I Vi» ■Mir '^s--% HARVARD UNIVERSITY. L I B K A R Y MUSEUM OF COMPARATIVE ZOOLOGY. ^^ JLCJUwviUx \V^\C(0S— sJNUXKíjk -i ^\°\0^- H5. MEMOEIAS REAL ACADEMIA DE CIENCIAS ¡■■r I EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES ns^A-iDüiiD TOMO XXII F. GOMES TE XE RA.- -CURVAS ESPECALES NOTABLES K ^^^ j "madrid IMPRENTA DE Calle d LA «GACETA DE MADRID» e PontejoB, núm. S. 1G06 * MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS KISICAS Y NATURALES DE MADRID Tomo XXII. TRATADO DE LAS < U- ISPE mujj { m AI j, PREMIADA POR LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES EN EL CONCURSO ORDINARIO A PREMIOS DEL AÑO 1897, POR K. GOMES TEIXEIRA PROFESOR EN LA ACADE\aA POLITÉCNICA DE OPORTO, ANTI&UO PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE COIMBRA , ETC. ^m MADRID IMPRENTA DE LA "GACETA DE MADRID,, Calle de Pontejos, núra. 8. IQOS. INTRODUCCIÓN Lema: «L'Algébre n'est qu'une • Góomótrie ócríte, la Góomótrie eat •une Algebre figurée». — Sopftíe Ger- Versa esta Memoria sobre el tema siguiente, que la Real Acade- mia de Ciencias de Madrid propuso, por primera vez, en 1892, y reprodujo en 1895: «■Catálogo ordenado de todas las curvas de cualquier clase que han recibido nombre especial, acompañado de ima idea sucinta de la forma, ecuaciones y propiedades generales de cada una, con noticia de los libros ó autores que primeramente las han dado a conocer. -i) En el lapso de tiempo comprendido entre aquellas dos fecbas, llamó Haton de La Goupilliere , en el ínter media ií'c des tnathé- maticiens (tomo I, p. 37.), la atención de los matemáticos sobre las ventajas que ofrecería reunir en una obra especial el estudio de las curvas notables. Respondiendo á este llamamiento, sólo se pu- blicó, sin embargo, una lista de nombres especiales dados á diversas curvas, por Brocard, en el tomo IV de la Revista á que acabamos de referirnos (1). (1) Después de redactado el presente trabajo se han publicado algunas obras, consagradas al mismo asunto. Así, á fines del año 1897, fecba en que fué presentada esta Memoria k la Real Academia de Ciencias db Madrid, publicó Brocard una obra titulada: Notes de Bibíiographie des courbes géo- métriques, en la que este sabio geómetra da noticias breves , pero substancia- les, de las curvas mencionadas en la lista á que en el texto aludimos. Poste- riormente, en 1901, publicó Basset un libro titulado: Anelementary Treatrise 011 cubie and quartic curves, en el que s,e estudian sucintamente algunas cur- vas notables, y, con extensión, las cúbicas circulares y las cuárticas bicir- — VI — En el trabajo que tenemos el honor de presentar á la Academia nos colocamos en punto de vista diferente del de este ilustre geó- metra. Limitándonos, en efecto, al programa propuesto, consi- deramos las curvas á que se han dado nombres especiales, y no los nombres especiales que toman las curvas en determinadas cir- cunstancias. Debemos, empero, observar que existen nombres que se pueden considerar en los dos sentidos indicados. Así, por ejem- plo, la palabra catenaria, tomada en sentido general, representa cualquiera de ks curvas que aparecen en la solución del proble- ma del equilibrio del hilo flexible, cujas condiciones pueden va- riar de una infinidad de modos; en sentido estricto, representa la curva correspondiente al hilo pesado de densidad constante en todos • sus puntos, primitivamente estudiada por Leibnitz, Jacob Bernoulli, Juan Bernoulli, etc. Esta última es la curva que designa aquella palabra, cuando no se dice explícitamente lo contrario , y así entra su estudio en el programa propuesto. La colección de curvas con nombre especial que vamos á estudiar no es completa. Por falta de tiempo dejamos de considerar algunas de que tenemos noticia, y ciertamente existen, además, otras de que no tenemos, actualmente, conocimiento. Creemos, sin embargo, no haber dejado de considerar curva alguna de las que tienen impor- tancia por su teoría, por sus aplicaciones ó por su historia. Si esta Memoria mereciera la alta aprobación de la Academia, al publicarla, se añadirán, ó en un suplemento ó en los lugares que les corres- pondan, algunas de las curvas que aquí faltan. Debemos observar, además, que no estudiamos las cónicas, por .ser su teoría, tan cono- cida, objeto de todos los libros de Geometría analítica. El orden en que haremos el estudio de las curvas comprendidas culares. Finalmente, en 1902 ha publicado Loria otra obra magistral, dedi- . cada al estudio de las curvas planas notables, y titulada: Spezielle algebraiche und transcendente ebene curven, riquísima en informaciones históricas y bi- bliográficas, — VII — en este trabajo es el determiíaado por las ecuaciones de aquéllas. Así, principiamos por las cúbicas, consagrando el capítulo I á las cúbicas circulares, y el II á las otras cúbicas á que se han dado nombres especiales. Estúdianse en los capítulos III y IV las cuárticas bicir- culares, y en el V otras varias cuárticas. En el capítulo VI se con- sideran las curvas algébricas de grado superior al cuarto, que han recibido también nombres especiales. Terminado lo relativo á las curvas algébricas, pasamos á consi- derar las transcendentes en los capítulos VII y VIII; éste último dedicado especialmente alas espirales, tomando esta palabra en su sentido geométrico, ■ En los capítulos IX, X y XI se estudian ecuaciones que, según un parámetro que en ellas entra, representan, unas veces, curvas al- gébricas, y otras, curvas trascendentes; tratando en el primero, de las parábolas é hipérbolas de cualquier orden, en el segundo, de las curvas cicloidales, y en el tercero, de varias clases de curvas no com- prendidas en los grupos anteriores. Pasando, después, á las curvas de doble curvatura , estudiamos las curvas esféricas en el capítulo XII; y otras varias que no lo son en el XIII. El último capítulo está dedicado á las teorías de la pollodia y de la herpoUodia de Poinsot. Debemos advertir que algunas veces nos alejamos del punto de vis- ta general que adoptamos para disponer las curvas. Así, la hipoci- cloide de tres retrocesos no va colocada junto á las otras cuárticas, ni las parábolas cúbicas han sido colocadas junto á las otras cúbi- cas, por no ser conveniente separar el estudio de estas curvas del estudio general de las clases á que pertenecen. Colócanse también en un capítulo especial la pollodia y la herpoUodia de Poinsot, á pesar de que una de estas curvas es plana y la otra de doble curva- tura, por no ser conveniente la separación de dos curvas, cuyas teorías están estrechamente relacionadas. — VIH — En el tema propuesto por la Academia se pide, respecto de cada curva, la indicación del nombre del geómetra que primero la con- sideró. Se ha hecho esta indicación en la mayor parte de las curvas estudiadas; y respecto de aquellas otras en que esto no ha sido po- sible, se citan, al menos, los trabajos más antiguos sobre las mis- mas de que se ha tenido noticia. P. S. A lo que precede, escrito en el año 1897, debemos aña- dir hoy algunas palabras. Advertiremos, en primer término, que al redactar esta obra he- mos procurado hacerlo de un modo elemental. Muchas cuestio- nes podían haber sido tratadas con mayor concisión , por procedi- mientos especiales ; pero nos ha parecido que obra de esta natura- leza, si ha de ser útil, debe ser accesible á todos los lectores que pretendan estudiar cualquiera de las curvas en ella consideradas, aunque estén desprovistos de conocimientos científicos profundos. Por esta razón hemos empleado siempre los métodos más generales y conocidos. Añadiremos también, por creerlo un deber, la expresión de nues- tro agradecimiento hacia persona que , por desgracia, ya no existe! Nos referimos al sabio Secretario de la Real Academia de Ciencias de Madrid, Sr. D. Miguel Merino. Grande fué el servicio que nos prestó este hombre ilustre , cuyas altas cualidades de corazón é inteligencia tuvimos muchas ocasio- nes de apreciar. El dirigió con minucioso cuidado la publicación de esta obra; revisó escrupulosamente su texto castellano, traducido en un principio del portugués por persona que desconocía la cien- cia matemática, y llevó su cooperación en ella hasta darnos en muchas ocasiones preciosos consejos, que contribuyeron eficazmen- te á mejorarla. Todo esto en lucha constante con dolorosa y cruel IX — enfermedad (1) que acabó por hacerle su víctima. El interés afec- tuoso que dedicaba á este trabajo lo expresó él mismo en repetidas ocasiones por modo elocuente, diciendo á sus amigos que «no que- ría morir sin terjiinar la publicación de esta obra, á la que amaba tanto como su mismo autor » . Desgraciadamente , Dios no escuclió su ruego, y al consignar yo aquí mi agradecimiento por los valio- sos servicios que me prestó, sólo puedo dirigirme á su inolvidable memoria, expresando, al mismo tiempo que mi acendrada gratitud, mi respetuosa y profunda veneración. (1) La enfermedad del Sr. Merino fué la causa de que la impresión de esta Memoria, que comenzó en el año 1900 y marchó con regularidad durante los dos primeros años , se demorase después , y aun se suspendiera en varias oca- siones. CAPITULO PRIMKRO CUBICAS NOTABLES LA CISOIDE 1. Consideremos una circunferencia de radio igual á a (fig. 1); señale- mos en ella un punto fijo O; y por la extremidad opuesta, A, del diámetro, :m* S\ '~^^^~. ^1 / / / M M" \ T^\\ A. X Figura 1.a que pasa por O, tracemos la recta A M, tangente á la misma circunferen- cia. Tracemos además otra recta cualquiera, OM, que pase por el punto O, y sobre ella tomemos el segmento OP, igual á MN. El lugar geométrico de las posiciones del punto P, cuando OM varía, es la curva designada con el nombre de Cisoide de Diocles. Por ser OP = OM — ON, representando por o la longitud de OP y por 9 el ángulo POG, la ecuación polar de la cisoide será 2 2a „ r. 2asen2 9 — 2a cosíl = F ■ cosS eos 9 de la cual se desprende, en coordenadas cartesianas, esta otra ecuación 2a — X 2. Problema célebre en la historia de la Geometría, y en el cual con grande insistencia se ocuparon los antiguos geómetras, fué el de hallar dos medias proporcionales entre dos segmentos de recta dados: conocido también por el nombre de problema de Délos, y que comprende el famoso de la Duplicación del Cubo. Y entre los varios procedimientos inventados por los geómetras de la antigua Grecia para resolver este problema, existe uno, atribuido á Diocles por Edtocio ( Archimedis Opera omnia cuín commentariis Eutocii, ed. Heiberg, Lipsiae, 1880-1881, t. iii, págs. 78 y 152), el comentador de Arquímedes, en el cual empléase la curva que acabamos de definir, sin todavía atribuirla, por entonces, el nombre de cisoide. En las obras de Pappo y de Proclo desígnase con este mismo nombre una curva, que aquellos geómetras no caracterizan suficientemente para que pueda afirmarse con plena seguridad de acierto que se trata de la curva empleada por Diocles, del cual ni por incidencia se hace mención en las referidas obras. Después del Renacimiento de las Ciencias Matemáticas estudiaron la curva de Diocles algunos geómetras célebres, entre los cuales figuran Sluse, que determinó el volumen de su sólido de revolución alrededor de la asíntota, y Httygens, que determinó sus áreas, en cartas que uno al otro se dirigieron en 1658; Wallis, que resolvió los mismos problemas por sus métodos analítico-geométricos, en un trabajo especial que consa- gró á esta curva (Opera, t. r, p, 542); Fermat, que resolvió también el problema de sus áreas (Oeuvres, t. iii, p. 248), y el de sus tangen- tes (Oeuvres, t. iii, p. 141); Newton, que determinó la longitud de sus arcos en su Methodus fluxiotium etc., y que propuso un procedimiento mecánico para trazarla (Arithmetica imiversalís, t. ii, p. 83 de la tra- ducción de Beaudeux, París, 1802); etc., etc. — 3 — 3. La forma de la cisoide * se determina fácilmente por medio de una de sus ecuaciones anteriormente establecidas. Vese que la curva es (fig. 1) simétrica relativamente al eje de las abscisas, y tangente á este eje en el origen de las coordenadas, en donde posee un punto de retroceso ; que se aleja indefinidamente del mismo eje, cuando :r crece desde O hasta 2a; que corta en dos puntos Las paralelas á Oij , comprendidas entre esta recta y la recta JJ/, cuya ecuación es x = 2a; que no corta á las demás para- lelas á O y; y que AM es una asíntota de la curva. Y con igual facilidad se concluye también que la circunferencia, cuyo diámetro es O A. corta á la cisoide en dos puntos, E y F, que se proyectan en su centro. 4. Por ser (fig. 1) p = OM — ■ ON, tenemos í¿ p d.OM d. ON dh dH (-/ O El primer miembro de esta igualdad representa la subnormal polar de la cisoide en el punto P; y los dos términos del segundo miembro represen- tan, respectivamente, el primero la subnormal polar de la recta AM en el punto M, y el segundo la subnormal polar del círculo ONA en el punto N. Luego, para construir la subnormal de la cisoide en el punto P, basta tra- zar por il/ una recta 31S, perpendicular á AM; y por el centro del cír- culo y por el punto A'^ tirar la recta NC, que corta á OS en el punto T. El segmento OS es la subnormal de la recta en el punto M, y OT la. sub- normal de la circunferencia en el punto A'^.- tomando OT' = OS -\- OT, O T' será, pues, la subnormal de la cisoide en el punto P. 5. La tangente á la. cisoide en el punto P corta á la recta AM en otro punto, M' , cuya ordenada y^ está dada por la fórmula di/-. yi=y + —^{2a — x); dx ó, poniendo .r = pcos 'i = 2a sen -^ O, é y = 2a í/j = 3a tang h: sen 3 6 eos fJ * De xViao;, ó cissos: yedra. — Por la semejanza de su figaia con el contorno de la hoja de este nombre. — 4 — igualdad de la cual se desprende un método muy sencillo ¡lara iiazar la tangente á la cisoide en el punto P. con solamente advertir que C'Á' = a tang 0. Como la ecuacifín del círculo ()XA es p^LV/eosí), resulla también, representando por í/., la ordenada del punto M" , en (jue su tangente en el iS'^ corta á la recta AM, _(/.-, = a tang H. El radio vector OPcorta asimismo á la recta AM en otro punto, M. cuya ordenada ij^ tiene por expresión ?/r5= 2fl! tang 9. Luego el punto en que el radio redor del punto P de la cisoide corta á la asíntota equidista de aquellos otros dos en que cortan á la misma recta las tangentes á la cisoide y al circulo, trazadas por los de intersección de ÜP con ambas curvas. { Longchamps : Association franraise, Congres de Grenoble, 1885.) De esta propiedad de la cisoide resulta otro medio de determinar sus tangentes. 0. Partiendo de la ecuación polar de la curva, obtiéuese fácilmente la siguiente expresión de su radio de curvatura f 2 a: luego la curva pasa por el punto O (fig. 2) y se halla por completo comprendida entre el eje de las ordenadas y una paralela á este eje, tirada por el punto (2«,0). Las rectas, paralelas al eje de las ordenadas, que pasan por los puntos del eje de las abscisas, comprendidos entre el origen de las coordenadas y este punto (2a,0), cortan á la curva en dos puutos. La recta BM, definida por la ecuación A' = 2a eos - a, es asíniota de una rama de la curva, y corta á la otra rama en el punto B, cuya ordenada, EB, se halla expresada por la fórmula „ „ a cosa eos 2 a EB=^ sen a La curva toca á la recta DC\, que limita la zona en que está compren- dida, en el punto C¡, cuya ordenada es igual á 2a cot a. Poniendo Y = O, vese que los puntos O y F, donde la curva corta al eje de las abscisas, tienen por abscisas JV^ = O y Jt = OF = 2a sen'^ y. Y también es fácil ver que en el punto O es 1" = — tang a: luego el ori- gen de las coordenadas es un punto de retroceso, y la tangente á la curva en este punto forma ua ángulo igual á — a con el eje de las abscisas. Como, por ser OF -\- OE = 2a, se concluye sencillísimamente que OF=ED. La fórmula (1) muestra además que la hipérbola, cuya ecuación es a sen 2 a } = X, X — 2 a eos ^ a y que tiene la misma asíntota que la curva considerada, corta por mitad á todas las cuerdas paralelas á la misma asíntota. 13. IjS. .•subnormal polar Aq lacisoide oblicua tiene por expresión (fig. 2) d^ _ d.OM d.ON """ rfO ~ dS) r/Q ' y es igual á la diferencia entre la subnormal de la recta AM y la de la cir- cunferencia, en los puntos M y A'^ correspondientes. Luego el método em- pleado en el ndm. 4 para trazar la normal á la cisoide recta es aplicable también á la cisoide oblicua. Y, del mismo modo, el método de Lonqchamps para trazar las tangentes á la cisoide recta, expuesto en el núm. 5, es también aplicable á la cisoide oblicua, como fácilmente se deduce con auxilio de la Geometría Analítica, ó por un método geométrico más sencillo, empleado por aquel ilustre geó- metra. (Geométrie Analytique ii deux dimensions, Paris, 1884, p. 19-22.) 14. La cisoide es curva unicursal. Poniendo, en efecto, .r ^ ti/ en la ecuación de la curva, hallada en el níim. 1 1 . resulta 2at X = (sena 4- ¿ cosa) (1 -j- ¿2) • (sen/ -|- ¿ cosa)(l -f- ¿^) ' Y por medio de estas ecuaciones se concluye que la recta, cuya ecua- ción es n X -\- V y = \ , — 10 — corta á la curva en tres puntos, en los cuales t adquiere los valores deter- minados por la ecuación (A) i^ eos J. ~\- t' sen a — {2au — eos a) t -j- sen a — 2av ^ 0: valores, f^, ioY t^, relacionados por esta condición (2) t, + ¿o + (, = - tang a. Del mismo modo se ve que la circunferencia, cuya ecuación es ^-+ y- — 2kx—2ki/ + l=Q, corta á la cisoide en cuatro puntos, determinados por valores de t, que sa- tisfacen á esta otra expresión condicional : (3) t\ + ('., + í'g + ¿'^ = - 2 tang a. Las relaciones (2) y (3) fueron halladas por Balitrand (Nouvelles An- uales des Mathématiqíies, 1893, p. 448), quien dedujo de ellas algunas propiedades de la cisoide, y las soluciones de algunas cuestiones relativas á esta curva, entre las cuales mencionaremos las siguientes: 1." Poniendo en (2) /, = /o = '3. se ve que la curva posee un punto de inflexión, y que el valor de / en este punto resulta de la igualdad ¿ = tang a. Las coordenadas del punto de inflexión son, pues, 9a , 27o. é ¿/=- cosa (9 4" tangía) sena (9 -|- tang'-a) 2." Poniendo en (3) t\ = I' .¿ = ^'n = ^'-i> concluiremos que existe un punto de la cisoide en que la circunferencia osculatrix tiene con la curva un contacto de tercer orden, donde se verifica que t^ tang a. — 11 — Las coordenadas de este punto son: 16a x = é y ■ cosa (4 -|- tangía) ' sena (4 -\- tang'-a) 3.° Poniendo en (2) /j = i.^, hállase la ecuación 2 <^,-|- ¿3 = — tang a, por medio de la cual se determina uno de los puntos en que la tangente toca y corta á la cisoide, cuando se supone dado el otro. 4.° Poniendo en (o) l\ = t'.j = t\, resulta la ecuación 3/'., + ¿'^ = — 2 tang a, que parecidamente determina uno de los puntos en que la circunferencia osculatriz de la cisoide toca y corta á esta curva, cuando el otro se supone conocido. 15, Es fácil ver (jue se puede dar á la ecuación de las tangentes á la cisoide la forma (cosa -|- 2 I sena -\- 'if- cosa) X^ (sena — V- sen a — 2 t^ cosa) Y = 2a. Luego, si por el punto (Xj, ¿/J se tiran tangentes á esta curva, los valo- res de t en los tres puntos de contacto se desprenderán de la ecuación 2t^ y^ eos a -\- (í/j sen a — .jXj eos a) r- — 2x^t sen a -|- 2a — x^ eos a — ?/, sen a = 0. La condición para que estos tres puntos de contacto estén sobre una misma recta exige que esta ecuación coincida con la (A), ó que 2x. sen a », sen a -I- x. eos a — 2a 2 í/j = í/j — 3 cot a . .Tj =^ í — -^ ■ — ^ • ó que d/j = — 3 x^ cot a. Luego los puntos por los cuales se pueden tirar tangentes á la cisoide, de manera que los de tangencia resulten en linea recta, corresponden á la recta que tiene por ecuación y ^ — 3 .-r cot -i (Baliteand, 1. c). — 12 — De las mismas ecuaciones condicionales se deducen además los coeficien- tes u y V de la recta ux -\~ v ij = I, que pasa por los puntos de contacto considerados. Esta recta tiene, pues, por ecuación a eos -a — sen - ^^^^,COSa+« ^._^, 6 a eos a 6 ax^ coi a y, según esto, corta al eje de las abscisas en un punto que no varía con (X,, y,). (Balitrand: /. c.) 16. Ya hemos visto que la cisoide corta á su asíntota en el punto cuyas coordenadas son a eos a eos 2 a 2«cos-o'. é ij sen a Pues, eliminando la a entre estas ecuaciones, hállase la ecuación de l;t curva descrita por aquel punto, cuando -j. varía: x(x — a)'^ y- = — • 2 a — .(■ Ecuación correspondiente á la curva denominada csfrofoidc , de que trata- remos poco más adelante. 17. La Cisoide de Diocles y la oblicua son casos particulares de una clase de cúbicas que reciben el nombre general de cisoides: cúbicas que se obtienen sustituyendo, en la construcción expuesta en el número 1 1 , la circunferencia y la recta AM por una cónica cualquiera y por una recta arbitraria, no paralela á las asíntotas de la cónica, cuyas ecuaciones sean ^.r2 + fia?/ + ('/y2 + Z>x +£•?/ = O, y ux^v)j = l Para hallar la ecuación de las cisoides, así consideradas en general, re- presentemos ante todo por p, y p., los radios vectores correspondientes al mismo valor del ángulo B, y referentes el primero á la cónica, y á la línea recta el segundo; y las ecuaciones cartesianas de ambas líneas se transfor- marán en estas otras: {A eos 2 H + 7? sen fJ eos O + C'sen '- eos f) + ÍJsen 'i = U, (« eos O -f r sen h) p., =: 1. — 13 - Y si tle estas ecuacioaes, comljinadas con la expresión fimdamental, p = p., — pj, eliminamos ahora los valores p^ y p.,, obtendremos la ecuaciúii polar de aquellas curvas, de la cual inmediatamente se desprende esta otra en coordenadas cartesianas: = Ax- + Bxy^ C y- + (Dx+ Ey) (íí.r + v y). Aplicando á esta ecuación el método de las asíntotas, fácilmente se con- cluye que la recta ux 4- i'U ^ 1 lo es de las curvas á que se refiere, y las cuales poseen además otras dos asíntotas, reales 6 imaginarias, simétricas de las que posea la cónica , con respecto al origen de las coordenadas. Y asimismo se concluirá, mediante sencillas consideraciones geométri- cas, que cualquiera de aquellas curvas presenta, en el origen, un nodo, cuando la recta considerada la corta; un punto de retroceso, cuando la toca; y wn punto aislado, cuando no la encuentra: con la advertencia de que, en los dos primeros casos, las tangentes á la cisoide en el origen pasan por las intersecciones de la recta con la curva. Las cisoides son, en todos casos, cúbicas unicursales. Y, por referencia á ellas, demostró Zakradnik que es condición suficiente, para que una cd- bica unicursal sea una cisoide, que posea tres asíntotas reales distintas, ó sólo una asíntota real á distancia finita. (Archir der Matliematih und Plnj- sik, t. LVI, p. 8.) II LA CONCOIDE DE SLUSE 1 !S. Dase el nombre de ( 'oncoide de Sluse á la curva cuya ecuación en coordenadas polares es a (pcosO — rt) = /,-2cos-9, y en coordenadas cartesianas 1 1 1 a (x — a) Í.r2 + _!y2) = /■2 ^2. — 14 — Curva notable, de la cual trató primeramente Sluse en su interesante correspondencia matemática con Huygens (Oeuvres de Htiygens, t. ix, prí- cjina 246); olvidada luego por mucho tiempo; y sobre la cual llamó re- cientemente la atención Gino Loria en un artículo publicado en el Mathe- sis (1897,^. 5). Sluse obtuvo del modo siguiente la curva de que tratamos, cuyo nombre procede de xóy'/.y,, en latín y castellano concha. Sea O un punto dado, y AB una recta dada también. Por el punto O tra- cemos la recta variable OC , que corte á la AB en el punto C ; y sobre esta recta, prolongada, tomemos, á partir de C, un segmento CD tal que sea OC.CD = h\ representando por k- una constante conocida. El lugar geométrico (fig. 3), descrito por D, cuando OC varía, es la con- coide considerada. Para verlo basta advertir que y A \ \ c .,'■ \ \ ,- \ B ! c, > C'D=OD-OC=OD y en OB eos COB /.•2 k-^ eos COB OC OB Ó, suponiendo que OB = a, y tomando el punto O como polo y la recta Ox, perpendicular ;í la AB, como eje polar. Fignra 3.» CD=^- a „-r, k'^cosd y Cl)= . cosf) Expresiones de las cuales se desprende inmediatamente la ecuación po- lar de la curva, y de ésta la cartesiana. 19. De la última (1) se deduce con facilidad que la Concoide de Sluse posee la forma indicada en la figura 3.", simétrica relativamente al eje de las abscisas; que la recta AB^ dada por la ecuación x = a, es — 15 — asíntota suya; la abscisa del vértice Ci igual á ; y el punto O ct un punto aislado del lugar geométrico, representado por aquella ecuación. La Concoide de Sluse tiene además dos puntos de inflexión á distancia finita. Para determinarlos, expresemos x é y en función racional de un parámetro variable t, poniendo y = tx ea la ecuación de la curva. Y así obtendremos por de pronto X = a -\ e w = a I H . a{l + P) a(l-\-t^) Los valores de t, correspondientes á los puntos de inflexión, resultan, pues, determinados por la ecuación siguiente: dx d-y dy d^-x _ 21^- fc^ + a^ _ 3 ^2 ¿2 _ dt dt'^ ~ dt dt- ~ a^ ' (I + Py ~ ' 3a2 y las coordenadas de aquellos puntos por estas otras: 9\ 9 4a(a2 4-A;-) , _^ 4 (a^ 4-/^2) 2 £c = ^ ^ — é y~ 4 a- + ^'' 4(a3 + fc-)V'3 SlüSE atribuye á Huygens la primera determinación de estos puntos (Oeuvres de Huygens, t. iv, 1891, p. 292). Eliminando, finalmente, k entre las ecuaciones anteriores, hállase la ecuación de una cisoide. Luego el lugar geométrico de los puntos de in- flexión de las Concoides de Sluse, que poseen la misma asíntota y el mis- mo punto singular, es una cisoide. 20. Si tomamos sobre la recta OD (fig. 3) un segmento CD', igual á CB, el lugar descrito por D', cuando OC varía, será otra curva, denomi- nada también Concoide de Sluse, y cuya ecuación es, como fácilmente r puede verse, a{x — á} (x^-\-y^) = — fe' x"-. — 16 — De las fórmulas obtenidas anteriormente para la concoide primeramente considerada, deddcense las aplicables á la segunda, mudando Jc^ en — Jc^. Siendo además cosa sencilla averiguar que la forma de esta nueva curva es la indicada en la (fig. 4.^), cuando a^ > k^; y en la (fig. 5.^), cuando a^ <; k-. En ambos casos OB = a; debiendo advertirse que en el se- gundo la curva carece de puntos de inflexión reales á distancia finita, pero que tiene dos imaginarios. Cuando k^= cp-^ la curva se reduce á una ci- sotde. Figura 4.* rignra 5.' in LA ESTROFOIDE 21. Consideremos una circunferencia de centro C y radio CA (fig. 6), y por su centro tracemos la recta KL, que forme con CA el ángulo a. Tracemos después la recta de posición variable OD, que pasa por el pun- to fijo O, y sobre esta recta tomemos un segmento 031, igual á ED. El lugar geométrico de las posiciones del punto il/, cuando OD varía, es la curva denominada estrofoide *. Si a = 90°, la estrofoide se dice recta; y oblicua, si a 90''. < * De jTpoitov ó strophium: corona ó guirnalda de flores; ó sxpo'flí: espira ó revuelta. 17 •— Por ser OM = OD — OE, representando por p, r? y G el segmento OM, radio OC, y ángulo DOA, nos resultará que 0D = 2a cosO, y OE^ a sen a sen (a — 0) De manera que la ecuación polar de la estrofoide será ésta: P = 2a cosO — a sen a sen (a — 2 9) sen(a — fJ) ' sen(7.— Q) Para obtener la ecuación cartesiana de la curva, tomemos para eje de las Figura (i. a abscisas la recta O r, perpendicular á la recta dada KL ; y para eje de las ordenadas la O y, paralela á KL. El ángulo AO x es igual á — a, y las coordenadas, x é y, del punto M tendrán por expresión: a; ^ p eos (íl -| ''') = ? [eos O sen a — sen 9 coa a] , ¿k 2/ = p sen (9 -| '^- ) = p [sen O sen a -j- eos 9 eos a] . — 18 - De las cuales se desprenden los valores de sen O y cosí), que, sustiluí- dos en la ecuación polar de la estrofoide, producen la siguiente ecuación cartesiana de la misma curva: (1) (x^ -(- y^)x= a [{x^ — y'^) sen a-^ 2 xy cosa]. 22. La más antigua noticia, conocida hasta la fecha, referente á la estrofoide recta, hállase consignada, según advirtió G. Loria (Bolletino di Bibliografía, etc., 1898, p. 3), en dos cartas, escritas por Verdus á To- rricelli, por los años 1645, de las cuales se deduce, con probabilidad de acierto, que Roberval, antes que ningún otro geómetra, se ocupó en el estudio de esta curva, designada por entonces con el nombre de Pteroide *. Las cartas á que nos referimos fueron publicadas en el Bolletino de Bon- compagni (t. viii, 1875). Después estudiaron la misma curva Moivre (Phylosophical Tra?isac- tions,niD}; y Agnksi en sus Tnstituxioni Analitiche (Milano, 1748, 2). 378 y 391); etc. MoNTüCCi parece haber sido el primero que la dio el nombre de estro- foide, en un artículo publicado en 1846 en los Nouvelles Anuales des Ma- thématiques {t. \, p. 470). Lehmus, en sus Atifyahen aiis der hiiheien Mathematik (Berlín, 1842, p. 120), la llamó cucumeide **; y Booth logo- clclica, en un artículo que sobre ella publicó en el Quarterly Journal of Mathematics ( 1858 y 1859), y después en su Treatise on some Xeir Geo- metriml Methods (1873, t. i, p. 292). Referentes á la estrofoide oblicua, los más antiguos trabajos conocidos, en los cuales se trata de ella, son las Leetiones geometricce de Barroav i 1 669, p. 69), según recientemente advirtió Aubry, y dos memorias de Casali, publicadas en los Instituti Bononiensis Commeiitarii (t. iv, 1757), en los cuales atribuyese la invención de estas curvas á Torricelli (Loria, 1. c). Y con posterioridad trató del mismo asunto Quetelet en una memoria intitulada: De qidbusdam loéis geometricis necnon de curva focali, publi- cada en Gaud por los años 1819, en la cual atribuyó á la curva el nombre de focal con nodo: por cuyo motivo todavía suele designarse con el de focal de Quetelet. — Véase más adelante. - * De Ttxspóv, ó pteron, ala: la curva alada. ** De ..íA:\i.%:y cucuma, ó cuciiwisj cohombro, ó especie de pepino. — 19 — Las estrofoides recto y oblicua han sido con posterioridad objeto de mu- chos trabajos notables, cuyos títulos se pueden ver, por lo que respecta á los anteriores al año 18(i0, en una lista publicada por Tortolini en los An- naü di Matemática, t. iii, y transcrita en los Nouvelles Anuales des Mathe'- matiqíies (1861 , p. 82); y, también en otra más extensa, y de fecha más reciente, publicada por Gunther en sus Paraboliches Lot/aritmen itnd pnraboliche Trigonometrie. (Leipzig, 1882.) 23. Tras de estos preliminares, pasemos al estudio, por de pronto, de la estrofoide recta. La ecuación de esta curva es y' = x^{a r. + a de la cual se deduce que su forma será la indicada en la figura T."* Porque en efecto, la curva corta al eje de las abscisas en p los puntos (J y C, donde ea x = O y x= a; á ca- da valor de x, compren- dido entre — « y + « > corresponden dos pun- tos reales de la curva, simétricamente dispues- tos con respecto al eje mencionado; y la recta PQ, que tiene por ecua- ción X = — a, es asín- tota de la misma curva. Además, en los puntos cuya abscisa es igual á la(V5 FifíUl'.T ij, el valor absoluto de ¡y resulta máximo. Y el de origen, O, de las coordenadas es un punto doble de la curva, donde las tangentes for- man ángulos de 45*^ y — 4.5" con el eje de las abscisas. — 20 — 24. Partiendo de la ecuación de la estrofoide recta, en coordenadas polares, eos 2 9 eos 9 hállase, para expresión de su radio de curvatura, R, la que sigue: a(l + sen2 2í)r ñ = 4 cos''fJ(l +2 sen2fi) " Y por medio de esta fórmula vese que la curva no tiene puntos de infle- xión reales á distancia finita; y que en el punto C es E= — a, y tam- 4 bien, en el O, R = a^2. 25. Si por el punto C trazamos la recta CMN, y representamos por w el ángulo NCO, las coordenadas de los puntos M y N resultan determi- nadas por la ecuación de la curva, y por la correspondiente á la recta y = — (x — a) tang w. Y, eliminando la y entre ambas ecuaciones, resulta la siguiente: , a tang w , ;r = it — . = ± a sen w. yl + tang ^ w La cual muestra que las proyecciones de Ai y iV^ sobre el eje de las absci- sas equidistan de O, y, por lo tanto, que los puntos M y N, en que las se- cantes trabadas por C cortan á la curva, equidistan también de los pun- ios F, en que las mismas secantes cortan á la recta OF. Y como también Jí'0 = «tango) y i''71/= rttangw, resulta probado que FO = FM= FN; 6 que el punto F, no solamente equidista de los M y iV, sino asimismo del O. De manera que CN =CF^FO, y caí = CF — FO. — 21 — Y, en consecuencia, dado el parámetro a, que figura en la ecuación carte- siana de la cstrofoide recta, nada más sencillo que la construcción, por pares de puntos, de esta curva. 26. Adviértase además que de las expresiones CM= CF— MF= —^ a tang w y eos W o j CN= CF-{- FN= —^ 1- a tang w, eos w ' se concluye esta otra CMxCN=a^. Por lo tanto, el producto de las distancias del punto C á dos puntos de la curva, colocados sobre una recta que pase por G, es coJistante, cual- quiera que sea esta recta. (BoOTii: 1. c.) 27. El área limitada por la estrofoide, por el eje de las abscisas y por una paralela al eje de las ordenadas, tirada por el punto {x, y), tiene por expresión Jo'' V « + -'*^ dx L V a + x 2a2 4 J' Poniendo x^a, y multiplicando por 2, hállase para valor del área comprendida en la parte cerrada de la curva, A,=2a2 «2. 2 Y como el valor del área comprendida entre la curva y la asíntota se ha- lla análogamente expresado por la fórmula A., = 2a^-\- — a'^, ' ^2 resulta que la suma de las dos áreas es igual á áa^. 22 — 28. La determinación de la longitud de los arcos de la estrofoide recta se obtiene por medio de las integrales elípticas de 1." y 2.^ especie: para demostrar lo cual se apoyó Booth (I. c. , p. 304) en la consideración de la curva inversa de la estrofoide. Pero aquí resolveremos el mismo proble- ma directamente, ó sin auxilio de aquella curva. Aplicando á la ecuación polar de la estrofoide la fórmula ds ■■ V= + (^í d^, dedúcese que eos 2 9 1 +008 20 cos22e ■ dJh ó, si 26 = oj, ¿i ds = «\/í seaiiídu) ^yi-Sen^o. yi-i- sen- (O dM (1 -j- senw) V^ — — sen-w Poniendo ahora senw = t, é integrando, resulta esta otra ecuación: a\/2 V2 r r tdt _ í'_dt__ _ r dt {i + í)\/F{t) en la cual — 23 — Pero empleando una fórmula , ya demostrada en la teoría de las integra- les elípticas, hallaremos la igualdad siguiente, fácil de verificar además por simple diferenciación: 2\/F(t) r dt r ^^ i r ^^'^^ ^ _ _ r dt r dt rjh ^ + ^ J {t -\- l) \/F{t)' 'J \J F{t) J \/ fit) y ésta otra luego, poniendo t^ = x,, r tdt V2 r di J \/F(t) 2 -' V(i — *) (2 — *) = -^log (2* - 3 + 2 \/(l-x)(2-,í) ) V/2 = 4= log (2¿2 - 3 + 2 \/2'\/m). \/2 Eliminando en la expresión de s las integrales r tdt r dt y poniendo seuo) en vez de t, y Acó por \ / 1 sen^w, hallaremos que .s= — log(2sen2w— 3 +2 v/2 coswAw) 2 \2 cosioAo) a\2 /^sen^wdw + ^ senw -|- 1 2 J Aw P — 24 ~ Y, con auxilio de la conocida fórmula obtendremos, finalmente, la expresión buscada de s: s= — log (2sen2w — 3 + 2 y 2 coswAw) «V 2 eos wAw sena) -|- ^-«\'^(/sr-/--). dependiente de integrales de la 1.*^ y 2.* especie de Legendre. 29. Consideremos ahora la estro foide oblicua. Partiendo de la ecuación cartesiana de la curva, puede hallarse fácil- mente la forma de ésta, resolviendo por de pronto aquella ecuación relati- vamente á y; lo que da fí.rcosa ± xV a^ — x'^ y = - X -\- asena De donde se infiere que la recta (fig. 6) P Q, determinada por la ecua- ción x^ — asena, es asíntota de la curva y secante á ella también en el punto H, cuya ordenada tiene por valor ^ '-. f > J 1 cosa Cuando es a; = rh a, los dos valores de y, correspondientes á cada va- lor de a-, tienen por expresión dr acosa y = ± 1 -f- sena y en los puntos correspondientes, f/y T, á que éstos de y se refieren, las tangentes son entonces paralelas al eje de las ordenadas. En el intervalo comprendido entre x = — a y x^= a, y es real; é ima- — 25 — ginaria para los demás valores de .r. Luego la curva se halla por completo comprendida en la región limitada por las paralelas al eje de las ordenadas^ que pasan por U y V. Los valores de y son asimismo iguales á cero, cuando es x = 0. Luego el origen de las coordenadas es unpmifo doble: en el cual los valores de y' tienen por expresión cosa — 1 1 , cosa + 1 1 2/n = = — tang — a, e í/, = — — = cot —a. •^0 sena 2 ^ sena 2 Luego, representando por o,, y (.jj los ángulos formados por las tangen- tes, en el punto doble, con el eje de las abscisas, hallaremos que a TI ^ 2 -^ ' 2 Lis tangentes en el punto doble son, pues, perpendiculares una á otra. Puédense también determinar geométricamente estas tangentes. En efec- to, J/ tiende (fig. 6) hacia O cuando la recta variable OD propende á con- fundirse con 0K^ ó con 0L^. Luego 0K^ y OL^ son las tangentes á la curva en el punto doble O. La curva corta al eje de las abscisas en el punto O y en el punto D^, donde x = asenv.: valor de x este último á que corresponde, además del de y ^ O, c\ de y= acosa, que designa también el de la ordenada del centro C de la circunferencia, considerada en el nCimero 21. La expresión de y muestra que la hipérbola, cuya ecuación es a X eos a X -{- a sen a ' y que posee la misma asíntota que la curva considerada y pasa por los pun- tos U, O y T, corta á todas las cuerdas paralelas á la asíntota en dos par- tes iguales. 30. Por ser p = OD — OE, vese que la subnormal polar de la curva en el punto M es igual á la diferencia entre la subnormal polar de la cir- cunferencia (fig. 6) ADO en el punto D, y la subnormal polar de la recta — 26 — ÜK en el punto E. Luego el método empleado en el número 4 para trazar las normales á la císoide es también aplicable á la estrofoide. 31. La propiedad de la estrofoide recta, demostrada en el número 25, es propiedad también de la oblicua. Trazando, en efecto, por el punto C (fig. (j) la recta (M/, que pasa por el punto il/de la curva y corta la pa- ralela á la asíntota, levantada por O , en el punto F, hallaremos que FM= OF: bastando advertir, para persuadirse de ello, que los triángulos MCO y CED son iguales, por ser CD = CO, OM=ED, y EDC = COM. Luego MC=EC, y MEC=EMC=FMO. Y, por lo tanto, FOM = MEC = F^[0, y MF= OF, conforme nos proponíamos demostrar. 32. Tomando las rectas OL^ y OK^ (fig. 6), esto es, las tangentes á la curva, en el punto doble, para ejes de las coordenadas, la ecuación de la estrofoide se transforma como sigue: í/'-) X eos — -\- y sen — = 2ax;j. Y, suponiendo después que y = t.r , hallaremos 2at (¿2-1-1)1 eos— + ísen— 1 -, é 2af^ {t- + 1) eos 1- ¿sen — Advirtamos ahora que la recta, cuya ecuación es tix + ry = I, — 27 — corla á la curva en tres puntos, que corresponden á los tres valores de f, dados por la ecuación a eos — = 0. 2 ¿3 sen — 4- eos — 2av \t'~ 4- sen — • 2au \t -4- 2 L 2 I L 2 J ^ Luego, representando por t^, t.^ y t^ estos tres valores de t, resulta que a ^1 ^2 '3 ^^ — ^^^ — • Y del mismo modo se concluye que una circunferencia cualquiera corta á la estrofoide en cuatro puntos, determinados por los valores t\, t'^, t\, t\ de /, que satisfacen á la condición t\ t'.2 t\ t\ = cot- — . Por medio de estas relaciones hallaron Balitrand y E. Vai.dés mu- chas propiedades interesantes de la estrofoide, consignadas en dos artícu- los publicados en las Nouvelles Anuales des Mathématiqíies (1893, p. 430; y 1894, p. 243). Y por su medio también pueden resolverse las mismas cuestiones que en el caso de la cisoide fueron resueltas por medio de las fórmulas ('!) y (3) del número 14. Como, por ejemplo: que la estrofoide tie- ne un punto de inflexión allí donde t = — \/cot — ; y otro punto, co- _Ycot^; Y cot ^ , á rrespondiente á i = \/ cot — , donde la circunferencia osculatriz y la curva tienen un contacto de tercer orden: etc., etc. 3ÍÍ. Como ya anteriormente se indicó, la estrofoide interviene en la resolución ó análisis de muy variadas é interesantes cuestiones geométri- cas. Casali primero, y más tarde Quetelet, dieron con aquella curva al tratar de resolver el problema que, á título de ejemplo y como aclaración de lo que precede, vamos á exponer ahora. Sea (fig. 8) ASB la sección producida en un cono de revolución por el 28 - plano dirigido por el eje .SÁ' del mismo cono. Otro de los planos que pa- san por el punto A y por la tangente Aij al círculo, de diámetro AB y per- pendicular al eje SK, es también perpendicular al plano ASB, y determi- na, por su intersección con la superficie del cono, una cónica, AGC, cuyo eje, AC, forma con AS un ángulo en A , que desig- naremos por 'j¡. Y sean además F y F' los focos de la cónica considerada. Si tras de esto suponemos que el plano secante, dirigido por la tangente invariable Ay , gira alrededor de esta línea, á cada nueva posición suya correspon- derán otra cónica y otros focos, situados éstos siempre en el pla- no ASB, sobre la recta móvil AC Pues bien, el lugar geomé- trico que todos estos focos determinan constituye una nueva curva, focal de QuETELET, cuya ecuación y forma consiguiente se trata ahora de en- contrar. Recuérdese para ello que, representando por t el áugulo ^íS'A", y por d la distancia ^.S, la curva resultante de la intersección, con la superficie cónica, del plano secante que pasa por Ay , tiene por ecuación Figara 8.» í/'-^cos'^o-^ .rsencf [f?sen2o- — .rsen(ti -|- 2, de Maclaurin, pertenecen á una clase de curvas, deno- minadas cúbicas circulares, que tienen por ecuación común la siguiente: íl) (ax + hy) {.r2 + y^) = Pj:'^ ^- Qxy ~\- Ey^- -]- Tx + Uy + V, y á las cuales corresponden una asíntota real, determinada por la ecuación Pb'^— Qab^Ba^ ax-\-by = a^ + ¿2 y dos imaginarias con coeficientes iguales á + ' y — i; representando por i el radical \ — 1. Por medio de la ecuación inmediata anterior, vese fácilmente que, si cambiamos la dirección de los ejes coordenados, adoptando para nuevo eje délas ordenadas una paralela á la asíntota real, desaparecerá el término que contiene el producto ¿^ de la (1), y esta ecuación se reducirá á la forma (2) [jy^ + y^) X = P,x^ + Q,xy + R,f + T,x + U,y + V,. Y, trasladando después el origen de las coordenadas al punto (O,' , Qj),. — 36 — la ecuación general de las cúbicas circulares podrá representarse como sigue : (3) («2 + 2/2)0. = Ax^ + A'y^ + 2 Ccc + 2 C'i/ + F: ecuación de que nos serviremos para estudiar las curvas á que se refiere. 43. Comencemos por demostrar que las cúbicas circulares son envol- ventes de círculos, cuyos centros se hallan situados, según los casos, sobre distintas parábolas. Y para ello fijemos, por de pronto, la atención en el círculo cuya ecua- ción sea (4) ' ..^2j^y2^2{a.X^¡iy^y), y busquemos las condiciones á que ha de satisfacer este círculo, para que resulte bitangente á una cualquiera de las curvas comprendidas en la ecuación (3). Para resolver este problema adviértase, en primer lugar, que los puntos de intersección con el círculo de la curva, en particular ahora considera- da, son los mismos, también de intersección, del círculo con la cónica, á que corresponde la ecuación (5) 2 (ax + pí/ + Y) a- — (^a-2 + Ay'^ + 2 (7íc + 2 C'y + 7^) = 0. Mas , para que el círculo resulte bitangente á la cúbica (3) , deben reunir- se en cada punto de contacto dos puntos de intersección del mismo círculo con la cúbica, y, por lo tanto, deben ser también bi tangentes el círculo y la cónica de que se trata. Investiguemos, pues, las condiciones para que esto último se verifique. Para ello, designando por h un parámetro arbitrario, tomemos la ecua- ción I 2 (7.x + 3w + y) .oc — {Ax-^ + A' y^ -\-2Cx + 2 C'y + F) (A) { I - k [x^- + 2/-^- 2a^ - 2¡3¿/ - 2y) = O, que representa todas las cónicas que pasan por los puntos de intersección del círculo (4) con la cónica (5). — 37 — Pues para que las dos curvas, (4) y (5), sean bitangentes, necesítase y basta que la ecuación (A ) represente dos rectas en coincidencia una con otra, 6 que el primer miembro de la ecuación se resuelva en un cuadrado perfecto de la forma {Kx -j- Ly -\- J/)-. Y, para que á esto haya lugar, ne- cesítase también y basta que se verifiquen las siguientes condiciones : \K^ = 2a — A — h; L'^= ~{A' + h); M^ = 2hy — F; (B) { ¡ KL = ^; KM = ^ + ho. — C; y LM=h<^ — C'. De estas expresiones condicionales, las tres primeras sirven para deter- minar los valores de K,Ly M. Y de las cuarta y sexta, por eliminación de K, L y M, con auxilio de las tres primeras; y, después, de la quinta, por eliminación de las mismas cantidades, valiéndose ahora para ello de las ci- tadas cuarta y sexta, en unión de la segunda, se desprenden las relaciones siguientes : 1 [i-^ = — (2a — A — h) {A' + h), (6) hh<^-C'f = -{A' + h)(2h^(-F), í p(Ap-C')=-(^' + /»)(y-C+Aa), como expresión de las condiciones de bitangencia del círculo y de la cúbica considerada. De la primera y de la segunda de estas tres ecuaciones se deduce, por de pronto, que 1 ñ2 (7) _ a = — (.4 + ;?.) P (8) 2 2 (^' + h) 2h L A' + h J" Y de la última, poniendo en ella por a y y sus valores, acabados de obtener, esta otra: C"2 F h 2h[A' -irh) 2/» ^2 — 38 — equivalente á esta otra: (10) h'2{A + h){A'+ h) + F {A + h) — 2 Ch {A' + h) — C"2= 0. De la cual se deducen, en general, cuatro valores para h: los cuales, á su vez, sucesivamente sustituidos en las (7) y (8), determinarán los que de- ben poseer las constantes a y y, que figuran en la ecuación del círculo (4), para que éste sea bitangente á la cúbica considerada, permaneciendo, des- pués de todo, arbitraria la constante p. De donde resulta demostrado que e.risten, en general, cuatro series de círculos, bitangentes á la cúbica circular considerada , de cada una de las cuales es, por lo tanto, envolvente la misma cúbica. Además: como a y p representan las coordenadas del centro del cír- culo (4), la ecuación (7) nos enseña también que los centros de los círculos de cada serie se hallan situados sobre una misma parábola. El análisis anterior pide modificación cuando cero sea raíz de la ecua- ción (10), ó cuando FA' = C"-. De las ecuaciones (6) ded fícense entonces estas otras: '■^l^~^' PC" = .l'(T-6'); y FA' = C"'. La primera de las cuales determina el lugar geométrico de los centros de una serie de círculos, bitangentes á la cúbica á que estos mismos círculos se refieren; y la segunda el valor de y. Cuando — A' sea raíz de (10), ó cuando C = O, también pide modifi- cación el análisis precedente, deduciéndose entonces de las ecuaciones (B) estos resultados: P = 0, y {2r-A + A')i2A'y + F) = -(y-C-A'xr: el primero de los cuales expresa que, en este caso , los círculos bitangentes de la serie tienen sus centros sobre el eje de las abscisas, reduciéndose la parábola á dos rectas, ambas en coincidencia con el mismo eje; y el segun- do determina el valor de y, del cual dependen los de los radios de aquellos círculos. — 39 — 44. Sustituyendo en la ecuación (4) la y por su valor, tomado de la (8), la de los círculos bitangentes á la cúbica considerada será ésta: ÍC2 + //2 — 2a.r — 2|3¿/ — i I i?'- M^L^IL] = 0: A L ^ + h J 6, llevando en cuenta la ecuación (7), 2C"P F . C'a í .r2 + «2 _ 2 0.x — 23?/ ^ U) .4' + A /¿ A. {A'+ h) A [2a— (4 4-/í)]=0: á condición, bien entendido, de no ser h igual á cera, ni tampoco igual á — A'. Si, por excepción, /? = O, la ecuación de los círculos bitangentes, dedu- cida de la (4), .,.-2 + ^2_2(«ÍC + pí/ + Y), y de la condicional, pág. 38, pC" = ^' (y — C), por eliminación de la y, será ésta: (12) oc^ + 2/^— 2aj-— 2py=2(7 + p-^. No debiendo en ningún caso olvidar que en estas varias ecuaciones a y ¡3 representan cantidades, positivas ó negativas, que satisfacen á la (7), y A una raíz de la (10). 45. Todos los círculos illi, correspondientes á una misma raíz de la ecuación (10), diferente de O y de — A', cortan ortogonalmente al círculo, determinado por la siguiente : A' ^h ^ h ri3) < ^ k(A4-h) = 0, siempre que no sea nulo el radio de este último círculo: cosa de sencilla — 40 — comprobación, formando las derivadas y' é T', de y é Y, sustituyéndolas en la expresión condicional y' Y' -{- 1 = O, y contando con las ecuacio- nes (11) y (13). Y, además: como la (13) no depende de a ni de ¡3, concluyese que el círculo á que se refiere y representa es constante con respecto á todos los círculos (11), cuyos centros corresponden á una de las parábolas compren- didas en la ecuación (7). Deduciéndose del mismo modo y con igual facili- dad que los círculos (12) cortan también ortogonalmente al representado por la ecuación (U) ^[2^ ya ^A^ 7^2(7 = 0. A' Luego todos los círculos bitangentes á la cúbica circular (3), que tunen sus centros sobre la misma parábola (7), cortan ortogonalmente á un cír- culo fijo. 46. Sustituyendo en la ecuación Z£C + L2/ + il/=0 K, L y M por sus valores, dados por las ecuaciones segunda, cuarta y sexta de las (5), dedúcese esta otra: px —{A' + K)y + hp — C = O, que representa la recta, definida por los dos puntos de contacto del círculo bitangente con la cúbica, y correspondiente á valores determinados de kyp. De la cual se desprende además la siguiente proposición, hasta ahora in- advertida, creo: todas las rectas que pasan por los dos pu7itos de contado de ¡os círculos bitangentes á la cúbica, y pertenecientes á la misma serie, C ' se cortan en un punto fijo, que tiene por coordenadas — h y — • 47. Trasladando el origen de las coordenadas al centro del círculo (13), para lo cual es menester que sean 2C' X = x'—2h é y — y'~ h — el- la ecuación fll) se transforma en la que sigue: A + k h A \- ha. + h i A + Aj = 0. h{A' + h) Y aplicando al círculo representado por esta ecuación la transformación por radios recíprocos, 6, lo que es igual, poniendo kx. , ky^ .r^ + 1/,- • x^ + y^ A- = — — H h /ía + h [A + K), h hiA' + h) infiérese que ^2 + y 2 _ ux, -2.x,- -^^yx - 2fi¿/i - Y H \- ka. -\-h{A + ]i) = 0: h[A'-^h) ecuación que coincide con la que se trataba de transformar. Análogo cálculo, aplicado á las ecuaciones (12) y (14), nos daría la misma conclusión. Luego los círculos de que es envolvente la cúbica circular (3) no expe- rimentan alteración alguna, ni tampoco, en consecuencia, la misma cúbi- ca, cuando ésta se transforma por radios recíprocos, tomando por centros de transformación los centros de los círculos representados por la ecuación (13), ó por las (13) y (14j, cuando cero es raíz de la (10). De donde re- sulta que las cúbicas circulares son analagmáticas : nombre aplicado á to- das las curvas que coinciden con alguna de sus transformadas por radios recíprocos. 48. Con el nombre de focos de una curva designó Plücker los pun- tos por los cuales se pueden trazar dos tangentes á ella, cuyos coeficientes angulares sean -\- i y — /. Cuando una de estas tangentes, ó las dos, to- can á la curva en lo infinito, llámase singular el foco correspondiente: — 42 — aplicándose el calificativo de ordinarios á los focos de donde parten tan- gentes, cuyos puntos de contacto con la curva se encuentran situados á distancias finitas de los mismos. En la Geometría Analítica establécense reglas generales para determi- nar el número de focos de cada especie: número dependiente de la clase de la curva, que, tratándose de las cúbicas circulares, es igual á seis cuando no poseen ningún punto doble, á cuatro cuando tienen uno, y á tres cuando tienen un punto de retroceso. En el primer caso, el número de focos ordinarios es igual á 16, cuatro de los cuales son reales; á cuatro en el segundo, contándose entre ellos dos reales; y á uno, también real, en el tercero. Para demostrar del modo menos complicado posible esta tan interesante proposición, recordemos íSáímoí^ , Higher Curres planes, ed. 3.", núme- ro ñl) que, en términos generales, la clase n, de una curva plana alge- braica, se halla determinada por la siguiente fórmula de Plucker, cuyo fundamento razonadamente expondremos como nota complementaria de esta obra: 71 =z m {m — 1} — 2o — 3 v. En la cual representan: m el grado ú orden de la curva; o el número de sus nodos; y v el de sus puntos de retroceso. Tratándose, en particular, de las cúbicas, m será igual á 3; y, por lo tanto, m = 6, si la cúbica no posee ningún punto doble (5= O y v ^ 0); á 4, cuando posea uno (o = 1 y V ^ 0); y á 3 cuando presente un punto de retroceso (o ^ O y v ^ 1). Fácil es ver además que, poniendo en la ecuación de una curva C I a) ^==^ y ./•=_, aquella curva se transforma en otra, C, cuyos nodos y puntos de retro- ceso son los puntos en que se transforman los de iguales nombres de la primera, y que será, por lo tanto, de la misma clase. De las ecuaciones (a) se deduce, en efecto, esta otra: ax d.r^ — 43 — según la cual — :— !- tendrá tantos valores en el punto íx^, y,) como ten- d.r ^ ga —^— en el (.r, y): con la particularidad, además, de que, si en este pun- dx to la derivada admite valores iguales, también en el [ír^, y^ ) los admi- ra" tira la dVx dx^ De análogo modo: si en la ecuación de las rectas Y=iX + A, ponemos (y) r=ii y x = X, 1 aquellas rectas se transformarán en estas otras, determinadas por la ecua- ción Y^ = i -\- A X ^, y que pasan por el punto lO, ¿i. Y como, teniendo en cuenta las relaciones íai, (¡3) y lyi, la ecuación de la tangente á la cur- va C, en el punto (x, y), V dy fía- se transforma en la ^i—!/,=-f^iX,-x^), de la tangente á la f" en el (x^,y^), resulta, en conclusión, que las tan- gentes á la primera curva, cuyo coeficiente angular es igual á i, se trans- forman en las tangentes á la segunda, dirigidas por el mencionado punto [O, i). Pero el número de tangentes á la curva C", que pasan por el punto (0,¿), es igual á n, cuando este punto no pertenece á la curva; á n — 1, cuando (O, i) coincide con un punto ordinario de la misma; á n — 2, cuan- do coincide con un punto doble, etc., etc.; según también al final de este libro nos reservamos demostrar. Luego el número de tangentes á C, de coeficiente angular i, será también igual á n en el primer caso; á n — 1 en el segundo; á n — 2 en el tercero, etc. — 44 — Aplicando tras de esto la transformación (¡y.) á la ecuación de las cúbicas circulares, hállase la siguiente: Fx,^ + A',/,^x, + 2 C'f/,.r,^ + 2 C.t,^ + ^.r^ = 1 + y,^, por medio de la cual se ve que [O, i), es un punto ordinario de la curva que representa. Luego el número de tangentes á la cúbica circular, con coeficiente an- gular igual á i , es n — 1 : representando, cumo en el caso general, por 7i la clase de la cúbica considerada. Pero como una de estas tangentes debe coincidir con la asíntota, de coeficiente angular /, que, según ya se vio en el Núm. 42, posee la curva, el número de las mismas, con el expresado coeficiente angular i, y puntos de contacto á distancia finita, se reduce á n — 2. Y por los mismos pasos se concluye también que ii — 2 es asimismo el número de tangentes á la cúbica circular, con los puntos de contacto á dis- tancia finita, cuando el coeficiente angular es — i. Las tangentes del primer grupo cortan á las del segundo en (n — 2)^ puntos, que serán precisamente los focos ordinarios de la ctibica circular á que n en particular se refiera: 16, 4 ó 1 solamente, conforme sea n igual á 6,4 ó 3. De los focos á que nos referimos serán reales los que resultan de la in- tersección de cada tangente del primer grupo con su conjugada del segun- do: cuatro, en consecuencia, cuando la cúbica carezca de puntos dobles; dos, cuando posea un nodo; y uno, cuando presente wn punto de retroceso. Los focos singulares reales resultan de la intersección de las asíntotas conjugadas, ó susceptibles de permutación por el cambio de / en — /. Por referencia á la ecuación (3), estas asíntotas tienen por ecuación y = ±i\x-— (A—A')], hallándose definido el foco singular real por las coordenadas — 45 — 49. Tras de lo que precede, pasemos á determinar los focos ordina- rios de las cúbicas circulares. Si x^ é í/j representan las coordenadas de uno de estos focos, las rectas cuyas ecuaciones sean i/ — i/i = i {X — «ij é y — y^ = — i (X — x^) serán tangentes á la curva. Luego el círculo imaginario que comprende á las dos, debe ser bitangente á la misma curva, y hallar- se, en consecuencia, comprendido también entre los círculos representados por la ecuación (11), cuando cero no sea raíz de (10), ó por las (11) y (12), cuando lo sea. En el primero de estos casos (y de análogo modo puede tratarse el se- gundo), de la identidad x^+f-2ax-2' Q\,. Aplicando tras de esto la ecuación ílOi á la determinación de h, obtié- nese la siguiente: - 47 — //' + A» I P., + R,) + h-^ I n R., — - QJ) = 0. 4 De donde se infiere que, en este caso, dos, por lo menos, de las series de círculos, consideradas en el Núm. 43 , y de que la curva es envolvente, coinciden. Adviértase además que los círculos que pasan por el punto doble de la curva, y son tangentes á la misma curva en otros puntos, tienen cuatro puntos comunes con la cúbica, reunidos en dos; y por eso el análisis del Núm. 43 determina, no solamente los círculos bitangentes, sino también los que, siendo no más que tangentes, pasan por el punto doble. Luego la curva es, en el caso de que se trata, envolvente de tres series de círculos, en general: bitangentes cuando no pasan por el punto doble; y nada más que tangentes cuando pasan por este punto. Si la cúbica considerada tiene un punto de retroceso, las series de cír- culos, á que venimos refiriéndonos, redúcense á dos. Pues derivando dos veces, con relación á jc, la ecuación (16), y poniendo luego x = 0 é y^O, los valores de y' en el origen de las coordenadas se hallan representados por la expresión Q^±yQ./-iP,R., 2R., ¡I z^ » ".a 2 2 ¡J o Luego las dos tangentes á la curva en este punto coincidirán una con otra, y el punto será de retroceso, si En cuyo caso la ecuación que determina los valores de h tendrá tres raí- ces iguales á cero. 52. El método expuesto en el Núm. 49 para determinar los focos de las cúbicas circulares, es siempre aplicable á las curvas de este nombre, sean ó no unicursales. Pero, en el caso de serlo, dedúcense de su aplica- ción soluciones extrañas, 6 pseudofocos, que es necesario excluir. Lo cual procede de que el método citado, no solameute sirve para determinar los focos propiamente dichos, sino también los puntos por los cuales se puede — 48 — trazar á la curva una tangente, cuyo coeficiente sea igual á -)- ¿ ó — i, y otra recta además que pase por e\ punto doble, y cuyo coeficiente angular esté respectivamente representado por — i ó por 4^ i. Estas últimas rec- tas tienen, en efecto, dos puntos comunes con la curva, reunidos en uno, como los tangentes cuyos coeficientes angulares sean — * y + i- lo cual constituye el fundamento del método referido. Luego, si x' é y' represen- tan las coordenadas Aú punto doble, el punto (x^,ii^), hallado por el mé- todo referido, no será foco cuando, siendo diferente del {x,y'), resulte situado sobre cualquiera de las rectas y — y' ^± i(x — x'), que pasan por el punto doble, y tienen por coeficientes angulares -{- i 6 — i, pero que no pueden ser tangentes á la curva, porque, de serlo, tendrían cuatro puntos comunes con ella: lo que es absurdo. Y como por el punto doble no pueden trazarse rectas que sean tangen- tes á la curva en un punto diferente de éste, porque tales rectas tendrían más de tres puntos comunes con la curva, concluyese también que aquel punto solamente merecerá el nombre de foco cuando las tangentes en este punto tengan por coeficientes + » y — '. 53. Para aplicar las doctrinas acabadas de exponer, consideremos, en primer lugar, la estrofoide recta, que tiene por ecuación (^Núm. 23) (íc^ -)- y'^) x = a (x'^ — y^), y de la cual, cotejada con la (3), se deduce que A = a, A' = — a, C=0, C" = O y F=0. Valores que, sustituidos en la (lOj, dan por resultado A = 0, h = a y k = — a. A la primera solución corresponden la parábola 2 2a — 49 — y los círculos, dados por las fórmirlas (12) y (14), Ix - a)á + {y - p)2 = a2 + [¿2, y X'^ + Y^ = 0. La curva, en este caso, es la envolvente de los círculos, cuyos centros coinciden con la parábola, representados por la primera de estas ecuacio- nes: no correspondiendo ningdn foco ala intersección de la parábola con el círculo A^- -[- r- = 0, porque este círculo equivale á las dos rectas Y= zh iX, que pasan por el punto doble de la curva. A la solución /« = — a corresponden la parábola 4a y los círculos x^ -f 2/2 _ 2ax — 2|3í/ + 2ay. = O y X^ + F-^ — 2aX = 0. Y la curva, como en el caso anterior, es la envolvente de los círculos representados por la primera de estas dos ecuaciones, cuyos centros descri- ben la parábola: verificándose además que aquella parábola y el círculo á que corresponde la última ecuación se cortan en los puntos (0,0) y [ — 2 a, ± 2ai\2 ]. El primero de estos puntos es doble y no puede ser foco; y los otros dos son los focos imaginarios de la curva. A la solución li = a corresponde la recta ¡3 = 0, resultando entonces de- finidos los focos situados en esta línea por la ecuación a'i4 + 4a,V — 4a2x,2 = 0. De la cual se deduce que las coordenadas de los focos reales de la estro- foide son [-2a(l±\/2"), 0]. Como segunda aplicación, consideremos la cisoide de Diocles, {x^ + i dos punios equidistantes del E; y en el segundo propónese un método para construir los puntos de inflexión de las cúbicas unicursales circulares rectas. En el número 5 fué considerado el caso particular del teorema anterior correspondiente á la cisoide. CAF'ITULO SEGUNDO CUBICAS NOTABLES (Continuación). EL FOLIUM DE DESCARTES 57. Dase el nombre de foliiim, ú hoja de Descartes, á la curva cuya ecuación, en coordenadas cartesianas, es (1) a-3 — 3a.í-¿/ +í/3 = 0. Curva de que, antes que ningCín otro geómetra, habló Descartes al Padre Mersenne, en sus cartas del 18 de Enero y 23 de Agosto de 1638 (Oeu- vres, ed. V. Cousin, 1824, t. vir, p. 11), en la primera de las cuales desa- fiaba á Fermat á encontrar por su método las tangentes á esta curva, y en la segunda expuso la solución del problema por él discurrida. Ocupáronse también en el estudio de esta curva Roberval, que le dio el nombre de galand (antiguo vocablo francés, sinónimo de noeud de ru- bandj ó ¡lo)' de jazmín; Fermat, en carta dirigida también al P. Mersen- ne, recientemente publicada en el Journal de Mathématiques Spéciales, 1883, p. lü, donde determinó las tangentes por dos distintos métodos; Juan Bernoulli (Opera omnia, t. iii, p. 403), que precisó la posición de su asíntota y halló los valores de las áreas; el Marqués de L'Hopital, en carta á Huygens, de 1693, á propósito asimismo del último de estos problemas; Maclaurin, en su Treatise of Fluxions (p. 198 del tomo i de la traducción francesa del P. Pesenas), que la comparó con la trisec- triz, considerada en el nñmero 34; etc., etc. 58. Como la ecuación del folium no se altera cuando se cambian x por y — 54 — é y por ,r, resulta que la bisectriz del ángulo de los ejes coordenados es un eje de simetría de la curva. Conviene, pues, efectuar un cambio de aquellos ejes, tomando la bisectriz como nuevo eje de las abscisas. Para lo cual sirven las fórmulas X Y é y = X + Y V2 V2 "^ V2 ' V-' que transforman la primitiva ecuación de la curva en esta otra: A'2 (3a — y2X) r2 = 3 (a + V2 X) De cuya consideración fácilmente se desprende que la curva tiene la for- ma indicada en la fig. 12; con un punto doble en O; con la recta DL, cuya ecuación es X ^0D = Figura 12. V2 como asíntota; y el vérti- ce A, situado á la distan- cia del origen O, igual á 3a w Poniendo Y' ^ O en la ecuación 2YY' {a + V2 X) + ^2 Y-' = X {2a — ^2 X), y eliminando después Fpor medio de la ecuación de la curva, hállase que — 55 — Al primero de estos valores de X corresponden los puntos B' y B", cuya ordenada Y es máxima, en absoluto; y al segundo corresponden valores imaginarios de Y. Y si en la ecuación anterior ponemos por Y su valor en X, y hacemos luego ^Y = O, nos resultará 7' = ± 1 : lo cual prueba que las tangentes á la curva, en el punto doble O, forman ángulos de 45'^ y — 45'^ con el eje de la misma curva, y coinciden, por lo tanto, con los ejes de las coorde- nadas á que antes se hallaba referida. (N.° 57). RoBEEVAL fué el primer geómetra que procuró definir la forma del ío- lium de Descartes; pero, conforme advierte P. Tanxery ( Intennédiaire des Mathématiciens , t. iv, p. 126), ni él ni Descartes echaron de ver que la curva se extiende hasta lo infinito: circunstancia notada, no sabemos si con antelación á los demás geómetras, por Juan Bernoülli (1. c), quien logró determinar también su asíntota real. 59. La ecuación del folium, referida á coordenadas polares, es .3a(2cos2fl— 1) "^2 (3 cos9 — 2 cos3 9) De la cual se deduce un procedimiento sencillo de construir la curva, es- cribiéndola del modo siguiente: 26cos'i eos 9 \ eos O / 36 77 I ' 2 o eos n eos O donde b = 3 a. V'" Tracemos, en efecto, una circunferencia de centro C (fig. 12) y radio igual á — b; una tangente á esta circunferencia en el punto A; y la recta variable OS. Y tomando después sobre esta recta el segmento BU, igual á BS, hallaremos, representando por O el ángulo SO A, que 0S = -^ y 05 = ¿cos9. eos 9 — 56 — En consecuencia: OU=OB-{OS — OB)^2hco&H ^—, y eos o OS +US=0S+2 [OS — OB) = -^ ~2b cosO. eos O Luego os.ou ?■■ os + US Para construir, pues, el punto J/de la curva, contenido en la recta OS, basta construir una cuarta proporcional á las tres rectas OS, OU y 0S+ US. 60. A cada folium de Descartes corresponde una trisedrix de Ma- claurin, cuyas ordenadas guardan con las del folium la relación constante de y 3 á 1. (MaclaurIn, 1. c.) En efecto, si en la ecuación (Núm. 35) de la triseetrix, n , — A' ponemos se deduce esta otra: a a, = Vi ., X-^ (3a ~ V2 X) y- := — ^ a + V2 A^ Y, comparando esta ecuación con la del folium , renglones antes conside- rada, concluye también que 4 = 4. . ,, = Vír. — 57 — El foliiim y la trisectriz que acabamos de considerar poseen la misma asíntota y el mismo eje, siendo además la subnormal de la segunda triple de la subnormal de la primera. (51. El folium de Descartes es una curva unicursal. Poniendo en (li y = tx, obtiénense las fórmulas que dan los valores de .r é // en función del parámetro t : dat , ^at^ U l+P 1 + ^3 Y por medio de estas fórmulas vese, como en el número 32, que los valores de ¿, en los puntos en que la recta, cuya ecuación es ¿í.r4- í;¿/ = 1, corta al folium, satisfacen á la condición Si la recta pasa por un punto de inflexión de la curva, en este punto se ve- rificará que i!j ^ í^ ^ 'sJ 7) en consecuencia, t^^ -\- l = (i. Ecuación de que se desprenden tres distintos valores para ¿j, á los cuales corresponden tres puntos de inflexión: uno real y dos imaginarios, situados todos en lo infinito. 02. Para hallar el área limitada por un arco del folium, por el eje de la curva, y por las paralelas al eje de las ordenadas que pasan por los puntos cuyas abscisas son JY,, y X^, emplearemos la expresión Ja-„ de la cual, poniendo a + \J2 X é integrando, resulta que — 58 — representando por Xq y x^ los valores de v en los puntos cuyas abscisas son A^p y A'j. ^ Si Ap ^ O y A, = — —, y, por tanto, ar^ = yS y ; j ^ O, multipli- cando el resultado obtenido por 2, se hallará el valor del área A^, limitada por la parte cerrada de la curva A, 2 Y poniendo A'p = 0 y Aj ^ —, lo cual exige que sean ;íq = y 3 y x^=¿= oo , con sólo doblar el resultado se verá que el valor del área com- prendida entre la curva y su asíntota es también igual á — á^. 03. Partiendo de la ecuación (1), obtiénese también fácilmente el área B, limitada por un arco del folium; por una de las tangentes á la misma curva, en el punto doble 0; y por dos paralelas á la otra. Poniendo, en efecto, // = -^ en la ecuación (1), hállase que t¿ x^ -\- u^ ^3au'^; y 2u^ du -\- x^ dx = iau^ du Con lo cual /yd.r = I - — dx = I íiaudu — 2?¿3 du) = 2au" u'* = J u' J 2 ax^ 1 «'* 1 1 x^ De manera que, representando por .Tq é tj^, y x^ é i/^ las coordenadas de las extremidades del arco considerado, hállase, en fin, que 2 ^ V ,Vi i/o I Resultado obtenido por Juan Bernoülli (1. c.) y el Marqués de L'HóPi- TAL (1. c). — 59 — II LA ANGUINEA DE NEWTON 64. Newton, en su Enumeratio linearum tertii ordinis, publicada en 1701, did el nombre de anguinea, 6 serpentina, á la curva que tiene por ecuación x^ y -\- abfi — a^ .r = O : curva que constituye una de las setenta y dos especies de cúbicas que el gran geómetra enumera en aquel célebre trabajo. Para estudiarla, supongamos primeramente que a y b poseen el mismo signo. Escribiendo entonces la ecuación bajo la forma y tt" X x^ -\- ab y llevando también en cuenta la igualdad , a^ (ab — x^) y = > sin dificultad se concluye que la curva (fig. 13) pasa por el origen de las coordenadas; que se extiende indefinidamente en el sentido de las abscisas positivas y negativas; que O es un centro; que sus ordenadas adquieren un valor máximo y otro mínimo en los puntos A y B, correspondientes á las abscisas .r= \ab y x = — V'^^- y que el eje de las abscisas es asín- tota suya. La igualdad ?/ 2a^ {x^ - 3ab) X (.r2 + abf Fignra 13. muestra parecidamente que son puntos de inflexión de la curva el origen O de las coordenadas, y aquellos otros cuyas abscisas son iguales á -|- y 3ai - GO — y — y ?>ab. En el primero de los cuales ij' = , y la tangente á la cur- 86 va es paralela á la hipotenusa del triángulo rectángulo que tiene por vér- tices el origen de las coordenadas y los puntos (O, a) y (86, 0). 65. La ecuación de la tangente á la curva en el punto (x, y), ■^ (a-2 + a6)2 da, poniendo Jí = O, 2f'x r= Y por medio de esta fórmula se puede construir el punto en que la tan- gente corta el eje de las ordenadas, y, como consecuencia, la tangente. 66. La expresión del radio de curvatura es m a'* íc2 K •■ 2{x^' — ?,ab)f ) representando por N la longitud de la normal á la curva en el punto (,r, ij). 67. El área A, limitada por la curva, por el eje de las abscisas y por una recta paralela al eje de las ordenadas, tiene por expresión A^ í yd.v = ^ , .r^ -I- ab log . ab Y, en particular, el área A^, limitada por la curva, por el eje de las abscisas, y por una paralela al de las ordenadas, trazada por el punto don- de // es máximo, ó .r ^= \ ab, se halla representada por la fórmula así como el área, limitada por la curva, por el eje de las abscisas y por la recta paralela al eje de las ordenadas, que pasa por el punto de inflexión, lo está por esta otra: A.^ = a- log 2. — 61 — 'Se ve, pues, que el área de OAP es igual á la de ACRP. 68. En el caso de que a y b tengan signos contrarios, la forma de la curva seiá diferente de la hasta ahora considerada, porque entonces ij tiende hacia x cuando x tiende hacia \ — ab y hacia — \ — ab; y las rectas, dadas por las ecuaciones x = \ — ab y x = — y — ab, son asíntotas de la curva. Como, además, // es negativa en el intervalo de .r^ O á j"^ y — ab y en el de .r ^ — y — ab á ¿t' = co , y positiva en los otros intervalos, concluyese sin dificultad que la curva posee la forma indicada en la figu- ra 14, en la cual OP = V — ab y 0Q = — y — ab, con dos puntos de inflexión imaginarios y uno real en O. 09. Cuando a y i sean del mismo signo, hállase ligada la anguinea con el círculo que tiene por ecuación (-!) + r Figura 14. mediante una relación alge- braica muy sencilla. Supongamos, en efecto, que a-^aó y «- = aí3, y la ecuación de la anguinea se transformará en esta otra: .y = ap.r .r2 + 7.2 En la cual se transforma asimismo la del círculo, si por X é Y se ponen en ella las siguientes expresiones: (1) A^ = Y=¿/. Luego á cada punto {X, Y) de la circunferencia considerada corresponde otro punto (.r, y) de la anguinea, ligado con el primero por medio de las anteriores últimas relaciones. — 62 — Además: representando por KL (fig. 15) una recta, dada por la ecua- ción y = OL = a; por M un punto cualquiera de la circunferencia consi- derada; y por mP y mB otras dos rectas, paralelas á los ejes coordena- dos, de los triángulos POM y LOB, se deduce que OP OL PM PM Y X LB Ptn Pm Luego las coordenadas, x = Pm é 1/ =^ OP^ Y, del punto tu satisfacen á las relaciones (1), y, en consecuencia, 7)i será el punto de la anguinea correspondiente al M de la circunferencia. De donde se desprende un pro- cedimiento muy sencillo para construir la primera de estas dos curvas. Más todavía: la ecuación de la tan- gente á la circunferencia en el Jí tie- ne por expresión X, Fisura 15. X^ dX (IX y,- y), <5 dy dy Y, ■y y á la anguinea, en el m, esta otra: X,-a:^^{Y, dy y), 6 xy dx X, dy Y como de la relación X = se deduce parecidamente que dX , dx dy dy dX dx por eliminación de la Jl y de los coeficientes diferenciales dy ' dy entre estas varias ecuaciones, se desprende, finalmente, la que sigue: y — "- xy X, 5'i = 1: — 63 — á la cual deben satisfacer las coordenadas A'^ é Y^ del punto de intersec- ción de las dos tangentes consideradas, á la circunferencia en M, y en m á la anguinea. Pero la ecuación de la recta que pasa por P (O , y) y por B (,r , y) tiene por ecuación precisamente la que se acaba de deducir: luego aquellas dos tangentes se cortan sobre esta recta. Y, por lo tanto, uniendo con el punto ?» el de intersección de la tangente d la circunferencia con la recta PB, se obtendrá la tangente á la anguinea. in EL TRIDENTE DE NEWTON 70. También comprendió Newton esta curva en su ya mencionada Enumei'atio linearum tertii ordinis, asignándola por ecuación ésta: y 7)1 X Para hallar la forma del tridente^ supongamos primeramente que m y D son positivas. En este caso // tiende hacia co cuando x tiende hacia O, pa- sando por valores positivos; y hacia — ce cuando x se aproxima á O, pa- sando por valores negativos. Luego la curva tiene por asíntota el eje de las Fisur.1 l(i. Figura 17. ordenadas, y, por relación á esta asíntota, la disposición indicada en las figuras 16 y 17. Cuando x tiende hacia ± co, ¿/ tiende hacia -f- co. Luego las dos ramas — 64 — de la curva se extienden indefinidamente, en el sentido de las ordenadas positivas y de las abscisas positivas también, la rama de la derecha; y en el sentido de las ordenadas positivas y de las abscisas negativas, la rama de la izquierda. ' A las rectas paralelas al eje de las abscisas, que tienen por ecuación y = k, corta la curva en un punto ó en tres. Uno de estos puntos hállase siempre situado en la rama izquierda del tridente, y los otros dos, simul- táneamente, en la misma rama, 6 en la opuesta de la derecha. La ecuación que determina las abscisas de estos puntos, ,r3 + Bx'^ + (C— 7nl:) x + D = 0, tiene, en efecto, por ser — D el producto negativo de sus tres raíces, ó dos de éstas imaginarias y una real negativa; ó las tres negativas; ó dos positivas y una negativa. De análogo modo: las abscisas de los puntos de la curva, donde y es máxima 6 mínima, dependen de la ecuación 2x^-hBx^ — D ^^_ ^ 2x^ + Bx^- — D = 0. La cual, por ser positivo el producto de sus tres raíces, y nula la suma de los productos de las mismas, tomadas de dos en dos, ó tiene dos raíces imaginarias y una positiva, 6 dos negativas y positiva la restante. Luego uno de aquellos puntos pertenece siempre á la rama colocada á la derecha del eje de las ordenadas; y los otros, cuando existen, pertenecen ambos á la rama situada á la izquierda del eje. Por ser 2 {x^ + B) y mx" vese que la curva tiene un punto de inflexión real, cuyas coordenadas son C -B\/l^ x = —\Jd é y m En cuanto precede hemos supuesto que m y D eran positivas. Pero, si 65 una ó ambas cantidades son negativas, fácil es ver que la curva conserva la misma forma, y que únicamente varía su posición por referencia á los ejes coordenados. 7 1 . Para concluir, expondremos en dos palabras el procedimiento dis- currido por LoNGCHAMPS ( Essüí SKI- la Oéométrie de la Regle, etc., Pa- rís, 1890, pág. 110) para construir fácilmente la curva de que se trata. En primer lugar, advirtamos que la ecuación del tridente puede escribirse de este modo: ^.3 _^ 5a,2 _^ J) C_ m m X La cual, mediante un simple cambio del origen de las coordenadas, se re- duce á la siguiente, algo más sencilla: íc3 + Bx^ -f D m X Hecho esto, tracemos la parábola (fig. 18), cuya ecuación sea X2 = mY; y en el plano de la curva señalemos un punto 7>, que tenga por coordenadas a y b, siendo a = —B D ma Tracemos después la recta AB, paralela al eje de las abscisas; la recta, de posición variable, AC; la paralela al eje de las ordenadas CM; y la recta B3í, paralela á la ^ C. Y el lugar geométrico descrito por M, cuan- do AC varíe de posición, será la curva pedida. En efecto: representando por x' é ^' las coordenadas del punto C, y por xé t/\as del M; y expresando, además, que este punto M corresponde á la recta B2Í, y el C á la parábola, hallaremos que X- '='«/; é í/ — 6: ix - ■a . X — 66 — De do'nde, por eliminación de x' é y', se desprende la ecuación del tridente y = j-" — a j'2 + ahm x^ + Bx"^ + D m X mx IV LA CONCOIDE PARABÓLICA DE DESCARTES 72. Consideremos una parábola (fig. 19 1 BAC, cuyo vértice A se mueva sobre una recta fija (el mismo eje de la parábola), que tomaremos por eje de las abscisas; un punto fijo D , situado en el eje de las ordena- das; y otro E, móvil con la parábola, de tal ma- nera que la distancia AE ^^ conserve constante. La recta DE, cualquiera que sea su posición variable, cortará á la parábola en dos puntos J/ y N , generadores de una curva á que Descar- tes, en su Oeometría , publicada en 1637, don- de la consideró y mostró el papel que representa en la construcción de las curvas del 5.° y del 6.° grado, dio el nombre de concoide parabólica, por la analogía de su generación con uno de los modos de generación de la concoide de Nicomedes. 73. Para hallar la ecuación de la concoide parabólica, póngase Figura 19. OA = h, AE = h, y OD= — c; y sean además w2 ==a(x — b) é Y b + h X — c is ecuaciones de la parábola y de la recta DE. La condición para que la parábola y la recta se corten es b^h c; 67 y la ecuación de la curva considerada se obtendrá por eliminación del pa- ráraefro variable, b, entre esta ecuación y la do la parábola. Operación que da por resultado el que á continuación se expresa: ^_ (y -\- c) {y^ — ah) ai/ del cual se deduce fácilmente que la concoide parabólica es un tridente, como los representados en las figs. 16 y 17, aunque en distinta situación con respecto á los ejes coordenados; que corta al de las y en los puntos (O, — c), (o, V a/¿ ) y (o, — y ah ); tiene por asíntota el eje de las absci- sas; y posee una inflexión en el punto real, correspondiente á la orde- nada y ach . 74. Algunos autores, como, por ejemplo, A. Conté (V. Nouvelles Aúnales de Math., 1894, pág. 414), designan también con el nombre de la curva de que traíamos á la obtenida, trazando un haz de rectas divergen- tes, que pasen por el foco de una parábola cualquiera, y señalando sobre todas ellas, á partir de sus intersecciones con la misma parábola, segmen- tos de longitud constante. Pero la curva así formada, cuya ecuación polar es P = r «-') 2(1— eos e) y la cartesiana i {x^ + ¡r^ + kxy^ = (a + 2/.- + 2a-)-^ {x^ + if), no coincide con la estudiada por el célebre fiiii.Y entonces, de la fórmula general anterior se deduce que ,2. A^ = na igual á cuatro veces la del círculo director de la misma curva. 80. El volumen del sólido engendrado por la cúbica de Agnesi, cuan- do la curva gira alrededor de la asíntota, ó eje de las ordenadas, se halla expresado por esta fórmula: T' 81. Como inseparables de la curva que acabamos de examinar, son otras dos, con ella en su generación estrechamente relacionadas. - 71 — Una de estas curvas, denominada también cúbica de Agnesi, aun cuan- do tan sutil geómetra no fijase su atención en ella, tiene por ecuación xy'^ = a^ (2 a — x), y ha sido recientemente considerada por Longchamps en su Essai sur la Géométrie de la Figle ei de l'Equerre (Paris , 1890). Y la otra, definida por la ecuación (2íc - a) (;i-2 + .v2) ^ax^, y representada en la fig.^ 21 por la línea A.^ A A.^ylo fué por Peano, que la denominó visiera, en sus AppUcaxioni del Calcólo Infinitesmale (To- rmo, 1897, p. 7). GiNO Loria, que llamó la atención de los geómetras sobre las relacio- nes de ambas curvas con la de Aonesi, renglones antes estudiada, aplicó á la primera el nombre de psendoversiera; siendo de advertir que ya ésta había sido mencionada por Leibnitz en sus cartas á Huygens, año 1673, conforme, muy poco há, anunció AuBRY (Journal de MathémaUques Spéciales, 1896, p. 180); y que la visiera de Peano es, simplemente, una concoide de Slüse (Ntám." 18), que tiene un punto aislado en el origen de las coordenadas, y por asíntota la recta que pasa por el centro C del cír- culo director, y es perpendicular al eje O.c de las abscisas. Curva, por otra parte, que resulta engendrada por el punto medio del segmento 3IN{ñg. 20), conforme el m engendra la versiera: así como la pseudoversiera de Long- champs resulta también de la misma versiera con sólo doblar las abscisas de sus puntos, sin alterar la longitud de las ordenadas. 82. \jü. pseudoversiera hállase ade- más muy de cerca relacionada con la cisoide de Diocles. Sean, en efecto (fig. 22), m un pun- to de la pseudoversiera; KL una recta fija, cuya distancia al origen de las coordenadas y al punto fijo C supondre- mos igual á a; MC una recta variable que gira alrededor de C ; y niM y P L Figura 22. mB dos rectas paralelas á los ejes. Y con esto tendremos, suponiendo que mP^ xj, MP = Y, 0P=^ X, y 2a — X Por medio de esta igualdad, la ecuación de la pseudoversiera transfór- mase en esta otra: ^,^ i2a-xy ^ que corresponde también á una cisoide de Diocles. Para convencerse de esto último, pongamos el origen de las coordena- das en el punto C, de manera que x -\- Jí^ 2a, y hallaremos entonces r^: .Y 3 2 a — X con lo cual la coincidencia de una curva con otra es evidente. 