá desde ahora, puede ser que se hubiese hallado entero y pe- trificado el esqueleto de un Elefante que es verosímil estuviese allí desde el tiempo en que, volviendo Aníbal de su expedición contra los vascos, fué acometida y desbaratada la retaguardia de su ejér- cito, en que había 40 Elefantes, por los carpetanos y orcades á la parte de acá del Tajo, en cuyas aguas los derrotó después fingiendo fuga, haciéndolos entrar en seguimiento suyo, para volver contra el pais que taló y sujetó. Los fragmentos recogidos se han colocado en el Real Gabinete de Historia Natural» .—(Gaceta de Madrid, 29 No- viembre, 1778. «Son muchas las petrificaciones de huesos de Elefantes que con- tinúan encontrándose en las excavaciones junto al Puente de To- ledo. Últimamente se han podido sacar dos colmillos enteros, el uno de más de una vara de laro:o, y el otro de media. También se han hallado pedazos que por sus medidas indican ser de Elefantes dife- — 556 — rentes, de cuyos colmillos hay nueve puntas, y porción de muelas. Asimismo se han encontrado dientes de otro animal no conocido, y todo se va depositando en el Real Gabinete de Historia Natural». — Gaceta de Madrid, 15 Enero, 1779. Estaba decretado por la Providencia que mi curiosidad elefan- tófila madrileña había de quedar plenamente satisfecha al cabo de veinte años que se me había despertado con la lectura de la cita consignada en la obra de Cuvier ya referida; pues en la primavera del año 1847, unos operarios que en el tejar de las Ánimas, esta- blecido en los altos de San Isidro del Campo, estaban cavando en un estrato de arcilla arenosa de la que se empleaba en aquel alfar para hacer tejas y ladrillos, dieron con unos grandes huesos, que por curiosidad aislaron al ver sus dimensiones extraordinarias, que llamaban la atención de cuantos después por alli pasaban. Uno de los curiosos indicó á los cavadores la conveniencia de no estropear tan curiosos objetos, que, en su entender, podían valerles algo más que la tierra que sacaban si los llevaban á la Historia Natural; y, en efecto, no se lo dijo á ningún sordo, pues al día siguiente se me presentó en el Museo un operario á darme el aviso, yéndome en el acto con él y mi ayudante, que á la sazón lo era D. Laureano Pé- rez Arcas, al sitio designado, y quedándonos agradablemente sor- prendidos al contemplar aquel interesante descubrimiento. Por de- más es decir que en el acto me incauté de todo lo desenterrado y que pudiera desenterrarse aún, ofreciendo al dueño del tejar com- prárselo, con la condición de que habían de ayudarme á la exhu- mación sus jornaleros, del modo como yo dispusiera. Aceptada mi oferta, principié el reconocimiento, encontrando fragmentos inser- vibles de diferentes huesos que al cavar habían sido destrozados, y apartados á un lado estaban las dos defensas, una tibia y dos mola- res, el uno de la mandíbula superior, y adherido á un trozo del maxilar. Las defensas estaban cruzadas una sobre otra, y al remover la de encima para separarlas se deshizo en pequeños pedazos. Para evi- tar igual percance en la otra, que yacía de plano sobre el suelo, pro- cedí ú reforzarla con una capa de yeso-escayola y listones de ma- dera extendidos á lo largo para que, una vez cuajado el yeso, sin peligro alguno pudiera mover todo el diente y volcarlo dentro de una caja de madera en que quedó colocado, y puede verse hoy en la Sala A 30 h — 551 — de Anatomía Comparada del Gabinete de Historia Natural, junto con la tibia y los dos molares. La defensa conservada mide 2,55 de largo, pudiendo suponerse que, contando la parte de la base que debió quedar implantada en el alvéolo del intermaxilar, se aproximaría á tres metros la longitud total. El grueso mayor de dicha defensa en la porción basilar es de 43 centímetros de circunferencia. La tibia, que mide 68 centímetros de largo, está incompleta en ambas extremidades, pudiéndose calcular que cuando entera tendría por lo menos 80 centímetros. Tres años después del referido descubrimiento volvieron los jor- naleros del tejar de las Ánimas á avisarme de otro nuevo hallazgo de huesos fósiles que acababan de hacer no lejos del sitio donde en- contraron los primeros; y esta vez, prevenidos por lo que les había recomendado, me dijeron que en cuanto habían visto asomar algu- nos trozos de hueso habían suspendido el continuar cavando en el tajo, viniendo á comunicarme lo ocurrido; para si no quería adqui- rir los huesos que fueran saliendo, seguir sin cuidado en su tarea ajustada con el dueño de la tejera, D. Francisco González. Mi contestación fué decisiva, manifestándoles que sus jornales desde aquel día correrían por cuenta de la Comisión del Mapa Geo- lógico, cuya representación yo tenía en la sección zoológica, enco- mendándoles se lo hicieran presente de mi parte al dueño del tejar, al cual, para que no resultara perjudicado en sus tareas, le rogaba señalase, mientras duraran las mías, otro tajo á sus jornaleros. Al siguiente día me personé con dicho dueño, que, complaciente en extremo, me ofreció facilitar por su parte cuanto necesitara; y como lo que después ocurrió está consignado en mis comunicaciones ofi - ciales al Gobierno, desconocidas hoy día por muchos, me ha pare- cido oportuno copiarlas también aquí, para evitar suceda lo que con los huesos de Elefante, que se supuso fueron encontrados en los ci- mientos del Puente de Toledo. BorETríN OFICIAL DEL MINISTERIO DE COMERCIO, INSTRUCCIÓN Y OBras PúbLicas.—Parte oficial. «En este Ministerio se ha recibido, con fecha 20 de Febrero pró- ximo pasado, una comunicación del Presidente de la Comisión del Mapa Geológico, acompañando los partes dados por los individuos — 558 — de la misma D. Mariano de la Paz Graells y D. Casiano de Prado, sobre el descubrimiento de una gran parte de los restos fósiles de un Elefante, hallados en las excavaciones del tejar llamado de las Ánimas, sito en las cercanías de San Isidro del Campo. Resnlta de estos documentos que dichos restos pertenecen á una especie que ha desaparecido de la creación antes de los tiempos históricos, y que se han hallado envueltos, sin orden, en una capa de arcilla azul del terreno cuaternario que descansa allí sobre el terciario, el cual en- vuelve á su vez huesos de otros mamíferos que le son propios. Las piezas más notables entre las recogidas, según el parte del Sr. Graells, son los dos fémures, con largo cuatro pies y seis pulga- das; las dos tibias, con largo dos pies, siete puleradas y diez lineas; un húmero, de tres pies y once pulgadas de longitud; los dos inno- minados, cuyo diámetro mayor, ó sea la distancia desde la cresta hasta la tuberosidad isquiática, es de cuatro pies y dos líneas; una defensa con nueve pies de largo, y dos intermaxilares unidos, cuyo diámetro anterior es de tres pies, seis pulgadas y seis líneas en su borde alveolar; y, finalmente, que por estas dimensiones se puede eraduar llegaría la estatura del Elefante á unos trece pies. En otra comunicación de fecha 1.? del actual, el Presidente de la propia Comisión acompaña un nuevo parte de 1). Casiano de Pra- do, su fecha del día anterior, en que manifiesta acababa de hacer trasladar al Gabinete de la misma la mandíbula inferior que faltaba y que habia descubierto y extraído de la arcilla azul, en una sola pieza con la mayor parte de sus molares, cuyo hallazgo es de suma importancia para fijar la especie. — Madrid 10 de Marzo de 1850.» Sobre el descubrimiento de fósiles verificado últimamente en la margen derecha del Manzanares. El Catedrático de Zoología en el Museo de Ciencias Naturales, D. Mariano de la Paz Graells, en comunicación de 26 de Febrero último, dice al Ilmo. Sr. Director general de Instrucción Pública lo siguiente : «Mustrísimo señor: Avisado por unos jornaleros qne trabajan en sacar tierra en el tejar de las Ánimas, sito en los cerros inmediatos á la ermita de San Isidro del Campo, el día 23 de Enero último me trasladé al sitio designado, con los discípulos de mi cítedra de Ana- tomía Comparada, y, después de practicada una ligera exploración, | : de — 559 — pude reconocer que los huesos que allí estaban enterrados pertene- cían á una de las especies del género Elephas. Para verificar sin perder tiempo la exhumación y conservar así unos restos tan preciosos, me decidí 4 comunicar el descubrimiento al señor Presidente de la Comisión nombrada para formar el Mapa Geológico de la provincia de Madrid y el general del reino, quien desde luego me autorizó á practicar cuanto fuere necesario á fin de que la Comisión no perdiese los datos interesantes que tales restos fósiles pudieran proporcionarla para sus trabajos ulteriores. Comprometido ya á entregar al Gobierno los restos fósiles enun- ciados, y no queriendo, por otra parte, perder las lecciones que en los días que debía emplear en los trabajos de exhumación me to- case dar, invité á todos mis alumnos, tanto de Anatomía Compa- rada como de Taxidermia (pues todos tenían allí que aprender), á que concurriesen diariamente al sitio de las excavaciones; y en efecto, si no todos, muchos correspondieron dóciles á mi invitación, habiendo algunos cuya notable aplicación se ha dejado conocer, pues me han acompañado y me han auxiliado activamente, por el espacio de diez días consecutivos, desde las nueve y media de la ma- ñana hasta las seis y media de la tarde. Nuestras tareas, ilustrísimo señor, han sido coronadas con el más feliz éxito, pues á pesar de las dificultades y complicaciones que ofrecieron la delicadez de dichos fósiles y confusión con que ya- cían en la sepultura secular que los contenía, á fuerza de paciencia y entretenimiento logramos extraer de ella en muy buen estado de conservación las principales piezas que voy á enumerar: 1. Un húmero de longitud de tres pies, once pulgadas y nueve líneas de diámetro transversal en la diáfisis; un pie, nueve líneas en la extremidad superior; y un pie, seis puleadas y ocho líneas desde el epitroclo al epicóndilo en la inferior. 2.” Dos fémures, cuyo largo es en cada uno el de cuatro pies y seis pulgadas, teniendo el diámetro transversal ocho pulgadas y una línea en la diáfisis, once pulgadas y seis líneas en los cóndilos, y un pie, cinco pulgadas, diez líneas en la extremidad superior, com- prendiendo la cabeza y el eran trocánter. 3.” Dos tibias, de longitud de dos pies, siete pulgadas y diez líneas cada nna, con once pulgadas de diámetro transversal en el extremo superior y nueve en el inferior. — 560 — 4.” Dos innominados, cuyas medidas son: desde la espina an- terior á la posterior, tres pies, seis pulgadas y seis líneas; y desde el centro de la cresta á la tuberosidad isquiática, cuatro pies y diez líneas. 5.” La defensa derecha suelta, que tiene nueve pies de longitud. 6. Los dos intermaxilares reunidos, cuyos bordes alveolares ofrecen anteriormente la loneitud de tres pies, seis pulgadas y seis líneas, con dos pies y cinco pulgadas de diámetro transversal á la altura de las fosas nasales, las cuales tienen de ancho, en su aber- tura, once pulgadas y once líneas. Además, hemos recogido un omoplato casi enmales y también gigantesco; un cúbito bastante estropeado; dos huesos largos, aún indeterminados por su mala conservación; algunos fragmentos de costillas y vértebras, y un pedazo de la defensa izquierda, que hubo que aserrar para salvar la porción adherente á los intermaxilares. Ni el otro húmero, omoplato, cúbito ni mandíbula inferior han parecido en el sitio en que se encontraban hacinadas las principales piezas del esqueleto, aunque presumo podrán encontrarse á corta distancia de este lugar. No así espero suceda con los huesos del carpo, metacarpo, tarso, metatarso, dedos y otros pequenos, que, como menos pesados y voluminosos, debieron ser arrastrados más lejos por las aguas que produjeron el aluvión donde quedó enterrado este elefante, cuya altura total, por las pes recogidas, puede próximamente calcularse sería de unos trece á catorce pies. La importancia de las deducciones á que da lugar este descubri- miento es, en mi concepto, Ilmo. Sr., de mucho cal y transcen- dencia para poder fijar de un modo positivo algunos de los rasgos que caracterizaron nuestra última Fauna paleontológica, y aun de la Flora de la misma época; y si los límites de una simple comuni- cación lo permitiesen, expondría con gusto las consideraciones á que me he entregado con este motivo, para ver, al través de milla- res de siglos, la fisonomía de los seres que poblaron el suelo que hoy habitamos nosotros. Pero no siendo ésta la ocasión oportuna, ínte- rin llega al dar cuenta de mis trabajos en la Comisión Geológica, no puedo menos de dejar ya consignados ante V. S. 1. los siguientes datos, que me parecen incontestables : 1.2 Los restos fósiles de elefante adulto encontrado últimamente en el estrato de limo arcilloso verduzco, que está, próximamente, al — 561 — nivel de la cúpula de la ermita de San Isidro del Campo, y subya- cente á los tres más superficiales, en aquel sitio, del terreno diluvial moderno, no pertenecen á ninguna de las dos especies de nuestra Fauna contemporánea, ni tampoco á las especies perdidas, y que se conocen con el nombre de Eleph. primigentus y Eleph. antiquus. Siendo muy características en el nuestro la anchura de los huesos intermaxilares y, sobre todo, la dirección convergente de las de- fensas hacia sus extremos. 2.” Dicho elefante, para mí, sin ningún género de duda, debió perecer en el mismo sitio donde se han hallado sus huesos, siendo después envueltos por el limo que constituyó el estrato arcilloso mencionado. El haber encontrado la mayor parte de las piezas de este esqueleto reunidas, y algunas aún en posición concordante en- tre sí, junto con otras consideraciones que omito, creo que me au- torizan á pensar así, contra la opinión que algunos tienen de que semejantes restos han sido arrastrados por las aguas hasta el lugar donde se han descubierto. 3. Las corrientes, en aquella época, debía tener otra direc- ción que la que lleva hoy el río Manzanares, al cual supongo lo cor- tarían en sentido O. SO. á E. NE.; deducción que saco por la posi- ción que guardaban los huesos largos en su lecho, pues sabido es que todo cuerpo movible sometido á la acción impulsiva de las co- rrientes opone á éstas la superficie menor, haciéndose paralelas con el curso de las aguas las superficies mayores. 4. La permanencia de los elefantes en este país debió ser muy larga, pues sus restos se han encontrado, no sólo en los estratos más modernos citados, sino en otros subyacentes de mucha mayor antigúedad. Que la especie fuese la misma, aun no tengo todos los datos necesarios para decidirme á creerlo; pero que el género Carac- teriza nuestras últimas faunas paleontolóvicas está fuera de duda, distinguiéndose, por ahora, la última de la antepenúltima por la coexistencia en ésta de los mastodontes é hipopótamos, cuyas re- liquias he recogido ya más de una vez en los circuitos de la ca- pital. 5.” La existencia de semejantes mamiferos herbívoros en nues- tra provincia indica cuál debió ser su vegetación en aquella época, y cuál la naturaleza del terreno. Hoy seco y árido, entonces húmedo é inundado; ahora cubierto por una vegetación miserable, raquítica 36 — 56% — y enjuta, y en aquellos días alfombrado por otra abundantísima, jugosa y, probablemente, gigantesca. Réstame, ilustrísimo señor, poner en su conocimiento que las diferentes piezas recogidas, según acordó la Comisión, han sido de- positadas en el local que tiene señalado para sus tareas; y por fin, que luego que un estudio detenido me haga conocer la verdadera especie á que estos huesos gigantescos pertenecen, se lo comuni- caré á V. S. IL, lo mismo que cualquiera otra novedad científica que en el desempeño de mi comisión ocurriere». También más tarde, el Monitor del Comercio y de la Indus- tria del día 31 de Marzo de 1865 publicó el siguiente artículo so- bre el «Descubrimiento de huesos de Elefante en las inmediaciones de la ermita de San Isidro»: «Cavando unos operarios en el Tejar de las Ánimas, sito en los cerros contiguos á la expresada ermita, dieron con unos huesos cuya magnitud y forma extraordinarias llamaron fuertemente su aten- ción, perdiéndose su juicio en conjeturas. Divulgado el caso, llegó por fin á noticia del Catedrático de Zoología en el Museo de Cien- cias Naturales, D. Mariano de la Paz Graells, en el día 23 de Enero de 1850, quien, con verdadero celo, se trasladó incontinenti al pa- raje donde yacían los restos descubiertos, acompañado, para que les sirviese de instrucción, de los discípulos de su enseñanza de Anato- mía Comparada. No fué menester sino una ligera exploración para resolver el caso. Los huesos en cuestión pertenecían á un Elefante. No era de abandonar un descubrimiento tan importante para la ciencia; y comunicado á la Comisión encargada de formar el Mapa geológico de la Península, se procedió sin pérdida de momento á la exhumación de unos fósiles tan preciosos y de tanto interés para los trabajos de la Comisión citada. Diez días duró esta operación delicada, porque lo era el estado de los restos del Elefante, sin embargo que concu- rrieron á ella los expresados alumnos y los de Taxidermia (porque todos tenían allí qué aprender), ocupándose en cada uno nueve horas. Coronadas con el más feliz éxito estas tareas generosas, á pesar de las dificultades y complicaciones que ofrecía el estado de dichos fósiles y su posición, fueron extraídas, á fuerza de paciencia y en- tretenimiento, en muy buen estado de conservación las piezas prin- cipales que describe el expresado Profesor en su informe de 26 de Febrero al Director de Instrucción Pública, inserto en la entrega 116 — 563 — del Boletin del Ministerio de Fomento. En su concepto, deben exis- tir á corta distancia los demás huesos grandes, y á mayor los pe- queños que faltan para completar el esqueleto; pues que, como me- nos pesados y voluminosos, debieron ser arrastrados más lejos por las aguas que produjeron el aluvión donde quedó enterrado el Ele- fante, cuya altura total, por las piezas recogidas, puede calcularse prudencialmente que sería de unos trece á catorce pies. No es solo digno de curiosidad pública este hallazgo inesperado, sino que lo es de estudio por las consideraciones á que da lugar, por sus deducciones, por su valor y transcendencia para poder fijar de un modo positivo algunos de los rasgos que caracterizaron nuestra última Flora. Ese descubrimiento nos remonta á millares de siglos, y nos hace ver á su través los seres que poblaron el suelo que habi- tamos, la constitución del país, su clima y producciones, y los cam- bios por que ha pasado para llegar á una completa transformación. ¡Cuántos y cuántos tiempos no han sido, en efecto, necesarios para que el suelo y el clima en que vivía el Elefante haya llegado á ser lo que todos conocemos!... He aquí, sin tantos otros datos como dia- riamente proporciona la casualidad ó conquistan científicas investi- gaciones, cómo la Naturaleza presenta siempre y en todas partes la prueba de los cambios que ha sufrido y de los por que está pasando el Globo que habitamos. Capas hay hoy muy profundas, que un día fueron superficiales; esqueletos de animales desconocidos, ban- cos de corales, y conchas marinas se hallan en las montañas; la mis- ma configuración de la tierra evidencia grandes mudanzas operadas, y todo demuestra el largo tiempo que se ha necesitado para realizarse semejantes fenómenos. Dejando á cada uno que saque las consecuencias que de estos he- chos se desprenden, concluiremos consignando los que del expresado descubrimiento dedujo el Profesor citado. Los restos fósiles de Elefante adulto encontrados en el estrato de limo arcilloso verduzco que está casi al nivel de la cúpula de la ermita de San Isidro del Campo y es subyacente á otros tres más su- perficiales del terreno diluvial moderno en aquel sitio, no pertene- cen, en sentir del ilustrado D. Mariano de la Paz Graells, á ninguna de las dos especies de nuestra Fauna contemporánea, ni tampoco á las perdidas que se conocen con el nombre de Z. primigentus y E. antiquus, puesto lo demuestran las diferencias que existen entre — 564 — los huesos hallados y los correspondientes á las especies citadas. El Elefante á que pertenecen los de que se trata, debió perecer en el mismo sitio donde se han: encontrado sus restos, siendo des- pués envueltos por el limo que constituyó el estrato arcilloso men- cionado. La corriente de las aguas, en la época de la muerte del animal, debía tener dirección distinta á la de la vaguada actual del Manzanares. La permanencia de los Elefantes en este país debió ser muy larga, pues se han encontrado sus restos, no sólo en los es- tratos citados, sino en otros subyacentes de mucha mayor anti- gúedad. : La existencia de tales mamiferos herbívoros en este suelo, indi- ca cuál debió ser su vegetación en aquella época, y cuál la natu- raleza del terreno. Hoy seco y árido, entonces húmedo é inundado; arenisco ahora y cubierto por una vegetación miserable, raquítica y enjuta, arcilloso y alfombrado en aquellos días por otra abundan- tísima, jugosa y probablemente gigantesca. Cuántos siglos han sido necesarios para tan radical transforma= ción, observando cuán lentamente se verifican los cambios geológi- cos, es un cálculo reservado á la ciencia, y que sólo lo fijará por aproximación, sin que tampoco pueda sino conjeturarse lo que se= rán los campos de San Isidro dentro de otro tanto tiempo como el pasado desde que, por lo exuberante de su vegetación y lo apacible de su clima, servían de vivienda á los Elefantes. Y no sólo cobijó Elefantes este suelo hoy desnudo y destemplado, sino que el mismo Sr. Graells, á cuyas exploraciones debe tanto la ciencia, ha recogido más de una vez, en las cercanías de Madrid, reliquias de mastodon- tes é hipopótamos; cuya existencia en la antigúiedad es otra prueba incontestable de la mudanza que ha sufrido este país.» En 1864, D. Casiano del Prado publicó, con bastantes inexac- titudes, en una Memoria presentada á la Junta General de Estadís- tica, titulada: Descripción física y geológica de la provincia de Madrid, pígs. 184 y 85, noticias sobre los huesos fósiles de Ele- fantes, que vió por vez primera en los sótanos de la Escuela de Mi- nas, donde fueron depositados por la Sección Zoológica de la primi- tiva Comisión del Mapa Geológico de España. El Sr. Prado no asis- tió á la exhumación elefantina referida, no pudo ver ¿n loco lo que refiere, y únicamente aprovechó las noticias anteriormente publica- das y lo que pudo examinar en los ejemplares conservados. — 565 — Lo que en este asunto sí debemos al laborioso ingeniero señor Prado, es lo que nos refiere en el párrafo 3.” de dicha página 184. «Al entrar en prensa este pliego llegaron á Madrid, proceden- tes de Gibraltrar, MM. Falconer y Busck, mis colegas ambos en la Sociedad Geológica de Londres. Apenas pudieron detenerse dos días, pero examinaron estos restos con el mayor cuidado, y no los ha- llaron tales que desde luego pudieran especificarlos con toda segu- ridad. Lo harán en Londres, á la vista de las ricas colecciones allí reunidas, sobre todo por el primero de estos señores, que durante 30 años se ha dedicado al estudio de este género y al del Mastodon- te, recorriendo la India, la Persia, la Turquía y la Europa. Pero desde luego dijeron que no era correspondiente al Elephas primt- genius, nal africanus, ni al armeniacus. Me manifestaron, no obstante, que, sin la menor duda, la mandíbula inferior hallada úl- timamente en el diluvium del valle del Guadalquivir, al abrir el camino de hierro, cerca de Almodóvar del Río, es de esta última especie (el armentacus, se entiende) creada por el doctor Falconer, y que halló primero en la Armenia, cerca del Eufrates, y después en Italia, asociada con el E. africanus. Esta pieza, aunque divi- dida en dos, es, me dijo él mismo, sin duda la más notable que de dicha especie existe en Kuropa por su estado de conservación. Fué hallada por el ingeniero director del camino de hierro de Córdoba á Sevilla, M. Lionet, de quien la ha obtenido para aquella Universi- dad el celoso Catedrático de Historia Natural de la misma, D. An- tonio Machado. Al E. armentacus declararon que corresponde tam- bién un molar que el Sr. Aranzazu ha recogido y se había hallado en Monasterio, provincia de Burgos, al abrir el camino de hierro que va á San Sebastián y Bayona.» Sigue hablando el Sr. Prado de restos fósiles de Elefantes en- contrados en otros puntos de España; pero, de los hallados en los altos de San Isidro del Campo, nada más añade. : En 1872, después de transcurridos 22 años largos del descubri- miento, quiso también el Sr. Vilanova echar á volar su opinión sobre los huesos de los Elefantes de Madrid, y en un párrafo del artículo que sobre lo prehistórico en España publicó en el t.? 1.*, cuad.” 2.”, página 191 de los Anales de la Sociedad de Historia Natural, es- tampó lo que á continuación copio para dejar completa la historia del interesante hallazgo hecho por los cavadores del tejar de las Áni- — 566 — mas, y no por los Sres. Prado y Graells, como equivocadamente dice Vilanova. «No son, por deseracia, muy abundantes los restos orgánicos en- contrados en San Isidro, pues se reducen á unos restos de Elefante hallados en el año 50 por los Sres. Prado y Graells en el tejar de las Ánimas, no lejos del corte indicado (1), y que no habiendo sido clasificado entonces, cuando los huesos ofrecían un regular estado de conservación, dificil es poderlo hacer ahora, cuando parte de los que figuraban en las colecciones de la antigua Comi- sión del Mapa Geológico, ó se han perdido ó se hallan en muy mal estado, y la mejor prueba que podemos aducir de ello es que, ha- biendo visto algunos de estos restos dos eminentes paleontólogos ingleses, los Sres. Falconer y Busck, sólo pudieron decir que no pertenecían ni al Zlephas primigentus, mal Africanus, ni al Ar- mentacus. ¿Pudiera ser el Merídionalis? Lo ignoro, si bien no deja de guardar alguna analogía con lo que de esta especie se sabe el dibujo representado en la lámina 4.* de las que ilustran la Me- moria del Sr. Prado.» (1) Este corte lo representa el Sr. Vilanova reproduciendo un cuadro hecho por el Sr. Rotondo y que, preparado con los mismos materiales que se excavan en el tejar, se adquirió por la Universidad de Madrid. No comprendiendo bien el Sr. Vilanova las distintas zonas que el cuadro ma- nifiesta, consideró que la octava, banco de arena arcillosa muy fina y de color rojizo, donde se señalan restos de caballo, ciervo y otros mamiferos, es la correspondiente al horizonte en que se encontraron los elefantes que yo exhumé, siendo asi que éstos yacen en otros lechos muy distintos; error que no es de extrañar, pues el propio Sr. Vilanova representa en la misma lámina una valva de Pectunculus (concha marina) como correspondiente al diluvium de Madrid y dice «procedente de excavaciones hechas en la calle llamada Costanilla de la Veterinaria, junto á las Salesas, único mo- lusco que hasta el presente se ha encontrado en el referido diluvium (pu- diera haber añadido que también el último) y cuya nates agujereada pu- diera ser obra de aquel hombre primitivo». Que el Sr. Vilanova admitiera que una concha marina se hallase in loco en las excavaciones de las calles de Madrid, cuya tierra tantas veces se ha removido para el alcantarillado, conducción de aguas, posturas de cañerias del gas del alumbrado, etc., etc., me allmira por lo que revela, y no puedo tampoco explicarme cómo tan reputado maestro confundió el Cyclostoma elegans con un Bulimus, que es lo que representa la figura 16 de la lámina 4.* de la obra citada, AA — 5617 — Al escribir el Sr. Vilanova el párrafo copiado, no recordó, sin duda, las cumplidas noticias que del hallazgo de los restos fósiles de Elefante, en los altos de San Isidro del Campo, le había comunica- do yo; ni tampoco lo que en carta de 20 de Marzo de 1850 él me habia contestado desde París, incluyéndome las respuestas que, á mis consultas, varios profesores naturalistas de aquella capital me dirigían (1). En 1881, en su Monography on the British fossil Elephants, el Profesor A. Leith Adams da una completa lista de Elefantes fósi- les, dispuesta por analogías, del siguiente modo: (1) En tales contestaciones, entre otras cosas, se me daban las frases siguientes de los Elefantes fósiles entonces conocidos, para que pudiera compulsarlas con el encontrado en Madrid: ELEPHAS PANNISCUS Dentibus molaribus rectis,laminis latis, elevatis, parum fimbriatis, latere longe distinctis. ELEPHAS PROBOLETES Dentibus molaribus rectis, laminis elevatis, profunde fimbriatis , obli- que poyectis. ELEPHAS PYGMEUS Dentibus molaribus similibus mammouteum, sed magnitudini plus- quam dimidio minoribus. ELEPHAS CAMPPILOTES Dentibus molaribus subarquatis, laminis angustis, mumerosts, arqua- tis, parum elevatis. ELEPHAS KAMENSKII Dentibus molaribus subarquatis, utrinque attenuatis; laminis parum elevatis, numerosis, annulatis. BOLETÍN DE LA SOCIEDAD IMPERIAL DE NATURALISTAS DE MoscoU. (Año 1.2, pág. 275.) Á estas descripciones se añadia la siguiente nota: «Il serait trop hardi, de vouloir insister sur une désignation d'espéces, qui attendent encore des recherches ultérieures, pour étre consolidées». a — Mastodon, Stegodon. Elephas plantfrons. Elephas meridionales. Elephas insignias. Elephas Hysudricus. Aga o Elephas Namadicus. Elephas primigentus. Elephas antiquus. Elephas Armentacus. Hlephas Africanus. Elephas Astaticus. Elephas Mnaidriensts. Elephas Columbr. DHlephas Melitensts. Elephas Falconert. Las citas que Adams hace en dicha obra sobre restos fósiles ha- llados en España, se reducen á las siguientes: En la p. 5, Elephas antiquus; p. 30, señala la cita de Busck y Falconer referente á un molar del Elephas antiquus; p. 35, cita los molares descubiertos en Madrid, determinados por Falconer (Pal. Mem., volumen 2.*, p. 283), y Lartet, Comptes Ren., 22, Febrero de 1858, creyéndolos del Klephas Africanus por la gran conexión que tiene con el Llephas priscus, var. del Hlephas an- biquus; p. 14, molares del Hlephas armentacus hallados en las im- mediaciones de Santander; p. 99, un molar de Hlephas antiquus encontrado en una cueva del Norte de España; p. 183, manifesta- ción de que la existencia en España del E/ephas meridionalss no se ha confirmado aún. Nada nuevo añaden á lo referido por Adams los Sres. William Henry Flower y Richard Lydekker en su Introducción al estudio de los mamíferos vivos y extinguidos ó fósiles, que es la publicación más moderna (1891) donde se habla de los Elefantes fósiles, de los cuales sólo se mencionan como de España los molares hallados en las inmediaciones de Santander, repetidas veces citados por otros natu- ralistas. Resultando de mis insistentes investigaciones, sostenidas du- rante 48 años, que aun no ha podido averiguarse la especie de Ele- fante á que pertenecen los huesos exhumados por mí en los altos de San Isidro del Campo en 1847 y 1850; y considerando la edad en — 569 — que me encuentro, no quiero dejar sin bautismo á los Elefantes que en busca de alimentos surcaron con sus largas defensas, primero que nadie, los aluviones subyacentes á los que hace casi ocho siglos araba el Patrón de Madrid, nacido, según algunos historiadores, el 15 de Mayo del año 1130, y establezco la especie del modo si- guiente : Elephas platyrhynchus, Graells. (De mhwrús, ancho, y BUY Os, POS- tro.) Lám. 18. Dentes molares antrce labiores 8*,1""; postice constricht 2,5%"; altiítudo, 20,5%”. Plica transversce, discrebe, amplitudint intersticis, 6"”, eb plicarum, 1%,2%”; macherides (actes externa plice vitrec) irregulariter fimbriatcee. Dentes pri- mores longisimt, 2,35." acuminabi eb aliquantulum ¿n- brorsum versus exbremitatem curvat?. Amplitudo interma- atlarium, 43", máxima quam in ceteris speciebus nobis: inde nomen spectarum. Longitudo tibice, 1%,1". Td. femo- res, 1,44”. 1d. humerz, 1”,17". Id ulne, 98". Scapulce lon- gitudo, 1”,2*; labitudo ejusdem basis, 13". Amplitudo pelvis inter anteriores spine, 2”,35". Latitudo ¿liontis ab antica ad posticam spince, 1,20". Altitudo ex cotyloidea fossa et margine supertore, 67". Amplitudo fossce tltace, 10". Cor- pore celsitudo probabilis, 3”,90", Después de todo lo que dejo dicho, réstame manifestar con dis- gusto que los referidos restos fósiles de los altos de San Isidro, ex- humados por mí y entregados á la Comisión del Mapa Geológico de España, han desaparecido, pues á pesar de haberse envuelto con yeso fueron descomponiéndose, y al fin quedaron destrozados en las mudanzas repetidas que para la instalación de la Escuela de Minas han tenido que verificarse. De ellos sólo quedan las noticias que dejo aquí consignadas, y que acompaño con dibujos por mí bosquejados in loco al verificar el desentierro. Además, en el Gabinete de Histo- ria Natural se conserva una de las dos defensas del Elefante hallado en la primavera de 1847, así como la tibia del mismo, un molar ad- herido á parte del maxilar superior, y otro molar suelto que ofrece la particularidad de no tener aún descubiertas las colinas transversas de esmalte, por no haberse completado su evolución. Los dibujos que el Sr. Prado dió en su Descripción física y "Ay — 510 — geológica de la provincia de Madrid (1864), son de dos molares y un trozo pequeño de defensa. La fig. núm.-16, que representa un mo- lar, es detestable; la 17, de otro molar, es menos mala; y la 19, que reproduce la punta de defensa, es completamente insignifi- cante. Para concluir con cuanto se refiere á los restos fósiles de Elefan- te, servirán las líneas siguientes, donde mi amigo D. Daniel de Cortázar explica el corte del terreno cuaternario de la derecha del río Manzanares, que va representado en la lámina 19 de mi obra. «Los depósitos cuaternarios que forman los cerros de San Isidro del Campo, á la orilla derecha del río Manzanares, en el término mu- nicipal de Madrid, tienen un espesor que pasa de 20 metros, siendo muy variada su composición mineralógica. Las rocas diluviales descansan, 4 40 metros sobre la vaguada del río, encima de margas miocenas bastante compactas, á que vul- garmente dan el nombre de peñuelas, y mientras la sedimentación cuaternaria es próximamente horizontal, las capas del terciario tie- nen inclinación bien marcada de 8 á 10”, con buzamiento general al Mediodía. Considerando las distintas zonas del depósito cuaternario, y con- tando de arriba para abajo, tenemos: 1.? Tierra vegetal; cuyo espesor puede fijarse en unos 40 cen- tímetros. 2, Arcilla arenosa pardusca; en un banco de 2 metros y medio de espesor. Es material que aprovechan los alfareros y denominan canubillo, por la tendencia que tiene la roca á dividirse natural- mente en prismas largos, estrechos y de muchas caras. 3.” Arena gruesa anteada, con venas de greda azul; conjunto de 15 centímetros de espesor. 4. Arenas amarillento-rojizas, con frecuentes guijas feldespá- ticas y cuarzosas y alguna mica, lo que demuestra claramente la procedencia granítica de los materiales. La masa general está cru- zada por vetas arcillosas negruzcas, y otras de elementos silíceos muy tenues, teñidos por óxidos de hierro y de manganeso. Este horizon- te es el principal de la formación, y el único que suele encontrarse en la izquierda del río, debajo de las casas de Madrid. Su espesor en San Isidro es de 5 4 6 metros. 5.7 Arenas arcillosas gruesas, con cordones de guijarros poco “a — 11 — voluminosos, y por regla general apenas rodados. El conjunto tiene metro y medio próximamente de profundidad. 6. Banco de tres metros y 25 centímetros de grueso, consti- tuído por arenas gruesas rojizas muy compactas. 7.* Arcilla plástica y azulada, á que denominan gredón los te- jeros. El espesor de esta zona, aunque variable, puede fijarse como término medio en 85 centímetros. 8. Banco de un metro y 60 centímetros de espesor, formado exclusivamente por arenas blancas muy finas. En este horizonte y en el inmediato superior ó del yredón es donde se han hallado en diversas épocas restos de paquidermos fósiles, lo que es fácil de en- tender, pues la misma clase de los materiales indica una sedimenta- ción en aguas de muy escasa corriente, y en estas condiciones los restos de los organismos que allí murieron se han podido conservar sin notable desperfecto, quedando envueltos por los materiales sedi- mentados. 9. Arenas y arcillas ferruginosas, con espesor de 90 centí- metros. 10.* Zona de metro y medio de espesor, constituida por grava y arenas medianas, donde se señalan los horizontes de los distintos acarreos por el predominio de las piedras ó de las arenas. 11.* Horizonte de dos metros de guijos ó cantos rodados, de gra- nito, pórfido cuarcifero, cuarzo y feldespato, envueltos por arenas gruesas y demostrando todo la procedencia de las rocas desde la sierra inmediata, de donde fueron transportadas por corrientes de bastante velocidad, pues hay muchas piedras cuyo volumen alcanza á diez decímetros cúbicos. Los alfareros clasifican estos cantos rodados en tres clases distintas, dando el nombre de garbancillo á los que no pasan de 8 6 10 centímetros cúbicos; almendrilla á los que tienen de 3 á 4 centímetros de lado, y gusjarro á los de mayor grueso. En- tre los materiales de este horizonte suelen encontrarse algunas gui- jas de cuarzo hialino, que llaman diamantes de San Isidro, de que se ha hecho alguna aplicación en joyería hace mucho tiempo, pues es Casi seguro que el famoso diamante que entre las joyas de la Co- rona existía desde la época de Felipe ÍÍ, y se conocia con el nombre de El Estanque, no era más que un trozo de cristal de roca reco- gido á orillas del Manzanares y labrado en forma de brillante. Tam- bién en esta zona es donde se descubrieron, aun no hace muchos — 512 — años, los primeros vestigios del trabajo humano, revelados en las hachas de piedra del tipo de Amiens y de Abbeville. Debajo de todo lo anteriormente citado se encuentran las peñwe- las terciarias, y en el contacto de las dos formaciones abundan las aguas , como se comprende fácilmente, dada la permeabilidad de la zona de guijos y la impermeabilidad de la marga miocena. » GENUSs MAsTODON.—OCuv. Mastodon giganteus, Cuv. En Madrid. —Ezquerra, 1850. Mastodon longirostris, Kaup (1). | En Costrofuerte del Esla (León). —G. Salazar, Revista Minera, 1851; Prado, 1864. En Olías (Toledo) D. Manuel María Serrano encontró, en 1852, dos molares de esta especie perfectamente conservados, cuyos dibujos poseo, y además un gran trozo de la punta de una de- fensa, y una tibia con los dos extremos articulares rozados. — Ezquerra, 1850;. Prado, 1858. En Madrid. —Ezquerra, 1841; Gervais, 1852; Prado, 1864. En Alcoy (Alicante). —Gervais, 1852; Egozcne, 1876. En Valladolid.-—Prado, 1858; Cortázar, 1877. En Sanzoles (Zamora). —Prado, 1864; Vilanova, 1872; Puig, 1888. En Villaviciosa (Madrid).-—Prado, 1864. En Ciruelas (Guadalajara). —Mallada, 1888. Mastodon tapúroides, Cuv. En Madrid.—Prado, 1864. Mastodon arvernensts, Oro. et Lot. En Alcoy (Alicante). —Gervais, 1852; Cortázar, 1883. (1) Habiendo en 1848 refundido Paul Gervais (Zool. et Paleont. Fran- caise, t. 1, pág. 38) en la especie Mastodon longirostris, de Kaup, la que Cuvier denominó M. angustidens, sólo consideraremos la primera de am- bas y á ella referiremos las distintas localidades de España donde se han encontrado restos fósiles clasificados con el nombre de la segunda. E O o DO O E TOO PO O O O DO O DEDO O O O A SS — 513 — Mastodon aureliense, Cuv. En Madrid.—Ezquerra, 1841. Subfamilia Dinotherina. —Bonap., New Systematic Arrangemen of Vertebrat Animals, 1837. Pedes pentadactyli; dentes molares coronide transversím sul- cata; incisivi infra duo, prelongide flexi (1). GENUS DINOTHERIUM.—Kaup, Isis, 1829. (S=w65, terribilis; Onp:ov, animal.) S . 0—0 e 0—=0 22 Form. dent. Incis. 37: Lantar. DEV Premolar. =p: 3= 3 Molares EN a Dinotherium babaricum, Kaup. En Estavar (Gerona). —Almera y Bofill, 1886. Dinotherium giganteum, Kaup. En España.—Ezquerra, 1854. D. Santiago Briso y Montiano encontró en el camino que desde Fuensaldaña conduce, á Cigales, provincia de Valladolid , huesos fó- siles, ó sean dientes y fragmentos de defensas, que pertenecen al Di- noterio gigantesco, según informes de los Sres. Vilanova y Solano á la Junta del Museo de Ciencias Naturales, 1886. FAMILIA SUID4X.—C. L. Bonaparte, Saggio, 1831. Subfamilia Hippopotamia.—Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825. Genus HiPPOPOTAMUS.—Linn. No encuentro citado este género en ninguna publicación de las que sobre mamiferos fósiles de España he leido; y no obstante, como anteriormente dejo dicho al hablar del yacimiento en que fueron hallados, junto al Puente de Toledo, los fragmentos de defensa de Elefante, que rotulados así existían de antiguo en el Gabinete de (1) La colocación metódica de esta Subfamilia ha sido dudosa, en tér- minos tales de haberla llevado algunos hasta el Orden de los Sirenios; y hoy, mejor estudiada, se considera fundadamente corresponde al de las Beluas Elephantideas. Ms — 514 — Historia Natural de Madrid, en los desmontes del tejar que allí in- dico, y con los discípulos referidos, descubrí la cabeza de un Hipo- pótamo que no se pudo conservar. Perdida para la ciencia la com- probación de tal hecho, en mi esceupuloso concepto no basta el re- lato de nadie si no existen certificaciones incontestables, como lo son los mismos ejemplares descubiertos, y esto estando bien clasificados. Esperemos, pues, que un nuevo hallazgo haga bueno lo por mí creído entonces. Subfamilia Rhinocerontina.—C. L. Bonaparte, Saggio, 1831. GENUS RHINOCEROS.—Linn., Syst. Nat. Rhinoceros tichorhinus, Cuv. En Cerecinos (León). —Ezquerra, 1850. En Quintana (León). —Fernández Soba, Revista Minera, t. xv1, 1865. En Comillas (Santander) y Valladolid. —Cortázar, 1877. En Udias (Santander). —Naranjo, 1875; Puig y Sánchez, «Da- tos para la geología de la provincia de Santander», Bol. Map. Geol., t. xv, 1888; Olavarría, 1895. Rhinoceros ebruscus, Falconer. En Málaga. —Ansted, 1860. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. Rhinoceros leptorhinus, Cuv. En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. Rhinoceros matritensis, Lartet. En Madrid. —Prado, 1864. Rhinoceros incisivus, Cuv. ' En Concud (Teruel). —Ezquerra, 1850. En Brihuega (Guadalajara). —Prado, 1864. En Zamora.—Vilanova, 1872. Rhinocerus megarhinus, Cuv. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. En Málaga. —Orueta, Actas de la Sociedad malagueña de Ciencias Físicas, 1874. cdi a A AA — 55 — Rhinocerus Merckit, Kanp. En Mudá (Palencia). —Prado, 1864. En Alcalá de Guadaira (Sevilla). —Calderón, 1888. Subfamilia Suina.—Gray, 4nn. of Phil., xxv1, 1825. GENUS Sus.—Linn., Syst. Nat. Sus Seropha, Linn. En Castilla la Vieja. —Vilanova, «Lo prehistórico en España », Sociedad española de Hist. Nat., t. 1v, 1875, en la lámi- na 4.* da el dibujo de un molar de jabalí, dice, de la brecha huesosa de Cabra. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. En Cisneros (Palencia). —Gil y Maestre, 1875. Sus priscus, Gold. En Gibraltar.---Busck and Falconer, 1865. Sus Lockartí, Pomel. En Madrid, junto al Puente de Toledo. —Prado, 1864. Sus major, Gev. En la Cerdaña. —Rerolle et Depéret, «Note sur la Géologie et sur les mammiféres fossiles du bassin lacustre miocéne supe- rieur de la Cerdagne», Bull. Soc. Gréol. Fr., 3.* ser., €. Xu, 1885. Sus palceochcerus, Kaup. En Alcoy (Alicante). —Ezquerra, 1854. En Madrid.—Calderón en su Enumeración de los Vertebrados fósiles de España, p. 19, y Mallada en su Catálogo gene- ral, núm. 3.511,.atribuyen á Prado el hallazgo, quien dijo en su Memoria de 1864: «Hasta ahora, en Madrid sólo se ha encontrado al S. palzocherus, que no he visto», resultando por esto negativa la cita. Sin embargo, Ezquerra consignó el dato en 1850. En Concud (Teruel). —Cortázar, 1885. O FAMILIA CHAEROPOTAMIDA GuNUSs CHEROPOTAMUS.—Cuv., Ossem. foss. Cheropotamus matritensis, Ezquerra. ¿Ubi descripsit? (1). En Madrid.—Ezquerra, 1854. FAMILIA ANOPLOTHERIDA (ANOPLOTHERINA) Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825. GENUS AÁNOPLOTHERIUM.—G. Cuv., Ossem. foss. Anoplothertum gracile, Cuv. En Alcoy (Alicante). —Ezquerra, 1850 (2). Anoplotherium murinum, Cuv. En Madrid. —Ezquerra, 1854 (3). GruNuSs CAINOTHERIUM, Bravard, ó sea OPLOTHERIUM, de Laizer et de Parieu. En Brihuega (Guadalajara). —Prado, 1864, siguiendo á Verneuil y Collomb, quienes lo admiten en su Couwp d*ceil sur la constibu- tion géologique de plusieurs provinces de 1”Espagne, p. 89, en vista de un fragmento de mandíbula, con sus dos últimos molares, que dibujan, y que les fué presentada por el ingeniero citado como encontrada en las arcillas lignitosas de la localidad mencionada. FAMILIA PALAOTHERIDA GuBNUSs PALEOTHARIUM.—Cuv. Paleotherium aurelvaneus, Cuv. En Madrid. —Ezquerra, 1854. Es el Anchitherium Ezquerre, de Herman von Meyer, 1840, que ni Pictet ni Gervais admiten. (Véase lo que Prado dice sobre esta especie en su Descripción física y geológica, p. 152 y 53.) (1) Sobre este y otros fósiles señalados en España, léase lo que Mr. Verneuil opina en las págs. 81 y 88 de su Coup d'eil sur la constitu- tion géologique de plussieurs provinces de 1* Espagne. (2) Ezquerra llamó al animal Amploterium en vez de Anoplotherium. (3) Mr. Paul Gervais supone se ha confundido esta especie con restos del Cainotherium; y Mallada, en su Catálogo, p. 226, núms. 3.515 y 3.516, señala ambas especies con ? de nombre y lugar. A ts a id sd — 511 — FAMILIA EQUID4.—Gray, 4nn. of Phil., xxv1, 1825. GENUS HIPPARION.— De Christ., Ann. sc. du midi de la France, 1832. (uzmaproy, Equulus, esto es, Caballito). HiPPOTHERIUM. Kaup, Nova acta ' Acad. nat. 1835. Hipparion prostylum, Gerv. En Concud (Teruel). —Prado, 1864, y Vilanova, 1868. En el puerto de Vitoria.—Larrinúa, 1872. Hipparion-gracile, Kaup. En el Cerro de la Cruz de Almenara (Tarancón). —Cortázar, 1875. En Alcoy (Alicante). — Calderón cita esta localidad, tomada, dice, en 1877 de la colección de la Comisión del Mapa Geo- lógico (1). En Concud.—Cortázar, 1885. En la Cerdaña. —«Rérolle et Depéret, Note sur la Géologie et sur les Mammifeéres fossiles du bassin lacustre miocéóne supe- rieur de la Cerdagne», Bull. Soc. géol. Franc., 3.* serie, t. xu, 1885. En Sabadell. —Almera, «Descubrimiento de grandes mamíferos fósiles en Cataluña», Crónica Científica, t. x, 1887. En Castellbisbal. —Almera, «Descubrimiento de la capa de Con- gerías en Castellbisbal», Crónica Científica, t. xiv, 1891. (1) ElSr. Calderón, en suinteresante Enumeración de los Vertebrados fósiles de España, p. 23, designa á este Hipparion gracile, y no glacile, como por descuido lo repite, con dos nombres genéricos distintos, pues en el párrafo segundo de dicha página lo denomina Hippotherium glacile, Kaup, y en el cuarto Hipparion gracile, Kaup. No comprendo la distracción ocurrida, que hace suponer el desconoci- miento de los verdaderos autores de los géneros Hipparion é Hippothe- vium. El primero lo creó De Christol en 1832, y el segundo Kaup tres años después, en 1835, resultando, por tanto, con prioridad genérica la del nombre Hipparion impuesto por Christol, mientras el nombre Hippothe- rium dado por Kaup queda como meramente sinonímico, según lo que con- signa la Filosofía botánica de Linneo, recibida por todos como ley taxo- nómica. Dice el precepto 218 de ésta: Qui novum genus constituit, eidem no- men etiam imponere tenetur; y añade el 219: Nomen genericum immu- tabile figatur. Se establece por el 243: Nomen genericum dignum alio, permutare non licet. Si genus aliquod constitutum, nomenque generi impositum sit, debet al A Subfamilia Equina.—C. L. Bonap., Synopsis, 1837. Genus Equus.—Linn., Syst. Nat. Equus primigentus, Cuv. En Concud (Teruel). —Ezquerra, Anales de Minas, $. 11, 1850. En Madrid.—Prado, 1864. En Cabra. —Vilanova, «Lo prehistórico en España», Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, t. 1.*, cua- derno 3.”, p. 225, explicación de la lámina 4.*, fig. 12.» Mo- lar de caballo /Zquus primigenius, var. pliscidens)», ¿de quién ? La omisión de tal cita, en que incurrió en sus escritos con frecuencia Vilanova, dificulta la compulsa necesaria para poder cerciorarse del acierto de sus clasificaciones. Equus fossilis, Cuv. En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. En Argecilla (Guadalajara) y en Játiva (Valencia). —Vilano- a, 1872. : En Vitoria. —Larrinúa, 1872, En Málaga.-—Orueta, 1874. hoc nomen persistere (modo non absurdum), nec novis, licet melioribus, permutart. Dice el 245: Nomen genericus untus generis, nist supervacaneum, in aliud transferri non debet. Y consigna el 255, $. 1.2: Nomina a conditore generis aut a speciei depictore primitus indita, semper sunt, exclusis posterioribus synonimis servanda. $. 6.*: Si quando duo auctores unum idemque genus constituant nominentque; ita ut tisdem finibus id circunscribant, recentius nomen plane delendum est, et ne affini quidem sensu conser o. Además, como precepto taxonómico añadió Linneo para la amando tura alan el siguiente: 294. Nomen specificum imponat, qui novam adinvenerit spetiem, si modo necesse sit tale. Qui novam detegit spetiem, addat et non modo ejus- dem differentiam sed et in congeneri vel congeneribus differentias augeat, ut distinguantur in posterum speties sufficienti differentia. El olvido de tales preceptos es causa de errores no pequeños para la denominación de plantas y animales que, fijados sin suficiente criterio taxo- nómico en listas, ó catálogos no descriptivos, complican y confunden las clasificaciones, pues es casi imposible, en semejantes circunstancias, en- mendar las equivocaciones que se hayan cometido. — 519 — Equus Asinus, Linn. En Udias (Santander). —Naranjo, 1873. En Caldas de Malavella (Gerona). —Vidal: «Estudio geológico de la estación termal de Caldas de Malavella», Bol. del Mapa Geológ., t. 1x, 1882. Ordo Pecora.—Linn., Syst. Nar. FAMILIA CERVID4.—Ham., Anim. Kingd., 1827. Subfamilia Cervina. —Wiegm., Handb. Zool., 1832. GENUS Cervus.—Linn., Syst. Nat. Cervus Elaphus, Linn. En Madrid.—Prado, 1864. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. En Argecilla (Guadalajara) y en Catadau (Valencia). —Vilano- va, 1872. En Cisneros (Palencia). —Gil Maestre, 1875. En Torrelavega (Santander). —Egozcue, 1876. En Udias (Santander). —Leith Adams, 1877. En Barcience (Toledo). — Cortázar, 1878. En Congostrina (Guadalajara). —Castel, 1880. En Caldas de Malavella (Gerona).-—Vidal, 1882. En Concud (Teruel). —Cortázar, 1883. Cervus Elaphus Cantabricus, Graells. (Lám. 20). Possumus deducere esse mangnitudinis Cervi canadensii ú longitudine osstum longium artwum. Cornua vara seu ex- trorsum flezxa, eb probabiliter ebiam amplissima, habent bas- sem cylindraceam ac sublevigatam; eb deínde supra stepha- niorum compressa atque profunde striato-costata. In uno- quoque ceraba, sunt proxime duo propugnacult, inferum majus el compressum, superum minor subcylindricum. Su- tura frontale prominula, leviter carinata. Partetalis de- pressa, sub-bifurculata: parts antica occipitalis brevisst- ma, plana, transversa, non deltoidea; postica lata, verti- calis, a regione anteriore sejuncta ob crista elevata, se- micirculare: condili eleptica, in medio fleswis; apophysts basilare sagitiforme, apice truncata. Longitudo basis ex — 580 — frontale usque ad coculum stephantorum, 6". Circum- ferentia ejusdem basis, 17". Latitudo frontalis inter cera- ta, 15". Notable especie, cuyos restos fósiles, que represento en la lámi- na 20 en mitad de su tamaño natural, revelan haber pertenecido en nuestra Fauna paleontológica al representante del eran Ciervo con- temporáneo que hoy vive en las selvas del Canadá, cuyas enormes cuernas se diferencian de las de nuestra nueva especie por tener más corta la parte basilar contenida entre su arranque del frontal y el stephantum, siendo, además, cilindráceos los contornos de las gar- zotas Ó propugnaculi y demás partes de dichas astas, que por lo que se puede deducir de lo visto en la porción conservada, en los ejemplares que he estudiado, resultan ser comprimidos más que Cl- líndricos tales. contornos. También de nuestro Venado ó Elaphus contemporáneo se diferencian los restos fósiles encontrados, por pa- recidas diferencias de las señaladas en el del Canadá, y además tener una sola garzota ó daga basilar en vez de dos. Lástima que no se hayan podido encontrar completas las cuernas de las cinco cabezas que han sido recogidas, y hoy existen en las colecciones de la Comisión del Mapa Geológico de España, para ha- ber podido apreciar mayor suma de diferencias, que no dudo existan, con respecto al número de dagas y candiles de la cornamenta de los venados (1). Cervus Dama, Linn. En Gibraltar.—Busck and Falconer, 1865. En la Cueva de Oreña (Santander).-—Linares y Calderón, 1873; Egozcue, 1876. (1) Losrestos fósiles de Cervus, lo mismo que los de Ursus, Rhynoceros, Bos, etc., recogidos en 1895 por el Ingeniero de Minas y Secretario de la Comisión del Mapa Geológico, D. Marcial de Olavarría, proceden de una ca- verna que se descubrió con las labores de la mina Buenita (perteneciente á la Real Compañía Asturiana), en término de Udias, provincia de Santan- der. Esta caverna se halla situada á ocho kilómetros al Sur de Comillas, y tiene varios compartimientos separados por angosturas del terreno, hallán- dose casi rellena con trozos y tierras de dolomía y caliza, mezclados con otros de calamina, cementado todo por concreciones calizas que en algu- nos parajes forman suelos ligeramente ondulados, estableciendo diversos — 581 — Cervus Capreolus, Linn. E En Almería (Cueva de los Letreros). —Góngora, 1868. Cervus matritensis, Ezquerra. En Madrid. —Ezquerra, 1841. Cervus barbarus, Linn. ¿Ubi Linneus hanc spetiem descripsit? En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. Cervus cuzanus, Oro1z. et Job. En Concud.—Vilanova, 1863. Cervus dicrocerus, Lart. En Concud.—Vilanova, 1863; Cortázar, 1885. GENUSs PALEOMERYX.—H. V. M. Foss., Georgensg., 1834. Paleomeryz Scheuchzert, Meyer. En Madrid y Alcoy (Alicante). —Ezquerra, 1850. Paleomeryx Bojani, Meyer. En Madrid.—Prado, 1864. Paleomeryx pigmcoeus, Meyer. - En Concud (Teruel). —Cortázar, 1885. pisos. Entre éstos, las aguas han arrastrado los depósitos térreos, produ- ciéndose así huecos que á su vez, al ensancharse, provocan hundimientos, por lo cual son bastantes los puntos de la caverna en donde, cavando, se pueden extraer fósiles de mamiferos. Las rocas donde se abre la cueva son calizas y dolomias cretáceas, su- mamente cavernosas, por donde penetran las aguas del exterior y arras- tran los rellenos, cuyos materiales han salido así por soplados inferiores hasta la vaguada del barranco inmediato. Fácilmente se podrán descubrir más fósiles importantes reconociendo con cuidado las muchas cavidades de esta notable caverna. : — 582 — FAMILIA BOBID4X.—Ham., Sus. Griff. In. Kingd., 1829. Subfamilia Antilopina.—C. L. Bonap., Conspectus Syst. vertebrat. TRAGELAPHINA SEcTIO.— Flower, Introd. of the study of Mammals, etc. GENUS TRAGOCEROS. Tragocerus amalthews, Gaudry. En Concud (Teruel). —Vilanova, 1865; Cortázar, 1885. A A A A A a TE, SE ds GENUS RUPICAPRA,—Blainv. Ruptcapra europea, Paul Gervais. En Oreña (Santander). —Linares, 1873; Calderón, 1877. En Pedraza (Segovia). —Cortázar, 1891. Subfamilia Antilopina.—C. L. Bonaparte, in Conspectus. GENUS ANTILOPE.—Pallas, Zoolog., 1, 1717. Antilope sansaniensis, P. Gerv. En Concud (Teruel). —Vilanova, 1863. Antilope boodon, P. Gerv. En Alcoy (Alicante). —Paul Gervais, 1852. En Concud (Teruel). —Cortázar, 1885. Subfamilia Caprina.—Tsch. in Wiegm. Arch., 1, 1844. GENUS CAPRA.—Linn., Syst. Nat. Syn. WEgoceros, Ham., Sus. Griff. An. King., 1827. Capra Ibex, Linn. 7 En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865; Prado, 1864. En Málaga. —Orueta, 1874. | En Melgar de Abajo (Valladolid). —Gil Maestre, 1875. En Biel (Zaragoza). —Cortázar, 1877. Capra hircus, Linn. | En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. | Capra Pallastt, Schinz. Esta especie es el 4Hgoceros Pallas: Roiller. Bouleb. des Natu- — 583 — ralistes de Moscow, 1841, p. 911, cuyos huesos fósiles se in- dican con ? en el Catálogo general del Sr. Mallada como ha- llados en Gibraltar (1). Genus IBerx.—Pallas, et prior Plinn., Hist. Nat., vItr, c. 53. Ibex hispanicus, vel 7. pyrenaicus, P. Gerv. (Lám. 22.) En la Cueva de la Mora, Lebeña (Santander). —Bustamante, 1895. Esta caverna está situada en lo alto del monte llamado Peña Ventosa. La boca es grande, mira al Norte y da entrada á un es- pacioso vestíbulo, seguido de diversos conductos y anchurones ador- nados de estalactitas y estalagmitas. De los exploradores de esta -Cueva sólo recordaré á D. Manuel Bustamante, á quien se deben los restos de /bex que en tamaño mitad del natural figuran en la lá- mina 22 de mi libro, y son Jos mismos existentes en las colecciones del Mapa Geológico de España. Subfamilia Ovina.—P. Gervais. GENUS Ovis.—Linneo, Systema Nature. Ovís Artes, Linn. En Palencia.—Gil Maestre, 1875. Subfamilia Bobina.—Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825. Genus Bos.—Linn., Syst. Nat. Bos primigentus, Bo). En Concud (Teruel). —Maestre, 1845. En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. En Colle (León), Lora del Río (Sevilla), Madrid y Gibraltar. -— Prado, 1864. (1) Esta Cabra vive en las montañas del Cáucaso y tiene parecido con la C. hispanica, y sus huesos deben ser asimismo semejantes, por lo cual me parece posible que los restos fósiles hallados en Gibraltar, más bien que de la Capra 6 4Egoceros Pallasi, lo sean de nuestra Capra hispanica, que aun existe viva en las Sierras de Andalucía y de otras provincias de España. A propósito de esto conviene añadir lo que dice Flower: «Of fos- sil Goats we habe but little knowledge. Remains of C. pyrenaica are found in cave-deposits at Gibraltar; and, it is not improbable that genus is represented in the Upper Pliocene of France». Flower, Introduction to the Study of Mammals, p. 354, 1891. 0 — 584 — En Argecilla (Guadalajara). —Vilanova, 1872. En Guadalajara. —Calderón, 1874. En Paredes (Valladolid). —Cortázar, 1877. En Carrión (Palencia). —Cortázar, 1883. En Udias (Santander). —Olavarría, 1895. (Lám. 21) (1). Bos concudensts, Ezquerra. En Concud (Teruel). —Ezquerra, 1850. Bos taurus, Linn. En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. SUBCLASIS 11. —INEDUCABILIA. (C. L. Bonap., Conspectus.) Ordo Glires.—Linn., Syst. Nat. FAMILIA MURIDA.—Gray, 4nm. of Phil., xxv1, 1825. Subfamilia Murina.—Illiger, Prodr. Syst. Mammalium et Avium, 1811. Genus Mus.—Linn., Syst. Nat. Mus Ratus, Linn. En Gibraltar.-—Busck and Falconer, 1865. En Gandía (Valencia). —Vilanova, 1872. En Málaga.—Orueta, 1874. En Valladolid. —Gil Maestre, 1875. FAMILIA CASTORID4.—C. L. Bonap., Conspectus, 1837. Subfamilia Arvicolina.—C. L. Bonaparte, in Conspectus, 1837. GENUSs ArvIicoLA.—Lacep., Tabl., 1803. Oreña (Santander). —Calderón, 1877. (1) Los restos del Bos primigenius 6 B. urus de la caverna de Udias, > ode 1 representados en la lámina 21 de mi libro, están en escala de G y se pue- den, por tanto, comprobar fácilmente las siguientes medidas que he toma- do como término medio de cuatro ejemplares. Distancia de punta á punta de las astas, 800; longitud de la región frontal entre el arranque de las cla- vijas, 250; anchura del parietal, 200; altura de íd., 3c,5mm; distancia recta del arranque á la punta de una clavija, 311; longitud de la curva exterior de un cuerno, 45%; circunferencia de la.base de éste, 39%; alto del occipi- tal, 12%; ancho del mismo, 17%; diámetros vertical y transverso del con- ducto occipital, 4c,5mm, — 585 — Subfamilia Castorina.—Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825. GENUs CasTor.—Linn. Castor Jeeguert, Kaup. : : En la Cerdaña.—Révolle et Depéret, «Note sur la Geologie et sur les Mammiferes fossiles du bassin lacustre miocene su- perieur de la Cerdagne», Bull. Soc. geal. Fr., tercera serie, ls Soul, ISO. FAMILIA LEPORIDA4.—Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825. Subfamilia Leporina.—Desmar., Dictionnaire d' Histoire Nat., 1804. GuewNus Lepus.—Linn., Syst. Nat. Lepus timidus, Linn. En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. En Gandía (Valencia). —Vilanova, 1872. En Barcience (Toledo). —Egozcue, 1876. Lepus cuniculus, Linn. En Gibraltar. —Busck and Falconer, 1865. Subfamilia Lagomina.—Gray, Ann. of Phil., xxv1, 1825. Genus Lacomys.—Cuv., Tabl. elem., 1797. heyws, liebre, y yde, ratón. Caverna de Gibraltar? Cuvier. — Recher. sur les Oss. fossil., t. 1v, según dice Calderón en su Enumeración de los vertebrados Fósiles de España, p. 16. ds e e SAS: dde 60 AE o er AU A P » ¡% OS A al ! JA cm NA ¿ ! A O A AO ñ A Spa AA Nx A OLA 0 MN : PSTUDIO históricosetnográfico sobre los sucesivos pobladores de la Península Ibérica. ORIGEN DE LOS POBLADORES QUE VINIERON Á ESPAÑA.— POBLACIÓN NÓMADA: Los GITANOS.—IDIOMA.