íf^ n-^ .5^^^^; v./^,>^:í^; mmm ■,^;^ 'í^^: \, -■>->-í'X-'< • " b:^ ,/<^- -■ .■ - .v'-^Tfl íí V., <■ 1 ■ #5< COLLECTION OF WlLLlAM SCHAUS N A i^ir . ;■ ^^ ■ ■...'^ ' X "^^ . f>. PRESENTED TOTHE National Museum MCMV !-^' 1 •''^^:^, ^A'^. '-<./-: ^'^Tm •^^'■'' .**#' '•'.A. :-\:^].. ■&■!■. T.Í^'-^¿. «^ V-,í '-1 f V i^^^ ^■,i^,,*>^^ f^.:;V' ( 135 ) ^'OTES ON THE DATES ETC. OF THE " r^EMOKlAS," " EEPERTORIO." " SlWTiP'^'Tt' '' * X^T-\ íí TTi-v'T^i'V'^ » rn/-»!-^ ?T^-V. l^^«ÍÍ&0&<^ik'ig '"*1! V a <¿-^ ^^-^ ^ / (^ ^ //' / cr < •- ^ 'r Ácxc. > V ^Ui / hnh MEMORIAS M DE LA ISLA DE CUBA, ACOMPASADAS DE Sl'MARIOS lATIKOS Y EXTRACTOS EN FRASCES, POR FELIPE POEY j CATEDRÁTICO DE ZOOLOGÍA Y DE ANATOMÍA COMPARADA, EN LA REAL UNIVERSIDAD DE LA HABANA, Y SOCIO FUNDADOR DE LA SOCIEDAD ENTOMOLÓGICA DE FRANCIA. Tomo 1.° "S. dy c, 7 7" y HABANA. Imprenta de Barcina, calle de la Reina N. 6. 1851. I. INTRODUCCIÓN GINIRAI. 1. Dos consideraciones principales me han movido á pu- blicar estas memorias: 19 la novedad de las producciones de la Isla de Cuba, las cuales en el Reino animal son mayormente exclusivas de su suelo; 2? la ventaja que me proporciona mi residencia en la Isla, en cuanto á representar con sus colores naturales los objetos que se alteran con la muerte, ya conser- vados en aguardiente, ya remitidos en pieles ó en herbarios, como son los reptiles, los peces, las larvas de los insectos, las ñores que sirven de gala á los vegetales &c. á lo que deben agregarse el estudio de las costumbres de los animales y las descripciones anatómicas. Esta ventaja no necesita demostra- ción; y en cuanto á la novedad de los objetos, son testigos los trabajos publicados en Paris bajo la dirección de D. Ramón de la Sagra, y los que en el ramo especial de moluscos ha pre- sentado hasta ahora en Alemania el Dr. D. Lud. Pfeiffer. — 4— 2-./ liáS' prínüeYa'g^ éiitfegas serán consagradas á Ik d'escríp* doníieíaís principales especies nuevas que poseo; las qiie siguen tendrán por objeto el aclarar las dificultades que ofrece la de- terminación de las especies poco conocidas y dudosas; y las últimas el completar la historia natural de la isla de Cuba, por medio de catálogos metódicos y descriptivos que sirvan de ma- nuales á los que estudian sus bellas producciones. Todo será 8Ín perjuicio de intercalar de tiempo en tiempo algunas diser- taciones sobre la filosofía de las ciencias naturales y anatomía comparada. 3. Mi obra se dirige no solamente á los sabios que hacen de la historia natural un estudio profundo; sino también al vul- go de los lectores, principalmente á los que habitan la isla de Cuba, en quienes deseo arraigar el amor á la ciencia, ponien- do á su alcance los hechos que voy á publicar. Para esto será preciso descender alguna vez á explicaciones superfinas para los doctos, pero necesarias á muchos. 4. En la descripción de las especies no repetiré los carac- teres pertenecientes al género, por cuyo medio podrán ser mis descripciones cortas, sin dejar de ser completas. 5. Para evitar la minuciosidad demasiado escrupulosa de las descripciones, declaro que considero las láminas como com- plementos descriptivos; siendo en este caso inútil repetir en el texto lo que está á la vista, como la posición respectiva de las aletas de un pez, la proximidad del ojo al opérenlo &c. Con todo, mas de una vez me detendré en dar descripciones com- pletas de peces y otros animales, cuando las circunstancias lo exijan, v. g. cuando sirvan de tipo ó punto de comparación á todas las especies de un mismo grupo, ó cuando la abundan- cia, la rareza, el beneficio que proporcionan al hombre, el da- ño que le causan, hagan importante su exacto conocimiento. 6. Los peces, los esqueletos y otros objetos se dibujan para mayor claridad, á imitación de Blainville, sin rigurosa aplicación de las reglas de prespectiva; viendo de frente cada punto, lo que da de medio lado una mitad completa del ani- mal con supresión del órgano opuesto. Esta práctica hace mas inteligible la representación de los dientes, que se mani- festarán sin confusión en cada mandíbula de cada lado. No por eso dejaré de representar en otras ocasiones los objetos del modo mas pintoresco que me permitan mis inspiraciones dirigidas por la naturaleza. 7. Consultaré religiosaiheiite la prioridad en la determi- nación de las especies, para adjudicar cada nombre específico á quien justamente corresponda; sin que ninguna autoridad, por respetable que sea, me pueda separar con su ejemplo con- trario de esta rigurosa via, á no ser que haya razones particu- lares para proceder de otra mauera conforme á las reglas de una sana nomenclatura. Para cumplir debidamente con esta obligación, seguiré el excelente ejemplo que ha dado el señor d'Orbigny de acompafiar en la sinonimia el nombre del autor con la fecha de sus trabajos. 8. Para no usurpar la prioridad que pudiera darme el tí- tulo de la primera entrega, la cual sale con fecha de 185 L, lleva- rá cada artículo al pié el año y mes de su publicación. 9. Con dolor veo introducirse en la república científica, una costumbre, rechazada por los entomologistas, pero admi- tida y autorizada por los mejores maestros que han escrito so- bre los vertebrados, á la cabeza de los cuales está la primera notabilidad del siglo. Consiste nada menos que en apropiarse el escritor todo el honor de una nomenclatura que solo le per- tenece en la menor parte. Un ejemplo aclarará mi pensamien- to. Habiendo creado el inmortal Linneo el género Perca en la clase de los peces, llamó una especie europea Perca cabrilla. Mas tarde formó Cuvier el subgénero Serranus en la familia de los Percoideos, á consecuencia de lo cual es en el dia co- nocido dicho pez con la denominación de Serranus cabrilla: se trata de saber si se pondrá al fin el nombre de Linneo ó el de Cuvier. El nombre genérico es de Cuvier, el nombre especifico es de Linneo. Si ha parecido á Cuvier inexacta esta expresión Serra- nus cabrilla Lin. por no ser Linneo el autor del género, no lo es menos esta otra Serranus cabrilla Cur. por no ser Cuvier el autor de la especie. Seria demasiado largo el escribir Sei'- raniis Cuv. Cabrilla Lirt. y aun Serranus cabrilla (Perca) Lin. sin embargo de que usaré de esta última fórmula en muchos casos; pero si se trata de buscarla expresión mas bre- ve, es preciso decidir si se ha de sacrificar el género á la es- pecie, ó la especie al género. El que sabe que la especie es la unidad zoológica, siempre invariable, no vacilará al resolver esta cuestión: mi opinión particular vale poco, pero responde- ré con las palabras de un profundo naturalista, el Dr. D. Lud, Pfeifíer, que dice: Numen auctoris adjeci absque ullo resjyectu — 6— freneris. Genera enim sunt artificialia, et sententice auctorum de eorum extensione valde discrepantes; species autem natura- les, quare proprietas illins que primus in scientiam eas intro— duxit. A mi entender estas palabras debieran estar escritas con letras de oro. Diremos pues Serranus cabrilla Lin. con en- tera abstracción del autor del género. 10. Cuando presento un dibujo reducido á J por ejemplo de su tamaño natural, atiendo á una sola dimensión, esto es, á la longitud; lo que equivale á la cuarta parte en superficie y á la octava en volumen. 11. Las medidas que pongo en uso son generalmente el metro y sus divisiones, y á veces la vara de Burgos que equi- vale á 836 milímetros, 12. Después de estos artículos generales vendrán bien otros particulares á cada clase, que daré á su debido tiempo, empe- zando hoy por los peces y por los moluscos univalvos, que for- man el mat(3rial mas abundante de la adjunta entrega. No es mi ánimo presentar una terminología completa, sino explicar los términos técnicos mas necesarios á la inteligencia del tex- to, y fijar la acepción en que se tomarán muchos de ellos en el curso de estas memorias; sin lo cual no sería comprendido de todos: tal es la contrariedad de opiniones que desgraciada- mente reina aun en esta parte tan importante de la ciencia. Pondré antes á continuación, parte en latin, parte en fran- cés, para los que no saben la lengua castellana, un sumario de lo que contiene esta primera introducción. SUMMARIUM. 1. Dnce sunt scribendi caus?e: naturalia Cubae rariora, et habitatio insularis ad naturam depingendam. 2. Exhibendíí' sunt 1? novfe species, 2? species minns cogniíae aut eiTore produclse, 3? synopses , 4? dissertatioiies quaedam , geiieíalia scieiitife. 3. Cam doctis loquor, iiisuper cum iiidoctis; qua re doctrinse ele- menta saepe explanabuntur. 4. Characteres generis ab speciei descriptione excludere oportet. 5. Tabuiffi sunt descriptionis partes. 6. Perspectivam non omniuo sequar. 7. Prioiitatem religiose servo, et annum nomenclaturse adjicio. 8- Mensem et annum quibusque commentariis appono, 9. Perca Cabrilla Lin. hodie nominari debetur Serranus Cabrilla Un. nec Serranus Cabrilla Cuv. absque respectu generis. Proesentis paragru- phi gallicam traductionem infra vide. —7— 10. Magnitudo dimicHata (J magnitudinis naturalis) significat longi- tudiivis vel liiiearum dimidiuní, non superficiei nec nioíis. 11. Mensura ad millinietra refertiir, nonnumquam ad hispanorum un- ciam, Uncine gallicfe sex pro hispanis septem numerantur. 12. líitroitus daré licet ad cla-ses síngalas ternpore et loco. A pisci- bus et testis un¡valv¡l)us nunc ordiendum est. Non iiitegram nomencla- turam dabo, sed necessariam, et auctorum discrepantiam. TRADUCTION DU 9.e ARTICLE- C'est avec peine que je vois se propager dans la répubüque des amis de la nature, un antécédent que les entomologistes ont toujours re- poussé, quoique mis en avant par des auteurs distingues qui ont décrit les animaux supérieurs, et qui ont pour eux l'impo.sante autorité de Mr. Cuvier. I! ne s'agit de ríen moins que de s'appropier tout Thonneur d'une nomenclature, dont on ne peut revendiquer qu' une faible partie. Un exemple suffira pour expliquer ce fait. On sait bien que J'immortel Linné a creé pour la classe des poissons le gen re Perca, dans lequel il a place l'espece nommée par lui Cabrilla. Le genre linnéen étant devenu le type de la famille des Percoides, Mr. Cuvier y a fait entrer le genre Ser- ranus; et aujourd'hui le poisson que nousavons sígnale, porte dúment >le nom de Serrauus Cabrilla; reste á savoir si iious mettrons au bout le nom de Linné ou celui de Cuvier. Le nom générique est de Cuvier, le nom spécifique est de Linné, Si Mr. Cuvier a cru que cette expression est inexacte, Serranas Cabrilla Lin. parce que Linné n'est pas l'auteur du genre, il faut convenir que cette autre ne Test pas moins, Serranus Cabrilla Cuo. puisque Cuvier n'est pas l'auteur de l'espece. Il serait trop lojig et trop embarrassant d'écrire Serranus Cuv. Cabrilla Lin., et mame Serranus Cabrilla (Perca) Lin. quoiqu'il y ait des cas oü il est bon d'employer cette derniére formule. Mais si l'on veut étre bref, il íaut bien se resondre á sacrifier le genre á l'espece, ou l'espece au genre. Pour celai qui suit que l'espece est l'uni- té zoologique, l'unité invariable, il n'y a pas á balancer. Le poids de mon opinión est bien faible pour faire pencher la balance; mais je puis repon- dré par de profondes paroles; ce sont celtes du Dr. Lud. Pfeiífer: Nomen auctoris adjeci.... voyez ci-dessus l'article original. lí. INTRODUCCIÓN A LOS PECES. 1. Para facilitar la inteligencia de las descripciones en esta clase de animales, importa dar la esplicacion de los órga- nos que mas frecuentemente se mencionan. La mandíbula superior presenta á la vista dos huesos, el maxilar y el intermaxilai-; este último lleva los dientes, y cor- responde al incisivo ó labral de los mamíferos. El vómer, hueso impar colocado en la línea media inife- rior del cráneo, ocupa la parte anterior de la bóveda palatina, y está armado frecuentemente de dientes, cuya presencia im- porta señalar para la clasificación de los géneros. Muchas veces es mas fácil al tacto que á la vista el reconocer dichos dientes. Los huesos palatinos se extiendeu oblicuamente á los la- dos de la bóveda palatina, y tienen la misma importancia qu^ el vómer, por la misma causa. Los opérenlos son cuatro huesos que cubren la abertura de las branquias ó agallas, y forman un aparato particular de los peces, compuesto 19 del opcrculo, pieza posterior colocada en la extremidad del aparato; lleva frecuentemente una ó tres pun- tas espinosas, formadas por las extremidades endurecidas de sus ángulos posteriores; 29 del preopérculo, pieza anterior, la principal para los movimientos del aparato, articulada por de- lante con el cráneo, y dando posteriormente apoyo al opéren- lo; suelen notarse en suborde posterior unos dientecitos amanera de sierra, y á veces una fuerte espina: 3? del subopérculoj pie- za menos notable que las demás, y exteriormente confundida casi siempre con el opérenlo, debajo del cual se extienden; 4? del Ínter opérenlo, colocado debajo del preopérculo un poco ma^ atrás; se deja ver al exterior. La membrana y radios branquióstegon forman parte del aparato opercular, y contribuyen al movimiento alternativo q«e sirve á la respiración de los peces. Cuando la boca está com- pletamente cerrada, estos órganos se esconden debajo de los huesos operculares, y se manifiestan cuando está abierta. Es importante indicar el número de radios huesosos que forman el esqueleto de esta membrana: ordinariamente es de siete, los mayores hacia atrás. Las vértebras se dividen en abdominales y caudales. To- das tienen apófisis superiores upsiloideas, esto es bifurcadas en su base para dar paso á la médula espinal: las caudales tie- nen también apófisis iguales por donde sigue su curso la aorta; las abdominales carecen de dichas apófisis; pero tie«en otras laterales mucho mas cortas, y costiljlas protectoras ,de Jas yís- ceras. —9— Las aletas sirven para la locomoción, órganos externos qne ocupan un lugar importante en el establecimiento de los géneros y de las especies. Se componen de una membrana sos- tenida por radios que son de dos maneras: á veces simples y punzantes, llevando entonces la calificación de espinosos; á ve- ces blandos, ramosos, multiarticulados, esto es, compuestos de numerosas piezas que por la maceracion fácilmente se des- prenden. La aleta dorsal ocupa un espacio longitudinal en la línea media del cuerpo. Frecuentemente es única, á veces hay dos, rara vez tres. Cuando no hay mas que una, los primeros ra- dios suelen ser espinosos, y los últimos blandos; cuando hay dos, la primera es ordinariamente espinosa. Contribuye, como la que sigue, á conservar la posición vertical. La aleta anal está situada detrás del ano: es muy frecuen- te encontrar en ella los tres primeros radios espinosos. La aleta caudales el órgano mas poderoso de translación: por medio de movimientos alternativos de derecha á izquierda, sus radios son ramosos. La aleta pectoral, equivalente al brazo de las clases su- periores, es par y situada en la mitad ó un poco mas abajo de la vertical que corta transversalmente el cuerpo detrás dei opér- enlo; facilita, como la que sigue, los movimientos laterales. La aleta ventral, equivalente al pié, ocupa la parte infe- rior del cuerpo. A veces colocada mas adelante que la pecto- ral, da á los peces la denominación de yugulares; á veces de- bajo de la misma, en los peces torácicos; á veces mucho mas atrás, en los abdominales. El primer radio suele ser espinoso. La costura es una línea lateral perteneciente á un apara- to glanduloso, la cual empieza en la parte superior de la aber- tura branquial y acaba en el timón ó base de la cola: falta en muy pocos peces. Los intestinos ciegos suplen la falta del páncreas. Colo- cados al rededor del pilero, forman sacos cerrados mas ó me- nos numerosos, mas ó menos largos y gruesos. Importa des- cribirlos y contarlos. Véase lám. 4. fig. 2. La vejiga natatoria es un órgano situado en la cavidad del abdomen, superior al tubo intestinal, á veces en comunica- ción con elesófago, comunmente cerrado, yconteniendoen suin- terior un gas que parece segregado por glándulas especiales: se notan vasos sostenidos por una membrana interna. Este ór- 2 —lo- zano sirve al pez para subir y bajar en las aguas con mas fa- cilidad, aumentando ó disminuyendo el volumen de su cuerpo. Alffunos creen que es un apéndice del aparato respiratorio; no es esta la opinión de Cuvier; pero en algunos peces se obser- van cosas que se publicarán en estas memorias, las cuales tien- den á confirmar la opinión de los pocos que, como Fischer y otros, son de parecer contrario á los del ilustre autor del Reino animal y de las lecciones de Anatomía comparada. Tal vez to- dos tienen razón; pero no es este el lugar de examinarlo. 2. El modo de contar los radios no se ha fijado todavía, por lo que me detendré mas tiempo en este particular. La du- da recae sobre el último radio ramoso de las aletas verticales dorsal y anal, que fi-ecuentemente parece doble. En efecto, se desprende de la base un hacecillo que cierra el borde posterior con aspecto de medio radio: esto da lugar á que los autores cuenten á veces uno, otras veces dos; no habiendo certeza en los números, que fluctúan entre mas 6 monos uno. La im- portancia de este carácter para la distinción de las especies es bastante grande para tomarse en consideración. Las observa- ciones anatómicas me han demostrado que cuando los dos ha- ces salen de un mismo tronco, por profunda que sea la división, descansa el tronco sobre un mismo hueso intervertebral, y co- mo cada radio tiene el suyo, claro está que los dos deben con- tar por uno: en la fórmula que pondré mas abajo indicaré esta circunstancia por uno y medio. Como la bifurcación á veces es poco notable, 19 podrá entenderse entonces por 19 J, pero nun- ca por 18 J; y como 19J no difiere en número anatómico de 19, no habrá error fundamental. Pero si se comparan mis números con los que han dado los autores sobre la misma especie, po- drá suceder que mis 19| y aun mis 19 sean para ellos 20. 3. En cuanto al modo de representar con fórmulas el nú- mero y la naturaleza de los radios, pondré aquí lo que me pa- rezca mas conveniente. La fórmula de los señores Cuvier y Valenciennes es muy superior á la que Bonnaterre ha usado en la Enciclopedia me- tódica. Tomando por ejemplo la Perca fluviátil, estos son los números de Bonnaterre. 15 B. 7, D. i|, 14, P. 14, V. 5, A. 11, C. 25. Los de Cuvier y Valenciennes son los siguientes: B. 7; D. 15—-^; A. 1; C. 17; P. 14; V. \ lo O o Esta última fórmula significa que la membrana branquiós- tega está provista de siete radios huesosos; la dorsal de dos aletas, la primera compuesta de 15 radios (espinosos), la se- gunda de un radio espinoso y de 13 blandos; la anal de 2 ra- dios espinosos y 8 blandos; la caudal de 17 radios principales (blandos); la pectoral de 14 blandos; la ventral de un espinoso y 5 blandos. La aleta dorsal tiene muchas veces, como arriba se ve, sus primeros radios firmes, punzantes, verdaderamente espinosos; otras veces, flexibles é inofensivos; pero basta que sean sim- ples, esto es, no articulados ni ramosos, para que se anoten co- mo espinosos: lo mismo sucede á la anal. Otras veces el pri- mer radio de una aleta es flexible, pero articulado sin ser ramo- so: en cuyo caso se anota como si lo fuera. No se cuentan to- dos los radios caudales, sino los que alcanzan al ángulo exter- no de cada lado, y los que están entre ellos, sin hacer caso de los que robustecen la base de la cola, los cuales son cortos y dificiles de contar. Haciendo una pequeña alteración á la segunda fórmula ci- tada de la Perca fluviátil, por lo que á mí toca escribiré de es- ta manera. B. 7; D. 15. 1, 13; A. 2, 8; P. 14; V. 1, 5; C. 9-^8. Por donde se ve que cuando hay dos aletas dorsales, las separo por medio de un punto; cuando la misma aleta tiene ra- dios espinosos y radios blandos, hago la separación por medio de una coma. Desecho la caudal al fin por la menor importan- cia de sus radios. C. 9 -h 8 significa que hay 9 radios en el ló- bulo superior y 8 en el inferior. C. 16 equivaldrá á C. 8 -1-8. En lugar de 13 y 8 pude haber puesto 13 J y 8J. Para indicar que un número de radios es variable, pondré este signo — en- tre los dos estremos; así es que D. 10 — 11, 19 significa que los radios espinosos de la dorsal varían de 10 áll. —12^ Bonnaterre agrega alas fórmulas el número de vértebras; en este caso, propongo distinguir las abdominales de las cau- dales de esta manera; Vert. 10 + 14. Si se quiere añadir el nú- mero de intestinos ciegos, se pondrá v. g. Cieg. 5, ó en latin Ccec. 5. Cuando son tan numerosos que no se puedan contar, se pondrá Ccec. mult., de multitud ó muchos. 4. El corte transverso suele dibujarse al pié del pez, to- mado ordinariamente en la tercera parte de la longitud, á poca distancia de la membrana opercular. La escama que se dibuja aumentada se sacará de la línea de este corte, debajo de la costura. 5. Los ojos han sido copiados del natural, como todo lo demás, dando á la pupila la forma aovada longitudinal que ge- neralmente tiene; algunos géneros tienen dicha pupila ovalada vertical, y aun redonda lo que es raro. Las mejores láminas que he visto de peces carecen de este requisito, tal vez porque los modelos han sido pieles privadas de ojos: esta puede ser dis- culpa de los que acostumbran formar la pupila con un circulo perfecto; mas no la tienen en cuanto al cuadro de la órbita, que permanece lo que es naturalmente, esto es, de un diámetro lon- gitudinal mayor que el transverso. 6. Al representar con auxilio del microscopio la escama de los peces, he indicado las líneas que van del perímetro al centro, renunciando á figurar las estrías concéntricas admira- blemente finas que se encuentran en todas, por el trabajo in- menso en escala mayor que esta exactitud pediria; trabajo que el Supremo Hacedor de todas las cosas ha multiplicado en ra- zón del número de escamas y del número de peces, y que con- fundirla nuestra imaginación sino supiéramos que lo mismo le cuesta construir un mundo que labrar una escama. 7i Doy el nombre vulgar de cada pez, advirtiendo que no todos lo tienen: en este último caso me ha parecido convenien- te imponerles uno de mi propia autoridad, procurando que sea bastante feliz para que merezca ser adoptado; y empleando mis esfuerzos y relaciones personales á que lo sean. Indicaré por medio de una estrella * los nombres vulgares de mi invención. Los mejores nombres son los que se forman con ima sola palabra, como Arnillo, Sesi, Guaguanchc, mas no por eso de- secharé los compuestos cuando pertenezcan al grupo genérico, como Ronco amarillo, Bonací cardenal, Morena verde: no se- rá así cuando nopertenezcan al mismo género, como Biajaca de —13— la mar ó Rahiruhia de lo alto. Mucho se ha abusado de la pa- labra de lo alto, y también de la de jñedra, para indicar la pro- fundidad y el fondo, distinguiendo con ellas muchos peces sin nombre, cuando es constante que algunos son de lo bajo, ó to- dos son de lo alto ó del mismo fondo; hago entrar pocas veces estas distinciones en mi nomenclatura. En cuanto á la de mix- to tan frecuente entre los pescadores para achacar un pez á la unión cruzada de dos especies cercanas, creo que se equivo- can grandemente, pues los seres organizados, conforme al di- vino mandato expresado en el Génesis, crecen y se multiplican en el mar y sobre la tierra cada uno según su especie; y solo la influencia humana, en las razas domésticas, ha logrado sacar híbridos infecundos y aun monstruos. Volveré sobre este pun- to en una disertación expresa; y contra lo que acabo de decir citaré los hechos ictiológicos que he observado, en vista de los cuales pudo vacilar mi fé, bien que ha quedado firme. 8. Sería una ingratituud de mi parte cerrar este capitulo sin mencionar con debido elogio \a Historia natural de los Pe- ces, j^or los seTwres Cuvier y Valencicnnes, que comprende en 22 tomos y 650 láminas las grandes divisiones de Acantopte- rigios y Malacacopterigios; monumento científico levantado por estos juiciosos y laboriosos naturalistas para una clase de ani- males de difícil estudio; cuya sinonimia enmarañada en las obras fundamentales de Bloch y de Lacépéde, ha sido en dicha his- toria puesta en claro con una crítica admirable. Tal vez sin el auxilio de aquella obra no me hubiera aventurado á publicar la mia. Debo esta manifiestacion al hombre que el siglo XIX pro- clama como su primer naturalista; el cual ha tenido la dicha, privilegio del genio, después de haber ilustrado el mundo du- rante su vida, de dejar á su muerte un digno sucesor que se asocia á su gloria, habiéndose asociado á sus trabajos. El Sr. Valenciennes declara en el prólogo del tomo 22 que los ocho primeros tomos han sido el fruto de un común trabajo, y que los diez y seis restantes son debidos á sus inves- tigaciones particulares; lo primero puede entenderse de va- rios modos: pero como en el primer tercio de la obra acostum- bran los autores indicar (en el cuerpo del índice) lo que es de cada uno, he creído que nunca debía citar Cuv. y Val. sino Cuf). solo ó Val. solo, según lo que á cada uno corresponda en Cuv. y Val. Hist, de los Peces. —14- SUMMARIUM. 1. Describuntur organa frequentius desiguala. 2. Qviomodo numerantur ultimi radii molles pinnoe dorsalis aiialis- que. Traductiouem gallicam iuíra vide. 3. Numeiorum formula: seqiiitur exemplura explanatum B. 7; D. 15. 1, 13; A. 2, 8; P. 14; V. 1, 5; C. O-fS; Vert. 10+14; Coec. 7. Secundnm formulam D. 10 — 11, IS acnlei dorsales inter deceni et undecim versan- tur. Radii caudales ad basin siti, excluduntur. 4. Sectio traiisverse verticalis sumitur in corpore medio, post bran- chiarum aperturam; ibidem squama, iufra lineam lateralem. 5. Oculi, ex natura picti, non circulum perfectum, sed ovatum cir- cuitum prpebent. 6. Squama striis concentricis confertissimis instructre sunt, et stri- gis rarioribus radiatim impositis: priores non delineantur. 7. Triviala nomina adjecta sunt; quae, si a me fuerint inventa, hoc signo * notantur. 8. Historia naturalis piscium, auctoribus G. Cuvier et A. Valencien- nes. Laudatur opus. Datur causa citandi Citv. et segregatim Val. num- quam conjuncte Cuv. et Val. TRADT CTION DU 2.^ ARTICLE. La maniere de conter les rayons raous de la nageoire dorsale et de l'anale u'est pas encoré arrétée. Le dernier se divise souvent en deux branches, dont la plus minee íerme le bord postérieur de la membrane, ce qui íait que Ton en cnmpte souvent deux aulieu d'un. L'importance de ce caractére dans la distinction des espéces est assez grande pour en faire une étude particuliére. Les observations anatomiques m'ont demon- tre que lorsqu'ily a deux branches qui sortent d'un méme tronc, quelque profondément divisé qu'il soit ce tronc repose sur un seul os intervertébral; etcomme chaqué rayón ale sien, il est certain que les deux branches n'en font qu'une: dans la formule des nombres je puis indiquer cette circons- tance par un et demi. Comme la bifurcatiou n'est pas toujours facile á voir, il peut bien arriver que 19 soit pris pour 19J; mais jamáis pour 18^ et comme 19.^ offre le méme nombre anatomique que 19, il n'y aura pas d'erreur fondamentale. Cependant si Ton compare mes nombres avec ceux des auteurs qui m'ont precede dans la description d'une espéce, il pourra arriver que mes 19.^ et méme mes J9 soient indiques chez eux par 20. —15- in. IMRODLCCIOX A LOS 3I0LISC0S IWIÍALVOS TERRESTRES. 1. Desde que el señor Blaiiiville sustituyo la denomina- ción de Malacología á la de Conquiliología para indicar la cien- cia que trata de los moluscos, se pudo traslucir que la nomen- clatura usada en la descripción de la concha, sufriria una gran revolución. La atención principal del naturalista se ha dirigido al animal; y en él se ha hallado la verdadera aplicación de las palabras haca, labios, fauces, cuello, dorso y vientre, que la ima- ginación poco festejada en las ciencias físicas y nalurales, en- contraba en el despojo calcáreo que lleva el nombre de concha (j caracol. Lo que antes formaba la boca de la concha hoy es abertura, los labios se han vuelto bordes, las fauces componen el interior de la abertura, el dorso es la parte siijjerior de la úl- tima media circonvoluciun de la espira &c. Con todo las voces peristoma, labro, labio, cuello &c. son tan usadas y tan breves que pueden admitirse por via de estilo figurado, sin pecar con- tra la filosofía de la ciencia. Cada uno pues, usará el lengua- ge que mas le acomode. 2. No sucederá así en la determinación del lado derecho y del lado izquierdo; del punto anterior, posterior, superior, in- ferior; de la base y del ápice, de las líneas longitudinales y trans- versales, de la primera y de la última vuelta de espira; porque si fuese permitido tomar lo uno por lo otro, no seria posible en- tenderse, por no ser estas palabras sinónimas sino contrarias. Nada mas cierto sin embargo, si se consultan las obras de los mas célebres naturalistas, que han sido confundidos y trocados todos estos extremos, de tal suerte que en un mismo libro, en la Historia de los animales sin vértebras de Lamarck tan docta- mente continuada por el señor Deshayes, se leen descripciones puestas á renglón seguido unas de otras, las primeras de La- marck, las otras de su continuador, en que el labio derecho es tomado en sentido contrario, según el autor que describe. 3. Para fijar el lado derecho y el izquierdo de la concha, sus puntos anteriores, posteriores, superiores, inferiores, hay —16— una regla segura indicada por Draparnaud y recomendada por Blainville, que consiste en considerar el animal cargando su concha y caminando delante del espectador. El molusco así co- locado dará de por sí los puntos referidos: la derecha y la iz- quierda de la concha corresponderán á un tiempo á la derecha y á la izquierda del animal y á la del espectador. De esta suer- te el borde derecho de la abertura de la concha será el externo, ordinariamente opuesto á la colnmela, conforme al modo filo- sófico de ver de los dos autores que acabo de citar, y á la prác- tica constante del Sr. Pfeiffer, no menos que á la de Linneo, Bruguiere y Lamarck, habiendo los tres últimos acertado por un motivo casual que diré en el párrafo siguiente. 4. El enrollamiento del cono espiral constituye el caracol, y le da un aspecto de pirámide en que los naturalistas han re- conocido una base y una cúspide; la base corresponde á la abertura, y la cúspide (llamada aquí el ápice) á la primera vuelta de la espira que el animal lleva consigo al salir del hue- vo. Convengo en esto; y poniendo sobre una mesa el animal caminando con su concha delante de mí, tendré á la vista una pirámide oblicua en que la base constituye al mismo tiempo el punto inferior y anterior, y (il ápice el punto superior y poste- rior. Linneo, Bruguiere y Lamarck miran la concha boca aba- jo, con la abertura enfrente: en esta posición, el lado derecho y el izquierdo son los mismos que los de Draparnaud yBlainville; pero los puntos anteriores y posteriores son todo lo contrario de los que naturalmente deben ser. El señor d'Orbigny, en la His- toria física, política y natural de la isla de Cuba de D. Ramón de la Sagra, figura la concha boca arriba; pero como hace uso de la expresión borde columelar para indicar el lado izquierdo, no trueca como el señor Deshayes este lado por el derecho. Blainville figura las conchas boca abajo como Lamarck en la Enciclopedia metódica; pero no por eso equivoca los puntos su- periores é inferiores, porque no los toma en la lámina, sino en el animal. Lo mismo sucederá en estas Memorias, á pesar de que las conchas vayan casi todas figuradas boca arriba. Decla- ro que prescindo del dibujo en la descripción de estos objetos, esto es, de la posición que tienen en el papel; por que el ani- mal camina en todas direcciones, conservando en todas sus pun- tos naturales. 5. Pasemos á fijar la significación de las líneas longitudi- nales y transversales en la superficie de una concha univalva. —17— Conforme á la opinión de Blainville manifestada en la página 257 línea 9 de su Manual de malacología y de conquiliología, contraria á la de los muy acreditados autores Linneo, Bruguie- re, Lamarck, üeshayes, Pfeiffer &c. llamo longitudinal la lí- nea que baja del ápice á la base, siguiendo las circunvoluciones de la espira, por otro nombre espiral, concéntrica, decurrente; llamo transversal la que se dirije en sentido contrario, cortan- do el cono espiral de sutura á sutura. En las conchas de for- ma prolongada prescinden casi todos los autores de la direc- ción do la espira, y solo atienden á la forma general, llamando longitudinales las líneas que se dirijen á la mayor dimensión, que es la del eje ó columela, y transversas las que siguen la di- rección del diámetro menor. Prefiero contra todos la opinión de Blainville, confirmada por Sowerby, y haré uso de ella, por- que se refiere al animal, que crece y aumenta su longitud en el sentido de la espira; de tal suerte que si esta se desenvuelve, como sucede á las espírulas silicuarias y vermetos, á la Esca- laria preciosa y accidentalmente á algunas hélices, se hace im- posible otro modo de considerar las cosas. Mis descripciones serán pues arregladas á estas definiciones, que se aplican á las conchas discoidales lo mismo que á las turriculadas. 6. También existe mucha divergencia de opiniones con respecto á determinar cual es la íiltima vuelta y cual la peníd- tima: una y otra, según los autores, está inmediata á la abertu- ra, salvando la contradicción de Bruguiere, Enciclopedia me- tódica páj. 571, col. 2, lín. 20 y páj. 572, col. 1, lín. 12. Si se considera la cúspide como la base, porque el animal sale á luz con ella ya formada, como la primera piedra de la pi- rámide levantada por el tiempo, está bien que la última vuel- ta sea la que délngarálaformacion de laabertura;perosilabase es la abertura, y se considera la concha boca abajo, como hemos asentado en el párrafo 3?, la primera vuelta debe ser la que los auto- res llaman la última. Con todo me arreglo al lenguage común, ápe- sar de su inconstancia, porque vuelve aquíá la consideración del animal, para quien la última vuelta de los actores es la última trabajada por él. La cuestión se complica cuando la concha, en lugar de te- ner un número entero devueltas, tiene por egemplo 4^. De es- to no hacen caso los autores; pues aunque para saber cuales son las últimas vueltas empiezan á contar desde el ápice, para saber cual es la extensión de la última parten todos de la ba- 3 —18— se; de tal suerte que puede á veces comprender la primera mi- tad de la quinta y la segunda mitad de la cuarta. También me conformo con esto, por mas irregular que sea el cíSmputo; y dejo asentado que la última vuelta se considera siempre entera. Pero aquí se presenta la principal discrepancia de opinio- nes. ¿Diremos que la concha de las hélices y de los bulimos, cuya abertura es semilunar, presentan dicha abertura modificada por la última ó por la penúltima vuelta de la espira? La mayor parte de los autores dicen que por la penúltima, sin averiguar si la concha tiene cuatro vueltas 6 cuatro y medio. Algunos es- tán en contradicción consigo mismos: así es que Blainville en la páj. 264 de su citada obra elemental dice que por la última, y páj. 266 por la penúltima. Tiempo es ya de fijar la expre- sión, y decir por la última vuelta; puesto que empezando á con- tar desde la base una vuelta entera, está á la vista que la bo- ca recibe su escotadura de la mitad superior de dicha vuelta, que en estilo figurado corresponde al vientre de la concha. Pa- ra señalar esta última circunvolución, se tirará una línea trans- versal desde el punto en que el lado derecho descansa en el cuerpo de la espira, hasta la sutura inmediata posterior, y se ba- jará hasta la extremidad anterior de la base: en este sentido se lee fi'ecuentemente en los autores que la última vuelta de un gran número de conchas abulta tanto ó mas que todo lo restan- te de la espira. 7. En cuanto al número de vueltas y modo de contarlas no hay regla establecida; y es probable que cada autor siga un método propio reservado, porque el resultado no muestra uni- fi^rmidad entre ellos. Frecuentemente hallo una vuelta mas de las que ofi-ecen en mi colección las especies descritas. Para fi- jar este punto presento en la lámina 8 fig. 20 una espira traza- da matemáticamente de 2¿ vueltas perfectas. La primera cir- cunvolución empieza en a y termina en b: la segunda termina en c, y se cuentan 2 J en el punto d. Para proceder con acierto se tira la línea imaginaria at, la cual es parte del diámetro ho- rizontal que ha servido para el trazado de la espira, y puede ser considerada como tangente al principio de la curva. Eu ella se cuentan las vueltas enteras, su prolongación hacia d da la mitad, y los puntos de la perpendicular ^determinan las cuar- tas partes. 8. En el modo de tomar las dimensiones de la concha se ofrecen algunas dificultades que varían según la forma y que —19— los autores de terminologías no aclaran suficientemente. Yo que no quiero dudas sobre este particular, explicaré los términos usados en estas Memorias, por medio de las figuras 21, 22 y 23 la lam. 8, que representan un bulimo y una hélice. En las conchas de forma turriculada, fig. 21, la mayor lon- gitud está representada por la línea oblicua ac, y la menor por ah; la mayor latitud por fZe tomada en la abertura, la menor por fg. Por lo que corresponde á las conchas discoidales, fig. 22, el diámetro mayor es be quo empieza en el extremo anterior de la abertura, ysigue elrumbomas extenso, aunque nopaseporel ápi- ce; y la menor por de, que empieza en el punto en que el lado derecho de la abertura descansa en la espira, siguiendo des- pués por el camino mas largo. El diámetro mediano fg debe ser un término medio entre los dos extremos. A estas dimen- siones suele agregarse la altura, que sigue la dirección del eje ó columela. En las conchas turriculadas la altura se confunde con la longitud. 9. Teniendo el diámetro medio de la concha y su altura, es fácil determinar el ángulo llamado de divergeneia por el se- ñor Adams en su Monografía del género Stoastoma. Sease^ el diámetro medio de la hélice representada en la fig. 22, lam. 8: fórmese un triángulo cifg fig. 10, en que los lados af y ag re- presenten la distancia del ápice a á los extremos del diámetro medio; y se tendrá el -áiignlofag que medirá la divergencia de la concha. Esta puede ser mayor, menor ó media; cuando no se expresa, se entiende el termino medio. 10. Para describir las especies bueno es hacerse una plan- tilla, que se repita en todas las descripciones, con el doble fin de proceder lo mas filosóficamente que se pueda, y de facilitar á los lectores el mas pronto reconocimiento de la especie. El señor Adams, que mas que otro se ha arreglado á este prudente mé- todo, empieza por la forma general, y sigue por el color, antes de lo que llama felizmente la escultura, y pone la perfora- cio umbilical al fin; el señor Pfeifter pone el ombligo antes de la forma general, y el color antes de las circunvoluciones y del perístoma: yo creo que el color debe venir después de los demás caracteres, por ser el de último orden en la clasifica- ción y por ser sumamente variable en el ramo que nos ocupa. Y así buscando un medio (uitre la práctica de estos dos apre- ciables naturalistas , dispondré mi descripción del modo si- guiente: —20— Forma de la concha en su totalidad, principalmente en su última vuelta. Escultura general, esto es, estrías surcos, costillas &c. Número de circunvoluciones. Forma y otras circunstancias de las primeras vueltas to- madas conjuntamente, constituyendo lo que los autores llaman con poca propiedad la esjñra. Forma y otras circunstancias de la última vuelta, constitu- yendo incompletamente la forma general ó testa de los autores. Abertura ó perístoma, con la consideración de sus bordes externo y columelar. Columela y callosidad ó encostramiento inmediato. Color. Opérenlo. Dimensiones y ángulo de divergencia. Patria y observaciones varias. Variedades. La generalidad de los autores, por no decir todos, han he- cho uso impropiamente de las palabras testa y espira, concha y espira, dando á la primera el significado de última vuelta, y á la segunda el de las vueltas anteriores. Esta definición se se^ para del sentido común de las dos palabras, que deben ser si- nónimas, abrazando una y otra la totalidad de la concha. Si no fueran mas que inexactas, pasaria tal vez por ellas, porque defi- nidas previamente se quitaba toda equivocación; pero son falsa- mente aplicadas, supuesto que no podemos formarnos una idea de una testa globosa, conoidea, turi'ita, sin considerar en su totalidad; de aquí los pleonasmos de testa globosa, spira obtu- sa; testa depressa, spira parum elata S^^c. Comprendo que á veces puede ser una concha en su conjunto globosa, y en su extremo apical cónica, v. g. la Helicina regina Mor.; pero en este caso pónganse en uso otras palabras, según el caso lo re- quiera. 11. Termino esta Memoria con la explicación de algunos términos que no están al alcance de todos los lectores, omitien- do otros muchos que se explican por sí mismos: algunos dan lugar á discusión. La boca ó abertura forma con sus bordes un perístoma, en el cual se llama labro el borde derecho ú externo, y labio el borde interno ó columelar. Para distinguir un lado de otro, se divide la boca por medio de una línea imaginaria que parte —21— desde el origen posterior del labro hasta el extremo mas ade- lantado de la concha. Para Linneo y Bruguiere el labro es to- do el perímetro menos la región columelar, que en las hélices forma la escotadura; pero este modo de ver no está en uso. Sutura es la línea que forma el cono espiral poniendo en contacto las circunvoluciones unas con otras. Ombligo es una perforación que existe en un gran núme- ro de conchas, á la izquierda de la extremidad inferior de la columela. Opérenlo es una pieza córnea ó calcárea independiente de la concha: el animal la lleva cuando camina en la parte poste- rior y superior del pié, y cierra con ella su habitación cuando se abrióla. Las líneas, fajas, cintas, puntos, 77ianchas se RipMc^n á los colores; cuando los puntos son grabados ó hundidos, así se explica. Los radios y las costillas son líneas salientes, ó de relie- ve; las primeras angostas, las otras gruesas. Las estrías y los surcos son líneas hundidas, las primeras finas, las otras anchí^s: la palabra radio es poco usada, porque las estrías se toman á veces por líneas salientes, y así se expresa. Bruguiere afirma que los radios y las costillas son transversales, esto es, en el sentido de las líneas de crecimiento; los surcos son igualmen- te para él transversales. Blainville al contrario enseña que los radios, las costillas y los surcos son longitudinales, esto es, paralelos á la sutura: las estrías son para él transversales, y se- gún Bruguiere van en todas direcciones. En el conflicto en que nos pone esta contradicción entre dos grandes maestros, me parece que lo mejor seria prescindir de la dirección, y aten- der solamente á lo expresado al principio de este párrafo. Te- nemos en favor de esta doctrina la práctica de Lamarck, Ffeif^- fer y otros muchos, que haciendo uso de las palabras costata, striata, indican la dirección con los adverbios longitudinaliter, transversim. Llamaré reticulada, entrecruzada, en latin tessellata, de- cussata, la concha cuyas numerosas estrías longitudinales y transversales esculpen en su superficie una red semejante á un enrejado en cruz ó especie de celosía, —22— SUMMARIUM. 1. Nomenclatura conchyliologica magnam accepit perfectionem ab auctore Ducrotay de Blainville. 2. Multa incerta remaneiit, 3. Ajiimal incedens ante oculos spectatoris, dextrum latus ostendit atque sinistrum; etiam punctum anticum, p )sticum, superum, inferum: eadem sunt in testa. 4. Non obstat positio cochieaeiconibus demonstrata. Linnaeus, Bru- guiere, Lamarck in aliqua parte errant. 5. Longitudinales et transversales linéele in spiralem conum sumuntur non in primordium aspectuin tesiae, quaecumque sit forma. ínfra vide. 6 Apertura semilunaris helicum et biilimorum testae ultimo emargi- natur aníraetu, non penúltimo, 7. Anfractuum numeratio, icone illustrante cum anfractibus2^. Tab. 8, f. 20. 8. Mensura iconibus explánala. Tab. 8, ñg. 21, longitudo máxima ac, minima ah; latitudo major de, minor^, — Fig. 22, diámetros majorit. mi- ñor de., media y^-. 9. Angulus divergentiae. Tab. 8, fig. 22, 23. 10. Descriptionis norma. — Per definitionem usitatam testae et spirae, iré non juvat (Infra vide). 11. Verborumexplicatio.Radii, costae, strÍ9e,sulciquacumquetendunt. TRADUCTION Dü 5.e ARTICLE ET DE LA FIN DU 10.^ 5. Nous allons fixer la signification des ligues longitudinales et trans- versales sur la surface d'une coquille univalve. Conformément a l'opinion de Mr. de Blainville, exposée á la page 257 ligue 9 de son Manuel de Ma lacologie et de Conchyliologie, mais contraire á celle des grands niaitres Linné, Bruguiére, Lamarck, Deshayes, Píeifíer &c., je nomme longitudi- nale la ligue qui descend du sommet á la base, en suivant les circonvo- lutious de la spire, connue encoré sous les noms de spirah, concentrique, décurrente; je nomme transversale celle qui se dirige en sens contraire, en coupant le cone spiral de l'une á l'autre suture. Les auteurs qui décri- vent des coquilles de forme prolongée, considérent l'ensemble sans faire attention á la spirale; et nomment par conséquent longitudinales les iig- nes qui vont dans le sens de la plus grande longueur ou de la columelle, et transversales celles qui vont dans le sens de la largeur ou du petit dia- métre. Je préfére contre tous l'opinion de Blainville, parce qu'elle se fon- de sur l'animal qui croit avec sa coquille dans le sens de la spirale; de telle sorte que lorsque celle ci détache ses tours, comme il arriveaux- spirules, aux siliquaires, aux vermets, méme á la Scalaire précieuse, el por accident á quelques hélices, i! n'est guére possible deconsidérer au- trement la direction des ligues. Les déíinitions de Mr de Blainville ont en outre l'avantage de s'apliquer á toutes les íormes de coquilles spirival- ves, soit lurriculées, soit discoidales. C'est aussi l'opinion de Sowerby. 10. Les auteu rssonj dans l'sage d'employer les mots testa et spira dans un sens fort impropre éloigné du sens commun que présentent ees deux expressions qui veritablement n'en font qu'une. lis appellent lesta^ coquille, le dernier tour de spire; et siñra, spire, tous les tours antérieurs —23— pris dans leur ensemble. Cette interpiétation est non seulement impropre, mais elle renfenne dans son aplication des idees contradictoires. Com- ment concevoir une coqnille globuleuse, conoide, turriculée, si nous la reduisons a sa base en la dépouillant de ses preniiert tours? De la les pleo- nasnies de testa globosa, spira obtusa; testa depressa, spira parum elevata &.C. Je comprends bien qu'on peut trouver une coquille dont l'ensemble soit globuleux et l'extrémité conique, par exemple Y Hdicina regina Mor.; mais dans ce cas on pourrait bien s'expliquer d'uue aufre maniere. IV. 1^ Solenodon parad odoxiis Brandt. LAMINA 1^ 1. El Almiquí es un mamífero colocado entre los carnice- ros insectívoros de Cuvier, como lo declara principalmente su dentadura normal, esto es, compuesta de incisivos, caninos y molares, estos ídtimos con la corona armada de puntas agudas; único animal de esta familia que se ha encontrado en las An- tillas, y cuya existencia ha sido únicamente comprobada en las islas de Haití y de Cuba. El Sr. Brandt fué el primero que lo dio á conocer cientí- ficamente en las Memorias de la Academia de ciencias de San Petersburgo, impresas en el año de 1834, estableciendo el gé- nero y la especie con el nombre de Solenodon pm-adojo: el in- dividuo descrito provenia de Haití. Yo fui el primero en anun- ciar en 1838 por medio de un periódico de la Habana titulado el Plantel, que el Solonodonse encontraba igualmente en la is- la de Cuba, en las serranías del Bayamo. El nombre genérico Solenodon deriva de dos palabras griegas, que significan dien- te acanalado, cavÁcter notable del segundo incisivo inferior. 2. La dentadura, que constituye el carácter esencial del gé- nero, presenta según Brandt, en cada mandíbula de cada lado, tres incisivos, tres falsos molares, y cuatro molares verdaderos, como expresa esta fórmula. Inc.l;f. m.-L; m.^ --24— El primer incisivo superior es muy grande, apartado de los demás, perpendicular, unicúspide; el segundo inferior es muy largo, cónico, profnndamante excavado á manera de ca- nal en su cara interna. No me conformo del todo con esta de- nominación de Brandí: mis números son estos. Inc. — ; can.—; f. m. — ; m, — Los caminos son ambiguos en cuanto á sus funciones, y el segundo superior es rudimentario, pues falta alguna vez. Me habia propu^3sto dilucidar este punto en su verdadero lugar, y es una memoria especial que preparo sobre el esque- leto; pero la importancia do la dentadura y su influencia sobre las costumbres del animal, me obligan á anticipar gran parte de mis argumentos, Al primer aspecto discrepan las dos fórmulas en todo; pe- ro si bien se examina, la diferencia se reduce á lo que sigue: 1? Mis dos caninos superiores pasan en Brandt á ser incisivos; 29 Mis dos caninos inferiores pasan á ser, el primero un incisi- vo, el segundo un falso molar; 3? Mi primer molar superior pa- sa á falso molar. Discutamos el valor de estos cinco dientes. Mi primer canino, segundo diente de la mandíbula supe- rior, no puede ser un incisivo, porque está separado por un gran- de espacio desocupado del primer diente, único incisivo á mi modo de ver, el cual por su gran desarrollo, ocupa todo el cam- po destinado al hueso intermaxilar, cuya articulación desgra- ciadamente desaparece temprano; su forma y sus funciones pueden corresponder á un canino. El examen del hueso en el feto ó en un individuo muy joven, levantaria seguramente toda la duda; entretanto pequeños indicios que se enumerarán en oti'a Memaria, parecen confirmar mi opinión. Mi segundo canino ó diente tercero no puede ser incisi- vo, si el anterior no lo es. Si consideramos su uso, cayendo entre el tercero y el cuarto diente inferior sin alcanzarlos, pa- rece mas propio á lacerar que á dividir, y por tanto hace oficio áe canino. Si ambos dientes fueran incisivos, como pretende Brandt, no tendría el Solenodon paradojo dentadura normal, carácter negativo mas propio de roedores que de carniceros carnívoros. Todos los de esta familia, según llliger, tienen caninos amhi- 8 —25— uos; Y aunque Ciivier en su anatomía comparada los califica á menudo de molares riidiinentarios, no los considera así en su Reino animal. Por otra parte no se puede decir que el se- gundo diente de la mandíbula superior sea rudimentario, por- que existe siempre; y teniendo lo mismo que el que le sigue una sola raiz, no le conviene el nombre de falso molar: por lo que F. Cuvier describiendo el Tanreco, especie de Erizo, pone entre los caninos el cuarto diente inferior que G. Cuvier colo- ca entre los falsos molares. En cuanto al número de caninos que doy al Solenodon, no se diga que por convención deben contarse uno solo en cada mandíbula de cada lado; porque el mismo Cuvier y otros cuentan dos algunas veces, por ejemplo en el caballo. Mis dos caninos ó dientes tercero y cuarto de la mandí- bula inferior, se califican así, conforme á la regla establecida, por hallarse opuestos á los caninos superiores: como ellos, tie- nen una sola punta y una sola raiz. Mi primer molar ó sexto diente de la mandíbula superior DO puede ser un falso molar, por dos razones: 1? porque la co- rona no es cónica, 29 porque tiene tres raices. Poco importa que su diámetro transverso no iguale el de los molares poste- riores; su corona plana oblicuamente hacia atrás con indicio de talón, y una punta aguda anterior, dicen lo que es, no me- nos que sus raices. 3. La especie figurada en la lámina \^ de estas memorias, se da á conocer por una trompa larga, flexible y desnuda, for- mada por la prolongación de las narices; ojos muy pequeños, cuerpo cubierto de pelos largos; la región pelviana desnuda, pero cubierta por la prolongación del pelo anterior; rabo largo, redondeado, sin pelo, en parte escamosa; pies ambulatorios, plantiorados, provistos de cinco dedos con uñas agudas, las anteriores mas largas. El color es negro con manchas leona- das variables. Su tamaño vendrá á ser aproximadamente de un pié, medido en su longitud sin contar el rabo. Advierto que no he encontrado en la parte posterior del cuerpo los pelos raros sedosos de que habla Brandt, sino una pubescencia sua- ve cortísima, apretada y sensible al tacto, poco notable á la vista. Brandt pregunta si las mamas son inguinales: respondo que son dos, situadas mas atrás de la región propiamente in- guinal y hacia afuera, á una pulgada cada una del ano, en la misma línea si se sigue la curva formada exteriormente por el 4 —26— tren posterior. También diré que los intestinos tienen cinco veces la longitud del cuerpo. 4. Los insectívoros de esta familia pueden dividirse en tres grupos: los que tienen púas en lugar de pelo, como los Erizos; los que tienen el pelo muy corto como la Musaraña y el Topo; y los que tienen el pelo largo, como el Desmán, que vive á orillas de los rios. Al lado de este se coloca el Soleno- don paradojo, y es de pelo mucho mas largo; pero tiene como q\ Desmán el hocico prolongado en trompa, punto notable de afinidad. Difiere en que sus pies son ambulatorios, esto es, or- ganizados para andar en tierra, mientras que el Desmán tiene membranas interdigitales y la cola comprimida, señales ambas de costumbres acuáticas; hay otras difi3rencias importantes en la dentadura. 5. Me limito por ahora á las noticias descriptivas que pre- ceden, por ser mi ánimo publicar otra memoria destinada á un examen anatómico mas completo, principalmente en lo que toca al esqueleto y á las visceras; sobre la cual tengo ya materiales adelantados; pero me hace falta para perfeccionarlos someter de nuevo á mis observaciones un individuo recientemente muer- to ó conservado en aguardiente: aprovecho por lo tanto estos renglones para solicitarlo de los habitantes del Bayamo, ó de cualquiera otro punto de la Isla en que este animal se encuen- tre. Y si te place, benévolo lector, procurarme al mismo tiempo el estudio de un individuo en estado de feto ó muy joven para decidir la duda de los incisivos de que habla la cuarta sección del artículo 2? me causarás con seguridad una gran satisfac- ción. 6. Después de haber referido todo lo que se ha publicado sobre el Solonodon paradojo, al que he dado el nombre vulgar de Almiquí, solo me queda consignar en esta Memoria lo que sobre sus costumbres ha llegado á mi conocimiento; para pro- ceder inmediatamente á una disertación que tendrá por objeto investigar el nombre primitivo impuesto por los indios de Cuba y de Haití. La primera noticia que tuve de este animal, fué en 1836 por D. Andrés Pérez Jácome, Sacristán mayor de la iglesia de Guanabacoa, quien me entregó el esqueleto de la cabeza, in- formándome que lo habia recibido del Bayamo, enviado por un hermano suyo, y cogido en las sierras por un colmenero que lo rastreó con sus perros: vivió tres años en poder de Jácome. Ig- —27— norando si la especie era conocida, me dirijí al Sr. de Mac-Leay residente en Londres, por quien tnve noticias del trabajo de Brandt, del cual pedí copia al Sr. Guérin en Paris, y von las resultas escribí un artículo en el Plantel, el cual queda con la presente Memoria sin utilidad para la ciencia. Mas tarde pu- de conseguir, gracias á la amistad y reconocido celo por el bien público del teniente D. Rafael Zenea, algunos individuos vivos, que tnve algún tiempo á la vista, de los cuales existe un ejem- plar en piel en el gabinete de historia natural de la Real Lni- versidad literaria de la Habana y sobre los cuales hizo el señor Mialhü con su habilidad acostumbrada el dibujo original que se reproduce en la lámina 1? de este tomo. El Sr. Brandt dice en su obra, que las costumbres del So- lenodon guardan un término medio entre las del Sorex y del Dideijj/ii/s, esto es, entre la Musaraña y la Zarigüeya. No me parece feliz la comparación en cuanto á la Zarigüeya, por ser este un marsupial ó mamífero de dos matrices, dedo pulgar o- puesto á los otros dedos, por cuya circunstancia trepa fácilmen- te por los árboles donde anida, persiguiendo aves é insectos, sin desdeñar las frutas; su dentadura compuesta de cincuenta dientes, indica su régimen aUmenticio, La afinidad con las mu- sarañas es mas evidente, pues como ellos, es el Solenodon noc- turno, vive probablemente en madrigueras, y se mantiene de lombrices y de insectos: no debemos en este caso compararlo con la musaraña acuática, sino con otras especies del mismo género que frecuentan los campos y se apartan de la orilla de los ríos. D. Andrés Jácome me ha dado por escrito algunos datos sobre las costumbres del mismo animal, que de aquí en ade- lante llamaré Almiquí, algunos pormenores dignos de fé que pongo á continuación, "Era, dice, del tamaño de una hutía, tie- ne los ojos muy chicos, carece de pelo en la mitad posterior de su cuerpo, siendo esta parte tan suave como la piel del perro chino, abrigada debajo del pelo que cubre la parte anterior el cual tiene de largo mas de tres pulgadas. El animal levantaba dicho pelo en sus accesos de cólera, que eran frecuentes, sobre todo, cuando pasaba por su lado una gallina ú otro animal. El color del pelo es negro, y por debajo del cuerpo de un blanco sucio: la cabeza está cubierta de un pelo corto blanco, y rema- ta en trompa. Nada tiene de acuático como lo demuestra la fal- ta de membrana entre los dedos: esto mismo se infiere del pa- —28— raje en que fué cog^ido, que fué en lo mas elevado de una sier- ra que se halla á pocas leguas del Bayamo; tiene uñas de ga- vilán, y con ellas despedazaba en un instante el pollo que caia entre sus garras." El Sr. D. Manuel Pérez Corona, pariente del citado D. Andrés, me ha confirmado estas noticias, añadiendo que este Almiquí se avivaba mucho á la caída de la tarde. Se- gún informes de D. Pedro Figueredo, no es muy raro el Almi- quí en las sierras del Bayamo, y acostumbra ocultar la cabeza cuando se halla perseguido por los cazadores, creyendo haberse puesto en salvo con esta precaución; de manera que es fácil co- gerlo por el rabo: esto parece natural en un mamífero de po- cas fuerzas, que vive en madrigueras; y busca para salvarse una guarida, que no siempre encontrará tan honda como convendría á su completa seg-uridad. Hay muchos en el cafetal Buenavista seis leguas E. del Bayamo. Durante el poco tiempo que D. Rafael Zenea tuvo los Al- miquíes vivos en su casa, esperando la ocasión de enviarlos de regalo á la Real Sociedad Económica de la Habana, pudo ob- servar algunas de sus costumbres que can&tan de sus aprecia- bles cartas. Según lo que en ellas aparece, el Almiquí es un animal nocturno y de inclinaciones carniceras. Pasa el dia adormecido y busca un rincón donde ocultar la cabeza^ moles- tado en esta p(>sicion, gruñe como una hutía. De noche está despejado y en continuo alboroto; á veces da un chillido como una lechuza. Recién cogido y encerrado en una jaula, no se niega á to- mar alimento, y se abalanza al agua donde parece entretener- se agradablemente. Exige mucho aseo para conservarse vivo; y la comida ha de ser de carne cruda menudamente picada, porque masca difícilmente, y sin dicha precaución se puede quedar ahogado. La carne cocinada pudiera con» nirle. Lo que el Sr, Zenea dice del alimento, es lan verdadero como bien observado, y de ello soy yo también íjstigo; lo que debía esperarse del régimen insectívoro y no carnívoro de este carnicero: mascan mucho la carne y están mucho tiempo en sa- tisfacer la sed: desgraciadamente perecieron en breve los que llegaron vivos á mi casa; pero en los pocos dias que pude obser- varlos, noté que de dia son muy torpes y se dejan manejar sin morder: de noche son vivarachos y nada lerdos. Sueltos por el patio buscaban un refugio ó la comida con un gruñido fino en- tre voz de puerco y canto de pajarito. Su facha es de cochino, lo —29— que no parece del todo en la lámina 1?^ porque está en acción pintoresca; pero en el reposo luce el cuerpo mas gordo. De su piel se desprende frecuentemente un licor aceitoso, rojizo y de olor desagradable, armas naturales defensivas de un ser débil contra el acometimiento de enemigos en fuerza superiores. 7. A las observaciones de Brandt, Jácome, Figueredo, Zenea y mias propias, pueden agregarse las que se infieren de la orsfanizacion del animal; puesto que la naturaleza ofrece en el aspecto estático un libro que no miente y descubre en su mu- do lenguage el estado dinámico de los seres, séanse los fenó- menos fisiológicos. El Almiquí es un carnicero insectívoro; se mantiene de in- sectos, lombrices y sabandijas que busca en los troncos podri- dos con ayuda de sus incisivos delanteros, debajo de las pie- dras que alza con su trompa como los cochinos, y dentro de la tierra que excava con sus uñas. Este régimen alimenticio lo de- clara la dentadura, compuesta de incisivos ya cortantes, ya có- nicos, caninos ambiguos, falsos molares de una punta y mola- res de puntas agudas. Es terrestre, pues carece de membrana interdigital y no es su cola comprimida. Es cavador: en las uñas largas de las patas anteriores y poco encorvadas, se reconoce un instrumento propio á abrir las madrigueras. Es nocturno: la pequenez de los ojos lo está diciendo. Pa- recerá al primer aspecto que debemos inferir una consecuencia contraria: y en efecto, vemos en otros animales que los ojos grandes son señales de vida nocturna; por ejemplo, en los ga- tos, las lechuzas y los peces que habitan los profundos abis- mos del mar. Mas por otra parte vemos otros que anuncian su carácter nocturno en lo diminuto de los ojos, como son los mur- ciélagos y los topos. Esto consiste, á mi modo de ver, en que los primeros se valen del órgano de la vista para dirijirse á la escasa luz de las estrellas en sus escursiones nocturnas; y los otros, viviendo en tenebrosas cavernas ó galerías subterráneas, en que las tinieblas cierran el paso á los rayos luminosos, y per- miten á penas el uso de la vista, tienen que conducirse en sus laberintos intrincados por medio de otras facultades en com- pensación mas perfectas que en lo común de los animales, co- mo son la extremada sensibilidad del tacto que tiene su asien- to en las membranas de los murciélagos y la delicadeza de su —30— oido, no menos que lo exquisito del olfato en los topos. El Al- miquí, que es de esta última familia, se halla en el mismo caso. Si se me pregunta qué significa el grande incisivo acana- lado de la mandíbula inferior, difícilmente podré responder. No se me ocurrió observar si algunas de las glándulas salivares lle- va su conducto excretorio á la base de dicho diente; en cuyo caso, fundado en que el autor de la naturaleza lleva un fin en todas sus obras, creyera por analogía con lo que se nota en algunas serpientes, que está provisto el Almiquí de un líquido hasta cierto grado venenoso. Lo dudo mucho, porque á pesar de lo que se cuenta de las heridas enconosas de algunos roe- dores, no está aun demostrado que ningún mamífero ofenda con veneno. Si el primer canino superior cayera en la ranura, sujetando con mas firmeza, convirtiria el incisivo, que es de punta desgarradora, en un instrumento de laceración; pero ni eso podemos decir, porque cae fuera. El resumen esencial de las observaciones y de las conje- turas sobre las costumbres, es que el Almiquí es un mamífero, carnicero, insectívoro, terrestre, nocturno, viviendo en madri- gueras. Disertación en busca del nombre priinitivo del Solenodon paradojo. 8. Habiendo dado al Solenodon el nombre vulgar de Almi- quí, se infiere que no he encontrado en los historiadores primi- tivos ningún nombre originario bajo el cual fuese conocido de los indios, ni entre los modernos ninguna denominación espe- cial, fuera de la científica de Brandt, que lo diera á conocer. Así es en efecto, y me veo naturalmente comprometido á dar la prueba. En buena lógica resultará completa, si después de haí)er recorrido todos los nombres conocidos hasta el dia, apli- cados á los mamíferos no solo de Cuba en particular, sino de las Antillas mayores y menores, inclusas las Lucayas, no en- contramos en ninguno la indicación del presente animal. Deje- mos á un lado los raros cetáceos y los numerosos Quirópteros ó Murciélagos que pueblan los mares y las cuevas de estas is- las, y consideremos los demás mamíferos. Veremos que todos son pequeñas especies del orden de los roedores, salvo el Per- ro mudo y el Almiquí. En Oviedo, Historia general de las Indias, hallamos para —el- las islas de Haití y de Cuba los animales llamados Perro mu- do, Corí, Utía, Qiierní, Mohuy; y para la isla de Cuba el Ayre, y el Giiahiniquinar ó Guaniiniquinar. Bartolomé de las Ca- sas, Historia general de los indios manuscrita, menciona ade- más para la isla de Cuba, el Guaminiquinax, tal vez no dis- tinto del Guabiniquinar de Oviedo. Los historiadores moder- nos de Jamaica y otras Antillas, traen los nombres vulgares de Agutí y Acuchí para dos especies de roedores, que tal vez exis- tieron antiguamente en Cuba. Por último, los autores france- ses hacen mención del Pilori. 9. Voy á recorrer estos diferentes nombres para demos- trar que ninguno de ellos puede aplicarse con seguridad al Al- miqui. El Perro mudo es el Procyon lotor, Ursus lotor Lin, Oso lavandero, vulgarmente Mapache en Méjico, y Racoon en la Florida. — El Corí os nuestro Curiel, Mus porceUus Lin., Ca- via Cohaya Margr., Cavia Aperea Gm. — El Quemtes nuestra Hutía congo, Caproinys Fournieri Desm. — El Guabiniquinar de Oviedo, es nuestra Hutía carabalí, Capromys Poeyi Giier. prehensilis PoepJ erróneamente descrito en cuanto á la cola por Poeppig. — El Agutí es el Mus Agutí Lin., Dasyprocta ó Chloromys Agutí de los autores modernos. — El Acuchí es tam- bién un Dasyprocta, Cavia Acuschy Gm. — El Pilori es el 31us pilorides F. Cuv. — Quedan todavía sin nombres vulgares el h,)don pilorides Say y el Plagiodontia cedium F. Cuv. que deben estudiarse con detención para saber definitivamente si el primero debe referirse al Capromys Fournieri y el se- gundo al Capromys Poeyi, ó si son en realidad especies pró- ximas. Cuando llegue la ocasión de dar á conocer las Hutías de la isla de Cuba, examinaré esta última cuestión, al paso que procuraré averiguar que especie de animales son la Hutía de los historiadores primitivos, el Ayre, el Mohuy y el Guamini- quinax de Casas, Por ahora nos basta saber que el Almiquí no es ninguno de los mamíferos citados en el párrafo anterior; y solo puede sospecharse que sea alguno de los cuatro que aco- bo de nombrar, los cuales han dado lugar á disertaciones in- fructuosas hasta el dia, habiendo al fin quedado sin correspon- dencia científica. No trato de averiguar en la presente Memo- ria lo que son: bástame probar que ninguno de ellos es el Al- miquí, y paso á la demostración. —¿2— LO. Previamente advierto que los documentos mas abun- dantes se hallan en el historiador primitivo que mas afecto ha mostrado á las cosas naturales de estas islas, el capitán Diego Fernandez de Oviedo, en su Historia general y en su Sumario de la historia natural de las Indias. El documento que mas nos interesa en esta Memoria, existe en la Histo- ria general de las Indias por el Padre Fray Bartolomé de las Casas, obra manuscrita que me fué lícito consultar en la Bi- blioteca nacional de Madrid el año de 1822. Los otros his- toriadores primitivos, Pedro Martyr de Angleria, Francisco Colon, Andrés Bernaldes cura de los Palacios (1), no men- cionan mas que el Perro mudo y una sola especie de roedor, con el nombre de Hutía. Los autores subsecuentes de his- torias generales de las Indias occidentales que tuvieron los ar- chivos á su disposición, Gomara, el mas antiguo, Herrera, el mas consultado, Torquemada, Robertson, Muñoz, Irving, Na- varrete, nada añaden á lo que por Oviedo y Casas ya sabia- raos: lo mismo digo de Laet y de otros compiladores; por lo que desdeño muchas veces citarlos. De los tiempos modernos tenemos dos introducciones dignas de estudio sobre los mamí- feros de la Isla; la primera en tiempo es del Sr. Mac-Leay, y la segunda del Sr. Sagra: ninguna de las dos hace mención del Solenodon paradojo. Lo que no debe pasarse en silencio es que Oviedo no vio ninguno de los mamíferos que describe en sus obras, como él mismo lo confiesa, lo que tendremos presente para medir el grado de confianza que merecen sus descripcio- nes, sacadas de las noticias indecisas é incompletas que pudo recoger en un tiempo muy anterior á Linneo, en que apuntaba apenas la aurora de la ilustración científica. 11. Primera cuestión: ¿Será el Ahniquí el animal llamado Hutía? — He aquí lo que sabemos de la Hutía por Oviedo: "Ha- bia en esta Isla (la Española) un animal llamado Hutía, el cual era de cuatro pies á manera de conejo, pero algo menor y de menores orejas; y las que tiene este animal y la cola son como de ratón. Matábanlos con los perros, pequeños gozques que los indios tenían domésticos mudos, pero muy mejor que los le- breles y perros que después se trajfiron de España. Son de co- lor pardo gris, según me han informado muchos hombres que (1) He puesto en las Memorias de la Real Sociedad Económica, 183G, páj. Í22, un estracto de lo que interesa la isla de Cuba en la obra manus- crita de este autor, titulada Historia de los Reyes Católicos. —33— los vieron y los conocieron, y lo loan por buen manjar... De es- tos animales se hallan muy pocos" (Historia general de las In- dias Lib. 12. página 98). En la relación sumaria dice Ovie- do: "Las Hutías son casi como ratones, ó tienen con ellos al- gún deudo ó proximidad; y los Coríes son como conejos." Ber- naldes dice: "No vieron animales de cuatro pies, salvo unos gozquillos, y en los campos y montes unos ratones grandes que llaman hutías, que comen y son muy sabrosos." Mr. Desmarets es de opinión que la Hutía de Oviedo es la misma que nuestra carabalí; y creo que va fundado, porque era una especie de las mas comunes, como se infiere de Ber- naldes, Casas y otros, sin embargo de que Oviedo diga que se hallan pocas; lo que también admite conciliación, porque pue- de referirse Oviedo á un tiempo en que se disminuyera su nu- mero por la grande escacez de víveres que sufrieron los con- quistadores. No obsta lo que está dicho anteriormente acerca del Guabiniquinardel mismo autor, calificado también de hutía carabalí: porque Oriedo no vio las de Haití ni las de Cuba, y pudo haber dado dos nombre á la misma especie, en la inteli- gencia en que estaba de que su Cuabiniquinar no se encontra- ba en Haití, sino solamente en Cuba. Valga lo que se quiera la opinión de Desmarets, lo cierto es que el Almiquí no puede ser la Hutía de Oviedo; porque este historiador, que en su Sumario se muestra mejor naturalista que en la Crónica, nos hace ver la diferencia que hay de una Hutía á un curiel con estas palabras: "Las hutías son como rato- nes y los coríes como conejos." No es posible que el mismo na- turalista que aquí distingue con acierto un roedor de otro roedor, confunda uno de ellos con un animal carnicero que, dejando á parte el carácter esencial de los dientes, se da á conocer á pri- mera vista por su trompa, su pelage, sus pequeños ojos &c. 12. Segunda cuestión: ¿Será el Almiquí el animal llamado Mohuy? — "Mohuy es un animal algo menor que la Hutía, la color mas clara, pero también es pardo. Este era el manjar mas precioso ó estimado en mas de los caciques y señores de esta isla, y la facción del muy semejante á Hutía: salvo que el pelo tenia mas rezio ó tieso, y muy agudo y levantado derecho para suso. Yo no he visto este animal; mas de la manera que tengo dicho, dicen que es muchos testigos que oy ay en estas partes, que los vieron y comieron algunos y loan este animal por mejor carne que ninguna de los otros de quien se ha dicho 5 — S4— y escripto de suso" (Oviedo, Historia general de las Ind. Lib. 12. Cap. 3. página 99.) Si la facción de este animal es muy semejante á Hutía, no puede ser nuestro Almiquí. Se pudiera sospechar que fuese el Agutí ó el Acuchí, por lo del pelo recio y agudo, y fisonomía de rata ó hutía; f)ero el tamaño indicado es menor. No sé de donde ha sacado Laet, Historia del Nuevo mundo, que es de piernas delgadas y sin raljo; en este caso seria el Agutí. 13. Tercera cuestión: ¿Será el Almiquí el animal I lamido Ayrel. — "E también hay otro animal que llaman Ayre, tamaño como un conejo, de color entre pardo y bermejo, y es muy du- ro de comer; pero no los dejan por eso de llevar á la olla ó al asador" (Oviedo , CnSn. de las Ind. Lib. 7 , Cap. 4.). Es cuanto se sabe del Ayre; y con una descripción tan vaga y corta, nada se puede sacar en claro; por lo que paso á otro párrafo. 14. Cuarta cuestión.- ¿Será el Almiquí el Guaminiquinax de Casas?-Esta es la cuestión mas importante. Fray Bartolomé S^err«?z^s legítimos, pequeños peces que por una incidencia notable los pescadores de la Habana llaman también Serranos, v. g el que he figurado con el nombre de .Tacóme. Pero estos caracteres han parecido á los Sres. Cu- vier y Valenciennes demasiado fugitivos y transitorios para ser- vir de fundamento á verdaderos géneros; y guiado por estos autorizados maestros, aunque indique en el texto las subdivi- siones, no las elevare á la dignidad de grupos genéricos. —52— 1. Seri'ano bigotudo. Scrranus inystacinus^ Poey Vulg. Cherne. 1. Serrano parduzco, con diez fajas morenas transversales mjis oscuras, una faja negra á manera de bigote, paralela al ma- xilar superior; cola redondeada. B. 7; D. 11, 15; A. 3, 9; P.19J V. 1, 5; C. 8+7; Caec. mult.; Circ. 2+2. Sq. long. 100; trans. 12+30. Long. 3 pies; peso 40 libras. Lámina 10, figura 1. 2. La primera ventana de las narices es grande, ovalada oblicua- mente, y bien abierta. — Los dientes del interniaxilar superior forman una serie externa con puntas agudas, y dos series internas diminutas; se acumulan en gran número y mas fuertes en la extremidad anterior, donde los laterales tienen un canino poco robusto. Los dientes inter- maxilares inferiores son mayores que sus correspondientes principal- mente hacia atrás, y en dos filas; en la sínfisis son como arriba se ha dicho. — De las tres espinas del preopérculo la del medio es la mas robusta, la inferior pequeña y plana. El preopérculo, finamente dentado en su borde ascendente, presenta algunos dientes mas fuertes en el ángulo, y uno vertical, indicio de la rueda que describiré mas adelante en el género Plectropoma. Las escamas son de mediano ta- maño, las de la parte inferior del cuerpo mas pequeñas y en otra di- rección. No las hay entre los ojos, ni sobre las nasales, el primer su- borbitario, el maxilar é intermaxilar superior; algunas hay casi imper- ceptibles en la extremidad del maxilar inferior; las que ascienden por la membrana de las aletas verticales, son sumamente pequeñas. El esófago hace continuación ampliamente con el estómago, cuyo fondo es corto y obtuso. Los intestinos son delgados, firmes, blancos, haciendo dos pequeñas circunvoluciones sobre el ano antes de volver hacia el píloro para tomar desde allí su dirección definitiva: el duode- no es sanguíneo y el recto abultado. Los intestinos ciegos forman al rededor del píloro una docena de troncos ó manojos que se dividen en muchos, poco mas ó menos por todo ciento cincuenta. La vejiguilla de la hiél, delgada, verde, muy larga, sigue las circunvoluciones ana- les del intestino. La vejiga natatoria es delgada y trasparente. Las fajas transversales están dispuestas de esta manera: la pri- mera forma una mancha sobre el opérenlo y el preopérculo, en las in- mediones de este; la segunda está en la nuca; la tercera delante de la primera espina dorsal, acaba entre las espinas del preopérculo; la cuarta entre el tercero y cuarto radio espinoso dorsal; la quinta entre el quinto y sesto y un poco mas atrás; la sexta entre el octavo y el dé- cimo; la séptima entre el undécimo y el segundo radio blando; la oc- —58— tava ontre el quinto y el séptimo; la novena entre el noveno y el un- décimo; la última sobre el tronco de la cola que abraza anchamente. Hay además la fajita negra junta al maxilar superior: las otras fajas invaden en parte la membrana de la aleta dorsal. La aleta ventral es la mas oscura; la caudal, en los grandes individuos tiene el borde pos- terior blanco, y á veces sucede lo mismo d las otras dos aletas vertica- les. Es de notar que las fajas oscuras están marmoreadas de color mas claro, como se nota á menudo en la piel de la especie próxima que llamamos en la Habana Mero do vivero. Iris amarilloso. La descrip- ción está tomada de un individuo de cuatra libras. 3. Por la disposición de las escamas pertenece este pez al grupo de los Meros. El bigote negro es su carácter mas nota- ble, pudiendo servir á reconocerlo y distinguir al primer aspec- to de la Chema (^ Chema criolla iSerranus striatus Blorh), á la cual se parece mucho; por lo que algunos lo llaman Cher- na de ¡o alto. La cherna, con la cual comparo la presente es- pecie, tiene también fajas transversas, una de ellas mas pronun- ciada sobre la cola; pero sus fajas son menos numerosas, las de la cabeza se dirijcn longitudinalmente hacia los ojos, la de la co- la se limita á la parte superior, la que acompaña al maxilar es nula, los ciegos veinte, los níimcros D. 11, 17; A. 3, 8. El Sr. Valenciennes describe sucintamente con el nombre de Serranus cUchroiJteriis, una especie del Brasil, que tiene el rasgo negro del cachete; pero no la mancha de la cola ni las de- más fajas (Cuv. et Val. tom. 1, p. 293). Si el Sr. Valencien- nes no hubiera visto mas que un ejemplar, pudiéramos creer que este habia perdido sus colores; pero dice que se recibieron en grande número del Brasil, y con esta circunstancia no po- demos dudar de la diferencia de las dos especies; pues la que describo conserva sus colores en la piel seca, y mucho mas en aguardiente. También sus números son distintos: D. 11, 17; A. 3,8. 4. El Cherne es raro, y se encuentra á grandes profundi- dades: suele venir al mercado con el estómago en la boca. Co- mo comestible, es mas apreciable que la Cherna. Según infor- mes de D. Cecilio Jácome pesaria, en sus mayores dimensio- nes, mas de dos arrobas; yo lo he visto de mas de una vara de longitud y del peso de cerca de treinta libras. —54— 2. Serrano indefenso. Serranns inermis, VaL Vulsf. ^Viuda. ^erranus inermis Val.in Cuv.et Val.Hist.despoiss.t.O.p. 4B6. 1. Serrano de cuerpo y aletas negruzcas, cubierto de man- chas blancas; piel resbalosa, escamas pequeñas, cola redondea- da, una sola espina en el opérenlo. B. 7; D. 11, 19J; A. 3, 9J; P. 19; V. 1, 5; C. 9+8; Caec. 20; Circ. 2+2; Vert. 10+14 Sq. lono-. 90: trans. 20+40. Magnitud considerable. Lámina 4, figura 2, sacada de un individuo de 17 pulga- das. 2. l^os dientes intermaxilares son rasurados, mas numerosos y al- gunos mayores en la sínfisis; la serie externa es de dientes pequeños, cónicos, y en cada mandíbula dos caninos cortos, apenas visibles en la inferior; también son rasurados en el vomer, palatuios, faríngeos, tu- bérculos y peine branquial. Los huesos escapulares y humeral no hacen salida fuera de la piel. La aleta anal y la parte blanda de la dorsal son muy extensas: estas aletas verticales están cubiertas de pequeñas escamas, aun en la membrana que sostiene los radios espi- uosos dorsales: también son escamosas todas las piezas operculares, y la parte inferior de la boca; pero no las demás partes del hocico. Es de advertir que las escamas del medio del cuerpo son las mayo- res; las del lomo y las del vientre son muy pequeñas, lo mismo que las que cubren los huesos operculares. El opérenlo solamente arma- do de una pequeña espina. El prepoérculo tiene dentaduras en la parte inferior de su borde ascendente; dos dí3l ángulo dirijidas hacia abajo. El cráneo es comprimido, la cresta interparietal muy alta, los huesos que aloja la piedríi del oido poco abultados, el etmóides cónca- vo y liso. Todas las vértebras abdominales llevan costillas bifurca- das, excepto las dos primeras que las tienen simples. La primera apó- fisis inferior caudales corta, ancha, y acanalada por delante. Los in- fraorbitarios son cuatro, y los supratemporales dos. Los intestinos son de paredes firmes, con las circunvoluciones que indica la figura; la vejiguilla de la hiél, larga y delgada; el conducto colédoco tan corto que parece nulo. Vejiga aérea delgada. Las manchas son grandes, algunas enteramente blancas; las otras de un amarillo sucio en el centro; redondeadas sobre el cuerpo, y prolongadas en las aletas: varían en el número y disposición; pero las que se dirjien al ojo existen siempre. Iris vinoso. Los números puestos arriba han sido tomados en tres individuos; en uno de ellos habia P. 23; en un cuarto individuo, de nueve pulga- —55— das, variaron de esta suerte: D. 10 espinosos, P. 17. Los números en- contrados por el Sr. Valeuciennes son, D. 11, 19; A. 3, 10, P. 18; V. 1, 5; C. 17. 3. Puede colocarse este pez en la división de los Meros, aunque su fisonomía no sea completamente del género Serra- no; pues lo resbaloso de la piel y la extensión de las aletas ver- ticales lo aproximan al Jaboncillo {Ryjdicus Sajjonaceus BL); la altura del lomo y otros accidentes, á los Plectropomas, de que hablaré mas adelante. No todos los pescadores le conocen una vulgar denominación; algunos lo llaman Biajaca de la mar, nombre que no he querido conservar, porque no tiene el ani- mal ninguna afinidad con las biajacas que son de otro género (Centrarchus); y así le he sustituido el de Viuda, justificado por su librea. El nombre científico de ?7icr7«?s ó indefenso, le viene de la espina única y corta del opérenlo. 4. La especie es rara en las costas de la Habana: el Sr. Va- leuciennes le da por patria las Antillas. Tengo noticia de que crece mucho; pero el mas corpulento que yo he visto no pasa de media vara de longitud. He descubierto en sus visceras in- testinales algunos helmintos envueltos en cápsulas fibrosas. Sospecho que vive á grandes profundidades: uno he visto en el mercado con el estómago en la boca, á consecuencia tal vez de la dilatación súbita del gas contenido en la vejiga natatoria. La carne es buena. 3. Serrano Diana. Serraniis Fhoebe, Foey. Viilg. ^ Diana. 1. Serrano de un moreno amarilloso, con manchas que for- man fajas longitudinales y transversas poco notables; una faja vertical blanca á los lados del vientre, delante del ano; cola bi- furcada. B. 7; D. 10, 12^; A. 1, 7J; P. 16; C.8 +7. Sq. long. 48, transv. 5+12. Long. 10 pulgadas. Lámina 2, figura 3, sacada de un individuo de seis pul- gadas. 2 Cabí^za deprimida entre los ojos que son grandes; dientes cóni- cos, los tres primeros del intermaxilar superior mayorcitos á manera de colmillos; los colmillos inferiores son muy pequeños, y la serie de dientes va aumentando de tamaño híicia atrás: interiormente hay un —56— corto listón de dientes rasurados, mas notables en la sínfisis. Kl opér- enlo lleva solamente dos espinas, faltando la superior; las dentaduras del preopérculo son largas y apartadas, ocupando los dos bordes. El hueso suprascapular se deja ver encima de la base de la línea lateral, hil subopérculo y el interopérculo no tienen estrías ni dentaduras. La parte posterior del cráneo es redondeada, la cresta interparietal muy corta, las cimas parietales apartadas. La escama tiene el borde cilia- do muy corto; diez radios longituflinales y bastante internados distin- guen la base: son algo grandes; las hay en todos los huesos opercula- res, mas no entre los ojos ni en el hocico; un delgado listón de menu- das escamas asciende entre los radios blandos de las aletas verticales. Intestinos blandos, recto mas firme. Vejiga natatoria muy delga- da y transparente. La mancha lateral anacarada no proviene de la escama, sino del dermis ó capa mas profunda de la piel. Iris amarilloso. 3. El color general de este pez nada tiene de notable; pero lo es la mancha blanca del vientre, que por nna lejana seme- janza con nna media Inna, le ha valido el nombre pnesto arri- ba: los pescadores lo llaman Serrano, denominación qne han extendido á muchas especies, generolmente á todas las de pe- queño cuerpo que no tienen nombre vulgar; por cuya causa no lo he conservado. Por la falta de escamas en las mandíbulas es también del subíjénero científico serrano. Es alo^o común. He encontrado en su esíómogo restos de camarones. Se come. 4. Serrano luciopercano. Serranil'^ luclopercanus, Poey Vulg. ^ Pei-cudo. 1. Serrano de hocico agudo, mandíbula inferior prolongada, ojos grandes y altos, cola bifurada; cuerpo vinoso, con man- chas transversas mas oscuras que forman también fajas longi- tudinales interrumpidas: la aleta caudal, oscura en los bordes, tiene varias fajitas transversas. B. 7; D. 10, 12; A. 8, 7; P. 15; C. 9+8; Caec. 2; Cir. 2;Vert. 10+14. =Sq. long. 70, transv. 7+ 20. Longitud, 7 pulgadas. Lámina 9, figura 1. 2. Dientes cónicos cortísimos en la línea externa, algunos un poco mas grandes á manera de caninos en el intermaxilar superior; detrás de esta primera serie, otras de dientes rasurados. Dos espinas al opérenlo, faltando la superior; preopérculo finamente denticulado, su borde as- cendente recto, vertical. El hueso supracapular se deja ver por fuera. —57^ Primer suborbitario notable por sii prolongación sobre los labios. Crá- neo deprimido, con una sola cresta, fosa externa amplia. No hay esca- mas al interopérculo, cuyo borde es entero; tampoco las hay entre los ojos ni en el hocico. El estomago con un pequeño apéndice terminal. La vegiga nata- toria presenta su pared muy delgada, reforzada en la primera parte de su longitud; entre su extremidad posterior y externa hay un cuer- po rojo cuyo uso ignoro. Ano muy retirado hacia atrás. El morado claro es el color general del cuerpo, y las manchas mas negras. Aleta dorsal de un negro-verdoso claro con la extremidad pos- terior de amarillo sucio; anal rosada; pectoral también con los radios anaranjados; ventral morada con la punta anaranjada; caudal verdosa en los bordes, amaiillosa en el centro con fajitas rojizas presentándose en ;ilgunos individuos con manchas amarillas sobre un fondo claro. Iris oscuro. 3. Este pez. por sus mandíbulas desprovistas de escamas^ pertenece á los legítimos serranos de Cnvier; y los pescadores de la Habana le dan este mismo nombre, por las razones ex- puestas en la especie anterior. He visto muchos, ninguno mayor de siete pulgadas: la especie no es común. La forma del hueso orbitario da al Percudo una fisonomía parecida á la del Lucio- perca figurado por los Sres. Cnvier y Valenciennes, en la Historia de los peces; por cuyo razón le he puesto el nombre científico que lleva al principio: bueno es advertir que á pesar de esta ana- logía de formas, los dos peces son de distinto género. La circuns- tancia de tener solamente dos intestinos ciegos es una de las no- tables en el género Serrano. Se come. 5. Serrano Jácome. Serraiius Jacome, Poey, Viilg. ^Jacome. 1. Serrano rojizo, faja longitudinal anaranjada, seis man- chas dorsales de cada lado de un verde metálico, dos fajas os- curas sobre la aleta caudal, que es un poco escotada. B. 7; D. 10, 12; A. 3, 7; P. 15; V. 1, 7; C. 8-^4; Vert. 10+14. Caec. 5. Sq. long. 70; trans. 8-f 20. Longitud 10 pulgadas- Lámina 2, figura 1. 2. Dientes cónicos, pequeños, los inferiores cada vez mayores ha- cia atrás; los superiores con algunos caninos cortos; algunos dientes rasurados hacia dentro, mas numerosos en la sínfisis. Dos espinas S —58— aproximadas en el opérculo faltando la superior, la inferior poqiieña; preopércalo finamente dentado, ángulo obtuso, sin escotaduras; el subopérculo y el interopérculo, mas bien estriados que dentados en su borde. ICl hueso suprascapular asoma encima de la obertura bran- quial. No hay escamas en la membrana de los radios espinosos, en el interopérculo, en las sienes, en la frente ni en el hocico. Intestinos y ciegos de paredes flojas; huevos de un milímetro de diámetro, blan- dos, trasparentes. Las manchas del lomo tienen un viso algo metálico, y presentan colores variados de amarillo blanco y verde. Los tres primeros radios dorsales tienen detrás y en su extremi- dad una mancha negra. 3. Pertenece á los Serranos propiamente tales, tanto en la ciencia como en su denominación vulgar; pero he tenido que buscarle otro nombre por las razones expuestas en la Diana. Lo dedico á mi amigo D. Cecilio Jácome, á quien debo muchos datos sobre la historia de los peces de esta Isla: sus conocimien- tos prácticos son debidos mayormente á aquel espíritu de ob- servación y de generalización que constituye la ciencia. 6. Serrano embaucador. Serramis praestigíator, Poey. Vulg. ^Botarga. 1. Serrano parduzco por encima, amarillo claro por debajo con una faja longitudinal de este último color mas intenso en medio del cuerpo; muchas fajas y puntos negros; caudal ligera- mente escotada. B. 7; D. 10, 12; A. 3, 7; P. 15; C. 9+8; Vert. 10+14; Caec. 4; Gire. 2. Sq. long. 70, trans. 