83. El método de transformación acabado de aplicar débese á Ma- CLAüRiN. Y puede ser también emplea- do para derivar de la pseudoversiera el folium de Descartes. Designemos por »« un punto de la pseudoversiera; por KL (fig. 23) una paralela al eje de las ordenadas, cuya distancia, OL, á este eje sea igual á — a -\- \ 3 a; y por O' un punto cuya distancia á O lo sea á - a. Trazando 2 la recta mB, paralela á O.r; después la recta O'B; y, por último la mM, paralela al eje de las ordenadas, obtiénese un punto M, que pertenece al folium de Descartes. En efecto, poniendo mP=^ y, MP^ Y, y OP^x, resulta que K m , 3 M|'-' ,/'' -' i 0 0 P L X Fisnra 23. - 73 - 1 íc a Y 2 y V's aVS y, en consecuencia, contando con la ecuación de la pseudoversiera, poco antes consignada, Y= ^-^ a A / 2a — X 2V3 Ecuación ésta que representa un folitim de Descartes, conforme puede verse con sólo llevar el origen de las coordenadas al punto O', poniendo para ello x = X ^ a. Porque entonces resulta A' A /3a — 2X _ X \ I U — V2 X y'g- V 2A + a ~ s/l\ T+\l2X donde b = V/2 84. De la. pseudoversiera se puede también derivar una anguinea de Neivton por medio de la i rans formación de Maclaurin. La ecuación de la pseudoversiera 2a^ f + a^ y esta otra, 2^27 A': 72 + a-^ que representa una anguinea, dan, en efecto, poniendo Y= y^ y dividién- dolas luego miembro por miembro, la siguiente relación entre las abscisas, correspondientes á la misma ordenada: X ffl^ a"" aay' — 74 — Por consiguiente, si KL es la recta (fig. 15), que corresponde á la ecuación I ^ LA = , m un punto de la pseudoversiera; y mB y niM rectas paralelas á los ejes de las coordenadas, M es un punto de la anguinea considerada. La interesante correspondencia aquí establecida entre la pseudoversiera, la cisoide, el foliiim de Descartes y la anguinea, no sabemos que antes de ahora haya sido puesta bien de relieve por nadie. VI LA CURVA DE ROLLE 85. Dase el nombre de curva de Rolle á la cúbica que tiene por ecua- ción (1) j-2/2= «(0. La cual, resuelta con relación á y, se convierte en esta otra: ax ± X \ ax a^ x X — o _ - ± x"^ — a'- Con cuyo auxilio y el de las dos siguientes, derivadas suyas, a^{±x'^—2a^) , „ a'^[—l±^a~^x~^) 2 (±;r2— a2) 4 (±íc2-a'0' vamos á determinar la forma de la curva. En primer lugar advirtamos que, según la ecuación (2), la curva debe hallarse situada por completo del lado de las abscisas positivas (fig. 24). Las ecuaciones (2) y (3), poniendo en ellas .r = O, muestran además que 75 — R e\ / 10 A 1 \\^ F ■— 1 D c\ /M Figni'a 24. el origen de las coordenadas constituye un yunto de retroceso de primera especie, formando la tangente en este punto un ángulo de (—45°) con el eje de las abscisas. Al signo superior de la expresión de ij corresponde una rama infinita OC, cujas ordenadas son nega- tivas y crecientes, cons- tante é indefinidamente, en valor absoluto, cuando ,r varía desde O hasta a/ y una rama infinita, EGM, cuyas coordenadas son po- sitivas y crecientes hasta lo infinito, lo mismo cuando x se aproxima al valor de a que cuando propende luego hacia co. La recta AB, que tiene por ecuación ,r = a , es una asíntota de estas ramas. La expresión de ij' , correspondiente al signo superior, es nula cuando x = ia: luego la curva posee un punto G, cuyas coordenadas OD y DO, son ;x;=4aé_í/ = 4rt, donde y adquiere un valor mínimo. Consideremos ahora la rama de la curva correspondiente al signo infe- rior de la expresión de //. Como en este caso es ;/ negativa, cualquiera que sea x , esta rama se halla por completo debajo del eje de las abscisas; y, como es // = — — a, cuando x = a, vese que corta á la asíntota en el punto cuyas coordenadas son j- = a é V = «• El coeficiente angular de la tangente en este 2 punto es igual íí , y, por tanto, independiente de a. o En la rama de la curva que estamos considerando no existe punto algu- no en que la ordenada sea máxima ó mínima; y como y tiende hacia — oo cuando ,r tiende hacia + ^> concluyese que aquella rama se extiende in- definidamente en el sentido de las abscisas positivas, alejándose cada vez más del eje de las abscisas. La expresión de y" muestra que en las ramas que corresponden al signo — 76 — inferior de la expresión de y no existe punto alguno de inflexión á distan- cia finita; pero que sí existe uno en la rama EGM, correspondiente al signo superior de la misma expresión. Las coordenadas de este punto son x^'da . 9 é w ^ — a. ^ 2 86. La ecuación de la tangente á la curva de Rolle es J-/ 1 J- ^\ Y-y= ^ ^ Y^^^-"^^- (± x^ — ajf Y la ordenada del punto, en que esta recta corta al eje de las ordenadas, tiene por expresión 1 — 2S/ax 87. La cuadratura de la superficie, limitada por un arco de la curva de Rolle, por el eje de las abscisas, y por dos paralelas al eje de las orde- nadas, trazada por los puntos cuyas abscisas son íCq y Xj, se obtiene por medio de la fórmula ^ ^ 2 Va r± "' V"'' - -^o V-^'" + ^''^ - ^°^ ^^ ± g (V^^ - ^7J Lo í5 \/a;o=P\/a _ 88. La ecuación (1), que acabamos de considerar, está comprendida en la ecuación más general a' //- = a (;/ — ni x)"^, estudiada por Elgé en un artículo Sur la courbe de Rolle, publicado en el Journal de Mathématiques Spéciales (1896, p. 32), en el cual se expo- ne un método para construir la curva de Rolle por medio de una parábola. — 77 VII LA CÚBICA MIXTA 89. Filé dado por Longchamps (Essai de la Géométrie de la Regle et de V Éqnerre, Faris, \ 890, jj. 116) el nombre de cúbica mixta á la curva que tiene por ecuación y cuya forma se determina fijando la consideración en las siguientes expre- siones: Va , \ I a x—2b „ \ I a ib — X -b 4:{x—bf Sean, primeramente, a >- O, y 6 > 0. La forma de la curva será en este caso la indicada en la figura 25, compuesta de dos ramas, simétricamente dispuestas con relación al eje de las abscisas. La recta AB, definida por la ecua- ción X = b, es asíntota de la curva; y, por ser í/' ^ O cuando x^=co, tiene ésta además una asíntota pa- ralela al eje de las abscisas, á dis- tancia infinita. Luego cada rama de la curva presenta forma hiperbólica por una de sus extremidades, y forma parabólica por la otra: circunstancia que dio origen al nombre por el cual la curva en conjunto es conocida. Ijas ordenadas adquieren además dos valores, máximo y mínimo, en los puntos By B, donde x = 2b é y ^=±2 y a ¿> . En tanto que los pun- tos E y F, cuyas coordenadas son (4 i, — y 3 \J ab), son puntos de infle- ó xión, y el O punto aislado de la misma curva. Fianr,! 25. — 78 — En el caso de ser rt-0,la curva tiene la forma indicada en la figura 26: convirtiéndose entonces los puntos de inflexión y los de ordena- da mííxima y mínima en j^uníos imagi- narios, y el antes aislado O en un nodo. Y cuando sean «<0y6<0, ó a > O y 6 < O, hállanse curvas de las mismas formas en los anteriores supues- — j tos ya consideradas. 90. La cúbica mixta puede cons- truirse por medio de una parábola (LoNGCHAMPS: /. c), conforme ahora veremos. Fignva 26. Sea ^B (fig. 27) una recta que tiene por ecuación x = b; y M un punto de la parábola, cuya ecuación es í/2 =: ax. Tomando sobre la recta OM, lí partir del punto M, una longitud MN igual á OC, N será un punto de la cúbica mixta á que nos referimos. En efecto: supongamos que COB= O, y ON^ p; y hallaremos que 0C = - eos O y 031= a eos 9 2F sen y, por lo tanto, ?■■ h cosE + a eos O sen^d Ecuación polar ésta de la curva descrita por N, cuando OM varía de posición, girando alrededor de O; y que, expresada en coordenadas carte- sianas, concuerda con la de la cúbica de que se trata. 91. La rectificación de las cúbicas mixtas depende de las integrales elípticas. En efecto, suponiendo que y = tx, la curva puede ser represen- tada por las ecuaciones X ■■ a + br- ¿2 a-\~br- t De manera que ds _\/b^-i^' — 2a bt^ + a^t^ + ia^ <6 dt; - 79 6, poniendo t'^ = %, b-^x. — 2ab-{-— + ^''' ds = , dz. 2 \/62;t3_2a62;2 + a2« + 4a2 Sabido es además , y fácil de verificar <5 comprobar por diferenciación, que ia^dz ^_^f \\¿F(x)l _ (^ _ dx b^ _ dx, donde F (í) = ¿2 .3 _ 2a¿x2 _j_ a2 . _j_ 4 ^2. Luego ¿2 *2._f2a6-ÍÍU^ 1 \ 2 / 2x 1 ds = — , 2^ ^F(x) Y, poniendo ahora 14^]' I 7 j. 2 a 3 ¿ de la expresión anterior se deduce la que sigue : , , tidu / 4 1 , \ du ds = o — , I — a o V4m3 — g^u — g^ V3 2 / y 42*3 — ^^ „ — g^ I _^! ^^'* ^ . _ A f^ r V ^ "^ ~ g'i ^ ~ g-2 í. 2* (m + A) \/4i^3 —g^u — g.^ 4 L M + A J ' designando por g^ y g^ estas otras expresiones: Luego la rectificación de las cúbicas mixtas depende de las integrales elípticas de L", 2." y 3." especie ;du í* udu í* du \4:u^—g^u—g.¿ J '\J iu^—g^u~-g.¿ J {u-{-k)\iú^—g^u—g.¿ reducidas á la forma normal adoptada por Weierstrass. VIH EL FOLIUM PARABÓLICO 92. Con el nombre de foUiim parabólico se designa la curva dada por la ecuación (Longchamps: Géométrie de la Regle et de l'Equerre, París, 1890, jj. 120) x^ — a (ir- — //■-) — bxy = 0. Cuando es 6 ^ O, la curva resulta simétrica relativamente al eje de las abscisas, y el folium se denomina recto; y cuando h es diferente de O, el folium se llama oblicuo. Fácil es ver, por medio del método de las asíntotas, que el folium para- bólico carece de asíntotas á distancia finita, y que, como la parábola, tiene una dirección asintótica única, que coincide con la dirección del eje de las ordenadas. 93. Escribiendo la ecuación del folium parabólico bajo la forma tj = x- b±\¡h'^—4.a(x — * 2a y atendiendo á la igualdad Fignra 28. 2« 2aS¡h^—'ka{x—a) ' también se ve fácilmente que la cur- va es de la forma indicada en la figu- ra 28, con un punto doble, O, en el origen de las coordenadas, donde las tangentes á las dos ramas de la curva que allí se cruzan son perpendicu- lares una á otra, según demuestra la fórmula b ± \/b'-- + 4a2 — 81 — En el punto A, donde la curva corta el eje de las abscisas, es .r = a; y en el punto D, correspondiente á la misma abscisa, y = b. 94. El foliiim parabólico es una curva unicursal. Poniendo en su ecuación y = tx, se desprenden estas otras: x = a[\~f^) + bt, y = a[V — t-)t + brK De las cuales se concluye la siguiente: dat^ — 2bt — a dy_ dx 2at- Luego los valores de t en los puntos C y E, donde las ordenadas adquie- ren un valor máximo y otro mínimo, serán éstos: í = b ± \/b^ + 3fl^ 3fl y el de ¿ también, en el punto B, donde x pasa por un valor máximo, y la tangente á la curva es paralela al eje de las ordenadas, este otro: M, 95. Y, por último, es de advertir que la curva de que se trata, puede ser construida por el sencillo método que sigue (Longchamps, /. c): Sea OABC (fig. 29) un rectángulo, cuyos lados O A y AB sean iguales á a y b. Por el punto O trácese la recta ar- bitraria OD, y por el D la perpendicu- lar DE á esta recta; por el Í7 luego la perpendicular EE á DE; y por el í\ finalmente, la perpendicular í'Jf á OD. El lugar descrito por M, cuando OD varíe, será el folium parabólico que se trata de construir. A Fif;ui-a 20, — 82 — Representando, en efecto, por O y p las coordenadas polares MOA y OM del punto M, serán cos'j MI) = FE=DE tangO = -— tangS = "'^"°^'^~^ tangS. eos 6 eos 6 Y de estas igualdades y de la siguiente ^=OM=OI) — MD resulta la ecuación de la curva, referida á coordenadas polares: n a tangO — /; cosS eos 6 tangO. De la cual sencillísimamente se deduce la ecuación del foUuní, expresada en coordenadas cartesianas, renglones antes expuesta y discutida. IX LAS PARÁBOLAS DIVERGENTES 90. Así denominó Newton en su Enutheratio linearum tertii onlinis las curvas comprendidas en la ecuación (1) y^ = a.c'^ + hx'^ + cx + d: las cuales, según el mismo gran geómetra nos enseñó, desempeñan impor- tante papel en la teoría general de las cúbicas: como que la misma ecua- ción (1) puede representar la perspectiva de todas las curvas de este últi- mo nombre. Por qué camino logró Newton descubrir tan interesante propiedad, nadie lo sabe, ni es fácil adivinarlo. En la obra citada encuéntrase, sí, enunciada la proposición bien explícitamente; pero no formulada su de- — 83 — mostración, que discurrieron antes que nadie, y publicaron por separado, los geómetras Clairaut y Nicolb, en el volumen de las Memorias de la Academia de Ciencias de París, correspondiente al año 1731. El bello teorema de Newton á que nos referimos equivale al que ahora procuraremos demostrar, enunciado en estos términos: A nialqnicr cúbica corresponde una parábola divergente, deducida de la misma cúbica por transformación homográfica. Designemos por f(X, F) ^ O la ecuación de una cúbica cualquiera; y, aplicando á ella la fórmula de Plucker (Salmón, Hygher plañe curves, S." ed., n.° 82), r. = 3w(m — 2)— 6o — 8v, en la cual m representa el orden ó grado de la curva, 3 el número de sus nodos, y V el de los puntos de retroceso, desde luego se concluye que, por referencia á las cúbicas, el de puntos, i, de inflexión es siempre im- par: por lo cual ha de ser real uno de ellos, cuando menos. Sentado esto, concibamos en el plano de la cúbica un triángulo, cuyos lados ¿i, A' y A" sean respectivamente segmentos de recta, tangente el primero á la cúbica en un punto de inflexión real; de dirección arbitraria el otro, pero sujeto á pasar por el mismo punto; y el tercero de posición, que nos reservamos determinar ó definir más adelante. Y designemos por [X, Y) un punto de la cúbica en particular considerada; y por x,^, jc^ é y^ las distancias respectivas de aquel punto á los tres lados del triángulo, ó las coordenadas trilinealcs del punto (X, Y), por referencia al triángulo de que se trata. En tales supuestos, podremos escribir que x^ = a^X + b^Y-{-c^; tjy = a.¿X^b.^Y+ c^\ %^ = a^X'\-b^Y-\- c^. designando por las letras a^,b^y c^; cr.3, h.^ J ("2] y a^, b^ y c^, cantidades independientes de X é Y, y dependientes de las ecuaciones de las rec- tas A', A" y A, conforme se consigna y explica en los tratados corrientes de Geometría Analítica, y nos consideramos dispensados de reproducir en este lugar. Sustituyendo los valores de X é Y, desprendidos de estas ecuaciones, en la ecuación de la cúbica considerada, obtiénese otra ecuación homogé- — 84 — nea en coordenadas trüineales, también de tercer grado, y de forma fácil de precisar. Para lo cual basta advertir que la recta A corta :í la cúbica en tres puntos., reunidos en el de iuterseccifín de las A y á', y cuyas dis- tancias á A' son, en consecuencia, nulas; y que la ecuación de la cúbica así deducida debe, por lo mismo, ser de forma tal que de ella se despren- dan tres valores de i\, iguales á cero, cuando á la vez se suponga que :íj ^ 0: de la siguiente, en suma: ax^ = X, (t/,2 + Ax;^ + Cx;^ + Dx, u, + Ex, x, + Fy, z,), 6 ax¿' = X, (Ax-^ + Ex, X, + Cx;^) + y, x, (y, + Dx, + Fx,). Advirtamos ahora que, aplicando á esta curva la ecuación 1 ''1 t representativa de la polar del punto (Xq, ¿z,,, x^), relativamente á la curva f{x„y,,x^^Q,y tomando para punto (.'y , y^ , ;? y) el de intersección de las rectas A y A', en el cual se verifica que Xq ^ O y x^ = O, dedúcese que x,y,{2y,-^Dx, + Fx,) = i). Luego la recta x, = O y la 2y, -\- Dx, -\- Fx, = O constituyen la polar del punto considerado. Pues si para completar la definición del sistema adoptado de coordenadas trüineales convenimos en que el segmento A" corresponde á la recta representada por la última ecuación, que debe re- ducirse entonces á y,^Q, hallaremos finalmente que D = O y F= 0. Luego, referida á los ejes así establecidos, la anterior ecuación de la cúbica podrá escribirse de este modo: (2) ax,^->ri'x,^x,-\-cx,x,^-\-dx,^ = y,'Z^. De la cual se deducirá otra en coordenadas cartesianas, x é y, ligadas con las X é T por las relaciones (3) j^= ^1 = «i^+^i y+q ^ .'/i___«2_-Y+Í2r+co «3 ^ + ¿3 5' + rg ' x, «3 A' + ¿3 r + c. — Bo- cón sólo poner en ella xz^ por .T^,éyx^ por ij^: encontrándose entonces precisamente la de partida (1). Luego á cada punto (A", YJ de una cúbica cualquiera corresponde otro punto (x, y) de alguna de las cdbicas comprendidas en la ecuación (1), hallándose ligadas las coordenadas de ambas curvas por las relaciones (3), que definen la irans formación homográfica de una curva en otra, confor- me nos propusimos demostrar. De este género de transformación trató profundamente Chasles en su importante producción matemática, titulada Mémoire de Gcométrie sur detu- principes géncraux de la science: la dualitc et I' homographic: en la cual aquel tan ilustre geómetra enseña que la transformada homográfica de cualquier curva representa una perspectiva de la misma curva. Propo- sición que al final de este libro demostraremos, para completar así, con lo ya en este párrafo expuesto, la demostración del teorema de Newton, renglones antes enunciado. í)7. La ecuación (1) puede simplificarse desde luego, ó reducirse á la forma (4) í/2 = ax^ -\- ex -\- d, con solamente trasladar el origen de las coordenadas al punto ( ,0 ). \ Za ) Para ver cuál es la forma de las curvas contenidas en esta ecuación, ha- bremos de considerar diferentes casos, comenzando por advertir que el eje de las abscisas es siempre un eje de simetría de la curva de que se trata; y para fijar las ideas, supondremos también siempre que a > 0. Caso 1.° — Admitamos que las tres raíces a, p y y de la ecuación ax^ -\- ex -\- d = 0 sean reales y desiguales, y que a ;> (3 > y. La curva corta en este caso al eje de las abscisas en los puntos A, B y C , cuyas abscisas son iguales á '>'■, p y y. Y entonces las ordenadas se- rán reales y crecerán indefinidamente con x , cuando sea x >■ a; imagi- narias, por el contrario, cuando ,r esté comprendida entre a y p; reales y finitas, cuando x se halle comprendido entre p y y; ^ imaginarias de — 8fi — nuevo cuando .r •< y. I^iego la curva se compondríí de una rama cerrada (fig. 30) CLBMy de una rama infinita NAP. Por medio de la derivada 3 a j'2 -)- c (5) .í/' = 2. y Fignra 30. vese que las tangentes en los puntos A, B, C son perpendiculares al eje de las abscisas. Y, valiéndonos de ^a ecuación . ^ax'^Ar c = 0, que, en virtud del teorema de Rolle, debe tener una raíz, com- prendida entre p y a, á que co- rresponde un valor imaginario de jl , y otra, comprendida entre ¡5 y y, á que corresponde un valor real de //, determinaremos la abs- cisa de los puntos L y .1/, donde el valor absoluto de las ordenadas es máximo. Advirtamos afín, antes de abandonar este asunto, que, escribiendo la ecuación de la curva del modo siguiente: ij- =za (x — a) (x — p) ix — y) , se obtiene, para determinar //', la igualdad , a[3ai^-2(a+ft + T)a? + «P + °^T + PT] . y — , y, para determinar la abscisa de los puntos L y M, la ecuación 3a;2 _ 2 (a + p + y) x + a,3 + ay + ^y = 0. Sustituyendo en el primer miembro de esta ecuación x por y, y luego por — (P + y)) hállanse resultados de signos contrarios: lo que prueba 87 — que los puntos L y M se proyectan sobre el eje de las abscisas, entre el medio, ?7, de ^5 y el vértice C. Caso 2.»— Si es a = [i, (5 _f^=.a(x — af{x — y), y será real y crecerá indefinidamente cuando sea x >■ a; real y finita en el intervalo de x ^ a. á x = y, é imaginaria cuando x -< y. La curva es en este caso unicursal, y de la forma indicada en la figura 31. A los puntos C y i? ó .4 co- rresponden los valores de x == y y a^ =^ a- En los L y Jií. cuya abscisa es igual á 2y + a — ■ , el valor absoluto de y es máxi- 3 mo. Y e\ B 6 A será un pimto doble, en el cual las tangentes forman con el eje de las abscisas ángulos cuyas tangentes tri- gonométricas son iguales á rh ya (a — y). Caso 3.°— Si ¡3 = y, ó Figura 31. f- = a (x - a) (X - p)2. y será real cuando sea x a, é imaginaria cuando a; <; a. En este caso la curva es también unicursal, y tiene un pun- to aislado C 6 B, cuyas coordenadas son (|3, 0), y una rama infinita que pai-te del punto (a, 0) (fig. 32). Caso 4.° — Si las raíces a y p son imagi- narias, poniendo a.=.p -\- iqy ¡3 ^^ — iq, hallaremos que yi^^alix-pf + q^ix-^); Fisura 32. 7 '* curva poseerá solamente una rama infini- ta, que pasa por el punto (y, 0), parecida á la rama, infinita también, de la fig. 30, y carecerá de puntos singulares. — 88 Caso 5.° — Si a ^ p = y, la curva se reduce á una parábola semicúbica, que estudiaremos por separado más adelante, cuando especialmente trate- mos de las parábolas en general. Por el momento, basta advertir que la parábola de tercer orden, al íiltimo supuesto correspondiente, segtín se de- duce de las expresiones 1 3 y = a^ 3 'X- = — «2 ■a)' (x — a) ' es de la forma indicada en la fig." 33, con un pimto de retroceso (a, 0) en A; y una asíntota en lo infinito, paralela al eje de las ordenadas. 98. Tratemos ahora de cuanto á los puntos de inflexión de las pará- Fiffnra .S3. bolas divergentes concierne , comen- zando por considerar las curvas de este nombre que no son unicursales. Derivando la ecuación (5), adviértese sin dificultad que será ¿/"=0, cuando x sea igual á go, y además cuando (6) (Sax^ -\- cf — I2ax (ax^ -\- cx-\- d) 0. A .T = 00 corresponde un punto de inflexión, situado en lo infinito. Y como la ecuación (5) muestra también que será y' = co, cuando sea ésta asimismo la expresión de .r, concldyese que la tangente á la curva en aquel punto será paralela al eje de las ordenadas. De la ecuación (6) se desprenden cuatro valores de .t, á cada uno de los cuales corresponden dos de y, deducidos de la (4). Luego la curva admite, además del que acaba de indicarse, otros ocho puntos de inflexión, reales ó imaginarios, situados á distancia finita. Poniendo sucesivamente en la ecuación (6), a; = a y a: = co, obtiénense resultados de signos contrarios. Luego entre a é a existe un valor real de x, que satisface á esta ecuación, y al cual corresponden, en consecuencia (figu- ra 30), dos puntos de inflexión de la curva, N y P. — 89 — Por medio de la misma ecuación (6) podría sencillamente demostrarse que la curva no tiene otros puntos de inflexión reales, fner:i de los indica- dos. Pero más sencillo todavía, y preferible á esto, nos parece deducir la exactitud de la proposición como consecuencia del siguiente importante teorema, publicado por De Gua en 17iO (Usagc de VAnalyse de Descar- tes, etc.), y de nuevo por Maclaurin (De linear um geometricarum pro- prietatibus generalibus) , en 1748, que á continuación demostraremos, por referencia exclusiva á la clase de curvas que estudiamos ahora: Cualquier recta que pase por dos punios de inflexión de una cúbica, cortará á esta curva en un tercer punto del mismo nombre. Para ello, comencemos por escribir la ecuación (6) de este modo: (7) .. + 2¿.^ + 4^.-¿ = 0; y designemos por a^, a^, a^ y a^ sus raíces. Pues para que la recta que tiene por ecuación y = Ax -\- B pase por los puntos de la cúbica, cuyas abscisas son a^, «g y a^, es me- nester, y basta, que estas raíces satisfagan á la ecuación (8) x^ x^- A .X A = 0: a ' a a y, por lo tanto, que los primeros miembros de las ecuaciones (7) y (8) sa- tisfagan á la siguiente identidad : ^4 + 2-;c2 + 4-x-^ = a a óa^ (,r. ,/„ A^ 3 I C-2AB ,d — B^\ \ a a "' j de la cual, por igualación de los coeficientes de las mismas potencias de x en ambos miembros, se desprenden las siguientes ecuaciones condicionales — 90 — para que tres puntos de inflexión correspondan á la línea recta conside- rada: A^^ — aa^; c = — 2AB—aa^^; Dos de estas ecuaciones servirán para determinar los valores, ^ y 5, de los parámetros de la línea recta; y los otros dos para decidir si los tres puntos de inflexión se hallan ó no sobre esta recta, conforme aquellos valores concuerden 6 no con los de los mismos parámetros que de ellas se deduzcan. Pues bien: si de la primera ecuación se toma el valor de ^, y el de i? de la cuarta, y ambos se sustituyen en la segunda, hállase este resultado: que igualmente se obtendría poniendo en la tercera los valores áe AB y de B", procedentes de la segunda y de la cuarta. Y basta advertir que este resultado coincide con el que se deduce de la (7), poniendo en ella x por «j, para concluir que los tres puntos de inflexión, determinados por a^, ag y «4, se encuentran situados sobre la misma línea recta. La demostración precedente no es aplicable á las rectas paralelas al eje de las ordenadas. Pero basta advertir que cualquiera de estas rectas, sobre la cual existan dos puntos de inflexión, corta á la curva en un punto situa- do en lo infinito, y que este punto lo es de inflexión también, para concluir que asimismo se halla comprendida dentro del enunciado y condiciones del teorema á que la demostración expuesta se refiere. Del cual teorema se desprende además que la cúbica considerada sola- mente posee dos puntos de inflexión reales á distancia finita. Porque, en efecto: si poseyese cuatro puntos de este nombre, podríanse por ellos trazar cuatro rectas distintas, no paralelas al eje de las ordena- das, que cortarían á la curva en cuatro puntos reales, de inflexión tam- bién, en virtud del teorema anterior. Luego todos los puntos de inflexión de la curva serían reales: conclusión absurda, porque, poniendo en la ecuación (7) x ^^ y y .r = co, sucesivamente, hállanse resultados de signos — 91 — contrarios: señal de que la ecuación posee, por lo menos, una raix, real en- tre Y é 00 comprendida. Y precisamente á estas raíces ó valores reales de x corresponden, conforme ya anteriormente se vio, valores imaginarios de y. 99. La doctrina referente á los puntos de inflexión, que acabamos de exponer, debe modificarse cuando se trate de aplicarla á una curva uni- ctirsal. En efecto: como las coordenadas de un punto doble deben satisfacer á las ecuaciones y = 0 y 3ax^-{-c = 0, á la ecuación (6) satisfarán en este caso, no solamente las abscisas de los puntos de inflexión, sino también lus de los puntos del primer nombre. Pero, aun entonces, es, sin embargo, fácil obtener una ecuación, apropia- da solamente á la resolución exclusiva del problema de que ahora se trata conforme pasamos á indicar. 1.° Sea c. = p, ó //- = a tx — a)'^ ( X — y). Por ser " a/~ 3.f — 4:y + a .V = v« 1~' 4(.í- — y)2 disponemos, para determinar los puntos de inflexión de la curva, de las igualdades ^c = oo, y también 3 27 ' las cuales, como a > y, muestran que la curva posee dos puntos de infle- xión imaginarios y uno real en lo infinito. 2." Si p ^ y, como en el caso anterior, dispondremos, para determinar los puntos de inflexión, de las ecuaciones x = co, y de estas otras dos además: 1 -1/1 ,r = ^ - (4a — S) é y2 ^ „ (a — 8)3; 3 27 — 92 — de las cuales se deduce que la curva tiene dos puntos de inflexión reales, á distancia finita, y oti'o, real asimismo, en lo infinito. Y 3.° Si a = [j = y, resulta que ^ -4 • ix — a) 2 Según lo cual, la curva posee un punto único de inflexión, correspon- diente á x = cc. 100. La cuadratura de las áreas limitadas por un :irco de la curva, por el eje de las abscisas, y por dos paralelas al eje de las coordenadas, depen- de, en los casos 2.° y 3.°, de las integrales j (.r — a) (ir — yP dx é í (x — a)^ (x — ¡Í) dx: iguales á En el 2.° caso, el área A de la parte cerrada de la curva se halla expre- sada por la fórmula Q A. ^ = -^ (a — y) 2 , 15 Pero, en el caso de no ser la curva unicursal, la cuadratura del área con- siderada depende de las integrales elípticas, como vamos á indicar ahora. Efectivamente, en aquel caso A = j ydx = I \/ax? -{- ex -{- d. dx: 6, poniendo < c . d •'i a a A = -^j \l4.x'^—g^x~-g^.dx. — 93 Pero ó, poniendo también áx^—g^x — g.¿ = F(x), f^F^, .. = 1 r^^F'ix)-2g^-Sg, ^^ J 3J VFix) Si advertimos ahora que la integración por partes da J F{x) J nos resultará que r\fF(^) dx = — x\jF{x) — ^ CsjYix) dx _ 2_ r xdx _ r dx 3 'J \/fJ^) J \/Í>)' Luego j 5 5 j \//'(^.) 5 j \/^(^) Vese, pues, que ^ depende de dos integrales elípticas, una de i.* espe- cie y otra de 2.", que hemos reducido á la forma normal, adoptada por Weierstrass. 101. Reduciendo la ecuación (4j de la cúbica considerada á la forma 4 — 94 — X é y podrán también representarse por funciones elípticas; y, empleando la función p (u) de AVeierstrass, se hallará que X =^ p [u] é 11 = — y a p (n). ó Y, partiendo de esta representación de las coordenadas, lógrase construir la teoría de las cúbicas parabólicas por un método ingenioso, ideado por Clebsch (Vorlesungen iiber Geometrie, ii), y extender luego los teore- mas obtenidos en este caso á las cúbicas de cualquier otro nombre, fun- dándose en la propiedad que posee la primera curva de poder represen- tar la perspectiva de todas las demás. Respecto á esta tan interesante materia, en cuya detallada exposición no podemos detenernos en la ocasión presente, deben consultarse la obra citada de Clebsch y el tomo ii del Traite des FoncHons Elliptiques de Halphen. En la primera de estas obras utilízanse las notaciones de Jaco- bi; y en la segunda, como en otras muchas, las de Weierstrass. También puede verse el tomo iii de nuestro Curso de Analyse Infinitesimal, 1892, p." 245 y 254. X LAS CÚBICAS DE CHASLES 102. Ijas parábolas dicergentes no constituyen el único grupo de cú- bicas, que pueden representar las perspectivas de todas las curvas de este nombre. La misma interesante propiedad posee otro grupo de cúbicas, in- dicado por Chasles en su Aperrii hisiorique (2.° ed., p.''* 14tí y 348), cuya ecuación general se desprende de la deducida en el Núm. 96 aaSj^ -(- feasj^ % + cíCj z,^ -\~ dx^^ = y^ x^ , poniendo en ella ^_x,_ a^X-\-b,Y+c, ^ ^^_x, ^a^X+b,Y+c,_^ y i a.¿ X + ¿2 3^ + Ca ' y^ a., X + b., Y + c.¿ — 95 — con lo cual se obtiene esta otra, que es la buscada: (1) y = ax^ -\- bx^ ¡j + c.x¿/' + dyK Entre las parábolas divergentes de Newton y las cúbicas con centro de Chasles, aunque de muy distintas apariencias, existe una relación analí- tica sencillísima. Pónganse, efeclivamente, en la (1), en vez úa x é y, estos otros valores (2) ,r = A é ,y=— ; Y, Y, é inmediatamente aquella ecuación, del segundo grupo de curvas, se trans- forma en la que corresponde al primero mencionado: (3) \\ 2 ^ a AV' + ¿ A7 + c A'i + íí . Las ecuaciones (2) definen una transformación homográfica, designada por el nombre de transformación de Neirton, ya empleada, y en parte también estudiada, en el Nám.° 48. Tanto que, aplicando ahora lo que ya entonces se dijo, podemos concluir que cualquiera de las curvas, represen- tadas por la ecuación (1), no tendrá ningún punto múltiplo, si la curva correspondiente, comprendida en la (3), no le tiene tampoco; y, por el contrario, que si la curva definida por la (3) posee un nodo, ó un punto de retroceso, asimismo le poseerá, de igual nombre, la curva á que la ecua- ción ( 1 ) se refiera. A lo cual podemos además agregar que los puntos de inflexión de la curva representada por (1), corresponden á los de inflexión, también de la curva, en la (3) contenida: proposición esta última, que se demuestra tomando la ecuación, calcada en la (,3) del Núm. 48, dx dX^ dy d\\ y combinándola con la segunda de las ecuaciones (2): lo cual da por resul- tado d^x ^ 3 d^X^ dy-^ ~ ' dY;^ ' — 96 — Vese, pues, que los puntos de inflexión de la curva (1), se deducirán de los de la (3), poniendo en las ecuaciones (2) los valores encontrados de A'j é Fj.- de donde se desprenden los de x é ¿/. 103. Representando por a, p y Y las raíces de la ecuación aP-\-bV^-\-ct-\-d=Q, la (1) puede escribirse de este modo: (4) II = a{x — iii) (x — pí/) {x — y i/). Por medio de la cual se determina fácilmente la forma de las cúbicas de Chasle8, conside- 1^ rando los mismos casos que en el estudio análo- go de las varias figuras parabólicas, poco antes (núm. 96), considera- das. Mereciendo, por de pronto, advertirse que todas las cúbicas de Chasu;s poseen un cen- tro, en coincidencia con el origen de las coorde- nadas, y un punto de in- flexión en el mismo cen- tro, y que la tangente á la curva en este punto se confunde con el eje de las abscisas. Caso 1.°— Si las raí- ces a, ^ y Y son reales y desiguales, la curva consta de tres distintas ra- mas, como las representadas en la fig. 34. Las rectas KL, K^ L^ y K.¿ L2, que tienen respectivamente por ecuaciones Fignra 34. £c — ay = 0, x — ^¡j = 0, íc — y,í/=0, - 97 serán asíntotas de la curva. La rama AOB temlr;! tres puntos de infle- xión, en A, O y B, situados en línea recta. Pero las otras dos ramas care- cerán de puntos de este nombre. Caso 2.° — Si a == p y a. > y, también la curva poseerá tres asíntotas reales, dos de las cuales serán una á otra paralelas, y estarán determinadas las tres por estas ecuaciones : X ■ ■•(1/ y x = ay±\/— V «(a — y) Corresponde este caso al segundo de los considerados en el estudio de las formas de las parábolas divergentes: por lo cual la curva posee un punto de in- flexión real en el origen de las coordenadas; dos ima- ginarios; y un nodo en lo infinito. Hállase su forma indicada en la fig. 35. Caso 3."— Si « = ¡i y a <; y, la curva tiene una asíntota real y dos imagi- narias; un tiodo también en lo infinito; y tres puntos de inflexión reales: conforme indica la rama fínica AOB de la primera figura antece- dente, á que substancial - mente se reduce la cúbica en el caso de que se trata. Caso 4." — Si a ^ p =y, la curva carece de asíntota á distancia finita, y posee un punto de inflexión en O, y otro de retroceso en lo infinito: ase- mejándose su forma á la de la rama AOB de la figura segunda. - Caso 5.° — Y si a y ¡i fuesen raíces imaginarias, la curva correspon- diente tendría dos asíntotas de este nombre, y una real además, determi- nada por la ecuación ,T = yiy,- y constaría de una sola rama, sin puntos dobles, y con tres de inflexión en línea rcc(a, como la AOB de la fig. 34. 7 FijIuiM 35. — 98 — A las cinco formas de las cúbicas de Chasles, que acabamos de consi- derar, y á las otras cinco de las parábolas divergentes, poco antes también consideradas, corresponden cinco distintos conos, sobre los cuales, en vir- tud de los teoremas de Newton y del mismo Chasles, pueden adaptarse todas las cúbicas. Las propiedades de estos conos fueron expuestas y ana- lizadas por MoBiüS en el volumen, correspondiente al año 1853, de las Abhand. der K, Sachs Ges. zti Leipzig; y por Cayley en el correspon- diente al 1866, de las Transactions ofthe Cambridge Philosophical Society. XI CONCLUSIÓN. -SUCINTA NOTICIA BIBLIOGRÁFICA SOBRE LAS CÚBICAS EN GENERAL 104. Con lo expuesto en los dos últimos párrafos, á propósito de las parábolas divergentes y de las cúbicas de Chasles, damos por terminada la parte de este libro, referente al estudio de las curvas de tercer orden, indi- vidualmente consideradas, más notables. A la exposición de la Teoría general de las cúbicas abren camino, y pue- den servir como de introducción, las propiedades apuntadas de ambos gru- pos especiales de curvas, apoyándose para ello en el teorema de Newton, ampliado pot Chasles, que permite pasar de lo particular á lo general, ó extender :í todas las cúbicas, en su importante y fecundo concepto de pers- pectiías de las parábolas divergentes, ó de las cúbicas del mismo Chasles, los resultados más salientes del estudio de aquellos dos tan interesantes grupos. Con el plan de nuestro modesto trabajo es incompatible el intento de exponer la Teoría general de las cúbicas, ni en somero esbozo siquiera. Limitémonos, por lo mismo, para concluir, á la consignación de algunos nombres y fechas, de sumo interés en la historia del asunto. Newton, en primer término, estableció las bases de la Teoría en su obra fundamental, ya en las anteriores páginas varias veces mencionada, que tiene por título Enumeratio linearum tertii ordinis, 1706, en la cual se encuentran consignadas las diversas formas que pueden presentar las cúbi- cas. Libro, poco después, continuado y completado por Stieling con otro — 99 — que tituló Lincee tertíi ordinis newtoniance, 1717; por Maclaurin, en su Geometría orgánica, etc., 1720; por Nicolk, en su Traite des Ligues du troisiiine degré, 1729 y 1731; por Euler, en su Iniroductio in analysin infinitornm, 1748; por Cramer, en su hitroduction d l'Analtjse des Lignes courbes, 1750, etc., etc.: los cuales fueron sucesivamente completando y demostrando los resultados descubiertos por Newton, y enriquecieron la doctrina matemática de estas curvas con nuevas y muy interesantes pro- posiciones. En la magistral Historia de las Matemáticas, por M. Cantor (Vorlesungen üher Geschichtc der Maihematil-. Leipxig, t. iii, 1898), pue- de verse la parte que á cada uno de los hombres eminentes mencionados corresponde en el desenvolvimiento de tan l)e]lo y fecundo capítulo de la Geometría de las Oiirvas planas. Mucho más tarde, Plucker, en su Si/stem. der analyfischen Geome- trie, 1835, propuso una nueva y más completa enumeración razonada de las curvas de tercer orden, estudiada de nuevo por Caylp^y en el lugar renglones antes mencionado, donde se halla consignada su Classification of cuhic Curves. En la sutil y minuciosa consideración de estas curvas se ocuparon con posterioridad Salmón, en su ya clásico libro titulado Higher plañe Curves; Durege, en su obra titulada Die ehenen Curven dritter Ordnung, Leipxig, 1871; y Clebsch, en sus Vorlesiingen ilber Geome- trie, traducidas al francés, y distribuidas en tres tomos con el título de Lé'.oiis de Géométrie (1879-80-83), en el segundo de los cuales se trata ampliamente de la materia á que ahora nos referimos. De estos y de otros muchos trabajos, de empeño y transcendencia, sobre la Teoría de las Curvas, hallará el curioso lector muy numerosas y bien digeridas noticias en la obra del insigne profesor italiano G. Loria, titu- lada II Fassato ed il Presente delle principalc Teorie Geometriehe (Tori- no, 1896, p. 61). CAPÍTULO TERCKRO CUARTICAS NOTABLES I LAS ESPÍRICAS DE PERSEO * 105. Desígnanse con el nombre de espiricns de Persea las curvas re- sultantes de cortar el toro ** por planos paralelos al eje de la superficie: curvas en que por primera vez, según testimonio de Proclo, en cuyos Co- mentarios se mencionan (ed. Taijlor, p. 139 y p. 146), fijó la atención Perseo, geómetra que se supone haber vivido cerca de 130 años antes de J. C. En un Vocabulario de términos geométricos , más antiguo que la obra de Proclo, atribuido á Herón de Alejandría, advirtió Chasles, en su Aperru historique (1875, p. 271), que se citan también estas curvas; pero sin expresar quién fué el primer matemático que las inventó ó dio á conocer á sus sucesores. La ecuación del toro, 6 del sólido engendrado por un círculo, cuando * Raíz común de los vocablos espírica y espirales parece ser la palabra griega snEToa: espira en castellano, derivada del latín spira, que significa «linea curva á modo de caracol; adorno de mujer para la cabeza; torta ó ros- ca; rosca de la culebra; nudo de los árboles; cinta ó cordón pava asegurar el sombrero; basa de columna...» Pero, aun cuando aquellas dos palabras procedan del mismo origen , los dos conceptos geométricos á que corresponden son uno de otro muy distintos, por más que, confundiendo las especies, no han faltado autores, según Chasles y MoNTUCLA , que atribuyeran sin fundamento á Pbrseo la invención de las espirales. ** Del griego Tfjpoí, en latín torus, que, entre otras muchas y muy varia- das acepciones, tiene las de cuerda delgada ó cordón, y de moldura, relevada en redondo, en las basas de las columnas: bocel. — 101 — gira y da una vuelta completa alrededor de una línea recta (eje del toro), situada en su mismo plano, es la siguiente: [l ±yj x"^ + x^Y = B? — /, suponiendo que por eje de revolución se haya tomado el de las y, y que R represente «1 radio del círculo generador, y Ha distancia del centro de este círculo al eje de la superficie. La sección producida en ésta por un plano paralelo á su eje conserva siempre, por definición, la misma forma, cualquiera que sea la posición del plano, mientras su distancia al eje permanezca constante. Suponiendo, pues, el plano secante paralelo al de las xy, 6 x^ c, para ecuación de la sección, referida á un sistema de coordenadas, trazadas en aquel plano, paralelamente á los ejes de las a; y de las y, y cuyo origen sea el punto de intersección del mismo plano con el eje de las z, hallaremos (1) [l±ylx^-\-c-^T = R'- — y'^: 6 (2) («2 + y2 _|. ;2 ^ c2 _ 2í;2)2 ^ 4 ¿2 (a;2 ^ c% Las espí ricas de Persea son, pues, curvas de cuarto orden, cuya forma es fácil determinar. 106. De su ecuación, ó de su definición geométrica, resulta, en primer lugar, que las curvas consideradas no tienen ramas infinitas. Y las ecuaciones [y^ + a;2 — /2 + e^ — R^) x = O, {y^ -f- 3^2 + /2 ^ c^ — i?2) ,, = O, obtenidas por derivación de la ecuación anterior, relativamente á x y á y, muestran además que el origen de las coordenadas es un punto doble cuan- do se verifica la condición (3) l±c = -±R, y que este caso es el único en que las espíricas admiten puntos de aquel nombre á distancia finita. En cualquiera de estos supuestos, los planos se- cantes, generadores de las espíricas, son tangentes al toro; y, no conside- — 102 — rando el caso de ser c = — I — R, porque c debe ser positiva , ni el de ser c = l -\- R, porque entonces no existe curva, la ecuación (2) adquiérela forma (ÍC2 + /)2 = «2 .y2 _^ ¿2 ^2^ en la cual a^ = 4:lc y ¿"-^ = 4/ (/ 4- c), cuando / -|- c = i2,- y la forma (;r2 + !/2)2 = ¿2 ,,,2 __ ^2 y2^ donde a'^ = álc, b'^=z:4:l(l — o, cuando es / — c = R. En estos casos, que más adelante estudiaremos con mayor detenimiento, las espíricas reciben el nombre de lemniscatas *. 107. Cuando no se verifica la condición (3), las espíricas se componen de una 6 de dos ramas cerradas, completamente separadas una de otra, y simétricas relativamente á los ejes coordenados. Para determinar la forma y la posición de estas ramas procuraremos, ante todo, hallar los puntos en que las abscisas ó las ordenadas adíjuicren valores máximos 6 mínimos. La ecuación, derivada de la (2), (£C2 + ,/2 4- /2 4- c2 — i22j ydll -f (íC^ -^ ¡¡I _ ¿2 ^ ^2 — R^) xdx = O muestra que el valor de y será máximo ó mínimo cuando sea a; = O, y tam- bién cuando .r^ -)- y^ — ^^ + c^ — R^ ^ 0. O, en otros términos, cuando se verifique alguna de las igualdades £c = 0 ó x = ±y/l^ — c^, d las cuales corresponden los siguientes valores de y, desprendidos de la ecuación (1), por sustitución en ella de estos valores de x: y = ± Vi?2 - (l±cf é y = ± R, * De /'vT^ij.via.'.oí, ó lemni»cus: faja ó banda: ó cinta estrecha, anudada en figura de ocho; etc. _ 103 — excluyendo los de tj = ±'\R- — il'^, que no satisfacen á la ecuación í/'^O. Y la misma ecuación muestra que x adquirirá valores máximos ó míni- mos cuando y = 0, 6 x" + R; y los otros en el de ser cerrado, 6 I R (toro abierto) yl^c R y l—R- Ry c > 7? — 1; y también en los mismos puntos, y en estos otros además: [íc=0, y = ±\jR^-{l + c)^, cuando sea c i? — /; y máxima y mínima también en estos mismos pun- tos, y en los siguientes además, [x = ±\/iR~D^^c^ >/ = q], cuando sea c / ^ ±\\r + c)'' - T^. 110. Las precedentes conclusiones deben modificarse cuando sea l = R±c, 6 cuando (Núm. 106) el origen de las coordenadas constituya un punto doble de la curva. Porque, en efecto: si l^ R — c, las ecuaciones de las rectas, secantes á la curva en dos puntos coincidentes uno con otro, y que tienen por coefi- cientes angulares i 6 — i, se reducen á las siguientes: g = ix, g ^=ix±2 \ Re; 6 ¡I = — ix, ¿/ = — ix±2 yj Re. — 109 — De las cuales las y = ix é y ^ — ix pasan por el punto doble , donde tienen dos puntos comunes con la curva, sin ser á ésta tangentes, por lo cual no determinan ningún foco. Mientras que las otras rectas se cortan en cuatro distintos puntos y determinan cuatro focos ordinarios , de los cuales son reales dos, definidos por las coordenadas [x = 0, .y = ±2V-Kc]. Y del propio modo se concluirá que, cuando sea l^ R -\- c, la curva po- see también cuatro focos, y entre ellos dos reales, cuyas coordenadas tie- nen por expresión [x = ±2 y Re, y = o]. 111. Las espíricas de Persea son caso particular de muy extensa cla- se de curvas, denominadas también espíricas, que comprende todas las secciones planas del toro: curvas estudiadas por Paga ni en una Memoria premiada en 1824 por la Academia de Bruselas, y después por Darboux (Nouvelles Anuales, 1864, p. 156); por La Gouknerie (Journal de Liou- ville, 1869, p. 9); etc. Siendo de advertir que las espíricas, en general, se hallan á su vez contenidas en otra clase más amplia de curvas, de que trataremos más adelante. II LAS CASSiNICAS 112. Pertenecen á la clase de las espíricas de Perseo las curvas pla- nas, engendradas por un punto móvil, de tal modo que el producto de sus distancias á dos puntos fijos, situados en el mismo plano de la curva, sea constante. Distínguense en particular estas curvas con el nombre de óvalos de Cassini, 6 simplemente de cassínicas, por haber sido consideradas por el célebre astrónomo Dominico Cassini, que pretendió sustituirlas á las elipses de Kepler en el estudio del movimiento de los astros. — lio — Sean 21 la distancia de los puntos fijos considerados, F y F' (fig. 39), y >?i la constante dada. Designando por M el punto generador de la curva, por definición resulta que MF X MF' m. Y tomando la recta F F' para eje de las abscisas, y su punto medio como origen de las coordenadas. V/(..^_/)2+,/2xV/(,X+0'^ + .'/^ (x'- + y^ + Ff = wi2 + 4/2 .r2.. ó, poniendo m^ = iP c~, (ÍC2 + / + ¿2^2 _4 ¿2(^2 + ^2). 113. Comparando esta ecuación con la (2) del Núm. 105, vese que las cassínicas coinciden con las cspírícas resultantes de cortar el toro por un plano paralelo al eje, y cuya distancia á este eje sea igual al radio del círculo generador de la superficie. Poniendo, pues, i2 = í» en los resultados obtenidos en el Núm. 107, por referencia á las espíricas, concluyese sin dificultad que las curvas de Cassini, desprovistas de puntos duplos, á distancia finita, admiten tres formas diferentes. Caso 1." — Si / >> 2c (caso 3.° de las espíricas), la curva se compondrá de dos óvalos, como en la figura 33. Caso 2." — Si 2c ;> / > c (caso 2." de las espíricas), la curva tendrá la forma indicada en la figura 32. Caso 3." — Si es Z ^ c (caso 4." de las espíricas), la curva presentará la forma de una elipse. Tanto, que algunos autores aplican entonces á la cur- va el nombre de elipse de Cassini (fig. 36). En el caso de ser Z= 2c, la curva se reduce á la llamada lemniscata de Bernoulli, que más adelante especialmente estudiaremos, y la cual tie- ne por ecuación (x2+y/2ja,= 8c2(a;2-/^ — 111 — 114. La ecuación de las cassinicas, en coordenadas polares, es p4 _ 2 /2 p-2 eos 2 8 + /i = 4 1^ cK Y, partiendo de ella y apoyándose en las fórmulas conocidas senF— p — , cosr = — -, ds ds en las cuales s representa la longitud de los arcos de la curva, y F el án- gulo de la tangente con el radio vector del punto de contacto, se obtendrá fácilmente la expresión del radio de curvatura de las curvas consideradas por el método siguiente (Cesaro: Lexioni di Geometría intrinseca, Na- poli, 1896, j;. 42). Derivando la ecuación de la curva relativamente á s, y contando con las anteriores igualdades, dedúcese que {A) p2cosF=Z2cos(29— F). Y, eliminando p entre esta ecuación y la de la curva, se hallará la si- guiente: {B) Zsen2f| = 2ccosF. Derivando de nuevo esta ecuación, relativamente á s, obtiénese , „. ¿6 dV ícos2tí = — csenK ; ds ds y, por lo tanto, dV ds 1 c eos 2 9 senF d9 ds 1 c eos 2 9 P Advirtamos ahora que, si por o se representa el ángulo formado por la tangente á la curva con el eje de las abscisas, 9 = ce 4- F. - 112 — Y, en consecuencia, recordando la igualdad conocida — '— = — , en la ds R cual R representa el radio de curvatura, (¿9 1 I ^r = cos26. ds R rp Notemos, asimismo, que de las expresiones {A) y {B) se desprende esta otra o /^ (eos 2 e eos F + sen 2 6 sen F) o. , 9 , jr p-^= ■ = í- eos 2 a + 2cí senF. cosF La cual, combinada con la ecuación de la curva, produce los siguientes resultados: cos2t) = -í — ■ y sen r = -í ■ , 2¿2p2 4c¿p2 Luego, finalmente: 1 senF , I „. 3p4 + ;4— 4/2c2 — = 1 eos 2 y ^ — ' . i? p cp icip^ Igualdad ésta que determina el radio de curvatura de las cassínicas, en función del radio vector, p, del punto á que se refiere. 115. Aplicando á las cassínicas el procedimiento de investigación de los focos, explicado en el núm. 109 al tratar de las espíricas , en cuya clase se hallan comprendidas, encuéntranse los mismos resultados de en- tonces, con la simplificación consiguiente al supuesto de ser ahora 72 = c. E inmediatamente se infiere que las cassínicas tienen dos focos singu- lares reales, definidos por las coordenadas (dr /, 0). Y cuatro más ordina- rios, reales también, cuyas coordenadas son {x = ±l, .v = Oj y {x=±yl'ir^lé', y = 0), cuando l^ 2c; y {x = ±l, ¿/ = 0) y (£c = 0, ¿/ = ±V4c2 — /O, cuando Z <; 2 c. — 113 — De donde se concluye que los puntos F y F' (figura 39), que tienen por coordenadas x=^±l é y=0, pueden considerarse á la vez como focos smgidares y ordinarios de la misma curva. 110. Por medio de la expresión de R, renglones antes obtenida (Nú- mero 114), determínase fácilmente la condición para qne la curva tenga ■puntos de inflexión reales, así como so determinan también las coordena- das de estos puntos. Buscando, en efecto, los valores de p que correspon- den á los de R == co, hállase que los pimtos reales de inflexión de la curva son los de intersección de ésta con la circunferencia definida por la ecuación ^2 ^ y o _ p2 _ Y 1 ^4^2 ¿2 _ ;i) siempre que se verifique la condición de ser / < 2c, y que al mismo tiem- po corte la circunferencia á la curva de que se trata. Condición esta última que se determina eliminando ^'-' entre las ecuaciones de ambas curvas con- sideradas (Núms. 1 12 y 1 16), y expresando luego que el valor de :r-, que satisface á la resultante, es positivo. De donde se desprende que ha de ser V ^{iPc^ — l'^]-{-P>2lc, 6 (l — 2c)(l — c)<0, 6, simultáneamente, Z < 2c y l^ c: como en el caso segundo de los con- siderados en el Núm. 113, y también en el de la lemniscata. 117. La rectificación de las curvas de Cassini se obtiene por inter- medio de las integrales elípticas de primera especie, conforme mostró Ser- ret en el Journal de Liouville, t. viii, p. 145, y en su Cours de Calcnl Dif. et Integral, t. ii, 1880, p. 260: de donde procede el análisis á conti- nuación empleado para hallar las fórmulas de resolución de tan interesan- te problema. Sea, en primer lugar, Z > 2c; en cuyo caso la curva se compone de dos óvalos iguales. Considerando uno de estos óvalos, tracemos por el origen de las coordenadas dos rectas que le corten; y sean 0^, y 6j los ángulos que estas rectas forman con el eje de las abscisas. Entre ambas rectas quedan 8 — 114 — comprendidos dos arcos del óvalo considerado, cuyas longitudes, s y Sj, vamos á determinar. Poniendo en la ecuación polar de la curva 2c ^ I sen 2a, hallaremos que p2 = p [cos29 ± V^cos2 29 — cos^ 2a ]. De donde se deduce que dp p sen 2 O d^ \/cos-20 — cos2 2a ' , , dp2 „ 1— eos- 2a 4c2p'^ o- -I í— = p2 = . T dP cos2 29 — cos-2a /2(cos2 29 — cos2 23i) Las longitudes de los arcos considerados se hallan, pues, determinadas por las expresiones siguientes: Vcos20 + \/cos^ 29 — eos- 2a eos- ¿ J. ^^ 2c I -'e^ V/cos--2 29 „ r'' Veos 2 9 — V/ cos'^29 — cos2 2a Si=2c / = «^eo Vcos2 29— cos"^2a rf9, y ■ m. De las cuales, por adición y substracción ordenadas de ambos miembros y llevando en cuenta la identidad [Vco829 +\/cos^29 — cos2 2a ±Vcos29— V/cos"-^ 2 9 — cos'^ 2 a ] = 2 (cos29±cos2a), se desprenden, por de pronto, estos resultados: d9 s + s, s — Sj ^ 2e o/g V eos 29 — eos 2 a V eos 2 9 -f- eos 2 a - 115 — que fácilmente se transforman luego en los que siguen, poniendo en el primero sen O = sena sen;, y en el segundo sen O = cosa sen A, y repre- sentando por 'o„ Vcos'^29 4-cot2 2a .-.,== 2c V2 I V-eot2a-fV^cos^29 + cot^2a ^,, V'cos2 29 + cof^2a Poniendo abora i / — TT^ — i TTT" 1 — 2 sen^ a sen^ es V eos- 20 + cut2 2 a = ■- sen 2 a — \w — en la primera de estas integrales, y i / o ot, I ., o 1 — 2 cos2 a sen''^ ¿ V cos^ 2 y -(- cot^ 2 a = i- sen 2 a en la segunda, concluyese, finalmente, que t/ 2c (fig. 38), adviértase que entre las rectas que forman con el eje de las abscisas los ángulos O,, y Oj se hallan compren- didos dos arcos de cada óvalo; debiendo entonces emplearse el signo — , cuando se consideren los arcos más próximos del origen, y el -)-, cuando se atienda á los más distantes. En cualquier caso, la integral que figura en la expresión de A depende de las integrales elípticas, como pasamos á demostrar ahora. Supongamos primeramente Z ■< 2c, ó — - •< 1. Pues en este caso, 2c rV/i£l _ sen2 28 ¿e = — C\/ 1 - -il sen2 29 di Y el área depende de una integral elíptica de segunda especie. — 117 — Pero si Z>> 2c, poniendo tang2')= . ^sec a; y, por medio de las fórmulas (Núm. 106) R = l-^c, l=-\/b^-n\ y c = ~, 2 4í se determinan el toro y la posición del plano paralelo á su eje, que produ- — 119 — ce, por su intersección con aquel sólido, una lemniscata elíptica dada. Y, por medio de estas otras , R=l — c. l = — \/a^-^b\ y e=—, se resuelve la misma cuestión, cuando se trata de la lemniscata hiperbólica. En el primero de estos casos el toro será cerrado, y en el segundo abierto; siendo en ambos tangente al toro el plano secante. 122. Las lemniscatas pueden obtenerse también buscando las curvas que satisfacen á la condición. (Booth, /. c.) (1) o^p,^ = e'>±rrh en la cual p, pj y r representan las distancias de cualquiera de sus puntos á otros tres puntos fijos, F, F' y O, colocados en la misma recta, á igual distancia, e, del O el i^ que el F'; y f una constante dada (fig. 39). Por ser, tomando el punto O como origen de las coordenadas, y la rec- ta FF' como eje de las abscisas, p2 __ ^2 _j_ (^ — e)2, ^ ^ =^ y^ -\- {x -\- eY y r''- ^ x'- -\- xf' , la ecuación cartesiana de las curvas consideradas será ésta: (a;^ + %ff = (/2 + 2 e2) x^ ^ ({"- — 2e^) y"-. Ecuación que representa una lemniscata elíptica, cuyos parámetros son a2 = /-2_2e2 y b^ = p + 2e^, cuando f^> 2e^; y, si P <2e2, una lemniscata hiperbólica, con estos otros parámetros: 62 = /-2_^2e2 y a2 = 2e2— /^2_ Previas estas nociones generales, estudiaremos ahora separadamente cada una de las lemniscatas mencionadas. 123. Lemniscata elíptica. — La ecuación («2 -)- ^2j2 ^ Qj2 ^2 _^ ¿2 jfi — 120 — de la lemniscata elíptica muestra inmediatamente que la curva es simétrica relativamente á los ejes de las coordenadas; que corta al de las abscisas en los puntos (± b, 0), y al de las ordenadas en los puntos (O, ± a); que el origen es un punto aislado de la misma curva; que no posee ésta ramas infínitas reales; y que cualquier recia, trazada por el origen de las coorde- nadas, la corta en dos puntos rea- les, diferentes del punto aislado O (fig. 40). La ecuación muestra además que las tangen- tes en los puntos C y D son pa- ralelas al eje de las abscisas, y que las correspondientes á los puntos E y F\o son asimismo al eje de las ordenadas. 124. La determinación de x é ;/ por medio de la ecuación ^ + V = — tt") 2 Figura 40. combinada con la ecuación de la curva, produce resultados imaginarios. Luego no existen más puntos en que la tangente sea paralela al eje de las ordenadas que los ya encontrados: (¿/ = O, .r = ± ¿), ó los E y F. La circunferencia x^ -\- y^ =^ — ¿■^ corta á la curva en cuatro puntos, cuyas coordenadas se deducen de estas ecuaciones: x^ i (¿-2 — a^) é y^ = 4 (¿2 _ a?) Luego, cuando sea 6^ ;> 2a^, existen cuatro puntos, G, H, J, E, coloca- dos sobre aquella circunferencia, en los cuales la tangente es paralela al eje de las abscisas. Por ser a; = O y .r ^ ± V ¿- — 2a- cuando es y ^ a, vese que las pa- — 121 — ralelas al eje de las abscisas, trazadas por los puntos C y D, cortan á la curva en otros dos puntos reales, cuyas abscisas son iguales á ± y ¿- — 2á^, siempre en el supuesto de ser b'^ >■ 2 a. Y en el caso de ser 6'^ ■< 2a^, no existen aquellos cuatro puntos en que la tangente es paralela al eje de las abscisas; ni tampoco las paralelas al eje de las abscisas, trazadas por los puntos C y D, cortan á la curva en puntos reales. La lemniscata se asemeja entonces por su forma á la elipse. 125. En los ndms. lOtí y IOS quedó advertido que la curva de que tratamos posee un punto doble en el origen de las coordenadas, y otros dos del mismo nombre en lo infinito. De manera que esta curva de cuarto or- den, con tres ¡juntos singulares , pertenece á la categoría de las unicur- sales. Y, efectivamente, poniendo en su ecuación y = tx, y luego \/a^t^-{-b^=at + z, encuéntranse las expresiones 2a^z{z^-{-b^) _ a {z^ ^ b'2) {b-^ — z-^) é y — r^ + 2 (2 a^ — 62) Í--2 4- ¿4 >t4 + 2(2a2_¿2)^2_^¿4 para determinar los valores de a; é // en función racional de z. 12G. La ecuación polar de la lemniscata elíptica es p = ± \/a2 sen-2 Q j^ ¿2 cos^ 0. De la cual se deduce, para expresión del radio de curvatura R, la siguiente: 3 ^_ [(a2_^¿,2)p2_^2fc2]2 Y de aquí se concluye que la curva tiene un punto de inñexión doble ais- lado en el origen de las coordenadas, y otros cuatro, de inflexión también, sobre la circunferencia de radio igual á V3a2¿a 2 (a2 + b^) — 122 — Buscando los valores de 6, correspondientes á éste de p, obtiénese la igualdad sen^ « = 2 (6* — a'*) la cual, combinada con las desigualdades O < sen"^9 •< 1, muestra que los valores buscados de 9 solamente serán reales cuando sea 6^ >> 2 a'-. En este supuesto, la curva tendrá, sí, los cuatro puntos de inflexión reales que acabamos de determinar (fig. 40); pero no cuando sea b'^ <. 2a^, en cuyo caso no poseerá ninguno. 127. Los focos ordinarios de la lemniscata elíptica se determinan in- mediatamente por las fórmulas del Núm. 110, sustituyendo en ellas R y c por sus valores R = / y c ■■ que resultan de las igualdades anteriormente establecidas: E = Z + c, l = — ^b-^~a-, y c = — . 2 4:1 De donde se concluye que la curva posee cuatro focos ordinarios, deter- minados por las intersecciones de las rectas ± ^62 — a2 (7_^ iX) + aó = O, y ±\/b^ — a^ (Y— iX) + ai = 0: dos imaginarios, y reales los otros dos, definidos éstos por las coordenadas ab z= O é y \/¿2 _ o2 Y, además, otros dos focos singulares reales, cuyas coordenadas son (Nú- mero 109) — 123 — a; = ± — V^¿2 — «2 é ij = Q, en coincidencia con los puntos F y F' de la figura 39. 128. La lemniscata elíptica es la podaría de la elipse, a2 0-2 -f ¿2 y2 = „;2 ¿2^ relativamente al centro. (Serret: Journal de Lioimlle, 1843, p. 497.) En efecto: las ecuaciones de la tangente á la elipse en el punto (x , y) de la curva, y de la perpendicular trazada desde el centro á esta tangente, representando por Jt é Y las coordenadas de un punto cualquiera, en ge- neral, son b^yT^a:^xX = a^b^ y d^xY^b^yX; á las cuales satisfacen estos valores de x é y: b^X , a^Y X ■■ 6 y = que, sustituidos en la ecuación de la elipse, la transforman en la de la lemniscata hasta ahora considerada, primera del núm. 121 , sin más dife- rencia que el cambio de las :c é y por las X é Y. 129. Entre la elipse y la lemniscata elíptica existe otra relación, no menos notable que la anterior, que pasamos á demostrar. Aplicando, en efecto, á la ecuación de la elipse, a'2 ?/- + ¿'^ ^•■■^ = a- ¿^ la transformación por radios vectores recíprocos, definida por las expresio- nes conocidas abX , abY X ^■ jf2_|_y2 •' A2 + y2 hállase precisamente la ecuación de las lemniscatas elípticas. Luego la lem- niscata de este nombre es la curva inversa de la elipse, relativamente á su centro, conforme, al definirla en el Núm. 121, ya se adelantó. — 124 — 130. A lo expuesto sobre las lemniscatas elípticas, consideramos pro- cedente agregar en este libro la deducción, en coordenadas tangenciales, de la ecuación de estas curvas. Para ello advirtamos ante todo que, por ser la ecuación de la tangente á la lemniscata en el punto (x,y), Y^y'X + y-u'x, podrá escribirse de este modo y_lb-'-2 jx^ + y^)] xX + (x^ + ,/^r [2{x^ + y^^)-a^]y 6 wF+vJf +1 = 0: en la cual ^^^ I2ix^ + y2)-a2]¡j ^._ [b-^-2ix^ + y^)]x (a;a+?/2)2 ^ {x^ + y^f Mas, poniendo x^ -|~ y^ = r^, de esta ecuación y de la correspondiente á la curva se deduce que x^ = ^ e (/■^ ■■ — ¿2 _ a2 ■- ¿,2 _ „2 Luego ^ _ i;2r2_a2y2(¿,2_,.2-^ ^^ ^ (¿,2 _ 2y2)2 (^2 _ a2) y, por lo tanto, (a2 í,2 _^ ¿2 J^2 J^ 4j ^4 =^ 4 (^2 ^_ ¿2) ^2 _ 3^2 ¿2^ y (Ui -j- 1-2) ^6 = ((j2 _|_ 52j /2 _ a2 ¿2. — 125 — Y, eliminando r entre estas ecuaciones, se hallará, para ecuación en coor- denadas tangenciales de la lemniscata elíptica (Booth, 1. c, t. i,p. 145), 02 ¿2 (fflS j,2 J^ ¿2 j^2 _!_ 4)3 _ («2 _^ ¿2)2 (^2 ^.2 ^ ¿2 ^^2 _^ 4)2 — 18 a2 ¿2 (u^ + |;2) (a2 í;2 -|- ¿2 1^2 _|. 4) ^ ^g („2 _|_ ¿,2) („2 _^ j;2) + 27 a'' ¿4 ('m2 + f2)2 = 0. 131. Con auxilio de esta ecuación puédense también determinar de nuevo los focos de la curva, conforme se indica á continuación. La recta, en general, á que corresponde la ecuación será tangente á la curva y tendrá por coeficiente angular ± i, si ii y v sa- tisfacen á la ecuación tangencial de la misma curva, y si además se esta- blece entre ellas la relación v = dz iu. Mas, poniendo en la ecuación de la curva, renglones antes deducida, ± iu en vez de v, obtiénese otra, que inmediatamente se descompone en las dos siguientes: (62_a2)M2-f 4 = 0, y «2 ¿2 (4 _ «2 „2 _j_ ¿2 j^2) _ (^2 ^ ¿2)2 = Q. A los valores de u que se desprenden de la primera, y á los de í>, deduci- dos de la V = ± iu, corresponden las rectas 2r±í(2^±\/¿>2 — a2)=0, que coinciden con las asíntotas de la curva, y determinan por sus intersec- ciones los focos sijigulares de la misma. Y á los de u, desprendidos de la segunda, y de v, sometidos á la mis- ma condición, v = dz iu, corresponden las rectas ± \/¿2 _ «2 (Yj- iX) -\-ab = 0, que, por sus intersecciones, determinan los focos ordinarios. — 126 ~ 132. Para rectificar la lemniscata elíptica, tenemos la fórmula ds- a'' sen- íl + 6'' eos- f) 1^ ~ a^ sen2 'j -^ ¿2 cob^ G ' <5, poniendo 9 = u, rfs- a* cos"-^ (O -)- ¿'' sen'' w Si además suponemos que tangw = — - tang),, de donde se desprende esta otra igualdad a^ ¿4 di ato = — b- a* sen^ \ -{- i* cos^ X nos resultará «3 ^> ds = — ¿2 1 sen^ A \ / 1 sen^ X L 6* J V ¿2 De manera que el valor buscado de s depende de una integral elíptica de tercera especie. (Booth, 1. c, t. i, p. 196.) 133. El área limitada por la lemniscata elíptica se obtiene por medio de la fórmula 2 Jo 2 Área, como se ve, igical á la mitad de la suma de las áreas de los círcu- los cuyos radios son iguales á los semiejes de la curva. 134. Lemniscata A¿per6ófoca. — Consideremos ahora la curva cuya ecuación es (£C2 + iff = ¿2 jc'i _ «2 ^2. — 127 — Y comparando esta ecuación con la de la lemniscata elíptica, inmediata- mente se concluye que las fórmulas referentes á esta curva serán aplica- bles á la segunda, ó lemniscata hiperbólica, con sólo poner en ellas — a^ en vez de -)- d^. La lemniscata hiperbólica tiene la forma indicada en la figura 41 : simé- trica relativamente á los ejes de las coordenadas; sin ramas infini- „ t| tas, ni posibilidad de ser cortada en más de dos puntos, diferentes del O, por las rectas que pasan por el de origen O, perteneciente también á la curva; y secante al eje de las abscisas en los E y E', á las distancias ± b del mismo O. Punió doble este último de la curva, en el cual se reúnen dos puntos de inflexión y se cruzan dos tangentes, cuyos _ b a ' Por ser ahora Figura 41. ángulos, ü) y 180° — (o, se hallan definidos por la expresión tangw : [b^ - 2(a^±f)]x y [2 (x' + y^) + «2] y vese que las tangentes á la curva son paralelas al eje de las ordenadas en los puntos E y E', y al eje de las abscisas en los G, H, J, K, de inter- sección de la curva con la circunferencia a;^ -f~ 2/^ = — b^- Las coordena- das de estos puntos se hallan determinadas por las ecuaciones x" 4 (¿2 -f- «2) é y-^: 4 (¿2 4- a2) El radio de curvatura, en coordenadas polares, tiene por expresión R [(¿2 — gg) p-¿ -^ a2 ¿2]1 [2 (¿2 _ a2) p2 + 3a2 b'^] p De la cual, contando con la ecuación polar de la misma curva, se des- _ 128 — prende que las lemniscatas hiperbólicas no poseen puntos de inflexión rea- les, fuera de los dos que están reunidos en el origen de las coordenadas. Lo que sí poseen es cuatro puntos de inflexión imaginarios , que propen- den hacia lo infinito, conforme el valor de b tiende al de a. Pero, además áe\ punto doble en el mismo origen, las lemniscatas hiper- bólicas tienen otros dos puntos dobles en lo infinito, y son, por lo tanto, unicursales : pudiendo obtenerse la expresión de sus coordenadas, x é y, en función racional de la variable x, con solamente cambiar en las fórmu- las del núm. 125, a- en — a-. Pero las fórmulas así obtenidas contienen coeficientes imaginarios, y, por lo mismo, es preferible deducir otras, po- niendo en la ecuación de la curva y = tx, y luego \ b- — a- 1- = (b -j- olí) z: de todo lo cual resulta _ 2ba^%{l-\-x^) (a2 + ¿2j x'^ + 2 (a^ — ¿2) ^^ + «2 ^ ¿2 2b-^ax{í — 'x^) '' ~ (a-2 + ¿2) .í'^ 4- 2 (a2 — 62) ^2 ^ «2 _^ ¿2 " 135. Para rectificar las lemniscatas hiperbólicas, partiremos de la ecuación de la curva, referida á coordenadas polares, p = ¿2 eos-' O — a^ sen'-' Q : de la cual se deduce esta otra: fZs2 «4 sen-2 O -f ¿4 cos^ O dí|2 b^ cos2 6 — «2 sen2 fj Y, sustituyendo en ésta (Booth: 1. c, t. 11, p. 164) por O una nueva varia- ble, (i), ligada con 9 por la relación „ , b'* sen2 (.0 sen- 9 0.2 />2 _j_ ¿í gg^2 (jj _j_ (^4 (,(jg2 ^ obtiénese, en primer lugar, ds b (Z9 b~ a (a^ -j- V^) costo d^ cosco (/co (a2 62_j_¿;'.sen2(u)-|-a'*cos2oj)y¿2^^2 — 129 y, después, ./.= '' ayjc^^l, j^j^üz=^,,„.„jyi___a^ + ¿2 La longitud de los arcos de las lemniscatas hiperbólicas depe7ide, según esto, de una integral elíptica de tercera especie, cuando es b^a; y de otra, de primera, cuando a^b. (Booth: 1. c). 136. Para obtener el área limitada por la mitad OKEOO de la cur- va, empléase la fórmula 1 r^'^r.- (52 C082 fl _ «2 sena G) í¿9 = — — O, + .í!_±ü g^^ 3 9, : en la cual 9, = are tang — . a O, en otra forma: ¿,2_a2 h .1 ^ A = are tang — -\ ab. 2 ^ a 2 137. La lemniscata hiperbólica considerada es la podaría central, y la curva inversa también, con relación á su centro, de la hipérbola ¿>2 y^ — a^ x^ = — a^ b^ : cuyas asíntotas forman un ángulo igual al de las tangentes á la misma lem- niscata en el mencionado centro. 138. Cambiando a^ en — a^, en las ecuaciones de los Núms. 127 y 130, obtiénese la ecuación tangencial de la lemniscata hiperbólica y cuanto al número y posición de sug focos se refiere : deduciéndose , en particular, que las coordenadas de los focos ordinarios reales de la curva son — 130 — Y que las coordenadas de los focos singulares reales, o; = =t — \/a2 _|_ ¿2 é ¿/ = 0, ¿i asimismo corresponden á los puntos i^y i'" de la figura 39. IV LA LEMNISCATA DE BERNOULLI 139. Entre las lemniscatas hiperbólicas existe una que ha recibido nombre especial: la correspondiente al caso de ser a==b, denominada lemniscata de Bernoulli por haber sido encontrada por uno de los geó- metras de este nombre (Jacobo) al resolver el problema de Leibuitz, que tiene por objeto determinar la curva descrita por un punto grave, que se aproxima uniformemente á un punto fijo dado. (Acta eruditorum , 1694, p. 336; Opera, t. i, p. 609.) Las principales propiedades de esta curva fueron después descubiertas por Fagnano en 1750 (Produzione matemá- tica, t.ii, p. 317), por métodos geométricos; y en seguida por Eüler, que expuso su teoría analítica. (Mem. Acad. Petrop., t. v,p. 351.) 140. La ecuación de la lemniscata de Bernoulli, referida á coordena- das cartesianas, es (íc2 + y2)2 ^ «2 (^2 _ ^2). Y en coordenadas polares, la ecuación de la misma curva tiene por ex- presión : p'' = cfi eos 2 6. Directamente, por medio de estas ecuaciones, ó poniendo i ^ a en los resultados anteriormente obtenidos, por referencia á las lemniscatas hi- perbólicas en general, deddcense las siguientes propiedades de la lemnis- cata de Bernoulli. La curva tiene, como todas las lemniscatas hiperbólicas, la forma seña- — 131 — lada en la figura 42, en la cual el valor de a se halla representado por OE. Y las tangentes en el punto doble O forman ángulos de 45° con el eje de las abscisas, según de la fórmula tangw = ± — se deduce, por ser abo- ra ¿» = a. Poniendo en la igualdad (1) del Núm. 122 /•= O y «^ = 2é\ baila- se que p Pi = — a^- Luego, la lem- niscata de BernouUi pertenece á la clase de las cassínicas, existiendo en su plano dos puntos fijos, F y F', tales que el producto de las distan- cias á ellos de cualquiera de los pun- tos de la curva permanece constan- te. Las coordenadas de los puntos fijos considerados, 6 focos de la cur- va, al propio tiempo ordinarios y a singulares, son vr 0. Los puntos G, H, I, K, donde la ordenada y es máxima (en valor ab- soluto), corresponden á la circunferencia de radio igual á — t^, con el centro en el punto O: luego los puntos de ordenada máxima y los focos se encuentran sobre la misma circunferencia. Aquellos cuatro primeros puntos tienen por coordenadas _a_\/(3_ 4 y ±- i\/\ 141. Partiendo de la ecuación polar de la curva, obtiénese el valor del ángulo V, que la tangente á la misma curva forma con el radio vector del punto de contacto, por medio de la fórmula tangF __ pt¿9 íZp ^cot2f): — 132 — de la cual se infiere la siguiente F=--2(i, que permite construir por fácil procedimiento la tangente. 142. El radio de curvatura de la lemniscata de BernouUi tiene por expresión 3p P Y como BenF= eos Sí) = -¡V. resulta que p = 3i2 senF. Luego la proyección del radio de curvatura sobre la dirección del radio vector correspondiente es igual á la tercera parte del mismo segundo ra- dio. Lo cual permite determinar fácilmente el centro de curvatura de la curva de que ahora se trata. 143. La lemniscata de Bernoulli es unicursal , y por eso x é g pue- den expresarse en función racional de una tercera variable. Expresión de la cual dedujeron Em. Weyr y Schoute algunas propiedades importantes» relativas á sus tangentes. Si, en efecto, se pone en la ecuación de la curva y=:tx, y después Yl — t^ = {l -{- t)x, hállase, por de pronto, que x = a e y = a- ** + 1 í;4 + 1 Y sustituyendo estos valores en la ecuación de la tangente, Y-y = y'{X-x), hállase, en función de x , el siguiente resultado: (^4 + 4*2 -f 1) (1 — i2 i ^ a — *2) (3;4 _j_ 4.2 ^_ 1) • — 133 — Luego, si por un punto (a, ¡3) trazamos tangentes á la lemniscata consi- derada, los valores de %■ en los puntos de contacto deben satisfacer á la ecuación (1) (P + a)^,6 + 3 ((3 — a)x" + 4a*3 — 3 (p + a)z^ _ (^ _ a) = 0; y las seis raíces de esta ecuación, ó los seis valores de x, prueban que, por el punto dado, pueden trazarse seis tangentes á la curva, reales 6 ima- ginarias. Esto sabido, busquemos ahora la condición para que cuatro de los pun- tos de contacto se encuentren en línea recta. La definida por esta ecuación ux-\-vy-{-l = (i corta á la curva en cuatro puntos, á los cuales corresponden los valores de X dados por esta otra (2) x* -I- a(M — v)k^ + a{u -f í;)x -j- 1 = 0. Expresando, pues, que el resto de la división del polinomio (1) por el polinomio (2) es idénticamente nulo, hallaremos las condiciones para que las ecuaciones (1) y (2) tengan cuatro raíces comunes, y, por lo tanto, para que cuatro de los puntos de contacto estén en línea recta. Pero el resto de que se trata, tiene por expresión \ • — a (m -|- v) — 3 a (u — v) — a^ (u — vf I x^ + r* ^-^ + a^ (M - vrl { (¡i + a). Luego, para que las raíces de la ecuación (2) lo sean también de la (1), será menester que se verifiquen estas condiciones : — 134 - 4 B — a - {u + i;) — 3 -i- (u — V) — a^ {u — íf = O ; a (u ~v)—S ^-^^^^ (u-\-v) — «2 (tí — ?;)2 (u -\-v) = 0; y 4 '^ ~ "• + a2 (m — ?;)2 = 0: (5, eliminaado de la primera y de la tercera (u — v)^ por medio de la última, De la primera y la tercera se deduce que 2(S+a) 2(B — a) |3^+72 •' |32 + 72 Y, sustituyendo estos valores en la segunda y la cuarta, obtiénese por resultado, idéntico en ambos casos, el que sigue: (j32 _|. ^2)2 =^ ^2 («2 _ ¡-j2). El cual nos enseña que el punto (a, P) debe corresponder á la lemnisca- ta considerada. Luego los puntos por los cuales se pueden trazar cuatro tangentes á la lemniscata, de manera que los de contacto resulten todos en línea recta, son puntos de la misma lemniscata considerada. Este teorema fué encontrado y demostrado por Em. Weyr, en un tra- bajo titulado Die Lemniscate in rationaler Behandlung. (Abhandl. der K. bohm. Gesellschaft der Wissenschaften , Prag, 1873.) Y á Schodte per- tenece la demostración geométrica del mismo, inserta en los Verslagen de la Academia de Ciencias de Amsterdam {serie 2.*, t. xix, 1883, p. 220). — 13B — La ecuación condicional «2(^2 — ^2) __ 4 representa la envolvente de las tangentes á la lemniscata, tiradas por todos los puntos de la curva, referida ésta á coordenadas tangenciales, u j v. Para hallar la misma ecuación, referida á coordenadas cartesianas, habrá, pues, que procurarse la de la envolvente de todas las posiciones que pue- da tomar en un plano la recta ux -{- vy -\- 1 =0, llevando en cuenta la condicional anterior. Y con esto, eliminando v, u y du entre ambas ecuaciones y las dv - ^^ A x-\-y = 0 y u — v—— = 0, du du se hallará la que sigue: x^ — y^ = Expresión abreviada de este otro teorema, también de Em. Weyr: La envolvente de las tangentes á la lemniscata , trazadas por todos los puntos de la curva, y que además tocan á ésta en otros puntos distintos de los primeros, ó de origen, es una hipérbola equilátera. 144. Las condiciones para que los puntos de contacto de las tangen- tes á la lemniscata considerada, trazadas por el punto (a, |S), correspondan á una cónica, se determinan por análogo procedimiento al empleado en el caso anterior, comenzando por reemplazar la ecuación de la línea recta por la siguiente, de una cónica cualquiera: ux^ -\- vy^ -\- ivxy -\-hx ■\-hy -\-\=^. Y por los mismos pasos, ya dados en el párrafo precedente, se hallará que los valores de x, en los puntos en que esta cónica corta á la lemnis- cata, deben asimismo satisfacer á esta otra ecuación: A« + A'X? + B%,^ + C^J" + Dx* + Ax? 4- Í?;t2 + C* + 1 = 0: _ 136 — en la cual A = a{h — k); B = (u -\- v — w) (fi; C= {h + k) a; D = 2 (a^ u — a^ V + 1); y E = a{u -^ v -\- w). Las condiciones, pues, para que los puntos de contacto de las tangentes á la curva, trazadas por el punto arbitrario (a, ¡3), correspondan á la cóni- ca, se obtendrán expresando que es idénticamente nulo el resto de la divi- sión del primer miembro de la última ecuación, por el primero de la (1); y así hallaremos: C—L — ZAK=0; D-j-3 — AL—3K(B—3K) = 0; 4:A — L(B—3K) = Q; E + K+ 3 [B ^ SK) = 0; C+AK=0; y l + iB-3K)K=0: en el supuesto de ser también A = — y L = Eliminando C de la primera ecuación por medio de la quinta, y B — 3^ de la tercera, por medio de la última, obtiénese el mismo resultado: luego una de estas ecuaciones no es realmente distinta de las otras. Las ecuaciones primera y quinta, de las seis condicionales anteriores, determinan los valores de C y ^; y, conocidos estos valores, de las A^a(h — }c) y C = a{h -{- k), se concluirán los de h y k. Y, asimismo, de las ecuaciones segunda, cuarta y sexta se deducen los de B, D y E, poco antes expresados por medio de otias tres ecuaciones de primer grado en función de u, v y w. Luego estos tres coeficientes de la cónica pueden darse también por conocidos; y como determinada por completo, en con- secuencia, la ecuación de la cónica. Dedúcese, pues, de todo lo expuesto el teorema siguiente, debido á ScHOUTE, quien le dio á conocer en su trabajo titulado Notix über die Lemniscate, publicado en los Sitxungsber. der K. Akad. dcr Wissens- chaften von Wien, 1883, p. 1252: — 137 — Los seis puntos de contacto de las tangentes á la lemniscata de Ber- noulli, traxados por un punto exterior á la curva, hállanse situados sobre una cónica, susceptible de fácil determinación. 145. Poniendo a^b en la ecuación, referida á coordenadas tangen- ciales, de las lemniscatas hiperbólicas, obtiénese la correspondiente á la de Beinoulli: 27a4 (M^ + «2)2 ^ [4 _^ ^2 (u¿ _ v^)f. 140. La longitud de los arcos de esta curva hállase también sin difi- cultad mediante la fórmula _ p d^ ±. r^ ^ - Jo \/cos2(J "^2" Jo \ /] i r~ ' ' ' 1/1 sen"' (P V 2 después de establecer entre ) y |0 = ±arccos , p = h\, \ 2a ^ 2 J las tangentes son paralelas al eje de las ordenadas. El punto O es un punto doble de la curva, y los ángulos de las tangen- tes en este punto con el eje de las abscisas son iguales á ± are eos — . a Caso 2° — Supongamos ahora /?> a. Por resultado de una discusión, análoga á la que precede, se hallará que la curva es en este caso de la forma indicada en la figura 46, en la cual OD=h, OA=a-\-h, OB^ h — a; existiendo en ella dos pun- tos , M y N, cuyas coordenadas polares se deducen de estas expresiones „ —h-\- \/h^ + 8a2 costí = ■ — ■ y 4a á y donde la ordenada cartesiana, y, adquiere valor máximo, en abso- luto. En los puntos .á y jB las tangentes son paralelas al eje de las ordena- das. Y, cuando h <; 2a, existen, además de estos puntos, otros dos, P y Q, donde la tangente es también paralela al mismo eje, hallándose sus coor- denadas determinadas de este modo: coso = h 2 a y p: 1 ll. La curva tiene además un pimío aislado en O. Caso 3.° — Sea, finalmente, h = a. 10 — 146 — La forma de la curva será entonces la representada en la figura 47, con un punto de retroceso en O, á la distancia 2 a del A. Los puntos M y N, en donde las tangentes son paralelas al eje de las abscisas, se hallan definidos por las fórmulas O = 1 3 — TI y p = — h; y los P y Q, en donde las tan- 6 2 gentes son paralelas al eje de las ordenadas, por estas otras: 6 = ± -1 t: (5 y p = __a; las cuales, juntamente con las anteriores, muestran que los puntos P, O y N se hallan en línea recta, así como los puntos Q, O y AI. En este caso especial, la curva recibe el nombre de cardioide *. 153. Aplicando, para determinar los puntos de inflexión del caracol en los tres casos considerados, la fórmula conocida Fignra 47 'P d92 + 2 m o, obtiénense las ecuaciones cosS : 2a2 + h^ 3ah y p = 2 (a^ — k^) 3h que determinan los valores de í y p en estos puntos. Pero advirtiendo que, para ser 'i real, debe ser eos 'i ^ 1, y, por lo tanto. 2a^ + h^ — 3ah = (a — k} («_l/,j^O, se ve que sólo existen puntos de inflexión reales cuando A > a, y ^ < 2a; y que el número de estos puntos será igual á dos, separados uno de otro, si h y otras dos con la representada por la í/ = — ilx — — a |. Y, en atención á que cada una de estas rectas es tangente en lo infinito á dos distintas ramas de la curva, concluyese que ésta tiene asimismo en lo infinito dos punios de retroceso. 157. Por tener tres puntos duplos, el caracol de Pascal es curva yí«¿- cursal: de manera que sus coordenadas pueden expresarse en función ra- cional de un parámetro variable. Para obtener estas expresiones advirta- mos, por de pronto, que la ecuación (1), en donde 6 varía desde hasta — , puede sustituirse por esta otra: p = ct cos9 -(- h , en la cual h posee un solo signo, admitiendo que 8 pueda variar desde O hasta 2u. Esto sentado, póngase tang — 6 = /, y hallaremos „ 2¿ l_¿2 sentí = y eosü = : 1 + ¿2 1 ^ ¿2 valores que, sustituidos en las ecuaciones rr = p cosí) é y ^ p senO, darán (1 + ¡!2)2 '' (1 _(. ¿2)2 - 149 — Las últimas fórmulas sirvieron de punto de partida á G. Pittarelli para el estudio, bastante minucioso, que hizo del caracol, en su memoria sobre Li iumache di Pascal, publicada en el Giornale di Matematiche (Napoli, t. XXI, 1883, ^J. 145 y p. 173). Pero aquí nos limitaremos á ob- tener, por medio de las mismas, la ecuación tangencial de la curva. Partiendo de la expresión dy /¿ eos 9 -|- a eos 2 9 dx /? sen 9 -|- a sen 2 9 la ecuación de la tangente al caracol será (Acos9 + acos29) Jí + (/ísen9 +asen29) 7= (fe + a cos9)2; ó, sustituyendo sen9 y cos9 por sus valores en función de t, esta otra: [/í + a — = sentp senA \1 — k^ . - 153 — El) la fig." 46 señalemos dos puntos del caracol, m y m' , cuyas amplitu- des satisfagan á la igualdad anterior, y tendremos are Am = 2 (a + A) ¿7 (/.: , cp) ; are ^/w' = 2 (a + A) ÍJ [k ,\); y are AB=2{a-\- h) EUc, —Y Por otra parte, representando por V el ángulo que forma el radio vector del punto m con la tangente á la curva en el mismo punto, resulta que í¿f) acosO + h tangF=p-— = -— ; cíp «sentí y, por lo tanto, «sen 8 CCS V = ■ V- (a + h) \l 1— Fsen^ — 9 Con lo cual una de las igualdades anteriores se transforma inmediata- mente en la que sigue: E{k, cp) + E(k, .{.) -EÍk, ^\ = ^l^±J^cosV. \ 2 / 2a Ó, finalmente: are ^ /« -|- are ^/»' — are ^j5 ^ are Am — are Bm' = — ¡^ — ■ — — eos F= 4/icos V. a Para construir, pues, la diferencia de longitudes de los arcos Am y Bm' , basta tomar sobre el radio vector del punto m, una longitud igual á 4 A, y proyectarla sobre la tangente á la curva en el mismo punto. 162. El área A, recorrida por el radio vector del caracol, cuando H varía desde O hasta S, se halla expresada por la fórmula ^ = J- /;í2 _^ i- ciA e + — «a seu2() + ah sen9. 2 \ ¿ f 8 — 164 — n LA CARDIOIDE 163. Ya dijimos en el Núm. 152 que recibe el nombre de cardioide, propuesto por Castillos (Phylosophical Transactions of London Boyal Society, 1741), el caracol de Pascal que tiene por ecuación p = a + acos6: (O ^ O ^ 2 ir); y vimos también cuál es la forma de esta curva, representada en la figu- ra 47. Limitarémonos ahora á dar cuenta de algunas propiedades de la misma curva. Poniendo, en las fórmulas del Núm. 157, h = a, obtiénense, para de- terminar las coordenadas x é y de la cardioide, en función del parámetro arbitrario t, las fórmulas 2a (1 — ¿2) íat X = e w ^ : (1 + r-)2 (1 + fif de las cuales se deduce, como ecuación de la tangente, la que sigue: (1 — 3<2) X-\-t{3 — ¿2) T= 2a Como se deduce, para ecuación tangencial de la curva, esta otra: 27ffl4 (^2 -f v^) — 2a2 (au + 2)3 = 0. Concluyese también de lo expuesto en el Núm. 157, que la curva po- see un foco singular I — a, O j, y que no tiene focos ordinarios. 