—POBLACIÓN ACTUAL Y CENSO. ORIGEN DE LOS PRIMEROS POBLADORES El origen de los primeros pueblos que habitaron la Península se es- conde entre la lobreguez que presenta la Historia en todo cuanto se refiere á tiempos primitivos. Y, sin embargo, sólo los estudios históricos pueden ofrecernos alguna luz, con cuyo débil auxilio podamos rastrear las incier- tas noticias y los datos semifabulosos que, en medio de aquella general obscuridad, aparecen como dudosos ante los críticos modernos. Nada tan interesante para el hombre dedicado al cultivo de las Ciencias como este anhelo, este afán, improductivo muchas veces, con que intenta rasgar el doble velo que cubre la antigiedad más remota y nos separa de ella, como si nos fuera vedado conocer la vida, los usos y costumbres de los primiti- vos moradores del Globo. No obstante, en medio de las densas tinieblas que cubren los tiempos primitivos, la luz de la Historia, por débil que sea, como hemos dicho, pue- de servirnos algún tanto de guía, y por medio de ella procuraremos averi- guar el origen de las variedades de la raza humana que hoy día pueblan la Península. Según los escritores de los primeros siglos de la Era Cristiana, parece que Tarsis, hijo de Javan, nieto de Jafet y biznieto de Noé, fué el primero y — 590 — que habitó en España (1). Pándanse para este aserto en lo que dice Moi- sés (2), de que Tarsis fué uno de los descendientes de Noé que, después de la confusión de las lenguas, salieron de la torre de Babel para ir á lo lejos á poblar la tierra, y que propagó la especie humana en una isla que de su nombre se llamó Zarseya. Corrobora esta opinión el que Polibio (3) da el nombre de Zarseyo al país situado en España en las costas de la Bética, lla- mado también Tarteso por los más antiguos escritores griegos y latinos, con referencia á los países contiguos al Estrecho de Gibraltar y á la desembo- cadura del Guadalquivir; pudiendo, por lo mismo, Tarsis haber dado nom- bre á los Tartesios, de quienes descienden los primitivos españoles. Otros quieren haya sido Zubal, hijo de Jafet, el primer hombre que vino á España, fundándose, al parecer, en un paso de San Jerónimo, donde se hace una indicación formal del viaje de Tubal á España; y en un pasaje de Josefo, historiador de los judíos, donde cita la Iberia como la región habitada por Tubal (4). No se ignora que á nuestra Península se la dió en los primitivos tiempos el nombre de /beria; pero aquí Josefo no podía re- ferirse á ella, pues quería hablar de la Iberia asiática, en lo cual no cabe duda si reparamos que, al describir la /berza, indica su posición geográfica entre la Cólquida y la Albania. El pasaje de Josefo esclarece, pues, lo fa- buloso de la anterior opinión; pero, al propio tiempo, nos coloca entre nue- vas conjeturas. No pocos quieren hallar el origen de los primeros pueblos que habita- ron la Península en uno de los varios nombres que ésta tuvo para ser de- signada entre las naciones antiguas (5). Llamóse Iberia, y este nombre aparece por vez primera en el Périplo de Escilaz de Carianda, navegante griego que habiendo hallado en la costa más occidental, donde arribó, un (1) Labb., Nova Biblioth.,t. 1; Chronicon Barbarum, lib. 1; Euseb. Ceesa- riens, Chron.; Gorgius Sincellus, Chronographia. (2) Génes., cap. X, V. 4 y 5. (3) Polibio, lib. 111. (4) Joseph., Hist. Judearum., lib. 1, cap. VI y VIT. (5) Muchos fueron los nombres que tuvo la Península; pero el de Spania, yue recibió de los fenicios, ha durado hasta nuestros días, en la forma Espa- ña. Derivase de la yoz fenicia Span, que significa oculto, porque este país era lejano y casi oculto para los fenicios. También se dice que la llamaron Spania por los muchos conejos que contenía, pues la raíz Span lo mismo significa oculto que conejo. Los romanos adoptaron la segunda interpretación, según se ns — 591 — río llamado Zber, Ibris 6 Iberus, aplicó el primer nombre á la Península de donde aquél venía y á sus moradores (1). Varrón pretende que una emigra- ción de iberos, procedentes de la Iberia asiática (Georgia), fué la que dió á la Península el nombre de su país, y el de Z berus al río junto al cual se establecieron. Dionisio opina de un modo enteramente diverso, y cree que iberos salidos de los Pirineos emigraron hacia Oriente, dando su nombre á aquella parte del Asia, llamada hoy día Georgia (2). La Historia presenta ejemplos de casos semejantes, aunque no parezca lo más natural el que co- lonias de Occidente hayan creado pueblos en Oriente (3). Sea de esto lo que quiera, nadie pondrá en duda de que el Asia fué la cuna del género humano, saliendo dispersas de ella las diversas razas que debieron ir poblando toda la superficie de la tierra. La existencia de una familia ibérica aborígene no tiene datos fijos en qué apoyarse. Lo cierto es que, históricamente hablando, nada puede asegurarse sobre los primeros ve por una medalla de Adriano, en que la España está representada en figura de mujer con un conejo al lado. (Flórez, Medallas de España, t. 1, p. 109.) Los griegos la apellidaron Hesperia; esto es, país de poniente, pues hespera en griego significa tarde, occidente. Los poetas romanos admitieron también este nombre. (1) El Périplo del mar interior (Mediterráneo) de Escilaz de Carianda fué escrito unos 500 años antes de Jesucristo. (2) Hay todavía otras conjeturas. Justino (lib. XLIV) dice que el nombre de Iberia se deriva ab Ibero amne. Otros le hacen provenir del nombre de uno de sus reyes fabulosos, llamado Ibero. El nombre de Iberia que tuyo nuestra pa- tria, puede comprobarse con el testimonio de varios escritores antiguos. San Juan Damasceno (De ortodoxa fide, lib. 11, €. VI) dice: Iberia, que nunc His- pania. Plinio (lib. 111, c. 11), hablando del rio Ebro, escribe: Iberus quem prop- ter universam Hispaniam Greci appellavere Iberiam. Lo mismo dice Seryio: Hispaniam antem Iberiam ab Ibero flumine constat esse nominatam; y Lucano, cuando habla del río Cinca, que pierde su nombre al entrar en el Ebro, dice: Qui prestat terris aufert tibi nomen Iberus. Amiano Marcelino explica por qué se llamó así. También hablan del mismo río Zbro ó Iberus, como raíz del nom- bre Iberia, Trogo Pompeyo, Quinto Curcio y otros. Es notable el crecido número de ríos de la geografía antigua cuya voz ra- dical es Iber, como el Tiber de Italia, el Hebro de Tracia, el Ebrus de la Me- sia, el S”Iberis de la Sangarida, el Iber con relación al Rhin, etc., etc. (3) Pueden servir de ejemplo, entre otros, las colonias que los Tektosagos de la Galía fundaron en el Asia Menor ó en la Galacia. De los Tektosagos del Asia Menor, descendientes de los de la Galia, y que fueron pueblos célebres, habla extensamente. Mr. Du Mege en su obra Archéologie Pyrénéenne ou Histoire primitive du Sud-Ouest de la France, depuis les époques les plus ancienmes jusqu au commencement deu XITI.. siecle. — 592 — habitantes de la Península. Las mayores probabilidades están á favor de la opinión, que hoy día se admite por los sabios, de que los pueblos de quie- nes descienden los actuales vascos llegaron á muestra patria en la más re- mota antigiiedad, perteneciendo á la casta indo-escita, que esparció por el Occidente sus tribus en los tiempos más antiguos. Pueblos errantes, pas- tores y guerreros á la vez, pudieron salir de la Indo-Escitia y llegar, mero- deando y poco á poco, hasta los confines del Occidente. La lengua de los vascos no se llama ¿beriana, sino eúslara, y por esto creemos que debían más bien conocerse los primitivos pueblos de la Península, por casta ó fa- milia eúskara, que no por raza ó familia ibérica. Esto puede conciliarse con la existencia posterior de una familia 4 quien se dió el nombre de 2bérica, pues unos diez y seis siglos antes de la era vulgar no eran ya los vascones ó los eúskaros la raza preponderante en Es- paña (1). Bien fuese poco á poco y pacíficamente, bien por medio de las armas y merced á rudos combates, los galos ocuparon todas las tierras del Norte, del Oeste, del Centro y del Sur de la Península. Ya mezclados con los vascones, ya solos, unos y otros se dividieron en diversas familias ó tribus, más Óó menos bárbaras, más Ó menos numerosas, que existieron hasta que se apoderaron de España los romanos. Merced á los escritores de esta última nación, salimos de meras conjeturas y conocemos algún tanto los nombres, la posición geográfica, los usos y costumbres de las mencio- nadas tribus ó familias. Si damos crédito á Estrabón (2), sólo entre el Miño y el Tajo había más de cincuenta pueblos; y Plinio, en la sola Lusitania, cuenta más de cuarenta y cinco. De todos ellos, los principales eran los Cántabros, los Asturos, los Galecos, los Lusitanos, los Celtíberos, los Oretanos, los Vacceos, los Car- petanos, los Turdetanos, los Contestanos, los Bastetanos, los Laletanos, los indigetas, los Ausetanos, los llergetas, los Tlearcaones, los Cosetanos, los (1) Guillermo de Humboldt quiere, sin embargo, que pueblos iberos y pueblos vascongados sean voces sinónimas. Véase su obra titulada Prúfung der untersuchemgen úber die Urbewohner Hispaniens vermittelst der Vaskischen Sprache.—Berlín, 1821. (Examen de las investigaciones sobre los primitivos habitantes de la Hispania, por medio del lenguaje vasco.) (2) Lip cau — 593 — Kúshkaros 6 Vascones, y los Baleáricos (1). De estas naciones hispánicas, las cinco primeras conservaban más puro su origen escítico ó céltico, y las demás tenían más ó menos mezcla de sangre fenicia, tirrena y etrusca, se- gún su posición geográfica respecto al Mediterráneo. El carácter y costumbres de los mencionados pueblos nos han sido al- gún tanto conservados por la Historia. Los pueblos célticos eran los más prepotentes y guerreros, y, por regla general, los establecidos en las llanu- ras, en las márgenes de los ríos caudalosos y en las playas del mar pre- sentaban mayor suavidad de costumbres, mayores conocimientos comercia- les y civilización que los moradores de los montes y del interior de la Pe- nínsula, bárbaros y feroces en extremo. Polibio (2), Estrabón (3) y Estéfano de Bizancio (4) hacen grandes elo- gios.de la civilización de los turdetanos, y el segundo de aquellos autores llega 4 decir que conocían las letras y que poseían leyes escritas en verso, de más de seis mil años de antigiedad. Los Turdetanos fueron llamados también Túrdulos y Turdos, y eran oriúndos de los celtas, con quienes, según Estrabón (5), tenían relaciones consanguíneas, aunque son menos civilizados (añade) que estos últimos, porque viven dispersos por las aldeas. El nombre de estos pueblos y hasta las fábulas mitológicas demuestran su parentesco con los celtas. El país que habitaban es llamado por Artemidoro Tyrtytania, y en el mismo coloca la tradición la derrota de los Titanes, ha- bitantes de la Grecia, ó Pelasgos, hombres de estatura extraordinaria que se tenían por descendientes del dios Zvs, Teus 6 Teuth (6), de la misma raza que en época remotísima se derramó porel Occidente y Mediodía de Europa. Estos turdetanos, turdos, turtutanos ó tyrtytanos, habitaban la parte meridional de la Península, y recibieron los primeros destellos de ci- vilización de los fenicios, á quienes debieron el conocimiento del alfabeto, de la escritura y de las artes. El clima y la naturaleza del suelo de la mo- derna Andalucía, en donde se arraigaron los turdetanos, les convidó á vida (1) Véase la posición geográfica de todos estos pueblos en el Mapa ó lá- mina 20 de nuestro libro. (2) Lib. 1,c. 11. (3) Lib. 1. (4) In Kapreia, Tovpdrravia, etc. (5) Lib. 111, c. Iv. (6) Otos, Dios. 38 — 594 — más pacífica que la de otros pueblos vecinos suyos, dejando la errante y es- tableciendo aldeas y rancherías por las floridas márgenes de los ríos Anas, Betis y otros del territorio que, como más adelante veremos, se llamó tam- bién Bética (1). Los turdetanos tributaban culto á dioses desconocidos y sin forma humana. Más allá del río Anas hallamos una subdivisión de la Turdetania, lla- mada Beturia, cuyos pueblos eran asimismo de origen celta, como también eran celtas los que se hallaban al Oeste del mismo río, llamados Cúneos 6 Conianos. Estos últimos ocupaban la actual provincia de Alentejo, al Sur de Évora, hasta la embocadura del Tajo. Muchas de las poblaciones de aque- llos territorios tenían nombres célticos ó de terminación gala, por ejemplo, Cetobriga, Lancobriga, Merobriga, Lacobriga, etc. Los monumentos que se conocían de aquellas naciones, hechos de piedras colocadas unas encima de otras, tenían mucha analogía con los destinados para el culto religioso de los galos, asemejándose 4 los monumentos druídicos. Los lusitanos colindaban con los cúneos ó célticos, confinando al Oeste con el Océano, al Norte con el Durio y al Este con el río Coa, y abarcando las actuales provincias de Beira, Extremadura portuguesa, parte de la es- pañola, del Alentejo y de la provincia de Salamanca. Los lusones, de que nos hablan Estrabón y Apiano, habrían formado probablemente parte de los lusitanos en algún tiempo, y habitaban hacia el nacimiento del Tajo. Sobre las costumbres de los lusitanos nos ha dejado Estrabón curiosas noticias. « Tienen los lusitanos tanta maestría en armar emboscadas, dice, (1) Los escritores romanos llamaron Túrdulos á los turdetanos cercanos ú las costas de Cádiz, desde el Betis hasta el Estrecho de Gibraltar. «Allí, dice un historiador, era donde situaban los griegos su famosa Tartesia y la isla afortunada de Eriteya, donde pacian los innumerables rebaños de bueyes de Jerión, sitios celebrados por Homero, Estesicoro y Anacreonte. En cuanto á la misma ciudad de Tartesia, dice Estrabón que, en su tiempo, se suponía que existió en lo antiguo una ciudad de este nombre en la isla formada por las dos embocaduras del Betis, isla reunida á la tierra firme desde que se secó uno de los brazos del río que la formaban, que era el que, pasando por Lebrija y Asta, iba á desaguar en la bahía de Cádiz, enfrente de la ciudad. Llamábase Tartésido el país contiguo, y tartesianos los pueblos que le habitaban, ó, como otros aseguran, la ciudad de Tartesia era la misma que se conoce en la Greo- grafía antigua de España bajo el nombre de Carteya, y que, por lo visto, estuvo situada hacia el centro de la hoy bahía de Gibraltar, donde asoman aún algu- nos rastros, que constituyen el bajo conocido con el nombre de Rocadillo.» — 595 — como en conocer los lazos que se les tienden. Son ágiles y expeditos, y ejecutan sus evoluciones militares con mucho orden y desembarazo. Usan en la guerra unos escudos cóncavos y pequeños, de dos pies de diámetro, que cuelgan de correas, sin hebillas ni asas. Se sirven también de una es- pecie de puñal ó cuchillo de monte. De lino son por lo regular sus cotas de armas, no habiendo casi quien las use de malla. Tampoco es común entre ellos, prosigue Estrabón, el morrión de tres garzotas, y los soldados van armados de venablos, sirviéndose algunos de lanzas con el bote de cobre.» «Estos pueblos son muy aficionados á los sacrificios. Escudriñan las en- trañas del cuerpo de la víctima, sin arrancarlas, y palpan las venas del pe- cho para sacar agúeros. Las entrañas de sus cautivos les sirven para sus vaticinios, y los cubren con un sayo antes de inmolarlos. Apenas la víctima recibe en el vientre la cuchillada de manos del agorero, sacan sus primeros pronósticos del modo como cae; cortan la diestra á sus prisioneros de gue- rra y los consagran á los dioses.» Todos estos montañceses, según el mismo Estrabón, vivían frugalmente, bebían agua y dormían sobre el duro suelo; llevaban la cabellera larga y tendida como las mujeres, y antes de la pelea la sujetaban con una cinta alrededor de la frente. Preferían á todas las carnes la de macho cabrío. Los sacrificios que ofrecían á una divinidad, parecida á Marte, eran cabras, caballos y prisioneros de guerra. Los del interior de las sierras vivían de bellotas los dos tercios del año, y, después de haberlas secado y quebran- tado, amasaban con su harina un pan que se conservaba mucho tiempo. Bebían una especie de cerveza. El vino escaseaba mucho, y aun la corta cantidad que producía el país quedaba consumida luego en los banquetes de familia. En vez de aceite empleaban grasa. Comían sentados en poyos, y colocíbanse en orden de edad ó dignidad, pasando los manjares de mano en mano. En sus banquetes bailaban al son de la flauta 6 del cla- rín, haciendo pasos figurados, doblando las rodillas y saltando alternativa- mente. Los lusitanos vestían de negro, y los más llevaban sayos largos, con los que se acostaban sobre haces de heno. Servíanse, como los galos, de vasijas de barro. Las mujeres usaban vestidos bordados. Los que vivían tierra aden- tro traficaban por medio de trueques, ó bien se servían de láminas de plata que iban cortando á pedacitos, según les hacía falta, para pagar lo que — 596 — compraban. Á los condenados á muerte los apedreaban, y á los parricidas los ajusticiaban fuera de las ciudades ó fronteras. Casábanse los lusitanos al modo de los griegos, y tendían los enfermos en los caminos, como en otro tiempo los egipcios, para utilizar los consejos de los caminantes, por si ca- sualmente alguno de ellos conociese la dolencia ó el remedio. Hasta la ex- pedición de Bruto sólo usaron barcos de cuero para atravesar los ríos y es- teros, pero después usaron algunas canoas. «Tal es asimismo, dice Estrabón, la vida de todos los montañeses del Norte de la Iberia, como los galecios, los asturos, los cántabros, hasta el país de los vascones y los Pirineos, pues todos estos pueblos se asemejan en su manera de vivir.» Los galaicos ó galecios (Galleci, Gallaici) habitaban más arriba de los lusitanos, entre el Duero y el mar, al extremo Noroeste de la Península. La radical misma del río Duero, que llamaban Durio, de dur, agua en lengua bretona, indica su origen galo, además de otras particularidades. Los ga- laicos se subdividían en varias tribus, entre las que se hallaban los braca- rios, los celerinos, los gravios, los limicios, los querquernios y lós artabros. En su territorio abundaba mucho el oro, y, según una antigua tradición, había una montaña sagrada de donde no era permitido extraerle sino cuando algún rayo abría la tierra (1). Estrabón dice que en su tiempo no tenían religión alguna, y todos aquellos pueblos vivían como los lacedemonios, restregándose el cuerpo con aceite dos veces al día, usando estufas templadas con guijarros caldeados, bañándose en agua fría y haciendo una sola comida frugal (2). Al Norte de los artabros seguían los arotrebes, pueblo distinto que ha- bitaba desde Brigancio al Melso, y se hallaban luego los pésicos, ocupando una península entre el Nelo y la bahía de Gijón. Estos últimos eran de origen escita, como también los asturos, con quie- nes colindaban. «Los asturos, dice Plinio, eran célebres por sus riquezas; y, en efecto, parece que fueron de los primeros pueblos bárbaros de España que se de- dicaron á beneficiar las minas, lo cual les acarreó en la antigúedad nota de (1) Justino, C. XLIX. El (2) Estrabon, lib. 11, C. 111. — 597 — avarientos (1). Eran aficionadísimos á los caballos, lo que, con otros usos, señala su origen escítico» (2). «Los cántabros estaban avecindados al Oriente de los asturos, ocupan- do las modernas provincias de Santander, Guipúzcoa, Álava y Vizcaya. Dividíanse en varios pueblos (3) muy feroces. Silio Itálico dice que una tribu que habitaba en Concana, hoy Cangas de Onís, bebía sangre de ca- ballo con grande predilección, costumbre de los pueblos sármatas y masa- jetas. Estrabón y Diodoro Sículo atribuyen á los cántabros el extraño uso de lavarse y limpiarse los dientes con orina corrompida (4). Los caballos de estos montañeses, dice Estrabón, estaban acostumbrados á trepar las montañas y á doblar las rodillas en caso necesario. Pero los romanos admi- raron en alto grado los bríos y la hervicidad de estos pueblos. Según Jus- tino, más apreciaban sus armas que su propia sangre. Aguantaban el calor, el frío y el hambre sin proferir queja alguna, y, en llegando á cierta edad, preferían arrojarse de una cumbre antes que ser inútiles para el trabajo. Casi todos los prisioneros cántabros que el emperador Augusto mandó ven- der como esclavos, no pudieron sufrir tal deshonra y se dieron la muerte. En la guerra de los romanos contra los cántabros, dice Estrabón, pintando el carácter independiente de este pueblo, se vieron mujeres matar á sus pro- pios hijos antes que verlos caer en manos de los enemigos: un niño coge una espada por orden de su padre y degúiella 4 sus hermanos y parientes que estaban atados: una mujer mata á cuantos estaban cautivos con ella: un hombre se arroja á las llamas de una hoguera por no allanarse al apetito de los que se habían embriagado en un banquete... Cítase aún este rasgo de A Y ate Astur avarus Visceribus lacere telluris mergitur imis, Et redit infelie effosso concolor auro. Sin. ITaL., lib. 1, v. 231. Non se tam penitus, tam longe luce relicta Merserit Asturii scrutator pallidus auri. Lucan., lib. 1v, v. 298. (2) Entre los pueblos sármatas de las cercanías del mar Caspio se encuen- tran pésicos y asturos. (3) Tolomeo cita los autrigones, los caristos ó caristinos, los várdulos y Otros. (4) Estrab., lib. 111, ec. 1v.—Diod. Sícul., lib. V, €. XXXII. — 998 — ciego furor de los cántabros: «habiendo algunos caído prisioneros, clavados en cruz entonaban canciones guerreras en medio de este suplicio» (1). No menos fuertes eran las mujeres de todos los pueblos de la Iberia, según dice Estrabón, «pues labraban la tierra como los hombres, y sin dejar de trabajar fajaban al recién nacido, después de haberle lavado en la orilla de algún riachuelo» (2). Los berones, cuya capital era Varea 6 Varia, hoy día Logroño, habita- ban entre el Ebro y el Idubeda, confinando al Sur con los celtíberos. Estos pueblos eran de origen galo, y muchos de los nombres de sus pueblos lo atestiguan, como Alba, Deobriga, Juliobriga, Tricio, etc. Los celtíberos habitaban más allá del Idubeda, y era nación también de casta gala, dividida en varias tribus ó pueblos de arévacos, pelendones, luso- nes, titos y belos. En la Geografía antigua aun se encuentran nombres que caracterizan el origen de los celtíberos, como son Forum-Gallicum, Gallorum- Forum y otros, y aun muchos nombres modernos manifiestan su alcurnia gala (3). El establecimiento de los berones y de los celtíberos en España fué muy posterior al de los anteriores pueblos. Descienden, en efecto, de los galos, que hacia mediados del siglo vr (antes de J. C.), poco después de la inva- sión de la Galia por las rancherías kimricas, viéndose empujados por los volko-tectósagos, se avecindaron en la Iberia. Diodoro Sículo dice que para establecerse los galo-celtas en España tuvieron que guerrear con los pue- blos que en ella había, pero con la singularidad de que estos pueblos per- tenecían ya á otra irrupción gala muy anterior. Entonces fué cuando, unién- dose los antiguos galos con los nuevos, y corriendo en su territorio el río Ibero, se formó el nombre de celt-iberos. (1) Estrab., lib. 111, c. 1V. (2) Estrabón dice también que los pueblos de la Iberia usaban un veneno que mataba sin dolor, y que sacaban de una hierba parecida al perejil (quizá la cicuta). También era costumbre de los iberos, dice, la de montar dos hom- bres en un mismo caballo, para pelear uno á pie y otro á caballo. Esta última costumbre, y la continua mención que hacen de caballos al hablar de España los escritores antiguos, suscita la idea de que proviniesen aquellos pueblos de la Escitia y Sarmacia. Al mismo origen indo-escítico pertenecerían también los oscos itálicos y los primeros habitantes de las orillas del Mediterráneo Occidental. (3) Como son Mallén, Gallur, Séstrica, Munébrega, Gallocanta, etc. — 599 — Los celtíberos usaban lanzas y morriones de bronce con plumero en- carnado. También usaban espada y puñal. Según Tito Livio, los celtíberos sabían construir torres y castillos (1). Vestían, como los lusitanos, el sa- gum galo de color negro, una especie de capa con capucha, y unas bragas estrechas, que fueron usadas por todos los bárbaros de estirpe celto-escíticas Su religión era la de los galos primitivos, y sacrificaban, dice Estrabón, todas las noches de plenilunio, delante de sus puertas, á un dios sin nom- bre, pasando la noche entera bailando con su familia. Otro de los pueblos primitivos que hallaron los romanos al llegar 4 Es- paña era el de los vacceos, que ocupaban las tierras situadas al Norte del Duero, entre los asturos y los arévacos. Su origen era también galo-celta, y la Geografía antigua cita entre sus ciudades las de Arbocala, Helmánti- ca, Desóbriga, Laccóbriga, etc. Tenían costambres labriegas, mudando de comarcas en su territorio según las estaciones (2). Guardaban los granos en trojes subterráneas, en donde se conservaban muchos años (3). Los carpetanos ocupaban el territorio de las actuales provincias de Se- govia, Madrid y Toledo. Su tipo era galo, y su capital fué Toletum, á ori- llas del Tajo. Debían subdividirse en varias tribus, pues conocemos una de ellas con el nombre de caracitanos. De éstos habla Plutarco en la Vida de Sertorio. Tales eran las naciones bárbaras del Norte y del Centro de España. En la parte oriental de la Iberia, desde el Cabo de Trafalgar hasta los límites de la Bética, vivían los bastetanos ó bástulos, internándose hasta el Orospeda. Desde las fronteras de la Bética hasta el Suero, en las playas del Mediterráneo, habitaban los contestanos, y desde el Sucro hasta los Pirineos seguían (hacia la margen izquierda del Ebro) los suetanos, los lobetanos y los edetanos. La radical tan en los nombres de estos pueblos indica su procedencia púnica.. Los cosetanos, con su capital Taraco, de origen pelásgico, los laleta- nos, lacetanos, ausetanos é indigetas, seguían desde el Ebro hasta los Pi- (1) Habían aprendido á construirlos de los griegos. Tiberio Graco tomó más de trescientos. . (2) Los misonios, pueblo escito-celta del Asia Menor, tenían igual cos- tumbre. (3) Estos subterráneos eran llamados Siros ó Siris, de donde ha quedado la yoz moderna de Silo. — 600 — rineos. Desde el Oeste del Sicoris hasta el país de los vascones habitaban los cerretanos, los lacetanos y los volcionios. En el país de estos últimos se hallaba la ciudad de Osca, célebre por su comercio de oro y de plata, y Salduba, llamada después César-Augusta, hoy día Zaragoza. Cerca de la confluencia del Cinca y del Sicoris con el Ebro moraban los ilergetes, su capital Tlerda (Lérida), próximos á los castelanos y á los ausetanos, céle- bres éstos últimos por la limpieza de sus linos que blanqueaban en las aguas del río Subis ó Tulcis, apellidado después Francolí. Los ilercavones, en fin, vivían en la desembocadura del Ebro, siendo Dertosa su capital. Las monedas y medallas que se encuentran de aquel pueblo, representando naves, indican,sus ocupaciones marítimas, y los res- os encontrados de construcciones ciclópeas dan margen para creerle rela- cionado con los etruscos ó tirrenos. Al dar esta ojeada á las naciones histórico-primitivas que existían antes de que los romanos llegasen 4 España, no debemos olvidar los habitantes de las islas Baleares. Su origen es incierto, siendo común opinión que iban desnudos, y manejaban la honda con singular maestría. Los griegos les die= ron por esta razón el nombre de gimnesios ú honderos, y los cartagineses, buscando en su idioma una voz equivalente á ésta, les llamaron Baleares. Según Estrabón, usaban broquel y venablo, llevando alrededor de la ca- beza tres hondas hechas de crines ó de tripas; pero Diodoro Sículo dice que estas tres hondas las llevaban, una ceñida 4 la cabeza, otra atada en la cintura, y la tercera en la mano. Los padres enseñaban á sus hijos á ser certeros en sus tiros, no dándoles de comer sino lo que tocaban con las piedras lanzadas por la honda. Acerca de los habitantes de las islas Ps- thyusas, llamadas así por los muchos pinos que en ellas crecían, nada de positivo se sabe. Tal fué la primitiva distribución etnográfica peninsular hasta que des- embarcaron los fenicios en las costas de Andalucía, produciendo su roce con los pueblos que habitaban esta región un cambio marcado en la po- blación de la Península. Los fenicios descendían de Canaan, hijo de Cham y nieto de Noé, y fueron desde un principio muy dados á las artes y al comercio. Desde las llanuras de Caldea, y desde la Palestina y la Siria, extendieron su tráfico y el arte de la navegación á todo el litoral del Mediterráneo, constituyéndose a — 601 — esencialmente en un pueblo traficante y marinero. Las costas del Asia Menor y de la Europa Oriental, concurridas por los navegantes fenicios, quedaron selladas con las huellas que en todas partes dejaba su carácter comercial y emprendedor. A los primeros tiempos de su navegación debemos referir se- guramente el descubrimiento que alguna embarcación fenicia haría de las costas de España; y prendados aquellos comerciantes de la riqueza y fertili- dad de nuestra patria, continuaron sus viajes con el fin de dejarnos sus arte- factos en cambio del oro y plata que entonces es fama abundaba en la Iberia. Una tradición oriental supone que fué el Hércules fenicio el que pri- mero llegó 4 España, levantando unas columnas en la bahía de Gibraltar; pero poco es lo que se sabe de esta primera expedición fenicia á nuestras costas, que es probable fuese meramente casual. Cuando puede fijarse con mayor seguridad la llegada, 6, mejor dicho, el establecimiento de los fenicios en España, es entre los años de 1400 y 1450 antes de Jesucristo, cuando aquel pueblo emigró en gran parte de las cos- tas de la Palestina, por haber invadido este territorio en 1452 antes de Je- sucristo el capitán hebreo Josué, sucesor de Moisés y caudillo del pueblo escogido por Dios. Más de treinta reyes de ciudades fenicias fueron derro- tados por Moisés y por Josué (1), y el pueblo cananeo tuvo que estable- cerse en otros países, y así llegaron á las costas de España, donde la pri- mera ciudad que fundaron fué Cádiz. Toda la costa oriental de España se vió pronto en poder de los feni- cios, que bajo el pretexto de establecer colonias fundaron ciudades, for- malizaron alianzas con los antiguos habitantes del país menos atrevidos ó más inexpertos, y floreció en gran manera su comercio, abasteciendo sus almacenes con los ricos productos del suelo ibérico. Málaga y Córdoba, ciudades después de gran nombradía, no fueron en su principio más que unas factorías fenicias. La primera era célebre por un establecimiento de pesca salada (2), y la segunda por las prensas 'ó almazaras para extraer aceite de las aceitunas. Málaga, en fenicio, de malach, significa salar, punto de sala- zón, y de Corteba, raíz hebrea ó fenicia, que significa almazara (3), se ha formado Córdoba. Otras muchas ciudades y pueblos de fundación fenicia (1) Josué, cap. XII, v. 9 y sig. ' (2) Origen de nuestras almadrabas. (8) Almazara ó molino de aceite. — 602 — podríamos citar aquí, contentándonos sólo con mencionar, por su impor- tancia histórica, á Abdara, Salambina, Onuba, Nebrisa, Asta y Oripo. Ya hemos dicho que los fenicios formaban un pueblo esencialmente traficante y marinero, y está comprobada la afición que tenían en transpor- tar mercancías de un lado á otro, internándose por los ríos y recorriendo las playas con barquichuelos atestados de géneros y frutos. Emprendían tam- bién expediciones algún tanto más largas, y así adelantaban sus descubri- mientos, que procuraban ocultar á los demás navegantes. Naves fenicias recorrieron todo el litoral del Mediterráneo, y aun arribaron á regiones bien septentrionales, de donde extraían con el mayor sigilo el estaño y el ámbar. Este último lo cogían en las costas de Asturias y de Portugal, y lo vendían sumamente caro á los demás países meridionales de Europa (1). Tenían también los fenicios un comercio continuado con Tiro, y 4 su genio político y comercial, enemigo de entablar lucha ni disidencia alguna, va- liéndose sólo de artes mercantiles para lograr auge y prepotencia, debieron su floreciente y pacífica estancia en España. La constitución política y civil de las poblaciones fenicias de España era un sistema federativo, un gobierno republicano, en que se gobernaban por sí mismas. Cádiz era la colonia más rica de todas ellas, y podía consi- derarse como la capital, aunque no tenía poder alguno sobre las demás. Más civilizados los fenicios que las demás naciones de la Península, co- municaron á éstas sus adelantos, enseñáronles el alfabeto y la escritura, diéronles su religión, sus usos y costumbres, hicieron así desaparecer la primitiva rudeza de los pueblos ibéricos, y su influjo moral é instructivo fué de suma transcendencia para la antigua civilización de nuestra patria. Pero mientras los fenicios iban extendiendo sus reconocimientos hacia el Poniente de España, otros pueblos orientales, también navegantes é in= dustriosos, arribaban á las costas de Levante, fundando nuevas colonias. Los rodios en Cataluña, y después los foceos, pueblos de la familia pe- lasga, bastardearon en alto grado la población ibero-oriental, cuya dege- (1) Suponiendo que se refiera la noticia al ámbar gris, como es probable, patentiza la existencia antiquísima de los Cachalotes en aquellas aguas, donde aun hoy subsisten, con la diferencia de que nosotros no recolectamos el pre- ciado producto odorifero, de que la perfumería y farmacia se surten á precio caro, como procedente hoy de los mares de la India y Madagascar. AEB AU — 603 — neración debía aún crecer con sucesivas dominaciones, de que hablaremos más adelante. Los rodios y los foceos eran pueblos de la Grecia asiática. Su cráneo de excelente forma y capacidad y su frente desarrollada los reunían con caracteres comunes, pero el color de su piel y de sus cabellos variaban mu- cho. Los epítetos de ¿avbo., ruágor, xvavoyatza, yhouzomdzs, para signi- ficar cabellos rubios, rojos ó negros, ojos azules y muchas otras expresio- nes parecidas, nos prueban, según dice Prichard en su Histoire naturelle de |” Homme, que existía antiguamente entre los griegos la misma variedad de color que hoy se observa entre los individuos de las naciones del Sud de la Europa, sobre todo en los países cuyo clima varía por la configura- ción del suelo ó por su elevación distinta sobre el nivel del mar. Los rodios desembarcaron en las costas de Cataluña unos nueve siglos antes de Jesucristo, fundando á Rosas, según lo explica Estrabón diciendo: «Se cuenta que hubo unos isleños rodios cuyas correrías marítimas fueron muy afortunadas, y que no sólo fundaron á Rodas en la isla de su nombre, sino que también hicieron muchas expediciones marítimas lejos de su país, y llegando á las costas de Iberia fundaron allí 4 Rhodé...» (1). Estos pueblos griegos debían también gran parte de su cultura á los fenicios mismos que encontraron establecidos en las costas de España. En efecto, los fenicios habían diseminado colonias suyas en Tebas, Beocia, Dodona y otros puntos de la Grecia, y de ellos tomaron los griegos su afán comercial y su espíritu marítimo (2). Los foceos, establecidos primero en la Calabria y en las costas meri- dionales de la Galia, donde habían edificado una ciudad que con el nombre de Massilia llegó á ser rica y poderosa, fundaron después algunas factorías en las costas de Cataluña por los años 545, y establecieron también un gran mercado, Eyzogtov, hoy Ampurias. A pesar de su carácter traficante tuvie- ron los foceos que mantenerse al principio separados de los primitivos ha- bitantes del país, y aun hubo una población de los indigetas en que éstos y los foceos vivieron separados rigurosamente por una muralla (3). Sin em- (1) Estrabón, lib. xtv. : (2) La primera expedición marítima de los griegos fué la de los Argonan- tas de Tesalia, que surcaron el mar Negro 1.261 años antes de Jesucristo. (8) Tit. Liv., lib, xxxIv. — 604 — bargo, Estrabón dice que en su tiempo se habían confundido ya ambos pueblos y vivían con leyes medio griegas y medio bárbaras (1). Extendié- ronse los foceos por todo el litoral de las modernas Cataluña y Valencia, apoderándose de Rosas, fundada por los rodios, como hemos dicho, tres siglos antes, y establecieron ciudades en las costas, dedicando también un grandioso templo 4 Diana de Éfeso, una de sus falsas deidades. El templo estaba edificado sobre lo que hoy se llama Cabo San Martín, cerca de don- de se levanta la ciudad de Denia, alteración del nombre antiguo de Diana. Pero, como dice un escritor moderno, el triunfo de los nuevos domi- nadores sobre la inteligencia, ideas y hábitos de los naturales duró poco; porque, una vez que advirtieron éstos sus miras arrogantes y egoístas, co- menzaron á hostigarlos erudamente, dando así las primeras muestras de aquel carácter español que, independiente y noble, no debía humillar nunca su cerviz sino con el heroísmo con que más adelante lo hizo en Sagunto y en Numancia. Las discordias de los fenicios con los turdetanos, uno de los pueblos aborígenes, motivaron la venida de los cartagineses, colonia tam- bién de Tiro, y que, so color de auxiliar á sus hermanos de,Cádiz, no hicie- ron otra cosa que sojuzgar á los naturales y compatricios, arrollando con su espíritu, tan guerrero como mercantil, la Bética entera en breve espacio de tiempo. La índole de los cartagineses que oprimieron á los españoles era dis- tinta de la de los anteriores pueblos, pues á sus mañas mercantiles unían un denuedo y un tesón guerrero que les hacía valerse de las armas para lograr sus intentos. Descendían, sin embargo, de la misma raza que los fe- nicios, pues Cartago era una colonia de fenicios lo mismo que Cádiz. Poco á poco fueron abriendo puertos en las costas de España, fundando pobla- ciones y arraigando su dominación, y las riquezas de nuestra patria cran trasladadas 4 Cartago, mientras los iberos, que se habían sometido á los vencedores, aumentaban los ejércitos de aquella reina de los mares. En- tonces fué cuando la Iberia prestó grande auxilio á los cartagineses que guerreaban con los griegos, y 4 las tropas españolas se debió el logro de mu- chas victorias. Sobre este punto la historia nos ha conservado la memoria de un tratado celebrado en el año 396 antes de Jesucristo entre la ciudad (1) Est., lib. 111. —EAAAAI EEE Eee EII — 605 — de Cartago y muchos pueblos españoles que se comprometieron á ayu- darla en su guerra contra la Sicilia (1). Entonces fué cuando, valiéndose de embarcaciones construídas en Cádiz, emprendieron los cartagineses dos expediciones marítimas, al mando de Hanon y de Himilcon, con el fin de descubrir nuevos países, y pasó una embajada de gaditanos á saludar al conquistador Alejandro, cuyo busto colocaron después, á su regreso, en el templo de Hércules. Sin embargo, si bien los cartagineses se mantuyieron pacíficamente es- tablecidos en muchos puntos de España, pudiendo mezclar su sangre é inocular sus costumbres entre sus antiguos habitantes, también en muchas partes les declararon cruda guerra, anhelosos los primitivos moradores de la Iberia de conservar su estimada independencia. Ahí se ve la diferencia del carácter con que se presentaron unos y otros pueblos en nuestra patria: los fenicios y los rodios con artes meramente de amistad, de lucro y de comercio; los cartagineses so color también de comercio, pero demostrando desde luego su afán de avasallarlo todo por medio de las armas. Conocidos por los naturales los intentos de los cartagineses, no tardaron en sublevarse en todas partes, comenzando desastrosa guerra entre unos y otros. Los cartagineses oponían á los esfuerzos de las poblaciones aborígenes sus tro- pas aguerridas en otros combates, reforzadas con numerosos elefantes (2) y excelentemente armadas, mientras los hombres del país no podían dispo- ner sino de escasos medios de defensa. Pero cuando, para batallar también entre sí la soberbia Cartago con la poderosa Roma, escogieron para campo de la lid el suelo de la hermosa Iberia, entonces, al quedar los romanos vencedores, subyugándola toda, mezclóse más la sangre pelasga con la cel- tíbera, no ya sólo en el litoral del Mediterráneo, sino también en el interior de la Península. En efecto, los romanos dominaron la España de un modo casi completo, pero también después de haber tenido que luchar no poco con los naturales. «En el año de 171 antes de Jesucristo, dice un historiador, quedó Car- (1) Diodoro Siculo, lib. 1, e. 41. (2) Hay quien ha supuesto que los huesos fósiles de Elefantes que hoy se encuentran en España proceden de los traídos por los cartagineses; pero esta idea hay que rechazarla desde luego, por ser el Elefante de la India del que se servían, como hoy los orientales, y pertenecer á otras especies extingui- das varios de los fósiles elefantinos recogidos en la Península, — 606 — teya erigida colonia romana, y fué la primera que se planteó en España (1). Del trato entre las mujeres españolas y los soldados romanos, á los cua- les estaba prohibido el matrimonio por el Derecho latino, había resul- tado un considerable número de hijos. Éstos, que ascendían á cerca de cuatro mil, diputaron algunos de ellos 4 Roma para pedir que, en calidad de hijos de romanos, se les concediese una ciudad y tierras donde esta- blecerse, bajo la protección de las leyes de la República. El Senado acogió benignamente su petición y encargó á Lucio Camuleyo, Gobernador de la Tarraconense y de la Bética, que se esmerase en el establecimiento de aquella colonia, que al fin había reconocido ser necesaria. Se buscó para esta primera fundación un territorio desviado del teatro de la guerra entre los indígenas y los romanos, y se eligió 4 Carteya, cerca del Estrecho, á fin de poder comunicar con Roma por mar más fácilmente y sin peligro.» «Estaba dado el primer paso. En el Consulado de Marco Claudio Mar- celo, sucesor de Canuleyo, se planteó en España una segunda colonia ro- mana. Esta vez, en una de las más fértiles comarcas de la Bética, á orillas del Guadalquivir y en un pueblo fenicio preciosamente situado, fué donde vinieron algunos ciudadanos romanos desde la misma Italia para avecin- darse, arraigarse y vivir bajo las mismas leyes que en su patria. Córdoba, escogida entre todas las demás ciudades, se fué hermoseando con grandio- sos edificios, se cercó de quintas ostentosas, con todo el esmero de la nueva civilización romana, y fué condecorada con el dictado de colonia (2) de los patricios. Tito Livio y Estrabón especifican algunas de las mejoras que se hicieron en Córdoba por los patricios que se habían avecindado en ella, y parece que se hizo moda en Roma, por aquella época, poseer una quinta en Córdoba.» Cuando los romanos dominaron la España, sin contar en ella más ene- migos que algunos pueblos montañeses siempre rebeldes é independientes, merced al transcurso del tiempo, dieron su religión y sus leyes, sus usos y costumbres á los primitivos españoles, siendo la Iberia una provincia ente- ramente romana, como todas las que acataban el poder del Imperio. Á las religiones de los fenicios, de los griegos y de los cartagineses sustituyó (1) Véase á Tito Livio, lib. xLIur. (2) Tito Livio, lib. xL111; Estrabón, lib. 11. o a dd Op poco á poco la religión romana. La España tuvo también, como Italia, los pontífices, flamines, sacerdotes y augures, tributándose culto 4 los falsos dioses Júpiter, Mercurio, Neptuno, Baco, Apolo, Ceres, Minerva y demás compañeros de sus disparatadas doctrinas paganas. Muchos restos de ins- cripciones y antigúedades, monedas y medallas, prueban el culto romano en España. La lengua latina fué también pronto familiar entre los españo- les, y las ciencias y las letras no sólo se vieron cultivadas según el gusto romano, sino que fueron dignas émulas de las que enaltecieron la ciudad del Capitolio. Bajo la dominación de Augusto, la España fué dividida en tres pro- vincias, á saber: la Tarraconense, la Bética y la Lusitania, cuyas capitales eran Tarragona, Sevilla y Mérida. Las poblaciones de estas provincias, no sólo eran muchas, sino que se hallaban en un excelente estado de cultura. Sabido es que en muchas partes se levantaban magníficos templos paganos, erandiosos cireos y palacios, termas, puentes, acueductos y otras obras de utilidad, al par que de ornato público. Las carreteras recibieron gran en- sanche, y aun hoy duran muchos restos de las grandes vías romanas que demuestran su solidez y perfecta construcción. El comercio recibió también mayor ensanche icon la dominación romana, pues los cereales y los fru- tos españoles llegaban á mil diversos mercados del mundo. Muchas fábri- cas de armas, de paños y de lienzos llevaban la fama de las industrias ibé- ricas á los confines del orbe romano, quedándonos todavía inscripciones que prueban la existencia de muchos gremios y oficios en diferentes ciudades de la Península. En efecto, se conservan aún lápidas sepulcrales en que figu- ran marmolistas, lapidarios, plateros, fundidores, cinceladores y otros ofi- cios, lo cual prueba la civilización española de aquellos tiempos. Las minas de España ofrecían ya entonces un manantial de lucro. Si bien en un principio habían dejado abandonado su beneficio, más adelante se aprovecharon los romanos de ellas, y Catón fué el primero que impuso un tributo sobre todas las minas de la Península, arrendándolas también á los particulares. Los trabajos de minería fueron perfeccionados por los ro- manos, que sabían excavar y abrir pozos y galerías subterráneos con mucho método, revistiendo después las paredes con un betún impermeable. Sobre todo, la abundancia de los minerales ibéricos hacía que mirasen los roma- nos á nuestra España con particular predilección y la considerasen como la — 608 — joya mejor del Imperio. «En ningún país del mundo, llega á decir Estra- bón, se ha encontrado el oro, la plata, el cobre y el hierro en tanta canti- dad ni de igual calidad» (1). Hasta se encontraba el oro en las arenas de los ríos, sobre todo del Duero y del Mondego, no menos que del Tajo, al que los escritores romanos llaman aurífero, Tajo de oro, Tajo riquisimo. Á orillas del Miño había vetas de estaño, y en la sierra de Cazorla existía tanta plata, que se la llamó monte de plata, argentartus mons, y según Avieno, en su Ore maritime (2), el mismo río Miño llevaba entre sus aguas partículas de oro. En fin, eran muy apreciados en tiempo de los romanos el azogue, el cinabrio, el cobalto, amianto, lapislázuli, y también los rubíes, las turquesas, esmeraldas, zafiros y jacintos de España. En una palabra, todo concurre para probar que la civilización romana se encarnó del todo en la antigua Iberia, alcanzando los pueblos aborígenes, mezclados y con- fundidos con los romanos, notable estado de cultura. Los españoles, dice un historiador, cosechaban el lino con acierto; y en Asturias, Gralicia y provincia de Tarragona hacían un lienzo en extremo fino y blanco, que lo apetecían los romanos. Se prefería, según Plinio, el lino de Zeólico para la fabricación de las redes, y con el mismo lino se labraban cedazos delgadísimos y afamados en toda Italia; pero el de Séta- bis, hoy Játiva, se aventajaba á todos, siendo su nombradía tal, que los pañuelos ó servilletas no tenían entre los romanos otro nombre que el del mismo tejido, y se llamaban setabinas. Permutabis prioribus setabis, dice Plinio, que no duda en conceder que Sétabis llevaba la palma en Europa en el cultivo del lino: Símiliter et in regione albiana inter Padum Tiet- numque amnes, ubi y Seetabi tertia ¿n Europa lino palma (3). Léese asi- mismo en Silio Itálico (4): Setabis et telas Arabum sprevisse superba, Et Pelusiaco filum componere lino. Los habitantes de la Tarraconense, continúa el mismo historiador, cul- tivaban con particular esmero el spartum, planta de la familia de las gra- (1) Estrabón, lib. 11. (2) Avien., v. 292 y sig. (8) Plinio, Hist. Nat., lib. x1x, sec. 2. (4) Lib. 11. — 609 — míneas (Stipa tenacissima de Linneo), que no se debe confundir, como han hecho algunos, con la Genista de los naturalistas, conocida por el nom- bre de retama de España, planta también muy útil. El esparto crecía con abundancia en las llanuras meridionales, y daba el primer material de ex- celente cordaje, de que se hacía cuantioso comercio, y servía además para diferentes usos. No acabaríamos nunca si nos ocupásemos en todos sentidos del grande comercio que hizo la España entonces con los demás países romanos, de las riquezas que de su seno se sacaron, de los adelantos que sus habitantes hicieron en ciencias y en artes con el roce de los vencedores de Cartago, y de la posición, en fin, que adquirió la Iberia entre las primeras naciones del Imperio. La sangre romana, mezclada con la de las anteriores razas que habían predominado en la Península, daba, pues, nueva faz á los habitantes de la Iberia, constituyéndola en nación rica, culta y prepotente. La religión cristiana, sentada por Constantino en el trono, añadió nuevo impulso á la civilización de nuestra patria. Para presentar este trabajo con la mayor exactitud posible, no debemos olvidar, antes de estudiar los caracteres físicos y morales, los usos y cos- tumbres de otros pueblos que dominaron la España, dejando en ella también parte de su sangre; pues durante la misma dominación romana penetraron en el suelo ibérico tres clases de pueblos distintos, que pudieron coadyu- var, aunque en reducida escala, á cimentar la raza humana de la Península ibérica. Fueron estos pueblos los judíos, que, arrojados por Tito de la ciudad santa el año 70 de J..C., inundaron errantes todos los países, y en España se les señaló por mansión á Emérita; los cimbrios, que hicieron una breve irrupción por los Pirineos, y los galos (llamados más adelante francos), los cuales, desde el tiempo de los romanos hasta muy entrada la Edad Media, estuvieron, fuese con paz ó con guerra, siempre en relaciones con los mo- radores ibéricos más cercanos á los Pirineos, He aquí la descripción que hace de los galos un escritor antiquísimo que había vivido entre ellos: «Los galos, dice Ammiano Marcelino, son casi todos de elevada estatura, muy blancos, con cabellos: rojos y ojos de miradas feroces; son amigos de querellas, altaneros é insolentes en sus ma- neras. Una muchedumbre de hombres de otros países no harían frente á un galo, sobre todo si se viese secundado en la pelea por su robusta mujer, de 39 — 610 — ojos azules, que, con las venas del cuello hinchadas, los dientes apretados, blandiendo en el aire sus gruesos y blancos brazos, sirviéndose, como armas ofensivas, lo mismo de sus pies que de sus puños, hace llover los golpes con igual dureza que si fuesen piedras lanzadas por una catapulta. El sonido de su voz tiene siempre alguna cosa de terrible y amenazador, aunque hablen sin encolerizarse. Entre ellos todas las edades se reputan 4 propósito para la guerra; un anciano empuña las armas con el mismo ardor que un hombre joven, y sus miembros, endurecidos por el frío y el trabajo, le soportan aún con vigor. Menosprecian los peligros, y de modo alguno se ve entre ellos hombres como los que llamamos en Italia Marcí por irrisión, que se cortan el dedo pulgar movidos del miedo, á fin de eludir el servicio militar. Los galos son muy aficionados al vino y han inventado muchas otras bebidas que embriagan. Alguna vez se ven entre ellos hombres que pertenecen á las clases más ínfimas, cuyo hábito de embriagarse ha embotado sus senti- dos, haciendo de ellos verdaderos idiotas». Otra raza, sin embargo, debía penetrar en la Península, en gran núme- ro de individuos, cambiando para muchos siglos la índole social de nuestra patria. La irrupción de los bárbaros, que acabó con el dominio romano en España, introdujo en este país una nueva variedad de la raza caucásica, que llamamos germana, tipo bien distinto del ibero, del celta y del pelas- go, únicos basta entonces establecidos en nuestro suelo. Los godos no aca- baron con los pueblos que encontraron ya establecidos en la Iberia, sino que, después de haberlos sometido á su poder, se mezclaron unos con otros, com- plicando más los cruzamientos de raza. Veamos cuáles eran los principales rasgos del pueblo germano que se apoderó de España desde el año 411 en adelante, si bien no debemos con- siderarle tal como salió de las llanuras de la Pannonia, sino del modo como apareció y se aclimató en la Península, pues en ella no fué tan bárbaro como ordinariamente se asegura. Á este fin, más bien que 4 Jornandes, debemos recurrir á los escritores Pablo Orosio, Salviano Sosomeno, Isidoro de Sevi- lla y otros que conocieron á los godos con costumbres menos salvajes que las de su país nativo. Los godos tuvieron en España una monarquía electiva. Al principio se elegía rey al caudillo más afortunado 6 más temido, hasta el reinado de Recaredo, en que comenzó á elegirse el monarca por los obispos y los pa- . | 4 — 611 — laciegos. En los primeros tiempos de la dominación goda, las costumbres eran muy sencillas. Los primeros reyes iban vestidos de pieles y de zaleas, según dice Sidonio Apolinar, obispo de Augvernia (1), que vivía en su tiem- po; pero, después, Leovigildo, según San Isidoro de Sevilla, hizo levantar el primer trono en su palacio de Toledo, engalanándose con preciosos ro- pajes, y ciñéndose las sienes con altiva y majestuosa corona. Este lujo trans- cendía también á las demás clases de la nación, dividiéndose, como en tiem- po de los romanos, en nobles y plebeyos, en amos y siervos, patrones y libertos. Llevaban todos la cabellera larga, en lo que querían diferenciarse de los romanos, teniendo muy á menos, por sus leyes y costumbres, el mez- elar su sangre con la de éstos. Los soldados y los hombres del pueblo se diferenciaban poco entre sí, llevando un sayo corto, de lana ó de piel, y calzones anchos y muy aforrados (2). Su ropa era la túnica ó estringio, el amículo 6 capa, el manto ó manguito, y el reciolo 6 redecilla para sujetar el pelo. Las artes suntuarias estuvieron también algún tanto desarrolladas entre los godos, y entre los vándalos, pueblo de igual origen, la molicie llegó á extremado punto. He aquí cómo los retrataba Procopio en su obra De Bello Vandalico (3): «Se regalan, dice, con mucha afeminación. Sus mesas espléndidas se ven cubiertas con los manjares más preciados del África. Toda su vida la pasan en el teatro, en las carreras de caballos y cacerías, siendo aficiona- dos al baile, 4 la música, al canto y á cuanto pueda divertirles, celebrando ricos convites bajo las enramadas de sus jardines y á orillas de los arroyos». Á la par de estas costumbres nada sencillas ni frugales, la civilización goda merece la atención de quien se dedique á estudios político-sociales. Aquí sólo diremos que la Historia ofrece abundantes datos para dar á co- nocer el estado político, religioso, económico, científico, mercantil y litera- rio de la España goda, lo cual está muy lejos de nuestro propósito. Baste, pues, decir que las ciencias y la literatura se vieron cultivadas, contándose entre sus favorecedores al gran San Isidoro de Sevilla; que las leyes y los códigos de los visigodos han merecido la admiración de los pueblos moder- (1) Carmes, v11, vers. 19 y 349. (2) En la portada de la iglesia de San Pedro de Villanueva y en la columna de Arcadio, en Constantinopla, se ven trajes godos. (8) Lib. 1v. — 128 = nos; que la excelente constitución de la Iglesia goda y la sabiduría de mu- chos Concilios se vieron coronadas por el triunto de la unidad católica en | España, y que la agricultura se vió cuidadosamente conservada, pero las bellas artes no lograron, en cambio, mucha elevación. La raza humana de la Península debía, sin embargo, recibir todavía un nuevo sello y ofrecer mayor variedad á los estudios etnográficos. No bastaba todavía que la primitiva sangre ibérica aborígena se hubiese visto bastardeada con la celtíbera, la fenicia, griega, cartaginesa, romana y ger- mánica, sino que un nuevo pueblo distinto de los anteriores debía carac- terizarla de un modo que difícilmente podrá borrarse, á no transcurrir mu- chos siglos y á no sufrirse nuevas y poderosas irrupciones. La familia árabe es la que debía ofrecer nueva variedad en los caracteres de los ha- bitantes de nuestra patria. Desde el interior de la Arabia, anchurosa región ceñida por el mar Rojo, el Océano índico y el Golfo pérsico, entre la Etiopía, la Persia, la Servia y el Egipto, levantaba su voz innovadora un hombre que pretendía hermanar las cerriles tribus de su nación bajo un solo Dios, una sola ley y un solo caudillo. Este hombre, que supo atraerse miles de creyentes, que había nacido de humilde familia, poseedor de escasos bienes, Mahoma, el falso Profeta, en fin, este hombre llegó á la suprema jerarquía entre los árabes, y con una audacia sin límites inundó las regiones comarcanas de pueblos belicosos que fácilmente dejaron el cayado del pastor para empu- ñar las armas del guerrero. El inmoral reinado del último monarca godo dió lugar en nuestra patria á la irrupción sarracena; pero si con ella su- frieron nuestros mayores los rigores de las armas, ¿no se enriquecieron también con artes, con industrias y con conocimientos científicos que les eran desconocidos? Al entrar los sarracenos en nuestra patria, no fueron aquellos pueblos rudos y sencillos, pastores y errantes á quienes el intrépido Mahoma sa- caba de su letargo y llevaba combatiendo desde el interior del Berriah y del Negid hasta los confines de naciones comarcanas. Habían transcurrido algunos Califatos en que, conducidas aquellas tribus medio salvajes á gue- rrear con los moradores de diversas partes del mundo, no sólo reportaban innumerables victorias, sino que, abandonando los hábitos cerriles del de- sierto, prohijaban las costumbres de la Grecia, de la Persia y del Egipto. — 613 — Poseían, además, en su corazón gérmenes inestimables de cultura: un va- lor natural y un menosprecio á los peligros, una imaginación lozana, poé- tica y ardorosa, un fatalismo que les auguraba siempre la victoria con- “fiando en Dios y esperanzando los goces del Paraíso, junto con su carácter activo, sobrio y justiciero, su amor al lujo y su conocimiento práctico de las artes agrícolas, eran dotes que debían necesariamente constituir 4 los ára- bes en nación rica, pujante y civilizada, tan pronto como trocaran en los países conquistados los campamentos por las ciudades y las armas del guerrero por el arado del labrador. Y así sucedió, en efecto, en nuestra patria, tan luego como el Islam la estrechaba en sus nerviosos brazos, y aun después, cuando los sarracenos se vieron precisados á oponer su es- cudo á la terrible espada de los Pelayos y de los Alfonsos que, bajando del Norte, recuperaban las llanuras abandonadas por sus padres. Los árabes llegaron á poseer toda la España menos los montes de As- turias, de Vizcaya y de Aragón, en donde no pudieron penetrar por la porfiada resistencia de los cristianos que en ellos se habían amparado; pero á los pocos años comenzaron á cejar y fueron aquéllos los que avanzaron desde el Norte hacia el Mediodía, reconquistando palmo á palmo el te- rreno. La obra de la reconquista, que debía ser lenta y trabajosa, no podía menos de dar tiempo de sobra á los muslimes para arraigar su imperio en nuestra patria, y con él las artes, las ciencias y las letras, que necesaria- mente brotan al constituirse todos los imperios. Señalaron desde luego al territorio conquistado sus respectivas demarcaciones geográficas, subdivi- diéndole en climas, coras y tahas, con cuyo medio pudiese ser regido y administrado sencillamente (1), y elevando la agricultura á una perfección digna de la edad moderna, aseguraron su próspera existencia en el inte- rior, por más que las fronteras se vieran expuestas á las sangrientas de- vastaciones de los cristianos. La religión de los árabes encadenaba el libre albedrío del hombre, su- jetándole al dogma del fatalismo (2); y si bien la política se resentía de sus creencias, dominando sólo la ley de la cimitarra, brotaron, á pesar de todo, la agricultura, las industrias y el comercio. El suelo de la hermosa España (1) Véase la Geografía de Xerif Aledrís, trad. por Conde. (2) Véase El Koran; Reland, Eclaircissements sur la religion mahometane; Bolovio, De Turcarum liturgia, etc., etc. — 614 — facilitaba, en verdad, las tareas de los labradores árabes, que hallaron en las costas de Valencia y de Alicante, y en los preciosos territorios de Cór- doba y Granada, valles templados, vegas amenísimas, de clima parecido al de Oriente, donde, aleccionados con la agricultura caldea, multiplicaron las plantas y los árboles, los perfeccionaron con ingertos, y alentados con pre- mios y estímulos por los zeiritas, los almoravides y almohades, formaron una ciencia del ejercicio más provechoso al hombre (1). «Los califas omiades de España tuvieron la política de adquirirse y con- servarse la amistad de los emperadores de la Grecia. Todos sus puertos esta- ban abiertos para sus vasallos, los cuales hacían un comercio muy conside- rable. La seda, el aceite, el azúcar, cierta especie de cochinilla, el azogue, el hierro, el ambar gris, la piedra imán, la marquesita, el talco, el cristal de roca, la tucía, el azafrán, el coral, que se pescaba en la costa de Anda- lucía; el rubí, que se extraía de dos minas famosas que había en Málaga y en Béjar; las estofas exquisitas que se fabricaban de seda en Granada y en Baza, y las de estambre en Murcia; todas estas producciones, estas manu- facturas que eran del país, las llevaban nuestros árabes al Egipto y al Oriente, circulaban por el África toda y volvían cargados á España con los géneros de aquellas remotas regiones. Además se hacía gran comercio con las armas de acero, los sables, las corazas, los escudos, los morriones, las cotas de malla y otros arreos ofensivos y defensivos que se fabricaban en nuestro país, y los extranjeros buscaban á porfía > (2). Las ciencias y las letras no fueron menos cultivadas, apreciadas y enal- tecidas por los árabes españoles, pero aun más por los moriscos, ó sean los sarracenos convertidos al Cristianismo desde el momento en que nuestros reyes reconquistaron toda la Península; los moriscos, decimos, ofrecieron abundantísimos gérmenes de modificación, más ó menos grave, en el carác- ter y costumbres de los pueblos españoles. El comercio y la industria se veían también acrecentados por los moriscos, y en todas partes, en las huertas, en las fábricas, en los arsenales, en los mercados, en todas partes, (1) Véanse los proverbios agricolas en El Koran; las Memorias históricas de Alkattibd en Casiri, t. 11, p. 96; la Descriptio Africe, de Juan León; el Libro de Agricultura, de Abu Zacaría Yahia Aben Mohamet Ben Ahmet Ebn el Awam, sevillano; la Historia de Granada, por Lafuente Alcántara, etc. (2) Ensayos, etc., por La Torre y García Asencio.