8+24. Longitud 105 milímetros. Lámina 2, figura 2. 2. El hocico es agudo, y la mandíbula inferior prominente. ínter- maxilar superior con doble serie de dientes cónicos, cada vez mas pe- queños hacia atrás, y mas numerosos en la sínfisis; delante hay uno 6 dos caninos: el inferior tiene un canino, y los dientes cónicos van sa- liendo cada vez mayores hacia atrás. Tres espinas en el opérculo, la inferior muy pequeña; preopérculo redondeado y denticulado; los otros dos huesos operculares sin dientes ni estrías. El suprascapular se muestra exteriormente. La aleta ventral tiene la punta de la espina libre, y el segundo radio blando notablemente prolongado. Escamas de mediana dimensionjno las hay sobre el cráneo, sobre el interopér- —so- culo ni en toda la extensión del hocico. Cráneo redondeado por enci- ma; cresta interparietal echada hacia atrás; fosa occipito-mastoidal am- plia. Las cinco primeras vértebras abdominales no llevan apófisis in- feriores. El color amarillo del cuerpo pasa á blanco debajo del vientre; la faja longitudinal amarilla se va extinguiendo insensiblemente hacia la cola; los puntos de la caudal, los bordes de la dorsal y de la anal son amarillos; pectoral rosada. Las manchas negras anteriores de la dorsal suelen tener el centro amarillo. Iris blanco. 3. Este es un Serrano propio para los Sres. Cuvier y Va- leuciennes, y para los pescadores de la Habana (Véase el ser- rano Diana, párrafo 3): su piel matizada recuerda el trage lla- mado en español botarga, de donde he tomado el nombre vul- gar; y por ser trage propio de juglares y saltimbancos, le viene bien el nombre específico de embaucador. Es raro y elegante- mente coloreado: he visto seis, todos del mismo tamaño: no hay noticias de que crezca mas. Febrero de 1852. SUMMARUM. Species novae Serranorum. 1, Characteres generis Serrani, Cuv. 2. Subdividiintur in triplici sectione, honore generis non digna: de- nominantur Anthias'R\., Serranus propio dictus, et gallorum Mcrou. Serrzíuii'^ m7/stacÍ7ius Poey — Fuscas, fasciis dccem obscurioribus, fas- ciaque nigrajuxtamaxillam; cauda rotundata. Pag. 52 tab. 10, íig. l.Infra vide. Serranas inermis Val. — IViger, Inbricus, maculis numerosis albis; squamis niinutis, acúleo uno operculari, cauda rotundata. Pag. 54, tab. 4, Serranus Phcebe Poey. — Lutescens, fasciis variis; macula alba ante anum; cauda bifida. Pag. 55, tab. 2. fíg. 3. Serranus lucinpercamis Poe3^ — Ore acuto, mandíbula inferiere por- recta, cauda bifida; corpore vinoso, fasciis variis interrumptis; pinna cau- dali vittata. Pag. 5G, tab. 9, fig. 1. Serranas Jafome Poe}^ — Rubricans, fascia lata longitudinali falvo- lutea, maculis sex dorsalibus luteis; cauda subbifida, nigro margínala. Pag. 57, tab. 2, fig. 1. ^CYVTinw^ praestigiator Voey. — Supra fuscus, infra stramineus, fascia longitudinali lútea; fasciis transversis et maculis irroratis nigris; cauda parum bifida. P. 58, tab. 2, fig. 2. TRADUCTIONDE L'ARTTCLE 3 DU SERRAN AMOUSTACHES. La tache noire qui accompagne le maxillaire supérieur suffit pour distiüguer ce poisson du Serran ácroupe noire (Serranus striatus B¡.), qui —60— d'ailleurs a moins de taches transversales; et de plus, celles de la nuque se dirigentvers les yeux, celle de la queue est plus courte, et celle des nioustaches est nulle; ses appendices aveugles sont23, etses autres nom- bres différents, D. 11, 17; A. 3, 8. Mr. Valenciennes décrit briévement sous le nom de Serranus dichropte- rus une espéce du Brésil, qui a le trait noir sur la joue, mais non pas la ta- che de la queue ni les autres bandes noires (Cuv. et Val. Hist. des poiss. tom. 1, p. 293). Si Mr. Valenciennes n'avait re^u qu'un seul individu de ce poisson, nous pourrions supconner qu'il avait perdu ses couleurs; mais il dit qu'il en a re^u un grand nombre, ce qui fait croire que ce n'est pas la méme espéce; car celle queje décris conserve ses caracteres dis- tinctifs sur la peau desséchée et dans la liqueur. VIÍ. monografía DE LOSPLEGTROPOMAS DE LA ISLA DE CUBA, Género de peces de la familia de los Percoideos. 1. Al establecer el género Plectro'poma, tiene el Sr. Cuvier la precaución de advertir que es un desmembramiento de los Serranos, fundado en un carácter muy ligero, y es el que le presenta la dentadura del ángulo preopercular, la cual imita una rueda de espuela, por la dirección que toma hacia delante: es lo que indican las palabras griegas jf?/<^c¿r6»?z, espuela, y j^oma tapa ú opérenlo. For los demás caracteres son verdaderos ser- ranos; y solo los separa aquel sabio autor para facilitar la no- menclatura en un grupo tan numeroso en especies como es el género Serrano. 2, Con esta confesión nada me deja el Sr. Cuvier que de- cir, y no solo le perdono un género fundado en un carácter tan lijero, sino que lo admito como necesario por las razones que el mismo expresa. Con todo, es forzoso reconocer que no dan- do mas que un carácter para distinguir el género (además de los comunes á todos los Serranos), forma una división demasia- do artificial, en la cual reúne peces muy distantes unos de otros, por ejemplo la Guaseta y el Pabellón por un lado, y por otro el _61— grupo de las Mariquitas: á veces el carácter de la rueda ó de la espuela es dudoso- como se ha visto en el Serrano bigotudo. Recorriendo las catorce especies de Plectropomas descri- tas por Cuvier, se notará que entre ellas se colocan peces de cuatro pies de longitud con otros que no pasan de seis pulga- das; unos de forma prolon ada con otros de cuerpo rechoncho; escamas de todas dimensiones, unas ásperas al tacto, otras su- midas en la epidermis; unos peces de hocico desnudo, otros con escamas hasta en los maxilares; dientes varios caninos, robustos y débiles; rueda de uno á machos dientes, unos menudos otros fuertes; dorsales de ocho y aun de siete radios espinosos con otras do diez y de trece: colas bifurcadas, redondas y cortadas verticalmente. Nada dice de la presencia externa del hueso suprascapular. 3. Si en lugar de aceptar como carácter esencial de su gé- nero los diversos caprichos de la dentadura del preopérpulo, el Sr. Cuvier hubiera escogido una sola modificación de este ór- gano, por ejemplo la que presenta el Plectrojjoma Fuella (vulg. Mariquita) figurado en su Historia de los peces, hubiera tenido an excelente carácter para formar una división mas limitada, es verdad, pero mas natural y en la cual se conocen ya diez espe- cies, tres descritas por el mismo Cuvier, y siete que aquí doy á conocer. Para no dejar entrada á otras organizaciones, no me contentaria con un solo carácter, sino con todos los que son co- munes á este grupo; y si alguna especie nueva careciese de uno de ellos, no seria una razón para desecharla del género. Estos caracteres son: tamaño pequeño, cuerpo comprimido, poco pro- longado por causa del levantamiento del lomo, escamas media- nas y ásperas, la frente, el hocico, y el interopérculo des- provistos de ellas, dientes intermaxilares por el modelo que ofrece el Plectropoma Pw^^/rí descrito en esta Memoria, la rue- da del preopérculo compuesta de numerosos pequeños dientes, tres espinas de mediana magnitud en el opérenlo, el cuerpo del suprascapular estriado y prominente á lo exterior, diez espinas en la aleta dorsal, aleta caudal medianamente bifurada, con el lóbulo superior un poco mas largo. Otros caracteres pudieran tomarse de la anatomía interna, como son la redondez del crá- neo, las circunvoluciones intestinales y el número de vértebras, los que parecen constantes en este grupo tan natural. Su espe- cial fisonomía no se ha sustraido á la perspicacia de Cuvier; por- que al describir sus tres últimas especies dice que se distinguen —es- de las anteriores por su cuerpo corto, y las dentaduras preo- perculares numerosas y finas. Siguiendo las reglas de pruden- cia que lo han acompañado en todas sus obras fundamentales no quiso tal vez, por solo tres especies conocidas *, sobrecargar la clasificación; pero ahora que se conocen diez, y pueden co- nocerse otras cada dia, espero que el Sr. Valenciennes dará á este grupo un nombre genérico: este honor le corresponde, si juzga conveniente aceptarlo, comoceloso continuador de los tra- bajos ichthyológicos de Cuvier. Con dientes menudos en el 'preo^erculo. 1. Plectropoma Jovencita. Plectropoma Piiella^ Cuv. Vulg. ^Mariquita. Plect. puella Cuv. in Cuv. et Val. Hist. despoiss. t. 1. pág, 405; tab. 37. — Ídem, Nat. Libr. tab. 22. 1 Plectropoma de un color amarillo aceitunado, con seis fa- jas transversas de moreno violáceo, la tercera mas ancha y en medio del cuerpo; cuatro fajas delgadas azules, y algunos pun- tos anteriores del mismo color sobre la cabeza; parte blanda de la aleta dorsal atravesada por muchas fajitas azules; pectoral ro- sada, ventral aceitunada, caudal bifurcada, anaranjada. B. 7; D. 10, 14-15; A. 3, 7; P. 15; V. 1, 5; C. 8+7; Vert.10+14; Caec. 5; Gire. 2. sq. long. 60; transv. 8+20, Ang. sq. sup. 12, 45; inf. 25, 45; inters. 67, 70. Ang. or. 68; max. 34. Long. 120 mili, diam. 15. Lámina 9, figura 2. 2 Descripción minuciosa para servir de tipo y punto de comparación ála^ ocho primeras especies de este genero. Primer aspecto. — La/orma es medianamente prolongada; la nu- ca se alza inmediatamente detrás de la cabeza hasta la primera espi- na dorsal, y forma en esta parte una pequeña joroba, rasgo notable de la fisonomía del pez: de allí á la punta del hocico, el perfil corre oblicuamente en línea recta. El cuerpo es comprimido, pues su diá- metro transverso no supera el tercio del diámetro vertical. La cabeza medida desde la punta de las mandíbulas hasta el lóbulo subopercu- Phct. Puella^ chlorurum, ephippium. —es- lar, alcanza con muy poca diferencia al tercio de la longitud del cuer- po, inclusa la aleta caudal. La abertura de las branquias se prolonga hasta la línea media que pasa por debajo de la mandíbula inferior. Los ojos están á la altura de la frente, distantes los dos tercios del diámetro longitudinal de su órbita, que es mayor que el transverso; son de mediano tamaño, situados á igual distancia entre la extremidad del hocico y la del opérculo; la pupila es aovada, con el ángulo agu- do hacia delante. Ventanas de las narices aproximadas á la órbita, dobles, la pri- mera mayor, ovalada, abierta; la segunda 6 anterior mas pequeña, re- donda, cubierta en parte por una membrana: asoman entre el borde superior del primer suborbitario y el hueso nasal. La boca mediana- mente hendida; y en su posición oblicua, tiene la punta del maxilar superior en la vertical que pasa por la mitad de los ojos. Lengua li- bre, en su punta aguda, poco carnosa, lisa, retirada hacia atrás sin ve- lo delantero. Costura paralela al lomo, por lo tanto arqueada y no interrumpida; marcada en el centro de cada escama con un tubo ele- vado con cuello oblicuo ascendente, abierto debajo del cuello y supe- riormente en el extremo opuesto (fig. 6). Las escamas son de mediana magnitud, mas pequeñas hacia la cola, en el pecho y en las inmedia- ciones de la nuca; las del opérculo y subopérculo son tan grandes co- mo las mayores del cuerpo, y también las del preopérculo, salvo las del borde inferior que son muy pequeñas; las hay en las sienes, pero no en la frente ni en toda la parte anterior de la cabeza ocupada por los nasales, el primer suborbitario y las mandíbulas, tampoco en el interopérculoni en el limbo del preopérculo. Un grupo piramidal de escamas mínimas invade la membrana de la aleta dorsal y de la anal hasta el tercio poco mas 6 menos de su altura: la caudal queda bas- tante desnuda. La forma de la escama, tomada debajo de la costura en la mitad del cuerpo, es de un óvalo truncado en su base, señalada en esta parte con once ó doce estrías longitudinales que interceptan otras tantas almenas curvilíneas; el borde externo ó posterior estriado en cruz acaba en una serie marginal de espinitas; fuera de este borde toda la superficie lleva esculpidas unas estrías concéntricas visibles con un fuerte lente, y no representadas en la fig. a. Esqueleto externo. — Las mandíbulas presentan el maxilar supe- rior cortado inferiormente en ángulo recto, el intermaxilar poco ar- queado y protráctil; el maxilar inferior ascendiendo en dirección oblicua y poco prominente. Los clientes intermaxilares forman en el borde externo una serie, donde aparecen cónicos y arqueados hacia dentro; los anteriores en número de dos á cuatro son los mayores y hacen las veces de los caninos de otros géneros cercanos: detrás hay un listoncito de dientes rasurados mas aglomerados en el ángulo an- terior; otro se nota en la extremidad del i'óme/' dispuesto en ángulo obtuso, y otro á lo largo del hueso palatino; los dientes rnaxilares inferiores tienen el aspecto de los superiores, con el listoncito mas corto, y los pequeños caninos menos aparentes, y los demás, aunque —64— pequeños, cada vez mas largos hacia atrás; las branquias llevan una doble serie de tubérculos alternos, prolongados en peine en el arco anterior, todos ásperos por los dientecitos con que están erizados: los hviASOs faríngeos están armados de dientes algo mas largos, cónicos y agudos. El /7r/;o/?ércw/o tiene el borde ascefidente finamente dentado á manera de sierra, y el inferior con dientes mayores ordinariamente en número de diez, diri'^idos todos hacia delante; el opérenlo tiene tres puntas, la del medio, colocada á igual distancia entre las otras dos, mas pronunciada y fuerte; el subopéreulo es liso, bien que visto con el lente muestra algunas estrías con tendencia á formar dentaduras en su borde inferior; la extremid' d posterior se adelgaza y prolonga mas allá de la punta opercular, formando un lóbulo casi membranoso; el interoptreulo estriado y denticulado en la última parte de su borde in- ferior. Una prolongación del hueso suprascapular forma encima de las puntas del opérenlo una lámina visible al exterior, con apariencia de una fuerte escama estriada y denticulada. Los radios hranquióste- gos son siete. La aleta dorsales única, de mediana altura, sostenida por diez radios espinosos y por catorce blandos, ocupando unos y otros la mi- tad de la longitud de dicha aleta. El primer radio espinoso es corto, situado una línea mas atrás que el lóbulo opercular; el segundo es do- ble en longitud; el tercero, cuarto y quinto son los mayores; los otros disminuyen poco. Los radios flexibles son á un tiempo niuitiarticula- das y ramosos, la ramificación reducida á dos bifurcaciones. La mem- brana interespinosa tiene sus escotaduras sin apéndices filamentosos: no hay ranura dorsal donde puedan alojarse las espinas. La alela anal tiene tres radios espinosos y siete blandos parecidos á los de la dorsal; la primera espina es algo corta y delgada, las otras dos, so- bre todo la segunda, bastante largas y robustas. La joec,'/or«/ prolon- gada y redondeada de su punta, alcanza mas allá del ano; se compone de quince radios de una ó dos bifurcaciones, de los cuales el primero y el último muy cortos. La vetTtral, situada debajo de la pectoral, tie- ne una espina anterior de punta no saliente, y cinco radios blandos muy ramosos: no está atada en la base por ningún freno membranoso. La caudal es bifurcada con lóbulos obtusos, el superior un poco mas largo; ocho radios en el lóbulo superior, siete en ei inferior: además se ven exteriormente tres radios menores no ramosos que fortalecen los bordes superior é inferior. Esqueleto interno.~hñ parte posterior y superior del cráneo es- tá bien redondeada, sin mas crestas longitudinales que la lámina del medio formada por el interparietal: lasque dan apoyo á las dos ramas del supratemporal, son cortas y distantes. La piedra grande del oido presenta un óvalo longitudinal, comprimido, cóncavo por fuera; con- vexo interiormente y señalado por un sulco que forma, por medio de una profunda hendidura, un lóbulo en la parte anterior. Las vértebras son en número de veinte y cuatro, de las cuales diez abdominales y —65- Cí\torce caudales: las cinco primeras abdominales carecen de apófisis inferiores; las otras las tienen cada vez mas largas, las primeras apar- tadas, las que siguen partiendo de un pie común abierto en su base y bifurcado en su extremo iiferior. Las dos primeras apófisis superio- res están juntas, y apartadas de la tercera y del cráneo; la tercera, cuar- ta y qninta, son mas robustas que las tres que siguen. Las dos prime- ras sustentan los tres primeros huesos interespinosos dorsales; el cuar- to interespinoso se aloja en el espacio desocupado delante de la ter- cera apófisis; el quinto y el sexto delante de la cuarta: las otras seis reciben cada una un interespinoso con su espina dorsal correspondien- te: luego siguen ocho apófisis para catorce interespiiu)sos correspon- dientes á los radios blandos. Cada vertebra abdominal tiene su costilla: las dos primeras y las tres últimas cortas y simples; las otras largas y dobles, esto es, bifnrcadas por la inserción de otra pequeña costilla. Los tres primeros huesos interespinosos, dorsales son snbcilín- dricos y pndeble-, no sirviendo á sostener los radios; sus extremida- des inferiores descansan sobre las dos primeras apófisis vertebrales: el tercero mny desarrollado, forma como todos los subsecuentes una lá- mina media muy comprimida y robustecida por una arista en cada la- do; la parte anterior de la lámina es la mas dilatada, sucediendo lo c intrario en todas las otras; este hueso recibe las dos primeras espi- nas dorsales, fuertemente articuladas. Los ocho interespinosos que si- guen, sostienen cada uno su espina dorsal correspondiente: vienen á continuación once interí^spinosos para catorce radios blandos, pues á veces hay para dos radios un solo interespinoso. La primera apófisis caudal inferior sostiane por delante el ^r'uner iníerespinoso a?ia¿ que cierra posteriormente la cavidad del abdomen: luego siguen cinco apó- fisis para siete interespinosos. Los dos primeros interespinosos anales están soldados en un solo hueso robusto para articularse con las tres primeras espinas del ano: siguen siete interespinosos que sustentan cada uno su radio blando correspondiente. En otro individuo (hembra) habia delante de la quinta apófisis superior dos interespinosos; lo que hacia una apófisis de menos al ser- vicio de la aleta dorsal; digo al servicio, suponiendo entre estos órga- nos una dependencia que no pretendo afirmar y que algunas obser- vaciones niegan. Los huesos de la cabeza que llaman la atención son los siguien- tes: el primer suborbitario está marcado en su cara externa, por dos ó tres eminencias triangulares y huecas por dentro; el segundo subor- bitario lleva la lámina interna; siguen después otros dos huecesitos que completan el cuadro inferior de la órbita. El aparato supra temporal consta de dos huesos; el inferior tiene la forma de un martillo. El ma- xilar superior se compone de un solo hueso. El angular de la mandí- bula inferior es grande; y se adelanta mucho debajo del articular. VíscERAS. — El peritoneo tiene á los lados del abdomen un bello color blanco, casi plateado; el mesenterio ata verticalmente el intesti- no; v otras membranas serosas tienen en sujeccion las demás visceras 9 —66— abdominales; las epiplo&nicas soa poco grasientas. El esófago es an- cho, un poco estrangulado á la entrada del estómago, con el cual se continúa ancham.;nte: sus paredes son bastantes robustas, lo mismo que las del estóimtgo que acaba en pimra poco aguda y llega á la mi- tad de la cavidid abdominal; su rama asceüdenle es larga y parte de la mitad de su longitud. Los pliegues longltuiinales del esófago, eu número de ocho, son laminosos y rectos; los dd esló n igo grutísos y sinuosos: también hay pli'-gues en la rami pilórica. h^l intestino for- ma del lado derecho un cayado ascendente en conexioü con el hígado, se echa atrás hasta cerca del ano, donde se dobla inferiormente con di- rección al píloro, y vuelve otra vez atrás, echándose un poco á la iz- quierd i, hasta su terminación: su diánjinro es delgado, sus paredes de una mediana resistencia; el recio no es abultado. II ly cinco intesti- nos ciegos cortos, delgtdos y firmes en verticilio al rededor del píloro: uno lateral que pasa pordebijo del segundo doblez del intestino y presenta su punta entre sus dos últimos tramos; dos inferiores, y tres anteriores, cuyo int'tírior es el mis corto El hígado es pequeño, sobre todo el lóbulo derecho, que no se prolonga en punta; el .zquierdo se extiende poco y tiene cerca dj su extremidad una hendidura que lo hace aparecer bilobado en aquel punto. La vi'Jiguilla de ¿a hi¿l es muy delgada, largn, verde, termina la cerca dei ano en una bolsa azu- losa. El ¿íc/zo, situado sobre el lado derecho del estóm go, cerca de su punta, es pequeño, ovalado, comprimido, y de color sanguíneo. La vfjiga natatoria parece separada de las d nnas visceras abdominales por la membrana peritoneal: ocupa solamente la mitad anterior del abdomen; es ovalada y de paredes delg idas, aunque no transparentes; lüs cuerpos rojo de su cavidad forman una pequ^íña masa conglob tda en su parte media inerior: no se notan á la simple vista ramificacio- nes vasculares en ninguna dirección, l^os órganos genitales pasan por detrás, por encima y por los lados de los intestinos: el ovario es doble muy desarrollado, de igu il tamaño en sus dos partes que se unen p'>r la base; los huevos son blancos. Los riñones forman dos masas longi- tidinales que bajan entre el peritoneo y las extremidides de las apófi- sis inferiores de las vértebras, hasta la inme Ilación del ano, donde los uréteres entran en una vejiga bilob ida, cuya uretra parece con- fundirse con el conducto externo de los producios genitales. E! cora- Z7n es de ventrículo tetraédrico, sirviendo de base una de sus aristas redondeada; la aurícula está encima en la parte anterior y echa ua ló- bulo prolongado hacia adelante; el bulbo arterial tiene poca robustt-z. La masa cerebral no es tan grande como parec'.a anunciarlo la redon- dez de los parietales y de los occipitales, porque la parte su[)erior es- tá ocupada por un líquido aceitoso como en la generalidad de los pe- ces. El cerebelo es pequeño con punta obtusa, dirigida hacia delante; los lóbulos ventriculados, representativos del cerebro propiamente tal, son grandes, lo mit^mo que los lóbulos inferiores; los anteriores están colocados mas bien encima que delante de los ventriculados, sobre el vértice del ángulo formado por la reunión de es. os dos. —67— Colores.— El color general del cuerpo es amarillo, un poco acei- tunado, mas puro iiiferiormente. Hny seis fajas transversas de un negro violáceo, mas anchas en la parte superior que en la inferior: la primera debajo del ojo, b;ij<:i hasta el borde inferior del preopérculo; la segunda ;m la nuca hastm la primera espina dorsal ybaja poco; la ter- cera, ancha y de color mas pronunciado, baja mucho, ocupando la lati- tud comprendida entre el tercero y el décimo radio espinoso, y remon- ta mas apagada hasta las dos terceras partes de la altura d« la aleta dorsal; la cuarta entre el cuarto y sexto radio blando; la quinta abraza el décimo, utidéciino y duodécimo; la sexta sobre el tronco de la cola. Además de estas grandes fajas, hay muchas fajitas y puntos de azul de cobalto que adornan lindamente ^u librea. La primera da vueltas al ojo por delante, y se echa oblicuamente hacia atris hasta la mitad del borde inferior del preopérculo; la segunda corre borJando la órbita por la parte postermr y la mitad de la inferior, bifurcándose un poco an- tes de su terminación para bajar al ángulo del preopérculo; la tercera empieza en las sienes; pasa por el principio del borde posterior del preopérculo, y sigue oblicuamente hasta la articulación del interopér- culo con el subopércnlo. de donde pasa al cuello, hasta la base ante- rior de la aleta ventral; la cuarta empieza en la nuca, en el punto don- de termina la escama, atraviesa el opérenlo y el subopércnlo por la mitad de su longitad, y signe hasta la b (se posterior de la ventral; la quinfa pasa por delante la es|)ina del opérenlo. Estas fijitas son bien visibles y permanentes; pero hay otras que solamente se ven en vida del animal ó poco después de su muerte, y hin sido representadas en la figura: las mas notables son las que bordan anterior y posterior- mente las grandes fajas laterales; y hiy otras paralelas difí(ñles de re- conocer, que pasan por medio de las manchas y de los claros. Los puntos azules se lnUan uno ó dos en la línea media entre las narices, uno de cada lado mas adelante, uno delante de !as narices, dos ó tres inmediatos y paralelos al maxilar superior. La aleta superior tiene la parte espinosa aceitunada, salvo la porción mas oscurecida por la con- tinuación de la fija lateral del cuerpo; la parte blanda es anurilla atravesada oblicu miente por quince fajitas azules y paralelas; la cau- dal es amarilla, la anal anaranjada, la pectoral rosada, la ventral de un verde oscuro con el borde anterior ennegiecido. Ei iris es moreno cla- ro, con un cerco amarillo al rededor de la pupila: tiene una membrana superior negruzca con una fija azul como las que bordan la órbita en las demás partes. Notas. — El Sr. Cnvier no ha descrito ni representado las fajitas azulíís posteriores á las citico principales mencionadas mas arriba, por la dificultad allí expresada: las fajitas azules de la dorsal, suelen desaparecer en el aguardiente. La lámina ci- tada del Naturalist' s Lihrary es copia de la de Cuvier: esta especie se encuentra en la Martinica, según este autor, donde —68— la llaman Demoisdle Manche, que significa señorita ó niña blan- ca: el nombre latino de Puella traduce esta denominación, y próximamente el nombre vulgar de Mariquita que le he puesto, por carecer de otro entre los pescadores. Los números de Cu- vier dan para la dorsal 10, 16: y para la pectoral 13; pero creo que en esta habrá omitido el primer radio de la base, y el ulti- mo, ambos muy cortos. 4. Historia. — La especie no es rara en las inmediaciones de la Habana: cada vez que la he visto en el mercado, ha sido en su edad adulta, lo que puede manifestar que su cria se aparta de los fondos arenosos donde trabaja el chinchorro. En efecto, he sabido por D. Cecilio Jácom ; que frecuenta los fondos de piedra, á poca distancia de la orilla donde se coje con anzue- los; parece que no vive solitario. Su carne para comer es buena. 2. Plectropoma Becerrillo. Plectropoma vitulinum Poey. Vulg. ^ Vacarubia. 1. Plectropoma rubio con seis fajas transversas mas oscuras, la tercera mas ancha, en medio del cuerpo; parte blanda de la aleta dorsal atravesada por muchas fajitas azules; ventral acei- tunada, caudal birfucada. B. 7; D. 10, 15; A. 3, 7; P. 15; V. 1, 5; C. 9+8; Vert. 10+14. Longitud, 5 pulgadas. 2. El subopé-culo y el preopérculo son mas bien estriados que den- tados en su borde. Las grandes fijas transversas son como en el Plectropoma Pue- lla, inclusa la que está debajo los ojos. Aletas amarillosas. 3. Si no hubiera visto la hembra de la Mariquita, sospecha- ra que era esta misma, por los colores menos brillantes y la igua- dad de las grandes fajas del cuerpo y de las fajitas de la dor- sal. También habia sospechado al primer aspecto que la Gu- tavaria era la hembra de la Gutagamba; y me he convencido de lo contrario en individuos hembras de ambas especies. Di- fiere por la falta de las fajitas y puntos azules de la cabeza y del tronco y por el color general. Algunos pescadores lo llaman Vaca, como á otros del mismo grupo. No es común. —69— 3. Plectropoma azul. Plectropoma índigo, Poey, Vulg. Añil. 1. Plectropoma azul tirando un poco al negro, principalmen- te en la cabeza; cinco fajas transversales de azul de Prusia, las cuales al bajar pasan á azul celeste; ventrales negras: caudal bifurcada. B. 7; D. 10, 14; A. 3, 6; P. 15; V. 1, 5; C. 9+8. Lon- gitud, 6 pulgadas. Lámina 3, fig. 1. 2. Las tres fajas anteriores de azul claro, no llegan del todo á la parte inferior del vientre; las dos últimas dan la vuelta al cuerpo. 3. Con el nombre de Añil conocen este pez algunos pesca- dores. Es raro. 4. Plectropoma vacuno. Plectropoma bovinum, Poey, Vulg. Vaca. 1. Plectropoma de un azul negruzco, mas puro sobre la ca- beza, y también debajo del vientre, donde clarea; ocho fajas transversas de un azul mas claro; cola bifurcada. B. 7; D. 10. 15i; A. 3, 7i; V. 1, 5; P. 14; C. 9-1-8; Caec. 6. Circ. 2. Longi- tud, 7 pulgadas. 2 El color varía, mas 6 menos puro en los individuos: la ventral es siempre de azul intenso; las otras aletas son claras y poco azulosas La disposición de las fajas son como en el Añil (Véase la lámina 3, fig. 2); pero hay debajo del ojo una faja oscura, anchamente bordada anterior y posteriormente de azul celeste: por lo que he dicho que hay en esta especie ocho fajas azules, en lugar de seis que presenta el Añil. En un individuo he visto una mancha ultramarina delante de los ojos. Iris pardo, cerco interno amarillo. Las intestinos ciegos son firmes, largos y delgados, colocados dos á la derecha del píioro, uno debajo, y tres á la izquierda: el primero corre por debajo de los últimos tra- mos del intestino; el segundo sube con el duodeno. El lóbulo izquier- do del pulmón es bastante largo y simple; la vejiguilla de la hiél al- canza hasta la punta del estómago. He encontrado en la vejiga nata- toria del individuo que he examinado interiormente, un cuerpo extra- ño, libre, situado en medio de las glándulas rojizsis; y es una lámina —70— de aspecto senii-córneo, semejante al opérenlo de espiras concéntricas de algunos moluscos del género Cyclóstcma, el nial no parece perte- necer á la clase de los helmintos: ignoro lo que es, tanto mas qne no íe encuentra en las otras e-pecies de este grupo. El cerebelo es med¡;i!io, y los lóbulos inferiores muy pequeños. La disposición de las costillas es la misma que en el Plect. Puella. 3. He tenido tres hembras de esta especie: la mayor, de sie- te pulgadas, indicaba por el engruesamiento de sus radios es- pinosos que habia llegado á todo su crecer. Difiere del Añil por un radio de njás en la segunda parte de las aletas dorsal y anal, bien examinado en los tres individuos y en la hembra del Añil; por las dos fajas de azid celeste del cachete; por un radio de menos en la pectoral, y por otras circunstancias variables del color general. Pudiera con todo no ser mas que una variedad de aquella especie; lo que se sabrá de cierto cuando se conoz- can bien los sexos, y se encuen'^ren Añiles que tengan el núme- ro de radios aquí indicados. En tal caso el nombre científico Índigo quedará á la especie, y el nombre vulgar de Vaca pasa- rá á la Vacarubia; pues algunos pescadores dari este nombre generalmeate á todas estas pequeñas especies de Plectropomas. 5. Plectropoma Gutaganiba. Plectropoma Giimmi-giitta. Poey Vuig\ ^ Gutagamba. 1. Plectropoma de un bello amarillo un poco anaranjado; dos fajas longitudi:iales de un azul intenso delante de los ojos, bordadas de azul celeste lustroso; interínaxilar superior y toda la mandibida inferior azides; cola bifurcada. B. 7; D. 10, 1.5; A. 3, 1\\ P. 15; V. 1,5, C. 8+7; Longitud 6 pulgadas. Lámina 3, figura 2. Habiendo ya un pez de este grupo llamní;o Añil, por can- sa de su color azul, me ha parecido conveniente llamar el pre- sente Gutagamha, nombre tomado de su color amarillo. 6. Plectropoma variado. Plectropoma guttavarium^ Poey. Vulg, * Guta varia. 1. Plectropoma de un bello color amarillo, un poco anaran- —71— jado, excepto la parte posterior del cuerpo, que es negra; de- lante de los ojos hay una ancha faja de negro-azul bordado de azul celeste lustroso; todas las ahitas son anaranjadas; caudal bifurcado. R. 7; D. 10, 14-15; A. 3, 7.}; P. 15; V. 1, 5; C. 16. Longitud, 6 pulgadas. 2. El vómer, en su extremidad superior, forma con ios huesos etraoidales una quilla notable. Eu un iiidiviiino hembra, la línea divisoria de los colores empie- za en la primera es[)ina dorsal y acaba d-ilante del ano: la parle in- ferior del cuerpo, inmediata á la aleta anal, permanece am;irilla. En otro individuo, tambi'jn hembra, el eolor u'gro no solo alcanza hasta la anal, sino hasta la tercera dorsal; además em,Me2 i desde la aber- tura branquial, dejando amarilla la nuca, y- el vientre h ista el auo; la ventral y la anal son de nn co!or naranjado mas encendido, pasan- do á vermellon en el borde anterior de la priiu ra, y en el inferior de Id segunda. La mancha preorbitaria es en ambos simple y no doble como en la Gutagamba: un individuo ofreció además otras manchas menores detrás y debajo del ojo. 3. Por ser tan bien pronunciado el color general déla Guta- gamba y el color negro de la Gutavaria, no creo que sean va- riedades de una misma especie: la mancha bifurcada anteocu- lar del primero es constante; tatnpoco son macho y hembra, porque he visto hembras en ambos. Su gran proximidad á la especie anterior y sus dos colores, me han hecho llamarlo Gu- tavaria. ISoes raro. 7. Plecti'opoma negruzco. Plectropoma nigrica?2s, Poey. Vulg. * Negrita. 1. Plectropoma de un color negro un poco violáceo, mas pronunciado en las aletas: cola bifurcada. B. 7; D. 10, 15; A. 3, 7|; P. 15, V. 1, 5; C. 16; Vert. 10+14; Caec. 6. Longitud, 5 pulgadas. 2. La rama ascendente del estómago es muy corta; y los intesti- nos ciegos, larguitos y blandos. Kl lóbulo izquierdo del pulmón no es bilobado en su punta: la vejiguilía de la hiél es larga, delgada, cilin- drica y roja. E-.ta especie en el acto de cojerla, aparece bastante purpurina; como he tenido ocasión de verlo en un individuo muy fresco, aun- que muerto, que tal vez seria macho. Otras veces lo he encontrado también fresco y sin viso azul; lo qu; no es de estrañ^r, poique pier- —72— de prontamente este color. En el mayor estado de frescura, se ve un círculo de azul mas puro al rededor de la órbita, y dos rasgos inde- cisos uno delante de las sienes, otro detrás. Iris oscuro, cerco interno amarillo, He visto muchos: el individuo que he examinado mas dete- nidamente, para compararlo con el tipo Puella, era hembra, y sin vi- so azul. La forma de las escamas y el número de costillas es el mis- mo. 8. Este pez no tiene nombre bien conocido: algunos pes- cadores le dan el de Limpia-hacines, qne peca por largo y por poco limpio; motivo por el cual lo he nombrado como se vé mas arriba. No es raro. La especie que Cuvier describe con el nombre de cliloru- rum, tiene con esta mucha afinidad: es negruzca, con la cau- dal y las pectorales amarillas; sus otras aletas son negras; se encuentra en la Martinica, conocida vulgarmente allí con el nombre de Negrito. 8. Plectropoma adelantado. Flectropoma accensiini, Poey, Viilg. ^ Capitana. 1. Plectropoma moreno, con la mitad anterior del cuerpo mas amarillosa, lo mismo que las aletas dorsal, caudal y anal; la pectoral es amarilla, la ventral negra: cola bifurcada. B. 7; D. 15; A. 3, 7J; P. 15: V. 1, 5; C. 8-f 7. 2. Los dientes intermaxilares son un poco mas fuertes que los que presentan las otras especies de este grupo 3. Por ser la pectoral amarilla, lejana alusión á la charretera que indica un grado en la milicia, he dado á esta especie el nombre de Capitana. Con dientes fuertes en el preojíérculo. 9. Plectropoma español. Plecti'opoma hispanuní, Cuv. Vulg. ^ Pabellón. Plectropoma hispanum Cuv. in Cuv. et Val. Hist. des poiss. tom. 1, p. 396. 1. Plectropoma adornado longitudinalmente con fajas rosa- —73-— das y amarillas; cabeza rosada con manchas anaranjadas; es- pinas del opérenlo inertes, principalmentela del medio, una so- la encorvada en el borde inferior del preopérculo; cola redon- deada. B. 7; D. 8, 12-13; A. 3, 7; P. 17; V. 1, 5. C. 8+7; Vert. 10+24. Caec. 8; Circ. 2. Long. 8_9pulg. Lámina 4, figura 1. 2. Dientes cerdosos, dos colmillos en la punta de cada intermaxilar, uno en la mitad del intermaxilar inferior. La línea lateral es grande- mente arqueada. Cráneo bombeado en la región occipital, columna vertebral arqueada; las seis primeras vértebras abdominales carecen de apófisis inferiores. El primer interespinoso dorsal se coloca delan- te de la apófisis de la tercera vértebra; el óltimo parece descansar so- bre la décima quinta. El primer interespinoso anal lleva dos espinas; la tercera y los radios blandos tienen cada uno su interespinoso. Esó- fago continuado con el estómago, de cuya parte anterior se desprende una rama pilórica muy larga con 8 ó 10 apéndices ciegos; intestinos delgados y firmes; vejiga aérea delgada. El co'or amarillo se desprende mas vivo sobre el fondo rosado; pun- ta de as ventrales de un color bijo, purpurino; una mancha carmina- da en la anal, y una blancuzca delante del ano proveniente del tejido interno. Las fajas rosadas de la nuca son mas intensas, y tienen den tro puntos amarillos. 3. Cuvier refiere que en la Martinica, según informes de Mr. Plée, lleva este pez el nombre de Ouatalihé espaTiol, por pare- cerse sus colores á la bandera española, origen de los nombres científico y vulgar que lleva al principio. Es raro en la Habana, por lo que no tiene nombre conocido; sin embargo de que para no quedarse sin respuesta, algunos lo llaman mixto ó injerto de Guatívere y Biajaiba. 10. Plectropoma de aletas verdosas. Phctropoma chloropterum, Cuv, Vulg. Guaseta. Plectropoma chloropterum, Ciiv.in Cuv. et Val. hist. des jjoiss. tom. 2. p. 398. 1. Serrano aceitunado, mas amarillo debajo del vientre; una faja longitudinal mas oscura detrás de los ojos, algunas man- chas salteadas y pintas oblicuas: piel resbalosa, cola redondea- da. B. 7; D. 11, ISJ; A. 3, 9J; P. 17; V. 1, 5; C. 9+8; Caec. 8; Circ. 2; Sq. long. 70, transv. 10. Longitud, 12 pulgadas. Lámina 8, fig. 3, sacada de un individuo de 10 pulgadas. 10 _74— 2. Tiene el cuerpo prolongado como la generalidad de los Serra- nos; pero la altura de las aletas verticales y la redondez de la cola le dan un aspecto particular, como sucede al Jaboncillo y á la Viuda ya* nombrados, teniendo como ellos la piel cubierta de una epidermis mu- cosa que reviste las escamas, y al secarse después de la muerte del ani- mal se retira en gran parte, formando manchas blancas en todos los puntos en que deja la escama descubierta. Estas son prolongadas con el vértice de las estrías concéntricas sobre la base. Los dientes iníermaxilares son rasurados, cardosos en la sínfisis superior, donde se ven exteriormente uno ó dos caninos muy peque- ños; en los inferiores no hay ningunos. El opérenlo tiene la espina del medio corta, la superior cubierta con la piel, la inferior nula. El preo- pérciilo tiene en el borde ascendente una dentadura fina pero regalar como dientes de un peine; la curva que forma, no es interrumpida por ninguna escotadura; el ángulo es obtuso, y presenta una espina denticulada y fuerte, que se dirije hacia adelante. Peritoneo duro y blanco; recto largo y delgado; vejiga natatoria de membranas muy tenues y transparentes, con un cerco dorado al rededor de la pupila. Las aletas no tienen las extremidades negras. Hay algunas manchas redondas mas claras debajo de la boca. Iris del color de la piel. 3. El nombre vulgar que lleva este pez es bien generaliza- do entre los pescadores; algunos engañados por é!, creen que es el joven de la especie llamada Guasa, la cual liega á un crecimiento extraordinario, pues los hay de tres arrobas; pero jamás he visto los tamaños intermedios, é ignoro porque rio se pescan en estas costas Guasas jóvenes. La Guasa tiene el bor- de ascendente del preopérculo escotado, y su ángulo carece de espinas dirijidas hacia adelante. Los números de Cuvier son D: 11, 15J; A. 3, 8. He visto los dos sexos de la Guaseta: sus pintas poco regulares recuerdan los colores de los Guatíveres y Cabrillas. La especie que Cuvier ha descrito, es común en Hai- tí, donde la llaman Feríate; y en la Martinica lleva el nombre de Viejecita; su carne es estimada. En la Habana es bastante común. Los números de Cuvier traen un radío blando de más en las aletas dorsal y anal; la pectoral es de 16 radios; pero presumo que no habrá contando el de la base. Febrero de 1852, —75— SÜMMARIÜ3Í. MONOGRAPHIA PlECTROPOMATUM INSULAE CubAE. 1. Charateres generis Plectropomatis, secundum Cuvier. •2. Characteres artificiales sunt, cum dentes sen aculei praeopercula- res sint numero, forma et validitate discordes. ;í. Naturale geims propono, ciiaracteribus typi Plectropomatis Pue- llae. Infra vide. Plectropoma Fuella Cuv.— Luteo-oleaceum, fasciis sex transversis obscure violaceis, tertia latiore in corpore medio sita;capite fascioiis puiic- tisque cyaneis ornato; pinna dorsali postice cyaneo fasciolata, pectorali rosea, ventrali oleácea, caudali aurantia atque bifida. Pag. til, tab. 9, fig. 2. Plectropoma vitulinum Poey. — Flavescens, fasciis sex transversis obs- curioribus, tertia latiore in corpore medio sita; pinna dorsali postice cyaneo fasciculata, ventrali oleácea; canda bifida. Pag. 68. Plectropoma índigo Poey. — Caeruleatum, fasciis quiñis transversis dilute caeruleis; ventralibus nigris; cauda bifida, Pag. 69, tab. 3. fig. 1. Plectropoma bovinum Poey — Nigro-caeruleatnm, fasciis octo dilutiori- bus transversis; cauda bifida. Pag. 69. Plectropoma Gummi-gutta Poey. — Lepide luteum; macuUs duobus ni- gro-caeruleis ante oculos, caeruleo nitide marginatis; ore caeruleo, cau- da bifida. Pag. 70, tab. 3, fig. 2. ViecXvoT^omdi guttavarium Poey. — Antice luteum, postice nigrum; pin- nis hitéis: macula nigro-caerulea ante oculos, caeruleo nitide marginata; cauda bifida. Pag. 70. Plectropoma ?íi^ricarts Poey. — Subnigrum, pinnis satúrate pictis; cau- da bifida. Pag. 71. Plectropoma acccnsíuti Poey, — Nigricans, antico corpore sordide lu- tescens simul ac pinna dorsali anaJi et caudali; pectorali lutescente, ven- trali nigra: cauda bifida. Pag. 72. Plectropoma hispanum Cuv. — Fasciis hitéis roseisque longitudinaliter ornatum; capite roseo, flavo puntacto; aculéis opercularibus validis, den- te praeoperculari uno; cauda rotundata. Pag. 72. tab. 4, fig. 1. Plectropoma chloroptcrum Cuv. — Lubricum, olivaceum, ventre flaves- cente; fascia postoculari subnotatum, punctisque saturatioribus oblique pictum; cauda rotundata. Pag. 73, tab. 9, fig. 3. TRADUCTION DES TROIS PREMIERS ARTICLES. 1. Tout en établissant le genre Plectropome, Mr. Cuvier a soin de diré que c' est un démembrement de genre Serran, sur le fondement bien léger que présente 1' angle du préopercule, dont les dentelures dirigées en avant imitcnt la roue d'un éperon; cequ' iudiquent les deux mots grecs plectron, éperon, et poma, couvercle ou opérenle. Quant aux autres caracteres, les poissons de ce genre sont de véritables serrans, dont le savantauteur que nous avons nommé ne les separe que pour faciliter la nomenclature dans une coupe trop nombreuse en espéces con núes. 2. Cette confession de la part de Mr. Cuvier m' épargne le principal reproche queje pourrais adresser á cette partie de son vaste travail sur 1' histoire de poissons; et méme m' oblige á regarder comme nécessaire 1' —76— éíablissement d' un genre fondé sur un caractére aussi léger, niais appuyé sur une raison qvi ne manque pas de -sílidité. Cependant il faut bien re- connaítre qui n' ayant égard qu' á uu -eul caractére (outre ceux qui ap- partiennent aux serrans en general), Mr- Cuvier afait une división trop artificielle, dans laquelle il rapproche des espéces bien éloignées, par exemple les Plecíropomes chloropterum et hispanum d' un cótá, et de 1' au- tre le Plectropome Fuella, type d' un groupe particulier: souvent le carac- tére pris de T éperon est lui-méme douteux, comme ou 1' a vu au sujet du Serran á moustaches. Si nous examinons les quatorze espéces de Plectropomes décrils par Mr. Cuvier, nous y verrons des poissons de quatre pieds de long á cóté de ceux de six pouces; des formes prolongées et des formes trapues; des écai- llesde diverse grandeur.les unes ápres au toucher, les autres plongées dans l'épiderme; des maxillaires tantót ñus, tantót couverts d' écailles; des dents de difiéreme forme, les unes fortes, les autres faibles; des éperons formes d' une seule dent épine use, ou de nombreuses petites dentelures; les uns ayant huit et méme sept épines dorsales, les autres en ayant dix et méme treize; des nageoires caudales bifurquées arrondies, ou carrément coupées: quant á 1' exsertion du surscapulaire, il n ' en est rien dit. 3. Si au lieu d' accepter, comme caractére essentiel de son genre, les divers caprices de la dentelure préoperculaire, Mr. Cuvier se fut fixé a une seule modiíication de cet organe, precisément celle que présente le Plec- tropoma Fuella figuré dans son Histoire des poissons, il aurait eu un ex- cellent caractére pour former un gx'oupe plus limité, il est vrai, mais plus naturel, et dans, lequel on connait maintenant dix espéces, trois décrites par Mr. Cuvier, et sept qui sont ici décrites. Je ne voudrais pas me borner á r indication d' un seul caractére, afín de mieux repousser touts les or- ganismes qui n' entreraient pas dans ce groupe; ce qui n' empécherait pas d' y conserver les espéces nouvelles qui s' en sépareraient par quelque modifícation. Toutes les espéces dont le Flectropoma Fuella deviendrait le type, possédent sans exception les caracteres suivants: petite taille, corps comprimé, court á cause de l'élévation du dos, écailles de moyennegran- deur et ápres; le front, le museau et 1' interopercule ñus; les dents inter- maxillaires tel queje les ai décrits chez le Flectropoma Fuella', V éperon du préopercule composé de nombreuses petites dents; trois pointes mediocres á r opérenle, le surscapulaire strié et visible á 1' extérieur; dix rayons épi- neux á la dorsale; la cándale médiocrement bifurquée, ayant le lobe supé- rieur un peu plus long. On pourrait encoré trouver d' autres caracteres dans r anatomie interne, comme 1' arrondissement du cráne, les circon- volutions de 1' intestin et le nombre de vertebres; ce qui parait constaní dans ce groupe naturel. Sa physionomie particuliére n' apas échappé á r oeil per^ant de Mr. Cuvier; car avant que de décrire ses trois derniéres espéces, il dit bien qu' elles se distinguent des autres par la briéveté du corps, et par des dentelures préoperculaires nombreuses et fines. Une pru- dente considération 1' aura detourné sans doute d'établir un nouveau gen- re pour trois espéces connues *; mais aujourd' hui qu' on en connait dix et qu' on peiit en découvrir plusieurs autres, j' espere que Mr. Valen- ciennes voudra bien imposer á cette coupe un nom générique: c'est un honneur qui lui est du, s' il juge convenable de 1' accepter, comme zélé continuateur des travaux ichthyologiques de Mr. Cuvier. * Plect. Fuella, chlorurum, ephippium. —77— VIH. INTRODUCCIÓN A LOS CICLOSTOMAS CON GENERALIDADES SOBRE LOS xAIOLUSCOS GASTRÓPODOS Y PARTICULARMENTE SOBRE LOS TERRESTRES OPERCULADOS. 1. Los Moluscos forman una de las tres grandes clases de animales invertebrados: se colocan en un grado de la serie zoológica superior al de los Zoófitos, é inferior al de los Insec- tos, tomando esta palabra en la acepción lata que le daban Aristóteles y Linneo. Se dividen en muchos órdenes, cuyos mas notables son los Cefalópodos, que llevan los pies al rede- dor de la cabeza en forma de apéndices carnosos, como son los Pulpos y los Calamares; los Gastrópodos (1), que se arras- tran sobre un pié carnoso situado debajo del vientre ó parto inferior del cuerpo, como las Limazas y Babosas de caracol; los Acéfalos (sin cabeza), que habitan las conchas bivalvas, como la Almeja y el Ostión. 2. Muchos aficionados ha tenido en todos tiempos el bello ramo de historia natural que constituye los Moluscos; por cau- sa de la hermosura de las conchas construidas por el animal, conchas variadas admirablemente en sus formas, y adornadas con los mas vivos colores. Las especies marinas, en quienes resplandecen principalmente estas cualidades, fueron las pri- meras que llamaron la atención de los curiosos, y poblaron los gabinetes; teniendo sobre otras clases la ventaja de con- servarse perfectamente, sin el peligro de ser destrozadas por los insectos destructores, que Dios ha creado para oponerse al acumulamiento de despojos orgánicos, y restituir al torrente de la vida los cadáveres de plantas, y animales, que harian es- torbo á la multiplicación de las generación futuras: la sustan- tancia calcárea trasudada por los Moluscos, está libre de esta suerte común. Al principio se llamó la ciencia Concologia ó (i) Duméril y Agassiz creen que para mayor corrección de esta pala- bra derivada del griego, debe escribirse Gastrópodo y no Gasterópodo como se acostumbra. Me conformo con este dictamen, por ser también la versión mas latina. —78— Conquiliología (1), cuyos üombres dan suñcieníemeoíe á en- tender que ei estudio se inclinaba á la concha ó al caracol. Con los progresos de los conocimentos no tardó en dirigirse la atención al estudio de los animales, y entonces tomó la cien- cia el nombre de Malacologia. Los naturalistas sintieron la necesidad de colectar y describir las humildes especies terres- tres y flaviátiles, harto tiempo desdeñadas; y en el dia ofrecen por lo mismo un campo mas vasto á la observación. Las es- pecies marinas, por mas bellas que sean, son conocidas: la ciencia no ha de quedar estacionaria, las especies terrestres, en gran parte nuevas, son hoy mas deseadas y mas apreciadas que las primeras: bueno es decir que entre ellas no faltan al- gunas vestidas de colores vivos y variados. 3. La isla de Cuba puede alimentar provechosamente este ardor de los naturalistas: sus producciones conquiliológicas terrestres tienen la ventaja de ser especiales ó exclusivas de su suelo, distintas de las que se presentan las otras Antillas, sin exceptuar las mas cercanas que son Jamaica y Haití. La Florida es la que hasta hora se juzga mas análoga, mas no idéntica en sus producciones: esto podrá servir algún dia para aclarar cuestiones de mayor trascendencia sobre la formación geológica de esta isla, y sus relaciones con el continente ame- ricano; prueba de que no hay objetos que deban desdesñarse en la contemplación de la naturaleza; y que los medios mas humildes al parecer son muchas veces los mas fecundos en grandiosos resultados. 4. El orden de los Gastrópodos es de los mas ricos en espe- cies, principalmente las que abrigan sus principales visceras debajo de una concha univalva. Estos son marinos, de agua dulce, ó terrestres; los primeros y parte de los segundos, W^- madoB PectÍ7iibranqicios ó pulmobranquiados, tienen dentro de la cavidad respiratoria un peine branquial donde se verifica la oxigenación de la sangre, por medio del aire disuelto en el agua; los otros llamados Pulmonados, tienen para respirar el (1) Los griegos llamaban conquih {conchyle) no solamente la con- cha, que los franceses llaman coquille, sino también el marisco testáceo, en francés coquillage. La palabra griega concón (conchos) parece no indicar mas que concha; por lo que los franceses acostumbran decir Conquilio- logía^ mientras que los ingleses dicen Concología (en latin Conckolo- gia): cada una de estas palabras debe usarse en su -caso particular; y aun hay otra mas lata, que es ia de Malacología, que comprende los moluscos testáceos y no testáceos. —79— aire atmosférico una cavidad ó saco pulmonar sin branquias, por cuyas paredes serpean las arterias y venas de la pequeña circulación: estos son terrestres y algunos son fluviátiles, aná- logos en esto á los Cetáceos entre los mamíferos, que vienen á la superficie del agua á respirar el aire puro. Los Pectini- branquios están provistos de opérculo córneo ó calcáreo; los Pulmonados están generalmente privados de opérenlo; y en- tonces presentan una cabeza armada de cuatro apéndices, los superiores destinados á ¡levar los ojos colocados en su extre- midad, y los inferiores conocidos por el nombre de tentáculos: tales son los caracoles comunes ó Babosas de caracol del gran género Hélice de Linneo, animales hermafroditas que requie- ren la intervención de dos individuos para la reproducción. Los otros terrestres presentan las modificaciones que se verán en los géneros Ciclostoma y Helicina, de que se trata en esta memoria, y en las dos que siguen. 5. El género Ciclostoma ha sido creadoporLamarck: los mo- luscos que lo componen ^on gastrópodos, ó por mejor decirír«- qiielípodos, según la expresión del mismo autor, pues tienen el pié situado debajo del cuello; de concha univalva, espiral; ter- restres 6 pulmón idos, sin collar ni escudo, respirando por me- dio de una cavidad cervico-dorsal, y tapizada en su parte su- perior por una red vascular; dioicos, ó de sexo separado, como todos los opercnlados; díceros, 6 provistos de dos tentáculos situados sobre una cabeeaprobosciforme, medianamente con- tráctiles, con los ojos sentados al lado externo de su base; operculados, cerrando exactamente la abertura de la concha con una pieza córnea, á veces calcárea, fija en la parte poste- rior y superior del pié, manifestando en ella las líneas espira- les correspondientes al crecimiento áe\ mmndiV, fitófagos, ó de régimen herbívoro, viviendo sobre el suelo ó debajo de las pie- dras. La lengua forma una cinta espiral armada de espinitas, y contenida dentro de la cavidad abdominal. El pié es corto. La concha es diversas formas, esto es, de espira más ó menos elevada; abertura circular, como lo indica la etimología del nombre genérico (de circulo y boca), á veces un poco an- gulosa en su parte posterior; perístoma continuo, volteado en la edad adulta, frecuentemente engruesado, desprendido de la espira y formando casi siempre una hendidura umbilical, á ve- ces un ombligo bien abierto. Las vueltas espirales son gene- ralmente redondeadas. Es probable que las hembras tengan la —so- concha de mas bulto que los machos, carácter constante de los dioicos, segnn Blainville. Este célebre malacologista dice que los tentáculos son engruesados en su extremo; es lo que no he visto en ninguna de las especies que observado en la Isla; pues todas los tienen insensiblemente mas delgados, como los he representado en las láminas 7 y 8: tampoco he notado en ningún ciclóstoma el órgano genital masculino simulando un tercer tentáculo, como afirma el mismo autor, expresión que si no es falsa es inexac- ta, porque da á entender que es habitualmente externo. Estas noticias, si son exactas, se aplicarán al Ciclóstoma eJeganSf que es el único que ha sido estudiado en Europa, donde se conocen pocas especies de este género; y aun se puede decir que no es bastantemente conocido, si se atiende á la contra- dicción de autores acreditados (1). Habiendo el Sr. Férussac afirmado que los tentáculos de los ciclostomas son retráctiles, con razón escribuS el Sr. Blanivilie que no son sino contrácti- les; pero habiendo el mismo Férussac anunciado que la mar- cha es lateralmente alternada, el Sr. Blanivilie se niega á creerlo, y piensa que debe ser como en el Pedípedo de Adan- son, un paso geométrico á la manera de las orugas de algu- nas mariposas necturnas; en esta parte creo que Férussac tie- ne razón, porque el andar que describe es el que he notado en gran número de especies de la Isla, que nombraré mas ade- lante. Según Cuvier, el género Ciclóstoma ha de tener la con- cha transversalmente estriada (lo que yo llamo longitudinal- mente); según Blainville, la abertura ha de ser volteada: esto es generalizar demasiado lo que se nota en algunas especies de pecies de Europa. Muchos son los cyclóstomas estriados en se itido contrario al que indica el Sr. Cuvier; muchos con es- trias cruzadas; y muchos con labios no solo volteados, sino bien engruesados. En cuanto al opérenlo, todas las especies de la Isla que conozco lo tienen córneo; y creo que los casos de opérenlo calcáreo son muy raros en este género, así comees el caso común en el género Helicina. Los Sres. Blainville y Sowerby lo describen calcáreo, y el primero añade que no es espiral; pero yerra en esto, y no está de acuerdo con el Sr. Petit de la Saussaye, que lo dice espiral siempre. También en afirmar que el ápice de dicho opérenlo es subcentral, da el Sr. (1) La anatomía del Cyd. ehgnns por Berkelay, inserta en el Zoolo- gical Journal, Vol. 4, p. 378, goza de una buena reputación. —81— Blainville un carácter que no pertenece á todos los cyclós- tomas. 7. Caracterizando este género, enseña Lamarck á distinguir- lo de otros que ofrecen con él mucha analogía. No se podrán equivocar con las especies marinas de abertura redonda, por- que estas se dan á conocer por el nácar interior, la solidez y las asperidades de su concha, caracteres ajenos de las especies aerícolas. Las paludinas y otros moluscos fluviátiles, aunque de perístoma continuo, tienen los bordes cortantes, no voltea- dos; con todo, la Ampiúar'm fasciata tiene en la edad adulta los bordes ensanchados, mas no engruesados. Se ha visto antes que con poca razón dijo el profesor Blainville que el género Cvclóstoma tiene dichos bordes cortantes. 8. Este género fué aplicado al principio por Lamarck á las especies marinas y terrestres; pero en su historia de los ani- males sin vértebras, lo limitó á las terretres, por lo que, sacán- dolo de en medio de los turbes de Linneo, lo puso en su fami- lia de Colimáceos, que contiene los pulmonados terrestres es- pirivalvos, sin distinción de operculados é inoperculados; allí se encontraba por consiguiente el género Helicina, pero demasia- do distante de los Cyclóstomas. Férussac tuvo la buena idea de reunir estos dos géneros para formar un grupo aparte, el de los pulmonados con opérculo. Mas Cuvier, considerando su grande afinidad con los turbes, troces, escalarias Sz^c. pu- so los Cyclóstomas con los turbíneos, y las Helicinas con las Ampularias. Blainville los ha dejado en el puesto asignado por Cuvier, y el Sr. Deshayes, en la segunda edición de Lamarck, acepta las razones que han determinado á los célebres natura- listas que acabo de nombrar; pero no separa como ellos las Helicinas de los Cyclóstomas, y cree que ambos tienen su pues- to natural en una división de los Turbíneos, sirviendo de tran- sición entre los Pectinibranquios y los Pulmonados. Esta opi- nión parece conciliar la doctrina de Cuvier con la de Lamarck y Féi-U3sac, dando con todo la preferencia á la primera. 9. El Sr. Deshayes ha dicho muy bien que aquí se presen- tan dos opiniones: la una que da mas importancia al modo res- piratorio, por cuyo carácter se aproximan los Cyclóstomas y las Helicinas á las Hélices; y la otra que consulta todas las afini- dades que los asemejan con los turbes y otros Pectinibranquios marinos, tienen como estos los sexos separados, dos tentácu- los á cuya base están los ojos, el manto abierto de la misma U —82— manera, el pié sub-traqueliano, la lengua espiral, la concha operculada; mientras que las Hélices tienen los dos sexos en un mismo individuo, cuatro tentáculos, los ojos en la extremi- dad de los superiores, un agujero redondo al lado derecho del collar que precede la cavidad respiratoria, la concha sin opér- enlo. Sin embirgo de no ignorar estas fuertísimas razones, con- serva el Sr. Pfeifíer en su Si/mbolae Helíceorum la familia de los Cyclostomáceos entre los Pulmonados que denomina Coe- lopnoa. Siento que el naturalista de Cassel no haya al mismo tiempo expuesto las razones en que funda su opinión: séame permitido dar la mia, después de haber presentado la de estos acreditados maestros. 10. Examinaré la cuestión conforme á los sanos principios que se sacan de la subordinación de caracteres, de la serie animal, de la línea paralela, de las afinidades y analogías. Considerando la importancia que pueda tener la respira- ción, como carácter mas ó menos primordial, encuentro que unas veces está subordinada á la generación, y otras no. Uno de los mas brillantes discípulos de Blainville, el Sr. de Hollard, ensalza por un lado, y por otro deprime el carácter de la respiración, con razones que en uno y otro caso no puedo admitir completamente. Dice que la circula- ción le está subordinada (1), porque es casi nula desde el momento que aparece la respiración traqueana, como se vé en los insectos: esto mismo es para mí la mayor prueba de lo contrario. Y en efecto, ¿cuál es la causa porque el Supre- mo Hacedor de la naturaleza, tan admirable en la unidad de sus planes como en la variedad de los pormenores, ha dado á los insectos una respiración traqueana? ¿Por qué la introducción de un tercer órgano? No bastaban los dos prime- ros ya creados, á saber, los pulmones para los animales colo- cados en la parte árida del globo terráqueo, y las branquias para los que se sumerjen en las líquidas llanuras? Bascando (1) Es lo que he creído que da á entender por estas palabras de su tratado de Anatomía comparada, páj. 129. "De toutes les conditions orga- n'qiies qui commandent l'évolution progressivede l'appareil circulatoire, celle qui occupe le premier rang est l'état de la respiración." Y sin em- bargo en la páj. 134 dice: "II est difficile de rattacher d'iine m-iniére ge- nérale le pas retrograde que font les organes circulatoires dans tout le type des annnaux articules á l'état de leurs organes respiratoires, puisque chez plusieurs de ees animaux la respiration est presque aussi localisée que chez les mollusques." —83— en mis meditaciones la causa de este lujo aparente de órganos respiratorios, he creido encontrarla en la pequenez de algunos seres, parte tan diminuta de la creación, que ni el nombre de microscópica le cuadra, pues no basta el instrumento amplifi- cador para delinear á nuestra inteligencia todas las formas ex- teriores. Si los mínimos insectos tuvieran una circulación igual á la de los animales vertebrados, ¿de qué tamaño serían los globulillos de la sangre, que hubieran de pasar como torrentes por sus arterias capilarísimas? Considérese que en el hombre son tan pequeños, que 400 de ellos puestos en línea recta no superan la longitud de una línea; y que corren por vasos que tienen de diámetro la octava parte de un cabello. Otros cálcu- los han demostrado que cuatro millones de globulillos nadan en una cantidad de suero equivalente á un milímetro cúbico. Yo bien sé que en el imperio inorgánico la materia se divide en átomos invisibles, cuya pequenez raya con lo infinito; pero en un cuerpo organizado, como es el glóbulo sanguíneo, com- puesto de núcleo, líquidos y membranas, hay un término de di- minución fuera del cual las moléculas están sujetas á otras leyes. La imposibilidad (así lo juzga nuestro entendimiento en el orden de lo creado) de hacer correr los glóbulos sanguíneos por vasos tan diminutos, ha sido la causa de la admirable va- riación del plan, siendo mas fácil que el aire fuese en busca de la sangre por un laberinto de imperceptibles tráqueas, ya que la sangre no podía acudir á un órgano especial en el sis- tema de circulación doble reducido á una escala tan pequeña. El nuevo aparato respiratorio aparece pues en servicio de la circulación, y en esto me fundo para decir que le está subor- dinado. 11. Por otra parte rebaja el Sr. Hollard el modo respira- torio, poniéndolo entre los caracteres de segundo orden, porque no se muestra independiente de las circunstancias accesorias, como son las de la habitación; v. g. en los peces que dan un salto atrás (permítaseme esta exoresion), pues vuelven á la respiración branquial de los moluscos y articulados inferiores, sin embargo de ocupar en la escala de los seres un puesto mas «mínente que los insectos ó articulados hexápodos. En contra de esta opinión recuerdo lo que he dicho en el párrafo anterior, que nos descubre un principio de finalidad de que no pode- mos prescindir en la apreciación del modo respiratorio, y por el cual ha de ser juzgado. Sin aquel fin especial el salto retró^ —84— D-rado no existiera, y la respiración aér^a conservaría su pree- minencia, como efectivamente la conserva por su constancia ó tenacidad desde que vuelve á parecer, transitoriamente en los anfibianos y sin excepción en los verdaderos reptiles, aves y mamíferos; mostrándose como carácter de primera impor- tancia independiente de la habitación, en todo el orden de los cetáceos, los cuales vienen á la superficie del agua á respirar el aire atmosférico. 12. Pasando ahora al carácter sacado de la generación, lo pongo en un orden superior al circulatorio y al respiratorio, porque sirve para la subdivisión del reino animal ihmediata- mente después de las dos grandes secciones de vertebrados é invertebrados; y solamente después de este primer corte nos hacemos cargo de la circulación incompleta de los reptiles, de la respiración doble de las aves y de la incompleta de los pe- ces. Por haber dado á este carácter toda la importancia que merece, pudo la escuela de Blainville desbaratar la línea pa- ralela de los Marsupiales, puesta por Cuvier como un obstácu- lo poderoso á la serie ó escala de los seres que sus antagonis- tas mantienen con bastante rigor. Fundado en el sólido carác- ter que la dentadura ofrece en los Mamíferos, hubo el Sr. Cu- vier de ver en los animales de esta clase provistos de dos ma- trices, una clasificación paralela que empieza en la Zarigüeya, de dentadura normal, análoga á la de los carniceros intectívo- ros; sigue por el Kanguro, sin caninos, transición á los Roedo- res; llega á este orden por medio del Pliascolomys ó rata de marsupio, que solo difiere por su bolsa mamaria; y acaba en la Equidnea, verdadero edente que podemos comparar con los Hormigueros, Pangelines y Fatagines. Todo este grande obs- táculo se ha destruido con dos plumadas, dividiendo de primer golpe los Mamíferos en monodelfios y didelfios, esto es, de una ó de dos matrices; porque en efecto debe considerarse mas imperfecto el mamífero que en su modo de reproducción se aparta de la norma superior, y ofrece órganos transitorios á la cloaca de las Aves: en este caso se encuentra la Fauna ma- malógica del continente Austraho. 13. La semejanza de la Zarigüeya con los erizos y los to- pos, del Phascolomys con la rata, de la Equidnea con el hormi- guero, no forman del todo caracteres de afinidad, sino juegos de analogía que la naturaleza se complace en repetir en todos sns grupos ó series parciales. Es forzoso combinar la serie, escala —85— ó cadena de Boniiet, Lamarck y Blaiiiville, con la red ó carta geográfica de Linneo, la línea paralela de Cuvier y los círcu- los quinarios de Mar-Leay, bajando siempre desde el hombre hasta la esponja. La teoría del Sr. Mac-Leay es en esta par- te bien notable: cada círculo se divide y subdivide en otros cír- culos, ofi'eciendo los mismos puntos de analogía en sus grupos normales, aberrantes y osculatorios ó de transición. Estas ana- logías, que me hacia notar el sabio naturalista inglés durante su larga residencia en la isla de Cuba, empiezan desde las primeras divisiones de la naturaleza. Los animales vertebra- dos é invertebrados corresponden á las plantas dicotiledonas y monocotiledonae: unos duros interiormente, blandos á lo ex- terior, otros al contrario, de poca consistencia interna, de exte- rior endurecido y formando anillos. Las palmas entre los ve- getales monocotiledones, y las anélidas (Sanguijuela, Lombriz) entre los invertebrados anulosos, son los puntos de transición; pues aquí desaparecen los nndos de la caña y los anillos del manca-perro (género lulis), y queda la capa externa arrugada transversalmente. Si penetramos en las subdivisiones del rei- no animal, hallamos en todas el grupo de los Rapaces, séase el Tigre en las selvas, el Gavilán en los aires, el Tiburón en el mar, el Cocodrilo en los confines de dos elementos: cada or- den de insectos presenta un tipo análogo, v. g. el Cárabo en- tre los coleópteros, como asimismo el Pulpo entre los mo- luscos. 14. Aplicando ahora estos antecedentes al caso principal que nos ocupa, diré que al mismo tiempo quo Dios sacó al aire y puso sobre la tierra un círculo de moluscos Pulmonados, pu- so en las aguas marinas y fluviátiles un círculo análogo de Pectinibranqnios. Aquí triunfa la línea paralela de los Sres. Cu- vier, Dnvernoy, St. Hilaire, y la teoría del Sr. Mac-Leay; por- que en uno y otro círculo, hallamos animales dioicos y monoi- cos, y puntos de transición: si no encontramos hermafi'oditas terrestres, la razón se deja conocer; y es porque los moluscos terrestres, dotados de órganos de locomoción para ir en busca del alimento, con la misma fixcilidad establecen relaciones de un sexo con otro; mientras que las especies acuáticas pueden sin moverse recibir el alimento conducido por las aguas, y al- gunos atados á la roca, ó á los troncos marítimos, como el os- tión, no pueden salir del puesto en que nacieron. De suerte que en este caso particular, el gran carácter de la generación está —86— subordinado al de la respiración, y no alcanza á destruir esta línea paralela como destruyó la de los marsupiales. Nada tie- ne esto de extraordinario; pues á cada paso encontramos va- riaciones notables en la subordinación de caracteres; así es que en los mamíferos importan mucho los dientes; y en las a- ves los dedos. Los errores de muchos naturalistas nacen de querer ser constantes en medio de una naturaleza tan varia, y de formar á priori sus divisiones, contra el principio de Linneo, de que los géneros deben dar los caracteres, y no viceversa. Esto equivale á decir que el sabio ha de proceder como el vul- go, que tiene por maestro la razón universal, el cual forma sus grupos á ojo de buen cubero y los forma bien, sin poder como el filósofo la razón de sus aciertos. En el entendimiento rústi- co, si se quiere, pero sano de un hombre del campo, nunca en- trará la idea de intercalar especies de caracoles marinos entre las terrestres que se ofrecen á su vista, sean hélices, sean cy- clóstomas ó helicinas. Hé aquí las razones porque contra la o- pinion de Cuvier, Blainville y en parte contra el Sr. Deshayes, siguiendo en parte á Lamarck y del todo á Férussac y á Pfei- ffer, dejo los operculados terrestres entre los Pulmonados, for- mando una división mas aproximada á las helíceas que á los turbíneos. 15. Si pudiéramos racionalmente empezar la clasificación por los Pectinibranquios y acabar por las Hélices, los opercu- lados se hallarian en la transición enseguida de los turbíneos; pero esto no es posible, porque partiendo de que el Cyclósto- ma es un turbo, salvo el modo de respirar, en igualdad de cir- cunstancias, el Cyclóstoma es mas perfecto, porque la respira- ción aérea se considera como un progreso. Tampoco es posi- ble empezar por las hélices y continuar por los Cyclóstomas, porque estos son muy superiores á aquellos por ser dioicos y por tener frecuentemente una marcha alternada. Me separo pues aquí del Sr. Pfeiffer, y pongo los Cyclóstomas á la ca- beza de los Pulmonados, como lo ha hecho el vSr. Adams en su catálogo de los moluscos terrestres de Jamaica. Debiendo ne- cesariamente faltar á la transición ó las exigencias de la serie, prefiero incurrir en la primera falta, adoptando una clasifica- ción paralela y serial en cuanto se pueda. Estas son las difi- cultades que el genio superior del Sr. Cuvier (Hist. des poiss. t. 1. p. 568.) juzgó invencibles para los defensores rigurosos de la escala de los seres; defensores, según él, de una idea fal- —87— sa que ha hecho un daño grandísimo á los progresos de la cien- cia. 16. Distribuyo en el orden siguiente la familia de los mo- luscos terrestres y fluviátiles, de que muchos hacen hoy un es- tudio particular. Clase de los Moluscos, orden de los Gastrójwdos. .,. , , j j. , S Cyclostomacea. O.OIC08 (operculados, díceres.) ^ ^,/,-,¿„^,,a. ( í ( tetráce- ^ Helicea. I Terrestrea. < mouóicos; (inoperculados) ■<[ roa. \ Limacea. Pulmonados. ■! ( (díceros. — Auriculacea. (fluviátilea monoicos (ioopercuiados, díceroa.) — Limnaeana. C Ampullariacea. C fluviátiles. (dioicos, operculados, díceroa.) < Melaniana. Branquiados. < ( Neritinacea. ( marinos. La división de los Pulmonados ofrece aquí el inconve- niente de separarlos díceros; pero tiene la ventaja de aproxi- mar los terrestres, y de conservar la transición con los fluviáti- les. En cuanto á las Auriculáceas tengo que hacer una adver- tencia, y es que las pongo entre las terrestres para condescen- der con la opinión de los autores modernos; pero sospecho que las hay terrestres y fluviátiles ó mas bien marinas; en este ca- so se hará otra división que se pondrá donde corresponda. Los Sres. Lamarck y Deshayes, afirman que todas las Aurículas son terrestres, por lo que han suprimido el género Conovulus ( Melampus Montf.) establecido para las especies fluviátiles; el Sr. Adams pone también sus especies de Jamaica entre las terrestres. Estas respetables autoridades hacen vacilar mi con- vicción relativamente á las de la isla de Cuba; pero debo decir que las que tenemos, que son las coffea, pusilla, flava, oliva, cingidata y otras tres, jamás han sido por mí encontradas en tierra, sino en el ao-ua salobre de la embocadura de los rios, es- pecialmente la coffea de Lin. {ininuta Gm. coniformis Lin.), los demás rodadas sobre las playas. No dejaré de estudiar es- ta cuestión con mas empeño en las especies citadas. 17. Los Sres. Lamarck y Deshayes han descrito 44 espe- cies de Cyclóstomas, sin contar las fósiles. En el catálogo de Jay aparecen 195 especies: Adams inscribe en el suyo, de so- la la isla de Jamaica, 79. El Sr. Petit de la Saussaye (Jour- —88— nal de Conch. 1851) nombra en el catálogo de ciclóstomas co- nocidos 278 especies, inclusas la del subgénero Pomatías. Si á estas se agregan 57 especies de Jamaica omitidas por el Sr. Petit, y 12 no conocidas de la isla de Cuba, tendremos un nú- mero total de 337, y con los Trúncatelas, 350; de las cuales 34 son de la isla de Cuba, y con las Trúncatelas 40. 18. La distribución geográfica de las 350 especies de la fa- milia de los Ciclostomáceos, seáse del género Ciclóstoma de Lamarck, es del modo siguiente. Europeas, principalmente de Europa meridional 15; Asiáticas 35, de las cuales 25 de las Indias orientales, y 10 de Arabia y Siria; Africanas 50, de las cuales 45 de Mozambique y otros puntos orientales, y 5 occi- dentales;; Americanas 158, de las cuales 82 de Jamaica y 40 de Cuba; Oceánicas 72, de las cuales 12 de Java, y 30 de Fi- lipinas; quedan 20 de patria deconocida. 19. Un número tan grande de especies hace necesarias al- gunas divisiones, para facilitar el estudio y las determinacio- nes científicas. Si estas divisiones son naturales, esto es, si forman grupos en que los caracteres considerados en el animal y en la concha guardan una estrecha relación entre sí, se po- drán elevar á la categoría de géneros, principalmente si las modificaciones orgánicas traen consigo alguna mudanza en las costumbres del animal. Si los animales son los mismos, y las conchas diferentes, habrá casos en que se podrán estable- cer subgéneros, y es cuando la concha no pasa por transicio- nes insensibles á otras formas: porque en rigor no puede la concha ser diferente sin que el animal también lo sea, puesto que el animal no recibe su forma de la concha, sino la concha del animal. En los demás casos es menester contentarse con nna división sin nombre, división artificial, que puede ser mas ó menos dicotómica, provechosamente usada en algunos casos por los Sres. Lamark, Deshayes y Pfeiffer. 20. Desgraciadamente la concha de los Ciclóstomas no se presta al establecimiento de los subgéneros, porque ofrece to- das las transiciones, desde la forma planórbica ó muy depri- mida hasta laturriculada. Esta ha sido la causa porque, prescin- diendo del caracol, unos doctos alemanes modernos, los Sres. Troschel y Pfeiffer, se han empeñado en buscar los caracteres genéricos en los opérenlos, los cuales se presentan córneos, calcáreos, de ápice concéntrico ó excéntrico, lisos, delgados, gruesos, lameliíbrmes &c. Pero este carácter, en la familia de —so- los Ciclostomaceos, es de poca importancia, sin dejar de ofre- cer como Jas conchas transiciones insensibles; por lo que no ha sido la novedad generalmente admitida. El Sr. Petit de la Saussaye, que por estar á la cabeza de un periódico científi- co (Journ. de Conchyl.) se halla mas que ningún otro obliga- do á mantener los buenos principios, ha sido uno délos prime- ros en desecharlos. Tiene razón, á mi modo de ver, el Sr. Pe- tit; porque varía el opérenlo de los Cyclóstomas en los grupos mas aproximados por el caracol y las costumbres del animal. No sucede así en los turbíneos, entre los cuales se nota que los que viven apegados á los arrecifes tienen el opérenlo cór- neo, y los que se apartan á mayor profundidad lo tienen cal- cáreo: de aquí un excelente carácter para diferenciar las Lito- rinas de los verdaderos turbes y troces. 21. Los géneros establecidos en los Cyclostomáceos son, por orden alfabético, los siguientes, sacados de las obras de los Sres. Petit de la Saussaye, Deshayes, Sowerby, Adams, D'Orbigny y Agassiz. 1. Aperostoma Trosch. 12. Jamaicia Ad. 2. Aulopoma Trosch. Ifí. Leptopoma Prf. 3. Chaonopoma Pfr. 14. Megalomastoma Guild. 4. Chondropoma Pfr, 15, Myxostoma Ttrosch. 5. Craspedopoma Pfr. 16. Pomatias Stud. 6. Cyclophorus Montf. 17. Pterocyclos Bens. 7. Cyclostoma Lm. Steganotoina Trosch. Lituus Humph. 18. Sylvicola Humph. 8. Cyclostrema iMarr. 19. Strophostoma Desh. 9. Cyclotus Guild. Ferussina Grat. 10. Geomelania Pfr. 20. Tropidophora Trosch. 11. Hydrocena Parr 21. Truncatella Risso. El género Acmé (Pupula Hartm.), citado por el Sr. Pfeiffer, no figura en la lista anterior, porque Sowerby dice que no tiene opérculo; ni el género Pi'ostrpina Guild. (Odon- tostoma D'Orb.), por la misma razón, según Pfeiffer; ni el género Choristoma Jan., puesto por Villa como sinónimo de Truncatella, porque sospecho que sea nombre de colección. 22. De estos géneros, el que indudablemente ha sido acep- tado por todos los Malacologistas es el género Truncatella, y con razón, por lo que diré del modo de andar. El Sr. Petit, 12 —90— que desecha los otros fundados sobre el opérculo, admite el género Pomatias Stud. que, si es el mismo que se halla en Sowerby {Pomatia Gesner; género de la familia de los Cyclós- tomas, caracterizado por la concha prolongada, con bordes vol- teados y opérculo espiral), es uno de los que menos debiéra- mos admitir: este es el concepto que formo en vista del Po- matias patulum Drap. indicado como tipo por ol Sr. Petit de la Saussaye. Es muy extraño ver citado el C. planorbulum como tipo de tres géneros distintos Cyclostoma, Aulostoma, Aperostoma. Un autor parte primordialmente de la espira, otro del perístoma, otro del opérculo: estos caracteres entran unos dentro de otro, y se confunden por no haber sido creados or- denadamente por una misma cabeza. Así Jay pone el Cycl. cilindraceum entre los C/wndropoma, porque tiene el opércu- lo córneo; mientras que Guilding lo tiene en sus Megalomasto- ma por el perístoma engruesado, carácter común á los Cy- clophora de Montfort y á los Tropidophora de Troschel. El género Strophostoma Desh. puede sin embargo quedar, por la extrañeza de su concha: veo los otros propuestos, mas no generalmente admitidos. El Sr. Adams ha adoptado el género Geo7nelania de Pfr. 23. Este es el lugar de detenerme un poco en el modo de andar de estos pulmonados, particularidad que no encuen- tro en las Helicinas, ni tampoco en todos los Cyclóstomas. La mayor parte de los Gastrópodos caminan sobre un ta- lón único, mas ó menos largo, al cual las fibras musculares dispuestas transversalmente imp) imen un movimiento sinuoso de atrás hacia adelante, á la manera de las olas del mar que á impulso de un viento moderado se adelantan y mueren en la playa; puede decirse que se arrastran sobre un pié carnoso: este andar es propio de las Hélices. Otros tienen dos talones, uno anterior y otro posterior, y la parle intermedia del pié des- provista de fibras musculares; por lo que caminan á pasos, co- mo las orugas agrimensuras: este es el caso del PcdipesAdan- soni y de varios Pectinibranquios marinos que adhieren á los arrecifes. Otros tienen un pié corto, talón único, cuyo movi- miento sinuoso combinado con la masa proboscidiana donde está situada la boca, les da un paso medio geométrico: estos son los Truncatellas, á lo menos las terrestres observa- das por Risso en la costa de Italia, y por mí en la Habana en compañía del Dr. Gundlach que las trajo vivas de la Punta de —91— Mayas de Matanzas. Otros, y este es el caso de la mayor par- te de los Cyclóstomas cuyos animales conozco, tienen el pié dividido longitudinalmente por una línea clara que separa dos haces laterales de fibras contráctiles; el animal mueve sinuo- samente cada lado con paso alternativo, y con tendencia al an- dar de los vertebrados bípedos. Además, es de notar que todos los que tienen el pié de esta suerte organizado, se cuelgan en el reposo por medio de un hilo que parece segregado por el mismo pié, como indica la lámina 7, fig. 8. Esta última cir- cunstancia no es exclusiva de los Cyclóstomas, pues ha sido señalada en el Litiopa de Rang, y observada por el Dr. Gundlach en una especie de Buccino de esta Isla, próxima á las dos especies que el Sr. D'Orbygny ha creido deber colocar entre las Columbelas con los nombres de Ocellata Gm. y Cri- bar ia Lm. 24. Los Cyclóstomas de la isla de Cuba en que he notado esta doble disposición de órganos, son eXpictum Pfr. Delatrea- num D'Orb. catenatum Gould, Poeyanum D'Orb. crenulatum Fñ'. piidicum D''Orb. rugulosum Ptr. ohesiim Pfr. claudicans Poey, honestum Poey. Los que tienen el paso simplemente si- nuoso como las hélices, son el niajusculum Mor. el Mani Poey, y probablemente todo el grupo de tortum Wood. 25. He aquí unos caracteres importantísimos para el esta- blecimiento de los géneros, por causa de la modificación pro- funda que imprimen en el animal; y que deben tomarse en con- sideración con preferencia á los que se sacan de la concha y del opérenlo. Existe una regla en los clasificadores de molus- cos, la cual importa combatir para el mayor adelanto científico: esta regla consiste en no admitir géneros fundados en el ani- mal, si su admisión no está confirmada por los caracteres de la concha. Permítaseme decir que esta regla no es digna de ver- daderos malacologistas, sino de concologistas poco filósofos, ó mas amigos de su comodidad que de la ciencia, la cual está toda en una buena clasificación fundada en los métodos natu- rales. Comprendo que la dificultad será mucha en algunos ca- sos, porque la concha se conserva en las colecciones sin el animal; pero es una cobardía, por no decir una puerilidad, re- troceder delante de semejante obstáculo, y abandonar por él los preceptos de una sana filosofia. El mismo obstáculo opo- nían los Lepidopterologistas, cuando se empezó en Suiza á fundar la clasificación sobre los caracteres de las orugas; pero —92— el ejemplo dado por los sabios y modestos autores del catálo- go de los lepidópteros de Vieiia, fué seguido en Francia por Latreille, Godart, Boisduval y Duponchel, y en Alemania por Hiibner, Ochsenheimer y Treitschke, triunfando al fin de la pereza de unos, de la ignorancia de otros, y de la repgnancia de todos. Entremos en esta buenavia, y las dificultades desa- parecerán, al paso que se fomente el estudio de los animales; la analogía vendrá en auxilio de la observación, supliendo por ella en muchos casos: ab uno disce omnes, como dice el Poeta, salvo la errata si llegare el caso. Correcciones y adiciones á la 31emoria tercera. Páj. 15, lín. 15, circonvolucion, léase circunvolución. — 17, — 6, concéntrica, léase radiada. — 20, — 27, considerar, leáse considerarla. — — , — 12, ó, léase y — — , — entre 2 y 8, póngase Perforación umbilical. — La consistencia se expresará después de la forma. La sutura irá después de la escultuia, y ambas después de las circunvoluciones; las Variedades antes de la patria, y también el animal. S^^l. Tengo el gusto de anunciar que el Sr. Adams, en sus Contri- butionsto Conchology, pajina 18, manifiesta entender las /iHe«s transversas del caracol en la dirección del crecim ento, distintas de las espirales y sin relación al eje. Cito esta respetable opinión en apoyo de la mia, páj. 16, número 5. 2. El Sr. Deshayes, en la continuación de la grande obra de Ferus- sac, toma el borde derecho de la abertura del caracol en el mismo senti- do que Lamarck, Pfeiffer y otros. Véase p, 16, núni. 4. SÜMMARIUM. Introductio ad Cyclostomata. 1. Molluscorum divisio praecipua. 2. Hoc síudium commoda muha praebet. 3. Mollusca lerrestria Cubae; non alibiinveniuntur. 5. Cbaracteres generis Cyclostomatis in testa et anímale sumpti. 6. Errores et discrepantia auctorum. 7. Differentia a generibus propinquis. 8. Diversam sedem habent in distributionibus auctorum. 9. Alii modum respirationis commendant, alii afinitates conjunctas. 10. Quaestionen adeo, et primo respirationis modum. — Respiratio sub- jecta est circulationi; quod etiam in insectis probatur. — Causa respira- tionis tracheanae. Infra vide. 11. Regressus piscium ad branchialem reepirationem in finibus expla- natis responsionem liabet Infra vide. 12. Superior est generationis character, a quo linea parallela Mar- supialium everta est. Infra vide. 13. Sapientis Mac-Leay circuli quinarii, et combinatio istorum cum seriiili dispositione. Infra vide. —93— 14 Lineam parallelam Gastropocloium pulmonatorun generado non evertit. Infra vida. 15. Cyclostoma Ínter Gastropoda optimates sunt, et ab illis ordiendiim est. Infra vide. 16. Ordinantur in familias Gastropoda terrestriaet fluviatilia. De Auri- enlacéis observatio. Supra vide. 17. Numeras Specierum cognitariim in familia Cyclostomacea: 350, TriDicatellis iuclusis. 18. Disíributio geographica specierum. Supra vide. 19. Ordinationis fundamenta nonnulla. 20. Non in testa inveniuntur characteres; nec in opérenlo. 21. Genera in familia Cyclostomaceorum constituta. Supra vide. 22. Censura generum: pauca recepta sunt. 23. Incessus varius Gastropodorum, praecipue Cyclostomatoruni. F'- lum ab ipsis textum. Infra vide. 24. Numerantur Cyclostomata quae alternis pedibus lateraliter progre- diuntur, et quae filo suspensa manent. Supra vide. 26. In his characteribus nititur ordo naturalis optimus. Pugnatursen- tentia eorum qui characteres animalis removent, cum in testam confir- mationem non habeant. Infra vide. 'Corrigenda et addeuda. Supra vide. RESUME DES ARTICLES 10. 11. 12. 13. 15; ET TRADUCTION DES ARTICLES 14. 23. 25. 10. Voulant assigner anx Cyclostomes la place naturelle qu'iis doivent occuper dans une bonne classifícation, j'examine la question sous le rap- port de la subordination des caracteres, de la serie zoologique, de la ligne paralléle, des aííinités etdes analogies. S'il est vrai, comme le dit Mr. Hollard (1), que la respiration est la condition organique qui commande le plus l'évolution progressive de l'appareil circulatoire, il ne íaudrait pas entendre par la que la circula- tion est sous la dépendance de la respiration: on pourraitcroire qu'il en est ainsi, si l'on considere que la présence des trachées chez les insectes est accompagnée de la suppression des vases sanguins; mais c'est un fait qui va nous fournir précisément la preuve d'une opinión contraire. Et pour celaje demande quelleestia cause qui a exige la création d'un nou- vel organe, autre que le pulmonaire, pour des animaux qui vivent dans l'air? Cet organe est de trop, s'il n'est pas nécessaire. Mais la sagesse du créateur n'est pas ici en défaut, car elle est égale sa toute-puissance: c'est pour concilier ees deux attributs qu'il faut croire que dans l'ordre des dioses créées, ily avait imposibilité de faire passer les globules sanguins par des vases aussi réduits que ceux qu'on doit supposer dans des étres infiniment petíts, pour un systéme de circulation double destiné á porter le sang au devantdu fluide respirable. Ces mémes globules sont des orga- nes compliques, qui ne peuvent atteindre, comme les atomes de l'empire inorganique, les derniers confins de la matiére. Mais l'air peut pénétrer dans un labyrinthe im perceptible de tubes déliés oú los globulee n'auraient pu circulen voiláoú je crois trouver la cause de l'admirable variation du plan, et la raison pour laquelle la respiration est subordonnée á la cir- —94— culation; carc'est pour le service de cette derniére fonction que le chan- gement parait dans l'appareil respiratoire. 11. Le pas retrograde des poissons vers la respiration branchiale des mollusques et des articules iuférieurs, sous le point de une de finalité que présente l'article qui precede, ne prouveraitpas alors, comme le \'eut Mr. Hollard, que la respiration fournit un caractére de second ordre: car la respiration aérienne n'aurait pas parii auparavant sans ce que nous ve- nons de diré; et des qu'elle reparait chez les reptiles, elle se maintient in- dépendante de l'habitation etde toute autre circonstance accessoire, com- me le prouve le mode respiratoire des maminiféres cétacés. 12. Quant au caractére tiré de la génération,il est supérieur á ceuxde la circulation et de la respiration; puisque la premiére división des ver- tebres est envivipares et ovipares, avant que d'entrer dans les détails de la circulation incompléte des reptiles, de la respiración double desoiseaux, et de la respiration incompléte des poissons: c'est pourquoi il a dú suffire á renverser la ligneparalléle des marsupiaux, si bien établie por Mr. Cu- vier: il a suffi pour cela de diviser les mammiféresen monodelphes et di- delphes; et Ton doit croire en effet que ees derniers sont les moins par- faits des mammiféres, puisque leurs organes de reproduction offrent une transition remarquable au cloaque des oiseaux. 