164. Los cuatro puntos de intersección de la recta ux -\- vy -\- I = O con la cardioide, se determinan por medio de la ecuación ¿4 + 2 (1 —au) f^ + A^avt -f 2aii + 1 = 0, - 155 — resultante de sustituir, en la ecuación de la recta, x é ij por sus valores expresados en función de t. Por otra parte, los valores de t en los tres puntos de contacto de las tangentes á la curva, trazadas por un punto (a, P), resultan de la ecuación (1) .3 + ^,._3. + i^ = 0, que se obtiene sustituyendo, en la ecuación de la tangente á la curva, XéY por a y p. Y dividiendo uno por otro los polinomios que forman los primeros miem- bros de las dos ecuaciones anteriores, resulta, representando por Q el co- ciente y por R el resto de la división, Q=t-i^, y R = U— 2au + ^^f^+ Uav — 8 — — — ] t + 2aM + 1 + 3 - ■ ^^~°'. Las condiciones para que los tres puntos de contacto con la curva de las tangentes que pasan por el punto (a, p), correspondan á la recta consi- derada, serán, pues, éstas: a2 a 2 a 5— 2aM + 9 — = 0; 4aí; — 8 = 0; y p Las dos primeras determinan los parámetros u y v de la recta. Y la terce- ra, eliminando de ella la u por medio de la primera, se transforma en la siguiente: pa ^ «2 ^ aa = o, que, consideradas a y p como variables, representa una circunferencia, - 156 — que tiene por centro el punto j a, O |, y cuyo radio es igual á — a. De todo lo cual resulta demostrado el teorema siguiente: Las tres tangentes á la cardioide, trazadas p o?' cualquier punto de la cir- cunferencia, de centro j «, O j «/ radio igual á — a, tocan á la curva en tres puntos, reales ó imaginarios, situados en línea recta. El cuarto punto de intersección de la recta que pasa por los puntos de contacto de las tres tangentes que acabamos de considerar, se halla defi- nido por la ecuación Q= O 6 í = 3 — . 165. Representando por t^, t^j t¡ los valores de i en los tres puntos de contacto de las tangentes á la cardioide, trazadas por el punto (a, ¡3), de la ecuación (1) se desprende que (2) t, + t., + t^=—3^; t,t.^ + t,t^ + tj^=-i; y t,t.,t^=^ ' "'~''- Por ser t = tang — fi, la condición para que las bisectrices de los án- gulos formados con el eje polar por los vectores de los puntos de contac- to, correspondientes á dos de estas tangentes, sean perpendiculares una á otra, es ^, ¿g == — 1. Y en este caso 2a — a , o « + « 3 p ) / 1 I „ p Sustituyendo ahora en la segunda de las ecuaciones (2) ¿j ^g; t^ -\- t,/, y íg por estos valores, resulta Luego los puntos del plano de la cardioide, tales que dos de las tangen- tes á la curva, trazadas por cada uno de ellos, la toquen en otros puntos, correspondientes á una recta que pase por el origen, se hallarán también situados sobre una circunferencia, de centro definido por las coordenadas 1 3 — a y O , y í/e radio igual á — a. — 157 — 160. Para rectificar la cardioide no es menester, como tratándose de los demás caracoles, emplear las integrales elípticas. Así resulta de la ex- presión integral siguiente: .<••== 2» I V/l — sen'¿ — e í/t) = 4« sen — 6. De la cual se deduce que la longitud total de la curva es igual á 8 a. La rectificación de la cardioide fué por primera vez obtenida por La HiRE, conforme consta en las Méinoires de l'Académie de París, 1708. III LOS ÓVALOS DE DESCARTES 167. Sean r y / las distancias de un punto variable, M, á dos puntos fijos, O y O', llamados focos (fig. 48); y, representando por h y k dos can- tidades constantes, supongamos que (1) r zb hr' • M / •B O" N O' Fignra 48. El lugar geométrico descrito por M, con- forme r y / varían, de magnitud, constitu- ye una de las curvas denominadas Óvalos de Descartes, en memoria del ilustre geómetra de este nombre, que las descubrió y definió al tratar de resolver el problema de óptica que tiene por objeto determinar la forma de la superficie de separación de dos medios transparentes, distintos en densidad, necesaria para que los rayos emitidos por un punto luminoso en el primero sean transmitidos, por refracción, á otro punto fijo en el segundo. Problema resuelto en su Dióptricu por Descartes, y más tarde, en el concepto geométrico, minu- ciosamente estudiado por el mismo autor en el libro ii de su célebre Geo- metría, publicada en 1637. En el mismo asunto que Descartes, y á propósito del mencionado pro- — 158 — blema de Óptica, ocupóse también Roberval en una memoria titulada De resolutione cequationum, por primera vez publicada en 1693, mucho después de fallecido el autor, y de nuevo, en 1730, inserta en el tomo vi, pág. 157, de las Mémoires de l'Académie des Sciences de París. Siendo de creer que las investigaciones de tan eminente geómetra, concernientes á la materia de que se trata, fuesen hechas antes de publicar los resultados de las suyas Descartes; pues no de otro modo se explica que Roberval no mencione á este propósito el nombre del gran filósofo, y aun advierta ex- plícitamente que las curvas á que en su trabajo se refiere no habían sido hasta entonces por ningún otro matemático consideradas. Sobre los óvalos de Descartes, conocidos también por el nombre de curvas aplanéticas , propuesto por Herschel, se han hecho con posterio- ridad numerosos trabajos, catalogados por Ligüine en el Bidletin des Sciences Mathématiques (2." serie, t. vi, 1882, p. 40); y más tarde por Brocard, en el Intermédiaire des Mathématiciens (t. iii, 1896, p. 238). 1<»8. Para hallar la ecuación de estos óvalos, expresada en coordena- das cartesianas, tomemos el punto O como origen de las mismas, y la rec- ta 00' para eje de las abscisas; y designando por a la distancia 00', ha- llaremos que r = \l^+^' y r' = \J y^ + (X - af. Ecuaciones de las cuales se deduce que /2 _. y2 — 2ax-\- a^; y, contando además con la (1), este otro resultado: (2) (1 — /^2) r^ + 2 A2 aa; + ¿2 _ «2 h^ = ±2 kr. Ó el siguiente, si en la expresión anterior se pone el valor de r: (3) [(1 — fñ (x' + ¿/-) + 2 ali^ x + M^ — d^ h^f = 4 k^ (x^ + y% De la ecuación (2) se concluye inmediatamente que los puntos de los óvalos de Descartes son las intersecciones de la circunferencia de radio variable, r, y centro O, con las rectas correspondientes, paralelas al eje de — 159 — las ordenadas, representadas por aquella misma ecnación, dispuesta, para mayor claridad, en esta forma: gi jji — A:^ ± 2 kr — (1 — U^) f^ d^ ii" + r^ k^ — {r=f. kf Y, según que el valor absoluto del segundo miembro sea mayor, igual ó menor, que r, así esta ecuación representará rectas exteriores á la circun- ferencia, 6 tangentes á ella, ó secantes de la misma en dos distintos pun- tos (puntos de los óvalos), simétricos con respecto al eje de las abscisas. Notemos además que, en razón del doble signo de k, á cada valor de r corresponden dos distintos valores de x, 6 dos pares de puntos de los óva- los, situado cada cual en distinta recta. Pero si á /• le atribuímos un nuevo valor, i\ , puede suceder que alguno de los dos valores de x así obtenidos coincida con alguno de los que antes se obtuvieron: como sucede cuando se verifica que r2 /í¿ — (r — kf = rj2 h^ — (r^ + kf. En cuyo caso, por el punto cuya abscisa es x pasará una recta, paralela al eje de las ordenadas y secante á los óvalos en cuatro distintos puntos: número máximo de intersecciones de una recta con una curva de cuarto grado. Siendo menester, para esto, que 2k r — r, = . ^ l — fi^ De manera que los radios de las dos circunferencias que producen cuatro puntos de la curva, situados en la misma recta, paralela al eje de las or- detmdas, han de tener una diferencia constante. 169. Antes de pasar más adelante, conviene advertir que el caracol de Pascal se halla comprendido, como caso particular, entre los óvalos de Descartes. Si, en efecto, en la ecuación (3) de estos óvalos se supone que /i;2 = a^ h^^ obtiénese la ecuación del caracol. Y no solamente en este caso coinciden con el caracol aquellos óvalos. Porque si la (1) se escribe en esta forma: r'±~r=±-, ó r'±h,r = ±lc,, h h ' ' — 160 — suponiendo para ello que Ti, = — y /;:, = —, fácilmente se ve que aque- h h Ha ecuación (1) representará un caracol cuando sea Aj^ = a- h^, ó k= a. 170. Veamos ahora si la curva representada por la ecuación (3) admi- te otro foco, O", colocado, como los O y O', sobre el eje de las abscisas. Para esto es necesario, y basta, que exista un sistema de valores de /.:,, ftj = 00", y h^, tal que la ecuación (1 — h^^) f^ + 2a, h^' X + k;^ — a;^ h,^ = ± 2k^ r coincida con la (2), ó que /.-,, a, y /«, satisfagan á las ecuaciones condicio- nales siguientes: aW _ a,h,^ k^—a^W ^ k^^-a,^h{\ _A_=_A_ Eliminando en la segunda de estas ecuaciones ]i^ y a, por medio de la primera y tercera, obtiénese esta otra: F ft,* — («2 + k"^) h'^ h;^ + «2 ft4 = O : de la cual se deducen para h^ los valores %, = ±%, y h = ±^. Los primeros valores de h^ así obtenidos producen estos otros : k ^=k^ y a = «i, y no conducen á resultado ninguno nuevo. Pero de los segun- dos se concluye que a, = y /c, ^ it . 1 (l_fti)a -^ ]c(l — h^) Y, en consecuencia, representando por r" la distancia MO", los óvalos de Descartes, que tienen por ecuación , ah ,, , T{^ — a~hr a.') r ± r" = ± , ^ k (1-mk — 161 — y por focos el origen de las coordenadas, O, y el 0'\ separados uno de otro por la distancia 00" ''-"''' aíl — h^) coinciden con los representados por la ecuación (1). Advirtamos además que de las ecuaciones (1) y (1'), por eliminación de r, resulta una nueva relación lineal entre r' y r". Y, por lo tanto, cual- quier óvalo de Descaries puede ser definido de tres modos distintos, como lugar geométrico de los puntos cuyas distancias á otros dos fijos estáíi ligadas por una reí-ación lineal. Importante resultado debido á Chasles. (Aperr.u historique, 1837, note 21.) Pero es de advertir que el foco O'' , á que acabamos de referirnos, no existe en el caso de convertirse el óvalo en caracol de Pascal. 171. Para determinar la forma de la curva, representada por la ecua- ción (.3), resolveremos varias cuestiones previas. 1." Busquemos en primer lugar los puntos en que la curva corta al eje de las abscisas. Poniendo para ello j/ = O en la ecuación (3), resulta (1 — /i2) .r2 + 2 a/22 a- + /,.2 _ ^2 ,,2 = h- 2l:,r. De la primera de estas ecuaciones, ó adoptando como signo del segando miembro el -(-, se desprende que _ {l-±ah){l=f.h) J,±ah 1 — li^ 1 ± h Y de la segunda _ (/,■ r¡i ah) (± h — l) _ k zp ah '' ~~ 1 — //-^ " l±h' La curva corta, pues, al eje de las abscisas en cuatro puntos reales, dados por estas ecuaciones, _ Ic±ah _—k±ah_ ^~ l±.h ^ '* ~ l±h 11 — 162 — puntos distintos, bien entendido, excepto en el caso de ser fc^^l, <5 A;^ = a-, ó k^ = (Ph", de las cuales debe ahora prescindirse, porque aque- lla curva es entonces una cónica, ó un caracol de Pascal, ya estudiado an- teriormente. 2° Busquemos, en segundo lugar, los puntos múltiplos de la curva considerada. Y para ello, determinemos los valores de x é y, que satisfacen á la ecuación (3) y á las siguientes, derivadas suyas con respecto á las mismas coordenadas x é y: [(I — h^) (o,--' + y') + 2a}fix + U^ — a^ h^¡ [(1 —h^) x + ah'^] = 2h^ x, y [(1 •- K^) (x^ + */■-') + 2ali^ X + /•■■•^ — a^ f/-] (1 — h^) y = 2 1:^ y. La última ecuación admite dos soluciones: y=0, y (l-/^¿)(^-2 + ^^)+2aA^x + A'í-a^/í^ = - Pero esta segunda solución no es compatible con la primera de las an- teriores, y no conduce, por consiguiente, á punto singular alguno. Y á la solución y =^0 corresponden puntos colocados sobre el eje de las absci- sas, distintos todos unos de otros, salvo, como ya se advirtió, cuando la ecuación (3) corresponde al caracol de Pascal. La curva de que ahora tratamos no posee, según esto, puntos múltiplos á distancia finita. Pero sí dos puntos de retroceso imayinarios en lo infinito. Para verlo basta investigar sus asíntotas. Si con este objeto supone- mos primeramente que y = xx, y, á continuación, x = ce, ha'Ilase que limí. = ±i.Y si después escribimos y^± ix -j-it y x ^ ce, deducire- mos la ecuación [± 2 / (1 — A2) limu + 2a/i^]- = O, que determina lim?í; y por ser dobles sus raíces infiérese, en conclusión, que cada una de las ecuaciones , . r , «¿2 -I representa dos asíntotas, una con otra coincidentes. — 163 — 3.° Por ser imaginarias las asíutotas buscadas, asimismo se infiere que la curva á que corresponden no tiene ramas infinitas reales. Conclu- yéndose de esta propiedad y de la anteriormente advertida, de carecer la curva de puntos málliplos á distancia finita, que los óvalos de Descartes se componen de dos ramas cerradas, completamente separadas una de otra. 4." Para hallar los puntos en que ¡j adquiere valores máximos 6 míni- mos, partiremos de las ecuaciones (2') {l—k}')7^-^2alt}'x-\-h^ — á^Ji^ = 2kr, y x^-\-y^ = 7^: en las cuales se hallan expresas x é // en función de la cantidad positiva ó negativa r, que tomaremos como variable independiente. Y en tal supues- to, se hallará que dy dx — — r — X dy dr dr dx dx dx dr dr Por consiguiente, los valores de r á que corresponden valores máximos ó mínimos de y, se deducirán de la ecuación . dx dr ~ ' 6, en virtud de la ecuación (2'), de esta otra: (1 ^ h^f ^3 — 3 (1 — /¿-') Ir- — (a-' h-^ + ^■■■í A^' — St^ + a-' /*'') r — h [Jc^ — a- h^) = 0. La cual será menester que resolvamos para hallar luego, por medio de las ecuaciones (2') y x- + y~ = ?■-', los valores buscados de x é y. Como de la primera ecuación se desprenden tres valores de r, á cada uno de los cuales corresponden un valor de x y otros dos, iguales y de signos contrarios, de y, dados por las últimas, concluyese que el número de puntos que satisfacen á la cuestión son seis, distribuidos por mitad á uno y otro lado del eje de las abscisas. Pero de cada uno de estos grupos - 164 — (le tres puntos, dos deben ser imaginarios; porque, si no lo fuesen, una rama de la curva tendría dos puntos de ordenada máxima ó mínima á cada lado de aquel eje, y uno no más la otra: lo que es de toda evidencia absurdo. Los puntos en que x es máxima ó mínima se obtendrán por análogo procedimiento. Siendo fácil ver que las ecuaciones dx y = 0 y — = 0, dr .í/ = 0 y A' — (1 — /^;^)r = 0, determinan los valores de r, á que corresponden valores máximos 6 míni- mos de X. A la segunda ecuación corresponden estos valores de x é y: ,,= g^ + Tc-^ — a^ h^ n = ^ \/4n^ A2 — (fl-^ + k^ — a^ h^f . ■ 2a(l~]ñ A los cuales corresponden dos puntos, reales 6 imaginarios. Y á la solución í/ == O, los cuatro puntos en que la curva corta al eje de las abscisas, anteriormente determinados. 5." Para hallar los puntos en que la curva corta al eje de las ordena- das, póngase .c = O, y resultará ±k±h\/a^^ A;2 — h^ «2 (4) !/ = /<2 Vese, pues, que el eje de las ordenadas, ó no corta á la curva, como sucederá cuando sea a^ -\- P — a- /¿^ <; O, ó la corta en cuatro puntos. Tomando para origen de las coordenadas el foco O', la ecuación de la curva se transforma en ésta: [(h^ - 1) (x;^ + ¡j{') - 2ax, + k:^ - a^^f = ik^ Ji' (x;^ + y;\ — 165 — Y poniendo en ella x^ = O, obtiénense los valores de las ordenadas de aquellos puntos en que la curva corta al nuevo eje de las ordenadas, dados por la expresión _ ± Jch ± Sja^ h^ + l'-^ — a^ "' W^i • De la última fórmula se deduce que cuando Ji^^- 1, tj^ es real; y de la (4) que y será real cuando sea li^ << 1. Luego una, por lo menos, de las perpendiculares al eje de los óvalos, que pasan por los focos O y O', corta á la curva en cuatro puntos reales. 172. De todo lo cual se concluye que la curva á que nos referimos consta de dos distintas ramas, que, en vez de cortarse — salvo el caso del caracol de Pascal, de que ahora prescindimos — se encuentran una dentro de otra. La interior, cerrada y convexa, ó sin ningún punto de inflexión, posee un eje de simetría, AB, que puede suponerse coincidente con el de las abscisas, y en cuyos extremos, A y B, son las tangentes á la curva perpendiculares al mismo eje; y otros dos puntos, My N, de ordenada má- xi)na en absoluto. Y la exterior, de la misma forma general, ó de la indi- cada en la fig. 46, poseerá en este caso cuatro puntos: los A y i?, en los extremos del eje horizontal, y los P y Q, simétricamente colocados con respecto á este eje, donde las tangentes á la curva son perpendiculares al mismo eje; y otros dos puntos también, M y N, de ordenada máxima, como en el caso primero. 173. Las normales á los óvalos de Descartes pueden obtenerse por un método general conocido, aplicable á todas las curvas referidas á coor- denadas bipolares. En el caso de los óvalos á que co- rresponden los signos superiores de la ecuación (1), tomando los segmentos de recta MA = 1, y MB = h, figura 49, la normal á la curva en el punto M será la diagonal del paralelógramo cons- truido sobre aquellos segmentos. Para demostrarlo basta advertir que la ecuación de la normal á uno cualquiera de aquellos óvalos, en el punto [x, y), es — 166 — x — x _ y— .y dr , , dr' dr , , dr' dx dx dy d;/ 6, por ser dr X dr' x — a = — := costo; := = costo ; dx r dx r dr 11 dr' y =-<- = sen(o; y =^í-^sen(jj, dy r dy r representando por w y w' los ángulos MOx y MO'x, X—x _ Y— y cosw -\- h cosü)' seno) -)- h senw' Y basta ahora advertir que las coordenadas x^ é y^ del punto C se ha- llan expresadas por las fórmulas £c^ = ¿c — (costo + h costo' I é y^^ y — (seno) + h sentó'), y que estas coordenadas satisfacen á la última ecuación, para concluir que la normal coincide con la diagonal MC del paralelógramo referido. Y á la misma conclusión se llega, tratándose de un óvalo correspon- ' diente á la ecuación r — hr =±k, cuidando de tomar el segmento MB en dirección opuesta á MO'. De la propiedad que acaba de demostrarse, infiérese inmediatamente esta interesante consecuencia: que los óvalos de Descartes resuelven el problema de Óptica, anteriormente mencionado; porque los rayos lumino- sos OM que parten del foco O do un óvalo de Descartes, interpuesto en- tre dos medios transparentes de diferente densidad, y cuyo índice de re- fracción es k, se refractan, cuando llegan á la curva, segdn rectas MO', que se cortan en otro foco O'. Para persuadirse de lo cual basta advertir que la igualdad senOMA^ senOMN seaO'MN sen ACM = h. - 1C.7 - resultante de considerar el paralelógramo AMBC, coiacide con la <[ue expresa la ley de la refracción. 174. Poniendo en la ecuación (3) V= (1 — /¿2) (.r2 -(- f) + 2a¥ .r + A'2 — a¿ A^ y U= ,r^ + .y^, resulta F2 = 4 /,■■-' ¿7. Y con estos antecedentes, escribamos la ecuación (5) 4A:2f2_^2i!F+í7=0: la cual, suponiendo que sea t un parámetro variable, representa un sistema, ó conjunto, de círculos, cuyos centros coinciden con el eje de las abscisas. Pues bien: si nos proponemos hallar la ecuación de la envolvente de es- tos círculos, daremos, sin variante, con la (3i, correspondiente á los óva- los de Descartes. Lo cual constituye interesante propiedad de los mismos óvalos. ' 175. Efectuando la transformación, por radios vectores recíprocos, de la curva representada por la ecuación (3), tomando el origen de las coor- denadas para centro de la transformación, para lo cual debe ponerse en esta ecuación encuéutrase la que sigue: [(1 - ¡ñ t^' + 2«/i--^ t;^ X, + (A--^— «2 K^) [j^^i + f,^^)f = 4/¿2 í/' (.r,- + ,/^% que coincide con la (3) cuando 1 — /í2 Luego los óvalos de Descartes pertenecen á la clase de curvas que MouTARD (Btdletin de la Société Phylomatique de Paris, 1864), designó — 168 — con el nombre de analagmáticas , las cuales poseen la propiedad de no alterarse por resultado de la transformación mencionada. Transformación aplicable :í los óvalos de Descartes de tres maneras distintas, puesto que puede tomarse para origen de las coordenadas cualquiera de los tres focos de la curva, sin alterar la forma de la ecuación (3). 1 7G. Cada una de las rectas definidas por la ecuación y = ± ix corta á la curva á que corresponde la ecuación (3) en dos puntos situados en lo infinito, y en otros dos coincidéntes uno con otro, cuya abscisa se deduce de la ecuación (2a/22£C + A:2 — «2/^2)2 = 0. Luego las rectas consideradas son tangentes á la referida curva, y ésta posee, en consecuencia, un foco ordinario en el origen de las coordena- das. Y como se pueden tomar los puntos O' y O" para origen de las coor- denadas sin alterar la forma de la ecuación (3), asimismo resulta que estos puntos son también focos ordinarios de la curva. De manera que la desig- nación aplicada á los puntos O, O' y O", en los Nüms. 1G7 y 170, con- cuerda con la noción general de foco propuesta por Plücker. A lo que precede puede agregarse que la curva no posee más que estos tres focos ordinarios reales. Veremos, en efecto, poco más adelante, al tratar de la determinación del numero de focos de la clase de curvas denominadas ctiárticas bicircu- lares, entre las cuales, como caso particular, se hallan comprendidos los óvalos de Descartes, que el número de los focos ordinarios de éstas es igual á nueve: reales tres, y seis imaginarios. Bastando, para determinar estos últimos, advertir que las rectas, de coeficiente angular igual á ±i, que pasan por los focos O, O' y O", ¡j = ix, !i==i(,r — a'i, t/ = i{,r — fli¡, é // = — /.r, 1/ = — i(x— a), 1/ = — i [x — a^), son tangentes á la curva: por lo cual los nueve ¡nmtos en que las tres pri- meras cortan á las tres últimas representan precisamente los nueve focos de la curva, reales tres, los O, O' y O", y los otros seis imaginarios. Pero, además de los ordinarios, la curva posee focos singulares, entre — 169 — los cuales existe uno real, coincidente con la intersección de sus asínto- tas. De las ecuaciones de estas líneas, poco antes encontradas, se infiere que este foco tiene por coordenadas X = é y = 0. 1 — 7*2 177. Poniendo en la ecuación (3) x = r cos6 é ij = r sen9, hállase la ecuación de la curva, referida á coordenadas polares, (1 — h^) f^ + 2 [aJi^ eos 6 — /,:) r + U^ — a^ h^ = 0. Y de la eliminación de cosG entre esta ecuación y la polar de una recta cualquiera, p [A cosO -f 5senf)) -|- C= O, se desprende otra ecuación de cuarto grado, en la cual el coeficiente del segundo término es igual á 4/,; . Luego cualquier linea recia corta á la curva en cuatro piin- los tales que la suma de sus distancias, positivas ó negativas, á un foco, es constante. (Salmón: Higher ¡jlanes curves, ed. 3.", 280). La ecuación polar de los óvalos de Descartes, (íltimamente considerada, fué utilizada por Genocchi (Comptes rendus de l'Académie de Paris, 1875) para obtener la longitud de los arcos de estas curvas, demostrando por su medio aquel ilustre geómetra que la rectificación de los óvalos cartesianos depende de la rectificación de tres arcos de tres elipses diferentes. 178. Los óvalos de Descartes pueden ser definidos y trazados por muy diversos procedimientos, de los cuales mencionaremos tan sólo los dos siguientes: 1.° El lugar geométrico de los puntos tales que la razón de sus dis- tancias á dos circunferencias fijas sea constante, es un óvalo de Descartes. (Newton.) Representando, para demostrarlo, por R y R' los radios de aquellas cir- cunferencias; por r y ;•' las distancias de un punto cualquiera de la curva á los centros de las mismas; y por h una constante, considerando las di- versas posiciones de aquel punto con respecto á las circunferencias, dedú- cese que , r — B ± = /' , ó r ::f.kr' ^ R qzJi R'. r' — R' - 170 — 2." Consideremos dos circunferencias y un punto fijo, situado en la recta que pasa por sus centros. Si tiramos por este punto una secante á las dos circunferencias y unimos los puntos de intersección con ambos cen- tros, los radios prolongados se cortarán en otros puntos de posición varia- ble, conforme la secante varíe, que describirán óvalos de Descartes, con focos coincidentes en aquellos centros. Construcción elegante, debida al geómetra Chasles (Aperru historique, note xxi), quien la dedujo, como consecuencia ingeniosa del teorema de Menelao. Aplicando, en efecto, el mencionado teorema al triángulo CMC (fig. 50), Fisura 50. determinado por los centros G y C de las dos circunferencias y por el punto M de la curva, y á la transversal KA, obtiénese desde luego la igual- dad siguiente: CA MA' C K AM A' C CK De la cual, representando por E. y R' los radios CA y C A' ; por ;• y r' ^ R KC , las distancias de 1/ á C y C"; y por h la constante — --TT^T' ^^ des- R' KC prende esta ecuación bipolar de un óvalo de Descartes: r —hr' = R — hR'. - 171 — Y del mismo modo se encuentra, aplicando el mencionado teorema al triángulo CM' C" y á la secante KA, esta otra ecuación: r — hr' = —{R-hR'). A todo lo cual agregó Chas les, como interesante complemento, que la recta LM que pasa por el punto de intersección L de las tangentes á las circunferencias, en los A y A' , es tangente á la curva engendrada por la construcción expuesta, en el punto M. Para demostrar lo cual basta ad- vertir que AM = ML x eos A ML, y A' M= ML x eos A' ML; 6 eos A3IL _ AM _ r — R _ eos A' ML ~ A' M ~ r' — R' ~ ' De donde, representando por MS una recta, perpendicular á la ML, se infiere que sen UMS s^nSMA' ■ h. Luego, por lo dicho en el Núm. 173, il/5 será la normal á la curva en el punto M, y ML la tangente. Pudiendo determinarse por los mismos pasos la tangente al óvalo en el otro punto J/', obtenido por igual cons- trucción, y á la vez casi, que el primero. 179. Los óvalos de Descartes desempeñan papel importante en la Óp- tica, como lo demuestra el hecho de haber motivado su descubrimiento, conforme ya más atrás queda advertido, la resolución de un interesante problema de esta ciencia. A lo cual añadiremos que Quetelet (Nouveaux Mémoires de VAcadémie de Briixelles, t. iii), y Sturm (Annales de Ger- gonne, t. xv), encontraron estas mismas curvas como solución del proble- ma que tiene por objeto determinar las cáusticas secundarias, por refle- xión y por refracción, del círculo: esto es, las curvas que cortan ortogo- nalmente los rayos reflejados ó refringidos en un arco de este nombre. — 172 — IV LAS CUÁRTICAS BICIRCULARES 180. Los Óvalos de Descartes satisfacen á una ecuación de la forma (1) r±hr' ±kr" = Q, resultante de las ecuaciones de los mismos óvalos r±h^ r' = ± h\ y r±h.,r" = ± k.-,. Circunstancia que nos impulsa á estudiar las curvas definidas por la ecua- ción (1), en la cual r, r' y r" representan las distancias de los puntos de una cualquiera de aquellas curvas ¡í tres puntos fijos, situados: uno en el origen de las coordenadas (0,0); otro en el eje de las abscisas, á la distan- cia a del origen [a, 0); y el tercero allí donde las coordenadas son (a, p). Por ser r2 = a-2 + f, r'í = ,r^ + f~2a ,r + a^ r"'^ = (x - a)'^ + (,/ - ;3)2, la ecuación cartesiana de las curvas, definidas por la (1), será ([(1 4- h- — /,-2) (./••-' -f f) — 2 [ah- — a/.-2) X + 2, y /.■■-' // + h:^ci^ (2) ( - (a2 + ¡32) Iflf = 4/^2 [x^ + !f) \!r + .r2 + a^ _ 2ax\. Ó (,t2 + ¡r- ^pa- + qy +'1^ = ^2 (.^-2 ^ _y2, (^-2 ^ „2 _ 2ax + «2), suponiendo que 2{y.k^ — ah^) 23/1-2 I _|_ 1,2 _ /.2 1 _|_ /,2 __ ¿2 • 1 + //-^ — /, - 1 + ^2 _ /.i — 173 — La ecuación que acabamos de obtener es de cuarto grado, excepto cuando (1 + ''^ — Z»^^)^ = ifi^> ^ 1 ± /¿ dz ¿ = 0: en cuyo caso se reduce al tercero, y representa una cúbica circular (Núm. 42). 181. Veamos ahora si existe otra ecuación de la forma (2): 1(1 + /.,2 - k;^) {cc^ + ¡ñ - 2 [ah;^ - «j k;^) íc + 2p, k;^ ¡j + h^^ a' - (a;2 + p;^) A^2] = 4/^,2 (^2 ^ ,^0) ^^^o ^ ^., _j_ ^^, ._ .,^_^^^ que represente la misma curva á que la anterior se refiere. Para esto deben verificarse las expresiones siguientes: 2(a,AV-«V), „ = _lMll_. i + V-A-r ' i+h^-k-^' ^_ Va2-_(a¿+P3^_ ^___2A^__ o (3) de las cuales, eliminando primeramente a^ y ¡3^ entre las tres primeras, y después Á'j- por medio de la última, resulta esta otra: ^ia^ + ap + l)k^+{Pl±^^-ajk,+^=0. Ecuación de la cual se desprenden dos valores para k^: uno, el mismo //, que nada nuevo nos dice; y otro, que, sustituido en las ecuaciones anterio- res, producirá un sistema de valores reales para k^, a^ y p^, á los cuales corresponde una nueva ecuación de la forma (2), representante de la mis- ma curva. Luego, si una curva satisface á una ecuación de la forma (1), existe un cuarto punto tal que la misma curva satisface también á otra ecuación de igual forma, pero con distintos coeficientes: r±h^r' ± k^r" = 0, — 174 — representando ahora r" la distancia de los puntos de la curva al nuevo punto considerado: de manera que la curva puede ser analiticameide re- presentada ó definida de cuatro modos distintos, como lugar geométrico de los puntos cuyas distancias á otros tres fijos están ligadas por una relación lineal homogénea. Procediendo como en el Ndm. 17G, al tratar entonces de los óralos de Descartes, fácilmente se concluye que los puntos fijos (O, 0), (O, a), (a, P) y (a,, ¡3^), á que acabamos de referirnos, son focos ordinarios de la curva, únicos de este nombre, y reales además, que la curva posee, conforme mostraremos poco más adelante. Y también conviene advertir desde luego que el teorema acabado de enunciar deja de verificarse cuando, en la ecuación que sirve para deter- minar h^, el coeficiente de h^^ es igual á cero, y también cuando las dos raíces de la misma ecuación son iguales. A estos casos excepcionales per- tenecen los óvcdos de Descartes, que, según ya queda establecido, sola- mente poseen tres focos oí'dinarios reales. 182, Deduciendo el valor de k^ de la segunda de las ecuaciones (3), y sustituyéndole en las primera y tercera, resulta de las cuales, por eliminación de k'^, se obtiene esta otra ecuación: rtü + 2/ ^>-r + iV - «'-1 + — ¡j — Pi = 0. Por lo tanto, el punto (a^, Pj) corresponde á la circunferencia de radio igual á cuyo centro tiene por coordenadas — 175 — 1 ap + 2l — a y . 2 2q Y como á la ecuación de esta circunferencia satisfacen taaibién las coor- denadas de los puntos (O, 0), (a, p) y (O, a), de lo dicho se concluye que los cuatro focos ele la curva corresponclcn á la misma circunferencia que se acaba de definir. 183. Las cuárticas que acabamos de considerar estiín comprendidas en la extensa é importante clase de las representadas por la ecuación ( (J5' + ff + 2 [nix + ny) {x^ + f) (4) < ( + A, x^ + L\ x!i + C\ iñ + B,x + E,y + F, = Q, á las cuales se da el nombre de cuárticas bicirculares : sobre cuya teoría y propiedades han discurrido con grande ingenio muchos eminentes geóme- tras. Como MoüTARD (Bulleíin de la Société Phylomatique de Paris, 1860), que las encontró al estudiar las curvas analagmáticas de cuarto orden; Darboüx, que trató de ellas, á la par que de las curvas resultantes de la intersección de la esfera con las superficies de segundo orden, en varias disertaciones notables publicadas con posterioridad al año 1864, en una de las cuales, titulada Sur une Classe remarquable de curves et de sur fa- ces cdgcbriques , se hallan reunidos los resultados importantes de sus inda- gaciones sobre este asunto; La Gournerie (Journal de Liouville, 1869), que extensamente analizó la ecuación procedente de la general, en los supuestos de ser /i ^ O, i?^ = O, £", = O, en la cual se encuentran com- prendidas todas las espíricas; Casey (Transactions of Royal Irish Aca- demy, 1869); etc. 184. Principiaremos el estudio de las cuárticas bicirculares procu- rando averiguar cuál es la naturaleza de sus puntos situados en lo infi- nito, pudiendo recurrirse para lograrlo á cualquiera de los varios métodos conocidos, como el de las asíntotas, por ejemplo. Mediante el cual se de- duce, poniendo primeramente y = zx, que lím — = ± i; y después, si y = 'ázix -\- u y x = cc, que «2 -|_ {n =p m i) u — — (Ji -~Ci±B^ i) = 0. -i — 176 — Si las raíces de estsi ecuación son desiguales, la curva teudní dos pun- tos en lo infinito y cuatro asíntotas: luego estos puntos serán dobles. Y si las raíces son iguales, dos de las cuatro asíntotas coincidirán con las otras dos, y los puntos serán de retroceso. Condición que se verifica cuando {n qi mif + .4^ — €\ ±B,i=0, ó n^ — ?«2 j^A^—C, = 0 y 2 m n = — B, . Fácil es ver que estas ecuaciones quedan satisfechas cuando la (4) se reduce á la de los óralos de Descartes, y, por consiguiente, que las curvas de este nombre tienen dos puntos de retroceso en lo infinito, como ya an- teriormente vimos. A las ciidrticas hicircidares , con dos puntos de retroceso en lo infinito, aplícase el calificativo especial de cartesianas: hallándose, en consecuen- cia, comprendidos, como caso particular, en este grupo de curvas los men- cionados óvalos del mismo nombre. 185. Para continuar el estudio en el párrafo anterior iniciado, vamos á precisar las condiciones para que el círculo que tiene por ecuación sea bitangente á las curvas de que tratamos: asunto interesante que se re- suelve por el siguiente método, propuesto por Darboux (1. c, p. 114 de la edición de 1873). Redúzcase primeramente la ecuación (4), por traslación del origen de las coordenadas al punto (——, "— )' 7 P»^' "^^ cambio de dirección de los ejes, en virtud del cual desaparezca el término que contiene el pro- ducto xy, á la forma (5) («2 + ,^2)2 - 4 {Ax^ + A' iF + 2 Cx + 2 C y + D) = 0. Para expresar que la curva correspondiente á esta ecuación y al cír- culo se cortan, habremos de considerar estas otras dos ecuaciones: (6) p-^—[Ax^^A'y^ + 2Cx-^2C'y + D) = <^, y .r^- + ^--^— 2P=0; la primera de las cuales representa una cónica. - 177 — Mas, para que el círculo sea i>¡tangente íí la curva (5), deben reunirse por pares los cuatro puntos de intersección del círculo con la curva, y, por lo tanto, deben ser también bitangentes las curvas (6). Redúcese, pues, la dificultad á encontrar las condiciones para que estas últimas curvas sean bitangentes. Lo cual se consigue restando una de otra ordenadamente aquellas ecuaciones (6), después de multiplicada la segun- da por ua factor h, encontrándose de este modo la siguiente: /■ = P2 — {Ax^ + A ' f + 2Cx + 2C'!i-\- D) — h (x!^ + .?/2 — 2P) = O, que representa todas las cónicas que pasan por la intersección de las (6). Pues para que estas curvas sean bitangentes, será menester, y basta, que la última ecuación deducida represente dos rectas coincidentes, ó que /"sea un cuadrado perfecto. Para determinar las condiciones en que esto se verifica, puede emplear- se el siguiente procedimiento. Supongamos que el coeficiente A' -\- h — ¡j- de ¿/^ en la ecuación pre- cedente no sea igual á cero; y de la misma ecuación se deducirán enton- ces dos valores para //, que solamente serán iguales uno á otro cuando tenga lugar, como identidad, la expresión siguiente: (C — p/i — Py — ap j)2 = (¡32 — A' — h) X [(,9.2 _ i. _ /í) íc2 _|_ 2 (ay -f afe — C) íc — I> -h '2yh + y^], que se resuelve para ello en estas tres ecuaciones de condición: / ( .1' + h) a2 4- (.4 + h) (pa — A' — h) = Q; {A) j a|3 (C -^h- ¡3y) + (^2 _A'- h) (ay — C + o.h) = 0; y ( (C" — ¡3/? — Py)2 — (p2 _ A' — h) {f — D-^- 2y/i) = 0. V De la segunda de estas ecuaciones, eliminando [3- por medio de la pri- mera, se deduce que y = — fi+ . , , +■ — — A-i-h A' + h y de la tercera, eliminando por de pronto y con auxilio de la que acaba i> - 178 — de obtenerse, y después, del resultado así obtenido, oC^ por medio de la primera, que h^ + D ^^ 77^1 (^' + fi — P"') = 0: C^ C^ A^h A' ri- h 6, por ser el segundo de los factores componentes diferente de cero, }fi + T) = 0. A + h A' + h Supongamos, por el contrario, que A' -\- h — jS^ sea igrial á cero. Re- solviendo entonces la ecuación f = O por referencia á x, lo que es posi- ble, por cuanto los coeficientes en ella de x^ é ?/'-, no pueden ser simultá- neamente nulos, hállanse los mismos resultados, renglones antes obtenidos. De manera que las ecuaciones adecuadas á la resolución del problema propuesto, son, en cualquier supuesto, las siguientes: (7) H e = 1, h-j-A h^ A' (81 r — °~ — e:i-+/.=o, ' A + h A' + k (9) h^+D -^ =0. A + h A' + ¡1 De la íiltima de estas ecuaciones se desprenden cuatro valores para h; y de las otras dos, después, los valores correspondientes de dos de los parámetros, a, ¡3 y y, del círculo pedido, quedando arbitrario el tercero. Vese, pues, que existen generalmente cuatro series de círculos hitan- gentes á la cuártica considerada, la cual resulta, á su vez, envolvente de cada una de aquellas cuatro series. La ecuación (7) revela además que los centros de los círculos de cada serie están colocados sobre una cónica , y que las cuatro cónicas asi obte- nidas son homofocales. La ecuación general de los círculos bitañgentes á la cuártica considera- da se obtiene sustituyendo, en la segunda de las ecuaciones (6), por y su valor, desprendido de la (8); y así resulta esta nueva ecuación: — 179 — (10) x^+if — 2a.r _ 23'/ — 2 -^ 2 — ^-^ i- 2h = 0. A-\-h A' + h En la cual a designa una función de 3, determinada por (7), y ¡3 una can- tidad arbitraria. En los casos de ser C^ O, ó C' = Q , 6 A = A' , de la ecuación (9) so- lamente pueden deducirse tres valores de h. Pero, advirtiendo que las ecua- ciones {A) quedan satisfechas por los valores h^ — A y a = O , en el primero de aquellos casos; h= — ^' y |3 ^ O, en el segundo; h = — A y C'» = Cp, en el tercero; y por los valores correspondientes de y, que de la tercera de aquellas ecuaciones (A) se desprenden, concluyese que en los tres casos existe una serie de círculos bitangentes á la cuártica consi- derada, con los centros respectivamente colocados en las rectas a;== O, ó í/ = 0,ó C'x=Cy. 186. Adviértase también que todos los círculos representados por la ecuación (10), y correspondientes al mismo valor de h, cortan ortogonal- mente al círculo fijo, que tiene por ecuación (11) A"2+72 + -^^^^ l_:L}í^ 2^ = 0: h + A h-j-A' como de ello es fácil cerciorarse, deduciendo de esta ecuación y de la (10) los valores de las derivadas ij' é Y', sustituyéndolos en la expresión y'Y' -\- í =0,y fijando la atención en aquellas ecuaciones. 187. Pasando ahora á determinar los focos de las cuárticas bicircu- lares, comenzaremos por advertir que su número puede ser previamente obtenido por el método empleado en el Núm. 48, al tratar de los focos de las cúbicas circulares, conforme á continuación se indica. Poniendo en la ecuación de las cuárticas de que ahora se trata x = — x^ Vi é y= , transfórmase aquella ecuación en otra, que representa una cur- va de la misma clase que cualquiera de las primeras, con dos puntos dobles (O, ± ¿), correspondientes á los que la curva, en particular considerada, posee en lo infinito. Y como en virtud de un teorema general, mencionado en aquel Núm. 48, se pueden luego trazar á la nueva curva, represen- tando por n su clase, n — 2 tangentes por cada uno de los puntos (O, ±¿), — 180 — resulta que la curva propuesta poseerá n — 2 tangentes de coeficiente an- gular /, y otras tantas de coeficiente — i. Sentado esto, si la cuártica (5) tiene dos nodos en lo infinito, por la fór- mula de Plücker, consignada en el Ni'im. 48 . será de 8." clase, y el nú- mero de sus tangentes, de coeficiente angular i, ascenderá, en consecuen- cia, á 6; (5 solamente á 4, si los puntos de contacto con la curva han de hallarse á distancia finita, en razón de que dos de aquellas ,se?'s tangentes coinciden con las asíntotas. Del propio modo, ó por los mismos pasos, se concluirá que el número de tangentes, de coeficiente angular — i, es también igual á 4. Y como los dos grupos de tangentes consideradas se cortan en 16 puntos, otros tantos serán, por definición, los focos ordinarios de la curva á que el razona- miento se refiere. Si la cuártica de que se trata posee dos puntos de retroceso en lo infi- nito, será de 6." clase, y sus tangentes, de coeficiente angular i 6 — i, as- cenderán á 4 en cada caso, d solamente á 3, prescindiendo de la que tam- bién es asíntota á la curva: de manera que los puntos de intersección de ambos grupos de tangentes, ó focos ordinarios, se reduce entonces á 9. Con todo lo cual queda demostrado el siguiente teorema: Las cuárticas bicirculares poseen diex y seis focos ordinarios, y entre ellos cuatro reales, cuando los puntos en lo infinito sean dobles; y nueve focos ordinario^ , de los cuales son reales tres, en el caso de las cartesianas (Lagüerre, Comptes Rendus de l'Académie des Sciences de París, 1865, p. 70.) Todos estos focos deben estar en las cónicas, representadas por la ecua- ción (7), como centros de círculos bitangentes de radio nulo. De análogo modo: si (a, h) representa un foco, debe existir un valor de a y otro de ¡3 tales que sean A + h A -\-h = [x-af + {!l-bf. Y, por consiguiente, 'j. = a; P = c', y a- -\- h~ = 2h ■ — . A-^h A' + h — 181 — De donde se infiere esta otra ecuación: 2 , ,., , 2Ca . 2C'b ' A-\-h A' + J/ La cual nos enseña que los focos correspondientes á cada valor de h deben encontrarse en la intersección de la cónica, correspondiente al valor de h considerado, con la circunferencia del circulo (11): resultando por este motivo cuatro focos en cada cónica. Teorema descubierto por Hart (Salmón: Higher planes curves, 3." edición, n." 271.) La doctrina precedente debe modificarse cuando la cuártica conside- rada sea unicursal, 6 posea tres puntos dobles. Porque entonces fácil- mente se concluye que la curva tendrá cuatro focos ordinarios , si posee tres nodos; un sólo foco ordinario, si posee un nodo y dos puntos de re- troceso, ó dos nodos y un punto de este nombre; y que carecerá de focos ordinarios, cuando sean tres sus puntos de retroceso. Para la determinación de estos focos deben tenerse presentes las obser- vaciones hechas en el Núm. 52 , al tratar de las cúbicas circulares uni- cursales. 188. Las cuárticas bicirculares tienen además dos focos reales singu- lares en los puntos de intersección de sus asíntotas, las cuales pueden ha- llarse aplicando las fórmulas del Ndm. 184: á la ecuación (5). Para ecua- ciones de estas asíntotas obtiénese entonces: y = ±ix± \/ A — A' . Y, en consecuencia, las coordenadas de estos focos serán x = 0 é y = ± ^/a — A', si A> A'; é y- :0 y x = ±ylA'—A, si A' > A. Luego estos focos coinciden, como ya notó por vez primera Casey, con los focos de la cónica (7). — 182 — 189. Trasladando el origen de las coordenadas al centro del círcu- lo (11), para lo cual basta poner 2(7 ^ , 2(7' h+A " h + A' la ecuación (10) se transforma en la siguiente: x--\- 11^ X — 2a.x II — 2pw h + A h+ A' - ^^ -^2h-j-^^ -i--^ = 0. {h + A)^ (h-\- AT Y aplicando al círculo, representado por esta ecuación, la transforma- ción por radios vectores recíprocos, mediante las relaciones x= ^ , //' = ^ — , y (h + Af (h + A'f obtiénese la siguiente: h -\- A ' h -\- A (/í + 4)2 {h-\-A'f que coincide con aquella primera de donde procede. Los círculos de que la cuártica bicircular es envolvente no varían, pues, por resultado de la transformación considerada, ni varía tampoco su en- volvente, que, por esta razón, debe mirarse como una analagmática , rela- tivamente á los cuatro centros de los círculos representados por la ecua- ción (11). 190. Terminaremos lo que nos parece substancial advertir á propósito — 183 — de las cuárticas bicirculares, determinando los focos de las cartesianas, y demostrando que tres de estos focos se hallan en línea recta. Poniendo A = A' la ecuación (5) podrá escribirse de este modo: (a;2 + f — 2Af = 4.{2Cx + 2C' y + A^ + D). Ecuación de la forma según la cual, la curva á que se refiere es la envolvente de las circunfe- rencias representadas por esta otra: 4¿2_2F¿+ Z7=0, cuyos centros están sobre la recta definida por la ecuación G'x = Gy: con- forme puede verse hallando las coordenadas de estos centros, y eliminan- do luego la t entre las ecuaciones que las determinan. Poniendo ahora -it- —2Vt+ U= B-[(x — x^)'^ + {ij — yg)'^], para determinar x^,, y^, B- y t, dispondremos de estas ecuaciones: . B-^ = -2t, C=-B-^x„ C'^-B^y„ y é{r^i-At) + A^ + D= E^ (x^ -\-y,^) : de las cuales se concluye que ha de ser 8 (<» + Af^) -\- 2 {A^ + D)t -\- (C2 + (7'2) = 0. Por medio de esta ecuación determínanse los valores de ¿; y los de íCq, ?/q y B^ con auxilio de las tres anteriores. Con lo cual queda probado que existen tres valores de t que reducen á simples puntos las circunferencias consideradas, y, por lo tanto, que existen tres focos sobre la recta que acaba de mencionarse. Añadiremos, para concluir, que en este caso la ecuación (9) se reduce á la siguiente: (/í2 + D) (h + A) - C-2 — C"2= 0. — 1«1 — Para los valores de h que satisfacen ií esta ecuación, la {1\ representa círculos: luego la curva tiene los seis focos restantes en las intersecciones de estos círculos con aquellos otros á que la (11) se refiere. Tratándose de los óvalos de Descartes, C = 0; y entonces los tres focos coinciden con el eje de las abscisas. 191. Casey demostró que la longitud de los arcos de las cuárticas bicirculares puede expresarse por integrales elípticas, cuyos módulos son, en algunos casos, imaginarios (PhylosopJ/ical Transaciions of Boyal So- ciety, London, 1. 167). Siendo de advertir que, cuando esto sucede, la lon- gitud de aquellos arcos puede también representarse por integrales hiper- elípticas de primera especie, conforme enseñó R. A. Roberts (Proceedings of the London mathematical Society, 1886, p. 99). CAPITULO QUINTO CUARTICAS NOTABLES (Contínuaciúu). LA CONCOIDE DE NICOMEDES 192. Sean O (fig. 51) un punto fijo, y AB una recta dada, perpendi- cular al eje de las abscisas. Trazando la recta OC, y tomando, á partir- de C, las longitudes CM y CN, iguales á una cierta longitud h, obtiénense dos puntos, My N. Y el lugar geométrico descrito por M y N, cuando OC varía de posición, recibe el nombre de Concoide de Nicomcdes , y tiene por ecuación en coorde- nadas polares, designando por a la distancia OD, R>. Y A y-Tí \ x\ ^^ L\ y' C ^ y' ~ \ y' 6^ yin '\ D (1) p = ' eos o •±/¿.- Figura 51. en la cual el signo superior corresponde á los puntos de la curva situados íí la derecha de A B, y el inferior á los situados á la izquierda, admitiendo K que 9 varía desde hasta -I 2 2 El punto fijo O recibe el nombre de polo de la concoide; el de base la recta AB; y ú segmento h el de intervalo. — 186 La ecuación que corresponde al signo inferior puede también escribirse de este modo: •P^ Luego eos {k -f- 0) a h. eos 6 + h representará todos los puntos de la curva colocados á uno y otro lado de la recta A B , si suponemos que 9 puede variar desde O hasta 2 tt. Pero aquí nos atendremos á la (1). De la cual se deduce la siguiente , expresada en coordenadas cartesianas: r x^(h-\- a — x)(h — a-\- x) (x — af 193. Para hallar la forma de la curva, consideraremos separadamente los casos de ser h> a, h = a, h << a. Caso 1.°— Si h > a (figu- ra 52), la curva será simétrica relativamente al eje de las abs- cisas , y pasará por el punto C, cuya abscisa, OC, es igual á a-\-h; por el O, origen de las coordenadas; y por el D, cuya abscisa OD es igual en valor absoluto áh — a: hallándose por completo comprendida en la región del plano limitado por las rectas paralelas al eje de las ordenadas que pasan por los puntos O y I). Cuando x tiende hacia a, y tiende hacia lo infinito: luego la recta AB, que tiene por ecuación x = a, es asíntota de la curva. Figura 52. — 187 — Por ser dy_ dx anh h cos^ O h cos^ 9 sen H en los puntos C y D, donde 9 = 0, las tangentes á la curva son paralelas al eje de las ordenadas. Y ea el punto O, donde p = O y eos O ^ — , h dy_ dx yJlF igualdad • a, k ==a, y /« < a. Ca.so 1.° — Sea h ■< a. Aplicando el teorema de Sturm á la ecuación esto es, formando los polinomios de Sturm , correspondientes á esta ecuación 2pi3 — 3rt-^Pi — «2A; 6pi2_3a2,- 2a^^^^cfih; y Zd^—^k^, y determinando los signos de estos polinomios, cuando p = « y p ^ co, de- dícense estas dos series de signos: p = fl - + + + p = «> + 4- + +. Luego la rama de la curva, situada á la derecha de la recta AB, tiene dos puntos de inflexión reales. Y, aplicando el mismo teorema á la ecuación — 190 — concluyese por el mismo procedimiento que también existen otros dos pun- tos reales de inflexión en la rama situada á la izquierda. Caso 2.° — Si es 7¿ >• a, por medio del mismo teorema de Sturm, se verá que existen dos puntos de inflexión en la rama situada á la derecha de AB, y que no existen puntos de este nombre en la otra rama. Caso 3.° — Y si es /?= a, la ecuación de que se trata se convertirá en esta otra: 2pi3 — 3«2pi — «3 = 0, que tiene por raíces ?y = -c> y Pi = |(l±V3"). Y entonces solamente á la raíz — (l + y ^ j corresponden puntos de la u recta ^fí.- de los cuales se derivan, por la construcción del Núm. 192, dos puntos de inflexión reales, situados en la rama de la curva colocada á la derecha de AB. Por referencia á la otra rama tenemos la ecuación 2pi3-3«2p^-f a3==o, cuyas raíces son éstas: Pi = «, y Pi = |(-i±V3"). Luego la rama de la izquierda carece de puntos del mencionado nombre. 196. Adviértase que la curva de que se trata es unicursal; pues su- poniendo en su ecuación cartesiana que — (.r -)- /¿ — a)=^[x — h — a) t^, ó a — ;» 4- (a + h) /2 X = , 1 +/2 hállase inmediatamente que 2t[a — h + (a^h)fi\ — 191 — 197. El área A, descrita por el radio vector de la curva, cuando O varía desde O hasta 9, se desprende de la fórmula J = — r p--^ dfí = ^ fa- tange + h^ H ± 2ah log tang i \- —\\. 11)8. El descubrimiento de la concoide se atribuye á Nicomedes, geómetra que floreció entre los 100 y 200 años antes de Cristo (Cantor: Vorlesungen über Geschiehteder Mathematik, t. i, Leipxig, 1894, p.* 334 y 346). Los escritos de Nicomedes no han llegado basta nuestros días; pero á la invención de la concoide se refieren Proclo en sus Comentarios y Pappo en sus Colecciones MateimUicas : obra, la última, que contiene un procedimiento para construir la concoide (Obras de Pappo, ed. Hultsch, p. 242), así como la resolución , valiéndose de esta curva, del problema de la trisección del ííngulo (1. c, p. 274), que Proclo (Obras , ed. Taylor, t. ii, p. 73) atribuye al propio Nicomedes, y resolución también del problema de Délos, que tiene por objeto determinar dos ¡nedias proporcionales entre dos rectas dadas (Obras de Pappo , ed. Hultsch, p. 58 y p. 246). Al uso de la concoide para resolver este último problema se refiere asimismo EuTOCio en sus Comentarios al libro 2." de Arquímedes sobre la Esfera y el Cilindro (Obras de Arquímedes , ed. Heiberg , t. ai,p. 122). En la época moderna, del renacimiento de las Ciencias en Europa, mu- chos y muy distinguidos geómetras volvieron á tratar de la concoide : como Í^ERMAT, que determinó sus tangentes en una carta á Roberval de 1636 (Oeuvres de Fermat, t. ni,p. 142 y p. 293); Descartes, en el libro 2.° de su Geometría, donde estableció también un método para determinar las mismas líneas; Hüygens, los puntos de inflexión, en carta á Schooten, de 1653 (Oeuvres, t. i, p. 245), y en su memoria del año 1654, titulada Be circuli magnitudine inventa (Opera varia, t. ii, 1724); el mismo Schooten, que propuso nuevo modo de hallar estos puntos en sus Co- mentarios íí la Geometría de Descartes (1654); Newton, que demostró el importante papel que esta curva desempeña en la resolución de los pro- blemas dependientes de ecuaciones del 3.° y del 4.° grado (Arithmetica Universalis, p. 52 y siguientes del to)no ii de la traducción francesa de Beaudeaux) ; Roberval (Mémoires de VAcadémie des Sciences de Pa- — 192 — rís, 1730, p. 32 y 289), que insistid en la determinación de sus tangentes y sus áreas; y Wallts (De curvarum redificatione et complanatione, 1659), y Juan Bernoülli (Opera, t. ni, p. 400), que asimismo se aplicaron á la resolución del segundo problema: etc., etc. 199. A propósito de la concoide de Nicomcdes, réstanos exponer com- pendiosamente los procedimientos á que antes aludimos, empleados por los antiguos geómetras, para resolver, apoyándose en las propiedades de aque- lla curva, el problema de la trisección del ángulo, y el de Délos (véase pá- gina 2, al tratar de la cisoidc), 6 de las dos medias proporcionales entre dos líneas dadas. 1." Comencemos por el de la trisección, y sea (fig. bb) ABC e\ ángulo, que se trata de dividir en j. ^ tres partes iguales. Por el punto A hágase pasar la recta A C, perpen- dicular á la BC; y las ylD y BD, paralelas á las BC Fig. 55. y AC, por los puntos A y B. Y, tras de esto, tráce- se asimismo la concoide, que tenga por jJoZo el punto B, por hase la AC, y por intervalo el doble de AB; y sea E el punto de su intersección con la DA prolongada. Pues si unimos el punto E con el B, nos resultará el ángulo EBC, precisamente igual á la tercera parte del ABC que se trata de trisecar. Porque, en efecto, si F representa el punto en que la línea BE corta á la AC, y H el punto medio de la FE, resulta que FH = HE = AH; y, por lo tanto, que FE=2AH. Y como, por definición de la concoide, es también FE=2BA, dedúcese de aquí que BA=AH; y, en consecuen- cia, ABH=AHB=2AEB = 2FBC. Ó, finalmente, ABC=3FBC. 2° Ocupémonos ahora en la resolución del problema de Délos: 6, de- signando por a y b dos segmentos de recta conocidos, busquemos otros dos, X é y, tales que entre ellos existan las siguientes relaciones: X y a' — 193 — Para esto consideremos dos rectas, una d otra perpendiculares , iV^ y AM (fig. 56), y sobre ellas señalemos los dos segmentos, AB y AC, respecti- vamente iguales á los a y b. Por los puntos B y C tracemos las paralelas BD y CD á las AC y AB; y por los puntos medios de es- tas rectas, E y F, l&a DG y FH, perpendicular la última á la AC, y sobre la cual ha de señalarse el pun- to H, de manera que sea CH= BE. Y por el C trácese, finalmente, la recta CH' , paralela á la OH. Tras de esto, construyase la con- coide, que tenga por^oto el punto H y por base la CH', y cuyo intervalo sea igual á BE; y designemos por M el punto donde la curva corta á la recta AC, prolongada en caso necesario: punto que debe satisfacer á la condición KM= BE= HC, y que, unido con el D, determina la recta MDN y los segmentos NB y MC, que son precisamente los que se bus- can, X é y. Para demostrarlo, advirtamos que FM'^ = {FO + CiMf = FG"--{- ÜM X AM, y, por lo tanto, que FM^ -f FH'^ = FC^ + FH^ + Cilf X AM: 6 {A) HM' = HC^ + CM X AM. También del examen de la figura se deduce que NB AC BA CM y, por cuanto BA = 2BE y OC ^2AC, de esta Ciltima igualdad, en 13 — 194 — virtud de la semejauza de los triáugulos MGH y MCK, se infiere la que sigue: NB GC HK BE CM KM 6 esta otra: NB + BE _ HK+ KM ^^ NE _ HM BE KM BE KM De donde, advirtiendo que BE =KM, resulta, ñnalmente, que NE=HM. Y, por lo tanto, {A') HM^ = ÑE^ = (NB + BE)'^ = BE^ + NB x NA. Comparando las expresiones (A) y {A'), y recordando que, por construc- ción, HC = BE, hállase también que AM NB CMxAM=NBx NA, 6 ii_ = ^^. NA CM Pero, según manifiesta la figura, CM _ A3£ _ _SD 1)C "^ NA ~ NB ■ Luego CM NB BD X CM NB h DC CM NB a CM NB Ó, si NB = x y CM=y, y__x^ b a y X conforme se quería demosti'ar. — 195 — n LA PARÁBOLA VIRTUALIS 200. La curva que tiene por ecuación (1) (ír-2 _ lyf =, (fi (^2 _ _y2) ^ fué por primera vez considerada por G. Saint- Vincent, de quien recibió el nombre de parábola virtualis (Opus geom. , 1647); poco tiempo des- pués por Slüse y Huygens, en la correspondencia matemática que uno con otro sostuvieron; y posteriormente por Cramer en su célebre Intro- duction a l'Analyse des Dignes Courbes (Genéve, 1750, p. 451), desig- nándola con el de besace (bis-saccus: alforja). 201. La ecuación (1) muestra inmediatamente que el eje de las orde- nadas es también eje de simetría de la curva. Resolviendo la ecuación por referencia á y, resulta (2) y, por lo tanto, y' y = bx^ ± ax \a^ -\- b^ — x^ 2bx ^ «(g^-f ¿a — 2x2) Cfi -f- ¿,2 - (.^2 _^ 62)-y^2_^ft2_a;2 De donde se desprenden las conclusiones siguientes: 1." El origen de las coordenadas es un punto doble de la curva, y las tangentes en este punto se hallan determinadas por la ecuación y =^ V«2 + b'^ 2." En el intervalo de a; = O á X = 0P= Va2 + ¿2 (gg. 57)^ á. ca- da valor de x corresponden dos va- lores reales de y : uno positivo y otro negativo, en el intervalo de x^O á x^=OB^a, en donde es // = O ; y ambos positivos, en el intervalo de x ^a á x = yn^ + ^>^ ■ — 196 — 3." Cuando x > \a^ -{- b'^ , y es imaginario. Y en el punto C , donde a abscisa es igual á \d^ -\- b"^ ^ y z= PC = b, é y' = a. Para determinar los puntos en que las ordenadas pasan por un valor máximo ó mínimo, basta atender á la igualdad , — 2x^ -{- a!^ .X -{- 2bxy ^ ~ {a^ + b^)y — bx^ de la cual, poniendo y' = O, se desprende que 2by -f- «"" — 2x^ = 0. Y eliminando después la rr, entre esta ecuación y la de la curva, se deduce que, en los puntos de que se trata, •^ = 2 • Ecuación que determina dos paralelas al eje de las abscisas, tangentes á la curva en los puntos D y U , y A y A' , en que el valor absoluto de y es máximo. Las abscisas correspondientes á estos cuatro puntos resultan de- terminadas por la expresión .Vi « = :r -^ — V(a2 + ¿2) -t- ¿, yja'i ^ ¿2 . La ecuación (2) muestra que la parábola cuya ecuación es w = X-, •^ «2 ^ }jl divide por mitad todas las cuerdas de la pa- rábola virtualis, paralelas al eje de las abs- cisas. 202. Cramer propuso el siguiente mé- todo, muy sencillo, para construir \a parábola virtualis. Trácense la circunferencia OKLO (fig. 58) y la cuerda variable OL, que pasa por un punto fijo de esta circunferencia, adoptado como origen de las Fisura 58. — 197 — coordenadas. Por el punto L tírese después la recta LN, paralela al eje de las abscisas, y tómese sobre ella el segmento NM igual á OL. El lugar descrito por M, cuando OL varíe de dirección, será la. parábola virtiialis. Representemos, en efecto, por X^-\-Y-^ — aX — bY^Q la ecuación del círculo considerado, y por x é // las coordenadas del pun- to M, y tendremos: OL^==X-^-j-T'- = N][r = x^ é y = Y; y, por lo tanto, eliminando X é Y en la ecuación del círculo, por medio de estas últimas, concluiremos que 203. La determinación de los pimíos de inflexión de la curva depen- de de una ecuación de tercer grado, conforme veremos ahora. Derivando, en efecto, la expresión de y', poco antes encontrada, relati- vamente á X, háUase que 2b _ ax 3(a2-f-¿2) _2£ca a2 + b^ ■ «2 ^ ¿2 {a^ -f- o — íc ) E igualando este valor de y" á cero, 4Í2 (a2 + ¿2 _ a;2)3 = «2 a.2 [S (a2 _^ ¿2) _ 2a;2]. Ecuación de tercer grado, por relación á íc^, que dará tres valores para esta cantidad, 6 seis para x, de dos en dos iguales y de signos contrarios. A cada valor de x corresponderán dos valores de y , determinados por la ecuación (2): uno referente al punto de inflexión, y otro al segundo punto de la curva, que tiene la misma abscisa que el primero. 204. La parábola virtualis es curva unicursal. Porque si en la ecuación (2) se pone x = ya^ + b^. ^^~"\ — 198 — inmediatamente se concluye que b{fi—l)^±2atif- — l) y- (¿2 + 1)2 205. Para hallar el área A, limitada por una de las ramas de la para- bola virtualis, emplearemos la fórmula bx''--\-ax\a:^+l)^—x' , / bx^^ — axya^-]-h^ - x"- , o a- + 0^ Jo «" + b-^ de la cual se deduce que A = —a\Ja^ + b-^. 3 Luego esta área es igual á la tercera parte de la de un rectángulo, de lados iguales á las abscisas de los puntos B y C. 206. Si en la ecuación (1) se supone que i = O, se hallará esta otra: rt^ ¿/^ = sr? {cfi — x^) , correspondiente á una parábola virtualis especial, denominada por Ga- briel Marie (Exereices de Géométrie DescriptiveJ lemniscata de Gerono, en memoria del matemático de este nombre, que la estudió en su Coun^ de Géométrie Analytique , y á la cual Adbry (Journal de Mathéniatiques Spéciales, 1895, jxíg. 267) denominó el odio, en atención á su forma, re- presentada en la figura 59, aunque preferible acaso hubiera sido llamarla entonces parábola virtualis recta, reservando el calificativo de oblicua á cualquiera de las obtenidas en los otros supuestos, ó cuando fuere b ^ 0. La curva á que ahora en particular nos referimos puede trazarse por el método general indicado en el Ndm. 201 , tomando como base de cons- trucción una recta paralela á la OE, que pase por el centro del círculo, y también por este otro procedimiento. Desde el punto O (fig. 59), y con el radio OA = a, descríbase la cir- cunferencia ABA^ B^, y por el A la tangente AT, sobre la cual se fijará — 199 — el D, á distancia del eje de las abscisas, inferior al radio. Trácese luego por D la paralela DN al mis- mo eje; y por el C, de inter- sección de esta paralela con 'a circunferencia, bájese la or- denada GP=DA, que corta- rá á la recta OD en el M{x,y), correspondiente al ocho. En efecto: de la compara- ción de los triángulos OPM y OAD inmediatamente resulta que el lugar geométrico, así construido, tiene por ecua- ción, deducida de la igualdad OP _ OA PM ~ CP , la siguiente: Fignra 59. a^ _y2 ^ ^2 ^g¡2 — gjSj . como se dedujo de la (1), en el supuesto de ser b = 0. Diferenciando dos veces la última ecuación, hállase que >/ a}/a^- .'/ x- a (a^ — x^) ^ De manera que si .7; = ±a, ;/'= 3o:si x = ± — j^, w' = 0 é « = ±: — ; y si a; = o, y" = 0. Lo cual quiere decir: 1°, que la curva es tangente á la circunferencia en los puntos A y A^; 2.°, que en los de ordenada máxima en absoluto, las tangentes á la curva son paralelas al eje de las abscisas; y 3.°, que el origen O de las coordenadas es un punto doble de inflexión, en el cual las tangentes á la curva, aa^ y a^Ug, for- 200 — man con el eje de las abscisas ángulos iguales d 45°. La curva tiene ade- más cuatro puntos de inflexión imaginarios, correspondientes á las absci- sas -VI- m LA CRUCIFORME (KREUZCURVE) 207. Consideremos la elipse que tiene por ecuación X2 ya y por tangente en el punto {X, T) la representada por esta otra: a^Y{y — Y) + b-^X{x — X) = 0. ' Tangente que corta á los ejes en dos puntos, definidos por las coorde- nadas Trazando por estos puntos dos paralelas á los ejes de la elipse, deter- mínase otro, M, cuyas coordenadas, x é y, serán X '' Y Y el lugar geométrico descrito por este punto, cuando la tangente varía, es la cuártica, denominada cruciforme (kreuxcurve) , cuya ecuación, x^ y resulta de la eliminación de las X éY, entre las ecuaciones precedentes y la de la elipse, de donde la nueva curva se deriva. Las propiedades de la cruciforme fueron estudiadas por Schoüte en dos trabajos importantes, publicados, el primero, en las Actas de la Acá- 201 demia de Amsterdam (2." serie, t. xix, 1883, p. 420), y el segundo en los Archiv der Maihematik und Physilc, Leipzig, 2." serie, t. n, p. 113; t. III, p. 113; t. IV, p. 308; y t.vi,p. 113, en los cuales el ilustre geómetra holandés trata extensamente del grupo de curvas de 4.° orden, dotadas de tres puntos dobles de inflexión: grupo á que pertenece la cruciforme, así denominada por el mismo Schodte en el último de los trabajos mencio- nados, y desde entonces por este nombre conocida. Antes, sin embargo, de que las investigaciones de Schoute diesen importancia á la curva de que tratamos, ya había sido ésta considerada por Terqüem (Nouvelles Ármales des Mathématiques , 1847, p. 394), quien la definió como polar reciproca de la evoluta de la elipse, relativamente al círculo que tiene por ecuación x^ -\- ^j'^ = a^ — é^; y también por J. Booth (A Treatise on some New Geometrical Methods, London, t. i, 1873, p. 145), que expre- só su ecuación en coordenadas tangenciales. 208. La forma de la cruciforme se obtiene muy fácilmente por me- dio de las ecuaciones y bx v^ y = («2 — T> y a2)2 3«2 bx 3o2 y (x^ — a^) 2 (ÍC2 7212 Las cuales demuestran que la curva se compone de cuatro ramas iguales (figu- ra 60), simétricamente dis- tribuidas relativamente á los ejes coordenados , y que se extienden indefinidamen- te en dos direcciones dis- tintas, sin puntos en que las ordenadas ó las absci- sas pasen por valores má- ximos ó mínimos. En cam- bio, las rectas AB, A' B' , CD, (7 D' , cuyas ecuacio- nes son j-^rta é i/ = ±b, son asíntotas de las cuatro ramas constitutivas de la curva. D Figura 60, — 202 — El origen de las coordenadas es un punto aislado de la misma curva, y por ser en este punto ^/" = O, la curva posee en él una inflexión imagi- naria. Las asíntotas, paralelas al eje de las abscisas, se cortan en lo infinito, y determinan un imnto doble de la curva ; así como las paralelas al eje de las ordenadas determinan otro. Y como también ?/"= O, cuando a; = oo y cuando «/ = oo, concluyese que son de inflexión ambos puntos. 209. Fácil es ver, además, que la subnormal de la curva considerada, en el punto (x, y), está dada por la ecuación X (y^ — 6'"^) yy = -^ — r^' g¡J X^ y que la ordenada. Y, del punto donde la tangente corta al eje de las orde- nadas tiene por expresión Fórmulas estas dos que permiten construir la tangente y la normal á la cruciforme en un punto cualquiera. Existe, sin embargo, otro método que permite, con mayor facilidad que el apuntado, trazar las tangentes á la curva: método relacionado con el de construcción de la cruciforme, expuesto en el Núm. 207, y que se funda en el teorema siguiente: Las tangentes á la elipse en el punto (X, Y), y á la cruciforme en el correspondiente {x, y), se cortan en un punto de la recta que une el cen- tro de la elipse con el punto (X, — Y). En efecto: la primera tangente tiene por ecuación a^ Y y la tangente á la cruciforme en el punto {x, y), correspondiente al (X, Y), esta otra: ^i-¿/ = — TT^^^'i — --^^ — 203 — O, sustituyendo por x é ij sus valores, expresados en función de X é Y, esta otra: 62 Con auxilio de la ecuación de la elipse, las ecuaciones de las dos tan- gentes consideradas se pueden también escribir de este otro modo : a^ Yy^ + ¿2 Xx^ = a^ b^, y a'' ys 2/1 + 6* JÍ3 ¿c^ = «4 ¿4. De las cuales resulta la siguiente, por substracción ordenada de sus miem- bros, después de multiplicados los de la primera por a^ b^: «'' r (¿)2 — 72) y^ J^ ¿,4 X («2 _ X^) X^ = 0. Ecuación á que deben satisfacer las coordenadas x^ é y^ del punto en que ambas tangentes se cortan. Mas, por ser O- — i ' ^ ^ — y a'' — X'' = ¿2 la precedente ecuación se reduce á la forma Xy,-\-Yx^ = (), y demuestra que el punto {x^, y^ corresponde á la recta que pasa por el origen de las coordenadas, ó centro de la elipse en este caso, y el punto {X, — Y): conforme en el enunciado del teorema se afirmó. 210. El radio de curvatura de la cruciforme se halla determinado por la fórmula {b'' ¿c6 + «4 yti) 2 '~ Sa^b^x^y^ — 204 — O por esta otra, más compendiosa, llevando en cuenta el valor de la normal: en la cual N representa la longitud de la normal trazada por el punto á que el radio i? corresponde. 211. Consideremos ahora la hipérbola equilátera, que pasa por el punto {x, y) de la cruciforme, y cuya ecuación es AT— ¿2 — — a2Z = o, representando por A é F las coordenadas de los puntos de la hipérbola. Escribiendo esta ecuación como sigue Y^b'^—{x — d^X-^)-\ y y derivándola dos veces, resulta y y Si en estas ecuaciones se supone que Jí = x, poniendo además por y su valor, en función de x, hállase también que Y' = " .. é Y" = 2a^bx (x^ — a^V^. {x^ — a") - Y, comparando este valor de Y' con el anteriormente obtenido de y' , ad- viértese que ambos valores son iguales. Luego la hipérbola considerada es tangente á la cruciforme en el punto {x, y). El radio de curvatura de la hipérbola en el punto (x, y) tiene por ex- presión yZJ" — 205 — Pero como resulta, en conclusión, que N^ 2 B= = — R fy" 3 Luego la raxón del radio de curvatura de la cruciforme al de la hipér- bola considerada, correspondiente al mismo punto, es constante. Teorema éste demostrado por Balitrand en un artículo inserto en el Journal de Mathématiques Spéciales (t. xiv, 1890, p. 54). 212. La cruciforme tiene, como hemos visto, dos puntos dobles y un punto aislado, y, en consecuencia, es unicursal. Efectivamente: poniendo en su ecuación V-Í^V(-7)('+i)-'(' encuéntranse las relaciones siguientes: a!=a ■ é ij^ 2í ¿2—1 de las cuales vamos á deducir ahora algunas propiedades interesantes de sus tangentes. Por ser dy ibt dx ¿2_i — i = y = a , dt (¿2—1)2 dt 2 ¿2 la ecuación de la tangente á la curva admite la siguiente forma: Y=-S^.-J^X + bSt±^. a (¿2_lj3 (¿2—1)3 Y si desde un punto (a, P) trazamos todas las tangentes posibles á la — 206 — curva, los puntos de contacto corresponderán á los seis valores de t, da- dos por la ecuación a (p — 6) /6 __ 3a (p _^ ¿) i(4 _^ 8¿a<3 + 3a (^ - 6) f-^ — a (p + 6) = 0. Las condiciones á que deben satisfacer a y ^ para que más de dos de estos seis puntos de contacto se hallen en línea recta, se determinan del siguiente modo. La recta cuya ecuación es ux + r¿/ + 1 = O cri'ta á la curva en cuatro puntos, correspondientes á los valores de t, da- dos por la ecuación «MÍ* + 2(1 + vb) f^ — 2 (1 — vb) t — mi = 0. Poniendo ahora por brevedad A=a(ü-b), B=aiíi + b), A'=2-í-Í^ y L = 2 ^ — ^^ att au infiérese, como en el Núm. 143, que las condiciones, para que los cuatro puntos de intersección de la recta con la curva coincidan con puntos de contacto de las tangentes tiradas por el punto (a, p), son éstas: 8aLb-\-AL — K{AK-^ — 3B) = Q; i — KL = 0; — AK-\-L{AK-^ — SB) = 0; y AK^ — 4:B=i). De las cuales se desprenden las siguientes: AK=BL; KL = á; 8ab -}- AL — BK=0; y ^^^ — 45 = 0. Pero como, por eliminación de L entre las dos primeras, se deduce la cuarta, las cuatro ecuaciones condicionales anteriores quedan reducidas á solamente estas tres: (A) AK=BL; KL = 4:; y 8a.b -^ AL — BK= 0. — 207 — Y, eliminando Ky L entre ellas, concluyese que 6, sustituyendo A y B por sus valores, a" p-' Luego, cuando por un punto cualquiera de la cruciforme se tiran tan- gentes á esta curva, hállanse cuatro puntos de contacto, diferentes del de partida, situados en línea recta. Y, recíprocamente, los puntos de partida situados sobre la cruciforme son los que exclusivamente goxan de la pro- piedad demostrada. La ecuación de la recta que satisface á la condición de pasar por los puntos de contacto de las tangentes consideradas, es ux -f vy -\- 1^0: en la cual u y v representan cantidades dadas por las expresiones i 1 u^^ y v = j, resultantes de las (A). Y como la ecuación KL = 4 equivale á la siguiente a^ u^ -\- b^ 1'"^ = 1 , las tangentes consideradas deben serlo también á la curva representada por esta ecuación, en coordenadas tangenciales; ó por esta otra, en coor- denadas cartesianas: ^+-^ = L a^ b^ Luego las tangentes á la cruciforme, tiradas por los puntos de la misma curva, tienen por envolvente la elipse representada por la última ecuación. Los teoremas que acabamos de demostrar deben considerarse como am- pliación, discurrida por Schoute, de los teoremas de Em. Weyr, relati- vos á la lemniscata, y demostrados en el Nñm. 143. — 208 ~ 213. Por ua método análogo al empleado en el Nflm. 144, se de- muestra asimismo el teorema siguiente: Los seis puntos de contacto de las tangentes á la cruciforme , que parten de un pimto cualquiera, no situado sobre la curra, corresponden á una cónica. (Schoüte). Consideremos, en efecto, la cónica ux^ -(- vy^ -\- wxy -{- kx -\- ly -]- \ ^ (i , y se verá primeramente que los valores de t en los puntos de intersección de la cónica con la curva, á que nos referimos ahora, proceden de la ecuación ¿s + 4f + Bi!« + Ct'' + Df — At^ -i- Et^' — Ct -^ 1 = 0: en la cual 2 bw + k D_A b^ V + bl -}- 1 ^ a u ' a^ u ' 2 bw — k _ j^._ 2 — a'^ u -^r ib^ V — i a u a- u ií, = — 5-- a'^ u Y los de t también , correspondientes á los puntos de contacto con la cur- va, de las tangentes que pasan por el (a, ¡i), de esta otra: ¿fl — 3^/4 + Lí3 -(- 3¿2 — Z= O, donde p_6 a(p-6) Y, en consecuencia, las condiciones para que los seis puntos de contacto de las tangentes, trazadas por el punto (a, P), se hallen sobre la cónica, serán C~L+'iAK=0; Z)— 3 — ^Z, + 3is:(B+3ír) = 0; 4^ + L(.B+3A') = 0; E -\- K — i (B -\- 'dK) = 0; C=AK; y 1 + ir (5 + 3Á'j = 0. — 209 — De las cuales solamente las cinco siguientes son en realidad distintas : Determinados, con auxilio de estas relaciones, los valores de A, B, C, D y E, las ecuaciones Aau — 2bw = 2k; Ba^ u — ib^v = 4: (bl -{- 1); Cau — 2bw = — 2k; (Da^ ^ 2a^) u — 8b^ v = — S; y Ea^ti — áb'^v = á{l — bl), servirán luego para hallar los coeficientes tt, v, w, k, I, de la cónica. 214. Partiendo de la ecuación de la tangente, dada en el Núm. 212, puede hallarse fácilmente la ecuación tangencial de la cruciforme. Comparando, en efecto, aquella ecuación con esta otra ux -{- vy -\- 1 = 0, dedúcese que 8/3 (¿2 — 1)3 u = y V- — a (¿a + 1)3 b {f + 1)3 Y, por eliminación de / entre estas ecuaciones, obtiénese la buscada, correspondiente á la curva de que se trata: 215. La cruciforme fué definida anteriormente por una de sus varias relaciones con la elipse, entre las cuales es otra de las más interesantes aquella de que ahora pasamos á tratar, primeramente advertida por Neu- BERG (Mathesis, 1894,^. 47), y que puede enunciarse como sigue: Si, correspoyidiente á cada punto de una elipse dada, se determina el 14 — 210 — centro de curvatura de la hipérbola homofocal que fase por aquel punto, el lugar geométrico de estos centros será precisamente una cruciforme. Para demostrarlo, recordemos que las ecuaciones de la elipse y de la hipérbola homofocal correspondiente á ella, son a2 ^ ¿2 ^ ^2 £2 á condición de ser J.2 + Jg2 ^ «2 _ Jji ^ ¿\ Y, además, que las coordenadas del centro de curvatura de la hipérbola, en el punto (¡Cj, y^), se hallan expresadas por las fórmulas ó, sustituyendo A y B por sus valores a h desprendidos de la ecuación de la hipérbola y de la relación A^ -}- B^ = (?, a" , b'^ c' X c' y De donde, por eliminación de x é y entre estas últimas ecuaciones y la de la elipse, se deduce, finalmente, esta otra, también de la cruciforme: «6 ¿6 + r = i- 216. Otra relación entre la cruciforme y la elipse, merecedora de consignarse en este sitio, es la expresada en el siguiente teorema, ya ante- riormente mencionado: La cruciforme es la polar reciproca de la evoluta de la elipse Y 2 ya a2 ^ ¿2 — 211 — relativamente al círculo que tiene por ecuación x^ -{- y-^ = a^ — ¿2 = c^. Consideremos, en efecto, la ecuación de la evoluta de la elipse, y la correspondiente á la polar del punto {X., Y) , por referencia al círculo considerado , Xx -{- 7y = x^ -\- y^ = c^. Y advirtiendo ahora que la polar recíproca pedida es la envolvente de esta recta, designando en este caso la X un parámetro arbitrario, bastará, para hallar su ecuación, eliminar por de pronto la Y entre las dos últimas ecuaciones consideradas, con lo cual se obtendrá la que sigue: (aX\ 3 (_b_\ 3 (c^ — Xx^ _ [c^J '^Wl [ y ) ~ ' y después la X entre esta ecuación, y su derivada con relación á la misma X, a^ yi {c^ — Xxy^ — b^xX^ = 0; ó X («2 f J^ ¿2 ^2) Obteniéndose, en conclusión, de esta manera la ecuación de la cruciforme x^ y- A lo que precede agregaremos que también es una cruciforme, según demostró Retai.li (Matliesis, 1894, p. 50), la polar reciproca de la evo- luta de una elipse, relativamente á la misma elipse. — 212 — Y cruciforme también la polar recíproca de la curva i. 1 (ffla;)3+(6í/)3 = l, que representa la evoluta de una elipse, por referencia al círculo imagi- nario ÍC^ + 2/^ + 1 = 0. IV LA PUNTIFORME ( KOHLENSPI TZENCUR V El 217. Consideremos una hipérbola, cuya ecuación sea ¿2 = 1. Tracemos una tangente á esta curva; y, por los puntos en que esta tangente corta á cada uno de sus ejes, una paralela al otro eje: el punto de inter- sección de las rectas así obtenidas describe, cnando la tangente varía, una curva, denominada por Schoüte puntiforme carbonosa (kohlenspitxen- curve), por su semejanza de figura con las dobles puntas de carbón de un mechero eléctrico, en la memoria anteriormente citada al tratar de la cruciforme (Archiv der Mathematik, 2." serie, t. 11, ni, iv y vi). Curva que pertenece también, como ésta, á la clase de las que poseen tres puntos de inflexión dobles, estudiadas, como ya se indicó, por el mismo Schoüte en aquel interesante trabajo. 218. Procediendo como en el Núm. 207, hállase que la ecuación de la curva es ^ i^_ y, por lo tanto, que de las fórmulas relativas á la cruciforme se pasará á las correspondientes á la puntiforme, poniendo en ellas — 6^ por -|- h^. — 213 — 219. Y de análogo modo se deduce, con auxilio de las ecuaciones bx , a^b „ Sa^bx >/ = Va2 _ a;2 ' U 3 ' y (a2_£c2)2 («a _ a,2) 2 que la curva tiene la forma indicada en la figura 61: simétrica relativa- mente á los ejes de las coordenadas; con dos asíntotas, AC y BD, cuyas ecuacio- nes son x^a y x^ — a, y otras dos, imaginarias, determinadas por la ecuación y = ± ib; y un punto de inflexión doble en el origen O, donde las tangentes á la curva determinan con el eje de las absci- sas ángulos cuyas tangentes trigonométri- cas son iguales á dr — .La curva no posee otros puntos de inflexión ni más puntos dobles á distancia finita del origen; pero sí dos puntos de inflexión dobles en lo infinito. Y también es fácil ver que el mé- todo expuesto en el Núm. 209, para tra- zar las tangentes á la cruciforme, es apli- cable, sin modificación substancial, á esta Figura 6i. otra curva. 220. Las fórmulas que expresan los valores de la subnormal, de la ordeñada del punto en que la tangente corta el eje de las ordenadas, y del radio de curvatura, son 3 -S., X (;í/M-¿2) x^y y R = {¥x^-\-ayf N3 ¿4 ^4 ■ X" X" Sa:n^x^y^ 2 „8 3a^y 221. Y, mudando en el análisis del Núm. 211 6^ en — b"^, se ve pa- recidamente que la hipérbola equilátera, que pasa por el punto (x, y), y tiene por ecuación XY+b^ — — a^ — = 0, ,^,. .,..;,.,. y (O — 214 — es tangente á la puntiforme en aquel punto, y que entre los radios de curvatura de las dos curvas existe la relación representando por i?j el radio de curvatura de la hipérbola en el punto (x, y). 222. Las propiedades relativas á las tangentes, demostradas en los Núms. 212 y 213, por referencia á la cruciforme, son, con leves varian- tes de expresión, aplicables también á la punti forme , como basta, para verlo, mudar, en el análisis fundamental de aquellas propiedades, b en & V — 1. Pudiendo con esto dar como ciertos los teoremas siguientes, des- cubiertos por ScHOüTK: 1." Cuando por un punto cualquiera de la puniiforme se traxan tan- gentes á esta curva, hállanse cuatro puntos de contacto, diferentes del de partida, situados en linea recta. Y, reciprocamente, tan sólo los puntos de la curva satisfacen á esta condición. La recta que pasa por aquellos cuatro puntos tiene por ecuación p£C + a¿/ + ap=0; representando a y p las coordenadas del punto de la curva por el cual se tiran las tangentes. 2." Las tangentes á la puntiforme, traxadas por los puntos de la cur- va d que acabamos de referirnos, son también tangentes d la hipérbola, envolvente suya, á que corresponde la ecuación a2 ¿2 3." Los seis puntos de contacto de las tangetites á la puntiforme, tira- das por cualquier otro punto no situado sobre la curva, están sobre una cónica. Y también es fácil ver que entre la puntiforme y la hipérbola de donde procede existen las mismas relaciones que en los Núms. 215 y 216 se — 216 — vio que existían entre la cruciforme y la elipse; y que la primera tiene por ecuación tangencial la que sigue: i. 1 (aM)3 — (ii;)3 = 1. LA cuArtica piriforme 223. Aplícase el nombre de cuártica piriforme á la curva que tiene por ecuación comprendida entre las secciones del cono-cuneus, conoide especial, dado á conocer por Wallis (Opera mathematica, t. ii): curvas recientemente estudiadas por Ossian Bonnet en los Nouvelles Afínales des Matkémati- ques (1844, p. 75), y después por Broca rd (Nouvelle Correspondance, t. VI, 1880,2?. 91, 121 y 213, y Mathesis, t. iii, 1883,^. 23, 116 y 191); por MiSTER (Mathesis, 1881, p. 78 y 128); etc., etc. 224. Por medio de las ecuaciones y- — X \ X (a ■ b ■x) Sax^ — éx^ y = 17, 2b{a — xy^ vese fácilmente que la curva es de la forma indicada en la figura 62: simétrica con rela- ción al eje de las abscisas, y comprendida entre las para- lelas al délas ordenadas, defi- nidas por las ecuaciones a; = 0 Figara 62. y x = a; con un punto de re- troceso en el origen, donde la tangente coincide con el eje de las abscisas; — 216 — dos puntos, Mj y N^, determinados por la ecuación //' = O, correspondien- 3 tes á la abscisa x^ — a, en los cuales y pasa por un valor máximo en 4 absoluto; otro, A^, que satisface á la condición y' ^=co, cuyas coordena- das son (a, 0), en que la tangente á la curva es paralela al eje de las orde- nadas; y otros dos de inflexión reales, definidos por la ecuación y" = 0, ú 8x^—l2ax + Sa^ = 0, que, utilizando solamente la raíz x de esta ecuación, á que corresponden valores reales de y, tienen por coordenadas 4 ob 225. La cuártica piriforme puede construirse fácilmente, conforme ahora veremos (Longchamps: Essai de la Géométrie de la Bcgle, 1890, p. 131). ' ^ Tracemos una circunferencia de radio igual á — a; y sea C su centro. En esta circunferencia señalemos el punto A, y tracemos luego el diáme- tro ACAy Por el punto H, cuya distancia al A sea igual á b, levantemos la perpendicular HB al diámetro mencionado. Y por el A tracemos la recta, de posición variable, AM; por el M, en que esta recta corta á la HB, la MP, paralela á la recta AC; y por el P, donde la MP corta á la circunferencia, la PQ, paralela á la recta BH. El punto Q, variable cuando AM varía, describirá la cuártica inri forme de que se trata. En efecto, tomando el punto A como origen de las coordenadas, y la AC como eje de las abscisas, resulta que p^ = x(a — £c), y PR = MH=btangMAH = -^: de donde, por eliminación de PE, se desprende la ecuación del Núm. 223. 