— Madrid, 1787. A — 615 — los hombros de los moriscos eran los que sostenían el peso de las necesi- dades del Estado. Su carácter les hacía 4 propósito para semejantes ocupa-= ciones. Eran sobrios, hospitalarios, sufridos y firmes en sus ideas. Crefan en hechizos y en brujerías. Eran alegres y expansivos en sus fiestas popu- lares, aficionados al juego y á las danzas, chistosos y amigos de jocosida- des. ¿Á qué atribuiremos el gusto especial de los andaluces en los adornos de sus vestidos provinciales, sino al mayor roce que con la raza morisca tuvieron sus bisabuelos? «Los moros, dice un escritor, desplegaban toda su riqueza y elegancia en trajes, armas y arreos de caballos. Jactábanse los se- ñores y donceles de su gusto exquisito en combinar los colores de sus tur- bantes, fajas y aljubas, y en deslumbrar con sus bordados y lentejuelas de oro. La riqueza de los atavíos era un motivo de emulación entre las tribus, y úna necesidad recomendada por la galantería y agradable á los ojos de sus enamoradas. Como las armas eran gala inseparable del caballero, veían- se pendientes de sus cinturas alfanjes magníficos, labrados al uso damas- quino, con inscripciones del Koran, ó cifras marciales y amorosas; los puños de filigrana, el forro labrado con finísimos bordados, las hojas de flexible temple. Sus puñales, sus lanzas con banderolas correspondían á esta rique- za; y como todo este lustre habría causado un desagradable contraste sin los correspondientes adornos del caballo, había jinete que sólo en jaeces tenía invertido un caudal considerable» (1). Tales eran los principales ras- gos de la civilización morisca. Los caracteres físicos de los árabes eran los siguientes: cráneo de forma un poco más esférica que en los demás hombres; estatura regular; nariz aguileña; ojos grandes, negros y de extremada vivacidad; color mo- reno; barba y cabello negros; temperamento nervioso; suma agilidad en la carrera; extremidades delicadas, finas y pequeñas. En el conciso bosquejo histórico etnográfico que antecede hemos visto, pues, que aparecieron en grandes masas sucesivamente en la Península los iberos, pueblo que, según Varrón, descendía directamente de la raza pura caucásica, los celtas, los pelasgos, los germanos y los árabes; variedades todas de la expresada raza caucásica, cuya caracterización típica está for- mulada en los términos siguientes: (1) Lafuente Alcántara, Historia de Granada. eE H. mediocríis, torosus, cute plus minus alba incarnatá (sepius fuces- cente aut nigricante); capillas prolixis (sepe cincinatis) e flavido in atrum variantibus; angulo facialis 85 ad 90 gradus; vertice rotundato; facie ovali; fronte aperta; superciliis plus minus arcuatis; oculis magnis, ciliis longúusculis densisque; naso prominulo, subrecto; auriculis prominuls, adpressis; ore mediocri, dentibus erectis, labris temoribus, barba uberiore; mammis hentsphericis; femoribus versus, genua attenuatis; suris dis- tincias. Conservando las expresadas variedades en el fondo la caracterización típica de la estirpe madre, tiene además cada una de ellas rasgos peculia- res que las distinguen entre sí, y en la fusión que en la Península todas sufrieron por el mutuo comercio que forzosamente indujo el transcurso de los tiempos entre los moradores de un mismo país, esa caracterización pe- culiar sufrió á su vez alteraciones más ó menos profundas, según la pre- ponderancia en cada grupo de la sangre ibera, celta, pelasga, germana ó árabe. En efecto, ni la dominación de cada pueblo de los citados fué igual- mente completa ni de igual duración; y en estas cireunstancias encontra- mos la causa de que los vestigios de unos sean menos aparentes que los de otros, que éstos hayan dejado más profundas señales de su existencia en unos puntos que en otros, y, por fin, que las últimas huellas permanez- can menos alteradas que las cronológicamente más antiguas. Así es que, en el examen físico-moral de los actuales habitantes de la Península, en- contraremos medios de comprobar estos asertos, examinando su idioma, su carácter moral, su cultura y, sobre todo, el conjunto de rasgos fisionó- micamente característicos que conservan al través de las generaciones más ó menos cruzadas. — 617 — POBLACIÓN NÓMADA: GITANOS - Además de las varias modificaciones que por las enunciadas causas se observan en la raza caucásica que habita la Península ibérica, debemos hacer mención de una familia singular por su vida errante y vagabunda. Hablamos de los gitanos, que ya hemos mencionado y señalado con sus nombres diversos en los países europeos, en la parte zoográfica de nuestro libro. Allí también hemos dicho algo respecto á la procedencia de este pue- blo errante, pero ahora daremos mayores detalles. ¿De dónde provienen los gitanos?, pregunta un autor moderno (1). Si hubiésemos de creer la leyenda que corre en los países católicos, el origen y la dispersión de los bohemios nos serían prontamente explicados. Véase cuál es esta leyenda: «Sus antecesores, que fueron los egipcios, se negaron á dar asilo á la Virgen María y al Niño Jesús cuando, fugitivos, se refugia- ban en tierra le Egipto para librarse de la cólera del rey Herodes. Añádase que hasta se negaron á tomar para la Madre y el Niño, que tenían sed, un poco de agua del gran río, del Nilo. Dios ha castigado 4los egipcios por tal crimen: los ha enviado pobres, errantes, despreciados, por todas las na- ciones de la tierra». A tal leyenda puede hacerse una objeción, á saber: que los pretendidos egipcios no tienen nada de común con el Egipto. Mo- dernos viajeros han visto, en el Cairo y en los pueblecillos que bordean las orillas del Nilo, bandas de gitanos sentados á la sombra de las palmeras, Aquellos gitanos eran mirados como extranjeros por los habitantes de Egipto, ni más ni menos que lo son en Inglaterra por los ingleses. Los ras- gos de su fisonomía y su modo de vivir les distinguían completamente de la población local. Lo más extraordinario en este punto es, como dice el mismo autor, que el supuesto origen egipcio, á pesar de los hechos que lo desmientan, ha sido aceptado generalmente por los gitanos errantes de todos los países. Preguntadles, y todos os responderán que proceden del Egipto, que son (1) Los Gitanos en Inglaterra, por Mr. Esquiros. — 618 — de la sangre real de Faraón, y os bablarán con orgullo del antiguo esplen- dor de su patria imaginaria. La opinión más verosímil es que la tradición que supone á los gitanos descendientes del Egipto no proviene de los gitanos mismos, sino que les fué impuesta por los teólogos de la Edad Media. Semejante descendencia se fundaba, en efecto, en la interpreta- ción mística de algunos pasajes de la Biblia. De aquí la opinión, nniversal- mente admitida hasta estos últimos tiempos, de que los gitanos eran egip- cios dispersos en las demás naciones por la espada de los asirios. En cuanto á las hordas nómadas del pueblo maldito, 4 su llegada á Europa olvidaron hasta el nombre de su tierra natal. ¿De dónde vienen? ¿Adónde iban? Otros historiadores, continúa Mr. Esquiros, han querido encontrar en los gitanos las dos tribus perdidas de la casa de Israel. El destino de los Romany, nombre, de origen sanscrito, que se dan á sí mismos los gitanos, ofrece muchos rasgos de parentesco con el de los judíos. Unos y otros se hallan dispersos por toda la tierra y viven en las poblaciones cristianas, con las cuales se mezclan sin confundirse; unos y otros han sufrido por muchos siglos el peso de la persecución, del desprecio, del odio público. Pero de aquí no pasa la semejanza. Un judío reconoce 4 otro aun cuando ambos pertenezcan á dos razas distintas del tronco de Israel, separadas hace más de mil setecientos años; un gitano reconoce también á otro gi- tano aun cuando el uno haya palidecido por las nieves de la Suecia, y el otro ennegrecido, si es posible, con el fuego de los trópicos; pero un gi- tano no reconocerá nunca por hermano á un judío, ni un judío creerá nunca que es de la raza de los gitanos. Además, su carácter particular, sus hábitos, sus usos y costumbres, su desarrollo intelectual, sus aficiones particulares, sus trajes, todo, en fin, ofrece notables diferencias entre ambas razas. Sólo el idioma peculiar de los gitanos puede ofrecernos alguna luz sobre su origen. En todas partes, en España como en Francia, en Inglaterra como en Italia, usan de un len- guaje que presenta marcado carácter de unidad, y el cual, analizado por los filólogos, ha demostrado encerrar raíces más ó menos corrompidas del sanscrito, la lengua sagrada, la lengua de los primeros sabios, que hubo época en que fué de uso común entre las diferentes tribus indias. Según estas observaciones, Grellmann ha comprobado y demostrado el origen ín- a — 619 — dico de los gitanos, diciendo que vinieron del Indostán (1). Sin embargo, ya fué el filólogo alemán Bittner el primero que sospechó que los gitanos provenían del tronco de la antigua India. Prichard, más adelante, ha apo- yado esta opinión con estudios fisiológicos, y observa que los rasgos fisio- nómicos de los gitanos se parecen al tipo indio, y que estas tribus, aunque muy morenas relativamente en Europa, son de color mucho menos subido que los indios de las clases ínfimas, algunos de los cuales son tan negros como los negros de Guyana.. La influencia del clima es la causa de este cambio (2). «Los gitanos, dice Mr. Esquiros, descienden, pues, por vía de emigra- ción, de una tribu india; pero ¿de qué casta proceden? Evidentemente de una de las más inferiores. Hay en las leyes de Mami un pasaje que no he visto citado, cosa que me admira, por ninguno de los autores que han tra- tado de los gitanos. El legislador habla de una especie de hombres com- puesta de clases mezcladas, esto es, de los tchandalas, y, refiriéndose á ellos, dice: Su habitación debe estar fuera del pueblo, no pueden tener vasos en- teros, ni deben poseer por patrimonio síno perros y asnos. (Que por traje tengan los vestidos de los muertos, por platos vasijas rotas, por adorno el hierro; vayan sin cesar de un punto á otro; que ningún hombre fiel tenga trato con ellos; no deben tener relaciones sino entre sí, y casarse con sus semejantes. Esta disposición me chocó cuando la comparé con la vida de los gitanos reunidos en bandas ó familias, cubiertos de harapos, llevando con- sigo caballos ó perros hambrientos, no poseyendo sino muebles ó utensilios rotos, acampando por uno ó dos días cerca de los pueblos, de donde des- aparecen tan súbitamente como han venido. Según refieren los viajeros in- gleses, es un hecho que hoy día las tribus errantes siguen recorriendo el Indostán.» La raza de los gitanos, originaria, pues, de la India oriental, pertenece á la variedad caucásico-índica. Si creemos á Grellmann y Hoyland, parte de la tribu de los Sudders (2) Mr. Raper ha traducido al imglés la obra de Grellmann Dissertation on the gypsies, being an historical inquiry concerning the manners , economy, customs and conditions of these people in Europe. (2) Histoire naturelle de 1' Homme, par J. C. Prichard, traduit de l"anglais par Roulin. — 620 — abandonó la India á principios del siglo xv, amedrentada con las conquis- tas exterminadoras de Timur-Beg, llamado el Gran Tamerlán, que asoló aquel país por los años de 1408 y 1409, colocando á sus habitantes en la dura alternativa de morir ó abrazar las creencias del islamismo. Los que no sucumbieron ó no quisieron aceptar las leyes del Korán, emigraron precipitadamente, y la Europa se vió sorprendida en 1417 con diversas y numerosas inmigraciones de pueblos semisalvajes y desconocidos. Las pri- meras bandas se dejaron ver en las riberas del mar del Norte, cerca de la desembocadura del Elba, corriéndose luego hacia Luxemburgo y Ham- burgo, y siguiendo las orillas del Báltico de Occidente á Oriente. Un testigo ocular de su llegada dice que eran feos, sucios, miserables y ennegrecidos, marchando en pequeñas bandas, que con sus mujeres, ni- ños y bestias se seguían unas á otras. Tenían jefes que les mandaban con el título de condes y duques, caminando á pie ó á caballo, y cambiando frecuentemente de caballerías. Las más de las veces acampaban en des- poblado, durmiendo todos juntos y agrupados, recorriendo después las cam- piñas, en las que llevaban á cabo continuos merodeos. Decían que su vida errante era ocasionada por haber abrazado el paganismo después de la fe de Cristo, y que en penitencia de su pecado debían divagar fuera de su patria por espacio de siete años. Ya hemos visto al principio otra clase de- leyenda. Todas ellas prueban seguramente el carácter taimado y astuto de los emigrantes, que procuraban captarse la benevolencia de los países para ellos desconocidos con el velo de la piedad, 6, mejor dicho, de la hipocre- sía. Presentaban, sin embargo, cartas de recomendación dadas por dife- rentes príncipes, y entre otros de Sigismundo, rey de los romanos. Dá- banse á sí mismos el nombre de roms, y á las mujeres el de juwvas, pala- bras de origen sanscrito. No obstante, pronto se acarrearon el odio y la persecución de los pue- blos europeos, no sólo porque en muchos dominaba increíble fanatismo é ignorancia, sino porque los romani se dedicaron al merodeo y otros exce- sos dignos de castigo. Pronto también fueron arrojados de las orillas del Báltico, no sin perecer algunos de ellos. En 1418 se presentaron en las in- mediaciones de Meissen, Dresde, Leipzig y en Hesse. Federico el delicoso les ahuyentó también de estas comarcas por los mismos excesos que come- tieron en los anteriores países, y en el mismo año aparecieron en Suiza, — 621 — entrando por el país de los Grisones, atravesando el cantón de Appencell y acampando en el de Zurich. De aquí fueron á Baden y, dividiéndose en dos bandas, se dispersaron por todas partes. En Inglaterra é Irlanda fueron perseguidos durante mucho tiempo, siendo suficiente delito pertenecer á su raza para ser condenado á muerte sin piedad alguna. Apartemos la vista de tan enojoso cuadro: y si bien el comporta- miento de los gitanos era indigno del hospedaje europeo, reconozcamos también que la sociedad de aquellos siglos sólo poseía medios de represión sumamente bárbaros é injustos. Dispersos y arrojados de todas partes, mirados siempre con mal ojo, aparecieron al fin en España en el año de 1447, entrando por Cataluña y preseútándose en Barcelona el jueves 11 de Junio del mismo año, según re- fiere un curioso manuscrito coetáneo que se conserva en el archivo munici- pal de la mencionada ciudad. Dice así: «Dijons á IX de jung. M.CCCC.XLVII, entra en la present ciutat un duch e un compte ab gran multitud de Egiptians e Bomians, gent trist e de mala farga, e metianse molto en devinar algunes ventures de les gents ». La historia de los gitanos es la misma en todas partes, sus costumbres iguales, y la pureza de su casta se mantiene intacta; cosa muy digna de no- tarse, porque, después de cuatro ó cinco siglos que los gitanos habitan en Europa, debían los cruzamientos haber producido una fusión de sangres capaz de enmascarar la fisonomía típica de una familia insignificante por su número comparativo. Sucede, sin embargo, todo lo contrario; no des- conociendo nadie al gitano, por más que use el traje andaluz, aragonés 6 catalán, lo mismo que el traje escocés 6 moldavo, alemán ó turco. Los ras- gos especiales de su fisonomía revelan al instante su origen. El más ligero conocimiento de las diversas razas del Globo será suficiente para señalar al gitano donde quiera que se presente. ¿Qué puede haber influído para evitar la fusión entre la raza gitana y la raza que podemos llamar propiamente europea? ¿Dónde deberemos bus- car el origen de tan notable excepción de lo que suele acontecer con las diversas castas que habitan un mismo suelo? En la religión y en las cos- tumbres. Por más que los gitanos profesen la religión del país que habitan, amoldándose sin reparo á todas las creencias y á todas las liturgias, siendo — 622 — cristianos católico-apostólico-romanos en España, Portugal, Italia y Fran- cia, protestantes en Bélgica y en Inglaterra, mahometanos en Turquía, Egipto y Berbería, ete., etc., tienen, sin embargo, religión particular, cuyo culto practican reservadamente. Esto no obsta 4 que reciban el bautismo ó la circuncisión, según el país en que vivan, ni que acepten, en apariencia, los ritos y las legislaciones de los diferentes pueblos. El estado de abati- miento, abyección y reducidísimo número les ha obligado siempre á so- meterse á la ley del más fuerte, y lo hacen de buen grado para evitar per- secuciones. Por otra parte, su religión, sea de la especie que fuere, más ó menos gentílica, más ó menos aceptable 6 conforme con la doctrina cris- tiana, es respetada por ellos y mantenida fervorosamente; de modo que rarísimas veces ha emparentado alguna familia gitana con otra que no fuese oriúnda de su misma cuna. Esta reserva por su parte, y la repug- nancia de sus costumbres poco aprensivas, su vida insegura y aventu- rera, su afición á viandas deterioradas y á animales de los más asquerosos, ha despertado, sin duda, siempre en el resto de los europeos el retraimiento á la mezcolanza de castas, y esto ha contribuido sin duda á la conserva- ción del primitivo tipo de esta familia nómada. Frecuentísimas ocasiones hemos tenido de estudiar las costumbres y caracteres físicos de los gitanos de España; hemos leído lo que sobre esta raza sin domicilio fijo han dicho los escritores de otros países, y todo lo encontramos conforme con las observaciones que llevamos hechas en la Península. En todas partes andan vagando y recorriendo las comarcas, presentándose en las ferias para traficar con el ganado más ruin y misera- ble, que hacen aparecer como ágil y robusto. Las mujeres acosan á toda clase de personas para que oigan sus cantares y dejen indicarse su buena- ventura, restos todavía de las creencias supersticiosas de la Edad Media. También refieren fantásticas consejas, y venden cordones y extravagantes talismanes, que las gentes crédulas admiten para lograr sus fines, más ó me- nos honrados 6 siniestros. Las criaturas, casi desnudas, piden entre tanto limosna, ó entretienen algún corro con tosca sonata, cuando no baila des- embarazadamente alguna linda y joven gitana, acompañando sus movi- mientos con el sonido de la pandereta. Algunos de los hombres más ágiles y taimados se dedican entre tanto al merodeo de frutas y animales descui- dados, si bien el pueblo de su residencia goza de cierta seguridad, por el — 623 — principio que observan de no causar daño donde se albergan y no acarrear contra sí la ojeriza de los demás habitantes. Existen entre los gitanos dos solas clases: una acomodada, rica quizá y lujosa, y otra pobre, hambrienta, andrajosa y miserable. Ambas están en buena inteligencia y no se odian, como, por desgracia, sucede entre los de- más hombres. Viven juntos, viajan unidos y todos parecen contentos con - su suerte, ayudándose en sus tratos, que se garantizan mutuamente saliendo por fiadores los unos de los otros. Las mujeres son, por lo general, muy honestas, y no se conocen entre los gitanos los fatales ejemplos que pro- duce la incontinencia, respetándose los vínculos del matrimonio. Cada fa- milia, cada tribu ó6 cuadrilla reconoce su jefe particular, carácter de que se ven revestidos por lo regular los más ancianos. Nosotros los hemos encontrado, en nuestras expediciones, mil veces acampados con sus camas tendidas por el suelo, y descansando pacífica- mente al aire libre y á la luna de Valencia, como suele decirse. Un gitano en un palacio careccría de aire, de expansión, de luz, de libertad y de movimiento. Su morada es toda la tierra. Lo mismo se cobija junto á los peñascos más escarpados de las sierras, que reposa tranquilo en las lla- nuras bajo el sol abrasador de Andalucía, ó en las regiones nivosas pi- renaicas. Sus aduares -no consisten en verdaderas tiendas de campaña, sino en ranchos hechos con las albardas y aparejos de sus bestias, que se acoplan al lado mismo de sus dueños, cuando no pacen en las inmediacio- nes, causando perjuicios no pequeños en las heredades vecinas. Para el gi- tano, el robo no es punible. Considera de buena fe por suyo todo lo que encuentra en el camino por do pasa. Durante la estación de las lluvias se refugian en cuevas Ó en solares de casas arruinadas ó abandonadas cijas de ganado, cuya posada no les cueste gasto alguno. Esto no es indicar que los gitanos huyan de la intemperie, pues, al contrario, resisten casi siem- pre bien y sin proferir queja las inclemencias del tiempo. En las grandes poblaciones de la Península suele haber familias de gi- tanos establecidas en barrios en que se hospedan exclusivamente sus cara- vanas. Esta costumbre nos recuerda los antiguos barrios de moros y de ju- díos que se llamaban morerías y Juderías, pues en varias ciudades se en- cuentra el barrio de gitanos ó la calle de gítanos, en donde los individuos de esta raza ambulante viven reunidos y alejados de los demás habitantes, — 624 — Entre sí mantienen los gitanos relaciones amistosas, tanto los de Espa- ña como los de otros países, y todos se entienden mutuamente, lo cual atestigua la unidad de su lenguaje semisanscrito. No puede puntualizarse el número de gitanos que habiten hoy día en la Península, si bien se ha dicho que ascendía 4 unos veinte mil. El último censo comprendió toda la población sin distinción alguna, y así será aven= turado cuanto sobre este punto se diga mientras no pueda averiguarse de | una manera oficial y con datos fidedignos. IDIOMA El idioma de los primeros pueblos que vinieron á establecerse en la Península debió ser diverso, como lo fué el de sus diferentes conquistado- res (1). Sin embargo, la influencia del latín preponderó, como preponderó también la dominación romana, que nos trajo la cultura toda de aquella poderosa nación (2). He aquí por qué la lengua castellana, hija legítima de la latina, es aún el habla general de los españoles, que en esta parte sólo se distinguen por el acento y modismos provinciales, únicos restos del len- guaje peculiar de sus antepasados (3). No otras son las causas de la unidad (1) «Los etimologistas darán en el solar español con más etimologías la- tinas que arábigas, más de éstas que de las griegas, más griegas que hebreas, más hebreas que célticas; menos godas, menos púnicas y menos todavía vas- congadas». (Mayans y Siscar, Orígenes de la Lengua española.) (2) A fines del siglo x111 y principios del xtv se fué generalizando la len- gua castellana en vez de la latina, y también los guarismos arábigos en lugar de los romanos. (3) «En cuanto á la ortografía, dice un escritor, es fácil enterarse por los monumentos originales de las repetidas alteraciones que padecieron en Es- paña los caracteres romanos con tantas naciones como se fueron revolviendo y señorearon el país. Solían los godos trocar la P en B, la V en O y la G en C. Así sucede que de Olisi Pona se formó Olisi Bona, de donde procede Lisbona y Lisboa; de Cord Vba, PortVcale y GUndemarus ha resultado Córdoba, Por- tocale y Gondemarus. Se escribían á veces Cesara Costa y Condemarus, al con- trario de lo que se está haciendo en la lengua castellana, en que se suele tro- car la C en G, como lo ejemplifican las voces que acabamos de citar: Portu- cale, Tarracona, Cesara Costa, transformadas en el español moderno en Por- tuGal, TarraGona y ZaraGoza. — 62% — de muestro idioma que la extensión y duración de la dominación romana en el suelo ibérico y la fusión política que la monarquía única de los Re- yes Católicos fué arraigando en el territorio español. A pesar de lo que acabamos de decir, es no menos cierto que, aparte del tono, diversa pronunciación y modismos de las diferentes provincias, existen en la Península tres dialectos distintos (1), 6, por mejor decir, dos, si no se considera como tal al vascuence, que, según la opinión de algu- nos, es el lenguaje de los primitivos moradores de la Iberia. Coincide esta idea con la circunstancia de haber sido las vertientes pirenaicas, sobre todo las occidentales, el punto de la residencia de los iberos, señalado en los mapas etnográficos como la cuna de aquel pueblo en la Península. Si á es- tas consideraciones históricas añadimos las que nos ofrecen los caracteres físicos y morales de los vascongados, veremos que la idea que estos espa- ñoles se han formado de remoto origen y antigiiedad no carece de funda- mento. En efecto, el pueblo vascongado se distingue bastante de los demás tipos peninsulares en su pura casta por rasgos no poco característicos. Son los siguientes: «Estatura elevada; temperamento sanguíneo-bilioso; piel sonrosada y vellosa; cabello corto, castaño; frente ancha; cara larga; pómulos promi- nentes; nariz grande y larga; ojos medianos y de color pardo; barba no muy poblada; esqueleto fuertemente desarrollado; pies y manos grandes». Las costumbres primitivas, que al través de tantos siglos se ven aún reflejadas en las que en la actualidad son propias de estos provinciales; su (1) No falta quien á estos dialectos les llame idiomas. El catalán, por ejem- plo, según dice Ballot en su Gramática y Apología de la Lengua catalana, es- crita en catalán: «No sólo es propio y verdadero idioma, sino sencillo, claro, puro, enérgico, conciso, numeroso, fluido y natural; y es lengua tan senten- ciosa, cortesana y docta, dice Andrés Bosch y Escolano, que no hay lengua que con más breves palabras diga conceptos más altos y mejores, asemeján- dose en todo á la latina». «No es, pues, la lengua catalana, dice más adelante el mismo Ballot, una jerga ó un dialecto obscuro, voluntario y difícil de entender, como equivoca- damente creen algunos, sino propia y verdadera lengua, pues consta de todas las partes de que debe constar una lengua, como son nombres, pronombres, verbos, participios, preposiciones, adverbios, interjecciones y conjunciones, y de todas las voces con que cada nación expresa sus conceptos.» 40 e carácter moral y decidida repugnancia que han manifestado siempre en tener que renunciar á sus leyes y hábitos antiguos; el entusiasmo con que en todos tiempos han defendido sus fueros, y la sangre que con tanto he-. roísmo saben derramar para conservarlos, son, 4 no dudarlo, señales nada equívocas de su especial origen y de la unidad de su familia, que puede vanagloriarse de ser la única en España que mejor ha sabido eludir las consecuencias de las invasiones y conquistas, y hasta la fusión de castas que irremediablemente acontece entre los pueblos sociables. Los vascos, pues, señalados con especiales rasgos físicos, con idio- ma propio y antiquísimo, con un carácter moral enérgico é independiente, con costumbres patriarcales y tradicionales, con leyes cuya conservación defienden tenazmente, constituyen una familia especial del pueblo español, y quizá la verdadera, pura y primitiva ibérica, montañesa y marítima, como lo es el tronco geórgico de donde más verosímilmente procede (1). El lemosín, habla común á los baleáricos, roselloneses, catalanes, va- lencianos y aragoneses ribereños del Ebro inferior, es ya un verdadero y rico dialecto, que participa tanto más de la lengua latina madre, cuanto que la dominación romana se vió en estas provincias más arraigada, y sus re- laciones políticas y comerciales con los pueblos directamente descendien- tes de la sangre pelasga fueron después muy íntimas y usuales (2). (1) No todos están conformes sobre este punto. He aquí lo que dice un his- toriador moderno: «En cuanto al origen del mismo pueblo vascongado, con- fieso que me ha servido de sumo tormento el no poder despejar tanta lobre- guez. En verdad, no sabemos atinar con su principio ni su paradero sino á bul- to, pues no cabe admitir la opinión que trae los vascongados de la Atlántida de Platón, ni tampoco la otra según la cual son oriúndos del Africa. (Leibnitz, Miscell., t. 1.) Por más que un erudito dinamarqués (Schum, Origen de los pueblos) haya creído advertir alguna hermandad entre el vascuence y la len- gua shilia ó chilla, hablada entre los bereberes 6 kabilas del Atlas (6, por lo menos, en algunas de sus tribus, que se suponen restos de los habitantes pri- mitivos del África septentrional), este origen carece, en mi concepto, de aquel viso de certeza que de suyo corresponde á toda afirmación histórica. Hay, pues, que avenirse á conceptuar esta cuestión como uno de aquellos proble- mas etnográficos para cuya solución escasean todavia los elementos en la ciencia, si es que jamás quepa resolyerla». (2) Véase la exacta igualdad de muchísimas voces del catalán con el latin. Las palabras catalanas porta, escala, oliva, os, cor, ampolla, finestra, ordi, palla, front, font, pluja, gel, glassoda, fum, vesch, veri, ferro, bou, ginesta, elau, genoll, etc., son enteramente parecidas á las latinas porta, scala, oliva, — 627 — La mezcla de ésta con la de los iberos, que en la invasión de los cel- tas se corrieron á lo largo del litoral del Mediterráneo, produjo un tipo es- pañol particular y variable por la preponderancia, ya de los rasgos germano- pelasgos, ya de los árabe-pelasgos, según que la dominación goda ó árabe pudo influir más sobre la sangre romana diseminada en las venas de estos descendientes del pueblo ibero primitivo. Estas diversas modificaciones se ven además marcadas con otros sellos. ¡Tan cierto es que la influencia de raza se deja sentir, tanto en la parte material, como en la espiritual del hombre! En efecto, prescindiendo de las ligeras alteraciones que en la pronun- ciación del dialecto han introducido los valencianos dándole un acento menos áspero, castellanizando muchas frases, admitiendo otras castizas con desinencias lemosinas que las estropean, este pueblo ostenta en su físico la belleza de las variedades pelasga y ¿rabe combinadas de manera venta- josa. Su carácter turbulento y querelloso prueba no ha degenerado en los valencianos la cualidad que distinguió igualmente 4 los pueblos latino y árabe, connaturalizados por tantos siglos en su suelo. Los valencianos tie- nen también de los árabes la yolubilidad y genio iracundo, que, cuando no está corregido por la educación, les conduce á deplorables excesos. Su in- genio es igualmente agudo, y su laboriosidad no reconoce límites. Sabido es cuán floreciente y en envidiable estado se ha conservado siempre en sus manos la Agricultura. Así como en los valencianos domina la sangre árabe y pelasga, en los catalanes está mezclada la pelasga con la germánica, notándose su influen- cia de un modo muy marcado en sus caracteres físicos y morales. He os, cor, ampulla, fenestra, hordeum, palea, frons, fons, pluvia, gelu, glacies, fumus, viscus, virus, ferrum, bos, genista, clavis, genu, ete. El mismo Ballot presenta listas de palabras iguales enteramente en latín y en catalán, y de palabras derivadas del latín. También presenta listas de voces catalanas de- vivadas del árabe y del griego. Del godo dice algunas palabras como arbós, brassol, bandol, camisa, compás, capa, fusta, gat, gos, got, daga, escaramusa, rabassa, respall, sotoll y otras. El Ilmo. Sr. D. Félix Torres Amat, en su Diccionario de Escritores catala- nes, dice que el marqués de Sentmanat, á principios del siglo pasado, pre- sentó á la Academia de Barcelona un Catálogo de las palabras catalanas pro- cedentes de otras griegas, hebreas, góticas y arábigas, siendo las góticas en mayor número. — 628 — aquí por qué á la estatura aventajada, robustez corporal, firmeza de carác- ter, reflexión y constancia de los germanos, se une en los catalanes el arrojo y genio emprendedor que tanto distinguió 4 los griegos y latinos, cuyas prendas heredaron y han sabido conservar al través de las generaciones de una familia en cuya sangre hierve el orgullo provincial de sus mayores, cuyo recuerdo les ha dado siempre nuevos bríos en sus más arriesgadas empre- - sas. Y, sin duda alguna, á la unión de sus individuos es debida la conser- vación del dialecto lemosino, que hablan siempre entre sí y con más pureza que los valencianos, puesto que resisten las desinencias castellanas que es- tos últimos admiten con facilidad. Las ciencias y las letras, las artes, la in- dustria, la marina, el comercio y la agricultura, todo florece en este pueblo lleno de recuerdos históricos los más honrosos, y en que despierta al menor agravio el carácter belicoso infundido en él con la sangre de los pelasgos. Muchos puntos de contacto con los catalanes tienen los roselloneses y ba- leáricos, en los que no nos ocuparemos aquí por no entrar su residencia en el área geográfica de la Península, único territorio que nos proponemos dar á conocer desde el punto de vista lexicológico que corresponde á este escrito, El dialecto portugués, que, como el gallego, no es más que el castellano antiguo corrompido, es el habla de un pueblo descendiente en gran parte de los celtas, que de preferencia se establecieron en la meseta central de las Castillas y en la Lusitania y Galicia (1). Así es que aún reunen los ha- bitantes occidentales de nuestro país rasgos físicos que nos revelan este origen, como son: «Piel pálido-amarillenta, vellosa; cabello espeso, no largo, de color castaño-obscuro; frente más ó menos convexa por sus lados; ojos negros y de mediana magnitud; nariz deprimida en su base; barba cerrada y rígida; muslos inferiormente atenuados; pantorrillas muy pronunciadas y pies pe- queños; temperamento bilioso linfático; estatura regular». Como en el resto de España, sobre este tipo se ingirieron los gérmenes de otras sangres diversas, y entre ellas la germana, que, representada por los sueyvos, dominó á las demás. 4 ] Las costumbres feudatarias de esta raza están reflejadas en la subdivi- (1) También conserva el idioma lusitano restos del lenguaje árabe. Véase Sousa. Vestigios da lingua arabica em Portugal. — 629 — sión de la población occidental de España, afiliada en concejos ó pequeños “grupos, dependientes en otros tiempos de señoríos, que aun después de borrados conservan cierta influencia en el ánimo de los actuales morado- - res, naturalmente dóciles y sumisos, 4 pesar del engreimiento que les pro- duce el recuerdo de los valerosos hechos de sus antepasados. La periódica emigración de los actuales gallegos y asturianos para ocu- parse fuera de sus provincias en las faenas del campo y al servicio del resto de la Península, revela, además de su índole sufrida, cierta aplica- ción al trabajo y necesidades que no pueden satisfacer con los solos recur- sos que su país les ofrece. El territorio comprendido entre la meseta central de la Península, el Alemtejo y Galicia, fué ocupado después de la invasión celta por los celtí- beros, que, como hemos dicho, fueron producto de la mezcla de sangres entre aquéllos y los primitivos moradores de nuestra España. Así es que gran parte de los antiguos reinos de Castilla y Aragón está habitada por los descendientes de aquella antigua familia, enmascarada, si podemos de- cirlo así,-con rasgos de la fisonomía árabe que no pudo menos de contraer durante el largo período de dominación sarracena. Su habla es la caste- llana moderna pura, y esto solo ya es una prueba positiva de su antigua her- mandad, así como la uuiformidad en su carácter apacible, sedentario, poco entusiasta y bullicioso. La naturaleza del país que habitan les ha hecho forzosamente agricultores, y bien que este arte no haya progresado mucho en sus manos, siempre será probablemente el cultivo de la tierra la ocu- pación principal de la masa de la población central de la Península, me- nos activa y menos laboriosa que la que habita el litoral (1). (1) Cuantas voces del Diccionario español empiezan por al (dice un escri- tor) suelen ser arábigas, como también los vocablos geográficos tan repeti- dos con las voces Guad, Medina, Ben, Beni, Aldea y muchísimas voces y nom- bres diversos, como bellota, azófar, botija, candil, barrio, bodas, daifa, zahorí, z2aquizami, zarracatín, etc. Trae Casiri una lista de plantas sacada de las obras de Abuzakaryya, donde se halla el origen arábigo de un sinnúmero de nom- bres castellanos de árboles, frutas y flores, como algarrobo, alfonsigo, jaz- min, albaricoque, algodón, azafrán, alhelí, azucena, almoraduja, albahaca ó alfabega, almez, llantén, zumaque, etc. Al lector que se interese en estos asuntos, recomendamos, además de las obras de Dozy, el libro de Eguilaz, publicado hace pocos años en Granada, con el título: Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental. — 630 — La dominación de los moros, que fué casi completa en España y duró ocho siglos en su parte meridional, no pudo menos de modificar, como he- mos indicado, los rasgos típicos de toda su población, bastardeada ya otras veces por los conquistadores que les precedieron. He aquí por qué ningún otro europeo ostenta mayor conjunto de semejanzas con la variedad árabe: que los españoles, y sobre todo los andaluces, cuyo país fué la última re- sidencia que en la Península tuvieron los sarracenos (1). En efecto, las Andalucías (2), que á esta circunstancia reunen casi la misma situación geográfica que las comarcas berberiscas, están habitadas por los descendientes de los ¡bero-fenicios é ibero-mauros, tipo especial de vivacidad que casi ha heredado por completo los rasgos que expresa la siguiente descripción aplicada al Homo arabicus de Bory: Homo major (feminc pusille) biliosus, sanguinenus, cute obscura, fu- ccscente, levigata, capillitio elongato, leevi subrudi, atro; vertice cleva- tissimo; facie oval, utrinque attenuata, fronte vasta, naso tenul, acumi- nato, sepe aquilino; oculis magnis, atris aut fuscis; mento acuminalo. A esta caracterización física añádese la moral y social del pueblo an- daluz, salpicadas de costumbres completamente moriscas. Su afición á los (1) También fué el primer territorio de España que ocuparon. El siro ma- ronita Casiri (t. 11, p. 327) saca la denominación de Andalucía del arábigo Handalos, traduciéndolo regio vespertina, región de la tarde, del ocaso, nom- bre que corresponde á la Hesperia de los griegos. Mr. Avezac, en la Enciclo- pedia Nueva, dice que tal denominación no se balla en documento alguno an- terior á la conquista de los moros, quienes la introdujeron en la forma de el Andalos, aplicable alternativamente al país ó á la capital y á sus moradores. (2) «Una preocupación antigua atribuye á la mezcla de castellano y árabe la aspiración áspera y gutural que se halla en el idioma español, como en el árabe y en el alemán. Es, sin embargo, más probable que este sonido sea un rastro de la pronunciación antigua germánica de los visigodos, que se había ido manteniendo más idéntica en las serranías de Castilla que en otras partes de España, y que en lo sucesivo se habrá ido embebiendo mucho más fácil- mente en la pronunciación arábiga; lo que corrobora esta opinión es que las mismas voces arábigas que se pronuncian aspiradas en castellano, donde se han prohijado, suenan con el eco de la s ó de la z en el portugués, donde también se han connaturalizado. Hay que advertir también que los castella- nos pronuncian la y delante de la e y la ¿ poco más ó menos como los ale- manes, lo que no se verifica en ninguna otra lengua romana, y que el modo de trocar la o en ue se hermana con la transformación de la o en «2 de los ale- manes. Compárese, por ejemplo, la voz alemana kerper con el español cuerpo, poebel con pueblo. (Bonterweck, Historia de la Literatura española.)» "e — 631 — caballos, su pasión por el lujo, las ferias y romerías, y hasta su carácter fanfarrón algunas veces y ligero, son cualidades todas que se observan aún en los moros descendientes de los expulsados de la Bética. «Si pudiéramos, dice un escritor moderno (1), patentizar todo lo que la civilización española tomó de la arábiga, no sólo en artefactos y utilísi- mos descubrimientos, sino también en conocimientos científicos y literarios cuando el resto de la Europa se hallaba sumido en la barbarie, no duda- mos destruiríamos la común opinión de que el roce y comunicación fué es- téril entre españoles y sarracenos.» Infinitos son los recuerdos del pueblo morisco que hallamos á cada paso en nuestro orden social, en nuestro ca- rácter nacional y en nuestros hábitos (2), tanto públicos como privados (3). Si recorremos nuestras poblaciones y ciudades meridionales, dice el mismo escritor, hallaremos en todas partes recuerdos y trazas moriscas que nos traen á la memoria la existencia y el triste fin de los miserables expul- sos (4). ¿A qué atribuiremos el gusto especial de los andaluces en los ador- (1) D. Florencio Janer: Estudios históricos: Restos de la influencia morisca en los usos, trajes y costumbres españolas del siglo XEX. (2) Nuestros muchachos aprenden hoy día el be á ba en las escuelas con los mismos gestos, tonillo y ademanes que en el tiempo de los sarracenos, y conforme se practica al presente en las escuelas de Asia y África. El uso que tenemos de decir si Dios quiere, nos ha quedado de los moros y es precepto del Korán: «y nunca digas sobre cosa alguna yo he de hacer esto mañana, sin añadir sí Dios quiere». Sur. 18, v. 25. La costumbre de agregar en nues- tras conversaciones la expresión según parece, sabelo Dios, viene igualmente de la costumbre morisca, conservada todavía entre los árabes africanos, que no dicen nada sin añadir: «Dios sabe mejor lo que hay». (3) «Las fiestas 6 corridas de toros, los naipes, el ajedrez y ciertos juegos infantiles de que hallamos vestigios en algunas provincias, lo heredamos todo de los moros españoles, como también la voz de alerta de los centinelas (al herdh), las postas ó correos de palomas, las tiendas de campaña y los tam- bores, etc. Muchos de los adagios que nos son más comunes, los jardines bo- tánicos, las esteras, las espuelas ó acicates, los pretales que adornan con fle- cos, borlas y campanillas los pechos de nuestros caballos, son asimismo res- tos de las costumbres de los moriscos.» (Estudios históricos.) (4) «Las rejas de los pueblos y ciudades de Andalucía nos revelan su origen muslímico, como también nos revelan su procedencia mahometana las cance- las y las celosías, las calles tortuosas, los patios, los cármenes y los algibes, las alfombras, alcatifas, divanes, sofás, almohadas, almohadones y cojines, los ba- ños, la costumbre de sentarse en el suelo damas y campesinas dentro de los templos, el comer los labradores andaluces en mesas sumamente bajas, sus fajas de colores, sus polainas y mil otras costumbres.» (Idem.) — 632 — nos de sus vestidos provinciales, sino al mayor roce que con la raza mo- risea tuvieron sus bisabuelos? (1). Pero si los andaluces heredaron de los moriscos la riqueza y gusto de sus trajes, también heredaron su verbosi- dad galante y exageraciones provinciales, pues los árabes tienen general- mente la fama de chistosos y amigos de jocosidades. Más importante in- fluencia ejerció la estancia de la morisma en nuestra patria en las musas castellanas, pues la reconquista del país perdido produjo, como dijo Du- rán, la poesía de un caballerismo especial que tomó formas en los roman- ces moriscos, ya históricos, ya novelescos, y que fueron la iniciación de los más modernos (2). En la vida labriega y pastoril de los españoles mo- dernos conservamos todavía diversos usos árabes Ó moriscos que prueban hasta qué punto llegaron á prohijar los vencedores las costumbres más úti- les de los vencidos (3). «Los más de los estilos que las tribus árabes dedi- cadas á este género de vida pastoril habían planteado en España, y de las regalías que gozaban para sus rebaños, han venido á conservarse casi ca- bales; así es que, entonces como ahora, cabañas grandísimas de ovejas pa- saban por Abril de las dehesas de Extremadura y de Andalucía á los pas- tos de Molina de Aragón, y volvían en Octubre á la Andalucía y Extre- madura. Éste es el origen de la Mesta. Rebaños y pastores se llamaban moedinas Ó errantes y trashumantes, y conjetura Conde que de aquel nom- bre adulterado procede el de merinos, dado á los ganados que varían de pasto dos veces al año» (4). «No terminaríamos, en fin, la reseña de los res- (1) «Los moros desplegaban toda su riqueza y elegancia en trajes, armas y arreos de caballos. Jactábanse los señores y donceles de su gusto exquisito en combinar los colores de sus turbantes, fajas y aljubas, y en deslumbrar con sus bordados y lentejuelas de oro.» (Historia de Granada, por Lafuente Alcántara.) (2) Durán: Romancero general. (8) «No menos hallamos restos de la inflnencia morisca de nuestros trajes nacionales, conservando, entre otras prendas, las capas y mantillas que no de- ben su origen á otra cosa que á los albornoces y velos mujeriles de la raza expulsa. Pero como resto más general, que podemos llamar europeo, se halla el invento de las notas de música usadas en la actualidad, apropiadas y vul- garizadas por Gui de Arezo. Debemos también á los árabes la invención del instrumento músico llamado laúd, de que salieron las modernas guitarras, introduciendo en España el so del órgano, la fauta, el arpa, el tiorbo, la bandurria y la vihuela, como también la muy popular costumbre de las sere- natas.» (Estudios históricos.) (4) «De aquella temporada fechan los grandiosos esquilmos de la Andalu- — 633 — tos de la influencia morisca que conservamos todavía en nuestros usos, en nuestros trajes y en nuestras costumbres. Desde los artefactos más útiles é indispensables á la vida humana que salían de las célebres fábricas de alfarería y loza de Málaga y de Valencia; desde los resabios orientales en la aspirada pronunciación de los andaluces, hasta las costumbres de nues- tros pastores, las mañas agrícolas de los campesinos, los principales ras- gos del carácter español, asaz diferente de los demás caracteres europeos, y de una infinidad de voces de los idiomas castellano, catalán y valen- ciano, en todo hallaría una pluma perspicaz é inteligente el infiujo que la civilización morisca había ejercido en la de nuestros bisabuelos» (1). POBLACIÓN ACTUAL Hasta estos últimos años no puede decirse que se conociera con alguna exactitud el número de habitantes que pueblan la Península ibérica, pues no existía censo alguno llevado á cabo con la escrupulosidad que requiere esta clase de estudios. Según el último recuento oficial, publicado por lo relativo á España en 1887, y el de Portugal hecho en 1878, resulta que la Península tiene 21.116.449 habitantes, de los cuales 16.956.134 son españoles y 4.160.315 portugueses. Debe advertirse que sólo contamos los existentes en el con- tinente de la Península, sin extendernos á los habitantes de las colonias, cia alta y de las cañadas recónditas de Sierra Morena; pero donde quiera es- tán asomando rastros de las faenas arábigas, pues lo son generalmente los estilos y prácticas de aquella provincia, siendo el caballo siempre el compa- ñero de todo aldeano andaluz independiente. Práctica inmemorial era entre los árabes, allá de suyo errantes y pastores, el ir mudando con las estaciones de pastos y de campamentos. Solían llevar en primavera sus tiendas á mayor ó menor distancia del sitio de la otoñada, á fin de dar á la hierba el competente plazo para su retoño y veranear durante la mesaifa en campiñas frescas al Norte 6 á Levante, y durante la mesta ó invernada permanecer por los oteros templados del Mediodía á Poniente, al remedo de las grullas, valiéndonos del símil del rawi árabe Damir, las cuales pasan la mesaifa en el Trak ó en Cal- dea, y su mesta en Egipto ó los territorios de Poniente.» (Historia de España, por Romey.)» (1) Estudios históricos citados. — 634 — ni siquiera de las islas adyacentes, que ordinariamente se incluyen en el Censo de la Península, y que en 1887 representaban una población de hecho de 312.593 almas en Baleares y 291.625 en Canarias. La superficie de la parte continental de España es, próximamente, de 494.946 kilómetros cuadrados; la de las Baleares de 4.817, y la de Cana- rias de 7.273, 6 en total 507.036 kilómetros cuadrados, espacio que podría contener muy bien dos terceras partes más de habitantes si el terreno fuese igualmente fértil. Como prueba de lo que acabamos de indicar, diremos, por ejemplo, que en 7.690 kilómetros cuadrados la provincia de Barcelona encierra 902.970 almas, al paso que en casi triple espacio de tierra (21.895 Kilómetros cuadrados), Badajoz tiene próximamente la mitad de población (481.508 almas). Este ejemplo le vemos repetido en muchos otros distritos, como puede examinarse en los cuadros que al final se acompañan, en que, no sólo se señala la superficie de las diversas provincias peninsulares y el número de sus habitantes en dos épocas distintas, 1857 y 1887, sino que además indicamos el origen histórico-etnográfico de sus moradores, según los rasgos zoográficos que aun pueden apreciarse perfectamente hoy día. «Ha reinado en España, especialmente en los anteriores siglos, dice un escritor moderno, una opinión vulgar que, sin haber sido comprobada por censo ni estadística alguna, y fundándose solo en ciertos hechos nunca examinados con severa crítica, ó más bien en dichos vagos ó no probados, pasó de unos escritores á otros, que, copiándose sucesivamente, dieron por sentada una opinión que con suma dificultad podía scr admitida. Esta opinión era que en tiempo de los Reyes Católicos se hallaba la población de España en extraordinario auge, en términos de llegar 4 18 y aun á 20 millones sus habitantes. Y aun no 18 ó 20, sino muchos más millones de habitantes había en España, según algunos, en los pasados siglos. «Setenta y ocho millones de personas, decía Álvarez Osorio, escritor del reinado de Carlos IL, había antiguamente en estos reinos, y en el tiempo presente (1686) habrá 14 millones con poca diferencia. Por esta cuenta tengo pro- bado se han disminuído 64 millones de personas» (1). Moncada, al princi- pio del mismo siglo, decía haber en España seis millones de habitantes, y Méndez Silva, á mediados de aquél, le daba 12, no faltando quien los re- (1) Extensión política y económica, pág. 21. — 639 — dujese á cuatro. Esto quiere decir que todos hablaban á bulto y según sus propias ideas. Mas el Censo de Castilla del siglo xv1, publicado en 1829 por D. Tomás González, archivero de Simancas, fija su población del modo si- guiente: En el año 1482 no se daba á la Corona de Castilla más de 7.900.000 almas; 6.990.262 en 1541; 6.651.929 en 1587; 6.888.106 en 1594, com- prendiendo la provincia de Granada y las Vascongadas. El Censo de Ara- gón en 1495 daba 260.190 habitantes, y 354.920 el de 1609. El de Va- lencia de este mismo año, 486.860, y 322.710 el de Cataluña de 1553. El de Navarra del mismo año, 154.195. Ateniéndonos á estos Censos, se ve que España no tenía en aquellos siglos el número de habitantes que algu-: nos habían ponderado. Los Censos que Capmany (1) y Canga Argúelles (2) publicaron de Cataluña, Aragón y Valencia, coinciden bastante con los ex- presados del Sr. González. «No puede decirse, asegura D. Isidoro Antillón en su Geografía de España, que ésta haya estado más poblada que al pre- sente, ni en tiempo de los romanos, ni en el siglo xv, en cuya época su- ponen algunos escritores arbitrariamente que llegó 420 6 á 21 millones el número de sus habitantes. Por el contrario, los datos más exactos y las combinaciones más racionales persuaden que no hubo entonces sobre la superficie de España más de los 10 millones y medio de almas ¿ que el ál- timo Censo reduce la población actual». Por fin, D. Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España (3), dice: «Ya en otra parte hemos dicho que estábamos reuniendo curiosas noticias para combatir la opivión de aquellos que no han vacilado en asegurar y soste- ner que en época muy remota, á que apenas pudieran alcanzar nuestras in- vestigaciones, y en época también más cercana, esto es, cuando terminaba el siglo xvr ó promediaba el xvir, tenía España una población apenas ercíble. De esta última época podremos, entre otros,.citar al escritor Pe- dro Ordóñez, que dice que España tenía nueve millones de vecinos con- tribuyentes, lo que equivaldría 4 una población superior, cuando menos, á 50 millones de habitantes. Así es muy frecuente ver.en los escritos de es- tos tiempos aumentada una población 40, 50, 60 veces más en corto tiempo, y muchas veces sin causa que justifique este progreso sorprendente». (1) Cuestiones críticas, cuestión primera. (2) Diccionario de Hacienda, artículo «Despoblación». (3) Tomo de Madrid, pág. 73. — 636 — En los Censos modernos, los resultados son ya de valor; y aun cuando no exactos, se pueden tomar como aproximadas á la verdad las cifras si- guientes: Año de 1857.—15.464.340 habitantes españoles en la Península é islas adyacentes. Año de 1860.—15.673.480 ídem íd. íd. — 1877.—16.634.345 ídem íd. íd. — 1887.—17.565.632 ídem íd. íd. Por el cuidado y la corrección de los defectos observados en los Cen- . sos anteriores al de 1887 parece ser éste bastante exacto, y se comprobará, según la Ley, en 1897. — 637 — CUADRO DEMOSTRATIVO del número que ocupaba en escala gradual cada una de las provincias de la Península é islas adyacentes, según el número de ha- bitantes que contenía en 1857. Número PROVINCIAS Habitantes de orden. que contienen. 1 Barco A iaa 150.804 a Valencia ....... A O a RO 622.677 3 CONUA at jaat 513.114 4. Ordo aid od ali c 555.215 5 Solar td ta 501.050 6 Mad r to eraA 483.795 7 Malaga. aa il 471.554 8 Bone rca CIO 464.969 9 CAMA A DEIS FO 461.240 10 Oro O SOS OcAoIa 446.801 11 Badajoz iras do SUBS TEE 497.932 12 Or ta al 406.994 13 A O iS oo OO TIa a 397.701 14 ARALAR adi 397.366 15 AMC aer 392.990 16 Mc rta 387.377 17 Cordoba a att 362.538 18 TAM E Iii ota 361.190 19 MD dato de 354.295 20 Burgos....... O SO EAS 347.693 21 Td dd cra Mas 340.635 22 MO o ooo boo sa broocob cba tas o boGUGuDO 339.012 23 GOTO rd ais NM e os 328.136 94. AM raras aia clata decae 326.640 25 Merida rr atari lefa rear DES 316.868 26 Caceres mon eri afesiate E 313.912 27 Castollns ara ree caer sd 312.748 28 MORA COSA OOOO IES ORAR a 308.622 29 AA o abs O SS 280.722 30 Coda deal. o terre feto lako jala 277.788 31 ESO ANO oa oe oO Ga 270.157 32 Baleares iio CODO DDD PO ODO 266.952 33 LLAMO las ya 262.451 34 Vallado iras cia ral 255.116 35 A O OLAS o ERAS blo 250.616 -36 Caudal ara a di 242.171 31 Cuenca atera rre ia sis 243.260 38 Santander an DO OIE 232.523 39 CAMA ti tran 227.146 40 IMA One00 son cobos poor Dogo DADO 211.402 41 Palencia 09uesenasoo vooone 205.666 49 Art tt le lata af 187.156 43 SNC. pedomoVas ra ao 184.110 44 Logroño....... DoD00S o oo d0000009ñ0 O00uLoe 183.203 45 SOMA oi ile OA 178.645 46 GUIPUZCOA torta teladte DUbONE 164.991 47 ESO c0000svVOVocoVo poco Dobroo acc doD ao 162.082 48 VILO O 00 uoVsonon bone SONO ao O Ono 160.470 49 AMV aa ota AO UICN 100.756 TOTAL GENERAL.... ... . 16.301.851 — 638 — CUADRO DEMOSTRATIVO del número que ocupa en escala gradual cada una de | las provincias de la Peninsula é islas adyacentes según el número de habitan- tes de hecho que resultaron inscritos en el Censo de 1887 último verificado. 4 Número a A le e PROVINCIAS Habitantes. o 1 Barcólonas. lA AE de 902.970 ] 9 Vena a o ed oi OO 733.978 3 ME OS O OO aa 682.644 4, A a A ON 613.881 5 Ori lO e SAO RSE alo o 595.420 6 Sr A O ai PR 544 .815 7 Mala a col e 519.371 8 Mi Sato ax 491.436 9 CGrinadari. a 484.638 10 Badajoz pta crias ESO Rao 0 481.508 11 ¡NA O OEA pa sl 4483 385 12 E OOOO EOS e Ea | 437.842 13 AMC at 483.050 14 or royosaao ono raso ro pasao aa dot 432 165 15 CAZA e o A 499.812 16 Carclyssgaso cogaspor PraroJoDo os iros 420.728 17 LEMON A caro room socos oodao 000 odos 2000 415.195 18 ME O io oO tE. an 405.197 - 19 EN as OSO IDO ROO TA ES AS 380.637 3 20 Dd A do Ra 359 .562 ] 21 MENTA. sono poso puso soda nan oso ooo E 348.519 ] 22 CAES iS 399.193 Ñ 23 a AR E NES RN TO e 339.452 94 A 338.551 | 25 Salamanca oa ee 314.472 3 26 Balear rta Se) ] 27 ron a A O | 306.583 28 Navarra ai to le old 304.122 29 Castalla o o ode de les SE LSSI AER 992.437 30 CiudadRealraa e ion 292.291 31 Ta 291.625 32 IA Aa IO OjaS IO. 285.417 33 (Arnot. c0.0 suo uasose NOS AE yd 270.072 34 Mala Re 267.148 35 CS O OS OSOS ae. 955.137 36 A IS e o 254.831 31 Satan de A 944.274 38 CUA Nene cai ¿ 249.462 39 A A OU oo ds oa AAA 941.865 40 VWitAdOSEko0ac000d0d000000Npadian dano bsanorbo 235.659 41 Albacete a Se 229.105 49 CA e , 201.518 43 (E E OS Val chos 193.093 44 Balear S e ale DS E 188.845 45 EMPUAEs yoso sarao oo ao de 181.845 46 Moa poh ans ap adda deja addo.. E 181.465 47 [ESO sao aan too ova anomia Uat ooo 154.443 48 A NS aaa 151.530 49 E a O dados Op bdo aa ee SE m15) 17 560.352 50 | Posesiones del Norte y Costa occidental de IA A O O O AOS 5.280 MOTA ICENE RA 17 565 632 — 639 — DISTRIBUCIÓN ETNOGRÁFICA de la Peninsula ibérica, censo de su población y superficie de cada provincia según datos oficiales de 1857. de oa PROVINCIAS ps Ciemiso;: aa Guipúzcoa ..... 164.991 52 Méároivas Provincias Vas-) Vizcaya. ...... 160.470 105 ORDES: > cons das laa 100.756 116 Navara... 308.622 280 | Barcelona..... 750.804 220 Ibero-pelasgo-| Principado de ca-) Tarragona..... 339.012 190 gSermanos.... | dolio. obuoooc | Hero 328.136 248 (daa 316.568 | 346 ¿ | os Eo 622.677 289 Ibero-pelasgo- - : Alicante....... 392.990 164 árabes... [ Reimode Valencia. Castellón... 312.148 | 198 | Mime ononsca 383.311 303 SE 501.050 299 Milan 471.554 270 | Granada 461.240 205 eS - Reinos de las An-) Cádiz. ........ 397.701 216 A LOS: ' dalucías........ Córdoba ....... 362.538 | 3836 MA a: 361.190 | 559 Icono one 326.640 | 220 ME 184.110 258 | Ciudad Real.... o 663 o MA 340.635 468 A A A A e 243.260 686 Albacete....... 211.402 | 452 e uE Cáceres........ 313.912 615 / Xtremadura..... Badajoz IATA 497.989 596 | A ORISTA1oS 277 Bo 347.693 393 Castilla la Vieja../ Segovia........ 162.082 199 SOM ooo.nos ee 178.646 325 Logroño ....... 183.203 154 ed ) Inle tone 354.295 510 Celtiberos ..... $ | Palencia....... 205.666 258 Reino de León....¿ Valladolid... . 255.116 239 ENDE ar bes 262.451 257 Salamanca..... 280.722 475 Castilla la Nueva. | Madrid ........ 483.195 205 ACA | Guadalajara... 242.171 595 l j Zaragoza ...... 397.366 410 Reino de Aragón.< Teruel......... 250.616 399 | l Huesca ...00o o. STO.T5T | 424 Cantabria Santander... .... 232.525 180 TIbero-cántabros; Principado de As- o anal be Owicco.0.ns0n. 555.215 588 COn 573.114 276 O Ponte ideo 4.969 E Celto-galecos... | Galicia........... E ls Oran 406.994 254 Aeaton 297.899 883 | Extremadura... 125.161 823 Celto-lusitanos. | Reino de Portugal ia ESO pe | Mim oosoVoer 851.911 2 Algarbe........ 143.851 | 232 DOTADAS dana bae --| 19.678.155 | 18.790 1, A — 640 — DISTRIBUCIÓN ETNOGRÁFICA de la Península ibérica, número de habitantes de hecho en España según el Censo de 1887 y en Portugal según el Censo de 1878, y superficie de cada provincia. Origen de las familias. PROVINCIAS Ibero-vascos.... f Ibero-pelasgo- germanos.... Ibero- LON árabes... Tbero-mauros.. Celto-árabes ... " 1 Celtíberos...... 4 Celto-lusitanos. Provincias Vas- congadas....... Principado de Ca- miii o..Vonos Reino de Valencia, dalucias........ Manco Extremadura . E Reinos de las 1 e ca Castilla la Vieja.. Reino de Aragón. ) Reino de Portugal Guipúzcoa...... Wi Doro pao pe INE Elosoooraoas Gerona ........ IMG 0300005 Valencia...... Alicante OS Toledo....... , E Cuenca : Caceres Badajoz........ ao oo0n ano do BULBO ti Segovia........ SA ¡Esos 400.00 Palencia....... Valladolid ..... Madrid ........ Guadalajara.... Zaragoza .....-. Alemtejo....... Extremadura... BOL el mn... o... .o.s Habitantes. a 181.845 1.884,71 235.659 2.165,46 92.915 | 3.044,92 304.122 | 10.506,37 902.970 7.690,50 348.519 | — 6.490,25 306.583 | 5.864,96 285.417 | 12.150,19 733.978 | 10.751,17 433.050 5.659,11 292.437 6.465,31 491.436 | :11.536,70 544.815 | 14.062,50 519.317 7.348,19 484.638] 12.768,41 429.872 7.342,23 420.728 | 13.726,63 437.842 | 13.480,38 389.452 8.703,79 254.831 | 10.137,94 292.291 | 19.607,51 359.562 | 15.257,41 942.462 | 17.193,49 229.105 | 14.863,10 339.793 | 19.863,22 481.508 | 21.893,62 193.093 7.882,09 338.551 | 14.195,92 154.443 6.826,81 151.530 | 10.318,05 181.465 5.041,12 380.687 | 15.877,17 188.845 8.433,79 267.148 7.569,35 270.072 | 10.614,71 314.472 | 12.510,15 682.644 | 7.988,75 201.518 | 12.113,21 415.195 | 17.424,34 941.865 | 14.817,94 255.187 | 15.148,80 944.974 | 5.459,96 595.420 | 10.894,50 613.881 7.902,79 443.385 4.391,32 432.165 | 9.980,54 405.127 6.978,71 350.103 | 24.410,77 911.922 | 17.957,86 1.323.134 | 23.976,73 393.279 | 11.115,56 982.135 7.306,04 199.142 4.858,39 21.116.449 | 581.855,48 | | | E NS a Jl Aprovechamientos de nuestros Mamíferos. Es inmensa la utilidad que el hombre consigue del aprovechamiento de los mamíferos, ya para la alimentación ó para el abrigo de su cuerpo, ya para ayudarse con la fuerza de aquéllos en sus más rudas faenas, ya, por fin, aplicando los diferentes y utilísimos materiales que saca de los mismos animales y que emplea en diferentes y multiplicadas industrias. Alimentación. Carnes. —Como materia azoada, son aprovechables todas; pero las más usadas entre nosotros son las de las especies domésticas del Orden de las Pécoras, Vaca, Oveja, Cabra y sus crías; ó las silvestres del mismo Orden, Venado, Gamo, Corzo, Cabras Monteses y Gamuzas 6 Revezos, y tienen también gran aceptación las de las Beluas Suideas, el Cerdo y el Jabalí. En cambio, de las del Orden de los Jumentos apenas se hace uso en España, y tampoco se hace gran caso de las de los Cetáceos, si excep- tuamos las lenguas de los Balénidos, que tienen buena estima entre los ha- bitantes de nuestras costas cantábricas. En el Orden de las Fieras se apre- cia la carne de la Nutria, algunos aceptan sin repugnancia la de los Gatos, y se celebran las patas del Oso. De los (Fires, son estimadas las carnes de los Conejos y Liebres, y hasta la de los Conejillos de Indias, de las Ar- dillas y del Arbícola anfibio 6 Rata de agua. En los países del Norte de Europa se consume gran cantidad de carne 4 ADE de Caballo, se aprecia también la de los Delfínmidos pequeños, y en casos dados se consume hasta la carne de las ratas, y bien cara se ha pagado al- gunas veces por el hombre en las ciudades sitiadas. La producción del ganado doméstico es industria lucrativa que llega á ser base de comercio de exportación en ciertas comarcas, y en cambio hay otras en las que el consumo de carnes frescas es bastante limitado, te- niendo que suplirlas con cecinas ahumadas ó sólo curadas al sol ó al aire. Las carnes de los mamíferos silvestres suelen todas consumirse en fresco, lo mismo que la caza menuda. La carne fresca de los Swídeos, sólo durante la temporada de otoño é invierno se come fresca, mas en cambio se salan grandes cantidades para todo el año, ó se preparan con ella embutidos de diferentes clases para co- merlos frescos ó conservados de diversas maneras. Además de las carnes, ofrecen los mamíferos otras partes de su cuerpo que aprovecha también el hombre como alimento; tales como las vísceras ó entrañas, cuales son la asadura (hígado, corazón, bofes 6 pulmones), el bazo, los riñones, y los sesos Ó cerebro, y en las Pécoras tiene importancia el estómago por su grande desarrollo y espesor de sus paredes, llamadas por el vulgo callos. Los tejidos adiposos varían de calidad, sin perder su esencia grasienta, tal como la vemos en la manteca y el sebo; la una, como la del Cerdo, agradable y apetitosa, y en las Pécoras, el otro, repugnante para algu- nos, sin dejar de ser nutritivo mezclado con féculas y otras substancias alimenticias. Hasta los huesos, ternillas y piel de los mamíferos pueden servirnos de pábulo, aislando la parte gelatinosa que los constituye en eran parte, y que sirve para preparar con ella las tabletas ó pastillas para caldos medicinales, y fabricar la cola que tantos usos industriales tiene en las artes y hasta en la medicina. En su estado natural aprovéchanse los huesos para fabricar hormillas, botones, mangos de navajas, peines y otros diversos útiles; carbonizados, dan el carbón animal que se emplea para clarificar líquidos y para diferen- tes otros usos; calcinados y sometidos á procedimientos químicos, produ- cen el fósforo, de tanto uso en nuestros tiempos; triturados, los emplean los labradores como abono, superior á muchos otros, en términos que, así como antes se encontraban por todas partes huesos desperdiciados, hoy es — 643 — materia rebuscada hasta en las aldeas para venderlos, y es frecuente ver en los trenes de los ferrocarriles vagones atestados de tal materia que se exporta al extranjero, y hasta hay barcos en nuestros puertos, cuyo único cargamento es de huesos (1). Fuera de las partes sólidas referidas, nos suministran también los ma- míferos con sus humores alimentos de los más nutritivos para nuestro sus- tento. Son éstos la sangre, suero y leche. La primera, por contener todos los elementos nutritivos y reconstituyentes del organismo, ocupa el primer puesto, y, además de tan señalado servicio, la aplicamos para otros usos en las artes y en Medicina. Parecido empleo tienen el suero de la sangre y so- bre todo la leche, humor peculiar este último de los mamíferos que ningún otro animal posee, y, aun en éstos, sólo las hembras tienen la facultad de producirla por sus glándulas mamarias ó tetas, para alimentar á sus hijue- los recién nacidos cuando éstos carecen de la fuerza y condiciones nece- sarias para asimilarse los alimentos sólidos y hasta para facilitar su inges- tión. El hombre sigue toda su vida alimentándose con leche, no mamando, cosa que, una vez destetados, no vuelven á hacer los otros mamíferos; pero sí ordeñando á las hembras de ciertas especies, que por su robustez y vo- lumen producen cantidad grande de leche. Éstas son en muestra Fauna las de las Pécoras y Jumentos; pues si bien las de los Suídeos son lecheras abundantes, pues llegan en cada parto á criar diez Ó doce marranillos, no se las ordeña. La de Yegua y la de Burra sólo se usa como medicina, y las que en España se aprovechan como alimento más apetecido son las de Vaca, Oveja y Cabra. Éstas, no sólo se toman líquidas, sino que se em- plean para obtener la manteca (sobre todo la de Vacas), el queso, reque- són, cuajada y nata, pues hasta ahora no se las prepara líquidas ni en polvo, como se hace en otros países de Europa. Las provincias de Galicia y cantábricas son donde más manteca se hace, y la producción quesera está por todas partes tan generalizada en la Península ibérica como en el resto de Europa. Como en ésta, nuestros que- sos se señalan con el nombre de las localidades donde se hacen, y los que más nombradía y aceptación tienen son los de Burgos, Villalón, Cebreros, (1) Respecto á este asunto véanse las notas que van al final de este apén- dice. — 644 — Cabrales, gallegos de teta de Vaca, de Collsuspina en Cataluña, y es el más conocido el manchego, que para que no se altere se suele conservar en aceite. Peletería y Pellejería. Si del neuro-esqueleto de los Mamíferos se sacan provechos grandes, no son de poca importancia los que también obtenemos de sus despojos dermato-esqueléticos. Véase sino el uso que hacemos de los envoltorios córneos de las astas, de las crines, cerdas y pelos, y sobre todo de las pieles, cuya importancia merece entre en mayores detalles, puesto que re- visten verdadero interés las industrias derivadas del aprovechamiento de las pieles, y que pueden dividirse en Peletería y Pellejería. Peletería. Es el oficio de adobar y componer las pieles finas y de hacer con ellas prendas de abrigo, y del mismo modo se denomina la tienda donde se vende el conjunto y surtido de pieles finas, según dice el Diccionario de la Aca- demia Española, todo lo que de un modo más conciso pudiera definirse como: la ¿ndustria y tráfico de las pieles finas de mamíferos. De muy antiguo existe tal industria en España; pero nuestro comercio de pieles finas ha sido siempre muy reducido porque, merced á la situa- ción meridional que ocupamos, los fríos son aquí menos prolongados é in- tensos que en las regiones septentrionales, y nos excusan la necesidad im- prescindible que tienen los habitantes del Norte de usar pieles en sus ves- tidos. Comparando nuestras tiendas de peletería con las que existen en otras capitales, sobre todo en San Petersburgo, Moscow, París y Londres, po- dríanse llamar puestos insignificantes, pues la importancia de las ventas en aquellos pueblos asciende anualmente 4 muchos millones de pesetas. Limitándome á hablar del surtido y tráfico de pieles de nuestros ma- míferos, voy á exponer los datos que he podido recoger en las manguite- rías de Madrid, que son en España las de mayor tráfico. Las pieles nostras, que suelen encontrarse en estos establecimientos, son, por lo regular, las comprendidas en la relación siguiente, que expresa — 645 — el nombre de las especies, el precio de cada una, el número que de las mismas suele venderse al año, y el valor total que representa este tráfico realizado en la capital de España. Debe tenerse en cuenta que los precios que señalamos son los que se abonan á los vendedores en las fábricas de curtidos, y que, una vez ado- badas, listas y preparadas en prendas de vestir, el valor crece grandemen- te, pudiendo considerarse que aumenta, como término medio, hasta ser cinco ó seis veces mayor del primitivo. o PIELES [Importe total A = decada año. ESPECIES DE MAMÍFEROS Precio. | Número que 7 = suele venderse Pesetas. cada año. Pesetas. AM A 10 O: E 0,25 500 125 Cato montes AA 1,25 100 125 CADA Aaa 0,75 400 400 Gato cerval...... O isos 5,00 50 250 Gatolcla no ue E OU ad 1,50 20 30 Corera ao ceo 0,10 20 2 CAD 0,05 400.000 20.000 (CU A o o NRO 1,00. 