13. Ainsi la ressemblance que présentent, d'nn cóté leSarigiie, lePhas- colome, l'Echidné, de l'autre le Hórisson, le Rat, le Fourmilier, ne sont pas tout-á-fait des caracteres d'affinité; mais plutót des jeux d'analogie que la nature se plait á reproduire dans tous ses groupes ou series partie- lles. Ce qu'il y a de mieux á faire, c'est de combiner la serie, ou l'áchelle de Bonnet, Lamarck, Blainville, avec le réseau, ou lacarte geógraphique de Linné, la ligue paralléle de Cuvier, et les cercles quinaires de Mac- Leay; en descendant toujours de Thomme á l'éponge. La ihéorie de Mr. Mac-Leay a cela de remarquable, que tous ses cercles grands et petits offrent les mémes points d'analogie dans leurs groupes normaux, aberrans et osculatoircs ou de transition. Ainsi, en comparant le squelette et les anneaux des animaux vertebres et invértébiés avec les conches ligneuses, l'écorce et les noeuds des plantes dicotylédones et monocotylédones, le savant aiiglais y révélait des analogies frappantes. Les palmiers parmi les monocotylédones, et les annélides parmi les annulés se trouvent dans la transition; et mis enregard,ilsse ressemblent parleurs rides transversa- les. Si l'on penetre dans les subdivisions du régne animal, on trouver apar- tout de semblables analogies; par exemple, le type des rapteurs, qui pré- sente le tigre dans le foréts, l'épervierau hautdes airs, le squale au fond des eaux, le crocodile sur les confins indécis de deuxélémens: dans cha- qué ordre d'insectes on trouvera encoré le type analogue. 14. Revenant au sujet principal qui nous occupe, je pense que Dieu a mis sur la terre un cercle de mollusques pulmones, on méme lemps qu'il a submergé dans les eaux des riviéres et dans les mers un cercle analo- gue mollusques pectinibranches. C'est ici que triomphe la ligne paralléle de Mr. Cuvier, et la théorie de Mr. Mac-Leay; car dans l'un et l'autre cer- cle nous retrouvons des animaux dioiques et monoíques, ainsi que des points de transition. Si nous ne trouvons pas parmi les espéces terrestres de véritables hermaphrodites, c'est que ees animaux étant doués d'orga- nes de locomotion pour aller á la recherche de leurs alimens, peuvent de la méme maniere établir entr'eux des relations sexuelles: il n'en est pas —95— ainsi des espéces aquatiques, qui peuvent recevoir raliment conduit par les eaux, et qui souvent attachés toute leur vie au lieu qui les a vu náitre, meurent sur la place oú ils ont vécu. Ici done le gran caractére déla gé- nération est subordonné á celui que l'on tire de l'acte respiratoire; et la ligne paralléle se conserve mieux que celle des marsupiaux. II n'y a en eela rien d'extraordinnaire, car les caracteres primordiaux varient dans chaqué classe: pour les mammiféres ce sont les dents, pour les oiseaux ce sont les doigts. L'erreur du naturaliste dépend de ce qu'il veutétablir une regle constante au milieu d'une nature extrémement variée; et qu'il s'efibrce, contre le précepte de Linné, de faire entrer le genre dans les caracteres, au lieu de prendre les caracteres dans le genre. Notre demi science nous égare; tandisque le vulgaire, ayant pour guide la raison universelle, et la nature pour maitre, trouve souvent mieux que nous: ain- si Ton ne verra point l'homme des champs intercaller des espéces mari- nes entre les groupes terrestres, s'il s'est donné la peine de les recueillir lui-méme. 15. Pariant de ce que les cyclostomes sont des turbots, sauf l'organe de la respiration, il faut admettre qu'iis sont plus avances dans la serie, puis- que la respiration aérienne est un progrés. Nous ne pouvons pas placer en avant les hélices, parce qu'iis sont monoiques, ou hermaphrodites an- drogins. II faut done niettre á la tete des gastropodes le genre Cyclosto- me, comme l'a fait Mr. Adams diins eon catalogue, et contrairement á Mr. Pfeiffer; les Hélicines vienne it npréü, parce que leur pied est moins com- pliqué. J'aime mieux nianqnerá certaines transitions qu'aux exigeances de la serie. Au reste, il est des difiicultés invincibles dans la ligne droite: elles ont été prévues par le génie supérieur de Mr. Cuvier, comme on peut le voir dans le premier volume de son Histoire des poissons, pa- ge 5G8. 23. La plus grande partie des gastropodes marchent sur un talón uni- que, plus ou moins long, auquel le^ fibres muscnlaires disposées en tra- vers imprinient un mouvement ?inueu: d'r.rriére en -ivant, á peu prés comme les canx de b mer qu'un vent f?vorablo j onsse sur une plage; on peut diré qu'il;, se traínentsur un pied charnu: c'ecí la maniere d'avan- cer des hélicec et des bulancs. Plasieurs pectinibiaiiche^ marins sont doués de deux ta\m¿, l'fin aiiíérLeur, i'aatrí, ;)0^Lói^-lLr, la partie inter- médiaire se troav"iit vl6p .arviie d * fibrea muscu cire^; ce qui les oblige á marcher par enjambées covíae 'es {rhGnllIe.s arpontcu"3es: c'est l'allure du Piétin (rAdaiiKOi., cí d^. qjiclquj? aai-rCo £dpoC33 qv.i recraraponnent aux récifs battuc par !^i o d?5. . 'nutres o?i t un pied court, un seul talón, dont le mouvemeut sínuenx combiuá avsc i'a.ai ccment de la masse proboscidÍ9nne, leur íait ¡c pa- n iiic [;5om^triq".e: c'esí le cas des Trun- catelles, du moins des espocec- t3neetr'js dj ce gcurc, obser .jes par Risso sur les cóte<^ de l'Itaíie, et pai* ino'-niéme á 1?. Kavane, en compagnie du Dr. Gundlach, qui Ijs a décoiiverte^' a-ix enviroi'.: de Matanzas. D'autres, et c'est le cas de plusieui'¿ cyclootonies que je nomme ci-dessous, ont le pied divisé longitidinalemert par une ligne blanche, qui ie separe en deux faisceaux de fibres contráctiles: l'animal meut d'un pas sinueux et ahernatif chaqué cote du pied; ce qui offre une transition aux bipédes supérieurs. De plus il faut remarquer que tous ceux qui ont le pied ainsi oiganisé, sesuspendentdans le repos par le moyen d'un fil, qui parait secreté parle pied méiue, comme je l'ai representé pl. 7. fig.8. Cette der- —96— niérecirconstance n'est pas exclusive descyclostomes, puisqu'elle exis- te chez les Litiopes; et le Dr. Giindlach l'aobservée plus d' une foischez une espéce de Buccin voisin de ceux que Mr. D'Orbigny a décrit dans l'ouvrage de Mr. de la Sagra sous le uom de Colombelle cribaría Lm. et occllata Gm. 25. Ce sont la des caracteres importauts, parce qu'iis impriment des modifications profondes chez rauinial; et ils doiveut servir á l'átablisse- ment des geiires, bien mieux que la coquille etj 'opérenle, si toutefois l'on vent avoir des coupes naturelles. Quelques classifícateurs de mollusques prétPiídent que Ton ne doit pas admettie des genres fondés sur l'animal, quand ils ne sont point appuyés sur les caracteres tires de la coquille. C'est une maniere de pensar plus propre de concliologistes peu philo- sophes que de véritables malacologistes; plus soigneux si Ton vent, de leur commodité personelle que des progrés de la science, laquelle C'^t tou- te entiére dans une bonne classifícation fondee sur la niéthode naturelle. Je comprends bien que la difficulté sera grande quelquefois, parce que l'animal accompagne rarement la coquille dans les coUections; mais c'est une fa¡bles!?e. c'est presque une puérilité que de reculer devant un un obstacle semblable. Les iépidoptérologistes firent la méme opposi- tion, lorsque l'on commenqa en Suisse á íbnder la méthode sur les carac- teres tires des chenilles; mais l'exemple des savants et modestes auteurs du catalogue des lépidopteres des environs de Viene, fut bientOt suivi en France par l'illustre Mr. de Latreille, puis par ses disciples Godart, Boisduval, Duponchel, ainsi qu'cn Allemagne par Hiibner, Oschenhei- mer et Treitschke; et aujourd'liui c'est un principe acquis pour l'ento- niologie. Ne craignons pas d'entrer dans cette route épmeuse, dont les fruits sont certains: l'étude des animaux recevra alors une impulsión sa- Jutaire; et l'analogie, dans bien des cas, viendra en aide á l'observation. Ab uno discc omnes, sauf lapage d'errata, le cas échéant. IX. NUEVAS ESPECIES DE CIOLOSTOMAS DE LA ISLA DE CUBA- En la memoria que precede doy los caracteres del géne- ro Cyclóstoma, entre los moluscos pulmonados terrestres, y el lugar que ocupa en la clasificación de estos seres. Paso por esta razón inmediatamente á la descripción de las especies. 1. Cycl. majiisculum. Mor, Morelet, testac. noviss. Pars 2, p. 19. Cyclóstoma mayorcito. — Concha ovato-conoidea, sólida, —97— muy umbilicada, con costillas romas longitudinales (1), cruza- das por otras transversas mas finas y poco perceptibles á la simple vista; de ápice tronco en la edad adulta, y conservando Sh vueltas redondeadas; sutura almenada; abertura redon- da, bien que un poco mas estrecha ú angolesa en su extre- midad posterior; perístoma engruesado con capas concéntricas, y ligeramente volteado. Color amarillo ocráceo, á veces vinoso, frecuentemente unicoloreado; pero en los mas bellos ejempla- res, presentando varias fajas longitudinales, las unas forman- do una serie de puntas de lanza, las otras simplemente puntea- das: el perístoma es blanco. Opérenlo córneo amarillo y un po- co cóncavo por dentro, blanco por fuera, formado de láminas delgadas y levantadas en sus vueltas de espira; ápice snbcon- céntrico. Longitud, trunca 80 mil. Diámetro transverso, 16; y entre dos líneas paralelas, 19. El animal anda sinuosamente á la manera de los Bulimos: la parte del cuerpo que saca fuera de la concha, es de un blan- co azulóse; tentáculos de un naranjado muy pronunciado; ojos pequeños y negros; labio bífido. Lámina 8, figura 6 — 12. Considerando la concha entera, lo que puede hacerse con la ins- pección de los individuos jóvenes, consta de siete vueltas, como lo in- dican los puntos de la lámina; rompe la 4? y le quedan 3^. El Sr. Morelet ha contado 4 vueltas, tomando sin duda en consideración el nuevo ápice con que el animal cierra la espira después de haberla cortado ó antes de cortarla. La lámina donde está representada esta especie lleva la contraseña de correcta, porque he suprimido la primera que llevaba el nombre de mactum en lugar de majnsculum; y como hice la mudanza en los primeros dias de la publicación, no creo que el nombre de mnctuin haya sido citado por nadie: por lo que no debe aparecer en ninguna sinonimia. La figura 11 representa de medio lado una variedad bastante común de esta especie, que tiene el borde derecho de la abertura pro- longado, como allí Stí vé. Habita los lugares sombreados y pedregosos de la cordi- llera de los órganos, discurriendo por el suelo debajo de la ho- jarasca que cubre la tierra en aquellas alturas, donde he reco- jido muchos. (l) Mis hneas longitudinales son siempre las espirales, y las transver- sas son las del crecimiento, cualquiera que sea la forma de la concha. 13 —98— 2. Cycl. Rangelmiun, Poey. Cyclóstoma Rangelino. — Concha prolongada, sólida, muy umbilicada, cruzada por muchas y finísimas estrías, troncada en el ápice y conservando 5^ vueltas redondeadas de espira; su- tura almenada; apertura casi circular; perístoma desprendi- do, bilabiado, no engruesado, apenas volteado, la lámina interna bien señalada, y la externa compuesta de laminillas poco concéntricas, las cuales forman en la parte posterior, un ángulo á manera de diente. Color vinoso, con muchas fajas longitudinales, mas ó menos anchas y diferentemen- te punteadas. Opérenlo córneo, espiral, cóncavo por den- tro, plano por fuera, donde las vueltas de espira se presen- tan estriadas oblicuamente, amarillo verdoso: visto de canto muestra una canal profundamente angulosa. Longitud trunca 28 mil. Diam. menor 13; mayor, 15. Var. b. vinoso, sin fajas. c. amarillo sucio, sin fajas. El animal es negro, con el dorso blancuzco; tentáculos de un naranjado bajo, con la base y las inmediaciones del ojo de un blanco amarilloso; ojos negros. El andar es sinuoso. Lámina 8, figura 13 — 19. Las estrías aunque finas son muy visibles y regulares. La concha entera tiene siete vueltas, y se rompe en la tercera. Habita los mismos parajes que la especie anterior, princi- palmente la sierra de Rangel, de donde le viene su nombre: las costumbres son las mismas. He visto muchos, hallados por mí. 3. Cycl. incidtiim, Poey^ Cyclóstoma desaliñado. — Concha turriculada, sólida, con hendidura umbilical, troncada en el ápice y conservando 4J vueltas redondeadas de espira; cruzada por costillas muy aga- chadas, y por lo tanto poco notables; sutura bien almenada; la última vuelta desprendida, y aquillada hacia el ángulo poste- rior del perístoma, el cual da á la abertura una dirección oblicua hacia fuera; esta es de bordes simples, volteados, no engrue- sados. El color es de un blanco teñido de amarillo sucio: se ven algunas fajas rubias longitudiuales, mal pronunciadas. O- _99— pérculo como el que está descrito en la especio anterior. Lon- gitud, trunca, 18 mil. Diam. menor, 7; mayor 8. Lámina 8, figura 4. 5; no 3 — 5. Esta especie me ha sido dada por D. Francisco Lavallée, recogida por él en las montañas de Trinidad. No he visto más que un ejemplar. Le he puesto el nombre que lleva mas arri- ba, por lo indeciso de sus colores, sin embargo de que la fres- cura de la epidermis y la presencia del opérenlo indican que ha sido encontrado vivo. 1. Cycl. confertiun, Poey, Oyclóstoma apretado. — Concha turriculada, sólida, sin perforación umbilical, troncada en el ápice y conservando 5J vueltas convexas de espira; cruzada por una multitud de costi- llas finas y regulares; sutura finamente almenada; última vuel- ta muy pegada á la espira, abertura piriforme, peristoma do- ble, el externo volteado, formando un ángulo prolongado en la parte posterior. El color en el ejemplar muerto, presenta algu- nas fajas longitudinales interrumpidas por puntos blancos. Lon- gitud, trunca, 19 mil. Diam. menor, 6J; mayor, 8. Lámina 8, fig. 1 — 3; no 1. 2. No puedo dar razón exacta del color, porque el individuo obser- vado está en parte calcinado. No conozco el opérenlo. Dado por D. José María Velasquez, que creia haberlo en- contrado en la isla de Pinos. El Sr. Redfield, secretario del Li- ceo de New- York, me ha enviado en comunicación otro ejem- plar de esta Isla en un estado peor de detrimento, pero conser- vando siempre las estrías bien cruzadas; lo tuvo del Sr. Stuart, que probablemente lo habrá recibido del Sr. Velasquez á quien visitó en la Habana. Debe su nombre á la proximidad de sus estrías. 5. Cycl. revinctiim, Poey. Cyclóstoma amarrado. — Concha turriculada, sólida, um- bilicada, espira compuesta de 7 á 8 vueltas convexas, cruzada por costillas de regular dimensión; sutura irregularmente alme- nada, última vuelta apoyada sobre la espira; abertura subre- dondeada; peristoma simple, apenas volteado. Color rubio, con —100— algunos rasgos transversos, ya blancos, ya trigueños; y tres 6 cuatro fajitas longitudinales blancas, interrumpidas por pun- tos morenos, las inferiores mas pronunciadas; una taja ancha, blanca, empieza en la mitad del lado izquierdo de la abertura, y penetra dentro del ombligo; abertura bordada interiormente de blanco. Opérenlo córneo, muy delgado, espiral, de ápice ex- céntrico, plano y de estrías transversas poco visibles y encos- tradas. Long. 14 — 15 mil, Diam. menor 6, mayor 7. Lámina 5, figura 24 — 27. Los C. crenulatum Pfr. {Auherianiim D^ Orh.) y Delaíreanum D'Orb. se aproximan á esta especie, por la forma turriciilada, la es- tría entrecruzada y la sutura almenada. El presente difiere del cre- nulatum por la mayor regularidad y notabilidad de sus fajas longi- tudinales, y principalmente por la faja ancha blanca circumunibilical. Este carácter lo distingue también del Delatre:jnnm; y además el perístoma, que en este es doble, y el opérenlo sólido y de espira le- vantada. Debo decir que la expresión del Sr. Pfr. operculum tenue, testuceum, indica bien e! Jiuhírianum\ aunque lo de peristomate interdum dujjlicato nos recuerde el Delatreanum. Hallada por el Dr. Gundlach en la punta de San Juan de los Perros. Debe su nombre á las fajas cordoneadas ya descri- tas. Cuando se trunca, rompe la segunda vuelta. He visto seis. 6. Cycl. claiidícans, Poey, Cyclóstoma claudicante. — Concha ovato-conoidea, de po- ca consistencia, umbilicada, espira de 7 vueltas redondeadas, entrecruzada de estrías regulares, las longitudinales formando costillas finas, y las transversales láminas delgadas; sutura profunda; la última vuelta es ventruda, y ocupa tanto ó mas que todas las otras juntas; abertura ovalada, oblicua, un poco angulosa en su parte posterior; perístoma doble, el interno rara vez emergente, ordinariamente unido al externo, que es cortan- te y muy dilatado en ángulo recto, con bordes fimbriados ó estriolados por el hundimiento que forman las costillas longitudinales: el borde posterior del lado derecho descansa sobre la espira; el borde izquierdo se rompe en la mitad de su longitud y se prolonga como una oreja convexa para cubrir el ombligo, el cual queda sin embargo casi siempre medio des- cubierto, y luego continúa de mayor á menor hasta unirse con el borde derecho, apoyando sobre la espira. El color es de ave- —101— llana, presentando en los mejores ejemplares algunas líneas longitudinales mas oscuras, interrumpidas por puntos mas pro- nunciados, que por estaren frente unos de otros forman lijeras fajas tranversas: perístoma blanco ó teñido de amarillo. El opér- enlo es córneo, rubio, delgado, espiral, ápice excéntrico, plano, con las estrías oblicuas poco notables. La concha truncada se rompe en la tercera vuelta. Long., 19 mil. Diam. menor 11; mayor 14. Var. b. de fondo negruzco. c. de fondo rojizo, unicoloreado. El animal es ceniciento; tentáculos anchos, comprimidos terminados en punta, de un rojo vermellon con la base clara al rededor de los ojos, que son negros, y entre los dos ojos; trom- pa prolongada, muy bííida. Camina con movimiento sinuoso, lateral y alternativo, sin poner toda la planta en el suelo; de suerte que apoyando sobre la parte externa está expuesto á caerse de medio lado, como le sucede algunas veces, lo que depende también de la prisa con que camina: esta circunstan- cia me ha hecho llamarlo claudicante ó cojo. En el reposo se cuelga de un hilo. Lámina 7, fig. 8 — 11. La concha tiene lasestr'uis muy aproximadas; y las láminas trans- versas, ai pasar por encima de la? coscillas se prolongan en punta, co- mo indica la figura 11, y puede verse muy bien con lente y sentirse al tacto: es lo que se nota en el Cyclostoma fiynhriatxdum, especie muy próxima de Jama-ca, con la diferencia que este tiene las costillas mas gruesas, y por lo tanto la franja del borde externo mas profunda; también es el opérenlo de la especie jamaicana de ápice concéntrico, de consistencia y aspecto muy distinto; lo que viene en apoyo de lo que he declarado en la memoria anterior sobre la poca importancia de este órgano en la clasificación de los Cyclostomáceos, Las estrías del claudicans son tan finas como las del Cycl. lima de Jamaica, y un poco mas ásperas. Si se mira con un lente las Ij piimeras vueltas del ápice que el animal desecha cuando troncha su concha, se verá que es totalmente lisa, y solo empiezan las estrías en el individuo troncado. El Sr. Morelet {Téstete, noviss) ha descrito tres especies de cy- clóstomas de esta isla, los cuales no conozco y que parecen muy pró- ximos á la especie presente. La primera es el Cycl. tenebrosum que difiere por los caracteres siguientes anfractus priores strigis decur- rentibus plus rninusve angulati.... peristomn concentrice striolatum^ ad suturam acute canaliculatiim.... Sub lapidibus-, tampoco hace mención de la franja que tiene el claudicans, por el estilo de la del fimbriaiulum. La segunda es el sericatum que parece tener todas —102^ las láminas levantadas; difiere pues por rugis confertissime crispís, et strigis nonnullis in ultimo anfractu decurrentibus asperiila- tum.... ultimo anfradu circa umbilicum, spiraliter silicato.... mar- gine peristom,atis interno emergente, externo plicatulo, umbilicum, occultante. La tercera es el Cycl. semica^iAim, que difiere por albi- du7n, apicem versu'^erosum pallide fulvescens.. apertura circula- ris.. peristomatis margine externo breviter expaiiso, circulatim ca- naliculato.. 13 mili. Habitat in Ínsula Pinorum. El andar de este cyclóstoma es el mas notable de todos los que he observado; porque adelanta con mucha prontitud, como si anduviera en dos pies, levantando la línea blanca que separa los dos talones laterales, á manera de techo. Abunda en los lugares sombreados y peñascosos de la Sierra de los Órganos, no debajo de las piedras ni sobre la tierra, sino sobre las peñas desnudas de los terrenos quebrados, donde se mues- tra en tiempo de seca colgado de un hilo, y cubierto de partí- culas terrosas y vegetales que sirven á ocultar su presencia á las aves y otros raptores enemigos. He recojido muchos, entre ellos algunos con el ombligo enteramente cerrado, y unos po- cos de solo 14 mil. de longitud. Se encuentra frecuentemente con la espira entera. 7. Cycl. verecundum, Poey. Cyclóstoma vergonzoso. — Concha ovato-conoidea, sólida, púdica (1) troncada en el ápice, y conservando 3| vueltas con- vexas, señaladas por costillas longitudinales algo gruesas y re- dondeadas; entrecruzadas en el ápice 1¿ vueltas; sutura no al- menada y poco profunda; última vuelta abultada; abertura obli- cua, ovalada, algo angulosa posteriormente; perístoma doble, el interno recto subemergente; el externo cortante, dilatado rectangularmente por su cara inferior, ancho, formado de lá- minas concéntricas, descansando posteriormente sobre la espi- ra, donde forma un ángulo agudo, á veces levantado sobre di- cha espira, el lado izquierdo cortado y prolongado sobre el ombligo que cubre exactamente, continuándose después á ma- nera de cmIIo para unirse al borde derecho. Color blancuzco algo rubio, con la mayor parle de las costillas punteadas de (1) Hay conchas umbilicadas y no umbilicadas; hay otras umbilica- das en su primera edad, y de ombligo cubierto en la edad adulta: quisie- ra introducir para estas la denominación de püdicas. —103— bruno á distancias regulares que forman también fajas trans- versas interrumpidas, las decurrentes bien expresadas sobre el perístoma externo. Longitud 23J mil. Diam. menor 12J, mayor 17. Var. menor, longit. 20. Lámina 7, figura 5 — 7. De las tres vueltas y media que han quedado á la concha, las 1^ primeras tienen las estrías cruzadas; este carácter es apenas per- ceptible en la que sigue, y en la última desaparece enteramente, que- dando solamente las costillas longitudinales. Dado por D. José María Velazquez que lo encontró en San Diego de los Baños. El Sr. Redfield lo recibió en Nueva- York de la Isla de Cuba, por otro conducto. El nombre de ver- gonzoso indica el carácter mencionado en la nota de este ar- tículo. 8. Cycl.hoiiestiiin, Poey^ Cyclóstoma honesto. — Concha prolongada, sólida, púdica; troncada en el ápice, y conservando entonces 4 vueltas con- vexas de espira, marcadas transversalmente por costillas lami- nosas equidistantes, las cuales prolongándose sobre la sutura la dejan adornada con puntas de almena; abertura oblicua, ovalada, un poco mas aguda en la parte posterior; perístoma doble, el interno confundido con el externo, que es muy dila- tado en ángulo recto, y formado de capas concéntricas, su par- te posterior apoyada inferiormente sobre un tubérculo estriado que está al remate de la sutura, borde columelar desprendido para cerrar el ombligo, y corriendo á manera de callo á unirse con el borde opuesto. Color blanco mate, que se ensucia con el tinte de la tierra en que se encuentra; perístoma blanco. Opérenlo semi-calcáreo blanco, espiral, ápice exéntrico, con la- minillas externas transversalmente oblicuas. Longitud trunca, 8 mil. Diam. menor, 3; mayor, 4* Lámina 1, figura 1 — 4. Si por la inspección de los individuos jóvenes restablecemos la espira entera, la concha tendrá 8 vueltas; y su longitud será de 1 1 mil. No se encuentra adulta entera, sin embargo de que está así figurada. He encontrado algunos por tierra en la loma de Almen- dares, á tres leguas de la Habana. Debe su nombre á la misma causa que la especie anterior. —104— 9. Cycl. procáx^ Poey, Cyclóstüma desvergonzado. — Concha turriculada, sólida, umbilicada, entera; espira compnesta de 9 vueltas redondea- das y separadas por una sutura profunda no almenada, escul- pida con láminas transversas equidistantes, última vuelta des- prendida; abertura oblicua, redonda, un poco angulosa en su parte posterior; perístoma doble, el externo cortante, dilatado en ángulo recto. Color córneo pálido, con tres fajas longitudi- nales interrumpidas, ó formadas por una serie de puntos bru- nos; en la última vuelta hay cinco. Longitud, 10 mil. Diam. menor, 3; mayor, 4|. Lámina 7, figura 12 — 14. Ya que he llamado honesto el Cyclóstoma anterior de om- bligo cubierto, no será mal dar el nombre de desvergonzado al presente, que lo tiene á la vista. He tenido tres individuos de esta especie, sin acordarme de donde han venido; pero no me queda duda de que son de esta Isla. 10. CtjcL nodulatum, Poey. Cyclóstoma nudoso. — Concha prolongada, sólida sin per- foración notable; troncada en el ápice, y conservando 4.^ vuel- tas redondeadas de espira, separadas por una sutura profunda é irregularmente almenada; con láminas transversas reuni- das casi siempre de cuatro en cuatro, y dejando entre ellas un espacio desocupado; entrecruzada por costillas longitu- dinales distintas y poco perceptibles; última vuelta casi des- prendida; abertura oblicua, ovalada; perístoma doble, el exter- no dilatado en ángulo recto, y mostrando sus capas concéntri- cas, apoyando su parte posterior sobre un nudo ó tubérculo es- triado que está al remate de la sutura. Color blanco, que se ti- ñe del color de la tierra en que se encuentra. Opérenlo semi- calcárpo, espiral, de ápice excéntrico, con laminillas externas transversalmente oblicuas. Longitud, trunca, 8 mil. Diam. me- nor, 3.^; mayor, 4. Lámina 5, figura 21 — 23. He hallado esta especie muerta en la singular cenefa que se nota en la cueva de Cotilla. El Dr. Gundlach me la ha en- viado de varios puntos de la jurisdicción de Matanzas. —105— 1 1 . Cycl. tortum, WoocL Cycloatoma iortum Wood, Index testac. Snppl. tah.^6,f.S^. Dejo la descripción de esta especie para una memoria se- parada, donde expresaré las razones que me hacen considerar como variedades del tortum todas las especies de este grupo descritas hasta ahora como pertenecientes á la isla de Cuba; y son: auriciihftiimD^Ovh., bicolor Gould, vcntricosum D'Orb.; las tres figuradas por mí, mas no descritas, con los nombres de mani, solenatinn, apertum', y tal vez alu*aceum Pfr. Láfninas en Noviembre de 1851. Texto en Marzo de 1852. NOTA. La norma descriptiva de las conchas univalvas, dada en las páginas 30 y 92 quedará aquí del modo siguiente, que me ha parecido el mas lógico: forma, consistencia, perforación, escultíira, sutura', truHcatura, número y forma de circunvolu- ciones, 2)7'?meras vueltas de espira, última vuelta', abertura, pe- ristoma, columela, callosidad. Color. Opérenlo. Dimensiones, Variedades. Patria. Observaciones. Historia. Presento en es- te orden mis descripciones en el texto español: no es el mas breve, pero tampoco peca por difuso; y he dado á las oraciones toda la extensión que exijen las ideas, mas numerosas allí que en el Sumario latino. Pero la necesidad de proceder lo mas brevemente posible en este último texto, conforme al precepto de Linneo, Oratorio stylo in charactere nil magis abomi- nabile, me ha hecho volver á la práctica del Sr. Pfeiffer, que solamente en la familia de las helíceas ha descrito cerca de 2500 especies; y por lo tanto pondré el color antes de la escul- tura. Esta pequeña mudanza trae consigo otra puntuación y una brevedad notable en la frase diagnóstica. Esto mismo no puedo establecer en el texto español; porque la descripción mas extensa de los colores pide una frase á parte, y por lo di- cho en la memoria 3, número 10. El Sumario lleva el diámetro menor; el mayor y otras particularidades se verán en la pági- na citada. SUMMARIUM. 1. Cycl. majuscnhim Mor.- — Testa ovato conoidea, crassa, perforata, ochracea, interdum violácea, fasciis volventibus frequeutius ornata; 14 —.106— longitudinaliter costulata, et striis transversalibus subclahtrata; sutura crenata; ápice trúncala, anfractibus 3^; per¡sto,nia(e iucrassato. Opercu- lum corneum, spira laniillosa, ápice excéntrico. Long. 30, diam. IG. Ani- mal cinereum, sinuose tantum incedens, tentaculis aurantiis. Pag. 97, tab. 8, fíg. 6—12. 2. Cyd. Rans^elinum Poey. — Testa ovato-turriculata, solida, perforata, fusco-violacea, fasciis spiralibus frequentissime picta; strigis confertis decussata, sutura creiiulata; ápice truncata, anfractibus 5¿; peristoma dúplex, externo postice angulato. Operculum corneum, ápice excéntrico. Long, 23, diam. 13. Animal fuscum, dorso albido, tentaculis fulvis. Pag. 98, tab. 8, fig. 13-19. 3. CijcU incultum Poeij, — .Testa turriculata, perforata, sordide lútea, vix picta, spiraliter subcostulata, sutura crenata; ápice truncata, anfrac- tibus 4i, ultimo disjuncto, ad suturam carinato; peristomate expanso. O- perculura corneum, ápice excéntrico. Long. 18. diam. 7. Pag. 98, tab. 8, fig. 4, 5; nec 3 — 5. 4. Cycl. confertum Poey. — Testa turriculata, im perforata, striis confer- tissimis decussata, sutura crenulata; ápice truncata, anfractibus 5J; pe- ristoma dúplex, externo expanso, postice producto. Color... Long. 19. diam. ()}. Pag. 99, tab. 8, fig. 1—3, nec 1. 2. 5. Cycl. revinctum Poey. — -Testa turriculata, perforata, cornea, fusco cincta, decussatim costulata, sutura crenulata; integra, anfractibus 7; peristoma simplex, vix expanssum. Operculum corueu n, tenue, ápice ex- céntrico. Long. 14, diam. 6. Pag. 99, tab. 5, fig. 24 — 27. 6. Cyd. daudicans Poey. — Testa ovato-conoidea, tenuif, semipudica, fusco longitudinaliter picturata, decussata, sutura profunda; ápice trun- cata, anfractibus 7; peristoma dúplex, externo angulatiin dilatato, radia- tim fimbriato, margine sinistro postice soluto, umbilicumsubtegente. Oper- culum corneum, tenue, ápice excéntrico. Long, 19, diam. 11. Animal cinereum, tentaculis rubris; pede sinuoso, alierno latere progrediens; lapidibus funiculum nectans, quosuspensum manet. Pag. 100, tab. 7, fig. 8-11. 7. Cyd.verecundum Poey — Testa ovato-conoidea, púdica, corneo-albi- da spiraliter punctulata, costulis volventibus instructa; ápice truncata, anfractibus 31; peristoma dúplex; externo angulatim dilatato, margine si- nistro soluto, umbilicum omnino tegente. Long. 231; peristoma dúplex; externo angulatim dilatato, margine sinistro soluto, umbilicum omnino tegente. Long. 23^, diam. 12^. Pag. 102, tab. 7, fig. 5—7. 8. Cyd. honestum Poey. — Testa producta, púdica, albida, transversa plicata, sutura crenulata; apica truncata, anfractibus 4; peristoma dúplex, externo angulatim reflexo, nodulo postico superante. Operculum corneo- calcareum, ápice excéntrico, spira oblique lamellata. Long. 8, diam. 3. Pag. 103, tab. 7, fig. 1—4. 9. Cyd. procaz Poey. — Testa turriculata, perforata, pallide cornea, fasciis spiralibus punctata, transverse plicata; integra, anfractibus 9, ul- timo late disjuncto, peristoma dúplex, externo angulatim dilatato. Long. 10., diam. 3. Pag. 104, tab. 7, fig. 12—14. ^ 10. Cyd. nodulatum Poey. — Testa producta, vix perforata, albida, pli- cis fasciatim sculpta, costuüs rarioribus absoletis longitudinaliter cla- thrntula, sutura crenulata; ápice truncata, anfractibus 4.^; peristoma dú- plex, esteroiira angulatim reflexum tubérculo postico superante. Opercu- —107— lum corneo-calcarenm, ápice excéntrico, spira transversa sulcata. Long-^ 8, diam. 3i. Pag. 104, tab. 5, fig. 21—23. 11. Cycl. tortum Wood. — Ad commentarium posterum mittitur: hujus speciei varietates suiít Cyclostomata auriculatum et ventricosum D'orb. 6t- color Gould, 7nan{, solenatum et apertum Poey, atque lorsan aluíaceum Pfr. Nota. — IiiíVa vide. TRADUCTION DE LA NOTE FINALE. Voici définitivement l'ordre descriptif que j'adopte pourles coquilles uiiivalves: forme, consistance, perforation, sculpture, suture; troncature, nom- bre et forme des tours de spire, preiviers tours, dernier tour; ovverture, péristo- me, colmnelle, callosité. Cnuleur. Opercule. Dimensions, Varietés. Patrie. Oh' servations. Histoire. C'est l'ordre suivi dans les descriptions du texte es- pagnol: ce n'est pas le plus court, niais il est commandé par le nombre et l'étendue des idees que ce texte renferme. II n'eu est pas ainsidu Som- maire latin: la nécet^sité d'éíre encoré plus bref, conformément au pre- cepte de Linné Oratorio stylo in charactere nil magis ahominahile, m'a rap- pvoché beaucoup plus de Mr. Pfeifíer, en m'obligeant á placer dans une méme phrase les couleurs avant la sculpture; ce queje n'ai pu établir dans le texte espagnol, parce que cette partie y est trop étendue, et de- mande une phrase á part; c'est d'ailleurs l'ordre logique, comme je Tai manifesté dans nion Mémoire 3, num. 10. — Le Sommaire porte le petit diamétre de lacocjuille: on consultera la page citée pour ce qu'on trou- vera de moins dans la description latine. X^3e nomme ptidiques les coquilles dont le péristome extérieur se dé- tache pour fermer l'ombilic. Voyez pl. 7, fig. 5. X. ESPECIES NUEVAS DE HELICINAS, GENERO DE MOLUSCOS UNIVALVOS, TERRESTRES, OPERCULADOS. Las helicináceas y los cyclostomáceos son dos familias qne forman el grupo de moluscos pulmonados con opérculo, de que he tratado en la memoria que precede: por lo que basta- rá en lo presente decir que el género Helicina de Lamarck, que hoy forma la familia de las helicináceas, tiene los caracte- res señalados para los cyclóstomas, con la diferencia de que la concha no presenta la abertura redonda y continuada, sino semilunar ó escotada por la última vuelta de espira, y oblicua; su forma general es globoso-deprimida, carece de ombligo, y —los- en su lugar se nota una base callosa; se distingue además por el opérenlo que no es espiral, sino compuesto de elementos con- céntricos y casi siempre de snst'Micia calcárea, no obstante ha- ber escrito el Sr. Lamarck que es córneo. En esta familia se han establecido los géneros AmpuUi- «« Blainv Olygi/ra ^ay (Oligi/raMke), Tróchate/ la Swa'ms. LucidelJa Swains., Aleadla Gray, Stoastoma Adams, Pujyína Vign. ( Moidinsia Grat.^ Los géneros AmpulUna, O/ijgi/ra y Aleadla no han sido aceptados. El género Piipina, por su for- ma prolongada, su opérenlo córneo, su lustre marino, debe for- mar una familia á parte: el Sr. Redfied lo tiene en el catálogo de su colección entre los cyclostomáceos, á quienes se aproxi- ma en efecto por la forma y el opérenlo, y se aparta por los bordes desunidos de la abertura; los Sres. Menke y Pfeifter lo colocan entre las helicináceas. Fuera de este, los demás que- darán para mí en el género Helicina de Lm. Este género cuenta 67 especies en el Catálogo del Sr. Jay; y 50 en el del Sr. Adams, especial para la isla de Jamai- ca; en mis notas m. s. s. sobre la isla de Cuba, he inventaria- do 48 especies. Cotejando los tres catálogos con las descrip- ciones de los Sres. Lamarck y Deshayes, hallo un numero to- tal de 118 especies distintas; de las cuales tí son de la Ocea- nía é India oriental, 4 del Brasil, 108 de las Antillas y otros puntos de la América central, ninguna de Europa. Las que des- cribo á continuación, son de la isla de Cuba. 1. Helicina Briarea, Poey. Helicina Briarea. — Concha deprimidamente globulosa, gruesa, sutilmente estriada al través y marcada con líneas ele- vadas longitudinales, distantes, los cuales en la ultima vuelta parecen á la simple vista formadas de un pelo rasurado; 5 vuel- tas de espira poco convexas, ápice obtuso; abertura semi-lunar, mas alta que ancha, perístoma medianamente engruesado, sua- vemente arqueado; columela formando un triángulo subvertí- cal, plano, tubercuiado en el vértice antes de su unión con el borde izquierdo de la abertura; el borde derecho se une á la circunferencia por medio de un tubérculo menos notable; ca- llosidad lisa, lustrosa, ocupando el centro de la base, y exten- ' diéndose coa mucha transparencia hasta completar un óvalo con la abertura El color es pardo rojizo, mas rojo en las prime- —log- ras vueltas que en la última; por debajo es de un amarillo su- cio, que se extiende también por encima del perístoma, por en- cima de la sutura y por la circunferencia de la última vuelta de espira; el perístoma por dentro, y la callosidad son de un her- moso blanco. Diámetro m lyor 31 mil. menor 25; altura 20. Lámina 11, figura 9 — 12. Las asperidides que se notan enciini de las estrías longitudina- les son mas bien epidérmicas que esculturas calcáreas: cuando el in- dividuo no está en buen estado de conservación no dejan mas señal que unas líneas sutiles. Esta bella especie, la mayor que conozco, ha sido halla- da en San Diego de los Baños por el Sr. D. José María Ve- lazquez: he visto dos ejemplares idénticos. La magnitud de es- ta especie y las menudas asperidades de sus líneas longitudi- nales me recuerdan los cien brazos del gigante Briareo, á quien debe su nombre. 2. Hdlcina cíüata, Poey, Helicina ciliada. — Concha deprimidamente globulosa, gruesa, sutilmente estriada al través, y marcada con líneas elevadas longitudinales, aproximadas, las cuales en la última vuelta parecen á la simple vista formadas por pelos rasurados; 5 vueltas de espira poco convexas, ápice obtuso; abertura se- mi-lunar, con tendencia á triangular por causa del borde de- recho que es poco curvo; perístoma poco grueso y sin volteo notable; columela formando un triángulo subvertical, plano, tu- berculado en el vértice antes de su unión con el lado izquier- do de la abertura; callosidad extensa, semicircular, opuesta á la abertura. — -El color es ya de un amarillo bajo, ya de un mo- reno rojizo claro, sin distinción de espiras; bien que en la últi- ma vuelta se encuentra oscurecido por las eminencias longitu- dinales; el perístoma y la callosidad participan del color gene- ral. El opérenlo es sólido, calcáreo, cubierto por dentro de una lámina córnea donde se distinguen estrías sutiles concéntricas; la base ó borde interno es gruesa principalmente á los extremos, y se adelgaza hacia la circunferencia formando una ligera con- cavidad en la superficie externa de-ínuda de epidermis. Los in- dividuos de fondo canario, tienen el opérenlo rosado, con epi- dermis roj=za; en los otros el color no es tan bello. Diámetro mayor, 20 mil.; menor, 17; altura 15^ — lio— El animal, según informes del Sr. Lavallée, es negro en su parte superior, menos o?curo en los contornos; tentáculos largos, agudos y negros; trompa prolongada y triangular, pié largo como de una pulgada. Lámina 11, figura 5 — 8. Las estrías transversales sumamente sutiles y la presencia de las estrías longitudinales distinguen bastante esta especie do las Crassa D'Orb. y jJulcherrima Lea; la Sagraiana D'Orb. tampoco puede coa- fundirse con esta, principalmente por la escotadura profunda que acompaña el tubérculo columelar. Debo únicamente compararla con mi Briarea y con la suhniarginata Gray. — Difiere de la Briarea por el tamaño, que es de uu tercio menor, por el color como puede verse en las descripciones; por el numero de estrías longitudinales, que son 20 en aquella especie, y 30 en la presente, contadas en la ultima circunvolución; por la abertura menos arqueada, y el borde derecho menos curvo, el callo mas grueso. Difiere de la submarginata, por- que tiene el color de toda ía concha de un moreno bastante enrojeci- do, como la espira de Briarea, Titánica y Sagraiana; sin zona mas clara en la circunferencia; las estrías longitudinales impresas y no epidérmicas, el perístoma nada volteado sino casi bilabiado, pues de- ja ver la separación de la capa interna de la externa. De las asperida- des epidérmicas digo lo mismo que en el número anterior. Debo esta especie á la generosidad del Sr. Lavallée, que la ha traido de Trinidad. 3. Helicina Titánica, Poey. Helicina Titánica. — Concha subglobulosa, gruesa, trans- versal y profundamente estriada, excepto en las tres primeras vueltas de espira, en que las estrías van desapareciendo prin- cipalmente hacia el ápice donde han desaparecido totalmente; 4 vueltas de espira poco convexas, ápice cónico-obtuso; aber- tura semi-lunar, tan ancha como alta, perístoma engruesado, la capa inferior un poco volteada, el borde derecho sinuoso; co- lumela arqueada o formando una media bóveda que remata por un tubérculo robusto á manera de diente unido al borde izquierdo; callosidad muy encostrada y muy extensa, descri- biendo un medio círculo que empieza á la izqnierda del tubér- culo y acaba en el borde derecho. — El color es de un moreno rojo que tira á aceitunado en la última vuelta por causa de la epidermis, y mas enrojecido en las otras; una zona clara pasa por la circunferencia y aparece bordada inferiormente de rojo.. —111— tanto porque el color del fondo es allí mas intenso, como por- que palidece mas abajo: perístoma y callosidad blancos. Diam. mayor 28, menor 24, altura 21. Lámina 11, figura 13 — 16. Lo que mas distingue esta especie de todas las de su g^upo, es el corto número de sus circunvoluciones, y la robustez del tubérculo que se prolonga hacia la derecha arqueando la columela; es mayor que la crassa D'Orb., su zona mejor marcada por la palidez de la base, epidermis mas bienverdoso que ocráceo: la escotadura sinuosa del bor- de derecho es también carácter mas pronunciado que en ninguna otra. Esta especie está sujeta en el estado adulto á un detri- mento de su caracol que debe llamar fuertemente la atención de los malacologistas, y que no se verifica en la H. Briarea ni en ninguna otra especie que yo conozca. El caso es que los seis únicos ejemplares que he visto, presentan en el interior de la abertura la penúltima vuelta agujereada mas ó menos, como sucede á las ampularias rotas por el Halcón caracolero (Ros- tramus sociahilis Vieill.J; pero aquí este accidente, ó por me- jor decir, este detrimento habitual no es debido á ninguna ave. Por un lado, la extremada dureza del caracol se opone; por otro la uniformidad de la acción ejercida indica que es forma- da por el animal, y depende de su organización. La acción de- muestra haber sido lenta: la concha se ha gastado anterior- mente, presentando en su callosidad un rebajo tal como pu- diera haberlo practicado una lima convexa; se ha adelgazado posteriormente ó mas al interior, como si se hubiera vertido urj ácido que ha dejado la sustancia calcárea amarillenta y reblan- decida; hasta que se ha presentado el agujero, que en su ma- yor tamaño tiene 5 milímetros de ancho, y 10 de largo, hasta perderse de vista. Parece que el animal, en su vejez, se halla estrecho en su concha, y roza con fuerza alguna parte de su cuerpo para hacer el agujero; lo que no seria suficiente, si no tuviera á su disposición algún líquido corrosivo. De todos mon- dos servirá esta particularidad para distinguir la especie: es de familia do los gigantes, como la H. Briarea, y así lo da á enten- der su nombre. Ha sido hallada en abundancia, muerta, en las costas de Baracoa por los Sres. D. Patricio de la Paz, primer Comandante del cuerpo de carabineros, y por el Dr. D. José Si- meón de los Ríos, á quienes debo el gusto de tenerla en mi colección. —112— 4. Helicina ochracea, Poey, Helicina ocrácea. — Concha deprimidamente globosa, grue- sa, transversalmente acostillada; 5 vueltas de espira poco con- vexas; abertura semilunar, poco redondeada, anteriormente prolongada y ligeramente volteada; colnmela vertical, y aun un poco arqueada por el tubérculo columelar que antecede el bor- de izquierdo; callosidad semicircular, desde la izquierda del tubérculo hasta el borde derecho. — El color es de amarillo de ocre sucio; principalmente en los surcos que separan las costi- llas, las cuales con frecuencia son blancas entre otras amari- llentas; este color va clareando insensiblemente de la base al ápice donde se muestra canario bajo; circunferencia pálida bordada de oscuro: perístoma y parte central de la callosidad de un blanco hermoso. — El opérenlo es calcáreo, revestido in- teriormente de una lámina cornea, y por lo demás igual al de la H. ciliada. Diámetro mayor, 21 mil.; menor, 17; altura 15?^. Lámina 11, figura 1. — 4. El Sr. Morelet (Testac. noviss. n.4S.) ha descrito con el nombre de Helicina silacea, una especie qne seria exactamente lo misma que la presente, si el autor no dijera "testa., rustice costnlata, subtus ra- diütim dectissata." Este cruzamiento no se halla ni por el mas leve asomo en los individuos que he examinado, los cuales llegan á ocho; y la ochracea es una especie que al primer aspecto está diciendo que no se encontrarán en ella sem 'jantes variedades. El Sr. Morelet da estas dimensiones: diam. mayor 23, menor 18. Hallada en Baracoa por los Sres. Paz y Rios. 5. Helicina acuminata^ VeL Helicina aguzada. — Concha cónico- globosa, de mediana consistencia, marcada con sutilísimas estrias de crecimiento; 8 vueltas de espira convexas; abertura recojida por la dirección en línea recta del borde derecho, perístoma simple, no engrue- sado, un poco volteado; columela triangular, oblicua, sin den- tadura, callosidad tenue, lustrosa, trasparente. — El color es blanco apenas bañado de amarillo, á veces de rosado; el inte- rior es amarillo; y la columela, lo mismo que la callosidad mas inmediata, de un hermoso canario. — El opérenlo es semicircu- lar, formando un ángulo obtuso en la base, calcáreo, plano por dentro y cubierto de una lámina córnea rojiza; blanco por fue- —lia- ra, con la parte media de la base mas gruesa y amarilla. — Diá metro mayor, 16 mil., menor, 14; altura 16. Lámina 5, figura 13 — 14. El color canario de la coliimela es un carácter constante de esta especie; por el cual se distingue de la H. Scopulorum Mor. que tie- ne además el perístoma mas volteado, y es mas pequeña. Muy bien nombrada aguzada ó puntiaguda en los M. S. S. del Sr. Velasquez: ha corrido también con el nombre manus- crito de lutescens Newc. Se encuentra en San Diego y en otros puntos de la cordillera occidental. 6. Helicincí polítula, Poey. Helicina pulidita. — Concha cónico-globulosa, tenue; con estrías sutilísimas de crecimiento, las primeras vueltas cruza- das con costillitas longitudinales, y la última solamente deba- jo de la circunferencia por medio de estrías regulares y finas; 6 vueltas de espira separadas por suturas profundas, casi aca- naladas, ápice papilar, última vuelta un poco aquillada; aber- tura semilunar, perístoma simple delgado hgeramente voltea- do, columela triangular, subvertical, callosidad empezando á la izquierda de la columela para dirigirse casi directamente al lado derecho. — El color es de un amarillo subido en el ápice, y disminuye insensiblemente de intensidad hasta llegar pálido á la última vuelta; pero debajo de la circunferencia se aviva para realzar la quilla que aparece casi blanca; sigue disminu- yendo de intensidad hasta el centro, donde se encuentra con la columela y la callosidad que lucen agradablemente por su lustre y amarillo vivo. — Altura 5 mil.; latitud mayor 5J, me- nor 5. Lámina 5, figura 4 — 6. Esta especie se distingue de otras cercanas, por la hinchazón de sus tres últimas vueltas, que la hacen parecer por encima mas globu- losa: la base es aplanada. Se encuentra en la cordillera frente á Santa Cruz, en tier- ras de D. Francisco Adolfo Sauvalle. 7. Helicina hians, JPoey. Helicina boquiabierta. ^Concha conoidea, íSÓli<3a, marca- da con estrías de crecimiento finas y distantee, y por costilks 15 —114— longitudinales, algo distantes y bien pronunciadas encima de la circunferencia de la última vuelta, muy aproximadas debajo ó en la base; 5 J circunvoluciones separadas por suturas profun- das, ápice papilar, última vuelta formando una quilla obtusa; abertura semilunar, ampliada por el apartamiento de sus bor- des; peristoma, simple, cortante, bastante volteado; columela corta y firme, callo pequeño. — El color es rosado en la última vuelta, amarillo un poco sucio en las otras, con el ápice de un canario pálido muy puro. — Opérenlo calcáreo con lámina cór- nea interna; semicircular prolongado en la mitad de la base, la cara externa cóncava por causa de la elevación del contorno. — Altura 5J mil., latitud mayor 6, menor 5J. Lámina 5, figura 1 — ^3. La última vuelta tiene encim,a de la circunferencia 7 costillas longitudinales y debajo 20—25. Hállase en las altas montañas de Trinidad, por el Sr. La- vallée. 8. Helicina exacuta, Poey, Helicina ajilada. — Concha cónica, algo sólida, con finas estrías de crecimiento y costillas longitudinales poco notables; sutura profunda, casi acanalada, 6 vueltas planas de espira, la última muy aquillada plana por encima, convexa por debajo, abertura subtriangular, peristoma no engruesado, un poco vol- teado, columela triangular, oblicua, callo poco evidente. — El color es blanco teñido de verde, mas intenso debajo de la qui- lla que es blanca; las primeras vueltas de espira son un poco amarillosas, y el ápice forma un punto blanco. — Altura 6 mil.; latitud mayor 7, menor 6. Lámina 5, figura 7 — 9. Tal vez no es mas que una variedad de la H. straminea Mor. Test, noviss. Pars. 2. pág. 18, que no conozco de vista. Difiere de la des- cripción del Sr. Morelet, en que la straminea es de alto 8 mil. y de ancho 8, y el color debajo de la circunferencia es amarillo en vez de ser verde. Por lo demás, la descripción bien circunstanciada de este apreciable autor puede aplicarse á la exacuta. La quilla muy aguda la separa de todas sus compañeras. Dada por D. Nazareno de la Paz y Morejon, que la en- contró en las lomas de Cayajabos. —115— 9. Helicina luteopunctata, Poey. Helicina de punto amarillo. — Concha conoidea, tenue, presentando con lente finas estrias de crecimiento cruzadas con costillas longitudinales; sutura profunda, medio acanalada; 7 vueltas aplanadas de espira, la última un poco aquillada; aber- tura subtriangular, perístoma volteado, columela oblicua, dilatada hacia fiíera, callo pequeño. — El color es suave- mente rosado, con la quilla mas clara, y el ápice amarillo. — Altura 5 mil.; lat. mayor 5J, menor 4J. Lámina 5, figura 10 — 12. Muy próxima á la H. Trochulina D*Orb.; pero mas ancha, mas aquillada, y con cinto blanco. 10. Helicina subglobulosa, Poey, Helicina subglobulosa. — Concha deprimidamente globo- sa, sólida, presentando con vidrio de aumento finas estrías de crecimiento y á veces algunas costillas muy rebajadas longi- tudinales, dos de ellas suelen verse en la quinta circunvolución, nunca en la última encima de la circunferencia; 6 vueltas con- vexas, las primeras creciendo lentamente, la última poco abul- tada por debajo; abertura semilunar, perístoma ampliamente volteado en ángulo recto, columela recta, corta, formando un ángulo saliente en su unión con el borde izquierdo; callo corto y espeso. — El color es blanco, con dos zonas rojizas: la pri- mera ancha, pasa por encima de la sutura, y se muestra al principio un poco interrumpida en su borde superior; la segun- da pasa por debajo de la circunferencia, y es angosta; las tres primeras vueltas son de un amarillo pálido; el perístoma es amarillento; el interior de la concha amarillo. — Altura 6J mil., diám. mayor, 9; menor 7J. Lámina 12, figura 17 — 21. Parecida por los colores á la globulosa D'Orb.; pero imposible de equivocar con ella al natural, por su depresión, su dilatado perís- toma y su eminencia columelar. Muchos caracteres comunes á esta especie tiene la H. JReeveana descrita por Pfr. en el Proc. Lond. zool. Soc. 1848, pág. 123; pero no le cuadran los siguientes: testa cónica.. st7'iis increnienti distinctis, subiente claíhraiula.. spira elévala, acntiuscula.. ultimo ünfractu vix basi conveociore.. apertura intus castanea. Hay variedades descoloridas, ó salpicada? de rojo. Traida de Trinidad por D. Julio Sagebien. —116— 11. Helicina retracta, Poey. Helícina retraída. — Concha deprimidamente globosa, te- nue, bajo el lente transversalmente estriada, la satura ofrecien- do cerca y debajo de su terminación dos estrías longitudina- les; 5J vueltas do espira, abertura coartada por el borde dere- cho; perístoma delgado sutilmente reflejado, borde derecho ascedendente, el izquierdo levantado hacia atrás para for- mar una amplia escotadura y un ángulo agudo en su unión con la columela, la cual es vertical, triangular, plana, hundida en la base; callosidad poco encostrada. — El color es de un more- no rojizo medianamente intenso, blanquizco debajo de la sutu- ra de las 2^ últimas vueltas; el perístoma, la columela y la ca- llosidad son de un rojo mas puro. — Altura 7J mil., diám. ma- yor 10, menor 7J. Lámina 12, figura 22 — ^26. Algunas hay totalmente de un rojo claro; pero la forma del perís- toma y la sutil disposición de su volteo la distinguen bien. Hallada en Cayajabos por D. Nazareno de la Paz. 12. Helicina constellata, Mor. Moreht, iti Guérin, Rev. zool. 1847, ^j. 144. ídem, test, noviss. Parsl, n. 53. Helicina estrellada. — Concha en forma de pagoda, tenue, frágil, con una depresión infundibuliforme en el puesto umbili- cal, con pliegues transversos cruzados por encima por algunas estrías longitudinales, y presentando por debajo un entrecru- zamiento regular apartado y granuloso; las primeras suturas son simples, las otras denticuladas, las últimas finamente al- menadas; pero las denticulaciones primeras pasan en las dos úl- timas vueltas de la sutura á la circunferencia, dilatadas en una quilla aguda laminosa y fuertemente dentellada; 9 vueltas de espira, las seis primeras creciendo lentamente, formando un cono agudo, la séptima casi horizontal, las dos últimas infla- das; la última vuelta se receje contra la ley del crecimiento ordinario y forma una abertura muy oblicua, triangular, con el borde derecho sinuoso, y el izquierdo muy encorvado; perís- toma apenas reflejo, columela cortísima un poco dilatada ha- cia fuera; callosidad representada por un baáo transpa,reAte y —117— lustroso de sustancia calcárea. — El color es lavado de amarillo, con manchas blancas, gruesas, equidistantes; por debajo sin manchas; ápice blanco.— Opérenlo delgado, al parecer córneo, pero realmente compuesto de una lámina calcárea externa, y de otra cornea, interna; no es espiral, y sus elementos concéntri- cos tienen su ápice en la extremidad interna, que es mas grue- sa. Altura 8 mil., diám. 13. El animal es pardo claro, mas negro sobre los lados; ma- sa proboscidiana rayada transversalmente de moreno oscuro; tentáculos largos, delgados, agudos, con una linea lateral os- cura. Lámina 5, figura 15r— X7. Véanse las observaciones puertas en la especie que sigue. Esta especie, peculiar de la isla de Pinos presenta una fi- sonomía de techo chínense, y nnas particularidades ajenas del género Helicina, como es la taita de callosidad bien marcada en la abertura: la forma trocoidea y el adelgazamiento del o- pérculo son también de notar. Se ha colocado en algunos ca- tálogos de los Estados-Unidos en el subgénero Trochatella, Swains, cuyos caracteres no me son bien conocidos; pero ten- go noticias de que se fundan en la forma del caracol, en el o- pérculo córneo y en el defecto del callo: si es lo primero, como afirma Sowerby, no es suficiente carácter para constituir un gé- nero; si es lo segundo, no puede aplicarse á esta especie; si es lo tercero, el nombre no lo indica, á no ser que vaya con lo pri- mero; y tampoco tiene aplicación rigurosa. En la duda me abs- tengo, y tomo el nombre tal como se encuentra en el Sr. Mo- relet cuyos conocimientos son demasiado adelantados en la materia para dejarnos creer que si no coloca su constellata en- tre las trocatelas, no es porque ignora el género, sino porque no lo adopta. Se encuentra abundantemente en la isla de Pinos, sobre la sierra de Caballa, falda del Norte: esta sierra está al Sud de la población llamada Nueva-Gerona. Estos informes son del Sr. Velasquez, el primero que la dio á conocer por medio ds sus regalos, cambios y correspondencia. 13. Helicina stellata, Vel. Helicina estrella. — Concha trocoidea, tenqe, frágil, con —lis- una pequeña depfesion en el puesto ordinario del ombligo, los pliegues transversales cruzados por estrías longitudinales, pre- sentando por debajo este entrecruzamiento sumamente apre- tado y fino; las primeras suturas simples, las otras denticula- das, y en la última vuelta estas denticulaciones menudas están en el borde de una lámina que forma la quilla muy aguda de la circunferencia; 9 vueltas de espira, las seis primeras creciendo lentamente y formando un cono agudo, la séptima casi horizontal, las otras inñadas; la última vuelta sigue la progresión ordinaria del desarrollo; abertura oblicua, triangular, con el borde derecho sinuoso, el izquierdo encorva- do; perístoma apenas reflejo, columela cortísima un poco dila- tada hacia afuera; callosidad representada por un baño trans- parente y lustroso de sustancia calcárea. — El color es lavado de amarillo, con manchas blancas, gruesas equidistantes; por debajo sin manchas; ápice blanco. — Altura 7 mil., diám. 13. Lámina 5, figura 18 — 20. Esta especie ha parecido á todos los que la han visto hasta aho- ra una variedad de la anterior. El Sr. Velasquez, que ia ha nombra- do en sus manuscritos, la da como distinta, por las diferencias siguien- tes; 1. ° es de un milímetro menos alta; 2. ° los dentellones son mas numerosos y su lámina mas angosta; 3. "^ estos dentellones pasan por la sutura y por la quilla de la última vuelta, no por la quilla de las dos últimas vueltas; 4. ° el entrecruzamiento de la base es mucho mas menudo; 5. *^ la última vuelta es mas plana por debajo; 6. "^ la abertura no es encojida, pues sigue la marcha ordinaria del creci- miento; 7. '-' no se encuentran transiciones; 8. ° todos los individuos de la Sierra de Caballa son constellata-, los de la Sierra de Casas son constantemente stellata. Dando mi parecer sobre este particular, diré que los cinco pri- meros puntos de diferencia pueden ser considerados como consecuen- cia de uno solo, esto es, del mayor desarrollo de las últimas circunvo- luciones de la concha; pero la 6^ diferencia obra en sentido contrario, con la circunstancia de que pugna con la robustez de las estrías de la base: esta razón, unida á las dos últimas me inclinan á la opinión del Sr. Velasquez. La descripción del Sr. Morelet me deja dudoso sobre cual de las dos especies ha sido por él descrita; pues anfractus priores planulati, ultimo dilatato, se aplica indudablemente á la stellata; pero añade iurriculato, y en la Kev. zool disjuncto, que debe ser la misma idea expresada de dos modos distintos, la cual parece señalarla consttllata de mi número 12; lo mismo que suhtus granuloso decussata, pues en otro caso diria conferí issime decussata. Si á pesar de esto viniera á ser mi número 13 la consttllata Mor. se pondrá al número 12 hdi- —119-^ ciña Pagoda Vtl. pues este nombre tenia en los manuscritos del Sr. Velasquez. Se encuentra abundantemente en la Isla de Pinos, sobre la Sierra de Casas, falda del Sud; de dondde la trajo el Sr. Velasquez: dicha Sierra está al ISIorte del pueblo de Nueva- Gerona. Láminas en Octubre de 1851, texto en Abril de 185;2,. SUMMARIUM. Helicinarum species novae. Characteres generis Helicinae. Genera in familia helinacea constituta»- Numeras et distribuiio specierum. 1. Heí. Briarea Poei/. — ^Testa depresso-globosa, crassa; strüs incre- menti etstrigis volventibus parum oonfertrs epidermide asperulissculpta; sordide rubra, cingulo fulvoornata, subtus fulvicans; anfr. 5, ápice ob- tuso, apertura altius semilunaris, peristoma subincrassatum, vix expan- sum, tubérculo columellari instructum: callum latum. — Diam. maj. 31, min. 25; alt. 20.— Pag. 109, tab. 11, tig. 9—12. 2. Hel. ciliata Poey. — Testa depresso-globosa, crassa; strüs incremen- ti etstrigis volventibus coiifertis epidermide asperulissculpta; sordide ful- va; anfi-. 5, ápice obtuso, apertura subtrigona, peristoma vix incrassatum tubérculo columellari instructum; callum late expansum. — Operculum calcareum,intus lamina cornea indutum. — Diam. maj. 20, min. 17; alt. 15i. — Animal nigricans, tentaculis lougis, acutis, nigris, probóscide triangular], pede producto. — Differtab H. Briarea etsubmarginata — Pag. 109,tab, 3Líig. 5— 8. 3. Hes. Titánica Poty. — Testa depresso-globosa, crassa, transversím valide striata; oliváceo rufa, subtus dilutius picta, anfractibus prioribus rufis, ultimo fulvo-cingulato; anfr. 4, ápice obtuso, apertura semilunaris, peristoma incrassatum, margo dcxter sinuosus, sinister instructus dente columellari, horizontaliter producto; caJIum late expansum. — Diam. maj. 28, min. 24; alt. 21. — Diñert ab. H. crassa. — De inaudita perforatione in- fravide.-Pag. 110, tab. ll.fig. 13^16. 4. Hel. ochracea Poey. — Testa depresso-globosa, crassa; costis rusti- eis, jamochraceis, jam albidis seulpta,zona pallidaobscure cincta; anfr. 5; apertura subtrigona, peristoma crassum, dente columellari instructum; callum late expansum. — Diam. maj. 21, nHU. 17; alt. 15^. — Differtab H. ailacea. — Pag. 112, tab. U, fig. 1 — 4 ^ 5. Hel. acuminata Vel — Testa conico-globosa, tennis, strüs íncremen- li sculpta, pallide lútea, intus et juxta columellam saturatius picta; anfr. 8, apertura subtrigona, peristoma acutum subreflexum; callum tenue. — Operculum calcareum, lamina cornea intus indutum. — Diam. maj.l6, min. 14; alt. 16.— Interdum Anfr. 7, alt. 12.— Pag. 112, tab. 5, hg. 13—14. -^120— 6. Hel. polilula Poei/.— Tests, ovato-conica, tennis, ápice prominula, striis incrementi impressa, strigis nonnullis spiralibus clathratula; pallide flava, ápice saturatiore, carina alba subtus flavo satúrate niarginata; co- lumella atque callum nitide lútea; anfr. 6 contabulati, ultimus subcari- natus, apertura ovalis, peristoma acutum vix reflexura, callum parum ex'. pansum. — Diam. maj. 5g, minor5; alt. 5. — Pag. 113, lab. 5, fig. 4 — 6. 7. Hel. hians Poey. — Testa conoidea, solidula, rosea, ápice lútea, striis subtilibus incrementi raris noiata, et decussata costulis longitudi- nalibus sursum remotioribus, subtus confertis; anfr. 5J, carina obtusa- apice prominulo, apertura semicircularis, lata, peristoma reflexum, colu- mella minuta, callum parvum. — Operculum calcareum, intus corneum. — Diam. maj. 6, min. 5; alt. 5|. — Pag. 11:}, tab. 5, íig. I — 3. 8. Hel. exacnta Poej/. — Testn cónica, solidula, lineis incrementi et striis longitudinalibus leviter clathratula, albido virescens, carina alba, ápice niveo; anfr. 6 contabulati, ultimus sursum planulatus, subtus convexas; apertura subtrigona, peristoma subreñexum, callum breve — Diam. maj. 7, min. C; alt. 6. — Próxima //, stramineae Blor. — Pag. 1 14, tab. 5, fig. 7 — 9. 9. Hel. luteo-punctata Pocy. — Testa conoidea tennis, pallide rosea, ca- rina alba, ápice lúteo; striolis sub lente decussata; anfr. 7 contabulati, ultimus subcarinatus; apertura subtrigona, peristoma reflexum, columella extus dilatata, callum parvum. — Diam. maj. 5^; min. 4|; alt. 5. — Differt ab H. trockulina.—Png. 115, tab. 5, fig. 10 — 12. 10. Hel. suhglohulosa Poey. — Testa depresso-globosa, solidula, alba, rufo bizonata, intus lútea, striolis sub lente obsolete decussata; anfr. G ul- timus planiusculus, apertura semilunarrs, peristoma sordide fulvum,an- gulatim late reflexum, columella brevis, angulum cum sinistro margine íorraans; callum parvum, crassum. — Diam. maj. 9, rain. 1\; alt. 6^. — Dif- fert ab H. globulosa. — Pag. 115, tab. 13, fig. i 7 — 21. 11. Hel. retracta Poey. — Testa depresso-globosa, tennis, rubescens, infra stituram plerumque albida, sub lente transversim striata, striis duo- businfimisad suturara desinentem; anfr. 5J, apertura subtrigona, peris- toma tenue leviter i'eflexum, margine dextro postice ascendens, sinistrum emarginatum et angulatum ad columellam, quae nitide rubet, callum que- que.— Diam. maj. 10, min. 7i;alt.7^. — Pag. IIG , tab. 12, fig. 22 — 2G. 12. 13. Hel. constellata Ñor.et stcllataVel. — Pag. HGy 117, tab. 5, fig. 15—17, constellata; fig. 18—20, stellata. Infra vide n. « 2. TRADUCTION. 1. Heliana Titánica. — Cette espéce perd ál'état adulte une partie de sa coquille, d'une maniere propre á fixer l'attention des malacologistes, et qui nese renouvéle ni chez l'hélicine Briarée, ni chez aucune autie es- péce qui me soit connue. Les huit exemplaires que j'ai observes, ettous ceux qui ont été trouvés par Mr. Patrice de la Paz, qui sont en plus grand nombre, offrent á l'intérieur de l'ouverture, sur l'avant-dernier tour, une perforation qui ressemble au premier coup-d'oeil au trou percé chez l'Am- puUaire /asciaía par l'oiseau de proie qui porte le nom de Rostramus so- ciabilis Vieill.; mais ici cet accident, ou pour mieux diré, cette perforation constante n'est pas l'oeuvre d'un oiseau: elle dépend de l'oganisation du mollusque, comme le témoigne suflisemment l'excessive dureté de la co- quille, et Tuniformité de Taction exercée. Les traces qui sontrestées mon- —121— Irent que cette action a été lente: la coquille est usée sur le devant, com- me si l'on eut limé le plancher de l'ouverture; et dans le fond on voitun grand espace mat, jauíii et friable, comme décomposé par uii acide: c'est la que le trou se présente, aprés que la coquille s'est amincie. On dirait que l'animal se trouvant trop á l'étroit vers son dernier age, frotte avee forcé la paroi interne de l'ouverture; mais cette action serait insuffisan- te, sans l'acide de quelque liqueur corrosive. Quoi qu'il en soit, c'est une particularité constante, qui peut servir á caractériser l'espéce. 2. Helicinae consfellata et stellata. — Ces espéces ne se trouvent que dans Pile des Pins au Sud de Cuba. Plusieurs particularités les éloignent du conimun des hélicines, et je les vois portees sur les catalogues dans le genre trochatelle de Svvainson. Si c'est la carene qui forme ce genre, comme le dit Mr. Sowerby, ce caractére n'est pas suffisant : quant á l'opercule il n'est pas corné, quoique minee; et quant á la callosité, elle est représentée par une conche transparente. Je crois done que je ne puis mieux faire que de laisser I'espéce dans le genre hélicine, comme l'a fait Mr. Morelet. L'hélicine stellata a été re^ue comme une variété de la constcUata. Mr. Vélasquez, dans ses m. s. s. indique les différences qui suivent: 1? elle est d'un millimétre moins haute; 2? les dentelures sont plus petites, plus nombreuses, sur une lame plus étroite; 3." ces dentelures pas- sent au dessus de la suture et autour de la carene du dernier toar, non pas sur la carene des deux derniers; 4? l'entrecroisement de la base est beaucoup plus fin et serré; 5? le dernier est plus aplati en dessous; 6? l'ouverture est recueillie contre la loi ordinnaire de l'accroissement; 7° II n'y a point de transition; 8? les deux espéces^conservent sans mé- lange leur localité. Mon avis est que les cinq premiers caracteres peuventétre refondus dans un seul, comme conséquence d'un plus grand développement des derniers tours; mais le 6.e agit en sens contraire, et se trouve méme en opposition avec la grosseur des stries de la base: c'est ce qui, joint aux deux derniéres circonslances, me fait pencher á l'opinion de Mr. Vélas- quez, qui est aussi celle de Mr. Pfeiffer, lámoignée dans les lettres qu'il m'a fait l'honneur de m'écrire. Je n'ai pas pu comprendre nettement qu'elle est I'espéce cu la va- riété qui a été décrite par Mr. Morelet: l'expresion anfractus priores pía- nulati ultimo dilátate s'applique á la stellata; mais il ajoute turriculato, et dans la Rev. zool. disjuncto, ce qui peut-étre dans ce cas revient au mé- me pour indiquer mon n.'' 12, qui est aussi le subtus granulato-decussata', autrement il aurait dit conferte decussata. Si toutefois mon n" 13 était la véritable constcUata il faudrait donner aun? 12le nom de Pagoda, ainsi porté sur les m. s. s. de Mr. Vélasquez. 16 -122- XI. HISTORIA De LA ABEJA DE LA TIERRA. Trígona fiilvípeda. Insecto del orden de los Hymenópteros Introducción. 1. Los HymenójJteros son insectos de alas membranosas, como lo indica su nombre; trasparentes y venosas, esto es, con nervuras en corto número, y sus células correspondientes. Linneo estableció este orden, fundado sobre las alas que son en número de cuatro, desiguales en tamaño, pues las inferio- res son de menor dimensión; á cuyo carácter es preciso aña- dir la consideración de la boca, estudiada primeramente por Fabricio, y después por Latreille, Savigny &c.; la cual ofrece un término medio entre la de los insecctos mascadores (man- dihulata) y la de los chupadores (haustellata). La trasfor- macion es completa, pues muestra distintamente después del huevo, los tres estados de larva, ninfa é insecto perfecto. Los autores acostumbran empezar el estudio de los in- sectos por el orden de los Coleópter'os, donde se colocan los escarabajos, los cocuyos, &c., animales invertebrados, articu- lados, provistos de mandíbulas córneas, con dos alas traspa- rentes protegidas por élitros coriáceos. El esqueleto externo de estos insectos es duro, lo que facilita su conservación, y les da cierto grado de supremacía entre todos. El número de las es- pecies es grande, y las formas muy variadas. Por todas estas circunstancias han tenido los Coleópteros mas aficionados que los otros órdenes. Después de los Coleópteros, han llamado la atención de los colectores los Lepidópteros ó mariposas, por —123-- sus bellos colores, á pesar de la delicadeza de su organización, y la dificultad que hay en conservarlos. Pero entre todos los insectos, el orden primero en la serie zoológica descendente, y el mas digno por sus costumbres de la atención del Entomologista, es á mi entender el de los Hy- menópteros. Comparada su organización con la de los Coleóp- teros, son aquellos mas ágiles, como provistos de cuatro alas, su thorax tiene muchas veces una dureza comparable con la que ofrecen los élitros córneos. Su abdomen cubierto de cha- pas endurecidas presenta una armadura ó catafracto movible, que suele terminar en un aguijón grandemente ofensivo; su boca vence en complicación, no solo la de los Hemípteros y Dípteros, mas también la de los mismos Coleópteros; pues no carecen de mandíbulas, sus piezas son mas numerosas, y su lengua se convierte en un instrumento flexible, maravillosa- mente fabricado, que ha recibido el nombre particular de j!?ro- múscide. En cuanto al grado de instinto de que Dios ha dota- do unos y otros animales, es indudable que en los Hymenóp- teros se manifiesta en mas alto grado; y aun no podemos en algunos casos negarles una luz de inteligencia. Para probar que son los primeros en la industria y en las costumbres, bas- ta decir que en este orden se colocan las abejas y las hormi- gas. Los mejores instrumentos de aserrar, taladrar, cortar, edi- ficar, se encuentran distribuidos en sus diversas familias, de las cuales unas son raptoras, otras frugívoras en su estado perfecto; y en cuanto al alimento de las larvas, se nota una gran diversidad, la mayor parte parásitas, ya en semillas, ye- mas y cortezas vegetales, ya en el cuerpo de otras larvas, prin- cipalmente en las orugas de las mariposas. Me propongo en esta memoria dar la explicación de los términos correspondientes á la boca de los Hymenópteros, es- tudiada en la abeja de ambos continentes, dejando los demás términos para otro lugar, principalmente aquellos que los Sres. Mac-Leay, Kirby, Audouin y Lacordaire han dado sobre las numerosas piezas del thorax: la memoria 20 presenta la no- menclatura de las alas. Instrumentos ciharios. 2, La boca de los insectos mascadores, considerada en los Coleópteros, donde tiene su tipo normal, presenta 1° en la —124— parte superior una pieza córnea, llamada labro y corresponde al labio superior; 2? debajo del labro un par de mandíbulas, instrumentos endurecidos, ya cortantes, ya armados para la trituración de puntas agudas, y haciendo funciones de dien- tes en estos invertebrados; 3? debajo de las mandíbulas, un par de maxilas (1), de una consistencia córnea-membranosa, acom- pañada de pelos cortos en su borde interno, y dando exterior- mente asiento auno ó áo^ palpos maxilares multiarliculados; sirven para sujetar y reconocer los alimentos; 49 un labio infe- rior, propiamente llamado labio, compuesto de dos piezas, la posterior que es el mentón y la anterior que es la lígula', hay constantemente de cada lado un palpo labial. La lengua ú ór- gano del gusto no es aparente, y existe tal vez en un estado rudimentario en la cavidad bucal encima del labio; ó bien re- side en la lígula. 3. Entrando con este conocimiento en el examen de las partes que componen la boca de la Abeja, daré mis propias ob- servaciones y la de los autores, lo cierto como cierto, lo dudo- so como dudoso. La lámina 6, fig. 7, 8, 9, 10 representa dicha boca en la Abeja cubana ( Melipona ful cipes, Guérin). En la figura 7, la cabeza es vista por debajo, y el labio con las ma- xilas, doblado sobre sí mismo; en la fig. 8, no está doblado, pero visto por debajo, y en la inacción; en la fig, 9, visto por debajo y en acción ó prolongado; en la fig. 10, el mismo visto por encima, suprimiendo el labro, las mandíbulas y las demás partes de la cabeza. Las mismas letras indican los mismos (1) Adopto la palabra maxila en vez de maxilar, á imitación del Sr. Graells, que por el acierto de sus traducciones y por sus trabajos origi- nales de fama europea, puede servir de maestro á los naturalistas espa- ñoles: por lo mismo traduciré, como él, scutellum, en francés écitsson, por escudete; y clijpeum de Linneo y Latreille, no de Fabricio, en los Lameli- cornios, epistoma de Lacordaire, en francés ckaperon, por capacete ¡Ojalá siguieran su ejemplo los que han dado en la manía de prohijar en espa- ñol los nombres vulgares franceses, en lugar de tomarlos del latin, como Pingu'm por Alca; y mañana traduciendo del inglés ó del alemán, di- rán cat-fishes, cat-birdes, schmetterlinges, í^'c. Este defecto gravísimo se nota en algunos libros elementales que se dan por texto español en las Universidades. Aprovecho esta ocasión para lamentarme del desprecio que se hace de las raíces latinas, traduciendo anillado, desdentado. Mu- seidos y Lepusinos, en vez de anuloso (y mejor, annuloso,) edente, Marinos, y Leporinos. Los escritores que así se expresan son por otra parte hom- bres científicos y de mérito conocido; pero en esto se equiparan con el vulgo ignorante, que dice dkutuzo por dentudo. —125— órganos en las cuatro figuras, á saber: x, el labro; m, ¡as man- díbulas; r, las maxilas, compuestas de dos artículos (el tronco y el lóbulo apical), y sin palpos; lo restante corresponde al la- bio ó promúi^cide (lengua ó trompa de otros autores) y com- prende ¿r, la lengüeta ó lígula;/, el mentón (tubo labial de Lacordaire, baso de la trompa según Réaumur); I, los palpos labiales compuestos de cuatro artículos; Y, las paraglosas; ¿, la pieza prebasilar (pivot de Réaumur, ó raíz de la trompa), que forma en los Coleópteros una parte inferior del cráneo, y que se ha desprendido en el hymenóptero para entrar al servi- cio de la promuscide; p, una palanca de dos artículos para el juego de aquel importante instrumento, análoga á la pieza ba- silar del cráneo. La letra b, fig. 9, indica la cavidad anterior de la cabeza, en cuya extremidad está la abertura de la boca; y t, el agujero occipital. La pieza prebasilar está atada á las palancas en el pun- to i, fig. 10; las maxilas están fijas por su base en la articula- ción movible de las dos piezas de dicha palanca. En el esta- do de reposo, el labio se retira hacia atrás, las palancas retro- ceden igualmente, y las maxilas se aproximan formando exac- tamente un tubo al rededor de la lígula; los palpos maxilares se aplican al mismo órgano á manera de otro tubo mas inter- no. Cuando el labio se echa hacia delante, las maxilas se apar- tan á un lado y la lígula se prolonga libremente. El juego de las maxilas es forzoso y debido al mecanismo de las palancas y á los músculos que las mueven; la prolongación de la lígula es voluntaria. En el reposo el mentón está situado debajo de la cavidad bucal, y las paraglosas quedan frente ala epifarin- ge, pero mirando para abajo por causa del doblez de la trom- pa; lo que prueba que no son equivalentes á la hipofaringe sino mas bien divisiones laterales del labio ó segundo par de palpos labiales. La lÍQ^u^a se comoone de un tubo formado de innúmera- bles piezas ó anillos trasversales, de cuyas articulaciones salen numerosísimos apéndices, que á la vista parecen pelos, y que Dugés llama lascinias ó trozos deflecados de los mismos ani- llos: esta opinión me parece muy segura, porque si fuesen pe- los se caerian al roce frecuente de la lígula sobre los cuerpos que lame, y sobre las paredes de los tubos labiales y maxila- res. Por encima los anillos son enteros, por debajo no se to- can (fig. 10;, y entre sus extremidades corre una línea que pa- —126— rece una hendidura longitudinal (fig. 9), pero que en realidad no lo es, porque existe una membrana interna que une las ex- tremidades de los anillos (fig. 22, lám 14), y á la cual adhie- re un tendón cilindrico, elástico, cuya extremidad pasa mas allá de los últimos anillos de la lígula (los cuales parecen ente- ros), y ofrece una dilatación esférica (fig. 23), membranosa, cubierta de algunos pelos, y al parecer perforada; no creo sin embargo que el cilindro sea un tubo, como lo ha dicho y figu- rado Dugés en su Fisiología comparada, tom. 2, pág. 317, lám. 8, fig. 393, 294. Lo creo fibroso ó cartilaginoso y debe servir á la retracción de la lígula^ no menos que á su dilata- ción, cuando sale por la hendidura longitudinal del modo ma- nifestado en la fig. 22. Este cordón desaparece hacia la base de los palpos labiales, y parece recibir su movimiento de unos músculos colocados en la base interior del mentón, como se vé en la fig. 10, lám. 6, detrás de la membrana arrugada tras- versalmente, allí mismo indicada; el espacio donde se ven di- chos músculos, ó tal vez los apófisis que le sirven de atadura, no me ha parecido abierto, sino tapado por una membrana trasparente que se rompe al arrancar el aparato labial; dispo- sición que se niega á considerar la lígula como un órgano de absorción de los líquidos alimenticios. 4. Aquí entra una discusión que ha quedado indecisa por causa de la dificultad que la pequenez de estos órganos ofrece á la atención de los observadores; y consiste en saber si la lí- gula es un instrumento de succión ó bien una lengua verda- ra, cuyo oficio es lamer las sustancias líquidas. De la primera opinión es Svvammt;rdam, y de la segunda es Réaumur, am- bos célebres escudriñadores de los arcanos microscópicos de la entomología. El padre de la ciencia (Linneo), el entomologista de Kiel (Fabricio), el príncipe de los entomologistas franceses (La- treille), el sabio de la expedición de Egipto, que tan bien ha estudiado la boca de los insectos en los tiempos modernos (Savigny), el Sr. Lepelletier de St-Fargeau, que nos ha rea- sumido con sus propias observaciones los trabajos de Huber y de Jurine, los Sres. Kirby y Lacordaire, cuyos tratados ele- mentales han sido tan útiles á la juventud estudiosa, no han dado su opinión en este particular: la del héroe moderno de la Anatomía comparada (Cuvier) es grandemente errónea; la de Ramdhor y la de Treviranus, según Dugés, se aproxima á la —127— de Swammerdam, bien que parecen admitir dos aberturas ora- les; y la del mismo Dugés es oscura y contradictoria. Por lo que á mí toca, creo sana la opinión de Réaumur. Este admirable observador (tomo 5?, mem. 6? íám. ¡27, 28) nos da á conocer con bastante exactitud todas las partes que componen la boca de la Abeja doméstica: combate victo- riosamente la opinión de Swammerdam qne no encuentra mas abertura oral que aquella casi imperceptible que se supone existir en la extremidad esferoidal de la lígula, y nos explica el modo sencillo con que descubrió la verdadera boca, abertu- ra bastante grande situada entre el labro y la base superior de la lígula, y que puede distinguirse con la simple vista, llaman- do el labio hacia delante y luego hacia abajo. En esta cavidad está un órgano que hace oficio de válvula, el velo del paladar, según Lacordaire, y está en efecto situado en la bóveda pala- tina; pero por ser corto, carnoso y dilatable en todos sentidos, lo considero como un órgano degusta tivo, sin negarle el oficio de válvula; el mismo que Savigny (Mem. 1, sobre la boca de los insectos, p. 12) llama epifaringe ó epiglosa, y la verdadera lengua de Réaumur, que da á la otra el nombre de trompa. No he encontrado vestigios del órgano que Savigny lla- ma lengua, hípofaringe, hipoglo&a. Sospecho que la epifaringe tiene por una de sus funciones el completar por encima el si- fon formado por las maxilas y los palpos labiales, y aun im- peler hacia el interior de la boca el líquido conducido. Cuvier ha escrito en su Anatomía comparada (2^ edición, tom. 5, pág. 163) que el í3Ífon de las abejas hend do longitudi- nal é inferiormente conduce los líquidos á una boca situada en la parte inferior del labio; cuando indudablemente situada es- tá en la parte superior. Este error en una obra de tanta im- portancia y extensión como la Anatomía comparada, merece nuestra indulgencia; porque su ilustre autor, bien que en su juventud estudió los pormenores de la entomología se lanzó después á mas altas investigaciones, principalmente en el tipo de los vertebrados, y estas absorbieron su mayor atención. Lo que no merece disculpa es el descuido de los Sres. editores de la magnífica edición postuma del Reino animal de Cuvier y Latreille, los cuales han representado la lígula de la Abeja me- lifica (Insectos, íám. 129, fig. 6. d) totalmente dividida en dos partes, echando un lado á la derecha y otra á la izquierda, co- mo dos plumachos por todas partes guarnecidos de pelos. Los —128— mismos señores, en el texto aumentado no corrigen la opinión de Cuvier, y dicen que "la lengüeta de los Apiarios es larga, estrecha como una hoja de espada, con la extremidad muy ve- lluda y los bordes doblados hacia abajo, para formar un tubo capilar al cual la disposición de los músculos puede dar un mo- vimiento peristáltico." Dugés combate la opinión inaudita en zoología de dos aberturas orales: y con todo dice: "Debemos creer que la miel mas delgada es aspirada por el tubo capilar y contráctil de la lengüeta, mientras que el alimento mas sólido 6 pastoso es impedido directamente en la faringe por medio de las mandíbulas." Algunas observaciones me hablan dado lugar á creer que existían en realidad dos aberturas orales: 1? porque mirando con atención la Abeja al tiempo que recojo una gota de miel, habia visto la lígula hincharse del modo indicado en la fig. '22. lám. 18, como si estuviera llena del líquido absorbido; 2? por- que oprimiendo el corpino y la cabeza del animal un rato des- pués de haber comido, veía refluir un líquido en la lígula, y esta hincharse de nuevo en los mismos términos que indica la citada figura. Este último experimento hecho también por Réaumur le habían conducido á creer que la lígula se llenaba en este caso de miel; pero no por eso confesaba que hubiese sido absorbida por su extremidad perforada, y aun negaba es- ta perforación; pues aumentando la presión se rompía la mem- brana inferior y no salia el líquido por la extremidad. Yo creo ahora que la lígula se llena en dichos experimentos de los hu- mores contenidos en la base del labio, y si acaso entra en ella alguna miel, será rompiendo las membranas de la misma base. Lo cierto es que no se dilata el cordón cartilaginoso. Lo que mas convence en favor de la opinión de Réau- mur opuesta á la de Swammcrdam, es la observación fisioló- gica de la lígula en el acto de recojer la miel tendida en las paredes de un vidrio, ó puesta en gotas á la disposición de la Abeja. En uno y otro caso, aplica en todos sentidos la super- ficie extrema del instrumento, que no está quieto un solo ins- tante: lo alarga, lo encoge, lo dilata, recoge el líquido á cu- charadas, como hace un perro bebiendo agua, lo introduce en la doble vaina formada por los palpos labiales y por las maxi- las, donde hace oficio de émbolo, y lo introduce en la boca verdadera, situada en la base superior del labio. Claro está que si la lígula fuera un órgano de succión el animal intro- —129— duciria la punta en la gota, y no se entregaría, para absorberla, á los movimientos que observamos, tan varios como ince- santes. Las figuras 23 y 24, lám. 14 representan pedazos de la lígula, cortada con tijeras y vistos con un microscopio: se su- pone que una membrana muy tenue une el cordón central á la lígula, aunque no esté representado. Antes de proceder á la historia de la Abeja cubana, me parece indispensable dar la de la Abeja de Europa que es mas conocida y con la cual compararé después la primera, hacien- do notar las diferencias. Este estudio nos revelará por analo- gía muchos misterios que envuelven las costumbres de la es- pecie cubana, por no haber sido aun observados y descritos. Abeja melifica (^Ajyís mellifica, Linn.) 5. La república alada de las Abejas ha sido en todo tiem- po para la inteligencia humana, un objeto misterioso é instruc- tivo, tanto mas digno de su atención cuanto más las ha asocia- do á su vida doméstica y á sus intereses económicos. El polí- tico Saavedra Fajardo ha visto en ellas el símbolo de un go- bierno monárquico, fundado en el sólido cimiento del amor del subdito hacia la madre soberana; y esta justifica este amor por su incesante solicitud en la conservación de la numerosa prole que rige con su presencia. El hijo de Apolo y de Cirene, el pastor Aristeo, halló en la familiaridad de aquellas industrio- sas pobladoras el consuelo de su vida mortal, y endulzó con su compañía los rigores de su soledad. El poeta de Mantua ha dormido al pié de los sauces floridos, al blando susurro de sus alas, mientras buscaban el sustento entre las flores. El lírico de Teos las cantó robando el néctar á los labios de una her- mosa, ó picando sus sonrosados dedos que curaba la boca de un amante. Nacidas las abejas en las comarcas de la Europa meridional, dieron celebridad á los montes Híbleos de Sicilia, y al Himeto de la culta Ática; de donde han extendido su do- minio por todo el continente Céltico y por la región del Atlas: pasando mas adelante, han invadido la América, no para arre- batar sus tesoros y despojar sus campos, sino paratrasformar lo sobrante de sus flores en rica miel y útil cera en beneficio 17 —130— del suelo que les suministra los materiales (1); al paso que sa- cudiendo las anteras entreabiertas, y esparciendo su polvo so- bre el seno de Flora, aumentan la fecundidad del reino vege- tal. Precursoras de la industria y de la civilización, guardias avanzadas del hombre blanco en los bosques y praderas del nuevo continente, á su aspecto se retira el Indio y retrocede el Búfalo (2). Guias del cultivador que marcha á la conquista con el azadón y la mata de trigo, se anticipa á pasar el rio y el de- sierto, y le señala el rumbo que ha de seguir. Estos insectos grandemente instintivos, privilegiados con un destello de razón, primer grado de la admirable inteligencia que distingue al hombre y le presagia su inmortalidad, muestran en pequeños cuerpos grandes pasiones, y ofrecen al naturalista filósofo un problema importante que resolver, en la calificación de lo que se debe al instinto y de lo que es el resultado de una luz inte- lectual. 6. La historia interesante de la industria y costumbres de estos hymenópteros, se lee en las obras de muchos autores, principalmente en las de Maraldi, Swammerdam, Réaumur, Huber y Lepelletier de St-Fargeau. Los datos mas curiosos son debidos á Réaumur y á Huber: estos hombres dignos de fé, y sagaces observadores, supieron vencer las dificultades que nacen de la oscuridad en que se hacen los trabajos. Réau- mur se valia de colmenas de vidrio, con forro y ventanitas de madera: pero Huber le aventajó, formando libros que se abrian por todas partes y patentizaban lo mas interno. Los artículos que siguen no son copias serviles de ningún autor; no son ex- tractos de uno solo, sino de muchos, cuyas opiniones á veces contrarias han despertado en mi mente la discusión y me han obligado á apelar ámis propios ojos, en lo que ha estado á mi alcance, principalmente en todo lo correspondiente á la orga- nización del insecto. Algunos se alegrarán de encontrar aquí sobre las abejas un capitulo mas completo que el que presen- tan por su corta extensión los libros elementales y los diccio- narios de historia natural; y al mismo tiempo bastante corto, si se compara á los interminables aunque interesantes escritos de Réaumur y de Huber. 