226. Fácil es también trazar las tangentes á la cuártica piriforme, fun- dándose para ello en una propiedad de las mismas tangentes, que pasamos á demostrar. Las ecuaciones de las tangentes, en los puntos <3 y P, á la cuártica — 217 — considerada y á la circunferencia que figura en su construcción, represen- tando por ¿/j la ordenada PR del punto P de la circunferencia, son éstas: Pero, como también y\ b y dx x\ dx y^)' eliminando entre estas cuatro ecuaciones los valores de «/, , — ~ y —-> ^^ dx dx obtiénese esta otra: x{x — b)Y -\- b !/X= byx, correspondiente á una recta, y á la cual deben satisfacer las coordenadas del punto de intersección de las dos tangentes consideradas. Y, como esta ecuación queda además satisfecha cuando en ella se susti- tuyen, en lugar de ^ é F, las coordenadas b y — ^, del punto M, y tam- ce bien cuando por las mismas X. é Y se ponen las coordenadas a; y O del punto R, resulta que: Las tangentes á la circunferencia y á la cuártica, en los puntos P y Q, se cortan en determinado punto de la recta MR (Longchamps, /. c). Luego, trazada la tangente á la circunferencia en el punto P, la tan- gente ú. la cuártica en el Q, se hallará uniendo por una recta este punto con el de intersección de la primera tangente con la línea MR prolongada. 227. El área limitada por un arco de la cuártica piriforme, por el eje de las abscisas y por una paralela al eje de las ordenadas, se halla definida por la fórmula x^ {a — x)^ dx I [x(a—x) a "''^~\\r~. X) — 218 De donde resulta que el valor del área total, limitada por la curva, es igual á Tía' (OsStAN BONNET, /. c). VI LA CURVA DEL DIABLO 228. Con el extraño nombre de Curtía del Diablo se designa la curva que tiene por ecuación (Lacroix: Traite élémentaire de Galcul Différen- tiel et Integral, 1837, p. 158; Briot et Bouguet: Géométrie Analytique, 2.' ed., p. 197; Laurent: Traite d' Analyse , t. ii, p. 185; etc.) .y'' — X* — 96a2 yí -)_ 100«'^ x'^ = 0; 6, en coordenadas polares, p2=96a^ + 4a2 eos '^6 eos 29 229. De esta segunda ecuación fácilmente se concluye que p = ± 10 a, cuando 9=0: de manera que la cur- va corta el eje de las abscisas en los puntos A y A' (fig. 63), tales que OA = OA'=^lQa; que, cuando 9 va- ría desde O hasta — , p varía desde 4 dr 10 a hasta di oo; y, por lo tanto, que todas las rectas, que pasan por O y forman con el eje de las abscisas ángulos comprendidos entre O y — , Figara 63. cortan á la curva en dos puntos equi- distantes del O, y que la BB', correspondiente al ángulo — , es asíntota de la curva; que, en el intervalo de 9 = — á 9= are eos ^' p es imagí- — 219 — nario y no existe curva á qué referirle; y, finalmente, que en el intervalo de 9 = are eos \/ ^^^ á O == — , p varía desde O hasta 0D=a\/Q6 y des- V 49 2 "^ * -^ de O hasta OD' = a\ 96 . A los otros valores de O corresponden arcos de la curva, simétricos de los anteriores, por referencia á los ejes de las coorde- nadas: como se ve, además, inmediatamente por medio de la ecuación car- tesiana de la misma curva. Para determinar los puntos en que las tangentes son paralelas á los ejes de las coordenadas, recurriremos á la ecuación antes citada, de la cual se desprende que x^ — 50 «'^.0" y .í/3 — 48a2^ Por lo tanto, será y' ^ O cuando sea ít ^ 0: luego en los puntos D y D' la tangente resulta paralela al eje de las abscisas. Y también será y' = 0 cuando sea a; = dz 5a Y2. Pero, como á estos valores de x no correspon- den valores reales de y, ninguna consecuencia geométrica, relacionada con la forma de la curva, se deduce de esto. De la expresión anterior se infiere asimismo que ?/' = oo, cuando y = 0 y cuando ?/= ± 4a yS. Luego la tangente á la curva será paralela al eje de las ordenadas en los puntos A y A' y en los E, E', F, F' , etc., situados sobre las rectas cuyas ecuaciones son ?/ = dr 4a y 3. 230. El área limitada por dos rectas dirigidas á la curva desde el centro O, y por el arco de la curva que intersecan, se halla determinada por la fórmula ^=.- i^^'-Qjc -0.0,0 f,x , .. o r^'cos2 9íí9 1 r^i r^i = - p2rf9 = 48«2(9i-9o) + 2a2 - ^ ^9o Jo. eos 2 9 = 49a^ Í9, - 9;, - ^ log (^en2e, - 1) (sen29„ + 1) 4 (sen29j + l)(sen2eo — 1) - 220 — VII EL FOLIUM SIMPLEX Ú OVOtDE 231. Dase el nombre de folium simplex, 6 el de ovoide, á la curva que tiene por ecuación en coordenadas polares (Longchamps : Essai de la Oéométrie de la Regle, etc., París, 1890, p. 126. Brocard: Journal de Math. Spédales, 1891,^. 85) la siguiente: (1) p=:a!Cos^6, 6, en coordenadas cartesianas, esta otra: (2) (0-2 + ?/2)--í = ax^ De cualquiera de estas ecuaciones concluyese fácilmente que la curva se reduce á una rama cerrada, y simétrica relativamente al eje de las abscisas, la cual pasa por los puntos O y O' (fig. 64), en donde es a; = 0 y x = a, 6 p^« y p = 0: con la advertencia de que, co- mo á i/ = O corresponden tres valores de x iguales ¡í O, el punto O es triplo, coincidien- do las tres tangentes á la ciu-- Fignra 64. va en este punto con el eje de las ordenadas. Derivando la ecuación (2), resulta 4.x {x^ -f }h {x + ijif) = 5ax^ = 3 (,r2 + ff: 6 3í/2 — íf2 y 4:xy Y de esta ecuación y de la (2) se concluye que y adquiere un valor abso- Vi- — 221 — luto máximo en los puntos que tienen por abscisa común a y por _ 16 '^ 9 ordenadas ± a 16 232. La construcción del folitim simpléx se obtiene fácilmente del siguiente modo (Longchamps, /. c). Tómense dos puntos, O y O', sepa- rados por la distancia a. Por el punto O tírese una recta cualquiera, y por el O' una perpendicular á ella, lo que determina el punto M. Por este punto trácese una perpendicular á 00', lo que determinará el punto H. Y por éste otra perpendicular á OM, cuyo punto de intersección designa- remos por K. Pues el lugar geométrico descrito por K, cuando OM varía de dirección , será la curva de que ahora se trata. De la construcción efectuada, suponiendo que 0K=^ y KOO' = %, resulta, en prueba de ello, que p = OHx cos9 = OM X cos2 6 = 00' x coss 9: ó p—a cos^ e. 233. La determinación de las tangentes y de las normales al folium simplex se logra fácilmente, fundándose en las siguientes propiedades de ambas rectas: 1.° Poniendo r= O en la ecuación de la normal „ 4¿cv -^ obtiénese, para valor de la abscisa del punto en que esta recta corta el eje del mismo nombre (Longchamps, 1. c, p.l21), 4a; , 4íc 4 cosO 4 2.° De análogo modo se verá que la tangente corta el eje de las orde- nadas en el punto cuya ordenada tiene por valor 4 sen 6" — 222 — Y 3.° Por ser —^= — Sacos^ 9 sen6, ao la subnormal S„ tendrá por expresión S^ = — 30H.sen^ = — 3HK ' 234. Al radio de curvatura del foliu^n simplex corresponde la fórmula a cos2 e (9 — 8 cos2 9) 2 H = - 12 — 8cos2 9 Por lo tanto , el radio será nulo en el punto O, é igual á — en el O'. Y 4 como los valores de 9, correspondientes á 7? = co son imaginarios, conclu- yese que la curva carece de puntos de inflexión reales. 235. El área limitada por el folium simplex tiene por expresión ■n -ir %os6 9(/e = — 7ra2. 32 236. Y la diferencial de los arcos del mismo folium esta otra: ds = a cos2 9(9 — 8 cos^ 9) 2 d^-. ó, poniendo 9 = 10, = — 3asen2oj(l sen^cj) dw. \ 9 / o Mas, siendo fácil cerciorarse de la exactitud de la siguiente identidad, que también puede deducirse de uaa fórmula conocida de la Teoría de las In- tegrales elípticas, 223 — sen'' (i) I 1 sen-oj 1 rfto = dtorfco \ 9 J .... I ^. 24 Aw 24 d { sen 2 w Ato}, 6 en donde Aoj:^ \/l ^sen'^ü), resulta, en conclusión, que -v^ ds = [-7A(i)íZijj4-— íí {sen 2ü)Aw}. 8 L¿^oj J 2 De donde inmediatamente se deduce que la determinación de la longitud de los arcos del foliuin simplex depende de intef/rales elípticas de primera y de segunda especie. vm EL FOLIUM DÚPLEX Ó BIFOLIUM 237. El nombre de folium dúplex fué dado por Longchamps (Jour- nal de Mathématiques Spéciales, 1886; Essai de la Géométrie de la Re- gle, 1890,^. 122) á la curva cuya ecuación, en coordenadas polares, es (1) p = cos2 6(íico89-|-6sen9), y en coordenadas cartesianas (2) {x^ + y^)^ = x^{ax + hy). Curva que representa la solución del problema propuesto por los años 1869 en los concursos para la admisión en la Escuela Politécnica de París, reducido á encontrar el lugar geométrico de las proyecciones del M 'T-^ — 224 — vértice de un ángulo recto, perteneciente á un triángulo isósceles, sobre los ejes de las parábolas tangentes á los tres lados del mismo triángulo (Nouvelles Annales des Mathématiques , 1869, ^j. 378): problema estudia- do por LoNGCHAMPS (1. c), y por Brocard (Journal de Mathématiques Spéciales, 1881, p. 66; 1891, p. 108). 238. Para construir el folmm dúplex discurrió Longchamps el pro- cedimiento siguiente. Tómese un ángulo recto AOB (figu- ra 65), en el cual sean OA = ay OB^^b; y por los puntos A y B trácense dos rectas, AM y BM, perpendiculares una á otra. Por su punto de intersec- ción M, trácese luego la recta MH, perpendicular á la AO; y por el H, la HK, perpendicular á la AM. El lugar descrito por K, cuando AM varía de situación, es el folium dúplex, representado por la ecuación (1). Suponiendo, en efecto, que AK= ^ y KAH^ O, hállase que p = ^ií cose = AMcoB^ 9 = {AO cos9 + OB sen9) cos^ 8. ^ H Figura 65. 239. Y poniendo en ella a=b tangw y COSOJ k, 6 a^^kaentí) y 6 = A-cosw, inmediatamente se transforma en esta otra, p = A- cos^ 9 sen (9 -(- w). que permite descubrir cuál es la forma de la curva á que se refiere. Supongamos, en efecto, para fijar las ideas, que a y b son números po- sitivos. Pues de esta ecuación se deduce que, cuando 9 varía desde O hasta — , p variará desde O A = k senoj = a hasta O, y el punto genera- ¿i — 225 — dor de la curva describirá el arco ABO (fig. 66); que, cuando 9 varía desde — hasta tt — w, el mismo punto generador de la curva describe el arco OCDO; y que, finalmente, cuando 9 varía desde tc — oj hasta u, el punto mencionado describe el arco OEA. A los otros valores de 9 no correspon- den puntos de la curva, dis- tintos de los anteriores. De lo que precede resul- ta asimismo que O es un punto múltiplo de la cur- va, en el cual se encuen- tran reunidos un punto de retroceso, formado por los dos arcos OB y OC, tangentes al eje de las ordenadas, y un punto simple, perteneciente al arco DO A, cuya tangente en O forma un ángulo igual á — u) con el eje de las abscisas. Poniendo en (2) y = tx, hállanse las ecuaciones Figura B6. X-- a + bt (1 + ñ^ ' t{a + bt) (1 + fif De las cuales resulta que los valores de t en los puntos B, G y E, donde el valor absoluto de y pasa por un máximo, satisfacen á la ecuación 26í3^_3«í2_26í_o = 0; y que los valores de t en los puntos F y D, donde el valor absoluto de x pasa también por un máximo, se hallan determinados por la expresión 36í2_^4aí — 6 = 0. Derivando la ecuación (2), relativamente á x, y poniendo y' = 0, obtié- nese la ecuación a:^+ y^ = —ax-{-—by, 4 4 ifi — 226 — según la cual los puntos B, C y E corresponden á una circunferencia cuyo centro tiene por coordenadas a.^—a y p= — b, y cuyo radio es igual 8 ■* á Va2 + ^2. 240. El área A, limitada por la curva y por dos rectas que pasan por el origen de las coordenadas, se encuentra fácilmente como sigue. Suponiendo, en efecto, que una de las rectas sea la OA, y que la otra forme el ángulo 9 con el eje de las abscisas, hallaremos que ^=—1 co8nsen2(9 + üj)dO 2 Jo Jc^ ( . 5 „ \rsen(Jcos9 / , . ^ 1 eos "^ (1) eos 2 ü) I I eos ' y 2 V 8 /Leí , 5 „. , 3.5 \ , 1.3.5 „1 -\ C082f)H )■ 4 2.4/ 2.4.6 cos5esen(9 + 2w). 12 241. Con el nombre de foliiim dúplex podría designarse también cualquiera de las curvas que constituyen el interesante grupo definido por la ecuación (1) y = ±yjx [yjp — ax-± yjr — hx\, 6 [t/2 -)- (a -)- 6) a;2 — ip -{- r) íc]^ = 4a;2 (p — ax) ir — 6íc), éntrelas cuales se hallan, como casos particulares, contenidas la estudiada por Cramer eu su hüroduction a V Analyse des Ligues courbes, pág. 239, que tiene por ecuación esta otra y ^y ax±\/2ax — x^, y las cuái'ticas encontradas por el profesor español Sr. Ruiz- Castizo, al - 227 - proponerse determinar el lugar geométrico engendrado por un punto de un segmento de recta, cuando este segmento se mueve, en un mismo plano siempre, apoyándose por sus extremos en una recta y una circun- ferencia dadas, á partir de una posición inicial, en la cual el segmento, indefinidamente prolongado, pasa por el centro de la circunferencia y es perpendicular á la recta fija. Cuárticas minuciosamente discutidas por el citado profesor en interesante opúsculo, titulado Estudio analítico de un Lugar geométrico de cuarto orden, impreso en Madrid el año 1889, y al cual remitimos al lector que desee completar las someras indicaciones de su contenido, que pasamos á exponer. 242. Para lo cual, y con objeto de fijar las ideas, supondremos que las cantidades a, b, p y r, que figuran en la ecuación (1), son positivas, y que — es fracción menor que la -j-. De no ser positivas algunas de aque- llas cantidades, ó de ser todas negativas, fácil sería ver que las curvas comprendidas en la ecuación son, substancialmente, de la misma forma que en el supuesto primero. De la ecuación (1) inmediatamente se concluye que cualquiera de las curvas á que corresponde es simétrica por referencia al eje de las absci- sas; que está por completo comprendida entre el eje de las ordenadas y la p paralela al mismo eje, cuya abscisa es igual á — ; que á cada valor de x, ct p comprendido entre O y — , corresponden dos valores positivos y dos ne- p gativos de y, finitos los cuatro; y, últimamente, que, si x = — , los dos Cí valores positivos son iguales, é iguales también los negativos. Y con no mayor dificultad se advertirá que la curva posee dos puntos duplos: en coincidencia con el origen de las coordenadas uno, y determinado el otro por las coordenadas cuando p 5 r; ó un punto triplo, que coincide con el origen de las coor- denadas, cuando p = ;■. De la igualdad — 228 — ax ■^P ^'('"-i7 + -)]' que Be obtiene desenvolviendo en serie, ordenada por las potencias de x, el segundo miembro de la ecuación (1), se deduce que el límite hacia el y cual tiende — , cuando x tiende hacia cero y p ^ r, admite dos valores se infinitos; y un valor infinito y otro nulo, cuando p = r. De manera que las tangentes á las dos ramas de la curva, en el origen mencionado, coinciden ambas con el eje de las coordenadas, en el primer supuesto; y una de aque- llas tangentes con el eje de las ordenadas, y la otra con el de las abscisas, en el segundo. Las curvas consideradas poseen, pues, una de las formas indicadas en las figuras 67, 68 y 69: la primera, cuando la abscisa x^ está comprendida P P entre O y — ; la segunda, cuando x^ < O, <5 íCj > — ; y la tercera, cuan- — 229 — do p = r. E41 el primer caso, el punto (:Cj, 0) representa un nodo; y en el segundo un punto aislado. Partiendo de la ecuación ',ax , >• — 2bx 1 2l\/pc \rx — bx^ J para determinar las abscisas de los puntos donde la ordenada de la curva adquiere un valor máximo 6 mínimo, dedúcese la siguiente ecuación de tercer grado: {p — 2 ax)^ {r — bx) = {r — 2bxf (p — ax). Y de la ecuación L (¿Jíc — ax^)^ {rx — bx^)^ A se concluye asimismo que las abscisas de los puntos de inflexión de la curva se desprenden de esta otra: rp x = MI. ph Á propósito de la cual conviene advertir que de ella solamente se des- prende para x un valor real, correspondiente á dos puntos de inflexión, V reales también, cuando aquel valor se halla comprendido en O y — . 243 . Las curvas que acabamos de considerar pueden ser engendradas por un punto itf de un segmento determinado de recta BD móvil, de ma- nera que por su extremo D se apoye en una cónica cualquiera, ADE, y por el B en la B-Bj, perpendicular al eje prolongado AE de la misma có- nica, levantada por un punto K, cuya distancia al A se halle expresada por la longitud constante del segmento BD. En el caso de reducirse la cónica directriz á un círculo, hállanse las curvas estudiadas por el Sr. Cas- tizo; constituyendo la demostración que vamos á dar una sencilla genera- 230 — lización de la del teorema ó principio fundamental, propuesto y demostrado por aquel geómetra, en el supuesto por él exclusivamente admitido. Supongamos primeramente que la cónica represente una elipse, y designemos (fig. 70) por C su centro, por 2a su eje mayor AE, y el menor, C^j, por 2|'3; y por O la posición inicial del M, de ma- nera que MD = O A, MB = KO = m, y BD = KA = k. Adoptando para origen de las coorde- nadas el punto O; pa- ra eje de las ordena- das la recta Oy, pa- ralela á la directriz RR^; y para el de las abscisas \& Ox, pro- longación de la EA, la ecuación de la elip- se podrá escribirse de este modo: Figura 70. {x^ —k-\- m + o.f , y^ P' = 1. Designando asimismo por x é y las coordenadas del punto M, y por .Tj é y^ las del punto D, correspondiente á la elipse, resulta que y=MP=MQ+QP= SJmd'- QD^ + Q.P^\/{k - m)'^ - (x, - x)^ -f-í/i 6 ¿/ = ¿ \/a2 —(x^ — k-\-m■i- af + V'cA- — m)^ — {x^ — x)^ . Pero de los triángulos BML y BDS se desprenden estas relaciones B3I LM BD SD KP SD — 231 — 6 las siguientes, teniendo en cuenta los signos A& x y x^, m m + x kx y x^=k — m-\- k m-\- x^ m De donde, por sustitución de este valor de Xy en la expresión prece- dente del de y, hállase que la ecuación de la curva, engendrada por el punto M, al moverse la' recta BD en las condiciones poco antes definidas, es la siguiente: a.in y m ' " ' a»2 1/ ~ k Si la cónica directriz fuese una hipérbola, la curva engendrada por M tendría por ecuación k — m m Y- x^ - 2mx + ^ A As + 2 ^ «a; , que se deduce de la anterior poniendo en ella ¡3 y — 1 en vez de p. Y de análoga manera se demuestra que, si la directriz fuese una pará- bola, ésta tendría por ecuación, en las condiciones convenidas del proble- ma, la siguiente: y^^ = 2a {x ^k -{- m): de la cual se desprende, para ecuación de la curva buscada, la que sigue: V2ak , k — m ./ ' X -\ y _ £c2 — 2mx . m m Siendo de advertir que en las fórmulas correspondientes á los tres su- puestos examinados debe cambiarse el signo de m, cuando el punto M se halle más allá del B, siguiendo la dirección DBF: en cuyo caso también el O resultará situado á la izquierda del K — 232 — IX EL FOLIUM TRIPLEX Ó TRIFOLIUM 244. También fué Longchamps quien aplicó el nombre de trifoUum á la curva representada por la ecuación, referida á coordenadas pola- res p y 9, (1) . p = 4a eos (29 — w) eos (B — w), y estudiada por el mismo geómetra (Journal des Mathématiques Spéeia- les, 1887, p. 203 y p. 220; Traite de Oéométrie Analytique, 1884, j?. 512; Essai de la Géométrie de la Regle, 1890, p. 125), y por Brocard (Mé- moires sur divers problémes de Géométrie dont la solution depende de la trisection de l'angle. Alger, 1874, núms. 21-23; Journal de Mathémati- ques Spédales, \mi,p. 68, y I8n,págs. 32, 56, 80, 106, 123, 177; y en El Progreso Matemático, t. ii, p. 271). — En el caso de ser w = O, el trifolium se denomina recto, y oblicuo en el contrario. Al estudio de esta curiosa curva fué inducido Longchamps por el de las podarías de la hipocichide de tres retrocesos, relativas á los puntos de BU círculo tritangente, que en efecto, y conforme veremos más adelante, son trifolios. Y á su vez Brocard fijó también la atención en esta curva al ocuparse en la resolución del siguiente problema. Sean (fig. 71) una circunferencia de centro O y radio a = OP; P un Figura 71, punto fijo de esta circunferencia; y OL una recta, también de posición in- variable. — 233 — Tracemos por el punto P la recta móvil PR, y desde R la RS, paralela á la OL y á la PLy Y, á contar de los puntos R y S, señálense, sobre la línea que determinen, los M y M' y los m y m', de manera que sean RM= RM' y Sm = Sm , y los cuatro segmentos así determinados igua- les á la cuerda PR. Pues el problema aludido consiste en hallar el lugar geométrico descrito, en combinación, por los puntos M, M', m y m , cuando PR varía de situación, girando alrededor del punto fijo P. Lugar ó curva buscada que resulta ser un trifolium, cuya ecuación, en coordenadas polares, coincide con la (1): considerando para ello como polo el punto P y como eje la recta PQ, y designando por w el ángulo LOQ=L^PO y por 9 el ángulo MPO, correspondiente al radio vector p, igual á PM. Del exameu y condiciones de la figura se deduce, en efecto, que RPM= RMP = MPLy = MPO —L^PO = ^ — ^; i2PZi = 2J/Pij = 2f9 — oj); y PR = 2acosRPO = 2a eos {RPL^ -|- m) = 2a eos (29 — w). Y como p = PM=2PR eos (9 — w), resulta, en conclusión, que p = 4a eos (9 — (i))cos (29 — to); ó (2) p = 4acos9'cos(29' + w), si el ángulo 9', que reemplaza al 9, se refiere al eje PLy De cualquiera de las ecuaciones ( 1 ) ó ( 2 ) puede deducirse la ecuación de la curva en coordenadas cartesianas, adoptando, si de la (2), la recta PLj para eje de las abscisas. Y así se obtiene la siguiente: (íc^ -f í/^)^ = 4aa; (x^ — ¡f) cosw — 8ax^ y seno). Del sistema de generación del trifolium que se acaba de exponer dedujo Beocaed esta notable propiedad de la curva: Cada una de Ins tangentes á la circunferencia PQR, paralelas á la recta OL , toca al trifolium en dos puntos equidistantes del de contacto con la misma circunferencia. — 234 — Pues, en efecto: cuando la recta SB, moviéndose paralelamente á la PL^, tiende á confundirse con la tangente á la circunferencia KT, los puntos S y R se aproximan indefinidamente al ^^ y á la PK la recta PR. Y como los segmentos RM y Sm son iguales á PR, los puntos de la cur- va, M j m, tienden á confundirse en uno solo, U, donde se verifica que KU= PK, y por el cual pasa la recta KT, tangente común á la circun- ferencia PKQ y al trifolium. Y del mismo modo puede demostrarse que aquella recta es tangente á la curva en el punto V, donde KV= PK. Al mismo Brocárd se debe también la demostración de que los puntos donde la circunferencia PKR corta al trifolium (excluyendo el P) son los vértices de un triángulo equilátero. De la ecuación de la circunferencia, p = 2a cos^, y de la (1), que se puede escribir de este otro modo: p = 2acos9 + 2acos(39 — 2w), resulta, para determinar los valores de 9 en aquellos puntos, la nueva ecuación 008(39 — 2io) = O, que admite estas cuatro soluciones: 0=300 + — oj, 9 = 90° + — w, 9=1500+ — O), 3 3 3 y 9 = 2100 + A O). 3 Los ángulos que forman con PO las rectas tiradas desde el centro de la circunferencia á los puntos de su intersección con la curva son, pues, res- pectivamente iguales á 600 + — O), 1800+ -i O), 3000 + —IÜ, y 4200 + —iu; 3 3 3 3 cuya diferencia constante es de 120°. 245. Con estos antecedentes, la forma de la curva que estudiamos se desprende fácilmente del análisis de la ecuación (2). 235 TU Supongamos, para fijar las ideas, que sea w <; — . La ecuación (2) muestra que, cuando 6' varía desde O hasta , p varía desde ia coso) hasta O, y el punto generador de la curva describe el arco^5P(fig. 72). Flgnra 72. Cuando, después, 9' varía desde hasta — , p es negativo, y su valor absoluto aumenta desde O hasta un límite superior, y decrece en se- guida hasta O, describiendo el punto generador de la curva el arco PDEFP. Cuando 9' varía desde — hasta — tz , el punto generador descri- 2 4 2 ' be el arco POHKP. Q Y, finalmente, cuando 9' varía desde — ti hasta it, p varía desde O 4 2 hasta — 4a costo, y el punto generador describe el arco PLA. A los valores de 9', superiores á n, no corresponden puntos de la curva distintos de los anteriores. De lo que precede se concluye que el punto P es triplo, y que las tan- TT tO TT gentes á la curva en este punto forman ángulos iguales á — , — , y — 7: con el eje de las abscisas. Una de las tangentes en el punto — 236 — triplo coincide, pues, con el eje de las ordenadas, y las otras dos son per- pendiculares una d otra (Brocard). Las tangentes paralelas al eje de las abscisas tocan á la curva cada una en dos puntos, H y B, y E y L (Núm. 244), hallándose por medio de la expresión, igualada á cero, dy cos(49' -\- w) dx 2 eos 9' sen (3 9' + wl ' los cuatro valores de 9' en estos puntos, 7tw3 u5 (1) 7 O) 8 T' 8"''~T' s" T' ^ T^'^T' Valiéndose de la misma fórmula, se advierte que los valores de 9' en los puntos en que la tangente es paralela al eje de las ordenadas tienen por expresión 7t CO 2 TI ti) 3 3^3 T' 246. A estas meras indicaciones reduciremos aquí el interesante estu- dio del trifolium. Para ampliarle, acódase á los trabajos especiales, ante- riormente mencionados, y principalmente á la memoria titulada: Le trifo- lium (Jotirnal de Mathématiques Spéciales, 1891), donde la curva á que se refiere fué analizada por Brocard con bastante detenimiento. Confor- me también puede verse en el resumen del mismo trabajo, igualmente pu- blicado por Brocard en El Progreso Matemático (t. ii, p. 71), que, hasta poco tiempo há, editaba en Zaragoza el profesor Galdeano. X BICOR NIO 247. Los ingleses dan el nombre de Cocket Hat á la curva que tiene por ecuación o;* + x2 y2 _j_ 4aa;2 y — 2U^ x~ -f 3a^ f — 4a^ y -{- a'' = O, - 237 — estudiada por Longchamps ea el Journal de Mathématiques Spécia- les, 1896, con el nombre de bicornio , sugerido por Brocard. Escribiendo la ecuación anterior del modo siguiente: (a;2 — a2)2 + 4a(p + A)^ ó ¿2_^2«/¿ + /í2<0, ó ih-\-a-\-c)ih-\-a—c)^0, se deducen dos valores reales para y', iguales y de signos contrarios, esto es, en el caso de ser h negativa y hallarse su valor absoluto comprendido entre a — cy a -\- c, 6 coincidir aquel valor con los de a — c ó a -f- c. En los demás supuestos, los valores de y' resultan imaginarios. Luego la curva posee un nodo en el origen de las coordenadas, cuando h es negativa y su valor absoluto se encuentra comprendido entre a — c y a -\- c; y un punto de retroceso en el mismo origen, cuando h = c — a 6 h^ — (a-\- c). En los demás casos, el origen representa un punto aislado de la curva. Del análisis del radical que figura en la composición de y^, se deduce que y^ solamente será real cuando sean p -\- h^ O y he^ > P -\- ^i; <5 p + /í < O y he^ < P + h; 6 p + /í = 0; ó he^=p + h. Las primeras dos desigualdades exigen que Ji> — p y h — a. Y las dos últimas que h = — p 6 h= — a. Luego los puntos (a;^, ± y y) serán puntos duplos reales de la curva cuando h sea negativa y su valor absolido se halle comprendido entre p y a; 6 igual, en absoluto también, á una ú otra de estas dos cantidades. La existencia de estos puntos duplos reales admite fácil explicación geométrica. Cuando, en efecto, h sea negativa y su valor absoluto se halle compren- dido entre a — c y a-\-c, 6 entre FA y FB, existen dos vectores de la elipse, FP y FQ (fig. 76), de longitudes iguales á la de h. Luego el foco F {h = AK=BH>FA y FR y <:A0). Fignra 77. tara la forma indicada en la figura 76. Y si el valor absoluto de h está com- prendido entre p y a, la apuntada en la figura 77. En ambos casos las abscisas de los puntos H y K son x = a — c -\- h y x = — {a -\- c -\- h); y \siS tangentes á la curva en el punto F se hallan representadas por FP y FQ. Figura 78. {h— FÁ). Si h^c — a 6 /¿ = — (c -\- a), el punto H coincide con el í-^, y la curva presenta un punto de retroceso en F (fig. 78). — 246 — Si k = — p6h = ~ FR, las tangentes FP y FQ, ahora FR y FR^ (fig. 79), coinciden con el eje y de las ordenadas. Y uno con otro los pun- tos ií y iT de la figura SO, que tenían por abscisas FH^ a — c -\- h y FK= a -{- c -\- h, cuando h ^ — a. En los demás casos la curva es de figura ovalada, sin puntos duplos reales, pero siempre con un punto aislado en í. (li = AO). 258. Pasemos ahora al estudio de la concoide focal de la hipérbola. Como la ecuación polar de esta curva, por referencia á su foco, tiene por expresión — 247 — n — P 1 + e eos 'i en la cual, representando por a y i los semiejes, y por^J y e el parámetro y la excentricidad, ¿a ^ = - y e: la ecuación de su concoide focal será c a + h: 1 + « eos 9 6, en coordenadas cartesianas, (aja + ,,2 _ ;,g^)2 _ (^2 4. ^2) (p _f_ ^ _ g^)2. ^^-x (Tí = áP = Bi7> i^O + OB). Figura 81. Procediendo ahora en el análisis de esta ecuación como se procedió en 248 el caso de la anterior, concluyese que la curva presentará un nodo en el origen de las coordenadas cuando 62-)- 2«/í — /í2 <0, ó (h~-a — c){h — a + c)> i): para lo cual es menester que sea h^ a -\- c 6 h FA). Figura 82. La curva Se compone de dos ramas infinitas, correspondientes á las de la hipérbola, que una á otra se cortan cuando /i > a; 6 simplemente se — 249 — tocan, si h = a. Una de estas ramas, MPQ (figs. 81, 82 y 83), aseméjase á las de la hipérbola. Pero la otra, DFKHK^ FD^, presenta la forma indi- cada en la figura 81, cuando /« > a -f- c, ó en la 82, DFK^HKFD^, cuando h<^a — c y h^ — P>' 7 1^ indicada en la figura 83, cuando h <^a — c y /í < — p. Si fuese k = a -\- c, 6 h = a — c, los puntos Figura -3, (/i = AH FK). H y F coincidirían uno con otro, y la rama de la curva presentaría un punto de retroceso en F, como en el caso de la elipse á que la figura 78 se refiere. Y, si es A := — p, la curva adquiere en las proximidades de F una forma, que asimismo recuerda el caso de la concoide elíptica, repre- sentado en la figura 79, coincidiendo entonces las tangentes en F con el eje de las ordenadas. En los demás casos, la segunda rama de la concoide se asemeja, como la primera, á una rama de la hipérbola de donde se derivan. 259. Consideremos ahora, más en particular, los casos de ser h = — a, tratándose de la concoide elíptica; y h= -\-a, por referencia á la hiper- bólica. La ecuación de las dos concoides se expresará entonces de este modo: 250 P' V — 1 -f- e cos8 a = c -\- a cosG a -\- ccosQ ' la cual coincide con la de las curvas encontradas por Jaeabek (Mathesis, í. V, p. 1 1 6 ) , en la resolución del siguiente problema : Representando por M, figura 84, un punto de una circunferencia de centro C; por A otro punto fijo, tomado en el plano de la misma circunferencia; por ^lA'una perpendicular á la recta AM; y por K e\ punto de intersección de la ^Z"con la CM, hallar el lugar geométrico descrito por K , cuando el M varía de posición sobre la circunferencia y la describe por completo. Para deducir la ecuación de la curva así en- gendrada, designemos por a el radio de la cir- cunferencia, y por c la distancia CA ; y supon- gamos, por de pronto, que c «, ó el punto A se halle situado fuera de la circunferencia, al mencionado problema satis- face la concoide hiperbólica, obtenida en el caso de ser h = a. Las llamadas curvas de Jarabek fueron atentamente estudiadas por Dewulf, quien por primera vez demostró su conformidad con las dos concoides mencionadas (1. c, p. 113); así como Neüberg (1. c, p. 115) hizo ver la frecuencia de su manifestación en distintos problemas de Geo- metría, de dos y de tres dimensiones. 260. De la concoide focal de la parábola, ya por incidencia se trató en el Núm. 74, pág. 67, de este libro, donde vimos, poniendo ahora 2p por a, y h por k, que su ecuación es como sigue: (3,2 ^ ^2 + /,^)2 = (^ + /, + ^)-2 (a;2 + ^2). Ecuación que coincide con la que se desprende, en el supuesto de ser e = — 1, de la correspondiente á la concoide elíptica. Para hallar los puntos duplos de la nueva curva, bastará, pues, in- troducir en las fórmulas que deter- minan estos puntos en la primera, la hipótesis c = — 1 , y se hallará que la concoide focal de la parábola posee un punto duplo, en coinciden- 2' cia con el foco: nodo, si h < pitnto de retroceso, si h = — — ; y punto aislado , cuando sea /¿ > — — . Como asimismo se concluye fácil- mente que la curva tiene además otros dos puntos duplos Figura 85. (ft — AH-=:l)). \x = -{p^}i), ¿/ = ±V-p(p + A)]: reales, cuando h < — p; é imaginarios en otro caso. — 252 — Dada la parábola NMAM^ N^ (figs. 85, 86 y 87), con el foco en F, á la distancia éste, FA, del vértice A, igual á^, cuando sea h> — -^, la concoide parabólica estará representada por una sola rama de apariencia, ^ X Figura 86. {h = FA). < Fignra 87. (7i = AH > FM). ahora análoga á la curva á que se refiere, pero con un punto aislado en F, situado en la región interior de la misma parábola. Cuando sea li = — p, la concoide adquiere la forma repsesentada en la figura 85, como desprendida de la 79 por prolongación indefinida del eje AB de la elipse. Y forma análoga adquiere cuando h está comprendida entre —y — p. Si /i = — ^, la concoide, figura 86, presenta un punto de retroceso en F, como la concoide elíptica de la figura 78, en otro supuesto análogo. Y si es h . La ecuación de la curva de Watt se puede hallar por el siguiente muy sencillo procedimiento, propuesto por Catalán (Mathesis, 1885, ;;. 154). Sean i[() la recta que pasa por el medio de BC y AD; BE y CF dos paralelas Á MO; y EF una paral^ig á BC. Como sin dificultad se advierte que los triángulos AEO y OFD son iguales, é ¡guales también, por con- secuencia, las rectas una á otra paralelas, AE y FD, concluyese de aquí que los triángulos AEB y FCD serán iguales asimismo. De donde resulta que los ángulos AEB y DFC son parecidamente igua- les; y como, por la disposición de sus lados, además de iguales son suple- mentarios uno de otro, ambos serán necesariamente rectos. Esto sentado, supongamos que AO = a, BM^ c y AB= h; y que p y 9 representan las coordenadas polares, OM y MOD, del punto M, ge- nerador de la curva de que se trata, referidas al punto O como polo, y á la recta OD como eje. De los triángulos rectángulos CDF, ODG y OFG se desprenden estas igualdades: p-^ = 62 _ fjji^^ DG = a aeafi, y FG = \/c^ — a^ cos^ 9. Luego, para, ecuación polar de la curva de Watt deduciremos la que sigue: p2 = 62 _ [a sen 8 — \/c^ — a^ eos- 'i\\ debiendo variar 9 desde — ■r^ hasta -rc; ó p2 = 6-2 — [a sen 9 ± \/c^ — a^ eos-' 9]'', en la cual basta que 9 varíe desde O hasta it. 17 — 258 — Y de ésta, poniendo x = p cosS é y = ^ senO, y suprimiendo el factOj, común x^ -\- y'^, se deduce la siguiente, de sexto grado, en coordenadas car- tesianas (Lacolonge : 1. c.) : (í/2 -I- ,^2)3 _ 2 52 (£C2 + ff + (Si + 4«2 _f) (a-a + y1) — 4a2¿2j^-2 = o, donde 52 = «2 _|_ 52 _ c2. 264. Por medio de la ecuación polar de la curva de Watt, y atendiendo á su mo- do de generación, hállase fá- cilmente su forma, fig. 89, in- firiéndose en primer lugar: que la curva es simétrica por refe- rencia á los dos ejes coorde- nados; que corta perpendicu- larmente al de las ordenadas en dos puntos reales, My M^, dados por la ecuación p2 = 6-3 _ (a _ c)2, y en dos imaginarios, y tam- bién al de las abscisas en otros dos puntos, S y Si, definidos por la ecuación rignra 89, donde las tangentes forman con el eje de las abscisas ángulos, w, determinados por la expresión tanga) = 52 a\c^ — «2 — 259 y los cuales, suponiendo, como en el problema mencionado de Mecánica se supone, que a > c, son reales, pero aislados; y que no posee ramas in- finitas. Y, en segundo lugar, que la figura de la curva se asemeja á la de las lemniscatas, cuando los lados del cuadrilátero pueden tomar la po- sición indicada en la figu- ra 90, coincidiendo el pun- to medio de BC con el O: lo cual solamente se verifi- cará cuando las tres rectas a, b y c puedan formar un triángulo. Considerando, con Watt, solamente este caso, de inmediata aplicación en la Teoría de las Máquinas de Vapor, procuremos ha- llar, por medio de la ecua- ción polar de la curva, los valorea de O, cuando p = 0. Si por G' se designan estos valores particula- res, la fórmula Fignra 90. senil' = 52 2ab servirá para determinar los ángulos de las tangentes á la curva, en el ori- gen, con el eje de las abscisas. Pero adviértase bien que á cada valor de 9', dado por esta ecuación, corresponden, además del valor p = O, estos otros valores, dados por la ecuación &4 — («2 _ c2)2 (62 _ fl2 ^ c2) (¿2 _|- ^2 _ (.2) 62 62 reales cuando se supone, como también en el problema á que nos referi- mos se admite, que 6- _|_ (.2 > a^. Concluyese, pues, que cualquier tan- gente á la curva de Watt, en el origen de las coordenadas, la corta ade- más en dos puntos. A' y Á'( (fig. 89). — 260 — Para hallar el punto L, donde el radio vector forma con Ox un ángulo mínimo, nos valdremos de la ecuación c2 = a2cos2fJ: la cual expresa que los dos valores de p, correspondientes íí un valor de- terminado de 9, son iguales en este caso. Representando, pues, ])or 6" este ángulo, resulta ,,, c cosb = — . a El valor de p en el punto L se despi-ende de la fórmula p2 = h^-\- C^ — «2. La curva de Watt tiene dos puntos de inflexión reunidos en su centro. Otro, evidentemente, de inflexión también, entre O y L.Y tres más, co- rrespondientes á éste, en los otros tres cuadrantes. 265. En la aplicación de la curva de Watt á las Máquinas de Vapor es necesario dar á los lados del cuadrilátero longitudes tales que la curva se desvíe poco de su eje. Y el procedimiento propuesto por el inventor para conseguirlo, fué el de hacer pequeño el ángulo de las rectas OK y OL, prolongando en lo posible la forma alargada de las inflexiones en el punto O. Por lo cual desígnanse muchas veces las curvas de esta especie con el nombre de curras de larga inflexión. 206. En el precedente análisis de la ecuación de la curva considerada se ha supuesto que las constantes que en ella figuran han de satisfacer á determinadas condiciones del problema mecánico á que se refiere. Pero, aun en el caso de no satisfacer á condición alguna restrictiva, el estudio de aquella ecuación se efectáa del mismo modo, habida cuenta de las si- guientes consideraciones, relacionadas con la naturaleza de los puntos sin- gulares que la curva posee. 1." El origen de las coordenadas es un punto duplo, en el cual las tangentes forman con el eje de las abscisas ángulos, cuyos valores, O', tienen por expresión sea*)' = 261 — B2 2ab debiéndose emplear el signo -{- cuando B^ sea positivo, y el — en el caso contrario. La curva poseerá, pues, en el origen un ?iodo, si ia^ b'^ >• B'^; y un punto aislado cuando sea 4a'^ b^ << B'K 2." Los puntos (± B, 0) son duplos, y las tangentes en ellos á la curva forman con el eje de las abscisas los ángulos w, que se desprenden de esta fórmula: 52 tangió = ± a yjc Por lo tanto, cada uno de estos puntos representará un nodo real cuando ií^ > O y c> a; un nodo imaginario cuando 5^ <; O y c > a; y un yunto aislado cuando c < a. A todo lo cual conviene agregar que las asíntotas de la curva admiten por ecuaciones las que siguen: y = zt ix; ij = ± i (x -\- a); é y = dzi {x — a). De las cuales se desprende, por conclusión, que la curva tiene dos puntos triplos imaginarios situados en lo infinito. 11 LA ASTROIDE 267. Recibe el nombre de astroide la curva envolvente de las rectas que cortan á los lados de un ángulo recto, de tal modo, que la longitud del segmento ao, limitado por aquellos lados (fig. 91), sea constante. Para hallar la ecuación de la curva, tomemos como ejes de las coorde- nadas los lados del ángulo, y advirtamos que la ecuación de la recta mó- vil, poniendo Oo^'^, 0a = 9. y ao = l, tiene por expresión - + -^=1 — 262 — debiendo a y j3 satisfacer á la condición siguiente: a2 + p2 ^ p. La ecuación de la envolvente pedida resulta de la eliminación de a S y entre estas ecuaciones y las do. X JL^=0 y a + pi^ 32 da ^ ^ doL que se obtienen derivando las an- teriores, relativamente á a, y con- siderando á ¡i como función de a. Para efectuar esta eliminación, notemos que las dos (iltimas ecua- ciones dan X Íi3 de manera que, poniendo X ■ = >-, la ecuación [- -^ ^ 1 se convierte en esta otra : Xa2 + >^2^1; y de la ecuación a^ -)- ¡32 = ¿2 gg deduce luego que ). = — , 7 a En consecuencia: y, por lo tanto, (1) que es precisamente la ecuación buscada de la astroide. 111 x^ -\- y^ = l^, — 263 — Ecuación de Q.° grado, en realidad, que puede escribirse de este modo: (a,2 _^ yl _ 12)3 + 27 r-í X2 ^2 ^ 0. 268. Partiendo de la ecuación (1), y teniendo presentes las ecua- ciones i 1 ,3 1 / ^ \ 3 / = -(-)• . .--i(0 cosa fácil es determinar la forma de la curva: simétrica, relativamente, á los ejes de las coordenadas; con cuatro retrocesos (fig. 91) en los puntos A, A^, B, B^, colocados á la distancia / del centro O; y sin puntos de in- flexión. 269. La ordenada Tq del punto en que la tangente corta el eje de las ordenadas, la subtangente, la subnormal, y las longitudes de la tangente y de la normal , se hallan expresadas por las fórmulas 1^ 1 1 / 7 \ 3 270. Comparando la ecuación de la tangente ú la astroide, 1 Y+l^l^'x-[l^y)^ = Q, con la ecuación MF-f-wZ+l = 0, hállanse las relaciones -i i n = — (Py) 8 y v = — {l^xf^; y con esto la ecuación de la curva, en coordenadas cartesianas, poco antes consignada, se transforma en esta otra, en coordenadas tangenciales, 264 — -1- + ^ = ^: de la cual se deduce que la curva á que se refiere es de cuarta clase. 271 . De la fórmula general, adecuada al objeto, dedficese la siguiente expresión del radio de curvatura de la astroide: /?« = 27Z ■í' y> según la cual, el cubo del radio de curvatura de la astroide en el jmnto {x, y) es proporcional al rectángulo de las coordenadas del mismo punto. 272. Para hallar la evoluta de la astroide por muy sencillo procedi- miento, adviértase que la astroide admite por ecuaciones las siguientes (2) x=l8en^t é i/ = lcos''t: en las cuales t representa una nueva variable independiente, por cuanto los valores de x é y, así expresados, satisfacen evidentemente £í la (1), cualquiera que sea el de t. Partiendo de estas ecuaciones, y aplicando las fórmulas adecuadas al objeto, demostradas en el Cálculo Diferencial, hállase que las coordena- das, x^ é ¿/j, del centro de curvatura, correspondiente al punto de la cur- va [x, y), se hallan determinadas por estas otras expresiones: x^^=l sen^ / -f- 3 ¿ cos^ t sen t é y^^l eos'' t -\- 21 sen^ t eos t. Y cambiando ahora de ejes coordenados, y adoptando para los nuevos las bisectrices de los ángulos formados por los primitivos, encuéntranse estas igualdades: V2 V2 í -\ a?2 = (íPj — ?/j) = ~ — / (sen¿ — cost)^= 2Í senH t j, é ?/2 = -^ (a?! + ¿/i) = —^ I {sent + eos/;' = 2lco&^ (t — -^ j. O, suponiendo que t = ty-\ , 4 — 265 — x.¿ = 2 1 sen^ t^ é ¡j.^^2l cos'' ty Ecuaciones éátas correspondientes ¡í la evoluta de la astroide, según las cuales la nueva curva es otra astroide con el mismo centro que la primi- tiva, é inscripta en un círculo, de radio doble de aquel á que la primitiva se refería. Con la particularidal de que las rectas que pasan por su centro y por los puntos de retroceso forman ángulos de 45° con las rectas análo- gas, correspondientes á la primera astroide, de donde procede la segunda. 273. Para determinar el íírea, limitada por la astroide, por el eje de las abscisas, y por las ordenadas de los puntos cuyas abscisas son O y x, emplearemos la fórmula A=\ \ [r^ —.v^fdx. 2 de la cual, poniendo x^=l* t'^, se deduce este resultado: A=^3P C tHi — t^y^ dt = — P I— Vi— ¿2 Íí5 — — <3 -I- A A _J_ A are sen t\ 2 L \ 4 ' 8 j ' 8 J De donde se concluye para expresión del área total, limitada por la as- troide, poniendo t = l, y multiplicando el resultado por 4, la siguiente: 8 274. La rectificación del arco de la astroide, comprendido entre los puntos que tienen por abscisas O y x, se obtiene por medio de esta otra fórmula: Luego el cubo de la longitud del arco de astroide, comprendido entre los puntos (O, 1) y {x, y), es proporcional al cuadrado de la abscisa x. — 266 — (Haton de la Goupilliére: Journal de I' École Polytechnique , Pa- rís, xun,p. 141). 3 Y la longitud de un cuadrante de la curva es igual á — I (Juan Ber- NODixi: Opera omnia, t. ui,p. 446). 275. En el lugar acabado de citar de sus obras, estudió el mismo JüAN Bernoulli la astroide, basándose en la definición del Núm. 2tí7, y halló su ecuación, su forma y su longitud. Trató de ella también d'Alembert en las Memorias de la Academia de Berlín, año 1747, y después en sus Opúsculos (t. iv, sxm). Amstein (Société vaudaise des Sciences Naiurelles, t. xv, p. 175), le dio el nombre que la distingue, y que recuerda su forma. Y por parte de otros geómetras ha sido objeto con posterioridad de in- teresantes estudios, referentes muchos á sus distintos modos de genera- ción, según puede verse en la curiosa noticia sobre la materia, publicada por Haton de la Goupilliére en los Nouvelles Anuales des Mathéma- tiques (2.'^ serie, t. xin,p. 534; y t. xix, p. 94). De aquellos modos de generación, que constituyen otras tantas defini- ciones de la curva, mencionaremos los siguientes: 1.° La envolvente de las elipses, dotadas del mismo centro y con ejes en la misma dirección, siempre que la suma de estos ejes permanezca ade- más constante, es una astroide (Desgranges, Nouvelles Anuales des Mathéniatiques , 1.^ serie, t. xx,p. 351). 2.° La astroide es también el lugar geométrico del vértice de una pa- rábola, que se desliza entre dos rectas perpendiculares entre sí, defor- mándose al propio tiempo, de tal modo que el foco describa una circunfe- rencia alrededor del punto de intersección de aquellas rectas (Bispal, Nou- velles Anuales des Mathématiques, 2.°- serie, t. iv, p. 331). 3." Astroide asimismo es el lugar de los puntos que tienen por coor- denadas rectangulares los radios de curvatura de la elipse en las extremi- dades de sus diámetros conjugados (Brasí^ne, Nouvelles Aúnales des Ma- thématiques, 2.°' serie, t.ii,p. 12). 4.° Y astroide, finalmente, la curva descrita por un punto de una cir- cunferencia, que rueda, sin resbalar, sobre otra circunferencia fija, exterior á ella y de radio cuatro veces mayor que la móvil. Como se verá cuando tratemos de las curvas que admiten este modo de generación (epicicloides) . — 267 — Apoyándose en este último modo de generación de la curva, la astroide fué designada por Montucci (Comptes rendas de l'Académie de París, t. hx,j}.^ 440, 846) con el nombre de cubo -cicloide. A los procedimientos de generación mencionados, todavía podrían agre- garse los muy curiosos propuestos por Pigeon (NouveUes Anuales des Mathématiques , 2." sene, t. iii, p. GO); por Lemoine (1. c, t. xiii,^j. 334); y por Barbarin (1. c, t. xiv, p. 328): etc., etc. III LAS CURVAS PARALELAS A LA ASTROIDE 276. Denomínanse, en general, curvas paralelas á otra curva cual- quiera las obtenidas tomando sobre las normales á ésta, en uno (i otro sentido, segmentos de longitud arbitraria h, constante en cada caso. De esta definición resulta que entre los radios de curvatura de ambas curvas consideradas, R de la propuesta, y R^ de la en particular deducida por el indicado procedimiento, existe la relación R^^ R± h. Cuando la curva fundamental es una astroide, las curvas paralelas po- seen algunas propiedades interesantes, que han fijado la atención de insig- nes geómetras, y que, por lo mismo, consideramos aquí dignas de estudio. De las ecuaciones de la astroide (1) x^l sen^ t é ¿/ = / cos^ t dedúcese que —— = — cotí; y, por lo tanto, que t representa el ángulo formado por la normal á la curva con el eje de las abscisas. Y como las curvas paralelas á la astroide se forman tomando sobre cada una de las normales, á partir del punto á que corresponden, un seg- mento de longitud constante, li, concluyese que las coordenadas de aque- llas curvas paralelas se hallarán expresadas de este modo: (2) x^ I sen^ t -\- h eos t é y = 1 eos ' t -\- h sen /. 277. De estas ecuaciones fácil es inferir la forma de cualquiera de las 268 — curvas que representan, dotadas todas, por definición, de ejes de simetría, en coincidencia con los rectangulares de las coordenadas, y desprovistas todas de ramas infinitas reales. De sus derivadas, con relación íí t, dedúcese, en efecto, que == 3 / sen^ ¿ eos < — hsent y — ^ dt di 3 1 eos- i sen t -\- h eos t ; y esto basta para demostrar que las curvas de que se trata poseen cuatro puntos de retroceso, correspondientes á los valores de t, determinados por la ecuación 2h 3 1 sen t eos i ^ h, 6 sen 2 < = 31 reales, cuando 4/í'^ < 91^; é imaginarios, en el supuesto contrario. Y como la astroide, de donde proceden, carece de puntos de infle- xión, también de ellos carecerán las curvas paralelas, de forma oval con- vexa, siempre que sea 4/¿"^>> 9/^^ y de la forma indicada en la figura 92, M il/j Jfo M3 , en los demás casos. — 269 — 278. Para continuar el estudio de las curvas mencionadas, propongá- monos ahora hallar la longitud del segmento determinado, sobre una tan- gente cualquiera, por los puntos de intersección de esta tangente con las rectas á que corresponden las siguientes ecuaciones: y = vY tang p é y = X tang p'. Como la tangente considerada tiene por ecuación y — (/ cos^ t -\- h sen t) = — cot t[X — / sen^ t — h eos t] , las coordenadas de aquellos puntos (X-^, T^) y {X^, y^) serán (/sen¿cos<-f /?) cos¡3 (I sen icos i -\- h) sen ^ ^*~ cos(p— í) ^~ cos{^ — t) ' ^ {I sení cost -\- h) cos^' (lsentcost-{-h)sen^' eos (§' — t) '- eos (P' — t) Y la longitud. A, del segmento de tangente, comprendida entre ambos puntos, se hallará expresada por la fórmula (¿sení cosí + /') sen(¡3 — P') eos {[i — t) 003 (P' — t) 270. Condición necesaria y suficiente para que las rectas considera- das limiten, en todas las tangentes á una cualquiera de las curvas paralelas á la astroide, una longitud constante, A, es que cualquier valor de t satis- faga á la siguiente relación, consecuencia inmediata de la fórmula que acaba de obtenerse: sen(,3 — |3') (/ sen í cosí + h) = A [eos p eos P' — cos(P -f p') sen^ t -\- sen (¡5 4- [i') sen t eos t\. La cual se resuelve en estas tres ecuaciones condicionales: (3) /¿sen(¡3 — p') = Acos¡3cosíd', tang p tang ¡í' = 1, y I sen (¡3 — ¡i') = A sen (p + p'). — 270 — Para determinar el valor de p, eliminaremos en la última ecuación los de ¡3' y A con auxilio de las dos primeras, y así se obtendrá la que sigue: (4) h tang2 ¡i — I tangp 4-/^ = 0, de la cual se deduce que ^^ 2h Y de análoga manera se hallaría por eliminación, también en la última de las (3), de las P y A, que tangP'=i^Ví^i^. 2h Luego tangp y tang¡5' son las dos raíces de la ecuación (4). Y así, determinados los valores de |3 y ¡3', de la primera ecuación (3) se concluirá sin dificultad el de A. De todo lo cual se deduce que, dada tma jMralela á la astroide, existen dos rectas que, por sus intersecciones con las tangentes á la curva, deter- minan segmentos de longitud constante. — Rectas, entiéndase bien, reales, cuando ¿2;> 4,ffi- imaginarias, si P <4/i2; y coincidentes una con otra, cuando P = ih^. Como asimismo se concluye que, en el caso de ser l^ > ih^, cualquier curva paralela á la astroide es envolvente de una recta, móvil de manera que la longitud de un segmento de esta recta, comprendido entre otras dos rectas fijas, permanexca constante. 280. Con igual facilidad se deduce de los antecedentes expuestos que, recíprocamente, la envolvente de una recta, móvil de manera que permanezca constante el segmento suyo, comprendido entre otras dos rec- tas dadas, que una á otra se corten, es una paralela á la astroide. Pues, en efecto, adoptando para eje de las abscisas la recta que pasa por el punto de intersección de las otras dos rectas mencionadas y forma un ángulo de 45" con la bisectriz del ángulo 2a de estas mismas rectas, y designando por p y P' los ángulos que una y otra forman también con el eje de las abscisas, tendremos que — 271 — . 4 4 Luego estos ángulos, ¡3 y ¡3', satisfacen á la segunda de las ecuaciones (3); y, si por A representamos la longitud constante del segmento, las primera y tercera de aquellas ecuaciones determinarán los valores de h y /. Y la curva buscada, resultará así paralela á la astroide, determinada por las ecuaciones A A íc = sen^ / é y = — cos^í; sen 2 a sen 2 a y la distancia de sus puntos á los correspondientes de esta asfcroide lo es- tará por la expresión eos - .a)cos(| + aj 11 = — A ^^ í '— = A cot 2 a. sen 2 a 2 281. Las envolventes de las rectas, secantes de los lados de un án- gulo cualquiera, en términos de que los segmentos de las mismas, com- prendidos entre los lados del ángulo, sean de longitud constante, fueron por vez primera estudiadas, en los tomos i y v de los NouveUes Ármales des Mathématiqíies , por Meelieüx y Joachmisthal. Salmón (Higher plañe Curves, 3." ed., n.° 118), advirtió su relación con las curvas paralelas á la astroide; y algunos autores, fijando la aten- ción en sus cuatro puntos de retroceso reales á distancia finita, les dieron el nombre de tetracúspides. Nombre que nosotros, en un artículo publicado en el tomo i (serie 2.") de El Progreso Matemático (Zaragoza, 1899), pro- pusimos sustituir por el de astroides de dos ejes cuando a S — , y por el de •i astroide de cuatro ejes cuando se trate, en particular, de la curva correspon- diente al supuesto de ser a= — . De la cual son, efectivamente, ejes las ■i rectas que pasan por su centro, y también por cada par de puntos de re- troceso opuestos con relación al mismo centro, y asimismo las bisectrices de los ángulos formados por estas rectas. 272 282. El área de la curva, representada por las ecuaciones (2), se de- termina con auxilio de la fórmula -\ eos 2 í sen ' t — - — . 4 64 4 De la cual, para expresión del área total, limitada por la curv:i, ?e dcá- prcnde esta otra: "('"-f'l- Y también la longitud de los arcos de la misma curva puede fácilmcníe obtenerse, apoyándose en la ecuación ds = ± (3Í sení cos¿ — h). dt Pues, designando por t^ y íg los valores de t en los extremos del arco con- siderado, y suponiendo estos puntos comprendidos entre los mismos pun- tos de retroceso, hállase por integración que — I (8en2<2 — sen2íj) — h {t.^ — íj) : debiendo emplearse para expresión del resultado final el signo que pro- duzca para s un valor positivo. 283. Por haberlo considerado más sencillo, al precedente breve estu- dio de las curvas paralelas á la asiroide hemos procedido tomando como base para ello las ecuaciones simultáneas (2), de las cuales, mediante la eliminación de sen/, que no estimamos pertinente detallar, se obtiene la siguiente ecuación cartesiajia, única, de aquellas curvas: [3 (X2 + if — l"^) — 4A2]3 + [IllxiJ — 9h (X2 + í/2) — 18/2/, _|_ 8/í2J2= Q. Como se obtiene la tangencial de las mismas comparando la ecuación de sus tangentes — 273 — sen t y. eos t ^ Z sen / eos t -\-h I sen t eos t -f- h con \2luY -{- vX=l: de donde se desprende que sen¿ cosí y r = Iseut cost -\- h I sen i eos t -\- li y, finalmente, por eliminación de t entre ambas, esta otra: /2 „2 ,,.2 ^ (2/í/ _ 1) (íí2 ^ ,,2) ^ /¿2 (,,2 ^ ,,,2,2 ^ Q. IV LAS EVOLUTAS DE LA ELIPSE Y DE LA HIPÉRBOLA 284. La astroide se halla comprendida en el grupo de curvas deter- minado por la ecuación general [(íF+(i)->f+..(if(f) al cual corresponde también la evolula de la elipse, indicada en la figu- ra 93; con los ejes de simetría, BD y CA; cuatro puntos de retroceso, A y C (± «, 0), y C y D (O, ± i); y ninguno de inflexión. 285. La ecuación de la tangente á la curva (1) tiene por expresión: \_ (2) Y=-Í^Xx + b^y^; de la cual se deduce que los puntos de intersección, P y ^, de la tangente que representa, con los ejes coordenados, se hallan así definidos: 2 1 (0,6 3,^3j y (aix',Oy 18 — 274 — Pues, si por estos puntos se trazan las rectas PMy QM, paralelas á los ejes, quedará determinado el punto M, que tiene por coordenadas 'L — A JL y, sustituyendo estos valores de a; é í/ en la ecuación (1) á que correspon- den, hállase entre los de x, é y^ la relación general siguiente: (3) ^1 _L lll _ 1 «2 "•" ¿2 -De todo lo cual se deduce que cuando la tangente PQ á la curva (1) varía de situación, el punto M describe U7ia elipse (3), que pasa por los puntos de retroceso de la (1); y que, recíprocamente, la envolvente de las posiciones diversas de la PQ, cuatido Mdescribe la elipse (3), coincide cotí la curva (1). 286. Otra propiedad interesante de las curvas que estudiamos es la siguiente: Las curvas representadas por la ecuación (1) son las envolventes de las elipses á que corresponde la ecuación «2 jy2 1, — 275 — myos semiejes satisfaceyi á la condición a b En efecto, la ecuación de las elipses consideradas puede escribirse como sigue: Y, para hallar la que corresponde á la envolvente pedida, menester es, y basta, eliminar a entre la última ecuación y su derivada, por referencia á la misma a: a^ b'^ (a — a)' Eliminación que se facilita advirtiendo que i_ -,2 ,,8 \ 3 a — a / a^ y^y^ 1__ Sustituyendo este valor de a en la ecuación de las elipses, cuya envol- vente se busca, hállase, en fin, como prueba de la proposición enunciada, el resultado siguiente: 1 6, mediante sencillas reducciones, «2 + ¿2(^2^2) J[^+(¿2^2J J ^' i. 1 S / „ \ 3 = 1. 287. El área limitada por la curva (1), por el eje de las abscisas, y — 276 — por las ordenadas correspondientes á las abscisas O y a;^ resulta expresada por la fórmula li = | f [a'-J] dx. O, representando por A el área limitada por la astroide, inscrita en el Gírenlo de radio a (Núm. 264), y por las mismas ordenadas, ^ a Y, como corolario de esta igualdad, concldyese que el área Jimitacla por la evoluta de la elipse es igual á — nab. 8 288. La rectificación de la curva (1) se obtiene por medio de la fór- mula o, poniendo x = af^, S=3 C tS/tí^^ («2 — ¿2) ¿2 ¿f ^ -p^— - { [¿2 + («2 _ ¿,2) ¿2]2 _ ¿3 | . De donde se concluye que _2 3 La longitud de un cuadrante de la evoluta de la elipse será, pues, igual , a3 — ¿3 a . «2 — ¿2 28!>. Según es fácil verificar, á la ecuación de la evoluta de la elipse satisfacen los valores de x é y, dados por las expresiones x = a sen3 1 é y = b cos^ t, 277 — en las cuales t representa una nueva variable independiente. Y, si esta va- riable t se !•€ ciñese que riable t se relaciona con otra, x, mediante la ecuación tang — t = x, con- 8íix3 ¿ (1 — ^2)3 X = é M = — ^^ : (l+*2)3 ^ (1+^2)3 lo cual prueba que la curva de que tratamos pertenece á la categoría de las unicursales. 290. La ecuación (2) de la tangente á la evoluta de la elipse puede escribirse de este modo: Y X b ^ y ^ a ^ X ^ De la cual, comparada con la uY-}-vX=l, se desprende que 1 1 h * y ^ ,a '^ X ^ Y, eliminando de la (1), con auxilio de estas dos últimas relaciones, los valores de x é y, concluyese, como ecuación tangencial de la curva de que se trata, que así resulta demostrado ser de cuarta clase, la siguiente: ^ 2 y 2 6 2 j^ 2 291. La evoluta de la hipérbola tiene por ecuación (í)-(ir='- de la cual se deducen consecuencias análogas á las obtenidas en el estudio de la correspondiente á la elipse. 278 — La nueva curva, como es fácil ver, tiene la forma indicada en la figu- ra 94: consta^de dosjamas infinitas, MAN y PBQ; y posee dos punios Figura 94. de retroceso reales, A y B, donde x = ±a, y otros dos imaginarios (o, ±¿ Y — 1 j. Y como á su ecuación satisfacen las siguientes expresiones X ■■ ' — P-' \3 i^1 ^ -K^) de las cuales, introduciendo la nueva variable a por e', se desprenden es- tas otras 0(í2-fl)3 ¿,(í2_l)3 x= é y=- 8*3 Sz^ queda con esto, parecidamente, demostrado que, como la de la elipse, es también unicursal la evoluta de la hipérbola. 292. Para dar por terminado este punto, conviene recordar que entre ambas evolutas y la cruciforme y la pimtiforme existen interesantes re- laciones, ya advertidas anteriormente (Núms. 215 y 21G), al ocuparnos en el estudio de las dos curvas que se acaban de mencionar. 293. El grupo de curvas, representado por la ecuación (1), (C+íir =1, 279 es caso particular de otro grupo más amplio 6 general, representado tam- bién por la misma ecuación, mas referida para ello á ejes coordenados, de dirección arbitraria, rectan- gulares ú oblicuos. En este último caso, cada curva es de apariencia análoga á la representada en la fig. 95, y sus tangentes en los pun' tos de retroceso son diáme- tros conjugados. Al nuevo grupo de cur- vas que acabamos de defi- nir, denominadas tetracús- pides por Bella vitis, en su Sposixione del Método dslle Equipollenxe (Mode- na, 1854, núms. 189-191), fácil sería extender las propiedades, anterior- mente demostradas, por referencia á la evoluta de la elipse. Pero lo intere- sante para nuestros lectores es advertir que las tetracúspides de Bella vi- tis no deben confundirse con las paralelas á la astroide, estudiadas en el párrafo precedente, por cuanto en éstas las tangentes en los puntos de re- troceso son cuatro rectas distintas (fig. 92), y en las otras se reducen á dos, AB y BC (fig. 95), tangente cada una á la curva en dos de aquellos puntos. Algunos autores confunden una con otra las dos clases de curvas: sobre lo cual ya llamamos la atención en un artículo, publicado en la revista Mathesis (t. xxi, 1901, pág. 217.) Figura 95. V EL ESCARABAJO 294, Consideremos el ángulo recto AOB (fig. 96), en cuyos lados se apoya por sus extremos el segmento, de longitud constante y posición va- riable, AB. En la bisectriz, Ox, del ángulo, señálese un punto fijo, P, que tomaremos por origen de las coordenadas; y, por este punto, trácese la 280 perpendicular PM al segmento móvil mencionado. El lugar geométrico descrito por M, cuando AB varía de situación, es la podaría, respecto del punto P, de la astroide, envolvente de AB, y recibe el nombre de esca- rabajo (Laurent: Traite de Anahjse, t. ii, p. 183; Painvin: Géométrie Analytiqíie, p. 432 ; etc.) Para hallar la ecuación de esta cur- va, supongamos que OA = a, OB = |3 PO = a, y AB^l; y formemos las ecuaciones de las rectas AB y PM que, por su intersección, determinan el punto M. La recta A B pasa por los puntos A y B, cuyas coordenadas son ^ \2 Figura 96. {\J2 — a, ^ s/2 y tiene por ecuación, en consecuencia, la siguiente: Y como la PM es perpendicular á la anterior, su ecuación será ésta: (|3 + «)í/ + (P-a)^ = 0. Además, es evidente que a2 + p--^=Z2. Y, por lo tanto, eliminando a y ¡3 entre estas tres ecuaciones, bailare- mos la ecuación buscada de la curva. Para efectuar la eliminación, advirtamos primeramente que la primera — 281 — de las tres ecuaciones puede escribirse, con auxilio de la segunda, como sigue: (-^)-(- V2 + a X = 0. Y deduciendo luego de esta ecuación, combinada también con la segun- da, los valores de a y ¡j, y sustituyéndolos en la tercera, hallaremos, final- mente, esta otra como ecuación del escarabajo: (1) 4 (^'2 + 2/2 ^ axf {x^ + f) = /2 (¿y2 _ ai^f. La cual, poniendo a? = p cosí é y ^^ p sen 9, sencillísimamente se trans- forma en la que sigue, expresada en coordenadas polares: (2) p = — « cosB dr — cos29. 295. Por medio de esta ecuación procuraremos ahora determinar la forma de la curva. 1.° Para ello comencemos por suponer que Z < 2a. Considerando primeramente la parte de la curva, correspondiente á la ecuación (3) p^ — ffcosfi ccs2(), 2 representemos por 9j el menor de los ángulos positivos que satisfacen á la ecuación a eos O -j eos 29 = O, 2 dado por la ecuación — a + yJa^+2P cosí). 21 inferior á — , por ser cosO^ positivo. 12 — 282 — Mientras 9 varíe desde O hasta Oj, o será negativo, y variará desde — a hasta O, y el punto generador de la curva describirá el arco AM' B (fig. 97). Cuando después 9 varíe desde 9^ hasta — , p variará des- ¿I de O hasta — , y el punto generador de la curva producirá el arco B C. Y, ó continuando la variación de 9 desde — hasta ft, p variará desde — hasta 2 2 a : y así resultará des- crito el arco CB. La parte de la curva co- rrespondiente á los valores crecientes de 9, desde u ^ hasta 27T, es simétrica de la precedente respecto al eje de las abscisas. Pues fijemos ahora la atención en aquella otra parte de la curva, corres- pondiente á la ecuación Figura 97. (4) p = — a eos 9 A eos 2 9. Cuando en la (3) se sustituye 9 por MBx := 9', hállase la ecuación p = — a eos 9' eos 2 9', ¿I á la que corresponde el punto M' . Y cuando, en la (4), se sustituye 9 por 9' -f- T^, dedúcese que o = a eos 9' -I cos29', 2 á la que corresponde el mismo punto M' . Luego los puntos de la curva — 283 — determinados por la ecuación (4), concuerdan con los que de la simple consideración de la (3) se desprenden. 2." El caso de ser ¿ > 2a se discute de análogo modo. De la ecuación acos9-| cos20 = 0 2 se desprenden entonces para cos9 dos valores, inferiores á la unidad y de signos contrarios, á los cuales corresponden cuatro de O, que representare- mos por 9i, — 9j, 9.2, — 9,3: infe- riores los primeros, en valor ab- soluto, á — ^; y los otros superio- res. Cuando 9 pasa por los valores O, 9j, — ,9o, TT, el radio p adquie- re los designados por — a , O, 2 / -, O, a y la curva presenta la forma in- dicada en la figura 98, en la cual í X Figura 98. AB = a^—; BD = a — ^; y BC = — . 9 O 296. De esta discusión se concluye que, en ambos casos considerados, la curva posee tres puntos múltiplos á distancia finita. Para determinar sus coordenadas apliquemos á la ecuación cartesiana de la curva el méto- do general, utiliza!)le para la investigación de los puntos de aquel nom- bre, y así obtendremos este doble sistema de ecuaciones: x^ O é 11 = 0; y x^ -\- ¡j'^ -\- ax = 0 é y'^ = x^: 284 el primero de los cuales determina como múltiplo el origen de las coorde- nadas; y el segundo los valores de las coordenadas de S y S': "'A -4- " 2 2 Siendo de advertir además que el primero de estos puntos es cuadruplo y solamente duplos los dos dltimos. Si, en efecto, ponemos t/ = ) £c en la ecuación de la curva, y se procu- ra después que x tienda indefinidamente á cei'o, las ecuaciones de las tan- gentes á la misma curva en el origen serán de la forma y=-\x: debiendo satisfacer el coeficiente A á la ecuación bicuadrada cuyas cuatro raíces, )j, 'k¿, \ y A^, son reales, cuando Z> 2a, 6 sola- mente dos cuando X < 2«. A todo lo cual es menester agregar que la figura transformada que se 1 y obtiene de la ecuación del escarabajo , poniendo en ella x= é y^-^ , posee dos nodos imaginarios en los puntos (O, ±' /). Luego también el es- carabajo posee otros dos imaginarios, correspondientes, en lo infinito. 297. La determinación de las tangentes á la curva se desprende con facilidad del valor de la subnormal polar, dado por la fórmula S„ = -^- = a sen O rp / sen 2 0. 298. Y el área descrita por el radio vector, p, cuando 9 varía desde O hasta 8, de esta otra: 1 /^9 „2 /^9 1-2 r>^ A = — \ p2rf9 = — (l + cos29)d9H 1 (l+cos49)á9 •- Jo Jo -'■" Jo e (cos39 + cos9)<¿9: al p« 285 A = -(a^-\- '-^ "l e + ^ sen49 n; — senSG 4 \ 4/64 12 -\ a^ sen 2 9 zr: — senO. S • 4 299. El escarabajo, considerado en general, es la podaría, réspede del punió P, de la envolvente de la 7-ecta AB, cualquiera que sea el án- gulo AOB: envolvente estudiada precedentemente (Núms. 278 á 281). Cuando el ángulo AOB es recto, como lo era en el caso especialmente en los anteriores párrafos examinado, la envolvente se resuelve, como es sabido, en una astroide. VI LA ATRIFTALOIDE 300. Con el nombre de atriftaloide designó Haughton la curva que tiene por ecuación, en coordenadas polares, la siguiente: (1) p2 (p — ^) + ^3 sec2 9 = 0. Curva por él encontrada en sus indagaciones sobre la forma de la super- ficie de los mares que cubren una esfera atractiva, y cuyas propiedades geométricas fueron luego estudiadas por R. Townsend en jan trabajo titu- lado On geometrical properiies of the Aíriphthaloid , inserto en los Pro- ceedings of the Boyal Irish Academy, 1882, y por Longchamps también, en un artículo publicado en el Journal de Mathématiques Spéciales, t. XVII, 1893, p. 63, donde propuso un método para construir sus tan- gentes *. 301 . La ecuación de la curva, referida á coordenadas cartesianas, es * La palabra atriftaloide procede de tres palabras griegas, fandidas en una sola: partícula privativa a; participio t;m-Ó5 del verbo 'ptpw, trillar ó des- menuzar; y OaXaaoz, mar. - 286 — (2) x'^ {.r- + ¡ñ = {hx' — k^f, por medio de la cual puede construirse la atriftaloide fácilmente. Poniendo, en efecto, x" -\- y"^ = p-, resulta x^ {h ±: p) := k^. Y, por lo tanto, de la intersección de la circunferencia, de radio arbitrario p y centro en el origen de las coordenadas, con las rectas cuyas ecuaciones son (3) X: -■ * ' ^' -Vt resultarán ocho puntos de la curva, correspondientes á cada valor particu- lar de p, cuando el radio p se halle comprendido entre límites convenientes. 302. Para hallar la figura de la curva de que se trata, advirtamos en primer lugar que, según la ecuación claramente expresa, el origen de las coordenadas es centro de la curva, y los ejes de las coordenadas son ejes de simetría, Y, en segundo lugar, notemos que, si la ecuación (2) se escribe de este modo. (4) ij g_ {hx'^ — Tc^f X* inmediatamente se ve que el eje de las ordenadas es asíntota de la curva; que las rectas paralelas á este eje la cortan en dos puntos, reales ó imagi- narios; y que la ordenada y solamente es infinita en el punto correspon- diente á X ^ 0. Pues escribiendo ahora la ecuación (4) bajo la forma (hx^ — k^ — x^)ih x^ — l-^ + íc3) r = ■■ X' asimismo se advierte desde luego que las abscisas de los puntos donde la curva corta al eje de este nombre son raíces de estas otras ecuaciones : (5) íc3 — Aa;2 -f í;3 = O y íc^ + /ia'2 — fc3 = O, iguales y de signos contrarios las de la primera á las de la segunda, por cuanto solamente por el signo de x difieren ambas. - 287 - Representando, pues, por zb a, ± [i y ± y las raíces de las dos ecua- ciones, podemos escribir _ A / jx' — g^) (x^ — p-^) (x^ — yg) Respecto á la índole de las raíces a, p y y, tres casos pueden presen- tarse. 1.° Si las raíces a, p y y son reales , 6 si 4^3 > 27Í-3, la curva corta al eje de las abscisas en seis puntos A y A' [O, ± a.), B y B' (0,± [i), y C y C" (O, ± y): los A', B' y C serán simétricos de las Figni'a 99. A, B y C con respecto á la Oy. Y, suponiendo que a^ < p2 ^ ^2^ confor- me indica la figura 99, los valores de y serán: Imaginarios , cuando sea x^ >■ y'^; — 288 — Reales, cuando sea x^ < y^ y a-^ >■ p^; Imaginarios también, cuando x^ < P^ y s-;^ > °'-^j y Reales otra vez , cuando x^ sea <; oA Luego la curva posee dos ramas infinitas, que pasan por los puntos A y A' , y que tienen por asíntota común el eje de las ordenadas; y dos ramas aisladas y ceri-adas, que pasan por \oa B y C y los B' y C". En los seis puntos mencionados las tangentes á la curva son paralelas al eje acabado de citar. 2." Si es 4ft3 = 27F, dos de las raíces de cada una de las ecuaciones (5) son iguales, y, resol- 12 2 viendo la primera, resulta a = h, [i = — h, y y ^ — h. O O ó Luego los puntos B y C se confunden entonces uno con otro, y los óva- los se desvanecen; reduciéndose la curva á dos ramas infinitas y á dos puntos aislados, cuyas coordenadas son í± — h, 0). 3.° Y si es 4Zí3<27F, dos raíces de cada una de las ecuaciones (5), las a y P, por ejemplo, serán imaginarias. Y como entonces el producto de los factores x- — a^ y x^ — ¡3^ de la expresión de y es positivo, y el valor de y, en consecuencia, imagi- nario cuando a;^ > y^, y j-eal cuando x^ varíe entre O y y-, la curva se reducirá á dos ramas infinitas, sin óvalos ni puntos aislados á ella adjuntos. 303. Determinemos ahora los puntos de la atriftaloide donde las orde- nadas son máximas ó mínimas. Consideremos para ello piimeramente las ramas finitas de la curva, correspondientes á las ecuaciones a;2+,/2 = p2 y p=.7í--^"': (p>0). Derivando la primera ecuación relativamente á x, y prestando atención á la segunda, resulta 1 — 289 — , , dp 2Fp y, por consiguiente, {A) y y = ! X. Mediante \a y' = 0, hállase luego que 2A;3p = £c'': 6, eliminando la x'*, 2p(p — A)2=í;3. De la cual, poniendo p ^ p^ -f- /¿, se concluye finalmente: (6) p^3 4./jp^2_lp_0. ¿i Esta ecuación y la p ^ p^ -)- ^^ determinan los valores del radio, d, del círculo considerado en el Nüm. 301 , correspondiente á los puntos donde las ordenadas de la curva adquieren valores máximos ó mínimos. Y las V-f ^-*v¿ ,„2 (7) 0= = + y-77' ¿/ = ±Vp^-^'^ determinan después las coordenadas de aquellos puntos, que serán reales cuando sean O > pj > — h, y p^ ;> ^2_ Del mismo modo, para determinar los máximos y mínimos de las orde- nadas en las ramas de la curva correspondientes á las ecuaciones 1-3 a-2 + ^2=p2 y p^___^^ x- 6 en las ramas infinitas, tenemos las ecuaciones (6') p^3_;ip^2 + 1^.3 = o, p = pi-/í, x=\/'^^,y = y^^-x^ que admiten soluciones reales cuando son p^ > A y p^ > £C-. 19 - 290 — Fácil es ver también que, ea el supuesto de existir los dos óvalos anteriormente considerados, la curva solamente poseerá cuatro puntos, M y N, M' y N' , donde las ordenadas serán máximas 6 mínimas; y que» si los óvalos no existen, no habrá en la curva punto alguno donde las or- denadas satisfagan á semejante condición. Fijémonos, en comprobación de lo dicho, en los siguientes polinomios de Sturm, correspondientes á la ecuación (6): '^^ 2 '^^ 9 '' 2 4 V 4/í3 j A Para que existan los dos óvalos anteriormente considerados, es menes- ter que sea 4/i^> 21k^; y entonces los polinomios de que se trata, po- niendo en ellos sucesivamente pj = O y pj = — h , adquieren los siguien- tes signos: + Pi = 0 - o_ + + Pl=-A - + - +■ Luego entre Pi ^ O y pj = — h existen dos valores reales de pj que satisfacen á la ecuación (6), y que dan para p valores positivos y para x valores reales. Pero como el número de los puntos máximos y mínimos en cada medio óvalo BMC debe ser evidentemente impar, solamente los va- lores de y, correspondientes á uno de estos valores de p^, serán reales; y precisamente á estos valores corresponden los puntos M, N, M', N', don- de las ordenadas son máximas en valor absoluto. Consideremos ahora las ramas infinitas de la curva. Para lo cual aplicaremos el teoreyna de Sturm á la ecuación (6'), bus- cando el número de raíces de esta ecuación comprendidas entre h é ao. Ó como las raíces de la ecuación (6') difieren solamente por el signo de las raíces de la (6), nos limitaremos á buscar el número de raíces de esta ecua- ción, comprendidas entre — h y — oo. Recurriendo, como anteriormente, al teorema mencionado, hállanse los resultados siguientes: Pi = — 0° — + — + Pi = -/' - + - +. — 291 — Lo cual prueba que no existen puntos de ordenada máxima ni mínima en esta rama. Pero consideremos ahora el caso de no existir los óvalos, 6 de ser 4/i3 <27/c3. Para resolver entonces la cuestión, habremos de recurrir á la ecua- ción (6'), procurando determinar el número de sus raíces comprendidas entre A é co, ó á la (6), entre — hy — c». Y, por nueva aplicación del teorema de Sturm, obtendremos estos resultados. 1.» Si27A-3> 12A3, Pi = — <» — + — — Pi = -ft _ + + _. 2.° Si 27/,-3<8/í3, ?,=^-h _ + _ +. 3." Y si 27F < 12/í3, y 27/^3 > 8/í.3, Pi = — °° — + — — Pi = — /i 1- + — _. Concluyese, pues, que el número de las raíces de la ecuación (6'), com- prendidas entre h é co, es igual á 0; y, por consiguiente, que en las ramas infinitas de la curva no existen tampoco en este caso puntos cuyas ordena- das sean máximas ó mínimas. 304. El punto donde la normal á la atriftaloide corta al eje de las abscisas, tiene por expresión 2p/í3 X=xi-yy' = ±- £C* debiendo emplearse el signo -|-, cuando se trate de los óvalos, y el — , cuando de las ramas infinitas. Por medio de esta fórmula, ninguna dificul- tad ofrece la construcción de las normales y tangentes. 292 305. La determinación de los puntos de inflexión de la atriftaloide depende de la resolución de una ecuación de 5." grado. Para demostrarlo advirtamos que las dos ramas de la curva pueden re- presentarse por las ecuaciones X^ + í/2 = p2 y ^2 h — p designando ahora p una variable independiente, positiva 6 negativa, y de las cuales se desprenden estas otras {B) ^ + ^^' = 1^ y p = ;,_/,3^-2^ que á su vez producen las que siguen: y"2 _^ ^¿," + 1 = 2^3 ^-3 Al^ _ 6pP a;-" = 4//' ¿c-« — 6pF x'K dx Y por lo tanto, poniendo y" = 0, hallaremos que y'^ = 4/íG íp-G _ 6 pP cc-4 — 1. De la cual, eliminando la y' con auxilio de la primera de las {B), j susti- tuyendo después y^ y x~^ por sus valores se deduce la siguiente ecuación de 5.° grado, 6p5 _ 12Api 4- 6^2 p3 ^ 15/.3 p2_ 18A¿3 p _|_ 4^2/^.3 == Q para determinar los valores de p en los puntos de inflexión ; deduciéndose luego de las dos anteriores las coordenadas x é y de los mismos puntos mencionados. 306. Por ser Cydx= Cx-'^ y/{hx^- — /¿3)--2 _ a;6 dx, — 293 — <5, suponiendo x^ = t, Cydx^j p-a Vi [{ht - ¿3)2 _ ¿3] ¿f^ con auxilio de la expresión hállase sin dificultad que J J \T J yjT J tyjT De manera que las cuadraturas de las áreas, limitadas entre dos orde- nadas y los arcos correspondientes de la atriftaloide, dependen de tres integrales elípticas, de primera, segunda y tercera especie, y de fácil re- ducción á la forma normal adoptada por Weierstras. VII LA CURVA DE TALBOT 307. Con el nombre de Curva de Talbot, por haber sido empleada por este ilustre geómetra (1821), antes que por ninguno otro, para la re- presentación de las integrales elípticas completas de primera especie, con U7i módulo arbitrario (Anuales de Mathe'matiques de Gergonne, t. xiv, p. 280), conforme poco más adelante explicaremos, se designa la envol- vente de las rectas, trazadas por todos los puntos de una elipse, perpendi- cularmente á los diámetros que pasan por aquellos puntos. Curva que, por el motivo apuntado, mereció que fijase también en ella la atención Legen- DRE en su célebre Tratado de las Funciones Elípticas (1825-1832), y cuya forma estudió Roche (1821) en los mencionados Anuales de Gergonne, t. XIV, p. 207. 308. De la definición expuesta resulta inmediatamente que la curva (/e Talbot posee un centro, coincidente con el de la elipse, y con relación al cual puede considerarse como podaría suya; y que de la misma puede asimismo desprenderse fácilmente su representación analítica. — 294 — Para lograr esto último, designemos por a y 6 los semiejes de la elipse fundamental, á la cual corresponden las ecuaciones x = a eos cp é ,v == 6 sen o , designando por 'f un ángulo auxiliar, en función del cual la ecuación del diámetro de la elipse, que pasa por el punto arbitrario (x, y), tiene por ex- presión Y == Jí — tang», y la ecuación de la perpendicular en aquel punto al diámetro considerado esta otra: b Y sen 2¿'^, é imaginarios, y duplos también, si se verifica lo contrario. De cuanto precede se concluye que la curva presenta la forma indicada en la figura 100, cuando es o^ > 26^; y la de un óvalo convexo, cuando A— X — 296 — a^ •< 2b'-^. Y, si «2 = 2b^, también la de un ómlo convexo con im ¡junto triplo en cada uno de los extremos del eje mayor de la elipse. 310. SegCm es fácil averiguar, el radio de curvatura de la curva de Talbot tiene por expresión analítica la siguiente: {ci^ — 2c^ -\- Zc^ sen^ tp) (a^ sen^ o -\- b"^ cos'^ cp) 2 R a^b^ 311. Y su reetificación depende de una integral elíptica de primera especie, conforme pasamos á demostrar. Por de pronto, en efecto, Ó, en el supuesto de ser Tc^ = "^ ~ ^' y Acp = \/l — A'-^sen-'c, ds= Accrfffi -I sen^ csAcpíícp. b ' • b ' ^ ^ Y, como „ ^ , 1—h^d^^ 2/.'2 — 1 1 sen^cpAmatD = — ■ — - — A'íffcf. a senaaA* , dedúcese, en conclusión, que ds = b — (í [sen 2 &/ A cpl , ó A-p 66 ' ^ rf d'f 3c2 „ . s = b I — ^ sen2yA(p: Jo ^^9 66 resultado el último encontrado por el mismo Talbot (/. c). Y del cual, si tp = — , se desprende la fórmula s = 6 Jo ^9 — 297 — á que nos referimos al empezar el estudio de la curva (Nóm. 307), y que, en efecto, representa la integral elíptica de primera especie, con el mó- dulo 7>", mediante el arco, s, de la curva, aquí ahora considerado. 312. A todo lo cual agregaremos que esta misma curva es unicursal: como sencillamente se demuestra, poniendo en las ecuaciones (1) l — r^ 2t sen o = y eos '^ = 1 + ¿2 " ' 1 _|_ ¿2 Porque entonces aquellas ecuaciones se transforman en las siguientes: « (1 + tr b (1 + ¿2) que determinan sus coordenadas en función racional de la variable /. 313. Por último: la ecuación cartesiana de la curva de Talbot puede obtenerse, conforme ya más atrás (Ndm. 308) apuntamos, por eliminación de tp entre las ecuaciones (1), ó por la de t entre las dos anteriores, equi- valentes á las primeras. Y así lo verificó por primera vez Tortolini (Nou- relies Anuales des Mathématiqíies , 1846,29. 365), hallando por resultado la ecuación final siguiente, de sexto grado: [3 («2 íc2 + 62 ^2) _ 4 (a'. J^ ¿1 _ (¿2 ¿2)] 3 — [9 (2 ¿2 _ „2) fl2 ¿2 _|_ 9 (2 «2 _ ¿2^ ¿2 ^2 — 4 (2a'' + L' 6'' — 5fl2 62jj2 =, 0. vni LAS TOROIDES A. DEPÍNICiÓN Y PROPIEDADES MAS NOTABLES DE ESTAS CURVAS 314. Si sobre las normales á una curva cualquiera, y á partir de los puntos de la misma, se toman de uno ú otro lado, interior ó exterior, segmentos iguales, de longitud constante k, obtiénese una nueva curva, - 298 — denominada, como es ya bien sabido (N6m. 27 Q) , paralela á la propuesta, 6 en primer término considerada. Y, modificando el valor de I- , dedícen- se series de curvas, paralelas todas á la fundamental, á las cuales co- rresponde la misma evoluta de ésta, y cada una de las cuales es además envolvente de los círculos de radio ív, y centro situado sobre la curva primitiva. 31.5. Recordadas estas nociones generales, fijemos la atención espe- cialmente en las curvas paralelas á la elipse, estudiadas no há mucho tiempo por Bretón de Champ en un artículo, á ellas concerniente, pu- blicado en los Nonvelles Aúnales de Mathématiques (1884, t. III), y de- nominadas por él toroides, en razón de coincidir con las curvas que limi- tan las áreas obtenidas por la proyección de un toro sobre un plano obli- cuo al plano de su ecuador. Como fácilmente puede verse, advirtiendo que la superficie del toiv es la envolvente de las esferas, de radio constante, k, y cuyos centros se hallan situados sobre una circunferencia dada: cir- cunferencia que se proyecta en figura de elipse sobre el mismo plano de proyección, en el cual las esferas que el toro envuelve se hallan represen- tadas por círculos también, de radio k y centro sobre la elipse, tangentes á las curvas que limitan la proyección del toro, y envolventes éstas á su vez de los mismos círculos. 