100 100 CA OS 6,00 200 1.200 MI E 2,50 50 5) Men A As 3,00 30 90 A A OA 0,25 40.000 10.000 Marta io e Eo 10,00 200 2.000 Ca a ee 0,50 600.000 300.000 Caprito e os. TAL iS 1,50 5.000 7.500 MAA o oa a o 2,00 50 100 MU e aso e 1,00 50 50 O A CO E OS ps 3,00 1.000 3.000 Taba sa AE > 6,00 50 300 ZO A A A o can 0,20 100 20 DA O DE 50,00 40 2.000 Na RISA 10,00 200 2.000 Ha de tenerse en cuenta que, según lo que dejo indicado al tratar par- ticularmente de las Fieras, sus pieles no siempre tienen las mismas condi- ciones, porque después de la muda de primavera pierden la hermosa y abun- dante pelusa que las tupe en el invierno, y el pelo queda menos lustroso y flexible. Estas circunstancias hacen que el valor de la piel baje bastante, y que haya en cada especie cuatro suertes diferentes. — 646 — La primera es la de las pieles de invierno cogidas en Diciembre, Enero y Febrero. La segunda es la de pieles desolladas en Octubre después de la muda de verano; en estas pieles la pelusa aun no ha adquirido todo su desarrollo, pero empieza á esponjarse el pelo, y comienza á tomar brillo. La tercera es la de las pieles de verano, desprovistas de pelusa, pero con el pelo afinado y seguro. Y la cuarta, por fin, es la de las pieles desolladas poco antes de las mudas, en las que el pelo y pelusa, casi desprendidos ya de los órganos se- cretorios que los producen, son caedizos y se sueltan fácilmente por el roce aunque esté el curtido bien hecho, resultando por tal circunstancia gran menosprecio en el valor de la piel. La recolección de las pieles en nuestras provincias la hacen cierta clase de corredores que, á guisa de buhoneros, visitan todos los pueblos y hasta los cortijos, adquiriendo de Jas lugareñas, á cambio de frutas secas, hilos, alfileres, agujas, botones, dedales y otras baratijas, las pieles de liebres y conejos que han ido acopiando, y comprando por dinero las de las fieras ó alimañas á los cazadores de oficio ó guardas de campo, que también se que- dan con tales pieles después de haber cobrado la propina que á las veces dan los municipios y ganaderos. Los corredores citados son los que surten á las fábricas de curtidos y á nuestras peleterías ó manguiterías, como en Madrid llaman á los establecimientos donde se hace el comercio de pieles finas. Con igual objeto que el referido, vienen también todos los años del ex- tranjero recolectores que compran cuantas pieles pueden de Liebre, Cone- jo, Gatos monteses, Gatos domésticos blancos ó negros, Garduñas, y hasta de Corderos y Cabritos, por cuya razón el estado anterior no expresa más que el número de los pellejos que se compran y venden anualmente en las fábricas de curtidos y manguiterías en Madrid. Las pieles extraídas de España entran en el comercio de la peletería francesa, que ordinariamente es la que las lleva á vender á la gran feria de pieles que anualmente se celebra en Leipzig; y á pesar de que no tienen el valor y estima que las procedentes de las regiones del Norte de Europa y del Canadá, son buscadas y alcanzan buen precio las de nuestros Corde- ros merinos, sobre todo las negras, y las de Liebre, Conejo, Gato-clavo, Meloncillo, Nutria y Marta gallega. — 647 — Los cazadores y labriegos no suelen dar preparación alguna á las pie- les de los mamíferos que matan, conteutándose con desollarlos á piel abierta, y extender después los pellejos contra una tapia para que se oreen y sequen. Así es como se los llevan los corredores á los establecimientos donde los curten, cuya operación consiste primero en descarnar bien las pie- les, quitándoles todas las piltrafas y membranas que enel desuello quedaron adheridas. Después se las engrasa por la superficie interna y se las pisotea dentro de un tonel ó cajón hondo, cuya operación practicada, se sacan para volver á limpiarlas y esponjarlas, frotándolas por la misma superficie inte- rior contra una barra de hierro. Esto hecho, se desengrasan manoseándolas con yeso, greda, arena caliente ó serrín, y volteándolas dentro de un tonel con yeso, cuyas paredes interiormente están provistas de clavijas numero- sas. Después se sacude bien cada piel con una vara, y se esponja de nuevo refrotándola sobre una cuerda muy tirante ó la barra de hierro que antes he referido. De este modo preparadas las pieles, se empaquetan para ex- pedirlas sin peligro, quedando así dispuestas para aplicarlas al destino que quiera dárselas. Pellejería. Así llama el Diccionario de la Academia á la casa Ó tienda, calle ó ba- rrio donde adoban ó venden las pellejas ó pieles quitadas del cuerpo de los animales, que también se dicen cueros, y pellejinas cuando son pequeñas. El mismo léxico denomina pellejero ó pellijero al industrial que se dedica á curtir pieles, y á éstas da particular nomenclatura según sea el mamífero de que procedan, el uso que de ellas se hace ó el pulimento que llevan. Anta, es la piel adobada de Bútfalo. Ante, la de Cabra preparada como el baldés. Badana, la de Oveja 6 Carnero curtida. Baldés, la de Cordero flexible y muy suave que se usa para prendas de vestuario. Becerro y becerrillo, la de las crías del ganado bobino que no pasa de un año. Cordobán la de macho cabrío curtida y pintada por una cara. Correal, la de Venado, Macho Cabrío ó Carnero, curtida de modo — 648 — que queda muy flexible, con color de tabaco y 4 propósito para trajes de campo. Cabritilla, como su nombre lo indica, es la pellejina de los Cabritos y Corderos recentales después de curtida y adobada. Estezado, que es lo mismo que Correal. Pergamino llámase á la piel raída, sin pelo, que curtida adquiere un aspecto papiráceo, y llímanse zurradores á los pellejeros que así las pre- paran. Sagrén, la de Cabra, y á veces de Buche, preparada de modo que su superficie está llena de granillos. Suela es el cuero curtido de Buey ó Caballo que se emplea en el piso del calzado, aunque también se la usa para otros fines. Tafilete llaman á una piel coloreada y lustrosa que, por venir de Ma- rruecos y localidad de dicho nombre, se supone proceda de las Gacelas. Vitela lámase á la piel de Ternera preparada como el pergamino, y de antiguo empleada para escrituras, impresiones de libros con viñetas, mi- niaturas iluminadas, y hasta doradas á veces. El arte que ejercen los pellijeros consiste en preparar las pieles ordi- narias de animales, dejándolas el pelo ó lana de que están cubiertas, ó com- pletamente limpias de tales apéndices cutáneos. La preparación es diferente de la que se emplea para conservar las pieles finas, y consiste principal- mente en curtirlas, haciendo que la gelatina, que constituye el elemento principal de los tegumentos, se haga insoluble en el agua, y de ese modo imputrescible. Las pieles con lana que más se utilizan en España son las de carnero churro, por ser su zalea poblada de lana fina y muy larga, y se emplean para cubrir las sillas de montar; para abrigo de los pies, en invierno, á guisa de felpudo; para las cunas de los niños, y hasta para las camas de los frioleros. Las pieles de la raza merina se destinan á diferente servicio, ha- ciéndose con ellas zamarras, zajones, pellicas, zurrones y otros objetos de uso entre los campesinos, sobre todo serranos, durante el invierno, pues tales abrigos son impermeables, á la par que buenos aisladores del calor del cuerpo, y modernamente ha empezado á hacer uso la gente rica de las za- leas preciosas de cabras de Angora, teñidas de colores vivos, para abrigo de los pies en los carruajes de lujo, y hasta para delante de los sofás, en AA — 649 — las salas de recibo. Además, la fabricación de badanas, cabritillas, bece- rros, suelas y charoles es una industria de gran importancia, como se com- prende desde luego, considerando los múltiples usos á que los talabarte- ros y zapateros destinan las pieles preparadas. Como felpudos ó alfombras también se preparan á veces las pieles del ganado cabrío, y las de Corzo, Venado y Gamo, pero es lo general que esta clase de pellejos se curta sin pelo al estado de correal ó estezado. Réstanos decir algo de la gran importancia que tienen los productos del ganado lanar, sobre todo merino, y que, como dejo dicho en otra parte, lleva el nombre de Ovis Artes hispantca. Las lanas constituyen un comercio especial, que lo explotan los fabri- cantes de paños, franelas, bayetas, estameñas, mantas y demás tejidos é hilados de lanas y estambres, y también las emplean en gran cantidad los colchoneros dedicados á la confección de lechos, almohadones y otros úti- les de molicie para el reposo del cuerpo. En esta clase de objetos, y para almohadillar, entran también otros productos cutáneos de los mamíferos: tales son el pelote ó pelo de cabra, que además utilízasc para filaturas especiales, y la crin, que son pelos rígi- dos y rizados procedentes de mamíferos de otra casta de ganados; porque no son sólo las Pécoras, cuyas pieles nos ofrecen apéndices dermoicos apro- - vechables, pues también se estiman las erines de los jumentos, las cerdas de los Jabalíes, los pelos de los Tejones, de los Meloncillos y de la cola de las Ardillas, todo para hacer cepillos, brochas y pinceles finos y ordinarios, y hasta tienen aplicación útil las púas de las pieles de los Erizos para fabri- car cardas especiales. Para terminar tan interesante anexo sobre los aprovechamientos que sacamos de los mamíferos de nuestra Fauna ibérica, mencionaré también los servicios que cuando vivos nos prestan en nuestras más pesadas fae- nas, que son de todos bien conocidos, y los mismos que nos refiere la His- toria obtenían también los más antiguos pueblos, siendo de notar que re- sulta ser aún hoy los mismos mamíferos los que después de siglos y siglos sigue utilizando el hombre; tales son las dos principales especies del gé- nero Equus, lo mismo que sus híbridos, que empleamos como ganado de carga, tiro y cabalgadura, para servicios de lujo, de tráfico, agrícolas y de potencia motriz en la maquinaria de varias industrias, y especialmente el — 650 — caballo, como auxiliar poderoso del soldado en la guerra, y cuya importan- cia ha sido reconocida en todos los tiempos por la Milicia. Si los servicios del caballo y ganado mular, por su mayor robustez y desarrollo, son superiores á los del asno, no son despreciables los de esta bestia, más económica, y auxiliar del pobre labriego, y cuyas excelencias dejo descritas en la parte zoográfica de mi libro. Del orden Pécora, sólo el género Bos nos presta servicios parecidos ú los del Jumenta, que, si no iguales, son sin embargo de grande estima para la labranza y carretería, hoy muy disminuída desde que las vías férreas se han multiplicado, haciendo innecesarias las grandes caravanas de carretas que cruzaban la Península para transportar desde el litoral hasta las re- giones centrales las mercancías ultramarinas descargadas en los puertos. Fuera de los mamíferos citados, son útiles también los Suídeos en cier- tos casos, como auxiliares á la agricultura, destruyendo sus piaras grandes cantidades de langostas en el estado de canuto ú ovación enterrada, la que descubren hozando la tierra y ávidos devoran, lo mismo que á los saltones ó larvas de dichos Ortópteros cuando aun no vuelan. De las Fieras obtenemos algunos servicios: del Gato para perseguir á los Ratones que invaden nuestras despensas y almacenes de comestibles y granos, aun cuando sea 4 costa de algunos disgustos que suelen propor- cionarnos, llevados de su glotonería é instinto sanguinario, si invaden los gallineros, palomares y conejeras cuando hay pollitos, pichones y ga- zZapos. Del Hurón se sirve el hombre como auxiliar en la caza de los Conejos de monte, y, suelto dentro de los graneros y almacenes de víveres, puede suplir al Gato para destruir los ratones. Es el Perro, sin disputa, el mamífero que más consideración merece del hombre en todos conceptos, hasta psicológicos, pues como colaborador se nos asocia en múltiples trabajos, tarea que nunca rehuye cuando se le adiestra para ejecutarlos. Ein la parte zoográfica hemos citado diversos empleos que el hombre da al perro, haciéndolo trabajar; y fuera de estos servicios mecánicos, ¿no son de más importancia los que prestan á los ca- zadores ayudándoles á buscar la caza y hasta pelear con ella exponiendo su vida en lucha desigual, como muchas veces sucede cuando persiguen al Jabalí, al Oso, al Lobo y al Venado? ¿Y qué diremos de su grande utili- — 651 — dad como guarda de ganados, de cortijos ó casas de campo y hasta de las poblaciones? Recuerdo haber leído el consejo que un criminal patibulario daba al diestro abogado que le salvó la vida, no pudiendo pagarle: «No es- téis nunca sin perro, por pequeño que sea, y sin lámpara encendida de no- che en vuestra casa; porque donde se ve luz y óyese ladrar perros no se atreve á penetrar ningún salteador». Nada diré de las otras especies de este Orden, pues vivas, casi todas, nos son perjudiciales por su instinto sanguinario, que alcanza hasta agre- dir al hombre y aun á los mayores animales domésticos cuando la talla de semejantes fieras lo permite. Como las Pécoras silvestres, nos son útiles los Cetáceos, no por apro- vechar servicios que no prestan, según lo hacen los mamíferos que bajo tal concepto dejo citados, sino por el valor 6 importe que de sus cadáveres podemos sacar. Los Glires ó roedores, casi todos comestibles y de piel aprovechable, son dañinos cuando vivos, pues nos perjudican atacando nuestras cose- chas y provisiones. Por fin, en los Órdenes Chetroptera y Bestie, que son mamíferos esen- cialmente insectívoros, se encuentran los defensores más valiosos de la Agricultura, porque á sus servicios especiales no alcanza de un modo tan completo al poder del hombre, puesto que sus facultades son inferiores á las de los Murciélagos, que hacen cruda guerra á los insectos volando por el espacio, y á las de los Bestias Talpídeas, que les persiguen y aniquilan por debajo de la tierra; localidades ambas inaccesibles para operar nos- otros, sobre todo en las tinieblas, circunstancia que concurre á dar mayor importancia á los servicios que nos prestan ambos Órdenes de mamíferos. Como datos complementarios, y para que se comprenda cuánta es la importancia de los mamíferos en la alimentación, inserto el siguiente cua- dro estadístico referente á los mataderos de Madrid en el año económico de 1894 á 95: — 652 — MATADEROS PÚBLICOS DE MADRID ADMINISTRACION AÑO ECONÓMICO DE 1894 Á 95 MOVIMIENTO de gastos é ingresos, comparación, higiene y estadística de los Mataderos en este año. INGRESOS | Número de SU PESO | coa A | pales. PERIODO CLASES DE GANADO la en kilogramos. | SN WENO so00s00b 00 66.396 13.954.587,900 3.920.244,75 Mernéeras ........ 23.812 1.015.656,400 465.937,06 Carnerosi........ 110.007 | 1.253.455 » 412.379,88 1894-95 ....2 Corderos ...... . 93.823 | 980.909.600 817 ES Idem lechales.. . 1.1922 $ SS po Cerdos 38.460 | 4.187.260,680 | 1.468.047,84 Total de ingresos en 1891 4 95...... Idem recaudado en el año anterior. AUMENTO DE INGRESO EN ESTE AÑO. 6.583.117,56 6.402.459,55 181.318,01 e 5 5 5 5 5 o 5 5 GASTOS Cantidad | Cantidad Cantidad | presupuesta. gastada. economizada. CONCEPTOS = = — Pesetas. | Pesetas. Pesetas. e Personal. Sueldos de empleados... ........- 13.085 12.486,76 598,24 Jornales. —Mataderos de vacas...| 110.777,50 110.725 52,50 » Idem de cerdos ....... 27.051 26.769,25 281,75 Material. Abro o oe POS 2.000 | 1.620,84 379,16 Conbus tl 5.500 5.317,98 182,02 Oficina y Menores... .omooocoos- | 150 150 >» Conservación y reparación de edi- ; OA a o rca so Dias ma 4.000 4.000 » Mac ta los 92.000 | 2.000 » TOTALES....... 165.163,50 | 163.669,83 | “1.493,67 e 5 5 5 5 5 5 — 653 — PROCEDENCIA DEL GANADO CLASES PROVINCIAS Vacuno. Terneras. Lanares. Cerda. ¿Eo olas db >» » » 405 Ad ci >» » > >» IAS LUIS Eras cti fs 5.081 1.003 > » A da 5,482 » 11.017 » Badajoz......... ¿Ad 1.586 1.017 40.695 6.554 Cáceres..... CA 7.259 3.406 31.394 4.560 Ciudad Real............ 1.907 305 3.536 626 ORIO oouonscsona edo > > 5.893 3.113 Cor a 5.990 2.960 » >» Guadalajara............ 70 508 2.045 192 ona isa 412 750 7.425 » aba 5.860 2.002 > » Mad o 2.071 876 18.677 1.664 Ma. > » » 4.185 Orense orales 10.560 804 2.260 » CMC cop oovspe aseo 1.063 435 » » Pontevedra... o. ..oios 1.082 » 1.637 > SATA Vorsososna 6.320 1.502 16.953 1.916 Santander 3.605 4.614 1.303 » Seal > » » 3.589 Ii orvanesososo 2000 7.991 3.690 35.967 8.392 vallado. soocessoosoo 57 » 1.557 1.907 Mala AS » > » 466 O soda » > 8.279 » Poma povso.vosocone : » » 10.314 » ToTALES..... 66.396 23.872 204.952 38.599 MENS A a HIGIENE VACUNO LANAR CERDA Reses desechadas del consumo público..... S19 27 » Idem quemadas por tuberculosis.......... 4 » » | Idem íd. por estado fetal... ....oomoo.... 1.661 > > Idem id. por viruela-......o..ooo .... ..... » 2 » Idem id. por derrame biliar...... ........ > 92 > Idem id. por cisticercus celuloso........... » > 139 Kilos de vaca por contusión, cornadas, golpes, etc.... 682 Hígados de vaca Ó lanar... ..ooocooo ocres A ZG0 OBSERVACIONES Los gastos con los ingresos resultan en la relación de 0,26 pesetas por 100. Pesos medios. Resulta la res vacuna con peso medio de ....... 210,30 kilos. Idem lanar con id. E ae 10,60 > Idem cerda con id. del 108,73» Precio máximo y mínimo (por kilos) á que han vendido las reses los ganaderos. | MÁXIMO | MÍNIMO | Pesetas. Pesetas. | | WECTMO 00 60099400 | 1,46 | 122 ¡VENENO ooo dsp 1,49 | 1,04 Cerda nante | 1,61 1,40 | | FECHAS RESPECTIVAS 5 de Abril y 13 de Diciembre. 6 de Abril y 28 de Junio. 4 de Noviembre y 17 de Enero. Madrid 30 de Julio de 1895. Y 13 El Alcalde Presidente, El Administrador, CONDE DE PEÑALVER. ENRIQUE RODRÍGUEZ DE GUEVARA. EPS CEST A IA AI Y PAYA — 655 — NOTA ACERCA DE LOS HUESOS DESENTERRADOS EN CASTILLA (1). «Llama justamente la atención la enorme cantidad de hueso, tanto re- ciente como enterrado, y principalmente de este último, que de algunos años atrás viene exportándose al extranjero, de las provincias de Palencia, Bur- gos, León, Valladolid, Zamora, Salamanca y algunos puntos de Aragón y Navarra. » Prescindiendo de cierto orden de consideraciones que nacen al pensar que en países eminentemente agrícolas, como las Castillas y Aragón, vean con indiferencia la salida de substancias que encierran los principales ele- mentos de fertilidad de las tierras, en vez de aplicarse á convertirlas en abonos, como hacen los compradores extranjeros, excita vivamente la cu- riosidad no sólo del geólogo y naturalista, sino también del arqueólogo, un fenómeno que hace del suelo de extensas localidades un inmenso osario, y presenta asociados en el mismo depósito objetos pertenecientes á épocas y civilizaciones muy distantes. » Los depósitos de huesos se presentan en los valles y laderas de las me- setas y colinas terciarias. En ellos se encuentran huesos de Ciervo labrados ó sin labrar, huesos de Caballo, de Buey, de Cabra, de Oveja, de Jabalí (col- millos labrados ó sin labrar), de Perro, de algunos roedores, etc., en su mayor parte de especies, al parecer, idénticas á las actuales (salvo quizá un gran Ciervo y una especie de Buey de enorme testuz), y todo 4 una pro- fundidad que no excede de uno á tres metros á contar de la superficie. Hállanse los huesos revueltos con útiles y adornos, tanto de asta de Ciervo como de bronce, oro y hierro; con restos de alfarería tosca y fina, trozos de vidrio, y en algún punto (Paredes de Nava) con astillas de madera casi carbonizadas. Los pedazos de asta de Ciervo están labrados unos con tal limpieza en las aristas, que parecen acusar el empleo del acero, y otros simplemente desgastados por la punta ó toscamente preparados como para servir de martillo ó mango de una herramienta; hay también rodajas de la (1) Esta nota y las observaciones que á la misma siguen están tomadas del Boletín de la Comisión del Mapa Geográfico de España, t. 11, 1.? serie, Ma- drid, donde se publicaron por sus autores, los ingenieros de minas, D. Ama- lio Gil y Maestre y D. Diego López de Quintana. — 656 — misma materia, en las que evidentemente ha tenido que hacerse uso del torno, y estilos 6 punteros de los que servían á los romanos para escribir en sus tabletas enceradas, encontrándose también agujas crinarias de hueso ó metal, otras de asta de Ciervo como para coser pieles, anillas de bronce, fíbulas, trozos de vidrio irisado, imperdibles y otros dijes 6 juguetes, como bolitas de barro, etc.; objetos todos que si por sus formas recuerdan los encontrados en otros puntos y atribuídos á las edades de la piedra puli-' mentada, bronce y primera edad del hierro, son, sin embargo, muchos de ellos exactamente iguales 4 los que se han extraído de enterramientos ro- manos. Junto con pedazos de alfarería grosera, como la hay en todos tiem- pos, aparecen trozos de barro saguntino (Paredes de Nava), notables por su finura, color y el gusto de los medallones y adornos que los cubren; encuéntranse también monedas celtíberas, romanas y de los siglos medios, espadas, puñales, picas y otras herramientas de hierro; todo ello mezclado á distintas profundidades, sin orden alguno de sobreposición, de modo que no es fácil hacer clasificación de tiempos, civilizaciones ó edades con res- pecto á estos depósitos. »Sea como quiera, nueve años hace que empezó la exportación de hue- sos, y, en los últimos de sequía y malas cosechas, la extracción y venta de los mismos ha proporcionado un grande alivio á los jornaleros y pobres de Castilla. »Los datos que siguen, que se ha procurado sean exactos en lo posible, dan una idea, no sólo de la pérdida que sufren estas provincias, sino tam- bién de la importancia de los osarios, teniendo en cuenta que la mayor parte, casi la totalidad, es hueso enterrado, ó de mina, como se le llama en el país. La cantidad de hueso exportado ha sido en Kilogramos. A A IO SU 8.671 AA O Do 5.175 Ta ad Se 18.400 A O 56.959 A A TE UI do e 1.089.671 WM E TN RA 2.857.150 MSI A EI 2.518.500 PS ENE ANIOS IAS 3.369.500 MEROS UA A 2.583.440 MOS 066 — 67m — de los que sólo unos 320.000 kilogramos son recientes; el resto es hueso enterrado ó de mina. >Durante el año 1871 la exportación, tanto de huesos recientes como enterrados, desde Palencia, como punto de depósito, fué de 4.400 tonela- das métricas, ó sean 4.400.000 kilogramos, procedentes de E Toneladas. La provincia de Valladolid............. 900 hueso reciente. las roo Re E 500 huesos enterrados. Palencia, Paredes de Nava, Sahagún, Vi= món $ de aj llalón y Benavente................:. 3.000 EE enterrados. DO 4.400 »Estas 4.400 toneladas se han pagado á 0,94 de peseta los 114,5, re- presentando, por tanto, un valor de 359,652 pesetas. » Considero que estos depósitos no son sino un testimonio de la gran población que sustentaba Castilla en la época romana y en los tiempos si- guientes hasta nuestros días, formándose poco á poco, como se estarán for- mando en la actualidad alrededor de las poblaciones importantes en las que no se dé aplicación particular á los huesos de los animales muertos natu- ralmente, ó destinados á la alimentación (1). »Me hace creer esto: »Primero. Que por grande que aparezca la cantidad de hueso extraída, aun triplicándola 6 quintuplicándola, cabe dentro de la que resultaría de los animales que han vivido en esos parajes durante el largo período de años y siglos de las épocas citadas; sirva de prueba el hueso granado ó re- ciente que figura en la estadística de exportación que he presentado. »Segundo. Que la mayor parte de los huesos que he podido ver perte- necen á ganados ó á animales domésticos, pocos á los silvestres, y aun éstos son de los que existen todavía en la localidad, predominando los Bueyes, las Cabras, los Perros, algún roedor y los Ciervos; estos últimos, antes de la completa destrucción de los bosques, debieron abundar en estas 4 Véanse al final de este trabajo las observaciones que acerca de él ha escrito D. Diego L. de Quintana. 2 — 658 — comarcas, estando hoy, así como sus afines, relegados á la parte más fra- gosa de la cordillera que las separa de Asturias: prueba de ello es que, en la época visigoda y de la reconquista, Palencia y sus alrededores eran si- tios muy abundantes en caza mayor. »Tercero. Que los objetos encontrados en las excavaciones, ó son idén- ticos á los que se han extraído de sepulturas romanas, de época no re- mota relativamente (tales como los sepulcros y enterramientos de las in- mediaciones de Palencia, que corresponden á los siglos 11 al 1v de la Era Cristiana), Ó pertenecen á los siglos medios. » Comprueba mi opinión de que estos depósitos no se remontan más allá de la época romana, y que no es necesario para explicarlos recurrir á inundaciones extraordinarias, el coincidir en muchos casos (quizá en todos) su situación con la de ciudades ó pueblos de importancia en los períodos citados, especialmente en el romano, ya fueran colonias de estos conquis- tadores 6 poblaciones de los vácceos, vettones, astures, arévacos y cánta- bros, muchas de las cuales conservaron su importancia en la era cristiana, y han llegado hasta nuestros días; así es que la existencia de osarios en Ávila, Palencia, Paredes de Nava, Carrión, Benavente, Rioseco, Saha- gún, Palenzuela y Astorga, y el origen de los objetos encontrados, se ex- plica como desechos de las ciudades romanas Abula, Pallantia, Interca- cia, Lacóbriga, Brigetia, Forum Egurrorum, Camala, Deobrígula, Astú- rica, etc.» Madrid, 1872.—Amalio Gil y Maestre. CONSIDERACIONES ACERCA DE LA NOTA ANTERIOR. «El interesante estudio hecho por el ingeniero D. Amalio Gil y Maes- tre de los notables depósitos de huesos descubiertos en Castilla la Vieja, le ha conducido á esta conclusión que, 4 mi juicio, se halla perfectamente justificada: que esos huesos no han sido acumulados por ninguna acción geológica; que no han sido traídos á su actual estación y yacimiento por una ó varias inundaciones generales, pues ni la comarca ni la historia con- servan, y no podrían menos que conservar, memoria tradicional ó escrita de un hecho indudablemente acaecido dentro de nuestra Era. Y su opinión final de que dichos depósitos no son otra cosa que los basureros ó mula- A — 659 — dares de antiguas poblaciones, es, 4 mi parecer, la única aceptable. Apó- yala el Sr. Gil y Maestre en una muy razonada crítica de las circunstan- cias del yacimiento, en una detenida discusión de los hechos arqueológicos que su exhumación ha revelado, y en las diferencias de origen y edad de los varios objetos que con los huesos vienen en revuelta confusión mez- elados: en definitiva, no cabe dudar que los depósitos han sido acumulados por la mano del hombre. »Que la cantidad de huesos extraída es aún, por grande que aparezca, muy inferior á la que, á la vuelta de algunos años, debe resultar de los diarios despojos de una población considerable, puede patentizarse con al- gunos ejemplos de actualidad. »Madrid, con su población de 300.000 almas, ha degollado en su mata- dero público, en el año 1873, 47.756 Vacas, 3.698 Terneras, 160.920 Car- neros, 74.029 Corderos, 40.248 Cerdos. Total: 326.651 cabezas, con peso de 15.326.564 kilogramos. -»Ahora bien: según el barón de Liebig, 225 kilogramos de esos anima- les vivos contienen 91,5 de hueso, y éstos 60 de fosfato de cal, ó sea de hueso despojado de su parte orgánica ó gelatinosa. Así, el matadero de Madrid produciría en un año 6.232.802 toneladas métricas de hueso fresco ó granado, 6 4.087.084 de hueso sin gelatina, como el llamado de mina 6 enterrado de los antiguos osarios de Castilla. »Resulta, pues, que sólo en Madrid se produce en un año una cantidad de huesos tan crecida como la que de los depósitos descritos por el señor Gil y Maestre se ha extraído en el de 1871, que ha sido el de mayor saca. Y eso sin hacer cuenta de la osamenta de los animales de menor talla, también consumidos en la alimentación de nuestra capital, ni del ganado caballar y mular, de que la estadística oficial (1) no hace mención. Acumáú- lese semejante cantidad durante seis ú ocho centurias, y se llegará á una cifra enorme. »En el año 1868 los mataderos de París (población de 1.825.274 habi- tantes) produjeron 122.797.706 kilogramos de carne, grasa, etc., de reses vacunas, lanares y de cerda; lo que representa 49.938 toneladas métricas de hueso fresco 6 granado, ó sean 32.746 de hueso despojado de gelatina. (1) Véase la colección del Diario de Avisos del año 1873. — 660 — »En Munich (población de 133.000 almas) se han degollado en el año 1856, según el barón de Liebig: 16.301 reses vacunas con peso de 4.075.250 kilogramos. 35.393 Terneras, Cerdos y Carneros, con peso de 2.337.110 kilogramos. Total: 51.694 cabezas, con peso de 6.412.360 kilogramos, que repre- sentan 2.608 toneladas métricas de hueso granado, ó sean 1.709 de hueso sin gelatina. »Difícil es establecer el número de habitantes de las ciudades iberas ó ibero-romanas de la región que hoy es Castilla la Vieja, que el Sr. Gil y Maestre menciona como próximas á los sitios en que aparecen los depó- sitos de huesos; pero nutridas de gente debían estar poblaciones que con tan porfiado brío resistían los asedios romanos, y que, como Pallantia, en un rebato pasaban al filo de la espada 4 6.000 legionarios; y no será exa- gerado el suponer que en muchas de ellas llegasen á 40 6 50.000. habitan- tes. Y si se considera que la industria agrícola debía á la sazón encon- trarse en su segundo y tercer períodos, los de las praderas naturales y ar- tificiales, consistir, en fin, en la cría de ganados, fácil, sin duda, en una región fresca y abundosa en bosques, razonable parece suponer que aque- llas poblaciones consumirían, por lo menos, tanta y probablemente más carne que las actuales de igual vecindario. En la ciudad de Santiago de Cuba (de unos 40.000 habitantes) se matan diariamente 30 reses mayores, que representan 1.113 toneladas métricas anuales de hueso granado, 6 sean 730 de hueso sin gelatina; cifras que ascenderán de cierto á 1.600 y 1.000 respectivamente, si se toma en cuenta la osamenta de Cerdo, de que en aquel país se hace gran consumo. »La observación del modo como hoy se forman y acrecientan los basu- reros en las poblaciones poco cuidadosas del buen trabajo agrícola, nos pone en el caso de comprender cómo en los rudos pueblos de la antigiie- dad y del comienzo de nuestra Era, donde ni por asomo podía pensarse en sacar partido de los huesos, se continuara por espacio de años y aun de siglos arrojando en alguna hondonada próxima, acaso al pie mismo de las murallas, todas las basuras, y con ellas toda la osamenta de los animales de matadero. Esto mismo explica la existencia en una delgada capa de los heterogéneos objetos que, en revuelta confusión y mezcla, se encuentran en los depósitos de huesos de Castilla. A los basureros de nuestras actua- — 661 — les ciudades van á parar, con el grosero y mal cocido ladrillo de Madrid, la finísima baldosa y los recortados mosaicos fabricados por Nolla con barro saguntino; con los pucheros de Alcorcón, fragmentos de vasos de cristal de Bohemia y de porcelana de Sévres; el ochayvo moruno con el centén de oro; con la hormilla y el silbato de hueso, y con la aceitera de asta de Buey de que el pastor se sirve en su vida, poco menos ruda que la del celtíbero y del lusitano que batallaran con los Escipiones, los dijes de marfil y de nácar tan peregrinamente esculpidos por el artífice chino. El que dentro de quince siglos, hallíndose privado de toda memoria escrita de los presentes tiempos, encontrase, al revolver nuestros actuales basu- reros, objetos tan diferentes, aunque hechos para idénticos usos, se halla- ría no poco perplejo para explicarse su coexistencia, y más aún para con- venir en que fuera contemporánea su fabricación. »Los antiguos osarios de Castilla, con una saca constante como la del año 1871, bastarían casi para devolver anualmente al suelo de toda una provincia la masa de fosfatos de que le despoja su cosecha de trigo, cen- teno y cebada (1). Son, pues, una rica mina para el agricultor español, y merecen ser explotados con mayor cordura que hasta hoy lo han sido. Que, si es consolador el que nuestra próvida tierra venga por tan raro modo en ayuda de los pobres campesinos de Castilla en sus años de penuria, me- rece aquello ser mirado de otra manera qne como un eventual y efímero aprovechamiento.» Madrid, 1874.—Diego López de Quintana. (1) Nuestra cosecha de trigo, cebada y centeno en el año 1857 (Reseña geográfico-estadistica de España, 1868, por el Excmo. Sr. D. Fermín Caba- llero) fué de 97.925.732 hectolitros ó 176.442.584 fanegas; su peso 70.998.621 quintales métricos; robó al suelo 780.985 quintales de ácido fosfórico, ó sean 1.703.970 de fosfato de cal. Para cada una de nuestras 49 provincias resultan, por término medio, una cosecha de 1.998.484 hectolitros y un esquilmo de fos- fato de cal de 34.775 quintales; y la saca de hueso de mina fué en Castilla en el año 1871 de 35.000 quintales. yl +2 AT E ITI Importancia de la introducción de mamíferos exóticos útiles para acrecer las especies de nuestros corrales, campos y montes. Á los españoles corresponde la gloria de haber sido los primeros que con sus expediciones y viajes por ambos mundos han llevado de una parte á otra numerosas especies de animales vivos hasta lograr connaturalizarlas en tierras extranjeras y bien distintas de las de su origen. Al recorrer los más lejanos países dando la vuelta al Globo, también de los primeros trajimos al nuestro mucho de lo notable que íbamos encon- trando, dejando, en cambio, á los habitantes de aquéllos diferentes seres europeos de los que llevábamos para nuestro sustento. Testimonio de ello es la existencia hoy en ambas Indias de animales y plantas oriúndas de la vieja Europa, así como vemos en ésta producciones exóticas, con la nota- ble diferencia de haber prosperado más allende de los mares las especies que llevamos, que aquí las que nos trajimos; y como principales compro- bantes de ello citaré el casi fabuloso desarrollo que ha adquirido el ganado caballar y vacuno, abandonado por nosotros en las Pampas del Sur de Amé- rica, lo mismo que está pasando con el ganado lanar merino, hace pocos años llevado á Australia, cuya multiplicación extraordinaria ha concluído de arrebatarnos el monopolio que en los mercados laneros de vellones de dicha raza ejercían nuestros negociantes; es también notable lo que en esta quinta parte del mundo ocurre hoy con nuestros Conejos, que, llevados por los ingleses, se han propagado en términos de constituir una terrible plaga que devasta los cultivos; y no es menos cierto lo acontecido en nues- — 664 — tra grande Antilla con el Cerdo montaraz, llamados allí Jíbaro y Cimarrón, cuya prodigiosa abundancia da nombradía 4 las Ciénagas 6 Marismas de la Ensenada de Cochinos; y por fin, puede añadirse lo ocurrido en varias de nuestras antiguas colonias del Nuevo Mundo, en donde los Perros y Gatos, que dejamos abandonados ó se escaparon al monte, hoy representan allí nuestro Canis Lupus y Felis Catus ferus. El contraste que resulta entre los mamíferos europeos introducidos en ambas Indias y los que de allá se han connaturalizado en Europa es nota- ble, pues en aquéllas vemos bajo el poder del hombre casi todas nuestras especies domésticas, mientras que, aquí, las traídas, casi siempre por mero capricho, sólo podemos verlas en las Casas de Fieras, sin más utilidad que la que sacan los naturalistas y Curiosos. Semejante descuido se procura hoy subsanar con la creación de los llamados Jardines de Aclimatación, de cuyo feliz pensamiento son autores también los españoles que al principiar el siglo presente y terminar el rei- nado de Carlos IV crearon con sumo acierto los dos primeros estableci- mientos de dicha clase que han existido en el mundo, y han servido de modelo para los muchos que hoy hay en todas partes menos en España, aun cuando ésta fué la cuna de tan feliz idea. En este asunto me ocupé al contestar en 1875 en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales al discurso de entrada que nos leyó mi ya difunto discípulo D. Ramón Llorente y Lázaro; tarea que me excusa repetir ahora lo que entonces dejé dicho, sin que de nada haya servido para enmendar el descuido en que seguimos los hijos olvidadizos de lo bueno que nuestros mayores hicieron. También recordaré que veinte años antes de la fecha que acabo de ci- tar se había publicado en el Boletín de la Sociedad Imperial Zoológica de Aclimatación de Francia, tomo 11, página 109, el siguiente escrito mío, que para evitar su olvido copio ahora al pie de la letra tal cual se dió á luz en París; y — 665 — SUR L'ACCLIMATATION DES ANIMAUX EN EsPAGNE.— Lettre adressée d M. Isidore Geoffroy Saint-Hilaire, President de la Société Zoologique d'Acclimatation, par Mr. le Docteur M. P. Graells, Directeur du Mu- séum des Sciences Naturelles a Madrid, Membre de la Société, etc. (Seance du 2 Mars, 1855.) MONSIEUR LE PRÉSIDENT: En communiquant les documents qui suivent á notre Société, je n'ai pas la prétention de lui faire croire que 1utile application des sciences zoolo- giques dont elle s*occupe ait été connue et méme practiquée en Espagne á des époques oú elle était négligée ou inconnue chez les autres nations de 1”Europe. Toute revindication de priorité á cet égard est bien loin de ma penste. Mais, apres cette déclaration, je crois pouvoir faire une obser- vation au point de vue historique, á fin que les savants soient á méme de se rendre compte de la part qui revient aux Espagnols dans les progres des sciences. Avant notre décadence moderne, amis zélés et dévoués de la science, nos ancétres crurent rendre service aux arts, á 1”agriculture et au commerce, en cherchant A acclimater des plantes et des animaux exotiques, nouvelles sources de richesse et de bien-étre pour 1”homme. Vous méme, Monsieur le Président, vous 1?avez dit quelquefois, et j'ose espérer que, dans le Fragments historiques sur l'acclomatation des animaux que vous avez commencé á publier dans le Boulletin de notre So- ciété, vous confirmerez mon indication, et que vous constaterez en outre que, abstraction fait des essais isolés tentés par les Espagnols, depuis la decouvert de 1"Amerique, pour acclimater dans la Péninsule Iberique les productions du Nouveau-Monde, et viceversa, plus tard le gouvernement fonda dans les ¡les Canaries et dans 1”Andalusie deux etablisements ad hoc sous le nom de Jardins d'acclomatation. Mais ces détails purement his- toriques vous appartienent, etils trouvent en vous un digne interprete; aussi le but de cette courte notice est-il sóulement de rendre compte á la So- ciété de tout ce quon a fait pour 1”acclimatation des animaux en Espagne dans ces dernieres anntes. Je ne m”occuperai pas des animaux appartenant aux ménageries qui — 666 — se sont reproduits dans la captivité, car il est évident, que si cela est arrivé dans un prison, á plus fort raison on serait parvenu au méme résul- tat en mettant ces étres dans des conditions plus favorables. Il me semble utile de rémarquer qu'il ne faut pas perdre de vue, en s*occupant de la question d”acclimatation et de propagation des animaux, que la liberté est une condition essentielle: car plusieurs espéces éxotiques pourraient se mul- tiplier en Europe, si on ne les enfermait pas dans des cages. On connait des exemples d”animaux sauvages de nos foréts qui, étant seulement pri- vés de leur liberté, perdent la faculté de se reproduire. Je pense seulement traiter des animaux qui placés dans des conditions convenables, se sont acclimatés dejá et se sont reproduits dans notre climat comme dans leur pays, et de ceux qu'on espere amener á ce résultat. Mammitféres. DROMADAIRE. (CAMELUS DROMEDARIUS.) Ce ruminant, qui offre tant de ressources aux Africains nos voisins, se trouve acclimaté en Espagne depuis longtemps. En 1831 le Capitaine général de la Catalogne fit venir 4 Barcelone trente de ces animaux, et tous successivement périrent faute d*avoir été bien soignés, et non pas á cause du climat: car A Madrid, dont le climat est moins tempéré, ils vivent et se reproduisent parfaitement. S. M. la Reine Isabelle 11 posséede 4 Aranjuez vingt de ces animaux destinés á se multiplier, et aussi S. M. en possede quelques uns au Pardo et au Retiro, employés dans les travaux du transport. Dans la belle Ala- meda de la Duquesa, pres de Canillejas, il-y-a aussi un grand nombre de Chameaux qui travaillent comme les autres animaux. Mais nulle part-dans la Péninsule 1”acclimatation du Chameau n”est parvenue au point, oú elle se trouve aujourd*hui dans la province de Huel- va, oú il remplace en partie le Cheval, le Mulet et le Boeuf: car on 1”em- ploie pour labourer les terres, trainer les voitures et donner le mouvement aux moulins de huile. Dans cette méme province, le Chameau est dejá tombé dans le domaine de plusieurs particuliers qui en rétirent le méme profit que de tout autre animal. Les Chameaux de la Couronne viennent des iles Canaries, mais tous — 667 — ceux de Huelva sont nés en Espagne et proviennent du troupeau de M. de la Barrera établi pros de 1?embouchure du Guadalquivir, dans les marais connus sous le nom de Coto de Oñana, á 7 lieues de la capitale de la pro- vince. Ce propietaire vend chaque Chameau de 1.500 a 2.000 réaux (375 a 500 fr.). Le Chameau se nourrit, dans ce pays, comme les autres mammiféres domestiques, c”est á dire de paille, de céréales, de foin et d*orge. CHEVRES D?ANGORA. En 1830, le Roi Ferdinand VII fit venir un troupeau de ces Chévres , composé de 100 individus, qui furent d”abord logées dans le pare royal connu sous le nom de el Retiro, situé en dedans des murailles de Madrid. Bientót on reconmut que le terrain manquait pour faire un essai en grand, et le troupeau fut transporté au mont du Pardo, et plus tard aux monta- gnes de 1”Escurial, od j'ai eu occasion de le voir pour la premiere fois en 1848, c'est á dire 18 ans apres son arrivée en Castille. Alors il se com- posait de 200 tétes, les máles presque tous blanes, avaient une toison mag- nifique. Les bergers m”ont dit que tous les individus primitifs avaient disparu et que ceux qui existaient étaient nés dans le pays; qu'on pouvait deslors les considérer comme naturalisés avec le climat, les aliments et les autres conditions inhérentes á la région centrale d*Espagne. A Huelva il existe un autre troupeau de Chévres d*Angora composé de 100 tétes et d'apres les renseignements que j'ai obtenus il prospere. tres bien dans la région montagneuse de cette province. De ces faits il me semble sortir, sans doute, la conviction que 1”Espagne offre des sécurités pour la propagation des Chevres d'Angora, et que co- mme dans sons pays cet animal dédommage son maítre des soins qu'il doit lui prodiguer. Je ne dirai rien des: Kachmirs apportés á4 Barcelone par un Consul en 1825 qui disparurent, ayant été mélées avec des Chéyres ordinaires; je ne parlerai pas non plus d*un troupeau de Vicognes qui, diton, exista en 1816 pres de Madrid, et a aussi disparu. — 668 — GAZELLE. (ANTÍLOPE DORCAS.) Ce charmant ruminant s”est acclimaté si bien dans notre pays qu'il sy reproduit avec une grande facilité, de maniére que dans l”espace de - trois années, de trois individus, deux máles et une femelle, qui primitive- mente existaient dans la ménagerie de Sa Majesté la Reine, on a dejá un troupeau composé de 19 tétes qui continueront probablement á se repro- duire a 1'infini; car toutes les conditions de Castilla, climat et aliments, leur conviennent parfaitement. Nos Gazelles sont tres douces et sociables et bientót, j"espére, on pourra les compter au nombre de nos animaux domestiques. La Société connait si bien 1utilité de ce mammifere qu'il me semble inutile d*énumérer les avantages que pourrait rapporter au pays la con- quéte de ce paisible habitant des déserts africains. KCANGUROU GÉANT. (MACROPUS GIGANTEUS.) M. Florent Prévost, dans la séance du 10 Mars passé, a donné á la So- ciété des renseignements sur 1”acclimatation de ce Mammifere dont il s*est occupé depuis quelques années. Dans la communication de notre honorable confrere j'ai apercu quelques légéres inexactitudes, du moins en les com- parant avec ce qui est arrivé en Espagne dans 1”acclimatation des Kan- gurous. alles Kangurous de Madrid ne viennent pas du parc de Rosmy; ils furent achetés en 1826 avec d'autres animaux par ordre du Roi Ferdinand VIL On apporta en Espagne un mále et quatre femelles qu'on enferma dans la ménagerie du Retiro. Bientót on reconnut que ces animaux me peuvent vivre cloitrés dans une enceinte tres limitée car les sauts extraordinaires qu'ils font les exposent A se rompre les pattes ou á s*estropier, d*un autre cóté faute d”exercice ils deviennent malades et meurent. Pour éviter tous ces inconvénients ou les transporta dans un grand enclos, oú ils sont res- tés, et lá leur multiplication s”est faite avec une grande facilité, car quel- que fois on a reuni plus de trente individus. Pour que les Kangurous procréent il n'est pas nécessaire de les placer — 669 — dans un endroit isolé, étendu et planté d”arbrisseaux; il suffit d'un enclos assez grand oú les animaux puissent trouver la quantité d'aliments indis- pensable a leur existence. Tout ce que je viens d'exposer ne s'oppose pas á ce que dans les conditions indiquées par M. Florent Prévost, les Kangu- rous ne se multiplient; loin de contredire les assertionts de notre confrere, je crois que le Kangurou se préte facilment aux deux éducations indiquées car il peut de méme que le Lapin vivre á 1*etat de domesticité et dans les champs. Dans le premier cas le Kangurou est dejá un des animaux qui peuvent peupler nos étables, et dans le second il peut servir comme le dit M. Prévost pour varier la chasse des bois et amuser les chasseurs. Je crois que cette application devait étre la derniére qu'on dút faire du Kangurou car on doit désirer sa multiplication dans les campagnes non pas pour dis- traire ceux qui n'ont rien á faire, mais bien pour en faire une nouvelle ressource de 1”économie rurale. En effet, M. Prévost 1*a tres bien indiqué la chair de cet animal est préferable á celle de la Vache et du Mouton car elle est plus tendre que celle de la premitre et plus abondante que celle du second (je parle toujours du Macropus giganteus qui est 1”espece acclimatée en Espagne). La peau de ce mammifére et son poil facile á convertir en feutre peuvent avoir de belles applications dans 1*industrie. M. Prévost á émis une opinion que je ne puis partager larsqu'il a avancée que le Kangurou était un animal plus dificile á nourrir que le Lié- vre, et il en a conclu que 1”éducation la plus convenable qu'on puisse lui donner est la semi-sauvage. Les Kangurous sont tres faciles á nourrir, et dans le Retiro de Madrid on leur donne 4 manger de 1”orge, de 1”avoine et du foin sec dans 1”hiver tandis qu'ils paissent 1”herbe verte dans les saisons de 1?année oú elle existe. En un mot, on les nourrit de la méme ma- niére que les Chevres destinées á donner du lait. Cet animal est timide, doux, et nótre climat lui sied parfaitement. La durée de sa vie et de 10 412 ans. Dans la dernitre période de son exis- tence tres souvent il devient aveugle A cause des cataractes qui se deve- loppent en lui; alors ces malheureux ne pouvant voir leur chemin vont par- “fois se precipiter ou se mettre en pitces contre les murs. En ce moment le troupeau des Kangurous de S. M. se trouve reparti entre Madrid et Séville. S. A. R. Madame la Duchesse de Montpensier en a recu dix pour ses pares de San Telmo. — 610 — De tout ce que nous avons dit-il résulte que: 1.2 L*acclimatation des Kangurous en Castille date de 1826. 2.2 Que pendant tout ce temps ¡ls se sont reproduits avec une grande facilité, plusieurs générations nées, dans le pays s*étant succedées, car les pores importés sont morts depuis plusieurs années. 3.2 Que ces mammiféres peuvent eroitre et se reproduire ou dans les basses-cours des maisons, ou en pleine liberté dans tous les champs. 4.2 Que leur alimentation en tout cas est facile, tout en étant écono- mique. 5.2 Que 1"homme trouve dans la chair de cet animal un aliment sain et mutritif, et dans sa peau et son poil des nouveaux matériaux pour 1'in- dustrie. Si on pdse bien tous ces avantages, je crois que la Societé d”acclima- tation rendrait un service incalculable en propageant en Europe un mam- mifere qui fait prévoir tant d*utilité.» Insistiendo ahora en el asunto, haré notar que si es incuestionable la importancia grande que tiene el acrecentamiento de recursos para el sos- tén de la vida y bienestar del hombre, tal provecho no es posible conse- guirlo sin que preceda el examen de las necesidades inherentes á los seres que escojamos para satisfacer las nuestras, puesto que, de no hacerlo así, se corre el riesgo de un fracaso desfavorable. Al tratar de introducir en nuestros campos y montes mamíferos de paí- ses exóticos, debemos primero estudiar las condiciones en que viven en su tierra, buscándoles en la nuestra las cireunstancias más parecidas. ¿Qué sería de las preciosas Martas Zibellinas y Chinchillas, habitantes las pri- meras en las heladas regiones polares, y en las nivosas del Chimborazo las segundas, si en vez de intentar su connaturalización en la zona de las nieyes perennes que tenemos en los Pirineos, Picos de Europa y Sierra de Gredos, ó en las inmediaciones del Corral de la Veleta, en Sierra Nevada, las lle- váramos al Coto de Oñana, cerca de Sevilla? Que tal ensayo nos costaría muy caro, sería inútil y nos pondría en ridículo por lo desacertado. No es difícil la tarea de aclimatación, sobre todo si se trata de traer animales domesticados ya en su mismo país, pues entonces son conocidos los cuidados que allí emplea el hombre para conservarlos; pero las dificul- a — 611 — tades aumentan cuando se trata de soltar en nuestros montes especies sil- vestres que hayan de vivir por su cuenta en sitios donde tal vez no se en- cuentren los alimentos que usan en su país. Menos malo si se trata de mamíferos carnívoros que en todas partes hallan presas para comérselas, sean vivas, sean muertas; mas el asunto varía bastante si hay que alimentar las especies frugívoras, porque no es tan fácil encontrar en Europa los mismos frutales que en las otras cuatro partes del mundo, y aun cuando no sea tan difícil el caso para las especies esencialmente granívoras, que si se han de criar en domesticidad sólo re- quieren semillas feculentas de las cuales abundamos; la facilidad sólo es patente para connaturalizar las herbívoras, cuyo pasto es abundante y muy parecido en todos los países. Esto sentado, procede ya señalar los mamíferos exóticos que conven- dría introducir en nuestra Península para el fomento de la ganadería, la industria rural y la caza. En primer lugar recomiendo todas las especies exóticas que la expe- riencia nos ha demostrado ya son en España de adaptación segura, y las mismas que cito en la carta copiada precedentemente, y á ellas habrán de añadirse las que 4 continuación señalo. Orden de las Beluas. SUIDOS Los Cerdos de pezuña entera, raza cubana procedente de los que los es- pañoles llevamos al Nuevo Mundo, y que allí, por circunstancias locales, se han ido modificando, como Azara ya nos lo dijo en sus Apuntamientos para la Historia Natural de los Quadrúpedos del Paragua: y Rio de la Plata. Esta casta, desconocida por nuestros ganaderos, que tampoco la he visto citada por los extranjeros, tiene importancia grande por el desarrollo que alcanza, pues un ejemplar que envió el General Serrano al Jardín de Aclimatación de Madrid, siendo Capitán General de Cuba, á los dos años pesó muerto 377 kilos 500 gramos, correspondientes 4 su tamaño elefan- tino. El carácter distintivo de esta raza es la soldadura en una de las dos pezuñas de los dedos intermedios de sus patas, que así simulan al casco de los Solípedos. — 612 — El Cerdo chino, aunque más pequeño que algunas variedades de las nuestras, se carga tanto de gordura, que le arrastra el vientre por el suelo, y desde este punto de vista su crianza en nuestra ganadería resultaría pro- vechosa, no siendo difícil su traída desde las islas Filipinas, hoy que el trá- fico con aquellas posesiones remotas se hace de un modo tan continuo y seguro. Otras especies del género Sus que abundan en las diferentes regiones de la India oriental, y de que aquellos pueblos se aprovechan con modo parecido al nuestro, ya criándolas ó cazándolas si son silvestres, represen- tan al Jabalí europeo, pero con mayor tamaño, y convendría su traída á España, si bien es menos fácil su adquisición que la de las antes citadas, pues apenas en Europa se conocen sino por los naturalistas viajeros que las han descrito. Existen otros Suidos en América, además del Cerdo de Europa, que deben llamar nuestra atención para introducirlos en España por sus buenas circunstancias. Son comestibles las carnes, parecidas á las del Jabalí; sus cer- das y pieles son aprovechables como las de éste; se domestican fácilmente, y pudiéndolos criar en piaras, abandonados á sí mismos, en sitios conve- nientes, constituirían especies nuevas, de no poca importancia para la caza de montería. Su adaptación está también comprobada en la parte me- ridional de Europa, y nosotros tenemos muchas localidades parecidas á las que en su país natal habitan tales mamíferos. Me refiero á los Dicotyles de G. Cuvier, que bajo el nombre de o 6 Tayaxzus, Tañicatí y Taytetú, tan bien nos describió nuestro célebre natu- ralista antes citado. Los Guranis, nos dice, daban el nombre de Curé al Puerco doméstico de Europa, por su parecido á los silvestres suyos, que también así llama- ban, y en los que distinguían dos especies con los nombres de Tañicati y Taytetú, que son los Dicotyle labiatus y D. torquatus de los naturalistas. Prescindiendo de la caracterización excelente que Azara nos da de es- tos mamíferos, que aquí no viene al caso copiar, referiré lo que nos dice de las costumbres, que es lo que nos conviene conozcamos para elegir su instalación más conveniente en España. Son como los demás Suidos: sociables, hasta domesticarse como el Cerdo y vivir junto al hombre, siguiéndole, sin llamarle, según lo hace el — 613 — Perro. Sueltos, viven también en manadas grandes; y se parecen á nuestro ganado de cerda, no sólo en las formas exteriores, sino en el modo de ca- minar, de comer y de hozar los suelos para buscar su alimento. Erizan las cerdas y resoplan con fuerza cuando se alarman ó se les incomoda de algún modo; el modo de rascarse contra cuerpos duros para deshacerse de los parásitos que los acosan, es como el del Cerdo; en los bosques espesos andan dispersos sin juntarse, y donde no hay espesuras viven reunidos en manadas numerosas; cuando alguno percibe ruido, castañetea los dientes y le corresponden todos, deteniéndose 4 observar; si conocen que no hay pe- ligro, siguen su marcha pacíficamente; pero si se les ataca, se reunen y circulan al hombre, ó perro, ó fiera que los ofende, despedazándolo si no huye á tiempo. Sin embargo, no es ganado agresivo si no se le obliga á defenderse. Hasta el gruñido es parecido al del Cerdo. En España estos mamíferos podrían instalarse convenientemente en las provincias meridionales, sobre todo en Andalucía, Extremadura y aun en las litorales mediterráneas, eligiendo las partes montuosas pobladas de encinares ó de otros vegetales que pudieran proporcionarles cebo abundante como el de los Cerdos, á quienes tanto se parecen en todo. TAPIRINOS. La Danta, que los Guranis llamaban, según nos dice Azara, Maboredé, Gomora denomina Capa; Tebet, Tapchire; Lery, Tapirosson; Claudio d'Abbeville, Tapyr; Lacet, Marpour?; Hernández, Zlacoxoloté; y Dam- pier, Vaca montañesa: es el Tapúrus americanus de los naturalistas. La connaturalización de este mamífero en nuestras provincias meridio- nales no ofrece duda, sobre todo en aquellas localidades próximas á ríos, lagunas y esteros vecinos del mar. Se domestica fácilmente, hasta el punto de andar por las casas suelto; no es arisco, y se deja manosear como los Equídeos domésticos, limitándo- se 4 manifestar su disgusto dando un resoplido 4 manera de silbido. Bebe como los Cerdos, y, como éstos, come de todo, hasta carne, y pasta como las demás Beluas. Es comestible su carne, y algunos la celebran, según nos dice Azara, quien añade ser animal forzudo, y que podría utilizársele para el servicio de los aldeanos pobres, como los borricos pequeños, y en 43 — 6714 — iguales términos que éstos, dado lo económico de su sustento. Su piel es más gruesa que la del Buey, con pelo corto, tupido, aplanchado, excepto el de la crin; y asemejándose al Jabalí, cuando huye no busca camino, sino que va rompiendo y destrozando todo lo que encuentra por delante, sin dete- nerle los ríos, que vadea nadando sin zambullirse; por todo lo cual, en es- tado salvaje es dañino, sobre todo si penetra en las huertas, por los destro- zos que verifica en las plantas que en ellas se cultivan. JUMENTOS. No es preciso recomendar la gran importancia que tendría el aumento de especies de ganado caballar en nuestra Península, por los servicios que tales mamíferos prestan al hombre en sus más penosas faenas; y sorprende que, conociéndolo desde remotísimos tiempos, se haya limitado á servirse úinicamente del Caballo y del Asno y de los híbridos de ambas especies, que son, como todas las demás (Zebra, Cuagua, Dauw y Hemión), oriúndas de los continentes africano y asiático, donde aún se encuentran salvajes, según lo aseguran los naturalistas viajeros por tales países. Verdad es que, según consignó en el manuscrito de su viaje á Guinea, verificado el año de 1832, mi amigo y condiscípulo D. Marcelino Andrés, la Zebra en el reino de Dahomey es, dice, «el cuadrápedo destinado al servicio de los negros, y es muy abundante en todas las comarcas de Guinea, donde le denominan Antrosí»; pero, por la descripción que hizo mi amigo, no son como las del Cabo de Buena Esperanza, sino que sus fajas son de color de café en vez de negras, y por esto sospecho que no sea la verda- dera Zebra la que Andrés vió en Dahomey, sino el Dauww ó6 Equus mon- tanus, lo que al fin es igual para demostrar que todos los Equídeos son susceptibles de domesticarse y ser empleados por el hombre en los mismos servicios que el Asno y el Caballo. También está demostrado que cualquiera de las especies de Equídeos se adaptan fácilmente en Europa á su clima, por lo que se observa cons- tantemente en las Casas de Fieras, y puede agregarse que se ha visto en Madrid, á principios del siglo, servirse la Reina María Luisa de una Ze- bra para cabalgar, la misma que existe disecada en nuestro Gabinete de Historia Natural. Y Y — 615 — PÉcoRraAs. Si útil ha de resultar la introducción en nuestra Fauna mastodológica casera y campesina de nuevas especies de Beluas y de Jumentos, no ha de ser menos beneficiosa la de Pécoras exóticas, que también se prestan ad- mirablemente á su connaturalización en esta parte meridional de Europa, puesto que en sus llanuras y sierras reune condiciones parecidas á las de las tierras de donde son originarias aquellas especies. Familia de los Camelidos. SUBFAMILIA CAMELINOS. Dejo dicho al principio de este capítulo que la introducción de estas Pécoras exóticas en nuestra ganadería fué ensayada con buen éxito, hasta en Madrid mismo, por la Casa Real y por algunos particulares en las pro- vincias de Sevilla y Huelva; y para detallar más las noticias que di á la Sociedad Imperial de Aclimatación de Francia, voy á copiar ahora lo que sobre este asunto nos dice, en su Catálogo metódico y razonado de los Ma- máferos de Andalucía, el profesor, recientemente fallecido, D. Antonio Machado y Núñez. «El Camelus Dromedarius, Linn., habita en las inmediaciones de Al- monte, provincia de Huelva, y en el Coto de Doñana, situado 4 la derecha del Guadalquivir, é igualmente en otros pueblos de la provincia de Cádiz y Sevilla, reducido á la domesticidad y aclimatado hace más de treinta años por los esfuerzos inteligentes de D. Domingo Castellanos, Adminis- trador que fué del Excmo. Sr. Marqués de Villafranca. Los primeros Ca- mellos que se introdujeron con el objeto de propagarlos eran procedentes de las islas Canarias, y en pocos años el celo del Sr. Castellanos consiguió su multiplicación hasta reunir una manada de 80. En 1833, á los pocos años de haberlos aclimatado, empezaron á usarse como animales de carga y transporte en la provincia de Cádiz, y los nacidos en el Coto fueron los que se empleaban en acarrear materiales para las obras del Camino Real del Puerto de Santa María á Sanlúcar de Barrameda (hace más de treinta años), y en distintas conducciones á Arcos, Jerez, Chiclana y otros pue- — 616 — blos. Pero algunos acontecimientos imprevistos, producidos al atravesar las vías públicas, por la desagradable impresión que causaban en el ganado caballar, no acostumbrado á su aspecto; la necesidad de separarlos en las caballerizas, y otras circunstancias, aunque fáciles de remediar, retrajeron de su uso á los traficantes, perdiéndose así las economías y ventajas obte- nidas por su introducción. » También se invierten en las labores del campo, y algunos terrenos que posee D. Rafael de la Barrera se benefician hoy con Camellos, arando y ocupándolos en varios trabajos agrícolas. El expresado señor, propieta- rio y labrador de la provincia de Huelva, conserva restos de la manada, como heredero del Sr. Castellanos, y ha tenido la bondad de comunicarme estos datos sobre la multiplicación y usos de los Camellos.» Después de lo referido por el Sr. Machado, tan en conformidad con lo que ya en 1830 dije yo en la Real Academia de Ciencias y Artes de Bar- celona al introducir el General España en aquella provincia 30 Camellos traídos de Argel para connaturalizarlos en Cataluña, precísame insistir cada vez más en la conveniencia de que nuestros ganaderos emprendan decididamente la propagación en la Península de esta clase de ganado, que reune á los aprovechamientos que sacamos del caballar y vacuno el del lanar, pues hoy día se utilizan los vellones de los Camélidos, lo mismo que el de las Ovejas, para tejidos especiales. Las dos únicas especies que el género Camelaus tiene, el €. Bactrianus y el C. Dromedarius, se diferencian á primera vista, por tener éste una sola jiba y dos el primero. Ambas prestan parecidos servicios en los países donde se les cría, refiriéndose los ensayos hechos en España al Dromeda- rio, que es la especie que más abunda en África, así como predomina en Asia el Bactriano. SUBFAMILIA DE LOS AUCHENIOS. Estos Camélidos son americanos, y se diferencian de los anteriores por su menor talla, carecer de jiba, ser más corta su cola; apoyar en la mar- cha sólo el extremo de los dedos de los pies, y tener las orejas, en vez de cortas y redondeadas, largas, elípticas y parecidas á las de las Cabras. Estos animales eran el solo ganado que antes del descubrimiento de América tenían domesticado los habitantes del Nuevo Mundo, desde el 1617 = Ecuador hasta Chile, utilizándolo allí, como á los Camelinos emplean los árabes en África. Si los servicios de las Auchenias, por su menor talla y fuerza, no pue- den compararse á los de los Camellos, la importancia industrial de sus vellones sobrepasa en mucho á la de los de éstos, pues los de las Vicuñas llegan á ser sedosos. Unos admiten en el único género de esta Subfamilia diferentes especies, y otros sólo variedades de una sola, que son: a. La Llama doméstica. (Auchenia doméstica vulgaris.) b. El Guanaco. (Auchenia Guanacos), que Ulloa llamó Huanacus - Garcilaso, y Molina Camelus Huanacus. c. El Paco de Acosta. (Auchenia Paco, Desm.) d. El Moromoro de Acosta; Auchenia Moromoro, Schinz, in Synop.; Lama Araucana, Fischer, in Synop.; Camelus Araucanus, Molina; Aries Moromorus, Nierenb. e. La Vicuña (Auchemia Vicunna), Desmar.; Lama Vicugna, Tie- dem, y Camelus Vicugna, Molina, que algunos la consideran como espe- cie distinta. Encontraron los españoles al llegar al Perú tan importante ganado uti- lizado por los indios, y á pesar de las especiales condiciones que reune como bestia de carga en los países montuosos y de que su vellón es estima- do, hasta el día en Europa sólo ha figurado vivo en las colecciones de ma- míferos de las Casas de Fieras, sin haberse “intentado su multiplicación para acrecer la riqueza ganadera con animales tan productivos. España dió el primer paso á principios del presente siglo, trayendo Llamas y Vicuñas del Perú, que instaló en el Jardín de Aclimatación de Sanlúcar de Barra- meda, del cual desaparecieron cuando, por odio al Príncipe de la Paz, fué destruído tan importante establecimiento. Después de medio siglo, remiti- dos por la Comisión Científica del Pacífico, los tuvimos en el Jardín Zoo- lógico de Madrid, donde prosperaban grandemente, haciéndonos creer de que esta vez su propagación se arraigaría; pero la revolución del 68 fué causa de la desaparición del nuevo Jardín de Aclimatación madrileño y desvaneció nuestras esperanzas, que dudo vuelvan á renacer si nuestros ganaderos en primer término, fijíndose en la importancia que tienen los avi- sos consignados en este capítulo, no emprenden por sí y ante sí solos el engrandecimiento que puede darse á su industria pecuaria, asegurándoles — 618 — por mi parte que los estudios zootécnicos que sóbre aclimatación en Es- paña tengo hechos me autorizan á pronosticar prósperos resultados. Cervideos. Nada para la ganadería tenemos que buscar en esta gran familia; por- que hasta el día, hecha abstracción del Reno, que únicamente en las re- giones boreales se ha domesticado, y se utiliza como bestia de tiro, de carga y de alimento, las demás especies, aunque se aquerencian al hombre, cria- das á mano en nuestras casas desde jóvenes, sólo como caza mayor se aprovechan. Para acrecerla, son muchas las especies exóticas que podría- mos introducir en nuestros montes, que, á no dudarlo, se aclimatarían, so- bre todo, si al elegirlas tuviéramos presentes las condiciones climatoló- gicas de los países de su procedencia, las topográficas de las localidades que ordinariamente habitan, y las floras asimilables á las nuestras. Familia Bobideos. SUBFAMILIA DE LOS ÁNTILOPINOS Como los Cervídeos, son los Antilopinos útiles, en igual grado, para la caza mayor y sus aprovechamientos; pero tampoco hasta el día se han reducido á la domesticación ó servidumbre necesaria en la ganadería. En su estado de libertad viven, como todas las pécoras, asociados en manadas más 6 menos numerosas: ordinariamente son animales tímidos; pero, hosti- gados, se defienden y hasta atacan con sus acerados cuernos á los enemi- gos, incluso el hombre. Los aprovechamientos de estos mamíferos, por lo que 4 sus carnes y pieles se refiere, son de la misma estima que los de las demás Pécoras, y por esto puede aconsejarse su introducción en nuestros montes, cuya rique- za venatoria, al propio tiempo que su importancia alimenticia é industrial, sin duda alguna se acrecería. En el Parque Zoológico de S. M., que se instaló en la Real Casa de Campo, llegamos á tener un rebaño de la Gacela Dorcas, de más de 50 cabezas, procedentes de una sola pareja que había sido traída para la Casa de Fieras del Retiro, donde principiaron 4 multiplicarse en domesticidad de — 619 — corral, alimentadas á pienso, y más tarde, sueltas en la Casa de Campo, co- miendo por su cuenta en el monte. Este ensayo nos demuestra la posibili- dad de obtener resultados análogos con muchas de las otras especies de Antílopes que hoy se conocen en las diferentes partes del Globo. SUBFAMILIA DE LOS CAPRINOS A pesar de no ser pocas las especies de Cabras monteses extranjeras que existen, nosotros posecmos lo bastante con la hispánica y pirenaica. No diré otro tanto de las razas domésticas, insistiendo en la conveniencia de fomentar más de lo que se ha hecho la crianza de la Cabra de Angora, y emprender la del Thibet ó Cachemira, cuyos preciosos vellones alcanzan altísimo precio para tejer aquellos chales cuyo exorbitante valor los pone sólo en las manos de Sultanas y Princesas. SUBFAMILIA OVINOS En la parte zoográfica, al tratar de estos mamíferos, me he extendido lo bastante sobre las razas que tiene nuestra ganadería, y aquí sólo añadi- ré alguna cosa llamando la atención de nuestros ganaderos sobre las razas de Astracán y de China que no poseemos. La primera produce en su edad adulta un vellón enorme y estambrero, y, cuando es recental, da preciosa lana rizada de tal valor que las pieles se venden á 25 y 30 pesetas cada una, para hacer manguitos y adornar trajes de lujo. La segunda raza es sorprendente por su fecundidad extraordinaria, pues las Ovejas dan á luz en sendos partos tres, cuatro y hasta cinco corderillos, según nos refiere M. Rutherford-Alcoch, Vicecónsul en Changhai de S. M. el Real Príncipe de Mónaco; y si no cinco corderos, tres y cuatro los hemos visto nacer en el Jardín de Aclimatación de Francia. De modo que las Ovejas Ong-ti de China deben, en este concepto, considerarse más beneficiosas que las nues- tras, cuya lana, en cambio, es de mayor estima que la de aquéllas. Según se nos refiere, la carne de los corderos chinos es muy delicada; y si nues- tros ganaderos introdujeran en sus piaras las Ovejas chinas, en el tiempo de la paridera duplicarían la venta de recentales. — 680 — SUBFAMILIA DE LOS BOBINOS. Después de lo que dejo dicho sobre el ganado Vacuno en la parte co- rrespondiente de este libro, aquí, tratándose de la conveniencia de acrecer nuestra ganadería con especies exóticas, como todas las de este grupo pro- porcionan al hombre parecidos beneficios, sin rehusar los que pudieran prestarnos las forasteras, manifestaré que, en mi juicio, antes de traer nuevos tipos se debe poner empeño en mejorar los que tenemos por eruza- mientos con razas europeas superiores á las nuestras bajo los diferentes conceptos de aprovechamiento. Esto no obstante, voy á señalar algunas especies de las que el hombre tiene domesticadas en tierras lejanas: Bos Bubalus.