PE Larco La Sjistoria General y Matural De Indias. HISTORIA GENERAL Y NATURAL DE LAS INDIAS, ISLAS Y TIERRA—FIRME DEL MAR OCÉANO, POR EL CAPITAN GONZALO FERNANDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, PRIMER rincón DEL NUEVO MUNDO. - PUBLICALA LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, COTEJADA CON: EL CÓDICE ORIGINAL , ENRIQUECIDA CON LAS ENMIENDAS Y ADICIONES DEL AUTOR, É ILUSTRADA CON LA VIDA Y EL JUICIO DE LAS OBRAS DEL MISMO POR D. JOSÉ AMADOR DE LOS RIOS, Individuo de Número de dicho Cuerpo, Catedrático de Ampliacion de la Literatura Española en la Universidad de esta Córte, ete. sn PRIMERO DE LA SEGUNDA PARTE, SEGUNDO DE LA OBRA. MADRID. IMPRENTA DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. A CARGO DE JOSE RODRIGUEZ, CALLE DE $. VICENTE BAJA, NUM, 74, 1852. ADVERTENCIA. Gonzalo Fernandez de Oviedo dividió su Historia general y natural de las In- dias, segun se ha notado antes de ahora, en tres diferentes partes, compuesta la primera “de diez y nueve libros, de otros tantos la segunda, y de doce la tercera. Publicó el mismo autor en 1535 la primera parte, cuya impresion se reprodujo en 1547 sin variacion alguna de sustancia, mientras con celo digno del mayor aplauso recogia cuantas noticias y pormenores podian dar nuevo in- terés al ya estampado volúmen, que recibia al par grandes aumentos con la nar- racion de los sucesos ocurridos desde 1535 á 1548, no sin que en los siguien- tes años dejase de ingerir en dicha primera parte los que iba atesorando su dili- gencia. De esta manera pre estó Oviedo tal novedad é importancia al libro, conocido ya durante su vida “república delas letras, que no solamente pudo te- nerse este por inédito, pues que rectificó, enmendó y limó casi todos sus capi- tulos, sino que aumentadas en un doble las materias en él contenidas, recibió ma- yor volúmen, con lo cual se hizo mas estimable para los doctos, bien que por las causas indicadas en el tomo precedente, quedaron sin logro los deseos del autor, á quien sorprendió la muerte en medio de sus trabajos. Impreso tenia el primer libro de la segunda parte, cuando en 1557 pasó de esta vida, dejando los diez y ocho restantes expuestos al largo abandono y os- curidad en que hasta ahora han yacido, siendo inútiles los esfuerzos hechos por -los eruditos del pasado siglo para completarlos, fortuna que ha cabido en los úl- timos años á esta Real Academia. El esmero con que Oviedo procuraba llevar á cabo todo linage de investigaciones, la diligencia y perseverancia que ponia en la reunion de las relaciones, cartas y memoriales de los capitanes y soldados, que mas se distinguieron en la conquista, los rápidos progresos que la dominacion española hacia en toda la vasta extension de Tierra-Firme, punto á que princi- palmente estaba consagrada la segunda parte, dieron á esta tal bulto que los diez y nueve libros, que la componen, exceden casi en un doble á la primera, formando un volúmen demasiadamente grueso, y tal que en la marca de la pre- VI ADVERTENCIA. sente edicion seria de dificil manejo. Esta consideracion, y la de atender á la regularidad y proporcion de los demas tomos, inclinó á la Academia á dividir en dos la segunda parte de la Historia general y natural de las Indias, division á que parecia tan bien prestarse el método empleado por el autor en la narra- cion de los hechos, dispuesta por gobernaciones separadas, y que facilitaba del mismo modo el número de los libros. Nueve son los impresos en el presente volúmen. Trata el primero del descubri- miento del famoso Estrecho, á que prestó su nombre el celebrado mareante y des- graciado capitan Hernando de Magallanes, dando al mismo tiempo cuenta de los primeros viages hechos á la Especieria, y de la conquista de las islas Malucas, asunto que toma despues mayores dimensiones bajo la gallarda pluma de Bartolo- mé Leonardo de Argensola”. El primer cronista de las Indias presenta, sin em- bargo, curiosos pormenores respecto de las contiendas habidas en aquellas re- motas regiones entre portugueses y castellanos, pormenores que no llegaron sin duda á conocimiento de Argensola, y que ofrecen por tanto el interés de la no- vedad, tomados por Oviedo de las relaciones de testigos de vista ó de los mis- mos capitanes. ) El segundo libro está exclusivamente dedicado á dar á conocer el asiento y extension de la Tierra-Firme, conforme á los adelantos y descubrimientos de la cosmografia en el siglo XVI. Débese saber, no obstante, que el alcaide de la fortaleza de Santo Domingo rectifica y desvanece no pocos errores de sus coe- táneos, en la descripcion de las costas y continente austral, manifestando de es- te modo que no era peregrino á la expresada ciencia. Cuéntanse en el tercero y cuarto libros los viages y desgracias de los pobla- dores Simon de Alcazaba, Juan Diaz de-Solis.,.descubridor del rio de la Plata, Sebastian Gaboto y-otros nomas afortunados caudillos, refiriéndose-con plausible solicitud todos los secretos de la tierra, punto en que logra Oviedo dar á. estas relaciones grande interés y frescura. o = En el libro quinto, que es el vigésimo cuarto de la Historia general, se nar- ran la conquista de la Trinidad y el descubrimiento del Marañon y las regiones aledañas, con las desavenencias de los capitanes Sedeño, Ordás, Herrera y Or- tal, y sus lastimosos resultados, fatales para ellos y cuantos seguian sus ban- deras. ) | El sexto da á conocer el golfo de Venezuela, gobernacion de los alemanes Bel- zares, siendo en verdad de grande estima los pormenores que encierra, asi res- pecto de las expediciones de Alfinger, Fedreman y Espira, como de las costum- bres de aquellos naturales. E Tiene el séptimo por asunto la poblacion de Santa Marta , Comarca reconocida por el mismo cronista desde su primer viage al Nuevo Mundo, y en la cual dió prueba de sus buenas disposiciones para la pacilicacion de los caribes, durante * Conquista de las Islas Malucas , Madrid, 1609. ADVERTENCIA. VII su tenencia en el Darien, como en su Vida queda notado. El autor pareció mirar esta parte de la Tierra-Firme con cierta predileccion, procurando no omitir cuanto pudiera excitar la curiosidad de los lectores, ya con relacion á la histo- ria politica, ya á la natural, ya en fin, á los usos, trages, moradas , idolatrias y ceremonias de aquellos ignorados pueblos. La ocupacion de la provincia de Cartagena, cuya gobernacion ofreció el Con- sejo de Indias al Veedor de las fundiciones del oro, siendo objeto del libro octavo, no le inspiró menor interés, refiriendo menudamente las aventuras de Alonso de Hojeda, Pedro de Heredia, Vadillo y Santa Cruz, y abrazando en este, como en los demas libros, todos los hechos memorables que acaecieron hasta los últimos años de su vida. Es el noveno el vigésimo octavo de toda la obra, felizmente hallado, del mo- do que se expresa en la página 457 del presente volúmen. Trata de la gobernación de Veragua, y contiene las primeras expediciones hechas con el propósito de poblarla, hasta el año de 1546, en que el almirante D. Luis Colon tomó esta empresa por suya, elevado á la dignidad de duque de Veragua. Refiérese en él asimismo el viage de Diego de Nicuesa, mas que ninguno desventurado, y que tuvo por término la desastrosa perdicion del mismo Nicuesa, no saliendo de estos sucesos tan bien librado, como la gloria de sus ulteriores hechos reclama, el nombre de Vasco Nuñez de Balboa. Tal es, en suma, la disposicion de las materias que contienen los nueve prime- ros libros de la segunda parte, cuyó extraordinario volúmen ha obligado á la Aca- demia á imprimirlos separados de los diez restantes que la completan, y que for- man un tomo de mayor bulto que lo es el presente. Prosiguese en él la historia particular de las gobernaciones, en que fué dividida la Tierra-Firme desde los primeros dias de la conquista, observándose el mismo método adoptado respecto de los ya impresos; de manera que la division introducida en la segunda parte, so- bre ser conveniente para el mejor uso y manejo de la obra, en nada afecta su cla- ridad, ni altera un punto la disposicion que el autor quiso darle. Queda, pues, con lo dicho plenamente justificada la determinacion de la Academia. nm Comienga la segunda parte de la General historia de las Indias, escripta por el ca- pitan Goncalo Fernandez de Oviedo y Valdés, alcayde de la fortaleca é puerto de Sancto Domingo de la Isla Española, chronista de S. M. S. Ces. Cat. R. M. A iempo es de tornar á la lavor desta Na- tural y general historia de vuestras Indias é imperio occidental, en que tantas nove- dades é tan grandes é maravillosas cosas se incluyen, é se especificarán en esta se- gunda parte que á vuestra Cesarea Ma- - gestad presento, de que tanta razon y - causas moverán al letor y á todos los Chripstianos á dar loores al Maestro de la natura, y en que tantas cosas de admira- cion serán notificadas en el universo á los fieles é cathólicos entendimientos, cau- sándoles infinito goco de ver ampliarse en tan grandes é incontables reynos vues- tros la república chripstiana, donde tantos años é siglos Sathanás y el infierno au- mentaban su condenada compañia con multitud de ánimas perdidas. Lo qual la divina misericordia va reparando y con mucha gloria é loor y eterna fama á yues- tros triunphos se acrescienta, colmando su monarchia; é con inextimable favor é re- nombre mucha parte deste bien se atribu- ye á la belicosa é noble nascion de Espa- ña, y todo ello á la buena ventura y pro- pria bondad de su príncipe. Y puesto que de aquesta nascion nuestra, su esfuerco, su milicia y altos ingenios é grandes ex- celencias desde luengos siglos por verda- deros é graves auctores esté predicado y escripto, no por esso se deve preferir ni dexar de poner á su cuenta con menor, sino con mayor título y fama, lo que en estas Indias han obrado vuestros vassa- llos españoles , assi en el militar exergicio de las armas en la a como en las am- 2 HISTORIA GENERAL Y NATURAL plíssimas aguas del mar Océano, como valerosos y experimentados varones, sin excusarse del cansancio, sin temor de los peligros, con inumerables y excesivos trabaxos, é no pocas hambres, nescesida- des y enfermedades incontables, sin dar- ¡es salarios ni remuneracion á los mas. Ha resultado aver dado é adquirido á vuestra Magestad otro emispherio é mitad del mundo, é no menos tierra que todo aque- llo que los antiguos llamaron Assia, África y Europa. Nunca Alexandre Magno ni sus mílites dexaron de ver el polo ártico, quando mas lexos se hallaron de su pa- tria, Macedonia; é fuera dél en el otro antártico posee é tiene vuestra bandera de Castilla muchos mas reynos y estados y mas diversas lenguas y gentes que to- dos quantos príncipes (uno á uno) hasta agora, desde que Dios crió el mundo, han passado ni se han visto debaxo de un ceptro. ¿Quál monarchia de los asirios, quál poder de los sicionios ó del grande Alexandre y sus macedonios , quál de Da- rio y de Ciro y los persas, quál de los de Micenas ó de los de Corintio, quál de los atenienses ó thebanos, quál de los partos: ó egipcios, quál potencia de cartagineses ó de los romanos, cuyas potencias tan aha y famosas son solemnizadas en muchos volúmines de letras y auctores auténticos y graves?.. Todos essos seño= rios é otros que callo, se incluyen en el ártico emispherio; pero los vuestros el uno y el otro comprehenden. No son comparacion bastante á vuestros espa- ñoles, en las cosas que en estas nuevas tierras han experimentado, las fabulosas novelas de Jason y Medea con su vello- cino dorado *. Callen los pregoneros de Theseo aquel laberinto y su Minotau- ro, pues que sabida la verdad, essas me- táphoras reducidas á historia cierta, son 4 Ovid., Meth. lib. VIL. 2 Tit. Liv., déc. 1, lib. L. 3 Just., lib. XLIIL unas burlas y niñerias, si se cotejan y traen á comparacion de lo que en estas Indias nuestras se ha visto y se vee cada dia en nuestro tiempo: y lo han vis- to mis ojos y otros muchos á quien en es- ta edad ni en las venideras no podrán con verdad contradecir envidiosos, enemigos de tan valerosa y experimentada nascion y tan jubilada en virtudes ?. Grandes loores atribuyen los que han escripto á los romanos, y méritamente dicen dellos muchas buenas hacañas, pues grand parte del mundo conquistaron. Y para loar su orígen, tómanle de los tro- yanos, y principalmente de Eneas, que como dicen Trogo Pompeyo é Justino $, passó á Italia, donde tomó su segun- da muger Lavinia, hija del rey Latino (porque primero fué casado con Creusa, hija del rey Priamo), como os lo acorda-= rá Livio*. Mas esse tan señalado varon; de quien toman su principio, nole ha- llo yo tan alabado en la historia troyana como romanos le loan, sino vituperado con Anthenor y por no fieles á su rey y patria publicados. Otro mas honesto, otro ma= yor, otro mejor, otro mas noble, otro mas - antiguo, otro mas famoso y estimado orí= gen se les puede atribuir; porque de los _brigos de España es opinion notable que ovieron principio los phrygios, que son los mismos troyanos, como lo dixe en el capítulo IH del libro ll de la prime-= ra parte desta nuestra General historia de Indias, y assi lo apunta Plinio *. Y desta manera serian los troyanos subcedis dos (desde muchos siglos antes que Eneas) de nuestros españoles, porque los brigios son los mismos españoles, y este nombre se les atribuye de Brigo, quarto rey de España: y deste tal origen y principio me» jor que de Eneas se debrian presciar é alabarse los romanos. Pero sea este ú 4 Tit. Liv., déc. I, cap. 4. 5 Plinio, lib. V, cap. 33, - DE INDIAS. LIB. XX. . 3 otro su principal fundamento qual ellos quisieren, nuestro orígen de España en Tubal ovo comienco, el qual vino á po- blar á España poco tiempo despues del uni- versal diluvio. Pero dexemos estar estos términos an- tiquíssimos: tornemos á los romanos, de los quales algunos apassionados italia- nos (modernos historiales) digen, pens- sando que honran á España, que nues- tros passados españoles ovieron la milicia y la manera del político vivir y otras cos- tumbres de honor, enmendando la robus- ticidad Ó ignorancia de España. Lo qual yo niego, porque es falso todo esso, y di- cho de hombres de poco crédito y ningu- na auctoridad, y la verdad está en con- trario. Porque puesto que algunos de sus capitanes y caudillos y cónsules passaron en España, y acompañados no de mas es- fuerco, pero de mas ventura, sojuzgaron la mayor parte della, no se dieron tanto á las virtudes que essos dicen, como á mar- tirigar chripstianos y enseñar los hombres á sufrir su tirania, é ydolatrar como ellos, lo qual aborresciendo muchos sanctos y sanctas vírgines y mártyres españoles (amigos de Dios), se pobló por sus méri- tos parte de las sillas celestiales (que per- dieron Lucifer y sus secaces): llenas estan las sagradas historias de la Iglesia Cathóli- ca desta verdad; y dexando aparte innu- merables sanctos, sino trayendo ámi pro- póssito algunos mártyres, como Sanct Acisclo, Sancta Victoria, Sanct Fausto, Sanct Januario, Sanct Marcial, Sanct Zuyl, Sanct Eulegio, Sanct Pelayo, Sancta Lu- crescia, Sancta Nunilo, Sancta Alodio,/ Sancta Justa, Sancta Rufina, Sanct Medel, Sanct Celedon, Sanct Facundo, Sanct Primitivo, Sanct Claudio y Sanct Luper- cio, y Sanct Victor (nobles cavalleros de la noble cibdad de Leon), Sanct Fructuo- so Obispo, Sanct Augurio, Sanct Eulogio, Sancta Sabina, Sancta Fides, Sancta Ola- lla de Mérida, Sancta Leocadia, Sanct Fe- lix, Sancta Olalla de Barcelona, Sancta Eufemia, Sancta Gentolla, Sanct Narciso, Sanct Juste, Sanct Pastor, Sancta Engra- cia, con otras muchas vírgines y otros mártyres que con ella fueron martyriga- dos en Zaragoca de Aragon, y otros mu- chos mártyres y sanctos, cuya constan- cia en la fee de Chripsto resplandesce; con la qual aquellos amigos de Dios (nues- tros naturales) sufrieron innumerables tor- mentos, por no querer seguir ni aceptar los ritos é ydolatrias romanas. Y despues los que echaron á essos romanos fuera de España godos fueron; y el primero dellos Athanarico, y su estirpe tura hasta oy en vuestra Magestad y sus hijos por de- recha línia de sus predecessores, y tu- - Tará largos siglos y tiempos en sus subces- sores y descendientes esta alta prosápia, cuyo orígen salió de Scithia (que es al oriente de vuestro imperio de Germania), el año del Salvador de trescientos y qua- renta y tres años. Algunos tienen que su hijo de Athanarico (y subcessor) llamado Alarico, fué el que vino á España, como mas largamente lo copilé en aquel «Cathá- logo Real de Castilla», que vuestra Cesá- rea Magestad mandó poner en su cámara. Romano y de su orígen fué el conde don Julian (traydor) que metió los moros en España, quando fué destruyda en tiempo del infelige rey don Rodrigo que la per- dió, año del Señor de setecientos y veyn- te años *. Y el que la comencó á restaurar - y fué el primero rey en ella, despues de la destruycion que digo, godo y sancto, fué don Pelayo, rey bienaventurado; y por la espada propria dél y de sus sub- cessores y naturales españoles fué cobra= da y reducida España á su proprio seño- rio y república de Chripsto, y disipada y lancada della la malvada y tirana secta 1 Eusebio, De los tiempos. h HISTORIA GENERAL Y NATURAL del pérfido Mahoma. La qual turó desde quando he dicho hasta el año de mil y quatrocientos y noventa y dos años, que los Cathólicos Reyes, vuestros abuelos de inmortal memoria, don Fernando y doña Isabel, ganaron á Granada (lo qual yo ví); y con verdad se puede decir hasta vues- tra Cesárea Magestad, que acabastes de extirpar y echar de España los moros que ya estaban subjetados, pero vivian en su condenada secta, y totalmente fué ray- do su nombre y lancado fuera de todos vuestros reynos, sin dexar en ellos ri- to ni cerimonia ismaelita. Por manera que España mucho mas de- ve gloriarse de sus godos y de sus pro= prios naturales españoles, que no de los beneficios ni industria de la gente romana, ni de su auxilio ó costumbres, y de supo- ca utilidad y muchos trabaxos y males que á España se siguieron, cuyas armas de los godos experimentaron romanos, con daño proprio y vergúenca diversas ve- ces, en especial quando el rey Alarico saqueó á Roma; y en su historia signifi- ca Paulo Orosio * que de la manera que sa- có Dios á Loth de Sodoma por su limpie- ca, assi sacó al Papa Inocencio, primero de tal nombre, de Roma quando Alarico - fué sobre ella. Y dice Sanct Hierónimo ? que en aquel cerco los unos romanos co- mian á los otros de hambre, sin perdonar la madre al hijo que tenia en bracos ásus tetas, y con hambre lo tornaba al vien- tre donde poco antes avia estado. Y por cruel que algunos historiales hacen á este rey Alarico, mandó pregonar que los que se acogiessen á los templos, fuessen libres en aquel saco, y en especial los que se metiessen en el templo de Sanct Pedro y. de Sanct Pablo; non obstante lo qual, fue- ron millares de romanos puestos á cuchi- llo y presos. De Theodorico, rey godo, se escrive assi mesmo que tomó á Roma, - 4 Paulo Orosio, Ormesta mundi, lib. VIL, y assi mesmo la destruyó Totila, rey go- do, y esta casta real muy odiosa fué á los romanos. Dexemos esto, y tornemos á nues- tra historia y principal intento. Godos son y españoles los que estas nuestras In- dias hallaron, vassallos de vuestra Mages- tad y dessa corona real de Castilla, guia- dos por la industria de aquel memora- ble almirante primero dellas, don Chrips- tóbal Colom, cuya memoria no puede aver fin; porque aunque todo lo escripto y por escrevir en la tierra perezca, en el cielo se perpetuará tan famosa historia, donde todo lo bueno quiere Dios que sea remunerado y permanezea para su ala= banga y gloria de tan famoso varon. De cuyos subcessores deste almirante me pa= resce y es razon que quede un contínuo y perpétuo acuerdo en vuestra sagrada Magestad y en todos los reyes de Casti- lla, para honrar y gratificar y conservar la subcesion de Colom y de su casa, y sostenerla, y aumentarla, y estimarla co- mo joya propria y ornamento de sus rey= nOs, pues fué causa de tantos bienes, y que Chripsto y su fee cathólica en estas Indias se sirviesse y aumentasse y repre- dicasse nuestra religion chripstiana, que desde tiempo inmemorial no se Conoscia en tantos y tan extraños TeynOS, y que desde ellos se llevassen tantos y tan in= numerables tesoros á vuestra real cámara á España, y tan bien se empleassen por vuestra Magestad en servicio de Dios con. tra infieles, y en tan sanctas empresas y Obras pias, como vuestra Cessárea Ma= gestad se exercita y los despende. Lo qual mas puntualmente digan vuestros elegantes historiadores que asisten pre- sencialmente cerca de vuestra Magestad , que yo desde tan lexos no puedo tan lle- namente hablar como en cosas destas par- tes é Indias. 2 Sanet Hierónimo, Epists., ad principium. DE INDIAS. LIB. XX. 5 Una de las cosas que yo he desseado mucho es dar á entender por mi pluma la verdadera relacion del assiento y geogra- phia de la Tierra-Firme, á causa de lo . qual quise dividir esta General historia en tres partes: la primera en decinueve libros ; la segunda en otros decinueve, y - la tercera en doce, que son por todos cinqúenta libros. De los quales el segun- do volúmen es aqueste, y comienca en el libro vigéssimo, en que se tracta de aquel famoso é luengo estrecho que descubrió el capitan Fernando de Magallanes, é tambien se dice cómo le mataron los in- dios. Y despues desso se tracta de la se- gunda armada que vuestra Magestad en- vió á la Especieria con el comendador, frey Garcia Jofre de Loaysa y de los sub- cesos della, y tambien se cuentan algu- nas particularidades de las islas del Malu- co y de aquella navegacion y gentes de aquellas partes. Dado fin al libro vigéssimo, passaré al vigéssimo primo, comencando desde el embocamiento oriental del dicho estrecho, que está cinqúenta y dos grados y medio de la otra parte de la línia equinocial (en el otro hemispherio), á la parte del polo antártico. Y desde allí procederé hasta el rio de Paraná, que impropriamente lla- man de la Plata; y desde aquella ribera verné discurriendo, en demanda de nues- tro polo ártico, hasta el cabo de Sanct Au- gustin, y desde allí prosiguiendo la costa de Tierra-Firme hácia el Occidente, atra- vessaré la línia equinogial (ó tórrida zona), y relataré el discurso de la tierra, y lle- garé á la Nueva España; y continuando su costa, daré la vuelta por ella, la via del Norte, hasta que corriendo al Oriente, lle- gue á la vuelta que dá la misma Tierra- Firme, en la tierra del Labrador y de los Bacallaos (hácia el Septentrion ), y poner- me he en sesenta grados ó mas desta parte de la equinocial. Y esto será lo que trac- tará el libro vigéssimo primo, el qual aca- bado procederé en los demas, particulari- cando lasjornadas y armadas y diversas go- bernaciones que se incluyen en esta grand Tierra-Firme (por la parte interior della), destinguiendo sus historias hasta en fin del libro trigéssimo octavo, que será el último desta segunda parte, para confundir las opiniones de los antiguos cosmógraphos y escriptores, que tovieron que la tierra que está debaxo de los polos, es inhabitable. Dada conclusion á la segunda parte, procederé á la tercera en otro volúmen desta General y natural historia de vues- tras Indias (en lo que toca á la parte ex- terior de la Tierra-Firme y mares y tier- ras australes), con todo lo restante de mis vigilias de Indias, Ó á lo menos lo que en mi tiempo he podido aver visto, con lo que mas he entendido é inquirido destas ma- terias, en que vuestra Magestad me man- da que le sirva y en que yo me ocupo contínuamente. Terná la última parte doce libros para cumplimiento al número de cinqúenta, con que se dará fin á estas historias (di- go á lo que se sabe hasta este tiempo, en que estamos ); pero no se dexará de con- tinuar é crescer en algunos libros que es- tan pendientes, lo que se supiere para ello en mis dias, ni de acrescentar mas libros en la tercera parte sobre el núme- ro ya dicho de cinqúenta, si yo lo viere ó supiere, no dexando de creer quel tiem- po los hará mas. Aqueste número de cin- qúenta libros digo que ternán todos tres volúmines hasta en fin deste pressente año de mil é quinientos é quarenta é qua- tro años, en confianca quel Espíritu Sancto me alumbrará , diciendo verdad, para que de todo se sirva Dios, y vuestra Cesárea Magestad por su clemencia se tenga por servido de mí, y yo tenga mi tiempo por bien gastado, si oviere acertado á dar contentamiento á vuestra sagrada perso- na. Sea Jesu-Chripsto la guia y alabado siempre, al qual suplico supla mis defetos; 6 HISTORIA GENERAL Y NATURAL y á él con todo lo que escrivo me enco- miendo, y pongo debaxo de la correccion y amparo de la Sancta madre Iglesia ap- postólica de Roma, para que por ella acep- tados mis tractados, juntamente con el fa- vor de vuestra Cesárea Magestad sean illustrados , pues se ofrescen para buena y loable exercitacion del letor: non obs- tante que yo confiesso el mal aparejo que mi rudo ingenio ha tenido para tan árdua empresa, y la pobreca del estilo para sa- ber explicar tantas y tan peregrinas his- torias y nuevos subcessos tan á sabor é con tan apropriado gusto como estas di- versidades historiales lo piden. Mas por esso no dexaré de decir lo que supiere, cumpliendo lo que por vuestra Cesárea Magestad, y su Real Consejo de Indias me está mandado; puesto que las caninas lenguas de los murmurantes se deven te- mer, contra las quales entiendo acojerme al consejo y prudencia de Séneca?, el qual dice: Stultum est timere, quod vitare non posts. Locura es temer lo que no se pue- de escusar. 1 Séneca, De Remediis fortuitorum, - Comienga el libro vigéssimo de la General y natural historia de las Indias, Islas y Tierra-Firme del mar Océano, que tracta del Estrecho de Magallanes. PROHEMIO. La conciencia me acusa y encita á que comience este segundo volúmen destas historias (tocantes á la Tierra-Firme) en el primero almirante don Chripstóbal Co- lom , descubridor y auctor y fundamento de todos los descubrimientos de las In- dias, Islas y Tierra-Firme del mar Oc- céano (y esta alabanca á él solo y no á otro hombre alguno se deve tal gloria); y la órden de la historia me requiere é pide que no en el almirante, sino en el capi- tan Fernando de Magallanes que descubrió aquel grande é famoso estrecho austral en la misma Tierra-Firme, tome principio este libro, para que con mas órden se re- late el assiento de aquella tierra y la geo- graphia é límites y altura de los grados della para que mejor me entiendan los do- tos (y aun los que no tuvieren letras), y para que por derecha y continuada regla se progeda en todo. Pues aquessas primi- cias famosas ya en la primera parte estan atribuydas al almirante, cuyas son. Quan- to mas que basta desde agora (y antes) ser notorio quel almirante primero descu- brió estas partes y tierras y mares destas Indias, y las navegó, como en otras par- tes está dicho, el año de mil é quatrocien- tos é noventa y dos años de la Natividad de Chripsto, nuestro Redemptor. Y para que al almirante ni otro alguno no le quede * escripto, ni aya de que se pueda quexar de mí, quando se habláre en otros capita- nes y particulares personas que continua- ron trás el loable y principal descubridor á navegar y á crescentar sobre aquel prin- cipio primero los otros descubrimientos, se dirán puntualmente en qué tiempo y en qué partes y provincias lo higo cada uno: y assi guardársele ha al almirante su preheminencia é superioridad en este caso de primero descubridor é auctor de tan alta y árdua é importante memoria, y darse ha de cada uno la noticia que le per- tenesce. Y assi espero en Dios que diré aquello que á loor y gloria suya será, y para consolación y recreacion de los fie- les chripstianos, y manifestacion de la ver- dadera y General y natural historia des- tas Indias, si el letor fuere grato é lo acep- ta con tan entera voluntad, como es fiel la intencion del escriptor. É seyendo ello _assi, todos los hombres questos tractados -—vieren, no podrán dexar de dar gracias á Nuestro Redemptor por todo lo que aqui se les notifica é que nuevamente llegáre á sus entendimientos. ¡ En este primero libro (ques vigéssimo deste segundo volúmen ó parte) se tracta del famoso Estrecho de Magallanes, y de lo que dél al pressente se sabe hasta este año de mil é quinientos y quarenta y seys años. Y decirse ha el viaje é discurso del armada Ene llevó, y de las islas del Ma- a 8 - HISTORIA GENERAL Y NATURAL luco y de la Especieria, y dónde y cómo le mataron á este capitan é á otros chrips- tianos, y cómo volvió una de las naos que llevó, cargada de especieria, la qual fué por el Poniente y volvió por el Levante, y bojó ó circuyó el mundo, y anduvo todo lo quel sol anda por aquel paralelo; é esta nave que lo anduvo fué llamada la Victoria. Y tambien se tractará del viaje que por el mismo estrecho hico despues con otra ar- mada el comendador frey Garcia Jofre de Loaysa y su muerte y subcessos del arma- da segunda, y de muchas particularida- des de aquellas islas y gentes, segund lo testificaron los que personalmente lo vie- ron y navegaron, como testigos de la una armada, y otros de la otra, merescedores de entero crédito y personas conoscidas. CAPILULO I En que se tracta de la persona del capitan Fernando de Magallanes, é del famoso y grande Estrecho aus= tral que descubrió en la Tierra-Firme, é del viaje que higo por alli á la Especieria é islas del Maluco, é de la nao Victoria que bojó ó circuyó é anduyo la redondeca del universo, etc. N O sin grande admiracion para los que mas han leydo y entendido la geographia é assiento del orbe y sus tierras y mares, será esta legion y descubrimiento del fa- moso y grande Estrecho que está en el otro emispherio; la boca del qual (que mi- ra á Oriente) está cinqúenta y dos grados y medio de la otra parte de la línia equi- nocial, en el otro polo antártico. Del qual estrecho y navegacion ningun auctor de los passados supo ni hay memoria alguna escripta, hasta que nos le enseñó y le des- cubrió el famosso capitan, Fernando de Magallanes. Y porque de cosa tan notable es racon que se dé particular cuenta de su principio, digo assi. Vinieron en Castilla á la córte del Em- perador don Cárlos, rey nuestro señor, dos hidalgos portugueses, el uno llamado | Formando. de Magallanes y el otro Ruy Fa- lero, grande hombre en la cosmographia y astrologia y otras sciencias y letras de hu- manidad; y el Fernando de Magallanes, diestro en las cosas de la mar, y que por vista de ojos tenia mucha noticia de la In- dia oriental, y de lasislas del Maluco y Es- - pecieria (aunque dixe oriental, entiéndese que á España es oriental, pero aqui en estas nuestras Indias tenemos la Especie- ria y el Maluco é sus islas al Occidente). Assi que, estos como personas que bien lo * entendian , procuraron de aver audiencia con la Gesárea Magestad , y con los seño» res de su muy alto Consejo de las Indias. Decian estos portugueses que pues todo aquello del Oriente en que estan las dichas islas del Maluco, y de la Especieria é la China y otros muchos reynos, pertenesce á su Magestad, como Rey de Castilla, que ellos mostrarian un nuevo y muy mas breve camino para aquellas partes del que los venecianos y portugueses y otros hombres hasta aqui sabian, dándoles una armada conveniente para esto; é guiarian la co- sa de manera que su Magestad seria muy servido y sus reynos enriquescidos é prósperos con la industria de sus perso- nas en lo que descubririan é pornian de- baxo de su ceptro é obediencia real. É . dieron tales y tan suficientes racones al propóssito del derecho notorio que Casti- lla á aquellas partes tiene, que merescie- ron ser creidos. Y con ofrescerse á lo que es dicho personas de tan buen entendi- miento y experiencia, puesto que por ser el negocio de tan en o y DE INDIAS. la navegacion tan luenga y trabaxosa; movida y puesta en plática la forma, y considerado lo que se ofrescian á dar es- tos hombres acabado, para la buena con- clusion de todo se dilató mas de tres años el despacho. Pero su Magestad se tuvo por servido dellos, y les comencó á hacer mercedes y á honrarlos, y les dió sendos hábitos de Sanctiago. É cómo esto era cosa que se requeria tiempo para se ade- rescar y proveer el armada que pedian, tardó en se concluyr la expedicion della, y todos los otros recaudos hasta el año de la Natividad de Chripsto, nuestro Salva- dor, de mil é quinientos é diez y nueve años , quando en la cibdad de Barcelona estaba su Magestad é é fué elegido por Rey de los romanos é futuro Emperador. Y aquel mesmo año el Ruy Falero, cómo era subtil y muy dado á sus estudios, por ellos (Ó porque Dios assi lo permitiesse) perdió el seso y estuvo muy loco, y falto de racon y de salud, é Cesar lo mandó curar y tractar bien. Pero no estuvo pa- ra proseguir en el viage; y assi quedó so- lo en la negociacion el capitan Fernando de Magallanes, el qual para que mas con- fianca de su persona se tuviesse, demas de ser honrado y aver rescebido otras mercedes del Emperador, y en su capi- tulagion avérsele prometido tan grande remuneracion quél pensaba quedar grand señor, se casó en la cibdad de Sevilla con una doncella noble , hija del comendador Barbosa , alcayde de las Ataraganas, ca- ballero de la misma órden de Sanctiago, - y portugués assi mesmo. Esta negociacion procuró de la estorbar el rey de Portugal por sus embaxadores que envió al Em- perador, dándole á entender que el Maga- llanes era hombre verboso y desasosse- gado, y que todo lo que decia era vano, y que haria á su Magestad hacer grandes gastos sin provecho alguno; y á este pro- póssito persuadiendo é intentando cómo Magallanes perdio « el crédito, Pero. á TOMO e LIB. XX. CAP. 1. : 9 todos los inconvinientes que por parte del rey de Portugal se le oponian, él dió tan satisfactorias y buenas racones, quel Emperador se determinó en le creer y ar- mar y despachar, para que hiciesse su via- je. Y el año ya dicho de mil é quinientos é diez y nueve, á veynte de septiembre, partió este capitan con cinco naos muy bien armadas y proveydas, como conve- nia para tan árduo y largo camino (non obstante que Maximiliano Transsilvano di- ga que partió á diez de agosto), en las qua- les naves fueron doscientos y treynta é siete hombres, y salieron á la mar desde el puerto de Sanct Lúcar de Barrameda, lle- vando por piloto mayor á Johan Serrano, hombre experto y aprovado nauta enlasco- sas de la mar. Y tomaron su derrota para las islas de Canaria, que los antiguos lla- man Fortunadas, donde se proveyeron en la de Tenerife de agua y otros refrescos; y de alli fueron á las de Cabo Verde (á las dichas Gorgades) é tambien se rehicieron de agua y otras cosas, y prosiguieron su camino para el cabo de Sancto Augustin. El qual, segund el piloto Amérigo, que fué grande hombre de la mar y sabio cosmó- -grapho, está en ocho grados de la otra parte de la línia equinocial (pero las car- tas de navegar modernas y enmendadas le ponen en ocho y medio), y desde alli corrió y fué su camino adelante esta ar- mada hácia el mediodia. El camino que Fernando de Magallanes queria hager era navegar derecho á ponien- te hasta que circundado el orbe, allegasse al levante; y esto era loque parescia difícil poderse hacer y quasi imposible, no por- que se juzgue difícil, midiéndolo por el ay re, sino porque estaba en dubda si la natu- ra oviesse dado tal disposicion ótal entrada en la Tierra-Firme que, navegándose á po- niente, pudiessen yr á levante. Y á este propóssito muchos han tentado en la parte interior de la Tierra-Firme buscar algun estrecho que passase pa de mará 10 HISTORIA GENERAL Y NATURAL mar, á causa quel almirante primero don Chripstóbal Colom dixo que le avia, y aun hico pintar algunas figuras destas nues- tras Indias en que le hico pintar; pero no le hay, ni hasta agora se sabe en toda la costa interior de la Tierra-Firme. Y porque el letor mejor entienda qual es lo que llamo interior, digo que es lo que hay entre el cabo de Sancto Augustin y el ca- bo del Labrador. Y cómo en toda la cos- ta,de tierra que hay desde el un cabo al otro no hay tal entrada, yendo el cami- no que es dicho hácia el Austro, pas- só adelante del rio grandíssimo, que des- cubrió por su mal el capitan y piloto Johan Diaz de Solís, donde le mataron, el qual rio los naturales llaman Parana- guacu, y el vulgo agora entre nosotros le llama Rio de la Plata, del qual en su lu- gar hablaré mas particularmente. Y de- xándole atrás, y volviéndose algo enar- cando la tierra hácia poniente , passó esta armada á la parte del antártico polo , atra- vesando el trópico de Capricornio muchos grados, y el último de marco del siguien- te año de mill é quinientos y veynte llegó al golpho de Sanct Julian, y llevando ó teniendo siempre la costa de la Tierra- Firme á la mano derecha, allí en aquel golpho que digo hallaron el polo antártico elevado sobre el horiconte quarenta y nue- ve grados. Allí vieron algunos indios de doce ó trece palmos de alto ; y algunos de los nuestros salieron en tierra y fueron á ellos, y mostráronles algunos cascaveles y papeles pintados, y ellos saludaron á los nuestros con un su cierto cantar ni suave ni bien sonante, sin se entender los unos á los otros; y porque los nues- tros se admirassen de su fiereca se metian por la boca é garganta una flecha de me- - dio codo hasta el estómago, é la sacaban sin daño proprio , é mostraban mucha ale- gria de ver la atencion que los españoles tenian, viendo aquello. En fin, vinieron. tres dellos é rogaron por señas á los ss Ñ ni bebida alguna : chripstianos fuessen con ellos, y el capi- tan Fernando de Magallanes mandó que fuessen allá siete hombres bien aderesca- dos con sus armas, para que se informas- sen é viessen qué gente era aquessa. É despues que ovieron andado dos leguas, llegaron á un bosque muy cerrado é sin camino, en que avia una casita baxa cu- bierta de pellejos de fieras, la qual esta- ba dividida en dos partes: en la una es- taban las mugeres é los hijos, y en la Otra estaban los hombres. Eran las mu- geres é los hijos trece é los hombres cin- co, é como llegaron dieron á comer á los españoles cierta carne salvagina, é mata- ron un animal que queria algo parescer - asno salvaje, la carne del qual medio asa- da les pusieron delante, sin otro manjar toda aquella noche se passó con grand viento é nieve, é durmie- - ron cubiertos con ciertas pieles de anima- les; pero por sí ó por no, pussieron é re= partieron entre sí la vela é guarda, hasta quel dia siguiente viniesse, é los indios no tuvieron menos cuydado de estar des- piertos á par del fuego tendidos é cerca de los nuestros, roncando algunos terri- blemente. Cómo fué de dia, los chrips- tianos por señas les rogaron que todos fuessen á á las naos, á lo qual los indios no quisieron consentir; é los chripstianos queriéndoles apremiar, los indios se en- traron donde las mugeres estaban, y pens- saron los nuestros que se querian: conse- jar con ellas si yrian ó no; pero ellos se cubrieron con otros pellejos horribles de arriba abaxo é las caras pintadas de di- versas colores, é con sus arcos é flechas, é con aspecto temeroso de ver, salieron. Los nuestros, creyendo que querian venir á las armas, soltaron un arcabuz sin pe- lota, mas por espantarlos que por otra causa: esto les fué tan espantable que con señales pidieron paz, y concertaron que tres dellos fuessen á las naos : y assi co-. mencaron á yr con los nuestros para yr DE ÍNDIAS. LIB. XX. CAP. L 411 juntos. Áunque los indios yban á passo tendido, no podian los nuestros á todo cor- rer tenerse con ellos, é los dos dessos in- dios vieron un animal daquellos que es di- . cho que andaban sobre un monte pagien- do; é mostrando que lo yban á tomar, se huyeron, y el tercero fué llevado á las naos, el qual enojado de se ver solo, y no queriendo comer, dentro de pocos dias murió. Y el capitan envió algunos hom- bres á aquella casa ó cabaña, para que tomassen alguno de aquellos gigantes, pa- ra llevarlo al Emperador, como cosa nue- va; pero no se halló nadie, porque todos juntamente con la cabaña se avian trans- ferido á otra parte , de que se colige que aquella gente no está firme en algun lugar. A causa de los récios tiempos que andaban en la mar, dilató la partida de aquel golpho el capitan Magallanes ; é aproximábase el mes de mayo, en el qual tiempo comienca el invierno en aquella tierra, y á esta causa le fué nescessario atender allí todo aquel tiempo que en Es- paña es verano, y como capitan prudente, mandó reglar las raciones é acortarlas, porque mas les turassen los bastimentos. Los españoles que avian comportado en paciencia algunos dias , temiendo el luen- go invierno é la esterilidad de donde es- taban, rogaron al capitan Magallanes que, pues vian que aquella region derechamen- te se extendia hácia el polo antártico, é que no tenian esperanca de hallar el ca- bo de aquella tierra ó estrecho alguno, y que el invierno entraba muy cruel, y que ya eran muertos muchos de hambre y por falta de muchas cosas no podian ya so- - frir ni tolerar aquella racion, por tanto que le pluguiesse de alargar la racion y deliberar de volver atrás; diciendo quel Emperador nunca tuvo intencion que se buscasse lo que era impossible, ni contra la natura porfiar de aver lo que ella avia negado, y que bien bastaban las fatigas - passadas hasta allí donde estaban y donde nunca otros hombres tuvieron atrevimien- to de navegar, y que demas desso seria fácil cosa que interviniessen tales tiempos é vientos, porfiando yr adelante hácia el dicho polo antártico, que en pocos dias el viento, que de aquel polo vernia, los lle- vasse en alguna extraña y dificultosa cos- ta. Magallanes, como valeroso y determi- nado capitan que estaba puesto en moriró acabar lo comencado, respondió quel Em- perador le avia mandado y declarado el curso de su viage, del qual él no podia ni queria en ninguna manera alguna apartar- se, y por tanto queria navegar hasta que hallasse el fin de aquella tierra ó algun es- trecho; é que aunque el invierno pressente se mostrasse para ello dificultoso, que ve- nido el verano seria fácil lo que les paresgia imposible, é podrian navegar tan adelante, discurriendo por la costa de Tierra-Firme debaxo del polo antártico, que llegarian á parte que les turasse tres meses un dia, É que se maravillava mucho que gente es-- pañola é tan valerossa mostrasse ni sig- nificasse ni apuntasse tal flaqueca como volver atrás; é que quanto á lo que de- cian de la incomodidad del vivir y del ás- pero invierno, que todo essó era compor- table, porque tenian mucha leña é abun-. dancia de mucho é buen pescado, y bue- nas aguas y muchas aves y caga, y que el pan y el vino no les avia faltado ni les fal- taria, si comportassen que se regle étasse por la salud de todos y que no se dé lo supérfluo, pues que como sabian, hasta esse punto no avía causa para tornarse á España. Y que mirassen que los portu- gueses que yban en Levante, passaban no solamente cada año mas quasi cada dia el trópico de Capricornio sin fatiga alguna, é aun doce grados adelante; é que miras- sen que ellos en donde estaban solamen- te dos grados estaban adelante del tró- pico de Capricornio, hácia el antártico; y que creyessen que él estaba en de- Ls terminacion de sofrir qualquier traba > 42 HISTORIA GENERAL Y NATURAL xo, antes que con vergúenca volver en España. Y que él estaba cierto que en los españoles que estaban pressentes, sus compañeros , hermanos é amigos ciertos, no avia de faltar aquel generoso espíritu que tenian de que naturalmente fueron doctados; y que una cosa sola les rogaba, y era que á lo menos el resto del presen- te invierno, aunque áspero, con pacien- cia lo sufriessen; porque tanto mayor seria el premio, quanto con mayor fatiga y peligro manifestassen al Emperador un nuevo y nunca conoscido mundo, rico de especieria y de oro y de otros muchos pro- vechos. Y con estas é otras buenas pala- bras sossegó los alterados ánimos de los - escandalosos, aunque del todo no falta- ban murmuraciones solapadas. Mas cómo Magallanes vido mitigarse la mar y el invierno, partió del golpho de Sanct Julian á los veynte é quatro de agosto, y siguió la costa de la tierra há- cia el austro y vido el cabo llamado Sancta Cruz, é sobrevínole un tempo- ral é recio viento levante é dió con una de las cinco naos al través en la costa; pero salváronse los hombres é la ropa y aparejos de la nao, excepto un moro que se anegó. Despues á los veynte y siete de noviembre entró en un estre- cho de mar la dicha armada, € mandó el general que se mirasse con atencion por todos si se podia passar adelante, é prometió de los esperar hasta el quinto dia. Subcedió que una de las naos, de la qual era capitan Álvaro Mezquita, hijo de un hermano de Magallanes, fué lleya= da del refluxo en mar é salió por do avia entrado, y los que en ella estaban, vién- dose apartados de la conserva, acordaron de se volver en España; y prendieron al capitan é dieron la vuelta hácia nuestro polo, y en fin aportaron á la Ethiopía, donde tomaron vituallas. Ocho meses des- pues que dexaron la compañia, llégaron á España, donde hicieron decir con tormen- tos al dicho Alvaro cómo su tio Magalla- nes por su consejo se avia avido mal con los castellanos. Magallanes esperó esta nao aun mas días del tiempo é término que le avia dado, é vueltas las otras dixeron que no avian hallado sino algunos golphos de mar baxo con escollos é riberas altíssimas, é los dela tercera nao refirieron que pens- saban que aquello era estrecho de mar, porque avian navegado tres dias é no avian hallado salida: antes quanto mas - adelante yvan mas estrecho de mar ha- llaban, é tan profunda que en muchas partes con la sonda no avian podido ha- llar fondo; é que avian considerado que las crescientes eran mayores que lasmen- guantes, é que por esto penssaban que por aquel estrecho podrian salir á alguna grand mar. Por todas estas racones deli- beró Magallanes de navegar por aquel es- trecho, el qual entonces no se sabia que fuesse estrecho de mar, porque algunas veces era tan ancho como tres millas ó una legua, é otra vez media legua, é al- guna vuelta dos leguas ó tres, é muchas veces legua é media, é volvíase un poco hácia Poniente. É fué hallada la altura del polo, que passaba de cinqúenta y dos - grados, é allegábase el mes de noviem- bre, y no avia en la noche mas de cinco horas, y no vieron persona alguna en aque- llas costas; pero vieron una noche grand cantidad de fuego, máxime de la parte siniestra. Pero viendo Magallanes que la tierra era áspera é inculta y el frio mu- cho, acordó de navegar con las tres naves por aquel estrecho ; por el qual desde á veynte é dos dias que le avia comencado | á navegar, llegó á un otro mar grande é profundo ,-é la longueca deste estrecho fué ciento é diez leguas (segund algunos); pero los mas le dan ciento y algo mas. La tierra que tenian á la mano derecha no hay dubda de ser la que llamamos Tier- ra-Firme en estas nuestras Indias , donde estan Panamá y el o de Dios en la DE INDIAS. LIB. XX. CAP. 1. 13 una y en la otra mar; mas la tierra que en el estrecho está á la mano siniestra (cómo esta armada la tenia) créesse que es isla. Luego vió este capitan é sus nau- tas, cómo salió del estrecho, que la tierra é costa de la mano derecha se enderes- caba hácia el equinocial punto é hácia nuestro polo otra montaña, por lo qual mandó Magallanes que las proas de sus naos fuesen derechas al viento noroeste; - pero yo creo que en tal mar otros chrips- tianos nunca antes que estos navegaron, - 6 de otras nasciones no se sabe ni se es- cribe que alli hayan andado, sino los na- turales de aquella misma costa. Assi que, tiraron por el rumbo é camino que es dicho trás el sol, hácia Poniente, para que pu- diesse essa armada yr en Levante, porque Hernando de Magallanes sabia bien que las islas de Maluco estan en. las extremas | partes del Oriente, é' no lexos de la línia equinogial; y assi hácia aquella parte guió su camino, sin le dexar sino costreñido- de algun tiempo forcoso. É aviendo qua- renta dias seguido tal viaje, é las mas ve- ces con viento en popa, otra vez passó el trópico de Capricornio; épassado aquel, descubrió dos islas estériles é pequeñas é deshabitadas, pero detuviéronse en ellas dos dias é passaron adelante continuando su viaje: é aviendo tres meses é veynte dias continuos navegado aquella mar prós- peramente, cada dia mayor é mas am- plíssimo le hallaban; é con grand fuerca de vientos, passaron debaxo de la equino- cial é hallaron una ínsula, llamada por los habitadores della Juvagana, questá en once grados desta parte de la equinocial. Despues, comencaron á ver tantas islas, que les parescia que estaban en el Arci- piélago, é descendieron en aquella isla Juvagana, y era deshabitada; é fueron á otra isla menor, donde vieron dos canoas de indios, é los nuestros les preguntaron el nombre de la isla é dónde podrian pro- veerse de vitualla 5 todo esto dicho con la lengua que se suele un mudo preguntar á otro mudo. Aquellos dixeron que la pri- mera, donde avian estado se decia Juva- gana, y essotra donde estaban se decia ÁAcaca, pero ambas deshabitadas; é que allí cerca avia otra isla que llaman Selana: la qual con el dedo les enseñaban, que era habitada, donde hallarian todo lo que oviessen menester. d - Despues que en Ácaca se refrescó es- ta armada, fueron de luengo á Selana, é sobrevínoles un mal tiempo, é tal, que - de nescessidad arribaron á otra isla que se dice Messana, en la qual vive el rey de tres islas; é desde aquella fueron á Zubut, ques una isla muy excelente é grande, con el señor de la qual, aviendo contraydo paz é amicicia, saltaron en tier- ra los nuestros por celebrar el officio di- vino como chripstianos , porque aquel dia era la fiesta de la Resurrección de Nuestro Redemptor Jesuchripsto. É hiciéron en la ribera; á modo de iglesicta, un toldo con las velas de las naos é con ramos de ár- -boles, y hecho un altar, se celebró la mis- sa. Y allí vino el señor de la isla con grand multitud de indios, los quales aviendo visto celebrar el officio divino, estovieron quedos é quietos hasta la fin, é parescia que se oviessen holgado de tal sacrificio. Despues llevaron al capitan con algunos de los principales españoles á la cabaña del señor, é pusiéronles delante el manjar que tenian, que era un pan que aquella gente le llama sagu, el qual es hecho de una suerte de leño no muy dessemejante á las palmas; é de aqueste, despues que es cortado en piecas y en la sarten fritas con el ólio, hacen panes, del qual se sus- tentan. El beber suyo era de un cierto vino que se destila de las palmas; é dié- ronles muchas maneras de aves assadas: é al fin de la comida le presentaron al ca- - pitan é á los convidados muchas maneras de fructas de la tierra. _ En casa iS ns señor vido cap. 44 Fernando de Magallanes un enfermo que estaba para morir, é preguntó que quién era aquel doliente é qué mal era el que tenia: é á lo que se-pudo entender, le di- xeron que era nieto de aquel señor, é que avia dosaños que tenia una grand fie- bre. É hícole el capitan entender que es- toviesse de buen ánimo, y que si se qui- siesse convertir á la fee de Chripsto, luego sanaria. El indiano fué contento, é avien- do adorado la cruz, se bapticó, y el dia “siguiente dixo que era sano é que no sen- tia mal alguno, é saltó fuera del lecho, andando é comiendo como los otros , é contaba á los otros indios no sé qué cosas que durmiendo avia visto: á causa de lo qualaquel senor con dos mil é doscientos indios en pocos dias despues que el en- fermo sanó, adoraron á Chripsto , loando su religion, : Magallanes consideró que aquesta isla era rica de oro, é de gengibre é otras co- sas, y el sitio della oportuno á las otras islas vecinas á esta, é que con facilidad se podrian buscar aquellas riquecas, y lo que producian todas essas islas. Habló al señor de Zubut, é le dixo que pues avia dexado el malo é: vano culto de los demo- nios y su ydolatria, é se avia convertido á la fee de Nuestro Redemptor Jesuchrips- S to, que convenia que los señores de las islas vecinas obedeciessen sus manda- mientos, é que avia determinado de les enviar sus embaxadores sobresto, é que si no le quisiessen obedescer, que los constriniria con las armas. Plúgole desto al señor, é luego les envió sus embaxa- dores, é vino, ora uno é ora otro de aque- llos señores, é á su usanca hacian reve=. rencia al señor de Zubut. Avia allí una isla vecina dicha Mathan, el rey de la qual era estimado mucho por excelente hombre en el arte de la guer- ra, y era muy mas poderoso que todos los otros sus vecinos : el qual respondió á los embaxadores que no queria venir á HISTORIA GENERAL Y NATURAL hacer reverenciaá aquel, que de muy lar- go tiempo él acostumbraba mandarle. Magallanes desseaba acabar esso que avia comencado, é hico armar quarenta hom- bres, de los quales él estaba bien satisfe- cho de su virtud y esfuerco ; é puestos en algunas barcas pequeñas, hícoles passar á la isla de Mathan, que estaba cerca, y el señor de Zubut envió con essos españo- les algunos de los suyos que les enseñas- sen el sitio é dispusicion de Mathan, é que si fuesse nescessario, peleassen en favor de los chripstianos. El rey de Mathan, viendo que los nuestros se aproximaban, hico venir en órden, á su usanca, cerca de tres mil hombres de susindios. Magallanes puso en la dicha isla en tierra los suyos con arcabuces é armas de guerra, los qua- les, aunque vido que eran pocos en com- paracion de los enemigos, é que estaba - informado que eran gente belicosa, pa- rescióle que era mejor pelear con aque- llos pocos chripstianos que tenia, que vol- ver atras ó usar de la gente que le avia dado el señor de Zubut; y confortó é ani- mó á sus soldados, é díxoles que no tez miessen de la multitud de los enemigos, pues que muchas veces avian visto, y po- Cos dias antes, y en especial en la isla Ju- vagana, que doscientos españoles avian - puesto en fuga doscientos y trescientos mill - indios. É dicho esto, dixo á los indios que le avia dado el señor de Zubut quél no los avia traydo alli para que peleassen ni para dar ánimo á los chripstianos, sino solo para que viessen el esfuerco de sus soldados y quán valientemente comba= - tian. Trás aquellas palabras fué con grand ímpetu y animosamente á dar en los ene- migos, y de ambas partes trabada la ba- talla, se combatieron valerosamente; pero los nuestros fueron superados á causa del grand número de los contrarios é porque - susastas é lancas, que USAN, SON MUY Mas _luengas que las nuestras. Y en fin, el ca- pitan Magallanes fué passado con una asta DE INDIAS. LIB. XX. CAP. 1. 45 de una parte á otra. É muertos, los demas, aunque no mostraron ser vencidos por esso, se retiraron afuera con pérdida de su capitan, é los enemigos, aunque se truxeron en ordenanca, no osaron seguir á los chripstianos. É assi los nuestros se tornaron á Zubut, aviendo perdido el ca- pitan general del armada con otros cient hombres. Luego los españoles eligieron por su capitan general á Johan Serra- no, el qual, como la historia lo ha dicho, fué por piloto mayor desta armada. Antonio Pigafeta Vicentino, caballero de la órden de Rodas, el qual dice que se halló en este viaje, en una relacion quél hico al grand Maestro de Rodas, Phe- lipo de Villiers Ledisdan, cuenta de otra manera la muerte del capitan Magallanes; porque dice que le passaron la pierna de- recha con una flecha con hierva, y quél mandó á los españoles que se retirassen, é que quedaron con él hasta seys ú ocho de los nuestros: de la qual cosa reconos- - ciéndose los enemigos é viéndole quasi solo, no hacian sino tirarle á las piernas que le veían desarmadas; é que le fue- ron tiradas tantas langas é dardos é pie- dras que no podia resistir, y quel artille- ria que era en las barcas, no podia ayu- dar por estar lexos, y que en fin los nues- tros vinieron hasta la ribera retrayóndose combatiendo, y entraron en el agua has- ta las rodillas , é los enemigos siempre si- guiéndolos. Las lancas que les tiraban los nuestros, se las tornaban á arrojar los in- dios de nuevo; é despues se tornaron _ adonde estaba el capitan Magallanes, al — qual dos veces por fuerca de lancadas le derribaron la celada de la cabeca, y él, como valiente caballero, se restriñia siem- pre con aquellos pocos que con él avian quedado, y combatieron sobresto mas de una ora, que nunca por vergúenca se qui- so retraer. Y al fin un indio le tiró una lanca de caña, con que le dió en la cara, que le passó de una parte á otra é le der- ribó muerto: lo qual viendo los suyos,:lo mejor que pudieron se fueron hácia las barcas, mas siempre seguidos de los ene- migos, sin que dexasen de tirar dardos é langas; y mataron á un indio que era guia de los chripstianos é hirieron muchos. Assi que, esto es lo que en este caso cuen- ta aquel caballero Vigentino; pero en lo de susso yo he seguido la relacion que Johan Sebastian del Cano me dió, que es aquel capitan que volvió á España con la nao Victoria (como adelante se dirá), é quasi la misma relación que yo sigo es- cribió el bien enseñado secretario de Cé- sar, llamado Maximiliano Transilvano, al cardenal Salceburgense; y por tanto aca baré la relacion del dicho Johan Sebastian del Cano, é despues della diré algunos pas- sos notables que dice el Pigafeta, que me paresce que no se deven dexar en silencio. Muerto Magallanes y elegido capitan ge» - neral Johan Serrano, que hasta alli era piloto mayor; é á mi juigio no tal para el nuevo officio que tomaba, como fuera me- nester, porque yo le conoscia desde el año de mil é quinientos é catorce, que fué por piloto mayor del armada que llevó á Tierra-Firme Pedrarias Dávila, al Darien, donde yo fuí por Veedor, é pude bien considerar de Johan Serrano que de la nao fuera buen piloto, pero capitan gene- ral no. É si aquessos le eligieron por la muerte de Magallanes, no me paresce que lo acertaron, como la obra lo mostró. En fin aceptado el cargo, renovó la paz con el señor de Zubut con nuevos dones, é le prometió de vencer áaquel rey de Mathan. Tenia un esclavo Magallanes, nascido en las islas del Maluco, el qual en otro tiem- po, estando Magallanes en aquellas islas del Maluco, le avia comprado. Este avia muy bien aprendido la lengua castellana, é aviéndose acompañado con otro intérpre- te de Zubut que entendia la lengua de los Malucos, tractaba todos los negocios. y se E, pa ms 9 o ias e 16 HISTORIA GENERAL Y NATURAL hallado en la batalla en que murió su se- ñor, é aun á él le cupieron algunas heri- das pequeñas y estaba echado en su ca- ma, atendiendo á su salud. El capitan Johan Serrano, que no podia hacer cosa alguna sin él, comencó á reprehenderle con ás- peras palabras, diciéndole que aunque su señor Magallanes fuesse muerto, que no era por esso horro ni libre de la servitud, para que dexasse de ser esclavo; é aun que avia de ser mas subjecto é seria muy bien acotado, si no hiciesse con placer lo que le fuesse mandado. El esclavo, oydo esso, encendiósse de mucha yra y entróle tan- ta enemistad en el coracon, que aunque no lo mostró , fingió que aquella correcion del Johan Serrano no la avia por mala. Despues de algunos dias fuesse al señor de Zubut é dióle á entender que la ava- ricia de los españoles era insaciable, é que tenian determinado que, cómo oviessen vencido al rey de Mathan, vernian contra - el mismo señor de Zubut y llevarle pres- so: y que otro remedio no tenia sino que como ellos le querian engañar, quél tu- viesse forma de los engañar á ellos. El señor de Zubut dióle crédito, é hico su paz é alianca secreta con el rey de Mathan é con los otros, é acordaron juntamente de: matar á todos los nuestros. Fué llamado á un solemne. convite el : - capitan Johan Serrano con los mas de los principales, en que fueron número de veyn- te é siete, é fueron descuydados, porque el tracto era astutamente ordenado. É se- guros sin sospecha, salieron en tierra á co- mer con aquel señor, y estando comiendo dieron sobre ellos muchos indianos, que para aquello estaban escondidos é apare- jados, é levantóse un gran ruydo por to- do aquello, y llegó la nueva á las naos có- mo todos essos chripstianos convidados los avian muerto é que toda la isla estaba en armas: é vídose desde las naos que una cruz que se avia puesto sobre un árbol, la | derribaron O A con 1 mucha sa— ; ña é que la cortaban en pedacos. Temie- ron que con ellos no se hiciesse lo que se hico con sus compañeros, y levantaron las áncoras é hiciéronse á la vela. Poco des- pues fué llevado á la ribera el capitan Ser- rano atado, el qual llorando rogaba á los de las naos que le quisiessen rescatar é librar de tan cruel gente; é decia quél avia alcancado daquellos bárbaros que fuesse rescatado, si los nuestros le quisies- sen rescatar: los de las naos, aunque les parescia cosa deshonesta dexar su capitan de aquella forma, temian las insidias y engaños de los enemigos é siguieron su camino, dexando al Serrano en aquella costa, miserablemente lagrimando é con grand llanto é dolor, pidiendo ayuda é socorro á los de las naos. Los quales, per- dido su capitan principal y el segundo, muy entristecidos tiraron su via, é no sin grand dolor de los que ya les faltaban, por cuyas muertes el número que queda- ba no era suficiente para sostener tres naos, Por tanto acordaron de quemar la una dellas y conservarse con las dos, y arribaron á una isla allí vecina , llamada Bohol , y repartieron la gente de una nao en las otras dos, é quemaron aquella; é desde allí se fueron á una isla que se dice Gibert, la qual puesto que es de oro y de gengibre y de muchas cosas otras fér- til, no acordaron de parar allí, porque por ninguna via los naturales querian su amistad, é para combatir, eran pocos chripstianos. É desde allí se fueron á una isla que se llama Bruney: está ahy un grand arcipiélago, en que hay dos islas grandes : la una se dice Gilolo, el rey de la qual decian que tiene seyscientos hijos; é la otra es Bruney. Gilolo es tan grande, que en seys meses no se podria bojar, é Bruney en tres se rodearia: lo uno é lo otro podrian causar los tiempos. y buenos ó malos navíos; pero á los primeros no se puede ni deve dar crédito en mas de lo que vieron, porque essas particularidades DE INDIAS. LIB, XX. CAP. 1. 17 piden tiempo para ser creydas. En fin, aunque assi se haya dicho, cierto es que ninguno de los desta armada bojó essas islas, para decir esse término de las cir- cuyr. Pero afirman que aunque la de Gi- lolo es mayor, la de Bruney es mas fértil é abundante y mas famosa por la grande- ca de la cibdad que tiene el mismo nom- bre Bruney ; la qual poblacion es reputa- da de hermosa y de buenas costumbres y manera de vivir civil. Los desta isla son gentiles: adoran el sol é la luna, é dicen que el sol es señor del dia é la luna de la noche, é que él es macho y ella hembra, y llámanle padre é á la luna madre de las estrellas. Y quando el sol sale, le saludan é adoran con ciertas palabras, y assi lo hacen á la luna, quando resplandesce de noche, y como á sus dioses les piden hi- jos é abundancia de sus ganados é fructos de la tierra y las otras cosas que dessean. Sobre todas las otras cosas observan la piedad é la justicia: aman especialmente la paz y el ócio, y blasfeman é aborres- cen la guerra, y han en ódio su rey quan- do tiene guerra, y si está sin ella, hónranle como si fuesse su dios; mas quando la guerra procura ó saben que la dessea, no repossan hasta que por mano del rey su enemigo sea muerto. Y quando su rey se determina de hager guerra (lo qual raro acaesce), pónenle en la delantera para que sostenga el primero peligro é ímpetu de los enemigos; y no les paresce que con furor deven yr contra el enemigo, si- no quando su rey es muerto, y entonces con grande osadia pelean por le vengar, é por la libertad, é por el nuevo rey. É nun- ca se ha visto entre esta gente que su rey haya movido guerra, que venido á las ar- mas, dexe de ser muerto; y por esto raras veces guerrean, é parésceles cosa injusta querer alargar sus confines, y guárdanse todos de hacer injuria á sus vecinos ó á forasteros. Mas si alguna vez son injuria- dos, procuran igualmente de vengarse, TOMO IL. : x + luego encontinente solicitan la paz, y tié- nese por muy gloriosso el que primero la demanda, y tienen por infamia no la de- mandar é ser el postrero á pedirla; y es muy vergoncoso acto negarla al deman- dante, aunque no tengan ragon, y contra los que no quieren paz, todos los pue- blos se conjuran como contra crueles é desapiadados. De manera que por esta causa quassi siempre vienen en quietud é reposso. No se usa entre essa gente turbar ni hacer homicidios: á ninguno es lícito ha- blar al rey, excepto la muger é hijos; y no le hablan sino de lexos apartado con alguna gerbatana , la qual le ponen en la oreja , y por aquella hablan lo que le quieren decir. Sus casas son de made- ra y de tierra y parte de piedra, cubier- tas de hojas de palmas. Dicen que en la cibdad de Bruney hay veynte mill casas é son pequeñas. Toman tantas mugeres quantas pueden sostener é hagerles la expensa: su mantenimiento son aves é peces, y de lo uno y lo otro hay grand abundancia. El pan es de arroz y el vi- no de palmas: algunos son mercaderes y tractan por las islas vecinas con barcas di- chas juncos. Otros van á cacar aves, y otros á montear, y otros á pescar, y otros á labrar la tierra. Su vestido es de algo- don: tienen ovejas y bueyes y caballos pe- quenos y flacos: no tienen asnos. Han abun- dencia de camphora, gengibre y canela. Despues que los nuestros ovieron salu- dado á este rey de Bruney, y presentádo- le algunas cosas, fueron á las islas del Ma- luco, las quales este rey les mostró, é lle- garon á una isla, donde les dixeron que avia perlas tamañas como huevos de tór- tolas, é aun se decia que tamañas como huevos de gallina; pero que no se podian hallar, sino en alto mar, Pero los nuestros no vieron ni hallaron tales perlas; mas afirmaron aver visto de una hostia la carne (6 mejor diciendo pescado): pessó qua= A 48 HISTORIA GENERAL Y NATURAL renta é siete libras de pesso, lo qual pa- resce que es indicio para creer que avrá perlas tan grandes como es dicho, pues que es manifiesto que las perlas nascen en las hostias. Algunos dessos nuestros es- pañoles dixeron que el rey de Bruney te- nia en su corona dos perlas tan grandes como huevos de ánsar; pero es falso, y yo quisse con diligencia informarme desto, y lo pregunté á Johan Sebastian del Cano é á Fernando de Bustamante: é me dixeron que era burla y que nunca tal corona ni perlas vieron. Bien es verdad que yo he visto en España una joya mayor que un ducado de á dos ó doblon de los nuestros, y decian que era una perla, y era fecho como un barrilico é muy bien guarnesci- do, é era venido del reyno de la China por via de Portugal: pero no era perla, sino madre della (6 nácar) de hostias de perlas, é artificialmente redondo, é guarnescido de tal manera, que era fácil dar á enten- der á simples que era perla. Y dessas tales artificiossas no me maravillo que las ha- gan tan grandes como quissieren, pues que hay hostias grandes. Desde alli fueron los españoles á Gilon, isla donde entendieron que avia hombres con orejas luengas, en tanta manera que les llegaban á las espaldas: y maravillados de oyr tal cosa, supieron porrelacion de in- dios que no muy lexos de alli avia otra isla, donde no solamente tenian grandes ore- jas, pero tan excesivas que quando les era nescesario, con una sola oreja se cobrian todo el cuerpo. Pero como nuestros espa= ñoles buscaban la Especieria y no estas fá- bulas, siguieron su camino derecho á los Malucos: los quales, ocho meses despues que su capitan Magallanes murió en Ma- than , hallaron cinco islas que se dicen Ternate , Mutir, Tidore, Mate, Mac- chian, y estan desta é de la otra parte de la línia equinocial, é algunas estan cerca unas de otras. En una nascen clavos de - girofle, en la otra las nueces moscadas, y en otras cinamomo; é son pequeñas é muy extrechas: los reyes de las quales pocos años antes comencaron á creer que las ánimas eran inmortales, no por otro argumento enseñados sino que avian yis- to un hermoso páxaro que nunca se sen- taba en tierra ni sobre cosa alguna que fuesse de tierra; mas quando le vian ve- nir del cielo, era quando muerto caía en tierra. É aquellos mahometanos que trac- tan en essas islas, afirman que este páxa- ro nasce en el parayso, é que el paray- so es aquel logar, donde están las ánimas de los que son muertos, é por aquesta causa aquellos señores se hicieron de la secta de Mahoma; porque dicen que ella promete muchas cosas maravillosas de aquel logar de las ánimas. Llaman á aquel páxaro mamieco-diatia, é tiénenle en tanta veneracion, que aquellos reyes quando van á combatir, se tienen por seguros é pienssan que no pueden ser muertos, te- niendo esse páxaro, aunque sean puestos en la delantera, segund su usanca. Deste páxaro yo hablé en la primera parte des- tas historias, en el libro VI, capítulo XV, mas largo , porque tuve uno dellos. Tornando á nuestra historia, en estas cinco islas ya dichas los plebeos son gen- tiles, é quasi de las mesmas costumbres que se han dicho de la gente de la isla de Bruney. Son muy pobres y nescessitados de todo, porque. en su tierra ninguna otra cosa nasge sino especieria, la qual true- can con arsénico, argento vivo y paños de lino, de los quales asaz exercitan; é tam- bien truecan essas especias por soliman: mas lo que hacen dél y en qué usen essos tales venenos no se sabe acá. Viven del pan llamado saga é de pescado, é algu- na vez comen papagayos: habitan-en ca- sas muy baxas. Los nuestros, despues que ovieron visto é bien considerado el sitio ó assiento de las islas del Maluco, y lo que cada una dellas produce, y sus costum- bres y manera de cómo viven aquellos se- DE INDIAS. LIB. XX. CAP. I. 549 ñores, se fueron á Tidore; porque tovie- ron noticia que aquella isla mas que to- das era abundantíssima de clavo, y que el rey della en prudencia é humanidad ha- cia ventaja á todos los reyes de las otras. Y baxaron nuestros españoles en Tidore en tierra, y fueron al rey con pressentes, como si fueran enviados del Emperador: y aquel rey aceptó las cosas que le pressentaron be- nignamente, é mirándolas, alcó los ojos al cielo é dixo: «Agora se cumplen dos años que yo conoscí por el curso de las estrellas que vosotros érades enviados de un grand rey. á buscar esta nuestra tierra; por la qual cosa vuestra venida me ha seydo mas cara é gragiossa, pues que porlas estrellas tanto tiempo ante me fué anunciada. É sa- biendo que no acaesce jamás alguna cosa destas, sin que primero no sea de la vo- luntad de los dioses é de las estrellas or- denado, yo no seré tal con vosotros que quiera contrastar á la voluntad de los cie- los; sino con buen ánimo y voluntad de aqui adelante, dexando aparte el nombre real, penssaré que soy como un governa- dor de aquesta isla, en nombre de vuestro rey. Por tanto meted las naos en el puer- to é mandad á todos vuestros compañeros que seguramente salgan en tierra, por- que despues de tan luenga navegacion é - trabaxo de la mar, é despues de tantos pe- ligros, seguramente podays descansar. Ni pensseis que aveys llegado sino á casa de vuestro rey.» Dichas estas palabras, se qui- tóla corona de la cabeca, y los abragó uno á uno, é hícoles dar ny es de comer en su presencia. Acabado de comer, los nuestros muy alegres tornaron á los compañeros é refi- riéronles todo lo que es dicho: los quales oyendo la buena voluntad de aquelrey, to- dos salieron en tierra. Despues que alli es- tovieron algunos dias é se rehicieron por la benignidad daquel rey, desde alli envia- ron embaxadores á los otros reyes, tanto para ver lo que producian las islas como por aver su amicicia. Ternate está alli ve- Cina, y es una pequeña isla, la qual ape- nas tiene legua é media de circunferencia, á la qual es vecina Macchian, aun menor. Estas tres producen grand copia de clavos de girofle; mas de quatro en quatro años más asaz que en los tres passados. Nas- cen los árboles del clayo en altos riscos, y en tal modo espessos que hacen un bos- que: la hoja es semejante é la corteca al laurel. Los clavos nascen en la sumidad de cada rama, é primero un vassillo, del qual sale fuera la flor como de acahár, é la punta del clavo colgada, digo assida á la cima ó extremo del ramo; é poco á po-= co sale fuera, hasta que queda en su per- fecion. Primero está el fructo colorado, é despues poco á poco, con la calor del sol, se torna negro. Han repartido aquella gen- te essas selvas ó boscajes del clavo entre sí como nosotros las viñas; de manera que cada qual conosce bien su heredad: y para conservarel fructo, despues questá sacona- do é se coje, métenlo en hoyos debaxo de tierra, hasta tanto que los mercaderes lo llevan á otras partes. La quarla isla, dicha Mutir no es mayor que las otras. Esta pro- duce cinamomo y canela, el qual árbol nasqe á manera de vergas luengas é no hace fructo alguno: nasce en lugares se- cos y es semejante al granado, su corte- ca del qual por la mucha, calor se abre y se aparta del leño, y dexándola estar un poco al sol se la quitan; é aquesta corte- ca es la canela. : Á esta isla es vecina otra que llaman _Bandan, que es la mas ancha é mayor de las islas del Maluco; en la qual nasce la nuez moscada, el árbol de la qual es alto y extiende los ramos quassi de la manera quel nogal, y aquesta nuez nasce de la ma- nera que nuestras nueces de España, cu- bierta de dos cortecas, y al principio está como un vasso pelosso, debaxo del qual está una cubierta sotil á manera de red, abracada á la nuez. La flor desta fructa se 20 HISTORIA GENERAL Y NATURAL llama macis, y es cosa muy buena y pres- ciosa: el otro cubrimiento es de leño, á semejanca de nuestras nueces ó cáscara de avellanas, dentro de la qual cáscara está la nuez moscada. El gengibre nasce en toda parte en las islas desse arcipiéla- go, é parte se siembra é parte nasce de por sí; mas lo mejor es aquello que se siembra. La hierba del gengibre es seme- jante á la del acafran y quassi de la mis- ma manera nasqe: y la rayz es el gen- gibre. Los nuestros españoles fueron bien aco- gidos é tractados de todos aquellos seño- res, los quales espontáneamente se pus- sieron debaxo de la obediencia del Em- perador rey, nuestro señor, como lo avia fecho el rey de Tidore. Pero como los es- pañoles no tenian mas de dos naos deter- minaron de traer destas especias de cada cosa un poco, é del clavo assaz, porque aquel año avia avido grand abundancia, é de tal suerte, que pudieran las naos traer grand cantidad. Aviendo, pues, henchido las naos de clavo, é aviéndoles dado pres- sentes para traer al Emperador, se pussie- ron en viage, para dar vuelta á la patria. Era el pressente espadas de la India é otras cosas; mas la mas gentil cosa de todas era aquel páxaro mamieco-diatta, el qual te- niéndole sobre sí en el combate, pienssan ser seguros é vencedores aquellos prínci- pes. Y destos truxo á España el capitan Johan Sebastian del Cano cinco ó seys, é despues en otro tiempo truxo otros el capi- tan Andrés de Urdaneta, el qual, como dixe de suso, me dió á mí uno dessos páxaros: y este fue en la segunda armada con el capitan general frey Garcia Jofre de Loay- sa. É quedó allá este y otros españoles al- gunos años, é truxo mas larga é apunta- da é particular relacion 'de aquellas par- tes, comolo diré adelante en este mismo libro. Assi que, partieron los nuestros de Ti= dore, y la mayor de las dos naos comen- có á hacer agua, é púsolos en tal nesces- sidad, que ovieron de volver a Tidore, y visto que no la podian adobar sino con grandíssimo gasto é mucho tiempo, acor- daron que la otra nao volviesse á España por este camino é viage: que passasse cerca del cabo llamado por los antiguos - Batigara, é despues por alta mar nave- gassen quanto mas apartado pudiessen de la costa del Assia, porque no fuesse vis- ta de los portugueses hasta que fuesse en aquel promontorio del África, que está de la otra parte del trópico de Capricornio muchos grados, llamado Cabo de Buena Esperanca, porque venidos allí no seria la navegacion dificil, para llegar á Casti- lla. Y ordenaron que quando la otra nao fuesse aderesgada, volviesse al arcipiélago sobredicho, é guiasse su viage á tomar puerto en la mar del Sur, á las espaldas del Darien, ó en Panamá, ó al golpho de Sanct Miguel, donde en aquella costa pu- diesse aver noticia de los pobladores es- pañoles daquella costa que avia desde el tiempo del adelantado Vasco Nuñez de Balboa, que fué el primero chripstiano que descubrió aquella mar (al qual sub= cedió el gobernador Pedrarias Dávila, como adelante en su lugar se dirá), para que desde allí se diesse noticia á esta nuestra cibdad de Sancto. Domingo y esta - nuestra Isla Española ó á la de Cuba. Assi que, partió aquella nao llamada la Victoria de Tidore, y navegó siempre desta parte de la equinocial, y no halló el promontorio de Baligara que sobre el Assia, segun Tholomeo, se extiende en la mar muchos grados de la equinocial; pero despues de muchos dias que na- vegaba, reconosció el Cabo de Buena Es- peranga, y despues continuando su yia- ge fué á las islas de Cabo Verde. Y á cau- sa del luengo camino, la nao hacia mu- cha agua, y no podian ya los marineros agotarla , porque muchos dellos eran muertos, y los que quedaban traían grand DE INDIAS. LIB. XX. CAP. I 24 falta de mantenimientos; y por se proveer de lo nescessario, saltaron en una de aque- llas islas que se dice Strango, para com- prar algunos esclavos negros que los ayu- dassen, y cómo los nuestros no tenian di- nero, ofrescieron que darian clavo en prescio. Esto sabido por un portugués que allí pressidia, higo poner en la cárcel do- ce ó trece de los que avian saltado en tierra, é los que quedaban en la nao, que eran diez y ocho, sabido esto, ovieron te- mor, é sin atender á cobrar la compañia, se partieron con su nao, navegando siem- pre de dia, y no de noche, gerca de la cos- ta de África, é llegaron por la voluntad de Dios á España, donde sanos é salvos los puso Nuestro Señor á los seys dias del mes de septiembre de mill é quinientos y veynte y dos años. Y entraron en el puer- to de Sanct Lúcar de Barrameda, desde á un año é quatro meses que se partieron de la isla de Tidore, seyendo capitan é piloto desta nao famosa Johan Sebastian del Cano: el qual é los que con él vinie- ron me paresce á mí que son de mas eter- na memoria dignos que aquellos argonau- tas que con Jason navegaron á la'isla de Colcos, en demanda del vellocino de oro. É aquesta nao Victoria, mucho mas digna de pintarla é colocarla entre las estrellas é otras figuras celestiales que no aquella de Argo, (que desde Grecia al mar Euxi- no, ques mas corta carrera que la que puede dar un caballero en un ginete por docientos passos, á respecto de nuestra nao Victoria única é primera que todo el orbe en redondo navegó), partiéndose del puerto de Sanct Lúcar de Barrameda, del rio Bétis, llamado agora Guadalque- vir y salida á la mar, dexó el estrecho de Gibraltar sobre la mano siniestra, é nave- gando por el mar Océano hácia Mediodia, atravesó la línia equinocial é dexó á las espaldas el polo ártico, é atravessando el trópico de Capricornio, llegó á se poner en cinqúenta é dos grados é medio de la otra parte de la línea del equinogio. Y desde allí volviendo la proa al Occidente passó aquel famoso Estrecho que es dicho de Fernando de Magallanes, y tornó á passar la equinocial, é llegó á la Especie- ria é islas del Maluco, é cargó de clavos, de girofle y canela y otros especias, é tan- to anduvo debaxo de la circunferencia del mundo, que se halló en el Oriente, é de allí vino en Poniente á su patria é ar- ribó en Sevilla el décimo sexto mes que partió de Tidore. Cosa “en la verdad que no se sabe ni está escripta, ni vista otra su semejante ni tan famosa en el mundo, CAPITULO UL. En que se tractan algunas cosas notables delá relacion que escrebió al grand maestro de Rodas un caballe= ro de su Órden que se halló en este viage de Fernando de Magallanes , que como á lestigo de vista y bien entendido se le debe dar crédito: el qual se llama Micer Antonio Pigafecta Vicentino ; y déxanse decir mu= chas cosas, assi de las que están dichas en el capítulo de suso, con otras de poca importancia , y aun algu- nas porque adelante hay otra relagion mas particular del capitan Urdaneta, que estuvo algun tiempo en aquellas partes. 3% este auctor, en favor de Fernando de Magallanes, grandes é buenas é loables cosas. La primera que antes que se par- tiessen, higo que todos los chripstianos se confesassen y comulgassen, como cathóli- cos é fieles chripstianos, y no consintió que en las naos desta armada fuessen muge- res algunas, : | ct o SS 22 HISTORIA GENERAL Y NATURAL Dice este caballero que el armada es- tuvo cerca de cinco meses en el puerto de Sanct Julian, é que los capitanes de las quatro naos, llamados Johan de Cartaje- na, y el thesorero Luis de Mendoca, An- tonio Coco y Gaspar Casado, los quales te- nian acordado de matar á traycion al ca- pitan general Fernando de Magallanes; y descubierto el negocio, fué quarteado el thesorero, y el Gaspar Casado assimesmo, é al Johan de Cartajena le mandó dexar en tierra el Capitan general, é con él un clérigo en aquella tierra de los patagones ó gigantes. É dice este auctor que alli es- taban en quarenta é nueve grados de la otra parte de la equinocial; y que vieron avestruces é raposas, é conejos menores que los nuestros: y alli se tomó la poses- sion por España y la Corona Real de Cas- tilla, y se puso una cruz sobre un alto mon- te, y le llamaron Montaña de Chripsto. Item: dice que aproximándose á los gin- qúenta é dos grados, que fué el dia de las Once mil Vírgines, hallaron el estrecho de ciento é diez leguas de luengo, y el ca- pitan Fernando de Magallanes puso este nombre al primero cabo desta parte, el Cabo de las Once mil Virgines. Es aquel estrecho en algunas partes mas é menos de media legua, y circundado de monta- ñas altíssimas cargadas de nieve, y cor- re en otra mar que le puso nombre el ca- pitan Fernando de Magallanes, el Mar Pa- cífico; y es muy profundo, y en algunas partes de veynte é cinco hasta en treynta bragas. Pero dice este auctor que no se hallára el dicho estrecho sino por el capi- . tan Fernando de Magallanes; porque to- dos los capitanes de las otras naos eran de contraria opinion, y decian que aquel estrecho era cerrado en torno; pero que Magallanes, sabia que alli avie aquel es- trecho muy oculto, por el qual se podia navegar. Lo qual él avia visto descripto sobre una carta de navegar en el thesoro ó cámara real del rey de Portugal, la qual carta fué hecha por un excelente hombre? que se llamaba Martin de Bohemia, é que assi fué hallado con grand dificultad. Con mayor lo creeré yo al que esto dice y á Martin de Bohemia, pues nunca se vi- do ni oyó escripta ni pintada tal auctori- dad, ni hombre chripstiano supo que avia tal estrecho, salvo quel intento de Maga- llanes y de su amigo é compañero Ruy Fa- lero, fué que como naturales y entendidos cosmógraphos penssaron que en aquella costa grande é distancia que hay desde el cabo de Sanct Augustin, donde la Tierra- Firme se vuelve y vá hácia el antártico po- lo, avian de navegar hasta ver el finé ha- llar entrada á la otra mar: ó quando no la hallassen, avian de hallar cabo é fin á aque- lla costa de nescessidad, para volver al derredor della á buscar la línia equinocial para yr cerca della á buscar los Malucos; pues Magallanes sabia do estaban, tan cerca é próximos á ella desta parte de la línia. Pero ó que Magallanes, por su buen espíritu, ó por el aviso de Martin de Bo- hemia, se atreviesse y determinasse á tal empressa, yo le tengo por hombre de mu- cho loor, é mas se deve atribuir á su per- sona que á la sciencia del bohemio, pues que hasta agora no hay memoria entre bohemios ni entre chripstianos que en Bo- hemia haya nascido cosmógrapho de tan- to crédito. - No quiero proceder en lo que siento cerca del aviso secreto del bohemio, por no perder tiempo; mas tornando á este caballero de Rodas, dice que estando den- tro del estrecho el mes de octubre, las no- ches no tenian mas de quatro oras; é que salidos fuera del estrecho é llegados al Mar Pacífico, el capitan mandó llamar Cabo Desseado al promontorio que está á la ma- no derecha hácia la equinocial. Y dice mas este auctor: quel capitan Magallanes es- taba de voluntad que, no hallando passa- je por aquel estrecho á la otra mar, que andaria tanto adelante debaxo del polo DE INDIAS. LIB. XX. CAP. II. 23* antártico que llegaria á grados septenta é cinco, donde en tiempo de su verano las noches serian claríssimas. Llamaron á aquel estrecho Palhagónico. Dentro del mismo estrecho hay muchos puertos seguros y agua excelente para be- ber, y mucho y buen pescado, y mucha hierba aquella que se llama appio, y al- ta á par de las fuentes. Dice mas: que desembocaron y salie- ron al Mar Pacífico á veynte y ocho de noviembre de mil é quinientos y veynte años, y que navegaron tres meses é veyn- te dias, sin hallar ni ver tierra alguna. Las nuevas que este caballero da de las señas del otro polo antártico son estas. No tiene estrella alguna, de la manera del polo ártico; pero véense muchas estrellas congregadas juntas que son como dos nu- bes un poco apartada una de otra, y un poco de obscuridad en la mitad: entre aquellas hay dos, no muy grandes ni muy resplandescientes, que poco se mueven, é aquellas dos son el polo antártico. La calamita del aguja ó brúxola de na- vegar, variándose un poco, se volvia siem- pre hácia el polo ártico; pero no obstante esso no tiene tanta fuerca como quando ella está á la parte del polo ártico: y quan- do fueroná la mitad del golpho, vieron una eruz de cinco estrellas claríssimas dere- Cho al Poniente, y estan igualmente apar- tadas la una de la otra. En aqueste camino dige que passaron cerca de dos islas múy ricas, la una de las quales está veynte grados del polo an- tártico , llamada Cipanghu, é la otra quin- ce, nombrada Sumbdit. Estando en doce grados de la otra parte de la equinogial, descubrieron una isla pequeña hácia poniente, y otras dos hácia mediodia. Y quiso el capitan general yr á la mayor por tomar algun reposo; mas no pudo hacerlo, porque la gente dessas is- las, como vieron nuestras naos, con sus bateles se llegaron á ellas, y entrando dentro robaban una cosa é luego otra, de tal manera, que los nuestros no se podian guardar dellos, y querian que se abaxas- sen las velas para llevar la nao á tierra. Y enojado desto el general Fernando Ma- gallanes, salió en tierra con quarenta hombres armados, é quemó quarenta ó cinqúienta casas con muchos de sus bate- les, y mató siete hombres, y cobró una barca de las nuestras naos que la avian ro- bado. Y tiraron su camino adelante, y el: capitan mandó poner en la carta estas is- las, y llamólas Islas de Ladrones. : Fueron mas adelante , donde hallaron é vieron muchas islas, y nombrólas el capi- tan Fernando Magallanes el Arcipiélago de Sanct Lácaro, que está en diez grados de la equinocial á la parte de nuestro polo ár- tico; é hicieron escala en una isla desha- bitada llamada Humunu, en la qual hay dos fuentes de agua claríssima, y en tor- no corales blancos en cantidad y muchos árboles con cierta fructa menor que al- mendras: y llamáronla los nuestros 7sla de Buenas Señales. Ao Llegaron á una isla dicha Messana , la qual dice este caballero que está en nue- ye grados y dos tercios de la equinocial á la parte de nuestro polo, y que hay en ella perros, gatos, puercos, cabras, ga- llinas, arroz, gengibre, cocos, higos, na- ranjas, mijo, panico, cebada, cera é oro en quantidad; y que estovieron allí ocho dias. Antes desso cuenta este auctor de la - Trapobana muchas cosas notables, de que yo no quise hacer aqui mencion ni aun las acepto, pues á Sebastian del Cano ni á Hernando Bustamante, ni á otro de los que fueron con Magallanes, nunca oy ha- blar en esso. Quien lo quisiere ver, lea la relacion que este caballero escrebió á su maestre. Dige que partidos de Messana, tiraron la vía de Poniente, é que passaron en tre cinco islas, nombradas Ceylon, Bo- :24 HISTORIA GENERAL Y NATURAL hol, Canggu, Barbai é Gathigan ; y enes- ta de Catighan hay murciélagos tamaños como águilas, de los quales tomaron uno: y que sabiendo que los comian, comieron uno, que era en el gusto como una ga- llina. Hay veynte leguas desde la sobre- dicha isla de Messana á estotra de Cati- ghan. Otras cosas escribe este auctor des- ta isla, en especial de unas aves que son tamañas como gallinas, que tienen cuer- nos, y los huevos que ponen tan grandes como de ánsares, é métenlos un codo de- baxo del arena, y allí el sol los hace nas- cer, y salen fuera del arena y son aves muy buenas para comer. Pero pues no di- ce que vido la experiencia deste sepultar los huevos é nascer como dice, tampoco lo apruebo ni lo niego, pues á Dios es to- do possible é de la natura no podemos juzgarla en tales casos por congecturas ni hablas de los que no lo ovieren experi- mentado. Despues de todo lo susodicho, llegó el armada á Zubut á siete de abril de mill é quinientos y veynte, y vieron muchas vi- llas é habitaciones sobre árboles: y cuen- ta muchas cosas é passos que intervinie- ron entre el capitan general é los indios de Zubut, para que viniessen de paz ó de guerra. Tambien dige otras particularida- des; pero antes desso cuenta como se.bap- ticó é hico chripstiano esse rey de Zubut, é llamáronle Cárlos, é á su hijo llamaron Fernando, é al rey de Messana Johan, el qual con Magallanes avia ydo á le ense- - har é confederar con esse rey de Zubut; y se baptigaron otros cinqiienta principa- les, y se bapticó la reyna é se llamó Joha- na, y á la muger del príncipe llamaron Ca- thalina, éá la reyna de Messana llamaron Isabel; y se bapticaron hasta quarenta doncellas dessas reynas, y bien otras ocho- cientas personas, as sy mogeres, se e ció iii > E dr A y id ES Pa bapticaron; y dentro de ocho dias todos los de la isla se bapticaron, y el rey le pressentó al capitan Fernando de Magalla- nes ciertos joyeles de oro con piedras presciosas. E aquestos eran gentiles é ydó- latras. Cuenta assimesmo un miraglo de un en- fermo que estaba ya sin habla é le bapti- caron é sanó, é particularícalo mas de. lo que se dixo en este caso en el capítulo precedente , porque dice que era herma- no del príncipe. Dice mas: que Duarte Barboar. pa- riente de dona Beatriz, muger de Maga- llanes, amenacó al esclavo Enrique, len- gua ó intérprete, despues de muerto Ma- gallanes, é no Johan Serrano, como se di- xo en el capítulo antes deste; y procedió la traycion é alcamiento de aquel mal chripstiano rey de Zubut que la historia ha contado: é dice que á Johan Serrano truxeron á la costa en camisa y herido, é que los de las naos le preguntaron si eran muertos los otros chripstianos é la lengua que con él avia salido, é dixo que muer» tos eran todos, é que al intérprete ningun mal le avian fecho, é que por amor de Dios le quissiessen rescatar con alguna mercaderia. Mas Johan Carnay, que era su compadre , con los otros, no quissieron rescatar esse su patron, é assi quedó llo- rando, rogando á Dios que en el dia del juicio pidiesse el ánima suya á aquel su compadre Johan Carnayyé é dice questa is- la está diez grados é once minutos desta parte de la equinocial. Da este auctor noticia de una isla dicha Chippit, en que hay mucho oro, é está cer- ca de cinqúenta leguas de Zubut, y estáen ocho grados desta parte de la equinocial. - Dá assimesmo noticia de cómo arriba- ron á la isla de Bruney,. é de los pressen- tes de los nuestros al rey é del rey á silos. DE INDIAS. LIB. XX. CAP. TIL. 25 CAPITULO III. En consegiiencia de la relacion y carta del Pigafeta al grand maestro de Rodas acerca de la ciddad y rey de - Bruney. A la verdad en algunas cosas de las que este caballero da en su relacion, yo he es- tado neutral ó perplexo, no dubdando que él escriba sino la verdad, puesto que al- gunas se le podian contradecir en lo que toca de la Trapobana: pero llegado al ca- pítulo LXVI, holgué de ver lo que dice del rey ¿isla é cibdad de Bruney, porque al mesmo Johan Sebastian del Cano yo le oy decir quasi lo mesmo que este caballero. Dice desta manera: «Como fueron aproxi- mados á la cibdad, detuviéronse quasi dos horas en el parao ó barca, y en aquel me- dio vinieron dos elephantes cubiertos de seda, é doce hombres con sendos vasos de porcelana en la mano cubiertos de se- da, para llevar el pressente. Despues su- bieron los nuestros embaxadores sobre _los elephantes y los doce yban delante con el pressente puesto en los vasos, y fueron assi hasta la casa del gobernador, en la qual les fué dada una cena de mu- chas viandas, y durmieron essa noche, en colchones hechos de algodon; y cómo otro, dia amanesció estuvieron en aquella casa hasta medio dia, y vinieron los ele- phantes y subieron sobre ellos, y fueron al palacio del rey y siempre delante aque- llos doce hombres con el pressente, como el - dia antes lo avian hecho, hasta la casa del gobernador. La calle por donde passaban, estaba llena de gente armada con espadas y lancas y targas, porque assi lo avia mandado el rey; y llegados al palacio real, entraron en él sobre los elephantes, y apeados fueron acompañados del gober- nador y de otros principales hasta una sa- la grande, que estaba llena de hombres que parescian de cuenta, y sentáronse sobre un tapete con los pS uestos 5 TOMO Ed E E en los vasos á par dellos. Al cabo de aquesta sala avia otra mas alta y un poco - menor, entoldada de paños de seda, en la qual se abrieron dos ventanas que esta- ban cerradas con cortinas de seda, de las quales procedia la claridad en la sala, y se vian doscientos hombres que estaban en pié con sendos estoques en las manos arrimados sobre el muslo, y aquestos es- taban alli por guarda del rey. En cabo de la sala menor, estaba una grand ventana, de la qual se levantó una cortina de brocado de oro, y por aquella se vido el rey que estaba sentado á una mesa con un su hi- jo; y detras dél no avia sino mugeres. Estonces un principal dixo á los nuestros que no podian hablar al rey; mas que si querian alguna cosa, se la dixesen, por- que él la diria á uno de los mas pringipa- les, y aquel despues lo avia de decir á un hermano del gobernador que estaba en aquella sala menor, y que aquel lo avia de decir por una cerbatana, que avia de meter por la hendedura del muro, á uno que está dentro, donde estaba el rey. Despues el dicho principal mostró á los nuestros que hiciessen tres reverencias al rey con las manos alcadas y juntas so- bre la cabeca y algando por el semejante los piés agora uno y otro, y despues be- sarse las manos. Assi como ovieron he- cho aquella reverencia y cerimonias rea- les, dixeron los nuestros que eran hom- bres del grand rey de España, y que que- rian paz con él y que no pedian otra co- sa sino poder contractar con ellos: el rey mandó que les respondiessen, que pues el rey de España queria ser su amigo, que él era contentíssimo de serlo suyo, y que se bastesciesen de agua 26 HISTORIA GENERAL Y NATURAL ciessen sus mercadancias. Despues los nuastros dieron su pressente de diversas cosas , haciendo con cada una una peque- ña reverencia con la cabeca. Y el rey hi- zo dar á cada uno de los nuestros (que eran ocho) un pedaco de brocatelo de oro y de seda, y pusiéronles estos paños sobra la espalda izquierda; y lleváronlos de alli y fuéles traida una colacion de clavo y canela con acúcar, y acabada de comar, las cortinas fueron supitamente cerradas, y las finestras ó ventanas jun- tamente. Todos los hombres que estaban en aquella sala, tenian un paño de seda, qual de una color y qual de otra, en torno álas partes vergoncosas, y algunos tenian punales con los cabos de oro ó empuña- dura, y con perlas y piedras presciosas, y con muchos anillos en las manos. Los nuestros baxados del palacio, subieron en los elephantes, y tornaron á la casa del gobernador, y delante dellos yban ocho hombres con los pressentes que el rey les avia dado; y llegados á la casa, dieron á cada uno de los nuestros su pressente, poniéndosele sobre la espalda izquierda, y los nuestros les dieron á cada uno dessos por su fatiga sendos pares de cu- chillos. Dospues vinieron nueve hombres á la casa del gobernador cargados de parte del rey, y cada uno con un plato y eran diez ó doge escudillas de porcelana llenas de carne de ternera, capones, ga- llinas, pavones y otras aves y de pesca- do; y llegada la hora de la cena, se sen- taron sobre una hermosa estera de palma y comieron treynta y dos maneras de viandas de diversas carnes y pescado, aderesgado con vinagre y otras cosas. Bebieron con cada vianda un vasico, fe- cho de porcelana que no era mayor que la grandega ó tamaño de un huevo, de un vino destilado por alambique: fueron assimesmo traidas viandas guisadas con tanto agúcar, que las comian con cucha= ras de oro, hechas como son las nues- tras. En el lugar en que durmieron dos noches, avia dos hachas grandes de cera siempre encendidas sobre dos candeleros de plata un poco relevados, y dos lámpa- ras grandes llenas de olio, y por el seme- jante encendidas y hombres que las go- bernaban. »Los nuestros vinieron hasta la costa de la mar sobre los elephantes: avia apare- jados dos paraos Ó barcas en que los llevaron hasta las naos. Esta cibdad es toda fundada en agua salada, salvo la casa del rey y de algunos principales, y hay desde veynte hasta veinte y cinco mill casas: las casas son todas de made- ra, edificadas sobre gruesos palos releva- dos de tierra. Quando Á mar cresce, van las mugeres con algunas barcas pequeñas vendiendo por la cibdad las cosas nes- cessarias á la vida hasta la casa del rey, la qual es fecha de muros de ladrillos gruesos, con sus barbacanas al modo de una fortalega. Este rey es moro y se lla- ma Raya-Siripada, y es muy grueso y de quarenta años, quando estos chripstianos le vieron. No tenia hombre alguno en el servicio de su casa, sino mugeres é hijas de sus principales, y nunca salia de pala- cio, sino quando yba á caga 6 á la guerra: ninguno jamás le puede hablar, sino con una cerbatana, por mayor reputacion: tiene en su servicio diez escribanos , los quales son muy subtiles y llámanse chiri- toles. »Esto que es dicho dice este caballero en su relacion, en el capítulo LXVI y en el LXVIH, hablando de las pe que vieron muchas, dice assi: »La porcelana es una suerte de tierra blanca, la qual está cingúenta años so tierra antes que se labre, porque de otra manera no seria assi fina: el padre la entierra para el hijo. Si se mete veneno y poncoña en algun vaso de porcelana que sea fino, súbito se rompe. 8 >La moneda Es hacen los moros en DE INDIAS. aquellas partes es de metal, horadada en la mitad para enbilarla, y tiene solamen- te de la una parte quatro señales, que son quatro letras del grand rey de la Chi- na, el qual está en Tierra-Firme, y la mo- .neda se llama picis. » Un catil, que quiere decir dos libras de argento vivo, dan seys escudillas de por- celana por él. »Por un catil de metal dan un vaso de porcelana, y por tres cuchillos un vaso de porcelana, y por un quinterno de pa- pel dan cien picis, y por ciento y sesenta catiles de metal dan un bahar de cera: un bahar es doscientos y tres catiles. Por ochenta catiles de metal se da un bahar de sal, por quarenta catiles de metal se da un bahar de anine (que es una espe- cie de goma para aderescar los navíos, porque en aquellas partes no se halla pez). » En aquellas partes se prescia el metal, argento vivo y acogue, vidrio, paños de lana y de tela y qualquiera otra merca- dería, y sobre todo el hierro. » Aquellos moros andan desnudos; y sú- pose dellos que en algunas sus medeci- - nas que beben, usan del argento vivo, y - que los enfermos lo toman para purgarse, y los sanos para conservar su salud. » Dice este auctor que estos moros guar- dan la seta de Mahoma, y que son cir- cuncidados, y otras sus cerimonias bes- tiales. Dice que el rey de Bruney tiene dos perlas tan gruesas como dos huevos de gallinas, y tan redondas, que puestas sobre una tabla llana, no pueden estar quedas. Hay en essa isla de Bruney camphora, que es una especie de goma que destila de cierto árbol, la qual allá se llama ca- par, canela, gengibre, mirabolanos, na- ranjos, limones, acúcar , melones, co- gombros, calabacas, rábanos, cebollas, puercos, cabras, gallinas, giervos, ele- LIB. XX. CAP. IT. 217 phantes, caballos y otras cosas. Es tan grande esta isla de Bruney, que se tarda- rian tres meses en la bojar con un parao. Una barca de aquella tierra dice que está sobre la línia del equinocio hácia nues- tro polo ginco grados y un quarto. Pero él se engaña en essa medida, si verdad digen nuestras cartas, las quales la po- nen en menos de tres grados, y no desta parte como él dice, sino de la otra de la línia equinocial, hácia el otro polo an- tártico. Dice mas este caballero en el capí- tulo LXXII de su relacion: que á un ca- bo de la isla de Bruney está una isla lle- mada Cimbubon, y que tomaron en ella puerto para aderescar la nao, y que en el tiempo que en esso se ocupaban, passa- ron con el batel á otra isla, y que alli se tomaron tan grandes hostias, en especial dos entre las otras, que el pescado de la una pessó veynte y cinco libras, y de la Otra quarenta y quatro. Dice mas: que en aquella isla hallaron un árbol que tenia hojas, las quales, co- mo cayan en tierra, caminaban como si estovieran vivas, y que son semejantes á las del moral, y que tienen de la una parte y de la otra como dos piés cortos y apuntados, y que rasgándolos no se ve sangre; pero que cómo se toca una hoja dessas, súbito se mueve y huye. Y dice este Antonio Pigafela que tuvo una des- sas hojas ocho dias en una escudilla, y que quando la tocaba, andaba en torno de la escudilla, y quél penssaba que ella no vivia sino de ayre. Todo esto lo dice en el dicho capítulo LXXIIL. Lo qual yo no osara aqui poner, sin dar el auctor de tan extraña y nueva cosa. En el capítulo LXXYV dice que el árbol de la canela es alto, y que tiene tres ó quatro ramos luengos un cobdo y grue- sos como un dedo, y la hoja como la del laurel, y la corteca del dicho árbol es la. E a cónela; ¿Y cógese dos veges en el 28 HISTORIA GENREAL Y NATURAL llámase la canela en aquella lengua cau- mana, porque cau quiere decir leño, y mana dulce. Dice mas el Pigafeta: que á los ocho de noviembre del año de mill y quinien- tos y veynte y uno, tres horas antes que el sol saliesse, entraron en el puerto de la isla de Tidore; y en saliendo el sol, el rey vino á la nao y mostró mucho placer con su venida, y dixo cómo sabia de su venida por su astrología y cursos del cie- lo, y ofrecióse por servidor del Empera- dor, y dixo que ya no se avia de llamar Tidore aquella isla, sino Castilla, por el grand amor que tiene al rey, nuestro se- nor, al qual le reputaba por señor suyo. Y los nuestros le hicieron un gentil pres- sente de muchas cosas y gentilecas que - este auctor expresa, y assimesmo dieron otras cosas á su hijo que con él vino, y á otros nueve hombres principales que con ellos entraron en la nao; y muy con- tento de los nuestros se volvió á tierra, y les rogó que se acercassen á la cibdad, y que si algunos de noche fuessen á las naos, los matassen. Es moro aquesterey, y de edad de mas de cinqúenta y cinco años en essa sacon, y de hermosa esta- tura y real presencia, y grandíssimo as- trólogo. : => : Dice este auctor que las islas donde nasce el clavo son cinco, cuyos nombres son estos : Ternate, Tidore, Mutir, Machian, Cachian, y que Ternate es la principal; y que quando un rey viejo vi- via, era quasi señor de todas. Tidore, donde los nuestros llegaron, como es di- cho, tiene su rey. Mutir y Machian no tienen rey, y gobiérnanse por república. Quando el rey de Tidore y el de Terna- te han guerra, essotras dos islas los sir- ven de gente de guerra; y la última, que es Cachian, tiene rey, é toda essa region y Cinco islas se llaman Malucos. Al encuentro de la isla de Tidore está una grande isla llamada Gilolo, habitada de moros y gentiles; y entre los moros hay dos reyes, de los quales el uno te- nia seyscientos hijos machos y hembras, y el otro seyscientos cinqúenta; y el rey de los gentiles se decia Raya-Papua, el qual era muy rico de oro, y habita en la misma isla de Gilolo, en la qual nascen cañas tan gruesas como la pierna, llenas de agua muy buena para beber, y há- llanse muchas: esto toca este caballero en el capítulo LXXXIV de su relacion. Para proveer las naves de agua los nuestros, la tomaron, y es muy buena, la qual nasge caliente; mas en seyendo fuera de la fuente una hora, está frigi- díssima; y nasce aquesta fuente donde son los árboles del clavo. Dice aquesto el auctor alegado en el capítulo LXXXV de su relacion. : Dice mas el Pigafeta; que el rey de Gilolo es grand rey, y que con un parao ó barca de aquellas de aquella tierra no la andarian en torno en quatro meses; y que en essa sagon el rey de aquella isla era muy viejo y muy estimado de po- tente, y se llamaba Raya-Lussu. Aunque en otra parte desta historia se dice algo de la forma de los árboles del clavo, es bien que se diga lo queste caballero notó dellos, pues que es varon. especulativo, y que queria entender lo que veia. Y dice que son árboles altos y gruesos como un hombre: sus ramos se esparcen anchos y al fin son apuntados, y las hojas como de laurel y la corteca de la color del olivo: los clavos nascen en la sumidad de los ramos diez y veynte juntos. Quando el clavo nasce, es de color blanco, y maduro roxo, y seco negro. Cógense dos veces en el año en los me- ses de diciembre y de junio, porque en estos dos tiempos el ayre es mas templa- do; mas es mas templado en diciembre, al tiempo de la Natividad del Redemptor. Y quando el ayre es mas caliente y me- nos llueve, se cogen trescientos y qua- DE INDIAS. LIB. trocientos bahares en cada una dessas is- las, y nascen solamente sobre montanas, y si algun árbol destos es traspuesto en otra parte, no vive nada. La hoja, la cor- teca y el leño, quando es verde, es assi fuerte y agudo como es el clavo, y si no es cogido quando es maduro, tórnanse tan grandes y tan duros que otra cosa no es buena dellos sino la corteca. No se sa- be que en parte del mundo nazcan estos clavos de girofle, sino en cinco monta- ñas de las cinco islas de suso nombradas, puesto que alguno se halla en la isla de - Gilolo, y en una isla pequeña ultra Tido- re y aun en Mutir; pero no son tales co- mo los de las islas dichas. Los nuestros yeían cada dia quassi cómo se levantaba una niebla que circuía aquestas monta- ñas del clavo, ques causa de perfecio- narle; y cada uno de los vecinos dessas islas han sus árboles del clavo, y cada uno conosce los suyos; pero no los culti- van ni hacen con ellos diligencia alguna de cultura. En aquellas islas se hallan aun algunos árboles de nueces moscadas, las quales son assi como nuestros nogales de nuestras nueces y de la mesma hoja; y quando la nuez moscada se coge, es ta- maña como un membrillo, con una piel enqima, del mismo color: su primera cor- teca es gruesa, como es la cortega verde de las nueces de acá de España, debaxo de la qual hay una tela sotil, la qual cu- bre al rededor el magis muy roxo é in- volupado al derredor de la corteca de la nuez, y dentro de aquella está la nuez moscada. Esto y otras cosas apunta el Pigafeta en el capítulo LXXXIX de su re- lacion. En el capítulo XCVI hage memo- ria este auctor de aquel páxaro tan prescioso, de que en otras partes se ha fecho memoria de suso, que aquellos pienssan que viene del parayso terrestre, y aqui le llama bolondivata, que dice en aquella lengua, páxaro de Dios. XX. CAP. II. 29 En el capítulo CXVHI hace mencion del gengibre, y aunque en otra par- te se ha dicho dél alguna cosa, no es tan especificada como agora. Este auctor lo dice assi: «Cómese el gengibre verde como si fuesse pan, porque siendo verde, no es tan fuerte como quando está seco. No es árbol, sino una planta pequeña que sale fuera de la tierra con ciertos ramos luengos quanto un palmo, como son los de la caña, con hojas semejantes pero mas estrechas y mas cortas; las” quales no son buenas á cosa alguna, sino sola la rayz, que es el gengibre. Aquellos pue- blos lo suelen secar, poniéndole en cal, porque dure mas tiempo.» Concuerda este caballero con lo que se ha dicho en el capítulo precedente, y dice que estando para partirse las dos naos que les quedaron, y teniéndolas carga- das de especias, la una hacía tanta agua, que determinaron de la dexar; porque no se podia adobar sino en mucho tiempo y con mucha costa, y acordaron que se que- dasse aquella, y que despues de aderes- cada se viniesse á España, como mejor pudiesse. Dícelo en su Ppátla XCIX de su relacion. En el tiempo que nuestros españoles allá estaban , que era ya llegado el año de mill quinientos é veynte y uno, dice este auctor en su capítulo CX que no avia cin- qúenta años que avian ydo á habitar mo- ros en aquellas islas, y que antes eran habitadas de gentiles que aun viven en las montañas; los quales gentiles hagen poco caso del clavo. Hace memoria esta relacion del Piga- feta de una isla que se llama Bandan, que tiene doce islas en torno de sí, don- de nasce la nuez moscada, y la mayor de las islas se llama Zorobua. Dícelo este auctor en el capítulo C1V. | Dice mas el Pigafeta: que hicieron es- cala en una isla que tenia una montaña altíssima dicha Malua, y que los habi- 30 HISTORIA GENERAL Y NATURAL tadores son gente salvage y comen carne humana y andan desnudos , y delante sus vergúengas traen cierta corteca, de que se cubren; y es gente belicosa y fleche- ros, assi los hombres como las mugeres. Y que estovieron en paz con aquella gen- te, y estarian aby hasta quince dias, por aderescar la nao, que hacia agua; pero demas de ser tierra fértil, dicen que hay pimienta luenga y redonda. La luen- ga nasge de una planta ó árbol semejante á la yedra, que es flexibil y se abraca á los árboles, y el fructo está pegado al le- ño, y la hoja es como la del moral, y llá- mase essa pimienta lulí. La pimienta re- donda es quassi de semejante planta co- mo la que es dicho; mas nasce en una espiga como la del trigo de la India, y assi grana, y llámanla ladá (yo piensso que este caballero llama trigo de la India al mahiz). Todos los campos estan llenos de semejante pimienta. Y dice que aques- ta isla está ocho grados y medio de la equinocial hácia nuestro polo antártico. Dice aquesto en su capítulo CY. En el siguiente, CVI, dice que un pi- loto viejo de los Malucos dixo á los nues- tros que no-muy lexos de la isla ya dicha Malua, ahy está otra que se llama Aruque- to, donde los hombres y mugeres no son mayores que un cobdo, y tienen las ore- jas tan grandes que sobre la una se ex- tienden y con la otra se cubren. Y son la mayor parte roxos y desnudos; y corren mucho, y habitan en cavernas debaxo de tierra, y comen pescado y una cierta fructa blanca que cresce en la corteca de un árbol, la qual fructa es semejante al culantro confitado, y llámase ambulon. No pudieron llegar allá, por no les hacer tiempo, y por las corrientes que alli hay; pero dice que esto lo reputaron por fa- buloso. Cinco leguas de Malua dao á la isla llamada Timor, y dice este auctor que en esta isla se halla el leño del sándalo blan= co y gengibre, y hay mucho oro y es fér- til, y de alli se lleva el sándalo á varias partes. Dice que en aquellas islas todas hay muchos enfermos de las buas, el qual mal allá le llaman el mal de Portugal. Otras cosas muchas dice este auctor de oydas, assi de la Java como de Malaca y de la China, que no me paresció curar dello: y dice en el capítulo CXIM de su relacion que desde aquella isla dicha Ti- mor partieron á los once de febrero de mill quinientos é veynte y dos años, y se engolpharon en el mar grande, llamado Lantchidol , y tomaron su camino entre Poniente y Mediodia, dexando á la mano derecha la Tramontana ó Norte por no ser vistos de portugueses, y passaron por de fuera de la isla de Samotra , que los an- tiguos nombran Taprobana, dexando tam- bien á mano derecha la Tierra-Firme, Pegu, Gengola , Calicut, Cananor y Goa, Cambay y el golpho de Ormús y toda la costa de la India mayor. Y para passar mas seguramente el cabo de Buena-Espe> ranga, fueron hácia el polo antártico cer- ca de quarenta y dos grados; y demora- ron sobre el dicho cabo siete semanas, volteando siempre con las velas altas, por- que tenian por la proa vientos de Ponien- te, que no los dexaban passar, y no les faltó assaz fortuna. Dice este caballero que el cabo de Buena-Esperanca está de la otra parte de la equinocial treynta y quatro grados y medio; pero en esto de las alturas y medidas que este auctor da, no hago mucho caso, porque nuestras cartas hacen mas fee y lo ponen mas pun- tual. Dice que algunos de los nuestros, que venian en esta nao Victoria, assi por falta de vituallas como por. venir enfer- mos, querian yr á un puerto que en la África tienen portugueses, llamado Mo- cambich, y otros decian que antes que- rian morir que dexar de yr derechos á ] = e ER: fin, plugo á Dios que passa- DE INDIAS. LIB. ron el dicho Cabo, y no mucho lexos dél, y navegaron dos meses continuos despues sin tocar en puerto alguno, en el qual tiempo murieron veynte ó treynta de los que alli venian por diversas causas; los quales echaban en la mar, y parescia que los chripstianos yban á fondo con la cara hácia el gielo, y los indios hácia abaxo; y si Dios no les diera tan buen tiempo, odos murieran de hambre. En fin, con extrema nescessidad llegaron á las islas de Cabo-Verde, y estando á par de la que llaman Sanctiago, enviaron el batel para pedir vituallas con toda cortesía, y haciéndoles saber sus trabaxos y nesces- sidades, y dándoles noticia de sus portu- gueses que estaban en la India, y luego diéronles algun arroz; y volviendo por mas, prendieron trege hombres que avian salido en tierra. Y cómo vieron esto los que quedaban en la nao, porque no fues- se hecho á ellos lo mismo, se partieron, y á los siete de septiembre entraron en el puerto de Sanct Lúcar de Barrameda so- lamente diez y ocho personas, y los mas dellos enfermos; y los restantes de cin- qúenta y nueye que partieron de los Ma- lucos, parte murieron de diversas dolen- cias (y algunos fueron descabecados en la isla de Timor por sus delictos). Llegados á Sanct Lúcar, por su cuenta tenida de dia en dia, habian navegado catorce mill XX. CAP. IL. 31 quatrocientas sesenta leguas, y circun- dado el universo desde Levante en Po- niente. A los ocho de septiembre fueron en Sevilla, y en camisa y descalcos y con sendas hachas en las manos fueron á dar gracias á Dios á la Iglesia Mayor, porque Nuestro Señor los avia traydo en salva- mento hasta aquel punto. Dice este auctor que despues desto se fué á Valladolid al Emperador, nuestro señor, y que le dió un libro escripto de Su mano, de la relacion deste viaje; y que desde ahy fué á Lisbona al señor rey de Portugal y le dió nuevas de sus portu- gueses que avian visto, assi en las islas de los Malucos como en otras partes; y que despues fué en Franciá, y despues en Italia, donde presentó este su libro al reverendíssimo Grand Maestro de Rodas Micer Phelipo Villiers Ledislan. Assi que, yo he resumido desta relacion lo que me ha parescido que conviene con la historia y á nuestro propóssito de la Especieria, dexando otras muchas cosas por incompe- tentes para aqui y desechando fábulas y conjeturas, sino memorando otras cosas notables, y otras que concuerdan con el primero capítulo y con otros hombres de crédito que se hallaron en este viaje y descubrimiento del famoso Estrecho aus- tral de Magallanes, y del subceso de la úni- ca y mas famosa nao, llamada la Victoria. CAPITULO IV. En consegiiencia del viaje de Fernando Magallanes y del descubrimiento del grande y famoso Estrecho aus= _ tral; y cuéntanse otras cosas demas de lo que contienen los dos capítulos precedentes, J ohan Sebastian del Cano, natural de la villa de Guetaria, en la provincia de Gui- púzcoa , fué por piloto mayor de las cinco naos y armada, de que fué por capitan ge- neral Magallanes, y aqueste volvió con la nao Victoria (que fué una dellas) á Espa- ña, cargada de especiería, al qual yo ha- blé y comuniqué mucho en la córte de César, el año de mill é quinientos y veyn- te y quatro, y me mostró un honroso pri- vilegio que su Magestad Cesárea le con- cedió, loándole por el primero hombre que dió la vuelta al mundo universo y le circuyó y navegó todo en redondo; y le . e dE HISTORIA GENERAL Y NATURAL mejoró en sus armas, aumentándoselas de nuevas insignias y honores. Y me dixo que le avia hecho Su Magestad merced de le dar renta y le hizo otras mercedes por sus servicios: y me dixo que dessas cinco naves primeras una se perdió y otra se volvió á España, de la qual era piloto un portugués llamado Estevan Go- mez, y las tres -passaron el Estrecho; y - dessas quemaron la una, porque no avia gente para todas, y quedaron las dos que se cargaron de especias, y al tiempo de la partida para volverá España, porque la una hacia agua, la dexaron para que se adobasse y despues se viniesse, y la quarta llamada la Victoria, es la queste capitan Johan Sebastian truxo, como la historia lo ha contado. Y me dixo assi- mesmo que dexó aliados y confederados y ofrescidos por vassallos del Emperador Rey, nuestro señor, y de su corona y ceptro real de Castilla y sus subcessores algunos reyes de la India oriental é islas del Maluco y otras, y en especial al rey de Bruney, grand príncipe: la qual dista dos grados y medio de la otra parte de la línia equinogial hácia el antártico polo. Este capitan, y los que en esta nao Victo- ria volvieron á Castilla, anduvieron el mundo en torno, assi como el sol lo anda por aquella via Ó paralelo, y fueron por el Occidente y volvieron por Levante al pa- rage del Cabo de Buena Esperanca, ques- tá en treynta y cinco grados de la otra parte de la equinocial (donde está mas al Sur, non obstante quel Pigafeta le dió me- dio grado menos). En la misma tierra deste cabo dentro en tierra, ponen los antiguos los montes de Luna, donde se dice que nasce el rio Nilo: está aqueste cabo Nor- te-sur con el Egipto y con el mar medi- terráneo. Fué el camino que esta nao hizo el mayor y mas nueva cosa que desde que Dios crió el primer hombre y com- pusso el mundo hasta nuestro tiempo se ha visto, y no se ha oydo ni escripto cosa — dias. El jua mas de notar en todas las navegaciones, despues daquella del Patriarca Noé: ni aquella nao ó arca, en que él con su mu- ger y hijos y nueras se salvaron del uni- versal diluvio, no navegó tanto como es- ta ni fué para esse efeto, sino para res- taurar la generacion humana por la mise- ricordia divina. Truxo este capitan consi- go algunos indios daquellas partes que desseaban ver y conoscer al Emperador, nuestro señor, é informarse de nuestra patria y reynos y gente de nuestra Espa- ña; y entre aquellos vino uno principal, sábio y de tanta astucia, que llegado en Castilla, lo primero que hizo fué inquerir quántos reales valia un ducado, y un real quántos maravedís, y por un mara- vedí quánta pimienta se daba en diver- sas partes desde Sevilla hasta la córte de César: Y en ella estando, luego yba á las tiendas y boticas de los espegieros y com- praba aquel maravedí de pimienta, y en todo se informaba del valor que las es- pecias tenian entre nosotros; y estaba tan diestro en ello que temiendo su aviso, dió causa á que nunca volviesse á su tierra, - como tornaron otros indios con la armada que despues mando yr la Cesárea Mages- - tad con un caballero de cibdad Real, co- - mendador de la Órden de Rodas, llama- do Frey Garcia Jofre de Loaysa, parien- te del reverendíssimo señor cardenal ar- cobispo de Sevilla, como adelante se dirá. Pero antes que á esso lleguemos, quiero decir lo que intervino á un hidalgo, llama- do Gongalo Gomez de Espinosa, que fué con Fernando de Magallanes, y venida la nao Victoria, quedó en los Malucos, y volvió despues á España y dió noticia de otras cosas daquellos Malucos y regio- nes que no se han dicho desuso: al qual yo ví despues que volvió de la Especieria y le hablé en Sevilla, donde era comitre de César y visitador de Su Magestad de las naos que vienen á estas partes é In- 2 fué ae alguacil mayor en DE INDIAS. LIB. XX. CAP. IV. | $5 aquella armada de Magallanes y quedó perdido en la India : este testifica que en una batalla que ovieron los españo- les con el señor de Mutuan fué muerto, peleando, el capitan Fernando de Maga- llanes. Y aqueste decia que por socorrer al Magallanes, passó mucho trabaxo y pe- ligro; pero recogió la gente de la arma- da y se metió en las naos della. Y mos- trando los indios que les pessaba de lo hecho, contractaron paces, y en señal de la amistad offrescian joyas; y Goncalo Gomez, con parescer de los otros chrips- tianos, saltó y enviaron algunos chrips- tianos á assentar la paz, y luego que fue- ron en tierra, los indios los acometieron y comencaron á pelear con ellos, y él se recogió en las naos. Y porque eran pocos los que ya quedaban para regir tres naos que tenian, hizo quemar la una, y la gente della se repartió en las otras dos con los demas, y visto el valor de su persona y quel general Magallanes fal- taba y tambien Johan Serrano, que como es dicho fué elegido, despues acordaron de aceptar por general á Goncalo Go- mez para la prosecucion del viage, y si- guiéronle y llegaron á la isla que llaman Puluan. Y el rey ó señor della salió con- tra los chripstianos en la mar, y ovieron su batalla naval (con unos navíos gran- des que los indios llamaban juncos); y aferrado uno con la nao capitana, saltó Goncalo Gomez en el junco, donde venia aquel rey, y lo prendió y mató mucha gente de los contrarios: deste rey truxo cartas á César el dicho Goncalo Gomez, _offresciéndose por vassallo de Su Mages- tad. Prosiguiendo su viage á la isla de Bruney, arribó á una grand cibdad que está en la costa de un braco de mar, y con su buena industria truxo al rey della á ser vassallo de Su Magestad, y des- pues por causa de algunos de los que yban en el armada, se rebeló aquel rey; viendo Goncalo Gomez ue por alli era y ¿J0MO: Sn . e el passo de la contractacion de la espe- ciería y que convenia assegurarle, peleó con un sobrino de aquel rey que por su mandado venia por capitan general con- tra los españoles: al qual mató por su persona y le cortó la cabega y la envió al rey su tio, certificándole que lo mes- mo haria á él, si no le enviaba ciertos chripstianos que tenia pressos, y que no cessaria la guerra: el qual luego vino de paz y se offresció por vassallo del Em- perador. Prosiguiendo adelante en la mar del rey que dicen de Lucon, salió un junco gruesso con mucha gente, en que serian hasta quinientos hombres in- dios, para le prender y matar á él y los chripstianos, por la guerra que avian he- cho al rey que se dixo de suso; no sa- biendo que con él avian fecho paces. Y ovieron su batalla, en la qual fué presso el rey de Lugon y los que con él yban, y despues le soltó con ciertos partidos, y quedó por vassallo de César. De alli pas- só adelante á la isla de Sanct Guyl, don- - de ovo otra batalla y prendió al rey de- lla, y assentó las paces y le dió ciertos pilotos para adelante. Y llegó á otra isla de los Malucos, llamada Tidore, y el rey della se otorgó por vassallo del Empera- dor; y este y los otros ques dicho, que- daron de paz y por vassallos de Su Ma- gestad, y como á vassallo y mensajero suyo, le dieron parias á Goncalo Gomez y le dexaron tractar y rescatar en la Es- peciería. Despues de lo qual fué preso por portugueses y estuvo preso quatro años, y en fin dellos vino á España é hi- zo relacion desto y de otras cosas al Em- perador y á su Real Consejo el año de mill é quinientos y veynte y ocho. Y te- niéndosse Su Magestad por muy servido dél, le hizo mercedes y le concedió un privillegio de muy nobles armas, que yo he visto originalmente, en el qual se con- tiene mucha parte de lo que es dicho, y dige que Po Gomez ue | 34 HISTORIA GENERAL Y NATURAL islas en la Especiería y otras tierras, y que venció al rey de Lucon y prendió al rey de Puluan, y que fué uno de los pri- meros que circuyeron el mundo en este viage. Por manera que el letor podrá co- legir desto y de lo que está dicho en los capítulos precedentes, algunas cosas en que discrepan estos capitanes Espinosa y Johan Sebastian del Cano; pero en efeto al uno y al otro hizo mercedes la Cesárea Magestad, é yo hablé con el uno é con el otro; y de sus relaciones y privillegios que ambos los ví, entendí lo que tengo dicho, y del tractado del Pigafeta lo que de suso le atribuyo. Non obstante que por las relaciones de suso paresce que Fernando de Magallanes no llegó á las is- las de los Malucos y Especiería, este loor á solo Magallanes se le debe, y á él se atri- buye este grand viaje y descubrimiento. CAPITULO V. En que se tracta el segundo é infelice viaje de la Especiería, con la segunda armada quel Emperador, nuestro señor, allá envió al segundo descubrimiento, de que fué por capitan general frey Garcia Jofre de Loaysa , caballero de la órden de Rodas, natural de Cibdad Real, haromao el Emperador Rey, nuestro señor, del capitan Johan Sebastian del Cano (capitan y piloto de la famosa nao Victoria) y de Fernando de Bustamante y otros hidalgos que fueron con Magalla- nes y volvieron en la dicha nao con Jo- han Sebastian á España, mandó aderes- car otra segunda armada á su factor Chripstóbal de Haro, en Galicia en el puerto de la Coruña; y fueron armadas seys naos y un galeon, y muy bien pro- veydas de todo lo nescessario. É hizo Su Magestad capitan general suyo al comen- dador frey García Jofre de Loaysa, de la Órden militar de Rodas (natural de Cib- dad Real), buen caballero y persona de experiencia en la guerra de la mar y de la tierra: y fué por piloto mayor y guia Johan Sebastian del Cano, que como ten- go dicho en los capítulos passados, avia ydo por piloto de una nao con Magalla- nes, y volvió con la famosa nao Victoria: la qual hallo yo por mi cuenta que es una de las cinco mas señaladas del mundo, que son estas *. | La primera y principal fué aquella arca 1 Todo cuanto en este lugar dice Oviedo res= pecto de estas cinco naves, lo deja ya virtualmente referido en el capítulo XL del libro VI de la 1.? Par- te de esta Historia, pág. 230. En el referido capítu- de Noé, que le mandó Dios que hiciesse, donde él y su muger, y Sem y Cam y Japhet, sus hijos, y sus nueras escapassen del diluvio general, para que de las ocho personas fuesse restaurado el linage hu- mano. Desta loan su grandega y forma y navegacion y artificio divino, porser hecha por mandado de Dios y por su missericor- dia, y para tan alto misterio y tanto bien. La segunda nao de las famosas fué aquella de Jason, llamada Argos, por el nombre del maestro que la hizo, en la qual Jason fué á la isla de Colcos en de- manda del vellogino de oro; la qual em- presa consiguió por medio de los amores de Medea. Esta es loada por su navega- cion, y por los generosos príncipes que en ella navegaron. La tercera fué aquella nao que hizo Sosi, rey de Egipto, cuya grandeca fué doscientos ochenta cobdos de luengo, de madera de cedro, dorada por de fuera toda y de dentro plateada, la qual dedi- có al dios de Thébas. Desta se nota su grande magnificencia y riqueca; pero no sus viajes, pues en esto no hablan. lo manifestaba sin embargo que volveria á tratar en el III del libro XX de estas mismas naves; pero no - lo hizo sino en este, segun habrán notado ya los lectores. DE INDIAS. LIB. XX. CAP. VI. 35 La quarta nave