316. La forma de las curvas paralelas á la elipse es fácil de obtener, partiendo de su definición, resumida en la igualdad Ií.^p±k: en la cual p representa el radio de curvatura de la elipse; B el de la curva pa- ralela, considerada en cualquier caso particular; y k la distancia de las dos curvas. De la igualdad á que nos referimos se deduce: que las curvas jjaralelas de la elipse no pueden poseer puntos de inflexión, puesto que el valor de R ha de ser finito siempre, ó en todos los puntos de la curva; y que las correspondientes á la igualdad particular R= ^ -\- k, tampoco pueden po- seer puntos de retroceso reales; pero sí las que corresponden á esta otra, E = p — /,-.• las cuales poseerán cuatro puntos reales de aquel nombre, cuando el valor de k se encuentre comprendido entre los valores extremos del radio de curvatura de la elipse considerada, por cuanto entonces exis- tirán cuatro puntos, situados sobre la evoluta, donde será E = 0. Las pa- ralelas á la elipse serán, pues, de forma ovalado • convexa , 6 de la forma — 290 — apuntada en la fig. 101: en la cual, según el teorema fundamental de las evolutas, AM es igual en longitud al arco AE, CP igual al CE; etc., etc.: en el supuesto, bien entendi- do, de que AE> AO. Por- que, si la longitud del arco A Ees igual á AO, los pun- tos M, O y N coincidirán, y los arcos EMG y FNH serán tangentes uno á otro en el punto O. Y cuando la longitud del arco A E sea menor que AO, los arcos FNH y EM O no tendrán ningún punto común. 317. La forma de las curvas paralelas á la elipse fué determinada por Bre- tón DE Champ (1. c.) por el procedimiento que acaba de apuntarse. Pero las bases de su teoría analítica esta- bleciólas Cauchy (Comp- fes Rendus de VAcadémie des Sciences de Paris, 1841, pág. 1062) buscando la envolvente de la cir- cunferencia cuyo centro describe la elipse ,2 M — 4--í^ = l en el supuesto de ser (1) «2 I ¿2 aa^iz:ií_i2?/:^_i — 300 — de donde se deducen las ecuaciones „2 j,2 " ¿2 ,,2 fj2 ^2 r|2 „2 (9 + a2)2 ^ (9 + ¿2)2 (fj + «2)2 (8 + ¿2)2 Y, eliminando entre ellas la 9, obtiénese la ecuación cartesiana de las cur- vas, ó de las envolventes buscadas. La eliminación fué hecha por Catalán (Nouvelles Annales des Mathé- maiiques, 1844, t. III, pág. 553), y el resultado á que llegó se halla re- presentado por una ecuación de octavo grado, que en este lugar nos dis- pensamos de transcribir, á causa de su complicación, y porque el estudio de la curva á que corresponde puede efectuarse directamente, y con mayor sencillez, por medio de las ecuaciones de Cauchy, conforme demostramos en un trabajo, publicado, en 1898, en las Mémoires couronnés et autres mémoires, publiés pa?- l'Académie Royale de Belgique, de donde á renglón seguido pasamos á extractar la parte más esencial, ó pertinente al asunto de que ahora se trata. 318. Resolviendo las ecuaciones (2), relativamente áx é y, obtiénense estos valores: a2 ^ /e2_¿2/,-2 ^ ^ _ 9 + ?'M I cfiJl yj a^-h^ ^ ~ 9 V a' - que expresan las coordenadas de cualquier punto de la curva, en función del parámetro arbitrario 9. — Los puntos reales de la curva corresponden á los valores reales de 9, comprendidos entre bl- y al-, y entre — bl- y — al.- en términos de que, para cada valor de I-, aquellas ecuaciones determinan una curva algébrica, con dos ramas reales, una de las cuales corresponde á I{= p -\- I- , j la otra á ñ = p — 1-. De las mismas ecuaciones (2^ dedícense también las siguientes: d^_ 93 + a2i27,9 _ ^ dy ()S^aV/^l-^ ^ ^' rf9 ~ e-2ya2_¿2yíj2_¿,2 7.2 dh (i2ya^_i,-2y/an-"-h^ dx V «••^A-2 — 92 X (9 + ¿2) 2/ (9 + «2) — 301 — Con auxilio de las cuales puédese determinar la figura de las toroides: de- terminación poco antes ya efectuada por sencillo procedimiento, basado en la consideración de la e voluta de la elipse. Mas ahora, apoyándonos en su examen, ahondaremos más en el asunto, procurando hallar los puntos sin- gulares de aquellas curvas, no solamente reales, sino también imaginarios, situados éstos á distancia finita ó infinita. 319. Empezando por la investigación de los nodos, situados á distan- cia finita, examinaremos los casos siguientes: 1." I- < a. Suponiendo que sea ft = — Jfi, hállase que (5) x=±-5-- yb^-l-, í/ = 0, é ij =±——= ^. Y como, por hipótesis, A: > a > ¿^ los puntos determinados por las dos primeras ecuaciones, resultan imaginarios. La tercera nos enseña, además, que y' posee dos valores diferentes en cada uno de aquellos puntos, y, por lo tanto, que estos puntos son Jiodos de la curva. Supongamos ahora que 9 = — a^,y hallaremos que entonces a a^ y Fórmulas que determinan parecidamente dos puntos de la curva, situa- dos en el eje de las ordenadas, y en cada uno de los cuales g' posee dos valores reales, cuando k < — , y dos también imaginarios, cuando h > — . b b Por lo tanto, en el primer caso la curva posee dos nodos reales sobre el eje de las ordenadas (que uno con otro coinciden, si k = «); y en el se- gundo dos puntos aislados. 2.° Sean a>Jc> b. Y la curva tendrá entonces cuatro nodos imaginarios , cuyas coordena- das se hallan definidas por los sistemas de ecuaciones (5) y (6). 3.° Y admitamos finalmente que sea k < En este caso la curva tiene dos nodos reales, coincidentes uno con otro, cuando k = b, hallándose sus coordenadas definidas por las ecuaciones (5); — 302 ~ y otros dos imaginarios, por las (6). Los dos nodos reales se reducen á ¿2 simples puntos aislados, cuando A- < — . a De la precedente, muy sencilla, discusión resulta demostrado el siguiente teorema : «Cada una de las curvas algébricas, representadas por las ecuaciones (3), posee, á distancia finita, cuatro nodos: dos, de los cuatro, siempre imagi- narios; y otros dos, también itnaginarios , si A- se halla comprendido entre a y b; 6 reales los dos, en el supuesto contrario. Cuando sea A' >> — , ó A' < — , los dos nodos reales se convierten en puntos aislados.^ 320. Los valores de 8 en los puntos de retroceso deben satisfacer á doc d n las ecuaciones ^ O y — —= O, ó á esta otra, en suma: 63 + a'-^ ¿2 ^2 = 0. De donde se concluye que existirán cuatro puntos de retroceso reales cuando la raíz real de esta ecuación se halle comprendida entre — ¿ A- y ¿2 (¿¿ — ak, 6 cuando A' satisfaga á las condiciones — < A" << — ; y, además, a b otros ocho puntos del mismo nombre, imaginarios. De no verificarse las últimas condiciones, imaginarios serán los doce puntos mencionados. Los puntos de retroceso de la curva se pueden asimismo obtener me- diante la ecuación p- = A'^, en la cual, como ya poco más atrás se advir- tió, representa p el radio de curvatura de la elipse. De la última ecuación se desprende, en efecto, esta otra: _2_ _S_ _8_ a4p2_|_¿4a2=A^ i-' a 3 correspondiente á tres distintas elipses, real una é imaginarias las otras dos: las cuales, por sus intersecciones con la elipse propuesta, determinan los doce puntos de retroceso de la toroide considerada. 32 1 . En el precedente estudio para nada se ha tenido en cuenta la condición de ser A = 6 k = — . Supliremos la omisión ahora. b a — 303 — En el primero de estos casos, los puntos de retroceso reales y los nodos, también reales, existentes sobre el eje de las ordenadas, cuando a ■k>—, a forman parecidamente, por su reunión en los extremos del eje menor de aquella evoluta, otros dos puntos triplos, donde la tangente es paralela al eje de las ordenadas: presentando entonces la curva la forma asimismo ovalado-convexa. 322. Fijemos ahora la atención en los puntos de la curva situados en lo infinito, procurando para ello determinar ante todo sus asíntotas. De las ecuaciones (3) se concluye, por de pronto, que, cuando 9 tiende hacia O, x tiende hacia i , é y hacia oo ; y que, en el supuesto de ser x é y del mismo signo, la relación — tiende hacia -y- i. Y asimismo se ad- y b y vierte que, cuando O tiende hacia oo, x tiende hacia oo también, é — hacia i. En el primer caso resulta que lim [x iy I = dz — , lim \ ib lAlA 0=0 V b ■') Ya2 _ ¿2 6=0 ( \, ^ 6 \ 2 ¿2^2 ^ j b \ ^ h}\ 2 a^h^ }) = ±i — \'a:^ — ¿2. b Luego, en el supuesto á que nos referimos, la curva poseerá dos asín- totas, definidas por las ecuaciones x=~iy±—y¡a^-W-, ó y ^ — -ixÜz — Sa' -b\ b b ' ü a a " — 304 — y otras dos por las que siguen : y = — ix±: — V«^ — b'\ a a ^ Y, en el segundo, se concluye que -"('+f)('-i^+-)--'-v»-^ Luego la curva posee, además, otras cuatro asíntotas, determinadas por las ecuaciones y = ix ± i V«'^ — b^, é ¿/ = — ix ± i Va-^ — b^'. Y como á cada uuo de estos pares de asíntotas corresponde un nodo, situado en lo infinito, infiérese que las toroides poseen cuatro nodos ima- ginarios en la situación mencionada. 323. Puesto que, según lo acabado de ver, las toroides poseen doce puntos de retroceso y ocho nodos; 6 dos puntos triplos, seis nodos y ocho puntos de retroceso, — concluyese que estas curvas son del género uno. En corroboración de lo cual las ecuaciones (3) enseñan que las coordenadas x é ¿/ de las mismas curvas son funciones reales de O y del radical De donde fácilmente se deduce, aplicando una fórmula de Plücker, ya varias veces empleada, que la clase de las toroides es igual á cuatro, de- biendo ser, en consecuencia, de cuarto grado la ecuación tangencial de las toroides. Para hallar la cual, tomemos, por de pronto, la de su tangente ya2^2_6Í' ^ y02_¿2/,2 j^^^. (e + r-) V«- — b^ ^0 + A;2)Va2 — ¿2 — 305 — que, comparada con esta otra, uY+vX=l, exige, para su identificación, las dos siguientes condiciones: u = — ,- — y v^= — (9 + í'2) \/a^ — ¿2 í O + fc2^) y/„2 _ ¿2 ■ de donde, por eliminación de &, se desprende la ecuación pedida: \{a^ — A-2) f'¿ + (¿2 _ /L-2) u^ _ lj2 = 4 p ( j^2 _j_ j,¿l^, Y si, bapándose en esta ecuación, nos proponemos hallar los focos de la curva á que se refiere, con auxilio esto de un método conocido, y ya en este libro varias veces aplicado, hallaremos que la toroide de que en par- ticular se trata posee dos focos en coincidencia con los de la elipse: focos, singulares, donde se cortan las asíntotas, determinadas por ecuaciones con coeficientes + * y — ^• 324. El estudio de las toroides puédese también efectuar por distinto procedimiento del expuesto. Representando, en efecto, por a y ¡3 las coordenadas de los puntos de la elipse, y por f un ángulo auxiliar, podremos escribir que a == asenta y P = 6 eos»: con lo cual, para determinar las toroides que de la misma elipse proceden, dispondremos de estas ecuaciones (íc — asena)^-{-{y — h cos'^T'^ ^ k'^, y a (x — asenta) b (y — ¿costa) senta cosí la segunda de las cuales resulta de la derivación, con respecto á -^ , de la primera. a^ ¿2 De estas ecuaciones, suponiendo que "k" = , se desprenden las que siguen: bk sen ''-v , , , . k cose x^a sen 9 -j , é y = b eos 'f -) — . , a\ 1 — X2 sen^ -p V 1 — '^^ ^^n^ ¡p 20 — 306 — que pueden servir para demostrar las varias propiedades de las toroides, renglones antes deducidas de la consideración de las ecuaciones (3). No emprenderemos aqní, sin embargo, por considerarlo innecesario, este nuevo estudio, y nos limitaremos á señalar la utilidad de las ultimas fórmulas para hallar el valor, A, de las áreas y el s de las longitudes de los arcos, de las curvas á que se refieren. Para lo cual advirtamos que de aquellas fórmulas se infieren sencilla- mente estas otras, diferenciales suyas: _=acos9 + ^—3-, y -^=-bsenrf '— ^; a(l— )i2sen2(f.)a a^ (I —l^ seu^ cfP y que, en consecuencia, aplicando, por de pronto, la fórmula general se deduce esta otra: .4=ira6^^ + -^ r Él-^^ka fW I ~ l^ .en^ ^ d^s¡^ d tf 1 , debiendo atribuirse á A' el signo positivo cuando se trate de la rama exte- rior de la curva considerada, y el negativo cuando de la interior. El área comprendida entre dos ramas de la toroide tiene, pues, por ex- presión, encontrada por Cauchy {/. c), la siguiente: A.-, = 8ka^ \/í — X2 sen2 -^ d* I — '-I '\dsj U? / .dv \ ds^ ) J De donde, por integración, se deduce ; = s, + kab i ( — ^ 1 do = s, -I- kab I — r- r — == Sj — k are tang I — cot ¡p j + C. — 308 — O, tomando por origen de los arcos s y s^ los puntos de la elipse y de la toroide, correspondientes á (p = O, esta otra igualdad: s = s, -+- K k are tang ( — cot o |. 2 ^[b ■) Recordando, finalmente, la relación dy b ^ -f- = tang», ax a y representando por o) el ángulo formado por el eje de las abscisas con la normal á la toroide, en el punto correspondiente al valor considerado de ©, hállase que tang 0)= — cotcp; b y, en consecuencia (Bretón de Champ, /. c), B. podarías centrales de las toroides fí25. En nuestra Memoria sóbrelas Curvas paralelas á la elipse, men- cionada en el Nfim. 317, hicimos el estudio, por vez primera creemos, de las propiedades de la podaría central de cualquier toroide, del cual es tra- sunto compendioso lo que á renglón seguido pasamos á exponer. Sean Ji. é F las coordenadas de un punto de la podaría considerada, correspondiente al {x, y) de la toroide. De las ecuaciones de la tangente á esta curva, N&m. 323, y de la perpendicular á esta tangente, trazada por X, se desprenden los Ij2 _ ¿2 /,2 siguientes resultados: (7) j,^l±Jf_\/^-^i^ , r^±iiÍlV"^^^-^\ ¿2 y a2_¿2 k-^ \ d¿ — l)i — 309 — 6 valores de X é Y, correspondientes á un punto de la podaría, en fun- cidn del parámetro variable 9. Cada podaría, según esto, consta de dos ramas reales distintas, corres- pondiente una á la rama exterior, y otra á la interior, de la toroide de que en particular se trata, deduciéndose los puntos reales de la primera rama por la variación de 9 entre bk y ak, y los de la segunda por la variación análoga de 9 entre — bk y — ak; resultando fácilmente definida la forma de la curva por medio de las ecuaciones (7) y de esta otra: ,„, dT 2 9¿ + fc^ 9 — rt^ k^ \ / 92 _ ¿2 ¿2 (o) — «2 k2 ■t / 92 - dX 2 92 + /c^ 9 _ //2 ¿2 y ^2 /.2 _ (j2 Las dos ramas son simétricas una de otra por referencia á los ejes coor- denados, á los cuales cortan en los puntos {a ± k, 0) y (O, 6 ± k), donde las tangentes á la podarla son además perpendiculares al eje que por ellos pasa. La rama exterior posee cuatro puntos, donde el valor absoluto de la ordenada es máximo, correspondientes á la raix positiva de la ecuación 292-f A26_a2A2^0, cuando esta raíz se halla comprendida entre bk y ak. Y la interior otros cuatro, donde el valor absoluto de la ordenada es también máximo, corres- pondientes á la raíz negativa de la misma ecuación, cuando esta raíz se halla comprendida entre — bk y — ak. A los valores de 9, determinados por la ecuación 292-f A;2 6_¿2y¡.2 = 0, puede suceder que no corresponda ningtín punto de la curva, ó que co- rrespondan cuatro, situados en cada rama, donde el valor absoluto de la abs- cisa pasa por un máximo. Si k> a, 6 k • • • p8> y por ^ una cantidad independiente de y^. Y, en con- secuencia : La cual significa que la suma de los cuadrados de las distancias del cen- tro á los 'puntos en que una recta cualquiera corta á la curva permanece constante, cuando la recta se mueve paralelamente á sí misma. Y, por ser A = tangoj, concluyese también que Pt P-. • • • P8 = \^_^J^J = 'Jo' ib-' - cfi)-' eos'* o,, representando por w el ángulo de la recta dada con el eje de las abscisas. Expresión que se transforma en la que sigue, si por á se designa la dis- tancia de la recta al centro de la curva: y de la cual se concluye que el producto de las distancias del centro de la curva á los puntos de inteisección de esta curva con una recta es constan- te, por referencia á todas las rectas equidistantes del expresado centro. 329. Análogamente: la circunferencia que tiene por ecuación p2 — 2 a p cose — 2 ¡3 p sene + a^ + [J^ = R^, corta á la podaría de cualquier curva paralela á la elipse en ocho puntos: siendo cosa fácil averiguar que los valores de p en estos puntos satisfacen á las siguientes condiciones, en las cuales K^ representa una cantidad in- dependiente de R • - 313 — p'i + p'2 + --- + p'8 = A'i' y , , , (5-2 _ «2)2 (^2 ^ 02y. P 1 P 2 • • • P 8 — |-4 (3^2 ^ p) _ (¿2 _ a2)J2 ^ 16 p2 («2 _/;2 , ' que, puestas en castellano, dirían; La suma de las distancias de su centro á los pimíos en que una cir- cunferencia cualquiera corta á la podaria de una toroide es independiente del radio de la circunferencia. Y el producto de las mismas distancias no varía tampoco cuando la po- daria, considerada en primer término, se sustituye por la de otra toroide, paralela á la misma elipse, ó á otra elipse, homofocal de la primitiva. IX LA CURVA EQUIPOTENCIAL 330. En un artículo, publicado en el Phylosophical Magaxine (1857, t. XIV, p. 142), denominó Cayley curva equipotencial á la que, en coor- denadas bipolares, tiene por ecuación la siguiente: (1) J^ + ^*l = l ^^' r ^ r' a' en la cual m, m' y I' designan cantidades constantes, y r y r' las distan- cias de uno cualquiera de sus puntos á otros dos fijos, en el plano de la misma curva, separados por la distancia invariable a. Curva que desem- peña en Física importante papel, porque representa el meridiano de aque- lla superficie de resolución, en la cual se verifica que el potencial de las masas, m y m', de dos centros de atracción 6 de repulsión, situados en su eje, á la distancia a uno de otro, es constante en toda la superficie: de donde procede el nombre que á la curva atribuyó el mencionado eminente geómetra. 331. Para hallar su ecuación en coordenadas cartesianas, adoptemos por origen de las mismas uno de los centros fijos, y por eje de las absci- - 314 — sas la recta que relaciona ambos centros; é inmediatamente podremos es- tablecer las ecuaciones siguientes: (2) r-^ = asá + í/2 y ,.'2 = (^^ _ ay2 _!_. ^2, De las cuales, por su combinación con la (1), para eliminar las r y r' , se desprende la ecuación pedida, de grado 8.°: {a^ irfi [{x — aj^ -\- y^] -\- a^ m"^ {x^ + y^) - ¥- (a;2 + y^) [[x — af + y^\ ] ^ = 4a'' m^ m'^ {x^ + y^) [{x — af + y% Con auxilio de esta ecuación, concluyese fácilmente que cada una de las rectas y = ±ix é y^±i{x — a) corta á la curva en dos puntos coin- cidentes uno con otro, situados á distancia finita. Luego el origen de las coordenadas (O, 0) y el punto (a, 0), centros de las coordenadas bipolares consideradas, son focos ordinarios de la curva. Y, por medio de la misma ecuación, concluyese también que las mismas rectas son asíntotas de la curva, y, por consecuencia, que los referidos puntos son además focos singulares; y que también son dobles las men- cionadas asíntotas. La curva posee, pues, dos puntos cuadruplos en lo infinito, con dos tangentes distintas en cada uno de ellos. 332. Los valores de las coordenadas, x é y, de los puntos de la curva pueden expresarse fácilmente en función de r. Para lo cual basta acudir á las ecuaciones (1) y (2), de donde se desprenden estas otras: (a^ -\- r^) (kr — a mf — a^ m"^ r^ (3) x^ s — ñ \i ' ® ^ 2a (kr — a7nY (4) fcV— [r — «i) [r — y.,) . . . (r — ag) 2a (Tcr — ani)'^ representando por a^, a^, ... «g las raíces de las ecuaciones de segundo grado í {r — a) (kr — am) — am' r = O, \{r — a) {kr — am) -f- am' ?• = O, (5) ¡(r -\- a) {kr — am) — am' r = O, \ {r -\- á) {kr — am) + am' r = 0. — 315 — Reales siempre y desiguales, por pares, si corresponden á las ecuaciones primera, tercera y cuarta; y reales, solamente, las correspondientes á la segunda, cuando (k -\- m — m')'^ — 4A;»2 > O, 6 [tc - (\/m + \/m-f\ [tc-[\I7i- \/m'f\ > 0; é imaginarias en el supuesto contrario. O, en otros términos, por referencia exclusiva á las raíces de la ecuación segunda: reales y desiguales si í- > [y m-\-y m') , <5 ]i-<.\\/m — y m'} -, imaginarios cuando k se encuentra comprendida entre ambos valores; é iguales cuando k = ( \m + V '«') , 6 k={\/ m — \m') . 333. Fundándose en estos resultados y en las igualdades dx r [{kr — am)^ -\- a^ mm'^] dr a {kr — ain)^ dy _ k^ F' (>•) (kr — fflw) ~'íkF (r) dr 2a 2 {kr — am)'^\JY(^) en las cuales F{r) = — {r~ «i) (r — a.^) (r — «3) . . . (r — Vg), puédese hallar la forma general de la curva, distinguiendo tres casos para ello. 1." Supongamos que las raíces a sean todas reales y desiguales, y que «8 > «7 > . . . > »!. En este caso y será real y finita cuando r se halle comprendida en los intervalos («g «-), («g a.), (a^^ «g) y (ag aj); é imaginaria en los demás. Luego la curva se compondrá entonces de cuatro óvalos, simétricos con relación al eje de las abscisas, al cual cortan normalmente en los pun- tos donde r es igual á cualquiera de las raíces «j, ag, ... ag. Para hallar los puntos de estos óvalos , donde las tangentes son parale- las al eje de las abscisas y eje también de la curva, hay que resolver la ecuación de octavo grado, relativamente á r: (8) F' (r) {kr — am) — 4:kF{r) = 0. — 316 — Respecto á la cual comenzaremos por advertir que, siendo F' {r) = ~ [(r — y-,) (r — ag,/ . . . (r — a^) + '> — «s) C — «e) •••(»• — «i) 4- (r — o(g) (r — a„) . . . (r — a.,)], la función F' (r) será negativa cuando sea r = «g, ag, a^ d a.,; y positiva cuando r =: «„, a,., ag <5 aj; y, por lo tanto, que el primer miembro de la ecuación (8) variará de signo seis ó siete veces, cuando sucesivamente se atribuyan á r los valores a^, a-, Og, . . . a^. Luego tres de los óvalos consi- derados poseen un punto á cada lado del eje, donde la tangente es para- lela á este mismo eje, y el CHarto puede poseer uno ó tres puntos, dota- dos de igual propiedad. La tangente es perpendicular al eje de las abscisas ó eje de la curva en los puntos en que le corta, y en aquellos otros correspondientes á los va- lores de r, dados por la ecuación 3, (kr — amy -\- a^ mm^=:Q, ó r = . A." A los cuales corresponden dos puntos, simétricamente situados con respec- to al eje de las abscisas: reales cuando /• se halla comprendido en los inter- valos («g, «.), (ag, a.), (a^, íZg) y (a^.otj), é imaginarios en el caso contrario. 2." Si dos de las raíces Cj, a^, . . . ag fuesen imaginarias, veríase de análogo modo que la curva se compone de tres óvalos, con un eje común, coincidente con el de las abscisas; y los puntos donde las tangentes á la curva son paralelas, ó perpendiculares al mismo eje, se determinarán por medio de las mismas ecuaciones que en el caso anterior. 3.° Y cuando las dos raíces de la segunda de las ecuaciones (5) sean iguales, los valores de r, que satisfarán á esta ecuación, tendrán por ex- presión a Vni , a \ni -, ó r^- \m -{- \m' \m — \m' conforme sea k = \ \ m -|- \»i') > <5 A- = ( \7n — y m j . — 317 — Dos de los óvalos á que nos referimos tendrán entonces un punto co- mún, situado sobre el eje de las abscisas: necesariamente punto duplo de la curva, cuya abscisa estará representada en cualquier caso por el valor de /• que le corresponda. 334. Previas las indicaciones que acabamos de exponer, en cualquier caso es factible precisar, con relativa sencillez, la figura de la curva. Y así se comprende que, en su hermosa é importante memoria, poco más atrás mencionada, lograse Cayley determinar, por modo casi intuitivo, y sin detenerse en detalles analíticos, la distribución de los óvalos com- ponentes, por referencia á los focos, y las modificaciones que en su for- ma y disposición experimentan conforme el valor de k varía. Asunto so- bre el cual no insistiremos aquí, limitándonos á recomendar con empeño la lectura de la memoria original, y en grado sumo instructiva, del ilustre geómetra citado. No daremos, sin embargo, por ultimada nuestra tarea sin antes demostrar algunas propiedades de los puntos de intersección de una transversal cualquiera con la curva de que se trata. Y, para ello, supongamos que la ecuación de la transversal sea ésta: Ax-{-By-\-C = 0. Por su combinación con las (3) y (4), ó eliminación entre las tres de las coordenadas x é y, hállase la siguiente, condicional, á que deben sa- tisfacer los valores de r, correspondientes á los ocho puntos de inter- sección: A \(a^ -^r2) (l-r— amf—cí^ m'^ r^] + £í-2\/Í>) + 2aC(A->-— rtw)2 = 0; ó £2 ^.i F (r) _ { (tr — amf [2aC +A{a^ + r^) — a^ w"^ r^ } 2 = O ; 6, finalmente: I-'' {A^ + B-) >•« — áam F (A^ + B^) r' -f . . . + «4 m» [B2 a'* + {2aC + Aa^)^] = 0. Y de esta ecuación se deduce: 1.'^ Que la suma de las distancias t\, r.2, . . .,rf^, de los puntos de ínter- — 318 — sección de la transversal con la curva, al foco adoptado por origen de las coordenadas, satisface á la condición '■l + ''2 + -" + '8 = 'i-T^J y que, del propio modo, la suma de las distancias r\, r\, . . ., r'g, de los mismos puntos al segundo foco, satisface á esta otra: r\^r', + ... + r', = -i^. K Lo cual, en términos generales, significa que la suma de las distancias, á cualquiera de los focos de la eqiapotendal, de los puntos en que una transversal arbitraria corta á la curva, es cantidad constante. Y 2° Que el producto de las ocho distancias 6 valores de r tiene por expresión la siguiente: r,r 1'2' l-> L A^ + B^ J, Expresión que se transforma en esta otra suponiendo que C+Aa = Q, ó 4(¿c — OI + J5í/ = 0, ó que la transversal pasa por el foco (a, 0). De donde se deduce que el producto de las distancias, á uno de los fo- cos, de los puntos donde las transversales que pasan por el otro cortan á la curva, es asimistno cantidad constante. Las dos propiedades que acabamos de demostrar parécenos que, por vez primera, fueron por nosotros advertidas en un artículo publicado en los Archiv der Mathematih und PhysiJc (3." serie, t. m), así como el pro- cedimiento analítico, líneas antes empleado, para el estudio de la curva equipotencial á que se refiere. — 319 — X NOTA FINAL COMPLEMENTARIA, REFERENTE Á LA HISTORIA DE LAS CURVAS ALGÉBRICAS 335. Dimos por terminada la reseña de las curvas más notables de tercer grado, y exposición de sus más salientes propiedades, con una bre- ve noticia histdrico-bibliográfica, págs. 98 y 99, concerniente á tan intere- sante asunto. Y de análoga manera procedimos (págs. 253-255), después de efectuado el examen individual de las curvas de cuarto, por su núme- ro y la dificultad de su análisis, todavía de mayor interés que las de terce- ro. Pues al hacer punto en el estudio, cada vez más complicado, de las curvas algébricas, de grados ú órdenes superiores, antes de pasar al de las transcendetites , natural es que procedamos de análoga manera. 336. La Eiiumeratio linear um tertii ordinis de Newton, ya varias veces por nosotros mencionada, constituye el fundamento de la Teoría de las Curvas algébricas, no solamente porque en aquella obra admirable se encuentran consignados los primeros teoremas generales á tales curvas re- ferentes, sino también porque la demostración de los resultados relativos á las cúbicas, en ella contenidos, exigió la adopción de razonamientos de, relativamente, fácil ampliación á las de los órdenes superiores: tanto que, en sentir de Cramer, poco faltó á Stirling, sucesor inmediato y muy sagaz comentador de la original producción de Newton, para formu- lar la primera teoría de las mencionadas curvas algébricas, y ahorrar á los geómetras que le sucedieron todo trabajo en este sentido, á no ser el complementario en los detalles. 337. A los teoremas de Newton, áque acabamos de referirnos, agre- garon otros, de interés y transcendencia asimismo, Nicole, Maclaürin, Cotes, Euler y Cramer: organizadores, estos dos, de la doctrina mate- mática de aquellas mismas curvas, que sistemáticamente expusieron, aquél, en su Introductio in Analysin Infinitorum, y, el último, en su Introduc- tion á VAnaljse des Ligues courbes. Producciones ambas de grande y me- recida celebridad, donde se hallan expuestos los fundamentos de la teoría de las intersecciones de las curvas algébricas, de sus centros y diámetros, de sus puntos singulares, y de sus asíntotas: ampliados posteriormente — 320 ~ con nuevos é importantes teoremas, descubiertos por los sagaces geóme- tras que Á los mencionados sucedieron en gran número, hasta los tiempos actuales. 338. Los primeros importantes progresos en la Teoría de lus Curvas algébricas fueron, posteriormente, debidos al eminente geómetra Plüc- KER, quien estableció la noción general y fecunda de los focos (Journal de Crelle, tomo x, 1833), varias veces en este nuestro libro recordada y utilizada; introdujo en el análisis geométrico las coordenadas tangen^ dales (System der analytischen Geometrie, 1835); mostró la importancia del nuevo modo de representación analítica de las curvas algébricas, en tan provechoso artificio basado; y dio á conocer (1. c.) las fórmulas que lle- van su nombre, y que ligan los números expresivos del orden y de la clase de una curva cualquiera, con los que designan cuántos puntos y rectas sin- gulares la misma curva posee: descubrimientos notables todos, que sirvie- ron de punto de partida y de eficaz estímulo para otros, de sumo interés asimismo, emprendidos por diversos ilustres geómetras del apenas finado siglo XIX, con el fin, unos, de precisar el número y situación de los focos, y de indagar las ^TO^í'erfarfes focales de las curvas; otros, con el de estu- diar á fondo la naturaleza de aquellos puntos y rectas, y de extender ó ampliar la aplicación de las fórmulas de Plücker; y, otros, con el de dis- currir y exponer nuevos procedimientos para determinar más fácil y siste- máticamente lo antes de ellos trabajosamente encontrado, y no todavía pre- sentado con la claridad que lo abstruso y extraño de la materia para su pronta difusión exigía. 339. A la noción de orden y clase de las curvas, introducida por Plücker en la ciencia geométrica, agregó poco más tarde Riemann la del género, de no menor transcendencia, según poco después hizo ver Clebsch, al tratar del problema de la representación de las mismas curvas por me- dio de funciones, de naturaleza determinada, con un parámetro arbitrario: demostrando que las del género cero son unicursales ; que las coordeníidas correspondientes á las del uno pueden expresaráe por funciones racionales de un parámetro arbitrario y de la raíz cuadrada de otra función entera, de tercero ó cuarto grado, del mismo parámetro; etc., etc. Con lo cual in- trodujo en el estudio de las curvas, no unicursales, el uso de las funciones elípticas, kiperelipficas y abelianas, empleando las propiedades de estas — 321 — funciones para deducir otras, correspondientes á las curvas: relacionando de esta manera las doctrinas miís elevadas de la Geometría con las supe- riores del Análisis; y abriendo con esto amplio camino de inesperadas in- vestigaciones á la insaciable y fecunda curiosidad de los más ilustres geó- metras de los tiempos presentes. S40. Sin remontarse á tanta altura, es de advertir que en el estudio muy variado de las curvas empléanse con frecuencia los llamados métodos de transformación, por medio de los cuales redócense el análisis y deta- llado conocimiento de una curva á los de otra, por algfin concepto más sencilla, y ligada con la primera por las mismas condiciones, analíticas <5 geométricas, que sirven para bien definir la transformación. Distinguién- dose entre las muchas y muy variadas transformaciones que pueden em- plearse, por su sencillez y fecundidad, las denominadas lineales ú homo- gráficas, que comprenden la proi/eciira, profundamente estudiada por Pon- CELET y por Chasles; las birracionales de cualquier grado, por Cremo- NA; y las que se efectúan ^ot polares recíprocas, también, por los mismos primeros geómetras mencionados, cuidadosa y muy ampliamente estudia- das y empleadas. Con la advertencia de que, por resultado de las prime- ras, no varían ni el número ni la naturaleza de los puntos singulares de las curvas á que se aplican; y que, por medio de las segundas, conforme Noether demostró, se pueden siempre reducir las curvas en que existen puntos duplos con tangentes coincidentes, á otras que posean puntos, sí, del mismo nombre, pero con tangentes distintas. A todo lo cual hay que agregar todavía que, ni las transformaciones birracionales, ni las de ca- rácter general, limitadas por la condición de que á cada punto de la curva en primer término considerada, solamente corresponda en la transformada otro punto, alteran el género de la curva propuesta, según Riemann con- siguió demostrar. 341. Suele completar el estudio de las curvas, minuciosamente con- sideradas, el de otras curvas muy notables, que de ellas se derivan y que á ellas se asocian con diversos fines: verdaderas transformadas suyas, por procedimiento bien definido. Como las evolutas y las evolventes, las podarlas, las recíprocas, las paralelas, las concoides, las polares con rela- ción á un punto, y otras muchas, cuyo detenido estudio constituye otros tantos interesantes capítulos de Geometría: mereciendo, entre ellas, espe- 21 — 322 — cial atención las denominadas covariantes , introducidas en la ciencia por Hesse, Cayley y Steiner, y que, en honor de estos célebres geómetras, y en razón de su importancia indiscutible en la moderna Teoría de las Curvas, son conocidas y frecuentemente designadas por los nombres de hessiana, cayleyana y steineriana. 342. Otras muchas cuestiones, referentes á las curvas algébricas, sin conexión bien perceptible ó inmediata con las en los precedentes renglo- nes mencionadas, han sido objeto de penoso, y al fin satisfactorio, estudio, para distinguidos matemáticos de nuestros días, como Klein, que encon- tró interesante relación entre el número de sus inultos y tangentes smgu- lares reales; Cayley, Gerbaldi, y otros, que se ocuparon en la determi- nación de aquellos puntos en que una curva cualquiera admite con una có- nica un contacto de quinto orden; Staudt, Zedther, y algunos más, en la del número de sus ramas; Cremona, Caporali, Guccia..., que estu- diaron los sistemas lineales de las curvas, y, con especialidad, los haces y las redes; y Brill, Noether, Segre..., las propiedades de los grupos de puntos, resultantes de cortar una curva dada por sistemas definidos de otras curvas, de cualesquiera órdenes: etc., etc. 343. En tantos y tan complicados trabajos de investigación matemá- tica, unos investigadores han empleado procedimientos puramente geomé- tricos, y preferido otros utilizar, para el logro de sus fines, los métodos analíticos, más fecundos, y también, en general, de más fácil aplicación, entre ellos, como es natural, los derivados del Algebra, y, muy en parti- cular, de aquella parte de esta ciencia consagrada á la Teoría de las For- mas, que en la Geometría Superior de las Curvas es donde más impor- tantes resultados ha producido. 344. El número de notas y memorias, destinadas á la exposición y dilucidación de tan múltiples y variados puntos de doctrina como dejamos señalados, compréndese, sin esfuerzo, que ha de ser inmenso: como de ello puede cualquiera convencerse con solamente repasar los índices de las re- vistas científicas y publicaciones matemáticas en los últimos cincuenta años dadas á luz en Europa y en los Estados Unidos de América. Mencio- narlas aquí, á nada útil conduciría, y por eso nos limitaremos á citar, como de lectura provechosa para cuantos deseen adquirir compendioso conoci- miento de la Historia y Bibliografía de la Teoría general de las Curvas — 3-23 — Algébricas, á que nos referimos, íntimamente conexionadas con las de las Funciones del mismo nombre, así en los tiempos antiguos como en los modernos, sin olvidar las obras ya mencionadas (pái^s. 99 y 255), por re- ferencia á la Historia de las ctlbicas y de las cuárlicas, el famoso Aper^u hislorique de Chasles (París, 1875), y la notable Información sobre tan vasto asunto, presentada por Beill y Noethek á la Sociedad Matemática de Alemania, y por ésta publicada en el tomo iii de su Jahresbericht , co- rrespondiente al año 1894, pág. 107 y siguientes. Así como, para el estu- dio sistemático de asunto tan hermoso y de tanta importancia recomenda- mos, preferentemente, las obras didácticas de Salmón y de Clebsch, ya citadas en el Núm. 104, á propósito de la Teoría general de las Cúbicas, donde la doctrina de las curvas se encuentra admirablemente tratada por métodos analíticos; y á la de Cremosa, titulada Introduzione a una Tea- ria geométrica delle Curve piane (Bolonha, 1862), merecedora también de grande elogio, y en cuya exposición se emplean los sintéticos. CAPÍTULO SÉPTIMO CURVAS TRANSCENDENTES NOTABLES I LA LOGARÍTMICA 345. Aplicó HüYGENS el nombre de logarítmica á la curva represen- tada por la ecuación, en coordenadas cartesianas, M = ae"', ó — =log— : '^ m ^ a años antes, en 1644, ya considerada por Torricelli, en carta dirigida á Ricci, contenida en la colección de las de aquel perspicaz geómetra, pu blicada en 1864 por Ghinassi, y, poco más adelante, también por James Gregory, que trató de esta curva en su Oeometrice pars prima, dada á luz en 1668, definiéndola en términos equivalentes á la igualdad (fr"=(fr en la cual las coordenadas x é y se refieren á un punto variable, y las x' é y', y x" é y" á dos puntos fijos de la curva. Pero el estudio de sus pro- piedades, como el nombre, debe atribuirse principalmente á Hüygens, quien determinó sus áreas, sus tangentes, el volumen de los sólidos de re- volución por ella engendrados, etc., etc. (Huygexs: De causa gravita- tis, 1691). Siendo de advertir que los resultados en estos varios conceptos obtenidos por aquel célebre geómetra fueron por él simplemente enuncia- dos, y demostrados más tarde por Nicolás en su obra De spiralibus hy- perbolicis et lineis logarithmicis , publicada en 1696; y también por el P. Güido-Grandi, en un trabajo titulado Demonstratio theorematum Hugenianorion. — 325 — 346. Como la forma de la curva es siempre la misma, cualesquiera que sean los signos de a y ni, supondremos que a y m son positivos, y en tal supuesto procuraremos determinarla. Cuando x varía desde — oo hasta -}- oo,y ae conserva siempre positiva, y aumenta, constante é indefinidamente, desde O hasta oo. Luego la cur- va consta de una rama única, que por derecha é izquierda se extiende in- definidamente (fig. 103) en el sentido de las abs- cisas positivas y negati- vas, y tiene por asíntota el eje de este nombre. Al eje de las ordenadas le corta la curva en el punto A, donde OA ^ a. Y como la derivada y" no se anula en punto alguno, resulta que la curva tampoco posee ninguno de inflexión. 347. La subtangente, la subnormal, la longitud de la tangente y la longitud de la normal de la logarítmica hállanse expresadas por las fór- mulas S, = m, S,=l-, T=yly^ + m^ y N = -l-^|y^ + mh y_ m la primera de las cuales muestra que la subtangente de la logarítmica es ca?itidad constante, 348. El radio de curvatura tiene por expresión R = {y^ -\- m^) ^ rrfi N^ N^ my y' S 2* 349. Y el área de la zona, comprendida entre la logarítmica, el eje de las abscisas y las ordenadas de los puntos (a;Q,?/o) 7 Í^dVi)) ^sta otra, sencillísima: A = a j e"'dx = m (y^ — yo). 326 350, La longitud del arco, comprendido entre los mismos puntos de la curva, se desprende de la fórmula . / — S~~; :, , m . x i/{^ + m^ — ¡n = Vz/i^ + m' + — log y ^ : representando por Tf, y 7'j las longitudes de las tangentes d la curva en los puntos (j'o, 2/o) 7 (•*'i.!/i)- 351. Y el volumen del sólido engendrado por la zona plana, cuya área hemos poco antes determinado, cuando gira alrededor del eje de las abscisas, de esta otra fórmula, también por su sencillez notable: v=~iy^'-}Jo')- A este volumen corresponde un área, U, de la superficie lateral del só- lido á que se refiere, determinada como sigue: :2u rwy' U=2-K S/y^^m^dy. Ó, representando por s, la longitud del arco de la parábola y^ = 2?» a-, comprendido entre los puntos (r^iy^) y U'dI/i), U= 2nms. — 327 352. Con la curva que acabamos de estudiar hállase estrechamente ligada, analítica y geométricamente, la que tiene por ecuación 11 = -^ X -\ • log que el ingeniero español D. E. Saavedra utilizó en la resolución práctica del problema de « hallar la forma y dimensiones mejores de las gradas de un anfiteatro, para que todos los espectadores que en ellas tomen asiento puedan ver sin estorbo un punto determinado de la sala.» (Anales de la Construcción y de la Industria. Madrid, 1886, p.^ 329-332). Curva á que el ilustre sabio, su descubridor, después de estudiarla minuciosamente en el lugar designado, al cual, para más detalles, remitimos al lector, deno- minó visoria, porque, en la solución del mencionado problema, pasa, ó debe pasar, por el órgano visual de los espectadores que ocupan una mis- ma fila del anfiteatro. La conexión de la visoria con la logarítmica puede establecerse fácil- mente, deduciéndose de ella un procedimiento sencillo de construir la pri- mera curva y sus tangentes por referencia á la segunda. Para demostrarlo, transformemos la ecuación de la visoria, poniendo Yx en ella y = , y hallaremos esta otra : Y = -- — h b\ log I ¿c al — log ( p a\ Y-^ = blog(.v-^a\ en la cual P log (p — Y ")' Y, hecho esto, construyase la logarítmica, referida á los ejes coordenados (fig. 104), O'x y O' y', que tenga por ecuación y' ^=b log x. — 328 — O la siguiente, por referencia á las Ox y 0¡/, P = blog(x a\: en la cual ■a y — |j representan las coordenadas del punto O, con re- lación á los anteriores ejes. Designemos ahora por N un punto de esta segunda logarítmica; por NK y NR dos paralelas á los ejes coorde- nados, trazadas por el punto iV^; y por KH otra paralela al eje de las ordena- das, trazada á la distancia a de O y: y tendremos MR MR OR KR KH OH JL Y X a Luego M es un punto de la visoria. Y, por análoga construcción á la em- pleada en el Nüm. 78, es cosa fácil ver, asimismo, que las tangentes á las dos curvas consideradas, en los puntos M y N, se cortan en otro punto de la recta KP; de manera que el trazado de la tangente ií la visoria se des- prende inmediatamente del que á la tangente á la logarítmica corresponde. De la ecuación de la visoria y de su derivada segunda. y 2b r X al X al 2 ¡X a] se deducen sin dificultad las siguientes consecuencias, suficientes para de- finir la forma y propiedades más notables de la curva á que se refieren. Curva que posee una asíntota, determinada por la ecuación x = — a, hacia la cual indefinidamente converge cuando x varía desde co hasta — a, 2 — 329 — si p > — a, 6 desde — co hasta — a, si ;j < — «,- un ptmto de inflexión real, cuando x = a, en el primer supuesto, é imaginario en el segundo; y dos de ijitersección con el eje de las abscisas, allí donde sea 1 / 1 \ "g x=0, 6 x = — a-\-\n ale bx , 2 \ 2 y uno de ellos aislado. Todo lo cual es de inmediata y útil aplicación en la práctica. II LA CATENARIA 353. Por los años 1690, Jacobo Bernoulli propuso en las Acta Eruditorum , p. 219, el problema de hallar la curva formada por un hilo pesado, flexible, inextensible , y de densidad constante en toda su longitud, fijo ó suspeyíso por sus dos extremos. Y en el mismo volumen de las Acta (p. 360) declaró poco tiempo después Leibnitz que había él resuelto aquel problema; pero que no publicaba la solución hasta ver si algún otro geó- metra también le resolvía. Como efectivamente le resolvieron el autor de la cuestión, su hermano Juan Bernoulli, y Huyqens, en el volumen de las Acta correspondiente á 1691. La misma curva fué también encontrada por Juan Bernoulli como solución del problema que tiene por objeto determinar la figura de una vela, impelida é hinchada por el viento (Opera omnia, i. i, p. 59). Habien- do sido sus propiedades principalmente estudiadas por aquel tan eminente geómetra, en varios lugares de sus obras. (Opera omnia, 1. 1, p. 49; f. iii, p. 495-504, etc.) A la curva á que nos referimos se da el nombre de catenaria, que, según en la Mecánica Racional se demuestra, tiene por ecuación /gc-j-e c\ — 330 — De la cual fácilmente se infiere que el eje de las y es eje de simetría de la curva, y la tangente en el punto inferior, A, cuya ordenada O A = c (figu- ra 105), paralela al eje de las abs- cisas. La y además crece desde c basta Go, conforme x varía desde O hasta ± GO. Y, por conservarse siempre positiva y finita la y", la curva presenta constantemente su convexidad al eje de las abscisas, sin inflexiones en ningún punto, segCm claramente indica la figura. 354. De la ecuación Fignra 105. V/-c^=|(e'-« '). hállase que V.: ,2 _ ,.2 Expresión de la cual se deduce el siguiente sencillo procedimiento para construir la tangente á la curva en un punto cualquiera B. Desde O como centro y con el radio OA, igual á c (fig. 105), descríbase una circunferencia; y desde Q, sobre el eje de las ordenadas, á la misma distancia que el B del eje de las abscisas, trácese la tangente QT á la cir- cunferencia de que se trata. Por ser OQ = //, y OT = c, será Y, si TS es paralela al eje de las abscisas, resultará además que lang QTS = tang QOT= ^ y" ~ ^' = y'. Luego la tangente á la curva en el punto B serí también paralela á QT. 355. El radio de curvatura de la catenaria resulta expresado por la fórmula — 331 — R = — y'^ De manera que en el punto A, donde y es mínima é igual á e, también R posee un valor mínimo, é igual á esta misma cantidad c: 6 resulta máxima la curvatura de la catenaria. 356. Representando por s lá longitud del arco ^7? de la curva, há- llase que rv 1 + — je^+e"^ — 2jrf.x> = — íe^ — r^l = Vf — c^=QT= BM. Igualdad de la cual se desprende una consecuencia importante, con auxi- lio de los teoremas de Huygens, relativos á la teoría de las evolutas. En efecto: el lugar geométrico descrito por el punto, M, de intersección de la recta Bilf con la TS, es una evolvente de la catenaria considerada; y, debiendo ser la tangente á ésta perpendicular á BM, deberá ser también paralela, á OT; y, por lo tanto, MU= TO. Luego la evolvente de la cate- 7iaria, engendrada por M, es una curva, tal que los segmentos de las tan- gentes, comprendidos entre los puntos de contacto y una recta fija, son constantes. Por consideraciones geométricas sencillas se vería asimismo que las de- más evolventes de la catenaria gozan todas de la misma propiedad. Las curvas que la poseen se llaman tractrices, y serán poco más ade- lante especialmente estudiadas. 357. Designando por A el área BPOA, sencillamente se encuen- tra que p_r.)^.^.Vy' lo cual demuestra que A varía proporcionalmente al arco AB = s. 358. La curva plana que pasa por dos puntos dados y engendra una área mínima, cuando gira en rededor de un eje situado en su mismo plano, es una catenaria. — 332 — Aplicando, en efecto, el método de las variacianes á la integral f'.V 2^\ yMl + y"^dx, que representa el valor del área descrita por un arco de curva plana, com- prendido entre los puntos cuyas abscisas son Xq y x^, cuando gira en re- dedor del eje de las abscisas, obtiénese, para determinar la curva, la ecuación y y" - y'2 _ 1 = O que, por integración, produce esta otra, a' — « ^ log ¿/ + V¿/^ - c% O c en la cual a y c representan constantes arbitrarias. O las que siguen: y + yy' c y_ --T' -a 7 c -V.v^- -C2 c y + Vy'-c^ De donde, por adición, se deduce finalmente que fácilmente reducible á la forma en que se presentó anteriormente la ecua- ción de la catenaria, por una simple traslación ó cambio del origen de las coordenadas. Pero adviértase bien que, si el análisis precedente nos enseña que al problema á que se refiere, dado que admita solución, solamente puede sa- tisfacer la catenaria, de ninguna manera prueba que la admita en reali- dad: siendo menester para decidirlo, ó poner este punto preliminar en claro, recurrir á la variacióti de segundo orden de la función integral de — 333 - donde se partió. Para lo cual puede consultar el lector la obra de Todhun- TER, titulada Researches in tke Calculus of Variations, p. 55. 359. De todas las curvas planas de igual perímetro, que pasan por dos puntos dados, la catenaria es también aquella que, girando alrededor de un eje trazado en su mismo plano, engendra la superficie de revolución de área máxima ó mínima. Para demostrarlo basta, como en el caso anterior, aplicar el método de las variaciones á la integral llevando en cuenta la igualdad que expresa la condición de que todas las curvas son de igual perímetro. Y así se obtiene la misma ecuación diferencial del número precedente y se demuestra el teorema acabado de enunciar. Advirtamos á propósito de este asunto que de las condiciones á que deben satisfacer los dos puntos dados, para que el área considerada re- sulte precisamente mínima, trató con especialidad Lindeloff en un tra- bajo inserto en los Math. Annalen, t. ii, p. 160, al cual remitimos al lec- tor que estime necesario consultarle. Y asimismo nos parece pertinente advertir que la superficie, en este y el anterior párrafo estudiada, á la cual suele aplicarse el nombre de cate- noide ó de aliseide, posee, además de las expuestas, la propiedad de que cualquier contorno cerrado, sobre ella descrito, comprende una área mí- nima: como Meusnier demostró por vez primera (Mémoires des Savants étrangers, t. x, p. 477). 360. Por último, adviértese fácilmente que la ecuación de la catena- ria, en coordetiadas íjitrínsecas, es — 33-1 — comprendida en la siguiente la cual corresponde á una clase de curvas, designadas por Cesáro con el nombre de alisoides — de a)>'j3-i;: cadena. (Nouvelles Anuales des Mathé- matiqíies, 1886, jj. 75). III LA TRACTRIZ DE LEIBNITZ 361. El problema de hallar una curva, cuya tangente sea de longitud constante, c, depende de la integración de la ecuación gy\ ^ y'^ = cg', de la cual se deduce esta otra: .T + a = ± \\/c^ - í/2 _ c log V^^'-^' + ^1, (1) designando por a la constante arbitraria. Esta ecuación representa diferentes curvas, todas iguales, pero diferen- temente distribuidas con relación á los ejes de las coordenadas, y á todas las cuales se aplica el nombre de tractrices, 6 de curras de tangentes iguales. El primer geómetra que descubrió las tractrices fué Leibnitz (Acta eruditorum, 1693), al buscar la curva descrita por un punto en movi- miento que se dirige constantemente hacia otro, móvil también éste, en línea recta, de manera que la distancia comprendida entre ambos puntos no varíe. En la curva que satisface á este problema, el segmento de la tan- gente comprendido entre el punto de contacto y la recta dada es, en efec- to, de longitud constante. Del mismo problema trataron también Hüygens y Clairaut, el primero de los cuales denominó tractoria á la curva que le satisface. 335 — 362. Consideremos una de las curvas representadas por la ecuación (1), ó sea la correspondiente en particular á la ecuación X ■■ ,V¿í:r73 + ,,ogV£!zii¿+^, Por medio de esta ecuación y de la diferencial de donde procede, IL dx V c^ — ¿/^ se ve que, cuando y propende hacia O, x se aproxima constante é indefi- nidamente ií 4- co, y — T— dx tiende hacia 0: luego el eje de las abscisas es (fi- gura 106) asíntota de la curva. Cuando y==c, resulta que a; ^ O, y dy_ dx Figura lOü. de manera que la curva toca al eje de las orde- nadas en un punto A, cuya ordenada es igual á c: punto singular de partida ó parada (point d'arrct), pues á valores de y, superiores á c, corresponden valores imaginarios de x. Como corres- ponden también á los negativos de la misma ordenada y, cualesquiera que sean sus valores absolutos. 363. Por ser O A = c, y ser también igual á c la longitud de todas las tangentes á la curva, se puede construir la tangente á ésta en un punto cualquiera, M, describiendo desde el mismo punto como centro una cir- cunferencia de radio igual á AO, y uniéndole por una recta al punto N, colocado del lado de las abscisas positivas, donde la circunferencia corta al eje de las abscisas. — 336 - 364. Y como y (c2 - y^f ' resulta también que el radio de curvatura tiene por expresión R. ,_c\Jf--f y y que las coordenadas, x^ ^ Vy, del centro de curvatura, pueden asimismo expresarse de este modo: C + \/c2 - y^ ^ c2 ^i = clog^ ¡L. é 2/, = y De donde se deduce que — !— i 2_=eS ó 5^ ^=e <■ ; y, por consiguiente, Luego ?a evoluta de la tractrix es tina catenaria: teorema recíproco del demostrado en el Núm. 356. 365. Para determinar el área comprendida entre la curva, el eje de las abscisas y dos paralelas al eje de las ordenadas, advertiremos que ^= r'-~rdy = - ry/r^^-y-'dy. = |- are sen ^ + ^ \4^^2 - ^ are son iL ._ ^V¡rr^.. De donde se desprende que el área comprendida entre la curva y los dos ejes coordenados es igual á . 4 — 337 - 366. La longitud del arco de la tractriz, comprendido entre los pun- tos (,Tq, y^, (íCj, ?/,), tiene por expresión sencillísima la que sigue: -rv 1 A dii = c log — . dy^ yo 367. Y el área de la superficie de revolución engendrada por la trac- triz al girar en derredor del eje de las abscisas, esta otra, no menos nota- ble por su sencillez: ■=.,£.y> fí=2. I j\/l+i£<¡« = 2««. La superficie de revolución, á que corresponde el área determinada por la última fórmula, se denomina pseudo- esfera, y fué cuidadosamente estu- diada por Beltrami, quien demostró su importancia en la interpretación de la Geometría de Lobatchevsky, según puede verse en el Giornale di Matematiche, Napoli, t. vi, 1868. 368. La tractriz hállase comprendida en el grupo de curvas especial- mente considerado por el geómetra español Sr. Duran Loriga (Intermé- diaire des Mathématieiens , t. iv, p. 148), que individualmente satisfacen á la condición de ser constante el perímetro del triángulo formado por la tangente á una cualquiera de tales curvas; por la ordenada en el punto de contacto; y por el eje de las abscisas, cualquiera que sea el ángulo, 9, de este eje con el de las ordenadas. Representando, en efecto, por x é y las coordenadas del punto de con- tacto, y por Xq la abscisa del punto en que la tangente corta al eje de su nombre, las longitudes de los lados del triángulo serán \y^ + (a-Q — x)^ — 2?/ (a^o — ^) cosS, y, y x^ — x: igual la última á — y . dy Y la constancia del perímetro resultará expresada, en consecuencia, por esta ecuación: y^ (77)'+ ^' ir^) ^«^^ + (y' - ^') = o- ^>:ís De la cual se deduce que ha de ser cos9 cosfl :Tr c [V- — log /ZT q-\-\q^ — t/ ]■ suponiendo que ^2 4c2 4 — eos '^ 9 Y si en esta ecuación, que representa el grupo de curvas antes definido, se supone que O = — , hallaremos la correspondiente, en particular, á la tractriz, en los párrafos anteriores considerada. IV LA SINTRACTRIZ DE SYLVESTER 3(i9. Sea B (fig. 106) un punto de la tangente MN á la tractriz; c la longitud de MN; y ala, lon- gitud de BN. Al lugar des- crito por B, cuando la tan- gente varía, sin variar a, fué dado por Sylvester el nombre de sintractriz (Huv: cum, pariter). Para hallar la ecuación de esta curva, representan- do por X é y las coordena- das del punto B, y por A' é Y las del punto M, se hallará, por de pron- to, que y -a' y ■ Fianra 107. A = Vc^ — y^ — V«^ — 'f Y, eliminando ahora X é F entre estas ecuaciones y la correspondiente á la tractriz. X + Vc2 — Y'^^c log — 339 — c r resultará para ecuación de la sintractriz esta otra: X -\- V « — y^ = cíog ■ — ^^~. 370. Para determinar su forma basta fijar la atención en la ecuación que se acaba de encontrar y en las dos siguientes, derivadas suyas: dx .f — ac d^x _ a[{a—2c)y^-ira-c] dy y^a^-/ df f^a-_f^ Y, recordando que a < c, se concluirá entonces fácilmente que la nueva curva, compañera como inseparable de la tractriz, considerada en el Nú- mero 362, es de la forma indicada en la figura: con un ^unto de parada ó arranque sobre el eje de las ordenadas, en A, donde la ordenada máxi- ma adquiere el valor a; una tangente en este punto, paralela única al eje de las abscisas; una inflexión en el C, cuya ordenada tiene por expresión y = a\ ; y una asíntota, en coincidencia con el mismo eje de las V 2c — a abscisas. 371. El radio de curvatura de la sintractriz se determina por la fórmula i- íL j^_a^ [¡ñ(a — 2c) + acY- y[(a-2c)y''- + ci'c\ ' 372. Y la longitud de los arcos de la misma curva y el valor de sus áreas pueden también determinarse por medio de funciones elementales. En efecto: representando por A el área limitada por la curva, por el eje de las ordenadas, y por la ordenada del punto {x, y), sin dificultad se en- cuentra que ^ = TtÍ^^^^- I2/ V«^^^ + ^ («-20 [are sen ^-^1 Ja Va2_^2 2 2 L « 2 J — 340 — Y, poniendo y = O, concluyese para expresión del valor del área, com- prendida entre la curva, la asíntota, y el eje de las ordenadas esta otra: A, ■= — Tza{2c, — a). ' 4 Como, de análogo modo, se hallará qne la longitud de los arcos de la curva depende de la integral i "V(a-2c)?/2+ac2^^ l/Va' — f 6 de la siguiente, expresable por funciones elementales, 1 /^V(a — 2c)¿ + ac2 iP t^¡c^ — t dt, si ponemos en la anterior por y^ la nueva variable t. 373. En los renglones precedentes hemos supuesto que c>- a; ó, lo que vale tanto, que el punto generador de la curva, B, se halla compren- dido entre el correspondiente de la tractriz, M, y el N, donde la tan- gente MN corta al eje de las abscisas. Y del mismo modo puede conside- rarse el caso de ser c <:ia. Las propiedades especiales de la curva, en el supuesto de ser a = 2c, fueron estudiadas por M. d'Ocagne en los Nouvelles Annales des Mathé- matiquea, 1871, p. 82. V CATENARIA DE IGUAL RESISTENCIA 374. Dase el nombre de catenaria de igual resistencia á la curva co- rrespondiente á la ecuación X I ~ — X — t: \ ?/ ^ — a log eos — < — < — I. '' ^ «\2«2/ Curva por vez primera estudiada por Minchin en su Treatise of Statics — 341 — Oxford , 1877, segCm dice Ramsey en el ínter médiaire des Mathémati- cíews. (1896,^;. 30). 375. De la ecuación anterior se infiere fácilmente que la catenaria de igual resistencia es de la forma representada en la figura 108: simétrica relativamente al eje de las ordenadas; tangente en O al eje de las abscisas; con dos asíntotas rectas, KL y K'L' , definidas por las ecua- Clones X ■ ; y sin nin- gún punto de inflexión. 376. Por ser O Figura 108. K / = tang— , vese que el ángulo f, formado por la tangente en el punto {x, y) con el eje de las abscisas, tiene por expresión X Y el radio de curvatura esta otra: R = a a X COStp eos — a la cual muestra que la proyección de este radio sobre el eje de la curva es constante. 377 Comoí¿s = ^, integrando y tomando para origen de los X eos — a arcos el vértice O de la curva, tendremos que _- 4- _\ = « log tang ^j + - j: — 342 — fórmula adecuada á la determinación de la longitud de los arcos de la ca- tenaria de igual resistencia. 878. Y por ser tang ' ' " ' tang(| + -) dedúcese que 3 S gffi _|_ g ft __ es sec^(-J + t) coses Luego 22 = -^/e« + e~«). Ecuación ésta de la catenaria de igual resistencia en coordenadas intrín- secas, empleada por algunos geómetras para definir la curva. (Cesáro: Lexiotd di Oeometria intrinseca. Napoli, 1896, p. 8.) 379. Cuando la catenaria de igual resistencia rueda sobre la recta OK, sus centros de curvatura, correspondientes á los puntos en que al rodar va sucesivamente tocando á la OK, forman otra curva, cuya ecuación es fácil hallar. La abscisa de cada punto de la nueva curva es, en efecto, igual á la longitud s del arco de la catenaria considerada, comprendido en- tre el punto O y el punto en que llega á tocar á la recta OK; y la orde- nada igual también al valor correspondiente de R. Representando, pues, por X éY estas coordenadas, la ecuación de la curva así engendrada será (X x^ La cual representa una catenaria ordinaria. — 343 — VI LA CURVA DE LOS SENOS 380. Leibnitz dio el nombre de curva de los senos á la que tiene por ecuación ,1 = a sea — , •' m con posterioridad denominada sinusoide: curva de que ya, antes de Leib- nitz, iv&t6 RoBEEVAL en un trabajo, titulado De trochoide ejusque spatio, inserto en el tomo VI de las Memorias de la Academia de Ciencias de París, 1730, donde, por intervenir en el método por él ideado para cua- drar la cicloide 6 trocoide, la denominó compañera de la célebre curva de estos últimos nombres (trochoidis comes). La sinusoide fué también estudiada más tarde por Pitot (Histoire de VAcadémie des Se. de París (1724, p. 107), quien demostró que, cuando se planifica un cilindro recto, de base circular, las secciones planas, que forman con el eje ángulos de 45°, se transforman en sinusoides: como lo son también las curvas obtenidas proyectando una hélice, trazada en la su- perficie del mismo cilindro, sobre un plano paralelo á su eje. (Chasles: Aper(^.u historique, 1875, p. 139; y Cantor: Vorlesungen etc., t. ii, 1900, p. 878, y t. III, 1896, p. 428). Para hallar la forma de la sinusoide, y con objeto de fijar las ideas, su- pondremos que a y m son positivos. Cuando *■ crece desde O hasta —tmi, y crece también desde O hasta a; y cuando después x crece desde — wtc hasta mtz, y decrece desde a has- ta 0: correspondiendo además á los valores de x, equidistantes de -— m^r, valores iguales de y. Luego á los valores de x comprendidos entre O y nm corresponde un arco, OAB (fig. 109), de la curva de los senos, cuya base OB es igual á 7mz, simétrico con relación á la recta AP, perpendicular al eje de las abscisas en el punto medio de OB. Siendo evidente que á — 344 — los demás valores sucesivos 6 anteriores de x corresponden otros arcos, iguales al primeramente considerado y de la misma base rmz, alternada- mente situados unos á continuación inde- finida de otros, por arriba y por debajo del eje de las absci- sas. Adviértase que en el punto A la tangen- te á la curva es para- ^"'««■•a 109. ig,^ jji gjg ¿g jgg gjjg. cisas; y que los otros puntos O, B, . . ., donde la curva corta al mismo eje y donde y' = — , son puntos de inflexión. 381. La subtangente , la subnormal, la longitud de la normal, y la longitud de la tangetite se hallan determinadas por las fórmulas íf N-- ^\lm^ + a^-f, y r=,yy— ^ 2_^2 Y el radio de curvatura por esta otra: R = (m^ 4- «2 — ^3) 2 „j2 ]S[3 my r 382. El área de la figura, limitada por la curva, por el eje de las abs- cisas y por las ordenadas, y^ é y^, de los puntos correspondientes á las abscisas Xf,y x^, puede calcularse por la fórmula A=^m \y a^ — y(^ — \¡ a^ — y^y 383. Pero la rectificación de la misma curva de los senos depende — 345 - de una integral elíptica; pues si, en efecto, se representa por s la longi- tud del arco comprendido entre el punto O y el punto (x,y), hállase que -rv^ —dy: ■r 6, poniendo y = at, y Te ■ Va2 + m^ ' Va^ + m^J'Y-l-^ J-dt. De manera que s depende de una integral elíptica de segunda especie. A esta expresión del valor de s puede, poniendo t = sencp, y por tanto y =^a sencp, dársele la forma s = Va2 + m^ I Vi — ^^ sen2 cp . do , 6 s = A.E{k, cp): en donde A = \Ja^ + m^, y E{k, existe la relación cosas cost[ = sentp sen i y 1 — k^. El segundo miembro de esta igualdad puede ser construido fácilmente. y Sustituyendo, en efecto, sen ce por — , hállase que A k^ sen o eos * V a^ — i/^ //- ' '- — !j "^ \/l — /i-2sen2© ' \/a^^m^ — y^ '^ ' si por T se designa la longitud de la tangente á la curva en el punto M. Luego: OM — AM' ^ -^, cuando tanga tang']^ \/a2 + m^ in Pero, siendo MT la tangente á la curva en el punto M, MNla normal, y QL una perpendicular á esta normal, trazada por el pie de la ordenada de M, resulta que y = MQ=T sen MTO, y QL = // sen NMQ = ysenM TO. Luego OM—AM'=QL. Igualdad que, abreviadamente, expresa el teorema que, en el caso de la curva de los senos, corresponde al de Fagnano, relativo á los arcos de la elipse. 385. Con la curva de los senos, en los anteriores párrafos estudiada, tienen estrecha conexión la de las tangentes 6 tangentoide , y la de las secantes 6 secantoide , á las cuales corresponden estas ecuaciones y = tangíc é y = seco;.- compuestas ambas de número infinito de ramas iguales. — 347 — La rama de la tangentoide, correspondiente á los valores de x, com" prendidos entre y — , extiéndese indefinidamente en el sentido de 2 2 las ordenadas positivas y negativas, y corta al eje de las abscisas en el punto donde x = 0: el cual, al propio tiempo que á uno de los puntos de inflexión, corresponde á uno de los centros de la curva, limitada ésta por dos de sus asíntotas , x = v -25 = + 2 2 Y la rama de la secantoide, correspondiente á los mismos valores de x, extiéndese por completo en el sentido de las ordenadas positivas, es tan- gente al eje de las abscisas en el punto y = 0 ya; = 0,y tiene asimismo por asíntotas las rectas x = y x = -\ -. 2 2 386. A propósito de estas curvas, representativas de las funciones trigonométricas, advertiremos que también han sido tomadas en cuenta otras, correspondientes á distintas funciones fundamentales del Análisis: como la sinusoide elíptica, de forma parecida á la secantoide trigonomé- trica; y la curva ¿ra/wma , considerada por Godefroy en su excelente mo- nografía sobre la función del mismo nombre (París, 1901); etc., etc. Pero de tales curvas, exclusivamente destinadas á representar gráficamente las variaciones de las funciones á que se refieren, no hay por qué tratar en este sitio. 387. De mayor interés creemos el estudio de otra especie de sinu- soide, definida por la ecuación (1) I sen(a; + í» I =c.- en la cual x é y representan las coordenadas de los puntos de la curva, c una constante, i el radical imaginario y — 1, y I sen (x -\- iy) ¡ el móduh de sen(a; + iy), por nosotros primeramente considerado en las Memorias de la Academia de Madrid (t. xviii, 1897, p. 96), y poco después en el Journal de Crelle (t. 116, p. 16), al tratar del desenvolvimiento de las funciones en series, ordenadas por las potencias del seno de la variable: problema en cuya solución representa papel fundamental la mencionada curva. De ambos trabajos procede lo que,á propósito del asunto, pasamos á exponer ahora. - 348 — La ecuación (1) puede escribirse como sigue: I sencc cosí y -\- seniy cosa; | = c, ea la cual 6 . e-'J — e" . e-'J + e" sen*M = — t- , y cos^^/ = , * 2 ^ • 2 (2) Y sen^ X cos^ iy — cos^ x sen^ iy = c. Y como el valor del primer miembro de esta ecuación no varía, cuando en ella se pone x por x -\- n, vese en el acto que y es una fimción perió- dica de X, de período igual á ic: por lo cual basta considerar, en el estudio de la curva, la rama definida por los valores de x, comprendidos entre 7T 71 y — . Y por ser también la curva simétrica, relativamente á los ejes coordenados, concluyese sin dificultad que, para completar su estudio, bastará limitarse al de la parte correspondiente á los valores positivos Ae X é y. Esto advertido, consideremos separadamente el caso de ser c < 1 , del de ser c > 1. Primer caso. Inmediatamente se advierte entonces, suponiendo para ello que a; ^ O, que la parte considerada de la curva corta al eje de las ordenadas en el punto cuya ordenada es igual á log \c -\- \c^ -\- 1 j. Y tam- bién, cuando y^d, que la misma parte á que nos referimos corta al eje de las abscisas en el punto cuya abscisa es igual á are sene. Póngase ahora en la ecuación (2), por SQxfiiy, la expresión 1 — cos^iy; y, resolviéndola luego por relación á cos^ iy, resultará que (3) cos"-^ i y = c^ -)- cos^ x; y, en consecuencia. e-y + €'■ = ±\/c^ + cos-^ X, y = log [±: y c^ -\- cos^ X rt y c"^ — sen- x\. - 349 - Así, pues: considerando solamente la rama de la función y, que se reduce á log \c -\-\J c^ -{- l) cuando ¿r = O, hallaremos que (4) y^ log [y c^ -j- cos^ ce + V c^ — sen^ x\ : ecuación cartesiana de la curva de que ahora se trata, por medio de la cual se advierte que, cuando x varía desde O hasta are sene, y varía desde log (e + \/c2 + l) hasta 0. Derivando la ecuación (3), por referencia á la variable x, obtiénese esta otra sen 2 X y i sen 2 i y que sirve para determinar las tangentes á la curva, y de la cual se con- cluye, además, que ésta corta perpendicularmente á los ejes coordenados. Para hallar sus puntos de mflexidn menester es eliminar por de pronto la y entre la ecuación sen^ 2x cos2iy = eos 2 a; sen^ 2iy, resultante de la derivación de la anterior, con respecto también á x, po- niendo luego y" ^ O, y la transformada de la (2) co82iy = 2c^ -\- eos 2 a?. De donde resulta que (5) cos2íc = — c2±:\/c'* — 1. Lo cual demuestra que, en el supuesto de ser c < 1, la curva de que se trata carece de inflexión real. De manera que, en el caso á que nos referimos, la curva representada por la ecuación (1), se compondrá de un número infinito de óvalos con- vexos, iguales unos á otros, cuyos centros corresponden á los puntos (O, 0), (O, ± tt), (O, ± 2it)..., y cuyos ejes son iguales á 2 are sene y á 21og(e + \/e2 + l). — 350 — Segundo caso, ó c > 1. Por medio de una discusión, análoga á la verificada en el anterior su- puesto, es fácil persuadirse de que la curva considerada consta solamen- te de dos ramas simétricamente dispuestas con relación al eje de las abs- cisas , é indefinidamente prolongadas en el sentido de las abscisas positivas y negativas, formando una serie de ondas, de amplitud igual á -k. La or- denada adquiere un valor máximo, igual á log (c + y c- -j- l), en los pun- tos donde x posee los valores O, dr ix, dz 2-, ...; y un valor mínimo, igual á log (c -f" V c^ — 1/) 6Q aquellos otros donde los valores de x son igua- 13 5 les á dz — ~) — — ■'^j — — ■^j ••• Y la curva presenta entoaces jJ untos de ¿ ¿i ¿ inflexión reales, cuyas abscisas determina la ecuación (5). VII CUADRATRIZ DE DINÓSTRATO 388. Se llama cuadratriz de Dinóstrato la curva engendrada (figu- ra 110) por un punto M, móvil de tal manera que en todas sus posi- ciones se verifica esta igualdad, AP are ai AO are ac representando A un punto fijo, y abe el cuadrante de una circunferencia de centro O y de radio igual á la unidad. Por ser, designando a y O el seg- mento O A y el arco ab, y x é y las coordenadas del punto M, Fiiiui'a no. ?/:=£(• tangO y a — X 11 — 351 — hallaremos, eliminaado 9 entre estas dos expresiones, la siguiente ecua- ción de la cuadratriz de Dinóstrato: 7:03 1/ ^ X cot - 2a 389. La historia de la cuadratriz de Dinóstrato hállase relacionada con la de los célebres problemas de la trisección del ángulo y de la eiia- dratura del circulo, que tanto se afanaron por resolver los antiguos geó- metras. En el estudio de esta curva se ocupó, efectivamente, por vez pri- mera HiPPiAS, que se cree vivió en la segunda mitad del siglo iv, anterior á Jesucristo, como lo testifica Proclo en sus Comentarios (prop. 9.* del libro 3.° y principio del libro 4."); y el cual la empleaba para resolver el primero de aquellos problemas. Ea las obras de Pappo [ed. Hultsch, p. 250-252) hállase expuesto un procedimiento de construcción de la curva de que se trata, así como su aplicación á la resolución del problema de la cuadratura del círculo {I. c, p. 256): aplicación debida á Dinóstrato, de quien por esta circunstancia recibió nombre aquella curva. Muchos siglos después, el P. Léotaud, que vivió cu el xvii, escribió, referente al mismo asunto, una obra titulada Líber in quo mirahiles qua- draticis facultates varice exponuntur. Y también la estudiaron Roberval (Mémoires de l'Académie des Sciences. París, t. vi, 1730, p. 57); Fermat (CEuvres, t. iii, p. 145); Juan Bérnoulli (Opera omnia, t. i, p. 447, y t. II, p. 176 y p. 179); y otros autores. La cuadratriz de Dinóstrato forma parte, en fin, de una clase de cur- vas estudiadas recientemente por Fodret en los Nouvelles Anuales des Mathématiques (3." serie, t. V, 1886,^. 39). 390. La figura de la cuadratriz se deduce fácilmente del análisis de su ecuación, renglones antes encontrada. Poniendo en ella x = 0, hállase por de pronto ?/ = O X oo; cuyo ver- dadero valor, puesto en claro por procedimiento muy conocido, es el si- guiente: 2a - 352 — Luego la curva corta al eje de las ordenadas en un punto B (fig. 111), en donde la ordenada 0B= ——. Y como en este punto ?/' = O, la tangente será allí paralela al eje de las abscisas. Advirtiendo además que el eje de las ordenadas es también eje de la curva, bastará, en consecuencia, estudiar la forma y propiedades de ésta en la región situada á la derecha del eje mencionado. Figura lU. Cuando x varía, pues, desde O hasta 2a, y decrece constantemente des- de BO hasta — ce, y el punto (x, y) describe la rama BDC de la curva que corta al eje de las abscisas en el punto D, dado por la abscisa OD=a. A esta rama corresponde la asíntota PQ, que tiene por ecuación x=2a. Cuando x varía desde 2 a hasta 4a, y decrece constantemente desde oo hasta — 00, y el punto {x, y) describe la rama infinita GFG' de la curva que corta al eje de las abscisas en el punto F, en donde es x = 3íi, y de la cual son asíntotas las rectas PQ y P"Q", á las cuales corresponden las ecuaciones a; = 2ayfl5 = 4a. Y, continuando la variación de x en el mismo sentido, obtiénense las otras ramas de la curva, iguales todas á la anterior, y en número infinito. Los antiguos geómetras limitábanse á considerar una muy reducida parte de la curva alrededor del punto B. Hasta que el P. Léotaud, en su obra — 353 — poco antes citada, demostró por primera vez que la curva consta de infi- nitas ramas, y determinó sus asíntotas. Formando la ecuación y" =0, resulta = tang - 2a 2a y, por tanto, y = — — . Luego la cuadratriz de Dinóstrato posee un nú- mero infinito de puntos de inflexión, situados todos sobre la paralela al eje de las abscisas que pasa por el punto B. 391. Para comprender cómo la curva que estamos considerando pue- de servir para cuadrar el círculo, basta advertir que, siendo 0B= , esta igualdad determina el valor de tc, cuando sea conocida la ordenada, OB, del punto en que aquella curva corta al eje de las ordenadas. Solución del problema, sin embargo, puramente teórica, puesto que no se conoce ningún procedimiento de trazar la curva por medio de un movimiento con- tinuo: como ya en lo antiguo fué advertido, según afirma Pappo. En la obra de Zeuthen, titulada Oeschichte der Mathematik in AUertum und Miííelarter (Kopenhagen, 1896, p. 76), encuéntrase expuesta en lenguaje corriente la solución, dada por Dinóstrato, del problema referido. 392. El área A, limitada por el arco DBD' de la cuadratriz y por el eje de las abscisas, se obtiene fácilmente partiendo de la siguiente fór- muía, en la cual — — = t, 2a u íc cot dx=2i I I tcottdt: 2a \^ JJo que, integrando por partes, y advirtiendo que ¿logsení es igual á cero, cuando t lo es asimismo, se convierte en la que sigue : A = — 2(^\ C^logsentdt. La integral definida, de la cual depende el valor explícito de A, fué de- 23 — 354 terminada del siguiente modo por Todhunter (A Treatise on the Integral Calculus. London, 1883,^. 65): It lL 1t I \ogBentdt= I \ogcoBtdt^ — í logj \di 1 C^ n = — I iogsen2ííZí -log2. Mas, poniendo 2t^y, I logsen2¿rf/ = — I log sení/c?//= I log sen¿/fZ?/. c/o 2 .7o Jo LiUego logsen¿f/í = log2. o - De manera que, finalmente, 4a2 1og2 VIII CURVA ELÁSTICA, Ó LINTEARIA 393. Dase el nombre de lintearia, 6 de curva elástica, á la definida por la ecuación c) dx Jo y a^ — [x' ,2 I /.^2 de cuyo análisis se deduce fácilmente la forma de aquella curva. Para ello, supongamos primeramente que c > 0. — 355 — Por ser la integral considerada igual a! límite de una suma de elemen- tos, de la forma (íc^ -\- c) dx \/a? - (a;2 + cf ' concluyese inmediatamente que y será imaginaria cuando c > a, cualquie- ra que sea x, y, por lo tanto, que en este caso no existe curva realizable; que, siendo a > c, «/ es también imaginaria cuando el valor absoluto de x es mayor que ya — c, y, por consiguiente, que la curva no se extiende más allá de las rectas paralelas al eje de las ordenadas que pasan por los puntos My M', cuyas abscisas son iguales á \a — e y — ya — c; y que á los valores negativos del límite superior de la integral co- jIM rresponden valores de y iguales, pero de signo contrario á los que corresponden á los valores posi- tivos de este límite: de manera, que la curva se compone de dos arcos iguales, OM y OM' (figu- ra 112), dispuestos uno de cada Figura 112. lado de los ejes de las coordenadas. Las tangentes á la curva elástica se determinan por la ecuación P' dy_ dx x^ -\- c y/ «2 _ (x^ + cf la cual demuestra que y no admite valores máximos ni mínimos; que el coeficiente angular de la tangente en el origen de las coordenadas es igual á , ; y que las rectas PM y P' M', paralelas al eje de las orde- nadas en los puntos extremos de la curva, son tangentes á la misma curva. Y del propio modo se concluye que, en el caso de ser c ■< O y a> c, la curva posee la forma representada en la figura 113, donde OP, igual á OP' , lo es también á \ a — c. Pero en este caso debe advertirse que la — 356 - curva admite ordenadas máximas (en valor absoluto) en los puntos A'' y N', correspondientes á las abscisas y — c y — V — c. 394. Para hallar el va- lí lor del radio de curvatura de ambas curvas conside- radas, adviértase que -X 9n^ a' X Figura IIH. [cfi — {x^ + c)-^Y Con lo cual basta par* con- cluir que R = 2x Luego el radio de curvatura de la curva elástica en el punto (x, y) es in- versamente proporcional á la abscisa x. Mereciendo notarse que esta propiedad es exclusiva de la curva de que ahora se trata, y que analíticamente la define. Para verlo basta integrar la ecuación (1-f /2)^ _ a_ ^ y" 20=' Por ser, en efecto, dy' __ J^^]L-=2xdx. (1 + 2/'^) 2 J (1 + :y'2)2 vrr hállase en el acto que x^ + c dy precisamente la ecuación diferencial de las curvas elásticas. 395. Aunque la integral de que depende la expresión finita de y no pueda determinarse por procedimientos ó funciones elementales, puede serlo, sí, por funciones elípticas, como ahora veremos. — 357 - Póngase en aquella integral x^ = v~^, y resultará que p-^ {x"-\-c)dx _ 1 r* icv-}-l)dv 2 c O, poniendo además v = t -\- 3 «2 _ pa + l)dt nr (a.2 _[_ c) dx c r"" (e< + a Jo V^a2 — (x2 + cf \/a^ — c^ Jt (c< + a)\/4i Üdt r^ dt 1 en donde 2 c2 4 c2 + 3a2 8c(9a2_c2) a = ; o, ^ ' ; y g»^ 3 a^-c^' ^' 3 (a2-c2)2' ''^ 27 (a^ _ c2)3 Luego y depende de una integral elíptica de primera especie y de otra de tercera, reducidas, según esto, á la forma normal, adoptada por Weiers- TRASS. Para expresar y por medio de funciones elípticas, póngase ahora C" dt , , . dt , I =?<, t = p{ti), y , = — du, Ji yát^-g^t-g., \JU^-g,t-g,^ representando por p (u) la función elíptica de Weierstrass, correspon- diente á las invariantes g^ y g^. Y así tendremos que p {x^ + c)dx ^ c r p" du 1 Jo \/a2 — (a;2 + cf ^a^ — c^V Jo cp (m) + a J ' a ó, poniendo — = — p (v), p {x^ + c)dx _ c r^^ 1 r" du 1 Jo \/a'^ - (x2 + c)2 \Ja^ — c2 L ^ Jo i? (") — P (*') J ' — 358 — Expresióa que, por la igualdad conocida (expuesta en nuestro Curso de Análisis, t. III, pág. 175) P (v) };(u — v) — ^{u-\- V) + 2C (f) =■ p{u)—p [V) ' y recordando que ^ (u) es la integral de — j) (u) {1. c.¡ p. 179), se trans- forma como sigue: I = 7— c'/iJ'(i') + log , + 2X,{v)u \. De todo lo cual concluyese, finalmente, que o c 1 . ct -\- a. p (ti) — p {v) — 367 — se ve que la lo?igitud del arco de la espiral de Arquímedes es igual á la del arco de la parábola anterior, comprendido entre los puntos cuyas or- denadas son iguales á los radios vectores de las extremidades del arco de la espiral. Proposición esta última debida, segúa testimonio de Pascal, á Ro- BERVAL. Pero como la demostración dada por este célebre geómetra estu- viese fundada en consideraciones cinemáticas, Pascal propuso otra muy distinta, completamente geométrica. (Oeuvres, ed. Hachette, t. ii, 1889, p. 450). Para más amplias informaciones, referentes á la historia de la espiral de Arquímedes, véase G. Loria: Le scienxe esatte nel'antica Grecia, t. ii, Moffewa, 1895, 2J. 113-122. n ESPIRAL DE GALILEO 408. Fermat, en sus cartas al P. Mersenne, de 26 de Abril de 1636 y 3 de Junio del mismo año [Oeuvres, ed. O. Villars, t. ii, 1894, p. 12), y en uno de sus escritos (Oeuvres, t. iii, p. 70), menciona una espiral, á la cual atribuye el nombre de Galileo. Y algunos pasajes de las obras de Mersenne (transcritos en el tomo ii, p. 15, de la nueva edición de las obras de Fermat), sugirieron á P. Tannery la conclusión de que la espi- ral así denominada es la curva representada en coordenadas polares por la ecuación p = a _ ¿,í)2. Curva que Fermat estudió á instancia de Mersenne, que la había en- contrado al resolver el problema de «hallar la curva descrita, relativamen- te á la Tierra, animada del movimiento de rotación diurna, por un punto material grave, que desciende hacia ella libremente, según la ley de Ga- lileo.» 409. La forma de esta espiral es fácil de obtener (fig. 115), 'VI Cuando O varía desde O hasta \ / — , p decrece desde a hasta 0; y cuan- — 368 — do después O varía desde Vf hasta 00 , el radio vector p es negativo y crece en valor absoluto desde O hasta oo. Luego el punto generador de la curva parte del A, en donde es OA = a; aproxímase al O hasta encontrarlo, describiendo la rama ABCO; y después se aleja indefini- damente de este punto, dando un numero infinito de vueltas alrededor del mismo. La tangente en el punto O forma un ángulo, igual á y/l con el eje Ox. A los valores negativos de 9 co- rresponde otra rama igual de la cur- va, simétrica de la primera relativa- mente al eje Ox. 410. Representando por V el ángulo formado por la tangente con el radio vector del punto de contacto, hállase que Figura 115. tangF: p 2V¿(rt — p) Fórmula que permite construir fácilmente las tangentes á la curva, y muestra que en el punto A la tangente es perpendicular al eje Ox. 411. La expresión del radio de curvatura de la curva , en el punto (p, 9), dice como sigue: ji^ (p2-4¿p4-4a¿>)^ _ p2 — 6¿(p + 8a¿> Y como, sustituyendo en el segundo término del denominador de esta igualdad, p por su valor en función de a, 6 y 9, se ve que este denomina- dor no puede ser nulo, concluyese que la curva no posee punto ninguno de inflexión. — 369 — 412. Para determinar los puntos duplos, existentes en la rama de la curva, dependiente de los valores positivos de 9, basta atender á que estos puntos deben evidentemente corresponder á dos valores de 8, sepa- rados uno de otro por el arco (2w -|- 1) ir, representando por n un número entero y positivo, y además á dos valores de p, iguales y de signo contra- rio, conforme indican estas expresiones: p = a_6e2 y — p = a — 6[9 + (2« + l)itf. De las cuales, por eliminación de p y resolución de la ecuación del segun- do grado resultante, se deduce que ha de ser , q _ — (2w -|- 1) 7i¿) jr V4a& — b^ -rt^ (2?