7. Los hymenópteros del género Abeja (Apis Linn.J pre- (1) Memorias de Chateaubriand. (8) Viages de W. Irving. —131— sentan tres formas individuales, que colectivamente constitu- yen la especie, á saber, el macho, la hembra y el neutro. Las abejas neutras son hembras de órgano femenino atro- fiado, y por tanto infecundas; son las Abejas por excelencia; no solo por su número, sino también por sus funciones, pues saben por instinto cuanto hay que saber para la conservación de la República que gobiernan de común acuerdo á la vista mas bien que bajo la dirección de la reina-madre. El tamaño del cuerpo es el menor de los tres, y muy velludo; las mandí- bulas á manera de cuchara y sin dentaduras; los ocelos en el vértice dal cráneo, el del medio mas adelantado, las antenas de doce artículos, el abdomen corto, compuesto de cinco segmen- tos, debajo de cuyas láminas hay membranas propias á la tra- sudación de la materia cerosa y la extremidad armada de un aguijón recto, la tibia de las patas posteriores convertida por medio de un hundimiento y de los pelos circundantes, en un cesto propio á cargar el polen; el primer articulo del tarso de las mismas patas, provisto de un cepillo para recoger dicho polen, amasarlo en bolitas y asegurarlo en el cesto. — La hem- bra es algo mayor de cuerpo; con mandíbulas dentadas, ante- nas de doce artículos, abdomen prolongado de cinco segmen- tos; aguijón encorvado que emplea en los combates de muer- ta que traba con sus rivales; las patas sin cesto ni cepillo; sin membranas secretorias de la cera, de que carecen también los del sexo masculino. Su oficio es parir, por lo que jamás sale de la colmena, á no ser en los primeros dias de su nacimiento para fundar una nueva colonia; el peso de su vientre, cargado de huevos, no le permite después el uso de sus alas: no pare- ce tomar parte en el gobierno de la República; pero sin su presencia ó sin esperanza de alcanzarla, las neutras suspen- den todos sus trabajos, yaun se dejan morir de hambre. — Los machos, son los mayores de cuerpo, thorax robusto, cabeza abultada, ojos grandes, ocelos delanteros; mandíbulas dentadas aunque cortas, trompa reducida, antenas de trece artículos, seis segmentos abdominales, sin aguijón. Estos son llamados Zánganos, y en el lenguage vulgar esta expresión es sinónima de perezoso, vividor á costa agena; pero en ellos la pereza no es voluntaria, sino forzosa, pues carecen de instrumentos para ser mas útiles y activos. 8. Un enjambre se compone de una sola hembra, de al- gunos machos, y de un número crecidísimo de neutras encar- —132— gadas de todos los trabajos. Anidan naturalmente en el hueco de una peña ó de un árbol que sirve de colmena. Hay colme- nas de 12.000 trabajadoras, á veces 30.000; los machos en cierto tiempo del año ascienden á seis ú ocho mil, á veces á 1.500; pero entonces empieza la matanza de que hablaré mas abajo. Las obreras se reparten las tareas: unas cosechan los materiales y construyen los panales, otras hacen el oficio de crianderas. Huber pretende que estas últimas tienen el abdo- men mas angosto. 9. Para cosechar el polen las abejas se revuelven entre los estambres de una flor abierta y lo recojen entre las ramifica- ciones del pelo que cubre todo su cuerpo; de allí lo sacan con el cepillo tarsiano y lo amontonan en el cesto de la parte inter- na de las tibias posteriores. Con las mandíbulas rompen los nectarios de las flores y recojen con la lígula la miel que estas glándulas contienen; también desprenden con las mandíbu- las la materia resinosa llamada pi'ópolis que se halla so- bre la corteza de los árboles, y á veces la cera que encuen- tran ya fiírmada en algunas plantas. Mas el principal acopio de cera es debido á un órgano secretorio situado debajo de los anillos del abdomen: la Abeja la saca en estado friable por medio de unas pinzas formadas por la porción aguda anterior y superior del cepillo tarsiano aplicada al punto inmediato de la tibia; la lleva después á la boca para darle por medio de la mas- ticación y de la insalivación la ductilidad y tenacidad que re- quiere. De la misma manera se puede decir que la miel reco- gida sobre las flores no es miel perfecta; hasta que no haya sufrido en el primer estómago del insecto una elaboración, des- pués de la cual La Abeja la desembucha en los depósitos cor- respondientes. La miel es la sustancia alimenticia de los tres individuos de la especie, á la cual se agrega el polen para los neutros, pues se ha notado que los que no lo toman como parte de su alimento, no trasudan el material para la cera; sin em- bargo de que algunos experimentos de Huber demuestran lo contrario: de todos modos es cierto que lo comen, y lo emplean digerido con la miel en el alimento que dan alas larvas. 10. Las abejas empiezan los trabajos del interior, tapando con própolis todas las rendijas de su habitación, no dejando mas que una estrecha abertura de entrada y salida. Con estas precauciones, es forzoso que todos sus trabajos interiores se hagan en medio de una grande oscuridad; y no comprendemos —133— como sus ojos, privados de pupila dilatable y de membrana iiictitante, puedan ser igualmente aptos á dirigirlos á la luz del sol y dentro de las tinieblas. El Sr. St-Fargeau se inclina á creer que el tacto delicado de sus antenas suple al defecto de la luz, y funda su opinión en que la abeja acostumbra tocar con este órgano el punto donde deposita sus materiales. Pero esto no explica las escenas que preceden y siguen las emigra- ciones, en las cuales toman una parte tan animada todas las expectadoras. Los panales son hechos de cera, y colgados de la parte superior de la colmena, paralelos y aproximados á una distancia suficiente para dar paso al cuerpo de dos abejas: se componen de una lámina vertical, cubierta sobre sus dos caras de celdillas ó alvéolos horizontales, hexagonales, de base pira- midal, dispuestas con una regularidad asombrosa. Para facili- tar el paso de un panal á otro, hay lugares en claro. Las cel- das están destinadas á criar las larvas que han de aumentar la población, y perpetuar la especie: á veces sirven de alma- cenes provisionales de cera y miel. Para la crianza de las rei- nas ó hembras perfectas, hay casillas ó celdas reales de gran capacidad, cada una de las cuales consume mas cera que cien- to ó ciento cincuenta celdillas ordinarias; y en posición verti- cal, quedando la larva boca abajo. 11. La miel pasa por contener azúcar cristalizable, é in- cristalizable, manito, ácido acético, cera y un principio aromá- tico. No todas las mieles son de la misma calidad: las mejores son las de Hybla en Sicilia, del Himeto en el Ática, de Narbo- na en el Languedoc, de Mahon y de la Alcarria en las provincias españolas La bondad de su composición se debe principalmen- te á las plantas de que sacan las abejas los materiales; por lo que no debe extrañarse que algunas veces adquieran calidades noci- vas. La Azalea pontica y el Rhododendron 2fonticiiin, que cre- cen en las cercanías de Trebizonda, fueron causa del envene- namiento de los griegos que hicieron con Jenofonte la famosa retirada que cuenta la historia: los soldados que comieron la miel de aquel territorio tuvieron vómitos, evacuaciones y deli- rio; bien que en ninguno se siguió la muerte. En la isla de Cu- ba pasa la miel por demasiado caliente en sus efectos; la me- jor es la que se recolecta en diciembre, cuando están los cam- pos cubiertos de Aguinaldos en flor (Convolvulus monosper- mum): no sucede lo mismo en verano cuando está la Yaba flo- rida (Andiraracemosa). Asi es que el colmenero debeprocu- —134— rar sembrar por todas partes el útil y bello Aguinaldo que aca- bo de nombrar; crece fácilmente donde quiera, hasta en las cercas de piedra que deslindan los caminos y en medio de los ardores del sol Allí donde florece con asombro La piedra en los cercados Con aguinaldos blancos y morados. 12. La cera de la Abeja doméstica, según consta en las obras de Pelouze y Frémy, se forma de tres sustancias, que son cerina, ó mas bien ácido cerótico, myricina y ceroleina: la primera se encuentra en la cantidad de 22 por 100 y la últi- ma en la de 4 á 5. El polen, que sirve de alimento á las abejas, contiene cera. El grado de fusión de la que no ha sido blan- queada es 62^^ 6 63; la blanca funde á 64 ó 65. Su composi- ción, según Gay-Lussac y Thénard, es la siguieiite: Carbono 81,784 Hidrógeno 12,672 Oxígeno 5,544 13. La fecundación de la hembra ha lugar necesariamen- te fuera de la colmena una sola vez en su vida: mientras no se verifica no pone huevos, y es desatendida de las neutras. Pero no tarda en salir, poco después de su nacimiento, aprovechan- do la oportunidad de un buen tiempo; y se alza fjor los aires hasta perderse de vista. Los machos salen al mismo tiempo, y uno de ellos, lanzándose en pos con mas rápido vuelo, le co- munica el fuego que ha robado á las regiones etéreas; pagan- do con su vida la temeridad con que dio cumplimiento á su ley, porque muere mutilado después de la fecundación. A su vuelta encuentra la reina entre los suyos, un recibimiento ob- sequioso, y desde el momento que empieza á parir es para to- dos un objeto de respeto y de a^nor que se manifiesta por to- da suerte de servicios y consideraciones: las neutras la acom- pañan constantemente, la limpian de todo el polvo é inmundi- cias que accidentalmente tiene encima, le presentan el alimen- to con la punta de lígula, y no permiten que sufra la menor incomodidad; cada vez que pone un huevo en una celda, acu- —135— de una abeja á limpiarle el ano con la lengüeta. Cuarenta y seis horas después de su entrada, empieza la Abeja -madre á poner huevos, que deposita en los alvéolos dispuestos para el caso, uno en cada una. En Europa, durante el primer verano, el desove no es muy frecuente, y se compone de huevos de obreras; se suspende en invierno, y se renueva en la primavera entrante con tal fecundidad que en cerca de dos meses suele poner doce mil huevos, á razón de doscientos diarios. Hasta los nueve meses de su existencia no empieza á dar huevos de machos entre los de obreras, y mas tarde los de hembras, se- gún muchos autores; pero esto último es mas fácil de suponer que de comprobar, y lo mas probable es que los huevos de hem- bra no difieran de los de obreras, como lo afirma St-Fargeau, y se debe creer por lo que se dice en el párrafo 14. Los hue- vos se abren á los tres dias de puestos, dando nacimiento á una larva blanquecina, ápoda, que no pudiendo proveer por sí misma á sus necesidades, es alimentada por las crianderas que la proveen de un pasto semilíquido, el cual varía según la edad y el sexo; y cuando llega el momento de la trasformacion en ninfa, tapan las neutras la celda con una lámina de cera. La larva de obrera envuelta en su capullo de seda, se convierte en ninfa, doce dias y medio después de nacida; y siete dias y medio después pasa al estado de insecto perfecto. Los machos quedan tres dias más en estos diferentes estados de feto; y las hembras cinco dias menos. Es de notar que si el ayunta- miento de los dos sexos se verifica después de los veinte y un dias de nacida la hembra, pone esta toda su vida huevos de machos: caso extraordinario probado por Huber. No creo que en la isla de Cuba y en otros puntos de la zona tórrida se cuenten los meses de los trabajos y los dias del desarrollo del mismo modo que en Europa. La diferencia que el clima trae consigo influye sobre el número de enjam- bres, la época de la castración, la cualidad de la miel; y es asunto que no he estudiado bastantemente para tocarlo en es- ta memoria. Espero hacerlo en un lugar mas conveniente á la importancia del objeto, quiero decir, en una memoria especial, que pueda ser provechosa á la ciencia y á la agricultura. 14. Una de las cosas mas admirables, que prueban el atra- so de nuestros conocimientos químico medicinales y los gran- des recursos de la naturaleza, es la influencia que ejerce un alimento escogido sobre la organización de estos animales; —136— puesto que depende de la voluntad de las crianderas, según el género alimenticio, el sacar hembras perfectas ó neutras, mo- dificando no solo los órganos genitales sino también las mandí- bulas, las patas posteriores, los segmentos abdominales, el aguijón, &c. Esta opinión, por extraña que sea, es de las mas comprobadas, tanto en las abejas como en las hormigas. Cuan- do una colmena pierde su reina, si no existen celdas con lar- vas de hembra, las abejas se apresuran en construir una celda real á costa de muchas celdillas de obreras, y suministran á la larva que allí dejan una gelatina prolífica que la convierte en reina-madre. 15. El aumento de la población es causa de la separación de una parte de los individuos que la componen, y de la for- mación de una nueva colonia. Esto no sucede sin el nacimien- to de una nueva reina. Apenas esta se ha desnudado del zurrón que tenia la ninfa cautiva, cuando procura salir de su alvéolo, abriendo una brecha con sus mandíbulas. Las obreras, que es- tán al tanto de todo, se oponen á su intento, tapando la bre- cha con pedazos de cera; con lo cual se mortifica en extremo la encarcelada, y hace oir un ruido agudo y fuerte, causado por el sacudimiento de sus alas en su amplia celda. El ruido llega á los oidos de la abeja-madre, la cual, presumiendo lo que es, deja ver todas las apariencias de encono que la riva- lidad despierta en iguales casos en ánimos superiores ó cria- turas racionales. Esta reina, que en las demás circunstancias de su vida se muestra lenta, ó si se me permite la expresión, pausada y grave, entra en furor á los primeros indicios que le revelan la existencia ue una competidora, y se encamina pre- cipitada á la celda que la contiene, dispuesta á castigar su '^^competencia con la muerte. La población se alborota, los tra- Ibajos ordinarios se suspenden: las obreras ponen obstáculos á la ira femenina; sin emplear con todo la violencia, pero amon- tonando sus cuerpos en el camino de la Abeja-madre, para cerrarle el paso. La resistencia de los subditos irrita cada vez más la soberana; y en uno de sus violentos accesos de cólera, sale de la habitación donde su autoridad es desconocida, y con ella se van la mayor parte de los habitantes destinados á for- mar una nueva colonia: de suerte que el enjambre que sale va siempre capitaneado por la vieja-madre. En medio del tu- multo y confusión que esta escena produce, la nueva reina se pone en libertad, y conserva bajo su gobierno las abejas mas —137— jóvenes, y las que por hallarse en el campo no se vieron com- prometidas en la acción, como también las que van saliendo diariamente de su estado de ninfa. El primer cuidado de la recien-nacida, cuando se encuentra en posesión de su colme- na, es asegurar su única autoridad á costa de la vida de sus rivales contenidas en otras reales celdas. Las obreras esta vez no ponen obstáculo á su rigurosa determinación. Abre la rei- na con sus propias mandíbulas las paredes de las celdas rea- les y encaja su temido aguijón en el cuerpo de las infelices prisioneras, en cualquiera estado en que las encuentre, ya ninfas próximas á romper su capullo, ya tiernas y desnudas larvas: las obreras, impasibles expectadoras de estos asesina- tos, penetran dentro de las celdas para extraer un cadáver que arrojan fuera de la colmena. 16. A veces sucede que nacen dos reinas á un tiempo, igua- les en fuerzas, igualmente animadas y celosas de sus dere- chos. En este caso un duelo mortal se ha de seguir necesaria- mente; porque la República no se acomoda con dos cabezas. Las obreras, lejos de oponerse á la contienda, la provocan y la hacen inevitable, porque ponen en presencia las rivales, y no consienten la fuga. Las dos hembras se acometen, y procuran con arte ó sorpresa alcanzar la posición mas favorable; que es la de situarse sobre el cuerpo de la enemiga, para introducirle el encorvado aguijón debajo de las láminas que defienden los segmentos abdominales. Pero la lucha no se presenta siempre tan desigual: hay ocasiones en que mordiéndose las antenas y trabándose las patas, se encuentran las luchadoras frente afren- te, vientre con vientre, expuestas amatarse mutuamente y dejar la colonia sin directora. La inquietud en este momento es no- table en las expectadoras: parecen comprender el gran peligro de que están amenazadas. Las combatientes mismas, por un movimiento instintivo, y como sobrecogidas de un súbito hor- ror, se separan y se retiran; luego vuelven con mayor tesón, y dan fin al combate con la muerte de una de ellas. 17. A los peligros de la guerra, y á la satisfacción de la victoria sucede la unión sexual descrita en el párrafo 13; y po- co después, la matanza de todos los machos. Ya he dicho que los zánganos no trabajan, porque su organización no se lo per- mite: comen la miel recogida por las obreras. Cuando ya no son necesarios para la reproducción de la especie, su presen- cia se considera como perjudicial, y son exterminados. Las 18 —138— neutras les caen encima, á veces tres 6 cuatro contra uno, á quien aseguran por las antenas, las alas, las patas, lo maltra- tan con los dientes, y lo perforan con el aguijón: el macho pri- vado de esta arma ofensiva, resiste malamente; unos perecen sobre los panales en que nacieron y fueron alimentados, otros arrastrados medio vivos fuera de la colmena, reciben al pié de ella los golpes mortales. Algunos fugitivos buscan un refugio en otras habitaciones, y en todas encuentran la misma hostili- dad y la misma triste suerte 18. La vida de estos insectos llega á dos años, según algu- nos autores, y á siete años, según otros. Yo creo qne la Abe- ja-madre no vive mas allá de dos años, cuando puede presu- mirse que los ovarios no contengan mas huevos para la repro- ducción de la especie: sigue entonces la suerte de la gran ge- neralidad de los insectos, que engendran y paren una sola vez en su vida. Creo también que las neutras pueden vivir uno ó dos años más. Rara es laque muere naturalmente de vejez, porque en el curso de su vida son perseguidas y atormenta- das por muchos enemigos: los principales son las lagartijas y las bijiritas ó avecillas del género St/lma; algunas son vícti- mas de Avispas raptoras; los combates que hay entre las mis- mas neutras, y de que hablaré mas abajo, destruyen otras. Además, la colmena entera está amenazada de completa des- trucción por unas maripositas del género Tinea (T. coreana, T. alcearia), cuyas larvas se mantienen de cera, y forman en- tre los panales sus galerías tan cubiertas y defendidas, que se burlan del esfuerzo é instinto natural de las abejas. En la isla de Cuba sospecho que hagan mucho daño las hormigas; y en Europa lo reciben de una rata campesina que las acomete en invierno, cuando están aletargadas por el frió, y les come la cabeza y el corpino, dejando intacto el abdomen, tal vez por el temor del líquido que contienen sus glándulas venenosas. Termino estas noticias diciendo que una colmena puede dar dos ó tres enjambres al año, á veces tres ó cinco; y pro- ducir dos libras de cera y veinte de miel. — El mejor remedio contra la picada de las Abejas es el álcali volátil aplicado so- bre la herida. 19. En lo que he dicho hasta ahora, y en otros lances que voy á referir, ¿qué parte tiene el instinto, y qué parte corres- ponde á la inteligencia? Esta cuestión puede interesar no solo al naturalista, sino también al filósofo psicológico. Para no —139— caer en los errores de Descartes que negaba á los animales la sensibilidad; para no exagerar su inteligencia, como Réaiimur; para evitar las contradicciones de Bufón, es indispensable de- finir bien estas dos palabras: instÍ7ito, inteligencia. En esto nos ayudarán mucho las observaciones de F. Cuvier expues- tas por el Sr. Flourens. Estas dos facultades son enteramente opuestas, y existen en razón inversa una de otra en la serie animal; es decir, que los animales, dotados de mucho instinto, como los insectos, tienen poca ó ninguna inteligencia; y los que se distinguen por sus luces intelectuales, como el caballo, el perro, el mono, tienen poco instinto, principalmente el hom- bre, que es el mas inteligente y el menos instintivo entre to- dos los animales. Si los insectos hiciesen por inteligencia lo que practican por instinto, serian mas inteligentes que el hom- bre; pues saben todo lo necesario sin haberlo aprendido, y sus primeros actos están de acuerdo con sus actos futuros, mucho antes que la experiencia se los haya revelado. Por otra parte es tan limitada su ciencia, que no saben variar el trabajo se- gún las circunstancias, y muchos perecen, por no poder, como el hombre, aplicar el instrumento universal de la razón á los casos particulares. El instinto es innato, fatal, invariable, par- ticular; la iuteligencia es electiva, libre, progresiva y condicio- nal ó modificable según las circunstancias. Para darnos una idea clara del instinto, el Sr. F. Cuvier lo compara con el há- bito adquirido, en las ocupaciones mecánicas que se hacen bien sin pensar en ellas: ambos son iguales en sus resultados, pero difieren en su origen; porque el hábito requiere para estable- cerse el concurso primitivo de la inteligencia, y el instinto es debido á la naturaleza. — La inteligencia tiene sus diferentes grados entre los animales: el roedor conoce el puesto donde encuentra su comida, y no la mano que se la presenta; el ru- miante conoce al pastor por el trage mas bien que por la per- sona; el perro nunca desconoce ásu amo. Entre la inteligen- cia del hombre y la de los animales hay una laguna inmensa: el instinto obra sin conocer; la inteligencia conoce para obrar; la inteligencia humana sabe que conoce; generaliza, abstrae, re^ flexiona: este poder del pensamiento por medio del pensamien- to hace que el hombre se vea y se juzgue á sí mismo; hace de él un ser moral, merecedor de penas y de recompensas según el mérito ó el demérito de sus acciones, espiritual, inmortal. 20. Convengo en que la inteligencia es nula, ó casi nula, —140— en la generalidad de los insectos; pero pienso que existe hasta cierto grado en los individuos de esta clase que viven en so- ciedad, como las abejas y las hormigas. El instinto social, en los insectos y en el hombre es inseparable del ejercicio de la inteligencia. En comprobación de ambas facultades citaré va- rios ejemplos tomados en la historia de las abejas, Al instinto achaco la admirable construcción de los pana- les, en que se halla resuelto este problema. "Dada cierta can- tidad de cera, formar con ella el mayor numero que se pueda de celdas de una capacidad determinada y de la solidez nece- saria, ocupando el menor espacio posible." Las abejas han re- suelto el problema por medio de tubos contiguos hexagonales, con un fondo piramidal compuesto de tres rombos, cuyos án- gulos mayores son próximamente de 110 grados y los meno- res de 70: cada celdilla descansa por su fondo sobre tres cel- das opuestas, lo que se puede ver pasando alfileres por el cen- tro de cada rombo; las paredes son mas delgadas que un pa- pel, pero robustecidas en los contornos que sirven de entrada. Los fondos piramidales ahorran mas cera que un fondo llano, cosa que á primera vista no parece asi; y los ángulos del rom- bo no pudieran ser hallados por los cálculos elementales de la geometría, sino por el análisis de los infinitamente peque- ños, séanse las altas cuestiones de máximos y mínimos. Pero en los accidentes de estas mismas construcciones, hay algunos que pueden pasar como resultados de la inteligencia: así es que en las circunstancias en que urge el tiempo y el trabajo, dejan los alv^éolos á medio hacer para poner muchas en poco tiempo á la disposición de la Abeja-madre, y las concluyen después descansadamente. Solo el instinto pudo revelar á las obreras el tiempo en que la naturaleza hizo la madre apta á poner huevos de neu- tras y huevos de machos, y el número proporcionado de unos y otros individuos que de ella se esperan, puesto que antes del desove y á su debido tiempo suministran las celdas necesarias. También el instinto unido á una admirable sensibilidad de ór- ganos genitales puede indicar á la madre si es de obrera ó de macho el huevo que va á poner en la celda que le correspon- de. Pero en el desove, lo mismo que en la construcción de los panales, vemos circunstancias que abonan la inteligencia de estos insectos. Si la madre en el apuro en que se encuentra ó iaadvertidamente deja caer dos huevos en una misma celda, —141— las obreras quitan uno y lo colocan en el lugar que le pertene- ce: la misma madre parece tener empeño en evitarlas equivo- caciones; pues la vemos con los ojos de Réanmur, examinar el interior del alvéolo, como para asegurarse de que está vacío y limpio; después de lo cual da vuelta al cuerpo é introduce el abdomen en la cavidad, donde deposita un huevo que deja pe- gado en sus paredes. Cuando el enjambre es demasiado numeroso, se llenan las celdas reales, precisamente cuando se necesita una nueva reina. ¿Es este caso un acto inteligente? No lo creo, porque va acompañado de una receta que no ha sido trasmitida por las abejas, sino escrita por Dios en sus sensorios: hablo de la con- fección de la gelatina prolífica. A la salida de un enjambre, cuando la nueva reina que- da en posesión de la colmena ¿por qué las neutras no toman á su cargo la exterminación de las otras hembras? ¿Acaso las detiene la idea de que ha de ser, para la felicidad de la Repú- blica, sagrada é inviolable la real persona? No lo creo; pero Dios ha impreso en sus ánimos un respeto instintivo que ase- gura la existencia de una hembra en la colmena; porque si to- das se dieran prisa en matar una, pudiera la colonia quedar sin ninguna. ¿Y la matanza de los machoí5 ha sido dispuesta necesa- riamente por el sublime autor de la naturaleza, ó queda al li- bre albedrío del insecto inteligente? Cuando considero que el macho está privado de aguijón, y que las neutras llevan esta arma consigo, creo ver la necesidad que acompaña al instinto, y pronunciada la sentencia que fatalmente se ha de ejecutar. Con todo, este acto se verifica cuando los machos no son ne- cesarios, en tiempo en que se llenan los almacenes de miel pa- ra la estación invernal que despoja las plantas de hojas y flo- res. ¿Puede inferirse de aquí que ceden á la necesidad mas bien que á un impulso ciego? ¿Y qué seguridad tenemos de que prevean el invierno dos meses antes de los primeros frios, y el hambre que lo acompaña? He aquí un problema que puede re- solverse en la isla de Cuba; porque precisamente en Diciem- bre están sus campos cubiertos de aguinaldos floridos y otras muchas plantas florecen en la misma estación. Cesando en la Isla la causa, debe cesar el efecto; y es lo que se debe ave- riguar. Lo que parece que debemos referir á la inteligencia es la —142— corrección de un trabajo ya concluido; como cuando por un ac- cidente amenaza ruina el edificio de los panales, y se ponen los puntales necesarios para su conservación; como cuando una abeja bisoña ó inadvertida coloca mal los montones de cera para los cimientos de una celda, y llega otra mas enten- dida, que desbarata su obra y la corrije. Habiéndose introducido una Limaza sin caracol en una colmena, no tardó en perecer apuros aguijonazos de las inhos- pitalarias abejas; después de lo cual, no pudiendo echar fuera un cadáver tan pesado, y temiendo los efectos de su corrup- ción, le envolvieron en una gruesa capa de cera, y le dieron una sepultura embalsamada en su propia casa. En otra oca- sión se introdujo una Babosa de caracol, de las que forman eí género hélice entre los moluscos, sin duda de noche y por un descuido del centinela: amaneció pegado á las paredes de la colmena, con un cordón de cera al rededor de la abertura del caracol, pero no cubierto por todas partes, porque no era ne- cesario: el malaventurado animal llevaba acuestas su sepulcro. Por último, la sola circunstancia de haber el hombre lo- grado domesticar este útil insecto, hasta el punto de hacerle amable su presencia, y dejarle muchas veces robar una parte de sus bienes sin picarlo, prueba que es dotado de cierta inte- ligencia. Bien que la condición de la domesticidad sea la so- ciabilidad impuesta como instinto por el Creador, no todos los animales que viven en sociedad se han podido domesticar; unos por díscolos y turbulentos, como el mono; otros por iras- cibles, impetuosos, como la Hemiona, y otras especies del gé- nero Eqiius ó caballo; otros por limitados de inteligencia, como las liebres y demás roedores. Ninguno de estos tres casos ha puesto estorbo á la semi-domesticidad de las abejas. Trigona fulvípeda. Láminas 6, 14 y 22. Melipona fiilvijjeda, Gaérin, Iconogr. Pars. 2. p 461. tah. Ins. 75, /. 6. (1) 21. La especie que nos ocupa en esta Memoria, y otras (1) Teniendo el Sr. Guérin qup sujetarse al texto del Reino animal ilustrado por su Iconografía, ha dejado en el género Melípona esta espe- cie; porque el género Trígona aparece allí solamente en una nota. —143— muchas, tal vez todas, de la familia de las Melíponas, echan por tierra la primera división qne ha hecho Latreille del or- den de los Hymenóptoros en terehrantia y acideata, esto es, de taladro y de aguijón; puesto que carecen de una y otra ar- ma, apesar de la negativa de aquel célebre entomologista. Por esta razón el Sr. St-Fargeau ha dividido los Ilymenópteros en ovififheros y oriscajJteros; no teniendo los primeros oviscapto 6 prolongación del oviducto, que las hembras njuestran exterior- mente. Pertenecen dichas especies á la división de los melífe- ros, apiarios, sociales; ó según St-Fargeau, á la de los ovitithe- ros, phytijjJiagos, n i diji cantes, sociales, cuyos caracteres son: tres individuos com{)oniendo la especie, machos, hembras y obreras; estas últimas con las patas posteriores poliniferas, es- to es, con un cesto en la cara externa de la tibia, formado por un espacio hondo y un cercado de pelos altos y curvos, y uíi cepillo en la cara interna del primer artículo del tarso, com- puesto de cerdas rígidas; antenas quebradas en forma de codo. Agregúese lo que se ha dicho de la promúscide en el capítulo de los instrumentos cibarios. Si separamos de esta gran división la familia de los Bóm- hides, cuyas sociedades son anuales, y que tienen un par de espinas ó espolones en la extremidad inferior de las tibias pos- teriores, quedan dos pequeñas familias, que son las que mas nos interesan: las Apiaritas, áque pertenece la abeja melifi- ca, y las Meliponitas que hoy comprenden los géneros MeM- pona y Trígona, no estando generalmente admitido el género Tetragona de los Sres. Serville y St-Fargeau. Estas dos fa- milias carecen de espolones, y sus sociedades son perennes. 22. Las Apiaritas tienen el primer articulo de los tarsos posteriores cuadrado, por estar su ángulo superior externo pro- longado á manera de diente con el fin de sacar de debajo los segmentos abdominales las láminas de cera que trasudan; su cepillo es estriado trasversalmente; las uñas bífidas, el palpo maxilar muy corto y de un solo artículo, los ocelos en disposi- ción triangular; las células y nervuras de las alas bastante nu- merosas (cuatro células cubitales, inclusa la apical, la penúl- tima oblicua). Además tiene la hembra un aguijón, como la generalidad de los ovititheros, lo mismo que las obreras que son hembras modificadas; y cinco segmentos abdominales. Las antenas tienen 12 artículos en las hembras y 13 en los machos. —144— 23. Las Meliponitas tienen el primer artículo de los tar- sos anteriormente angostado, y por lo tanto de forma trian- gular; pues no trasudando la cera, no les hace falta un instru- mento dentado: el cepillo es continuo y no de pelos dispues- tos en estrías trasversales; las uñas simples, el palpo maxilar nulo, los ocelos en una línea trasversal; las células y nervuras poco numerosas (dos células cubitales, primera discoidal in- completa). Carecen de aguijón, y como consecuencia forzosa, las hembras y nentras tienen seis segmentos abdominales, lo mismo que e! macho. Antenas de 12 artículos en los tres indi- viduos. Agregúese una mayor complicación de las tibias pos- teriores, las cuales ofrecen en el lado posterior de su ángulo inferior encima de la articulación con el primer artículo del tarso, un fascículo de crines encorvadas, y además todo el la- do posterior erizado de cerdas cortas á manera de peine (lám. 22, fig. 3y 4). Latrcille añade, en el Dic. de Deterville, que dichas tibias tienen el canto interno surcado longitudinalmen- te, para recibir la parte interna del lado inferior del fémur, y facilitar la contracción de la pata; este último carácter no exis- te en la especie cubana, que lleva el surco en el fémur. 24. El género Melipona tiene todos los caracteres genera- les que indico en el párrafo anterior, y se distingue de las Trí- gonas por las mandíbulas sin dentaduras en su borde interno. 25. El género Trígona difiere de las Meh'ponas por las mandíbulas dentadas, y el abdomen de la obrera triangular: este último carácter no está indicado por Latreille, tal vez porque hay algunos abdómenes cuadrangulares; pero el nom- bre genérico lo lleva consigo (1). En cuanto á los nidos de las especies de este género, se notan algunas diferencias: unas lo construyen en el interior de los árboles, como la Abeja cuba- na; otros lo cuelgan de las ramas, como la Trígona Amalthea, que lo deja al aire donde preséntala forma de un gorro. (1) Latreille dice en el Dic. de Deterv. que en las Trígonas la ner- vnra recurrente parte de la 1^ célula cubital, y no de la 3^ corno en las Melíponas: no es así en la Trígona fulvípeda. Del)o advertir que la des- cripción de las células ha sido tomada generalmente en las obreras, y que varía aveces en los machos. También creo que el carácter tomado de las alas no es constante en todas las especies de un m'smo género de Meliponitas; porque el Sr. St-Fargeau, apartándose de la descripción de Latreille, y de lo que yo mismo he notado, señala á todas tres cubita- les y tres discoidales: véase su Hist. des Hym. L \. p. 407. —145— 26. El género Melipona ha sido establecido por Illiger, €11 su Almacén de Insectos, tomo 5, 1805, para las abejas de América, sobre las cuales Latreilie habia llamado antes la atención: Juriue, ignorando esta novedad, formcS el género Trígona para el mismo í^nipo, N. Méth. class. 1807. No te- niendo este nombre la prioridad, quedó sin empleo; pero La- treilie en su Genera, 1807, y en la Colección de observacio- nes de zoología y anatomía comparada de Humbold y Bon- pland, 1811, lo aplicó á las Melíponas de mandíbulas denta- das, y se ha conservado este valor en todas sus obras posterio- res: á su autoridad me atengo, sin confundir su género con el de Jurine. 27. El Sr. St-Fargeau describe 35 especies de Meliponi- tas; y agregando la presente, son 36, á saber 24 del Brasil, 3 de Cayena, 1 del Perú, 1 indicada como de la América meri- dional, 1 de la isla de Cuba, 1 de Tirnor, 5 de patria descono- cida: entre ellas hay 17 correspondientes á las Trigonas, según él; pero como no da mas caracteres de este género que el del abdomen triangular (nada dice de las mandíbulas), quedamos en la duda. El Sr. D'Orbigny afirma que existen unas 50 es- pecies en las colecciones de Europa. Los Indios y Portugue- ses del Brasil han dado nombres vulgares á las de sus bos- ques: lasque enumera el Sr. Aug. St-Hilaire son: Jataí, Mon- dura, Mandazai, Marmelada, Uruzíi, Mundubina, Mondagiiira, Cabeza de latao, Caga-fogo, Vamos-omboro, Cabiguara, Abeja de Capim,Preguicoso, Canaró, Bura, Chupé, Arapuá, Iraté, Sete-portas, Mumbuca, Tubí. Esta lista ha sido probablemen- te formada sobre informes verbales, y comprende toda suerte de Apiarios, con aguijón ó sin él. 28. St-Farííeau ignoraba en 1836 si en cada colmena ha- bia una ó muchas hembras fecundas, bien que se inclinaba a la unidad. Dice que son muchas las hembras infecundas y los machos; que los panales son perpendiculares y las celdas hori- zontales en dos series opuestas de fondo piramidal, como los de Europa: veremos cuanto lo que se nota en la isla de Cuba es distinto de lo que anuncia aquel naturalista, en la obra ci- tada, pagina 409: en la página 415 se queja del poco cuidado que han tenido los viageros en averiguar la situación de los panales, y dice que ninguna especie es conocida completa- mente, esto es, en sus tres individuos de macho, hembra y neu- tro; por lo que llama sobre la historia de estos interesantes in- 19 —146— sectos la atención de los entomologistas que habitan ó recor- ran los paises de América. Hace algunos años que rem'ti á Europa cierto número de individuos de la Abeja cubana; 200 neutras y 12 machos al Sr. Guérin, conocido en Paris y en la república entomológica por sus muchas y buenas obras; y doce neutras y un macho al acreditado naturalista italiano D. Max. Spínola: el sexo iba indicado en las tarjetas de remisión. El Sr. Guérin dio á cono- cer la especie en su Iconografía del Reino animal de Cuvier, con el nombre de Melipuna fulñpes, designando como hem- bra los individuos que yo consideraba como machos en mi re- mesa; pero esta equivocación, si la hay, no ha pasado á su des- cripción ni á sus figuras, porque los caracteres exteriores de ambos sexos son los misinos. El Sr. Spínola ha publicado en los Anales de Ciencias naturales, 2^ serie, tomo 13, página 116, unas Observaciones sobre los Apiarios meliponitas, que no he tenido la dicha de leer; pero en la Revista Zoológica de 1842, página 216 y 277, toma también el macho remitido por la hembra. El Sr. D'Orbigny, que tanto ha ilustrado la histo- ria natural de la América del Sud, no ha tenido ocasión de es- tudiar la organización y costumbres de estas abejas; pero por el mero hecho de no tener la hembra aguijón, infiere (Diccio- nario de Historia nat.) que las hembras viven en paz, que son muchas en cada colmena, una sola fecunda: anuncia que los panales son horizontales. Poco ó nada he podido sacar eit limpio de las noticias que Latreille ha entresacado de los M. S. S. de D. Félix de Azara, publicados por Walkenaer. Es cuanto ha llegado á mi noticia sobre las geucralidades de las Meliponitas; y espero que lo que se leerá en esta Memoria, aunque incompleta, añadirá algunos datos á los que ya se han publicado. 29. Paso ala descripción de la especie cubana, empezan- do por el individuo neutro. La cabeza, vista de frente es plana, vertical, formando aproximadamente un círculo truncado en la parte superior. Labro corto, paralelo al epístoma, que corta en ángulo recto; su borde anterior ligeramente entrante y velludo. Mandíbulas endurecidas, convexas por encima, cóncavas por debajo, extremidad, con tres dentaduras, la anterior ancha y sinuosa, las otras dos agudas. Maxilas compuestas de dos artículos; el tronco tan largo _147— como el Ita;anfr. 8 plaiiiusculis, ápice obtuso ;apertuia parva, tiapezoidea; per.stomate acuto, margine dextro recto, in angiilum acutum postice desinente; columella stricta, subcallosa. Long. 14 mili.; diam. 3. Apertura 3 longa — Tab. 26, f. 16 — 18. — Conf. B. Subula: infra vide. í), Bulimus cuntractus Pocy. — -Testa tennis, turiiculata, snhperforata,, albina, subtiliter striaia; anfr. 8, convexioribus, ultimo gibl)oso, ápice obtusiusculo; apertura minima, antice obtusa; margine dextro sinuoso, acuto, sinistro expanso; columella recta, angulum anticum non attin- gente. Long. 9A mili.; diam. 2. Apertura 2 longa. —Tab. 26, f. 10 — 21. Conf B. Subula: iníra vide. 10. Genus Achatina. 11. Achatina Blainiana Poey. — Testa solida, ovato-conica, imperfo- rata, vix striata; anfr. 8 subconvexis; spira cónica; apertura semiovali, marginibus acutis; columella trunca. Straminea, fasciis longitudinalibus fuscis, latioribus rubro pictis; ápice roseo, columella quoque. Long. 43 mili.; diam. 18.— Tab. 12, f. 4—6. 12. Achatina lucida Poey. — Testa ovato-oblonga, vitrea, albida, cos- tulis regularibus transversaliter elegantissime sculpta; ápice obtuso; anfr. 6, convexis, sutura profunda; apertura parva, margine acuto; colu- mella recta, stricte plicata, umbilico extincto. Long. 3 mili. — Tab. 12, f. 30. 31. (Mus. Gundlach.) 13. Genus Helix. 14. Hclix Juliana Poey. — Testa solidula, globulosa, subtiliter trans- verso striata, basi convexa, anfr. 5 convexiusculis; apertura subvertica- lis, peristomate acuto; columella recta, angulum anticum attingente, de- pressione infundibuliformi patefacta. Straminea, lineis incrementi per- multis,jam ochraceis, jain ferrugineis; fauce et infundibulo rubentibus, Long. 14 mili.; diam. 17 .—Tab. 25, f 13 — 16. 15. Helix incrustdta Pocy. — -Testa depressa, tenuis, corneo-fusca, perspective perforata, subtiliter striata; anfr. 4Í, ultimo convexo, priori- bus planulatis; apertura subcircularis, marginibus acutis approximatis. Alt. 3 mili.; diam. 3.V.— Tab. 12, f 1 1 — 16.— Peraffinis //. minutaii Mor.\ an similis? Infra vide. 16- Helix pictur ata Poey. — Testa globulo.sa, basi convexa, solidula, transverse striata, spira subelevata; anfr. 5; apeitura iunato-rotundata; peristomate intus incrassato, superna breviter expanso, marginibus sub- approximatis: columella dilatata, umbilicum semitegente. Albida, fasciis longitudinalibus fuscis, subtus dilutioribus, strigis transverse reticulata, praecipne ¡nfr i suturam. 17. Helix lepicla Poey. — Testa globulosa, tenuis, basi convexa, subti- liter transverse striata; spira brevis, obtusa; anfr. 5; apertura subcircu- laris, peristomate Ijreviter expanso, columella dilatata umbilicum fere omnino tegente. Albina, strigis rufis transverse picta, subtus dilutioribus, —213— regulariter interruptis. Alt. 9 mili.; diam. 12i. — Tab. 26. f. 6 — 10. Ití. Helix subfusca Poc.y. — Testa glo! ulosa, tenuis, basi convexa, sub- tiliter tiaiisverse striata; spira brevis, obtusa; aíifr. 5; apertura subcircii- laris, peristoniate breviter expanso; columella dilaiata umbilicum senii- tegeiiie. Sordlde alba.strigis rufis transvtrse pictu, subtus dilutioribus, regulariter interruptis, fascia iní'ra suturam alba; ápice roseo, peristo- maie intus fusco, columella queque. Alt. 9 mili.; diam. 12i. — Tab. 26, f. 11 — 15. Infra vide. 19. Genus Succinea. 20. Succinea nobilis JPoey. — Testa ovalis, tenuis, pellucida succinea, subtiliter transverse striata, spira brevis, ápice acuto; anfr. 3, primo mi- nimo, penúltimo convexo, ultimo parum ventricoso; apertura ovato- oblonga, postice angulosa, 5/4 longitudinis aequans; columella leviter arcuaía, subtiliter callosa. Long. 17.1 mili.; diam. 9h. Apertura 14 longa. Tab. 26, f. 25. 26.— Couf. S. Sagra, fulgens: iníra víde. EXTRAITS. Í3. La Cyl.porrecta Gould n'a que 12 mili, de longueur, et21 tours de spire; les stries du cou sont tres strrées, et le dernier tour porte une ca- rene assez prononcée. 4. Le dessin original de la pl. 10, f. 12 représentait la CyJ. Poeyana; mais Partiste qui l'a transporté sur la pierre, a cru qu'il appartenait á la Philippiana, et'ú a corrige le trait de maniere á en íaire disparaitre les véritables caracteres. 5. Je trouve cette espcce difíerente de celle que Mr. Bland m'a en- voyée de St. Thomas, et qu'il a inscrit sous le nom de B. Dysoni ? Pfr. dans le Catalogue qu'il a publié sur les Mollusques de cette ile (Adams, Contrib. t. 1. pag. 221). Le individus remis par Mr. Bland son plus grands: les tours de spire sont les memes, mais moins convexes; ce qui fait paraitre l'ouverture plus étroite, et l'angle postérieur plus aigu; la partie antérieure est plus prolongée, l'ombilic plus fermé. Flus tard Mr. Bland m'a annoncé par écrit qu'il est en possession du véritable B. Dy- soni de Honduras, et qu'il est diííerent de celui de St. Thomas: je n'ai pu en faire la comparaison par moi méme; mais, d'aprés la description de de Mr. Píeiffer, l'espéce de Cuba est de ^ plus petite, moins solide, d'un diamétre moindre, Toínhilic plus ouvert, l'ouverture moins longue le bord droit tbrmant un angle plus ouvert avec le bord columellaire; de manicrp qu'un doit croire qu'elle ressemble moins an B. Dysoni que les individus de St. Thomas, et que ceux de la Martinique que j'ai sous les yeux. 7. Ce Buliine a la forme prolongée du B. Humboldtii; mais il en dif- iere por la considération de l'ombilic, et par les bords non évasés: sa tai- He est |)lus petite. Le B. Dominicus Reeve s'en approche davantage; mais c'estune uutre forme, il n'a point de carene au dernier tour, et la colu melle se replie plus largement. 8. Le B. Stricfus est du groupe du B. Subula: l'ombilic n'est pas ap- parent, la columelle n'est pas réfléchie, les tours sont aplatis, le sommet obtus. —214— 9. C'est encoré une espéce du gioupe du B. Subula: l'ouverture est plus petite, les tours plus convexes, soniniet plus aigii, dernier tour bos- 8u; raccioissement moins vapide. 15. L'//e/. minutalis Mor. ressendile fort á cette espéce: elle a été trou- vée au Yiuatan, aiiisi qn'íi Cuba. D'ai)iés la description de Mr. Morelet sa couleur est cor/?eo-«/6ícflns,tand¡sque l'espéce de Cuba est corneo-fusca, pour ne pasdire fusca. Cette derniére est, dans l'état naturel, toujours recouverte de terre ou d'autres matiéies menúes; et on ne peut juger de sa couleur qu'eii la dépouillanl de ce corps étranger: cette circonstance omise par i\Ir. Moielet me confírine dans l'opinion que l'espéce est dif- férente. FJIe vit sur le tronc des arbres. 10. L'//e/. picturata a l'aspect et la forme de VH. gallopavonis Val.; mais ses bandes larges ne sont pas marbrées. L'i/. penicúlata Gould a une couleur jaunátre et une spire courte qui la disiinguent. Celte espéce et les deux suivantes sont du gronpe de VH. gilva Fer. qiii d'ailleurs dif- fére par des stries tres marquées, et un ombilic plus ouvert. 18. Je posséde trois individus de 1'//. suhfusca: ils offrent des varietés dans la disposiiion des ligues; mais on retrouve constamment la couleur obscure intérieure du péristome, celle de la columelle, et la bande claire au dessous de la suture. 20. La coquille est déprimée dans le sens de son diamétre vertical d' un aspect élégant; la partie de la spire inmédiate á la columelle est étroi- te, l'ouverture tres ampie en avant, le bord droit fait un sinus vers le liaut. La S. Sagra Orb., représentée pl. 20, f- 22 est plus ramassée; elle est plus petite, ainsi que la S.fulgens Lea, représentée pl. 20, f. 23. 24. Cette der- niére espéce, mise avec doute par M. Pfeiffer dans la synonymie de la S. Sagra, s'en distingue par cette expresión de Lea, spiía subelevata; la forme n'est par déprimée: c'est la méuie que Mr. Adams m'a envoyée de la Jamaique: el Mr, Bland, de St. Thomas. XVI. QUIRO^ECTOS CUBANOS GENERO DE PECES LLAMADOS VULGARMENTE PESCADORES. 1. Los peces acanthopterigios de la familia de los pectora- les pediculados Qom^YQuáe.n los géneros Lojy/tius, Chironectes, Malthe y Batracoides. El primero, á que pestenece el Lo- phius piscatoriiis de Linneo, no está representado en la isla de Cuba; el segundo ofrece en estas cosías cinco especies; el tercero, una, figurada por Parra con el nombre de Diablo (M. vesj^ertilioj; y el cuarto, otra, llamada el Sapo (B. Tau). —215— Los peces de esta familia se distinguen por los caracteres sif^uientes: Escamas casi nulas; dos huesos del carpo prolon- gados á manera de brazo, para sostener la aleta pectoral; aber- tura branquial reducida á una perforación de la piel detrás de la inserción de las pectorales; carencia del hueso suborbitario (Cuv. y Val. Hist. des poiss. t. 12, p. 336). Mi objeto es aquí describir solamente las especies del gé- nero Chíronectes de Cuvier; palabra griega compuesta de otras dos que significan mano y nadador. Es el mismo qne Com- merson se proponía Warnar Antemiariiis] nombre menos espre- sivo, tal vez digno de reprobación por la impropia analogía que trae consigo. El género Qidt'onecto presenta una cabeza comprimida, al revés del Lophius y del ñLdthe que la tienen deprimida. Delante de la alela blanda dorsal no hay mas que tres radios libres, que se notan sobre la cabeza: esta parte del animal está lejos de tener las grandes dimensiones que hacen notable el Lophius; pero el cuerpo llama la atención por la propiedad que tiene de hincharse con la introducción de aire en el estó- mago, como sucede en los tamboriles. Sus aletas pectorales y ventrales figuran cuatro patas, y la extremidad de los radios que la componen sale de la membrana á manera de uña; por cuya causa y por tener la abertura branquial muy pequeña, pueden las especies de este género, según dicen, salir del agua para buscar una prosa en las tierras fangosas. Tienen dientes cardosos en los intermaxilares, en el vómer, en los pa- latinos y en la faringe. Los ojos son pequeños y altos (Valen- ciennes, lugar citado.) Pasan por tener seis radios branquióstegos; los huesos operculares existen, annque ocultos por la piel; los intestinos observados dan las circunvoluciones ordinarias; el número de vértebras varía, pues hay 9+9 en el C/i. laevigatii» y 12+12 en el hírsutus-, la piel es lisa en unos, áspera en otros, perte- neciendo las especies cubanas á esta última división; la vejiga urinaria es unas veces sencilla, otras doble; la vejiga natatoria se ha hallado en algunas especies, sin embargo de qne no pa- rezca muy necesaria en estos peces, que arman sus asechan- zas en los fondos marinos. Algunos tienen el cuerpo y las ale- tas dorsales cubiertas de apéndices cutáneos, que suelen usar- se y piérdese con la edad. Estos peces son generalmente de —216— 4 pulgadas de longitud: con todo, se sabe de algunas especies que llegan á 6, 8 y aun 10 pulgadas. 2. El Sr. Valenciennes describe 24 especies de este géne- ro, repartidos por mitad entre el Atlántico de América y las Indias orientales. Las cinco especies que pongo mas abajo son bastante raras en las costas de la isla de Cuba. No se co- men, ya porque su tamaño no brinda mucha sustancia, ya porque el vulgo mira con desconfianza todo pescado que se presenta á sus ojos con formas extraordinarias. K\ nombre Yu\gaLr de Pescado)' dado á los Quironectos es debido al apéndice que presentan las dos primeras figuras de la lámiua 17, encima del radio e-spinoso anterior; apéndice á veces bifurcado, como se ve en la fig. 2. Es uua varita flexi- ble, cartilaginosa, con la extremidad carnosa, ordinariamente rosada y con arrugas trasversas, imitando el aspecto de una lombriz. El animal se esconde en el fango, ó se cubre de are- na, asechando los pecesillos que vienen á reconocer los fila- mentos carnosos, llevados de su curiosidad, 6 engolosinados con la apariencia, pues semejan anélidas ú otros vivientes pro- pios á la nutrición. El astuto Pescador no mueve el cuerpo, pero agita los filamentos; y aguarda, la boca abierta sobre el fondo arenoso, donde su lengua pintada de blanco y negro, como una tabla de ajedrez, se confunde con las piedrezuelas de la mar. Si el incauto pecesillo se aproxima, súbitamente se lanza el Pescador sobre él, y lo aprehende con sus mandíbu- las verticales. ¿Quién no admira aquí la causa final, y no reco- noce al supremo hacedor de tantas maravillas? ¿Diremos que el Quironecto pesca porque casualmente nació con una caña de pescar, ó diremos que este admirable instrumento le ha sido dado para ese fin? El Ch. hispidus lleva en Pondichery el nombre de Para- mine, lo que significa Pez-roca, según refiere el Sr. Valencien- nes. Este nombre parece indicar que vive entre los arrecifes; y en efecto el Sr. Bélanger, por quien fué remitido, anota que se encuentra á mucha profundidad, entre rocas, manteniéndose de pequeños crustáceos. Por donde puede inferirse que no to- dos se cubren de arenas para pescar; y en este caso los colores matizados de algunos, sirven grandemente para confundirlos con las rocas para engaño de los incautos: véase lám. 17, fig. 1. Otros escriben que estos peces viven entre las algas; y creo —217— que es el caso de los que tienen el cuerpo cubierto de lóbulos cutáneos, los cuales sepultados en el fango quedarían sin fun- ción: Osbeck piensa que tienen por objeto el confundir al pez entre las yerbas para sustraerlo á la voracidad de sus enemi- gos, principalmente de las aves marítimas que los persiguen. 1 El Quironecto tigre. Chiroriectes tigris, Poey. Vulg. * El Tigre. Quironecto anaranjado con líneas, fajas y manchas de un pardo oscuro; filamento carnoso bifurcado; piel áspera, sin es- camas, con algunos tubérculos espinosos, totalmente despro- vista de lóbulos cutáneos; tercer radio espinoso dorsal unido €on una membrana á la aleta segunda; filamento carnoso doble. D. 8, 12; A. 7;P. 11; V. 6; C. 9. Long. 5 pulgadas. Lámina 17, figura 2. El color anaranjado es bastante vivo, tirando á bermellón, bien que mas claro y sucio por la parte inferior del vientre; filamentos car- nosos rosados, con arrugas trasversas, lengua matizada de varios co- lores; dientes finísimos, los hay en el vómer; iris rosado; abertura de las agallas abierta en el codo de la aleta pectoral. Los tubérculos es- pinosos ocupan el lugar de la línea lateral, y dan vuelta á la mejilla, í^os radios de la aleta dorsal son flexibles, no ramosos. Difiere del Oh. histrio L., scaher Cuv. en que este tiene el cuerpo y las aletas dorsales cubierto de lóbulos cutáneos: no se puede decir que esta diferencia depende de la edad; por- que he visto las dos especies del mismo tamaño. Véase el ar- tículo que sigue. 2. El Quironecto cómico. Chironectes HistiHo, Linn. Vulg. * El Cómico. Lophius Histrio Linn. Syst. nat. 1. 1. p. 493, w. 3. ídem, Gmelin, I. p. 1481, n. 1. El Guaijerva Margr. Braz. (docente Valenc.) Seha Mus. Tah. lA,f. 3. L. Histrio Linn. Encycl. méth.pl- 9, 28. — Bonnat.p. 15. ídem, hacep. edit. Desm. HI, p. 55, tab. 30, f. 2. Chironectes scaher Cuv. Mem. du Mus. t. lll, p. 425, pJ. 6, /. 2. (docente Valenc.) Ídem, Valenc. Hist. despoiss. t. XII, p. 412, 558 —gis- Difiere del Ch. tigris por la presencia de los loLulos cu- táneos, y por lo que mas abajo se dirá. El Sr. Valenciennes observa que Linneo ha confundido- bajo el nombre de Lophius Hi&trio todos los Quironeetos co^ nocidos en su tiempo; por lo que se hace difícil, casi imposi- ble, saber qué especie quiso principalmente indicar. En efec- to, Linneo no da mas que un carácter distintivo, que es com- pressus 6 de cuerpo comprimido; y no describe mas que una especie: hoy este carácter es propio d<,'l género. Pero si bien Linneo ha confundido todas las especies en una, no es razón suficiente para mirar como nula su determinacior!, sino para limitarla á la especie mas probable. La regla contraria intro- duciria un gran trastorno en la nomenclatura zoológica; sobre todo en el dia, que ha entrado la costumbre de tomar la prio- ridad en los periódicos de historia natural con diagnosis cortí- simas, mientras que se prepara una descripción mas extensa, la cual se promete y no se da. Muchas son las frases descrip- tivas que pueden aplicarse á dos ó mas especies descubiertas con el tiempo; y no vemos que cuando suceda este caso, se anule por regla general el nombre primitivo. Lo que no ha hecho Linneo, lo hicieron los naturalistas posteriores á este gran maestro, y con anterioridad al trabajo del Sr. Valencien- nes, que por esta razón estaba obligado á ajustarse á sus equi- tativas interpretaciones. Así es que Bloch presentó en su lám. 3 un Lophius His- trio que el mismo Sr. Valenciennes refiere al scaher de Cu- vier; y Gmelin, además de citar á Bloch, añade al imico ca- rácter expresado por Linneo una descripción no corta, que se- ñala bastantemente el Chir. scaher de Cuvier:^^i-ws vel au- rantius; lineis, fasciis, maculis indetermhiatis fuacis variitH, fi- bra cartilaginosa striata elástica, cujusfini i)iassae2 ohlongae carnosae adsidunt. Estas son las razones que me han hecho restablecer el nombre Linneano, á pesar de la eminente nuto- ridad de ios Sres. Cuvier y Valenciennes. Aunque la mayor parte de los caracteres presentados por Gmelin se apliquen también á mi Ch. Tigris, la circunstancia, expresada por el autor, de tener el Histrio algunos cirros ó apéndices cutáneos, hace que le corresponda con preferencia su frase descriptiva; y por ser la especie mas común de las Antillas: en esto están de acuerdo la Enciclopedia metódica y la Historia de Lacé- pede. —219— El aspecto general de ios colores no es bastante para sos- pechar que esta especie sea la misma que Ja anterior; pues ve- mos que el Ch. hispidus Bl. de las Indias orientales es igual- mente parecido en los colores, y sin embargo es especie bien distinta, siendo simple su filamento carnoso. El Ch. Tigris, aunque manchado de negro sobre un fondo rojizo, no deja de presentar diíerencias en la forma y disposición de las manchas, principalmente en las quedivergan del ojo. El iris del Histrio es amarillo, con pupila azul, no rosado como en el Tigris; la membrana del tercer radio dorsal, no hace continuación con la aleta posterior, los lóbulos del filamento supracefálico son mas jjequeños; los radios no ofrecen los mismos números, si aten- demos á Bonnaterre, que cuenta 8 anales, 5 ventrales; y á La- cépéde que enumera 5 ventrales. El individuo que he tenido á la vista y dibujado imper- fectamente, vino de la costa del Sud: habia lóbulos cutáneos por todo el cuerpo y aleta superior, pero los mas numerosos se encontraban encima de los radios libres 2? y 3?, y debajo de la mandíbula inferior. 3. El Qaifonecto negro. Chironectes tenebrosas, Poey, Vulg. * El Pednizco. Quironecío pardo-oscuro, marmoreado de negro, con manchas desiguales cenicientas, tres manchas negras de iris azul en la aleta dorsal, y muchos en la cola; piel escabrosa, con algunos tubérculos espinosos, sin lóbulos cutáneos, fila- mento carnoso simple. D. 3, 12; A. 7; P. 11; V. 6; C. 9. Long. 4 pulgadas. Lámina 17, figura 1. Piel sin escamas, parte cartilaginosa del filamento alternando de blanco y negro; dientes finos; lengua libre, matizada; abertura bran- quial al lado del codo; tubérculos espinosos alrededor del cachete y sobre el lugar correspondiente á la línea lateral. Iris amarillo. 4. El Quironecto ocular. Chironectes ocellatus, Val. Yul. * El Pescador. Valenc. in Cuv. et Val. Hist. des poiss. XII, p, 419, — 220-- Lophius Hisirio ocellatus, BL Syst.p. 143. El Pescador, Parra, Peces y crust. p, 1. tab. 1. Quironecto escabroso, de color blanquecino, salpicado de mancbas mas oscuras, una mayor sobre la cola, y dos grandes manchas oculares, de las cuales una en medio de la base de la aleta dorsal, otra encima del ano; filamento corto, porción vermicular simple y globulosa (Parra). Este pez es conocido solamente por la descripción y figu- ra de D. Antonio Parra; pues ni Bloch, niel Sr. Valenciennes, ni yo, lo hemos visto. 5. El Quironecto nuiltiocular. Chironectes multiocellatus, VaL Vul^. ^ Martin-velador. Valenc. in Cuv. et Val. Hist. des poiss. XII, p. 420. Quironecto escabroso, color punzó con manchas negras*. y numerosos ocelos negros con cerco blanco, á saber 4 en la aleta dorsal, 3 en la cola, 1 detrás de la pectoral: el primer ra- dio muy largo, sin dilatación carnosa (Valenc). Tuve esta especie en 1836; y la cedí al Sr. Cuvier, que preparaba entonces los materiales de sia grande obra. El Sr. Valenciennes ha tenido presente este ejemplar en su descrip- ción; y recibió otro mas tarde de la Martinica. Mayo 1853, y lámina en Octubre 1852. SUMMARlüM. Genus Chironectes. 1. Characteres generis. 2. Historia. 1. Chironectes Tigris Poey. — Corpus scabmni, tuberculis spinosis sparsis, aurantium, lineis, maculis, fasciis fuscis varium, ocularibus di- vergentibus; teniaculum carnosum bilobatum, tegumentum iobulis cnta- neis destitutum, radius tertius pinnae dorsali connectum. Iris rosea. Long. 180 mili. — Tab. 17, f. 2. Differtab specie subsequente: infni vide, n. 2. 2. Chironectes Histrio Linn. Scaber Cuv. — Infra vide. 3. Chironectes tenebrosus Poey. — Corpus scabrum, tuberculis spinosis sparsis, ftiscum, nigro marmoratus, maculisque ampüoribus pictum; pinna dorsalis ocellis tribus decorata, iride cyanea; caudalis multiocel- lata; tentacnlum simplex, lobuli cutaueinulli. Iris fulva. Long. 100 mili. —Tab. 17, f. 1. —221— 4. Chironectes ocellatus Val. o. Chironectes biocellatiis. Val. EXTRAITS. 2; C'est avec raison que Mr. Valenciennes dit que Liiiné a confontlu tous les Chironectes sous le iiom de Lophius Histrio, dont il ne donne que le seul caractéie d'avoir le corps comprime; ce qui est commun á toutes les espéces dn geme. Mais cette raison n'est pas suffisante pour supprimer la détermination Linnéenne: il f;iudr:u't seulement la limiten Autrement il y auiíiii de grands changements á faire dans la nomencla- ture zoologique; suriout depuis que les naiuralistes ont pris le partj d'as- surer la priorilé de If'urs noms daus des ouvrages périodiques, saufla description plus étendue qu'il promettent et ue donnent pas. Ces phra- ses diagnostiques qui peuvejit s'appliquer á des espéces nouvellement découvertes, ne sont que trop nombreuses; et nous ne voyons pas qu'on ail iiitroduit Tusage de les regarder comme nuiles. La lacujje de Linné a été remplie par Bloch, Gmelin et Lacépéde: le Lophius Histr'io de Bloch, pl. 3, a été rapporté par Mr. Valenciennes lui-méme au Ch. sca- ber Cuv.; et Gmelin, aprés avoir cité á Bloch; ajoute une description qui n'est pas equivoque: 7?«t'Ms vel aurantius; lineis fasciis maculis indetermina- tis fuscis varius... fibra cartilaginosa striata elástica, cujus Jini massae 2 oblon- gae carnosas adsidunt.... labia cirris barbota.... radiifibris obsiti. La coloration n'est pas dans ce groupe assez importante pour con- fondre l'espéce antérieure avec celle-ci; car le Ch. hispidus des Indes orientales est dans le mémfe cas, et n'a cependant qu'une seule houppe au filament charnn. D'ailleurs la coloration n'est pas la méme dans les détails; l'i/ísíHo a I'iris jaúne (il est rose dans le Tigris)^ la membraue du troisiéme rayón dorsal ne s'attache pas á la nageoire qui suit, les lam- beaux du premier rayón sont plus petits; íes nombres ne sont pas les mé- mes, s'il faut en croire Bonnaterre qui compte 8 rayons á l'anale, 5 aux ventrales; et Lacépéde qui en compre 5 aux ventrales, C'est sans doute par une faute d'impression qu'on lit dans l'édition de Mr. Des- marest 32 á la dorsale. au lieu de 12. XVII. SALMONETES CUBANOS. 1. Los peces llamados Salmonetes en la isla de Cuba, for- man el género Mullus de Linneo, y ia familia de los Mullidae de Bonaparte. Ciivier ha colocado este grupo natural al fin de su gran división dn Acanthopterigios Percidios "de los cua- les se distingue fácilmente por sus dos aletas dorsales bien dis- tantes, por sus escarnas anchas y poco adherentes en la cabe- za y el cuerpo, y principalmente por dos barbillas ó tentáculos —222— carnosos puestos en la extremidad de la sínfisis de la mandíbu- la inferior, los cuales se alojan entre las branquias en el esta- do de reposo." Esta familia contiene dos géneros: el Mullus propiamen- te tal, y el Upeneus. El primero es propio de Europa: sus es- pecies carecen de dientes en la mandíbula superior; pero su- ple esta falta un ancho espacio ocupado por dientecitos á ma- nera de empedrado, en la parte anterior del vómer; no tiene espinas en el opérenlo, y está privado de vejiga natatoria. El segundo, que trae su etimología de una palabra griega signi- ficando labro ó lahio superior, cuenta abundantes especies en las dos Indias, provistas de dicha vejiga, con dientesen ambas mandíbulas, ya cerdosos, ya cónicos en una sola fila, y una cor- ta espina en el opérenlo; el vómer carece de dientes en forma de empedrado, pero á veces los hay finísimos en ese punto, y en los palatinos, otras veces no los hay en ha, bóveda palatina. (Cuvier, Hist. des poiss. III, p. 419). 2. Los colores rojos y amarillos dominan en las especies de estos dos géneros, principalmente el rojo, que hizo la re- putación del Mullus harbatus de los antiguos; hasta el punto de venderse en Roma 50, 100, 200 y mas pesos caria uno, se- gún su tamaño. Esto se vio al fin de la Re[)ública y principio del Imperio, cuando los goces del lujo llegaron á su íiltimo ex- tremo, y prescribían que este animal antes de ser presentado al paladar de los gastrónomos, viniese á expirar ante sus ojos, recorriendo en su agonía toda la escala de intensidad que ofrecían sus rojos colores, con grande admiración de los en- cruelecidos convidados. En España llevan el nombre de Bar- bos de la mar ó Salmonetes: el último ha venido también á ser el nombre provincial de los Upeneos de la isla de Cuba. Pa- san en Europa por ser muy buenos de comer; á lo que tal vez habrán contribuido las tradiciones de la antigua Roma. Cuvier describe 2 especies de Euroy)a, pertenecientes al género Mullus; los otros son Upeneos: 26 de las Indias orien- tales y Océano Pacífico, y 5 del Atlántico; 2 de estas son de la isla de Cuba. Todas las especies de esta Isla que conozco se reducen á 4, y son de la división de sin dientes en el pala- dar, y una sola fila en ambas mandíbula,s: una espina en el opérculo. Las opiniones varían mucho acerca de la bondad de su carne. Es cierto, como refiere Cuvier, Hist. de los Peces, tom. —223— ?5, p. 481, qne yo he afirmado que cuentan entre los pescados de mas estimación en el mercado, por lo que se pagan siem- pre bien; pe»'o he tenido después ocasión de asegurarme por mi propia experiencia que su mérito no pasa de regular, sin merecerla fama que han adqiiirido, y que deben tal vez á los antecedentes que acompañan la historia de los Salmonetes del Mediterráneo. Comnierson va en esto de aoierdo con los pes- cadores de la Habana: no así Plée y Margrave, citados por Cuvier. 1. El üpento manchado. Upeneus macídatiis, Cuv, \\\\^. Salmonete coloi-ado. Curie?', in Cuv. et Val. Hist. despoiss, III. p. 478. Mu/lits Surmuletus, va?', tnaculata', Bloch, tah. 348 f. 1. Id. Syst. p. 78 Pi?a metara, Margí'. (docente Cume?'). Upeneo rojo, vientre rosado, con fajas Tongitudinales azulosas á los lados de la cabeza, y tres manchas moradas á lo largo de la costura. Aletas rosadas. Las escamas llevan en su base una mancha de azul cobalto. Cola bifurcada. Dientes cónicos. Iris amarillo. B. 3.; D 8. J, 8; A. 1, 6. P. 15; V. 1, .5; C. 15. Vert. 10+14. Caec. 18. Circ. 2. Sq. long. 35; tranv. 3 + 7. Longitud 9 pnlg. El hocico es nlgo prolongado, línea frontal oblicua; ojos peque- ños, abertura de las narices única de cada lado y diminuta; boca pe- queña, protráctil; barbillas alcanzHudo el ángulo del preopérculo; esca- mas grandes sobre la cabeza y el cuerpo, con el color mas fuerte eu la circunfer- ncia; línea lateral con arbúsculos; sin dientes en la bóve- da palatina, los de la mandíbula superior de diferentes lámanos y di- rección el 19 vertical, el 29 dirigido hacia delante, el 39 hacia atrás, uno de los últimos mayor; piezas operculares lisas, salvo una espina en el opérculo; espinas de las aletas no punzantes, y presentando el primer radio sumamente corto; primera dorsal entrando un poco eu una ranura del lomo. Apófisis inferiores de las vértebras abdominales algo prolongadas, lastres últimas unidas y perforadas en su base; ra- ma pilórica del estómago grande, ciegos formíindo dos haces en una dilatación del duodeno; vejiguilla de la Lie! muy larga. La mancha de azul celeste que lleva cada escama, desaparece rápidamente después de la muerte; por lo que no es extraño que el Sr. Cuvier no la haya mencionado en su descripción. Las tres manchas están colocadas, una inmediata á la abertura branquial; otra debajo del último radio de la lí aleta dorsal; otra debajo de los últimos de la 2'1 aleta,. —224— Esta especie existe también en el Brasil y en la Martini- ca. El individuo hembra observado por el Sr. Gnvier tenia in- testinos ciegos 8 — 9. Se encuentra en compañía sobre fondos de piedra, hasta de 30 brazas. No es raro. 2. El Upeneo de faja amarilla. Upeiietis flnvo-vitlatus, Poey. Vulg. Salmonete amarillo. Upeneo morado-parduzco, que pasa á blanco al llegar al vientre: una faja longitudinal de un amarillo de oro en el cos- tado, la cual sigue delante de los ojos hasta la extremidad de la boca; otra por debajo de la órbita, continuando hasta la mi- tad del labio superior; otra en el cachete, y en la orilla poste- rior del opérenlo y del preopérculo; lo demás del opérenlo y la región preorbitaria son morados. Aletas dorsales de bermellón claro, la cola de anaranjado subido, pectorales carminadas, ventrales blancas; la parte anterior de las anales y ventrales, á veces la extremidad de la primera dorsal, son anaranjadas. Iris mezclado de amarillo v rojo. Cola bifurcada. Dientes cor- tos, cerdosos. B. 3; D. 7. í, 8"; A. 1, 6; P. 16; V. 1, 5; C. 15. Vert. 10+14. Caec. 10— 18. Circ. 2. Sq. long. 40; transv. 3+7. Long. 12 pulgadas. Lámina 17, figura 4. El hocico es corto, la frente convexa; ojos grandes; abertura de las narices única de cada lado y diminuta; boca pequeña, protráctil; barbillas no alcanzando al borde posterior del preopérculo; escamas grandes, sobre la cabeza y el cuerpo, línea lateral con arbúsculos complicados; sin dientes en la bóveda palatina; piezas operculares li- sas, una espina en el opérculo; primer radio de la primera aleta dor- sal aproximado y de la misma longitud que el segundo. Las espinas de las aletas no son punzantes; primera dorsal entrañólo un poco en una ranura del lomo. Apófisis infeiiores de las vértebras abdomina- les algo prolongadas, las 3 últimas unidas y perforadas en su base. Peritoneo negro, rama pilórica del estómago grande, intestinos cie- gos formando dos haces; paredes intestinales blandas, sin división notable para el recto; vejiga natatoria grande y delgada. Escamas de 4 estrías. Debajo de la faja amarilla se ven otras fajitas paralelas de un rosado amarilloso; las escamas del lomo tienen el centro y la cir- cunferencia verdosos: tronco de las pectorales rojizo. Comparada con la especie anterior, esta es mas prolongada, aletas dorsales mas apar- tadas, hocico mas corlo, ojos mayores. —225— Errata — Las barbillas de la lámina citada son demasiado lar- gas: véase el párrafo anterior. El ñlullus jlavolincatus Lacép., aureo-vittatus Shaw, {Upeneusjlavolineatus Cuv. Hist. des poiss. III. p. 456) es del rnismo grupo, y sumamente próximo á esta especie. Si me atengo á la descripción del Sr. Cuvier, las diferencias consis- ten en tener los dientes mas pequeños, pues se sienten y ape- nas se ven; las barbillas mas prolongadas, pues alcanzan casi á las ventrales, bien que el Sr. Cuvier trata de otros individuos en que aquellos órganos se extienden un poco mas allá del ángulo del preopérculo, carece de fajitas longitudinales ama- rillas paralelas á la faja principal, á no ser que hayan desapa- recido en los individuos que el Sr. Cuvier vio en piel ó en aguardiente. La Patria es distinta, pues proviene de las islas de Francia y de Borbon, del mar Rojo y de las islas de la Socie- dad. El niimero de fajas amarillas y los espacios morados de la cabeza no parecen ser los mismos: tampoco menciona el Sr. Cuvier la faja que linda con el borde posterior del opérenlo. Con todo esto, sería posible que un animal que habita para- ges tan varios, como los que se acaban de expresar, se encon- trase también en el Atlántico americano. No es raro en las ;Costas de Cuba. 3. Upcneo de tahalí. Upeneiis balteatus Cuv. .... Vulg. ^ El Tahalí. Upeneo morado claro, vientre blanco, faja lorígitiidinal en medio de cada costado, una mancha negruzca sobre la línea lateral á la altura del último radio de la segunda aleta dorsal. Dientes menudos. Cola ahorquillada. Esta especie es conocida solamente por un dibujo y una descripción incompleta que entregué al Sr. Cuvier en 1827: no he vuelto desde entonces á encontrar ninc^un otro individuo. El que representaba el dibujo tenia 6 pulgadas de largo: cre- yera que fuese un joven del Jlavo-vittatus Poey ó un ejemplar descolorido, si no tuviera la mancha negra indicada en la fra- se diagnóstica. Este último carácter es común á un grupo de las Indias orientales, entre ellos el auriftamma Cuv. A pesar de esto, seria posible que fuese un joven áe\ Jlavo-vittatus: 1? 29 ^226— porque en el año de 1827 mis notas y mis dibujos estaban le- jos de tener la exactitud que procuro alcanzar en el dia, y pu"- de omitir muchos rasgos; 2.^ porque la descripción de la es- pecie que sigue nos enseña que los individuos jóvenes de este género presentan algunas veces ciertas manchas que desapar recen con la edad. 4. El Salmonete pequeño. Ufieneus parvus, Poey. Vulg. ^ El Rayuelo. Upeneo dé un rojo bermellón por encima, el cual pasa in- sensiblemente á blanco al aproximarse á la parte inferior de! vientre; faja longitudinal amarilla en medio del costado, y otras mas delgadas del mismo color, inferiores y paralelas. Aletas ventrales y anales amarillas, las otras blancas con fajitas oscu- ras. Dientes cónicos, muy pequeños: ninguno en la bóveda pa- latina. Opérenlo sin espina; cola bifurcada. Iris rojo. B. 3; D. 7. 1, 8; A. 1, 6; P. 15; V. 1, 5; C. 15. Sq. long. 40; tranv. 2J-f- 6. Longitud, 150 milímetros. Lámina 17, figura 3. Hocico corto frente arqueada; boca mediana cuya comisura al- canza hasta la vertical que pasa por delante del ojo; barbillas alcan- zando apenas el ángulo del preopérculo; una sola ventana de las na- rices de cada lado. Escamas grandes sobre la cabeza y cuerpo, las principales, con 5 estrías en la base; línea lateral con arbúsculo de tres ramos; aletas dorsales bien apartadas, la 1^ entrante. La cabeza no lleva fajitas amarillas: las aletas dorsales y la caudal tienen fajas negras oblicuamente dirigidas de adelante para atrás; 3 en la 1^ dor- sal, 2 en la 2? y 5. en cada lóbulo de la cola, la cual es muy hendida. La parte inferior del vientre desde el cuello hasta el ano, es amarilla. Las escamas se caen fácilmente; y entonces aparece la piel rojiza. He visto algunos en el mes de mayo de de 1852, de 3, 5 y 6 pulgadas; y ninguno en los años anteriores. Entre los de 3 pulgadas habia uno que tenia una serie de 5 manchas negras debajo de la faja longitudinal amarilla. Texto en Mayo de 1853, láminas en Octubre de 3852^ SUMMARIUM. JCVI. MuUidae Cuhenses. — .Gemís Upeneus, 1. Generalia familiae atque generis. —227— ii. Historia. 1. Upeneus maculatus Cuv. — Infra vide. 2. Upeneus Jlavo-vittatus Poey. — ^^Superne violaceus, ventre albído; H'itta longitudinali flava, lineis ejusdem colorís praeopercularibus et sub- orbitaria. Pinnis dorsalibus minio rubentibus, cauda áurea, pectoralibus roséis, ventralibus albis. Cauda bifida. Denles mínuti, setosi. — Tab. 17, fig. 4. Snpra infraque vide. 3. Upeneus halteatus Cuv. — Infra vide. 4. Upeneus parvus Poey. — Minio rubens, ventre albido; fascia longitu- dinali flava, lineis ejusdem colorís infra sitis. Pínnae ventrales atque anales flavae; caeterae albae, fusco vittatae: Iríde rubra. Cauda bifída. Dentes conici, mínuti. Praeoperculum spina caret. — Tab. 17, fig. 3. Su- pra infraque vide. EXTRAITS. 1. L'ouverture des narines, dans les espéces queje décris est unique de chaqué c8té, et tres petite; la premiére dorsale est rentrante; le nom- l>re des coecuras varíe: ees espéces appartíennent dumoinsla premiére, la seconde et la quatriéme, á un groupe quí n'a qu'une serie de dents aux machoires, et quí n'en a point au palais. Le centre de chaqué écaille pré- sente chez VUp. maculatus une tache arrondíe d'un bleu celeste, qui dis- paraít rapidement, et qui n'est pas indiquée dans la descríption de Cu- vier. 2. Ij'' Upeneus Jlavo-vittatus est orné de ligues jaunes ventrales, paral- leles á la bande du milieu du corps: celle-ci passe au-delá des yeux; il y en a un autre au dessous de l'orbite, se prolongeant jusqu' á la lévre su- périeure, nne autre sur la jone, et une autre au bord postérieur de l'oper- cule et du préopercule: le íónd qui les encadre est violet. \j Up. Jlavo-U- iieatus Lac, aureo-vittatus Shaw, est tres voisin de cette espéce: il eu dífí"ére, d'aprés la descríption de Cuvier (Híst. des poiss. III. p. 456), par des dents plus petites, qui se sentent plutót qii'clles ne se voient; par des bar- billons plus aWongés, qui dépassent un peu Vangle du préopercule (Id. p. 458), et méme qui n'' atteignent pas tout-á-fait la base des ventrales (Id. p. 457). Outre la bande intermédiaire dorée quí régne le long de chaqué flanc. et d'une ou deux ligues de méme couleur qui descendent quelquefois de Voeilvers le boutdu museau, il n'est pas question chez Mr. Cuvier des au- tres ligues de la tete et du corps; quoíqu'íl ait eu á sa disposítion des in- divídus de la mer rouge etdes íles de France, de Bourbon et de la So- ciété: ees traces ont peut-étre dísparu dans la liqueur ousurla peau des- séchée. On voit que la patrie est dífférente; maís il serait possíble qu'un animal répandu sur tant de lieux divers, se trouvat aussi sur les cotes Atlantiques du continent amérícain. 3. Yi^ Upeneus balteatus n'est connu que par un dessin mediocre et par une descríption incompléte quí furent remis par moi á Mr. le barón de Cuvier en 1827: je n'ai plus revu depuis ce poisson. L'índívidu dont il est íci question avait 6 pouces de longueur et je le prendrais pour un jeune échantillon decoloré de V Up. Jlavo-vittatus, dont il a la courbure frontale, s'il n'avait de plus une tache noire sur la ligne latérale, au des- sous du dernier rayón de la 2" dorsale: c'est un caractére commun á un groupe des Indes orientales; voyez cependant ce qui est dit, au sujet de ^es taches:, a j'article qui suit. —228— 4. Le profil de V Vpeneus parvus est convexe, la bouche assez graiiífe; 3 bandes noires sur la preniiére dorsale,2 sur la seconde, .5 sur chaqué lobe de la queue. J'en ai vu de 3, 5 et 6 pouces de longueiir: parnii ceux de 3 pouces, il y en avait un qui avait une serie de taches noires au des- sous de la banda grande bande jaune intermédiaire qui régne lelong de: chaqué flanc. XVIII. EL ANOBIO DE LAS BIBLIOTECAS, INSECTO DESTRUCTOR. Lámina 22, figura 7—14. 17—21. 1. El sabio autor de la naturaleza ha dispuesto las cosas de tal modo, que todas las especies animales y vegetales por él creadas se conserven en la tierra, ocupando cada una su lu- gar prescrito, viviendo sus individuos y muriendo sucesiva- mente, sacando de la destrucción de unos el alimento nece- sario para la existencia de los otros. Si los cadáveres de los seres organizados fuesen incorruptibles é incapaces de me- noscabo, la suma de los cuerpos muertos se haria con los si- glos mas voluminosa que la de los vivos, y no habria lugar para estos en la creación del globo. Este caso está previs- to, y el remedio está á cargo de los seres mas diminutos que el vulgo huella con desprecio, y que son necesarios al orden establecido; para lo cual ha compensado Dios lo infinito de la pequenez con lo infinito del número, verificándose la sen- tencia de que lo pequeño viene á ser lo grande, si se atiende á la masa de individuos que compone la especie; y la sabidu- ría del artífice no menos profiínda en la organización que en los fines, se proclama con este lema de la Sociedad Entomo- lógica de Francia: Natura máxime miranda in tninimis. Injustamente se queja el hombre del daño causado á su industria por los insectos destructores de sustancias orgánicas; y tal vez sin agradecer el incesante trabajo de estos seres pa- ra purificar sus campos de la fetidez que esparcen por los ai- res los cadáveres de ios animales muertos, y prOi-a purgar sus bosques de los troncos caldos, acusa la providencia que per- mite la destrucción de sus pieles acumuladas y de sus herba- rios olvidados en los estantes. Lo mismo sucede con sus per- —229— gaminos, sus archivos, sus bibliotecas. Si los libros no se visi- tan, no se sacuden, no se leen; si los herbarios no caen en su- getos entendidos, ni en manos laboriosas, ¿de qué sirven al mundo? Tanto vale quitarlos del medio; y para esto acuden los insectos, que nos dan una lección saludable, declarando la guerra á la pereza y á la ostentación, prontos á retirarse de- lante de la vigilancia del hombre, ya en las ciencias, ya en el comercio. Tiempo dan para todo; pues ordinariamente sus pro- cedimientos son lentos, porque la providencia nos castiga con maternal solicitud, y nos dá los apremios necesarios para acti- var nuestra inteligencia. 2. En el numero considerable de insectos cuyas larvas se mantienen de despojos vegetales y animales y de materias to- madas de estos dos reinos para aplicarlas á la industria, llama nuestra atención el insecto destructor de las bibliotecas en la Habana y otros puntos de la isla de Cuba. Pertenece al orden de los Coleópteros, ó insectos mandibulados, de dos alas ver- daderas y dos estuches córneos endurecidos, familia de los Ptiniores, género Anohium de Fabricio. Es de la división de los Pentámeros, ó provistos de 5 artículos en los tarsos. El vulgo confunde bajo el nombre de polilla este coleóptero con el género Lepisma de que tenemos una especie bastante grande, destructora de los [)apeles, á quien corresponde pro- piamente aquel nombre vulgar, pero que daña royendo la su- perficie de los cuerpos y perforándolos á la larga, sin practi- car como el Anobio agujeros y galerías laberintiformes en la masa de los libros. 3. El género Anohium de los autores presenta en las an- tenas once artículos, los tres últimos mayores y mas largos (fig. 11), el último ovalado, los dos penúltimos cónico-prolon- gados con el vértice interno; cuatro palpos terminados en for- ma de clava; maxilas cortas y dentadas; cuerpo oblongo, ca- beza globulosa escondida bajo del thorax, antenas ocultas en el reposo, borde del thorax un poco levantado, élitros cubrien- do el abdomen, pies cortos (Fabr. Latr.). El tamaño es pe- queño, el color oscuro, su régimen alimenticio devastador de semillas secas, maderas, pieles. &c. — El movimiento de los insectos es lento: cuando los tocan se fingen muertos por al- gún tiempo. Sus larvas se parecen á las de los Escarabajos. 4. El Anobio mas célebre de la isla de Cuba es el que de- nomino Anohium hihliotecarum, porque apenas se ve en otra —sao- parte mas que en los libros, que perfora en estado de larva y destruye poco á poco. Este es el motivo porque no he querido conservar el nombre específico mamiscñtoáe desti-uctor, bajo el cual es conocido en la colección de mi apreciable amigo el Sr. Chevrolat, de Paris, ni el de polita que según noticias del Dr. Gundlach tiene en el Museo de Berlín. Ya se sabe que estos nombres por ser inéditos, no son obligatorios, sin embar- go de que en otras ocasiones tendré gusto en aceptarlos. Descripción de la especie. — El Anobio de las bibliotecas tiene de 2^ á 3 milímetros de largo: cuerpo pardo-oscuro, sin pubescencia, lustroso, apareciendo punteado cuando se mira con un fuerte lente; la hembra no tiene estrías en los élitros, el macho tiene dos estrías á lo largo del borde posterior de estos órganos (fig. 10), y además una escotadura en el borde posterior del thorax, no bastantemente proíiunciada en la ñg. 19. El cuerpo es un poco prolongado; los élitros presentan una eminencia exterior en la base, y bajan mucho para abrazar el abdomen; el thorax es aguzado por delante, el primer anillo thorácico cortísimo, el 2? v el 3? anchos; signen 5 anillos ab- domínales, incluso el ano: las patas son cortas, comprimidas, el 2? j)ary el 3? situados en la parte anterior del anillo, estaii- do el 3? alojado, en los casos de muerte fingida, en una cavi- dad del anillo correspondiente, espinas de la tibia pequeñas, artículos de los tarsos iguales en longitud, salvo el penúltimo que es mas breve; uñas cortas y simples: el trocánter sigue la misma dirección que el fémur, excepto en las patas anteriores, donde se nota además una anca voluminosa. Cabeza globulo- sa, ojos grandes, mas espaciosos por encima que por debajo; todas las piezas del cráneo unidas sin sutura; excepto el epís- toma, y también las mejillas que forman entre los ojos y las mandíbulas una escotadura por donde pasa la antena cuando se esconde; inferiormente es notable la pieza basilar, á la cual parece que se atan las maxilas. Las antenas tienen el primer artículo prolongado, los del 4? al 8? cortos, los tres úl- timos como se ha dicho. Los palpos maxilares son de 4 artí- culos: el 1° y el 3? muy cortos, el 4? grande, ovalado; los pal- pos labiales son de tres artículos, el último grande, triangular. La larva es pubescente, con espinitas en la parte superior de los anillos; color blanco, cabeza rubia, extremidad de las man- díbulas negra. .5. Explicación de la lámina 22. — 7, tamaño natural. —S, y, la hem- —231— bra. — 10, el macho. — 11, la cabeza visla por encima. — 12, La misma vista por debajo.— 13, la boca vista por debajo: se notan las mandíbu- las, las maxilas y palpos maxilares, la pieza basilar, precedida pro- bablemente de la prebasilar (.i no ser que sea el mentón) y el labio con los palpos labiales. — 14, la mandíbula, cóncava por debajo, pun- teada, la punta lisa y negia. — 17, cabeza y thorax en el reposo, vistos por debajo. — 18, pata. — 19, thorax del mucho. — 20, larva. — 21, man- díbula de la larva: faltan las estigmas. 6. Errata. — En la figura 12, los palpos maxilares están mal colo- cados: véase la figura 13. 7. Diferencias sexuales. — Además de las estrías de los élitros, y de la escotadura thorácica, qoe he indicado como caracteres del macho en el párrafo 4, presenta otros caracte- res que lo distinguen de la hembra, los cuales consisten en tener los élitros punteados, thorax y cabeza granulosos; los artículos 39 y ultimo de las antenas mas gruesos (la figura 11 es del otro sexo), los cinco del medio mas pequeños: el tama- ño del cuerpo es un poco menor, y el color mas negro. La hembra tiene los élitros lisos. Para afirmar que estos dos in- dividuos presentan diferencias sexuales de una misma espe- cie, no tengo mas prueba que el haberlos encontrado constan- temente en las mismas bibliotecas, la hembra con mas abun- dancia que el macho, y los caracteres susodichos que convie-' nen al sexo masculino. 