famosa llamo yo aque- lla, en que el primero almirante destas nuestras Indias, don Chripstóbal Colom, descubrió estas partes é islas y la Tierra- Firme, llamada la Gallega, de la qual se hizo mencion en la primera parte desta Historia general de Indias !. La quinta nao famosa digo yo que es la nao Victoria, en que el capitan y pilo- to, Johan Sebastian del Cano , vino de la Especiería; pues aquella bojó y navegó todo el mundo por su circunferencia, y es la que mas luengo viaje hizo de todas quantas han navegado hasta nuestro tiem- po, desde el principio del mundo. Volvamos á nuestra materia. El año de mill é quinientos y veynte y cinco años par- tió el comendador Loaysa, capitan general de César, para la Especiería, desde el rio de Guadalquivir y puerto de Sanct Lúcar de Barrameda en el mes de julio: y la nao capitana, en que yba el general, se lla- maba Sancta María dela Victoria, de tres- cientos toneles de porte. Y de otra nao, de porte de doscientos, llamada Sancti Spíritus, yba por capitan Johan Sebastian del Cano, y por piloto mayor: el qual es aquel de quien la historia ha hecho men- cion en muchas partes que volvió con la nao Victoria , cargada de especias á Cas- tilla. De otra nao de ciento septenta tone- les, llamada la Anunciada, yba por capitan - un caballero, llamado Pedro de Vera. La quarta nao se llamaba Sanct Gabriel, de la qual fué por capitan don Rodrigo de Acuña, y era de porte de ciento y treyn- ta toneles. La quinta nao ayia por nom- bre Sancta María del Parral, y era de porte de ochenta toneles: en esta fué por capitan un caballero, llamado don Jorge Manrique. La sexta nao se decia Sancto Lesmes, y era de porte de otros ochenta toneles; y fué por capitan della Francisco de Hoces. El séptimo era un galeon, de AL Véanse los cap. V del lib. II y XL del VI, citado ya en la nola precedente porte de cinqúenta toneles, llamado Sanc- tiago, y el capitan dél se decia Sanctiago de Guevara. En estas siete velas fueron quatrocientos y cingúenta hombres, y lle- garon á dos dias de agosto de aquel año á la isla de la Gomera, que es una de las de Canaria, donde estovieron otros doce dias tomando agua y refresco y lo que les convenia para la prosecucion de su luen- go camino. Y la víspera de Nuestra Se- ñora, catorce de agosto, se hicieron á la vela la vuelta del Sur, y á los veynte de octubre de aquel año surgieron en la isla de Sanct Matheo , donde estovieron hasta en fin de aquel mes. Aquesta isla, se- gund las cartas del cosmógrapho Alonso de Chaves, está en dos grados de la otra parte de la línia equinocial; y segund el cosmógrapho Diego Rivero y otros, en grado y medio. Y el que dió y juró la “relacion deste camino fué un sacerdote, llamado don Juan de Areycaga, vizcayno, al qual yo ví y hablé en Madrid año de mill é quinientos y treynta y cinco años, al tiempo que informó á César y á los se- ñores de su Real Consejo de Indias. Este dixo que esta isla está en dos grados y un quarto de la otra parte de la línia, y que tiene quatro leguas de circunferencia poco mas ó menos, y que es tierra alta é montuosa é de muchos árboles, y que hay muchas palmas é naranjas en ella, y que tiene cinco isleos que salen á la mar; los tres á la parte del Sur y los dos á la parte del Norte, á la qual tiene buen sur-. - gidero y un rio grande y muy bueno. Y que hay muchas aves, en especial rabi- horcados y páxaros bobos, que se dexa- ban tomar, y mataban muchos á palos en los nidos, de los quales no hallaban mas de un solo huevo, y sobre aviso mirando en ello en muchos y numerables nidos, lo experimentaron. Avia assimesmo mu- chos arrexaques, que criaban en los di- 36 HISTORIA GENERAL Y NATURAL chos isleos. Hallaron muchas gallinas y gallos de los de España en los montes, y muchos puercos salvajes de los nuestros. Hallaron muchos huessos y calavernas de hombres; y decia un portugués que yba en esta armada que aquella isla avia sey- do poblada de portugueses, y que los esclavos negros que tenian, avian muerto á sus señores y á todos los chripstianos de aquella isla. Y assi parescian edeficios de casas, y hallóse hincada una cruz grande de palo como las que suele aver en los caminos, y en un árbol avia es- criptas unas letras que decian: «Pero Fernandez passó por aqui año de mill é quinientos y quince.» Avia muy buenos pescados que se llamaban chelvas ó bre- cas, y tomábanse dentro del puerto á bordo de las naos quantas querian dellas. Un dia se tomó un pescado que parescia corvina, tan grande como un salmon de veynte libras, y todos los que comieron á la mesa del capitan general, enfermaron por le comer, de tal manera que no pens- saron escapar; y creyóse que murieran, si no fueran socorridos con triaca y otros remedios, y non obstante esso estovieron muchos dias enfermos. Decia este reve- rendo padre clérigo, quél vido este pes- cado, y que tenia los dientes como un grand perro, y que él mismo mató otro tal (pero mayor) que los tenia de la mis- ma manera, que pessó mas de cin- qúenta libras; pero que no osaron co- mer dél, por lo ques dicho, y lo echaron á la mar. Desta isla de Sanct Matheo se partió el armada á los tres dias de noviembre de aquel año, pero este padre no la lla- ma sino Sancto Thomé. Y á los quatro de diciembre vieron la costa del Brasil en la Tierra-Firme, y otro dia siguiente se hallaron de tierra tres leguas en veyn- te y un grados y medio, tierra alta y muy poblada. Decia este «padre. que co- RJacas alli las cartas de SS E lle- vaban, se averiguó por ellas que en las del cosmógrapho Diego Ribero, estaba la costa del Brasil, desde el cabo de Sanct Agustin hasta Cabo Frio, mas al Hueste de lo que avia de estar sesenta leguas; y en las del cosmógrapho, Nuño Garcia, estaba el cabo de Sancto Agustin sesen- ta y ocho leguas al Occidente mas de lo que avia de estar. Decia este padre de la caca de los pes- cados voladores, y que las albacoras los hacian levantar, y que saltaban algunas por los tomar un estado ó mas fuera del agua, y que son tan grandes que una dellas pessaria doscientas libras ó mas; y que algunas mataron tan grandes como es dicho con ancuelos gruessos, corriendo mucho las naos y llevando á popa la carnada de las mismas. Jueves á veynte y ocho de diciembre, dia de los Innocentes, por temporal que los sobrevino, se apartaron las unas de las otras, y despues que cessó el mal tiempo, todas se recogieron á su conser- va, exgepto la capitana, y por tanto quan- do fué de noche, todas pussieron sus pharoles y caminaron con solos los trin- quetes en busca della. Y apartósse la nao Sanct Gabriel, de la qual era capitan don Jorge de Acuña; y cómo no hallaron la capitana, desde á dos dias que la avian perdido, metieron velas, creyendo que avia andado mas que las otras naos, y assi fueron las cinco velas , y á los cin- co de enero del año de mill équinientos y veyntle y dos vieron tierra del Cabo Blan- co. El qual este reverendo padre decia que está en quarenta y seys grados; pe- ro nuestros cosmógraphos no le ponen sino en quarenta y cinco de la otra parte de la equinocial: desde el qual cabo este clérigo pone hasta el Estrecho en su rela- cion ciento y seys leguas: pero nuestros cosmógraphos le ponen ciento. veynte y Cinco, poco mas ó menos. Pero no se ha - de entender por el Cabo Blanco de la - DE INDIAS. LIB. XX. CAP. Y. es 37 boca del rio de Paranaguacu (ó de la Plata) questá mas acá de trescientos y sep- tenta. En estos términos de la cosmogra- phia y alturas, no curaré de lo queste padre decia; porque yo no creo que él era tan diestro en el astrolabio, como verdadero en lo demas; aunque no de- xaré alguna vez de poner su opinion, pues decia que con quadrante y vigilia del sol y norte avia tomado las alturas, de que deponia. A los nueve de enero, viendo que no parescia la nao capitana y la de Sanct Gabriel, acordaron los ca- pitanes de las restantes que Sanctiago de Guevara fuesse con el galeon (ó patax) al puerto de Sancta Cruz, que decia este padre questá en cinqúenta grados de la Otra parte de la equinocial (el qual otros llaman rio de la Cruz y le ponen en cin= qúenta y un grados). Y que pussiesse alli señales conforme á la instrugion que tenian del capitan general, y que las naos se fuessen al Estrecho á se aderes- gar y esperar la capitana. Domingo catorce de enero vieron un rio muy grande y ancho que en todas sus señales les paresció que era el Estre- cho, y arribaron tanto sobrél, que llega- ron á estar en quatro bragas, y la nao Sancti Spíritus dió en los baxos deste rio algunos golpes (porque salen á la mar tres y quatro leguas aquellos baxos ó mas, y quando es baxa mar, quedan en seco, y son unas muy grandes barrancas y altas de tierra dos y tres bragas); y assi mesmo dió en tierra la nao Anuciada en las mismas baxas. Y porque corrió la marea adentro mandó surgir el capitan Johan Sebastian del Cano; y surtos hizo sacar el esquife, y envió en tierra á re- conosger si era el Estrecho, y entraron en el esquife el piloto Martin Perez del Cano, y el thessorero Bustamante y -aqueste clérigo, don Johan, y otros cinco hombres, y mandóles que si fuesse el Astescho, Digiesseñ tres fuegos, -y que si no lo fuesse, no hiciessen fuego alguno. Para reconoscer el Estrecho yban el di- cho thessorero y Roldan, lombardero, que avian antes estado en el Estrecho y en Maluco en el descubrimiento y viage de Magallanes; y entrados adelante, dixo el thessorero que aquel era el Estrecho y que pornia la cabega á ello, y que se hi- ciessen los fuegos á las naos para que entrassen, y lo mismo dixo el lombarde- ro; y el capellan y el piloto no quissie- ron que se hiciessen hasta que mas se certificassen si era el Estrecho. Y passa- ron adelante y saltaron en tierra y dixe- ron que no era el Estrecho y comencaron áse contradecir (como adalides mal ense- nados), porque el uno decia que aquel era y el otro que no era; y acordaron de llegar á una punta que se parescia mas adelante, por se certificar mejor. Y viendo las naos questos hombres yban adelante y no hacian los fuegos, se hicieron á la vela y siguie- ron su viage en busca del Estrecho, y assi se quedaron en tierra el piloto y el theso- rero, y el clérigo y el lombardero con e demas en el rio >» y llegaron á la pun- ta; y dixo el lombardero que era menes- te llegar á otra que parescia mas ade- lante, y assi fueron bien tres leguas y conoscieron ya que no era el Estrecho. Y dieron la vuelta y hallaron el esquife en- callado y muy apartado de la canal del rio, y assi ovieron de esperar quel agua cresciesse para que otro dia de mañana pudiessen salir é yr tras las naos. Y car- gó tanto el tiempo aquella noche que se les anegaba el esquife; y esperando el dia, quando esclaresció, ya era baxa mar y anegóseles el esquife á la orilla del agua y salieron en tierra é hicieron fuego, y estovieron quatro dias comien- do raices que hallaron y algun marisco. Al quinto dia fueron á una isla que estaba en la mitad del rio por páxaros, porque Ss E | los vian yr á ella con cebo: y llegados, - pz hallaron muchas s aves bla cas E 38 HISTORIA GENERAL Y NATURAL cian palomas y tenian el pico y los piés colorados y mataron muchas; y un poco mas adelante en la misma isla hallaron infinitas ánsares marinas, que en mas es- pacio de media legua de longitud, y la mitad ó quarta parte de latitud, cubrian todo el campo y no sabian volar: y ma- taron tantas aves destas que hincheron el esquife que mas no podia llevar; y cada páxaro destos abierto sin tripas y sin cue- ro y sin pluma era de siete ú ocho libras de pesso. Y con este bastimento se par- tieron en busca del Estrecho y de las naos: y aquel dia llegaron hasta la boca del rio que no pudieron andar mas, por- quel tiempo no les dexaba, y alli salie- ron en tierra y vararon el esquife. Y otro dia por la mañana, queriendo prosseguir su camino, llegó un Bartolomé Domin- guez, vecino de la Coruña, con otros quatro hombres que por mandado del capitan Johan Sebastian del Cano, yban á buscar á estotros, y á hacerles saber que las naos estaban ya en el Estrecho, y traia una carta del capitan, en la qual le decia que la nao Sancti Spíritus se avia perdido por sus pecados, y que vista su carta, se fuessen luego para él. Por lo qual dexaron el esquife y sus páxaros y se fueron por tierra y anduvieron veynte leguas de muy áspero camino y tierra, y aunque no de montañas, era de muy espessos y cerrados boscajes y árboles. - Donde aquella nao se perdió es un em- bocamiento que se llama el Cabo de las Once mill Vírgines, que está en la entra- da del Estrecho; y quando estos compa- neros allá llegaron, ya era ydo el capitan Johan Sebastian del Cano á dar puerto á las otras naos. Aquella misma noche ca- torce del mes (que fué el mismo dia que el rio ques dicho descubrieron ), surgie- ron essa noche con tanta fortuna de mar y de viento, que perdieron los bateles todas las naos y comencaron á garrar; y finalmente, que la nao Sancti Spíritus se perdió y se anegaron nueve hombres, y los demas se salvaron con mucho traba= xo, é hicieron sus chocas en tierra, y co- braron la mayor parte de la ropa y ha- cienda del Rey é la suya. El segundo dia ovieron otra mayor fortuna que la pri- mera, y la nao Anunciada, perdidas las amarras y el batel, arribó la vuelta de la mar, y las otras naos se pusieron al re- paro, alijando y haciendo echacon de toda el artillería que tenian, y en la Anun- ciada estaba el capitan Johan Sebastian, en que se avia embarcado para dar puer- to á las otras naos. El qual tornó á los diez y ocho del mes á entrar en la bahia de las Once mill Vírgines; y teniendo buen tiempo próspero, embocaron en el Estrecho y tomaron puerto las tres na os nombradas Anunciada, Sancta María del Parral y Sancto Lesmes. CAPITULO VI. Cómo el capitan general, frey Garcia Jofre de Loaysa , se juntó con las otras naos del armada, y de otra fortuna que se les siguió , y de los gigantes y gente del Estrecho de Magallanes , el qual nombre á estos gigantes patagones se lo dió Magallanes. A los veynte y dos dias del mes de enero del año ya dicho de mill é quinien- tos y veynte y seys, llegaron las naos ca- pitana y Sanct Gabriel y el patax que ve- nian la vuelta del Estrecho, y en doblan- do el cabo de las Vírgines , fué en tierra el esquife del patax y tomó al thesorero Bustamante y á este clérigo don Johan; y fueron á la nao capitana á le decir cómo la nao Sancti Spíritus era perdida, y que el capitan general no surgiese alli en nin- - guna manera, sino que pues tenia buen “tiempo, fuesse áembocar en el Estrecho. - Y assilo hizo, y dado este aviso, este DE INDIAS. LIB. padre se fué al patax y en él fué hasta la bahia, donde estaban las otras tres naos, y embocando en el Estrecho , surgieron por causa de las corrientes (que alli son grandes). Y alli llegó el capitan Johan Se- bastian con el esquife y entró en el patax y tomó en su compañía á este padre clé- rigo; y fueron á la nao capitana y acor- daron con el general que fuessen las dos caravelas y el patax por la gente y por las otras cosas que avian escapado de la nao Sancti Spíritus, al cabo de las Once mill Vírgines con el dicho capitan Johan Se- bastian del Cano. Y assi se puso en efeto, y tomaron la gente y todo lo que se halló, aunque con mucho trabaxo y fortuna de viento y mar; y cargóles tanto el tiempo, que ovieron de dexar los ajustes é yr la vuelta de la mar. Con esta tormenta, la nao capitana y las otras restantes que es- taban en la bahia de la Victoria, tovieron tanta fortuna, que la capitana garró so- bre la tierra y estuvo tres dias dando en tierra con el codaste, y cortó todas las obras muertas y quebró el timon, é hi- cieron echacon de los cepos del artillería y de las pipas y otras cosas las que to- vieran á mano. Y escapó el capitan ge- neral con toda la gente en tierra, y que- daron solamente en la nao el maestre y contramaestre y quatro ó cinco marineros; esperando, á mucho peligro, lo que Dios ha- ria della. Desde á tres dias vino buen tiem- po con bonanca, y sacaron la nao é hi- “ciéronse á la vela la vuelta de la mar, para yr al rio de Sancta Cruz con las otras dos naos; y todas cinco se fueron á Sancta Cruz, excepto el patax que que- daba en la bahia arriba dicha, do estaba el capitan Sanctiago de Guevara y el clé- rigo don Johan, los quales no sabian cosa de la tormenta ques dicha; antes penssaban que las naos todas estaban en el Estrecho en la bahia de la Victoria, la qual está dentro del Cabo bien veynte le- guas. Y acordaron el capitan Sanctiago XX. CAP. VI. 39 y este padre quel mismo clérigo fuesse en busca del capitan general y de las naos con tres compañeros por tierra y con pro- vision para quatro dias y para quarenta leguas; y assi lo puso por obra, porque el clérigo, segund lo que yo congeturé de su persona, dispusicion tenia para tra- baxar; y quando le ví el año de mill é quinientos y treynta y cinco, me pares- ció que essos mismos años deste número treinta y cinco podria él aver, ó poco mas. Al qual oy decir que quando él y sus compañeros yban por la costa de la mar la vuelta del Estrecho, vian en tier- ra muchas dantas bravas, grandes y á ma- nadas, é huian de los chripstianos, relin- chando como potros, é yban á saltos, co- mo lo suelen hacer los venados. É vieron muchos ratones sin colas, que creía este padre ó le dixeron los de la compañia que se llamaban hutias; pero yo creo que no debian ser sino coris, porque parescen algo ratones, é no tienen colas, é la hu- tia tiene cola como el raton, como lo di- xe en el libro XII de la primera parte desta General historia. El camino queste padre clérigo y sus compañeros hagian era trabajoso, de mu- chas ciénagas é lagunas, pero de buen agua; é hallaban muchas endrinas salvya- jes y buenas (y'para quien no tuviesse otra cosa que comer). En fin de los qua- tro dias, llegaron á la via de la Victoria, donde penssaban hallar al capitan gene- ral, lo qual no podia ser, porque le de- xaban atrás mas de cinqúenta leguas en Sancta Cruz, como se dixo de susso. Y assi siguieron hasta una legúa adelante de la bahia de la Victoria, é hallaron mu- chos ranchos y chocas de los patagones, que son hombres de trece palmos de al- to, y sus mugeres son de la mesma altu- ra. Y luego que los vieron salieron las mugeres á ellos, porque sus hombres eran ydos á caga, é gritaban y capeaban á estos chripstianos, haciéndoles señales 20 HISTORIA GENERAL Y NATURAL que se detoviessen atrás; pero los chrips- tianos, como tenian ya costumbre de ha- cer la paz con ellos, luego comengaron á gritar diciendo o o 0, algando los bragos y echando las armas en tierra, y ellas echaban assi mesmo los arcos, é hacian las mesmas señales, é luego corrieron los unos para los otros y se abracaron. Decia este padre don Johan que él ni alguno de los chripstianos (que allí se ha- llaron) no llegaban con las cabecas á sus miembros vergoncosos en el altor con una mano, quando se abracaron; y este padre no era pequeño hombre, sino de buena estatura de cuerpo. Luego los chripstia- nos les dieron cascaveles y agujas, y otras cosas de poco prescio; é los cascaveles ensartábanlos en hilos é poníanlos en las piernas, é como se meneaban y oían so- nido dellos, daban brincos y saltos con ellos y espantábanse de los cascaveles, é- con mucha risa gocábanse, maravillados dello. Yo quise informarme que cómo sa- bian essos chripstianos y el clérigo que lo ques dicho era la costumbre de se hacer la paz con essas gentes gigantéas: é dí- xome que ya avian visto antes de aques- tos hombres, como adelante se dirá en el capítulo siguiente. Los arcos eran cortos y A mg recios y anchos, de madera muy fuerte, y las flechas como las que usan los turcos y con cada tres plumas, y los hierros dellas eran de pedernal, á guisa de harpones ó rallones bien labrados. É son muy grandes punteros y tiran tan cierto como nuestros ballesteros ó mejor. Traen en las cabecas unos cordeles, en torno sobre las orejas, y entrellas y la cabeca ponen las flechas, á guisa de guirnalda con las plumas para ar- riba, y de allí las toman para tirar; y des- ta manera salieron aquellas mugeres. Es gente bien proporcionada en la altura ques dicho: andan desnudos que ninguna cosa traen cubierta sino las partes menos ho- nestas de la generacion, é allí traen de- lante unos pedacos de cuero de danta. Este nombre danta dánsele los chripstia- nos á aquellos cueros, no porque sepan que son de dantas: que á la verdad no lo son; sino unos animales que tienen el cue- ro gruesso, como de danta ó mas. Ade- lante, quando se hable en las cosas de Castilla del Oro, se dirá mas largamente qué animales son estos, porque segund lo que entendí deste padre clérigo, son los mismos animales que en la provincia de Cueva llaman beorí, donde yo los he vis- to y comido en la epatio irme. - CAPITULO VIL De lo que acaesció al clérigo don Johan de Areycaga y sus compañeros con los palagones gigantes e de : la prossecucion de su camino en busca de las naos y armada. 7. $ como las mugeres gigantas que es dicho hicieron las paces con essos chrips- tianos, lleváronlos á sus ranchos donde vivian, é apossentáronlos uno á uno por sí separados por los ranchos: é diéronles ciertas rayces que comiessen, las quales al principio amargan; pero usadas, no tan- to, y diéronles unos muxiliones grandes, quel pescado de cada uno era mas de una libra y de buen comer. No desde á media hora questaban en los ranchos, vi- nieron los hombres dessas mugeres de caca, é trayan una danta que avian muer- to, de mas de veynte ó treynta arreldes; la qual traya á cuestas uno daquellos gi- gantes, tan suelto y sin cansancio , como si pessara diez libras. Assi como las mu- geres vieron á sus maridos, salieron á ellos, é dixéronles cómo estaban allí es- sos chripstianos, y ellos los abracaron de la manera que se dixo de susso, y par- tieron con ellos su caca, y comencaron DE INDIAS. LIB. XX, CAP. VII. 41 de la comer cruda como la trayan, qui- tando lo primero el cuero, y dieron al clérigo un pedaco de hasta dos libras. El qual lo puso al fuego para lo assar sobre las brassas, y arrebatólo luego uno da- quellos gigantes, penssando que el cléri- go no lo queria, é comióselo de un bo- cado, de lo qual pessó al clérigo, porque avia gana de comer y lo avia menester. Comida la danta, fueron á beber á un pogo, donde estos chripstianos fueron as- simesmo á beber; y uno á uno bebian los gigantes con un cuero que cabia mas de una cántara de agua, é aun dos arro- bas ó mas: y avia hombres daquellos pa- tagones que bebian el cuero, lleno tres veces á reo, y hasta que aquel se hartaba, los demas atendian. Tambien bebieron los chripstianos con el mismo cuero; y una vez lleno, bastó á todos ellos y les sobró agua, y maravillá- banse los gigantes de lo poco que aquellos chripstianos bebian. Como ovieron acaba- do de beber, se tornaron los unos y los otros á los ranchos, porque el poco esta- ba desviado dellos en el campo, é ya era anochescido, é aposentáronlos uno á uno como ya se dixo. Estos ranchos (lám. 4.” fig. 1.*) eran de cuero de danta, adobado como muy lindo y polido cuero de vaca, y el tamaño es menor que de vaca; y pónenlo en dos pa- los contra la parte de do viene el viento, é todo lo demas es estar descubierto al sol y al agua: de manera que la casa no es mas de lo que es dicho, y en esso con- siste su habitacion, é toda la noche estan gimiendo y tiritando de temblor del ex- cesivo frio (porques frigidíssima tierra á maravilla); y es nescessario que lo sea, porque está en los cinqúenta y dos gra- dos y medio de la otra parte de la equi- nocial, á la parte del antártico polo. No hacen fuego de noche, por no ser vistos de sus enemigos, y de continuo viven en guerra, y por ña causa ó antojo mu- dan su pueblo y casas sobre los hombros y se passan á donde quieren: que son ta- les como he dicho. Esta vecindad ó ran- chos eran hasta sessenta ó mas vecinos, y en cada uno dellos mas de diez personas. Toda aquella noche estovieron estos po- cos españoles con mucho desseo y temor, esperando el dia para se yr, si pudiessen, en paz á donde avian dexado su nao; la qual quedaba mas de quarenta leguas de alli, y no tenian que comer ni dineros pa- ra lo comprar, y caso que los tovieran, aquella gente no sabe qué cosa es mone- da. Quando á la mañana se despidieron de los gigantes, fué por señas no bien en- tendidas de los unos ni de los otros; y guiaron los españoles hácia la ribera y cos” ta, por ver si hallarian con diligencia algu” na señal ó vestigio de las naos, porque como tengo dicho, allá estuvieron surtas la capitana y otras dos. Bien creían estos compañeros, segund este clérigo decia, que aquellos gigantes hicieran lo que despues hicieron, sino fue- ra por un perro que llevaban consigo, de quien aquella gente temia mucho; porque el perro se mostraba tan feroz y bravo contra ellos, que apenas lo podian tener los chripstianos ó refrenar su denuedo. Assi como llegaron á la costa, vieron ma- deros y gepos del artillería y botas que la nao, con la fortuna que se dixo, avia alija- do; y por esto sospecharon lo que les avia acaescido, é prosiguieron su camino. É quando fué de noche, llegáronse á la cos- ta y hallaron algund marisco y lapas que comieron crudas, y echáronse á dormir, haciendo hoyos en el arena y cubriéndose con ella, excepto las cabecas; é passaron essa noche mucho frio y hambre, allende de su cansancio. El dia siguiente atravessaron por valles y montes, creyendo atajar su viaje, sin hallar qué comer sino unos granitos que nascen en aquellos campos, fructa no co- y tambien hallaban al- Peris ni palas o E 12 HISTORIA GENERAL Y NATURAL gunas endrinas salyages y no de buen sabor, y algunos ratones, con que se yban alimentando y supliendo su nesces- sidad, á falta de otros mejores manjares. É aviendo por muy buenos aquellos que les escusaban de morir de hambre , é si- guiendo su camino, se les quedó el perro, que no les pudo seguir de hambre y sed y de despeado. Algunos decian que era bien que se lo comiessen, y el clérigo y otros fueron de contrario parescer; y as- si passaron aquel dia con trabaxo y sin comer; pero hallaron agua mucha y bue- na. Y en la noche pararon en un valle, á donde no tuvieron otro refrigerio sino harto heno, con que se cubrieron y les fué mucho socorro, para el grandíssimo frio que padescian. El dia siguiente , conti- nuando su jornada, perdieron un compa- hero, que se decia Johan Perez de Higue- rola, y quedaron el clérigo y los otros dos hombres: é quando quisso amanes- cer, vieron mas de dos mill patagones ó gigantes (este nombre patagon fué á dis- parate puesto á esta gente por los chrips- tianos, porque tienen grandes piés; pero no desproporcionados, segund la altura de sus personas, aunque muy grandes mas que los nuestros); y venian hácia los chripstia- nos, algando las manos y gritando, pero sin armas y desnudos. Los chripstianos hicieron lo mismo, y echaron las armas en tierra, y fuéronse á ellos, porque co- mo tengo dicho, esta es la manera y for- ma de salutacion ó paz que aquellas gen- tes usan quando se ven con otros, é abrá- canse en señal de seguridad ó amor. É assi se hico, y fecho aquesto, alcaron á estos tres chripstianos de uno en uno so- bre las cabegas, y lleváronlos un quarto de legua grande de allí á un valle, donde avia un grand número de ranchos, segund los que quedan dichos, á manera de grand cibdad, armados en aquel valle. Y luego hicieron traer sus arcos y flechas y penachos para las cabecas y tambien para los piés: é desque ovieron tomado los arcos y penachos, los tornaron á alcar y movieron de allí, é apartados una legua grande de los ranchos que ya no los po- dian ver, tornaron á tomarlos en pesso y despojáronlos; é traían entre manos es- tos chripstianos, mirándolos como espanta- dos de ver su pequeñez y blancura, é tra- bábanlos de sus naturas, é parte por par- te, quanto tenia la persona de cada espa- ñol destos, palpaban y consideraban. É los traían assi entre sí con mucho bullicio, tanto que essos pecadores españoles sos- pecharon que los querian comer, é que quisieran tambien informarse del gusto de tal carne y ver que tales eran de dentro en lo interior de sus personas: y assi con mucho temor se encomendaban á Dios el clérigo, don Johan de Areycaga, y sus com- pañeros. É quiso Nuestro Señor socorrer- los en tanta nescessidad y librarlos desta salvage generacion gigantéa, porque mu- chas veges armaron los arcos y pussieron flechas en ellos, haciendo señales que los querian tirar y asaetearlos. Passadas tres horas ó mas que en esto passaban tiem= po, vino un mancebo que en su aspecto parescia muchacho, y con él otros veyn- te gigantes , los quales tfaian sendos ar- cos y sus flechas, y cubiertos los estóma- gos con unos cueros blandos y peludos como de carneros muy finos, y con muy hermosos penachos blancos. y colorados de plumas de avestruces. Al qual cómo le vieron los otros gigantes, todos se senta- ron en tierra, é baxaron las cabecas, y hablaron algun poco entre sí, como quien rega en tono baxo, y ninguno alcaba los ojos del suelo, aunque eran mas de dos mill los que avian despojado á estos tres chripstianos, que cada momento penssa= ban que sus dias eran cumplidos, y que aquel gigante mancebo debiera ser su rey, é que venia á dar conclussion en sus vidas. Lo que pudieron entender fué que les paresció á estos españoles que aquel DE INDIAS. LIB, XX. CAP. VIL 43 gigante mancebo reprendia á los otros, y tomó al clérigo don Johan por la mano y lo algó en pié: el qual, aunque parescia de diez y ocho ó veynte años, y el don Johan de veynte y ocho ó mas, y era de buena y mediana estatura y no pequeño, no llegaba á sus miembros vergoncosos en altor. É puesto en pié llamó á los otros dos españoles, é hícoles señal con la ma- no que se fuessen: é al dicho don Johan uno de los veynte que vinieron á la pos- tre con aquel capitan ó rey mancebo, le puso un grand penacho en la cabeca. É assi se partieron en carnes desnudos es- tos tres compañeros, é no osaron pedir sus vestidos; porque viendo la liberali- dad de aquel principal, sospecharon quél penssó que assi debian andar, y que si hicieran señas pidiendo la ropa, que aun- que se la mandasse dar, tomaria saña y haria algund castigo en los primeros gi- gantes: é ovieron por mejor no le alterar é yrse sin los vestidos, pues les dexaban las vidas. É prosiguieron su viage por la costa con grandísima hambre y sed y frio; y llegados á la mar, hallaron un pes- cado muerto que parescia cóngrio, quel agua le avia echado en la playa, é comié- ronle crudo y no les supo mal. Traían aquellos gigantes pintadas las caras de blanco y roxo y jalde, amarillo y otras colores: son hombres de grandíssi- mas fuercas, porque decia este clérigo don Johan que á todos tres servidores, ó cámaras de lombardas de hierro, tan grandes que cada servidor ó versso pes- saba dos quintales ó mas, los alcaban de tierra con una mano en el ayre mas altos que sus cabegas. Traen muy hermossos penachos en las cabecas y en los piés, y comen la carne cruda y el pescado assa- do y muy caliente. No tienen pan, ó si lo tienen, estos chripstianos no lo vieron, si- no Unas rayces que comen assadas y tam- bien crudas, y mucho marisco de lapas y _Iuxilones muy grandes asados, y hos- tias mucho grandes, de que se puede sos- pechar que tambien serán las perlas gran- des. En aquella costa mueren muchas ba- llenas sin que las maten, é la mar brava las echa en la costa, y aquestos gigantes las comen. .Decia este padre clérigo que antes de todo lo que es dicho, estando seys gigan- tes destos en una nao desta armada, este clérigo y otros dos compañeros salieron en tierra, por ver algo de las costumbres desta gente, y que llegados en un valle, donde hallaron ciertos gigantes destos, los quales se sentaron en rengle, é hicie- ron señas questos españoles se sentassen assi entre ellos, y lo hicieron; luego truxeron allí un grand pedaco de ballena de mas de dos quintales, hediendo, y pu- siéronles parte dello delante del clérigo y sus compañeros, y ello estaba tal, que no lo quissieron ; y los indios comencaron á cortar con unos pedernales que cada uno traía, y en cada bocado comian tres ó quatro libras ó mas. É volvieron con ellos á la nao, é diéronles cascaveles y pedacos de espejos quebrados y otras co- sas de poco valor, con que ellos mostra- ban yr muy ricos y gocosos; y espantá- banse mucho de los tiros del artilleria y de todas las otras cosas de los chrips- tianos. Tornando á la historia y camino del clérigo y sus dos compañeros, decia que llegados desnudos á la playa, vieron la nao Sanct Gabriel que venia á la vela en busca del batel suyo, que estaba con el patax , y á decir al capitan Sanctiago de Guevara cómo las naos estaban en el rio de Sancta Cruz, y que aviendo tiempo fuesse á la bahia, donde las naos hicieron echacon, é que tomasse los gepos y cu- reñas del artilleria de bronce, é fecho es- to, se fuesse á Sancta Cruz; É assi se hi- co. É ya esto era dos dias de marco del año de mill é quinientos y veynte y seys: - € assi se recogieron el clérigo don Johan kk HISTORIA GENERAL Y NATURAL y sus dos compañeros al patax, dando in- finitas gracias á Jesu-Chripsto que los avia librado daquellos gigantes de la ma- nera que está dicho. CAPITULO VIII De algunas particularidades desta gente de los gigantes, y de las aves y los pescados y otras cosas de que tuvieron noticia los desta armada. Esos gigantes son tan ligeros, segund este clérigo don Johan de Areycaga testi- fica, que no hay caballo bárbaro ni espa- ñol tan veloge en su curso que los alcan- ce. Quando baylan toman unas bolsas cerradas y muy duras de cueros de dan- tas, y dentro llenas de pedrecuelas: y traen sendas destas bolsas en las manos, y pónense tres ó quatro dellos á una par- te y otros tantos á otra, y saltan los unos hácia los otros abiertos los bracos, y me- neándolos hacen sonar las pedrecuelas de las bolsas, y esto les tura todo lo que les paresce ó es su voluntad, sin cantar al- guno. É parésceles á ellos una muy ex- tremada melodia y música, en que tienen muy grand contentamiento, sin dessear la cíthara de Orpheo ni aquel su cantar, con que fingen los poetas que mitigó á Pluton é hico insensibles las penas de Tántalo y Sísipho y de otros atormenta- dos en el abismo. -. Tornando á nuestro propóssito, son muy grandes brageros estos gigantes; y tiran una piedra á rodeabrago muy récia. y cierta y lexos, de dos libras y mas de pesso. Es gente muy alegre y muy-rego- cijada. A Queriendo este clérigo, don Johan de Areycaga, vengarse de la injuria que le hi- cieron, quando le despojaron como se di- xo en el capítulo precedente, algunos des- tos gigantes venian al patax, y él quisso tomarles los arcos y maltractarlos. Y un dia uno llegó á la costa y comencó á dar voces, para que lo tomassen en el batel, y este padre clérigo y otros fueron por él; pero cómo era sacerdote, passósele la ma- lenconia y no lo quiso maliractar, é aun- que los otros chripstianos le querian ma- tar, no lo consintió él: y lleváronle á la nao y diéronle de comer muy bien pescado y carne: quel pan no lo quiso, nilo comen estos gigantes, ni tampoco quieren vino. Y diéronle donde durmiesse aquella no- Che debaxo de cubierta; é desque fué echado, cerraron el costillon y cargáronle dos ó tres servidores de lombardas gran- des, y una caxa grande, llena de ropa. Y desde á poco espacio el gigante congoxa- do de estar allá baxo, y no le contentan- do aquel cerrado dormitorio, quiso salir de allí, y pusso los hombros al escotillon y todo lo levantó y se salió fuera. Y vien- do esto los chripstianos y gente de la nao, pussiéronle en otra parte, donde estuvo, ho cessando en toda la noche de cantar y dar voces; y á media noche penssó que los chripstianos dormian, é quísose yr sin el arco y las flechas quel clérigo le tenia á guardar en una caxa, y en cambio hur- tóle un gentil chapeo. Y cómo los de la nao lo entendieron, detuviéronle hasta la mañana, é diéronle su arco y sus flechas, y entre un pedaco de cuero, quél traía delante del estómago, metió el chapeo del clérigo y se fué. Son tan salvages, que pienssan que todo es comun, y que los chripstianos no se enojan de lo que les hurtan; y assi tornaba despues el mismo gigante, y por señas daba á entender con mucho placer cómo habia hurtado el cha- peo. En aquella costa hay mucho pesca- _ do y muy bueno y de muchas maneras DE INDIAS. LIB. Hay diversas aves y muchas raleas dellas assi grandes como pequeñas. El manjar destos gigantes es el que se ha dicho da- quellas dantas y ballenas y otros pesca- dos, y unas rayces buenas que parescen chiribias, las quales tienen mucha subs- tancia, y es gentil mantenimiento, y có- mense curadas al sol crudas y tambien assadas y cocidas. Hay unas aves tan grandes como ánsa- XX. CAP. VIIL 45 res, que no saben ni pueden volar, por- que no tienen alas, sino unos alones co- mo de toñina, ú otro pescado de aquella manera, y en todo lo restante tienen muy linda pluma, sino en las alas ó aletones que no tienen alguna: de las quales aves estos españoles tomaban muchas, é de- sollábanlas para comerlas. Decia este pa- dre clérigo que eran de mediocre gusto y buen manjar. CAPITULO IX. En continuacion del viaje de la armada que fué con el comendador, frey Garcia de Loaysa, y de algunas particularidades del rio y puerlo ge Sancta Cruz y de aquella tierra. A ocho de marco de mill é quinientos y veynte y seys, salió el patax del Cabo de las Once mill Vírgines, y surgió media le- gua de la tierra á la parte del Sur, é gar- rando quassi hasta dar en la costa, y qui- so Dios dexarlos salir; pero con mucho trabaxo y alijando, é de banco en banco toda la noche, á extremado peligro, y no cessando de hacer peregrinos y votos, penssando ser perdidos. Y salidos deste trabaxo, vieron la tierra de Sancta Cruz, donde las otras naos estaban; y á los on- ce de aquel mes de marco entró el patax en el puerto é halló la nao capitana y la nao Sancta Maria del Parral y la nao Sanc- to Lesmes. Mas el capitan general ni los otros que estaban en aquel rio, no sabian de la nao Anunciada ni de la nao Sanct Gabriel: por lo qual el general envió el batel al patax, aunque estaba surgido me- dia legua apartado, para quel maestro Sanctiago de Guevara y aquel clérigo don Johan fuessen á la nao capitana , é assi lo hicieron. Y llegados, dixeron al general quel capitan Sanctiago de Guevara avia enviado á decir á la nao Sanct Gabriel y al capitan della que enviasse cinco ó seys quintales de vizcocho, porque les faltaba Pan para su nao, y que no curó, sino al- . có sus áncoras, y no tan solamente les en- vió el vizcocho, pero tomó el batel y ca- torge hombres que yban por ello, y fues- se la vuelta de aquel mismo puerto de la Sancta Cruz, do estaba el capitan gene- ral; y que pues no era venido, aviendo tenido buen tiempo, creían que se avrian vuelto para España. Aqueste rio deste viaje se le pusso es- te nombre Sancta Cruz, y está veynte le- guas desta parte del Cabo de las Once mill Vírgines hácia la equinocial: tiene de anchura legua y media, y la marea sube siete bracas en alto, y es tan récia la cor- riente, que no basta batel alguno para po- der yr á tierra, en tanto que andan las corrientes, sino es quando se estanca la plea mar: é de baxa mar hay cinco bra- cas de fondo, y en la plea mar doce; y siendo la mar baxa, queda dulce el agua del rio. Y allí hicieron aguada con la ju- sente ó baxa mar, oradando el costado á las naos, y poniendo una manga de cuero á las tapas de las pipas que quissieron henchir, é desta manera tomaron toda el agua que quissieron. En este rio, á una legua del embocamiento dél, está un isleo llano, en el En decos la mar baxa, a _S 46 HISTORIA GENERAL Y NATURAL disformes y grandes, de mas de á dos quintales: é mataron allí seys dellos , é tenian sabor de vaca; é tienen el cuero muy gordo y tan récio, que ningun hom- bre con una lanca arrojadica le podia passar (aunque algunos lo probaron de buenas fuercas). Allí tomaron mucha sar- dina, dentro del mismo puerto, de la de Castilla, é muchas y hermosas y grandes licas, de las quales hincheron mas de cin- qúenta pipas. Quando este rio queda de baxa mar, se halla mucha anchova en unos pocos de un palmo de agua, y en grandíssima cantidad della: y andan innumerables gaviotas co- miendo desta anchova, é son tantas, que el ayre anda tan lleno destas aves, que quitan la vista del cielo por su multitud. Allí truxo un compañero de los del arma- da un animal que tomó en el campo, del tamaño de un lechon, con el hocico como puerco y los piés hendidos en dos partes, y sus unas como caballo, y encima del cuerpo cubierto de una concha como ca- ballo encubertado: é quando queria se cubria todo debaxo de aquella concha, y grunia como puerco, é pussiéronle nom- bre caballo encubertado. Antes que estos españoles viessen este animal, avia yo co- mido algunos dellos, y aun hartos en la Tierra—Firme, en la provincia de Cueya y en la de Nicaragua, que son tierras pri- mero descubiertas, é assi los llaman los españoles á estos animales, encuberlados. Y el año de mill é quinientos y treynta y dos llevé yo unas cubiertas ó conchas destos animales á España desde Nicara- gua, donde hay muchos dellos. Assi que, tornando á la historia y al rio de Sancta Cruz, hay en él muchos adi- ves, que son unos animales como lobos y aullan como lobos, é tienen el distincto malicioso que agora diré, que les ha mos- trado natura para su defenssa, y es aqueste. Quando algun ballestero, para los tirar, ú otro alguno va en pos dellos, para los herir, alcan la pierna y lancan la ori- na muy récia hácia el que los persigue; y es tan grandíssimo el hedor della y tan intolerable, que no hay hombre que mas pueda yr adelante, del asco y aborresci- miento. Halláronse en la costa deste rio muchas piedras jaspes y de aquellas que restañan la sangre y desta y otras maneras. Allí. se dió carena á la nao capitana, é se re- pararon las otras naos: é saltaron en tier- ra algunos españoles, por ver si hallarian algun pueblo , y en quatro dias no halla- ron poblacion alguna ni gente, salvo al- gunos fuegos muertos; pero antes que - allí entrasse el armada, avian visto desde la mar muchos fuegos de noche en una montaña. É á los veynte y nueve de mar- co se partió esta armada del rio y puerto de Sancta Cruz, para proseguir el viaje. CAPITULO X. De la prosecugion deste viaje del comendador Loaysa á la Especieria, y de algunas particularidades del rio de Sanct Alifonso, donde ya avia estado otra vez, segund se dixo en el capítulo 1V, y cómo tornó el ar= mada al Estrecho de Fernando Magallanes. A los veynte y nueve de marco, des- pues de aver oydo missa, se partió el ar- mada del rio de Sancta Cruz, para conti- nuar su camino, é á los dos dias del mes de abril, á la primera guarda de la noche, por mucho tiempo que les sobrevino , se apartó el patax de la capitana solo y en- tró en el rio de Sanct Alifonso; y el mar- tes siguiente otro dia en un isleo que se hace en él mataron tantas aves los del patax, que hincheron ocho pipas dellas en salmuera dessolladas: las quales mataban DE INDIAS. LIB. XX. CAP. X. 47 á palos y no huian, porque no saben ni pueden volar, como se dixo en el capítu- lo VI, y escogian dellas las que le pares- cian nuevas, porque fuessen mas tiernas y mejores de comer. É no avia ave destas que quitado el cuero ylas tripas, no pes- sasse ocho libras : los hígados de las qua- les son tan buenos y tan grandes como los de carnero. En este rio hay toñinas blancas, y en- tran en él ballenas, é hay mucha pesque- ria; pero no entró desta vez allí otro na- vio sino el patax, el qual salió deste rio miércoles siguiente, quatro de abril. Y el viernes adelante, seys deste mes, embo- caron en el Cabo de las Once mill Vírgi- nes, ques el embocamiento del Estrecho, é fueron á surgir aquella noche á par de un cabo gordo, do estovieron essa no- che. Y el sábado siguiente se hicieron á la vela y no pudieron embocar la primera garganta del Estrecho, porque faltaba viento y era bonanca; é surgieron del abo- camiento de la dicha garganta una legua, y estaban surtos hácia la parte del Sur: y allí salieron algunos españoles en tierra con el batel, y no hallaron gente; pero vieron traga y vestigios y rastro de grandes pissadas de gigantes, ó patagones, de los que se ha dicho, é vieron muchas dantas. Por manera que la una y otra costas del Estrecho estan pobladas destos gigantes. El domingo ocho de abril embocaron y passaron la dicha garganta, y dióles tiem- po fresco, y en comencando á embocar la segunda garganta, ó mejor diciendo, se- gunda angostura ú parte estrecha del di- cho Estrecho, vieron los del patax venir atrás la nao capitana con las otras naos, que entonges comencaban á embocar por la primera entrada estrecha del Estrecho; y por esto el patax surgió para esperar- las, y el lunes de mañana el capitan Sanc- tiago y el clérigo don Johan fueron á la 1 Ethimol, lib. XVI, cap. 13. capitana á dar su excusa porque forcados del tiempo se avian apartado, y para ver lo quel general les mandaba. Y desde allí se descubrieron algunos puertos y se fue- ron á uno dellos muy bueno, dentro del dicho Estrecho, todas las naos; y allí ha- llaron una canoa de cortecas de árboles con la armacon y quadernas de costillas de ballena, y cinco nahes ó remos, como palas para remar, y hallaron una punta de un cuerno de ciervo, ques señal que hay tales animales en aquella tierra. Allí tomaron mucha lena seca muy buena, é vieron muchos fuegos en ambas costas, dentro en la tierra. El miércoles siguiente surgieron en un buen puerto, é llamáron- le puerto de Sanct Gorge, el qual yo no hallo nombrado en las cartas de navegar; pero assi le nombraba el clérigo don Johan, y decia que allí avian tomado agua y leña y mucha canela verde para comer, aunque algo salvaje, é que avia mucha della, é que allí se les avia muerto el factor de la armada, llamado Cuevas Ru- bias, á los veynte de aquel mes, é le avian enterrado á par de un rio en una caxa, al pié de un árbol grande : el qual yba enfermo. Decia este clérigo que es- tando en este puerto, se vieron dos ani- males en tierra, de noche, los quales de- cian que eran carbuncos, cuyas piedras alumbraban como sendas candelas -res- plandescientes; á los quales hicieron guarda, é despues que pussieron en ello diligencia por los tomar , nunca mas los vieron ni parescieron, é antes desso los vieron tres ó quatro noches. Y aquesto era en la costa adentro del Estrecho á la parte del Norte, que es assi mesmo hácia la equinocial, porque como tengo dicho este Estrecho está á la otra parte de la lí- nia cingúenta y dos grados y medio. - Yo no hallo escripto de tal animal: vis- to he que Isidoro ' dice: Omnium arden- 48 HISTORIA GENERAL Y NATURAL tium gemmarum principatum carbunculus habet: y dice que hay ciertos dragones que tienen en el cerebro una piedra prescio- sa, que si seyendo vivo el dragon no le es quitada, no resplandesce, por lo qual los mágicos usan cierto engaño y cebo, que el dragon come de grado, con que se duerme, y dormido, súbito se la quitan. Plinio * habla largamente de los car- buncos, y este nombre da él á todas las piedras presciosas que son fogosas, as- si como rubíes y balaxes; pero no dice que se hallen en animal. Tornemos á nuestra historia. Desde allí el capitán general hico tentar y buscar los puertos de la otra banda ó parte austral; y hallaron muchos y tan buenos, que quas- si sin amarras podrian estar seguras las naos. Esto fué á los veynte y tres dias de aquel mes, y aquella noche vinieron á bordo dos canoas de patagones óÓ gigan- tes, los quales hablaban en son de ame- nacas, y el clérigo les respondia en vas- cuence: ved cómo se podrian entender. Pero no se llegaron muy junto, y caso que quissieran yrá ellos con el batel, fuera por demas; porque las canoas generalmente andan mucho mas que los bateles, y tan- to mas andarán aquellas que son bogadas de tan grandes fuercas de hombres: assi que no era possible alcancarlas, Y quan- do se fueron, mostraban unos tigones en- cendidos : bien creyeron los chripstianos que su fin de aquellos gigantes seria pe- gar fuego á las naos; pero no osaron lle- gar tan adelante. El miércoles, veynte y cinco del mes, salieron de aquel puerto, á quien llama- ron Sanct Jorge, para seguir su camino: el qual nombre tampoco le señalan ó po- nen nuestros cosmógraphos, y á otro nombraba este clérigo Puerto Bueno, y á otro Sanet Johan de Porta Latina, el qual está á la banda del Norte. Y á los veyn- te y quatro de mayo fueron á otro puerto que llamaron Puerto Frio, porque lo ha- cia y grande; y decia aquel padre que se les murió harta gente de frio. El vier- nes veynte y cinco del mes desemboca- ron fuera del Estrecho, para seguir su via- je á la Especieria. Estos puertos algunos dellos ó los mas no los nombran nuestras cartas ; y quando yo haya acabado de es- crevir esta relacion que el clérigo don Johan de Areycaga dió deste viaje (en lo quél vido), yo diré los que nombran nues- tros cosmógraphos. Y por possible tengo que lo uno y lo otro sea cierto; porque este sacerdote deponia como hombre que se halló en ello, é los que hacen estas car- tas no dicen mas que aquello, de que se les da relacion ó lo que supieron del pri- mero viaje de Magallanes , que fué el que descubrió el dicho Estrecho, el año de la Natividad de Chripsto de mill é quinien- tos y veynte. É aquellos nombres quel primero descubridor pone á los rios y puertos y promontorios y en las otras co- sas, son los que se deben guardar y con- tinuar; pero la malicia de los que des- pues siguen estos descubrimientos, para apropriarse á sí mas de lo que hacen, muda y trueca los nombres, para escu- rescer la fama y loor de los que les deben preceder. Testigo soy de vista de algunas malicias destas que he visto usar á algu- nos gobernadores y capitanes en la Tier- ra-Firme ; pero si yo tengo vida, para aca- bar estas historias, ó á lo menos en lo que yoescriviere, será guardado su lugar á cada uno. 1 Plinio, lib. XXXVII, cap. 7. DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XI. | 49 CAPITULO XI. De algunas particularidades del famoso Estrecho de Fernando Magallanes. D. todo lo que hay é se dessea saber de los secretos del Estrecho de Magalla- nes, no es possible saberse al pressente, hasta que adelante con el tiempo mejor se entiendan é inquieran las cosas, y mas veces se vean y se tracten. Pero diré las particularidades, de que dió noticia á la Cesárea Magestad y á su Consejo Real de Indias el clérigo don Johan de Areycaga, el qual fué en este viaje de que se ha tractado que hico á.la Especieria el co- mendador Frey Garcia de Loaysa, y lo juró en sus órdenes de sacerdote y lo fir- mó , assi en las otras cosas donde le he alegado, como en lo que diré agora. Este padre decia que la longitud del Estrecho de Magallanes es ciento y diez leguas des- de el cabo de las Once mill Vírgines , que es en la entrada dél (por la parte de Oriente ) hasta el Cabo Desseado, que es en el fin dél á la parte occidental, poco mas ó menos. Hay en él tres ancones, en los quales hay de tierra á tierra siete le- guas, poco mas ó menos, y en los abo- camientos y desembocamientos cada me- dia legua de ancho, y de luengo el uno una legua y el otro dos; y el tercero en- tra en unos montes muy altos que por la una costa é la otra van hasta desembo- car al dicho Estrecho, tan altos que pa- resce que llegan al cielo. Y allí hace muy extremado frio : sol no entra allí quassi to- do el año: la noche es de mas de veynte horas, é nieva muy ordinariamente, é la nieve es tan agul como muy fina turques- sa ó un paño muy acul. Los árboles son robledales y de otras muchas suertes ó géneros, é mucha canela salvaje de la que se dixo de susso. Los árboles están muy verdes é frescos; mas en e al i TOMO L fuego, luego arden. Las aguas son muy calientes é muy buenas, é hay muchas pesquerias, muchas ballenas, serenas, espadartes , toñinas, marraxos, votes, ti- burones, merlucas, cabras muchas é muy grandes, muchas sardinas é muchas an- chovas, muchos muxiliones é muy gran- des, muchas hóstias é otras muchas é di- versas maneras de pescados: muchos é muy buenos puertos, donde hay catorce y quince bracas de fondo, y en la canal principal mas de quinientas bragas. No hay baxios: de anchor hay dos leguas, y en parte una, y en parte menos: las mareas, assi de una mar como de a otra, entran ó suben cada una dellas cinqúenta leguas ó mas. De forma que las dos ma- res se juntan en la mitad de todo el Es- trecho, é donde se juntan, traen un ru- mor ó estruendo grande á maravilla: de menguante y de cresciente hacen una ho- ra de diferencia, donde en parte corren y en parte no. Este Estrecho tiene muchas gargantas, que paresce que por ellas tambien va á llamar y no las fueron á es- cudriñar y considerar, segund convernia para saber puntualmente decir lo que son, porque hay tanto que especular y notar en ellas, que antes se les acabára el pan y bastimentos que pudieran infor- marse de todo. Hay assimesmo rios y arroyos muy buenos y muchos, en especial en los puer- tos que se han nombrado. Todo este Es- trecho es poblado de los patagones gi- gantes que es dicho, los quales andan des- nudos y son archeros. En el desemboca- miento de la parte occidental hay muchos isleos é islas, assi de la parte del Sur co- mo del Norte; é la us que va de la 50 HISTORIA GENERAL Y NATURAL parte del Norte, hace muy grande entrada hácia el Nordeste; y no se dice mas des. ta costa, porque no está descubierta. Ver- dad es que yo creo y es nescessario que esta se abrace y vaya á la costa de Pana- má é á lo que descubrió el adelantado Vasco Nuñez de Balboa, que fué el pri- mero de los chripstianos que nos enseñó la mar del Sur. É antes de llegar á lo que este descubrió, ha de yr esta costa que di- go á se juntar con lo que han descubierto los adelantados, don Diego de Almagro y don Francisco Picarro, é despues á lo del Perú é otras provincias; y ha despues de acudir al golpho de Sanct Miguel, que fué lo primero de la mar del Sur que descu- brió Vasco Nuñez: ¿ aquella costa discur- riendo al Poniente, sesigue lo que descu- brió el comendador Gil Goncalez de Ávila; é despues vienen las provincias de Nica- ragua é Chorotega, Malalaca, é Neque- pio, é Goatimala , y el golpho de Guaco- tan, é la costa que tiene la mar austral á la Nueva España, que descubrió don Fer- nando Cortés, que despues é agora se llama y es marqués del Valle, segund que adelante se dirá en su lugar conveniente, en la tercera parte de la General Historia destas Indias. CAPITULO XIL De lo que subcedió al capitan Sancliago de Guevara y al capellan don Johan de Ar pañoles que yban en el patax, en el viaje del Estrecho adelante, eycaga y á los otros es- é cómo se perdieron de vista las otras naos desta armada, que nunca mas las vieron ni supieron dellas, Salidos del Estrecho de Magallanes á la mar del Sur, y estando ya en quarenta é siete grados é medio de la otra parte de la línia equinocial, assi que ya tornaban é yban en demanda ó propóssito de vol- ver á la parte del Norte nuestro, ó hácia él, á le buscar, para efeto de su camino é demanda de la Especieria; un viernes, primero de junio de mill é quinientos y veynte y seys, se desaparesció la nao ca- pitana, é tambien perdieron de vista la nao, nombrada Sancta Maria del Parral. Y estos que yban en el patax vieron la nao Sancto Lesmes, é creyeron que las otras naos yban adelante : por lo qual los des- te navío ó patax se afligieron mucho, porque no tenian ya sino quatro quintales de vizcocho é ocho pipas de agua, é no: otra cosa alguna de comer, y eran cin- qúenta personas, é arbitraban que esta- ban de la primera tierra, donde pudiesse hallar de comer, dos mill leguas: é porque este navío tenia pequeño pañol, llevabasu pan en la nao capitana. É cómo avian mu- cho frio, corrian todo lo que podian hácia la equinocial, é no podian aver pescado en aquel grand golpho; pero vian mu- chas aves de diversas maneras. É decia este clérigo don Johan que llevaban un gallo é una gallina, que no les. avia qeu- dado mas, é que cada dia ponia la galli- na un huevo, salvo en el Estrecho, que por el mucho frio dexó de poner; pero despues que salieron dél é tornaron hácia la equinocial, tornó á poner: é quel capi- tan de: la nao Sancto Lesmes , Francisco de Hoces, quiso dar pór el gallo é la ga- llina, quando estuvieron en el rio de Sane- ta Cruz, cinqiienta ducados 'al coste 6 cambio. de Flandes : que llegados á la Es- pecieria le valieran al capitan Sanctiago - de Guevara, cuyas eran estas aves, mas de mill ducados, é que no las quisó dar, porque con aquellos huevós se hacia mu- cho bien é socorro á los enfermos, é no ia quedado en toda el armada otra ga= DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XII 51 llina alguna de las de España. Por mane- ra que, procediendo en su viaje el patax en demanda de la equinocial, y aviéndo- la atravessado muchos dias avia, se halló desta parte della en doce grados, é de la - primera tierra descubierta de chripstianos (á su estimacion) trescientas é cinqúenta leguas, que segund este padre reverendo decia , penssaban que seria la isla de las Perlas : lo qual á mi parescer era impos- sible, porque la isla de las Perlas está al Oriente de Panamá (en la costa de Casti- lla del Oro catorce ó quince leguas): está en siete grados de la línia equinogial há- cia nuestro polo ártico. Y dice mas este padre: que á los once de julio vieron dos tierras, é que la una era isla é no se pudieron certificar si la otra era isla ó tierra firme; pero quel dia antes vieron la mar llena de muchas cule- bras grandes y pequeñas , é que se halla- ban de la parte del Norte en trece grados desviados de la equinocial, é que vieron toñinas é otros pescados, é mataron tres toñinas é otros pescados. Esto que dice de las culebras creo yo bien quél lo pudo ver, porque yendo de Panamá ála provincia de Nicaragua, al po- niente en aquella costa hay un golpho que se dice el golpho de las Culebras, porque andan sobre aguadas innumerables cule- bras, el qual yo he navegado. É podria ser que aunque yo las ví mas cerca de tierra de lo queste padre dice en su rela- cion, estas culebras se extienden mas en la mar; pero la verdad es queste navío no conosció la costa é se passó de largo é aportó en la Nueva España, como se dirá adelante. Quando yo hable enel golpho de las Cu- lebras, se dirá é testificaré de vista en ello lo que he visto. Assi que, tornando al propóssito deste padre clérigo y del viaje, de que se trac- ta, á los doce de julio arribaron á tierra é vieron humos y mucha gente que venia por la costa hácia donde surgió el patax, á un quarto de legua de la tierra. É los chripstianos desde este navío tiraron cier- tos tiros de pólvora cón arcabuces, é los indios que estaban en tierra, se echaron en el suelo, é cómo acabaron de tirar, tor- naron á venir hácia la nao. Otro dia se hi- cieron á la vela por buscar puerto, é veían mucha gente en la costa (aquellos dias que corrieron cerca de tierra) é muchas torres blancas, é no tenian batel ni esqui- fe, para salir de la caravela. Á los veynte y uno del mes, corriendo cerca de tierra, los capeaban é llamaban, mostrándoles una bandera blanca; é llegaron á una isla de muchas aves y pequeña, y nombráron- la isla de la Magdalena, porque era su víspera. É otro dia domingo se tornaron á hageP á la vela; é por concluir en esta re- lacion, digo que decia este auctor, don Johan de Areycaga, que á los veynte y cinco de julio surgieron sobre un cabo gordo en quince bragas de arena limpia, é ya allí era nescessario, ó dar con el na- vío al través, ó que saliesse algun hom- bre á tierra; é para esto acordaron que se quitasse el cobertor á una caxa, é con las sondalefas y otros cabos delgados lo metiessen en el arca, con el cabo atado á la nao, é que el hombre que oviesse de yr, fuesse sentado en la caxa é alargando poco á poco la cuerda con el olaje ó ma- rea, y quel ayre y el agua le llevasse á tierra: é que si se trastornasse la caxa, se assiesse con las manos á ella y le tirassen de la nao por el dicho cabo. É que esta persona llevasse espejos é tixeras é otras cosas de rescates é peynes para dar á los indios, porque no le matassen ó comies- sen. É assi ordenado, este capellan rogó al capitan Sanctiago de Guevara, que era su primo, é á la otra gente que oviessen por bien de le dexar á él salir en la caxa, y estorbáronselo mucho; pero á su rue- go, viendo su buena voluntad , le dieron da y él entró en saltas y jubon é E 59 HISTORIA GENERAL Y NATURAL con su espada (en lugar de breviario), é llevado á la mitad del camino que avia hasta la tierra (le quedaba un quarto de legua por andar), se le trastornó la caxa é nadaba el clérigo, teniéndose recio. Y él, creyendo que hasta tierra avia menos ca- mino del que era, porfió de yr á ella, pa- * resciéndole cosa vergoncosa tornar atrás: é llegó la cosa á andar muy cansado é aun desatinado, medio ahogado. É quísole Dios socorrer é puso en coracon á los in- dios que lo entrassená socorrer é ayudar: é assi se echaron cinco gandules recios á la agua, é le tomaron é sacaron fuera, aunque la mar andaba brava, é puesto en tierra medio muerto se apartaron dél, é desde á una hora ó mas algo, tornando en sí, se levantó é les hico señas quese lle- gassen á él, y aun no querian y echában- se ellos tambien en tierra, y abracaban la tierra, y el clérigo hacia lo mesmo, penssan- do que aquello era señal de paz éamistad. Y luego entraron indios en la mar y sacaron la caxa y un capaco que en ella estaba ata- do, en que yban las preseas y rescates, y pusiéronlo á par del clérigo : y descogiólo é quiso darles de lo que llevaba ; pero no lo quisieron tomar, é hiciéronle señas que se fuesse con ellos. Y cómo fué enjuto, se ciñó su espada y comencó á andar, y uno de los indios tomó el espuerta ó capaco en la cabeca é yba delante del clérigo. É assi caminaron por la costa y llegaron á un valle, donde perdieron de vista la nao; y despues adelante subieron un cerro pe- queño, desde el qual se paresció una cib= dad ó poblacion muy grande y de mu- chas torres é muchas florestas, hasta lle- gar á ella, é avria una legua de camino. Y baxados de aquel cerro, vido venir por muchas partes tanta gente que cobrian el campo con mucha grita, y traíanle agua en unos jarros y poníansela delante, cómo llegaban á él: é despues de andada me- dia legua, yban en torno del clérigo mas de veynte mill hombres con sus arcos y - flechas los unos, y otros con varas las puntas agudas, y otros con espadas y ro- delas, é yban delante del clérigo sobre dos mill hombres, limpiando el camino por do passaba. Mas porque se dixo que algunos indios tenian espadas, assi es verdad; pero las espadas que ellos en aquella tierra usan, no son de hierro ni otro metal, sino de palo, y en los filos ó cortes dellas unos - dientes engastados de pedernales agudos, que son bastantes á cortar de un golpe un cuello de un toro, ó tanto como cor- taria en él una espada de finos aceros. Tornando á la historia , yendo el cléri- go don Johan acompañado de la manera ques dicho, la via daquella grand pobla- cion, salió á él el rey ó cacique, señor de aquella tierra, el qual le atendia con mas de dos mill hombres de guerra al pié de una peña, debaxo de un árbol gran- de, á la sombra é junto al camino por donde el clérigo avia de passar. É los in- dios que avian sacado de la mar á este padre clérigo, hacíanle señas cómo aquel era su rey é señor, y el clérigo lo enten- dió, y como llegó cerca dél, quitóse el bo- nete é hícole una reverencia muy baxa, y encontinente el rey le higo la misma cor- tesia, é le abracó, é le tomó de la mano. É comencaron assi á caminar para la cib=- dad, é yban delante mas de dos mill hombres, limpiando los caminos por don- de el clérigo y el cacique passaban, y el uno al otro yban hablándose en sus proprios lenguajes, sin se entender. Lle- gados cerca del pueblo, estaba en el ca- mino una cruz de palo hincada, é como el clérigo la vido, se lesaltaron las lágrimas de goco, la qual supo despues que avia nue- ve años que los chripstianos la avian allí puesto; é cómo llegaron á par della, dixo aquel rey: Sancta Maria, mostrándole con el dedo la cruz que he dicho: É luego có- mo el clérigo la vido, se quitó el bonete é | 55 nO rodillas al pié della, la ado- DE INDIAS. LIB. ró é hico oracion, y el rey éla otra gente estaban mirándole. Y levantado de su oracion, hico una grand reverencia á la cruz, y el rey le tomó de la mano, é prosiguiendo su camino, llegaron á la cibdad, é lleváronle á unos grandes pa- lacios, donde le dieron una muy bue- na cámara; é pusieron luego muchas es- teras de palma pequeñas é de muy lin- das labores tendidas en tierra en lugar de tapetes, sobre las quales se senta- ron. É luego truxeron de comer mu- cha carne de venado cocido y assado, y unos camarones ó langostines grandes y muchas tortillas de mahiz, y muchas ce- recas y ciruelas y guayabas, muy buena agua é cierto brebaje, que se hace de ha- rina de mahiz tostado, é otro que entre los indios es muy presciado, que se lla- ma cacaguat, el qual se hace de cierta fructa que quiere parescer almendras, y estas corren en aquella tierra por mone- da. É comieron otras cosas quel clérigo - don Johan no supo nombrar, ni tampoco alcancó á saber qué cosa era este caca- guat, porque preguntándole yo qué cosa era esta fructaó moneda, díxome que ca- da año lo sembraban é cogian los indios. Lo qual es falso; porque son árboles los que llevan aquella frucia que corre por moneda en la Nueva España y en Nica- ragua y otras partes, donde yo he visto muchos, como se dirá en su lugar *, Tornando á la historia, desque ovieron comido, el capellan pressentó al rey ó ca- cique todo lo que avia sacado de la nao de los rescates, y él lo rescibió con mu- cho placer, y el clérigo hico señas que queria tornar á la nao y llevar alguna co- sa de comer para los españoles que en ella quedaron; y en esse punto aquel se- 1 Véase sobre este punto cuanto ha dicho el mismo Oviedo en el cap. 30 del lib. VIAL de la 1.* Part., pág. 315. Cuando el autor extractaba la rela= cion del clérigo, don Juan Areizaga, no habia dado - todavia la última lima á sus MSS., por lo cual no XX. CAP. XII. 53 ñor hico traer tres venados muy grandes é otras cosas muchas, é comencaron á ca- minar para la costa y el rey tambien. É llegados á la mar, andaba alta, é subié- -ronse á un cerrillo, desde donde el cléri- go don Johan daba voces á los de la nao, diciéndoles que era buena tierra, y que se esforcassen é diessen gracias á Dios porque los avia traydo donde avia mucho pan y carne é otras cosas, puesto quél no avia entendido dónde estaba. É cómo los de la nao lo entendieron , con el goco que ovieron, comencaron á soltar toda su arti- lleria; é assi cómo aquel rey é la otra gente oyeron el primer tiro, en continen- te se echaron en tierra; y el clérigo de la mano levantó al rey, riéndose é diciéndole que no temiessen. É assi visto esto, se le- vantaron todos (aunque no- sin temor oían los tiros) y estaban allí mas de diez mill archeros, é tornáronse á la cibdad por- que no pudieron entrar en la mar: é assi se passó aquella noche, y el clérigo dur- mió poca parte della. Mas cómo quiso anochescer, le dieron muy bien de genar de las cosas ya dichas. » Acabada la cena, se hicieron en un pa- tio del palacio tres ó quatro fuegos gran- des, é aquel señor se fué á repossar á su casa, y el clérigo quedó en su cámara , é quedaron en su compañia y guarda mas de quinientos hombres, de lo qual él se temió mucho. Assi como amanesció el dia siguiente, luego vino alli el rey con mu- cha gente, y se fueron á la costa, y en- traron tres indios á nado y truxeron á tierra un cabo de una guidalessa amarra- do con otros cabos desde la tierra á la 'nao, de septecientas y cinqúenta bracas, y se ataron el rey y el clérigo, y la nao con el cabestrante los recogió, y assi entraron apunla en esle pasage, que dejaba explicado ya, así el uso del cacao ú cacaguat, en la elaboracion del chocolate, como su aplicacion al cange ó tráfico, _cual moneda: Oviedo escribia esta 11.* Parte de su 54 HISTORIA GENERAL Y NATURAL en ella. É yban nadando mas de quinien- tos hombres en torno del rey y del cléri- go, y llevaron mucho de comer en barri- les que de la nao sacaron para ello, y sin esto tambien sobre las cabecas, por- que en el nadar es gente muy experta. Mas yo me maravillo mucho cómo donde tantos indios avia, faltaban canoas para quel rey ó señor de tanta gente entrasse daquella manera en la mar. Entrados en la nao, se hicieron á la vela y doblaron aquel promontorio ó cabo gordo y fueron á surgir delante de aquella cibdad; y otro dia siguiente se desembarcaron los Cchripstianos en una balsa muy buena que hicieron los indios, y dieron al rey vestidos y otras cosas de rescates, y sa- lió el capitan Sanctiago de Guevara y la gente toda de la nao, é hicieron ranchos é chocas en la costa, donde les truxeron á todos muy bien de comer. Y fecho esto, se fueron con el rey solamente el capellan y el capitan con otros seys españoles, y los restantes quedaron en la playa; y llega- dos á la cibdad, los apossentaron en los mismos palacios, donde el dia de antes avia possado el clérigo don Johan. Era tanta la gente que salia á mirar estos chripstianos que les parescia que no so- lamente era multitud grande para una cibdad, pero para poblar un reino. Y assi apossentados, les hicieron buena compa- nía y les dieron muy complidamente de comer, y estovieron alli cinco dias, feste- jados con mucho placer y areytos ó dan- cas de aquellos indios. Y escrebieron car- tas á Hernando Cortés ó para algun su gobernador ó capitan , porque alcancaron á entender que aquella tierra no podia ser sino de la Nueva España; y con esías _£artas fueron tres indios á una cibdad que estaba de alli veynte é quatro leguas á un chripstiano que por señas decian losindios que hallarian en ella, y al quarto dia tor- naron los mensajeros é hicieron señas que otro dia vernia alli el -chepeliado. LamtiaS : que, andándose passeando por la costa el capitan y el clérigo cerca de la nao, el si- guiente dia vieron venir mucha gente quassi una legua de alli, y sospechando que seria el chripstiano que esperaban, porque los mismos indios que avian lleva- do las cartas hacian señas que venia alli, se fueron con algunos compañeros hágia donde venia aquella gente, y vieron un chripstiano, en una hamaca echado, que lo traian doce indios á cuestas, el qual es- taba por gobernador de toda aquella pro- vincia. Y luego quel vido al capitan y al clérigo y los otros españoles, se apeó de la hamaca y los fué á abracar y ellos á él, y les preguntó que cuyos eran y por quién yban á aquella tierra, y si eran . chripstianos y de qué nacion, y ellos di- xeron: «Chripstianos somos y vassallos de Emperador, don Cárlos, y españoles; y por tiempo contrario nos apartamos de un armada que Su Magestad envia á la Es- peciería é islas del Maluco , y avemos aqui aportado con mucha nescessidad, y desseamos saber qué tierra es aquesta, pues ha placido á Dios que hallemos quien nos lo diga.» Á lo qual aquel chripstiano replicó: «Señores, todos somos vassallos de César: en su tierra estais, y dad gra- clasá Nuestro Señor, porque os ha traydo aqui, donde como á vassallos de su Ma- gestad, se os hará toda cortesia y placer. Esta tierra es parte de la Nueva España, á donde es capitan general y gobernador el señor Hernando Cortés por Sus Mages- tades, y es una de las mejores tierras y señorío del mundo: en la qual hay mu- chas y muy grandes poblaciones y cibda- des y grandes señores de los indios na- turales. »Y con mucho placer platicando, se fueron todos á aquella cibdad ques dicho, y aunque primero avi ian seydo los chrips- tianos de la nao bien servidos , mejor lo fueron de ahi adelante por causa daquel gobernador: y despues que ovieron ha- : blado. en su Here gacion y en las cosas DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XII. 513) passadas, aquel español les decia quel capitan Sanctiago de Guevara fuesse á la cibdad de México, donde estaba el señor Hernando Cortés, que era trescientas é septenta y cinco leguas de alli, y quél se- ria muy bien tractado dél y proveydo muy largamente de todo lo que oviesse menester; y assimesmo, en su absencia, lo seria su gente y nao, y quél le daria andas y gente que le llevassen mucho á su placer y todo lo demas. Y el capitan respondió quél estaba muy mal dispuesto y enfermo, como era verdad, y que en ninguna manera podia yr, ni penssaba que podria llegar vivo; pero que habla- ria con el padre don Johan, su primo, y le rogaria quél tomasse este trabaxo con otros muchos que avia passado por ser- vir á Sus Magestades, y que fuesse á- México á hacer reverencia de su parte al señor Hernando Cortés; y assi se hizo y aqueste padre partió al dia siguiente. Aquella cibdad, donde esta gente aportó con el patax, se llama Macatban, y á don- de aquel gobernador ó español residia, era otra cibdad ó pueblo grande que se llama Tegoantepeque; y donde arribaron en la primera cibdad decia este clérigo que avia sobre cient mil vecinos. Y no es de maravillar, porque aquellos pueblos ó poblaciones son fechos á barrios, como son las poblaciones en los valles de algu- nas provincias de España, en Vizcaya y Guipúzcoa y en las montañas; y todo les paresceria á este clérigo y á los otros que era un pueblo, non obstante que sin esso . hay grandes poblaciones juntas. Este pueblo Tegoantepeque está en la costa de la mar del Sur, en la Nueva España, en doce grados desta parte de la línia equi- nocial, CAPITULO XIIL En que se da conclusion á la relacion del clérigo , don Johan de Areycaga. Eso padre don Johan de Areycaga partió de Tegoantepeque á los treynta y uno de jullio de mil é quinientos y veynte y seys para la cibdad de México, donde halló 4 Hernando Cortés. El qual lo res- cibió muy bien y le tractó de manera queste padre hablaba, loándole mucho de su cortesía y buen tractamiento, y luego dió relacion en los primeros navíos á Su Magestad desta caravela que avia - aportado á la Nueva España, daquella armada que llevó el comendador Frey Garcia de Loaysa; y creíasse quel res- tante de la armada avia llegado á la Es- pecieria, y en lo que paró adelante se dirá. Y allá murió el comendador Frey Garcia de Loaysa y el capitan Johan Se-= bastian del Cano y el thessorero Busta- mante y otros caballeros é hidalgos, y se ) poptlenn todos. dela nie que sas rá en la prosecucion destas historias, er el lugar que convenga al discurso destas. materias. Despues vino de la Especieria Goncalo Gomez de Espinosa, del qual se tractó en el capítulo lI deste libro, y dió rela- cion de lo que allí se dixo; y despues vino á España este clérigo, y dixo lo que aqui se ha dicho y ótras muchas cosas de las que vido en la Nueva Es-: paña: de las quales no curaré de trac- tar aqui, porque de lo de alli yo ten- go mas plenaria información, y aqui te- nemos veginos y muchas personas que han estado allá mas tiempo que el clé- rigo y lo saben muy mejor. Y assi en lo que él decia de la Nueva España, no pudo ver ni entender, por lo poco que allá estuvo. Pero porque le oy testificar de vista de la manera quél vido matar un. E E 56 HISTORIA GENERAL Y NATURAL grande lagarto ú cocatriz, de los quales yo he visto mas que el clérigo, y me pa- resce que la invencion ó arte, con que le tomaron, es cosa notable, decirlo he aqui, reservando para en su lugar otras cosas que yo he visto destos fieros animales en la Tierra-Firme. Decia que vido que los indios pusieron un palo recio, hincado en tierra y á par del agua, y atada á él una cuerda de hasta tres bracas, y tomaron un perro y metiéronle por la boca un palo tan grueso ó mas que la muñeca del braco y de madera muy recia y tan luen- go quanto el perro tenia de hueco en el cuerpo; y los extremos ó cabos del palo eran agudos y tostadas las puntas, y por el un costado entre las costillas del perro hiciéronle un agujero y ataron alli al palo que estaba dentro del perro el cabo de aquella soga, que estaba atada al palo hin- cado en tierra. Y el lagarto salió de la mar y tragósse todo el perro de un bo- cado, y encontinente se le atravessaron aquellas puntas del palo que estaba den- tro del perro por las agallas; de tal for- ma, que ni pudo cortar la soga con los dientes ni soltar el perro. Y ocurriendo los indios á visitar su paranca y armadija, vinieron muchos, y primero á pedradas con hondas (en las quales son muy dies- tros, aunque no enseñados por los ma- llorquines), y despues que le dieron con muchas piedras en la cabeca y en otras partes, le acabaron de matar, es- tando pressente á ello este padre clérigo; CAPITULO XIV. + Del Estrecho de Magallanes y de su longitud y latitud y partes Pe Seg as : habitan, y olras part Dino queda en los capítulos preceden- tes, que la una. costa y-la olra del ES 4 De Re Militari, lib. 1, cap. XVI. 2 Plin., lib. VII, cap. LVI. PS 3 [sidoro, lib. XVII, cap. X. E 2 Supplementum eronicar, , lib, VIIL. E el qual dixo que él lo avia medido y que tenia diez y ocho piés de luengo. Dixe de suso quelos indios en la Nueva España eran diestros en tirar con las hon- das, sin averlos enseñado los mallorqui- nes, porque la invencion de tirar con las hondas se atribuye á los de las islas de Mallorca. Assi lo dige Vegecio * en su tractado del Arte militar, donde las mu- geres no dexaban á sus hijos pequeños gustar el manjar, si primero, tirándole con la honda, no le tocaban con la piedra; puesto que Plinio ? da esta invencion de la honda á los phenices. Mas Isidoro ? en sus Ethimologias no atribuye aquesto si- no á los mallorquines. Vocieno * Montano, narbonense orador, siendo desterrado por Tiberio César en la isla Baleare (que es Mallorca) en el mar de España, fué el primero que usó echar piedras con la honda 5. Pero lo que yo piensso en esto es que ni este ni los otros de Phenicia ni de Mallorca lo enseñaron á los indios de la Nueva España, ni álos del Perú y de otras partes de la Tierra-Firme, donde las usan y son muy diestros en tal exercicio: sal- vo que ellos lo hallaron para sus nesces- sidades y defension, como armas manua- les, y que naturalmente los rústicos las ussan y á ellas se amañan mejor que á otras armas. z Passemos agora á dar relacion de lo demas en continuacion de lo que offrescí en el prohemio ó introducion deste libro, Pp dél, y de los gigantes que en él aa Ses . rd de re qe ql cho de: clan es habitada de Sem- tos, á los quales nuestros españoles lla- E ii ad e DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XIV. 57 maron patagones por sus grandes piés; y que son de trece palmos de altura en sus _estaturas, y de grandíssimas fuercas, y tan veloces en el correr como muy lige- ros caballos ó mas , y que comen la carne cruda y el pescado assado, y de un bocado dos ó tres libras, y que andan desnudos, y son flecheros, y otras particularidades que desta gente puede aver notado el le- tor. Pero porque no se piensse que aques- tos hombres son los de la mayor esta- tura que en el mundo se sabe, ocurrid, letor, á Plinio *; y deciros ha, alegando á Onesícrito, que donde el sol en la India no hage sombra, que son los hombres tan altos como cinco cobdos y dos palmos, y que viven ciento y treynta años, y que no envejescen; pero que mueren en aquel tiempo, quassi como si fuessen de media edad. Dice mas Plinio en su Histo- ria natural ?; que una gente de los ethio- pios pastores, la qual se llama siborta, á par del rio Astrago, vuelta á Septentrion, cresce mas que ocho cobdos. Assi que, estos son mayores hombres que los del - Estrecho de Magallanes; y quanto á la velocidad, el mismo auctor escribe que Crate Pargameno refiere que sobre la Ethiopia son los tragloditas, los quales vencen á los caballos de ligereca. Tornando á nuestra historia, este Estre- cho de que aqui se tracta, es de ciento y diez leguas de longitud, y donde es mas ancho, tiene siete; y de alli para abaxo, segund la relacion y lo que supo testificar de vista el clérigo don Johan de Areyca- ga, se ensangosta en algunas partes hasta ser su latitud una legua y menos. Quiero decir agora lo que yo hallo en las cartas, nuevamente emendadas y en otras mu- chas que yo he visto de diferentes aucto- res, á quien se debe dar crédito. Comencando en la boca que está al Occidente (digo de la parte de la equino- 4 Plinio, lib. VII, cap. 2. de E cial), está el arcipiélago del Cabo Dessea- do; y llámase arcipiélago, porque hay grand número de islas alli hágia la parte de la equinocial, juntas ó muy cercanas unas de otras, grandes y chicas. Este cabo está en cinqúenta y dos grados ó algo menos de la otra parte de la equino- cial, desde el qual, corriendo la costa ar- riba veynte leguas al Leste, está la canal que llaman de Todos Sanctos: en frente de la qual, en la otra costa al opóssito, está una bahía que llaman la Campana de Roldan, desde la qual en la otra costa, volviendo atrás otras veynte leguas á la boca occidental, en la mitad del camino estan las islas Nevadas, y la punta que está en frente del Cabo Desseado, que se llama assimesmo Cabo Desseado. Partiendo de la canal de Todos Sanctos, la costa arriba al Oriente veynte leguas, eslá la bahía que llaman del Norte, y alli sale una punta, algo mas alto, que torna al Sur, en frente de la qual en la otra costa está otra bahia que se llama Bahía Gran- de; y desde aquesta Bahía Grande de la costa austral, volviendo atrás otras veyn- te leguas al Occidente, está la dicha Cam- pana de Roldan que se dixo de suso, y en - la mitad deste camino estan las Sierras Nevadas. Assi que, hasta essas bahias del Norte y Grande, avemos subido qua- renta leguas por ambas costas del Es- trecho. Desde la punta de la bahía del Norte, subiendo por la costa treynta leguas al Oriente, está la bahía que llaman de la Victoria, y en frente della (en la otra parte austral) está otra bahía que llaman Bahía Grande, desde la qual tornando al Occidente por aquella costa las treynta leguas , está la otra Bahía Grande que se dixo primero de suso, y en la mitad des- tas treynta leguas está la tierra que lla- man De los fuegos, y hasta esta segunda 58 HISTORIA GENERAL Y NATURAL Bahía Grande y hasta la bahía de la Vic- toria (questá enfrente desta otra parte) avemos subido septenta leguas, la via del Oriente , por ambas costas del Estrecho. Desde la bahía de la Victoria hasta el Cabo de las Vírgines, hay quarenta le- guas, el qual cabo es el principio del embocamiento deste Estrecho, por la par- te oriental, y está en cinqúienta é dos gra- dos de la línia equinocial; y el otro cabo questá enfrente dél á la otra vanda, se llama tierra ó Gabo de Fuegos, desdel qual volviendo al Occidente por la otra costa, otras quarenta leguas hasta la Bahía Grande superior (ó mas oriental), está en la mitad del camino la tierra que llaman Lago de los Estrechos. Por manera que desde el Cabo Dessea- dooccidental y embocamiento del Ponien- te, hasta el embocamiento oriental y ca- bo de las Once mil Vírgines, hay ciento y diez leguas, en el qual Estrecho se po- nen algunas islas, en especial doce ó tre- ce, y la carta no las nombra (sino las Nevadas que tengo dicho); pero la mayor de todas doce la assientan en la bahía de la Victoria. Tiene, como he dicho, el Es- trecho siete leguas de latitud, donde es mas ancho de los embocamientos á den- tro, y en partes tres y dos y una, y en partes menos de legua. Pero en el embo- camiento oriental le pone la carta diez leguas de tierra á tierra, y poco mas en el occidental: de forma que el Cabo de Fuegos ó Humos mas austral del embo- camiento oriental, está en cinqúenta y tres grados de la equinocial enfrente del Cabo de las Vírgines, en el otro hemis- pherio y polo antártico. Y esto baste quan- to á la medida de la mar y de la tierra del Estrecho grande y famoso, que des- cubrió el capitan Fernando de Magalla- nes con el armada del Emperador Rey, nuestro señor, el año de mill é quinientos y veynte de la Natividad de Chripsto, Nuestro Redemptor, para gloria y alaban- ca suya y en aumentacion del ceptro y señorío de la corona real de Castilla. CAPITULO XV. De la relacion particular del viaje y armada del comendador Frey Garcia de Loaysa y los que con él fue- ron , de lo qual dieron noticia desde algunos años el capitan Andrés de Urdaneta, natural de Villafranca, de la provincia de Guipúzcoa, y otro hidalgo, llamado Martin de Islares, natural de la villa de Laredo, y otras personas que fueron en la dicha armada y lo vieron. La qual relacion contiene veynte capitulos, de los quales este es el primero. Y dáse fin á este libro con ella, en el capítulo XXXVI. E, el capítulo Y deste libro XX se tractó mucha parte del viage infelice del comendador Frey Garcia de Loaysa á la Especieria, el qual hizo el año de mill é quinientos y veynte y cinco, con siete naos y quatrocientos y cinqúenta hom- bres. Y en el capítulo XII se dixo cómo un viernes primero dia del mes de junio del año de mil é quininientos y veynte y seys, salidos ya que fueron del dicho Estrecho de Magallanes, en el grand mar austral, y estando ya en los quarenta y siete grados y medio de la otra parte de la equinocial, tornando en demanda del Norte ó hácia nuestro polo, se despares- ció la nao capitana y la perdió de vista el patax (que arribó á la Nueva España) en que yba el clérigo don Johan que dió la re- lacion, de que de suso es fecha mencion, el qual no supo mas del subcesso daquella armada. Agora diré yo lo que entendí el año de mill é quinientos y treynta y nue- ve, passando por esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española el adelan- tado don Pedro de Alvarado, del qual supe que penssaba brevemente yr en de- manda de la China, y armar en la mar _ del Sur, en su gobernacion de Guatima- DE INDIAS. LIB. la; y llevaba consigo dos hombres, que se hallaron en aquel viage del comendador Loaysa, el uno de los quales se llamaba el capitan Andrés de Urdaneta, vizcayno (ó guipuzcoano mejor diciendo), hombre de bien y de buena racon y bien apunc- tado en lo que avia visto y notado da- quel viaje; y el otro era un hidalgo, na- tural de la villa de Laredo, llamado Mar- tin de Islares, assimesmo hombre de buen entendimiento. Los quales, demas de lo que yo avia entendido del camino y fin daquella armada, me dieron cumplida relacion y me satisficieron en algunas dubdas, como personas que se hallaron en la prosecucion daquel viaje, y en muchos trabaxos y guerras en aquellas partes, assi con los portugueses como con los na- turales indios; lo qual con la brevedad que sea posible se dirá, porque son cosas tan notables y convinientes á nuestras materias y para la conclusion daquella armada. Para inteligencia de lo qual es de sa- ber que, salido el comendador Loaysa y sus navíos del Estrecho de Magallanes en la mar del Sur, al cabo de cinco dias, les dió un temporal muy recio, en tal mane- ra que se destrocaron las quatro velas que yban en conserva con la capitana (que nunca mas se vieron). Y turóles la tormenta quatro ó cinco dias despues, en los quales passaron muy grandes traba- Xo0s, porque no se podian servir de las ye- las, y hacer la nao tanta agua que con dos bombas nunca cessaban de trabaxar con ella veynte hombres, por vencer el agua que hacia; porque tenia la nao quebrados nueve ó diez codos de quilla en el codas- te, y aunque la avian remediado lo me- jor que avian podido, todavia les entraba mucha agua. En fin del mes de julio del año de mill é quinientos y veynte y seys, en quatro grados ya desta parte de la lí- -niadel equinocio á la vanda del Norte, fa- _lesció en la dicha nao el comendador XX. CAP. XV. frey Garcia de Loaysa, capitan general desta armada, el qual yba muy doliente; y murió como cathólico y buen caballero en su officio, encomendándose á Nues- tro Señor: y dexó mucha tristeca y dolor á todos los que en aquella nao capitana yban, porque demas de ser buen capi- tan, sábio y de experiencia, era de gen- til converssacion y muy bien quisto. Assi como fué muerto, y con sendos Paternos- tres y Avemarias por su ánima (que cada uno de los pressentes dixo) echado su cuerpo en la mar, abrieron una instru- cion secreta de la Cesárea Magestad , por la qual mandaba que si el comendador Loaysa muriesse, que todos obedescies- sen por general á Johan Sebastian del Cano (que era aquel capitan que en la nao Victoria bojó el mundo como en otra parte está dicho); y assi se hizo como Su Magestad lo proveyó. Pero él yba assi- mesmo muy enfermo, y desde á quatro dias que le alcaron por general le llevó Dios, y le hicieron las mismas obsequias y le dieron la misma sepoltura que se le dió al comendador, y le echaron en essa mar. Y obra de un mes antes avian hecho otro tanto con Alvaro de Loaysa, sobrino del comendador Loaysa, que era á la sa- con contador general, por muerte del contador Texeda, que murió en el mismo golpho. Assi que, muerto Johan Sebastian del Cano, hicieron capitan á un hidalgo llamado Toribio Alonso de Salacar, mon- tañés, el qual era contador de uno de los galeones, y porque se regeló el comenda- dor Loaysa que se queria algar con el ga- leon, en el Estrecho para se tornar á Es- ña, le hizo passar á su nao capitana. Tambien se murieron en aquel golpho el piloto Rodrigo Bermejo y otras personas de bien, mas de treynta y cinco. Este tercero capitan general, llamado Salacar, yba assimesmo doliente, y viendo quel 59 piloto que tenian no era de mucha expe- o riencia, mandó que arribassen en busca 60 HISTORIA GENERAL Y NATURAL de las islas de los ladrones: é yendo su derrota en demanda dellas, descubrieron una islas ála qual pussieron nombre Sanct Bartholomé; la qual vieron á los trege de septiembre y no la pudieron tomar, aunque lo procuraron mucho; y por la parte que la descubrieron, era tierra alta y montuo- sa , y corríaseles nordeste ó essudueste, y de la punta dél, ó essudueste , se cor- re Otra punta questá al norueste, norues- te sudueste quarta del Norte Sur. Otro dia descayeron y vieron que se hacia una punta de arena estrecha en mas de ocho leguas, y andovieron tan cerca della que se pudiera tirar con un verso de punteria á tierra, y no hallaron fondo en gien bra- cas. Alli avia muchos páxaros bobos, que se sentaban en las manos de los que yban en la nao: avia mucha pesqueria de bo- nitos y albacoras y doradas. Está aquesta isla en catorce grados de la vanda del norte, y á trescientas é veynte y ocho. leguas de las islas de los Ladrones. CAPITULO XVI Cómo descubrieron las islas de los Ladrones , y cómo hallaron un chripstiano español de los que fueron en la primera armada con el capitan Fernando de Magallanes ; el qual entendia ya muy bien la lengua de los indios, donde andaba, y fué muy provechosa su compañía, y otras particularidades de aquellas islas. Elosues que el capitan Salacar y los demas vieron que no podian tomar tierra en la isla de Sanct Bartholomé , continua- ron su camino en demanda de las islas de los Ladrones, y llegaron á ellas (á las dos que estan mas cercanas á la línia equino- cial, las quales estan en doce y trece gra- dos, y córrense Norte Sur). Estas islas de los Ladrones son trece islas, y todas se corren Norte Sur. Está la mas allegada al Norte en veynte y un grados: la una de las dos islas primeras se llama Botahá, y alli les vino un chripstiano en una canoa y los saludó en español, y les dixo: «En buena hora vengays, señor capitan, maes- tro y la compañía.» Y los de la nao con múcho placer le respondieron que fuesse bien venido, y preguntáronle que con quién avia ydo á aquellas partes, y res- pondió assi: «Señores, yo soy uno de los del armada del capitan Magallanes, y sa- líme de la nao del capitan Goncalo Go- mez de Espinosa, quando tornó á arribar al Maluco. No pudiendo. yr á la Nueva España, y porque en essa sacon se mo- rian de cierta dolencia en la nao, salimos yo y otros dos s compañeros o : por miedo de morir, en la isla mas cer- cana del Norte, y alli mataron los indios á los otros dos compañeros mios por cier- tas sinracones que ellos acometieron, y despues me passé de alli con unos indios á esta isla de Botahá; y soy gallego y me llamo Gongalo de Vigo, y sé muy bien la lengua de las islas.» Dicho esto, no quiso - entrar en la nao, sin que le diesen seguro real; y diósele, y luego se entró en la nao y fué con ellos al Maluco; y les apro- vechó, porque sabia bien las lenguas de aquellas tierras y tambien alguná cosa de la lengua malaya. En aquellas islas, antes que surgiessen, les vinieron muchas ca- noas á bordo con muchos cocos y agua en - calabagas, y pescado, y plátanos, y ba- tatas, y arroz, y sal, y otras muchas fructas que hay en aquella tierra; y no querian por ello otra cosa sino hierro, assi como clavos ó cualquier cosa de pun- ta. Llaman al hierro herero. Las canoas en que andan, son de quatro y cinco bracas de luengo, y mayores y menores, y an- gostas que ternán de anchor dos cobdos ó poco menos. Son algunas de una piega y + otras de muchas, y tienen o A DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XVI. 61 trapesos de la una vanda, de una madera hecha como una toñina, quassi del lar- gor de la mitad de la canoa; la qual es amarrada fuertemente en dos palos que salen de la canoa, apartada del cuerpo della obra de una braca, y tanto andan sobre la popa como sobre la proa: ni hay diferengia de la popa á la proa. Tienen velas latinas de esteras muy bien texidas; y para hacer otra vuelta, no vuelven la canoa, sino vuelven solamente la vela, y hacen de la popa proa y de la proa popa, quando quieren. Son estas canoas de al- tor hasta la rodilla de un hombre, y las tablas pegan unas con otras desta mane- ra: que horadan en los bordes las ta- blas y atan las unas con las otras con unas cuerdas que hacen de cortecas de árbo- les, y por la parte de dentro dexan unos - pedacos de madera horadados, sobre los quales atraviessan unos palos que amar- ran para fortificarlas, y por de fuera las brean con un betun que hacen de cal y aceyte, con que betunan y cierran todas las costuras, de forma que no hace agua. Estos indios de todas estas trece islas an- dan desnudos, que ninguna cosa traen sobre sí, excepto las mugeres, que traen un hilo ceñido, y de aquel cuelgan unas hojas verdes con que cubren por delante aquellas partes vergoncosas. Son gentili- cos, y adoran los huesos de sus antepas- sados; los quales tienen en sus casas con mucha veneracion, y muy untados de aceyte de cocos. Tienen una costumbre ques notable ó no oyda jamás de otra gente; y es que qualquier mancebo soltero, que sea ya de edad para aver ayuntamiento con una muger, trae una verguilla ó varica pinta- da ó blanca en la mano, y tiene libertad que puede yr á qualquier casa de qual- quier casado, y en entrando en casa, si el marido está en casa, luego en el instante -- Neg , lib. 1, cap. 16. le da una esportilla que lleva en la mano con unas vellotas y una hoja de un árbol y cal, lo qual todo se come, y llámase en maluco belre: y por el consiguiente el huesped de casa da otra esportilla que él trae consigo al que entra, y él se sale de casa, y el soltero está ton su muger el tiempo que á él le place, y assi usa della como el proprio marido (todos los indios é indias traen semejantes cestillas de be- tre siempre consigo). El cuytado del cor- nudo no entra en casa en tanto quel adúl- tero está con su muger, si no le llaman; ni el casado tiene licencia de yr á casa al- guna á trocar su cesta, ni hacer tal cosa, só pena de la vida. En aquellas islas no hay algund género de ganado alguno ni aves, si no son unas avecicas que quieren pares- cer á tórtolas; las quales estiman mucho y tiénenlas dentro de unas jaulas, y avé- canlas á pelear las unas contra las otras, y ponen apuestas sus dueños quál dellas vencerá, aunque el prescio sea pequeño. Este juego ví yo usarse en ltalia con las quallas ó codornices, quando es el passo de tales aves. Tienen en aquellas islas al- gunas gaviotas y alcatraces, aunque po- cos. Ningun género de metal alcancan, y labran con pedernales la madera. Son gentes de buena dispusicion, y traen el cabello muy largo, assi ellos como ellas; y algunos dellos traen las barbas crescidas como nosotros, y andan muy untados con aceyte de cocos. No tienen otro género de armas sino hondas y varas tostadas, y en algunas varas traen las canillas de los hombres que matan en la guerra, por hier- ros dle lancas muy agudas y delgadas en las puntas, y hechas dientes como sierra. Bien creo yo que á estos no los avecaron al exercicio de la honda los mallorquines, por lo qual no avria lugar de darles la in- vencion de tales armas, como Flavio Ve- _gecio* y Otros auctores les atribuyen. 62 HISTORIA GENREAL Y NATURAL Tornando á la materia, aquellos indios no tienen hacienda alguna: prescian mucho conchas de tortuga para hacer peynes y ancuelos de pescar. El hierro prescian so- bre todas las cosas. Cinco dias estuvo esta nao capita- na en la isla Botahá, tomando agua, y de alli siguió su camino la via del Maluco, y antes que se partiessen toma- ron once indios y los metieron con engaño en la nao por mandado del capitan, para dar á la bomba; porque passaban muy grand trabajo á causa de la mucha agua que hacia la nao, en que era menester continua vigilancia hasta que Dios los lle- vasse á parte que la pudiessen remediar, ó ellos estar donde pudiessen sostenerse y asegurar sus vidas. CAPITULO XVIL Cómo murió el tercero capitan general, llamado Salacar, y fué fecho y elegido en su lugar Martin Iñiguez de Carquicano, y se prosiguió el viaje del Maluco, y cómo tocaron en una isla rica, llamada Vendanao, y lo que alli les acaesció., , Partidos de donde es dicho, á los diez dias del mes de septiembre del año de mill é quinientos y veynte y seys, murió el capitan Salacar, y dichos sendos Pa- ternostres, le echaron á la mar, como se avia hecho con los capitanes sus prede- cessores. Y para elegir á otro, ovo gran- des diferencias entre la gente, porque los unos querian á Bustamante (el qual era uno de los hidalgos que se hallaron en el descubrimiento del Estrecho con el capi- tan Magallanes, y volvió á España con el capitan Johan Sebastian del Cano en la: nao Victoria), y otros querian á un Mar- tin Iñiguez de Carquicano, el qual era al- -guacil mayor; y de consentimiento de to- dos se puso la eleccion de los dos en vo- tos, y fué el Martin Iñiguez fecho capitan. Á dos dias de octubre descubrieron la isla de Vendanao y surgieron en el puer- to de Vicaya, cerca de una isleta que se hace dentro del mismo puerto, y estando alli surtos, sacaron el batel y fueron á tierra los quel capitan mandó, para ver si podian aver lengua, y andovieron quassi todo el dia sin topar pueblo ni gente, y á la tarde vieron unos indios en la ribera de la mar y enviaron al gallego. para que les preguntasse dónde: estaba el pueblo: el qual les habló en lengua malaya, e no E entendian nada. Y desde á un rato se fue- ron en una canoa los indios por la ense- nada á dentro, á los quales siguieron con el batel, y llegaron despues que ano- chesció á un pueblo que está á la costa de un rio, y otro dia tovieron plática con los indios y se entendian con ellos, por- que avia algunos indios dellos que sabian hablar la lengua malaya : y ofresciéronse de dar mucho arroz y gallinas de España, y puercos de España por rescates, y dié- ronles al pressente mucho arroz cocido y vino de palmas mucho bueno, y pescado y algunas gallinas; y con esto volvieron á la nao muy alegres, que estarian bien dos leguas grandes de alli. Luego el si- guiente dia tornaron á yr al lugar ques dicho y llevaron muchos rescates, para comprar gallinas y otros bastimentos, y hallaron poco recabdo de mantenimien- tos, y muchos indios que andaban reca- tándose de los chripstianos. En fin no pudieron comprar nada dellos, y dixeron que otro dia vernia la gente de la monta- ña y traerian mucho arroz, y puercos y otros bastimentos: y todo era cautela y falsedad, penssando tomar el batel á los españoles, y para esto hacian el mayor ayuntamiento que podian. Viendo esto E los aos Ia de separa | DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XVIL 63 hasta otro dia, y venida el alba, vinieron luego á la ribera los indios con sus ar- mas; y díxoles la lengua á los chripstia- nos que se recelaban dellos, y que por esso no traian nada; y respondiéronles que diessen los indios un principal dellos en rehenes y que los chripstianos les da- rian un español, para que estuyiessen se- guros los unos y los otros y pudiessen rescatar lo que quisiessen. Dixeron que eran contentos, y enviaron luego un indio que entrasse en el batel, el qual andaba vestido de un paño ó cobertura de seda, y muy bueno, y una daga con un puño de oro: y dexó el paño y la daga y un alfange que traia en tierra, y metiósse en el batel, y los españoles enviaron de su parte el gallego que hallaron en las islas de los Ladrones. El qual saltó en tierra y fué á donde estaba el rey, el qual le mandó decir que essos chripstianos de- bian de ser faranguis (faranguis llaman en aquellas partes á los portugueses), y que eran mala gente; porque donde quiera que allegaban los faranguis, hacian mucho mal. Y el gallego dixo que no eran faranguis, sino otra gente contraria á los portugueses, y que ningun enojo ni daño harian en su tierra, ni querian sino llanamente rescatar de lo que traian; y el rey dixo qne fuesse en buen hora. Y á la vuelta que volvia á la ribera, vido una grand celada de indios emboscados que estabau para arremeter al batel, quando se agercasse á tierra: y llegado á la ribera el gallego, no le dexaban los in- dios allegarse hácia los chripstianos, si- no que hablassen desde aparte: y truxe- ron para esto un porquecillo y ciertas ga- llinas, y venidos á hablar en el prescio, pedian mas de lo que valian treynta ye- ces, y cómo esto vido el gallego, dixo á los nuestros lo que passaba, y que estu- viessen sobre aviso que él se queria huir al batel (puesto que traia en torno de sí doge indios con alfanjes y paveses en guarda). Pero con todo esso, cómo era hombre suelto, echó á correr y salióse por su buena maña de entre los indios y fuesse al batel, y los nuestros le recogie- ron, aunque le siguieron los indios. Y lue- go los chripstianos saltaron en tierra y tomaron el puerco y las gallinas que 'es- taban en la ribera, y se embarcaron y llevaron al indio consigo. Otro dia mandó el capitan Martin Iiguez que volviessen en tierra y les requiriessen que les yen- diessen algunos bastimentos por sus res- cates y que les tornarian su indio; y aun- que fueron allá, no aprovechó nada con ellos, y assi se tornaron á la nao. Otro dia despues salió el capitan en tierra con sesenta hombres determinado de pelear con los indios, si por bien no le quisiessen dar bastimentos; mas tampoco aprove- chó: antes hacian fieros los de la tierra, y no pelearon, porque el tiempo no dió lugar ni los indios atendieron, y assi el capitan se volvió á la nao. El indio de las rehenes, viendo aquesto , dixo con mucho enojo contra sus naturales que, si el capi- tan queria salir en tierra con su gente, que luego que tirassen con las escopetas, huirian los indios y les tomarian el lugar, y quel sabia donde tenia el rey mucha cantidad de oro. El capitan salió en tier- ra con su gente bien ordenada y fueron hácia donde estaban los indios, los quales cómo vieron la determinacion de los es- pañoles, se arredraron y no osaron aten- derlos; y viendo el capitan que no le osa- ban esperar, hizo dar la vuelta ála ribera donde estaba el batel, y comieron en la Costa y fueron á embarcarse, llevando siempre consigo el indio á buen recabdo. Pocos dias antes avia venido un cala- buz á bordo, en el qual vino un indio principal vestido de raso carmesí, y traia ciertas manillas de oro para vender y dió al capitan muchas gallinas que llevaba; e el capitan le dió algunas cositas de Espa- ña y de poco valor, con quel indio se ho 64 HISTORIA GENERAL Y NATURAL gó mucho. El oro no se lo quissieron comprar, porque el capitan mandó que no mirasse nadie en ello ni se hiciesse caso del oro, por cierto buen respecto; y assi se volvió este indio que era de la misma isla (pero de otra provincia). Y segund él decia, los de su tierra tenian guerra con estos otros de Vicaya, donde estaban estos nuestros españoles. Y aquellos indios de Vicaya venian cada noche á tentar de cortar los cables á la nao, para que diesse al través en la costa, y nunca hallaron dispusicion para ello, por la buena guarda que los chripstianos hacian. Partiósse la nao daquella isla, la qual tiene de circun- ferencia mas de doscientas y ochenta Ó trescientas leguas, y costearon parte della por la vanda del Sur. Son los indios alli ydólatras, y el mayor pueblo se llama Vendanao, el qual está de la vanda del oeste. Esta es una de las islas del arci- piélago de los Celebes: cógese en ella mucho oro, segund dixo á los chripstianos aquel indio que llevaban (ques el de las rehenes) que se dixo de suso. Tambien supieron de los castellanos que se perdie- ron en Fanguin, que estovieron en la di- cha isla de Vendanao. Hay en ella aques- tas provincias siguientes: Vaguindanoa, Paragao, Bituan, Burre, Vicaya, Malu- cobuco. Las mas destas provincias tienen guerra unas con otras: tienen muchos géneros de armas, assi arcos como alfan- jes, paveses, dagas. Hasta los niños traen acagayas con buenos hierros, tan luen- gos como de azconas y mas anchos, y unos harpones como de pescar toninas, - sino que son mas alindados y bien he- chos; los quales tiran con su cordel, y si. aciertan, tiran por él ó le cogen. Tambien tienen unas cañas que llaman calabays, con unas puntas de palo tostado y mu- chas puas, las quales tiran muy lexos, con unas cañas de cobdo y medio engastadas. Es gente belicosa y sagaz y muy falsos: andan muy bien tractados, y continua- mente traen sus acagayas en las manos, y sus alfanjes y dagas, aunque sea dentro de sus pueblos. En aquella isla se les hu- yeron once indios que llevaban en la nao, que avian tomado en las islas de los La- drones: á los quales luego mataron los de Vicaya, penssando que eran cCossarios que andaban á saltear, porque no enten- dian la lengua dellos. Está aquel puerto en ocho grados y quatro minutos desta parte de la línia equinocial, á la vanda de nuestro polo ártico , en la provincia de Bi- tuan; y en la provincia de Burre hay ca- nela muy buena y mucha cantidad della CAPITULO XVIIL El qual tracta de la isla de Cebú, y del tracto que alli hay con los mercaderes de la China, y en las otras islas del arcipiélago de los Celebes, y del viaje y prosecucion desta nao capitana, y qué islas vieron, y có- mo llegaron á las islas del Maluco, y otras cosas convinientes á la historia. os quince dias de octubre del mis- mo año de mill é quinientos y veynte y seys, partió esta nao capitana (que avia quedado de toda el armada que César en- vió con el comendador Loaysa) y salió de aquel puerto ques dicho de Vendanao, con propóssito de yr á la isla de Cebú, porque avian entendido estos españoles que era muy rica cosa; y faltóles el vien- to al Noroeste, y arribaron. su camino para Maluco. Está la isla de Cebú de Ven- danao al Norueste septenta y cinco leguas del puerto de Vicaya, y de la segunda tierra de Baguindanao diez leguas. Cebú es muy rica isla, y dicen los indios que se coge en ella mucho oro. Llegó el capitan Magallanes muy cerca della, en Matan, donde le mataron. Los indios de Cebú son gente de tracto y belicosos, y tienen - las mismas armas defensivas y ofensivas DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XVII. 65 que de los otros se dixo en el capítulo precedente. Á Cebú y á Vendanao y á otras islas vienen cada año juncos de la China, que son navíos grandes, y traen muchas sedas y porcelanas y muchas có- sas labradas de laton y arquetas ó caxas pequeñas de maderas odoríferas, y otras muchas cosas muy estimadas entre los in- dios; y en cambio de lo que los chinos traen, llevan destas islas oro y perlas y conchas de las hostias, en que se hallan, y esclavos. Estas islas son muchas en un arcipiélago grande, llamado el arcipiélago de los Celebes, y hay muchas islas dellas, donde se coge oro y otras donde se co- gen perlas. Dexando la isla de Baguin- danao, fué esta nao hácia el Sur á vista de otras muchas islas, y algunas dellas se dicen Sandinguar, Carraguan y San- guin. Y el lunes, veynte y dos dias del mes de octubre, surgieron en una isla - que se llama Talao: por la parte del No- rueste está Talao quasi en la mitad del camino entre Ternate, que es una de las islas del Maluco y Vaguindanao. En esta isla rescibieron á estos españoles de paces, y les dieron muchos puercos, y cabras, y gallinas, y pescado, y arroz y otros mantenimientos por rescates: y sa- lieron en tierra y enviaron carpinteros á los montes para cortar maderas, para ha- cer cepos de lombardas y otras cosas hescessarias; porque como se dixo en el quinto capítulo, la nao avia hecho echa- con de los cepos del artillería y otras co- sas por tormenta, en tiempo del comenda- dor Loaysa en la boca del Estrecho de Magallanes. Assi que, volviendo á Talao, ningund enojo les fué fecho en aquella isla á los españoles, sino mucho servicio y buen acogimiento. El señor de aquel pueblo, donde estaban, los acometió á que fuessen con él á unas islas que se llaman “Gualibú y Lalibú, con quien él tenia guerra, donde les dixo que avia mucho oro, Ros en rehenes para su se- guridad sus hijos proprios; pero el capi- tan no vino en ello. La gente deste pue- blo no es de tanto arte como los de las otras islas ques dicho. Esta isla está en tres grados y treynta y cinco minutos de la línia equinocial á esta parte, hácia nues- tro polo ártico. En este puerto se refrescaron, muy bien los españoles, y el sábado, veyn- te y siete dias del dicho mes, partie- ron desta isla de Talao en busca de las islas del Maluco, haciendo el camino de la via del Sur quarta del Sueste; y el lunes siguiente, veynte y nueve del dicho mes, vieron tierra de la isla de Gilolo. Y sobrevínoles calma que turó quatro dias, y llegaron á una isleta que está sobre el cabo de Gilolo, á dos leguas dél, poco mas ó menos: córrese de Leste al Hueste quarta del Nordeste Sudueste con la pun- ta de la isla de Gilolo. Y vinieron los in- dios de aquella isla á hablar á los espa- ñoles, y habláronlos en portugués, y en lugar de señalarles el Maluco, señaláronles al revés, y fueron haciendo el camino por donde aquellos les enseñaron al luen- go de la isla de Gilolo, por la vanda del Este; y por encima de la isla de Gilolo descubrieron las islas del Maluco, que son muy altas, y tornaron á dar la vuelta y surgieron en Camapho, que está en la dicha isla de Gilolo por la vanda del Les- te; y en surgiendo, vino alli luego el go- bernador y señor del pueblo de Camapho, llamado Quichil Bubacar. Quichil quiere decir tanto como entre castellanos don , y Bubacar es nombre proprio de moro, y assi era moro aquel señor de Camafo : el qual traía consigo un indio que avia sey- do esclavo de los portugueses, que se llamaba Sebastian y hablaba muy bien portugués. Este esclavo les dixo que aquel lugar , donde estaban, era del rey de Tidore , que es uno de los reyes del Ma- luco, y el que dió el clavo á los capitanes - Johan Sebastian del Cano y Gongalo Go- 66 - HISTORIA GENERAL Y NATURAL mez de Espinosa; y les dixo assimesmo este indio que avia portugueses en Ma- luco, y que tenian una fortaleca en la isla de Ternate, y que tenian fustas y galeones y otros navíos, y que avian to- mado la nao de Espinosa y muerto toda la gente y factoría della, y que avian destruydo la isla de Tidore y otras tier- ras suyas, porque avian recogido á los castellanos y se avian dado por amigos de los castellanos; y que avia quarenta dias y no más que avian quemado el pueblo principal, que se llama Tidore, y que el rey con toda su gente estaba acogido á lo mas alto de la sierra. Sabidas estas nuevas, el capitan, Martin Iñiguez de Carquicano, pidió á Quichil Bubacar que le diesse un parao equipado para enviar á hacer saber al rey de Tidore y á otros reyes algunos del Maluco de su venida. Y el gobernador dixo que le placia, y mandó luego aparejar un parao; y porque para adelante es bien que el letor en- tienda qué forma de navío es el parao, digo quel parao es un navío bien fecho y muy subtíl, y le echan contrapessos de una parte y otra, porque no se trastorne. Bogan con palas, assentados los hombres en seys y en ocho andanas algunos, y otros en menos; y hay algunos que bo- gan sesenta palas, y otros mas, hasta ciento, y menos que sesenta, segund del grandor que son, y llevan cinqúenta y - sesenta hombres para pelear encima de unos cañicos que hacen para ello. Tam- bien llevan algunos versos y falconetes, puestos en sus caballetes; pero no sufren artillería gruessa. Son muy sueltos y an- dan mucho en grand manera, tanto como qualquier galea bien equipada de bastan- te chusma : tambien andan á la vela con unas velas de esteras muy delgadas, que se hacen en aquellas tierras. CAPITULO XIX. De la embaxada quel capitan , Marlin Iñiguez de Carquicano, envió al rey de Tidore y al de Gilolo, y de la graciosa respuesta y voluntad que los embaxadores hallaron en aquellos reyes, y cómo se holgaron mucho de la venida de los castellanos á sus tierras , y cómo los reyes le enviaron al capitan sus dos, y se le offrescieron por muy ciertos amigos. ; cinco dias del mes de neos bre de mill é quinientos y veynte y seys años, el capitan Martin Iñiguez de Car- quigano envió por sus embaxadores al capitan Andrés de Urdaneta y al capitan Alonso de Rios con quatro hombres en el parao que dió el Bucar, al Maluco, á los reyes de Tidore y Gilolo; haciéndoles sa- ber cómo la Cessárea Magestad del Em- perador Rey, nuestro señor, enviaba á la contractacion de la Especieria siete naos con mucha hacienda, y que en el camino con un temporal recio se avian desrrota- do ó perdido de vista unos de otros. Y que la nao capitana sola avia aportado á Camapho, donde estaba, y que en llegando alli avia sabido cómo avia en Maluco poe : a y que a avian maliractado á los. naturales de la tierra, porque se avian dado por amigos y vasallos de Su Mages- tad; y que él viendo esto, los enviaba á ellos para que ordenassen lo que les pa- resciesse que sobre ello y sobre lo demas se debia hacer, y que estaba presto y aparejado de los favorescer y ayudar con la nao y gente y artillería y municion y con todo lo demas, assi contra portugue- ses como contra qualesquier otras nacio- hes y gentes que fuessen sus enemigos dellos, assi por mar como por tierra. Y á este propóssito les envió á decir todo lo que le paresció por sus cartas y creen- cia, y que placiendo á Nuestro Señor, es- -peraba que muy presto llegarian las otras DE INDIAS, LIB. XX. CAP. XIX. 67 naos del armada para que con mas gente y mas cumplidamente fuessen servidos, y sus adversarios castigados de sus atre- vimientos y malas obras. Y partidos los embaxadores desde Camapho, fueron al luengo de la costa de Gilolo, caminando hácia el sudoeste obra de treynta leguas, y alli dexaron el parao en un lugarejo, y enviaron á decir al rey de Gilolo por tier- ra cómo yban á él. Y luego otro dia que allí llegaron, atravessaron la tierra hácia la parte del Occidente, y allá les envió el. rey de Gilolo una armada de doce paraos con un sobrino suyo que se llamaba Qui- chiltidor, que venia por capitan general, y otros caballeros principales muchos: y rescibió á los embaxadores muy bien , y los llevó á la cibdad de Gilolo, questá obra de ocho leguas de las islas de Ter- nate y Tidore. Y llegaron allí, á Gilolo, un jueves en la noche á ocho dias del di- cho mes, y fueron rescebidos con mucho regocijo y plager, y apossentáronlos en una buena casa, á donde les envió á visi- tar el rey y á decirles que fuessen bien venidos, y que en la mañana, placiendo - 4 Dios, se verian con él. Y luego les lle- varon de cenar muy abastadamente, assi de carne como de pescado y arroz, y un pan de la tierra que se llama sagú, que quiere parescer al cacabi (aunque nues- tros españoles le tienen por mejor que el cacabi), y mucho vino de palmas y fruc- tas de diversas maneras. Hacian los im-. dios las mayores fiestas y alegrias del mundo por la llegada de los castellanos, y muchos bayles y cantares, y muchas illuminarias. Otro dia salió el rey á unas ataracanas que allí hay grandes, donde tenia muchos paraos, y desde allí les en- vió á decir á los embaxadores que fues- sen á donde él estaba: y luego fueron, y halláronle con poca gente y en pié, y los embaxadores le hicieron reverencia, y él los abracó. Y estando assi de pié, relata- ron su embaxada por interpretacion de - y para que mandassen en todas sus tier- a ; Goncalo de Vigo, que era girubasa, que quiere decir lengua , el qual sabia hablar alguna cosa la lengua malaya (que hablan tambien los indios de aquellas partes, allende de su habla ó lenguaje proprio). Y el rey mostró que se holgaba mucho con la embaxada; y despues que la ovo oydo, contó él á los embaxadores cómo avian ydo los portugueses á aquellas islas y avian tomado á Espinosa y la factoria que avia quedado en la isla de Tidore con to- da la gente, y avian destruydo á los que se avian mostrado por amigos de los cas- tellanos, sino á él, que no se hallaron bastantes para ello. Y luego se ofresció de servir al Emperador con todo su po- der, y de favorescer y ayudar á sus cas- tellanos y gentes con todas sus fuercas y potencia, si quissiessen estar en su tierra ó en Tidore, donde mejor les parescies- se. Y mandóles dar un parao para que fuessen á Tidore, para que diessen su em- baxada al rey de Tidore, y con acuerdo del rey de Gilolo, fué Alonso de Rios con dos compañeros, y quedó en Gilolo el ca- pitan Urdaneta entre tanto; porque dixo el rey que podria acaescer de topar con los portugueses y los tomassen ó ma- tassen, si ybanambos embaxadores, y que no habria quien volviesse á la nao, y po- dria penssar el capitan del Emperador que ellos los avian entregado á los portugue- ses. Y por este punto no consintió que fuesse el Urdaneta allá, y assi fué Alonso de Rios, é hico su embaxada al rey de Tidore , del qual y de sus caballeros fué muy bien rescebido y festejado, y se ofresció, como el de Gilolo, de servir al Emperador y favorescer y ayudar á su capitan y gente con toda su posibilidad y poder. - Y envió luego dos principales, llamados Guzman y Bayaño, para que con el em- baxador Rios fuessen al capitan de su Ma- gestad y se le ofresciessen de su parte, 68 HISTORIA GENERAL Y NATURAL ras que le diessen al capitan del Empera- dor y á su gente todo lo que oviessen me- nester. Y assi, llegado Rios á Gilolo, ovie- ron su habla los dos embaxadores caste-. llanos con el rey de Gilolo, el qual les dixo que quedasse el uno dellos con dos compañeros con él, porque queria enviar á Quichiltidor al capitan del Emperador, para que le certificasse su voluntad y le avisasse de las cosas de los portugueses, y para que de su parte le rogasse que se viniesse á Gilolo; porque Tidore estaba destruyda y no avia donde pudiessen me- jor reparar que en Gilolo. Y vista la vo- luntad del rey, acordaron quel Rios que- dasse en Gilolo con tres compañeros cas- tellanos, y Urdaneta volviesse á la nao al Capitan general, y llevasse consigo un lombardero, porque tenian unos tirillos. Y assi partió de Gilolo en compañia del Quichiltidore, y Guzman y Bayaño con todos los demas, y tornaron á passar por tierra por donde primero, y alli se embar- caron en tres paraos y fueron á Camapho, donde hallaron la nao y fueron muy bien rescebidos por el general, assi los unos como los otros: el qual higo mucha hon- ra á los embaxadores indios, y en espe- cial á Quichiltidor, porque era persona muy valerosa y principal entrellos, y muy sagaz y sabio. Y vistos por el capitan la buena voluntad y ofrescimiento de los re- yes de Tidore y Gilolo, determinó de se partir é yrse á ver con ellos. CAPITULO XX. Cómo el capitan del Emperador acordó de yr á verse con los reyes de Tidore y Gilolo, y fueron con la nao sus embaxadores en sus paraos, y cómo le dieron en el camino una carta del capitan general del rey de Portugal, y lo que respondió á ella , y cómo fueron fechos otros requerimientos de parte de los por= tugueses, y salió su armada contra la nao imperial, y passó á su despecho y fué á Tidore, y lo forti- ficó y se tornó á reedificar la cibdad, etc. A omizo siguiente, diez y ocho dias del. mes de noviembre de mill é quinientos y. veynte y seys, partió la nao imperial (cu- yo nombre proprio era Sancta Maria de la Victoria) desde el puerto de Camapho, y con ella tres paraos del Maluco, en que yban los embaxadores de los reyes de Gi- lolo y Tidore; y el lunes siguiente, diez y nueve del mes, arribó en el paraje de la punta de Gilolo, que está en dos gra- dos y un tercio de la línia equinocial á la banda de nuestro polo ártico. Bien creo que á algunos cosmógraphos les parescerá que en estas medidas y al- turas me aparto, en los grados que les doy á estas islas de la Especieria y á otras, de lo que anda pintado por essas cartas modernas, y aun no me conformo en mu- Chas cosas con la cosmographia antigua; y esassi la verdad. Y lo que aqui escri- bo es lo cierto y lo que han hallado los que en nuestro tiempo lo han visto y na- vegado y medido en tierra muchas veces con el astrolabio en la mano. ¡ Tornando á la historia, digo que estan- do en el paraje ques dicho de la punta de Gilolo, la nao de César y sus castella- nos, les dió un tiempo recio que los hico apartar de los paraos, y"no pudieron tor- nar á Camapho, y corrieron por donde pudo la nao, y rodearon una isla grande que se llama Maro, y en una ensenada de aquella isla estuvieron surtos algunos dias, doce leguas del cabo de Gilolo. Y un vier- nes treynta dias del mes, y dia del Após- tos Sanct Andrés, yendo á la vela, llegó un parao, en el qual yba un portugués que se decia Francisco de Castro (el qual era alguacil mayor de la fortalega de los ) : portugueses), con unas cartas de don Gar- A DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XX. 69 cia Anriquez , capitan de los portugueses, y dió las cartas á Martin Iniguez de Car- quicano, capitan del Emperador, nues- tro señor. Y dadas las cartas, le hico cier- tos requerimientos de parte de su capi- tan, diciendo que aquellas tierras eran del rey de Portugal, su señor; y que la nao y los castellanos fuessen á su forta- leca, donde les seria fecha mucha honra; y donde no, que harian contra su volun- tad y por fuerca fuessen, y á este pro- póssito otras palabras soberbias é no bien dichas. - Á los requerimientos respondió el ca- pitan nuestro quél venia á aquellas tierras por mandado de la Cesárea Magestad del Emperador Rey de Castilla, su señor, cu- yas eran aquellas tierras (y no de quien el portugués decia), y quél no avia de hacer sino lo que Su Magestad le man- daba, y que á quien aquello le estorbas- se, ó tal presumiesse tentar, quél halla- ria la respuesta y resistencia quel tiempo le mostraria, y que en lo demas no que- ria perder tiempo en palabras. Y mandó al portugués que se fuesse y que no vol- viesse más con aquellos desatinos, si no queria errar en ello y ser castigado. La carta del portugués no traía firma, y al tiempo quel capitan Martin Iñiguez acabó de escribir su respuesta, no la qui- so firmar; y cómo el portugués, Francis- co de Castro, vido que no firmaba, dixo: «Señor, ¿por qué no firma vuestra merced - larespuesta?»: que lo quel señor don Gar- cia avia escripto no lo avia dexado de fir- mar sino por descuido, con la priessa que tuvo de enviar presto aquel despacho. Á lo qual respondió el capitan Martin Iñiguez assi: «Pues yo no lo firmo, porque no ten- go descuydo, ni priessa; y don Garcia, vuestro capitan, hico mal, porque avia de mirar cómo escribia á un capitan de la Cesárea Magestad»; y que no merescia - ser respondido don Garcia sino al propós- Sito y como Él hablaba, y que assi lo se-. ria en las obras. Y con esto se fué el por- tugués; y la nao, por falta de tiempo, anduvo entre aquellas islas quassi hasta en fin de diciembre, no pudiendo doblar el cabo de Gilolo, para yr al Maluco, con tiempos contrarios. Y estando surtos enfrente de un lugar que se llama Chiaba, vinieron ciertos pa- raos, en los quales venia el factor de los portugueses y otros tres ó quatro portu- gueses, y entraron en la nao, é hicieron ciertos requerimientos para quel capitan y la nao se fuessen á su fortaleca : donde no, protestaron que los llevarian por fuer- ca. Y el capitan tornó á responder que él yria donde Su Magestad le mandaba, que era á Tidore, á quien ellos tenian des- truyda, por ser servidores de Su Mages- tad; y en quanto á lo que decian que por fuerca le llevarian, que no respondia á tan grand vanidad , pues que quando ellos esso tentassen, verian quán engañados vi- vian, y assi los despidió. Este factor se llar. a Fernando de Valdaya; y otra vez tornó é hico los mis- mos requerimientos: y el capitan Martin Iniguez respondió lo que debia, y entre - Otras palabras le dixo al factor que no vo!