^ + 1)^ b Ecuación ésta que puede dar para 9 valores imaginarios, negativos y po- sitivos. A los imaginarios no corresponden puntos de la curva; y á los ne- gativos tampoco corresponde ninguno de la rama considerada: basta, pues, considerar los valores positivos de 0. Para que 9 sea real, es necesario que se verifique la condición 4a>¿>7t2(2M + l)2; y para que sea positivo necesítase además que resulte satisfecha esta otra condición \/4ab~b^n^i2n-{-iy^ >(2w -f 1) u¿, 2a>6it2(2^j-j_l)a. La condición única para que el valor de 9 sea real y positivo se reduce, pues, á la siguiente: 2a>¿)7:2(2n+l)2: de la cual se desprenderán los valores de n á que corresponden los de 9, dados por la igualdad (1), pertenecientes á los puntos duplos buscados. 21 — 370 — Poniendo en las fórmulas anteriores n = 0, concluyese que solamente existirán puntos dobles cuando sea \ / — > — =:-. V ¿ V2 Pero, además de los puntos duplos que acabamos de determinar, la curva posee los puntos existentes en la rama de la curva que corresponde á los valores negativos de O, simétricos de los anteriores relativamente al eje Ox, y los colocados sobre este eje, en que las dos ramas de la curva se cortan. 413. El área descrita por el radio vector, cuando 9 varía desde O hasta 6, se halla definida por la fórmula 414. Y la rectificación de la curva se obtiene con auxilio de las inte- grales elípticas de 1.' y de 2." especie, conforme ahora pasamos á de- mostrar. Por de pronto ds = yjb'^ 94 + 2 (2¿2 — ab) 62 -f a2 . dH- 6, poniendo ^^^ x^ 1 b^x^ 4-2 {2b^ — ab)x 4- a^ , ds = ^ dx. 2 \/x [¿a %2 ^ 2 (2 ¿2 - ab) x + a^] Pues poniendo ahora ^2 [¿a x,^^2 (2¿2 — ab)x-\- a^] = F{x}, se hallará que 6 \/F{x) 1 [F' (x) + 2 (2¿2 — ab)x-\- 2a^\ dx y, por lo tanto, ds = — dF(x) 4-- ' dx . 3L V^(^) J — 371 .— Para lograr que en F{z) desaparezca el término del segundo grado, ad- mitamos que , , , 2 2b — a 3 6 y con esto se hallará que 1 rb j./r-, " 2i2b — a)vdv ds = 3 Vb ,./r-z " I 2{2b — a)vdt + ■92 2a^dv ¿>\/4í)3 } 9 1^^—92 en donde q, = l2h^ — ^ y f/., = 4 ('2^2 — "^\ h. De manera que, en efecto, s depende de dos integrales elípticas, una de primera y otra de segunda especie, reducidas á la forma normal, adoptada por Weierstrass. Y además vese, en conclusión, que una de estas integrales desaparece cuando ¿ = — a. 2 m ESPIRAL DE FERMAT 415. La denominada espiral de Fermat, estudiada por el gran geóme- tra de Toulouse, en carta dirigida al P. Mersenne en 3 de Junio de 1636 (Oeuvres, ed. G. Villars, t. iii, 1896, p. 277), tiene por ecuación Cuando 9 crece desde O hasta 00 , los valores positivos de p , correspon- dientes á 9, crecen también desde O hasta 00 . El punto generador de la curva da, pues, un número infinito de vueltas alrededor del origen de las coordenadas, describiéndola curva OABCD... (fig. 116), que se aleja cada vez más del mencionado origen, donde la curva es tangente al eje polar ó de las abscisas. — 372 — A los valores negativos de p corresponde otra rama OA' B'... de la cur- va, igual á la primera y tangente también en el punto O al eje de las abs- cisas. Las dos ramas reunidas forman una curva continua, de la cual O es un punto de inflexión y un centro. 416. El ángulo V, formado por la tangente con el radio vector del punto de contacto; la subnormal 5„; y la subtangente Sf se expresan por las fórmulas tangí = -^, «„=—-, y S, a^ 2p _ 2p^ de las cuales se desprenden diversos procedimientos para construir las tan- gentes é. la curva. 417. La expresión del radio de curvatura es 4 \2 R: p ■\ — 873 — 418. El área descrita por el radio vector, cuando 9 varía desde Qg hasta 9,, queda determinada por la fórmala ^ = iPp-^d8 = ^{V-6o^). 2 A 4 De la cual, poniendo 9q = O, 2Tt, in,... y ^^ = ^^-\-2tz, se deducen para valores de las áreas A^, A^, A^,..., correspondientes á una, dos, etc., revoluciones del citado radio, estas otras: Al = a^ K^, A^ = Sa^ v?, A^ = ^a^ v?,... Por ser OD ^ a y 2it, el área A^ resulta igual á la mitad del área del círculo de radio OD. Y por ser constante, é igual á 2a^Tt^, la diferencia de dos números su- cesivos de la serie A^, A^, Ar^,..., vese que el aumento del área en cada revolución es igual al área del círculo del mismo radio. Proposiciones ambas demostradas por Fermat en la carta á que renglo- nes antes se hizo referencia. 419. La longitud del arco de la curva, comprendido entre el punto O y el (9,p) tiene por expresión Jo \ UU Jo 2V/9(4e2+l) resoluble en las integrales elípticas r 92^9 n ¿9 J V'O (492 + 1) J V^9(4 6a_|_i)' La primera de estas integrales es susceptible de reducción, pues inte- grándola por partes se halla, en efecto, por de pronto J \/íj(492 + l) «L J V9(4 92-|-i) J - 374 y, por lo tanto, 9(462+ 1) Luego s = 3 L Jo V 9 (4 02 + 1) J cuyo valor depende exclusivamente de una integral elíptica de primera es- pecie. IV ESPIRAL PARABÓLICA 420. La espiral de Fermat pertenece á un grupo de curvas estudia- das por Jacobo Bernoulli en su Specimen Calculi Differentialis in di- mensione parabolce Aefócow¿¿s, publicado en 1691 en las Acta Ernditorum (Opera, t. i, p. 431), en donde determinó sus tangentes, sus puntos de inflexión, sus áreas y la longitud de sus arcos, y á las cuales aquel emi- nente geómetra dio el nombre de espirales parabólicas. Tienen por ecuación general estas curvas la siguiente: (p — o)2=2¿ja9. De la cual se desprende la que corresponde á la espiral de Fermat po- niendo en ella, primeramente, p = — , y después a = 0. a 42 1 . Las espirales parabólicas se componen de dos ramas. La primera, ABCD... (fig. 117), correspondiente á la ecuación p = a tJ- Y 2 pa9, parte del punto A, donde es 9 = O, y p = O A ^ a, y da un número infi- nito de vueltas alrededor del origen O, alejándose indefinidamente de este punto. — 875 — Y la segunda rama, AOEFQ..., correspondiente á la ecuación p = a — Y 2paO, parte del mismo punto A y aproxímase cada vez más al O, hasta encon- trarle allí donde 9 ^ — , para después alejarse indefinidamente del mismo 2p punto. Figura 117. La tangente á la curva en el punto O forma un ángulo igual á con 2p el eje de las abscisas. En los demás puntos Bebnoülli determinó las tan- gentes valiéndose de las siguientes expresiones: P (P — «) „ P^ (P — «) tangw= , y Oj = ap ap designando por w el ángulo de la tangente buscada con el radio vector del punto de contacto, y por S, la subtangente: fórmulas de las cuales se de- duce que la curva es tangente al eje de las abscisas en el punto A. 422. La curva tiene evidentemente puntos duplos para cuya deter- — 376 — minación es menester encontrar dos valores de B, que difieran entre sí en (2w -|- 1)71, siendo n número entero y positivo, y á los cuales correspon- dan valores de p iguales y de signo contrario. En estos puntos debe, pues, verificarse que 2 = a-\-yJ 2im^, y — ^ = a — 'yj 2pa[^ -\- {2n -\-\)-k\; p = a — '\/2j5a9, y — p = a — Vs jía [9 -f (2 »i + 1) ti], según que el punto duplo proceda de la intersección, una con otra, de ambas ramas, 6 de cortarse una de estas ramas á sí misma. En ambos ca- sos, por eliminación de p, se obtiene este resultado: { 4 a2 — 2 pa [2 6 -f (2 M + 1) tt] } 2 = 16 p2 ^2 9 [9 ^ (2 „ _^ i) „]; y, por lo tanto, ^_ [2a-p{2n + l)^f _ 8 ap Fórmula en la cual n representa cualquier número entero positivo, y que sirve para determinar los valores de 9 á que corresponden puntos duplos de la curva. 423. Para determinar los puntos de inflexión de la espiral conside- rada, recurriremos á la fórmula general p2 — p — ^ di ^m-- que, aplicada al caso de que ahora se trata, se transforma en la que sigue: p2 ( p — a)3 + 2 p^ «2 ( p _ a) ^ pa «2 p = 0. De esta ecuación, combinada con la de la curva, se deducirán los valo- res de p y 6, correspondientes á los puntos de inflexión buscados, entre los cuales muestran las mismas ecuaciones que ha de poseer la curva uno real, por lo menos. Y también de su atenta consideración se infiere que los ^ 377 — puntos de inflexión reales de la curva se hallan situados en el interior de la circunferencia, cuyo centro coincide con el origen de las coordenadas, y cuyo rculio es igual á a; y que el valor de p en estos puntos es positivo. Luego, fuera del arco AEFO de la curva, no es posible que ésta posea ninguno de aquel nombre. 424. El área descrita por el radio vector p, al pasar de una posición á otra distinta, es fácil de calcular. Pues, en efecto, tomando como posi- ción inicial del radio la O A, el área se hallará expresada de este modo: [s -j ^^ 3 J De donde se deduce, por referencia al signo — , y poniendo por 9 su valor en el punto O, donde O = , que el 2p O A y su cuerda, tiene por expresión en el punto O, donde O = , que el área A^, comprendida entre el arco 2p A= " 2ip 425. Para rectificar la espiral considerada, contando los arcos á partir del punto A, hállase que fórmula transformable en integrales elípticas. Para más amplias informaciones referentes á la espiral parabólica véase G. E. Weyer: Ueber die paraboUsche Spirale, Leipzig, 1894. V ESPIRAL HIPERBÓLICA 426. Con el nombre de espiral hiperbólica designó Juan Bernoulli (Acia Eruditorum, 1713, jj. 77; Opera omnia, t. i, p. 552) la curva de- finida por la ecuación p(j = m , en la cual m representa una constante. — 878 — Como p disminuye y tiende hacia O, conforme 9 aumenta y tiende hacia oo vese que la curva da un número infinito de vueltas en rededor del orig en, O, de las coordenadas, al cual indefinidamente se aproxima, y que por tal mo- tivo constituye un punto asintótico de la misma curva ( fig. 11 8). Representando por x é y las coordenadas cartesianas de la curva, hállase que •3 f B 1 í ^V^ L> y = p sen ' ■ m sen 8 Figara 118. de manera que y tiende ha- cia m, conforme 9 se apro- xima á cero. Luego la recta AB, paralela al eje Ox, y cuya distancia á este eje es igual á m, es asíntota de la curva. 427. La subtangente, la subnor?nal, la longitud de la tangente y la longitud de la normal de la espiral hiperbólica, resultan expresadas por las fórmulas siguientes: S,^-m; S„ = - — = --^; fp m La primera de las cuales demuestra que la subtangente es cantidad constante, cualquiera que sea el punto de la curva á que se refiera: pro- piedad que permite construir con suma facilidad la tangente en cualquier caso. 428. El radio de curvatura tiene por expresión jg ^ p jm^ + P^) s ,2\ 2 w m N3 de la cual también fácilmente se deduce la determinación del centro de — 379 — curvatura, y que, además, muestra que la curva carece de pimtos de in- flexión. 429. El área descrita por el radio vector, cuando éste se mueve desde la posición correspondiente al ángulo ()q, hasta la correspondiente al 9^, se determina por la fórmula 2j8„ 2 (Po — Pi). y es igual al área de un triángulo de construcción muy sencilla. 430. Y por esta otra la longitud del arco de la curva, comprendido entre los puntos (Po, 9o) 7 (pi, 9i): « = P yp' ^ + I • '¿P = J' Vm«í'^ + pVrfp 2 v/pi^ + m« + kSTT^+^iog-^ L 2 V/Pn^ + m 2 \/p„2 + ^a + m O «= T,- To + ^log Í^:í^^1ÍZ^±^: "^ 2 ^ (Ti + m)(7o-m) representando por Tq y T^ las longitudes de las tangentes á la curva en los puntos considerados. 43 1 . Entre los resultados que acabamos de obtener, referentes á la espiral hiperbólica , y los obtenidos en los Núms. 347 á 350, al tratar de la curva logarítmica, adviértense algunas analogías y relaciones en las cuales conviene insistir un momento. Si consideramos un punto de la espiral hiperbólica y otro de la logarít- mica (Núm. 345), tales que la ordenada cartesiana de éste sea igual al ra- dio vector de aquél, las lotigitudes de la subtangente, de la subnormal, de la tangente, y de la normal en ambas curvas, correspondientes á los dos mencionados puntos, son iguales. Y si consideramos además dos puntos de — 380 — la espiral hiperbólica y otros dos de la logarítmica, tales que las ordenadas de los últimos sean iguales á los radios vectores de los primeros; el área de la figura, formada por estos radios vectores y por la espiral, es mitad del área de la figura, limitada por las dos ordenadas, por el arco de la logarít- mica entre ellas comprendido, y por el eje de las abscisas. Así como la longitud del arco, comprendido entre los dos puntos considerados de la espiral, es igual á la longitud del arco comprendido entre los puntos co- rrespondientes de la logarítmica. VI L I T U US 432. El lituus (cayado 6 báculo) es una curva espiral, de la cual trató por vez primera Cotes en su Harmonía mensurarum, publicada en 1722, y que tiene por ecuación, en coordenadas polares, la que sigue: De la cual inmediatamente se deduce que: «El lituus es una curva de tal condición que, al variar de situación el punto generador, pasando de M á My.., el área del sector circular, que tiene por centro el origen O de Fisnra 119. las coordenadas, y que se halla comprendida entre el eje polar Ox y el radio vector OM, permanece constante». — 381 — 433. La misma ecuacióa enseña que, cuando 9 aumenta, el punto ge- nerador de la curva describe un número infinito de vueltas alrededor del O, aproximándose indefinidamente á él, sin jamás alcanzarle. Cuando, por el contrario, 9 tiende hacia O, el punto generador se aleja indefinidamente del eje de las ordenadas, aproximándose al mismo tiempo al de las absci- sas, como asíntota que es de la curva. En los puntos A, B, C, D, E..., don- Ti 3 5 de 6 es sucesivamente igual á — ,ir, — u, 2w, — it,— , p adquiere estos otros valores, correspondientes á los de 9 (fig. 119): OA =.yi,oi,=„yx,oc=ayx,... 434. La subtangente de la curva en el punto (9, p) tiene por expresión 5,= p2Í!. = _l^, dp p igualdad que permite construir las tangentes al liíuus. 4Í5. Para determinar los radios de curvatura del lituus sirve esta otra fórmula: j.^ p(4a4^p4)2 2 a2 (p* — 4 a*)" 436. Y los puntos de ififlexión de la curva se encuentran mediante el análisis de la igualdad ^¿92 [d^ ) ^ que, en el caso de que se trata, se reduce á 19-^-1 = 0: 4 de donde se concluye que 9 = ±: — . Como á 9 :^ corresponde un — 382 — valor imaginario de p, la curva posee un solo punto de inflexión, M.¿, defi- nido por las coordenadas 6= — yp=av2. id 437. El área A, descrita por el radio vector, cuando 9 varía desde 8q hasta 6j , se halla expresada por la fórmula A^ — a'^ log _ . 2 ^ \ 438. Mas por ser la curva no es rectificable por medio de funciones elementales. Reduzcamos la integral anterior á la forma »j ^ (1 + 46^)^9 2 e \/ O (1 -t- 4 92) ' y sencillamente se verá que la rectificación de la curva depende de las in- t«grales 9 \/8 (1 + 4 92) J VMI + 462)' y teniendo presente la igualdad general conocida, fácil de verificar, r ¿9 _ 2 V 9 (4 92 + 1) ^ r* 9¿9 J '9 V (4 92 -t-T)9 ^ J VH4íI'+1j ' hállase, en conclusión, que _ l"Veo(4Bo2 + l) y ^i, (4 9,2 + 1) ^ ^ p ^¿9 I L ^0 ^1 A \/9(492 + l)J Por lo tanto, s depende de una integral elíptica de segunda especie, re- ducida á la forma normal adoptada por Weierstrass. — 383 — VII ESPIRAL LOGARÍTMICi» 439. Las primeras indicaciones referentes á la espiral logarítmica en- cuéntranse en dos cartas escritas por Descartes al P. MersEnne en 1638: en las cuales el gran filósofo habla de la curva, secante á todas las rectas, situadas en su mismo plano y que parten de un cierto punto ú origen, for- mando con ellas un ángulo constante: precisamente la denominada espiral logarítmica. Cuyas propiedades notables fueron poco más tarde descu- biertas por Jacobo Bernoulli, quien las expuso en dos artículos, publi- cados en 1691 y 1692 en las Acta Eruditorum (Opera, t. i, p. 442 y p. 491). 440. Por ser, representando por V el ángulo formado por el radio vector que pasa por un punto de la curva con la tangente á la curva en el mismo punto, tangF=-S-— , dp la ecuación diferencial de las curvas, á las cuales corresponde un valor constante de V, será prf6 1 dp ""T" que, integrada, produce la siguiente ecuación finita de las mismas curvas, ó de las espirales logarítmicas: p = Ce'\ Por medio de esta ecuación vese que la parte de la curva, correspon- diente á los valores positivos de 6, desde O hasta co, arranca (fig. 120) del punto A, cuyas coordenadas son O y C, y da un número interminable de vueltas alrededor del origen de las coordenadas ó polo, desviándose cada vez más de este origen; y la correspondiente á los valores negativos, desde O — 384 ~ hasta — 00, parte del mismo punto, y describe también infinito número de vueltas en derredor del polo, aproximándose á él incesantemente sin alcan- zarle nunca. Figura 120. 441. La subnormal, la subtangente y la longitud de la normal tienen por expresiones respectivas las siguientes: Sn = C^> Si = {, y iV=p\/l + c2: de las cuales inmediatamente se deduce que S„, Sfy N son proporciona- les á fi 442. Y el radio de curvatura esta otra: B=i>yi-(-c2 proporcional también a p, e igual én longitud á la normal. Trazando, pues, la normal á la curva en el punto M, y prolongándola hasta cortar en JV^á la recta ON, perpendicular á OM, se obtiene el cen- tro de curvatura N, correspondiente al punto M. — 385 — Y así es fácil obtener el valor de las coordenadas (J^ y pj del punto N. Tenemos, con efecto, por ser ON la subnormal, p^ = ON'=cp=^Cce<'\ y 6^ = JVO.r = fl + 2 Eliminando luego S entre estas ecuaciones, hállase que Y poniendo ahora 2 c resulta finalmente Luego la evoluta de la espiral logarítmica es otra espiral logarítmica, igual á la primera y referida al mismo polo (Jacobo Beenoulli). Si fuese, representando por 7i cualquier número entero. ^ _ He ^ 9 ?Í7T la evoluta de la espiral considerada coincidiría con la propia curva. 443. Si 05 representa la perpendicular, trazada desde el origen O á la ilíí'(fig. 120), tangente ésta á la espiral en el punto M, el lugar geo- métrico de S, conforme M varíe, será la podaría de la curva, relativa- mente al punto O. Por ser OS = OMaen OMS y tang 0M8 = — , resulta que ÓS= , P .. Y por ser también MOS ^ OMN, el ángulo MOS será constante, y podrá designarse por a. Representando, pues, por p' y S' las coordenadas polares de S, há- llase que p'= P y 9' = 9 -a. ■ Vc'^ + l — 386 — Ecuaciones que, combinadas con la de la curva, producen para ecua- ción de la podaría la siguiente : .í C 0(6' + a) tí 1 V^c2"+ 1 de la cual se concluye, procediendo como en el ndniero anterior, que la podaría de la espiral logarítmica es otra espiral logarítmica, igual á la primera (Jacobo Bbenodlli). 444. Demuéstrase también en la Óptica que las cáusticas por refle- xión y por refracciÓ7i de la espiral logarítmica son asimismo espirales lo- garítmicas. (Jacobo Bernoulli). Estas propiedades de reproducción de la curva, y las consideradas en los Núms. 442 y 443 , vivamente excita- ron y sostuvieron la atención del mismo eminente geómetra mencionado, en el detallado estudio á que se consagró para ponerlas bien en claro. 445. El área descrita por el radio vector de la espiral logarítmica, cuando 9 varía desde 6q hasta 8j, tiene por expresión 4c 446. Y con no menor facilidad se encuentra la longitud de un arco, s, de la curva, comprendido entre los puntos (Oq, Pq) y (9^, pj), valiéndose de la fórmula í:v; f/f)2 , , , \/l 4- c2 , vm lESPIRAL DE POINSOT 447. Dase el nombre de espiral de Poinsot á la curva definida por la ecuación 2a e -f- e — 387 - por haber sido considerada por aquel tan ilustre geómetra en su célebre memoria titulada Théorie Nouvelle de la Rotaüon des Corps, presentada al Instituto de Francia en 1834 y publicada ea el Journal de Liouville (1!^ serie, t. xvi). Por ser p = a cuando es O ^ O, y p = O cuando es O = oo, y por ser negativa la derivada da -^ = — Zam e-9-e- (e" I ^ g-m9y2 cuando O es positiva y diferente de cero, vese que una parte, ABCD..., de la curva resulta engendrada por un punto que, partiendo de A, en donde Figura 121. p = «y6 = 0, da un número infinito ]de vueltas^alrededor del origen O, en sentido positivo, aproximándose indefinidamente á este punto. Y, como la ecuación de la curva no se altera cuatido se muda 9 en — 6, concluyese que la otra parte AB^CDy.., de la curva es simétrica de la primera, rela- tivamente al eje O A (fig. 121). —'388 — 448. El ángulo F, formado por la tangente á la curva con el radio vector del punto de contacto, se determina por la fórmula tang F ^ ,„p (e™» — e-™®) según la cual la tangente á la curva en el punto A es perpendicular á OA. Representando por N\a longitud de la normal polar, hállase que ^ '/" ' „2\ „2 ™2n2. a nf) a^ — w p"" fórmula adecuada para construir las normales á la curva. 449 . El radio de curvatura de la espiral de PomsoT puede calcular- se por esta otra fórmula: De la cual se concluye que la curva carece de punios de inflexión. En el punto A, la expresión del radio de curvatura se reduce á la que sigue : a R: m^ -)- 1 450. Para hallar el área recorrida por el radio vector de la espiral considerada, cuando & varía desde O hasta H, sirve esta otra fórmula: A = 2a^^ r '^ = — í- ^— I Jo ^e'«0_^g-™e,2 2>n 12 e^'-O + lJ 451. Y para determinar la longitud s del arco de la misma espiral, comprendido entre el punto ^ y el punto (9, p), comenzaremos por escribir la expresión, fácil de encontrar. í O 2adH r 5 V(l + w2) (e^'"^ + e-"^"'®) + 2(1— ^2). (e'^' + e-'"^) m0^2 1 — 389 — Mas, poniendo e^"*" = %^ y representando por U\a, integral ^= r « "^^ », V^(l + m^) (e^^S + e-2^9) + 2 (1 -m^), hállase que ~ 2mJ (x + í)^ V * = J_ C t( 1 + ^»^) :t2 + 2 (1 — ??z2) X + 1 + w2] ¿^ 2»í J (x + 1)2 Vz [(1 + ^2) ;í2 _^ 2 (1 — m^) x; + 1 + m^] ' Suponiendo además que Z [(1 + W2) í;2 _|_ 2 (1 _ .,«2) ;5; _^ 1 _|_ ^2] = F (x) , despréndese la identidad í^íí)_ = 1 + ,„2 _ 4,;^2 r — 1: 1 1_ X (X + 1)2 L ^^ + 1 (^ + 1)^ J De la cual se infiere que U= -- [(1 + m^} f-^^_4m2 f í^^-=^ 2w L J Vi?^(*) J (x + 1)Vj^(x) 4- 4m2 f ^' . I J {z-\-l)^\F(x)A Y de ésta, empleando una fórmula demostrada en la Teoría de las Fun- ciones elípticas, ó la siguiente identidad, fácil de verificar por diferen- ciación: p rf;t ^ }/f{x) r dx J {x-{-i)^}/¥jx) 4^2 (x + 1) J (^+i)y;^ 1 + ^2 r'{x-{-l)dx ^m^ J yjF (x) — 390 — lo que sigue: IT^ ] V\F{x) m'^4-1 r dx 1 + m^ r xdx I 2mlx+l 2 J ^^Y(^) 2 J VF(¡)J" Para que las integrales elípticas que figuran en esta fóroaula adquieran la forma normal adoptada por Weierstrass, basta poner x^ V -\- h y h ^ 3 \ -\- m^ con lo cual desaparece el término de segundo grado que entra en la com- posición de F(x), y se obtiene finalmente 2m I ^ \x. -r llí- 1 . I í/ZHjJ g y g r 5 + ^2 r dv L3(i + m-^) J y4V3_^,^, J y4iT3 — ^j t; _ ^2 2 (í^ + 1 + A) J ■ en donde las invariantes g^ y ¿r^ significan lo que sigue: ^^ = 4(3;í2_i) y g.^ = Ui2h^-l). Vese, pues, que la rectificación de la espiral de Poinsot depende de dos integrales elípticas, una de primera y otra de segu?ida especie. TX ESPIRAL TRACTRIZ 452. Con el nombre de espiral tractrix se designa la curva cuya tan- gente, en coordenadas polares, es de longitud constante. Curva estudiada por RouQüEL en los Nouvelles Annales de Mathématiques (1863, p. 494), donde también se encuentran resueltas por el mismo matemático dos cues- tiones que, referentes á ella, había propuesto anteriormente Haton de la GoüPiLLiÉRE (Nouvelles Annales des Mathématiques, 1863, p. 336). — 391 — 458. De la definición anterior inmediatamente se deduce que d9\2 „ . .. ,1 a^d(, rfp y/a^ É, integrando, encuéntrase, en términos finitos, que la ecuación de la men- cionada curva será fj: v«2 p' p are eos -^ en la cual 9 puede ser positiva ó negativa, no figurando en ella la constan- te arbitraria, introducida por la integración, por haber ya sido eliminada mediante la condición de ser 6 = 0 cuando p ^ a. Por medio de la anterior ecuación y de su diferencial Va^ — P^ d^ dp p2 adviértese que, cuando o varía desde a hasta O, los valores positivos de O crecen constantemeute desde O hasta 00, y el punto generador de la curva describe un arco (fi- gura 122), ABCD..., que parte del punto A, colocado á la distancia a del punto O, y describe un nú- mero infinito de vueltas alrede- dor de este punto, 6 polo asintó- tico, al cual se aproxima cada vez más, sin llegar á confundirse con él nunca. A los valores negativos de 9 corresponde otra rama de la curva, igual á la precedente y simétricamente dispuesta relativamente al eje Ox, AB^CDy,. 454. Por ser Hfin n f'.fiNU dx Figura 122. seno — C08U eos 9 -|- sen O v/« — 392 — vese, en primer lugar, que las dos ramas de la curva son tangentes al eje Ox en A, donde en consecuencia la curva posee un punto de retroceso. Y, por medio de la misma ecuación, vese también que los puntos donde y pasa por un valor máximo ó por uno mínimo se hallan definidos por la expresión tang9 = ^ P Y como poniendo o; ^ p eos 9 é ?/ = p sea O se halla la ecuación x^ -\- y'^ ± ax -^ Q , que representa dos círculos iguales, cuyos centros están en el eje Ox, á la distancia — a del polo O, resulta que los puntos de la curva donde y pasa por un máxwio ó por un tjiínimo corresponden á las circunferencias de los círculos á que acabamos de referirnos. Y del mismo modo se concluye que los puntos donde x pasa por un má- ximo ó por un mínimo se hallan situados sobre las circunferencias x^ -\- y^ ± ay = 0. Propiedades que no hemos encontrado mencionadas por autor alguno, ni en las cuales sabemos tampoco si antes de ahora ha reparado nadie. 455. El radio de curvatura de la espiral traetrix tiene por expresión R. ap\/ 2 „2 p V « — p a2 — 2,o2 • según la cual la curva posee dos puntos de inflexión, cuyas coordenadas son (RouqüEL: 1. c.) Representando por a el ángulo de la normal en un punto cualquiera con el radio vector del mismo punto, dedúcese que \/a2 - f ^ ? cota = !— , ó sena = — . p a 393 — Y, utilizando esta igualdad, podemos dar á la expresión del radio de cur- vatura la siguiente forma (RouqueL: 1. c.) _, p cosa eos 2 a 456. Designando por s, según costumbre, la longitud de los arcos de la curva, 7 A / o dh^ df y, en consecuencia, tomando por origen de los arcos el punto Á, s = a log = — a log sena. 457. Y no más difícil es hallar la siguiente expresión del área, A, descrita por el radio vector de la espiral tractriz, cuando este radio varía desde a hasta un valor cualquiera, p: A = p Va^ — p^ a'-^ are sen — -\ a^ -n. 4 4 a ' 8 458. Para dar por terminado este asunto, transcribiremos, sin dete- nernos á demostrarlas, las dos proporciones siguientes, enunciadas por Haton de la Goüpilliére (I, c), y demostradas por Roüquel (/. c.) y Laqüiére (Nouvelles Ármales des Mathématiques, 1863,^. 549): 1.* La curva recíproca de la evolvente del círculo para los radios ema- nados del centro es una espiral tractriz. 2.* Y también lo es el lugar geométrico del polo de una espiral hiper- bólica que rueda sobre otra igual, coincidentes ambas una con otra al ini- ciarse el movimiento. 394 X LA COCLEOIDE 459. Falkenbürg y Benthen (Mew Archief, Amsterdam, t. x, p. 76) designaron con el nombre de cocleoide (de xoyXri, concha) á ia cur- va que tiene por ecuación sen9 r = « Curva de la cual se tuvo la primera noción por un problema propuesto en 1857 por Catalán en su Manuel des Candidats á l'Ecole Polytechni- que, y que años des- pués estudiaron CesIro (Nouvelle Correspon- dance, t. iv, 1878, pá- gina 283); Falkenbürg (Archiv der Mathema- tik, Leipzig, t. cxx, pá- gina 259); Neuberg (Matthesis, t. v, 1885, p. 89); etc., etc. 4G0. Del análisis de la ecuación es fácil infe- rir la forma de la curva. Cuando 6 varía desde O hasta ir, su punto ge- nerador describe el arco ^50 (fig. 123), tangente en O al eje polar. Cuan- do, á continuación, 8 va- ría desde ir hasta 27t, el mismo punto describe el arco Od eO, también tan- gente en O al eje polar. Y, suponiendo que la variación de () continúe, obtié- nense una serie de arcos cerrados, como el OfgO, tangentes todos al eje Fignra 123. — 395 — polar en el punto O, y que no pueden cortarse unos á otros; porque, si se cortasen, los valores de 9 en los puntos de intersección deberían satisfa- cer á esta condición: sen (O -)- nn) sen (O -|- niTz) S -\- n-K O -)- mn en la cual m y n representan números enteros positivos, uno par y otro impar: lo cual daría para O un valor negativo, contradictorio con lo antes supuesto. Admitiendo valores negativos de 9, obtiénese, sí, otra rama de la cur- va, simétrica de la anterior relativamente al eje polar, señalada en la figu- ra 123 con las mismas letras, diferenciadas con subíndices, que la prime- ra, salvo en los puntos A y O, comunes á las dos. 46 1 . Por ser dp 9cos9 — sen9 p(acos9 — p) ^9 ~ " 92 08^9 ' vese que será — = O , cuando sea 9 = O , y también cuando sea p = a eos 9. d9 Luego la circunferencia, de radio igual á — OA, y cuyo centro coinci- ó de con el punto medio de O A , corta á la curva en los puntos en que p pasa por un valor máximo ó mínimo. 462. Y por ser dy 9 sen 2 9 — sen'^9 '^'^ 9cos29 — — sen29 2 resulta que la tangente á la curva en el punto A es perpendicular al eje de las abscisas. La derivada ,— es infinita en los puntos donde a (cos^ 9 — sen^ 9) = p eos 9. Y, poniendo en esta ecuación x = p eos 9 é ¿/ = p sen 9, resulta que {x^ -\- y^) X = a {x^ — y'^). — 396 — Luego todos los puntos en que la tangente es perpendicular al eje de las abscisas corresponden á la cúbica representada por esta ecuación , ó sea á una estrofoide. d ii Por ser —^ = O en los puntos donde p = 2a eosO, vese qne todos los puntos donde la tangente es paralela al eje de las abs- cisas corresponden á una circunferencia de radio igual á a, y cuyo cen- tro se halla situado en A. 46;}. La ecuación, referida á coordenadas polares, de las tangentes á la cocleoide, es — = — — sen (9 — 2&,) H ^ sen (9 — 9.), p pj ^ asenQj ^ representando por 9^ y p^ las coordenadas del punto de contacto. Y poniendo en esta ecuación 6 ^ 29^, hállase que p = a. Luego la tangente á la curva en el punto (9j, pj) pasa por el (20,, a): esto es, por el punto simétrico del vértice A, relativamente á la recta que une eZ (9j, pj) con el origen. Teorema debido á Cesíro [1. c), que facilita grandemente la construcción de las tangentes á la cocleoide. 404. El radio de curvatura de la curva de este nombre se halla de- terminado por la fórmula (a^ + p^ — 2apcos9)^_ 26(a2 — apcosO) " de la cual, en el caso de ser 9 = O, se desprende para valor del radio, en 3 el punto A, R = — a. Y, poniendo p = O, vese que en el punto O, donde 4 9 = zt 7c, ib 2Tr, dr '¿tz..., se verifica que R = - — , . ■^ 27: 465. A las propiedades de la cocleoide acabadas de exponer agrega- remos, para concluir, el siguiente enunciado de un teorema descubierto también por Cesaro {1. c.) de fácil demostración: Cuando un punto móvil describe una circunferencia, el centro de gra- — 397 — vedad del arco descrito se tnuere asimismo sobre una cocleoide, cuya tan- gente en un punto cualquiera se dirige constantemente hacia el punto ge- nerador de la circunferencia. 466. La cocleoide es la curva inversa de la cuadratriz de DiNÓs- TRATO. Siendo de advertir que los antiguos geómetras emplearon esta de- signación en sentido diferente del que actualmente se le atribuye. Como que, según un comentario de Jamblique, conservado por Simplicius en sus Comentarios sobre Aristóteles, Pappo aplicó el nombre de cocleoide á la misma curva á que Proclo y Eütocio dieron el nombre de concoide: esto es, á la curva considerada en el Núm. 163. [Véase P. Tannery: Histoire des ligues et des surfaces courbes dans l'antiquité. (BuUetin des Sciences Mathématiques , 1883, p. 183.)] XI LA CLOTOIDE 467. Denominó Cesáro clotoide, nombre derivado del de la parca hilandera Cloto (KXoOw), á la curva de curvatura proporcional á la longi- tud de un arco de la misma, contado á partir de ua punto fijo, hacia la cual llamó la atención por vez primera Jacobo Bernoulli, según puede verse en un fragmento de sus escritos, publicado después de su muerte (Jacobi Bernoulli Basileensis Opera, t. n, Oenevce, 1744, p. 1084); y que Cornü descubrió de nuevo en época reciente, al ocuparse en el estudio de los fenómenos de difracción de la luz (Comptes rendus de l'Académie des Sciences, Paris, 1864,/?. 113). Pero Cesaro, como ya queda dicho, fué quien le dio nombre (Nouvelles Afínales des Mathématiques, 3." serie, t. V, 1886; y Lezioni di Oeometria intrinseca, Napoli, 1896), y quien descubrió y estudió sus principales propiedades. 468. Representando por p el radio de curvatura de la clotoide en un punto cualquiera; por s la longitud del arco, comprendido entre este pun- to y otro punto fijo; y por a una constante, la ecuación de la clotoide es, por definición, (1) ps = a2. — 398 — Siendo preciso para obtener la ecuación de la curva, referida á coorde- nadas cartesianas, recurrir al Cálculo Integral, como sigue. De las ecuaciones diferenciales conocidas d^ X 1 dy d'^ y \ dx ds^ ^ ds ^ ds'^ p ds se desprenden, en efecto, estas otras: d^ X s dy d^ y s dx ds^ ~~^'ds' ^ ~ds^~ ^~~(fi di' d ce (] íi que pasamos á integrar. Para lo cual, poniendo -7— ^ i y — "- = z, se as ds encuentra, por de pronto, que dt s dx s ds~ a^ ^ ds ~~^ ' Y como la ecuación ds^ = dx^ + ^2/^ equivale á esta otra, t^ -\- x^= 1, resulta que dt ds a^ y, de consiguiente, are sen r = \-c,, o =¿^sen| \- c,]- 2a2 ' ds \2a^ V De la ecuación t^ -\- x^= I se deduce también que -^ = ,: = VT^^ = eos (— + cX ds \2a^ 7 y, en consecuencia, para determinar los valores de x é y disponemos de estas dos ecuaciones: X = I sen í [-C, |/í„ 4 ,, X y= \ cosí \- cA ds -\- c^: 399 las cuales pueden simplificarse adoptando, para origen de las coordenadas el punto, origen de los arcos, donde s==0, y para dirección del eje de las ordenadas la tangente á la curva en el mismo punto. Porque, en tal su- puesto, hallaremos que Cj = O, c^ = O, y Cj = 0; y, por lo tanto, (2) "=r 2 «2 ds é ?/ = ?/ = i eos as. Jo 2a^ 463. Indaguemos ahora cuál es la forma de la clotoide. De la ecuación (1) inmediatamente se infiere que o solamente adquiere el valor oo cuando s = 0; y que solamente será igual á cero cuando sea igual á 00 el de s. Luego la curva so- lamente admite un punto de infle- ^ -^ xión en el origen (fig. 124), sin más inflexiones en todo su trayecto: co- mo se infiere también que la curva- tura aumenta constantemente con s' Y de esta otra relación, dy dx eos 2a2 cotg sen 2a2' 2 «2 -X Flgnra 124. concluyese también con gran facili- dad que las tangentes á la clotoide, paralelas al eje de las abscisas, corresponden á infinidad de puntos, de- terminados por los valores de s, dados por las ecuaciones 2a2 y las paralelas al eje de las ordenadas á infinito número de puntos tam- bién, correspondientes á los valores de s, definidos por las ecuaciones 2a2 O, Tí, 2iz, ^-n... — 400 — .■?" Poniendo en las ecuaciones (2) = r. y tomando como límite de s 2a2 el 00, encuéntrase a f"^ senv ^ ,. a /^*cost' y 2 Jo sjv ''='^ y 2 Jo \¡v Las integrales que figuran en estas ecuaciones son conocidas en el Aná- lisis por el nombre de integrales de Fresnel, por haberlas empleado este sutilísimo físico y eminente geómetra en sus investigaciones de Óptica, y VI- representan el número constante \/ — . Luego \ímx:= — y ■r. y \ímy= — V ■^• s=a> 2 •<=^ 2 Y, en consecuencia de todo, las coordenadas x é y serán finitas, cual- quiera que sea s; y el punto {x, y) se aproximará indefinidamente al | — a\/ TT, —ay'-K] conforme s se aproxime, indefinidamente también, al valor oo. Mudando s en —s, x é y cambian simplemente de signo: luego la cur- va posee otra rama igual á la hasta ahora considerada, y dispuesta, por re- ferencia á los ejes de las coordenadas negativas, como lo está la primera relativamente á los ejes de las positivas. La cicloide, en suma, presenta, como advirtió por primera vez Cornu, la forma indicada en la figura 124, en la cual Ay B representan dos pun- tos asintóticos i— a\J - , — a V''^) y | — — «V-^, — --aV"j;7 O un punto de inflexión. 470. La evoluta de la clotoide puede hallarse por medio de las ecua- ciones conocidas dy . r, dx x — y- = — ?-S- é y — ^ = ? -rT> (donde a y ¡3 designan las coordenadas del centro de curvatura), y de las cuales se deduce que — 401 — «2 s'^ ,, cfi X — a = eos -f-TT , y u — 3 = — sen s 2a^ ' ■' -^ "^ s 2a^' ecuaciones éstas que determinan las coordenadas a y ¡3 de los puntos de la evoluta en función de s. 471. Ijas propiedades más interesantes de la clotoide son las refe- rentes Á los centros de gravedad de sus arcos, descubiertas por Cesaro (Noiivelles Anuales des Mathcmaliques , .3." serie, t. v, 18S6, jj. 511; y Lezioni di Oeometria intrínseca, §. Vf). Mereciendo, entre ellas, espe- cialmente mencionarse las siguientes: 1.° Sean Sq y s^ los valores de s, d contar del origen de las coordena- das, hasta las extremidades de un arco de la clotoide; (Xq, y^) y (x^^,y¡) las coordenadas de estos puntos extremos; y (X, Y) las del centro de grave- dad del arco. Y, siguiendo á PoissoN (Traite de Mécanique, t. i, 1883, j). 121), hallaremos que ds I sen ds í„ Jo 2o2 = .s-| I sen as — ■«„ I sen ds — I s sen ds X 2a2 °j„ -¿a^ Js, 2á^ = s, I sen -ds — s„ I sen as + ft- I eos — eos — - — 1; Jo 2a2 °J„ 2 «2 ^ \^ 2 «2 2 «2/ y, del mismo modo, ds I eos ds '., 1 2«2 = s, I eos ds — .«ni eos ds — o- sen — sen — - — I. Jo 2a2 - 'X 2a^ I ¿a^ 2a^ j Por lo tanto, representando por (a^, [Íq) y (y.^, [i^) las coordenadas de los centros de curvatura en las extremidades del arco considerado, podemos escribir («1 - s^) X = s^ a, — Sq -/£, y (.«j — s^) Y= Sj pi — ,«0 p^. •26 — 402 — Y como por medio de estas igualdades resulta igual á cero el determi- nante X Y I '■> 1 queda con esto demostrado que él centro de gravedad de un arco cual- quiera de clotoide corresponde á la recta que une los centros de curvatura de las extremidades del mismo arco. 2° Por lo expuesto, las coordenadas del centro de gravedad del arco OM se hallan expresas por las fórmulas ="1"' s^X^Sj^ I sen ^ ^ ds -\- a^ Sil=s, sen -— Jo ^«- \ 2a2 ) ds — ft- (-(n-^-i- : Y siendo la ecuación del círculo osculador de la clotoide, en el punto es fácil cerciorarse de que los valores de ^ é F la satisfacen. Luego el centro de gravedad del arco OM de la clotoide se halla situado en la in- tersección del círculo osculador en M con la perpendicular á la tangente en O, trazada por el punto (a^, ^^). 472. La clotoide forma parte de una clase importante de curvas, cuya ecuación, R^=ks'^, en coordenadas intrínsecas, fué estudiada por Piron- DiNi en el Giornale di Matematiche (Napoli, 1892, p. 326), y á la cual pertenecen también la evolvente del círculo y la espiral logarítmica. En el trabajo consagrado á dilucidar tan interesante materia presenta además el ilustre geómetra mencionado a'gnnos otros teoremas referentes á las re- — 403 — laciones que existen entre los radios de curvatura, la longitud de los ar- cos, y las dimensiones de las áreas de las varias curvas consideradas y de sus evolventes y evolutas , merecedores de atento estudio. XI LA PSEUDOCATENARIA 473. Dase el nombre de pseudocatenaria á la curva que tiene por ecuación en coordenadas intrínsecas (E. Césaro: Lezioni di Geometría intrínseca, 1896, p. 17) la si- guiente: "^ R=.k^a- ^, a en la cual s representa la longi- tud de los arcos, y i2 el radio de curvatura en el punto donde se supone que el arco termina. Como la posición del punto ini- cial de la curva es arbitraria, su- pondremos que aquel punto es el O (fig. 125), donde s = 0; y pa- ra eje de las abscisas adoptare- mos la tangente OK, correspondiente al mismo punto inicial. Y de esta manera, para determinar el ángulo que cualquier otra tangente á la curva forme con OK, dispondremos de la fórmula Fisura 125. (1) rs ds fs ads I , ka + .f Jo ^ Jo !'"a^-s^ 2k ^ ka-s Adoptada la tangente OK para eje de las abscisas, las cantidades dij dx ds y -~j^ se hallarán expresadas por las fórmulas dx ds = eos -í y dy_ ds ■ .sen -í, — 404 — de las cuales se desprendea los siguientes valores de x é y: X = I CCS '. -- I CCS 'i «a é /q); para valor correspondiente de s el s^; y para posición inicial de la tangente una paralela á Ox, dedúcese que , = pil == _L [log 1±^ _ log i^±^| ' Js, li 2fc L s — ka Sa — ka\ Y para determinar los valores Aq x é y servirán estas fórmulas : J'^in fjg /^i ds cosQ rf'f + J^o é ^= 'sentp——rf'i + //(). o df Jo d'f Pero, poniendo " = é^'', hállase que Sfl — ka e*, Jo ' do ' i ' d'f Jo Jn ' df 1 e'"r+e-'"^ Pero, como e"= , y, por lo tanto. s == a log eH-f e-''í 2 =a/í: — ; ~-, áak^ -)¡(is2 df (e^'í+e-*"?) f/s teniendo en cuenta que = R, hállase, finalmente, que X = A' senes r. í A 12 C'f COS&rfep 1/^ — R coses 4- 4aF — ^ ^ — :;- • (e*?+e-*T)^ expresiones en las cuales se debe sustituir es por su valor, precedentemente Tf encontrado. 477. De las ecuaciones que aca- bamos de obtener se deduce fácilmen- te la forma de la curva. Porque, en pri- mer lugar, vese que á cada valor de s corresponden dos valores de y, iguales "-"^ y de signo contrario, y un solo valor de x: luego la curva es simétrica por refe- rencia al eje de las abscisas (fig. 126). Figura 121) son simultáneamente nulas, la curva no tiene punios de retroceso, distiu „ , , . , dx dy Como las derivadas y — ; — no ds ds — 409 — tos del de este numbre ya considerado. Y como R no puede ser infinito, tampoco los admite de inflexión. La expresión de o muestra que la tangente á la curva forma con el eje de las abscisas un ángulo, que aumenta indefinidamente con s. Y, cuando s se aproxima al oo, R propende á confundirse con ka, y la curva, por lo tanto, á confundirse con una circunferencia de radio igual á ka. Concluyese, pues, que cada rama de la curva da un número infinito de vueltas, dentro de un círculo asintótico de la curva, quedando cada vuelta en el exterior de la que inmediatamente le precede. 478. Las coordenadas del centro del círculo asintótico acabado de considerar pueden obtenerse fácilmente. En efecto, las x^ é y^ del cen'ro del circulo osculador de la curva en el punto s tienen por expresión Luego {A) .Xj = a; — R sen;p é y^= y -{- R costp. í . ,o C^ senado \ Jo {e'"^+e-"",rf propende también á confundirse con ce, y los círculos oseuladores á que nos referimos tienden igualmente á confundirse con los círculos asinióticos considerados, las coordenadas de los centros de estos círculos serán , Z"^' seu'ifíta ira x. = — iak- I — ; — ; — ^ = ; , é _, . ,., C^ cos'ido , Tía ¿/i = ±4a/ú2 Jo (e''^+e-*íf De las fórmulas (^4) infiérese además otra consecuencia importante; pues, comparándolas con las (B) del Núm. 473, concluyese que la evo- luta de la pseudotractrix es una pseudocatenaria. CAPÍTULO NOVKNO PARÁBOLAS É HIPÉRBOLAS I DE LAS PARÁBOLAS EN GENERAL 479. Aplícase el nombre de 'parábolas á las curvas que tienen por ecuación general la siguiente: (1) y = a^-^-x^, en la cual k representa cualquier número real, mayor que cero. Si k es número irracional, la curva será transcendente; y, si racional é igual á — , algébrica. En este último caso será (2) a""" y" = x'". Los primeros geómetras que se ocuparon en el estudio de esta clase de curvas fueron Fermat (Oeuvres, t. n, p. 95, y t. iii, p. 169 y 21i5), y, estimulado por éste, Eoberval (Méinoires de VAcadémie de París, t. vi, p. 429, 1730), quienes detei minaron también sus áreas, y además los volú- menes de los sólidos producidos por su revolución alrededor de los ejes coordenados, los centros de gravedad de estas áreas y sólidos, sus tangen- tes, etc.; De.scaetes, que, por distinto camino, llegó á los mismos resulta- dos que Fermat y Roberval, de los cuales dio conocimiento al P. Mer- SENNE en una de sus cartas (Letlres de Descartes, ed. in 4.°, /. u, carta 89); yWALLis, que determinó asimismo las áreas por los métodos expuestos en su Arithmetica Infinitonim : etc., etc. 480. La forma de cualquiera de las parábolas por los mencionados geómetras estudiada se obtiene por medio de las ecuaciones — 411 — y X", y = n — m m in — — — 1 — a » £C" é ij"- n m n n — m m o a " -r" n Fisura 127. y depende de los valores de m y n, los cuales puede suponerse, sin res- tringir la cuestión, que satisfacen á la condición de ser m > n. Si III es un número impar y n par, la curva se compone (fig. 127) de dos ramas infinitas, si- métricamente dispuestas relativamente al eje de las abscisas, al cual son tangentes, y que se ex- tienden indefinidamente en el sentido de las abs- cisas positivas. El origen O será entonces un ■punto de retroceso de la curva, desprovista de puntos de inflexión á distancia finita. Si ni es par y » impar, la curva tiene la mis- ma forma general que la parábola cónica. Y si ?« y n son impares, la curva posee dos ramas infinitas iguales, tan- gentes (fig. 128) al eje de las absci- sas en el origen, donde la curva pre- sentará una inflexión. En el caso de las parábolas trans- cendentes se ve del mismo modo que la curva consta de una rama única, la cual parte del origen de las coor- denadas, donde es tangente á uno de los ejes, y se extiende indufini- dameiite en el sentido de las absci- sas y de las ordenadas positi^ as. Figura 128. 481. La ecuación de las tangentes á la=i parábolas y = a^ Y— II = l-a^-^x"~^ (X — x). - ^' x'' es De la cual, poniendo X = O, se deduce para expresión de la ordenada del punto, donde cada tangente corta el eje de las ordenadas, r=(i 'y> — 412 — que proporciona un medio fácil de construir las tangentes á las curvas consideradas. 482. El radio de curvatura de la curva 1/ = «^~^ x'' se desprende de la fórmula R = 3 (ÍC2 + F (/2) 2 I- (k — 1) xy 483. El área, A, limitada por un arco de parábola, por el eje de las abs- cisas, y por una paralela al de las ordenadas, trazada por el punto (x^, y^), tiene por expresión la siguiente: y es igual á la fracción del área del rectángulo , cuyos lados son fe H~ i iguales á x^é y^ 484. El volumen del sólido de revolución, engendrado por el área que acabamos de considerar, cuando gira alrededor del eje de las abscisas, se halla determinado por la fórmula Jo 2A + 1 Y el del sólido, de revolución también, engendrado por el área limitada por un arco de la parábola, por el eje de las ordenadas, y por la perpendi- cular á este eje trazada por el punto (Xj, í/j), girando alrededor del mismo eje, por esta otra: Jo h + 2 ' ^' 485. La longitud de los arcos de las curvas de que tratamos, com- prendida entre el punto (x^, ?/j) y el origen de las coordenadas, depende de la integral binomia -X'^'^ I -f /,:2a2('-fc)j;'í'*^-».¿¿c.- - 413 — que solamente puede expresarse por funciones elementales cuando sea en- tero uno de los números ' 6 ' 2{k — l) 2(fc — 1) 486. Escribiendo la ecuación de las tangentes á las curvas (2) del si- guiente modo: y comparando esta ecuación con la expresada en coordenadas tangenciales uY+vX—\ = 0, hállase que m x = é y (n — m) V (n — m) u Y, sustituyendo estos valores de x é y ea \a ecuación cartesiana de la curva, resulta la ecuación tangencial de las parábolas algébricas a'"-" v"' == (— I)"" (n — m)"-'" ?<" Ijo cual enseña que la clase de las parábolas algébricas es igual al orden de las tnismas curvas. II LA PARÁBOLA SEMICÚBICA 487. Poniendo en la ecuación general de las parábolas algébricas )« = 3 y w = 2, hállase la ecuación particular que representa una curva, denominada parábola semicúbica, y también, muchas veces, parábola de Neil, en memoria del geómetra que primero la rectificó. — 414 — 488. De los resultados obtenidos anteriormente, por referencia á las parábolas de cualquier orden, despréndense inmediatamente los en particu- lar aplicables á la parábola semiefibiea, entre los cuales es el más notable el correspondiente á la rectificación de la curva. Representando por s la longitud del arco, comprendido entre el origen de las coordenadas y el punto (x^,y^), hállase, en efecto, inmediata- mente que rv áa 27 LV 4 a / J con lo cual queda demostrado que la parábola semicúbica es rectificable algébricamente. A tan interesante resultado, como primer caso de rectificación algébrica de una curva, llegó antes que otro alguno el geómetra inglés Neil, ya mencionado, por un método que es consecuencia inmediata de las doc- trinas publicadas por Wallis en su A?-ithmetica Infinitorum; y después el geómetra holandés Van-Houraet, por distinto procedimiento, que le permitió asimismo rectificar otras curvas. (Montucla: Histoire dea Ma- thématiqíies, t. u,p. 151). 489. La parábola semicúbica es la evoluta de la parábola cónica: re- presentada por la ecuación y"^ = 2px, y cuya evoluta, según es fácil de- terminar, tiene á su vez por ecuación la siguiente: que corresponde, en efecto, á una para! ola semicúbica, de eje coincidente con el de la cónica, y un punto de retroceso en (p, 0): conforme descubrió HuYGENS y lo consignó en su Horologium oscillatorium (Opera varia, t.i,p. 99). 490. La parábola semicúbica figura en la interesante cuestión de Me- cánica propuesta por Leibnitz en 1687, donde se pide la curva que debe recorrer un grave para que se aleje uniformemente de un plano horizontal. Problema resuelto muy poco tiempo después por el mismo Hüygens, y del cual dio también Leibnitz una solución que publicó en 1(389 en las Acta — 415 — Eruditorum. Por esta tan curiosa propiedad, la parábola semicúbica fué calificada de isócrona. 491. La evoluta de la parábola semicúbica, ó segunda evoluta de la cónica, tiene por ecuación á su vez (Salmón: Higher plañe Curves, 2." ed., núm. 99), la siguiente: (790 \a III LA PARÁBOLA CÚBICA 492. Pongamos ahora en la ecuación general de las parábolas algé- bricas m = 3 y «=1, y hallaremos la correspondiente á la parábola cúbica denominada también por algunos geómetras parábola de Wallis. 493. De los resultados generales obtenidos anteriormente, tratándose de las parábolas de orden cualquiera, se deducen los aplicables al caso de la parábola cúbica, entre los cuales nos detendremos aquí, un momento so- lamente, en el estudio del relativo á la rectificación de la curva. Sea s la longitud de un arco de la misma, comprendido entre el origen de las coordenadas y el punto [x^, y^), determinado por la expresión de la cual, suponiendo que x^ = t, se deduce la siguiente: ^ j^, p. ^ _3_ rf, t^dt — 416 — O, por ser esta otra: ' dt ■'-iV'e+^)+^ry 4 0): transcendentes, cuando k es irracional, y, si racional, algébricas. En este segundo caso, poniendo por k la fracción — , en la cual m y n represen- tan números enteros, la ecuación anterior se convierte en la que sigue: 495. Para hallar la forma de estas curvas basta atender á las igual- dades m + n m m + n _ m ^ « = rt « X~^, í/' = a "■ £C " , é ^ n I m + íí m „ m w -\- n 2 n n a " .*■ — 417 Si m es número impar y n par, la curva tiene la forma indicada en la figura 129: simétrica relativamente al eje de las abscisas, y con dos ramas infinitas, desprovistas de puntos de inflexión, y con los ejes coordenados por asíntotas. Si m es par y n impar, también y tiene la curva dos ramas de la mis- ma forma que en el caso anterior, aunque dispuestas de distinto modo: una á cada lado del eje de las orde- nadas, el cual resulta ser entonces eje de simetría de la curva. Y,ú m y n son impares, la cur- va se compone de dos ramas igua- les, colocadas una en el ángulo yOx de los ejes, y la otra en el inferior, y'Ox, opuesto por el vértice al primero. Cuando k sea irracional, la curva constará solamente de una rama, si- tuada en el ángulo yOx de los ejes de las coordenadas, asíntotas ambos de la curva. 496. Comparando la ecuación de las parábolas con la de las hipérbo- las, adviértese que se pasa de una á otra por el simple cambio de k en — k. Luego de las fórmulas obtenidas, por referencia á las parábolas, se deducirán las correspondientes al caso de las hipérbolas, efectuando en ellas la misma mutación. Así, la ordenada del punto en que una tangente á cualquier hipérbola corta el eje de las ordenadas, se hallará expresada por la fórmula Y={l + k)y. El radio de curvatura de la misma hipérbola por k{k^\) xy El área, limitada por un arco de la curva, por el eje de las abscisas, y 'ül — 418 — por las paralelas al eje de las ordt;u;i..ao , ^u^ pasan por los puntos (Xq, yg) y (^i> 2/1) > por esta otra: El volumen engendrado por el área precedente, cuando gira alrededor del eje de las abscisas, por la siguiente: 1 — 2/f El, parecidamente, engendrado por el área, limitada por la curva, por el eje de las ordenadas, y por dos paralelas al eje de las abscisas, en su movimiento de revolución alrededor del eje de las ordenadas, conforme á continuación se indica: ^1 = ~¡~^ ^'^^ ^^ ~ *°^ ^°^' Y la longitud del arco de la curva, comprendido entre los puntos («g, y^) ^ i^v Vi)' POi' '* integral s= \ \l^k^a^(^+^)x-^^^ + ^1 dx. Así como la ecuación tangencial de las hipérbolas algébricas se halla representada por la ecuación (w -t- n)" "^ "«"'+" m" ?''" == n" m"» , la cual muestra que la clase de las curvas á que se refiere es igual á su orden. 497. Los geómetras que primeramente se ocuparon en el estudio de las hipérbolas, de cualquier orden, fueron también Wallis, que determinó las áreas, en su Arithmetica infinitorum., y Fermat, que resolvió la mis- ma cuestión en su trabajo Sur la transformation et la smiplification des —'419 — lieux etc. (Oeuvres, t. iii, p. 216), donde el mismo eminente geómetra manifiesta (p. 224) haber presentado á los matemáticos, sus contemporá- neos, otro método para trazar tangentes á estas curvas, y para determinar sus centros de gravedad. A todo lo cual debemos agregar que en dos cartas, dirigidas á Digby por Feemat (Oeuvres, t. ii, p. 338 y 377), se demuestra que este geó- metra había ya tratado de las curvas á que ahora nos referimos con prio- ridad á la publicación de la célebre obra de Wallis, anteriormente citada. CAPÍTULO DBCIJVIO CURVAS CICLOIDALES LA CICLOIDE ORDINARIA 498. Llámase cicloide la curva engendrada por un punto cualquiera, M (fig. 130), de una circunferencia MG... Q..., que rueda sobre una recta de longitud indefinida OEB... sin resbalar, 6 de manera que en cada posición de la circunferencia la distancia OQ del origen O de las coordenadas, y Y G D ii— X origen también del movimiento, al punto Q, de contacto de la circunfe- rencia con la recta OB, sea igual á la longitud del arco MQ. De esta definición inmediatamente se concluye que la cicloide ha de componerse de una serie, ó sucesión continua, de arcos, iguales al ODB; que la hase, OB, de cada uno será igual á la longitud de la circunferencia generadora; que todos ellos poseerán un eje de simetría, como DE, per- — 421 — pendicular á la base OB; y que sus extremidades, O y B, corresponderán á otros tantos puntos de retroceso de la curva. 499. Fijando la atención en el movimiento de las ruedas de un ca- rruaje, ocurrióle al P. Mersenne, por los años 1615, proponer á los geómetras de su tiempo el estudio de las propiedades de la curva en los renglones anteriores definida, y á la cual fué por Pascal aplicado el nom- bre de ruleta: curva que, como más tarde advirtió Wallis, en carta di- rigida á Leibnitz, había ya sido figurada con exactitud por el Carde- nal Cusa, en un manuscrito que lleva la fecha de 1454. Pero transcurrie- ron aún algunos años más, antes de que á tan interesante estudio diera en algún punto solución satisfactoria el ilustre Roberval, determinando el área limitada por el arco OBB y por la recta OB, que demostró ser igual al triplo del área del círculo generador. (Mersenne, Harmonie univer- selle, t. II; y Roberval, Métnoires de la Académie, Paris, t. vi, 1730, pá- gina 311). Proposición celebrada y divulgada por el mismo Mersenne, y de la cual discurrieron en breve nuevas demostraciones Descartes y Fermat. Otro resultado, de verdadera importancia en la teoría de la curva, fué el obtenido por Descartes, quien asimismo logró demostrar que la nor- mal á la cicloide, en un punto cualquiera de la curva, pasa también por aquel otro punto donde el círculo generador toca á la recta sobre la cual rueda. Propiedad, conforme el gran geómetra igualmente demostró, ex- tensiva á todas las curvas engendradas por el movimiento de un punto, ligado invariablemente con una curva, que rueda sobre otra. El resultado á que acabamos de referirnos fué comunicado por Descartes á Mersen- ne en una carta que le escribió concerniente á la teoría de la cicloide, en 23 de Agosto de 1638. Otros procedimientos para determinar las tangentes y normales á la ci- cloide fueron ideados más tarde por Fermat (Oeuvres, t. iii, p. 144), y por Roberval (Z; c, p. 76). Y, continuando este último geómetra después sus investigaciones sobre esta curva (á la cual llamó trocoide), determinó el volumen del sólido, engendrado por ODB, cuando gira alrededor de OB ó alrededor de DE; y el centro de gravedad de su área; etc. (Pascal, His- toire de la roulette: Oeuvres, ed. Hacheite, t. iií, 1889, p. 337; y Rober- val, Traite des indivisibles, Mémoires de V Académie, Paris, t. vi, 1730). . — 422 — Tías de Robeeval y Descartes contribuyeron eficazmente al progreso de la teoría de la cicloide Wren, que rectificó la curva (Pascal, 1. c), y Pascal, que resolvió una serie de cuestiones referentes á los centros de gravedad de sus arcos, y á los de los sólidos que engendra por su revolu- ción alrededor de la base ó del eje; á las dimensiones de las superficies de estos sólidos, y á los centros de gravedad de estas mismas superficies; etc. Cuestiones previamente propuestas por Pascal á los geómetras contem- poráneos suyos, y que fueron en parte resueltas, por el mismo Wren la relativa á los centros de gravedad de los arcos de la curva, y la referente á las dimensiones de las superficies de sus sólidos de revolución por Fer- MAT. Pero, habiendo quedado por resolver las demás, decidióse él á pu- blicar las suyas, en carta á Carca vi (Oeuvres, i. iii, 1889, p. 304), y en su Traite general de la Boulette (1. c, p. 431). Nuevas é importantes propiedades d-^ la cicloide fueron posteriormente descubiertas por Huygens (Oeuvres completes, publiées par la Société hollandaise des Sciences , t. i, p. 817; y De horollogio osdllatorio) , que extendió á ella'su teoría de las evolutas y descubrió el papel importante que la misma curva representa en la Teoría Mecánica del Péndulo; y por Juan Bernoulli, que también la encontró en un problema célebre, rela- tivo al descenso de los graves. (Acta Eruditorutn, 1696 y 1697.) 500. Para hallar la ecuación de la cicloide, sea M un punto de la curva; G la posición correspondiente del centro del círculo generador; r el radio de este círculo; O el punto de partida de M; MF una paralela á OB; y t el ángulo MCQ. Tomando el punto O por origen de las coordenadas y la recta fija, OB, por eje de las abscisas; y advirtiendo que, por definición, OQ = are MQ = rt, hallaremos desde luego estas ecuaciones x^r [t — sen ¿ ) é y :=r {1 — co%t): las cuales determinan las coordenadas x é y áe los puntos de la curva, en función de otra tercera variable independiente, t. Y eliminando t entre es- tas ecuaciones, puede obtenerse la ecuación cartesiana buscada. Pero, sin necesidad de esto, y con mucha sencillez, se deducen las propiedades de la curva de los antecedentes sentados, conforme vamos á ver ahora. 501. La ecuación de la normal á la cicloide es - — 423 — at " dt donde dx ,, j, dy =r(\ — cosí), y ~-=rsení. ■ dt dt Para hallar su intersección con el eje de las abscisas, póngase Y= O, y resultará X = x -\- r sení = OQ. Luego la normal á la cicloide en un punto dado pasa por el punto donde el circulo generador correspondiente toca á la recta sobre que rueda (Descartes). 502. La longitud de la normal se deduce de la expresión JV = r V 2 (1 — cosí) =2r sen — . 2 Y, determinando el radio de curvatura por medio de la fórmula 3 \( dxY , ( dti\^\'^ H- l^"" Hm hállase que dx d^ y dy d^x dt dt^ dt dt^ R = 2r\¡2{l— eos í) = 2N. De manera que el radio de curvatura resulta igual al duplo de la longitud de la normal (Hüygens). Tomando, pues, sobre la normal MQ la longitud QM^, igual á MQ, M-^ será el centro de curvatura de la curva, correspondiente al punto M. Y trazando In recta M^ S, perpendicular á OB, por ser M^ S := MP, y OS^ OQ -|- PQ, concluyese que las coordenadas (x^,yi) del centro de curvatura, Jfj, podrán determinarse por las fórmulas X j = r(í + sení) é yj = r (— 1 + cosí): — 424 — de las cuales, por eliminación de t, se desprende la ecuación de la evoluta. Como / es variable independiente, no hay dificultad en sustituir en es- tas ecuaciones, sin alterar la naturaleza de la curva que representan, ¿ + 71: en vez de ¿, y así resultará a;i = r (¿4- 7c — sení) é y = r (— 1 — cosí): 6, trasladando el origen de las coordenadas al punto Oj, cuyas coordena- das son Tzr — 2r y a:i = r{t — seai) é ¿/j = /• (1 — cosí). Por medio de estas ecuaciones vese, pues, que la evoluta de la cicloide es otra cicloide igual á la primera, en la cual el punto O, representa un punto de retroceso, y los O y B los vértices de dos de sus arcos consecu- tivos (HüYGENS). 503. Para hallar la longitud del arco de la cicloide, comprendido en- tre los puntos correspondientes á 1 = 1^ y t = t^, nos valdremos de la fórmula s= r'yjdx^ + dy^ = 2r T' sen - rfí = 4r feos -^ - eos Aj Jk Jto '^ \ 2 2 ) De la cual, poniendo t^ = -n, se concluye que la longitud del arco DM re- sulta dada por la igualdad s =4/- eos — te,: 2 " 6, advirtiendo que MG = 2/- eos — t^, s = 2MG. Luego la longitud del arco DM de la cicloide será igual al duplo de la cuerda MO (Hdygens: Oeuvres, t. 11, p. 343). Y, poniendo /q = O y ¿j = 2it, s = 8r: de manera que la longitud de un. arco completo de la cicloide resulta igual á ocho veces el radio del cír- culo generador (Wren). — 425 — 504. El área, 5, de la porción MOPde la cicloide tiene por expresión la siguiente: S = r^ C (1 — costf dt = r^\ — t — 2 seat -\ 8en2í . De la cual se deduce que el área ODB, comprendida entre la base y un arco completo de la curva, designado por las mismas letras, es igual á tres veces el área del círculo generador (Roberval). 505. Representando por Fel volumen del sólido, engendrado por la cicloide, cuando ésta gira alrededor de su base, ó Jr»2izr ri^Ti /da; = 7tr3 I {I —costf di = 5Tz^r^, o Jo y por Fj el del cilindro circunscrito á este sólido, ó Fi = 87t2r3, concluyese que la razón de V á V^ es igual d la de 5 á 8, conforme Ro- berval encontró. 506. Tomando el punto D por origen de las coordenadas, y las rectas DE y DQ por ejes, para lo cual basta poner nr — x en vez de x, y2r — y en lugar de y, hállanse las ecuaciones íc = ('re — t)r-\-raeat, y ^ r {I -\- cobI). Y el área KDL se determinará luego por medio de la fórmula ilj = — r2 I [{tz — t)-\-sent]Bentdt = r^Hn — t)lcost-\ j + sení -\ sen2n. Fórmula de la cual se deduce que A^ será independiente de n cuando sea eos t -\ ^ O , — 426 — y, en consecuencia, t = — 11 é w := — r: 6 ^2 reduciéndose entonces la expresión de A^ á la siguiente: ■2 Y asimismo se concluye de los antecedentes expuestos que el área de la figura, limitada por el arco KDL y su cuerda, KL, es igual á la mitad del área del exágono regular, inscripto en el círculo generador de la ci- cloide, cuando KL divide á DE en dos segmentos, uno con otro, en la relación de 1 á 4 Resultado interesante este último descubierto por Hüy- GENS (Oeuvres, t. ii, p. 201). 507. El valor de la superficie del sólido, engendrado por la cicloide, cuando ésta gira alrededor de la base , se halla expresado por la fórmula dt 2^^ t 64 (1 — cosí) sen — dt = r? r^. 64 Luego el valor de la superficie considerada es igual á del área del círculo generador (Pascal y Fermat). 508. Cuando el círculo generador de la cicloide se mueve, el punto F describe una curva, en la que fijó también su atención Roberval (Mémoi- res de l'Académie, Paris, t. vi, 1730), denominándola compañera de la cicloide, y cuya forma es bien fácil deducir. Representando por x^ é y^ las coordenadas del punto F, encuéntrase, en efecto, por de pronto, que Xi = rt é y^ = r{l — cost); — 427 — j, en consecuencia, 6, poniendo r — !/i = jj%f y *i = ^Co, Luego la curva buscada es una sinusoide, á la cual Wallis, que tam- bién la estudió, aplicó el nombre de curva de los senos versos. 509. Terminaremos cuanto respecto á la cicloide consideramos perti- nente decir en este lugar, mencionando las dos propiedades siguientes, que prestan á la curva gran importancia en algunos interesantes problemas de Dinámica. 1.* La cicloide es la cvrva que debe describir la extremidad libre de un péndulo para que el tiempo de cada una de las oscilaciones de éste sea independiente de la amplitud de las mismas. Propiedad descubierta por Hdygens, quien procuró utilizarla en la construcción de un péndulo isócrono, fundándose para ello, además, en la teoría de las e volutas, inserta en su obra admirable titulada De horollogio osdllatorio (Opera varia, t. i, p. 29). 2." La cicloide es también la curva que debe recorrer un móvil, sujeto solamente á la fuerxa de gravedad, para caer de un punto dado á otro, también dado, en el mínimo tiempo posible. Problema propuesto por Juan Bernoülli en las Acta Eruditorum de 1696 (p. 269), y cuya solución fué dada por el mismo geómetra en el volumen de las Acta, correspondiente á 1697, y también, en distintos tér- minos, con fecha muy poco posterior, por su hermano Jacobo. Más tarde ocupáronse también en el mismo asunto Euler (Methodus inveniendi lineas curvas maximi minive proprietates gaudentes, 1744, núm. 34; y Lagrange, que aplicó á la resolución del problema su Método de las Va- riaciones (Oeuvres, t. ii, p. 58; t. x, p. 440). - 428 — U CICLOIDES contraídas Y DILATADAS 510. Cuando una circunferencia rueda sin resbalar sobre una recta fija, los puntos del círculo que limita, interiores á ella, engendran curvas denominadas cicloides contraídas, y los exteriores otras curvas, á las cua- les se aplica el nombre de cicloides dilatadas. De ambas especies de cicloides trató por vez primera Descartes en su correspondencia epistolar con el P. Mersenne, determinando las formas generales de unas y otras y el trazado de sus tangentes, y demostrando que las contraídas poseen puntos de itiflexiÓ7i, que enseñó asimismo á construir. Posteriormente ocupáronse también en su estudio Pascal, quien manifestó, en carta dirigida á Huygens (Oeuvres, ed. Eackette, t. iii, p. 439), que su rectificación dependía de la rectificación de la elipse; y RoBERVAL, que determinó sus áreas: etc., etc. 511. Procediendo como en el caso de la ordinaria, es fácil hallar las ecuaciones de estas otras dos variedades de cicloides. Tanto en el caso de las contraídas como en el de las dilatadas, estas ecuaciones serán las siguientes: x^rt — asent é y ^ >' — acos¿, si por r se representa el radio del círculo generador; por a la distancia (< ó > que r) del punto, generador también, de una cualquiera de aque- llas curvas, en particular, al centro del mismo círculo; y por t el ángulo de las rectas que unen este centro con el punto de la curva engendrada, correspondiente á determinada posición del círculo móvil, y al punto en que éste toca á la recta sobre la cual rueda. 512. Para determinar la forma de la curva resultante, advirtamos, en primer lugar, que en ambos casos la curva ha de componerse de una su- cesión indefinida de arcos ¡guales; y que, por lo tanto, bastará para estu- diarla fijarse en la forma correspondiente á uno de estos arcos, definido por los valores de t, comprendidos entre O y 2tv. Y, en segundo lugar, que — 429 — dy_ dx asent X r — a eos t d^y ^ x'ij" dx^ ■ y'x" a{r eos t — a) X' {r — acosff Esto sentado, consideremos separadamente los dos casos, de las cicloi- des contraídas y de las dilatadas. Primero. — Sea a r. A < = O corresponderá en este caso un punto, A (fig. 132), cuya orde- nada, negativa é igual ár — a, debe también considerarse como míni- — 430 — ma. Y á t = -, otro punto, D, cuya ordenada, igual á r -\- a, es máxi- ma. Resultando también simétrica la curva por referencia á la recta DQ. La ecuación rcost = a produce para t valores imaginarios : luego en este caso la curva carece de puntos de inflexión. Y, por ser dy — : Go cuando r = a cosí, é y = 0 entonces, concluyese que las tangentes á la curva, en los puntos de intersección de ésta con el eje de las abscisas, son perpendiculares al mismo eje. 513. Tanto en el caso de las cicloides contraídas como en el de las dilatadas, la ecuación de la normal en el punto (x, y) es la que sigue: T-y = a eos t a sent {X — x)i de la cual, cuando sea Y= O, se desprende que Y I a sent Jí = X -\- y := x-\- a sen t = OP. r — a eos t Luego la normal á la curva en el punto M corta á la recta fija en el punto en que el círculo de radio r, á que se refiere la definición de la cur- va, toca á la misma recta (Descartes). — 431 — De la ecuación general x' y" — y' x" dedúcese que el radio de curvatura de las cicloides tiene por expresión R- {r^ + (í^ — 2ar cost)' a (r eos t — a) Luego, en el punto A, R será igual á , y, en el D, igual á {r + af a Por medio de las fórmulas del Cálculo Diferencial, adecuadas al objeto, hállase que las coordenadas x^ é y^ del punto de la evoluta, que corres- ponde al (íc, y), serán éstas: r — a cosí \ . r(r — acost)'^ X. "' * — *• ^ -■ — /, r — a cosí \ Sj = r ( r sen t\ é y^-- \ reos/ — a ) a (rcosí — a) En el caso de ser a ?•, la evoluta HTF del arco ABKD pasará por los puntos H, T y F (ñg. 132), situado el primero sobre la recta, prolongada, DQ; el segundo sobre el eje de las abscisas; y el tercero sobre el de las ordena- — 432 — das Oy: recta y ejes tangentes á la evoluta en los tres mencionados pun- tos, conforme manifiesta la figura. (Dieu: Nouvelles Anuales des Mathé- 7natiques, t. xi, p. 131). 514. Para rectificar las cicloides consideradas, basta advertir que ds = yjx'^ + ?/'2 di = Vr2 + a2 — 2 ar eos t dt. Ó, poniendo ¿ = ti -)- 28, *'''" 8en2 9 d9. Luego la rectificación de los arcos de la curva de que se trata depende de la rectificación de otros arcos de una elipse (Pascal); ó, como la pre- cedente fórmula enseña, del cálculo de una integral elíptica de segunda especie. 515. Para encontrar el área limitada por la cicloide y por una paralela al eje de las abscisas, transportemos el origen de las coordenadas al punto D, cambiando para ello x en ur — x,éy enr -\~ a — y; y así resultará que x = r{-K — t')-\-ase\ít é y ^= a {\ -\- cost). Luego A=2 C^xdy=2a\(-K—t)(rcoBt-\--^ + r sen t A sen 2 1 4 Y, si ¿ = 0, hallaremos finalmente para expresión del área, limitada por la curva y por la recta AA' , la siguiente: A = 2Tiair-\--\. 433 — III EPICICLOICIES E HIPOCICLOIDES 5 I 6. Desígnase con el nombre de epicicloide la curva engendrada por un punto cualquiera de una circunferencia, cuando ésta rueda sin resbalar sobre otra circunferencia fija, situada á distinto lado que la primera de su común tangente. La más remota mención de las epicicloides encuéntrase en una obra del célebre pintor y grabador alemán Alberto üukero, que floreció entre los siglos XV y XVI, publicada en 1606, con el título de Instilutionum geo- metricarwn libri quatuor... Muchos años después, en 1674, por resultado de sus investigaciones sobre las mejores formas de los engranajes de imas ruedas dentadas con otras, para obtener determinados fines de transmisión d€ movimientos, el astrónomo dinamarqués Ola US Rofmer encontró las mismas curvas, se- gún afirma Leibnitz en dos de sus cartas, dirigidas á Juan Bernoulli. Y, á partir de esta fecha, fijaron su poderosa atención en el minucioso aná- lisis de las propiedades de las mismas curvas Xewton (Principia Mathe- matica, lib. i, prop. 49), que logró rectificarlas; Juan Bernoulli (Opera Oinnia, t. iii, p. 449 463), quien de- .. terminó sus áreas y sus evolutas por medio del Cálculo Diferencial; La HiRE, en las Mémoires de Mathé- matiques et de Physique de l'Aca- démie des Sciences de Paris, 1694; EüLER (Nova Acta Petropolitancv , pars prior, 1781, p. 48), que des- cubrió su doble generación; etc. Para determinar la ecuación de las epicicloides, sean O el centro (fig. 133) de la circunferencia fija, ABR, que adoptaremos por origen de las coordenadas; C el de la circunferencia móvil, BMD, en una cual- 28 Fisnra 133. — 434 — quiera de sus posiciones; B el punto de tangencia de ambas circunferencias; a el ángulo AOB; p el MCB; M el punto generador de la curva; y ^ la posición inicial de este punto. La ley de generación de la curva se traduce por la igualdad arco^B = arco BM; ó, si i2 y /• designan los radios de las circunferencias fija y móvil, Esto supuesto, proyectemos la línea OCil/ sobre el eje de las abscisas; y, advirtiendo que los ángulos formados por las rectas OC y CM con el eje de las abscisas positivas son respectivamente iguales áa yáTr-(-a-)-P, contados también en sentido positivo, hallaremos que la abscisa x del pun- to M tiene por expresión íc ^ (i? -j- r) cosa — r cos(a -|- P); y la ordenada, y, del mismo punto, proyectando también la línea OCM so- bre el eje de las ordenadas, y = {R -\-r) sena — r sen (a -)- P). Ecuaciones que pueden también escribi'se de este otro modo: x=={E~f- r) eos a — r eos a é r (1) y = {i{ -\- r) sena — r sen- a. De las cuales se deduciría la ecuación cartesiana de la epicicloide que representan, por eliminación de a. Mas, para estudiar la curva á ()ue am- bas* se rífit'icn, es preferible, como en el caso de la cicloide, valerse de las dos simultáneamente, considerando la variable a como independiente. 517. Cnmenzareüios, {¡ues, el estudio pur ti de la normal á la curva, en uno cualquiera de sus puntos. Por ser 435 — = (ñ -|- *■) f — seux -)- sea (a -|- p)] y dy = (72 + r) [cosa — eos (a -f ¡3)], dv. la ecuación de la normal será Y — y sea(a -|- p) — sena X. — X cos(a -)- p) — cosa La cual, sustituyendo en ella x é ij por sus valores, dados por las ecua- ciones de la curva, y por X. é F los iicosa y físena de las coordenadas del punto B, queda satisfecha: luego la normal á la curva en el punto M pasa por el B, en donde las dos circunferencias se tocan. Y, en conse- cuencia, la tangente á la curva en aquel punto será la recta DM, perpon- dicular á i? Jf (Descartes). Y si además se pretende hallar la longitud , A-, de la recta BM, bien fácil será conseguirlo, bastando para ello advertir que BM=k=y(Rcosy. — xf + (ñsena — y)2 = r Y(cosa — eos (a -f- p))^ + (sena — sen (a -|- p))^ =2r sen — p. 518. Del modo de generación de las epicicloides resulta inmediata- mente que cada una de estas curvas se compone de una sucesión de arcos iguales, comprendidos entre los puntos donde la curva, engendrada por el M de la circunferencia móvil, encuentra á la circunferencia fija, 6 direc- tora del movimiento: puntos que corresponden evidentemente á [- =2?ítc, siendo n nfimero entero, y valores de a comprendidos en la serie T T * ?' a=0, 2 7t, 4 TT, 6 Tt, ... R R R 7* 'yyt /' Si — es un número racional, — .cuando fuere a.=-2n — Tr=2»i7T, el R n R _ 436 — punto generador de la curva vuelve, después de describir n arcos igua- les, á la posición primitiva. A, de donde partió; y, si continúa girando la circunferencia móvil sobre la fija, se reproducirá, sin variante, la epici- cloide ya engendrada. Pero si — es irracional, el punto generador de la R curva describirá, sí, indefinidamente otros arcos, iguales unos á otros, pero no coincidentes en situación ó superponibles por series, en las revo- luciones consecutivas de la circunferencia móvil, apoyada de continuo en la fija. Siendo de advertir que, en el primero de estos casos, las curvas engendradas por el punto M serán algébricas, y transcendentes en el se- gundo. Y no solamente algébricas en aquél, sino además unicursales. En efecto: x é y son entonces funciones racionales de sena y cosa, y de sen — a y eos — a; y, según enseña la Trigonometría, sen m — y ■' m ni "^ m cosm — , y sen»— ^ y cos»i — , lo son igualmente de sen — y de eos— ^. m m •' m m ■' m Pues poniendo, por otra parte, tang — — == t, en las fórmulas que deter- ó 7)1) minan el seno y el coseno en función de la tangente, se hallará que a 2í a 1 — <2 sen — = y eos — = m 1 _|_ ¿2 m 1 + ¿2 De todo lo cual se infiere que las coordenadas x é y pueden también considerarse como funciones racionales de la misma variable auxiliar t. i") 1 9 . Los puntos , donde la circunferencia fija corta á la epicicloide , lo son de retroceso de esta curva. Para persuadirse de lo cual basta fijarse en el inicial de la serie de arcos iguales, componentes suyos, correspondiente al valor de a :=: 0. Con este valor de a, el coeficiente diferencial dy cosa — eos (a + |3) cosa — eos ( 1 A I a _ \ "- } dx sen(a + ¡í) — sena I R\ ^ ' '^' sen 1 1 -| ^ j a — sena adquiere, por de pronto, la forma indeterminada — , que fácilmente se resuelve en esta otra: -— = 0. Luego la tangente á la epicicloide en el dx — 437 — punto A, donde a = O y coinieaza la generación de la curva, coincidirá con el eje de las abscisas. 520. Por ser ^=(fí + r)r-sena + sen(a + p)A +^jl y -^ = (ñ + r) T- cosa + cos(a + P) j'l + ~\\, el radio de curvatura, R^, de las epicicloides podrá calcularse por la si- guiente fórmula V dx^ ^ da? j _ 2 R, dx d^y dy d- x R-\-2r da do? dtj. d<}? ó, en virtud de una relación anteriormente hallada (Juan Beenoulli), __ 2k{R + r) ^''~ R+2r • Y como el denominador de R^ no puede ser nulo, resulta que la curva no posee puntos de inflexión. 521. Para hallar las evolutas de las epicicloides, basta advertir que, de las fórmulas conocidas dy í dy'^ dx^ \ dx í dx^ dy^ \ í¿a \d'j?- d'j?) , , dx \drt^ da^ I dx d^ y dy d? x dx d^ y dy d^ x dx da? da. da? da. da? da. da? se desprenden, en función de a, las coordenadas .Tj é y^ de los puntos de las evolutas buscadas: R £Ci = \{R -4- r) cosa + r eos (a + 8)1 é R + 2r ^1 = ~„ , o [(^ + O sena + r sen (a -f ¡3)]. — 438 — Ecuaciones las dos últimas que pueden también escribirse de este otro modo: x^ =z (/3 _j_ ^) cosa -\~ r eos ^ "^ a é ÍÜ4- 2r L '' J „ , -, (« + O sen a + r sen a ; y\ T 6y poniendo a = a^ -| r, Si cambiamos ahora de ejes coordenados, adoptando para eje de las abscisas otro, que forme con el primitivo un ángulo igual á '— ~, halla- remos para las nuevas coordenadas, x.^ é y.^, las expresiones siguientes: a;3=— -— — (fí + r)cosaj — rcos^-i-í-a. é R 4- 2;- L r ^J ^2 = „ I ^ l-K + r) senaj — ;• sen — a. . i?-j-2rL '^ . J O, poniendo finalmente R + 2r ' i? + 2r'^^ estas otras: X={R -\- r) cosy., — reos — ~ — y., é r ^ Y=(R-{- r) sena, — r sen — — t- o,. — 439 — Ecuaciones ambas que coinciden cou las de la curva en primer término considerada. Luego la evoliUn da una epicicloide es otra epicicloide seme- jante á la propuesta, cayos círculos generadores , fijo ij móvil, tienen res- pectivamente sus radios iguales á ti , coincidiendo el ^ R^2r •' R-\-2r centro del primero con el centro de la epicicloide dada (Juan Bernoulli). 522, Cualquier epicicloide puede ser engendrada por dos circunfe- rencias diferentes, rodando sobre la misma circunferencia fija, una exterior y otra interiormente á ella. En efecto, si por el punto M tiramos la recta MP, p.iralela á CO, y por el O la recta RP, paralela á MC, de la igualdad de los tres ángulos MPR, BCM y ROC, y de la circunstancia de pasar por R la circuufereucia de centro P y radio PM, igual á R-\- r, resultan las igualdades arco R M arco BM arco R B R + r »• R y, por lo tanto, arcoiíilf — arco BM arco RB R " R ' 6 arcoRM — arcoi?ilí= arcoi24 — ¡ltcoBA; 6, finalmente, arcoi2ií= arco 72 A Luego el punto M de la circunferencia, de centro P y radio R + '', dentro de la cual se halla comprendida la circunferencia fija , al rodar, en contado siempre con ésta la. primera, describe la misma curva que el M, de la circunferencia, de centro C y radio r, cuando ésta rueda sobre la de centro O y radio R. (Ecjler). 523. Por ser ,ÉL_y_^:±^riR + r)iR + 2r^ dP ^ dp R ^ 440 — el área A, limitada por uno de los arcos de epicicloide y por los radios componentes de la circunferencia fija, que pasan por sus extremos, se halla expresada por la fórmula (Juan Bernodlli) 2 Jo V d'íi -^ dp) ^ R 524. Y por ser / dx y í dy \2 ,-2 / ,/,^,-2 ,1 2 4 r2 ( // + ;■)■' o 1 o % la longitud, s, de uno cualquiera de aquellos arcos lo estará por esta otra (Newton): -r^[%f(%i-^- 8/-(Jg-|-r) R 525. Consideremos ahora las mismas circunferencias que en el NCi- mero 510, y supongamos que la de radio r y la de radio R sean tangen- tes una á otra interiormente. En este caso las curvas engendradas por un punto de la circunferencia móvil se denominan hipocicloides. Y, por procedimiento análogo al empleado en el caso de las epicicloides, fácilmente se deduce que las ecuaciones de estas curvas son las siguientes: x = (tí — r) cosa + r eos a é r y = [tí — /■) sena — r sen a, que solamente discrepan de las correspondientes á las epicicloides por el cambio de r en — r. De manera que las propiedades de las hipocicloides serán análogas á las de las epicicloides, y se deducirán de éstas cambian- do también, en los razonamientos para descubrirlas y fórmulas que las ex- presan, r por — r, y viceversa. Las dos especies de curvas mencionadas denomínanlas algunos auto- — 441 — res con el nombre común de epicicloides, distinguiéndolas luego, segün los casos, con los calificativos de exteriores 6 interiores. 526. Entre las interiores, ó hipocicloides , merecen mención particu- lar las obtenidas suponiendo que i?