8. Historia. — No ha llegado á mi noticia que este insec- to destructor se encuentre en otra patria fuera de la Cubana; y aunque he visto en las bibliotecas de Europa algunos libros agujereados á la manera de los nuestros, presumo que es por otra especie del mismo género; pues la de esta Isla ha tenido en la colección del Sr. Chevrolat, en Paris, un nombre manus- crito como especie inédita. Durante los muchos años que re- cojo insectos en la isla de Cuba, no lo he hallado mas que en los libros, salvo una vez que fué encontrado en una Ceiba; pero sé que en su voracidad no respeta la madera, pues he visto un tomo en folio empastado con una tabla dura, que fué perfora- da en todos sentidos, quedando intacto el pergamino del lomo: y el Sr. Ldo. D. Antonio Bachiller y Morales, que no pierde la ocasión de dar impulso á las ciencias, al paso que ilustra la literatura y la historia, me remitió un trozo de Cedro desecado y acribillado por las larvas del Anobio de las bibliotecas, con individuos perfectos de machos y hembras, llamando al mismo —232— tiempo mi atención sobre un parásita que no me era descono- cido y de que hablaré al fin de este artículo. El insecto parece nocturno: sus estragos no son causados por el animal perfecto, sino por los hijos en estado de larva, que viene á ser el gusano antes de haber cobrado las alas. En general esto sucede en toda esta clase de invertebrados, en que el macho y la hembra viven el corto tiempo necesario para propagar la especie; mientras que las larvas al salir del huevo crecen con lentitud, mudando muchas veces de piel, y pasan- do por el estado inactivo de ninfa antes de su última trasfor- macion. La madre, atraida por el olor de los papeles y libros acumulados en bibliotecas cerradas, oscuras y húmedas, se in- troduce por los mínimos intersticios, y llega á las materias que deben servir de alimento á sus hijos: cediendo al imperioso im- pulso que la guia, deposita sus huevos sobre el lomo ó cantos de los libros que el hotnbre guarda para llenar sus ambiciosas esperanzas de ciencia y felicidad terrestres. Un corto número de larvas salen de estos huevos, y penetran con auxilio de sus fuertes mandíbulas, en el interior del volumen, que perforan en galerías cilindricas, comiendo los materiales y tapando con sus excrementos el camino que recorren. Los intrincados la- berintos que de esta suerte practican, se notan por lo regular en la orilla, principalmente en el lomo del libro, y solamente cuando la destrucción se encuentra muy adelantada, se resuel- ven á invadir el centro. Parece que en sus rodeos vuelve la lar- va á la superficie próxima para procurarse una salida cómoda en su última trasformacion. Así es que los libros de margen ancha salvan muchas veces lo impreso. Los excrementos que la larva deja tras de sí, son compactos y pegan las hojas, de- jando el libro difícil de abrir; y causa admiración, en vista de lo que acabo de decir, que el animal encuentre en las profun- didades en que se aventura, suficiente cantidad de aire para los fenómenos de la respiración, necesarios á todo ser organi- zado. Cuando importa á la salubridad de la atmósfera y á la sa- lud de los seres que en ella buscan su existencia, que el cadá- ver de un buey desaparezca en breve, acuden las fieras terres- tres y los buitres rapaces; acuden los insectos necrófagos que abundan en todas partes, entre ellos unas moscas vivíparas que devoran mas que un León, gracias al número de sus hijos, y al desarrollo de las larvas, sucediéndose rápidamente las ge- neraciones, y compensándose la pequenez con el níimero. Pero en el caso presente, qne conviene al hombre salvar los archi- vos de su inteligencia, y los comprobantes de sus contratos ci- viles, refrena la Providencia el azote destructor; y en el con- flicto inevitable de la vida con la muerte, envía un enemigo de fecundidad escasa, de desarrollo lento, de vuelo perezoso, cu- yas generaciones se ceban en un mismo volumen, y cunden á otros tardiamente; por lo que ha sido llamado Anobio, esto es, sin vida. Estas consideraciones se renuevan con frecuencia en la contemplación de lo creado, inclinando el ánimo á la grati- tud, y por este afecto á los sentimientos religiosos. Dan pues, el tiempo necesario para ser combatidos y ven- cidos por la diligencia humana; y solo llegará á ser temible y ])eligroso por culpa lata de los encargados de los archivos. De- muestra la experiencia que cualquiera biblioteca establecida en la isla de Cuba, se preserva de por sí por espacio de 20 y 80 años, sin que acuda de fuera la hembra del Anobio á em- pezar sus estragos. Para prevenir constantemente el mal, bas- tará tener los libros y papeles en lugar seco y ventilado, evi- tando la oscurid-ad en cuanto se pueda. Con este fin se tendrán las bibliotecas sin vidrios, y en lugar de estos un enrejado me- nudo de alambres para no dar entrada á las cucarachas y otros animales molestos. El mejor preservativo está en la renovación . del aire, para que no se reconcentre el olor de los papeles, el cual puede solamente atraer la madre del Anobio: esto suce- dería con mas razón si la humedad del lugar fuese causa de alguna fermentación en las materias orgánicas que entran en la composición de los libros. Así es, que mientras estuvo la Bi- blioteca de la Real Sociedad Económica de la Habana en el salón del convento de Santo Domingo, piso bajo, esquina de las calles de O Reilly y de San Ignacio, con puertas de vidrio, y suelo húmedo, siempre fué perseguida por estos insectos roe- dores; pero desde que se estableció en San Felipe, piso alto, con puertas de alambres y buena ventilación, ha desaparecido el azote; lo mismo en Santo Domingo en el salón que está en- cima del Aula magna donde está hoy la biblioteca de la Real Universidad. Ya se sabe que los archivos de los escribanos es- taban hace algunos años, contenidos en escaparates de cedro, con puertas de la misma tabla; y tal vez por esta circunstancia fueron visitados por los Anobios: se infiere de las precauciones que la Real Audiencia tomó sobre este particular, mandando 30 —234— que se sustituyesen puertas con alambre á las primitivas de cedro ó de caoba; y creo que esta acertada disposición habrá prodacido muy buenos efectos. La mayor prueba de que las cosas pasan como las he referido, es que los libreros de la Ha- bana, si no han tenido la imprudencia de comprar libros apoli- llados, son los que menos han sido molestados por el insecto; no pudiendo atribuir esta dicha á otra causa que á la de tener sus libros al polvo y al aire en estantes sin puertas y bien ven- tilados. Para combatir el mal cuando ha cundido en una bibliote- ca, importan poco los polvos de diversas sustancias que he vis- to echar entre las hojas de los libros, y que no penetran en las galerías calafateadas de excrementos donde se esconde el in- secto: es menester desalojarlo uno á uno con un punzón y gol- pes de mano, hoja por hoja, sin dejar indicio de excrementos en parte alguna. Aun así, puede suceder que algunos huevos permanezcan y den lugar á la renovación del daño; por cuya causa es prudente pasarlos libros después de la primera ope- ración á un lazareto donde permanecerán algunos meses, y se visitarán segunda vez; conociéndose el daño nuevamente cau- sado por el excremento nuevo que la larva depositará por ne- cesidad en las galerías recientes: se repetirá la operación cada vez que sea necesaria, hasta no dejar un solo libro apestado. Entonces descansará el bibliotecario por muchos años, si se arregla á las instrucciones del párrafo anterior. Mejor fin se conseguirá si los fabricantes de papel estu- dian el efecto de ciertos ingredientes que pudieran introducir en la confección de aquel material; porque he visto libros que por la calidad del papel se han preservado en medio de la com- pleta destrucción de otros. Recuerdo haber tenido en la mano una obra en folio ó con bellas láminas de historia natural: todo el texto estaba comido, y las láminas quedaron intactas; cuando mas la primera arañada. El folleto de Remirez sobre las aguas de San Diego, impreso en la Habana, salvaba las cubiertas, que eran de una simple hoja de papel, al pa^io que perdian las demás hojas. He visto un libro inglés conservarse sano en me- dio de lastimosas averías. Un lomo de pergamino preserva mas que el becerro y la badana. Para terminar este artículo indicaré un parásita que vive á expensas de la larva del Anobio: su estudio formará el ob- jeto de otra memoria. Por ahora solo puedo decir que es un —235— Himenóptero, ó avispita de la longitud y color de la hormiga comuii, mas delgada de cuerpo: pierde muchas veces sus alas. Raro es el insecto destructor que no tenga por enemigo algún parásita, principalmente en el orden de los hymenópteros: á estos debemos la conservación de las especies mas amenaza- das. De esta suerte los naranjos se han podido salvaren la is- la de Cuba de la destrucción inminente que le pronosticaba un imperceptible Coccus; pero las leyes sabias de la previden- cia, por medio de una avispita aun de menor tamaño, cuyas generaciones crecen en proporción mayor que los del Coccus, han atajado el estrago, sin que el hombre haya tenido que in- tervenir, y precisamente cuando reconocia la insuficiencia de sus esfuerzos para luchar contra un adversario tanto mas te- mible cuanto mas pequeño. Lámina en Octubre 1852, texto en Mayo 1853. SUMMARIÜM. XVIII. Anobium bibliotecarum, Poey. 1. Mysteria uaturae in Anobioriim sustentatione. 2. l'amilia. — 3. Genus. 4. Long. 2Í — 3 inill. Corpus oblongum, glabrum, nitidum, fuscum. Tab. 2-2, fig. 7—14. 17.— 21. Infra vide. 5. ínterpretatio tabulae. — 6. errata fig. 12. 7. Difíerentia sexualis. Infra vide. 8. Historia. EXTRAITS. 4. Les élytres ont une éminence sur le bord externe de la base, et des- cendent beaucoup poiir embrasser Tabdonen; le thorax, aminci par de- vant, a le premier segment tres court, les denx autres larges; II y a 5 an- neaux á l'abdoinen, l'aniis inclus; les pattes sont courtes, le 3.e anneau thoracique creiísé pour recevoir la derniére paire. Je remets pour le res- te á la planche 22. La larve est pubescente, avec une rangée d'épines sur les principaux anneaux: elle perce les livres, et les détruit. 7. Le niále a denx stries le long portérieur et inférieur des élytres; il y a un angle entrant au bord postérieur du thorax, les élytres légérement ponctuées, le thorax etla tete chagrines, ce qui se voit á I'aide d'une for. te loupe: les élytres de la feraelle sont lisses, et la couleur du corps moins noire. De plus le mále a le 3.e article des antennes plus grand, aux dé- pends des cinq qui suivent, lesquels sont plus petits et serrés. Je n'ai d'- autres preuves de l'identité de l'espéce que celle d'avoir loujours vu ees individus ensemble, et la considération des caracteres énoncés, qui con- viennent aux deux sexes. l! existe pour cette espéce un hyniénoptére pa- rasite de la longueur de l'insecte parfait. —236- XIX. El D a 9 a s%i Oecacta fiu^ens, Poey. Insecto díptero, furibundo habitador de playas. Lámina 27. 1. Cualquiera que sea, para el navegante y el poblador de las costas cubanas, la molestia que recibe de las sanguinarias costumbres de los 31osquitos, todo es poco compararlo con las crueles agresiones de unas mosquitas imperceptibles que el vulgo ha aprendido á conocer á pesar de su pequenez, y que distingue con el nombre de Jejenes. Si los naturalistas no lo conocen bien todavía, eclien la culpa á su desidia y no á la ñil- ta de instrucciones que hayan encontrado en el pais habitado por estos diminutos y furiosos enemigos. No se ignora en Eu- ropa que hay en las Antillas algunas especies del género Cu- lex, llamadas en Francia Cousins, que afligen á los hombres hasta el punto de obligarlos á encender hogueras en el campo para ahuyentarlas con humo, y de dormir al abrigo de cortinas transparentes que se llaman mosquiteros; entre ellos el que en ta Habana se muestra con patas alternativamente anilladas de blanco y negro, y que el Sr. Robineau-Desvoisdy denominó Cul ex Mosquito', pero no se sabe todavia á qué género, ni si- quiera á qué familia pertenecen los Jejeiies, que los viajeros llaman confusamente en lenirua francesa Ma7'in^ouins, Mous- tiques, Mosquilles, Mostiques, corruptelas de la voz española Mosquita ó mosca pequeña; correspondiente á la palabra in- glesa Gnat. Unos creen que es una especie de Culex, de pe- queñas dimensiones; y estos lo llaman 31aringouin, nombre que también se aplica á los Mosquitos; otros lo indican con nombres genéricos que ni siquiera pertenecen á la división de los Dípteros de antenas largas, como los que sospechan que sea un Empis. El sabio Latreille, en el Nuevo Diccionario de historia natural, edición de Deterville, dice que abunda en la Luisiana y le fué comunicado por el botánico Michaux; habién- —237— dolé parecido una especie del género Simulium, que llaman vulgarmente Moustique, Veremos que este género es distinto del Jején; pues es de la familia de las Tipularias, y ofrece an- tenas de once artículos. El mismo Latreille parece conocerlo así, pues se lamen- ta de la incuria de los naturalistas viajeros, que solamente lo han indicado como perteneciendo á una especie de díptero dis- tinto del Culex, mínimo de cuerpo, cuya presencia no se anun- cia con zumbidos, plaga enojosa para el hombre y los anima- les. "Es muy extraordinario, dice aquel príncipe de los Ento- mologistas, que los viageros no se empeñen con frecuencia en recoger los objetos que mas merecen nuestra atención: los mosquitos y los jejenes ( maringouíns et moustiques), que a- tormentan los habitantes de las regiones de América, carecen de observadores científicos." 2. La pequenez de este insecto, lejos de ser para mí un motivo de aversión, me ha empeñado con frecuencia en su es- tudio, deseoso de vencer la dificultad que presenta su anato- mía externa á los ojos armados de aparatos microscópicos, y he creído que los aficionados á la entomología, agradecerían mis esfuerzos, por el ahorro de tiempo y trabajo que traen con- sisfo las fis^nras aumentadas de la lámina 27. Este ha sido un resultado obtenido con la inspección no de uno ó de pocos in- dividuos, sino de un numero de ellos considerable, principal- mente para la representación de la trompa, que por ser corta me pareció al principio propia de Tipularias, ó compuesta de dos piezas córneas, y fui descubriendo otras poco á poco, has- ta verla claramente como está en la fig. 7, esto es, compuesta de seis piezas, sin contar la inferior que las abraza todas: lo mismo diré del numero de artículos de las antenas; pues la di- ficultad de ver la 1? bien distinta de la 2^, me ha hecho dudar mucho tiempo, si eran 14 en lugar de 15. Si queda alguna am- bigüedad en algunos puntos, la indicaré escrupulosamente en el párrafo 6, teniendo por costumbre dar lo seguro como segu- ro, y lo dudoso como dudoso. 3. Llámense Dípteros los insectos de dos alas, y de boca propia para chupar. Los naturalistas dividen primordialmente este orden en Nemocera y Brachycera, á saber, antenas lar- gas, filiformes, y antenas cortas: el Jején pertenece á la primera división, como muestra la figura 5. Los Nemóceros se sub- dividen en dos familias: la de los Culicidios, en que está el —238— Mosquito comiin, y qne tiene por caracteres nn sifón ú llorador de seis piezas, largo y delgado y palpos rectos; y la de las Ti- pularias, que son muy zancudas, y tienen por caracteres un sifón de dos piezas corto y grueso, palpos encorvados. VA Je- jén no pertenece á ninguno de estos dos extremos, y forma una familia nueva, intermedia, que llamo de las Ecactanas, y se distingue por un sifón de seis piezas, como los Culicidios, y de trompa corta, palpos corvos, como las Tipularias. Ks al mismo tiempo el único género, única especie de dicha familia. 4. Género Ecacta. — El género Oecacta, que aquí establez- co, viene de la palabra griega Oicactes que ^'xgmñc^ habitador de playas, y que se escribe en latín Oecactes, habiendo prefe- rido abandonar la terminación enes para prohijarla en la len- gua latina, conforme al consejo de Fabricio que dice en su Fi- losofía entomológica, Sonus nominum, quantum fieri potest, facilitandus, ideoque nec graeca, nec barbara adniittimus; et termÍ7iationem graecam in latinam mutamos; v. g. Saperdes in Sajyerda. Únicamente se me ofreció una duda sobre hacer el nombre masculino ó femenino, séase Oecactus ó Oecacta (Ecacto ó Ecacta); pareciéndome que puesto que en español el Jején es masculino, lo mismo que el Mosquito, debia conser- varle este género en latin Pero mi amigo el Dr. Gundlach, á quien consulté seriamente sobre este particular, me ha dado con donaire una respuesta que no creo indigna de la seriedad de este artículo, y que tomo bajo mi responsabilidad ya que me he dejado convencer por ella, por mas que las compañeras del género Homo se empeñen en desmentirla: y es que el mo- do de embestir del Jején, calladamente y con daga corta, es propio del sexo femenino; siendo al contrario la guerra del Mos- quito varonilmente declarada con música, y sostenida con lan- za ó espada larga. Esta opinión de mi docto amigo es confor- me con la del Entomologista citado, que muda la es en a. El género Ecacta, además de los caracteres de familia que trae el párrafo 3, presenta antenas de 15 artícuh)s y palpos de 5, sin ocelos en la parte superior de la cabeza, ni espinas en las tibias, ni vesículas en los tarsos; alas con pocas nervuras y en gran parte escamosas. Los dos sexos difieren poco. 5. Oecacta furens, la furibunda Ecacta. — Longitud, 2 milí- metros, desde la extremidad de la boca hasta la punta de las alas; thorax de un gris-cobrizo, pareciendo bronceado, con man- chas oscuras por encima y por los lados; abdomen negro; pa- —239— tas blanquecinas, con las articulaciones negruzcas y un anillo de este color en medio del fémur y de la tibia; alas aparecien- do, sin reflejo, blancas con manchas negras: frente y antenas rubias. 6. La lámina 27 representa: fig. 1, el tamaño natural del insecto. — 2, el mismo aumentado, visto por encima. — 3, el mismo de medio lado. — 4, la cabeza de medio lado, con numerosos ojos. — 5, la misma por encima, con las antenas. — 6, la misma por debajo. —7, la boca, con las piezas separadas, é indicación de los palpos. — 8, 9, el balancín. La cabeza se dirige hacia abajo: está cubierta casi del todo por los ojos compuestos ó reticulados, cada corneóla luciendo con un cerco oscuro, y mas numerosos en la cara inferior; no hay ocelos ú ojos suel- tos de los que los naturalistas llaman con mas propiedad Stemniata. Ei epístoma y la frente forman una sola pieza, con una estrangula- ción en el medio, donde está la base de las antenas; las mejillas pare- cen existir entre las antenas y la boca; lo que no he visto con clari- dad; las demás piezas del epicranio están soldadas; por debajo no pu- de distinguir las piezas basilares. — La boca lleva generalmente el nombre de trompa o probaseis, \)\e.VL q\\Q este último se aplica con mas especialidad á la parte inferior que sirve de estuche ó vaina al sifón, siendo para Savigny el labio propiamente tal, 6 labio inferior, y yo creo que debe considerarse como formado por la reunión de los pal- pos labiales: es esi-amoso; forma codo en el medio, y lleva labios ter- minales; no pudiendo afirmar si la flexibilidad que se nota en este órgano pende de la articulación del medio ó de mayor número. Las seis piezas córneas del sifón {haustdlutn, en francés sugoir) son lisas, lustrosas, rubias; la impar superior ó labro, ancha y reforzada en la línea media, bastante comprimida y de punta aguda; la inferior ó lí- gula, con las mismas dimensiones, correspondiendo al labio; las man- díbulas laminosas, formando un cuchillo de punta esmerada; las ma- xilas lineares y agudas; los palpos ó palpos maxilares tienen de lon- gitud los dos tercios del sifón, son escamosos y velludos, arrancan de la parte inferior de la cabeza, y se componen de 5 artículos, los tres primeros largos y en línea recta, los dos últimos cortos, encorvados y con tendencia á descansar, como un dedo, sobre la parte anterior y mas globulosa del artículo 39; por lo que he sospechado que en el ac- to de chupar puedan servir con ios labios terminales de la trompa á sujetar el sifón. — Las antenas se componen de 15 artículos, habiendo visio constantemente la articulación del 1? con el 29 y aun me pare- ce haber visto el tórulo que le sirve de base. El primer artículo tiene la forma de una pirámide trunca; el 29 perfectamente esférico y muy grande, el 39 menor y subglobuloso; los siete que siguen son un poco mas pequeños, iguales entre sí, un poco mas prolongados; los cinco últimos largos, cónicos, con la mayor anchura en la base, el último es el mas largo: todos tienen pelos cortos y largos: reunidos alcanzan hasta la parte posterior del thorax. — El primero y el segundo artícu-. —240— lo del thorax parecen soldados por encima, aunque distintos por de- bajo, el 29 es muy ancho, bombeado; el 39 delgado y levantado; no he visto bien las soldaduras laterales, pero sí la posición de las patas, estando las cuatro posteriores contiguas y separadas de las primeras; el trocánter de aquellas mas laigo: las anteriores algo menores, las posteriores mayores; el fémur de estas bastante largo, los tarsos tam- bién; el primer artículo de los tarsos es tan largo como todos los otros tomados juntamente, y lo mismo sucede en los demás, no hay espinas ])i vesículas, pero hay pelos por todas partes. — El abdomen se com- pone de 9 artículos, si contamos como segmento abdominal el que lleva los balancines; toma una dirección ascendente hasta el fin del 39 que es el mas desarrollado. — Las alas son anchas, cubiertas de esca- mas menudas, algunas mas largas sobre las nervurasy en algunos pliegues, con una franja notable en los bordes. Tiene la nervura cos- tal, la prebasilar, la basilar, la postbasilar la abdominal incompleta y la axilar; y además una radial corla, una cubital, una discoidal, y la anal; algunas en la base tienden á formar células inter- thorácicas: no hay mas que una sola trasversa, que es la recur- rente basilar. Las células son la costal, la basilar, la postbasilar, la anal, la abdominal estrecha, confundida con la axilar; y ade- más la radial incompleta, la cubital y la discoidal: estas tres, sin recurrentes, son al mismo tiempo apicales. La estigmática existe bien pronunciada. — El color es como se ha expresado en ei párrafo ante- rior: pero en cuanto á las alas se nota que según la reflexión de la luz, cambia de visos, apareciendo á veces de un bello azul de ultramar con espacios dorados, los que en otras luces parecen blancos sobre fon- do pardo-oscuro. Los balancines son amarillos. — A veces he visto los segmentos abdominales bordados de blanco en las articulaciones: el Dr. Gundlach ha visto esto mismo en la base del abdomen del macho. Los sexos son iguales, salvo los apéndices abdominales del macho que no he podido reconocer: las antenas en este parecen un poco mas ve- lludas. 7. Las playas de las Antillas y de los estados meridiona- les de la Union Americana estén plagadas de pequeños dípte- ros, que tal vez pertenecen á diferentes géneros, como induce á creerlo el recocimiento de la Simulia presentada por Michaux al Sr. Latreille: ignoro por lo tanto si la Ecacta furibunda 6 el Jején de Cuba es exclusivo de esta Isla. Solo podemos asegurar que entre todas las especies es de las mas atormen- tadoras. ¿Quién podrá decir donde se cria la Larva, y quién dará su descripción? Hay un dicho entre nosotros que expresa la dificultad de este descubrimiento; pues para ponderar el al- cance de un hombre sabichoso, se dice que sabe donde el Jején puso el huevo. Lo único que sobre este capítulo podemos sospechar, es que la larva es acuática, y se cria en los focos de —241— fermentación marina, á lo menos de agna salobre; porqué so- lemos hallar los jejenes (;n las playas de la mar ó en sus in- mediaciones, aconteciendo rara vez encontrarlos en el interior de las tierras. Cuando mas abundan es en los tiempos de cal- ma y al acabarse el dia: el viento los ahuyenta y los obliga á refugiarse en las malezas y á remontar los rios; así es que en Cojíniar, cuando no los hallaba en la playa, los iba á buscar con fruto á media legua de la boca, esto es, al pié de la loma que está enfrente de Gnanabacoa. ¿Acaso se cria en árboles marítimos? Pocos he encontrado en Cayo-blanco, ensenada de Cárdenas, donde no hay mas que arenas y mangles; y muchos en Cayo-Galindo que abunda en vegetación variada. Era aili tanta la abundancia en el mes de Agosto que anublaban el aire, se agolpaban á los ojos y se introducían por las fosas nasales hasta penetrar en la tráquea-arteria: yo fui con ánimo de ha- cerles la guerra, y me retiré vencido, consolándome con la fá- bula del león abatido por una mosca. Huyendo de esta playa, tienen las endjarcaciones que mantenerse á una distancia de media legua del litoral; y los navegantes renuncian á la segu- ridad y placer de dormir en tierra, para no pasar la noche en compañía de aquellos habitantes inhospitalarios. Cualquiera, al oir esta relación, pensará que la isla de Cuba es un pais inhabitable, á lo menos sus costas y riberas; pero afortunadamente no es así. Los puertos de mar, como son los de la Habana, Matanzas, Cárdenas &c. donde domina el trato y comercio de los hombres, no están invadidos por las legiones agrestes de Jejenes, como los cayos y costas solita- rias, rodeadas de montes y espesuras: parece que los vegeta- les son necesarios á su existencia, no como criaderos de lar- vas, sino corno abrigos seguros contra los ventarrones y los excesivos ardores del sol á ciertas horas del dia. Varias playas he recorrido impunemente; y en las mas afligidas por este lina- je de insectos, hay meses, dias, y horas de descanso. La picada del Jején es dolorosa, no menos que la del Mos- quito; pero el Jején es mas molesto, porqué es mas difícil de apartar. Invisible enemigo, y audaz, penetra por todas las a- berturas que dejan el cuerpo indefenso; y cuando se viene á sentir su aguda lanceta, entá enterrada hasta la base, por ser mas corta que la del Mosquito, y mas robusta. La actividad del veneno que vierte en la herida es mayor en proporción; siendo muy probable que si el insecto fuera mas corpulento, 31 —242— causaría efectos peligrosos, conspirando en nuestro daño Ki ca- lidad y la cantidad del fluido derramado. Para preservar sus cuerpos desnudos de las picadas de los mosquitos y jejenes, acostumbraban los Indios untar la piel de cuerpos aceitosos. Los autores indican el limón y el vinagre como remedio contra el veneno. Mayo de 1858. SUMMARIUM. X(X. Oecacta furhns, Poey. 1. 2. Dipterum vix hactenus a Culicibus distractiim: vulgo nominatiir Jején. 3. Familiam Ecactanam constituere licet: liaec iiiter Ciiücidam et Tipulariam, diptpra Neinocera íbim U; his cliaracteribus sisteiis; liaus- tellum breve, seíae 6, paipi curvati. 4. Gemís Oecacta, graece Oicactes (littoreiis íncola), recte lermina- tioiieni laliiiam smnpsit: sicjubet Fabricius, Phil. entom. p. 114, §.31. ArticuMs antennarum 15, palpi 5; stemuiatibiis, spiíiis tibiarum, vesicu- lis (arsalibus imllis; alis sqiianiosis, numero cellularuin parco: Sexus al- ter si milis. . .5. Species distinguitur longiludine maxim i 2 mili.; thorace aeneo, fusco punctato; abdomine fusco; pedibus albidis, aiiiiulo articulari fusco, altero medio femtrali et tibiali; fronte atqne autennis rufis, alis, albican- tibus, fusco maculatis; haltere fulvo. Tab. 27. 6. Explicatio tabuiae. — Descriptio nimia. Infra vide. 7. Historia. Infra vide. EXTRAITS. 6. La tete se dirige en bas; les corneóles offrent un córele obscur; Té- pistóme et lefront forment une seule piéce;je crois]que la jo'.ie existe sépa- rément; je n'ai pu voirles piéces basilaires; toutes les soies du suí^oir sont cornees et núes; la trompe ou lévre iníérieure, qui les envelopi)e, estécii- lleuse. Si Mr. Latreille a bien fait de donner le noin de U<^ule á la piece inférieure dusucoir(la langue de Savigny), on pourrait atbnettre que V étui qu'on a nommé lévre inférieure représente les palpes labiaux: cet étui forme un conde au milieu de sa lona;ueur, et peut-éíre est-il compo- sé de plusieurs articles. Les palpes maxillaires ont leur base au dessous de la tete; les deux derniers articles paraissent par leur courbure propres á soutenir le sugoir dans ses fonctions. Un des segments de Tabdomen, le 3.e si je ne me trompe, est beaucoup plus grand que íes autres. Les nervu- res des ailes sont la costale, la prébasilaire, la basilaire, la postbasilaire, l'abdominnle incompléte et l'axillaire; de plus une radíale courte, une cu- bitale, une díscoidaíe, et l'anale; il n'y a qu'une recurrente, c'est la basi- laire. Les cellules sont la costale, la basilaire, la postbasdaire, l'anale, et l'abdominale étroite, qui se confond avec l'axillaire; de plus la radíale incompléte, la cubitale et la discoídale que se prolongent jusqu'au bord —243— apical: la cellule Ptigmatiqíie est I ¡en prononcée, les interthoraciques lie sont qu'ébauchées. La couleurdes aiJes est changeante; car la lumié- re sous certaiiis angies les colore de bleu á taches dorées. 7. Je laisse le iioni vulgaire de Maringouins aux Cousins, ou espéces du genre Ciilcx, en espagiiol Mosquito, que i'on trouve aux Aiitilles; et j'ap[)lique le iioin de Moustiqíie au Jején de Cuba et aux autres diptéres du méme groupe. II parait que ftlr. Latreille l'a eu un moment sous les yeux, et l'a pris pour une Simulie, genre auquel il ressemble par la trom- pe courte et les ailes élargies. Ce fléau des hoti)nies et des animauxest plus á craindre que celui des maiingouins; car les moustiques forment des nuées sur certaines plages; et lenr extreme petitesse leur permet de frapper les }euA, et ile pénétrer dans les íbsses nasales: leur piqúre n'est pas moins cruelle que celle des grands diptéres. Heureusement ou ne les trouve pas pariout; et méme dans les lieux qu'ils fréquentent le plus, ¡1 y a des mois, des jours et des heures de répit. lis fuyent les coups de vent, et l'ardeur du soleü: nussi clierchent ils des cotes abritées et boisées. On ne les trouve guére qu'aux embouchures des riviéres el au voisinage de la mer. XX. GENEMO DE MARIPOSAS DIURNAS. 1. Las mariposas forman entre los insectos el orden de los Lepidópteros, que significa alas escamosas: la boca es nna trom- pa que en el reposo loma la forma espiral, y se aloja entre los palpos. Se divide en fliurnos, crepusculares y nocturnos. Las mariposas Diurnas ( Papilio Linn.) tienen las antenas mas gruesas en su extremo; alas levantadas en el descanso, oruga de 16 patas, crisálidas angnlosas, desnudas, adornadas á me- nudo con pintas metálicas. L,-ds crepusculares (Sp/iinx Linn,) son de antenas fusiformes, alas inclinadas; oruga de 16 patas, crisálida ovoido-cónica, envuelta en tierra ó en un capullo. Las Nocturnas ( Phalacna Linn.) tienen las antenas agudas, alas caídas; orugas de 10 á 3 6 patas, crisálida ovoidea: casi to- das como las crepusculares tienen una crin en la base de las alas inferiores, para ser alzadas mas fácilmente en el vuelo de las superiores; y dos pares de espinase espolones en las tibias posteriores. Entre las diurnas, unas tienen, como las Ninfalias, la cé- —244— lula basilar de las alas inferiores cerrada, y el lado abdominal formando una canal que recibe el abd(Smen; las dos patas an- teriores inútiles para la marcha; crisálida colgada de un hilo boca abajo, vuelo firme y elevado. Otras tienen (;1 lado interno de las alas inferiores escotado, la célula abierta, todas las pa- tas ambulatorias, crisálida atada con dos hilos, la cabeza hacia arriba, vuelo irregular y vago. A esta última división pertene- cen las Tériades, salvo el lado abdominal de las alas inferiores^ que es convexo: en estas mariposas de pequeña estatura, do- mina el color amarillo hermanado con espacios blancos y real- ces negros. La constancia de estos colores en las especies de un mismo género, revela una relación que nos es desconocida, y es uno de los mil misterios que envuelven nuestra inteli- gencia. hari Tériades pueblan las praderas; y como amedrentadas de la espesura de los montes, vuelan á la llanura, visitan los jardines creados por nuestra industria, se aparecen en las ve- redas mas trilladas, besan los pies del caminante, provocan su mano, y la burlan de flor en flor. ¡Hijas graciosas del aire, flo- res aladas, fugitivas, símbolos de inocencia y de candor, así ja- más los dedos groseros del hombre empañen vuestras delicadas escamas, que vengáis os ruego á señorear mi monte, y ahuyen- tad las cuitas que el trato social me envia! Juzgo que es un da- ño merecido por haberos alguna vez aprisionado; prefiriendo á la tranquila felicidad queme ofrecíais, un estudio que empieza por un delito, y acaba en sacrificios amargos. Toda ciencia es á costa de los afectos mas suaves, á quienes la tirana roba las horas y los momentos, en medio de una sociedad tan justamen- te combatida, tan ingratamente calumniada, y con tan vivo ins- tito solicitada; llegando el egoísmo de esa pasión hasta el ex- tremo de usurpar el paso á los deberes mas sagrados: pero si grata es la contemplación activa de la naturaleza, para apartar la idea de la muerte y el espectáculo de laí miserias humanas, mas sublime y mas grata es la virtud en contacto con la huma- nidad, y ocupada en aliviar sus males, Généreux favoris des filies de Mémoire, Deux chemins différents devant vous vont s'ouvrir: L'un conduit au bonheur, l'autre méne á la gloire; Mortels, il faat choisir. Lamartine. —245— 2. Género Terias de Swainson y Horsfield. — Los caracteres del in- secto perfecto, tomados en Boisduval, Historia de los [jepidópteros, son los siguientes: cabeza corta, inclinada, algo escondida en el borde costal de las alas superiores; ojos desnudos, de mediana magnitud; palpos muy cortos, medianamente comprimidos, cubiertos de pelos cortos, escamosos, en bastante nómero; último artículo pequeño, del- gado, desnudo, algo saliente, dos veces menos largo que el que prece- do; antenas delgadas, de mediana longitud, con articulaciones distin- tas, terminando con una cabeza ovoidea ó cónica, un poco arqueada hacia abajo, ligeramente comprimida. Cuerpo tenue, protórax corto, abdomen comprimido, alcanzando próximamente al ángulo abdominal. — Agregúense los caracteres antes expresados. 1. Terias Nicippe, Cram. Dan. Nicippe, Cram. Píij?. exot. III. p. 31; tab. 210 Jig. C. D. vías. Pap. Dan. id. — Fahr. Ent. Si/st. ITI, \,p. 208, n. 651, mas. Id., Herbst. Natur. V. p. 176, ?i. 86; tab. 107. Jig. 3. 4 mas. Colias id. — God. Encyc. IX, p. 103, n. 43 mas. Xanthidia id. — Boisd. et Lee. Icón, des Lep. de V Am. Sept. tab. 20, f. 1—5. Terias id. Boisd. Spec. gen. des Lepid. I. p. 653, n. 1. Tériade Nicippe. — Esta especie es la mas conocida del grupo, por ser la mas común; y al mismo tiempo la de mayor tamaño. Remito á los autores citados. — Se encnentra en otras Antillas, en los estados del Sud de la Union americana, y en Méjico. 2. Terias Proterpia, Fab. Pap. Dan. Proterpia, Fabr. Syst. Ent. p. 478, /i. 152. Colias id. — God. Encyc. IX, p. 91, n 5. Terias id. — Boisd. Spec, gen. des Lepid, I. j)- 654, n. 2. Abaeisid. — Geyer in Hüb Zutr. exot. V.f. 803. 804. mas. Tériade Proterpia. — -Es mas comnn en las inmediacio- nes de Cienfuegos que en la costa del Norte: rara en la Haba- na, ha sido hallada en Cárdenas por el Dr. Gnndlach. Se en- cuentra también en Jamaica, Haití y Méjico. 3. Terias Stygmula, Roger. ídem, Boisd. Species gen. des Lépid. 1. 661, n. 15. Tériade Estigmula. — El Sr. Boisduval ha descrito esta —246— especie en la obra citada, conservando el honor de! nombre a! entomologista Roger, de quien la recibió como procedente de Cuba: es cuanto ha llegado á mi conocimiento; pues ni el kSr. Gundlach ni yo hemos aun tenido la dicha de encontrarla. 4. Terias Giincllachia, Poev. Lám. 24 fig. ]— 3. Tériade de Gundlach. — Kl macho tiene las alas enteras, las inferiores terminando en una colita mas prolongada que la de la T. Proterpia: por encima es de un amarillo un poco leo- nado, como la T. N!cippe;el bord(; costal anchamente negruz- co, lo mismo que el ápice, con escotaduras poco pronunciadas, acabando este color en punta hacia el ángulo poíiterior; el bor- de posterior de las inferiores estrechamente oscuro, y señala- do de negro en la extremidad de las nervuras. Por diíbajo las superiores son de un amarillo igualmente vivo, con líneas ne- gras en la base costal y los bordes negros de la cara superior, convertidos en ferruginoso; se nota un punto negro sumamen- te pequeño en la nervura trasversa basilar: las inf -riores tie- nen todo el fondo ferruginoso, picado de líneas cortas del mis- mo color, pero mas subido; hay mas allá de! centro una serie flexuosa de manchas de pardo-rojizo. Abdomen amarillo, qui- lla superior oscura; antenas y cuello ferruginosos. — La hem- bra es de un color anaranjado vivo; el color negro del borde apical no baja hasta el ángulo posterior, y en el borde costal la faja es estrecha: las inferiores por debajo son de fondo ocrá- ceo con las reticulaciones y manchas del macho. Long, 49. milímetros. Comparada con la T. Proterpia, tiene el ángulo apical de las alas superiores mas agudo; el ángulo posterior de las inferiores mucho mas prolongado; el color pardo o.scuro del borde apical superior de la misma intensidad que el del borde costal; por debnjo el fondo, reticulaciones y manchas ferrugi- nosas son distintivas. Es tal vez la variedad A de la Proterpia mejicana descrita por el Sr. Boisduval; pero me inclino á creer que constituye una especie; y la derlico al apreciable amigo que me la ha dado á conocer. El Dr. D. Juan Gundlach, na- tural de Cassel, lleva el sello que la docta Alemania estam[)a en sus hijos; y ha venido á la isla de Cuba á hacer cosecha de amigos, á quienes infunde parte de su fuego sagrado. Llama- do por antonomasia i operis Tab. IH.Jig. 14 — 17. Tériade Balea,. — Aunque el Sr. Boisduval describa sola- mente el macho, su descripción es demasiado buena para po- derse epuivocar; y sin embargo me empeñé en no reconocerla, cuando publiqué la figura de la Iradia (1), porque el Sr. Ro- gerla dice procedente del Senegal; pero su facha no pudo di- simular su patria á los ojos perspicaces del Sr. Boisduval; y basta que le haya preguntado si viene de América, para dudar grandemente de la indicación del Sr. Roger. La hembra, mayor que el macho, tiene la mancha apical de las superiores mas dilatada anteriormente, y no alcanzando al ángulo abdominal; las inferiores tienen una mancha oscura (l) D. José Cayetano de Iradi tiene en Cienfiiegos un Museo exótico y Cubano, conservado con una perfección tan prolija y delicada, que tal vez no habrá otro que en esta cualidad le iguale. —254— en el ángulo externo, y un punto negro en la extremidad de cada nervura. Por debajo es de colores mas vivos. Longitud del macho, 30 mil.; de la hembra, 35. He recibido esta especie de Cienfuegos. El Dr. Gundlach me ha enviado otros individuos con la targeta de ciénaga de Zapata, y Sabana de Guamacaro. Errata de la Lámina. — PaUa el color rosado de la nervura costa), carácter no olvidado por el Sr. Boisduval. Mayo de 1853, />¿ir¿e de las lánimas en Octubre 1852. SUMMARIUM. XX. TERIADES CUBANAE. Introductio ad familiam et genus. 1. Tcrias Nicippc Cr. — 2. T. Protei-pia Fab. — 3. T. Stygmula Roger. 4. Terias Gundlachia Poey. — Differt a T. Proterpia,caüáíi longiore, anticariiin ángulo apicali aciuiore, margine satúrate nigro, non minus quam iii costa: posticis subtus í'erruginosis, fusco reticulatis, macuiis t'us- cis. Forsan Proterpiae var. mexicana, Boisduval. Tab. 24, f. 1 — 3. Lau- caturDr. Gundlach. 5. Terias Dina, Poey. Terias Citrina^ Poey. — Próxima T. Dinae; sed minor, et femina sub- tus distincta. Tab. 18, f. 4 — 7. 6. Terias Sulphurina, Poey. — Tab. 18, f. 1 — 3. 8. Terias Palmira, Poey. — Tab. 24, f. 4 — 6. Fimbria alba; capite su- pra fulvo. Infra vide. 9. Terias Ebriola, Poey. — Tab. 24, f. 7 — 13. IntVa vide. 10. Terias Albina, Poey. — Tab. 24, f. 14 — l(j. Fimbria alba, capite al- bo. Infra vide. Terias Fabricia, Poey. — Infra vide. 11. Terias Lucino, Poey.—T^h. 18, f.8— 10. 12. Terias Amelia, Poe?/.— Tab. 18, f. 11 — 1.3. 13. Terias Bulaea, Roger; Iradia Poey, olim; Mem. tab. 18, f. 14 — 17- Infra vide. EXTRAITS. 8. La T. Palmire est voisine de VElathée de Cram. et Boisd. Celle-ci a la bande abdominale du niále plus allongée, s'unissant ordinnairemeut á la bordure apicale; la couleur qui se trouve entre la bande et le bord apical est d'un jaune plus rougi; la feíiiello est d'une faible couleur jau- ne en dsssus. Le dessous porte les points discoídaux ordiunaires et soii- vent des taches obscures. La frange de monespéceest blanche, ainsi que les écailles de la tete. 9. La T. Ebriole est tres voisine de l'espece precedente, dont elle dif- fére parla bordure des ailes postérieures, plus étroite chez le mále, ne présentant chez la femelle que la tache de l'angle externe et quelques nervures noires vers l'extrémité. De plus la femelle a la couleur des ailes —255— supérieures janiie, avec diminution d'iiitensité depuis la bordure apicale jusqu'á la base et la bande abdominaie, les inférieures baigiiées de janne. Ces derniéres sont en dessous d'uii jaiine feriugineux, couvertes d'ato- mes et avec une serie flexueuse de taches un peu brnnes. Les points discoidaux sont visibles aux ailes infér¡eures,y piesque pas aux supérieu- res. Frange rose, écailles du cou et de la tete rouges. 10. La T. Albine est une espéce tres rave: sa couleur blanche est d^- un ton plus íranc qui ne permet pas de la confondre avec celle des femel- les des deux espéces antérieures. La Tériade Albule que Mi*. Boisduval décrit dans son Spec. gen. des Lép. p, 682, offre les caracteres de nion espéce; mais ce ne sont pas ceux de VAlbula Cram. pl. 27, f. E: et je dois m'en teñir á ce qui ressort de ce dernier antear qui est en droit de priori- té. La Tériade Agave Cram.pl. 20, /! H. I. en est bien plus voisine; mais elle difiere encoré par la bordare noire des ailes inférieures, moins élar- gie au bord externe, eí les points discoidaux bien visibles, sur un íbud tout-á-fait blanc: suivant Mr. Boisduval, elle aurait encoré le bord des inférieures baigné de jaune, et souvent sans bordure noire; de plus des taches et des points discoidaux en dessous. Mr. Boisduval a changé le nom de la Dan. Cand. Agave de Cram. en celui de Mana; probablement parce qu'il existe un autre Agave de Fab. espece distincte. Mais le nom de Cramer est de 1775, et celui de Fabricius de 1793; c'est pourquoi je donne ici le nom de Terias Fahricia á V Agave Fab.; et je renvoie le nom de Mana Boisd. á la synonymie de V Agave Cram. II y a bien d'auíres corrections de ce genre que réclament les er- reurs volontaires de l'entomologiste de Kiel, dont l'anabatisme a eté trop respecté par les principaux auteurs: j'espére que d'autres rempliront cet- te tache, par amour á la jiístice et á lascience. 13. Quoiqae Mr. Boisduval n'ait décrit que le mále de la T. Bulaea, la description est trop bien faite pour ne pas y reconnaitre la T. Iradia de mes figures 14 et 15. J'en ai denté parce que le sexe n'est pas indiqué dans le Species des Lipdoptéres, et parce que Mr. Roger la disait du Sé- négal. Malgré Tétiquette, Mr. Boisduval jetant les yeux sur le facies de cette espéce, lui avait demandé si elle ne venait pas de l'Amérique. Cela devait me suffire sans doute; surtoutquand on découvre dans la descrip- tion de ce savant lépidoptérologiste la cote des premitres ailes rose, carac- tére que j'ai oublié dans ma figure. XXI. QUE VIVIÓ EN UN ESTOMAGO HUMANO. 1. En el año pasado de 1852, una señora muy conocida en la Habana, arrojó por la boca una culebrita de 9 pulgadas de —256— largo y de tres líneas de diámetro; la cual pareció á algunos asistentes al primer aspecto distinta del Ascaris lumhricoides y de otras lombrices ¡nstestinales que á veces pasan al estóma- go. Con el fin de saber la verdad, fué enviada al Sr. D. Juan Lembeye, que por sus publicaciones sobre las aves de la isla de Cuba, y sus estudios sobre otras clases de animales ha me- recido justamente el título de naturalista; y este aprecible ami- go clasificó el animal, diciendo que era en realidad un ofidio, el mismo que en la Historia política, física, natural de la Isla del Sr. D. Ramón de la Sagra, figura con el nombre de Ty- phlops Cuhae. Tuve inmediatamente aviso de lo acaecido, por haberme el "^ r. Lembeye remitido en comunicación dicho rep- til, que aun estaba vivo, y pude confirmar la determinación de la especie. A pesar de los respetables nombres que acompañaban la la relación de un hecho tan extraordinario, no pude, teórica- mente examinado, darle entero crédito, y determiné practicar las diligencias necesarias para asegurarme de la verdad; teme- roso de que encubriera alguna inadvertencia de la señora ya indicada, ó algún fraude de sus asistentes: pero todas mis ludas se desvanecieron con los informes tomados, y las circuns- tancias que acompañaron la expulsión. Los motivos científicos para negar eran los siguientes: 19 el género de alimento que podia ofrecer el estómago, tan dis- tinto del que encuentra el reptil en sus habitaciones naturales; 2? la formación del quimo, que por su liquidez no podia con- venir é un animal que respira por pulmones; 3° la escasez de aire para mantener la respiración completa; 4? la acción diges- tiva del estómago sobre el ofidio, cuya introducción hubo de efectuarse en una edad sumamente tierna para no ser notado por la señora.— A lo qvie puede contestarse que estos reptiles, por causa de su circulación incompleta, pueden vivir con poco oxígeno, se complacen en la humedad y buscan frecuentemen- te alimentos en las aguas: pudo el T'///?/¿Z677s haber entrado en un estómago delicado, cuyas fuerzas digestivas estaban en a- quella sazón en poca actividad, y haber después con su influen- cia mantenido y aumentado el mal. La señora refiere que por espacio de siete años ha pade- cido constantemente del estómago, tomando casi por ímico ali- mento arroz y otras sustancias lijeras. Durante este largo es- pacio de tiempo solia sentir movimientos extraños, que no va- —257— cila en atribuir á la presencia del Typhlops. Hoy se encuentra en buena sahid. 2. El accidente que acabo de referir, no es el primer ejem- plar que ocurre de animales que sin ser Helmintos se han ali- mentado en medio del quimo. En un periódico de Nueva Gra- nada, titulado El l^anameJio, se lee un atestado de D. Ramón Cortés, cura párroco de Colosai, que con fecha de 22 de Di- ciembre de 1852 dice que una enferma indígena, llamada Florencia Vázquez, sintiendo convulsiones en el estómago, to- mó un vomitivo que le hizo arrojar "un monstruo de forma hu- mana, ojos azules abiertos, saltantes y muy redondos como los del cangrejo; brazos, manos, pies y orejas como el mono; am- bas mandíbulas con dientes menudos como los del pescado; bo- ca con mucha trompa y lengua como la del hombre; nariz ova- lada, con una carnosidad que salia desde las cejas, y se eleva- ba sobre la cabeza, cubriéndola hasta el cerebro, en figura de morrión; costillas de manifiesto por líneas mas finas; y entre las piernas, que eran chatas, se encontraban dos conductos: vivió cuatro horas," Según revelan las señales dadas por el Cura de Colosai, este animal que á los ojos de la imaginación extraviada por una supersticiosa ignorancia de las ciencias na- turales, pareció un monstruo humano, era probablemente un lagarto, que por su circulación incompleta ofrece un punto im- portante de organización igual á la del Tyjyhlojjs Cubano, pa- ra vivir como él en las mismas circunstancias. Contra esta opi- nión pugna solamente el último rasgo descriptivo, puesto que los lagartos tienen cloaca; pero puede atribuirse á un error de observación; pues el vulgo está muy propenso á dar formas humanas á todos los fenómenos monstruosos, y el mismo señor Cura cuyas luces son superiores á las del vulgo, siente no haber llegado á tiempo para haberle administrado el agua del bautismo. SÜMMARIUM. 2. Comrnentarium fertur de nutritione animalis ofidiani in Stomacho humano: Typhlops Cuhae hoc est. 2. Monstrum vertebratum inventum est loco citato iu regione Pana- mensi, aiiiio 1852. 33 —258— XXII. CIRCULACIÓN DEL COCODRILO. Lámina 23. 1. Los reptiles y los peces son dos clases de vertebrados colocados entre los animales de sangre fria: la causa de este fenómeno es debido en estos últimos á la respiración incom- pleta, no teniendo mas oxígeno á su disposición que el conte- nido en la poca cantidad de aire disnelto en el agua; y en los primeros es la causa la circulación incompleta, porqué una par- te de la sangre que ha servido á la nutrición, se mezcla á la sangre oxigenada para circular de nuevo. Este efecto resulta en la generalidad de los reptiles por la circunstancia de tener el corazón compuesto de un solo ventrículo, confundiéndose en él la sangre negra que las venas cavas llevan á la aurícula de- recha, y la sangre roja que las venas pulmonares vierten en la aurícula izquierda. 2. El corazón de los Crocodilianos está dispuesto de una manera excepcional con respecto al de los demás reptiles: tie- ne como el corazón de los mamíferos y de las aves, dos ventrí- culos separados por un tabique completo. El lado derecho y superior es el cuello del árbol depurador que tiene sus raices en las venas de la grande circulación, y sus ramas en los pul- mones; el lado izquierdo é inferior pertenece al árbol vivifican- te cuyas raices se hallan en las venas pulmonares, y las ramas en todo el cuerpo. Este primer aspecto parece demostrar una . circulación completa y anunciar la sangre caliente; pero no es así en realidad, porqué la mezcla de las dos sangres se hace mas allá del corazón, á semejanza de lo que sucede en el feto humano, á saber, por medio de una segunda aorta, análoga al canal arterial de los mamíferos antes del nacimiento: lo que comprueba la verdad de una observación bien sabida, y es que las diferentes fases del desarrollo de la especie humana corres- ponden á estados permanentes en la escala zoológica. 3. Explicación de. la lámina 23. — La fig. 1. representa el corazón de las dos especies de Cocodrilos de esta Isla; Cr. rhombi/er y Cr, —259— acuiíis, visto por la parte inferior. La línea ovalada de puntos señala los límites del pericardio: los seis troncos arteriales que lo perf irau han sido despojados de la funda que los envuelve, con el fin de ver con limpieza el origen de cada uno. — as, aorta izquierda 6 sinies- tra. (1) — ad, aorta derecha. — c. carótitas primitivas-cr/?, aorta pulmo- nar.— ve. venas cavas anteriores. — vcp, vena cava posterior. — au7\ d, aurícula derecha.— ar^r. s, aurícula izquierda. — /;c, pericardio. — o:, in- dica la posición de un vaso que aparece en uno de mis dibujos, per- forando el pericardio al pié de la vena cava posterior: no he visto este caso confirmado en mis ulteriores observaciones. ¿Es una anomalía causada por la vena hepática, ó un error de observación? No sabré decirlo. La fig. 2 representa la continuación de las dos aortas en la re- gión abdominal: as, aorta izquierda. — ad, aorta derecha o visceral. — c?n, comunicante. — Las fig. 3 y 4 son modificaciones de la 2^ En to- das c, representa el tronco celíaco; y las otras letras, probablemente st, la arteria coronaria estomacal; sp, la esplénica, h, la hepática; i, una intestinal; o, otra que va á parar al ovario? Las fig. 5, 6, 7, S, 9 representan los cortes trasversos de los tron- cos arteriales á la altura de mm, nn, oo, pp, tt. — El óvalo externo corresponde á la membrana común. Errata de las láminas. — El pericardio debe acabar posteriormente en ángulo mas agudo; la vena cava posterior debe arrancar de un punto mas al nivel de la aurícula; la fig. 9 debe representar la arteria pulmo- nar por debajo, y encima la aorta de sangre roja. 4. El corazón del cocodrilo se presenta, al abrir el pericar- dio en una posición paralela á la columna vertebral, manteni- da por los frenillos que atan su punta al pericardio: esto no quita que sus movimientos hagan inclinar y oscilar la parte anterior. Los troncos arteriales, encerrados en el pericardio, están soldados entre sí por un corto trecho, pero conservando cada uno su calibre independiente, los tres abrazados por una membrana serosa. El ventrículo izquierdo tiene menor capaci- dad que el derecho; pero sus paredes son mas robustas: de el parte la aorta izquierda, que se hecha á la derecha, y presenta (1) Todos los autores llaman aorta derecha la que sale del ventrículo izquierdo, porqué se echa á la derecha; y aorta izquierda la que sale del ventrículo derecho, porqué se echa á la izquierda. Estoy convencido de que hubiera sido mas filosófico atender al origen mas bien que á la di- rección; y por lo tanto llamo aquí aorta izquierda la que los autores lla- man derecha, y vice versa. A los que me tachen por este trastorno de te- meridad ó de presunción, diré que cedo á una voz imperiosa, la que me prescribe el no hacer traición á la ciencia, aunque mi ejemplo no tenga imitadores. —260— un calibre superior al de la aorta visceral. El ventrículo dere- cho tiene la capacidad necesaria para alimentar dos arterias: la una es la aorta derecha, de calibre abierto, como la anterior, y la otra la pulmonar, ancha y de paredes delgadas, como las ve- nas; esta última ocupa toda la parte superior del tronco común á esos vasos. Esto se demuestra en la figura 1 comparada con los cortes trasversos de las figuras 5 — 9. De la aorta izquierda nacen las carótidas primitivas. La arteria derecha ha sido con- siderada por Cuvier como análoga al tronco celíaco; lo que es verdad con respecto á la porción inmediata á la comunicante, fig. 2, 3, 4, letra c; pero de allí á su origen parece mas feliz la idea del Sr. Martin St. Auge, que la considera como análoga a! canal arterial del feto humano, en cuanto desvía de la respira- ción parte del líquido conducido por las raices del árbol depura- dor. La comunicante misma pudiera considerarse como la ter- minación de la aorta desde el punto en que da el tronco celíaco. 5. La conclusión fisiológica de estas disposiciones anató- micas es: que el Cocodrilo recibe para la cabeza y para los bra- zos anteriores una sangre roja, por medio de la arteria izquier- da y de las carótidas; para las principales visceras abdomina- les, sangre negra, por medio de la aorta derecha y del tronco celíaco; para los miembros posteriores y la cola, sangre mez- clada, por medio déla aorta abdominal, las arterias ilíacas y la sacra media. En otros términos los órganos de los sentidos y de la locomoción reciben un grado de oxigenación superior al de los órganos que presiden á las funciones puramente nutriti- vas. Si rechazamos la filtración por medio del tabique de los ventrículos, y la comunicación de las dos aortas en su base, tendremos que admitir que los órganos puestos inmediatamen- te bajo la dependencia del tronco celíaco, á saber, el estóma- go, el hígado, el duodeno, el páncreas y el bazo, quedarían privados del beneficio del oxígeno; á no ser que reciban algu- na oxigenación en las últimas ratnificaciones de aquel tronco, por medio de anastomosis capilares con las subdiviciones de la aorta principal, ó por medio de conductos peritoneales. Entra- ré mas abajo en estas discusiones. 6. El Sr. Martin St. Auge publicó en 1833 una lámina de grande dimensión, donde representa y describe la circulación del feto humano comparado con la de los animales vertebra- dos, habiendo merecido por este trabajo un premio honroso del Instituto de Francia. En él se figura la circulación del Co- —261— codrilo, y se señala la comunicante en la parte anterior de las aortas, á la conclusión del cayado, y no se hace mención de la que el Sr. Cuvier reveló en la región abdominal, que es la misma que se vé en mi lámina 23, El Sr. Duvernoy, en la 2^ edición de la Anat. comp. de Cuvier, dice que no ha encon- trado la comunicación expresada por St. Ange, y duda de su existencia. El objeto principal de la xMemoria que hoy escribo es confirmar la opinión del Sr. Duvernoy contra la del Sr. St. Ange. Siento que este ultimo no haya nombrado la especie de Cocodrilo que sometió á sus observaciones: y se vé por las mias, hechas en las dos especies referidas de la isla de Cuba, que la comunicante no existe á tan corta distancia del cayado; de lo cual me he cerciorado con tres disecciones del Cr. rhomhifer, y dos del Cr. acutiis. Esto no quita que el anatómico Meckel haya achacado á Cuvier el no haber conocido la verdadera cir- culación del Cocodrilo, y haya saludado al Sr. St. Ange como el primer descubridor de la comunicante. ¿No pudiera suceder que St. Ange tomase por comunicante un trozo del pericardio en el punto intermedio á la perforación de las aortas! Esta su- posición parece injuriosa á tan hábil observador: pero qué se ha de decir, ei en realidad no existe comunicación alguna en este punto? ¿Hemos de creer que el Cocodrilo observado por St. Ange fuese tan diferentemente organizado? 7. Una controversia existe sobre el tabique de los ventrículos, entre los Sres. Cuvier, Duméril y Duvernoy por un lado, y por otro los Sres. St. Ange, Panizza, Meckel y Mayer. Cuvier en la 1?^ edición de su Anatomía comparada habia escrito, con la reserva ó prudencia que lo caracteriza las palabras siguientes: "Parece que la sangre proveniente de la aurícula derecha pue- de tomar otra via, filtrando por medio de muchos agujeros que parecen atravesar el tabique que separa la cavidad derecha y el seno pulmonar de la cavidad superior ó izquierda." Dumé- ril y Bibron, en el tomo 19 de su Erpetología general, p. 159, expresándose mas positivamente, admiten un ventrículo con cavidades incompletas, cuyas paredes están perforadas por agujeros que permite á la sangre una libre comunicación. El Sr. Duvernoy, en la edición 2^ de la Anat. Comp. de Cuvier, dice: "No nos retractamos sobre este particular; bien que nues- tras últimas y recientes observaciones nos hayan dejado en la duda." El Sr. St. Ange no habla de dichas filtraciones, y los demíís anatómicos nombrados las niegan completamente. El —262— reconocimiento ocular del tabique, y las inyecciones de sebo hechas en mi presencia por los distinguidos alumnos de la Uni- versidad déla Habana, D. Antonio Diaz y D. Francisco Fes- ser, me inclinan también á la negativa. (1) He visto á la ver- dad la pared que separa los dos ventrículos, no solo reticula- da con numerosas fibras, sino perforada hondamente por mul- titud de medianos y pequeños orificios; pero ninguno me ha parecido abrirse paso al ventrículo opuesto. 8. Es muy digno de ser meditado el Sr. Duvernoy en las reflexiones que le sugiere la abertura que pone en comunica- ción las dos aortas en su mismo origen, comunicación conocida de Harían y de Panizza, y muy distinta de la que manifiesta el Sr. St. Auge. Aquel célebre colaborador de Cuvier estudió di- cha abertura en sujetos mas ó menos jóvenes, y notó que su diámetro iba disminuyendo con la edad del animal; por lo que sospecha con razón que se cierra enteramente en el adulto, co- mo el canal arterial, ó como el agujero de Botal en los mamífe- ros zambullidores. Yo he tenido ocasión de ver este orificio en un Cr. aciitus de tres pies de longitud: era tan pequeño, que sin el auxilio del alumno ya nombrado, el Ld? en medicina D. An- tonio Diaz no lo hubiera descubierto; y aun así dudo de su exis- tencia. Los Sres. Siebold y Stannius, en su Manual de Anato- mía comparada, afirman que las dos aortas comunican por su base, y que la aorta izquierda, la visceral, acarrea sangre mez- clada. Esto dicho sin la distinción de edad que trae el Sr. Du- vernoy, satisface á la necesidad de hacer respirar las visceras abdominales: falta la prueba en el adulto. 9. Al paso que he combatido la opinión del Sr. St, Auge respecto de la comunicante, no será malo examinar si á él ó ai Sr. Cuvier se debe el conocimiento de la famosa anastomosis de las dos aortas. Si atendemos á la fecha de los trabajos, el Sr. Cuvier tiene indudablemente la iniciativa; pero la lámina del Sr. Ange, aunque errónea á mi parecer, tiene el mérito de haber llamado la atención sobre este particular, y de haber obligado al Sr. Duvernoy á dar la mayor importancia a! des- cubrimiento de Cuvier, el cual sin esta circunsrancia hubiera pasado inapercibido, porqué su mismo autor parece haberlo des- (1) En la disección de los vasos arteriales y venosos he sido ayudado por los alumnos sobresalientes de la misma Universidad I). José Manuel Mestie, D. José Ignacio Rodríguez y D. Gavino Barnet, á quienes doy las gracias por su cooperación. —263— (leñado. En prueba de lo que digo, cito de la Anatomía Com- parada 2?^ edición tomo 6, pág. 208, "La aorta izquierda (la visceral) mas allá del cardias se divide en muchos ramos.... y solamente se anastomosa con la aorta derecha por medio de un canal arterial muy corto, cuyo diámetro iguala apenas la cuarta parte del diámetro del tronco de donde sale" (1). Y co- mo si no hiciese caso de dicha anastomosis, dice mas adelan- te, pág. 314, "Resulta que las carótidas y las axilares llevan á las partes anteriores, las ilíacas á los miembros posteriores, y la sacra media á la cola, una sangre que procede casi en to- talidad inmediatamente del pulmón." El Sr. Duvernoy nos en- seña que la palabra casi que aquí se lee, no se refiere á la co- municante, sino al orificio análogo á la abertura de Botal y á las filtraciones posibles por medio del tabique que separa los ventrículos. En este concepto diremos que erró el Sr. Cuvier en haber equiparado la sangre de las ilíacas y de la sacra me- dia con la de las carótidas y axilares; error que solamente pue- de tener su origen en no haber dado la debida importancia á la función de la comunicante que descubrió en 1805. Y si pudo equivocarse aquel vasto ingenio, hom"a de la humana inteligen- cia, ¡qué indulgente consideración merecerán los que movidos de un ardor científico, pero acompañados de corta instrucción y de escasos recursos, pagan un humilde tributo á la historia natural! 10. En cuanto á la posición que el Sr. Auge ha dado al co- razón del Coco Irilo, me parece demasiado inclinada; porque á ello se oponen los frenillos que representa mi fig. 1. 11. Por hallarse tan íntimamente unidas las funciones de la circulación con la de la respiración, me veo como obligado de tocar el caso de respiración doble observado en el Cocodri- lo por los Sres. Isidoro Geoffroy St. Hilaire y D. José Martin St. Auge, por medio de canales que llaman peritoneales, por- qué desembocan dentro del peritoneo. Explicaré el caso tradu- ciendo lo que el Sr. St. Hilaire el padre dice en su lección 3^ sobre la historia natural de los mamíferos. "Esto pasa en el Cocodrilo: este animal posee un pulmón, aun mas perfecto que el de los demás reptiles; y con todo po- (1) Cuvier en la 1* edición no habla del diámetro de la comunicante; la cual yo he visto de un diámetro no déla cuarta parte, sino algo mayor que la mitad. —264— ca energía recibe de él. En tierra, empleando todos los recur- sos de su organización pulmonar, es tímido, conoce que sus es- fuerzos no corresponderian á sus instintos feroces. Pero en el agua, es otra cosa: su excitación es extremada, su natación rá- pida. Pone de manifiesto en este elemento todo el ardor y po- derío de un león, la energ^ia de un ser dotado de una sobrada cantidad de respiración. De la función respiratoria depende su gran vitalidad: y sin embargo la organización pulmonar no se la suministra, ya porqué no la da de si liastn tal grado, ya por- qué en el agua está obligado á suspenderla. Los órganos auxi- liares entran entonces en acción: el Cocodrilo respira el agua á la manera de las Holothurias, por medio de los vasos sanguí- neos abdominales. Penetra el agua en esta cavidad por dos canales que parten de la cloaca, y que desembocan dentro del peritoneo. Tiene el Cocodrilo un esternón abdominal, indepen- diente del esternón pectoral; cada esternón con sus músculos propios preside á su respiración respectiva: en tierra obra el thórax con su aparato esternal; en el agua obra el abdomen cotí el suyo. (St. Hilaire, lugar citado, pág. 28.) En efecto, el esternón y las costillas abdominales del Co- codrilo deben tener un fin; y la falta de respiración de las vis- ceras abdominales, tal como he dado razón de ella en el §? 5 re- clama una celobranquia visceral á la manera de las Holothurias. Además no sabemos como explicar, si no es del modo que lo han hecho los Sres. St, Hilaire y St. Auge, las costumbres del animal: en el agua sus arrebatos parecen anunciar una san- gre caliente; fuera del agua es un reptil de sangre fria. — Pero j^qué diremos si la tal respiración no existe? si no hay tal salto atrás á la organización de las Holothurias? Fuerza será enton- ces buscar otra causa final á las costillas del abdomen. El primer autor que haya hablado de los canales perito- neales, según Stannius, es Plumier: no sabré decir en que tér- minos; pero 23 años antes que los Sres. St. Hilaire y St. Auge los hubiesen descritos, los íSres. Cuvier y Duvernoy menciona- ron los canales que existen en los Q,uelonios, indicando que principian en la cavidad del peritoneo, y que se pierden en el espesor del pene, sin perforación externa en dicho órgano ni en la cloaca. En la 2? edición de la Anat. Comp. t. 8, f, 293, dice el Sr. Duvernoy que los canales peritoneales de los Co- codrilos no forman parte esencial del pene, como en los Que- lonios, y que tienen su abertura en la cloaca, á los lados de —265— dicho pene; y aunque tenia conocimiento del trabajo de los Sres St. Hilaire y St. Ange (lugar citado, pág. 289), el Sr. Duvernoy no debia estar convencido de su función respirato- ria, puesto que nada dice de ella. Lo mismo sucede con Stan- nius, que no obstante haber visto los dos orificios abiertos en la cloaca, afirma "que están en el error los que admiten las a- berturas externas, como Mayer y Müller lo han declarado:" véase la nota 4?^ pág. 270, tom. 2? traducción francesa, edición de Roret, del Manual de Anat. Comp. de Siebold y Stannius. Siento mucho no tener á mi disposición el texto que los Sres. St. Hihiire y St. Ange insertaron en los Anales de las ciencias naturales, tomo 33, pág. 153. He procurado reconocer por mí mismo los conductos res- piratorios de que hablan dichos señores; y para esto he abier- to con cuidado el abdomen de un Cocodrilo rhombífero de una vara de largo. Descubrí el peritoneo sin haber encontrado nin- guna cavidad que pudiera servir de dep(5sito al agua inspira- da; y habiendo abierto el mismo peritoneo para poner de ma- nifiesto los intestinos, se derranüó la serosidad que en él se con- tenia, y que pude reconocer á la suavidad del tacto por cau- sa de las materias albuminosas que la componen: bueno es advertir que habia muchos dias que el animal no habia estado en agua. Parece que si la cavidad peritoneal fuera un saco res- pitorio, para los efectos tan poderosos que se refieren en el §9 9, las aberturas debieran ser grandes en la cloaca, los conduc- tos amplios, la membrana mucosa revistiendo interiormente la cavidad peritoneal con destierro de la serosa. La presencia de esta membrana y del liquido albuminoso que exhala, es sufi- ciente indicio de que la respiración intra-peritoneal no existe; y aun nos inclina á creer que las prolongaciones peritoneales no abren en la cloaca; pues es sabido por un lado que la se- rosidad se encuentra en las cavidades sin salida, y por otro que la piel se continúa en el interior del cuerpo, con el nombre de membrana mucosa, por donde quiera que encuentre una vía de comunicación, penetrando por los conductos mas delgados co- mo son los uréteres y el conducto cístico. No teniendo enton- ces presentes el texto de los Sres. Cuvier y Duvernoy, descui- dé de seguir las prolongaciones del peritoneo hasta las inme- diaciones del órgano genital encerrado en la cloaca. En seguida desprendí la terminación del intestino y la cloaca, con el mayor cuidado para no dejar fuera ningún 34 —266— conducto que á él fuera á parar^ habiendo de antemano desarticulado y extraido los huesos pelvianos. Quedó aquella parte del animal en mi mano, pendientes de la cloaca los uré- teresy conductos deferentes de la generacion;y empecé un exa- men j)rolijo externo é interno, volviendo para lo último los in- testinos al revés. Lo primero que descubrí á cortísimo trecho del ano, fueron dos grandes aberturas que conducen á los sacos ó glándulas anales, y que no es posible que los sabios autores ya nombrados hayan equivocado con los orificios de los conduc- tos peritoneales; después el pene, y mas adentro los orificios de los uréteres. Volví el intestino á su posición natural; y ha- biendo ligado un extremo, introduje por el otro un instrumen- to para llenarlo de agua, é hice una segunda ligadura: en este estado hice la presión necesaria, de resulta de la cual los uré- teres se hincharon, y no salió agua por ningún otro conducto. Por las razones puestas al fin del §? anterior temo haber he- cho la ligadura encima del pene, y haber dejado el experimen- to dudoso; pero no tardaré en repetirlo, y daré cuenta. La sim- ple vista no me habia revelado previamente ninguna abertura en la base del pene. Aun en el caso de que las prolongaciones peritoneales a- bran en la cloaca, no por eso se puede inferir una respiración peritoneal. Yo creo que la función de esos canales serán en es- te caso el derramar en la cloaca la serosidad necesaria para di- solver las concreciones urinarias, demasiado sólidas en los rep- tiles. Este es el oficio de la vejiga en los Quelonios; la cual no forma parte esencial del aparato urinario, supuesto que la ori- na no la encuentra en su trayecto, ni se deposita en ella: por una excepción á lo dicho en este artículo, dicha vejiga, á pesar de que debe tener su membrana interna mucosa, contiene una cantidad de líquido seroso que proviene tal vez de trasudacio- nes abdominales, y que cumple con el fin de disolver las secre- ciones compactas urinarias; por cuya razón los sacos peritouíía- les de los Quelonios no necesitan abrir en la cloaca, y termi- nan en el pene. En los Cocodrilos debia ser de otra manera, porqué no tienen vejiga. Negada la respiración visceral por medio del agua dentro del peritoneo, debo indicar la causa final deí aparato esternal de los Cocodrilos, porque es itmegable que están provistos de esternón y de costillas abdominales. Yo creo que este aparato suple en ellos la falta de vejiga natatoria de que están proviso- —267— tos los peces; y que sirve para aumentar ó disminuir el volu- men del animal, para subir ó bajar en el agua en que ordinaria- mente vive. Aun queda que levantar la objeción que resulta de la nin- guna respiración visceral según mi lámina 23, en el caso de que no existan las filtraciones entre los ventrículos del corazón, ni la comunicación primitiva de las aortas. Yo creo que esta respiración puede hacerse por anastomosis de las últimas ra- mificaciones de los vasos que parten del tronco celíaco con los que parten de la aorta abdominal, en su trayecto de la comuni- •cante á las ilíacas. Me fundo en que el Sr. Cuvier, en su ana- tomía comparada, ha indicado ya un tronco considerable for- mado por la reunión de la esplénica con la mesentérica ante- rior, el cual se dirige al intestino grueso: la mesentérica poste- rior se anastomosa con este tronco: véase tomo 6. p. 206. 2^ edición. ¿Cómo explicaremos las costumbres del animal? Si deja- mos toda exageración á un lado, bastará decir que se halla me- jor y mas seguro en el elemento para el cual ha sido especial- mente creado, atendiendo á su cola comprimida y á sus mem- branas interdigitales. El Sr. Geoffroy St. Hilaire ha compues- un trozo con la elocuencia de Buffon y de Lacépéde, y no tal vez con la severa razón que distingue á Cuvier aun en sus ras- gos mas elocuentes: todo lo que he visto y he oído contar de estos reptiles en la isla de Cuba, me persuade que no es mucho mayor su ferocidad en el agua que en tierra; y sé de li- no que se ha dejado traer á la orilla con una red tan endeble que no ofreciera resistencia á un pargo. No he querido demorar la impresión de esta entrega, sin embargo de que tengo la seguridad de recibir pronto cocodri- los de diferentes edades, para mayores estudios anatómicos. En el Apéndice que pondré al fin de este tomo, espero que el lector verá enteramente resueltas las dudas acerca 1? de los canales y respiración peritoneal; 2? de la comunicación de las aortas por su base en los individuos adultos; 3? de las filtra- ciones por medio del tabique de los ventrículos; 4.° de las a- nastomosis de los vasos que parten del tronco celíaco con las arterias abdominales, posteriores á la comunicante. Mayo de 1853. —268— SUMMARIUM» XXII. Crocodilorum circulatio. I. 2. Introductio. 3. Tabuliie 23 explicatio. Nota terminológica de aorta dcxtra et sinis- tra: iufra vi de. Errata fig. 9. Arteriam puimoJiarem subtus colloca; superne aortaiii ventriculi sinistri. 4. 5. Crocodiloruin circulatio, absque forainiíie basili aortarum, rejec- tisque riiiiis septi veiitriculüriiai. 6. Negatur auastoiiiosis próxima cordi, a J. M. St. Ange delineata. Iiifra vide. 7. Foraminasepti interventricularis multa vidi; nulla viam apertam agenlia. 8. Doctrinam Clarissimi Duveruoy bene accipio, de foramine basuli aortarum in adultis Crocodilis clauso. 9. Celebérrima anastomosis a Cuvier inventa, ab eodem pra nihilo putata. Infra vide, 10. Frenis cor linea media affixum manet. II. De respiratione aquatica abdominali Crocodilorum, docenlibus St. Hilaire et St. Ange: hic negatur. Infra vide. EXTRAITS. 3. Les auteurs nomment aorte droite celle qui sort du ventricule gau- che, parce qu'elle se porte au cote droit; et aorte gauche celle qui part du A'^entricuie droit, parce qu'elle se porte á gauche. II y aurait eu plus de philosophie á se régler sur l'origine des deux aortes, plutót que sur leur direction : c'est pourquoi j'ai cru devoir changer le sens de ees deux mots, auoiqu'avec peu d'espoir que mon exemple soit suivi. 6. Mr. St. Ange montre la communicaate de l'aorte droite avec la gau- che, au-delá de l'origine de ees artéres, soit á la terminaison de la crosse; et ne ditrien de l'ana'itomose que Mr. Cuvier a indiquée an-delá du car- dia, dans la región abdominale, au point oü se forme le tronc coeliaque. Mr. Duvernoy declare n'avoir jamáis vu cette communication; et je puis assurer qu'elle n'existe pas chez le Crocodile rhonibifére ni cliez le Cr. á museau effilé. 9. Mr, Cuvier a sans doute la priorité sur la fameuse anastomose des deux aortes; maissans letravail de Mr. St. Ange, quoique erronué, Mr. Duvernoy n'aurait peut-éfre pas éclairci, comme il l'a fait, ce point im- portant dans lasecondeédition de l'Anat. Comp.etla découverte du grand uaturaliste, serait encoré inapergue: car son auteur parait l'avoir aban- donnée. Voici comment s'explique le texte de la 2.e édition, tome C, pag. 208: "Aprés avoir dépassé le cardia, l'aorte gauche (la viscérale) se divise en plusieurs branches et elle ne s'anastomose avec l'aorte droite que par un canal artériel tres court, dont le diamétre égale á peine le quart de celui du tronc qui l'a fourni." II est bon de faire remarquer que dans la premiére édition, il ne s'agit point du diam<^tre de la communicante; et quantá mol, je l'ai vu non pas du quart, raais de plus de la tuoitié. Voici —269— niaintenant ce quí est dit plus loin, page 314: "II en resulte que les caro- tides et les axilhiires portent aiix parties antérieures, les iliaques aux metn- bres postéiieurs, ella sacrée moyeiiiie á la queue,un sang qiii vieutpres- que en totalité, immédiatement des poumons." Mr. Diiveriioy noiis ap- preiid que le mot presque ue se rapporte pas á la communicante, mais seuletneut aux filtrations possibles á travers la cloison ventriciilaire, et á l'ouverture analogue au trou de Botal. Lá-dessus il faut avouer que Mr. Cuvier a en tort d'égaler le sang porté par les iliaques et la sacrée mo- yenne, ri celui des carotides et des axillaires; erreurqui dépend sans dou- te de n'avoir pas fait assez de cas de sa fameuse découverte. Or si un gé- nie aussi extraordinnaire que celui de M. Cuvier, cree pourl'honneur de l'intelligence humaine, peut tomber daus une méprise de ce genre, quelle indulgence ne mériterons-nous pas, nous qui brulonsd'un í'eu sacre pour la science, mais qui n'avons pour notre appui qu'une courte instrucción et de faibles ressources; et cependant nous nous crojons obligés á payer un humble tribut á Fhistoire naturelle! 11. On peut lire dans la le^on S.esur l'hist. nat. de Mr. Geoffroy St. Hiiaire, une belle page sur la respiration abdominale des crocodiles, á l'aide des canaux péritonéaux ouverts dans lecloaque, organes décrits par M. M. Isidore St. Hiiaire et Martin St. Ange. M. Duvernoy parle de ees canaux dans la2.e édition de l'Anat. Comp. de Cuvier, t 8, p. 293, et ne leur attribue nullenient une fonction respiratoire; cependant il n'ignorait pas les iravüux de M. M. St. Hiiaire et St. Ange, counne on peut en juger d'aprés lañóte de la page 289. J'en dis autant de Stannius. qui a vu íes deux orífices mentionnés chez deux Crocodiles males; et qui cependant affirme que "l'assertion que ees canaux ouvrent au dehors est une erreur, comme Mayer et MülJer l'ont déjá dit." Avant ees Messieurs, M. Cuvier avait annoncé dans la l.e édiíion de son Anatomie, l'existence de ees pro- prolongements péritonéaux dans la verge des Chéloniens. Ayant de ma part ouvert le péritoine du Cr. rhonibifére, je le trou- vai plein d'un liquide séreux abondant: ce qui prouve 1? unecavité sans issue, et 2? un organe peu fait pour servir de sac respiratoire, dont la membrane interne en ce cas serait ruiqueuse. Je n'ai pu découvrir á la simple vue d'autres conduits attenant au cloaque, que les uréteres et les conduits déférents; dans l'intérieur je n'ai vu que les grands orífices des glandes ou poches anales: l'injection ne m'a rien revelé au-delá; je ne manquera! pas de répéter l'expérience, car je crois quej'ai lié l'anustrop prés de la base de la verge. En tout cas, méme en admettant les orífices ex- térieurs des canaux péritonéaux, je suis loin de les regarder comme útiles á la respiration, et jecroirais plutót qu'iis sont destines á verser dans le cloaque une partie de la sérosité abdominale, á fin de dissoudre les sécré- tions trop compactes de l'appareil urinaire, attendu que les crocodiles n'ont pas de vessie. Les Chéloniens en ont une; et c'est ce qui fait que leurs canaux péritonéaux n'ont pas besoin d'ouvrir dans le cloaque; car cette vessie est pleine de sérosité, ne formant pas une partie essentielle de l'appareil urinaire, puisqu'elie n'estpas placee dans le trajet de l'urine. La cause finale de l'appareil sternal de l'abdomen des crocodiles u'aura alors d'autre objet que desuppléer au défaut de vessie natatoire dans cet animal aquatique, ou d'augmenter et de diminuer son volume dans I'eau. Et comme je nie les filtrations á travers la cloison des ventri- cules, etrouverture á l'origine des aortes chez les crocodiles adultes, je —270— me vois dans le cas, pour faire respiíer les viscéres abdominales, d'ad- mettre plusieurs anastomoses entre les dépendances du tronc cceliaque et les alteres postérieures A ce tronc. M. Cuvier en a deja sígnale une bien considerable entre l'hépatique etles deux mésentériques, avant de se diri- ger au gres intestin. Quant aux moeurs de l'animal, si terrible dans l'eau, si timide sur terre, ce sont á mon avis des exagérations plus propres de Bufibn que de Cuvier, et dans lesquelles serait tombé Mr. Geoffroy St. Hilaire. Je deis bientót recevoir des crocodiles de différents ages, sur les- quelsje répéterai mes observatJons, que je ferai paraitre dans un Appen- dice á la fin de ce volunie. XXIII. RÉGIMEN ALIMENTICIO, SIRVIENDO Di: BASE A LA NOMENCLATURA DE LOS INSECTOS. Cada ciencia tiene su lengua propia; y de la perfección de esta lengua depende en gran parte sus progresos, como lo ha demostrado Condillac. Esta verdad tiene su aplicación á la dis- tribución de los animales y particularmente de los insectos por el régimen alimenticio, régimen tan variado, que encuentra ejemplos en toda la clasificación de las sustancias nutritivas, ya de plantas, ya de animales, vivas ó muertas, secas 6 en des- composición, sólidas ó liquidas, materias córneas, excrementos, y aun tierra. Esto se nota principalmente en los vegetales, cu- yas diferentes partes alimentan diversos géneros de insectos: unos devoran las capas leñosas; otros las hojas, la raiz, la cor- teza, la flor, la semilla &.c. — P'stán en uso algunos nombres para expresar algunos de estos regímenes alimenticios, como zoófago, creófago &c. pero faltan muchos, á no ser que se en- cuentren como sustantivos en las denominaciones genéricas: además no son por sí solas bastante explicativas, por no ha- berse combinado con otras; no expresan por ejemplo, si el co- medor de carne, lo es de carne viva ó muerta, ó de despojos orgánicos. He creido que una tabla completa puesta en espa- ñol, con los nombres latinos y griegos correspondientes, seria de suficiente utilidad para merecer una Memoria en esta obra; y la pongo á continuación, advirtiendo que las raices thaleroy sapro que se ven en los phytóphagos, son debidos al profundo naturalista Mac-Leay, que tan gratos recuerdos ha dejado en la Isla de Cuba. (1) (1) Es de lamentar que la mayor parte de estos nombres no pueden pa- —271— Insectos distribuidos por el régimen alimenticio /. Comedores de animales, carnívoros, zoóphagos. 1 Comedores de animales vivos, embiocreóphagos 2 de carnes muertas, necrocreóphagos. 3 de despojos secos, xerocreóphagos. 4 Chupadores de materias animales, zoicómyzos. 5 de sangre sanguísngos, haematómyzos. 6 Comedores de excrementos, stercorívoros, caprocreóphagos. 7 Lamedores de excrementos, • perissomóloechos. 8 Comedores de hombres, anthropóphagos. sar de la lengua griega á la española sin alterar su ortografía, hasta el punto (le no reconocerlos (es el caso de decirlo) la misma madre que los parió. Considero desastrosa para las ciencias la idea que ha cundido en este siglo, de escribir del modo que se pronuncia, alterando hasta los nombres propios, como en español Jenofonte, y en italiano Omero. La fa- cilidad que encuentra en escribir correctamente con esta novedad la gente sin estudios literarios, no compensa el barbarismo en que nos co- locamos con respecto á otras naciones cultas, como la alemana, la fran- cesa, la inglesa, &.c. ni la dificultad de comprender el sentido de las vo- ces empleadas en historia naiural, medicina y otras ciencias, desde el momento en que perdemos los vestigios de la etimología: pues si en lugar de escribir Phi/Uóphagos escribimos Filófagos, diremos amantes de los co- milones en lugar de decir comedores de hojas. ¡O alma, inmortal Psyche! ¿Quién te conocerá si te llaman Sique? Y qué vendrá áser la Psychólogía si la llaman Sicología 1 Un estudio de higos, según me lo dice el dicciona- rio. El principio de escribir como se pronuncia es tan impracticable, que desde el momento en que se puso en uso fué preciso mudar la pronuncia- ción. Por ejemplo, desterrada la x de nuestra ortografía, en los casos en que no tiene pronunciación gutural, poniendo en su lugar es, se tropieza con la difícultad de tres consonantes seguidas para corregir las palabras excelente, texto &-c- y se ha escrito y pronunciado escelente y testo: se ha confundido expiar, dar en expiación, con espiar, servir de espía: se ha escrito sin y rci, lei, sin reparar que la y no hace aquí función de vocal, sino de ronsonante, como se vé en los plurales reyes, leyes. Hemos logra- do suavizar las palabras escelente. testo, estraño, estenio con la proscrip- ción de la X, y oscuro con la proscripción de la b; pero este es un mal; por- que nuestra lengua tiene pocos consonantes dobles, y parece que debe conservar los que le han quedado: no sería tan grande el inconveniente entre los Italianos; porque su lengua recibe de las dobles consonantes la fuerza que por otra parte ha perdido. Y en medio de toda esa gran refor- ma, la mitad del camino ha quedado por andar; porqué, desterrada la k, debiéramos escribir cerer, y no querer; gerra y no guerra; zielo en lugar de —272— II. Comedores de vegetales, herbívoros, phytóphngos. A. Comedores de vegetales vivos ó verdes, Thahrophytóphagos. 1 Comedores de hongos, fungívoros, mycetóphagos. 2 del leño lignívoros, xylópliagos. 3 ' de raices radicívoros, rhizóphagos. 4 de cortezas.. .. , corticívoros, phlceóphagos. 5 de yemas íremmívoros, blastóphagos. 6 de hojas folívoros, phyllóphagos. 7 de flores florívoros, anthóphagos. 8 de semillas. granívoros, spermatuphagos. 9 de frutas frugívoros, carpóphagos. 10 del polen pollinívoros, 11 Chupadores de sustancias vegetales, phyticómyzos. 12 de la savia opómyzos. NOTA. — Si se quiere espresar que estas sustancias son vivas, verdes, frescas, maduras, se hace preceder la palabra thalero, que significa verde, v. g. thalero-mycetóphagos S^c. B. Comedore'i de v^egetales muertos 6 en descomposición. Sam'ophytójjJín gos . Las mismas divisiones que están bajo de la letra A, pre- cedidas de la palabra sapro, v. g. sapro-mycetóphagos S^c. C. Comedores de vegetales secos. — Xerophytóphagos. Las mismas divisiones precedidas de la palabra .r^rí? v. g. xero-mycetópha gos S^c. III. Comedores de tierra — Geóphagos. Observaciones. 1. Las palabras derivadas del latin y del griego aparecen cielo, y ya que escribimos oscuro, también debiéramos escribir ostácvlo. Si la reforma no habia de ser general, mas valiera no haberla establecido. Yo, á fuer de aficionado á las ciencias naturales, como hijo de Lavinia y nieto de Hélen, protesto que he de escribir género sin j y Pterodáctilo con P. Deseo que la Real Academia proteste por su parte con su ejem pío contra las novedades introducidas, en vez de ponerse á la expectati- va para dar el sello de su apiobacion á. la vulgar costumbre. Véase el Prólogo á la^dicion 8" del Dic. de la R. Acad. ratificado en la 9f —273— aquí con desinencias españolas. Si se escribe en latin, se les dará las terminaciones acomodadas al genio de las lenguas la- tina y griega, v. g. iniicetophagi, ó mycetophagides', haematomy- zi,hncmútomyzides,haemat()myzandes &c. El Sr. Agassiz, en su Nomenclátor' zoologicus, prefiere las desinencias en agides. 2. Si en lugar de Chupadores de materias animales, se quiere expresar Lamedores, ^e pondrá, zoícóloechos en higar de zoicómyzüs: lo mismo digo de los lamedores de sustancias ve- getales, 8. He puesto zoicómyzos y no zoómyzos, prefiriendo tomar la raiz en el adjetivo; porque no se trata en este caso del ani- mal, sino de sustancias animales: lo mismo en cuanto á phyti- cómyzos. 4. No hnbria inconveniente en decir haemóphagoY spermó- pkago, en \ngcii' de hae7natóphago y spermatóp/iago; porque, aunque haemo y spermo no sean verdaderos genitivos, tienen la terminación de tales. Spermóphago se encuentra en el dic- cionario de Alexandre. 5. Desconfiando de mis cortos conocimientos en la lengua griega, he dado mi tabla á corregir al digno Br. D. Antonio Mestre y Dominguez de la Real Universidad de la Habana; y el auxilio que me ha prestado es demasiado grande para pa- sar en silencio su cooperación y la expresión de mi agradeci- miento. Mayo de 1853. SUMMARIUM. Latina et graeca vocabula faciie ad intelligendum, etsi hispane desi- nant; quaniobrem summarium rejiciunt. XXV. EL MANJUARI. Lepidosteus Manjuari, Poey, Lám. fig. 28—30. El Manjuari, Parra, p. JII, lám. 40,Jig. 2. 1. Los Manjuaries son peces de agua dulce, del género 35 —274— Lepisosteus de Lacépéde, cuyo nombre, que significa escamas óseas, ha sido corregido por el Sr. Agassiz en Lepidosteus y conservado por los que aprecian la exactitud en las denomina- ciones gramaticales y científicas. El nombre vulgar de Man- jua7Ú, en ingles Gar-pikc, es exclusivo de la isla de Cuba; y lio ha pasado aun al diccionario de la Academia española, como otros nombres de plantas y animales que en él se notan. Por tener este género las aletas desprovistas de radios espinosos, y las aletas ventrales mucho mas atrás de las pec- torales, ha sido puesto porCuvier entre los peces malacopteri- gios abdominales, donde aparece como último género de la fa- milia de las Clupeas ó Sardinas. Este ultimo rasgo justifica lo que el Sr. Agassiz dice en el Lago superior, pág. 255, esto es que Cuvier al paso que ha mejorado la clasificación de Linneo, para quien los Manjuaríes eran Esoces, no ha señalado bastan- temente la gran difi^rencia que existe entre el género Lepidós- teo y los otros peces abdominales. No solo carece de afinidad con dichos peces, sino con la gran generalidad de los verte- brados de su misma clase; presentando multitud de caracteres que lo aproximan de los reptiles crocodilianos. El Sr. Agassiz lo coloca en su familia de los Sauroideos, orden de los Ga- noideos, 2. Los caracteres del género, tomados del Reino animal de Cuvier, son: hocico formado por los intermaxilarea, maxila- res y palatinos unidos al vómer y al etmoides; mandíbulas in- feriores de igual longitud: ambos erizados en la superficie in- terna de dientes menudos á manera de escofina, provistos de una serie externa de dientes largos y agudos. Branquias uni- das debajo de la garganta por medio de una membrana común que da tres radios de cada lado. Escamas como de piedra. Dorsal y anal opuestas y muy retiradas hacia atrás. Los dos radios extremos de la cola, y el primero de todas las otras ale- tas tienen escamas que los hacen parecer dentudos. Estómago continuando con un intestino delgado de dos circunvoluciones; piloro con numerosos ciegos cortos. Vejiga celulosa, ocupando la longitud del abdomen. A estos caracteres se pueden agregar otros indicados por el Sr. Agassiz, y son: maxilar formando la mayor parte del contorno bucal, y armado de dientes; intermaxilar corto y per- forado, para dar paso á los dientes de la mandíbula inferior; escamas cuadra ngulares y como articuladas unas con otras; —275— compuestas de dos sustancias, la inferior huesosa, la superior fuera do la porción aniculada cubierta de esmalte; vértebras unidas por medio de eminencias y cavidades; movimientos ver- tic¿des y laterales de la cabeza sobre la primera vértebra de la columna. Estos caracteres son como se vé, propios en gran parte á los Crocodilianos; á los que se añaden la extructuray encage de los dientes, las narices terminales, el gran número de vértebras, &.c. Hay lepidósteos que tienen el hocico mas prolongado que otros: el de la isla de Cuba per sus formas y y dimensiones se parece al del caimán del Misisipí, séase ei Alligator lucíus. 3. Kl Sr. Agassiz nos anuncia que tiene conocimiento de diez especies de Lepidósteos peculiares á la América í?eten- trional, encerrados todos en el recinto templado del Canadá á la Florida, entre el Atlántico y los numerosos afluentes del Misisipí. Con una especie que existe en Chile, y la presente de la isla de Cuba, contaremos doce; entrando en este numero las que tan incompletamente han sido indicadas por Rafinesque, habitantes del Ohío. Se encuentran fósiles de estos animales en Europa, Asia, Nueva-Holanda; y un género próximo hoy existente en África, cual es el PoJypterus. Pero en ninguna paríe se encuentran vivos los Lepidósteos sino es en América. Añade que son los únicos representantes de los peces antedi- luvianos que existieron en el globo terrestre en tiempo de la formación del carbón y de otros depósitos antiquísimos; ante- teriores á los reptiles crocodilianos á quienes tanto se parecen. Este hecho paleontológico examinado con la profunda perspi- cacia del Sr. Agassiz le ha revelado consecuencias de la mayor importancia, y que prueban cuanto auxilia la Geología al estu- dio zoológico. Con razón induce que este continente America- no, que lleva el nombre de imevo continente, existia antes de las grandes revoluciones que extinguieron los Lepidósteos en las otras partes del mundo; y de paso se puede decir que no ha participado en igual grado á dichas revoluciones. Al mismo tiempo nos explica porqué estos peces forman un tipo aislado entre los peces vivos: no son de nuestra era, y solamente pu- diéramos encontrarles afinidades con sus contemporáneos en la historia primitiva de la tierra, época en que los peces y los reptiles no habían demarcado suficientemente sus límites res- pectivos. 