- viesse más con aquellos requerimientos, porque sin gastar mas papel ni tinta, los responderia de otra manera. Y junto con - esto usó de mucha liberalidad con todos essos portugueses que fueron á la nao: que les higo dar paño y seda y holandas, como le paresció que era cada uno. El sábado siguiente dobló la nao el Ca- bo de Gilolo: é yendo á la vela obra de. seys leguas del cabo, detrás de unas is- las salieron dos galeones de portugueses, y una fusta, y unos batelacos grandes, y hasta noventa paraos grandes para tomar la nao. Y en este tiempo yba con la nao un parao de los indios de Tidore , y por- quel tiempo era muy fresco, no podia an- - dar tanto el parao como la nao; y cómo. vieron el armada portugu esa AA 70 HISTORIA GENERAL Y NATURAL nao las velas de las gavias, y esperó al parao, y dióle un cabo por popa, y tor- náronse á su camino muy á punto de guerra, con propóssito de embestir con quien delante se les pusiesse. É yba la nao muy bien artillada de muy gentiles ti- ros de bronce y de fierro, y otras muchas armas y municiones; y para todos los que yban dentro avia escopetas y balles- tas, y eran ciento y una personas, pocas mas Ó menos, de que eran las noventa para pelear. Y cómo el viento era fres- co y á propóssito, passaron por entre los contrarios, sin que se osassen llegar á la nao, y fueron derechamente á Tidore, y surgieron donde solia ser la cibdad, primero dia de enero del año de mill é quinientos y veynte y siete; y en la ho- ra, vino alli el rey muy acompañado de sus principales, y entró en la nao. El nom- bre de este rey era Rajamir: el qual en essa sacon podria aver doce ó trece años, Ó poco mas Ó menos tiempo. El rey de Gilolo se llamaba. Sultan Adulraenjami, y era de edad de ochenta años y más. Despues que con mucha alegria el rey ovo visitado al capitan, y contádole sus desaventuras y trabaxos, juraron en su ley ó secta , él y sus principales, de le fa- -vorescer y ayudar con sus personas y ha- ciendas, y con toda su gente y vassallos y amigos, en todo lo que se ofresciesse * al servicio del Emperador, nuestro Se- ñor, y del dicho capitan Martin Iñiguez de Carquicano y los que con él venian y viniessen, y los que fuessen en servicio del Emperador; y el mismo juramento hi- go el capitan Martin Iñiguez de Carquica- no. Y aquel mismo dia comencaron los soldados á hacer un baluarte en tierra, y los marineros se dieron priessa á sacar el artilleria; y los indios ayudábanlos con mucha diligencia, y aun sus mugeres: y assi se hico un baluarte de piedra seca y madera y tierra lo mejor que pudieron, y por el consiguiente otros dos para poner el artilleria, para quando viniessen los portugueses; y descargaron la nao de to- do quanto tenia dentro, excepto de algu- na parte del artilleria y armas, y muni- cion y lastre. Y el capitan estúvose en la nao, despues que ovo dado órden en los reparos de la tierra, y tomó consigo has- ta septenta hombres, y en tierra pusso á Fernando de la Torre por capitan sobre el restante de la gente: y esperando de hora en hora los portugueses, estuvieron cada dia fortificándose, y luego los indios comencaron á reedificar y hacer sus ca- sas; porque las que primero tenian avían- selas quemado los portugueses. En el - qual tiempo que esperaban la venida de los contrarios, este capitan, Martin Iñi- guez, como hombre de honra y animoso , con mucha diligencia hacia tener mucha vela en las cosas de la tierra, y en la la- bor de los baluartes y reedificacion del pueblo, y en la guarda de la nao y de la costa puestas sus espias y atalayas. Por- que era visto, segund los requerimientos y cartas que de susso se han dicho, que avian de venir los portugueses: quanto mas que les avia dicho y escripto el ca- pitan que se yba á Tidore, y que le vie- ron passar entre la armada contraria y á su despecho. Y continuamente animaba á los hidalgos y gente del armada , aunque €ran pocos, que hiciessen por muchos, quando tiempo fuesse, y que hiciessen Cuenta que peleaban en España, pues lo avian con portugueses, que aunque en aquellas partes estaban poderosos, no se les avia de negar la batalla cada vez que la buscassen, assi por la honra de la nacion , y por servir al Emperador, nuestro señor, como por el mal título y tirania con que los portugueses estaban en aquellas partes, que son de la coro- na real de Castilla. Mas en la verdad, - Puesto quel capitan hiciesse bien su offi- _Sio, cada uno de los que le oían tenia la - Misma voluntad y desseo de mostrar su DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XX. 71 fidelidad y ánimo; y assi, en esta opera- cion militar ques dicho, estuvieron aten- diendo hasta el tiempo que los enemigos portugueses vinieron. CAPITULO XXI. Cómo los portugueses fueron á pelear con los castellanos á Tidore , con mucha mas gente que: los del Em- perador eran , y cómo se ovieron en este fecho los unos y los otros, y cómo los portugueses se volvieron á su fortaleca de Ternate con daño suyo. os diez y ocho dias del mes de enero de mill y quinientos y veynte y sie- te años, antes que amanesciesse con qua- tro horas, llegaron los portugueses á Ti- dore con muchos paraos, y una fusta, y unos batelacos grandes, á combatir la nao. del Emperador y á los castellanos que en ella avian quedado del armada que avia sacado de España el comendador Loaysa; y cómo hacian buena guarda y estaban amenacados, luego sintieron á los enemi- gos, y les tiraron con un tiro, y dió á la fusta, y faltó muy poco para la echar á fondo. Y cómo los portugueses vieron que no dormian los castellanos, arredráronse un poco, y comencaron á lombardear y descargar su artilleria, y del primer tiro que tiraron dieron en mitad del costado á la nao; y cómo sintieron el tiro, abaxaron ciertos hombres con una candela en la nao, á ver el daño y lo que era. Y los de la fusta , atinando á la luz de la candela, asestaron con otro tiro á ella, y metieron por el mismo agugero que avia entrado la primera la segunda piedra, y mataron un grumete que tenia la candela en la mano, é hirieron otros tres ó quatro hombres; y desde aquessa hora, y venido el dia. Y todo él entero hasta la noche siguiente, se lombardearon muy 4 menudo los unos á los otros, y por consiguiente el sábado que se siguió hasta hora de vísperas, que los portugueses se retraxeron á reposar media legua de allí á la ribera, por se re- frescar y descansar, para volver con ma- yor ímpetu á la batalla naval. Y avisado el capitan Martin Iñiguez, cómo supo que avian salido á tierra parte de los portu- gueses , envió hasta veynte hombres de los castellanos y doscientos indios de los de la tierra sobre ellos; y cómo sintieron los nuestros, huyeron los portugueses á se - embarcar mas que de passo. Mas por mucha priessa que se dieron, fueron acu- chillados y mal heridos algunos portugue- ses, y luego se fueron á su o á Ternate. Hay de tierra á tierra desde Ternate á Tidore una legua, y desde la fortaleca de los portugueses á la que hicieron el capitan Martin Iñiguez y los. castellanos, hay quatro leguas. Al tiempo que la nao y los castellanos estuvieron en Camapho vieron á la vela dos navíos, y penssando que eran de los del armada, fué el batel por alcancarlos y no pudo, y volvióse; y por este respecto tenia el capitan Martin Iniguez determina- do de saber de aquellas naos, y enviar á ello algunos paraos, y pússose por obra. 72 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XXII. Cómo el capitan Marlin Iñiguez envió un parao á saber si dos naos que avian visto ála vela desde Ca-= mapho eran de la armada ó no, y cómo los que fueron á lo saber tomaron en la mar dos paraos, y que- maron un pueblo en la isla de Molil, que la tenian portugueses, y mataron cierta gente; y del socorro que envió á pedir el rey de Gilolo á los castellanos, y se le envió, y de otras cosas que passáron en con- tinuacion de la guerra contra los portugueses, y cómo se les tomaron ciertos quintales de clavo, ete.- Eando como dicho es, en Camapho los castellanos, penssaron que eran de la conserva del armada dos naos que avian visto passar á la vela, y enviaron el batel tras ellas, y no las pudo alcancar, y por esto, desseando saber la verdad el capi- tan Martin Iiguez (despues de passado lo que es dicho con el armada portuguesa en Tidore) acordó de enviar un parao, que no avia mas en Tidore. Y entraron en él algunos castellanos con el capitan Urda- neta y la gente que le paresció al gene- ral de la de los indios de Tidore en el pa- rao y en canoas; y fueron á una isla que se llama Motil, que tenian los portugue- ses: é ydos allá, los nuestros tomaron dos paraos y quemaron un buen pueblo, y ma- taron cierta gente, y se recogieron sin rescebir daño alguno. Está aquesta isla de Motil cinco leguas de la cibdad de Tidore. - En aqueste tiempo envió el rey de Gi- lolo cinco paraos bien armados á Tidore, y envió á decir al capitan Martin Iñiguez y á los castellanos cómo la armada de los portugueses avia ydo contra él, al tiempo que passaron en busca de la nao del Em- perador, y le pidieron los castellanos que estaban en su cibdad; y porque no los quiso dar, le avian movido guerra (que hasta entonces avian estado de paces con él): por tanto que le pedia por merced al capitan que le enviasse veynte hombres castellanos y alguna artilleria y municion para allá. El capitan hico lo que el rey le envió á rogar, y mandó á Martin Garcia de Carquicano, thesorero general que era á la sacon, que fuesse con ciertas piecas de artilleria y algunos hidalgos de los del armada. Y estando los paraos en Tidore, ovo nueva que yba un barco de portugue- ses, cargado de clavo, de Maquian pa- ra Ternate: y luego proveyó el capitan Martin Iniguez que entrassen quince cas- tellanos en los paraos de Gilolo, y fuessen en busca del gempam ó barco, y alcancá- ronle y tomáronle cargado de clavo, des- pues que ovieron peleado con los del cempan, que quiere decir barco. En la qual batalla mataron un portugués y veynte y tantos indios, y tomaron doscien- tos y cinqúenta quintales de clavo. El qual clavo tomó el capitan para el Empe- rador, y dió á los capitanes de los indios (que con los castellanos se hallaron en es- ta pressa) ciertas varas de paño y otras cosas. Y assi se fueron á Gilolo muy con- tentos con ellos y el artilleria y municion, y Martin Garcia de Carquicano, al qual mandó el general que hiciesse hacer una fusta, pues que el rey de Gilolo se avia ofrescido de dar todo lo nescessario para ella, excepto la clavacon, DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXIIT. 73 CAPITULO XXIIL Cómo el general envió al capitan Urdaneta en busca de los navios, que avia visto á la, vela desde Cama-= pho, y de cómo quemó _un pueblo en una isla, y mató y prendió los que en él avia, y cómo topó con ocho paraos de portugueses, y la batalla que ovo con ellos, de los quales escapó por su esfuerco é industria. Er ó seys dias andados del mes de febrero del año de mill y quinientos y veynte y siete, mandó el capitan general al capitan Urdaneta que fuesse con tres paraos en busca de los navios que se avian visto yr á la vela, estando la nao capitana en Camapho, y que fuesse á Veda, ques un pueblo que está al Sueste del Malu- co, hácia donde paresció que aquellas ve- las yban. Y porque la guerra con los por- tugueses estaba ya trabada, como está dicho, mandó que fuesse con este capi- tan un hombre de bien, castellano, y un indio, diestro lombardero; y todos los de- . mas que fueron en los paraos eran indios bien dispuestos y hombres de guerra. Y partidos de Tidore , anduvieron mas de veynte dias por allá, y en Veda ni en otra parte hallaron nueva alguna de las naos que buscaban, y dieron la vuelta para Malu- co; y cómo les faltaron los bastimentos, y aquella tierra toda estaba usurpada por los portugueses, andaban los de los pa- raos y el capitan Urdaneta muy fatigados, y en una isla que se llama Guagea deter- minó buscar de comer por grado ó por _ fuerca, y los indios por ningun ruego ni prescio les quisieron dar cosa alguna. Y desque vido su mala respuesta, salió en - tierra con sus indios, quedando guarda en los paraos, y armado y á nado encima de un pavés: y cómo estuvieron en la costa, ordenó su esquadron lo mejor que pudo; pero los indios fueron los que comenca- ron la batalla con mucha furia. Mas có- mo les hicieron cara, presto se comenca- ron á retraer á las casas, que eran altas - como suelen ser las gavias de las naos de a ciento y cinqúenta toneles ó mas: y son armadas sobre quatro postes, y en el un tercio de la altura ó mas tienen un suelo de cañas, y desde el suelo hasta alli está una escala levadica, y otra desde el pri- mer suelo al segundo, y cómo suben ar- riba, alcan las escalas; y por ser nueva forma de edificios pinté aqui una de la misma forma (Lám. 1.*, fig. 2.*) queste capitan me la dió á entender. Subidos, pues, los indios en aquellas sus casas, desde alli era mucha la lluvia de las flechas y pedradas que tiraban, en tanta manera que no se podian valer con ellos: entonces higo el capitan Urdaneta traer un tigon, y púsole en un tejado ó cobertor de una casa, las quales cubren de hojas de palmas, y no hay paredes, sino como un buhío abierto. Y apren- dióse el fuego de tal manera (y con buen viento al propóssito), que no tardó un quarto de ora Óó menos en se quemar todo el pueblo: y cómo los indios se vian aquexados y sus mugeres é hijos, baxa- ban mas que de passo, y assi como ba- xaban Jos rescebian los nuestros y ma- taban todos los que querian, y prendie- ron á los que les paresció que se podrian rescatar Ó averse provecho del prescio dellos: en fin, ninguna cosa quedó de aquel lugar que no fuesse quemada ó to- mada. Y con esta victoria y pressa partie- ron de allí los tres paraos y el capitan Ur- daneta, y fueron á un pueblo que se lla- ma Gave, donde los rescibieron de paces y les dieron bastimentos, y vendieron parte de los prisioneros; y eran tantos, e al capitan Urdancta le cupieron ve; Tk HISTORIA GENERAL Y NATURAL te y cinco personas de su parte. Y desde alli se partieron para Tidore, y en el ca- mino toparon con ocho paraos de portu- gueses, y los dos dellos eran grandes: los quales llegaron osadamente á barloarse, y quassi tenian ya rendidos dos de los nuestros, con quien bordo á bordo pelea- ban. Entonces el parao en que yba el ca- pitan Urdaneta delante, volvió sobre los enemigos, y con un tiro de pólvora des- barató la proa á uno de los portugueses, y le mató algunos hombres, y le paró tal que se yba á fondo. Y mientras ellos an- daban ocupados en se remediar, tuvo tiempo el Urdaneta de recoger sus paraos, y acogiéronse á poder de buen remar, ti- rando de quando en quando con aquel tiro á los que le seguian; pero todavia perdieron los nuestros toda la pressa que les quedaba, que eran mas de cient es- clavos: los quales, en el tiempo que pe- leaban, se echaron al agua y se aco- gieron á los paraos contrarios, y algu- nos dellos tambien se ahogaron. Fue- ron muertos de nuestra parte algunos indios, y heridos los mas; y tambien fué herido el castellano, compañero del Urdaneta; y assi con las manos vacias lle- garon los tres paraos á Tidore, aunque aviendo hecho mucho daño en los con- trarios. CAPITULO XXIV. Cómo el capitan general Martin Iñiguez mandó hacer un galeon para le enviará España, porque la nao eapitana no estaba para navegar, y cómo vinieron dos paraos de portugueses y salieron á ellos, y de cier- to desastre de un barril de pólvora que se encendió y quemó algunos de los nuestros, y entrellos al ca— pitan Urdaneta, el qual se vido en mucho peligro, assi por causa del fuego como porque pensó ser muer- to ó presso de los portugueses. Mucho desseaba el capitan Martin Iñi- guez de Carquicano enviar á España á hacer saber al Emperador, nuestro señor, el estado en que estaban las cosas de la Especieria, y la guerra que con los por- tugueses tenia, y el mal subcesso de las naos y gente del armada que á aquellas partes avia enviado con el comendador frey Garcia de Loaysa. Y para este efecto hico poner en astillero un galeon para lo que es dicho, y que fuesse cargado de cla- yo y otras especias, porque la nao capita- na en que avia ydo este capitan y essos po- cos que quedaron del armada, no estaba para navegar y se avia abierto toda, á causa de la mucha artilleria que desde ella avian tirado, como por el daño que ella se traía, puesto que si no fuera por la ve- xacion de los portugueses, bien le pudie- ran dar carena y remediarla en la parte que la isla de dis tiene al Ri. Assimesmo los indios de Tidore en es- sa sacon se daban mucha priessa á ha- ger paraos, porque sin ellos no se podia hacer. la guerra, por. ser todo aquello islag; — Siguióse que 1 un día del mes de marco de aquel año de mill é quinientos y veyn- te y siete vinieron dos paraos de los por- tugueses al luengo de la costa de la isla de Tidore, muy bien apercebidos y ar- mados, y corrieron á ciertos pescadores, y pussiéronse enfrente de la cibdad. Y cómo el general Martin Iniguez los vido, envió á llamar al gobernador de la isla, que se llamaba Levenama, y díxole que hiciesse aparexar algunos paraos, para echar de allí los portugueses é yr contra ellos; y el gobernador dixo que al pres- sente no avia en la cibdad sino solo un parao, mas que estaban dos paraos del Y de Gilolo su amigo, y que juntamen- DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXIV. 75 te con ellos y el suyo podrian acometer á los contrarios. Y luego fué equipado el parao de muy buena gente, y entró en él por capitan de los indios un hermano del rey, que se llamaba Quichilrrade, hombre muy sagaz en la guerra y buen amigo de los castellanos, y mandó el general que fuesse con el capitan Urdaneta con ocho castellanos. Y con toda diligencia se em- barcaron y salieron del puerto, y hallaron con los paraos de Gilolo, para que con buena órden todos diessen sobre los ene- migos, y respondieron los de Gilolo que los dexassen á ellos, porque querian pro- barse con los de Ternate y con los por- tugueses, y por mucho que se les dixo no los pudieron apartar ni remover de aquel su propóssito. Y quando esto vieron los castellanos y el capitan Quichilrrade, de- terminaron con solo su parao de dar so- bre los dos paraos de los enemigos, y assi se puso por la obra: y queriendo barloarse con ellos, rehusaron la parada los portugueses, y pusiéronse en huyda; y diéronles caca bien legua y media, lom- bardeando y escopeteándose reciamente. Y los paraos de Gilolo. tambien seguian, aunque apartados, porque yban dentro en ellos seys castellanos de los que esta- ban en Gilolo: y cómo vieron que no los podian alcancar, dexaron los indios de bogar y pararon, y assi como los nuestros pararon, assi se pararon los enemigos. Y cómo aquellas partes son muy cálidas, desarmáronse los nuestros, queriendo dar la vuelta para Tidore, y tiraron un tiro á los paraos portugueses; y acaesció que al tiempo de tirar, estaba descubierto un barril de pólvora, y tomó fuego, y que- máronse algunos de los castellanos y obra de quince indios, ylos seys dellos murie- ron. Y por desdicha del capitan Urdane- ta hallóse tan gerca del barril, que fué uno de los quemados, y con la furia y passion del fuego saltó á la mar, y salido fuera en el agua nadando, quando se qui- so acoger al parao no pudo; porque el parao bogaba ya de huyda, y por mas que los chripstianos hicieron, nunca pu- dieron acabar con los indios que lo to- massen; y assi se fueron, dexándole an- dar nadando, y el pobre capitan que es- taba solamente con unos carahuelles, co- mencó á nadar la vuelta de la tierra. Pero cómo los portugueses vieron el fuego, arremetieron hácia el parao, y des- cubrieron el que andaba nadando, y vol- vieron sobre el capitan que andaba en el agua en tan grand nescessidad: los paraos de Gilolo tambien lo vieron, que avian assimesmo parado, y arremetieron con mucha diligencia y gentil ánimo, y pu- siéronse entremedias del que nadaba y de los portugueses, peleando muy valien- emente; y cobraron al capitan Urdaneta y pusiéronlo en uno «de sus paraos. Fué cosa de maravilla escapar este capitan, y —conoscidamente le quiso Dios guardar de muchos escopetacos que le tiraron, y mas de las manos de aquellos indios de Ter- nate; porque si le prendieran, aunque los portugueses le quisieran dar la vida, no aprovechára nada. Y assi le volvieron á Tidore los de Gilolo muy quemado y perdido, y estuvo diez dias que no pudo hablar del mucho humo que sé le metió por las ventanas de las narices y por la boca, y tuvo bien que curarse de las lla- gas del fuego. Los portugueses desque vieron recogido el hombre, dieron la vuelta. 76 HSTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XXV. El qual tracta de la yda de don Jorge de Meneses á la India, y de las diferencias y guerra que tuvieron, despues que fué los portugueses con los castellanos, y cómo assentaron treguas las partes y las quebran- taron los portugueses y mataron ciertos indios al rey de Gilolo, y la enmienda quel rey de Gilolo tomó en ello; y cómo mataron con hierbas los portugueses al capitan general de los castellanos, etc. Dosae á pocos dias despues de passa- do lo que se dixo en el capítulo prege- dente, se topó el armada del rey de Gi- lolo y los castellanos con el armada del rey de Ternate y los portúgueses: y avia de ambas partes mas de cinqúenta paraos, y pelearon mas de seys horas, hasta que buenos por buenos se aparta- ron sin victoria ni reproche de ninguna de las partes; pero heridos muchos in- dios de los unos y de los otros, y no he- rido chripstiano de los portugueses ni de los castellanos, de lo qual no se maravi- llaron poco los indios. Y durante esta pe- lea andaban muchos requerimientos, y aun despues que passó: los castellanos les requerian á los portugueses que de- xassen la tierra libre y franca á la Cesá- rea Magestad, y á su ceptro real de Cas- tilla, cuya es, só ciertas protestaciones; y los portugueses pedian que se les de- xasse á ellos, y decian que aquellas islas eran de su rey de Portugal, Mediado el mes de mayo de aquel año, mill é quinientos y veynte y siete, fué don Jorge de Meneses con dos navios por ca- pitan de la fortalega de los portugueses; y assi cómo llegó, luego envió mensaje- ros al capitan Martin Iniguez de Carqui- cano, diciendo que le avia pessado mu- cho de las diferencias y guerra que hasta alli avia avido entre los castellanos y los portugueses, y que le pedia por merced al general Martin lniguez | que oviesse por bien que toviessen treguas. hasta tanto que se platicasse entre ellos .S E se e o o. ze otra qee Se plug por bia hacer que fuesse honesto y convinies- se á las partes. Estas cartas llevó Fernando de Valda- ya, factor de los portugueses; y respon- dió á ellas el capitan general de los cas- tellanos, y dixo que de toda paz y con- cordia le placeria, con tanto que fuesse sin perjuycio del derecho del Emperador y de sus reynos; y que si los portugue- ses quisiessen, quél holgaria que consul- tassen las partes á sus príncipes el estado en que estaban las cosas, para que les enviassen á mandar lo que fuessen servi- dos que se higiesse, y que entretanto es- toviessen en paz y cessasse la guerra de ambas partes. Mas aquesta respuesta y equidad del capitan Martin Iniguez fué por demás, porque la negociacion no se movió sino cautelosamente , y á fin de le matar sobre seguro y á traycion, como adelante lo mostró la obra. Aquel mismo mes de mayo se huyeron dos malos castellanos, el uno llamado So- to y el otro Palacios; y digo malos, por- que el hidalgo y no hidalgo que dexa la parte y servicio de su príncipe sin causa legítima, y se passa á sus enemigos ó parte contraria sin ligencia y hacer pri- mero las diligencias que á su descargo y limpiega conviene, no solamente incurre en mal casso, y es traydor, pero no es digno de ser aceptado de otro príncipe ni capitan, ni que nadie se fie de quien tan señalado delicto comete. Desto pessó mucho á los castellanos por una parte, y ene ps > DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXV. 17 sen de entrellos los tales antes que fues- sen causa de mayor daño. Antes quel don Jorge de Meneses fues- se, avian passado ciertas cartas entre el don Garcia Anriquez y el capitan Martin Iniguez , sobre la carta que le avia escrip- to sin firma (como atrás queda dicho); y ambos capitanes se desamaban, porque el don Garcia entre otras palabras dixo que aquellas islas eran del rey de Portu- gal, y que no podia ser quel Emperador enviaba al Maluco, sino que el Martin Iniguez y los que con él andaban debian ser algunos cossarios ladrones. Lo qual sabido por el Martin IMiguez, le envió á decir que en aquello él no decia verdad ni passaba assi, y quél le haria bueno de su persona á la suya, ú tantos por tantos, como aquella conquista era del Empera- dor y de su ceptro real de Castilla, y no de otro rey ni príncipe chripstiano algu- no; y que los portugueses se metian, co- mo tiranos, en lo que no les pertenescia á ellos ni á su rey, y que el Martin Iniguez y los otros caballeros y gente castellana y vassallos del Emperador que á él le se- guian, avian ydo por mandado de Su Ma- gestad Cessárea y estaban en su servicio en aquellas partes. Y el don Garcia estu- - vo por aceptar el dessafio, sino que no lo consintieron otros hidalgos y officiales del rey de Portugal, y assi no se efectuó la voluntad destos capitanes. Assi que, tornando á la principal ma- teria, entre don Jorge y Martin Iñiguez - anduvieron farautes y mensajeros con re- querimientos: y puestas treguas entre las partes, mandó el general al capitan Ur- daneta, que tambien era contador de la nao capitana, que fuesse á don Jorge y lleyasse algunas provissiones de su Ma- gestad y se las mostrasse, para que vies- se cúmo César avia enviado aquella su armada al Maluco, como cosa suya, como lo es, lo qual los portugueses no ignora- - ban, aunque por su interés se lo disimulan.. En la misma sacon y tiempo tuvo noti- cia el capitan Martin Iñiguez de Carquica- no, cómo Alonso de Rios y Martin Garcia de Carquicano, que estaban en Gilolo, andaban en diferencias, á los quales en- vió á mandar que luego se viniessen á Tidore, á donde el general estaba, y as- si lo hicieron. Y envió á Gilolo al capitan Urdaneta, para que tuviesse cargo de la gente que estaba allá, y con mucho cuy- dado y diligencia hiciesse acabar la fusta que se hacia, á la qual avia dado el ga- libo ó forma que avia de tener un levan- tisco, porque en lo demas los indios car- pinteros la hacian, que son hombres de buen ingenio. Aquel rey de Gilolo era hombre muy sabio y valeroso, y muy amigo de los cas- tellanos y su confederado; y en la fusta - que se hacia mandaba trabajar á tiempos, quando á él le parescia con la mayor priessa del mundo, y otras veces manda- ba cessar la obra, quando le parescia. Y el capitan Urdaneta le dixo una vez que por qué no mandaba dar toda la priessa posible en la fusta, para que se acabasse y le pudiessen servir con ella; y respon- dióle que assi era menester que se hicies- se por sus tiempos, dando á entender que assi saldria ó seria mas dichosa la fusta. La verdad es que entre aquella gente es- te rey era tenido por muy grande astró- logo y sabio, aunque los españoles pens- saban que tambien aquello sa ser - por otros respectos. En el tiempo que este capitan Urdane- ta fué á Gilolo, ya se avian assentado las treguas entre los capitanes generales; y el del Emperador envió con el Urdaneta á decir al rey de Gilolo que de ahy ade- lante podria estar seguro de los portugue- ses, hasta cn tanto que él tornasse á le avi- sar, porque avia assentado treguas por todos. Y el rey, viendo esto, mandó pre- gonarlo por todos sus pueblos, pue E : 78 HISTORIA GENERAL Y NATURAL ciendas, y donde les conviniesse en sus tierras, sin recelo de los enemigos. Y desde á quince dias, andando muchas ca- noas de Gilolo pescando en la mar, vinie- ron dos paraos grandes de Ternate y al- gunos portugueses en ellos, y dieron so- bre los que andaban en la pesqueria, y tomaron ciertas canoas y mataron á todos los indios que tomaron en ellas; y cómo esto vieron en Gilolo, quisieron yr contra los paraos, y no hubo lugar al pressente para ello. Y el capitan Urdaneta, enoja- do y maravillado de tanta descortesia y novedad, fué con una canoa á los dos paraos de los portugueses con una ban- dera blanca, por aver plática con ellos y saber quién eran los que avían seydo en aquel quebrantamiento de la tregua; y viendo que queria hablar con ellos, espe- raron, y desde lexos preguntó si avia alli algunos portugueses, y respondiéronle que sí avia: los quales luego se mostra- ron, y Urdaneta les dixo que queria lle- garse á ellos, si le daban seguro para yr y volverse luego libremente y á su volun- tad, y ellos se lo prometieron assi. Y quando quiso llegar, dixéronle los indios que llevaban la canoa, que no querian lle- gar á los portugueses, pues que estando. en treguas avian hecho _tan grand tray- cion, y que no era racon de fiar mas en ellos: y por mucho quel Urdaneta les di- xo y se lo rogó, no pudo acabar con ellos le llegassen á los paraos. Y el Urdaneta, viendo esto, determinó de yr nadando á donde los portugueses estaban; y entró en el un parao y preguntó que por qué se avia hecho aquella descortesia, estando en treguas, y respondiéronle que ellos yban á un pueblo que se llama Guamoco- noca por bastimentos, y que los capitanes de los indios avian tomado aquellas ca- noas contra su voluntad dellos; y passa- ron otras pláticas. Mas el Urdaneta tomó por memoria los | nombres de los portugueses, y escribió- los en una hoja de palma, y assimesmo los nombres de los capitanes de los in- dios, y volvióse nadando á la canoa, y fuése á Gilolo, donde halló al rey muy enojado contra el capitan general, dicien- do que por le aver enviado á decir con el Urdaneta que podrian andar seguros sus vassallos, le avian muerto los portu- gueses aquellos hombres, que serian has- ta catorce Ó quince. Y luego tornó á man- dar que todos anduviessen de guerra, é hizo aparejar luego toda su armada de paraos, y desde á ocho dias, con gierto aviso que tuvo, embarcóse el mismo rey y el capitan Urdaneta y los: castellanos que en Gilolo estaban con él, y fueron á esperar á ciertos paraos que venian de Moro para Ternate, cargados de bastimen- tos. Y toparon con ellos, y tomaron diez ó doce dellos y muchos indios, y á todos los que eran de la isla de Ternate mandó el rey cortarles las cabecas, y los.ddemas quedaron por esclavos. Y assi se volvió el rey á Gilolo con la victoriosa venganca del rompimiento de la tregua y con la pressa que es dicho. Sabido en Ternate por los portugue- ses, enviáronse á quexar al capitan Mar- tin Iñiguez del rey de Gilolo y del capitan Urdaneta, y contáronle lo que es dicho; pero no dixeron cómo ellos avian seydo primero los agressores y avian rompido las treguas, por lo qual juró el capitan general que si, como los portugueses de- cian, avia passado, y Urdaneta avia rom=- pido la tregua , quél le haria cortar la ca- beca. El Urdaneta fué avissado por una carta que un amigo suyo le escribió de _Tidore; y él, sabido esto, se partió luego á dar su descargo y racon de sí, y fué con él Quichiltidore de parte del rey pa- ra lo mismo: y llegados á Tidore, dieron cuenta al capitan de lo que passaba en verdad, delante de ciertos portugueses que estaban ahy; y entre otras cossas a muy bien dichas quel Quichiltidore dixo DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXV. 59 en descargo del rey de Gilolo , dixo una buena racon, y fué esta: «Mira, señor, que quando los enemigos no tienen pala- bra ni juramento ni vergúenca, que los sojuzgue ó apremie á guardar lo que pro- meten, por mas seguridad se debe tener la guerra con los tales, que ninguna paz ni contracto ni otra prenda que dellos se tome é que essos offrezcan. El rey de Gi- lolo, mi señor, en tu fée y palabra, hico pregonar essa tregua que le ha muerto sus vassallos, y con mas racon se debia quexar de tí que de los portugueses: y tú fuiste á quien primero offendieron en el rompimiento de la tregua. Y lo quel rey higo y tu capitan Urdaneta y los que en Gilolo están, en defensa del rey y de los suyos, como en cassa de amigos y ser- vidores del Emperador, fué restituyr la honra de Su Magestad y la tuya, y no romper la tregua, sino restaurar una offensa que con tan poca vergúenca en la barba del rey y á su puerta se atrevieron traydoramente y sobre seguro á hagerte á tí y al rey y á tu nacion y á noso- tros con tanto ultraje, el qual no fuera bastante el rey de Ternate ni los portu- gueses á hacer, si tú y tu tregua no lo hu- bieran causado. El rey te ruega que ayas por bien lo hecho, y que á Urdaneta y los otros castellanos, que están en Gilolo, les hagas mercedes y los estimes mucho: y te avisa que te guardes de gente que tan mal guarda su palabra; y te hace sa- ber que por muchas treguas que assien- tes con los portugueses, él no entiende de dormir sin recelo, si no le envia el rey de Ternate vivos los capitanes de Ternate que le mataron sus vassallos en el rompimiento de la tregua. Y aun tú, señor, será bien que pidas tu enmienda y las personas de los portugueses que en ello se hallaron, pues Urdaneta les habló - y sabe sus nombres y los conoscerá á los unos y á los otros.» Entonces el capitan Martin Iniguez holgó mucho de aver sa- bido la verdad, y perdió el enojo que te- nia de Urdaneta y de los otros castella - nos, y le abracó, y le dixo que avia he- cho muy bien lo que avia hecho, y que si Dios le daba de qué, él le gratificaria muy bien lo que avia servido con lo que pudiesse, y suplicaria á la Cesárea Ma- gestad que le hiciesse mercedes. Y envió su graciosa respuesta al rey de Gilolo, y mandó á Urdaneta que se tornasse al rey con Quichiltidore, al qual abracó y dixo que le parescia muy bueno su consejo. Mas en verdad era el consejo ya tarde, porque estaba en essa sacon el capitan Martin Iñiguez atossigado y muy malo, de poncoña que le avia dado aquel Fer- nando Valdaya, factor de los portugue- ses: y creyóse que por mandado del don Jorge de Meneses, porque fué en la co- yuntura de sus treguas y tractos. La qual * poncoña se le dió, estando comiendo con el capitan Martin Iñiguez aquel Fernando de Valdaya, en una taca de vino, desta manera. | El portugués comia con el capitan ge- neral y tenia la poncoña puesta el portu- gués en la uña del dedo pulgar, y dixo al capitan: «Yo bebo á vos», como lo sue- len decir los franceses y flamencos en sus banquetes y convites. Y el questo dice, bebe aquel vasso ó taca, enseñándole al que dice que le bebe; y despues que ha bebido, es el otro obligado'4 beber otro : tanto, como bebió aquel que dixo: « Yo be- bo á vos». Por manera que despues quel portugués con mucho placer y regocijo bebió, él mismo tornó á henchir la taca, y la dió de su mano al general; y al dár- sela, metió el dedo pulgar en la taca, y como llevaba el veneno en la uña, ento- sigó y emponcoñó el vino. Y el capitan, creyendo que con chripstiano y hombre fiel comia, tomó la taca y bebió el vino y su poncoña; y passado el convite, el por- tugués se fué á Ternate, y luego cayó malo el capitan Martin Iniguez, el mismo 80 HISTORIA GENERAL Y NATURAL 4 dia que este fraude y maldad le fué fe- cha, y desde á pocos dias murió. ¡Oh Señor y Redemptor del mundo! ¿quién se podrá guardar de la maldad de los hombres y de las asechancas del dia- blo y peligros desta vida, si tú no le guardas? Bien dice el psalmista *: Nist Dominus custodierit civitatem, frustá vigi- lat qui custodit eam: quieren decir: Si el Señor no guarda la cibdad , en vano vela quien la guarda. Sin dubda me acordé quando oy la mal- dad deste portugués, de aquella reyna de Egipto, de quien se escribe *? que te- miendo Marco Antonio, en el aparato de la guerra acciaca , la scelerada Cleopatra, y no tomando manjar alguno si primero no se le hacia la salva, ella se puso una guirnalda, la qual tenia en su extremidad flores avelanadas. Despues, cresciendo el placer y alegria en el progesso del con- vite, convidó á Antonio á beber las guir- naldas. ¿Mas quién oviera temido este fraude?.. Era ya en la taca bañada la guir- nalda della, y Antonio queria comencar á beber, quando Cleopatra le quitó de la + mano la taca, y le dixo: «Yo soy aque- lla de la qual, oh amado Antonio, con tanta diligencia te guardas. Sábete que si yo pudiesse vivir sin tí, no me falta- ria lugar ni ocasion de matarte.» Y di- cho esto, hico sacar de la cárcel una con- denada á muerte y dióle la taca á beber, la qual, súbito que ovo bebido, expiró. Á mi parescer ningun género de tray- cion se iguala con semejante fraude ó ma- nera de matar, y tanto mayor es el de- licto quanto es la confianca que entre los hombres hay. Pero sin dubda esta no de- be tener jamás ningun particular, ni otro capitan de su enemigo, en burlas ni en veras, porque no le acaezca lo que al ca- pitan Martin Iñiguez de Carquicano, que murió como imprudente, é hizo mucha falta al servicio de su rey y á su gente; porque era gentil capitan y hombre de mucho esfuerco, y buen consejo en las cosas de la guerra, puesto que en el ca- so que se ha contado, él usó de mucho descuydo con su vida. Passemos á lo de- mas. E CAPITULO XXVL Cómo fué elegido por capitan general Fernando de la Torre, por muerte de Martin Iñiguez, y cómo se acabó la fusta que hacian los castellanos en Gilolo, y le pegaron fuego los portugueses secretamente, y có- mo fué muerto un caballero principal de Tidore, porque dormia con la reyna, y de ciertos recuentros que ovieron con los portugueses, en continuacion de la guerra, y otras cosas que tocan á la hisloria. Muena falta hizo á los castellanos la muerte del capitan Martin Iniguez de Car- quigano, porque era hombre sagaz y de grande ánimo, y assi los portugueses co- mo los indios le temian mucho. Verdad es que, como colérico, era furiosso y regio y con ímpetu algunas veces se aceleraba, si se enojaba: la qual cosa es mucha di- licultad, para daño y estorbo de las cosas 1 Peal. CXXVI, vers. L. que quieren ser miradas con atencion, y no dando lugar á la voluntad tanto como á la razon y lo que conviene; pero por otra parte era de muy buena: conversa- cion y liberal en lo que avia de hacer. Era natural de la provincia de Guipúzcoa, de una villa que se dice Elgueybar. Al - tiempo de su muerte estaba el capitan Urdaneta en Gilolo, y al rey y á todos 2. Plinio, lib. XXI, cap. 3. DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXVI 81 los indios les pessó mucho; y entre los castellanos que estaban en Tidore, avia mucha discordia en la eleccion del nuevo gobernador y capitan general, y oponían- se al ofíicio Martin Garcia de Carquicano, thesorero general, por una parte, y por otra Fernando de Bustamante, que á la sacon cra contador general, y algunos cas- tellanos se acostaron á estos dos. Pero la mayor parte de la gente y los mas prin- cipales, viendo que los dos que es dicho querian lleyar la cosa por rigor, y que de - la eleccion de qualquiera destos se podria recresger mucho daño á todos y deservi- cio á Su Magestad , fuéronse á la fortale- ca; y avido su acuerdo, determinaron de alcar por capitan á Fernando de la Torre, que en essa sacon era alcayde y teniente del general, y juráronle todos por capi- tan general. Y viendo el thesorero y con- tador esto, hicieron lo mismo, juntamen- te con el factor, que era al pressente Die- go de Cuevasrrubias, y quedaron todos en paz: y los mas principales que con- currieron en esta eleccion, fueron Alonso de Rios. Pedro de Montemayor, Guticr- re de Otinon, Iñigo de Lorriagua, Martin de Islares, Andrés de Guorastiagua, Pe- dro Ramos y Diego de Ayala. Y desde á ocho dias envió el capitan, Fernando de la Torre, á Alonso de Rios á Gilolo y á otros con un escribano, para quel ca- pitan Urdanota y otros compañeros que estaban allá, lo jurassen por general; y assi se hico. Antes quel general Martin Iniguez fa- llesciesse, dió la capitania de la fusta á Alonso de Rios, y 4 Urdancta la theso- reria de la mar; y á esta causa quedaron el Alonso de Rios y Urdaneta en Gilolo. Desd: á pocos dias, se huyó de los por- tugueses un portugués que hablaba bien castellano, y assi decia él que cra caste- llano, y no lo cra, segund paresció des- - pues, sino un grand traydor: el. qual des- qe Eolo 8 e que Eo con as casle- llanos, fueron dos paraos de portugueses con cierta embaxada al capitan, y deba- xo desta cautela dieron á aquel fugitivo unas granadas de pólvora, para que las pusiesse secretamente en el navio nuevo que se avia hecho, que no le faltaba sino calafatearle, para que se quemasse. Y aquella misma noche se fueron los paraos de los portugueses, y el fugitivo, que se decia ser castellano, se fué tambien con ellos, dexando las granadas puestas en el navio: las quales, seyendo, ya media noche , hicieron su operacion: y al gran- de trueno que dieron; acudieron los nues- tros, y mataron el fuego que ya comen- caba á arder. Y otro dia hallaron menos á aquel malvado fugitivo. Pero quassi nin- gun daño rescibió el navio: antes tenia otro mayor, y era que como los castella- nos eran nuevos en aquella tierra, mo su- pieron conoscer la madera, y salió tan ma- la, que al tiempo que la quisieron calafa- tear, la hallaron quassi toda podrida. En la misma sacon los indios de Tido- re andaban algo diferentes entre sí, á cau- sa que un caballero indio, criado del rey, que se llamaba Derota , dormia con la rei- na, madre del rey que al pressente era. Y un hermano del rey, que se decia Qui- chilrrade, alcancó á saberlo, y sintiósse mucho desto, y comunicólo con el capi- tan Fernando de la Torre, y díxole que si no ponia remedio en ello, se perderian presto los castellanos y los indios : porque la reyna andaba por acogerse con el rey, su hijo, en un lugar fuerte que se dige Mariecu, questá de la otra parte de la is- la enfrente de Ternate: y que si allá se yba, no era sino para confedcrarse con los portugueses y para destruyr á los caste- llanos y á los que les parescia á clla que les pessaba de su maldad. Sabido esto, el capitan ovo su consejo con los oflicia- les de Su Magestad Cessárca ya dichos y con los que mas le paresció, juntamente con el as y acondóse: juel Qui- 82 HISTORIA GENERAL Y NATURAL chilrrade tuviesse todos sus amigos pres- tos para un dia señalado, y quel capitan hiciesse matar al Derota. Y con este con- cierto encargó esté fecho el capitan Fer- nando de la Torre á Martin de Islares y á Andrés de Aleche, para que matassen al dicho Derota; y assi estos dos, como eran hombres animosos y se lo mandó su general, y les dixo que assi convenia al servicio del Emperador y á la seguridad - de las vidas de todos, non obstante que sabian quel Derota era persona notable y privado de la reyna, esperáronle una mañana camino de la ribera, y diéronle una estocada muy mala. Y assi herido, acogiósse á casa de la reyna el Derota, y luego se supo la cosa, y salió Quichilrra- de con todos sus amigos armados y el ca- pitan con su gente, y fueron al palacio del rey, donde estaban la reyna y su amado , é hicieron baxar al herido y lle- váronle á su casa, y la reyna haciendo mucho llanto, fué juntamente con él. En- tonces Quichilrrade le dixo muchas cosas con buena crianca, dándole á entender la deshonra que daba al rey su hijo y á to- dos ellos, y que se debia volver á su ca- sa; y assi con buenas palabras la higo tor- nar muy contra su voluntad della. Y en volviendo ella, le echaron un laco corre- dico al pescueco al herido y le ahogaron; por lo qual la reyna hico muchos llantos que no le aprovecharon sino á ser tenida por mala muger, y tanto peor quanto ma- yor señora. Aquel dia se juntaron todos los indios de la isla por mandado del capitan gene- ral y de Quichilrrade , y les hicieron sa- ber la causa de la muerte de aquel Dero- ta por la traycion que hacia contra el rey, y todos mostraron placerles dello; y assi lodixeron y lo aprobaron, aunque algunos ovo que les pessó harto. Y luego en la misma hora el capitan dixo al rey y á to- dos los caballeros que seria bien que Quichilrrade fuesse gobernador de su * reyno, pues era hermano del rey y sa- bio, y le pertenescia tal cargo y gober- nacion mejor que á otro ninguno, hasta que el rey tuviesse edad para gobernar su estado y señorio: y á este propóssi- to dixo muchas cosas mostrando racones, para que todos viessen que aquello era lo que cumplia al rey y al reyno y al pró y utilidad de sus vassallos. Y todos lo ovie- ron por bien, y assi quedó por goberna- dor Quichilrrade. En el tiempo questas cosas passaban, no cessaba la guerra entre los portugue- ses y los castellanos, y quando se topa= | ban por la mar, aviansus peleas y recuen- tros, y cada parte hacia su posibilidad por llevar lo mejor. Y por el mes de no- viembre del año ya dicho salieron de Gi- - lolo diez y nueve paraos, penssando de to- mar una armada de Ternate sobresalta- da, en la qual avia muchos portugueses; y cómo ellos tenian sus espías, como hom- bres de guerra y bien apercebidos, des- cubrieron á los castellanos y saliéronlos á rescibir al camino con treynta y tantos pa- raos. Y estando á tres leguas de Gilolo en la mar, se comencó la batalla, desde las nue- ve horas de la mañana hasta las quatro de la tarde, y en aquellas siete horas que pe- learon, murieron muchos indios de ambas partes, y de los chripstianos de la una y de la otra parte ovo heridos algunos: y al fin se apartaron unos de otros, y los cas- tellanos cogieron el campo ó quedaron con la victoria en esta manera. Los indios ti- ran unas cañas, tan luengas como dardos, las quales arrojan con unas curriagas, y tan espessas como una lluvia, porque avia parao que llevaba cinqúenta tiradores destos, y algunos más, y ningun tirador lleva menos de cient cañas de aquellas, á quien ellos llaman calavays; y assi cómo las tiran unos á otros, caen las mas en el agua, y desque han peleado, quien coge aquellos calavays, queda por victorioso y como señor del campo ó de la mar; y por- DE INDIAS. LIB. - quelos castellanos los cogieron aquel dia, se les dió la victoria desta batalla. Desde á pocos dias fueron desde Gilo- lo sobre un lugar que se llama Dondera, questá cinco leguas de Gilolo, y era del partido de los portugueses y su aliado, y queriendo entrar dentro, les mataron é hi- rieron alguna gente y al capitan Urdane- ta muy malamente en una pierna; y assi se tornaron, sin hacer cosa que les convi- niesse ni poder tomar el pueblo. En la qual sacon avia enviado el capitan Fer- XX. CAP. XXVI. 83 nando de la Torre ciertos castellanos á Camapho y otros lugares de amigos por arroz y otros bastimentos con ciertos pa- raos; y á la vuelta que tornaron, viniendo desparcidos, toparon ciertos paraos de Guamugonora, que eran amigos de los portugueses y enemigos de los castella- nos, y tomaron algunos paraos de los nuestros y mataron dos castellanos, el uno llamado Montoya y el otro Marquina, y otros escaparon huyendo. : CAPITULO XXVII. Cómo Quichilhumar, gobernador de Machian, dexó la amistad de los porlugueses y se passó á la parle de Castilla, y cómo los portugueses destruyeron la cilbdad de Machian por causa de un indio traydor, y de lo que intervino á los portugueses y castellanos, favoresciendo á sus partes; y de un hecho memorable que hizo un indio javo que mató á su. muger é hijos, porque no fuessen en poder de portugueses, y des- pues que los oyo pes fué á pelear y degolló un portugués é hirió otro y al fin murió peleando, como valiente hombre. - E, el mes de diciembre por Navidad, del año de mill é quinientos y veynte y siete, se botó la fusta de los castellanos 4 la mar y la llevaron á Tidore desde Gi- lolo donde se hico. Y en este tiempo se passó Quichilhumar, gobernador de Ma- quian á la parte de Castilla, aviendo sey- do hasta entofices amigo de portugueses; y sabido por ellos, apercibiéronse para yr sobre Machian, y aquel Quichilhumar en- vió á pedir socorro á los castellanos, y el general le envió seys castellanos y con ellos Martin de Islares, y llevaron ciertos versos con alguna municion. Y desde á pocos dias fueron los portugueses con grande armada de indios, y llevaron una galera y una fusta que avian hecho y cier- tos bateles, y dieron sobre el lugar de Machian (que assi se llama el lugar como la isla), y diéronle combate tres dias y medio contínuos, y los nuestros se de- fendieron como hombres de muy grande ánimo. Mas al quarto dia, por traycion _de un indio natural del pueblo, entraron los portugueses en la cibdad por cierta _ parte y la tomaron, y mataron mucha gente, y robaron quanto hallaron, y ma- taron á un Martin de Somorrostro, caste- llano, y prendieron otro llamado Pablo, yel Martin de Islares y los otros castella- nos se acogieron á la sierra con el gober- nador Quichilhumar. Y desde á pocos dias el Martin de Islares y el Quichilhumar fueron á Tidore. Y desde á un mes poco mas ó menos, despues que passó lo que está dicho, fué Quichilrrade con ciertos castellanos á Gilolo con una armada de hasta trece paraos, para se juntar con la armada del rey de Gilolo y dar sobre la armada de Ternate, que estaba sobre un lugar que se llama Zalo, que le que- rian tomar por ser amigos de los caste- llanos. Y topáronse ambas armadas y pe- learon valerosamente los unos y los otros, y oyo muchos indios muertos y heridos de ambas partes, y fué herido el mismo Quichilrrade de un verso Ialamente Eze tambien oyo hogidos al UNO: E 84 HISTORIA GENERAL Y NATURAL y castellanos, y fué muerto un portugués. Y desque ovieron gastado la municion, cada exército tiró por su parte; pero nun- ca en Maluco ovo tantos llantos, como su- cedieron desta batalla, porque todos los que podian tomar armas se hallaron en ella. En lo de Machian que se dixo de susso, acaesció una hacaña de un indio, que no es racon que se dexe de escrebir, por ser notable y tan famosa como agora diré. Este indio era natural de Java, y estaba cassado en Machian, y hallósse dentro de aquella cibdad al tiempo que los portugueses la tomaron, y fué el caso este. Que cómo cel indio javo vido que la cibdad se entraba, él se fué á su casa y dixo á su muger é hijos que los portu- gueses estaban ya dentro del pueblo y que no podian escapar de ser muertos ó presos; y que él mas queria morir pe- leando, que no ser esclavo de portugue- ses ni ver á su muger é hijos en poder dellos; y que tenia determinado de ma- tar á su muger é hijos primero y despues yr á pelear contra los portugueses, y morir, vengando sus muertes y la pro- pria suya. Y su muger le dixo que ello era bien dicho y que assi se hiciesse: que ella cra muy contenta. Y sin perder tiempo, mató la muger é hijos, y fuesse á donde vido el esquadron portugués y abracóse con el primero portugués que yba en la delantera, y degollólo con una daga que llevaba, y dió á otro portugués que yba al lado de aquel una grand cu- chillada por la cara, y diéronle á él un escopetaco y cayó muerto. Paresce que no podia aver mas ánimo en hombre hu- mano, y que es aquesto una de las cosas que las historias celebran por raríssimas y notables y de mucha admiracion, cómo en la verdad son. CAPITULO XXVIIL Cómo el gobernador de la Nueva Esp Emperador, á saber del armada que a el estado ques dicho, y de lo que sub tomaron puño á puño 1 aña envió un galeon con gente á la Especieria, por mandado del via llevado el capitan frey García de Loaysa, y halló las cosas en cedió en la llegada del galeon; y cómo los castellanos con su fusta a galera de los portugueses , y otros recuentros y cosas concernientes al discurso de la historia; y de la muerte del traydor de Fernando de Valdaya, el que dió las hierbas al capitan Martin Iñiguez de Carquicano. E, el mes de febrero de mill é quinien- tos y veynte y ocho, envió el rey de Gi- lolo á pedir al capitan Fernando de la Torre algunos castellanos más de los que tenia, para yr sobre Tuguabe, que está tres leguas de Gilolo, y estaba por los portugueses. Y envióle doce hombres, y fueron por tierra de Gilo!o sobre Tugua- be, y no le pudieron tomar; pero toma-= ron otros quatro pueblos pequeños. Y en Tuguabe mataron á los nuestros un caba- llero mangebo y de gentil ánimo, que se llamaba Panyagua, é hirieron á otro, que se decia Fibes, malamente «le un escope- taco. Y estando sobre aquel lugar, vieron tugueses 4 rec venir á la vela un galeon por la mar, y luego enviaron á saber qué navío era, y supieron cómo yba de la Nueva España, y le enviaba el capitan Hernando Cortés, - por mandado de Su Magestad, á saber del armada que avia llevado el comenda- dor frey Garcia de Loaysa. Y luego se entraron en el galeon dos castellanos , y dixeron al capitan del galeon, Alvaro de Saavedra, cómo la guerra estaba muy trabada con los portugueses, y avisáronle de todo lo que passaba. Y aquel mismo dia que los dos hombres nuestros entra- ron en el galcon, llegó una fusta de por- | onoscer qué galeon era DE INDIAS. LIB. aquel, y ovieron habla ; y los portugue- ses penssaron engañar al Saavedra con sus palabras, y dixéronle que no avia en Maluco castellanos algunos, porque un navío que ahy avia llegado, avia ydo á su fortaleca dellos y le avian dado todo lo que ovo menester para su viaje, y se avia ydo á España. Y cómo el Saavedra tenia sabida la verdad, que era lo con- trario , díxoles que él sabia de cierto que avia en Maluco castellanos, y que esta- ban en la isla de Tidore: que por qué le decian lo que no era cierto. Entonces los portugueses, viendo que los entendian, determinaron de echar á fondo el galeon, y quiso Dios que una lombarda gruesa con que quisieron tirar á los nuestros no tomó el fuego; y assi ovo lugar de se desviar un poco de la fusta, y comencá- ronse á lombardear los unos á los otros, y acudió la viracon y entró el galeon en Gilolo. Y luego el rey hizo saber al gene- ral de Castilla cómo aquel galeon era lle- gado, y el capitan general hizo aparejar presto la fusta para yr allá. La misma no- che llegó un batel de portugueses á se juntar con su fusta, y otro dia por la mañana comencaron á lombardear ambos á dos al galeon nuestro; y estando ellos lombardeándole paresció nuestra fusta, que yba á la vela, y cómo los portugue- ses la reconoscieron, dexaron de lom- bardear el navío y se fueron. Y assi el galeon, en compañía de nuestra fusta, fué á Tidore, donde los castellanos con mu- cho placer lo rescibieron. - j Desde á dos ó tres dias los castellanos que estaban cn Zalo, sobre Taguabe, fue- ron á Gilolo, dexando hasta quinientos indios y quatro mosquetes de fierro; y de Gilolo fueron á Tidore los que avia enviado el capitan. Y desde á cinco Ó seys. dias fueron los portugueses con su galera y fusta sobre Zalo, y lo tomaron y mataron mucha gente: y a. : dia E ..—. á Zalo, se , se vido XX. CAP. XXVII. 85 go desde Tidore y se supo cómo los por- tugueses lo quemaban. Y luego fueron los castellanos con su fusta y ciertos pa- raos á la isla de Ternate. y quemaron un pueblo que se llama Toloco, que era uno de los mas fuertes lugaros que avia en toda la isla, y mataron mucha gente. Y aquesto fué una cosa de grand reputa- cion, y que los portugueses y los indios tuvieron á mucha osadía, aver los caste- llanos atrevídose á saltear aquel lugar. Comencóse á adobar el galeon para que se tornasse á la Nueva España, el qual llevó á la Especicria hasta treynta y Cinco personas. El postrero dia de abril de aquel año fué Martin de Islares con un parao á una isla que está quince leguas de Tidore, y quemó un pueblo y prendieron los del dicho pueblo : los de las otras islas die- ron el rebato y noticia á Ternate, y sa- lieron catorce paraos, y yendo para allá, toparon con el capitan Martin de Islares, y lombardeándole, le dieron caca, hasta que le hicieron encallar en la isla de Gi- lolo, y él y los indios escaparon en los montes, huyendo. El mismo dia se tuvo nueva cómo los catorce paraos avian ydo tras el Martin de Islares, y luego el ca- pitan mandó aparejar la fusta y que fues- se á socorrerlo; y llegados en una isla que se llama Mare, supieron los nuestros cómo los de Ternate avian tomado el parao nuestro y se avian vuelto, y luego en la misma hora se tornó la fusta. Otro dia siguiente que se contaron quatro de mayo de mill é quinientos y veynte y ocho; estando los castellanos oyendo missa, llegó el gobernador Qui- chilrrade, á decir en cómo los catorce pa- raos de los portugueses vban á quemar un pueblo de Tidore que se llama Saco- nora, el qual estaba á una legua de Ti- dore. Y luego el general mandó aderes= Eo | car la fusta, para ue fuessen nl E a 86 HISTORIA GENERAL Y NATURAL ella, muy bien armados, de los quales fué por capitan Alonso de Rios, y pussié- ronse tras una punta, para que si los por- tugueses saliessen en tierra, diesse la fusta sobre su armada. Y estando los nuestros assi, vino un parao pequeño de los portugueses, descubriendo al luengo de la costa, y vido la fusta, y assi cómo la descubrió, tiró un tiro, haciendo señal á los suyos. Cómo los de la fusta vieron que eran descubiertos, salieron fuera de la punta donde estaban, para ver el ar- mada de los enemigos; y vieron catorce paraos y una galera de los portugueses, de lo qual les pessó mucho, conosciendo el notorio peligro en que estaban, cre- yendo que de muertos ó presos no po- drian escapar. Estonces el capitan -Alon- so de Rios, dixo á los principales hidal- gos castellanos, y á los demas que yban en la fusta: «Señores, qué os paresce que debemos hacer?..» Á lo qual le res- pondieron, que pues avian salido de Ti- dore por mandado del general, en busca de los enemigos, y los tenian tan cerca, aunque eran muchos, que no podrian tornar sino con mucha vergúenca, si re= husassen la batalla, aunque con su des- aventaja fuesse, y que los indios los ter- nian en poco; y que hombres, que tan le- xos tenian el socorro como ellos, era menester que se aventurassen las vidas, pues que era mejor perderlas peleando, que no huyendo; y que se encomendas- sen á Dios y diessen en los enemigos. Cómo el capitan vido el gentil ánimo con que lo decian, dixo: «Señores, yo os ten- go en merced vuestros consejos, y no se -€speraba de tales varones, sino que -vuestra respuesta y obras serán como quien soys, y como lo deben decir y ha- cer tan valientes y leales hombres.» Y loando lo que avian dicho, dixo: «Seño- res, hagamos oracion á Dios, al qual os encomiendo, y me ofrezco con vosotros, y hágase lo que se ha de hager.a 3. hincaron las rodillas, y con breves pala- bras y entera voluntad, se encomenda-. ron al verdadero defensor y poderoso determinador de las victorias, y dieron al arma, y comencaron la batalla lla- mando á Dios y al apóstol Sanctiago en su ayuda. En este mesmo tiempo, Qui- childerebas, que era capitan general de los paraos de los indios y gobernador de Ternate, hombre muy valeroso y de mucho esfuergo, movido de sí (ó me- jor diciendo, movido por Dios), quisso ver qué maña se daban los castellanos, y hasta dónde llegaba su esfuergo; y pa- rescióle que era poquedad que con una grand galera y tantos paraos, y aviendo tanta desigualdad en el número con los enemigos, peleassen todos contra la fus= ta de los castellanos, y aun tambien desseaba ver cómo lo hacian los unos chripstianos contra los otros, puesto que - los portugueses eran muchos más, y la diferencia grande que avia de la galera á la fusta. Y dixo al capitan de la galera, que era Fernando de Valdaya (el qual dió la poncoña al capitan Martin Iñiguez de Carquicano), que pues los castellanos eran una fusta sola, y los portugueses tenian una galera, con que tenian mucha ventaja, que él se queria apartar afuera y mirar cómo peleaban los chripstianos anos contra otros, y qué tan presto to- marian á los castellanos á solas. Y el ca- pitan de la galera le respondió que él lo decia como caballero y que assi lo hi- ciesse. Y luego Quichilderebas se apar- tó con los paraos á una parte, y fueron la galera y la fusta á barloar la una con la otra con el mayor ímpetu y ánimo que les pudo bastar, y pelearon bien dos ho- ras grandes, y al fin la galera fué toma- da y presa; y en rindiéndose, hicieron ca- ra los castellanos con la galera y la fusta á los paraos, que ya se venian acercando 4 socorrer la galera. Pero diéronles una . asia de artilleria, de tal manera, que DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXVII. 87 luego huyeron los paraos á mas que de passo, y assi quedaron los castellanos victoriosos y con la galera. Murieron quatro hombres de los castellanos, y fue- ron algunos otros heridos; y de los por- tugueses murieron ocho, y entre ellos murió el capitan Fernando de Valdaya, y comencándose á confessar, aviendo di- cho pocas palabras, se le salió el ánima sin poder acabar su confession. Y en aquellas pocas que dixo, declaró cómo avia dado la poncoña al capitan Martin Iniguez, puesta en la uña del dedo pul- gar de la mano, segun se dixo en el ca- pítulo XXV deste libro. Y fueron heri- dos y pressos muchos portugueses y puestos á buen recabdo. : CAPITULO XXIX. Cómo el galeon de Hernando Cortés, de que era capitan Alvaro de Saavedra, partió del Maluco y llevó ciertos prisioneros portugueses, y la ruindad que hicieron al capitan hurtándole el batel, y cómo el navío volvió á Tidore, donde estaban pressos dos de los dichos portugueses , de los quales fué hecha justicia pública.. : Pocos dias antes que la galera de los portugueses fuesse tomada, avian huido de Ternate dos portugueses y passá- dose á los castellanos: el uno era un fi- dalgo que se llamaba Simon de Brito, y el otro se decia Bernaldino Cordero, los quales ovieron el fin que aqui se dirá. Pero no es nescessario que se digan las muchas entradas que essos pocos caste- llanos que eran hicieron, en que quema- ron y destruyeron muchos pueblos, con la persona y capitan quel general envia- ba á la guerra; porque do quiera que yban algunos de los nuestros, siempre señalaba un hombre de los bien estima= dos, á quien los que con él yban tovies- sen por capitan y le obedesciessen, y con el parescer y mandado del tal hacian los indios y los chripstianos la guerra, en prosecucion de la qual se derramó mucha sangre de los unos y de los otros. Mas no curaré de decir todo, sino las cosas mas señaladas, por lleyar al cabo esta relacion del trabaxoso é infelice cuento desta armada, que salió de Espa- ña, á la Especieria, con el comendador Loaysa. Y digo assi, que aquel clérigo don Johan y el capitan. Sanctiago que. O E ad arribaron á la Nueva España con un pa- tax, que era uno de los navíos desta ar- mada, dieron de todo lo subcedido (has- ta aver passado el Estrecho de Magalla- nes el dicho comendador) entera relacion, y el gobernador Hernando Cortés avi- só á la Cesárea Magestad dello; y envió- le á mandar que enviasse á toda diligen- cia MD. Especieria á saber de la dicha armada. Y á esto fué el galeon y el capi- tan Alvaro de Saavedra, de quien se ha fecho mencion de susso; y fué aparexa- do y reparado, para que volviesse con la respuesta á la Nueva España, para que desde alli, como por mas corta via y mas brevemente, Su Magestad supiesse las cosas que en las islas del Maluco passa- ban. Y assi se partió esse galeon de Ti- dore en el mes de agosto del año de mill é quinientos y veynte y ocho, llevando por piloto á Matias del Poyo: y envió el capitan Fernando de la Torre con las re- laciones y despacho á un Gutierre de - Tañon, asturiano, y envió á Su Magestad, cinco ó seys portugueses de los prisione- ros, para mas verificacion, de la guerra que con ellos se tenia; entre los quales 88 HISTORIA GENERAL Y NATURAL de susso se hizo mencion, puesto que no como presso segund los otros, sino como amigo que se avia passado de su grado á los nuestros. Y assimesmo yba el otro Bernaldino Cordero, porque estos le pi- dieron por merced al capitan general que los dexasse yr en el galeon, y se lo otorgó: é yban muy bien tractados estos dos por la racon questá dicha. Y segund despues lo mostró la obra, el propóssito de Simon de Brito no era bueno, porque en el mes de octubre adelante del mes- mo año, supo el capitan general cómo en la isla de Gilolo, por la vanda del Leste, en un lugar que se dice Bicholli, avian aportado dos chripstianos y un indio en una canoa, y que decian que eran caste- llanos. Y luego el capitan mandó á Urda- neta que fuesse allá, y recelándose que serian portugueses, fué derecho á Cama- pho, y alli hizo armar diez paraos, y fuesse á Guayamellin, y supo, antes que llegasse allá, cómo eran portugueses: y porque no huyessen, llegó de noche al lu- gar, y ovo plática con los indios de Gua- yamellin, que son vassallos del rey de Tidore, y subió arriba al lugar é léolos prender. Los quales eran el Simon de Brito y el patron de la galera que avian tomado los nuestros; y preguntando al Simon de Brito por el galeon, dixo quel galeon ya seria navegado y estaria en la Nueva España, y que él porque le trac- taba mal el capitan Saavedra, se avia sa- lido del galeon juntamente con el patron, doscientas leguas de alli en una isla, y se avia aventurado en aquella canoa de ve- nir á Tidore, donde los castellanos esta- ban. Mas el Urdaneta, no dándole crédito, los llevó á buen recaudo á Tidore, donde ya el galeon era tornado, y el capitan Saavedra estaba con grand desseo de aver á las manos al Simon de Brito, por- quel y otros quatro ó cinco portugueses se avian huydo con el batel en las is- las de los Papuas, y dexado al capitan Saavedra y á otros en tierra: y el Simon de Brito y los otros sus compañéros, se perdieron con el batel y aportaron á unas islas, en las quales se quedaron los otros compañeros con el batel, y el Brito y el patron determinaron de passarse al Malu- co á los portugueses en una canoa, é yendo allá, dieron consigo en Guayame- llin, donde el Urdaneta los prendió. Lue- go el capitan Saavedra dió quexa crimi- nal contra el Simon de Brito y el patron, y avida la informacion y rescebida su confession de ambos, dió sentencia el ca- pitan Fernando de la Torre que fuesse arrastrado y degollado el Simon de Ryito, y al patron que lo ahorcassen. La qual sentencia luego fué executada mérita- mente en ellos, para su castigo y exem- plo á otros. z e CAPITULO XXX. Cómo se supo que era perdido el galeon llamado Sancta Maria del Parral, del qual (en esta armada del comendador Loaysa) era capitan don Jorge Manrique , al qual mataron alevosamente y muy cruda; y có- : mo se supo la verdad y fué hecha justigia de uno de los malhechores; y cómo el galeon del capitan Saavedra le tornaron á despachar en Maluco para que volviesse á la Nueva España; y cómo murió el rey de Gilolo, amigo especial de los castellanos ; y cómo se perdió Tidore y la fuerca que los nuestros te- nian, por la lraycion y amolinamiento de Fernando de Bustamante, y del partido cor quel capitan Fer- nando de la Torre dexó la fortaleca de Tidore y otras particularidades que convienen á la historia, A tiempo quel capitan Alvaro de Saave- itan Alvaro de Saave- truxoron los indios dos chripstianos para dra passo por las islas de los Celebes, le — si los querian rescatar, los quales eran -DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXX. : S9 gallegos del galeon nombrado Sancta Maria del Parral, del que era capitan don Jorge Manrique. Y este navío era uno de los del armada que llevaba á la Especie- ria el comendador, frey Garcia de Loaysa, y perdióse este galeon en la isla de Sen- - guin, questá obra de septenta leguas del Maluco. Y el capitan Saavedra los resca- tó á trueco de oro y los llevó al Maluco: el uno dellos se decia Romay, y el otro Sanchez; y á cabo de ciertos dias que estovieron en Maluco descubriósse por ellos mesmos cómo se avian perdido. Y sabido por el capitan Fernando de la Torre, hizo prender al Romay. Y el San- chez se huyó á los portugueses; y en la mesma sacon escrebió un flamenco, lla- mado Guillermo, desde las islas de los Ce- lebes en cómo se avian perdido, y en su carta condenaba á estos dos gallegos, por la qual carta, y por otros indicios se dieron ciertos tractos de cuerda al Ro- may, y al fin confessó cómo avian arri- bado á Vicaya, y alli enviaron el batel á tierra y se le avian tomado los indios con toda la gente y la mataron; y de alli los que quedaban fueron é surgieron en otra isla, y estando surtos alli, estos gallegos y otros del galeon, se concertaron de matar al capitan y á otras personas, co- mo de hecho lo hicieron: al qual capitan don Jorge Manrique, y á su hermano don Diego, y á Francisco de Benavides, the- sorero de la mar, los echaron vivos á la mar, y al bordo de la nao los alan- cearon. Y de alli viniendo sin capitan y sin piloto, que se les avia fallescido, dieron con la nao al través en la isla de Sanguin, donde los indios pelearon con ellos, y mataron la mayor parte dellos, y los restantes prendieron y los vendie- ron por essotras islas. Vista su confes- sion, fué sentenciado á que lo arrastras- sen, y arrastrado, fuesse fecho quatro quartos; y assi se sn y executó la : sentencia. O Le Tornósse otra vez á aparejar el ga- leon, y partiósse para la Nueva España; y porque la otra vez intentó el capitan Saavedra de se meter debaxo del Norte, penssando hallar vientos favorables para yr á la Nueva España, y no los halló, platicósse muchas veces que se debia de meter debaxo del Sur, hasta estar en veynte y cinco ó treynta grados, y de alli podria ser que hallasse buenos tiem- pos, y siempre lo contradixo el Saave- dra; y assi se partió en el mes de enero de mill é quinientos y veynte y nueve años. En el qual tiempo, con la mucha guer- ra y grandes trabaxos que los castellanos passaban ordinariamente, eran muertos parte en la guerra y parte de enfermeda- des; y cada dia se yban apocando, y á los portugueses cada un año les yba so- corro, y la guerra siempre se encendia mas. En essa sacon los nuestros hicieron un bergantin de doce bancos para con la galera y la fusta; perotodos los saltos que se hacian era con los paraos de los indios, y pocas semanas se passaban que no pe- leassen, topándose. Y tambien eran muer- tos muchos indios en esta guerra, y esta- ban muy fatigados, porque alrededor de aquella isla avia muy pocos pueblos que no oviessen quemado y destruydo, y muer- to mucha gente; y siempre el rey de Gi- lolo tuvo firme su amistad con los caste- llanos, y los favorescia con toda su posi- bilidad, y por el consiguiente los castella- nos á él, y contínuamente estaban en Gilo- lo doce castellanos, por capitan de los qua- les estaba Fernando de Añasco. Y cómo el rey de Gilolo era ya hombre de mucha edad, murió; y quando estuvo al cabo de la vida, fuéronle á visitar de parte del capitan general y á le consolar el capitan Andrés de Urdaneta: y el rey encomendó mucho un hijo que tenia de cinco ó seys años al capitan general y á los castella- nos, y dixo ps les rogaba que su hijo EE a 90 HISTORIA GENERAL Y NATURAL hallasse en los nuestros el favor y amis- tad que ellos avian hallado y hallarian en su padre, viviendo como lo avian vis- to: y assi se lo prometieron que lo ha- rian todos de muy buena voluntad y obra. Y luego mandó yr con estos capitanes ciertos principales al capitan general y al rey de Tidore á encomendarles su hijo y todo su reyno; y al tiempo que fallesció, dexó por gobernadores á dos sobrinos su- yos, el uno llamado Quichiltidore y el otro Quichilbumi, el qual anduvo mucho tiempo desterrado del reyno de Gilolo, porque avia querido matar al rey, di- ciendo que le pertenescia el reyno de de- recho. Y segund decian los indios, algund derecho tenia; y al tiempo de la muerte le perdonó el rey, y le encomendó mu- cho que mirasse por su hijo, con el qual presto diera Quichilbumi donde nunca le vieran, si en su mano fuera. En el mes de octubre de aquel año de mill é qui- nientos y veynte y nueve, Quichilrrade, gobernador de Tidore, hizo una armada para yr á Moro, y pidió al capitan Fer- nando de la Torre veynte castellanos, y él se los dió muy contra su volun- tad, porque eran ya pocos los que te- nia, y los enemigos estaban cerca. Y partidos de Tidore, desde á quatro dias toparon con una armada de los portugue- ses ya sobre tarde, y vinieron á barloar- se los unos con los otros, y pelearon hasta que la noche les despartió, y toda- via tomaron los nuestros un parao con hasta cient personas y dos versos de bronge en él, y mataron quasi todos los indios. Y en esse mismo tiempo tambien andaba fuera la armada de Gilolo con to- dos los castellanos que en Gilolo residian: y cómo los que quieren vengar sus inju- rias (ó dessean hacerlas), aguardan tiem- po aparejado para ello, parescióle al pres- sente á la reyna de Tidore que se podria satisfacer la muerte de aquel Derota, su enamorado, de quien se tractó en el ca- pítulo XXVI; y assimesmo un mal espa- ñnol llamado Fernando de Bustamante, que estaba muy sentido, porque no le avian elegido á él los castellanos por ca- pitan general, despues que murió Martin Iniguez: desta causa, segund paresce, no se halló en él la lealtad que debiera tener. Este era uno de aquellos primeros que se hallaron en el viaje de Magalla- nes y en el descubrimiento del grande y famoso Estrecho austral, y avia tornado á España en la nao Victoria , que bojó el mundo con el capitan Johan Sebastian del Cano; y el Emperador le avia honrado y fecho mercedes, y le hizo su official en esta otra armada del comendador frey Garcia de Loaysa, y por tanto fué mayor su mal- dad y deslealtad. Assi que, aquella des- honesta y mala reyna y el dicho Fernan- do de Bustamante y un portugués llama- do maestre Fernando, escribieron á don Jorge de Meneses , capitan de los portu- gueses , avisándole cómo la, flor y mayor parte de los indios y los castellanos eran ydos de armada, y que seguro podia yr y tomar la cibdad de Tidore y la fortale- ca y todo lo demás, porque avia muy poca gente en la isla y no ternia quien se lo resistiesse. El don Jorge, certificado desto , aparejó su armada y fué luego so- bre Tidore y tomóla, aunque los nuestros se defendieron algo, y á la entrada de la cibdad mataron un castellano é hirieron y mataron algunos indios. Y el capitan Fernando de la Torre se acogió al baluar- te grande con los que se pudieron reco- ger con él (que todos no pudieron por la priessa que los portugueses les dieron); y luego don Jorge de Meneses envió á requerir al capitan que le diessé la forta- lega, y que le prometia que á ninguna cossa suya ni de los de su compañía toca- rian ni se les tomaria. El capitan respon- dió que en ninguna manera se daria; an- tes determinaba de morir y defenderse, _ como Dios le ayudasse. Todavia los por-- DE INDIAS. LIB, tugueses tornaron á le requerir otras dos veces, y no se queriendo dar, dixo el Bustamante al capitan que hiciesse sus partidos lo mejor que pudiesse, porque no era ya tiempo de hacer otra cossa; porque el Bustamante ni otros muchos que estaban allí, no avian de pelear con- tra los portugueses, y sobre esto passa- ron muchas cosas. Al fin, viendo Fer- nando de la Torre que no tenia gente en su favor sino muy poca, y que tenia á los enemigos ó parte dellos dentro de su fortalega, acordó de hacer su partido lo mejor quél pudo; aunque se pudiera de- fender de los portugueses y de los indios, si Bustamante no le amotinara la gente, porque el baluarte estaba bueno y fuerte con su cava, y tenia mucha artillería y municion. En conclusion, el partido que se le concedió, fué que el capitan Fer- nando de la Torre se fuesse en el ber- gantin con la gente que le quisiesse se- guir á Camapho, y llevasse en el ber- gantin una lombarda y quatro ó cinco versos y todas sus haciendas y armas los EX LAPRNO 91 que fuessen con él, y assimesmo de la factoría del Emperador lo que pudiesse. Y con estas condiciones se dieron los cas- tellanos, y diéronles término que hasta otro dia en todo el dia saliessen de la isla; y que llegados en Camapho, ningund castellano pudiesse entrar en las islas del Maluco, sin ligencia de los portugueses hasta en tanto que viniesse algund navío de la una parte ó de la otra; y casso que viniesse navío, se hiciessen saber la de- terminacion de lo que harian adelante. Y con tanto se partió el capitan Fernando de la Torre en el bergantin con los que le quisieron seguir, que fueron Pedro de Montemayor su teniente , y Martin García de Carquicano, thesorero general y Diego de Salinas factor, y Martin de Islares, y Pedro Ramos, y Diego de Ayala, y otros que en todos ellos y los que es dicho se- rian diez y nueve ó veynte hombres, y otros veynte se passaron con el Busta- mante á los portugueses, para participar en su deslealtad y mal nombre. CAPITULO XXXI. Cómo algunos de los castellanos no quisieron estar por lo que su capitan , Fernando de la Torre , avia as- sentado con los porlugueses , assi porque no se hallaron ni consintieron en ello, como porque decian que era desservigio del Emperador consentirlo; y cómo el galeon del gobernador, Hernando Cortés , tornó á arribar la segunda vez y vino á Camapho; y cómo el capitan , Fernando de la Torre , sejuntó con los cas- tellanos y se renovó la guerra, porque los portugueses no guardaron lo que avian assentado ; y cómo los indios de ambas partes se hicieron amigos y concertaron de malar á los castellanos y á los portugueses , y cómo fué descubierta la maldad de los indios , y otras cosas locanles á la historia. Dosmás que el capitan Fernando de la Torre y los castellanos perdieron la isla y fuerca de Tidore, por la forma que se dixo en el capítulo precedente, los que de los nuestros avian ydo en la armada de Qui- chilrrade, se desparcieron en Camapho unos á una parte y otros á otra, y el capitan Urdaneta volvió á Tidore con el gober- nador Quichilrrade con seys castellanos, y llegaron una noche despues que los por- tugueses tomaron la fortalega. Y viéndo- se perdidos y descontentos, el Urdaneta rogó y pidió por merced al Quichilrrade que le hiciesse dar un parao, porque se queria passar á Gilolo; y él mandó luego á un indio principal, que se decia Ma- chá, muy valiente hombre, que llevasse al Urdaneta. Y assi se fué á Gilolo, y lle- vó consigo otros dos compañeros y dos versos de bronce, y los otros sus com- pañeros se passaron á los portugueses. Los indios que llevaban el parao, yban 92 HISTORIA GENERAL Y NATURAL tan muertos y de mala gana, que no les podian hacer bogar, y era ya de dia y no estaban legua y media de los portu- gueses; y viendo el Urdaneta que no querian bogar, dixo al Machá, capitan del parao, que si no los hacia bogar, que luego saldrian los portugueses á los to- mar; que por amor de Dios los hiciesse bogar. Y él viendo que tenia racon, ha- bló á los indios y díxoles que higiessen de manera que no los tomassen los por- tugueses ; y algunos de los indios respon- dieron que no querian yr á Gilolo, sino volverse á Tidore, á saber de sus mugeres é hijos. Y cómo el Urdaneta vido esto, tiró con un calabay á un indio de los que respondieron, y passóle de parte á parte; y el Machá levantóse tambien contra los indios, amenacándolos, si no bogaban, que los castigaria de manera que les cos- tasse caro. Con este miedo comencaron todos á remar y darse tal priessa, que en menos tiempo de hora y media llega- ron á Gilolo, donde estaba el capitan Fernando de Añasco y los doce compañe- ros que allí residian, los quales se holga- ron mucho con el Urdaneta. Desde á quinge dias tuvieron nuevas que quatro compañeros de los que fueron en la mis- ma armada estaban en un lugar pequeño retraydos por miedo de los portugueses, y luego fué allá Urdaneta con un parao bien armado y los truxo á Gilolo; y assi se juntaron diez y nueve castellanos, y el rey de Gilolo se les ofresció de darles todo lo que oviessen menester, si quisies- - sen estar en su tierra; y assi se lo daba, porque los que avian ydo del armada no tenian otra cossa mas de sus armas. Des- de á qiertos dias, con el parescer de los gobernadores de Gilolo, fueron enviados á Camapho Alonso de Rios y Urdaneta para traer á Gilolo al capitan Fernando de la Torre y á essos pocos castellanos que con él estaban, por fuerca y porfián doselo mucho. Porque essotros castella- nos no querian estar por lo quel capitan avía assentado con los portugueses, assi porque no era servicio del Emperador, nuestro señor, como porque ellos no avian seydo en ello ni lo avian consenti- do, ni lo entendian aprobar. Y fueron con tres paraos de Gilolo, y llegados en Camapho, despues que hicieron saber su determinacion al capitan y á los otros castellanos , el capitan les rogó que le de- xassen á él, y dixo que no avia de que- brar lo que tenia assentado y jurado con los portugueses, si ellos primero no que- brantassen lo que tenian assentado con él. Y vista su voluntad, nole quisieron dar eno- jo, assi porque era bien quisto y valerosa persona, como por se tornar luego á Gilolo, como lo hicieron; y fuesse con ellos Martin García de Carquicano, thesorero general, y otros quatro hombres. Este Martin Gar- cía, al tiempo del assiento y juramento que hizo el capitan Fernando de la Torre con los portugueses no se halló en ello, y por esso decia que no era obligado á passar por ello, en especial siendo perjudicial tal assiento á Su Magestad y á Castilla. Desde á tres ó quatro dias que allegaron en Gilolo, fueron los portugueses con su armada sobre Gilolo, y requirieron á los castellanos que allí estaban que se dies- sen ó se fuessen donde su capitan Fer- nando de la Torre estaba : y ninguno des- sos partidos quisieron aceptar; antes pro- curaron de darles el alborada en la mar, para mejor se protestar en el derecho de Céssar, y que viessen que lo capitulado con Fernando de la Torre era en sí nin- guno, que no les paraba perjuycio ni que- . rian estar por éllo, aunque á todos essos que quedaban les costasse las vidas. Y paresqe ser que los portugueses fueron avissados, y se fueron sin atender á más. En el mes de diciembre siguiente de aquel año de mill é quinientos y veynte y nueve, volvió el galeon de la Nueva Es- - paña y arribó en Camapho con el capitan DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXXI. 20 Saavedra, y halló allí al capitan Fernando de la Torre; y porque ya en esse tiempo los portugueses no avian guardado en al- gunas cossas lo que avian capitulado , de- terminó el capitan de los castellanos de yrse á Gilolo con el galeon y el bergantin y los que con él estaban. Y assi lo pusso luego por obra, y juntáronse en todos los castellanos hasta sesenta y cinco hom- bres, aunque algunos de los que volvie- ron en el galeon se fueron en Camapho á los portugueses. Y desta manera tornó á encenderse y resucitar la guerra con los portugueses, la qual turó bien cinco me- ses: en el qual tiempo don Jorge de Me- - neses procuraba quanto podia con los in- dios de Gilolo secretamente que matassen á los castellanos y que les daria ciertas lombardas y tanta hacienda quanta ellos le pidiessen. Y junto con estos tractos que traya decia que le avian escripto de la India quel Emperador avia empeñado las islas del Maluco al rey de Portugal, y dixo á los indios que ya el Emperador avia dado el Maluco al rey de Portugal, y no tenian los castellanos que hacer alli. Oydo esto, los indios lo sintieron mucho, y dixeron entre sí que qué cosa era que el Emperador ni ninguno otro rey ni prín- cipe tuviesse poder para venderlos á ellos; y que hiciessen el Emperador y el rey de Portugal los conciertos que quisiessen, que ellos harian tambien lo que mejor les estuviesse, y que esto era matar los por- tugueses y los castellanos, y que no que- dasse hombre de aquestas dos opiniones entrellos. Y determinados y acordados en esto, dixeron á don Jorge de Meneses los indios, sus amigos, que si él queria to- - mar ó hacer matar á los castellanos, era nescessario que hiciessen paces con todos los del Maluco, y tambien con los caste- llanos; y que estando de pages, podria executarse mejor lo que desseaba, por- que lo concertarian con Quichilbumi, uno de los gobernadores de Gilolo, que esta- A O ba mal en lo intrínsico con los castella- nos, porque favorescian al rey chiquito. (Y era verdad, porque él desseaba alcarse con el reyno y los castellanos no se lo avian de consentir, y juntamente con el otro gobernador, llamado Quichiltidore, tenian la parte del chiquito rey, acor- dándose del buen tractamiento y amistad del rey su padre, y que se lo avia enco- mendado al tiempo que murió ). Y que fe- cha la concordia con todos los indios del Maluco, era fácil cosa de excluir los cas- tellanos daquellas partes. Y el don Jorge amó oyr esto, penssando que los indios no lo decian, sino solamente para daño de los castellanos y para engrandescer la parte de los portugueses; y vino en ello y díxoles que le parescia buen acuerdo lo que decian y que assi se hiciesse. Ya todos los indios del Maluco se tractaban y hablaban y estaban concertados de matar á todos los chripstianos: y pudiéranlo muy bien hacer; pero quisso Dios guardar- los de tan grand traycion, pues un indio muy principal, que era amigo del capitan Urdaneta, descubrióle en secreto la tray- cion que todos los indios ordenada tenian, para matar á todos los chripstianos, y en - la hora el Urdaneta avissó del caso al ca- pitan Fernando de la Torre. Y desde á muy pocos dias el don Jorge acometió á los castellanos con la paz, y los indios de Gilolo dixeron al capitan que la debia de aceptar, porque ya ellos tambien estaban muy trabaxados y cansados con las guer- ras. Los nuestros bien quissieran escu- sar las paces, porque mas peligrossa guerra les avia de ser la paz que la mis-. ma guerra, por la traycion que sabian que los indios tenian ordenada; pero por mas que se quissieron escusar, no les aprovechó nada y uvieron de conceder en ello. Y el capitan Fernando de la Torre y los gobernadores de Gilolo en- viaron al Urdaneta y á dos caballeros in- dios de Gilolo, llamados el uno Quichil- a 2 94 ¡STORIA GENERAL Y NATURAL liaca, y el otro Quichilatimor, á los por- tugueses y á Quichilderebes, gober- nador de Ternate, para que assentassen las paces. Y assi llegados estos embaxa- dores, assentaron la paz con los capítulos, en que los unos y los otros fueron confor- mes; y el Urdaneta dixo en secreto al don Jorge de Meneses la traycion que los indios tenian acordada; pero no le quisso creer. Antes procuraba con los indios de Gilolo quanto él podia, ofresciéndoles dá- divas para que matassen á los castellanos: y mediante essas paces contraydas, anda- ban los indios dando priessa en aparejar y efetuar su traycion, y llegó el negocio á ser tan público que vino á noticia de los portugueses. Y reconosciéndosse el don Jorge del engaño, acordóse quel Urdaneta le avia dicho verdad, y envió á llamar al rey chiquito y á Quichildere- bes, gobernador de Ternate, y á otros caballeros á la fortaleca, diciendo que queria hablar con ellos sobre cierto caso que les cumplia. Y cómo los tuvo den- tro, hizo degollar á Quichilderebes, y los otros hizo echar en la mar con sendas piedras al cuello atadas: luego todos los indios se levantaron contra los portu- gueses. Cómo los indios de Gilolo Ps quel don Jorge y los portugueses avian muerto aquello indios principales, pus- siéronse en armas y por mas que les ro- gó el capitan Fernando de la Torre, no se pudo acabar con ellos que enviassen un parao á Ternate con algunos castella- nos, á saber la certenidad de lo que pas- saba: antes comencaron á alborotar con- tra los nuestros Quichilbumi, goberna- dor y otros de su parcialidad, recelán- dose que lo mesmo le seria á él hecho que'avian hecho los portugueses á Quichil- derebes, porque estos dos eran los mas. principales urdidores de la traycion que avian acordado. Y estando el capitan de - Castilla muy despechado desto, y porque no podia saber la verdad de lo acaescido en Ternate, le dixo Urdaneta quel yria secretamente, cómo fuesse de noche, en una canoa á Ternate y sabria lo que passaba: y el capitan se lo agradesció mucho, y escrebió solamente una carta de pocos renglones, en crédito para Ur- daneta. Y assi aquella noche fué con una canoa y cinco esclavos que bogaban y un marinero que gobernaba, y por mu- cha priessa que se dieron, no pudieron llegar allá antes del dia, porque avia bien ocho leguas desde Gilolo á la forta- lega de los portugueses. Y todavia le re- conoscieron al Urdaneta los indios de - Ternate, y le capearon que fuesse en tierra, llamándole por su nombre; pero él no ossándose allegar á ellos, se fué á la fortaleca, donde los portugueses le res- cibieron con mucho placer y penssaban que yba huyendo. Y dió la carta á don Jorge, y leyda, díxole que hablasse lo que queria: al qual dixo de parte del ca- pitan Fernando de la Torre y de todos los castellanos questaban en Gilolo, que viesse si en alguna cosa le podian ayudar y fa- vorescer: que no mirando á las guerras - y enojos passados, lo harian hasta morir con toda su posibilidad. El qual don Jor- ge y los otros portugueses le respondie- ron dándole muchas gracias por ello; y dixo el don Jorge que lo quel y los por- tugueses rogaban al capitan Fernando de la Torre y á todos los caballeros é hi- josdalgo que con él estaban, y la ayu- da que les pedian por merced que se les diesse, era que no quissiesen ayudar á los indios contra ellos; y que si los cas- tellanos se quissiesen passar á ellos, les - prometia de los favorescer y ayudar y enviarlos á la India muy ricos; y que les consejaba que lo hiciessen, pues vian que los indios los querian matar y no te- nian fuerca ninguna para los resistir, y tambien porque les hacia saber quel Em- - perador avia empeñado aquella conquista DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXXI. 95 al rey de Portugal. Estonces Urdaneta le replicó quel le daba la palabra de parte del capitan y castellanos que no serian al pressente en ayuda de los indios contra los portugueses: y despues que le ovo dado las gracias por los ofrescimientos que hizo, en lo del empeño le dixo: «Se- ñor don Jorge, muy grand merced resci- biré y la rescibirán todos los castellanos, en que nos mostreys si hay algund man- dado de la Cesárea Magestad, por via de Portugal para que os dexemos la tierra li- bre y dessocupada; porque si nos lo manda Su Magestad, luego en la hora nos passaremos á vossotros, porque los castellanos y vassallos del Emperador no estamos en Maluco con tantos trabaxos y muertes y peligros, sino por servir á Su Magestad y no dexar la possesion de la conquista hasta en tanto que de Su Ma- gestad tengamos licencia. Y cada y quan- do que algund mandamiento de Su Ma- gestad nos venga, para que dexemos la tierra y las armas, lo cumpliremos á la letra como leales vassallos , y holgaremos de nos passar á vossotros, para dende aqui yr á dar la cuenta en España que somos obligados y alcaremos las manos á Dios por ello; pero de otra manera escu- sado es hablar en esto.» Y assi se tornó Urdaneta aquel mismo dia á Gilolo, á don- de llegó de noche, porque los indios no se rescelassen ni escandalicassen más de lo que ellos se estaban alterados. CAPITULO XXXIL. Cómo fué por capitan del rey de Portugal al Maluco Goncalo Pereyra y prendió á don Jorge de Meneses", y cómo el Goncalo Pereyra y los castellanos retificaron las paces entre las partes, como de antes las tenian con don Jorge y los portugueses; y cómo los indios de Ternate se alcaron contra los portugueses y to- maron la fortalega y mataron al dicho capitan Goncalo Pereyra, y cómo recobraron los portugueses su fortaleca y algaron por capitan á Vicente de Fonseca, y del favor que los castellanos le dieron á este capi- tan portugués, sin el qual él y los portugueses se perdieran; y eómo los castellanos enviaron á la India á pedir passaje, pues á cabo de tantos años Su Magestad no enviaba alguna armada ni socorro ; y cómo el capilan de la India del rey de Portugal envió el despacho y dineros para que los castellanos se fuessen á la : India. E añado Urdaneta á Gilolo, llegó de no- che como de susso se dixo, y halló al ca- pitan y á los castellanos bien apercibidos, y á punto de guerra, su artillería assen- tada y sus escopctas en los hombros, y por el consiguiente los indios puestos en armas. Y el capitan y todos se holgaron mucho con la llegada de Urdaneta y con las nuevas que les dió, y dixo de todo lo que avia dicho y fecho en su mensage- ría. Esta revuelta de los indios contra los castellanos no era de voluntad de todos los de la tierra, porque se recelaban los que eran servidores de su rey muchacho, - que si matassen á los castellanos, que en esse punto Quichilbumi se avia de algar con el reyno: á causa de lo qual dieron á entender al capitan Fernando de la Torre algunos de los indios que ellos favores- cerian á los castellanos contra Quichilbu- mi, que era el que hacia aquellos albo- rotos. Y los mas principales que á esto se ofrescian, eran Quichitidore Bongal y Quichilbaydua, justicia mayor, tio del rey chiquito y tio del mismo Quichilbumi, y otro que era señor de un pueblo que se llama Cebubu: venidos al efeto de que- rer castigar á Quichilbumi , rehusaron aquellos dos caballeros. Aquel dia del escándalo dixo el capitan Fernando de la Torre al Urdaneta cómo aquellos dos caballeros se le avian ofres- 96 HISTORIA GENREAL Y NATURAL cido con toda la parcialidad del rey; mas que le parescia junto con esso que se ar- maban contra los nuestros. Y oydo esto, Urdaneta fuesse á las casas del rey, don- de Quichilbumi y todos los indios estaban armados, ordenando de dar sobre los cas- tellanos; y cómo los indios le vieron que yba para allá, capeáronle que se volvies- se, y él no lo quiso hacer: antes fué has- ta la puerta, á donde le envió á decir el gobernador que qué era lo que queria, y Urdaneta dixo que queria hablar con Qui- chilbaydua, justicia mayor. El qual salió á él, y apartándose solo, le dixo que qué cosa era aquella y que por qué querian matar á sus amigos los castellanos sin cau- sa ni racon, aviendo siempre rescibido dellos buenas obras y leal compañia; y respondióle quel gobernador se recelaba del capitan Fernando de la Torre, y por esso avia fecho juntar todos los indios, por miedo que no le matassen. Estonces le replicó Urdaneta quel capitan no le: tenia mala voluntad al gobernador, antes era muy grande amigo suyo; y que si ellos querian, quel Urdaneta haria quel capitan con otros de los castellanos jurassen en su ley de no hacer el menor enojo del mun- do al gobernador ni otro alguno, hacien- do y jurando lo mesmo el gobernador y otros algunos dellos, en su ley. Y con es- tas y otras palabras que le dixo, le tru- xo y allegó á lo bueno, y dixo quel procuraria que assi se hiciesse. Y en- trado, se dió órden cómo ovo efeto la paz, y en la tarde del mismo dia se junta- ron todos y juraron el capitan Fernando de la Torre, y Pedro de Montemayor, y Alonso de Rios, y Fernando de Añasco, y Diego de Salinas , factor, y Urdaneta, y de la otra parte el gobernador y otros muchos principales; de manera que se renovó la paz y quedaron grandes amigos. Los indios de Ternate en este tiempo vinieron con grandes ofrescimientos á los - castellanos , para que los favoresciessen contra los portugueses, y lo mismo pidie- ron y rogaron á los indios de Gilolo ; pero ni los unos ni los otros no los quisieron oyr ni ayudar: antes respondieron que avia muy poco tiempo que avian assenta- do la paz con ellos y con los portugueses, y que los castellanos tenian por costum- bre de nunca quebrantar la paz, silos con- trarios no les diessen causa para ello. Y aun puesto que muchas veces les acome- tieron este partido, nunca los castellanos quisieron venir en ello; porque estaba claro y tenian por cierto que si mataran ó prendieran á los portugueses, luego ma- tarían los indios á los castellanos, porque no eran ya sino hasta quarenta hombres: que los otros todos eran muertos ó huy- dos á los portugueses. Desde á dos meses y medio, que seria en el mes de octubre del año de mill é quinientos y treynta, vinieron ciertos na- vios y una galera de portugueses de Ma- laca, y venia en ellos por capitan de la fortalega un Goncalo Pereyra: el qual, por hacer assentar la tierra y ponerla de paz, assi como le fué entregada la forta- lega, prendió al capitan don Jorge de Me- neses por la muerte de Quichilderebes; lo qual entendido de los indios de Terna- te, luego vinieron de paces, y tambien porque su rey dellos se le tenian los por- tugueses en la fortalega, y era moco de hasta doce ó trece años. Cómo los castellanos supieron que era llegado el capitan Goncalo Pereyra, en- viaron allá á Urdaneta, y dixo al capitan portugués de parte del capitan Fernando de la Torre, que yba á saber dél si que- ria estar por los capítulos y paz que te- % nian hasta alli con el capitan don Jorge de Meneses, y respondió que sí queria; y con esto volvió á Gilolo Urdaneta. — - Aquel capitan, Goncalo Pereyra, era hombre de mas de sessenta años, y muy - soberbio, y comencó de tractar mal á los. os y obras: los a. e . DE INDIAS. LIB. r les se tornaron á amotinar contra él. Por el mes de enero de mill é quinien- tos y treynta y un>, envió el Goncalo Pe- reyra al don Jorge de Meneses presso pa- ra la India, y en aquella nao yba un ca- ballero portugués, de quien hico confian- ca el capitan Fernando de la Torre, y envió con él relacion muy larga al Empe- rador, nuestro señor, de cómo los caste- llanos estaban en el Maluco y todo lo que passaba. Y este caballero portugués y Ur- daneta se concertaron para ello, y él le dió la relación firmada del Fernando de la Torre, y el portugués juró en una ara consagrada de llevar la dicha relacion y la dar á Su Magestad ó morir en la de- manda; y el Urdaneta juró en la misma ara consagrada que no lo diria á otro nin- guno, excepto á su capitan, al qual toma- ria juramento, para que no lo dixesse ni descubriesse á otra persona hasta passa- dos diez y ocho meses. Lo qual assi jura- do, segund despues se supo, aquel portu- gués llegó á Lisbona, y alli murió desde á pocos dias. Por el mes de abril de aquel año de mill é quinientos é treynta y uno, cómo los indios de Ternate andaban escandali- cados, determinaron de alcarse contra los portugueses y tomar la fortaleca. Y un dia ocho indios principales, dexando toda la otra gente apercibida y embosca- da para arremeter á la fortalega, quando fuesse tiempo, entraron en la fortaleca, como que yban á hablar al rey que esta- ba dentro en la fortaleca de contino, y tuvieron tanta osadia, que mataron al ca- pitan Goncalo Pereyra y á otros ciertos . hombres, y se apoderaron de la fortale- ca. É hicieron seña á los indios que esta- ban en la celada, los quales luego salie- ron fuera de la emboscada, y dexaron de yr á la fortaleca, y acudieron á las casas de los portugueses por robar, y los por- tugueses , viendo la traycion, acudieron los ue pudieron á la o acne FONO IL. XX. CAP. XXXII. 97 entrando, mataron y tomaron los indios que estaban dentro. Este dia mataron los indios muchos portugueses, y destruye- ron y quemaron toda su poblacion. Apoderados los portugueses en la for- taleca, y viendo que su capitan era muer- to, ovo entrellos algunas diferencias sobre quién seria capitan; pero en fin hicieron á Vicente de Fonseca, un hidalgo muy amigo de los castellanos , porque á quan- tos dellos yban á la fortaleca, les hacia mucha honra y los llevaba á su casa. El qual, viendo que muchos dellos eran mu- cho sus amigos, determinó de enviar una galera á donde los castellanos estaban, rogándoles que no quisiessen favorescer á los indios contra ellos, y que los favo- resciessen á los portugueses con algunos, -bastimentos por sus dineros. Y visto su ruego, el capitan Fernando de la Torre tuyo por bien de le favorescer en lo que pudiesse , é hico con los indios de Gilolo que les diessen todo lo que oviessen me- nester los portugueses por sus dineros; y la galera volvió cargada, y por el consi- guiente otra vez se hico lo mesmo. Y fué en tal tiempo, que si por este socorro no fuera, no se podia tener la fortaleca un mes contra los indios, porque quando la cercaron, no tenian los portugueses de co-. mer para veynte y cinco ó treynta dias. Viendo los indios de Ternate el favor que los chripstianos y los indios de Gilolo die- ron á los portugueses, vinieron de paces á ellos; y por este favor que los castella- nos hicieron á los portugueses, se les ofresció el capitan Vicente de Fonseca de hacer por los castellanos en todo lo que se ofresciesse. El año de mill é quinientos y treynta y dos acordaron el capitan, Fernando de la Torre, y los castellanos que con él esta- ban, de enviar un embaxador al gober- nador de la India de Portugal, pues vian que no yba ninguna armada del Empe- pador y nuestro señor, ác cabo de tanto 98 HISTORIA GENERAL Y NATURAL tiempo en su socorro, pidiendo al dicho gobernador que les diesse embarcacion para España, y les hiciesse prestar algu- na cantidad de dineros para ayuda á sus gastos; y con esta embaxada enviaron á Pedro de Montemayor, con una instru- cion del capitan Fernando de la Torre de lo que avia de hacer. Lo qual sabido por el capitan Vigente de Fonseca, tuvo por bien de dar embarcacion al Pedro de Mon- temayor para que fuesse á la India, vien- do que en ello servia al rey de Portugal, en que los castellanos saliessen del Malu- co, y que al Fonseca y los portugueses les. bastaba la contradicion de los indios, sin debatir con los unos y los otros. Y assi se partió este mensajero en el mes de enero de mill é quinientos y treynta y dos, y volvió por el mes de octubre del año si- guiente de mill é quinientos y treynta y tres, con Tristan de Atayde, capitan que yba para tener la fortaleca de Ternate; y llevó Pedro de Montemayor todo el recau- do. Y envió el gobernador de la India, Nuño de Acuña, á un Jordan de Fretes con un navio para que llevasse á la India essos pocos castellanos, á los quales en- vió con el capitan Tristan de Atayde dos mill ducados de oro, y una cédula para que ningun capitan portugués de ninguna fortaleca ni navio, ni de tierra alguna, tu- viesse jurisdicion sobre ellos , excepto so- lamente su capitan Fernando de la Torre, hasta en tanto que llegassen donde él es- taba. CAPITULO XXXIIL Cómo los portugueses tomaron la cibdad de Gilolo , donde estaban los castellanos, y de la forma que los castellanos y su capilan passaron á los portugueses, y se fueron eon ellos á Ternate á su fortaleca , donde el capitan Tristan de Atayde les dió los mill ducados quel gobernador de la India de Portugal les mandó dar para su camino, y de otras particularidades anexas al discurso de la historia. v enido Pedro de Montemayor de la > dia, á donde el capitan Fernando de la Torre y los castellanos le avian enviado, platicaron en la manera que debian tener para passar á los portugueses; y aviendo hecho saber á Tristan de Atayde cómo se yrian á donde estaba, para que los avias- se y pudiessen yrse, no se sabe por qué via los indios de Gilolo alcancaron á saber la determinacion de los castellanos, y que se querian yr á los portugueses, de lo qual les pessó tanto, que estuvieron mo- vidos de matarlos; y levantaron luego guerra contra los portugueses, porque no tuviessen lugar de yrse á ellos los caste- llanos. Los quales, viendo la mala inten- cion de los indios, dixéronles que no se querian pt á los portugueses, antes les querian hacer la guerra en su compa- ñia (puesto que les pessaba á los castella- nos de constreñirles la nescessidad, á de- cir lo que no tenian en voluntad). El Tristan de Atayde, sabido que los indios de Gilolo estaban de guerra, pen- só que era cautela de los castellanos, y que no querian passarse á ellos ni yrse de la tierra. Y luego higo grand junta- miento de indios, y con muy grand arma- da fué contra los españoles castellanos, con propóssito de no dar la vida á ningu- no dellos; é ydos allá los portugueses, procuraron los nuestros de hacer saber al Tristan de Atayde su intencion de nuevo, que era yrse á ellos. Mas el tiempo no les dió lugar de poderlo. dar. á entender tan á la clara. como. o pero. todavia DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXXI. + 00 conosció el portugués capitan en las se- ñas de los castellanos su voluntad; y es- sa misma noche mandó pregonar por to- da su armada que ningun portugués ni indio fuesse osado de hacer ningun mal á castellano alguno, ni tocassen en cosa su- ya. Y assi, otro dia la mañana, antes del dia, comencaron á combatir la cibdad con artilleria gruessa, y el mismo Tristan de Atayde, con la mayor fuerca de la gente, salió en tierra en cierto lugar apa- rejado y á su propóssito, media legua desviado de la cibdad de Gilolo. El capi- tan de los castellanos, con diez dellos y con la mayor parte de los indios, salió fuera hácia donde los portugueses avian desembrarcado, y el capitan Urdaneta que- dó con cierta gente de indios y quatro castellanos enfrente de la cibdad, donde estaba la entrada de los navios. El capitan Fernando de la Torre: topó en el camino en un monte con los portu- gueses, é hicieron ademan los nuestros cómo que querian arremeter á ellos, y los indios de Gilolo lo rehusaron y se hu- yeron luego , y con ellos essos pocos cas- tellanos que eran á la vuelta; y de aquella primera vista hirieron al factor Diego de Cuevasrruvias en un cobdo de un esco- petaco, del qual dentro de diez dias mu- rió. El capitan Fernando de la Torre con los castellanos se acogió á la cibdad, y allí esperó á los portugueses, y los indios se huyeron á los montes y la isla adentro, y desampararon la cibdad; y assi la to- maron los portugueses sin resistencia. En la qual ovieron poco despojo ó saco, por- que todo lo bueno de sus haciendas y sus mugeres tenian los indios fuera del pueblo. Al capitan Fernando de la Torre yá los castellanos los rescibió el capitan Tris- tan de Atayde muy bien, y ningun portu- gués ni indio los enojó ni tocó en cosa su- ya. Y los portugueses les requirieron que fuessen con ellos á los thesoreros del rey. y haciendas de los indios á mostrárselas, prometiéndoles departir con ellos igual- mente y aun con ventaja; pero ninguno de todos los castellanos ovo que lo qui- siesse aceptar, aunque los mas dellos sa- bian dónde tenian los indios lo que te- nian, y avia bien que tomar. Porque les paresció que no hicieran en ello lo que debian, ni era racon de enojar á los in- dios de Gilolo, pues que les avian hecho buen recogimiento y compañia, puesto que algunas veges se avian determinado de matar á los castellanos; pero no lo hi- cieron en fin, porque aunque algunos los desamaban, otros los querian bien y los favorescieron en todo el tiempo que estu- vieron en Gilolo, y les dió el rey cierta racion, para comer á todos en general, y á algunos en particular daba en secreto mas cantidad para ayuda á sus gastos. Aquel dia que los portugueses toma- ron á Gilolo, avia diez y siete castellanos por todos, porque los demas se murieron de dolencias, y algunos, en ofensa suya propria y de su vergúenca, y no bien mi- rándolo, se passaron á los portugueses. Por manera que se fueron essos que que- daron vivos (y como leales) del armada del comendador Loaysa á la fortaleca de los portugueses , donde el capitan Tristan de Atayde dió dos mill ducados de oro al capitan Fernando de la Torre: el qual re- partió los mill é quinientos con los caste-. llanos como le paresció, no por satisfa- cion de sus méritos, que eran grandes y - muy dignos de crescidas mercedes, sino para ayuda al camino; porque sus traba- xos fueron muchos en el tiempo que es- tuvieron en la cibdad de Gilolo y en la de Tidore, assi de muchas dolencias, como en la guerra de los portugueses y en la sospechosa compañia de los indios, que muchas veces acordaron de los matar, y milagrosamente Dios los guardó, como porque su pobreca fué mucha, y no t te- za o nian a que Lera IcIion ni mas de : quell 100 HISTORIA GENERAL Y NATURAL quel rey de Gilolo les daba, y andaban mal arropados y descalcos por los montes - muy ásperos á montería de puercos: el - qual exercicio les ayudó mucho, porque siempre tenian qué comer para ellos y -Qun para sus amigos y familia de casa; porque cada uno tenia su indiecuela, y aun algunos sus hijos é hijas, y aquella monteria les era socorro para sus nesces- sidades y sustentacion ordinaria. CAPITULO XXXIV. Cómo se distinguen las islas del clavo, que llaman del Maluco, y la relacion del clavo que se coge en cada una dellas un año con olro; y de sus costumbres y casamientos y tracto y mercaderias que entre aquellas gentes se tractan. Y assimesmo de las islas de los Celebes, y de las islas de Banthan, donde se coge la nuez moscada, y de las islas de Burro y Bandan y Ambon, y de la moneda comun que corre en las islas del Maluco. Es islas del Maluco, donde hay clavo, -son cinco islas, y son aquestas: Ternate, donde tienen los portugueses su fortaleca, en la qual hay rey. Y es- ta es la isla que está mas allegada al Nor- te, y está en un grado (poco mas ó me- nos) desta parte de la línia equinocial: es tierra alta y muy montuosa. Los ár- boles del clavo estan en el medio de la sierra de la vanda del Norte. Son árbo- les muy grandes; y cógense en esta is- la un año con otro tres mill quintales de clavo. Y el rey desta isla señorea otras muchas islas; y terná Ternate ocho Je- guas de sircunferencia, poco mas ó me- nos. Tidore es la isla donde los castellanos hicieron su fortaleca, y es assimesmo al- ta mucho, y en lo alto del pico ó cumbres es mas agudo que Ternate. Hay rey en esta isla, el qual señorea otras muchas is- las y tierras. Está Tidore en dos tercios de grado de la línia equinocial puesta á la banda del Norte. Tiene de circunferen- cia ocho leguas, poco mas ó menos. Có-- gense en ella un año con otro tres mill quintales de clavo. Hay desde Ternate á Tidore una legua pequeña. e ES Motil tiene clavo: no es isla tan alta co- mo las susodicha; y en esta isla no hay rey, y siempre es subjeta á Ternate ó4 - Tidore.. Cógense en ella unos años con otros mill y doscientos quintales de clavo: terná de circunferencia cinco leguas, y -está á tres leguas de la primera tierra de Tidore, y en la línia equinocial puesta. Machian es isla menos alta que Terna- te, y es mas alta que Motil. Tiene de cir- cunferencia siete leguas, y está tres le- guas de Motil. Cógense en ella tres mill quintales de clavo; y el clavo desta isla se tiene por el mejor de todas essotras is- las. No hay rey en esta islá; pero hay mu- chos señores, y á uno dellos llaman Zan- gagí, que quiere decir tanto como duque ó marqués, ú otro ditado honroso más que los otros nombres, y menos que rey; é assimesmo al mayor señor de Motil le llaman Zangagi. Bathan es tierra gruesa y de muchas montañas , y tiene muchas islas al rede- dor de sí, que todas parescen una: no es alta como las otras islas que es dicho, y hay rey en esta isla, el qual siempre fa- voresció á los portugueses. Está Bathan diez leguas de Machian: el qual Machian está un grado de la otra parte de la equi- nocial hácia el polo antártico, y Bathan está dos grados de la otra parte de la lí- nia, assimesmo hácia el antártico polo. Cógense en essa isla mill y ochocientos - quintales de clavo, y no es tan bueno co- e mo los de las otras islas; y todas. ellas se z Corre, Norte Sur. E vs DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXXIV. 101 No hay clavo que se coja en cantidad en ninguna otra isla, sino en estas cinco “que se han nombrado de suso; puesto que entre ellas hay otras muchas islas que aqui no se nombran, y en algunas se Co- ge clavo, pero muy poco. La isla de Gilolo es grande, y su cir- cunferengia es doscientas leguas, pocas mas ó menos. Llámanla los indios á esta isla Aliora, y Gilolo es una provincia de- lia donde está el rey de Gilolo. Esta isla Aliora está cerca de la isla de Tidore há- cia el Leste, obra de dos leguas de tra- viessa, y este rey no señorea sino poca parte de la isla. El pueblo principal de 'Gilolo está ocho leguas de la cibdad de 'Tidore hácia el Nordeste, y los reyes de Ternate 6 Tidore señorean parte desta misma isla Aliora, y la gente destas islas es de mucha racon. Tienen pesso y me- dida; y si alguno es delingúente, castí- ganle con le desterrar ó le matar, segund la calidad de la culpa, y por las mas ve- ces los castigan en la hacienda. Es gente de mediana estatura y como los españo- les, y son muy ligeros y sueltos y bien proporcionados: andan tresquilados de contino y vestidos de paño de algodon y fle seda, y sus tocas en las cabecas. Son moros y tambien hay algunos gentiles. Toman quantas mugeres quieren, y los hombres dan hacienda en casamiento á los padres de las mugeres que toman, y descásanse quando se les antoja. La ha- cienda questos indios prescian y tienen en mas estimación es oro, que aunque no lo hay en las mismas islas, cada año les viene de las islas de los Celebes por mercaduria: tambien prescian mucho la plata, puesto que alcancan muy poca. To- do terciopelo de colores prescian mucho, y tambien paño de colores para hacer unas ropeticas cortas, que les llegan á me- dio muslo ó poco mas. Paños de seda y algodon les llevan en mucha cantidad de la India de Portugal. De la China les lle- espejos, cuentas, y corales. van porcelanas, porque en aquellas islas del Maluco dan por ellas y las estiman más que en parte del mundo ; porque un plato mediano de aguamanos vale allí veynte y cinco y treynta y aun cinqúenta ducados , y uno que tenga tres palmos de abertura vale trescientos ducados y mas. Tienen unos instrumentos , para tañer en sus fiestas y quando van á pelear, que suenan como campanas propriamente, y préscianlos y valen mucho. La mayor campana, que en el tiempo ques dicho se avia visto, era de quatro palmos largos de anchor, y son en círculo redondas , y en el medio tienen una copa como una copa de sombrero; y son fechas á manera de Un arnero ó criva. Tambien tienen otros instrumentos y muchos atabales. Y quando andan reman- do, siempre andan cantando, aunque an- den dos y tres meses por la mar. Cosas de laton y vidrio prescian mucho, y essas cosas de Flandes, assi como cuchillos, y y tijeras, y cosas de marfil, y Los indios de las islas de los Celebes, los mas dellos son ydólatras, y tambien hay algunos moros, aunque pocos. Hasta estas islas se extiende ó alcanca la secta de Mahoma. Todos estos indios, assi co- mo son hombres, para pelear se pintan desde los piés hasta las cabecas de diversas maneras, y píntanse en comencando á ha- cer algun buen fecho de esfuerco en la guerra; y la pintura es perpétua para quanto viven, assi como las pinturas de los moros de Berberia : quiero decir, de aquella manera de tinta negra sobre san- gre , que nunca jamás se les despinta. Traen los cabellos largos y encogidos, dados una cierta vuelta en el colodrillo. Tambien prescian en estas islas de los Ce- lebes todas las cosas que se dixo de su- s0; pero mucho mas que todo, el hierro. para sus armas y hachas para cortar leña. En algunos destos pueblos de las islas de — 102 los Gelebes (y aun en Maluco) alcancan algunos tirillos de bronce, los quales se hacen en la Java, que está al Sudueste quarta del Oeste trescientas leguas del Maluco mas al Oriente, y en ocho grados de la otra parte de la línia equinocial, há- cia el polo antártico. Las islas de Bandan están en quatro grados largos de la otra parte de la línia equinocial. Son siete islas pequeñas: en estas se coge la nuez moscada. No se sa- be hasta el pressente tiempo nuestro que la haya en otra parte: cógense en las di- chas islas cada año tres mill bahares de nuez moscada, que son doce miil quinta- les, porque cada bahar es quatro quin- tales. Han de yr para Bandan desde Ti- dore, donde los castellanos tuvieron su fortaleca , al Sudueste, obra de noventa leguas, hasta ponerse tan adelante como Burro y Ambon; y desde Burro , ponién- dose en su altura de Bandan , han de tor- nar al Leste obra de sessenta leguas has- ta dar en las dichas islas de Bandan. La gente destas islas no es tan dispues- ta ni de tanta arte como la del Maluco: no tienen rey, sino señores, y es gente muy dada al tracto: son ricos. Y entre es- tas islas de Bandan y el Maluco estan las islas de Ambon, que por otro nombre se llaman Java: son muchas, por causa de las quales dichas islas no pueden yr des- de Maluco á Bandan por derrota batida. Tambien es gente belicosa la de Bandan en sus tierras; y fuera della no son para mucho. Tienen mucha artilleria de versos de bronce y otros tirillos, y tambien usan escopetas; por lo qual no son subjetos á nadie ni los pueden señorear. Los portu- - gueses van allá desde Malaca cada año, y llevan toda la nuez moscada. Las islas - de Ambon las señorean la mayor parte dellas los reyes del Maluco. En Ambon no hay cosa de provecho sino bastimentos, que hay muchos, en especial. de un pan como a cagabi , que llevan muchos jun- S HISTORIA GENERAL Y NATURAL cos cargados dello hecho vizcocho, desde alli á otras partes muchas. Y tura aquel vizcocho tres años, si tanto lo quieren te- ner, sin que jamás entre en ello gorgojo ni otra suciedad ó corrupcion. En todas estas islas del Maluco corre cierta moneda de cobre, hecho en medio della un agujero quadrado, la qual unos la llaman picís y otros caz, la qual es de la forma que aqui está debuxada y del mismo tamaño, con ciertas letras ó carac- téres que no me supieron decir en qué lengua están escriptas; y aquestas de la una parte y de la otra no tienen figura ni letra alguna. Quatro monedas destas me dió Martin de Islares, del qual en esta relacion se ha fecho memoria, y pu- se aqui la forma de la moneda assi del un cabo como del otro. Em 42, fig- 3.5). | La isla de Burney es rica cosa, y hay rey en ella, y cógese mucha canela allí. En tres grados de la otra parte de la línia equinocial hácia el polo antártico, y algo mas de sessenta leguas de la fortaleca de Tidore, la via del Nordeste, aunque en- tremedias, están Bahan y otras muchas islas. : Quassi al Oeste de la isla de Bahan, ses. senta leguas, poco mas ó menos, está una isla pequeña que se llama Bangay, tierra baxa; y terná de circunferencia ocho ó diez leguas. Supe del capitan Urdaneta, que estuvo en ella, que allí tienen rey, y la gente della son ydólatras y muy be- licosa generacion, tanto que en esso nin- guna nacion de aquellas partes se le iguala. Y aquel rey señorea muchasislas y provincias, y á legua y media de aquella isla está otra isla grande, que no supo decirme su circunferencia , porque no an- duvo sino una parte della: llámase Tobu- * cu, 6 á lo menos llaman assi á unha pro- vincia della, que está obra de sessenta le- guas de Bangay. En aquesta isla se hace el pa de sn Sapo. a las armas DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXXIV. que tienen en el arcipiélago de los Cele- bes, y Maluco, y Ambon , y Bandan, y otras muchas partes, y es cosa grande y para no se creer, sin verlo, la mucha can- tidad de armas que en aquella isla se ha- cen, assi alfanges como dagas, acagayas y harpones y otros muchos géneros de armas, y hachas, y unos cuchillacos grandes, para rogar y talar arboledas y montes de boscajes. En la qual isla estuvo Urdaneta, y testifica que en Tobucu el año de mill é quinientos y treynta y tres cargó juntamente con unos indios de Gi- lolo de aquellas armas, y las llevó á otras partes á vender. Allí prescian mucho, allende de otras cosas mejores, qúentas de vidro de todas suertes. La gente de aquella isla grande es ydólatra. En Ban- gay, la qual isla por otro nombre se lla- ma Gapí, estuvo el capitan Urdaneta el año de treynta y dos, que el capitan Fer- nando de la Torre y el rey de Gilolo le enviaron por embaxador, en respuesta de otra embaxada que antes les avia envia- do e rey de Bangay; y al tiempo que lle- gó poco antes era muerta la reyna, y an- daban todos los indios muy tristes por su finamiento, y hacian una destruycion y matanca de indios grande. Porque creen que, despues de muertos, en el otro mun- do, donde van las ánimas, tambien han menester comer y tener quien los sirva: y por este respecto, al tiempo que la reyna de Bangay murió, mataron muchos in- dios é indias principales, y de aquellos mas amigos y allegados á ella, y despues cada semana mataban cierta cantidad de personas en todo el tiempo quel capitan Urdaneta estuvo allá, que fueron quarenta dias. Y la manera dela muerte que daban á los que assi dedicaban al servicio de la rey- na, ó mejor diciendo al del diablo, era que los ahogaban con una soga ó cuerda, dán- doles un garrote al pescueco, y despues los colgaban por las casas del rey; y aviéndoles tenido assi un rato, los echa- | 403 ban en la mar con grandes pessas á los piés. Y preguntándoles Urdaneta que por “qué se hacia tan grand crueldad, fuéle respondido que era assi nesgessario, para que en el otro mundo sirviessen y acom- pañassen á la reyna los que assi mataban: y esto avia de turar catorce semanas, Ó hasta que passassen tres lunas y entrasse la quarta, contando desde el dia que mu- rió la reyna. Esta diabólica opinion, en estas nuestras Indias é islas y Tierra-Firme , en algunas partes se usa de la manera quel letor lo podria ver en la gobernacion de Castilla del Oro, y en la provincia de Cueva y otras partes, é yo he visto algo dello. Tornando á la relacion de Urdaneta, dice que estando él en aquella isla de Bangay, acaesció que una parienta del rey hurtó unas arracadas ó carcillos de oro de las orejas, en casa del rey, las quales podrian pessar quatro pessos. Y es tan aborrescido alli este delicto del hurto en tanta manera, que assi como lo supo el rey, luego mandó matar á la que come- tió el hurto, y á otros que lo sabian y no lo descubrieron. Y assimesmo mandó aquel rey matar á un vassallo suyo prin- cipal, y á su muger é hijos, diciendo que eran hechiceros. Nunca pudo acabar el embaxador Ur- daneta con el rey que se viessen con él para le referir su embaxada, diciendo que estaba de luto y que no se podia ver con extrangero alguno. Y envió á decir que dixesse lo que quisiesse á ciertos caba- lleros que le envió á hablar, y Urdaneta no lo queria hacer, diciendo que una em- baxada de un capitan general del Empe- rador no se avia de dar sino á la misma persona del rey. Y sobre esto passaron muchas altercaciones: de manera, que el rey estuvo determinado de hacer matar al Urdaneta y á los indios de Gilolo; y siendo avissados desso, embarcáronse en sus paraos para yrse de allí. Y cómo el 404 rey supo que se yban, envió luego cier- tos indios principales á rogarle á Urdane- ta que no se fuesse, y quél le prometia de se yer luego con él y oyrle. Y tanto se lo rogaron y aseguraron con juramen- - tos y otras protestaciones á su ussanca, en que ovo de entrar aquella de la san- gre del pecho (que se dirá adelante), que Urdaneta se desembarcó y fué á la casa del rey, á le dar su embaxada. Y llevaba consigo ciertos principales de Gilolo, á los quales envió á decir el rey que si avian de comer puerco, que fuessen con el embaxador chripstiano, y si no, que se volviessen. Pues como los de Gilolo son moros y oyeron lo quel rey les envió á decir, respondieron quel rey de Gilolo no los enviaba á quebrantar su ley, sino como á mensageros y embaxadores su- yos, á decirle su voluntad; y que esta el capitan Urdaneta la sabia tambien y se la podria decir. Y assi se tornaron á los pa- raos, y el Urdaneta fué solo. El qual, lle- gado al palacio del rey , le envió á decir que le perdonasse, porque no le podia hablar en persona; y que dixesse su em- baxada á giertos caballeros, que ellos se lo dirian como él lo dixesse. Y cómo el Urdaneta vido quán del pié á la mano le avian mentido el rey y sus Mensajeros, aviéndole dicho de su parte que le oyria, y que no lo haciendo, estaba en peligro, y que la voluntad del rey era no verle, ni tampoco ya Urdaneta lo desseaba, no quisso mas porfiar, y refirió lo que le era mandado que le dixesse. Y envióle pres- sentadas giertas cossas que llevaba para darle , de las quales el rey hizo poco ca- so. Y aun en la verdad, no era de mu- cho valor; pero tomó solamente unos manteles alemaniscos, y lo demas se lo volvieron diciendo quel rey decia que lo tomasse para sí; y él lo tomó, y lo dió todo luego y lo repartió entre aquellos caballeros que allí estaban, los quales se holgaron con E E luego s se le dió. la ES HISTORIA GENERAL Y NATURAL respuesta que todo eran palabras de ofrescimientos, y mandóle dar de comer al embaxador, y ciertas cossas de poco valor. Y assi se tornaron con licencia del rey, y compraron mucho hierro labrado; y partiéronse de allí, porque llevaban muchos paños de seda y algodon y otras mercaderías, y quisieron yr á Tobucu á cargar de hierro, y anduvieron quince dias con vientos contrarios; y no pudien- do llegar allá, tornaron á arribar á Ban- gay. Y sabido el rey cómo eran tornad os y que avian querido yr á Tobucu á car- gar de hierro, pessóle mucho, diciendo que por qué no avian cargado en su isla; y mandó que no les vendiessen nada ni les diessen de comer, ni los dexassen sa- lir en tierra. Y assi partieron de allí sin llevar. agua ni de comer, y porque en el camino avia algunas tierras de guerra, dexaron su viaje y atravessaron engol- fándose para el Maluco derechamente, con esperanga que matarian algund pescado, pues llevaban buenos aparejos para ello. Y navegaron en cinco dias hasta Maluco, y el agua no les turó, un poco que te- nian, sino dos dias; pero mataron mu- chos pescados, que comieron crudos, por- que no avia de qué hager fuego. Y co- mian hígado de tiburones, á vueltas del mismo pescado de tiburon; y Cómo aquel hígado dicen ques frio, ó por su propria calidad es fresco, no sentian sed. Dixe de susso de la protestacion ó ju- ramento de la sangre del pecho, y no de- claré qué gerimonia ó seguridad es aque- llo; y parésceme que aqui mejor que en otra parte quadrará la declaracion dello. Supe deste capitan Urdaneta y de Mar- tin de Islares, que en las islas de los Ce- lebes y Banguay y Tobucu acostumbran hacer paces con los forasteros desta ma- nera. Sángranse de los bracos, y toman aquella sangre del uno el otro, y el otro la del otro, y se la beben á vueltas de | sn. taca de vino o de palmas. Y este j jurar a . z DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXXIV. mento algunas veces le quiebran; pero hay otro mas fixo y de mayor solemni- . dad, y que es inviolable, y no se quebran- ta sino con muy justa causa: y es san- grándosse de los pechos y bebiendo aquella sangre de la manera ques dicho. Y assi se hizo, asegurando al Urdaneta quando le llevaron al rey de Bangay, y 105 él hizo lo mismo, y bebió de la sangre de aquellos que de parte del rey le llamaron, para quél tuviesse seguridad y ellos y el rey la tuviessen dél y de quien le envia- ba. Y otras veces algunas me dixo que le avia acaescido en aquellas partes, y es ussanca y crédito entre los mas principa- les hombres y los embaxadores. CAPITULO XXXV. De algunas costumbres y cerimonias y ritos de los indios de las islas de la Especieria; y de cómo los casle- llanos se partieron del Maluco para la India y passaron por la Java, en especial el capitan Urdaneta , ques el que más anduvo y vido de aquellas partes; y dónde se coge la pimienta, y de las contractaciones del Le= vante y de la Malaca; y cómo Urdaneta llegó á Lisbona en Portugal y de allí fué á Castilla, y dió relacion en el Consejo Real de las Indias de Su Magestad de todo lo subcedido en la Especieria, estando la Cessárea Magestad fuera de España; y cómo passó despues por esta cibdad de Sanclo Domingo de la Isla Española con el adelantado don Pedro de Alvatado, donde fuy dél y de Martin de Islares informado de lo ques dicho + Lo indios de los Celebes en algunas partes son mas inclinados á libídine que en otras partes, y traen metidas en el miembro genital entre el cuero y la carne unas pedrecicas redondas, y el que tiene mas dessas aprueban las mugeres por cossa mas grata á su bestial delectacion. Otros traen un cañuto de plata ó de es- taño, como son las personas, metido. Y en aquellos cañutos meten unas vergui- tas de plata ó de oro al tiempo que se quieren allegar á las mugeres en el coyto. Algunos dellos traen los dientes un poco horadados, y en ellos metido un poco de oro; y quando abren las bocas, reluce aquel oro, y digen que es reme- dio especial para el buen aliento, y que el diente que assi está guarnescido, nunca se les pudre ni les duele; y demas desso, es una muy grand gentileca entrellos. Tambien traen unas orejeras de oro, y -—manillas y axorcas de oro muy bien la- bradas los hombres principales en las mu- ñecas, y aun algunos de los cobdos para arriba en los molledos de los bracos, y en especial los caballeros y hombres que - siguen en la guerra entre ellos. Muchas Ms y de lo que se dirá en el capítulo siguiente. cossas se pudieran decir de otras parti- cularidades que este capitan Urdaneta vido y no tuvo tiempo en lo que aqui es- tuyo, para mas de lo que he dicho, y en este capítulo se contiene. Y volviendo á su salida del Maluco, dice que el año de mill é quinientos y treynta y quatro par— tió del Maluco el capitan Fernando de la Torre para la India, y.el Urdaneta partió el año siguiente de mill é quinientos y treynta y cinco, y passó por la Java, don- de estuvo en Panaruca. La Java es tierra muy buena y rica de mucho oro: hay en ella caballos , y búfanos, y vacas, y puer- cos, y gallinas: todo esto como lo de Es- paña. El rey de Panaruca es gentil: ado- ran en los bueyes: es gente muy belicosa y de mucha sagacidad ; hácesse allí arti- llería, y aquella Panaruca es grand cib- dad y bien cercada de muros de ladrillo, y con sus torrejones á trechos. Hay mu- chos juncos, que son unos navíos gran- des y de mucho porte algunos: y en la misma tierra de la Java hay mucha pimienta en Cunda, y los que posseen la pimienta son muy grandes enemigos de los portu- IS, gueses. Y mucha e de la pir 106 se carga y llevan á la China, porque allá vale mucho; y si en el Maluco turára la contractacion de los castellanos , bien se - pudiera aver de la pimienta de la Java por sus dineros. Hay en la Java quatro reyes, y continuamente tienen grandes guerras los unos contra los otros. Y aquellos in- dios de la Jaya son la gente mas deter- minada en trayciones y maldades que to- das las generaciones de las Indias. En al- gunas partes tienen tracto con los portu- gueses; y muchas veges acaesce que se van á las naos de los portugueses algunos mancebos á mirar y holgarse y por tentar si podrán hacer alguna burla á los portu- Sueses; y quando no hallan manera para los engañar, determina alguno dellos de dar á entender á los portugueses que los otros sus compañeros que van con él, son sus criados y esclavos, y se yguala con el capitan de la nao para que se los com- pre, y los portugueses los compran pens- sando que son sus esclavos; y assi se quedan burlados y vendidos los tristes engañados, y el otro bellaco se vuelve con el valor de los otros sus compañeros. Otras veces ha acaescido venderse los unos á los otros, y cómo viene la noche, andan algunos dessos malos á apañar quantos indios é indias pueden aver y to- pan, y los llevan, en amanesciendo, á las naos de los portugueses y se los venden al mejor presgio que pueden. Hácese en aquella isla mucha artillería de bronce. En la cibdad de Panaruca no se hacen aquellas bellaquerías ques dicho, porque hay justigia y se castigaria lo tal muy bien; y el rey de Panaruca es grande amigo de los portugueses, y los favo- resce. Desde allí de Panaruca passó Urdaneta á Malaca, donde estuvo tres meses y me- dio. Allí en Malaca tienen los portugue- ses una fortaleca, dondé estan continua- HISTORIA GENERAL Y NATURAL mente quinientos dellos, mas no seño- - rean cossa alguna dentro en la tierra. Y en aquella sacon estaban en paz los por- tugueses con todos los indios de aquellas comarcas: y en esse poco de tiempo que allí estuvo Urdaneta, dice que entraron mas de trescientos juncos, unos con bas= timentos y otros con muchas y diversas mercaderías, assi de la Java como de Timor, como de Bandan, Maluco, Bruney,. Pahan , Patane, Pegú, Malabar, Bengala, _de la China, como de los Gucarates y Otras muchas provincias. Y entre aque- llas diversidades de generaciones, avia assimesmo diversas mercaderías y espe- cierías y droguerías, assi como almizcle, sándalos, marfil, paños de seda y algo- don, oro y plata y piedras presciosas, y Otras muchas cossas. Assimesmo venian de Zamatra, la qual dice que estaba de allí veynte leguas, con mucho oro y muy fino; y ovo dia que en dos barcos muy pequeños vinieron mas de siete quintales de oro, del qual poca cossa dello com- pran los portugueses, y todo lo demas compran unos mercaderes que llaman Quillines; y es Cossa muy grande y seña- lada en el mundo la contractacion y ri- quegas y diversidades y grandes cantida- des de cossas que cada un año y á la con- linua se compran y se venden y truecan en aquella cibdad. Aquella isla Zamatra que se dixo de susso, de donde ya tanto oro, está en la línia equinocial y passa por ella y participa tambien del uno y del otro polo; y quieren algunos degir, y la opi- nion de los mas es conforme, en la aver y tener por aquella famosa y grande isla y riquísima, á quien los antiguos cosmó- graphos llaman Trapobana, de la qual Plinio hace señalada mencion *, é otros historiadores.. Desde Malaca partió Urdaneta á los quinge de noviembre de mill é quinientos 4 Plin.,Jib. VI, cap, 22. > DE INDIAS. LIB y treynta y cinco para la India, á noso- tros oriental, y ocho dias antes de la Na- tividad de Chripsto, Nuestro Redemptor, llegó al reyno de Cochin, donde halló á Fernando de la Torre y á los otros caste- llanos que estaban de partida para Portu- gal; y alli estuvo hasta doge de enero del año de mill é quinientos y treynta y seys, - que se partió Urdaneta para Portugal en una nao llamada Sanct Roque, y partie- ron cinco naos juntas, de las quales era Dalla Bono ass ed: el capitan Fernando de la Torre quedó en Cochin, desde donde avia de partir dende á siete ú ocho dias; y porque estos caste- llanos temian que en el camino los portu- gueses los encapillassen y echassen á la mar, ó que los matarian con poncoña (porque una de las cosas, de que ellos mas cuydado han tenido, ha seydo, á ca- pa cayda, tener manera quel Emperador no sepa enteramente las cosas de la India Oriental, y para esse efeto procurar que castellano que allá passe, no vuelva á Es- paña, en especial si es hombre de crédi- to y de buen entendimiento), con este recelo Fernando de la Torre, parescién- dole que seria possible que Urdaneta lle- gasse en España antes quél, le dió una carta de crédito para la Cesárea Mages- tad. Y assi partidos á los doce de enero de mill é quinientos y treynta y seys, despues de muchos trabaxos, llegó á Lis- bona, á los veynte y cinco de junio da- quel año; y assi cómo salió en tierra, viendo la guarda mayor, que era caste- llano y que yba del Maluco, al desem- barcar, le miró una caxa que llevaba, y cató su persona, y entre otros papeles to- pó la guarda la carta de Su Magestad y se * Ni en el códice original que tenemos á la vis- ta, ni en el MS. de la Bibl. Patr. de S. M., ni en la impresion que hizo el mismo Oviedo de este libro XX, se halla expresado el nombre del personage de quien aquí habla; nombre que hubo de dejar tam- bien en claro el capitan Urdaneta, en la relacion . XX. CAP. XXXV. 107 la tomó, y todas las otras escripturas y relaciones que llevaba por escripto de to- do lo que avia subcedido en Maluco muy particular y largamente. Y quexósse de la guarda á los officiales del rey en Lis- bona del agravio que se le hacia en le to- mar la carta y escripturas, y aprovechóle poco, y fuesse á la córte donde el Rey estaba, á se quexar él en persona de sus officiales y guardas, y llegado en Évora, fuesse al embaxador del Emperador, lla- mado don Diego Sarmiento, é informóle de lo que passaba, y pidióle por merced que le favoresciesse para que le volvies- sen la carta y escripturas y le diesse su parescer de lo que debia hacer. El qual le dixo y consejó que en ninguna manera paresciesse delante del rey de Portugal ni le convenia, sino que se fuesse luego á Castilla, porque él sabia que le yria mal si otra cosa hacia, y porque persona muy acepta al rey le avia dicho quel rey sabia quel Urdaneta estaba en Portugal, y quel embaxador creya muy bien quel rey no holgaria en quel Emperador, nuestro se- ñor, fuesse informado entera y verdade- ramente de las cosas que avian passado entre los castellanos y los portugueses en Maluco, y que no seria mucho que le hi- ciesse matar secretamente. Y aunque el Urdaneta quisiera hablar al rey, lo dexó de hacer por los inconvinientes quel em- baxador de César le pusso, y por tanto acordó de tomar su consejo, y fuesse á Castilla lo mas dissimulada y secreta- mente quél pudo. Y llegado en Vallado- lid, donde la Emperatriz, de gloriossa me- moria, á la sacon estaba, en el mes de agosto de mill é quinientos y treynta y seys, fué luego al Consejo Real de las In- que dió al primer cronista de Indias. Cuantas dili- gencias se han hecho, para averiguar quien fuese, ya consultando las historias coetáneas de Portugal, ya las memorias españolas de aquel tiempo, han sido enteramente inútiles. E e. ; 4 108 dias, é hizo relacion de todo lo questá dicho á los oydores de Sus Magestades, y holgaron mucho de saber de Urdaneta muy particularmente estas cosas; porque demas de convenir al servicio de Su Ma- gestad que su Real Consejo fuesse de la verdad plenariamente certificado, este Urdaneta era sábio y lo sabia muy bien dar á entender passo por passo, como lo vido. Y aquellos señores le mandaron so= correr con sessenta ducados de oro, en tanto quel Emperador, nuestro señor, venia á sus reynos de Castilla porque el año antes avia passado en África, quando ganó á Tunez, y desde África passó en Italia y no era tornado en Castilla, y le ofrescieron de le ayudar para que Su Magestad le hiciesse mercedes. Y cómo acaso se halló dende á poco tiempo des- pues en Castilla el adelantado don Pedro de Alvarado, gobernador de Guatimala, y supo de la persona de Urdaneta y plati- có con él algunas veces, rogóle mucho que se fuesse con él á Guatimala, dicién- dole que avia luego de armar en la mar del Sur, para yr la vuelta de la China ó hácia aquellas partes, por mandado de Su Magestad. Y este capitan lo acordó de aceptar por servir á su rey y porque da- quellas partes del Maluco por donde ha andado tiene mucha experiencia y es hombre que entiende muy bien las cosas de la mar y de la tierra. Y lo mismo aceptó aquel otro hidalgo Martin de Isla- res, de quien de susso se ha fecho memo- ria; y el uno y el otro estovieron en esta fortaleca desta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, que á mi cargo está, é informaron y dieron por escripto lo questá dicho, el año passado de mill é- quinientos y treynta y nueve. Y desde aqui continuaron su camino para la Tier- ra-Firme con el dicho adelantado, que - yba derechamente al puerto de Honduras, para desde allí passarse á su goberna- cion de Guatimala, donde á mí me dixo HISTORIA GENERAL Y NATURAL el mesmo adelantado que tenia ya fechos navíos para yr ó enviar la vuelta de la Especieria: y tenia él en mucho la per- sona y experiencia deste capitan Urdane- ta y al Martin de Islares, porque el uno y el otro son hombres de hecho y de gentiles habilidades. Despues que Urdaneta llegó á la córte en Castilla, llegó assimesmo el capitan Fernando de la Torre y algunos hidalgos de los que en el Maluco estovieron ; é in- formaron de lo questá dicho al Empera- dor, nuestro señor, y á su Real Consejo, y se tuvo por muy bien servido de todos ellos y les mandó hacer mercedes. En el qual tiempo y año de mill é qui- _nientos y treynta y nueve, se aparejaba otra armada, de que yba por capitan, el capitan Camargo, hermano del obispo don Gutierre de Vargas, obispo de Pa- lencia, muy bien proveyda de hermossa gente y artillería y municiones y de todo lo nescessario para yr á la Especieria por el Estrecho de Magallanes, y otros dicen que para la China. El tiempo mostrará su viaje, el qual haga Dios de mas ventura que los de hasta aqui. Puede colegir el letor que del armada con que partió el capitan frey Garcia de Loaysa para la Especieria con siete na= víos, de los quatro dellos sabemos el subcesso, que fueron aquestos. La nao Sancti Spíritus se perdió en el embocamiento del Estrecho, en el cabo de las Once mill Vírgines. == El otro navío que aportó á la Nueva España, en que yba el clérigo don Johan, se decia Sanctiago, de que era capitan Sanctiago. de Guevara... El otro navío, de quien se sabe fué la nao capitana desta armada, llamado Sancta Maria de la Victoria, y aqueste llegó solo al Maluco y á la isla de Tidore, donde los caspellanos hicieron su fortaleca. El quarto navío se perdió allá cerca del - Malas soleil bancla Maria, DE INDIAS. LIB. XX. CAP. XXXV. del Parral, del qual era capitan don Jor- ge Manrique. De los otros navíos, no se sabe dónde puntualmente ni cómo se perdieron, pues- to que los indicios de su desventura se pueden colegir y sospechar por lo que se sabe de los otros, que aqui con brevedad se han escripto. Y aun en la verdad, aun- que de los portugueses se tiene el con- cepto ques racon, porque como aquellas islas del Maluco y la Especieria caen en la demarcacion y términos de la conquis- ta de Castilla y de los reyes della, no es de darles total culpa (puesto questen in- trusos en lo ageno) de la perdicion de las otras naos de que no se supo lo que se higieron; pues el longuíssimo viaje y la desproporcion «de los hombres y de sus desseos y bondad ó maldad, aunque va- yan en un navío, no son todas veces con- CAPITULO XXXVI. 