==4ry R = 2r. Cuando R=ir, las ecuaciones generales de las hipocicloides adquie- ren las siguientes formas: £C= 3r cosa -f r cos3a é )/ = 3/-sena — rsenSa; 6 x^ár cos^ a é ¡j = ir sen^ a, de las cuales se desprende esta otra: que representa (Ndm. 267) una astroide, 6 hipocicloide. de cuatro retro- cesos. Y poniendo en las mencionadas ecuaciones generales R^2r, hállanse las particulares que siguen: // = O y ,r = 2r cosa; correspondientes á una línea recta (Cardan). Pero, entre todas las hipocicloides, la de más notables propiedades y más digna de especial consideración es la denominada hipocicloide de tres re- trocesos, que á continuación pasamos á estudiar. — 442 — IV HIPOCICLOIDE DE TRES RETROCESOS 527. Suponiendo que sea R = 3r, de las ecuaciones geaj^rales de las hipocicloides se desprenden estas otras: (1) £c ^r (2 cosa -)- cos2a) é y = r {2 sena. — sen2ct). En este caso, la circunferencia directora, de radio E, es evidentemente igual en longitud á tres veces la de radio r: componiéndose la curva en- gendrada por un punto cualquie- ra de la segunda , en su movimien- to de traslación rotatoria, tangen- cial á la primera por dentro de la misma, de tres arcos superpo- nihles, limitados en los puntos de retroceso, equidistante uno cual- quiera de los otros dos. A, A^ y A.¿ (fig. 134), y vértices, por lo tanto, del triángulo equilátero AA^ A^. De los arcos de la hipo- cicloide serán tangentes en los puntos mencionados las bisectri- ces de este triángulo, y norma- les á ellos, en C, Cj y Cg, las mismas bisectrices, que por definición han de cortarse en el centro O del círculo CC^C.^, de igual radio, r, que el ge- nerador de la curva. La hipocicloide de tres retrocesos ha sido objeto de trabajos de sumo interés. EüLER fué el primer geómetra que atentamente se ocupó en su estudio, cuyos resultados consignó en una memoria titulada De duplici genesi epi- cycloidum qiinm /if/pocgcloidun>, publicada en 1781 en las Acta de l'Aca- démie de S. Petersbourg. Trataron después del mismo asunto Steinek Fignra 134. — 443 — (Jonrnal de Crelle, t. liii, p. ¿31); Scuroter (Journal de Crelle, t. Liv); y algunos más. Pero quien la estudió con mayor amplituJ y más contribuyó á su celebridad fué Ceemona, que la consagró una bella é importante me- moria, publicada en el volumen del Journal de Crelle, correspondiente al aüo de 1865 (t. lxiv, p. 101), donde la calificó de maravillosa, por el gran número de interesantes propiedades que posee. En esta memoria demostró, en efecto, el eminente geómetra italiano muchos teoremas, anteriormente ya enunciados por Steiner, y otros nue- vos y muy importantes, empleando para ello consideraciones puramente geométricas. Más tarde, Painvin (Nouvelles Annalcs des Mathématiqíies , 2." serie, t. IX, p. 212 y 25G) demostró de nuevo estas proposiciones y algunas otras más, por procedimientos analíticos, y merced al empleo de las coor- denadas trilineares y tangenciales. Y LoNGCHAMPS (Journal des MathémaUques spéciales, 2.^ serie, t. viii, p. 1G9) se valió para los mismos fines de las coordenadas cartesianas, con- forme, substancialmente, por ser lo más elemental y más fácil de compren- der, haremos á renglón seguido. No sin antes advertir que, además de los trabajos á que acabamos de referirnos, han sido publicados otros muchos referentes á esta curva célebre: como puede verse en la lista de todoáf ellos, formada por Brocard, y dada á luz en el Intermédiaire des Mathe- maticicns (t. iii, 1896, p. 166). 528. La hipocicloide de tres retrocesos, de Steiner, triangnkir, ó tri- cHspidal, que de estos varios modos se denomina, es una curva algébrica de cuarto orden, que tiene por ecuación la siguiente, fácilmente deducible eliminando la a entre las ecuaciones (1): (^2 _|_ ,,2)2 ^ 8?-íc {3tf — «2) -f 18r2 (a;2 + y^) — 27/' = 0; y cuyas coordenadas, x é y, por ser unicursal, podemos expresar en función racional de un parámetro t. Bastando para ello suponer que tang — a = — <.• de donde se desprende que o 1 1 2¿ ^1 sena=2sen — acos — a= ; y cos«=cos'^ — a- ■¿ 2 l + ¿2 ' 2 — 444 — Con lo cual las ecuaciones (1) de la curva redficense á las siguientes: _ _¡i4_6¿2_[_3 _ 8/3 (¿2 + 1)2 ■' (¿2 _,_ 1)2 Y, en consecuencia, dy dy dx dx~ dt ' dt ~ ' 529. Por referencia á sus tangentes, la curva de que ahora se trata posee propiedades importantes, que pasamos á determinar. Con este objeto, traslademos el origen de las coordenadas al punto de retroceso. A, para lo cual basta poner x — Zr por x ; y así se hallará que ,„- 4r¿2(¿2 + 3) . 8 ¿3 (2) x= \ — é y = -r (<2 -f 1)2 -" (/2 _^ 1^,2 Y como la ecuación de las tangentes es Y - y = t{X—x), fransformarémosla en la que sigue, poniendo en ella por x é y sus valores, poco antes encontrados: (3j Y-tX-^^^ = 0. ¡?2 + 1 Para trazar, pues, por el pun^o (a, ¡3) tangentes á la curva, habrá que determinar la incógnita t por medio de la ecuación (4) (4r + a)¿3 — P¿-^ + a< — ¡Ü = 0: de la cual se desprenden para t tres valores, reales los tres, ó uno real y dos imaginarios, que representarán los coeficientes angulares de las ecua- ciones de las tres tangentes á la curva por el punto considerado, reales ó imaginarias asimismo. Sean /^ == tanga, t.^^^tangb, y ¿3 = tange — 445 — estos tres coeficientes, sometidos, segftn la ecuación anterior demuestra, á las condiciones 4 r + a 4 r -|- a de las cuales se deduce que tanga -(- tangft + tange == tanga . tangi . tange, y, por consiguiente, tanga -I- tangft , , , ,^ tange = ' ' = — tangía + h). 1 — tanga tangft Igualdad de la cual resulta, atendiendo á que el eje de las abscisas coincide con la tangente en el punto de retroceso, y á que los otros pun- tos de este nombre se encuentran en las mismas condiciones que el ante- rior, el teorema siguiente, debido á Laguerre (Nouvelles Anuales de Mathématiqíies , 1870, p. 254): Las tres tangentes que se pueden tratar á la hipocicloide de tres retro- cesos por cualquier punto exterior á ella, forman con una cualquiera de las tangentes en los puntos de retroceso tres ángulos , cuya suma es múl- tiple de -. 5oO. La condición para que dos de las tangentes trazadas por el pun- to (/, p) formen un áugalo recto, es t, /.,+ != 0. Pero, como además t^ t^ t.¿ = , resulta que ir -\- a P 4r + a La cantidad es, pues, en este caso raíz de la ecuación (4), 4r -\- a la cual, en consecuencia, se reduce á la que sigue: + — + 1=0, (4r-fa)2 4r4-a — 446 — que, considerando las a y p como variables, representa la curva á que co- rresponden los puitos por los cuales se pueden trazar tangentes á la hipo- cicloide considerada, perpendiculares entre sí. La última ecuación puede también escribirse de este otro modo: (a+3.-)2 + ¡b2 = ,.-2, que, abreviadamente, expresa el siguiente teorema de Painvin: El lugar geométrico de los puntos por donde pueden trazarse tangentes á la hipoeicloide de tres retrocesos, perpendiculares entre sí, es una cir- cunferencia de radio r, y cuyo centro coincide con el de la hipoeicloide. Por ser, en este caso, 2B 4»- -j- a ¿j y ^2 serán entonces raíces de la ecuación de segundo grado t^ !^.-l = 0. 4í--|- a 531 . Cualquier tangente á la curva considerada corta á ésta en dos puntos, además del de tangencia, separados entre sí por la distancia que pasamos á determinar. Sea X el valor de t en el punto de contacto. La ecuación de la tangente será entonces 4rX3 a2 + 1 y los puntos de su intersección con la curva se determinarán por elimina- ción áe X é Y entre esta ecuación y las ecuaciones de la hipoeicloide „ 4r/2(/2 + 3) 8<3 Jv ^ él — (¿2 + 1)2 (¿2 J^ 1)2 de donde se concluye que \t'* _ 2 (■a2 ^ 1) ti -j- ), (a2 + 3) í' — X3 = o, — 447 — 6 f/_>,)2(><2_2/— A) = 0. Los valores de t en los puntos donde la tangente corta á la curva se hallan, pues, definidos por la ecuación de segundo grado cuyas raíces, i' y i", satisfacen á esta condición: t' ¿" + 1 = 0. Luego las tangentes á la curva en aquellos puntos son una á otra per- pendiculares (Ckemona). Para hallar ahora la distancia A entre estos puntos, advirtamos que, re- presentando por x' é y', y x" é ij", sus coordenadas, será Y, atendiendo á las igualdades 4,.f2(¿'2^3) SrP x' = í^ ! é u= , y „ _ _ irt"^{t"^ + ^) ^ ^ „ ^ _ 8rt"^ ^ - (¿"2 + 1)2 ^ (¿"2 + 1)2' dos de las cuales, sustituyendo t" por -, se convierten en estas otras: 4r(3¿'2+l) - 8rt' X == • e y — (¿'2+1)2 ^ (¿'2+1)2' se concluye, finalmente, que A2 = 16/-2. Luego la longitud de la parte de cualquier tangente, interceptada por la curva, es constante é igual á ir (Cremona). — 448 — 532. El lugar geométrico de los puntos por donde se pueden iraxar tange?ttes á la Jiipocicloide de tres retrocesos , de manera que los de con- tacto resulten en línea recta, es la circunferencia que pasa por los de re- troceso (P. Delens: Journal de Mat/iématiques spécialés, 4/ serie, t. xvi, p. 193). Los puntos en que la recta ux -}- vy -\- lu = 0 corta á la curva se hallan, en efecto, determinados por la ecuacidn si- guiente, obtenida por eliminación de las x é y entre ésta y las ecuacio- nes (2) de la curva: {w — iru) t'^ — 8rr¿3 + {2w — 12ru) t^ + w = 0. Y para que la recta pase por los puntos de contacto de las tres tangentes, trazadas por el punto (a, P), es necesario y suficiente que las raíces de la ecuación (4) coincidan con tres raíces de la anterior, ó que el resto de la división de sus primeros miembros sea idénticamente nulo. Basta, pues, formar este resto, igualar á cero los coeficientes de las diversas potencias de t, y eliminar u, v y iv entre las ecuaciones resultantes, para obtener el lugar geométrico pedido. Y procediendo de este modo, como se procedió en cuestiones análogas, discutidas en los Nfims. 164 y 212, obtiénese, en conclusión, la ecuación de la circunferencia, de radio igual á 3r. 533. Comparando la ecuación de la tangente (3) con la uY-\-vX-{-l = 0, V hállase que ¿2 + 1 ¿2+1 y r = . y, por consiguiente, eliminando t entre las dos, ecuación tangencial de la curva, suponiendo que el origen de las coordena- das coincide con el punto de retroceso, A. — 449 — Si partimos de esta ecuación y buscamos la de la polar de la curva, por ella representada, relativamente á la recta »'n// + "0^*" + 1 = 0, para lo cual se debe aplicar la fórmula "u fu + ''o /,' + "■„ /■-/ = o Á la ecuación homogénea /"(?/, V, ir) = irv^ — 1)2 w — ti^ ic = 0, / encuéntrase la ecuación (5) u^ _|_ ( I _ 1 2 /• i-o) 1-2 j^ 2 », ?í + 2 í'„ r = O , que representa una cónica. Y, buscando la ecuación cartesiana de esta cónica, por el método cono- cido (Laürent: Traite d'Analyse, t. ii,^;. 59), obtiénese la siguiente: (-2(1- 12rí'o) «, y - 2 r„ .r = 1 - l2rvo, que representa una parábola. Pues escribamos esta ecuación bajo la forma ("u ^ — í"o y'f — 2 («n y + í'o •'^) + -■i''^'() ''o /y = 1 — i2rív,; cambiemos de coordenadas, con auxilio de las expresiones X = ,r, cosy. — ¿/j sena é ?/ = //^ cosa -|- .i\ sena, adoptando para eje de las abscisas en el nuevo sistema una recta, paralela á la resta dada, que forme con el primitivo eje de este nombre el ángulo a, determinado de este modo: tanga = —; y hallaremos, por resul- tado final, — ^ .rj2 -f 2 — 2- i/i -\- 2iniQ r^, {^/^coscl. -{- Xyseoa) = l~l2rv^. sen'^a sena 29 450 Y cambiando luego el origen de las coordenadas, por medio de las ex- presiones x^=x -\- h é y^^ y -\- I, á condición de determinar primera- mente h , con auxilio de la igualdad 2 h — \- 24 /• II Q Vq sen a ^ O , sen- a y, después /, valiéndose de la igualdad ^'" /¿a -I- 2 — ^ I -j- 2-1 r 71^ r^ (/.• eos a -f ¡i sen ») sen^ a sen a = 1-12/T,, nos resultará, finalmente, la ecuación _Io!_ ^.2 + 2 ^^ .y + 24,-»o /'o yco,..= 0, sen'^ a sena según la cual el eje de la parábola coincide con el eje de las ordenadas, y, por consiguiente, es perpendicular día recia dada. 534. Para determinar los focos de la parábola anterior, apliquemos á la ecuación (5) el método general, valedero para la determinación de los puntos de aquel nombre en las curvas algébricas. Poniendo para ello 1 i u = y v= -, b -{- ai h -\- ai hallaremos la ecuación 12rvQ — 2uQ(b-\- ai) — 2r^^i(b-^ai) =0. que se descompone, ó resuelve, en las dos siguientes: Wq b — I'q a = 6 r í'q y tiy^a -{- Vq h = 0. , por ser tanga ■= 9- , Uq b -\- a t&nga. =^ — 6 r tanga y a — ¿» tanga = 0: — 451 — ecuaciones que determinan las coordenadas a y b del foco de la parábola, y enseñan que, cuando la recta dada se mueve paralelamente, el foco no varía, por cuanto a uo varía tampoco. Las dos propiedades que acabamos de demostrar se hallan consignadas en la memoria de Painvix, anteriormente citada, y fueron descubiertas por Cremona. Mas las demostraciones que acabamos de proponer difieren de las formuladas por uno y otro geómetra. 5í{5. Si la recta dada es tangente á la hipocicloide, se verificará que 4»-V — V— V = 0. Y poniendo u = u„ y v = i\¡ en la ecuación de la parábola, dedúcese la relación, idéntica á la anterior, ,,^2 4. (1 _ 12,.,^) ,,^2 + 2u,^ + 2 v^^ = 0. De manera que la recia considerada resulta también tangente á la pa- rábola. 5í56. Busquemos los puntos en que esta recta «o 2/ + ^0 a? + 1 = O toca á la curva y á la parábola: ¡)uutos Jados por la ecuación ufu (II o, Vq, Wq) + í'/;' (íí-o. í'o- "■q) + >''f-' K' 'o' ='"o) = O, representando por f(u, v, iv) = O la ecuación homogénea de la curva. Aplicando esta igualdad á la ecuación de la hipocicloide hállase que 2mo u - {I2rv^^ - 2v^) v + v^^ + u^^ = 0; y la ecuación de la parábola conduce al mismo resultado. Luego la recta considerada toca á las dos curvas en el mismo punto. Y como ya se ha visto que el eje de la parábola es perpendicular á la recta de que se trata, resulta que el punto de contacto, común á la hipoci- cloide y á la parábola, coincide con el vértice de la segunda (Cremona). — 452 — Si, además, se elimina tanga entre las dos ecuaciones de donde se des- prenden las coordenadas, a y h, del foco de la parábola, hállase la ecuación a2-|-¿2 + 6r«=0. Luego todos los focos de las parábolas, correspondientes á las diversas rectas, encuéntranse situados sobre la circunferencia que paf^a por los puntos de retroceso de la hipocicloide (Cremona). 537. El radio de curvatura de la hipocicloide de tres retrocesos se halla expresado por la fórmula 3 i?=8í'sen — o. = él,- 2 en el supuesto de representar /.: la distancia, al punto considerado de la curva, del punto en que el círculo generador de la misma curva toca al círculo fijo ó director del movimiento. Las coordenadas x^ é y^ del centro de curvatura de la misma hipoci- cloide tienen por expresión íCj = 3/' (2 cosa — eos 2 a) é !/j = 3/' (2sena -j- sen2a): ó, poniendo a -)- tc por a, jSj = — 3»- (2 cosa -f eos 2 a) ó .í/i = — 3?- (2 sena — sen2a): las cuales corresponden también á una hipocicloide de tres retrocesos, en- gendrada por una circunferencia de radio 3r; ó una curva, salva la situa- ción, idéntica á la primitiva. 538. El valor del área, limitada por uno de los tres arcos componen- tes de la hipocicloide de tres retrocesos y por los radios de la circunferen- cia fija que pasan por los extremos del mismo arco, tiene por expresión 9 A= — T.r^, 3 2 y es igual, en consecuencia, d — del área del circulo generador. — 453 — Y el valor del área total del triángulo curvilíneo, formado por los tres arcos de la curva, igual á 2Kr^: doble del área del mismo círculo. o'iid. Auálúgameatc: la longitud de uno de aquellos tres arcos es igual 4 á — Tzr, ó á dos terceras ¡¡artes de la lonr/itud de la circunferencia gene- radora. Y la longitud total doble de la longitud de la circunferencia des- arrollada. 540. Las hipocicloides de tres retrocesos poseen afín otras propieda- des interesantes, relativas á sus podarlas, descubiertas por Longchamp.s (Journal de Mathéniatiques spéciales , 1887, p. 203 y 220), y por Bno- CARD (ídem, 1891, p. 32), que relacionan su teoría con la de otras cuárti- cas anteriormente consideradas. Como muestra ó prueba de lo dicho, tomaremos por origen de las coor- denadas el punto C. La ecuación (3) de las tangentes á la hipocicloide transfórmase en la si- guiente: 4rt Y=tX ¿2 + 1 Y la perpendicular á esta recta, trazada por el punto (a, ¡i), tiene asimis- mo por ecuación Y-¡i = -j{X-o.). Eliminando la t entre ambas ecuaciones, obtiénese la que sigue, corres- pondiente á la podarla de la hipocicloide considerada, relativamente al mismo punto (a, |3): = X (a - X) [{X - a)2 + (y _ p)2] _ 4r (a - x) {y - [if. Ó, trasladando el origen de las coordenadas á este punto (a, p), {A) rj iy + p) {x^ + ¿/2) + (¿c + a) X {x^ + ¿z^) - 4 rx,f = 0. Suponiendo ahora que a y ¡i representan las coordenadas de un punto — 454 — de la circunferencia, tangente á la hipocicloide en los puntos C, Cy y C^^ hállase que a = r -f- '■ CCS ci) y p = rsenw, designando por w el ángulo formado con el eje Cx por la recta que une el centro de la circunferencia considerada al punto (a, p). Y, en virtud de las precedentes igualdades y de las j;=pcosO é 2/=p8eníl, la ecuación de la curva considerada se reduce á la forma p = — r(senO seno) -j- cosO + cosBcosw — 4coa9 sen^ 9); ó p^ — r[cos(9 — oj) + cos39]: 6, finalmente, p = — 2r eos j 29 w "j eos U + — wY Vese, pues, que la podaría de la hipocicloide de tres retrocesos, relati- vamente á un punto cualquiera de la circunferencia, tangente á la curva en los puntos C, P, y C.¿, es un trifoliuin. (Losgchamp.s). 541. Ampliaremos un poco más eúe asunto, fijando breves momentos la atención en las podarias de la misma hipocicloide, relativamente á los puntos de la recta CA, Poniendo para ello en la ecuación (A) ¡i = O, dedúcese la ecuación p = — a cos9 -\- 4r eos 9 sen^ 9: la cual representa una rosácea de tres hojas, cuando a = r; un folium dúplex (Núm. 237), cuando a = 0; un folium simplex (Núm. 231), si a. = ir: y un trifolium (Núm. 244) en el caso de ser a = 2r (Brocard). 542. La hipocicloide de tres retrocesos puede, también, trazarse fá- cilmente por puntos y tangentes, conforme vamos á indicar ahora. Consideremos para ello una circunferencia, de centro O y radio I¿^; y, á contar de un punto fijo de la misma, C, señalemos los arcos CM y CN (fig. 135), de doble longitud el segundo que el primero. Pues, designando — 455 — por w el ángulo COM, y las coordenadas de los puntos My N, respecti- vamente, por x^ é y, y .Fo é y.^, los valores de estas coordenadas podrán expresarse de este modo : x^ = — fíjCOSdj é í/j = ñjsenw, y x^= — y¿jCos2(i) é 2/2^ — i?iSen2a). Con los cuales se deducirá para ecuación de la recta, MN, que pasa por aquellos puntos, la siguiente: 1.1 3 y sen — to + JL eos — w ^ — R, eos — tü. 2 2 ^2 Y la envolvente de las posiciones que la recta toma, conforme to varía, se determinará por medio de esta ecuación, y de su derivada con rela- ción á u), 1.1 3 Y eos — u) — X sen — w = 3 /2. sen — w, 2 2 ^ 2 ' equivalentes á estas otras: X= R^{cob2io — 2 cosw) é r=i2i (sen2w+ 2 senoj), las cuales se reducen á las (1) del Nú- mero 527, poniendo en ellas tt — a por O). De donde se concluye que la en- volvente de las distintas posiciones de la recta MN, conforme M y N varían sobre la circunferencia, conser- vándose constante siempre la relación arco CN = 2 arco CM, es una hipoci- r.loide de tres retrocesos. 543. De análoga manera: sobre la recta MN, también indefinidamente prolongada, señalemos ahora el punto K, de manera que MK=MN; y demostraremos que, cuando la recta 3IN varíe de posición, sin alterarse la relación expuesta, el lugar geométrico, descrito por K, coincide asimismo con la hipocicloide mencionada. — 456 — Trazando, en efecto, por el punto O la recta OL , perpendicular íí la MN; proyectando la línea quebrada KLO, sucesivamente, sobre los ejes de las abscisas y ordenadas, OX y O Y; y representando por Jl é Y las coordenadas variables del punto K ^ hallarenios que -rX= KL sen LOC -\- LO eos LOC é Y= AL eos LOC— OLsenLOC. Ecuaciones que, por ser Lo = I\\ eos LON= /i'i eos ~r ^', KL = 3 LA = ÍJ /?] sen — o), 1 y J^OC=—i^, se transforman en otras dos, que coinci), conclu- yese que las epicicloides contraídas y dilatadas tienen por ecuaciones las siguientes: iry I \ R + r ,7j , V R + r a! = (i? + r)cosa — a eos a é y = [R -\- r) seay. — asen — a, /• r 553. Las curvas á que estas ecuaciones se refieren compónense de se- ries de arcos iguales, en námero finito ó infinito, según que — sea racio- — 463 — nal 6 irracional: siendo, además, cosa fácil ver que los arcos componentes de las series, poseen, aisladamente considerados, análoga figura á la de los arcos componentes también de las cicloides contraídas ó dilatadas, estu- diadas ea los Náms. 510 é inmediatos siguientes (figs. 107 y 108), ha- llándosí ahora reemplazada la base 00^ de entonces por un arco del cir- culo fijo, de longitud igual á la circunferencia móvil, 27:r. 554. E igualmente se advierte, procediendo con atención en el estu- dio de este asunto, que, como en el caso de las epicicloides ordinarias, es aplicable el método de Descartes al trazado de tangentes á las nuevas cur- vas; porque la normal á la curva en cualquier punto pasa también ahora por aquel otro punto donde el círculo generador correspondiente toca al círculo fijo: como entonces tocaba al círculo director del movimiento. 555. El radio a de curvatura de las epicicloides de que tratamos, con- traidas 6 dilatadas, suponiendo que sea p = — a, tiene por expresión la siguiente: ^ 4(ig + r)[r^ + a2 — 2arcosp]a r^ -^a^(R-\- r) — a (fí + 2?j r cosfi ' La cual muestra que las epicicloides solamente poseen puntos de retroceso reales, cuando a = r, 6 en el caso de la epicicloide ordinaria; y puntos de inflexión, cuando a^^^'^^=^, 6 a> r y i?<^(^-^^ caso el último á que corresponden los valores de p, determinados por la igualdad fl r3 + «2 (7? + r) C08p= ■ ^^ ! '-. ar (/? + 2r) 556. La diferencial del arco s de las mismas epicicloides depende de la fórmula ¿,-2 = [R^rf\iJ^^—2— co? pl áa^. — 4G4 — O, poniendo por ¡5 la expresión ti -|- 29, rfs2 = 4 (/? + rf l'^-V fl -_ 4 — ^^^ sen^e | cVfi. ar (rT«)- Luego Za rectificación de los arcos de epicicloides , contraidas ó dilata- das, depende de la de arcos de elipse. Lo cual constiUije una aini)liación del teorema de Pascal, relativo á las cicloides de los mi-rnos nombres (Nú- mero 514), descubierta por Nicolle. ( Memo ir es de VAcadcmie , Pa- rís, 1708.) 557. Advirtióse en el Ndm. 159 que la curva denominada caracol de Pascal era una epicicloide, engendrada por un punto de la circunferen- cia de radio R , cuando rueda sobre otra, fija, del mismo radio. Lo cual puede ahora demostrarse sencillamente. Suponiendo, en efecto, que R = r, de las ecuaciones obtenidas en el Núm. 552 se deducen para este caso particular las que siguen: £C = 27?cosa — acos2a é ?/ = 2 7?sena — fflsen2a, equivalentes á estas otras: g;2 _j_ ,^2 ::_ 4 7^2 _j_ ^2 — 4 i?a eos a y x = 2R eos a — a (2 co&^a — 1 ), y de las cuales, por eliminación entre ellas de cosa, se infiere que {x^-J^f—4:R^—a^¡^=—SR^ax-\-8R^a^—iR:^ix^-^-i/'^ — iR-^ — o"). O, trasladando el origen de las coordenadas al punto {n, 0), para lo cual basta poner .r en vez de x-\- a, se halla finalmente que (£c2 -f f- + 2a xP = 4 7i« (.r2 + if). Ecuación que, en coordenadas polares, se convierte en la que sigue: p = — 2acosQ±2J?, correspondiente al caiacol mencionado. — 465 — 558. A propósito de las hipoeicloides, baste saber que sus ecuaciones son éstas: 7? — r R — r x = (R — >•) eos c/.-\- a eos a é y^=(R — ?•) sen a — a sen a De las cuales se deducen resultados análogos á los acabados de consig- nar, por referencia á las epicicloides contraídas y dilatadas. 559. A las dos variedades de curvas extendió, en 1869, Foüret el teorema de Euler, relativo á la doble generación de las epicicloides é hipoeicloides ordinarias (Nútn. 522). Por sencillo procedimiento geométri- co, FouRET demostró, en efecto (Noiivelles Aúnales, 2." serie, t. viii, 1869, p. 162), que las curvas de estos nombres pueden ser engendradas por dos círculos diferentes, de radios r y r^, rodando en contacto con otros dos, fijos, de radios R y R^, siempre que los cuatro radios y las distancias, a y a^, del punto generador, en cada caso, á los centros de los círculos mó- viles, satisfagan á las siguientes condiciones: „ R R±r R^ = a--, r^=a , y a^ ^ /¿ _|_ r. 560. Para dar por ultimada la teoría de las cicloides, epicicloides é hipoeicloides , en este largo Capítulo X expuesta, advertiremos que de las podarias de estas curvas, de sus paralelas y evolventes, y de otras curvas, de atractivo estudio, con ellas también estrechamente ligadas, trató Bari- siEN en dos interesantes artículos, publicados en el Journal de Sciencias Mathematicas (Coimhra, i. xiv, p. 121, y t. xv, p. 47), donde hallará el lector sus ecuaciones y la deducción razonada de los valores de sus áreas y de las longitudes de sus arcos, con otros detalles geométricos, merece- dores de atención asimismo. iit — 466 VI RULETA DE DELAUNAY 561. Aplícase el nombre de ruleta de Delauna Y, por su modo de generación, y en recuerdo del ilustre geómetra que estudió primeramente sus más salientes propiedades, á la curva engendrada por cualquiera de los focos de una elipse ó de una hi- pérbola , cuando la generatriz rueda sin resbalar sobre una recta indefi- nida á ella tangente. (Journal de Liouville, i." serie, t. vi, 1841). Consideremos por de pronto, y exclusivamente casi, el supuesto de ser la generatriz una elipse, AMB (fig. 138), de semiejes CA ^ a y CB = b; focos situados en i'^ y F^ Figura 138. y semidistancia focal, CF ^ c= \a^ — b'^. Por referencia á los ejes coordenados, CX' y CY', móviles con la ge- neratriz, la ecuación de ésta será Y, designando por Jf el punto de su tangencia con la recta OX, sobre la cual rueda, adoptada como eje permanente de las abscisas; por FP la perpendicular á este eje, trazada desde el foco F; y por AA^ el eje de la elipse generatriz, coincidente, en su posición inicial, con el de las ordena- das, O Y, las coordenadas x éy del /'', generador de la ruleta, serán éstas: y = FP y x = OM— PM. Determinando ahora, con los recursos propios de la Geometría Analí- tica, la distancia FP, comprendida entre el foco F, cuyas coordenadas, — 467 — por referencia al sistema de los ejes móviles, son c y O, y la tangente OX, en el punto M(x',y'), hállase que Var' — ex «2 + ex' ex Por ser FM^ a , también se deduce sin dificultad, que a ^ Y, finalmente, por definición OM=are MA = s'. Las ecuaciones de la ruleta, por referencia á los ejes fijos, OX y O Y, serán, pues, en consecuencia de esto. cy y , X = s ^2-=^ e y -Vi ■ex + ex' las cuales determinan los valores de a; é ?/ en función de la cantidad arbi- traria x'. 562. Del modo de generación de la ruleta se deduce que esta curva constará de un número infinito de arcos, iguales unos á otros, como el re- presentado en la figura 139. El arco componente, tomado como ejemplo, arranca de un punto F^ situado en el eje de las ordenadas, á la distancia a — c del de las absci- — 468 — sas, igual á la del foco generador al vértice mis próximo de la elipse; se levanta luego, desviándose del segundo de aquellos ejes, hasta llegar á otro punto, F.^, cuja ordenada, a -J- c, es igual ú. la del mismo foco al vértice de él más apartado, y la abscisa á la longitud de la mitad de la elipse en movimiento; y se aproxima, finalmente, en la sucesión de éste, al eje de las abscisas, describiendo un arco, F.^F^, igual al F^F.->,y simé- tricamente situado por referencia á KF^,. Por medio de la segunda de las ecuaciones de la ruleta, combinada con la ecuación de la elipse, se obtienen las igualdades X = ^— é y = de las cuales resulta (Serret: Calcul integral, 1880, p. 498) ds =\d.v^ + rfy 2 =, y J (¿2 4- j,2)2 Y4 «2 ^2 _ (¿2 ^ ^2)2 C _,, ,, 8a2¿2y2_(¿,2_^^2)3 d{yy) = •^. ^ ^ ' dy; ¿2 (¿2 + _^2)2y4„2y2_(62_^^2)2 y, por consiguiente , dx V^ -\- y"^ dy V4a2 2/2_(¿2_^^2)2 Igualdad esta última que determina «1 coeficiente angular de las tangentes á la curva considerada, y demuestra que —j— = O, cuando y = a — c é «/ = a + c; y, por lo tanto, que las tangentes en los puntos F^ y F., son paralelas al eje de las abscisas. Derivando la ecuación anterior, relativamente á y, hállase también que d^x éa^yíy'^ — b^) ^y' [4a2a/2_(¿2 4.^2)2J2 Luego— — es nula cuando y = h: de manera que la curva posee dos dy'^ - 469 — inflexiones en los puntos R y S, cuyas ordenadas son iguales á b.Y como Á y = b corresponden los valores re' = O é y' = b, infiérese que la abs- cisa del primero de estos puntos es igual á la longitud de un cuadrante de la elipse, y el coeficiente angular de la tangente en aquel punto igual á — . b 563. El radio de curvatura de la ruleta de Delaünay tiene por ex- presión 3 df Y la loiiiritiid de la nonn;il usta otra: =."V' , = „M, + d±\'- '"J' di/ ) y^ -\- b^ Luego entre R y N existe la siguiente notable relación, descubierta por el mismo DelaüNAY: R N a 504. Para estudiar la ruleta, engendrada por el foco interior de una rama de hipérbola, cuando esta rama rueda sobre una recta, basta en las fórmulas anteriores cambiar b^ en — b-. Y entonces fácilmente se ve que la curva se compone de una rama dnica, simétrica por referencia al eje de las ordenadas; la cual, partiendo del punto cuya ordenada es igual á c — a, se extiende indefinidamente hasta lo infinito, sin presentar en su trayecto jmntos de inflexión. 5G5. DelaüNAY encontró ambas curvas aquí consideradas al propo- nerse determinar las superficies de revolución , de curvatura media cons- tante. Sábese, en efecto, que los radios de curvatura principales de las mencionadas superficies son, en cada punto, el radio de curvatura de la sección meridiana y &\ segmento de la normal, comprendido entre aquel punto y el eje de revolución. Luego, representando por R y N este radio — 470 — y este segmento déla normal, el problema que se trata de resolver se halla formulado en la ecuación siguiente: R N a' á la cual satisfacen, por consiguiente, las superficies (Núm. 56S) cuyos meridianos son ruletas de Delatjnay. 566. Las ruletas á que nos referimos fueron también encontradas por Delatjnay al ocuparse en otro problema interesante de Cálculo de las Variaciones. Si queremos, en efecto, determinar la curva plana que, girando al re- dedor de un eje, situado en su plano, engendra la superficie de revolucióti mínima, correspondiente á un volumen dado, será menester que hallemos el mínimo valor de la integral '1 + /2 a^^ habida cuenta de esta ecuación condicional: ' y^ dx= const. r Cuestión de mínimos relativos, que puede resolverse por método cono- cido, y que produce para ecuación diferencial de las curvas pedidas (Se- RRET: Calcul Integral, 1880, p. 733) la siguiente: d.= - ^y'-^^'^ la misma, renglones antes ya deducida, representante de las ruletas de Delaunay. 567. Antes de dar por ultimado este asunto, es de advertir que, por procedimiento analítico, análogo al del Núm. 561 , puede también demos- trarse que, cuando una parábola rueda sobre una recta, su foco describe una catenaria. Por lo cual propuso Lindelof denominar también las cur- — 471 — vas de Delaunay con el nombre de catenarias , elíptica una, é hiperbó- lica la otra, según fuese la generatriz, una elipse 6 una hipérbola. Y añadiremos más: que CesIro estudió estas curvas valiéndose de su ecuación común, expresa en coordenadas intrínsecas, en un artículo pu- blicado en los Nouvelles Annales de Mathématiques , 1888, donde expuso la Teoría general de las Ruletas, y, como aplicación de ella, la particular de la ruleta de Delaunay. VII PSEUDOCICLOIDES 5• ds rs ds . (1) -L. = — = — = log k k Ja ? Ja Ys2 _ «2 +y/s — 472 - Y, adoptando para eje de las abscisas la recta A^ ^4 X, y para origen de las coordenadas un punto O de esta recta, tal que sea O A = , ha- F + 1 Haremos que X Cf ds a ^ r»? ds = I eos» do -) e y^ \ sen» Ja (¿tp ' F + 1 ' Ja ' df df. Pero de la fórmula (1) y de la ecuación de la curva se deduce este va- lor de s, en función de -c : -íe 2 Luego T T X- I cos'iíe '' — e '' )-| — é iy= — j 'seno; \e '' —e * ); ó Aa ri e" +e " , e " — e " 1 , £c :^ I — eos es \~ sen o , é 2(F^l)L/v 2 ' 2 J (2) /ca r 1 e " + í ^ e ''• — e " ri — I — sentó 1) Ik ' COS.; 2 (/c2 + 1) L /í ' 2 ' 2 J 570. Con lo cual podemos ahora determinar la forma de la curva. Si en estas ecuaciones ponemos — cp por te, vese, en efecto, que x no cambia de valor ni de signo, y que y cambia solamente de signo: luego la curva es simétrica, relativamente al eje de las abscisas. En el punto A la curva es, como ya se dijo, tangente al eje de las abs- cisas, y aquel punto A lo será de retroceso. Cuando el valor de s sea inferior al de «, la curva será imaginaria. Y representando por p^ el radio vector de un punto cualquiera de la cur- va, hállase que tí, O '^ tp 2- o 7,q I- 1 / _¡_ ' V X _f_ __J V 4 (,/í2 -f 1)2 — 473 - Por medio de esta fórmula y de la (1) vese que » y pj^ crecea iadefiaida- mente, conforme s crece; y que, por lo tanto, cada rama de la curva debe dar un número infinito de vueltas alrededor del punto O, alejándose cada vez más de este punto con tendencia á lo infinito. 571. Sea Fel ángulo que el radio vector forma con la tangente en el punto á que corresponde, y hallaremos que -.^ X2i' — yx' , tang V = —^ -^ — = A: ^x' + uu' De manera que, cuando o se aproxime indefinidamente al oo , tangF propenderá á confundirse con tangí;. La proyección del radio vector, pj, sobre la tangente es igual á pj cosF, y, por lo tanto, á — ^ . Y la del mismo pj sobre la normal, igual á rr ■ ^ ^''^P Pi sen V, y, en consecuencia, á • ■ — . ^' ¿2 + 1 572. Consideremos ahora la segunda curva, que tiene por ecuación k^ p2 — s^ ^ cfi. En este caso, e^-e k 9 e''-+e ? k de manera que ds _ ,__ s + V*- + d'- ha i 1 e''— e '' , e^' + e^M X = — coso ■ + sen o I , ¿2 + 1 L A: ' 2 ' 2 J O ü 9 9 ka r é^^e"^ , 1 e~— e""^") y = — coso -] sents , 3 F+1 L ' 2 ^ k • 2 J^ „ «27,2 r 1 / :^ -1x2 , /-^- -^vn — 474 — tomando ahora por origen de las coordenadas el punto O (fig. 141 ) sobre la perpendicular VA á la ÁA^,á la distancia del punto O. Por medio de estas fórmulas concluyese, como en el caso anterior, que la curva parte del punto A, correspondiente á s= O, donde posee una tangente paralela al eje de las abscisas; que es simétrica relativamente al eje de las ordenadas; y que da también un número infinito de vueltas alre- dedor del origen, alejándose indefinidamente de este punto. Y, procediendo como en el caso anterior, dedúcese, parecidamente, que en este caso el ángulo F varía desde — n hasta are tangA', y que las pro- yecciones del radio vector, p^, sobre la tangente y sobre la normal, son s k^ P también iguales á — — — y — . 573. Determinando las coordenadas del centro de curvatura de las pseudocicloides por medio de las fórmulas conocidas, veríase asi- mismo fácilmente que la evoluta de la pseudo- cicloide, representada por la ecuación k^ p^ = 52 — Qj2^ gg Id pseudocicloide á que corresponde la ecuación k^ p2 = s^ + ^^; V 9'^^> recíproca- mente, la evoluta de esta segunda pseudocicloi- de coincide con la primera. Las curvas, pues, en este lugar consideradas, representan las soluciones del problema estudiado por Eüler en el tomo i de las Nova Acta Petrop. (1783), que tenía por objeto hallar las curvan iguales á una de sus evolutas sucesivas: por lo cual algunos autores las denominan curvas de Euler. 574. Las así denominadas pueden también calificarse de epicicloides, engendradas por círculos imaginarios, conforme enseñó Saüssure en un artículo, inserto en el tomo xvii, p. 269, del American Journal of Ma- thematics, donde á las por nosotros aquí consideradas (Núm. 569), apli- có el nombre de paracicloides , y á las de que se trata en el Núm. 572 el de kiperdcloides. Poniendo, en efecto, en la ecuación intrínseca de las epicicloides — 475 — B^s^-^(R^ 2r)-^ p2 = 16 (ñ 4- rj^ r^, obtenida por eliminación de p entre las ecuaciones de los Nanas. 520 y 5 ¿4, i{R-\- r)r sen - ,3 s= (/c + '■) eos — p y jj = . R 2 R-{-2r - en lugar de R y r, los valores R 1 + ¿2 2(1 + /(;2) hállase este resultado: «(1 — ki) . . . -/- y ?• == ^ — , siendo 2 =Y — 1, ¿2 p2 == s2 _ „2. y, poniendo R = - l+A-2 ^ '' 2(1+7^2) este otro: A:2 p2 = «2 _|. „2_ Curvas estas últimas que se hallan á su vez comprendidas, como casos particulares, en el grupo de las estudiadas por Wülffing en un artículo publicado en el Zeitschrifl fiir Mathematik , t. xliv, y cuyas ecuaciones se deducen sustituyendo en las contenidas en el Núm. 552 , para deter- minar las coordenadas de las epicicloide8,j?roto«(7aáas y contraídas, R y r yaya, por valores imaginarios. A las curvas correspondientes á las ecua- ciones así encontradas denominó el mismo Woí.ffing pseudotrocoides. CAPÍTULO UNDKCIMO VARIAS CLASES DE CURVAS I PERLAS DE SLUSE 575. Pascal y Sluse dieron el nombre de perlas á las curvas repre- sentadas por la ecuación )/" = Tc{a~xfx'", en la cual m, ?i y p designan números enteros y positivos. Las noticias más antiguas de estas curvas encuéntranse en tres cartas de Sluse á Huygens, del 14 de Agosto de 1657 y 8 de Enero y 12 de Abril de 1658, y otra á Pascal del 6 de Abril de 1658. (Cartas de Sluse, pu- blicadas por C. le Paige en el Bulletino di Boncompagni. — Roma, t. XVII, 1884). En esta filtima carta atribuye el eminente geómetra de Liége á Pascal la primitiva noción de estas curvas, cuyas tangentes, añade, determinó él en todos los casos, así como las dimensiones de sus áreas, sus centros de gravedad, y los volúmenes de sus sólidos de revolu- ción, en algunos casos particulares. Y, por su parte, Pascal, en carta del 10 de Diciembre del mismo año (Oeuvres , ed. Hachette, t. iii, p. 444), comunicó á Sluse una aplicación importante de las perlas á la resolución de cierto problema de Geometría de los Sólidos. El método empleado por Sluse para determinar las tangentes ála. n^ y al de las ordenadas cuando m w ó p n J TI y 1 — (1 — m^) sen^T .(íx, s dependerá asimismo de otra integral elíptica de segunda especie, y de módulo real. De donde se deduce que la longitud del arco comprendido entre el ori- gen y el vértice de una hoja tendrá por expresión =cv ^m2 J^ 1 sen'^wí/o), si TO > 1; y m^ M' V' - (1 — m^) sen^x í/x, si ?w < 1: en atención á que, en el vértice, 9 = y, por tanto, u= — y x ^ 0. 2m 2 - 487 — 594. Por ser las loagitudas de los arcos de rosácea iguales á las de arcos de elipse , puédense extender á los primeros ciertas interesantes pro. piedades, conocidas y ya demostradas por referencia á los segundos. Fijé- monos particularmente en el teorema aplicable á las rosáceas, que corres- ponde al de Fagnano. Consideremos (fig. 144, p." 481) los arcos de rosácea OM, OM' y O A; y sean 'f y 1 (y del mismo modo se trataría el caso de ser m < 1), OM=aE{k,'i) y OM' = aE(k,\); y OA = aE{k,\^) y k^ = -— . Luego , .,, aJc^ sentó costo OM-\-OM' — OA = OM—AM' \/l — fc2 sen'" -f faltando ahora construir el segundo miembro de esta igualdad. Para lo cual basta advertir que, en el punto M, p=a sen-o; y, por tanto, d¡i=a costpcía de manera que dp eos (p ds \/l — k'' sen 2 to — 488 — Y, en consecuencia, nlt'^ fíon i coso. , , (7s = alx^ sen'j Vi _ A-2s,n2,,, ' ds' Si advertimos, además, que — — es igual al coseno del ángulo V , forma- ds do |)or la tangente á la curva, con el radio vector del punto de contacto, concluiremos que nli^ son -i coses „ ak'^ eos V sentp; V 1 — T{'^ sen ^ » ó, representado por ij el valor de B en el punto M, ah' sen'£ cose f i = a/i"' eos V sen Vi — A-'-í sen2 s Igualdad de la cual sencillamente se desprende esta otra: 7}} — 1 cp OM — AM'^^a cosFsen-_L, m - m cuyo segundo miembro muy fácilmente puede asimismo construirse. m ESPIGAS 595. AuBRY (Journal de Mathématiques spéciales , 1895, p. 201) designó con el nombre de espigas á las curvas comprendidas en la ecuación P = sen TOí Cuando 6 varía desde O hasta — , p decrece desde oo hasta a.- valor éste m ' que corresponde á 9 ^ ; y crece después, desde a hasta oo. El punto 2 m — 489 — generador de la curva describe, pues, una rama infinita BAC (ñg. 147), de la cual O A es un eje de simetría; y las rectas OX y OD, que forman en- tre sí un ángulo igual á — , serán asíntotas de la curva. m Una segunda rama de la misma curva, igual á la anterior, resulta des- crita cuando 9 varía desde — ■ hasta . m m Y en términos generales, á los valores de O, comprendidos entre cada dos números sucesivos de la serie -K 2ll 3tt 47t m m m tn corresponde una rama de la cur- va considerada. 596. Procediendo como en el caso de las rosáceas, se verá que las espigas son curvas algié- tricas, cuando m sea número ra- cional, y transcendentes cuando irracional; y que, en el caso de ser m ra- cional é igual á — , el número de ramas resulta igual á a, si a y ^ son am- bos impares; é igual á 2a, si uno de estos números es par é impar el otro. Cuando m sea irracional, el número de ramas será infinito. 697. Por ser Figura 147. — == sen wíOj eos (9 — 9 J -f~ '"* eos ?«9j sen (9 — 9j) la ecuación, referida á coordenadas polares, de la tangente á una espiga, en el punto (9^, p^), poniendo 9 = 9^ -f- ^'^ ^i> será a 1 -\-m „ o — = senSmü,. P 2 Y, con auxilio de esta fórmula, encuéntrase el radio vector del punto, — 490 — donde la tangente á la curva corta á la recta que pasa por el origen de las coordenadas y forma un ángulo, igual á í^ -j- mOj, con el eje de las abscisas. 598. El radio de curvatura de las espigas se halla expresado por la fórmula eos- )«ít \^ R a I L -[- w I \ sen^ »í9 / (1 — m^) sen »w9 de la cual se desprende que las curvas de que ahora tratamos carecen de puntos de inflexión á distancia finita. En los vértices de las mismas curvas R = y en los puntos donde 9 es igual á 1 1 - — o' TC 57t ám ám ám 3 R 599. El área descrita por el radio vector de una espiga, cuando 9 va- ría desde A0= X hasta 9^, se deduce de la fórmula 2 m A = I = cotmüj. Y, si 9j = , el área se expresará como sigue : 2m 600. La rectificación de las espigas depende también de las integra- les elípticas de primera y de segunda especie, en los términos que á ren- glón seguido se exponen. — 491 Por de pronto, ,;j2 I 1 sen^ m9 dH; 6, poniendo ;w9 = w y 2»í') V )n^ - "^ V^i Ic^f sen"' 0) Y, apoyándonos ahora en la identidad d [cot iiiy 1 —- Ic^ sen^ O) \ y 1 — fc^ sen- w dü) sen^ (1) P-1 ■2 cpn^ i ■Vi-fc'^ \/l-í: puédese también escribir ds = — aíí(cotwYl — fr- sen'^ü)) — aQc^ — 1) , yl — k^ sen^ü) — a V 1 — A:^ sen^ w rfuj. Luego la longitud, s, de los arcos de las espigas depende de una inte- gral elíptica de primera especie y de otra de segunda. En el caso de ser m ■< 1 , A; será imaginaria; pero la dificultad de aquí resultante puede eludirse poniendo mO ^ x, porque así ds = ^ V'l — ifc2sen2Tíí-c y F = 1 — m^. m cos^ T Y como (¿[taDgT\/l — fc^scn^T] _\/l— fc3sen2T 1 _|_y/l_fc2aen2T, — 492 dx hallaremos, en conclusión, que ds=-— |íí(tangTV'l — fc2 s.-u2 t) + -= "* * yi— fc^sen^T — V^l - i;2sen2T(/-i¡- Luego la longitud 5 depende también entonces de integrales elípticas de primera y segunda especie, de módulo real. IV NUDOS 601. También fué AuBRY quien, en el mismo Journal de Mathéina- tiques spéciales (1895, p. 201), designó con el nombre de nudos á las cur- vas ya anteriormente conocidas, representadas por la ecuación p = a tang wí 9 , Figura 148. de curvas que se acaban de estudiar. Si H varía desde O hasta que, dando á la palabra espiral suficiente ampli- tud para aplicarla á cual- quier curva, definida por una ecuación en coorde- nadas polares, tal vez fuera preferible denomi- nar espirales tangentoi- des, cuya forma (fig. 148) depende del valor de m, como dependían las for- mas de las otras clases 7C 2m au- menta desde O hasta oo , y el punto generador de la curva describe la rama infinita OA..., tangente al eje OX en el punto O. Y cuando después 9 varía desde O hasta , p decrecerá desde O hasta — oo, y el punto genera- 2m — 493 — dor de la curva describirá una rama infinita OB..., igual á OA... y simétri- ca de ésta relativamente al punto O, centro de la curva. 602. Sábese además que la ecuación general de las asíntotas de las curvas planas, en coordenadas polares, tiene por expresión la siguiente: -=/-'(a)sea(9-a), P representando por a las raíces de la ecuación /"(6) ^ O, y por p f0) la ecuación de la curva. De donde, por referencia á las curvas considera- das, se concluye que la ecuación de la asíntota, correspondiente á la rama OA..., tiene por expresión a — = — ■ m sen P ("-—]■ O, en coordenadas cartesianas, esta otra: y = x tang 2m •^ m eos ■ 2m De donde se deduce que la rama O A... de la curva posee una asíntota, MN, secante al eje de las abscisas en el punto M, á la distancia del ori- gen de las coordenadas, igual á , y la rama OB otra, M' N', m sen 2m paralela á la primera, y que además pasa por el punto M! del mismo eje de las abscisas, siendo OM' = OM. 60.Í. A los valores de O, comprendidos entre -, — y ^r — , -- — y - — , 2m 2m 2m 2m etc., etc., corresponden otras ramas de la curva, iguales á la designada por BOA. Como en el caso de las rosáceas, infiérese también que, cuando m sea irracional, el número de ramas de la curva resultará infinito, y la curva será entonces transcendente. Mientras que, si m es racional, é igual á — , aquel número será igual á 2a cuando a y ^ sean impares, é igual á a cuan- — 494 — do uno de estos números sea yar, é impar el otro: caso este último en que será algébrica la curva. 604. La subtangenie y la subnormal de los nudos se hallan determi- nadas por las fórmulas a o am ' enlazadas por la siguiente relación: 605. Y el radio de curvatura de los mismos nudos por esta otra: i? = a i ni^ A sen^ 2to9 | V 4 } (2?n2 -|- sen^ mh) eos* m9 que en el punto O se reduce á i¿ = — am,y que en todos los casos en- seña que las curvas de este nombre carecen de inflexiones reales , á dis- tancia finita, salvo en el punto O. 606. El área descrita por el radio vector, cuando 9 varía desde O hasta 9j, puede fácilmente calcularse por la fórmula A = I ' tang2 »i9í/9 = (tangw/í) — mil). 2 Jo 2m V CURVAS DE LAME 607. Con el nombre de curvas de Lame, y también, alguna vez, con el de estoroides (Leroy: Oéométrie Descriptive, París, 1872, p. 203) se distinguen las curvas representadas por la ecuación (í)"+(i)' = 1, previamente estudiadas por aquel distioguido geómetra en un trabajo titu- — 495 — lado Examen des différentes méthodes employées pour resondre les pro- blemes de Géométrie (París, 1828), y, con posterioridad, por Euret y GiLBERT en los Nouvelles- Anuales des Mathématiques (1854, p. 193, y 1870, p. 370), y por R. Godefroy (Journal de l'École Polytechnique de París, 1892), y las cuales son algébricas cuando m representa un nú- mero racional, y transcendentes en caso contrario. 008. La forma de cualquiera de estas curvas depende de m, bastando para determinarla el atento examen de su ecuación y de estas otras dos, derivadas suyas: — xy = - {m - 1) ¿2" X" a"' ,,2m-l Eq efecto: para fijar las ¡deas, supongamos que a y b s'>n números po- sitivos. 2P Primer caso. — Si m = ■ y w > 1 , la curva presenta la forma 2a+ 1 general de una elipse, simétrica por referencia ;í los ejes de las coordena- das; secante al eje de las abscisas en los dos puntos definidos por la ecua- ción x = ±a, donde las tangentes trazadas desde ellos á la curva son perpendiculares al mismo eje; y secante también al eje de las ordenadas en otros dos puntos, y = ± b, donde asimismo las tangentes á la curva que por ellos pasan son perpendiculares al segundo eje mencionado. Es- tos cuatro puntos son múltiplos, cuan, do p es diferente de a; pero solamen- te una de las ramas que por ellos pasan será real, careciendo además la curva de otros punios singulares , reales asi- mismo. 20 Sequndo caso. — Si ?n = y 2a + 1 /« <; 1, la curva será de la forma in- dicada en la figura 149: simétrica tam- bién relativamente á los ejes de las coordenadas, con sus semiejes iguales á a y b, y cuatro puntos de retroceso en ^, B, C, D. Fignra 149. Tercer caso. — Si ahora m = la curva bajo la forma — 496 — 2¡Í+1 2a+l > 1, escribiendo la ecuaciíín de = b ap + i -{T*'] 2o+l Figura 150. se verá fácilmente que la curva á que se refiere tiene la forma indicada en la figura 150: secante á los dos ejes de las coordenadas en los puntos A y B, {a, 0) y {0,¿), extendiéndose luego indefini- damente, tanto en el sentido de las abs- cisas positivas como de las negativas, y alejándose constantemente del eje de las abscisas. Los puntos ^ y jB lo son de inflexión, y las tangentes á la cur- va en ellos son perpendiculares, respec- tivamente, al eje de las abscisas y al de las ordenadas. La recta COI), paralela á la ^5, que tiene por ecuación í/ = X, es asíntota de la curva. *' a Cuarto caso. — Si fue- re m = < ij 2a+l veríase del mismo modo que la curva es de la forma representada en la figura 151: tangente á los ejes de las coorde- nadas en los puntos A y B, {a, 0) y (O, b), am- bos de inflexión, y que además se extiende in- definidamente tanto en el sentido de las abscisas positivas como de las negativas. En este caso la curva carece de asíntotas. Fiffura 151. — 497 — 2a 4- 1 Quinto caso. — Si m = — ^ — > 1 , la ecuación muesitra que la curva posee la forma indica- da en la figura 152, en la cual los puntos A y B, 6 {a, 0) y (O, b), lo son de retroceso, y las tangentes á la curva en estos puntos, respectivamente, perpendiculares al eje de las abscisas y al de las ordenadas. La recta OC, perpendicular á h AB, será entonces asíntota de la curva. Sexto caso. — Si m ■ 2a + 1 < 1,1a cur- va será de la forma indicada en la figura 153: tangente respectivamente á los ejes de las abscisas y de las ordenadas en los puntos A y B, ó {a, 0) y (O, b). Curva que en este caso se extiende indefinidamente, á mo- do de parábola, en dos distintas direcciones ó rumbos, y carece de asíntotas, y de puntos de in- flexión y puntos múltiplos reales fuera de los A y B. Séptimo caso. — Cuando m sea irracional, la curva se reducirá X al arco AB de la figura 150, pá- Figuta 153. g'°^ •Í96, si TO > 1, ó al de la 151 , si rw < 1. 609. La ecuación de las tangentes á las curvas de Lame, en el punto (x, y), será A .•¿¿ — 498 — De la cual , poniendo en ella JY = O , se desprende el valor de la ordena da, Y, del punto en que esta tangente corta el eje de las ordenadas: a"'y"'-'i j/"»-! Así como, poniendo Y = 0, se deduce para valor de la abscisa,^, del punto de intersección de la misma tangente con el eje de las abscisas esta otra relación: X = ^ Resultando entre los segmentos X é Y la que sigue : X Y 610. La expresión del radio de curvatura de las mismas curvas dice como sigue: ~ (m — 1) a"" 6"" a;*"-* y'"'^ ' 611. Comparando la ecuación de las tangentes con la ecuación uY+vX=í, hállase que u =— y v = Y, en consecuencia, la ecuación tangencial de las curvas de Lame po- drá expresarse de este modo: 612. El área limitada por un arco de curva de Lame, por el eje de las abscisas, y por dos paralelas al de las ordenadas, trazadas por los ex- — 499 — tremos del arco, depende de una integral, que solamente podrá expresarse por funciones elemetitales cuando sea m = 2 , ó en el caso de reducirse la curva á una elipse. 613. La ecuación general que acabamos de considerar comprende como casos particulares, las de algunas curvas notables. Si, por ejemplo m = 2, hállase la elipse, conforme ya hemos advertido; si m = — , la 2 2 " parábola; si íw = — , la evoluta de la elipse; si m=^— j a = b, la, astroide: etc., etc. 614. La /)o¿ar de la cónica a2 p2 relativamente al punto {x, y) de la curva de Lamí considerada, tiene por ecuación a2 ^ p2 y la envolvente de las posiciones de la misma polar, cuando el punto {x, y) varía de posición, describiendo la curva á que corresponde, se hallará por eliminación de a;, ?/ y -p- entre su ecuación y las siguientes: (t)"+(Í ' , X . Y dy ^ a' De donde se desprende esta otra: Luego la polar recíproca de la curva de Lame, de que se trata, relati- vamente á la cónica propuesta , es otra curva de Lame. — 500 - 615. Relativamente al punto {x-^, y^), la ecuación de la polar de la misma curva será: m — 1 /í#\w — 1 {V) +y\\) -^ ó, suponiendo que os ^ vla^j™ 1 y b = By^^"-^ , m — 1 / j/ \ ™ — 1 1. A Luego las polares sucesivas de las curvas de Lame son otras curvas del mismo nombre. H16. Las curvas de Lame pueden considerarse como perspectivas de las representadas por la ecuación , en com'denadas trilineales. {íMiTHíh- á las cuales se aplica el nombre de curvas tria^igulares simétricas , y que Lagoüenerie estudió en un trabajo, publicado por los años 1867, con el título de Recherches sur les surfaces reglées tetraédrales symétriques; y por Jamet en otro, inserto en los Aúnales de l'École Nórmale Supé- rieure (París, 1887); etc. Las propiedades proyectivas de las curvas triangulares se desprenden de las correspondientes á las de Lame, contenidas en la ecuación (^)"+(ir='- suponiendo en ella que -ÜJ ' -V-(-f)" Y así: por ser ( — ^^^ ) + j ^ j ^ 1 la ecuación (Núme- Cl — 501 — ro 614) de la. 2)olar recíproca de la precedente curva de Lame, relativa- mente á la cónica vese también que la ecuación de la polar recíproca de la curva triangular considerada, relativamente á la cónica que tiene por ecuación, expresada en el mismo sistema de coordenadas triangulares , es la curva tria?igular simétrica, representada por esta otra ecuación: Y del propio modo se verá que la polar de la curva triangular conside- rada, por referencia al punto {X^, F^, Z^), es otra curva trianqular, defi- nida por la ecuación Híf+HiJ +^'1^1 -»• 617. La ecuación tangencial de las curvas triangulares simétricas obtiénese ad virtiendo que la de sus tangentes posee la forma uX^ + vY^-\- ivZ^ = (i, en la cual J^m — 1 y m — 1 ^m — 1 U= , v = , y IV ^ : A"' B'" C" ó, en consecuencia, Z = (4'»í/j"'-i, Y={B^v)'^-\ y Z=(C""^^^)'«-l; ó (4m)™-14-(5z;)'"-i+(Cm')"'-i=0, que es la ecuación buscada. — 502 — VI CURVAS DE PERSEGUIMIENTO 618. Las curvas de este nombre, 6 de seguimiento simplemente, ex- citaron por vez primera la curiosidad de Bouguer, quien las descubrió buscando por de pronto la que describe en mar tranquilo un barco, empe- ñado en los alcances de otro, ambos animados de movimiento uniforme, rectilíneo el del perseguido, y variable en dirección de un modo continuo el del perseguidor. (Mémoires de l'^cadéinie des Sciences de París, 1732, p. 1). Curvas de la misma forma general á las descritas por un perro, dis- parado con velocidad constante, hacia una persona, mientras ésta, con paso también acompasado, ó igual, recorre una línea recta, de posición arbitraria en el plano de la curva: por lo cual suelen también designarse con el nombre de curvas del perro, y á las cuales prestaron asimismo fecunda atención otros geómetras distinguidos, como Maupertüis, F. de Saint Laurent (Anuales de Oergonne, t. xiii, p. 145.), etc. 619. Para estudiar las propiedades de estas cur- vas, supongamos que Á y B (fig. 154) representan dos móviles, animados de mo- vimientos uniformes: recti- líneo el del primero, en la dirección señalada por el eje de las ordenadas, OAA'; y curvilíneo el segundo, á lo largo de la curva CBB', cuya ecuación, y = f(x), nos proponemos determinar con los datos del problema, comenzando por advertir que esta curva ha de satisfacer á la condición de que su tangente, en cualquier posición del punto B, corte al eje de las ordenadas en la posición que corresponde al punto A. Fignra 154. — 503 — Esto sentado, si por x é y representamos las coordenadas del punto B, la ecuación de esta tangente será Y—y = f'(x){X-x); y, por lo tanto, la ordenada del punto A se hallará expresada por la fórmula OA = y~ xf (x'). Cuando A se traslade de la posición, así designada, ala A', B pasará á la B'; y, por cuanto los movimientos de A y B son uniformes, (1) ■ ^^' =m, arco BB' siendo esta m cantidad constante positiva. Pero, representando por x -\- h é y -\- k las coordenadas del punto B', resultará que OA'=y-\-k-{x-\-h)f'{x-\-h), y, en consecuencia, AA' = k~{x + h)f'(xi-h)-Jrxf' {x). Luego, representando por s la longitud del arco CB, si C además designa la posición inicial del punto B, en atención á que, cuando s aumenta, x disminuye, dedúcese que la ecuación diferencial de las curvas de perse- guimiento será la siguiente: ,. A A' xf"(x) xy" m = lim = i — í — - = — ^ arco 55' ds Vi _|_ „'2 E integrando esta ecuación, hállase por de pronto esta otra: y' + y/l + y'^^cx"^, I — 504 — sencillamente traosformable en las que siguen: De la cual, repitiendo la integración, se desprende que 2 Im + l (m—í}cx"'-^\ cuando sea m ^ 1 , 6 si m ^ 1 . Con lo cual queda resuelto el problema de que se trata, en términos finitos, debiendo ser determinadas las constantes c y C por medio de los valores de y' é y en el punto inicial del movimiento de B. Con auxilio de las mismas ecuaciones, concluyese también que la recta X = O, recorrida por el móvil A, será asíntota de la curva cuando sea »M>-1 óm=l,y que, por el contrario, la curva cortará á esta recta cuan- do sea w <; 1: luego, en los primeros casos, el móvil i? no encuentra al A, hacia el cual se aproxima indefinidamente; pero sí en el último. 620. Advertido lo que precede, fácil será determinar la forma de las curvas, representadas por las ecuaciones á que nos referimos. Por de pron- to, supondremos que c>0, como asimismo podemos también suponer que C= O, cambiando para ello, si fuere menester, el origen de las coor- denadas. Y, tras de esto, examinaremos los siguientes casos: Q _ I -I 1.° Si es ?w = — — > 1, la curva constará de dos ramas iguales 2b y simétricamente dispuestas relativamente al eje de las abscisas, ambas de la forma indicada en la fig. 154, que se extenderán indefinidamente en el sentido de las abscisas positivas, con dos puntos de inflexión reales, co- / 1 \2n + l rrespondientes á la abscisa x= [ | , cuando b sea par, y con 505 — una asíntota común en coincidencia con el eje de las ordenadas. El valor absoluto de y pasa entonces por un mínimo, correspondiente á los puntos cuya abscisa es igual á c '^'^ + 1. 2.° Si fuese m = ^ — > 1 , la curva tendría la misma forma ge- 26 + 1 neral que en el caso anterior, sin puntos de inflexión reales; pero el eje de simetría coincidiría entonces con el de las ordenadas, é y sería mínimo 2b + 1 cuando fuese x = ± c '^«^ + 1 . 3.° Si es m '¿a 26,+ 1 dicada en la figura anterior, otra rama en el ángulo opuesto de los ejes coordenados, dispuesta de tal modo que el origen de las coordenadas sea centro de la curva. Y, en este caso, el valor absoluto de la ordenada • > 1, la curva tendrá, además de la rama in- será mínimo cuando sea a; = rb c 2a + 1 4.° Si fuese m = 26 ■25+1 '2a 1, la lira 155. curva resulta de la forma señalada en la figura 155: tangente al eje de las ordena- das en el origen; y con un 'punto doble sobre el eje de las abscisas, allí b '2o + 1 donde x = (1 —m)c- y otros dos puntos donde el valor absoluto de y es máximo, corres- 2» pendientes á x^ c ^n + i 5.° Si es m = líL±l < i, 26+1 la curva presentará la forma in- dicada en la figura 156: con un punto de retroceso en el origen de las coordenadas, y dos, de mínimos _ 2M-1 valores de y, correspondientes á las abscisas x ^zh c 2» + i Figura. 156. — 506 -, 6.° Sim 2a - ■< 1, la curva será de la forma representada en 26+1 ^ la figura 157, y poseerá en el origen de las coordenadas un punto de in- flexión. 7.° Si m fuese irracional, la curva sería de la forma señalada en la figura 154, en el supuesto de ser »w > 1, y de la diseñada en la 158 cuando fuese w < 1. 8.° Y si es jw = 1 , la forma de la curva será la que representa, en general, la figura 154. 62 1 . Las longitudes de los ar- cos de las curvas que vamos estu- diando encuéntranse fácilmente, par- Fignra 157. tiendo de la ecuación (1), de la cual se deduce (fig. 154), por de pronto, para s la siguiente: = BB' = AA' OA'—OA m m Y como la ordenada OA', ó la 04, de cualquiera de los dos puntos, don- de las tangentes á la curva, eu A' y A, y cortan al eje de las Y, pueden expresarse, en función de la abscisa correspondiente, C] ó x^, de este modo, 2 \_m->rl ■^ — 1 , etc., Figura 168. concluyese que la determinación del valor de s no presenta, en efecto, dificultad alguna. 622, Por algunos geómetras han sido estudiadas otras curvas de per- seguimiento, basadas en condiciones primordiales del movimiento de los — 507 — puntos A y B, distintas de las simplicísimas, adoptadas para fundamentar el razonamiento del Núm. 619, del cual se desprenden las consecuencias en los inmediatos siguientes consignadas: conforme puede verse en el caso examinado en el tomo xiii de los Ármales de Oergonne (p. 289 y 391), adonde remitimos al curioso lector. VI ESPIRALES SINUSOIDES 62ii. Haton de IjA Goüpilliére aplicó el nombre de espirales sinu- soides á las curvas representadas por la ecuación p" = a" seujifi, en un artículo publicado en los Nouvelles Anuales de Mathématiques (París, 1876, p. 97), en donde insertó una lista ó resumen de sus princi- pales propiedades. Y Bassani, en otro artículo, publicado en el Oiornale di Matematieke (Napoli, t. xxiv, 1886, p. 23), trató también del mismo asunto, agregando nuevas propiedades á las contenidas en la mencionada lista del geómetra francés. La forma de cada espiral sinusoide depende de n. 2o it Si n fuese positivo é igual á , cuando 9 varía desde O hasta — , 2^3 -|- 1 '* el punto generador de la curva describe (considerando, por de pronto, so- lamente los valores positivos de p) una rama cerrada, que pasa por el ori- gen de las coordenadas y es tangente en este punto á las rectas que for- man con el eje de las abscisas ángulos iguales á O y — : rama, además, si- 7C n' métrica relativamente á la recta que pasa también por el origen y forma con el mismo eje un ángulo igual á . 2n Cuando, después, 9 varía desde — hasta , p es imaginario. p _ q -_ Cuando la misma 9 varía desde hasta , el punto generador de n n la curva describe otra rama, igual á la que primeramente describió. — 508 — Y, continuando por el mismo orden los giros del radio vector, el punto generador de la curva describirá una serie de ramas , alternadamente reales é imaginarias, terminando la de orden I cuando sea 9 = — —, n Dando, pues, á I el valor ég, llégase al valor de 9 ^ 2 {2p -\- 1) iz: con lo cual se ve que el punto generador de la curva vuelve á la posición pri- mitiva de donde partió, después de describir 2 (2p -)- 1) ramas, reales 6 imagiiiarias , de la misma curva. 2o Cuando n sea negativo é igual á — , p varía desde oo hasta a; 2p + l y desde a hasta oo , cuando 8 varíe desde O hasta — . El punto generador de la curva describe, pues, en este caso una rama abierta, que tiene por asíntotas las rectas que forman con el eje los ángulos O y — ; simétrica también relativamente al vector que forma con el eje el ángulo ; y se- an cante de este vector en el punto (9:^ — —, p = fl|. Y continuando, lo \ 2n / ; mismo que cuando n era positivo, los giros sucesivos de 9, concluyese, análogamente, que la curva se compone de 2 (2p -|- 1) ramas, alternada- mente reales é imaginarias, siendo las reales iguales todas unas á otras. Si á los valores negativos de p nos atenemos ahora, hallaremos otras 2 {2p -\- V) ramas, iguales á las precedentes. 2^ + 1 Y suponiendo, por último, que sucesivamente sean n=^ y n = — '—^ — por análogo género de consideraciones llegaremos á resul- 2^ + 1 tados comparables á los en los anteriores supuestos acabados de obtener. Vese también, como en el Núm. 587, que, en todos los casos hasta ahora examinados, las espirales sinusoides son curvas algébricas. Pero, en el de ser n irracional, el número de ramas de la curva será infinito y la curva iranscendente. 624. Aplicando á las espirales sinusoides la fórmula conocida -,ft sen9 4- p cosí a.y cío dx da n -35- coso — p seno — 509 — hállase la igualdad -g-=tang(,í+l)9, que, representando por tp el ángulo de la tangente á la curva con el eje de las abscisas positivas, produce esta nueva igualdad:

eetor, en el punto de contacto, podrá determinarse como sigue: tangF= p — = tangw9, 6 F= /i9. Luego el ángulo que se acaba de definir será igual á n veces el ángulo del mismo radio vector con el eje polar. Y de la misma última Igualdad se concluye también que la tangente á la curva es perpendicular al radio vector del punto de contacto en los puntos donde tc9 = — hit {k impar), ó en las extremidades de los ejes de la curva; y que coincide con este radio en los puntos donde »9 = jfcir, sea k par 6 impar, 6 en los puntos donde el radio vector es nulo. 510 — 626. Sean OP y OQ dos vectores de la curva, y PM y QM dos tan- gentes á la misma en los puntos Py Q. Suponiendo (fig. 159) que sean QOX=H, POX = ^', OQM=a y OPM = a', y, en virtud del teorema anterior, a = Tt — >i9 y u'^n^'; hállase que PMQ + 6' — e + - — n9 4-_ n9' = 2tt. Luego S Pilfg=T.-(l + /í)(9'-e),y PJí5=(l4-n)(9' — 9): igualdad consignada por Bar- -X BiEE y Lucas en los Nou- velles Annales de Mathémati- ques (2.'* serie , t. v, p. 2 7 ) , que determina el ángulo de las tangentes á la curva en dos puntos dados. 627. Por medio de la fórmula O Figura 159. P^ + R = d^^ } ¿2(5 d92 y de estas otras dos -^ = pcot/í9, y --^ = pcot2/i9 np (¿9 d92 sen 2rí.9' dedúcese la siguiente, para expresión del radio de curvatura de las espi- rales sinusoides: i2 = P (n -)- 1) senwO ' — 511 — según la cual las curvas de este nombre carecen de puntos de inflexión, fuera del polo. Y, representando por N la longitud de la normal, y teniendo en cuen- ta que "-^^'-m sennQ ' hállase, según lo demostrado por Haton de la Goupilliére en su Tliése, página 34, esta otra expresión N R = n-\-l O, por cuanto senwO = ( — I , la que sigue: R = (n + l)p"-i La cual nos dice que el radio de curvatura es inversamente proporcional á la potencia n — 1 del radio vector, en el punto considerado : propiedad característica de las espirales sinusoides, conforme demostró Bassani (1. c, p. 27). 628. Por ser, representando por s la longitud de los arcos, j-, 1 ds 1 ds dp ~ n-\-l ' á9 ' ^ p cotnH n-\-l d^ n + 1 dp íZ9 dR _ (n - 1) a» dp dp {n + 1) p" (¿6 Vffl'" — p'" R: (n+l)p"-' concluyese, eliminando dp, c¿9 y p entre estas ecuaciones, que w + 1 dR ds = ■ n — 1 ^]' •1 — 512 — ó, poniendo {n -^ 1) b en vez de a, M + 1 dR ds = n — 1 Ecuación, en coordenadas intrínsecas, de las espirales sinusoides, utilizada por Cesíro para el estudio de estas curvas (Nouvelles Anuales de Mathé- matiques, 1888, p. 183; y Lexioni di Geometria intrinseca, Napoli, 1896, pág. 51). 629. La proyección del radio de curvatura sobre la normal á la cur- va, en el punto (9, o), es igual á R sen F. Pero, como R sen V= sen ti 9 = — - — (w+l)p"-' »+l entre la proyección del radio de curvatura, sobre el radio vector corres- pondiente, y el mismo radio vector existe una razón constante. Teorema que puede también ser enunciado de otro modo. Si trazamos, en efecto, el círculo de curvatura, correspondiente á un punto de la curva, en este círculo, secante del vector que pasa por el mis- mo punto, quedará determinada una cuerda, que será proyección ortogo- nal, á su vez, del segmento por el mismo círculo interceptado sobre la / n \ 2p normal: igual, en consecuencia, á2R cosí V\^ — . \2 j n + V Luego el círculo de curvatura intercepta sobre el radio vector del punto considerado una cuerda, en raxón constante con este radio. Teorema des- cubierto por Maclaürin (Treatise of Fluxions, cap. xi), y que Alle- GRET demostró asimismo ser característico de las espirales sinusoides (Nouvelles Annales de Mathématiques , 2." serie, t. xi, p. 162). 030. La rectificación de las espirales sinusoides se obtiene por me- dio de la fórmula i:v^^+(^p-»r'-""""'^=^x>"'"'"- — 513 — De la cual, poniendo 8enF= t, se desprende esta otra: _ 1_ (Y—i^)~ -i dt. De manera que la longitud de ios arcos de las curvas consideradas so- lamente podrá expresarse por funciones elementales, cuando — represente un número entero. Aplicando á la integral, que figura en la expresión de s, una fórmula, bien conocida, de reducción de las integrales binomias, llégase á esta otra: s=a[<«(l-<^)M, +-^« i t"^ i\-t^) -^dt: 6 s=a sen" Feos F -I '-^ a sen" VdV. Pero, si consideramos otra espiral sinusoide, definida por la ecuación l+-2« (n \ " sen fi| , la longitud, s., del arco de esta curva, com- l + 2n ) prendido entre los puntos donde las tangentes forman con los radios vec- tores de los puntos de contacto ángulos iguales á Fq y F¡ , tendrá por ex- presión R, =a ^^-^^ sen » VdV. Y así se ve que entre s y s^ existe la relación (Bessani, 1. c, p. 29) s = (Pi — Pu) eos F + - sj. 1 -|- 2m Cuando sean 0^, = O y Oj = , ó cuando el arco que se pretende rec- 2« tificar sea mitad de la primera rama de la curva, hállase que /q = 0 y ¿j = l; y, por lo tanto, s=^rt^-\i-t^)-^dt=^BÍ^,\\ 33 — 514 — designando por Bl — , — j una integral euleriana de primera especie. De todo lo cual se concluye, recordando algunos teoremas de frecuente aplicación, referentes á las integrales eulerianas, que a 6S1. El área descrita por el radio vector de una espiral sinusoide, cuando 9 varía desde Oq hasta 9j, tiene por expresión A = -- \ 'fm = ~[ '[seníiO]" ííO; ó, poniendo sennO = /, rt2 r>t, 1- -1- A = -^ '¿"(1— ¿2) '2¿l_ Designemos, además, por s^ la longitud de los arcos de la curva n + 2 p = ff sen U ; L n + 2 \ y, de lo expuesto renglones antes, deduciremos que liuego A = So. 2(« + 2) - 682. Para determinar las podarías de las espirales sinusoides por re- lación al polo, puede precederse de este modo. — 515 — Sean 9j y p^ las coordenadas polares del punto de la podaría, corres- pondiente al punto il/(9, p) de la curva. Del triángulo MTO (fig. 160) se desprende que pj = OT^ p senF^ p senw9 = a [senraSJ ,— +1 Y como también &! = TOX = I -(f-'') = ' + »'-T Figura 160. la precedente ecuación se convertirá en la que sigue: i + » P^==4"°TT^('' + Í)] ó, cambiando ahora la recta que sirve de origen común á los ángulos vectores, ó suponiendo que Sj -| = 9', llégase á esta conclusión: i + « P, = a I sen ■ 1 I segfin la cual las podarías de las espirales sinusoides son otras espirales sinusoides: teorema debido á W. Roberts (Journal de Lionville, 1847). — 516 Representando por i?j el radio de curvatura de la podaría de una espi- ral sinusoide dada, hállase que 6, por ser 2n + 1 -^ Pj ^ a (sen/í9) " , R, = -^Í+A-« (sen«9)^= _ü±i_ „ ' 2n-\-l 2« + l ^ Luego eZ rarfío de curvaitira de la podaría de una espiral sinusoide es proporcional al radio vector del punto correspondiente de la curva á que se refiere (Bassani). ()33. La clase de curvas que acabamos de considerar comprende, en particular, muchas curvas notables. Como, por ejemplo: la circunferencia, si í^ := 1; la línea recta, ú n^ — 1; la lemniscata de Bernoülli, cuan- do m= 2; en el caso de ser n = — 2,1a hipérbola equilátera; y, si w = O, la espiral logarítmica: etc., etc. 684. Las espirales sinusoides poseen, además de las expuestas, otras muchas propiedades, geométricas y mecánicas, que pueden y merecen ver- se en los trabajos de Haton de la Goupilliére y de Bassani, poco más atrás mencionados. VII CURVAS DE RIBAUCOUR 635. Dase el nombre de curvas de Ribaücour, en memoria del ¡las- tre geómetra que las descubrió, al estudiar las superficies llamadas elasoi- des, 6 de curvatura media nula, á las que poseen la propiedad de que sus radios de curvatura son proporcionales á las normales eii todos sus pun- tos (Mémoires couronnés de l'Académie de Belgique, t. XLiv, 1880). — 517 — La ecuación diferencial de las curvas de RiBAucoüR será, pues, por definición, y representando por m una constante, 6 myy" = 1 + y"^. d-^y Como, además, " '^ ^^y ^ Al. . " ^^ = y' '^y' dx^ dx dy dy la igualdad anterior puede escribirse en esta forma: my' dy' dy l + y'^~ir' De la cual, mediante dos integraciones sucesivas, se obtienen las ecua- ciones siguientes, diferencial áe primer orden, y finita, de las curvas de RibaüCOUR: di/ V(cí/)"' — 1 dx ■ V (Cí/)™— 1 Siendo de advertir, ó recordar, que, según la teoría de las integrales U- nomias, la última ecuación solamente podrá expresarse por funciones ele- mentales cuando sea m número entero. 636. En la clase de las curvas de Ribaucoür hállanse comprendidas algunas, parfeí/ares, muy notables, ya consideradas en distinto concepto. 1." Si, por ejemplo, m = — 1, la ecuación (1) representa una circun- ferencia. — 518 — 2° Si wí = 1 , poniendo c^ por c~i , hállase que dij / — c^ y, en consecuencia, £C — Cj = Cg log-^— ! i-^^i 2-: de donde se deduce que Y sumando ordenadamente estas ecuaciones obtiénese por fin esta otra, correspondiente á la catenaria: 3." Si fuere wí=2 , hallarfase que x — c^=\icy — l) ■^dij = — {cy — l)-2, c{x — c^f = 2{cy—í)•, y la curva representada entonces por (1) sería una parábola. 4.° Y si fuere >n ^ — 2, encontraríase también sin dificultad que dx \ cy ' ecuación diferencial de la cicloide, 637. Por ser ds = Vi + y'^ dx = /'^^^ dy, \{cy)^-\ — 519 — las longitudes de los arcos de las curvas de Ribaucour podrán represen- tarse por la fórmula Ja i_ \ {cyY^—l designando por a y 6 las coordenadas de los extremos del arco considera- do. Arco, según la misma fórmula, que no admite representación exclusi- va por medio de funciones elementales, sino en el caso de ser m número entero. 638. El radio de curvatura de las curvas de que tratamos tiene por expresión -i- JL i + L E = mij {eyy = ?«c"' y '". ;• Luego, si 1 -| es mayor que cero, R será nulo cuando sea y = 0; y si menor R será infinito en el mismo segundo supuesto. Las curvas de Ribaucour no admiten, pues, puntos de inflexión ni puntos de retroceso, desviados del eje de las abscisas. 639. Por ser dR = m\l + -^Ycyy^dy, infiérese que ds= dR (ra + 1) 6, poniendo — = a, m + lj , dR - — 520 — Y si además se admite que = -—^ — , la última ecuación adqui- m -\- I n — 1 rirá la forma « + 1 r dR 1/ V(4r^ Ecuación, en coordenadas intrínsecas, de las curvas de Ribaucour, uti- lizada por CesIro para el estudio de estas curvas (Nouvelles Annales de Mathématiques , 3." serie, t. vii, 1888, p. 179; y Lexioni di Geometria intrinseca, Napoli, 1896, p. 49). 640. Advertiremos, para concluir, que las curvas acabadas de consi- derar, como las espirales sinusoides de que momentos antes tratamos, son casos particulares de un grupo más extenso de otras curvas, estudiado por el mismo Cesaro en los trabajos también pocos renglones antes men- cionados. CAPITULO DÉCIMOSEOUNDO CURVAS DE DOBLE CURVATURA ESPIRAL DE PAPPO 641. Consideremos una esfera y en ella dos círculos máximos que pa- sen por los polos P y P'; uno de ellos, PAP' , fijo (fig. 161), y el otro, PMC, variable ó móvil al- rededor del eje PP'. La y curva descrita por el pun- to M del círculo variable, cuando este círculo PMC se aparta del PAP' con mo- vimiento uniforme, y al mis- mo tiempo M se aleja del punto P con movimiento uniforme también , y de tal modo que, al terminar PMC su primera revolución com- pleta, M se encuentre en el punto A del ecuador, reci- be el nombre de espiral de Pappo, por haber este cé- lebre geómetra llamado sobre ella la atención por vez primera en sus fa- mosas Colecciones Matemáticas. Sea p el radio de la esfera; cp la longitud AOC del punto M; y 9 la co- latitud Pif del mismo punto: de la definición anterior se deduce que — 522 — Y ésta será la ecuación de la curva, expresada en coordenadas esfé- ricas. 642. Para determinar el área esférica limitada por la espiral de que se trata,. por el ecuador CAB y por el meridiano PA, procederemos como sigue: De la fórmula general bien conocida de Geometría irifinitesimal, apli- cable á la determinación del área de las superficies curvas, referidas á coordenadas polares. se deduce en este caso particular, por ser p cantidad constante, esta otra: U= rrp2sen9rfxrf9. Y como en los límites del área pedida O varía desde — hasta -~, y f des- de O hasta 2 ti, aquella área tendrá por expresión d'f I s< ó, después de integrada, D"=4p2. En la cual está compendia'ia la siguiente proposición, debida á Pappo (prop. 30.'^ del libro IV de la obra citada): el área esférica limitada por la espiral, por el ecuador y por el meridiano inicial, vale tanto como el cuadrado del diámetro de la esfera. Resultado muy notable por constituir el más antiguo ejemplo de la cuadratura de una superficie curva. 643. Con igual sencillez podemos determinar también el volumen del sólido limitado por la porción de la superficie de la esfera comprendida entre la curva y el ecuador, por el ecuador y por el cilindro recto que pasa 523 — por la curva. Pues, en términos generales, el volumen V de un sólido geo- métrico entre determinados límites tiene por expresión =//' f{r cosf, rseB(ci)rdrdf, suponiendo que r representa el radio vector de la proyección de M sobre el plano coordenado xy, y z = f{x,y) la ecuación de la superficie del mismo sólido. Y como, en el caso ahora considerado, f{r costp, r sencp) == yp^ — x^ — y^= Vp^ — ^^' y la ecuación de la proyección de la espiral sobre el plano del ecuador es o ? r = p seno = p sen -j-; concluyese que F= p"íítp P \/p2 _ ^2 . rdr; ó, integrando, 'P«-4 F=-^p3. 9 644. La rectificación de la espiral de Pappo depende de la de un arco de elipse. Pues, en efecto, si por x, y y x, designamos las coordenadas cartesianas de los puntos de la curva, hállase que tp CD m a; = p sen -j COSÍ", ^ = p sen -j sentp, y ;j; = pcos-^, y por lo tanto, representando por x' , y' y z las derivadas áe x, y y x, re- lativamente á 'f , s = I ■ y.V^ + y'^ + «'2 df = pC'^ \/~ + ^®°^ ~ ^f- 524 -^vñ.x"V-T 6 2 'f J — eos"'-!- (í-í: 7 4 ' 71 O 6, poniendo — por — — f- w, 2 4 = — Vl7¡5 r"A/l — — sen2w.(Zoj. II CURVA DE VIVIANI 645. En 1692, Viviani, discípulo de Galileo, propuso en las Acta Eruditorum el siguiente problema: determinar sobre un hemisferio una curva cerrada tal que, si en la superficie total del hemisferio se prescinde de la que limita la curva buscada, resulta otra superficie exactamente cua- drable. Problema que muy luego fué resuelto por Leibnitz y Jacobo Ber- NOüLLi en el mismo volumen de las Ada; y después por Wallis y por el Marqués de L'Hospital: etc., etc. Y que la espiral de Pappo, anterior- mente considerada, resuelve también, conforme hemos visto en el Nú- mero 642. Para resolver su célebre problema, Viviani empleó la curva resultante de la intersección de la esfera con dos cilindros rectos, de iguales bases circulares, y éstas de radio igual á la mitad del de la esfera, perpendicu- lares ambos al círculo máximo, que sirve de base al hemisferio, y uno á otro tangentes en el centro de la esfera: curva que se designa con el nom- bre de su inventor, y también con el de ventana de Viviani. La solución dada por este matemático del problema á que acabamos de referirnos, fué por él publicada en un opúsculo titulado Formaxione e mi- sura di tiitti i cieli, con la stritctura e quadratura esatta d'un 7iovo cielo ammirahile, Firenze, 1692. Viviani, sin embargo, no dio á conocer las demostraciones de los resultados por él obtenidos, que pocos años después — 525 — insertó el Padre Güido-Grandi en otro opúsculo que sobre el mismo asunto publicó en 1699 con el título de Geométrica dirinatio Vivanea- rum prohlematum. La curva de Viviani forma • Y parte de una clase de curvas consideradas por el geómetra griego EüDOSio, de las cuales trataremos en seguida. No sin antes añadir que P. Tannery juzga probable que esta curva coincida con otra, denominada paradoxiís de Menelao, y de la cual se encuentra alguna va- ga indicación en las obras de Pappo. (BuUetin des Sciences Matkématiques, 1883, p. 290.) 646. Las ecuaciones de la curva de Viviani son, tomando para ori- gen de las coordenadas el centro de la esfera, para plano x-y el de las ba- ses de los cilindros y para eje de las y la tangente común á los dos círcu- los (fig. 162), Figura 162. x^ + y' + a- ,-^ + y^^qiax = 0, s¡ a representa el radio de la esfera. Para demostrar que esta curva resuelve el problema de Viviani, bus- quemos el área S de la porción del hemisferio que se proyecta en AMOPBG y en ANOQBD. Representando por A la figura OPBCO, en virtud de un teorema bien conocido del Cálculo Integral, hállase que S -^/ÍV /i a y (Í|P,..=4JJ^.,... Y cambiando de coordenadas con auxilio de las ecuaciones a; = pcos(p, 48. El ilustre astrónomo d'Arrest (Nouvelles Annales de Matké- matiques, t. xiv y xv, p. 401 y 53) advirtió por vez primera que la cur- va de ViviANí es la proyección estereográfica de una lemniscata de Ber- NOULLI. Para demostrar lo cual, por referencia á la misma esfera anteriormente considerada, supondremos trazada en el plano coordenado XY la lemnis- cata que tiene por ecuaciones Imaginemos además un cono que tenga por vértice el punto (O, O, — a) y por directriz la lemniscata considerada. Las ecuaciones de la generatriz de este cono son X = Je y, z -{- a = ly. Eliminando las x, y y % entre estas ecuaciones y las de la lemniscata, obtiénese la ecuación de condición para que la generatriz encuentre á la directriz (A:2 + 1)2 = (A-2_1)¿2. Y eliminando después las k y I entre esta ecuación y las de la generatriz, encuéntrase finalmente para ecuación del cono considerado la siguiente: Esta ecuación y la de la esfera determinan una curva, cuya proyección sobre el plano xy se obtiene por eliminación entre ambas de la x, y la cual tiene por ecuación esta otra: («•■^ -f 2az + a2) (¿2 -f íy2 _ „.) ^ o. — 528 — que se descompone en dos, coincidente la segunda con la de uno de los círculos que representan la proyección de la curva de Viviani sobre el plano zy. Y del mismo modo el cono, cuyo vértice coincide con el punto (O, O, a), determinará aquella otra parte de la curva de Viviani que se proyecta sobre el otro círculo: ^^ -\- f + az = 0. 649. Representando, en conclusión, por a y O la longitud y la latitud de un punto cualquiera de la curva de Viviani, en el supuesto de coin- cidir con el plano del ecuador los planos de ambos círculos anteriormente considerados, resultará que a; = asen'), «/ =asencpco80, í = a coscp cos9; y de las ecuaciones *2 + f ±ax = 0 se desprenderá que cosO=q;co8'f , y, por lo tanto, 9= i en aquella parte de la curva que se proyecta sobre el círculo correspondiente al signo in- ferior, y 6 ^ TT — es en la otra parte de la misma curva. Relaciones intere- santes entre la longitud y la latitud de los puntos de la curva á que se refieren, descubiertas por Juan Beenoülli. 050. La curva de Viviani hállase comprendida entre las curvas á que corresponden las ecuaciones x^ + y^ + «2 = a% (X — bf + 2/2 = b\ las cuales representan los lugares geométricos de los puntos de la superfi- cie de un cilindro equidistante de un punto dado en la misma superficie. Estas curvas, designadas por La Loubére con el nombre de ciclo-cilin- dricas, fueron estudiadas por Roberval en su Traite des Í7idivisibles (Mé- nioires de VAcadémie des Sciences de Paris, t. v, 1730, p. 241). 529 — ni HIPOPEDA DE EUDOSIO Ó LEMNISCATA ESFÉRICA 651. La curva de Viviani forma parte de una clase de curvas, con- sideíadas por Eüdosio de Cnido, geómetra griego que floreció cerca de 400 años antes de J. C, y á las cuales dióse en la antigüedad el nombre de hipopedas. Eudosio, creador del más antiguo sistema istronómico ma- temático de que se tiene noticia, reconstituido modernamente por ScHlAP- PARELLi, utilizó en él las hipopedas para representar las trayectorias del movimiento de anomalía de los planetas (Schiapparelli: Le sfere omocentriche di Eu- Dosso, di Callipo e di Aris- TOTELE. Milano, 1875). Según el ilustre astrónomo milanés, las hipopedas son las curvas de intersección de la esfera con los cilindros de ba- se circular á ella tangentes in- teriormente. Y, en consecuen- cia, la curva de Viviani es una hipopeda, correspondien- te al oaso de que el radio de la base del cilindro sea mitad del radio de la esfera. De la definición precedente resulta, sin dificultad, que las hipopedas son curvas de doble curvatura, simétricas con relación al plano del círculo máximo que pasa por el punto de contacto de la esfera con el cilindro, perpendicular á la generatriz de éste, y también al del círculo máximo que pasa por el mismo punto y es perpendicular al anterior. De donde se des- prende, igualmente, que el punto de contacto del cilindro con la esfera es un punto doble de la hipopeda, en el cual se reúnen dos inflexiones de la misma curva. Por la forma de esta curva, Schiapparelli la designó con el nombre de lemniscata esférica. 31 Fjgnra 163. I — 530 — Tomando, como en el caso de la curva de Viviani, por origen de las coordenadas el centro de la esfera; por plano xy el de la base del cilindro, ypor eje de las x, la recta que pasa por el punto de contacto de la esfera con el cilindro (fig. 163), las ecuaciones de las hipopedas serán éstas: cc^ + iñ + --^ = «^ (^^ - bf + ?/2 = (a - hf ; en las cuales a representará el radio de la esfera, y {h, 0) las coordenadas del centro de la base del cilindro. 652. El área de la porción de superficie del cilindro, limitada por el plano zy y por la hipopeda, se determinará fácilmente, conforme á conti- nuación se indica. Planificando el cilindro, vese, en efecto, que esta área puede expresarse por la fórmula A = 2 \ v«^ - -^ - y^ ■ — d-, = 2 p V«^ J-2b~n representando por s la longitud de los arcos de la curva que limita la base del mismo cilindro, y á condición también de sustituir los valores de ds ?/ y de por los deducidos de la ecuación del cilindro y de esta otra: dx ds^ {a — 6)2 dx^ y^ Resulta, pues, en conclusión, J-2b-a Y (a — 6)2 _ (;v _ 5)2 Tratándose, en particular, de la curva de Viviani, en cuyo caso b = — a, hállase el teorema de Eoberval ya mencionado (Núm. 047). El resultado referente á las hipopedas, consideradas en general, que acaba- mos de obtener, hállase mencionado en la Histoire des Mathématiques de MONTÜCLA (t. III, p. 101). — 531 — IV CLELIAS 653. Consideremos una esfera (fig. 164), de polos P y Pj y radio 0M = a; y en el plano, X.OY, de su ecuador, un punto, de posición va- riable, S, proyección del M, situado éste sobre la misma esfera, y deter- minado por su colatitud ]\rOP=^, y su longitud SOX = (f. Si por p designamos, además, la dis- tancia OS, proyección sobre ^ el ecuador del radio 031, ha- llaremos que p := a senO, y suponienda que el punto M describa sobre la esfera una curva, sujeta á la condición de ser, en todas sus posicio- nes, sen 9= senma ó G=mcp, y el S describirá una rosácea, inscripta en el mismo ecua- dor, y que tendrá por ecuación p = asen»í(p. Fignra 164. A la curva así engendrada por i/dió el P. GüidoGrandi, en sus Flores Oeometrici, etc., ya citadas en el Núm. 585, el nombre de clelia, en honor de la Condesa Clelia Borro- meo, á quien dedicó aquella obra. La espiral de Pappo es una clelia correspondiente á m = — . 4 654. Por su modo de generación vese fácilmente cuál es la forma de estas curvas. Cada clelia se compone, en efecto, de muchas hojas iguales, — 532 — tangentes todas al ecuador y reunidas en el polo P, que será un punto múltiplo de la curva. Por medio de las fórmulas a; = a sen9 eos», í/ = a sen 9 sen» y x=acos9, obtiénense las coordenadas cartesianas de los puntos de las clelias, po- niendo en ellas 9 = toco, lo que da £C = a sen OT ;p eos ts, 2/ = a sen mee sen®, x = acosmi^. 655. Designemos por s la longitud de un arco de clelia; y de la fórmula con auxilio de las ecuaciones anteriores, se deducirá que ds = a Vi + wí^ \/ 1 cos^ r«