4. Estos ecos antediluvianos proclamados por el Sr. Agas° —2/6— siz, y las lucidas notas que cayeron de su docta pluma, han des- pertado en mi algunas ideas que me han dejado satisfecha acerca de las causas finales que encubrian estos peces y que mi razón no acertaba á demostrar. ¿Por qué, decia yo, siendo el Manjuarí un pez poderoso en la laguna, corpulento, arma- das sus mandíbulas de duplicada fila de dientes fuertes y agu- dos, viviendo entre las turbas tímidas de biajacas y de angui- las, por qué le ha dado Dios una armadura tan sólida, que en- vuelve y protege su cuerpo por todas partes, que ningún dien- te puede penetrar, ningún instrumento perforar, si no es los que perforan la piedra ó el hierro? Pero ya que este habitante de las aguas dulces es un hijo sobreviviente de las primeras edades del globo terrestre, comprendo el fin de su tegumento catafractado. En aquel tiempo que medió entre la época mo- derna y la geogonía primitiva, el núcleo incandescente de la tierra yacia bajo de una corteza de poco espesor; las fuer- zas plutónicas la rompian sin grande esfuerzo, las altas cordi- lleras no existian por no poder echar hondos cimientos, los abismos del mar no se habian formado á una profundidad bas- tante grande para engullir las aguas esparcidas sobre la re- dondez de nuestro planeta: un diluvio perenne lidiaba con la parte árida; las irradiaciones del calor central, la evaporación de la líquida llanura, tal vez la abundancia de gas ácido car- bónico levantaban hasta las nubes los colosales criptógamos que dieron origen al carbón de piedra. Aparecieron los peces que se contentan con poco oxigeno, y quedebian servir de ali- mento á los reptiles de dimensiones gigantescas, los cuales, por su circulación incompleta se hallaban en igual caso. Pero en aquella edad del mundo los lagartos tenian alas y las ser- pientes vogaban con remos sobre la tierra anegada. Los Lepi- dósteos perseguidos por los temibles Pterodáctilos y Plesiosau- ros debieron la conservación de su especie á la resistencia de sus escamas. Así explico la causa final, siempre infallible, aun cuatido nuestra inteligencia no sepa descubrirla. 5. El Manjuarí alcanza la longitud de 1| varas, según in- formes de D. Cayetano de Iradi, y otros. La cabeza represen- tada en la lámina 30, es del tamaño natural y comparada con el ejemplar que ha servido de modelo á la fig. 1 de la lámina 28, el cual tenia 144 mil. de largo, vendría á corresponder á un individno de 830 mil. de largo; esto es casi de una vara de Burgos. Vive en las lagunas y aguas dulces de rio: los hay en —277— las lasfunas de Gnanamon, al Sud de los Palos ó Nueva Paz, de donde procede el de 114 milímetros, enviado vivo por el Sr. D. Tomas de Herrera: otros recibió la Real Sociedad Econó- mica del Sr. D. Ramón de la Paz y Morejon, entonces curada Yaguaramas; en cuyas inmediaciones se encuentra, hasta la ciénaga de Zapata: en este ultimo punto los cogió el Dr. Gund- luch. Abunda, seguu el Sr. de Iradi, en la ciénaga de Matun, IJ leguas de la bahía de Jagua. No dudo que se hallen también en otros puntos de la Isla, v. g. en la extremidad del departa- mento occidental. La carne es buena para comer y sana; pero sus huevas pasan por ser venenosas; opinión confirmada por un experimento del Sr. de Iradi, hecho á costa de una gallina. Se pescan con anzuelos alambrados, según D. Narciso Dul- zaides; ó bien con red los pequeños, y los grandes con harpon, según otros: bien que no creo fácil clavarlo con harpon, siendo tan endurecida su armadura. Vive mucho tiemj)o fuera del agua; sin embargo de que no tiene como otros peces, depósitos laberintiíormes en los huesos de la cabeza. Tuve uno 3^ ho- ras fuera del agua, y no murió por eso, ni pareció haber reci- bido una grande incomodidad. Habiéndolo conservado vivo en una batea, con agua dulce, por espacio de 4 meses, se negó á tomar alimento; y no queriendo verlo morir de hambre, le di una muerte mas violenta, y hallé sus intestinos envueltos en grandes masas de manteca, lo que me dejó creyendo que pudo haber vivido mucho mas tiempo, como los cocodrilos y otros reptiles. 6. Esa facilidad de prolongar la vida fuera del agua, me hizo sospechar que pudiera el animal respirar el aire atmosfé- rico por sus narices terminales, y por lo tanto propias á reco- ger dicho aire en la superficie de! agua, sacando fuera una mínima parte de la cabeza: cuyo aire introducido en los arcos branquióstegos, activara la respiración; así como otros peces acostumbran tomarlo con la boca, cuando escasea el agua de los charcos en que viven. Esta opinión no parecía muy proba- ble en un animal que carece de pulmones; pero no quise dejar de verificar el hecho reconociendo toda la mucosa de la bóve- da palatina y retroboca, bnscando con el mayor cuidado si ha- bía una abertura que diera paso al aire inspirado por las fosas nasales. Confirmaba mi sospéchala poca ó ninguna movilidad del arco palatino, séase del sistema palatino, pterigoideo y tem- poral, que en los demás peces favorece el primer acto de la —278-— deglución del agua, con el incesante juego necesario para con- servar la vida: el alternativo movimiento invoinntario de abrir y cerrar la boca para respirar, me parecia función demasiado dificultosa para dejarla á cargo de la sola mauílíbula inferior. Con esta idea, hice el reconocin^iento anunciado y no encon- tré cosa que me parecierfi verdadera abertura. Únicamente ha- llé dos puntos hondos en la piel encima de los agujeros cra- neales que están entre el esfenóides posterior y las grandes alas; levanté dicha piel, y vi que en este punto tenia su atadu- ra una cinta que me pareció nn ligamento, el cual daba vuelta al cónddo del esfenóides después de haber panado por la aber- tura, á manera de un anillo. 7. Un poco mas atrás de la línea media, y en el punto cor- respondiente á la extremidad del hueso basilar, posteriormen- te á los huesos faríngeos superiores, habia en la parte su- perior una grande abertura longitudinal, provista interior- mente de dos fuertes músculos, á no ser que fuesen válvu- las; cuya abertura nada tiene de común con las fosas nasales; pero estaba destinada como la glotis de las aves á llevar el ai- re al interior del cuerpo: con la diferencia de que en las aves la abertura está situada sobre la base de la lengua, conduciendo el aire á la tráquea-arteria, y de allí á los pulmones; mientras que en el Manjnarí esrá en el punto superior opuesto, y condu- ce el aire á la vejiga natatoria. Esta vejiga tiene sacos celulo- sos de una complicación casi igual al pulmón de los cocodri- los, y se extiende bastante ancha pegada al espinazo hasta cer- ca del ano donde acaba en dos puntas libres: su extrnctnra es celulosa, de color blanco, y presentando el aspecto de burbuji- tas de jabón disuelto en agua, y levantadas con un soplete lle- no de aire; se vé en la linea media y á los lados délas visceras en la figura 3 de la lámina 28. De dicha abertura conduciendo á la vejiga aérea, encima del esófago, no queda duda alguna, ni de los músculos colo- cados á la entrada. ¿Diremos por eso que la vejiga es un saco puhnonar, y que el Manjuarí es un verdadero anfibio, esto es, provisto á un tiempo de branquias y de pulmones? No es esta mi opinión, sin embargo de que es posible que la aorta envíe á la vejiga algunas ramificaciones para un complemento de res- piración; caso que sería común á otros peces; pero no creo que la vejiga sea un pulmón, porqne sus paredes son blancas, y no serpean por ellas arterias ni vasos pulmonares. Si fuera un —279— pulmón, era natural que la retroboca presentase un velo del pa- ladar como en el cocodrilo, y que entrara el aire por una aber- tura posterior de las fosas nasales; lo qne parece que no es asi. Creo que este aparato no tiene mas objeto que perfeccionar los recursos qne tiene á su disposición el animal para aumentar ó disminuir su volumen en el agua; faltándole el aparato erster- no-abdominal de los cocodrilos. De todos modos la disposición de este aparato es distinto en el Manjnarí de lo que se nota en algunos peces, en que por excepción, la vejiga comunica ( on el esófago; pues en estos la comunicación es por medio de un conducto delgado mas ó menos largo, y en el Manjuarí el cue- llo de la vejiga se aboca inmediatamente con el esófago por medio de una ancha abertura provista de músculos que abren ó cierran esta especie de glotis. 8. Los caracteres esenciales que constituyen esta especie son los siguientes: cabeza, medida desde la extremidad del hocico hasta la terminación de los huesos opercnlares, forman- do algo mas de la 4^ parte de la longitud total; en cuyo caso diremos que 4 veces la longitud de la cabeza supera de la 9^ parte de dicha cabeza toda la longitud del pez. Hocico ancho, como de los § de la región frontal, disminuyendo un poco ha- cia la punta, y sin espátula. De la parte posterior de los ojos á la extremidad del opérculo hay 4 veces el diámetro longitudi- nal de la órbita, y de la parte anterior á la extremidad de la mandíbula superior, 5, muy poco mas: esta mandíbula adelan- ta mas que la inferior. La aleta ventral, en el punto posterior de su tronco, está exactamente en la mitad de la longitud to- tal: las aletas dorsal y anal muy retiradas hacia la caudal, co- mo indica el dibujo; la anal muy poco mas adelantada que la dorsal. Las escanjas que forman el borde denticulado del pri- mer radio de las aletas, sumamente pequeñas en la aleta pec- toral, apenas visibles en un individuo de dos pies y medio. Es- camas cuadrangnlares, denticuladas en el borde posterior, y el centro marcado con una depresión arboriforme, y sin facetas ni aristas. El color general es pardo-oscuro, un poco verdoso, mas claro por debajo: las aletas sin manchas: iris oscuro. Los dientes que forman el contorno de la boca son pequeños y agu- dos; viene detrás una serie de dientes mayores, agudos y fuer- tes, los de la mandíbula inferior mas poderosos, y son acom- pañados por dentro de una cinta de pequeñísimos dientes, co- mo los del vómer; los palatinos presentan la misma armadura que el maxilar superior: hay ademas algunas asperidades en el esfenóides y en los pterigoideos: los faríngeos son cónicos, muy cortos. Tiene como 60 escamas en una línea recta, desde el cráneo iiasta la aleta caudal; 10 en una dirección oblicua encima de la línea lateral, y 15 debajo. — B. 3; D. 9; A. 8; P. 12; V. 6; C. 12. — Longitud 4 pies. 9. Cuerpo prolongado, subcilíndrico, cubierto de una viscosidad que lo hace resbaloso; hocico deprimido, branquias unidas por debajo por una membrana común, huesos operculares sin espinas ni dentaduras; ojos detrás del maxilar inferior: ventanas de las narices dobles, las su- periores mayores; lengua corta, aplanada, ancha y escotada por delan- te, cuarteada y un poco granulosa; escamas de la línea lateral distin- guiéndose muy poco de las otras, las de la línea dorsal formando exá- gonos irregulares. La mandíbula inferiores mas ancha en su base que la superior, y mas estrecha en su extremidad: los dientes tienen una base ancha y estriada longitudinalmente; están como soldados en ca- vidades incompletas que no merecen el nombre de alvéolos. Ei nú- mero de radios branqnióstegos es como el de los demás peces; la par- te anterior lleva en lugar del peine ordinario, una serie de huesos cor- tos y arborisados á la manera de algunos corales, y tan aproximados que las denticulaciones engranan casi unas con otras. El píloro hace continuación con el estómago; los intestinos dan dos circunvoluciones: los ciegos forman una masa compacta por su número y pequenez; á sus lados se vé unos cuerpos parecidos á las glándulas espermógenas: pero no puedo afirmar hoy con solamente mis dibujos y uotas á la vista, lo que son en realidad, porque creo que iban acompañados de ovarios; á no ser que el animal sea hermafrodita. La vejiga natatoria es bastante resistente á pesar de la tenuidad de las células superficia- les, porqué elinterior está todo provisto de pilares y redes que forman á cada lado células grandes y pequeñas: por fuera, en )a mitad de su longitud hay cordones trasversos, tal vez nuisculares; y en este caso serán parala expiración del aire, que entra por la cara dorsal de la faringe, donde se presenta una abertura longitudinal provista de vál- vulas,ó de músculos internos. El color de los ojos es pardo, mas oscuro en la circunferencia, y con un cerquito metálico alrededor de la pupila. Trataré del esqueleto al fin de este artículo: basta decir aquí que la composición de los huesos parece á la vista distinta de la que carac- teriza los demás peces; y se aproxima á la de los reptiles y otros ver- tebrados. 10. El hocico prolongado del Lepidosteus osseus y la dila- tación á que debe su nombre el L. Sjjathula, juntamente con otros caracteres, distinguen bastante del Manjuari aquellas dos especies, que son las mas próximas á la isla de Cuba, por ha- llarse la una, en la Carolina del Sud, y la otra en la Florida. —281— La especie que mas proximidad parere tener con la cubana, es el Lepidosteus platiisomus Raf. del Oliío, figura- do en la lámina 105 de Peces, 2^ edición del Reino animal de Cuvier. Como esta figura es de un grabado m ly fino, y ha si- do hecha bajo la dirección de personas inteligentes, podemos creer que es buena; y á juzgar por ella, la especie de Rafi- nesque es distinta del Manjuarí. Difiere por un cuerpo algo mas prolongado, pues la cabeza del Manjuarí entra tres ve- ces en lo demás del cuerpo, mientras que en el L. pl.»tysomo sobra la mitad de la cola; lo que es debido á que las aletas dorsal y anal distan aquí mucho mas de la aleta caudal: la aleta ventral se encuentra también un poco mas adelantada. El cuerpo y las aletas del platysomo tienen manchas os- curas: el Manjuarí no tiene manchas; á lo menos en los indi- viduos de 2^ pies, y con mas razón debe suceder lo mismo en los mayores, porque así sucede generalmente en los peces. El primer radio de la aleta pectoral tiene en la especie del Ohío escamas huesosas tan largas como las otras aletas. No so pue- de saber en dimensiones tan pequeñas si las escamas son den- ticuladas; pero si el dibujo del Reino animal es bueno, como es de presumir, el número de radios no es el mismo; pues cuen- to D. 8; A. 6; P. 9; V. 5; C. 10; teniendo el Manjuarí D. 9; A.8; P. 12; V. 6; C. 12. 11. Explicación de las láminas. — Lám. 2S. f. l.el Manjuarí: falta una serie de escamas en medio del cuerpo; por lo que las otras apa- recen allí demasiudo abiertas. — fig. 2. corte trnnsv(}rso. — fig. 3. vis- ceras tendidüs sobre la vejiga natatoria, que es celulosa. — fig. 4. es- camas del tamaño natural, articuladas.- -ñg. 5. mandíbula inferior: el n9 5 debe ser 33.— fig. 6. 7 vértebras=Lám. 29. í. 1. 2. 3. cabe- za vista por encima, por debajo y de medio lado: la línea de punios del n9 43 debe quedarse en la escama superior. — fig. 4. cabeza unida al cuerpo. — fig. 5. parte lateral que se desprende fácilmente, vista por dentro: véase esta figura mas correcta en la lám. 31. — fig. 6. parte anterior del hocico en el animal vivo. — fig. 7. idem en el esqueleto. — fig. 8. lengua, bilobada anteriormente.^Lám. 30. cráneo del ta- maño natural: las divisiones del intermaxilar no están bien expresa- das. La fig. que representa el cráneo de medio lado necesita alguna explicación y corrección. Detrás del esfenoides anterior, n9 12, está el ala orbitaria. Encima de la "cara externa del ala temporal se ven dos facetas internas: la anterior le pertenece, y la posterior es del oc- cipital externo, que viene mas atrás. Un pequeño espacio del ángulo superior representa el suprascapular. Debajo del occipital externo es- tá el occipital lateral, luego el basilar, luego el esfenoides principal. 36 —282— Todo el espacio comprendido entre el ala temporal y el occipital la- teral ?rf entiende desocupado, y no debieran locarse las facetas inter- nas del ala temporal y del occipital externo. = Láni. 31, fig. I. apa- rato orbitario. — fig. 2. mandíbula inferior vista por su cara externa. — fig. 3. Li mi^ma por la cara interna — fig. A. extremidad de la cola. — fiií. 5. cabeza de S/)(¡?'iis, para la demostración de algunos huesos. ÍH/^Para el nombre de todos los huesos, vé ise ei §16. Esqueleto ([el Manjnari, 12. Sigo en la doterminacion de los huesos que forman el esqueleto de! Maiijnarí, la nonienclatura y sigiiiñcaciíjii dada por Cuyier en sus (res obras sobre los Huesos fúsiles, la Ana- tomía comparada y la Historia de los peces; menos lo que se dirá en el n? 26. El anatómico (jiie haya adoptado dicha no nienclatnra y la haya aplicado con acierto á un gran número de vertebrados, principalmente de reptiles y peces, no espere ha- hallar la misma facilidad cuando estudie la cabeza del Man- juarí. Las dificullades son considerables: se tendrá una idea de ellas leyendo la descripción de estos huesos hecha por el Sr. Agassiz en su frrande obra de los Peces fósiles; y también en el curso de esta Memoria, donde la mitad del tiempo he creido (pie debia apartarme de la opinión de aquel ilustre profesor. Li causa de esta gran dificidtad consiste 19 en el lugar que ocupa el Le|jidósteo en la serie anitnal, transición de pe- ces á reptiles; 2° una forma excepcioiiil debida a! aplasta- miento del cráneo, y la prolongación del hocico, que en algu- nas especies llega á ser extraordinaria; 3? la división délos huesos, que ofrece la mayor multiplicidad en este vertebrado. A veces nos creemo;3 obligad ;s á tomar por guia ó base de comparación la cabeza del Cocodrilo, otras veces la de un pez; y según acertamos ó erramos en esta alternativa, así son las consecuencias. Por lo que á mí toca, he procurado resolver las dudas en el Manjuarí considerado como pez, y solamente en los casos de necesidad he pedido explicación á un (Cocodri- lo, á una Tortuga, á una Iguana; dando roas importancia á las funciones que á las conexiones, y distinguiendo entre estas, las constantes de las secundarias y de las excepcionales. 13. Es cierto que e! Lepidósteo tiene mucl:o de reptil; por ejemplo, la articulación de las vértebras por medio de una su- porficie esférica y de una cavidad coriloidea; el aparato palato- timpáiiico fijado lateralmente por delante ai V(Snier, apoya- do posteriormente sobre el esfenóides y las alas teíiiporaíes, de manera á impedir el movimiento vertical; el interm.íxilar sin a[)ófisis ascendente y sin protracíiliddad, nnido al maxi- lar para formar el contorno de la boca, como en el cocodrilo; la mandíbula inferior dividida en tanto 6 mas huesos (jiie la de los qnelonios y saurios; una vejiga natatoria celulosa con una glotis aplicada á la parte superior de la faringe. El basilar da solo la articulación de la primera vértebra; y no existen las dos facetas que subministran ordinariamente los occipitales la- te;a!es, circunstancia favorable á ciertos movimientos de la ca- beza. Las vértebras son numerosas, címtio era necesario para dar alguna flexibilidad á un tronco revestido de escamas en- durecidas. En cuanto á la forma de la cabeza, coíuparada con la de un Cocodrilo, hay mas analogía que afinidad, como lo veremos mas adelante. 14. Pero el Lepidósteo es pez, y como tal se distingue del reptil por car.icteres de un orden superior, prescindietido de los que recibe de la forsna general del cuerpo y de sus miem- bros natatorios: r(;sí)iracion branquial, circulación por lo tanto completa, corazón venoso de dos cavidades, intestinos ciegos alrededor d(il piloro, los tres aparatos propios de los peces, que son los llamados opercular, supratemporal y subdorbitario; el aparato mucoso que comunica con la linea lateral del tronco, la construcción del oido &. — Algunas diferencias que aproxi- man el Lepidósteo al Cocodrdo, como el defecto de crestas craneales, la unión mas íntima de los nasales con los frontales y el etmóides, desaparecen ruatido se comparan con una cabe- za aplastada de otros peces, principalmente de los que perte- necen á la familia de los Esoces, como es el f.'s x ¡uciun Linn Entre ellos tenemos en la isla de Cuba el género Belone, en francés Orphie, que corresponde á nuestros Agujones, los cuales tienen los mayores puntos de afinidad con los Lepidós- teos Las cabezas de esta ftimilia han sido para mí de un gran recurso; y lo debo al Sr. Valenciennes que en la Historia de los peces, t. 18, pág. 275 dice: Les Lépidostées seraient des Eso- ces, sHl n'aimient pas les creen ms no nhreiix qai constitucnt le canal al'unentaire des Clupkndes. En efecto los Esoces tienen, como los Lepidósteos uiui vejiga celulosa, la cabeza aplanada —284— cubierta de una epidermis muy delgada; los intermaxilares sin rama ascendente, y articulados cori el vómcr, la mandíbula inferior cou dieutes visibles estando la boca cerrada, los nasa- les formantlo parte del cráneo, el frontal posterior separado de la órbita, el interopérculo unido al yugal y provisto de una fo- seta articular, á veces el siiprascapular unido sólidamente al cráneo. No por eso deja de ser exagerada la expresión d u i • i- » r^\ ^.,. ^ > Hydrophilii A fephaeridiota ) Parnides Georyssini Heterocerides=Acaiilhopoda Lt Staphylinii =Bracholytra Ltr. Silphales Histrini Dermestini Byrrhini Scydmaenides=Palpatores Ltr. Scaphidilia Trichopterygia Cryptocephagi(les=Engidites Lt Nitidnlariae Xylophagi Latr. < Trogositinae Rhizophagides Scolytiiii Mycetophagides Lathridiani Colydiana Paussili Cisides Nitidulariae Agz. Cnrc. Ag. ex p. Gen. Mvce- tophagus Latr. Taxicoriies Latr. { 35. 36. 37. [ Stenelytra Latr. < —303— 28. Cucujipes 29. Ptiniores 30. Rhysodes --,,.. T C 31. Pselaphiani Pselaphu Latr. ^ g^^ Clavigerini Melasoma Latr. \ 33. Tenebrionites f34. Diaperiales Leiodesini Cossyphenes Helopiani Cistelides Melandryadae= Oedemeritae Salpingides Erotyleni Phalacrides Scarabaeides Geotrupides Melolonthinae Cetonianae Coprides Aphodiani Lucanides Passalides Buprestides Elaterides Eucnemides Throscites Prionides Cerambycini Lamiadae Lepturetae > Platysoma I Latr. SMalacoder- mi Lt. ex p. SXylotrogi Lt ex parte. 38. 39. 40. 41. Tenebrionit. Agz. ex part. Anisotomi- dae Steph. Agz. Tenebrioni- tes Agz. ex parte. rSerropalpides Lt Clavipalpi Latr. 5 ^g' Lamellicornes Latr. < Cerambyci- ni Agz. — ao4— reo. Cierides 61. Elodesini 62. Cebrionites 63. Rhipicerides Malacodermi Latr. <| g^ Dascillides 65. Melyrides 66. Lainpyrides 67. Lycides [ 68. Telephorides 69. Meloides 70. Lagriariae 71. Pyrochroides 72. Notoxides Trachelides Latr. < Rhynchophora Latr. < < S ^ o Q 73. Rhipiphorides 74. Mordellonae '' 75. Brenthides 76. Bnichites 77. Arthribides 78. Attelabides 79. Curculionites 80. Rhynchaenides 81. Calandrinae 82. Sagrides 83. Criocerides " 84 Hispidae 8.^». Cassidariae r^^ ,■ T 86. Cryptocephalides Cychca Latr. <^ gy. Chrysomelinae Eupoda Latr. I 88- Halticidae [ 89. Galerucitae 90. Endomychides 91. Coccinellidae 92. Clypeastrini Cypbonides Stepli. Agz. > Atopites 3 Lap. Agz. Lampyrides Latr. Vesicantes Latr. Anthicides Latr. Agz. Mordello- nae Agz. 1 ! Curculioni- [ tes Agz. 1 j Cassidariae Latr. Chrypome- linae Latr. Ftingicolae Latr. Aphidipha- gi Latr. —305— Observaciones. 2. Nada mas instructivo que el cuadro de las familias en la Historia natural, tanto para los que profundizan el estudio hasta llevarlo al conocimiento de todos los géneros, como por los que no quieren ni pueden por sus muchas ocupaciones pa- sar de aquellas primeras divisiones. El número de géneros creados es hoy en estremo considerable, y no es posible hacer- se cargo de ellos sin limitar el estudio á una clase, ó tal vez á un orden solamente; pues la vida es demasiado corta para extenderlo á toda la serie zoológica. Ya se acabaron aquellos tiempos en que Pico de Mirándola se presentaba ante los con- gresos científicos para ser examinado deomni scibili: por lo que las cabezas enciclopédicas, han de ser necesariamente super- ficiales. El buen tiempo de Linneo también se ha acabado; porqué el número de especies descubiertas con posterioridad es veinte veces mayor; y con el número de especies han ido multiplicándose los géneros. Este aumento ha sido necesario casi siempre, y ha llegado al extremo en nuestros dias. Así es que el género Gorgojo, Curculio Linn, ha llegado á com- prender tantas especies, que su estudio ha exigido el conoci- miento de seiscientos géneros. Algunos han abusado de esta exigencia; como el célebre iconógrafo Hübner, que para cla- sificar 4000 Lepidópteros ó mariposas, ha formado 2000 gé- neros: semejante abuso nos conduce al caos. La generación actual está pues condenada á trabajar mo- nografías de un orden, de una familia, de un género. Pero ¿qué filosofía podrá hallarse en los escritos de los naturalistas limitados á un punto mínimo del reino animal, sin compara- ción con la serie entera? Ninguno sobresaldrá en una parte, si no ha estudiado el todo. ¿Y cómo es posible hoy estudiar el todo? Limitándose á las familias naturales. Casi todos los géneros de Linneo son hoy tipos de fami- liar. Estudiemos las familias, y volverá el buen tiempo Lin- neano. Para conseguir este fin del modo mas instructivo, los autores modernos han hallado un medio excelente; yes de no crear nuevos nombres de familias, como tan frecuentemente practicó Latreille; sino tomarlos del género primitivo, mudan- do la terminación. A ningún naturalista es permitido ignorar los géneros Linneanos: y es evidente que si sabe lo que es un 39 —206— Staphylinus, un Cucujus, un Hydrophilus, un Heter orne rus, un Meloe, una Coccínella, conocerá las familias nombradas Staphilinü, Cvcujipes, Hydrophilini, Heterocerides, 3Jeloi- des, Cüccinellidae, mucho mejor que con los nombres corres- pondientes de Latreille, Brachelytra, Platysoma, Palpicor- nia, Acanthopoda, Vesicantes, Aphidiphaga. 3. Los autores que me han servido de maestros en la for- mación del Conspectus anterior, además de mis propias consi- deraciones, son tres. El primero es el grande entomologista francés Latreille, en la 2^ edición del Reino animal de Cu- vier. El segundo es el Sr, Agassiz, por medio de su Nomen- clátor züologicus, obra indispensable á todo naturalista. La parte de Coleópteros ha sido revista y aumentada por el Sr. Eric/isuri, circunstancia la mas favorable para creer que rea- sume los progresos que el impulso alemán ha dado á la cien- cia en este siglo. Esta obra es de las mas completas. En cuan- to á la exacta enumeración de familias y géneros; pero es as- pecto de las familias que aparece página XI está reducido á 58 nombres puestos por orden alfabético, y por lo tanto no in- dica el orden que han de ocupar dichas familias en la serie coleopterológica. El tercer autor es anónimo: su obra se titula Catalogus ColeojJterorutn Europae, por C. A. D. Baulzen, 1849. Se ha conformado en casi todo al citado Nomenclador de Agassiz; pero presenta la parte que faltaba en esta última obra, y es el orden de colocación de las familias, por lo que viene á ser un suplemento sumamente instructivo. Parle de un principio hoy reconocido, causa del gran trastorno qne ha su- frido el trabajo de Lritreille, y es la poca exactitud que ofrece el número de artículos de los tarsos en el ordenamiento de los Coleópteros. También me ha sido útil el Catálogo de los Co- leópteros de Hanau, por el Sr. Jnnker, 1845, comunicado por mi estimado amigo D. Juan Gundlach. 4. El Aspecto que ofrezco á los Coleopterologistas consta de 92 familias. Para formarlo, he atendido no solo á las gran- des familias y tribus de Latreille, sino también á sus géneros principales, casi todos Limieanos ó primitivamente creados por el mismo Latreille y por Fabricio; cuyos géneros, por las numerosas especies que hoy contienen, han sido subdivididos en subgéneros, y deben considerarse como tipos de familias. Además he levantado á la categoría de familia 20 subgéneros de Latreille, que han dado Anthribides, Colydiana, Descilli- —807— des, Elodesini, Eucnemides, Georyssini, Halticidae Latridia- ni, Leiudessini, Li/cides, Rhipicerides, Rhipiphorides, Rhy- sodides, Telephorides, Tr'ichopterygia'. todas admitidas por los Sres. Agassiz y Erichson, exceptuando Rhipiphorides c[\\e he tomado en el Catalogns Coleopterorum; Anthrihides que he sacado de Schonherr; Halticidae qne he encontrado en Jnnker; y las siguientes divisiones ya indicadas por Latreille, y admitidas como familias por el mismo Jnnker: Geotrujñdes, Melohmthinae, Cetonianae, Copridrs, AjjJindiani, en razón de las numerosas especies comprendidas en los Lamelicornios. — Latreille no tiene mas que 21 familias, subdivididas en 42 tribus; pero como 4 de estas ffimiüas han quedado sin subdi- vion, tenemos 4 familias principales y 42 tribus, de las cuales he desdeñado 1: todas forman 45 familias actuales. Tiene ade- más 85 géneros principales, de los cuales he desdeñado 16; así quedan 69, de los cuales 42 entran en las tribus anteriores, y vienen á queda 27, que agregados á las 45 familias nombra- das, suman 72, de las nuevas: agregando 20 subgéneros, son las 92 familias del 4specto. Reasumiendo la comparación con la obra de Latreille, diré que mi Conspectus Coleopterorum, contiene 4 familias, 41 tribus, 27 géneros y 20 subgéneros de aquel célebre naturalista. — La tribu que he desdeñado es la de Horiales inclusa por el Sr, Agassiz en los Meloides. Los gé- neros desechados son: Lijctus, cuyos subgéneros han sido re- partidos por Agassiz entre los Ptiniores y los Colydü, y que pertenecen propiamente á la familia de los Mycetophagides', Pimelia y Blajys que dejo con los Tenehrionites; Spondylis y Parandra que dejo entre los Prionides; Obrium, Rliino- tragus, Necydaiis, Distichocera, Tmesisternus, Tragoderus, Leptocera, que dejo entre los Ceramhycini; Acrocinus, que dejo en<^re los Lamiadae; Brachycerus, Lixus, que dejo en- tre los Curculionites. 5. Daré cuenta ahora de lo que he quitado y añadido en Agassiz. Este autor, como he dicho, establece 58 familias, en lugar de 92 que tengo en mi Aspecto. La razón de esta dife- rencia consiste principalmente en que no subdivide las gran- des familias de Latreille denominadas Lamellicornia, Pal- picornia , Longicornia , Rhynchophora, Eiipoda yCyclica; que forman sus familias de Lamellicornes, Hyd^ophilii, Ceramhy- cini, Curculionites, y Chrysotnelinae reuniendo en una las dos últimas de Latreille. Confunde en la 1? los géneros prin- —308— cipales Scarahaeus, Lucanus, Passalus; en la 2^ Hydrophú lus, SjjJiaeridium; en la 3^ Prionus, Ceramhijx, Lamia, Lep- tura; en la 4?^ Bruchus. Anthribus, Brenthus, Attelahus,Cur' culio, Rhychaenus, Calandra; en la b^ Sagra, Crioceris, His- pa, Cassida, CrypiocephaJus, Chrysomela, Haltica, Gale- ruca. Pone con los Tenehrionites los Helopiani, Diaperiales, C ossypheneti', y con las Nitídulariae los Trogossitiiú y Rhy- zophagtdcs. Deja los Rhipiphorides con las Morddlonae; y los Clavigerini con los Pselaphiíini. 6. Hasta ahora ha nombrado cada antor las familias sin a- comodarseá reglas, y usando de las denominaciones y desinen- cias que mas le han agradado sin sujetarse á principios te(S- ricos. Es necesario, para los progresos de la ciencia, el poner un término á tanta arbitrariedad, fijando algunas reglas bas- tantes racionales para que sean generalmente admitidas. Pro- pongo por mi parte las siguientes, algunas de ellas bien cono- cidas. 1? Los nombres de familia han de ser adjetivados. — 2'? Las grandes divisiones de clases, órdenes, grupos de familias y todos los nombres que no derivan de un sustantivo, se pon- drán en plural neutro, concertando con Insecta. Pecan contra esta regla los nombres siguientes de Latreille: Clamcoi'nes, Xylophagi, Claiúpalpi, Malacodermi, Trnchelides &^c. — que deben escribirse Clavicornia , Xylophaga ^ Clampalpida, Mala coder mata, Trachelida 5)'c. — 3'? Paro estas grandes di- visiones se toman nombres sacados de las costumbres ó de las formas; como son todos los anteriores, y también Platy- sotnata, Xylotroga, Fungicola, — 4í Los nombres de familias, propiamente tales, se sacan del substantivo genérico, como son todos los del Conspectus C oleopteroruiiv, lo que introduce una gran facilidad en el estudio y conocimiento de la ento- mología.— 5^ Los adjetivos toman su derivación del genitivo. No recuerdo ninguna infracción en los Coleópteros; pero en los Mamíferos, puedo citar las familias de Museida y Lepu- sina que pecan contra esta regla, pues debe ser Murina y Le- porina.— Q^ Las terminaciones se ponen en plural, y en género masculino, femenino ó neutro, según el género del sustantivo á que se refieren. Pecan contra esta regla los géneros de A- gassiz Erotylenae, Parnidae, Colydii, pues salen de Eroty- lus, Parnus, Colydium. — 7? Deben variarse las terminacio- nes del modo que mas complazca al oido, sin admitir una mis- ma desinencia para todas las familias de una clase; pues llega —309— á desagradar el continuo martilleo de un mismo consonante, como si dijéramos, BUphalidae, Ptinioridae, Rhysodidae, Ly- mexylonydae, Scophilidae, Lepfuridae, en lugar de Silphales Ptiniores, Rhysodidcs, Lymcxyiones, ScaphidUia, Lepturetae: y peor si tomamos la terminación en oidae adoptada en el índi- ce del Catalogus Coleopterornm — La infracción á esta regla trae consigo la infracción á la regla 6? No se puede dudar que haya algunas palabras que suenan bien con ciertas termina- ciones, y otras no: suena bien ¿Silphales, y no Carahnles ni Chn/süjnelales; decimos bien S/jliaeridiota, y no decimos His- pota, sino Hiapidae; Scaphidilia suena bien, y no Scarabaei- íia. En virtud de esta regla, no se extrañará que muchas de mis familias acaben en es, cuando naturalmente debieran aca- bar en ¿, por ser de la segunda declinación, como Phalacri- des y Clerides, en lugar de Phalacridiy Clerii; porqué en ge- neral el sonido de la i es ruin y desagradable al oido: con to- do no es posible evitar algunas desinencias de esta forma, co- mo Staphylinii, del adjetivo Staphylinius, no pudiendo de- cir Staphylini para no confundir con el plural del sustanti- vo Staphylinus. La licencia llega al extremo de preferir otras letras á las que naturalmente se encuentran en el genitivo, con tal que no se altere la raiz: así podemos decir sin inconvenien- te Etoty/eni y Mordellones, en lugar de Erotylini y Morde- llinae. — 8'? La prioridad en las terminaciones no vale; pero se ha de guardar bajo de cierto aspecto en la raiz. Cito por ejem- plo los géneros de Agassiz Anisotomidae, Cyjjhonides, Ato- pites, derivados de los géneros Anisotoma, Cyphon, Atopa, que son sinónimos de Xtyfe?ii P — en.ie Agz. ida, idae Leach; i Rinlt. — C. tetram. Clavipa![)i, Latr. — Gen Erotylus Fabr. — Cubana ge- nera: Cladopliihi, Ischyrns, Oocyanus. — Species: fsch. fiavi- tarsis Dej. Ooc. vio/aceus St. — N. 42. Eucnemides Latr. Agz. — idae Westw.— C. pentam. ser- ric. Sternoxi, Eíaterides, Latr. ex parte. — Gen. Eucnemis Ahrens. — Cubana genera: ílypocaelus. — N. 54. Galerucitae Latr — ariae Shuck. ida Leach, /^/i'/e Steph. ides Westw. ites Newm. — C. tetram. Cyclica, Galerucitae, Latr, — Gen. Gahruca Geoffr. — Cubana genera: Diabrotica, Galeruca. — Species: Diabr. innuha Fabr. Diahr. nohilitata Dej.— N. 89. Georyssini P. — ii Agz. ida Heer — C. pentam. clavic. Leptodactyla, Latr. ex parte. — Gen. Gcoryssus Latr. {G(o- rissus), — N. 8. Geotrupides Leach — ida, idae Leach, ini Latr. — C. pen- tam. Lamellic. Gen. í^carabaeus, Latr. ex parte. — Gen. Geo^ trupcs Fabr. — Cubana genera: Acanthocerus, Athyreus,Trox, — Species: Ath rastatteus Guér. Tr. gibhus Oliv. — N. 45. —3 L7— El Sr. Agassiz corrige cou razón escribiendo Geot^'ypipes; su terminación de familia Geotrypoides es demasiado rigurosa. Gi/rinites Latr. Agz. — ¿dae Leach, ides Leach, Gyretes Br. — ó. pentam. carniv. hydrocanth. Gen. Gyrinus, Latr. — Gen. Gyrinus Linn.— Cubana genera: Dineutes, Gyrinus. — iSpecies Dm. longituanus Oliv. — -N. 4. Halticidae Kirby — ites Newm. ides VVestw. — C. tetram. Cyclica, Galerucitae, gen. Altica Latr. — Gen. Haltica Illig. Cubana genera: Agelastica, Aphtona, Cerotoma, Clialcoplia- na, Crepidodera, Dibolia, Disonycha, Oedionychis, Grapto- dera, Haltica, Longitarsus, Omophoita, Plectroscelis, Poda- grica, Strabala. Sysiena. — Sspecies: Chale, pilitarsis Chevr. Col. Grapt. plehcja Oliv. Oed. fasciata Oliv, Om. cyanipen- nis Fab. i^L apricaria Erichs, mss. — N. 88. Helopiani P, — es Redt. — C, tetram, Stenelytra, Helopii, Latr. — Gen. Helops Fabr, — Cubana genera: Helops, Pyani- sia, Stenochia. — Species: 8t, raricornis Chevr. Col. >Sí, ame- thystina Dej. — N, 37. Heteroceridcs P. — idae Agz. ida Heer, eri Redt. — C. pentam. clavic. Acautliopoda, Latr.. — Gen. Heteroceriis Bosc. — Cubana genera: Heterocerus. — N. 9. Hispidae Steph. — uideae Gyll. ae Reüt.---C. tetram. Cy- clica, Cassidariae, Gen. Hispa, Latr. --Gen. Hispa Linii — Cubana genera: Octotoma, Odontota. — Species: Od. axiíla- ris Dej.— N. 84. Histrini Agz — eridae hech. evites Newm. eroides •3:y\\. ri Redt. — C. pentam. clavic. Histeroides, Latr. — Genu^ His- ter Linn. — Cubana genera: Abraeus, Discocneme, Epierus, Histcír, Holülepta, Omalodes, Paromaius, Platysorna, Sapri- nus, Tribalus. — Species: Disc, GundlacJii Le Conté, Hol. platysma Illig- Om. laevigatus^c\\6i\\\. — N. 12. Con razón corrigio el Sr. Agassiz Histerini en HtstiHni. Hydrojyhilirii V.—ii Agz. ilida, ilidae, ilides Leach; ites Newm. i Redt. — C. pentam. palpicorn. Hydrophilii, Latr. — Gen. Hydrophilus Geoffr. — Cubana genera: Berosus, Hy- draena, Hydrobius, Hydrochus, Hydrous, Octebius, Tropis- ternus. — Species: Hydroph. intermedius Klug. Trop. latera- lis Fabr.— N. 5. Lagriariae Latr. Agz. — idae Westw, ae Fabr. — C. he- terom. Trachelides, Lagriariae, Latr. — Gen. Lagria Fabr. — Cubana genera: Statira. — N. 70. —818— Lamiadne Kirby — idae Schnk. ides Wcstw. — C. tetram longic. Lamiariae, Latr. — Gen. Lamia Fabr. — Cubana ge- nera: Acaíithodera, Amniscns , Ampliionycha, Desmiphora, Eutheia, Hebestola, Laíjochoirus, Phidola, Probatins. — Spe- c'ies: Des?n. horticolis OWv. Euth.Jilum Guér. Lag. aranei- fonnis Liiin. — N. 58. Lampij vides Latr. Agz. — idea Lecb, ites Nevvm. — C. pentam. Sarrio, malacodermi, Lampyrides Lntr. ex parte. — Gen. — Lainpijrís Geoffr. — Cubana genera: Ellycbnia, tiycb- nnrií!, Photinus, Photuris, Pygolampis. — Species: Pyg. Man- da Dej.—N. 66. Latridiani F. — ii Agz. — C tetram. Xylophagi, Gen. Mycetopbagus, Latr. ex parte. — Gen. Lntridius Herbst {La- t/fndÍ2is)—N.2A. Leicdesiui P — idae Leach, Aniwfmitidae Stepli. Agz. — C. heteroni. Taxicornes, Diaperiaies, Latr. ex parte. — Gen. Leiodes Latr. — Cubana genera: BoHlophagus, Pitophüus. — N.35. El género Leiodes Latr. Préc. d. car. gou. 1796, tiene la priori- dad sobre su siuünitno Anisotoina Payk Fauna Suec. 1798. LejJturetae Latr. — ndae, ida Leaeh; idae Steph. iUs Newm. — C. tetrnni. Longicorn. Lepturetae, Latr. — Gen. Lrp- tura Liiin. — Cubana genera: Pachyta, StrangaHa. — N. 59. Lucanidcs Latr. — ida, idae, Leacli; ites Newm. oidcs Gyll.z Redt. — C. pentam. Lamelbc. Lucanides, Latr. ex par- te.— Gen. Lucanns Linn. — N. 50. Lycidcs Agz. — C pentam. serric. malacod. Lampyrides, Latr. ex parte. — Gen. Lycus Fabr. — Cubana genera: Charac- tus. — Species: Ch, elegans Dcj. — N. 67. Melamlryadae Leach. — da. Leacli, idae Steph. — C. hete- rom. Stenelytra, Serropalpides, Latr. — Gen, Melandrya Fabr. — N.39. 31eloides Pili, et Mitterp. Agz. — ida Leach. — C. hete- rom. Traclielides, Oantharidiae seu Vesicantes, I^atr. — Gen. Meloe Linn. — Cubana genera: Nemaíognatha. — N. 69. Melolo7íthinae P. — ida, Heer, adae Leach, idae Mac L. ides Latr. ites Newm. — C. pentam. Lamelhc. Gen. Scara- baeus, Latr. ex parte. — Gen. 3Ielolo7itha Fabr. — Cubana ge- nera: Ancylonycha, Anómala, Cyclocephala, Phiiochlaenia, Trichops. — Species: Anc. crcnaticoUis 13hinch. Ano. jjaralle- la Dej.Blanch.— N. 46. —319— 3Iehjrides Leach. Agz. — itcs Newm. idae Leach. — C pciilam. serricorn. malacod. Melyrides. Latr. — Gen. Melyris Fabr. — Cubana genera: Malachius. — N. 65. Murdelbmae Agz. — adae, ides Leach; ida^ Steph. ites Newm.-G. heterom. Trachebdes, Mordellonae, Latr. — Gen. IMordella Linn. — Cubana genera: Anaspis. Mordella. — Spe- cies: 3Itird. nlhormidUf Chevr. Cob — N. 74. Mycetophngidc!^ Leach, Agz — idae, ida Leach. — C. te- tram. Xylophagi, Gen. Mycetophagus, Latr. ex parte. — Gen. Mycctopliagus Heüwig. — Cubana genera: Lyctus, Fsammoe- cus, vSylvanus, Triphyllvis. — N. 23. Nkidulariae Latr. Agz — ida, idae Leach, inae Er. ites iNewm — C. pentam. clavic. Niti(bibiriae. Latr. — Genus Ni- tidula Fabr. — Cubana genera: Brachypeplus, Carpophibis, Coiasíns, Conotehis, Epuraea, Lobiopa, ¿teüdota. — N. 19. Notoxidcs F. — AntJiicidcs Agz. — C. heterom. Tracheli- des, Anthicides, Latr — Gen. Notoxus Geoffr.— Cubana ge- nera: Nütoxus. Macrarthria, Scraptia, Xylophihis. — N. 72. El género Notoxus Geoffr. Hist. abr. d. his. 17G4, es anterior a su shiüiiimo ^nthicits Payk. Ftiun. Snec. 179S. Ocdemcritae Latr. — adae, idrs, Leach, iílae Steph. ea Redt. — C. heterom. Stenelytra, Oedemerites, La.r. aíque e- jusdem pars Rhynchostomorum.— Gen. Oedeincra OJiv. — Cu- bana genera: Asclera, Nacerdes. — N. 40. Parn'idcs Westw. — idae Agz. i Redt. — C. pentam. cla- vic. Leptodactyla, Latr. ex parte. — Gen. ParnusVahx. — Cu- bana genera: Farnus. — N. 7. Passalidcs F. — ida Leacli, idae Mac. L. — C. pentam. lamellic. Lncanides, Gen. Fassalus, Latr. — Gen. Passalus. Fabr. — Cubana genera: Fassalus. — Species: Pass. transver- sus Ferch. Pass. interstítia/is Escli. — N. 51. Paussili Latr. Agz. — idae Westw. idcs Leach. — C. te- tram. Xylophogi, Gen. Paussus. Latr. — N. 26. Phalacrides Erichs. Agz — ida Leach. — C. teíram. Cla- vipalpi, Latr. ex parte. — Gen. PhaJ acras Vnyk. — Cubana ge- nera: Obbrus, Fhalacrus — N. 43. Prionides F. — ula, idae Leach. — C. tetram. longic. Frio- nii, Latr. — Gen. Pj-ionus Geoffr. — Cubana genera: Mallodon, Orthomegas, Solenoptera, Stenodontes. — Species: Mall.ma- xillosus Fabr., Orth. sericeus 0\'\\. Sol. Un cata Y ¡xhi'. Sol. fu- liginosa Fabr. Sten. damicornis Fabr* — N. 56. —320— Pselaphiani P — ii Agz. idae, ides Leach, ida Heer. i Redt. — C. trim. Psela})lii¡.--Gen. Pselapiuis,Lati\ — Gen. Pse- hiphus Herbst — Cubana genera: Bryaxis, Pselaphus, Tri- mium. — IN. 31. Ptiniores Latr. Agz. — idae, ides, usiadae Leach, ites Newm. i Redt. — C. pentain. serric. malacod. Ptiniores, Latr. — Gen. Ptinus Liiin. — Cubana Genera: Anobium, Atracto- cerus, Bostrychus, Catorama, Dorcatoma, Gibbinm, Ptinus, Xyletinus. — Species: An. bibLiotecarum Poey, Xi/l. serraticor- nisFsih.—N.29. Pijrochroídes Latr. Agz. — idac Leach, ites Newm. ae Redt. — C. heterotn. Tracheüdes, Pyrochroides, Latr. — Gen. Py rock roa Geoffr. — N. 71. Rhipicerides Latr. — ites Agz. — C. pentam. serric. mala- cod. Cebrioniíes, Latr. ex parte — Gen, Rhípicera Latr. — ]\.63. RhipipJiorides P. — C heterom. TracheHdes, Mordello- nae, Latr. ex parte.— Gen. Rhipipliorus Fabr. — Cubana ge- nera: Rhipiphorus. — Species formosae. — N. 73. Rhizophagides P. — i Redt. — C. tetram. Xylophagi, Gen. Monotonía, Latr. — Gen. Rhizophagus Ilerbst, — Cubana ge- nera: Rhizophagns. — N. 21, Rhynchaeaides P. — ites Ilerbst — C. tetram Rhynchoph. Gen. Rh3aichaeni!s, Latr. — Gen. Rhynchaenus Fabr. — Cu- bana genera: Analcis, Anthonomus, Baridius, Botanebius, Centrinus , Cephalalges, Ceuthorhynchus , Chalcodermus, Cleogonus, Conotrachehis, Copturns. Craspedotus, Cryptor- hynchus, Derelomus, Diorymerus, Enguatas, Euscepes, Eur- hin, Exophthahnus, Geonemus, Heilipus, Lonchophonis, Oti- docephaius, Macromerus, Peridinetus, Pseudomus, Rhysso- matus, Steriiechns, Tracheüzus, Tylodes, Tylonuis, Uioso- mus. — Especies: Bar. A-macalatiis Schonh. Heil. draco Fabr. Heil. rustíctis Dej. Ueil. guttatus Schünh. Macr. cla- vipes Dej. Otul. Poeyi Chevr. Rev. Zool. Lonch. Davi- zii Swed. Per. mnculatus Schonh. Ir'er. signatiis Schonh. — N. 80. Rhysodidcs Erichs. Affz. — C. pentam. serric. malacod. Gen. Lymexyion, subg. Rhysodes, Latr. — Gen. Rhysodes Dalm.— N. 30. Sagrides Leach. — idae Kirby — C. tetram. Eupoda, Sa- grides, Latr. — Gen. Sagra Fabr. — N. 82. — asi— Salpingides Leach, Agz. — ites, idae Leach. — C. hete- rom. Steiielytra, Riiyiichostoma Latr. ex parte. — Gen. Sal- piíigus Illiíí. — N. 41. Scajyhidilia Agz — adae Kirby, ida Heer, idae Mac L. ií Redt. — C pentaríi. clavic. Scaphidites, Latr. — Gen. Sca- jyhidium Oliv. — Cubana genera: Catops, Scaphidium. — N. 17. Scarabaeides Latr. — ida Heor, idae Leach; ina, ites Newm. — C. pentam. Lamellic. Gen. Scarabaeus, Latr. ex parte. — Gen. Scarabaeus Linn. — Cubana genera: Phileurus, Podalgus, Rutela, Scarabaeus, Strategus. — Species: Phil. valgus Fabr. P/ril. Cep/ia lotes Lap. Pod, Sarpedon Dej. Rut. formosa (Oej.) Blanch. Str. anachoretaDe]. Str. Oeno- barhiis Fabr.— N. 44. Scülytini P. — arii Latr. idae Kirby. — C. tetram. Xylopha- gi, Gen. Scolytus, Latr. — Gen. Sco/ytus GeotTr. — Cubana ge- nera: Eccoptogaster, Hyíastes, Pbloiotribus, Piatypus. — N. 22. Scydmaenides Leach, Agz. — ida Heer, idae Leach, ites Newm. i lledt. — C.peatam. clavic. Palpatores, Latr. — Scyd- maenus Latr. — Cubana genera:Scydínaenus. — N. 15. Sílphales Latr. Agz. — iadae, ides Leach; ina, ites Newm. ae Redt. — C, pentam. ciavic. Silphales, Latr. — Gen. Sílpka Linn.— N. 11. Sphaei'idiota Latr. — adae, des Leach; da Heer, idae Mac. L. ites Newm. — C. pentam. palpic. Sphaeridiota, Latr. — Gen. Sphaeridium Fabr. — Cubana genera: Cercyon, Cyclonotum. — N. 6. 8tap)hylinii Latr. — ii — Agz. ides, idae Leach; iae Latr. ida Reer, ites Newm. — C. pentam. Brachelytra, Latr. — Gen. Staphylinus Linn. — Cubana genera: Aleochara, Beloimchus, Creophilus, Falagria, Glyptoma, Gyrophaena, Heíerothops, Homalota, Hypotelus, Lathrobium, Lispinus, Paederus, Oma- lium, Oxytelus, Palaminus, Phüonthus, Piestus, PinophiluSj Scopaeus, Staphylinus, Stenus, Stibcus, Sunius, Tachinus, Trogophloeus, Xanthohnus. — Species: Bel, agilis Erichs. Creoph. vülosus Fabr. Piest. erythropus Erichs, — N. 10. Telephorides Leach, Agz. — idae Leach, oides Lap. i Redt. — C. pentam. serric. malacod. Lampyrides, Latr. ex par- te.— Gen. Telephorus Schaff. — Cubana genera: Malthinus, Silis, Telephorus. — N. 68. Tenebrionites Latr. — ida, idae, ides Leach; es Redt,— C. heterom. Melasoma, Latr.— Gen. Tentbrio Linn.— Cuba- 41 —322— na genera: Adelina, Cnodalon, Gnathosia, Nosoderma, Opa- trinus, Platydema, Pyanisia, Talaniis, Tenebrio, Zophobas. — N. 33. Throscites Lap. Agz. — C. pentam. serricorn. Sternoxi, Elaterides, Latr. ex parte. — Gen. Throscus Latr. — Cubana genera: Chelonarium, Lissomus. — Species: Ckel. atrum Fab. Liss. bicolor Lap. — N. 55. Trichopterygia Ericlis. Agz. — C. pentam. clavicc Sca- phidilia, Latr. ex parte. — Gen. Trichopteryx Kirby. — Cuba- na genera: Ptilium. — N. 17 Trogositinae Erichs. — arü Latr irloe Kirbj, zVi^«Westw. ae Redt. — C. tetram. Xylophagi, Gen.Trogosita, Latr. — Gen. Trogosita Oliv. — Cubana genera: Temnoscheila, Trogosita. — Species: Trog. rectangidaris Chevr. Col. — N. 20. 10. Existen los géneros Cistela Geoffr. Hist. abr. d. Ins. 1764; Byrrkus Geoffr. Hist. abr. d. íns 1764; ihjrrhus Lirin. Syst. Nat. 12. ed. 1797; Cistela Fabr. Ent. f^yst. 1775. Ano- hium Fab. Ent. Syst. 1765. Los autores han tomado Bifvrhus Linn. y Cistela Fabr. con desprecio de la prioridad, de donde han formado las familias Byrrhii y Císielides: también han adoptado Anohium Fabr. — Es de advertir que Byrrkus Linn. = Cistela Geoffr.; y que Anohium Fdhr.= Byrrkus Geoffr ; siendo distinto género el Cistela Fabr. — Restableci«^ndo la prioridad tenemos 19 Cistel a Geoñv., Byrrkus Linn.; 29 Byrr- kus Geoffr., Anohium Fabr.; 39 Cistela Fabr. que por estar empleado pasará á la sinonimia de un nombre nuevo; y pro- pongo Telacis, anagrama de Cistela. Por consiguiente ei gé- ners Byrrkus de los autores será ahora Cistela, y los Byrrkii serán Cistelides; el género Anohium será Byrrkus, y pasará á la familia de los Ptiniores; el género Cistela será Telacis, y formará la familia de las Telacianae. Si ios naturalistas man- tienen, como lo espero, estas denominaciones habrán dado li- na lección á los hombres eminentes que, como Fabricio, quie- ren regentar la ciencia con desprecio de las leyes que le sir- ven de fundamento. Véaselo que digo de este autor en la pá- gina 198 de estas Memorias. Si la corrección qne indico nacie- ra de la vanagloria de sustituir mi nombre al de un maestro celebérrimo, no me detuviera en este punto; pues sin salir de Fabricio, encontraria un vasto campo en que aplicar el 7nihi. Mas ó menos tarde, otros lo harán: tengo esta esperanza; ó mejor dicho, esta segura fé. Yo protesto con mi ejemplo, cuan- —823— do tropiezo con uti caso; pero otros los buscarán escrupulosa- mente, y tendrán quien los apruebe. 11. Otra reforma mas vasta llama la atención de los que cultiran las ciencias naturales, y espera uno autoridad supe- rior, capaz de plantificarla con beneplácito de todos. El daño que se trata de reformar salta á la vista al recorrerla útilísi- ma obra del Sr. Agassiz titulada Nomenclátor zoologicus, prin- cipalmente en su Index universalis. Allí se verá cuanto se ha pecado contra el precepto de Linneo, que recomienda de no tomar para una ciase el nombre genérico que ha sido creado anteriormente en otra, aunque sea de un reino para otro: re- ti-neaf quisque suum. Allí vemos el género Brachypus aplica- cado á aves, reptiles, insectos y moluscos; Cossyphus, á aves, peces, insectos; Eucnemis, á coleópteros y reptiles; Zygaena á peces y lepidópteros; Clypeaster, á moluscos y coleópteros, &/C. &.C. — Ninguna ocasión se ha presentado mejor para la reforma que la publicación del Nomenclátor zoologicus, donde se vé el nombre del Sr. Agassiz acompañado del de los natu- ralistas mas acreditados de nuestro siglo; pero la oportunidad no se ha aprovechado: esperemos otra edición. La obra com- pete á una empresa de esta naturaleza ó bien á sociedades científicas. Deseo que la sociedad entomológica de Francia tome la iniciativa para expurgar la Entomología en la parte que le corresponde. Entre tanto mi apreciable amigo el Dr. Gundlach. teniendo que formar el Index que aparece mas a- bajo, ha querido protestar también con su ejemplo contra el abuso introducido á sabiendas ó por ignorancia en la historia natural; y suprime aquí el género Clypeaster Andersch. in Dej. Cat. 1. ed. ]821, por haber sido, en 1816, creado por Lamarck para ciertos Equinodermos: sustituye el género Parm^idus de la palabra latina Parmula, que significa lo mis- mo que Clypeaffter en griego, poniendo la terminación mas- culina para no alterar los nombres específicos. Con esta no- vedad la familia Ciypeast7'ini tomará el nombre de Parmuli- ni. Pudo el Sr. Gundlach haber llevado las correcciones ade- lante, mudando el género Chalejyus Mac L. 1819, posterior al Chalepus Thunb. 1805, Chrysomelinae; puesto que trope- zó con él: pero basta para su intento. 12. La Entomología de la isla de Cuba carece de las grandes y brillantes especies que produce Java y el Brasil: no le faltan sin embargo algunas; una Langosta (jP«/í?íwrws) y otros Crus' —324— táceos, una Araña, nnCien-pies {Scolojinidm), un Manca-per- ro fJulus), algunos orthópteros, algunos Pepsis entre los lly- menópteros, algunas Cicadas, las mariposas Ni/ mvhalis Orion, Erehiis Odora, Urania Boisdurali, alias Fernandina', y en- tre los Coleópteros algunos Frionas. Los Escarabajos son de mediano tamaño: el llamado Hércules, de las Antillas, no se ha encontrado en Cuba. Los Coleópteros pequeños, mínimos, y aun microscópicos son los mas numerosos. La colección del Sr. Gundíach y la mia unidas, ofrecen un conjunto de 1800 especies de coleópteros; pero no representan la entomología de toda la Isla, sino de una pequeña parte de ella, habienda motivos para creer que recorrida en toda su extensión, aumen- tará de un tercio el número de especies. 13. No todas las familias del Con^jjectus tienen sus repre- sentantes en la isla de Cuba: algunas abundan en especies, otras escasean. Recorreré bajo este aspecto las familias, y con este motivo traduciré los nombres en español, del mejor modo que pueda, conservando la ortografía científica que nos pone al nivel de las naciones cultas, contra la tendencia del vulgo que marcha á la barbarie por el mismo camino por don- de piensa evitar el barbarismo, esto es, con el errado é imprac- ticable intento de conformar la escritura con la pronunciación, para cuyo efecto ha empezado á alterar la pronunciación mis- ma; como consta de la nota que está al pié de la página 270 de estas Memorias. (1) — Cicindeletas, pocas; Carábicos, mu- chos; Dytiscidios, muchos; Gyrinitos, pocos; Hydrophilinos, muchos; Spheridiotas, pocos; Parnidios, pocos; Georyssos, ninguno; Heteroceridios, pocos; Stapliylinios, muclios; Silpha- les, ninguno; Histrinos, muchos; Dermestinos, algunos; Byr- rbinos, ninguno; Scydmenidios, pocos; Scaphidilios, pocos; Tricopterygios, pocos; Cryptophagidios, algunos; Nitidula- rios, muchos; Trogositinas, algunas; Rliizophagidios, algunos,. Scolytinos, algunos; Mycetophagidios, algunos; Latridianos, ninguno; Colydianos, muchos; Paussilos, ninguno; Cisidios, muchos; Cucujípedos, algunos^ Ptiniores. muchos; Rhysodi- (1) Pude en este párrafo re.«itablecer sin inconveniente para !a pro- nunciación, la s líquida, la ;y, las dos ss, th, ph. rh, chr, se, ps de los grie- gos y latinos; pero me ha sido imposible, sin faltar demasiado á las le- yes de la lengua castellana y á la pronunciación, restablecer ae, oe, II, ch, en Spkeridio, Edeniera, Mordela, Rhynqveno S^c. que en latín se escriben Sphacridium, Oedemera, Mordella, Rhynchaenus. —325— ríios, ninguno. Pselaphianos, algunos; Clavigerinos, ninguno;: Tenebrionitos, algunos; Diaperiales, muchos; Leioclesinos, po- cos; Cossyphenos, ninguno; Helopianos, muchos; CisteHdios, muchos; Melandryades, ninguno; Edemeritos, algunos; Sal- pingidios, ninguno; Erotylenos, algunos; Phalacridios, mu- chos; Escarabajos, algunos; Geotrypidios, pocos; Melolonthi- nas, muchas; Cetonianas, algunas; Copridios, algunos; Apho- dianos, algunos; Lucanidios, ninguno; Passalidios, algunos; Buprestidios, muchos; Elateridios, muchos; Eucnemidios, po- cos;Thróscites, pocos; Prionidios, alg!jnos;Cerambyc¡nos, mu- chos; Lamiados, muchos; Leptiiretos, algunos; Cleridios, al- gunos; Elodesinos, algunos: Cebrionitos, ninguno; Rhipiceri- dio?, ninguno; Dascilidios, pocos; Melyridios, pocos; Lampy- ridios, muchos; Lycidios, algunos; Telephoridios, pocos; Me- loidios, pocos; Lagriarios, pocos; Pyrochroidios, ninguno; No- toxidios, aigunos;Rhipiceridios, algunos; Mordeiouas, algunas; Brenthidios, muchos; Bruquiíos, muchos; Anthribidios, mu- chos; Attelabidios, algunos; Curculionitos, muchos: Rhynque- nidios, muchísimos; Calandrínas, muchas; Sagridios, ningu- no;Crioceridias, ninguna; Híspidas, ninguna; Cassidarias, nin- 2funo; Cryptocepíialidios, muchos; Chrysomelinas, algunas; ílalticidas, muchas; Galerucitas, algunas; Endomyquidios, pocos; Coccinélidas, alguna; Clypeastrinos, pocos. 14. Deseoso de incluir en esta Memoria un índice alfa- hético de los géneros de Coleópteros que se hallan en la isla de Cuba, pude haber procedido á redactarlo en vista de mi colección y de mis notas; pero juzgando que el Dr. D. Juan Gundlach está en disposición de hacerlo mejor que yo, le he suplicado que se haga cargo de este arduo trabajo, el cual ha desempeñado á mi entera satisfacción, como ahora se verá. Este índice me ha sido muy útil en la enumeración de los gé- neros que he puesto al pié de cada familia; así como el No- menclátor zoologicus áQ\ Sr. Agassiz ha sido útilísimo al Sr. Gundlach para completarla citación de las obras y fechas en que se han dado á conocer dichos géneros. Index generum auctore I)?'. J. Gundlach. Abraens Leach Zool. Miscell. 1817. — Hií^trini. Aeanthocerus Mac- L. Hor. Ent. I, 1819 — Geolrypides. —326— Acanthodera Serv, Anu. Soc. Eat. Fr. IV, 1835. Acanthoderes. — Lí miadae. Achryson Serv. Ann. Soc. Ent. Fr. II, 1833. — Cerambycini. Acmaeodera Escksch. Zool. Atl. 1829. — Bu prestidas. Actenodes Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Buprestides. Acupalpus Latr.in Cuv. Régii. An. 1829. — Carabici. Adelina Chevr. in Dcj. Cat. Coi. 2. ed. 1833. — Cucujipes. Adelocera Latr. \n Cuv. R. aii. 1829. — Elaterides. Adrastuí"! (Meg.) Eschsch. in Tkon. Ent. Arch. 1829. — Elaterides. Aeolus Escksch. in Thon. Ent. Arch. 1829. — Elaterides. Agelastica Chevr. m Dej. Cat. Col. 2. ed- 1834. — Halticidae. Agrióles Eschschs. in Thon. Ent. Arch. 1829. — Elaterides. Agrypnus Eschsch \n Thon. Ent. Arch. 1829. — Elaterides. Alaus Eschsch. in Thnn. Ent. Arch. 1829. — Elaterides. Aleochara Grov. Micropt. Brnnsw. 1802. — Staphylinü. Allecula Fabr. Sjst. Eleuth. 1801.— Cistelid^s. Amniscus Dej. Cat. Col. 2. ed. 1835. — Lamiadae. Amphionycha Dej. Cat. Col. 2. ed. 1835. — Lamiadae. Analcis Schónh. Gen. et Sp. Cure. 1837. — Rhynchaenides. Anaspis Geoffr. Hist. abr. Ins. 1764. — ¡VIordellonae. Anaulacus Mac L. Hor. Ent. 1825. — Carabirj. Anchomenus BonnelUMém. Acad. Tur. 1813. — Carabici. Anchonus Schónh. Disp. nieth, 182(3. — Calandrinae. Ancylonycha Dej. Cat. Col. 2, ed. (indescr). 1833. — Melolonthinae. Anisosticta Chevr. in Dej. Cat Col* 2. ed. 1834. — Coccinellidae. Anobium Fabr. Sjst. Ent. 1775. — Ptiniores. Anómala {Meg.) Steph. Illustr. Brit. Ent. 1830. — Melolonthinae. Anthaxia Eschsch. Zool. Atl. 1829. — Buprestides. Anthicus Payk. 1798. =N()toxus Geoffr. Anthonomus Germ. Mag. IV, 182!. — Rynchaenides. Anthribus Geoffr. Hist. abr. Ins. 1764. — Authribides. Apate Fabr. l775. = Bostrychus Geoffr. Aphodius Illig. Káf. Freuss. 1798. — Aphodiana. Araeocerus Schónh. Dif^p. Meth. 1826 Araereru.s. — Anthribides. Arrhenodes (Steven) Schónh Disp. meth. 1826. — Brenthides. Asclera Dej. Cat. Col 2. ed. 1833. — Oedemeritae. Aspidoglossa Putz. Mém. Soc. de Liége, 1849. — Carabici. Aíhous Eschsch in Thon. Ent. Arch. I, 1829. — Elaterides. Athyreus Mac L. Hor. Ent. Arch. I, 1819.— Geotrypides. Atractocerus Pal. Beauv. Mag. Ene. 1805. — I'tiniores. Auloíiium Erichs. Deut.'^chl. Ins. 1845. — Colydiana. Baridius Schónh. — Disp Meth. 1826. — Rhynchaenides. Belephorus Schónh. Gen. et Spec. Cure. 1833. — Brenthides. Belonuchus Nerclm. Symb. Mon. Staph. 1837. — Stauhjlinii. Belorhynchus Latr. Fam. nat. 1825. — Brenthides. Bembidium Latr. Hist. nat. Ins. III, 1802, — ('arabici. Berosus Leach. Zool. Ríi.sceli. 1817 Hjdrophylini. Blapstinus Dcj. Cat. Col. I. ed. 1821. — Tenebrionites. Blepharidas Chevr in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1843. — Halticidae. Bolitophagus Illig. (Boletophagus) Káf. Preuss. 1798. — Leiodesini. Bostrychus Geoffr Hist. abr. d. ins. 1764. — Ptiniores. Vide \. 17. —327— Botanebius Schonh, Gen. et. Spec. Cure, 1836. — Rhynchaenides. Bothrideres Dej. Cat. ('ol. 2. ed. 1834. — Colydiaua. Brachynus Weber Ent. 1801, — Carabici. Brachypeplus Erichs. iii Wiegm. Arch. 1842. — Nitidulariae. Brentíius Fabr. (Brentus) Maiit. Iiisect. 1787. — Breuthides. Bruchus Linn. Syst. nat. 12. ed. 1767. — Bruchites. BryaxJs Kugelann in Schneid. Mag. 1794. — Pselaphiani. Calleida Dej. Spec. gen. d. Col. 1825. — (Carabici. Calüchroma Laír. in Cuv. Regn.An. 1. ed. III, 1817. — CerambycinL Callisoma Weber (Calo.'^onia) Ubs. Ent. 1801. — Carabici. Calymnus Dej. Cat. Col. 2. ed. !833. — Tenebrionites. iyalyptobiuiii Villa Col. Eiirop. Dupl. 18 3. — Endomychides. Carpophilus Leach in Steph. Illustr. Brit. Ent. 1830.— Nitidulariae. Caryoborus Schonh. Gen. etSp. Cure. 1833. — Bruchites. Cassida Linn. Sjst nat. I. ed. 1735. — Cassidariae. Catops Payk. Faun. Suec. 1798 — Scaphidilia. Catorama Guérin. — Ptiiiiores. Cenírinus Schonh. Disp. meth. 1826, — Rhynchaenides. Cephalalges Schonh Gen, et Spec. Cure. Supp. 1840. — Rliynchaenides. Ceracis Mcllié in Ann. Soc. Ent. Fr. 1848. — Cisides. Cerandria Df/. Cat. Col. 2. ed. 1833, — Diaperiales. Cercyon Leach Zoo!. Mi.scell. 1817.— Sphaeridiota. Gerobates Schonh Gen. etSpec. Cure, Supp. 1840, — Brenthides. Cerotoma Chevr. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Halticidae. Ceuthorhynchus (Schüppel) Germ. Schonh G. — Spec. Ins. nov. 1834. — Rhjnchaenides. Chalcodermus (Chevr.) Schonh Gen. et Spec. Cure. 1837. — Rhynchae- nides. Chalcophana Dej. Cat. Co!, 3. ed. 1834.— Halticidae. Chalepus Mac L. Hor. Ent. 1819. (nec Thumb. 1805)— Lamelücornes. Agz. Charactus Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833— Li/cides. Chelonarium Fabr. Syst, Eleuih. 1801. — Throscitesl Chelymorpha Chevr. in Dej. Cal, Col. 2, ed. 1834. — Cassidariae. Chlaenius Bondli Mém, Acad. Tur. 1813. — Carabici. Chlamys 2í:?¿«c/t.— Neue Beitrag. 1801.— Cryptocephalídes. Chlorida Serv. Ann. Soc. Ent. Fr. III, 1834. — Cerambyeini. Chrysesthes Serv. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Buprestides. Chrysomela Linn. Syst. Nat. 1. ed. 1735. — Chrysomelinae. Cicindela LÍ7in. Syst. nat. 1735. — Cicindeletae. Cinyra Lap. et Gory Mon. Buprest. 1837. — Buprestides. Cis Latr. Préc. d. Car. 1796. Cisides. Cistela Fab. Syst. Ent. 1775. — Cistelides. Cladophila Chevr. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834.— Erotyleni. Cleogonus Schonh. Disp. raeth.^1826.— Rhynchaenides. Clivina jLoineutes Mac L. Cymatüthes Dcj. I833.=:Pyanisia Lap. Cymindi.s Lalr. Gen. Cr. et íns. I, 1808.— Caiabici. Cyphon Fat/k, 1798.= El()des Za¿r. Dailognata Stevcn l831.^Gnathosia Fisch. Daulis Erichsin Wiegm Arch. 1842. — Coccinellidae. Deloyala Chevr. in Dij. Cat. Col. 2, ed. 1834. — Cassidariae. Derelomus Scliónh. Di.sp. meth. 1826 — Rhynchaeiiides. Derm estes ü/í«. Syst Nat. 1. ed. 1735. — Dermestini, Desmiphora í^erv. Ann. Soc. Ent. Fr. IV. 1835. — Lamiadae. Diabrotica Chcvr. in Dcj. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Galerucitae. Diaperis Geoffr. Hist. abr. d. Ins. 17(i4. — Diaperiales. Diaprepes Schonh. Di«p. meth. 1826. — Cnrculionites. Dibolia Latr. in Ciw. lleau. Ant. V, 1829.— Halticidae. Dicrepidins Eschsch. in Thon. Entoni. Arch. 1829. — Elaterides. Dineutus 3Lic L. Annulos. Javan. 1825. — Gyrinites. Diürymeru.s Schorih. Disp. meth. 1826. — Rhynchaenides. Discocuemc Le Contc. — Histrini. Discoloma Eschs. Deuísch!. Ins. 1845. — Colydiana. Disonycha Chevr. in Dcj. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Halticidae. Dolopius (Meg.) in Eschsh. in Thon. Ent. Arch. 1829. — Elaterides. Donacia Fabr. Ent. Syst. 1775. — Criocerides. Dorcatoma Llerbst. id. C. — Natursyst. all. Ins. 1790. — Ptiniores. Dromius Bonelli — Mem. Acad. Turin. 1813. — Carabici. Eburia Sxrv. Ann. Soc. Ent. Fr. III, 1834. — Cerambycini. Eccoptogaster Herbst. Natursyst. V, 1793. — Scolytini. Echoma Chevr. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834, — Cassidariae. Elaphidium Serv. Ann. Soc. Eut. Fr. III, 1834. Elaphitlion. — Ceram- bycini. Ellychnia Dej. Cat. Col. 2. ed 1833. — Lampyrides. —329— Elodes Latr. Préc. d. Car. 1796. — Elodesini. Eiidophloeus Dej. lS34=Svnchita Helhv. Enneartliron Mellié, in Guérin Rev. Zool. 1847.— Cisides. Eiioplium Latr. Hist. nat. Ins. 1802. — Clerides. Entypus Redtcnh 1847.=:Ennearthrou Mellié. Epierus Erichs. \n Klug. Jahrb. 1834. — Histriui. Epiiachna Chevr. in Dej. CiU. Col. 2. ed. 1834. — Coccinellidae. Epipliloeus Bcj. Cat. Col. 2. ed. 1832.— Clerides. Kpuraea Erichs in Gcrin Zeiischr. IV, 1843. — Nitidularie. Epytus Dej. 1834.=Oocyanus Hope. Eriphus ^erv. Ann. Soc. Ent. Fr. líl, 1834. — Cerambycini. Eiignathus ScJiónhr. Gen. et Sp. Cure. 1834. — Rhynchaenides. Eulaclius Erichs. Ins. Deutschl. 1845. — Colydiana. Eumolpns Fabr. Syst. Eleuth. 18'Jl. — Cryptocephalides. Enrhin lUig Mag. d. Ins. VI, 1807. — Rhynchaenides. í'vurhinus Schónh. lS26.= Eurhin Illig. Eiiryus — Coccinellidae. Euscelus (Germ.) Schünh. Gen. et Spec, Cure. 1833. — Attelabides. Euscepes Schónh. Gen. et Sp. Cure. Suppl. 1844. — Rhynchaenides. Eutheia Reich in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Lamiadae. Exochomus Rcdt. tent: disp. Pseudotrimer. 1834. — Coccinellidae. Exophthalmus Schbnh. Disp. meíh. 1826. — Rhynchaenides. F-dlngrid. Leach. in Sam. Comp. 1819. — Stapylinii. Galerita Fabr. Syst. Eleuth. 1801. — Carabici. Galeruca Geojfr. Hist. abr. d. Ins. 17G4. — Galeriicitae. Geonemus Schónh. Disp. meíh. 1826. — Rhynchaenides. Gibbium Scop. íntrod. ad Hist. nat. 1777. — Ptiniores. Globicornis Latr. Fan!. nat. ¡825. — Derraestiui. Glyptoma Erichs Gen. et spec. St:iph. 1840. — Staphylylinii. Guaihosia Fisch. v. W. Entomogr. II, 1823. — Tenebrionites. Grapíodera Chevr, in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834 — Halticidae. Gyrinus Linn. Svst. Natat. V. ed. 1733. — Gyrinites. Gyrophaeiia Mannerh. Brachclytr. 1830. — Staphylinii. Haltica Illig. Mag. d. Ins. I, 1801. — Halticidae. Hebestola Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Lamiadae. Heilipus Germ. Spec. Ins. nov. 1824. — Rhynchaenides. Helluo Bonelli Mem. Acad. Tur. 1813. — Carabici. Helops Fabr. Syst. Ent. 1775. — Helopiani. Heterarthron Guér. Icón. 1844. — Cisides. Heteraspis Chevr. in Dej. Cat. CqI. 2. ed. 1834. — Cryptocephalides. Heterocerus Bosch. Act. Soc. Hist. nat. Par. 1792. — Heterocerides. Heterophaga Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Diaperiales. Heterothops {Kirby) Steph. Iliustr. Brit. Ent. 1833. — Staphylinii. Hister LÍ7in. Syst. Nat. 10. ed. 1758. — Histrini. Hololepta Payk. Monogr. Hister. 1811. — Histrini. Homalota Mayincrh Brachelytr. 1825. — Staphylinii. Hydaticus Leach. Zool. Miscell. 1817. — Dytiscides. Hydraena Kugelann. in Schneid. Maff. 1794. — Hydrophylini. Hydrobius Leach. Zool. Miscell. 1817. — Hydrophylini. Hydrocanthus Sai/ Trans. An¡er. Phil. Soc. 1834. — Dytiscidae. Hydrochus (Germ.) Leach. Zool. Mise. 1817. — Hydrophilini. 42 —330— Hydroporus Clairv. Ent. Helv. 1806. — Dytiscidesr. Hydrous Linn. Brullé. — Hjdrophylini. Vide §. 15. Ilylasles Erísch. in Wiegm. Arch. 18:36. — Scolytini. Hypocaelus Es/isch. ¡ii Silberm. Rev. Ent. \8'-i6. — Eucneuiides. Hypogena Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Diaperiales. Hypophloeus Fabr Scrivt. of Nat. Selsk. 1790. — Diaperiales. Hypotelus EriscJis. Gen. et Sper. Staph 1840. — Stapliylinü. Ischyrus Chevr. ¡u Dcj. Cat. Col 2. ed. 1834. — Erotyleni. Isonotus Perttj Delecl. aii. art. 1830. — Cucujipes. Laccopliilus Leach. Zoo!. Miscell. 1917. — Dytiscides. Lachiiophorus Dej. Spec. Gen. d. Col. 1831. — Carabici. Lachnopus Scliónh. Gen. et Lpec. Ciir. Supp. 1840. — Curculionites» Laeniophloeus Dej. Cat. Col. 2. edit. 1834. — Cucnjipes. Lagocheirus Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Lainiadae. Latridius Hcrbst. (Lathridius) Natursyst. 1793. — Latridiani. Latbrobium Grav. Micropt. Bransw. 1802. — Staphylinii. Lebia Latr. Hist. nat. Ins. [I!, 1802. Carabici. Lema Fabr. 1798.=Crioceris Geoffr. Leptia Dej. lS33.==Ciiiyra Lap. et Gory, Leiicocera Chevr. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Chrysomelinae. Lina Meg.\n Dahl. — Cat. 1823. — Chrysomelinae. Lispinns Erichs. Gen. et Spec. Staph. 1840. — Staphylinii. Lissomiis Dalm. Ephemerid. Ent. 1824. — Throscites. Listroderes Schónh. Disp. meth. 1826 — Curculionites. Lixus Fabr. Lyst. Eleuth. 1801. — Curculionites. Lobiopa Erichs. in Germ. Zeit.schr. IV, 1843. — Nitidnlariae. Lonchophorus Chevr. (nec Germ.) Ann. Soc. Ent. Fr. I, 1832. — Rhyn- chaenides. Longitarsns Latr. Fam. nat. 1825. — Halticidae. Lychnuris Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Lampyrides. Lyctus Fabr. Ent. Syst. 1792. — Mycetophagides. Macrartbria Newm. Ent. Mag. V, 1838. — Natoxides. Macromerus Srhónh. Disp. meth. 1826. — llhynchaenides. Malachius Fabr. Syst. Ent. 1775. — Melyrides. Mallocera Serv. Ann. Soc. Ent. Fr. I f, 1833. — Cerambycini. Mallodon Serv. Ann, Soc. Ent. í'r. L 183^2. — Prionides. Malthinus Latr. Gen. Cr. et íns. I, 1806. — Telephorides. Margas Dcj. Cat. Col. 2. ed. 1833.— Diaperiales. Masoreus {Zielg.) Dej. Cat. Col. 1. ed. 1821. — Carabici. Megacephala Latr. Ilist. nat. íns. il[, 1802. — Cicindeletae. Melalgus Dej. 1834.— Heterarthron Guér. Molorcluis Fabr. Ent. Syst. 1792. — Cerambycini. Monocrepidius Eschsch. in Thnn. Ent. Arch. 1829. — Elaterides. Monodermns Dej. Catal. Col. 2. ed. 1834. — Orambycini. Monomacra Chevr. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834. — ílalticidae. Monomma Klug. Coleopt. Madagasc. 1833. — Engidites. Mordella Linn. L. Syst. nat. I. ed. 1735. — Aíordellouae. Morio Luir, (von.xid. gen. 1810. — Carabici. Mychocerus Erichs. Deutschl. íns. 1845. — Colydiana Nacerdes Steven. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Oedemeritae. Nanus Schónh. Gen. et Spec. Cure. Siippl. 1844. — Calandrinae. —331— Nematoffiíatha Illig. Maff. d. Ins. VI. 1827. Nemognatha. — Meloides. Nemorliinus Sch'ónh. 1826.=Belorliyiichus Latr, Neoniida Zie¡rler\n Dalm. Cat. 1823. — Diaperiales. Nosoder.na üej. Cat. Cül.2. ed. 1833— Teiiebrioiiites. Notoxus Gcoffr. Hist. abr. d. Ins. 17G4.— Notoxides. Vide §. 16. Obrium Meg. \n Dej. Cat. Col. 1. ed. 1821.— Cerambycini. Ochthebius Leach. Zoo!. Miscell- 1817. — Hydrophilini. Octotoaia Dcj. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Hispidae. Odontocera Serv. Anii. Soc. Ent. Fr. II, 1833.— Cerambycini. Odontota Chevr. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834.— Hispidae. Oedionvchis Latr. Fam. nat. 1825.— Halticidae. OVibrus Erichs. Deutschl. Ins. 1845.— Phalacrides. Onicdium? Gravenh. Micropt. Brunsv 1802.— Staphylinii. Omalodes {Dej.) Erichs. in Kbig. Jahrb. 1834.— Histrini. Omophoita Clicvr. in Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834.— Halticidae. ümoteina Chevr. m Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834.— Cassidariae. Oniticellus Ziegler in Dej. Cat. Col. 1. ed. 1821.— Coprides. Onthophagus Latr. Gen. Cr. et Ins. II, 1807.— Coprides. Oocyanus Hope, in Guér. Rev. Zool. 1841.— Erotyleni. Oodes Bonelli Meni, Acad. Tur. 1813.— Carabici. Opiliis Latr. Hist. nat. Ins. 1802.— Clerides. Oplocepliala Lap. Ann. Se, nat. 1831. — Diaperiales. Orthoniegas Scrv. Ann. Soc. Ent. Fr. 1, 1832. — Prionides. Otidocephalus Chevr. Ann. Soc. Ent. Fr. I, 1832.— (Otiocephalus).— Rhynchaenides. Oxyomñs {Eschsch) Mulsant. Coleópt. d. Fr. 1842.— Aphodiani. Oxytelus Gravenh. 3Iicropi. Brunw. 1802. — Staphylinii. Ozaena Oliv. Ene, meth. 1811. — Carabici. Pachnaeu» Sch'ónh disp. meth. 1820.— Curculionites. Pachnephorus Chevr.m Dej. C;it. Col. 2. ed. 1834.— Cryptocephalides. Pachybrachis Chevr. in Dej. < at. Col. 2. ed. 1834.— Cryptocephalide.s. Pachyta 3Ieg in Dej. Cat. Col. 1. ed. 1821.— Lepturetae. Paederns Fabr. Syst. Ent. 1775. — Staphylinii. Palaminus Erichs. Gen. et Spec. Staph. 1840. — Staphylinii. Parnus Fabr. Ent. Syst. 1792.— Parnides. Paromalus Erichs. in Klug. Jahrb. d. Ins. 1834. — Histrini. Passalus Fabr. Ent. Syst. 1792. — Passalides. Passandra Dalm. in SchÓnh. Sin. 1817. — Cucujipes. Peridinetus Sehónh. Gen. et Spec. Cure. 1837.- Rhynchaenides. Phalacrufi Payk. Faun. Suec. 1798. — Phalacrides. Phidola Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Lamiadae. I*hileurus Latr. Gen. Cr. et Ins. II, 1807. — Scarabaeides. Philochlaenia Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Melolonthinae. Philonthus (Lcach.) Steph. Ulustr. Brit. Ent. 1833. — Staphylinii. Philothermus Aubé Ann. Soc. Ent. Fr. 1842. — Colydiana. Phloeonemus Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833.— Colydiana. Phloeophagus Schó7ih. Gen. et Spec, Cure 1838. — Calandrinae. Phloiotribus Latr. Préc. d. Car. 1796.— Scolytini. Photinus Lap. Ann. Soc. Ent. Fr. II, 1833. — Lampyrides. Photuris Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833.— Lampyrides. Pieslus Gravenh. Monogr. Micropt. 1806. — Staphylinii. —832— Pinopíiilus Gravenh. Micropt. Brunsv. 1802. — Staphyiinií, Pitophilus. — Leioclesini. Plagiodera Chevr. iu Dej. Cat. Col. 2. ed. 1834. — Ciirysomeliiiae. Platydema Lap. Ann. Se. nat. 1831. — Diaperiales. Platypus Herbst. Natursyst. V, 1793. — Scolytini. Platysoma Leach. Zool. iMiscell. 1817. — Histrini. Plectroscelis Chevr. ia Dcj. Cat. Co!. 2. ed. 1834 — Halticidae. Plochionus Dej, Spec. Gen. d. Col. 1825. — Carabici. Podagrica Chevr. id ücj. Cat. Col. 2. ed. 1834 — Halticidae. Podaigus Dej. Cat. Col. 2. ed. 1833. — Scarabaeides. Poeciloderma D. Je repproche aux recoinmaiidabIe«! auteurs de l'Encyclopédie d'histoirt natmelle riiidication dii genre Hydmus LinD.Lf ach, au lieu de Liun. Brullé. En effet le genre priniiiifeNt IlijdrophUus Geoffr. dont Hydrous Liiin. est le synonjme, II a été eiisnite divisé eu dí^ux sousgen- res: I" Hydrophilus Geoffr. Br., synon. Hydrous Linn. Leach; 2? Hy- drous Linn. Br., Synon. Hydrophilus Geoffr. Leach. 16. Voici un autre exemple de la confusión introduite par Fabricius dans l'entomologie. II a pris le genre Notoxus de Geoffroy pour l'appli- quer á un Cléride; c'est pourquoi Paykiill fit le genre Anthicus, adopté par Fabricius pour remplacer le nom de Geoffr. Flus tard l.atreille ins- titua le genre Opilus. Les noms Fabririens ont prévalu; mais lótou tard justice sera faite, et nous aurons: I? Notm^is Geoffr. 17G4; 2'.' Opilus Latr. *1802; 3? Notoxus Fabr. 1790, synon de Opilus Latr.; 4? Anthicus Payk. 1798, synon. de Notoxus Geoffr. 17 Par la méme raison noLis aurons: \° Bostrychus Ge(){fv{Ptijiioí-es) 1704; 2? Platypus Herbst (Scolytini) 1793; 39 Apate Fahr. 1775, synon. de Bostrychus Geoffr.; 4? Bostrychus Fabr. I77ó, synon. de Platypus Herbst; 5? Tomicus Latr. 1802, synon. de Platypus Herbst. XXVI. LLUSOl TIPO DE LOS MOLUSCOS DIVIDIDO EN CLASES. Typus. Mollusca, <( Cephalophora Acephala ^ "' r^,. ^""^ > ínter Gastropoda \jren. Ohiton 3 Cirripedia, inter Crustácea. Clasificación de los autores. Classes. C Cephalopoda. s Gastropoda. ( Pteropoda. Lamellíbranchiata. Rudista. Brachiopoda. Tiiiiicata. Bryozoa. 2. Los Moluscos forman un tipo zoológico inferior á los Annulosos, y superior á los Zoóphytos. He tenido presente, para dividirlo en clases? los trabajos de los autores siguientes, 43 —388— Liriné, Syst. nat. 1767. — '^uvier, Régn. anim. I8l7, l830~La- marck, Syst. d. Atiim. s. vert. 1N15. — )8'^2. — Blainville, Man. de Malac. 182."). — Rang., Man. d. Mol.. 1829,.— Menke, Synopsis Mo- Uusc. IN30 (ed. I. 1828). — Dpshayes, i'. Lamarck, An. s. vert. 1838 — Hollard. Elém. de Zool. 1839. — .Vliine Edwards, Eiém de Zool., 1841. — d'Orbigiiy, Molí. Cub. iii Snsra, Historia, 1840. — Pfeiffer, Symb. ad hisl. Heliceorum, 1841 — Fleming. British Anim. 1S4'2. — jAgassiz, Nom. Zoo!. 1844. — Dujardin, in d'Orbigny Diction. 1846 — Duvernoy Cours d'Hist. nat 1846..-Cheno, l^e^ons d'Hist. nat. 1847. Adams, ShelLs of Panamá, Catal. 1852; y otros. 3. Linnc. — Divide los Vermes en cinco secciones: Intes- tina, Mo/ lusca, Testarea, Lit!>j)/n/ta, Zoop/n/ta, Entre sus Aíol- íusca mezcla algunos Crustáceos, Equinodermos y Pólipos: pu(ís se encuentran en ellos los géneros Lernaea, ÍAÍiinus, Holothuria', Actínia, &c. Los otros son Moluscos desnudos, ó sin cubierta calcárea. Los Testacea comprenden 1? Miil- tivaívia, 29 Bivalcia, sen Conchae, 3? Univalvia spira re- gulari sea Cochleae, 4? Uniralvía ahsque spira regulari. — Los Ceplialópodos se encuentran entre sus Mollusca y Tes- tacea; los Gastrópodos, entre los jnuftiralria, Corhlae y uni- vahia ahsque spira reguhiri; los Pterópodos entre los Mol- lusca; los l.ümelibranquios son sus Conchae', Los Kudistas y los Braquiópodos faltan; los Tunicados, entre los ñLdlusca; los Bryozoarios entre los Zoophyta. — El género Chitan, en- tre los niuJtiiuilvía; el Dent Uiutn entre los univ/ihua ahsque spira regulari; los Cirrípedos entre los multícídüia. Cuvier, — Los Moluscos forman su 2? ramificación del Reino animal; contienen las clases siguientes: Cephatopnday Pterojjoda, Gasreropoda, Acepíiala^ Brachiapoda, Cirrhi- poda. Los Acephala se subdividen en Testacea y sine testa. — Los Lamelibranquios son sus Acéfalos Testacea menos los Rudi«stas; los Rudistas forman un género en la familia de Os- tráceas, de dicho* Testacea; los Tunicados son sus Acéfalos sine testa; los Bryozoarios están entre los Pólipos. — -El Den- taiium, entre las Annélidas; el Chilun forma entre 1<)S Gas- terupodn un género de la familia de los Cijclohranchia. Lamarck. — Clase XI, Cunchifeva; Xll, Mollusca. Los Conclúfera contienen los órdenes Dymyaria, y Mon.)ntyariay Los Mollusca contienen los Tteropoda, Gasteropoda, Tra- chelipoda,C ephalopoda . — Los Lamelibranquios son ^w^Con- cilífera, menos los Rudislas y los Braquiópodos; los Bra(juió- podos y los Rudiatas forman una familia en sus Mononiyaria\ —asó- los Tunicados forman la clase IV, superior á los Radiados, inferior á los Vermes; los Bryozoarios están con los Pólipos. — El Dentaliam, en las Aiinélidas; el Ghiton en los Gaste- ropochr, los Cirrípedos forman la clase X, superior á las Anoé- lidas é inferior á los Conchífera, Blainville, — Tiene el tipo de Malacozoaria y el subtipo de Malentozoaria' [jOs Malacozoaria comprenden las clases de Cephalophora, P aracephalophora, Acephalophora, Los Malfiitozoaría co\w\)\'eA\i\ei\\(X^ clases de Neniatopítda y Po- lifplaxiphora. — Los Cefalópodos son sus Ccp/ia/op/iora, me- nos el (género Argonauta, puesto en los Nuclcohr anchia- ta\ los Gastrópodos, sus Paraccphalophora casi (mi totalidad; los Pterópodos forman su orden de Aporobranchiato en los Paracejylialophora', los Lamelibranquios son sus Acephalo- phora, advirtiendo que los Rudistas y los Braquiópodos for- man órdenes en esta clase; los Tunicados forman igualmente so orden de Heterubranchiata en sus Acephalophora; los Bryozoarios quedan excluidos. — El Dentalium es el orden de CirrJuthranchiata en los Paracephalo})hora\ el illiiton corresponde á sus Polyplaxlphora\ los Cirrípedos, á sus Ne- matopoda. Raug. — Clases: Cephalojjoda, Gastropoda, Acephala Qirripeda. Los Cirripcda se dividen en los órdenes de Tes- tacea y Nuda Los Testacea, en Brachiopoda, Rudista, La- me I Libra nchia . Los Nuda forman el orden de HtterídjraU' chin. — Los Tunicados son sus íIeterobranchia;]os Bryozoa- rios están excluidos. Se advierte que el género Orbicu/a,(]ue pertenece á los Braquiópodos, aparece en la familia de las Os- tráceas, entre los Lamelibranquios. — El IJeutaliu'n, entre los Gasteropoda Cirrhobranchia] el Qhiton forma su familia de Gasteropoda Gticlobranchia. Menke — Secciones: Cephalojjhora, Acephala. Los CV- phalophora tienen las clases: Cephalopoda, Ptero2Joda, Gas- teropoda. Los Acephala, las clases Bostrichopoda seu Qirri- pedia, íirachiopoda, Elatobranchia, Tunicata. — Los Lame- libranquios son sus Elatobranchia; los Rudista es un orden de sus C¿rr/pe¿/¿í'i; los Bryozoarios están excluidos.— -El Den- talium falta; el Chitan, entre los Gasteropoda. Deshaycs. — Clases: Gephalopoda, Gasteropoda, Lamel- lihranchia. Los Laniellibranchia contienen los órdenes de Monomyaria, Dimyaria, Brachiopoda. — Los Pterópodos soii —340-^ lina familia de sus G áster o poda-, los Lamelibranquios com- prenden también los Rndistfis que forman una familia en sus Dimijiirin', ios Tunicados están excluidos; los Bryozoarios, con los Pólipos. — El Dcntalium, y el Chitan, con los Gaste- ronod(i\ los Cirrípedos, entre los Annulosos articulados. Hollard. — Tipo de los Malncozoaria dividido en clases: Acephíila, Paracephala sea Cepha lidia na, Cephaht seu Ce- phaliana. Tipo intermedio: MaUntozoarii sen Molkisca arti- culata. Los Acepluda forman los órdenes de Hetrrohranchia y La?neI¿ibrnnc/tia;\\n]\(iudose en estos últimos las familias de Rudista y Hrarhiopoda. Los Faraiephala encierran los ór- denes de Cirrhohranchia, Nucle(d))'anchia, Aporobranchia. — Los Cef ilópodos son sus Oephala; los Gastrópodos, sus Pa- 7'acephala, menos los Pterópodos, qne están distribuidos en- tre sus Nucleidn'anchia, y Aprobranc/iia; los Lamelibran- quios son sus Acepha/a, menos los liudistas y Brachiopoda; los Bryozoarios están excluidos. — El Dentaliiim forma su or- den de arrhnhranchia', el CJiiton está en los Matentozoa- ria; los Cirrípedos están excluidos. VOrbignij. — Clases: Cepha/opoda, Pteropodn, Gaste- Topodn, Lamellibranchiata. — El Dentaliuní y el Chiton, en- tre los Gasteropoda. 3Ii/ne-tdwards. — Ramificación de Mollusca divididos en dos snbramificaciones: Mídiusra, Tunicata. Los Molus- cos comprenden las clases: Cephalopoda, Gasteropoda, Pte- ropoda, Acephala: estos últimos se dividen en Ldinellibran- chia y Brachiopoda. Los Tunicata com|)renden: Tunicataj Rryozoa. — Los Cirrípedos, en una clase aparte, despnés de los Crustáceos. Pfeiffer. — Secciones: Cephalophora, AcephaJa. Los Ce- phalonhora comprenátíii las clases: (Cephalopoda, Pterojjoda, Gasterojyoda, Los Acephala, las clases Brachiopoda, Rudista, Elatobranchia, Tunicata. — Los Lamelibranquios son sus Elatobranrhia; los Bryozoarios están excluidos. — El Denta- liuní corresponde á sus Cir rhobranchia', el Chiton, con los Gasteropoda?', los Cirrípedos están excluidos. Fleming. — Ordenes: Cephala, Acephala. Los Cephala contienen las secciones de Natantia sen Cephalopoda, Gas- teropoda. Los Acejjhala, las secciones de Conchifera, Tuni- cata. Los Gasteropoda. comprenden los Pulmonifera y los Branchifera; los Conchifera comprenden los Brachiopoda y —Sal- ios Bivalvia: — Los Pteropodos faltan; los Lamelibranquios son los Conchifera; los Riidistas faltan; los Biyozoarios, entre los Zoófitos. — tLl DentaJium falta; el Chitan, entre sus Bran- chifercv, los Cirrípedos faltan. Agassiz. — Divide los Moluscos en Cephalopoda, Ptero- 2)oda, Gastropoda, Acephala, Subdivide los Acephala en Rudista, Brachiopoda, Elatobranchia, inclusa, Tunicata. Sus Inclusa comprenden los géneros Mya, Salen, Pholas', y la familia de los Tuhicula. — Los Lamelibranquios son sus Ela- tahranrhia; los Bryozoarios, entre los Pólipos. — El Denta- líum y el Chitan entre los Gastropoda', los Cirrípedos entre los Crustáceos. Dujardín. — Clases: Cephalopada, Gasteropada, Ptero- poda, Brachiojjoda, Conchifera, Tunicafa, Bnjozoaria. — Los Lamelibranquios son sus Conchifera, excepto los Rudistas, comprendidos en aquella clase. — El Dentalium y el Chitan, con los Gastropoda; los Cirrípedos quedan excluidos. Duvernoy. — Cephnla, Acephala. Los Cf/^/i^^a compren- den las clases de Cephal apoda, Pteropada.Gasteropoda. Los Acehpala comprenden los Testacea bivalüia seu LanicUibran- chia, Brachiopoda, Tunicata. — Los Bryozoarios están exclui- dos — Los Cirrípedos, en una clase aparte, después de los Crustáceos. Chenu. — Acephala, Cephala. La clase de los Acephala comprende los órdenes de Dimyaria, Monomyaria, Brachio- poda, Los Cephala comprenden los Pteropoda, Gasteropada, Cephalopoda. — Los Lamellibranquios son sus Dimyaria y Monamyaria; los Rudista, entre los Monomyaria', los Tuni- cados y los Bryozoarios están excluidos. — El Dentalium y el Chitan, entre los Gasteropada', los Cirrípedos en los Annulo- sos articulados. Adams. — Los Braquiópodos después de los Lamelibran- (|uios. — El Dentalium y el Chitan entre los Gastrópodos. 4. Observaciones. Bien que Liuneo gubdividió en cuatro secciones los Ver- mes de Aristóteles, les dejó sin embargo la denominación ge- neral del filósofo de Estagyra, Los Mo' úseos no vinieron á formar con exactitud una de las grandes ramificaciones ó ti- pos zoológicos, hasta la época de Cuvier, que formó las prin- cipales divisiones de Cefalópodos, Gasterópodos y Acéfalos (Tab. élément. 1798. Anual, du Mus, 1812. Régne anim. —342— 1817). Con los trabajos de este grande hombre, fundados en los sólidos cimientos de la Anatomía comparada, desapareció la confusión que Liniieo no pudo del todo di^sipar. Los nom- bres Linneanos conducen á familias artificiales; los de Cnvier revelan el introductor de las familias naturales en la zoología. Basta citar los Conchae y Cochleae del primero en cotejo de los Gasteropoila y Acephala del segundo: los primeros son nombres conquiliológicos; los otros son malacológicos. A Cuvier sucedió Lamarck, genio eminente, una de las grandes lumbreras de la malacología. Gran parte de sus es- critos fueron útilísimos A Cuvier, porque fueron anteriores á la primera edición del Reino animal (Syst. des Anim. s. vert. 1801. — Cours de Zool. — Los primeros tomos de Hist. des An. s. vert.); pero no ha sido feliz en la división del tipo de Cuvier en clases. Eí Sr. Deshayes ha hecho notar cuan poco acertado anduvo en separar los Conchífera de los Mollusca, y los Trachelipoda de \osGasteropoda. La clase de Tunicados ha sido establecida por él: Cuvier la incluyó en los Moluscos, al paso que conservaba en esta ramificación los Cirrípedos que Lamarck ha excluido con razón, pues son animales arti- culado-s. Laudable fué la rivalidad de Blainville en mejorar las cla- sificaciones zoológicas; y muchas veces lo ha logrado: la his- toria de los Moluscos ha sido por él grandemente ilustrada. Pero no pudieron sus denominaciones nuevas derribar la no- menclatura de Linneo y de Cuvier, sobre la cual se levanta el noble edificio de la Historia natural. La expresión de 3Ia- lacología es suya, y es por sí sola un poderoso impulso en la filosofía científica: su denominación de Lamelibranquios y se- paración de otros Acéfalos de Cnvier, pudieron servir al Sr. Menke para establecer en 1830 su feliz división de (ucphalo- phora y Acephala, adoptada por los Sres. Pfeiffer, Duvernoy, Chenu y otros. Veo en Menke los Braquiópodos elevados á clase; pero los Rudistas quedan mezclados con los Cirrípedos, que Pfeiffer excluye conservando los primeros. Los Bryozoa- rios vienen á tomar en la clasificación del Sr. Milne-Edwards el puesto que la ciencia reclama. No llevo mas adelante esta reseña, para que no se crea que tengo la pretensión de trazar un cuadro de los progresos de la Malacología, empresa superior á mis fuerzas, por la fal- da muchos libros; como lo prueba el no haber hecho relación —343— de los trabajos acreditados de los Sres. ingleses Gray, Sower- by, Swaiiison &c. 5. Revista de las clases. Ceijhnlopoda, Ciiv. — Puestos por todos á la cabeza de los Moluscos. Gastropoda Cuv. (Gasteropoda) — Todos los autores ci- tados en mi Aspecto escriben G áster ojio d a ; o\ce.])io q,\ Sr. Agassiz, que escribe Gastropoda, como JMenke en Molí. Nov. Holl. Sp. 1843: he preferido esta última ortografía no porqué sea una falta gramatical escribir Gasterápodo, supuesto que la raiz griega tiene la e en genitivo; j)ero se acostumbra tomar la forma contractada, que pierde esa vocal, como lo dicen las palabras gastritis, gastronomía. — Después de los Cephalopo- da, cuya superioridad, bajo todos aspectos, no puede ser ne- gada, vienen en orden de preeminencia los Gastrópodos, an- tes de los Pterópodos; empezando por los Cyclostomáceos que son unisexuados, tienen el órgano de la vista localizado á la base de los tentáculos en un tubérculo bien pronunciado, y sin participación á funciones táctiles; respiran aire atmosfé- rico, caminan generalmente sobre un pié dividido en dos ha- ces de fibras musculares que les da un paso alternativo longi- tudinal, y complicado además por la presencia de un opérenlo. Pteropoda. Cuv. — Aparecen como clase ó división pri- mera de Moluscos, en Cuv. Lam. Rang, Mke., d'Orb. M- Edw. Pfr. Agz. Duj. Duv. Chenu; como orden de Gastrópo- dos en Blainv. Holl.; como familia en Desh. — Se encuentran antes de los Gastrópodos en Cuv. Rang, Mke, Desh. Holl. d'Orb. Pfr. Agz. Duv.; y después en Lam. Blainv. M-Edw. Duj. Chenu. — La circunstancia de ser estos animales herma- froditas, basta para colocarlos después de los Gastrópodos: algunos están tan atrasados en la organización que apenas tienen cabeza, y carecen de ojos. El Sr. Deshayes piensa que no deben formar un orden, sino una familia en la clasificación de los Moluscos; porqué fué el orden fundado sobre una opi- nión errónea acerca del modo respiratorio. Pero como creo que los órganos de la locomoción deben tornarse en cuenta, no siendo los Pterópodos verdaderos Gastrópodos, los he dejado en una clase aparte, á pesar de los instructivos ren- glones del citado autor en Lm. t. 7. p. 112 — Piensa el mismo Sr. Deshayes que las relaciones naturales de estos Moluscos los colocan en la vecindad de los Glaucos y Allantas; por lo —344— que están bien entre los Cefalópodos y Gastrópodos, donde 1 os puso Cuvier. Pero este orden de afinidad quedará destrui- do en Cuvier desde el momenloque los Nudibranquios ocu- pen el lugar que les corresponde en la serie, esto es después de los Pectinibranquios, como se verá en (¿\Conspectus fami- liarnm que publicaré mas tarde, y así conservo las afinidades indicadas tan justamente por el Sr. Deshayes. LameJlihranchiata Blainv. — La denominación Conchí- fera, usada por Lamarck, asciende á un origen Linneano, pues viene de Conchae', la de Accphala, de Cuvier, es mas fi- losófica, porque es tomada del animal: pero ambas son inexac- tas desde el momento que se separan los Rudistas y los Bra- quiópodos para formar una clase aparte. Lo mismo diremos do Bivalvia. Ño tiene este inconveniente la palabra LamelJihran- chiata, usada íiI principio por Blainville, porqué no se puede aplicar á los Braquiópodos, y que el animal de los Rudistas es desconocido. Se sirven de esta expresión Rang, Desh. d'Orb. M-Edw. Duv.; mientras que Lam. Flem. Duj. toman la de Conchífera. La expresión de Elatohranchia del Sr. Men- ke, es tomada del griego con la misma significación que La- mellihranchiata; y ha sido adoptado por Pfr. y Agz. — Aquí entra la cuestión de saber si hemos de hablar latin ó griego, y si es permitido el uso de ambas lenguas en la clasificación de los seres naturales; no para formar términos híbridos, sino para usar alternativamente unos y otros. E! escribir todo en griego, no entró en la filosofía de Linueo ni de Cuvier, los dos padres de la ciencia: no por eso han desdeñado las etimolo- gías griegas. Yo creo que por regla genera! debe preferirse la latina; y que solamente en algunos circunstancias mas favora- bles debe acudirse al griego, aunque níternen palabras de am- bos idiomas: una vez prohijada, la palabra griega se conside- ra latina. En rigor la opinión y práctica de los Sres Menke y Pfeiffer es mas exacta, porqué tiende á la uniformidad por medio de la lengua primitiva, que es al mismo tiempo la mas rica. Pero es menester atender por otra parte á vulgarizar la ciencia, poniéndola a! alcance de los que ignoran el griego, y están familiarizados con las raices latinas. El Sr. Cuvier llevó este espíritu tan adelante, que se. abstuvo de traducir del fran- cés muchos de sus divisiones, las cuales han hecho después la celebridad de otros. Hoy se mira con demasiado desden la lengua latina: ya apenas nos atrevemos á escribir AnbnaUa —345— mollusca, pulmonata, unisexuata, hitentaculata, operculata aut inojjer culata, herhivora, terrestria seu terrícola; ^mo 3Ia- lacozoa, coelopnoa, dioica, clicera, pomatostomata aut gym- nostomata, phytopJiaga, geophila Scc. — Por la misma razón ha mudado el Sr. Menke las denominaciones de Nucleohranchia, P ectinibranchia, Scutihranchia S^*c. en Caryohrarichia, Cte- nohranchia, Aspidohranckia'. no creo que las considere vicio- sas por híbridas; porque la palabra hranchia está bien natu- ralizada en la lengua latina. Kudista Lam. — Forma una clase, según Pfr.; un orden, según Blainv. Rang, Mke, Agz.; una familia de Acéfalos, se- gún Cuv. liam. Desh. Holl. Chen. — Colocados antes de los Braquiópodos por Cuv. Agz. Chen.; y después, por Lam. Blainv. Rang, Holl. Pfr. — La opinión del Sr. Pfr., unida á la circunstancia de ser los Rudistas especies fósiles y de animal desconocido, me ha inclinado á formar una clase. Pero la au- toridad de los demás autores, y las razones del Sr. Deshayes en Lam. servirá para colocarlos después de los Lamelibran- quios; y por consiguiente antes de los Braquiópodos, confor- me á Cuv. Agz. Chenu. Brachiopoda Dum. Cuv. — Colocados después de los La- melibranquios por Cuv. Desh. M-Edvv. Duv. Adams; y des- pués ó al fin de dicha clase, por Lam. Blainv. Rang, Mke, Pfr. Agz. Flem. Duj Chenu. — Adhieren á los cuerpos mari- nos, como las ostras, y son como ellas hermafroditas. — El Sr. Deshayes en Lam. t. 7. p. 308, fundado en los trabajos de Owen, demuestra que son inferiores á los Lamelibranquios, intermedios entre estos y los Tunicados. Tunicata Lam. — Forman una clase, según Mke, M- Edw. Pfr. Fiem. Duj, Duv.; un orden principal de Acéfalos, según Cuv. Blainv. Rang, Agz.; una familia según Hollard: Están excluidos de los Moluscos por Lam. Desh. Chenu. — Los que están por la exclusión los colocan entre los Molus- cos y Zoóphytos. Los que los admiten, los colocan en las últi- mas divisiones de Acéfalos, después de los Lamelibranquios y Braquiópodos, antes de los Bryozoarios. Los trabajos de Péron, Lesueur, Desmarest,Savigny han hecho sacar esta cla- se de los Zoóphytos con los cuales estaba confundida. Br y ozoa JLhrenh. — Fórmala última clase de los Mo- luscos en Milne-Edwards y Dujardin. Los demás autores citados los excluyen, poniéndolos casi todos en los Pólipos; 44 . —846— algunos, como Chenii, entre los Moluscos y los Pólipos. Dentalium Linn. — Puesto por Cuv. y Lam. entre las Annélidas; y entre los Gastrópodos por los demás autores. Chiton Linn. — Puesto por todos los autores en los Gas- trópodos; excepto Blainville y HoUard, que lo han incluido en el subtipo de Malentozoarios, ó Moluscos articulados. Cirripedia Lam. {Cirrhlpeda). — -Esta es una clase de Moluscos, según Cuv. Blainv. Rang, Mke; queda como clase aparte, fuera de los Moluscos, en Lam. Desh. Holl. M-Edw. Pfr. Chen.; Agz. y Duv. la han incluido en la clase de los Crustáceos. Las articulaciones del animal justifican la exclu- sión. Marzo de 1854. . SUMMARIUM. XXA^Í. Conspectiis classium Mollusconim. 