109 formes en lo que toca á buena conscien- cia, ni á la lealtad que se debe al Rey y al próximo, como acaesció al pecador de don Jorge Manrique con aquellos galle- gos, y como muchas veces ha acaescido á otros muchos que debaxo de buena con- fianga los han muerto sus mismos compa- neros. Ved el fin que hizo Simon de Al- cagaba y el que hizo el capitan Martin Iñiguez de Carquicano. Bien lo dige aquel - probervio vulgar: No vive mas el leal de quanto quiere el traydor. Solo Dios es el que ha de librar al hom- bre; porque por sí mesmo no hay algu- no que pueda ni sepa guardarse, sin gra- cia especial de Dios. De un caso notable de una fructa que paresce almendras, y se hallan muchas dellas en una isleta peque- ña , sin aver almendro ni árbol que tal fructa lleve en aquella isla, ni pues essa fructa donde la hallan, antes viene por el AyiS a H., á media legua ó una de Gilolo, en el Maluco, una isleta pequeña con muy grandes arboledas, 4 natura alli produci- das; pero ningund almendro ni árbol que lleve semejante fructa no le hay alli ni otra semejante ni útil al uso de los hom- bres, ni alli llevan almendras algunos na- víos ni hombres, y non obstante que no hay almendros, se pueden coger almen- dras á hanegas ó á costales llenos. Y nó- - tase por más maravilla, que si hoy las cogen todas, mañana (digo otro siguiente dia despues de cogidas ) hallan otras tan- tas Ó mas; é son tantas que no las pue- » Yaenel capítulo XIV del libro VI habia da- do Oviedo razon de esta particularidad, indicando alli que se proponia tratarla con mayor extension, e e leo den agotar en el tiempo que naturalmen- te hay tal fructa donde aquella nasce é se cria. Esto que aqui es dicho no es fabu- loso, sino visto y tocado por muchos de nuestros españoles; é sélo del capitan Urdaneta y Martin de Islares, de quien de susso es fecha mencion: los quales muchas veces comieron de las mismas almendras, y estovieron en la misma is- leta; la qual está algo mas de un grado desta parte de la línia del equinocio há- cia nuestro polo ártico. Y sabida la mane- ra de cómo aquellas almendras yban por el ayre á aquella isleta, es muy possible partes de la Especieria.» Sin embargo , es muy po- co lo que altera, aun en las mismas frases, de - cuanto en el lugar citado habia dicho. o 110 hacerse, é fácil cosa entenderlo é con racon creerlo. Decian los auctores que he dicho que en aquella isleta no nascen almendros, ni los hay, é que innumerables palomas tor- cacas comen aquellas almendras, quando estan cuajadas, y encima de la cáscara tienen aquella cubierta verde, y con la calor de su buche digieren aquella prime- ra cubierta ó corteca, y no la segunda que entre aquella y la almendra está, por ser mas dura. É pássansse de noche des-. de la isla de Gilolo á dormir á aquella is- leta muchas y grandíssimas vandas de las tales palomas, y tullen ó despiden por baxo aquellas almendras, gastadas como es dicho, la primera cubierta ó cortega. É como son tantas, despiden tanta fructa destas almendras que alli llevan volando, metidas en el papo, que me certificaron estos hidalgos que cada dia podian co- gerse muchos costales de tales almendras: . * > Hasta este punto dejó Oviedo impreso de la I1.? Parte, cuando le sorprendió la muerte en 1557. Se- gun dejamos ya notado en la Vida del primer cro- nista de las Indias, fué impreso este libro en Valla= dolid por Francisco Fernandez de Córdova , quien HISTORIA GENERAL Y NATURAL las quales, aunque tienen mucha seme- * janca con nuestras almendras de España, no son almendras, puesto que lo pares- cen é que saben á almendras, caso que son mayores que almendras de Castilla. Y assi como la noche es passada en aque- lla isleta, luego en esclaresciendo se van las palomas de la isleta, y passan á se pascer á la tierra grande ó isla de Gilolo: y estan allá todo el dia, hasta quel sol se ya á poner debaxo del horiconte, y es- tonces se tornan á dormir á la isleta , lle- nos los papos de aquella fructa ó almen- dras. É aun entre las fatigas y nescessi- dades que los castellanos, á causa de la guerra con los portugueses, padescieron en el Maluco (en especial aquellos pocos que quedaron de los del armada del co- mendador, frey Garcia de Loaysa), mu- chas veces les fué buen socorro, y parte de bastimento, para su sustentacion, estas almendras que tengo dicho. * procurando dar razon de la causa por qué suspen- dia la edicion de los demás, puso al final del pre- sente capítulo esta advertencia: ¿No se imprimió más desta obra, porque murió el auctor.» Segundo libro desta segunda parte é volúmen; y es vigéssimo primo de la General y natural historia de las Indias, islas y Tierra-Firme del mar Ogeano del ceptro y co- rona de Castilla y de. Leon: en el qual se tracta de la geographia y assiento de la Tierra-—Firme. PROHEMIO. La geographia es imitacion y pintura de todas las partes de la tierra: assi lo dice Claudio Tholomeo en el principio de lo que escribió, el qual auctor de diversos auctores acumuló un tractado. Plinio, ha- blando en su Natural historia del assien- to del mundo y su geometria, dice assi: « Aquestas cosas son encubiertas é inex- tricables; mas nos assi os las damos, co- mo las avemos rescebido.» Desta manera quiero dar yo lo que de diversos y mu- chos testigos he sabido desta pintura ó assiento de la Tierra-Firme destas Indias; y si algo dixere que requiera enmienda, creed, letor, que fuí engañado por los cosmógraphos questas cartas de navegar pintan de las cosas destas partes, pues que no lo he podido ver todo por mi per- sona, y tambien los pueden á ellos aver defraudado los que les dixeron que lo avian navegado y visto, si no se lo su- pieron dar á entender. Yo he andado al- go, y assimesmo he comunicado estas cosas con hombres que afirman ayerlas visto: las que yo testificáre que ví, assi -—lagescribiré como las supe entender; de forma que mi intencion quedará salva y con propóssito de aceptar qualquiera con- fession justa de quien supiere mas parti- cularmente decidir y poner en luz estas materias, pues que son dignas del bene- ficio que á ellas y á mi desseo hará el que con claridad y experiencia las pusiesse en perfegion. Porque yo no puedo bastar á mas de lo que hago, ni me ofrezco á lo impossible, y aun porque para pulir y de- xar suficientemente assi perfegionadas las cosas que aqui se tractan, serán menester dos cosas: la una, tanta habilidad como la misma historia pide; y la otra, una vida tan entera y larga como el mismo mundo la tiene. Pero pues la edad del hombre no puede tanto turar, y fueran mas copiosos mis tractados, si me diera Dios para ellos la vida de Datidon, que sin envejescerse vivió quinientos años, segund lo escribió Valerio; pero yo, de septenta que cumplo este de mill é qui- nientos y quarenta y ocho que corre de la Natividad de Chripsto Nuestro Re-= -demptor, los treynta y seys me he ocupado en estas partes 6 Indias, donde lo mejor as 112 HISTORIA GENERAL Y NATURAL de mi vida y tiempo se ha gastado, pro-. curando, á vueltas de mis trabaxos, de es- cudrinar y entender y notar lo que en es- ta General y natural historia de Indias se contiene. Y poniendo en efeto lo que me propuse en el prohemio general de este volúmen , ante del precedente libro, se dirá en este lo que toca al assiento y geo- graphia de la Tierra-Firme y su costas, é puertos, é rios, é promontorios principa- les, comencando en la boca oriental del famoso Estrecho del capitan Fernando de Magallanes, desde el cabo que llaman de - las Vírgines; y de alli verné hasta la equi- nogial, y passada aquella, dilatarme hé por la misma costa en este rico emispherio é polo ártico, é llegaré á la tierra del La- brador, é llegaré hasta la tierra que está en sessenta grados de aquesta parte de la línia equinocial, é daré en el fin una su- maria relacion de las frigidíssimas partes del rico polo, con que se dará fin á este libro XXI. La qual nueva geographia de septentrion, un doto y grave auctor mo- derno testifica por cosa muy cierta de aquella tierra, que hasta agora no ha sey- do conosgida ni escripta por auctor algu- no griego ni latino. Á mi noticia ha veni- do por aviso de Micer Johan Baptista Ra- musio , secretario de la lllustríssima Seño- ría de Venecia: el qual, no sin ponerme en perpétua obligacion, ha querido que acá en este Mundo Nuevo yo sepa y vea "pintada y escripta la racon de aquellas - tierras septentrionales, por testimonio de las letras del muy doto varon Micer Olao Gotho, que es el auctor que lo ha escrip- to; á cuya dotrina y persona acompaña la auctoridad del Reverendíssimo Arcobispo Upsalense , natural de aquellas partes: el qual dice que assi lo tiene entendido de muchos pilotos de aquellas mares y otras personas. Y en aquella ínclita cibdad de Venecia, donde juntos se hallaron poco tiempo há este perlado y el auctor alega- do, con licencia del Sumo Pontífice, el Pa- pa Paulo JII, y de aquella Señoría, se ha estampado aquel tractado septentrional, y se le dá crédito méritamente. Y aquello que Olao dice, ponerlo he por suyo, digo por auctor, en un breve libro en fin desta segunda parte, y no diré mas en aquello de lo que contiene la primera de sus nue- ve tablas ó partes de aquella tierra sep- tentrional: que me paresce hage al pro- póssito de mi historia, para probar que los antiguos que dixeron que no era ha- bitada la tierra debaxo de los polos, se engañaron en decirlo, pues se ve-lo con- trario. : | CAPITULO L En que se tracta y declara el camino y costa de la Tierra-Firme, desde el Estrecho de Fernando de Maga- llanes hasta el grande y famoso rio de Panamá , por otro nombre llamado el rio de la Plata, viniendo á la línia equinocial hácia nuestro polo ártico desde el antártico ó parte austral. Dia el Cabo de las Vírgines, que es- . tá desta parte hácia el equinocio en el embocamiento del Estrecho de Magalla- nes, viniendo en demanda de la línia -equinocial, se ponen veynte leguas hasta la bahía de Sanctiago; y desde alli hay otras diez leguas hasta el rio que llaman de la Cruz, dentro del qual está una isla redonda. Desde aqueste rio hasta la pun- ta del rio de Sanct Julian, que está mas acá, hay veynte y cinco leguas, y la pun- ta que este puerto tiene desta otra parte hasta la bahía, se llaman Sierras hermo- sas, desde la qual hasta la bahía que di- cen de los Trabaxwos hay veynte leguas. A E DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. 1. al mar á par de la costa una isla, y el rio destos que está mas hácia nosotros, vi- niendo á la línia, se llama el rio de Johan Serrano. Este fué un gentil piloto que se halló é fué con el dicho capitan Magalla- nes en el primero camino por piloto ma- yor, quando se descubrió aquel famosso Estrecho. Hasta el qual rio puede aver ochenta leguas desde el dicho promonto- rio ó Cabo de las Vírgines, poco mas 6 menos; y está en algo mas de quarenta é nueve grados de la otra banda de la línia equinocial. Desde el rio de Johan Serrano hasta Cabo Blanco se vuelve la costa al Nor- deste, y hay quassi sessenta leguas, y es- tá este cabo en quarenta é siete grados de la línia equinocial, puesto que el pilo- to Diego Rivero le pone algo menos, y el piloto ó cosmógrapho Alonso de Chaves le pone en lo que es dicho. Estando en la mitad destas sessenta leguas, que hay en la costa desde el rio de Johan Serrano hasta el Cabo Blanco, corriendo al Sues- te quarenta leguas, están desviadas en la mar unas islas que se llaman las islas de Samson. La causa deste nombre no la sé; pero están en quarenta é nueve grados é medio, poco mas ó menos, de la otra parte de la línia equinocial, en espacio de quince leguas todas cinco. Desde el Cabo Blanco vuelve la costa al Nordeste veynte leguas, é allí á la boca de un rio la tierra que está de la parte del cabo, se llama tierra de Marcó, y el rio se dige rio de Canamor, desde la boca del qual se corren otras cinqúenta leguas al Nordes- te hasta la punta ó Cabo de Sancto Do- mingo, é delante della se hace una -ense- nada que se llama arrecife de Cobos, el qual está en quarenta é quatro grados é medio de la equinocial á la banda del Sur. Desde la ensenada ó arrecife de Co- bos hasta la Bahia sin Fondo hay quaren- ta leguas, y tambien se corre la costa al Nordeste: la qual bahia tiene una isla en mo aL , 143 la mitad della , y está en quarenta é tres grados de la otra banda del Sur. De la otra parte de la equinocial, desde la dicha Bahia sin fondo hasta las Barreras Blan- cas hay treynta leguas, y están en poco mas de quarenta é un grados de la otra parte de la equinocial. Desde las Barrc- ras Blancas hasta la Tierra Baja, hay al- go mas de treynta é cinco leguas: la qual tierra está en quarenta grados de la otra banda de la equinocial. Cingúenta leguas mas acá hácia la línia está la bahia de los Bajos Anegados, en la qual bahia está una isla á treynta é ocho grados é me- dio de la otra parte de la línia equino- cial. Diez ó doce leguas mas acá está la tierra que llaman de los Humos. Treynta leguas mas acá están las Arenas Gordas, en treynta é ocho grados de la otra parte de la línia. Treynta leguas mas acá está la punta de Sancta Elena, en treynta é siete grados de la otra banda de la línia equinocial, desde la punta de Sanct Ju- lian, questá cinqúenta leguas. Desta par- te del Estrecho hasta la punta de Sancta Elena se corre la costa toda quassi al Nordeste, y desde aquesta punta de Sancta Elena se corre al Nordeste, quar- ta al Nordeste, quarenta grados hasta el Cabo Blanco, que es en la punta del em- bocamiento del Rio Grande de Paramá, alias rio de la Plata: el qual cabo está en treynta é cinco grados é medio de la otra parte de la equinocial; é la otra punta del embocamiento hácia la banda de la bahia se llama cabo de Sancta Maria, el qual está en treynta é quatro grados é medio de la otra parte de la equinocial, delante del qual está una isla redonda, que se llama isla de Cobos. Del Cabo Blanco al cabo de Sancta Maria se corre Nordeste Sudueste , é hay en la latitud ó anchura deste embocamiento del rio de la Plata veynte leguas, segund las cartas moder- nas, é muchos testigos de vista, é perso- nas muy conosgidas, e mitos que allí 144 han estado, de quien yo he seydo informa- do, dicen lo mesmo. Este rio es .cosa grande y muy notable en la cosmogra- phia, y dél é sus provincias é goberna- cion hay particular relacion adelante, en el libro XXIII desta segunda parte. No- tad, letor, que desde el famoso Estre- HSTORIA GENERAL Y NATURAL - cho de Magallanes y Cabo de las Vírgines hasta este rio grande de la Plata os tengo dada noticia, y declarado los puertos é rios é mares é bahias principales en qui- nientas é veynte y cinco leguas de costa, poco mas ó menos. CAPITULO II. En continuacion de la geographia y camino, prosiguiendo la costa del rio de la Plata hasta la línia equino- cial é hasta Hegar al Cabo de Sanct Augustin. E asada teneis, letor, cómo é quán particularmente he dicho el camino que hay desde el embocamiento del Estrecho de Magallanes hasta el rio de la Plata y Cabo de Sancta Maria, allegándonos á la equinocial y viniendo de la parte austral costa á costa, qué son quinientas é veyn- te y cinco leguas, poco mas ó menos: debeis saber que desde la punta de Sanc- ta Maria, questá hácia nosotros viniendo al equinocio en el embocamiento del rio de la Plata, hasta el cabo ó promontorio de Sanct Augustin tierra á tierra, vinien- do hácia nuestro hemispherio en deman- da de la línia equinocial , hay seyscientas - é cinqúienta leguas , poco mas ó menos; el qual cabo está en ocho grados y me- dio de la otra parte de la línia. Por mane- ra que desde el dicho cabo ál famosso Estrecho, por esta cuenta, son mill é ciento é sessenta é cinco leguas. Pero por- que yo no las he navegado, y en las car- tas hallo diferentes opiniones y aun algu- nos nombres trocados, diré agora es- te camino de las seyscientas é cinquenta leguas, no viniendo hácia acá, segund el capítulo X, sino yendo desde el dicho Cabo de Sanct Augustin hácia el rio de la Plata, que es todo de la otra parte de la equinocial; y relatarlo he tan puntualmente como la carta moderna del cosmógrapho Alonso de Chaves lo pinta, y como lo oy boca á boca al capitan y muy enseñado caballero y cierto cosmógrapho Alonso de Sancta Cruz, que lo ha navegado, é lo apuntó en el viaje que hico el capitan é piloto mayor Sebastian Gaboto, y como lo he entendido de otras personas que con el dicho Sancta Cruz se conforman : Cu- yos memoriales, como amigo, doméstica é amigablemente me comunicó, de los quales yo colegí la cuenta de este viaje quanto á las leguas é grados que aqui ex- presaré. Y para que aquesto mas copio- samente se entienda, es de saber que aqueste grande rio de Paramá, que agora -impropriamente llaman de la Plata, prime- ro le decian el rio de Solís, porque le descubrió el piloto Johan Diaz de Solís, y en él lo mataron, como mas largamente se dirá en el libro XXIIT: assi que el des- cubrimiento fué año de mill é quinientos y doce; y alli volvió despues por capitan general, y lo mataron los indios el añó de mill é quinientos y quince. Despues de lo qual el piloto mayor, Sebastian Gaboto, con ciertos cobdiciosos que á su ciencia - se armaron, fué al mismo rio.con otra ar- mada el año de mill é quinientos y veyn- te y seys, y perdió el tiempo y la mayor parte de la gente que llevó, é muchos dineros que á él é á otros costó aquella. empressa. El qual llevó. quatro navios esc; a no | DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. IL ra que tomó de la otra parte de la. equi- nocial, en la Tierra-Firme, fué encima del puerto ó rio de Fernanbuco, que está ocho grados de la otra banda de la equi- _nocial; y desde alli fué una caravela á buscar agua á la costa, é llegó al rio que llaman de las Piedras, que está mas á la línia, é dista della siete grados de la otra parte al Sur: por manera que desde aques- te rio hasta Fernanbuco hay un grado, que de Norte á Sur son diez é siete leguas y media. En la mitad deste camino hay otro rio que se llama de las Virtudes: assi que, desde aquestos términos é rios que es di- cho, se dirá el camino desta armada, des- pues que estuyo en Fernanbuco tres me- ses, á causa que los vientos suestes é su- «suestes ventaron continuamente, é no les daban lugar de doblar el Cabo de Sanct Augustin, que está doce leguas adelante de Fernanbuco por tierra, pero el Cabo está en ocho grados é medio largos de la * otra parte de la línia. Y en fin de los tres meses, por Sanct Miguel de septiembre, doblaron el cabo por la mañana, é á ora del sol puesto llegaron al paraje del rio de Sanct Alexo, questá delante del cabo veynte é quatro ó veynte é cinco leguas de la otra banda de la equinocial, é vie- ron una nao de franceses: los quales acostumbraban yr allí, é tienen una casa fuerte donde hacen su factoraje , é desde allí tienen su competencia con los portu- gueses, que tienen otro factoraje é forta- leca en Fernanbuco, dentro en el agua, armada sobre madera; é desde ella á tier- ra va una puente de madera. Estos por- tugueses despues, el año que passó de mill é quinientos é treynta y nueve, de- xaron aquellas tierras por temor de los indios, con daño é pérdida de sus hagien- das, é aun á algunos les costó las vidas; é se fueron en ciertas caravelas, una de las quales vino al puerto desta cibdad de Sancto Domingo con mas de ciento é cin- - Genta personas entre portugueses é in- M5 dios, muy perdidos y nescessitados. El armada de Gaboto siguió su camino, y passó adelante en el paraje del rio que llaman de Sancti Francisco, que está diez grados y medio de la otra parte de la lí- nia Ó poco menos, y entre aqueste rio y el de Sanct Alexo, en la mitad del cami- no, está otra que dicen rio de Sanct Ma- theo. Mas las cartas correctas ó modernas de Alonso de Chaves llaman á los dichos rios ques dicho, questán entre el Cabo de Sanct Augustin y el rio de Sanct Fran- cisco, rio Primero y rio Segundo; pero los proprios nombres que los chripstianos les han dado, son rio de Sanct Alexo y rio de Sanct Matheo, como está dicho: por ma- nera que desde el dicho cabo hasta el rio de Sanct Francisco hay quarenta é cinco leguas, poco mas ó menos. Desde el rio de Sanct Francisco hasta el rio de Sancta Ana hay diez é siete leguas y media, el qual rio de Sancta Ana está en once gra- dos y un tercio de la otra parte de la lí- nia. Delante del rio de Sancta Ana está el rio de Sanct Roque, y mas adelante otro que se dice Puerto Real, y adelante mas al Sur otro rio que le llaman de Sanct Hierónimo, que tiene en la boca una isleta con farallon, y mas adelante está la bahia de Todos Sanctos, en trece grados y medio, la qual dista de Fernan- buco noventa leguas: y esto sábese por- ques camino muy andado de los portu- gueses de Fernanbuco, que van allí á la dicha bahia á rescatar qúientas é otras co- sas con los indios, puesto que en la carta moderna mas de cient leguas se ponen. En esta bahia de Todos Sanctos vive un Diego Alvarez, portugués, hecho caudillo de los indios, como se dirá mas larga- mente en el libro conviniente; y desde la bahia de Todos Sanctos, siguiendo al Sur está otro rio que se dice de los Cosmos, é mas adelante otro que se dice de Sanct pat hasta el ame . yeynte pue az 146 de la otra parte de la línia; pero en la carta se ponen treynta leguas. Dentro de la bahia de Todos Sanctos hay un golphete que le llaman Golpho de Todos Sanctos: delante del rio de Sanct Augustin está otro que se dice de Sanct Jorge, é mas al Sur otro que se dice de la Magdalena , é adelante otro que se llama Sancta Elena, é mas adelante otro que se dice Sanct Gregorio , é mas adelante otro que se dige rio de Sanct Johan, é mas adelante otro que se dige rio de Sanct Chripstóbal; desde el qual comienca la costa adelante los baxos que llaman de los Pargos, los quales tenian quarenta é dos leguas; pero esse de Sanct Chripstóbal está sessenta é tres leguas adelante del rio de Sanct Augustin, y está en diez é ocho grados y medio largos, de la otra banda de la equinocial. Desde el rio de * Sanct Chripstóbal hasta el rio de Sancta Bárbara hay doce leguas, y este rio de Sancta Bárbara está en diez é nueve gra- dos y un tercio; é desde el rio de Sane- ta Bárbara hasta una isla que se llama as- simesmo'Sancta Bárbara, hay veynte é cinco leguas del Este al Hueste: la qual isla está al Oriente desviada de la Tierra- Firme las dichas veynte é cinco leguas, y está en los mesmos diez é nueve grados y Un tercio de la otra parte de la línia del equinocio, y todas aquellas veynte é gin- co leguas de mar hasta la isla, son baxos. Agora quiero yo decir antes que ade- lante se proceda, para que el letor no me halle desviado de las cartas modernas, en especial de la corregida nuevamente por mandado de Céssar (del qual patron tengo una de la mano de Alonso de Cha- ves, uno de los cosmógraphos de Sus Magestades), la diferencia que hay della á lo que está dicho desde el rio de Sanct Augustin hasta el rio de Sancta Bárbara; porque lo que está dicho es por informa- cion de Alonso de Santa Cruz, hombre. docto y experimentado en el viaje, é que HISTORIA GENERAL Y NATURAL lo ha navegado; y como he dicho fué uno de los principales hombres que se halla- ron en esta armada con Sebastian Gabo- to, é fué uno de los diputados para la correcion de las cartas de navegar: é algunos nombres destos quél me dió é informó, no los hallo en la carta moderna que digo, é por tanto diré lo que ella con- tiene. Desde el rio de Sanct Augustin, en el qual rio debe estar el rio nombrado Sancta Bárbara, é no le nombra la carta; pero nombra á la isla que se dixo de susso Sancta Bárbara, en el qual espacio hay septenta leguas desde el rio de Sanct Augustin, y llama la carta al fin dellas Ba- aos de Abreojos. Y caso que todo sea una cosa, la carta pone delante del rio de Sanct Augustin mas al Sur, el Golpho de la Playa, é mas adelante el rio de las Ostras, é mas al Sur el rio de Sancia Ana, é mas adelante el rio de los Cos- mos, é mas adelante el rio de las Vírgi- nes, é mas al Sur la Punta Segura, é mas al Sur el rio del Brasil, é adelante el rio de Sanet Jorge, é veynte leguas adelante, poco mas ó menos, está el Cabo ó promontorio de Abreojos, que está del Este al Hueste ó de Oriente á - Occidente con la dicha isla de: Sancta Bárbara, las veynte é cinco leguas de ba- xos que está dicho de susso. Este cabo é la isla pone la carta en diez é nueve gra- dos escasos: assi que son mas de veynte minutos de diferencia en el altura de menos, dexando la costa y el camino principal é mirando al Oriente desde la isla de Sancta Bárbara. En alta mar es- tán otras tres islas mas orientales una que otra, puestas al Este: la primera está quarenta leguas della mas al Levante é llámasse la Ascencion, émas al Oriente de la isla de la Ascencion treynta leguas, está la isla que se llama de la Trenidad, é - mas al Oriente de la isla de la Trenidad -cinqúenta leguas, está la isla de Sancta Maria de Agosto, desde la qual al dicho a DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. IL Cabo de Abreojos en la Tierra-Firme, hay poco menos de doscientas leguas del Este al Hueste. Otras dos islas están pin- tadas en la carta sin nombre, la una al Susueste de la isla de Sancta Maria de Agosto veynte leguas, y la otra treynta leguas al Sueste. No sé si fué descuido del que hizo la carta ó si ignoraba sus nombres, y por esso no los dixo. Tornando á la relacion de Alonso de Sancta Cruz diré, que delante del rio de Sancta Bárbara al Sur veynte leguas, es- tá el cabo que llaman de Sanct Pedro en veynte grados y medio; y deste Cabo de Sanct Pedro hasta el rio Hermoso, donde se acaban los baxos de Pargos, pone diez leguas; y que desde el dicho cabo vuel- ve la costa hasta el Cabo Frio al Sudoes- te septenta é quatro; y quel dicho Cabo Frio está en veynte é tres grados y me- dio escasos, porque hay entremedias, en lo ques dicho de cabo á cabo, primera- mente la bahía de Sanct Salvador, ques veynte y ocho leguas adelante, é tiene una isla é un farallon á la entrada; y que está en veynte é un grados y medio lar- gos, y que desde la dicha bahía hasta el rio de Sanct Alphonso hay diez y siete le- guas y media ó diez é odo: el qual rio de Sanct Alphonso tiene en la entrada tres isleos y está en veynte y dos grados y un tercio de la otra banda de la línia. Y desde aqueste rio á la punta del Cabo Frio hay veynte é quatro leguas poco mas ó menos, y en el medio eslán las sierras que llaman de Sancta Lucia. Y di- ce mas: quel camino que hay desde el rio de Sanct Alphonso hasta Cabo Frio, todos estos nombres le dan los portugueses á aquellos rios y cabos, porque los trafagan en la tierra ques dicho, é aun mas ade- lante hasta la bahia de Jenero diez é seys leguas, que está en veynte é tres grados y un quarto, é lo tienen muy particularmen- te visto y entendido. o diré yo que la ES nos enseña 447 desde la punta ó rio de Sancta Bárbara, alias Cabo de Abreojos, hasta el Cabo Frio, la qual pone veynte leguas hasta el Cabo de Sanct Jenero, que está algo mas de diez y nueve grados y medio al Sur, entre el qual y el dicho Cabo de Abreojos está la bahia de Sancta Lucia. Y mas delante veyn- te leguas, está una bahia que nombra el Angla, y adelante mas al Sur diez leguas, están los baxos de los Pargos, y adelante dellos otras diez leguas, está el Cabo de Sancto Thomé, y otras diez adelante está el rio de Sanct Salvador, desde el qual al Cabo Frio pone quarenta leguas. Pero en- tre el rio de Sanct Salvador é Cabo Frio está primero el Golpho Hermoso é rio Delgado, é muestra la figura desta car- ta desde el dicho Cabo de Abreojos ó rio de Sancta Bárbara hasta el Cabo Frio, noventa é cinco leguas. Estas di- ferencias de cosmógraphos é pilotos me ha parescido de relatar; porque mi libro podrá alguna vez passar por las manos de algunos que cobdicien examinar lo ques dicho por aquellas costas, y demás de avi- sarse por esta relacion los que navegan- do, quissieren decidir estas diverssas opi- niones, podrá esta relacion servirles en algo; y ellos assimesmo por su expe- riencia serán útiles á otros muchos, en- mendando lo que no estoviere tan pun- tualmente dicho como yo querria acertar á decirlo; porque en fin no puedo dexar de seguir el parescer ageno en lo que yo no he visto, y aun en lo que veo piensso de tomarle. Corriendo adelante la via del rio de la Plata hasta el antártico, se ponen en la earta cient leguas desde el dicho Cabo Frio hasta la línia de la demarcacion que se tiene con los portugueses, desde la qual adelante no pueden navegar ellos ni otros sin licengia del Emperador, mues- . tro señor, porque es de la Corona Real de Castilla. La qual línia passa (ó sea isle- E como zona en un cabo ó promontorió o 811 que llaman de Buen Abrigo, en el qual estan las sierras que digen de Sanct Se- bastian, ques por donde passa la línia del trópico de Capricornio; pero dicien- do (lo que se incluye dentro destas cient leguas de la carta) que treynta leguas adelante del Cabo Frio está un emboca- miento, é dentro dél un rio que llaman Rio Joulan , é otro que dicen Río del Som- brero, é la tierra de Jenero, la qual está en la punta mas al Sur del dicho embo- camiento. É veynte leguas mas adelante está una grand bahia, dentro de la qual hay una isla grande é otras menores, é llámasse aquella bahia Passo de las Alma- dias; é dentro de la misma bahía está la tierra que llaman de los Magos. É mas adelante diez leguas está el Golpho de los Reyes , é mas adelante las islas de Coles, é mas adelante el rio de Culpare, é mas adelante el Cabo de las Sierras de Sanct Sebastian : está el Cabo Frio en veynte é tres grados escasos, y está el Cabo de las sierras de Sanct Sebastian, donde es la dicha demarcacion en veynte é tres grados de la otra parte de la línia equi- nocial. Pero la demarcacion ó línia del trópico está mas acá del dicho cabo me-- dio grado, porque los trópicos citra et ul- tra del Equinocio están en is é tres grados y medio. Tornando al cosmógrapho Alonso de Sancta Cruz, el qual dige que desde el Cabo Frio hay diez é seys leguas hasta la bahia de Jenero, é assiéntala en veynte é tres grados y un quarto, é desde el Cabo Frio hasta la bahia-de Sanct Vicente dice que se corre Leste al Hueste ochenta leguas. Y la carta de Chaves pone mas de ciento treynta, porque desde las sier- ras de Sanct Sebastian torna la costa al Huesnorueste, é hasta llegar á la dicha bahia de Sanet Vicente hay treynta le- guas ó mas. Assi que, Sancta Cruz dice cinqúenta leguas menos de las que pinta -——lacarta. a mas Sancta Cruz: 07 qe HISTORIA GENERAL Y NATURAL tro de la bahia de Jenero está un rio que se aice el rio de la India, é que tiene dos islas la dicha bahia despobladas, é á la boca otrás cinco isletas, assimesmo yer- mas hácia la parte del puerto de Sanet Vicente; é pone diez leguas desde la bahia de Jenero hasta la bahia de los Re- yes, la qual bahia de los Reyes tiene dos islas á la entrada, que hacen costa á la mar que no son pobladas. Y mas ade- lante cinco ó seys leguas, está junto á la costa una isla que se dice de las Coles: é mas adelante diez leguas está otra que se dice de los Puercos, porque hay en ella muchos monteses; y enfrente de aquesta isla ocho ó diez leguas en la mar, están dos isletas, donde se perdieron portugue- ses en una nao, y en el batel se salvó la gente é pobló en la dicha isla de los Puer— cos algunos dias, y desde allí se passaron á Sanct Vicente. El mismo auctor, Alonso de Sancta Cruz, dice que mas adelante de esta isla de los Puercos, doce leguas, está el rio de Sanct Sebastian, á la entrada del qual está una isla grande; y desde este puerto de Sanct Sebastian hasta una isleta, que se dice Buenabrigo, hay seys leguas. Este nombre se lo dieron los es- - pañoles en esté viaje de Gaboto, porque allí escaparon de una grand tormenta. Aquesta isleta de Buenabrigo pone el cos- mógrapho Alonso de Chaves en mitad de la línia de la demarcacion y enfrente de las sierras de Sanct Sebastian, mas de veynte leguas antes de la bahia de Sanct Vicente, en la mitad de las quales veyn- te leguas pone el rio é puerto de Sanct Sebastian. Pone Alonso de Saneta Cruz desde la isla é puerto de Sanct Sebastian hasta el puerto de Sanct Vicente diez é siete leguas , y en este espacio dos isletas pequeñas redondas; y dentro desta bahia de Sanct Vicente hay dos islas, y entre ellas un islote, y viven portugueses en la que está mas adelante hácia el Sur. Y la - 'naisla y la otra hagen figura de dos me- DE INDIAS. dias lunas: de la misma manera lo pinta Alonso de Chaves. Algunos de los que no son habituados Ó les faltan otras de estas cosas ó son nuevos en lecion semejante , bien conoz- co que, leyendo esto, les parescerá, có- _mo es la verdad lo es, cosa desabrida; pero al gusto de los hombres de la mar é á los cosmógraphos paréscenles muy sa- brossa y aplacible escriptura y nescessa- ria y provechossa , pues que por ella me- jor que por la misma carta de navegar podrán saber la tierra, é qué parte de- lla está poblada , é dónde habitan chrips- tianos, é adónde se puede allegar ó de qué parte desviarse. Ássi que, tornan- do al camino de: Gaboto, dice Sancta Cruz que avia en este puerto ó pueblo pequeño de portugueses hasta doce 6 quince personas, que allí se quedaron de los españoles que llevaba Sebastian Ga- boto, cassi otros tantos cancados de la na- vegacion, y porque aquellos que esto hi- cieron eran hombres baxos y desanima- dos ó villanos; pues quissieron dexar su viaje constreñidos de su poco ser y des- vergiienca , y aun porque es cosa comun é muy usada ser los hombres movibles, y donde tocan armadas en tierra poblada acaesce lo mismo, en especial en hom- bres comunes y desvergoncados, con los quales han de estar los capitanes muy so- breaviso, para que no les desamparen en tales escalas. Despues se ha dicho que aquellos mismos capitanes se han passado á vivir á la bahia que llaman de la Cana- nea, en la qual hay dos islas en la boca y otra menor mas junto á la costa, y otra pequeña mas á la mar. Y hay desde la bahia de Sanct Vicente hasta esta otra de la Cananea veynte é tres leguas, poco "mas ó menos, la qual bahia de la Cananea está en veynte é cinco grados y medio - escasos. Entre estas dos bahias hay dos rios, y el primero es pequeño y el otro es rio principal y bueno, é se llama Ubay. LIB. XXI. CAP. IL. 119 En esta medida de leguas ambos auctores se conforman en las veynte é cinco le- guas ; pero en los grados Chaves pone la "bahia de la Cananea alguna cosa menos de veynte é cinco grados y medio. Mas como el uno y el otro merescen crédito en esta ciencia, yo me remito á ellos; -casso que el dicho Sancta Cruz lo ha na- vegado é visto, y el que hizo la carta la pintó por oydas; y conforme á esto, mi- rad, letor, quál debe ser preferido. Este rio de Ubay está adelante de la línia de la demarcacion é sierras de Sanct Sebas- tian, é hay cinqiienta leguas. Delante de la bahia de la Cananea está el rio que se dice de Sanct Francisco, veynte é siete le- guas y media, y está en veynte é seys grados y medio largos del otro cabo de la línia; pero en este camino ó comedio hay dos rios: el primero se dice Río sin fondo , y el otro se dice Puerto de la Bar- ca, y tiene una isleta á la mar. Este nom- bre le puso don Rodrigo de Acuña, que fué uno de los capitanes que fueron en la armada del comendador frey Garcia de Loaysa, porque perdió allí una barca; pero aunque lo llama rio no lo es, sino agua salada y la misma mar. Y llamá- ronle rio, porque en la boca desta cos- ta está una isla grande que hace vista 4 la mar, y entrella y la Tierra-Frme hay poco espacio ó latitud en mas de media ó cassi una legua de longitud, que paresce rio por ser aquello angosto. Estas veynte é siete leguas y media quel cosmógra- pho Alonso de Sancta Cruz dice que hay. desde el rio de Sanct Francisco á la bahia de la Cananea, son en la carta del COS- mógrapho Chaves treynta leguas, y pone el rio en veynte é siete grados de la otra parte de la equinocial, á la banda del Sur. Desde el rio de Sanet Francisco hasta el puerto de los Patos hay veynte é dos le- -guas, y está el dicho puerto en veynte é siete grados y medio; y en la mitad de este camino oh una isla grande, que 120 ne de longitud doge leguas poco mas ó menos y de latitud seys, la qual es po- blada y tiene un puerto de la banda del Norte , que los españoles en este viaje de' Gaboto le llamaron Puerto de Sanct Sebas- tian; pero la isla se llama de Sancta Ca- thalina, en torno de la qual hay muchos islotes Ó farallones, y en tres leguas ade- lante desta isla, mas al Sur, está una isleta que se dice fsla del Reparo, y delante del dicho puerto de los Patos, siete ú ocho le- - guas, está el puerto que se dice de don Rodrigo de Acuña, en veynte é nueve gra- dos de la otra parte de la equinocial, é tiene dos farallones é isleos cerca de tier- ra. En los mismos veynte é nueve grados pone la carta este puerto de don Rodri- ” go, treynta leguas mas al Sur del rio de Sanct Francisco. Delante del puerto de don Rodrigo de Acuña, doce leguas, está otro puerto que se dice Farallon, en veyn- - te é nueve grados y dos tercios; y allí hay un grand rio y bueno y muy poblado de indios, y á la boca tiene un isleo, é ocho leguas dentro en la mar un farallon, por el qual se dió nombre al puerto del Farallon. En este camino que hay desde el puerto de don Rodrigo hasta el puerto doblado ó rio poblado, pone la carta - veynte leguas, é llámale Rio poblado, y no del Farallon; y en la mitad dessas veynte leguas está otro rio que la carta le llama Rio cerrado, é aqueste que llama Rio po- blado, que es mas al Sur, está en treyn- ta grados y un tercio. Desde el Rio po- blado, alias del Farallon, hasta el rio que se dice Tibiquari, que está mas al Sur y es muy poderoso rio, hay treynta é siete leguas poco mas ó menos, y está en treynta é dos grados de la otra parte de la equinocial; dentro de este rio hay otro que se dice Etiquari. La carta de Chaves dige, quanto á las leguas, lo mismo, é pone la mitad de la boca deste grand rio Tibi- quari en los mismos treynta y dos grados que le pone Alonso de Sancta Cruz. Des- HISTORIA GENERAL Y NATURAL de el rio de Tibiquari hasta el cabo de Sancta María hay quarenta é ocho leguas, poco mas ó menos: el qual cabo está en treynta é cinco grados de la otra otra par- te de la línia equinocial; y toda la costa es poblada de una gente que se dice ja- nase vequaes, que son hombres de gran- des estaturas, assi como alemanes ó mas grandes. É antes deste puerto, quatro ó cinco leguas, está un grand golpho ense- nado, en que entra un poderosso rio; y junto á la punta ya dicha está una isla que se dice de las Palmas, porque hay mu- chas (y aquestos españoles la nombran assi); y entrella y la Tierra-Firme pueden estar muchas naos y muy seguras. Esta punta es la que está en el embocamienio del rio de la Plata á la banda de la equi- nocial : el qual embocamiento é rio llaman - los indios Paramá, y los chripstianos le solian llamar rio de Solís, porque el piloto Johan Diaz de Solís le descubrió , y en él lo mataron los indios. La carta lo pone en treynta é cinco grados, menos un quarto, de la otra banda de la equinocial. Este cabo de Sancta María y la isla que Alonso de Sancta Cruz llama de las Palmas, la lla- ma Chaves isla de Lobos, y pone otra isla al Dessueste veynte leguas del dichocabo, llamada isla de Chripstóbal Jaques, y otras isletas, delante de estas en el mismo rio é del Este al Hueste, que las nombra islas de Rodrigo Alvarez. Estas todas son qua- tro isletas, una mas oriental que otra , y puestas en diez é ocho ó veynte leguas. Y hay en este embocamiento del rio de la Plata treynta leguas de traviessa, desde el Cabo de Sancta María hasta el otro cabo, que está mas hácia el antártico polo, que se llama Cabo Blanco. El qual Cabo Blan- co está en veynte é siete grados y un quarto, segund Alonso de Sancta Cruz; pero la carta no hace este embocamiento de veynte leguas, y pone la punta del - Cabo Blanco treynta é cinco grados y me- . dio, lo qual me parese que es mucha DE INDIAS. LIB. discordancia; pero como tengo dicho, he querido decir lo quel uno y el otro destos: auctores dicen deste camino é rio de la Plata, porque Sancta Cruz hálo visto y meresce ser creydo, porque lo entiende. El cosmógrapho Diego Rivero fué avido por hombre experto, y aqueste pone el Cabo de Sancta María en este emboca- miento, en treynta y cinco grados de la otra parte de la equinocial, é da veynte leguas de traviessa á este embocamiento, desde el cabo de Sancta María hasta el Cabo Blanco; pero él no le llama Cabo Blanco, sino Cabo de Antonio, y pónele en treynta y seys grados, y tampoco lo XXI. CAP. IT. 121 | vido Diego Rivero. Assi que, yo para mi opinion tengo por mas cierto que la tra- viessa de las treynta leguas del emboca- miento de cabo á cabo y los grados que pone Sancta Cruz es lo mas cierto: por manera que, resolviendo lo que queda dicho, se colige que desde la punta de Sancta María del embocamiento de aquel grand rio, viniendo hácia la equinocial, hasta el cabo ó promontorio de Sanct Augustin tierra á tierra é llegándonos há- cia nuestro emispherio, hay seyscientas é cinqúenta leguas, poco mas ó menos. Passemos adelante en prosecucion desta geographia ó assiento de la Tierra-Firme. z CAPITULO IL Continuacion de la geographia y costa de la Tierra-Firme , desde el Cabo de Sanet Augustin hasta el fa- moso y grande rio llamado Marañon. Host aqui, si aveis continuado, letor, aquesta lecion, os he dado particular re- lacion de ciento é diez leguas, que hay en el Estrecho famoso de Magallanes hasta el Cabo de las Vírgines, que es su embo- camiento oriental, lo qual se dixo y lo es- crebí en el libro precedente, número XX; y en el capítulo I deste libro XXI os dí noticias de otras quinientas é veynte é cinco leguas que hay desde el Cabo de las Vírgines del embocamiento del Estre- cho ya dicho, hasta el Cabo de Sancta María, que está en el embocamiento del rio grandíssimo de Panamá, alias rio de la Plata; y en el capítulo de susso se es- pecificó y dixe lo que hay desde el Cabo de Sancta María hasta el Cabo ó promon- torio de Sanct Augustin, que son seygien- tas é cinqiienta leguas: assi que, son to- das mill é ciento y ochenta y seys. Quiero agora deciros lo que desde este Cabo hay hasta llegar al famoso y grande rio llama- de: Miradas. costa á costa, viniendo en - demanda la sada ONO IL de la equinocial, y pas - te leguas hay. muchos buzos: esta punt aquella discurriendo por estas nuestras Indias é Tierra-Firme, de quien aqui se tracta; pues todo lo que está dicho y lo que mas se dirá dessa grand costa es una misma tierra, y todo se podria andar por tierra. Desde el Cabo de Sanct Augustin hasta el Cabo Primero pone la carta cin- qúenta leguas, el qual Cabo Primero está cinco grados é medio de la otra parte de la equinocial. En este camino destas cin- qúenta leguas está primero y más gerca- no al dicho Cabo de Sanct Augustin el rio de Fernanbuco, y mas acá está el rio de las Virtudes, que piensso yo que es el que otros llaman de las Piedras, y mas acá está la bahia de Sancto Domingo, y desta parte, mas hácia nosotros, está un rio que llaman Epitiaca, y mas acá está el dicho Cabo Primero, Desde el Cabo Primero comienca á volverse la costa al Norueste, y veynte leguas dél está la punta del Cabo del Placél, en torno de la qual y dentro de la mar quinge ó veyn- 122 ó cabo del Placél está en quatro grados é medio de la otra parte de la línia equino- cial. Treynta leguas mas acá deste pro- montorio está el Cabo ó punta de Sanct Miguel, en quatro grados de la equino- cial, de la banda del Sur, y córresse Este al Huesnorueste. Mire el letor dónde estó y desde dónde escribo, porque en algu- nas partes digo mas acá, é quiere aquello decir ó háse de entender, viniendo la cos- ta abaxo de la Tierra-Firme á Occidente. En estas treynta leguas está primero la bahia de Sanct Rafael, y mas acá la ba- hia de Tortuga; y mas hácia el dicho cabo y bahia de Sanct Miguel, en do- blando la punta al Occidente, está un rio grande que se llama de Sanct Miguel. Desde la punta ó promontorio de Sanct Miguel hasta el angla de Sanct Lúcas se corre la costa abaxo cinqúenta é cinco le- guas, poco mas ó menos; la boca de la qual angla está en tres grados de la equi- nogial, á la parte del Sur. Y en estas cin- qúenta é cinco leguas, viniendo al Occi- dente, estan primero essas tierras y el Cabo del Corgo y la bahia de Arrecifes y el Cabo Blanco, que es la entrada de la dicha angla de Sanct Lúcas, á la parte del Oriente. Desde el angla de Sanct Lúcas á la punta del Palmar hay quarenta leguas poco mas ó menos, la qual punta está é dista de la equinocial algo mas de un grado de la otra banda ó parte del Sur; y en estas quarenta leguas, viniendo la costa abaxo desde la dicha angla de Sanct Lúcas, está primero el Aguada, y mas acá Punta Primera, y mas al Poniente Golpho de Negros, y mas acá la playa del Placél, y mas á Occidente la playa de las Pesquerías, y mas hácia acá está la dicha punta ó promontorio del Palmar. Torno á deciros, letor, que escribo des- de aquesta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española. Desde el Cabo del Pal- mar á la línia de la demarcacion que tie- ne Castilla con Portugal, viniendo al HISTORIA GENERAL Y NATURAL Occidente la costa abaxo, hay ochenta deguas: la qual línia passa, de Norte á Sur, por la punta que llaman de Fumos ó Humos en la Tierra-Firme , hasta nuestro polo ártico, y responde en la parte aus- tral hácia el antártico, en el dicho Cabo de Buen Abrigo, debaxo de la sierra de Sanct Sebastian, como lo tengo dicho en el capítulo precedente. Y en estas ochen- ta leguas, al Poniente doce leguas, está el rio del Placél, desde el qual se vuel- ve la costa del Este al Hueste hasta la di- cha tierra ó punta de Humos; y mas acá del rio del Placél está otra tierra que tambien llaman de Humos, y mas acá está la bahia de Sanct Vicente, treynta leguas del Cabo del Palmar; y mas al Po- niente está el Cabo que llaman del Hues- te, y mas acá está la punta que llaman de Allende, y mas al Occidente está otra punta que llaman de Corrientes, y mas abaxo está la dicha punta de Humos; donde se cumplen las ochenta leguas que dixe que hay desde el Cabo del Palmár: la qual punta de Humos está en grado y medio de la otra parte de la equinocial, á la banda del Sur. Desde la punta de Hu- mos hasta el Cabo de Corrientes, hay treynta leguas al Occidente, el qual ca- bo está en grado y medio de la otra par- te de la equinocial. Desde el Cabo de Corrientes hasta la bahia de Todos Sanc- tos hay veynte leguas; dentro de la qual bahia hay algunas isletas. Pero hasta ella en el camino de la costa en estas veynte leguas está el rio de Naubor y el rio Se- gundo, y el rio de Johan de Lisbona; y está aquesta bahia de Todos Sanctos en dos grados y medio, de la otra parte de la equinócial. Desde la bahia de Todos Sanctos al Cabo de los Esclavos hay doce ó trece leguas, la via del Poniente; y este Cabo de los Esclavos está en la punta de la boca del rio Marañon, en dos grados y medio de la equinocial, de la parte del: Sur. Pero su entrada en la mar no es un: DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. II. solo braco, como se dirá quando en ade- lante se tracte del viaje que por él hizo Francisco de Orellana, ques una de las notables cosas que se han oydo; por quél y otros que con él vinieron de la tierra de la Canela, que militaban con Goncalo Pizarro primero en el Perú y partes aus- trales, fueron los que mas vieron deste rio, é vinieron á salir por una de las bo- cas deste rio á estas partes, é vinieron á esta rica cibdad: de los quales yo me informé corre este rio de la parte de mediodia y es muy poderoso. Y pone la carta en su embocamiento veynte leguas hasta el rio que se llama assimesmo de - los Esclavos, en el qual embocamiento hay algunas y aun hartas islas; pero la carta pone pocas y sin nombre, y muchos baxos. Entran las aguas de aqueste rio con mucho ímpetu en la mar, y dentro della, diez ó doce leguas, se coje deste rio agua dulce: é aquel embocamiento hace allá dentro dos bracos prencipales, y al mas oriental llaman rio de Navidad; y el mas occidental es el que guarda el proprio nombre de Marañon, y es el mas prengipal, el qual derechamente viene de la parte austral, la tierra adentro. Este rio es cosa muy notable y señalada en la pintura de la cosmogrophia por sus gran- degas, y quien oviere atendido á lo 123 que está dicho, hallará que desde el Cabo de Sanct Augustin, que está en ocho gra- dos y medio de la otra parte de la equi- nogial, hasta llegar al embocamiento y atravessarle, al rio Marañon hay tres- cientas ginqúenta y ocho leguas, poco mas Ó menos, de costa continuada con los puertos é rios é promontorios que parti- cularmente se ha declarado. Este embo- camiento, que tan señalada cosa hizo Dios en el mundo, se llamó un tiempo Mar dulge, porque con mar jusente ó baxa se hage agua dulce en la mar apartados de la tierra las leguas que he dicho, é mu- chas más, si creemos á Vicente Yañez Pincon, que fué el que descubrió este rio é uno daquellos tres capitanes é pilo- tos y hermanos que se hallaron con el al- mirante primero destas partes, Chripstó- bal Colom, en el primero descubrimiento destas Indias: y este fué el primero espa- ñol que dió noticia deste grand rio é le vido, al qual yo oy decir que lo avia descubierto el año de mill é quinientos años, y que avia cojido agua dulce en la mar, treynta leguas apartado de la bo- ca deste rio; é otras particularidades dél que se dirán en el libro vigéssimo ter- cero. Passemos adelante, prosiguiendo la descripcion desta costa de la Tierra- Firme. CAPITULO 1V. En el qual se tracta en continuacion de la geographia que hay desde el grande é famoso rio Marañon has- ta la línia equinogial, viniendo de la parte austral en demanda della, costaá costa por la Tierra-Firme. Cn queda ya dicho, el cabo ó pro- montorio que llaman de los Esclavos del embocamiento del Marañon, dista dos grados y medio de la equinocial á la ban- da del Sur, en la parte de Oriente; y en los mismos grados está el rio ó punta, destotra parte del mismo rio al Poniente, ques la anchura ó latitud deste rio, que eS son veynte leguas, segund la carta mo- derna, ó más. Desde la punta occidental deste embocamiento ó rio Marañon hasta el Cabo Blanco, ques por donde passa la línia equinogial, en la parte occidental de la Tierra-Firme, se corren sessenta leguas al Norueste Sueste hasta la punta ó pro- a montorio de dicho Cabo Blanco. Ep o 124 HISTORIA GENERAL Y NATURAL el discurso del camino nos ha traydo á esta particularidad, digo que lo que hay señalado en lascartas, desde el rio Mara- ñon hasta la equinocial é desde el rio de los Esclavos, son cinqúenta leguas; y mas acá veynte leguas está un rio que llaman de las Arboledas, y mas al Po- niente está la costa que llaman de Laxas: desde el rio de la qual hasta el Cabo Blanco é línia equinocial, viniendo al Occidente, hay veynte é cinco leguas. Pero porque los que leyeren esta General Historia de Indias se verán en ella dupli- cados nombres, assi como Cabo Blanco, que el uno está ciento é veynte y cinco leguas desta parte del golpho de Magalla- nes, y el otro Cabo Blanco está en el em- bocamiento del rio de la Plata á la parte austral, é otro está á la boca del Angla de Sanct Lúcas; háse de advertir en las partes que se ponen estos Cabos Blancos, que son muy diferentes en las alturas é muy apartados unos de otros, é por allí se entenderá que no es uno mismo el cabo, aunque el nombre lo sea. Pero no dexo de culpar en alguna manera á los descubridores que les dan un mismo nom- bre, sabiendo que hay otros tales, é á las veces son excusados, porque en efeto son terreros ó peñas blancas algunos de los Cabos Blancos, é otros hallaremos adelante que se llaman assi en la conti- nuacion de las cosas destas Indias; pero no es inconveniente por ser en tan di- versas provincias y tan léxos unos de otros é no impide cosa alguna aquesto á la memoria é órden que puede llevar el letor. Assi continuaré su lecion hasta el fin destos tractados. Muchas villas hay en España que se llaman Alcalá, y otras que se dicen Vi- llanueva y de otros nombres; pero en de- cirles el sobrenombre se sabe que en di- ciendo á la una Alcalá del Rio está á par del Guadalquevir en el Andalucia, y si digen Alcalá la Real que está en el reyno de Granada, y si dicen Alcalá de Hena- res, saben que está en el reyno de Tole- do. Tambien si dicen Villanueva de Bar- carota ó Villanueva de los Infantes, é as- si otras, é por los sobrenombres que les añaden, se sabe luego que son diferentes é apartadas. Assi á nuestro propóssito, diciendo que este Cabo Blanco, de quien últimamente hablamos, está en la equino- cial, y el otro en el embocamiento de la ribera ó rio de la Plata, é los otros dos donde quedan declarados, se sabe que hay muchas leguas del uno al otro, pues que en cada parte que se señalan los gra- dos, se dice donde están y lo que distan de la línia equinocial. Assi que ressu= * miendo este camino, digo que desde el Es- trecho de Magallanes, costa á costa, has- ta la equinocial y Cabo Blanco, por don- della passa en la Tierra-Firme en la par- te oriental, hay, contando assimesmo las ciento é diez leguas del mesmo Estrecho, de boca á boca en su longitud, mill é seyscientas é quatro leguas; pero mas de dos mill serán de navegar, para lo andar. He passado tan brevemente por tantos mares y puertos de las costas que serán nombrados, porque aunque se saben dón- de están, no se han podido inquirir, ni el tiempo breve ha dado lugar á se en- tender puntualmente los secretos de la tierra adentro. En lo más de lo que está dicho, antes es de maravillar de lo que se sabe, segund lo poco que há que los chripstianos navegan estas mares. Mas porque todos los que leen no son unos, y los que desta cosmographia carescen, no saben qué cosa es esta línia equino- cial que tan á menudo aqui se nombra, diré con brevedad lo que hace al caso, assi porque en los límites y grados que se han relatado, mejor los entienda el le- tor, como porque en lo que está por de- - Gir pueda con mas claridad é avisso con- _finuar esta legion é geographia della, yen- do destas mares é tierras de las Indias: é DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. IV. han de estar con la atencion que lo pide la materia, é teniendo essa, podrán me- jor advertir dónde se halla ó está el letor, 125 en qualquiera parte del mundo que qui- siere mirar en ello, etc. CAPITULO Y. En que se tracta é declara qué cosa es la línia equinogial. Eo que yo escribo, aunque principal- mente sea cumpliendo lo que el Empera- dor, nuestro señor, me manda, y para dar á su Cessárea Magestad particular re- lacion desta Historia general de sus In- dias, puesto que con menos palabras en algunas cosas podria satisfager é mi Rey y Señor, é á las personas dotas que aques- tos tractados vieren, no por esso se debe dexar de dar parte á los que no tienen le- tras, declarándoles lo que es esta línia equinocial que tan continuamente se nom- bra, y es menester en aquesta legion, pa- ra ser entendidos los términos del mundo en la mar y en la tierra; y por la medida questa nos enseña, con el curso del sol y órden de las estrellas, venimos á enten- der puntualmente por dónde discurrimos y en qué parte del mundo nos hallamos. Y assi, para que los que estas reglas 18- -noren me entiendan, digo á los tales que la línia equinocial es un punto que justa mente ponemos mental, haciéndose una línia derecha de Oriente á Poniente, que diste igualmente de los polos ártico é an- tártico, desde la qual línia ó punto ninguno dellos se puede ver, y estan por horicon- tes en todas aquellas partes, por donde es- ta línia passa en la mar y en la tierra, ro- deando el universo en trescientos sessenta grados de longitud que tiene de circun- ferencia esta línia y el mundo. Y alli en toda ella son los dias y las noches iguales de doce horas, porque en todo el tiempo la mira el sol igualmente; ésin faltar allí, passa el sol desde los once dias de marco hasta el trópico de Cáncer, en el qual día entra en el signo de Aries y progede has- - do ólínia, que atraviesa la equi ta que entra en Libra, que es á catorce de septiembre; pero assi como hiciéredes memoria de la equinocial línia, aveis de imaginar otra por el antártico, que cruce el mundo é vaya derechamente atraves- sando la equinocial. En este y en el otro emispherio de polo á polo son otros tres- cientos sessenta grados; por manera que desde la línia hasta llegar debaxo del po- lo, é teniéndole por cenit, hay noventa grados, y otros tantos desde la línia equinogial al cenit del antártico: por ma- nera que partiendo de la línia hácia qual- quiera de los polos, comencamos á contar uno, dos ó tres grados, etc., hasta los noventa, que es la quarta parle del uni- " verso: y passando del polo en el otro emispherio, comengcais á contar uno, dos, tres grados, etc., yendo en demanda de la línia, hasta llegar á la cruz del diámetro. del otro emispherio. É passando de los noventa grados del polo un grado, decis ochenta é nueve; é passando dos, decis ochenta é ocho; é passando tres, decis ochenta é siete, etc., hasta que assi des- falcando, llegais á la línia en el otro emis- pherio. Esta línia equinocial, como es di- cho, está en la mitad de aquellos dos puntos ó axes ó exes, distando igualmen- te al uno y al otro; y aquel questá desta : - parte nuestra hácia el trópico de Cáncer es llamado ártico, del nombre griego de la imágen de la Orsa menor, el qual vul- - garmente en España se llama Norte, y el polo que al opóssito está de la otra parte de la equinogial hácia el trópico de Ca- pricornio es llamado antártico. Aquel 7 se 126 llama meridiano, que passa por ambos á dos polos y por el cenit de nuestra cabe- - ca; é llámase meridiano, porque donde quiera que el hombre esté y en qualquie- ra tiempo del año, quando el sol con el moto del firmamento proviene á su meri- diano, es aquel mediodia, é por esso se dice círculo meridiano. Pero es de notar que las cibdades ó promontorios que es uno mas oriental que otro, han diversos meridianos , y elarco de la equinocial in- tercepta uno que entre los dos meridianos se llama longitud de las cibdades é pro- monltorios; mas si dos cibdades ovieren un mesmo meridiano, entonces igualmen- te distarán del Oriente y del Occidente. El horiconte es un círculo que divide el emispherio inferior del superior, y llá- mase grécamente horiconte, que quiere tanto decir como determinador del ver ó vista nuestra, etc. Ya todo esto de aqui adelante será supérfluo é apartarnos de aquello que solamente hage á nuestro pro- póssito; mas conviene que el letor entien- da que estos grados tienen diversa cuen- ta, como mejor lo dará á entender el diestro nauta ó piloto con el mismo astro- labio en la mano; y es cuenta muy cer- líssima, porque si assi no lo fuesse, no se sabria bien navegar, ni agertaria á yr una nave tantos millares de leguas por diver- sos rumbos; y en fin va á entrar por una canal ó puerto, donde quiere guiarla el prudente piloto, y nolo sabria hacer, si no tuviesse verdadera ciencia. Todos los grados que yo aqui mido, no son como los andan las naos, porque si corren de Norte á Sur, son diez é siete le- guas y media cada grado, y por la quar- «ta primera al Nordeste son veynte é ocho eguas y media el grado: por la segunda quarta son veynte leguas y media; y por la quarta tergera son veynte é dos leguas y media quarta, al Norte del Nordeste; y por la quinta del Nordeste es el grado yeynte é cinco leguas; y por la quinta HISTORIA GENERAL Y NATURAL quarta, que es al Nordeste quinta al Les- te, son treynta é tres leguas el grado; y por la media partida, que es la sexta quarta, son quarenta é siete leguas y me- dia el grado; por la séptima quarta, que es al Este quarta al Nordeste, son ochen- ta é ocho leguas y media el grado, del Leste al Hueste,ó del Oriente á Poniente. Á mí no me es oculto quántas leguas se han de andar por grados, porque en tal camino no se alca ni abaja la estrella Or- sa; é igualmente distan los polos partien- do del Poniente hácia el Norte, porque la cuenta de las quartas es como lo que es- tá dicho, en que se incluye la mitad de la esfera: de manera que por la quarta primera del Norte hácia Levante, son diez é ocho leguas y media, y por la quarta questá debajo del Norte, hácia Poniente, primera que la séptima, contando desde Poniente, se andan ochenta é ocho leguas y media, y por esta misma manera podeis contar las otras diez é seis quartas res- tantes. Pero los grados, que aqui se as- sientan, son conformes al assiento de la tierra, por donde discurro; declarando quanto se algan los polos sobre el hori- conte, y quanto está ó dista el puerto ó isla, ó promontorio, ó rio apartado de la línia equinocial, conforme á la cuenta de las diez é siete leguas y media por grado, - de Norte á Sur; pero no cómo se corren ó6 navegan las costas por sus diferentes entradas ó salidas ó puntas: que ha de ser r los rumbos é quartas drán como está dicho. . Estos términos de astrólogos yo no los sabria deputar con el muy doto extrema- do maestro Ciruelo, que escribió tan bien, como es á nuestra España notorio , ni co- mo lo assienta el maestro Florentino; pe- ro si ellos Sobernassen sendos navios y yo otro, aunque me falta mucho para ser diestro en la navegacion, piensso que yria yo antes á casa que no ellos, puesto que en esta y otra qualquiera ciencia y arte DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. Y. es sin comparacion la ventaja que me tie- nen. Pero quanto al exercicio marinesco, muchas malas noches é dias les llevo de ventaja, para que se crea que navegaria mas seguramente, faltándome sus letras, que no ellos, faltándoles la ciencia de las cosas de la mar; no embargante lo que es- tá dicho de susso de la verdadera ciencia, que ellos é sus semejantes no han igno- rado, ha salido el efeto del perfeto nave- gar. Bien me he hallado algunas veces con letrados á platicar en estas cosas, y como algunas dellas no las han experi- mentado, ó si las han leydo, no las exer- citan, parésceles que habla hombre arábi- go ó como idiota; porque á la verdad, como dixe de susso, mucho me falta pa- ra que se crea que sé s algo desta materia. Mas tambien los hallo casados con algu- nas Opiniones de sus libros, que el tiem- po y los ojos nos enseñan lo contrario. Grand varon fué Plinio, al qual yo soy parcialíssimo; pero yo le mostraria en su misma Natural historia algunas cosas dig- nas de enmienda, sin que lo pudiesse ne- gar: el qual dice que otra parte de la tierra no es habitada, sino aquella que al zodiaco es sotopuesta, y que el resto, de- baxo de los polos, es inculto, y no habita- do. Y el mismo auctor mas adelante dice que el polo de la parte septentrional es dicho ártico, y aquel questá á su opóssito se llama antártico, y que en el un lugar ni en el otro ninguna cosa hay sino nu- blados y yelos; y que la tórrida zona ó parte questá entre ambos polos, porque es la via del sol, de continuo es quemada y arde. Por manera que de cinco zonas, en que reparte la esphera, las que están puestas entre la tórrida y los dos extre- mos ó polos, dice que son templadas; pe- ro que no pueden yr de la una á la otra, porque el incendio de la zona de enme- dio impide el camino; de forma que dice * Oviedo dejó un claro en esta parte de su MS,, proponiéndose acaso noe el número de leguas, que 127 que el cielo nos quita de cinco partes de mundo las tres, etc. ¿Paréceos, letor, que están manifiestos tales errores, pues que en nuestros tiempos tantas armadas han passado essos trópicos é tórrida zona? Assi los que vemos yr é venir al rio Ma- rañon y al de la Plata como al Estrecho de Magallanes, y en essa cosmographia septentrional que el doto varon Olao So- tho nos enseña, sabemos que debaxo del polo ártico hay poblaciones y gente; y assi aun á quatro grados de la otra parte del polo pone una provincia que se llama Grunt Landia, de la qual adelante en su lugar se dirá alguna cosa. Concluyo y tengo por cierto que los an- tiguos escriptores ignoraron la mayor parte del mundo, y que fué mucho mas lo que no supieron que lo que escribie- ron, y que todo es habitado. Volvamos á mi materia puntual. Esta línia equinocial passa en la Tierra-Firme destas Indias de la corona real de Castilla por el Cabo Blanco en la parte oriental, é atraviessa la tierra y sale en el Occidente á la mar austral por la punta ó promontorio que llaman de los Quecxemies: la qual punta está en veynte leguas del cabo de Sanet Francisco, que está un grado desta otra parte de la línia, poco mas ó menos. Y en esta traviessa de tierra corre la línia _equinocial seyscientas é treynta leguas, poco mas ó menos, de Oriente á Occiden- te, y todas ellas por el señorio de la coro- na y ceptro real de Castilla: en el qual territorio se cree que hay mas oro que en todas las otras partes del mundo, por donde esta línia no passa. Y desde el ca- bo de Quexemies torna á salir de la Tier- ra-Firme á la mar, y corre por aquellas aguas, á nosotros australes, é vá á la Es- pecieria é provincia del Maluco é sus is- las bien mill y ”... leguas por el agua, pri- mero que llegue á los Malucos. Desde el con arreglo á las cartas que tenia presentes, corria E 7 la linea paseos en el espacio que: en csle ms A 128 Cabo Blanco, donde es la parte oriental de la Tierra-Firme, passa esta línia y corre por el agua mill é doscientas leguas ó más, hasta la tierra que la Etiopia tiene al Sur, señaladamente donde está un rio que lla- man de La Barca, que está Norte Sur con la África, y puntualmente con el puerto que llaman de Sabrá, que responde ó es- tá enfrente de la Calabria é tierra de Ta- ranto, en el reyno de Nápoles. Estas mill é doscientas leguas ponen las cartas mo- dernas, y el cosmógrapho Diego Rivero pone ciento menos. Pues está dicho qué cosa es aquesta lí- nia equinocial, dexemos la plática de las tierras orientales, fuera destas nuestras Ín- dias, y ocupemos el tiempo en lo que se ha de tractar de aquiadelante, para con- clusion deste libro: que será desde el di- cho Cabo Blanco, donde la equinocial en- tra por la Tierra-Firme, y discurriré costa á costa dél, viniéndome de la línia hácia nuestro ártico polo, segund el assiento y forma de la tierra; y darse ha fin al libro pressente, cómo hayamos llegado á la postrera tierra, que llaman del Labra- dor y á la de los Vasallos, que la moder- na geographia pone al Septentrion, que dista de la línia equinocial quarenta gra- dos. Y passaré á hacer mencion de la tier- ra septentrional, que está quatro g grados de la otra parte del polo ártico, cosa nue- ya y no escripta hasta agora de algund determina; pero no habiéndolo hecho, y no tenién- dose ya noticia de las cartas de los cosmógrafos Alonso de Santa Cruz , Diego Rivero y Alonso de Chaves, de cuya comparacion, hecha por el mismo Oviedo, resultan notables diferencias, nos ha pa- recido conveniente el abstenernos de señalar el nú= mero de leguas que se cuentan en la distancia aqui recorrida , conforme á los datos que nos suminis- tran ahora las cartas modernas. Rectificadas estas por los mas doctos geógrafos, que han examinado con el mayor esmero aquellas vastas regiones, no es posible en manera alguna que produzca hoy la apli- HISTORIA GENERAL Y NATURAL auctor griego ni latino; y hecho aquesto, yré distinguiendo por libros qué partes desta grand costa, en lo que he dicho está por decir, están pobladas de chrips- tianos, y por quién y en qué tiempo fue- ron descubiertas, puesto que, como en otras partes tengo dicho, el descubridor primero y principal que lo enseñó á todos los que lo han querido imitar en nuestros tiempos, fué el memorable almirante pri- mero destas Indias, don Chripstóbal Co- lom. Y aqueste loor, suyo es principal- mente; puesto que los otros capitanes que le han seguido en tal exercicio, meresqe- dores son de fama y buen nombre por sus obras y gentiles desseos, con tanto que no desconozcan su precetor y decha- do, de donde tomaron aliento y dotrina sus intentos, que es el mismo Colom, sin el qual aviso nunca lo comengáran. Yo he entendido que algunos historia- les en España se ocupan en escribir es- tas materias, y quiero acordalles, por lo que conviene á su consciencia y crédito, que en loque no han visto, pongan el nom- bre del auctor que les informó; porque andan muchas passiones y apassionados y pintores en ello que no merescen ser oydos; y no se contenten con decir que assi se escribió á Su Magestad Cessárea, porque de no le escribir verdad, no se aciertan desde acá á ES acullá muchas Cosas. cacion de los medios, de que la ciencia se vale, los mismos resultados obtenidos, tres siglos ha, por Oviedo. Por esto, sobre ser aventurado el determi= nar dicha distancia, solo conduciria á manifestar que, cuando escribió el Veedor de las Fundiciones | del Oro, no habia trascurrido el tiempo necesario para reconocer con toda exactitud la extension de tan dilatadas comarcas. De los datos que en esle y en los anteriores capítulos presenta, puede obtener sin embargo la ciencia geográfica no poca ilustra= cion, principalmente bajo el aspecto histórico. DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. VI 129 CAPITULO VI Prosiguiendo la continuacion de la geographia de la Tierra-Firme, en que se declara lo que hay costa á costa, desde la linia del Equinocio ó promontorio llamado Cabo Blanco, por donde la línia entra en esta tierra , hasla el golpho de Urabá é los Farallones. E, viaje que he traydo desde el Estre- cho de Fernando Magallanes hasta la equi- nocial, y el que de aqui adelante se rela- táre, será segund la medida é límites de la carta moderna, que por mandado de Céssar fué corregida y enmendada; y con parescer y acuerdo de los cosmógraphos y personas dotas se corrigieron las Opi- niones y pinturas de las primeras cartas. Y no será nescessario que torne á decir quán errado fué el juicio y opinion de los que tuvieron creydo que la tórrida zona ó equinocial línia fuesse deshabitada, as- si por lo que dixe en el precedente capí- tulo contra la comun opinion de los pas- sados, como porque la experiencia de los hombres enseña al plático la verdad y re- prueba la falsa opinion de los que otra co- sa afirmaron: del qual error fué libre Ayi- cena, que como mas natural philósopho di- xo lo cierto *: Quecunque regiones alenderi- mus, certificatum eril nobis, etc. Este sintió la verdad, que hallamos agora é nos es ya notoria y palpable, pues que se vé, co- mo se dixo de susso, que seyscientas é treynta leguas vá la línia equinogial sobre esta Tierra-Firme, desde el Cabo Blan- co hasla la punta de Quexemies, todo ha- bitado y lleno de la generacion huma- na. Desde el Cabo Blanco hasta la punta que llaman del Placél hay cinqúenta le- guas, poco mas ó menos; pero la punta está en un grado desta parte de la línia, porque desde el rio de la Vuelta, donde la costa vuelve al Norte, hay diez é ocho ó veynte leguas á la punta del Placél, y desde el rio de la Vuelta hasta la enseña , a lid. I, Re prima, ia HE*; md del Cabo Blanco hay las mismas cinqienta leguas: más al poniente del Cabo Blanco, diez leguas, está la punta que llaman de la Furna, y más al Occidente está el rio que llaman Aldea, y más al poniente está el rio de las Planosas: desde el qual al rio de la Vuelta hay veynte leguas, en que se cumplen las cinqúenta leguas, y las mismas hay hasta la punta del Placél, que está un grado desta parte de la equi- nocial. Desde la punta del Placél se corren ses- senta leguas al Huesnorueste del rio Baxo, el qual está en dos grados y medio desta parte de la equinogial; pero en estas ses- senta leguas, veynte desta parte del di- cho Cabo, está el rio de Vicente Pingon, y mas acá estan las Montañas y la Furna y el Aldea; y desde el Aldea de la Fur- na basta el rio Baxo hay otras veynte é cinco ó treynta leguas. Finalmente, en lo ques dicho se incluyen las sessenta leguas. Desde el rio Baxo al Norueste se cor- ren en la costa noventa leguas, continua- da la costa, subiendo los grados poco á poco, hasta la boca del rio Dulce, que es- tá en seys grados y medio desta parte de la equinocial; y contando este camino, po- nen primero la punta de la Arboleda, y mas acá la playa, y mas al Occidente el rio Salado; y adelante la Furna, y mas hácia nosotros el rio Verde, y luego el Arrecife; y mas adelante el rio del Pla- cél, y despues la playa, y mas á esta parte la tierra llana, hasta el promontorio y entrada de la boca del rio Dulce, el qual tiene en la entrada tres islas peque- De complexionibus, cap. 1. 17 130 HISTORIA GENERAL Y NATURAL ñas, puestas del Leste al Hueste ; y hasta aqui se incluyen las dichas noventa le- guas. Desde el rio Dulce hasta la punta del Cabo Anegado se corren al Norueste, quarta al Norte, treynta é cinco leguas poco mas ó menos: el qual Cabo Anega- do está Norte á Sur con la isla de la Tre- nidad , la qual dista del dicho cabo cinco Ó seys leguas; pero hay en estas treynta é cinco leguas desde el rio Dulce, prime- ramente Monte-espesso 'é rio de Canoas, é rio Salado , y mas acá Cabo Anegado, que está en ocho grados desta parte de la línia equinocial. Entrando por la canal que hay entre la isla de la Trenidad y la Tierra-Firme, veynte é quatro ó veynte é cinco leguas, está el grand rio que se llama Huyaparí al Poniente, la costa aba- xo; y otras veynte é quatro ó veynte é cinco leguas, derecho al Occidente, está la tierra que llaman de Caribes, en ocho gra- dos y dos tercios desta parte de la línia. Y assi se hace una isla redonda en la rin- conada, donde la costa da la vuelta al Nordeste quarenta leguas, hasta la pun- ta quel primero descubridor y almirante destas Indias, don Chripstóbal Colom, lla- mó punta de las Salinas y punta de las Palmas , porque allí hay muchas; la qual punta está en diez grados desta parte de la equinocial. Y entre aquesta punta y la isla de la Trenidad hay ocho ó diez leguas de mar: el qual embocamiento llamó el almirante Boca del Drago; y entre la isla y la Tierra-Firme estan dos isletas. Y la punta, que la isla de la Trinidad tiene mas al Leste, se llama Punta de la Galera, la qual está en los mismos diez grados. Cerca de esta isla, más al Norte, está otra isla, á quatro ó cinco leguas della, que se dice de Trabajo, con algunos isleos en torno. Aquella mar que hay entre la boca del Drago é isla de la Trenidad y la Tierra- Firme, descubrió el almirante primero, en el tercero viaje que hizo á estas par- tes, el año de mill quatrogientos é noyenta y seys, como mas largamente se dixo en el tercero libro de la primera parte desta General Historia de Indias: é vido pri- mero esta isla y nombróla la Trenidad, porque mirándola á ella y á la Tierra-Fir- me se mostraron tres montes á un tiem- po. Y entró por el embocamiento que es dicho y llamóle Boca del Drago, y no ovo lengua con los indios, porque es gente feroz y flecheros, aunque vió muchos en canoas é piraguas grandes. La parte que esta isla tiene al Sur, está en ocho grados y dos tercios, y tiene de longitud treynta leguas ó mas, y de latitud veynte é cinco. Y la Tierra-Firme que le está á la parte del Sur, se llama el Palmar, y el almiran- te primero le dió este nombre; y la Punta de las Salinas, que es en la Tierra-Firme, en la Boca del Drago ó embocamiento en- tre essa punta de Salinas y la isla, aque- lla punta ó promontorio fué la primera tierra que los chripstianos vieron en la Tierra-Firme , la qual agora llaman punta de Paria, porque aquel golphete que se hace entre la isla y la Tierra-Firme, le llaman el golpho de Paria. Desde la pun- ta de las Palmas ó Boca del Drago al Occi- dente, sessenta leguas del Leste al Hueste, hay sessenta leguas hasta la punta de Ara- ya: la qual está en los mismos diez grados desta parte de la equinocial; y en la mi- tad de estas sessenta leguas sale un pro- montorio que se dice Cabo de Tres puntas, Junto á la tierra que llaman Parianá. Y de Norte á Sur con la dicha punta de Araya está la isla Margarita, entre la qual y la dicha punta de Araya está la ista de Cubagua, donde se pescan las perlas: la qual isla de Cubagua tiene tres leguas de circunferencia, y de ambas is- las se hizo mencion particular en la pri- mera parte desta General Historia, en el libro XIX. Más al Norte de la isla Margarita está la isla Blanca en doce grados desta parte de la equinocial; y mas al Leste de la isla de las Perlas, en- DE INDIAS. LIB. tre la Margarita y la Tierra-Firme, está otra isla dicha Coche: é otras diez ú doce leguas de la Tierra-Firme, la vuelta del Norte, estan las islas que llaman los Tes- tigos; de las quales y de las otras que es- tan la vuelta del Norte, assi como los Barbados y Matinino y las demas hasta la costa de la Florida, en la parte que vuel- ve al Norte de la Tierra-Firme, se dixo en el libro II de la primera parte y en otros lugares, y por tanto no se repite aqui, salvo que fueron por diversos Capi- tanes descubiertas. Desde la punta de Araya torna la costa al Sueste, y luego á seys ó siete leguas de Cubagua está el rio de Cumaná en la Tierra-Firme , donde está una fortaleca para el agua del rio y para que los indios no impidan el agua á los vecinos de la isla de Cubagua ,“que no tienen agua, si de allí no les va. Desde el rio de Cumaná se corren al Occidente, del Leste al Hueste, por la costa de Tier- ra-Firme, ochenta leguas hasta Golpho Tris- te, el qual está en nueve grados y medio desta parte de la equinocial, y en la mis- ma altura está el rio de Cumaná; pero en estas ochenta leguas estan Sancta Fé, Chiribichi, Bengamar, Maracapana, las isletas de Piritú, rio de Oynari, bahia de Higuerolo, Cabo de la Codera, Cabo del Isleo blanco, Puerto-Muerto, Puerto-Fle- chado, islas de Alonso, y luego el dicho Golpho Triste. Toda esta costa, en lo que he dicho, está en nueve grados y medio, algunos minutos mas ó menos, en todas ochenta leguas; y todas son de indios Ca- ribes flecheros, que tiran con hierva pon- coñosíssima y mortal, y toda es mala gente y comen carne bumana. Desde Go!pho Triste vuelve la costa al Norte diez ó doce leguas hasta la Punta Seca, la qual está en diez grados y me- dio desta parte de la equinogial. Desde la punta Seca se “corren al Occidente treynta leguas hasta Curiana, ques un rio - assi llamado, que está algo mas de diez XXI. CAP. VI 134 grados y medio desta parte de la equino- cial. Desde Curiana sale una punta ó pro- montorio en la mar diez leguas que se llama el Cabo de Sanct Roman, el qual está en algo menos de once grados desta parte de la línia. Desde el Cabo de Sanet Roman torna la costa al Sur veynte le- guas hasta la boca del golpho de Vene- zuela: alli se hace un embocamiento es- trecho de mar, y dentro de aquel se di- lata el agua ó ensancha en forma de lago redondo, en que hay bien veynte leguas, de longitud ólatitud, por cada parte, den- tro del dicho embocamiento: y la parte mas austral daquellas aguas ó golphete está en ocho grados y dos tercios, poco mas ó menos. Esta gobernacion del go!lhpo de Venezuela está á cargo de la grand com- pania de los alemanes velcares por man- dado de la Cessárea Magestad; y en aquel embocamiento que se dixo questá veyn- te leguas del Cabo de Sanct Roman al Sur, corriendo délal Norte treynta leguas, está una punta de la Tierra-Firme, y á par della tres isletas que se llaman los Monges: la qual punta está en doce gra- dos desta parte de la línia equinocial, y hay desde el dicho Cabo de Sanct Roman á ella un golpho de veynte leguas de tra- vés. Por manera que desde la otra punta que se dixo de Araya hasta los Monges, hay ciento y veynte leguas; pero hay entremedias todas. estas islas que agora se dirán. Más al Poniente de Cubagua diez leguas la Tortuga; ocho ó nueve le- guas está otra isla llamada Yaruma, á la qual tambien la llaman isla de la Orchilla, porque hay alli mucha: más al Poniente de la Orchilla está otra que se llama /sla Roca; al Poniente de la Isla Roca está la isla de Páwaros ó de Aves, porque en ella señaladamente crian innumerables aves; más al Poniente de la isla de las Aves es- tá la isla Boynare; más al Poniente de la. isla Boynare está otra que se llama Cora-. zante; más al Poniente de Corazanto está 132 la isla llamada Aruba. Estos nombres mudan algunos cosmógraphos modernos en algunas cartas ó las que ellos quieren destas islas como les place, ó como tienen relacion delque se los dáá entender; por- que estos maestros que pintan las cartas de navegar, intitúlanlas como los que lo navegan se lo dicen, y cada dia mudan y quitan nombres á sabor de temerarios: lo qual es muy grand desatino, y no guar- dar los nombres primeros es poner con- fusion en todo. Á la que la carta llama Corazante llaman los indios Corazao, y el almirante que la descubrió la dexó con su nombre: á la quel almirante llamó Po- regarí llaman agora Yaruma ó de Orchi- lla. Passemos adelante. Desde el Cabo de los Monges corriendo quarenta leguas del Leste al Hueste, está el Cabo de la Vela, el qual nombró assi el almirante primero, porque vido alli una grand canoa ó piragua de indios que yba ála vela, y por esso se le dixo este nombre á aquel cabo ó promontorio, el qual está en once grados desta parte de la equino- cial. Allies donde al pressente hay tantas perlas que á arrobas é quintales dellas las llevan á España. En estas quarenta leguas de camino están el puerto de Quiquibacoa y la Caleta y un ancon que le llaman el Lago, y mas al Poniente está el dicho Ca- bo de la Vela. Desde el Cabo de la Vela atravessó el almirante y se vino áesta Isla Española y no descubrió mas daquel via- je, como mas largamente está dicho en el libro Uf de la primera parte desta historia. Y cómo por su industria se ovo noticia daquella grand costa de la Tierra- Firme, despertároase los ánimos á mu- chos para yr allá con título de descubri- dores; y cómo Alonso de Hojeda se avia hallado en la conquista daquella Isla Es- pañola y era hombre de gentil habilidad, con el favor del obispo don Johan Rodri- guez de Fonseca, cuyo criado avia sey= do, vino como capitan con ciertos navíos HISTORIA GENERAL Y NATURAL por la costa de Tierra-Firme y tomó tier- ra ocho leguas encima del puerto de Sanc- ta Maria, viniendo descubriendo des- de mas acá de rio Marañon, y paró en una tierra que en essa sacon se decia Cinta y agora se llama Concha; y era se- ñor daquella tierra el cacique Ciyaro, al qual hizo Hojeda amigo y quedó de pa- ces y por amigo de los chripstianos. Des- pues tomó á este cacique sobre seguro, por engaño y no bien haciéndolo, otro capitan llamado Chripstóbal Guerra, que fué uno de los aterradores de los indios, pero con el tiempo le vino despues su pa- go. El viaje de Alonso de Hojeda fué e año de mill é quinientos y uno, el qual, como es dicho, no tomó tierra hasta donde se dixo de susso , y passó adelan- te y descubrió desde el Cabo de la Vela, donde allegó el almirante primero; y por esto diré lo que hay desde alli hasta el Cabo de la Aguja, ques cinco ó seys le- guas mas adelante á par del assiento de Sancta Marta. Desde el Cabo de lá Vela se torna la costa al Sur ocho ó diez le- guas hasta el rio de Seturma, que está en once grados desta parte de la equinocial. Desde Seturma se corren derechamente treynta leguas á Occidente, en las quales está Ipira ques un pueblo con un buen rio; y mas á Poniente está otro rio que se dige Gochete, y mas al Poniente está el puerto de la Ramada, y mas abaxo es- tá Rio Salado, y mas al Poniente el rio de la Ensenada, donde se cumplen las treynta leguas; la qual Ensenada está en los mismos onge grados que está Setur- ma. Desde la Ensenada vuelve la costa al Norte cinco ó seys leguas á una punta, desde la qual al Cabo del Aguja, hay veynte leguas derechamente á Occidente; y primero está Tucaraca y despues Con- cha é Cinta, donde se dixo que tocó el - capitan Hojeda, y despues la Punta del Aguja y Sancta Marta, en once grados y - medio desta parte de la equinocial. Des-- = i DE INDIAS. LIB. pues de lo qual el capitan Rodrigo de Bastidas, como se dixo en el libro IM de la primera parte, corrió desde el Ca- bo de la Vela, donde el almirante avia llegado el año de mill é quinientos y dos, y descubrió de la Tierra-Firme en la dicha costa hasta el Golpho de Urabá. Pero porque procedamos con la acostum- brada órden, procederé adelante desde el Cabo del Aguja y digo assi: Desde el Cabo del Aguja ó Sancta Marta de ahí adelante se hace una ensenada, que tura diez leguas hasta el rio grande al Po- niente, en que hay primeramente Gayra y Nondira y Dias paenesa ó pasnesa: des- pues está el rio grande en once grados y medio de la parte de la equinocial, en la hoca del qual está una isla; y es muy.po- derosso rio, y entra en la mar con mu- cha fuerca, y con la jusente ó baxa mar se coje agua dulce dél en la mar aparta- do de la tierra tres leguas ó mas (lo qual yo he visto). Está poblado de indios ca- ribes flecheros, que alli y por toda aque- lla costa tiran con una hierba muy enco- nada y mortal que ellos hacen y compo- nen de diverssas cosas poncoñossas y con algunos cumos de hierbas que los indios conoscen que quema mas que un cáusti- co, y todo mezclado hagen una pasta que paresce cera pez, con que untan sus sae- tas ó flechas: y quando es fresca hasta nueve dias, es irremediable la herida, por poca sangre que saque, pues que el golpe ó llaga no es nada; porque las fle- chas son de cañas ligeras y delgadas de carricos, y pónenles en lugar de hierros al cabo un pedaco de palo récio enxeri- do, y en la punta de aquel un hueso de raya ó de otro pescado, ó le agucan el mesmo palo y le sacan unas lengúetas para que prenda; y quando la hierba es añeja, refréscanla con el cumo de los man- canillos que en otra parte se ha dicho, y tórnasse como primero. Son tales estos os que,-como ha muchos can= XXI. CAP. VI. 133 grejos por la costa, acaesce que los co- men essos cangrejos, y tambien alguna vez come el hombre algun cangrejo de los que los han comido, y assi se muere, como si le diessen otra muy poderossa pócima. Yo he visto morir desta manera indios y chripstianos. Quando estos in- dios van á la guerra por mar ó por tierra, cada flechero lleva un buen arco de ré- cia madera y bien labrado y un manojo grande de sus flechas, y los mas dellos sus carcajes, y llevan pelotas desta hier- ba tamañas como lasxquieren hacer, para ungir y emponcoñar sus saetas. Esto he dicho aqui, porque el capitan Rodrigo de Bastidas descubrió parte des- ta costa; y lo mas peligroso della fué lo que él vido destos flecheros hasta el gol- pho de Urabá, á la entrada del qual está una punta que llaman Caribana, de don- de se deriva este nombre caribe, como cabeca ó solar solariego de los caribes. Este nombre caribe no quiere decir sino bravo ú ossado ó esforcado. Notad assi como Hércoles en lengua egipcia quiere decir fuerte ó victorioso en batalla, y mas propriamente en lengua griega; pero yo creo que propriamente quiere decir cari- be fuerte ó bravo en aquella costa ó par- te de la Tierra-Firme, y aun en aquestas. mismas islas; porque quando uno come axi y quema mucho, ó sorbe algund cal- do que quema mucho, dige: muy caribe está. Tornemos á nuestro camino y á lo que vido Bastidas. Desde el Rio Grande la costa abaxo, treynta leguas al Occidente, está primero Puerto Hermoso, y despues el puerto de Zamba, y mas al Poniente la punta de la Canoa, donde se hace la ensenada de Cartagena, en la qual está la boca de Codego, que mal informados nuestros cosmógraphos le llaman Carew, y á la verdad los indios nunca assi la lla- E e maron, sino codene Carex fué un indio ma 134 te de aquella isleta, ó el principal della, al qual temian mucho los indios, é yo le conosgí, y adelante se dirá en el lugar que convenga. Esta isla de Codego pue- de tener una legua de circunferencia ó ¿poco más, y está en la boca deste puer- to que llaman Cartagena, dentro de la qual se hace una ensenada de tres leguas ó mas; y la isla es llana y arborada, y entrella y la Tierra-Firme hace dos bocas esta ensenada: la oriental es mas unida, y la boca del Poniente mas angosta ; pero cada una dellas es hondable. La punta de la Tierra-Firme, débaxo de Codego, lla- man Zalmedina, y enfrente de la boca oriental deste puerto de Cartagena están las islas de Arenas, que son muchas y pequenas, y baxas, y blancas, é arena- les á dos y tres leguas metidas en la mar, desviadas de la costa. La punta de Zal- medina y la isla de Codego están en once grados, desta parte de la línia equinocial, Desde Cartagena y punta de Zalmedina hasta la punta de Caribana se corre la costa al Sudueste quarenta é cinco le- guas, poco mas ó menos; y apartado al- go de la costa, están primero las islas de Sanet Bernardo, y despues mas al po- niente las islas de Varú, é Isla Fuerte, é la isla de la Tortuga; pero debaxo de la punta de Zalmedina, tierra á tierra en la costa, están el puerto de Nave, y el puerto de Varú, y el de las Balsillas, y el rio y puerto del Zenú, y mas al Ponien- te está Punta de Caparoto, á dos leguas de la qual está Isla Fuerte, donde los in- dios del Zenú passan á hacer sal; y mas adelante del cabo de Caparoto está el rio de Guerra é la playa de los Rescales, y adelante estála punta de Caribana, la qual está en nueve grados desta parte de la equinocial. Desde alli se torna Ja costa al Sur diez é ocho ó veynte leguas, y se ha- ce una ensenada el golpho que llaman de Urabá. Desde la punta de Caribana entra la costa al Sur diez é ocho ó veynte le= HISTORIA GENERAL Y NATURAL guas, y llámase aquello golpho de Urabá, y tiene de ancho, donde es mas an gosto -al cabo de las diez é ocho leguas, seys; é siete”, é ocho é hasta diez leguas, y en la culata ó fin deste golpho al Sur entra el rio grande que llaman de la Cuenta del golpho de Urabá, por siete bocas ó bra- cos, que cada uno es poderoso rio, cu- yas corrientes tornan dulces todas aque- llas diez é ocho leguas del golpho de Ura- bá. Y en la otra costa al Occidente está el Darien y la provincia fértil de Gemaco; y se corren otras diez é ocho leguas por la costa del Poniente ó mas hasta los Tres Farallones, que están cerca de tierra al -opóssito de la costa ó punta de Caribana. Todo lo que es dicho, desde el cabo de la Aguja y Sancta Marta , descubrió e capitan Rodrigo de Bastidas, como está dicho en el libro 1I de la primera parte de aquesta Historia general de Indias; pero no vido la Cuenta ni el rio grande de Sanct Johan, que en ella entra: que aquello des- pues lo descubrió el adelantado Vasco Nuñez de Balboa, como se dirá adelante en su lugar. En estas dos costas del gol- pho de Urabá fueron fundados los dos primeros pueblos que ovo de chripstianos en la Tierra-Firme: el primero el de Urabá, y el segundo el de la Guardia, á par del rio Darien; la qual poblagion se llamó despues Sancta Maria de la Antigua, como se dirá adelante. En esta provincia de Caribana se acaba la gente de los fle- cheros de la hierba , la sal tura desde encima de la isla de la Trenidad, y algo mas al Oriente, y de la otra parte del gol- pho de Urabá, en la costa del Poniente, dó es la Cuenta y entrada de aquel pode» roso rio de Sanct Johan. Y adelante es la lengua que llaman de Cueva, y no usan los indios flechas; y porque en este gol- - pho de Urabá cogian desde los navíos del capitan Bastidas agua dulge en ocho bra- gas, llamaron á esta ensenada Mar Dulce, | de la qual adclante e en su u lugar y tiempo. po E DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. VI. 435 se dirán mas particularidades, y de aque- lla provincia y lengua de Cueva, la qual, so ciertos límites, la mandó llamar el Rey Cathólico Castilla del Oro; é allí he yo residido algund tiempo. De manera, letor prudente, que si bien aveis notado mis palabras, en la le- cion deste capítulo os he dado particular relacion de ochocientas é sessenta leguas de costa en la Tierra-Firme, desde la lí- nia del Equinocio y el Cabo Blanco, por donde ella passa, hasta averos traydoá los tres Farallones del Darien en el golpho de Urabá. Progedamos adelante en lo que nos queda por decir en continuacion desta grandíssima costa de la * Tierra-Firme. CAPITULO VII. 1 En continuacion de la costa y geographia de la Tierra-Firme, en que se dirá lo que hay costa á costa desde los tres Farallones del Darien, que estan en el golpho de Urabá, hasta en fin del golpho que llaman de las Higueras. Aqui conviene que vuelva nuestra his- toria al inventor destos descubrimientos, que fué el primero almirante destas In- dias, don Chripstóbal Colom, é diráse lo que mas descubrió de la Tierra-Firme en el quarto é último viaje que á estas par- tes hizo. El qual desde España vino al puerto de esta cibdad de Sancto Domin- go de la Isia Española; pero no le quiso dexar entrar aqui el comendador mayor de Alcántara, don frey Nicolás de Ovan- do, gobernador destas partes, como se dixo en el libro III de la primera parte desta General Historia. É assi él se fué en su descubrimiento con quatro caravelas que truxo, de las quales eran pilotos Pedro de Umbría, é Diego Martin Cabrera, é Mar- tin de los Reyes; y desde aqui fué á re- conoscer la isla de Jamáyca, é de alli atravessó á la Tierra-Firme é fué á reco-. noscer el Cabo de las Higueras é las islas de los Guanaxes, una de las quales se lla- ma Guanaxa. É fué al puerto de Hondu- ras, la qual tierra llamó é puso nombre punta de Caxínes; pero en la moderna carta de Otra manera está: que yo lo oy á los pilotos que he dicho, como se dirá adelante. Desde alli fué al Cabo de Gracias á Dios - € tiró la costa del Levante, la costa arriba de Tierra-Firme, y descubrió la provin-= cia é rio de Veragua. De la qual, el año que passó de mill é quinientos é treynta y seys, el Emperador, nuestro señor, hizo merced, con título de duque della, al al- mirante don Luis Colom, y le hizo mer- ced assimesmo de la isla de Jamáyca con título de marqués della, y le dió demás desso diez mill escudos de oro en cada un año, en las rentas é derechos reales desta Isla Española, y el alguacilazgo ma- yor desta cibdad de Sancto Domingo, con voto en el cabildo del Regimiento desta rica República: todo esto perpétuo é ma- yorazgo indivisible para él é sus subces- sores, confirmándole perpétuamente el tí- tulo de almirante primitivo destas Indias en todo lo descubierto é por descubrir en ellas, habiendo respecto á los grandes é tan señalados servicios de su abuelo el almirante primero, don Chripstóbal Co- lom, de qhien aqui se tracta méritamen- te', como gratíssimo príncipe. Porque ha- blando en verdad los servicios del almi- rante, don Chripstóbal, fueron muy esti- mados é apartados de la costumbre, por donde se adquieren nuevos estados, por- que si traemos á la memoria el orígen y principios que tuvieron las casas y esta= dos de los grandes de España y de otras 136 partes, hallaremos que por algunos ser- vicios notables ó privanca particular, los reyes hicieron señores y dieron rentas y títulos y dignidades á quien los meresció ó les plugo. Pero no hallareis que ningu- no de aquellos, assi medrados ó sublima- dos, dieron á su rey el reyno como Co- lom, que no solamente en descubrir estas partes dió á la corona real de Castilla y de Leon € á los Reyes Cathólicos, de in- mortal memoria, don Fernando é doña Isabel, é sus subcessores un reyno, ó dos ó tres muy grandes; pero dióles una mi- tad del mundo universo, mayor que to- das aquellas tres partes, Assia, África y Europa, en quelos antiguos penssaron que el muudo todo se incluia; porque en es- tas nuestras Indias hay é caben muchos mas reynos é imperios que no estan es- criptos por ningun auclor antiguo ni mo- derno, hasta que Colom nos lo enseñó á todos. Y que aquesto se crea ser assi, tor- nad á leer lo que dixe en el capítulo Y que dice Plinio, en que confiessa que de cinco partes del mundo, las tres no son habitadas; y veremos, al contrario de su opinion, la bandera del pais colocada por la industria del almirante Colom, y ense- ñoreado el ceptro castellano en la tórrida zona; é passamos é volvemos del un tró- pico al otro, no obstante los inconvinien- tes que Plinio y otros hallaron para que tales tierras fuessen habitadas. Dexemos agora de hablar y de loar lo que el primero almirante destas Indias sirvió é meresció, pues que ni yo sabré tan suficientemente escribirlo, como él lo supo obrar, ni hay ninguno tan ignoran- te ni de tan poco juicio que ignore sus méritos. Tornemos al camino. Assi que, descubrió á Veragua é passó á otro rio grande que está mas al Oriente, é llamóle rio de Belen: el qual está una legua de otro rio que los indios llaman Yebra, que es el mismo de Veragua. Ye mas al Leste Ep á otro poderoso rio, 6 HISTORIA GENERAL Y NATURAL púsole nombre rio de Lagartos, porque hay muchos é muy grandes en él, ó me- jor diciendo cocatrices. Á este rio le lla- man los indios Chagre, y los chripstianos assimesmo le dicen Chagre; el qual nasce á dos leguas de la mar del Sur, é passa á quatro de la cibdad de Panamá, en la pro- vincia de Cueva, que agora se llama Cas- tilla del Oro, é viene á fenescer é lancar- se en esta otra mar y costa del Norte, donde el almirante viejo le llamó rio de Lagartos. De alli discurrió adelante, é ha- lló una isla que está junto á la costa de Ticrra-Firme , é llamóla isla de Bastimen- tos, porque la halló toda cultivada é la- brada de mahicales, de yuca, é axes, é batalas, é puso nombre de Puerto Bello. De allí, subiendo la costa arriba, passó por delante del puerto del Nombre de Dios, pero no lo vido; é llegó al rio de Francisca, el qual nombre le pusso el al- mirante, porque allí se tomó una india que quisso ser chripstiana, é le llamaron Francisca. Mas adelante halló un puerto. que se llamó el Retrele, é subió hasta el golpho de Secaliva, ques una ensenada en aquelia costa, lena de muchas isletas; é llamóle golpho de Sanct Blas , porque el dia deste sancto obispo y mártir de Chrips- to, á los tres de hebrero, llegó alli. Des- de el golpho de Secativa ó de Sanct Blas subió por la costa hasta las islas de Poca- cosi, é llamó aquello el cabo del Mármol, é desde allí atravessó á la tierra de la Jamáyca. E aquesto fué lo que de la Tier- ra-Firme descubrió el almirante primero del quarto viaje que hico á esta parte; é volvió á España, donde murió en Valla- dolid, año de mill é quinientos é seys años, desde á pocos dias que se desem- barcaron en la Coruña de Galicia, vinien- do á reynar en Castilla los Sereníssimos Príncipes, el rey don Felipe y la reyna do- ña Johana, nuestros señores, padres de la Cessárea é Sagrada Magestad del Em- - perador Rey, don Cárlos , nuestro señor, DE INDIAS. Agora que está muy mejor entendida aquella costa de Tierra-Firme, é las car- tas de navegar mas apuntadas, é por la relacion de los passados se sabe que el almirante, don Chripstóbal, descubrió en este su último viaje hasta doscientas le- guas de la costa de Tierra-Firme, poco mas Ó menos, y por esto no creen algu- nos que él passasse del Cabo de Hondu- ras abaxo, porque si llegára al golpho de las Higueras, más fueran de trescientas le- guas las que descubriera. En este viaje del almirante no se dicen mas particularida- des , ni cómo se le perdieron los navíos, porque en el Il libro desta General Histo- ria está dicho este camino, que el almiran- te hico. Cómo podeis aver notado, letor, fué de Poniente á Oriente, y al revés de la órden que he tenido para llegar al gol- pho de Urabá, por ser la forma de cómo el almirante lo anduvo y lo descubrió. Agora tornaré á mi estilo, é diré por la misma costa al Poniente, desde el golpho de Urabá, nas puntualmente lo que hay en la costa, declarando las alturas é gra- dos en que está cada tierra desde los Fa- rallones del Darien, questán á par de la costa de Tierra-Firme. En la boca que tie- ne al Poniente el golpho de Urabá hasta el Nombre de Dios, no pone la carta de Chaves, cosmógrapho, sino quarenta le- guas, poco mas 4 menos; lo qual yo no entiendo á probar, porque lo he navega- do algunas veges, y como testigo de vis- ta sé que son sessenta ó más, porque he ressidido en aquella gobernacion de Cas- tilla del Oro, y en aquellas partes lo me- jor del tiempo de mi vida. Están los Fa- rallones queshe dicho en ocho grados desta parte de la línia equinocial; y el Nombre de Dios está en nueve grados y medio, segund la moderna carta; pero aqui quiero yo, con licencia de los cos- mógraphos modernos, decir lo que yo sé de vista: y no les pesse destas ni de otras enmiendas pen me vieren o contra : 040 e LIB. XXI. CAP. VI parte de la línia equinocial; 437 sus cartas y pintura dellas, porque mi in- tencion no es ofender su obra ni auctorji- dad, sino darles relacion mas cierta que la que se les dió por otros, para que en algunas partes corrijan sus patrones, pues que con un quadrante ó estrolabio en la mano lo he visto en la misma tierra assen- tado y de mi espacio, tomando el sol y el estrella de la Tramontana ó Norte, y no examinándolo desde la nao, dando cor- cobos y vayvenes por la inquietud de las ondas de la mar: y dentro della tambien he tenido mis estrolabios y quadrantes y ballestilla, quando he navegado, y me convino hacerlo, porque tengo ojos ¡loo- res á quien me los dió! y los tenia para ocuparme en lo que los otros hombres li- bres se pueden exercitar. Que con esto, (y loable sea) demas de ser yo inclinado á deprender, yo hallo, y se puede tener por cierto, que el Darien y los Farallones están en siete grados y dos tercios desta assi que veynte minutos, que es la tercia parte de un grado, pone la carta más de lo que hay. El Nombre de Dios está bien puesto en los nueve grados y medio que la car- ta le pone, y en essa altura está; pero hánle de poner á sessenta leguas de los Farallones, y no á quarenta, y en estas sessenta leguas ó mas que hay de cami- no está, á las veynte leguas, la costa abaxo de los Farallones, la villa de Acla, en la provincia que los indios de Cueva llaman Carela, y mas abaxo al Occidente está el Cabo del Mármol en Pocorosa, que es hasta donde descubrió el primero al- mirante, como lo tengo dicho. Y en el embocamiento de la villa de Acla, á la parte del Poniente, está Isla de Piñas , y mas al Poniente está el golpho de Secati- va, que el almirante llamó de Sanct Blas, el qual está lleno de muchas isletas. Debaxo deste golpho de Sanct Blas es- tá el puerto del Retrete, y la carta no le a | e Mas al Poniente del cda e 138 trete está el rio de Francisca, que tam- poco no le pone la carta, y despues está Nombre de Dios: al embocamiento del qual puerto, á la parte del Leste, está un cerro ó punta que llaman el cerro de Ni- cuesa, porque assi le nombró el capitan Diego Nicuesa, quando descubrió aquel puerto. Desde el Nombre de Dios se cor- an cingúenta leguas del Leste al Hueste, la costa abaxo, hasta la bahia é islas de Go- rebaro, que están en los mismos nueve grados y madio; pero en estas quarenta leguas están mas abaxo del Nombre de Dios, á seys leguas, la isla de Bastimentos y Puerto Ballo, y el rio de Lagartos, alias Chagre, y el rio de Chepra, y el rio de Banct Blas, y el rio de Belem, que está ya en la provincia de Veragua. Despues está la isla del Escudo, cerca de la cos- ta, y despues están las islas de Cerebaro y la ensenada ú bahia de Cerebaro. Desde las islas y ensenada de Cereba- ro se vuelve la tierra al Norte, é se corren sessenta leguas hasta la punta ó promon- torio que llaman Cabo de Gracias á Dios, la qual punta ó cabo está en trece grados algunos minutos apartada de la línia equinogial, ála parte de nuestro polo árti- co; pero en estas sessenta leguas hay desde el ancon de Gerebaro, primeramen- te la Punta Blanca, y mas al Norte está un ancon lleno de islas que tambien le lla- ma la carta moderna Gerebaro; mas su proprio nombre es Cariay. Mas al Norte está la tierra de Sierras Altas, treynta le- guas ó mitad del camino, y no se pone otro nombre alguno hasta el dicho Cabo de Gracias á Dios. Desde el Cabo de Gra- cias á Dios se corre la costa al Norueste -_septenta leguas, hasta el Cabo del Cama- ron, yendo subiendo los grados poco á poco; y está el Cabo del Camaron en diez é seys grados y un tercio, desta parte de la equinogial: y en estas septenta leguas despues del Cabo de Gracias á Dios, quin- ce leguas poco mas ó menos, está Puerto HISTORIA GENERAL Y NATURAL Real, y mas adelante está la punta de Ca- xines, hasta la qual hay desde el Cabo de Gracias á Dios veynte é cinco ó veynte é seys leguas. Alli se hace una ensenada grande ó bahia de muchas islas”, y se lla- ma puerto ó bahia de Carlhago, desde la qual hasta el Cabo del Camaron hay treyn- ta é cinco leguas, poco mas Ó menos, y en estas treynta é cinco leguas hay mu- chas islas é isletas, y salen los arrecifes á la mar con muchas baxas. Cinqúenta leguas, poco mas ó menos, desde el Cabo del Camaron al Oesnorues- te treynta leguas, está la punta y Cabo de Honduras y las islas de Sancta Ana: la qual dicha punta está en diez é seys gra- dos y medio de la equinocial, á la banda de nuestro ártico polo; pero en estas treyn- ta leguas, partiendo del Cabo del Cama- ron, está en la mitad del camino el rio Grande, é á la costa dél una isla, é desde alli hasta la punta de Honduras é islas de Sancta Ana hay otras quinco leguas. Des- de el Cabo de Honduras, corriendo al Sur quarta del Sudueste veynte leguas, poco mas ó menos, está el rio que llaman de los Perdidos, el qual está en quince gra- dos y medio cassi apartado de la equino- cial hácia el Norte; é4 diez é ocho ó veynte leguas dél están las islas que se dicen de Sanct Francisco: hácia el Norte, y mas al poniente dellas, está la isla que llaman _Sancta Fée, é mas al Occidente otras tres islas que se dicen Todos Sanctos, y mas al Poniente otra isla que se llama /s- la Llana; pero assi como las he nombra- do subcesivamente, están ó van acercán- dose una más que otra á la Tierra-Firme; porque la isla Llana no estárde tierra sino siete ú ocho leguas, y todas son al Sep- tentrion de la costa que traemos de la Tierra-Firme. Desde el rio de los Perdidos hasta el Cabo de Tres Puntas se corre la. costa del Leste al Hueste sessenta leguas, en las Ps qe” á as ue del: rio de los P Per- DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. VIL didos, -está un ancon é rio que llaman Triumpho de la Cruz, é antes estan las Montañas. Mas al Occidente del Trium- pho de la Cruz está el puerto de la Sal, y mas abaxo ó adelante está Puerto de Ca- ballos, é la punta que este puerto tiene mas al Poniente se dige Diquereste: desde la qual punta y puerto de Caballos hasta el dicho Cabo de las Tres Puntas, hay veynte é quatro leguas ó veynte é cinco, con que se cumplen las dichas sessenta leguas, que se dixo de suso que hay des- de el rio de los Perdidos. Aquel Cabo de Tres Puntas está en quince grados y me- dio, desta parte de la línia equinocial. Des- de el Cabo de las Tres Puntas se toma la costa al Sur y está la Bahia, la qual mues- tra la carta que tiene en la boca diez ó doce leguas hasta el Cabo de las Higue- ras , y entra la Bahia en tierra veynte le- guas de cada costa: assi que, para decir ó contar costa á costa, se pueden contar cinqúenta por tierra desde el Cabo de Tres Puntas hasta el Cabo de Higueras, el qual está en quince grados y medio desta parte de la equinogial. Desde el Ca- 1439 bo de Higueras abaxo se cuenta el golpko de las Higueras, en la pintura del qual pone la carta moderna quarenta é cinco - leguas, poco mas ó menos, é de alli se sube la costa al Norte, circuyendola tier- ra de la provincia é gobernacion de Yu- catan, que á los principios, quando se descubrió, penssaron si era isla, y por tal la juzgó el piloto Anton de Alami- nos, como se dixo en el libro XVH de la 1.” parte de esta General Historia de In- dias. El fin destas quarenta é cinco le- guas é go!pho, donde la costa se vuelve al Norte, está en diez é seys grados y medio desta parte de la línia equinocial; por ma- nera que si el letor ha querido entender- me, yo le he fecho relacion desde los Fa- rallones del Darien, que están en el gol- pho de Urabá, hasta el fin del golpho de Higueras costa á costa, en que se inclu- yen quatrocientas é quarenta é cinco le- guas, poco mas ó menos, segund lo que -se puede colegir de la geographia que hasta el pressente tiempo se sabe. Vamos adelante. CAPITULO VIIL En conseqiiencia de la geographia é assiento de la Tierra-Firme desde el golpho de las Higueras, baxando la tierra de Yucalan á la costa de la Nueva España, hasta el rio de Panuco, con quien confina la Nueva España á la parle del Norte; é de ahí adelante se dirá lo que hay hasta el Ancon baxo, etc. . E, la primera parte destas Historias de Indias, en el libro XVII, se dixo que gobernando el adelantado Diego Velaz- quez la Isla de Cuba, alias Fernandina, donde fué teniente del almirante don Die- go Colom, armaron Francisco Hernandez de Córdova é Chripstóbal Morante é Lope Ochoa de Caycedo, con ligencia del dicho Diego Velazquez, é llevaron por princi- pal piloto á Anton Alaminos con tres na- víos para ir á rescatar, ó mejor digiendo, á saltear ó engañar indios á la costa de _ los Lucayos é islas del Norte; y por tiem- pos forcosos que les sobrevinieron, no pu» dieron yr ni navegar adonde era su des- seo enderescado, é fueron á dar en la - provincia é tierra de Yucatan. É aqueste fué el principio del descubrimiento de la Nueva España; porque con las nuevas que estos armadores truxeron de aquella tierra, armó despues el teniente Diego Velazquez ciertos navíos y envió allá al capitan Johan de Grijalva, y descubrió y supo mas de la tierra; y vuelto aquel Cuba, envió el mismo adelantado Diego Velazquez con otra armada de mas gente 140 é navíos al capitan Hernando Cortés, el qual, conquistando aquella tierra é vien- do que es cosa tan fértil é rica, tuvo sus formas para se entender, sin Diego Velaz- quez, con la Cessárea Magestad: é subce- dióle tan buena ventura, que se dió tal recabdo é maña en la conquista de aquella tierra, que se quedó por gobernador é capitan general della por Su Magestad, y despues por sus servicios fué hecho mar- qués del Valle, é quedó grand señor. Par- te desto, ó á lo menos el principio del descubrimiento é conquista de la Nueva España, en el libro que he dicho se trac- ta, é lo que subcedió más, decirse há adelante en su lugar. Agora mi intento no es sino de dar racon del assiento é grados de aquesta grand tierra, continuando la órden que hasta aqui he traydo, costa á costa, declarando los puertos y partes pringi- pales della: é proseguiré desde donde acabé en el capítulo precedente, que fué en el golpho de Higueras, que algu- nos atribuyen al almirante primero don Chripstóbal Colom, diciendo que él lo des- cubrió. Y no es assi; porque el golpho de Higueras lo descubrieron los pilotos Vi- cente Yañez Pincon é Johan Diaz de Solía é Pedro de Ledesma con tres caravelas, antes que el Vicente Yañez descubriesse el rio Marañon, ni que el Solís descu- briesse el rio de la Plata. Assi que, tor- nando á mi propóssito desde la última parie ó más occidental del golpho de Hi- gueras, que está en diez é seys grados y medio desta parte de la equinocial, como se dixo en el capítulo de susso, se va la costa al Nordeste quassi cient leguas: en - las quales hay tres ancones ó bahias gran- des y muchas islas é requetas junto á la Tierra-Firme , y aun desviado algo; y en fin destas cient leguas está la isla de Co- cumel, á la qual pusso nombre el capi- tan Johan de Grijalva Sancta Cruz, por- que en tal dia la descubrió. Pero de HISTORIA GENERAL Y NATURAL los tres ancones ó bahias que dixe pri- mero, digo que el que está mas próximo al golpho de Higueras se llama la bahia de la Ascension , porque en tal dia la des- cubrió el dicho capitan Johan de Grijalva. La isla de Cocumel, alias de Sancta Cruz, está diez é nueve grados y medio desta parte de la equinocial (digo la parte que aquesta parte está mas al Norte, por- que lo que está al fin della mas hácia el Sur, está en diez é nueve grados); y desde aquesta isla á la punta del Cabo de Hon- duras hay quarenta leguas de navega- cion. Pero entre essa isla y el golpho de Honduras hay otras islas y baxos que nombra la carta Quitasueños , que estan en diez é ocho grados; y entre ella y la Tierra- Firme, que está de la banda del Sur, es- tan otras islas, en especial las tres prime- ras, que la mas baxa se dice Lácaro y la otra se dice Rocapartida, é assi está divi- dida en dos partes, y la otra llaman /sla Blanca : las quales estan cassi del Leste al Hueste en espacio de treynta leguas. La de Lácaro en diez é siete grados y medio; la Rocapartida en diez é siete grados y dos tercios, y la Isla Blanca en diez é siete y dos tercios. Mas al Sur destas estan otras quatro islas, que ya se han nombrado en otra parte, y estan Nordeste Sudueste con las islas de Sancta Ana y Cabo de - Honduras, que son Sanct Francisco, Sanc- ta Fé, Todos Sanctos é Isla-llana. Y desde la punta de la tierra de Yucatan, conti- nuada con la dicha costa destas cient le- guas, ques dicho que está mas gerca de la isla de Cogumel, se corren quarenta le- guas, al Nordeste hasta la punta de Co- toche ; pero en estas quarenta leguas está primero la isla de Coqumel, y mas ade- lante la punta que llaman de las Mugeres, y mas adelante otra isla que llaman de las Amagonas, y despues la punta que lla- man de Cotoche en veynte grados y me- - dio de la línia equinocial á esta parte. Es- tos nombres de punta é islas de Mugeres DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. VIIL é Amaconas les pussieron los primeros descubridores, ignorando lo que quiere decir amacona; porque vieron que estas mugeres destas islas ques dicho, eran to- das ellas flecheras y pelean con arcos, assi como los indios. Pero amacona no quiere decir sino sin tela; y en lengua griega á quiere decir sín, é macon quiere decir teta; y cómo se escribe que las amaconas pelean con arcos y flechas, penssaban aquellos españoles nuestros que llamaron amagonas á estas mugeres, que el nombre les competia por las ar- mas, é como hombres que no sabian que las amaconas, para el exercicio del arco, se quemaban la teta derecha é dexaban la siniestra para criar sus hijos. De aque- llas amaconas fueron reynas Marpesia é Lampedia, é sojuzgaron la mayor parte de Europa , como mas largamente lo cuenta Justino en la Abreviacion de Trogo Pompeyo. Tornemos al camino de aquella costa marítima , de que aqui se tracta. Desde la punta de Cotoche se navegan quarenta leguas, poco mas ó menos, á la punta del Cabo de Sanct Anton, que es lo último de la Isla de Cuba; y desde aquel Cabo de Cotoche, que es en la Tierra-Firme en la provincia de Yucatan, se corren al Occi- dente, del Leste al Hueste, ochenta é cinco ó noventa leguas hasta el Cabo Redondo, que otros llaman Cabo Desconocido. En las quales noventa leguas pone, baxando esta costa desde el Cabo de Cotoche, pri- meramente Punta Estéril, bahia de Conil, Cabo de Bahias-Habrás, rio de Lagartos, bahia de Constanca, Ancones , Cabo Re- dondo, que está en veynte grados y me- dio desta parte de la línia equinocial. En- frente de la mitad deste camino, de Norte á Sur con el rio de Lagartos, veynte le- guas en la mar poco mas ó menos, estan las islas de los Alacranes en veynte y dos grados desta parte de la línia equinogial: las quales son llanas é pequeñas é baxas y de muchos arrecifes y baxos, y el mas 1444 auténtico auctor y que mejor y mas parti- cularmente las supo hasta el tiempo pres- sente fué el licenciado Alonso Zuaco, oydor de Su Magestad de la Real Au- diencia y Chancillería, que reside en esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Es- pañola, que estuvo allí perdido algund tiempo con otros españoles, como mas largamente lo puede ver el letor en el li- bro de los Naufragíos, ques el último de esta General Historia de Indias. Desde el Cabo Redondo vuelve la cos- ta al Sur quarta del Sudueste quarenta y cinco leguas, poco mas ó menos, hasta la bahia ó cabo de Términos, desde la qual penssó el piloto Alaminos, quando con el capitan Johan de Grijalva descubrió esta bahia, que podian passar á la bahia de la Ascension, y que esta tierra de Yucatan era isla, é assi la nombró la isla de Sanc- ta Maria de los Remedios. Pero él se en- gañó: que todo es Tierra-Firme, y en aquella parte cíñesse la tierra que sale á la mar mas que en lo demás que se ha dicho della. Esta boca ó bahia de Térmi- nos está en diez é ocho grados desta par- te de la equinocial, como lo está aquesta nuestra cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española. Hay entre el Cabo Desco- nocido y la bahia de Términos aquesta bahia de la Pelea, bahia de Lágaro, Cham- poton, Puerto Desseado, Puerto Seguro, que está de Norte á Sur con el Cabo Re- dondo; y la dicha bahia de Términos vuelye al Occidente del dicho Puerto Se- guro, y enla entrada della están dos is- leos