y¡ 6u con- secuencia, (1) y = — tangFlogtang — 0. — 535 — Y por medio de esta ecuación, ó de la anterior, adviértese que te aumenta indefinidamente cuando 9 disminuye y se aproxima indefinida- mente también á 0: luego la curva posee la forma de una espiral, com- puesta de un número infinito de vueltas descritas alrededor del polo P, al cual de continuo se aproxima sin jamás alcanzarle. 659. Propongámonos ahora encontrar la proyección estereográfica de la loxodromia por referencia al polo P', 6 la intersección con el plano del ecuador del cono que tiene por vértice el polo P' y por directriz la mis- ma loxodromia. Las coordenadas polares del punto C ó de la proyección estereográfica del M de la curva son la longitud tp del mismo punto M y \a recta OC^r, Mas, por ser MN perpendicular á OP, CO OP' MN P'N 6, por cuanto NM-= a sen9 y NO = a cosO, Luego asen9 a-\-acoaH a sen 9 . 1 1 + cosO 2 íitang— 9 = ae ta^gi^: ecuación polar de la proyección estereográfica de la loxodromia relativa- mente al polo P , que, según esto, es una espiral logarítmica. (}6(). De la loxodromia trató por vez primera el ilustre geómetra por- tugués Pedro NuSez en 1537, en su Tratado en defensao de carta de ma- rear, y en 1546, en su obra titulada De arte atque ratione navigandi, donde consignó los primeros principios de la teoría de aquella curva, que le sirvieron para resolver el problema náutico de « hallar el derrotero de una nave para que ésta corte todos los meridianos por donde pasa, formando con ellos un ángulo constante». Después estudiaron la misma curva Ste- viN en su Precis de Géographie y Snellius en su Tiphys Batavus. En las Phylosophical Transactions del año 1596, Hallev demostró — 536 — que la proyección estereográfica de la loxodromia sobre el plano del ecua- dor es una espiral logarítmica; Leibnitz, en 1691, consignó asimismo en las Acia Eruditonim la ecuación de la curva renglones antes expuesta; Jacobo Bernoülli, en el mismo volumen de aquellas Acia (Opera, t. I, p. 444), además de la longitud de sus arcos, determinó el área de la superficie esférica limitada por un arco de loxodromia, por el ecua- dor y por dos meridianos; y Maupertuis, en las Memorias de la Aca- demia de Ciencias de París (año 1744), se ocupó también de la misma curva; etc , etc. Para el estudio más detallado de la historia de la loxodromia, puede verse la obra de Günther titulada Studien xur Geschichte der Maih. und Phy. Geographie (Halle, 1879); y para el estudio general de las loxodro- mias trazadas sobre una superficie de revolución cualquiera, puede verse un artículo interesante de Pirondini, publicado en 1888 en los Nouvelles Ármales de Mathématiques. VI EPICICLOIDES ESFÉRICAS 061. Dase el nombre de epicicloide esférica á la curva descrita por un punto de una circunferencia móvil que rueda en contacto con otra fija, cuyo plano forma con el de la primera un ángulo constante. Las epicicloides esféricas comenzaron á ser estudiadas por Jacobo Heb- MANN en una Memoria titulada De epicycloidibus in superficie spherica des- criptis, publicada en los Comment. Acad. Petrop. (t. i, p. 210): inducido á ello al tratar de resolver un problema propuesto por Offenburgds en las Acta Eruditorum (1718, p. 175), en el cual se pedía la construcción, sobre la superficie de una esfera, de una ventana limitada por un contorno rectificable. Poco después fijó su atención en las mismas curvas Juan Bernoülli en dos trabajos coleccionados en sus Opera omnia (t. iii, p. 216 y 230), donde demostró que no es exacta en todos los casos la solución del pro- blema de Offenburgus propuesta por Hermann, y estudió á fondo el problema de la rectificación de las epicicloides esféricas. — 537 — 662. Busquemos tras de esto las ecuaciones de las mencionadas epici- cloides, y para ello supongamos que LAK (fig. 166) represente el círculo fijo, de radio p, trazado en el plano xy, y cuyo centro, O, tomaremos por origen de las coordenadas; AME A el círculo móvil, de centro en (7 y ra- dio r; M el punto generador de la curva, que admitiremos parte del L, si- tuado en la recta OL , que nos servirá de eje de las x; oj el ángulo que uno con otro forman los planos de ambos círculos; Ox' y O y' dos nuevos Fignrn lfi«. ejes coordenados rectangulares y móviles, el primero de los cuales pasa por el punto A donde el círculo móvil toca al círculo fijo; t el ángulo MCA; y 9 el LOA. Si por el punto M trazamos la paralela MB á la tangente comftn á los dos círculos en el punto A, esta recta cortará á la CA en otro punto , B, del plano ZOA, que se proyecta en el punto P de la recta Ox. Y el C se proyectará en el punto Q de la misma recta, y el ángulo CAQ será igual al w. — 538 — Y todo esto sentada, en virtud del modo de generación de la curva, la longitud del arco MA será igual á la del arco LA, y resultará, por lo tanto, que ri! = pO. Pero las coordenadas del punto M, referidas á los ejes x', y', x, son x' = OP, y' = MB, X = BP; y, en consecuencia, x' = O A — AP = O A — {CA — CB) cosió = p — r (1 — cost) costo, y' = — ?"sen/, y x = BA senw ^ r (í — cosí) sentó. Ó x =¡> — ;• I 1 — eos — O I cosü), y' = — r sen — 6, *^>(l — eos — Slsenaj. Recordemos ahora que entre las coordenadas x' é y' y \as x é y existen las siguientes relaciones: x = x' costl — //' sen9 é y ^ x' senS -|- y' cos9. Luego las ecuaciones de las epicicluides esféricas podrán expresarse de este modo: / p \ P Y> x = ¡I cosO — /■ I I — eos — o I costo cosO -|- r sen — O seuB, / p \ p y = ^ sen 9 — /• I 1 — eos — ') I cosw sen 9 — ^-sen— 6 eos O y A = /• I 1 — eos — S ) sen 10 : donde 9 designa la variable independiente. — 539 — 663. Si por el centro del círculo móvil concebimos una perpendicular al plano de este círculo, esta perpendicular cortará al eje de las z en un punto, V, independiente de 9, y que podrá considerarse como eje de un cono de revolución cuya base sea el círculo considerado. Por lo tanto, la epicicloide esférica podrá también considerarse como engendrada por un punto de la circunferencia que limita la base de un cono recto, al rodar éste sobre otro cono fijo, cuyo vértice coincide con el del cono móvil y cuya base sea el circulo fijo. 664. Además, todos los puntos de la epicicloide hállanse situados so- bre la superficie de una esfera cuyo centro es el punto V, y el radio, r, igual á VL. Para determinar este radio basta trasladar el origen de las coordenadas al punto V, admitiendo que Z^x, -\-li, '^ h sea una canti- dad que determinaremos á renglón seguido. Partiendo, por de pronto, de la ecuación hállase que 5^ = ps -)_ 2?-2 — 2r2 eos— 9 — 2p/- í 1 — eos— 0| cosw + }fi -\-2hr\\ — eos — O 1 sentó; resultado que debe ser independiente de 9. Luego p cosió — r h=- ; senu) y, en consecuencia, ' y^ senw / fórmula que determina el radio ¿í de la esfera sobre la cual se encuentra situada la epicicloide. — 540 — 665. Por ser dx eos -í- U 1 COSO) sen t - = — p sen ^ -\- r í 1 — eos — O j d9 p sen — 9 coso cosO + r sen — 8 cosfi + o eos — 9 sen9. r dy = p eos 9 — rí 1 — ; eos— 9 j costo cosO — p sen -^ 9 costo sen9 + ?• sen — 9 senO — o eos— 9 cog9, J dx ,p . =: psen-^ o sentó, d^ '^ r dedficese que ds2 = M -|- 5 eos — 9 — r^ eos* -^ ^ sen^" to ¿9»; en donde A = 2^^ ~\- r^cos^to -|- '■^ — 4p r costo, y B = — 2p2 — 2»-^ cos^ (j) -\- 4pr costo. Pues, poniendo ahora eos — 6 = ¿, — sen— 9rf9== — dt, r r r hállase que r \ r'^ . , , . Jsen^io — Bt — A ,, ds^ — \ / di -yV^ ■"* t eeii^ O) -\- r^ sen^ co — B p V ¿ + 1 541 — ds = — senw \/ dt, p V ¿+1 ' en donde r^ sen- oj — B E, integrando tras de esto, r2 r ■■ — senoj I - P J (t -\- K) dt 1^ V r {2t + K+\)dt , r . H-sen(o — + — ^p LJ V¿' + (A'4-i)í4-A' J V (^— \)dt ¿2 + (A'+l)< + A' = — sen w {\/¿2 4-(A'4-1)í4-íí: + \{K- 1) log [a'+ 1 + 2< + 2 VV' + (A+1)< + a]}; y, en conclusión, s = — sentü P ycos^ £ 9 + (TT + 1) eos -^ 9 + A + i-(K-l)logrA'4-l + 2co8Í-6 + 2 Vcos^^ 9 + (A+ 1) cos-^ O + a1 I . La determinación del arco s depende, puea, de logaritmos, excepto cuando es A'=l, ó costo = — . Lo cual se verifica cuando el radio r del — 542 — círculo mdvil es igual á AT: 6 cuando el centro del circulo móvil coincide con el de la esfera. Porque en este caso. s = — senco eos — S + 1 , ? L *• J y la epicicloide resulta exactamente rectificable. De los arcos de esta epicicloide especialisima es, pues, necesario valer- se para resolver el problema de Offenburgds (Juan Bernodlli: 1. c). VII ELIPSE ESFÉRICA 666. Sean A y B dos puntos fijos (fig. 167), correspondientes á la cir- cunferencia de un círculo máximo de la esfera , y M otro punto móvil so- bre la superficie de la esfera, y de tal modo que en todas sus posiciones se verifique la con- 0 dición («) MA^MB = 2c, representando por c una cons- tante y por MA y MB dos ar- cos de círculos máximos dis- tintos, y en tales supuestos procedamos á buscar la ecua- ción de la curva engendrada FiRura 167. PO"" -^• Para plano zx tomaremos el del círculo máximo que pasa por los puntos fijos A y B; para el xy el del círculo máximo que pasa por el punto medio de AB; y para el xy el que pasa por el centro de la esfera y es perpendicular á los anteriores; y sean además » y 9 la longitud ADC y la colatitud DM del punto M. — 543 — Del teorema fundamental de la Trigonometría esférica, representando por d el arco A D, se desprende que cobMA = cos9 cosd -\- senQ sení? coscp, eos MB = eos 9 eos d — sen 9 sen fZ eos (p . Ecuaciones de las cuales se deduce que MB — MA MB-^MA 1^ ,^„ , ,^,, , , CCS 1 eos == — [coslffi + eos 1/4] =■ C089 cosd, y MB—MA MB-\-MA 1, ,,„ sen sen = — — [cosilíB— cosMá]=sen9sení/coscp; y de éstas la que sigue: ,^, ^ cos^9co82<¿ sén^ tí sen^ íZ cos'^

que representa el cono á que nos referimos. Y si por el punto D concebimos un plano tangente á la esfera, este pla- no cortará al cono considerado según una elipse determinada por las ecua- ciones Y2 3-2 Z=R y — 1 =1. i?2 tang2 c E^ tangs h 671. Para determinar el área de la porción de la esfera limitada por la elipse, podemos recurrir á la fórmula general de Cálculo Integral que, por ser en el caso de la esfera p = i2, se reduce á esta otra: — 54G — Ó, extendiendo la integral doble á toda el área considerada, íZj sen9d9 = i2^ d — cos9) d^: Jo Jo en donde se debe sustituir 8 por su valor expreso en función de tp, dado por la ecuación (2). Para lo cual advertiremos que esta ecuación (2) puede escribirse como sigue: eos 9 = cose V 1 + iñBg;^. tangs p Luego i 7-7- tang'' tp A = jB2 {271 — 4 cose 1 V / ^^^^^7 d-?] H 5-r tans'' o ' sen^ó ^ ' Y poniendo ahora , tange , hállase también que di A = R^\2-—4:Cosc COS34, l + --^tg^A \ / 1+ — — tg2^ \ tg^c / V cos-o tge J'^a d^ o rl jg^c-tg^^^^ -lA / _ cos^6-cos-^r¡^ L tg2c J V C0S25 Pero de la resolución del triángulo PDA se desprende que , cose cosa ^ eos 6 — 547 — y, por lo tanto, „ , cos^ b — cos"^ e sen'^ a = - cos^ b Además , representando por e la excentricidad de la elipse que sirve de base al cono considerado anteriormente, el cuadrado de esta excentricidad tiene por expresión y tang2 c — tang'^ b tang^ c Con lo cual el valor de A podrá representarse como sigue: ^ = i?2;2.-4cos.-'^°^^ ^^ ^ -r tang c J^ (1 _ g2 sen2 ^) V 1 — sen^ d sen2(¡^ De manera que el área considerada depende de una integral elíptica de tercera especie. Conclusión deducida por Gudermann y publicada en el Journal de Crelle, t. xiv, p. 217; pero la demostración expuesta fué dada por Booth, en su obra titulada A Treatrise on some new geometrical methods, t. ii, London, 1877, p. 9. ()72. Para hallar la longitud de los arcos de la elipse esférica, pode- mos escribir la ecuación de su proyección sobre el plano xy del siguiente modo: .■r = j4 cosco é i/^=Bsenu), en donde A ^ Rseoc y i? = 72sen6; adquiriendo con esto la ecuación de la esfera esta otra forma: z = V-B-^ — [A^ cos2 (O + 5¿ sen2 oj]. De todo lo cual, atribuyendo á la co las condiciones de variable inde- pendiente, se desprenden las siguientes consecuencias — 548 — ^ (¿0)2 ~ V íZw / \ dw / V <íco j _ E2 (^2 sepa O) ^ ^2 cps^ o,) _ ^2 ^2 1 -\ tang- u , , B? — B'^ ^ 2 1 4 tang'' w ^ í:2— ^2 Y suponiendo ahora que sea tang ^ = ^ \/ ;;^ ^- tangu), hállase también que L AHR'—B^) \ V A^ 6, reemplazando A y B por sus valores, poco antes consignados, sen^fecosc ^'j^ ds=R- senncosb r, sen^c— sen26 p.lA /. sen^c— sen^i 1 sen^i I / 1- sen-<{/ L sen^ccos'^i 'J V sen^c ts b di tgc r, tg^c — tfí^b o,1a/i sen-c— sen^i . 1 \ .^^ sen^'} \ / 1 ^-^sen-^ |_ tg^c J V sen'^c Pero advirtiendo asimismo que tg^c — tg2¿) sen^c — sen-b tg'^c sen^ccos-ft — 549 llégase á esta otra conclusión final ds=Rsenb^ '^^ tgc (1 — e2 sea^) Vi — fcos^ b . sen^.]/ Igualdad debida también á Gudermann (Journal de Crelle, t. xiv, pá- gina 169), según la cual, la rectificación de la elipse esférica depende de una integral elíptica de tercera especie, conforme asimismo demostró L. BOOTH (1. c). 673. El primer geómetra que se ocupó en el estudio de la elipse esfé- rica, perece haber sido Fuss, el cual publicó, referente á esta curva, dos Memorias, en las Nova Acta Petropolitana, año de 1788, tituladas Pro- Mema quorundam sphaericorum solutio y De proprietatibus quibus- dam ellipseos in superficie sphaerica descripíae. De la misma curva trató poco más tarde F. F. Schubert, en otra Me- meria publicada en 1801 en las mencionadas A'^ova Acta, etc., con el título Problemata ex doctiina sphaerica. Y con posterioridad diéronse á la es- tampa otros muchos trabajos referentes á esta misma curva, de los cuales consideramos suficiente meucionar los siguientes: MagnüS: Théorémes sur l'hijperboloide á une nappe et sur les surfa- ees coniques du second ordrefAnnali di Matemática, Milano, t. xvi, 1825). Chasles: Mémoire sur les propriétés genérales des coniques sphériqíies (Mémoires de l'Académie de Belgique, t. vi, 1831); y Resume d'une théo- rie des coiiiques sphériques h'omofocales (Comptes rendus de l'Académie des Sciences de Paris, 1860). Gudermann: Ucber die analytiscke Spharik (Journal de Crelle, vi tomo, 1830). Ceemona: Sur les coniques sphériques (Nouvelles Annales de Mathé- matiques, t. xix, 1860). Cayley: On a theorem relating to Spherical conics (Quarierly Jour- nal, t. III, 1860). Voght: Die spharische Kegelschnitt (Breslau, 1873). Noticias bibliográficas éstas referentes á la elipse esférica, procedentes del libro de Gino Loria , titulado // passato ed il presente delle princi- pan teoria geometriche (Torino, 1896, p. 136). - 550 — En el notable Tratado de Geometría de la Posición, de D. E. Torroja (Madrid, 1899, página 672), puede verse el estudio, por métodos pura- mente geométricos, de la elipse esférica. VIII cíclicas 674. La curva que hemos estudiado pertenece á una clase general de curvas que resultan de la intersección de un cono cualquiera de segundo orden con una esfera, á las que Lagüerre dio el nombre de analagmáti- cas esféricas en un artículo publicado en 1867 en el Bulletin de la Sociélé Philomatique de París, y Darboüx el de cíclicas en su notable Memoria Sur une classe remarquahle de courhes etc. (París, 1873), donde las estu- dió con profundidad. Estas curvas también resultan de la intersección de la esfera con cualquier superficie de segundo orden, y por cada una de ellas pueden pasar cuatro conos, reales ó imaginarios, distintos ó coinci- dentes, según un teorema debido á PoNCELET, y demostrado analítica- mente por Painvin en los Nouvelles Aúnales de Mathématiques (1868 y 1869). Si se toma por origen de coordenadas el eentro de la esfera y se repre- sentan por (a, P, y) las del vértice del cono, las ecuaciones de las curvas consideradas pueden siempre reducirse á la torma \oc^ + íñ + '^ = R\ (1) ■ |^(^_a)-^ + i?(y-p)2+í7(*-Yi2 = 0, en las cuales R representa el radio de la esfera, y A, B y C constantes arbitrarias. La elipse esférica corresponde al caso particular de estar situado el vér- tice del cono en el centro de la esfera. (575. Pasemos ahora á estudiar sucintamente algunas propiedades fun- damentales de las cíclicas, considerando primero sus transformadas por radios vectores recíprocos. Llamemos {xy,y^,x{} á las coordenadas del 551 — centro de transformación, y traslademos el origen á este punto; las ecua- ciones de la cíclica son {X + .r.,f + (y + í/i)2 + (í + X.,f = R\ A {X + X, -^fJ^B{y + y^- p)'^ + (7 (^ + ^, - y)2 = 0; y haciendo ■'^~"LT2 + r2_^Z2 ' ^~ X^ + Y^ + Z^' ^~ X^ + Y^-JrZ^' resulta para las ecuaciones de la transformada (R'—x,^-l/,^-z,^){X^+Y^^+Z^~)-2r-(x,X+y,Y+z,Z)-k'^ = 0, \A {X, - a)2 + S (y, - ¡3)2 + C{z,- y)^] (Z^ + Y^ + Z^)^ + 2&2 [A (X, - a) A' + B ( í/i - p) r + C (. ^ - y) 2] {X^ + F^ + 2') + fc'' (4^2 + 572 j^ CZ^) = O, de las cuales se deducen las siguientes consecuencias: 1.^ Eliminando ^2 -\-Y'- -\- Z'^ entre dichas ecuaciones, la resultante es de segundo grado: luego la cíclica se transforma en otra cíclica. 2." Si el centro de transformación está sobre la esfera, se tiene Xj2 _|- y^ -(- 'x,^ z= B?^ y, por consiguiente, la primera de las ecuaciones precedentes se reduce á la siguiente: 2(x,X^y^Y+x,Z)^Tc^ = (i, y la curva es plana. Cambiando la dirección de los ejes coordenados, y eligiendo para eje de las % una perpendicular al plano de la curva, la se- gunda ecuación toma la forma (X2 + 72)2 + ^^ (A2 + 72) + U^ = O, en la que ii^ y Mo representan funciones enteras de A é 7 de primero y segundo grado, respectivamente. Por tanto, la tratis formada de la cíclica es en este caso una cuártica bicircular. Darboux (1. c.) se fundó en este — 552 — teorema para deducir de las propiedades de las cíclicas esféricas las de las cuárticas bicirculares. 3.^ Si el centro de transformación está sobre la cíclica considerada, se tiene ^i' + y i' + 2i' = R', A ix, - af + B{y,- ^pf + C {K, - Y)2 = O, y la cíclica se transforma en una eiibica circular. A.'' Si el centro de transformación esfá situado en el vértice del cono y el módulo k es igual al segmento de las tangentes á la esfera trazadas por dicho punto, comprendido entre él y el de contacto, ni el cono ni la esfera son alterados por la transformación considerada, sucediendo, por consiguiente, lo mismo á su intersección. La cíclica es, pues, analagmá- tica relativamente á los vértices de los cuatro conos que pasan por ella. 07(í. Sea P el vértice del cono (P), que al cortar á la esfera deter- mina la cíclica considerada, y (L) la circunferencia de contacto de la es- fera con el cono circunscripto del mismo vértice. Los planos tangentes al cono (P) determinan en la esfera circunferencias (C) que son bitangentes á la cíclica en cuestión. Por otra parte, cada circunferencia (C) es tangente á dos círculos má- ximos de la esfera, cuyos planos pasan por P, estando los puntos de con- tacto situados sobre la circunferencia (L). Luego las circunferencias (C) cortan todas ortogonalmente á la circunferencia (L). El polo de cada una de estas circunferencias (C) debe estar situado so- bre la perpendicular bajada desde el centro de la esfera al plano tangente al cono (P), que contiene la circunferencia considerada. Luego los polos de (C) forman una curva que coincide con la que resulta de la intersec- ción de la esfera con el cono, suplementario de (P), cuya ecuación es A ^ B ^ C ~ ' y la curva es, por consiguiente, una elipse esférica. Resulta, pues, el siguiente teorema: La cíclica es la envolvente de las circunferencias (C) que cortan orto- — 553 — gonalmente á ¡a de contado del cono con la esfera, y cuyos polos están situados sobre una elipse esférica. Los otros tres conos de segundo orden que pasan por la cíclica originan análogas formas de generación de esta curva. 077. Llamando, como en las curvas planas, focos de las curvas esfé- ricas á los centros de círculos de radio nulo bitangentes íí la curva, se ve que los puntos de contacto sobre la esfera de los planos tangentes comu- nes á ella y al cono (P) son focos de la cíclica considerada. Resulta, por consiguiente, que los cuatro puntos de intersección de la circunferencia (L) con la elipse esférica anteriormente estudiada son focos de la cíclica. A los cuatro modos de generación de la curva, como envolvente de círculos bitangentes, corresponden, pues, 16 focos, reales ó imaginarios, distintos ó coincidentes. 078. Sean pj, pg y Og las distancias de un punto cualquiera de la cí- clica á tres focos, situados en la circunferencia (L), y D^, D.^, D^ las del mismo punto á los planos tangentes á la esfera en estos focos, los cuales, según ya dijimos, son también tangentes al cono (P). .Llamando (x^, y^, x^), (x.^, y2, ^2)' (^s' ?/3' ^3' ^^^ coordenadas de tres puntos del cono situados respectivamente sobre las tres rectas de contacto de esta superficie con los planos tangentes á la esfera, mencionados ante- riormente, las ecuaciones del cono y de estos planos son, tomando el vér- tice del cono por origen, Ax^ + By^-JrCz^ = 0, AxiX + ByiY+ Cx^Z=0, Ax^X + By^Y-\-CK^Z^Q, Ax^X+By^Y+Cx^Z=0; resultando, por consiguiente, KD^ = AXiX-\-By^y-{-CziX, KD^ = Ax.2X -{- By.2 y + Cz^ x-, KD^ = Ax^x-\rBy^y-\-CxzX,, siendo K una cantidad cuyo valor no es necesario escribir. — 554 — Eliminando x, y, x entre estas ecuaciones y la del cono, se obtiene una ecuación homogénea de segundo grado respecto á D^, D^ y D^; y por ser los planos considerados tangentes al cono, debe reducirse á cuadrados perfectos al ser Dy^O, Dg = O, Dg ^ 0. Tendrá, pues, la forma (ilfl»! + ND^ — L 2)3)2 = 4:MNDy D^, de donde se deduce \/iií V^i + v^ V^ + V¿ V^= 0. Basta fijarse en las relaciones, fáciles de demostrar, 2/2' ^2 2R' ^3 2R' para deducir que p^, o^ y p., están ligadas por una expresión de la forma /«Pi + A-po + ¿p3 = 0, en la cual /¿, k y I son cantidades constantes. Recíprocamente, toda superficie representada por una ecuación de esta forma corta á la esfera según una cíclica. Para demostrarlo basta poner en esta ecuación Pi' = (-^ ~ ooif + (y - ¿/i)'^ + (* - z,f, p./ = {x — x^)^ + {y — y^f + (- — Hf, etc., hacer desaparecer los. radicales, y, en fin, sustituir .j;^ _j- |^2_j_ ^2 pQp j^2 De este mod(j se obtiene una ecuación de segundo grado ea x, y y z. Se ve análogamente que también resultan las cíclicas de la intersección de la esfera con las superficies representadas por las ecuaciones Api + A;p2 = /; Pip2='«- A estas cíclicas se les dieron respectivamente los nombres de cartesia- nas esféricas y cassiiiicas esféricas. — 555 — 679. Antes de terminar, apliquemos la doctrina expuesta á la elipse esférica. Hemos visto en el Núm. (570 que á la ecuación del cono que determina esta curva se la puede dar la forma ^' I y^ —.2 X tang2 c tang^ b Las ecuaciones de las proyecciones de la curva sobre los planos coorde- nados son, por consiguiente, {A) sea^b \ — ^ — 1 x^ + x^ = a^ cos^ b, L tang^¿> tang^c J sen^ c I ?/^ -|- 3^2 = a^ cos^ c, |_ tang'^c tang^i J ' ^•2 tf sen^c sen^i Los cuatro conos de segundo orden á que hicimos referencia en el Nd- mero (}7(> redúeense en el caso actual á un cono y tres cilindros. Consideremos los focos situados sobre el primero de los cilindros cita- dos. Estos focos deben coincidir (Núm. (577) con los puntos de contacto de la esfera y los planos tangentes comunes á ella y al cilindro: luego de- ben estar situados en la circunferencia máxima de la esfera que está en el plano xz, y confundirse con los puntos de contacto de esta circunfe- rencia con las tangentes comunes á ella y á la curva representada por la ecuación {A), que está en el referido plano. Aplicando á esta ecuación y á la x^ -\- xr = R^ el método que generalmente se emplea para obtener los puntos de contacto de las tangentes comunes á dos curvas dadas, re- sulta, representando por x' y *' las coordenadas de los puntos pedidos, x' = ± R =± R cosd, y' = ± R aend. eos 6 La curva tiene, por lo tanto, cuatro focos reales sobre la circunferen- I — 556 — cía considerada, que coinciden con aquellos á que ya se dio este nombre en el Núm. 666. Es fácil ver que sobre las circunferencias de contacto del cono y de los otros dos cilindros mencionados con la esfera sólo existen focos imagi- narios. Para hacer un estudio más detallado de la teoría de las cíclicas, con- súltese la obra de Darboux anteriormente citada y diversos trabajos de Laguerre publicados en el Bulletin de la Sociélé Philomatique de París. CAPÍTULO DKCIMOTKRCKRO CURVAS DE DOBLE CURVATURA (CONTINUACIÓN) HÉLICE CILINDRICA 680, Consideremos un cilindro recto cuya base sea APB ... (fig. 168), y supongamos que el punto M se mueva sobre la superficie de este cilin- dro, de manera que en todas sus posiciones sea constante la razón de la ordenada MP á la lon- gitud s del arco AP. A la curva así engen- drada por M se aplica el nombre de hélice ci- lindrica, la cual tendrá por ecuaciones las dos siguientes : F {^>y)=^^> X''=cs. Pignra 168. 681. Para determi- nar el ángulo 9, formado por las tangentes á la hélice con las generatrices del cilindro, procedere- mos como sigue: Por ser 6 igual al ángulo formado por las tangentes á la curva con el eje de las x, su coseno tendrá por expresión cos9 = ■ dx yJdx^ + dy^-\-dx^ — 558 — Y como resulta desde luego que cose Vlfc^'- Lo cual demuestra que el ángulo 6, poco antes definido, es constante. Y, con no menor sencillez, se demuestra que, inversamente, las curvas cuyas tangentes forman un ángulo conístante cotí utia recta dada, son hélices cilindricas. Para ello tómese la recta dada por eje de las z, é intégrese luego la ecuación dz yjdx^ 4- dtf + dx^ que simboliza el problema, conviniendo en representar por F(x, ?/) = O, la ecuación del cilindro proyectante de la curva sobre el plano xy, y por s la longitud del arco de la curva que limita la base de este cilindro, com- prendido entre un origen fijo y el punto (x, y). De donde se desprende, que dx^ + dy^ = ds^, y, por consiguiente, (1 — e^) dx^ = (? ds^; 6, integrando y designando por Cj una constante arbitraria, Vi + c2 Las ecuaciones de las curvas buscadas serán, pues, éstas: F{x,y)^(i y 3: = -^=L^s + q; yi — c2 559 de otras tantas hélices como valores particulares se atribuyan á la cons- tante c^. 682. Las hélices son lineas geodésicas de las superficies cilindricas á que corresponden. Si planificamos, en efecto, la superficie cilindrica considerada, y toma- mos la recta AY (fig. 169), correspondiente á la CA de la 123, para eje de las ordenadas, y la AX, correspondiente á la curva APB, como eje de las abscisas, las coordenadas {x , y') del punto correspondien- ^ te al punto M, serán x' = AP' = y' = MP' s, é Y, en consecuencia, hallaremos y' = ex' Fisura 169. como ecuación de la transforma- da de la hélice, la cual representa una recta. Bastando ahora atender á que con la planificación del cilindro no se altera la longitud de las líneas trazadas sobre su superficie, para concluir que la hélice es una linea geodésica de esta superficie. 683. Tomando el arco s por variable independiente, puédese dar á las ecuaciones de la hélice la forma £p = ?(s). y = 'H^)> ^ = cs, y hallar fácilmente sus radios de curvatura y de torsión. Para lo cual basta aplicar al caso particular de que se trata, las fórmulas generales co- nocidas R = jx'^ + y'^ + x'^) '2\2 [{x ¡r - y' x"f + {x' z" - x x"f + (y' x" - x y"f]^ {x' y" - y' x"f + (x' X- - z' x"f + {y' x" - x y")^ («' y" — y' *") x'" -\- (a?' ^" — -' x") y'" + iy' x" — x' y") x" — 560 — representando por R y r los radios de curvatura y de torsión, y por x', y',... las derivadas de x, y, x relativamente á s. Desprendiéndose de este modo, por referencia al radio de torsión r, el siguiente resultado: c^ [x"-^ + y"^) ■{- iy' x' - X- y")\ 7 ' " * c{y X —X y ) ó, por ser x"- + y"^ = s'- ^1 y x x" -j- y' y" = O , (1 + a (x"M y"') r = . c{y" x"'—x" y'") Y, por referencia al de curvatura E, este otro: l^e2 R (x-^ + y'^r De las expresiones de 22 y í* resulta además que r _ 1 {x"^ + y"-'y' R c ' y" x" — x" y" Y, como la expresión 3 {x"^ + y"^y^ y"x'" — x'y" representa el radio de curvatura de la curva plana, cuyas ecuaciones son :Y = . 6-' = ?'(«) é Y=y' = '\'{s), y que, por ser x"^ + ?/"- = 1, es una circunferencia cuya ecuación es hállase, finalmente, que R~~ c' -- 5fil — r 6 que en las hélices cilindricas es constante la razón — del radio de tor- R sión al radio de curvatura. V 684. E inversamente , sí la razón — del radio de torsión para el ra- il dio de curvatura de una curva es constaiite, la curva será una hélice ci- lindrica. Teorema debido á Bertrand {Journal de Lioüville, t. viii, 1843), demostrado por Serret del modo que á continuación se expresa. Sean (a, a', a"), {b, V , b"), (c, c', c") los cosenos de los ángulos de la tangente, de la normal principal y de la binormal, con los ejes coordena- dos, cantidades entre las cuales existen nueve relaciones, conocidas por el nombre de fórmulas de Frenet, seis de las cuales dicen como sigue: da b ds^ R ' da' ds^ b' R' da" dsj^ h" ~ r' de b ds^ r de ds^ b' r ' de" ds^ b" r representando por Sj la longitud de los arcos de la curva considerada. f Poniendo en estas ecuaciones = ni, háilanse por de pronto estos resultados : da da' da" — ■ = — - = — - = 'w; de de" de' é, integrando, a = me -\- A, a = me -\- B, a" = m,c' -j- C; en donde A, B, C representan cantidades constantes, dos de ellas arbitra- rias y la otra determinable por la ecuación ^•2 -\-B^-\- C- = {a— mcf + (a' — mc'f + (a" — mc'f = 1 + m^, resultante de las ecuaciones anteriores y de las siguientes, condicionales: a2 + a'2 + a"^=l, c'^ + c'^ + c'"-^ = 1 , ac -^ a' c -^ a" c" = Q. . — 562 — Cambiemos ahora de ejes coordenados; y tomando para nuevo eje de las X la recta cuyos coeficientes angulares sean Ay B, tendremos y, por tanto, a = mc, a'=mc', a"==mc"-\- Yl + '"^ = de donde resulta, multiplicando la primera ecuaci(5n por a, la segunda por a' y la tercera por a" , sumándolas luego y atendiendo á las ecuacio- nes anteriores, que 1 Vl + m' Lo cual demuestra que la tangente á la curva considerada forma un ángulo constante con el eje de las %; y, por lo tanto, que esta curva es una hélice cilindrica. 085. El -plano osculador, en cualquiera de sus punios, de la hélice de este nombre forma también un ángulo constante con las generatrices del cilindro á que esta hélice corresponde. La tercera de las fórmulas de Frenet, anteriormente consignadas, muestra, en efecto, que, en el caso de la hélice cilindrica, Zy"=0; y la sexta que = O, ó c" = constante. Y por ser b"= O, vese también que las normales principales de la hélice cilindrica son perpendiculares á las generatrices del cilindro donde la hélice está traxada. 086. La rectificación de las hélices de que tratamos se obtiene fácil- mente. Representando por Sj la longitud del arco ÁM, tenemos que ,=fV.' + f2 + c2.ds; ó, por ser o'^ (s) -|- 'j''^ (*) ^ 1 > s,^y/i-j-cKs, — 563 — conforme se deduce también fácilmente por procedimiento puramente geo- métrico. (J87. Entre las hélices cilindricas, la más importante de todas es la trazada sobre el cilindro de base circular ya mencionada por los antiguos geómetras, como Pappo en sus Colecciones Matemáticas (ed. Hultch., p. 1.110) y Proclo en sus Comentarios (ed. Taijlor, i. i, p. 129); de don- de se infiere que su teoría había sido anteriormente expuesta por Apolo- Nio en un Tratado sobre el tornillo, que no ha llegado hasta nosotros (P. Tannery: Balletin des Sciences Mathéinatiques , 1883, p. 278), y por Geminus (Chasles: Aperru historique, 2." ed., p. 25). Adoptando el eje del cilindro de base circular como eje de las z, y re- presentando por p el radio de aquella base, las ecuaciones de las hélices trazadas sobre el mismo cilindro serán éstas: 0 19 O X' -f í/- = p- y x= es, S ' s X = p eos — , y = p sen — , y x= es. ' p "^ ' P Hélices caracterizadas por las dos siguientes propiedades importantes: . 1.^ La de poseer radios de curvaíum y de torsión, R y r, constantes en todos sus punios; conforme lo demuestran las expresiones de estos ra- dios, deducidas de las fórmulas generales del Núm. (>83: /^ = p(l+e^), ,==¿0+^, Y 2.^ «La de ser exclusivas estas propiedades de las hélices trazadas sobre cilindros de base circular. Teorema el dltimo demostrado por vez primera por Pcjiseüx (Journal de Liouville, t. vii, 1842, y de cuya exactitud es f ícil darse cuenta. En efecto: por ser constante la razóu de la torsión á la curvatura de la curva á que una y otra se refieren, esta curva debe ser (N(im. 684) una hélice. Y para ver que esta hélice resulta trazada sobre un cilindro de base circular, basta advertir que la expresión de R, hallada en el Núm. 683, nos enseña que en este caso también es constante la expresión (j;'"^ +2/ '^)^> — 564 — la cual, como es ya sabido, representa el radio de curvatura de la curva, cuyas ecuaciones son x ^ e (s) é y = '!¿(s): esto es, el radio de curvatura de la curva que limita la base del cilindro. Radio que, por ser constante, corresponde á una circunferencia de círculo. n HÉLICE CÓNICA (588. Imaginemos un cono de revolución que tenga por vértice el ori- gen O de las coordenadas (fig. 170); por eje de figura el OZ de las mis- mas; por generatriz la rec- ta OA , sometida á la con- dición de formar con el mis- mo eje, OZ, el ángulo cons- tante ZOA = H, y cuya pro- yección, OP=p, sobre el plano coordenado XOT, forma con la recta OJÍ, de situación fija, el ángulo va- riable POX = (s: pues to- mando sobre el cono un punto M^ (x, ij, z), móvil de manera que en la suce- sión de sus posiciones la distancia MP == Z varíe proporcionalmente al ángulo o, aquel punto trazará sobre el cono una cierta curva, denominada por el ilustre geómetra Chasles en su Aperru hísiorique, hélice cónica, cuyas ecuaciones y propiedades inmediatamente se desprenden de los supuestos aquí establecidos. 089. En efecto: por definición, y sin más que fijar un momento la atención en la figura, concluyese que Fijrnra 170. :c = p coses, sen'5 y representando por a una constante. ; = p cot6 = a-¿¥ 1 — ^¿^ J" — 575 - Ijuego kC\/c^A + 562 I (1 - lf'f\/{l - ñ (1 - ¿2 ¿2) dt 6, finalmente, si ¿ = sen es, ¿, = _ {C-AfA dti d-3 (1 — Xsen^cí) y 1 — ¿2 gen2,^ Resulta, pues, para determinar s, la fórmula • ,^k[ (' — '^ r — ^í — l \J (l_Xsen2-j)2A-^ ./ (1 - X sen^ (f ) A :^ f en la cual X= (C-AfA , j^ — ~ y Ai=Vl — i^sen^-o. kC\Jc\J A + Bli^ ^ . V A la expresión anterior de s puede darse distinta forma. Demuéstra- se, en efecto, en la Teoría de las integrales elipticas, y se pueden ade- más verificar j?or diferenciación , las identidades /' d^^ .- ^' \ ^ J (l — l sen2 -^)2 A tp 2(1— X) (X — t^) \ H / (1 — Xsen^cp) — í / }, ^ X2 J ' ' A-^ X2 J (1— Xsen2cp)Acp ) en donde . sen ts eos cí A to 4> 1 — X sen2 f — 576 — identidades de las cuales se desprende la igualdad ,/ (1 — Xsen2-i)2A-f 2(1 — A)(X — ¿2) j i^ — X í-cVi 3 ¿2 — 2 / ¿2 — 2 A + A- /' ¿4 I -}? 7a7 5^2 ./ (1— >sen2(p)A'f ) Luego la expresión de s, podra escribirse como sigue: s= i— a2cI, 4-X/"A»do 2(l-X)(X-¿2) I T- V . . + (^-^ - ^) /'f + (X^ - ^^) /', /■, ,, }. ,/ Ai ,/ (1 — Asen^tfjAo ) Y así se ve que s i^uede expresarse por integrales elípticas de primera, segunda y tercera especie. VI HIPÉRBOLA LOGARÍTMICA 705. El mismo Booth, en la obra poco antes mencionada (A Treatise, etc., t. II, p. 76), designó con el nombre de hipérbola logarítmica á la cur- va de intersección de un paraboloide de revolución con un cilindro recto de base hiperbólica, cuyo eje coincide con el del paraboloide (fig. 172). Las ecuaciones de la curva así deBnida son las siguientes: 2hz = x^ + y^ y |:_^=1; — 577 — las cuales muestran que las proyecciones de la curva sobre los planos x» é yx, son arcos de parábola. 706. La hipérbola logarítmica se compone, evidentemente, de dos ramas iguales, simétri- camente dispuestas res- pecto del plano Jtí/. Ra- mas simétricas también relativamente al plano XX, y que parten de los puntos ajb, correspon- dientes á los vértices de la hipérbola, teniendo en estos puntos sus tan- gentes paralelas al eje de las y. Las asíntotas de la hipérbola determi- nan además dos planos perpendiculares al de las xy, secantes del pa- raboloide según dos parábolas, que son, evidentemente, asíntotas de la cur- va considerada. 707. Por procedimiento algún tanto artificioso, Booth consiguió rec- tificar la hipérbola logarítmica, valiéndose de las integrales elípticas (1. c); pero al mismojesultado puede también llegarse, utilizando el por nosotros discurrido para rectificar la elipse de aquel nombre, pocas páginas atrás, con solamente cambiar en los razonamientos ó trámites del cálculo, refe- rente al primer caso, b'^ en — 6^. Con lo cual se hallará, con aplicación al segundo, esta otra fórmula: s = — I — l-^ * + X/"A<3>dcD ./ Acf ,/ (1 — >. sen2cp)Affl ) en donde FiR. 172. 37 — 578 — a^ + h^ ^ ^^^_ ^(;_¿2/,2^ ¿2 ' ' ^_ A .„ A C-Bb^ A O— («2 + ¿2) C C A — Bb^ C A — {á' + b-^) {C—A)^A K = kcyjcyl A — Bm En este caso A y B son las raíces de la ecuación (a) X2 - (r- 4 a2 + ¿.2) X + ¿2 ¿2 = o, ambas positivas. Como A y B tienen el mismo signo, y C — {ar + b"^) y A — {á^ + b'^) signos contrarios, i" será negativa; y, por tanto, i imaginaria. Pero, po- Tí niendo cp = A, hallaremos que s = \ — l^^l>,—f^d^ 2{i-i)(k-ñ\ _(¿2_)o /'j^_A2_«2) r ^ I, en donde , sen -Leos A A A ., «/, .o oi (j)^ =: 1 ' — t-^ AA = yl — ^ cos2(i. 1 — X cos^ij' Y, como también, AA = Vi — ^•2 Vi — i^ sen2A, 1 — ), cos2<{> = (1 — )0 (1 — \ sen2<|.), en donde ¿2 ^((7_a2_¿2) >^ •^^ ¿2_i (a2_^¿2)((7_j) ' ^ ),_! 579 — concluyese, finalmentej que K 2{i—\){\—i i^ — I í' d'\ X2 — _|_).2fe2tang>^f?A dx ^ • ' " cos'-¿V/í^ + -l/':^tang2(|; '' d'\ , ,, df^ (1) ds = -k ?— + /.ft- cos=¡ (j> cos3 \ Va2 + 4 ¿2 tang- <{/ — 581 — Luego, si fuere h = 27c, hallaremos que J cos3 ¿I J di^ cos'^tf caso en el cual la curva puede ser rectificada por medio de funciones ele- mentales. Si fuere /í >• 2 A;, tendremos que cos-^o \ / 1 sen^d/ V tt' /í2 La primera de las integrales que figura en esta fórmula, puede ser cal- culada por medio de funciones elementales. Y la segunda representa un arco de hipérbola, que, como es sabido, puede expresarse por integrales elípticas de primera y segunda espede. Y, si fuere 2 & > h, póngase en el segundo de los términos de la fór- mula (1) tang({/ = — tangv; y se hallará con esto \'l + -^tang2i; US = K -■ 1 dv cos^ij/ 2 cosí; ^'+11 {^-^} , d'L , h 4/(;2 , = k '■ 1 dv. cos3(|- 2 „ \ / 4k^ — h^ V- 4/(;2 — 582 Luego + /. COS^ V \/ I 4/,'2 — 7^2 v- dv 4P — /¿2 Í/.-2 ,/ 4A;2 dv sen- í' V^ 4ÁÍ2 U^ — h^ O < <1. 4A2 Lo cual demuestra que también entonces podrá expresarse s por una integral compuesta de funciones elementales i otra, elíptica, que represen- tará un arco de hipérbola; y otra, elíptica asimismo, de primera especie. VIII CURVA DE ARQUITAS 710. Sea OBA (fig. 174) una semicircunferencia, cuyo diámetro OA representaremos por a; OZ una recta perpendicular á OA, y OCA' otra semicircunferencia igual á la primera y cuyo plano es perpen- dicular al plano de ésta y á OZ. Dase el nombre de curva de Ar- QUITAS á la curva que resulta de la intersección del toro engen- drado por el círculo OBA, cuan- do gira alrededor de OZ, ccn el cilindro cuja base es el círculo OCA! . Esta curva fué, en efecto, considerada por Arquitas, geó- metra que vivió cerca de 400 años antes de J. C, el cual la empleó para resolver el problema d? Délo. Fignra 1"4. — 583 — Tomando para eje de las x la recta que pasa por el punto O y por el centro de la circunferencia OCA' , las ecuaciones de la curva de Arqui- TAS son las siguientes: (,,2 J^ y-, ^ ,2^2 _ ,,2 (,,.2 + ^2) ^ ,,.2 J^ _y2 _ „,, = Q , ' la primera de las cuales representa el toro y la segunda el cilindro con- siderado. 711. El método empleado por Arquitas para resolver el problema de Délo, esto es, para construir dos medias proporcionales á dos rectas da- das, es conocido por los Comentarios de Eutocio al libro II de Arquí- medes (Archimedes: Opera omnia, ed. Heiberg, t. iii, p. 98). Vamos á exponerlo. Sea C el punto en que la semicircunferencia OCA' corta á la recta OA; B el punto de la semicircunferencia OBA que se proyecta en C, sobre el plano xy, y CD la perpendicular trazada desde C sobre OA'. El punto B pertenece á la curva de Arquitas, cualquiera que sea la recta OA, y po- demos determinar esta recta de tal modo que sea OD b ,, = — , {b", (5) Z;ai + 6'a\ + 6"a"i = 0, íZflj b da' ^ b' da!' -^ b" ds-^ iíj ds^ i?! ds-^ R^ llamando s^ á la longitud de los arcos de la curva (C) y R^ al radio de curvatura en el punto (¿p^, y,, x^). De la ecuación (5) se deduce la siguiente: bdx^ -\- b' dy^ -\- b" dx^ = 0; y eliminando x^, y^y x^ por medio de las ecuaciones (4), y teniendo en cuenta las relaciones bdx^b' dy + b"dx = 0, }j2 J^ ¿'2 ^ ¿"2 ^ 1 ^ bdb-\-b'db' + b"db" = 0, — 590 se obtiene dl^ 0. Se ve, pues, que I es constante y que por consiguiente se puede establecer que d.t'^ / dx I j dh \ ds ^, f di/ , , di/ \ ds «1 = ^ = -^ + / — , a'i = -^ + I ^~ , etc., dsj \ ds ds ) ds^ \ ds ds / rfsj y, teniendo en cuenta las relaciones (3) , l-[('-i)«-'f]t' «■■=[(-Í)»'-'t]1' Si ahora se sustituyen los valores de a^, a\ y a'\, deducidos de estas ecuaciones, en las igualdades (G), y se tienen presentes las fórmulas (1) y (2), resultan las ecuaciones r Aa + Bb + Cc = 0, Aa+Bb'^Cc' = 0, Aa" -i- Bb" -\-Cc" = 0, habiendo hecho A = (l-±]d^-ld(^], \ rJ ds^ \RJ B = \^(l-±]-l-]^ds-^ds, C=-ld-^-ld(l siendo necesario, para que aquéllas se verifiquen , que se tenga ^==0, i?=0, C=0. — 591 — De la primera y la última se deduce resultando por integración K r representando h una constante. Resulta, pues, que las curras de Bertrand estíín caracterizadas por la existencia de una relación lineal entre la curvatura y la torsión (Ber- trand, 1. c). El método que hemos empleado para llegar á este resultado, se debe á J. A. Serret (Journal de Liouville, t. XVI). 719. Las ecuaciones (7) y las siguientes a2 + a'2 + a"2 = 0, h'^ + h"^ + V"^=l, c'- + c'^ + c"^= I , ac -\- a' c' -\- a" c" = O, dan ^ ds^- \ R) r- r2 Si observamos ahora que (C) es una curva de Bertrand que satisface á la ecuación que resulta permutando en (S) / y — /, se obtiene 2 llamando r^ al radio de torsión de (C"). Resulta, por consiguente, rr^ = P _|_ /¿2. ¡^ q„e demuestra que el pro- ducto de los radios de torsión de (C) y (C), en los puntos (x, y, x) y {x^, y^, x^), es constante. 720. Si representamos por co el ángulo de las tangentes á (C) y (C) en los puntos {x, y, x) y {:i\, y^, x^), se tiene costo = aa^ -{- a' a\ -j- a'\ a'\, — 592 — y, por lo tanto, las f(5rmulí\s (7) dan coso =11 R ) ds^ Y/¿2 ^ ¿2 Resulta, pues, que el ángulo de las tangentes, en los puntos correspon- dientes de las dos curras, es constante. Se ve fácilmente que este ángulo es igual al de los planos osculadores de las curvas (C) y (C) en los puntos {x, y, x) y (.íj, y^, »,). Luego el ángulo de los planos osculadores, en los puntos correspondientes, es constante. Se debe este teorema á O. Bonnet, que lo publicó en el Jour- nal de l'Ecole Polgtechnique de Paris (cuaderno XXXII, nota 1."). 721. La ecuación 5 = 0^ da, teniendo en cuenta las (S) y (9), = — 1 = [hr—lR). i?! IR\ Rj í2j(/Sj2 R{h^-{-p) Esta fórmula permite determinar la curvatura de (C) cuando se cono- cen la curvatura y la torsión de (C), y la k /_/ r, R, sirve para calcular la torsión de (C). Relativamente á las curvas de Bertrand, consúltense las Lecons sur la théorie des surfaces, de G. Darroux (t. I, p. 13), en las que se emplea para su estudio un método cinemático elegantísimo; un artículo de Ce- SÁRO, publicado en la Rivista di Mathematica (Torino, t. U), etc. CAPÍTULO DECIMOCUARTO POLLODIA Y HERPOLLODIA 722. Demuéstrase en Mecánica que el movimiento de un cuerpo alre- dedor de un punto fijo equivale al movimiento del mismo cuerpo alrede- dor de un eje, que se mueve describiendo un cono elíptico, con el vértice en el punto fijo considerado. En este movimiento el elipsoide de inercia del cuerpo gira alrededor del punto fijo, quedando siempre tangente á un plano perpendicular al eje del momento de las cantidades de movimiento, sobre el cual rueda. El lugar de los puntos de contacto, sobre aquel pla- no, es una curva á la cual Poiissot, á quien se debe esta teoría (Jhéorie nouvelle de la rotation des corps, présentée á l'Institut le 19 mai 1834), dio el nombre de herpollodia. Designó también este ilustre geómetra con el de pollodia la curva de in- tersección del cono á que acabamos de referirnos con el elipsoide de iner- cia. Esta última curva es el lugar geométrico, sobre el elipsoide, de los puntos de contacto de esta superficie con el plano de la herpollodia. Demuéstrase también en Mecánica que, siendo 2 ^5 O aP f^ c2 ^ ' la ecuación del elipsoide de inercia, la ecuación del cono es (a2 _ ^2) + ^ (¿2 _ ,2) + -^ (c2 _ -,2) _ O, a* 6* c' en la que yi representa la distancia del centro del elipsoide al plano fijo. Esta distancia satisface á la condición a'^ ■ri^' e. 723. La ecuación de la herpollodia puede ser obtenida por un medio 38 — 594 — enteramente geométrico. Antes de hallarla, estudiemos algunas propieda- des de la pollodia. Notemos, en primer lugar, que las ecuaciones de esta última curva son las dos que acabamos de escribir; y que, eliminando entre ellas sucesiva- mente X, y, z, se ve que las proyecciones de aquélla sobre los planos xy y xy son elipses, y sobre el plano xx es una hipérbola. Sea r la distancia del centro del elipsoide al punto {x, y, x) de la pollo- dia; tendremos la ecuación x^ -\- y"^ -\- x^ = r^, por medio de la cual y de las anteriores se obtienen las ecuaciones siguien- tes, que determinan las coordenadas de los puntos de la pollodia en fun- ción del parámetro variable r: x^ = P[r^ — a?) y'-=Q{r^—[t% x^- = R (7-^ ~ f) , donde es p= ^- , g= '- , i2= (a2_¿2,(f,2_c2, (l2_c^^^b2_a-2) (t'-^_a2)(c2_¿2j //2f2 a-r^ a^h^ {A) ,2 = b^ + C^^-±^, p2 = ,2 + «2_JL^, 2_^2 + i2_^. 7,2 f^ y2 Entre las cantidades P, Q y R existen las relaciones (fí) P+Q + R = l, Pa2+í?|3'^ + 72y2 = 0, que se deducen de la ecuación x^ -\- y^ -\- z^ = r^, sustituyendo en ella ^^> y^ y ^^ por sus valores é igualando después los coeficientes de las mis- mas potencias de r, 724. En la cuestión de Mecánica á que anteriormente nos hemos re- ferido, las cantidades a, b y c no son completamente arbitrarias; satisfa- cen á la condición 2^ «'*' a2-f 62 — 595 — Tenemos, pues, 7|2> a2 -(- ¿2 ' y, en virtud de la tercera de las igualdades (A), y^ > o. -Observemos además que las expresiones de P, Q y R hacen ver que es -P> O, Q < O, ñ > O, y que de las dos primeras igualdades (A) y de la desigualdad r, > c resultan las desigualdades a^ > O, ¡j^ > O, las cuales muestran que a y |3 son reales. Notemos, finalmente, que x, y y x no son reales para todos los valores de r. En efecto, de las igualdades {A) resultan las siguientes: ¡i2_^2_(,2_¿2)j^i_^Y ^2_,2 = („2_,2)|^1_Í!\ en las cuales se observa que es ¡3 > y > a cuando vi>6^y¡3>a>Y cuando n b; y cuando es r^ ^ y /• ^ a, si /| < b. De estas desigualdades se concluye que la expresión r=(,-2_a2)(r2_p2)(,,.2_^2, es negativa, resultado del que más adelante ha de hacerse uso. De las fórmulas anteriores se deducen también las siguientes consecuen- cias, que tendremos necesidad de aplicar: o o (7.2 -C^) (7,2 -¿2) ' ~^ == i ' r,2 [O A = ± Y|3 yJ(-ri2-o?){y,^-^f)^r?-f) = (.,2 _ ^2) (,^2 _ ¿2) (,^2 _ ^2), — 596 — donde se debe emplear el signo + cuando r\ <.l>, y el signo — cuando 725. Es fácil obtener la expresión de la diferencial de la longitud de los arcos de la poUodia. Tenemos, en efecto, |_ ,.-' _ a2 ,.2 _ ¡^2 r'2 — f] 6, eliminando P, Q j R por medio de las ecuaciones (J5), ds^ = [r* — (a2 + .32 + f) ,-2 + Q (p2 _ a^) (p2 _ ^2) + a2^2 + ¡i2.^2ji_^. Puede darse otra forma á la expresión de rfs^, sustituyendo Q por su valor en función de a, (3 y y, como ahora veremos. Las ecuaciones {A) dan -,2(.y2_¿2) -,2(„2_;,2) 7)2 _ ¿2 ' .^2 _ ¿2 j2_.^2 r.3 (■^2_a2)(^2_¿,2)(.,,2_c2) (y,2 — a2)(T2_c2) ■ 7|3 ■/I A r?- ■[^ — ¿(2 7j3 ■ Sustituyendo ahora los valores de a?^ Ifi y c^ en la expresión de Q, se obtiene en primer lugar Z)4 (y,2 _ ¿2)2 ^ *- ~ (¿4 _ 2 ¿2 .,^2 _|. .,j2 ^2^ (^,4 _ 2 ¿2 y,2 _|_ .^2 ^2) ' y después Q__ 64(,2_¡32) y, finalmente, 2A 2vi4 _ ,;2 (^2 + ¡32 + 2) + «2 .^2 _ (f;2 _ ^2) (¡¡52 _ 0,2) — 597 — Poniendo ahora este valor de Q en la expresión de ds^, se liega al resul- tado que queríamos obtener: p. _ (a2 + ¡32 _^ ^2) ^2 ._ ,2 (^2 _!_ ¡32 + ^2) + 2-,* - ^ + a? ^2 + ^2 ^2 +p2 ^2! ^^ , que hace ver que s depende de las integrales elípticas. 726. Pasemos á estudiar la herpollodia. Para eso refirámosla á coor- denadas polares p y 6; p ^ \/aa — n^ si o < b. La curva está , pues, comprendida entre dos circunferencias, una ex- terior de radio igual á\¡ ^-—f?,y otra interior de radio igual a yy"-^ — r^ ó áy o? — y?. Representando por Fel án- gulo que forma la tangente á la curva en el punto A (fig. 176) con el radio vector OA, tene- mos / / \ \ A ...^A I ( O ) ^^ d's> •ir"-^ + i tgF=p do V— T ' Fignra 176. y, poniendo p^yp^ — -^2^ tangF:^ — co . Luego la cur- va es tangente al círculo exte- rior en el punto A. Del mismo modo se demuestra que la curva es tan- gente al círculo interior en el punto en que la encuentra. 728. Tomando para eje, á partir del cual se cuentan los ángulos ®, la recta OA, tenemos r_ivb("'"+^)* \/^-T)= 600 En el caso de ser r, <&, la cantidad A es positiva; y, por lo tanto, tam- bién lo es la cantidad vip^ _] . En el caso de ser r,> i, A es negativa; pero dando á p^ su valor mínimo y^ — 'r?, vese que la cantidad r,p2 j_ A --rr, vese que la cantiaaa op^ -|- es positiva; en efecto, la desigualdad ■'? if - ■'?? > {y?- a'-^) {;>? - ¡32) (r,2_ y2) da la siguiente: l>^''-^, ■r? - c2 < y 2, la cual es verdadera. El binomio considerado 7ip2 -)_ -^ es, por lo tanto, '? siempre positivo cuando se da á p2 su mínimo valor. La igualdad (1) hace ver que cp crece, cuando p decrece desde y ¡i^ _ .^,2 hasta V"-^ — f? ^ Vy^ — i?. El arco considerado de la curva (arco ABC de la figura) se aproxima cada vez más á la circunferencia interior á me-- dida que o aumenta. Los otros arcos de la herpollodia son iguales al anterior, y gozan de la misma propiedad de ser tangentes á las dos circunferencias consideradas. 720. Suponía Poinbot que su herpollodia tenía puntos de inflexión; pero Hess demostró, en un opúsculo intitulado Das Rollen einer F lache xiveiten Grades anf einer invariabeln Ebene (Munich, 1880), la inexac- titud de esta afirmación. La misma observación hizo después el Conde DE Sparre en los Compies rendas de l'Académie des Sciences de París (1884) y en la Memoria anteriormente citada. Sparre se fundó, para de- mostrar este teorema, en la teoría de las funciones elípticas; empleare- mos aquí, para el mismo fin, un método más elemental, seguido por Ke- SAL {1. C). La'ecuación diferencial de la herpollodia da, ya sea o una cantidad po- sitiva 6 negativa, — 601 - - dp _ pV" -2 df ■'.f + A ' yi3 d^o == — ?T 1 2p3 7 >T df (.. ■n^ J 1 / •^3 p3 'Ir, \ V2 _ ft2\ 1 /^2 _L .,íí b^'-vJ + (p2 + -^2 _ ^2) (p.2 + ,^0 _ ^2^ ^ ^^2 + ,2 _ ^2^ ^^g + ,^2 _ ^2)]. Por medio de estas igualdades y de la fórmula Ií = \!'-mf d-p df 9 f/p V -?' podemos calcular el radio de curvatura R de la herpollodia. Su expresidn, igualada sucesivamente á O y á co, da los puntos de retroceso y de in- flexión de esta curva. Haciendo, para ello, se tiene, en primer lugar, R = .¡{.'^iJ-r N + (p2 + -,2_„2)(p2_^,.2_p2)J, — 602 y, ordenando según las potencias de p, + I 2ri I (V,^ - a2) (Y,2 _ ri2) + (-,2 _ 0-2) (r2 _ -yS) _^ (,2 _ p2^ (,,3 _ ^2)J d, en virtud de las fórmulas (A) y (C), A^ = [a^ ¿2 (c2 _ .,2, ^ «2 c2 (¿2 _ .,2) _ ¿2 ^2 ^2] il _ A (^2 ¿2 ^^ „2 ^.2 _^ ^,2 ^2) p4. Y,'' Por medio de la expresión de ^, se puede ver ahora que los puntos de inflexión de la herpollodia deben satisfacer á la ecuación JV"=0, la cual da ^ ^ (,,2 _ a2) (,2 _ ¿2) (,;2 _ ,2) (^2 ¿,2 ^ ^2 ,2 ^ ¿,2 ^2) ^ '^ ~ 7,2 [a2 ¿2 (c2 _ y,'--) 4- a2 c2 (62 — y2) — 6^ c^ -riS ) Si es 71 > 6, el segundo miembro de esta igualdad es positivo (puesto que además se verifica que a> r¡,c 2 c2< a2 + í-2 — 603 — Luego el elipsoide no coincide con el elipsoide considerado por Poinsot. Sea ahora v) <; b. En este caso el numerador de la expresión de ^^ es positivo, y p es imaginario, ó real, según que el denominador sea negativo 6 positivo. Dase el último caso, cuando es „2 ¿2 _|_ (¿2 ¿i _^ ¿2 ^2 Pero como entonces el valor de p^ debe ser inferior á su valor máximo P^ — -rr; esto es, á (^2 _ ,2) (,,2 _ c2) 2 ' tenemos la desigualdad (a2 _ -,2) (¿2 _ -^2) (.,j2 _ g2) (^ ¿2 J^ a^ c^ J^ ¿2 ^2) («2 _ .,2) (.,2 _ c^) y2 [2 a^ 62 c2 _ ,2 («2 ¿2 _[- a2 c2 + ¿2 c2)] 7,2 ó a? + cS lo que no puede ser, porque, por ser vi> c, tenemos ,2 y;-^> a2 + c2 y, por tanto, si aquella desigualdad tuviese lugar, tendríamos r\>h, lo que es contrario á la hipótesis. Resal saca esta conclusión por otro pro- cedimiento, que no nos parece exacto. Demostremos ahora que la herpoUodia no tiene puntos de retroceso. Para eso basta notar que el numerador de R no puede ser nulo, ni el denominador infinito. En efecto, el factor no puede ser nulo, puesto que T es negativo (Núm. 724). — 604 — 730. La ecuacidn diferencial de la herpollodia es integrable cuando es V. = ¿, y resulta entonces una espiral que, por haber sido considerada por PoiNSOT, en la Memoria atrás citada, se llama espiral de Poinsot. Si es o = b, tenemos a == y = r¡ y, por tanto, poniendo ',, = tp'—'?- Luego el ■f^dp 2 „2 Integrando, se obtiene VPo'-p' + Po Tenemos también Luego Po'-? — C 1 VPo^- ~-p2 -Po ? - Vpo^- -P^ + ?o e c p j _Po_Í P"? 2o e Ti -)- ce c p o Pil ?n Ó , poniendo c = e t, , P = - e TI -j- e Ti — 605 — Cambiando el eje á partir del cual se cuenta el ángulo + 2 -^^— (x-x,) {>, -^y,) + -^ (y - y A + ... = 0. La ecuación de la polar de esta curva puede escribirse del siguiente modo, ordenando su primer miembro por las potencias dea; — x^ é y — ?/j, df r. ..^ , df {X - .7-,) + -l-{y- ;y^) + —J- {x - X^f axj^ ayy L dx-'^ + 2---l—(x--x,){y-y,) + -^{y-y,f\ + ...=(i. Esta ecuación nos dice, en primer lugar, que si (.i\, í/j) es un punto simple de la curva considerada, la recta que tiene por ecuación \ dxy dy^ es tangente á esta curva y á su polar. Se ve asimismo que si (xj, y^ es un punto doble de la curva cuyas cordenadas satisfacen á las ecuaciones - — ^ O, =0; l^s dos reo- dx dy tas representadas por las ecuaciones ±-L(x- x,f + 2 -^^ {X - T,) {y - y O + -yf- i>/->/x)' = O, dx\ dxy dy^ dy\ son tangentes en el punto {x^, ?/,) á la curva y á su polar. Continuando en la misma forma el razonamiento, se demuestra el lema precedente. - Gil — Basándonos en el anterior lema, vamos á determinar el número de tan- gentes que se pueden trazar á una curva dada por el punto (cc^, ?/j). Supongamos primero que la curva tiene solamente un punto múltiple, que coincide con (fj^, ?/j), y que sea k su orden. La curva dada y su polar se cortan en m {m — 1) puntos, y uno de es- tos puntos coincide con [x^, y^. Ahora bien, siendo este punto del orden de multiplicidad Te en la curva y en la polar, representa /v^ intersecciones, Pero como las k ramas de la curva Eon tangentes á las /,: ramas de la polar, cada rama de aquélla tiene aún otro punto común con la polar. Por consiguiente, el número de inter- secciones de la curva y de su polar, distintas de (íCp í/^), es igual á m(m — 1) — /í(/c + l). Ahora bien, estos puntos coinciden con los puntos de contacto^de las tan gentes á la curva, trazadas por (íCj, y^; resulta, por consiguiente, re- presentando el número de estas tangentes por t, t = m{m — l) — k{k+ 1). {Sa.\moü : Hig/ier platie Curves). Si (ojj, ijj) es un punto simple, se verifica aún la fórmula anterior, su- poniendo entonces k = 1. Si la curva dada tiene o puntos dobles y v puntos de retroceso, distin- tos del. {x^, tjj), el valor de / se puede obtener con facilidad, empleando el método de que habitualmente se hace uso para demostrar aquella de las fdrmulas de Plücker que determina la clase de la curva, y el lema de- mostrado anteriormente. De este modo resulta í = m {m — l) — 2o — 3v — k (k + 1). KOTA AL lUMERO 96 Consideremos dos curvas {0} y (C), cuyas coordenadas (x, y) y {X, Y) están ligadas por las relaciones __ aX-\-bT4-c ^ a' X -\- b' Y -}- c' ''~ X + pY+q ' ^~ X + pY+q ' y vamos á demostrar que una de estas curvas es una perspectiva de la otra. Para probarlo, observemos, ante todo, que los segundos miembros de las fórmulas anteriores pueden escribirse del modo siguiente: ^f-Xcosa — F sen a 4- A , "I L x+py+q J „ r X sena + ycosa -\- k , "I L A+i>Y + (/ J determinándose a, p, h, k, x^ é y^ por medio de las ecuaciones (1) P (cosa + «o) ^'"i (2) P(pa;o — sena) = ¿í, (3) p {qx, + h) = c, (4) _ ¡3(sena + ¿/„) = a', (5) ¡3 (pí/o + cosa) = Z;', (6) P(2yo-t-/0 = c'- — 614 — En efecto, las ecuaciones (1) y (2), unidas á las (4) y (5), dan las si- guientes: (7) ap — 6 = ¡j (2^ eos a -|- sen a) , (8) a p — &' = ¡3(2jsena — ^cosa), para determinar a y p. Por otra parte, la ecuación (1) determina á a^, y las (3), (4), (6) dan respectivamente los valores de h, y^ y k. Ya probado esto, hagamos h -\- Xcosa — Fsena = X^, k -^ X sena -|- Fcosa ^ l'j , que equivale á un cambio de los ejes coordenados á que está referida la curva {€'). Se llega así á expresiones de la forma X, . , Y, . , X = ' \- X o, y = h !/ o a, X, + b,Y,-i-c, a, X, + &, Y, + c, y haciendo en primer lugar a^==Xcosa^, &^ = X8ena, c^ = Xe, y después A\, = X^ cosaj -|- ^1 senaj -|- e, • Y.,=Ti cosai — Xi sen a^ , lo que también equivale á un cambio de los ejes á que está referida (C); resulta (X2 — e) cosaj — F, senaj X = — — — r i^ O' k X2 Yo cosa, -\- (Xo — e) sen oti y=-^ — ^: +^»- — 615 — Cambiemos ahora los ejes á que está referida la curva (C), haciendo , , cosa, X = íc o -\ r-^ ^2 cosa^ — ij, senai, A y resulta sena, , y = x-, sena, -\- y., cosw^ , e _ Y, \X. IX., Estas relaciones entre las coordenadas (x.,, i/.,) y (X,, Yo) de (C) y (C) prueban, como vamos á ver, que son perspectivas. curvas Í-X. Fisara 177. Sea, en efecto, F(fig. 177) el vértice del cono; PAD una generatriz; A j B los puntos en que ésta corta al plano a;., y.^, paralelo á Z., Y2» 7 ^^ plano X2 Yo; y supongamos que A es un punto de la curva (C), situada en el plano x.^ y.,, y B uno de la curva (C), colocada en el X., Yo. Las coordenadas del punto A respecto á los ejes rectangulares O'x^ y — 61(i — O'?/,, y tales que 0'C= OP, son AK y LC, y las coordenadas de B rela- tivamente á los ejes OX, y O Y., son BB y OB. Pero se tiene AL BL CB BB' OB PO BO OB' LO OC' y, por consiguiente, haciendo OP^ e, 0C= — , resulta e — x, _ X, — ) -' Y, ^ T. ' ■ — '*'^^3' e A, y. Luego las coordenadas (x^, y,) 7 (-^2, ^2) <íe los puntos A y B están ligadas por las relaciones (9). ILSTA DE m CURVAS ESTUDIADAS EiN ESTA OBRA Alisoides, 334. Analagmáticas de tercer orden (vid. cúbicas circulares). Analagmáticas de cuarto orden (vid. cuárticas bicirculares). Analagmáticas esféricas, 550. Anguínea, 59-63, 73-74. Astroide, 261-273, 441. Atriftaloide, 285-293. Besace, 195-200. Bicornio, 236-240. Bifolium, 223-231. Caracol de Pascal, 142-158, 464. Cardioide, 154-157. Cartesianas, 176. Cartesianas esféricas, 554. Cassínicas, 109-118. Cassí nicas esféricas, 554. Catenaria, 329-334. Catenaria de igual resistencia, 340-342. Catenaria elíptica, 471. Catenaria hiperbólica, 471. Cíclicas, 550-556. Cicloide, 421-427. Cicloides dilatadas y contraídas, 428-432. Círculo alabeado, 569-572. Cisoide de Diocles, 1-7, 15, 16, 49-50, 71-72. Cisoide oblicua, 7-12. Cisoides, 12-13. Clélias, 531-533. — 618 — Clotoide, 397-403. Cocleoide, 394-397. Compañera de la cicloide, 426. Concoide de Nicomedes, 185-194. Concoide parabólica de Descartes, 66-67. Concoide de Sluse, 13-16. Concoides focales de las cónicas, 242-253. Cruciforme, 200-212. Cuadratriz de Dinóstrato, 350 354. Cuárticas bicirculares, 172-184. Cuárticas piriformes, 215-218, 480. Cúbica de Agnesi, 68-74. Cúbica mixta, 77-79. Cúbicas alabeadas, 588. Cúbicas de Chasles, 94-98. Cúbicas circulares, 35-52. Cubo-cicloide, 267. Cucumeide, 18. Curva de Arquitas, 582-685. Curva de Jarabek, 251. Curva de larga inflexión, 256-261. Curva de las secantes, 347. Curva de las tangentes, 340-347. Curva de las tangentes iguales, 334-338. Curva del diablo, 218-219. Curva de los senos, 343-350. Curva de los senos versos, 427. Curva de Rolle, 74-76. Curva de Talbot, 293-297. Curva de Viviani, 524-528. Curva de Watt, 256-261. Curva elástica, 354-359 Curva equipotencial, 313-318. Curva isócrona paracéntrica, 360-365. Curva gamma ,347. — 619 — Curva K, 240-242. Curvas aplanéticas (vid Óvalos de Descartes) 158. Curvas de Bertraad, 588-592. Curvas de inflexión proporcional, 509. Curvas de Lame, 494-501. Curvas del perro, 502-507. Curvas de perseguimiento, 502-507. Curvas de Ribaucour, 516-520. Curvas ciclo cilindricas, 528. Curvas paralelas á la astroide, 267-273. Curvas paralelas á la elipse, 297-313. Curvas triangulares simétricas, 500-501. Elipse de Caesini (vid. cassínicas). Elipse esférica, 542-549, 555-556. Elipse logarítmica, 572-576. Epicicloides, 438-441. Epicicloides contraídas y dilatadas, 462-465. Epicicloides esféricas, 536-542. Espiral de Arquímedes, 363-367. Espiral de Fermat, 371-374. Espiral de Galileo, 367-371. Espiral de Poinsot, 386-390, 604-605. Espiral de Pappo, 521-524. Espiral hiperbólica, 377-380. Espiral logarítmica, 383-386. Espiral parabólica, 374-377. Espiral tractriz, 390-393, Espiral sinusoide, 507-516. Escarabajo, 279-285. Espigas, 488-492. Espíricas, 109. Espíricas de Perseo, 100-109. Estrofoide, 16-30, 49. Esferoides , 494. Evoluta de la elipse, 273-277. — 620 — Evoluta de la hipérbola, 277-278. Evolvente del círculo, 458-462. Flor de jazmín, 53. Focal con nodo (vid. estrofoide), 18. Focal de Quetelet (vid. estrofoide), 18. Folium de Descartes, 53-58, 72-73. Folium dúplex, 223-231. Folium parabólico, 80-82. Folium simplex, 220-223. Folium triplex, 232-236. Galand, 53. Hélice cilíudrica, 556-564. Hiéice ciliüdro-cónica, 566-569. Hélice cónica, 564-566. Herpollodia de Poinsot, 593-603. Hipérbolas, 416-419. Hipérbola logarítmica, 576-579. Hipercicloides, 474. Hipocicloides, 438-441, Hipocicloides contraídas y dilatadas, 462-465. Hipocicloides de tres retrocesos ó tricuspidales, 442-457. Hipocicloides de Steiner, 442-457. Hipocicloides triangulares , 442-457. Hipopeda de Eudosio, 529-530. Horóptera, 585-588. Kampila, 584. Kohlenspitsencurva (vid. puntiforme). Kreuzcurva (vid. cruciforme). Lemníscata de Bernoulli, 130-141. Lemníscata de Gerono, 198. Lemníscatas elípticas é hiperbólicas, 118-130. Lemníscatas esféricas-529-530. Lintearia, 354-359. Lituus, 380-382. Logarítmica, 325-329. 621 Logoeíclica, 18. Loxodromia, 533-536. Nudos, 492-494. Ocho, 198. Óvalos de Cassini, 109-118. Óvalos de Descartes, 157 171. Ovoide, 220-223. Parábolas, 410'-413. Parábolas divergentes, 82-94. Paiábola de Descartes, 66 67. Parábola de Nei I, 413 415. Parábola de Wallis, 415-416. Parábola cúbica, 415-416. Parábola logarítmica, 579 582. Parábola semicúbica, 88, 413-415. Parábola virtualis, 195-200. Paracicloides , 474. Pteroide, 18. Perlas de Sluse, 476-480. PoUodia, 593-605. Pseudo-catenaria, 403-406. Pseudocicloide, 471-475. Pseudotractriz, 406 409. Pseudotrocoide, 475. Pseudoversiera, 71-74. Puntiforme, 212-215. Ruleta de Delaunay, 466-471. Rosáceas, 481-488. Serpentina, 59. Sintractriz, 838-340. Sinusoide, 343-350. Secantoide, 347. Tangentoide, 346 347. Tetracúspide de Bellavitis, 279. Toroides, 297-313. 622 Tractriz, 334-338. Tridente, 63-66. Trifolium, 232-236. Trisectriz de Maclaurio, 31-35, 56. Trocoide, 421. Yersiera, 68-74. Visiera, 71 . Visoria, 327-329. LISTA DE LOS AÜTOPiES (LTADOS R Abel, pág. 140. Agnesi, págs. 18, 68. Allegret, pág. 512. Amstein, pág. 266. Apolonio, pág. Arquitas, p'íg. 582, 585. Aristóteles, pág. 529. Arqüi'medes, págs. 2, 363, 366, 583. AuBRY, 18, 68, 71, 198, 246, 485, 488, 492. 6 Balitrand, págs. 10, 11, 12, 27, 205. Barbarin, pág. 267, 589. Barbier, pág. 510. Barisien, pág, 465. Barrow, págs. 68, 240. Bassani, págs. 507, 511, 513, 516. Bella viTis, pág. 279. Beltrami, pág. 337. Benthen, pág. 394. Bernoulli (Jacobo), págs. 130, 266, 329, 358, 360, 361, 362, 374, 383, 384, 394, 427, 524, 536. Bernalli (Juan), págs. 53, 55, 58. 192, 329, 351, 377, 422, 427, 43.3, 437, 439, 440. Bertrand, 561, 588, 591. Binet, 359. Birpal, pág. 266. BoNNET (O.), 215, 592. BooTH, pág. 18, 21, 22, 118,119, 126, 128, 129, 201, 547, 549, 572, 576, 579. BOUGUER, pág. 502. BouQüET, 572. Bragelongue, 254. Brassine, pág. 266. Brill, pág. 255, .322,323. Briot, pág. 218. Brocard, págs. 158, 215, 220. 224, 232, 236, 237, 443, 454, 457. e Caltppo, pág. 529. Cantor (M), pág. 68, 99, 191, 343, 363. Caporali, pág. 322. Carcavi, pág. 422. Cardan, pág. 441. — G24 - Casali, pág. 18, 27. Casey, págs. 175, 181, 184. Cassini, 109-118. Castillon, pág. 254. Castizo, pág. 226. Catalán, pág. 257,300, 394. Cauchy, pág. 299, 300, 307. De Gua, pág. 89. Delauna Y, págs. 466, 469,470. Delens, pág. 448. Descartes, págs. 53, 55, 66, 67, 72, 73, 74, 89, 157, 158, 191, 388, 410, 421, 422, 423, 428, 429, 430,435, 463. Desgranges, pág. 266. Cayley, 97, 99, 255, 549. Cesaro, pág. 111, 334, 342, 394, Dewulf, pág. 251. 396, 397, 401 , 403, 406, 460, Dieu, pág. 432. 471, 512, 520, 569, 592. Dighy, pág. 419. Chasles, pág. 67, 85, 94, 95, 96, Dinüstkato, págs. 350, 351, 353 97, 98, 100, 161, 170, 171, 321, Diocles págs. 35, 71. 323 , 343, 549, 563, 564. Dürége pág. 99. Clairaut, pág. 83, 334. Durero (Alb.), pág. 433. Clebesch, pág. 94, 99, 320, 323. Clifford, pág. 257. CoNON, pág. 363. E Conté (A.), pág. 67. CoRNU, págs. 397,400. Cotes, 319,380. Elgé, pág. 76. Erostatene, pág. 584. Cramer, págs. 99, 195, 196, 226, Eüdosio, pág. 529, 584. 254,257,313,317,319,322. Eüler, págs. 99, 130, 254, 319, Cremona, págs. 321, 323, 443, 447, 451,452, 549. Cosa, pág. 421. 254, 359, 427, 433, 439, 442, 465, 474. EüRET, pág. 495. EüTOCio, págs. 2, 191, 397, 583. D Darboux, págs. 109, 118, 175, 176,550,556,592. Fagnano, págs. 130, 137, 140, D' Alembert, pág. 266. 152, 345, 346, 487. De Champs (Bretón), págs. 298, Falkenbdrg, pág. 394. 299, 308. Fermat, págs. 2, 5, 53, 68, 191, 625 — 351, 367, 371, 373, 410, 418, 419, 421,422, 426. FouRET, págs. 351, 465. Fresxel, pág. 400. Frenet, págs. 561, 562, 570. Fuss, pág. 549. G Galdeano, págs. 106,296. Galileo, pág. 367. Garun, pág. 118. Geminus, pág. 563. Gentry, pág. 254. Gerbaldi, pág. 322. Ghinasi, pág. 324. GlLBERT, pág. 495. GoDEPROY, págs. 347, 495. GoüPiLLiÉKE (Haton de La)^ pági- nas 266, 390, 393, 461, 507, 511, 516. Grandi (Guido), págs. 324, 481^ 483, 485, 486, 525, 531, 532. Gregory (James), págs. 68, 324. GucciA, pági 322. Gudbrmann, págs. 547, 549. GUENOCHI, pág. 169. GÜNTTER, págs 19, 536. H Hachette, pág. 257. Halley, pág. 535, Halphen, pág. 94, 598. Hart, págs. 45, 181. Haüghton, pág. 285. Helmohtz, pág. 585. Hermann, pág. 536. Hermite, pág. 359, 598. Herón, pág. 100. Herschel, pág. 158. Hess, 600. Hesse (O.) págs. 254, 322. Heuraet, pág. 414. HiPPiAS, pág. 351. HoüEL, pág. 118. HüYGENS, págs. 2, 5, 6, 14, 15, 53, 71,191, 195,324,329,331,334, 414, 422, 423, 424, 426, 427, 428. Jamblique, pág. 397. Jamet, pág. 500. Jarabek, págs. 250, 251. JOACCHIMTHAL, pág. 271. K Kepler, pág. 109. KlEPERT, pág. 140. Klein, pág. 322. Lacolonge, pág. 257. Lacroix, pág. 218. 40 — 626 — La Gournerie, pág. 109, 175, 500. Lagrange, pág. 427. Laguerre, pág. 118, 180,445, 550, 556. La Hire, págs. 157, 433. La Loubére, pág. 528. Laquiére, pág. 393, 509. Lame, 494. Laurent, págs. 218, 280, 449, 571. Legendre, págs. 24, 33, 31, 293. L'HopiTAL, págs. 53, 58, 524. Lehmds, pág 18. Leibnitz, págs. 71, 130, 329, 334, 343, 360, 414, 421, 433, 524, 536. Lemoine, pág. 267. Le Paige, p.íg. 476. Leotaüd, págs. 351, 3ri2. Leroy, pág. 494. LiBRí, pág. 367. Liguine, pág. 158. Lima, pág. 31. LiNDLOF, págs. 333, 470. Lioüville, pág. 140. LOBATSCHEFSKY, pág. 337. Longchamp-s, págs. 9, 3t, 52, 65, 71, 77, 78, 80, 81, 216, 217, 220, 221, 285, 443, 453, 454, 457. Loria (Gino), págs. 14, 18, 33,34, 71, 99, 363, 367, 549, 584. Loriga, pág. 337. LuDWiG, pág. 585. Lucas, pág. 510. M Macladrin, págs. 31, 35, 51, 53, 56,72,73,89,99, 254, 319,512. Magnus, pág. 549. Malfatti, pág. 118. Mannhein, pág. 460. Marie (G.), pág. 198. Massan, pág. 6. Maupertuis, pág. 502, 536. Menelao, págs. 170, 525. Merlieüx, pág. 271. Mersexne, págs. 53, 367, 371, 383, 410, 421, 428. Meusnier, pág. 333. MiSTER, pág. 215. MoBius, pág. 97, 588. MoiVRE, pág. 18. MoN'TUCCi, págs. 18, 267. MoNTüCLA, pág. 67, 100, 363, 414, 530, MouTARD, págs. 167, 175. N Neil, pág. 413. Neuberg, págs. 209, 251, 394. Newton, págs. 2, 59, 63, 82, 85, 95, 97, 98, 99, 169, 191, 253, 254, 319, 433, 440. Nicolás, pág. 324. NicoLE, págs. 83, 99, 319, 464. NicoMEDES, págs. 66, 185, 191. NizzE, pág. 363. — 627 — NoETHER, págs. 322, 323. NuSez (Pedro), pág. 535. Prony, pág. 257. PüiSEUx, pág. 563. © Q OfpenbürgüS, págs. 536, 542. Quetelet, pags. 18, 27, 171. Paga NI, pág. 109. Painvjn, págs. 280, 443, 446, 451, 550. Pappo, págs. 2, 191, 351, 853, 363, 397, 521, 522, 525, 563, 566. Pascal (B.), píg. ,367, 421, 422, 426,428,464, 476,478, 566. Pascal (E.), piígs. 142, 143, 147. Peano, pág. 71. Peirce, pág. 68. Perseo, págs. 100, 109. Pesenas, pág. 31. Peyrard, pág. 363. Pigeon, pág. 267. PiRONDiNi, págí. 402, 462, 483, 536, 569. PiTOT, pág. 343. Pittarelli, pág. 149. Plücker, págs. 304, 320. PoiNsoT, pág. 386, 593, 600, 604. PoissoN, págs. 359, 401. Poncelbt, págs. 321 , 550. Proclo, págs. 2, 100, 191, 351, 397, 563,566. R Ramsay, pág. 340. Resal, págs. 598, 600, 603. Retalli, pág. 211. RiiiAucouR, pág. 516. Ricci, pág. 324. Riemann, págs. 320, 321. RoBERTS (S.), págs. 184, 257. ROBERTS (W.), pág. 515. RoBERVAL, págs. 18, 53, 142, 143, 147, 158, 191, 343, 351, 367, 422,425, 426, 428. Roche, pág. 293. RoEMER, pág. 433. Rolle, pág. 74, 76. RouQUEL, págs. 390, 393. ^ Saavedra, pág. 327. Saint-Laurent, pág. 502. Saint-Vincent, pág. 195. Salmón, págs. 42, 45, 83, 99, 169, 181, 255, 271,323, 415, 588, 611. Saussure, pág. 474. 628 - SCHIAPPARELLI , pág. 529. ScoTT (Carlota), pág 238. ScHOUTE, págs. 31, 132, 134, 136, 200, 201,207,208, 212, 214. SCHOOTE, pág. 191. SCHOTER, pág. 443. SCHOÜBERT, pág. 549. ScHüR, pág. 585. Segre, pág. 322. Serret(J. a.), págs. 113, lis, 123, 561,591. Serret (P.), pág. 566. Simplicios, pág. 397. Sluse, págs. 26, 13, 15, 71, 195, 476,477, 480. Sparre, pág. 598, 600. Sneluus, pág. 535. Staudt, pág. 322. Steiner, págs. 254, 322, 442, 443, 451, 442. Stevin, pág. 535. Stirling, págs. 98, 319. Sturm, pág. 171. Stüvayert, págs. 585, 587. Sylvester, pág. 338. . Talbot, págs. 293, 296. Tannery (P.), págs. 55, 143, 36.3, 367, 397,525, 563, 585. Terquem, pág. 201. TissoT, pág. 566. Todhünter , págs. 333 , 354. Tolomeo, pág. 584. Türricelu, pág. 18, 324. Toiíroja, pág. 550, 588. TOWNSEND, pág. 285. Valdés, pág. 27. Verdus, pág. 18. VlNCENT, pág. 257. ViviANí, págs. .524, 525, 526, 532. VoGT, pág. 549. W Wallis, pág. 2, 5, 192, 215, 410, 414, 415, 418, 419, 421, 427, 480. Wantzel, pág. 359. Watt, pág. 256. WEIER.STRASS, págs. 79, 93, 94, 371, 382, 390,417. Weyer, pág. 377. Weyr (Em.), 132, 134, 135, 207. WOLFFING, pág! 475. Wren, págs. 422,. 424. Zahradnik, pág. 13. Zeuthen, pág. 254, 255, 322, 366. I2^IDIC3±I Páginas In L'RODUCCIÓN V CAPÍTULO PEIMERO.-Cíí/«Va.s notables 1 I La cisoide 1 II La concoide de Sluse 13 III La estrofoide 16 IV La triseotriz de Maolauria 31 V Las cúbicas circulares 35 CAPITULO SEGUNDO.— Cú&íms notables (continuación) 53 I El folium de Descartes 53 II La anguínea de Newton 59 III El tridente de Newton 63 IV La concoide parabólica de Descartes 66 V La cúbica de Agnesi 68 VI La curva de Rolle 7-4 VII La cúbica mixta 77 VIII El folium parabólico 80 IX Las parábolas divergentes 82 X Las cúbicas de Chasles 94 XI Conclusión. — Sucinta noticia bibliográfica sobre las cúbicas en general 98 CAPÍTULO TERCERO. -Cítáríicas notables 100 I Las espíricas de Perseo 100 II Las cassínicas 109 III Las lemníscatas 118 IV La leraní-icata de Bernoulli 130 CAPITULO CUARTO. -Citíirftcas notables (continuación) 142 I El caracol de Pascal 142 II La cardioide 1.54 III Lo-i óvalos de Descartes 157 IV Las cuárticas bioirculares 172 CAPÍTULO QUINTO. -Ciiííí-íi>a.9 notables (continuación) 182 I La concoide de Nicomedes 182 II La parábola virtualis 195 — 630 — Páginas III La cruciforme oQfj IV La puntiforme 212 V La ctiártica piriforme 215 VI La curva del Diablo 218 VII El folium simplex ú ovoide 220 VIII El folium dúplex ó biíolium 223 IX El folium triplex ó trif olium 232 X Bicornio 236 XI La curva K 240 XII Concoides focales do las cónicas 242 XIII Breve noticia del origen y descubrimiento de la teoría de las cuárticas 253 CAPITULO SEXTO. — Séxticas y bicuárticas más notables 256 I La curva de Watt 256 II La astroide 261 III Las curvas paralelas á la astroide 2G7 IV Las evolutas de la elipse y de la hipérbola 273 V El escarabajo 27!) VI La atrif taloide 285 VII La curva de Talbot 293 VIII Las toroides 297 IX La curva equipotencial 313 X Nota final complementaria referente á la historia de las curvas algébricas 319 CAPÍTULO SÉPTIMO.-Cuí-üíís transcendentes notables 324 I La logarítmica 324 II La catenaria 329 III La tractriz de Leibnitz 334 IV La sintraotriz de Syl vester 338 V La catenaria de igual resistencia 340 VI La curva de los senos 348 VII Cuadratriz de Dinóstrato 350 VIII Curva elástica , ó lintearia 354 IX Curva isócrona paracéatrica 360 CAPÍTULO OCTAVO.— ins espirales 363 I Espiral de Arquímodes 363 II Espiral de Galileo 367 III Espiral de Fermat 371 IV Espiral parabólica / 374 — G31 — Páginas V Espiral hiperbólica 377 VI Li tuus 380 VII Espiral logarítmica 883 VIII Espiral de Poinsot 386 IX Espiral tractriz 390' X La cooleoiJe 394 XI La clotoide 397 XII La pseudocatenaria 403 XÍII La pseudotractriz 406 CAPÍTULO NOVENO.— Prtí-a6o?as e hipérbolas 410 I De las parábolas en general 410 II La parábola semicúbica 413 III La parábola cúbica 415 IV De las hipérbolas en general 41G CAPÍTULO DÉCIMO.— CiííTíW cicloidales 420 I La cicloide ordinaria 420 II Cicloides contraídas y dilatadas 428 III Epicicloides é hipocioloides 433 IV Hipocicloido de tres retrocesos 4 12 V Evolvente del círculo 458 VI Epicicloides é hipocioloides contraídas y dilatadas 462 VII Ruleta de Delaunay 466 VIII Pseudocicloides 471 CAPÍTULO UNDÉCIMO.— Kíj?-íV/s ciases de curvas 476 I Perlas de Sluse 476 II Rosáceas de G. Grandi 481 III Espigas 488 IV Nudo.s 492 V Curvas de Lame ; 494 VI Curvas de perseguimiento 502 VII Espirales sinusoides 507 VIII Curvas de Ribaucour 516 CAPÍTULO DÉCIMOSEGUNDO.-CMí-yas de doble curvatura 521 I Espiral de Pappo 521 II Curva de Viviani 524 III Hipopeda de Eudosio ó lemníscata esférica 529 IV Clelias 531 V Loxodromia 533 VI Epicicloides esféricas 536 — G3'i VII Elipse esférica 542 VIII Cíclicas 550 CAPÍTULO DECIMOTERCERO.- CioTrtS de doble curvafum (conti- nuación) 557 I Hélice cilindrica 557 II Hélice cónica 564 III Hélice cilindro-cónica 566 IV Círculo alabeado 569 V Elipse logarítmica 572 VI Hipérbola logarítmica 576 VII Parábola logarítmica 579 Vril Curva de Arquitas 582 IX Horóptera 585 X Curvas de BertranJ 588 CAPÍTULO BÉGIMOCVARTO.—Foílodia y herpoUodia 593 Nota á los núms. 47 y 186 607 Nota al núm. 48 609 Nota al núm. 96 613 Lista de las curvas estudiadas en esta obra 617 Lista de los autore í citados 623 id: R RATAS Página. Línea Dice. Debe decir. 6 1 10 Febrero 4 Marzo 8 20 asíntota de una rama de la curva y corta á la otra rama asíntota de la curva y la corta... 13 13 la corta corta la cónica 12 16 la curva la cónica 40 Sustituir, en todo el cálculo del núm. 47, 2h por h, y 2C' por C 72 12 Maclaurin Newton 73 11 Maclaurin Newton 182 Sustituir , en todo el cálculo, 371 áCporC, y 2C'por C". 6' ^^M. s ^i