1. Conspectus auctoiis. — 2. Index auctornm. 3. Systema auctormn: Liiiné, Ciivier. Lainar''k, Blainville, Rang, Meiike, Desliayes, Hollard, d'Orbigny, Miine-Edwards, Pfeiffer, Fle- ming, Agassiz, Dujardin, Duvernoy, Chenu, Adanis. 4. Judicantur niagistri. 5. Observationes: Cephalopoda , Gastropoda, Pieropoda, Lamelli- branchiata, Rudista, Bracliiopoda, Tunicata, Bryozoa. — Dentalium, Chiton, Cirripedia. EXTRAITS. Qnoiqu'on doive a Linné la división des Vers d'Aristote en quatre sections, ils n'en restent pas nioins sous la dénomination genérale im- posée jiar le phüosophe de Stagyre. Ce n'est qu'á l'époque de Cuvier qu'ils íorment une des quatre grandes ramifications zoologiques, divises en Céphalopodes, Gastéropodes et Acéphales. Les travaux de ce grand honnne, fondés snr Tanatomie comparée, dissipérent les nuages qni cou- vraient le systéme de Linné. Les noms Linnéens sontici artiliciels: ceux de Cuvier annnncent l'introducteur des familles naturelles dans le ré- gne animal. 11 sufrit pour s'en convaincre de mettre les noms átConchae et Coc/ilcae en regard de ceux des Gastéropodes et des Acéphales: les premiéis sont des termes de conchyliologie, les derniers ajipartiennent á la malacologie. A Cuvier succéda Lamarck, ^én\e puissant, flambean de la malaco- logie. Une gran(!e partie de ses écrits fut trésutile á Cuvier, parcequ'ils sont antérieurs á la L'édition du Régneanimal; mais il n'a pas été heu- reux da.is sa premiére división du type en classes. Mr. de Blainville a été l'éléve et le contemporain de Cuvier: il a eu le bonheur de lui survivre. Sa rivalité est bien connue; et si c'est elle qui a produit lesbelles inuovations qu'il a introduite dans riiistoire na- — B47— tarelle, en particulier dons celle des Moüusques, on doh !ui en savoir bon gré. Cependaiit ses dénominations recherchées n'oiit pu renverser Ja nomenclature Linuéenneel Cuviérienne, sur laquelle s'éléve aujour- d'hui le noble édifice de riiistoire naturelle. Le niot malacologie est de lili, et ferme dignement la période ouverte par Cuvier. 5. Gastropadcs. — Les Gastropodes ont la prééminence sur les Ptéro- podes; en commenqant par les Cyclostomes, oui sont unisexués: ils ont l'organe de la vue localisé á la base des tentacules, sur un tubercule sail- lant, qui ne participe pas aux fonctions táctiles; ils respirent l'air at- mosphérique; ils marchent sur un pied divisé longitudinaieraentpar deux faisceaux de íibres charnues qui permettent le pas alternatif; l'opercule en augmente la complicatioii. Ptéropodcs. — Le seul fait d'étre hermaphrodites, range ees animaui apr^s les Gastropodes: quelques-uns sont prives d'yeux. — Mr. Deshayes, n'ayant égard qu'au mode respiíatoire, les fait descendre au rang de famiile. Je crois qu'il faut avoir égard aussi aux organes de la locomo- tion; et que sous ce rapport ce ne sont pas des Gastropodes. — Mr. Des- hayes les place dans le voisinage des Glauques et des Atlantes; et ¡es croit bien pour cette raison, dans la place oii Mr. Cuvier les a mis, en- tre les Céphalopodes et les Gastropodes. Mais 11 faut diré que les Nudi- branches de Cuvier ne sont pas á leur place; et c'est en les rejetant á la Un des Gastropodes queje crois conserver les rélations que Mr. Desha- yes a fort bien observées. LamelUhranchcs. — Le mot Conchifére de Lamarck a pour origine les Conchae de Linné; le mot Acéjjhale de Cuvier est pris de l'animal: mais les deux cessent d'étre exacts, des qu'on en separe les Brachiopo- des et les Rudistes: nous en dirons autant des Bivalves. Au sujet du mot Elatohranches de Menke, il est question dans ce paragrafe de l'usage et de I'abus des langues grecque et latine en histoire naturelle. Rudistes. — Tous les auteurs cites, excepté Pfeiffer, en font un ordre, ou simplement une famiile: la circonstance d'appartenir á des espéces fossiles, dont Tauimal est inconnu, me fait incliner á l'opinion de Mr. Pfeiffer. Brachiopodes. — Je renvoie á Mr. Deshayes in Lam. t. 7. p. 3ü8 pour justifier la place oü se trouve ici cette classe. —348— XXVII. CONSPECTUS GASTROPOOORÜHf. Moluscos Gastrópodos divididos en órdenes. •fci to tí 'Ja es Cu = S o o O as o O 3 «3 3 ^ te -£3 u O O 3 3 V ^5 C3 3 O S-i OS -3 CU as ai o O 3 O OS , pour en faire un ordre ¿i part, distingué par l'hermaphrodisme de ees animaux. M. d'Orbigny raiige les Pateiies parnii les mollusques dioiques. Ce n'est pas ce que déclarent ¡VJM. Cuvier et Blainville; ni ce que l'on doit attendre d'un animal qui se déplace tres peu durant í^a vie. iSi cela était, il y aurait un grand changen)ent á faire dans le Conspcctus: ¿^ ne man- querai pas de m'en assurer par nioi-méme. XXVIII. DE LA ESPECIE EN GENERAL, Y CON RELACIÓN A LOS MOLUSCOS. 1. Se repite amenndo que en la naturaleza no hay mas que individuos. Este es un modo muy material de hablar: ba- jo el aspecto científico, la especie es la unidad; porque perma- nece constante en medio de la destrucción de los individuos: la reunión de las especies compone el reino. Tr.Uaré en esta Memoria primeramente de la disposición del todo, y después de la determinación de la especie. 2. Pfira dar cuenta de la disposición de los seres en Zoo- logía, hay varios sistemas. El primero es el de la serz>, escala ó cadena, formando una línea recta de degradación desde el hombre hasta la esponja; ó lo que es lo mismo, una evolución ó desarrollo progresivo desde la esponja hasta el hombre. La palabra serie está mas en uso que la de escala ó cadena, por- que hay soluciones de continuidad, que otros llaman hiatos ó lagunas, que rompen los tramos ó desatan los eslabones; co- mo es por ejemplo la distancia que separa los vertebrados ó articulados por dentro de los insectos ó articulados por fuera. —356— Los mas célebres defensores de la disposición serial son Bon- net, Lamarnk y Blainville; sobre todo este último, que iinia á un talento de primer ordou las luces superiores de su siglo, é hizo una feliz aplicación de dos principios importantes, el de la subordinación de caracteres, y el de la finalidad. 3. Otro sistema es el de \ix^ lineas paralelas', y ha sido fre- cuentemente presentado por Cuvi(ir: entre los mamíf(^ros, por medio de los marsi'piales comparados con los unguiculados; entre los peces, por medio de los óseos y de los condropteri- gios. A estos dos ejem|)Ios agrego el de las aves de rapiña comparados con las aves palmípedas. Entre los insectos co- leópteros, si comparamos la familia de los Buprestidios con la de los lí^Iateridios, no sabresnos segurainente á cual dar la preeminencia. El primer ejemplo de los tnarsupiales ha sido rebatido por el principio de la subordinación de caracteres; pues Cuvier se guió por los dientes, y íilainville por los órga- nos de la generación, (pie son preeminentes. Mas si ponemos e! Jxahihorcadü {Fregata a(juUa) al lado de la llamada reina de las aves, quedará el juicio perplejo. Y sin embargo es casi to- dos los tratados de ornitología están las aves palmípedas co- locadas al fin de la clase, como si hubiera una distancia in- mensa entre el Águila y el Cisne, el rey de las lagunas. Pasan por delante las tímidas palomas; postergando la Gaviota, que no obstante la Sííncilla arn)adura de su pico y de sus dedos, se atreve á arrebatar del licjuido elemento el pez fugaz y res- baloso: Puesto el Tiburón en paralelo con el Pargo ó con la Perca de los rios, tipos de los mas perfectos de los peces óseos ¿quién tendrá la preferencia? El primero, tirano, del mar, tie- ne el esqueleto cartilaginoso; pero tiene por dote especial la magnitud, la fuerza, la agilidad, mayor voracidad favorecida por séptnple fila de dientes cortantes y agudos, los cuales pa- ra mantenerse mas afilados se retraen en el descarjso, como las uñas del Tigre: la unión de los sexos, la perfección de los órganos de los sentidos, princijtalmente el del oido, la presen- cia del páncreas, lo ponen en un grado superior al de los de- más peces; y sin embargo, los iclithyologistas lo colocan al fin. Repugna el considerar el Cocodrilo inferiora la Tortuga, el Pulpo á la Lernea, el Cangrejo á la Garrapata (Acarus)f. una Araña á un Piojo. 6. Linneo vio en la disposición de los seres una carta geo- gráfica. Plantae omnes ajjinüuteui monstrant, uti territorium —357— in mappa geographica. El Sr. Mac Leay coincide con Linneo en su ingeniosa teoría de los círculos (¡uinarios que presentan todos dos puntos normales, dos aberrantes y uno oscnlatorio, ó de transición. A rnl)0s sintieron la necesidad de rechazar la línea recta; y por lo que á mí toca, ya he tenido ocasión de protestar contra ella, diciendo que la vasta cadena (Jo los se- res no representa nna especie en cada anillo, sino un círculo de especies, de géneros, de familias. ^íste símil no deja de ser inexacto, porqué no he tenido en cuenta los ósculos late- rales de Mac Leay, 6 disposición territorial de Linneo. 5. Cuvier ha dividido el reino animal en cuatro ramifica- ciones: esta palabra, que Blainville ha mudado en tipos, reve- la un nuevo sÍ3tema; el cual participa de la linea lateral, pues- to que los ramos salen de un mismo tronco, y de las sul>divi- siones del mapa. El Sr. Deshayes adopta esta idea, y la mo- difica por medio de anastomosis: ya toma la línea recta, ya el círculo, ya forma un plexo. 6. Una expresión del Sr. Adams (Contrib. t. Conch. p. 190) me ha dado la idea de otra distribución de los seres. Es- te apreciable autor, estudiando las variedades de una misma especie, coloca el tipo en el centro de un círculo, las varieda- des en distintos puntos de la superficie, y las transiciones en la circunferencia en contacto con otros círculos; y añade que la superficie plana no es enteramente conforme á la verdad, por(|ue seria mas exacto tomar tres dimensiones en el espacio. Creo henar el concepto de Adams fingiendo esferas en lugar de círculos; y en cuanto al ordenamiento de estas esferas, las consiflero formando una conglobación, no un ensarto ramifica- do. No estará una esfera contenida en otra, sino muchas en una, sucesivamente, las de orden superior al centro, las otras á diferentes distancias ó en la superficie, en contacto una> con otras. Doy á esta distribución el nombre de esferas congloba- das ó mas brevemente el de dispo-^icioa pandórica. Creo que este modo de considerar la naturaleza conciba todos los sis- temas; siendo todos verdaderos en un sentido, falsos en otro. 7. Paso ahora á la determinación de la especie ó de la es- fera específica. Confi)rme á la definición del Sr. Hollard, "Es la especie un tipo de organización de forma y de actividad ri- gurosamente determinada, que se muliiplica en el espacio y se perpetúa en el tiempo por generación directa é indefinida." Por donde se vé que no es una división arbitraria, sino una —358— realidad fundada en la generación; pues se compone de todos los individuos que proceden de un autor común, ya sea este un primer par, ya muchos pares mas ó menos variados, con tal que se reproduzcan unos con otros indefinidamente. Esta ley impuso el autor de la naturaleza, para que su obra se con- serve: que los híbridos no sean fecundos en serie indifinida de generaciones. Las otras divisiones son artificiales, no por- qué la naturaleza no haya indicado el modo de hacerlas, sino porqué las numerosas transiciones hacen que no existan real- mente con los límites señalados en los libros; pues no todos las especies de un género, no todos los géneros de una fami- lia, no todas las familias de un orden ó de una clase tiejen los mismos caracteres esenciales. 8. Pudiera demostrar esta verdad empezando por las cla- ses; puesto que el Ornithorhynco es ovíparo y tiene cloaca: con todo, está puesto en la primera división de vertebrados, que es de vivíparos y ovíparos. Lo mismo sucede en los órde- nes y familias: las viverras y las hienas sirven de transición entre los carniceros caninos y felinos; el género Noctua entre las aves diurnas y nocturnas, testigo nuestro Sijú, que vuela de dia y tiene el iris amarillo; las palomas entre las aves pa- serinas y las gallináceas; el Anguis entre los saurios y los ofi- dios; el género Cuccilia entre los ofidios y los batracios; el Esturión en los peces óseos y los Selacianos; la Phryganea entre los Neurópteros y los Lepidópteros. Pero d(!Jemos los a- nimales superiores, y pasemos á los géneros para llegnr mas pronto á las especies, aplicando la doctrina á los Moluscos- Al principio los géneros Delphinula, Trochns, Monodonta, Turbo parecieron buenos géneros; pero los descubrimientos posteriores colmaron los intermedios, y como pasan insensi- blemente de unos en otros, no habiendo por otra parte dife- rencia entre los animales, el Sr. Deshayes ha creído necesa- rio refundirlos todos en uno solo. Si se comparan los caraco- les de la Rícinula hórrida y de la Purpura patuJa, nadie pensará en ponerlos en un solo género; pero notando el Sr. Deshayes que las formas pasan insensiblemente de unas en otras, suprimió el género liicinula. Por la misma razón su- prime el género Crepidula que hace entrar en las Calyptreas; y sin embargo Lamarck decía que tal vez no existe género alguno tan distinto como el de las Crepídulas. También reú- ne las Pupas y las Clausilias; las Achátinas y los Bulimos. —359— Podemos por otra parte citar á Pfeiffer, autor del género Glandina. Apenas se fundó este género, que fué general- mente admitido, como lo prueba el Testac^a novadal Sr. Mo- relet. Pocos géneros parecían mejor caracterizados, no sola- mente por el caracol, sino también por el animal, qne tiene la boca tan profundamente hendida y sus lóbulos tan contrácti- les y movibles qne al primer aspecto parece hexácero: y siu embaríío ha tenido á bien sn autor de suprimirlo, perlas tran- siciones que se han descubierto con las 4cliátinas. Si esto continúa, nos quedaremos con pocos géneros: porqué las tran- siciones son inevitables. Suprimiremos el género Anser, por- qué son los gansos intermedios entre los cisnes y las ánades ó patos. Suprimiremos el género Alca que ocupa el medio entre los Somorgujos ó Sara magullones y los Maricos fCo- lymOus, Aptnwdtjtcs). Suprimiremos el Género (^asufirius, porqué la Avestruz de América es un término medio entre es- te género y el Struthio á que pertenece la Avestruz de África. 9. Lo mismo sucede con las especies. La Helix vorUx y la Helix Boothiana, ambas del Sr. Pfeiffer, parecen dos buenas especies: la primera es mas deprimida y su ombligo es mas abierto; pero \a. //e/lucida Ad. y la suhaquila ShuttI. vienen á interponerse entre ellas, luego estas cuatro, si queremos las especies bien limitadas, no formarán mas que una. Entre la C y Un d relia crispa y la clrgans se interpone la Poeynnn: su- primamos dos de estas tres especies. La Glandina solidula tiene cinco vueltas de espira, la orysacea tiene siete; pero al- gunos individuos de la primera especie tienen seis Además se pasa por grados de una forma delgada á una mas ancha, comparando la su' ulata, la solidula, la oleácea: diremos que las cuatro especies son una. La Helicina scojjulorum parece bien distinta déla luteo-apicafa: la primera es mayor, blanca, lisa; la segunda es menor, rosada, estriada longitudinalmente; pero se encuentran variedades de la sropulorum rosadas, pe- queñas y subestriadas: es cierto que conservan la abertura mas amplia, pero he encontrado una entre ciento que tiene la abertura pequeña: suprimamos la luteo-apicaui. Las Helici- nas cónica y tiochulina solo difieren por la falta de estrías en la primera; pero hemos visto en la scopuloruní el poco caso que se ha de hacer de las estrias: suprimamos la trochulina. Entre los individuos de la Cyinidrella variegata recogidos en una misma localidad, algunos han perdido las manchas que —seo- la marmorean, y se confunde con la elegans: suprimamos la variegata. ¿A. dónde nos conducirán estos antecedentes? En el grupo Cubano de la Hdíx Sagemon se han descrito hasta ahora tres especies: á saber, ÍSagemon Beck, marginrlloides d'Orb. 7'ostrafaFír. Hablando de la rostrata dice el Sr. Des- hayes que espera que se descubran otras variedades para su- primir esta especie: "Nous laissons cette espéce soiis la res- ponsabihté de M. Pfeiffer; elle se rapproche considerablement du Sagemon de M. Beck, et pourrait en constituer une va- variété, si, au milieu des nombrenx individus que l'on posséde actuellemení, on trouvait quelqnes manees de plus. Pour nous, qni savons combien les hélices sont susceptibles de variations, nous avons la conviction que des recherches ultérieures feront déconvrir les varietés intermédiaires qui manquent encoré au- jonrd'hui." La autoridad tan imponente del Sr. Deshayes in- fluyó en mí hasta el punto de anunciar, como indican las lá- minas de esta Memoria impresas en las entregas anteriores, que no hay mas que una especie de este grupo en la isla de Cuba. Otro tanto he anunciado con respecto al género Mega- lomastoma, considerando todas las especies, que entonces lle- gaban á seis, como variedades del Cyclostoma tortum Pero mi opinión ha variado, por lo dicho mas arriba, y por lo que diré dentro de poco; de tal suerte que no solo admito las es- pecies establecidas, sino que añado tres al primer grupo, y dos al segundo: Me atrevo á decir, que la opinión manifesta- da mas arriba por el Sr. Deshayes (que en lo demás es para mí un oráculo), tiende á confundir todas las especies en una. Un extremo contrario tenderia á erigir todas las variedades en especies. 10. En los animales superiores las variedades son en me- nor número, y las transiciones de una especie á otra son ra- ras, no solo en los vertebrados, sino también en los insectos: parece que entre los grados de perfección que adquiere la evolución animal, entra el de conservar mas aislado su tipo primitivo. No sucede así en los moluscos, colocados entre los Zoófitos y los articulados: á lo menos no sucede así en su con- cha: la variedad es la regla general. Por eso Adams, que te- nia una larga práctica en la determinación de las especies, las considera representada por circuios en cuya área están las variedades diseminadas: el tipo ocupa el centro, las otras mo- diñcaciones se colocan á diferentes distancias; lasque ocupan —361— la circunferencia puedan igualmente colocarse en una ó en otra especie: añade Species are of the natura of genera; y ex- plica estas palabras diciendo que pocas son las especies que permanecen aisladas, y aun entre estas van los descubrimien- tos diarios llenando poco á poco las distancias; lo que lo con- duce á esta conclusión Inmany groups thesjKeies are distin- guishahle hy types^ and not hy well defined limits. 11. El que no estudia mas que los animales superiores no tiene una idea de lo que son las variedades en los Molus- cos. En los primeros son occidentales ú transitorias: una pan- tera negra no perpetúa la especie. En los Moluscos la varie- dad es frecuentemente constante, y como este es el carácter de la especie, es muy difícil distinguirla de esta. Para resol- ver la cuestión suponemos que es una variedad local: la difi- cultad queda la misma, porqué dicha variedad tiene todos los caracteres que presenta la definición del §. 7. Por otra parte, la influencia de la localidad falla en muchos casos, de los cua- les ha indicado el Sr. Adams algunos en el lugar citado, pág. 193: esto le ha obligado á suponer ''que muchas especies exis- tentes (no todas) han sido creadas en número indeterminado de individuos, los cuales presentaban desde un principio las modificaciones que hoy tienen." Los hechos son los que mas pueden ilustrar esta materia; por lo que citaré los que he ob- servado en Cuba. 19 Especies que abundan en variedades, tanto ó mas que ia Helix nemoralis de Europa y Cyiindrella Maugeri de Jamaica, son la Helix pida, la H. muscaru7n,la. Achatina fasciata; y en menor profusión la Helix Cubensis y la Helicina adspersa. 29 Hay especies que nunca varian: la Achatina Blainiana, la cual hasta ahora se ha encontrado en una sola localidad. 39 Varian en la misma localidad en la forma la Cylindrela Poeyana', en el tamaño y color, la Heli- cina regina-, en la escultura, las Trúncatelas pulchella y Ca- rihaeensis y la Amnicola cor anata', en el color, los Cyclóstomas Rangelinum, mactum, claudicans, pupoides, Mo7'eletianum; los Megalomástomas mciJii, procer; la Helicina Cubensis; las HéVices picta,muscaru?n, Parraiana. 49 Varian en distintas localidades en la scultura, la Helicina regina, la Hélice aurico- ma; en forma y color, la Achatina fasciata, la Pupa murnia; en color, la Helicina Lanieriana. — 59 Hay tipos en una misma localidad, que hoy constituyen especies bien ó mal estableci- das: Cyclóstomas catenatum y Agassizii; Helicinas scopulo- 46 —362— rum y luteo-apicata-, Hélices alauda y Strnhilus. 6? Hay tipos de diferentes localidades, que algunos llamarán variedades locales, y que hoy constituyen especies: Cyclóstomas pictum, Pfeifferianum, Goiildianum, Poe]fanuin y C harjyentíeri;^)' c\. ruguliisum y nodulatiuu', YiaWcmñ. constdl ata y stellata; Hé- lices Sagenwn, rost^'ata, inarginelloides, Pazcnsis, Arangia— na, Gutierrezi. 79 Hay otras especies que pasan insensible- mente de linas en otras; é ignoro si se encuentran en una ó en distintas localidades: Cyclóstomas ohesum, moestum, Poe- yanu7n, Candeanum, riolaceum. 8? Especies que no varian en distintas localidades: Uéliccs stigniatica. ]}aludosa; Cylin- drela Phílijjpuina. 9" Especies Cubanas que no varian en dis- tintas regiones: WG\\c\\\n. nítida Pfr. S. Thomas; Helix vortex Pfr. Jamaica, Sr. Cruz, vS. Thouias, Puertorico; H. Otlonis Pfr. América boreal; H. Gundtachi Pfr Puertorico, S. Tilo- mas; H. minúscula Binu. Jamaica; H, Bootliiana Pfr. Ja- maica; H. Saxicola Pfr. Europa; B. 6r<7.sseí Pfr. Jamaica, Flo- rida; Stenogyra Suhula Pfr. Jamaica, Puertorico, S. Thomas, Ahmedunggen (Indias orientales); Sten. Goadalli Mili. Ja- maica, S. Tilomas, América meridional, Madagascar, In- dias orientales; Sten. cont7'aeta Poey, Veracruz; Subulina oc- tona Chemn. Haití, Puertorico; S. Thomas, Guadahipe, Pa- namá; Pupa inumia Brug. Guadalupe, Martinica; P. niariti- ma Pfr. Florida; P. Parriana d'Orb. Amer. boreal; P. stria- tella Fer. Haití, Puertorico; P. pellucida Pfr. Jamaica, Sta. Cruz, S. Tilomas, Bermuda, Taití; Succínea fulgens Lea, Jamaica, S. Thomas. 10? Hay tipos de diferentes regiones que parecen variedades locales, y que algunos consideran co- mo especies distintas: Achatina Gundiarhia comparada con la iota de Jamaica, que es mas delgada; Helix fragilis com- parada con la euclasta Shultl, de S. Thomas, que es de es- trías menos levantadas. 12. Los Moluscos colocados en el párrafo anterior en diez categorías presentan diez conclusiones que no necesitan co- mentario. Sin embargo haré notar que del conjunto de estos hechos resulta que lo localidad no tiene tanta influencia como so ha pensado y se ha dicho tan amenudo. El ejemplo de lo que sucede en las plantas no es un argumento poderoso, por- qué están en una esfera inferior, y ya he dicho que un privile- gio de la evolución consiste en conservar la especialid id de los seres. Las plantas varian considerablemente con la influen- —363— cia del clima, de la altura, de la expo«¡cion: no así los animales, no solo porqué es un privileorio de su superioridad, sino por- qué están dotados de órganos de locomoción y pueden apar- tarse de un sitio que no les acomoda. Las plantas al contra- rio se han de modificar á las circunstancias para conservar su existencia. Por no haber estudiado todos los hechos, ó bien por no haber sumado mas que los hechos favorables á la in- fluencia local, han sacado alíennos la conclusión que los carac- teres tomados de la forma del caracol, la magnitud, la solidez, la opacidad, la escultura y color, no tienen valor alguno cien- tífico, y son insuficientes para justificar el establecimiento de una especie; véase el Journ. de M. Petit, 1851, pág. 132 — 140, 1852, pág. 303—310; la Rev. Zool. de M. Guérin, 1853, pág. 205 y los preliminares de la obra de M. Dupuy sóbrelos Moluscos de Francia. Según los actores qne allí escribieron, todas las modificaciones referidas dependen del medio y cir- cunstancias en que viven los moluscos: el tatnaño resulta del alimento, y además Linneo ha dicho Magnitudo Speciem non distinguit', si el terreno es abundante en caliza, la concha es opaca, y sus colores blanquizcos; de lo contrario, la concha es delgada y vitrea, sus colores son amarillentos ó succíneos. El color es nada: Virgilio ha dicho Nimium ne crede colo- rí; Fnbricioha dicho Color in eadem specie mirumludit, liinc in differentia assumendiis non erit. La forma, considerada por el Sr. liourguignat en el Ancijlus simplex, es un carácter de tercer orden: en cien individuos de una misma localidad, no hay dos iguales; desde el óvalo mas perfecto hasta la elipse mas irregular. Este Ancylo, ya grande, ya pequeño, ya liso, ya estriado, presenta 17 modificaciones habituales. A todo es- to yo respondo que si la forma, la magnitud, la solidez, la opa- cidad, la escultura y el color de la concha es nada, puede el Sr. Pfeiffer quemar sus libros. Decís que la forma es nada: luego no debemos hacer caso de la disposición turriculada, ovoidea, discoidea; de las vueltas de espira convexas ó planas, de la columcla truncada, de la abertura escotada etc. mejor diríais que la forma es to- do. Decís que la escultura es nada: en efecto, la Helicina regintL del Rangel es lisa, y la de S. Diego es tan estriada que el Sr. Velasquez la llamó inultistriata, como se vé en su si- nonimia, y otro tanto se nota en los varios individuos de la Nerita peloronta; pero el Dr. Gundlach ha enviado al Sr. —364— Pfeiffer una nueva especie de Cyclóstoma que solo difiere del pictum Pfr. por algunas estrías transversas en la base, y el es- tudio del animal ha confirmado la bondad de esta especie. Decís que el color es nada: pero la Hélice pida se presenta con fajas de distintos colores, y cuando se presenta de un so- lo color canario, adquiere mayor consistencia, menor magni- tud, y la abertura se recoge, pasa á ser la Hélice sulphurosa del Sr. Morelet. Diréis que aquí la forma no es la consecuen- cia del color, sino vice versa. ¿Qué importa? Si hay entre los dos caracteres una correlación constante, los dos importan mu- cho. Si el color es nada, ¿porqué los Salmonetes son rojos, las mariposas del género Colias y Terias amarillas, las Pié- rides blancas, las Uranias doradas, como el cuello de los Co- libríes? ¿Porqué los Buprestos, entre los Coleópteros tienen u- na brillante librea metálica? Docís que la magnitud es nada: en efecto Fabricio ha dicho Differentiae a magnitudine desum- tae nullo modo tolerandne; pero ningún entomólogo ha hecho caso, y lo que ha logrado con la práctica de ese documento es convertir en enigmas sus frases diagnósticas, de por sí bien insuficientes. Hoy se anda con el decímetro en la mano, y es una de las eminentes cualidades de las Monografías del Sr. Pfeiffer, 13. Evitemos los extremos; porqué no hay regla constan- te: la forma es todo, y la forma es nada, según los casos; el co- lor sirve y no sirve; las localidades influyen y no influyen. En una misma localidad viven muchas especies; una sola espe- cie se extiende á muchas localidades. Hay variedades llamadas locales, que deben ser consideradas como especies; hay dife- rencias muy marcadas que no pasan de variedades locales. El mas leve carácter, que parecerá á muchos pueril, constituye una buena especie; la diferencia de todos los caracteres reu- nidos no pasarán á veces de los límites de una variedad. ¿Có- mo haremos para acertar con la especie? No es práctica que se adquiere en un dia. La vista del águila, el ojo del buen cu- bero, es el premio del estudio, y mas que todo de la experien- cia. Bueno es consultar á los héroes de la ciencia: en todo ca so, consultando cada uno su buen juicio, acertará mejor que si se lleva de teorías engañosas ó espíritu de sistema. Cuan- do el caracol no se explique claramente, recomiendo con el Sr. Deshayes el estudio del animal, sus órganos de la gene- ración, las digitaciones de las glándulas multífidas, la forma —365— del maxila», y con el Sr. Schmidt la observación de la lengua, y del dardo. Teniendo presente la definición de la especie, véase si los individuos dudosos se multiplican indefinidamen- te. Que las especies hayan sido introducidas en la creación por medio de un solo par, como enseña Linneo, Initio rerurn ex oiiini specie viventium unicum sexum i^rocreatiunfuisse sua- det ratio, ó por medio de mucho pares, como cree posible el Sr. Adams, tengamos fe en la suprema sabiduría de un ser omnipotente, que consérvalo que ha creado, y admitamos sin escrúpulo que las especies son hoy lo que fueron en su origen. Las modificaciones que han padecido algunos órganos, la lon- gitud del intestino aumentada en el perro familiar, en el gato doméstico, en el grosero animal que engordamos en los corra- les, hijo degenerado del torvo Javali, el pelo sedoso de Angora, la lana del ganado trashumante, los híbridos de Canario y de Jilgero, no son obra de la naturaleza, sino del hombre que com- pone á su gusto los caballos, fabrica los perros, todo lo trans- forma y adultera: pero no ha logrado disminuir las alas del Bombyx, mori, introducido hace mil trescientos años por el emperador Justiniano, en los talleres de la industria donde hay mil y mas años que no vuela. Abril 1854. SUMMARIUM. XXVÍII.De Specie zoológica^ et praesertim malacologica. I. Iiitroductio. — 2. Series zoológica. Seriei defensores sunt Bonnet et Lamarck, máxime lilainville, qui finem consuluit, et fundamenta su- bordinatioiiis characterum bene adliibuit. 3. Lineae parallelae a Cuvier institutae. 4. Mappa geographica Linnei. Circiili Mac Leayi. 5. Dispositio arboriformis. Anastomosis. 6. Dispositio nova, a me denominata pandorica. 7. Definitio speciei. — 8. Transitiones frequentes ínter genera appa- rent: quamobren dijicienda non ^sunt genera, transitionis tanium causa. 9. Transitiones inter species adsunt: exempla malacologica supra vi- de. Errant qui speciem dejiciunt transitionis causa. — 10. Itidem docet Adams. II. Varietates inter animalia, superiore gradu, accidentales sunt; inter Mollusca írequentissime constantes. Status et vis locorum: varie- titas localis a vera specie vix discrepat. Dilucidatur quaestio exemplis sumptis inter mollusca Cubae: 1. Species permultis varietatibus insig- nes; 2. Species absque varietatibus. 3. Species in codcm loco variant; 4. Species in variis variant locis; 5. In eodem locovariatio typi speciem constituit; 6. In variis locis ,var¡at¡o typí speciem constituit; 7. Pliires sunt specie,s,¡giiotis locis, qiii transitionibus ad unam transeunt; 8. Spe. ciesin variis locis invariabiles; 9. Species Cubanae iu variis ragionibus (extra Ciibam) invariabiles; 10. Variatio typi in distincta repione spe- ciem constituit. 12. Exemplis citatis vis locorum infirmatur. 13, Coiiclusio. EXTRAITS. 3. La ligne droite est fréquemment rompue. Le Cygne au milieu des lacs, est un oiseau aussi puissant que l'aigle au sommet des monts; et cepeiidant nos méthodes le placent ¡I la fin de la serie orniíhologique. Les Frégates telles que les peint Cuvier, au dessus des mers et a des distances iinnienses de toute terre, fotidant sur des poissons volants, et frappantles fous pour les contraindre á dégorger leur proie, sont ran- gés bien loin aprés les lourds gallinacés, le faibie passorean et les timi- des colombes. l^e Requiíi est place aux derniers échelons ichthyologi- ques, bien loin déla Perche qui fuit devant luí: il est vrai quesonsque- lette est cartilagineux; mais l'union des sexes, les organes des sens, surtoutcelui de l'ouie, la présience d'un páncreas, le mettent au dessus des Acanthopiérygiens. Le Crocodile est-il réellement inférieur á la Tor- tue, le Poulpe aux Leruées, le Grabe á l'Acarus, l'Areignée á un Pou? Compare/, deux fainilles de Coléoptéres, les Buprestides et les Elatéri- des: parmi les geiires nornbreuxqni les composeut, ne voyez-vouspas le Bupreste et l'Elater, coniuie deux chefs de file, sur une ligue transverso? Oserez vous mettre le premier d'uue famille á la queue de Tautre? 6. Al. ¡Mac Leay a iutroduit les ceri'les dans la ligne droite. M. Adams trouve qu'iine surface ¡dañe ne représente pas bien les relations desétres: il fiíudrait prendr ■, (iit-il, trois diinensions dans l'espace, Cet- te indication m'a donné l'idée de substituer les sphéres aux cercles; et de les emboiter de maniere á ce quelles foriuent une masse ccnglobée, non pas une dans l'autre, mais plusieurs dans une, successivement, cel- les d'un ordre supérieur au centre, les autres a diverses distances, ou á la suríace, avec des points de contact multipliés C'est ce queje nom- me disposition pandorique, en conciliant tous le systémes; car lis son- tous vrais dans un sens, taux dans l'autre. 10 Les étres adquiérent dans l'évolution animale le privilége de conserver le type de l'espéce bien plus nettement que les animaux in- férieurs. Les Mollusqaes sont trop int'érieurs pour se préserverdes nom- breuses influentes qui les entourent; et chez eux, la variété est la réíjle ordinnaire. 1\!. Adams place le type de l'espéce au cejitre d'un cercle, les vrariétésá différents points de Iu suiface, les transitions á la circonfé- rence; et il dit que les espéces sont comme les gen res, qu'on en trouve peu d'isoleés, que les découvertes comblent chaqué jour les íJistances; ce qui veut diré qu'il n'y a point de limites spéciíiques. 12. Quelques estimables nudacologistes, en donnant trop d'inipor- tance á l'influence lócale, ont dit que les caractéies pris de la forme de la coquille, de la grandeur, de la solidité, de l'opacité, de la scul|)ture et de la couleur, n'ont aucune valeur scientifique, et sont insuftisants pour justifier i'établissement d'uiie espéce. Ce sont á peu prés les termes —367— dr M. Bourííuignat Rev, Zool. de Giiérin. 1853, p. 205: si cela est ainsi, M. PfjiíTer doit biúlerses livres. 13. II n'y a pas de regle constante. La forme est tout, et la forme n'est ríen, selon les cas; la couleur est quelquefois tres importante, d'autres fois ellene l'est pas du tnut: l'influence de la localité est tantót puissan- te, tantót nulle; ainsi ily a des types que nous nommons varietés loca- les, qui sont en réalité de bonnes espéces; et ily a des différences tres pronnncées sur lesquelles nous bátissons une nouvelle espéce, quaud ce n'est qu'une simple variété. Souvent les difficultes sont grandes; mais nous les résoudrons bien mieux aveo l'aide du bou sens et d'une certaine pratique, qu'avec des regles exclusives: il nous faudra quel- quefois cousulter les héros de la science. Lorsque la coquille ne potirra échiircir nos doutes, nous consulterons l'animal: MM. Deshayes et Schmidt ont donné sur ce sujet des insiructions útiles. Au milieu des per- plexités qui nous ¡ifligent, il y a une idee consolante, comme toutes cel- les qui nous viennent dVn haut; car l'étre supréme cree et conserve, et il faut croire que les types primitifs, abíindonnés a eux mémes, ne pé- riront pas. Ce n'est pas la nature, c'est l'homme qui bouleverse tout: c'est iui qui allonge les intestins du chien, du ch^il, du sanglier df)mes- tique, qui fait croitre le poil des brebis, fagotine les chevaux, fabrique les chiens, engage les serins et les chardonnerets dans des amours a- dultéres; mais il n'a pu encoré eule\ er les ailes au Bombi/x mori introduit par l'enipereur Justinien dans les attiiers de l'industrie, oü il y a 1300 aus qu'il ne volé plus. XXIX. AFORISMO Desc7'iptio manca interdum prioritatem servare queaP, erró- nea autem descriptio sub yiigum synonyrniae mittenda, 1. La descripción incompleta puede á veces asegurar la prioridad; pero la descripción errónea debe pasar por las hor- cas sinonímicas. Tai es el aforismo que he formulado para conservar la prioridad en algunos casos, en que no he peca- do por ignorancia, sino por culpa agena; puesto que cito las especies erróneamente descritas por otros, y doy las razones porque no pueden ser las mismas que las mías. Ha resultado después que lo son, y se trata de saber si debo ir á la sino- nimia. 2. Pongo solamente aquí un ejemplo personal. El Sr. Mo- rder ha descrito primitivatnente la Heiicina silacea de Cuba; y mas tarde yo he descrito \íx Heiicina ochracea,á\c'\Qi\áo^'iiB. —368— especie del Sr. Morelet seria exactamente la misma qne la pre- sente, si el autor no dijera "testa nistice costulata, subtus ra- diatim, descussata: la ochracea no tiene el mas leve asomo de de cruzamiento de estrías, y por su aspecto se puede creer que no ofrecerá este carácter en ninguna de sus variedades." Habiendo en seguida remitido un ejemplar al Sr. Pfeiffer, su- pe de él que era la misma que la silacea Mor. Pregunto si de- bo pasar por el yugo de la sinonimia, suponiendo, como lo creo firmemente, que hubo error en la descripción del Sr. Mo- relet? No me fundo solamente en el aspecto del caracol y en los muchos ejemplares que he visto, sino también en la segu- ridad que tengo de que la ochracea le fué regalada en la Ha- bana, cuando tuvimos la satisfacción de verlo en su viaje á la América central. 3. Voy á hacer otra suposision que no pasa de una sospe- cha lejana, pero que pudiera con el tiempo ser una realidad. El Sr. d'Orbigny, á quien la isla de Cuba debe la descripción de tantas especias de moluscos recogidos por el Sr. de la Sa- gra, ha descrito el Cyclostonia pudicum, con opérenlo de lá- minas levantadas: anteriormente el Sr. Pfeiffer habia descrito el C.Ottonis, con opérenlo liso; pero en todo lo demás igual á la especie de d'Orbigny Supongamos que con el tiempo ven- ga á reconocerse, tal vez por declaración de! mismo Sr. d'Or- bigny, que hubo error en la descripción del opérenlo, y que las dos especies son una, ¿enviaremos al Sr. Pfeiffer bajo el yugo de la sinonimia? El Sr. Pfeiffer dice hablando del Ottonis Hanc $peciem cuín C. inidico Orh. identicum lyutarem, nisi descriptio Orhignyana opercidum lamellatum postulare vide- retur. 4. Lo dicho acerca de los Sres. Morelet y d'Orbigny que- da en los términos de una suposición, nacida si se quiere de una duda mas ó menos fuerte, que espero me será perdonada por estos recomendables naturalistas. Paso con otro ejemplo á una realidad. El Sr. Poeppig, al pasar por la isla de Cuba describió la Hutía Carabalí con el nombre de Capromys pre- hensilis,, y escribió que tenia la extremidad del rabo desnuda, carácter seguramente erróneo. Posteriormente el Sr. Guérin recibió la especie, y comparándola con la descripcipn del Sr. Poeppig, juzgó con bastante fundamento que no era la mis- ma; por lo que la denominó C. Poeyi. ¿Pasará el Sr. Guérin bajo el yugo de la sinonimia? --869— 5. Por ultimo, habiendo el Sr. Morelet dado á cünorer el 'Cyclostoma düjunctuin de Cuba, creyó el Sr. Petit de la Saus- saye que debia mudar este nombre en el de Moreletianum, por haberse aplicado anteriormente el de disjunctum á una especie fósil. Esta mudanza fué aceptada por el Sr. Pfeiffer; pero hoy que se coloca la especie en el género Tudvra (que no regia en tiempo de la referida corrección) ¿debemos resta- blecer el nombre de disjuctum, é inscribir al Sr. Petit en las columnas sinonímicas? Abril 1854. SI MMARIUM. 1. Descriptio manca interdiim prioritatem servare queat; errónea au- tem descriptio sub yugum synonymiae mittenda. 2^5. Sententia e emplis probatur. XXX. NUEVO GEMERO t>E PECES ESCOMBROIDEOS. Epinnula magistralis Poey. * El Dómine. 1. Genero Ejñnnula Poey. — -Primera dorsal continua, ex- tendida hasta la segunda que termina sin pínnulas, ventrales abdominales; segunda línea lateral figurando un coselete, pe- ro sin diferencia en el tamaño de las escamas; lados de la co- la sin quilla escamosa ni crestas membranosas; dientes agu- dos y algo comprimidos, los anteriores mayores y caninos, dientes vomerianos y palatinos nulos; intestinos ciegos poco numerosos. Las escamas pequeñísimas, delgadas, caducas que cu- bren el cuerpo de este pez, las aletas verticales desnudas, y cierto aspecto de la cabeza, del tronco, de la cola y de las ale- tas verticales que la preceden, revelan una especie de la gran familia de loa peces escombroideos, principalmente délos que 47 —370— ocupan los primeros lugares en la clasificación de Cuvier. Forma un género nuevo que debe colocarse entre el Tkyrsites y el Gempyliis, á quienes se parece por la prolongación de la primera dorsal, el tronco caudal desnudo, la dentadura de las mandíbulas, y el corto número de intestinos ciegos. Difiere del primero por la falta de dientes palatinos; y del segundo por la magnitud de las ventrales: difiere de ambos por la pun- ta opercular, la posición retirada de las ventrales, la falta de pínnulas ó aletas ventrales, á que alude el nombre genérico de Epinnula. El carácter de las dos costuras ó líneas latera- les, parece existir en el Gcmjnjlufi Serjyens Cuv. La robustez de los primeros radios anales es menor en los Thyrsites. Si alguno no está satisfecho con el Inhar que aquí asigno al género E[)ínnula, será porque la endeble armadura oper- cular le incline á colocarlo entre los Percoideos; y en este ca- so, no podrá ser sino en la división de ventrales abdominales, entre los géneros Paí'afepisy Sphi/raena, con quienes ofrece mayores puntos de semejanza, principalmente con el último á que pertenece la Picuda. Comparadas la Epínnula y la Sphy- rena, tienen ambas las mandíbulas igualmente armadas, las ventrales abdominales, la cola sin pínnulas; pero la Sphyrena tiene las escamas grandes y estriadas, las aletas dorsales se- paradas, los palatinos con dientes formidables, y los ciegos numerosísimos; no es posible traer la Espínnula á esta divi- sión, sin remover los Thyrsites y los Gempylos del luíjar don- de los ha puesto Cuvier, á mi entender con mucho tino. La punta opercular es tan poco notable, que no he creído nece- sario hacerla entraren los caracteres genéricos. 2. Epinnula inagistral. — Cuerpo prolongado, normal- mente comprimido, azuloso, mas oscuro en la cabeza y lomo, celeste en el costado y parte inferior del vientre; aletas de un pardo rojizo sucio, la dorsal mas azulóse y oscura; iris blanco. Maxilar alcanzando á la mitad del ojo, punta opercidar roma y endeble; aleta primera dorsal de poca altura y de espinas entrantes en una ranura del dorso; la anal tan alta como la se- gnnda dorsal, menos larga, echada un poco mas atrás; la cau- dal bifurcada, el hSbulo inferior nn poco mas corto; pectoral no escotada, ventral la mitad mas pequeña, bajo del ángulo inferior de la pectoral. B. 7; D. 15+1, ^'o; A. 8, 13; P. 1, 14; V. 1, 5; C. 8+7. Ciegos 10. Circunvoluciones intestinales, ninguna. — Lámina 32, fig. 3. 4. —371— 3. Cabeza plana por encima, hocico agudo, mandíbula inferior muy adelantada, recibiendo en parte la superior; ojos grandes, mo- viéndose fácilmente sobre su eje; orificios nasales apartados, el ante- rior en la extremidad de una eminencia tubular, el posterior forman- do una hendidura transversa; boca bien hendida; intermaxilares bor- dados exteriormente de una serie de dientes pequeños agudos y cor- tantes, y llevando cada uno anteriormente y hacia dentro dos largos caninos nlgo comprimidos; uno igual se encuentra en cada mandíbu- la inferior, cuyo borde llev^ también una serie de dientes menores algo mayores que los de la mandíbula superior: no hay dientes vo- merianos ni palatinos. í^os arcos branqnióstegos llevan por delante en lugar del peine ordinario, una serie de verdaderos dientes cortan- tes; dientes faríngeos cortos y cónicos. Escamas pequeñas, caducas, dos líneas laterales compuestas de escamas mas notables, delgadas y apartadas — Los intestinos ciegos son gruesos, largos y firmes; el hí- gado corto, la vejiguilla de la hiél grande, oblonga, gruesa. La veji- ga natatoria consistente: dentro habia una membrana ñ.tante con un agujero natural en medio; los cuerpos glandulosos de un rojo píílido. Vejiga urinaria? — El cráneo presenta una abertura longitudinal entre los frontales principales, delante del interparietal. 4. Visto por mí una sola vez en la Habana y desconocido de los pescadores, el individuo re[)resentado era hembra, co- gido en Septiembre: tenia el ovario poco desarrollado, y al- canzaba la longitud de un metro, menos una pulgada. Es pro- bable que existan mayores, por ser de una familia de peces grandes. Su carne es buena de comer. Su aspecto exterior tie- ne gran semejanza con el Escolar (Thyrsites scholaris), y es lo que me ha dado la idea de llamarlo el Dómine, careciendo de otro nombre vulgar. Abril 1854. SUMMARIUM. XXX. Epinnula magistralis^ Poey, lab. 32, fíg. 3. 4. 1. Genus Epinnula Pney. — Pinna prior continua, subadnata posterio- ri quae pinnis spuriis caret; ventrales abdominales; lineae laterales dúo; cauda aboque cris^tis et carinis; dentes acnti, subcompressi, anticis ma- joribus, caniTiis; von)erianis atque palatinis nullis; caeca non numerosa. 2. ^ Epinnula magistralis. — Corpus productum, suprasordide cyaneum, lateribus et ventre dilutioribu; V. 6; C. 28 (18). Vert. 134-16. Sq 30x 8—10. Circ. multae— Lám. 32, f. 10. 11. y Lám. 31, f 12. 13. Hembra. — Los ojos son grandes: caben casi 3 veces en la cabe- za, porqué hay menos distancia de la órbita á la extremidad del ho- cico que á la abertura de las agallas; la cabeza cabe casi 5 veces en todo el cuerpo. Escamas del opérenlo tan grandes y transparentes ([\ie aquel hu-^so parece desnudo. Abertura de la boca pequeña. Los dientes externos son de punta roja: parecen movibles y caducos, pa- san de "20 en cada mandíbula do cada lado. Huesos faríngeos muy grandes, los superiores ovalados y convexos, los inferiores triangu- lares y cóncavos, cubiertos de dientes iguales á Jos de las niandíbulas, dispuestos en series regulares, sobre todo en los inferiores. Lengua aguda. Arcos branquióstegos con una serie de dientes finos, aparta- dos. Varios poros encima de la órbita, 2 en el lacrimal, 1 ó 2 detrás del preopércu'o, rama ascendente, y 1 en el borde horizontal. — Ven- tral alcanzando el ano. La distancia del radio 19, dorsal hasta la ex- tremidad de la cola, es mayor que la que existe ha>ta la extremidad íiel hocico. Caudal cortada transversalmente. — El esófago, el estó- go, y los inte.'-tinos son delgados, de igual calibre, colocados á la derecha del ovario, donde dan muchas circunvolucii.nes am- plias y concéntricas: su longitud es de 5 veces la de todo el cuer- po. El hígado es difícil de encontrar, porqué se desbarata f.ícilmeiUe; la vejiguilla de la hiél es grande y abocada al estómago: no he visto el bazo. Vejiga aérea unilobada; y vértebras caudales sin apófisis transversas. —389— El macho tiene un color pardo claro no verdoso; la red pigmen- taria interrumpida. El radio '^9 de las ventrales prolongado hasta la mitad de la anal; la dorsal muy adelantada. El cuerpo marcado con fajas transversas pardnzcas distantes de 2 ó 3 escamas, la red pig- mentaria mas notable, y varios puntos negros y gruesos salteados; dorsal y anal de un bello anaranjado con iguales puntos. El radíete es dorado; los lados del abdomen amarillosos. El ai)éudice adiposo de la anal parece doble y protege la punta de la aleta. 5. Limia víttata Guich. Limia listada. Viilg. * Fangnito. PoeciUa víttata Guich. in Sagra Historia, p. 224, t. 5.f. 1. Limia de un pardo verdoso por encima, con una red pig- mentarin que resulta de líneas antha y finamente puntuadas, por debajo aplomada, vientre nn poco amarillo; átomos negros encima de la cabeza y en la linea media y superior del cuer- po; se ven longitudinalmente de cada lado dos series de pun- tos mas oscuros acompañados de reflejos plateados. Los lados de la cabeza, el hombro y un espacio superior hI tronco pec- toral dorados. Iris azul claro. Long. del macho 45 mil., de la hembra 70..— D, 10; A. 10: P. 13—15; V. 6; C 28 (18). Vert. 13+16 Sq. 32x8—10. Circ. multae.— Lam.31, fig. 14—16. El perfil de la hembra sube bastante en línea curva por debajo. Los ojos son ppqu'Mios, cabieiiLlo, tres veces en la cabeza, y un poco mas cerca del hocico que de la abertura de las agallas; la cabeza en- tra 4f veces en el cuerpo. Intestinos, 4 veces de la longitud del cuer- po; hígado, vejiga, lengua, escama opercular como en la especie an-- terior; el estómago un poco ancho y terminando cotí un pequeñísimo saco antes de unirse al intestino. — El macho tiene la alela anal como la L. cubensis, pero sin articulaciones eminentes ni papila terminal. He visto pocos individuos de esta especie; comparativa- mente á los que he visto de la especie anterior; pero es pro- bable que crezca mas, pues pienso que es la figurada por el Sr. Guichenot. Se halla en los fosos de la Habana. Difiere de la anterior, en el macho por lo dicho de la aleta anal, que ade- más es mas retirada y deja á mayor distancia la ventral, la cual tiene el radio 2? corto; en la hembra por el opérenlo mas puntuado de negro, y en ambos sexos por el ojo mas pequeño, lo que deja á mayor distancia la abertura de las agallas. En general el cuerpo es mas oscuro. La figura del Sr. Guichenot, y la descripción que ha da- —390— do de la Pcecilia vittata puede convenir á las dos especies de estas Memorias, pues ambas tienen la faja plateada, poco no- table en los individuos vivos, pero evidente en los ejemplares oscurecidos por el alcohol y el tiempo. Sea la que fuere de las dos especies, la lámina tiene el defecíf) de prcsentor la aleta anal demasiado echada hacia atrás; poro tiene un carácter muy propio de la especie presente; y es la distancia mayor que hay entre la órbita y la abertura brancniial. SUMMAPJUM. XXXll. Cyprinoidei'. Gamhusia, Girardinus, Lvnia. 1. Introíhiciio. — 2. Species viviparae. 3. Familia Cyprinoiclea. Genera pmximn. Characteres communeü. 4. Characteres distincti Cuhaiiaruní specierum. 5. 6. Characteres communes speciebiis Ciibanis. 7. Characteres distincti secundam genera et species. Aberraciones. 8. rVumerus specieruni. — 8. Historia — .10. IVotae. 11. Tabulariiii explicatio. 12. Genera Poecilia, Molinesia, Hydrargyra. 13. Genus Gamhusia Pocij. — Os protractile, valde fissnm, intermaxil- lares depressi, mandibula inferior máxime producta. Denles externi va- hdi, conici, curvi, distantes; plaga pnstica dentinm cardinatorum; intes- tina brevia, hepar amphim. AnaUs uhra dorsaiem prolata, in maribus longa, mire constructa. Radii branchiostegi 6. Carnivorus, forte insec- tivorns. 14. Genus Girardinus Poeij. — Os breve, rotundatum, protractile, in- termaxillares depressi, mandibula inferior proc'ucta. Dente sunisejiales, appoximati, mobili, ad basin tenues, extremo acuto; intestina gracilia, longa, pluries circumvoluta, hepar inconspicuum. Analis ultra dorsaiem prolata, in maribus longa, mire constructa. Radii brachiostegi 5. Limi- vorus. 15. Genus Lvnia Poey. — Os magnitudine media, rotundatum, pro- tractile, intermaxillares depressi, mandibula inferior producta. Dentes externi approximati, exiles, curvi, acutí; plaga postica dentium veluti- nortim; intestina longa, pluries circumvoluta, hepnr ¡nconspicuum. Ana- lis post dorsaiem retracta, in maribus longa, mire constructa. Radii branchiostegi 6. limivorus. Gamhusia punctata Poey. — Supra fusca, subtus azurescens, punctis longitudinalibus quater notata; dorsalis punctata; lobulus inferior cau- dalis et margo anticus analis coerulei; lateribus faciei et humero cya- neo micantibus, opérenlo áureo. Iris cceleslina. Analis maris longa, un- cinata et flabello-radiata. Long. maris 53 mili, feminae SO mil!. — D. 10; A. 11; P. 15; V. 6; C. 27 (17;. Vert. 13+20, Ciro. 2.— Tab. 32, f. 5—9. Gambnsia puncticulata Poey. — Supra virescens, subtus cyaneoniti- dus, ventre flavulo, post témpora obscure lineata, fusco reticulata, punc- tis nigris sparsis, maculis analis nigris dúo, altera triangularis oblicua —891— suborbitaria; dorsalis aurantiaca biseriatim punctata, caudalispunctata, ápice iiigia; lateribus faciei et humero oceruleo micantibus, operculo áu- reo. Iris dilute coeiulea. Analis maris sicut in G. punctata. Long. maris 40, fem. GO mili. D. 9; A. 11; P. 13; V. 6; C. 213 (16;. Vert. 13+19. Ciro. 2._Tab. 31, f G7. Girardinus metallicus Poey. — Virescens, fasciis transversis argen- téis ornalus, fusco reticuiatus; lateribus faciei et humero cyaneo mican- tibus, operculo áureo, atque maculis supratemporalibus; maculis analis dúo; dorsalis basi nigro macúlala, ventrales ad basin fusco lineatae. Iris argéntea, subaurata. Analis maris longissima, spinis, unco et ap- jiendice adiposa instructa. Long. maris 40, fem. 65 mili. D. 9; A. 11, P. 11: V. 6; C. 27 (17). Veri. 13 + 20. Circ. multae.— Tab. 31, f. 8—11. Limia Ciibensis Pocy. — Fusco-virescens, fusco reticulata, lateribus i)íser¡at¡m punctaiis, argénteo micantibus; dorsalis punctata; ossaopercu- laria purpurea, nitida, humerusque; anus flavo circundatus. Iris argén- tea, subaurala. Analis maris prolata articulationibus áspera, appendice adiposa instructa. Louí;. maris 60, fem. 100 mili. D. 10 — 11; A. 10 — 11; P. 14—15; V. 6; C. 2S (18). Vert. 13+16. Circ. multae.— Tab. 32, f. 10. 11; et31, f 12. 13. Limia vittata Guich. — Fusco-virescens, fusco reticulata, laleiibus biseriatim argénteo micantibus, subtus plúmbea, ventre flavido; lateribus faciei, humero et puncto superhumerali aureis; dorsalis punctata. Iris coelestina. Analis maris sicut in L. Cubensi, sed retracta, laevigata, afos- que appendice adiposa. Long. maris 45, fem. 70. D. 10: A. 10; P. 13 — 15; V. 6; C. 23 (18). Vert. 13+16. Circ. multae.— Tab. 31, f. 14—16. EXTRAITS. 1. On donne á la Havane le nom de Guajacon aux poissons d'eau douce peu connus et de petite taille. II a été mal appliqué á un Gobius figuré dans le grand ovrage de M. de la Sagra. 2. Toutes les espéces sont vivipares. La femelle peut frayer á plu- sieurs reprises, de niois en mois, saiis le concours du mále. 3. Les males de ees Cyprinoides, quelque soit le genre auquel ils appartienent, ont un caractére bien singulier, qui n'est pas décrit dans les Poecilies ni dans les Hydrargyres, peut-étre parce qu'on ne connait que les íemeiles, et qui probablement existe che?, les Molinésies; c'est la longueur et la organisaiion extraordinaire de la nageoire anale, com- me on peut le voir dans les planches 31 et 32: ce caractére est accom- pagné d'un appan il vertebral figuré pl. 31, n. 18. 5. La vessie natatoire se rejéie en arriére pour faire place á l'ovaire et aux intestins; et penetre souvent entre les muscles de la queue: il y a alors une apophyse latérale á la base des premieres apophyses upsiloi- diennes inférieures dans les femelles; le méme but est rempli dans les males par une autre modification. L'anale, dans ce dernier sexe est tres avancée, logée souvent éntreles ventrales: la dorsale avance aussi á pro- portion. 7. Le nombre des rayons de la dorsale, ainsi que de l'anale des fe- melles, varié de 10 á 11; la pectorale de 13 á 15; les vertebres caudales de 16 á 20. Quelqueíbis l'anale des males, tout en conservant sa forme et sa longueur, perd les accessoires qui la distinguent ordinairemeiu. —392— 10. Les couleurs ont été décrites sur le vivanl; les nombres sont pris sur les deux sexes, et les rayons ont été comptés plusienrs fois avec le plus grand soin: ce qui, doit étre regardé comme une garantie de leur exactitude. XXXIII. TERRESTRIUM ET AQUAE DULCÍS INSULAE CUBAE. I. Cephala 1 Gasíropoda A. Pulmonata a. terrestria * dioica (dicerata) t opere iilata 1. Cyclostomacca: Cyclostoma, Meguloniastoma, Truucatella. 2. Ilelicinacca: Helicina, Alcadia, Trochatella. tt inoperculata 3. Proser/iinacca: Proserpina. *• androgyna t dicerata (inoperculata) . tentacula ad basin oculifera 4. ^m?¿c?í/í/í:c«.- Melampus, Pedipes, Odostomia. .. tentacula ad extremun oculifera 5. Pineriana: Pineria. tt tetracerata (inoperculata) . lestacea 6. Helicea: Helix, Bulimus, Pineria, Stenogyra, Subulina, Achatina, Glandina, Spiraxis, Pu- pa, Cilindrella, Succinea. . . nuda 7. Limacea: Vaginulus. b. fluviatiliíi 8. üwinaearfac; Limnaea, Physa, Pianorbis, Dis- cus. B. Pulmobranchiata famphibia, androg. dicera, inoperculata) 9. Ancylea: Ancylus, Gundlachia. C. Pectinibranchiata (dioica, dicerata, operculata) 10. Ampullariacea: Ampullaria, Valvata,Paludina, Paludinelia, Amnícola. 11. Melaniana: Melania. 12. Neritinacca: Neritina. n. Acephala 2. Lamellibranchiata. 13. Náiadea: Unió. —393— Cyclostoma. 218. Agassizü Charp. 410. alatum Pír. — 188. Auberianum d'Orb. 168. Cancleaiiurn d'Orb, 167. canescens Pfr. confertum Poey 43. catenatum Gould limbifeiiin) Mke. 224. Charpentieri í^huttl. 166, claudicans Poey tenebrosum Mor. 35. Delatreaiiuiu d'Orb. Dutertreaimrn d'Orb. 311. Gouldianum Poey 413. harpa Pfr. 127. honestum Poey 133. incultum Poey 254. irradiaiis Shuttl. 164. latilabre d'Orb. 163. mactum Poey majusculum Mor* 309. moestum Shiitt!. 168. MoreleiÍHiium Petií disjuüctuin Mor. 197. noduiatiitn Poey 237. obesa m Pír. 270. Orb¡í?iiyamim Petit — biiabiiitiim d'Orb. 406. Ottonis Pfr. pet:ico>um Mor. 411. palliíiuin Pfr. 33. Pfeifferianuin Poey 9. pie tu m Pfr. Sagra d'Orb. mahogaiii Gould 65. Poeyaniim d'Orb. 91. Pretrei d'Orb. 183. procax Poey 107. pudiciun d'Orb. — 477. pupoiíles Mor. ovatum Pfr. 412. radiila Pfr. — 117. Ilaiigelimim Poey 209. revic-tiun Poey 322. rntiiiidatnm Poey 93. rugulosiun Pfr. clmluatum Gould 216. saiebrosuní Mor. 285. semicaiium Mor. — 289. sericatnm Mor. — 165. ShuUlewoiihi Pfr. vereruiidum Poey 51. violaceum Pfr. 52. Meg^alomastoma. 257. aiutaceum Mke. — 241. apertum Poey 243. auriciilatiun d'Orb. bicolor Gould solenaiurn Poey, var. 14. bituberculatum ¡Sowb. 160. mani Poey 13. prorer Poey 157. seminiidum Poey 15. tortum Wood 90. venlricosum d'Orb. — 159. Triiaícatella. 19. bilabiata Pfr. 344. Caribaeeusis Sow. siicci»;ea Ad. 121. costata Pfr. 334 pule bella Pfr. Adamsi Pfr. scalariforniis Ad. ( ncc Ree- ve) Helicina. 174. acuminata Vel. 39. ads persa Pfr. variegíita d'Orb. mai niorata d'Orb. 240. Basiidaua Poey 374. Bayamensis Poey 227. Briarea Poey 57. callosa Poey 262. campánula Pfr 417. chr}sochasina Poey 72. ciliata Poey 134. crassa d'Orb. 175. elongaiH il'Orb. 373. flavida Mke. 173. globulosa d'Orb. 135. hians Poey 34. Lauieriaua d'Orb. 50 195. 212. 60. 194. 172. 273. 372. 276. 347. 282. 274. 191. 3. 405. 190. 304. 208. 176. 106. 41. 29. 170. 80. 272. 59. 5. 17!. 215. Lembeyana Poey lúteo apicata Poey luteopunctata Poey olim. Maya lili a l'oey nítida Pfr. prhibra Gould ochracea Poey silacea Mor. Orbifriiyi Pfr. — Platychila Mühlf. poli tu I a Poej^ ptilcherrima Lea pyraniidalis Sow. — - comea cl'Orb. Hevea na Pfr. retracta Poey rotunda d'Orb. — ^ rubro "incta Poey rugosa Pfr. Sagraiana d'Orb. scopulorurn Mor. stran)¡nea Mor. exacuta Poey subflepressa Poey subíílol)08a Poey subiiiarginata Gray Titánica Poey trochulina d'Orb. viridis Lm. — Zephyrina Ducl. — > Alcadia. 189. hispida Pfr. dtrutifrera d'Orb. 20. mínima d'Orb. 16. 196.— Trocliatella. 255. chrysostoma Shultl. 97. comea Pfr. elegans d'Orb. 179. constellata Mor. 1. Gouldiana Pfr. — 125. Pttitirtua d'Orb. -394— 169. regina Mor. 177. rupestris Pfr. 58. Sloanei d'Orb, 178. stellataVel. Proserpiíia. 103. globulosa d'Orb. 102. depressa d'Orb. Melampiis 206. cingulalus Pfr. oliva d'Orb. 42. Cüffeus Linn. mimitus Gm. coiiiformis Lin. 399. flavus Gm. moiiile Lm. 320. pusillup Gm. ovulus Gm. nitens Lm. 75. 181. 73. 100. 294. 467. 86. 205. 284. 378. 387. 437. 462. 464. 466. Peílipes. quadridens Pfr. Oílostoinial Cubeusis Pfr. pusilla Pfr. Piíieria. 44. Beathiana Poey 40, terebra Poey Helix. 131. alauda Fér. strobilus V6.r. avellana Fér. 364. Aiangiana Poey 17. auricoma Fér. 81. Auberi d'Orb. 7. Bonplandi Lm. 409. Bartlettiam Pfr. 109. Boothiaiía Pfr. Mauriniana d'Orb. 316. Cassiquiensis Newc. — 347. crassilabris Pfr. — 32. Cnbensis Pfr. Lanieriaiía d'Orb. var. 297. deflexa l'fr. 137. Dennisoni Pfr. Juliana Poey 147. fragilis Pfr. 105. gallopavonis Gould. 50. gilva Fér. tephriiis Mor. 238, Gundlachi Pfr. 211. Guiierrezi Poey 140. imperator Montf. 108. incrústala Poey 128. lepida Poey 250. Lindoni Pfr. — 92. lucipeta Poey pittuiata Poey olim. 213. marginelloides d'Orb. 198. microdonta Desh. 283. minúscula Binn. minutalis ¡Mor. 149. mórbida ¡Mor. 46. multisiriata Desh. circuintexta Fér. 76. muscarum Lea globulosa Fér> 130. naevula Mor. 82. Ottonis Pfr. uitensoide.s d'Orb. 251. ovuní ref.'u!¡ Lea 24. paludosa Pfr. linguatula Fér. Ra monis d'Orb. 142. Parraiana d'Orb. 49. Pazensis Poey 252. pemphlgodes Pfr. — • 395 104. penicillata Goiild 63. Petitiana d'Orb. 426. pie la Born 36. Poeyi Pelit 390. rostrala Pfr. 55. Sagemon Beck 62. scabrosa Poey 14L sobrina Fér. 22. stigmafica Pfr. raripila Mor. júnior! 129. subñisca Poey 144. sulphurosa Mor. .56. supertexta P(r. 148. tichostoma Pfr. 296. Troscheli Pfr. — 401. turbinilormis Pfr. — 74. umbilicaia Mont. rupestris Drap. saxícola Pfr. LavaMeana d'Orb. 145. versicolor Born 298. vitrea Fér. — 79. vortex Pfr. .53. 136. 139. 146. 230. 313. Bulimiis. 193. Gnssei Pfr. Hjdeana Ad. pontifica Gould 220. Gundlfichi Pfr. 71. Marieliiius Poey 28. sepulcralis Poey 123. turricula Pfr. 113. unicarinatus Lm. Canimareiisis Pfr. 268. Stenogyra. 89. acuticostata d'Orb. — 366. ascendens Poey 305. contracta Poey 151. gigas Poey 267. GoodalliMüll. paupercula Ad. 84. gracülima Pfr. striaticost;tt;i d'Orb. ejumida ShiittI. 228. honialogyra Shuttl. 83. iota A(i. Gundlarhi Pfr. 291. Incida IN)ey 231 strirta Poey 25. subuU. F(V. octonoidfs Fér. hortensis Ad. Snbiilina. C9. exilis Pfr. Mithaudiana d'Orb. 12. ocioíia (Jhemn. 85. subulatoides d^Orb. — Acliíitíiía. 143. Blainiana Poey 2. fasciata MiiH. vexillum Bruíf. 161. paliidiiioides d'Orb. — 264. picta lieeve — 266. pyginaea Pfr. — 263. 47. 150. 27. 221. 114. 232. 245. 421. Glaiidína. Lindoni Pfr. oleácea Fér. stramiiiea Desh. Ott;)íiis Pfr. seinistriata Mor. orysMcea Rang sicilis Mrr. — Sülidula Pfr. paragramma Mor. subulata Pfr. —896— 122. 192. 8. 259. 115. 219. 234. 306. 26. 132. 260. 68. 120. 6. 31. 38. 61. 78. 158. 186. 217. 233. 256. 258. 2(J.5. 327. 4.53. 456. Spiraxis. 88. Cubaniaíia d'Orb, ony china Mor. 187. episcopalis Mor. 300. su ni ralis Pfr. fuliicularis Mor. 45. Pupa. Cumingíana Pfr. cyclostonia Kiist, deciiinana Fér. dimidiala Pfr. — fallax Say Parraiaiía d'^Orb. Gundlachi Pfr. maiitima Pfr. miilticosta Shuttl. mumia Brng chiysalis Fér. mu mióla Pfr. pellu( ida Pfr. iTiarginalba Pfr. servilis Gfnild Sagraiana Pfr. striatella Fér. tumidula Desh. — 158. 229 236. 116. 152. 1.54. 454. 225 352. 18. Cylindrella. acus Pfr. cinérea Pfr. — crispula Pfr. eiegans Pfr. Aul>eriana d'Orb. lituus Gould gracülima Poey. Hnmboldtiana Pfr. Lavalleana d*Orb. — njarní>()rata Shuttl. Oviedoiana d'Orb. Pbilippiaua Pfr. aculeus Mor. 11. 248. 153. 26;i. 429. 256. 2í;9. 184. 77. 221. 156. 465. Poeyana «l'Oib. ponecta Gould prtii liosa Mor. Rngeliaiía Sliuttl Sátira ia 11 a Pfr. soalariiia Shutfl. Soweibyana Pfr. • torquath Mor. VHr¡e^;Hta Pfr. lactaria Gould volubilis Mor. — Siiccinea. —397- 246. Gundlachi Pfr. 239. fulgeiis Lea a|)pn)x¡nians Shuttl.? 119. nobilis Poey Scigra d'Orb. 23 48. 295. V.iffiíiuliis. 393. Cuben sis Pfr. 182. Sloauei Fér.? — 394. Liiiiiiaea 10. Cubensis Pfr. umbilicata Ad. Pliysa 118. Cubensis Pfr. 293. rivalis Sow. — Peruviana Gray Sowerbyana d'Orb, Jaiiiaicensis Ad. Plaiiorbis. 299. alhioans Pfr. 21. Caribaeus d'Orb. tu in id US Pfr. 96. Havanensis Pfr. Terverianus d'Orb. 202. lucidusPfr. Lanierianus d'Orb. taeniatus Mor. Redfieldi Ad. 287. stap;nicola Mor. 200. trivülvis Say 94. 214. 459. Discus 241. denlatus Gould — Aiicylus 207. Havanensis Pfr. 286. radiatilis Mor. — 278. 279. 280. Giindlachia 203. ancyliformis Pfr. 277.— Aiiipiillaria 87. Cubensis Mor. 162. fasciata Lm. Valvata 124. Paludina 70. Bermondíana d'Orb. Paludinella 392. succineaPfr. 242. 368.— Amnicola 386. Auberiana d'Orb. ■— S98 — 375. coronat.i Pfr. 204. oriiata Poey ciystallina Pfr. 37. Cíindeaiía ci'Oib. afíiiiis (i'Oilj? Neiitiiia. spiuifera Ad. 126. 64. virgínea Lm. 18.5. 379. — 463. Gen....'! Meliinia. 430. consobrina (Achat.) d'Oib 98. brevis d'Oib. — Uiiio. 112. cónica d'Oib. 99. Cubaniana d'Orb. — 66. scamnata Mor. 3. Son 382 (3species, á las cuales se deben agregar 260 variedades. Es probable que el número de especies ascienda á 500, cuando se haya recorrido en todas direcciones la isla de Cuba. 8e podrá hacer un cómputo mas aproximado cuando el Dr. D. Juan Gundlach vuelva de una incursión que ha em- prendido por el interior de la Isla, y sobre la cual todos los amigos de la ciencia han fundado las mas sólidas esperanzas. 4. El nombre del autor se refiere á la especie, prescin- diendo del género. 5. Tomo la sinonimia bajo mi responsabilidad, excepto en algunos casos que indicaré en el 29 tomo; pues algunas veces me han faltado los datos, y he seguido á los Sres. Pfeiffer y Shuttieworth. Por ahora mo parece indispensable decir que el Cycl. f^ür?ja7ium cVOrh. de mi índice no es el mismo que el Cycl. PoeyanuiiL (TOrb. según Pfeiffer; pues este autor refie- re la especie al Charpentieri Shuttl. y llama mi n? 65 elonga- tum Woüd. — También debo decir que el Sr. Pfeiffer refiere el QycL Oandeanum d'Orb. al n?35, que es una especie muy dis- tinta; la cual á mi entender, el Sr. Pfr. confundió con el Au- herianum, cuando describió su crenulatum en Wiegm. Arch. 1839: lo primero he deducido de las cartas que el célebre na- turalista de Cassel me ha hecho el honor de enviarme, y puede deducirse de las descripciones. 6. Bajo el nombre de Odostornia? he reunido, como en un punto incertae sedis todas las auriculáceas cuyo verdadero lu- gar está en duda: todas tienen el diente que forma el principal carácter de este género. 7. Este índice es precursor de un Catálogo que preparo — 399-^ para el 2? tomo, y que contendrá nna sinonimia extensa, las variedades, las autoridades que testifiquen la patria, á la ma- nera usada por el Sr. Adatiis en los Moluscos de PanauíA, no- tas críticas y diagnosis de las especies nuevas. Entre tanto doy no solamente las especies qtie conozco, sino también las que citan ios autores, sin responder en todos los caso^ de la patria. Cuando he tenido la segurií td ó una fuerte convicción de que no existen en Cuba, las lie omitido; y son las siguientes. 8. Especies suj?! imidas. — Cyclostomadentatnm Say, elon- gatum Wood, semilabre Lm — Truncatella subcylindrica Mont. — Hélices arbórea Say, carnicolor Fér. compacta Lowe, corrugata Gm. euryomphala Pfr., Hnmboldtiana Val. Later- radi Grat. Maderensis Lowe, marginata Miill. parilis Fér. por- cellana Giat. pisanoides d'Orb. pyramidatoides d'Orb. Sa- graiana d'Orb. similaris Fér. — Achatina zebra Miül.^Pupa contracta Say — Cylindrellae brevis Fér. perplicata Fér. splen- dens Mke. subula Fér. o-racilicollis Fér. — Glandina truncata Gm. — Physa striaia d'Orb. acuta Drap. — Planorbis cultratus d'Orb. — Melanopsis lineata Gray. 9. Sinonitnia suvrimida. — Ilelices apex Ad. pellucida Ad. — Bulimus procerus Ad. — Achatina virginea Lintr — -Trun- catella truncatula Drap. 10. Notas. — El Sr. Pfeiffer sospecha que su Helix cy- clostomoides pueda ser mfirina: creo que es un Solarium. — Las Helicinas vittata Gould y neritoidea Beck no han sido descritas. — Heiix peraffiíiis Ad=Büothiana Pfr. l^p^Los números son de mi colección. En ella faltan las especies marcadas con — • . Mayo de X845. XXXIII. Index, molluscorum. 1. Conspectus genenim. — 2 Index. 3. Nuiíierus specieruní et varietitnm. Excursiones Dr. Gundlachi. 4. Nomen ancloris ud speciem refertur, nec ad genns. 5. Syfionyrnia. Cycl. Poeyanum et Candeannin. — tí. Odostomia. 7. Niintiaiiu' Catalogus latior molinscorurii Cubae. 8. Species sublatae. — 9. Synonimia cancellata. — 10, Notae. Í^Numf r¡ ad Miiseum Poey pertinent. Me deficiunt species hoe signo — notatae. —.400— XXXIV. MEGALOMASTOMAS GUSANOS Moluscos de la familia de los cyclostomaceos. 1. Todos los Megalomástomas de la isla de Cuba perte- necen al § 2 de l;i Moríografia del Sr. Pfeifíer, prristomate ex- panso, incrass/ito', en cnya división describe 10 especies, en- tre ellas tí cubanas: la actual Memoria presenta 9 especies. Aunque las primeras hayan sido descritas y figuradas por va- rios autores, no por eso podemos decir que son bien conoci- das, porqué hay divergencias de opinión; por cuya causa he creido necesario describirlas todas juntas, aprovechándome de los rasgos maestros del Sr, Pfeiffer, pero agregando ó quitan- do cuando me ha parecido conveniente. No he puesto la sino- nimia com[)leta, porqué no he podido consultar todos los au- res; y remito para completarla á la obra citada del Sr. Pfeiffer, bajo su responsabilidad. 2. Los Megalomástomas se distinguen por una concha parecida á la del género Pupa, la abertura subcircular, los bor- dos continuos, el opérenlo córneo con muchas vueltas, núcleo central, mas elevado en la cara interna: este último carácter es, á lo menos, visible en las especies cubanas. 3. Del animal, poco conocido de los autores, no se han sa- cado caracteres genéricos; sin embargo de que los ofrece muy buenos para la adopción del género Megalunutstotita. He es- tudiado los animales de las especies aquí llamadas, procer^ mani, auricul atuin , y no he encontrado diferencias entre ellos, ni siquiera en el color; lo que me iniiuce á creer que acertare- mos etí tomar como carácter común á todas las especies, á lo menos al grupo 2? de Pfeiffer, los caracteres siguientes que los de Ciiba presentan. — Pié corto, ovalado, bezo prolongado cónico-truncado, estriado transversalmente, poco bífido en su extremidad, y pasando con frecuencia á la forma circular por las contracciones del animal; tentáculos pequeñoí^, subulados, apartados, á cuya base se colocan exteriormente los ojos que son sumamente pequeños: marcha muy lenta, sinuosa, llevan- do la concha muy poco levantada. No se cuelga de un hilo, ni trepa peñas elevadas; vive sobre la tierra, entre piedras, cu- bierto de hojarasca, en lugares frescos y sombreados. 4. No es fácil hallar la ocasión de ver andar estos anima- les; porqné sn pereza y torpeza en esta parte son grandísimas. Despnés de colocados reciencogidos y vivos en higar húmedo, si alguno se dispone á caminar, empieza á sacar el pié mny despacio y descansa largo tiempo: Inego saca las demás par* tes del cuerpo, quedándose á veces una hora entera con la cabeza tendida fuera de la concha, los tentáculos caidos, como si estuviera muerto; al fin se mueve arrastrando la concha con mucho trabajo, y cuando la lleva acuestas en su m('jor andar, no es fácil hacerse cargo con la vista de su progresión. Si lle- ga á la orilla del plato ó de la mesa, y pnsa la concha al otro lado, cae súbitamente al suelo, arrastrando á su dueño con su peoo. Sea dicho en términos vulgares, pues científicamente hablando, la concha es parte del animal que la ha formado. 5: Las tres especies arriba nombradas tienen el cuerpo de un rosado claro, con los tentáculos de punzó subido, y los ojos muy negros. 6. Enire los individuos hay algunos de mayor diámetro que otros: estos son las hembras. 7. Un carácter excelente, sobre el cual el Sr. d'Orbigny ha llamado el primero la atención, es el defecto de epidermis de algunas de estas especies: lo he hecho erilrar en la descrip- ción de los Megalomástomas de esta Memoria. Mis observa- cienes, y las del Dr. Gundlach han probado que hay especies que nunca pierden la epiderriiis, ni aun mucho tiempo después de la muerte, rodadas y soleadas; y hay otras que la pierden durante la vida, aun siendo jóvenes; pues la tienen muy del- gada y caduca, y la van perdiendo casi á medida que Ja van formando. 1. Megnlojnnstoma tortiim Wood Megalomástoma torcido, Testa riniata, ovato-oblonga, subdecollata, crassa, laevi- gata, nuda, carn<;o-lutescens; ai'fr. superstites 5 convexi, ul-r timus attenuatus, basi compresso-carinatus, latere aperturae valde depi-eosus, sutura profunda: apertura subverticalis, cir- cularis; peritrema continuum, integrum, perincrassatum an- fractni contiguo adnatum, umbilicum interdum omnino clau- dens. Long. 25, diam. 10 mili. 51 —402— Turbo tortus Wood, Ind. test, suppl t. 6,/ 3í. 18-28. Ci/cl. torta Desh. in Lm. Hist. VIII, p. 37*2, n. 42. Meg. tortum Pfr Mon. Pneum. n. 217, Varietash. Ochraceo-albida, aiiíVactus vix convexi. Long. 26, diam. 12 milL En la última vuelta no se v(3n estrías; por lo que he pre- ferido la expresión de laevigala de Desh. á la de subtiUter striíitíi de Pfr. Es carácter notable de esta especie el adelgaza- nfiiento de la parte anterior, la última vnelta muy deprimida detrás de la abertura, el peritrema entero, aplicado ala vuel- ta de espira. Nunca lo he encontrado en Cuba: los quedes- cribo me han sido enviados como Cubanos por los Sres. Pfeif- fer y Bland. 2. Megalomnstoma auriculatum cTOrh. Meffalomástoma auriculado. Testa perforata, conico-tarricnlata, solida, striata, nuda, satúrate ful vo- violácea, supra médium ocliracea, juxta aper- tura albida; spira producta, ápice acutiuscula, interdum deco- llata; anfr. 7 convexi, ultimus minus convexus, circa perforatio- nem, subcompressus, sutura profunda; apertura subverticalis, circularis, fundo fulva; peritrema álbum, margine incrassato reflexo, postico tenui, aufractum contiguum breviter tangente, sinistro auriculato, oblique et antice producto, perforatione detecta. Long. 25, diim. 10 — 11 mili. Cycl. auriculuta (POrh. in Sagra Hist. n. 171 t. 22. f. 1, 2. Cycl. bicolor Gould. Bost. Joiirn. IV. 1 {extus ) Cycl. auriculatum Gould, Proc. Bost Soc 18-13. jo. 138. Cycl. tortum var. Poey, Mem. t. 13,/ '27. 28. Cycl. solc.natum Poey, Mem. t. l.f. 17. l8; t. 13./ 25.2(5. juuior. Meg. auriculatum, Pfr. Mon. Pneum. n. 22*2. El carácter mas notable de esta especie está muy bien representado por el Sr d'Orbigny, y consiste en la oreja muy adelantada, apartada del ombligo. Es común en la Isla. El \}\\ Gundlach ha encontrado muchos en Zarabanda, cerca de la ciénaga de Zapata, vivos, en un bosque muy sombreado, bajo de hojarascas, y sin epidermis que faltaba hasta en los jóvenes. No he encontrado en el número grande de especies que he visto, ninguna variedad de un color uniforme. — Los jóvenes, antes del engruesamiento de los bordes de la aber- —403— tura, tienen la oreja acanalada, como la que he figurado con el nombre de Cycl. solenatum. Trato del animal, pág. 399. 3. Megalomastoma veritincosiim cTOrh, Megaiomástoma ventrudo. Vide descriptionem in Pfr Monogr. — A.dde "margine co- lumellari oblique producto, umbilico detecto." — Specimen non vidi. Cyc/. venlricosa cVOrh. in Sagra Hist. n. l69, t. 21, y. 13. Meg. ventricosum Pfr. Mon. Pneum. n. "220. Esta especie se distingue de la auriculada por ser muy ventruda, última vuelta muy grande y lisa. Nunca la he visto. 4. Megalomastoma bituberculatum Soiv. Megalomastoma bituberculado. Testa perforatrt, oblongo-pupaeformis, decollata, crassa, irregulariter et ruditer striata, nuda, parum nitida, sursuní ochraceo-albida. ultra medinm satúrate violácea; spira cónica, inflata, sutura profunda; anfr. superstites 5 convexi, ultimus parum attenuatns, juxta suturam disjunctus, basi compresso- carinatus, sutura profunda; apertura peroblicua, circularis;peri- trema álbum, valde incrassato-reflexum, superne acutum, mar- gine postico tenuissimo, anfractui contiguo adnato, ángulo su- pero dextro tuberculato, sinistro subauriculato, perforatiouem interdum omnino claudente. Long. 31, diam. 13 mili. Cycl. hitubercuhitum Sow. Thes. suppl. n. \9'2,p. 164. tab. 3l .^./ 290. 291. Meg. bituberculatum Pfr, Mon. Pneum. n. 218. Cycl- tortumvar. Poiy, Mem. t. 13, /. 1 — 7;e/ var. minor f. 8—11. Varietas minor. Long. 25, diam. 11 mili. El borde de la abertura gruesísimo reflejado y cortante hacia arriba, formando una canal en la terminación de la es- pira. El ángulo posterior derecho de la abertura no descansa sobre la espira; está como en la figura 1 citada de mis Memo- rias. Debo al Sr. Lavallée los mas bellos ejemplares, traídos (]e Trinidad. í —404— 5. Megalomastoma procer Poey. Megfilomástoma procer. Testa perfórala, oblonga, piipaoforinis, crassa, epider- mide instriicta, arcnatim striatiila, subriitida, fnlvo-violacea; spirainflata, snrjíiiiii cónica, integra ant vix truncatnla, sutura profunda; anfr. 7 parum ronvexi, ultimus circa perforationem comprevssus, sutura subprofunda; apertura oblicua, circularis, fundo rubra; peritrenria álbum, valde incrassato-reflexuni, su- perno acutuin, margine pa ad aperturam obtusa, superne ad extrejnum gibbu», subtus tumiduhis; apertura perobliqua, Gubovalis; peritrema incrassatum, reflexiusculum, violaceo-fuscum, marginibus ca- llo lato jutictis, margine dextro paululum deséente. Diam. maj. 38 mili.— Tab. 83, í*: 2. 3. He visto tres iridividuos iguales de esta especie, del de- partamento oriental. Su tamaño y sus colores la distinguen de la Gutierrezi y de la Arangiana; su quilla obtusa, de la rostrata y de la Sagemon ; la oscuridad del peritrema y de la cara inferior, de la marginel/oúles, caracteres constantes en esta. — Dedicada al íSr. D. Patricio de la Paz. 5. Helix Jlrangiana Poey. Hélice de Arango. Testa obtecte umbilicata, orbiculato-convexa, crassa, con- ferte striata, castanea, supra zona i stran^inea ad sutnram, subtus in medio straminea; spira subglobosa; anír 6 conve- xiusculi, ultimus carinatus, ad aperturam obtusus, superne ad extremuní gibbus, subdescendeno; apertura ohtiqua, subtrian- gularis, ángulo carinae subrotundato; peritrema incrassatum, reflexiusculum, fulvidum, marginibus callo fulvo junctis. Diam. maj. 34 mili. Hel. Sagemon B. var. P^tity Mem. t. ^¿5,f 1 — 4. Var. b Uinbilico subtecto. Var c Peritremate albo. Var-. d. Zona altera rufa supra suturara. —411— Hel. Sngemon B. vnr. Poey Mem. t. 25,/. 10. Vur. e. Idein, mubilico se in imperto. Var. f. Zona ad peripheriam fulva. Hel. Sasienion B. vnr. Foey Mem. t. 25, /. 9. Var. g. 2.Q\\A tiA perlpherium subro-fusca, subtus medio ful' vida. Hel. Sngemon B. var. Poey Mem. t. ''2b, f. 1 1. Far. h. Zona ad sutura m rubro fusca, altera utrinque ejusdem colorís ad carinam, superna diluti«)re. Hel. Sagemotí B. var. Poey Mem. t. 11. f. 17~20. He recibido nn número considerable de esta especie del Manzariilo, por medio del Sr. teniente coronel D. Francisco Letamendi. Todas son del mismo tamaño, y de quilla embo- tada, con el centro amarillo por debajo. Una sola habia de bo- ca blanca. La variedad h fué traida de Cuba por el Sr. An- grand. — Dedico esta especie al joven I). Rafael Arango, alum- no de la Real Universidad de la Habana, como premio y es- timulo merecido por su mucha aplicación á los estudios ma- lacológicos. 6. Helix Giiticrrezi Foey, Hélice de Gutiérrez. Testa obtecte umbilicata, orbiculato-convexa, crassa, su- perno arcuatim costulata, subtus subtiliter striata; supra fas- ciis variis ornata, id est, 1 fulva ad suturam, altera angustior, flavescens ad carinam, carina utrinque rufescente: subtus ni- gra, in medio auguste rubra; spira subgloboso-depressa; anfr. 6 planulati, ultimus carinatus, ad aperturam obtusiusculus; apertura obliqua, semiovalis; peritrema incrassatum, refiexius- culum, violáceo- rubrum, marginibus callo lato junctis, margi- ne dextro descendente. Diam. maj. 32 mili. Far. b Umbilico subaperto. Hel Sagemon B. var. Poey, Mem. t. 25,/. 5—8. Var c. Sapra fa>cia ad suluram et ad peripheriam straminea, Hel. Sagemon B. var. Poey Mem. t, 2b, f 12. Var. d. Supra striata vel paruní costulata, fascia ad periphe- riam fulvo-rubra. Parece que se encuentra en Baracoa y en Santiago de Cuba. Nunca la he visto de mayor diámetro, y siempre c«n la boca oscura. — Dedico esta especie á mi apreciable amigo Dr. en medicina D. Nicolás Gutiérrez, que ha hecho en poco tiempo rápidos progresos en la Malacologia; y ha emprendi- -"412— do una colección que anmenta cada dia por su actividad y por los muchos recursos que le proporciona en esta Isla el in- menso crédito que ha adquirido en su profesión. Junio 1854. SUMMARIUM. XXXV Helix Sagemon Beck, et species proximac. 1. Introdnctío aH adoptandas species. 2. Parvi fació characteiem umbilicalem inhac stirpe. 3. Colores, iti eadem, characteiem validiorem praebeut. 4. 5. Synonymiam ampliorem vide in Pfeiffer. XXXVI. HELÍCINA SU8fVIAR0INADA Y ESPECIES CUBANAS DEL MÍSMO GRUPO. 1. El gnipo de Heüci'ias que tiene por tipo la H. sub- marginota Lea. pudiera formar nn género aparte reclamado por el numero de especies que encierra; atendiendo á su for- ma, sn cotisistencia, y el diente columelar qne lo distingue. El Sr. Pfeiffer describe en su Monogr. Pneum. 10 especies de este grnpo: con las qne aquí agrego, y una mas no descri- ta, son 18, de las cuales 13 son cubanas. 2. He estudiado el animal de dos especies: la Sagraiana y la submarginada. Ambos son negros, bezo ancho, semicircu- lar en su extremo; tentáculos apartados bastante largos, del- gados y agudos, llevando los ojos á la parte externa de la ba- se; pié largo, pasando mncho mas allá del caracol, y acabando en punta. Como en la generalidad de la Helicinas, el animal mueve los tentáculos, cuando camina, sacudiéndolos á mane- ra de látigo. Una prolongación del manto ó de la piel forma u- na lámina que se interpone entre el opérenlo y la concha, y produce la callosidad tan notable que presentan las especies do esta división. Cuando se conozcan meior los animales de -.418— los otros grupos, se sabrá si hay en la organización de este su- ficientes caracteres para autorizar un nuevo género; El opér- culo no ha parecido el mismo en todas las especies. 1. HeUcinn Briaren Poey, Helicina Briarea. Ilelic Briarea Poey, Mem p. 109,/. 11./ 9 — 12. Adde: Apertura intus rubo-fusca, albo fasciata; peritre- ma albiun, repandum, margine supero breviter siiiuato; colu- meila basi autrorsum arcuaia; callo medio candido, ultra mé- dium hyalino, tenui. 2 • Helicma Titánica Poey, Helicina Titánica. Helic Titánica Popy, Mem,p 110 t. 11,/ 13~l6. En la página IIL digo que el Rostramus sorinhilis suele agujerear los caracoles, para apoderarse del animal: entién- dase que es el Arnmus Gauravna, vulgarmente llamado el Guareno. í?obre la perforación indicada en esta Helicina, el Sr. Pfciffer en sus cartas es de parecer que se debe á la ac- ción del Macuo (género PaguruH): creo que puede tener ra- zón, sin embargo de que hay algunos motivos para dudar; pues hay muchos Macaos por todas partes, y pocos son los caracoles agujereados por este estilo. Por otra parte los des- cubrimientos del Sr. Bland sobre las Helicinas, Proserpinas y otros géneros prueban que el molusco destruye sus vueltas de espiras interiores: en las demás especies no se vé desde la abertra esta destrucción, pero el animal de la Titánica la pro- longa hasta ponerla á la vista. Para conciliar la opinión del tír. Pfeiffer con la que me inspiran los hechos observados por el Sr. Bland, diré que en las Helicinas, particularmente en esta especie, el agujero es causado por el molusco; y en las Helíceas lo creo causado por el Paguro. 3. Helicina S a gr alaria d^Orh. Helicina de la Sagra. Helic. Sagraiana (VOrb. in Sagra Hi Helicina del Bayamo. Testa depresso- globosa, solida, oblique striata; spirabre- vis, obtusiuscula, rubra; anfr. 4 planinsculi, ultimus infra pe- ripheriam vix descendens, epidermide olivácea strigis satu- ratioribas ornata, cinctus ad peripheriam cingulo flavulo ad vittain rubram inferné apposito, basi suhelevaíus; apertura o- bliqua, semilunaris,intus violácea: columella alba breviter dex- trorsum arcuata, in tuberculum crassum desinens; peritrema candidum, subincrass^ito-repandum, máxime ad peripheriam, margine dextro subsinuato. Callum diffusnm, hyalinum, mar- gines jungens, medio candidum. Diam. maj. 22, min. 18, alt. 16 miil.— Tab. 33, f. 8—11. Las estrías son mas finas que en la crassa: debajo de la epidermis es rojiza; la espira es de un rojo bastante puro. Su -.417— color y pprítrema menos desarrollado la distingue de la Bas- dana: sn tamaño es mtnor Se encuentra en el Bayamo, traí- da por el joven Estrada, alumno de la Universidad. 11. Helícina nibro-cincta Poey. Helicina de faja roja. Testa subglobosa, solida, ruditer et confertim striata; spira br(;vis.. dilute-rubra; anfr. 4^ convexinsculi, uliimus infra peripheriam descendens, epidermaíus, superne virenti-fuscus, subtns flavescens, cinclus ad peripheriam anuulo flavo ad vittam rubram apposito; basi elevatns; apertura semi-lunaris, intus albida; colurnella alb.i; breviter anlrotsum arruata, in tu- berculum augustum desineus; pcritrema reclum, intus incras- saturn, caudidum, margine dextro subsinuato. Callum diffu- sum, hyaliimm, margines jung(tis, medio candidum. Diam. maj. 17, min. 14— Tab. 3;J, f. 16—19, La faja roja de la perif(!ria es común á otras especies; pero aquí es mas notable, por el color claro de la cara infe- rior, que no tiene la ijulcherrima ni la rrasi^a. Dada por el Sr. D. Patricio déla Paz, hallada probablemente en el departa- mento oriental. 12. HeücÍ7in Alayarina Poey. Helicina de Mayarí. Testa subglobniosa, solida, subtus striatula, superne ru- gís irreguiariter sculpta; spira brevissima, rubra, núcleo suba- levato; anfr. 4 convexinsculi, ultimus infra peripheriam vix descendens, rubro-fuscus, rugis flavidis varius, subtus flavo- fuscescens, annulo flavescente ad peripheriam cií»ctus, vittae latae rubrae contiguo, basi elevatns; apertura obliqua, fere subverticalis, semilunaris, intus saturóte rubra; culumeila al- bida, antrorsum breviter arcuata, in tuberculum parvulum de- sineus; peritrerna rectum, vix incrassatum, álbum, margini- bus junctis callo diffuso, hyalino, nuídio sórdido albo. Diam. maj. 16, min. 13, alt. 13.— Tab. 34, f. 6—8. Esta especie es la mas globulosa de las qne se mencio- nan en este capítulo,* y se distingue bien de todas las otras por las rugosidades de su concha (pág. 8). Regalada por el 53 —418— Dr. D. Nicolás Gutiérrez, que la recibió del puerto de Maya- rí. He visto 3 individuos. Junio 1854, SUMMARIUM. XXXVI. Helicina submarginata, et specics proximae, 1. Intríídurtio — 2. Descriptii) animalis. Sp. I. H. Briare.a Po'^y. Addiintur charncteres, Siipra vide. Sp. 