grandes. En la boca desta bahia po- ne la carta moderna diez leguas. Desde la punta mas occidental desta boca de Términos se corren al Hueste quarenta leguas hasta el rio que llaman Guazacal- co, el qual está desviado diez é ocho gra- dos de la equinocial hácia el Norte; y en estas quarenta leguas están el rio de Sanct Pablo, rio de Grijalva, rio de Dos Bocas, rio de Palmas , rio de Sanct Anton, rio de - o 142 Rambla, rio de Sanet Blas. Desde el rio de Guazacalco á la Punta Delgada hay troynta leguas, las quales se corren al Hueste quarta del Norueste; y desde la punta ó parte occidental del dicho rio de Guazacalco están las sierras de Sanct Mar- tin primero, y mas adelante dellas el Ca- bo Negro, cerca del qual está una isleta; y mas al Poniente está el rio que dicen de Alvarado, y mas adelante está la dicha Punta Delgada en diez y nueve grados desta parte de la línia equinogial. Desde la Punta Delgada á la Punta de Villa Rica ó su puerto é á la isla de los Sacrificios, que está gerca de la punta de Villa Rica, hay veynte é cinco leguas, las quales se cor- ren Sueste Norueste; y está la isla y el puerto en diez é nueve grados y dos ter- cios de la equinocial á esta parte de nues- tro polo, y en este camino de aquestas veynte é cinco leguas están el rio de las Banderas, rio de Sanet Johan de Lua , rio de la Veracruz y despues la dicha Villa Rica; y en este camino hay muchos isleos chicos y grandes. Desde la Villa Rica has- ta el Cabo Roxo se corre la costa al Nor- norueste cingiienta leguas, poco mas ó menos, el qual Cabo Roxo está en veynte é dos grados desta parte de la equino- cial, á par de la qual está una isleta re- donda: y en este camino destas cin- - qúienta leguas están despues de la Villa Rica lo que sigue: Bahia de la Playa, an- con de Torreblanca, rio de Almería, Tier- ra Llana, rio de Sanct Pedro y Sanct Pa- blo, ancon de Cazones, rio de Taspa, y despues el dicho Cabo Roxo. Todas estas cinqúienta leguas se van, encortando en círculo la tierra hácia el Norte, subiendo los grados poco á poco hasta el Cabo Ro- xo: y dende adelante, desde el Cabo Roxo hasta la línia del trópico de Cáncer, se - corren al Norte veynte leguas, la qual passa por esta costa en el rio Hermoso; y mas adelante del Cabo Rojo está la tierra que llaman de los Hot y mas eel. SS quince adelante del rio del Oro, están un HISTORIA GENERAL Y NATURAL Norte está el rio de Panuco, que fué á po- blar, por su mal y de otros muchos, el adelantado Francisco de Garay, de quien será hecha mencion donde quadre á la historia. Delante del rio de Panuco está el dicho rio Hermoso, por el qual passa la línia del trópico en veynte é tres grados y medio, desta parte de la línia equino- cial. Desde el rio Hermoso hay veynte leguas hasta el rio de las Palmas, la via del Norte: el qual rio de las Palmas está en veynte é quatro grados y un tercio desta parte de la equinocial; y entre el rio Hermoso y el de las Palmas, están el rio de Sanct Benito y el rio de Montañas. Á este rio fué á poblar el capitan Pam- philo de Narvaez y se perdió él y su ar- mada, que no quedaron sino tres hidalgos y un esclavo negro que dieron relacion de su mal subcesso, como se dirá donde á la historia mejor convenga. Desde el rio de las Palmas hasta el Cabo Bravo, se corren al Nordeste cinqúenta leguas , po- co mas ó menos, todavia encortándosse en circuito la costa, calcándosse mas el polo, é subiendo los grados poco á pocú: y está el Cabo Bravo en veynte é seys grados y medio desta parte de la línia equinocial. Pero en estas cinqúenta le- guas, delante del rio de las Palmas la cos- ta arriba, están Playa Delgada, Montañas Altas, Rio Solo, Costa de Arboledas, el Palmar y despues el dicho Cabo Bravo. Desde Cabo Bravo hasta el rio de Pesca- dores se corren treynta leguas al Nordes- te; y en estas leguas están el rio de la Magdalena, rio Escondido, Costa Buena: y está el rio de los Pescadores en veynte é ocho grados, desta parte de la línia equinocial. Desde el rio de los Pescado- res hasta el rio del Espíritu Sanclo, se corren sessenta é cinco leguas al Lesnor- deste; pero en este camino hay primero el rio que llaman del Oro. Veynte leguas adelante del rio de Pescadores, é otras DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. VII ancon é rio que llaman de las Montañas, - é mas adelante está el Cabo Desierto otras veynte leguas; é otras veynte adelante está el Cabo de la Cruz en el emboca- miento del rio del Espíritu Sancto, en treynta é nueve grados y dos tercios desta parte de la equinocial. Este rio está Norte Sur con el rio de Sanct Pablo, que está algo mas al Occidente que la bahia de la Ascension ó boca de Términos; pe- ro hay de traviesa en aquel golpho dos- cientas leguas. Toda la costa está puesta circularmente , é á quarenta leguas en la mar del rio de Sanct Pablo, apartada de la costa está la ¿sla Zarca, € á diez ó doce leguas della está otra 1sla que se llama Triángulo, porque son tres islas. La via del Norte y mas al Nordeste, está otra is- la que se dice de Avena, al Norte de la qual está otra que se llama la Bermeja, la qual está en la mitad del golpho de la Nueva España, á cient leguas de la costa del Norte y de la costa, en que está la tierra de Yucatan. Desde la bahia y cabo del puerto del Espíritu Sancto hasta el rio de Flores, hay sessenta leguas que se corren Leste Hueste; y dentro de la di- cha bahia están el rio del Espíritu Sancto, y llama la carta á aquella ensenada Mar pequeña, é hay dentro della desde el rio del Espíritu Sancto hasta la culata ó fin de la dicha ensenada ó mar pequeña, del Leste al Hueste, veynte leguas de longi- tud é tiene diez ó doce en partes de lati- tud. Pero desde la boca desta ensenada se cuentan las sessenta leguas de costa al Leste hasta el rio de Flores, é hay en 443 este camino, en la mitad dél, ciertos anco- nes ricos que se llaman Matas del Salva- dor, y en la mitad de lo que hay en la costa desde las Matas del Salvador hasta rio de Flores, está un rio que llaman del Cañaveral. Este rio de Flores está en al- go mas de treynta grados, algunos minu- tos, é á la entrada dél están unas isletas ó baxos. Desde el rio de Flores se corren al Leste cient leguas hasta la parte mas occidental del Ancon Baxo; y en estas cient leguas de camino hay en la costa adelante del rio de Flores los Arrecifes, y mas adelante el rio de Nieves, que está quarenta leguas del de Flores; y mas adelante del de Nieves está el rio del Are- nal, y mas al Leste está el rio de la Pla- ya, y mas adelante está la punta del Ca- bo Baxo, desde la qual se hace el dicho Ancon Baxo. En espacio de treynta leguas ó más, pero en la mitad destas treynta leguas postreras, está la bahia que llaman de Miruelo; y desde el Ancon Baxo torna la Tierra-Firme al Sur más de cient le- guas, como se dirá en el capítulo si- guiente; pero porque es parte muy seña- lada esta tierra en la costa que torna al Sur, quiero parar en este Áncon Baxo é dar fin á este capítulo, como lo prometí en su principio. El qual Ancon está en treynta y dos grados desta parte de la hinocial, acordando al letor que desde la parte más occidental del golpho de Hi- gueras hasta Ancon Baxo, le he dado rela- - cion particular de septecientas é ochenta “ é cinco leguas de costa de la peri. - me, pocas mas ó menos. CAPITULO IX. Continuando el assiento y costas de la gesgraphia de la Tierra-Firm+ desde la ensenada del Ancon Baxo en la parte mas oriental del Norte, hasta el golpho llamado Arcipiélago de la Tramontana. E, el capítulo de susso paró la relacion de la costa de la Tierra-Firme, que nos es- tá al a en a el Ancon Baxo: aurad ceo ra, letor, con atencion que aquel Ancon está casi Norte Sur con un rio que en la Isla de Cuba : se dige rio de Puercos, á la e 1444 banda septentrional. É aveis de notar mas: que desde aquel Ancon Baxo la tier- ra s2 torna hácia la parte de Mediodia, y se corren cient leguas al Sueste hasta la punta del Aguada, la qual está en veynte é says grados desta parte de la línia equi- nocial, menos un quarto: é siguiendo este camino, están las islas que llaman de Sancl Ginés y la bahía Honda, la qual bahía es- tá treynta leguas mas acá de Cabo Hon- do. Y mas al Sur están las islas de Sanct Clemen!e, cerca de la costa, é mas al Sur está la costa que llaman de Caracoles, y mas al Sur está la bahia de Johan Pon- ce de Leon, adelantado de Bimine: la qual tierra le costó la vida y la hacienda, como se dirá adelante en su lugar. * La qual provincia é tierra se llama la Flori- da, porque el dicho adelantado la descu- brió el dia de Pascua de Flores, ques de la Resurreccion de Jesuchripsto nuestro Salvador: la qual tierra está Norte Sur con el puerto que en la Isla de Cuba lla- man la Matanza; y está aquella bahía de Johan Ponce en veynte é siete grados, puzo mas ó menos desta, parte de la equinogial. Mas al Sur está el rio de las Canoas, y mas al Sur el rio de la Paz, y mas al Sur está la dicha Aguada, donde se cumplen las == leguas que dixo de susso. Desde la punta del Aguada ad costa al Oriente veynte é cinco leguas, as quales todas son llenas de requetas é islas pequeñas, é muchos baxos, que llaman los Mártyres: é hace allí la tierra una punta que llaman, punta de la Florida, y está en veynte é cinco grados y dos ter- cios, desta parte de la equinocial. Desde allí viene la tierra al Nordeste quarenta Al narrar Oviedo, en la parte que añadió al libro XVI, el descubrimienlo y conquista de la isla. de San Juan, llamada por los mdios de Boriaquen, - no solamente hace relacion del esfuerzo y estraor-= dinario aliento del adelantado Jnan Ponce de Leon, sino que refiere menudamente todas las eircuns= — HISTORIA GENERAL Y NATURAL leguas, é hay gerca de la costa tres islas en essas quarenta leguas; é muchos ba- - xos hasta la punta del Cañaveral, donde se acaban las quarenta leguas, y todas essas se llaman tierras de la Florida. El Cabo del Cañaveral está en veynte é ocho grados desta parte de la equinocial. Des- de la punta del Cañaveral corre la costa al Norte quarenta é cinco leguas hasta el Cabo de la Cruz, que está en veynte é nueve grados y medio, y antes del Cabo de la Cruz, mas al Sur diez ó doce le- guas, está el rio de Corrientes, y el Ca- bo de Cruz está del Leste al Hueste con la- bahia Honda, que se dixo de susso. Desde el Cabo de Cruz hasta el Cabo de Sancta Elena se corren sessenta leguas al Nordeste , é hay entremedias en este Ca- mino un rio que se dice Mar Baxa, á veynte leguas del Cabo de Cruz, y mas adelante otras veynte está el Cabo Grue- so. Pero diez leguas antes dél, está el Rio Seco, é desde el Cabo Grueso hay veynte leguas hasta el Cabo de Sancta Elena, questá en troynta d tres grados desta parte de la equinocial. Desde el Cabo de Sancta Elena hasta el Cabo de Trafalgar se corren al Nordeste, quarta al Leste, ciento é veynte leguas; y está el Cabo de Trafalgar en treynta é cinco gra- dos y medio á la parte de nuestro polo desviado de la equinocial; pero en estas ciento é veynte leguas hay primeramente el rio de Sancta Elena, é adelante están los Ancones, é mas adelante está el rio Jordan. Á treynta leguas del Cabo de Sancta Elena, delante del rio Jordan, es- tá el cabo que llaman de Sanct Roman, en treynta é tres grados y medio de la línia; é mas adelante está el rio de las Canoas, tancias de su muerte, causada por un extremado arrojo. (Véanse los caps. 11, XI, y XIII del referido libro). Acaso al escribir el presente capítulo, no te- nia determinado aun el ingerir en la primera parte la narracion de aquellos hechos. [DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. VI £ mas adelante el rio de los Baxos, é mas adelante el rio del Príncipe , é mas al Les- te está el dicho rio de Trafalgar, donde “se cumplen las ciento é veynte leguas. En este camino van subiendo siempre los grados hácia la parte del Norte y desvián- donos de la equinogial. En esta tierra é . provincia, que es dicho destas ciento é veynte leguas, está la tierra que fué á po- blar € de allí arriba el licenciado Lúcas Vazquez de Ayllon, oydor que fué en es- ta Real Audiencia é Chancilleria que Su Magestad tiene en aquesta cibdad de Sancto Domingo. De la muerte é mal sub- cesso de su armada se dirá dónde á la historia converná.. Yo me canso de nombrar muchas veges riode Canoas, Cabo Blanco, Cabode Sanct Roman, é assi otras cosas que están nom- bradas en diversas partes desta geogra- phia; y como este error, segund lo he di- cho en otra parte, tiene su disculpa , háse de advertir que aquellos grados é alturas de las tierras de los nombres duplicados son muy diferentes; assi que basta entre dos, tres ó mas pueblos que los cosmógra- phos queden satisfechos. Por ventura no loserán otras personas que leerán esto, en especial, que nose digen las causas que les movieron á los que estos nombres é títu- los duplicaron: y la verdad, es que si un solo hombre fuera el que lo hico, paresce- ria falta y no pequeña de prudencia; mas fueron muchos descubridores y en diver- sos tiempos, y assi no hay que reprehen- der ni desechar en tal lecion, sino sola- mente un poco de fastidio al oreja. De susso se nombró rio Jordan, é otro del mismo nombre está en veynte é un grados ó quassi dela parte de la línia equi- nocial, y podrá algund ignorante penssar que alguno destos es aquel en que nues- tro Redemptor Jesu-Chripsto fué baptica- do. En la verdad yo no sé qué les movió á los que tal nombre dieron á estos rios; y unque los chripstianos sabemos que el : TÓMO Mi +. bes 145 Jordan, donde nuestro Salvador quiso ins- tituir el Sanctíssimo Sacramento del Bap- tismo, es en Judea, y tan apartado des- totros Jordanes, no dexó de ser error nombrarlos assi, sino ovo mucha causa para ello, pues querer decir questán en una altura ó paralelo, no es assi ni se comparesce; porque la Judea, segund Josepho, De Bello Judaico, su anchura es desde el rio Jordan hasta Joppe, y en la mitad de Judea está la Sancta cibdad de Hierusulem, y en veynte é cinco hasta veynte é siete grados está Judea, é la tierra Sancta desta parte de la línia equino- cial. Y estos otros rios Jordanes, el de la tierra septentrional, de que aqui se trac- ta, está quassi en treynta é quatro grados al Norte, y el de la tierra austral está en el otro emispherio en veynte é un gra- dos, de la otra parte de la línia del equi- nocio; assi que, es muy grande la dife- rencia. Ya podria ser que al tiempo que los chripstianos descubrieron estos rios, bapticasen algunos indios en ellos, y por memoria del baptismo, los llamassen Jor- danes, ó por otra causa que yo no sé. - Assimesmo se higo mencion de susso del Cabo de Sanct Roman; y si el letor continuáre la lecion deste libro desde su principio, hallará dicho Cabo de Sanct Roman en la prosingia é gobernacion de Veneguela, que está á cargo de los vel- Cares alemanes: é aquel está quassi en veynte é un grados desta parte de la equinogial, é aqueste otro está en treyn- ta é tres grados y medio. Ved quán gran- de es la diferencia. Será muy possible que estos promontorios ó cabos é rios que se hubiessen hallado en dias señalados, como la fiesta de Sanct Roman, que se celebra al noveno dia del mes de agosto; é assi los rios é puertos que tienen nom- bres de sanctos: y desta manera quedan _disculpados los que sus nombres tales duplican. Porque como chripstianos é ca- thólicos han descubierto estas partes, pu- 146 sieron nombres de sanctos y sanctas que los fieles y la religion chripstiana solemp- nica en aquel dia que vieron tales tierras é islas, ó conforme á la devocion del ca- pitan descubridor: tanto que mirando una destas nuestras cartas de marear, paresce que va hombre leyendo por estas costas un kalendario ó catálogo de sanctos , no bien ordenado, aunque los descubrido- res á su propóssito bien lo ordenassen. É assi donde duplicadas veges se nombre rio de Canoas, se debe leer que las vieron en tales rios, ó subcedió tal oca- sion que el nombre fué bien puesto. Non obstante lo que está dicho, mi parescer seria que nombres proprios donde saber se pudieren, se conserven. Tornemos ánuestro camino, que es bien largo por sí, sin que mas lo dilatemos noso- ros. Pero como sea al propóssito de la ma- eria, yo debo ser excusado en lo que he dicho: que todo esto conviene á ella y es delectable lecion para cosmógraphos, á los quales mas que á otros de otras lec- turas me es fuerca de contentar é satisfa- cer en este caso, porque tengo de ser por ellos corregido; á cuya dotrina y cor- tesía me humillo, pues que hablo en co- sas de que, aunque tenga alguna expe- riencia, por lo que he andado en el mun= do, no estoy sin nescessidad grande de aprender lo que no hé destas materias é otras estudiado, puesto que en la verdad -no será todo á mi cargo lo que no estu- viere tan puntual é justamente dicho co- mo convenga, sino al de las diversas opi- niones de los auctores que sigo, ó me han informado, donde yo no dixere esto ví. Mas si afirmare, testando de vista, yo seré á quien se deba culpar de lo que no estu- viere conforme á toda retitud é verdad. - Desde el Cabo de Trafalgar hasta el Cabo de Sanct Johan se corren quarenta leguas al Nordeste, y en la mitad del ca- mino está la bahia de Sancta María, den- tro de la pe entran co rios: he que está HISTORIA GENERAL Y NATURAL mas al Poniente se llama rio del Espíritu Sancto, y el que está mas al Levante se dice rio Salado; dentro de esta bahia hay algunas isletas: la boca della en treynta é says grados y dos tercios desta parte de la equinocial, y el Cabo de Sanct Johan en treynta é siete grados. Desde el Cabo de Sanct Johan hasta el Cabo de las Arenas se corran treynta leguas al Nornordeste : el qual Cabo de las Arenas está en treynta é ocho grados y un tercio, desta parte de la equinocial. Desde el promontorio ó Ca- bo de las Arenas se corren otras treynta leguas hasta el Cabo de Sanctiago al Nor- te, el qual está en treynta é nueve grados y medio desta parte de la línia equinocial. Desde la punta de Sanctiago se vuelve la costa al Dessudueste veynte leguas hasta la bahia de Sanct Chripstóbal, que está en treynta é nueve grados. Desde aquella vuelta que hace la tierra torna al Norte, é passa por dicha bahia é va discurriendo treynta leguas hasta el rio de Sanct Anto- nio, que está Norte Sur con la dicha rin- conada de esta bahia; y el rio de Sanct Antonio está en quarenta é un grados apartado de la equinocial á nuestro polo. Desde el rio de Sanct Antonio se corre la costa al Nordeste quarta al Leste qua- renta leguas hasta una punta que de la parte de Poniente tiene un rio que se lla- ma de Buena-Madre; é de la otra parte del Levante, delante de la punta, está la - bahia que llaman de Sanct Johan Baptista, la qual dicha punta está en quarenta é un grados y medio, desta parte de la equino-. cial. Desde la punta de la bahia de Sanct * Johan se corren assimesmo al Nordeste quarta al Leste cinqúenta leguas de costa hasta el Cabo de Arrecifes, que está assi en quarenta é tres grados desta parte de la línia del equinocio, antes del qual cabo, veynte leguas, está un rio que le llaman Rioseco. Este cabo de Arrecifes es la una punta del arcipiélago septentrional. Desde _ el Cabo de Arrecifes hasta el Cabo de DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. IX. Sancla María hay veynte leguas, y todo lo que hay en medio es un ancon ó ense- nada lleno de islas, lo qual todo llama la carta moderna arcipiélago; y está el di- cho Cabo de Sancta María quarenta é tres grados desta parte de la equinocial. Por 1447 manera, que en este capítulo se ha dado relacion particular de la costa desde el Ancon Baxo hasta el arcipiélago ques di- cho é Cabo de Sancta María: en lo qual hay seiscientas é quarenta leguas pocas mas Ó menos. CAPITULO X. En que se tracta de la continuacion de la costa que hay en la Tierra-Firme á la parte del Norte ó Septen— trion , desde el arcipiélago é Cabo de Sancta María hasta la tierra que llaman de Labrador, costa á costa. No sé, letor, si me habeis entendido, quando digo costa á costa, porque se me representa que lo tomareis por llevar la costa de tierra ó de mar continuadas, y no será mal entender; pero ello es assi, y tan principalmente podeis tomarlo, por- que la una y la otra van continuadas y junta la una á la otra. Passemos á la con- tinuacion del camino que hasta aqui se ha seguido desde el Cabo de Sancta Ma- ría, que es la punta que tiene el arcipié- lago que de susso se dixo. Á la parte oriental se corren treynta é cinco leguas hasta el Cabo de Muchas Islas al Leste, el qual cabo está en quarenta y tres gra- dos de la equinocial á esta parte. Veis aqui otra pausa en que se podia detener el que lee, si penssáre que este arcipiélago que habemos dicho, es aquel tan memorado ó escripto por los anti- guos en la geographia del Tholomeo y de Plinio é otros auctores; pero no lo es: que aqueste de quien avemos aqui trac- tado, es poca cosa á comparacion del de Levante, donde estan su boca é las otras islas cassi incontables del mar Egeo. El arcipiélago, por donde nuestros modernos descubridores se acordaron de tal nom- bre, está en el Oriente y dentro del mar que entra por la boca del Estrecho de Gi- braltar, dicho Mediterráneo, porque par- ticipan sus costas aquellas tres partes, en - que los antiguos partieron el mundo, ó camiento ó bahia del dicho rio: el qual penssaron que se incluía todo el univer- so, que son Europa, Assia é África. Pero á la verdad, no escribieron del mundo, sino lo menos; porque como tengo dicho, lo de acá es otra mitad del mundo ó mas, midiéndolo con todo lo que hay en este nuestro emispherio, de que tractamos. Aquel arcipiélago oriental que se llama del mar Egeo, se incluye desde la isla de Candia, alias Creta, hácia el polo ártico hasta la tierra firme de Europa, por la qual entra el mar Euxino; é hay en este espacio doscientas é veynte leguas, lleno todo de islas de Norte á Sur: y del Leste al Hueste, donde es mas ancho, puede aver cient leguas, pocas mas Ó menos, y de allí para abaxo. Dexemos lo de allá, que por muchos está visto y escripto, y no cesse nuestra materia, pues que es nueva y peregrina. Digo que esta tierra, de que aqui se trac- ta, desde quarenta é un grados hasta quarenta é dos y medio, descubrió el pi- loto Esteban Gomez, el año de mill é qui- nientos y veynte y cinco años, é truxo re- lacion acerca de lo que vido en esta cos- ta del Norte el mesmo año á Toledo, lo qual se dirá adelante, en otra parte mas oportuna. Desde el Cabo de Muchas Islas hasta la punta ó cabo que tiene el rio de las Gamas al Leste, hay Peynte leguas de mar, é todo aquello es entrada ó embo- 148 cabo, que está al Oriente, está en qua- renta é tres grados y medio de la equi- nocial. Desde el cabo del rio de las Gamas corre la costa al Nordeste, quarta al Este, ciento é veynte leguas hasta la ensenada ó bahia, dicha ensenada: la qual está en quarenta é cinco grados, desta parte de la equinocial en este camino. Está delante del rio de las Gamas, la costa que dicen de Medanos , é mas adelante está otro an- con que llaman el Golpho , é mas adelante está el rio de Montañas, el qual dista del rio de las Gamas cinqúenta leguas, y está en quarenta é quatro grados y un quarto. Mas adelante veynte leguas está el rio de Castañar, é mas adelante otras cinqúenta leguas está la bahia de la Ensenada, en que se cumplen las ciento é veynte le- guas que se dixo de susso. Desde la bahia de la Ensenada, hasta la boca de la qual hay diez leguas, se corren al Norte, quar- ta del Leste, ciento é veynte leguas hasta la canal que hace la isla de Sanct Johan entre ella é la Tierra-Firme, á la entrada por el Poniente: la qual tierra que está mas junto deste embocamiento en la Tier- ra-Firme, está en quarenta é seys grados y dos tercios; pero en este camino destas ciento é veynte leguas estan delante, mas al Leste de la dicha bahia veynte leguas, el rio de la Vuelta, é delante del rio de la Vuelta quarenta leguas está otro rio, que llaman rio Grande, el qual tiene á la boca tres isletas y está en quarenta é cin- co grados y tres quartos de grado. Desde aqueste dicho rio Grande hasta la dicha canal hay otras sessenta leguas. En esta canal está la punta que llaman Cabo Bre- ton ; hay sessenta leguas de costa que se corren assimesmo, é va desde el dicho em- bocamiento occidental al Nordeste quar- ta al Leste, y está el dicho Cabo Breton en quarenta é siete grados y medio desta parte de la equinocial : las quales dichas septenta leguas cruca la dicha: canal en. anchor ó latitud de diez .. a mas HISTORIA GENERAL Y NATURAL ó menos; é la dicha isla tiene de longitud, á la parte del Norte, septenta leguas, é á la parte del Sur tiene cinqúenta é cinco, é á la parte del Oriente tiene de latitud veynte, y en el Occidente está en punta: de manera, que tiene de circunferencia ciento é quarenta é cinco leguas, pocas mas ó menos; cerca de la qual hay cier- tas isleta3, assi dentro de la dicha canal como en torno de la dicha isla de Sanct Johan, las quales, por ser pequeñas, no se nombran. Desde el Cabo Breton hasta la parte que el Cabo Gruesso tiene mas al Norte, se corren treynta é cinco leguas al Norte; y en la mitad deste camino hay un rio que llaman rio de Dos Bocas, é assi le pintan con ellas; y está el dicho Cabo Gruesso en mas de quarenta é nueve grados y me- dio desta parte de la línia equinocial. Des- de el Cabo Gruesso se corren quarenta leguas al Nordeste hasta un rio que pinta la carta; é no le pone nombre, mas de quanto le llama rio de Muchas Islas, é as- si lo está la costa dessas quarenta leguas llena de islas: é dice la carta dentro en tierra: ¿sla de Sanct Telmo, é piensso que quiso decir islas é no isla. Pero antes de dicho rio está un embocamiento, desde el .mesmo Cabo Gruesso adelante, que tie- ne de traviessa veynte leguas, é aquello Tama el cosmógrapho Alonso de Chaves, hasta el dicho Cabo, questá mas al Leste, Rio de Muchas Islas. Pero en la ensena- da que está entre ambos Cabos, hay cien- to é treynta leguas ó mas: lo qual ni lo niego ni lo apruebo, porque en esta tier- ra hay poca noticia en las cosas particu- ares de las ensenadas del Septentrion, y piensso que él debe estar informado para lo que pinta en esso, no tan puntualmen- te como seria. É assi hay muchas diferen- cias en essa costa del Norte en las cartas de navegar y en los cosmógraphos; y co- mo es tierra frigidíssima é salvaje , pocos E os á poes => = DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. X. ella. Este rio que pone sin nombre, está en cinqúenta grados y medio desta otra parte de la equinocial. Desde el rio sin nombre hay diez le- guas á una bahia que está adelante, que tampoco la nombra esta carta moderna, y está en los mismos ginqúenta grados y medio; y desde ella se torna la costa al Sur treynta leguas, hasta una punta de la qual están apartadas, dentro en mar treyn- ta leguas, unas islas que se llaman las On- ce mill Virgines: la punta está en quaren- ta é nueve grados, y lasislas que digo en quarenta é siete y medio desta parte de la equinocial. Desde aquesta punta, ques" tá Norte Sur con las islas de las Onge mill Vírgines, se torna la costa veynte leguas al Norte, y torna á volver al Sur otras quarenta hasta una punta questá en qua- renta é siete grados y medio; é llámase Cabo de Sancta Maria. Desde el Cabo de Sancta Maria se va la costa al Norte quar- ta al Nordeste quarenta é cinco leguas, é torna á salir é volverse al Sur otras tantas hasta el Cabo de Sanct Pablo, el qual es- tá en quarenta é siete grados y medio des- ta parte de la equinocial. Desde el Cabo de Sanct Pablo se cor- ren veynte leguas al Leste hasta Cabo-Ras- so, el qual está en quarenta é siete gra- dos y medio desta parte de la línia equi- nocial; y en la mitad de estas veynte le- guas está el Cabo. de Espera. Desde el - Cabo Rasso hasta el rio é tierra de los Ba- callaos se corre al Norte cinqúenta leguas, el qual rio está en cinqúenta grados é un tercio desta parte de la equinogial: é mas adelante, la via del Norte, está pintado en la carta hasta otras veynte leguas, y en este camino están pintadas algunas isletas cerca de tierra. Estas veynte leguas pos- treras está el fin de. ellas en cinqiúenta: é un grados y medio desta parte de la equi- nocial. Por manera que en este capítulo hasta aqui se ha dado noticia de ocho- * cientas é gingienta leguas, pocas mas Ó 149 menos, desta costa; é allí hace fin la car- ta moderna del cosmógrapho Alonso de Chaves, que nuevamente se corrigió y emendó el año que passó de mill é qui- nientos y treynta y seys años. Á esto que está dicho se acrescienta lo que paresce por la carta del cosmógra- pho Diego Rivero, de nascion portugués, el qual poco antes que fallesciesse, estan- do en servicio del Emperador, como cos- mógrapho de Su Magestad, se le daba crédito en su officio, é yo le comuniqué. Este en sus patrones é cartas pone desde el rio de los Bacallaos al Norueste quaren- ta leguas hasta un ancon, desde el qual torna la costa veynte é cinco leguas al Oriente hasta un cabo de la Tierra-Firme, que se llama Cabo de Marco: el ancon está en cinqúenta é un grado y dos tercios, y la punta de Marco en cinqúenta é dos gra- dos é un tercio, desta parte de la línia equinocial. Desde el Cabo de Marco se vuelve la costa al Norueste sessenta le- guas hasta una ensenada, que se dice la bahia de las Gamas, que está en cinqiien- ta é cinco grados, desta otra parte de la equinocial; y en estas sessenta leguas es- tán los isleos de las Aves é isla del Fuego, é otras isletas é farallones. Desde -Ja bahia ó ensenada de las Gamas se torna la Tier- ra-Firme al Oriente, derecho quarenta le- guas, poco mas ó menos, hasta Cabo Hermoso, que está en cinqúenta é cinco - grados desta parte de la línia equinocial. Desde el Cabo Hermoso se corren qua- renta é cinco leguas al Norte, quarta del. Nordeste , hasta un cabo ó. promontorio que está delante de las islas de Sábalos y de la isla de Sanct Johan: el qual cabo está en cingúenta é siete grados y medio, desta parte de la equinocial. Desde el ca- bo ques dicho, se corren veynte é cinco leguas al Nordeste, no por costa, sino de mar alta, porque allí se pierde la costa é no se ye en aquel espacio; y están en es-- E - te camino la isla de la Tormenta é isla de 150 la Fortuna. É corridas estas veynte é cin- co leguas, está la tierra que llaman del Labrador en cinqúenta é nueve grados, desta parte de la equinocial; é de allí adelante vuelve la costa al Sueste bien cient leguas, sin dar otro nombre á parte alguna della, é desde allí se torna la tier- ra otras cient leguas al Nordeste. É lo postrero dessa pintura de la carta de Diego Rivero está en sessenta grados des- ta parte de la línia equinocial: la qual tierra está de Hueste al Leste con Hiber- nia y con Escocia é Inglaterra; é la dicha isla de Hibernia puede estar, segund opi- nion de Diego Rivero, doscientas é ochen- fa ó trescientas leguas, poco mas ó me- nos, de la tierra del Labrador. De forma que ciento é noventa leguas hallo yo mas en la caría de Diego Rivero nombradas HISTORIA GENERAL Y NATURAL hasta el cabo ó promontorio que está ade- lante de Cabo Hermoso, quarenta é cinco leguas, é otras trescientas mas que da en la mesma carta pintadas y no nombradas, como podeis, letor, aver colegido de sus- so. É no creo que estas quatrocientas é noventa leguas ó quinientas las ignoran el Chaves ni otros cosmógraphos; pero tales defetos ó diferencias de mas y de menos en las cartas, cáusalo ser el punto dellas mayor ó menor; mas en la opi- nion de los cosmógraphos ó maestros des- te arte marinesco no discrepan ni de- xan de creer por el assiento y ragon de la costa, que es todo una misma tierra continuada, segund está dicho. É assi ter- ná la relacion deste capítulo mill é tres- cientas é cinqiienta leguas , pocas mas ó menos. , CAPITULO XL En el qual se tracta sumariamonte la resolucion de las leguas que se zomprenden de la grand costa é Tierra-Firme, desde el embocamiento occidental del Estrecho de Magallanes hasta el fin de lo que esla descubierto al Norte, segund lo que se contrae en los capítulos precedentes deste libro XXI, hasta la tierra del Labrador, y la que con ella se continúa, de que se ha podido aver noticia, lo qual lodo es una tierra continuada, sin la partir ni dividir la mar. E famoso Estrecho de Magallanes está en el otro emispherio é polo antártico, é tiene de longitud ciento é diez leguas, como particularmente se dixo en el libro precedente, número XX. Desde el Estrecho de Magallanes hasta el rio de la Plata, hay quinientas é veynte é cinco leguas. Desde el rio de la Plata hasta el Cabo de Sanct Augustin, hay seis- cientas é cinqúenta leguas. Desde el Ca- bo de Sanct Augustin hasta el famoso rio Marañon, hay trescientas é cinqúenta é ocho leguas. Desde el rio Marañon hasta la línia equinocial, hay sessenta leguas. Desde la línia equinocial á los Farallones del Darien, que está en el golpho de Ura= -bá, hay ochocientas é sessenta leguas. Desde los Farallones del Daricn hasta. e fin del golpho de las Higueras, hay qua- -trocientas é quarenta é cinco leguas. Des- de el golpho de las Higueras, baxando la tierra de Yucatan á la costa de la Nueva España, hasta el Ancon Baxo hay septe- cientas é ochenta y cinco leguas de costa continuada. Desde el Ancon Baxo en la parte mas oriental dél, hasta el golpho llamado arcipiélago de la Tramontana é Cabo de Sancta Maria, hay seyscientas é quarenta leguas. Desde el arcipiélago de la Tramontana é Cabo de Sancta Maria hasta la tierra del Labrador, é lo que mas - adelante se pinta en la carta de navegar, - hay mill é trescientas é cinqúenta leguas. Esto todo segund la carta moderna, fecha por el cosmógrapho Alonso de Chaves, el _año de mill é quinientos y treynta y SeyS DE INDIAS. LIB. años, despues que por el Emperador, nuestro señor, fueron mandados ver y examinar é corregir los padrones y cartas de navegar por personas dotas y experi- mentadas, que para ello fueron elegidas. Demás de lo qual, en lo último de la costa puse la opinion del cosmógrapho Diego Rivero, en la parte septentrional, de la manera que de susso en los capítulos des- te libro yo lo he podido con toda fidelidad é retitud explicar, y reducir la suma de todas las leguas que he dicho, á cinco mill é septecientas é ochenta é tres leguas, po- co mas ó menos. Ássi que, no me enga- mé en lo que dixe en la introducion del libro XVI de la primera parte desta Gene- ral Historia, afirmando que desde la pun- ta del Cabo de Sanct Augustin hasta la tierra del Labrador, habia en la circunfe- rencia de la parte interior de la Tierra- Firme tres mill leguas; pues que agora doy particular relacion de quatro mill é quatrocientas é ocho, en lo que se incluye desde el Cabo de Sanct Augustin hasta en fin de la tierra del Labrador. Por manera, que en este pedaco tan grande de la tierra por la parte interior ó camino que he declarado, hay las dichas cinco mill é septecientas é ochenta é tres leguas, é se puede sospechar é quassi afirmar por natural racon que por la par- te exterior de fuera, desde el mismo em- bocamiento occidental de aquel Estrecho de Magallanes, corriendo por la mar austral costa á costa, é siguiendo las es- paldas é poniendo en torno de lo descu- bierto de la Nueva España, é por lo que está por descubrir hasta llegar al opóssi- to de la tierra del Labrador, en la parte septentrional; de creer es que será ma- yor camino y de más leguas que el que tiene la línia equinocial en su circunfe- rencia toda, ó el que tiene la línia del diámetro de polo á polo, circuyendo la esphera, que segund opinion de algunos - son seys mill leguas, é segund otros seys XXI. CAP. XI. 451 mill é trescientas; pues que en este ca- mino que he tractado, por dentro destas costas no hay sino quinientas é diez é siete leguas menos que en la redondez del universo, tomando la parte mayor de la opinion seys mill é trescientas. Y pué- dese creer que por la otra parte exterior ó de fuera avrá en esta tierra mas de siete mill leguas en su medida por su grand distancia, á causa de que el grueso ó cuerpo ó través de latitud de la tierra no da lugar á que se dexe de penssar ques assi, pues de nescessidad ha de ser mayor la vuelta y número de las le- guas en lo exterior que en lo interior. Y pues no se puede negar que en un círcu- lo redondo que contenga en sí diez par- tes, é fuera de aquel se ponga otro ma- yor, é del uno al otro no haya sino la décima parte, ques una de las diez canti- des del interior, é aquesta una parte sea el gruesso ó latitud de entre los dos gra- dos, el exterior será diez é seys partes: assi que terná seys más quel interior. Si aquesto es assi, como en efeto ningund geométrico lo puede negar y la prueba es palpable, y estos grados son iguales é limpios, sin entradas ni salidas y puntas que hay en la tierra; averiguada queda la diferencia é demasia que ha de hacer en las leguas la parte exterior á la inte- rior, por poca que fuesse la latitud de la tierra, de que avemos tractado: quanto más que aunque se sabe que en el Nom- bre de Dios hasta Panamá, y en Vera- gua hasta las vertientes é costa del Sur es angosta la Tierra-Firme , en otras muchas partes es mas ancha, como en la Nueva España y en la parte septentrional. Passe- mos á lo demas y cúmplase lo prometido; mas pongamos aqui la figura y exemplo de lo que está dicho, previniendo al letor que la línia interior es partida en diez partes - de la anchura ó espacio, que hay de cír- culo á círculo exterior ó de fuera diez é peys le tanto como la latitud ó espa- a 452 cio que hay entre el uno y el otro círculo (Lámina 41.*, fig. k.*). Aqui se da conclusion al libro XXI, y de aqui adelante se tractará de las go- bernaciones y descubrimientos particula- res, siguiendo la via que he traydo en la geographia de la costa de la Tierra-Fir- me; y como tengo dicho en otro lugar, no ha de mirar el letor que un capitan ó ca- pitanes pregedan unos á otros en el dis- HISTORIA GENERAL Y NATURAL curso de la narracion, pues lo causa lle- var la costa continuada: y lo tal no es inconveniente, pues en cada libro é his- toria particular yrá declarado el tiempo que cada uno sirvió, que aquello es mas sustancial precedencia; y la mas verdade- ra y loable de todas es la ventaja que en las obras de virtud mas famosa y honro- sa fin hiciere cada uno daquellos, de quien se hiciere memoria. Comienga el libro tercero de la segunda parte ques vigésimo segundo de la Natu- ral y general Historia de las Indias, islas é Tierra-Firme del mar Océano de la Corona y gepiro real de Castilla, en el qual se tracta del viaje que hizo el capitan Simon de Alcazaba, yendo con cierta gente á poblar en las partes australes, de la otra parte de la línia equinocial ó segundo emispherio. PROHEMIO. Podras penssar los que han visto la primera parte desta Historia natural y general de Indias, considerando en ella lo que prometí expresar en esta segunda, que no puedo ser libre de culpa ni ab- suelto de mi negligencia, pues antes de agora no se ha cumplido; ó por ventura habrán concebido otras sospechas que suelen nascer de las cosas desseadas, culpando el mal aparejo de mi pluma, ó á mi edad ó á la indispossicion de los tiempos, que siempre traen ocasiones á los hombres para no los dexar ocupar en la ejecucion de sus buenos propóssitos. Dando mi descargo en la tal dilacion, di- go que sin duda se puede creer que á mí no me han faltado essos impedimentos ni otras congoxas humanas ni estoy fue- ra dellas; y tan bastantes, que no tan solamente mis flacas fuergas podrian averse consumido: antes otras muy ro- bustas y menos cargadas de años avrian al fin caydo, si la misericordia divina no me oviesse dado aliento contra todos Ae a mionles.-y enfermedades - cido, y desseo incluir é diversos géneros de trabaxos me han ocurrido, sin dexar de porfiar, aunque cansado , en la continuacion destas histo- rias, en que demás de penssar yo que sirvo á Dios en ello, el mandamiento del Príncipe es ley que no se debe desobe- descer ni dexar de cumplir, en tanto que la vida no se acaba, ó los ojos totalmen- te no se cierran con la muerte, puesto que los mios andan tan cansados en esto, que con fatigas leo ya algunos auctores que á mi propóssito en algunas partes alego. Y uno dellos Flavio Vegecio, en aquel auténtico é aprobado tractado suyo del arte militar, el qual dice que no hay cosa tan grande que la diligencia y el tiempo no la traygan al desseado efeto. Y assi espero yo en aquel ques mas po- deroso quel tiempo, y de quien ha de pro- ceder la dispensacion para toda buena obra y loable conclusion della, que me dará gracia y tanta vida, perseverando en este exercicio, que pueda cumplir mi ati palabra y todo aquello que tengo 154 puesto que, como en otro lugar hige men- cion de lo que los sanctos doctores de la Iglesia Sagrada Gregorio y Hierónimo y el real Salmista temieron las murmuracio- nes, con mas racon debo yo temer los juicios de los hombres. Pero no por esso me excusaré de continuar estas vigilias; y agora mucho mas, porque junto con servir en ello á la Cessárea Magestad del Emperador Rey, nuestro señor, y hacer- lo por sua mandado y como su chronista en estas partes é Indias, me manda la Ma- gestad Sereníssima de su hermano el In- fante de Castilla, don Fernando, rey de los romanos y de Hungría y Bohemia, por su carta messiva, que no cesse de es- crebir lo que ofrescí en la primera parte, teniéndose por servido dello: á lo qual tampoco puedo faltar, haciendo lo que debo á su real servicio, como faltarme á mí mesmo, negándome yo los alimentos para vivir; porque siempre tuve por el principal manjar de mi vida servir á quien debo. Quiero decir, que ninguna excusa por mi parte avrá, para que al- gund dia dexe de exercitarme, escribien- do, hasta lo enviar á su real pressencia como me lo manda, aunque yo no lo se- pa assi degir como sus elegantes coro- nistas sabrán notar y escrebir las muy gloriosas é sanctas empresas contra infie- les, en que por la sustentacion de la re- pública chripstiana estos dos hermanos, luceros de la fée cathólica, están ocupa- dos, tan perseverantes como los polos ó axis, en la defenssion de la iglesia de Dios. Mas puesto que yo conozco que carezco de tanta memoria é arte, como seria me- ester para la perfetadefinicion de mi obra, -que no es de las menores, sino de las mas altas y mas copiosas que se han escrito por un hombre desde Adam acá en seme- jantes materias; digo que assi como Ve- gecio dice que las riquecas no son segu- ras, si las armas con su esfuerco no las defienden, ass1 las historias no son de y por tanto será el pressente libro rela- HISTORIA GENERAL Y NATURAL presciar ni tener en mucho, si con la ver- dad no son acompañadas. Esta no falta aqui: que fielmente escribo, y en materia de calidad y cantidad en sí tan abundan- tíssima, que sobrepuja al humano dis- cursso de la vida, pues ques mas copio- sa y larga quel tiempo puede ser bastan- te á algund hombre mortal que penssáre decirla cumplidamente; salvo si por gra- cia especial de Dios no le fuesse revela- do todo lo que hay digno de historia. Quánto mas faltando aquel largo preville - gio de vida que á Matusalem fué conce- bido, que vivió nuevecientos é sessenta é nueve años!.. Y aun me paresce breve término para poderse comprender todas las cosas que destas Indias hay que de- cir y que están por saber. Por manera - que pues esta verdad está de mi parte, por su respeto me comporte é sufra el le- tor con paciencia las faltas del estilo, con que procedo, y alcance yo por cortesia de su comedimiento aqueste don, para que me quede sospecha que á él soy grato y apacible y desculpado con los que en esta facultad historial quisieren reprehender lo que hasta aqui he es- cripto, para que con mas ánimo porfie á dar relacion de otras cosas de mas delec- tacion á los que leyeren mis tractados desde Europa, Assia ó África: donde tor- no á decir que estas nuestras Indias no estan, y que son otra cosa ú otra mitad del mundo, desde la qual yo tuviera mas contentamiento, relatando cosas de pla- cer, si no fueran mezcladas con otras que hay de tanto dolor que no se puede oyr ni escrebir sin mucha pena, á causa de tantas muertes de chripstianos , é algunas dellas torpes y desleales y de mal nom- bre, y otras tan crudas y desapiadadas, que si en mi mano fuesse, ni las quer- ria decir ni acordarme dellas. Pero no se han de dexaren olvido las unas é las otras, satisfaciendo á la natura de la historia; DE INDIAS. LIB. XXII. PROHEMIO. cion del viaje éfin, que ovo el capitan Si- mon de Alcazaba y los pecadores, quecon 155 él fueron á poblar en las partes austra- les, de la otra parte de la línia equinocial. - CAPITULO 1 En que se tracta de la persona del capitan Simon de Alcazaba, y de la causa que le movió para yr á po- blar en la costa de los mares y tierras australes. Depes que en Portugal se supo cómo Hernando de Magallanes avia seydo aco- jido é favorescido del Emperador Rey don Cárlos, nuestro señor, é que le avia enviado por su capitan, como se dixo en el libro XX; dispusiéronse otros ánimos á buscar con nuevos desseos lo que sus habilidades les pedian, aunque no les con- viniese: porque demas de ser á los hom- bres esta propriedad anexa, para en sus - movimientos ver en los príncipes abierta la puerta, para rescebir los forasteros que se ofrescen á los servir; y si el tal rey es inclinado á gratificar é honrar á los hom- bres de buenos desseos, resucitasse una materia dispuesta, para llamar é atraer assi los ánimos generosos é de otros hi- dalgos particulares. Y no tan solamente de los súbditos naturales, que nascen obli- gados á los amar é servir, mas á los ex- FS traños convidan é obligan de tal forma que, negando sus pátrias, determinan de- poner sus personas y quanto tienen en la abediencia é servicio de tales reyes, que saben conoscer é tractar de tal arte á los extraños, que los convierten en naturales é patriotas é amigos. Como uno destos fué á Castilla Simon de Alcazaba, de nascion portugués, hombre de gentil dispussi- cion é aspecto, é bien hablado: este an- duvo algund tiempo en la córte de Céssar, moviendo á Su Magestad partidos, é dan- do avisos de la Especieria é del reyno de la China, donde él seyendo muchacho - decia que avia estado con su padre al- gund tiempo, en negocios y servicios del sereníssimo rey de Portugal, don Manuel. Á cabo de algunos años, que este hidal- te penssaba passar el Estrecho de Maga- ES | - go anduvo importunando é procurando su negociacion, ofresciendo grandes cosas é tessoros, dióssele crédito por su mal é de otros, é tomósse con él cierta capitula- cion y el Emperador le hizo su capitan. Yo le oy é ví jactarse de su esperanca; é decia que penssaba en breve tiempo te- ner tanta ó mas renta quel condestable de Castilla, ques uno de los mayores se- ñores de España, é que aunque no tu- viesse tantos vassallos, villas é fortale- cas como la casa de Velasco ó de Men- doca, creia que ternia ordinariamente mas dinero é joyas que los señores de s- tas casas. Y decíalo tan en su seso y afir- mativé, con tan sereno semblante, que los que le oyan decir esso, lo creian; sino yo, que en estas cosas de tanta ventura y peligro tuve por mas cierto lo contrario de lo quél decia. É aun assi le acaesció á él é á otros que, presciados de sus pala- bras, perdieron las vidas por le creer é seguir su compañia, é otros las haciendas en le ayudar con ellas, para su armada. Y para que mi concepto mas se verificasse de su errado desseo, luego se pressentó á mi estimativa que se avia de perder, assi como supe que en España se avia hecho á la vela, sin querer atender á es- perar oficiales del Emperador, que con él avian de yr en su descubrimiento para la administracion de los derechos de Ha- cienda Real; y pudiera ser que si los lle- vara, se oviera excusado su perdicion. De manera que desde el primero dia que co- mencó á navegar, comencó á dar ocasion de murmuraciones y juicios sobre él. Es- 156 llanes, é passado aquel , volver en de- manda de la línia equinocial é poblar en la Tierra-Firme é austral entre el dicho Estrecho y la tierra de la gobernacion que Sus Magestades dieron á cargo del. - adelantado don Diego de Almagro, de- ante de la de su compañero, el marqués don Francisco Picarro, de quien será he- cha mencion en su lugar. Assi que, tornando al capitan é gober- nador Simon de Alcazaba, decirse há en este libro XXII, no lo que él penssaba ó quisiera hacer, sino lo que hizo é le sub- cedió y en lo que pararon sus arbitra- ciones y desseos de estado, para que como hayamos concluido y dicho su infe- lige muerte é las de aquellos alevosos traydores que le mataron, é las que se siguieron á los mas de los restantes desta armada; vengamos á tractar en los si- guientes libros de los otros gobernado- res. Y pongo á este primero , porque assi como desde el Estrecho de Magallanes en el precedente libro continué la geographia de la grand costa de la Tierra-Firme há- cia la equinocial é hácia nuestro polo ár- tico , assi escribamos é se digan continua- das las gobernaciones particulares de los capitanes, que se han encargado dellas. Y torno á decir lo que en fotra parte está dicho; y es que no se mire [en esta dis- cussion quál va puesto primero; porque yo, continuando con mis libros la costa, yrán en algunas partes los modernos an- tes que los que en tiempo los preceden: y por esto tal aveis, letor, de advertir que en cada libro estará declarado quándo y en qué partes militaron los unos y los 4 Séneca, lib. Il. * Asi esta, como la sentencia arriba expresada por Oviedo, parecen sacadas del libro que durante los siglos XIIL, XIV, XV y parte del XVI alcanzó mucho crédito. entre los eruditos con el título de Proverbios de Séneca. Pero esta coleccion de sen= tencias, que puso en lengua vulgar el doctor Pero Diaz de Toledo, por mandado de don Juan Il, no so- lamente contiene los dichos memorables de aquel. filósofo español, sino E encierra tambien ala : HISTORIA GENERAL Y NATURAL! otros, para que se sepa en qué tiempo sirvieron ó padescieron. Que en la ver- dad, si en paciencia tomaron sus trabaxos y Dios se los rescibió en cuenta y descargo de sus culpas, mártires se pueden decir los mas de todos essos gobernadores. Dice Séneca en aquel su tractado de amones- tamientos*: Grand riqueca es no dessear ri- quecas. Creido tengo que este mal desseo ha hecho en estas Indias tanto daño como la falta del pan; porque aunque muchos son muertos de hambre y por otras oca- siones, essas y essotras acarreó esta vo- luntad de adquirir estos bienes tempora- les, y aun mejor les podiamos degir ma- les, por mucho oro y perlas que alcancen á los hombres; pues vemos que adquiri- dos, ó no los gocan, si llegan á colmo, ni. usan todos despues que los han, ni xi los emplean como deberian. Dexemos esto, y pues podeis, señores capitanes y letores, ver en estos mis tractados, no os enoje la lecion de ellos y creed al mismo Séneca, el qual dice: No te canses aprendiendo, cá assi son las le- tras para el coracon como el Jordan al cuer- po enfermo”. Hermosa amonestación y muy digna de ser acogida y guardada de to- dos los hombres de natural y bien incli- nado sentido; porque la falta de los estu- dios honestos y la costumbre de los que deben ser desechados, convierten la na- tura del hombre mortal, aunque de sí ella sea buena, en un hábito de tales obras, que acarreen el fin trabaxoso é infame, en que por la mayor parte incurren los que son condenados y tenidos por detes- tables. de máximas sacadas de otros filósofos, y sobre todo de los santos padres y demas escritores eclesiásti- cos. Lo mismo sucedió con otro libro que obtuvo en los mismos tiempos no menos aprecio: tal es el tra= tado que lleya por título Distica Catonis, donde se hallan recogidos los preceptos ó amonestamientos mas útiles para la vida. Cuando escribia Oviedo, no se habian o por la crítica literaria estas. z cuestiones, DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. ML. 157 CAPITULO Il. En que se tracta del camino é viaje del capitan Simon de Alcazaba, y se principia la relacion de su mal subcesso , yendo á poblar con cierta gente en la parte austral de la Tierra—Firme. ioiala Alcazaba, despues que tuvo Sus provissiones y despacho, fuesse á Se- villa, y desde allí á Sanlúcar de Bar- rameda, donde se embarcó en dos naos con doscientos é ochenta y mas hombres. Y aunque no eran llegados los officiales de Su Magestad que avian de yr con él, no los quiso atender ; lo qual fué mal he- cho é no buen indicio para su crédito, y á la verdad él les dió la vida, en no los atender. La nao capitana se llamaba la Madre de Dios y la otra Sanct Pedro, con las quales salió á la mar por aquel rio de Guadalquevir, á los veynte é un dias del mes de septiembre , dia de Sanct Matheo apóstol, año de mill é quinientos y treynta y quatro años: é á los veynte é tres del mesmo mes volvió á buscar la tierra, é fué á la bahia de Cádiz por tomar una agua que hacia la una nao, é tomósse luego, é otro dia siguiente tornó á se hacer á la vela, é llegaron á la Gomera, que es una de las islas de Canaria, á los dos dias de octubre de aquel año. Allí tomaron refresco é adobaron la nao capitana, que hacia mucha agua, á causa que avia to- cado en tierra al salir de Cádiz. Á los quince de octubre partieron de la Go- mera y fueron con las naos en conserva hasta cassi passada la línia equinocial; é hallándose de la otra parte della en seys ó siete grados en el Sur, una noche con grande oscuridad é tiempo forcoso, se apartó la una nao de la otra, y la capita- na siguió su camino é viaje hasta la boca del Estrecho de Magallanes, puesto que en la navegacion vieron esta tierra, que decian que era la del Brasil. É tardaron en este camino quatro meses é diez dias, porque llegaron en fin de enero del si- guiente año de mill é quinientos y treynta y cinco años. La racion que en este viaje mandó dar el capitan á la gente, eran diez ongas de bizcocho á cada hombre , y en- tre diez personas tres acumbres de bre- vaje, que la mitad é mas era agua y el restante de no buen vino; é algunos dias faltaria desto que no se les daba tanto, con un poco de carne dañada. Otros dias les daban á dos ó tres sardinas por hombre, á causa de la poca y mala ra- cion, y por ser este capitan de condicion que ultrajaba de palabra á algunos é yba mal quisto con la mayor parte de todos los de su armada : y no me maravillo que le culpassen, porque ángel ha de ser el que pueda contentar á essa gente allega- dica é tan diversa. Llegados al Estrecho, hicieron aguada de nieves que estaban congeladas, por- que no vieron fuente ni rio dulce; y el dia siguiente que la capitana surgió en el Estrecho, llegó la otra nao Sanct Pedro, que no se avian visto desde aquella noche que es dicho que se perdieron de vista; é surgió á par de la capitana, é segund la relacion que dieron los que desta gente aportaron despues á esta cibdad de Sanc- to Domingo de la Isla Española, avia en la entrada del Estrecho media legua ó poco mas de anchura á su parescer; é assi algo mas é menos como yban andan- do de veynte bracas arriba de fondo por la canal. Y procedieron veynte é tres ó veynte é quatro leguas su viaje por el Estrecho en tres ó quatro dias, é llegaron á parte que les parescia que apenas po- dian passar las entenas de las naos entre: la una é la otra parte; y era de montañas a. mas altas que las sierras de Segovia, é 458 todo muy nevado. Vieron algunas aves assi como patos é ánsares bravas como las de España , é otras mayores aves é muchas ovejas de las del Perú: halla- ban poca pesca en el Estrecho, é la que hallaron era extremadamente buena. Ocho leguas antes de entrar en el Estrecho, en una bahia de la costa hallaron una nao perdida con su mástel, y en la tierra jun- to á la nao una cruz de madera, y en la mesma cruz un epitáfio en una tabla es- cripto, que decia assi: «El año de mill é quinientos é veynte é seys años llegó aqui el armada y el capitan frey Garcia de Loaysa, é invernó nueve meses y veynte dias, porque no pudo passar el Estrecho: en el qual tiempo se murió la mayor par- te de la gente de su armada de la frialdad de la tierra; y desde aqui se volvió, por- que no pudo passar el Estrecho, é dexó aquesta nao perdida con tormenta que le subcedió.» Puesto que este escripto all, oviesse , si el letor se acuerda de la rela, cion que atrás queda del clérigo don Jo- han Areycaga, verdad es que el comen- dador Loaysa salió del Estrecho é se vino al puerto é rio de la Cruz, donde estuvo algunos dias , despues que la nao Sancti- Espiritús se le perdió donde aquestos di- cen que hallaron esta nao ; pero despues tornó á embocar el Estrecho , é prosiguió - su camino de la otra parte dél para la Es- pecieria. Aquesto no fiene dubda, pues que el clérigo y el patax, de que era ca- pitan Sanctiago de Guevara, passado el Estrecho , que está como es dicho en cin- qiienta é dos grados y medio de la otra parte de la equinogial, é corriendo ya en quarenta é siete grados y medio desvia- dos della, se perdieron del armada é aportaron á la Nueya España, y el clérigo é otros volvieron á Castilla. Assi que, no hay dubda en aquesto, quanto mas que. por la relacion del capitan Urdaneta é Martin de Islares queda averiguado é se debe creer que aquel título ó epitáfio de - HISTORIA GENERAL Y NATURAL aquella tabla se hizo, quando el capitan Loaysa salió del Estrecho y se fué al rio é puerto de la Cruz, é desde allí despues continuó su viaje. Del anchura del embocamiento tam- bien está dicha la verdad en el libro XX, y estos que tan estrecha hacen la entra- da y tan diferentes señal dan, no lo mi- raron bien. Creo yo que Simon de Alca- zaba é sus naos entraron en la bahia de la Victoria, que es dentro del Estrecho, y que él quisso passar adelante por entre las islas questan en la costa desta bahia, é no entró en la canal principal, é allí entre essas islas é la tierra halló aquella angostura questos dicen, é desde allí se volvió. Pero no vido aquellos emboca- mientos ó gargantas estrechas tres ni al- guna dellas, que están dentro de la lon gl- tud de todo el Estrecho, Volvamos al subgeso de aquesta arma- da. Decian estos de Simon de Alcazaba que á esta cibdad aportaron, que en aquellos dias que estuvieron en el Estre- cho passaron mucho trabaxo por la frial- dad que allí avia, é que murieran de hambre, si no fuera por los patos y aves que hallaron. Y porque las corrientes del Estrecho eran grandes, las que de dentro. venian para afuera, dábanles en las proas, é no podian navegar: é demás desso, avia grandes vientos que baxaban de aquellas sierras, é no les era possible yr adelante. Vistos estos inconvinientes, el capitan ovo su consejo con los que le pa-. resció que debia aconsejarse , y acordóse que entrasse gente en tierra adentro á descubrir y tentar si podian aver lengua é plática con los indios; y para esto envió á un Johan Arias con diez hombres, y estuvo dos dias en tierra, é volvió di- ciendo que no avia hallado rastro ni ves- tigio de hombre humano, ni camino ni senda por do se sospechasse alguna po- blacion ó comunicacion de gente alguna. Visto aquesto, acordaron de salir de alli. > DE INDIAS. LIB. é yrse á invernar dónde hallassen mejor dispusicion, para esperar otro tiempo mas á su propóssito: é hiciéronse á la vela, y en veynte dias llegaron al cabo de Sane- to Domingo, que decian estos questá doscientas leguas, poco mas ó menos, desta parte del Estrecho. Esto es lo que á mí me aborresgqe de los cosmógraphos que pintan estas cartas de navegar, por- que en quatro que yo tengo, ninguna es- tá conforme en este cabo de Sancto Do- mingo. Pero si essos no se engañaron en la medida que ponen al camino, á dos- cientas leguas mas acá del estrecho está la bahia Sin Fondo, y hasta el cabo de Sancto Domingo no hay tanto camino; porque en una carta del cosmógrapho Alonso de Chaves yo hallo este cabo de Sancto Domingo ciento é septenta leguas de aquesta parte del Estrecho; y assi ha de estar y no en más. Degian estos que en aquella sacon ha- llaban los dias de diez é ocho horas por lo menos y las noches pequeñas, é que era en el mes de hebrero, en el qual tiempo comencaba el invierno en aquella costa ó tierra: en lo qual ellos se enga- ñaban , pues que andaban de la otra par- te de la equinocial, y el sol avia de des- viárseles mas cada dia hasta los once de marco , que entra en el signo de Aries, hasta que entrasse en Libra á los catorce de septiembre. Y pues ellos se acercaban é venian tras el sol y hácia la línia, me- nos invierno avian de tener cada dia. Verdad es que, si se estuvieron quedos, no dicen mal. Tornemos á la historia: Decian que les paresció este puerto ó cabo de Sancto Domingo muy buena tierra y puerto muy seguro por el ancon que tiene: é allí sa- lieron en tierra é hicieron sus ranchos en la costa , é hallaron agua llovedica en los hoyos é bagnos de las peñas é piedras, é. tuvieron abundancia de pescados, é ha- llaron unos, como leones é tan grandes XXIT. CAP. IL 159 como vacas, que daban grandes brami- dos é salian á manadas de la mar á echarse al sol en tierra en algunas isletas que estaban desviadas de la tierra firme; é avia manada de mas de seyscientos animales destos, los pellejos de los qua- les eran muy poblados de pelo, é tales, que les parescia que en España se esti- marian mucho para aforros. Comia toda la gente del armada desta carne, salvo los hígados,que los hallaron dañosos, por la experiencia que dello ovieron: que los que los comian, se pelaban todos. Eran animales de quatro piés, é avia algunos que pessaban quinientas libras, y el sa- -bor deste manjar mas tiraba á pescado que á carne: las camillas y todos los hue- sos destos animales eran macigos: matá- banlos con darles con una hacha ó con un palo recio en las narices, é no de otra manera, porque si allí no los herian, tar- daban mucho en los matar, aunque los hiriessen muchas veces en todas las otras. partes dellos. Tienen mucho lardo y el mejor que puede ser en alguna carne de España, el qual no se yela é queda hecho aceyte. Cogiendo deste mantenimiento, se mantuvo aquella gente todo el tiempo que allí estuvieron, sin que les faltasse en espacio de tres meses, poco mas ó menos tiempo. Avia en aquel puerto mue cho marisco. Luego que salieron á tierra, el capitan Simon de Alcazaba hizo hacer una iglesia de lonas y velas, donde cada dia se decia missa: é allí se hizo jurar por gobernador é capitan general, é pressentó los poderes é provissiones reales que llevaba del Em- perador para ello, porque él decia que aquella tierra era en el paraje de su gober- nacion y en los límites della; y mostraba que tenia por buena su vuelta á aquella bahia de Santo Domingo, é decia que avia muy bien agertado en dexar el camino del Estrecho, é que por allí podia mas bre- 'vemente saber de su gobernacion ydela a 160 tierra, dónde iba á poblar por mandado de Su Magestad; é que atravessando ciento é cinqúenta leguas de tierra, daria en la mar de la otra parte del Estrecho, é atajaria mucho camino por allí. É assi con estas palabras que decia, al propóssi- to de su desseo enderecadas, afirmábalas como si ello fuera assi é lo tuviera expe- rimentado: é para sacar de dubda á los que le oian, desde á ocho dias que allí llegó, acordó de catar la tierra, é hizo quatro capitanes de cada quarenta hom- bres, los nombres de los quales quisiera callar por su maldad é por el poco loor, antes infamia, que resulta de sus obras. Pero tambien me paresce que si no se di- xessen las maldades de algunos, no serian de tanta estimacion los hechos virtuosos de otros; mas conviene á la natura de la buena historia que bien obrando ó mal haciendo, sepan los que leyeren é oygan los que escucharen, que no ha de aver + Cosa alguna oculta que dexe de ser reve- lada, como lo dice el Sagrado Evangelio; ni yo cumpliria con mi officio, perdonando mi pluma tan señalada traycion y tan feo atrevimiento, y tan diabólica determina- cion en tanto deservigio de Dios y del Rey, y en daño del próximo, como algu- nos destos nuevos capitanes perpetraron, puesto que aquel Juez soberano les dió HISTORIA GENERAL Y NATURAL el pago que merescieron, como se dirá adelante. Por manera que Simon de Al- cazaba eligió quatro capitanes, assi por- que le paresció que convenia para exer- citar su armada, como porque tuvo volun- tad de honrar más á aquellos que á otros, é aprovecharles é preferirlos , pues que los señaló é honró é puso por caudi- llos sobre los otros hombres del exército. El uno se llamó Gaspar de Sotelo, natu- ral de Medina del Campo, y otro se decia Johan Arias, natural de Sahagun, y el otro se llamaba Gaspar de Avilés, natural de Alcaraz, y el quarto fué un Rodrigo Martin, artillero mayor, natural de Cue- llar: entre los quales repartidos dosqien- tos hombres, é aquestos llevando la van» guardia ó delantera, el gobernador Si- mon de Alcazaba con la otra gente res- tante yba en la retroguarda. É assi se par- tieron para entrar por la tierra , sin mas adalid ni certificacion de su camino , de- xando en las naos el mejor recabdo y guarda que á el capitan general le pares- ció ser conviniente. Oid, mortales el ca- pítulo siguiente con atencion, y vereis que no hay mal, que quede sin castigo, ni bien, á quien falte remuneracion, como lo dice aquel glorioso dotor de la iglesia Sanct Augustin, : CAPITULO MI. En que se tracta de la infelicidad y muerte del capitan Simon de Alcazaba, y del castigo é justicia pi se hizo en los delinqiientes, y tambien se dice el subceso desta armada. Despues que el capitan Simon de Alca- zaba y la gente que con él yba se partie- ron del puerto y promontorio de Sancto Domingo, para entrar la tierra adentro, como se dixo en el capítulo precedente; habiendo caminado hasta diez ó doce le- guas, se le hicieron al general ciertas be- xigas en los piés é no pudo andar, y lo mesmo le intervino al capitan Diego Mar- tin, que era hombre de más de septenta años, é á otros algunos acontesció lo mes- mo: á causa de lo qual se tornaron hasta quince ó veynte hombres coxos y enfer- mos con el capitan general, que no po- dian yr por tierra ni avian llevado ni te- nian caballos. É porque no se dexase de inquerir la dispusicion de la tierra, prove- - yó el general de su teniente, é dió su po- DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. TM. 461 der para ello, á un su criado que se decia Rodrigo de Isla, hombre hijodalgo y mon- tañés, natural de Escalante: el qual con los otros capitanes y gente prosiguieron su camino por tierra áspera y falta de ' mantenimiento y agua y de todo lo de- más, y despoblada. É si acaso no halla- - ran un charco y pequeña laguna, peres- cieran de sed muchos dellos, y esta agua fué acaso, segund decian, causada del dia antes por algund aguagero, con que - quiso Dios socorrerlos; y era tan poca, que despues que ovieron bebido, y aun - no llenas las vasijas Ó calabacas que al- gunos llevaban, quedó seca la laguna ,- ó mejor diciendo aquel hoyo, en que se avia recogido. Estuvieron en yr é tornar qua- renta dias, é la relagion que truxeron fué ¿Que no avian hallado poblaciones de in- * dios, sino algunos ranchos y pocos indios, ni avian entendido la lengua de aquella gente; é que toda la tierra que vieron era estéril y de poco. mantenimiento, é que tomaron algunos conejicos, como ratones... É podrian aver andado hasta cient leguas, - en las qualos. descubrieron un rio de muy buena agua, é muchos pescados y y gran- des, 6 que solas dos indias tomaron é no - vieron indio alguno en todo el tiempo que es dicho: é aquellas indias eran muy pin- tadas é desfigurados los rostros, que vi- - nieron á ver los chripstianos dos veces é les truxeron dos ovejas mansas de las del Perú, las quales son á manera de came- llos en el parescer, sino que son mucho E - niente é criados del gobernador, é tomá- -ronles hasta una arroba de pan é unas po- cas de pasas y un poco de acúcar que te- menores que camellos 6 sin corcoba; pe- ro en todo lo demás son muy semejantes á eamellos, de las quales animalias mas largamente está dicho en el libro XI, ca- - pítulo XXX de la primera puta: destas his- torias. Estas mugeres hablaban cierta lengua é muy desenvueltamente; pero no las en- -tendian, é señalaban hágia donde el sol “sale con unas sonajas que traian, é pares- z en á los ia 2 su arte dellas TOMO ll. - E era como de brujas ó hechiceras: despues toparon otro grande rio con que fué esta gente socorrida de pescado, que mataron con ancuelos. En la costa deste rio toma- ron algunos indios, y entrellos una vieja, - que si entendieron sus señas, decia que siete jornadas de alli avia una tierra, don- . de hallarian mucho oro que traian los in- dios colgado de las orejas y de las nari- ges, como el oro de varios doblones ó ducados que le enseñaron los chripstia- nos. Y cómo la condicion de los cobdi- ciosos es conformarse con el tramposo, _diéronle crédito á la vieja é tomáronla por guia, para que los llevasse á aquella tier- ra que les daba á: entender: é anduvieron diez dias á unas partes é á otras, y siem- - pre hallaban la tierra peor y despoblada, - haciéndose aquel rio mas chico é angosto cada dia, por la costa del qual yban, y las montañas parescíanles mas altas siempre: - é la india degia ó señalaba contino que fuessen mas adelante. El piloto que llevaban, con una aguja - de marear; decia á los. chripstianos que. se avian apartado de las naos cient leguas ó mas en veynte é dos dias; é viendo que la india que llevaban por guia, andaba mentirosa é los traia perdidos y engaña- -dos, acordaron de dar la vuelta. É desde á tres dias que tornaban atrás, estando una noche en la-costa de aquel rio, se le- vantaron los capitanes Johan Arias y So-- telo, 6 con gente armada de ballestas y arcabuces, dieron sobre la tienda del te- nian. Y el capitan Johan Arias quisiéralos : matar, é assi se hiciera ello, si no lo es- torbára el capitan Sotelo, aunque amena- caba al dicho teniente é álos otros, dicien-- do que avian hecho mensagero al gober- nador, é le avian enviado á decir que se volvian, para que no los. acogiesse. Fin y a ] mente, 00: continuando su mal projós= - 462 sito, prendieron al teniente é¿ ¿los del go- bernador, é leváronlos á sus tiendas ó ranchos : é aquella noche estos dos capi- -tanes mandaron pregonar que, só pena de la vida, ningund soldado partiesse del real, é que luego, cómo amanesgiesse, todos se juntassen en sus apossentos, é les di- rian lo que avian de hacer. El dia antes que esto acaesciesse, avia enviado el capitan Johan Arias dos cabos de esquadras con ciertos ballesteros y ar- cabuceros la vuelta ó via de las naos; y erraron al mensagero del teniente que yba delante, el qual fué tomado de otros -ballesteros, que yban detrás de los prime- ros que es dicho. Y el dia siguiente de la noche que prendieron al teniente, se par- tió el capitan Sotelo para las naos con quince arcabugeros, y aquel dia en la tar- de mandó el capitan Johan Arias que par- tiesse todo el real é la gente restante to- da, é assi se movieron sin ningund órden ni capitan. É cómo no tenian qué comer, todo yba de mal en peor, y de tres en: tres Ó quatro ó cinco, como les paresció, se dividieron é guiaban hácia el punto, á' doavian quedado las naos, los mas dellos. Otros se quedaban por la costa de aquel - 19 pescando: otros. por aquellos montes ss ; bus: ando rayces para se s sus- de las mercaderias é- cosas que en. ellas “avia, Ésin alguna vergúenca é temor pu- a tentar; é assi yban vagando, «quando lle- garon al rio Grande. Primero soltó el ca- pitan Johan Arias al teniente Rodrigo de Isla é á los otros pressos sobre su palabra: - é mandóles, só pena de las vidas, que fuessen hasta una agua, que estaba una legua antes que llegassen á las naos, é alli esperassen é no passassen adelante - ellos ni otro alguno hasta. otro dia des- - pues que él fuesse passado ; é dejó guar- = de: De ello. de los. que con él estaban . las naos, úna a E sé que. eran de su cla A Dos 2 antes que a gente llegasse 4 | Es satisfatorias, ni con ellas se podian. des- a cargar de tan grave delicto é culpa. HISTORIA GENERAL Y NATURAL en la nao capitana, durmiendo en una cá- mara alta de popa sobre toda la tolda, vi- nieron de tierra en la barca cierta gente de la que avia ydo á la entrada, que se-- rian hasta diez ó doce personas, entre los quales señaladamente se nombran un Or- tiz, natural de Medina de Pomar, é otro llamado Chaoz Navarro, é seys ó siete otros naturales de Lebrija; y entraron en la nao secretamente y fueron á la cámara, - donde el gobernador estaba, é diéronle de puñaladas, 'é acabándole de matar, lo echaron á la mar: y entraron donde esta- ba el piloto de la nao capitana, é matáron- le, é lo mismo hicieron á otro criado del gobernador; é apoderáronse de la nao. É tomaron las llaves del despensero, é otro dia siguiente llegó el capitan Sotelo é su gente, y entró en la nao como hombre que parescia que, por su mandado é acuerdo, se avia hecho lo que es dicho. Desde á otros dos dias'llegó el capitan Johan Arias é le acogió el capitan Sotelo, con quien estaba comunicado é acordado el negocio, é ambos á dos capitanes con sus alféreces, el uno llamado Rincon, na- tural de Medina del Campo, y el otro se llamaba Carasa, natural de la montana de un lugar que llaman Colindres , cerca de Laredo, é apoderáronse de ambas naos é blicaron « su delicto-, y quellos avian fecho: matar al gobernador, porque los avia tray- - do engañados , é porque los avia enviado la tierra adentro donde se perdiessen, € porque era hombre muy escaso é los ma= taba de hambre é les daba los alimentos tan limitados, é porque era soberbio é avia ultrajado é é tractado mal á muchos su lengua, é por otras. racones que ellos daban, para colorar- su maldad é delicto é mal acuerdo; y ES disculpas. fuessen verdaderas, no eran porque aunque todas essas DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. IL - En esta entrada ó camino faltaron cin- qúenta é seys hombres que murieron de hambre é de enfermedades, de lo qual todo culpaban estos malhechores á su-ca- - pitan general: el qual, aunque culpa tu- viesse, no avia de ser assi muerto por quien le mató, y el castigo de aquel so- lamente será permitido al Príncipe y Se- ñor Soberano, ó para aquel que por Su Magestad tal poder expreso tuviesse; no obstante que los juicios de Dios son in- comprensibles, y sabe loque permite, 6 há _€efeto lo que es su voluntad ; é cómo en nuestro arbitrio dexa nuestras obras, to-. dos los chri ¡pstianos nos debemos emplear en aquellas cosas on que Dios se sirva, é que mas aceptas le sean. Yo piensso que el intento deste mal afortunado goberna- dor seria bueno y enderescado á buen fin, y assi plega á Chripsto que la muerte le tomasse en buen estado. Pero esta cob- dicia de adquirir é mandar y ser los hom- bres más que otros, acarrea é trae es- tos cuentos desastrados y de tanto peli- -gro; y buscando estos thesoros del suelo, se acaban las vidas y se olvidan é pier- den los del cielo, porque como dice el ] Evangelio: «Donde está tu thesoro, alli es- tá tu coracon.» Assi que, si en el suelo ponemos ó está nuestro thesoro, alli está nuestra intencion é coracon; é quien le pusiere en Dios, apartado estará destos bienes transitorios, que tan presto passan y con tantas desaventuras é é trabaxos, ó nunca se acaban de allegar, é ya que. se - alleguen, poco se gocan; é ya que se go- cen, de poca estimacion es tal alegria en- tre los prudentes é cathólicos. - Toremos á la historia. Estos capita- - nes, Sotelo y Johan Arias, estuvieron en conformidad quince dias, y en este tiem- po bastecieron la nao capitana é passaron * : 4 ella de la otra nao, Sanct Pedro, toda el artilleria é municion, é todas las pipas, - élo que mas les paresció, con penssamien- SS to de se yr con aquella nao mayor á las 163 islas de los Acores á esperar las naos que fuessen destas partes é Indias é hacerse corsarios é robarles todo el oro que lle- vassen, é yrse en Francia ó donde les pluguiesse. É decian públicamente que de ' alli adelante no querian andar sino en ser- vicio del diablo, é assilo afirmaban con de- cirlo muchas veces, porque sus culpas se duplicassen, é consiguiessen el pago que tuvieron sus malos desseos y obras. Sub- cedió que estando su maldad en estos tér- minos, por la industria de aquel comun adversario, en cuyo servicio decian que querian andar, nasció diferencia entre ambos capitanes, porque Sotelo no queria que fuessen corsarios ni se hiciesse más - daño de lo que estaba hecho, sino que las naos se diessen á cuyas eran; y es-. * tando en esta plática y contencion, si- guióse que un Johan de Charchoaga, viz- cayno, maestre de la nao capitana, y otros . Vizcaynos, marineros y officiales de la nao, que serian hasta veynte é cinco ó veynte éseys personas, se aliaron y con- federaron entre sí para prender á los dos - capitanes y á los demás que avian. seydo en - atar al gobernador; movidos porque les paresció que de otra manera se les podia poner culpa en lo passado; y que en esto servirian al Emperador y mostrarian su lealtad y limpiega, y porque no querian seguir el camino que los capitanes acor- daban ó querian bager; ó mas cierto, dis- pensando Dios en la punicion y castigo de aquellos homigidiarios. Y assi un dia, en -esclaregiendo el. alba, prendieron á los dos capitanes y á sus alféreces é valedo- _TeS, y á todos juntos los pusieron en una - isleta desierta que estaba á media legua de donde estaban las naos ; y desde á dos dias el maestre y vizcaynos, y los de su ) “opinion, cómo ovieron presso los malhe- chores y principales del motin y de las culpas que está dicho, alcaron banderas por el Emperador, y dixeron que aque- lla naó y peana. ire. pera e 164 cuenta della á Sus Magestades, y que la mandassen dar á cuya fuesse y se hicies- se su real servicio. Incontinente proveyeron de tutor y curador á don Fernando de Alcazaba, muchacho de doce ó trece años, hijo bas- tardo del dicho Simon de Alcazaba, que alli estaba: el qual y su curador acusaron : á los matadores y participantes en esta traycion, é assimesmo á los que les die- ron favor é ayuda, criminalmente; y co- mo quier que ello fuesse, hicieron su pro- cesso en vascuence ó no prolixo, y de- gollaron á los dos capitanes Johan Arias y Sotelo en la puente ó cubierta de la nao, - y echaron en la mar con sendas pessas á los piés atadas á los alféreges, y al Ortiz y -Chaoz y á otros tres de Lebrixa, y á otro marinero ahorcaron; y los demás que avian seydo en la muerte del gobernador de los de Lebrixa, huyeron la tierra aden- tro, donde se quedaron, que se pueden contar por tan muertos como essotros. Y desterraron la tierra adentro al capitan Ro- drigo Martin y á un portugués, que se decia Nuño Alvarez, é á un Alexos, de Medina del Campo. Hecha esta justicia y destierros , se - partieron ambas naos de conserva, con penssamiento de se venir á la isla de Sanct Johan € á esta nuestra Isla. Española á bendecir lo. que traian: é. siguieron su. -viaje, caminando por la costa, y desde á quatro dias la nao capitana dexó á la otra atrás, porque era mas velera, y quando se vido en el paraje del Brasil, quiso to- mar puerto en aquella costa y perdióse. La qual traia dentro una chalupa é un ba- _tel grande y un esquife , y echáronlos presto en el agua, y en ellos salió toda la - gente en tierra y salvaron todos los mas - vinos y mercaderias que avia en la nao: la qual se perdió dia de- Sanctiago. após- tol, año de mill é quinientos y. treynta y cinco años. Y allí estuvieron ocho dias en tierra giento. é- ua er HISTORIA GENERAL Y NATURAL podrian ser todos, los quales tuvieron ha- * bla y contractacion con los indios; y pas- - sados los ocho dias, comencaron algunos destos chripstianos á entrarse la tierra adentro pocos á pocos, como gente sin capitan y mal gobernada. Y es de creer que los mataron, porque despues vinie- ron los indios á la costa de la mar arma- dos y de guerra, y algunos traian langas y espadas, y dieron sobre los ranchos y chripstianos que allí quedaron de los res- tantes, y apenas escaparon veynte mari- neros vizcaynos que se metieron en la z chalupa, y se fueron costa á: costa diez leguas adelante, donde hallaron surta la otra nao Sanct Pedro en una bahia que - se llama Todos Sanctos, ques en la tier- ra del Brasil, donde estaba tomando agua y mantenimientos, de que tenia nescessi- dad. Allí hallaron y vivia un Diego Alva-- rez, portugués, el qual les dixo que avia veynte é cinco años que estaba en aque- lla tierra solo y que se hallaba muy bien con los indios, y le tenian por su capitan, y le eran muy obedientes, y los tenia tan subjetos y le guardaban tanto acatamien- to, como si nasgiera señor dellos; y tenia consigo su muger, que era india, de la _qual tenia muchos hijos y dos hijas casa- das con dos españoles: que allí estaban. Este assiento y poblacion deste Diego Al- _varez serian hasta trescientas casas, que eran como caserias desparcidas , pero á z vista unas de otras muchas dellas, en que avria mill hombres indios : y hallaron con este Diego Alvarez quatro chripstianos * que se avian recogido allí, que vinieron -perdidos de una armada de Portugal, que se perdió quatro meses antes desto: la qual armada llevaba trescientos hombres, -que ninguno escapó sino estos quatro, y - los indios quemaron las naos della y na- víos en la costa, donde dieron al través; y á estos quatro chripstianos truxo esta Mao Sanct Pedro á esta cibdad y puerto - 0 Sancto Dominga | Be: de la jelo: Er DE INDIAS. LIB. Aquella tierra, segund aquel Diego Al- varez decia, no tiene metal alguno; pero es fértil y abundantíssima de mahiz y áxes, y patatas, y names, y de pesque- rias, y'caga de conejos, y puercos do- mésticos, y muchas gallinas de las nues- tras de España. Á este Diego Alvarez se le dió la chalupa á trueque de bastimen- to, y tambien le dieron dos pipas de vi- no, é hablósele en algunas cosas de la fée, y á lo que mostró estaba bien en ella, y dió á entender que residia en aquella costa y soledad para salvar y socorrer á los chripstianos que por allí pasassen : y dixo que avia salvado franceses, portu- gueses, castellanos que por aquella costa se avian perdido, y que si él no estuvie- ra allí, que los indios ovieran muerto á estos que quedaban de la armada de Si- mon de Alcazaba. Dixo que ocheñta le- guas de allí la costa adelante tenia el rey de Portugal una fortaleca, de donde le llevan el brasil, que se llama Fernanbu- co, donde residen ocho ó diez personas, y que esperaban de Portugal una armada que yba á poblar aquella costa. Nuestras cartas ponen esta bahia de Todos Sanctos, . donde este Diego Alvarez estaba, cient leguas del otro cabo de Fernanbuco, hácia el Estrecho de Magallanes, la qual está en trece grados de la otra parte de la le nia equinocial. Á ocho de agosto de daña año de mill é quinientos y treynta y cinco se partió esta nao Sanct Pedro de aquella pobla- cion de Diego Alvarez, é siguió su viaje. * derechamente para este puerto y cibdad de Sancto Domingo, donde llegó á los nueve dias de septiembre del mismo año con septenta é cinco personas; de mane- ra que muertos y justiciados y perdidos y desterrados de la forma que se ha dicho, quedaron doscientos é cinco hombres desta armada de Simon de Alcazaba, y. - él con ellos, siñ dexar á sus herederos aquella grand renta, en que penssaba E XXIL. CAP. 1. 165 igualarse con la de la casa de Velasco, que es del condestable de Castilla. Y as- si suele acaescer á los que sé ceban del: ayre y se ponen en cosas tan dificultos- sas; pero el mayor daño que en esto hay es, que la osadia ó locura de uno la pa- gan y se extiende por muchos. Plega á Chripsto de aver avido misericordia de aquellos chripstianos que assi padescieron * como la historia lo ha contado, segund lo testificaron los que dellos aqui aportaron con su hijo de Simon de Alcazaba; pero como quiera que sea la muerte, no por esso debemos juzgar á ninguno. Assi nos lo acuerda aquel notable y famoso dotor moderno, Erasmo Roterodamo, en aquel - su provechoso tractado que ordenó del apercibimiento y aparejo quel chripstiano deba hacer y proveerse para la muerte. Yo hablé en esta cibdad á estos que es- caparon deste viaje y armada de Simon de Alcazaba; y su hijo era moco de tre- ce ó catorce años: donde allegué á los. once dias del mes de enero de mill é - quinientos é treynta y seis años, tornan- do yo de España, despues de la primera impression de la primera parte desta Ge- neral Historia de Indias: assi que, este fué el subcesso desta armada. Otras cosas supe de algunos destos que se hallaron en este viaje, que no digo; pero todos ellos afirman que entraron en el Estrecho de Magallanes, aunque no decian lo que el clérigo don Johan de Areycaga, se- gund el letor puede aver colegido del li- bro XX. Yo bien creo que entraron, pues . tanto lo afirman; pero sospecho y con- - jeturo de su mesma relacion que fué en- tre la isla questá en la bahia de la Victo- ria, y no por defuera della en la canal principal del Estrecho , como lo tengo di- cho; y de la relacion del clérigo no se dubda aver passado el Estrecho, pues que aportó á la Nueva España por la mar austral; y sin el clérigo, otras personas e... se hallaron en el viaje del nene o 4166 dor, frey Garcia de Loaysa é passaron el Estrecho, con quien yo he hablado , to- dos en conformidad dicen que el Estrecho está poblado de aquella gente gigantéa ó de muy grandes estaturas, mayores mu- cho comunmente que los alemanes: en lo qual estotros de Simon de Alcazaba nin- guna cosa hablaban, puesto que tambien decian que las mujeres que vieron los que entraron la tierra adentro del puerto de Sañcto* Domingo, donde mataron al gobernador, eran grandes mugeres. Passemos al libro XXI! en la poblacion y descubrimiento del grand rio de Para- ná, alias de la Plata, que tampoco les fal- taron trabaxos y muertes y otras desaven- turas, buscando este oro. Bien veo que - algunos me culparán, porque mi pluma ya tan arrimada á la verdad como desviada de complacer á particulares, olvidando sus Obras; mas cómo quiera que aque- HISTORIA GENERAL Y NATURAL llos, de quien estas historias hablan, son los que hacen el son con que mis dedos y ella se mueven, no puedo desviarme del compás de sus obras. Viva cada uno co- mo debe y no tema la:tinta de mis ren- glones, el que nó teme la pena infernal; pues saben que aunque acá se callassen sus delictos, en la otra vida no puede fal- tar quien se los acuerde con más que pa- labras. Y yo no dexaré de tener por mi - parte aquella sentencia ciceroniana que dige: «Historia est testis lemporis, magis- tra vite, vila memoriee, lus veritatis.» Dice assi: «La historia es testimonio de los tiempos, maestra de nuestra vida, y vida de nuestra memoria, y luz de la ver- dad.» Assi que, pues tantos bienes hay en la historia verdadera, en confianca de la misma historia ques Dios, passemos adelante. Aqueste es el quarto libro de la segunda parte, y es elevigéssimo tercio de la Na- tural y general Historia de las Indias, islas y Tierra-Firme del mar Océano de la coro- na y ceptro Real de Castilla y de Leon: en el qual se tracta del descubrimiento del rio Paraná, alias de la Plata, y su gobernacion, que es en la mar y costas australes, de la otra parte de la línia equinogial. CAPITULO 1 Del libro veynte y tres, en el qual se tracta el descubrimiento del grandíssimo y muy famoso rio Paraná, por olro nombre-llamado el rio de la Plata, y de la muerte del piloto y capitan Johan Diaz de Solís, que lo - descubrió, é olrás:e cosas convinientes al discurso de la historia. E muy famoso é grandísimo rio, que los indios en la parte austral llaman Pa- raná 6 los Cchripstianos le dicen rio de la Plata, tiene su embocamiento donde en- tra la mar veynte leguas, como mas par- -ticularmente se dixo en el libro XXI, en los capítulos 1 y IL *, y está en treynta é cinco grados, de la otra parte de la equi- nocial. Llamóse primero rio de Solís, por-. que lo descubrió el piloto Johan Diaz de Solís; é algunos afirman que su emboca- miento ó anchura es treynta leguas desde el Cabo de Sancta María, que tiene hácia la línia del equinogio, hasta el Cabo Blan- co, que está á la otra banda del rio, hácia el Estrecho de Magallanes. Es muy nota- ble. é señalada cosa en la cosmographia. É aqueste Johan Diaz de Solís, siendo pi- loto mayor y parescióndole « que.en la villa de Lebrixa, de donde era natural, no ca- bian sus pensamientos, volviólos. al otro emispherio. 6 partes australes , donde se ofresció á mostrar por su industria é na- vegacion aquellas partes, que de los anti- guos fueron ignoradas en el antártico * En los referidos capítulos dá á este rio el nombre de Panamá, mientras en este y los siguien- tes le llama siempre Paraná, explicando la etimo— logia y significado. de esta palabra : en la geogra= E fa moderna ha o el Segundo. nombre de Solís 6d A Sem Fine: polo. Y con licencia del Cathólico é Sere- níssimo rey, don Fernando, de inmortal memoria, dió efeto á la obra y descubrió. este grand rio, año de mill é quinientos é doce años, y truxo la relacion que por entonces pudo yer de aquella ribera; y para mejor y con mas posibilidad é gente salir en tierra, el mismo rey le hizo ca- pitan suyo é le concedió la poblacion de * aquel grand rio. É volvió allá con tres. naos muy bien armadas é provistas de gente y vituallas, para descubrir é saber los secretos de la tierra, el año de mill é quinientos é quince años; y llegado don- de él tanto desseaba, fué amigablemente rescebido de los indios y convidado de ellos con mucho halago- y semblante de dulge y amoroso acogimiento, y mostra- ron mucho placer. con él y con los chrips- - tianos. É salido en tierra con una barca y parte de la. gente. que llevaba, salieron de una celada grande. multitud de indios, que estaban puestos en acechanca con mano armada, é mataron al Johan Diaz todos los que estaban en . la nh Castilla del oro, fundada en la costa del mar Pacífico ó del Sur por el gobernador Pedrarias - Dávila, en el año de 1518, segun refiere el mismo. Oviedo al trazar la historia de ula parte dela 168 tierra de los españoles, sin que alguno quedasse con la vida, á vista de los Chrips- tianos que estaban en las naos, é no sin mucha vergúenca de todos ellos , demas del notorio daño; y tomaron la barca y quebráronla é quemáronla luego. Viendo esto los restantes chipstianos é que assi, sin se entender, les avian muerto su ca- pitan é principal piloto é guia, con mas de cingúenta hombres de los mejores del armada, alcaron velas é no osaron que- dar allí, paresciéndoles que era muy po- co número de gente para contra tanta multitud de indios; é fueron á la tierra del Brasil, donde cargaron los navíos de aquella madera, é se tornaron á España, - para dar color á los paños € á otras pin- turas con aquella mercadería; pero no á tan señalada ignorancia y mal gobierno del capitan, con esta mala nueva é fin del piloto é é de la gente que con él murieron, como hombres gobernados de caudillo sin experiencia en las cosas de la guer- ra. Porque como dice Salustio, «el que la guerra ha de ejercitar, en la adoles- cencia lo ha de deprender.» Buen piloto - era Johan Diaz de Solís, é-yo:le comuni- qué, y en las cosas de la mar por dies- tro era tenido para gobernar un timon é mudar las velas é derroteros; pero en las. cosas de la guerra terrestre nunca exer- citó esquadron de gente á pié ni á caba-= llo. Parescióme bien lo que ví hacer á un piloto camino de Guadalupe, adonde él yba en romería, habiéndole Dios é su gloriosa Madre escapado de un señalado naufragio é tormenta de la mar: que yen- do en un caballo mal enfrenado é salién- -_ dosele del camino, se. apeó é acordó de yrse á pié, é dió el caballo á un gurumete 6 paje de su nao que con él yba, y que - tan poco ó menos se le entendia de la ca- ballería. Y el caballo botó con el mogo por peñas é barrancos, teniéndose al ar- con y sueltas las. riendas; yel Piloto ys S DES él, Su mas. e l cabi llo, HISTORIA GENERAL Y NATURAL decia al mozo: «Coge, traydor, essas bo- linas. » Y el mozo asía de la una rienda é afloxaba la otra, y decíale el piloto: «No la - de babor, sino la de estribor.» En fin, los que allí se hallaron, aquedamos el rocin, * porque el moco no peligrasse; y ho sin «mucha risa del casso, acordó el piloto de hacer apear al moco é que lleyasse el ca- ballo por el cabestro, y él yba detrás, dán- dole con una verdasca, hasta que llegaron á Guadalupe, donde cumplido con su voto é romería, buscaron una carga al caballo para Sevilla, para ayuda á pagar el flete ó alquiler del rocin. He querido decir esto aqui, porque lo ví é no me quadra me- nos al propóssito que la auctoridad ale- gada de Salustio; porque á la verdad, ninguno debe tener presuncion de se lla- mar capitan ni exercitar el officio, sin averle aprendido, é ser primero soldado é aver visto capitanes expertos é milita- do con ellos; porque quien de- rondon, como dicen, ó súbito, entra á gobernar el arte que no sabe, el mismo arte le paga con la misma violencia que á su atrevi- miento pertenesce. Dice Vegecio que el exército del exercicio tomó el nombre; y esta racon debia bastar á que nin- -guno que quiera acabar bien lo que co- - Iienca, no lo principie sin dotrina y.ex- periencia en qualquier género de nego- - Gio en que se quisiere ocupar, y mu- cho mas en el arte militar que en todas las otras cosas; porque quanto es mayor su peligro, assi requiere que con mayor. . prudencia é tiento sea administrado tal arte. De aqui viene que los capitanes fa- mosos é de auctoridad militar aprobada, | con grandíssima diligencia procuran de tener sábios y exercitados adalides, para - entrar en las tierras que no saben los ta- les capitanes, «pero que las sepa quien los ha de guiar; y á los que aquesto hicieren, no les acaesgerá lo que acaesció é dió : la muerte á este Johan Diaz. de Solís 6 4 3 los e con él saltaron en o pe E DE INDIAS. LIB. XXIL CAP. 1 de que aqui se tracta: el qual no ha sey- do solo el que en estas Indias se ha per- dido, por imprudente y cobdicioso. Mu- chos han seydo que no es nescessario- nombrarlos, pues que el letor podrá sa- ber sus nombres por esta General Historia. Á la qual tornando, digo que des- pues que avian passado diez años que se avia perdido Johan de Solís, otro piloto mayor, llamado Sebastian Gaboto, por su orígen veneciano é criado en la isla de Inglaterra, que al pressente es piloto ma- . CAPITULO IL. 169 yor é cosmógrapho de la Cessárea Ma- gestad, y segund él dice y el coronista Pedro Mártir, informado dél, afirma que fué el que descubrió la tierra de los Ba- callaos é le dió tal nombre, antes que á España viniesse: confiando de sí dió á entender que haria lo que no supo hace r su antecessor Johan de Solís, é procuró la misma empresa del rio de la Plata; é lo que le intervino en ella contará la his- ¡ toria con brevedad. En que se tracta cómo el Emperador, nuestro señor, concedió la empresa de la poblac ¡on del rio de la Plata al piloto mayor, Sebastian Gaboto, para que fuesse á poblar aquella tierra; y cómo fué allá, y la relacion de la gente é armada que llevó y el camino que hizo, é otras cosas del jaez desta historia. : E año de mill é quinientos é veynte é seys años, teniendo el capitan é piloto mayor, Sebastian Gaboto, licencia de la Cessárea Magestad, para que, como su ca- pitan general, fuesse á poblar el rio gran- de (que descubrió el piloto mayor Johan Diaz de Solís, é donde lo mataron); y para que calasse la tierra y descu- briesse los secretos della; armó qua- tro caravelas á costa de muchos cob- diciosos, engañados de sus palabras y confiados de su cosmographia, é partió en el mes de abril del año ques dicho. Pero porque de personas fidedignas, que en este viaje se hallaron é se les dá fée, yo fuí informado, diré alguna cosa con brevedad de lo que entendí del camino, en especial de Alonso de Sancta Cruz y : del capitan N. de Rojas, que son hom- bres hijosdalgos, y de otras personas - que le vieron: y diré lo que comprendí, si lo supe entender, en lo que toca á la verdadera relacion de la historia y cami- no, ques lo que hace al propóssito del letor y mio. Y no curaré de las passio- nes particulares, aunque ví quexosos de - la persona é negligencia Sebasti e... Gaboto en las cosas desta su empressa, puesto ques buena persona é diestro en su officio de la cosmographia y de hacer una carta universal de todo el orbe en plano ó en un cuerpo esphérico; pero otra cosa es mandar y gobernar gente que apuntar un quadrante ó estrolabio. Y porque este viaje se repita por órden, diré cómo le hizo esta armada desde España: desde la qual partido, la tierra que tomó primero fué en la grand costa de la Tierra-Firme, encima del puerto ó rio de Fernanbuco, que está en ocho gra- dos de la otra parte de la línia equino- cial. É desde alli fué una caravela á bus- car agua á la costa, é llegó al rio que lla- man de las Piedras, que está mas á la lí- nia, é dista della siete grados: por ma- nera que desde aqueste rio á Fernanbu- co hay un grado de Norte á Sur, que son diez é siete leguas y media; y en la mi- tad deste camino está otro rio que se llama de las Virtudes. Assi que, desde aquestos términos é límites ó rios ques dicho, siguió su camino adelante esta ar- mada famossa, y formada, como he di- cho, de cobdiciossos mercaderes, é aun 470 HISTORIA GENERAL Y NATURAL de otras personas principales, engañados del olor de sus mismas cobdicias y espe- ranca, fundada en la sciencia é industria de Sebastian Gaboto: el qual, como es di- cho, es buena persona é hábil en su arte de cosmographia; pero del todo ignoran- te de aquella sciencia de Vegecio, el qual dice assi: «Al capitan conviene cum- plidamente aver de escripto 'é muy bien sabido quantos passos é vias hay en to- da aquella region donde la guerra en- tiende exercitar.» Este capitan ó piloto . mayor salió de España el año que tengo dicho de mill é quinientos y veynte y seys años con quatro naos ó caravelas é con doscientos cingúenta hombres. Pero porque la pintura é assiento deste rio es una de las mas notables cosas del uni- -: verso, antes que se diga del subcesso de la gente que este capitan llevó, es bien que se escriban algunas particularidades desta tan famosa ribera; qual entra en la mar derechamente con- tra el Oriente,”y las cartas le dan veynte leguas de anchura á este embocamiento, y los que le han visto, treynta. Desde aquella entrada que hace hácia el Oriente, se corren por este rio noventa leguas mas al Occidente, del Leste al Hueste, é despues da la vuelta derechamente al Norte é línia equinogial, porqué la línia y el Norte todo está hácia nosotros, por estar el rio tan austral y en los grados que está dicho; y desde donde comienca á dar la vuelta hasta lo postrero que en- tonces fué descubierto dél, se corre de- rechamente á la Tramontana ó Norte, quassi otras ciento é quarenta leguas, ¿poco mas ó menos: por manera, que dos- cientas é cinqúenta leguas, pocas mas ó menos, fué andado é sabido deste grand rio hasta la vuelta del dicho Sebastian Gaboto á España. Verdad es que, como en este rio é sus provincias hay al pres- sente españoles de otra armada, que des- pues del caba fueros: con otro a = e e eel E e : la boca de la . llamado don Pedro de Mendoza, ya po- dria ser que, sin aver llegado á mi noti- cia, se supiesse mas de lo que supieron é vieron Gaboto é los que con él fueron, lo qual no dubdo; pero adelante se dirá alguna cosa de lo que intervino á esso- tros españoles é á don Pedro de Mendo- za: que tan mal librados han seydo los unos como los otros en estos sus princi- pios, mal principiados é peor efectuados. Pero no se pierde la esperanca en lo de adelante, porque está aquel rio muy á propóssito de las cosas é secretos de la mar del Sur, que está del Estrecho de Magallanes adentro, é de aquellas provin- cias é reynos donde están las goberna- ciones de los adelantados don Diego de Almagro é don Francisco Pizarro é nues- tros españoles, engrandeciéndose en aquellas partes los estados del Emperá- dor, nuestro señor, aumentando la reli- gion chripstiana.. Tornando á este poderoso rio é de otros muchos, assi grandes como pe- queños é incontables, que no cessan de llevar corriendo su agua é curso hasta la mar, sin que della se vea salir alguna ri- bera ó rio ni una gota sola de agua dul- - ce de quanta recibe, seyendo tan grande la multitud que resgibe, de espantar es como no cresge é sorbe é anega toda la tierra; é vemos que: aunque todas essas aguas en sí las toma, é que llevan otras muchas é-grandíssimas cantidades, causa- das de celestiales lluvias, guarda los lí- mites de sus costas, sin alterar ni hacer menor la tierra. Yo estoy muchas veces maravillado desto, en especial conside- rando este rio famosíssimo de la Plata, y el que entra en el golpho de Urabá, y el rio grande de la costa de Sancta Marta, y aquel espantable por su grandeca, lia- mado el Marañon, y aquel poderoso que está en la provincia de Veragua, é aquel de Huyapari, y otros innumerables del DE INDIAS. LIB. pales llamados Grehon, Phison, Tigris y Euphratres *, de quien Esidoro y otros auctores hablan; pero acordándome ques Dios el que ordenó la compussicion del mundo todo, me paresce poco, segund - su potencia y sabiduria. En esta materia me satisface mucho loque Plinio siente en ella, el qual dice assi: «Todas las aguas de toda parte van al centro é no caen, porque se firman en las partes in- feriores, á tal que no pudiendo estar sin algund humor por sí misma la tierra por ser árida é seca, ni el agua, si la tierra no la sostiene, la una á la otra se abraca ,É la tierra abre al agua muchas venas y el agua por ellas toda la penetra de fuera é de dentro, é por encima cón varias ve- nas é rios: los quales son atamiento que ambos á dos estos dos elementos ayuntan, é no tan solamente no hay peligro de caer de la tierra el agua, mas por la tier- ra penetrando , sube hasta la cumbre de los montes, donde por el viento empuxa- da é apremiada del peso de la tierra, brota fuera; é aquesta racon se muestra, por- - que la mar por esse continuo curso de tantos rios no cresce.» Todo es de Plinio. Tornemos á nuestra geographia é rio de la Plata: digo, que en la costa prime- ra procediente del Gabo de Sancta Maria adentro hay desde él á una punta, que se dice Sanct Gabriel, treynta leguas; y mas adelante otras diez está otra punta que se dige Sancta Bárbara, é mas ade- lante está el rio de Sanct Lácaro, é mas adelante otro que se dige Sanet Salvador; é mas adelante de todos essos hay otro muy grand rio, que se llama Huruay; el qual hace una punta mas al Poniente, desde la qual hasta el Cabo de Sancta Maria hay ochenta leguas de costa: y to- dos estos rios é otros menores vienen á- - -* El órden en que se nombran en el Génesis - estos cuatro rios, que parten del Paraiso terrenal, eslá aquí alterado: en el sagrado lexto se pone XXI. CAP. IL 174 correr de hácia la línia equinocial, é se langan en el rio de la Plata. Desde aque- lla punta de Huruay se enarca: ó dá la vuelta la tierra é costa del rio hácia la equinogial, é de alli adelante corre el - curso principal, ó mejor digiendo, viene mas de ciento é cinqúenta leguas de há- cia la línia; pero no hay mas nombres escriptos en la carta por la parte desta pri- mera costa del Cabo de Sancta Maria, el rio adentro. Passemos á la otra costa del Cabo Blan- co, desde el qual continuando la via del Occidente, ochenta é mas leguas, corre con nombre de rio de la Plata todo; pero en fin destas ochenta leguas , en la costa que sigo agora, entra el rio llamado Gui- randies, desde el qual se enarca é vuel- ve la costa hácia la equinocial, é veynte leguas mas adelante está un rio que se llama Carcaraña, é otras diez leguas ade- lante está otro -que se dice Timbuz, é otras diez adelante está otro que se dige de Carcaraes; é otras diez leguas adelan- te está otro que se dice Janaes, é otras diez ó doce adelante está otro rio que se dice Colchinas, é poco mas adlelante des- te entra un grande rio que se llama Pa- raguay: el qual despues de entrados en él doce ó quince leguas hácia el Occiden- te, es dos bracos ó rios, y el uno dellos que está mas hácia el Sur se llama Hipihi. Todos estos rios ques dicho de la cos- ta adentro del Cabo Blanco, vienen de hágia la parte occidental á se entrar en el grand rio de la Plata. Desde el rio de “Paraguay , prosiguiendo la bahia treynta leguas, está la bahia de Sancta Ana, la - qual tiene en la boca una buena isla; é " desde aquesta bahia, procediendo otras yeynte leguas ó mas adelante, está otro rio que se llama rio de la Traycion. De primero el Phison, despues el Gehon, y úllima- mente el Tigris y el Eufrates, segun los cita Ovie- e do. cb ls vers. lA, Aa 472 alli adelante, aunque la pintura de la car- ta muestra que de muy mas lexos viene el curso principal de estas aguas, al qual se recogen é mezclan todos los rios en ambas costas, no le ponen nombre diez ó doge leguas mas adelante: por manera que en lo que es dicho y en lo que se HISTORIA GENERAL Y NATURAL puede comprender de la pintura de la carta, se incluyen doscientas é ginqúen-. ta leguas de longitud deste rio de la Pla- ta, en lo que está sabido, corriéndolas por la mitad de la canal principal, á quien anden estas aguas. Despues han ydo otras armadas é avrá mas que decir adelante. CAPITULO HI. En que se da mas particular racon del rio de la Plata, desde > embotamiento adentro é cient leguas mas, descubiertas en él de las que se dixo en el precedente capitulo ; é cómo los indios mataron sobre seguro diez é ocho chripstianos , é hirieron otros ocho, é dáse relagion de otras cosas convinientes á la historia. Pa que se dixo en el precedente ca- pítulo lo que la carta pinta del rio de la Plata, quiero decir lo que subcedió al pi- loto mayor, Sebastian Gaboto, é su com- pañia: é tambien se dirán las otras parti- cularidades, de que me dió noticia Alonso de Sancta Cruz, al qual se debe dar cré- dito; porque demás de ser persona de confianca é hijodalgo, es doto, cursado é parcial amigo desta ciencia é geographia. El qual me dixo que desde el Cabo de Sancta Maria, entrando por el emboca- miento del rio de la Plata, é priméra cos- ta dél, tres ó quatro leguas en la mar, están dos isleos, uno mayor que el otro, que les pusieron nombre /sléos de Lobos, porque hay muchos de los marinos; é corriendo desde el dicho Cabo de Sane- ta Maria al Hueste, diez é siete ó diez é ocho leguas, comienca á ser el agua dul- ce é potable, la tierra adentro, porque hasta alli toda el agua es salada, como la misma mar. En la punta donde comiencan los baxos deste rio, porque primero á esta gente se. les avia perdido la nao capitana en la is- la de Sancta Catalina, hicieron una ga- lea de veynte bancos, é con aquella é otros tres navios que les quedaban, prosi- guieron el rio de la Plata su costa aden- ella punta, do co- miencan los Pp hallaron ex en el rio, cer z tro: é passados de aq 2 ca de tierra, unas islas, é llamáronlas de Sanct Gabriel; é mas adelante un rio que se dice Sancta Bárbara, que entra en es- te de la Plata. É alli descargaron los na- vios, porque pidiessen menos fondo, é fueron adelante una tierra é rio que lla- maron de Sanct Lácaro, enfrente del qual rio está una isla que se dice la isla de Martin Garcia, porque murió alli un des- pensero del capitan Johan Diaz de Solís; en el primero descubrimiento deste rio - de la Plata. Desde el rio de Sanct Láca- ro se apartaron la galea é una caravela con la mayor parte de la gente, é dexa- ron alli en tierra parte de la compañia, para guardar la ropa que avian descarga- do, é quedaron en las otras dos naos has- ta troynta hombres: y estas dos naos su- - bieron mas por el mesmo rio hasta otro que se dice Sanct Salvador, en la costa que está á la parte del Norte, é alli pa- raron en hermoso puerto é á buen an- clage. La caravela é -la galea atravessaron desde el rio é puerto de Sanct Lácaro á la otra costa del mesmo rio de la Plata al Sur. Es de notar que dentro desse grand rio de la Plata entra otro muy grande que los indios llaman Paranáguazu, que quiere decir mar grande, porque paraná quiere decir mar, é guazu, en la lengua la e de pa P.. po de- : DE INDIAS. LIB. cir grande: el qual rio entra por muchas bocas , haciendo muchas islas, é á una de- llas pusieron nombre /sla de Frangisco del Puerto; porque un hombre assi llamado, y natural de la villa del Puerto de Sancta Maria en España, que es á dos leguas de la cibdad de,Cádiz, le hallaron alli en aque- lla isla, que le avia dexado Johan Diaz de Solís, quando descubrió aquel rio, Óse quedó él, seyendo gurumete, é le avian criado los indios, é sabia ya la lengua dellos muy bien: el qual fué útil é assaz conviniente á los chripstianos. Este hom- bre decia que estas bocas eran nueve ó diez; y entrados por la via dellas la mas principal, fueron á dar en una punta den- tro del mismo rio, que está del puerto de Sanct Lácaro en la otra banda treynta leguas, do entra un rio que se dige de los Guyrandos , que es una generacion de indios que son cacadores de venados, é son tan sueltos, que los toman por piés: que es mucha mas velocidad que la que Plinio escribe de los trogloditas , que ven- cen á los caballos por su ligereca. Estos - guyrandos son flecheros, é no tienen pue- blos, sino que de unás partes á otras andan con sus mugeres é hijos y lo que tienen. Sus casas son un amparo, como de medias chocas de cueros de los venados é ani- males que matan, muy pintados é ado- bados para defensa del ayre é del agua; é aquesto son sus moradas. Acordaos, letor, de lo que dice la relacion de aquel sacerdote, don Johan de Areycaga, de los gigantes del Estrecho de Hernando Magallanes, en el libro XX, que es el primero desta segunda parte ; é por aque- llo é lo que este otro auctor Alonso de Sancta Cruz dice, vereys questos guy- randos son assi como aquellos gigantes, . aunque el Sancta Cruz no dice que los guyrandos sean tan grandes. Mas dice que son mayores que los alemanes; é - assi piensso yo que se va aumentando la estatura de los hombres en aquellas par- XXIM. CAP. II. . 173 tes, como se van acercando mas por aquella costa al Estrecho y al antártico polo. Tornando á la historia, desde el rio de los guyrandos treynta leguas adelante, el rio arriba, fueron la caravela é galea hasta un rio que se dice Carcaraña, é allí hicieron los chripstianos assiento é casas de buhíos de madera, cubiertas de paja, como se acostumbran en muchas partes destas Indias y en esta nuestra Is- la Española. É hicieron una fortalega de tapias de tierra, donde pussieron los res- .cates é hacienda: é desde allí subieron por la costa principal ciento é cinqúenta leguas hasta un rio muy grande que en- tra en el de Paranáguazu, é dígese este rio Paraguay. La carta del cosmógrapho Alonso de Chaves no pone este-rio sino cinqúenta leguas de Carcaraña, de ma- nera que dice ciento menos de las que hay; é aquestas añadidas sobre las dos- - Cientas é cinqúienta que se dixo en el ca- pítulo precedente, serian trescientas é cinqúenta las que fueron entonces vistas é descubiertas de longitud en el rio de la Plata. Y en este caso avemos de tomar la parte mas segura, que es creer á los que lo han andado y nos lo repiten y dan á entender, viva voce, y no á lo,que pinta la carta, en especial, quando el auctor no meresce crédito, pues sabemos que por la mayor parte «discrepan mucho de lo cierto, fuera de las costas principales de la mar, guando las cosas vienen á se par- ticularicar é hablar allende de lo que hay en los embocamientos de los rios, dentro dellos mesmos y la tierra adentro; por= que en aquellas tales particularidades, en lo interior de las costas, no se entienden ni pueden mudar los puntos que traen las cartas en la simetria ó medida de las cos- tas de la mar, ó si lo podrian hacer, seria quando fuesse la carta de punto muy grande y no del pequeño que las cartas usan y les conviene, para que quepan las 44 derrotas é assientos de las costas , é sean convinientes é portátiles, para traer. las tales cartas navegando. Volvamos á la historia, pues que para los hombres de la mar é geographia que- da dicho lo que conviene. Estas ciento é cingúenta leguas, que fueron desde Car- caraña á Paraguay, las anduvieron por entre muchas islas de dos é tres leguas, é mayores é menores; pero antes de lle- gar á este rio dexaron en la misma costa de Paranaguazu otros tres rios, el prime- ro se dice de los-Carcaraes, el segundo se. dice de los Emecorelaes, y el tercero se dice Rio Poblado, é assi lo está de una generacion de indios que se llama nyn- gatues. Estos mismos españoles entraron en la galera y un bergantin por el rio ya dicho de Paraguay, é diez leguas arriba hallaron otro rio muy corriente, que lla- man los indios /piti, que quiere decir muy corriente; y treynta é seys leguas mas arriba hallaron otro rio que le llaman los indios Ethica: y adelante deste rio Ethica veynte leguas, porque yba el bergantin delante descubriendo, é para dar basti- mento á la galera, que yba mas despa- cio, mataron los indios diez é ocho chrips- tianos que saltaron en tierra, seyendo -convidados de los indios é llevados á sus _ casas, sobre seguro é maligiosamente, y quedaron en el bergantin hasta ocho ó diez españoles heridos de flechas, que volvieron atrás á dar la nueva á la gale- ra: é sabido, se tornaron á la fortaleca, de donde avian salido, que está, como - se dixo, en el rio de Carcaraña. É desde allí se fué la mas parte de la gente al rio de Sanct Salvador, donde estaban las naos; é desde allí enviaron una dellas á España. Estas rotas hechas con engaño é sobre seguro, como á estos españoles. acaesció con estos indios, fué culpa del capitan taba saber lo que avia co á Solís; y E al s que llevaban, pues b; HISTORIA GENERAL Y NATURAL llo no acontesciera, parésceme á mí que yr un capitan con armada á poblar y edi- ficar fortaleca é pueblos en extraño y age- no señorio , bastaba para estar sobre avi- sa quien se entra en casa agena é dónde no le llaman ni quieren. Yo avria por des- culpados á los vivos que los mataron, é por simples é dignamente muertos á los que padescieron, conforme á la militar disciplina é rigor della: é no se puede de- cir sobre seguro ni maliciosamente hecho aquello, donde no se sabe qué cosa es seguro ni pleytesia; pues que vemos que donde mejor esso se entiende, se piden é se dan rehenes, ó prenda ó seguridad, para fiar del enemigo; quanto mas no se entendiendo los unos á los otros, y es- tando entre gente tan salvage, é igno- -rando todas sus costumbres. Esta culpa, en parte y las mas veces, ha acaescido en estas Indias á nuestros españoles, por ser algunos mas soberbios que experimentados, en especial 3 álos que se han osado llamar capitanes, é sin aver experimentado ni entendido la guerra, á estas partes han venido. É yo he visto al- gunos intitulados capitanes, sin aver visto jamás pelear en la mar ni en la tierra. As- si usúrpase este nombre temerariamente; y cómo no pueden conseguir la sgiencia ni el crédito de la milicia sin el tiempo y eurso della, interviénenles cosas seme- jantes, con que pierden la vida y la hon- ra. Y es forcado que assi sea; porque muchos destos tales son hombres criados en regalos, usados á buenas camas y abastadas mesas, y polidas ropas y caba- llos, y estar las noches seguros de las llu- vias y sereno, y las siestas amparados del sol, y los inviernos cerca del brase- ro y arropados, y en verano cubiertos de tafetanes y bebiendo frio: é todo punto agenos é ignorantes del arte que la guer- Ta de por acá lo permite, y se usa donde, allende de pelear en tan diferentes ayres e mon tan extrañas, Y con tan dife- DE INDIAS. LIB. - rentes manjares, é aun no teniendo de- llos tantos que escaseen la hambre, el peligro de las mares y de los rios y lagos extraños é ciénegas , passándolos sin barcas, sin puentes é sin saber na- dar; discurriendo por ásperas monta- ñas é sierras, y por tan arbolados bos- cages y cerrados campos de arboledas, esterpos, espinos, plantas y hierbages, que con la espada es nescessario yr talando y rocando y haciendo el camino ó senda, para passar adelante; descalgos y desnudos, y sin sueldo, sino á la sombra de una esperanca inventada del capitan, é aceptada de los pobres compañeros, tan vana como él y ellos; discurriendo por tierras de tanta calor en algunas partes y tan incomportable como el mismo fuego; ahogándose en efeto de sed; y en otros lugares con tan excesivo frio que se ye- lan y tullen los hombres: y el que atrás se queda cansado, es para siempre, por- que ni el capitan le busca, ni aun pueden algunas veces atender al despeado y en- fermo. Y demás de lo dicho, ofréscenseles otros muchos é innumerables inconvinien- tes, que en muchas hojas no se acaba- rian de escrebir; y el mayor de todos y mas peligroso é que los menos miran é que á los mas empece, es militar debaxo del séso de un capitan , que no entiende su officio ni es para él. Basta, que para aver efeto sus trabaxos, sea persona á quien el general quiere hacer capitan é aprovecharle, porque lleye doblados y demasiados despojos é salarios ó partes en las entradas, y mejor parta con quien le envia á ellas. Y todo esto y quanto mas les viene, sufren los pobres soldados, y en especial los cobdiciosos, con decirles que los traen á las Indias, adonde hallarán tanto oro que vuelvan á España cargados dello y de plata: y primero que lo topen, se cargan de lloro y de planto; y por uno que haya tornado á Castilla con dineros, han dexado acá ciento el pellejo y aun que- e ES XXI CAP. JIL dado, unos sepultados en la mar y dados por manjar á los peces y animales marí- timos; otros por arenales y costas sin £n- terrarlos; y otros dentro en la tierra sin sepultar, hechos cebo de las aves é ani- malias fieras , ó comidos de indios caribes ó dragones y cocatrices. Y en la verdad, aunque en estas Indias hay mucho oro y plata y-perlas y otras riquecas, con estas y otras trabaxosas condiciones se han de buscar y adquirir los dineros: y no es menester que el soldado haga voto de cumplirlas, como los frayles que prometen solamente tres, que son: religion y po- breca y castidad; que aunque les pesse, les hacen estar é passar por essas y esso- tras el tiempo y sus desseos, salvo por esta postrera , que como en muchas par- - tes acostumbran á andar las mugeres des- nudas, y aunque anden arropadas, nunca faltan á quien es dellas devoto. Con menos peligro se ovieran alcanca- do estos tesoros que acá vienen los po- bres á buscar, si la gente que á estas par- tes ha venido, fuera primero exercitada en Jos afanes de la guerra. Dice Vegecio: «Sin falta creo firmemente que, muriendo, menos padesce aquel que, viviendo, menos deleytes gusta.» Yo estoy bien con este di- cho, y parésceme que aunque no padez- ca menos tormento el acostumbrado á tra- baxos, aquellos tienen ya hecho tal hábi- to en él, exercitado en ellos, que muere como mas prudente sin mostrar la poque- dad y flaqueca de ánimo que los otros - bocales en las fatigas, ó los que nueva- mente vienen á ellas, á los quales en es- tas Indias llamamos chapetones, y en Ita- lia les dicen visoños. Entre los españoles y los indios en Castilla del Oro los llaman chucres, que es tanto como decirle n ovi- cio ó ignorante. Pero ya, loado nuestro Señor, hay personas y capitanes y espa- ñoles tan diestros en las cosas de la guer- ra con los indios, que cessan las inadver- tencias, con que fueron muertos los diez 176 HISTORIA GENERAL Y NATURAL : é ocho chripstianos que mataron á Gabo- to, delante del rio Ethica, y le hirieron otros ocho; y pluguiesse á Dios que assi oviesse enmendado la cobdicia é otros pe- cados, como está enmendada la milicia y acrescentada la maligia en la guerra y fuera della. CAPITULO IV. En continuacion de los trabaxos de la gente que el Gaboto llevó al rio de la Plata; y cómo los indios de Carcaraña quemaron la fortalega que los españoles avian hecho en su tierra, y mataron parte dellos, y los restantes se volvieron á España perdidos y maltractados con su capitan Sebastian Gaboto. Dese el puerto de Sanct Salvador tor- naron parte de los españoles á Carcaraña, y parte dellos subieron adelante, penssan- do castigar el daño rescebido, y llegaron á una bahia que nombraron Sancta Ana, que está veynte leguas adélante del rio de Paraguay. É allí supieron que los in- dios de la tierra de Carcaraña, viendo lo que delante de Ethica avia acaescido con- tra los españoles, y desseando hacerlo peor con ellos, estaban acordados secre- tamente de matar todos los chripstianos; y por esto se tornaron á Carcaraña, para hacer compañía á los que allí avian que- dado y excusar la alteracion y mal pen- ssamiento de los indios. Y quedó allí por capitan Alonso de Sancta Cruz; y el Ga- boto fué con los bergantines al rio de Sanct Salvador con propóssito de dar aviso á las naos, para que estuviessen en vela y á buen recaudo. Y en tanto que él yba, los indios dieron sobre la fortale- ca, y la quemaron dos horas antes que amanesciesse una noche, y los chriptia- nos salieron contra ellos animosamente é hicieron algun daño en los indios; pero como eran mas de veynte mill é los es- pañoles tan pocos, no se pudieron defen- der, é mataron treynta y tres ó treynta y quatro chripstianos, y escaparon los de- mas en un bergantin mal reparado y he- - ridos de muchas flechas; pero allí no ti- ran con hierva ni la ussan. Essos pocos de los españoles que quedaron « con la vida, se fueron al pue 0 ens alo, d00= de hallaron á Sebastian Gaboto, é volvie- ron luego con él á Carcaraña é hallaron á los chripstianos que avian muerto los in- dios como es dicho, hechos tantos peda- cos, que no los podian conoscer; é aun- que aquella gente comen carne humana, no los avian comido ni querian aquellos indios tal carne, porque dicen que es muy salada. Y de sus palabras se tuvo - sospecha que aquellos pedacos muchos, que hacian de los cuerpos muertos, eran para probar si eran todos de un género ó si avia algund sabor diferenciado entre tantos, para aviso de su gusto en lo por venir. Los chripstianos que volvieron, re- cogieron el artillería gruessa, que no pu- dieron los indios llevar en las canoas; pero llevaron del artillería menuda la que pudieron, é de todas las otras municiones lo que quisieron. De allí se volvieron los chripstianos é su capitan. general al puer- to de Sanct Salvador, é procuraron de aderescar las naos para tornarse á Espa- ña, como gente perdida y que no tenian remedio ni eran bastantes contra los in- dios ofendiéndolos, ni para se sostener en la tierra: é ya estaban muy desnudos y maltractados y enfermos y en mucha nes- cessidad de todas las cosas nescessarias á la vida. Ni comian sino hiervas; porque los indios no los dexaban salir á pescar, - € á los que salian los mataban, como ma- taron mas de veynte dellos: é tambien de los que yban á buscar hiervas é ray- _£es, para comer, si se apariaban algo la DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. 1V. tierra adentro. Por manera, que ya avian - muerto los indios septenta y cinco hom- - bres, sin los que de sus enfermedades y de hambre se murieron, é sin los que como está dicho, en una nao destas avian enviado á España, en la quál fueron mas de ginqiienta personas; é los que queda- ban vivos en la tierra, no-eran ya otros tantos como los que faltaban desta arma- da, y essos que eran vivos estaban muy trabaxados é sin salud; porque esta pe- - nitengia les turó, desde que entraron por la punta ó Cabo de Sancta María hasta : que salieron de todo el embocamiento deste rio de la Plata, dos años é diez me- ses, é hasta-volver á España, ocho meses: porque volvian por las costas que avian passado primero, quando allá fueron, por se proveer é rehacer de algund manteni- miento. Llegados á España, entraron por el rio Guadalquevir dia de la Magdalena, - veynte y dos dias de jullio de mill é qui- w77 nientos é treynta, é avian salido del mis- mo rio-é puerto de Sanlúcar año de mill é quinientos é veynte y seys años,-á tres dias de abril, el tercero dia despues de Flores, y mejor diciendo, de la Resur- reccion. Assi que, lo que está dicho, fué el fin que hizo el armada de Sebastian Gaboto: el qual sintieron las bolsas de los . que le armaron é las vidas é personas de los que le siguieron, donde unos con las haciendas las dexaron , mal acabando, y los demas perdieron lo que tenian y todo el tiempo, pues que tan mal le emplea- ron, cobdigiando lo que no hallaron y desseando lo que no vieron; é finalmen- te, acabando sin honra é sin provecho. Y. plega á Dios que haya seydo, no murien- do para siempre ; sino que sus ánimas es- . ten en descanso, pues sus cuerpos no le tuvieron, ni aun le han topado los que - despues volvieron á aquella tierra, comó adelante la historia lo dirá. CAPITULO Y. En que se da noticia de algunas particularidades de aquel grandissimo rio de la Plata, que los indios lla- man Paranaguacu, y de muchas maneras de pescados, y tambien de los hombres marinos que hay en la mar, y de los mantenimientos de aquella tierra , é otras eosas convinienles al discurso de la historia. Dentro del embocamiento del rio de la - Plata, en la parte ques mas austral dél, en la costa que está enfrente de los in- dios que llaman janaes bequaes, á la ban- da del Sur, está la gente que llaman ja- naes timbús, y toda es una lengua; y de- lante del rio de Sanct Salvador, donde estaban las naos de los españoles quatro. leguas, -está el rio Negro, que es muy grande, é tiene á la boca tres islas en triángulo. Este nombre tiene, porque los indios en su lengua le llaman assi; pero por otro vocablo que quiere decir lo mes- mo, puesto que no es negro el rio ni el “agua dél, Delante del rio Negro está otro - 110 muy mayor, á seys leguas, y lleno de des > - Inuchas os: que se llama Uruay. El mantenimiento destas gentes que los chripstianos desta armada les vieron us- sar y despues tuvieron noticia, es mahiz y pescado assado y cocido, mucho y bueno, como sávalos de Sevilla; y llá- manle los indios quirnubataes, y es el pes- cado que mas comen assi y de mas can- “tidad : é assi otros pescados que se dicen. priaires, grandes, y son como los sollos de España, palometas muchas, y muy buenas rayas, tan grandes como dargas; lagartos de los grandes, y eómenlos y son buenos, cuya propiedad es que mandan la mandíbula alta. Su color es como en- tre verde y pardo; pero los chripstianos viéronlos pequeños, que no eran mayores de siete palmos. Joidoso bes por el coco- 178 drilo: «Solus animalium superiorem macil- lam movere dicitur *.» É dice más: «Cro- codilus, á croceo colore diclus, :gignitur in Nilo, Amma) quadrupes in terra, el in aqua * valens, longitudine plerunque vi- ginti cubilorum , dentium, et unguium immanilate armatum, etc.» Por manera, - que aquestos lagartos del rio de la Plata serian cocatrices, quanto al mover la. mandíbula ó mexilla alta, y no quanto á la color, pues Isidoro dice que del croceo color se llama cocodrilo: luego estos otros na lo serian , pues no son amarillos ni tan grandes, como los del Nilo. Lo. que yo piensso es que lo son, aunque no sean de aquella color, porque esta no es tan bastante señal para dexarlo de creer, co- mo es, para averlo por cierto, mover la mexilla alta; y si estos españoles no los E . muchas raleas; < vieron mayores, no se sigue por esto que no los hay aun mucho mas grandes, por- que yo he visto innumerables de diez y ocho y veynte piés y más y menos en la Tierra-Firme, como lo diré en su lugar. Y essos españoles, que fueron con Gaboto, verian aquellos que comen los indios por buen manjar, que son los pequeños. de seys ó siete piés, como estos dicen, é no vieron los grandes, para los poder medir. 