— Es común en las ganaderías de la India Oriental, y del E. de Africa, y se halla introducido en Grecia, Italia y Hungría hace mucho tiempo. Bos Arní. — Doméstico en la China y en las islas del Archipiélago Indio. Bos gruniens, Linn.—Es el Yack doméstico que en el Norte de China constituye una ganadería utilísima por prestar los mismos servicios que nuestras Vacas, con las cuales se cruza produciendo mestizos que los tár- taros aprecian mucho. Esta especie ha sido introducida en Francia por la Sociedad de Aclimatación, en cuyo Jardín Zoológico se reproduce ya normalmente y va propagándose. Sobre las utilidades del Bos taurus, reune la del gran vellón que cubre su cuerpo y es utilizable como materia textil. Serie de los mamiferos ineducables. ORDEN DE LOs MURCIÉLAGOS. Utilísimos por los servicios que prestan á la Agricultura, no nos toca hacer más que recomendar su reproducción natural, censurando las inju- rias que algunas almas perversas los hacen. — 681 — ORDEN DE LOs BESTIAS. Iguales consideraciones que los Murciélagos merecen los Erizos, Mu- sarañas y Topos como animales insectívoros; aconsejando la misma protec- ción que para las aves insectívoras se ordena hoy en todos los países cultos. ORDEN DE LOS GLIRES. Aunque en este Orden existan mamíferos de importancia grande, las condiciones de la mayor parte los colocan en la clase de animales irredu- cibles; siendo sólo aprovechables por sus carnes para alimento, y por sus pieles para el comercio de peletería fina. Ni el Castor, ni la Viscacha, ni la Chinchilla ni otros parecidos Roe- dores, utilísimos cual éstos, se prestan á la domesticación como el Conejo, y sólo como caza, algunos de ellos, podría intentarse su aclimatación, pero sin esperar grandes provechos. SUBCLASE DE LOS OVOVIVÍPAROS. A no dudar, existen en este grupo mamíferos cuya propagación en nuestra Fauna resultaría provechosa bajo diferentes puntos de vista, y uno de ellos el de la alimentación y peletería. Los unos debemos buscarlos en la Familia de los Macropódidos (Kanguro) y cuya adaptación en el centro de España y Andalucía la tenemos comprobada; y los otros en todas las demás, por sernos útiles sus pieles para diferentes usos. Algo más podría añadirse respecto á aclimatación de animales; pero basta lo dicho para poner punto á nuestro trabajo. ] y el ¡de ed DA IA cl EN me! pa Fr xi F: Ñ Pp CS IES a AT ENSAYO BIBLIOGRÁFICO DE ANTROPOLOGÍA PREHISTÓRICA IBÉRICA POR D. GABRIEL PUIG Y LARRAZ Ingeniero de Minas, Individuo de la Comisión del Mapa Geológico de España y Correspondiente de la Real Academia de la Historia, O us INTRODUCCIÓN Este ensayo bibliográfico acerca de la Antropología y Prehistoria ibé- rica, Ó séase Paleoetnología peninsular, profesada por españoles y portu- gueses, debe su principal origen al deseo de combatir lo que con sobrada ligereza afirma M. Cartailhac en su obra titulada Les ages préhistoriques de "Espagne et du Portugal.—Paris, 1885. Según se dice en este trabajo, fué el fundador de los estudios de Antropología prehistórica en nuestra patria el Sr. D. Luis Lartet, y se señala como sus continuadores á los se- ñores Prado, Vilanova, Tubino y otros dos ó tres más naturalistas espa- ñoles. La atención preferente que desde hace largos años hemos dedicado á coleccionar datos relativos á los diferentes ramos de la Historia Natural, referentes á España y á los españoles, nos hicieron ver inmediatamente lo injusto de aquella aseveración, que, con sentimiento lo decimos, se hace además en una obra didáctica, escrita en español, y que trata también de los estudios llamados prehistóricos. Para probar debidamente la inexacti- tud, nos propusimos reunir todo aquello que á dichos estudios pudiera re- ferirse, para que, dundo á cada autor y á cada explorador el puesto que le correspondiera, quedara de manifiesto que en nuestro país hay y ha ha- bido suficiente número de personas dedicadas con éxito á ese linaje de in- vestigaciones, y que los trabajos publicados por ellas acerca del asunto son bastantes para constituir un cuerpo de doctrina representante no des- preciable, en el estadio de la ciencia, de la cultura española en materia de estudios antropológico-prehistóricos. — 686 — El trabajo, aun cuando no definitivamente ultimado, resulta, sin em- bargo, voluminoso; y tanto por esto como porque atenciones más urgentes y perentorias, relacionadas con el cargo que desempeñamos, no nos permi- tían darlo á la estampa desde luego, aprovechando las excitaciones de nues- tros respetables amigos é ilustrados individuos de la Academia de Ciencias, Excmos. Sres. D. Mariano de la Paz Graells y D. Daniel de Cortázar, nos hemos decidido á entregar al primero, para que, amparada por su respeta- ble nombre, figure como Apéndice á su concienzuda y notable memoria, referente de la «Fauna mastodológica ibérica», la parte bibliográfica de nuestro estudio acerca de los trabajos de Antropología y Prehistoria pe- ninsular, efectuados por españoles y portugueses. Nuestras notas bibliográficas hállanse redactadas, siguiendo un criterio especial, que trata de evitar el escollo que las bibliografías ofrecen gene- ralmente; pues además del aspecto de formulario, tienen muy 4 menudo el inconveniente de que el título sólo no basta á dar idea del alcance 6 extensión de las materias tratadas, tanto que á veces un epígrafe, al pare- cer muy claro, no tiene nada que ver con el asunto en que debía ocuparse la obra, y en otras ocasiones se hallan interesantes datos donde por el tí- tulo no pueden sospecharse. Por esto hemos creído que á la papeleta bi- bliográfica debíamos añadir un resumen que, sin ser un índice detallado, permita, sin embargo, darse cuenta exacta del contenido, siempre que en el trabajo no se corresponden perfectamente el texto y el título que lleva estampado. La índole misma de nuestra obra nos ha impuesto la condición precisa de no consignar en las notas bibliográficas más que aquello que, siendo pertinente al asunto, en sus variadas manifestaciones, hubiéramos leído y comentado, notándose, por consiguiente, evidentes omisiones de trabajos muy citados que no nos ha sido dable consultar, como son, entre otros, los estudios del Sr. Assas acerca de los «Monumentos célticos» , y los del señor D. G. Mac-Pherson, respecto á sus descubrimientos en la Cueva de la mujer. Por otra parte, también hemos suprimido aquellos estudios que, aun cuando repetidamente mencionados, no sabemos por qué causa, en lo que podríamos llamar la literatura prehistórica vulgar, no contienen, en realidad, referentes á estas clases de estudios, más que el título; y de éstos, por no hacer demasiadamente largo este preímbulo, no citaremos — 687 — como omitidos más que los del erudito é ilustrado ingeniero de Minas se- ñor D. Ramón Rua Figueroa y alguno del Sr. D. Antonio Machado. En nuestros estudios acerca de la Paleoetnología ibérica hemos adop- tado por base una clasificación.en dos grandes épocas: prehistórica y pro- tohistórica; la época prehistórica la consideramos comprendida entre los límites marcados por los estudios referentes al hombre, considerado como terciario en la Península y el final del tramo neolítico, 6 sea hasta el prin- cipio de los tiempos actuales; y consideramos como época protohistórica á la que desde la fecha ya citada se extiende hasta el siglo 11 de la invasión romana en la Península, pues solamente desde aquí pueden apreciarse no- ticias relativamente exactas y verídicas respecto á los pueblos que habita- ban nuestro suelo. A esta clasificación obedecen, por consiguiente, los asun- tos tratados en esta bibliografía, que damos como un avance, y en manera alguna como trabajo completo y acabado. Hemos aceptado el orden cronológico, agrupando las obras según el año de su aparición, y dentro de éste el alfabético de apellidos de autores, pues de adoptar el didáctico, ó por materias, las repeticiones hubieran de- bido ser muy numerosas y la magnitud de estas notas exageradamente grande, sin provecho real para su examen, que tratamos de facilitar dan- do al final un índice geográfico por provincias. Hemos creído conveniente consignar los trabajos de que tenemos no- ticia exacta, referente á investigaciones hechas con gran anterioridad á la época en que ciertamente dieron comienzo estos estudios en nuestra Pe- nínsula, puesto que sus autores fueron verdaderos exploradores en el cam- po de los conocimientos en materia antropológico-prehistórica, y sus da- tos muy dignos de tenerse en cuenta por los que en la actualidad se dedi- can á ellos. Además, y creemos que con esto cumplimos con un deber, tenemos que hacer constar que los verdaderos fundadores de la ciencia antropoló- gico-prehistórica en nuestra patria fueron: D. Casiano de Prado, sabio iugeniero de Minas, ilustrado geólogo y digno individuo de nuestra Áca- demia de Ciencias, auxiliado por el docto Catedrático D. Mariano de la Paz Graells, por una parte, y por otra por un modesto Catedrático de la Facultad de Medicina de Santiago, el Sr. D. José Varela de Montes, que, allá por los años de 1843, publicó unos trabajos acerca del asunto que son — (688 — el objeto de estas notas. Respecto al primero, cuyo nombre ha sido preterido por los que deseaban ser considerados como los fundadores de la llamada ciencia prehistórica, y únicamente se le ha señalado como habiendo em- pezado sus investigaciones después que vinieron 4 España los señores Du Verneuil y Lartet, y como enseñado por éstos, podemos afirmar que esto último no es cierto, sin tratar de menoscabar cn lo más mínimo el justo renombre de aquellos sabios franceses; y es preciso afirmar que ciertamente fué el primero que en nuestro país verificó verdaderas exploraciones pre- históricas con un fin científico. Por razón del cargo oficial que desempeñamos, hemos tenido ocasión de ver los diarios de campo de D. Casiano de Prado, que conservaba en su poder el Ingeniero Jefe de Minas D. Luis Natalio Monreal, y de ellos, y de la correspondencia que aquél sostuvo con el que fué nuestro inolyi- dable Jefe y amigo D. Manuel Fernández de Castro, sacamos las siguien- tes noticias, que prueban el aserto que anteriormente hemos consignado. D. Casiano de Prado verificó un viaje al extranjero (París y Londres) en los años 1851 y 1852; en esta excursión trabó amistad con el entonces célebre Prunner Bey, que le indujo á dedicarse á las investigaciones prehis- tóricas; vuelto 4 España, emprendió con fe sus trabajos, y de esa fecha son las exploraciones verificadas en las cuevas de Colle (León), de Mudá (Pa- lencia) y de Pedraza de la Sierra (Segovia), estando confirmadas estas úl- timas en un documento oficial que citamos en nuestra Bibliografía, y unas y Otras por los objetos hallados que se conservan, algunos con las etique- tas escritas por el mismo Sr. Prado, en las colecciones existentes en la Escuela de Minas y en la Comisión del Mapa Geológico de España, con la fecha en que fueron recogidos, como tenía costumbre de consignar siempre D. Casiano de Prado. E Por último: ahora que el estado de los estudios prehistóricos hace fijar la atención de los que á ellos se dedican en Europa á la cuestión de que al período llamado del bronce ha precedido otro de más duración quizá, pero por lo menos de una gran importancia, que se puede denomi- nar del cobre, creemos que debe consignarse el nombre del que por pri- mera vez en España llamó hace más de treinta años la atención hacia este hecho: fué éste el docto Ingeniero de Caminos y Académico de la Espa- ñola, de la de Ciencias, y de la Historia, el Excmo. Sr. D. Eduardo Saave- : ñ A A id 3 CI 7 A SA de SE — 689 — dra, bien conocido de todos por su sólido saber y vasta ilustración mani- fiestos en los informes referentes á los descubrimientos prehistóricos efec- tuados por Góngora en Andalucía. Tiempo adelante se hizo adalid de la idea del Sr. Saavedra el infatigable propagador de la Prehistoria en Espa- ña, D. Juan Vilanoya, que en sus últimos años no dejó pasar ni un Con- greso, ni una ocasión, por pequeña que fuese, para dar noticias referentes á ese período negado por los que en el extranjero llevaban la dirección de la llamada ciencia prehistórica, y bueno será decir, pues que españoles han sido los que primeramente trataron la cuestión, que hoy día, la que puede denominarse «edad del cobre», cuenta con prosélitos en todo el mundo científico y con propagadores tan ilustres y entendidos como el célebre pa- leoetnólogo Salomón Reinach, cuyos estudios acerca de la metalurgia pre- histórica han abierto nuevos é inesperados horizontes á la hasta ahora des- conocida historia del uso de los metales en remotas edades. En resumen: las notas que siguen son el esbozo de una Bibliografía de Antropología prehistórica española, que esperamos ver completa algún día, pero que, aun en bosquejo, creemos será útil para los que se dediquen á este linaje de investigaciones. 44 6 . sd Oc Teide e IA Po a Lian ne li AN IA O a o e dl A : 4 4 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS DE ANTROPOLOGÍA Y PREHISTORIA IBÉRICAS (1) (2) (8) (4) 1550 Molina (Licenciado Luis de). Descripción del Reino de Galicia y de las cosus notables del. (Con privilegio.) Al fin. Mondoñedo. En casa de Agustín de Paz, 1550. Un volumen en 4." Restos de Ciudades lacustres. —Mámoas y Motas. 1610 Castellá Ferrer (D. Mauro). : Historia del Apóstol Santiago.—Madrid, 1610. Designa los parajes del territorio gallego en que son más abun- dantes los Castros y las Mámoas. 1833 Zabala (D. Pedro Andrés). Sepulcro céltico de Eguilaz. Informe dado á la Real Academia de San Fernando en 30 de Enero de 1833.—«Semanario Pintoresco Español», 1846, págs. 404 4 406.—Una lámina. SUMARIO.—Situación.—Descubrimiento.—Descripción.—Cráneos y huesos humanos.—Puntas de lecha.—Clavos. 1840 Anónimo. El hombre fósil. —«Semanario Pintoresco Español», 1840, págs. 17 á 19,—Una lámina. En este artículo, el primero que se ha escrito en España acerca del asunto, por lo cual le damos justa cabida en la bibliografía, se describen los descubrimientos verificados desde 1837, en que se encontraron y determinaron, por primera vez, huesos huma- nos como contemporáneos de los animales de géneros ya extin- guidos y en estado fósil; la cuestión está tratada bajo el aspecto satírico, á lo que se prestaba, dadas las opiniones que hasta entonces se habían tenido respecto á la antigiiedad de la especie O En humana, y el haberse abstenido de tratar de ella la Academia de Ciencias de París. Al artículo acompaña una lámina en la que está representado el hombre prehistórico, con aspecto de fiera, cubierto de pieles y con un hacha de piedra en la mano, en acti- tud de marcha por medio de las selvas. (5) 1840 Bover (D. José María). > Las pirámides druídicas de la villa de Campos, en la isla de Mallor- ca.—«Semanario Pintoresco Español», 1840, págs. 410 á 412. —Un grabado. (6) 1844 Varela de Montes (D. José). Ensayo de Antropología, o sea Historia fisiológica del Hombre en sus relaciones con las ciencias sociales, y especialmente con la Pa- tología y la Higiene. —Madrid , Imprenta de Aguado, 1844.—3 yo- lúmenes en 8. de 478, 542 y 502 páginas. Es interesante el discurso preliminar,-en el que hace un resu- men de todo lo conocido hasta entonces acerca de Antropología prehistórica, con gran exactitud y copia de datos. (7) 1845 Pellico (D. Ramón). Mina antigua de la Sima.—«Boletín Oficial de Minas».—Madrid, 11, 1845, pág. 259. (8) — Schulz (D. Guillermo). Minas antiguas de Asturias.—«Boletín Oficial de Minas».—Madrid, 1845, p. 221. Publicado aparte con otros varios escritos del señor Schulz, en Madrid, imprenta de Yenes. (Sin año, pero correspon- de á 1846.) Trata de los procedimientos que debieron emplear los benefi- ciadores primitivos de las minas, y de los restos de instrumentos, aparatos y hornos.que se habían hallado. (9) 1846 Anonimo. Antigúedades españolas. Jeroglíficos de Fuencaliente. —«Semanario Pintoresco Español», 1846, págs. 241 á 243.—3 láminas. Consiste este artículo en una detallada descripción de las cue- vas, signos y figuras descubiertos en 1785 por el Sr. López de Cár- denas, Cura de Montoro, de todo lo cual se ha tratado mucho en los escritos de los que en España se han dedicado ú4 investigar la historia de los aborígenes ibéricos. (10) 1853 Prado (D. Casiano de). Exploraciones en las cavernas de las cercanias de Pedraza de la Sie- rra.—Memoria que comprende el resumen de los trabajos veri- ficados en el año de 1853 por las diferentes Secciones de la Co- misión encargada de formar el mapa geológico de la provincia de Madrid, y el general del Reino. Sección geológico-paleontoló- gica.—Madrid, Imprenta de Aguado, 1855, pág. 45.—Una lámina. — 693 — (11) 1858 Murguía (D. Manuel). Monumentos celtas descubiertos en la provincia de Granada. —«Mu- _ seo Universal».—Madrid, 11, 1858, págs. 67-68.—Una lámina. Es la descripción de un túmulo y de una piedra horadada, colo- cados en medio de varios menhires situados en el término de Di- lar, en la subida á Sierra Nevada. Fué el descubridor de este mo- numento prehistórico un pastor, que comunicó la noticia al pintor D. Manuel Rico, que en el verano de 1857 recorrió dicha región, el cual trasladó al lienzo el pintoresco y poético paisaje que rodea al túmulo, cuyo retrato, así puede decirse, se ha perpetuado. El Sr. Murguia hizo el artículo, por no atreverse el Sr. Rico, y en virtud de sus opiniones históricas hizo monumento celta la cons- trucción que no se sabía á qué época debia asignarse. (12) 1863 Puiggari (D. José). Armas ofensivas y defensivas de los antiguos españoles.—Madrid, «Museo Universal», 1863, pág. 283.—Un grabado. (13) 1863 Tuñón y Quirós (D. Elías). Los asturo-cántabros.—Madrid, «Museo Universal», 1863, págs. 139 á 141. —Una lámina, que representa varias armas de las usadas por los asturo-cántabros en su guerra contra los romanos. (14) 1864 Prado (D. Casiano de). Descripción física y geológica de la provincia de Madrid. —Madrid, Imprenta Nacional, 1864.—Un volumen en 4.2 marquilla, xx1.— 219 páginas, 4láminas, un mapa geológico de la provincia de Ma- drid, en escala 1: 200.000. SUMARIO.—Cavernas.: Toba caliza en las cavernas.—Cueva del Re- guerillo. —Paleontologia: Dificultades que se ofrecen para reco- nocer un orden de sucesión en los fósiles del terreno cuaternario. Hasta ahora sólo se logró este objeto en las cavernas, aunque no de una manera definitiva.—El terreno y los fósiles cuaterna- rios apenas se han estudiado hasta la fecha en España.—Las ca- vernas, que son numerosas, se hallan sin explorar. — Elephas.— Cervus.—Bos.—Equus.—El Hombre.—Sus restos no se hallaron en el dilavium de Madrid; pero Sí obras trabajadas por sus ma- nos.— Causas de la escasez de estos restos.—Caunsas de la oposi- ción que se manifestaba á reconocer que el hombre fuese de ori- gen anterior á la época actual. —Monumentos que prueban su exis- tencia en la provincia de Madrid en la época cuaternaria.—Refle- xiones á que da lugar el hallazgo de estos primeros indicios de la actividad humana.—Breves reflexiones sobre la antigúuedad del Hombre y su supremacía entre los demás seres: Su antigúedad sería posible llegase al períolo superior de la época terciaria.— Se desconocen las circunstancias que acompañaron su apareci- miento.—Nueva era que señala su presencia en medio de la crea- ción.—S5u supremacía entre los demás seres. — Terreno moderno: Monumentos del periodo antehistórico en la provincia de Ma- — 694 —= drid.—Apéndice (B). Noticia sobre cavernas y minas primordia- les de España. (15) — Trueba (D. Antonio de). Miqueldico-Idolua.—«Museo Universal», Madrid, 1864, págs..387- 388, 402 4 404 (?).—Un grabado. SUMARIO.—Silencio de Garibay respecto á este monumento.—Noti- cias de Otálora.—Descripción del « Miqueldico-Idolua», por el P. Flórez.—Viaje de Delmás y Trueba.— Estado del monumento, según lo vieron estos señores.—Refutación de lo consignado por el P. Flórez.—Hipótesis acerca del tiempo relativamente recien- te en que debió hacerse la estatua. (16) 1865 Pereira da Costa (Sr. F. A.) Da existencia do homem em epochas remotas no valle do Tejo.—No- ticia sobre os esqueletos humanos descobertos no Cabeco da Arruda (con una versión al francés). —Lisboa, Imprenta Nacional, 1865. Un volumen en 4.2 marquilla de 40 páginas á dos columnas, 7 lá- minas. SumarIo.—Generalidades.—Descripción y discusión de las condi- ciones del depósito en donde se hallaron los esqueletos humanos en el Cabezo de Arruda (4 grabados en el texto).—Recapitula- ción. —Descripción de algunos de los restos humanos hallados en el Cabezo de Arruda y su comparación con los correspondientes encontrados en otras localidades. —Mandíbulas. —Huesos del crá- neo.—Objetos hallados en el Cabezo de Arruda, que parecen fa- bricados por el hombre, ó que le han servido para diversos usos. Restos de animales encontrados en la estación del Cabezo de Arruda.—Conclusión. , (17) 1865 Puiggari (D. José). , Estado social de los antiguos españoles y de los fenicios.—«Museo Universal», Madrid, 1865, págs. 267 á 270 y 274.—2 grabados re- presentando dólmenes y piedras grabadas. (18) 1866 Ribeiro (Sr. Carlos). Descripgáo do solo quaternario das Bacias hidrographicas do Tejo e Sado.—Lisboa, Typogr. da Acad. R. das Sc., 1866.—Un volumen en 4, marquilla, á dos columnas (una en portugués y otra en francés), 164 páginas de texto, 2 de índices y una de erratas.—Un mapa de la región en escala de 1: 500.000. Contiene, respecto al descubrimiento de restos de la industria humana hallados por el Sr. Ribeiro al hacer los estudios geológi- cos, lo que se consigna en seguida. SUMARIO.—Depósito inferior del cuaternario núms. 1 y 2.--Gru- po medio núm. 3.—Grupo superior núms. 5, 8, 9, 10, 12 y 18.— Descripción de los depósitos inferiores: Silex tallados de Alverca. Fragmentos de silex entre las estaciones de Alverca y Alhan- dra.—Silex tallados ó lascas de silex de la quinta de Fonte.—De- A AS A We 1 a o A O ón ¿e bid SS is PY E — 69 — pósito que contiene lascas de silex, maxilares de pequeños ani- males, dientes humanos, Helix y fragmentos de cerámica basta, entre Carregado y Cadafaes.—Silex tallados y acanalados de la quinta del César, entre Carregado y Casaes.—Descripción de un silex que representa groseramente un reptil.—Lascas de Ca- marnal. Es 1867 Amador de los Rios (D. José). (20) La Arqueología prehistórica. Memoria presentada á la Real Acade- mia de la Historia.—«Revista de Bellas Artes é Histórico-ar— queológica», Madrid, 11, 1867-68, págs. 21 á 29. SUMARIO.—Cuchillo de pedernal encontrado en Cerro Muriano por el Sr. Martínez Villa. — Cronología prehistórica. — Caracteres distintivos de las armas prehistóricas, según el periodo.—Pri- meros pobladores de la Península.—Útiles mineros hallados por D. Casiano de Prado en Cerro Muriano.—Epoca á que deben re- ferirse las primitivas labores de Cerro Muriano.— Conclusiones. Delgado (Sr. Joaquim F. N.) Da existencia do homem no nosso solo em tempos mui remotos, pro- vada pelo estudo das cavernas. Noticia acerca das grutas da Cesareda.—Lisboa, Tip. da Acad. R. das Sc., 1867. —Un volumen en folio, 127 páginas de texto á dos columnas (una en portugués y otra con la versión en francés), 3 páginas de explicación de las láminas y una de erratas.—3 láminas. SumaArIo.—Estudios acerca de las cavernas. —Noticia acerca de las grutas de la Cesareda.—Descripción física de la localidad donde están situadas las principales*grutas exploradas.— PRIMERA PARTE: Caracteres generales de las cavernas y su modo de for- mación. —SEGUNDA PARTE: Descripción particular de algunas cavernas situadas en la meseta caliza de la Cesareda, en las cua- les se hallaron restos humanos y productos de la industria del hombre asociados á huesos y otros restos de animales.—CASA DA Moura.—Terreno geológico. —Boca.—Descripción de la cueva. — Depósitos fosilíferos.—Huesos humanos. —Épocas de habitabili- dad de la cueva.—Consideraciones acerca de la vida de los seres cuyos restos se encuentran en la caverna. —Estudio de los cráneos hallados. —Descripción de los principales restos de animales des- cubiertos en la Cueva de la Casa da Moura.—A. Descripción de los restos de mamiferos encontrados en la división inferior de los depósitos de la sala exterior. Mamiferos insectívoros: Gen. Eri- naceus Lin.—Mamíferos carniceros: Gen. Canis, Lin.; Canis lu- pus, Cuv.; Canis sp., Cuy.; Gen. Felis, Lin.; Felis sp. a; Felis sp. £; Felis sp., y; Felis sp., 5; Felis sp., ¿.—Carnivoro ind.—Mamite- ros roedores: Gen. Hypudoeus. Ilig (Arvicola, Cuv.) Gen. Lepus, Lin.—Mamíferos rumiantes: Gen. Cervus? Lin.—B. Descripción de algunos restos de animales que se hallaron, juntamente con los huesos, en la parte superior del relleno de la gruta, pero que cree el Sr. DELGADO pertenecen al depósito inferior.—C. Descrip- (26) — 696 — ción de los restos animales pertenecientes al relleno superior.— Mamiferos queirópteros: Gen. Vespertilio, Lin.—Mamiferos car- niceros: Gen. Canis, Lin.; Canis lupus, Lin.; Canis vulpes? L. Canis, sp.; Gen. Felis, Lin.— Mamiferos roedores: Gen. Myo- xus, Scheber; Gen. Mus, Lin.; Gen. Lepus, Lin.—Mamiferos paquidermos: Gen. Equus, Lin.— Mamíferos rumiantes: Gen. Cervus, Lin.; Gen. Ovis? Lin.—CAVERNA DE LAPA FURADA.— Descripción de la cueva.—Depósitos fosilíferos hallados.—Res- tos encontrados: Huesos humanos: Cráneo; Mandíbulas; Dientes sueltos; Huesos del tronco y de las extremidades.—Restos de animales: Mandibula inferior de un individuo del género Ursus; huesos de Ovis y Lepus; conchas de Helix nemoralis.—CoOvA DA MouraA.—Forma y dimensiones de esta gruta. —Depósito.—Hue- sos y dientes humanos.—Restos de animales. + Hernández Sanahuja (D. Buenaventura). La Edad de Piedra en España.—«Revista de Bellas Artes é Histó- rico-Arqueológica».—Madrid, 11, 1867, págs. 177 á 186. Maraver y Alfaro (D. Luis). Expedición arqueológica á Almedinilla.—«Revista de Bellas Artes é Histórico-Arqueológica».—Madrid, 11, 1867-68, págs. 307 á 310; 323 á 328. Saralegui y Medina (D. Leandro de). Estudios sobre la época céltica en Galicia.—Ferrol, 1867, imprenta y litografía de Taxonera.—1 volumen en 8.2 mayor, 219 páginas de texto, una de erratas y 2 de índices. ps Libro de mucha erudición céltico-bretona, que trata de aplicar á Galicia; tiene, sin embargo, algunas noticias bastante curiosas acerca de la Etnología gallega, y otras, aunque pocas, referentes á monumentos megalíticos, situados en las cercanias del Ferrol y otros puntos de la provincia de la Coruña. Tubino (D. Francisco María). Descubrimientos arqueológicos en Almedinilla.—«Revista de Bellas Artes é Histórico-Arqueólogica».—Madrid, 11, 1867-68, págs. 9-10. Vilanova y Piera (D. Juan). El hombre fósil. Extracto de las conferencias dadas en el Ateneo de Madrid durante el curso de 1867 á 1868 (Diciembre á Marzo).— «Revista de Bellas Artes é Histórico-Arqueológica».—Madrid, 11, 1867-68, págs. 264 á 266; 281-282; 313-315; 878. Villaamil y Castro (D. José). Exploración de Túmulos en Galicia. (La Croa de Zoñan). —«Re- vista de Bellas Artes é Histórico-Arqueológica». —Madrid, 11, 1867-68, págs. 209-212. ás AM — 691 — (27) 1868 Góngora y Martínez (D. Manuel de). Antiguedades prehistóricas de Andalucia. Monumentos, inseripcio- nes, armas, utensilios y otros importantes objetos pertenecientes d los tiempos más remotos de su población.—Madrid, imprenta de C. Moro, 1868.—Un volumen en 4. de 158 páginas con 150 graba- dos en el texto, 2 láminas y un mapa de la región explorada, en escala de 1: 1.000.000. Sumario. — Preliminares. —Informe de la Real Academia de la Historia.—La villa de Albuñol.—«La Cueva de los Murciélagos»: Descubrimiento. —Descripción.—Esqueletos humanos.— Utensi- lios yarmas de piedra y de hueso.—Objetos de esparto.—Frag- mentos de cerámica.—Usos y costumbres de los habitadores de la Cueva de los Murciélagos.—Sepuleros de Caniles (Granada) y de los Molinos de Viento (Almería).—«Cueya de Zuheros».—0Ob- jetos prehistóricos hallados en los alrededores de Zuheros.—Cue- vas. —Sepulturas de Carchena. —Inscripciones: Jeroglíficos de Monte Horquera.—Fuencaliente (Ciudad Real). - Cueva de los Letreros (Almería).—Signos grabados en la cueva. —Sepulturas del Maimón y del Cerro del Castillón. —Dólmenes y otros mo- numentos: Dólmemes de Dilar, de la Cañada del Hoyo, del He- rradero y de la Cañada del Herradero.—Dolmen del Toyo de las Viñas, de la Cruz del Tío Cogollero (Granada).—Dolmen de los Eriales.—Cráneos y huesos humanos.—Objetos de la industria del hombre hallados en la exploración.— Dolmen de las Hazas de la Coscoja.—Dolmen de la cuesta de los Chaparros. —Dólmenes de las Ascensías.—Cráneos hallados en las excavaciones.—Dolmen . del llano de Gorafe. —«El Mortero cortado».—Piedras labradas, unidas con grapas de metal, en las Peñas de los Gitanos.—Pie- dra movible y Trilito de Luque.—La cueva de Menga, de Ante- - quera, Los Corralejos y el castillo de Ibros, en Jaén.—El Casa- rón del Portillo, en Cabra.—Objetos diversos hallados en distin- tos tiempos en Andalucía, y que se hallan en poder de colecciona- dores.—Apéndices. (28) — Maestre de Juan (D. Aureliano). Estudio cronológico de los restos humanos hallados por el Sr. Gón- gora.—«Antigiiedades prehistóricas de Andalucia», por D. M. de Góngora.—Madrid, 1868, Apéndice. SUuMARIO.—Descripción de los cráneos. —Método de Camper.—-Án- gulo occipital de Daubeton.—Norma vertical de Blumenbach.— Sistema de Owen.—Areas del cráneo y cara (Cuvier).—Confor- mación del frontal y maxilar superior.—Desarrollo proporcional de las partes de la cabeza que está en relación con los apetitos y la inteligencia. —Capacidad del cráneo. (29) 1868 Pereira da Costa (Sr. T. A.) Nocoes sobre o estado prehistorico da terra e do homem, seguidas da _descripcao de alguns dolmins ou Antas de Portugal. — Lisboa, — 698 — _Typ. da Academia, 1863.—Un volumen en 4. marquilla, 97 pági- nas á dos columnas (una en portugués y la otra en francés).—8 14- minas dobles. (Extr. das Mém.) : SuMARrI0.—Noticias de los trabajos hechos por el autor para el es- tudio de los monumentos prehistóricos de Portugal, y colabora- dores que tuvo.—CAP. 1. La tierra prehistórica: Reseña geogé- nica.—Depósitos sedimentarios. —El Diluvium.—Las edades de piedra. —Epoca á que pertenecen los dólmenes.—CAr. 11. Los Dól- menes: Estadística formada en 1734, por el P. Alfonso da Madre de Deus Guerreiro, de las Antas del territorio portugués. —Pue- blos que tienen la denominación de Antas. —Estudio comparativo de los diversos autores que han tratado de los dólmenes.—CAPi TULO 111. Dólmenes de Portugal: Dolmen ó6 Anta de Melrigo.— Anta de Pombaes.—Anta da Fonte de Mouratáao —Antas da Cou- tada d'Alcogulo.—Antas de Milhar do Cabego.—Anta da Borda, da Coutada do Porto dos Pinheiros.—Anta da Torre da Coutada d'Alcogulo.—Anta de Corleiros.—Anta da Casa dos Galhardos.— Anta da Tapada de Pedro Alvaro.—Anta da Tapada dos Olheiros. Anta da Varzea dos Mourdes.—Anta do fundo da Nave do Grou. Anta do Crato.—Anta do caminho d'Evora á Villa d'Aguiar.— Anta do caminho de Vendas do Duque á Evora.—Anta de Monte Branco.— Anta de Panasqueira. — Antas do Monte d'Algeda.— Anta de Villa de Niza.—Anta de Mélides.—Anta d'Arrayolos.— Anta de Barrocal.—Anta do Monte do Outeiro.—Anta da Torre de Coelheira.—Anta de Murteira.—Anta do Monte de Esguerra. Anta de Guilhalfonso.—Antas de Penalva. —Anta de Matanqa.— Anta de Carapichana.—Campo das Antas.—Antas de Ruivoz.— Mamunha de Mamaltar.—Mamunha de Carrazedo. —Furnas do Monte de Polvoreira.—Hileras de piedras de Tafe.—Descripción de los objetos encontrados en las excavaciones de las Antas de Alcogulo. (30) — Sánchez Comendador y Pagniucci (D. Antonio). Reseña histórica de los principales descubrimientos que realmente prueban la existencia del hombre durante el periodo cuaternario antiguo.— Memoria leída ante el claustro de la Universidad de Barcelona el 29 de Noviembre de 1868 en la inauguración del Curso académico de 1868 4 1869.—Un volumen, Barcelona, 1868. (8) — -Tubino (D. Francisco María). Estudios prehistóricos. —Madrid, Oficina de la «Revista de Bellas Artes», 1868.—Un volumen en 8. de v1r-128 páginas. SUMARIO.—La Industria y el Arte prehistóricos.—El hombre fósil. Las habitaciones lacustres.—Monumento prehistórico de Casti- lleja de Guzmán.—Santiago Boucher de Perthes.— Exploración geológico-arqueológica de Cerro Muriano.—La Antropoarqueo- logía y la Historia.—Sir Juan Lubbock. — 699 — (32) 1869 Delgado Jugo (D. Francisco de Asís). Trabajos de la Sociedad Antropológica Española. Aborígenes espa- ñoles. Investigaciones prehistóricas en España.—Discurso leído en la inauguración de las sesiones de la Sociedad Antropológica Es- pañola, verificada el domingo 21 de Febrero de 1869.—Madrid, Establecimiento tipográfico de T. Fortanet, 1869.—Un volumen en 4.0, 28 páginas. (33) 1870 Amador de los Ríos (D. José). Revista Monumental y Arqueológica.—«La Ilustración de Madrid». Madrid, 1, 1870, núm. 10, pág. 12; núm. 12, pág. 13; núm. 13, pág. 8; núm. 15, pág. 5; núm. 16, pág. 6; núm. 18, pág. 5. Aun cuando no corresponde en su totalidad este trabajo á los estudios prehistóricos, le damos cabida en nuestra Bibliografía por contener noticias interesantes respecto á aquéllos, que no he- mos visto consignadas en otra parte. SUuMARIO.—I. Consideraciones generales sobre la ciencia arqueoló- gica en la actualidad.—II. Trabajos y estudios arqueológicos.— TIT. «Poblaciones subterráneas de Andalucia» y Memoria sobre las atalayas arábigas del reino de Granada, por el coronel D. Pedro de la Garza: estudios presentados por éste á la Academia de la Historia.—Museos de Tarragona y de Gerona. —Descubrimientos arqueológicos en Mérida, Burgos, Cádiz y Jaén. —Descubri- miento de un archivo de Indias en Cádiz.—Gabinetes de antigiie- dades y objetos de arte en Madrid.—«Descripción sumaria de la “colección reunida por D. Luis Maraver, como resultado de las exploraciones y excavaciones llevadas á cabo por el mismo en Cerro Muriano, Almedinilla, Fuente Tójar, Montoro, Córdoba, etcétera. —Gabinete epigráfico de Cangas de Onis y Memoria ar- queológica sobre la inscripción de D. Favila.—Excavaciones en la antigua Lancia. —Descubrimientos arqueológicos en la provin- cia de Palencia,—La casa del Arcediano y el Templo gentílico de Barcelona.—Objetos encontrados en Mesa de Asta (Cádiz).—Ani- llo de oro adquirido en Tarragona.—Inscripciones de Cangas de Onis.—La colegiata de Roncesvalles.—Restauración de San Juan de los Reyes (Toledo).—Adquisiciones de las Comisiones de mo- numentos de Burgos y de Murcia. —Colección prehistórica ad- quirida en Dinamarca y Suecia por los Sres. Tubino y Vilanova. Excavaciones en el anfiteatro de Itálica.—«Objetos hallados en la Cantera del Puerto» (Tarragona).—Sepuleros con inscripcio- nes hebraicas de la Coruña. — Becquer (D. Gustavo Adolfo). Antiguedades prehistóricas de España. —«La Ilustración de Ma- drid».—Madrid, 1,1870, núm. 1.2 SUMARIO. —La ciencia prehistórica. —El hombre fósil. — Períodos prehistóricos.—Antigiiedades prehistóricas de Andalucía. —Ne- crópolis de la Cueva de los Murciélagos. — Restos de animales hallados.—La cueva de los Letreros, — 7100 — (85) — Garay y Anduaga (D. Recaredo de). El hombre prehistórico. —«Revista de España», xv, 1870, págs. 195 á 222. SumARrI0.—I. Generalidades.—Clasificación de los tiempos prehis- tóricos.—II. Boucher de Perthes.—Hallazgo de instrumentos de - pedernal y fósiles en San Isidro del Campo y Cerro de Almodó- var.—Exploración de las cavernas de Pedraza de la Sierra por D. Casiano de Prado.—El período diluvial.—Los grandes hielos. Las cavernas.—IIT. La edad neolítica.—Instrumentos y útiles de trabajo encontrados en la provincia de Huelva.—Astas y uten- silios de hueso, acompañados de fragmentos de cerámica, hallados por Lartet en las cuevas de Torrecilla de Cameros. —Los kjokken- moddiíngs de Dinamarca.—Poblaciones lacustres de Suiza. —«An- - tigiiedades prehistóricas de Andalucía», de Góngora. —IV. Opi- nión acerca del orden en que se descubrió el uso de los metales.— Época de transición entre la neolítica y las metálicas. —Laboreo y beneficio prehistóricos de las minas de Almonaster y Valverde del Camino en la provincia de Huelva.—Teorías de los suizos y de los dinamarqueses para explicar la edad del bronce.—Los mo- numentos megalíticos.—Descripción de las sepulturas descubier- tas por el Sr. Garay en la provincia de Huelva.—Cronología de los tiempos prehistóricos. —V. La especie humana. : (386) — Gongora (D. Manuel de). Ñ Antiguedades prehistóricas: Cartas acerca de algunos nuevos descu- brimientos.—«La Ilustración de Madrid», Madrid, 1, 1870, núme- ro 2, págs. 5 y 6.—Un grabado (colmillos de jabalí labrados y con inscripciones).—Núm. 3, págs. 11 á 14.—14 grabados (cráneos, útiles y armas). SumARI0.—Primera carta (fechada en Granada el 19 de Junio de 1869): Nuevos descubrimientos en la Cueva de los Murciéla- gos.—Entrega al Museo Arqueológico Nacional de una colección de más de 300 objetos recogidos en diversas exploraciones.—Col- millos de Jabalí con una inscripción simétrica. —El periodo neo- lítico.—Segunda carta (Granada 21 de Junio de 1863): Objetos hallados: calzados, telas y gorros de esparto; pedazos de cascos ó escudillas de madera; restos de vasijas de barro; fragmento de ajorca de piedra; huesos de mamíferos y aves; armas de piedra; dardos con caña de carrizo, sujetas las puntas con hojas de gra- míneas ó con hilos de ovas; especie de navaja de madera con hoja de pedernales; cráneos de mujer de unos diez y siete años y de hombre de veinticinco; cráneos hallados por el Sr. Góngora en la Ermita de Santa Cruz; observaciones acerca de éstos; ob- jetos hallados junto á ellos. —Relación de varias cuevas en que se han encontrado armas de cobre y de piedra, cerámica basta y esqueletos humanos con adornos y trajes de paja y palma.— Necesidad de que el Estado emprenda por sí la exploración de las antigiiedades prehistóricas de España. OÍ (37) 1871 Amador de los Ríos (D. José). . Estudios monumentales y arqueológicos: Las Provincias Vasconga- das.—«Revista de España», XxI, 1871, págs. 54 22. SUMARIO. —Primitivas antigúedades del suelo vasco. —Monumen- tos megalíticos.—Hachas, cuchillos, puntas de flechas y espio- chas de piedra. —Descubrimientos de la Dehesa de San Bartolomé en la Sierra de Puerto (Vitoria).-—Semejanza de las torques de oro halladas en el país con las de la «Croa del Castro» (Mondoñe- do).—Pico ó espiocha de pizarra talcosa encontrada por el Sr. Ro- dríguez Ferrer.—Las rocas de San Miguel de Arrechinaga.—Su significación.—Su consagración popular hasta nuestros días.— Monumentos llamados célticos.—Itinerario de la invasión de los celtas en esta región.—Túmulos y dólmenes.—Examen y descrip- ción del túmulo de Eguilaz. (88) — Becerro de Bengoa (D. Ricardo). Apuntes arqueológicos de Álava.— Discurso escrito para la sesión inaugural del Ateneo de Vitoria en el curso de 1871 á 1872.—Vi- toria, imprenta de la Viuda de Egaña, 1871.—Un volumen en 8.%, A5páginas. SUMARIO.— Greneralidades.— Reseña geográfica del territorio ala- vés.—La raza autóctona. —Invasión celta. —Los iberos.—La edad de piedra.—Caracteres étnicos.— La estación prehistórica de San Bartolomé. — Dolmen de Eguílaz.—Dólmenes de Escal- mendi y Capelamendi.—Dolmen del camino viejo de Gamarra,— Dólmenes de Cuartango. —Monumentos megalíticos de Anda y Sendiano,-—La vía romana.—Salcedo é lIruña.—Restos hallados. El arte románico en Álava. —La ciudad de Vitoria. (89) — Becerro de Bengoa (D. Ricardo). Descubrimiento de nuevos sepulcros celtas en Álava.—«El Ateneo». Vitoria, 1871, págs. 267 á 269. Sumar1o.—Dirección probable del pueblo celta en Álava.—Castillo de Mendoza.—Torre de Mártioda.—Los Huetos.—La Iglesia (si- glo xIv).—Cuevas de Gorgo.—La Sierra de Badaya.—Anda.— El valle de Cuartango.—Las almoras de Cuartango.—Los dólme- nes celtas, forma, disposición y dimensiones.—Canteras de donde salieron las piedras.—El Arbol de la Iglesia.—Iruña (Beleia).— Recuerdos romanos.—La vía romana en las cercanías de Vitoria. Un extracto de esta excursión se publicó en «La Ilustración de Madrid», Madrid, 11, 1871, pág. 267, en forma de carta subscrita por el Sr. Becerro de Bengoa. (40) — Laxalde (D. Carlos). Primitivos pobladores de España. —«La Ilustración de Madrid », Madrid, 11, 1871, núm. 29, pág. 67; núm. 30, pág. 91.—2 grabados. - Refiérese á los descubrimientos del Cerro de los Santos, tér- mino de Montealegre. — 102 — (41) — Rada y Delgado (D. Juan de Dios de la) y Malibrán (D. Juan de). Memoria que presentan al Excmo. Sr. Ministro de Fomento, dando cuenta de los trabajos practicados y adquisiciones hechas para el Museo Arqueológico Nacional, cumpliendo con la comisión que para ello les fué conferida.—Madrid, Imprenta del Colegio Na- cional de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1871.—Un volumen en 4.%, 82 páginas y una de índice.—4 grabados. SumarIo.—Exposición.—1I. Asturias: Santa María de Naranco y San Miguel de Lillo.—Oviedo.—Pola de Siero.—San Martín de Vega de Poja.—Santa María de Narzana y San Esteban de los Caballeros.—Aramil.—San Bartolomé de Nava.—Dolmen de Can- gas de Onis. —Exploración del mismo.— Objetos prehistóricos ha- llados en la «Mina del Milagro». —Infiesto.—Cueva de Corao.— Covadonga. —Cueva de Ribadesella. —Colunga.—Cueva de Co- lunga.—Lastres.—Villaviciosa.—San Juan de Amandi.—Fuen- tes.—Il. Santander: Castro-Urdiales.—1I1T. León: La ciudad.— Objetos hallados.—Astorga.—IV. Palencia.—V. Toledo.—VI. Ali- cante: Elche.—Santa Pola.—VIL. Murcia: Cartagena, — Apéndi- ce TI. Resumen de todos los objetos adquiridos por los comisiona- dos en los viajes á que se refiere la Memoria.—1. Donaciones.— 2. Compras, permutas y adquisición de objetos encontrados di- rectamente por la Comisión.—3. Objetos entregados por los Go- bernadores á la Comisión en virtud del decreto de incautaciones ordenadas por el Ministerio de Fomento.—4Apéndice II. Personas que auxiliaron á la Comisión. (49) 1871 Ribeiro (Sr. Carlos). Descripcáo de alguns silex e quartzites lascados encontrados nas ca- madas dos terrenos terciario e quaternario das bacias do Tejo e Sado.—Memoria apresentada á Academia Real das Sciencias de Lisboa.—Lisboa, Typ. da Acad., 1871.—Un vol. en 4.2 marq., 57 páginas.—10 láminas. (Extr. das Mem. da Acad., etc.). ; SUMARIO. — Primera parte: Consideraciones generales. — Segunda parte: Descripción de los ejemplares ó lascas de piedra (silex, cuarcitas, pedernal, ágatas, etc.).—Tercera parte: Consideracio- nes acerca de la antigiiedad del hombre.—Composición del terre- no terciario (formaciones miocena y pliocena) en Portugal.—Des- cubrimientos de objetos de la industria humana.—El cuaternario en Portugal. —Estaciones humanas en el mioceno portugués. (43) 1872 Fulgosio (D. Fernando). Armas y utensilios del hombre primitivo en el Museo Arquelógico Nacional.—«Museo Español de Antigiiedades».—Madrid, 1, 1872, páginas 73 a 82,—Una lámina. SumMARIO.—I. Generalidades.—II. Periodo'paleolítico.—Varias con- sideraciones acerca de la existencia del hombre en la época ter- ciaria.—Examen de las teorías expuestas por los diferentes na- turalistas que han tratado del asunto.—Probabilidad de la exis- 0 — 103 — tencia del hombre plioceno.—Descripción de los objetos existen- tes en el Museo, principalmente de un hacha de pedernal del Di- luvium de San Isidro, otra de Monduber, un llamado cuchillo de la provincia de Cáceres, otro de Calcedonia de los Molinos de Viento (Almería), una punta de lanza de pedernal del Puerto (Al- mería), y un dardo de tres picos del dolmen grande de las Ascen- sias (Granada ). —15. Quioquenmodingos. —Túmulos. —IV. Ar- mas de Escandinavia. —Fin del período neolítico. (44) — Fulgosio (D. Fernando). Armas antiguas de bronce y hierro; su estudio y comparación con las que se conservan en el Museo Arquelógico Nacional.—«Museo Español de Antigiúedades», Madrid, 1, 1872, págs. 393 á 312.— 2 láminas. (45) — Ribeiro (Sr. Carlos). Relatorio acerca da sexta reuniao do Congresso de Anthropologia e de Archeologia prehistoricas, verificada na cidade de Bruxellas no mez de Agosto de 1872.—Lisboa, Impr. Nacional, 1873.—Un vo- lumen en 4.9, 91 págs. Aun cuando se trata en este informe de estudios generales refe- rentes principalmente á4 Bélgica, hay en él detalles importantes para los asuntos de que tratamos en las páginas 56 4 58, 68, 69, 70 á 714, 81 y 90. (46) — Tubino (D. Francisco M.). Historia y progresos de la Arqueología prehistórica.—«Museo Es- pañol de Antigiiedades», 1, Madrid, 1872, págs. 14 21. Reconociendo como los primeros que de esta ciencia se han ocu- pado en-nuestro país, si bien puede decirse de una manera incons- ciente, á Beuter en 1534, y Marín y Mendoza en 1755, hace una rápida historia, ó mejor enumeración, de los trabajos que en pro de la ciencia prehistórica habían practicado hasta entonces los señores Faria Severim, Mendoza de Pina, Ribeiro, Delgado, Pe- reira da Costa y Vasconcellos, en Portugal; y Mitjana, Sanahu- ja, Assas, Fernández-Guerra, Rada y Delgado, Murguía, Prado, Vilanova, Machado, Villamil y Castro, Maraver, Frasinelli, Rua Figueroa, Góngora, Garay, Malibrán, Amador de los Ríos, Fa- bié, Rodriguez Ferrer, Velasco y el mismo autor. Acompañan á esta reseña, como es natural dado el título, varias eonsidera- ciones acerca de la prehistoria de Europa, y termina con una bi- bliografía en la que no figura ningún nombre español, ni se cita ninguna obra que al suelo de nuestra Península se refiera. (47) — Vayreda (D. Joaquín). Monumento celta.—La piedra del diablo (cercanias de Olot).—«La Ilustración de Madrid», Madrid, 111, 1872, pág. 55.—83 grabados. — 104 — (48) — Vilanova y Piera (D. Juan). Estudios sobre lo prehistórico español.—«Museo Español de Anti- gúedades», Madrid, 1, 1872, págs. 129 á 143.—9 grabados en el texto y 2 láminas. SumaAr10.—I. Consideraciones generales.—Il. Descripción. En el segundo de los capítulos en que se distribuye el trabajo se dedica parte muy principal á describir el célebre corte de San Isidro del Campo (Madrid), haciendo diversas observaciones acer- ca de lo que los Sres. Prado, Graells, Verneuil y Lartet habían escrito respecto á este curioso yacimiento paleolítico, añadien- do que el autor encontró en 1868, en la base del último horizonte superior, un hueso largo humano. Continúa después transcri- biendo de su «Memoria geológica de Valencia» (inédita) lo refe-- rente á las exploraciones practicadas en las cuevas del Parpa- 116 6 de Monduber, Negra, de San Nicolás, Avellanera, de las Ma- ravillas y de la Barca, en alguna de las cuales, además de las especies animales halladas, se habian encontrado monedas ro- manas y cerámica de la misma procedencia. Se describe segui- damente la exploración verificada por el autor y el Sr. Tubino, en 1868, de la brecha huesosa de los alrededores de Cabra, puesta de manifiesto al verificarse las obras de la carretera de Priego, que dieron por resultado el hallazgo de varios restos fósiles de Equus y Ursus, no especificables, al parecer. Trata después de la estación del Palomar en Argecilla), descubierta por D. Nicanor de la Peña, que el Sr. Vilanova supone ser un kiokenmodding, por la gran cantidad de cuchillos de pedernal que allí se encuentran, así como de puntas de flechas y otros restos más ó menos infor- mes de variados utensilios, ya de arenisca, ya de cerámica pri- mitiva; citando además, como encontrados por el Sr. Peña, va- rios huesos y dientes de animales domésticos. Termina el artículo con la noticia, ó ligero extracto, de la Memoria de D. Guillermo Mac-Pherson- acerca: de la Cueva de la Mujer, situada á corta distancia de los baños de Alhama de Granada. (49) — Vilanova y Piera (D. Juan). Prehistórico español.—Epoca neolítica ó de la piedra pulimentada. «Museo Español de Antigiedades», Madrid, 1, 1872, págs. 541 á 560.—2 grabados en el texto y 2 láminas. SUuMARIO.—Consideraciones acerca de la conformidad de los estu- dios prehistóricos con el dogma religioso.— Descubrimiento de restos del Oso de las cavernas en la cueva de Aitzquirri.—Mola- res encontrados en la brecha huesosa de Cabra.—Extracto de la Memoria del Sr. Mac-Pherson acerca de la Cueva de la Mujer.— Restos humanos hallados por el Sr. Mac-Pherson.—Descripción de la Cueva de los Murciélagos en Albuñol, por el Sr. Góngora en sus «Antigiedades prehistóricas de Andalucia».—Relación, tomada de la misma obra, acerca de las investigaciones y ex- ploraciones en varias otras cuevas de la región andaluza.—Ex- o 1. de AS — 705 — tracto de la Memoria de Luis Lartet acerca de la Cueva Lóbre- ga (Lúbrica) de Torrecilla en Cameros. — Hallazgos prehistóri- cos de Álava, descritos por D. Ladislao de Velasco en el Ateneo de Vitoria, 1870, en la llamada Dehesa de San Bartolomé.—Ce- rámica hallada en el yacimiento de Argecilla.—Exploraciones en la cueva de Roca, junto á Orihuela. —Condiciones climatoló- gicas del continente europeo al comenzar la época neolítica.—Co- pia de las descripciones del dolmen de Cangas de Onis, siguien- do 4 los Sres. Rada y Delgado y Malibrán (2 grabados), y de los de Dilar, el Hoyón y del Herradero, copiando al Sr. Góngora.— Menbhires descritos por el Sr. Góngora y el Sr. Assas en Andalu- cia.—Hachas encontradas en Extremadura, Córdoba y Jerez.— Descripción de las hachas de piedra de San Isidro del Campo en Madrid, tomada de la Memoria geológica escrita por el Sr. Prado. Hachas encontradas en Imón, Esparraguera, Valencia y Teruel. (50) 1872 Vilanova y Piera (D. Juan). Lo prehistórico en España.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», 1872, 1, págs. 187 4229.—4 láminas. Sumarto.—Introducción.—DESCUBRIMIENTOS. Épocas paleolítica y arqueolítica: Corte de San Isidro. —Posadas (Córdoba) y el Cerro de Almodóvar. —Los Alcores de la cuenca del Guadalquivir.—. Monasterio (Burgos).—Cercanías de Cabra.—Caverna de Aitz- - quirri.—Cuevas de la provincia de Valencia.—Hallazgos del se- ñor Rodríguez Ferrer en las Antillas.—Kpoca mesolítica: Yaci- miento de Argecilla (Guadalajara). —Cueva de la Roca, cerca de Orihuela.—Zpoca neolítica: Yacimiento de Argecilla.—El Cerro Muriano (Córdoba).—Cayernas de la Rioja (Logroño). —El Cerro de los Mártires (Sevilla). — Época del Bronce: Túmulo de la Olleria (Valencia).—Los depósitos de huesos de Castilla la Vie- ja.—BIBLIOGRAFÍA: Verneuil.—Prado.—Lartet.—Góngora.—Tu- bino.—Mac-Pherson.—Garay.—V elasco.—Fulgosio.—Villaamil y Moreno Este trabajo es un extracto de los artículos que con nombre se- mejante publicó el Sr. Vilanova en el «Museo Español de Anti- giiedades». (51) — Vilanova y Piera (D. Juan). Origen, naturaleza y antigiiedad del hombre. —Madrid, 1872, im- prenta de la Compañía de Impresores y Libreros del Reino.—Un volumen en 8.2, 446 páginas, con grabados en el texto y cuatro láminas aparte. : Comprende, referente á nuestra bibliografía, lo contenido en el siguiente SuMARI10.—Historia de la prehistoria en España: Estudios de Pra- do.—Curso de Vilanova en el Ateneo. El Cerro Muriano.— Exploraciones de Machado. —El Túmulo de Castilleja de Guz- mán.—Trabajos de Tubino.—«Antigiiedades prehistóricas de 45 — “7106 — Andalucia», de Góngora.—Memorias de Mac-Pherson, referen- tes á la «Cueva de la Mujer».—Dolmen en el Castellet del Porquet y Cueva de San Nicolás (Valencia). —Exploraciones de Vilanoya en varias cuevas de la provincia de Valencia.—Cuevas de Ara- gón, exploradas por Maestre y Donayre.—Trabajos de Rada y Delgado en Asturias.—La cueva de Villaro.—Rua Figueroa y Villa-amil en Galicia. —Estación de Argecilla, — Provincia de Huelva.,—El Museo Arqueológico. —Épocas paleolíticas y arqueo- líticas: San Isidro del Campo (Madrid).—Hachas figuradas en la Memoria del Sr. Prado.—Cuenca del Guadalquivir.—Proyincia de Burgos.—Provincia de Córdoba.—Cuevas de la provincia de Segovia y de León exploradas por Prado.—Caverna de Aitzqui- rri.—Cueyas de la provincia de Valencia.=Bpoca mesolitica: La Cueva de los Murciélagos de Albuñol.—Cuevas de las provincias de Almería, Granada, Málaga y Jaén, según los datos del señor Góngora.—Cueva de la Mujer de Alhama de Granada, extracto de las memorias del Sr. Mac-Pherson.—Las cuevas de Cameros, exploradas por Lartet.—Estación de Argecilla.—Cueva de Roca. Época neolítica: Argecilla.—Dehesa de San Bartolomé.—Dólme- nes de Andalucia, según Góngora.—Garitas de Extremadura. — Hachas de la época neolítica en la provincia de Madrid y en la de Barcelona. — Idem en las de Valencia y Teruel. —El Cerro Muriano.—Opinión de Prado respecto á este yacimiento, consi- derado como prehistórico. — Época del Bronce: Dólmenes de la provincia de Valencia.—La Cueva de la Pastora.—Datos de Góngora referentes á este periodo.—Cueva de la Mujer (Alha- ma).—Objetos existentes en el Museo Arqueológico. —Los depó- sitos de huesos de Castilla la Vieja.—Hallazgo de huesos fósiles de especies extinguidas, en Castilla la Vieja y Reino de León.— Época del Hierro: El Cerro del Castillón, según Góngora.—Ca- vernas de Gibraltar.—Trabajo del Sr. Tubino acerca de los pro- gresos de la prehistoria en España.—Ligera noticia del estado de los estudios prehistóricos en Portugal. (52) 1873 Fulgosio (D. Fernando). Monumentos prehistóricos de España. Piedras vacilantes de Gali- cia.—«La Ilustración Española y Americana», Madrid, 1873, pá- gina 654. SUMARIO.—Piedra vacilante de la costa da Silva Boa, camino de Osera. —Piedra vacilante de la Golada. Landerer (D. José J.) Cuadro sinóptico de los tiempos ot del).—«Ana- les de la Sociedad Española de Historia Natural», Madrid, 11, 1873, páginas 341 4 378.—Una lámina. Damos cabida en estas notas á la Memoria del Sr. Landerer, aun cuando las noticias consignadas en ella acerca de estacio- nes del hombre primitivo en la Península sean sumamente esca- sas, refiriéndose principalmente á las descubiertas en regiones is e — 7107 — extranjeras, por ser uno de los primeros trabajos de conjunto que se han publicado en nuestro idioma. SuMARIO. —Generalidades de Geología y de Paleontología. —Restos del hombre y de la industria humana en terrenos pertenecientes ála época terciaria.—Cuaternario: Crag.— Diluvium gris.—Loes. Diluvium rojo.—Periodo glacial.—Cavernas huesosas.—Terreno moderno. —Kiokenmodingos.—Palafitos.—Turbales.—Monumen- tos megalíticos. —Antigiiedad del hombre. (54) 1873 Villa-amil y Castro (D. José). Antiguedades prehistóricas y célticas de Gralicia.—Lugo, imprenta de Soto Freire, 1873.—Un volumen en 4.2 de xv1-80 páginas.— 5 láminas. El ejemplar que tenemos á lw vista, propiedad del Ateneo de Madrid, es incompleto, no conteniendo más que la primera par- te de las tres que en la advertencia preliminar dice el autor que contendrá la obra. Creemos que no llegó á publicarse más, pues siempre la hemos visto lo mismo, habiéndola consultado mucho, pues es una de las mejores monografías que se han escrito en Es- paña respecto á la Arqueología prehistórica; por esta razón da- mos el sumario de la parte que conocemos, y que creemos utilí- sima para el estudio de esta clase de yacimientos en el NO. de España. SumMARIO0.—Advyertencia.—Nota bibliográfica y arqueográfica.—Re- seña geográfica.—PARTE PRIMBRA. —CAPÍTULO PRIMERO. —Ca- vernas osuarias: 1. Tiempo en que fueron habitadas las caver- nas.—Noticias suministradas por los escritores antiguos.—Falta de ellas respecto á los trogloditas de Galicia.—Cueyas existen- tes.—Cuevas de que sólo existe memoria.—Iglesias colocadas en cuevas. —1II. Cueva del Rey Cintuolo.— A furada dos cas.—No- table brecha huesosa. —III. Objetos hallados en 4 furada dos cas.—Huesos cortados para extraer su tuétano,—Antigúedad de la estimación concedida á este jugo.—Edad de los objetos encon- trados en la cueva, según el sistema empleado para el fractura- miento de los huesos.—IV. Punzones y cuchillos de hueso.— Hachas, puntas de flecha y otros objetos trabajados en piedra. Abundantes dientes de distintos animales.—V. Deducciones de los descubrimientos hechos en 4 furada dos cas.—Probabilidad de que haya servido de morada á un elevado personaje prehistó- rico.—Bella posición del monte Sarrapio. —Significación de este nombre.—Tradiciones referentes á las cuevas.—CaPítuLO 11.— Monumentos megalíticos.—I. Las piedras brutas empleadas en la antigiiedad como altares y simulacros. —Su cristianización.— Menciones de los monumentos megalíticos, hechas por los escri- tores antiguos. —Menhires ó piedras fitas.—II. Altares naturales ó peñas-altares.—Abundancia de piedras con pila.—Si son ó no obra del hombre. —Dólmenes-altares. —Sacrificios humanos. — TIT. 4 pena do altar.—El coto de la Rocadeira.—Fúnebre solem- — 108 — nidad.—IV. Piedras movibles.—La piedra de la Barca de Nuestra Señora.—Pena avaladoira de Pereiro.—Otras piedras semejan- tes. —V. Dólmenes.—Petre furcate y furce.—Antas. — Grandes dólmenes de Galicia. —Cromlech del monte das fachas.—Arcas de Sinás y Padorno.—VI. Las 4rcas, según los documentos de la Edad Media. —Petre nofe. Aggeres sive arcas.—Arcas habitadas. CapítuLO 111.—Poblaciones lacustres.—1. Noticias de haber exis- tido poblaciones lacustres en Galicia. —La laguna de Santa Cris- tina.—La del Carregal.—La Antela.—Los juncales de Betanzos. II. Leyendas de las lagunas de Galicia. —Tradiciones de lugares pantanosos.—Leyendas de algunos lagos del extranjero.—Fábu- las fraguadas en las leyendas de las lagunas gallegas.—IH. Di- ficultades de señalar la época á que pertenecieron las poblaciones lacustres de Galicia.—Desconocimiento del sistema de construe- ción empleado en éllas.—Templos en los lagos. (55) 1874 Navarro Izquierdo (D. Luciano). La Antropología, Discurso pronunciado en la apertura del curso académico de 1874 á 1875, ante la Universidad de Salamanca.— Salamanca, 1874. —Un volumen en 4.2, 26 páginas. — Vilanova y Piera (D. Juan). Ciencia prehistórica: Conferencias dadas en el Ateneo de Madrid, durante el curso académico de 1874-75 (25 Noviembre de 1874 á 4 de Mayo de 1875).—«Revista Europea», Madrid, 111, 1874-75, pá- ginas 159; 189 á 191; 263, 264; 293, 294; 421 4 423.—1v, 1875, pági- nas 36,37; 78, 719; 113 á4 115; 236 a 240; 275 á 278; 316 á 318; 3974 400; 637 á 640. SumArI0.— Congreso de Arqueología prehistórica de Estocolmo. Antigúedad del Hombre: primera edad, paleolítica.—Rasgos dis- tintivos del período paleolítico. —El hombre terciario. —Apari- ción del hombre en el plioceno superior.—La época cuaternaria en sus principios.—Necrologia de Lyel.—Trabajos de Boucher de Perthes.—La mandíbula de Moulin Quignon.—Restos huma- nos encontrados por Ami Boué en 1823, cerca de Estrasburgo; descubrimientos semejantes en 1839, en Canstadt, y en 1863, en las obras del ferrocarril de Arezzo.—La formación diluyial.—Las cavernas.—Diferentes clases de depósitos hallados en las cayer- nas, clasificados por la variedad de objetos y restos, tanto hu- manos, como de animales, encontrados en ellos. —Cueva de Aitzquirri.—Clasificación de Mortillet.—Conveniencia de seguir la geológica. — Clasificación de los yacimientos españoles, con arreglo á los datos de Mortillet.—Carácter paleontológico de la edad paleolítica. —Mamíferos y aves.—Carácter antropológico.— Escasez de datos.—Caracteres de los cráneos de la edad paleo- lítica. — Época mesolítica.— Garácter geológico del período del Reno.—Yacimientos españoles. — Formación de la turba.— Obje- tos encontrados en los turbales del Norte de Euróopa.— Descrip- ción de los yacimientos prehistóricos de la Cueya de la Mujer, = 0) = de la Sierra de Cameros, de la provincia de Valencia, y de Arge- cilla (Guadalajara). — Carácter antropológico de la época meso- lítica. (57) 1874 Villa=amil y Castro (D. José). - Adornos de oro encontrados en Galicia.—«Museo Español de Anti- giúiedades», Madrid, 111, 1874, págs. 545 á 555.—Una lámina. SuMARIO.—Datos históricos arqueológicos acerca de los adornos de oro. —Torques de León.—Torques de Mellid. —Torques de Riotorto.—Torques del Castro de Masma.—Torques de Bretoña. Torques de Ribadeo.—Torques de Carballo.—Torques del túmu- lo de Cerdido.—Torques de Santiago.—Descripción detallada de los objetos encontrados en (Galicia, —Pendientes de Masma.— Clavo de oro de Lugo. —Forma especial de las torques.— Usos á que debían destinarse. —Analogías de los objetos de oro halla- dos en Riotorto y Masma con los reputados como prehistóricos en el Norte de Europa.—Notable diferencia de arte y de trabajo que se nota entre los adornos hallados en Galicia en un mismo paraje y al mismo tiempo. (58) 1875 Barros Silvelo (D. Ramón). Antiguedades de Galicia, —Coruña, Est. tip. de D. Puga, 1875.— Un volumen en 4.2, 215 págs., 6 láminas y un mapa arqueológico de Galicia, que tiene por base evidente una reducción del geo- gráfico de López. SUMARIO.—Ligeras consideraciones acerca del hombre prehistóri- co.—Fenicios y griegos.—Los celtas de Galicia.—La dominación romana. —Comprobación con los trabajos locales. —Estudios del señor Barros Silvelo acerca de las vías militares romanas. —Kpo- ca llamada por el autor ¿incierta (prehistórica).