'í. H. Titánica Pory. Kxplicatio perforaliouis parietalis. Sp. 3. H Sagraiana (POrb. Sp. 4. H uchriicea Poei/. Dr« prioritate vide pag. 367. Sp. 5. H. submarginata (riay Sp. 6. //. ciñaia Pi>ey. Próxima H. submarginatae. Sp. 7. //. ctassa d'Orb. Sp. 8. H pulcherrima Lra. Di(fert ab H. r.rassa. Sp. 9. H. Bastiilana Poei/. — Descí iptionem latinam supra vide. Sp. 10. H. Bayamensis Poey- Supra vide. Sp. 11 H.rubro-cincta Pocy. Su})ia vide. Sp. 12. H. Mayanna Poey. Supra vide. EXTRAITS. 2* Le trou que l'on remarque sur le planrher de l'ouverture de VH, Titánica epl évjdemtneiit proíiuil p;ir raiiirnal, qui détuiit, daiis tout le genre Héliciiie, .^es t'iurs de spiíe intorieurs, romme l'a demontre M. Blaiid dans ses ¡irticles puUliés á Nt-w York. Cehí iiViiipéche pas que les trous semblables que l'on reinurque daiis plusieurs coquilles d'autres geiirns, I e soienl fails par un Paguie. 6? L'/f. c27í«ío ressemble beauctuipá la submarginata: \e»á\ñévences indiquées pag. 1 10 ai-partiennniit á cene deriiiéieespéce. Les stries lon- gituíiiuales de la 7«r/r^?/ií/¿a exisieiit plustót (biiis la sculpture que sur l'épiderme; c'est le contraire dans la ciliata. La premiíirea la spire rou- ge, et le péiiiréme peu evasé; la seconde á les .stries épiderriiiques tres elevées, la couleur est j'aune sur lous les tours, et le périiréme a plus d'empleur. 7^ L'//, crnssa différe de la submarginata par les stries transverses lien proiinnrées: il n'y en a pas de longitudinales. L'ouverture est plus- tOt 'emi «'ircuiaire qu'ovale; N^ péritrétne est épai.ssi en dedans. 8* M. FfeiCíer réunit l'H. crassa á la hulcherrima; mais la description de Lea exige que la couleur de la spire soit orangée dans la pulcherri- ma, ce qui est un carartére distinciif, outre qn'elle est beaiicoup plus petite: Tépidernie estd'un vert |)lus luisant, le f)áritrénie est évasé. 9* Le pr<»'ongeníenl du péritréme fait que VH. B.istidada noit d'une longueur beaucoup plus grande en comparaiaon de sa largeur. —419— XXXVÍI. ESPECIES NUEVAS MOLUSCOS TERRESTRES Y ELUVIATILES. 1. Cyclostoina Pfeifferianum Poey. Cyclóstoma (le Pfciffer. Proximum Chaon. picto Pfr. (Vide Pfr. Mon. Pnenm. n. 469) Differt peristomate d^plicato, sutura remote et subtili- ter crenulata. No se puede decir en rigor que la sutura sea almenada; pero muestra tendencia á serlo, porqué de trecho en trecho descubre algunas denticulaciones. El Sr. Pfeiffer al aceptar la dedicatoria, juzga que es uua buena especie. El Dr. Gund- lach afirma que no se encuentra en Cárdenas, aunque comu- nes en otras paites; y no se encuentra mezclada con elpictutii. 2. Cyclóstoma Goiddianuin Poey. Cyclóstoma de Gould. Proximum Chaon. picto Pír. (Vide Pfr. Mon. Pneum. n. 469). Differt testa fere unicoiore atro-vioiacea, apertura major, intus rubro-fnsca , peritr. aurantiacum. Long. 21, diam. 12 mili. Ap. 9.^ mili, longa, 6.J lata. Se encuentra en la jurisdicción de Matanzas, con los dos caracteres siempre unidos, del color general de la concha y del anaranjado del perítreina. Es tal vez la var b del Sr. Pfeiffer: pero en este caso habria olvidado el segundo carácter. Es bueno advertir que las especies próximas íí\ pictum, pero dis- tintas son muchas en la Isla. El 5Sr. Pfeiffer describirá muy pronto una de la isla de Pinos. 3. Cyclóstoma rotimdatiim Poey, Cyc'óstoma redondeado. Testa subperforata, cylindraceo-turrita, decollata, tennis, plicis transversis contertis irregniariter lamellata, costulis spi- ralibus, distantibus, decussata, cinarescenti-albida; anfr. su- perst. 3 lente accrescentes; ad sbturam caiialiculatam denti- —420— culati, ultimus anfractiii contií^uo adnatus; apertura verticalis, circularis; peritrema dnplicalUin, interuiim recturn, acutum, parum eminens, extermim uiidiqíie aeqiíaliter patens, con- centrice plicatum. — •Opercnlum testacemn, núcleo parnrri ex- céntrico, anfr 4.^ obliqtie confertim sulcatis — Long. 6J, diam. 3J mili. Ap. 21.— Tab 34, f. 19—21. Los plietrnes transversos aproximan esta especie á los C. riigulosam, nodulatum y konestum; pero el defecto de nu- do cerca de la abertura lo distingue bastante; el último ade- más tiene la concha púdica. Se encuentra en la cordillera de los Órganos, entre iSanta-Cruz y Bahía honda. 4. Helicinn Lemheycma Poey, Ilelicina de Lembeye. Testa conico-globosa, solida, sublaevigata, vix nítida, albida, superne et subtus fasciis interru(>tis irregulariter rufo adspersis ornata; spira cónica, actitiuscula; anfr. 5 platiulatí, ultimus convexus, antice mítiimedescendens; apertura obliqua subtríangularis, intus rufa, altior quam lata; columella brevís basí íncrasj notable de influencia local, sin embargo de que están Ins dos á corta distancia de Nueva-Gerona, la If al O. y la 2'? al E. En Caballos se encuentran moluscos de es- piras regulares, y crustáceos desnudos de tubérculos espino- sos; como son la Trachatetla stellata, la Fmeria Jhathiana, el 54 —426— Cyclostomn pypnides, un Ow¿>cws liso, indeterminado, En Ca- sas las esjítícies tornan mayor desarrollo, ó se cnbren de as- peridades: la Trocliatella se reviste de nn techo chínense denticulado, y pasa á ser la conste/lata; la Pineria excava sus suturas á la manera de nn tornillo, bien llamado j)or esta ra- zón F . terel)ra\ el Ci/rlosfímia des[)rende sn últinni vuelta, y toma el nombre de Moreletürnuní; el Orii.scus presenta pro- longaciones espinosas, conservando en todo \u demás la mis- ma forma y aspecto No se puede decir que estos fenómenos dependan de la diferente exposición de las faldas á los rayos solares; porqué la T. constel/ata se encuentra en 'as faldas o- rientales y occidentales, según informes del L)r. Gundlach, y lo mismo el C. Morcletianiun. Por otra parte la formación o^eo- lógica de las dos sierras es la misma, y no se puede atribuir la dif(ír(Micia al terreno. Félix qui potuit rerum cogtioscere causas Firg- 4. Durante los seis días que estuvo el Dr. Gundlach en Nueva-Gerona, pudo visitr>r sus cercanías, pero no internarse en la Isla, ni reconocerla por entero: su excursión no da por lo tanto una idea completa de la Fauna Pmense. Con todo, los datos que recogió en tan corto tiempo son preciosos, y los consigno aquí como prueba de la actividad é inteligencia de aquel apreciable naturalista, y como apuntes de nlt(!riores re- conocimientos. La isla de Pinos contiene con seguridad las especies siguientes, advirtiíuido que las que son exclusiva- mente PiíHüises se marcan con esta señal * . Aves. — Gathartes Aura Linu. Aura, Polyborus vulgaris Vieill. Caraira, Hypomoiphus Gundlachi Cab Batista, Fal- co sparverius Linn. Cernícalo, Noctua Siju d'Orb. iSijú, N. nudipes \)i\\u\.Catunto, Strix furcata Teinr». Le. huza,'V\\vá\i^ rubripes Temu. Zorztd de patas coloradas, T. Carolinensis Licht Zorzal gato, Sceiurus noveborensis, Syivia virens, esjje- cie de Bijirita', S. coerulesccns Lath. S. pensilis Lath., S. trichas Lath S. petechia, L uh., S. Americana Lath , S. dis- color Vieill., Tanagra Pretrei Less. Cabrera, Tyranmis cau- dif isciatus d'Orb. especie de Bitirre, Muscipeta Caribaea d'Orb. liohiio, Muscícapa ruticilla Linn., Culicivora coerulea Lmn., Caprimulgus vociferus Wiis? (jriiaraiba; Passerina collaris Vig. Tomeguin del Pinar, h^tnrnella hi()ocrepis Wagl. ¿habanero, Xantornus Dominiscensis Linn. Solibio, Quiscalus —427— barytus Vieill. ChicJdn guaco, Q. atro-violacens d'Orb. Tntí^ Corvns Jamaicensis Liiin.i' Cao, Helmitlieros hlandns Licht. Chillina, Miiiotilta varia Linn., Oilliorhynchus Ricordii Gerv. Sunsún, Alcedo Alcyon Liiin. Martin znnthuliulor, Todns Portoricensis Less. Fedorrern, ^anrothera Merlini d'Orb. Arriero, Crotophfifra aiii Linn. Judio, Trogon temnurus, Ternn. Torororo, Picus percussns Temn. Carpintero verde, P. varins Linn., Colaptes superriliaris Teinn. Carjyintero ja- bado, ¥s\tlí\cu^\eucoveph'<\\us l^inn. (hitorra, Conurns Guia- nensis Linn. Periquito, Columba inoniata Vig. Torcaza, C. leucocephala Linn., C Carolinojísis Linn. Rahiche, C. Zenai- da Bon. Barbequejo, C. passerina Linn. Tojoúta, Gnis po- liophaea Wagl. Grulla, Árdea Herodias Linn. Garcilote, A. lencogaster Grn., X. rnfescens Gin., A. coendea Cat. Garza azul, A. virescens Linn. Aguaita-caitnan, Nycticorax viola- ceus Linn. Guana/já, N. vulo;Hris Linn., Platalea Ajaja Linn. Sevilla, Il)is alba Linn., Coc(f blanco, Totpnus semipalniatus Wils. Sarnjjico real, Aranius Gauranna Gm. Guareno, Pele- caniis fiiscus Linn. Alrafraz, Fregata aqnila Linn. Rabihor- cado, Phalacrocorax Floridanus Aud. Corúa, Sterna Cayen- nensis Grn. Gaviota. Reptiles. — Chelonia cephalo Schn. Caguama, Emys ru- gosa Shaw. ct decussata Gray, qne es una misma especie ma- cho y hembra, Hicotea', Crocoddus rhombifer Cnv. Cocodrilo, C. acatas Geoífr. mal nombrado por el vulgo Caimán, Amei- va Auberi Coct. Zir/«-/'/r/^>, Anolis Sagrae Coct. Lagartija. *Anolis nueva especie, liemidactylns Mabuia Cuv., *Sphaer- riodactylus n. esp. La nota sobre los cocodrilos me pertenece. Insectos. — Media docena de insectos nuevos entre Co- leóptei'os, hemipteros &c. y los Lepidópteros ó mariposas si- guientes: Calli(byas Lubule Lirni., Terias Nicippe Cram , T. citrina Poey, T, líbriola Poey, T. Snlpliurina Poey, T. Fornsi Poey, Vanessa Genoveva Cram., V. Jatrophae Linn., V. chry- sopelea Hübn., Argynnis passiflorae Fabr., Dan. Nnmidia Hübn., D. Berenice Cram., Satyrus Herophile Hübn., Ura- nia Boisduvali Guér., dos es|)ecies de Hesperias, una Noctua. Moluscos terrestres. — *Cyclostoma procer Poey, *C. pu- poides Mor., *C Moreleiianum Pet., C nodniatum Poey var. major; *C. semicannm Mor. descubierto por el íár. Morelet; *C, n. sp. próximo al pictum Pfr., *ílelicina scopulornm Mor., *H. elongata d'Orb., *iL luteo-apicata Poey, *H, callosa Poey, —428^ *Trochatella constellata Mor., *T. Ptellata Vel., Aleadla his- pida Pfr., *Pr()sei[jiiia í^lobiilosa d'()ih.. *Pineria terebra Poey, *P. Beathiana Poey, Helix anricoina Fér., H. Bonplandi Lm., *H. especie media entre la d(! BoiipUuid y la de Poey, H. Par- raiaiía d'Orl). var. miiior, *H. n. sp. próxima á la Ciiberisis Pfr. H. Boothiana Pfr., *BnIimiis esp. nueva, *Stenogyra stric- ta Poey, Acliatitia fasciatia Müd. var. liitea, Glandina oleá- cea Fér., Gl. solidulu Pfr., Gl. subiihita Pfr. var. miuor, *Pu- pa 11. sp. GENUS PiríEllIA. 5. Testa huJimiformis, imperforaUi, turrita, apertura ro- tundnta, peri.stonta sinrplex, rertwn andique acutani. Animal nudipes tenlaritJis dnohiis retractUihaa instructum, ápice ocu- latis', Itihruní roíimdatuní', reptato sinuosa. Género Pineria Poey. — La < oncha corresponde en la forma á la de los Biiümos, sin ombligo, turriciilada, abertura redondeada, perítrerna simple, recto, cortante por todas par- tes. Animal de pié sin opérenlo, de dos tentácnlos retráctiles qne llevan los ojos en la extremidad; bezo redondeado, mar- cha sinuosa. Ya se sabe que los tentáculos inferiores van disminuyen- do en ciertas pupas y en las Cylindrelas, hasta ponerse casi impereeptibhís; mas por pequeños que sean, quedan de ellos suficientes vestigios para señalar un animal tetrácero. Por pe- queño {pie sea este órgano, no deja de ejercer cierta función, tal vez la de! olfato; pero cuando desaparece enteramente, el animal se halla privado de esa función, y no debe quedar en la misma familia, mucho menos en el mismo género que los que gozan de ella. Esto sucede á dos especies de Helíceas de la isla de Pinos, observados vivos con el mayor cuidado, mucho tiempo y en todas direcciones, durante la reptacion del animal; el cual no es tan pequeño que no permita ser bien re- conocido con el auxilio de un buen vidrio de aumento y con atención sostenida. Poco mayor es el Bul. tiirricida Pfr, cu- ya concha ofrece la misma escultura que la Beathiana, y la misma forma, salvo la culumela,que es nula en el género Pi- neria, y puede sospechar que fuese de la misma familia; pero el Dr. Gundlach me procuró algunos individuos vivos para sa- lir de esta duda, y he visto con evidencia los tentáculos infe- —429— riores, cortos, apartados, puestos á los lados de una cabeza bastante ancha, poco prolongada. Para mayor satisfacción de Jos lectores diré qne al mismo tiempo que estaba yo notician- do al Dr. Gundiach que la Pineria terebra por él remitida no tenia tentáculos inferiores, me daba desde la isla de Pinos la misma noticia con respecto á la Beathiana que recibí y observé poco después. Puede el lector considerar que si las Pinerias tu- vieran dichos tentáculos, los hubiera visto con los mismos ins- trumentos que me los hicieron descubrir de bulto en una es- pecie tan pequeña como la Pupa pellucida. Dos casos no mas se han mencionado entre las Helíceas, de especies privadas de tentáculos inferiores. El 1? es el que ofrece el género PartuJa Fer.: pero este se funda principal- mente en la circunstancia de ser el animal vivíparo; el perí- trema es reflejado y la columela notable. Además el Sr. Pfeif- fer declara en el suplemento á su Monografía que el animal es tetrácero El 2? recae sobre el género Vértigo MülL; pero no está bien averiguado si el animal conserva algún vestigio de tentáculos inferiores, pues Mi^iller señala loco eoriimutrin- que lineóla nigra lente di fficiliime consrñcua; y esto observa- do en una especie de 1 línea de longitud, puede ser tomado por algo. Asi debe juzgarlo el Sr. Pfeiffer cuando dice (Mon. Hel. t. 1. p. Vil) tentaculis minoribus vix conspictiis et obsole- tis. Por otra parte la única especie observada por Müll. es de abertura siniestra, provista de dientes, perítrema volteado; por lo qne el Sr, Sowerby el joven ha hecho entrar estos caracte- res en la descripción del género. Por todo lo dicho concluyo que cuando esté bien averiguado que el Vértigo piisilla M'úll. carece de tentáculos inferiores, podrá conservarse su género como división de las Pupas de quienes tiene la forma, el perí- trema, la columela y el ombligo; y entonces el género Pineria podrá ser considerado como una división de los Bulimos. Al primer aspecto se confunde el Vértigo pusilla con la Pupa 27ellucií/a Pfr. de la isla de Cuba, por el tamaño, la forma, los dientes &c.; y con todo, la especie Cubana observada por mí, es indudablemente tetrácera. 1. Pineria terebra Poey, Pineria tornillo. Testa tnrrita, tenuis, corneo-fusca, perobliqne costulis confertis albidis ornata; anfr. 8 angulati, satura profundissim^ —430— disjnncti, superno plannlati, snbtiis, tnmiduli, ultimiis ^j longi- tudiiiis subiieqnaiis; apertura parva, perobliqna subcircularis; peritr. tenue, uiar£;inibiis snbcoiiniveutibus. — Long. 5^., diam. 3. mili. Ap. 1.— Tab. -U, f. 12—16. La forma extraordinaria de tornillo que presenta esta es- pecio, no se encontrará tal vez en otra, si no es en la Spiraxis mirabiíis Ad. Ha sido descubierta por el Or. Gundlach en un solo lugar de los mas enriscados de la sierra de Casas, fal- da occidental. El animal es de un nesrro azuloso claro: lleva la concha muy levantíida; el bezo ó extremo del hocico es redondeado y á veces aparece á los lados anguloso, según las contraccio- nes del animal: lo miscio Guccíde al Bul. tunicula, que no de- ja por eso de tener mas arriba los dos tentácolos menores. 2. Pineria Beat Juana Poey- Pineria de Beath. Testa cylindrico-turrita, tetiuis, cornea, peroblique costu- lis coniertis albis vel albido punctatis ornata; Anfr. 8, summi angulati, scalares, sutura profundissima separati, sequentes sensim minus convexi, sutura profunda, ullimus ^ longitudi- nis subaequans; apertura perobliqna, subcircularis; peritr. te- nue, marginibus subconniventibus. — Long. 6i, diam. 3 mili. Ap. li.— Tab. 34, f. 17—18. El animal es el mismo que el de la especie anterior. Esta ha sido descubierta por D. Guillermo Beath, que acompaña- ba al L)r. GuuíJlach en la excursión á la isla de i*inos, sierra de Cabaljos. Es un joven aficionadísimo á la ciencia, digno discípulo de tan buen maestro. 3. Helícina callosa Poey, Helicina callosa. Testa cónica, solidula, rosea, subtiliter remote striata, striis spiralibus obsoietis sculpta; spira cónica, acutiuscula, su- tura profunda; anfr. 6J, priores angulati, scalares, ultimus ca- rinatus, carina pallide rosea subtus compressa; columella bre- vis, subverticalis, basi annulo albido ad aperturam callooo cir- cumdata; apertura perobliqna, rotundato-subtriangularis, intus rosea, margine aperturali callo obtuso spirali incrassato; pe- ritr. tenue, vix expansum, álbum, ad angulum superum et co- —431— lumellarnm rectnm, acntnm. Operciilnm testacenm, palHdum. — Diam. maj. 4f , miii. 4.}, alt. 6 mili — Tab. 33, f. 13—14. Hallada en la isla de Pinos por el Dr. Gmid'ach: no es rara, y se encuentra casi siempre cubierta de partículas terro- sas, éu nombre alude al diente de la abertura. Junio do 1854. SUMMARIUM. XXXIV. Fauna insulae Pinorum. 1. Sutrlium rprum Pinensium utilitati scípiítiae servit. 2. Oiíitoria digress>;¡o de regioiiis piíi-iriis iiisulae (^iibae. 3. Vis loc'orutn iii moiitibus C;is;is et (^abiillos ob^erviita. 4. Pars Iniiicis Fauíiae Piíiensis, itinere f)r. Guiidlachi deducta. Hoc siffiío * species exclusive Pinenses designantur. 5. Geuns Pineria Pocy.— Geu. Párvula. Gen. Vértigo. 1" Pinrria terebra Pney. — 2* Pineria Beathiana Poey. 3^ HelirAiia callosa Poey. Descripciojies latinas supra vide. Extra iTS. La montagne de Casas est á une lieue de celle de Caballos sur la méme latitude. Oii trouve á Caballos la Troch. stellata, la Pin. lieathia. na, le Cycl. pupoiiles, et un Oiiiscus lisse. On iroiive á Casas qualre es- péces qu¡ ne paraissrnt diflerer de celles queje viens de uouuner que par un plus grand (lével()p|)emeiit, savoir, la 'i^rocli. constellata, la Pin. terebra, (3vcl. Moreletianum, et la neme Oniscus tres épineux, Gr, la formation géologiqU'^ des deii\ uiontHgnes est la mén)e, et les espéces se retrouvent dans la nién)e montagne á differentes expositions. Ou ne sait que conclure sur l'influence lócale. 6. Est-il vrai que le genre Vértigo, (\\xe Mullera étabü sur l'espéce qu'il a nouinié pusilla, ne conserve aucun vestige de tentacules iníé- rieurs? (''est de quoi Ton ne sVst pas bien assuré. Miiller lui méme dit "Zoco eorum utrinque lineóla nigra lenti difficillime inconspicua: ce qui, dit une espéce qui n'i pas plus d'une ligne de longueur, vuea la loupe, peut étre pris pour quelque chose. M. l'feiífer doit étre porté h le croire lorsqu'il dit teittarulis minoribus vix conspicuis et obsoletis. Lorsqu'il sera bien prouvé que Müller a ét^bli un bon genre, on pourra le con^idérer comme un dénienbrement des maillots, oü se place le Vértigo piisilla; etle niiensera un ilémeuibrement des Bulimes: ou si Ton veut, les deux seront d'un méme groupe, et entr'eux aussi différents qu'un maillot peut dif- íérer d'uit Hulinie. La Pupa pellucida Pfr. de Cuba, si resseniblanie au V. pusilla, est evidtninient un létracérc. —433- APÉNDICE. 1. Solenndon paradoja ó Al miqíá. — Dije pág. 30, sobre la canal del grande incisivo inferior: "Fundado en que el aii' tor de la naturaleza lleva un fin en todas sus obras, cre- yera que está el Almiquí provisto de un líquido hnsta cierto punto venenoso." En efecto, dc-^pués de haber escrito estos renglones, fué el Dr. Gundlach mordido por un individuo de esta especie, que le dejó cuatro heridas correspondientes á los incisivos superiores é inferiores: las superiores se cerraron sin otra novedad, las inferiores se enconaron como si hubiera sido mordido por un animal venenoso. D. Manuel Yero, estudiante de la Universidad, me hizo el favor de procurarme dos machos y dos hembras vivos, que mantuve algún tiempo con carne cruda; pero se fueron mu- riendo unos de heridas hechas por sus compañeros, otro aco- metidos por larvas de moscas que les caen encima al menor desaseo, otro de una enfermedad extraña: reconocido este úl- timo, después de muerto y desollado, tenia todo el cuerpo He- no de helmintos, que se presentaban al primer aspecto en- vueltos en un saco blanco; los habia de todos tamaños, desde una línea de longitud, hasta 8 líneas con 5 de latitud, en el tejido celular subcutáneo y entre los músculos, principalmen- te en el cuello, donde dichos sacos estaban acumulados. Abriendo el saco aparecían blancos enroscados, de muchas pulgadas de largo, aplastados como las Tenias, mas no arti- culados, cuello mas delgado, cabeza algo abultada. Uno de estos Aliuicjuíes, cuyas visceras observé, era jo- ven: tenia de longitud total 450 milímetros; de la punta de la nariz á la base de los incisivos superiores, 35; de la base de los incisivos al ano 235; del ano á la punta de la cola, 180; del pene al ano 25, y otro tanto á las mamas que son dos, y situa- das en la misma línea transversa que el prepucio, el cual se halla enfrenado á la piel posteriormente, y en él acaba el pe- ne que es retorcido y se aloja en la cavidad abdominal, lo mismo que los testículos: el ano está situado bajo de la ba- 55 —234— se do la cola. Las uñns delanteras son mas de la mitad mas largas que las posteriores, lo (\nc la lámina no expresa bastan- te bien. El paladar presenta ocho surcos transversos, fibrosos, duros, con e! filo hacia atrás. La lengua es blanda, larga, sub- cilíndrica, ó mejor triangular, convexa por encima, formando quilla por debajo, la punta alojada entre los incisivos inferio- res La epiglotis es blanca, fibrosa, plana, re(k)nd<>ada, con un pequeño lóbulo posterior. Hay dos glándulas salivares conti- «Tuas de una maírnitud considerable, amarillosas, bajo de la lengua y principio del cuello. No he descubierto glándulas anales ni condiictos excretorios que pudieran conducir el li- quido aceitoso de olor penetrante que l)aña todo el pelo; mas después de quitado el pellejo, vi una glándula color de café con leche en la región axilar, y otra en la inguinaria. El estó- mago se echa á la izquierda y envia su extremidad pilórica á la derecha: los intestinos son algo firmes de 1, 6 metros de largo, sin ciego, del mismo diámetro liasta el recto, que es mas ancho y de paredes mas firmes; el hígado tiene tres lóbu- los principales, y algunas pequeñas masas «pie se despreuden por encima; el de la izquierda cubre el estómago, el posterior de la derecha con la vejiguilla de la hiél, que es verde. El páncreas es informe, prolongado entre las primeras circunvo- luciones del intestino. El bazo, al lado izquierdo del estómago, tiene un ángulo posterior y dos escotaduras internas. El co- lor del pelo es negro hasta la parte que está entre las orejas; lo demás de la cara y cuello, lo mismo que el vientre por de- bajo, es de un amarillo sucio de ocre; la cola es de un negro azuhíso claro, con la extremidad blanca en ambos sexos, sin embargo de que uno de los machos la tenia toda azulosa; uñas amarillosas: con la vejez se aumenta el número de pelos color de ocre. — El grito del animal es agudo, entre chillido y gru- ñido. El Sr. Pichardo, en su Diccionario de voces provinciales, io describe bien con el nombre de Andarás que lleva, dice, en los montes de Guiza y Sierra-Maestra; y cree que es el mis- mo que Oviedo llama Aire: supone que este último nombre deriva del movimi(mto temblorcjso de la cabeza, cuando e! ani- mal camina, como sucede á las personas que tienen aire. A la verdad nadie antes que él se ha atrevido á decir lo que viene á ser el Aire de Oviedo, el cual no tiene mas descripciotí que "tamaño de un conejo, color entre pardo y bermejo, muy du- —435— ro de comer; y no ha sido poca habilidad en el Sr. Pichardo el haber acertado, pues creo que ha encontrado la verdad; y en cuanto á la etimología del nombre, si no es verdadera, es ingeniosa. A pesar de esto, como no queda ninguna duda so- bre el nombre de Almiquí ya impreso y que parece agradar mas al oido, creo que puede vulgarizarse con preferencia. En cuanto al de Andarás no deja de haber mucha duda, porqué con este nombre he recibido varias veces de la Sierra-Maestra una variedad melanura ó de rabo negro de la Hutía Carabalii la voz Andarás es tal vez corruptela de Ararán nación de ne- gros Africanos; píies tenemos también Hutía Mandinga, toda negra, y la Conga. Si Oviedo hubiera escrito color pardo y ber- mejo, en lugar de color entre ynrdo y bermejo, hubiera menos dudas sobre este particular, porqué el Almiquí es mitad negro, mitad amarillo tirando á bermejo. 2. Circulación y respiración de los Cocodrilos. — En la Memoria XXH he examinado una cuestión de circulación, pág. 260, n. 5, y pág. 262, n. 8; y otra de respiración, pág. 2.53, n. 11 y siguientes. En cuanto á la primera dije que con- forme á la opinión del Sr. Duvernoy, me inclinaba á creer que la comunicación de las dos aortas en su base, observada en individuos jóvenes, se cerraba con la edad, así como sucede al agujero de Botal del feto humano; contra el parecer de los Sres. Siobold y Stannius que parecen admitirla constantemen- te. Las observaciones que he he.cho posteriormente á la re- dacción de aquella Memoria, no dejan duda sobre esta cues- tión: la conjetura del Sr. Dnvernoy es indudablemente falsa; pues en los muchos individuos que he abierto, he visto esta abertura aumentar con la edad, de tal suerte que en los indi- viduos de una varado largo existe del diámetro de una línea, y en los de tres varas tiene el diámetro de tres líneas, en los de media vara es con poca diferencia también de una línea. Antes de haber tenido á mi disposición un Cocodrilo de tres varas y media, que me dejó ver perfectamente la comunica- ción y sus válvulas, habia hecho eji los pequeños una injec- cion por la aorta superior, y el líquido habia salido abundan- temente j)or la inferior y por la pulmonar. Con otra injeccion de sebo que dejé enfriar, me pareció que el tabique existente entre los dos ventrículos no permitía la misma comunicación, sin embargo de que los agujeros laterales son tan profundos, que dejan sospechar alguna filtración. Mas el examen del Co' —436— codrilo de 3J varas, que me fué comunicado por D. Francis- co A(Jolfo Sauvalle, ha ilustrado completamente este punto du- doso. El agujero de comunicación existo en la base de liis dos aortas, inmediatamente después de la válvula correspondien- te á cada una, ó en el embudo formado ¡)or dicha válvula que en ambas aortas se ei'cuentra hacia adentro, y en la izquierda poco después de la válvula auriculo-vetitricular; la válvula de la aorta derecha es mucho mas pequeña; de suerte que la aorta izquierda ó superior (la derecha de los autores), que es mas robusta en sus paredes y en su acción, al tiempo de con- traerse en su base, cierra la válvula, que se opone al retroceso, y envia una parte de sangre roja, por medio de la aorta dere- cha, provista de su válvula correspondiente. La válvula de la arteria [)ulmonar es doble, como aparece, teñida de azul, en la lám. 2o, f. 1.; la aorta iz(jui(;rda conserva su color rojo, y la derecha se señala con el color morado: están indicadas las tres válvulas. En este concepto hay que variar la distribución delasangrj inciicada por Ciivier, y por mí en la pag. 260, n. 5, en cuanto á las visiteras abdominales y miembros posterio- res, diciendo que las visceras reciben la sangre negra, mez- clada con una parte de sangre roja por medio de la aorta de- recha y del tronco celiaco; y los miembros inferiores, mayor cantidad de s-uigre roja, pues la reciben de la aorta izquierda mezclada con la sangre de la derecha conducida por la comu- nicante alxJominal descubierta por Cuvier. De esta manera las visceras respiran, sin contar con las anastomosis, y no hay necesidad de admitir la respiración peritoneal (JKi\ Sr. G. St. Hilaire, que es otro punto que creo decidido con las observa- ciones siguientes, hechas posteriormente á la Memoria citada. También dije en la pág. 263, n. 11 y siguientes que no admitia una segunda respiración por medio de los conductos peritoneales, aun en el caso dudoso de que se abrieran en la cloaca. Ya puedo asegurar que la abertura existe en los Co- codrilos rhombifero y agudo, á una y otra base de los órga- nos genitales, parte inferior de la cloaca, en uno y otro sexo, como lo enseñan los Sres. I. St. Hilaire y St. Ange: los ori- ficios son sumamente pequeños, y difíciles de encontrar sin sonda. Tal vez la gran cantidad de líquido que echan estos animales de tiempo en tiempo por el ano, contiene una parte de la serosidad abdominal, pues es difícil creer que todo sea orina, la cual escasea en los vertebrados ovíparos y es mas —437— concreta; pero en el Cocodrilo pnede salir mezclada con la serosidad: el líquido es blancnzco y espiimoso. Para saber si estos reptiles respiran por medio de los con- ductos peritoneales, me procuré un Cocodrilo agudo de 8 de- címetros de largo, lo puse en una batea que tenia agua á 9 pulgadas de altura. En este estado nunca lo vi snbmergido, sino con la extremidad de! hocico y las narices fuera del agua, como para respirar. Observé varias voces los corpús- culos que estaban en suspensión dentro del agua, en las inmediaciones del ano, y no pude distinguir corriente alguna causada por la ingestión y egestion del agua: el aparato ex- terno-abdominal tampoco funcionaba. Al tercer dia teñí el a- gua de azul con el añil, y mantuve el Cocodrilo submergido, amarrado á la extremidad de un palo. Tres cuartos de hora patearon sin que se moviera, ni manifestara la menor incomo- didad. Mas allá de este tiempo, empezó á inquietarse, y cada cinco minutos hacia esfuerzo para salir de su posición. A la hora cumplida, echó burbujitas de aire por las narices, como sucede á todo animal que se ahoga. En todo este tiempo no hubo corriente inmediata al ano, ni movimiento de las costi- llas abdominales. Era de suponer que antes de ahogarse el a- nimal haria uso de la segunda respiración, caso que la tuvie- ra, y el agua teñida de azul debia entonces penetrar en el pe- ritoneo. Esto es lo que quise observar, sacando de la batea al Cocodrilo aun vivo, y lo maté y abrí inmediatamente. Encon- tré el peritoneo lleno de un líquido albuminoso al tacto y en- rojecido: supuse que los esfuerzos que hizo el animal antes de ahogarse, habían ocasionado la rotura de algunos vasos san- guíneos, causa del color de la albúmina; pero me quedó al- guna duda, no sabiendo si á la serosidad del abdomen se mez- claba algún ácido capaz de enrojecer el agua teñida con sus- tancia vegetal. Vine á desengañarme cuando, habiendo mata- do otro Cocodrilo, recogí en un vaso la serosidad, (pie era blanca, la mezclé con tintura de añil y no pasó al color rojo. El conjunto de estas observaciones prueban que la segunda respiración no existe, y es de admitir que el aparato esterno- abdominal hace en los Cocodrilos el efecto de la vejiga nata- toria en los peces, y que la serosidad que sale por los orificios externos peritoneales son para hacer rnas líquida la orina, á no ser que sea útil á las funciones de la generación, tal vez á ambos fínes. —438— Falta explicar la letra x^ de la lám. 23, fig. 1? menciona- da con (Inda pag. 259. Representa nn vaso que he vuelto á ver en los Cocodrilos observados después, y que arranca, no del pericardio, sino de la vena cava posterior dentro del mis- mo pericardio, y va á parar á la parte delantera del ventrícu- lo inferior. Es indudable que la sangre se agolpa dentro de este ramo de la cava, pero no me ha sido posible verlo pene- trar en la cavidad del corazón; lo he visto desaparecer en su extremidad como pudiera hacer un ligamento, y como si no tuviera otra función. 3. Lepidósteo Manjiiarí. — He tenido á mi disposición pos- teriormente á mi Memoria un Manjuarí muerto remitido por D. Juan de Ban Juan, uno de los empleados mas acreditados del camino de hierro de la Habana, y cuatro cabezas enviadas por el Dr. Gundlach, con visceras en aguardiente. Péndrelos resultados del nuevo examen — ^Aquellos cuerpos que se ven al lado de los intestinos ciegos, lám. 28, f. 3, me han pareci- do depósitos de grasa. Los riñónos están situados, como en los demás peces, á lo largo de la columiui vertebral, cubiertos por el peritoneo; parecen terminar en un saco ancho detrás del ano, pero no por eso dejan de tener un uréter que va á la cloa- ca. Las huevas tienen la forma que se notan en otros peces, huevos mas gruesos: estus son venenosos, aunque la carne no tenga este inconveniente. El Dr. Gundlach afirma que una gallina que comió de ellos, murió; y (pie causaron vómitos á un perro. Las vejigas natatorias que me remitió en aguar- diente el Dr. Gundlach estaban cortadas y abiertas por enci- ma, esto es, por la parte que las ata á la columna vertebral; lo que me hace creer que los vasos que corren por debajo á lo largo de dicha columna están en contacto con el aire introdu- cido, y pueden por absorción apoderarse de algún oxigeno para una segunda respiración: es simple, y abre inmediata- mente sin traquea-arteria encima de la base del esófago deba- jo del hueso basilar del cráneo, por medio de una glotis mus- cular. Como el animal traída el aire atmosférico, no tiene la vejiga cuerpos rojos internos glandulosos,ni criptas destinadas á la s3crecion del gas: las fibras transversas que se notan ex- teriormente son probablemente musculares, y deben consti- tuir el aparato locomotor para la introducción del aire, pues la vejiga no tiene membranas musculares^; y en este caso la ex- piración es activa, como en el pulmón de las aves y de los sau- __439— rios. Según informes de la gente del campo, el Manjuarí vie- ne á menudo á tomar lo que llaman un bocado de aire á la su- perficie del agna: los mismos informan que dentro del agua no mueve la boca ni los huesos q;ie cnbren las agallas; lo que no debe creersf^ hasta no verlo en un individuo vivo el cual puede criarse en una tina ó balea: si esto fuera verdad, la ve- jiga natatoria haria oficio de pulmón, dando oxígeno á las branquias, y el aire no dejaria de salir por la abertura bran- quial, produciendo burbujitas en el agua. Siento mucho no haber recibido un individuo vivo, para observar estos fenóme- nos; pero cuento para obtenerlo sobre la buena voluntad de las dos personas nombradas y del Sr, D. Tomas de Herrera, que en otra ocasión me procuró uno vivo, de su ingenio de la Union por Nueva Paz. La boca del Manjuarí está construida de manera á revelar un movimiento continuo de la mandíbu- la inferior y del aparato branquial: para esto el hueso timpá- nico juega lateralmente sobre el ala mayor y el esfenóides, por medio de cóndilos cubiertos de un cartiiago, y si no me engaño, de cápsula sinovial: este juego pone el pterigoideo en posición ya oblíctia, ya horizontal; todas las piezas figuratlas en la lámina 29, f. 5 toman parte en este movimiento, articula- das con el frontal arterior y el parietal; y el maxilar superior se aparta y se aproxima lateralmente con el aparato palato- timpánico, apoyado sobre el vómer. Es de notar que la man- díbula inferior está exteriormente cubierta de una piel, espe- cie del labio, que baja de los dicíntes y queda libre hacia abajo: mas al llegar á la extremidad del hueso, desaparece. Estuíliando las ciiatro cabezas remitidas por el Dr. Gund- lach, las tres grandes de hembras, la menor de macho, he encontrado algunas diferencias en las proporciones que pre- sentan los sexos: la que he figurado en mi Memoria parece pertenecer á un macho, y es la especie 3?^ nombrada mas aba- jo. Estas cinco cabezas, medidas desde la extremidad del iio- cico hasta la parte posterior de los occipitales superiores (n. 5.), y transversalmente por la parte lateral posterior de los pa- rietales, dan en milímetros las dimensiones siguientes. 1? long. 220, lat. 72; 2=^ long. 210, lat. 71; 3^ long. 200, lat. 72; 4'? long. 198, lat. 68; 5? 178, lat. 60: por donde se vé que las l^ 2'} y 4^ que son de hembra, son mas proloníjadas. La maceracion continuada desprende perfectamente los huesos vomerianos, el esfenóides, los palatinos y los operculares de la mandíbula —440— inferior; ppro no loa intermaxilares, que forman por encima u- na sola pieza con el frontal anterior. Por medio de la macera- cion he notado el opercular de la mandíbula inferior doble, como está en la lám. 28, y otras veces triple; el [)alatino ave ees doble; el maxilar ordinariamente de 5 liU(}sos de un lado, 4 del otro, rí. veces 3; los occipitales superiores (interparieta- les posteriores, n. 5), dos veces 3 de un lado y 3 de otro, nna vez 2 de nn larlo, 4 del otro; otra vez 2 de cada lado. El hue- so liiiíjual es bifurcado por delante, y sostiene una lengua car- nosa, atada al piso de la cavidad bucal como en los Cocodri- los, bilobada anteriormente y cubierta de una incrustación huesosa, cuarteada, que forma nna capa gruesa. El párrafo n. 23, de la pág. 289 escrito en vista de nn cráneo no macerado, puede ahora quedar mas completo con la ex[)licaciüii siguiente: ios frontales anteriores están perfo- rados longitudinalmente por nn conducto que da paso á los nervios olfáticos; los frontales principales envian inferiormen- te una lámina vertical articulada á una apófisis posterior del frontal anterior, sirviendo de continuación lateral y externa á dicho conducto, el cual en este tramo se encuentra cerrado por elesfenóides (jue pasa por encima de la lámina. Entre los dos conductos, línea media, se aloja el cartílago representati- vo del etmóides que por dentro acaba de cerrar el conducto de los nervios olfitorios en la parte que no penetra entera- te dentro del frontal anteiior. Esta disposición es del todo fa- vorabltí á la opinión que he manifestado sobre la nomencla- tura de estos huesos. Como erratas de las láminas señalo una línea de esca- mas longitudinales omitida por el dibujante eu la lám. 28, f. 5, pues de 4 hizo 3. — Los huesos 24. i.j. k. 1. van con 2^, a, co- mo divisiones del lacrimal. 4. Mesoprifin caudanotatus Poey. — Satúrate roseus, cau- da superne, pinnis candali et ventrali aurantiacis; dorsali ro- sea, ad extremum et fcre omnino postice aurantiaca; macula nigra ad basin pectoralis; iride vinosa. D. 10, 14; A. 3,8; P. 16; V. 1, 5; C. 9+8. Vert. 10+14. Coec. 5. Long. 200 mili — Tab. 3, f 3. Se aproxima mucho al M. hucancUa Cuv.; pero no cre- ce masque lo dicho mas arriba, mientras que el hiicanella llega á 12 libras, según D. C. Jácome; yo lo tengo de 400 mil. de longitud; y además tiene el iris amarillo, carece de la —441— mancha anaranjada sobre la cola, las aletas son rosadas, ni es tan alto de espaldas, y la aleta dorsal es mas retirada. 5. Plectrojjoma guttavarium, pag. 70, n. 6. — En la pág. 71, lín, 12, donde dice, tercera dorsal, léase extremidad de la tercera espina ventral. — El Plectr. niflaiiorhina Guich. in Sagra Hist. Peces, p. 154. Tab. 1. f. 1, es una variedad de es- ta especie, de la cual difiere por tener la base de la dorsal te- ñida de azul subido: este mismo carácter existe en la var. hem- bra de que trato pág. 71. lín. 11. Otra va>iedad he tenido que presenta tres manchas azules bajo de la (Srbita. 6. Tkijrsitf's Hch )laris, vnlg. el Escolar, p, 372. — La lám. 32, f. 2, representa las escamas en nn individuo de 3 pies de largo; son durísimas y la mitad se esconde bajo de la piel, á la manera de nn botón de camisa cuando pasa por dos ojales. Se me olvidó dibujar el serrucho ventral en la fig. 1. 1. Epinniila magistralis, p. 369. — La lám. 32, f. 4, re- presenta las escamas en un individuo de 3 pies: son finísimas. 8. Dentes seiasi pág. 4í3, lín. 3. — Los Sres. Troschel y Miiller traducen reliifirii, lo que me parece mejor. 9. Anohium Iñhlioihccarum, p. 228, n. 8. — El Sr. Ldo. D. Antonio Bachiller no ha querido dejar las notas incomple- tas acerca de este ins3cto enemigo de la civilización; pues me ha anunciado que devora las sogas hechas de varios materia- les del reino botánico, el piuo blanco, la varía, la haya y otras maderas secas: he visto en efecto algunas de las muestras á que se refiere el Sr, Bachiller, y el insecto es seguramente el mismo que destruye las bibliotecas. El Dr. Gundlach lo ha encontrado en la flor del .Tíicaro. — En la lám. 22, fig. 12 Jos palpos maxilares están mal situados: vale la fig. 13. La fig. 19 debiera presentar la base de los élitros mas redondeada. — Los señores Chenu y Desmarest no traen la misma etimología que Agassiz; pues hacen derivar Anohium de dos palabras grie- gas que sigí'ifican de. nuevo vivo ó resusito, en razón de que el animal se finge muerto cuando lo tocan. 10. Trigimafulvipes, vulg Abeja delatifrrn. — Tuve una colmena en un palo de cedro, en la azotea de mi casa desde Noviembre hasta Ago.-to, en un lugar donde el sol daba la mi- tad del dia. Cuando empezaron los grandes calores, noté no- vedades en las c(>stumbres de las abejas: tapaban durante la noche la pitera, y no la abrian sino á las siete, ocho ó mieve de la mañana, cada vez mas tarde. Al principio creí que era con 56 —442— el fin de nef^ar la entrada á las hormigas, cuando se retiraba la centinela; luego atribni la causa al temor que les causaba una araña acomodada en la vecindad. Al fin solían dejarla entrada tapada un dia entero ó dos: entonces oia mncho rui- do en el interior. Hasta qne á fines de Agosto, después de ocho dias de pitera cerradn, abrí la colmiína, y no encontré masque dos al)ejas muertas: las otras se habian ido, d(;spnés de haber- Sí! Ilevadotodos los panales. Las botijas de rnifd estnban vacías, salvo dos ó tres; dejaron tocio el polen. Los depósitos de miel y de polen estai)an en distinta cabecera: en tnedio se colocaban los panahis. Habia pedazos de lacre, y en una botija una miel algo pastosa á manera de jaletina, tal vez lo qncí he llamado pa/fparium regale La pitera tenia de diámetro 11 mil. de ma- yor á menor, (íejando p;iso á dos abejas para no incomodar á la portera. — En la |)ág. 163, he llamado /iuine/io nitidaiA dia- jdui. í^obre esto me escribe mi corresponsal de Santa Cruz, voto abonado en la materia: "El Cufijrni es de la familia de las rofi'iceas género Cerasus; es árbol de goma, no de jugos lechosos ni resinosos; no perteiuice al género liunulid, que es de la familia de las Snpotáeeds.''^ Siento no poder demorar la im[)resi()n de este pliego hasta averiguar la verdad sobre un vegetal tan interesante. — He acusado las Ihjiritan de comer- se las abejas, no me retracto; pero acuso con mas rigor al Pi~ tirre, no sin razón llamado Tyninnu^. 11. ¡*, lal vez especie di.-tinta. El borde negro no es laii oscu- ro: las alíis posteriores por debajo son amarillas siti otras manchas; las cuatro con dos puntos negros discuidales. Isla de Pnios (Dr. Guud- lach). Es mas peqneñi qne las Tériades Lncina y Amelia, próxima á las dos: por encima se parece mas á la prunera, y por debajo ala se- gunda. El Dr. Gundlach cogió una hembra en las inmediaciones de Cárdenas, y muchos machos en la isla de Pinos. — Dedico esta especie á D. ílamon Forns, director de un colegio en la Habana. Estudia aves é insectos de que hace colección, au- mentándola con activa perseverancia Debe contarse su bue- na ainistad entre las ventíijas y no pequeños goces que la His- toria natural procura á sus adictos. 14. Nathalis Felicia Foey, lám. 18, f. 18— 21.— El ma- cho tiene las alas color de azufre; las anteriores con un espa- cio negro, apical, triangular, bastante grande, dentado [)Oste- riormente, y marcado en el borde costal con un punto amari- llo que continúa mas delgado hasta la franja apical, A lo lar- —444-. go del borde abdominal hay una fuja ancha negra que alcanza casi al triángulo oscuro apical: eucimdy en la extremidad do estii faja, dehajo de la nervura discoidal, hay iiu punto negro. Las alas posterior(;s tienen el borde costal anclminente negro, con un espacio rojizo y romo glanduioso en el medio: la ex- tremidad de las nervuras es n^gra. Por debajo es amirillosa, con la base de las anteriores anaranjada, su borde al)dominal y tres puntos negros: — las posteriores tienen átomos verdosos que forman fajas mas ó menos pronunciadas y un punto blan- co en el centro. — La hembra difiere por el defecto de espacio rojizo en el bord(; costal de las alas posteriores, y por una fa^ ja de átomos encima de las mismas. — Long. 28-30 mili. — lla-^ ce diez años que veo esta especie alrededor de la Habana, don- de antes jamás la habia visto, ni en otras partes: el Dr. Gun- dlach la ha encontrado en Cárdenas. — Es distinta de la lole de Méjico. — Gomo errata en algunos ejtMuplares advierto que el punto glanduioso de la base lia quedado amarillo en la lá- mina, debiendo ser rojizo, 14. Lepidópteros — Pág. 91 y 96 hablo de la ciudad deVie- na en Suiza cotno patria de los autores de un Catálogo céle- bre; pero cr(>o que debe ser Viena de Austria. 16. Cyclostonia mactum Foey, pág. 97. — Aunque la pá- gina 97 fué escrita en 1852, la lámina salió al públi'-o en No- vieiribre de 1851, con la nota de correcta: algún tiempo antes habia mandado la no correcta al Sr. Pfeiffír que me aseguró la prioridad en su Couspectus; circunstancia (]iie yo ignoraba cuando escribí la p;ig. 97. Las obras del Sr. JÑIorelet y la del Sr. Pfeiffer son del mismí) año de 1851. — lín la duda, <;l nom- bre de martu'n (nitigis nucí uní) es de preferir al de mnju.scu'- lutn, porqué esta especie es de las mayores, y no le cuadra bien el diminutivo del í^r. iVíorelet. 17. Cijclostítma verecundiim. — En el mismo año de la pu- blicación de mis láminas, y con algunos uieses de anticipación dio el Sr. Pfr. á conocer esta especie en Proc. Zool. Lond. con el nombre de C. iShuttleworthí. — Yo tengo la culpa de que el Sr. Pfeiffer haya puesto equivocadamente este Cyclóstoma en la sinonimia del rugolosNuí, porqaé mudé mi nombre m. ser. sin darle el correspondiente aviso. 18. Cyclóstoma chiiidicans, p. 100. — He sabido por el Sr. Pfeiffer que el C. tenehrosum Mor. es el mismo que mi clau- dicans; y aunque el Sr. Morelet tiene la prioridad, no la ad- -^445— mito en virtud de aforit^mo de la p. 367, esperando que este estimable naturalista no tomará á mal que diga que su des- cripción induce á error , supuesto que hablo en defensa pro- pia, y no por el prurito de buscar defectos á una obra supe- rior á Ims mías. Cuando describí el claudican!^, tenia noticias del tfnrbrosuiíi, como se vé en la páoiim citada; pero no pu- de creer que fuese la misma especie, 1? porqué usando el Sr. Morebít la pn\;\bya rafliatí/n en esta frase línñs ohscurefascis adbaaim rndiatiin fascuddtn , no debí suponer qu(; mas aba- jo lomaba la palabra concentrice en el mismo sentido, cuan- do dice peristoma extern ut7i cortcenf rice sfrioUitutn, y eché de menos el carácter tan notable en el C. jinihriatulmn de Ja- maica: pues tanto en el leníruaje vulgar como en el científico, las palabras radiado y concent rico ^íí ionViin en sentido opues- to. Toda concha es})iral deriva de un cono primitivo, cuyo nú- cleo está en el centro: las líneas concéntricas son paralelas á la base; bis radiadas bajan dtíl núcleo á la base. El Sr. Sower- by, en su Conch. Man. 3? edición da con sana razón como un ejemplo dci costillas concéntricas las de la Sea/aria Pollassi^ y como ejemplo de lineas radiadas las de la Fi/ramídeUa te- rch&lium. El Sr. Biainville, Man. Conch. p. 254, llama radios 1-as estrías espirales. Yo bien sé que las líneis longitudinales de algunos autores son transversas para otros, y vice versa; la misma contradicción habrá entre las líneas radiadas y con- céntricas: pero se encontrarán pocos autores que tomen en un mismo sentido los dos términos, en una misma frase y descri- biendo un mismo caracol. A mi modo de ver, supuesto que la expresión radialiui fanciolato indica las líneas es[)irales, la de concentrice strioUitum áiih& \\\(\\Q.iir uua dirección contraria, con mas razón cuando vemos que para expresar igual carác- ter (;í) el C. pupoides y otros, hace el Sr. Morelet uso de la palabra radiatint, — á? Anfr. jyriores strigis deciirrentibus plus minusre aní^ulati: la presente, especie no tiene estrías mas protmnciadas en las primeras vueltas de espira: este ca- racteres mas bien propio del C. Ottonia — S^ Apertura obli- gue ova tci, sursuíii atteuuato: para esta especie sobraba decir ortita, porque la abertura es casi circular; si se agrega sursum attenuata se describe la abertura del C. Sliuttieworthi. — 4? Perist. exíernum ad suturam acute conalicalatunr. este ca- rácter no existe en el claudicans, sino en el ShuttLworthi y en el Ottonis. — 5? Perist. ezternu/n ad umbilicuní plicatim r^r —446-^ flexurn: estas palabras no indican la escotadura, porqné U/i pliegue no es una solución de continuidad; mucho menos en el Sr. Morelet que describe tan perfectamente eíste mismo ca- rácter en su C. petric'ostan: margine cnlumelinri emnrginato, angulatim plicalo — 6t iMnrginihus callo roncexiusculo junc- tis: en los Cyclóstomas no hay callos [)ropiamente tai(ís, sin embargo de que en algunas especies, couio en el C. Shuttle- worthi (no en el claudicnrts) el perístoma se desprende para aplicarse tan íntimamente á la espira contigua que parece un callo: pero entonces es meiuíster suprimir la frase del n. 5? pa- ra evitar la ambigüedad que nace de una doble descripción. Y si por periat. extern uní ad umbílicum rejiexutn no se entien- de el callo, sino el lado izquierdo dd perístoma, que es (según la expresión de Pfr.) prope coluniellam abrnjytuní, respondo que este no es refiexuni. — 7? Lorg. 19 imlL: los mayores in- dividuos que he visto (;ntre 200, son de 17 mil.; la lon^g-itud or- dinaria es de 16 mil. como lo enseña Pfeiffer en s » Mon. Pneum. — 89 Testa violaceanigricans: este caracteres el que menos importa, y es excepcional, pues el ordinario es dilate fulvo-fusca,'d veces Julüa. — 9? Sub lapidibus; mas bien supra, vista lo fragilidad de la concha y la prisa con que el animal camina: todas las que he encontrado, que son muchas, cami- naban sobre las piedras 6 colgaban de un hilo en paredes pe- ñascosas. 19. Cyclostoma apertiim, p. 405. — Supuesto que por er- ror en el dibujo he dado en la lám. 7, f. 15 — 16 un Cyclosto- ma que mas bien se parece al auricnlatum que al apcrtuní, declaro que solamente debe aparecer en la sinonimia del au- riculatuní, en estos términos: C. apertum Poey t. 7. f. 15 — 16 (nec in textu). 21. Helicina Briarea, p. 413. — Se encuentra en las lomas de Trinidad. 21. Helicina luteopunctata , p. 115. — Como he querido in- dicar con el nombre específico que el ápice es amarillo, y se pudiera creer que tiene varios puntos de este color, mudo es- nombre en tuteo- apicata. Se parece á la H. scopuloruní Mor.; pero se distingue por su menor tamaño, su color rosado en que lace el núcleo mas amarillo; quilla de un color mas claro, abertura mas ancha, última vuelta mas estriada, y una vuelta menos de espira en el estado adulto, pues tiene 6 en lugar de 7 que puse en el texto. ■—447— 22. HeUcina coiistellata, p. 116, — Allí digo "Se encuentra en la isla de Pinos sobre la sierra de Caballa, falda del Norte, al S. de Nueva-Gerona." Léase *'se encuentra en la sierra de Casas, falda O y E. al O. de Nueva-Gerona. Vive en las hen- diduras de las rocas de mármol y en la boca de las cuevas. (Dr. Gcndlacli). 23. Helicina stellataj p. 117. — Allí digo "se encuentra en la isla de Pinos, sobre la sierra de Casas, falda S. al N. de Nueva Gerona"; Léase "se encuentra en la sierra de Caballos; falda O. y acaso también E. al E. de Nufva-Gerona. Corrí- jase por consiguiente lo dicho p. 118, lín. 28. 29. (Dr. Gund- lach.) 24. Pineria lerfhra, tah. 34, f. 13. — Mírese como nula una línea espiral que presenta esta figura al lado de la aber- tura. 25. Helix Juliima, p. 208. — Es la Heliz Dennisoni Pfr. que tiene la prioridad. 26. Helix iñctnrata, p. 209- — Hay otra especie de Hélice de este mismo nombre, descrita por Adams; por lo que mudo el nombrfí en 1u(ij)fta Ponj. 27. liulimus ((mtrarius, p 205. — Pasa al genero Steno- gy7-a Shuttl. Tiene estrías mas apartadas que la St. súbala. Habana (Arango). 28. Bulimus .strict'fs, p. 205. — Pasa al género Sfenogyra. 29. Bulintus Marielinus, p. 204. — Las Achatinas jóve- nes tienen frecuentí^tnente la última vuelta de espira un poco angulosa. Desjniés de haber dibujado mi irulividuo adulto lo envié en convjijicacion al 8r. Pfoiffer, y al tiempo de imprimir la descripción tuve á la vista los jóvenes. Eniiéndase que loa adultos no tienen la vuelta de espira aníjulosa. 30. /^uli/nuH se/julcra/is, p. 203 — Para distinguir algunas especies próximas á este grupo del fratercviiis, llama el Sr. Shuttievvorth la atención sobre las granulaciones del núcleo y las líneas espirales de la epidermis: hisepu/cralisse distingue por no tener granulaciones ni lineas epidérmicas. 31. Achatina lucida, p. 207. — Pertenece al género Ste- noíryra', y debe corregirse un poro la columela de la fig. 31» lám. 12. D. Rafael Arango la ha hallado viva en el patio de su casa: el animal es blanco. Longitud 7| mil. 6 vueltas de espi- ra la última igual al tercio de la lonsf. total. 32. CylindreLla Poeyana. — Por lo dicho pág. 203 se mi- —448— rara como nna errata este nombre puesto al pié déla lám. 12. Suprímase 10. C. Poeyana d'Orb., y en lugar de 7-9. á luCyl. aculeus 31<>r. léase 7 — 10. 38. Cylindrella gracülima: — Comparo en la p. 202 esta especie con la Cyl. porrecta Gould que recibí del Sr. Adams; pero he reconocido después que no es la verdadera porrecta, sino la que llamo mas abajo Adamsiana.. Lííi j?orr(rt(i no tie- ne la última vuelta aquillada, aunque algunos ejemplares o- frecen una tendencia á la quilla; y las estrias de ¡a última vuel- ta son bastante a¡)artadas*. ha sido hallada últimamente por el I)r. Gundlach; y difiere de \?i gracülima per el mayor ta- maño y vueltas mas numerosas, por la forma menos cylindri- ca, la consistencia vitrea, las manchas poco visibles, 84. Cylindrella Adamsiana Foey. — Testa gracillima, subtruncata, fusiformis, utrinque attennaía, subtilisime stria- tula, pallide cornea, nitida; anfr. 16 — 18 planiusculi, ultimus disjunctus et valde porrectus, confertissime coslidoto-striatus, basi cariuatus; apertura obliqua, circnlaris; peritr, medique breviter expansum. — Long. lié, diam. li, Ap. 1 mili. íColl. n. 465). Difiere de la C porrecta Goidd por la quilla bien marcada, las estrías del cuello apretadas, por ser un poco mas ventruda, y de me- nor longitud. Cuba (Adams, Redfield). 35. Helix ticlwstama Pfr. — Entre los descubrimientos re- cientes es de los mas interesantes el que ha hecho el Sr. Bland sóbrelos jiéneros de la familia de las H(!licináceas, los cuales pierden sus vueltas internas de espira, qtie el animal tiene cos- tumbre de destruir. El género Froserpina es de los que pier- den su columna y vueltas interiores; por lo que debe retirarse de la familia de las Helíceas, con mas razón desde que se sa- be (notas m. s. s. del Sr. Bland) que el animal es dicero, ino- perculado, y probablemente dioico: ya el Sr, d'Oibigny, sin conocer el animal, lo habia colocado por un feliz presentimien- to al lado de las Helicinas: ahora debe formar una familia a- parte etitre las Ilelicináceas y las Helíceas. La Helix tichos- toma Pf. de la isla de Cuba es una Helícea, puesto que no pierde su columna: si su lámina espiral existiera desde el na- cimiento, formarla tal vez un género entre las Helíceas, dis- tinto del Endodonta del Sr. Albers que no exige la lámina al nacer* Pero he reconocido que dicha lámina no existe en los —449— individuos menores de li milímetros: y creo que cuando lo- gre ver el animal, lo hallaré igual al de las hélices. 36. El Artista — \Li\ el periódico de este nombre que re- dactaba mi hijo D. Andrés Poey en 1849, publiqué una serie de artículos sobre los Vertebrados de la isla de Cuba, donde hago ahora las correcciones siguientes. 1? El iruaminiquinax de Casas, ó Guabiuiquinar de Oviedo no es el Almiqui, sino la Hutía carabalí — 2? No me consta que el Morrocollo sea indígena de esta Isla; ni el Tryonix ferox. — 3? La Picuda es probablemente la ¡Sphyraena barracuda Cuv. — 49 Al género Polynemus no pertenece el Foturo, que es un Mugiloideo, si- no el Barbudo. — 5? Donde dice el Hambre, léase Enjambre. 6? Donde dice Palometa, léase Pámpano, y vice-versa — 7? Quítese lo que corresponde al Maporro, — 8? No creo que ten- gamos en la Isla el género Chirotes, Lagartos de dos patas. — 9? En lugar de Salgo, léase Sargo-, y en lugar de Chiribi- cas, léase Chírtvítas. — 10. Caraux, léase Caranx. 37. Maligno lector, te suplico no murmures si pongo en las especies nuevas Poey en lugar de nobis: te afirmo que no lo hago por falta de modestia, sino por amor á la pura verdad. Si pongo tu nombre ¿porqué no he de poner el mió? Y si la especie es ntihi, y no íibi ¿porqué he de decir que es nobisi Tampoco extrañes que en las narraciones diga yo en lugar de nos; porqué entiendo que 7ios quiere decir ''yo y los parásitas que tengo encima": y creo que en el estado normal no hay pa- rásistas. 38. Repito: 19 que en esta obra las líneas longitudinales de un molusco univalvio, cualquiera sea su forma, son las es- pirales, y las transversas son las contrarias; 29 que la aorta, izquierda es la derecha de los autores, y vice-versa; 39 que la última vuelta de un caracol, como lo entienden los autores, es para mí la última media vuelta;pero que en la segunda mi- tad de este tomo, me he conformado á la significación de los autores, sin aprobarla; 4? que el nombre del autor se aplica á la especie, no al género. 39. lecha de las 2Jublicacifínes. — Pág.3 — 40, tab. 1 — 8. en Noviembre de 1851.— Pág. 40—120, t, 9—14, en Abril de 1852— Pág. 121 — 200, tab 15— 22, en Octubre 1852.— Pág, 201— 280, tab. 23— 30, en Mayo de 1853.— Pág. 281— 453, tab. 31 — 44, en Junio de 1854. 57 —450— SUMMARIUM. Appendix. 1. Sohnndon pnradoxus. — \ucW\w\ inferiores sunt venenos!. — Perit vermibiis coiisuintpiís. — Ampliatiir descriptio aninialis, exteina et inter- na.— Videtíir aniíiMl ali Ovieilo deiioiiiiiuuuin Aire, nec Andaras vulgi. 2. Circutafio et respiraño Crncodilontm — Conimuiiicatio aoriariun ad basin ex^tai oiniii teiiipore, et aetate ainpliíicaiiir. Positiov Iviilarum.— Ducti perifonéales perforaiit cloacam, sed rcspirationi alidorninali miiii- me sirviiiiit; quod experimenta couiprobant. — Expliíatio sigui x tubulae 23, f. 1. Infra vide. 3. Lepidosteus Manjitari. — ^Ova sunt venenosa. — Vesica aerea. — Quo- modfí njoventur ossa qiiae ad respiratioiiedi pertiiient. — Mensura capi- tis i?pud mares etíeminas — OssDruu) miiliiplex divisio. — Descr¡[>tio cor- recta íVontalis anterioris et ossis ethmoidei : infra vide. — Numerus 26. a, i,j,k, 1. ad lacrymaleni pertin»^!. 4. Mesoprion caudanot itus Poey — -D'scriptioiiem latiiiarn supra vide. 5. Plectrnptnna gíiítavariuin. — .Adde Plectr. mi'anorhina Guich. var. 6. Tliyrsites scholaris. — 7. Eipinnula magistralis. — 8. Denles. 9. Anohium biblintecaru/n: addenda et errata. 10. Trigona fulripes: histoiia. 11. Papilii) Caigunnahus Poey. — Descriptionem latinam vide. 12. Cfdlidryas Lyside: t rrata. 13. Terias Fonisi Poey. — .Species ajiíiis pagina superior! T. Lucinae, inferiori Ameliae: minor fiifra vide. 14. NathalU Fc'icia P.ve;/.— Tab. 18, f. 18— 21.— 15. Errata. 16. Cycl istnma mactuin Poey. — De prioiittte iiomiiiis. 17. Cyclostnma verecunduni. — 18. C y el. claudica iis. Iiiíravide. 19. Cyrl. apetiuni. — 20. Htlicina Hrinrea. — "il. //. liiten-apicata Poey. 22. 23. lidie, conste/lata tí sfellata. Errata. 24. Pineria terebra. Errata tal)ulae. — 25. Hclix Juliana. 26. Htlix Incipeta Poey. — 27. H. pictarota. 28. Bulimns cimtractus. — 29. li. strictus. — 30. B. Marielinus. 31. P. sipuícra/is. — -{2 Ackatina lucida. — 33. Cylindrella Poeyana. 34. Cyliiid-. gracilUma. — 35. C Adamaiana Poey: supra vide. 36. Helix tichostoma. — 37. Errata ad El Artista. — 38. Ad lectorem. 39. Li'ieae — aorta dextra — anfractus ultimus — non)en auctori*. 40. Editio. EXTR.AITS. 2. L'ouverture de comunication á la base des deux aortes, est d'une liíj;ne de diamétre che?, un Crocodiie loufí de 3 pieds, et il est de 3 ligues ciier. un individu de 3 metras: il se tnujve daus l'entounoir formé par les valvules nu devant des cavités ventri< ulaire-s: parle moyen de cette communication, le trono coeliaque regoit un sangmélé. J'ai vu íes conduits péritonéaux ouverts dans les d^ux sexes, tela que les ont décrits JM. M. Saiut-Hilaire et tít. Ange; et pour savoir si ce —451— sont des organes de respiration, j'ai í'riit les expériences qni suivent. J'ai mis un Crocodüe h niuseau effilé dans un baquel pleiii d'eau qui Je recouvraitde qiielqnes p( lues: l'uiimal avftit tout le joiir la tele rele- vée pour respirer l'air atmosphérique; les corpustules qui était suspeii- dus dans le liquide autonr de I'í:imis, ii'étaient déplacés par aucuii fou- rant, Tappareil sterno-ahdoiniíial n'était pas en jeu. Au hout de qutdques jours je pris le paiti de le leiiir foicément ^ubuivi^íé dans de i'enu teiiite en bleu avec l'indÍL'0 du commerce: il y resta trois quaits d'heures sins térnnigner le iiioiiidre mal aise; mais des ce moment 1 1 cotiinieiic i á s'in- quiéter, et rliaque cinq minutes il fesait des efrorts pour se dégagei de cette contrainte. Aii bont d'une lieure il laissa éthapper des bulIcS d'air par iesnariner, Peiidant tout ce lemps il u'y avait pas de couraiit éta- bli aux eiiviroMs de l'aiius, aucuii soulévemeiit ni affalssement des entes abdominales. J'a\'ais lieu de croire que. si l'animal jouissait d'une se- conde resp¡rati(»n, il en aurait f<;t usage avant que de se noyer, et en ce cas je devais m'i>ttendre á trouver la cavilé peritonéale |)leine iVun li- quide bleu. Pour m'en assurer je fis inmédiatement l'ouvertiire conve- «able, et je n'y trouvai qu'une sérosicé rougéatre que j' aitiibuai á la fracture de quelques vases sanguins causee par j'ex|)erience antérieure. Cepeiidant je n'c n étais pas bien certain, car il pouvail y avoir dans la sérosité un acide capable de rougir la teinture véj^étale. Aussi lorsque j'eus á ma disposition un autre individu, j'eus sí»in de receuillir d iris un verre la sérosité abdominale, qui était blanche, el l'ayant niélée á la niéme lemture, elle ne tourna pas au rouge. Ce qui me confirma dans l'opinion que l'appareil slerno-abdomina! fait l'eííet de la vessie aérien- ne chez les poissons, etque les ouvertiires périionéales scrveni á verser sur l'urine la sérosiié de rabdómen, laquelle peut aussi étre uiile aux íonctions de la génération. 3. Le frontal antérieur du Lépidostée 3fanjuari est creusé dans son intérieur par le conduit des nerfs olfactiques; le frontal {)rincipal four- nit une lajne articulée á une apoph\se postérieure du frontal antérieur, servant lie continuation latérale el externe au conduit indiqué, lequel, dans cette partie de sa longueur se trouve fermé par le sphénoide qui passe par deNSus la lame. (J'est entre les deux conduits opposés que se loge le cartilage représentatif de Tetlimoíde, lequel complete en dedans le conduit des nerfs olfactiques quant á la portion qui n'est pas creusée dans le frontal antérieur, Cette nonvelie étnde faite sur un cráne maceré, dont les os oni élé desunís, confirme mon opinión sur la signification des nuinérr)S. II y a en une erreur dans la copie de la fig. /) p1. 28.; c'est la puppres- sion d'une rangée d'écailles, car de 4 on en a fait 3. Les os 24, i. j. k. i, appartiennent au lacrymal. 9. Anobium bibliotecarum. — Voyez les palpes maxillaires pl. 22, fig. 13: ils ont élé mal places dans la fig. 12. 13. Téiinde de Forns. — Le mále est blanc en dessus, léerérement baigné de jaune; les ailes supérieures largement saupoudiées á la base d'atomes obscurs, qui s'étendent au long du bord abdominal en s'éva- nouissant peii á peu; le bord apical est d'tin brun noirátre assez inten- se, dans une dirección oblique depuis le milieu de la <óte jnsqu'á l'an- gle anal, et montranl an milieu une échancrnre semblable á celle de la T. Lucine, mais pas si profunde^ en toucln nt á l'angle, cette lache di- —452-- minué de densité: les inférieures ont le bord apical d'un noir semblable, plus élaigi á l'angle antérieur, intenonpu en arriera. En dessous les ai- les sont jaunes sablees d'atomes verdáiros, plus serrés sur l'anpfle apical dessupérieures qui sont blanchesau centre avec un trait discoidal noir, et formanl sur les inférieures une ligne flexueuse. Dans la fenitlle la bor- dare des ailes supérieures n'atteint pas Tangle anal, et celle des infé- férieures se réduitá quelqnes atomes á l'extrénjité des nervures. — Long. du mále 21 mili.; de la femelle, 26. Voyez ci-dessus la var. h. 18. Cychstoma claudicans. — J'ai su depuis que c'est le C. tcnebrosum de M. Morelet; mais je rédame contre la priorité de ce noin, en vertu de Taxiome de la pag. 3(J7: carj'ai été induit en erreiir par cet estimable naturaliste, que je ne critique qu' á regrét pour ma propré défense, et non pas pour rabaisser le mérite de .ses ouvratres, bien supérienrs aux micns sous tous lesrapports. Quatid j'ai décrit le claudicans, jv l'ai com- paré au tenehrosum, et je n'ai pn croireque ce fut le metne par pliisieurs raisons: 1? Lineis obscure fuscis adhasim radiatim fasciolata peristoma extci'num concentricc striolatuin: le m(»t radiatim étant pris d;ins le premier membre dans le sens de sjjirali/er, je ne pouvais croire que cnncentrice fut pris dans le méme sens; et alors un des caracteres du claudicans, le méme que Ton remarque chez le C. Jimhriatulum, disparaissriit et se trouvait remplacé par un autre qui n'exi-^tait pas. Pour le vulgaire com- me pour le savant les mots radié et cnncentrique sont deux termes oppo- sés. Toute coqnille spirale derive d'un cóne primitif dont le noyau est le centre: les ligues cojicentriques sont paraíléles á la base, les ra- yons au contraire tombent sur la base. C'est pourquoi M. Sowerby, Conch. i\Ian. 3.' edil, cite tres sainement, comme exemplede cotes con- centriques, celles que l'on remarqne sur le genre Scalaria; et comme exeniple de ligues radiées, celles de la Pyramidtllaterehellum. M. Blain- ville. Man. Conch. p. 254, nomme rayons les stries spirales. Je n'iiíuore pas qu'un grand nombre d'auteurs, niétne les plus recommandables, envisagent les ligues sous le rapport de la coquille prise dans son en- sen)ble, et non sous celui du cíine spiral, ce qui peut introduire un grand changement dans la nomenclature maisiisne prennent pas dans un méme sens (dans une méme phrase, en décrivant la méme coqnille) les mots radiatim et cnncentrice, pas plus que ceux de longitudinatiter et transversaliter; et s'iis font antrement, ils ont tort. M. Morelet lui-méme en décrivant un égal caractére chez le C. pupoides, emploit forl bien le mot radiatim au lien de concentrice. — 2? Anfractus priores strigis decurren- tibus plus niinusve angulati: le C claudicans n'a pasees stries plus pro- noncées aux premiers tours de s[)ire: c'est plustót un caractére qu'on pourrait indiquer chez le C. Ottonis. — 3? Appertura nblique ovnta, sur- stun attenuata: \\ sufíis^^h de áive o vata, cnr cettp espéce a l'ouverture presque circulaire; si l'on ajoute siirsum attcnuata on décrit l'ouverture du C. S/tuttleworthi. — 4? Perist. externum ad suturam acute canaliculatum: ce caractére, propre des C Shuttlcwnrthi et Ottonis, n'existe pas chez le claudicans. — 5? Perist. externum ad uiibilif.um plicatini rejlexum: cette expression ne rend pas l'échancrure, parce qu'un pli n'est jkis une so- lution decontmuité; surtout chez M. Morelet, qui dans sa description du C. p<'tricosum,i\\i parf.iitenient wí^^irg-ine cnlumellari cmnrginato, angulatim plicato. — 6." Murginibus callo, convexiuscidojunctis: les Cyclostomes n'ont pas de callosité proprement dite, quoique dans quelques espéces, par —453- exemple Shuttleworthi (non pas le claudicans), le péristome dégagé s'ap- plique si bien aii venire de la coquille, qu'il a I'air de n'étre qu'une cal- losité; mais alorf^ que devient la phrase du n? 5? II paraít qu'il y a ici un double emploi, car le boíd gauche, que je décris avec M. Pfeiffer, prope columellain abruptus, n'est pas rejlexus. — 7'.' Long. 19 mili.: les plus grands individus que j'ai vus parmi 200 piis par moi méme sur les mé- mes lieux, soiit de 17 mili. La lonííueur ordinaire estcelle qu'on lit chez M. Fl'eiífer, 16 mili. — 8? Testa violaceo-nigricans: c'est le caractére d'une variété: ordinairenient la couleur est fufvo-Jusca, queiquefois fulva. — 9? Sub lapidibus: c'est plust6t supra: car tous les individus que j'ai ramas- sés rampaien! sur les roches ou s'y trouvaient suspendus par un fil. 19. Ci/clostoma majusculum. — II serait possible, d'aprés ce qui est dit ci-dessus. que M. Pfeií'fer eut assuré la priorité au nom de mactum Poey, dans son Conspectus Pneum. d'aprés les notes m. s. s. que j'eus soin de lui coinmuuiquer avant la corrección de la planche 8. Dans le doute le nom de mactum est plus convenable á cette espéce que celui de majus- culum. 20. Le nom de C. apertum donné á la Planche 7, f. 15. 16 doit étre porté á la synonymie du C. auriculatum, avec cette indicatiou [nec in textil). 21. Helicina lúteo punctata. p. l\5.— 'Je chnnge ce nom en luteo-api- cata, qui lui convieni mieux. Les caracteres qui la distinguent de Vííe- lix scopuhrum Honi: \úns peúte, r.onleiiv rose (premier tour jaune) une ligue périphérique plus claire, ouverture plus ampie, dernier tour plus fortement strié, un tour de spire de moins. 22. Pineria terebra, pl. 34, f. 13. — Enlevez une ligue que le dessina- teur a mise de trop á cóté de l'ouverture. 23. Helix picturata, p. 209. — Ce nom a été deja emplojé: je le chan- ge en lucipeta Poey. 24. Bulimus 3Iarielinus, p. 204. — L'adulte n'a pas le dernier tour an- guleux. 25. Bulimus sepulcralis, pag. 203. II n'y a pas de granulations au pre- mier tour et demi, ni de ligues ciliées spirales sur l'épiderme. 26. Cylindrella gracillima, p. 202. — C'est á tort que j'ai dit dans cet article que la Cyl. porrecta Gould a la dernier tour carené. Fin del tomo I. —454- NOTA. al Cyclóstoma claudicans. El perístoma externo de esta especie tiene dos caracte- res notables: el 19 lo he expresado con estas palabras radia- tim fimhriatum, y es el mismo que se encuentra bien pro- nunciado en el C . fiínbriatulum, de Jamaica; el 2? lo he pasa- do por alto, y debe expresarse diciendo conceritrice ntriula- fum. Cuando dicho perístoma está en el primer grado de su formación no presenta el 2? carácter; mientras que en los in- dividuos de una edad muy avalizada desaparecen los dos ca- racteres: es justo considerar la especie en el término medio. Si por la expresión de concentrice striolatum entiende el Sr. Morelet el 2? carácter, echareijos de menos el 1?; y si entien- de la franja radiada, queda mi crítica bien fundada. La ver- dad es que ignoro en qué sentido se ha expresado. Le péristome externe du Cyclostuma claudicans présente deux caracte- res remarquables: j'ai indiqué le premier par ees mots radiatim Jimhriatum, et c'est la méme qui se prononce si bien chez le C. fimbriatulum de la Ja- maique; j'ai oublié le second qui dóit étre exprimé par ees mots concentrice striolatum. Au moment oü ce péristome vient de se former, il ne présente pas encoré le second caractére; tandis que cliez les individus d'un age tres avan- cé les deux caracteres disparaissent conjointement: c'est pourquoi nous pren- dront l'cspéce df^ns un terme nioyen. Si par l'expression de concentrice striolatum Mr Morelet en vue le second caractére, il faudra convenir que le premier manque; et s'il entend par ees mots la frange radiée, ma critique est irreprochable. J'ignore en quel sens s'est expliqué ce savant auteur dont j'ai peut-étre méconnu le langage. —455— índice de las memorias. 1 Introducción general p. 1 II Introducción á los Peces p. 7 III Introducción á los Moluscos univalvios terrestres p. 15 IV El * Alniiquí , Solenodon paradoxus Brandt p. 23 V... Segunda introducción á los Peces p. 42 VI Especies nuevas de Serranos, género de peces de la familia délos Percoideos p. 9 VII Monografía de los Ploctropornas de la is- la de Cuba; género de peces de la fcimilia de los Percoideos p. 60 VIII Introducción á los (> yclóstotnas, con ge- neralidades sobre los Moluscos Gas- trópodos y particularmente sobre los terrestres operculados p. 77 IX Nuevas especies de Cyclóstomas déla isla de Cuba. p. 96 X Especies nuevas de H(diciníis, género de Moluscos univalvios, terrestres, o- perculados p. 107 XI Historia de la Abeja de la tierra, Trigo- 7i(i ful cipes (riihin p. 122 XII El * Tachonadv'í, Astronestes Richard- son', t*i>ey- Pez mnlacopterigio ab- dominal de la familia de los Salrno- noideos „ p. 176 XIII Sistema alano de los Insectos, ó nomen- clatura de las uervuras y células.. . p. 180 XIV Centuria de Le[)i lópteros y Catálogo de las mariposas de la isla de Cuba.. . p, 194 XV Especies nuevas de llidiceas, Moluscos terrestres inoperculados p. 201 XVI Quironectos cubanos Género de peces llamados vulgarmente Pescadores, p. 214 XVII .... Salmonetes cubanos p. 221 XVllI .... El Anobio d(j las bibliotecas, insecto des- tructor...... .. p. 228 —456— XIX El Jején, Decáela furens Pocy y Insecto Díptero, furibundo habitador de pla- yas p. 236 XX Tériades cubanas, género de mariposas diurnas p. 243 XXI Historia de un ofidio que vivió en un es- tómago humano p. 255 XXII .... Circulación del Cocodrilo p. 258 XXIII. .. - Régimen alimenticio, sirviendo de base á la nomenclatura de los insectos .... p. 270 XXIV...., El Manjuarí, Lepidostcus Manjuari, Poey p. 273 XXV Conspectus familiarum Coleopterorum, ó Aspecto de las familias de los In- sectos Coleópteros p. 802 XXVI.... Conspectus Molluscorum, ó tipo de los Moluscos divididos en clases p. 337 XXVII. . . Conspectus Gastropodorum, ó Moluscos Gastrópodos divididos en órdenes., p. 348 ^J^VIII .. De la Especie en general, y con relación á los Moluscos p. 355 XX\X.... Aforismo. Descriptio manca etc p. 367 XXX. ^^ Nuevo género de Peces Escombroideos. p. 369 XXXi .. . El Escolar, Thyrsites scholaris Poey . . p. 372 XXXII. - Los Guajacones, pecesillos de agua dul- ce p. 374 XXXIII. . Index Molluscorum terrestrium et aquae dulcis insulae Cubae , „ p. 392 XXXIV., Megalomástomas cubanos, Moluscos de la familia de los Cyclostomáceos. . p. 400 XXXV . . Hélice Sagemon y otras especies cuba- nas del mismo grupo p. 407 XXXVI.. Helicina submarginada y especies cuba- nas del mismo grupo p. 412 XXXVII. Especies nuevas de Moluscos terrestres y fluviátiles p. 419 XXXVIII. Apuntes sobre la Fauna de la isla de Pi- nos p. 424 Apéndice p. 433 —457— índice alfabético. Pag. Pag. Abeja de la tierra 122. 441 Achatina Blainiana P 206 lucida P 207, 447 Acrolophus P., genus Lepi- dopterorum. 1 95 Aforismo 367 *Almiquí 23. 433 Amphonyx, P., genus Lepi- dopterorum 195 Anobium bibliothecarum. P.. 228 Añil 69 Apéndice 433 Apis mellífica Linn 129 Artista 51 Bostrychus Geolfr. genus Co- leopterorum 334 ♦Botarga - 58 Bulimus contractus P. .. 205. 447 Marielinus P. . . 204. 447 sepulcralis P.... 203. 447 strictus P 205. 447 Callidryas Alcmeone Cr 197 Evadne God 198 Godartiana Swains. . . 197 Lyside God 4-12 Orbis P 196. 199 S^atira P 198 Zulema P 198 ♦Capitana 72 Catálogo de las mariposas de la isla de Cuba 198 Centuria de Lepidópteros,. .. 194 Chauliodus Ricbardsoni P. . . 176 Cberne 52 Chironectes Histrio Linn . 217 multiocellatus Val . .. 220 ocellatus Val. 219 tenebrosus P 219 tigrisP 217 Cistela Geoffr. genus Coleop- terorum 322 Cocodrilo 258. 435 ♦Cómico 217 Conspectus familiarum coleop- terorum » 302 Gastropodorum 348 Molluscoruní 337 Curiel 31 Cyclóstomas: nuevas especies. 96 Cyclóstoma aculeus Mor..., 203 bicolor Gould 402 Candeanum d'Orb 398 claudicans P. 100 444. 454 confertum P 99 GouldianumP 419 lionestuní P 103 incultum P 98 mactum P 97. 444 majusculura Mor. 96. 444 nodulatum P 104 PfeiíTerianum P 419 Poevanum d'Orb 398 procax P 104 RangeJinum P 98 revinctum 99 rotundatum P 419 tortum 105 verecundum P. . 102. 444 Cylindrella Adamsiana P. . . . 448 gracillinia P 202. 448 Philippiana Pfr 203 Dañáis Arcliippus Cr 199 Archippus Fabr 199 Berenice Cram 199 Erippus Cr 199 Erippus Fabr 199 ^ Plexippus Cr 199 *Diana 55 *Dómine 369 Epiniiula, genus Piscium. . . . 369 niagistralis P. . . 369. 441 Erebus Rengus P 197 Eritbales P., genus Lepidop- terorura 195 Escolar- 372. 441 Especie 355 58 —458— Pag. Pag. *Fanffuito , 3b9 Fauna de la isla dePitios, — 424 Faunia P., gemís Lepidopte- rorum 199 GambusiuP 382 puiictataP 384 puncticulata P 386 *Gainbusito 386 Girardinus P 383 nietalicus 387 Guajacon 384 *Guajica 388 Guaseta 73 *Giitag'amba - 70 *Gutavana 70 Helíceas: especies nuevas.... 201 Hcliciiias nuevas especies 201 Heliciiia acumiiiata Vel 112 Bastidana P 415 — — Bayamensis P 416 . Biiarea P. . 108. 413. 446 callosa P 431 ciliata P 109. 414 constellata Mor.. 116. 447 crassa d'Orb 415 ■- exacuta P 114 hians P 113 Lembeyana P 420 lúteo punctata P. 115. 446 Mayaiina P 417 pulcherrima Lea 415 ochracea P 112. 414 politula P i 13 retracta P 116 rubrocincta P 417 Ságrala na d'Orb 413 stellata Vel 117. 447 subdepressa P 420 subijbjbulosa P 115 submarginata Grav. . . 414 Titánica P 110. 413 Helix Arangiana P 410 Bayanien^^is P 416 GutJerrezi P 411 incrústala P 208 Juliana P 208. 447 .lepidaP 209 inarginata (Müll.) d' Orb 408 Heli < niarginatoides d'Orb . 403 niarginelloides d'Orb.. 409 Mina Pfr 408 Pazensis P 410 picturata P 2ü9. 447 rostrata Pfr 409 Sageinon Beck 408 • scabrosa P. . . , 421 subfusca P 210 ticliostoma Pfr 448 Hutía. Véase la Memoria IV, Hydrous Linn. Br 334 Index generum Coleoptero- runí Cubae, auctore Dr. Guiidlacli 325 Index ¡Moliuscorum terrestrium et aípiae dnicis 392 Introducción á los Cyclósto- nias 77 á los Peces 7. 42. 441 general 3 *Jáconie 57 Jején 236 Lepidosteus Manjuari.. 273. 438 Liniia F., genus Piscium.... 383 Limia (yubensis P 388 vittata Guich 389 *Lucdlo 387 Manjuari 273. 438 Marin<íouÍH 237 *Mari(]uita 63 *Martin-velador 220 Mastigopliorus P., genus "Le- ])idopteroruni 195 Meoaloniástoinas Cubanos... 400 Megalomast. apertum P. 405. 446 alutaceum Mke 406 auriculatum d'Orb.. . . 402 bitaberculatum Sow. .. 403 mani P 404 procer P 404 seminudum P 405 ' tortum Wood 401 ventricosum d'Orb. .. 403 Melania ornata P 422 Mesoprion caudanotatus P. .. 440 Moluscos univalvios terrestres. Introducción 15 Moustique 237 ■459— Pacx. Pag. Nathalis Felicia P 443 Negrita 71 Notoxus Geoffr., genus Co- leopterorum 334 Nyniphalis Misippus Linn... 199 Postvei-ta Cr 198 Oecacta, goiuis Dipteroruni. . 238 furens P 237 Ofidio, que vivió en un estó- mago humano 255 *Pabellon 72 Papilio Caiguanabus P 442 Chuicas Fabr 197 PalamedesDr 197 Parmulus Gund., genus Co- leopterorum 323 Peces Escombroideos 369 *Pedruzco 219 *Percudo 56 Perro mudo 31 *Pescador 219 Pieris Salacia God 199 Pineria, genus Molluscorum.. 428 Beathiana 430 terebra 447. 429 Pinos (isla de) 424 Plectropoma 61 accensum P 72 bovinum P 69 chloropterum, Cuv... . 73 Gummi-gutta P 70 — ■ — guttavarium P.... 70. 441 hispan nm, Cuv 72 índigo P 69 nigricans P 71 Puella, Cuv 62 vitulinnm P 68 Polyommatus Philenus P.... 197 Proserpina, genus Mollusco- rum 448 Quirotiectos Cubanos 214 ♦Rayuelo 226 Régimen alimenticio : nomen- clatura 270 Salmonetes 221 Salmonete amarillo 224 colorado 223 Serranus inerrais Val 54 Serranus Jácome P 57 luciopercanus P 56 mystacinus P 52 Phoebe P 55 praestigiator P 58 Sistema alario de los Insectos. 180 Solenodon paradoxus Br.. 23. 433 Sphinx Asdrubal Cram 197 Stenogyra ascendens P 422 máxima P 422 Succinea nobilis P 210 Syllepis P., genus Le|)idopte- rorum 195 *Tachonado 176 Tacuache 38 *F>1 Tahalí 225 Telacis P., genus Coleoptero- rum 322 Tériades Cubanas 243 Terias Albina P 251 AlbuldCr 198 Amelia P 253 — — Bula.ja Roger 253 Citrina P 247 DinaP 247. 197 Ebriola P 2.50 ElateaCr 198 FornsiP 443 Gundlachia P 246 Lucina P 252 Nicippe Cram 245 PalmiraP 249 Proterpia Fab 245 Stygmtila Roger 245 SulphurinaP 148 Thyr*itesscholarisP.... 372. 441 *Tigre 217 Trigona fulvipes Guér.. 122. 441 Upeneus balteatus Cuv 225 flavo-vittatus P 224 maculatus Cuv 223 parvus P 226 Vaca 69 *Vacarrubia 68 Vanessa Coenia Hiibn 198 Genoveva Cr 198 ZinghaCr 199 *Viuda 54 —460— ERRATAS. Pag. Li N. 6, 13. que = qui 6, 41, proesentis = praesentis» 12, 5. 6. Coec =r Caec^ 14, 3. pinnoe = piíinae.. 14, 21. conter = compter. 15, 15. circunvolución = circunvolución. 17, 6. concéntrica = radiada. 20, ínter 2 et 3, addc perforación umbilical. 20, 8. vuelta = vuelta. 20, 12. ó = y. 20, 27. considerar = considerarla. 20, 37. transversalos = transversales. 22, 40. por = par. 22, 44. Les auteu rssonj =: Les auteurs sont. 23, 11. paradodoxus = paradoxus» 24, 7. caminos =: caninos. 31, 18. congo = conga» 32, 39. 1836 = 1837. 33, 9. 22 Desmarets = desmarest. 39, 22. nonbre = nombre. 40, 6. securus = securum. 40, 25. Guamiquinar, aut. Tolle. 40, 28. Plantel = Plantel. 40, 44. Soldé ~ Sonde. 40, 44. Solnodon = Solenodon. 41, 11. auatoniie = anatomie. 44, 37. encima = debajo. 47. Si nomina pereunt, periit = Nomina si pereunt, uerit. 49, 21. a = ex 49, 22. facta = factae. 56, 31. bifurada = bifurcada. 56, 40. supracapular = suprascapular. 59, 33. interrumptis = interruptis. 59, 35. falvo =;:; fulvo. 66, 12. poder, adde dar. 75, 5. sint = sunt. 75, 31. puntato = punctato. 78, 17. Se, tolle. 89, 17. 19. Blaniville = Blainville. 81, 40. tienen, = Tienen. 82, 31. ereados = creados. 89, 20. Prf. = Pfr. 90, 16. Cyclophora = C/clophorus. — 46i-^ Pag. Lín. 91, 1. Mayas = Maya. 91; 13. Oibygny = Orbigny. 92, 38. Quaestionen = Questionem. 93, 3. Cyclostoma = Cyclostomata. 93, 14, Cyclostomatorum = Cyclostomaceorum vel Cyclostoma- tum. 96, 8. vent = veut. 99, 10. I. = 4. 103, 29. exéntrico = excéntrico. 106, 1. Siibclahtrata= subclathrata. 106, 49. absoletis = obsoletip. 106, 51. reflexum adde, . 11 5, 36. Striis = striis. 119, 11. HeJinacea = Helicinacea. 119, 26.— 31 = 11. 120, 28. tab. 13 = tab. 12. 120, 35. XIV = XIII. 125, 36. lascinias = lacinias. 126, 10. 393 = 293. 120, 16. 18 = 14. 136, 10. 141, 13. gelatina = jaletina. 142, 33. fulvipeda = fulvipes. 154, 14. 23 == 13. 163, 27. Achras tinctoria — Morus tinctoria. 171, 10. entomogi = entomologi. 172, 27. enrihir := enrichir. 172, 26. envachi =: envahi. 176, 33. tachonado, adde * 181, 10. 18 = 19. 193, 40. cu =:z on. 197, 28. excluyendo = incluyendo. 199, 21. 1846 = 1S47. 109, 19. Arhippus = Archippus. 199, 28. addómen = abdomen. 200, 7. Papinianus. ^= Ulpianus. 206, 16. completas. En cuanto. = completas «n cuanto. 206, 17. es = el. 211, 29. attennuata = attenuata. 212, 41. similis = aequalis; 213, 5. Sordltí = sórdida. 215, 41. piérdese = perderse. 228, 20. creación = recinto. 239, 9.-8. 9. el balan cin = 8. el ala, 9. 10. el balanbin. 241, 38. entíi = está. 244, 33. la miseria humana = las miserias humanas, 245, 35. Gniidlach = Gundlach. 247, 19. Tarias=Terias. 248, 19. S uph urina = Sulphurina. 252, 17. atros = otros. 268, 8. basili = basali. —462— Pag. Lík. 268, 9. pra nihilo = pro nihili. 269, 11. cree = creé. 270, 4. avant de = avant que de. 271, 8. caprocreóphagos = copróphagos. 271, 9. perissomóloechos = copróloechós. 273, 27. facile = facilia. 273, 28. XXV = XXIV. 277, 2. 114 = 144. 277, 7. Gunduch = Gundlach. 277, 13. Narciso = Cirilo. 277, 17. a no ser que fuesen válvulas. Tolle. 280, 33. provista de válvulas ó músculos internos = provista de músculos. 291, 38. interpone = se interpone. 299, 16. 49, vescie = vessie. 302, Hydrocantara= Hydrocanthara. 302, 24. Latliridiani = Latridiani. 303, 30. Rhysodes = Rhysodides. 304, 77. Arlhribides ^— ' Anthribides. 305, 32. familiar = familias. 312, 37. spienum. Cerythrodera = splendidum. erithrodera. 323, 15. moluscos := equinodermos. 326, 12. Eschschs = Esclisch. 326, 15. Grov. = Grav. 326, 22. Bonnelli = Bonelli. 327, 25. G- tolle. 328, 6. ( herv. = Chevr. 328, 35. Ant. := an. 328, 42 Eschsh = Eschsch. 328, 44. id. C. tolh. 329, 9. Gerin = Germ. 329, £3. Stapylinii = staphylinii. 329, 29. staphylilinii = Staphylinii. 329, 32. Natat. = Nat. 330, 3. Erisch. = Erichs. 330, 4. Eshch = Eschsch. 330, 7. Erischs = Erichs. 330, 2. Lpec = Spec. 330, 2.5. Lyst = Syst. 330, 39. Zielg, z= Zipgl. 331, 27. Brunw = Brunsvv. 382, 18. Cav. — Cuv. 332, 21. Steph = Spec. 333, II. Stahpyliiiii = Staphylinii. 333, 25. Seháff= Scháff. 333, 28. Sysst = Syst. 333, 29. Eschchs— Eschsch. 333, 35. Fnt.— Ent. 352, 33. no obstante de que los separa de sus Pectinibran- —463— quios = sin embargo de que los separa (los opercula- dos) de sus pulmonados para ponerlos en sus pecti- nibranquios. 352 22 ) q_ / fjr' I nudipeda, tectipeda = nudipedia, tectipedia. 353, 14. 19. Pulinobranquiata, Tectibranquiata = Pulraobranchia- ta, Tectibrancbiata. 392, 23. extremun — •extremum. 469, 8. disjuctum = disjuiictum. 370, 24. Espiíinula = Epinnula. 272. 12. pollinívoros = polinívoros, aleuróphagos, 293, 45. revictura — revinctum. 409, 17. descentente = descendente, 410, 19. deséente = descendente. 413, 26. abertra = abertura. 415, 37. nitent = nitenti. 428, 14. reptato = reptatio. 431, 31. iriconspicua = conspicua. Tab. 12— 7— 9 r= 7-10. Tab. 12 10. (.ylindrella Poeyana d'Orb. = Cylindr. aculeus Mor. Tab. 1 . 10. Cvlindrella Poeyana. Tolle Tab. 13. 19— ¿8 = 19—22 Tab. 1 4. 20—28 = 1—28 Tab. 22. 7—19 = 7—14 et 17—21 Tab. 32. 7—19 = 7—21. Limia vittata, p. 389. — El macho difiere de la hembra por lo dicho so- bre el tamaño de los ojos y su distancia á la abertura branquial: las otras di- ferencias señaladas no son constantes. \-^ loin y^^./ ye/ 1 ' Jácome . 2 'Botarga. 5 * Diana . Sc/'/rt///^.^ c/acof^e /■ Mf^y^ííf^/' AY //a¿'ayér{' /áiSí!^, ^^ aCcr/. 2. Viuda. der'/-n////,s' íner'/T?^^ /í«/ ¿f. J/dí/^ú^ciJ^e/' /// Toni.l corréela o ' % ro J /2 24- 2S 22 2/ 27 2e rs /J fíper (iÍ€¿ Helirina Cyclosl orna /4 I / 3 Á-ta/i^^ /í7 -/2 ü.í¿ec¡/Vic/t^¿a:¿a] /^ Poey /J -'/4 acuyncncUa. Pi¿. < á^^^WS^^MB /J /7, cc/is¿e/¿c>¿oí' ATo/: V^^^^'^' < 24 ¿3 -27 Poey Tom.l . /hey cte/ . Abeja cubana — ^i/e¿/jor>na /¿//i '/j(V\ (íW^-. (^/^e/-, (-.■■■ ... t / •c7 /hey í^¿ Cyclosioma. ^^. S-JS >ría/iiscíe/í¿/ii Afci^. Tom.l. -\ ■y^ff^-T^ -.^^^' i;^ ^^. iV^ «^•WVI»^ i5í 6i>'— *> m \* Percudo. 2* Mariquila. 3. Guaseta. -/^ffj/ de/ ^¿a//íe /¿Z f/ectropoma /Ji/e//a Cuu „ rh/oro/7/er¿/jn Cuu. ¿ü c¿e ^tíeuyufe/- J/a¿etJia ^-H,, J^ „^ ''é^^i íj^ í^" "I V \ t I I I o o ce TT-^ ^ ^ ^ I 'i' x tí U % o ■^ ^ í Tom. 1 n. "^ u) ;*-im¿*:*^ v 0^yT. lí /j? rs So \ _4- Helicina ocr/-,acfa y^..-^ _ 5 _8 Ilelic cUta/a Poey. 17 _2o Helix fa^e/nc/i ffccÁ ¿-w Tom.l. 12, S' "¿^ •■"^f^-ii"- ' -*-- '^atife-;, ,Y"S*'í^--' ^^^C^s, —3 1^ 7 m ^^'■^ ú-i v-i . .- ■'^al w í' ?M 'r* ií /o ¡6 /3 !¿ // /4 /.í y^ /J' // m !/ í/^ 97 %. ^^ 3S 33 1 _ 3 . Ci/¿¿/idre¿¿aú'raci¿^¿/rm \¿, 4-6 . Ac/iatuza É¿a//?my¿a y'^^^ 7-9. Ci/¿¿'zc¿/^'e¿/a ac¿¿¿e¿¿s Mvr 10 . ¿i/á7ic¿re¿¿a.Pciet/a/?a/7'0r¿?. 11_16. ^e¿¿x ¿7iC7Y¿sta¿a Foey -fí>e^ cjle¿ Jirran ei¿ 17_21 22_26 27_29 30-31 32_53 /fe¿i€¿/?a reirojcfa Ac/za¿¿/ia ¿acida I B{(¿í777¿M tA{aj^ie¿¿n¿uf ' £ii.í¿e J/a/yaíer /faitina Toml. 13 V^ /o // / /? 16 97 2P /á /í> 2o 9$ 1 _oO. Cyclostoma forlí//77 Wooc¿ l_o =6-7 /d w/.48_ll=12_16=17_18. Id ¿'a/- = 19_L'« 25.2+ í//?a/(i/y_ 25.26 fjo/e/7a/¿¿y7?j_ 27.28 {a/z/fci/íatii/nj- 2 9 . o O fa/jerü/z^fy Pc'i^ ^/ ^v-^^/¿^¿¿'^v /^v". Zié d'' . i¿a>'-^/ey.r //a/fi/^^r. Tom.l K!Cie\ei, Q.\^}añx^^,_Jfe/^JúnaJu/u i/Jes 0¿ier-.yig. 20_28?= 1_5, r72(ZJ'. Tom.l 15. ^ocy ole/. Ufa/y, ucr ¿if 5-7. Terias Zy^^a'e Cod. lit <¿c Maj-^¿/¿e/- J/iíéajta. . Tom 1 16 tAfia/Ae de¿ et /¿t Hulla C arab ali . Ca^romyj' /^oey¿ Oae Zitc^e i^t^xrfd^íe/' ^aóayia Toni. 7 -ao- focí/ de/ Z .Afayyii/i'r /¿A ^a¿>ayfa 1 " Pescador negro. 2 * Pescador Tigre. 5 Salmonete chico 4 Salmonete amarillo. C/wV^tec/ej' fenr/zrosíir /?..^ Tom.I 18. f //:#gi>\v 55 « ..-■^^ ^s -/— J . Tenas SulpÁurincd. /'eei/ í/e¿ TOITL. I 19 r: 5 < ■ t—t H , 5 h ai ^ P. ■^ O K» s ^ R 'J) ^ d >- CD ;i: U o ?il2?^9oo^^oe¿ sn^u^u Tom. I 20 Ta.b ■ pct ci a. Jl^Ci/d., ALAS DE T)WTY?vO^(&s/?ecies cnhancts) Tom I 21 Calüdryas Oríis Poei/ t¿el ALAS de LEPIDÓPTEROS Tom 1 n.pct n.P'-l' 22, 3-6 Melipona fulvipes (^uer. — /.>eW¿/'U^ /?cj'¿í€-¿^' cerremos . Tom 1. 23. y¿£¿/ t/c/. Cro codi/oruní C(rc¿¿la¿¿o. Lítale íMof^t-u^/'^ J/a¿eín¿Ly: Tom.I, j V 7 / /^ /a '' ^ /_ J, Terias &u/u¿¿cw^^^a>^^ ñef Toiii. 25. // /s 0^.K /s iy m:\ c- A 19 li y^eey dc¿- l_12 HgIÍX Sa^ i/non ^lcá. uarie.¿a.¿e^ 13_16. H. Juáa/ia. /hey — 17_19. Hclicina c/iri^joc/zasma. /he^/. ^ fiara uier ¿UA. /faJayi.a.. Toni.I. 26 /O /i2 íJ /J ?y 2if f6 ^T 20 ^ ZJ 24- Z/ f . tJ^ Helix oi^íurcíúiz. //_/¿f J-uÓ/ííJCM^ /¿í_/i:^ Bulimus if/'rocz'uj- J>aey /^ ^/[ Bul I mus cnvt/rcLc(u.s ^cey- yí9^j Succinea Sa^ra. (Pro ^J, ^A. J'u.Caen.r Z^,^ • ¿¿tí^ jTÍk^aJut^ rom. I. 27 Oecacfa íf/fc/L^c Poci/. Pcey de/. £tf cí*' ^Jíara/./^ ^ -7 J/toóot ncc: oo Cff/ia. Tüiu.l. 'I 0fú^. ■Ci "ü • -:, ^ í & /oiu/ de¿ \V Lep. Maujuan •í>^ '/ ////i Tom. 1 Pocy c/^ £ct/i. (¿f t^fárj-^u/rr f/alana. 3. A. £piniziLÍa ma^isirod¿s F. * El üórnine /o //_^ Li/nia íu/^ensís I' /■n^ r/e¿. í.!¿/'i iX n üi- //. /,í í/eíóyncc //ailucojio. / Crocor/i¿orum circulaUc Ta¿'u/a 1-) /\^ p correcta •f. 3. //eLuc fczxeJwCs focí/ -/ ro,ftra¿a. Ffn voj- -a G •^'K'ilaJi'i'c ornaia. /'otj^ 76—ÍCi - ■í'. < '-/ /i^ey o!e¿ t^fíyouí'-r y/c:. Tom. 1. 34 ie /?¿a¿r¿ma. Feey. /X- /&. rinerccx. fc/-e/?ra Foc¿^ //-/«í füu^ria fíeeiihicuia fotu. Foey niel. JU/l (U .Jfai-quúir JfaJ/tuta^. ^mA. M^ -w-~':s^ yé-ú"^-"- .m.:>f^r^ ms& ^feií£l,l W^i HS^-O^^'t^^ ^^í^^^omá mmi T,-?<^.... ^M- ,:.^^M^ i:M^^Mt^ íí^ É ,V-.''.>->v ^^00:. a\ '%- ■#í?^ ¿,;¿*s« ^->x^^ .ÉmS^ Vb;rf''' ;>-á^:X^A'^Cs'0kí'~ ^'•i' Vfj líiÁíf^eiísí.'- .T^t 5iíM% llj iS -c-vtr-<^^ i-v^ > -t . ..f r# SMITHSONIAN INSTITUTION LIBRARIES 3 9088 00070 7018