'Tornando al rio de la Plata, hay en él varios pescados, que estos españoles.que los vieron llaman bogas, que son de qua- tro é de cinco palmos é de muy excelen-. - te sabor; y hacian manteca muy buena de los mas pescados que es dicho. Hay 0sos hormigueros, y llámanlos as- | si porque se alimentan de comer hormi- gas, como ya lo tengo dicho en el li- bro XII, capítulo XXI de la primera par- te desta Historia general: hay muchos : ciervos y ovejas de las que hay en el Pe- rá, como está dicho Assimesmo en el li- * Solus ex aniuiibas y superiorem 'maxillam m. , vere dicitur (Isidorus , Elbim., lib. 2. e. AR núm, 18, ed. de Madrid, TON ER - HISTORIA GENERAL Y NATURAL bro alegado de la primera parte, capítu- lo XXX. Hay tigres de los pintados ; hay muchos encubertados; hay corras como las de España, y liebres; hay unos ani- males de agua muy extremados de todos los que se saben en el mundo; y estos son puercos que se toman en los rios con redes, y.son como puercos naturales ó muy semejantes á los de tierra , salvo que no tienen cerdas ni pelos, y su color es que son pardos ó rubios: y en todo lo demas son como puercos, excepto que las manos é los piés-tienen anchos y como de lobos marinos , y en la carne son di-- ferentes, porque todo es gordo, y sabe como pescado y no de buen sabor; pero comíanlo los indios y los españoles por nescessidad. Hay hutias, beoris ó dantas; hay muchas aves de rapiña é halcones de gavilanes esmerejones, vengejos, papagayos de los muy chiqui- . tos y de otras muchas suertes y raleas, y de los grandes. Hay faysanes naturales y pintados, y perdices pequeñas, como las _estarnas de Italia, codornices, patos de | agua negros, de tamaño ó algo menos -que los de España, y son muy buenos de comer, y no los hay en todo tiempo, por- que son de passo : hay muchos cuervos - Inarinos. Los metales que tienen son Co- - bre y laton ó como laton; mas: aquesto tráenlo de otras partes: rio tienen sal , y estímanla mucho : hay muchos árboles y - muy diferentes, y de cada género mu- chos en algunas partes, y especial pal- mas de muchas maneras; y tambien hay cabañas y campos rasos dentro en la tier- ra. Gerca de la bahia de los Boyoes hay una generacion de gente assi llamada boyoes , y allí hay mucho alcohol. Las ar- mas de aquellas gentes salvajes son fle- Chas, y los ceros dellas son esa q. Lu la ban de Madrid ya citada : in aquís: - 10 misino en la de París de 1580, eS 2 DE INDIAS. LIB. ó huesos de pescados; y tambien usan angas medianas, como partesanas, agu- das las puntas, de muy buena y fuerte é linda madera colorada, y mancanas de á una y de á dos manos. _ Este hidalgo- Alonso de Sancta Cru, : entre las otras cosas me dió relacion de aver visto en este viaje algunos hombres - marinos. É acuérdome aver leydo que los hay, que son pescados ó generacion de animales de la mar, que tienen semejanga de hombres humanos; y como en lugar acomodado, diré en este caso lo que he leydo y lo que he oydo. Dice Plinio, que no es falsa la opinion de los nereydos, los quales han cuerpo humano , mas son - cubiertos de escamas; y escribe que uno. - de estos fué tomado en la costa de Espa- ña, é que se vido é oyó su planto, quando se movia, lo qual fué notificado al Empe- rador Tiberio. Y dige mas: que el legado de Francia escribió al Emperador Augus- - to que la mar avia echado en la costa cuerpos muertos de aquestos nereydos; y tambien afirma Plinio que él tiene auc- “tores, nobles caballeros romanos, que di- cen aver visto en el mar Océano gaditano un hombre marino en todas sus partes semejante á nosotros : el qual de noche' - subió sobre la nave y agravaba en tal forma la parte, donde se pusso, que si mucho tiempo allí estuviera, la hiciera anegar. * Aquel famoso dotor obispo de Ávila, llamado el Tostado, en la quiñta parte de sus comentos sobre la declara- cion de Eusebio de los tiempos, dice otra cosa ques para mucho mas nos maravillar que de todo lo que está dicho, y dice assi. «Muchos son vivientes que esto vieron é. afirman en el mar occidental de Galicia aver seydo tomado en el agua uno, y del todo tenia figura de hombre, no concor- dando en cosa alguna con pescado: este 4 Plin., lib. LX, cap. 5. 2 Euseb. De los tiempos , V.* Par. , Cap. 206. Para rectificar algunos errores cometidos en estas XXIIT. CAP. Y. 479 fué tomado é sacado á tierra; vivió luen- go tiempo, mas de un año, en casa de un señor que lo tenia: este comia é bebia de lo que los otros hombres, é reíase y hacia lo que le mandaban, entendiendo lo que los otros hombres querian , solo que no fablava poco ni mucho. É cómo gran- de tiempo oviesse assi estado, un dia, no acatando por él, tornóse á la mar.» Dice mas este dotor. «Si tal cosa aver seydo otorgamos, la qual no es ligero de negar, pues muchos la afirman, no po- dremos decir que aquel no fuesse pesca- do, mas que fuesse verdadero hombre de nuestra naturaleca é del linage de Adam é de Noé nascido; por quanto en este se fallaba racon, cómo á los otros hombres entendiesse, faciendo lo que le mandavan, é reíase con ellos: solo no fa- blava, como hombre que no era usado de aquella lengua. Otrosi, era este de com- - plession de los otros hombres, pues co- mia é bebia de lo que ellos, é no enfer- maba, estando en tierra é comiendo de estas viandas , como quien era de la com- plession é naturaleca que todos los-otros hombres.» Todo esto es del dotor ale- gado. ? : Tengo memoria que he oydo decir á algunos hombres de nuestros marinos, cursados en la navegacion, que han vis- - to algunos destos hombres, ó pescados que parescen hombres, y en especial he visto dos hombres de crédito, uno llama- do el piloto Diego Martin, natural de Pa- los de Moguer, y otro llamado Johan Far- fan de Gaona, natural de Sevilla. El uno - me lo contó en Panamá, año de mill é quinientos é veynte y siete, y otro en Ni- caragua, año de mill é quinientos é veyn- te y nueve; y ambos decian que en la is- la de Cubagua salió uno destos hombres marinos á dormir fuera del agua en la citas, nos hemos valido de la apreciada edicion del Tostado, hecha en Salamanca por Hanz Gysser, aleman de Silgeus!at , el año de 1507. | . Po 180 playa, é que viniendo ciertos españoles por la costa, traian dos ó tres perros que yban delante ; y cómo el hombre marino los sintió, se levantó y se fué corriendo en dos piés al agua é se lancó á la mar y se escondió, y fueron lós perros tras dél has- ta el agua : lo qual vieron aquellos chrips- tianos y los que he dicho, á quien lo oy. É creílo, despues que oy al segun- do; porque, como he dicho, conforma-= ban estos testigos en lo que deponian, é me lo contaron de la mesma forma, estando trescientas leguas desviado el uno del otro, y en diferentes tiempos. Al mesmo Johan Farfan de Gaona, y á un Johan Gallego oy afirmar, demás de lo que está dicho, que en la punta de Tierra-Firme, que está en el ancon que entra á Cumaná, de donde se lleva el agua á la isla de las Perlas, dicha Cuba- gua, acaesció que un hombre destos ma-- rinos estaba en el arenal de la costa dur- miendo en tierra, é ciertos españoles é indios mansos subian la costa arriba, si- guiendo una barca; é dieron sobré él, é * con los remos á palos lo mataron. É que era del tamaño que es un hombre de me- - diana estatura de la cinta abaxo, de for- ma que era de la mitad del altor de un - hombre poco mas ó menos, decíanme es- tos que lo vieron, é que su color era co- mo entre pardo y bermejo: la tez no es- camosa ni de carne, sino lixa y con un vello de pelos largos é rálos, y en la ca- beca poco pelo y negro; las narices re- - machadas y anchas, como hombre guineo - ó negro, la boca algo grande y las orejas pequeñas: é todo quanto en él avia, miembro por miembro considerado, era ni mas ni menos que un hombre humano, excepto que los dedos de los piés é de las manos estaban Juntos, pero distintos: de manera que, aunque estaban pegados, se determinaban, muy bien sus coyunturas, - 6 las unas. muy conoscidamente. Quando le ita E 5 -. HISTORIA GENERAL Y NATURAL . nera que se siente gemir ó gruñir las puercas soñando, ó quando las maman los lechones: é algunas veces era aquel sonido como el que hacen los monos gran- des ó gatos ximios, quando tocan contra el que quieren morder, con aquel su mur- murar ó ruido. É á este propóssito diré lo que oy 4 Alonso de Sancta Cruz, del qual se ha he- cho mencion, como de hombre princi- - pal en esta armada de Gaboto, ¿ lo mes- mo entendí á otros hombres de los que se hallaron en los trabaxos que se han dicho deste camino; y separados, inter- -rogándóles yo en el. caso,. supe dellos en conformidad ,. que en el rio de las Pie- dras, el qual está en siete grados de la otra parte de la línia equinocial, hay en él unos juncales á manera de espadañas ó lilios, cerca de tierra, entre aquellas pie- dras; é alli yieron ciertos pescados ú hom- bres marinos, que se mostraban fuera del agua desde la cinta arriba, que parescia que tenian forma humana de hombres co- mo nosotros en todo, y assi la cara é ojos é nariges y boca, y los hombros é bra- gos, é todo aquello que de fuera del agua mostraban. É destos vieron diez ó doce dellos todos aquellos españoles, que se hallaron en aquel rio con el dicho Alonso de Sancta Cruz (al qual se da entero. - Crédito , porque es hombre de honra, é-tal persona como he dicho en otra par- te); é todos los tovieron por hombres marinos. É por todo lo que está dicho en esta materia, paresce ser verdad que los hay. Entre aqueste - rio da las Piedras y el puerto de Fernanbuco, está otro rio que se llama de-los Mónstruos; é llámanlé as- si, porque allí hay unos caballos marinos y hombres marinos como los que se ha dicho de susso; el qual rio de los Móns- * truos está en siete grados y un tercio de la otra parte de la línia a en la $ mesma costa. e e DE INDIAS. LIB. XXI. CAP. VI 181 CAPITULO VI En el qual se tracta del viaje que hizo al. rio de la Plata un caballero de la Órden: militar del Apóstol Sanctiago , eriado del Emperador, nuestro señor, llamado don Pedro de Mendoza , tan mal aconsejado y no con mejor ventura ni cuento que los otros que primero hicieron este camino, pues se perdió como ellos, y con daño de mas gente; y de: algunas- particularidades de aquella tierra. E año de mill é quinientos é treynta é cinco, por el mes de agosto, partió del rio de Guadalquevir, puerto de Sanlú- ear de Barrameda, don Pedro de Mendo- za, caballero de la Órden militar de Sanc- tiago, de noble sangre y natural de la cibdad de Guadix é criado de la Cessárea Magestad, con una armada de doce naos y caravelas, y con dos mill hombres de muy hermossa'é lugida gente y muy bien armados y proveydos, para poblar en aquel famoss0 y grand rio de Paranáguazu, que por otros se dige rio de la Plata; con es- peranca que la perdicion de los capita- -* nes que primero alli avian ydo, assi Co-- mo Johan Diaz de Solís é Sebastian Ga- boto, se podria enmendar é mejor acertar é poblar con mas posibilidad é fuerca de - gente, é municiones, é otros aparejos militares, y se excussarian los errores y nescessidades passadas, y se pornía tal: estilo en lo pressente é porvenir, que la tierra se conquistasse é poblasse, é se su- piessen los secretos de la tierra adentro. Con esta intencion, por servir á Dios é á Su Magestad é acrescentar su persona, este caballero dió crédito á algunos que culpaban á los que primero avian tomado aquella empressa, é perdídose en ella, é prometíanle á él con sus avissos lo que no le dieron: é assi gastó muchos dine- ros que él tenia de contado, é dió apetito á algunos mercaderes ricos, viendo el grand aparato que para esta empresa don Pedro hacia, que tambien pussieron su - parte, é algunos mas de lo que convenia á su caudal, arrimados á la sombra de sus cobdicias. El subcesso de este camino y de don Pedro y los que le siguieron, fué - mayor pérdida que las passadas, por ser muchos mas los que padescieron, y ex- perimentaron las mismas fatigas ó mayo- res. Assi que, efetuando su viaje, el don "Pedro yba ya tan enfermo y de tal dispu- sigion su persona, que muchos penssaron que no llegara vivo á aquella tierra, que yba á buscar, y que la. sepoltura la avia de hallar en la mar. Estos que daban estos pronósticos, no se engañaron en su juicio, como la historia lo dirá; pero como avia dias que estaba ocupado en su armada é la acabó de proveer, aunque fué acon-. «sejado que no se pussiese en tal viaje, te- - niendo tanta falta de salud, por no per- der el crédito y lo que avia gastado, acor- dó ponerse á lo que le viniesse; y proge- dió adelante con la gente que he dicho, á la qual yo ví hacer alarde en la cibdad de Sevilla: y sin duda era compañia para parescer bien en el exército de Céssar y en todas las partes del mundo, y aun es- tuviera mejor empleada qué donde fué, Yo les ove mucha lástima, porque conos- cia á quánto peligro yban, é por acá vie- nen los que nuevamentelo prueban, como. lo tengo dicho en algunos passos destas - historias. No hay nescessidad de decir el - camino que esta armada. hizo con don Pedro, ni qué derrota llevó, pues atrás queda bien particularigado; y lo ques aquel grand rio de la Plata, impropria- mente assi llamado, pues que nunca en él se ha hallado, ni la vieron, ni se sabe que la haya hasta agora. Esta armada > 182 tardó quatro meses en llegar allá, desde que se hizo á la vela en Sanlúcar el mes y el año que está dicho; y estuvo en aquella tierra quassi hásta en fin del mes de marco del año de mill é quinien- tos y treynta y siete, que se tornó don Pe- dro de Mendoza para España muy 'mas enfermo -que avia ydo. Y salió con dos naos del rio de la Plata; y la capitana en que su persona yba, estando ya seys- cientas leguas en la mar, siguiendo su ca- mino para Europa, perdióla de vista la otra nao que yba con élla, y esta segun-' - da nao, estando del Leste al Hueste bien engolfada, en derecho de la costa del Bra- sil, en la mar,. se abrió é hacia mucha” agua, y pidiendo á Dios socorro, sin ayer otro que dárselo pudiesse, y muy traba-- xados los que en ella venian (assi de la mucha agua que hacia, en que nunca ces- saban- todos de dar á la bomba por la agotar é sostener, como de la hambre é falta que ya tenian de todo), habiendo - dado la vuelta hácia Occidente, llegaron á reconoscer las islas que están la vuelta de España, doscientas leguas mas al: Oriente desta Isla Española; porque co- mo se vieron perdidos é que aquella nao no les avia de turar, para llegar á Casti- lla, é demas desso el tiempo les era con- trario para sú viaje, dexaron aquel, é corrieron al Poniente é volvieron la proa la vuelta destas Indias, para acojerse é salvar las vidas en la primera tierra, que pudiessen tomar. En conclussion, esta nao segunda llegó á la villa de Coria en esta costa, ques al Poniente desta cibdad . de Sancto Domingo, veynte ó veynte é dos leguas en esta Isla Española, en fin del mes de junio; donde la nao quedó al - través, é milagrossamente se puede de- cir que la truxo Dios hasta alli de su po- der absoluto, segund venia: en la qual vi- nieron hasta Cinqúenta personas. entre marineros é passageros , de los quales el po era un e hatural lo la - HISTORIA GENERAL Y NATURAL cibdad de: Málaga, llamado Melchor Pal- mero, hombre de honra é de buen enten- dimiento, que con don Pedro fué por uno de los capitanes principales daquel exér- cito infelice. Y á esté é á algunos de los que en esta nao acá aportaron, hablé yo en esta cibdad, é me dixeron los que mejor entendian dellos, lo que está dicho : é lo que agora se dirá. É afirmaban que don Pedro de Mendoza avia sacado de España dos mill hombres tales como he dicho, é muchos dellos hijodalgos é perso- nas de honra, lo qual yo puedo testificar, porque, como tengo dicho, los ví hacer alarde en Sevilla é conoscia á algunos _ dellos. Estos soldados é gente , despues que en Sevilla estuvieron gastando y em- - peñándosse, esperando la prosecucion de su viaje para donde fueron, quando par- tió don Pedro con estas dos naos, queda- ron muertos de quatro partes poco menos de las tres; algunos de manos de los in- dios é los mas de los restantes de ham- bre é frio é diversas enfermedades; y moríanse, sin se poder valer ni ayudar los - unos á los otros. Dexó don Pedro hecho un- pueblo é asiento de españoles, en que quedaron hasta doscientos hombres, é quassi otros trescientos avian entrado la tierra adentro. Assi que todos los que - allá quedaron no eran quinientos chrips- tianos. En la nao, en que don Pedro se volvió, yban hasta ciento, y en la que acá aportó cinqúenta; de forma que mill é trescientos y cinqiienta murieron en. aquella tierra é provincia del rio de la Plata, y entre ellos don Diego de Men- doca, hermano de don Pedro; al qual don Diego con otros chripstianos mata- ron los indios en una entrada, de a no "salieron. Los que se dixo que aportaron á esta Isla Española del armada de don Pedro de Mendoca, no obstante sus trabaxos, loa- ban aquella tierra de muy sana, y decian que hay hombres en ella de mas de ciento DE INDIAS. LIB. é cingúienta años, y muchos y de muy buen subjeto y récios; é afirman que, si los chripstianos se murieron, fué por faltarles mantenimientos. Todo lo que vieron: estos chripstianos hasta la partida de don Pedro, fué hasta treynta é cinco leguas, pocas mas ó menos, la tierra adentro, la qual * era estéril é llana é sin árboles, excepto en las costas de los rios ; y porque sabia don Pedro y su gente que el Gaboto se avia perdido por seguir el rio, llevaron -essotros creydo que era lo mejor seguir la tierra; pero no vieron en ella poblacion sino de casas muy. desviadas unas de muy bien dispuestos é de mucho 'mayo- res estaturas comunmente que la "gente . española. Su mantenimiento -es mahiz, aunque fué poco lo que vieron: hay tigres, que les mataron algunos hombres, é sin- tiéndose el daño algunos compañeros ar- cabuceros é-ballesteros, se determinó de - buscarlos, é mataron uno grande é muy pintado, é de ahí: adelante no mataron va algund chripstiano, ni sintieron mas algund- tigre, por lo qual se creyó que: debas ser un solo tigre vecado ó cebado en aquellos pobres compañeros incautos -y flacos, que con hambre y desarmados salian al campo solos, donde los mataban. Decia este hidalgo, Melchor Palmero, que avia buen pescado, é que entre otros pescados avia unos que llaman puercos, porque eran muy. semejantes á puercos en la cabeca y hocico y en lo demas, excep- to que no tenian piés sino unos aletones y cola como pescado , y que en el comer —parescian propriamente tocino por su gor- dura, pero que tiraba mas el sabor á pes- cado. Destas cosas é otras podrá el letor aver oydo mas en el viaje de Gaboto en los capítulos precedentes; mas como aque- “llos de Gaboto todo lo que vieron fué en _ las costas, dentro de aquel grand rio de la Plata, y lós otros que en él entraron -o. - Los indios é gente de aquella tierra son XXUuI. CAP. VL no vieron lo que estos de don Pedro pro- baron consu daño la tierra adentro, y en especial en la manera de cierta arma 183 .. “ofenssiva que en aquella tierra usan los. - indios, que.á mi parescer es cosa de no- tar mucho, é á mis orejas cosa muy nue- va é nunca oyda ni leyda, la qual arma no la usan todos los indios, ni son hábi- - les para ella sino los que ellos llaman 'guaranias; y este nombre no supieron decirme si es de esta gente é género apartado que .usan esta nueva arma y la exercitan en la caza para matar los vena- «dos, ó si al mismo exercicio ó á tal arma llaman guarania, con la qual assimesino mataban á los españoles como á los gier- vos, y es desta manera. Toman una pelota redonda de un guijarro pelado, tamaña ó mayor que un puño de la mano cerrado, y aquella piedra átanla á una cuerda de cabuya, gruessa como medio dedo, y tan -luenga como cient passos, poco mas ó menos, y el otro cábo de la cuerda átan- lo á la muñeca del braco derecho, y en él revuelto la restante de la cuerda, excepto quatro ó cinco palmos della, que con la piedra rodean é traen al rededor, como lo suelen hacerlos que tiran con. hondas; pero. como el de la honda rodea el braco una ó dos veces antes que se suelte la piedra, estos otros la mueven al rededor en el aire con aquel cabo de la. “cuerda diez ó doce ó mas vueltas, para que con mas fuerca salga la pelota é mas furiosa vaya. É quando la sueltan, va á donde la guian ó ó enderescan, y en el instante soltándola, extiende el braco el indio que la tira, porque la cuerda salga y proceda libremente, descogiéndose sin detenencia ni estorbo para la piedra. É tiran tan cierto como un muy buen ba- Jlestero, é dan á donde quieren á qua- renta é cinqúenta passos é mas; é aun algunos de los que son mas diestros tiran: á cient passos; y en dando la pelota, va de tal arte é industria arrojada que ella mis- - 484 ma, despues que ha llegado y herido, dá “muchas vueltas'con la cuerda al hombre ó caballo que hiere, é lígalo, é se traba con. - él de manera en torno, que con poco que : tira el que tiene la cuerda atada al braco, como he dicho, da en el suelo con el hom- bre ó caballo á quien ha herido; é assi aca- . ban de matar al que derriban *. Decian es- tos españoles que aqui aportaron, que en tanto número de chripstianos como fueron á aquella tierra, habiendo muchos dellos sueltos y mañosos, ninguno supo tirar aquellas piedras, segund los indios, aun- que infinitas veges muchos españoles lo - probaron. Á mi parescer cosa es extrema- da tal arma en el mundo para los hombres. . HISTORIA GENERAL Y NATURAL Despues de escripto lo: ques dicho; Y antes que de aquesta cibdad de Sancto Do- 'mingo partiesse el ca pitan Melchor Palme- To, se supo, é fué ássi, que la nao en que - don Pedro de Mendoza yba, llegó á Es- paña, y él murió en la mar, en la qual le echaron, para que á los vanos pen- ssamientos no faltasse una sepoltura muy mayor que aquella del rey Mauseolo, que los historiadores ponen por uno de los siete miraglos del mundo. Y con: esto se da fin al subcesso del armada de don Pe- dro de Mendoza y del rio de la Plata, hasta que se sepa de las reliquias de la gente, que en. aquella tierra quedó po- blando y Padesciendo. no: : CAPITULO VII. De algunas adicaladiiaian que da de lo que está dicho y pe del rio de la Plata”, supo el añetor destas historias del capitan Johan de Junco que se. halló en el viaje de Sebastian Gaboto. Gomo mi ocupacion y tiempo están em- pleándosse en inquirir estas materias, pa- ra aprobacion de lo escripto-, y para sa- ber mas de lo que toca á este libro XXIII; assi como veo'ó sé de algund testigo que para mi informacion sea tal que se le pue- da dar crédito, procuro lo que es al pro- póssito, y que con verdad se pueda aña- dir en la pressente legion. Y en este pressente año de: mill é quinientos y qua- renta y uno, en el mes de jullio, llegó á esta nuestra cibdad un hidalgo, natural del principado de Asturias de Oviedo, que vino del nuevo reyno de Granada é de la mina de las esmeraldas, é se halló en el descubrimiento dellas, é truxo al- - gunas muy buenas é preciosas (como se dirá an el libro XXVI que tracta de la go- bernacion de Sancta Marta, porque des- de, alli se descubrieron las esmeraldas); | el qual se llama el capitan Johan de Jun= * co. Es hombre. de crédito y há muy bien: > Enel capítulo XXXV delibro VI 6 de A : pósitos, habia Oviedo dado ya razon de este género : de armas de los indios Rá Been en - servido á su rey en estas Indias, y traba- xado todo lo posible con su persona, sir- - viendo á su príncipe y padeciendo y com- portando, como varon de buen ánimo, muchas nescessidades, como está bueno - de considerar; en especial habiéndosse hallado en el viaje que la historia ha con- - tado del capitan Sebastian Gaboto , - donde tantos perdieron las vidas, y despues -. donde no murieron pocos, descubriendo la provincia de los Alcágares y las sierras de las Esmeraldas. Y como hombre que - quisso dar assiento en su vida y gogar de lo que ha trabaxado, siendo libre y no obligado á matrimonio, quisso ave- cindarse en esta nuestra cibdad de Sane- to Domingo de la Isla Española, á donde le tenta Dios guardada «para su muger una virtuosa é noble doncella, hijadalgo é bien heredada,. llamada doña Inés de * Villalobos, hija del licenciado: Lúcas Vaz- -quez de Ayllon, oydor que fué desta Au- su descripcion algo mas de lo que 19 hace eneste sio: $ DE INDIAS. LIB. diencia Real que aqui reside, caballero del Órden de Sanctiago. Y como algunos años atrás él y yo como amigos tenemos largo conocimiento, doy crédito á su per- sona como á hombre que vido aquellas tierras é partes que he dicho, é supo muy bien ver é considerar lo que testifica ; y aunque sea rememorar ó repetir algo de lo que está dicho, no es inconviniente, pues yo no he estado en aquella tierra: antes es para mi crédito mucha aumenta- cion y recreacion de mi espíritu hallar contestes los que alego y pongo pr tes- tigos. Supe de énio de Sancta Cruz de aquellos lobos marinos, de que se hizo “mencion en el capítulo MM de este libro; y particularicando mas esso, dice Johan - del Junco que al Cabo de Sancta María, en el embocamiento del rio de la Plata, á dos leguas ó tres de la Tierra-Firme, es- tan las islas que dixo Sancta Cruz. Y dige mas: que son rasas de peña y que no tienen agua dulce, y que allí hay muchos lobos marinos no menores que agémilas ó bueyes, | essos tienen de la mitad del cuerpo para arriba el pelo muy largo, de la manera de . Jos leones; y las hembras son todas ra- sas. É que de tales bestias á leones no hay diferencia sino en las manos y piés y la cola, y todo lo demas es como leones; y por esto unos los llaman leones y otros lobos marinos; porque: no tienen orejas estos como los leones, sino raso aquello con unos agujeruelos por oydos. De los quales animales este capitan mató é hizo matar muchos para bastimento de la ar- mada de Gaboto; y para matarlos halla- ron que ningund golpe de espada ni de hacha ni de otra arma les es mortal, por grande que sea la herida, y que con pe- queño golpe de los ojos, adelante ó en el hocico, mueren; y en contando que allí los hieran, son aturdidos y sin sentido, y peas matan. Dige assimesmo que hay Lo sa los que son machos, y que XXI. CAP. VI. 185 de aquellas ovejas del Perú, y con la lana muy larga. Dice que hay muchos y daño- sos tigres, que matan los indios: dige que hay lobos muy grandes y mayores que grandes alanos, el pelo de los quales es como de vaca, y los dientes como de perro, muy armado de colmillos, y de noche dan muchos ahullidos: avestruces naturales y muchos, excepto que son me- nores que los de África ó Berbería, y los huevos son grandes; y quando huyen de _los perros, corre primero un buen trecho, y despues de passada aquella carrera, dá . vueltas el pecho por tierra como corra: y quando cae de cansado échase de espal- - das y abre la boca y defiéndese á coges con los piés todo lo que puede. En el libro XIX ó último de la primera parte, en el capítulo XIV, dixo la historia - de unas culebras de extremada pongoña que hay en la isla Margarita, que llaman de los cascaveles; y Johan del Junco dice de otras de la costa. adentro del rio de la Plata que son tan malas ó peores, á las quales llaman vívoras; y son luengas y delgadas, y las peores son las mas delga- das, é tienen quatro dientes delgados, dos altos y dos baxos, y los superiores encabalgan sobre los de la mandíbula baxa. Son estas vívoras ó culebras ama- rillas y negras y'de todos colores, llenas * de rayas al través é á trechos, por el an- cho ó grossor de la culebra. Su veneno y bocado es sin remedio, y dentro de dos dias, en veynte y quatro horas ó un dia natural, muere el perro ó el hombre ó qualquiera animal que muerden; y en la cola tienen un cascabel ó nudo fofo, y hace ruydo é suena por donde passa; y al cabo de aquel nudo, en el extremo ó fin de la cola, tiene una uña como una de las que un gato tiene en las manos, é muy aguda, con que assimesmo hiere, á quien comunica su poncoña. Ningund remedio - - hasta el pressente se sabe para o : de tal bocado ó herida. 5 E 186 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO VIL De la muerte del capitan y maestre de campo del exército del comendador, don Pedro de Mendoga, llama- do Johan Osorio , al qual hizo matar don Pedro en su presencia. Poo dias despues de informado el auc- tor de lo que se ha dicho en el capítulo antes deste, platicando en las cosas del rio de la Plata, se acertó en el mismo ra- conamiento un reverendo clérigo, llama- - do Diego de Quintanilla, que se halló en el viaje de don Pedro de Mendoca; hom- bre de crédito, é que demas de su hábito, por su persona meresce ser creydo. Y . preguntándole el auctor destas materias por el subgesso del armada de don Pedro de Mendoca, dixo que don Pedro avia sa- lido de España con doce naos y caravelas é dos mill hombres, para yr al rio de la Plata; mas que quando allá llegó hizo alarde é halló que tenia mill é quinientos hombres é no más, porque quando avia tocado en las islas de Canaria, donde hizo escala, se le quedaron muchos hombres, - é otros murieron en el viaje. É de doce naos é caravelas que salieron de España, faltaron dos; la una que no se supo jamás della, é la otra que aportó á esta cibdad é puerto de Sancto Domingo, de que era capitan é maestre uno llamado Marañon; é assi es la verdad, que yo le ví aquiá - esse Marañon, é la nao é los que en ella vinieron. Por manera, que por estas cau- ' sas llegó don Pedro á la tierra que yba á poblar, con quinientos hombres menos de los que salieron con él de Sevilla. Pre- guntándole yo á este padre, como á sa- cerdote y persona de verdad, cómo avia passado la muerte del maestro del campo, llamado Johan Osorio, dixo lo mismo que yo avia sabido de otras personas que se hallaron en aquel viaje, é pressentes á la crueldad que con él ussó don Pedro, y fué desta manera. El capitan Johan Oso- rio era So veterano En buen. Eo ica. - Fon en presencia de don Pedro. Y fué ello por su persona, y buen compañero y bien portado y diestro é experimentado en las cosas de la guerra; é tanto quanto don' Pedro estaba malquisto de su gente , por recio de su condicion y desabrido y es- - caso, tanto estaba el Osorio bienquisto de todos por su conversacion é liberali-- dad. Éá él se le yban á quexar de don Pedro é á decir sus fatigas los que se sen- tian agraviados; y él ayudábales é aun - dábales de lo que tenia: é por su officio - parescia que tenia licencia de decir su pa- - rescer al general. É sabia muy bien hacer- lo,como hombre que se dolia de losque- rellantes, y estaba tan bien en la opinion de todos que en su mano fuera quitarle á don Pedro la gente, y aun salirse con todo lo que quisiera, puesto que el Johan Osorio no hizo ni dixo cosa que á desleal- tad se le pudiesse increpar. Pero como algunas veces, por lo que tocaba á parti- culares y aun en general, dixo en favor de terceros algunas cosas que á don Pe- . dro no le placian, y demás desto tenia que, si el Osorio quisiera, todos le siguie- ran contra él, por salir dessa dubda é sa= _near sus escrúpulos, acordó de le hacer matar, lo qual él no pudiera hacer, si el maestre de campo tal sóspechara. Y te- - niendo en su pecho sentada su mala de- - terminacion, para la llegar á efeto, comen- có á le mostrar mas amor que hasta allí; - y estando juntos, platicando en cosas que parescia que convenian á todo el exército, y estando allí pocos en número (pero essos que eran fueron adherentes al don Pedro é algunos neutrales y personas que no quisieron hacerse participantes de tal culpa), le dieron de puñaladas é lo mata- | DE INDIAS. LIB. hecho tan presto y de tal manera, que los amigos y aficionados del Johan Osorio no tuvieron tiempo de le ayudar, ni -hi- cieron mas en ello de callar é baxar la ca- beca, é assi se quedó por muerto, y don Pedro reputado por cruel é ingrato. Por- que aquel gentil hombre con la buena maña é diligencia avia en Sevilla soste- nido el armada, é sin él nunca don Pedro la pudiera colmar, porque era muy seco é no sabia tractar gente en paz ni en guerra; y el Johan Osorio le avia muy bien servido y gastado quanto tenia tras don Pedro, porque oviesse lugar aquel comun proverbio que dice: que los que sirven con grand. solicitud, no pueden ser pagados sino con ingralilud. Pero no fué este error sin yr acompa- ñado de otras muchas culpas é vidas de otros muchos, que á la sombra de don Pe- dro é de sus palabras é malas obras se perdieron, para que él meresciere el fin que hizo. Plega á nuestro missericordio- so Dios que assi él como todos los de- - CAPITULO IX. XXXII. CAP. VII. 487 mas, pues perdieron los cuerpos en aque- lla empressa, no hayan perdido las áni- mas. Ássi que, este fué el fin daquel hi- - dalgo, maestro de campo, y el que hizo don Pedro la historia lo ha contado. Y al tiempo que don Pedro se partió para España, quedó en el rio de la Plata é su gobernacion por teniente de capitan general un hidalgo, llamado Johan de Ayolas. Despues se ha dicho que el Em- perador, nuestro señor, sabida la muerte de don Pedro de Mendoza, mandó yr por capitan daquella gente á un caballero, lla- mado Álvar Nuñez Cabeza de Vaca, el qual es aquel que escapó de la desaven- turada armada de Pamphilo de Narvaez con otros dos españoles é un negro sola- mente, como se dirá en el fin del libro XXXV. Lo que se supiere de la llegada deste capitan al rio de la Plata, y de lo que alli ha subgedido, despues que-don Pedro de Mendoca salió de aquella tierra, adelante se dirá. En el qual con brevedad se tracta de la gobernacion y muerte de Johan de Ayolas en el rio de la Plata. E, la capitulacion que don Pedro de Mendoca tomó con el Emperador, nues- tro señor, fuéle concedida la gobernacion por dos vidas, é al tiempo que se quisso - volver á España, como es dicho, dexó por gobernador y heredero á Johan de Ayolas, su mayordomo, natural de la villa de Bribiesca. Este despues entró la - tierra adentro con ciento y treynta hom- bres, por veynte y un grados de la otra parte de la línia del Equinocio; y los ber- gantines en que fué, dexólos en la costa - dentro del mismo rio de Paraná, y en . guarda dellos 4 un capitan vizcayno, lla- mado Domingo de Irala: el qual viendo quel gobernador tardaba en dar la vuel- e ta, Ó cansado de esperarla, ó con otro motivo de no le atender, fuesse con los bergantinés. De manera que, quando el gobernador volvió, no le halló, y estando el gobernador atendiéndole en la costa del rio donde le dexó, y' trayendo él é los chripsttanos que con él fueron, ciertas - cargas de plata que avian avido por don- de anduvieron; vinieron á convidar á es- te gobernador y su gente unos indios é cacique de una lengua que los llaman ca- yaguaes, para que se fuessen á sus casas, que eran en aquella comarca; donde, con menos fatiga é mejor apossentados, es- perassen sus bergantines. Y el goberna- dor acoedó é los demas so como si 488 fuera en casa de sus amigos, é tomaron su consejo; é ydos allá, los mataron á to- dos ciento é treynta, sin que quedasse HISTORIA GENERAL Y NATURAL ninguno, é se quedaron con la plata é lo que trayan. Assi que, deste trabaxo fué causa el que se llevó los bergantines. CAPITULO X. De la armada de Portugal que fué al rio de la Plata, é se perdió parte della en el mismo rio, la qual en un capitan del rey de Portugal, llamado Martin Alonso de Sosa. Yo avia dexado, por impertinente para esta historia , que se debe decir; y es que antes que don Pedro de Mendoca fuesse al rio de la Plata, un caballeco portugués salió con una armada de Portugal 5 Alonso de Sosa. Y no es de creer que el _sereníssimo rey de Portugal le máandasse yr al rio de la Plata ni entrar en los lími- tes é tierras de la Corona Real de Castilla, ní enojar al Emperador, nuestro señor; pero el caballero que he dicho, con una armada é mucha gente, so color que yban á la tierra del Brasil que en la Tier- ra-Firme tiene el rey de Portugal, usó de una cautela y color, para ver si podia entrarse en casa agena; é no le salió bien - y fué derecho al Brasil. Y desde alli man- dó yr un capitan por tierra con ochenta hombres é que fuessen derechos al rio de la Plata: y el Ez general Martin lo que me paresce agora llamado Martin Alonso siguió la costa con su armada por la mar, y llevó su viaje á desembarcar su gente é armada en el dicho rio. É-des- - pues que allá estuvo, comenzósele á morir é adolescer alguna gente, é perdió una urca é otros navíos: é avia mandado á los soldados que entraron por el Bra- _sil que le fuessen á esperar en veynte é seys grados en la costa del rio; pero no pudo ser porque á todos ochenta hom- bres los mataron los indios en el camino por donde venian, sin que alguno esca- passe. De manera que viendo su general que nunca allegaban, ó porque oviesse alcancado que no avian de llegar, ó por descontento dela pérdida de sus na-. víos, Ó por qualquier otra causa que fues- se, él se volvió al Brasil, con mucho daño de su armada, é guió al puerto de Sanct Vigente, en el Brasil, é pobló alli. pz mos adelante. : - CAPITULO AL= Cómo Álvar Nuñez Cabeza de Vaca fué por mandado de la Ceikd Magestad por su gobernador é ca= pitan general al rio de Paranáguazu, alias de la Plata, con una buena armada é con titulo de ade= _lantado. ; A que Álvar Nuñez Cabeza de - Vaca, el qual es uno de los tres chrips- - tianos que escaparon de toda el armada de Pamphilo de Narvaez, haciendo mira- glos, segund será dicho en el libro XXXY, . é por mucho é grande miraglo é cosa nunca oyda,. essos tres é un negro que- daron o nn rador, nuestro señor, é su Consejo Real - de Indias le oyeron, Su Magestad le dió título de adelantado é le hizo su-capitan general de la gobernacion del rio de la Plata, alias Paranáguazu é sus anexos, é partió de España en el mes de septiembre .Año de mill é quinientos y quarenta y un ec con o io é a | * - DE INDIAS. LIB. y Sseys , caballos; pero los que llegaron vi- vos al puerto de Sancta Catalina, que está - en veynte y ocho grados de la otra parte de la línia equinocial, fueron veynte y sie- te caballos: é invernó alli, é despues por tierra se fué con doscientos y treynta hombres é veynte y ocho de á caballo en-. tre ellos, é los restantes hombres mandó- los yr por mar derechos al rio de la Pla- ta, donde hallaron otras quatrocientas y treynta personas que quedaban de los que fueron con don Pedro-que estaban mal- tractados, muchos de ellos de enfermeda- des. É era ya muerto aquel gobernádor, heredero de don Pedro, dicho Johan de Ayolas, é assimesmo aquel que causó su muerte é se le avia ydo con los berganti- nes, como la historia lo ha contado. Este general Álvar Nuñez Cabeza de Vacá, discurrió por la tierra adentro, desde el. puerto ya dicho de Sancta Cataliná qua- trocientas leguas á buscar el rio de Para- náguazu, é las doscientas delias de bos- cajes é cañaverales, haciendo é abriendo el camino con las espadas é puñales en cinco meses: é dióle Dios tan buena ven- tura que en tan largo viaje no perdió hombre ninguno ni peleó con los na- turales de aquellas provincias, fueron: é atravessaron, é- llegó con su gente en salvo al puerto dela Ascen- sion. É halló fatigada, como es dicho, la gente que allá estaba: los quales con su llegada se alegraron mucho, como era ra- con, y él con ellos é los demas, con es- -'peranca que mediante una persona tan experimentada en los trabaxos de las In- dias é por su industria, mediante la bon- dad divina, Dios Nuestro Señor, permi- tiria que los secretos é riquecas de aque- llas partes se destubririan, conque Nues- tro Señor y la Cessárea Magestad fuessen servidos, é los indios é naturales de la tierra é sus comarcas donde estaban se convirtiessen , é venidos á la fée- cathóli- ca se salyassen, é los españoles se reme- XXI. CAP. XL. dores : donde . 189 diassen é diessen fin á sus trabaxos é fa- tigas. Solamente me desplace el título de adelantado, porque á la verdad, es mal augurio en Indias tal honor é nombre, é muchos de tal título han avido lastima- do fin, como lo podemos ver por don - Bartolomé Colom, primero adelantado en Indias, hermano del primero almirante, que ni dexó heredero ni cosa que de su persona permanezca. Mirad á Johan Pon- ce de Leon, adelantado de la Florida, muerto por los indios: el adelantado Ro- - drigo de Bastidas, muerto á traycion á puñaladas por sus soldados : el adelanta- do Diego Velazquez gastó :innumerahle - dinero en el descubrimiento de la Nueva - España, é gocólo otro. y. él quedóse en blanco: el adelantado Vasco. Nuñez de Balboa, adelantado de la mar del Sur y descubridor della primero, fué degollado por traydor, é otros con él, sin ser tray- el. adelantado licenciado Lúcas Vazquez de Ayllon, oydor de Su Mages- - “tad en el Audiencia Real, que reside en esta cibdad de Sancto Domingo, gastó su - hacienda é murió en el descubrimiento de cierta:gobernacion que se le dió.en la parte del Norte, é: aun lo echaron en la mar: Francisco de Garay , adelantado de Panuco, gastó su hacienda con su: arma- da é yrá poblar loque no sabia ,.é per- diólo todo é al cabo murió, é aun quisie- ron algunos decir que fué entosigado: el adelantado Antonio Sedeño gastó muchos dineros en la conquista de la. Trenidad é de la Meta, é al cabo se perdió é murió desastradamente : el adelantado Diego de Ordaz, algo mas desatinado que los otros, - dexó é perdió quanto tenia é quiso poblar en el rio Marañon, é al cabo yendo á Es- paña, murió y echáronlo en la mar: el adelantado Hernando de Soto, goberna- - dor de la Isla de Cuba, aviendo ydo car- gado de oro á España, passó á la Tierra-. Firme á ps é allá murió é no ¿qee a 190 de sí acuerdo ni memoria: el adelantado Simon de Alcazaba matáronle á traycion sus mílites: el adelantado Diego de Al- magro murió bien y como cathólico: y en fin, su compañero Francisco Picarro é sus hermanos, en especial Hernando Picarro, contra toda racon é justicia le mataron con mal nombre é sin ser sus jueces; pero otro mundo hay sin este. El adelan- tado Francisco Picarro, que despues fué marqués , matáronle alevosamente sus enemigos é mílites: el adelantado Pedro de Heredia, gobernador de Cartagena, vive é no se puede agora saber cómo acabará: algo peor, que á otros le ha intervenido al adelantado Francisco de Orellana, que fué en demanda de las amaconas al rio Marañon, ó mejor di- ciendo, á morir á sabiendas, sin se enten- der, é assi acabó á la boca del rio. ¡Ple- - ga á Dios que les haya dado la gloria ge- lestial é tomado en descuento de sus pe- . cados sus vidas é fines! El adelantado don Pedro de Mendoca fué al rio de la Plata é gastó é perdió quanto tenia, é vi- niendo á España, murió en la mar y echá- ronle en ella : el adelantado Pamphilo de Narvaez tan mal fin é peor hizo él é los que le siguieron, que algunos de ellos se comieron unos á otros, é de seyscientos - hombres escaparon tres, y él murió aho- . gado en la mar: el adelantado don Pedro de Alvarado murió despeñado, é rodando un caballo por un monte áspero, él estaba debaxo y no se pudo apartar, é arreba- HISTORIA GENERAL Y NATURAL túle é llevóle de peña en peña, é dexóle tal, que desde á pocos dias murió; pero rescebidos los Sacramentos como cathó- lico. El adelantado de Thenerife, don Pedro de Lugo, gobernador de Sancta Marta, desde á poco que allá fué, murió muy enfermo é pobre, ó á lo menos muy gastado : el adelantado su hijo, don Alon- so Luis de Lugo, le subcedió en la go- bernacion é passó al nuevo reyno donde - se hallan las esmeraldas, é vínose á Es- paña cargado de ellas é de oro; é tales obras hizo allá, que dexó nombre de ti- rano, é al pressente anda en esta corte lleno de letigios é presso con la villa por : cárcel; pero triunfa. ¿Cómo acabará? Dios - lo sabe. El adelantado Álvar Nuñez Ca- beca de Vaca, de quien comencó esta plática, estando en su gobernacion le prendieron é se levantaron contra él los mismos españoles, é le truxeron presso á la corte, donde fatigado é pobre sigue su justicia contra sus émulos, y es mu- cha lástima oyrle é saber lo que en Indias ha padescido. Assi que, letor prudente, ved qué título es aqueste de adelantado, que tales dexa á los que le han tenido en las Indias; y parésceme que basta aver nombrado los adelantados que he dicho, para que qualquiera hombre de entendi- miento no procure tal título en estas par- tes. Passemos agora á lo que este ade- lantado Álvar Nuñez hizo en aquella tier- ra en servicio de Dios y del Rey, antes de su prission. CAPITULO: XII. Que tracta de diversas particularidades é cosas de las provincias é rio de la Plata. Dino tengo los subcessos.del goberna- dor don Pedro de Mendoga y su muerte. Es agora de saber que despues fué á aquella tierra, por. mandado de Céssar, con una nao é una caravela, 2 «veedor E O Alonso de Cabrera, natural é regidor de. > Loxa: el qual avia seydo alférez del di- cho adelantado, y llevaba consigo hasta - ciento y quarenta hombres, con los qua- les llegó á la boca del dicho rio de la Pla- DE INDIAS. LIB. XXUI. CAP. XIL ta en fin de marco de mill é quinientos é treynta y siete años, y por falta de tiem- po volvió atrás, para invernar, á la isla de Sancta Catalina, porque el invierno de aquella tierra comienca desde fin de mar- co hasta fin ó mediado septiembre; pero entró la dicha caravela en el rio y halló la nao de Pancaivo, genovés, que yba al Estrecho de Magallanes, é avia passado quasi todo el Estrecho. Ede allí por el tiem- po se tornó al rio é se juntó con la cara- vela: é juntos estos dos navíos, fueron en busca de los chripstianos de la gente que avia quedado de don Pedro, que tenian Su assiento en una tierra que llaman Bue- - nos-Áyres, que está de la banda del Sur en treynta y cinco grados, é dista de la mar sessenta leguas, poco mas ó menos, á par de un rio pequeño que entra en el rio grande. Don Pedro de Mendoca, al tiem- po que se quiso partir para España, avia mandado yr á descubrir la tierra adentro sobre el rio arriba al capitan Johan de Ayolas con ciento é sessenta hombres, poco mas ó menos, en dos bergantines é' una caravela ; y en el uno dellos yba el dicho Johan de Ayolas, y el otro llevaba don Cárlos de Guevara, y en el tercero _navio yba el capitan Domingo de Irala, y en el camino perdieron la caravela; pero con los dos bergantines subieron hasta la boca del Paraguay, donde vido una nas- cion de indios que se dice mechereses, y antes desto á la parte del Norte: avia ha- lado otras nasciones é lenguas diferentes hasta llegar á la mar: Y á la boca del rio están los jacroas, que es una gente que se sostiene de monteria de yenados é de avestruces é de otros animales llamados apareaes , los quales en la Nueva España - yen las otras partes de España llaman co- ries; y tambien tiene esta gente muchos y buenos pescados de aquella ribera y costas. Hay en aquella tierra unas gebo- lletas debaxo de tierra, que es buen man- - JUE E 08 ee y aun pa cda es- 7 , 491 pañoles, y hay otras rayces que son á manera de juncia: hay raposos é corzas á manera de lebreles, como leones pardos. ' Esta gente no tiene assiento ni pueblo co- nosgido: yan de una parte á otra corrien- do la caca, y llevan consigo sus mugeres é hijos, é las mugeres van cargadas de todo lo que tienen, é los hombres van si- guiendo su monteria é matando los cier- vos y avestruces, arrojándoles unas bolas de piedra con trayllas ó pendientes de una cuerda, -como ya en otra parte la historia ha hecho mencion de tales armas. Tam- bien usan algunos arcos é garrotes en su monteria. Estos indios están de la parte de la costa al Norte, y mas adelante en la mesma costa, passando el rio Nero, es- tá otra gente que se dice chanastinbus, - que viven en islas de la costa ya dicha, y que se mantienen de pesqueria y siém- bran algun poco de mahiz y calabacas de las nuestras de España, pero mayores; é - tienen muchas pieles de nutras y buenas, y venados grandes y pequeños. En el pa- rage de esta hay otra gente que se dicen guarantes, á la banda del Sur, que son Caribes y comen carne humana, y hacen - guerra á todas las otras nasciones del rio, y son muy belicosos y flecheros, y su lengua muy diferente é apartada de las otras. Los chanastinbus son de alta esta- tura mas que los otros, y los guaranies son de estatura de los españoles: todos andan desnudos, salvo los tinbus que se - Cubren con los pellejos ya dichos. Adelante destos, rio arriba hay otra ge- neracion , que se dice beguaes, que viven en islas de la parte del Sur en el mismo rio: son poca gente, y quando el rio cres- ce, vánse á la Tierra-Firme á la parte del Sur, y susténtanse de pesquerias y siem- * bran algo, como los sussodichos. Adelante destos está la gente de los tinbus, á par de un estero que sale del rio grande por junto á la Tierra-Firme y parte del. Spr; y á o está una necios us ea: ES Ed 492 carcaraes , que es gente alta de cuerpo, y la una y la otra de lenguas diferentes, que en el trato paresce mejor que las otras ya dichas. Susténtanse de pescado, y tienen mucho y bueno; y sacan del mesmo pes- cado mucha y buena manteca, de que los chripstianos se aprovechan mucho, assi en su comer como para arder en los candiles, y para aderesqgar los cueros de venado, de que hacen vestido y calgado v cueras para su defensa. Estos tienen muchos venados, y avestruces, y ovejas de las grandes del Perú, tigres, nutrias y otros animales que quieren paresqer co- nexos, é otrosde otras maneras. Mas aden- tro en la tierra metida está otra genera- cion que le llaman quiranys , y contractán con ellos pellejos de cabiles, y obejas, y mantas de diversas maneras, y cestas de berguitas, tan texidas y apretadas, que pueden tener agua en ellas, y son muy gentiles en la labor. Los cohuiles son unos animales tamaños como conexos ó poco . mayores, de color plateados é algunos mas oscuros; y son muy lindas y blandas pieles, y el pelo de tal manera, que le passan por los ojos sin ofender ni dar em- pacho á la vista. Estos tinbus y carca- raes son de mayor estatura que los tiran- . - dis y que todos los ya dichos, y es gente -sofrible y amorosa Y amiga de los chrips- tianos, aunque son flecheros, cuyas fle- . chas son pequeñas y emplumadas de tres plumas y muy polidas. Tienen tiraderas, de que se sirven como de dardos, y los tirandis tienen las bolas ya dichas y son muy diestros en ellas. No tienen leyes; y andan en tierra rasa, y es gente robusta y de color morena, y viven de caca. Los - tánbus tienen ciertas lagunas, en que tie- nen grandes pesquerias, y les sacan pes- _ cado y lo guardan para el tiempo de ade- lante. Tienen muchos perros, como los nuestros grandes y. pequeños , que ellos - estiman mucho, los q ; allá no avia, 50 han hecho dela la costa ud s. HISTORIA GENERAL Y NATURAL quando Sebastian Gaboto y el capitan Johan de Junco anduvieron por aquella tierra. Sus casas son de esteras con sus - apartamientos y muy bien hechas , é tie- nen guerra con los baranis caribes; los quales tienen buenas canoas y las palas - con remos luengos de á quince ó veynte palmos. Es gente polida , y ellos y todos los ya dichos son de lenguas diferentes. Adelante desta generacion hay otra gen- te que llaman los de Earinda, é mas ade- lante, á par de una laguna y dentro en ella vive una gente llamada quiloaces; y mas adelante dellos están otros indios que - se dicen los barrigudos, y son de menor estatura que los que avemos dicho, y tienen unos perrillos que crian en sus ca- sas, mudos, que no ladran, y los tienen por buen manjar, y los comen quando quieren. Son dados á la agricoltura y la- bor del campo. Adelante en la costa de Norte y par del Rio Grande está otra nas- cion que se dice chanaes, salvajes: estos tienen grande abundancia de garrobas que comen, y su habla es muy entonada en el papo, que paresge que hablan, quan- do se llaman unos á otros: Tienen varas tiraderas y flechas: no siembran , y son cagadores, de la qual caga y sus garro- bas se mantienen. Y adelante en la misma costa del Norte hay otra gente, llamada mecorelaes , alta de cuerpo: no siembran, y son muy dados á la pesqueria , y crian muchos perros de los nuestros, de que se sirven en la caca, y sus casas son muy luengas y de eesteras: y en la otra costa de enfrente destos se ven muchos fuegos é islas; pero no están freqientados ni se comunican con los chripstianos hasta ago-" ra, porque la navegacion del rio ordina- ria es por la parte del Norte. Ocho leguas adelante desta gente está la isla que lla- man de las Garcas hasta la Tierra-Firme, porque hay. innumerables garcas y cuer- : vos marinos , que allí se crian en tanta Manera, que ha acaescido henchir los na- DE INDIAS. LIB. XXHí. CAP. XIL - vios de tales aves; y en diversos tiempos estas aves se mudan á criar en otras par- tes de las islas.. Adelante de los meco- : retaes están los mepeos , que turan has- ta la boca del Paraguay: son gente al- ta de estatura, y viven como los que atrás queda dicho, y tienen guerra con los unos y con los otros sóbre sus cagas - y pesquerias. En la -boca- del Paraguay están los mechereses ya dichos, los qua- les dieron al dicho capitan Johan de Ayo- las canoas á trueco de otras cosas y res- - cate: en las quales canoas llevó la gente de la caravela que es dicho que se le per- - dió. É siguiendo su viaje, toparon una : gente: que llaman agaces, que es belicos- _sa enel agúa, y tienen muchas canoas, * y los remos dellas son de dos palas en los - extremos, .y assi llevan muy ligeras sus canoas: estas palas son combadas y de - palo. Es aquesta gente muy temida en to- das aquellas comarcas, y viven,de caca y pesqueria. Delante destos viven otros .que halló el dicho Johan de Ayolas, lla- mados guaranies, y por otro. nombre se dicen carios. Son de la estatura de nues- tros españoles, y siembran y cogen malhíz y yuca de que hacen pan y vino, y tienen fésoles, hanas, batatas,-ajes, calabacas, y otras calabacas que se llaman arinas, . que son muy olorosas y diferentes de las calabagas de color amarillas y negras; y hay una fructa que se dice mandubi, que se siembra y nasce debaxo de tierra, y «tirándose la rama se seca ó arranca, y en. la rayz está aquel fructo metido en «capu- llos como los garbancos y tamaño como avellanas, y ássados y crudos son de muy buen gusto. Aquestos indios comen muchas galli- nas de acá de España, de la casta que - allá han llevado los chripstianos. Hay mu- - Chos patos de la tierra de los grandes, mansos, y assimesmo los hay bravos: hay venados y avestruces, perdiges gran- : des y Pe -godorui aL TONO z tórtolas. yr pa-. 193 lomas. Todas estas aves són de passo y en mucha cantidad, y en todas aquellas partes hay muchos y diversos papagayos y muchos monillos de las colas largas y de muchas diferencias, y muchas aves de rapiña, assi como gavilanes y acores y dé otras raleas; y muchos añimales, tigres, puercos,. baguyas, y mucha miel. Hay una cierta manera de puercos de agua, que son buena carne y de cuatro piés, y tienen cinco uñas en cada pié y cada ma- -- no, y el pelo es áspero, .de color como . - rubio, unos mas oscuros que otros, y sa- len á pacer en tierra y se tornan al agua, - y quando los siguen se cabullen y salen de rato en rato; pero' crian en tierra, y “ llámanlos de agua porque Jes es muy or- dinario, y las mas veces los matan en el agua: llaman los indios á estos puercos : capivaras. Hay lohos de agua que se crian en cuevas y fuera del rio y acógense al agua: son pequeños, y de los cuerós de-. llos hacen los chripstanos- gentiles “tala- bartes y otras cosas. Hay unos gatos sal- vajes tamaños como taposos, muy pin- tados blancos y negros á manchas: hay dantas de cada cinco uñas, y són como los que en la Tierra-Firme llaman beorís: hay raposos; hay encubertados, los qua- les llaman thatus; hay churchas, que gon aquellos animales que llevan los hijos en el pecho escondidos, y llámanlos en aque- lla tierra sariques; hay OSOS hormigueros, hay zorrillas de las hediondas, conejos «de dos maneras, y los unos son como los nuestros, pero. alebrestados ó como lie- bres pequeñas. Hay. grandes lagartos .ó mejor diciendo cocotriges, muchas cule- “bras del rio y de tierra, y muchas fruc- - tas salvajes buenas de comer; guaravas, moras como las de España, excepto que - son blancas; piñas de cardos, que llaman garabata, pero son agras, y otras hay co- -Joradas, como las de la Española. Hay otra fructa que se dice atomora, az o. quere parescar ainda sos Pay, E E 194 higos de cardones grandes y tunas, y otros higos chiquitos de árboles; hay en la costa de la mar de la isla de Sancta Ca- thalina un árbol grande, y la hoja dél me- nuda, y acaso cortando un árbol destos, le salió del coracon un cierto licor como aceyte, muy claro y de buen color, y as- si arde como aceyte con qualquier cosa que se unta con el dicho licor, aunque - sean hojas verdes. Hay otro árbol que tie-. ne las hojas redondas, menores que de HISTORIA GENERAL Y NATURAL. mancano , la qual hoja, mascada en ayu- nas y puesta sobre una llaga, la sana. Hay en los dichos guaranyes, por otro nombre llamados carios , trementina propria, y se sirven los españoles della como de tre- mentina; pero no saben hasta agora dar racon si el árbol es terebinto : hay en to- - da la tierra del Paraguay mucha sal que: se hace de agua adn. y tambien nó tierra. CAPITULO XIII. Que dal en continuacion de otras generaciones y particularidades muchas de aquellas prov incias del Rio de la Plata, por otro nombre dicho el Paraguay. Eoatanado el dicho capitan Johan de Ayolas el dicho descubrimiento, halló otra gente, adelante de lo que está dicho, lla- mada apayaguas, entre los quales indios . halló un esclavo indio que dixo que era de Garcia: el qual Garcia fué un chrips- tiano que fué á aquellas tierras en fiempo - passado, del qual la historia hará adelan- - te mas memoria. Este indio dió mucha no- ticia á este capitan Johan de Ayolas de la tierra adentro, porque era natural de ella; y por su interpretacion procuró. la amistad : de aquellos indios, los quales tenian por principal 4 un indio de su generacion, nombrado Tamatia, hombre que en aque- lla tierra era tan temido y acatado, que quando aquel queria escupir, ponian sus indios las manos en que escupiesse. Es * gente guerrera y diestra en la milicia, se- gund su uso, é tienen sus espias é otros ardides contra sus enemigos, de que se aprovechan. No siembran : viven de pes- - Queria y. de. caga. Este señor dió una hija suya al dicho. Johan Ayolas 1 por muger, para mas segu- ridad de amistad, la. qual. él aceptó, y , . Domingo de Vergara; y ovieron mucho ES placer: y. regocijo los unos con los otros, y entró en la tierra adentro en OSCECUCI , de su descubrimiento, A lo consigo e: esclayo qe dicho o Porn y co Le mos y y los otros tenian, ta veynte é quatro dos. mancebos de _ aquella gente, que el dicho principal le dió - para que le guiassen, y le mataésen caca que comiessen él y otros ciento y treynta españoles que consigo llevó; y dexó en _guarda de los navios, con treynta chrips- tianos, al capitan Domingo de Irala. En es- te camino hallaron algunas lanchuelas de plata labrada y chafalonya de cobre do- - rada. Son estos indios de grand estatura, y sus armas son flechas, y tambien usan tiraderas, y pelean assimesmo con garro- tes. Delante de esta gente en la costa rio arriba, halló el dicho Johan de Ayolas otra - gente dicha mataraes,.con quien hizo pa- ces y se entró la tierra adentro. Y el di- cho Domingo Irala quedó por teniente de Johan de Ayolas donde es. dicho; en la qual sacon, como don Pedro de Mendo- ca no sabia de estos chripstianos, vista su tardanca, envió al capitan Salagar y á Gon- calo de Mendoca con hasta sessenta hom- bres en dos bergantines, y llegaron has- ta donde estaba aquel Domingo de Irala, que por otro nombre assimesmo se decia a , el qua estruendo a DE INDIAS. y sonido fué tan temeroso y tan nueva Co- sa á los indios de paz que daban de co- —meral dicho Vergara y su gente, que del espanto que ovieron se les ausentaron, lo qual fué mucho trabaxo y falta para'los chripstianos. Los quales, despues que se comunicaron y dieron racones unos á los otros de-sus subcesos y trabaxos, se baxa- ron todosjuntos á rehacer de comida bien ochenta leguas hasta la cibdad que ago-- ra llaman dela Asuncion, questá en veyn- te É cinco grados, menos un tercio, de la otra parte de la línia equinocial; la qual poblacion es el pringipal assiento que al. pressente tienen los chripstianos en aque- lla parte en el rio de Paraguay. Llegados allí, hallaron un principal que se decia Caroaraca, que los acogió muy bien y les dió de todo lo que tenian; é hi- cieron allí los nuestros una casa fuerte de madera, que llamaban ellos la fortaleca, por ser tierra fértil y tener por amigo al dicho indio principal, y quedó por capi- tan desta fortalega el capitan Goncalo de Mendoca; y desde allí se tornó el capitan Salacar á dar racon de lo que es dicho al general don Pedro de Mendoca, y el capi- tan Domingo de Irala volyió con sus begran- tines y gente á esperar al capitan Johan de Ayolas adonde le avia mandado quedar. Y yuelto allí, volvieron los indios amigos á - la conversacion primera y á les traer de comer, aunque del todo no avian olvida- do el temor del sonido de las lombardas, _ ya dicho. Estando las cosas en el estado ya dicho, comencó el rio á crescer, y los . indios se metieron la tierra adentro por - causa de las aguas, é ybanse con ellos los | chripstianos en los bergantines, navegan- do por entre palmares y árboles, porque la tierra adentro se cubria de agua, é yban matando: la caca y pesqueria que halla- ban para se sostener. Quando el capitan Salacar volvió á don”: Pedro de Mendoca, su general, con las nuevas ques dicho, hallóle partido .para — LIB. XXI. CAP. XI 195 España; y al tiempo de su partida avia dexado ordenado que Francisco Ruiz Ga- lan, despues que el Salacar volviera, to- masse el galeon llamado la Anunciada, que allí quedaba, y con las naos nuevas ya dichas se fuesse tras él á-España, y dexase la gente y bergantines, y todo lo - demás que allí quedó, al capitan Salacar. Y mandó assimesmo que Johan de Ayolas - quedasse por gobernador, como el mes- mo don Pedro, y que en absencia del di- cho Johan de Ayolas subcediesse en el “mesmo cargo aquel á quien el dicho Johan de Ayolas oviesse ordenado. Pero como Francisco Ruiz vido la plata y nuevas que truxo Salacar, no quiso hacer lo que don Pedro avia mandado, antes se hizo jurar por gobernador; y assi como se determi- - nó en ser tirano, fuesse á la provincia de los tinbus, llamada Buena Esperanca y Corpus-Chripsti, donde le juraron, do es- taban dos capitanes llamados el thesorero - Garcia Venegas y don Cárlos de Ugrie, á cuyo cargo. tenian la tierra y gente que «allí vivia, que los avia dexado en sus car- gos Alyarado, teniente de don Pedro de Mendoca, porque el dicho don Pedro as- si lo mandó que se hiciesse; y fuése el dicho Alvarado con el general. Pero el di- cho Francisco Ruiz se hizo jurar y obe- descer, y con la una y otra gente se fué el rio arriba en bergantines á la Asun- ción , donde estaba la fortalega que es di- - cho, y halló la tierra perdida á causa de la mucha langosta que avia avido; en tan- ta manera que los mismos naturales de la tierra morian de hambre, por faltarles los bastimentos del campo. Á este tiempo lle- gó allí el capitan Vergara. á aderescar los bergantines que él tenia, y fué requerido por parte del Francisco Ruiz que le juras- - se y obedesciesse; pero él respondió que - le mostrasse por qué racon lo debia ha- cer y no quiso jurarle, y disimulóse por el dicho Francisco Ruiz por entonges. . - Para sostenerse todos estos españoles E e z 496 acordaron de. entrar de guerra en la tierra; y porque el Vergara traia dañados sus navíos, pidió y requirió á Francisco. Ruiz que le diesse uno ó dos de sus ber- gantines, para yr á atender al capitan Johan de Ayolas, y-no lo quisso' hacer: _ antes le hizo todas las vexaciones que - pudo, y el Vergara se volvió á su puesto primero. con. harta nescessidad á esperar á dicho Johan de Ayolas. En éste medio - tiempo ya Johan de Ayolas avia llegado _á do mandó que le esperasse. el dicho - Vera gara, y cómo no lo halló, atreviéron- S sele losindios, por le tomar los indios quél traia de la tierra adentro, y le quitar el : - metal y otras cosas que avia avido en su viaje, y.tomáronle sobre seguro, y ma- - taron á él y á los chripstianos. que: con él volvian, de los quales se escapó un mu- chacho que quedó entre los mismos mal- hechores. Yendo el rio arriba el Vergara, y llegado quarenta leguas antes de do - murió Johan de Ayolas, salió á él un in- dio principal con su gente, so color de paz - y dalie de comer y le quissieron matar,.- y teniéndole presso se soltó de entre ellos y se dió tan buen recabdo, que los desbarató y se recogió con-los suyos, aunque herido él y algunos dellos. Vien-. do esto, se, subió con los bergantines á aguardar al dicho Joban de Ayolas; y quando llegó á dónde avia de. esperar, los-indios rescibieron al dicho Vergara con mucho placer, diciendo que le da-- rian de comer, é assi se lo truxeron al gunos dias; pero no pudieron dissimular su mal propóssito que los chripstianos no «conosciessen su ruin intencion, y decían- le que tenian nuevas que Johan de Ayo- las estaba: rico de.oro y plata, y la tierra - adentro entre los indios que se dicen: dos chanes. Los chripstianos que esto oían, creyéndolos se aseg guraron, y Sniciado algunos á pescar y por la tierra á mon- tear, mataron dos dellos; y luego los in- dios vinieron á hablar . dicho Vergara, HISTORIA GENERAL Y NATURAL y estando departiendo con él, le prendie= ron en tierra, y le tenian diez ó doce:in- dios mangebos y regios, de los quales se descabulló, herido él con su propria daga de una cuchillada por la cara; y cómo se soltó, tomó una espada á un soldado é hi- zo con ella tanto, que á los indios que ya. - estaban dentro en los navíos, dando de palos :á los chripstianos, los echó fuera á cuchilladas y con mucho daño dellos; y en fin con mucho trabaxo sé _desviaron los nuestros de aquella mala gente. Y có- mo quedaban maltractados los chripstia- os, se baxaron el rio abaxo á la. Asun- cion, y hallaron al capitan Salacar que lo avia alli dexado por teniente Francisco Ruiz, y él se avia ydo por falta de comi- da al assiento que digen de Buenos Ayres con la mayor parte de la génte; y el Sa- -lacar hizo mal acogimiento al Vergara é pidióle la gente, y aun entendió en se la -amotinar y él quedó alli sufriendo y dissi- mulando, segund el tiempo. Francisco Ruiz no mirándolo bien, fué al assiento de los tinbus y con engaño, en un con- _vite, estando comiendo algunos chrips- tianos con los indios persuadidos de Fran- cisco Ruiz, dieron de puñaladas á mu- chos indios y mataron á su principal lla- mado Chararaguagu, que quiere decir : capitan grande, y mataron otros sus deu- - dos, porque se avian venido á sentar Y. vivir en aquel assiento donde primero avian vivido los chripstianos, é avian muerto. dos españoles un año antes des- to; é pusso alli el dicho Francisco Ruiz capitan con ochenta chripstianos á Anto- nio de Mendoza, natural de Tarifa. Por estas muertes, sentidos los indios llama - dos tinbus, pidieron al dicho Francisco Ruiz que no dexassé alli Chripstianos nin- - unos, porque todos los indios comarcanos * venian á los matar é á vengar los indios muertos y heridos. Desta amonestacion 6 aviso hizo poco caso el dicho Frangisco Ruiz, y dexando alli los Se ques DE INDIAS. LIB. XXIIL. CAP. XUL dicho, él se baxó con el resto de la gente. al assiento de Buenos Ayres, y halló alli la caravela que fué de España con Alon- so Cabrera, y la nao de Pao Calvo que -— avia: vuéltose del Estrecho de Magalla- nes. En tanto por industria de los indios don Antonio Mendoza envió quarenta -chripstianos con un indio principal, que se le vino á congraciar cautelosamente, y - esta mala guia metió aquellos ignorantes o en una celada, donde esta= - ban mas. de quatro ó.cinco mill indios de diversas lenguas juntados, que los ma- á palos, despues de los aver abrazado, sin se poder valer ni apro- _taron á todos. á vechar de sus gro, exgepto un español llamado *. == e 1 que se dió tal re- -caudo, que con su Sapada hizo maravillas en su defensa, é mató á algunos é hirió - ás otros muchos, y al cabo quedó assi- 497. mesmo muerto: que ninguno escapó de los-nuestros, sino un muchacho chrips- tiano, dicho Calderoncico y lengua, que se lo llevaron los indios tinbus. Y los res- tantes que quedaron al' dicho Antonio de Mendoza, sabido esto, se pussieron en defensa, porque luego le fueron los mal- hechores á cercar, é le dieron recios combates y al éabo le mataron, é los de- ! mas escaparon heridos: en la qual bata- lla hizo muy bien su oficio un chripstia- nO, llamado Arévalo, que mató con los versos desu artilléria algunos indios; y los españoles que escaparon fué porque - Francisco Ruiz avia enviado á avisar lo que es dicho, y hallados muertos los qua- renta de la gelada primeros, y viendo los | restantes afligidos del combate ya dicho, los recogieron y llevaron al dicho assien- to de Buenos Ayres. : CAPITULO XIV. En que la historia procada haciendo E de lo que subcedió. despues de la muerte de los chripstianos que el capítulo precedente | ha contado , y. de la industria y mal intento del tirano capitan nas. Ruiz, y : de olros subcesos convinientes al discurso gestas materias. Lis las cosas en el estado que ten- - go dicho, vino á noticia de Francisco Ruiz, como el Emperador, - nuestro se- ñor, enviaba á socorrer aquella tierra con el veedor, Alonso Cabrera, que lle- vaba provisiones para que Johan de Ayo- las gobernasse , ó aquel que él oviesse nombrado, é que si el tal nombrado no oviesse , que era la voluntad de Su Ma- “gestad que la gente se juntasse, y en con- formidad que eligiessen gobernador que - ennombre dé Su Magestad gobernasse é tuviesse la tierra en justicia. Cómo deste =provezgniento no se contentaba el dicho Francisco Ruiz, que: tiranamente se avia introducido en el mando de la gente y - gobernacion, como es dicho, despues que el dicho Cabrera llegó, uvo. muchas - formas y cautelas, para se quedar por. general, y supo el dicho Cabrera que Do- mingo de-Irala ó de Vergara, de quien la historia ha tractado, lo debia ser, con- forme al nombramiento de Johan de Ayo- las, y á lo quel Emperador mandaba, que el dicho Cabrera llevaba ordenado. Pero por sosegar la gente, como mañoso, se concertó con el Francisco Ruiz, é hicie- ron sus pleytesias para que juntos paci- ficamente gobernaran, hasta saber del di- cho Johan de Ayolas é poner en efeto lo que Su Magestad mandaba; y para este fin se hicieron siete bergantines y se E | En el original se halla este nombre en claro, siendo ya imposible designarlo. ES e 198 paña á dar relacion á Su Mágestad del estado en que la tierra quedaba; y fué enviado: para esto en ella Martin de Or- no, natural de Horduña, y el contador Felipe de Castro: los quales en España, en- el real quarto de Indias dieron rela- cion de lo que es dicho que les fué en- - cargado, y Su Magestad proveyó que si Johan de Ayolas ' fuesse vivo, fuesse go- bernador, y que si no era vivo, le fuesse Alvár Nunez Cabeza de Vaca. Assi que, ydos estos procuradores á España, y quedados los bergantines aparejados, en la misma sacon partieron en ellos el Alonso Cabrera é Francisco Ruiz por” ge- nerales con hasta trescientos y quarenta hombres, poco mas ó menos, y quedó en el pueblo de Buenos Ayres con el resto de la gente por captar. Johan Ro- Mero. : Éstos dos capitanes y bergantines, con la.gente ya dicha, llegaron á la cibdad de la Asuncion; é allí, viendo los poderes que tenia de Johan de Ayolas, y lo porveydo por Su Magestad , diéronle la. obediencia al dicho Domingo de Irala, alias Vergara, el qual dió luego órden en que se fuesse á buscar al dicho gobernador, Jphan de - Ayolas; con seys navios; de Jos quales los tres dellos yban. delante con el dicho Francisco Ruiz, al qual hizo el dicho Ver- gara su teniente, y le honró en todo lo que él pudo, no obstante las cosas passa-. das; y el dicho Vergara quedó atrás apa. rejando lo que convenia para el camino, y dexar en recaudo el pueblo. É estando en esso, llegaron indios de quatro gene- raciones, llamados guemes , guatos, gua tata é guayaivus, que son en la otra costa del rio Grande: lo qual sentido por los : chripstianos, con algunos indios amigos de la tierra passaron á la otra costa á yer qué querian los dichos La los qua- HISTORIA GENERAL Y NATURAL acordó que la caravela se tornasse á Es- les, pensando con palabras engañar á los | : nuestros, fueron entendidos, y de nes- cessidad ovieron de venir á las-manos; y se trabó. una escaramuca bien reñida, en que murieron dos chripstianos y un hijo. del principal, dicho Caro-Aráz, é otros de los suyos: y captivaron los contrarios á un indio, esclayo de los chripstianos, que estaba vestido de una camiseta de algo- don, y llevaron el arcabuz de uno de los chripstianos que mataron y la espada. Y con esto se fueron los dichos indios, por- que los nuestros fueron socorridos de un hergantin de los chr ipstianos , de que era capitan Lope Duarte. : Idos los indios, estaba allí un chrips- tiano dicho Etór de Acuña; portugués, el qual avia ydo en aquellas partes en el ar- mada de Sebastian Gaboto, y aqueste vi- do el arcabuz y el espada que es dicho; -. € informóse de los indios que de dónde avian avido aquellas armas, y dixéronle que de los chripstianos que estaban en la otra costa del rio, y truxéronle el esclavo presso ya dicho de la camiseta, y deste se informó. mas enteramente de lo que avia passado, segund la historia lo. ha contado. Á este chripstiano Etór le tenian los indios, do estaba, en mucho, porque era valiente hombre de su Persona » é- aun mandábales á palos algunas NECOS; y este procuró que hiciessen paces-los in- - dios, donde él estaba, con los españoles, é los indios no lo querian hacer: antes de enojados, echaron el arcabuz que:es, di- cho en el fuego, para lo partir é hacer — pedacos para rescate y repartirle entre sí; y el arcabuz estaba cargado, y cómo se - calentó reventó por muchas partes con ' E grande estruendo , y lastimó á muchos in- dios circunstantes. El Etór les dixo que las. armas de los chripstianos. estabansenoja- * - das con ellos, é que le llevassen á. do es- ns é us 108 haria sus gmigos, si no z 1 ayolas: en algunos pasages se encuentra escrito: Ayrotas.* DE INDIAS. LIB. XXIIL. “CAP. XIV. - querian librar mal. É assi le llevaron á la costa del rio, y desde allí comencó á -dar -yoces, á las quales fué una .canoa con chripstianos , por mandado del capitan Vergara, á ver qué querian; é ovieron habla con el Etór, el qual dixo que era chrípstiano é que lo tomassen; y los de la canoa dixéronle: «Si eres chripstiano, écha- - te á nado y tomarte hemos.» É. assi lo hi-- zo ; el qual venia vestido de pieles de nu- tras, é truxéronle al capitan Vergara, y lo primero que“hico allí llegado, fué algar las manos al cielo, y dixo: ¡Loado sea Chripsto, que con chripstianos me dexa ver! É preguntó por la Cesárea Magestad del : Emperador, nuestro señor, y dixo y rela- -tó el processo de su vida, y que mas ade- lante de donde él avia estado, tenian los indios otro chripstiano que se decia Johan de Fustes. Lo qual oydo por el capitan Vergara, envió al mismo Etór en canoas, * y este truxo consigo algunos indios princi- pales de aquellos señores que él conoscia y adonde avia morado, y el capitan les dió' rescates y les hizo buen tractamien- to, y envió con ellos al dicho Etór por el otro chripstiano. Johan de Fustes, y lo truxeron. Y cobrados estos dos chripstia- nos, el dicho Vergara prosiguió su cami- no á buscar al dicho Johan de Ayolas, y alcanzó ál dicho Francisco Ruiz que le atendia en el camino; y prosiguiendo en su viaje, llegaron á nueve leguas , adonde el dicho Johan de Ayolas avia entrado en tierra, y desde allí, puesta la carga de -- los bergantines en tierra, subió con dos otros -bergantines el rio arriba el dicho * Vergara, y con él el tesorero. Garci Vene- gas, en busca de los indios. llamados apayaguas , por ver si podrian: tomar al- guna lengua para su propóssito y camino. Y subiendo el rio arriba, dieron con una canoa que era espia de los dichos apayaguas, y el capitan Vergara y los chripstianos que con él avian estado en aquella tierra, se escondieron por no ser da A 99 conoscidos de los indios, y ellos, pen- sando que era gente nueva, se vinieron hácia los nuestros y ofresciéronse. de dar- les de comer y ser sus amigos; y decian que Johan de Ayolas estaba tierra aden- tro con los indios que se dicen chanes. Y el capitan Garci Venegas les hizo decir que él holgaba de.su amistad y queria ser su amigo, y con esto se fué la canoa é dixo que la esperassen allí, que otro dia tornaba con comida, é assi lo hizo: y tornada la canoa, Garci Venegas salió en tierra é hizo poner una mesa con mante- - les y pan para mostrar que comian, y convidaba á los de la canoa para que se llegassen ála tierra, É assi lo hicieron, y dieron lo que llevaban, que era pescado y caca, que no quedó sino uno que guar- daba la canoa; pero salidos en tierra otros - quatro ó cinco fueron pressos, y tambien se tomó el de la canoa. Estos dixeron que - los. apayaguas estaban el rio arr iba en-la : laguna de los mataraes en guerra con ellos; y con estos guias subieron los chripstianos - el rio arriba en busca de los apayaguas, y para favorescer á los mataraes , que eran amigos de los chripstianos. Mas por falta de tiempo, desde cinco ó.seys leguas. se tornaron los bergantines á donde avian dexado la carga, en el qual tiempo los . - dichos apayaguas, con vitoria y muerte . de los mataraes, dieron count á su guerra. pr Mas el capitan Vergara con su gente y con los guias ya dichos entró en la tierra - adentro en busca de Johan Ayolas, i igno- rando su muerte; pero los guias, como eran enemigos de chripstianos y culpan- tes en la muerte del dicho Johan de Ayo- las, hacian el oficio de adalides en tal ma- nera, que cómo crescian las aguas, traian los chripstianos perdidos de unas partes á otras por paludes é agua, por dar fin de- llos. Aquesto les turó diez é nueve ó veyn- te dias, sin hallar muchas veges donde . reposar ni comer pudiessen, lo qual vien- 200 - do los chripstianos, cansados de tan into- lerables trabaxos, requirieron al capitan Vergara que se tornasse:; y al cabo cons- - treñidos de nescessidad, se ovo de hacer y se volvieron á embarcar en sus navios. Y comencando á navegar, vieron venir -ánado un muchacho, que era aquel que la - historia ha contado que se escapó, quando - mataron al dicho Johan de Ayolas, el qual se decia chane; é aqueste dixo que se avia ydo de otra canoa, que erade los enemigos apayaguas que venia por espia - y á saber ques lo que hacian los chrips- tianos, y viniendo á nado decia á voces: ¡Chripstiano, chripstiano, chripstiano! Y entró en los bergantiries con mucho goco “que oyo de verse con lós chripstianos, y les dixo el subcesso y muerte de Johan de Ayolas, aunque la mayor parte de su relacion era por señas: é los indios que en los bergantines estaban pressos, quis- sieran prevenir al muchacho, para que no dE descubriesse ni dixesse la muerte de Johan de Ayolas. Mas el moco, no curán- “dose de sus amoneslaciones, comencó á dar, á' entender la verdad y forma de có- mo avian sido muertos Johan de Ayolas y los chripstianos é indios que con él se hallaron, que eran de la generacion del - - dicho muchacho, é dió á entender que los mataron á traycion y á palos. Y uno de - -los indios pressos , viendo que el mucha- cho avia. dicho verdad, fué tan osado, que pudiendo tomar acaso una espada de las de los chripstianos en el bergantin, tiró con ella algunas estocadas al capitan Vergara, que estaba echado en'una ha- maca sobre cubierta del bergantin, y ha- ciéndose fuerte con su espada en la ma- no y con las piedras. de. que estaba lastrado. el navio 88 juntaron á á su favor los otros quatro que estaban presos; pero acudió la gente nuestra, y con una ballesta le tiraron éncubierta- mente por entre las tablas del pañon de popa, é diéronle una saetada por los pe- él en HISTORIA GENERAL Y «NATURAL chos: el qual, viéndose herido, no dexa- - ba de defenderse y decir que no era na- da su herida, y que él era valiente y que avia de matar todos los chripstianos. La herida fué tal, que cayó presto é aprisio- naron sus compañeros, y á él echaron de cabeca en el rio, donde acabó su ferogi- dad. É baxaron los bergantines: el agua * abhaxo hasta los primeros guaranyas, que son amigos de chripstianos, donde un in- . dio lengua que avia sido esclavo de los apayaguas habló con el muchacho y. con los presos ya dichos, de los quales el ca- pitan Vergara y los chripstianos enten- dieron buenamente el subceso y triste fin _del capitan Johan de Ayolas y de los chipstianos , que con él padescieron. Y contaron cómo el dicho Johan de Ayolas hizo muchas y buenas cosas la tierra adentro y llegó hasta la generacion «de . E los chanes, y. desde alli con favor de ellos y con sus .confederados hacia la guerra á los carcaraes É otras nasciones. “comarcanas, 6 que halló grandes pobla- ciones cercadas de muros de madera, é- otras de tierra, é que tienen mucha plata é oro é ovejas de las del Perú; é otras - cosas muchas contaban essos pressos y el muchacho. Y .decian más; que Johan de Ayolas halló grandes gentes y mucha' resistencia, y por consejo del piloto Es- teban Gomez é de otros españoles dió la vuelta á rehacerse de gente y con mas posibilidad volver á la conquista; y tor- - nándose, dexó en la tierra catorce. ó quin- ce Chriptianos por rehenes de los pringi- pales indios que consigo traía y de otros que con cargas de oro y con él: el qual, llegado S rio, como no plata volyian halló á Vergara, por cobdicia de le robar le mataron Tos indios apayaguas, -COmo- es dicho, Informado el capitan Vergara de lo que la historia ha contado, se tornó á la cibdad de la Asuncion, y en el ca- mino oyo un grand huracan y tempestad que fué causa ques se le Iurieron qe DE INDIAS. LIB. XXIIL. CAP. XIV. renta chripstianos ó mas que venian fla- cos y hinchados de los trabaxós passados y mala vida é aguas malas que avian be- bido; con que tuvo lugar el huracan de dar conclusion á sus vidas. Llegados á la Asuncion *, y reparados en algo los compañeros é mas convales- cidos, dexó alli por teniente al (hessorero Garci Venegas con hasta ciento é sessen- ta hombres;.y él con los restantes, que serian hasta cinqúenta, baxó al pueblo de Buenos Ayres, á saber si avia venido “socorro de España: É para si viniessen algunos de Castilla que supiessen dél y de los chripstianos, dexó algunas cartas : escriptas y puestas en'árboles y en parte dó pudiessen topar con -ellas, assi de la. . Otra parte del rio como en la isla de Sanct Graviel, en que dexó assimesmo una casa de madera y en ella quinientas hanegas de mahiz y fésoles y algunos puercos; y en aquellas cartas daba aviso . del estado de lá tierra, y cómo despo- blaba aquel pueblo por entrar la tierra adentro en busca de los chripstianos que avia dexado Johan de Ayolas por rehe- -. nes, segund se dixo de suso. Hecho esto, subióse el rio arriba con toda su gente, en el qual tiempo, viendo los indios de “la Asuncion que quedaban pocos chrips- tianos en compañía del capitan Garci Ve- negas, por echarlos de la tierra, se Con= federaron con los de la comarca, sus ye- cinos, secretamente. Pero no fué tan ocul- ta esta maldad, que no se dexase de sentir y saber por medio de algunas indias que tenian los chripstianos. Y estaba acor- - dado de los matar en la iglesia y tomar- los juntos; mas el capitan Garci Venegas era animoso y de buen entendimiento y .. recabdo, y como tal, puso diligencia é ór- ' den en su guarda. Bnboedió que un domingo 6 fiesta, es- 1 El MS. dice alguna vez MAR ; pero equi= 'vocadamente: la ciudad de la Asuncion era capilal TOMO Il. 201 tando en misa los chripstianos, pero te- niendo puesta guardia en el campo, á un sacristan le tomó gota coral y cayó en - tierra, y los indios que estaban en la : iglesia, espantados desta.novedad , salie- ron: huyendo, é viéndolo las guardias de . fuera, penssando que matáran áGarciVe- negas los chripstianos que estaban en e p q misa, comencaron á dar en los indios que vian; y á la voceria y grita salió Garci. Venegas, y poniendo paz, se apagiguó, puesto que ya se habia hecho algund da- “ño en los indios. É proveyó este capitan en hacer juntar los indios, é asegurarlos é darles á entender la verdad, é assi los aseguró é sosegaron. Dende á pocos dias despues de lo ques dicho, subcedió que estando hablando los capitanes Garci Ve- negas é Goncalo de Mendoza con el prin- cipal Carduaráz, de quien la historia ha hecho mencion, les dixo que mucho avia. quél desseaba la amistad de los chrips- tianos, que por esso los avia acogido en su tierra, y porque en los tiempos passa- dos sus padres, y á sus padres sus pre- decesores, les avian dicho que quando vi- niesse la gente de Manuel á aquella tierra, yerian una gente vestida y blanca y con barba y diferenciada de los indios: que los acogiesen y tuviesen por amigos, por- que aquellos entendian las cosas y la ver- dad. Y porque estos capitanes no los en- tendian bien, hicieron venir una lengua ó - intérprete chripstiano, por Cuyo medio fué entendido lo ques dicho. Preguntáronle _ que porque no avia dicho aquello antes; dixo que porque no avia sido nesgessario, pues que le avian tenido por amigo y se fiaban dél, é que porque los via dudosos de su amistad al pressente, les avia dicho aquello; que en la verdad passaba assi, y que de mucho atrás desseaba tenerlos por amigos y contentos. cda de la isla Margarita. ! 202 Tornando al capitan Vergara que yba el rio arriba, segund es dicho, llegó á la generacion y gente de-los tinbus que son los que mataron los quarenta chrips-. tianos que se dixo de susso; y tuvo plá- tica con ellos, y cobró al muchacho Cal- deroncico, por cuyo.medio hicieron las paces y se confederaron con los chrips- - tianos, é les dieron por rescates mu- chas corambres «de venados grandes y de ligres y nutrias y ancyles y pescado. seco, y mucha manteca de pescado en cantidad , y algunas armas y. artilleria de versos de lo que avian avido de los chrips- tianos que mataron. Passado de alli, llegó el capitan al Esten que dicen de los Mo- teres; y estando rescatando con ellos, or- denaron los indios de los matar á tray- cion; y daban los chripstianos su rescate, é los indios retenian el suyo, sobre lo HISTORIA GENERAL Y NATUR AL. qual se revolvieron de manera que vi- nieron á las armas, y los indios fue- ron-desbaratados y se hizo en ellos mu- cho daño. Passado de alli el dicho capi- tan Vergara con su gente, llegó á la na- cion dicha agages y los indios desafiaron - á los chripstianos hasta ochenta dellos, amenacándoles que los avian de matar á palos, y los españoles salieron en tierra - y pelearon con ellos de tal manera que los desbarataron é vencieron y pussieron navios: é con su vitoria passaron adelan- te-á la cibdad de la Asuncion, donde con. mucho placer de los chripstianos que alli avia en compañia del capitan Garci Ve- se dió órden dende á pocos dias en apa- - rejarse el dicho Vergara, para proceder en la conquista de lo de adelante. = CAPITULO xv. En que cuenta la historia la llegada en aquellas partes del capitan general, Álvar Nuñez Cabeza de Vaca y de los casos y. novedades que con su venida y con las diversas opiniones de los' que en la lierra E “subcedieron, Para su rs dél y dellos. L. historia ha contado la dispusicion en que en aquel tiempo estaba aquella tier- ra y gobernacion del Rio de la: Plata á la sacon que llegó el gobernador Álvar Nu- ñez Cabeza de Vaca, buen caballero y na- ural de Jerez de la Frontera: el qual lle. gando á la costa del Brasil y yendo de camino, en la isla de la Palma, que es una de las de Canaria, mandó tomar una caravela que estaba cargada con vino y otras mercaderías que yba á las Indias, y levósela á la isla de Sanctiago de Cabo Verde, donde halló un galeon de : vizcay- nos,. cargado para las Indias de mercade- rías, y diósse tal recaudo que estando la gente del galeon en tierra, envió setenta hombres que le cortassen las amarras y lo truxeron á bordo, lo qual causó gran- de alboroto y escándalo en la isla; y por concierto. le tomó algunas pipas de harina =$ fardos de lienco, y botijas- de ageyte, y remos y“otras cosas porque lo dexasse, y tambien compuso á la dicha caravela y tomó della lo que le paresció,. y la dexó allí; de lo qual los portuguesses de. aque- lla isla quedaron muy quexosos, y passó adelante. Y prossiguiendo su camino con ( dos naos y dos caravelas, llegó á la isla de Sancta Catalina en la. costa del Brasil, €n huida, y tornáronse vitoriosos á los . -negas, fueron muy bien rescebidos. Alli * -y era ya esto de la gobernacion que lle- - vaba á cargo el dicho Cabeza de Vaca; y estuvo alli con quatrocientos hombres, ocho meses, poco mas ó menos tiempo. cibieron bien á los chripstianos, y es tier- ra fértil de mantenimientos de la tierra, y está en. veynte y siete grados y medio cha monteria de vacas, dantas, venados. y armados, y ciertos animales que los in- Esta isla está poblada de indios que res- de la otra parte del equinogio: hay mu- DE INDIAS. LIB. XXIIL CAP. XV. dios llaman pacás”, que son tan grandes como puercos de tres ó quatro meses, y el cuero es como de gamo y pintado de "manchas y no tienen cola. Hay churchas y muchos géneros de áves; y hay dos la- gunas en esta isla, agua de la mar y la otra dulce, en las - quales hay mucha pesqueria: dánse muy - — bien.las cañas de agúcar, y hay muchas - piñas olorosas “de las de Tierra-Firme. Tiene de longitud ocho ó diez leguas, y és angosta, que no tiene sino una legua y menos de ancho: hay cinco pueblos pe- queños de indios que se dicen el pueblo ' de Riberaco, Tiqua, Tameubre, Trinoga y el pueblo de Abogapecau,. y en cada pue- : blo hay un indio principal, á quien obe- - descen los otros sus veginos. Este pueblo de Abocapecau está cercado de palicada y con sus cubos á trechos, á causa de los topies que están en tierra del rey de Portugal, que son indios sus enemigos. Las paredes de las casas son de paligada es- pessa y embarradas, con sus saeteras por- que son frecheros; y la cubierta ú lexa- dos están cubiertos de cortegas de árbo-- les, y son estas moradas ó casas luengas - de á sesenta, é ochenta é á cient passos. Son amigos de criar en sus ¿asas muchas gallinas de España y patos de aquella tierra y papagayos y otras aves. Y estan- do en la dicha isla esta armada, en el - puerto que dicen Bahia de Ramos, orde- nó Cabeza de Vaca de enviar una carave- -. - se yr en: ella al rio de la Plata por el rio la al Rio de la Plata, ques doscientas le- guas, y Mas acá dél la via del polo an- tártico, á saber. el estado de la tierra, y: E para esto fué el contador Felipe de Cas- tro, el qual por tiempo se tornó; y desde - 4 poco llegó á la dicha ista un batel con siete ú ocho hombres que venian huyen- _do del rio é puerto de Buenos Ayres. Estos dieron noticia al dicho gobernador Cabeza de Vaca, de la indispusicion €n que estaba la tierra y le dixeron la muer-' te de Johan de Ayolas: y sabido esto, se > la una salobre de | 203 passó á invernar á la Tierra-Firme á un puerto que llamaron el puerto de Vera, que está en el pasage de la mitad de la longitud de la isla y á un tiro de pólvora della, á donde se le vinieron dos frayles franciscos (el uno se decia Fr. Bernardo de Armeti, comisario, y. el otro Fr. Le- - brón),. Y: con ellos algunos indios: los qua- les vivian en una provincia de indios que se dice Sanet Luis, ques catorce leguas de la dicha isla hácia el Rio de la Plata, el ' puerto de la qual provincia de Sanct Luis - se llama Braza, ques un rio que ceba una alaguna de la már, de que hay grandíssi- .ma cantidad de pescado y de marisco. Desde allí envió Cabeca de Vaca á des- cubrir la tierra adentro al factor Pedro de Orantes con cinco ó seys chripstianos é algunos indios que llevó por guias; y lle- gó con mucho trabaxo á unos indios que estan en la tierra que dicen del Campo, que es passadas las sierras de la costa de la mar, é alli fué bien rescebido y trac- tado de los indios, é de allí volvió con - buena relacion de la tierra. Y por ser el - : - camino que de antes avia hecho áspero, acórdó el gobernador Cabeca de Vaca de -yF por un rio arriba con doscientos é cin- qúenta ó trescientos hombres, y con los caballos que tenia, que serian hasta veynte y dos. Este rio se llama ltaguagú, y la nao grande fué á llevar essos caba- llos y gente, y los demas se quedaron en el dicho puerto, aguardando la nao, para arriba. Siguió esta gente por tierra y de- llos por-el agua; y “es tierra de mucha montería y fértil, y desde-á cinco ó seys “jornadas dexaron el rio y subieron á una sierra, y cómo llegaron á lo alto della, vieron de la otra parte la tierra llana que - llaman del Campo, á la qual baxaron y llegaron á un pueblo que se dice Tocan- guacu, de indios de la generagion de los carios, que por otro nombre se dicen - guaranyes. Y estos indios salieron á res- 204 cebir á los chripstianos y 4 los frayles que con ellos yban, y les higieron muchos pressentes de aves y mantenimientos, y assi se hacia lo mismo de ahí adelante por donde yban, porque tenian noticia dellos desde que estuvieron en la costa de la mar. Procediendo de pueblo en pueblo esta gente, llegaron á un rio que . se dice Yayba, y de ahí fueron á:otro rio dicho /guaagú, poderosso; pero en este médio camino hallaron muchas casas de indios por todo y bien de comer, assi de mahiz como de otros mantenimientos; y tambien hallaron muchos pinares como los de España, y passaron adelante á otro: rio que se dice el Piguyri. En este ca- mino quedaron atrás .algunos chipstianos enfermos, y el Cabeca de Vaca requirió á los frayles que se fuessen atrás ó por otro camino, porque los indios les daban . á ellos quanto tenian y quanto pedian, y no al gobernador; y los frayles, vista su voluntad, se fueron por otro camino. Y. antes que se fueran los frayles, les avisa- ron que los indios del Paraná con un . principal, dicho Yaguaron, estaban jun- tos para hacer daño á los chripstianos. É ydo el dicho Cabeca de Vaca adelante, llegó al Paraná, y en el camino escribió - - ¿avisó á Domingo de Vergara cómo yba,- el qual estaba en el Paraguay en la cib- dad de la Asuncion. Y llegado el dicho Cabeca de- Vaca al Paraná, envió al ca- “pitan Francisco de Chaves con dos balsas - y en ellas noventa personas, y algunas canoas por el Paraná abaxo, que es el rio - principal; y el factor Duarte le requirió, . con otros que á su parescer se allega- ron, que no enviasse aquella gente, pues , P que no sabian de los chripstianos que en la tierra estaban, ni en qué estado estaba la tierra, porque no los pusiessen en aventura ni los indios los matassen; y el gobernador, no curando de los requeri- mientos, envió la gente que es dicho, y él se fué por tierra con el exército res- . HISTORIA GENERAL Y NATURAL tante. É yendo los de las balsas é canoas adelante, salió el dicho Yaguaron con munchas canoas y gente de guerra, é yba dando caca siguiendo las balsas , flechan- - do é haciendo el mal que podia en aque- llos chripstianos ; é yendo enfermos y fal- tos de comida, y en tal nescessidad per- seguidos de los enemigos el rio abaxo, llegaron á cierta parte del rio que llaman Sancta Ana, dó vivia un indio dicho Fran- - ciscó, que avia sido esclavo de Garcia y despues lo fué de Goncalo de Acosta, el qual yba con Cabeca de Vaca por lengua, digo el dicho Goncalo de Acosta; y cómo este indio conosció que eran chripstianos, - fué á ellos y socorriólos é llevólos á su casa, é diólés de lo que tenia. | Era este indio de la generacion que di- cen chane, lexos la tierra adentro, mas por su persona era tal, que aunque era extrangero, le tenian por principal en aquella tierra, é tenia su muger é hijos. Por el aviso de las cartas de Cabeca de Vaca supo el Domingo de Irala que estos chripstianos yban el rio abaxo con riesgo; y con mucha diligencia envió luego dos bergantines que tenia aparejados para hacer cierta entrada, y fué con ellos por capitan el tesorero «Garci Venegas con gente y bastimento para socorrer los di- chos chripstianos, y hallólos en el pueblo de Sancta Ana,: y llevólos al de la Asun- cion. En la misma sacon envió el dicho Domingo de Irala en busca del dicho go- bernador mucha gente para que le resci-. biessen y le traxessen al pueblo, lo qual, antes que llegasse con treynta leguas, halló puestas cruces en los caminos á las entradas de los lugares, en señal que eran Chripstianos, é les dieron vado los - mantenimientos nescessarios á él é á su gente. Y cómo Domingo de Irala supo có- mo ya venian cerca, dió órden de cómo le apossentar, y le rescibió por gober-- nador, y le entregó las varas de jus- ticia. DE INDIAS. LIB. XXIIL. CAP. XVI. - CAPITULO XVL. De los subcesos del Coloma: Cabeca de Vaca, despues cue fué rescebído por gobernador del Rio de a Plata, y entrega de las 0 de la pdas en paz y concordia de los conquistadores de aquellas provincias. Doa: á pocos dias lince que ai go- bernador Cabega de Vaca fué admitido al oficio de su: gobernacion en nombre de Su Magestad, acordó de hacer su alcalde mayor á un Johan Pavon, de Badajoz, hombre mal quisto; é comencó á hacer algunas extorsiones é agravios, segun me dixeron sus émulos: de manera que en poco tiempo el Cabeca de Vaca estuvo. mal quisto de la: gente que llevaba y aun de la que halló en la tierra. Y doblóse es-: ta mála opinion contra él, á causa que cier- tos indios de los que llaman agares to- _maron dos indias de las que servian á los chiripstianos que estaban en ina roca; y enojado desto, el gobernador envió. á llamar al principal Abacoleo de los dichos agacés, el qual, por estar enfermo de un ojo, no pudo yr, y envió en su lugar dos hijos suyos y otros indios mancebos, para - - saber lo que mandaba Cabeca de Vaca. El qual llegados, los hizo prender é-hizo po- ner á unos en poder de los indios caribes, nuestros amigos, para que los matassen y comiessen , como lo hicieron, y parte de los- otros puso en casa. del veedor Alonso Cabrera, y parte dellos en casa de Garci Venegas, thesorero, y al hermano del di- cho Albacoten ' en casa de Domingo de Irala. Los que: estaban en casa de Gar- ci Venegas hízolos dar á los indios de Ta frontera de los indios agaces, para que «quando viniessen «allí, los viessen ahorca- dos: Los que estaban en casa del veedor hizo dar á otros indios, para que hiciessen - otro tanto; y cómo avian estos sentido es- sas - dispusiciones contra sus amigos y parientes y compañeros, al tiempo que - 4 Arriba habia dicho Abacoteo. - Querian salir de allí, los mandaba la lengua salir para los lle- var, no quisieron salir é dixeron que ya sabian para qué los llamaban, que no sino morir donde estaban, que allí los matassen , para que Con. su sangre se pintassen é tiñessen - aquellas paredes y suelo, y fuessen testi- gos de su muerte, y supiessen todos có- - motractaban los chripstianos á sus amigos, viniendo á su llamado. É assi lo declara- ban las lenguas como los dichos indios lo decian, no.obstante que queriendo un in- - dio principal sacar los dichos indios que avian de perescer, pussiéronse en defen- sa y aun descalabraron al principal, lo qual visto por Cabega de Vaca, los man- dó allí matar, y les diéron de saetadas y . estocadas los chripstianos, y en fin allí: murieron. Y mandó Cabeca.de Vaca que al dicho hermano de Atabacotem ? y los dos hijos que los llevassen á ahorcar , é queriéndoles atar las manos un indio prin- cipal de los guaranys, no lo consintió, é le dixo que de quándo. acá acostumbra- ban las mugeres atarle á. él los bracos (despreciando al que le queria atar), y que no queria que le atassen, sino que pues - avia venido:á los chripstianos conto á sus - amigos, que ellos le atassen; é á un chripstiano que tomó el cordel, para le atar, le dixo: «Dime, chripstiano, ¿has tú de morir algun tiempo?» Y el chripstiano “ Je-dixo assi: « Morir tengo, quando Dios quisiere.» Y entonces replicó el indio y dixo: «Sus! átame : que morir hoy ó mo- rir mañana no hace al caso, y poca ven- taja te llevaré.» É assi atado le llevaron á él y á los demas á mórir. Y el capitan Ver- 2 Antes habia escrito Abacoteo y Abaco!en. 206 gara, viendo lo que es dicho, juntamente - con otros á quien pessaba de tal crueldad, rogaron al gobernador que los mandasse soltar, y por su intercesion los mandó awolver á la posada donde los sacaron. Y - tornados allí, preguntó al principal dellos que si los soltasse y pusiesse en libertad á él y á sus sobrinos si traerian los indios é indias que tenian de los chripstianos, y respondió que sí tracrian; y diósele tér- mino para ello, y soltáronlos, é tornaron á su pueblo, y al placo que pusso volvió . con lo que prometió; y porque las canoas . por tiempo contrario no. podian llegar al placo, saltó el dicho principal en tierra y passó por entre sus enemigos, y vino al tiempo que pusso de tornar: y siendo preguntado que cómo se avia atrevido á passar por entre sus enemigos, respondió - que por cumplir la palabra que avia da-. do. Y cumplido con lo que prometió, se - tornó él y los suyos á su tierra, con pro- póssito de no tornar, como nó tornaron más, á la amistad de los chripstianos, La nao que-quedó en la isla de Sáncta Catalina vino con la gente restante del armada del dicho Cabeca de Vaca, 6 jun- tósse essa é las demas, aunque no de una - vez, sino cón intervalos de tiempo. Ei. gobernador acordó de enviar á Domingo de Irala con dos bergantines y un batel á. descubrir el rio arriba todo lo mas que -— pudiesse, y en la instrucion que le dió, " mandó que solamente entrasse en la tier- ra adentro tres dias é se tornasse luego á los navíos. Por otra parte envió á Chaves con gente de indios á descubrir la tierra adentro, entre los quales indios de paces yba un indio que se decia Yacare , y este no se sintiendo bueno se tornó y fué su gente adelante: de lo qual Cabeca de Va- ca enojado envió á mandar al dicho Do- mingo de. Irala que ahorcase á este indio principal, porque se avia tornado; é assi lo ahorcó un soldado por mandado del di- cho Domingo de Irala. Lo qual dió grande HISTORIA GENERAL y NATURAL escándalo en la comarca, y se o levantaron - los indios contra los chripstianos, para re- medio de lo qual Cabega de Vaca envió al dicho Domingo de Irala por capitan ge- neral con gente y bergantines por sojuz- gar á los indios y los apaciguar, y peleó con ellos, y le mataron quatro soldados y le hirieron mas de otros treynta, y envió el capitan por socorro con algunos de sus criados al dicho Cabeca de Vaca. Y el di- cho Domingo de Irala passó adelante y - pacilicó la gente de Tabore, hermano del dicho principal muerto, y. sus comarca= nos, y tornóse al assiento de la Asuncion. Y como el descuido del dicho gobernador Cábega de Vaca en su oficio les paresció á los oficiales del Rey é á otros de su opi- mion que era en ofensa del servicio de - Dios y del Rey. y no para sustentar ni conquistar la tierra, ya que eran vueltos : les frayles que de suso se dixo, quisieron escrebirá Su Magestad con ellos, y de hecho se hizo assi: é ydos lus frayles pa- ra se venir á España y dar noticia al Rey con el primer navío que de «allá saliesse, el gobernadorpor su sóspecha envió trás ellos é los volvieron atrás; pero ellos pu- - - sierón recaudo en las cartas é no se pu- dieron aver. - Entonces el gobernador de los of- : ipiles del Rey y progedió contra ellos y - quifóles los officios , aunque: despues: los tornó á los dos de ellos, y puso por obra: de yr á. entrar el rio arriba por donde otros chripstianos con el dicho Domingo de Irala avian ydo antes. É llevaba el 20 bernador seys bergantines é quatro bar- cas con quatrocientos españoles é tres- cientos indios de servicio, é diez caba- llos ó catorce, y-mill y doscientos indios de paces en ciento y veynte canoas: y fueron el rio arriba dos meses y medio bien proveydos de montería y pesquería, que yban tomando por las costas. Y lle-. gados á las montañas que dicen'de los - Guarapos, que es gente: a se Ea qe ” DE INDIAS. LIB. XXI CAP. XVL algunas chamarras é mantos de algodon, alli se dividió la dicha armada, para que fuesse en dos partes: el gobernador con - quatro navios los mejores é algunas ca- - noas yba delante, y el capitan Goncalo de Mendoca con el resto de la dicha ar- mada yba detrás. Y assi fueron hasta le- - gar á una laguna grande de la generacion de los caucoas, é alli pararon é hicieron un pueblo que llamaron el Puerto de los Reyes , porque quando Domingo de Irala - avia descubierto aquella tierra; le puso esse nombre en el dia de los Reyes. La - gente última que yban con Goncalo de E Mendoca, yendo los bergantines á la sir- ga, saltaron con ellos un dia ciertos in- dios de la generacion gualos, y tomaron: de la sirga seys hombres-y cortáronles las cabegas, sin lós poder socorrer. Despues de hecho aquel pueblo de los Reyes y junta toda la gente, procedió adelante la tierra adentro .. hasta tres- cientos é cinqúenta españoles é mill indios - de los confederados, y fué siete ú ocho - jornadas hasta llegar á.una casa de los - guaranys que estaba entre unas montañas y boscaje; y como no halló lo que des- seaba y le dixeron que á quinge jornadas - de alli hallaria grandes pueblos, tornóse atrás; contra el parescer de todos, al dicho - pueblo de los Reyes. En este viaje se tu- vo noticia de ciertas mugeres flecheras, é hizo desde aquel assiento y pueblo guer- ra á los indios de la comarca, en que des- truyó muchos de los naturales , en espe- cial de una isla que está en el rio y tenia una poblacion de novecientas casas, y los dió por esclavos á los que escaparon de la muerte. Hecho esto, tomencaron los Chripstianos á doleger, á causa de lo qual. requirieron al gobernador Cabeca de Va- ca que se tornasse al pueblo de la Asun- cion con mucha gente captivada; y tor- nando, assi cómo volvió á la Asuncion, : 207 se dió órden de le prender al goberna- dor, en cuya prision fueron en le pren- der los officiales del Rey , que fueron: el thessorero Garci Venegas y el contador Felipe de Cáceres, y el factor Dorantes, y el veedor Alonso de Cabrera, y con ellos la mayor parte de la gente que fue-. ron de su opinion de los ya dichos, y tu- viéronle preso onge meses é á buen re- - cabdo. Y entre tanto gobernó. el dicho “Domingo de Irala ', á quien toda la gen- te eligió para ello, y acordaron de enviar al gobernador á España, como le en- - viaron en un bergantin, y vinieron á le traer el dicho veedor Alonso de Cabrera y el thessorero Garci Venegas y frey Luys - Cerecuelo, de la órden de Sanct Isidoro de Sevilla, y Lope Duarte é otros espa- - “holes que le truxeron hasta la Isla Ter- cera, que es una de las que llaman de los Acores. Y alli prometió de volver al navio, si le diessen ligencia por se curar, que no venia bien dispuesto; y fiando dél, salió en tierra en la dicha isla é puerto, - é salido, no quiso embarcarse ni venir al navió, é quedósse con él el dicho thesso- rero Garci Venegas para le seguir, é cada uno despues se vinieron á la córte, é lo mismo hizo el dicho gobernador. En ella - fué preso por mandado de los señores del Consejo de Indias, é ante ellos litigaron el dicho gobernador y los que le truxe- ron preso y Martin de Orne, que vino por - procurador de aquella tierra. É al fin le z - fué quitada la gobernacion, y se dió á un caballero de Medellin, llamado Johan de — Sanabria, que agora va por gobernádor de aquella tierra. Esta relacion me dió á mí, el coronista, el mismo Martin de Orne, y despues la. vido é aprobó el dicho Garci Venegas, es- tando yo en la córte, enla villa de Aran- da de Duero, en el mes de octubre del año de mill é quinientos é quareñta y 1 ElMS. dice aqui Ayrala; pero. con error, pues constantemente se balla escrilo Jrala. pe 208 siete años, donde á la sacon residian los Consejos Reales de Castilla é Indias; é por esso á mí me consta y es notorio que los sussodichos són émulos y enemigos notorios del dicho gobernador Cabeza de Vaca. Yo le dí parte de lo ques dicho, y aun me enseñó otros testigos que por él hacian é se hallaron pressentes de lo que - la historia ha contado. En algunas cosas le desculpan, y él y ellos culpaban á sus contrarios .en se le aver amotinado y ha- berle presso de hecho; pero al fin en lo que esto ha parado es lo que está dicho. Y en este tiempo postrero del año que digo, - han venido nuevas que la gente que que- | dó con el dicho Domingo de Irala en tier- ra, han descubierto tanto que han llega- HISTORIA GENERAL Y NATURAL do hasta la provincia de Chile ques de la otra parte del Perú, y'en sus confines dí- cenme y aun afirmaba el dicho procura- dor Martin, de Orne, que este goberná- dor último, llamado Johan de Sanabria, ha de llevar cient vecinos cassados y quatrogientos solteros y una buena arma- da. Plega á Dios que ellos vayan con tan buena dicha que se sirvan Dios y el Rey : dellos y de sus obras y que hayan venta- ja á los passados. Pero essotro nuevo go- bernador, Johan de Sanabria, no ha salido de España y estamos ya en el mes de enero de mill é quinientos é quarenta y nueve años. Lo que subcediere se escri- birá en su nO: .. Aqueste es el quinto libro de la segunda parte, y es el vigéssimo quarto de la Na- tural y general Historia de las Indias, islas y Tierra-Firme del mar Ogéano del señorío de la casa y teptro Real de Castilla y de Leon: en el qual se tracta de la conquista de la isla de la Trinidad y boca del Drago, y del famosso y grandíssimo rio Marañon, y del golpho de Paria y grand rio de Huyapari é otras provingias de la Tierra-Firme. — CAPITULO 1, _ Del libro Ficínima quarto que tracta de la isla de la Trinidad y del gobernador Antonio SecIno y de los chripslianos que alli mataron los ii z La isla de la Trinidad es cosa. notable y cerca de la costa de la Tierra-Firme; - de la qual fué proveydo por capitan ge- neral é gobernador Antonio Sedeño, con- tador de la Cessárea é Cathólica Mages- tad, en la isla llamada de Boríquen, ago= ra llamada Sanct Johan. Este fué uno de los mas ricos hombres é bien heredados que uvo un tiempo en aquella isla; y desseando tener más, só color de servir á Dios é á su Rey, se le figuró que con el aparejo grande de su hacienda y por el sitio de aquella isla de Sanct Johan, po- * dria en la Tierra-Firme, en la isla de la Trinidad, haber mas honra y provecho: lo qual no cupo junto en su saco, porque teniendo en poco quanto tenia, pusso por obra lo que avia. imaginado y procuró la gobernacion que he dicho de la isla - de la Trinidad, la qual está en la par= te Éé grados que se dixo en el capítu- lo VI del libro XXI, y es poblada de in- dios caribes flecheros, y tiran sus saetas con hierva inremediable, si es fresca, de la qual son raros los que escapan, seyen- do heridos. Es gente muy belicosa y des- nuda é idólatra y comen carne humana, TOMO tl. y debaxo destos vicios s se debe creer que tienen otros muchos. Este desseo de man- dar: y ser más que otro, le hizo perder á Sedeño su hacienda y el tiempo que es otra mayor pérdida, trayendo el cuerpo y el ánima en desasossiego y en mucho - peligro y aventura. Y para efetuarse sus trabaxos, partió del puerto de Sanctlúcar de Barrameda á los diez é ocho de sep- tiembre de mill é quinientos y treynta años, con dos caravelas bien proveydas de artillería é municiones y cargadas de vino-y harina y rescates é otros petre- chos, y con septenta hombres de guerra. É no quisso traer más gente, porque | penssó que bastaba su industria para so- 3 juzgar la. isla y traerla, sin rompimiento ni sangre, á la obidiencia de Céssar é á la amistad de los chripstianos: en lo qual so engañó, porque aquellos indios estaban alterados de antes é avian mucrto chrips- E tianos y tambien avian rescebido daño - de los españoles, é ya desde el tiempo del cathólico Rey don Fernando estaban dados por esclavos por sus delitos y ser tales como he dicho. Con aquellas dos ca- ravelas, llegado Sedeño á laisla de la 210 Trinidad, tomó tierra en ella por la parte del golpho que es frontera á la Tierra-Fir- mo, á los ocho de noviembre de aquel año, en una bahia á quien él puso nom- bre puerto de las Palmas, questá en sie- te grados y medio desta parte de la línia equinocial, á la parte que la isla tiene al Sur. Y allí presentó las provisiones reales * que llevaba, é fué avido é rescebido por capitan general é gobernador de la isla por los españoles, que con él yban. Fecho aquesto, passó á la Tierra-Firme, á la parte que estámas cercana de esta isla, y salió en una provincia, dondt era señor el cacique Turipari, cuyo asiento-é seño- rio era cerca de la boca del Drago (el gual Turipari era amigo de los chripstia- n93), para se yr á ayudar dél, é con su compañia é amistad sojuzgar é pacificar la isla con mas facilidad , é porque aquel cacique é su gente están á ocho ó diez loguas de la isla, é le darian lenguas: que el Sedeño no las llevaba. Este cacique rescibió muy bien á los chripstianos é á Sedeño, é fué en persona con ciertos ca- pitanes suyos é gente á le acompañar, é passó á la isla en los navios de Sedeño, é le guió á una provincia que se llama Cha- comare, de la qual es señor un cacique que se dige Maruana, el qual tiene un. buen puerto á la parte del golpho, y es señor de mucha gente. É pacificóle, é vi- no á la obediencia é amistad de los chrips- tianos, y el gobernador Sedeño le dió de aquellas cosas que á los indios son gratas, assi como cuchillos é tixeras é hachas, para cortar árboles, y les hizo buenas OUAS— ) - De esta paz se siguió que este nuevo amigo llevó al gobernador y á su gente á oíra provincia que se llama Camorocabo, de la qual eran señores tres ó quatro re- yas é cagiques, en la qual avia dos pue- bios grandes en la costa de la mar, y en la comarca otros muchos, y el principal dallos se llama Paralaure; y este es Señor HISTORIA GENERAL Y NATURAL de mucha. gente y animoso hombre , é grandíssimo enemigo del nombre chrips- tiano, é cobdicioso de sacar sangre hu- mana. Todos estos señores y caciques fin- gieron la paz, y mostraron que holgaban de ser amigos de los. españoles; pero viendo el gobernador que: llevaba poca gente, y que los indios de esta isla son gente muy recatada é belicósos , é que no podia traerlos á su amistad tan presto co- mo él lo avia primero penssado, ni creia que avian de perseverar en la obedien- cia , y que no tardarian más en romper la paz de quanto viessen algund descuido en los chripstianos, si de los indios se fiasse; por todos estos respetos é otros, le pares- ció á Sedeño que por entonces no debia. hacer fortaleca ni otro edificio en la isla, como él lo tenia primero penssado, por- que conosció que no se lo consintieran los naturales della. Y con la mejor disi- mulacion que pudo, mostrándoles alegre | semblante, y dándoles algunos presentes de los que llevaba'como amigos, se tornó á la Tierra-Firme con el cacique Turipari á su tierra, al qual rogó que oviesse por bien que en su señorio en la costa de la mar hiciesse una casa de piedra, donde dexasse lo que traya en los navios é al- gunos chripstianos ; y él lo ovo por bien, y le dió gente que le ayudasse á hacer la casa, la qual se hizo tal, que era bas- tante defensa para con indios. Este edifi- - - cio estaba desviado de“la mar medio tiro de ballesta, á par de un rio que la gerca- ba en parte é la hacia mas fuerte. É allí - descargó sus navios é. dexó por alcayde - 4 un Johan Goncalez de Sosa con treynta é cinco hombres: y quedando este cagi- que muy amigo de los chripstianos, se - fué Sedeño con sus dos navios á la isla de Sanct Johan. Este edificio $ fortalega fué causa de todas las diferencias que se siguieron en- tre Diego de Ordaz y Hierónimo Dortal contra Sedeño, y Sedeño contra ellos, DE INDIAS. LIB. porque Antonio Sedeño no era goberna- dor sino de la isla de la Trinidad, é no se extendia su jurisdiccion á la Tierra-Fir- me, donde él se introducía; y el gober- nador Diego de Ordaz decia que aquella - fortaleca estaba dentro de los límites de su gobernacion, é que se avia fecho en perjuicio suyo. É como Sedeño volvió á la isla de Sanct Johan , envió á aquella casa que dexaba fecha en la Tierra-Firme al- gunos caballos, é yeguas, é becerras, é ovejas, é puercos, como“á tierra segura, é otros treynta hombres, en tanto quél juntaba gente, para desde allí éntrar en la isla de la Trinidad, como convenia; pero quando estos segundos llegaron, hallaron que Diego de Ordaz avia tomado la forta- lega y lo que en ella halló, y era ydo á descubrir el rio de Huyapari, é se avia - llevado consigo los hombres que Sedeño allí dexó, y estaba en la casa buena guar- da. A causa de lo qual estotros soldados XXIV. CAP. l 244 de Sedeño se fueron con sus ganados á la isla de la Trinidad, á la provincia de Camocorabo, donde fueron rescebidos con mucho placer y como amigos: é des- de á ocho dias mataron veynte é quatro - hombres y una muger destos chripstia- nos, debaxo de seguro é de la paz en que el- gobernador Sedeño los avia dexado. É assi como ovieron muerto á estos españo- les, dieron sobre la caravela con muchas piraguas é canoas para la tomar é matar tres hombres é una negra que quedaban en ella, los quales se defendieron lo me- jor que pudieron, é cortaron las amarras, é con mucha fatiga se hicieron á la vela con el triquete, é fuéronse á la isla de Cubagua, desde donde fué avisado Se- deño de lo que es dicho. Nescessario es - que se diga agora por qué título el co- mendador Diego de Ordaz inquietaba al gobernador Antonio Sedeño, é le tomó aquella fortalega é su hacienda. CAPITULO UL. Del viaje é mal subcesso del comendador Diego de Ordaz, que fué por gobernador é á poblar en el rio M:.