— Cronología bí- blica. —Opiniones sustentadas por los escritores gallegos anti- guos acerca de los aborígenes de la región.—Etimologías.—Re- ligión y costumbres.—Monumento céltico.—Epoca romana. (59) — Navarro e Izquierdo (D. Luciano). La ciencia del hombre.—«Revista Europea», Madrid, 111, 1874-75, págs. 353 á 356; 386 4 391. Estudios de Antropología destinados á vulgarizar esta ciencia en España. (60) — Pulido y Fernández (D. Angel). Origen é importancia de la Craneometría: Discurso leído ante la Sociedad Española de Antropología. — Madrid, imprenta de T. Fortanet, 1875.—Un volumen en 4. de 30 páginas. (61) — Rada y Delgado (D. Juan de Dios de la). Antiguedades del Cerro de los Santos, en término de Montealegre, conocidas vulgarmente bajo la denominación de antiguedades de — “110 — Yecla.-—-«Museo Español de Antigiiedades», Madrid, vi, 1875, págs. 249 á 290.—7 láminas. (62) 1875 Vilanova y Piera (D. Juan). Ciencia prehistórica: Conferencias en el Ateneo de Madrid, duran- te el curso académico de 1875-76.—«Revista Europea», vi, 1875-76, págs. 75 á 77; 108 á 110; 157 á 160; 196 á 199; 277 á 280. SUuMARIO.—I. Origen y visicitudes de la Tierra.—II. El período cuaternario.—1II. La formación diluyial.—IV. Las cavernas «huesosas.—V. El hombre terciario. (63) — Villa=amil y Castro (D. José). Armas, utensilios y adornos de bronce recogidos en Galicia.—«Mu- seo Español de Antigiiedades», Madrid, 1v, 1875, págs. 59 471.— Una lámina. SumArI0.—I. Carácter prehistórico de los objetos encontrados en Galicia.—Composición del bronce.—1l. Hacha de Gontán de Arri- ba, semejante en la forma á las de piedra pulimentada.—Hachas (célt.) de Estelo, Salvatierra, Arosa, Castro de Rey, Mondoñedo; puntas de lanza de Riotorto.—III. Puñal de la Pena Grande, Mon- doñedo; forma y dimensiones; puñal de la Croa de Zoñán; empu- ñadura de espada de Riotorto.—IV. Fibulas de la Croa de Rio- torto. — Anillo, ¿inaures y cucharilla de Riotorto. — Concha de bronce del Chao de la Croa de Zoñán.— Vasija del Chao de Cu- rrás; descripción y detalles de la fabricación. —Semejanza con las halladas en las sepulturas de Hallstadt.—Empuñaduras de espadas, tijeras, regatón y bichero de la Croa de Riotorto.—Can- delero ó pito, empuñadura de espada, clavos de la Croa de Zo- ñán; fragmentos de cerámica de Riotorto. — Consideraciones acerca de la época á que pertenecen los objetos descritos. —Edad del hierro.—Influencia romana en la forma.—Dudas acerca de la verdadera época de su fabricación. (64) 1876 Calderón y Arana (D. Salvador). Catálogo de los vertebrados fósiles de España.—«Anales de la Socie- dad Española de Historia Natural», v, 1866, pág. 413. SuMARIO.—Clase I. Mamiferos. Orden BimaNos.—Orden CUADRU- MANOS.—Orden QUEIRÓPTEROS. —Orden CARNICBROS: Ursus, L.; Hyenarctos, Cautl. et Falc.; Meles, L.; Canis, L.; Hyena, Storr; Hyenictis, Gaudry; Felis, L.; Machairodus, Kaup.—Orden Ror- DORES: Lepus, L.—Orden PAQUIDERMOS: Elephas, L.; Mastodon, Cuv.; Sus, L.; Rhinoceros, L.; Paleoterium, Cuv.; Cheropota- mus, Cuvy.; Anoplotherium, Cuv.; Cainotherium, Brav. et Blainy.; Equus, L.; Hippotherium, Kaup.; Hipparion, Christ. —Orden RUMIANTES: Sivatherium, Cautl. et Falc.; Cervus, L.; Tragoce- rus, Belon.; Paleomerix, V. Mey.; Antilope, L.; Ovis, L.; Capra, L.; Bos, L,—Orden Cerácuos: Dinotherium, Kaup.—Clase II. Aves. Falco, L.—Clase II. Reptiles. Orden QueLoN10s: Testudo, Bron- —= “1 — gu; Triopyx, Gold.—Orden Saurios: Crocodilus, Laur.; Megalo- saurus, Buckl; Iguanodon, Mantel; Ichthyosaurus, Konig.; Ple- siosaurus, Conyb.—Clase IV. Batracios.—Clase Y. Peces. Sphy- rena, Bloch; Ramphognatus, Agass.; Clupea, L.; Seriola, Bloch; Dapedius, Agass.; Pygnodus, Agass.; Paleobaslistun, Blainy.; Carcharias, Cuv.; Squalus, L.; Carcharodon, Smith; Corax, Agass.; Notidamus, Cuv.; Oxyrhina, Agass.; Lamna, Cuy.; Pris- tis, Lath. (65) 1876 Tubino (D. Francisco María). Las diferencias etnológicas que se observan en la población de la Pe- ninsula ibérica.—«Reyista Europea», Madrid, vin, 1876, pági- nas 318-319. Es el extracto de una Memoria leída por el Sr. Tubino en el Congreso Científico de Clermont Ferrant, reunido en Agosto del mismo año 1876, sección de Antropología, en cuyo trabajo, se- gún se deduce de las observaciones que M. Broca hizo á conti- nuación, las notas etnográficas eran bastante completas, pero las de carácter antropológico sumamente limitadas. (66) — Tubino (D. Francisco María). E Los Monumentos megaliticos de Andalucía, Extremadura y Portu- gal y los aborigenes ibéricos. —«Museo Español de Antigiúedades», vir, 1876, págs. 303 á 364. SUMARIO. —Introducción.—La Arqueología y la Etnología en sus relaciones con la historia primitiva de los pueblos.—I. Plan del trabajo del Sr. Tubino: Estudiar los monumentos, no sólo respecto al aspecto prehistórico, sino también en el protohistórico.—IT. El iberismo.—III. Orden en que se verifica la exposición de la obra. PRIMERA PARTE: l. Monumentos megaliticos de Andalucía: Cla- sificación.—Descripción geográfica de la región andaluza.—KRe- cintos cubiertos: Cueva de Menga (Antequera); Cueva de la Pastora (Castilleja de Guzmán); Los Corralejos (provincia de Jaén). —Círculos de piedra: Dolmen de Dilar (Granada). —Men- hires: Menhir de las Virgenes (Jaén).— Dólmenes: del Hoyón, del Herradero, de la Cañada del Herradero, del Toyo de las Vi- ñas, de la Cruz del Tío Cogollero, de los Eriales, de la Coscoja, de los Chaparros, de las Ascensías, de la Sepultura Grande, de Gorafe, de la Piedra de los Sacrificios, de Morón de la Frontera. II. Monumentos megalíticos de Extremadura (sólo dice que en el país se llaman Garitas).—II1[. Monumentos megalíticos de Portu- gal: Nombres locales. —Recintos cubiertos: Furnas do Monte da Polvoreira.—Menbhires con alineamientos: Menhir y alineamien- to de la Pedreira. —Lichavens: Trilito de Villa-Velha de Rodáo; Trilitos de Fantel; Trilitos de Monte Fidalso.—Dólmenes: An- tas de Melrigo, de Pombaes, de Fonte de Mouratáo, del Parque de Alcogulo, de Milhar do Cabego, del Porto dos Pinheiros, de la Torre de Alcogulo, de Corleiros, de Casa dos Galhardos, del Parque de Pedro Alyaro, del Parque de Olheiros, de Varzea dos — 7112 — Muróes, de Crato de Monte Branco, de Panasqueira, de Algeda, del Monte de Algeda, de Melides, de Villa de Niza, de Arrayolos, de Barrocal, de Monte de Onteiro, de Tisnada, de Murteira de Baixo, del Monte Esguerra, de Guilbalfonso, de Penalva de Sobral-Pichorro, de Matanga, de Carapichana, del Campo das Antas, de Ruivoz, de Collares y de Tomar.—Túmulos: Mamunhas de Mamaltar y de Carrazedo. —IV. Cavernas habitadas en los tiempos prehistóricos en Andalucía y Extremadura: Cavernas del Monte Calpe, Cueva Martin, Cueva de la Higuera, Cneva de la Coleta, Cueva del Mono, Cueva del Beefsteak, Cueva Genista, número 4, Cueva Poca-Ropa, Cueva de San Miguel, Cueva de la Mujer.—Cavernas habitadas en Portugal: Grutas de Cesareda.— Hachas, puntas, martillos y demás objetos de piedra en Anda- lucía, Extremadura y Portugal: Cerro Muriano.—La Mina del Milagro.—Objetos de metal y otros. —SEGUNDA PARTE: Los mo- numentos megalíticos en general. —Clasificación hecha por el se- or Tubino de la prehistoria bético-extremeña-lusitana. — TBr- CERA PARTE: Los aborígenes ibéricos. (67) 1876 Villa-amil y Castro (D. José). Los Castros y las Mámoas de Galicia.—«Museo Español de Anti- gúedades», Madrid, vir, 1876, págs. 195 4 257.—2 láminas. Sumar10.—I. Abundancia sorprendente con que se encuentran los Castros y Mámoas en Galicia. —Catálogo delos Castros recono- cidos por el Sr. Villa-amil. — Distrito municipal de Foz: Mar- zán (3); San Juan de Villaronte (4); San Martín de Mondoñedo (1); Santa Cecilia del Valle de Oro (2); San Acisclo del Valle de Oro (1). Distrito municipal de la Tierra Llana del Valle de Oro: Santa Eulalia de Budián (1); San Julián de Recaré (1). —Distrito mu- nicipal del Alfoz del Castro de Oro: San Vicente de Lagoa (1); Castro de Oro (1); Santa María de Bacoy (1). —Distrito municipal de Mondoñedo: San Martín de Figueiras (1); Santa Magdalena de Coubueyra (1); San Andrés de Masma (4); Santa María de Vi- llamor (1); San Pedro de la Torre (1); Coto de la Recadieira (1); Coto de Zoñán (1); Ciudad de Mondoñedo (1); Rilleira de Tri- gas (1); San Pedro de Argomoso (1); Santiago de Lindín (1); Santa María Mayor (1).—Distrito municipal de Lorenzana: San Adria- no de Lorenzana (1); Santo Tomé de Lorenzana (1); San Jorge de Lorenzana (2); Villa de Villanueva (2).—Distrito municipal de San Cosme de Barreiros: San Justo de Cavarcos (2); San Juan de Villamartín (1); San Cosme de Barreiros (1).—Distrito muni- cipal de Ribadeo: Santa María de Villaselán (1). —Distrito mu- nicipal de Riotorto: San Pedro de Riotorto (1); Santa María de Mailán (1). —Distrito municipal de Pastoriza: Santa María de Bretoña (2); San Martín d'Aguarda (2); San Salvador de Pasto- riza (1); Santiago de Reigosa (1); Santa María de Viau (1).—Dis- trito municipal de Abadín: San Pedro de Candia (1); San Juan de Castromayor (1); Santiago de Baroncelle (1).—-Distrito muni- cipal de Cospeito: San Juan de Listallo (1); Santa María de Vi- = 113 — > llapene (1); San Pedro de Seija (1); San Martín de Pino (2). —Dis- trito municipal de Castro de Rey: San Pedro de Bazán (1).—Dis- trito municipal de Villalba: San Bartolomé de Corbelle (1); San Salvador de Joibán (1); Villalba (1).—I1. Errores cometidos por varios autores en la descripción de los Castros.— Elemento ca- vacteristico de ellos. —Variedades de disposición que presentan. TIT. Clasificación de los Castros según el estado en que se hallan. IV. Construcciones descubiertas en los Castros.—V. Tradiciones del país acerca de los Castros.—Opiniones emitidas por los auto- res que de ellos se han ocupado.—VI. Significado de la palabra castrum.—Su empleo en los documentos de la Edad Media.—VII. Los Castros considerados como puntos fortificados.—VITI. Los Castros considerados como poblaciones.—IX. Analogías que ofre- cen los Castros con otros monumentos del Extranjero.—X. Noti- cias históricas sobre las primitivas viviendas.—Descubrimientos verificados en el Extranjero. —XI. Examen comparativo de las construcciones descubiertas con las encontradas en el Extran- jero.—Los edificios descubiertos en los Castros eran viviendas.— Pruebas de que los Castros han estado habitados en época muy lejana.—XII. Las Mámoas ó Modorras.—Su situación, forma y dimensiones. —Su destino. —XIV. Objetos hallados en los Cas- tros.—Alhajas de oro.—Armas y utensilios de bronce y de hierro. XV. Molinos y otros utensilios de piedra. —XVI. Cerámica. — XVII. Conclusiones deducidas de lo expuesto acerca de los Cas- tros. (68) 1877 Calderón y Arana (D. Salvador). Adición al Catálogo de los vertebrados fósiles de España.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», v1, Madrid, 1877. Actas, pág. 27. Sumar1o.—Clase 1. Mamíiferos.—Orden Bimanos: Homo, L.—Or- den CARNICBROS: Meles, L.; Canis, L.; Felis, L.—Orden RoBDOo- RES: Arvícola, Lac.; Lepus, L.; Lagomis, Cuv.—Orden PAQUI DERMOS: Mastodon, Cuv.; Sus, L.; Rhinoceros, L.; Hipparion.— Orden RUMIANTES: Cervus, L.; Antilope, L.; Capra, L.; Bos, L.— Orden CeETÁCEOS: Letotherium, Brdt.; Zeuglodon, Owen.—Cla- se IT. Reptiles.—Orden QueLonNIos.— Clase IV. Batracios.— Clase V. Peces.—Clupea, L.; Pignodus, Agass.; Carcharodon, Smith; Oxyrhina, Agass.; Lamna, Cuv.; Spherodus, Agass.— Resumen. Costa (D. Joaquín). La religión de los celtas españoles. —«Boletín de la Instrucción Li- bre de Enseñanza», Madrid, 1,1877, págs. 9-17. Tubino (D. Francisco Maria). Recherches d'Antropologie sociale.—Paris, E. Leroux, editor, 1877. Un volumen en 4.9, 16 páginas. (Extracto de la «Rev. d'Anthro- pol.», núm. 1, 1877.) > — 7114 — SuMARIO.—Materiales paleoetnológicos de la Península.—Tipos et- nogénicos en la misma.—Clasificación de los pueblos peninsula- res por regiones. —Tipos actuales. —Forma de la cabeza.—Cara.— Color de la piel.—Cabellos.—Ojos.—Datos fisiológicos.—Invasio- nes que ha sufrido la Península.—Carencia de unidad moral du- rante los tiempos históricos. —El regionalismo.—Lenguas y dia- lectos.—Proyecto de un mapa lingúístico de la Peninsula.— Las formas de la propiedad.—Las costumbres.—Las leyes municipa- les.—Las diversiones populares. —Las formas del culto católico. Conclusiones. (11) 1877 Zaragoza (D. Justo). Alcalá de Chisvert. Conferencia pronunciada el 2 de Diciembre de 1876. —«Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid», Ma- drid, 11, 1877, págs. 67 á 86. En esta conferencia dió cuenta el Sr. Zaragoza de varios des- cubrimientos de urnas sepulcrales en el Tosalet, inmediato á Al- cosebre y la partida de Palava, en las que se encontraron restos, armas y utensilios, que supone debieron pertenecer á la época de transición del bronce al hierro. (72) 1878 Fernández-Guerra y Orbe (D. Aureliano). : Cantabria. —«Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid», Ma- drid, 1v, 1878, págs. 93 á 150.—6 grabados en el texto.—Un cua- é dro de las divisiones territoriales desde el siglo 11 al x.—Un mapa, en escala de 1: 1.000.000, de las regiones y pueblos antiguos del Norte de España. SUMARIO.—Iberos.—Celtas.—Semejanza de nombres geográficos en la India antigua y en la región cantábrica.—Fenicios y griegos. Territorio cantábrico.—Cantabria dividida en siete tribus y nue- ve ciudades. —Cantabria según Mela.—Cantabria según Plinio. — Cantabria según Estrabón. — Cantabria según Ptolomeo. —La ciudad de Vellica.—Piedra terminal inédita.—Nombres termina- les.— Las nueve ciudades cántabras. —La capital de los cánta- bros.— Provincia de Cantabria, —Cómo fueron regidos los cán- tabros.—Cuándo, cómo y por qué motivo desaparecen la antigua constitución y el nombre de Cantabria. —Nombres impuestos du- rante la Reconquista á lo que fué Cantabria. —Carácter de los cántabros.—Guerra cantábrica.—NoTAs: Iberos y celtas.—Cir- cunscripción del territorio cantábrico.—Cántabros.—Opinión del Rdo. P. Fidel Fita. —Significación del svasti.— Circunscripción particular de los diversos pueblos cántabros. —Texto de Mela.— Inscripción inédita de Sigúienza. —Lago cantábrico. — Texto de Plinio. —Vellica.—Nombres terminales. (13) — Garcia (D. Juan Catalina). La Edad de Piedra.—Madrid, 1878, imprenta de «La Ilustración Católica», folleto en 8. — “15 — (74) 1878 Ribeiro (Sr. Carlos). Noticia de algunas estacoes e monumentos prehistoricos. Memoria apresentada á Academia Real das Sciencias de Lisboa. (Com a traducc4o em francez).—Lisboa, typographia da Acad., 1878-1880, 2 volúmenes en 4.2 marquilla de 70 y 86 páginas en portugués y 72 y 88 en francés.—109 grabados intercalados en el texto y 28 lá- minas. SumARI0.—I. Noticia de la estación humana de Licea: Idea gene- ral de la constitución orográfica y geológica del terreno de los alrededores de Barcarena y de Bellas.—Estación prehistórica de Licea: Atrincheramiento de Licea.—Recinto exterior.—Observya- ciones acerca del recinto exterior y de la casita que se observa en el interior.—Gruta de la escarpa del Moinho da Moura: Obje- tos fabricados por el hombre, que se han encontrado en la esta- ción de Licea.—Consideraciones generales acerca de los instru- mentos de piedra en los tiempos antehistóricos.—Descripción de los instrumentos y utensilios de piedra hallados en la estación de Licea.—Hachas contundentes y trituradoras.—Hachas de filo cortante.—Descripción de los instrumentos de silex.—Objetos de hueso.—El arte cerámico entre los hombres de la estación de Li- cea, —Procedencia del barro empleado en su fabricación. —Imper- fecciones en esta fabricación. —Manera de estar terminados los vasos fabricados á mano.— Barniz con que revestian los vasos del barro fino.—Proceso probable de la cocción.—Despojos anima- S les de la estación de Licea.—Conchas.—V ertebrados.—Esqueleto humano.—Huesos humanos.—Estado físico de los huesos exhu- mados en la gruta del Moinho da Moura.—Consideraciones rela- tivas á la etnografía de la estación de Licea.—Probabilidades de dos civilizaciones prehistóricas en Licea.—Il. Monumentos me- galíticos de los alrededores de Bellas: Dolmen da Pedra dos Mou- ros.—Dolmen de Monte Abraháo.—Descripción del dolmen celta. Instrumentos de silex,—Hojas de puñal y de lanza.—Puntas de flecha. —Instrumento ofensivo de cuerno. —Clayas ó mazas de guerra.—Utensilios diversos. —Utensilios de barro y de hueso.— Adornos y amuletos. — Restos humanos. — Dolmen de Estria.— Utensilios y armas. —Dolmen de Agualva.—Dolmen de O Tojo.— Dolmen das Batalhas.—Casa ó gruta artificial en el cerro que se- para los valles del Castañeiro y de Carenque.—Casa de Colaride. Talleres de labrado de silex.—Gruta (artificial) del Monje en la sierra de Cintra: Objetos hallados en ésta.—Fragmentos de si- lex. —Cerámica.—Sepultura neolítica de la Tolha das Barradas.— Disposición interior.—Instrumentos de silex.—Objetos de piedra caliza. (15) — Rodríguez (R.P. Joaquín). La Vettonia.—«Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid», Ma- drid, v, 1878, págs. 54.16; 145 4 162; 229 4 250; 364 4 375.—vir, 1879, págs. 193 á 225, —Un mapa en escala 1:1.000.000. — 7116 — En este minucioso trabajo, referente á los monumentos y rui- nas halladas en los alrededores de Trujillo, consigna el Sr. Ro- dríguez una multitud de noticias, que corresponden, indudable- mente, á yacimientos de la época prehistórica, aun cuando á los objetos hallados les da nombres latinos en consonancia con la forma que presentan. La misma obra contiene numerosos datos etnológicos de los pueblos que habitaron la localidad. SUMARIO.—Campamentos y fuertes romanos de Trujillo. —Máqui- nas de guerra.—Grandes aljibes.—La piedra escrita. —Lápidas votivas que recuerdan divinidades anteriores á la dominación romana. —Lápidas dedicadas á los dioses de la idolatría romana. Lápidas sepulcrales.—Situación geográfica de la Vettonia.—Mo- numentos que se conservan en Castra Julia (Trujillo), anteriores á la dominación romana.—Usos y costumbres de este pueblo.— Antigiiedad de las artes mecánicas y liberales, de las letras, li- teratura y de las ciencias en la Vettonia. (76) 1878 Simoes (Sr. Augusto Filippe). Introducgáo a Archeologia da Peninsula Iberica. Parte Primeira. Antiguidades prehistoricas.—Lisboa, 1878.—En 4.” mayor. La obra da bastantes detalles de los descubrimientos de yaci- mientos prehistóricos en Portugal, pero no debería tener un ti- tulo tan general, á que condujo en el autor la creencia de que monumentos de esas remotas edades no existen más que en Por- tugal, y alguno que otro en Galicia. (717) — Villa-amil y Castro (D. José). Pobladores, ciudades, monumentos y caminos antiguos del Norte de la provincia de Lugo.—«Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid», Madrid, v, 1878, págs.'81 á 139. SumArI0.—Descripción geográfica.—Datos suministrados por Es- trabón, Mela, Ptolomeo, Itinerario de Antonino, el Rayenate y el Nubiense.—Cibarcos 6 Cavarcos.— Egovarros Namarinos. Caporos ó Ceporos.—Seurros ó Seburros.—Cavernas osuarias.— Monumentos megalíticos. —Poblaciones lacustres. — Castros.— Mámoas ó Medorras.-—Objetos hallados en la exploración de es- tos yacimientos prehistóricos. — Britonia.—Lucus. — El camino francés. (718) 1879 Balmaña (D. Antonio). Monuments primitius de Espolla.—Memorias de la «Associació Ca- talanista d' Excursions Cientificas», Barcelona, 111, 1879, pági- nas 224 á 226. SUMARIO.-—Las covas dels alarbs.—Detalles de construcción de las edificaciones megalíticas de la Cabanarqueta y de Vilortoli.—Pie- dra fita de la Murtra. (19) — Belloch (Sr. Conde de). Descripció de dos monuments megalítichs, cromlechs, cercles de pe- . (80) (81) (82) (83) (84) (85) (86) = M7 — dra ó túmulus de la segona época de la edat de la pedra polida, se- gons los mes moderns autors. —«Memorias de la Associació Cata- lanista d' Excursions Científicas», Barcelona, 111, 1879, págs. 188 á 144. SumArIo.—I. Descripción del cromlech del Plá Marsell.—Tradición referente á este monumento.—Exploración en 1877.—II. Descrip- ción del cromlech de Villalba Sasserra.—El dolmen Pedra Arca. Restos de un corredor cubierto en las inmediaciones. : 1879 Canibell (D. Eduardo). Excursió collectiva al castell d* Aramprunya.—«Butlletí de la Asso- ciació d* Excursións Catalana», 1, 1878-79, Barcelona, pág. 219. Se describen unas sepulturas prehistóricas, llamadas sitjas en el país, abiertas en la roca viva, situadas en las inmediaciones del castillo y en otros puntos de los alrededores. Garcia (D. Juan Catalina). El hombre terciario.—Madrid , 1879, imprenta de Maroto.—Folleto en 8.2 Martorell y Peña (D. Francisco). Apuntes arqueológicos, ordenados por Salvador Sampere y Miquel, publicados por D. Juan Martorell y Peña.—Gerona, imprenta de V. Daroca, 1879.—Un volumen en 4. mayor de 221 páginas, con un retrato y un mapa. Pereira (Sr. Gabriel). Notas d' Archeología. Os castellos ou montes fortificados da Colla e Castro Verde. O Dolmen furado du Candieira. Ruinas da Cita- mia de Briteiros.—Evora, impr. de F, da Cunha Bravo, 1879.—Un volumen en 8. de 64 páginas. Solá (D. Alfonso María). Troballa d'una antigua sepultura en la riera de Tenas (Caldas de Montbuy).—«Memorias de la Associació Catalanista d'Excur- sións Cientificas», Barcelona, 111, 1879, págs. 232, 233. SUuMARIO.—Descripción de la sepultura. —Disposición en que se en- contraban los huesos humanos hallados. Teixidor y Cos (D. Juan). Reseña geológica de la provincia de Gerona.—«Memorias de la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona», 2.* épo- ca, 1, Barcelona, 1883, págs. 289 á 293. Referente á los objetos de esta bibliografía se encuentran nu- merosos detalles de las exploraciones verificadas en Bañolas, en Seriñá, en Caldas y en Palau Sacosta. Vilanova y Piera (D. Juan). Estación prehistórica de Bolbaite. —«Anales de la Sociedad Españo- la de Historia Natural», vir, 1879, Actas, pág. 73. — 118 — Supone el autor que es una estación lacustre 0 palafito, aun cuando los caracteres de la localidad no coincidan con los de las análogas de otros países, considerando que es el primer deseu— brimiento de esta clase hecho en el territorio español. En las ex- cavaciones practicadas sólo se hallaron trozos informes de pe- dernal y diorita, así como huesos de toro, caballo, jabalí, cone- jos y otros animales, cimentados por una toba caliza. (87) 1880 Alsius (D. Pedro). I. Hacha de piedra pulimentada de Esponellá. IT. Hacha de cobre de Palau de Rosas.—«Revista de Ciencias Históricas», Barcelo- na, 1,1880, págs. 386 4 388.—Dos grabados. - (88) — Ben-Saude (M. Alfredo). Note sur le nature minéralogique de quelques instruments de pre- rre, trouvés en Portugal. —«Congrés internat. d'Anthropol. et d'Archéol. préhistoriques.»—Compte rendu de la 9.me session, á Lisbonne, 1880. — Lisbonne, 1884, pág. 682. Las substancias más generalmente empleadas en los instru- mentos y objetos de piedra existentes en la colección antropoló- gica de la Comisión de Trabajos geológicos de Portugal, estudia- dos por el Sr. Ben-Saude, son: amfibolita, micacita, pizarra, granito, diorita, basalto, caliza metamorfoseada, caliza marmó- rea, cuarcita, silex, cuarzo hialino, fibrolita, fluorita, ribeirita (variedad de calaíta) y la amazonita (variedad de la microlina). (89) — Caldas (Sr. José). Archéologie préhistorique dans la province de Minho.—«Congrés in- ternat. d'Anthropol. et d'Archéol. préhistoriques.»—Compte ren- du de la 9.me session, á Lisbonne, 1880.—Lisboa, 1884, pág. 333. Dos láminas. : SumAr10.—I. Consideraciones históricas.—1I. Monumentos mega- líticos de la cuenca hidrográfica del Ancora; dolmen de Barrosa; dolmen de Ville; dolmen de Fraiáo.—III. Estación del Monte de Santa Lucía. (90) — Canibell (D. Eduardo). Excursió á la Beguda, prop de Martorell. —«Butll. de la Associació d'Excurs. Catalana», 11, Barcelona, 1880, pág. 161. Da cuenta de la exploración de unas sepulturas formadas por losas de arenisca pizarreña, llamadas en el país soldó, sin labrar, orientadas todas E. O., y en las cuales se hallaron yarios cráneos y osamentas humanas. (91) 1881 Coelho (Sr. F. Adolpho). -— Surles cultes peninsulares antérieurs á la domination romaine.— «Congrés internat. d'Anthropol. et d'Archéol. préhistoriques.»— Compte rendu de la 9,me session 4 Lisbonne, 1880.— Lisbonne, 1884, pág. 438. — “119 — (92) 1881 Coelho (Sr. F. Adolpho). Ethnographia portugueza. —«Bol. de la Soc. Geogr. de Lisboa», II, 1880-81, núms. 6, 9 y 10. (93) — Delgado (Sr. Joaquim F. N.) La grotte de Furinha a Peniche.—«Congrés internac. d'Anthropolo- gie et d'Archéol. préhistoriques.»—Compte rendu de la 9.me ses- sion, 4 Lisbonne, 1880.— Lisbonne, 1884, pág. 207.—17 láminas. Este detenido é interesante trabajo del Sr. Delgado, Director actualmente de la Comisión de Trabajos geológicos de Portugal, de la cual era Adjunto en 1880, contiene, además de una minu- ciosa descripción del antro, objeto del estudio, y de los restos y utensilios hallados en su interior, la prueba de que los troglodi- tas que habitaron la caverna se dedicaban á la antropofagia, ad- mitiendo datos que lo confirman con los productos de la investi- gación de otras cavernas de Portugal, exploradas por el mismo Sr. Delgado, como las de Casa de Moura, Lapa Furada y otras de Cesareda, SUMARIO. —Descripción geológica de la localidad en que se encuen- tra la Furinha da Descinda do Mar.—Probable excavación de la caverna por las olas del mar.—Orientación.—Plataforma-abrigo. Descripción del interior de la cavidad.—Depósitos diferentes en- contrados en la cueva. —Depósito superior ó de la época neolítica: Su espesor en los diferentes compartimentos.—Sitios ocupados por acumulaciones de huesos humanos, osamentas de animales y otros varios objetos.—Fractura intencional de los huesos huma- nos en este depósito superior.—Desproporción que existe entre los diversos huesos humanos encontrados.—Cuadro de la distri- bución de los huesos humanos recogidos en el depósito superior de Furinha.—Conclusiones que se deducen del examen del cua- dro.—Pruebas del uso del fuego.—Estudio de los fragmentos de cráneo. —Rareza de los huesos largos.—Restos de animales de los géneros Vespertilius, Ursus, Meles, Mus, Lepus, Sus, Cer- vus, Capra, Ovis, Bos y Phoca; vértebras de peces, huesos de aves y conchas de moluscos de los géneros Haliotis, Patella, Pec- tunculus, Mytilus, Pecten y Ostrea.—Datos etnográficos: Cuadro de distribución de los objetos é instrumentos pertenecientes á la época neolítica.—Cerámica.—Depósito inferior ó de la época pa- leolítica: Osamentas y coprolitos de diferentes animales en diver- sos niveles.—Estado fragmentario de los huesos. —Maxilar hu- mano.—Instrumentos de silex.—Cuadro sinóptico que demuestra la distribución en los siete niveles de las diferentes especies que componen la Fauna cuaternaria de la Cueva de Furinha, asi como los indicios de la presencia simultánea del hombre.—Estu- dio detallado de los siete niveles osíferos. (94) — Gomis (D. Celso). : Excursions per la provincia de Guadalajara. Dos pobles desapares- — 120 — cuts.—«Butll. de la Assoc. d'Excurs. Catalana, 1v, Barcelona, pág. 102. Refiérese principalmente á las ruinas que se hallan en los términos llamados de Val de Rebollo y de Caseras, pertenecien- tes con bastante probabilidad á poblaciones celtíberas sujetas ú la dominación romana. Además da detalladas noticias acerca de varias exploraciones verificadas en una necrópolis, quizá prehis- tórica, descubierta en el cerro del Castillejo, cerca de Ocentejo, no habiéndose encontrado en las tumbas objeto alguno que per- mita señalar la época verdadera á que pertenecen. (95) 1881 Landerer (D. José J.) El Maestrazgo en los tiempos prehistóricos. —«Mustración Española y Americana», Madrid, 1880, 11, págs. 402-403.—Tres grabados en el texto.—Una lámina, SumarI0.—Descripción de la Mola Murada y de la Muela de Chert. Murallón. —Restos de construcciones primitivas. — Huesos de diferentes animales.—Instrumentos de piedra.—Analogía con los recintos defensivos de la América del Norte.—El clima de la lo- calidad en los tiempos prehistóricos. (96) — Martins Sarmento (Sr. F.) Les Lusitaniens.—«Congrés internat. d' Anthropol. et d'Archéol. préhistoriques..—Compte rendu de la 9.me session 4 Lisbonne, 1880.—Lisbonne, 1884, pág. 393. (97) — Oliveira Feijao (Sr. F. A. d?). Sur un cas de microcephalie en Portugal.—«Congrés internat. d'An- thropol. et d'Archéol, préhbistoriques.» —Compte rendu de la 9.me session, á Lisbonne, 1880.—Lisbonne, 1884, pág. 615.—Una lá- mina. (99) — Paula e Oliveira (Sr. Francisco de). Sur les ossements humains qui se trouvent dans le musée de la seccion géologique de Lisbonne.—«Congrés internat. d'Anthropol. et d'Ar- chéol. préhistoriques.»—Compte rendu de la 9.me session, á Lis- bonne, 1880, pág. 291.—Cinco láminas de cráneos estudiados y un cuadro de medidas de los mismos. (99) — kPossidonio da Silva (Sr. Joaquim). ¡Sur les haches en bronze trouvées en Portugal.—«Congrés internas. d'Anthropol. et d'Archéol. préhistoriques.» — Compte rendu de la 9,me session, á Lisbonne, 1880.—Lishbonne, 1884, pág. 558.— Una lámina. (100) — Quiroga (D. Francisco). El Jade de las hachas neolíticas de España.—«Bol. de la Inst. Libre de Enseñanza», Madrid, 1v, 1880, pág. 129. Según el Sr. Quiroga, las hachas estudiadas por él, correspon- dientes á yacimientos de las provincias de Madrid, Guadalaja- — 121 — ra, Cuenca, Ciudad Real, Toledo etc., son de fibrolita; de jadetta dice que no tiene noticia más que de dos, procedentes del Levan- te de la Península; y de nefrita, una hallada en España, que existe en el Museo Arqueológico Nacional. (101) 1881 Quiroga (D. Francisco) y Torres Campos (D. Rafael). La Cueva de Altamira.—«Boletín de la Instrucción Libre de Ense- ñanza», Madrid, 1880, 1v, págs. 161 á 163. SUMARIO.—Situación de la caverna.—Armas de piedra: Cuchillo de pedernal. —Puntas de cristal de roca tallada.—Armas de tipo pa- leolítico de cuarcita y de arenisca. — Pormenores y núcleos de cuarcita ó arenisca.—Instrumentos de hueso: Trozos de huesos afilados por una ó por las dos puntas. —Punzones y agujas de hueso decorados.—Astas de ciervo desgastadas por la punta.— Restos de alimentación humana: Patellas, Litorinas, Ostras.— Huesos largos de mamíferos partidos longitudinalmente.—Mola- res de Equus y de Cervus.—Maxilares de Canis y de un pequeño roedor.—Vértebra de pez.—Trozos de hueso carbonizado.--Res- tos de Ursus speleus.—Falta de objetos de cerámica.—Pinturas del techo.—Manera de estar hecho el contorno de las figuras.— Dudas que ofrece al observador el colorido á dos tintas y con de- gradaciones para dar el relieve para poderlo referir á la época prehistórica.—Dibujos imperfectos del interior de la cueva.—Hi- pótesis para explicar la época de las pinturas. (102) — Ribeiro (D. Carlos). LL" homme tertiaire en Portugal. —«Congrés internat. d'Anthropo- logie et d'Archéologie préhistoriques.»—Compte rendu de la 9,me session a Lisbonne, 1880.— Lisbonne, typographie de 1'Acade- mie R. des Sciences, 1581, pág. Sl. En este estudio, que constituye el resumen de las observacio- nes hechas durante largos años por los Sres. Ribeiro y F. N. Del- gado, no se refieren hallazgos de restos humanos fósiles, sino «únicamente se describen diversos ejemplares de silex encontra- dos en el terreno terciario mioceno de Monte Redondo, á dos ki- lómetros de Otta, en el valle del Tajo, y que ofrecían superficies que parecian talladas intencionalmente. La visita que de la lo- calidad hicieron los congresistas dió margen á una amplia discu- sión, en que tomaron parte los Sres. Mortillet, Evans, Capellini, Vilanova, Cartailhac, Bellucci, Cottean, Virchow, Delgado, Ca- zalis de Fondouce y de Quatrefages, en la cual, más que en tra- tar de los ejemplares, se ocuparon en dilucidar si el terreno en que se encontraban pertenecía al mioceno superior ó al cuater- nario inferior; los únicos que hicieron una oposición formal fue- ron los Sres. Evans y Vilanova. Los Sres. Ribeiro y Nery Del- gado recogieron los fósiles siguientes en el mismo yacimiento, los cuales fueron clasificados por Gaudry: Mastodon, sp.; Sus provincialis, Gerv.; Sus choeroides, Pomel; Sus, sp.; Distriodon?; 46 E de — 122 — Rhinoceros minutus, Cuv.; Antílope recticornis, Serr.; Hyocmos- chus?2; Hipparion gracile, Lacep.; Eusmilus perarmatus, rerv. (103) 1881 Ribeiro (Sr. D. Carlos). Les Kiokken moeddings de la vallée du Tage.—«Congrés int. d'Ar- chéol. et d'Anthropol. préhistoriques.» Compte rendu de la 9.m* session á Lisbonne, 1850.—Lisbonne, 1884, pág. 279.—4 láminas. SumMARI0.—Descripción geográfica. — Estación da Fonte de Padre Pedro.— Restos hallados. — Estación del Cabego da Arruda.— Fragmento de carbón y pedazos planos de arcilla tostada.—Es- tado rudimentario de los útiles usados por los habitantes de esta población prehistórica. — Escasez de los objetos de pedernal. — Abundancia de los instrumentos de hueso y de láminas de cuar- cita; placas de arenisca micáfera destinadas á la trituración de semillas y minerales. — Esqueletos humanos. —Restos de ani- males. (104) — Rodriguez Ferrer (D. Miguel). Apuntes de un diario: La Cueva de Altamira. —« Ilustración Es- pañola y Americana», Madrid, 1880, 11, págs. 206 á 210.—2 gra- bados. : SumARrI0.—El país.—Torrelavega.—La feria. —La Torre de la Vega. Excursión á la Cueva de Altamira en compañía de los Sres. Vila- nova y Giner de los Ríos.—Reseña de la cavidad.—Descripción detallada de las pinturas decorativas (2 grabados). — Hipótesi acerca de la existencia de un pueblo autóctono adorador de la Naturaleza. —La Cueva, templo prehistórico.—Los huesos ó ins- trumentos de piedra hallados en la caverna, comprobantes, se- gún el Sr. Rodriguez Ferrer, de su hipótesi. (105) — Sampere y Miguel (D. $.) Contribución al estudio de la religión de los Iberos.—«Revista de Ciencias Históricas», Barcelona, 1880, 1, págs. 1 á 45. Detenido examen de los objetos encontrados en el cerro de los Santos por el Sr. Rada y Delgado, y en el Secanet del Vaquero (Sagunto), así como de la representación religiosa que puede atribuirse á la piedra del Torelló (Tortosa), la piedra de Olesa, el Baal-Hammon del Museo Arqueológico provincial de Barce- lona, y el notable sepulcro de Tarragona. (106) — Vasconcellos Pereira Cabral (D. Federico de). Résume d'une étude sur quelques dépóts superficiels du Bassin du Douro. Présence de l” homme. Vestiges d' action glaciaire.—«Con- grés intern. d'Anthrop. et d'Archéol. préhist.» Compte rendu de la 9.M8 sess, á Lisbonne, 1880.—Lisbonne, typogr. de 1”Acad. des Sc., 1884, pág. 155.—4 láminas de cortes geológicos y repre- sentaciones de cuarcitas talladas de la época paleolítica. — 123 — (107) 1881 Vilanova y Piera (D. Juan). Du cuivre et du bronze en Espagne et de la période qui les a précé- dés.-—«Congrés internat. d'Anthropol. et d'Archéol. préhistori- ques.» Compte rendu de la 9."* session 4 Lisbonne, 1880.—Lis- bonne, 1884, pág. 352. (108) — Chia (D. Manuel de). Estación prehistórica de Caldas de Malavella.—«Revista de Cien- cias Históricas», Barcelona, 1881, 11, págs. 520 á 526.—3 gra- bados. (109) — Costa (D. Joaquin). Poesía popular española y Mitología y Literatura celto-hispana.— Madrid, 1881.—Un volumen en 4.2 de 500 páginas. (110) — Costa (D. Joaquin). Los dioses infernales de Lusitania.—« Boletín de la Institución Li- bre de Enseñanza», Madrid, 1881, v, págs. 524 54; 59 á 61. SUMARIO. —1I. Ataecina ó Adaegina. —1I. Endovélico.—1III. Baco Ibero. (111) — Domingo Bazán (D. Constantino). Un «oppidum» celtibérico.—«Revista de Ciencias Históricas», Bar- celona, 111, 1881, págs. 3575 á 390. (112) — Fita (D. Fidel). Lámina celtibérica de bronce hallada en el término de Luzaga, par- tido judicial de Sigiienza.—«Boletin de la Real Academia de la Historia», Madrid, 1882, pág. 35.—Una lámina. (113) — Gongora y Martínez (D. Manuel de). Los brazaletes prehistóricos.--«Mustración Española y Americana», Madrid, 1881, 1, págs. 278-279.—Una lámina. Refiérese á un hallazgo verificado en una grieta del terreno en el sitio denominado Laderos de Albarracín, término de Loja. (114) — González de Velasco (D. Pedro). + La Antropología: Extracto de la conferencia pronunciada ante la Sociedad Española de Antropología y Etnografía el 21 de Diciem- bre de 1880.—«Museo Antropológico», Madrid, 1881, 1, núm. 2.0, págs. 14 3; núm. 3.2, págs. 2á 4; núm. 4.2, págs. 1á 3; nú- mero 5.%, págs. 1á 7. SUMARIO.—Generalidades.—Ciencias auxiliares.— El hombre.—La cabeza. — Cefalometría. — Cerebros. — Instrumentos. —El cuadro cromático.—Medidas.—Medidas de la cara. —Observaciones fisio- lógicas.— Circulación y respiración. — Experimentos dinamomé- tricos.—Cruzamientos de razas y mestizos.—Desarrollo del cuer- po.—Caracteres especiales. —Conclusión. 7 | f — 7124 — (115) 1881 Oliveira Martins (Sr. J. P.) As racas humanas e a civilisacao primitiva.—Lisboa, Porto, typ. de A. T. Vasconcellos, 1881.—2 volúmenes en 12.2, LXxv111, 244 y 262 páginas. (De la «Bibl. de Scienc. Sociaes.») SumMaAr1I0.—Introducción.—I. La tierra y los hombres. — Elementos que influyen en el desenvolvimiento de las razas humanas: 1. La temperatura.—2. La aclimatación.—83. La orografía. —4. El suelo. 5. La salubridad.—11I. La civilización y la naturaleza. — Libro PRIMERO: Etnografía general.—I. Las clasificaciones etnogéni- cas: Linneo, Blumenbach, Retzius y Muller.—II. Viaje alrededor del mundo.—Primera jornada: De la Siberia á las Indias. (Sa- moyedos, Finnios, Tártaros, Mongoles, Tungos, Coreo japoneses, Indo-chinos, Dekkaneses y Singaleses.)—Segunda jornada: De Malacca á Polinesia. (Sondanesios, Polinesios, Malgaches, Ne- gritos, Melanesios, Neoguineses, Tasmanios y Australianos.) — Tercera jornada: África: Del Cabo al Mediterráneo. (Boschima- nos, Hotentotes, Bechuanos, Zulús, Congos, Negros, Senegam- bios, Tibbos, Sudaneses, Tullos, Dongolenses, Semito-hamitas y Bascos.)—Cuarta jornada: Del Cáucaso á la India. (Caucasios é Indo-europeos.) — Quinta jornada: De Groenlandia á la Tierra del Fuego. (Hiperbóreos, Esquimales, Groenlandeses, Norteameri- canos, Centroamericanos, Sudamericanos y Patagones.) —LIBRO SEGUNDO: Las razas de Europa. —I. Las razas prehistóricas. — TI. Invasión ariana.—III. Los italo-griegos.—IV. Los celtas.— V. Los germanos.—VI. Los eslavos.—LIBRO TERCERO: Estrati- grafía étnica.—I. Los hombres de la Naturaleza: 1. El pudor.—2. Las relaciones sexuales.—3. La alimentación.—II. Los bárbaros: 1. La guerra.—2. La antropofagia.—3. La muerte.—4. Las defor- maciones ornamentales. —IIT. El hombre social: 1. La casa y el templo,—2. Los números.—3. El alfabeto.—4. La moral.—5. Las formas de los cultos. —LIBRO CUARTO: La civilización mediterrá- nea.—Í. Los imperios orientales.—II. Los fenicios.—ITI. La era de la piedra pulimentada.—1IV. La era del bronce. — V. Con- clusión. (116) — Pujol y Camps (D. Celestino). Descubrimientos arqueológico-prehistóricos en Caldas de Malavella. «Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando», Madrid, 1881, 1, págs. 187 4 141. (117) — Rodríguez Ferrer (D. Miguel). Más sobre la Cueva de Altamira.—«Museo Antropológico», Madrid, 1881, núm. 4.9, págs. 4á 7; núm. 5.”, págs. 7 48; núm. 6.9, pági- nas3ád. (118) — Sampere y Miquel (D. Salvador). Contribución al estudio de los monumentos megalíticos ibéricos. — «Revista de Ciencias Históricas», Barcelona, 1881, 11, págs. 434 á 519.—56 grabados en el texto. ESAS A — 125 — Sumario.—I. Los constructores de los megalitos. — Opiniones del Marqués de Nadaillac, de Mr. Catalis de Fonduce, de Mr. Arbois de Jubainville, del Sr. Simoes, etc.—Los iberos ó eúskaros.—II. Cuevas-habitaciones.—Los Mapales.—Sus costumbres.—Cuevas artificiales de Mallorca.—San Vicens de Pollenza.—Las navetas y la Nau dels Tudons.—Navetas del Calafivell, del puerto de la Nitja, de Son Merce debaix.—Texto de Salustio (guerra de Jugur- ta).—Los Mapales.—III. Sepulturas. —Los Dólmenes.—Galerías cubiertas de Menorca.—Dólmenes de San Agusti Vell (Baleares), del Talayot de Torelló (Baleares), de la Roca Encantada (Lérida), del Plá de Gibrella (Gerona), de Vallgorguina (Gerona), del Puig de las Llosas (Barcelona), del Plá de Marsell (Gerona), de Vi- llalba Saserra (Barcelona), de Espolla (Gerona), de Cabana Ar- queta (Gerona), de Gutina (Gerona), del Barranco (Gerona), del Font del Roure (Gerona) y de Arranyagats (Gerona).—IV. Mo- numentos religiosos.—Altares.—Mesa de Telatí de Dalt (Balea- res), Torre Trencada (Baleares), Estación de Torre Gaumes.— V. Monumentos conmemorativos. —Menhires.—Pedra del Diable (Gerona).—Pedra Llarga (Gerona).—Menhir de Vall d'Aró (Ge- rona).—Menhir de Cardona (Barcelona).—Pedra Murtra (Gero- na). —VI. Piedras bamboleantes. —De Santander. —De Luque (Granada). — De Santerrada (Baleares). —Pedra de la Plana Ba- sarda (Gerona).—VII. Habitaciones al descubierto. — Los Tala- yots.—Talayot de Son Noguera dos Frares.— Talayot de Curnia. Talayots de puerta alta: Talayot de Son Noguera, Talayot de San Agusti Vell.—Talayots de puerta baja: Talayot de Curnia, Talayot de Torelló, Talayot de Benicodell, Talayot de Son Co- vas, Talayots del Alsinar de Sas Paisas.—Opiniones acerca de los Talayots.—VIIML. La lengua de los megalitos.—Segunda contri- bución al estudio de la religión de los Iberos. (119) 1881 Santuola (D. Marcelino $. de). Las Cavernas de Santander. —«Museo Antropológico», Madrid, 1881, 1, número 1.9, págs. 6 48. (120) — Santuola (D. Marcelino $. de). Nuevas cavernas visitadas.— Fué encontrado en la mina de los Palazuelos, y representa cin- co mineros, cuyos trajes é instrumentos no permiten clasificar á qué época pertenecen de las diversas en que se tiene noticias se beneficiaron aquellas minas, Pastora (D. Román Andrés de la). Antiguedades prehistóricas del partido de Molina de Aragón.—«Bo- letín de la Real Academia de la Historia», 1883, 111, pág. 154. SUMARIO. — Enterramientos hallados en las inmediaciones del pue- blo llamado El Pedregal.—Orientación de los esqueletos. —Obje tos de cobre hallados en las sepulturas.—Restos de cerámica.— Datos históricos referentes á descubrimientos semejantes hecho en Soria, Sigiienza y Medinaceli, li ic nd —= 128 — (131) 1882 Vidal (D. Luis Mariano). Estudio geológico de la estación termal de Caldas de Malavella.— «Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España», Madrid, 1882, 1x, pág. 65.—5 grabados en el texto y un plano. SUMARIO.—Situación geográfica. —Descripción de las fuentes.—Al- teraciones en el régimen de las aguas. —Composición de las aguas. Descripción geológica. —Descripción del Puig de las Ánimas. — Utensilios de la época prehistórica: cuchillos de silex, puntas de flechas de silex, utensilio de asta de ciervo.—Huesos fósiles: crá- neo humano; Cervus elaphus; piezas dentarias y basilar de un asta; Bos, sp.; Equus asinus; Equus, sp.; Sus, sp.—Época á que pertenecen los restos (piedra pulimentada).—Lecho superior con fragmentos de cerámica romana.—Piscina de sillería. —Conclu- siones. (182) — Vilanova y Piera (D. Juan). Nota acerca del descubrimiento practicado por los ingenieros belgas Sres. Siret y Petre de varias estaciones prehistóricas en Fuente el Alamo de la Sierra de Almagro, término de Cuevas de Vera. — «Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», 1882, XI. Actas, pág. 58. (183) 1883 Borges de Figueiredo (Sr. D. Antonio Cardoso A. C.) Oppida restituta as cidades mortas de Portugal. Cetobriga (Trova, em frente de Setubal). —«Boletín de la Sociedad de Geografía de Lisboa».—Lisboa , 1883, págs. 468 á 469. SuMARIO.— Estudio etimológico. — Descubrimientos hechos en di- versos tiempos de restos de diferentes civilizaciones. —Esqueletos hallados. —Epoca probable de la destrucción de la ciudad (412). (134) — Braga (Sr. Dr. Theophilo). 3 Elementos da nacionalidade portugueza. As racas da Peninsula his- panica, cruzamentos e invacóes até a constitucao da Nacionalidade portugueza.—«Revista de Estudos Livres», Lisboa, 1883-1884, pá- ginas 5 416; 49 4 66; 97 á 115; 145 á 155; 193 á 200; 241 4 259; 289 á 302; 337 á 359; 433 á 447; 481 4 496. SUuMARIO.—I. El territorio hispánico como primer factor histórico. IT. Antigúedades prehistóricas de Portugal. —IIl. Los pueblos ibéricos.—IV. Los celtas de la Lusitania.—V. La civilización cel- tibérica.—VI. Colonias de los Fenicios, Jonios y Cartagineses.— VII. El dominio y la civilización romana. — VII. La invasión germánica y la unidad de la monarquía visigoda.—IX. La inva- sión árabe en España y su influencia en el desenvolvimiento de la población libre. (1385) — Calderón (D. Salvador). Composición de las hachas prehistóricas.—«Boletín de la Inst. Li- bre de Enseñanza», Madrid, 1883, v1r, pág. 128. — 129 — (136) 1883 Ordax (D. A.) Armas prehistóricas.—«Revista de España», Madrid, 1883, XCIV, pá- ginas 364 á 374.—25 grabados. (137) — Pascual (D. José). Descubrimientos prehistóricos en Torroella de Montgrt.—«El Demó- crata», Gerona, 11 de Noviembre de 1888.— Vilanova y Rada, «Geología y Protohistoria Ibérica». SumaArIo.—Terreno geológico. —Descripción de la caverna. —Restos humanos.—Huesos de animales.—Cuchillos de pedernal.—Cerá- mica vasta. —Instrumentos de trabajo. (188) — Texidor y Cos (D. Juan). Descubrimientos prehistóricos en Cataluña (Monte de la Torre des Encantats en Caldetas).—« Memorias de la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona», 3.? época, 1881, 1, pá- ginas 477 á 484.—3 láminas. (189) 1884 Antón y Ferrandiz (D. Manuel). Cráneos hallados en Navares de Ayuso (Segovia).—«Anales de la So- ciedad Española de Historia Natural», 1884, x11.—Actas, pág. 76. (140) — Boscá (D. Eduardo). Hallazgo de un cráneo humano en los alrededores de Buñol.—«Ana- les de la Sociedad Española de Historia Natural», 1884, x111.— Actas, pág. 49. (141) — Buen y del Cos (D. Odón de). Excursión botánica por las provincias de Almería y de Murcia.— «Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», 1884, xIt1, pág. 66. Se refiere á las colecciones de cráneos del Sr. Boek, en Coto Fortuna (Mazarrón), á los sepuleros de la Hoya de Totana, á la Cueva de los Letreros y á la estación prehistórica del Cerro de las Ánimas. (142) — Calderón y Arana (D. Salvador). Las antiguas pinturas rojas de España.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural », 1884, x11.—Actas, pág. 9. (143) — Calderón (D. Salvador). La Piedra escrita de la Sierra de Quintana y las antiguas pinturas rojas de la Península. —«Boletín de la Institución Libre de Ense- ñanza», Madrid, 1884, vir, pág. 17. En este artículo, distinto del que con título análogo insertó este mismo año en las «Actas de la Sociedad Española de Histo- ria Natural», se limita á describir las piedras con figuras de la Sierra de Quintana, situada en las inmediaciones de Fuencalien- — 130 — te, descubiertas en 1783 por D. Francisco López, cura de Monto- ro, publicadas y figuradas ya varias veces en diferentes publica- ciones; á continuación hace el Sr. Calderón algunas ligeras con- sideraciones acerca de la Cueva de Altamira y á las piedras te- ñidas de rojo que se encuentran en las islas Canarias. (144) 1884 Fernández de Castro (D. Venancio María), Blanco y Cano (Don (145) (146) Manuel), Marti y Alonso (D. José) y Calzadilla (D. Saturnino). Descubrimientos y monumentos en Bamba.—«Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando», Madrid, 1884, 11, págs. 214 á 220, Refiérese el hallazgo de unos sepulcros en la cima del cerro de- nominado del Santo ó de las Atalayas, en el término de Bamba, provincia de Valladolid, semejante en un todo con los que en Portugal se atribuyen á los aborígenes. Guillman (D. Federico). Tiempos prehistóricos.— « Boletín de la Institución Libre de Ense- ñanza», Madrid, 1884, vin, págs. 296 á 299; 317 á 319; 365 á 368. Este trabajo es una ligera exposición de los descubrimientos referentes á las épocas prehistóricas, en el que se hacen algunas indicaciones respecto á los yacimientos de la Península. Navarro (D. Eduardo J.) Estudio prehistórico sobre la Cueva del Tesoro.—Málaga, tipografía de la «Biblioteca Andaluza», 1884.—Un volumen en $. de 101 pá- ginas de texto y una de indice.—10 láminas, SumaARrI0.—I. Prefacio: Estado de los estudios y exploraciones pre- históricas en España.— Importancia de la Prehistoria.—11. La Cueva.—Descripción.—Formación geológica.—Estalactitas y Es- talagmitas.—Disposición en que se encontraban los huesos ha- llados.—IIl. Instrumentos: Lascas.— Cuchillos. — Bruñidores.— Lijador.—Sierra?—Puntas de flechas. —Taladros.—Punzones.— Raedera, raspadera ó rascador. —Formón, gubia. — Hucha de diorita.—IV. Adornos: Collares. — Tubos. — Discos. —Óvalos.— Lágrimas?—Brazaletes.—Anillo.—V. Cerámica. —VI. Huesos de animales.--VII. Huesos humanos: Dientes. —Mandíbulas.—Crá- neos. —Su medida y particularidades. — VIII. Sepultura. —IX. Época prehistórica: Deducciones en relación con los objetos ha- llados. Rubio de la Serna (D. Juan). Necrópolis de Cabrera, descubierta en 1881.—«Butll. de la Assoc. d”Exc. Catalana», Barcelona, 1884, vr, pág. 236.—Varios gra- bados. Verdaguer (D. Álvaro). Antigúetats ante-romanas de Cabrera. Excursió collectiva 4 Caldeta y á Sant Andreu de Llevaneras, y visita á la collecció de D. Jom Mie — 131 — Rubio de la Serna.—«Butll. de la Assoc. d' Exc. Catalana», Bar- celona, 1881, vr, pág. 231.—28 grabados. (149) 1585 Adán de Yarza (D. Ramón). (150) (154) (155) Dos palabras acerca de lo prehistórico en Álava.—Edad neolítica. Edad del bronce. Cuevas de Marquinez.—«Memorias de la Comi- sión del Mapa Geológico de España», Descripción física y Geoló- gica de la provincia de Álava, Madrid, 1885, pág. 165. Becerro de Bengoa (D. Ricardo). Excursiones artísticas: Alrededor de Vitoria.—«Revyista Contempo- 'ránea», Madrid, 1885, Lix, pág. 15. SumARIO.—Dolmen de Sorguiñ-echea (casa de las brujas). —Dolmen de Eguílaz.—Palacio de Vicuña.—Iglesia, —Euscalmendi.—Sali- nas de Añana. Brunet y Bellet (D. José). Nota sobre las sitjas (2) de Caldetas.—«Butll. de la Assoc. d' Excur- sions Catalana», Barcelona, 1885, vir, pág. 10.—Una lámina. Brunet y Bellet (D. José). Excursió particular a Cabrera y nous descubriments de antigúetats ante-romanas, —«Butll. de la Assoc. d' Excurs. Catalana», Bar- celona, 1885, vi, pág. 80.—2 grabados. Hernández Sanz (D. Francisco). Apuntes arqueológicos de la isla de Menorca.—«Ilustración Españo- la y Americana», Madrid, 1885, 11, pág. 310.—7 grabados. Sumar10.—Talayot de Portal alto de Torelló.—Habitación megalí- tica de Telaty de dalt.—Dolmen y Talayot de Telaty de dalt.— Portal bajo del Talayot de Cornia.—Naveta dels Tudons.—Res- tos de un dolmen y circulo de Benimaymut. — Altares de San Agustín. Llanas (Rdo. P. D. Eduardo). La estación prehistórica de Villanueva y Geltrú.—«Crónica Cienti- fica», Barcelona, 1885, VIII, págs. Si á 87. SuMARIO.—Exploraciones verificadas por el P. Llanas junto al arro- yo de la Masia Nova.—Objetos y útiles hallados.—Sepultura.— Restos humanos.—Disposición del enterramiento.—Estudio de los cráneos. Oliveira Martins (Sr. D. J. P.). Elementos de Anthropología (Historia natural do homem), 3.? edi- ción, aumentada con una noticia acerca de los trabajos del Con- greso de Lisboa en 1880.—Lisboa, Porto, Tip. de Vasconcellos, 1885. —Un volumen en 12. (De la «Bibl. de Sciencias Sociaes».) SumAr10.— Introducción: Monumentos existentes para reconstituir la historia natural del hombre, suministrados por los descubri- EA. — mientos arqueológicos, biológicos y etnológicos.—Las tradicio- nes.—Libro l. La creación: 1. La tierra.—IL. La vida.—III. El instinto.—IV. Genealogía del hombre.—Libro 11. El antropoide: IL. El paraíso europeo.—II. La vida de los árboles.—IIT. La po- sición vertical. —1V. Documentos de la transformación. —Li- bro IM. El caníbal: 1. Las primeras conquistas.—1II. El troglo- dita.—IMT. El lenguaje.—IV. El Diluvio.—Libro 1V. El salvaje: I. Cronología paleontológica.—II. El operurio.—I11. El guerre ro.—IV. El artista y el arquitecto.—V. Los tipos primeros eu— ropeos.—Libro V. Los hombres: 1. Las razas naturales.—1IL. An- tropología y etnología.— Tallas medias y capacidad craneana.— III. El hombre y la sociedad.—Noticia acerca de los trabajos del Congreso de Antropología reunido en Lisboa en los dias 20 á 29 de Septiembre de 1880. (156) 1885 Wentworth Webster. Antigúedades prehistóricas de las Provincias Vascas.—«Revista de Ciencias Históricas», Barcelona, 1885, 1v, págs. 65 á 68.—2 gra- bados. Refiérese principalmente á unos circulos de piedra en seco, de reducidas dimensiones, que dicho señor descubrió en sus viajes por las Provincias Vascongadas y Navarra, atribuyendo al hom- bre prehistórico su construcción. Tienen alguna semejanza con los restos de casas encontrados por los Sres. Siret en las proyin- cias de Almería y Murcia. (157) 1886 Antón y Ferrándiz (D. Manuel). Sobre una carta del Sr. D. Miguel Morayta acerca de los «Enanos del valle de Ribas».—«Anales de la Sociedad Española de Histo- ria Natural», 1886, xv.—Actas, pág. 13. (158) — Rubio de la Serna (D. Juan). Últimas excavaciones en la necrópolis ante-romana de Cabrera de Mataró.—Butll. de la Assoc. d'Excurs, Catalana», 1886, VII, pá- gina 133.—5 grabados. (159) 1887 Delgado (Sr. D. Joaquim Filipe Nery). Reconhecimento scientifico dos jazigos de marmore e de alabastro de Santo Adriao e das grutas comprehendidas nos mesmos jazigos.— «Communicacdes da Comissáo dos Trabalhos geologicos de Por- tugal», 1888-1892, 11, pág. 45.—4 láminas. SumAr10.—Descripción de los yacimientos calizos. —Exploraciones practicadas en las grutas de Ferreiros, Grande y de Ribeira, si- tuadas en el monte de Ferreiros; de la gruta de Giraldes, en el monte de igual denominación; de otros en el monte do Pedrigo y en la del monte de Abelheira.—Objetos encontrados en ellas.— Cráneos y huesos humanos hallados. —Exploración del castro de Avellas á corta distancia de Braganza.—Restos de construccio- nes romanas. —Sepulturas. — 133 — (160) 1887 Martín Minguez (D. Bernardino). (161) Los Celtas.—«Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid».—Ma- drid, 1887, xx111, págs. 7 á 39. Villa-amil y Castro (D. José). ¿ La edad prehistórica de Galicia.—Galicia (Revista regional), Co- ruña, 1887, 1, pág. 75. Es un artículo bibliográfico-crítico acerca de la obra de Car- tailhac «Les ages prehistoriques del' Espagne et du Portugal», en el que hace atinadas y curiosas observaciones acerca de los numerosos errores, que el erudito francés ha consignado, res- pecto de los yacimientos prehistóricos que se han encontrado en Galicia. (162) 1888 Arias y Rodríguez (D. Amadeo). (163) (164) (165) La raza de Cro-Magnon en España.—«Anales de la Sociedad Espa- ñola de Historia Natural», 1888, xv11.—Actas, pág. 69. Costa (D. Joaquin). Paraíso y Purgatorio de las almas, según la mitología de los iberos. «Boletín de la Institución Libre de Enseñanza», Madrid, 1888, x1r, página 102. SUuMARI0.—1. La Luna en la antigiiedad ibera: Geografía.—Nu- mismática.—Inscripciones al Sol y 4 la Luna.—Inscripciones y templos dedicados á Diana.—Templo á la diosa infernal.—Ico- nografía.—2. La isla Ogygía es Tarteso: Opiniones de Estrabón, Plutarco y los historiadores griegos acerca de la situación de la isla.—Opiniones de Homero, Luciano y San Teophilo.—Mitolo- gía ibero-libia.—3. Las almas alrededor de la Luna y en la Luna. 4. Viaje de las almas desde la tierra.—Exequias de los iberos.—In- cineración.—Destrucción del cadáver por los buitres.—Explica- ción de este último rito.—5. Días de difuntos: Danzas de los cel- tíberos, según Estrabón.—Hipótesis de F. Adolpho Coelho.—Hi- pótesis del autor referente á las creencias de los iberos en la otra vida. Gonzalo y Tarín (D. Joaquín). Historia de la minería en la provincia de Huelva.— Tiempos prehis- tóricos: Utensilios y herramientas de piedra hallados en diversas localidades.—Tiempos históricos: Pertodo fenicio: Periodo roma- no: Restos de máquinas y aparatos usados por los mineros de la época romana. —«Memorias de la Comisión del Mapa Geológico de España.»—Descripción física, geológica y minera de la provin- cia de Huelva, Madrid, 1888, 11, pág. 17.—7 láminas. Murguía (D. Manuel). Galicia.—(España: Sus monumentos.—Su naturaleza é historia). Barcelona, establecimiento tipográfico-editorial de Cortezo y — 134 — Compañía, 1888.—Un volumen en 4.”, 1.196 páginas. —Grabados en el texto y láminas. Son pertinentes á nuestra bibliografía los capítulos cuyo su- mario damos á continuación : Sumar1o.—Capítulo 1. Tiempos prehistóricos.—El hombre de las cavernas: La Cueva del rey Cintuolo.—A Furada dos Cas.—Ha- bitaciones lacustres: Villagarcia, Cambados, La Torre de la Lan- zada, Betanzos, Santa Cristina, Reiris, Doniños, Carregal, An- tela, Ferreira, Brandomil, etc.—Ciudades primitivas.—Castros: Castro Valente, Castro de Rey.—El monte das Croas.—Monu- mentos megalíticos: 1. Altares naturales.—II. Piedras vacilan- tes.—III. Menhires. —IV. Cromlechs, Alineamientos.—V. Túmu- “los.—Capitulo II. Población céltica de Galicia. — Costumbres, arte, comercio. — Expediciones. —Religión. — Dioses nacionales. Mitología popular.— Culto del agua, del fuego, de los astros.— Cultos de la naturaleza, de los seres sobrenaturales, de los an- tepasados.—Druidismo. 5 (166) 1888 Paredes y Guillén (D. Vicente). (E). (168) — Historia de los tramontanos celtíberos desde los tiempos más remotos hasta nuestros días.—Plasencia, imprenta de «El Cantón Extre- meño», 1888, en 8.” Paula e Oliveira (Sr. D. Francisco). Note sur les ossements humains existants dans le Musée de la Com- mission des Travaux géologiques.—«Communicacdes da Comm. dos Trabalhos geologicos de Portugal», Lisboa, 1888-1892, 11, pá- gina 1.—Una lámina doble. Rada y Delgado (D. Juan de Dios de la). Una viria ó torques extremeña. —«Boletin de la Real Academia de la Historia», 1888, vir, pág. 237. Hallazgo de un torques de oro macizo de Orellana de la Sierra (Ba- dajoz): al mismo tiempo que describe el objeto, que supone ro- mano, da noticia, aun cuando no se detiene en clasificarlos, de varios otros restos, como fragmentos de cerámica, trozos de pi- zarras labradas y ruinas de construcciones de época remota. Rubio de la Serna (D. Juan). Antiguedades descubiertas últimamente en Cabrera de Mataró.— «Boletín de la Real Academia de la Historia», 1889, xIv, pági- na 416,—Una lámina. Severo (Sr. D. Ricardo). Paleoethnologia portugueza.—Un volumen en 8.% 123 páginas, Porto, 1888. Es un trabajo bibliográfico-crítico de la obra titulada «Les áges préhistoriques de 1” Espagne et du Portugal», de M. Em. Car- — 135 — taillhac, en el que se tratan extensamente las cuestiones del hom- bre terciario y de la antropofagia de los habitantes de las caver- nas, en lo que se refiere á los descubrimientos verificados en te- rritorio portugués. (171) 1889 Aranzadi y Unamuno (D. Telesforo de). (172) (173) (174) (175) (176) (177) (178) El pueblo euskalduna: Estudio de Antropología. Publicado á expen- sas de la Excelentisima Diputación Provincial de Guipúzcoa.— San Sebastián, imprenta de la provincia, 1889.—En 4.0 Ben-Saude (D. Alfredo). Notice sur quelques objets préhistoriques du Portugal fabriqués en cuivre.—«Communic. da Comm. des Tr. Geol. de Portugal», Lis- boa, 1888-1892, 11, pág. 119. Braga (Sr. D. Theophilo). O mytho de Istar em uma lenda popular estremenha e asturiana.— «Revista de Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1889, 1, pág. 7. Calderón y Arana (D. Salvador). Estación prehistórica de la edad del bronce en Coronil (Sevilla).— «Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», 1889, XyIIL. Actas, pág. 23.—Un grabado. Coello (Sr. T. Adolpho). Sobre os conhecementos etnicos dos gregos e dos remanos.—«Revista de Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1889, 1, págs. 49 y 97. Garcia (D. Juan Catalina). Investigaciones históricas y arqueológicas en Cifuentes, villa de la provincia de Guadalajara, y sus cercantas.—-«Boletín de la Real Academia de la Historia», Madrid, 1890, xvr, pág. 57. Termina su trabajo el autor con una noticia de sus exploracio- nes en la necrópolis de Rugailla, y del hallazgo de grandes urnas de barro y de diversos utensilios, todos ellos de cobre. Hoyos y Sainz (D. Luis). Notas para un estudio antropológico sobre el crecimiento.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 11, 1 (XXI), 1892, pág. 6.—Una lámina. : SUMARIO.—Generalidades.—I. Curvas y diámetros del cráneo.— II. Cabeza. Medida de la cara.—III. Proyecciones sobre los pla- nos vertical y horizontal.—IV. Diámetros y circunferencias del tronco. —V. Longitudes de las extremidades.—VI. *ndices.— VIL.—Morfología y fisiología. Lasalde (P. Carlos). El anticuario español.—«Revista Calasancia», Madrid, 1889, 1v, págs. 241 4 248; 815 4321; 426; 503.4 513; v, 1890, págs. 337 á — 136 — 350; 530 á 544; vr, 1890, págs. 306 á 313; 393 á 405; v1r, 1891, pá- ginas 109 á 115; vin, 1891, págs. 25434; 226 4 231; 424 á4 429; 513 4 520; 1x, 1892, págs. 419 á 425. Serie de artículos que, como su nombre indica, estaba destina- da á dar á conocer las antigiedades españolas, tanto prehistóri- cas como históricas; sin embargo, por razones que no sabemos, el erudito escolapio del colegio de Yecla no ha publicado más que lo que puede verse por el adjunto sumario,lo cual todo ello se halla comprendido entre los límites que nos hemos marcado ó que consideramos corresponde á la prehistoria ibérica. Sumar10.—Prólogo.—I. La arqueología y su división.—II. Cono- cimientos que debe tener un anticuario. —III. Origen de las an- tigiiedades prehistóricas. —IV. Pueblos y monumentos prehistó- ricos. —V. Monumentos celtas.—VI. De la cerámica entre los cel- tas.— VII. Cultura de los celtas. — VIII. Cíclopes y egipcios.— IX. Naturaleza de la lengua y escritura de las inscripciones his- pano-egipcias.—X. De las monedas bastitanas.—XI. Escritura bastitana. (179) 1889 Martins Sarmento (Sr. D. TF.) Os Atlantes de Diodoro Siculo.—«Revista de Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1889, 1, pág. 61. (180) — Paula e Oliveira (Sr. D. Francisco). Nouvelles fouilles faites dans les kivenkkemoeddings de la vallée du Tage (mémoire posthume).—«Communic. da Comm. dos Trabalhos geol. de Portugal», 1883-1892, 11, pág. 57. Sumar1o.—I. Objetos industriales y vestigios de la acción del hom- bre.—Primeras exploraciones verificadas el año 1863 en el Ca- beco da Arruda.—Trabajos practicados en 1886 en el kioekken- moedding de Arruda y en los túmulos de Moita de Sebastiao y de Fonte do Padre Pedro.—Investigaciones y excavaciones en 1884 y 1885.— Hallazgo de 52 esqueletos humanos y de otros diversos objetos en las colinas (cabegos en portugués) de Moita de Sebas- tiao, Arruda y Amoreiro.—Descripción topográfica. —Estructu- ra y composición de los depósitos. —Moluscos que se encuentran en éstos. —Área actual de los mismos.—Huesos de mamíferos. — Ausencia de restos de animales domésticos.—Cantos rodados de cuarcita, labrados por la acción del fuego.— Útiles de hueso y de pedernal.—Laminitas de silex de forma trapezoidal. — Piedras planas de arenisca ó moletas.—Fragmentos de ocre y de hema- tites.—Vestigios del uso del fuego.—Trozos de arcilla endureci- » da ó requemada.—Restos de cerámica de varias épocas hallados en los depósitos superficiales de las inmediaciones.—Carácter es- pecial de los objetos industriales encontrados en los kiokken- moeddings portugueses.—Abundancia en éstos de esqueletos hu- manos de mujeres y de niños en su mayoría.—Carácter pacífico de la población.—Colocación de los esqueletos. —Indicios de un —= 131 — rito fúnebre. —Permanencia del hombre por largo tiempo en la comarca, antes de la época en que se conocieron los procedimien- tos agrícolas.—II. Antropología.—Estudio, craneológico princi- palmente, de los restos humanos hallados en las estaciones pre- históricas reseñadas anteriormente. (181) 1889 Paula e Oliveira (Sr. D. Francisco). Antiquités préhistoriques et romaines des environs de Cascaes. (Mém. posthume.) —«Communic. da Comm. dos Tr. geol. de Portugal», 1888-1892, 11, pág. 82.—3 láminas. "SUMARIO.—1. Época prehistórica: Estudios de Ribeiro en 1879.— Exploraciones por Paula Oliveira. —Gruta sepuleral de Alapraia. Subterráneo del Canal de Lobeira al NE. de Libramento.—Hue- cos artificiales muy comunes en las rocas de la comarca de Cas- caes.—Depósitos de instrumentos de silex en Manrique de Cima. IT. Época histórica (pro-romana ó proto-romana: el autor la de- nomina romana): Sepulturas ó cementerios en Manrique de Bai- xo, Alapraia, Bicesse, Zabrices y Alcoutao.—Orientación de los sepulcros en esta última localidad (E-0).—Forma y dimensiones de éstas. —Limitación de las mismas por losas sin labrar.—Posi- ción en que se encontraban los esqueletos.—Objetos hallados en las tumbas.— Cementerios (?) del Casal do Geraldo y de Abujar- da.—Orientación (E-0).