- - rañon, en la Tierra-Firme , é cómo tomó la casa que el gobernador Antonio Sedeño avia hecho en la pro- *vincia de Paria. Diego de Ordaz fué uno de los conquis- — tadores primeros de la isla de Cuba, alias Fernandina, é allí militó debaxo de la go- bernacion del adelantado Diego- de Ve- lazquez; mas porqué es cosa notable, di- ré lo que allí le intervino en tanto que tu- raba aquella conquista, porque faltar un hermano á otro en tiempo de nescessidad se vé pocas veces, sino en aquestas par- tes, donde hay poca amistad entre los hombres; y fué assi. En una guacabara - ó rencuentro rompieron los indios á los chripstianos, é huyendo dieron en una ciénaga, donde mataron algunos; y este Diego de Ordaz é un hermano suyo fue- ron de los que allí se metieron : é quando fucron de la otra parte de la giénaga, 'sa- e - . lió delante el hérmano , é Diego de Ordaz quedaba atrás, y no pudiendo salir del cieno dixo ásu hermano que le ayudasse, porque los indios que yban en su aleange. no le matassen, é respondióle que ya yeia que no avia tiempo para ello, que le perdonasse > é tomóle un bonete que tenia en la cabeca, é fuesse; é quedó Diego de Ordaz en la ciénaga, é por alií se escondió. Cómo sobrevino la noche, escapó é salió fuera de aquellos pantanos . - é púsosse en salvo con harto trabaxo, é desde algund tiempo mataron al otro hermano en aquel lugar ó muy cerca de donde avia faltado al otro hermano. Algunos años despues de aquesto pas- só Diego de Ordaz á la Nueva España, é - 212 hallóse- en la conquista é pacificacion de- lla, militando debaxo de la gobernacion de Hernando Cortés, donde sirvió muy bien , é fué uno de los que mejor fueron gratificados, é quedó mejor here edado en la tierra que otros muchos, y mas rico, si sus pensamientos le dieran contenta- miento Con lo que tenia: que era mucho mas de lo que él pensó llevar de las In- dias, quando á estas partes passó; porque de un compañero hidalgo y pobre de una espada y una capa llegó á tener seys mill ó siete mill pessos de oro de renta en ca- da un año. Y paresciéndole poco, y no se acordando de aquella ciénaga de Cuba que se dixo de suso, fué á España rela- + tando sus servicios en las partes que he dicho, é la Cessárea Magestad le dió el hábito militar de Sanctiago é le hizo otras mercedes, con que si se contentára, ovie- ra mas reposado fin del que fué á buscar. “Finalmente, el desseo de ayer nuevos tí- tulos le hizo procurar la empresa é po- blacion del rio Marañon é sus provincias, é Céssar le hizo su capitan general é go- bernador; y cómo estaba rico, acordó de despender su hacienda, creyendo que por aquesta via la avia de hacer mayor, é que por aquel rio avia de hallar entra-, - da en la Tierra-Firme llegar: mas bre-- vemente á las riquegas de la otra mar noventa hombres é quatro caballos, y en -un caravelon treynta hombres: de mane- ra que por todos eran seyscientos hom- bres é treynta é siete caballos. Estás qua- austral, é que desta ¿manera se haria grand señor. Poniendo en -efeto. los La quél - tragaba en su mente, partió de España á veynte dias de otubre, año de mill é qui- nientos é treynta y uno, desde el puerto de Santlúcar de Barrameda, con dos naos é una caravela, é con quatrocientos é Sinqúenta hombres, quales él quiso agop- lar para su empresa, assi de buenos sol- - dados expertos en las cosas de la guerra, como de artesanos oficiales, para poblar y edificar pueblos y fortálecas, é otros pa= ra la agricoltura é labor del « campo, y en- tre estos algunos caballoros pobres é gen- HISTORIA GENERAL Y NATURAL te noble, é capitanes para mandar á los demas; y como hombre que tenia expe- riencia de las cosas de las Indias, fué bien prevenido de todo lo que le pares- ció que le era nescessario. Llevó veynte y dos caballos é algunas yeguas, é desde á catorce dias llegó á la isla de Tenerife, primero dia de noviembre , que es una de las de Canaria, y estuvo allá quarenta y dos dias, y compró otras dos caravelas é tomó otros cient hombres isleños, buena gente, y proveyóse de muchos mas man- tenimientos que él avia desde Sevilla pro- veydo que le comprassen y tovicssen allí aparexados para su armada. Quando se quiso partir, juntó los maestres, pilotos é capitanes , é avido su consejo, ordenóse la derrota é órden del camino que avian de llevar adelante, y cómo avian de cor- rer en caso de que por fortuna se apar- tassen unos navios de otros , é qué seña- les se avian de hacer para su conserva- cion é viaje, como se suele ordenar en tales casos y exércitos de la mar. Y dada á cada capitan é caravela su instruccion de un thenor, se hizo á la vela; y en la nao Capiana yban trescientos é veynte hombres é veynte y siete caballos, y en otra nao yban ciento y sesenta hom- bres y seys caballos, y en una caravela tro velas salieron juntas de Tenerife, que es una de las islas de Canaria, é dexó allí otra caravela con un capitan llamado Gaspar de Silva , para que fuesse trás de la armada con mas gente é bastimentos. - Despues que esta armada fué con buen tiempo quarenta-ó cinqúenta leguas en la mar desviada de Tenerife, mudóse el tiempo de tal manera, que se aparta- ron los navios é quedaron solas la nao capitana é la caravela, é con grandíssi- ma tempestad é trabaxo anduvieron tres 3 DE INDIAS. LIB. XXIV. CAP. IL dias casi desconfiados de la vida todos los que allí yban. Y en fin de los tres dias, cessado el mal tiempo, se hallaron muy lexos é apartados de su rota é camino la nao capitana é la caravela, hasta ser en el parage de las islas de Cabo Verde, que - son aquellas que los antiguos llamaron Gorgades: é arribaron á ellas por tomar algun refresco é agua, si pudieran, gerca de las quales estuvieron á los veynte y seys de digiembre. É assi como las vieron, mandó el capitan general que la caravela fuosse delante, porque era muy menor é pedia menos fondo que la nao capitana, para que reconosciesse las islas; é la nao la seguia. Mas aunque la caravela estuvo cerca de tierra, sobrevino tanta é tan grande calma, que no pudo salir adelan- te, nila nao allegarse á ella, por los ba- Z xos. Aquella noche cargó tanto el tiempo - de la mar, que teniendo las islas á sota- vento, no cuño la caravela salir á la mar ni la nao pudo cobrar la caravela, Aunque anduyo.dando bordos, con la orla casi por —cel'agua. É assi, forgados de la fortuna, - dexada la caravela, siguió la nao su der- - rota por recoger su. gente é los otros na- - vios, de los quales ninguna cosa sabian; pero penssaba el gobernador que, segund la órden que Jes avia dado, los podria ha- llar enla costa de la Tierra-Firme; é assi se fué la nao capitana sola, é navegó treynta é dos dias otros con muchas tor=- mentas, no tanto de vientos como de nue- vas corrientes é muchas mares de diver- SOS aguajes, y con harto trabaxo llegó á descubrir tierra en una farulla ó an = con, que hallaban en la carta que podria estar veynte leguas más al Ocidente que el rio Marañon, segund el piloto decia 6 los hombres de la mar que allí se halla- ron. Pero segund Hierónimo Dortal, que allí yba por oficial y thesorero de Céssar, - dice, hallaron todas las cartas de navegar falsas, sin hallar cosa chica ni grande en . ellas conforme á lo que ellos veian en la 213 costa y é afirmaron todos los que en esta nao se hallaron de hombres de la mar, que la costa toda que vieron é costearon no avia sido por algunos de nuestros pi- lotos vista, porque habiendo tantas cosas “señaladas é de notar en lo que vieron, no pudiera haberse dexado de pintar en al- guna de aquellas cartas que esta nao lle- vaba. Lo que yo creo de esto es que el piloto ni los que allí yban conoscieron la tierra, como fué la verdad, ni sabian don- de estaban, y daban la culpa de su igno- rancia á las cartas; pero porque este ca- pitan nunca vido aquel grandíssimo rio que yba á buscar, antes que á más se -progeda, quiero decir qué cosa es y lo que dél se sabe. El primero que descubrió el rio Mara- ñon fué el piloto Vicenie Yañez Pinzon, una de aquellos trés capitanes pilotos y hermanos que se hallaron con el almiran- te primero don Chripstóbal:Colom en el primero viaje é descubrimiento destas In- dias; y este fué el primero chripstiano y español que dió noticia deste: grand rio: al qual, despues que volvió á España, el _Cathólico Rey don Fernando le hizo mer- cedes y le favoresció, y él queria yr á le poblar, pero excusóselo la muerte año de mill é quinientos y catorce, estando en reputacion de uno de los mas diestros hombres que avia entre las pilotos del rey y de aquel tiempo. Yo le conoscí é tracté, é era uno de los hombres de la mar que yo he visto más bien hablado y que mejor entendia su arte ; y él me dixo que con quatro ca- ravelas pequeñas avia entrado en este rio - quince ó veynte JEguas el año de mill é quinientos años, é que vido muchos in- dios dentro de las costas y enel emboca- miento deste rio, É que salieron quarenta -chripstianos en tierra, contra los quales vinieron treynta y dos indios con sus ar- cos y flechas y detrás de aquellos otros muchos; y estando cerca unos de otros, 214 echáronles los indios en tierra una pieza - de oro labrada, é los chripstianos echá- ronles cascaveles cómo por vía de co- mercio é trueco, é los indios tomaron los cascaveles; é quando los nuestros quisie- ron tomar el oro, quisiéronlos prender, é travóse la batalla é mataron ocho espa- ñoles é hirieron otros doce ó trece, y con. trabaxo se escaparon los que quedaron, Vista esta maldad y engaño , recogiéronse en los navios los españoles y passáronse á la otra costa dentro del mismo rio y prendieron treynta y seys hombres é ma- taron é hirieron otros algunos, porque - los saltearon en una provincia que se lla- ma Muriataubal, que es dentro de la cos- ta del Marañon, dentro del qual hay mu-- chas islas, segun lo súpe del mismo Vi- cente Yañez (que hasta el pressente no hay otro auctor de tanto crédito en este caso ), el qual salió de alli con esta presa - que le costó caro; y en la costa cerca de tierra habia perdido las dos caravelas. Y tornóse á España con las otras dos muy perdido: al qual oí decir, que desviado del rio y de la costa treynta leguas apar- tado de tierra, avia cogido agua dulce en la mar alta, por causa de la fuerca é furia con que este rio entra en ella. Este capitan é los que con él se hallaron no pudieron entender por entonces mas par= ticularidades deste rio, ni Ordaz supo nin-. guna ni le vido, ni se cree que libráran mejor, viéndole , él é su gente de lo que libraron donde fucron á parar. Volvamos á la desaventura de esta gen-" te, que antes que lleg gassen adonde es di- cho estaban en diez bracas de hondo é no veian la tierra , é quando estuvieron en seys la vieron, estando desviados della hasta ocho leguas : é tomada el altura con el astrolabio, halláronse en dos grados é medio desta parte de la línia equinocial, de que se colige que estos estaban muy decaidos al Occidente y en el parage del - Rio Baxo ó del arboleda, é no cerca del HISTORIA GENERAL Y NATURAL Marañon, como ellos penssaban. Esta nao era grande ó muy mayor que la ovieran menester para llegarse á la tierra; y cómo el capitan Diego de Ordáz é los que con él yban desseaban saber en qué parte es- taban, envió una chalupa con trece hom- bres á ver qué tierra era aquella, é que- dó la nao surta en cinco brácas, É desde á tres dias tornó la chalupa sin aver podi- do saltar algund hombre en tierra por ser - todo anegadicos, y encallando con la cha- - lupa á una legua de tierra: por lo qual la nao se tornó á levantar é anduvo cos- teando dos dias á vista de tierra é sur- siendo las noches. É donde hallaban bo- cas de rios é tierra que les paresciessen buenas para poblar, salia el gobernador en tierra y entraba ocho ó diez leguas por ella: é cómo no hallaba tal dispusicion, passaba adelante con harto trabaxo- y pe ligro, por ser la costa muy baxa é de muchas recuestas de islas pequeñas cer- ca de Tierra-Firme , é porque como es di- cho, la nao era grande é muy embaraca- da de gente é caballos, y ningund dia de- xaron de correr, por hacer toda su posi- bilidad. É un dia encalló la nao y estuvo. esperando cinco ó seys horas que la mar cresciesse, estando á quatro leguas de tierra, é no tuvieron por pequeña mara- villa los que en la nao estaban averlos sacado Dios de tal peligro: de forma, que segund oí decir al thessorero Hieró- nimo Dortal é á otros que lo vieron sin faltar dia, costearon desde que vieron la Tierra-Firme hasta llegar á la isla de la Tri- nidad, que está cassi trescientas leguas más al Poniente del rio Marañon, quaren- ta dias, no teniendo ya sino media pipa de agua que beber. Y cómo no se po- dian sufrir ni tenian otro remedio, toma- ron tierra en la isla y estuvieron alli qua- tro dias, basteciéndose de agua é de hier- va para los caballos; é de alli atravessa- ron dos dias por el solpho de Paria, por ver si podian entrar en aquel rio grande DE INDIAS. LIB. XXIV. que se llama Huyapari, é no hallando fon- do para la nao, surgieron una legua de tierra en quatro bragas, porque se veian ciertos humos de indios. Y estando assi surtos, vinieron dos canoas de indios, y el capitan Diego de Ordaz los rescibió gra- ciosamente é les hizo dar camisas é res- cates é otras cosas, é diéronles de comer é beber, é tornáronse á tierra sin se en- tender, aunque hartas palabras les dixe- ron y ellos rep!licaron; pero el semblante suyo era de mucho placer, mostrando contentamiento con los chripstianos. El dia siguiente mandó el gobernador que saliessen cinqúenta hombres en tierra con el thessorero Hierónimo Dortal é con el - alguacil mayor Alonso de Herrera, para reconoscer aquella tierra é los indios de- lla: é legáron á un pueblo que estaba junto á la mar, y era de un cacique que el dia antes avia ido á la nao en las ca- noas que se dixo de susso: el qual se llamaba Pero Sanchez, é decia que era chripstiano , é rescibió con mucho plager . á los chripstianos, y ellos sin le hacer da= ño ni enojo, se apossentaron algo aparta- - dos de su pueblo, que podria ser de veynte é cinco buhios. Media legua de alli estaba otro pueblo de otro cacique amigo del primero y se llamaba Juanico, al qual fueron á ver, é paresciéndoles que en estos dos pueblos é tierra podrian los chripstianos estar, hicieron relacional gobernador Diego de Ordaz, y él acordó de echar la gente y los caballos en tier--. ra, y él quedóse en la nao porque yba mal dispuesto. É teniendo los que estaban en tierra sus guardas, fueron avisados que venian ciertos chripstianos , de lo qual maravillándose, tuvieron forma de los tomar sin que alguno se les fuesse , é assi se hizo. Estos eran doge españoles, entre los quales uno traia yara de justi- cia, al qual é á los otros llevaron á la nao ante el gobernador, é preguntándoles quiénes eran é la causa de su venida, CAP. IL 215 dixeron que estaban á seys leguas de alli en una fortaleca que el gobernador Anto- nio Sedeño avia fecho en aquellas costas, á una legua del assiento del cagique Tu- ripari, que por otro nombre llamaban “don Diego; é que Antonio Sedeño, como gobernador de la isla de la Trinidad é de aquel golpho é de sus anexos, avia dexa- do en aquella casa un teniente é alcay- de suyo, llamado Johan Goncalez, en tanto que él yba á Cubagua, é que estos venian con un mandamiento para prender á qualquier chripstiano que alli vinies- se ó hallassen, y que para esso traian aquel alguacil, para prender á aquellos de Ordaz , porque los indios avian dado noti- cia al teniente ó alcayde que avia chrips- tianos en la costa, é que assi lo executa- ran, si no fueran tomados. Oydo esto, man- dó el gobernador Diego de Ordaz que su alguacil mayor fuesse con cinqúienta hom- bres é tomasse aquella fortaleca é se- cuestrasse todo lo que hallasse, diciendo que aquello estaba en su gobernacion, é que Sedeño no tenia que hacer en la Tierra-Firme ni fuera de la isla de la Tri- nidad. É por esto fué con esta gente el thessorero Hierónimo Dortal, é assi se hi- zo, porque los que estaban en la fortaleca no eran bastantes para la defender. He- cho saber esto al gobernador Diego de Ordaz, vino á la casa, y en el camino se baptigaron mas de ochocientos indios, porque decian que querian ser chripstia- nos, puesto que poco imprimió en ellos la 16 por entonces. Pero como los del go- bernador Sedeño llevaban primero escla- vos de alli, hallaron essotros de Ordaz poco servicio en la gente de la tierra é no les daban bastimentos ni otra cosa, si no la rescataban muy bien, y á esta causa se vieron en nescessidad. É tenian tres- cientos é cinqúienta hombres, á los quales Ordaz mandaba dar á media libra de ha- rina de la que él habia llevado para sí, sin les llevar por ello cosa alguna , é todo lo - 216 dos por conservar la gente, y porque en la verdad era hombre de honra é liberal é buen compañero y experimentado mí- lite. Estando en esta casa é assiento, acor- dó de entrar por el rio de Huyapari cin-' qúenta ó sessenta leguas , porque le avian dado á entender que era cosa muy rica é que se descubrian grandes secretos la tier- ra adentro por aquella yia: é para esto hizo que se hiciessen algunos navios de remos algo mayores que bergantines en que pudiessen yr doscientos é cinqiienta HISTORIA GENERAL Y NATURAL demas de su casa partia muy bien con to- hombres é diez é ocho ó veynte caballos dexando en el real gente que le guar- dasse é rescibicse otros navios que espe- raba de su armada, que con él avian sa- lido de Tenerife. É hizo quitar las obras muertas á la nao en que avia ydo, y ar-' rasada quedó á manera de tafurca para llevar caballos, aunque era muy buena é nueva é le avia costado dos mill ducados de oro, por se aprovechar della é de los - bergantines que hizo para el camino del rio de Huyapari. CAPITULO 11. Del rio de Huyapari, que es en el sepO de Paria , y de lo que en él acontesció al vbenador Diego de . Ordaz. Ensonombre Huyapari que los chrips- -tianos dan á este famoso rio, ovo orígen de los chripstianos que con el piloto Johan Barrio de Quexo avian ydo á le descubrir desde Cubagua, que le llamaron assi mu- cho tiempo antes que el capitan Diego de Ordaz se ocupasse en esta empresa. Pe- ro el nombre de este rio propriamente es llamado por los indios naturales de aque- - Ma tierra é costa Urinoco; pero no obs- tante aquesta verdad, porque avemos de - seguir la relacion de esta gente militar, y - ellos le nombran Huyapari, entended le- tor que donde se dixere Huyapari es Uri- noco. Ássi que, aviendo esto por máxima, * á los veynte y tres dias de junio de mill é quinientos é treynta y dos años, par- tió el gobernador Diego de Ordaz, de Paria, con seys navios que hizo de re- -mOSs,é con una nao deshechas las obras muertas, é una caravela de las que avian E llegado de las que se avian quedado atrás - enla mar por las tormentas ya dichas en el capítulo de suso; é tambien llevaba una fusta de veynte é dos bancos, muy buena: é con us é ochenta hom- bres é dé é ocho caballos iS una mula llegó al pueblo de Huyapari, que es muy famoso é loado por los indios de aquella costa, el nombre proprio del qual es Aruacay. Este rio está dentro del golpho de la boca del Drago en la Tierra-Firme, en ocho grados y medio desta parte de la Jínia equinocial; y en quarenta dias despues de allegados á aquel rio, higie= ' ronde paces en aquella comarca tres pro- vincias que se llaman Carao, Tuy é Ba- ratubaro: y estuvo en aquella tierra dos meses, hasta que fué hecho un navio en Aruacay, para llevar caballos por el rio arriba. Pero porque no se olvide cosa que bien ó mal suene, si es notable, digo que an- tes de esto, estando para se partir de Paria Diego de Ordaz, llegó una caravela en que yba por capitan Johan Goncalez de Silva y Otro hermano suyo, los quales eran hcr- manos del capitan Gaspar de Silva, que Diego de Ordaz avia dexado en Tenerife, - para que con mas gente fuesse trás el ar- mada; y llegados, rescibiólos muy bien. Pero el mismo dia le denunciaron al go- A DE INDIAS. LIB. XXIV, CAP. JIL bernador que aquella caravela que traian era hurtada, y los acusó un portugués desse é otros delictos; pero no obstante que sus errores los cometieron fuera de las jurisdicion del capitan Diego de Or- daz, avida su informacion, los prendió é tomó la caravela é descargóla é repartió, - vendiendo los bastimentos della, de que - yba cargada para Cabo Verde quando la tomaron, entre los soldados, é hizo de- gollar los dos hermanos en la cubierta de la nao. É hecho aquesto, se partió con su armada para el rio de Huyapari, donde llegó víspera de Sanct Johan veynte é tres dias de junio; y estando para entrar, vió- se un bergantin que venia la costa de la Tierra-Firme abaxo, y surgió la nao ca- pitana en el embocamiento del rio y es- eróle, é venia en él el capitan Gaspar de Pp : Silva, hermano de los degollados, y el maestre que le.consintió tomar la carave- la que es dicho, de la qual avian salido para buscar por la costa en aquel bergan- tin al gobernador, el qual los hizo luego prender. É tomada su confesion, fué de- gollado el Gaspar de Silva en la cubierta de la nao, y el maestre ahorcado de la entena, y sacáronlos á enterrar á una is- leta que está en la boca del rio que lla- man Parataure, que es toda de una peña como margaxita, de la que dicen que en la Nueva España se hacen los espejos. Y esta justigia paresció acelerada y recia y cruda á todos los que lo vieron, y de compasion de los que padescieron no se - halló alguno que los quisiesse degollar, - sine un Gomero, mal criado suyo dellos, -. que avia quince años que los servia; é arrepentido despues de su bellaqueria é ingratitud, se echó en el rio é se ahogó una noche. ] Tornando á la historia, hecho lo que | es dicho, el gobernador Diego de Ordaz é su gente entendieron en la pacificacion de las tres provincias que se dixo de su- so; r que los indios de Baratubaro a 4 pié, ni navio chico ni grande subir de — 217 en un pueblo que tienen quatro leguas de Aruacay de la otra parte del rio de Hu- yapari, no quisieron dar cacabi á ciertos Cchripstianos: que el gobernador Diego de Ordaz envió por ello, é acometieron á los flechar; fué allácon gente é hizo otra cruel- dad mayor que la de los Silvas, porque llegado á Baratubaro, los indios vinieron de paz y él los rescibió; y paresciera me- jor, pues no avian herido ni muerto algund chripstiano , perdonarlos é traerlos á con- cordia é buena amistad, que no mostrar-* se tan riguroso con gente que á él se vino desarmada. É hízolos meter en un buhio y alli los: mandó-poner á cuchillo, y por que algunos dellos por escapar de su ira y de la muerte se escondian entre los otros. muertos, hizo poner fuego al buhio para asegurar su'sospecha, é que ninguno que- - dassé con la vida. É assi fueron quema- dos mas de cient indios, y tomó las mu- geres destos para hacer cacabi, é repar- tiólas por las casas é indios del otro pueblo Aruacay, donde fueron llevadas en pri-. sion. Ved cómo no se ha de acordar Dios de estas cosas, y por qué términos yba este capitan pacificando la tierra, ó me- jor diciendo asolándola y destruyéndola: ved con qué esperanca le avian de aten- der los de adelante, quando á los que no se defendian ése venian á él, assi lus trató. Pues hecha esta crueldad, se partió con su armada de doscientos hombres é diez é ocho caballos el rio arriba, é su- bieron por él mas de doscientas leguas, hasta que no pudieron pasar adelante, porque hallaron el rio atajado natural- _mente de peñas, é hage un grand salto, de tal forma que fué imposible yr los na- vios é gente adelante, porque cae el agua mas alta que dos estados y medio ó tres, como de una presa de un molino, é tiene de ancho casi un tiro de ballesta, é por los lados es peña tajada é altíssima. Assi-que, es impossible ningund hombre 218 alli, é dicen los indios que en lo alto de donde baxa el agua está una grande la- guna, ques el orígen ó nascimiento deste - rio, y que aquella está entre altas y as- períssimas montañas; lo qual no pudie- ron ver los chripstianos, ni se puede lle- gar allá, sino yendo por la otra parte por la via que dicen de Meta y'con muchas leguas de rodeo. Alli cerca se ovo un re- cuentro con indios, é tomaron dos ó tres lellos, para saber dónde estaban y qué tierra era aquella ; y estos eran caribes é decian que la tierra adentro estaba una provincia llamada Meta, ocho dias de ca- mino de donde los avian prendido, y que avian de yrallá por un estero: é probá- ronlo, pero no lo pudieron subir porque el rio menguaba mas cada dia. Y es de tal manera que me paresce que tiene al- guna conformidad con el Nilo, del que di- ce Isidoro * que inunda é riega la tierra del Egito é la hace fecunda, en «el qual, : como el mismo auctor dice, hay aquellos grandes cocodrilos: Solus ex animalibus superiorem macillam movere dicitur. Pero quien largamente se quisiere informar del Nilo ocurra á la Historia natural de Pli- nio 2, el qual dice que la orígen é nasci- miento del Nilo es incierto, porque corre por partes desiertas y ardientes y por desmedido espacio; y dice que se crian en él cocodrilos, y que en cierto tiempo del año cresge y baña el Egipto 6 lo hage fértil, y segund sus crescientes, asi es el año mas ó menos abundante ó estéril; y dice que su mayor crescimiento hasta la edad é tiempo de Plinio fué diez é ocho codos. SS Tened, pues, letor en la memoria lo -que estos auctores dicen, y oydme y sa- breis lo que supe de muchos testigos de vista que en este viaje de Ordaz se ha- - Naron é navegaron lo que he dicho por el rio de Huyapari: a es Cresce y men- 1 Esim., lib. XI, cap. a y lib. Hara 6, HISTORIA GENERAL Y NATURAL gua veynte estados ó bragas, y comien- ca á crescer en el mes de junio é tura cresciendo hasta el mes de octubre, y de ahí adelante baxa, menguando por la mesma órden hasta el mes de mayo. Assi que, seys meses cresce y otros tantos mengua, y aquestos nuestros españoles le vieron en fin del mes de diciembre. Decian aquellos caribes, mostándoles oro é plata, que no avia plata; mas que halla- rian mucho oro, é que lo cogian en una sierra de la provincia de Meta, y que es tierra muy poblada é hay mucha fertili- dad é de comer en ella. É bien ó mal en- tendidos, estos indios loaban continua- mente aquella tierrade Meta; mas por- que el agua baxaba, no podian yr á ella, y era tan veloge la menguante del agua, quando se lornaron los españoles desde donde es dicho, que por donde avian passado cortaron los árboles y ramas en algunas partes para subir los navios, € á la vuelta hallaron en altura de una lanca ó más cortadas las ramas que avian cor- tado al passar, quando subian. É la nao capitana, que al subir del rio, la avian dexado en un estero junto al rio de Hu- yapari, la hallaron en seco mas de dos leguas y media dentro en tierra en una savána ó campo, que apenas se parescia la nao entre la hierba; y para allegar hasta alli, avia ydo por encima de los ár- boles guayabos é guayabonos. É desde alli subiendo el rio arriba, cogian la fruta é cortaban ramas para poder passar; pe- ro como la hallaron en seco, se descargó - é passaron lo que tenia á los navios de remos, y cómo se acabó de enjugar la tierra, la mandó deshacer y quemarla el gobernador Diego de Ordaz. Por manera que llegados estos españoles donde es di- cho questá aquel salto del rio, algunos - dellos quisieron yr adelante, pues que tanto avian trabaxado, para llegar hasta ' . 2 Lib. V, cap. 10. - DE INDIAS. LIB. alli; y el gobernador Diego de Ordaz de- cia lo mismo é queria echar los navios todos al través é salir donde les pares- ciesse en la costa del rio para yrse en demanda de: Meta. Pero otros le aconse- jaron que se tornasse al pueblo de Arua- cay , é que desde alli se fuesse á Cuma- ná, é que desde el golpho de Cariaco entraria por tierra é yria á Meta por par- te que fuesse mas á su propóssito é con mas facilidad é menos peligro. É dió la - vuelta, porque le paresció-que se debia assi hacer á un Alonso de Herrera, su al- -guacil mayor, á quien este gobernador . - ron en poco. Los chripstianos les reque-. daba mas crédito del que se debia dar. Tornóse esta gente, sin ver más del dicho rio y dexando en él muertos ochenta hombres ó mas del trabajo de subir los navios é porque .muchos dellos entraron enfermos é otros con llagas: é los echa- ron al agua, despues que murieron. Tornándose el rioabaxo, llegáronse tres ó quatro indios á la barranca, que pares- cieron caribes, é los chripstianos les di- xeron que venian de paz é' que jes dies- sen alguna cosa de comer; y ellos res- pondieron que lo que les darian seria co- merse á los chripstianos, si esperaban alli hasta otro dia que vernian muchos in- dios; y dada esta respuesta se fueron. Otro dia el gobernador Diego de Ordaz mandó salir de los navios cient hombres de á pié á punto de guerra y seys de caba- llo, y los de caballo tenian sus caballos del diestro apeados, porque los caballos no se viessen: y fueron por un camino muy seguido é ancho, é toparon con un es- cuadron en que habria septenta hombres ó mas de:indiós, muy bien aderescados con arcos é flechas é macanas é rode- las, y con muchos penachos hermosos é sus bocinas de caracoles grandes que se oyen é suenan mucho; é aunque los chripstianos eran mas número, los tuvie- rian con la paz é pedíanles de comer: la XXIV. CAP. IIL 219 . respuesta que se les did fué tirarles mu- . chas flechas é dar principio á la guaca- bara ó batalla. Y en el instante cabalga- ron los de á caballo é tomáronles las es- paídas, y los indios aúnque los miraban por donde yban y se maravillaban de los ginetes, no se dexaron de venir contra los chripstianos de pié, é trabóse muy crudamente la batalla: é aunque los de caballo dieron con mucha velocidad é grita en Jos contrarios é los alanceaban, no cessaron de pelear ni se rindió indio alguno, antes ovieron por mejor de que- dar todos muertos. Hirieron doge chrips- - fianos; pero no murió alguno, porque no tenian yerba estos flecheros. No se sin- _tió desmayo ni flaqueca en hombro de todos aquellos indios; los quales traian un gentil ardid, quando quisieron comen- car la batalla y era aqueste. Delante de su escuadron traian dos mancebos con fuego en unos tiestos á manera de cague- las en la una mano y en la otra axí moli- do; y echábanlo en el fuego, para que cómo estaban á sobreviento, diesse el hu- mo á los chripstianos en las narices, lo qual no les daba pequeño empacho, por- que luego aquel sahumerio hace desati- nar é causa que se den muchos estornu- «dos. En esta pelea acaesció que un indio, estando herido de dos lancadas mortales, - hirió seys chripstianos: otro assido á los bracos con un chripstiano, hombre de -mucha fuerca, é caidos ambos en tierra, el indio le metió por la boca unas flechas - que tenia en la mano y lo hirió-mal, y el “ español lo mató con un puñal que tenia en la cinta. É otro indib se abracó con un chripstiano é le quitó el espada, y el chripstiano le quitó á él la macana é la vida, porque tuvo mas diligencia en he- rir que el indio, é cobró suespada: é otro indio principal, que parescia cacique, qui- sieron los chripstianos tomarle vivo para lengua; mas él se defendió tan animosa- mente que no le quedó flecha alguna que : 220 tirar contra los nuestros; é aquellas des- pedidas, con el arco daba muchos palos á un caballo é á los que se le acercaban: é uno de los soldados de pié quiso pre- sumir de !o prender y pensó entrarle, y el indio le dió tal coscorron con el arco que tenia quebrado en las manos, que lo aturdió y descalabró mal. Entonces “el soldado, perdida la paciencia, le dió de estocadas é lo mató, sin se querer rendir. Assi que desta experiencia se entendió que los indios daquella provincia é costas da- quel grand rio de Huyapari son animosos. Passada esta batalla, los chripstianos vencedores fueron á un pueblo que allí cerca estaba, en que ávia cinco Ó seys casas Ó buhíos hechos á dos aguas, lo qual fué cosa nueva á los chripstianos, porque todos los que avian visto hasta entonces eran redondos: é hallaron alli muy grand cantidad de calaveras de ca- becas de hombres, embixadas como los tropheos, de los hombres que avian alli devorado y comido; y en uno destos bu- híos estaban dos indios atados para co- merlos, y estaban muy gruesos, porque assi los engordan alli para eso, como en Aranda de Duero los capones. É co- mo los chripstianos llegaron, desatáron- los; y encontinenti, “assi como se vieron - sueltos, arremetieron á tomar arcos y flechas para se defender de los que los avian soltado; pero prendiéronlos, é ha- lHaron alcado el hato é lo que tenian, é puesto de la otra banda de un grand rio que los chripstianos no pudieron passar. Hallaron loca ó barro labrado tan gentil é tan pulido ó má que lo de Talavera. Estos indios, que assi hallaron atados, certificaron mucho la riqueca de Meta, é MHeváronlos á los navios; é continuaron su ' camino, é ya el rio de Huyapari estaba en su curso ordinario, é subcedió una cosa ques notable y fué aquesta. Que en la una y en la otra costa del rio, assi co- mo cl agua yba siendo menos, assi se HISTORIA GENERAL Y NATURAL. veian muchos tigres fieros por la: ribera; y una noche huyéronse dos indias de los navios, é topó un tigre con ellas é mató la una, é comióla, é “vendo ciertos Com- pañeros chripstianos á las buscar, vieron el tigre y no tenia sino sola la cabega por comer de la india muerta, y la otra india viva estaba alli junto asustada; y cómo el tigre vido á los chripstianos, fué á la otra é matóla, é fuesse. Recogidos los nuestros en los navios, é llegados al pueblo dle Aruacay , descansa- ron allí pocos dias, con: “deseo que tenian de yr á Paria, para entrar en la tierra por - el golpho de Cariaco, que es en el fin de la gobernacion que tienen los alemanes, donde se parten los términos de la gober- nacion que se dió á Diego de Ordaz. Pero porque de suso se tocaron algunas particularidades del rio Nilo, yo dixe que este de Huyapari le paresge en algunas co- sas, y de sus crescientes se ha dicho algu- na cosa; antes que passemos á lo demas, diré aqui lo que me ocurre y tengo en- tendido deste rio y de la gente del pue- “blo de Aruacay, en el que avia nueve ca- ciques principales, é uno mayor que to- dos, que se llamaba Naricagua, el qual - mandaba á todos y era obedescido, por- que era piache ó sacerdote mayor. Este solo tenia barbas.en la cara entre toda. aquella gente. La poblacion tenia dos- cientos buhios redondos grandes; y quan- do el rio cresce anega los campos de ambas costas hasta muy cerca del pueblo, é quando mengua el rio, van trás él sem- brando hasta que está en su Curso; y quando va cresciendo, van comiendo des- - de lo postrero hasta venir 4 lo que está á par de las casas. El manjar que tienen, es cacabi é vino que hacen dello, y pescado mucho y bueno que matan con las flechas y en nasas ó endrias grandes, en que tam- bien caen manatíes. Hay muchos camaro- nes en grandíssima cantidad, y sécanlos, . para el tiempo en que estan encerrados | e DE INDIAS. LIB. por las crescientes del rio , y es como una provision y mantenimiento ordinario , los quales muelen y bébenlos; é assimesmo otros pescados que tienen para lo mesmo secos, que echan revueltos en el brevaje que hacen de cacabi; el qual dexan para este efeto desta manera. Quando lo quie- ren hacer vino, toman la caninia ó masa rallada, y déxanla un dia estar assi como sale sin la exprimir, la qual se aceda, y al siguiente dia hacénla cacabi, y hecho tortas, sécanlas, y despues báñanlas .en. agua y pónenlas entre hojas de bihaos, é crescen allí dos dias, é mohoso , de color roxa é alguno verde: y tómanlo quando está assi é deshácenlo en agua en tinaxas que fienen para ello de diez é doce arrobas, 6 mas é menos, se- gund la cantidad que quieren, é déxanlo allí hervir tres dias, é cuece de la misma - manera ello por sí que el mosto y la uba en España. É pasados los tres dias, está assentado, é bébenlo claro, é paresce vi- no nuevo blanco de Castilla, é tura ocho dias sin se dañar. “En este rio de Huyapari e muchos lagartos de los grandes, que son de veyn- te pies de luengos, y mas y menos, que se pueden tener por cocatrices como los del Nilo, porque estos mandan la mandí- - bula alta, cómo se dice de los del Nilo; y destos cocodrilos ó lagartos hay muchos en estas Indias. Hay muchos venados en la costa de aqueste rio, y para matarlos tienen esta forma. Ponen fuego por mu- chas partes á la savána circuyéndola,' y dexan una parte que ño encienden por donde salgan los venados, é allí aguár- danlos muchos flecheros; y cómo de te- mor del fuego acuden á aquel portillo, mátanlos con las flechas y en cepos que les tienen fechos. Toman codornices y co- nexos y tórtolas en mucha cantidad con lagos y redes: assi tambien zorras y ra- posos, como muchos puercos salvajes de los yes llaman vaquiras. Hay muchos ani- párase tierno é : XXIV. CAP. II. 221 males de los que llaman armados ó encu- bertados. Otros pescados hay en el rio de Huyapari, que son vagres muy grandes, que es pescado de enero como el cacon, é tiene unas vetas amarillas é muy ancha la boca, y la cabeca grande, y encima della una espina ó hueso dentado como línia, sin ningund cuero encima, sino limpia, y de á par de aquella línia sale una pua so- bre el espinaco luenga, y de los lados de las ayallas otras sendas tales; assi que son tres puas. Hay otro pescado allíá ma- nera de trucha, de muy buen sabor; é hay otros que parescen pescada en rollo, con unas vetas prietas que le atraviessan en redondo. Hay otros pescados grandes anchos y cortos de escama, que les lla- man cachama, que es buen pescado; é hay muchos é grandes manaties, é hico- teas , é otros de muchas é diversas ma- neras, é hicoteas en grand cantidad, é hi- uanas muchas. Y del pan ya tengo dicho - que tienen yuca de.la que mata y de la buena ; y de la una y de la otra hacen cacabi y aquel vino nombrado de suso, el qual embriaga como lo de Castilla: é si lo quieren hacer mas fuerte, échanle un poco de mahiz molido al tiempo que cuece; y del mahiz alcancan poco y estímanlo mu- cho. Las. fructas.que tienen son guaya- bos, guanabanas, hicacos, piñas, hobos, tunas é otras fructas. Esta gente es muy amiga de los cari- bes, y andan desnudos con una braga de tela de algodon tan ancha como una ma- no, que baxa desde la cintura de un hilo que traen ceñido, é cubren sus vergiien- cas, É passa por entre las piernas á se prender detras en la misma cuerda ó cin- tura. Las mugeres traen la misma braga Ó Lrapo delante de su vergúenca; pero suelta é no mas luenga de hasta cubrir- la, é no pasa al otro:cabo: é assi en me- neándose ó con el ayre, se les paresce to- do; pero esse es el menor cuydado su- yo. Los hombres son trabaxadores en > 222 hacer redes y amacas de cabuya é nasas para pescar; é las mugeres son agrícolas é las que siembran, é van los hombres en su guarda, é cagan é pescan en tanto quellas siembran, 'ó cogen, ó entienden en las otras labores del campo; y son tantas las mugeres, que cada uno tiene como él quiere. Y tienen una costumbre en aqueste pueblo de Aruacay é otros muy notables; y es que quando algund huesped viene á casa de algund indio destos, demas de le dar de comer, como amigo lo mejor que él puede, de da la mas hermosa de sus mugeres que duer- ma con él, y otro buhio apartado en que so gasaje y huelgue con ella. Y si quan- do se parte, huesped forastero , es á su eleccion della, sin que su marido se lo estorbe; é si se quiere quedar, como primero estaba, no es por esso pepr tractada ni mal mirada: ' antes paresce que ha echado un grand cargo á su marido y obligádole á que mu- cho mas la quiera, assi por aver cumpli- do con el amigo su huesped, como en no le aver negado á él por el otro nuevo co- noScimiento. E Hay muchos papagayos de diversas maneras; pero unas aves hay muy her- mosas en aquellas costas deste rio de Huyapari, muy mayores que cigtieñas y de aquella hechura en todo, assi en el pico como en las piernas y cuello, pe- ro son todas blancas, y de la mitad del cuerpo arriba muy negras, é graznan mu- cho y recio de noche, é óyense de muy. lexos, y el cuello es muy luengo y las piernas. Y junto al pueblo de Aruacay hay una laguna de agua dulce de mas de - seys leguas de circunferencia, y sale por Un estero al rio de Huyapari: en la qual hay todos los pescados que en el rio, y assimesmo unos tan grandes ó mayores que uynas, que tienen en la frente un agujero por donde arroxan el agua en al. Es y llámanse bufeos: su es es á ella se quiere. yr- con el HISTORIA GENERAL Y NATURAL manera de vaca, y mátanlos con harpones en la laguna desde canoas, y tambien los matan en el rio, quando van los navios navegando, á los quales se allegan. Estos indios son idólatras, é acostum- bran, quando alguno se muere, enterralle en su buhio, é hácenle una tumba de bar- ro armada sobre palos, y -engima della ponen la figura del diablo del mesmo bar- ro hecha, é una calabaca con vino del que es dicho , é una torta de cacabi. Cierto tiempo despues convidan á los amigos y allegados é parientes, y cómo en ocequias, por dos ó tres dias continuos beben hasta que se embeodan, é viene á esto pintados de negro de xagua ú otra semejante tinta de muchas labores sobre las carnes y en la cara. En el pueblo de * Arúacay é aun en algunos pueblos de la “provincia de Paria, se acostumbra entro los indios que, quando se ha de casar al- guna moza vírgen, ha de dormir primero con ella é averla aquel su piache ó sager- dote, para que sea dichosa en el casamien- to, y al otro dia siguiente se ha de en- tregar al marido, y no sin que esto :se haga primero; y tienen los indios quan- tas mugeres quieren juntamente. Entre las otras sus fiestas que en Afua- cay se celebran, tienen los indios una muy principal que hacen desta manera. Júntanse todos los indios é indias embi- _xados de roxo, é tambien otros de color negro é otras pinturas, é con todas Sus joyas é penachos, é ponen una renglera de tinaxas de vino de mas de ciento é cinqúenta de las del vino de cacabi que se ha dicho; y en medio de todas ellas po- _nen dos tinaxas mayores que todas las otras, que tienen por assas dos assientos, —. cada.uno tan grande como un plato me- diano de manjar y llano; y en aquellas asas Ó llanos pónese de pié un indio en cada tinaxa de las dos embixado é galan, y relata alli todo lo que ha hecho en su vida y entiendo. o de tranges de es- £ DE INDIAS. LIB. fuerzo, é batallas personales; y lóase y - dige de sí mucho -mas de lo que podia cumplir. Y desque se ha bien alabado, “assi como da conclusion á sus loores, le- vántase otro indio recio, que está diputado ; para aquello, con una tranca de bexuco é fiero agote pintado, é habla con él un po- co espacio, diciéndole que en todo ha di- cho mentira, y loádose de lo que él no será para hacer; y que para que el uno ó el otro sean creidos , que si él sufriere sin alguna mudanca su disciplina é los agotes quél le daria, será bien que le crean, é que el pueblo ó república y su cacique sabrán que tienen en él un valiente va- ron, y que si assi no lo: comporta, que quedará para bellaco y conoscido por el que es. A lo qual el primero noreplica pa- labra; y el otro le da entonces seys ver- dugacos, tales que en todo lo que alcan- ca le saca sangre: é si lo sufre con buen - ánimo, sin hacer alguna mudanca en el rostro ni mostrar alguna flaqueca de co- racon, abaxa de alli y cúranle y lóanle XXIV. CAP. IL 223 todos, y bebe él y todos ellos con mucho placer, porque les paresge que tienen en él un Samson ú otro Hércoles. Mas si se conosce dél algund temor, ó dolor ó sen- timiento , por poco que sea, échanle fue- ra de la borrachera, diciéndole que no es hombre ni para nada, é assi luego sube otro á las tinaxas y examinan su esfuer- co, y despues otro y otro por órden, con quien se hace lo mismo. Y 'en aqueste ayuntamiento se concierta la paz ó la guerra, 6 lo que entienden hacer en las cosas de mas importancia y convinientes á su estado. Certificáronme algunos que aquello vieron de nuestros españoles, que algunos indios de aquellos que assi ago- taban no hacian mas mudanca que si fue- ran de mármol; antes mostraban placer, y tal avia que se reia aunque la sangre, como es dicho, le saltaba é corria por las piernas abaxo. É assi estaban aquellas - assas de las tinaxas, sobre que estaban - de piés, llenas de sangre. - CAPITULO IV. Cómo el gobernador Diego de Ordaz se partió del pueblo de Aruacay y se fué á Paria y dexó el rio de Hu= yapari, alias Urinoco, para yr á buscar á Meta. ¿ | Acoráó el capitan Diego de Ordaz de dexar á Huyapari, como se dixo en el capítulo de susso, y fuésse á Paria con determinación de entrar por la tierra E adentro desde el golpho de Cariaco, que es el confin de la gobernacion de los ále- manes con lo quese dió á cargo al Or- daz; y dexó hecho un pueblo de chrips- tianos, al qual pusso nombre la villa de * Sant Miguel de Paria, con cient perso- nas entre hombres é mugeres que alli hi- zo quedar con mucha importunacion 'é . ruegos, por ser tierra de poco provecho en essa sacon. Y el gobernador y los de- mas se fueron la vuelta de Cariaco, que serian hasta ciento y ochenta hombres y :- su gente -con su alguacilmayor Alonso de Herrera á aquel golpho, é quedóse con treynta catorce caballos; é los. demas españoles quedaron en aquella villa, porque se -ofresció que estando para partir, dieron dos navios al través en la costa de los que avian de llevar la gente, por un tem- - poral récio,. que vino por pronóstico de - los trabaxos que esperaban. Y porque el gobernador yba algo enfermo, envió toda ó la mayor parte de su armada hombres para yrse en piraguas ó canoas grandes desde á ocho dias, como lo hizo, Y en el camino pensó perderse en la mar; mas al fin llegó á Cumaná que es una provincia de: la Tienra-Pioneá enfrente de > 224 la isla de las Perlas que dicen Cubagua, é no halló á ninguno de los de su armada, - que venian por mar y por tierra, sino los caballos en el campo é los navios al tra- vés en la costa. Allí en Cumaná está una fortaleca de Su Magestad, «lesde la qual le tiraron dos tiros de pólvora é no los quisieron acojer, é alli les dixeron que su gente la hallarian en. Cubagua, porque los de aquella isla, sabiendo la venida de Ordaz que yban á poblar con aquella ar- mada que llevaba Alonso de Herrera, su * alguacil mayor, avian enviado gente á Cumaná para que no los dexassen poblar alli, diciendo que es suya aquella tierra: é pregonaron libertad á los de Ordaz, los quales: por este pregon la mayor parte dellos, cansados de sus trabaxos se pas- saron con los: otros de Cubagua, porque avia dos años que padescian desde que salieron de España sin algund provecho; é alcándose, dexaron su capitan é se re- - cogieron muchos dellos á la fortalega, é los restantes todos se fueron á Cubagua con el armada que de aquella isla avia sa-. lido á la resistencia de los de Ordaz. Pues cómo Diego de Ordaz llegó é vido las co- sas en tales términos, fuésse tambien á Cubagua á la cibdad que llaman la nueva - Cáliz, penssando cobrar su gente é infor- marse de lo que les avia intervenido, é yba con él el thesorero Hierónimo Dortal; | pero no fueron acogidos ni tractados como. penssaban : antes hallaron presso á Alon- so de Herrera é otros de su armada, é tambien prendieron al thesorero despues que llegó , por mandado de los alcaldes é justicias de Cubagua. É desde á pocos dias se partió de allí Diego de Ordaz para esta isla, en son de presso remitido á la Audiencia real que en esta cibdad de - Sancto Domingo reside; y desde aqui fué ¿España á se quexar al Emperador, nues- tro señor, del gobernador Antonio Sede- ño é su gente é de los vecinos de Cuba= : gua; é cargado de informaciones é testi- HISTORIA GENERAL Y NATURAL monios, é lucho mas de trabaxos, $3 enfermo , se partió. Lo que ganó deste viaje fué que los que le siguieron los mas perdieron las vidas, y los que escaparon ¿ con ellas quedaron pobres y enfermos, y en estos destierros, y sin hacienda, y él quedó muy mal quisto con todos, por el mal subcesso que tuvo su empresa; é yendo. como he dicho á Castilla, murió en la mar y en un seron lo echaron en ella: é de sus bienes é hacienda que tenia en: la Nueva España, se hicieron ricos otros que ningund deber y. amistad le tenian. É assi se acaba lo que con cobdicia desor- - denada se funda y encamina. Despues vino á esta cibdad de Sancto Domingo el thesorero Hierónimo Dortal, - del qual y de otros que en todo lo que es dicho se hallaron fuí informado: é des- de aquí se fué á Españaá procurar el mis- mo cargo é gobernacion de Ordaz, para le subceder en los trabaxos, deseoso de acabar de entender el finde .aquel salto del rio de Huyapari é los secretos de la: riquega de Meta. É Sus Magestades le hicieron su gobernador, y tornó á aquella tierra, donde se inovaron las contencio- nes de Antonio Sedeño, sin faltar al uno y al otro muchos trabaxos y desa-. venturas y á otros por su causa de en- trambos, como se dirá adelante; porque en estas partes mas que en todas las del mundo, con el deseo del oro, andan tan=- tas novedades acompañadás con estos que á tanto peligro le buscan, que de - muertos ó perdidos los menos escapan. Y porque en el discurso destas historias y destos nuevos descubrimientos se han _tractado y tractarán algunos motines y _Tuindades y feos hechos, mezclados con traiciones y deslealtades y poca constancia en algunos hombres que por acá han ve- nido, no crea el letor que todos son- es- pañoles los que estos errores han he- cho: que ninguna lengua falta acá de todas aquellas partes del mundo que haya DE INDIAS. LIB. XXIV. CAP. IV. chripstianos, assi de Italia como de Ale- mania y Escocia, é Ingalaterra, y fran- Ceses, y úngaros , y polonios, é griegos, é portugueses y de todas las otras nas- ciones de Asia y África é Europa; y tales que, como no traen la intencion guiada á la conversion de los indios ni á poblar é permanescer en la tierra mas de hasta al- cancar oro y poder tener hacienda en qualquier forma que les pueda venir, pos- ponen la vergúenca, y la conciencia, y la verdad, y se aplican á todo fraude y ho- micidio, y se cometen innumerables feal- dades. Y aunque no sean españoles todos los malhechores, como la mayor parte de los hombres que acá andan son de nues- tra España, todo quanto mal suena se les atribuye á los de nuestra nasqion; y es justo, pues que la justicia y el castigo es- tá en su mano, y si esta no se executa alguna vez, es por estar estas tierras tan apartadas de la fuente de la justicia, que es el Emperador, nuestro señor, y su Consejo:Real de Indias. Y porque como estos conquistadores y capitanes, quando acá vienen, no buscan los soldados de me- jor conciencia ni conoscidos, sino los pri- meros que topan ó les paresce que mejor les ayudarán á robar y saquear, y unos pláticos y desalmados que nunca vieron ni conoscieron; el uno porque dice que se halló en la batalla de Ravena, y el otro en la de Pavía,'ó en el saco de Génova ó de Roma, y que más charlatan y desver- goncado es, y de aquestos tales basta uno 1 El primer cronista de las Indias alude aquí á la costumbre inmemorial de acudir á la iglesia me- tropolitana de Sevilla, para celebrar en ella todo li- nage de contratos, lo qual cundió tambien al en= ganche y ajuste de los soldados, que pasaban á América , quienes se situaban en las gradas, patio de los naranjos y puertas de la catedral. Respecto del primer punto recordaremos aqui lo que un escri- tor coeláneo de Oviedo, y á quien este cita mas de una vez, decia con tal propósito. Suponia el magní- fico caballero Pero de Mejia , en sus Coloquios, que uno de los interloculores iba á oir misa á la cale- dral, y otro le decia: «AnsxaLo:*Eso ya no será NAO 223 solo para hacer malos á muchos. Y no mira el triste capitan sino en que traiga una pluma bien puesta y un arcabuz lim- pio, y un atavio de calcas muy picadas, y con muchos papos de tafetan y enforros de seda y telas de brocado, para las qua- les se empeñan y malbaratan lo que tie- nen, penssando que vienen á tierra, que en llegando á ella, colmarán de barras de oro su cobdicia. Pero si yo les oviesse de aconsejar y escoger essa gente, de otra manera se haria; y aun para lo de adelante podrian aprovecharse de lo que agora diré assi al capitan como al soldado, á los quales pido que con un poquito de atencion me oigan. | Señor capitan, entendedme y enten-- deos. Quando hicierdes alguna compa- ñia para venir á las Indias, y en espe- cial en Sevilla, porque alli acuden á las gradas, debriades considerar primero el rostro. de cada uno, y examinada la efigie, vereis parte de la vergienca. Y porque las señales exteriores os po- drian engañar en la elección del soldá- do, debeis inquerir secretamente sus mañas, y cómo vive , y qué sabe hacer, y de qué nascion es: porque en aquel sa- grado lugar ' no dexan unos de negar su patria y aun el proprio nombre, porque los dexen venir á estas partes. Y no os parezca tan bien ser alto de cuerpo y traer una barba bien peinada, como ser virtuo- - so y de buena casta y hombres llanos y por devoción, sino por buscar conversacion, por- »que alli nunca falta. —BALTASAR: Sea por lo que »quieres : nunca falla allí con quien hablar y de quien sepais nuevas, si las hay, y si teneis nego- cios, con quien los traleis: de manera que para lo »de Dios y para lo del mundo, parece que es un »hombre obligado á venir á esta iglesia una vez al »dia » (Coloquio I del Convite, ed. de Sevilla, 1570.) Los soldados esperaban fuera del templo el resulta- do de las conferencias que mercaderes y capitanes celebraban dentro; conferencias de que salian ge=. neralmente las empresas y expediciones de :Amé- rica. : TS 226 no presuntuosos. Y si os dige que se ha- lló en la de Ravena, no cureis dél, si es español, pues que quedó vivo, ó no fué presso: é si estuvo en la de Pavía, tam- poco; ó en el saco de Génova ó de Roma, mucho menos, pues no quedó rico'; y si lo fué y lo jugó ó ha perdido, no fieis dél. Essas calcas y capatos acuchillados no valen nada para tierras tan emboscadas y espessas de árboles y espinos, como son las Indias, y donde tantos rios se han de nadar y tantas ciénegas y pantanos se han de passar. El vestido y la persona han de ser conformes á lo que aveis menester: el hombre que tomáredes, no sea sospecho- so á la fé sobre todo, ni de veynte é cin- co años abaxo, ni de cinqúenta arriba, ni tan harpado ni parlero como los que digo, porque há muchos años que los miro en las Indias y primero en Europa, y veo que los menos prueban acá bien. En tanto que hay oro, ó se sospechan que por vuestra mano lo avrán, sereis servido dellos con mucha diligencia; pero con cautela; porque en la hora que no Os subgedan las cosas á su propóssito, ó se- reis muerto ó vendido dellos, ó desampa- rado, quando entiendan que les distes mas palabras en España que las que se avian de gastar con ellos. Y como son ayunta- dos acaso y no conoscidos, y tan aparta- dos de condicion como diferentes de len- guas, assi son despues sus efetos guiados quales sus obras y vicios; y se engendran entre ellos motines, ingratitudes, y feos .delictos y deslealtades. Más valdrian po- cos y conoscidos y los que deben ser, que no muchos y fan diferentes. - Acordaos de lo que intervino á Simon de Alcacaba; y si él era portugués y le mataron españoles y tan feamente, un portugués y un navarro fueron los que lo tractaron, y de cinco ó seys generacio- nes concurrieron en aquella maldad. Mi- rad tambien al capitan Diego de Ordaz cómo le desampararon aquellos, con quien HISTORIA GENERAL Y NATURAL gastó su hacienda y perdió su tiempo y la vida. Ved en lo que anduvieron Sede- no y Ortal y otros muchos que en estos mis tractados os he enseñado y enseñaré adelante; y estad muy sobre aviso en mi- rar de quién fiais, y no se os olvide que traeis los navios sin harina ni bastimen- tos, y que si algo desto les dais, es para pocos dias y que se acaba antes que ten- gan con que pagároslo ; y que se lo ven- deis ganando ciento por uno, para pagar vuestros cambios, con que os desempe- ñais á vos y captivais á ellos y los poneis en parte donde no pueden salir sin vues- tra licencia, y donde es mayor el captive- rio que padescen y mas duro que si estu- viessen en Turquía. Y que para evadirse de vuestras tiranias, les dais ocasion á que desesperados incurran en crímenes y de- lictos que no cometerian, si fuessen vues- tros naturales, y tales como os he dicho. Y primero que en esta examinacion en- treis, examinaos á vos, y fundaos en que vuestro fin sea servir á Dios € á: vuestro Rey en convertir los indios, y tractarlos bien, y tener forma de reducirlos á la re- pública de Chripsto; y no los hagais es- clavos sin causa, ni ensangrenteis vuestras manos tan sin propóssito ni justicia, ni los robeis ni desterreis de donde los crió Dios, que no les dió vida ni el ser huma- no para cumplir vuestra mala intencion y voluntad, sino para que se salven. Y á esto les ayudad, si soys chripstiano , y nO á morir y que se pierdan: que tambien os perdeis vos con ellos. Y no digais que venís á las Indias, por servir al Rey y por emplear vuestra persona y el tiempo, Co- - mo valerosso é hijodalgo; pues que sa- beis vos que la verdad está en contrario: que no venís, sino desseando tener mas hacienda que vuestro padre ni vuestros vecinos. Pero todo aquello que pregonais, se podria hacer sin ofensa del prójimo ni peligro de vuestra ánima. Y no querais hacienda ni thessoro que tan caro os cues- DE INDIAS. LIB. te, si por ello aveis de perder aquel pres- cio, con que fuistes rescatado y os libró Dios del infierno. Yo he visto muchos destos que por acá piensan que han mucho servido al Rey y pacificado la tierra, y que han res- cebido mercedes de Su Magestad, que le han asolado la tierra y robádola; y habian de estar hechos quartos. Y veo otros que merescian mercedes y se han quedado sin ellas, ó porque no las saben á sí pro- curar, ó porque les faltan essas cautelas y palabras que otros usan, ó no tienen di- neros ni tergeros para las pedir y nego- ciar. Pero tiempo verná en que cada uno será pagado como mecesce; y no tengais duda desto, ni penseis que está Dios por lo que aqui paresce oro y es fruslera: - que todo lo vé y todo lo entiende y todo ha de haber su justo galardon, segund vi- vieremos. Y esto os acuerdo, capitan, y desto os acordad siempre donde quiera que os halláredes, si deseais acertar quan- do acá vinierdes; pues que tomais el mas peligroso oficio que hay sobre la tierra. Y quiero decir al soldado qué ca-' pitan ha de seguir, pues que á vos os he dicho qué soldados habeis de escoger. Compañero amigo, si acordareis de ve- nir á estas Indias, cómo seais en Sevilla, os informad ante todas cosas y disputad si aquel capitan con quien vinierdes, es. hombre que cumplirá con vos lo que os promete, y sobre qué palabra ó prenda le dais vuestra vida, confiando vuestra persona en su determinacion. Porque mu- chos destos capitanes prometen lo que no tienen, ni saben ni entienden, y en pa- go de vuestra persona 0s compran con palabras que son menos que plumas; por- que las plumas, aunque las lleve el vien- to, veis á donde van guiadas: que es al cabo andar en el aire sin algund sentido, pero tienen algund cuerpo; pero las pa- labras del que miente, son incorpóreas é dichas, son invisibles y passánse como ai- XXIV. CAP. IV. 227 re, y como si tuvierdes un contracto sig- nado anle un escribano y aquel asegu- rado en un banco ó en la tabla del ge- neral de Barcelona, assi creeis lo que os dice un capitan que viene á las Indias á descubrir lo que él nunca vió ni sabe si lo hay más que el que está por nascer. ¿Cómo no veis que os habla en lo que es- tá por venir y que promete lo que no tie- ne ni entiende? É ya que seais libre de los peligros y trabaxos de la mar y de la tierra, que son innumerables, y á las In- dias vengais, si bien le subcede, no Os conosce ni os gratifica, ni si adolesgeis, os. cura, y aun si os moris, no os entierra. Y aborrescéos y desdeñáos, por no satisfage- ros; y si mal salida ó ruin subcesso tiene su empresa, échaos á vos la culpa que él tiene , y aunque tenga con que ayudaros, mudándose su fortuna, ya que os dé al- go, es todo mal avido. Y si os encomien- da indios, no mira si estais vos dotrina- do para enseñarlos, ó si teneis vos mas nescessidad de maestro que de gobernar - gente, para que vuestra consciengia y la suya se aseguren. Y como estas hagien- das se adquieren injustamente, ya que las tengais, permite Dios que se pierdan y vos con ellas. Sin duda cosas he yo visto en estas partes y hombres he conosgido que es admiracion y cosa mucho de no- tar: muchos buenos perdidos, y assaz vi- les ganados y ricos. Los que se pierden, es porque les falta ventura y vá la cob- dicia delante con ellos; y los que se ga- nan y enriquescen, no es por mas méritos que los otros, sino porque es oficio del mundo todas estas pérdidas ó ganancias y - novedades; porque entendamos quán des- proporcionadamente paga el mundo á los hombres, y cómo la ragon no tiene parte en este repartimiento; pues que sin ella se dan thesoros á quien no los meresce, é se niegan á los que son dinos de tener- los, porque los despenderian mejor. Pero mirad que á estos, á 0 faltan los dine- 228 ros y no quiere Dios que los tengan, es para mas bien suyo, si lo entienden é le conoscen, é para pagarles en mejor mo- neda con su gloria, si con paciencia le. dan gracias de todo lo que hacen, y á los que se allegan estas riquecas, por su mal y para mas condenacion suya, si no usan bien de ellas. No nos embosquemos mas en esta materia: que si me habeis entendido, yo os digo que no debeis mover el pié trás capitan, de quien la experiencia es- té por ver, y que sea amigo de faus- to y destas vanas empresas: que por ta- les se deben tener aquellas donde el in- teresse y el adquirir dineros es el prin- cipal intento del capitan y del soldado. Y de aqui viene, como en otra parte lo di- xe, que el cobdigioso y el tramposo pres- to son de acuerdo. Yo veo que por uno de los que han allegado hacienda en aquestas partes, ó tornado á Castilla con ella ó sin ella, la han perdido con las vidas muchos mas sin comparacion. Direys vos: ¿pues qué os paresce que haga? ¿Dexaré de yr á las Indias , donde tantos van y tornan ricos, que ayer estaban pobres, y tales que no son para lo que yo soy ni para trabaxar como yo, ni tienen mas habilidad , ni me- rescen lo que yo?.. ¿No es bien que por falta de ánimo dexe yo de hacer lo que tantos" hacen, que son mas viejos que yo, y otros no tan sanos ni tienen tal per= sona? No os aconsejo yo que no vengais á las Indias, ni tampoco que las bus- quels; paro aconséjoos que viniendo ó dexando de venir, sea vuestro propós- sito é obra justificándoos primero con - Dios y encomendándoos á él. Bien me - paresce que es honesto buscar de co- _ Mer y nescessario, en especial los hom- - bres de buena casta y que no son criados trás el arado; pero que tal camino sea *. e HiSTORIA GENERAL Y NATURAL primero bien pensado, y que determi= nándoos de le hacer, nunca os aparte la cobdicia de la lealtad que debeis aver, ni la nescessidad os pueda convencer ni ser tan poderosa que dé ocasion que seais tenido por ingrato, y que podais quedar infamado con mal nombre : que si quisiéredes, en las Indias y fuera dellas podreis vivir sin ofensa de nuestros pró- XImos. No perdamos tiempo en esto que ha de aprovechar á pocos; porque en tanto que vaya oro destas partes, no han de faltar hombres que vengan por ello, ni dexarán de morir menos que hasta aqui por mis amonestaciones. Pero á lo menos ya que no sea creido, quedaré desculpado con Dios y con todo el mundo; y al que le paresciere que soy áspero en lo que he dicho, mi fin es hacer lo que debo, y res- ciba Dios la intencion, con que á esto me muevo. Y al tiempo pongo por testigo, el qual os dirá, compañero, quánto menos digo de lo quél os mostrará. Pero acor- daos, si acá viniéredes , de lo que agora os diré sin ofensa del que es buen capitan ó general; porque en los tales no aveis de entender la comparacion que yo hago del basilisco al gobernador de mala congien- cia, de este animal y cruel serpiente que con sola la vista mata al que mira. Assi lo dice Isidoro en sus Ethimologias*, y Plinio en su Historia natural dice essa é Otras ponconosas propriedades del basi- lisco, y aun contra aquellas se hallan re- medios; pero muy mayor poncoña es y aplica un gobernador, contra quien en las Indias muestra un zuño ó le mira con mal Ojo; porque en el instante os entredice los alimentos y la conversacion de los hom- bres y todos bienes de aquella: é á quien desdeña, le hace pobre y le mata de- .sesperado y sin valerle racon ni justicia; porque , como he dicho, estan los hom- 4 Lib. XI, eap.IV. DE INDIAS. LIB. bres pressos y mucho mas captivos en estas partes, quanto mas apartados estan de su Príncipe y del remedio. Volvamos á la historia y á esta behe- tría destos gobernadores, de quien. este libro tracta: que yo amigo soy de todos y no de sus baraxas; porque demás de ser enojosas, son de poco fructo y de mu- cho daño para los que en ellas andan, y aun para los que querian mejor ocupar el tiempo que en oyr sus contiendas. Pe- XXIV. CAP. V. 229 ro es nescessario tocarlas, para decir á vueltas dellas otras cosas que se saben y concurren ó se manifiestan con sus deba- tes; y porque dice Plinio que los exérci- tos y la milicia ban seydo causa que se haya hallado el orígen de las otras co sas y secretos de la tierra: lo qual dice tractando del rio Nilo y de su nascimien- to. Passemos adelante, que estos nues- tros mílites nos enseñan otras novedades que la pressente historia relatará. CAPITULO Y. Del subcesso del gobernador Antonio Sedeño, despues que los indios le mataron parte de la gente en la isla de la Trinidad, como se dixo en el capítulo 1, y del castigo que hizo en ellos y otras cosas que convienen al discurso de la historia. Despues que el capitan Diego de Ordaz ovo tomado aquella casa ó fortaleca, que en la tierra del cacique Turpiari avia he- cho Sedeño, y dexando guarda en ella, se fué al rio de Huyapari, donde le subce-- dió lo que se ha dicho, volvió, segund Sedeño y sus parciales dicen, con inten- - cion de ocupar la tierra de Cumaná, di- ciendo que aquello era de su goberna- cion. Y cómo su gente venia descontenta dél, passáronse ciertos compañeros suyos en una canoa á la isla de Cubagua y die- ron aviso á los vecinos de la nueva cib- - dad de Cáliz *, la qual pretende que aque- llo de Cumaná es de su jurisdicion, de la - intencion que Ordaz traia. Y para estor- barle que allí no assentase , escribieron á Sedeño que estaba en la isla de: Sanct Johan, como amigo y persona á quien _ avia tomado la casa de Turpiari y la ha- cienda y la gente que avia dexado en la Tierra-Firme, haciéndole saber que era llegado el tiempo, en que se podria satis- fager de los daños que Diego de Ordaz le avia hecho, ofresciéndosele aquella cib- dad que le ayudaria con navios é basti- - 1 Cáliz: asi se halla escrito en diferentes para- - ges, como habrán notado los lectores; pero debe mentos é gente para ello; y que en todo caso fuesse luego á Cubagua, donde con - sus personas y todo lo demas le favores- - qeria aquella cibdad. Cómo Sedeño estaba lastimado y eno- jado del Ordaz, parescióle que aquella carta y consejo que los de la nueva Cáliz le daban, era mucho á su propóssito, y acordó de lo hacer assi. Pero en tanto que él yba, dexando Ordaz guarda en la casa de Turpiari y en un pueblo á par della con alguna gente é con su teniente, é avien- do enviado delante á su alguacil mayor Alonso de Herrera, con ciento é cingúenta hombres á Cumaná, como tengo dicho, as- sentó su real ó campo el Alonso de Her- - rera cerca de la fortaleca. que allí tienen “Sus Magestades; y sabido por los de Cu- - bagua, enviaron con gente á su alcalde mayor Pero Ortiz de Matienco, el qual se dió tan buen recaudo en tanto que de los unos á los otros andaban requerimientos E auctos de escribanos, alegando cada parte que aquello era de su jurisdicion, que sin llegar á rompimiento les amotinó la gente é se le passaron todos los de Or- entenderse Cádiz. 230 daz, y quedó solo el teniente Alonso de Herrera, y prendióle el alcalde mayor de Cubagua y llevólo á la nueva cibdad de Cáliz. É despues llegó Diego de Ordaz á Cumaná con veynte y cinco ó treynta hombres, y cómo supo lo que es dicho, tambien aquellos que traia consigo le de- —xaron solo con tres ó quatro criados su- yos; y constreñido de la nescessidad se ovo de yr él assimesmo á Cubagua, don- de no fué bien rescebido ni tractado, é allí le mandó la justicia de aquella cibdad que viniesse á esta cibdad de Sancto Do- mingo en son de presso. Y desde aqui fué á España por mandado del Audiencia Real que aqui reside, para que se pressentase ante Su Magestad y en su Real Consejo de las Indias : contra el qual formaron sus quejas los de Cubagua, y enviaron con él mismo su alcalde mayor Pero Ortiz de Matiencio, para informar á Céssar por parte de aquella isla; y en este viaje mu- rió en la mar el capitan Ordaz, como ya queda dicho, y despues murió en España el Pero Ortiz de Matienco *. Pero algunos dias antes que el Ordaz y Matienco salies- sen de la nueva Cáliz, para venir á esta cibdad de Sancto Domingo, llegó el go- bernador Antonio Sedeño á Cubagua en el mes de mayo de mill é quinientos y treynta y tres años; é dixo á la cibdad de la nueva Cáliz y á aquel regimiento, cómo él venia á cumplir lo que le avian escripto é á favorescer á aquella cibdad con todas sus fuercas, é como buen vas- sallo é servidor de Su Magestad poner su * persona é bienes en su amparo. É assi á este propóssito hizo su oragion, como me- jor le paresció, y con otras tantas pala- bras ó mas le dieron las gracias, satisfa- ciendo su voluntad é obra que les ofres- cia, puesto que le dixeron que avia ve- nido tarde para lo que tocaba á Ordaz; pero que en lo demas estaban aparejados HISTORIA GENERAL Y NATURAL de hacer por él todo lo que aquella cib- dad pudiesse en lo que le tocasse. Mas desde á pocos dias le dixeron que se fuesse en buena hora; que Diego de Or- daz ya estaba desbaratado, é que ellos querian hacer cierta poblacion en Cuma- ná, é que para aquello no avian menes- ter á nadie. Desto comencó Sedeño á quexarse, diciendo que no cumplian con él lo que le avian escripto. En este tiempo llegó una nao á aquella isla con cient hombres que le enviaban al capitan Diego de Ordaz de España, y có- mo saltaron en tierra y supieron su mal subcesso, acordaron de se quedar 'alli, é yrse desde aquella isla donde les convi- niesse. Sedeño rogaba á la cibdad que le diesse licencia para hacer alguna gente y _ lMevarla de alli, para poblar la isla de la Trinidad; pero no lo ovieron por bien, por lo quél tuvo sus formas secretas para hur- tarles ochenta hombres que se passaron á la isla de la Margarita, questá alli cer- ca, de que resultaron pendengias y re- querimientos, y pararon en concierto que Sedeño se fuesse y llevasse á aquellos ochenta hombres y no más. É assi se pas- só á la isla de la Margarita con seys na- vios de remos é algunas piraguas é con cinco caballos; y desde alli se fué á lais- la de la Trinidad, y en el camino se le - Iinurieron tres caballos, á causa de cierta mala hierba que avian comido en la Mar- garita, y el siguiente dia despues que se desembarcaron se murieron los otros dos que quedaban. Por tomar los indios des- apercebidos, se desembarcó de noche en el puerto de Morocabo, donde avian muerto á los chripstianos que se dixo en el capítulo 1, é halló que los indios se ve- laban é tenian hechas algunas albarradas y defensas: é un indio que Sedeño lleva- ba por adalid, le llevó á él y su gente sin - ser sentido hasta los buhios del pueblo E E 1 Alguna vez se halla escrito Matiengio. DE INDIAS. LIB. XXIV. CAP. Y. fuera de camino. É assi salteó los indios é dió sobrellos á una hora del dia con mucho ímpetu é osadia, é no con menos esfuerco ellos se defendieron todo lo que les fué possible; pero al cabo todos los - indias é gandules de guerra fueron muer- tos é quemados, porque por muchas par- tes les pusieron fuego, excepto algunos que huyeron antes que el pueblo se les entrasse. Mas los que quedaron en la de- fensa se dexaron quemar vivos, á ellos y á sus mugeres é hijos, sin se querer ren- dir ni dexar prender, aviendo por me- xor aquella cruel difinigion de sus vidas que ser subjetos de los chripstianos. É quanto mas se les degia que se diessen é no se dexasen assi morir, asegurándoles é prometiéndoles libertad é todo buen tractamiento, tanto mas furiosamente res- pondian á las lenguas é á los chripstianos - palabras de soberbia é que no lo querian hacer, sin gessar de menear las manos é las armas, peleando hasta que se les sa- lian las ánimas. ) Desta manerá fué hecho un castigo grande en ellos, puesto que hirieron mu- chos chripstianos desde las casas, por sae- teras que tenian hechas, de los quales murieron diez, que fueron heridos con . hierba, rabiando: que era cosa de mu- cha compasion verlos padescer, hasta que espiraban con vascas é mordiéndose las manos é los bragos, é dando gritos, é ha- ciendo otros extremos que no se podian ver sin mucha compasion dellos y sin los poder ayudar con remedio alguno. No pudieron ser entrados ni vencidos estos indios hasta que se les puso fuego, é ardiendo todas las casas, fueron primero muertos. Acaesció salir algunos con sus mugeres é otros con los hijos huyendo del fuego, é cómo vieron que no podian dexar de ser pressos de los chripstianos, se tornaban de grado ó avian por mejor partido volverse al fuego; é assi se lan- caban por medio de las llamas, é querian -231 mas quemarse vivos que ser captivos. Entre otros que assi salieron huyendo del fuego, fué cosa de notar un indio con su muger con sendos arcos, sus saetas puestas en ellos, y él y ella encarando á una parte é á otra contra los chripstianos, y con tanto ánimo é soltura la muger co- mo el marido, apuntando al que se les. ¿ponia delante, porque los dexassen pas- sar; é dábanse tal maña, que ovo bien que hager en los ataxar é prender. Fué el fuego tan grande quel pueblo quedó asolado, sin que quedasse cosa al- guna por quemar: y con mucho trabaxo -é diligencia sobrada del gobernador An- tonio Sedeño é de otros chripstianos, que por su mandado tuvieron expecial cuida- do dello, se salvaron algunas mugeres é. niños. Passado este incendio, estuvo el go- bernador é su gente diez dias en la tier- ra, é corrieron á unas partes é á otras é no hallaron gente ni qué comer; porque cómo en aquella costa estaban como fron- teros é gente de guerra aquellos indios _que mataron, no labraban, é proveíanse de lexos á cautela, porque si chripstianos viniessen no hallassen mantenimiento en la comarca: é assi les fué forcado á estos españoles con su capitan de embarcarse. De alli se fueron á la provincia de Paria, dondelos chripstianos, que alli estaban, no los quisieron acoger, por lo qual Sedeño se fué á la isla Margarita con pensamien- to de rehacorse de mas gente é de algu- nos caballos. É assi lo hizo, é tornó á Pa- ria con mas de ochenta hombres é con seys caballos, y envió por mas gente y caballos á la isla de Sanct Johan; pero en tanto que él esta gente allegaba, envia- ron los de Cubagua á tomar la possesion de Paria hasta el rio de Huyapari, por- que el licenciado Prado que avia ydo por juez de residencia de Sus Magestades, señaló por jurisdigion de Cubagua aque- lla provincia de Paria. É assi quando So- 232 deño allegó al puerto de aquella casa que avia hecho en Paria en la tierra del ca- cique Turpiari, halló al procurador de la nueva Cáliz que se queria ya volver á su cibdad; porque la justicia é los que esta- ban en aquel pueblo por el gobernador Diego de Ordaz avian apelado del man- damiento del licenciado, é no avian que- rido dar la possesion á los de Cubagua; pero acogieron á Sedeño é apossentáronle de grado, ó porque le vieron mas pode- rosso que ellos estaban. El qual desde á treynta dias salió de alli, para yr á la isla de la Trinidad, y porque Agustin Delga- do avia hecho pleito-omenage por aquella casa al gobernador Diego de Ordaz, to- mósse asiento entre él é Sedeño que fues- se con él á la isla de la Trinidad, é que- daron en guarda de la casa trece hom- bres, é llevóse otros veynte y tres de los que alli halló; en lo qual á mi parescer, el Agustin Delgado no hizo oficio de buen alcayde. : Alonso de Herrera, que avia sido al- guacil mayor y teniente de capitan de Diego de Ordaz, Cubagua con Sedeño porque le prome- tió de le hacer alcayde de la fortaleca que avia de hacer en la isla de la Trini- dad: el qual antes del término en que le avia de yr á servir, se partió de Cu- bagua é pasósse á Paria con algunos compañeros, é dió á entender á los que halló en aquella casa (que podemos de- cir de la discordia), que llevaba poderes para repartir los indios é para hacer es- clavos los que se contractaban por escla- vos con los indios, é á los que no qui- siessen servir, hacerles guerra. É luego se llamó capitan general é justigia mayor de aquella provincia, é alcayde de aquella casa, é tomó dos caballos é una armadura é otras cosas que alli estaban de Sedeño. Estas faltas de Alonso de Herrera, An- tonio Sedeño me las contó á mí algund tiempo despues, quexándosse de su pa- a quedó concertado en | HISTORIA GENERAL Y NATURAL labra é asiento que con él avian tomado en Cubagua, justificándosse de lo que con él despues passó; pero yo no oí á Alonso de Herrera, aunque sé que Sedeño no tenia licencia para gobernar fuera de la isla de la Trinidad. Como quiera. que ello fuesse, teniendo Sedeño avisso de cómo Alonso de Herrera se avia apode- rado de aquella casa de Paria, dió sobre él é tomóle descuidado, é no de manera que pudiesse resistirle, é fué preso Alon- so de Herrera é los que con él estaban, é hízolo llevar á la isla de la Trinidad, é tornó á se enseñorear de la casa de Paria; porque sin ella, é sin el favor de aquel cacique en cuya tierra estaba, no osára Sedeño tornar á la isla de la Trinidad ni le convenia. | Hecho esto, volvióse á la isla é hizo hacer chocas é reparos, é fortificó su campo; y estando entendiendo en esto, vinieron algunos indios de paces, y Se- deño los rescibió muy bien; pero su amis- tad era ficta, por tener tiempo de coger sus mahicales y la comida del campo, é por sentir en tanto el propóssito de los. chripstianos é considerar mejor su real é fuercas, é qué número eran. É assi des- de á poco, comencándose á desmandar algunos españoles, mataron dos de ellos - que con confianca de la paz se avian apar- tado del real é se entraron algo en la tier- ra, por lo qual los Evibanos comenca- ron á duplicar sus velas é á se apercebir con mas diligencia. Pero aprovechóles poco; porque vinieron de golpe mas de tres mill indios, é cercaron á los chrips- tianos , é dieron en ellos con mucho ím- petu é con alharido que parescia que los montes se abrian: é andaba el ayre lleno de innumerables flechas que tiraban con- tra los chripstianos, sin cessar un momen- to, que la tierra se cubria dellas; y en espacio de media hora hirieron veynte y cinco hombres é cinco caballos, é murie- ron dos españoles rabiando con la hierba. DE INDIAS. LIB. XXIV. CAP. V. Plugo á Dios que los chripstianos , aunque los mas estaban enfermos, pelearon con tanto ánimo, que resistieron valerosamen- te-4 los enemigos, y al cabo los rompie- ron é pusieron en huyda,.con muerte de muchos indios, é consiguieron vitoria. Este dia peleó como muy esforcado é diestro mílite Augustin Delgado, puesto que anduvo herido en las narices de un flechaco, é por su langa hizo cosas muy señaladas en esta batalla, é fué su perso- na mucha causa del vencimiento. Recogidos los chripstianos á su real, cansados y heridos los que he dicho, en- tendieron luego en se cercar é hacer fuer- tes allí, á par de la costa, con árboles gruessos: é higieron sus palenques é ga- ritas é castillos de madera para atender á los indios; porque de algunos pressos se supo que todos los caciques é señores de la isla estaban confederados y determina- dos de volver con mucha mas gente, é morir todos ó echar los chripstianos fuera de la isla. Sabido esto, algunos compa- ñeros se fueron en una canoa que hurta- ron de los de su compañia, é se passaron á Paria; pero los restantes alóndian, aun- que no sin temor, é poco á poco yba la gente convalesciendo. É sanos, deseaban continuar la guerra, quando llegó una ca- noa, que envió el consejo de Cubagua con diez españoles á notificar una provision de aquesta Real Audiencia que reside en esta cibdad de Sancto Domingo; por la qual mandaba al gobernador Antonio Se- deño que soltasse á Alonso de Herrera é lo dexasse yr libremente. É dábasele po- der por estos señores presidente é oydo- res para que en nombre de Su Magestad el mesmo Alonso de Herrera gobernasse la provincia de Paria, porque Augustin Delgado era teniente de Sedeño é tam- bien de Paria por Ordaz; é residia con Sedeño, porque no se cumpliesse por su parte sino muy enteramente la verdad de la Sagrada Escriptura: «El corazon que TOMO IL. 233 anda por dos carreras, no avrá cumplimien- to de su desseo ni le subgederá bien.» Tales son los que quieren amar juntamente á Dios y al mundo, y quien quiere servirá dos señores : assi lo dice el Evangelio de Sanct Matheo. É si á este le subcedió bien ó mal de sus mudancas adelante se dirá qué tal es el fin destos cambiaban- deras. Tornando á la historia, fecha la notifi- cacion é aviendo requerido á Sedeño que cumpliesse lo que se le mandaba, él di- lataba la respuesta. Mas los que fueron en la canoa hurtaron al Alonso de Herrera - é lleváronlo á Paria, que era lo que él mas desseaba; pues como Sedeño y los que con él estaban no tenian otra susten- tacion sino lo que les trayan de, la pro- vincia de Paria, unos por se passar allá, por ser tierra que estaba en paz, otros temiendo morir de hambre, otros porque eran de la gente de Ordaz y amigos del Alonso de: Herrera, é tenian esperanca que Diego de Ordaz, que era ydo á Es- paña, avia de tornar con mucho favor, y otros por ser amigos de novedades, se amotinaron, y daban por achaque que les tomaban á Paria, que era tomarles la vida é quitarles el comer. É juntáronse hasta treynta hombres de ellos é fueron á la possada del gobernador, é prendié- ronle á él é á sus criados é amigos é á sus justicias é officiales, é quitaron las armas á los demas que no avian seydo de la opinion de los amotinados: é apoderá- ronse de los bastimentos é de los caba- -]los é artilleria, que eran diez é seys ti- ros del gobernador Sedeño, é dexaron - dos tiros é quatro caballos, que despues un cacique de la provincia de Chacomare, amigo de Sedeño, guardó, y tomaron los navios é determinaron de yrse á Paria. É al tiempo de su partida dixeron al gober- nador é á los demas, que los que quisies- sen quedar allí en la isla, se quedassen con él, y el que quisiesse ree, fuesse con tu 234 ellos á Paria; pero que si todos quisies- sen yrse, que llegados á Paria, le darian á Sedeño sus navios é armas, para que se -fuesse donde él quisiesse con los que le quisiessen seguir. Oydo esto, se querian quedar con Sedeño veynte é siete hom- bres; pero como los del motin estaban apoderados en los navios y en los basti- mentos, essos y los otros se embarcaron, - é Sedeño se quedaba solo con ciertos in- dios del cacique su amigo, que le roga- ban se fuesse con ellos á su tierra. Mas HISTORIA GENERAL Y NATURAL paresciéndole que era mejor qualquier _trabaxo entre chripstianos que fiarse de los indios, se embarcó con los otros, é lo llevaron á la provincia de Paria, donde llegaron otro dia siguiente; é allí estaba Alonso de Herrera por capitan é gober- riador de aquella provincia de Paria, por virtud de la provission é comission desta Audiencia Real que se dixo de susso, en tanto que Sus Magestades proveían lo que fuesse mas su servicio. CAPITULO VL De la prision del gobernador Antonio Sedeño,. y la manera de cómo fué libre y se tornó á la isla de Sanct Johan. Ea que los que se amotinaron á Sedeño se passaron á la provincia de Pa- ria y á la Tierra-Firme, donde él assi- mesmo se fué con ellos, por no quedarse en la isla solo é perdido entre los indios, como se dixo en el capítulo de susso, dixo á los del motin que ya sabian cómo en la isla le avian prometido que llega- dos allí en Paria, le darian sus navios é ar- mas, para que se fuesse donde quisiesse: é pues ya estaban en Paria, que les ro- gaba que cumpliessen su palabra, como se lo avian ofrescido en la isla, é le de- xassen yr. Entonces los del montin le pu- sieron en tierra á Sedeño y á sus criados é le requirieron que se fuesse, é dixeron que le ponian en libertad, para que hi- ciesse lo que le paresciesse. Y en el ins- tante llegó un alguacil del capitan Alonso de Herrera, é prendióle á él 6 4 sus cria- dos é amigos: é pressos los pusieron en aquella casa que Sedeño avia hecho en Paria, que yo llamo la casa de la discor- dia, é allí estuvo mas de seys meses muy aprissionado y enfermo, é muy mal trac- tado, é llegó á tal estado que no se pens- saba que pudiera vivir. | Estando desta manera avia a de los que eran sus amigos que les pessaba de su trabaxo, y junto con esto no eran ellos bien tractados del Alonso de Herre- ra, por lo qual se juntaron un dia Alon- so Alvarez Guerrero, alcalde mayor que avia sido de Sedeño, é Alvaro de Xexas é otros sus adherentes, é con mano arma- da y mucho ímpetu fueron á aquella casa, pidiendo su gobernador é á los que esta- ban presos con él, É viendo aquesto Alon- so de Herrera, temió que lo matáran, é subió presto con un escribano á donde estaba Sedeño, é llevaba en la mano una - espada desnuda, é dixo á Sedeño que yba á matarlo. É como los de la parte de Sedeño apresuraron la cosa, Alonso de Herrera encontinente se hincó de rodillas delante de Sedeño é le pidió que por amor de Dios le asegurasse la vida; y có- mo Sedeño estaba muy enfermo y troca- da la voluntad, para no ofender á aquel ni á otro, le perdonó á él é á otros sus-ami- gos del Alonso de Herrera. Luego le to- maron en bracos á Sedeño sus amigos é pussiéronle á una ventana, para que ha- blasse á la gente y cesasse el escándalo; é assi se asossegaron todos. Unos le abra- caban, otros con lágrimas daban gracias DE INDIAS. LIB. . . . 1 o á Dios porque habia librado á su gober= nador; otros decian que se debia proge- der contra sus enemigos. É quando esto se hizo, ya:avian prendido los de la parte de Sedeño á los que se le avian amotina- - do en la isla de la Trinidad, de los qua- les eran principales aquel Agustin Delga- do, de quien se hizo mencion en el capí- tulo precedente, é Anton Garcia, alguacil mayor de la isla de la Trinidad, é Alon- so Moran, é Francisco de Eras, é Anton Gomez é Francisco de Gracia. Y estando presos en la misma casa, donde lo avia - estado Sedeño, comencaron á traer mu- cha leña para pegar fuego á la casa: é Sedeño no dió lugar á ello, porque los avia asegurado. É luego entendió en aderescar.sus navios, para se yr de allí é quedóse en el mismo cargo Alonso de Herrera.* Y Sedeño se embarcó con sus amigos los que le avian puesto en liber- tad, é acordó de yrse á la isla de la Mar- garita, porque fué avisado que Su Ma- gestad avia fecho merced á Hierónimo Dortal de la gobernacion de aquella pro- vincia de Paria y le esperaban cada dia; é assi se fué á la isla de la Margarita Se- deño. Pero cómo los de la isla de Cu- bagua supieron que estaba alli, envia- ron un alcalde con un mandamiento é to- máronle la gente é dexáronle solo con tres ó quatro criados suyos, só color que querian hager cierto descubrimiento en la Tierra-Firme: é como Sedeño se vió - solo, fuesse á la isla de Sanct Johan muy XXIV. CAP. VI 235 perdido y enfermo; pero no sin esperan- ca de volver á los bullicios passados. Y para esto dexó en Cubagua su poder pa- ra que, quando Hierónimo Dortal llegasse, tractassen de su parte con él, que hicies- sen compañia en las gobernaciones, é se ayudassen el uno al otro, para que la isla de la Trinidad «y la Tierra-Firme se pa- cificassen y poblassen en todo lo que ca- da uno dellos avia de gobernar, porque mejor acertassen á servir á Dios é á Su Magestad. : Esta conformidad que Sedeño buscaba á mas no poder, no ovo efeto, como ade- lante se dirá; pero no cessó por esso de entender en se rehacer en la isla de Sanct Johan de gente é caballos é armas é petre- charse para volver á la isla de la Trini- dad, ó mejor diciendo, á la Tierra-Firme á innovar sus pendencias, sin voluntad ni licencia de Céssar: de lo qual se siguie- ron muchos daños á él é á otros en el tiempo que passaron essos motines y Co- sas que subcedieron. - Despues de la muerte del capitan Die- go de Ordaz, estaba en España Hierónimo Dortal (el qual tengo dicho que fué con El á la Tierra-Firme por thesorero de Cés- sar), procurando que Sus Magestades le concediessen aquella gobernagion de Pa- ria: y obtuvo la merced, y aun: demás de se la conceder, le mandó Céssar ayu- dar para que armasse É mejor pudiesse hacer su viaje y empressa, como se dirá adelante. e : z CAPITULO VII. Del subceso de la gobernacion de la provincia de Paria, de que Sus Mageslades hicieron merced á Hieróni- mo Dortal por fin é muerte del capitan Diego de Ordaz. Dieno tengo cómo despues que murió el capitan Diego de Ordaz, yendo á Es- paña á se quexar de Sedeño é de los de Cubagua, Hierónimo Dortal, que le avia acompañado como thessorero de Su Ma- gestad en aquel trabaxoso viaje del des- cubrimiento del rio de Huyapari, fué á la córte, é Sus Magestades le concedieron la gobernacion de Pariz. É para yr allá, par- tió de Sevilla á los diez é ocho de agosto 230 da mill é quinientos é treynta y quatro años, con una nao muy bien artillada é proveyda é con ciento é treynta hombres; y dexó en Sevilla á un capitan suyo, lla= mado Johan Fernandez de Alderete, na- tural de Toro, con otros cient hombres, para que fucsse con ellos en su segui- miento con una caravela.' Toda esta gente ví yo en Sevilla, por- que á la sacon llegué allí que yba por procurador desta nuestra cibdad de Sanc- to Domingo y desta Isla Española, para pedir á Su: Magestad lo que tocaba á los. negocios:destas partes, É assimesmo con crédito desta Real Audiencia que aqui re- side; y por cierto la gente que este go- bernadoralli tenia, me paresció muy bien, é me hallé á ver su alarde ó reseña. Assi que, tornando al camino, desde Sevilla se fué este gobernador á la isla de Te- nerife, é allí armó otra caravela con sep- tenta hombres, con la qual é con lo quél llevaba se partió con doscientos hombres, é llegó á la Tierra-Firme en Paria en el mes de octubre de aquel año. Y en aquel golpho é costa de Paria halló una fortale- ca, que avia hecho Diego de Ordaz, lla- mada Sanct Miguel, en el tiempo que fué gobernador; y estaba allí Alonso de Her- rera por capitan, del qual en otras partes se ha hecho mencion, con hasta treynta hombres, é fué allí rescebido por gober- nador Hierónimo Dortal. É luego comencó á enderescar su armada, para subir por el rio de Huyapari y descubrir por allí la provincia de Meta, de que se tenian noti- cias por lenguas de la tierra, que decian que era de mucha importancia. Mas toda aquella provincia y la costa estaba de guerra muy alterada por mu- chos desatinos é malas obras, que los chripstianos que allí estuvieron primero avian hecho á los indios, assi por estar sin gobernador é haber faltado Diego de Or- daz, como por las contenciones de Anto- nio Sedeño, que tambien pretendió. ser HISTORIA GENERAL Y o «aquello de su gobernación. É por tanto nunca estotro gobernador Hierónimo Dor- tal pudo traer los indios á la paz, como primero avian estado en tiempo de Or- daz; y por esto con nueve navios de re- mos é una caravela, en que se pusieron los caballos, envió por su teniente al Alonso de Herrera que se dixo de susso, porque era valiente hombre é diestro, é se avia hallado en la conquista de la Nueva España con Hernando Cortés, é sabia mas de matar indios que de criarlos: al qual dió ciento é treynta hombres muy bien aderescados y armados, é proveydos de lo nescessario para que poblassen en el rio é pueblo de Huyapari, que es cinqúenta leguas el rio arriba dentro en tierra, que se llamaba Aruacay, donde ya antes en tiempo de Ordaz avia estado Hierónimo Dortal; y él quedóse en la fortaleca é pueblo de Sanet Miguel. Y estando allí, le vino nueva cómo el capitan Alderete que avia dexado atrás con la gente que es di- cho, avia llegado á la isla de Cubagua ó de las Perlas: é assi por le recoger como porque allí avia de hacer otras cosas que convenian al servicio de Céssar y le era mandado, fué allá y dexó treynta hom- bres con un capitan en la fortaleca de - Sanct Miguel. Llegado á Cubagua, tomó la gente que allí le vino é los caballos, é armó é hizo seys bergantines, en que puso ciento é quarenta hombres, é volvióse á Paria : é halló que en tanto que avia ydo á Cuba- gua, le avian muerto quatro hombres los indios, de aquellos españoles que avian quedado en Sanct Miguel, é avian inten- tado de tomar la fortaleca é la quemar, é la tenian cercada quando llegó; é si algo se tardára este socorro, se vieran los cer- cados en peligro de se perder todos y la fortaleca. Mas cómo los indios vieron que el go- bernador y aquella gente yban, alcaron el campo é cerco é fuéronse mas que de DE INDIAS. LIB. XXIV. CAP. VII passo ; pero alcancaron la penitencia que meresció su atrevimiento , porque luego envió el gobernador trás ellos á Augustin Delgado, su alcalde mayor (que es aquel de quien atrás se ha hablado), con gen- te, y alcancó los indios, é fueron muer- tos algunos é pressos muchos de los que avian seydo en la muerte de los chripstia- nos y en cercar la fortaleca. É dióseles el castigo á proporcion de sus culpas y de- lictos , non obstante lo qual, el goberna- dor Hierónimo Dortal procuró mucho la paz con los indios; pero no lo pudo con- seguir con ellos, assi por estar ya la ene- mistad que tienen á los chripstianos muy arraygada en sus coracones, como por- que sin esso es aquella gente muy feroz é salvaje, soberbios é apartados de racon, é viven desacaudillados y desviados unos de otros sobre sí. Viendo el gobernador el poco fructo que se esperaba de dexar allí guarda, é que la fortaleca era flaca, determinó de la desamparar é llevar consigo la gente toda, é yrse á juntar con la que avia én- viado al rio de Huyapari: é assi se partió de Sanct Miguel con sus navios, é hizo 237 escala ó tocó enla isla de la Trinidad, pa- ra reformar su gente 6 proveerse de al- gunas cosas para su camino, é llegó á un pueblo que se llama Chacomari. É' desde “allí envió dos bergantines y un barco á la costa de Paria, á un puerto que se llama Puerto Sancto, que está veynte é cinco leguas de la isla de la Trinidad , la vuelta de Cubagua, para que descargassen un navio que llevaba cacabi é otros manteni- mientos, que avia hecho llevar para su ar- mada. É tornando estos dos berganiines de hacer lo que es dicho, toparon otros tres á la boca del Drago, en la mar, á diez leguas de la isla de la Trinidad , que yban la yuelta de Cubagua, con los qua- les ovieron habla. Y en uno dellos venia Alvaro de Ordaz, alguacil mayor de Hic- rónimo Dortal, que avia ydo con la gente que llevó el capitan Alonso de Herrera á —Muyapar, de lo qual se espantaron los unos é los otros; é assi como se conoscie- ron, todos quedaron maravillados, y con mucha racon, segund el mal subcesso de que otra esperanca se tenia, como se di- rá en el siguiente capítulo. CAPITULO VIIL De la muerte del capitan Alonso de Herrera ó otros chripstianos del armada del gobernador Hierónimo Dortal, que envió al rio de Huyapari, alias Urinoco. Lgados estos bergantines á parlameñ- to, preguntando los que el gobernador avia enviado al Puerto Sancto la causa de la venida de Alvaro de Ordaz é de los otros españoles, dixeron que ellos avian ydo con el capitan Alonso de Herrera el rio arriba de Huyapari, como el goberna- dor les avia mandado, é hallaron despo- blado el lugar grande de Aruacay, que es- taba en la eosta del rio hácia el Poniente; é á esta causa se passaron á la otra costa del Levante del mismo rio á un pueblo - que se llama Carao. Desde el qual algu- nos dias antes avian enviado la cara- vela que llevó los caballos con cierta muestra de oro de patenas é joyas de indios en que avria hasta quinientos pes- sos de buen oro, é hasta sessenta indios, é con grandes nuevas de la riquega que se decia aver en Meta; y escribieron al gobernador para le dar priessa que se fuesse á juntar con ellos, porque la empresa sé continuasse con su pares- cer é mandado, é se supiessen aque- llos secretos é grandes cosas, de que los indios los certificaban. Pero que des- 238 daba, desseosos de llegar á lo bueno, donde les daban á entender que hallarian mucho oro, hicieron una barca grande para veynte é dos caballos y en que lle- vassen sus municiones; y con esta y los bergantines, que eran seys, se partieron de aquel pueblo de Carao por un estero ó braco que entra en el mismo rio de Huyapari, al qual llaman el estero de Meta. É tardaron veynte dias hasta llegar á la boca del estero, yendo á la vela é navegando doscientas é cinqúenta leguas primero, y entraron por aquel braco ó estero con los siete navios hasta veynte leguas: las quales anduvieron en quaren-- ta dias por la corriente é muchas aguas de las crescientes de las lluvias; é aques- tas leguas á la sirga todas, llevando el agua hasta los pechos los que tiraban de la cuerda de la sirga, y con extremado trabaxo en un dia andaban media legua ó poco mas. > No creo que algunos de los que allí yban tomáran essa fatiga para llegar- al parayso, puesto que con menos peligros é con mas seguridad del cuerpo y del ánima pueden los chripstianos ganar la gloria del cielo y no lo hacen, y por este oro y desordenada cobdicia se ponen en estas partes los hombres á tantas des- aventuras é á tanto riesgo, sin se cansar ni aver temor de la muerte corporal y espiritual. Y por la mayor parte assi se acaban estos negocios, como es el inten- to ó fin que tienen los que en ellos se - ocupan; porque como dice un deyoto re- ligioso de la Órden de los Menores en un Árte que compuso: «Para servir á Dios no tiene mas bondad la obra de quanto es la bondad del fin porque es hecha; y si malo fuesse el fin, será mala la obra, aunque ella de suyo fuesse buena.» ¿Pero qué diré yo, pecador, que como otros muchos he andado en estos trabaxos, bus- cando de comer para mi muger é hijos, pa HISTORIA GENERAL Y NATURAL pues viendo que el gobernador se tar-. y no he dexado de ver en la misma ocu- pacion muchos clérigos y frayles de to- das las órdenes y hábitos ? Bien penssaba yo un tiempo que era su ánimo de estos tales sacerdotes para convertir y enseñar los indios en las cosas de nuestra sancta . fé cathólica, y confessar y administrar los Sacramentos de la Iglesia á nosotros los seglares, y assi lo dicen y predican ellos. Y no dexo de creer que con sancio celo se muevan algunos dellos mas que por interés; pero los menos destos padres he visto sin cobdicia ni menos inclinados al oro que á mí ó á otro soldado, ni con menos diligencia procurarlo, pero con mas astucia é silencio guardarlo, assi porque tienen por devocion que todos les den por amor de Dios, só color de algunas obras pias y de missas que pretenden de decir, é que no pueden cumplir, segund la cantidad de que resciben las pitancas adelantadas. Y demás desto, por otras vias y negociaciones en que se entreme- ten entre seglares, no es poco el dinero que sacan dello; y al cabo tan poco plo- mo traen en los pies como los legos míli- tes, ni dexan de discurrir por todas estas partes y de informarse primero quáles tierras son mas ricas y de menos peligro para la vida. Y no todos de nuestra nacion ni vasallos naturales de la Corona Real de Castilia, cuya es esta tierra é Indias, sino á vueltas mezclados frayles extraños y franceses, ó espías disimulados debaxo de su fraylía, puesto que en la verdad hay monasterios de buenos religiosos, en es- pecial en esta nuestra cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española y en la Nue- va España, y en otras partes destas In- dias. Y en estos tales conventos toda ho- nestad y religion sé cierto que hay, y personas scientes y de mucho mérito y buen exemplo; pero en los frayles y clé- rigos que andan por acá fuera de sus Ca- sas é iglesias nones, puesto que si se numerassen, henchirian un grand pueblo, DE INDIAS. LIB. no digo nada, pues que hablo en cosas notorias. Puede muy bien ser que su fin sea sancto y bueno, y que la obra sea acepta á Dios, si lo que de tal forma se adquiere se gasta en redempcion de cap- tivos y en su servicio; y aun“entonces seria menester que no se hiciesse en per- juycio de terceros, y que las tales limos- nas fuessen hechas con voluntad de quien es nescessario el consentimiento.. No quiero dar ni quitar el crédito á Erasmo ni á sus coloquios; pero en estas Indias se han visto cosas entre los tales sacerdotes sueltos, que es mejor callar- las que despertar mas esta materia. Me- jor es que se crea que yo no lo entiendo; pero quando de lo que aqui digo se me pidiesse cuenta, yo la daria tal que fues- se creydo con testigos fidedignos. Ni quiero corregir á quien solos sus perla- dos han de corregir; pero desseo que to- dos fuéssemos buenos, y que no nos con- tentemos con parescerlo. Mas por nuestros pecados, estos que se- guimos el curso é hábito seglar es con tan= tas culpas, que bien empleadas son las fatigas de los que por acá gobiernan y de los gobernados. Y si esto es assi ó no, te- ned, letor, memoria del fin que han he- cho estos gobernadores que hasta aqui podeis aver leydo en esta General Histo- ria de Indias, y en los que podeis leer hasta el fin della, y vereis quán raros son los ganados y cómo son los mas dellos, para averles lástima y no envidia, pues que estas partes se descubrieron. Tornemos á nuestra materia y acábese la relacion que dieron estos bergantines que volvieron de Huyapari, é Álvaro de Ordaz á los otros del gobernador Hieróni- mo Dortal. Los quales dixeron que visto por el capitan Alonso de Herrera é los otros españoles que no podian yr adelante y quán grande es el número de los otros inferio- res pecadores que se han perdido tras ellos: que á la verdad son sin cuenta, des- XXIV. CAP. 239 por aquel estero, á causa de la grand corriente de las aguas, saltaron en tierra cient hombres de á pié y de caballo, que fueron los que pudieron estar para traba- xar, é todos los demás quedaron en guar- da de los navios, y hartos dellos enfer- mos del excesivo trabaxo é hambre que avian padescido, y aun tenian, que no pudieron salir ni aun estaban para estar en la tierra. Aquellos ciento que salieron, se divi- dieron en dos partes, para buscar pobla- do y camino para seguir lo que mejor les paresciesse, é hallaron muchos ranchos de pescadores; é todo lo mas del pais ó tierra que hallaron eran anegadicos, y con mucha pena é cansancio caminaban. Andando en esta fatiga, toparon una india, y tomada hiciéronla guia, porque hasta hallar aquella muger, á ningund in-. dio de los que avian hallado avian enten- dido las lenguas que llevaban, y á esta entendiéronla, y no á mi parescer, por lo. que se siguió de la industria de tal ada- lid. Esta guia, segund ella decia, llevaba - á los chripstianos á un pueblo muy gran- de ; pero avisábales que eran poquitos los españoles é que los indios los comerian, y trúxolos de unas partes á otras perdi- dos, mintiéndoles en muchas cosas. Á causa de lo qual, hallándose engañados, queriéndola gratificar de sus trabaxos, la ahorcaron de un árbol, porque andando á escuras assi como assi con esta candela ó buena obra penssaba este capitan acertar mejor el camino, y tambien fué assi abre- viada la justicia despues á él é 4 otros y de mas cruda muerte. Porque en la verdad algunos destos capitanes no acostumbran á hacer procesos, ni sus escribanos quie- ren gastar tinta donde no les han de dar dineros; y assi acaesce tambien que les da Dios la muerte á ellos, de manera que los tales lo han usado hacer con otros | pecadores. Tornando á la histori lay: desian € estos de | VII. 210 los bergantines que andando en su traba- xo Alonso de Herrera é los que con él salieron á tierra, y desviados de los na- vios quince ó veynte leguas, toparon ya con algo mejor tierra é con mucha canti- dad de mahiz é yuca, é llegaron á un' pueblo de hasta doce buhios ó casas don- de se recogieron los unos é los otros es- pañoles de ambas quadrillas, cansados é flacos, é arrepentidos sin tiempo de sus pensamientos. É por se rehacer é conse- Jar para lo venidero, pararon á descansar allí para enviar á los navios é gente que en ellos avia quedado, algund pan, é ha- cerles saber dónde estaban. Siguiósse que estando un dia la mayor parte destos chripstianos cogiendo mahiz, sin averlo sembrado, é aviendo que- dado algunos: pocos dellos en los buhios con el capitan Alonso de Herrera, vinie- ron sin ser sentidos hasta cient indios ar- queros é dieron con mucho ímpetu en el pueblo, y especialmente en el buhio don- de el capitan estaba: el qual acudió pres- to á echar la silla 4 su caballo, é no tuvo tiempo, porque le hirieron de cinco ó seys flechas, é una dellas por la boca, é hi- rieron á los mas españoles sin se poder aprovechar de los caballos, excepto un hidalgo que se decia Alonso Moran, que pudo subir á caballo aunque estaba heri- do, é diósse tan buen recaudo con los in- dios, que hirió á algunos é los hizo apar- tar del pueblo. -É se pudieron acaudillar é juntarse los españoles é recoger los que estaban en el campo cogiendo el mahiz; pero quedaron heridos todos los caballos, y el capitan murió desgde á tres dias ra- biando, porque assi acaesce á los que de tal hierba son heridos, la qual allí y en toda aquella costa de Paria usan los in- dios en sus flechas. En el tiempo queste capitan estuvo con sentido, despues que le hirieron, hizo muchos buenos racona= mientos é amonestaciones á los chripstia- nos, -consejándoles. que como. hid. HISTORIA GENERAL Y NATURAL hombres de vergúenca é buenos españo- les, no desmayassen por lo que les avia subcedido: é decia que su herida no era nada , é que las cosas de la guerra aque- llos trabaxos é siniestros acaescimientos producen”, é que en ella pocos nascen é muchos mueren; mas que por esso los buenos no han de mostrar flaqueca ni falta de ánimo por peligro alguno para conseguir la vitoria. Y exortaba su gen- te á que higiessen mejor guarda de ahí adelante, y que en tanto que su gober- nador llegaba ó él estuviesse mejor, oviessen por capitan en su lugar á Alvaro de Ordaz, al qual rogó que como caba- llero é hombre de buena sangre, mirasse por aquella gente porque lo debia á quien era, pues que él ya no podia yr adelante. É á los demas amonestó que le siguiessen como buenos é leales hombres, pues sa- bian que Alvaro de Ordaz era sobrino del capitan Diego de Ordaz, su primero gobernador, y erá hombre de buena cas» ta é valiente por su persona; y que en todo mirassen el servicio de Dios y del Emperador, nuestro señor, é la honra de su gobernador é de su nascion. É que no oviesse falta ni menos esfuer- co en ellos porque él faltasse, ni otros, pues les quedaba tan buen capitan y tan experimentado en las armas y en la guer- ra, como ellos sabian, aunque era man- Cebo; y entre aquestas amonestaciones pedia á Dios misericordia é socorro para su ánima. Y antes que llegasse al tercero dia despues de herido, comencó á bascar é salió de sentido, mordiéndose*las ma- nos; é hagia otras cosas que sin mucha lástima no se podian ver. Finalmente , es- te capitan é otros tres chripstianos murie- ron de la manera ques dicho, á causa de la hierba con que fueron heridos; y es- caparon otros onge de los heridos, Ó por ser la hierba añeja ó no la tener algunas flechas, ó porque en unas compleciones haga mas Operacion é daño, ó mejor di- DE INDIAS. ciendo por quererlos Dios guardar , é mu- rieron todos: los caballos excepto uno. Visto aquesto, acordaron los que queda- ron de se recoger á los navios , é baxan- do el rio, por la falta de bastimentos ma- taron el caballo que les quedaba, é se lo -COMICrOn, Llegados á los navios, se e embarcaron para se volver el estrecho abajo al rio de -Huyapari, é llegaron á él en catorce dias; porque como estaban cansados y enfer- mos los mas, deteníanse por tomar alien- to: que si pudiessen trabaxar, é no tu-" vieran lanta flaqueca, segund es la cor- riente grande, en cinco ó seys dias an- duvieran lo que subieron en quarenta. Bien os acordais, letor, si aveis oydo á Ovidio, de aquel árbol de las manca- nas de oro del rey Atlante, guardadas por un dragon, quando Perseo le pronosticó . que se las avia de robar un hijo de Jú- piter. Tempus, Athla, veniet, tua quos spoliabitur auro Arbor: et hune prede titulum loye natus habebitl. Id meluens, solidis pomaria clauserat Atblas Montibus +. El qual mesmo aucior adelante dice: Thermodontiaco celatus baltheus auro; Pomáque ab insomni malé custodita dracone ?. Hurtóle é tomó estas mancanas, puesto que aquel dragon nunca dormia. Pero no creo yo que con menos guarda estan aquestas otras riquecas que en estas par- tes buscan los hombres. Y el dragon que las guarda es el diablo que nunca duer- me, como lo pueden bien testificar los que se hallaron en esta demanda de Me- ta, segund se colige de lo que está dicho y de lo que adelante se dirá. Tornemos á nuestra historia. Los que escaparon de la batalla en que mataron al capitan Alonso de Herrera, estando en el rio de Huyapari, alias Urinoco, con- 1 Melham. lib, IV, fáb. XVIL. TOMO 11. LIB. 241 tinuaron su camino hasta la boca donde entra en la mar con los seys bergantines; porque la barca grande, como no tenian caballos, la dexaron en el estero de Me- ta, donde se avian embarcado despues de la guacábara , é hallaron tanto tiempo en la mar á la entrada della, que perdie- ron uno de los bergantines con veynte chripstianos y una muger, y destos .era uno Francisco de Villanueva que yba por thesorero de Su Magestad. Otro bergan- tin deshicieron, porque era viejo: assi que, _les quedaban quatro. Despues el dia si- guiente que se ahogaron los que es di- cho, se les perdió otro bergantin por for- XXIV. CAP. VIIL. - tuna, é dió al través en la isleta que está en el embocamiento del rio llamada Pa- rataure, é otros le llaman la isla de Gas- par de Silva, que alli está enterrado, al qual hizo degollar Diego de Ordaz, como se dixo en el capítulo TI. Esta isla no la ponen las cartas, porque á estos cos- mógraphos que las pintan no los infor- man tan enteramente como convernia - ni ellos lo vienen á ver, y por esso lo digo aqui, para que lo sepan y lo pon- gan: que yo del gobernador Hieróni- mo Dortal é de Álvaro de Ordaz y de otros muchos que la han visto y en esto que digo se hallaron, fuí informado de lo que escribo. Assi que, dado al través es- te bergantin en la isleta de Parataure, la gente se salvó en ella é se quedaron alli - perdidos los que en el bergantin yban; y acordándose Dios dellos , subgedió por su Z misericordia lo que agora diré, - Estando estos hombres sin esperanca a _ de salvarse, é solos é sin navio, llaman: do á Chripsto en su ayuda, vinieron mu- chas piraguas é canoas grandes de indios caribes flecheros ; y cómo estos chripstia- -nos aislados los vieron, huyeron la isla adentro, que es alta y áspera, y escon- diéronse por miedo de la muerte, porque 2 Metham. lib. IX, v. a 90. 242 -no estuvo su vida en mas de ser vistos. É los indios de las piraguas llegaron allí é tomaroñá mucha municion é otras cosas de rescates é de valor de la hacienda del gobernador, é todo se lo llevaron excep- to un cáliz de plata, que no lo quisieron ni alli conoscen esse metal, ni el artille- ria que tambien la dexaron : y con todo lo: demas que pudieron cargar, se fueron. Los otros tres bergantines que yban á la mar dióles tanto tiempo y fortuna , que volvieron forgados por se guarescer á la mesma isleta donde estaban aquellos que no quiso Nuestro Señor que allí quedas- sen perdidos; y á la vuelta que daban los bergantines, toparon una de las piraguas, é dieron sobre ella é tomáronla con mu- cha comida y bastimentos, de que tenian extremada nescessidad. Pero no pudie- ron prender indio alguno, porque como son grandes nádadores, se echaron al agua é fuéronse á la costa de la Tierra Firme. É assi los bergantines recogieron los chripstianos aislados, que eran diez é seys é una muger. De allí adelante co- mengaron á llamar á aquella isla los espa- noles, quando hablaban en lo que les avia acaescido, la isla del Cáliz, é assi me pa- resce á mí que se debe nombrar en las . Cartas, en memoria y testimonio de cómo -— Dios por su clemencia é poderio, demas de salvarse aquellos pecadores, no quiso: dar lugar á q el vasso, en que su sacra- HISTORIA GENERAL Y NATURAL tíssima sangre se avia muchas veges ce- lebrado, quedasse en poder de infieles ni en manos sacrílegas. El dia siguiente tornaron á su viaje es- tos bergantines la vuelta de Paria, deba- xo de la bandera del capitan Álvaro de Ordaz, con quien se toparon los otros bergantines que tornaban de Puerto Sane- to de descargar el navio que primero se dixo: los quales dixeron á Ordaz é á los : - que con él yban en los tres bergantines, que se fuessen con ellos á la isla de la - Trinidad , donde su gobernador Hieróni- mo Dortal estaba, pues que él yba en busca dellos y ellos venian en la dél. Y el capitan Álvaro de Ordaz assi lo quisiera hacer y procurólo; pero la gente acordó - de no le obedescer en esso, por temor de - que el gobernador los mandaria volver al rio de Huyapari , de donde venian perdi- dos; é porque los que con ellos toparon - les dixeron que les llevaban bastimento” é vestidos é otras cosas. Pero escribió Ordaz al gobernador todo lo que es dicho; é avisóle que rescibida su carta, se par- _tiesse luego para Puerto Sancto, donde procuraria detener la gente quatro dias y todo lo que él mas pudiesse, porque el intento que todos ellos llevaban era -yrse á la isla de Cubagua. É assi se apartaron estos bergantines , é los unos se fueron al gobernador con estas nuevas, é los otros 4 Cubagua. CAPITULO IX. De lo que subcedió al gobernador Hierónimo Dortal ess que vido la carla de Ordaz, y cómo se reno- varon las contiendas con Sedeño , é cómo le tomó: Ortal ciertos caballos é gente qué SeneÑS envió á la Tierra-Firme , é ii cosas que tocan á la historia. : Despues que los bergantines, que el go- -— bernador envió á Puerto Sancto, llegaron Ss 4 la isla de la Trinidad, é le dixeron cómo avian topado con los tres bergantines, é - le dieron ia carta de Álvaro de Ordaz, é supo por ella een lo ¡ve se e en el ca _pítulo de susso, pessóle mucho de la muerte del capitan Alonso de Herreraé . de los trabaxos 6 muertes de los chrips- - fianos que avia enviado á Huyapari, é de la pérdida de su hacienda é navios. Pero - Como hombre de buen ánimo, ovo su - DE INDIAS. LIB. acuerdo , é metióse en un bergantin, é fué á PE á Álvaro de Ordaz á Puerto Sancto, donde le avia escripto que le aguardaria. É mandó á los que quedaban en la isla de la Trinidad, que serian has- ta ciento é treynta hombres, que si para cierto dia no tornasse, se embarcassen tras él 4 Maracapana, que es en la Tier- ra-Firme treynta leguas de Cubagua al . Poniente, porque por allí tenia con ellos acordado de entrar En la Tierra-Firme pa- ra descubrir aquella provincia de Meta que tanto deseaba; porque en aquella ¡s- la de la Trinidad le avian prometido todos - y jurado de le seguir é obedesctr como á su gobernador, no obstante que salies- se de los términos ó límites de su gober- nacion. Ni tampoco estaba en ellos esta isla de la Trinidad: que aquella á cargo de Sedeño estaba, desamaban. _Tornando al propóssito primero, -Hieró- y el uno al otro se nimo Dortal se partió con un solo navio - para donde penssaba hallar á Álvaro de Ordaz é á los que con él yban en los ber - gantines; pero quando llegó á' Puerto Sancto, ya eran ydos á la isla de Cuba- gua, y fué en su seguimiento é hallólos allá mal tractados y cansados, é los mas de ellos enfermos y con múcho descon- - tentamiento. Desde á tres ó quatro dias que avia llegado á la cibdad de la nueva Cáliz de Cubagua, vino un navio de Es- paña, en el qual le truxeron una cédula de la Cessárea Magestad en que le hizo merced de le: alargar los límites de su : - cercas. De-este es cacique y señor de gobernacion; é cómo los tenia de la pro- vincia de Paria, que se extendiesse mas hasta confinar con la gobernacion que está á cargo de los alemanes Velcares, que es el cabo qué llaman de la Codera, que está cinqúenta leguas de Cubagua en la TierraFirme la costa abaxo al Oci- dente. Esta nueva le dió mucho placer á él € á su gente, porque en lo que assi . se le acrescentaba está aquella parte, por. ed XXIV. CAP TE 243 donde tenia penssado de entrar en la Tier- ra-Firme, como es dicho, y porque con esto se quitaba de diferencias con los de Cubagua, que decian que aquello les per- *fenescia. - Luego Álvaro de Ordaz é los demas de aquellos que avian venido de Huyapari, se tornaron á reducir á la obediencia del gobernador Hierónimg Dortal, con mucha voluntad de proseguir su compañia é vol- . ver á la Tierra-Firme, donde quiera que él fuesse. É assi él envió un bergantin á saber si la gente, que avia dexado en la isla de la Trinidad, avia llegado á la Tier- ra-Firme , como él se lo avia ordenado; - 6 despues él se passó á la costa á buscar su gente, é fundó un pueblo, é llamóle Sanct Miguel de Neveri. É de allí reformó su armada de caballos é armas é Jo que mas le fué nescessario, é comencó por su persona á entrar por la tierra : é algu- nas veces envió á su alcalde mayor Agus- tin Delgado con gente, porque era hom- bre diestro en la guerra é de buen enten- - dimiento, cuya patria era la isla de Te- nerife. Y en tiempo de dos meses se pa- cificaron y entraron la tierra adentro hasta quarenta leguas á unas partes é á otras, Norte Sur, hasta la línia equinocial: é vi- nieron muchos pueblos de indios á ser sus amigos en algunas provingias, en es- pecial Patigurato, que es un valle en que hay mas de dos mill casas ó buhios, y otra provingia que se dige Anoantal, en que | hay un pueblo principal del mesmo nom- bre Anoantal, que está Imurado de tres aquella tierra Guaramental, hombre muy varon é obedescido en mas de veynte le- guas á la redonda, é muy acatado y te- mido de sus vasallos é aun de sus veci- nos comarcanos. Tambien hicieron de pa- ces Chaygoth é Maulera, que son todas tres buenas provincias é de tierra muy poblada é de grand fertilidad é abundan- cia é mantenimientos. Allí hallaron muy e : 244 grandes nuevas de las riquecas de ade- lante. Fecho aquesto, se tornaron á re- coger el gobernador y los españoles á su pueblo de Sanct Miguel de Neveri. Yo me rio algunas veces y me mara- villo mucho más, de cómo se satisfacen estos nuestros capitanes é sus mílites de las simples y desvariadas é vanas infor- - maciones que hán de los indios, seyendo la gente del mundo mas mentirosa é mas habituada á no decir verdad. É los peca- dores chripstianos, cegados de su cobdi- cia, creen quanto les dicen é prometen que hallarán adelante, por echarlos de la tierra é enviarlos adonde los maten ó se pierdan: é aun si supiessen los indios qué cosa es aquel parayso terrestre, tambien se le avrian ofrescido muchas yeces y en muchas partes, aunque no hay mas de: aquel, por quien la Sagrada Escriptura di- ce que Dios alli puso el hombre que él for- mó. Pero como dige aquel verdadero y co- mun proverbio vulgar: «El tramposo y el. cobdicioso presto son de acuerdo.» Pro- meten los indios á los chripstianos lo que ven que dessean, .que es el oro; y con esto todo el cansancio y trabaxo y peligro no. . se siente ni lo entienden hasta que estan caydos en la red, de donde no salen ni pueden salir algunas veces, sino por mi- raslo y misericordia de Dios, que sabe de lo que se sirve. Porque en la verdad, aunque con muerte de muchos españoles estas tierras se calan é passean, no es sin mucho bien é próvecho para otros é muy señalado para ensalcamiento de la fé nuestra y para que Jesu Chripsto é su baptismo se pregone é aumente, é se sir- va Dios donde tantos siglos ha estado ol- | vidado, é se salven algunos destos indios en nuestros dias, y muchos mas con el tiempo adelante. Volvamos á la his- toria. Estando el gobernador Hierónimo Dor- | tal en la provincia de Patigutaro, supo que á la costa de la mar avian llegado assiento de Sanct Miguel, HISTORIA GENERAL Y NATURAL tres navios de la isla de Sanet Johan con gente y caballos: é dexó á su teniente con la gente y él fuesse á la costa é é ovo infor= macion que aquestos yban por el gober- nador Antonio Sedeño, para entrar por allí por la Tierra-Firme. Y él les mostró buen semblante y les dió á entender que holgaba con su venida; porque antes de esto se avía movido entre estos gober- : nadores cierta plática de conformidad é compañia, para que juntos entrasen por alli la tierra adentro; y con esta esperan- ca estuvieron dos ó tres meses penssando. engañar el uno al otro, ó por ventura - penssando hacer mejor sus hechos en con- .formidad. Y cómo á Hierónimo Dortal le avian muerto el capitan Alonso de Herre- ra, é habia perdido parte de la gente en Huyapari, quisiera el concierto, é 4 esso penssó que venia aquella gente; pero desconfiando Hierónimo Dortal del efeto de la compañia que se le habia movido, cada uno de ellos entendió en su proprio negocio. De esta gente de Sedeño yba por capitan Johan Bautista, thesorero, con ciento y treynta hombres; y lleva- ban treynta caballos, con los quales se entró la tierra adentro, sin parescer del gobernador Hierónimo Dortal, ni le dar parte de su camino: el qual envió trás —. él á le requerir que no entrasse por la tierra que él tenia pacífica y era de su gobernación y conquista, é que le mos- trasse por qué auctoridad ó ligencia lo ha- cia. Pero el capitan no se detuvo por sus - requerimientos, mi dexó de andar por la tierraque estaba de paces, haciendo lo que -le paresció é maltractando los indios. De- más desto, un Alonso Álvarez Guerrero, alguacil mayor del Ortal, venia de cier- - ta provincia é llegó una noche á se apos- sentar á soys leguas, de donde el Bautista estaba, con seys de caballo é veynte peo- nes; y envió este contra él quinge de caba- llo é otros veynte ó mas peones, é dieron DE INDIAS. LIB. sobre ellos y tomáronles los caballos é armas en un pueblo que se dige- Anoan- tal, y enviáronlos con sendas cañas en . las manos. El qual Guerrero volvia á ha- cer saber á su gobernador que avia he- cho de paz ciertas provincias é avia lle- . gado hasta Caboruto, que es una provin- cia en el rio de Huyapari, donde en - nombre del gobernador Hierónimo Dor- tal, sus mílites avian estado por el rio. arriba con el capitan Alonso de Herrera. Háse de notar que hay desde la boca del rio de Huyapari, que está en el golpho de Paria, hasta Caboruto ciento'é cin- qúenta leguas, y desde el pueblo de Sanct Miguel de Neveri, donde el Ortal estaba poblando, hasta la misma Caburo- to, hay quarenta leguas; é hay desde - Huyapari hasta Sanct Migue! mas de cien- to é veynte leguas de costa por la mar. Assi que, son doscientas é veynte le- guas de ataxo, de lo qual se colige la - grand vuelta del rio y estero de Meta, y quán ignorantes andan estos conquis- tadores por falta de adalides, y por lo poco que se entiende de las lenguas, por la mucha diversidad y gran cantidad dellas. | En este tiempo le vino aviso al gober- _nador Hierónimo Dortal que otro navio avia llegado á la costa de Maracapana, -que es dos leguas y media de Sanct Mi- . guel, en que venian veynte y quatro ca- ballos y hasta septenta hombres ó mas con otro capitan del gobernador Antonio - Sedeño, llamado Hernando de Vega, na- tural de Medina del Campo. Y cómo Hie- rónimo Dortal estaba sentido de lo quel * capitan Bautista avia hecho, trasnochó é dió sobre los que avian venido, é tomó- los descuydados, y prendió «al capitan y - enviólo á Cubagua , é tomó los 'caballog é armas de los demas; y tornóse al pueblo de Sanct Miguel con esta pressa, y díxo- les que si querian quedar con él en ser- vicio de Su Magestad, que éllos tractaria 245 XXIV. CAP. IX. muy bien y partiria con ellos: de lo que tuviesse y en la tierrá oviesse ; é que si otra cosa querian, que se fuessen de la tierra, só ciertas penas que les puso é tiempo limitado para que saliessen de su gobernacion. Los mas se quedaron con él, 6 algunos se fueron ó tornaron á su gobernador ó donde quisieron. Hecho aquesto, sin perder tiempo, fué - en seguimiento del Bautista, é alcancóle la tierra adentro quarenta leguas, un dia que él yba con hasta treynta é ocho de - caballo y ochenta peones, y esperólos en - Cierto passo: é sin matar á alguno, los: apeó á todos y les quitó los caballos, y prendió al capitan Bautista é le envió á la isla de Cubagua, para que desde allí lo tru- _xessen á esta Real Audiencia que reside en esta cibdad de Sancto Domingo. De esta gente se quedó .assimesmo alguna con Hierónimo Dortal, é otros se fueron -á Cubagua désbaliscidos, como se dice en Italia, ó despojados , “con sendas cañas en la mano, en lugar del oro que bus- -caban. Ved qué compañia é mezclas de gente allegaba este gobernador de hom- bres salteados é quitados de su propóssi- to y tomados á otro gobernador, con quien debatia. Esto que es dicho passó en los meses de hebrero é marco del año de mill é qui- nientos É treynta é seys; y algunos de- llos que se hallaron pressentes á todo lo que es dicho, preguntándoles yo de la - dispusicion de aquella tierra, me certifica- ron todos ellos que es buena y fértil é llana, é que todo lo que anduvieron fué teniendo una muy grand sierra á la mano derecha hácia el poniente. La gente de los indios que allí viven son loros, é andan desnudos, sin algu- na cobertura ni ropa en parte de toda la persona, y todos muy pintados, como los _ de Berberia en África por gentileza: quie- ro decir de aquella manera de pintura que se pintan los moros, que son pintu- 246 ras que no se pueden quitar sino con mo- -rir ó podrirse el cuerpo; pero son mucho mas pintados que los moros africanos. Son gente de buenas dispusiciones: sus manjares son yuca de la buena que no mata, comiéndola eruda ó asada, é mahiz, -é fructas muchas, é grandes pesquerias, é mucha monteria de venados, é dantas, é puercos, é conejos é otras salvaginas, HISTORIA GENERAL Y NATURAL que no me supieron dar mas particular “relacion algunos españoles, que con estos gobernadores é capitanes se hallaron en las cosas que tengo dicho. Porque á la. verdad su principal intento es buscar este - oro, y por él dexan de entender muchas cosas, aunque las vean ó que sean dig- - nas de historia. + CAPITULO X. e Que tracta de la tierra quel gobernador Hierónimo Dortal vido en la Tierra-Firme.en su gobernacion, é de lo que descubrió en ella, é de la muerte del capilan Agustin Delgado, é de ciertas provincias don- de las mugeres gobiernan é mandan á los hombres, é de la réyna Orocomay, é de los ritos é costum=- bres de los indios; é cómo se le amotinó la gente á este gobernador, é de la poncgoñossa hierba de losin= dios, é otras cosas convinientes á la historia Estando el sobernador Hierónimo Dor- tal é su gente en un pueblo que llaman de los Pintados, porque assi lo andan allí todos los indios é indias, ordenó su gen- te é de toda la que tenia escogió ciento é cinqúenta hombres, entre los quales avia cinqúenta é quatro de caballo: é los principales destos eran su teniente Agus- tin Delgado é Álvaro de Ordaz, al qual hizo maestre de campo; é hizo capitan tos ciento é gingiienta hombres principió su camino en busca de aquella provincia - de Meta, que tan caro ha costado á mu- chos, como tengo dicho: é á tres jornadas que avia caminado, ovo una pequeña es- caramuca ó recuentro con los indios, é hirieron con una flecha en el ojo al te= . niente Agustin Delgado, de. que murió en - cinco ó seys horas en un pueblo llamado Guamba : lo qual assi el gobernador como. todos los españoles sintieron mucho, por- que era hombre conviniente para todos y de mucho esfuergo é buen compañero. Pero porque en la primera parte desta Historia General de Indias promeúí que. diria en esta segunda qué cosa es aques- ta hierba, con que los indios tiran sus fle- chas, é seyendo tan mala é violenta como se mostró en este capitan; é dicho en otro lugar que de los que se hallaron donde mataron al capitan Alonso de Herrera, es- caparon once de los heridos, é que él é otros" tres murieron rabiando dentro de - tercero dia, quadra muy bien que se di- de la gente de pié 4 Johan Fernandez de Alderete, é todos los demas envió al pue- * blo de Sanct Miguel de Neveri. Con es- ga lo que desta hierba é su poncoña ten- go entendido. Y es que donde hay aque- llos mancanillos que dixe en el libro IX, - capítulo XII, aquel es el principal mate- rial donde esta hierba se funda,-con el qual se mezclan otras muchas ponco-- ñas, assi como alacranes, vívoras, hor- igas grandes de los encordios, de quien se dirá adelante, y de aque- llas culebras yerdes que se cuelgan de los árboles, de las quales hige mencion en el capítulo XXI! del libro VI. Po- nen assimesmo en esta malvada hierba aquella agua marina, ques una cosa á manera de bexiga ó bamboya morada, que anda sobre las aguas de la mar, - é ciertas arañas, é algunos cumos de o DE INDIAS. LIB. hierbas é rayces que mezclan, é cierto género de abispas: que cada cosa dellas es muy bastante para dar la muerte. Y destas cosas y otras hacen aquella mix- tura, con que untan sus flechas aquestos indios: é donde carescen de algunas co- sas destas, suplen su. malicia poniendo en su lugar otras tan malas ó peores, de que ya ellos tienen larga experiencia. É quando acaesce que algund herido desta hierba escapa, es por dietá é mucha di- ligencia de le chupar la. herida: é socór- -renle con ventosas é otras medecinas en- tre -los chripstianos, é por la mayor par- te está la salud del herido en ser la fle- cha untada de dias é estar muerta la hier-. ba, ó enflaquecida la maldad é fuerca della por ser añeja, ó por le faltar algu- - nos materiales, ó mejor diciendo, por querer Dios que viva el que está herido. Volviendo á la historia, muerto el te- niente Augustin Delgado, el gobernador -é su gente procedieron en sus jornadas por tierras fértiles é pobladas, é los in- dios traian oro é lo daban, é llegó á vista - de la sierra grande que se dixo en el ca- pítulo III que avia estorbado al goberna- j - dor Diego de Ordaz de passar adelante en el rio de Huyapari. Y segund el mis- mo Hierónimo Dortal me dixo, fué su ca- mino tan al Sur, que llegó á estar en dos grados desta parte de la línia equinocial. . É porque era en tiempo de muchas aguas é continuamente llovia, acordó de ses en la provincia de Temeurem, el rey ó - cacique de la qual se llama Chapachauru; y este, cómo sintió los chripstianos, hu- -yó é dexó la tierra. Alli se hallaron forjas | 6 indicios de fundir oro. Mas desde á po- - cos dias por lenguas que se le enviaron | asegurándole, vino de paz, é truxo una “águila de oro grande é otras piecas, pre- sentándolas al gobernador, é dixo quél queria ser amigo de los chripstianos, é - que los llevaria tres ó quatro jornadas de allí á cierta provingia de Tihaos, donde XIV. CAP XO 247 los escaños é assentamientos , é las vasi- jas, é otras cosas del servicio de las ca- sas, é otras cosas de atavios todo era de oro: é quél avia estado en aquella tierra é ydo é venido algunas veges á contractar con aquella gente que decia. Por las qua- les nuevas muy alegres el gobernador é _los españoles, tractaron muy bien á este cacique y le vistieron é dieron cosas de poco prescio é buen parescer de vidro é de laton , assi como gúentas é cascaveles, é algunos cuchillos y espejos. Por medio deste cagique vinieron otros muchos in- dios á ser de paz ¿á me amistad con los chripstianos. Desde Sanct Miguel de Neveri é la cos- ta de la mar hasta donde este cacique vi- via é tenia su señorio, que fué donde el gobernador é su gente invernaron, esti- -maban que podria aver ciento é ginqúen- ta leguas ó mas, la via del Sur. En aque- llas provincias hallaron los chripstianos en muchas partes pueblos, donde las muge- res eran reynas ó cagicas é señoras abso- lutas, é mandan é gobiernan, é no sus “maridos, aunque los. tengan; y en especial una llamada Orocomay, que la obedes- cian mas de treynta leguas en torno de su pueblo, la qual fué muy amiga de los Cchripstianos: é no se servia sino de mu- geres, y en su pueblo é conversacion no avia hombres, salvo los quella envia- ba á llamar para les mandar alguna co- sa, Ó los enviar á la guerra. La tierra y estado desta reyna, é todo lo que por allí es en sus confines, es tierra fértil é sa- na, é de muy buenas aguas é de mucho -mahiz é yuca é otros mantenimientos, de gentiles ayres é templada region. Podria aver un mes que estos espa- - holes ó mezclas de hombres é su go- -bernador estaban en la provincia de Te- mecurem, quando un dia «dle -pasqua de Espíritu Sancto de aquel año de mill é quinientos é treynta y seys se trabó una pendengia entrellos, y en especial entre 248 el veedor, llamado Garcia de Aguilar, é Álvaro de Ordaz, maestro de campo; y el gobernador procuró de los poner en az. É algunos se indinaron contra él, - p porque queria hager justicia ó castigar los que le avian desacatado: en especial el veedor y el capitan Alderete é otros sus adherentes eran los mas culpados, y en- trellos se platicaba que no era bien que. oviesse maestro de campo ni oficiales de Su Magestad, ni aun gobernador, por te- ner libertad é larga licencia para sus de- salinos. Y porque estaban informados que la riqueca de la tierra era donde aquel - cacique ayia dicho, echaron fama que el gobernador queria cortar las cabecas á algunos por le enemistar con la gente, y tambien decian entre sí que el goberna- dor queria tomarse la riquega é repartirla á su voluntad: é por la industria de las palabras de los malos, defraudando á la gente simple, encumbraron su error é . propóssito, de manera que el motin pre- valesció en número de cingienta hombres ó mas debaxo de la opinion del capitan Johan Fernandez Alderete é del veedor Aguilar. É comengaron á publicar. sus in- tenciones, llamando libertad : de forma que perdida la vergúenca dixeron que ni querian gobernador ni oficiales del Rey, é quellos querian servir á sin tales ministros , é le servirian muy me- jor, é que no querian ser mandados de un aragonés: Y á este propóssito avia otras palabras mal dichas y desacatadas; porque los soldados, de quan grande ó pequeña calidad que sean, no han de de- -xar de obedescer al capitan quel Prínci- - pe é su Rey é Señor natural les da, por- que sea aragonés ni escocés, mi de otra qualquiera nascion: antes por el mismo caso incurren en pena capital y feo crí- men; quanto mas que en Aragon hay muy nobles é valerosos caballeros é capitanes, é los que tal decian era con desleal é da- _ñado poa En fa le dixeron al go- í Su Magestad HISTORIA GENERAL Y NATURAL bernador públicamente que se tornasse á la mar él y los oficiales del Rey, porque no los avian de obedescer ni les convenia hacer otra. cosa. Cómo el gobernador vido su determina- cion, comencó de los halagar todo lo que pudo en seys ó siete dias, penssando re- moverlos de su mala intencion é aplicar- los; é no pudo, porque siempre se con- .. vertian otros que estaban neutrales ó no declarados en el motin y se passaban á la opinion de los alborotadores, é otros que tenian mas prudencia callaban, sin se mos- trar por la una ni la otra parte: de los quales ninguna certinidad avia de qué opinion serian, si la cosa llegasse á rompi- miento. É pudo el gobernador entender que sus palabras é halagos era perder el - tiempo é indinar mas los culpados, é que - era peor atender allí entre gente tan sos- “pechosa: é acordó de se volver con los officiales de Su Magestad ála costa, á bus- car remedio para atajar aquel trabaxo y escandaloso motin. É cómo la mayor parte de los que eran hombres de bien, vieron que caían en mal caso los que perseve- rassen en tal error, reconosciéndose de su culpa é del fraude de los movedores deste desacatamiento, comencaron á ha-" cer protestaciones; é decian que ellos - querian su gobernador é servirle é se- - guir su voluntad, é que el veedor y Al- - derete los avian engañado: é pedíanlo por testimonio, é queríanse tornar á la mar con el gobernador. Desta opinion fué la mitad ó mas gente; pero al goberna- dor é officiales les paresció que no conve- : nia que la gente se tornasse con él nise dividiesse, porque lo adquirido é paci- ficado hasta allí no se perdiesse, é rogó á algunos particularmente é á los demas en general, que se quedassen é procu- - rassen de se sostener en paz con los otros chripstianos, en tanto que él tornaba á la mar é pudiesse volver á ellos con el re-. medio. Porque si quisiera castigar á los - DE INDIAS. LIB. XXIV. que lo merescian fuera poner las vidas _de todos en riesgo, é assi los hizo que- dar á los de las protestaciones ó arrepen- -tidos, que con él se querian volver á la mar. Ido el gobernador, luego el capitan Alderete y el veedor Aguilar eligierón seys personas entre ellos que gobernas- sen, é quedáronse en el mismo assiento con determinacion que desde á tres me- ses, passadas las aguas é invierno, yrian adonde sus cobdicias les amonestaban. Y el gobernador é los officiales -con quatro - caballos (y entre todos eran con él nue- ve hombres) se tornaron á la costa de la mar por los mismos pueblos é partes que avian entrado en la tierra é fecho pri- mero de. paz, é passaron puesto que tan pocos yban sin contradicion, aunque no “sin miedo mucho, por su disfavor. É con assaz trabaxo de sus personas é del espí- ritu llegaron-4 diez leguas del pueblo de Sanct Miguel de Neyeri, y en el cámino - fué el gobernador avisado que el gober- . nador Antonio Sedeño estaba en la costa, en el mismo pueblo de Sanct Miguel, con mucha gente de pié é de caballo que avia. - llevado de la isla de Sanct Johan, é que era pública voz é