— Tumbas fabricadas de losas labradas y de ladrillos apilados. - Objetos encontrados: Restos de cerámica, anillos, brazaletes, pendientes, etc., etc., de hierro, bronce, oro y plata; perlas de vidrio colorido. (El más notable de estos obje- tos es un anillo de bronce, que tiene grabado un swastika ro- deado de una aureola y que lleva cuatro clayos en los intervalos de las ramas.) —Murches: Cementerio de gran extensión con tum- bas dispuestas en hileras.- -La construcción de losas labradas.— Orientación (ENE-05S0). —Colocación de los esqueletos.— Gru- pos de sepulturas orientados (E-O).—Losa de tres caras labra- das con inscripción y relieves. — Espigáo das Ruinas.—Edad pro- bable de los cementerios. —Conclusiones. (182) — Paula e Oliveira (Sr. D. Francisco). Caracteres descriptivos dos eraneos da Cesareda. (Mém. posthuma.) «Communic. da Comm. dos Trabalhos geologicos de Portugal », Lisboa, 1888-1892, 11, pág. 109.—Un cuadro. Pella y Forgas (D. José). - Estudios de etnología catalana.—«Boletín de la Inst. Libre de En- señanza, Madrid, 1889, x111, págs. 724 77. . Rasteiro (Sr. D. Joaquim). Notas historicas sobre a Peninsula da Arrabida.—«Boletín de la So- ciedad Geográfica de Lisboa.»—Lisboa, 1889-90, págs. 527 á 538. SUMARIO.—I. La Península de la Arrabida.—Los antiguos geógra- fos y sus continuadores.—Pueblos del litoral del Atlántico. — Los . 47 — 138 — tsarah ó sarrios denominados barbarii por los romanos.—Coloni- zación fenicia. — Coetobrix ó6 Cetobriga. —Edificaciones prehis- tóricas. : (185) 1889 Rocha (D. Antonio dos Santos). A questao da anthropophagia nas estacóes neolithicas da Serra do Cabo Mondego.—«Rev. das Sc. Natur. e Soc.», Porto, 1889-90, página 18. (186) — Rocha Peixoto. : ES Contribucoes para a ethnographia portugueza.—Notas sobre Mala- cología popular.— «Revista das Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1889, 1, pág. 75. SUMARIO.—Generalidades.—Culto de las conchas en los pueblos an- tiguos.—Los dos Tritones lisbonenses de Plinio.—Rosarios de conchas en Portugal.—Las conchas como amuleto.—Adornos de conchas, hallados en las grutas de Cesareda y Cueva de la Mu- jer.—Virtudes terapéuticas atribuidas á diversas conchas (He- lix, Trochus, Littorinas, Purpuras, Sepia oficinalis, Cyprea Europ*a.) —Moluscos comestibles. — Restos de moluscos en las estaciones prehistóricas del valle del Tajo.—Lista de los molus- cos marinos actualmente comestibles.—Aplicaciones de las con- chas á las industrias y usos domésticos. —Clasificación popular de los moluscos marinos en Conchas y Caramujos (Lamelibran- quios y Gasterópodos).— Vocabulario malacológico popular y no- - menclatura científica correspondiente. (187) — Vilanova y Piera (D. Juan). z Dos nuevas estaciones españolas del período del cobre.—«Boletín de la Real Academia de la Historia», 1889, x1v, pág. 413. Ligera noticia acerca de la estación prehistórica de la Magda- lena de Linares, descubierta por el ingeniero Sr. Dal Re, y de la de las Aguzaderas de Coronil. . (188) — Vilanova y Piera (D. Juan). E Valencia de Alcántara en el concepto protohistórico.—«Boletín de la Real Academia de la Historia», 1889, xv, pág. 192. Nota de reducidas dimensiones en que da cuenta de haber ex- plorado cinco Antas y encontrado en ellas un cuchillo de peder- nal de grandes dimensiones, una punta de flecha de cristal de roca transparente, algunos huesos humanos en mal estado de con- servación, y una rodaja de pizarra con un agujero en el centro, que sería regularmente un objeto de adorno. (189) 1890 Calderón y Arana (D. Salvador). Descripción de un túmulo prehistórico en la dehesa de Canillas, tér- mino de Guillena, descubierto por los Sres. Candau y Cascales, y noticia de otros dos monumentos de la misma clase, todavía no ex- a — Mi == plorados.—« Anales de la Sociedad Española de Historia Natu- ral», 1890, x1x.—Actas, pág. 30. (190) 1890 Calderón y Arana (D. Salvador). (191) (199) (193) (194) Excavaciones en Montilla (Córdoba). —«Anales de la Sociedad Es- pañola de Historia Natural», 1890, x1x,—Actas, pág. 82. Se refiere al descubrimiento y exploración de varios dólmenes : por el Sr. Rodríguez de la Cruz, en los que halló gran número de restos esqueléticos y arqueológicos. Cazurro y Ruiz (D. Manuel). Hacha paleolitica y fósiles descubiertos en el gredón de los altos de San Isidro.—« Anales de la Sociedad Española de Historia Natu- ral», 1890, x1Ix.—Actas, pág. 42. Los restos fósiles más notables son dos mandíbulas con sus molares de un Equido y el extremo de un metatarsiano petene- ciente al dedo medio de un Perisodactilo. Choffat (M. Paul). Sur une station préhistorique á Obidos et sur la dispersion de 1'Os- trea edulis aux temps prehistoriques.—«Communic. da Comm. dos Tr. geol. de Portugal, Lisboa, 1888-1892, 11, pág. 158. '" Delgado (Sr. D. J. TF. N.) Relatorio acerca da decima sesao do Congreso internacional de An- thropoloyia e Arqueologia prehistoricas.—Lisboa, Imprenta Na- cional, 1890.—Un volumen en 4.%, 46 páginas. Referente á los asuntos propios de nuestra bibliografía, con- tiene interesantes noticias en las págs. 17, 20, 30,33 y 34 á 87. Fita (D. Fidel) y Vilanova (D. Juan). Espolla y Culera, antigúedades protohistóricas é históricas de aque- Ula región pirenaica en la provincia de Gerona.—Informe acerca de la Memoria manuscrita intitulada «Antigúedades de Espolla y de San Quirich de Culera, por D. Juan Avilés Arnau, Coman- dante Capitán de Ingenieros».—«Bol. de la R. Acad. de la Histo- via, Madrid, 1890, xv1r.—Una lámina. Según el índice del autor, Sr. Avilés, se tratan en su Memoria los puntos siguientes: El Monasterio de San Quirich de Culera. San Martín de Bausitjas.—Límites entre Espolla y Requesens.— Los monumentos megaliticos de Espolla.—Nec:ópolis prehistó- rica de Vilars.—Apéndices, ó sean nuevas noticias sobre el Mo- nasterio de San Quirich. En el largo informe en que dan cuenta de su cometido los se- ñores Fita y Vilanova transcriben numerosos párrafos de la Memoria original, sobre todo en la parte referente á los descu- brimientos de antigiiedades prehistóricas debidas á las explora- ciónes del Sr. Ayilés. — 140 — (195) 1890 Galtés (P. Pio). (196) — (197) = (198) — La Antropología.—«Revista Calasancia», Madrid, 1890, v, pági- nas 268 4 274; 329 á 336; 1890, v1, págs. 164 30; 193 á 219; 1891, v1IL, págs. 26 á 34; 97 á 108; 281 á 239; 525 4 537; 1891, vin, pá- ginas 302 á 310; 1892, 1x, págs. 197 á 205; 300 á 307; 388 á 403; 484 á 498. Este estudio, que es un tratado de Antropología didáctica, aun cuando tiene escasas noticias referentes á la Península ibérica, le damos cabida en nuestra bibliografía, por ser el primer tra- bajo de esta índole escrito en español, de verdadera importancia científica, y con arreglo á las bases hoy aceptadas por los que siguen las teorías sustentadas en la nación vecina por los seño- res Topinard y Quatrefages. SUMARIO.—Generalidades.—Principales pueblos que en el día cons- tituyen la especie humana.—Clasificación de tipos y razas huma- nas, según el Dr. Pablo Topinard.—Relación alfabético-geográ- fica de los distintos pueblos que constituyen la raza humana.— Principales caracteres de los distintos pueblos que constituyen las razas humanas: 1. Caracteres exteriores: Talla.—Color.—Cabe- za (2 grabados).— Nariz. —Pelo.—Olor.—Esteatopigia.—IL Ca- racteres anatómicos: La cabeza.—El tronco.—Las extremidades. TIT. Caracteres fisiológicos: Edades. —Fuerza muscular —Circu- lación de la sangre.—Aclimatación. —Herencia.— Caracteres pa- tológicos.—Caracteres teratológicos.—Extinción de algunos pue- blos.—IV. Caracteres intelectuales: Lenguaje. —Escritura.—Es- tado social.—Industrias y ciencias.—V. Caracteres morales.— VI. Caracteres religiosos: Bosquimanos.—Hotentotes.—Cafres. Negros.—Betschuanos.— Damaras. — Madagascareses. —Poline- sios, micronesios y melanesios.—Pueblos del Norte de Africa. — - Pueblos del Asia.—Pueblos hiperbóreos.—Pueblos de América. Gonzilez y García de Meneses (D. Antonio). El periodo del cobre en la provincia de Huelva.—« Anales de la So- ciedad Española de Historia Natural», 1890, x1x.— Actas, pág. 74. Noticias referentes á descubrimientos en labores mineras de la época prehistórica. Pujol y Campos (D. Celestino). Un anillo ibérico.—«Boletín de la Real Academia de la Historia», Madrid, 1890, xv1, pág. 165.—2 grabados. Pujol y Campos (D. Celestino). La epigrafía numismática ibérica.—«Boletín de la Real Academia de la Historia, 1890, xv1, págs. 321 á 515.—88 láminas. Rocha (D. Antonio dos Santos). : Uma obra da arte primitiva.—«Revista das Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1890, 1, pág. 145.—Una lámina. Se refiere á una especie de collar de silex pulimentado. ad — “41 — (200) 1890 Rocha (D. Antonio dos Santos). Exploracoes archeologicas. Megalíto da Mama do Furo. Ruinas da Espadaneira.—«Revista das Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1890-91, 11, pág. 85. (201) — Siret (MM. Enrique y Luis). Las primeras edades del metal en el Sudeste de España. (Versión castellana de D. Silvino Thós y Codina.) —Un volumen de x-534 páginas en 4.2 marquilla con grabados en el texto y 28 láminas aparte, y un volumen de dibujos, reproducidos en fototipia, de 70 láminas en folio. — Barcelona, 1890, tipografía de Enrich y Compañía. Sumario. — Prefacio, por H. P. J. Van Veneden.— Introducción: Plan de la obra. — Libro I. PrimrRA PARTE. Edad ncolítica.— Capítulo 1. El Gárcel: Descripción general de la comarca.— El manchón cuaternario.—Las colinas terciarias. —Estación prehis- tórica.—Objetos hallados.— Útiles de pedernal.— Útiles de cuar- zo.— Pintura. — Cerámica. — Capítulo II. La Gerundia: Objetos de pedernal y de piedra.—Cerámica.—Conchas.—Objetos de me- tal. —Comparación de las estaciones de Gárcel y Gerundia.—Ca- pítulo 111. Cuartillas: Objetos de piedra. —Cerámica. —Adornos. Capítulo 1V. Cueva de los Toyos: Descripción. — Disposición en que se encontraban los objetos. —Adornos.-—Cerámica. —Útiles. Epoca probable á que pertenecen. — Capítulo V. Tres Cabezos: Descripción del pais.—Restos de habitaciones.— Reseña de una de las casas.—Objetos de piedra hallados.—Fragmentos de cerá- mica sin tornear, pero sí cocidos.— Vasijas que presentan indicios de haber sido recompuestas.—Capitulo VI. Palacés: Sepulturas entre Palacés y Zurgena.—Objetos de piedra y adornos de con- chas.—Detalles de la construcción de las sepulturas. —Restos hu- manos.— Capítulo VII. La Pernera: Significación local de este nombre. — Sepulturas. — Huesos humanos. — Gran cantidad de dientes humanos.—Objetos de adorno.—¿ Ídolo?—Objetos de ba- rro.—Capítulo VIH. Atalaya de Garrucha: Cabezo de la Raja de Ortega. —Sepultura violada de la Atalaya. — Objetos de atavio personal y útiles hallados. — Estación de la Raja de Ortega.— Anillos de piedra. — Capítulo IX. Cruz de Antas: Puerto Blanco.— Cabezo del Moro.—Sepulturas neolíticas de Cruz de Antas y Puer- to Blanco.—Cueva sepulcral del Cabezo.—Capítulo X. Cocedores: Cuevas de Pelcheles, de Palazuelos, Ahumadas.—Ligeras noti- cias de estas estaciones prehistóricas de los alrededores de Águi- las. —SEGQUNDA PARTE. Edad de transición. — Capitulo 1. Pala- zuelos: Descripción de la comarca. —Restos de habitaciones. — Detalles de construcción.—Objetos hallados.—Escorias cobrizas. Sepulturas.—Cerámica encontrada en ellas.—Capítulo II. Cueva de Montaju.—Cueva de Lucas: Descripción. —Capítulo III. Cam- pos.—Casas.—Detalles de fabricación. —Objetos de piedra. —Ob- jetos de hueso.—Conchas. — Cerámica. — Objetos de metal.—Se- — HAD pultura.—Objetos de esparto. —Capítulo IV. Qurénima: Caldero de Mojácar.—Barranco Hondo: Sepulturas.—Objetos hallados.— TERCERA PARTE. Edad del metal. —Capítulo 1. Fuente Bermeja: Caserío primitivo.—Construcción de las viviendas.—Objetos ha- llados.—Obras de alfarería. —Sepulturas.—Capítulo II. Lugarico viejo: Estación prehistórica.—Objetos encontrados.—Sepulturas: Armas y útiles encontrados en ellas. —Comparación de estas dos últimas estaciones con las de Campos y de Palazuelos. — Capi- * tulo III. Ifre: Descripción del paraje. —Caseríos primitivos. —De- talles de construcción. —Materiales empleados. — Piedras mola- res.— Utiles de pedernal.—Tablitas de piedra perforadas.—Ins- trumentos de hueso.—Conchas. —Cerámica.—Objetos de metal. — Sepulturas. - Urnas de tierra cocida.—Capítulo IV. Las Anchu- ras: Detalles de la comarca. —Osamentas de animales.—Objetos de pedernal.— Objetos de metal. — Capítulo V. Zapata: Caserío prehistórico. —Sepulturas. — Objetos encontrados. — Capítulo VI. La Roca.—La Ciñuela.—La Bastida.—San Miguel. —Cerro del Moro.—Cabezo de las Piedras.—Cabezo Largo.—KRestos de case- ríos.—Capitulo VII. El Argar: El terreno.—Construcciones pre- históricas. —Sepulturas. —Objetos encontrados fuera de las tum- bas.—Útiles de pedernal.—Síerras.—Piedras de afilar. — Anillos de piedra.—Muelas. —Martillos, etc.—Objetos de hueso y de mar- fil.—Conchas marinas.—Cuentas de collar.—Objetos de tierra co- cida.—Estatuillas. —Pesas. — Fragmentos de cucharas.— Objetos de metal.—Moldes y crisoles.—Sepulturas.—Urnas.—Detalles.— Esqueletos humanos.—Objetos de piedra, de hueso y de marfil.— Cerámica, — Uso.—Fabricación.—Vestiduras.—Objetos de metal: cuchillos y puñales; espadas; alabardas; punzones; flechas. — Brazaletes de cobre y de bronce.—Brazaletes de plata. —Pendien- tes de orejas. —Sortijas.—Collares.—Diademas.—Huesos teñidos de rojo.—Hipótesis respecto á la población que debió tener la es- tación del Argar.—Capítulo VIII. Gatas: Descripción del paraje. Las galerías de Gatas. —Detalles.—Vestigios de construcciones. Sepulturas y objetos hallados en ellas. —Capítulo IX. Cabezo del Oficio: Terreno.—Plano de la acrópolis.—Restos de construccio- nes primitivas. — Cisternas. — Objetos encontrados fuera de las tumbas.—Objetos de piedra: sierras; hachas pulimentadas; pie- dras con ranuras; piedras de afilar; piedras diversas. —Objetos de tierra cocida : cerámica; arcilla endurecida; pesas; soportes.— Objetos de hueso.—Conchas.— Cereales. —Objetos de metal: celts, cuchillos, cinceles, punzones.—Sierra de cobre.—Mineral de co- bre.—Plomo metálico. -— Monedas romanas. — Vasos de latón.— Pendientes.—Sepulturas.—Forma y dimensiones de las urnas.— Objetos hallados.—Capítulo X. Fuente Álamo: Descripción de la localidad.—Caserio prehistórico. —Objetos de piedra; de hueso y marfil; de tierra cocida; de cobre y de bronce; cerámica.—Sepul- turas. —Comparación de los yacimientos de Fuente Álamo y del Argar.—Libro II. PrRIMERA PARTE. Metalurgia.—Capitulo 1. El cobre y el bronce: Análisis de minerales y escorias de la edad de — 143 — transición, encontrados en las estaciones prehistóricas de Pala- zuelos y de Campos.—Análisis de objetos hallados en las estacio- nes de Palazuelos, Montaju, Campos, Qurénima, Caldero de Mo- jácar y Barranco Hondo.— Análisis de objetos de Fuente Ber- meja, Lugarico Viejo, fre, Zapata, Cueva del Agua, Gatas, Ar- gar, El Oficio y Fuente Álamo.—Consideraciones que se deducen de los resultados obtenidos por los análisis. —Capítulo II. La pla- ta y el plomo: Estudio comparativo de los datos aportados por es- eritores, tanto antiguos como modernos, acerca del uso de estos dos metales en la antigiiedad.—Análisis de objetos de plata ha- llados en Argar, Gatas, El Oficio, Fuente Álamo y Herrerias.— Deducciones. —Capítulo II. El oro.—SEGUNDA PARTE. Compara- ciones etnográficas. —Capítulo 1. Lo prehistórico en la Peninsula: Resumen de la obra de M. Cartailhac. — Cita de los dólmenes de Eguilaz, Cangas de Onís y Arrichinaga.—La cueva de Altamira y la mina del Milagro.—Los trabajos de Possidonio de Silva, Ri- beiro y Delgado acerca de Licea, Cesareda y Palmelle, Setúbal y Algarbe; de Garay, en Huelva, y de Prado y Vilanova, en Ce- rro Muriano.—Extracto de la obra de Góngora.— Cueva de la Roca (Alicante). —Estación de la ladera de San Antón (Orihue- la). —Estación del Castellet del Porqual de la Ollería, junto á Mogente.—Cortes de las construcciones ciclópeas de Tarragona, ejecutados por el Sr. Hernández Sanahuja.—Objetos que se con- servan en el Museo de Tarragona procedentes de estaciones si- tuadas en la provincia.—Objetos prehistóricos que se encuentran en el Museo Arqueológico de Madrid.—Proyecto de clasificación geográfica-prehistórica de la Península, por los Sres. Siret.—Ca- pitulo II. Investigación de los orígenes: Caracteres más principa- les de las tres civilizaciones estudiadas. — Estudio comparativo de las estaciones exploradas por los Sres. Siret con las halladas en diferentes puntos del Extranjero.—HKEtnología, por el Dr. Vic- tor Jacques.—Introducción.—PRIMERA PARTE. Descripción y me- dición de los huesos del Argar.—Capítulo I. Craneometría: 1. Ín- dice cefálico. — Diámetro antero-posterior máximo. — Diámetro máximo transverso.—2. Altura del cráneo.—3. Medidas parciales relativas á la anchura del cráneo.—4. Secciones y relaciones de la circunferencia media antero-posterior.—5. Circunferencia ho- rizontal y curva horizontal preauricular.—6. Proyecciones hori- zontales.—T. Abertura occipital.—8. Diámetros de la anchura del rostro.—9. Medidas de la altura del rostro.—10. Índices faciales. 11. Nariz é índice nasal.—12. Órbitas é índice orbital.—13. Re- gión palatina.—14. Ángulos faciales. —15. Medidas de la mandi- bula. —Medidas referentes á la anchura. — Altura sinfisiana. — Rama. —Cuerdas. — Curva bigoniaca. — Ángulos. — Capítulo 1% Craneología descriptiva: Suturas.—Protuberancias y bultos sa- lientes del cráneo. —Dientes.—Caracteres diversos. —Lesiones pa- tológicas.—Examen de las normas desde el punto de vista de las - deformaciones.—Examen de las normas desde el punto de vista dé los tipos.—Capítulo II. Medición y descripción de los huesos — 74d — largos: Reconstitución de la talla. —Fémures. —Tibias.—Húme- ros. —Radios.—Cúbitos.—Clavículas. —Peronés.— Ensayo de re- constitución de la talla por los huesos largos. —SEGUNDA PARTE. Huesos de las demás estaciones. —Capiítulo I. La Gerundia.—La Pernera.—Puerto Blanco.—Campos. —Fuente Bermeja.— Capi- tulo IL. Ifre.—Cabezo del Oficio.— Fuente Álamo. — TERCERA PARTE. Comparaciones anatómicas.—Capítulo 1. Etnología pre- histórica de la Península (extracto de las obras de Cartailhac y Verneau).—Capítulo 11. El pueblo del Argar.—Capítulo 1H. Re- sumen y conclusiones: Tablas de mediciones. —APÉNDICES.—No- ta T. Algunos usos del tiempo de Homero.—Nota II. Costumbres kabilas.—-Nota III. Geografía de Estrabón.—Nota IV. Restos de animales.—Nota V. Metalurgia.—Nota VI. Serpentina noble.— Calaita.—Fibrolita. (202) 1891 Choffat (Mr. Paul). Passeio geologico de Lisboa á Leiria.—Lisboa, impr. de L. E. To- rres, 1891.—Un volumen en 8.?, 52 páginas.—«Rev. d'Educ. e Ens.», Lisboa, 1891, vr, págs. 289 á 340, Contiene, referente á los asuntos tratados en esta bibliografía: Cavernas de Campolide.—Cavernas de Olella.—Cavernas de Mon- tejunto.—Galerías en que se explotaban los silex. —Instrumentos neolíticos.— Cuarcitas talladas por el hombre. (203) — Cubeiro Pinol (D. Juan). Iberia proto-histórica y rectificaciones de algunos hechos históricos, desde los atlantes, bereberes y otros pueblos que se han establecido en España, hasta la Era Cristiana.—Monumentos megalíticos de la Peninsula.— Nombres y divisiones que tuvo España desde los más remotos tiempos hasta dicha Era Cristiana. —Invención de la escritura.-—Invención de la moneda y pueblos que la han bati- do, y Gran Nomenclátor de todas las ciudades y pueblos antiguos de España y su correspondencia con los modernos. — Valladolid, 1891, imprenta de J. Pastor.—Un volumen en 8.%, de 403 pá- ginas. S SuMARIO.—Parte expositiva: Errores de la historia.—Los atlan- tes.—Razas prehistóricas de Europa: Los bereberes.—Los egip- cios y los etíopes.—Los aryos y los celtas.—Los fenicios, los griegos y otros. —Monumentos megalíticos: 1.2 Recintos cubier- tos. —Cámaras sepulcrales: Cueva de Menga, Cueva de la Pas- tora, Los Corralejos.—2.* Círculos de piedra y dolmen de Dilar. Menhires: Menhir de las Vírgenes.—Dólmenes: Dolmen del Ho- yón, del Herrador, de la Cañada del Herradero, del Toyo de las Viñas, de la Cruz del Tío Cogollero, de los Eriales, de la Cos- coja, de los Chaparros, de Alicum, de Gorafe, de las Ascencías, de la Sepultura Grande, de la Piedra de los Sacrificios, de Mo- rór de la Frontera. —Portugal (Recintos cubiertos, Menbhires, Dólmenes y Túmulos). —Cavernas de Gibraltar. —Cavernas de los Murciélagos (Almería), Cueva de la Mujer (Alhama de Gra- — “145 — nada), de las Canisoiras (Málaga). —Cavernas de Cesareda, Casa de Moura, Lapa Furuda, Cova da Monra.—Pirineos: Menhir de los Arcos (Navarra).—Dólmenes de Eguiluz, Capelamendi y Es- calmendi (Álava).—Cueva Ciega y de Atapuerca (Burgos). —Cue- va de Ondaro (Vizcaya).—Cueva de San Valerio (Guipúzcoa).— Dolmen de Abra (Santander). —Dolmen de Cangas de Onis (Ovie- do).—Grutas de la Valouta (León).—Yacimiento de San Isidro (Madrid).—Cuevas de Ocaña (Toledo).—Antas de Valencia de Al- cántara (Cáceres).—Cuevas de Monduber, Negra y de Parpalló (Valencia). —Cromlech de Mahón.—Cuevas del Rey Cintuolo, Fu- rada dos Cas, Forno dos Mouros, A Furcada do Encanto (Lugo). Dólmenes y Cromlech de la Cámara de Gigantes y Arcas de Si- nás (Lugo).—Arca da Piosa (Coruña).—La Barca de Nuestra Se- ñora en Mugia (Coruña), La Moladoira y otras en Galicia.—Cas- tros. —Construcciones lacustres. —¿Qué eran los monumentos me- galíticos?—Edades. —Murallas ciclópeas.—Nombres que tuvo Es- paña.—División de España por los romanos. Siguen datos históricos y un nomenclátor de los antiguos pue- - blos de la Península y su correspondencia con los actuales. (204) 1891 Delgado (D. Francisco Benito). Estación prehistórica de Valdegaña en la provincia de Soria.—«Bo- letín de la Real Academia de la Historia», Madrid, 1892, xx, pá- gina 615.—Una lámina. (205) — García (D. Juan Catalina). Cuevas proto-históricas de Perales de Tajuña.—«Boletín de la Real Academia de la Historia», Madrid, 1891, x1x, pág. 131. : Se da cuenta en este trabajo, además de las exploraciones prac- ticadas por el autor, de las verificadas por los Sres. Martín Es- peranza y Laredo, tanto en las situadas en el Risco de las Cue- vas, del término de Perales, como en los sepulcros de losas en- contrados en Tielmes y en la Cueva del Artesón, en cuya última localidad se hallaron gran cantidad de huesos humanos. (206) — Rocha (D. Antonio dos Santos). Antiguidades prehistoricas dos concelhos de Figueira. — « Memoria offerecida ao Instituto de Coimbra» (segunda parte). — Un volu- men en 4., 45 páginas y 5 láminas.—Coimbra, 1891. Compónese este trabajo de dos partes: la primera, titulada «No- ticia descriptiva», da cuenta detallada de los monumentos explo- rados, examinando minuciosamente los objetos que puede decirse constituyen el mobiliario paleoetnológico de cada uno; en la se- gunda parte, que denomina «Consideragdes ethnographicas», se discuten los resultados que de dicho examen se deducen, y asien- tan diversas conclusiones referentes al estado y civilización de los que, en épota muy remota, vivían en aquel rincón del territorio portugués. — “46 — Los sitios explorados por el Sr. Rocha fueron la Mamoinha de Porto Saboroso, las sepulturas da Asseiceira, los cistos ó cofres de pedra de Varzea do Lirio y los alrededores de Cumeira, On- teiro de Lima y Paiao, punto este último situado en la margen Sur del Mondego. No es posible seguir al Sr. Rocha en sus interesantes estudios y exploraciones, pues no lo permiten las dimensiones de estos apuntes; pero merecen consignarse algunos de los descubrimien- tos hechos por dicho señor. En lo que se refiere á la primera parte del trabajo, los restos osteológicos humanos de la Asseiceira son notables por estar ca- si todos hendidos en sentido longitudinal ó transversal, y pre- sentar en algunos fragmentos de fémur una línea áspera muy gruesa, y dos trozos de tibia una platicnemia marcada. También es curiosa una lasca de silex pardo, cuyo contorno ofrece el per- fil de una cabeza humana, que'se halló entre numerosos restos característicos de la industria neolítica en Varzea do Lirio, y se figura en una de las láminas que acompañan á la Memoria. En la segunda parte de la obra se clasifican las antes dichas es- taciones como sigue: Las ruinas de Porto Saboroso, cual un tú- mulus neolítico; la de Varzea do Lirio, como lugar de habitación y Obrador dedicado al tallado de piedras; y las sepulturas de la Asseiceira cual cistos robenhánsianos, cual sus congéneres del Fi- nisterre, Quiberon, etc. 207) 1891 Rodríguez Arias. (208) -— (209) — Restos humanos encontrados en término de La Campana que presen- taban anomalías, como la de un occipital con una notable exosto- sis.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», 1891, xx.—Actas, pág. 136. Vilanova y Piera (D. Juan). Protohistoria de Jumilla (Murcia).—«Boletín de la Real Academia de la Historia», Madrid, 1891, x1x, pág. 18.—Una lámina. SuMaRI0.—Descripción del terreno en que se encuentra la necró- polis.— Ausencia de sepulturas.—Colocación de los cadáveres en las grietas del terreno.—Cuchillos de silex.—Cerámica tosca, fa- bricada á mano.—Comparación con la estación de Argecilla (Gua- dalajara).—Restos de viviendas de piedra seca en el Cenajo de la Buitrera y en el Cabezo del Tolmo. Vilanova y Piera (D. Juan). Una excursión á Jumilla (Murcia).—« Anales de la Sociedad Espa- ñola de Historia Natural», 1891, xx.—Actas, pág. 76. SUMARIO.—Cuevas artificiales del cerro del Castillo.—Dos casos de microcefalia observados en Aspe.—Sepulturas en el cerro llama- do el Cabezo.—Objetos de pedernal, hachas de diorita y restos de A cerámica. —Construcciones de piedra seca del Cenajo de la Bui- trera y Cabezo del Tolmo.—Mina de fosfato de cal. : (210? 1891 Vilanova y Piera (D. Juan). : Objetos protohistóricos de Arganda del Rey.—«Boletín de la Real Academia de la Historia», Madrid, 1891, x1x, pág. 513.—Un gra- bado. Es un informe acerca de docé cuchillos de pedernal y una pun- ta de lanza de calcedonia, recogidos por el Sr. D. Fidel Fita en una excursión á Arganda. 3 (211) 1892 Apraiz (D. Julián). Los dólmenes alaveses.—«Euskal-Erria», San Sebastián, 1892, XXVII, págs. 401 4 406; 441 á 448; 1893, xxvur, págs. 48 á 51; 75 4 78. Se citan las exploraciones de los dólmenes de Arrizola, Egui- laz, Capelamendi, Escalmendi y del valle de Cuartango, las cua- . les se describen minuciosamente, así como el hallazgo de huesos humanos en los de Arrizala, Eguilaz y Cuartango, habiendo en- contrado en el último explorado hasta 130 esqueletos y algún objeto de cobre. 212) — Aranzadi (D. Telesforo de) y Hoyos (D. Luis de). Un avance á la Antropología de España.—« Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 2.2, 1892, 1, xx1, pág. 32.— 13 cuadros sinópticos, 3 cuadros gráficos y 3 croquis del mapa de España señalando los resultados finales. Sumar1o.—Generalidades.— Índice cefálico. — Índice nasal.—Mó- dulo.— Diferencias sexuales.— Característica de las regiones.— Región Vasca.—Región Cantábrica.—Región Galaica.—Región Leonesa. —Región Carpetana.— Región Celtibérica. — Región Oretana.— Región Turdetana. — Proyincias aisladas: Logroño, Guadalajara, Huesca, Soria y Baleares.—Grupo braquicéfalo- platirrino.— Grupo braquicéfalo-leptorrino.—Grupo dolicocéfalo- leptorrino.—Grupo dolicocéfalo platirrino.—Cuadros gráficos. — Opiniones de Prichard, Beavau, Topinard y Dawkins.—Conclu- siones. (213) — Bide(D. J. B.) Etnografía. (Capítulo II de las conferencias tituladas «Las Batue- cas y las Jurdes».)—«Boletín de la Sociedad Geográfica de Ma- drid».—Madrid, 1892, xXxI1, págs. 307 4 350, con fotograbados y cuadros estadísticos intercalados en el texto. (914) — Costa (D. Joaquín). Antiguedades ibéricas. Tribus, ciudades, aldeas. —«El Archivo», Valencia, 1892, vi, págs. 141 4 152. 2 SUuMARIO.—Las aldeas, principal habitación de los iberos como de los libyos.—La tribu es la ciudad: extensión ordinaria de su so- — 148 — beranía y de su territorio.—Fortificación de las aldeas: equiva- lencia de los términos «vicus» y «castellum» ó «turris»; atalayas y señales telegráficas; su uso en las guerras locales y para de- fensa contra los bandoleros; supervivencias.—Efectos de la con- quista romana sobre la urbanización de la Península; alternati- vas de concentración y diseminación de los pobladores. (215) 1892 Galtes (P. Pio). - - z El hombre prehistórico.—«Revista Calasancia», Madrid, 1892, x, pá- ginas 31 á 45; 216 á 222; 311 á 38L. Estudio de Antropología comparada , en que se encuentran al- gunas noticias referentes á yacimientos españoles. SuMARIO.—Generalidades.—Raza de Cansdadt.—Raza de Cro-Mag- non.—Razas de Furfooz. —Raza de Grenelle.—Raza de Truchere. Razas neolíticas.—Edad de bronce.—Edad de hierro. (216) — Hoyos y Sáinz (D. Luis de). : Notas para un avance de la Bibliografía Antropológica de España. «Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 2.*, I, 1892, xx1.—Actas, pág. 40. Divide su trabajo el Sr. Hoyos en cinco grupos, correspondien- do el primero á generalidades, caracteristica y viajes por Espa- ña; el segundo á la prehistoria y paleoetnología, asi como tam- bién á la industria, arte y costumbres de los aborígenes españo- les; el tercero comprende los viajes regionales; el cuarto abraza las publicaciones referentes al estudio de las razas que viven en los territorios que son hoy día dominios españoles y á la aclima- tación de nuestra raza en ellos; el quinto y último comprende lo referente á la raza vasca. Sigiendo esta clasificación da noticia (reducida al nombre del autor y título de la obra) de 171 notas ó trabajos que se han publicado, principalmente en revistas ale- manas, francesas é inglesas, correspondiendo ¿4 á la primera parte, 21 á la segunda, 30 á la tercera, 22 á la > arta y 47 á la quinta. Es trabajo útil y muy digno de tenerse en cuenta, por ser el primero en su clase, aun cuando carece de detalles y cita pocos autores peninsulares. (217) — Olóriz (D. Federico). Distribución geográfica del indice cefálico en España, deducida del examen de 8.5868 varones adultos.—«Congreso geográfico hispano- portugués-americano, reunido en Madrid en Octubre de 1892», Madrid, 1894, Actas, 11, Apéndices, págs. 301 á 588.—2 mapas (uno del indice cefalométrico en España y el otro de la distribu- ción geográfica del índice cefálico en España). SUMARIO.—Ideas generales.—Capitulo 1. Método seguido para la adquisición de datos: Procedimiento operatorio.—Valor del pro- cedimiento.—Cuadro 1. Resumen de los datos recogidos para la valoración del procedimiento operatorio.— Errores que pueden OE «existir. — Capitulo 11. Discusión de los datos recogidos: Núme- ro absoluto de observaciones.—Variabilidad del carácter que se estudia. —Resultados que se pretende obtener.—Cuadro 2. Da- tos para valuar la exactitud de los términos medios, según el peso de las series. —Error en las series.—Grado de exactitud al- canzado.—Número relativo de observaciones.—Estadisticas an- tropométricas de Bélgica, Italia, Francia y España.—Cuadro 3.0 Números absoluto y relativo de varones observados en cada pro- vincia.—Estudio comparativo con los resultados de las otras tres naciones.—Origen de los sujetos observados.—Manera de evitar los errores.—Cuadro 4.2 Comparación del índice cefálico medio en las poblaciones urbana, rural y provincial.—Edad de los su- jetos.—Talla de los sujetos. —Cuadro 5. Relación entre la talla y el índice cefálico, estudiada en los reclutas madrileños. —Circuns- tancias físicas de los sujetos.—Cireunstancias psicológicas de los sujetos.—Variedad de observadores.—Capítulo II. Exposición comentada de los hechos: Hechos relativos á las provincias. 1.0 Indices cefálicos medios provinciales. —Cuadro 6.2 Índices cefá- licos medios provinciales. —Cuadro 7.” Seriación comparada de los índices cefálicos medios territoriales en Italia ,, Francia y Es- paña. 2.2 Agrupamientos de los índices cefálicos individuales en las provincias. —Cuadro 8.” Agrupamiento de los índices cefáli- cos en cada provincia española.—Cuadro 9. Proporción de doli- cocéfalos y braquicéfalos en cada provincia. —Diagramas que re- presentan las principales variedades de combinación de los gru- pos de índices cefálicos. —Proporción máxima y media de dolico- céfalos, mesitacéfalos y braquicéfalos en España é Italia.—3.2 Seriación de los índices cefálicos individuales en las provincias. Cuadro 10. Series de los índices cefálicos individuales observa- dos en cada provincia.—Cuadro 11.” Principales datos suminis- trados por las series provinciales. —Casos extremos. —Cuadro 12." Número de provincias españolas y distritos italianos. —Separa- ción total. —Cuadro 13.2 Número de provincias y distritos que coinciden por su separación total y por su frecuencia máxima.— Separación media.—Frecuencia máxima.—Índice más frecuente. Centro de la serie. —Forma de las gráficas: forma de conjunto, forma particular de las vertientes, cúspides de las curvas.—Cua- dro 14.2 Cúspides de las gráficas provinciales.—Hechos relativos á las regiones: 1.2 Determinación de regiones por el índice cefá- lico de la población. 2.9 Estudio general del índice cefálico en las regiones.—Indices cefálicos medios regionales.—Cuadro 15.2 Nú- mero de obseryaciones é índices medios, absolutos y relativos á la población masculina en cada región y en toda España.—Agru- pamiento de los índices cefálicos individuales en las regiones.— Cuadro 16. Agrupamiento de los índices individuales en las re- giones.—Cuadro 17. Proporción de dolicocéfalos, mesaticéfalos y braquicéfalos en cada región. —Cuadro 18.” Series de los índi- ces cefálicos observados en cada región.—Cuadro 19. Principa- les datos suministrados por las series regionales y total de Espa- —= 150 — ña. 3. Estudio particular del índice cefálico en cada región.— Región Galaica.—Cuadro 20.2 Distribución del índice cefálico en la región galaica.—Región Cantábrica. —Cuadro 21.9 Distribu- ción del índice cefálico en la región cantábrica (provincias de Lu- "go, Oviedo y Santander).— Región Vasco-navarra.— Cuadro 22.9 Distribución del índice cefálico en la región. —Cuadro compara- tivo de los resultados obtenidos por Aránzadi y el autor.— Cua- dro 28.2 Distribución del índice cefálico en Guipúzcoa por grupos de Ayuntamientos. — Región Catalana. — Cuadro 24. Distribu- ción del índice cefálico en la región (provincias de Lérida, Grero- na, Barcelona y Tarragona).—Región Castellana superior.—Cua- dro 25. Distribución del índice cefálico en la región (provincias de León, Palencia, Burgos, Logroño, Zamora, Valladolid, Sa- lamanca, Avila y Segovia). — Región Aragonesa. — Cuadro 26.2 Distribución del índice cefálico en la región (provincias de Hues- ca, Zaragoza, Teruel, Soria y Guadalajara). —Región Valencia- na.—Cuadro 27.2 Distribución del índice cefálico (provincias de Castellón, Valencia y Alicante).— Región Castellana inferior.— Cuadro 28.2 Distribución del índice cefálico (provincias de Ma- drid, Cuenca, Albacete, Ciudad Real, Toledo, Cáceres y Bada- joz).—Región de la Alta Andalucía.—Cuadro 29. Distribución del índice cefálico (provincias de Murcia, Almería, Granada, Jaén y Córdoba).—Región de la Andalucia Baja.—Cuadro 30.2 Distribución del índice cefálico (provincias de Sevilla, Huelva, Málaga y Cádiz). —Región de las Baleares.—Cuadro 31.2 Compa- ración del índice cefálico del pueblo balear y de otros pueblos mediterráneos.—III. Hechos relativos al conjunto de España: 1.* Caracteres de la serie total española. 2.2 Comparaciones entre el indice cefálico de los españoles en general y de los madrileños en particular. 3.” Distribución del índice cefálico en el perímetro de España.—Cuadro 32.” Índice cefálico en la población del perí- metro de España. 4.2 Distribución del índice cefálico según la naturaleza geológica de los terrenos.—Cuadro 33.0 Índice cefáli- co de la población correspondiente á las zonas geológicas prin- cipales de España. 5, Estudio del índice cefálico en relación con la orografía de España. — Cuadro 34.0 Índice cefálico de la po- blación correspondiente á las comarcas, principalmente á las montañosas y á las llanas, 6.2 Estudio del índice cefálico en re- lación con la hidrografía de España.—Cuadro 35.2 Indice cefálico medio de la población, correspondiente á las cuencas españolas secundarias.—Cuadro 36." Índice cefálico medio de la población, correspondiente á las regiones bidrográficas de España. 7.” Es- tudio del índice cefálico en relación con la altitud.—Cuadro 87. Índice cefálico medio de la población, según la altitud de las - comarcas en que habita.—Cuadro 38.2 Índice cefálico de la po- blación en cada región hidrográfica, según la altitud. 8.2 Estu- dio del índice cefálico desde el punto de vista histórico.—Cua- dro 39.2 Índice cefálico de cráneos españoles antiguos.—Cua- dro 40,2 Comparación del indice cefálico de los cráneos antiguos — 151 — y modernos.—Cuadro 41.2 Índice cefálico medio de la población actual, correspondiente á cada uno delos territorios de los anti- guos pueblos españoles conocidos al empezar la dominación ro- mana. .—Conclusiones.—Cuadro 42.9 Índice cefálico en cada par- tido judicial de España. (218) 1892 Rocha (D. Antonio dos Santos). Pequenas hachas de pedra das estacóes neoliticas do concelho de Fi- gueira.—«Revista das Sciencias Naturaes e Sociaes», 1892, 11, pá- gina 113. Supone el autor, después de un detenido estudio acerca de gran número de ellas, que eran, indudablemente, objetos votivos, por más que fuera de las sepulturas no dejaran también de usarse como instrumentos cortantes. (219) — Rocha Peixoto. A tatuagem em Portugal. —«Revista das Sciencias Naturaes e So- ciaes», Porto, 1882, 11, pág. 97.* SUuMARIO.—Generalidades.—Antigúedad, perpetuidad y universa—- lidad del taraceado. —Definición del taraceado y su lugar en el cuadro de las mutilaciones étnicas. —Los primeros vestigios en la prehistoria y en la protohistoria: Bélgica, Francia y Portu- gal. —Fines del taraceado: su significación como característica de razas, de religiones, de sectas, de castas ó de instituciones.— El taraceado en la Medicina legal. —Expansión geográfica. — IT. Anatomía, fisiología y patología del taraceado.—El procedi- miento operatorio.—Instrumentos y substancias colorantes.— Consecuencias patológicas de la mutilación.—Su terapéutica po- pular.—El taraceado como transmisor de virus.—La indelebli- dad del taraceado ó de sus señales, probada por las consecuen- cias fisiológicas de la operación.—Tópicos en uso para la destruc- ción de los dibujos y su ineficacia.—ITI. Clasificación del taracea- do.—Límite mínimo de edad en los taraceados.—Clase social.— Grado de frecuencia en los dos sexos.—Sitio más común.—Co- razón.—La moralidad de los taraceados, deducida de la naturale- za de los dibujos y de su multiplicidad.—Lista descriptiva de los embiemas, simbolos é inscripciones en los taraceados portugue- ses, italianos y franceses. (220) — Severo (D. Ricardo). - Os trabalhos paleothnologicos no Algarve do S. Estacio da Veiga. Antiguidades monumentaes do Algarve. Tempos prehistoricos, por Sebastiáo Philippes Martins Estacio da Veiga.—Lisboa, 1891, 4 volúmenes en 8."—Programa para a instituigao dos estudos ar- cheologicos em Portugal.—«Revista das Sciencias Naturaes e So- ciaes», Porto, 1891-92, 11, pág. 126. (2291) — Vilanova y Piera (D. Juan). Habitaciones palustres de la provincia de Soria. —«Boletín de la — 192 — Real Academia de la Historia», Madrid, 1892, xx, pág. 619. —Una lámina. Se refiere á los descubrimientos y exploraciones practicados por el Sr. Delgado. (222) 1892 Vilanova y Piera (D. Juan). Necrópolis prehistórica de Piles ( Tarragona). Informe acerca de la comunicación de Mosén Juan Segura, explorador de estas anti- gúedades en 1891-1892.—«Boletin de la Real Academia de la His- toria», Madrid, 1893, xxI!, pág. 105. La descripción de la forma y disposición de las sepulturas, la manera de estar colocados los cadáveres y los objetos de la indus- tria humana hallados en aquéllas se hallan minuciosamente des- critos en la memoria escrita en catalán por Mosén Juan Segura, y justificados por bien ejecutadas fotografías. (223) 1893 Cabrera y Diaz (D. Anataél). Una excursión á los yacimientos prehistóricos de Carmona.—«Ana- les de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 2.2, III, 1894, xx111, pág. 101.—5 láminas. Sumar1o.—Descripción geológica de los alrededores de Carmona.— Motillas ó túmulos. — Exploraciones. —Objetos paleolíticos? y neolíticos de silex.—Cerámica.—Túmulos con objetos de la edad de cobre.—Minerales pintadores.—Disposición en que se encuen- tran los esqueletos humanos en los túmulos.—Objetos de madera, hueso y conchas de moluscos. —Grabados practicados en estos ob- «jetos.—Representación de animales.—Carácter egipcio de los di- bujos.—Caracteres étnicos de los cráneos hallados. (224) — Candau (D. Feliciano). Un yacimiento prehistórico en Carmona.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 2,2, 1893, xx11.—Actas, pá- gina 61. Se refiere al descubrimiento hecho por el Sr. D. Juan Peláez y al Museo organizado por este señor con los productos de sus ex- ploraciones en los túmulos, haciendo además una ligera descrip- ción de éstos y algunas consideraciones acerca de la edad proba- ble de los objetos encontrados. (225) — Cañal y Migolla (D. Carlos). : La prehistoria en España: Notas histórico-bibliográficas.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 2.*, 11, xxrr. Actas, pág. 152. (226) — Capelle (D. Eduardo). La cueva prehistórica de Segóbriga.—«Boletín de la Real Acade- “mia de la Historia», 1593, xxII, pág. 241.—8 grabados. Es interesante este estudio por las minuciosas exploraciones — 153 — verificadas por el Sr. Capelle y sus compañeros, así como por sus investigaciones antropológicas, de las que deduce la presencia en la cueva de restos humanos pertenecientes, al parecer, á dos ra. zas muy distintas. Además, el examen de los objetos de cerámica encontrados, y el relato de los muchos objetos de piedra y hueso hallados, completan el trabajo del Sr. Capelle, muy útil desde el punto de vista etnográfico. (227) 1893 Fernández Casanova (D. Adolfo). (228) (229). (280) (231) (239) Necrópolis prehistórica de Carmona.—«Boletín de la Real Acade- mia de Bellas Artes de San Fernando», Madrid, 1893, x111, pági- nas 306 á 320.—4 láminas. SumMARrIO.—Introducción.—I. Descripción del yacimiento.—Il. Res- tos humanos. —1II. Industria y comercio. —IV. Ornamentación. Resumen. Se sientan como conclusiones que los caracteres etnográficos de los restos humanos encontrados inducen 4 considerarlos como pertenecientes á la raza de Cro-Magnon, mientras que el carác- ter de necrópolis del yacimiento y los fragmentos de barro cocido hallados en él corresponden á la época neolitica. Fita (R. P. Fidel). Nertóbriga betúrica.—«Boletín de la Sociedad Española de Excur- sionistas», Madrid, 1893, 1, págs. 32 4 34,—Una lámina. González y Fernández (D. Anselmo). Un caso de microcefalia.—«Anales de la Sociedad Española de His- toria Natural», serie 2,?, II, 1893, xx11.—Actas, pág. 14. Estudio de los cráneos de la provincia de Santander que exis- ten en el Museo Antropológico de Madrid. Hoyos y Sáinz (D. Luis). S Los Campurrianos.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 2.%, 1893, xx11.—Actas, pág. 169. Estudio antropológico acerca de los habitantes del Valle Alto del Ebro, ó mejor de los tres valles de Campóo y Ayuntamientos de Valdeolea, Valdeprado, Valderredible, Pesquera, Santiurde y San Miguel de Aguayo, en la provincia de Santander. Quintero (D. Pelayo). Excursión á la cueva prehistórica de Segóbriga.—«Boletin de la So- ciedad Española de Excursionistas», Madrid, 1893, 1, págs. 125 á 128.—8 grabados y una lámina. Vieira Natividade. La taille du silex au XIX siécle. —Folleto de 11 páginas y 4 lámi- nas, —Alcobaca, 1893. 18 — 154 — Relación de los métodos empleados por el autor para imitar las diferentes piezas de la época neolítica, recogidas en las grutas prehistóricas del Carvalhal,. (2933) 1893 Vilanova y Piera (D. Juan) y Rada y Delgado (D. Juan de Dios dela). y Geología y Protohistoria ibéricas: Historia de España, escrita por individuos de número de la Real Academia de la Historia.—Ma- drid, «El Progr. Edit.», 1893,—Un volumen en 4.9, ym, 651 pá- ginas con grabados en el texto.—39 láminas aparte y un mapa de la Península en escala de 1: 4.000.000. Sumar1o.—Reseña geológica de España. — Protohistoria. —Intro- ducción.—Origen, progreso y estado actual.—Protohistoria ge- neral.—Protohistoria ibérica. —Introducción. — Periodo paleolí- tico. —Período mesolítico. — Período neolítico. —Período del co- bre.—Periodo del hbronce.—Periodo del hierro.—Vocabulario, (234) 1894 Aranzadi y Unamuno (D. Telesforo). Observaciones antropométricas en los Cacereños.—«Anales de la So- ciedad Española de Historia Natural », 1894, xxIt1. Actas, p. 2. Se deduce de los datos estudiados «que los extremeños, por su »menor índice cefálico y mayor nasal, cara más corta y ancha, »ojos más grandes y predominio del tipo moreno, se aproximan, »más que al vasco, á ciertas tribus berberiscas». (935) — Candau y Pizarro (D. Feliciano). Prehistoria de la provincia de Sevilla.—Sevilla, imprenta de C. Sa- las, 1894.—Un volumen en 4.2 de 224 páginas con 70 grabados in- tercalados en el texto y un mapa prehistórico de la provincia, Divide la Memoria en tres partes: La primera, que denomina, Descriptiva, comprende la descripción más ó menos detallada, según la importancia que concede al yacimiento, de las estacio- nes prehistóricas descubiertas hasta el día en el territorio sevi- llano, las cuales agrupa en regiones en esta forma: 1.2 Región. Valle del Guadalquivir: Lebrija, Torre de los Herberos, Coria del Río, Sevilla, Castilleja de Guzmán, Cantillana, Alcolea del Río, Lora del Rio y Peñaflor. 2.2 Región. Las Vegas: Carmona, Alcaudete, Mairena del Alcor, Gandul, Alcalá de Guadaira, Morón, Co- ronil, Saucejo, Osuna y Lora de Estepa. 3.* Región. Cuenca de la Ribera de Huelva: Guillena, Ron- quillo y Castillo de las Guardas. 4.2 Región, Cuenca de la Ribera del Huezna: Puebla de los Infantes, Pedroso, Constantina, Cazalla de la Sierra, Guadalcanal, Alanís y San Nicolás del Puerto. — 155 — Termina esta parte con cinco cuadros, segun los cuales clasi- tica todos los yacimientos, lugares de habitación y sepulturas en tres grupos: edad neolítica, época de transición y. edad del bron- ce, especificando los objetos encontrados y consignando el museo ó colección en que están depositados. La segunda parte, llamada Critica, es el estudio comparativo con los descubrimientos hechos en otras naciones, principalmen- te en Francia, acerca de los puntos siguientes: Topografía pre- histórica de la provincia.—Razas prehistóricas que habitaron la región. —Primeros pobladores de España.—Industria de Carmo- na y la raza de Cro-Magnon.—Diversos caracteres de las tribus.— La edad del cobre.—La época cuaternaria en la provincia de Se- villa. —Organización social y política. —Creencias religiosas. La tercera parte comprende las conclusiones que de su estudio deduce el Sr. Candau, así como diyersas consideraciones acerca de la prehistoria en general. (236) 1894 Cañal y Migolla (D. Carlos). Excursión 4 Cazalla de la Sierra y San Nicolás del Puerto.—«Ana- les de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 2.2, III, 1894, xx111.—Actas, pág. 25. Se describen las exploraciones hechas en las cuevas de San- tiago y del Tragante, en el dolmen que existe en el sitio llamado Molino de Nogales, cerca de San Nicolás del Puerto, y en el gru- po de sepulturas de la edad del cobre, existentes en el valle de la Paloma (término de Cazalla). (237) — Canal (D. Carlos). Sevilla prehistórica. Yacimientos prehistóricos de la provincia de Sevilla. Clasificación y descripción de los objetos y monumentos encontrados. Inducciones acerca de la industria, arte, razas, cos- tumbres y usos de los primitivos habitantes de esta región.—Sevi- la, 1894. — Un volumen en 8.” mayor, 1x, 224 páginas con 123 grabados intercalados en el texto y un mapa donde se hallan se- ñialados los principales yacimientos. SUMARIO.—Prólogo subscrito por el Marqués de Nadaillac.—Bre- ves consideraciones acerca de las épocas terciaria y cuaternaria: I. Cambios ocurridos en nuestro suelo durante los períodos mio- ceno, plioceno y glacial.—II. Escasez de datos relativos al pe- riodo del Mammouth.—II1. Venida de la raza de Cro-Magnon y su establecimiento en esta provincia.—IV. Indicios que tenemos acerca de la vida en el período arqueolítico.—Cueyas existentes en la provincia de Sevilla.—Periodo neolítico y del cobre: Yaci- mientos: 1. La provincia de Sevilla al inaugurarse el periodo neolítico.—II. Yacimientos más importantes: Carmona, Museo- Peláez.—Yacimientos de Carmona: Habitaciones y enterramien- tos: 1, Cueva de El Judío.—II. Otras cuevas menos importan- tes.—ITI, Campo de túmulos de El Acebuchal,—IV. Construcción — 156 — interior de los mismos: sus distintas clases.—V. Otros túmulos: * El de Las cuevas de la Batida, el de El Judio, el de La Alcan- tarilla.—VI. Otra clase de sepulturas.—Industria y Arte: 1. Ins- trumentos de piedra.—II. Período del cobre: Instrumentos de cobre.—III. Objetos de oro y otros metales.—IV. La vajilla.— V. Grabados en hueso y concha.—VI. Primeros pasos de la es- cultura. —VIT. Adornos, objetos varios y otros de uso descono- cido.—Raza: 1. Huesos humanos que se han encontrado.—IT, Los hombres de Cro-Magnon en la Península ibérica durante el pe- riodo neolítico, y hallazgo actual de los mismos en las Canarias y en el N. de África. —TIT. Conclusiones.— Vida y costumbres: I. Ocupaciones.-—IT. Creencias religiosas.—III. Organización so- cial.—Juicio acerca del yacimiento de Carmona.—Otros yacimien- tos.—Región de las Vegas: 1. Coronil.—II. Morón.—IIT. Lora de Estepa.—IV. La Campana.—V. Saucejo, Osuna y Mairena del Al- cor.—Valle del Guadalquivir, Ribera de Huelva, Derivaciones de Sierra Morena: 1. Peñaflor. —II. Castilleja de Guzmán.— TIT. Coria del Río.—IV. Lebrija.—V. Dos Hermanas, Villanueya del Río, Alcolea del Río, Lora del Río, Puebla de los Infantes y Cantillana (?).—VI. Castillo de los Guardas.—VII. Guillena y el Garrobo.—VIII. Cazalla de la Sierra.—IX. El Pedroso, Gua- dalcanal, Constantina, Navas de la Concepción, Almadén de la Plata, Alanís y San Nicolás del Puerto.—X. Frecuente hallazgo de objetos prehistóricos en esta provincia.—Monumentos mega- líticos: 1. Túmulos de Canillas. —II. Dólmenes y cromlech de la Sierra de Morón.—III. Construcciones megalíticas de Cazalla de la Sierra.—Trilito del Castillo de las Guardas.—IV. Alineaciones, menhires y cromlech de Carmona.—Influencias orientales: Intro- ducción del bronce: I. Influencias orientales en el yacimiento de Carmona.—II. Noticias acerca del paso ó estancia de algunos pueblos orientales en el valle del Guadalquivir.—IIT. Venida de los fenicios y su establecimiento en esta región.—Fundación de Sevilla. —IV. Construcciones ciclópeas de Peñaflor y Sevilla.— Túmulo de Castilleja de Guzmán: I. Historia y descripción del monumento. —Erróneo parecer de los autores que en él se han ocupado.—ITI. El túmulo de Castilleja tiene influencias orienta- les.—IV. Objetos encontrados. —Resumen.—Adiciones. (238) 1894 Capelle (P. Edouard, $. J.). Votes sur quelques découvertes préhistoriques autour de Segóbriga - dans l' Espagne central.—«Anales de la Sociedad Española de Historia Natural», serie 2.?, III, 1894, xx11, p. 117.—11 grabados. SUMARIO.—Introducción.—La región explorada. —Configuración fí- sica; clima; bosquejo geológico.—Fauna y Flora de las inmedia- ciones de Segóbriga.—Segóbriga y sus alrededores á través de los siglos. —La estación prehistórica.—Estado de la caverna al principio de las exploraciones.—El suelo de la cueva. —Explora- ciones en los diversos estratos que la constituyen.—Historia de las investigaciones.—Objetos encontrados. —= 1NM — (239) 1894 Fonseca Cardoso. Nota sobre uma estacáo chelleana no valle d' Alcantara. —«Revista das Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1894, 111, pág. 10. (240) — Galtés (P. Pío). Diccionario Etnográfico-Antropológico.—Un volumen en 8.% de 541 * páginas.—Barcelona, Tipografía Española, 1894. El libro del P. Galtés, muy valioso por ser el primer diccio- nario que acerca de las ciencias antropológicas se publica en nuestro país, apenas si puede tener cabida en nuestra bibliogra- fía; pues, de entre los 1.631 artículos de que consta, solamente tienen aplicación á la Península ibérica, y de una manera muy relativa, los siguientes: Agotes. —Alofitos.—Aquitanios.—Arios. Bereberes.—Blancos.—Catalanes.—Caucásicos.—Celtas. —Espa- ñoles. — Eúskaros.— Gitanos. —Grodos. — Iberos. — Latinos.— Li- bios. —Portugueses.—Tesiganos.—Vascos. Es este diccionario una ampliación de la « Relación de los pue- blos que componen en la actualidad la raza humana», que cons- tituye uno de los capitulos del trabajo del mismo autor acerca de la «Antropología», ya citado anteriormente. (241) — Martins Sarmento (F.). Materiaes para a Archeologia da comarca de Barcellos. Antas é An- tellas.—«Revista das Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1894, 1, pág. 62. SUMARIO. —Antas e antellas em Villa-Cha (armas de silex, restos de cerámica basta). —Mamoinha do monte da Cerca.—Mamoinha, da Bouca do Rapido.—Antella de Portelagem (cenizas, puntas de flecha, fragmentos de cerámica).—Mamoas de Fragoso. (242) — Oloriz (D. Federico). Distribución geográfica del indice cefálico en España.—«Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid», Madrid, 1894, xxxvI, pági- nas 389 a 422,—Un mapa de España. Conferencia dada ante la Sociedad Geográfica, en la que se re- sumen los principales resultados obtenidos por el Sr. Oloriz en sus investigaciones acerca del índice cefálico de los españoles, los mismos que se consignan detalladamente en la Memoria que presentó en el Congreso Geográfico de Madrid de 1892, y de la cual ya hemos dado cuenta anteriormente. (243) — Riaño (D. Juan Facundo), Rada y Delgado (D. Juan de Dios de la) y Garcia (D. Juan Catalina). Hallazgo prehistórico en Ciempozuelos.—« Boletín de la Real Aca- demia de la Historia», Madrid, 1894, xxv, pág. 486.—12 láminas. SumakIo.—Relato de las exploraciones practicadas. — Descripción de los objetos hallados: catinos ó cazuelas; ollas de boca calici- — 758 — forme; tazas; fragmentos de grandes vasijas; punzón de cobre; punta de flecha de cobre. —Técnica de los vasos. —Materia de que están hechos. —Barniz.—Ornamentación en zonas y fajas. —Au- sencia de labores á torno. — Procedimiento probablemente em- pleado para trazar las líneas de los adornos.—Incrustaciones de una pasta extraña á la masa en las incisiones y ranuras. —Expe- riencias hechas para imitarla. —Destino funerario de los vasos, sin haber servido para faenas domésticas. —Experimentos que lo demuestran.—Epoca de los objetos. —Conclusiones. (244) 1894 Rocha (D. Antonio dos Santos). A profanacúo das antas na epocha romana.—«Revista das Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1894, 111, pág. 5. Resultados de las exploraciones practicadas en varios megali- tos de las Sierras de Cabo Mondego y de Brenha. (245) — Saralegui y Medina (D. Leandro de). Estudios sobre la época céltica en Galicia. Tercera edicion.—Ferrol, 1894, imprenta y librería de.R. Pita.—Un volumen en 4.2 de xx11- 289 págs.—Varios grabados en el texto. Aun cuando el autor dice que esta edición no es más que la re- producción de la primera, de que ya hemos dado cuenta, hay * variaciones bastantes, no en los detalles referentes á los descubri- mientos de monumentos celtas en Bretaña, sino en lo que tiene relación con los hallazgos de monumentos megalíticos en Galicia en los veintisiete años que median entre la primera y la tercera edición del libro. Uno de los defectos más salientes de la obra del Sr. Saralegui es el consignar como ciertos los datos que sumi- nistra la Historia de Gralicia y demás escritos llamados históricos del Sr. Vicetto, quien, como es sabido, inventaba el monumento y la clase de éste en el sitio y con la forma que convenía al poé- tico y fantástico relato que hacia de los tiempos primitivos de Galicia. Sin embargo, el libro del Sr. Saralegui tiene interesan- tes datos referentes á la etnografía de los gallegos, y ha tratado de reunir todo lo que referente 4 prehistoria gallega ha llegado á su noticia, siendo para esto el capítulo v de la obra el de más interés, consignando en él, entre otras cosas, los descubrimien- tos y exploración por el Sr. La Iglesia de los campos de túmulos de las cercanías de las Puentes de García Rodríguez. SumMAr10.—Capítulo I. Primitiva población de Galicia. —Origen y estado social de los celtas gallegos: sus relaciones con otros pue- blos de la antigiiedad, y acontecimientos más notables de la épo- ca céltica. —Capiítulo 11. Idioma céltico.—Sus relaciones con el hebreo y sanscrito, y correspondencia de muchas de sus voces con las del dialecto gallego.—Etimología del nombre Galicia.— Influencia del idioma de los celtas en los de diferentes pueblos del mundo.—Capítulo 111. Religión de los celtas gallegos.—Di- sertación sobre la existencia del druidismo en Galicia.—Rasgos — 159 — principales de la religión y del culto druídico.—Jerarquía sacer- dotal.—Decadencia y extinción del druidismo.—Capítulo IV. Or- ganización política de la Galicia primitiva. —Tipo céltico.—Cos- tumbres galas.—Influencia de las razas primitivas en los carac- teres físicos y las condiciones morales del pueblo gallego.—Ca- pítulo V. Megalitos.—Menhires.—Alineamientos.—Carneillou.— Cronlec'hs.—Dólmenes.—Lichavenes. —Calles cubiertas. — Pie- dras oscilantes ó penas moventes.—Barrows y gal-gals.—Utilidad de los estudios célticos en Galicia.— Conclusiones. 1246) 1894 Sentenach (D. Narciso). Tarragona monumental.—«La Ilustración Española y Americana», Madrid, 1894, 11, págs. 255 á 258; 271 á 274. SUMARIO.—Aspecto de la ciudad de Tarragona.—El Museo de An- tigiiedades.—Las murallas ciclópeas.—Túmulus de Constanti con abundantes instrumentos de piedra.—Restos de muralla pre-ro- mana con inscripciones iberas.—Memorias históricas de colonias griegas.—Restos monumentales del arte helénico. — Abundancia de monedas ibéricas. —Opinión del Sr. Sentenach respecto al ori- gen helénico del alfabeto llamado ibérico. —Ruinas calcinadas procedentes del saqueo de la antigua Cose por los cartagineses. — Fragmentos de cerámica.—Necesidad de un detenido estudio de la cuestión epigráfico-numismática, según los datos que aportan los descubrimientos arqueológicos de Tarragona. —Reconstruc- ción por los romanos.—Murallas romanas.—Acueductos. — Vías. Puerto. —Templos.—El Foro. — Castillo pretorial. — El Circo.— Restos de cerámica y bronces artísticos. —El Anfiteatro. —Las Termas. —Primeros tiempos del Cristianismo. — Destrucción de las construcciones romanas en el presente siglo. (247) — Simón y Nieto (D. Francisco). Los antiguos campos góticos. —«Boletín de la Sociedad Española de Excursionistas», Madrid, 1894, 11, págs. 112 4 117,130 4 141; 149 á 160; 166 á 180.—Fotograbados en el texto y láminas aparte. SUuMARIO.—La tierra de Campos.—Ruinas y monumentos.—Situa- ción geográfica. —Formación geológica.—Orografía. —Estaciones y necrópolis prehistóricas. —Útiles y fragmentos hallados. —Dis- posición de los huesos humanos en los enterramientos.—Carac- teres antropológicos.—Los vácceos.—Objetos hallados en las in- mediaciones de Palencia.—Cadáveres de soldados romanos, cu- biertos con su armadura, encontrados en Palencia el año 1892.— Invasión de los bárbaros.—Recuerdos de la civilización goda. (248) — Vidal (D. Luis María). Coves prehistoriques de la provincia de Lleyda: Conferencia donada en el Centro Excursionista de Catalunya el día 29 de Maig de 1894. Barcelona, imprenta de «L'Avenc.», 1894.—Folleto de 31 páginas en 8.2 mayor, —«Butlletí del Centre Excursionista de Catalunya», 1894, núm. 13. — 760 — Sumar1o.—Generalidades geológicas acerca de la sierra de Mon- troig.—Cavernas exploradas: Cueva del Tabach (descripción).— Objetos de piedra tallada, de hueso y de conchas.—Cerámica.— Huesos de hombre y de Cervus elaphus, Capra, Bos taurus, Ca- nis familiaris y Melex taxus.—Formación de la cueva. —Cueva de 1'Aigua. —Situación y descripción del antro.— Formación de la cueva.—Orientación. —Cueva Negra de Tragó de Noguera.— Descripción.—Abundancia de objetos trabajados por la mano del hombre.—Relación detallada de los de piedra, hueso y otras ma- terias y de los fragmentos de cerámica. — Huesos de Cervus ela- phus, Bos Taurus, Capra hircus, Sus escrofa y Canis familiaris. Formación de la cueya. —Época de las estaciones prehistóricas de Lérida, —Estudio comparativo de las principales estaciones del hombre prehistórico, descubiertas hasta el día en España y en Francia.—El hombre de las cavernas. * (249) 1894 Vidal (D. Luis Mariano). Más monumentos megalíticos en Cataluña: Memoria leida en la se- sión celebrada por la Real Academia de Ciencias y Artes de Bar- celona el día 30 de Junio de 1893.—Barcelona, imprenta de J. Je- pus Roviralta, 1894.—Folleto en 4.2 marquilla de 24 páginas, con 22 grabados intercalados en el texto. SuMARI0.—Generalidades y distribución geográfica. —Monumentos descritos: Dolmen de Piñana (término de Piñana, provincia de Lérida).—La Cabana de Perauba (término de Peracals, provincia de Lérida).—La Cabana de Castellas del Puy (término de Pera- cals, provincia de Lérida).—La Cabana de Monsó (término de Monsó, provincia de Lérida).—La Cabana de la Mosquera (tér- mino de Pujol, provincia de Lérida).—La Cabana del Moro (tér- mino de Bescarán, provincia de Lérida).—Dolmen de Cabo (tér- mino de Cabó, provincia de Lérida). —Dolmen de Castellbó (tér- mino de Castellbó, provincia de Lérida). —La Lloella del Llop (término de Vilanova de Meyá, provincia de Lérida). —Cromlech y Menhirs del Plá de Beret (término de Montgarri, provincia de Lérida).—Menhir, Mitj Aran (término de Viella, provincia de Lérida).—Menhir de Cantó (término de Rubió, provincia de Lé- rida).— Megalito de Sasterri (término de Talarn, provincia de Lérida).—Cabanas d'alarbs, Cabanas dels encantats, en el valle del Pallaresa.—Dolmen del Mas Puig (término de Darnius, pro- vincia de Gerona).—Menhir de Agullana (término de Agullana, provincia de Gerona). —Dolmen «Llosa de la Jassa» (término de Estrada, provincia de Gerona).—Dolmen «La Barraca del Lla- dre» (término de Estrada, provincia de Gerona).—Dolmen de la Viña Munera (término de Campmany, provincia de Gerona).— Dolmen de Can Nadal (término de la Junquera, provincia de Ge- rona).—Dolmen del Mas Baleta (término de la Junquera, provin- cia de Gerona). —Dolmen de Quera Fumat (término de Campma- ny, provincia de Gerona).—Dolmen de Valmanya (término de Valmanya, provincia de Gerona).—Dolmen de Matamargó (tér- — 161 — mino de Matamargó, provincia de Barcelona). —Dolmen de Pinós (camino de Pinós á Cardona, provincia de Barcelona). —Muralla ciclópea de Mur (término de Mur, provincia de Lérida). (250) 1894 Villanueva (D. Luis). Estación prehistórica de Badajoz.—«Boletín de la Real Academia de la Historia», Madrid, 1894, xxIV, págs. 3/9 á 382. Aun cuando pudiera ser una estación prehistórica la explorada por el Sr. Villanueya en uno de los montículos llamados en el país «Turruñelos», si se juzga por la calidad de algunos de los objetos encontrados, que enumera, agrupándolos en las clases de Piedra, Hueso, Cerámica, Cobre y Varios, lo que parece deducir- se asimismo de las noticias que da del descubrimiento en el mis- mo sitio de restos de dos hornos con bóvedas de piedra, y, por lo poco que puede conjeturarse de las noticias que de los objetos consigna el autor, se viene en conocimiento de que no es prehis- tórico el depósito, y que lo encontrado en él pertenece en su ma- yoría á época histórica bastante moderna. (251) 1895 Antón y Ferrándiz (D. Manuel). Razas y naciones de Europa: Discurso leido en la Universidad Cen- tral, en la solemne inauguración del Curso académico de 1895 41896. —Madrid, 1895, Imp. Colonial. —Folleto de 43 páginas. (252) — Apraáiz (D. Julian). Exploraciones prehistóricas. —«Revista Contemporánea», Madrid, 1895, C, págs. 561 á 571. SUMARIO.—Descubrimiento en la dehesa de San Bartolomé (alre- dedores de Vitoria) de un yacimiento sepulcral.—Cuevas de Laño ó Albaina y de Marquinez. — Descripcion del dolmen de Onraita (ayuntamiento de Laminorria), descubierto por el Sr. Apráiz el 8 de Septiembre de 1895. (253) — Capelle (M. Edouard, $. J.). Votes sur quelques découvertes prehistoriques autour de Segóbriga dans 1' Espagne centrale.—Madrid, «Anales de la Sociedad Espa- ñola de Historia Natural», serie 2.*%, Madrid ,1895, IV (xx1V), pá ginas 119 a 146. SUMARIO.—La alimentación de los trogloditas de Segóbriga: Ali- mentos vegetales. —Cultivos agricolas practicados probablemen- te por los habitantes del país en el período neolítico. —Instru- mentos agrícolas encontrados.—Restos de animales.—Uso de la sal en Segóbriga.—Especial manera de masticar por los troglodi- «tas de la caverna explorada. —Métodos empleados para la prepa- ración de los alimentos. —Uso del fuego.—Procedimientos de ilu- minación.—La antropofagia. (254) — Cascales y Muñoz (D. José). Los túmulos de Canillas del Serrano.—«Boletín de la Sociedad Es” pañola de Excursiones», 1895, 111, págs. 149 á 152. pd 3 0 — 162 — (255) 1895 Martins Sarmiento (D. F.) Materiaes para a Archeología da comarca de Barcelos. Os castros.— «Revista das Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1894-95, 111. SumaArIo.—O alto da Ponte (Castello de Neiva). — Monte de San Lourenco (Villa-Cha).—Monte de Saiá (Carvalhas). (256) A = Martins Sarmento (D. F.) Materiaes para a Archeologia do districto de Viana.—<«Revista das 2308 Sciencias Naturaes e Sociaes», Porto, 1895, 1v, págs. 23 a 31. EN SumArI0.—A Lapa dos Mouros.—Anta do Pinhal do Sancto de Ville.—Cova da Moura. El trabajo está fechado en Guimaraes, 1882. (257) — Rocha (D. Antonio dos Santos). A arte nas estacoes neoliticas do Concelho de Figueira.—«Revista de Sciencias Naturaes é Sociaes», Porto, 1895, 1Y, págs. 1422. ÍNDICE GEOGRÁFICO PENINSULA IBERICA ESPAÑA España en general. —Números 12, 17, 21, 32, 34, 40, 44, 51, 56, 64, 65, 66, 70, 91,100,105, 107, 109, 124, 134, 142, 145, 155, 162, 163, 178, 179, 198, 201, 203, 212, 214, 216, 217, 225, 233, 240, 242, REGIONES Andalucía. —Números 7, 11, 19, 22, 4, 27, 28, 31, 33, 34, 35, 36, 43, 48, 50, 51,56, 66, 118, 129, 132, 141, 146, 164, 174, 189, 190, 196. Aragón.—Número 51. Asturias. —Números 8, 12, 13, 33, 41, 49, 51, 173. Baleares. —Números 5, 82, 118, 126, 153. Castilla la Nueva. — Números 9, 14, 83, 35, 41, 43, 48, 49, 50, 51, 111, 112, 145, 176, 205. Castilla la Vieja. — Números 10, 13, 33, 35, 41, 49, 50, 51, 56, 72, 101, 104, 117, 119, 120, 130, 189, 144, 204. Cataluña. —Números 88, 47, 49, 51, 78, 79, 80, 82, 84, 85, 87, 90, 108, 116, 118, 123, 125, 197, 131, 187, 138, 147, 148, 151, 152, 154, 157, 158, 169, 185, 194, 197, 246, 248, 249. Extremadura. —Números 43, 49, 66, 75, 166, 168, 173, 213, 228. Galicia.—Números 1, 2, 23, 26, 33, 37, 51, 52, 54, 57, 58, 63, 67, 76, 717, 161, 165, 188, 244. León.—Números 383, 41, 51,57, 72, 110, 213, 247. Murcia.—Números 40, 41, 49, 50, 51, 141. Navarra.—Número 156, e e — 7164 — Valencia.—Números 41, 43, 48, 49, 50, 51, 56, 71, 86, 95, 122, 140. Vascongadas (Provincias). — Números 3, 15,37, 38, 39, 49, 51, 56, 12, 149, 150, 156, 171, 211. PROVINCIAS Álava. —Números 3, 37, 38, 39, 49, 51, 149, 150, 211, 252, Alicante.—Número 41. Almería.—Números 7, 27, 43, 51, 182, 141, 201. Badajoz.—Números 35, 168, 250. Baleares. —Números 5, 82, 118, 126, 155. Barcelona. —Números 33, 49, 51, 79,82, 84, 90, 105, 118, 125, 127, 137, 147, A 148, 151, 152, 154, 158, 169, 249, z Burgos.—Números 33, 51. Cáceres. —Números 43, 15, 188, 233. iS Cádiz.—Números 33, 49, 51, 66. Ñ Castellón.—Números 71, 95. "Ciudad Real.—Números 9, 27, 100, 143. Córdoba.—Números 19, 22, 24, 27, 31, 33, 34, 48, 49, 50, 51, 66, 190. Coruña.—Números 1, 2, 25, 383, 53, 51, 58, 165. Cuenca.— Número 100, Gerona.—Números 33, 47, 78, 82, 85, 87, 108, 116, 118, 123, 131, 187, 157, x ; 194, 247. e Granada.—Números 11, 27, 33, 43, 48, 49, 51, 55, 66, 113, 186. l Guadalajara.—Números 48, 49, 50, 51,56, 94, 100, 112, 130, 176, 208, 225, 281, 938, 253. Guipúzcoa.—Números 49, 50, 51, 156. Huelva.—Números 35, 51, 164, 196. Huesca. —Número 39. Jaén.—Números 27, 33, 51, 66, 129, 187. León. —Números 41, 50, 51. Lérida.—Números 117, 197, 248, 249. Logroño.—Números 35, 49, 50, 51, 55. Lugo.—Números 1, 2, 26, 37, 53, 57, 58, 63, 67, 717, 165. Madrid.—Números 14, 3h, 48, 49, 50, 51, 100, 191, 205, 210, 245. Málaga.—Números 27,36, 51, 66, 146. Murcia.—Números 40, 41, 49, 50, 51, 61, 105, 141, 201, 208, 209. Navarra.—Número 156, Orense.—Números 1, 2, 33, 52, 53, 58, 165. Oviedo.—Números 8, 13, 41, 49, 51, 66, 72. Palencia.—Números 13, 33, 41, 50, 72, 230, 247. — 165 — Pontevedra.—Números 1, 2, 52, 63, 165. y Salamanca. —Número 213. Ñ Santander.—Números 12, 13, 41, 72, 101, 104, 117, 119, 120, 230, Segovia. —Números 10, 51, 1839. k Sevilla.—Números 31, 33, 50, 51, 66, 174, 189, 207, 223, 224, 225, 227, 235, Ñ 236, 237, 254. X Soria.—Números 204, 221. | Tarragona. —Números 33,80, 105, 222, 246, Teruel.—Números 49, 51. Toledo.—Números 33, 41, 100. Valencia.—Números 43, 49, 50, 51, 55, 86, 105, 122, 140. Valladolid.—Número 144. Vizcaya.—Número 149. PORTUGAL Portugal en general. —Números 51, 66, 76, 88, 91, 96, 98, 102, 110, 124, 184, 155, 163, 167, 170, 172, 186, 193, 219, 233, 240. PROVINCIAS Alemtejo.—Números 29, 66, 128. Algarbe.—Números 29, 66, 220. Beira.—Números 29, 66, 106, 121, 185, 206, 218, 244, 257. Douro. —Números 106, 121, 200, 241, 255. $ Extremadura. —Números 16, 18, 20, 29, 66, 74, 93, 102, 103, 183, 173, 180, | 181, 182, 184, 192, 202, 239. Minho.—Números 29, 66, 83, 86, 256. Traz-os-Montes.—Números 29, 66, 159. A ÍNDICE DE AUTORES Adan de Yarza.—Número 149. Alsius.—Números 87, 123. Amador de los Ríos. — Números 19, 33, 31. Andrade.—Número 124, Antón.—Números 139, 157, 251. Apráiz.—Números 211, 252. Arabia.—Número 125. Aranzadi.—Número 171, 212, 233. Arias.—Número 162. Avilés.—Número 194. Balmaña.—Número 78. Barros Sivelo.—Número 58. Becerro de Bengoa. —Números 38, 39, 150. Becquer.—Número 34. Bell-lloch (Conde de). —Número 79. Ben-Saude.—Números 86, 172. Bide.—Número 213. Blanco.—Número 144. Blasco.—Número 126. Borges de Figueredo. — Número 183, Boscá.—Número 140. Bover.—Número 5. Braga.—Números 134, 175. Brunet.—Números 151, 152. Buen.—Número 141, Cabrera.—Número 223. Caldas. —Número 89. Calderón.—Números 64, 68, 135, 142, 143, 174, 189, 190, 191. Calzadilla.—Número 144. Candau.—Números 224, 235. Canibell.—Números 80, 90. Cañal.—Números 225, 236, 237. Capelle.—Números 226, 238, 253. Cascales.—Número 254, Castellá.—Número 2. Cazurro.—Número 191. Coelho.—Números 01, 92, 175. Coroleu.—Número 127. Costa. —Números 69, 109, 110, 163, 214, Cuveiro.—Número 2083. Chía.—Número 108. Choffat.—Números 192, 202. Delgado (F. B.).—Número 204. Delgado (J. F. Nery).—Números 20, 93, 159, 193. , Delgado Jugo.—Número 32. Domingo Bazán, —Número 111. Espanca.—Número 128. Estacio da Veiga.—Número Fernández Casanova. — Número 227. Fernández Guerra (A.). —Número 72. Fernández de Castro (V. M.).—Nú- mero 144, Fita.—Número 112, 194, 228, —= 1671 — Fonseca. —Número 239. Fulgosio.—Números 43, 44, 52. Galtés.—Números 195, 215, 240. Garay.—Número 35. García (J. Catalina).—Números 73, 81, 176, 205, 243. Garza (P. de la). —Número 33. Gomis.—Número 94. Góngora.—Números 27, 36, 113. González de Velasco.—Número 114. González y Garcia de Meneses. —Nú- mero 196. González y Fernández.—Níúmero 229, Gonzalo.—Número 164. Guillman.—Número 145. Hernández Sanahuja. —Número 21. Hernández Sanz.—Número 153. Hoyos.—Número 177, 212, 216, 280. Jaques. —Número Landerer.—Números 53, 95. Laxalde.—Números 40, 178. Llanas.—Número 154, Maestre de San Juan.—Número 28. Malibrán.—Número 41. Marayer.—Número 22. Martí.—Número 144, Martín Minguez.—Número 160. Martins Sarmento.—Números 96, 179, 241, 255, 256. Martorell. —Número 82. Mélida (J. R.).—Número 129, Molina.—Número 1. Murguía. —Números 11, 165. Navarro (E.).—Número 146. Navarro (L.).—Números 55, 59. Oliveira Feijao.—Número 97, Oliveira Martins.—Números 115, 155, Oloriz,—Números 217, 242, Ordax.—Número 136. Paredes.—Número 166. Pascual.—Número 137. Pastora (R. A. de la). —Número 130. Paula e Oliveira.— Números 98, 167, 180, 181, 182. Pella y Forgas.—Número 183. Pellico.—Número 7. Pereira.—Número 83. Pereira da Costa. —Números 16, 29. Posidonio da Silva.—Número 99. Prado. —Números 10, 14. Puiggarí.—Números 12, 17, Pujol y Camps. —Números 116, 147, 198. Pulido.—Número 60. Quintero.—Número 231. Quiroga.—Números 100, 101. Rada (J. de D. de la). — Números 41, 61, 168, 233, 243. Rasteiro.—Número 184. Riaño.—Número 243. Ribeiro. —Números 18, 42, 45, 74, 102, 103. Rocha.—Números 185, 199, 200, 206, 218, 244, 257. Rocha Peixoto.—Números 186, 219. Rodríguez.—Número 75. Rodríguez Arias. —Número 207. Rodríguez Ferrer.—Números 104, 117. Rubio de la Serna. —Números 147, 158, 169. Sampere.—Números 105, 118. Sánchez Comendador.—Número 30. Santuola.—Números 119, 120. Saraleguí.—Números 23, 245. Schulz. —Número 8. Sentenach.—Número 246. Seyero.—Números 170, 220. Simdes.—Número 76. Simón. —Número 247, Siret.—Número 201. Solá.—Número 84. Texidor.—Números 85, 138. y - — 168 — Vieira Natividade mi Torres Campos (R.).—Nímero 101. Trueba.—Número 15. Tubino.—Números 24, 31, 46, 65, 66, 70. Tuñón. —Número 13, Varela de Montes. —Número 6. Vasconcellos. —Números 106, 121. - Vayreda. —Número 47. Verdaguer. —Ntmero 148. Vidal.—Números 131, 248, 249. _Zabala.—Número 3. 29.008 187, 222, 282 Vila-amil. — Números 26, 54, 67,17, 16L UA Villanueya.—Número 250. Vilanova. —Números 25, ES Zaragoza, —Núxmero LA A ÍNDICE ALFABÉTICO, GENÉRICO Y ESPECÍFICO ARO IAA EAS OE ADV RS. a a APIS OC Li alas Amphisorex pennati, Gray..... Anchitherium Ezquerre, H. v. 'AROPLOTRETTUMI ai Anoplotherium gracile, Cuv.. .. murinum, Cuy.. ATACANDO ia: INVADE Sa oe 346 Antilope boodon, P. Gerv...... — Doc — rupicola, Pall........ sansanensis, P. Gerv.. Aries moromorus, Nieremb.... ATACA id 502 Arvicola agrestis, Flemm.. ... amphibius, Lacep..... arvalis, Bonap........ arvalis, Lacep........ arvensis, Schinz...... Ibericus, Gerbe...,... leucurus, Gerbe.. 510 monticola, Selys Long. nivyalis, Martins...... ceconomus?, Cuv...... oeconomus, Mill...... Pyrenaicus, Sel. Long. Savil, Selys Longch.. Sao Cad. yoo posa: subterraneus, S. Long. Págs. Arvícola subterraneus, Trouess. 313 — vulgaris, Desm... 514 Auchenia domestica vulgaris... 617 = GUAnacOs ds 677 = Moromoro, Schinz... 677 — Paco, Desmirnias: E Gil = Vicunna, Desm...... 677 AN) econ co bno De 253, 263 265 Baleena Biscayensis, D'Eschr.. 255 O Moto ooo 2 0e -263 — cisartica, Cope.. .... . -256 — euskariensis, Ríos Rial. -256 SAD DOS AS SE 263 — Jubarte, Bonaterr.. .. -263 — longimana, Rudolph... 263 — Musculus, Lacep.. .... 266 — rostrata, Gray......... 268 — Tarentina, Capell. .... 256 — Van Benediana........ 256 — Syedenborgi, Lillj..... 256 OLOR NN 263 265 Balenoptera acuto-rostrata, La- Cope o di 268 Balenoptera Bonarensis, Burm. 268 = Davidsoni, Scamn. 268 = Eschrichtii, Rasch 268 — gibarte, Less..... 264 = Huttoni, Gray.... 268 = Jubarte, Lacep... 264 = Mondini, Capell.. 268 — Musculus, Lacep.. 266 — 712 — Págs. Balenoptera rostrata, O. Fabr. Socio: cqossoan Barbastelus Barbastellus communis, Gray.. Daubentonii, Bell. BOSS AN 383 Bos — Bubalus..... doo daba aba Concudensis, EZQ.......... — gruniens, L............... silyestus Ona = TELE) ooo so.oogonao Brachiurus amphibius, Geoff... CamotiiernvuMn iio or Calocepn als ii Calocephalus vitulinus, Cuy... Camelus Araucanus, Molin. Dromedarius...... Huanacus, Molin..... Vicugna, Molin....... Canis Agyptius, L......o...... aviarius aquaticus, Rai.. aya nas AS bellicosus, Aldrowv....... breyi pilis, Aldroy....... Dancus Dn Danicus cursorius, Gmel. dlomasmeans. De socosooobo domesticus socius, Rai.. domesticus villaticus, L. OA — extrarius Hispanicus, L.. = omuiama. IDioooesoos 180 — familiaris aquaticus, L.. AO osa soso oooaao — a A te Grajus Hibernicus, Gmel. Grajus hirsutus, Gmel... Grajus Italicus, Gmel.... Hispanicus, Aldroy...... Italicus, Gmel........... Laniarius, Gmel......... laniarius Aprinus, Gmel. laniarius Suinus, Gmel.. Leoninus, L......... ANO primigenius, Boj.......o... 268 265 Págs Casa 205 664 — Mastinus, L....... ..... 19 — Meliteus, L......... ... 199 — Molosus,, L. . ........ . 196 — Molosus Anglicus, Gmel. 197 — Pyrame, Nig...... ..... 200 — SAgax Ca 191 — Sagax ad aquas, Aldroy.. 195 — sine pilis, Aldrov........ 199 — Terrenove, Blum....... 194 — terrestris, L....... 191 AA eso ase 191 — Vertagus, Ral....... ... 193 — vestigator, L........ aus HEAL == SOS dodo abba 213 557 Capella Eta osa 346 DAD rob obeso boneeo dopo 349 582 Capra ecornis, Sehr............ 352 == birds MS 350 — Hispanica, Schimp. .... 358 —= MER MAA 3593 582 — Pallasi, Schinz......:.. 582 — Pirenaica, Schinz...... 393 —= 'Rupicapra, Li Castor A A 585 Catodon macrocephalus, Gray.. 272 Catus domesticus, Schwenef... 219 — feralis, Kleim............ 217 —= eras len A 217 — Hispanicus, Erxl....... 220 — Silvestris, Klein......... 217 — Sylvestris, Gesn......... 217 Cervarii Lupi, Plin............ 223 Ceonvusiiaie dando odedao 385 579 Cervus barbarus, L........ A EL ca pre o lus Se 340 581 — Cuzanus, Croiz et Job.. 581 DA 336 580 — dicrocerus, Lart........ 581 — elaphus, L......... 388 579 — elaphus cantabricus, Gracls do is 579 Cervus Matritensis, Ezq....... 581 — minimuscapreolus, Rein 340 — nobilis, Klein. .... ... 3838 — platyceras, Ray . ..... 396 Cte Ob oy 000a0oba 289 Cetus dentatus......o..oomooo.. 2172 — “13 — Págs. CLYMENCO Ab a Clymenia. CANA osado eo ene e Crocidura aranea, Selys Longch. etrusca, Bonap...... fimbriata, Wagl..... leucodon, Wagl...... major, Wagl......... moschata, Wagl. ... poliogastra, Wagl... = cua Wal da (CROSSOPUS Ri Roi Crossopus ciliatus, SoW........ Daubentoni, Gray... fodiens, Wagl..... o Cynocephalus Innus, Latr..... a ChReTropotamuS....oo.ommmcoccons CRemomeles ad Dama vulgaris, Gesn........ ; Delphinorhynchus... Delphinus. 278, 281, 284, 288, 991 Delphinus abusalam, Rip... aries, RisS0......... = deductor, Scoresb... — Depas — Delphis, Hunt...... =— Diodon, Hunt....... — Ona) JLEMS boba elobiceps, Cuv...... intermedius, Harl... melas, Traill........ Rissoanus, Corn.... tursio, Fabr..... 295 ventricosus, Bonat.. Delphius . Dicotyle labiatus............... torquatUs... o..o.ocmmo. Dinotherium bavaricum, Kaup giganteum, Kaup. DIO As 000 Págs. Dioplodon...... D0d4YS9uon da .. 219 DUEOPES AS RAI ata 403 Disopes Cestoni, Bon.......... 404 — rupelii, Temm......... 404 SAVE SCA 404 Echinus terrestris, Aldrov..... 462 LEONA A ERAN 592 Elephas Africanus............. 568 — antiquus, Pohl.... 553 568 — Armeniacus, Falc.. 552 568 — meridionalis.......... 568 — platyrhynchus, Graells 569 — primigenius, Blum.... 553 EOMYSIS IAS ARS ia ee . 419 PLOT NR AS 218 EEUU a . 815 578 cun Asia, ioncos sn 322 519 — Caballus, L........... . 316 SEDE 1 load o bo 316 — fossilis, CUV............ 578 — primigenius, Cuv....... 578 LACUSTRE 461 Erinaceus europeus, L..... .... 462 = spinosus auriculatus, ICO c0000 esoo A A 462 EudelphiNUS...o.oooo.omooo.... 294 Eudelphinus Delphis, Van Beal 294 OS A NU 216 551 Felis catbus, L.......... a 2D — cattus ferus, Schreb.. 217 664 — cervaria, Tmm........... 551 Co SS . 220 — domestica, L.......... ZO — domestica angorensis, Br. 220 — domestica cerulea, Fisch. 220 — domestica Hispanica, Graells..... 300005 Ó4 cu as 400/A 220 Felis domestica striata, Fisch.. 220 — hLeopardus, Schreb....... 551 = Iiibzo o curo soap PRO SD pardina) Danae tata 224 — pardus, L....... 00000005 551 — varlus, Schreb........... Bb1 Gacela DorcasS............ unoos US Galemys Pyrenaica, Kaup..... 453 Genetta..... A OA Genetta afra, CUV.... .o..oo.o... — communis, Cuvy.... =D melas Gracias —. vulgaris, Less......... Glis esculentus, Blumm........ — Norvegicus, Klein........ — vulgaris, Aldrov.......... Clobicephalus Globicephalus macrorhynchus, (CAES gon bones c ooo co beelomno - Globicephalus Scammoni, Cope. Globicepst ia dj EXAMPUSA IT IA 281, 284 ET PeS eS RIN Herpestes Widdringtonii, Gray. VE GODUPÍN y duo uo E bos oo0osodoo Hipparion gracile, Kaup....... = prostylum, Gerv.-.. Ep pop LM EPA Hircus domesticus, BrissS....... — vulgaris, Schreb........ — caucasicus, Desm........ — celticus, Bory........... — germanicus, Bory....... — germanicus, var. teutone — .germanicus, var. slavo- Homo pelasgius, Bory......... Huanacus Garcilasus, Ulloa.... Hyena brunea, Hamb......... — spelea, Gold........... TIEN ANCOS A ANNAN Hyenicthis greca, Gaudry.... Y AROS OREA MS Hyperoodon...... DEDO. 277 Hyperoodon Diodon, Lacep. ... = latifrons, Gray... — rostratum , Chem.. 'HYpu deus S0n Págs Hypudeens alpinas, Wagn..... 509 = nivicola, Schinz.... 509 ABU Piooo cono sasaodonos arpas 518 Hyxtrix cristata.....ommocooo..* 518 E orientalis eo - 519 MOE iS 353 583 Ibex Hispanicus, Gerv..... 397 589 — Pyrenaicus, Grerv..... 3093 588 TERRENOS TRAS E 176 Ichneumon Pharaonis, Geoffr.. 177 bo sano do aabdabos .. 154 549 Innus ecaudatus........... 154 549 MACAU ice 155 Kyphiobalena a iia 263 Kyphiobalena boops, Eschr.... 263 Lagenorhynchus...... .<.-.... 292 DIOS ITA ESSANARNSS 589 Lama Araucana, Fisch...... 677 —= Vacuna . 617 LENA a ANS 502 Lemmus amphibius, Fisch..... 505 — aquaticus, Briss. .... 505 — pratensis, Baill....... 507 Cpu S citar talas ano 523 585 Lepus cuniculus, L........ 5380 585 = Gross lo oso. 524 — granatensis, Schimp.... 526 — mediterraneus, Wagn... 526 — meridionalis, Gené...... 525 — timidus, L..... 523,526 585 Lupus cervarius, Gesn. ....... 223 — silvestris, Aldrov... 206 — vulgaris, Charl....... 206 LUNA IE ARNES 241 Lutra lutreola, Shaw.......... 241 — A AA 241 — vulgaris, Erxl.......... 242 Lynx pardina, Oken. ... ..... 224 Macacus Innatia ios 155 Macropus giganteus........... 668 MacharrodUS ias 552 Magus Innus........... ¡A 155 MATUS doano 176 Mangusta Numidicus, Cuv..... 177 Martes arborea, Schw........ . domestica, Toust domestice, Gesn ...... fagorum, Ral.......... in saxis, Georg......... saxabilis, Schw........ silvestres, Gesn. Mastodon aureliense, Cuv.... giganteus, Cuv...... longirostris, Kaup... tapiroides, Cuy...... Megaptera Megaptera Boops, Gray........ Boops, Fabr........ longimana, Gray... 169 Meles Europeus, Schr Cldo conse Marianensis, Graells.... taxus, Sehreb LSO vulgaris, Desm.,........ 'Mesoplo dond iaaiai MessodiodON......oo.oom.omomm...o Micropteron... Microtus TRIPLE US iaa e Miniopterus Schreiberii, Natt.. — ursini, Bonap..... IMOTOSSUS Id a NN Molossus? Cestoni, Fisch...... MUSA a 483, 502 Mus agilia, DEMO: .oybososuoa. ="agrestis?, Dioscoociocesae agrestis major, (Gesn..... Alexandrinus, Geof. S. Hil, amphiblus, la oe aquaticus, GesD........... aquaticus, Briss.......... aquatilis, Aldrov.......... avs SENA avellanarium minor, Aldro- Tame: aoU boo da coaN COS ObOS — campestris, Cuv.........- — campestris major, Briss... — 115 — Mus caspius, Acl....... oncancr decumanus, Pallas........ domesticus, Klein......... domesticus major, domesticus medius, Kay... Ela 12 oo +on doo vopcunos SPOTS lee messorius, ShawW.......... minor, Klein...... so0N009S mau ie a iao a muscardinus, Schreb. soricinus, Herm... ...... SyLvabicus/. mata atajo afeitar tectorum, Savi...... dE terrestris, Erxl........... vulgaris, Kleid............ Musaraneus aquaticus, Briss..., MUSCATdiNUS ..uoocoo..omm.. d0S DUST A ia Sa aid MUSA AIN ARA a Sut sí Mustela egyptiaca, EN SBUOEO cinnamomea, Schinz... domestica, Visel foetida, Klein....... os OMA) BL daa PRO) lso. oOr saab os ODOS o... ..... Martes abictum, Rai.. — propie dicta, Gesn..... == 5 puborius lo o — Viverra, Klein........ — vulgaris, Bris......... YUCATAN ANNAN ATAN Mygale E sasnea. Dese Mygalina Pyrenaica, Geoffr.... Myodes arvalis, Tied......-. 50 MyogaleBaiooniic oo Myogalea Pyrenaica, Fisch... Págs. 486 486 489 484 490 478 514 492 489 492 482 488 479 507 492 479 534 486 492 490 487 514 489 447 476 369 230 177 239 239 235 232 236 242 241 230 231 239 235 237 239 452 453 452 502 514 452 452 Myogalea rufula, Graells...... MYyosorel roooomoooo .... NOS MYOLUS Sc Myoxus frugivorus, Schinz.... SC Noctilio ferrum-equinum, Kuhl. NychiONOMUS.. o Orca gladiator, Gray.. ... 284 Ould NE Ovas Ae ie 372 — Aries anglicus, Erxl...... — Aries hispanicus, L....... — Aries laticaudatus, L..... — Arieslongicaudatus, Briss. — Aries polyceratus, L...... — Musimon, GIay.a......... Pachyura etrusca, Bonap...... 'RAUEOMETYLIT ATAR NA Paleomeryx Bojani, Mey...... — pigmeus, Mey.... — Scheuchzeri, Mey. BALE UNEN INSI Paleotherium aurelianus, Cuy. RECORD RRA As ECU NN AAN REA GUS NN RO Pelagius monachus, Cuv....... Berro YRCNUS IIA Pipistrellus Schreberi, Fisch... Pi RLECOCUS Ea AS e Plecotus barbastellus, Cuv..... — communis, Geoffr..... — megalotus, Brehm.... — vulgaris, Desm....... Porcus domesticus, Ray.. ..... 'EROAEIPRIUS IIA Prodelphinus dubius, Van Ben. = tethyos, Van Ben. ES CUAL ; Pterobaleena communis, Eschr.. - minor, Eschr..... — 116 — Págs. 460 Putorius communis, Cuv....... MAD BROCAS 476 Phoca bicolor, Bodd.......... 453 — canina, Pal... os 477 — Hermanni, Less.... .... — leucogaster, Peron.. ... 481 — Linnei, Less... ......... 404 — littarea, Tien........:. — marina, Gesdn........... 576 — oa 984 — monachus, Herm........ 295 “— Oceanica, Stell.......... 219 — variegata, Tum..... Se 583 Phocena...... 281, 284, 288, 29 583 Phocena communis, Cuv... 281 375 = crassidens, Owen..... 374 — grisseus,d'Orb....... 315 = melas, Selys Longch.. 375 Physalus antiquorum, Gray.... SIDE YS COTTON ANS 271 369 Physeter macrocephalus, L.... ALBINO CEROS A dE 581 Rhinoceros etruscus, Fale..... 581 — incisivus, Cuv..... 581 = leptorhinus, Cuv... 581 = matritensis, Lart.. 576 — megarhinus, Cuy... 576 = Merkii, Kaup...... 373 — tichorhinus, Cuy... 313 Rhimnolo pus RR 247 Rbhinolopbus bihastatus, Geoffr. 248 = Blasii, Peters.... 218 = ferrum-equinum, 417 De MESES co a 155 Rhinolophus hipposideros, Leac 426 = unihastatus, Geof. ADO RONQUALUS AS ANA 426 Rorqualus Boops, Cuv......... 427 = minor, Knox.. .... ADE RUPICAPRA SA 346 308 Rupicapra alpina, Bonap....... 298 = europea, Gerv.. 346 299 = pyrenaica, Bonap.. 299 288: SCAN US cai a OA 266 Seiurus epilepticus, Klein...... 268 == assi Sciurus quercinus, Erxl..... . rubicundus, Klein..... yla. lino) ooo ISULARCIOS eE Sa DONOSO oponga opos Sans le o crac odos o SOON do os oro ar oo oda da Sorex aquaticus Daubentoni, SOLESÍALAN CS MAR as araneus, Schreb........ bicolor iSchawe ose. de carinatus, Herm. ...... concinnus, Wagl..... .. constrictus, Geoffr....... coronatus, Millet........ cunicularius, Becht. ..., Daubentoni, Erxl...., domesticus, Charl....... eremita, Becht.......... ELLAS CUR: fluviatilis, Becht........ fodiens, Becht. e rodas a ES fodiens, Selys Longch... Gael isc Guldenstaedii, Fisch..... Hermanni, Hollandr..... Hermanni, Duven....... hydrophilus, Pall........ nodo ras ayi aa labiosus, Jennys......... leucodon, Geoffr......... macrurus, Lehm......... melanodon, Wagl... musculus, Wagl......... natans, Brehm........ : nigripes, Melch......... pachiurus, Kust........-. psilurus, Wagl.......... rhinolophus, Wagl...... metio cli oboson as russulus, ZiMM.......... stagnalis, Brehm........ suaveolens?, Fisch....... tetragonurus, Herm..... —= 01 — Págs. Págs SOT vulgaris ei 443 SpherocephalUS ..oooocnn.coo... 289 ¡AAPUS A VARO PS SS 299 Steno rostratus, Liitk.......... 300 (UB SS SIA 302 575 Sus agrestis,y Ray. 2.0.2 osetoss 302 domesticas Ma e de 307 — domesticus, Erxl.. ........ 308 ES ro e 302 — Lockarti, Pomel ........ OS CO SES 5975 —mansus al 308 — paleocherus, Kaup.. ... 575 — priscus, Gold........ OS 515 Oo aaa 302 575 ¡SY .. 49 Synotus barbastellus, Geoffr... 430 VAN ASAS 435 Talpa ceca, SaYio. comas 438 — caudata, Kram.......... 436 = GURNEsci JUnso su dosas caen 436 — vulgaris, Briss.......... 436 Tapirus americanus. .... ..... 673 MAAJOCROS NS A 582 Tragoceros amaltheus, Gaudry. 582 Tragus Agagrus, Schr......... 351 — domesticus, Klein...... 350 == Docs Micinss0 00 9uo 350 MUSLOS TE leo 297 Tursiops tursio, Gery...... 295 297 USUARIS 162, 170 550 Ursus talbus Cal 163 arcos MA ies 162 mieles, Mallo e 171 — Pyrenaicus, Cuv.. ..... 162 — speleus, Rosen ........ 550 AUS 171 IA W4 000 boo ona taco ds roooOns 313 Wespertl o 404 419 Vespertilio albo-limbatus, Kust. 419 —= altivolans, White... 415 auriculis binis, Loust 422 Aut eo cooeceo AA Blasii, Kol. et Maj.. 421 barbastellus, Schreb 429 Vespertilio brachiotus, Baill... = Capaccini, Bonap... = Daubentoni, Laest.. — ferrum-equinum, SomcsovooVopessonooas 431 Vespertilio hippocrepis, Herm.. = hipposideros, Herm. = humeralis, Baill.... = incisivus, Cresp.... = lasiopterus, Schreb. — major, Briss........ = major vulgaris, Kl.. = MAJO = marginatus, Rupp.. — megapodius, Ten... — minor, BrisS........ =— minutus, Montegr.. =— murinus, Pall...... = murinus, Schreb. .. = myotis, Bechs...... = Mystacinus, Leisl... — nigrans, Cresp...... = nigricans, Gené.... — noctula, Geoffr..... = noctula, Schreb..... = palustris, Cresp..... = Pelluceus, Cresp.... = pipistrellus, Schreb. — proterus, Kuhl..... — “18 — Págs. 417 Vespertilio pusillus, Brehm.... 420 = pygmeeus, Leach... 491 = rufescens, Breh.... = Schinzii, Key.-.... 4 432 — serotinus, Schreb... 439 — serotinus, Geoffr... 431 = submarinus, Breh.. 424 = vispistrellus, Bona- 413 parte....... o Oo 415 Vespertilio Wiedii, Breh....... 422 Vesperugo Kubhlii, Natt........ 492 = maurus, Graells.... 491 = noctula, Keys....... 419 = pipistrellus, Keys... 00. Vesperuriic a UA o 497 Vesperus scrotinus, Keys...... 432: WMUVEITA ia 413 Viverra genetta, L.... ......... 499 — Ichneumon, L......... 492 — lata 494 — lutreola, Pall.......... 417 — nigra, Desm........... 417 — Vitulus marinmus, Plin.......... 413 — maris Mediterranei, 415 Rond..... DIO RObOSoaaOs oo 413 Vulpes vulgaris, Briss......... 4921 avi Zeuglodon OO AVE PUSO N 278 y Págs. 417 417 413 494 413 415 492 419 413 418 416 415 417 412 412 173 174 177 242 241 175 248 248 213 552 279 SPECIES CITADAS ES DE LAS ES UBRES VULGAR A, E dd . ] 4 ; : € / ¿ ÍNDICE ALFABÉTICO DE NOMBRES VULGARES Págs Págs. AN O SS OO A O O ao EE 323 : INN oo OOOaS AIN A tal aa orde 323 | IE A Cao maletas . 454 — Sesto 323 INVENIA OS OA IN Oo do pocas db . 888 NANA OS ADS ADÍ MASON td 328 NENA O OA OA CO a 323 IED A TS 506, ABtogMeR nono ¿na 323 IMC oras door Ab . 286 Aumeá...... ARTES 350 IS A AS SIS OS TOBA AO a ita illa 350 Almes quer. tool tato ADO AZ A tn aa 214 Almela dia is A ALCOI 171 PAC laa aepatorat la toRolo aria fee 149 IO SO AAAO E ECO co A one Roe 386 IN IS OO SISIB COLO 308 DO tn aa o manana anar SIS COLES 308 AO aa oleo SN O. dncOttbonos.rscsoosonbosoe Vigo vo 308 AO Aleron letotla totali 35867 Balcanes 257, 264 266 E a ee SS Bi dile 257 QUE rd lalala tados 350) Balan Mol ones 257 JC oc o osos coda soda 650. ECO osoVevouaaocVoodeu esoo 257 ANA ZO A a el OS BL Bale cn e 257 Arcumeá DE lens. cscooon oo 257, 264 266 Arda A AENA coord doo bd cbyoa 257 IO asno Aa 0. allen. oodeno bs 253, 256, 264 266 A A SOS 472 US CAM Aa 257 ¡ADS Zeta its e... 418 479 NC 256 A CO a Roa SAAB lona til 257 AREA A lo aaa a ela ASAS O Ban ino 257 LAN VIO ON sa A EA ama ci. so Vaboore ooo IEEE 350 INIA AS PSA 16... amor rcobroVoV eo ooo ds LO O) Ao rceatojarelad: 00c0G ODO o ES IBERO ron boanocUoosO0a .. 443 479 AS aia ona ... 3828 Basakatuá...... SAO AO IS ea — 182 — Págs. Basauntza.......... dscanos SAD Basada e dona 630%) = CAM 303 =— MPa aaa 303 BE lol 886 BOC 386 ==. Corn. sorooodos os 246 SMA bdo coa noob 246 BAS e Mano ota Ue 386 loa cobds 000 Vnaboo tada 318 Bicerra..... O O 347 Bicho te las tl 2317 otro coVodroco dan odosoS 3713 BS LS nooo ROO OBOO 233 Boca iaa ala 350 Boda sacate 350 5d)» 00000020000090400n ao VOS 264 DO la SOI O 386 NOME 0onbor Doro ooo or On or 313 Bora illa anlale 323 AO 030 ve oosoro ooo ono 323 Bor a Nr 386 coro bo vos cos oo caco. 386 BS VS 323 UENS00 0900 bo cop uvas 386 Bda 321 DU ado 323 TA AO TAS OS 323 a O ia 181 Capa eo lero it 318 Capa a tc ab 318 Capadocia alt SOS = Pam so00.dodoossoos 318 = ONO obser 318 anda oe 318 822 do valla aaa ae 318 OIC Z al 318 — de primer bocado....... 317 == MORO. oO dsaVocosiéoas 318 — de segundo bocado...... 318 — doméstiCO........ooo.ooos 318 Om. 009000300000 319 — frisón....... aaa 319 — O ise 318 PU its elote 318: — recelador........ AR 318 PáÁgS. Caballo serrano too a a 319 Cabirola anar 347 354 Cabrio Na 350 Cabirtorna 350 Cabra 350 AO E Boo ona odo SGL o 347 — lechera 392 — MOMbéS a oleo 349,354 357 OD 357 362 Car o 350 Cabres a 350 Cabrinba.iaa tacna e 350 Copo O 350 Cabrils q a TAN 350 CabribOria au a 350 CPT as 350 Cabre onda So 350 Cabroteras il e ARO 257 Cabas oo 350 CADUXO: ma a 350 Cachalot. mato RS 272 Cachalote. us 2 a Cachorro NO 180 Cachorro is INS 180 Cadela ui 181 Cadelio AOS 181 Cadelon aa pt e SL Calla o E SN Cadella ci 181 Cadellimha. O 181 o as oo ooo co 180 Canavesenta a ÓS 308 Cancion NS 181 Candorca.. oi 286 Dada 181 E oso ano 181 VARIA 195 Card 181 Capa oO 290 291 Caparo 340 Capra 350 Carla NA 200 Canoa 313 Carnero o A 310 373 Castro ias ei 350 Cartapulcaancaa 472 CATIA ai 472 Cara 219 | ; | | — 183 — Págs Carpa o SOTO dor 531 Cavallo a a is ia 318 Cobo ins > cion 388 Cocoon oia 386 COCONCOL: iras ISO Cota: 190 (A A O Ecce 308 Cordon at cer 308 CA o O Or 338 Carvallo dect ante ccaioia 338 Cro aio pia 338 MEROS ATA 338 AA O OO 338 MO en Be odo 335 338 Cochastro...... O ISR 303 Count alo 303 Cochinos 308 Cocha an ajo 308 Corn oi ein 308 A SA 282 Gocho O 808 (AM OOOO 531 Coro acre ere 531 Cosllarie optar PS ab ja 531 Coello....... iio Se 531 Cosmo tee tatas 531 Comadro ata tatoo to lelejo 239 Condeso acierta slogan oia 890 Cora aca alas das 531 COn asia 531 (CHO aro ricas O LODO 531 Coni AS Ta 531 Conte e re 531 Cola it rol aa 531 Conlara e e de 531 OO ARO oda 531 Cordero operas 313 Cordero Errar iaa 3713 Cordero. taste 373 CO rte ales JU SOBOOO + 340 URWVIESI oBOOR O DODO 840 A O CNE Soo ae 340 AR 840 CO ai araja RO 340 COLO naaa 340 Cuadra das dos sale 147 Cn ota eo eel di 581 (A O O Ia o EL Págs Cil ddacocens A 531 Comillas a soe ie apor 531 Con naco ES Jer 350 Chacuricumn recio 181 == ar occ Soho zo ASAS CHAU tostada topo 181 Cal tas ES OSO CNA 308 CHAIN dades latas 308 Canoas OO Caio aats aa aaa 156 (AD O AS 199 CO 313 A a a 350 COIVatO ms ls cial: 350 COVA ATA 350 Coto as 6 386 Concha ia a 180 AN o . 180 Coma A tos o 352 (CADA do oO Odo co Daina..... as coonece 230 Dat cateo 294 297 Dolimt as 289 294 DESTINADOS UOSOA 453 DOS O aaa AS .. 196, 197 200 Dm sscsooounobon 0S0L0ga3 0 200 Domotica 239 Doa lea aseo o AS) — das paredes. -....... ZOO Donaldo Dolo 239 DN oO OSO SdOnA 289 Domscola aa st pie 239 Donoso der iaa: 239 Done ts 239 DC ea ateo t sao sitele 192 Eg0a...... dUado Duo WO Vbga0 oO . 318 WO o rro oooO EE poriO ODO AO 318 Dala 386 OE A TS . 524 Erbicumeá..... OD 524 no caosos vrgoosonas 174 281 IEA O AO O 524 ¡EXICUA a eat ole 462 PICO tp Do o 462 — “184 — Págs. Págs. INE. da asco idad dan 462 GatodomésticO..... ...oo.o.... 220 As da odon 462 CORO A OE io solo: 217 Espada iio 286 TAN CIS CA 220 Espolarte.............. 10900 00 286 Eo SS ob Naaan. 220 INEqtlOsoV00000050 ponsponoooas 472 — MOMbéS 217 IIEN Pri odos aodo0 decos cVooonas 472 MOMO 217 IDSMECMORO: conodonocodocó ano , 888 = MU DosvooondooóV0onosd tados 220 Noscdigaras pop lasagosobe 318 — de Algalia............... 174 NECdM doo cora oa ao 318 — de Angola... a 220 Odo Jasso codsado0 aos - 232 = (DABVOs o udnandaonsuv. > 224 ocu sesarocodds soVoono Dos 318 = cOmcids sj de tosdeoon. 217 NORONNO 900440 7oousooao 00 3087 GAZapOo o AS 531 Moss patdos a dóidano dao 246: ¡Gribartencon ol AA 264 Nod Pao Oca 232. “Ge a AR 174 ino nOs VoVo.oseo>o9000s 248 — de cola negra........... 175 TAC CA Y Sao doo d usado ceda co . 1714 IDO so0000950000900000U noes 239. Gocha. A SOS Oti osad soodonosasudssyao 233) Ocho AR 308 AA OO noob oO UO Dodo dias Sono 23 Ol A A 350 O O OSOS OO A GOMA 282 294 aa O oda ZAG A IESO Ut irale idos te 2 CONO on ose ao a aarde ooo 282 294 INUNo 000 dubo ono OO E 2 COARIS sondas, Ea Oro 308 MUS tt dol ctas 233 OA 25308 Gorrinilla ..... iO . 308. Callenonodsocganssrcanoddos ANA Calo poses aconesdos ee . 808 Calcuta ICONO) pos itosona ss esoccoos 308 CA ao a ODO OOO 13900. OS on AS 181 Cameo 39005005 336 aguas. 195 CD o dead o vabors 336 = pelabrciión ina 199 CA AT OSA 181 Camu 348. GOsSSO y ON 181 CAMU tna 34. GOSSeba. tna 181 Cancino A GOZzqueri a A ON 197 Carias on os poor dodo coro no 323. Guarras anni 308 Cada iia ALE GUA 2308 CERO: 590000 000000900 506 385. Guarras 308 CA it 308.7 Gubartenincan 264 (Combi oounoouadoy rocosos 2399. ¡Guilla. o. nt cóNe 214 Gabiria dao aa JO AA nados adddla aan 214 — Mi MEC dos can odunocedos arto OA — salvateOr..ammcomota AC dao do da diga pla e 149 — Sautvatgl....... O00gaDnosos 217 Cad io DIO HC a tE 317 Cato dd OSOVÓ ouoaoonc 219) - Elacanea. trar 317 — TAO e OI Hard tr o ANO 472 == dEvdoss99sa 22410226: Hediondo. cai teta .. 235 — CLAVO. .... So AOS 294 ElOMDLO o nado RS 149 | — 185 — Págs, Págs OM ter aio lola racial AI ah . 521 526 A E A iS TAO MN CO did AO DRA A NO MO A IO TS O E Aa a GA So A E A 231. == de los ravellanos: 2.202...) 482 OEA AA O A 206 A RI SAO IS OO) O OO Aroa REE SA as OO 27A zurda. OS A OO are ddada idas cod 206 A o E O A IE 9293 -294 TADA ii ios, . 808 AO e ea os . 246 AA O 303 O o Ia ao la 0% 224 TA rolas NES SO e oO Jabalnar. o ESOS On e E E ld 249 Tabo o e AE AE dE 3085 ubica o ES 994 MES O A SEVA INS e ose oe a MOTA. AS ON 319 —Lumisarrá...... AE 478 — de dos cuerpos. ........... Si dico sony na suo nooo paros 242 TACO a 317 Tamel cansion dASbaSSho ne SA a E 524 NACO A Ni MARES lSbrass oe tor nl 524. TA cas oe era cdtoe SIS O oa e e 524 VENAS da Un 3037 labra aa cal faja E 594 HANA O talar cet 303 — Correguda......mm.m o... 024 TA att 303 = ico sou sonda dde Soo 524 TUMOR SOSA SEO pea a OZ Jumento..... O EME LODO mus yuads Pa sausdo oí 524 JUNCO ess 7os OS AAA A ASNO 206 . Doa 206 Artico a IAN os da oa apo 206 DA O 308 A a OO 246 Mebrachorna ao EA AO o a ee LANA A 524 A O DA MACAU is A e 156 Obras tomo aaa ja DAMA AC e ER 156 160 E IO 594 Macho. EEE 320 Debra ia 524 — borriquero.. .. ..... .. 392 OLE a a E 524 CAIDO a ta RA ed 350 Mor a nr NoAO 191192 — castreño. 352 Mera a at O — TOMO. ...... IS 321 MOLE a A O AS O A , 325 EAN O TONOS NO Mao ooo odos 320, ASIS BRE, O a o DS E AS 308 373 Meco anales oia Sea iS SIA AA id 308 Hechonclla Noa SOS MA an A o at 308 econ ci A O 308 Marranilla..... E EU 308 MEMO loto Lio ieida oe da 08 Manos is e 308 LODO io ae 479 — Marrano....... EA SS 3085 Marráo..... Marsopa...... Marsopla. .. MA CI Ella soso oo soos paa silvestre......... e Martaraña.. Mona: : E Meloicho boa MalaaMllop> Vo ocu.orooda ao. d Meno Mi TON Mino..... cOn o soracoa a Mi o ESE SON Ta Miquiño....... O pla Mol O Oo EOS MO e de NAO Mo RMN AIN Moe iia AS Mor ceo E Morcillo E MA Mo Morrongo...... se Mol Morrueco......... RS LO o ch Mosca A MOS Coba looS Most a O EA Mota ale de Ea == Págs. 308 282 282 231 231 231 231 231 188 524 325 196 177 IET Leeds 376 219 219 215 219 233 219 219 219 219 219 219 219 919 391 443 384 219: 196 313 156 156 399 399 399 219 219 219 3716 482 286 23) 195 : Mustela e Ú Moa ao Mozart. ye oa Mal NAS Ma Mao ans Miles s Mircea e , Murciégalo.... o...m... Murciélago. . 399, 404, - 419, 422, 424, 425, 481... Murciélago panarra..... de pared... Mus a . Musaraña.... Bau esaos Musarañe..... Músculo ...... E Musgaño... .. Noya Nutra.. paras ¡Nubia ES OC Oria Er naA Oremos Mijas casino near A a o ION Otsocunc Otsoemeaaa cta a Ouro cacheo Ourizo cacheiro...... .... Cc A IS Ovas da das Over Tie ae > — de nariz partida......... EDO cisO Ou0 boro od9De Paniquesarioncoonan...» CTO Bapro OO Aa O as Batalbillo aos astas ATA as sojoro do DODSOaL os ¡DSdimanor iia cota ta VA E IS Orea zno otro aa artes Boril a is O darias eta m0 — albaraniego........ SAGE — albarraniego....... +. 188 — español-inglés. .......... PAM ORO E a ls A A ata aia 187 PEO RAS =D NA SL AA O tion gia AO adas Págs. — 18) — Págs. 313 Perro perdiguer0.......... 191 313 — =- NAVarro ao 3713 POCO at 191 192 — TApOserOo.....o..o... 192 193 EAS DLOTO Sarral a 336 AOL a 192 239 LOCA erO. isos Tao 233 SADO O NU E 385 OOO a e 233 =D OS OIDO 313 E O 147 => 18 aaa. dae bloas e 214 — do AYUda o ds 248 O DAS CU lens 195 - A OEA ro REO 192 — de halda........... os 192 de lanasnoiconis FEE 2914 AA 180 — de muestra........ ia 181 — de presa,.. ..... Dpasénto 181 de res alo aire milicia sle 150 de saldo a ANO 196 — de Terranova. ........... A A o Oe TORA o re (OO os ta ica da can ONPE CO ls 191 ¡ONO O o iaa a Crd To Món EAN e A RS (OOO IA a iaa AS VE OSAMA O A A Ne O co olaa MAS RAI ia rieles lin 194 PE o Ca A A IA EIA o ION Sec 198 AO ota as ie 5 188 = CAM. 6400 daba aaa so 192 OMA O ORIO ne 199 O at rara iaa 203 = MOS e 191 EMO be ai leas e 202 TONO ii . 188 E O OO Cie 196 SAMA OS A O PEO EA AO 193 == MOM bosiopas poouospbdes 192 192 192 193 192 200 202 Porch espi . singlar or... ooo... Pobzo A tia Tel ESOO. ooooocoasaoorboos marino MONOS IA a EN Rapid 29 RENCOR oyoto se oondrvone $ CAMPOS dodo Oda ob u aaa DOLAR Os py a Sada ió E SOPEMOs 000 dopo nooo osos a o sl — 188 — Págs. Págs 519 Rata de plomall........ DADO 478 303 —dolicampor ca 478 317 — delos comunes.. ..... .. 487 31 Ata 5 484 486 31 Rato 484, 486 489 317 —=MONÉeirO: ir 491 181 == MONteZ. ir 491 313 dano 505 308 — d'almisde 453 308 — Ido campo aa NS 491 519 “RAtol io 489 519 de campus MON 491 282% RA A 489 303 roo a alo 490 303 DAYA 443 237 — CAMPesiDO...........o... 490 246 CAT O LO IZ 479 — 1 CASOLO. tio RAS O 462 doméstico . 489 — MONtÓS ci OR 491 214 — silvestre........... ...- 490 3183 BOP does 502 514 308 — de Campo. aci 499 214... Raton ca 489 214 (Robeco ica 347 214 ORO a El 214 Recental. ma e 313 318 exalta CIO 313 505, RO nt ct eS 282 294 AN OC OOO A OMSLS 399) Rocinante a - 317 489 ROCIMO ao 317 AD ROCA ro 266 491, Rorcuals AAA 266 4718. RU 323 489.1 Ruca AAN 323 489) Rupia 347 399 RUPICAPLA ei >, 347 479 491 ¡Sabueso AN 193 ANOS A CCAA DOS 177 AO SARA A AO 462 487 Sagusiana O 399 505 Dad A e 256 ASA Saro. A A Arda RASTRO 347 505 Satorra ando e OCA 436 41877 SAbsuria O 436 A8ST - SOda a a E AA RR 272 olla ad LA SEO ada dea nd Soroetaco Saga... .oo.omoo..om... SOLOS Aa ela lo A AAN Terido re. AS AiO MA nono Rca Saa MEN aos OS MIR ao us a Tenreira do mar Tenreiro........ DOTA ide POINT te = OO do Vaoayrbooson asis CAPI REN — cárdeno.....-. AN AS COLO O co Sa Eo E aa ¿ — cornlabierto.... ......... COI O AS e — corniapretado"............ — corniavacado........... a COLD COLO aa — cornidelantero......... de COLA CO oia as CUIDE Once oe SA ció CHOCLO a a AAA O O O AN O — gargantillo..... SOmaoUa Boo 03 — 189 — Págs. Págs SOT OEO NADO a 385 347 OS O bo 384 314 O Nao 384 393 APO oO ss ns 385 395 — rebarbo..... O a GE 385 "491 O LbO lola OSO, E OS ES 385 436 MOL LO o lo a, 384 171 O a lO cd De IDO Ms ia ae daa AE ALS OU ido EAS oe 436 da AO Sra 436 IE e IAS ocn EE UM leal ana a 230, LA do af ls. 235 A A dnd 308 AL to AA o AN A 235 ATI ETS ORE pa ASA 235 sn a a 235 BEA DUO ais 175 ARI SS OO 282 297 171 DUDA ta ... 249 MA WE aos son IA 195 A o AS E ZO A. WEE. c.boUds asvsosobos 239 OM a or 313 A AS Mi 237 DA Na 531 ASE A a 505 LA NO o o 246 A A E A Sa 163 E a ja lia 163 IA USO tl to le ESO 338 AO a o 386 IO Cao SUR os SA 386 390 MA e .. 246 A ia des 386 384 EA AAA 246 IN MESS A le 386 EA a a ANS 308 E e 308 PINE A aa ada 308 FS CAMA E 246 IE culo O AAC 3888 o o AS e 308 BAMBI O dl e O e 308 No AS SSa 308 > Veso.. Vitela. res oe Vitulo marino......-. Naba les DAS IE) danos danos , ale E MA a a 14 Zaldigaztea.... Xay.. TO AAA $ Zi a a a A INDEX PREAMBULO Págs. Estudios preliminares. —Epoca en que se comenzó la redacción del tra- bajo.—Suspensión de éste.—Acuerdo de la Real Academia de Cien- cias mandando publicar la obra en sus Memorias. ....oomoo.ooo...» ES il Plan del presente libro.—Parte primera: Bibliografía... ...ooooooos. 3 Parte segunda: Glosario de términos zoográficos usados por los natura- listas en la descripción de los MamiferOS............ ae 4 Parte tercera: Taxología 6 TaLro0NO0MÍA....oooommomoommmniarr o. q 4 ¡Dantelcu arta 4009 RA Irena als RS lr jubs 8 Barbesquintar ANC cOS ame iio Notas 14 LD SO USAS opa ARAS DEE EEES 15 Explicacion dl US 18 PARTE PRIMERA. BIBLIOGRAFÍA Lista de autores y escritos de los mismos que se citan en esta obra, Ó de los que se transcriben algunos párraloS.... 0 0.o.ooo.ooooooo-. paa PARTE Il GEOSARIO Enumeración por orden alfabético de los principales términos técnicos usados por los naturalistas en las descripciones de los mamiferos.... PARTE 1!l TAXOLOGÍA 25 41 Exposición y discusión de las principales clasificaciones publicadas acerca de los Mamiferos. Consideraciones generales... anos CASO A Clasificaciones mastodológicas descendentes y murscsielles por orden CLODOLO PICO rain NON a SR cds cE ¡Amistoteles eii o AS OE Págs PALO EC ARRE NES o o 74 Cana AAA 75 Wray (Raius)..... O OO OO E abona om dab To Di Niro A 76 Erxleben (1777)..... A a odos o oba.ao > 78 Cuvier (MIA Ta A A CUA E ANO aso conoce do po 83 Dumerl (1806) o o UNO RA 85 anar A A hr 86 ie (ALI oso oobasos opos map o otro oroopdesor o pscbosos RO E 87 De Blainville (1816).......... A A aos A PÍS Patio 90 Desmarest (182) E ANN 91 H. Milne Edwards (1834)........ +. A AE 92 Td id: =(Clasificación poso 93 Owen (ASIA SID) AE 96 ¡Alfonso Mailneo Edwards (US a 98 Tess (IBN 99 L, Agassiz (1842 4 1846)....0.oomm.ooo mm... A A ES LOS TA SI SR coin 104 Soi AS NN A Ia 106 PJ. Van Beneden (10D) a 109 OC. Vogt (clasificación primera)........... O ORO Doe du o 110 CAVogtiy E Yun Les SI O 111 Clasificaciones uniseriales ascendentes... o. ooocoooornroco rado 115 G. Gegenbaur (1870)........ da Bne OO da e 113 W. H. Flower y R. Lydekker (1891)... A IO DR ooa oz a 114 Clasificaciones paraa OE 120 Paul Gervais (MOI A dr SNS E 191 T. Geoffroy Sant Hilda (iS NA 123 Edm. Selys-Longchamps (1842)... ..o.oooooooooooooooaronss. AS 124 Straus Durckcim AS 129 Carlos Bonaparte (LSO il le NAAA 130 Clasificación adoptada.......... AS SN OD E E loo 186 PARTE IV ZOOGRAFÍA Clase, Ordenes, Familias, Tribus, Géneros y Especies de los Mamiferos de la Fauna ibérica. MAMMALIA SERIE |. T=EDUCABILIA Orden 1.—Primates. A a S J MS DA ÉS SAA AS A ES bl cs Ú 1 . MI A A a ies a , 3 : — “19 — Págs OO ra cs st O de OO LAOS 148 ¡SAD CAUCA CA AS AO . 150 Homo Caucasicus ......... E ONE as IRE 151 ORO Peas guias (nerd toas Nara siaaa ei aalo ot SUIS: 151 DO LA a A A E AR 151 O) AA A A A A RS A REE 152 AA ERMUA CUS NAL LCULONC Na iaa ale 152 SEE Jer IMAMUEC US NAL SIAVONICUS aan erratas ta ias 152 Mos'arasonesessopuncAss oca note a aa ba ea ata nas 152 DO AO] LOBO Taba E Unos e A AN e 153 FAMILIA SIMIDAE ......0....... a A OS ACER 154 Subfamilia Simina.,.... E AS o URSS: 154 INNUS-- a... .. A A EN 154 PNTE ras ipion de IO EA OO OS TS 156 Los monos en el Peñón de Gibraltal...ooommocoo eoconmar reresrno> 158 Orden H.—Ferz. RAMITA URSID A a a BRE 161 ¡SUDAN EAS A O lato IAS 162 UBSUSTS a ESA AAA AO OE IoS 162 UNSUS ATCLOS LUPUS 3 es aa A O ERRIA 162 Detalles acerca de la vida de los osos que habitan en la Península...,. 164 Noticias que acerca de estos animales se encuentran en libros antiguos. 165 Los osos del Pirineo en la actualidad. ..........oo.oo.ooocnoiocnorm. mo... 166 SONATA AS SI A A ESTACA 169 E ESA la ado E Ni 170 Descripción del tejón según el Diccionario de la Lengua castellana..... 171 Idem del id. en la Silva venatoria de A. Calvo PintO......oooommomo.o... 171 Id. del íd. en el Tesoro de la Lengua castellana de Covarrubias........ 172 Costumbreside estos: animales rata laa iaa ala aioa bs La FAMILIA FELIDA oo. ..o.ooo....... NS A e 173 ISUOLRUAIVAVCALND It A tt ies aaa 173 VIVERBA 00. mea cosao E 173 ¡SUBIERA AS a a a loa ii 173 CNEL COMAS A A A AN ROSS a e lali 174 EAS o da AS 176 Herpestes Widdringtoni.... ..... ESE RSS OR a ALO Usos y costumbres del meloncillo............... E 177 Área de habitabilidad de este animal. ......... sales ND. 179 NANA AA E ST DO TA A 179 ANS a narnia e ass a 179 NS A aci 180 Canis jamiliariS..ooooconcinn a AE SAO E 180 - Generalidades acerca de este animal......o.o.oooooocococcococr cor 183 MEstinosiO perros Sua rdlanos ito. id lea e alta aia aia 188 DELS O A 189 COD obres co o 189 AICA A AAN 191 Oe Perros acuaticos TN NN Perros de A O o Panas cosa odeuboaoraenpcosas ag! Sanos carp onecar o Paldoros galgosii ac O Sp Falderoscacuaticos ete AS Falderos-dog0S ...ceooosra recrear : Perros adiestrados por el od POS Perros filarmónicos..... ooo a pe a : El perro Paco y el perro ME e Canis lupus nl Ed ES Deseri ación de Les costumbres de los lobos. en el Arte de ballestería 10) VO1)D0 sd ose0s ceso sons asbss asppocordt CARASCUIDES INIA A RS Descripción y datos acerca de las zorras... ...... eS Subfamilia Felina. valia dede aia EA A PEL ON ECO - Sectio vere felis. ES PA Hecatis a EN IN — Catus dOMESÍICUS ..ooooarnccinra re Bibliografía española relativa á esta especie. . ..... aio ]yncium. ESAS a Po Pelis parda. ooooococinicoo E a AS Verdadera descripción del gato- Elo on Bibliografia española de esta A ¡SUDAN AMUS CAES A N NN ENSER Mus Aca O E Matas RN IN Mustela Martes... A SIA Mustela foiMa.......... O CS Bibliografía española........ ROSS Co uo cono DAQULOTTUS OO SN CESE] MUS el EPULON TUS A NS NN pea ene Mustela furor O RN OCA odo ooo pp oboso ada po copaLo nooo ] Mustela vulgaris dos ad a aao DIU RCA RS ANN EAN Mustela Tira AA OS Doo poooocooco nos. ay odebo sdsdeca oboe LURO: QUEGATIS E ASENSI Biblosratia os pan o E — (NM — 3 Págs. Orden 1I.—Pinnipedia. IPAMILLA BOCA lalalala al 244 Subfamilia PhocWma o a e 244 o PERO ito A A lo al ao paso eater . 244 CALC ORAL RAN SAR EEN TO A EA eL USR 245 Calocephalus VÉUNNUS oc 245 EU oso roo dde oia bo tE Saro a eioala OBS 247 Pela gius MONACAUS 248 Orden IV.—Cete Decana Rao acosado odo do nde odos aro dia dsd 249 Tabla analítica de los cetáceos VIVOS BULOPLO8S. 000 coro. oo... O ZOZ Primer grupo.—Misticetos EYAMILIA: BALANID Ae . 253 SANOS IA ARUNE Sae E ooo ORO RASO O SEA LOS VA e ec ocooadedoo das do naesdcnas poo ao a ae O do ao A Abona 258 Consideraciones generales acerca de este gónerO. ..ocoomooocoorooooo.. 253 Ale rai0YSs Cay ens US TA tal ale Sie AIDOO , Dior io Cinta doo. dns doo oooO ooo SPAN Sa Ono 257 Biblos o elle aloe lacio ls 258 Datos acerca de la ballena de los vascos según los autores españoles.. 259 ¡SUD amaliarB a lEnOpLera tt rete alero jarala o aleteo es ibiiieiit 265 a) Gibba adiposa in regione dorsale posteriore. IIED socue e dotes opopo ando roo De Oro OUEN SEO ... 263 EPT ERORO OS RRE RN a Rol . 263 b) Pinna cutanea in regione Os EEnorO dorsale. BATENOLTE RA ito eat aci iciid as afeisis =. 265 Balenoptera musculus.... .... TIA Y DP EAN 266 = MOSCA A ted as OPE NO 268 Biblos tata opa da llanos 269 Segundo grupo.-—Cetodontes. Primera sección. —Ziphioides. AMD EA REY SBTERID A oa ia daa e lacado colo es O A TORA EÍO 271 ¡NUDOS ELENA adela eta pol tal die ad 271 AN aio ao tools reos lll tt la eo. 211 AUS ELENA CO CEPAS ia od la EAS iS SS 5d 271 Datos acerca del cachalote suministrados por autores españoles..... . 218 Costumbres de los cachalotes según Van Beneded...... oocooccco. o». 216 3 Subfamilia Ziplidine.....ooooccccconcon.s E ACER E 08 277 a) Dentes in apice mandibule, EBRO OD ON da lots ¿Orba Do aa O ago 217 ENERO LOIRA LOLO IS A libelo Mela 27 Cin as root uboS a OTE AC ODO ORURO ELIAS 278 b) Dentes in medio mandibuls. MICRO PTERON dilata ala alo lalala platea feto ola o olale to 279 E Segunda sección. —Delphinoides. FAMILIA DELPHINIDE.....0........ A SN OLI O OOODOD 280 L: — 198 — Págs DEOCANA eat fe leia COJO OlO A o 281 'PROCOENA COMMUNES A II 281 Equivocación del Diccionario de la Lengua castellanQ.....ooooomoo.o... 282 Bibliografía españolas eat e eee io Ocho ión 282 Dudas de Van Beneden resueltas por López Seoane... ...... OA 285 ORGA e a a a NI 284 Orca gla diana e EN NS . 284 Discusión de los caracteres asignados á esta especie por varios autores extranjeros ata o da AN 285 : Bibliografía española......... OO aca pop. «291 Abundancia de esta especie en los mares españoleS.........ooooo.oo.o.. 237 PSBUDORCA cimil ro E NAS EAS o 288 GLOBICEPHALUS .... . O OP NIDO Cabo PDA OSO Lie se 288 GERAMPUS oia tea TO Nc AAA 291 GROMPUSNIRIS SEUS NN A eS AA 291 DAGENORHYNOHUS Na ANI EAS AO 292 EAS TN NEIRA aus bara. con. 7292 EUDELPRINUS 2. o iS Ta NR 294 Eudelphinus delphis: a A ia . 294 Variedades cin o o laa a IN . 295 TORSO O O AS 297 TURSVOPS HURTO A E IES A 297 PRODELPRHINUS 0 A ri E 298 Prodelphinus tell yo o. ata a SN 299 STEÑNO aan o o O al E ATEN ROA ANNE 299 STERO TOSTTAUS A a 300 Orden V.—Bellue FAMILIA SUDAR EE 302 SUDAN SUMA ANO a A ONO 302 SU A REST OOO odas TOS E 302 USUARIA ENE 302 Costumbres del jabalina Ros NN 303 Bibliografía española a AS 304 Datos acerca del col a OS oO 306 PINUS Ad. OMESACUS ES a O AA AA O AAN 807 Castas descritas por E LI 309 Razas enla Peninsula Ea a 309 Cria del cerdo según las regiones... .o.ooococarororoo erre a 310 Costumbres de esto armaa SS 312 Orden VI.—Jumenta EAMIBLA QUID NN a LO SUBO AQUI NR is MEC 315 EU a a AN 315 a) Auricule breves erecta, cauda basi longe juvata. UWUSCADIUAS A EAS OOO Ro JópoDO: A A 316 ds A. La O tt E dt A dd A e ds 1 Vila a aaa de se da > á 3 A A A ODA SS SOI A IO OA OOO A A A A O CO O OOOO A A A A O AO OOO O OOOO OO OA OO - Caballos enanoS........... do 319 Datos suministrados por los autores españoles acerca de esta especie.. 320 —b) Auricule longe flaccideque, cauda tantum a medio usque ad api- cem juvata. CEQUUS AS US TO o lalo o es sin dede 322 Apología del asno (onanographia) de B. J. Gallardo. (Desincón. = Variedades. —Sinonimia. — Cualidades. —Speties vera. Mesta geográfica del asno.—Facultades.) (Nota. ocoocooccancrncnro 323 MS o oa o BO ORoOS IS ALTIRO, Condiciones para la hibridación. ....ooomoceorroorerrerre rre . 828 Bibliografía española acerca de esta variedad. ...oooomm.om.o. cen od 330 Tacna pesos boa a Oo NA oros ERRE 331 Datos estadísticOS.....cooooo.oo» o... A A O AO ASS Orden VIL.—Pécora. FAMILIA CERVIDA .. 0... ..... Sk ls NA ias ISSO SURCO CRONO IAE TA 335 CAROS ei ie o le Ai, 335 Dame. Cerata palmata. CERAS AAA E TS RS TA O ISO IO SDE SODIO 336 CE TOO MO A O NAT OO 337 Costumbres del gamo............ E SS A 387 Elaphi. Cerata ramosa cylindracea; propugnaculo basali simplice aut duplo. CASAN a A IS OOO CLON DIABOIES 338 Capreoli. Cerata teretiuscula, verticalia, erecta, summitate bifida aut trifida. Ñ 4 CENT CAP RC USA ASES SR ER TATU lc ela ie e oda 340 Distribución geográfica de los tres tipos de ciervoS. ..00ooooccooo coo 341 Bibliografía española acerca de este génerO....oooomommocoo.. OS aaa 342 AMIA OEI Alo ee ISO TOA 344 SCREEN OA SE Gar 346 AO E A E TO o 346 Espa las A eo AL 348 SHORE AA E o asa aca ele A RIAS 349 CAPRA..... A O OSO mi DEALS 349 CANADIAN IAS CN A SONES a 350 Variedades domésticas que se crían en España........ .. ...oooomoo. 30L VA A SS RSE 352 MB o os AO AO ANACO 353 MES RAT AS A OT IO CIC 353 Datos suministrados por los autores españoleS......ooommooomrrm. oo... 304 Cazadora calzas iia dea alo e sele lala ella ata 355 MVR A A O A Soo SEO 3517 Noticias de autores españoles... oo ooooporocaeror cerco 359 LA do portae e Jo ooo andar Bibliografia, .. o ocorononecerirecrerenitt AR Subfamilia OVINR. conocia A 36€ MUSIMON a ER 86 Equivocación dedo por los naturalistas a eros qu uponen la. Sos: existencia en la Península del Musimon Musmon. . iS E ONE aga veo dao see artes... parado merino Ca AS Cabañas merinas trashumantes y estantes. El ganado raso... bata osado ra os po eo Datos históricos to e E Bibliografía, española ¡Suba mila BODIES NN oo BO Ao aso dub omibogcbe opa aos BOS EAUTUS a SN EN NS IN Razas y subrazas españolas ..o.oococcconeraro oo Es Manera de formar una ganadería de toros dos PES Ganado vacuno de trabajo, de cebo y de producción. de leche Ventajas que ofrece la raza de toros bravoS............ Su comparación con las más afamadas de DA a: Bibliografía española acerca de Eo pene a do aso dao: SERIE MN INEDUCASILIA Orden: vIIL —Oheiróptera. Mt: Vd É S NS Conrad des UA FAMILIA VESPERTILIONIDA.- E Subfamilia Noctilionina .... : DESOPaS E dC Ud Laso O OOO uo ago. old aros. Dysopscestont atte A o NETOS REIS Abundancia de esta especie enla Península ........ A Subramilia Vespertina AS Grupo de los Vespertiliones. / , VESPERUS: 00 eroaro ln es daa alo al taN eo Vesperus Ser oUNUS A EN SUBGUNERO) VES PERUCO Vesperug ono NE SN = AUT AO R NOE = pipistrellas a AOS ARTE EE AIM Mia: Vespertilio Capaccild...o.omooo.... = AUDIT = PORRO. O AN Mia dl eel dd A a a A ss e e o A e E A DA — 801 — Págs Wespertulto Mysta cas. It to eta aiaftea as A ol - 494 . Grupo de los Miniópteros. ETORRI a ot aa palate e Aa 425 MOP CORUSDS CCU SRA A a aida 495 Grupo de los Plecotos. IBER LOTUSAA nt its sea O anat) rafa 426 ITCR OLUSACOUVITUITLS AA E A AS AO ai a e cala te 496 DATA o A E TO 499 Barbastellus communis...... . A A RA E aveo 429 SOYTTADO ICAA AT A SS AS OS 430 RHINOLOPHUS...........-- E IS E SOS 430 TOR ONG PIVIES: | CTARN.QUEUITR FI NI a iio ala Tes 431 = ¡PROSA COS RE E AA RA Seis 432 — BLAS A A A o INR . 4183 Orden IX.—Bestiz. EC EA A a A 434 FAMILIA TALPIDA..... A ES A ES OE 435 SENIORS RAS TAI RTS OS TEO 435 DADA Stma a E A E A O RS 435 AGD EN VAS SAS AS A OS e 436 O SO O ON Ele jo ae td 438 AMI RAS ORLCID A aia asas A IS . 489 Subfamilia SoriciMd......o ........ AGO DiBeba ao de po ds coa 439 SO AS ARA RRA TT E AR SCI . 449 PRIMER SUBGÉNBRO.—SOREX...... RS AA IE aa 442 SNA o E IT AOS 449 SEGUNDO SUBGÉNERO.—CROSSOPUS..... . A Rd E 446 CROSSOASQUACUS IAAA I HO OR OOO . 446 — CULALUS ITA A a 447 CEDEN o OS ORTO 448 SUEGENDRORDACHMURA aras sae aleron aa us 448 TEODORO TO BOS SO SOSS 448 SUBGÉNERO CROCIDURA ...... ec... .... O AO O TOR 449 (CODERE ATA AA TS OSOS AN a 449 — CUCA R UCERO A NOR O o... 450 SANTAS LAA A A AS SOS 451 MYOGALBAS mao. A IA ODO a 452 PETER ADT Rad AS OOOO ADOOS SONO E 452 Var. a.—Myogalea rufula, GraellS.... ..oooomcorcrn rr rre 460 ARANA CAD tn dns ras tias 461 Subfamilia ErinaceiMd....ooomooo coo... si .. 461 ERANACHUS oia tan! ala ac IS SOS SS SAO 461 Erinaceus europlUS...oooomooooo.o. DaD ose Eto e IO OSO 462 ól — 802 pe Ñ r Orden X.—Glires. Generalidades. .ocooocoorerre rr FAMILIA MURIDA iaa Subfamilia CUTMNA o oocorcrrona rr STR AS o RN SON MN EIN SCTULUS VULYATIS. e a e MIOXUS ooo corr Ago Doe ao odio Mysql ANO A A A O NEON tela na AMO NS ES Mioxus avellanas a Subfamilia Murima...... ooo. : y Musas A ONE EIN CCUMANVAS AAN AA IR ANNAN — Alexandrinus.. ... CO OEI ed : VU CUVUS ES YI LQACUS ANA Ratones de Europa...... ..... TS Ratas navegantes. oo... Ratones: de los barcos. NA FAMILIA CASTO a adn ARVÍCOLA. . NN SEN caian coa del género ARVÍCOLA, (Nota. Y Arvicola amphiblUs........ — monticola...i...- SUD CTRA CU NT N ENE E SCS A A ARS SAA pS = PUN ADS HO VA AS A RN Der o a A EA AN a IE ON RN IA OE OA Oo oos ao doo E E ae OSA ocios ea — CUCUTA INSI EAMILIA EAS TRACI ¡SUDOR TENSA ocaso acaseas soba usuoolabooa eso ao roda den oo o at SU Y S RV CASA NR NS ANS NN PAULA E AA O ¡SUDAN IRMA ASA oo Oaga o ao bdtado ata Sectio Leporini. z ; LGS WII os posocaos dencovabo o sao noo ES = A O Sectio Cuniculari. a : MEpU Ss CUCULULS NN: A ñ — 803 — Págs. FAUNA MASTODOLÓGICA FÓSIL Indicatio Mammalium fossilium in Fauna Paleontologica Iberica usque hodie visi. NS o TOO O acaaa Boo AA A A CO 597 CLASE MAMMALIA SERIE 1|.—-EDUCABILIA SECTIO 1.—UNGUICULATA Orden primero.—Primates. Punta ltd ooo Osos co caca Sos ¿00 OA ACUSsSa 41 Investigaciones practicadas por el autor en Riells, San Miguel del Fay, Cueva del Moro de las montañas de Bertí y en la Cueva Simanya .. 541 Exploraciones verificadas por el autor en el avenc de Castellet de DALI A A NA 7 la Tarola, doll aio a O SII altas dorado 542 Depósito de huesos humanos y de animales domésticos en eoald de LN O A OA So DO 544 PSA A RT AS a 549 Sata A ca o diste 549 VA E AA E AI e nod A ERMITA AN 549 Orden Fere Ne PAR UC ER NO 550 SUE US a a OdS 550 WESDS: a A NR. AS 550 TARRO ARS O O Ea 550 Sia MONO ao a IA 550 IMBIES Se roads oidos A e AE E IA 06 530 Familia Felide...... A e 550 Surtcrdio csm dotado OOO AS E OS 550 IAN OOO AA SO O O O OS 550 Subfamilia Canina...... . A A A Sa 551 CANIS las A E SR AO A EOS 551 Soano oO ooo ler Il el tea 551 atados 551 NACER OD Ss a io e calce las 592 Orden Cete. ARCHEOCETES Familia Zeuglodontid*e............. CIA A DARAS 552 LAU CODO ARO TA o toas palate aiain 552 Cetodontes, Delphinoides. erat Das. aa. 552 BECA or a a sia dali ls ao ala to 552 — 804 — Págs. SECTIO 11.—UNGULATA Orden Belluz. Familia Elephantide........... oo abit bel COEL Opos e... 5D2 ELDPRAS 0 A a O ia AN 552 Restos fósiles de Elefantes encontrados en la cuenca del río Manzana- ves en las cercanias do Ma A LEDO, Elephas platyrhynchus, GraellS. nooo . 569 MASDODON a o O ID baaa . 512 Subfamilia Dinotherina a RO aaa 513 DINOTHERIUM. a a 5713 Familia Md. A A NUI 513 Subfamilia HippopotaMia...ooeomooommmo... FAO Osa duo canoa . 5718 HIPPOPOTAMUS. +0... ...- O A Ud AOS! Subfamilia “Rhinoceronta a SO E NI 574 BENI CEROS A EN PI 574 Sta O NERO a 575 SUS e a Oo ao door y ol00i9o 575 Panda Cierra NS 576 CILAROPOTAMUS NN 576 Familia rAnoplo acid SENS 576 ANOPLOTHERIDM li . D76 CANO THERMO A a ANNE 576 Familia Bald ie: 576 PALEOTHARIUM....... a LE SE SA IS CIAIdO y 576 Hamad OS a SUN SEA 577 ENTERA RION 2 elle AN E O o asas 577 Subtema NA 578 EQU a e O EN Aaa ISR e NAL 578 Orden Pécora. Familia Corvida oi 579 COROS e a A NR NR ao 579 PALADQMBRI A Io US alos 581 Rand A EAS EAS RE 582 Subfamilia Amd e 582 TRAGOCHROS a NN A er 582 RUBPICAPRA A a RT ECON 582 ANTÍLOPD o A Sn 582 Subfamilia Capra NN 582 CAPRA 0 a NS 582 A O oa nabo doo O On qa +. 583 Soba a eN A 583 aer paa don aoámobo Tao 9den a 583 Subfamilia Boba TS SONS 583 — 209 — Págs. INEDUCABILIA Orden Glires. O Ao A O O AAa SE 584 Saa Md TA aia air 584 MUS aaa to ile anaiala A ola 584 Mad. cesar dato AO RO IO vo... B84 Sta volves 584 IR O DO Saa IO SAA OOO En 584 Suba ao aa orante lea alot jasa 585 Cs o Aa AA OO So OOOO 585 Borland oe co cooorbosebo. OBON doy debe dado copadas oo ada 585 A O ORO OIE ROS 585 Ponte Loomis e tceoogo epa ao ao a O Oe ob A O SOS 585 DC ya rcaooens e prono naco roda Ro yo ara ES SOS 585 PARTE V ANEXOS iÑ Estudio histórico-etnográfico sobre los sucesivos pobladores de la Península Ibérica. Origen de los primeros pobladores............. AS SR OO 589 Pana mimar: (Carmo) poo onsopoo poa on o0a seo ado Nooo 617 TA Ao a IRNOS O O Roo 624 Poblacional Pot arado o iaa darla aro jes 633 Cuadros testadistico ss atrio ada illa O ASI AE 637 TI Aprovechamientos de nuestros Mamiferos. Ca AE ES 641 Peletería y Pellejería...... copa ls es 200 Quadrossestadisticosi totes alto A NS SA 9) Nota acerca de los huesos enterrados en Castilla . .... ......... 309 655 TIT Importancia de la introducción de Mamiferos exóticos útiles para acrecer las especies de nuestros corrales, campos y montes. Conrad do e caes ralS A AU EEES Sa ae dis 663 Dion ee ala pat lso o data neda tonal US UNA Ufo 666 Camas do MC osos oooO oyo Onis sia SO seno St CA es O O EI 68 Kanguros gigantes. .........- dido dao Raro soo aos ao oct as oa SO: 668 SOS OA OEA Too SENSO 671 Tapirinos.... +. dede as edspocnaboi00S un nod Apo bao dos de GS 100. = Págs Tumentos. 1. O SES Dr a NA 674 Pbcoras. Dn a e Sia AR 675 Camellos ta Sia Soo 675 Auch AS RES ECON NN 675" Ambilopinos li SS OS Caprinos. o eN AO E) OAMI A ld a io ET 679 Bobinas A 680 Murciélagos. 680 ADDENDA Ensayo bibliográfico de Antropología prehistórica ibérica, por D. Ga- DARLEBUAG Y EAT TAE NR . 683 Índice genérico y especifiCO... omo are 769 Indice de mombres ura E SN Índice general....0.oooommm..... OSO BET O RUSO So 791 LÁMINA 1 MARIA ANA-JANER, DEL EL oso DE Asturias (Ursus Arctos, Linn. var. pyrenaicus, 'Owrs des Asiures, de Federico Ouvier). LÁMINA IL A.—LA GINETA NEGRA DE SIERRA MORENA (Genetta commnnis de Geor. Ouvier; var. melas de Graells.) B.—EL MELONCILLO, (Herpestes Widdrintoni de Gray). LÁMINA III ñ y A ESAS X — +5> EL Garo CLavo Ó LUBICAN (Felis pardina, Temminek.) SOHUNOAUHV YOd VATADASUAA VIHO MS A (492.44955T 9p SASUINADISIQ VDUIDEL) SODSVA SOT HA VAUVS VI 130 'YINVP NVIWIW3 a AL YNIMy1 UN oy uorueyosrcrde [9 BJOty es Á ODLIYFIBO BO) F[ O1ISONU UD BQBOYLIOA 9S OULZO OPOW [Sp v9pr ep enb ofmqip on3rue un op ido) SODSVA SONADLLNY SO'I YO VAUVS VI MUA VZVO Q VOSUda v'L 130 'Y3NVP NVNWW3 ! vs e pit a, A VNIMy'I (uur] '0yd0499 SNS) VILO MS A ONGMAULXA PIVAv£ “a 130 'Y3INVP VNV-VIYVIAN TA VNIMFT Lámina VII MARIA-ANA JANER, DEL LAS RAZAS DE CERDOS A .—EXTREMENA. B.—LEMOsIiNaA Í y A 1 (l ES 1 wY ; % y A ! Le % e on mr da vd E 20 A Mi h Ni AN a ú ' Ñ A / , y ' | , . Ñ la Lámina VIII MARIA-ANA JANER, DEL LA CABRA MONTÉS DE LA SIBRRA DE GEDOS. (1bex hispunicus, de (rervais) A.—EL Macho abuLro. B.—La HemBRa. C.—EL CHIVATILLO DEL AÑO MAMANDO. D.—EL CHIVO DE DOS aÑO0s. E.—EL MACHO VIEJO DE SIERRA-NEVADA CON LIBREA DE VERANO LÁMINA IX MARIA-ANA JANER, DEL GANADO CABRÍO Y LANAR ESPAÑOL.—A.—CABRA DE ANGORa (Capra angorensis. Linn.) B.—OVEJA MERINA (Ovis Aries hispanica. Linn.) LÁMINA X o pens S Caspa MUESTRAS DE GANADERÍA CABRÍA Y LANAR ESPAÑOLA A.—CABRA GRANADINA DE LA MEJOR RAZA LECHERA (Capra hircus. Linn.) B.—OvEJA DE LA RAZA RASA (Ovis rustica, Linn.) C.—OVEJA DE LA RAZA CHURRA (Ovis gallica, Enciclop.) LÁMINA XI MARIA-ANA JANER, DEL TIPOS DE LA GANADERÍA BRAVa (Bos taurus, Buff.) QUE SE HAN LIDIADO EN La PLAZA DE TOROS DE MADRID DANDO GRAN FAMA Á LAS CASAS A.—De Pinto López, en Colmenar. B.—De Gaviria, en Madrid. C.—De Veraguas, en Madrid. D.—De Fuentes, en Moral-Zarzal. E.—De Gómez, en Colmenar. F.—De Aleas, en Colmenar, E. Cabestros. Me [Lange a pogo ns epeyuetne Aur SOJSTA “SOUTUVO £ SOAISI9UT SO] 9p BUAIOL BID "SPIOp 10d ezoqeo eg “Ope] op t9sTA ezoquo er— y TABS 200789) SÍOW() INOLSEO HA ODVIGIDUAM MA NIM30 N3H9NA SON IIX VNIMYT “spagop 10d oystA—'g “eyuepop tod oystA—"y “At 200959) SQOUI(T Y1HA OLATANDSA rar A nasa yy acd ¡vano 19 Vpu107 Vid77030 7 TIX VNIMY"] LÁMINA XIV MARIA-ANA JANER, DEL osreoqraría DEL Dinaps Cestona, Sav. B.—El mismo visto por el dorso. C.—Cráneo visto E.—Crámeo visto de costado. F.—Los brazos. La 3.—Olavículas. 4.—Humeros. P.—Puleares. L—IÍndices. Femures. A.—El tronco visto por el pecho. por encima. D.—Oráneo visto por debajo. escapula ó paletilla, vista por debajo. 2.—La misma por encima. 5—Radios. 6.—Cubitos rudimentarios. (.—Carpos y Manos. M.-—Medios. A.—Amulares. AU.—Auriculares ó meñiques. (+. —Las piernas. P- RÁRotulas. T.—Tibias. PP.—Peronés. PS.—Pies. TR.—Tarsos. CAL.—Calcáneos. MT.—Metatarsos. DS.—Dedos. LÁMINA XV ==> A == Ml ZO ÍA MARIA-ANA JANER, DEL A.—LA RATA ALMIZCLERA 0 DESMAN DE LOS PIRINEOS (Myogalea pyrenaica, Fischer. B.—var. rufula, Graells.) LAmMINA XVI MARIA-ANA JANER, DEL 1.—RATÓN-TOPO IBÉRICO (Arvicola ibericus, Z. Gerbe.) 2.—RATÓN-TOPO COLIBLANCO (Arvicola lencurus, Z. Grerbe.) LÁMINA XVII MARÍA-ANA JANER, DEL A.—EL LIRON CORDOVÉS (Myoxus Nitela; var Amori, Graells. B.—La LIBBRE COMUN Ó TíMIDA (Lepus tómidus; omn. Auctorum. C.—LIBBRE MERIDIONAL (Lepus meridionalis, Gené. Pig, 10 MARÍA ANA JANER, DELIN RESTOS FÓSILES DE LOS ELEFANTES EXHUMADOS POR EL Sk. GBMLES EN LOS ALUVI( INES DE LOS ALTOS DE SAN ISIDRO DEL CAMPO ELBPHAS PLATYRHYNCHUS, Graells.—Fig* 1.2 La pelvis completa tal cual fué encontrada. —2.* Ig jominadó 12quioRo.—8.1 Uno de los femures encontrados. —4.% Una de las dos tibias halladas.—5.* Un humero,—6.% Un cubito incompleto en su extremo superior. —7.* Uno de los homoplatos.—S.* Los intermaxilares vistos por su faz posterior con la de a “Mierda entera y cortada la derecha al tiempo de extracrla.—9.* Los mismos vistos por su fuz anterior.—10. Un trozo del lar SUperior 5 muela.—11. Un molar visto de lado. La escala de las figuras 1.1, 23, 4%, 5,6% (58% y 94 081:16 y la de las figuras 10 y 11 es de 1:5. pa ' re q LÁMINA XIX > YN TÍ MARIA-ANA JANER, DEL adrid, fs ficaciones diluviales de los Altos de S abi ñ Estr comprendiendo los horizontes donde el Sr. Graells, Y an Isidro del Campo, en M 1847 y 1850 0 en 2 5] pe a > a q Y o Y vide la ( los restos de dos elefantes fósiles, de una especie nuev (oJ w (Blephas platyrhyncus, Graells) E LÁMINA XX ELAPHUS CANTABRICUS-GRAELLS 1. Cráneo visto por la región frontal.—2. Otro cráneo visto por la región occipital. LÁMINA XXI BOS URUS.—BOYD 1. Cráneo yisto por la región frontal.—2. El mismo visto por la región occipital.—3. Mandíbula izquierda vista por la parte interna.—4. Mandíbula derecha vista por encima.—5. Tibias.—6. Húmero. 3/, [9p UQLD0NPIH “PIQLL— "8 “MMS —") “OWN EH — 9 "oye dom) —'q “sexojiedns sele]oJi—'p “soproyuopo eIq9)A—8 “St]ge eIqoyIgA—'g “SOPIOJUOPO vB 919A HT “SBIPe eo A — «uyidio9o 9139 —'9 “pejeraed u9idoy— gq celtarpo—y ¡Snoyuods1y 29qT op “sO[vorAJo seaqoy ga Á o9tuyIo [ep 91010 q —T DIAPOH —J9UIB] Ri LIS ALA MANGA 19) DPUIVS WAD 3030 HXX VNINY"] e. 3 0 0 0000 EEE EEE EII DO 2 -. — :£ ADA 3 | AAA ARUAAD ASAS as MAPA ETNOGRAFICO DE ESPAÑA Y PORTUGAL. SEGÚN PRICHARD. Celtéberosy Celtas 535] ZTberos sin mexcla: 00] Zberos mexclados con Celtas E dd patos LIT=MENDEZ7/s59b37 la Católica. 20. s ¿pero Ce q 203) ; SALAMANCA, Ocáceres á A Lusoneso. que00% MAPA ETNOGRÁFICO DE ESPAÑA Y PORTUGAL. ESCALA 1: 8.000.000. E «+ A veros mercados con Celtas — (E Atenvascorzicias E] Celtas A [5x8] Polasgos MADRID-1896 Mariano Le ta Far Mas tí RR == LIT=MENDEZ -Lsadel la Catáñica, 2 Wi y 0 Li AS) MA 0H) M0 O ) A 0 E 250 504