fama que yba contra - él Oydo esto, Hierónimo Dortal mudó el viaje é salió á la mar veynte leguas mas -abaxo en la costa de Sanct Miguel, don- de tomó una canoa de indios, é con hasta diez remadores é con él dos chripstianos, -se entró en ella é passó á la isla de Cu- bagua, por no topar con Sedeño é que * no le maltractasse por las cosas passadas. - Los dos chripstianos que con él passaron, eran los officiales de Su Magestad, é los otros compañeros con hasta diez indios cargados de ropas é de otras cosas, man- - TOMO Jl. CAP. X. 249 dóles Hierónimo Dortal, quando se em- barcó, que se fuessen al pueblo de Sanct Miguel, é assi lo hicieron. Cómo, el gobernador Sedeño supo que yba y del camino que lleyaba Hierónimo Dortal, hizo salir al campo algunós hom- bres de caballo-é de pié é prendieron á los de Hierónimo Dortal, é quitáronles todo lo que llevaban. Mas como Hieróni- mo Dortal llegó 4 Cubagua é lo supo, y es allí contador de Su Magestad é regidor de la nueva cibdad de Cáliz, pidió é re- quirió á la justicia que enviassen á re- querir á Sedeño que soltasse aquellos de Hierónimo Dortal é les hiciesse tornar lo _ que les avia tomado, é assi se hizo. Desde á pocos dias despues se vino Hierónimo Dortal á esta cibdad de Sancto Domingo, á se quexar á esta Real Au- diencia de Sus Magestades, assi de los - del motin ya dicho como de los de Sede- ño. Y despues que fué oido, le mandó es- ta Audiencia Real que se tornasse á su gobernacion á servir á Sus Magestades: _é le dieron un juez, para lo volver en su. posesion y echar de la Tierra-Firme á Se- deño (pues su gobernacion no es sino la isla de la Trinidad), como persona que de hecho y sin licencia ni auctoridad de Sus Magestades se avia entrado en la tier- ra, é para que los delinqúentes fuessen castigados conforme á justicia. É assi se partió de aqui Hierónimo Dortal y el li- - cenciado Johan de Frias, fiscal” desta “Real Audiencia, juez de comision para lo que es dicho, en el mes de noviembre -de mill é quinientos é treyntá y seys - años. Agora será bien que se diga el sub- - cesso de la gente, que se le amotinó al gobernador Hierónimo Dortal, L + 250 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPIT ULO XI. En que se tracla $e mal subcesso de la gente que se le ambtinó al gobernador Hierónimo Dortal ,é de otras cosas particulares de la Tierra-Firme. de L, que mal fundamento tiene , no pue- * de, si se continúa, acabar sino en mal. Assi intervino á la gente, que se le amo- tinó al gobernador Hierónimo Dortal, de los quales se supo despues por relación cierta que vino á esta isla en el mes de fe- brero del año siguiente de mill é quinien- tos é treynta y siete, que alguno de aque- los se vinieron al pueblo de Sanct Mi- guel de Neveri, é dixeron que despues quel gobernador, Hierónimo Dortal los dexó, é mejor diciendo, lo echaron sus: soldados ó parte dellos, en la provincia . de Pao hallaron en ella un rio grande, en la ribera del qual está un pueblo, y el cacique se llama Chupachure, ciento y veynte leguas apartado de la mar; tierra. fértil y de mucho mahiz é yuca, de la que acá llaman boniáta, ó que no mata, como esta nuestra, á quien la come cruda ó asada: y assi es de la buena toda la mas yuca de la Tierra-Firme. Este rio es de mucho é buen pescado, - é hay mucha carne de coches, que son ciervos, é de. baquiras, que son cierta manera de puércos monteses en grand cantidad. É- alli estuvo está genté dos mieses hasta que passaron las aguas (que fué despues de Sanct Johan de junio), que partieron de allí é fueron á un rio que se llama Tinaco, quatro leguas adelante, el qual es poderosso,-aunque en algunas partes tiene vados. É lo que anduvieron era savána, ó tierra sin árboles, que es- po quiere decir savána: é llegaron á un pueblo que hallaron solo en la costa del -rio, porque los indios de temor de los chripstianos le avian desamparado. É passaron otras quatro ó cinco leguas ade- a Es lante á otro rio os se e gun. y - es grande, y aqueste y el que se dixo primero, corren ambos hácia el Sur por savánas é tierra despoblada de gente;.y E hallaron poca comida. De allí. passaron á un pueblo de cinco Ó seys casas, - -é los indios que hallaron entendíanse con las lenguas que llevaban los chripstianos, é serian catorce ó quince indios é indias los Se allí labran; é no tenian que co- . Ereyósse que lo avian escondido, o los españoles se fuessen de allí. Hallaron algunos arroyos é quebradas de buen agua. mas adelante 'é tierra mon-. tuosa é de árboles, é anduvieron á bus- car el cacique ó señor de aquella tierra,, no le hallaron ni -tampoco qué comer si- no poca cosa. É passaron quatro ó cinco leguas adelante á otra manera de gente, con quien no se entendian las lenguas. Estos eran pocos indios é tenian yuca. é “€ cómo era cerrada de muchas arboledas, no mahiz, é no supieron él nombre de un indios que hasta allí toparon, eran arcos tan anchos como quatro dedos: no se -entendian é huian , é de lo que dexabán, buen rio que allí avia. Las armas de los comian los chripstianos donde lo hallaban. - De allí passaron á otro pueblo grande, assimesmo despoblado é con poca yuca, - en la costa de otro rio, del qual ni de la provincia tampoco supieron el nombre. Este corria al Poniente. Desde allí siguieron los chripstianos la taba el mahiz, é la gente avia huydo. De - «via del Norte el rio arriba, é fueron á dar ' en otro pueblo, y estaba la poblacion en la una costa del rio, y en la otra parte es- allí fueron tres leguas adelante, é halla- ron tres buhíos ó casas, é muchos mahiga- : ls é qu: o hallaron A gente, E tomaron DE INDIAS. LIB. XXIV. CAP. XI. indios sin resistencia, como quien toma cosa boba ó ó muy doméstica é inocente: los quales estuvieron quedos, puesto que tenian arcos de los anchos que se dixo de susso, Éé las flechas tenian arpones de huesso é recios. ,. De allí se fueron estos hombres desa- tinados á otro pueblo, donde hallaron mucha yuca é no mahiz; é dos leguas adelante hallaron un rio grande é muy a ancho, y en la costa dél un pueblo de diez ó doce buhios, é mucho mahiz sembrado - 6 yuca, É no passaron mas adelante, por- - que los indios les dieron á entender que todo era agua lo que hallarian, y esto de- cíanlo por señas, porque ninguna palabra se les entendia. Esta poblacion estaba al pié de unas sierras grándes y altas, é los indios de aquella tierra vestian ropas de algodon, como costales en la hechura, -6 pintadas, de la manera que pintan los pin- tores en España, de lagos é follages é otras - Pinturas. Pero avia un primor en esto; y era que no se. deshacian las labores ni se borraban, aunque muchas veces se layas- sen, puesto que eran de todas las colores que suele aver en las. pinturas: antes to- davia se quedaban en un 20 como si no, se mojáran. De allí passaron por las faldas de aque- “llas montañas otras dos leguas, é hallaron otro lugar de otras diez ó doce casas con indios, que tampoco los entendieron; é mas adelante hallaron otro pueblo de mu- cho mahiz, é yuca, é tierra assimesmo de sierras. donde Tepossaron ocho ó diez dias, en tanto que diez de caballo fueron á bus- - car mas pueblos, ó hablando mas al pro- póssito , á buscar alguna nueva $ indicio de aquella Meta, que tan burladoslos traia por su cobdicia, é los demas quedaron. allí, porque entre aquellas sierras avia otro pueblo donde la gente é los caballos se podian mantener dos meses de mahiz:. el qa estaba ocho leguas sucias: del. sn dos sus trabaxos. desde allí se fueron á otro rio, Jd rio, para ver si avia oro, é halláronse al- gunas puntas; por lo qual se creyó que * 251 que es dicho, é allí tampoco se entendian los indios é huian á las sierras; é abaxo * estaba un grand valle que no tenia arbo- ledas. É yendo á este pueblo, les acaesció un caso para notar é para mas fatiga des- tos cuytados compañeros: é fué que los caballos , tocados de rabia ó de otra do- lencia, roian é comian lo que hallaban de ropas é las sillas , hasta no les dexar cue- ro é bastos; é no querian mahiz ni hierba, aunque se lo daban, sino ropa de otra qualquier manera que fuesse, la comian mejor que solian comer el mahiz. Esta manera de enfermedad era comunmente en todos los caballos que tenian; y un - compañero llamado Urrutia, enojado de su caballo, porque no comiesse ropa, le cortó la lengua. Y no fué aquel solo el que se murió: que otros quatro ó cinco caballos murieron de aquel mal. Este ca- mino era de ciénagas;- porque ningund género de trabaxos les faltassen, allende de su hambre y cansancio. Llegados ya al pueblo, viéndose estos pecadores muy alligidos, determinaron . algunos de dar la vuelta, conosciendo ya que sus pecados no daban lugar. que su desseo se cumpliesse: Y desseaban al- gund poco de reposso, viendo que no les convenia passar adelante ni aun aver lle- gado hasta allí, porque cada dia eran me- nos estos hombres, y no hallaban aquel - oro trás que andaban, sino lloro y que- branto y algund poco. de suma con to-* Se dieron algunas calas en el primero erá tierra rica, y no para estos, que ni te- nian salud ni posibilidad para poblar en ella. En el postrero pueblo de la sierra hallaron unas bolas é pedagos de herra- duras é clavos de herrar é una caldera de - cobre: é diéronles á entender los indios “por señas que avian alli llegado otros — cispeianesy é Po tres a Jornada de se e 252 estaban. Créese que no podian ser otros sino de los de la gobernacion de la pro- vincia de Venecuela, questá á cargo de los alemanes é compañia de los Velcares. Pues assi como determinaron de dar la vuelta estos hombres, no se hallaron sino veynte é dos para venirse, é aunque es- tos quisieran quedarse, no los querian ya en su compañia los otros: eran todos, quando se partió dellos Hierónimo Dortal, ciento é veynte hombres. Tornáronse los veynte é dos que digo, é murieron en es- tos caminos .trabaxosos otros veynte é tres: de manera que no quedaban ya sino septenta con treynta é dos caballos, por- que se les avian muerto otros veynte, é quedábanles tres negros. É pararon los que quedaban donde los veynte é dos hombres se partieron, con penssamiento de correr aquel valle debaxo del pueblo, € si no hallassen lo que buscaban, tornarse - é meterse mas en la Tierra-Firme; por-* que siempre yban ya costeando, aparta- dos de la mar no mas de veynte é cinco ó treynta leguas. Hallaron enferma aquella tierra de ficbres é' de correncia'ó cáma- ras; pero era sana de llagas en las pier- “nas, porque no hay la humedad que en otras partes destas Indias. - Alli murió aquel veedor Aguilar, cau- dillo del motin; y este é otros decian que * aquellos veynte é dos que se quisieron volver no los quisiessen en su compañia, porque avian dicho que se querian yr á los alemanes. É no les dieron Jugar que se fuessen por otra parte sino por donde avian ydo, y quando se apartaron, que- daban muchos bandos y desconformidad entre“los restantes, y cada uno queria ser el principal en el mando, para que por sus pecados, mediante su discordia, se acabassen de perder. Perdida. la conformidad , muchos" se ovieran tornado atrás, sino por un Villa- gra, compañero que fué del capitan Alon- so de Herrera, que mataron los indios e en - HISTORIA GENERAL Y NATURAL Huyapari, é por otro de su Opinion des- - te que se decia Nieto, los quales avian propuesto de morir ó ño tornar atrás. Eran aquellas fiebres á manera de mo- dorras que los sacaba de sentido, é junto con su mal faltábanles todos los remedios que desseaban y avian menester los enfer- mos para su salud, y empleábaseles bien; porque segund oy afirmar á algunos que con Hierónimo Dortal aqui vinieron, usa- ban entre sí mucha inhumanidad. Y en la «relacion que digo, se escribió que quando alguno yba malo, si era hombre de pié, por no lo dexar en el camino, dábanlo á uno de caballo para que lo llevasse en su caballo : el qual enfermo se yba cayendo sin se poder tener en la silla, á causa del mal que tenia; y el dueño del caballo atra- vessábalo en la silla, como quien echa- ra un carnero, é atábale las manos á la cincha por la una parte, é por la otra los piés á la misma cincha con un hilo ó cuer- da. Despues que los demás eran passados adelante, desde algunas horas llegaba el dueño del caballo sin la carga, y decia á la gente que el enfermo, de que le avian dado cargo, era ya muerto, é que fuessen aquellos negros que tenian á le enterrar. Desta forma quedaron tres ó quatro hom- bres muertos, nosin sospecha que aquellos que los traian enlos caballos, los avian aca- - bado ó ayudadoá morircon algund golpe. Maldita sea riqueca que por tales pas- sos se ha de buscar é adquirir y con tan- tos peligros para la vida y con tanta aven- tura para el ánima, desviados de todo lo que deben buscar y procurar. los fieles: Chripstianos, para bien morir y acabar en estado que se salven! Entre essotros com- pañeros yeynte y dos que se tornaron, . traían dos caballos, y uno destos. hom- bres, llamado Villarreal, era suyo el uno: el qual lo mató en el camino de su volun- tad y echó su espada en un rio, porque le 'pessaba, como hombre desesperado, des- seando pe lo. matassen q a E E : DE INDIAS. LIB. que se decia Alonso Gil, saliósse del real "huyendo con el caballo que les quedaba, que era de otro compañero, é. vínose mas de quarenta leguas solo, é no le 0s- saba indio alguno esperar; é cómo no le atendian los indios, no hallaba de comer, é dió órden cómo el caballo supliesse su hambre. É los chripstianos que atrás que- daban de su compañia, aleancáronle é pre- - guntáronle por el caballo, en especial su dueño, y él respondió: «Aqui lo traygo con estas.» Y assi era la verdad, porque XXIV. CAP. XI. 253 parte dél avia comido, é sobre las espal- das traía mas tasajos del caballo, para con- tinuar'su camino. Otro compañero, lla- mado Salamanca , se fué á los indios de- sesperado, que nunca mas paresció. Assi que, veys aqui el fin que han los que mal se determinan é hacen lo que no deben; ' é no. se espera menos de los que acullá quedaron, si Dios por su missericordia no los remedió, arrepintiéndose de sus cul- pas, para que enmendadas las vidas se enmendassen sus fines. eS CAPITULO XIL. De lo que subcedió á la gente del gobernador Antonio Sedeño, despues que volvió á la Tierra-Firme, y de - algunas particularidades é cosas notables y convinientes á la historia. : A bo: los dos dias de agosto de mill é qui- nientos é treynta y seys años llegó el go- bernador Antcnio Sedeño á la Tierra= Firme é se desembarcó en el puerto de : Maracapana con tres navios, en que lleyó ciento é septenta hombres é septenta y quatro caballos. É halló en Maracapana los treynta hombres otros que él avia en- viado antes, y veynte caballos é otros quatro que lo avia tomado primero Hie- -rónimo Dortal. Assi que, eran quatrogien- tos hombres é noventa y ocho caballos “los que tenia. ) Despues que la gente reposó 'algonos dias, envió la tierra adentro á un capitan llamado Johan de Miranda con treynta de - caballo é septenta: peones, en que avia veynte arcabugeros é treynta ballesteros: é con esta gente partió de Maracapana á los onge días de septiembre, é llegó 4 áun pueblo que se dice de Juanillo, é de allí - fué á otro que se dige de Pero Ortiz, por- que son chripstianos estos dos caciques, segund ellos dicen. De allí fué esta gente -á otro que le dicen Arimarima, é de ahí passó á otro que le llaman Guycamaya; - desde ahí fué á otro que se dige Guachi- - muco, é passó adelante á otro que lla- man Paripamota, é desde allí passó á otro - que se dice de la Mano del Tigre : el qual nombre paresce que debe ser puesto por los chripstianos por alguna causa de al- gund tigre. Hasta Paripamota se llama toda la provincia Camanagota, la qual es muy poblada y llana mucha parte della, é tambien hay muchas é grandes monta- ñas. La manera de la gente de aquella tierra es mucha salvajez , é por la mayor parte no comen carne humana, sino Inabiz é bledos y ratones muy continuamente, - é tienen por costumbre de armarlos junto -_á sus pueblos; alcancan chacos é mani- chacos (son batatas é mahiz é otra fructa de la una é de la otra). Ocurra el letor á los capítulos IV y V del libro VII de la - primera parle, si quiere saber mas larga- ) - mente qué fructas son aquestas, las qua- les diversamente nombran en diversas : - partes de la Tierra-Firme. El vino que esta gente bebe le hagen de mahiz, y es buen brevaje, é yo hablaré dél adelante, - quando se tracte de la provincia de Cas- tilla del Oro é de la lengua de Cueva; porque por allí he residido algunos años, é continuamente se hacia en mi casa esta manera de vino para los indios. - £ dl 251 Tornando á la historia é provincia de Camanagota, es tierra algo seca, é por esto acostumbran traer los indiosá la con- tínua una hierbá en la boca, é traen un calabacito colgado del hombro ó del cue- - lo. con cal hecha de conchas: é chupan ' aquella cal muchas veces al dia, porque dicen estos indios que con esto se susten- tan é confortan -ó suplen la sed é la hambre. E j Quando se muere algund señor ó caci- que principal, llóranlo cantando á mane- ra de endechas, diciendo:en su lengua muchos loores del tal difunto, é despues” - ásanle de manera que cae todo el sahin ó grasa del muerto en unos calabacos hasta que toda la carne se derrite, é queda - sequíssimo, é todos los huesos con el cue= ro pegado á ellos. É quando está assi se- co el cuerpo, muelen los huesos del di- funto, y con aquel sahin beben aquellos polvos los principales señores É amigos que se han juntado á celebrar estas ob- sequias infernales. Cada uno de los indios de aquella pro- vincia tiene las mugeres quél quiere, é juntas viven en aquella casa mesma, sin - contienda ni celos entre sí. Andan de to- do punto desnudos, é traén los indios un cuello de calabaga del tamaño que le con- - viene, en que traen metido el miembro viril solamente , é todo lo demas. descu- bierto, é aquel calabaco con una cuerda _assido en dos agujericos, é aquella ceni- da al cuerpo. Las mugeres traen otro hi- * lo geñido, é de aquel, colgando sobre las nalgas, un trapo de tela de algodon tan ancho como un palmo, que passa por en- tre ambas piernas é cubre su parte ver- goncosa , é passa arriba sobre el ombligo. á se prender debaxo del hilo ceñido ,' é assi sin otra atadura, se suelta: quando ES quiere proveer su persona, É descargar -la orina, ó hacer otra cosa que les con- venga, dexan caer aquel trapo ó braga . DE he. dicho de sun E 5 a. peo HISTORIA GENERAL Y NATURAL guayaco en aquella provincia. La hierba que se dixo de susso que traen en la bo-: ca para no hacer sed, es cosa que la pres- cian mucho mas que el oro. Desde Paripamota hasta.el pueblo que dicen del Tigre, se llama la. provincia de Rajeto, é tienen el trage é costumbres de los que es dicho; mas aquestos. comen carne humana. Aqui está un rio que se Mamá Yauri, é desde aqueste rio. Yauri adelante comienga otra tierra e llana, toda de savánas sin montañas, é dícese la provincia de los chaygotos : á siete leguas deste rio está un pueblo que se llama Anoantal, y el rey ó príncipe que es señor dél se llama Guaramental. Y tiene manera de señor, y vélase cada noche con septen- ta ó mas gandules de su guarda con sus -ALCOSÉ flechas, é hacen la vela por sus ho- - Tas ó tercios repartida: del qual cacique - se ha hecho mencion en otra parte. Este - pueblo llamado Anoantal, es solamente los palacios é apossentamientos deste señor, y cercado de trés.muros de unos árboles grosíssimos puestos á mano y nascidos y en. muy buena órden, y entre ellos en- tretexidos unos cordones de espinas, é con tres puertas por donde entran'é sa= len, y están muy fuertes aquellos adar- ves Ó muros, y son cosa mucho de ver: dentro de los quales está la casa donde este señor ó cagique “vive por sí, é otra de bastimentos , é otra de armas, é otra “de su cogina é officialés della, é otra casa - de sus mugeres, | _que las sirven por sí; y distintas cada una é otra de las mugeres destas casas. É no entran allí sus indios ni otras personas, sino el cacique é sus mugeres é las que sirven:á él é á ellas: é . por defuera é por de dentro de la prime- ra muralla hacen la guarda de noche los gandules y ya dichos. É témenle mucho sus vassallos, $ sónle muy. obedientes, € los, - que sin su ligencia pescan en su señorio, la pena que les dan, es comer á los tales FS. Dienseeta ae muchos. | DE INDIAS. LIB. XXIV. pueblos grandes, y los mas dellos subje- tos á este rey Guaramental. Su estado ó. señorio es catorce leguas de longitud é ocho de latitud; pero las comarcas de al- rededor le temen é no le ossan descon= tentar en cosa alguna: su gente toda es opinion que son mas de cinqúenta mill personas, en que hay mas ici mill hombres de pelea. - La provincia de Camanagoto tiene sie- te leguas de latitud é catorce de longi- tud, é todos los que están de la otra par- te deste rio adelante, comen carne huma- na: é tienen: guerra continua los unos con los otros, y los vencedores comen á. los indios, por quedar seguros de aque- llos en la segunda batalla si una vez son pressos, sin ninguna redencion, y en lo demas tienen las costumbres de los que se ha dicho de suso. Pero tienen estos de Camanagoto Otra cosa mas; y es que quando quieren: hacer guerra, el que la mueve é quiere que le ayuden los otros con quien se quiere confederar, envia un indio fiado é conoscido con una flecha de - su proprio arco á los otros caciques é se- - ñores; y el que toma la flecha y le envia otra es señal y firme prenda que yrá á le - ayudar, ési no la toma, no yrá: y el indio que quiere es neutral entre los que quie ren venir á las. armas, ó envia á decir que primero le envió otra flecha su ene- -migo del amo del tal mensagero é que ya está prendado para ayudar al otro. Y desta manera se sabe muy. presto me, gente y favor tiene el uno y el Otro. En estas próvincias qués. dicho, tienen sus sácerdotes y maestros y sus cerimo-. nias é ydolatrías, é.4 estos tales hombres llaman piaches. Estos quando quieren ha- cer sus ritos y saber algo de las cosas que están por venir, métense en un buhío os- curo, que tienen en los pueblos diputados para ello, como casa de oracion, ó el tal - piache se va al monte solo á aver sus -consultagiones con el diablo, é llámale á CAP. XII. 525 grandes voces en cierta manera de cla- mar; y.con horrible y espantable forma de invocacion habla con él, segund el pia- che, y desque de alli sale, hace el cagi- que y los indios lo que este diabólico pia- . che les dige. Aquestos mesmos sacerdotes son sus médicos y curan sus enfermeda- des, y son grandes arbolarios; y en fin, - hacen y creen todo lo que el demonio por medio destos tales sus ministros les dice, - álos quales tienen en gran veneragion. Por tanto dice Plinio que ning uno dubde aver.el arte mágico -avido principio de la medicina; como cosa mas sancla é mas excelente que la medicina; y desta ma- _hera á sus promessas muy desseadas y llenas de lusinga y engaño se le acres- centó la fuerca de la religion junta con el arte goético que puede mucho en el hombre, porque cada uno es desseoso de saber las cosas futuras, é cree que verdaderamente se pueden saber del cie- lo.- Todo esto es del auctor que he dicho, * é otras cosas muchas dige al propóssito deste engañosso arte; y assi parese bien en estas gentes quán sujetos andan al diablo é 4 sus mentiras dél y-destos sus- ministros, dichos piaches, en euyo offi- cio assi mesmo fenescen las virginidades de todas las doncellas, quando toman ma- rido; porque como se dixo en el capítu- - lo HH, el piache ha de dormir primero con ella y aver su primicia y desflorarla, porque vaya con su bendicion, si la tal no ha conoscido. otro varon, y es aquesto - entre ellos una gránd santimonia. - En estas provincias ya dichas hay muy | > pocas aves generalmente, salvo papaga- - yos de muchas maneras, tigres. muchos y. ciervos innumerables. La provincia de Ca- managolo es muy falta de agua, y aun en algunas partes de las otras. Este capitan Johan de Miranda, y la gente que con él. envió el gobernador Antonio de Sedeño, yban á una provincia que se dige Gueri- * . gueritar á hager la guerra por allí: é lecha- - 256 ron los indios á dos chripstianos é tres ca: “ballos, é murió el un hombre de los he- “ridos y todos tres los caballos. Despues en el año de mill é quinientos é treynta y siete hablé yo en esta cibdad de Sancto Domingo á este capitan Johan de Miranda, y me quisse informar dél particu- larmente de todo lo ques dicho y de otras . cosas; y mé dixo lo mismo, -y tambien hablando en las cosas del cacique Guara- mental supe dél, que en aquel pueblo de las tres cercas, llamado él é la provincia Anoantal, no estan dentro de aquellos muros sino siete casas del señor, que es como quien dice alcázar ó apossento real. Y la primera é mas principal es la de su persona; la segunda es donde están sus. la tercera es donde están las mugeres; mugeres que sirven á él y á ellas; la quarta casa es de las armas, y en esta tiene muchos arcos é flechas é otras mu- niciones para la guerra; la quinta es don- de están sus hijos é crian á los que son dellos pequeños; y la sesta casa es de los bastimentos y despensa, de donde se provee todo lo nescessário al comer; é la séptima é última es la cocina, donde se guisa de comer al señor é á todos los que estan en estas cercas adentro. ] -—É assi como es de dia, vienen muchos indios é indias cargados unos de leña é otros con la caca é é agua, é todo-lo ques nescessario é or- dinario para la provision de aquel dia, en mucha abundancia, fuera de las dos cer- cas interiores, entre la del medio y la mayor que ciñen ó incluyen á todas, y tambien por de fuera se hace la guarda ordinariamente de dia y de noche, 6 á ti- _ro de piedra é de ballesta. É'4 media le- gua en torno deste alcácar, ó cercas estan mas de diez mill vasallos; é aqueste Gua- ramental es muy señor, é hombre de bue- | na racon é amigo de los chripstianos. Volvamos á la historia. Cómo este ca- : a Johan de Miranda y los a. e o cipal, é otros con el pescado HISTORIA GENERAL Y NATURAL tianos que con él yban, llegaron á casa deste cacique, hízolos apossentar en las casas mas gercanas á él, y darles muy cumplidamente de comer; y el dia si- guiente en la noche por le festejar é dar música, vinieron cinco indios sus minis- triles, é tañeron cada uno dellos un ca- : ñuto luengo de cinco palmos, y tan grues-- so como tres dedos á manera de flautas, -y todos juntos acordadamente y bien en- tonados hacian diferencia de sones, y . aquellos mudaban en otros, como querian: y ton esta música toda la noche baylaron de muchas maneras con unas sonajas ata- das en las piernas, á manera de cascave- les, assi hombres como mugeres. El ban- quete ó comida y cena fué de mucho y muy buen pescado y muchos ratones Co- - cidos con su pelo, é páxaros ó aves de muchas maneras. : De alli se partieron los españoles y el capitan Johan de Miranda el tercoro .dia adelante despues que llegaron; é salidos de la tierra deste eacique, el qual nombre de cacique ó por mejor decir señor prin- se dice alli acribano, llegaron á la provincia de otro acribano, que era uno de los que flecharon los chripstianos é.ca-, ballos que se dixo de susso; y las espias que avian ydo delante, tomaron quatro - indios, é quando llegó el capitan halló el pueblo vacio y la gente dél yda al monte. De alli se partió otro dia á. buscar los : indios, llevando por guias aquellas in- dias, y ellas guiaron los españoles al mon- te á ciertos ranchos, donde toparon con seys gandules con sus arcos y flechas que estaban por atalayas, y echaron á: huir; y los de caballo los alcangaron é mata- ron los cinco é prendieron el otro, herido. É á la grita, cómo estaban cerca los ran- chos de los indios alcados, sintieron á los chripstianos é huyeron; pero siguiéndo- los, prendieron veynte y tres pérsonas, y _ fuéronseles otros muchos, por ser la tierra e llena e arboledas é é > é hicr=- e E DE INDIAS. LIB. XXIV. CAP. XIL bas y espinas que ni los caballos ni los peones nuestros los podian seguir, y por esto se tornaron á recoger con su Ca- pitan. E Queriendo aver informagion del gandul herido, nunca quiso decir verdad por ha- lagos ni por temores , y enojado desto el capitan, le hizo ahorcar dentro del rancho del cacique. En este alcance fué tomada una india bien dispuesta, que decian que era muger deste cacique. Partieron de alli el mesmo dia, é seyendo de noche llegaron á la provincia é señorio de Gue- rigueritar, la qual tierra es llana é rasa é de gentil pais, y tiene mas de trescientos buhíos una legua á la redonda: é hallaron que todo estaba despoblado, porque co- mo alli avian flechado á los chripstianos é caballos que he dicho, no osaron los mal- hechores atender; porque fueron avisados que ybanlos á castigar é á hacer la ven- ganca, é huyéronse al monte. Toda esta tierra é la ques dicho son fertilíssimas, é las hallaron llenas de mahiz cogido y otro mucho sembrado, enlos pueblos lle- nos las barbacoas, y en los campos muy hermosas sementeras dello. Allí tomaron un gandul, questaba por atalaya, al qual hicieron guia; é partidos de allí el dia siguiente, los llevó á la pro- vincia que llaman Taracoare, y en el ca- mino tomaron otro gandul viejo: é salió este capitan del real con diez ésiete de ca- ballo é quarenta peones, y llegando cerca del pueblo del acribano, el gandul viejo se dexó caer en tierra casi muerto. Nunca le pudieron hacer andar adelante, porque se presumió que no quiso que su señor le viesse, guiando á los chripstianos; y cómo esto sospechó el capitan, no quiso atri- buirlo al cansancio del viejo indio: antes - pensando que si lo dexara vivo, revivie- ra para algun fraude é aviso contra los chripstianos, é por salir de sus dubdas, hízolo ahorcar.. Llegado al pueblo, hallólo sin gente y TOMO IL [ 257 en muy lindo assiento y cercado de una arboleda puesta á mano; y tene de lon- gitud por la entrada de la cerca ciento y diez pasos, y de latitud quarenta. Y den- tro desta cerca estaban cinco buhíos muy gentiles que estos españoles quemaron; * y de fuera al derredor de este muro, media legua en torno, avia mas de qua- trocientos bubios, de los quales quema- ron la mayor parte. De allí partió este capitan y españoles en busca de los in- dios á la montaña, é hallaron muchos gandules flecheros que Jes tiraban mu- chas flechas; pero huyeron é no fué he- rido algund chripstiano. É siguiendo el alcance, prendieron treynta y tres ó treyn- ta y quatro mugeres é muchachos, é ma- taron seys gandules, los tres de un tiro de pólvora y los otros tres á langcadas. De allí siguieron á las sierras mas altas á los indios, é se tomaron otras quarenta per- sonas, é les quemaron quantos ranchos hallaron : á lo qual subieron los chripstia- nos á pié, porque los caballos no podian subir, por la fragosidad de las sierras. El principal mantenimiento de aquestos in- dios desta provincia es carne humana: la tierra es fértil y buena en lo mas della, aunque en algunas partes es falta de agua. | Dixe de susso cómo en la provincia de Camanagoto se hacen las osequias de los caciques y señores principales, y que be- ben aquel sahin y los polvos de los hue- sos de los cuerpos muertos, é assimesmo dixe otras sus cerimonias. Y parésceme que entre gente que acostumbran á co- _mer carne humana, que es golosina tales osequias, y poco de maravillarnos destas cosas y de otras semejantes; porque co mer un hombre á otro es tamaño delicto y maldad, que el que en esso incurre, no- hay cosa tan fea ni tan diabólica que él dexe de cometer, , Partiósse este capitan Johan de Miran- da y su gente de aquel donde - - 258 cautivaron y mataron los indios que he dicho, é fueron á buscar al cacique Pacamaria, que es el señor ó acribano de la provincia de Gueregueritar: é caminaron toda la noche, y al quat- to del alba dieron sobre los ranchos, donde estaba escondido, en un monte muy espesso cercado de ciénegas. É allí fueron pressos veynte gandules, é avías- se ya ydo el acribano Pacamaria, porque fué avisado; y el capitan hizo quemar to- dos los buhíos que pudo, que serian mas de doscientos. Desde allí se tornaron es- * tos españoles á la provincia del caci- que Guaramental: é allí soltaron por sus rescates algunos acribanos é indios prin- cipales que avian tomado, é los otros in- dios prissioneros envió el capitan á la costa de la mar, donde estaba el gober- nador Antonio Sedeño: que eran hasta ciento y sessenta piecas, con los quales fueron seys de á caballo y catorce peo- nes. Y el capitan con la gente que le que- daba partió de Guaramental dos dias de noviembre del año ya dicho, é llegaron quinge de caballo é treynta peones á la provincia de Guayacamo, é passaron un - despoblado ó yermo de treynta leguas de tierra llana, é muy hermosa, é de muchas aguas corrientes de rios pequeños é arro- yos. É llegados á Guayacamo á los siete de aquel mes, y estándose tractando la paz con los indios, comencaron á tirar mu- chas flechas, é trabósse la batalla entre los unos y los otros, é turó dos horas ó mas. En fin de este tiempo los chripstia- nos quedaron vencedores, é murieron doscientos gandules ó mas, é captiváron- se quatrocientas é cinqúenta personas entre chicos y grandes. Fueron flechados el capitan Johan de Miranda é otros seys -Chripstianos é ocho caballos, é desde á tercero dia murieron quatro caballos de los heridos, é á los nueve dias murió uno de los chripstianos, llamado Carrasco. Parescerle há al letor ques excusado HISTORIA GENERAL Y NATURAL nombrar los chripstianos que assi matan, seyendo algunos dellos personas baxas y plebeyas, y no hombres señalados, y quiero satisfagerle en este passo para mi excussa. La causa porque aquesto hago, es porque estas nuestras Indias estan muy lexos de nuestra España, en la qual quedan las mugeres ó los padres y deu- dos destos difuntos y espéranlos, seyendo muertos; y mi libro ó tractados podrian avissar á la viuda para que se case, 64 quien le tuca para que haga algund bien por sus ánimas, y para que procure de cobrar la hacienda si la dexaron, é que la hereden aquellos á quien pertenesce. - Porque á la verdad, mi intencion. no es de 14 dar mala nueva á nadie, sino de hacer bien á quien pudiere: que por estas partes muchos millares de pessos de oro se han perdido, por no poner recaudo los gobernadores y capitanes en ello, y se han quedado otros con haciendas agenas. Tornemos á nuestro propóssito. Hecho lo ques dicho, se tornaron estos españoles, como vitoriossos, á donde estaba su go- bernador Antonio Sedeño. Parésceme á mí esta guerra manera de monteria ó ca- ca, que se atraviessa andando, á buscar este oro que tan caro cuesta á los mas destos cacadores, para que ya que lo to- pen no sea avido sin los peligros que habreis, letor, entendido para el cuerpo y para el ánima, á todos los chripstianos comunmente que en esta demanda gas- tan su tiempo, y mucho mas á estos de Sedeño, por ser gente que sin comision ni ligencia para passar á la Tierra-Firme, se han querido introducir en ella, sobre lo qual entre estos dos gobernadores hubo muchos pleitos é progessos y armas, cuya discision de sus pendencias se dirá, quando se acabe la vida del uno ó de am- bos, si yo lo veo. Porque otro juez Se- gundo fué á la Tierra-Firme, llamado el licenciado Francisco de Castañeda, contra : Sedeño por mandado desta Real Audien- DE INDIAS. LIB. cia que aqui reside, y con cédula de Su Magestad; pero porque son cosas nota- bles y de las que yo huelgo mas de es- crebir que no de las passiones destos go- bernadores y- capitanes que por estas In- dias militan, diré aqui de tres animales de la Tierra-Firme loque me ocurre: el uno XXIV. CAP. XII. 259 dellos es de agua y los dos de tierra, que - se han visto en esta gobernacion de Hie- rónimo Dortal; y cada uno dellos es cosa mucho de notar. Y passaré adelante dis- curriendo por las otras cosas convinien- tes á la historia. * CAPITULO XUL De tres animales notables que se han visto en la Tierra-Firme, los dos de ellos en la provincia de Paria, y el lercero en la misma tierra y otras partes, Estando en esta cibdad de Sancto Do- mingo de la Isla Española el gobernador Hierónimo Dortal, quando se vino á que- xar de Antonio Sedeño, me certificó en presencia de algunos hombres principales que se tomó en el rio de Huyapari un pes- . _ cado como morena, pintado, tan grues- so como la muñeca del braco de un hom- bre, y tan luengo como quatro palmos: el qual se tomó en una red, y en tanto - Que estuvo vivo, tocándole con una lanca ó espada ó un palo, quanto quier que apartado estuviesse el hombre que le to- caba, encontinente daba tanto dolor en el braco, é lo adormecia en tanta manera é con tanto dolor, que convenia presto soltarle. Esto probaron todos quantos es- pañoles allí se hallaron, porque aunque el que hacia la experiencia se quexaba de la prueba é lo decia, los que lo miraban lo dubdaban hasta que lo experimentaron una y mas veces; y tantos se quissieron certificar desto, que como unos mas que otros alargaban la langa ó espada sobre el pescado, lo mataron: y despues que - fué muerto, no hacia aquello ni daba al- gund dolor ó empacho. Esto fué en la provincia del acribano Guaramental. Con este gobernador Hierónimo Dortal testificaban de vista lo mismo Álvaro de Ordaz é otros cinco ó seys que pressentes estaban, quando me lo dixeron. Pero si los que vieron este pescado ovieran leydo á Plinio, tuvieran noticia deste animal ó pescado, y no me lo ovieran contado por tanta maravilla ó por cosa nunca vista ni oyda, como ellos penssaban; porque aqueste auctor dice en su Natural historia, hablando en los animales de agua, que la torpedine, tocada aunque sea de luengo ó lexos de ella con una asta ó verga, hace atormentar qualquier fuerte ó valido bra- .. co, é á todo veloce pié para correr. La qual animalia creo yo que debe ser la misma que Hierónimo Dortal é Álvaro de Ordaz é otros me dixeron aver experi- mentado en la forma que he dicho, quie- ro decir, otra tal torpedine, como la que Plinio escribe. El otro animal es comun en muchas partes de la Tierra-Firme, é tambien he sabido que los hay en la pro- vincia é costa de Paria; pero donde yo le he visto es en la provincia de Nicara- gua, en la costa de la mar del Sur. Y es una corrilla que á mi parescer se confor- ma con el pescado que he dicho en al- guna manera, puesto que la diferencia es la que hay de dolor á hedor, que se pega de la misma manera, tocando la corrilla ó el animal que agora diré. Este animal es de color bermejo y de mal pelo é de qua- tro piés, tamaño como una raposa, muy pequeño, é garduña , el hocico largo é las orejas agudas é la cola luenga y rasa; é si este animal passa á barlovento, que el viento passe primero por él, aunque esté el hombre á un tiro ó dos de ballesta ó mas desviado á sotavento dél, hiede mu- 260 cho á monte , de un tal olor aborrescible que dá mucha pena é paresce que se en- tra á la persona en las entrañas por espa- cio de una otava parte del tiempo de una hora é mas é menos, segund que este animal passa arredralo. É acaesce que en el campo los cacadores é otras perso- nas topan acaso con este animal, el qual puesto en huyda, le alcancan las perros; pero pocas veces le matan, porque en dándole un alcance ó tocándole, dá de sí aquel hedor tan grande, y de tal ma- - nera, que el perro en el instante se aparta dél y queda como atónito, aborrescido y espantado y mal contento mirándole. Y reyuélcasse muchas veces , por desechar aquel pestilente hedor que se le ha pega- do, é váse al agua á lavar, si la hay por allí, y hage extremos tendiéndose y echán- dose muy á menudo todo el dia y la no- che é aun dos ó tres dias. Y por consi- guiente muchas veges se ha visto darle el caballero con la lanca, é subir encontinen- te el mismo hedor por el asta é compren- der la mano y el braco y la persona é la ropa, é soltar luego la langa y escupir y estornudar muchas veces y no se quitar de las narices aquel hedor con extremado asco y lal descontentamiento, que aquel dia ni otros dos é tres no lo pueden olvi- dar ni desechar, ni sabe bien cosa algu- na que comen, aunque se laven é sahu- men á menudo; y la lanca queda tal y tan inficionada hediendo, que es menes- ter lavarla é fregarla mucho con arena é sahumarla á ella y al caballo é la silla y al hombre que en esto se ha acertado, y el caballo aborresce el comer hasta que ha perdido aquel asco é mal hastío. Todo esto he visto yo de este animal, y es muy notorio en muchas partes de la Tierra- * En el cap. XXXIV del lib. VI, ó de los depó- sitos, dió ya Oviedo noticia, asi del pescado que señala aqui con el nombre de torpedine, siguiendo á Plinio , como de esta manera de zorrilla , apelli- dada por los indios maperiti. Tambien trata en el expresado libro y capitulo del tercero animal que - HISTORIA GENERAL Y NATURAL Firme: al qual llaman en la costa de Cu- maná y Araya y por allí maperiti, y en - otras partes le dan otro nombre. Passe- mos agora al tercer animal *. En esta gobernacion de Paria, de quien principalmente tracta este libro XXIV, se tomó un animal pequeño y de buen pa- rescer, apacible y manso quando yo lo ví, tamaño como un gato destos caseros de Castilla, corto de piernas y bracos; pero bonico, la cabeca pequeña y el hocico agudo y negro, las orejas avivadas y aler- tas, los ojos negros, la cola luenga y mas gruesa que la de los gatos y mas poblada, pero redonda igual hasta el cabo della; las manecicas y los piés con cada cinco dedos corticos, y las unas negras y Como - de ave, pero no fieras ni de pressa , pero hábiles sí para escarbar. Es cosa de ver y de contemplar este animal, espegialmen- te que la corriente del pelo la tiene al re- - vés de todos los otros animales de pelo que yo he visto; porque passando la ma- no por cima desde la cabeza hasta en fin de la cola es á redropelo y se le levanta, y llevando la mano sobre él desde la pun- ta de la cola hasta el hocico, se le allana el pelo. Tiene forma de un lobico peque- ño; pero es mas lindo animal, é quiérele parescer algo: la color dél es como aque- llas manchas que á las mugeres descuy- dadas les hace el fuego en los gamarros, quando se los chamusca y queda aquello quemado como entre bermejo é amarillo, ó como la color de un leon, sino que el pelo deste animal es muy delgado en mucho é blando, como lana cardada; pe- ro en el lomo esta color se va declinando á lo pardillo, é lo demás dél es de la co- lor que dixe primero. Todo el dia duerme, sin despertar, si no le recuerdan para dar- - este menciona, llamado bivana , remiliéndose á esla "1.* parte, para dar mas pormenores , como efecti= vamente lo verifica, bien que el cap. XXIX del lib. XII está exclusivamente dedicado á describir= lo, segun observa el mismo, autor al final del pre- sente, DE INDIAS. LIB. le á comer, y la noche toda vela, é no cessa de andar é buscar de comer, é an- da silvando. Llámanle los indios de Paria y en aquella costa bivana. Quando el li- cenciado Castañeda fué á entender las di- ferencias de aquestos dos gobernadores, halló uno de aquestos animales en la isla de Cubagua, que lo avian traydo de la Tierra-Firme, y lo envió á esta cibdad de Sancto Domingo al señor presidente desta Audiencia Real, en cuyo poder yo le ví, é sin duda es cosa notable por las parti- cularidades que dél tengo dichas. É yo le tuve en las manos, y cómo es animal no- turno, en soltándole en tierra, trabaxa por . se esconder entre las faldas de la ropa ó donde quiera que él puede por huir de la luz. Dice Plinio * quel pescado que se llama acipenser, solo entre todos los otros tiene vueltas las escamas al revés hácia la boca. Este pescado antiguamente fué estimado XXIV. CAP. XIL 261 óptimo, y hoy no hacen caso dél nile esti- man , de lo qual me maravillo, máxime to- mándose raras veces alguno: le llaman elo- pe. Por lo que está dicho en este capítulo podemos entender la variedad y hermo- sura de la natura, y cómo en alguna ma- nera quiere conformar en algunas parti- cularidades los animales de la tierra, assi* como la torpédine con las gorrillas que se dixo de susso, y el acipenser con la bi- vana. Lo uno y lo otro son cosas raríssi- mas é mucho dignas de ser notadas en su especie y calidades de todos quatro ani- males; y el mesmo auctor ? escribe que ciertas cabras tienen el pelo contra la ca- Leca ó al revés, que es lo mesmo que se dixo de susso del animal bivana, como ya lo tengo dicho en el libro XII, capítu- lo XXIX de la primera parte desta Gene- ral historia de Indias. CAPITULO XIV. Del subgesso de las diferencias de los gobernadores Antonio Sedeño é Hierónimo Dortal. E historia ha dicho cómo en el Audien- cia Real que reside en esta cibdad de Sancto Domingo fué proveydo el ligengia- do Johan de Frias, fiscal de Su Magestad, para que fuesse con Hierónimo Dortal á la Tierra-Frme á entender entre él y el gobernador Antonio Sedeño, y desagra- viar á quien ofendido se hallasse é hager justicia; y el gobernador Dortal quedó en la isla de Cubagua, y el juez fué á la pro- vincia de Paria, adonde Sedeño estaba, á le notificar sus provisiones y entender en lo que le era mandado. El Sedeño no estaba de propóssito de se dexar assi domesticar, é prendió é tuvo consigo á este juez y no bien tractado; por lo que el gobernador Dortal volvió á esta cibdad á se quexar de Sedeño y de su atrevimien- to y de lo que avia hecho con aquel juez; 4 Plinio, lib. IX, cap. 17. - y proveyeron que fuesse allá el licencia- do Francisco de Castañeda. Y fué á Cu- bagua con el dicho gobernador Hierónimo -Dortal para le desagraviar, y cómo quie- ra que fué, no ovo nescessidad de casti- gar al Sedeño, porque él se murió, y aun algunos digen que no muy cathólicamen- te; pero estos queríanle mal, y otros di- cen otra cosa. El caso es que por su muerte el ligen- ciado Frias quedó libre, é los agravios que - rescibió quedóse con ellos; y cómo el li- cenciado Castañeda yba á desagraviar al Dortal, en lugar de le hacer justicia le prendió, diciendo que avia tomado á los compañeros de Sedeño los caballos, co- mo la historia lo dixo. Y esto principal- mente procedia de aver gana el Castañe- da de quedarse en la gobernacion é car- 2 Plinio, lib. VIII, cap. 61. 262 go del Ortal: é tratóle mal, é aun orde- naba de yr á entrar la tierra adentro, y no fuera á hacer mas bien ni altares que los otros, sino que fué proveydo por Sus Magestades para esta Real Audiencia: é reconoscido, hiciéronlo venir á esta cibdad con el gobernador Dortal, donde * anduvieron en libelos y contiendas que pararon en que el gobernador Dortal se fuesse desde allí con otro juez llamado el licenciado Manis de Paz, para que enten- diesse en estas cosas é otras. É segund se ha dicho, tan buena voluntad tenia es- te como los otros, de no hacer mas jus- ticia de la quél viesse que era mas al propóssito de su bolsa. Hierónimo Dortal volvió á su goberna- cion, é lo que de aquella tierra subce- diere el tiempo lo enseñará, é yo lo diré adelante, si en mi tiempo fuere. El ligen- ciado Castañeda estando aqui, le manda- ron yr á España á que diesse cuenta de otros officios é cargos que avia tenido en la Tierra-Firme en la provincia de Nica- ragua, desde la qual se fué á Perú sin hacer residencia; y estando para se em- barcar en este puerto, acaesció que una noche, estando á su puerta seguro el li- cenciado Johan de Frias, que ya era ve- nido á quexarse desde Cubagua de las - vexaciones del Sedeño, y de las que des- pues decia que le avia hecho Castañeda, le acuchillaron, y él decia que por man- dado dé Castañeda. É para la averigua- cion desto, cessó la yda á España é pren- diéronle, y despues fué suelto porque el. fiscal no pudo averiguar quién le hirió, como él quisiera, é quedó el litigio pen- diente entre estos dos ligenciados. Mas despues fué todavia á España el ligencia- do Castañeda á dar cuenta en el Consejo Real de Indias de lo que en sus cargos hizo, en lo qual he passado de largo por- que no es para aqui, ni hace á mi caso mas de tocarlo brevemente, y aun mas breve de lo ques dicho quisiera averlo-es- - HISTORIA GENERAL Y NATURAL cripto. Y quedo esperando lo que de aque- llá tierra subgederá al Ortal, quél no yba sin esperanga de volver á buscar aquella Meta, de quien la historia alguna mencion ha hecho: é no tengo dubda, si tiene ven- tura, quél ha de topar muchas riquecas é otras cosas é secretos, que sonarán me- jor que las pendencias de que aqui se ha dicho alguna parte, si él muda tambien la forma del gobernar y escarmienta en cabecas agenas, porque al cabo yo veo que en estas tierras mas ayna allega la penitencia que en otras partes á los que se desordenan. Su intencion yo creo que es buena y hombre es que se le entiende toda cosa, y piensso que si la compañia no le sale aviesa, como la passada , que hará su ofticio, de manera que cobre el tiempo que le han hecho perder las con- tenciones, y cómo Dios sea servido y Sus Magestades le hagan mercedes. Quando Castañeda partió para Castilla, que fué en el mes de junio de mill é qui- nientos é quarenta y uno, avia mas de un ' año que no se sabia del gobernador Hie- rónimo Dortal despues que entró en Tier- ra-Firme y fué la tierra adentro de su go- bernacion. Sin dubda parescen tolerables las cobdicias y errores y poca devocion de los desatinados soldados, no dexando de conoscer mi desculpar á quien culpa meresce de los unos y de los otros, acor- dándome que he visto en estas partes tantos religiosos y clérigos, y tantos do- - tores é ligenciados ó letrados, tan dignos de reprehension y mas que los que no es- tudiaron, ni se ofrescieron á los votos de religion, castidad y pobreca. Y para mi opinion les daria mas penas, si juez fues- se, quanta mas habilidad y discrecion tie- nen los unos que los otros: y hágeme es- to conoscer palpablemente , considerando sus Obras, la experiencia é tiempo que há que los miro en estas tierras, quel pe- ligro de sus ánimas está fundado en dos cosas ó tres: la primera y principal en no e Eat, DE INDIAS. LIB. XXIV. temer á Dios, y la segunda en quel há- bito y haldas luengas y los títulos y gra- dos con ellas, encubren la ruin estirpe y baxeca de aquellos á quien no acompaña _buena sangre; y la tercera é última cosa de donde proceden sus faltas, es poca vergúenca, sin la qual ni la generosa san- gre ni títulos de sus ciencias ó hábitos, no valen ni aprovechan, ni son suficien- tes sino para desmerescer lo que meres- cieron. Acompañados de tan loable vir- tud, servirse han Dios y el Rey dellos, y - estas nuevas lierras estarán mejor culti- vadas en la fée, y las repúblicas mejor. gobernadas, y con mas perpetuidad se aumentarian. Pero porque en lo del E ista Hie- rónimo Dortal en el siguiente capítulo se dirán otros subcessos, es bien que sepais, letor, que pues del licenciado Castañeda se tocó de susso, que él fué á España CAP. XIV. 963 - donde murió con mal nombre, é avido por tirano y en desgracia del Emperador ' é de su Real Consejo de Indias y estan- do presso; y fué condenado en cierta par- te de sus bienes. É los que tenia en esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Es- pañola, á donde se avia avecindado, le fueron vendidos públicamente por man= dado de Céssar, y en nombre del fisco; porque demas de ser su persona digna de tal infamia, es bien que los que gober- nays, tengays entendido quánto abracan y alcancan los bracos é ira del Rey, é ninguno sea tan desacordado de su ver- gúenca é conciencia que se desacuerde que tiene Rey é juez superior: é en caso que este temporal le falte, que el Eterno y celestial no puede ignorar la culpa de ningund pecador, ni ser engañado de .ningund astuto ó mal juez: que por tal - quedó este decretado. CAPITULO XV. En continuacion de los subcessos del gobernador Hierónimo Dortal, é de otro motin contra él. Ei Hierónimo Dortal en Cubagua, aderescándose para passar á su gober- nacion, é yr la tierra adentro de su go- bernacion en aquellos descubrimientos de diversos rios que acuden al de Huyapari, siguióse que en el pueblo de Sanct Mi- guel de Neveri, que primero avia este gobernador poblado, se amotinaron has- te quince chripstianos que eran los mas dellos de las heces é opinion de Antonio Sedeño. É aquestos desacatados tomaron por caudillo entre sí 4 un Johan de Ar- gúello, é vinieron á Maracapana que es- taba tres leguas de allí mas al Oriente, en la costa de Tierra-Firme (la qual te- nian poblada los de la isla de Cubagua y tenian alli un teniente) y la saquearon é robaron con mano armada: é lleváronse diez y seys caballos que pacian en el campo de vecinos de aquel pueblo, é por- que algunos se lo decian amenagáronlos é queríanlos matar. Por manera que se . fueron con su pressa huyendo la tierra adentro, haciendo daños é robos en los pueblos que estaban de paz. Cómo el gobernador estaba en essa sa- con en Cubagua y lo supo, viendo que convenia al servicio de Su Magestad cas- tigar tal fuerca é robo, vino luego á la tierra, é fué por su persona en segui- miento de los malhechores, aviendo ya mas de quince dias que eran pártidos: é pusso tal diligencia en seguirlos mas de ciento é cinqúenta leguas, que los alcan- có en el rio de Guarico, ques un braco del rio de Huyapari. É aunque se le defendie- ron, los prendió á todos, é avida su infor- macion, restituyó áalgunos lo que les avian robado, é hizo justicia de aquel caudillo, dicho Johan de Argúello, su capitan, como 264 de ladron notorio, que con el hurto en las manos le tomó en su gobernacion; é á los demas sentenció en otras penas, conforme á sus delitos en aquellas tier- ras. É remitió ocho de los malhechores á la isla de Cubagua, donde los llevaron á recaudo, porque en aquella jurisdiccion avian delinquido primero, para que los castigassen, como viessen que fuesse jus- ticia. É assi lo hicieron, é ahorcaron á un Alonso de Aduza, compañero del caudi- llo Johan de Argúello, é á otros de sus consortes condenaron á galeras. Luego, que el gobernador hizo la justi- cia ques dicho, pusso en libertad los in- dios que traian robados aquellos malhe- chores, é Hierónimo Dortal continuó su descubrimiento en las comarcas del grand rio de Huyapari, é de los rios é provincias que con essa tierra confinan. É darse há aqui alguna particular relacion que en al- gund tiempo podria aprovechar á los pres- sentes é venideros. Díxome despues el mismo gobernador Dortal quel rio de Bar- rancas puede estar de Neveri treynta le- guas, el qual se junta con otro rio de Vega, y estos entran en el rio llamado Guarico, y este rio de Guarico entra en otro que se dice rio de Tisnados y el rio de Tinoco y el Pao hacen el rio de Car- ranaca, que dá en el rio grande de Huya- pari que estará la boca deste rio, quando entran en él, quassi doscientas leguas del golpho de Paria, donde el rio grande de Huyapari entra en el dicho golpho, por donde seys años antes avia este gober- nador enviado á su teniente Alonso de . Herrera con doscientos hombres, á des- cubrir y saber los secretos de aquel rio é sus riberas. É passó'adelante y entró en el estero grande que se dice de Meta, en donde indios lo mataron como la his- toria lo ha contado; y descubrió el di- cho rio de Carranaca, é passó adelante, atravessando muchos rios y llegó al este- ro de Mela, y al mismo lugar donde HISTORIA GENERAL Y NATURAL avian muerto á su teniente, y halláronse allí una campanilla de tañer á missa y un jarro de estaño, que se quedaron ahí des- . de que desbarataron los indios aquel te- niente Alonso de Herrera. É assi se veri- ficó que todos aquellos rios que por aquellas comarcas vido Ortal y descubrió, todos van á entrar en el grand rio de Huyapari que entra en el dicho golpho de Paria, donde es gobernador Hierónimo Dortal. Háse de notar que desde el gol- pho de Paria, á donde Huyapari entra en la mar por donde entró aquel Alonso de Herrera con la armada de Hierónimo Dortal, hasta el estero de Meta, donde le mataron, hay mas de trescientas leguas, y por donde el dicho Ortal entró, ques por Neveri, questá en once grados des- ta parte de la línia equinocial, yendo Norte Sur la tierra adentro, algo mas so- bre la mano siniestra, la vuelta del Su- sueste una quarta, andadas cient leguas, llegó al mismo rio de Huyapari. Lo qual tuvieron por cosa de que se maravilla- ron mucho, porque de aqui adelante no hay nescessidad de subir por el rio, para allegar á aquella tierra por tan exgessi- vas corrientes, y por estotra via pueden yr" por tierra holgadamente en todos - aquellos rios y provincias. - Tomó Hierónimo Dortal por Sus Ma- gestades la possesion, y no sé contentó hasta que bebió el agua del dicho Huya- - pari. Hecho aquesto, porque cargaban las aguas y el invierno, volvió á la costa de la mar á donde avia salido; y estando descansando, algunos á quien les pessa- ba que se hiciesse justicia, calumniaron al dicho gobernador, é querelláronse en esta Real Audiencia de Sancto Domingo é impussieron á un hermano de aquel Ar- gúello , de quien avia hecho justicia, para que le acusasse, pidiéndole la muerte de: su hermano. Y aunque ovo sobre ello di- ferencias sobre el presidente é oydores passados, entre los quales avia passio- DE INDIAS. LIB. nes, é aun avia harta nescessidad de vi- sitarlos é tomarles residencia (como des- de á poco tiempo se les tomó por man- dado del Emperador), mandaron pares- cer en aquesta Audiencia Real al gober- nador, é vino en son de presso á dar sus descargos, é á causa de la mudanca del Audiencia é renovacion della, Hierónimo Dortal se olvidó algund tiempo en la cárcel. : Venido juez de residencia é oydores nuevos, é suspendidos los primeros, di- latóse tanto la determinacion de su cau- sa, que antes que fuesse suelto, passaron diez é seys meses ó mas. É hablando verdad, él sirvió mucho en aquellas par- tes, manifestando aquel grande atajo de doscientas leguas con muchos trabaxos de su persona y espíritu para llegar, como es dicho, desde la costa de Tierra- Firme al rio de Meta, sin entrar en el golpho de Paria, y excusar la entrada . XXIV. CAP. XV. 265 que allí hace en la mar Huyapari, donde está la isla de Parataure, alias del Cáliz, como es dicho. Y siesse secreto se supiera con tiempo, no oviera costado tantas vi- das de la gente de Diego de Ordaz, y despues de la de Hierónimo Dortal: que ambos tentaron é subieron por aquel grand rio. Pero porque la pintura califica mucho y dexa mejor entender estas cosas de la geographia, juntamente con la ver- dadera relacion dellas, quise poner aqui la figura del rio de Huyapari y los rios que en él entran é hay entre la costa de la mar y él y aquella tierra, que hay des- de el Salto de Huyapari hasta donde llegó por el rio Diego de Ordaz hasta el golpho de Paria, donde esse grand rio fenesce: lo qual despues muy mejor se supo y sabe por la diligencia del gobernador Hierónimo Dortal, como la historia lo ha especificado. (Lám. 2.*) CAPITULO XVL De la deliberación de Hierónimo Dortal, gohernador del golpho de Paria é otras provincias , y cómo can= sado de sus trabaxos, se cassó é avegindó en la cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española. Despues que fué el gobernador Hieró- nimo Dortal suelto de su prission, reco- nosciendo estas burlas del mundo, can- sado de contender y trabaxar en vano, y queriendo lo que le quedaba de la vida emplearlo mejor, sirviendo á Dios, acor- dó de se cassar. Y como su intento fué bueno, assi le dió Dios buena compañía, con una dueña viuda, honesta y virtuo- sa y en edad á su propóssito, y que te- nia qué comer; y valia su hacienda quatro qúentos de maravedis, si fuí bien infor- mado, con una honrada casa y seys mill TOMO Il. vacas ó más y otras haciendas, bastantes á vivir honradamente en esta nuestra cib- dad de Sancto Domingo de la Isla Espa- ñola, y con mas seguridad de salvarse que en compañía de tan diferentes con- diciones y obras de soldados, ni buscan- do aquellas fabulosas riquecas de Meta, puesto que aun aquello no está sabido del todo, ni lleva camino de saberse, sin que cueste mas vidas é haya mas motines. Aqui llegó esta historia en el mes de agosto de mill é quinientos y quarenta é cinco años. 34 266 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XVIL De la noticia que se liene de los indios llamados aruacas en la Tierra-Firme, y dónde viven. Y, tenia creydo que los aruacas, de quien quiero agora tractar, que son de aquel pueblo dicho Aruacay, de quien tracté en el capítulo III deste libro XXIV, y despues el tiempo me ha puesto en otra Opinion ; pero sea ó no sea assi, daré la resolucion que de estos aruacas se tiene, y es de esta manera. Dos hombres honra- dos, vecinos de la isla Margarita, vinieron á esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, llamados Rodrigo Navarrete é - Alonso de Rojas, personas que merescen crédito, é dixeron assi. En la costa de la mar del Norte, entre el rio Marañon y la isla de la Trinidad é golpho de Paria, está una nacion de indios llamados arua- cas, gente de buen aspeto é de tales obras, que con respecto de los indios de estas partes les hacen mucha ventaja. Andan desnudos sin ninguna ropa, y el miembro viril reasumido en el cuerpo, que solamente se muestra el extremo ó capu- llo fuera, y en aquel un canutillo de ho- jas de palma. Muéstranse muy amigos de los chripstianos, y son enemiguíssimos de los indios caribes, con quien siempre estan en guerra, é los caribes con ellos, assi por mar como por tierra: é quando los caribes prenden á alguno de estos araucas, los que estan gordos matan y comen, y tienen por muy estimado man- jar la carne de la nalga; y con la gordura ú grassa de los tales, para defensa de la calor dellos, se untan los cuerpos y los cabellos, y los traen tan pendientes como -si con miel ú otro licor los untassen, para estar retirados sin se torcer á parte algu- na. Y al indio que toman flaco, engór- danle con brevajes que le dan, y de las calaveras y armaduras es huessos ER me- dio cuerpo arriba entoldan sus casas, y pónenlos por tanta órden, que hacen la= bor en las paredes, que son de palmas. Esto que es dicho es en las casas de hombres principales, como por blason ó armas ó trofeos para se honrar. Los arua» cas quando captivan á sus enemigos cari- bes, á los que son viejos mátanlos de crueles muertes é no los comen; é á los que son mancebos ó en buena edad, en captivándoles, les tresquilan é quitan los cabellos, que con su grasa curan como es dicho, como en venganca dessa injuria en señal de captiverio. É sírvense dellos en sus labores como de esclavos, é los truecan, é venden é contractan como ta- les esclavos, é llámanlos pretos ó moavis; y cómo siempre andan tresquilados, son conoscidos por tales captivos, é algunas veces los truecan á chripstianos, élos dan por hachas ó por otras herramientas. La tierra desta gente es baxa y entre gran- des rios, y fértil de mantenimientos, é hay en ella muchos animales de diversas maneras de los que la historia ha conta- do que son comunes en la Tierra-Firme. Es su comarca de un grand rio ó braco de los del Marañon, cerca de donde vino á salir el capitan Francisco de Orellana, quando se apartó de Goncalo Pizarro, segund se dirá en la parte que convenga. Son gente los aruacas amigables, é traen las orejas de la manera de los ore- Jones que dicen en el Perú; y contractan por los rios arriba muchas leguas y con muchas y diversas nasciones que ellos tienen por amigos, y en la mar assimes- mo contractan en mas de trescientas le- guas de costa, con armadas de cinqúen- ta é sessenta navios, canoas é piraguas, - DE INDIAS. LIB. con quinientos é ochocientos indios de pe- lea, arqueros, muy bien proveydos de bastimentos é armas. Han tomado con- versacion é amistad con los chripstianos españoles de la isla Margarita é la de Cu- bagua, que es adonde vienen; é son trac- tados é acogidos como amigos, é quieren mucho á nuestra nascion , é cómo no sa- ben la lengua, por señas significan é rue- gan á los españoles que se vayan con ellos á su tierra. El año de treynta y dos llegó cerca dessa generacion el goberna- dor Diego de Ordaz, el qual, estando en el rio de Huyapari, le fueron á ver desde cient leguas estos aruacas, é importuna- ron á algunos chripstianos que se fuessen con ellos: é toparon con un morisco es- clayo de los Silvas, tres hermanos que degolló el licenciado Gil Goncalez Dávila, alcalde mayor del dicho Ordaz,. el qual morisco, viendo muertos sus señores é amos, se fué con los aruacas, donde es- tuvo doce años, y tomó muy bien la len- gua. Y el año de mill é quinientos é qua- renta y quatro este morisco arribó con una flota de mas de cinqúenta navios á las islas ya dichas Margarita y Cubagua, con mucha gente de guerra y él por ge- neral della; é saltó en tierra é ovo mucho placer de ver algunos españoles que le conoscian y él á ellos, que fueron del ar- mada de Ordaz. Y dió noticia é lengua de la tierra é buena gente de los aruacas: y preguntáronle que en qué avia passado su vida é tiempo, é de qué forma él los ser= via, y cómo los tenia contentos: é dixo que los señores principales le dieron sus hijas por mugeres, é que tenia siete ú ocho dellas en diversas partes, é que era muy honrado é visitado de otras nascio- nes á dó quiera que avia de yr por tier- ra, é que le llevaban los indios en los hombros é le hacian muchas fiestas; é que en loque é! les servia era en la guer- ra é armadas, é lu llevaban por capitan general, é que tenian por opinion que dó - é tienen paz con ellos. XXIV. CAP. VIL 267 quiera que él fuesse, quedaban vencedo- res (le sus enemigos los caribes; y que assi le avia acaesgido muchas veges en batallas de la mar y de la tierra. Por medio deste morisco se comencó la amistad de los aruacas con estas dos is- las nuestras, porque antes mi se enten- dian, ni se allegaban ni desembarcaban en ellas. Y decia este grandes loores de la fertilidad de aquella tierra, que por aquellos rios arriba hay de diversas nas-- ciones de indios, é que avia grandíssima riqueca de oro; pere que los aruacas tie- nen poco oro, é no hacen tanto caso delio como de unas piedras que llaman ellos abas, que son á manera de jaspes labra- das, y de que hacen sartales y estiman mucho. Decia este morisco que cierta nascion de indios amigos destos aruacas les daba noticia de ciertos chripstianos españoles que estaban en un pueblo de madera, é que no tienen caballos é questán casados con mugeres indias en quien tienen hi- jos; é que unos indios les dan de comer É que otros les ha- cen la guerra. Créese que estos españo- les son los trescientos hombres que per- dió aquel gobernador Diego de Ordaz en aquella costa del Marañon el año de mill é quinientos é treynta y dos, quando fué á aquellas partes. É aquellos chripstianos que assi están perdidos no pueden res- ponder á parte ninguna: é quando Fran- cisco de Orellana baxó por el rio Marañon é se vino de Goncalo Picarro, tuvo noticia. - dessos españoles. Y decia el morisco que essos chripstianos están gerca de grandes poblaciones reinclusos ó encerrados, por no tener caballos, é se conservan con la amistad de algunas poblaciones de indios, é no' pueden salir tampoco por el agua for no tener manera de hacer navios, y esperan la misericordia de Dios y el so- corro de su rey. Nuestro Señor les dé su favor, para su remedio: E o 268 El morisco, á ruego de algunas perso- nas, se quedó en la isla Margarita, y la flota no se queria yr sin él en ninguna manera, hasta que les prometió que otra vez, quando volviesse, se yria con ellos: é quedaron para su servicio algunos indios aruacas. Y despues tornaron quarenta na- vios, desde á quatro meses, á tal tiempo que la isla y españoles estaban en grand nescessidad de comida, por aver faltado. las aguas: é tornóles á rogar ó mandar el morisco que fuessen por mantenimientos para los chripstianos, pues eran sus ami- gos. É assi lo hicieron, é truxeron mas de seyscientas cargas de pan cacabi é otros mantenimientos ; é hicieron dos via- jes essos indios á su tierra, questá mas de doscientas leguas de la Margarita , por los quales se suplió é remedió la hambre é grand nescessidad que los chripstianos alli tenian. Y el morisco se ofresció de proveer la isla de mantenimientos é de hacer perfeta é grande la amistad é con- federacion de los aruacas con los españo- HISTORIA GENERAL Y NATURAL les; de la qual cosa se esperan conseguir é saberse grandes secretos de aquellos rios é tierras, questán é corresponden á las espaldas de la tierra del Perú. Antes quel morisco viniesse, algunos navios venian dessos aruacas, é no 08ssa- ban saltar en tierra de la Margarita, ni llegar los navios suyos á la costa, en es- pecial si veian algun caballo ú otra bes- tia; y desde entonces acá por medio des- te morisco saltan en tierra, É comunican con los chripstianos, é siempre van muy contentos, é son bien tractados de los nuestros; y se espera que continuará la conversacion de aquellas islas, y con essa amistad y costumbre de se visitar, poco á poco se convertirán á nuestra sancta fée cathólica. E E Esto es lo que se sabe desta gente has- ta el pressente. Dios por su clemencia ha- rá lo demas, para que aquellos pecadores españoles, ques dicho questán perdidos, se cobren. Comienca el libro sesto de la segunda parte, ques vigéssimo quinto de la Natu- ral y general Historia de las Indias: el qual tracta de la gobernagion de la provincia del golpho de Venecuela y otras provincias, questán por Sus Mageslades enco- mendadas á la grand compañia de los alemanes Velcares en la Tierra-Firme. CAPITULO 1. . En que se tracta de la venida de los alemanes á la Tierra-Firme y gobernacion del golpho de Venecuela, y del primer gobernador, llamado Ambrosio de Alfinger. La Cessárea Magestad del Emperador Rey don Cárlos, nuestro señor, tenién- dosse por servido de la grand compañia que llaman de los alemanes Velcares, les concedió el cargo de la gobernacion de la provincia é golpho de Venecuela en la Tierra-Tirme , só ciertos límites é condi- ciones. É vino por capitan general é go- bernador por Su Magestad , en nombre de la dicha compañia, un gentil hombre ale- man, llamado Ambrosio Alfinger; hombre bien hablado y buena persona, el qual con su armada vino á esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, é desde aqui passó á su gobernacion, y llegó á ella á los veynte y quatro dias del mes de fe- - brero, año de mill é quinientos é veynte y ocho años, é hizo su principal assiento en Coro, ques cibdad é cabeca daquel obispado. Esta gobernagion comienca en el cabo ó promontorio que llaman de la Codera, por la parte oriental en la costa - de la Tierra-Firme (el qual cabo está en “nueve grados y un tercio desta parte de la línia equinocial); é tienen sus términos é jurisdiccion los alemanes que he dicho hasta el cabo de la Vela al Occidente, questá en doge grados desta parte de la equinocial: é alli se parte el término en- tre los Velcares é la gobernacion de Sane- ta Marta. El obispo de Coro é primero perlado es don Rodrigo de Bastidas, que assimesmo es dean de la Sancta Iglesia desta cibdad de Sancto Domingo, perso- na muy reverenda y de loable vida y ho- nestidad y buen exemplo, al qual Sus Magestades escogieron por primer perla- do desta diócessis é iglesia de Coro, don- de ha passado quatro veges á vissitar aquesta su iglesia, entendiendo como buen pastor, en la salud y doctrina de sus - obejas: por medio del qual se espera la - conversion de muchas ánimas de los na- turales de aquella tierra, y que los otros chripstianos que alli andan de diversas nasciones serán corregidos y enmenda- dos, y aquellas provincias muy aprove- chadas, en aumentacion de los fieles y cathólicos chripstianos. Desde el rio Cu- riana en aquella costa , sale una punta 6 promontorio diez leguas en la mar, que se llama el cabo de Sana Roman, 2 Ae a 270 está en algo menos de once grados desta parte de la equinocial; y de alli torna la costa al Sur veynte leguas hasta la boca del golpho de Venecuela, donde se hage un embocamiento estrecho de la mar, y dentro de aquel se dilata el agua en for- ma de laguna redonda en que hay bien veynte leguas de longitud y otras tantas de latitud por cada parte dentro del em- bocamiento; é la parte mas austral de esta agua é golpho está en ocho grados y dos tercios, poco mas ó menos. Esto es quanto á la figura é reglas de la carta moderna del cosmógrapho Alonso de Cha- ves; pero pues se ha de hablar mas par- ticularmente que la carta lo enseña y en mas cosas, seguiré agora la relacion que los procuradores desta provincia llevaron á Céssar, de los quales se hizo mencion en la introducion deste libro *, porque la figura que llevaron pintada , para que la Cessárea Magestad la viesse, es muy diferente de la carta, la qual pongo aqui. (Lám. 3.) Tornemos al gobernador Ambrosio de Alfinger, el qual despues que ovo orde- nado los offigios y cosas que convenian á la república de la cibdad de Coro, y de otra villa é poblacion de chripstianos lla- mada Maracaybo, y proveydo otras co- sas en aquella provincia, entró la tierra - adentro y truxo mas cantidad de oro de ' la que se publicó; y vinieron á la amistad de los chripstianos algunos pueblos de la comarca, é fueron rescebidos con buen tractamiento. Despues desto, quiso tornar este gober- nador la tierra adentro, diciendo que que- ria ver los secretos y cosas de la otra mar austral, y procurar que la tierra toda se “tractasse y se supiesse de mar á mar; y assi partió de la cibdad de Coro á los _nuevo de junio de mill é quinientos é * - Oviedo habla aqui de una introduccion á este libro que, Ó se ha perdido ó nunca llegó á escribir= la, si bien tuvo pensado el hacerlo. En ninguno de E as HiSTORIA GENERAL Y NATURAL treynta y un años, en demanda de una ge- neracion de indios que se llaman pacabu- yes, que están de Coro á la banda del Sudueste de la otra parte de la laguna de Maracaybo, mas adelante de la sierra que llaman de los Bubures, entre la qual y la sierra Nevada está un hermoso valle, que dicen de los Pacabuyes. É assi tomó su camino para la villa de Maracaybo, questá cinqúenta leguas de Coro de la otra parte de la línia; é allí entró en un bergantin, con el qual y con otros dos barcos bien armados fué á tentar un rio que llaman Macouyte, que está diez le- guas de Maracaybo la via del Norte, por- que su propóssito era hacer allí «un pue- blo. É no halló disposicion para ello, por- que era tierra de ciénagas: é subió por el rio quatro jornadas , y tornóse descon- tento de la disposicion de la tierra. En la boca deste rio avia tres pueblos pequeños de una gente que llaman ono- tos; pero estaban despoblados, que no osaron esperar. Mas á la vuelta que el go- bernador se tornaba, le dieron algunas guacábaras, de que no rescibió daño. Es- tos púueblos están en el agua, armados so- bre puntales é palmas muy fuertes. Tornado el gobernador Ambrosio al pueblo de Maracaybo, esperó algunos dias allí á su teniente Luis Goncalez de Leyva, que avia ydo la tierra adentro á buscar bastimento para el pueblo; y por- que avia nescessidad envió alguna gente adelante que le esperassen donde ovies- se de comer. Y quando fué venido su te- - niente Luis Goncalez de Leyva, tomó la gente que con él avia quedado, é siguió su camino, é partió de Maracaybo prime- ro dia de septiembre de aquel año. E as- si como llegó á donde le esperaban los que avia enviado adelante, hizo su rese- ña de la gente que tenia, é halló que eran os manuscritos que se han tenido presentes queda - - vestigio de ella, lo qual sucede tambien respecto del códice original, que posee la Academia. DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. 1. quarenta de á caballo é ciento é treynta peones, é. hizo de la gente de pié tres capitanes: el uno fué un hombre de bien llamado Monserrat, y el otro un hidalgo que se decia Luis de Anaya, y el terce- ro se llamaba Francisco de Quindos. Don- de este alarde se hizo es una tierra que la gente della se llama bubures, indios domésticos y no de guerra, que están entre la sierra de los Bubures y la villa de Maracaybo. Es gente desnuda : los hom- bres traen el miembro viril metido en un calabaco, y las mugeres una pampanilla ó pedaco de algodon texido tan ancho co- mo un palmo colgando delante de sus vergúencas. Con estos indios hicieron pa- ces; pero ellos fiaban poco de los chrips- tianos. Los pueblos que tienen son de tres ó quatro casas ó cinco; y por la tierra destos caminó el gobernador y su gente hasta veynte leguas, y entró en las sier- ras donde nasce el rio que se dixo de susso llamado Comiti. É llegó á otra gene- racion de indios, de los quales á los que - es dicho avia poca diferencia en la len- gua: é llámanse buredes, y son corona- dos como los frayles de Sanct Benito de grandes coronas; “pero el rollo que les queda del cabello no es luengo, sino ca- bello tresquilado de dos ó tres meses. Es- tos no cubren sus vergúengas, ni se cree que saben qué cosa es vergúenca de co- sa alguna; mas las mugeres destos coro- nados andan como las que se dixo de las - pampanillas , 6 sus costumbres son como las de los primeros. Viven en sierras altas de savánas, donde á los chripstianos les paresció , segund la disposicion dela tier- ra, que avria oro de minas. Esta gente tracta oro; pero no se supo entender de donde lo han, é dieron al gobernador al- guno dello, pero en poca cantidad. Yen- do por esta generacion abaxo de las sier- ras á un valle muy hermoso y de muy lindas savánas é montes claros, poblados destos buredes y de otros indios que lla- 271 man coanaos, llegaron hasta veynte y cinco leguas que podria aver hasta el ca- bo de la Vela, todo poblado de estos coa- naos, los quales se hicieron de paz con los que vivian allí al pié de la sierra, por- que estos chripstianos no llegaron adelan- te hácia la mar: que si la costa de la mar vieran la via del Ocidente, hartos indios vieran de los coronados, como los he yo visto. Los coanaos es gente crescida y ani- mosa: cubren sus vergúencas, y es gen- te que tracta mucho la tierra adentro, lle- vando sal 4 vender á trueco de oro labra- do en águilas é carcillos é otras piecas quellos usan para su arreo, é las tienen por joyas. Traen mantas de algodon cu- biertas y bonetes de lo mismo. Hay desde el pié desta sierra á la villa de Maracay- bo treynta leguas, las quince por sierra, é las otras quince por tierra llana, y es todo poblado de indios bubures y bure- des, ques casi toda una generacion y len- gua, y difieren en las coronas y en no se cubrir las vergiencas. Llegado el gobernador á este valle, si- guió por él la via del Sur, procurando to- do lo quél podía la paz con los indios; é assi mandaba á las lenguas, quél llevaba por intérpetres, que requiriessen con la paz é amonestassen luego á los indios, prometiéndoles todo buen tractamiento, viniendo á la obediencia de Céssar é á la amistad de los chripstianos. Muchos des- _tos indios esperaban é daban oro y de lo que tenian, 6 otros lo hacian al contra=. rio; y no solamente no esperaban, - «pero desamparadas sus casas, se yban al mon- te: y el gobernador les hacia buscar y prender, y despues de pressos, les pre- guntaban que por qué huian, y decian que penssando que eran de los chripstia- nos de Sancta Marta, que los avian robado y matado y llevado algunos dellos. Destos se soltaban algunos por mandado del go- bernador, é otros se rescataban é daban 272 por sí cinqiienta, é otros ochenta, otros ciento y mas y menos pessos de oro; y esto hacian porque los chripstianos de Sancta Marta los avian puesto á los indios en este uso. Y aun dixeron estos indios que los chripstianos de Sancta Marta los rescataban por oro, é que despues que no lo tenian para se lo dar, los llevaban pressos : pues no creo yo que á estos otros les parescia mal essa costumbre ni la en- - mendaron. Aveis visto con qué título los rescataban ó qué daño les avian hecho en huyr, porque no los robassen, queriendo continuar la libertad con que nascieron. Por el valle que he dicho fué el gober- nador Ambrosio é su gente veynte leguas ó veynte é cinco entre esta generacion, é despues llegó á otro que se dige Guiri- guanas ó Gruguanas vel Giriguanas, que son indios como los que tengo dicho quan- to á la estatura y en el trage; mas el len- guaje es diferente, y píntanse las muge- res los pechos y los bracos de muy lindas pinturas ó gentiles labores negras y fixas que nunca se quitan, porque son hechas con sangre que se sacan en ellas. Pero ¿qué culpa se puede dar á unas gentes tan bárbaras é salvajes por sus pinturas é ri- tos, si miramos á otras nasciones en el mundo que hoy están prósperas é reduci- das á la república chripstiana, assi como los antiguos ingleses, de quien escribe Jullio Céssar en sus comentarios estas pa- labras? «Los de Bretaña todos solian teñir- se con un cierto ungúento de color bisio y roxo, porque hace mas horrible el aspeto en el. combatir, con los cabellos extendidos, é seraen toda parte, salvo la cabeca y el la- bio superior. Diez ó doce dellos han una muger comun , máswimamente hermanos cop hermanas, padres y hijos. Y quando los hi- -* Las palabras de César, que traduce Oviedo, son : «Omnes vero se Britani vitro inficiunt, quod »ceruleum efficit colorem : atque hoe horribiliori »sunt in pugna aspectu : capilloque sunt promisso, nalque omni parle corporis rasa , preeter caput, et HISTORIA GENERAL Y NATURAL jos nascen, son tenidos por daquel que pri- mero ha tomado la esposa» *. Todo esto di- ce Jullio Céssar en el lugar alegado. Tornemos á nuestra historia. Estos in- dios giriguanas viven en aquel valle, y sus pueblos son de diez hasta quince buhíos ; pero como estaban amedrentados como los primeros, tampoco se fiaban destos chripstianos. En la sierra questá de la banda del Leste, hallaron otra genera- cion de indios que se dicen dubeys, con los quales no ovieron estos españoles plá- tica, porque vivian en sierras muy altas, y porque fueron informados que era gen- te de poco provecho. Estos comen carne humana. En la otra sierra de la parte in- ferior hácia Ocidente, tampoco llegó este gobernador; pero decian los indios giri- guanas que vivian allá unos indios que se llaman aruacanas, que tiran sus flechas con hierba muy mala y comen carne humana. Siguiendo el gobernador el valle ade- lante la via del Sur, llegó á una genera- cion de indios que se llaman gamyruas. Estos son quatro ó cinco pueblos, los qua- les hallaron despoblados de dias antes, é allí hallaron rastro de los chripstianos de Sancta Marta, assi como alpargates vie- jos y herraduras y xáquimas y cabestros de caballos. É allí mandó el gobernador que se fuessen á buscar guias, y tomá- ronse algunos indios, y entre ellos un principal que hablaba la lengua giriguana - é la lengua de los pacabuyes: é aqueste indio guió los chripstianos á un pueblo de los pacabuyes que se dice Mococu que estaba aliado, y por medio de este indio vinieron los indios luego de paz en diez ó doce pueblos de los pacabuyes. La tierra é provincia é valle de los pacabu- yes es de savánas, é anéganse la mayor »labrum superius. Uxores habent deni, duodenique »inter se communes, maxime fratres cum fratribus, »et parenles cum liberis. Sed si qui sunt ex his na- »li, eorum habentur liberi, á quibus primum virgi- »nes ducte sunt.» (De bello gallico , lib. V, cap. 8)- DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. IL parte dellas en tiempo de aguas, por cau- sa de un rio grande que passa por entre aquellos pueblos, que se dice Xiriri. Y en el pueblo de Mococu, que es uno destos, estuvo el gobernador una noche; y dos jornadas adelante llegó á un pueblo que - 273 se llama Pauxoto, en el qual se apossen- tó con toda su gente, y esperó allí 4 otro capitan aleman, que se decia Casamyres Nuemberg, que quedaba atrás con el carruaje, y porque la gente descansasse: que venian fatigados del camino. CAPITULO Il. Del valle de los Pacabuyes é su provincia, é otras particularidades concernientes á la caia. y del oro que envió el gobernador con el capitan Vascuña á la cibdad de Coro, donde nunca allegó. Después que el gobernador Ambrosio tuvo su gente junta en el lugar de Pau- xoto, mandó requerir todos los pueblos, que por allí 4 la redonda avia de la gene- racion de los pacabuyes, é óvosse de pres- sentes y ranchados mas de veynte mill castellanos en el espacio de ocho dias. - Y estando en aquel pueblo de Pauxoto, supo el gobernador que quatro leguas de allí estaban otros indios, enemigos de los pauxotos, llamados haraacañas, gente de flecheros con hierba; é deter- minó de yr con alguna gente á ver qué hombres eran aquellos. Y un dia en la tarde, passado el rio, fué á dormir en el camino; y los indios ya sabian que los Cchripstianos yban, é tenian sembradas por donde avian de passar á ellos mu- chas puas de flechas hincadas en tierra y untadas con hierba y sotilmente cubier- tas y escondidas, en las quales toparon las guías y se hirió un hombre dellas. Parésceme que esta gente rústica y sal- vaje, que ya que no tiene noticia de aque- llos tríbolos ó brojos de hierro, de que tracta Vegecio, que no ynoran totalmente los ardides ó engaños de la militar disci- plina. Otro dia siguiente, á hora de vísperas, llegaron los chripstianos á un pueblo que estaba partido en tres barrios, y en todos tres avia doce buhíos ó casas, y encima e uno de ellos estaba un muchacho pues- r alalaya; y cómo vido á los chrips- “LOMO IL. ¿pe tianos, dió grandes voces, por las quales, amonestados los indios, encontinente se pusieron en armas é hirieron á Esteban Martin, lengua, é á otro chripstiano pas- saron el braco é murió de ahí á tres dias; y si el Esteban Martin no se 3 cu- rar, tambien n:uriera. En este pueblo prendieron cinco ó seys indios y mataron tres ó quatro; mas entre aquestos indios ningund oro se halló, sino mala hierba en sus flechas. Desde allí dió la vuelta el gobernador y fué á dormir en el camino, é otro dia llegó á Pauxoto, y acordó de enviar al ca- pitan de su guarda, que se llamaba Íñigo de Vascuña, á la cibdad de Coro é á la villa de Maracaybo por mas gente con veynle y quatro hombres que le dió, y que llevasse el oro que hasta allí avian ganado, que serian treynta mill pessos. Y assi partió de allí con los compañeros y oro que digo, dia de los Reyes seys dias de enero de mill é quinientos y treynta y. dos años; y mandó el gobernador al ca- pitan Casamyres que lo acompañasse con cierta gente de á pié y de caballo tres jornadas, hasta salir de la tierra de los pa- -_cabuyes, é assi se hizo. Y tornándose - Casamyres, prosiguió el capitan Vascuña su camino, del qual nunca se supo hasta - el tiempo que adelante se dirá, por un compañero español que se halló despues desnudo hecho indio. Despues que el capitan as tor- 274 nó , el gobernador se partió de Pauxoto, y fué á un pueblo questá ocho leguas de allí, el qual se dige Thamara, que assi- mesmo es de pacabuyes; y en el camino passó por otros quatro pueblos, animán- dolos á la paz. Esta poblacion de Thama- ra es grande y tiene mas de mill buhíos, é los indios esperaban á los chripstianos fuera del pueblo, y no venian á hablar al gobernador, porque no se fiaban de los . nuestros, ni por amonestacion alguna no quisieron venir; por lo qual el goberna- dor los mandó ranchear, y estaban entre unas lagunas é rios metidos en muchas partes: é dando muchas veces en ellos, é prendiendo algunos, determinaron de se volver al pueblo, é dieron al gobernador algund oro, aunque no fué mucho, por- que todo lo tenian escondido y enterrado, sabiendo que los chripstianos lo procu- raban. : - Aqueste pueblo de Thamara está junto al rio que se dixo de susso llamado Xiri- ri, éalli luego entra en una laguna gran- de, que tiene de ancho quatro ó cinco le- guas , la qual falta poco que no ciñe todo el pueblo con el rio. Es aquella poblacion mejor é mayor que los chripstianos han visto en aquellas partes, y está en alto, y goca de muy buenos ayres, é tiene al- rededor muchas savánas é muy poco mon- te. Dentro del pueblo hay unos árboles altos á manera de robles muy hermosos, que los crian los indios y ponen á mano donde les conviene, para adornar y hacer sombra á sus plagas é casas; é hay assi- mesmo muchas naranjas, no tan perfetas como las de España, pero suplen por ellas y tienen gentil agro. Hay muchas guayabas é mucho pescado é bueno, é mucha caca de perdices, yvanas, y grand : multitud de venados. Los vecinos deste pueblo por la mayor parte labran oro, é tienen sus forjas é yunques é martillos, que son de piedras fuertes: algunos di- cen que son de un metal negro á manera HISTORIA GENERAL Y NATURAL de esmeril. Los martillos son tamaños co- mo huevos ó mas pequeños, é los yun- ques tan grandes, como un quesso mallor- - quin, de otras piedras fortíssimas: los fue- lles son unos canutos tan gruessos como tres dedos ó mas, y tan luengos como dos palmos. Tienen unas romanas sotiles con que pessan, y son de un huesso blanco, que quiere parescer marfil; y tambien las hay de un palo negro, como ébano. Tienen sus muescas é puntos para crescer y men- guar en el pesso, como nuestras romanas: pessan en ellas desde pesso de medio- castellano, que son quarenta é ocho gra- nos, hasta un marco, que son cinqúenta castellanos, que es ocho oncas y no mas; porque son pequeñas romanas. Al rededor deste pueblo de Thamara hay otros muchos á una y dos y tres y quatro leguas ; pero no tan grandes como Thamara, que son como sus casales ó al- deas:.y acuden á Thamara de todos ellos y de otras muchas partes, como á pueblo metropolitano ó cabega de la provincia. Allí estuvieron el gobernador Ambrosio y su gente dos meses y medio, sin que alguno de los chripstianos adolesciesse: antes le juzgaron por el mas sano de quantos pueblos vieron, é donde mas ni- ños avia. : De allí se partió esta gente á los diez dias de abril de aquel año de mill é qui- nientos é treynta y dos, é fueron á dor- mir á otro pueblo que se dice Concepuca, questá tres leguas de Thamara, en la cos- ta de la misma laguna ; pero los indios no atendieron , ni se halló cosa alguna en el pueblo. De allí passaron á otro que se llama Compachay , que es poblado de otra ge- . neracion de indios, á los quales llaman condaguas , en el qual tampoco hallaron persona alguna. Este pueblo está en la vera de un rio muy grande, y de la otra parte del agua avia muchos pueblos; Y los indios deste pucblo, puesto que esta DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. 11. ban allá recogidos, fueron á ellos con una canoa dos indios de Thamara, que el go- bernador envió á les decir que se vinies- sen á sus casas é quisiessen ser amigos de los chripstianos, asegurándolos que nin- gund mal les seria hecho, é que si no lo hacian, que'los españoles passarian allá y les harian guerra é quanto mal pudiessen, no obstante que esto no lo podian hager, assi como los amenagaban ; porque el rio tiene un quarto de legua de ancho, é . corre con tanta velocidad, que con mu- cho trabaxo le puede atravesar una canoa por su grand corriente. Pero hecha la embaxada, vinieron otro dia quatro canoas pequeñas, y en ellas nueve ó diez indios, y presentaron al go- bernador hasta doscientos pessos de muy buen oro, y él los rescibió con mucho pla- cer y les hizo buen tractamiento. Y les preguntaron por las lenguas que qué pue- blo avia de allí adelante, hácia la parte austral, y respondieron que tres leguas de allí, el rio abaxo, por unas savánas, estaba un pueblo que se dige Cumiti, y avíase de passar un estero para yr á él que avian de llevar el agua hasta los sobacos; y decian que era mayor poblacion que la de Tha- mara, y que allí les darian mucho oro; y que de la otra parte del rio, enfrente des- te, avia otro pueblo que se llama Cuyan- dio, ó segund otros Cuandi, el qual es muy famoso é nombrado en mas de cient leguas; y queste Cuyandio es muy gran- de, y tura.la poblacion dél tres jornadas de andadura desta manera: que saliendo de un barrio con muy poco intervalo en- tran en otro, é de aquel en otro, é assi se continúan muchos barrios, é todos á vis- ta unos de otros. É decian assimesmo que mas adelante, la via del Sur, avia muy grandes poblaciones todo de condaguas, é ques tierra de muy grandes savánas é arroyos muchos, de los quales sacaban el oro. Esto se tuvo por nueva cierta, y era muy público entre todos aquellos indios; 275 pero á causa del rio, no lo pudieron ver los chripstianos. É decian mas de los in- dios de Cuyandio, que tenian tanto oro, que si allá passasen los chripstianos, no tenian en que lo traer, aunque muchos . mas caballos llevassen é á ellos é á los hombres cargassen dello. Estos indios condaguas son ricos é de grandes pueblos, é cerca unos de otros; pero no supieron entender los nuestros donde se acaban, ó que tanta es la gene- racion de los condaguas. Los indios an- dan todos desnudos, sin cubrirse parte al- guna de sus personas , sino como nascen: las mugeres traen unos mandilejos ó tra- pos pequeños de tela de algodon delante de sus partes vergoncosas, y todo lo de- mas desnudas; y aquel pañecuelo no mas ancho que un xeme, cosido en lo alto en un hilo que traen ceñido, é desde alli pen- de abaxo suelto, é si el viento le da, nin- guña cosa queda cubierta, é aun por poco que anden ó se muevan, todo lo que tie- nen se les paresce; porque ellas no tienen —porinconveniente que se les vea, con tan- to quel trapo tengan, aunque él vuele por dó quisiere. La mayor parte desta gente traen las caras negras de pintura fixa, que jamás se les quita ni se les puede quitar, porque la pintura, como en otra parte he dicho, es sacándose sangre , cortando el cuero con ciertos pedernales ó espinas, puncándose y poniendo cierto polvo ó car- bon molido allí; de tal forma que tura tanto quanto turan sus vidas y hasta que se pudra la pintura con el cuerpo. Algu- nos destos tiran con hierba y son gente - animosa en el agua, porque están mas exercitados en ella; pero por la tierra á " pié no son tan hombres. Es su tierra muy llana y de muchas savánas enxutas en el verano; y en el invierno por la crescien- te del rio que es muy grande, se alagan y cubren de agua y se extiende por to- das ellas, de tal forma que mo se puede . andar sino en canoas dos ó tres leguas . 276 por las savánas, harponando y tomando pescado. Deste rio salen muchas lagunas de á dos y tres leguas la tierra adentro, y están todas pobladas, donde hay alguna disposicion para ello, de tierra alta. Este grand rio se llama Yuma, y es muy po blado de gente. | Despues que con estos indios se ovo - esta habla, y el gobernador se informó de lo que está dicho, y le paresció que no podia passar adelante con tan poca compaña , se volvió desde aquel pueblo de Compachay, y no sin mucha murmu- ragion de los soldados y contra voluntad - de todos. Y desde á dos dias llegó á un pueblo de condaguas, que se llama Con- gilloa, en el qual halló algunos pocos de indios, y pressentáronle algunas piecas gobernador con su gente otro dia, y en otras dos jornadas llegaron á otro pueblo de los pacabuyes, donde avian estado primero, é llámase Cenmoa y hallaron los indios de paz, como los avian dexado. Y de alli passaron otro dia adelante dos le- guas á otro pueblo, que se llama Zxarán, el qual está otras dos leguas de Pauxoto, ques desde donde el gobernador avia en- viado al capitan Vascuña á la cibdad de Coro, como atrás se dixo, con el oro pa- HISTORIA GENERAL Y NATURAL ra que le traxessen mas gente. Y desde Ixarán envió á saber si avia venido nue- - va á Pauxoto del capitan Vascuña y de los veynte y quatro chripstianos que con él fueron, porque les avia dado tres me- ses de término para volver, y eran ya passados; pero ninguna cosa'se sabia de- llos, á causa de lo qual se ovo sospecha que les avia intervenido algund siniestro caso, ó se avrian perdido: y por tanto acordó de enviar veynte hombres á Coro y á Maracaybo con Esteban Martin, len- . gua y hombre diestro, y por capitan de- llos, para que supiessen del Vascuña y de los otros chripstianos, y tambien para que le truxesse mas gente. É ordenóle todo lo que avia de hacer, y mandó que le truxessen clavacon y todo lo que con- . de oro, aunque poco. Y partióse de alliel — venia para hacer barcos, para passar aquel gand rio de Yuma, con esperanca de allegar á aquellas grandes riquecas, de que estaba informado, y porque avia - penssado de dexar fecho un pueblo de chripstianos en la tierra de los gonda- guas ó de los pacabuyes. Con este des- pacho se partió el Esteban Martin , dia de Sanct Johan veynte y quatro de junio de aquel año de mill é quinientos é treynta y dos años. CAPITULO HL. De lo que subcedió al gobernador Ambrosio, en tanto que envió por gente la segunda vez y á saber del - capitan Vascuña, que primero avia enviado con oro é á pedir la gente á Coro y á Maracaybo. Dove pueblo de Ixarán, de donde el gobernador Ambrosio envió por gente 4 Esteban Martin, é á saber del capitan Vascuña, hasta la villa de Maracaybo puede aver cinqúenta leguas: al qual mandó que fuesse por el mismo camino que primero avian passado los chripstia- nos, porque era de buena gente poblada y estaban algunos pueblos de paz. Y el gobernador quedó en este pueblo de Ixa- rán, donde avia entrado á los veynte de abril; y porque la gente descansasse, es- tuvo alli hasta los nueve de septiembre, - y aun porque le fué forcado, porque es- tuyo la tierra muy anegada. É assi como vido quel agua se yba abaxando é la tierra dando-mas oportunidad para cam-* pear por ella, acordó de gastar el tiempo, en tanto que le traian mas gente, en yr á unos pueblos questaban al otro cabo de DE INDIAS. LIB. XXV. Thamara, todos junto á la laguna, que se llaman Potome, Cilano, Zomico, los qua- les estaban de paces y daban oro y de los mantenimientos que ellos tenian, y en especial Zomico, el qual es muy poblado y abundante; y estas gentes ó pueblos estaban muy seguros. Tiene Zomico por todas partes la alaguna, y para entrar en él los chripstianos fueron quassi tres quar- tos delegua el agua quassi á la cinta y algo mas, y en partes, donde menos es- taba baxa, les daba en las rodillas. Alli” fueron bien rescebidos y el gobernador hizo juntar los indios principales, y pre- guntóles con las lenguas qué tierra é po- blaciones avia de la otra banda de la la- guna, y todos unánimes y sin discrepan- cia dixeron las mismas nuevas que avian dado los otros indios de Gompachay. A este pueblo llegó el gobernador á diez é siete de septiembre, é partió de allí á cinco de otubre; é los indios deste pueblo, por el grand temor que avian de los caballos y de los chripstianos, yban- se de noche, penssando que los avian de comer, y algunos se tornaban de dia, porque es gente doméstica y no belico- sa. Estos son de la nascion de los conda- guas. Viendo el gobernador que eran mu- chos mas los que se yban que no los que “volvian, y que pocos á pocos se despo- blaba el pueblo, mandó que quatro de caballo rondassen de noche, é otros al- gunos de pié: é assi cessó la fuga, y se estaban en su casa, que no osaban yrse á otra parte; pero todo esto era ria en mas temor y sospecha. Allí se halló un buhío á manera de mezquita ó casa de oracion desta gente, dentro del qual estaban quatro palos hin- cados en tierra, tenidos de color roxa de brea, y ocupaban quarenta piés de espa- cio en quadro, porque de un palo á otro avia diez piés; y estaban cercados de mantas pintadas, y las cabecas de los pa- los tenian sendos rostros de hombres de CAP. JIL. 277 rélieve entallados y pintados de la misma color. Y dentro deste entoldamiento ó quadra estaba un cuerpo muerto de un indio, metido en un atahud de madera y muy bien hecho, y envuelto aquel difun- to en dos mantas blancas de algodon, y el atahud colgado de otra manta blanca, y de fuera de la cámara estaban dos ca- -tauros , que son á manera de cestas llenas de cortecas de enciensso ó de tales árbo- les, que olian como enciensso y á mane- ra de goma mezclada allí con ello, del mesmo olor; y muchos arcos y flechas á 4 la redonda colgados, y muchas cosas de rescate de las que en aquella tierra: se tractan colgadas dentro de la quadra; é fecha una puerta de las mesmas mantas, - por donde entraban á ella. Y un poco mas alto que el atahud estaba un canastico an- cho que llaman manari, lleno de oro, en que avia dos petos ó armaduras semejan- tes á peto de oro, con tetas muy bien la- bradas, que tomaban todo el pecho de un hombre (la una destas piecas redonda y la otra escotada para el assiento de la garganta), y un collar muy gentil, y otra piega á manera de taca, con su sobreco- pa, de orotodo lo que es dicho. Y decian los indios que de aquella manera tenian todas las vasijas, en que comian los indios de la otra parte del agua ó rio de Yuma, y assimesmo sus armaduras y duos, en que se assientan, y los hierros de las lán- cas. Tambien hallaron un peyne engasta- do en muy fino oro, y ciertos carcillos y manillas y otras piecas, que en todo ello ovo mas de dos mill pessos de oro. De- cian losindios que, quando algund señor - indio principal moria, se le ponia todo el oro que tenia y sus joyas junto al cuerpo del difunto, y que aquel questo tenia, avia seydo señor de aquella tierra. Bien penssó Appiano Alexandrino que decia grand co- sa en aquella su historia de Ciro, quando hizo mencion daquel yelmo de oro, que dió la reyna Panthia al rey Abratada, sa 278 marido; pero en estas partes de la Tier- ra-Firme en muchos lugares arman los reyes ó caciques y señores indios princi- pales, no solamente la cabeca, pero la mayor parte de la persona, se cubren de armas de oro, como aqui se paresce en estos petos que es dicho de susso, y se verá mas copiosamente en los libros siguientes, y mucho mas plenariamen- te en la tercera parte desta General his- toria. : Tornando al gobernador Ambrosio y su gente, desde aquel lugar Zomico die- ron la vuelta por los pueblos arriba di- chos; y viendo que la tierra era trabaxo- sa por ser invierno, y las poblaciones grandes y con mucha gente y los chrips- tianos pocos, puesto que aquellos indios eran assaz mansos y se mostraban domés- ticos, andaban temporigando por aquellos lugares que avian ya estado, esperando que passassen las aguas, que eran muy - grandes, y que Esteban Martin volviesse de Coro, penssando hacer grande hacien- da, en confianca de passar adelante con la gente que truxese. El qual despues que se partió del gobernador, atravessó por el valle de los pacabuyes y passó por los chiriguanas y bubures, y por el mismo - camino que avian primero passado los HISTORIA GENERAL Y NATURAL chripstianos con Ambrosio, su goberna- * dor, ó por allí cerca; y donde hallaba in- - dios de paz, decia quel gobernador venia allí gerca, por passar seguro con sus com- pañeros adelante. Y tardaron treynta y quatro dias hasta llegar á la villa de Ma- “racaybo, y desde allí enviaron á Coro, pa- ra que el teniente Bartolomé de Santilla- na enviasse á Maracaybo la mas gente que pudiesse al gobernador. Y entre tan- to que los de Coro yban á Maracaybo, acordaron los de aquella villa de entrar con Esteban Martin y los que llevaba á la tierra de los onotos, que estaban de guer- ra, y despues quel gobernador avia ydo de Coro avian muerto catorce chripstianos en un rio, viniendo en unas canoas: y en aquella entrada le dieron cinco flechacos al Esteban Martin; pero hicieron daño - - harto en los indios onotos. Tardaron de llegar la gente de Coro hasta Maracaybo treynta y dos dias, y hallaron en la cama á Esteban Martin; pero esforcóse lo me- jor que pudo, y aunque no estaba bien sano, partió con ochenta y dos hombres, que llevó de ambos pueblos, y fué don- de el gobernador Ambrosio estaba: al qual halló en Zomieo al tiempo que de allí se queria partir, el qual pueblo es de condaguas. : CAPITULO IV. De lo que hico el gobernador Ambrosio de Alfinger, despues que le llegó la gente que fueron de la eibdad de Coro y de la villa de Maracaybo con el capitan Esteban Martin. Disgues de allegado Esteban Martin con ochenta y dos hombres á se juntar con el gobernador Ambrosio, quiso passar el rio; pero nunca pudo llegar á Cumeti, que estaba destotra parte que los chripstianos estaban, por las muchas aguas de lagunas ¿y esteros que estaban en el camino. Hay desde esta tierra de los condaguas á la cibdad de Coro ciento y cinqúenta leguas ó menos, y al Cabo de la Vela septenta, y desde el Cabo de la Vela á los conda- guas se corre Norte Sur por tierra, y tan llana que lo pueden andar carretas; y es todo muy fértil de mucho mahiz y yuca y patatas é otras fructas, y de mucha mon- teria de venados y aves, y de mucho pescado y bueno. Y háse de yr entre dos sierras: la que está mas al Oriente es de la gente que llaman bubures; poblada, y la que está mas al Ocidente es las sierras DE INDIAS. LIB. Nevadas, y lo que queda en medio es el valle de los pacabuyes y de los conda- guas; y á la parte de Mediodia, donde fenesce este valle, está aquel grand rio de Yuma. Todas estas gentes tractan mucho oro, en especial los de ambas costas del rio. Es gente doméstica, que se espera que se podrán repartir y que servirán á los chripstianos, segund estos penssaban. Nasce aquel rio de Yuma al Sur algo acos- tado al Sueste, y júntanse en la tierra de los condaguas tres rios muy grandes, los dos dellos poblados destos gondaguas; y el otro rio es poblado de otra generacion, que llaman pemeos, y aqueste de Jos pe- meos viene de la parte oriental, del qual se dirá adelante. Como el gobernador ndo que no podia - passar adelante, por lo que es dicho de las muchas aguas, acordó de se tornar á la cibdad de Coro y á Maracaybo, dicien- do que avia mucha nescessidad de su persona, por el mal recaudo de sus te- nientes y ministros en el exercicio de la justicia é gobernacion, de los quales le avian enviado muchas quexas. Esto se le imputó á grand malicia é achaque, di- ciendo que pues le avian ydo ochenta y dos hombres sobre los que él tenia, que no se debia tornar atrás, sin saber la ver- dad daquella tierra rica, de que estaba informado por muchos indios, ussando de mucha cautela por encubrir aquellos thes- - soros á sus amos los Velcares, y porque aquellos pobres soldados no gocassen de ellos á cabode tantos trabaxos, como avian padescido en su compañía, y por tornar él despues á la negociacion, quando le pa- resciesse que seria mas á su propóssito. Desto no quiero ser juez, aunque assi se dixo por muchos. En fin, él se partió atravessando por los pueblos de los pacabuyes, la via del . Sueste, arrimándose hácia el rio proprio, dando á entender que todavia queria pro- XXV. CAP. IV. 279 bar á pasalle si hallasse passo. Y llegado á la costa del rio é tierra de los pemeos, anduvo por allí arriba muchas jornadas. Estos pemeos tractan poco oro, y tienen cobre por moneda, y es, tierra de muchas ciénegas, é muy desaprovechada, si no fuesse poblándose la tierra de los conda- guas y pacabuycs: que entonces se po- drian hacer hermosas labrancas en la tierra de los pemeos, y se criarian en - ella muchos ganados. Siguiendo el gobernador el rio arriba, llegó á otra gente que se llaman «xirigua- nas; pero no como los otros de atrás, porque son animosos guerreros, é qua- tro ó cinco indios de estos ossan esperar á quince y á veynte chripstianos. Y por muchas amonestaciones que se-les higie- ron, nunca quisieron la paz; antes en tres ó quatro pueblos, por donde passaron los nuestros, les hirieron un caballo y quatro - Chripstianos: que no escapó alguno de to- dos ellos, no porque tenian hierbas, sino porque las heridas fueron mortales, y tambien porque el camino no les daba lu- gar de se curar, como fuera nescessario. La tierra de estos xiriguanas es de gran- des montañas y anegadicos. Desque el gobernador vido la mala disposicion de la tierra, arrimósse hácia las sierras, la via de Maracaybo; y á la entrada de aquellas sierras envió á la lengua Este- - ban Martin adelante con treynta hom- bres, para que viessen si podrian passar los caballos. Y tres leguas de donde él quedó, hallaron dos buhíos con ciertos in- dios, que no los pudieron entender: é allí estaban hasta treynta gandules, y cómo vieron á los chripstianos, comencaron á se reyr é burlar de ellos. Y echaron ma- no á unas langas de palmas muy negras de veynte é cinco palmos, y otros con macanas y arcos y flechas, peleando con mucha ossadía, hicieron retraer á los * Cchripstianos: y pelearon mas de dos ho- ras con grandíssimo ánimo los unos y los 280 otros ; é antes que les tomassen las casas hirieron á chripstianos. Pero no murió alguno de ellos, y mataron de los indios quatro ó cinco; y enviaron á decir al gobernador que anduviesse é los socorriesse de gen- te, temiendo que venian mas indios. É aquel mismo dia dieron los indios otro rebate é guacábara é tornaron é pelear con los nuestros: y el dia siguiente lle- garon otros quarenta españoles en socor- ro de los primeros; y fueron bien menes- ter, porque desde á muy poco vinieron muchos indios flecheros y otros con hon- das, é si no fuera por las albarradas y palenques que ya avian hecho los chrips- tianos, fortificándose, tuvieran trabaxo en escapar desta otra tercera batalla. El go- bernador llegó desde á tres dias é hizo curar los heridos, é partió de allí otro dia despues. Estos indios, con quien pelearon, no se supo qué gente era; pero traían todos mantas de algodon cubiertas, assi hom- bres como mugeres, muy pintadas estas mantas; é allí hallaron muchas cargas de sal, que venian de la tierra adentro de la parte del Sur. Pero no supieron si esta sal era artificial, de agua de la “mar he- cha, ó de algund Jago, ni de qué parte se traía. Partidos de aquel e loa chripstia- nos y su gobernador por unas sierras no muy altas, peró fragosas, en que se detu- vieron quatro jornadas, sin hallar poblado, con mucha hambre , en el qual camino é sierras quedaron despeñados y desmaya- dos tres caballos y una yegua, lo uno por - muchas caydas que avian dado y lo otro por no aver hierba que comer. Y tambien * se cayó muerto un chripstiano de hambre y de cansado. Á cabo de las quatro meli llegaron - á un pueblo de cinco buhíos , é dieron en 1 Crónica de don Juan U, Año XX, cap. 27, Esteban Martin é á otros seys HISTORIA GENERAL Y NATURAL él, porque como no entendian los indios, acordaron de acometerlos, antes de ser acometidos dellos. Alli tomaron algunos indios que llevaron adelante cargados con el oro é otras cosas, porque tenian mu- cha nescessidad de bestias, é porque ya que no los matassen ni los convertiessen ni los dexassen libres, los tornassen acé- milas ó asnos para llevar sus proprios des- pojos, para quien se los tomaba. Y por- que allí avia muy poco qué comer, envió el gobernador por la carne de los caba- llos é yeguas que atrás se les quedaban, que no podian andar: é traida, la comie- ron, é aun hasta los cueros asados y co- cidos y aun no bien pelados, y no les pa-- rescia que era poco buen manjar, segund su hambre. Solia yo tener en algo aquella ham- _bre del rey don Johan, segundo de tal nombre en Castilla, quando el quarto dia despues de su entrada en el castillo de Montalvan, hizo matar su caballo é otros por falta de carne para él y los que allí se hallaron ó se metieron por su placer; y solíame parescer esto un grandíssima nes- cessidad. Y dice su corónica quel Rey mandó adobar los cueros para capatos, y que la carne daquellos caballos fué loa- da por dulce y muy buena de comer, salvo que era mollicia *. Pecador de mí!. Que aquella hambre del Rey don Johan era voluntaria, y no podia turar mas de quanto él la quisiesse tener, y ponerse. en essa nescessidad y que fuesse forgos- sa. No era como la que estos chripstianos con Ambrosio su gobernador tenian: ni es el cibo, de que yo me espanto, comer caballos, ni tigres, ni leones, que son mas indómitos é fieros animales, ni comer perros, ni gatos, ni culebras y serpien> tes los hombres por nescessidad: que to- do esto lo he visto; pero comer un hom- bre á otro, esto es lo que me espanta, edicion de Monfort, Valencia, 1779. DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. IV. * entré estos indios, aunque tan inorantes, son de nuestra fé cathólica; pero mucho mas me maravillo de oyr que un hombre chripstiano tal cometa. Tornemos á nuestra historia. Despues . que este gobernador Ambrosio de Alfin- ger y sus compañeros ovieron comido aquellos caballos, llevando algunos ta- sajos dellos para adelante, fueron dos jornadas hasta que llegaron cerca de una sierra alta, en la qual se parescian algu- nos humos de pucblos. Y desde allí, por mandado del gobernador, fué Francisco de Sancta Cruz, su alguacil mayor, -con sessenta hombres á ver aquellas sierras y por bastimento, si lo hallasse : é llegó á unos pueblos que estaban en lo alto de la montaña, y defendiéronse lo mejor que pudieron; pero todavia les tomó la sier- ra é captivó algunos indios, y los truxo al Real cargados de mahiz; y tardó qua- tro dias en esto. Y cónio la dispussigion de la tierra no era buena, acordó el go- bernador de yr mas sobre la mano dere- cha por tierra despoblada y sin camino, ¿á cabo de dos jornadas se apossentó al pié de la sierra en un valle, porque los indios prisioneros que llevaba, le dixeron que alli avia algunos pueblos: y envió gente á saber si era assi, é subieron á la sierra é vieron en un valle un pueblo que se dice Elmene, en el qual avia muchos indios. É salieron á rescebir á aquellos chripstianos con lancas de veynte y cinco ó treynta palmos, y un palmo antes de las puntas estaban llenas de. plumages muy hermosos, como gente que se pres- - cian de las armas; y traian mantas cu- biertas, é las haldas llenas de piedras. Destos chripstianos ó descubridores yba por capitan Esteban Martin, el intérpetre ó lengua, el qual se dió tan buen recau- do que les ganaron el pueblo, y los in- dios subiéronse huyendo á las cumbres de las sierras; y como tenian alcadas y escondidas sus haciendas, no hallaron na- TOMO Il. 281 da en el pueblo; mas buscando en torno dél, toparon con algund mahiz escondido, - y tambien lo hallaron enterrado en los buhíos. Y cómo la tierra era muy pobla- da, no osaron enviar daquel bastimen- to al gobernador, por no se dividir; pero dexaron quarenta é cinco hombres en el pueblo, y los demas subieron al puerto á lo alto, que estaria dos leguas de allí, y consideraron la: disposicion de la tierra y los passos, y penssaron perescer de frio. Y luego otro dia amánesció la mayor par- te de la sierra cubierta y llena de nieve; “y los chripstianos con mucho trabaxo, casi helados, se tornaron adonde avian dexado los compañeros, y el dia siguiente se par- tieron de aquel lugar, cargados todos de mahiz, é los indios tras ellos escaramu- cando. Y cómo salieron encima de una sierra, dieron en estos chripstianos por muchas partes, é hirieron uno dellos; y dexadas las cargas en tierra, volvieron animosamente contra los indios, y los pussieron en huyda. Y á cabo de dos jor- nadas llegaron al real donde estaba el go- bernador, aviendo diez dias que eran sa- lidos del campo; y hallaron que tenian mucha hambre y que avian comido algu- nOs perros. Estos indios viven en aquellasierra que llaman del Mene, y son de una genera- cion llamada corbagos, é hay dellos gran- des pueblos, pero muy apartados unos de otros por aquellas sierras é valles, do tie- nen gentiles labrangas de mahiz é ¿corao- tas, que es una cierta legumbre como habas, é otras rayces que siembran, que son como canahorias, y mucho ápio como el proprio de España, y otra fructa aniana de turmas de ticrra. Y los hombres y las mugeres andan allí cubiertas sus vergúen- cas con mantas de algodon, é algunas de aquellas mantas muy pintadas. Traen los indios un carcax lleno de mu- chas flechas , tan luengas como tres pal- mos, y los arcos muy pequeños: pero re» 282 cios, y tambien los meten en el mesmo carcax. Pelean assimesmo con unas cañas é lancas y hondas, y como viven en par- tes ásperas , echan galgas ó piedras gran- des á rodar. Traen todos sus adargas me- dianas de cuero de venados ó de cortecas de árboles, y muy bien hechas sus em- bracaduras. Llegados estos chripstianos al real, y hecha relacion de todo al gobernador, entendida la fragosidad del camino, acor- dó de yr adelante por la via que llevába, é tardó dos dias hasta llegar al lugar llamado Mene; y estando muy cerca dél, pegáronle fuego los indios, de lo qual sintieron mu- cha pena los- chripstianos, porque yban muy cansados y con muchos dolientes. É allí hace grandíssimo frio; pero aposenta- dos como pudieron, envióse á buscar co- mida con veynte compañeros, é hallaron un mahical cerca de allí. Y estando co- giendo el mahiz, dieron los indios sobre ellos, y mataron tres chripstianos, y cor- : táronles las cabecas con unas cañas, que- llos usan en lugar de cuchillos , y no cor- tan menos, é hirieron á otros tres chrips- tianos, é desde á pocos dias murió el uno dellos. Estos indios acostumbran tener en sus casas colgadas por arreo cabegas de hombres y bracos y piernas, desollados y llenos de hierba, como en nuestra Espa- ña acostumbran los caballeros que son - monteros, poner á sus puertas las cabecas é cueros de los puercos javalíes y osos ' y otros animales; pero no se supo si es- tos trofeos é insinias son de indios questa gente come, ó si son de los proprios ó na- turales que se mueren entre aquestos in- dios. É assi hallaban colgadas estas me- morias por aquella tierra y en este pue- blo del Mene, en el qual estuvo el gober- nador Ambrosio cinco dias, y el sesto se partió de allí y fué á dormir en medio de la sierra en un páramo sin ninguna pobla- cion. Y otro diá siguiente llegaron á la cumbre encima del puerto, el qual halla- HISTORIA GENERAL Y NATURAL ron llano é de grandes prados, sin monte alguno ; y caminaron por un páramo todo: el dia, con grandíssimo frio, é agua, é viento: é tomóles la noche en el mesmo páramo, é hallóse el gobernador Ambro- sio en la vanguardia con hasta veynte y cinco hombres, y todos los demas dur- mieron, de yr cansados por el camino, ca- da uno donde podia. Pero el que mejor cama tuvo, tenialos piés en el agua assen- tado, dando tenacadas con los dientes, temblando de frio, sin lumbre y sin co- mer y sin ropa ni abrigo alguno. Quando - fué de dia, movieron: los delanteros con el gobernador, é vieron cerca de allí un pueblo con veynte casas ó buhíos, al qual pegaron fuego los indios, assi como vieron á los chripstianos, é huyeron. - Llegados los chripstianos , hallaron sola una casa por quemar, en la qual se me- tió el gobernador, y envió á recoger la gente, y tardó eñ esto dos dias. Pero no llegaron todos, porque ocho chriptianos . quedaron muertos de frio, é algunos de hambre; y uno de los defuntos fué el ca- pitan Casamyres Nuremberg, de los de á caballo, que yba doliente muchos dias avia é hinchado. Y quedaron en el páramo con: los chripstianos muertos un negro y una yegua, y mas de ciento y veynte indios muertos de los que traían: quedaron ca- - denas, municiones é otras muchas cosas perdidas, que no ovo quien la pudiesse llevar. Recogida la gente al pueblo que- mado, reposaron allí quatro dias, porque hallaron mucho mahiz en silos, y con ello y con algunos bledos sin sal passaron co” “ mo pudieron; pero no faltó dia de ser: acometidos y pelear con los indios, los: quales se allegaban para esto de muchas partes con muchas bocinas de cobos gran- des, que se dian de muy lexos, é con: tanta grita y alaridos, que parescia que aquellos valles é peñas se abrian. Pero - no ossaban llegarse muy junto á los. -chripstianos, por el EE pes avian á > DE INDIAS. LIB. caballos, que á su vista era cosa admi- rable. a Desde á seys dias se partió de allí el gobernador, é á cabo de dos jornadas lle- - garon á un valle muy grande é muy po-. blado de una generacion de indios que - llaman aruagas Ó aruacanas: los quales, viendo á los chripstianos, quemaron sus pueblos, porque no les pluguiesse á los huéspedes el apossento, y tambien por- que la fábrica ó arquitectura de aquellos edificios es de madera y paja, y presto los tornan á edificar. Visto aquesto, man- dó el gobernador apossentar su real y gente una legua ó menos de otro pueblo. que estaba por quemar la mitad dél, para que de noche lo tomassen los nuestros XXV. CAP: V. 283. sin ser sentidos. É assi se hizo: que quando amanesció, ya estaban algunos españoles en el pueblo, é los indios hu- yeron. Llegado allí el gobernador, reposó con su gente siete ú ocho dias, porque todos yban muy cansados é hambrientos. É allí venian cada dia los indios á los flechar, y mucha cantidad dellos; pero no se ager- caban tanto que los dañassen ni ossaban, pero quitábanles el sueño. Como los chripstianos estuvieron algo mas descansados, tornaron á su camino la via del Norte, para volver, si pudies- sen, á la cibdad de Coro é á la villa de Maracaybo, donde todos desseaban mu- - cho de verse. CAPITULO Y. es Cómo el gobernador Ambrosio de Alfinger partió del pueblo quemado, continuando su camino para la cib- dad de Coro, é de cómo fué muerto, y de lo que despues hizo la gente que con él estaba. y Partió el gobernador Ambrosio y los chripstianos del pueblo quemado, que se dixo en el capítulo de susso, é siguieron la via del Norte sin llevar lengua ni guia alguna, sino como su ventura y pecados * los guiaban : é passaron por muchos pue- blos, que ninguno dexaban de quemar los indios, assi como sentian yr los chripstia- nos hácia ellos. Y desde á quatro jorna- das llegaron á un pueblo que estaba en- cima de unas sierras, en que avia hasta doscientos buhíos; y los indios estaban encima de un cerro alto y tan cerca de los chripstianos, que desde el pueblo los vian é los oian hablar. É á media legua de este pueblo, en una ladera, estaba otro pueblo de ochocientos buhíos é mas, y el gobernador se passó de largo y no quiso llegar á aquel pueblo grande, por- - que está entre unos arroyos, muy fuerte y peligroso, é temió que le acaesciesse algund siniestro por la disposicion del as- siento. Y passaron los nuestros por una loma adelante á la mano siniestra de aquella poblacion grande, é durmieron en un monte: é otro dia passaron ade- lante ún mal rio y de grandes bar- rancas por la costa dél, y caían y ro= daban muchos caballos, y murióseles allí una yegua; pero no se perdió la carne: - que luego se la comieron. Passado aquel rio y los barrancos, fueron á dormir en una savána, é quedó parte de la gente atrás á par daquel rio ques dicho, y el fardaje y el oro que llevaban: y estando otro dia de mañana esperando la recaga, mandó el gobernador á Esteban Martin que subiesse encima de una sierra que estaba cerca de allí, é consideráse el ca- mino que avian de llevar; porque no lle- vaba otro adalid, y este aunque no sabia la tierra, era hombre de mucha diligencia y esforcado y que se daba buena maña en las cosas de la guerra. Y el Esteban - Martin se fué á almorcar, para cabalgar é yr á lo quel gobernador le mandaba, y 284 estando bebiendo, llegó el gobernador á caballo, é le dixo: Cabalgad, Esteban Mar- tin, y vamos adelante. De lo qual maravilla- do Esteban Martin, le dixo, viendo aque- lla novedad: Á dónde vá vuestra merced tan de mañana? Ydos, señor , con la gente: que yo me yré luego adelante. Y él replicó: - Con vos quiero yr; y llevemos ginco ó seys compañeros á pié con nosolros. Y Esteban Martin le replicó y dixo: Mejor será que “vayan doge. Y el gobernador comencó á llamar algunos compañeros, é cabalgaron los dos é comencaron á caminar: é se- yendo desviados del Real dos tiros de ballesta, dixo Esteban Martin: Señor, es- perad los compañeros : que no hay camino, y perderse hán. Y el gobernador le repli- có: Andad vos adelante: que por nuestro rastro se vernán. É assi caminaron. É ya que yban metidos en un pequeño valle, -sin ver ni saber cómo ni dónde se halla- ban, se vieron cercados de indios que los flechaban por todas partes; y el Este- ban Martin, viendo aquesto, arremetió po- niendo las piernas al caballo contra don- - de vido. el mayor golpe dellos, y el go- bernador tras dél, como hombre de grand - ánimo: y comencaron á lancear dellos, é' dieron luego á huir. Y ya que se yban, tor- naron los dos, por recoger los peones que se quedaban atrás, é hallaron otro batallon de indios que los yban flechando por detrás, é arremetieron con ellos é-hirieron á en- trambos: al gobernador en la gargantá y al Esteban Martin en una mano. Y el uno echó por un cabo y el otro por otro trás los indios: y volviendo los ojos Esteban Martin al gobernador, vídolo. cercado de los indios, é uno dellos le daba con una macana al caballo: é arremetió á él Es- teban Martin, é dando de lancadas al in- - dio, le dieron á Esteban Martin cinco fle- ehacos en el caballo, el qual murió, luego que tornaron al Real. Pero á las voces que andaban en esta batalla, acorrieron los chripstianos que se hallaron á caballo HISTORIA GENERAL Y NATURAL y mas prestos, puesto que llegaron tar- de y hallaron, herido al gobernador con una flecha por debaxo de la garganta, la qual él se estaba sacando con ambas ma- - nos y*no podia desasírsela. Y cómo el monte era espesso y cerrado, no pudieron hacer daño álos enemigos, que yase avian reatraydo y emboscado : antes.se perdie- ran los chripstianos, si los siguieran en aquella espesura; pero cinco ó seys de los malhechores, que salieron á lo raso, fueron alcancados. É assi el gobernador é los demas se recogieron al real y se curaron los heridos, que todos estaban heridos con hierba, la qual no avian ha- lado ni visto en todas aquellas sierras. Otro dia passaron á otro pueblo de los mismos indios que los flecharon, que es- taba dos leguas delante , é avíanse huido al monte: é apossentáronse allí los chrips- tianos, é al quarto dia murió el gober- nador, habiéndosse confesado y con mu- cha contricion encomendándosse á Dios, - Nuestro Señor, el qual haya piedad de su ánima. Muerto el capitan general, juntóse la gente é hicieron su general é justicia mayor á Pedro de Sanct Martin, factor y veedor de Su Magestad; y estuvieron allí seys dias, porque Esteban Martin es- taba muy malo, é porque era mucha par- te de la salud de todos la suya; porque era hombre diestro y de mucha sufigien- cia en las cosas de la guerra. Y se cree que muriera, si no fuera por la mucha die- ta que tuvo quince dias, sin beber gota de agua ni de otro brevaje: ques muy grand remedio contra la hierba. Á ca- bo de seys ó siete dias que estaba me- jor, volvieron á caminar, é llegaron á un pueblo despoblado de cinco casas: é de allí fueron ciertos compañeros á ver un camino, y desde á poco volvieron huyen» do, dando alarma que venian indios trás ellos. Y luego el general cabalgó é- hizo salir trás ellos é aleangaron algunos; y DE INDIAS. LIB. - ellos mataron uno de los de á caballo é hirieron al capitan Monserrate, é mataron el caballo al capitan general, é pararon los nuestros allí aquella noche. z El dia siguiente, continuando el cami- no, tomaron unas indias vestidas unas sa- yas texidas sip costura, que les tomaba desde la cabeca hasta los piés , é unos ca- pillos como de frayles : á las quales enten- dian alguna cosa, y se decian tayalomos, é no negaban que comian carne humana. É caminaron por un valle é rio abaxo has- ta que llegaron á lo llano; pero tambien en partes avia grandes montañas. Desde allí el capitan general envió 4 Pe- dro de Limpias, lengua, adelante con al- guna gente, para que descubriesse el ca- mino: é llegó á un pueblo de cinco bu- híos, é los indios que allí avia,se defen- dieron é mataron un chripstiano é hirieron otros quatro, y estuvieron peleando has- ta que llegó mas gente, é los indios hu- yeron. Allí se juntan tres ó quatro rios, y de todos se hace uno muy grande que se Hama Tarare, el qual entra en la laguna de Maracaybo. É anduvieron por aquellos pueblos siete ú ocho dias, que no sabian por donde yr, ni tenian guia; y llegados á unos pueblos despoblados, pararon en uno dellos, y el capitan general envió gente á buscar algund camino, y mandó á los que fueron á esto que procurassen de hacer algunas guias. É: llegaron á un pueblo que estaba media legua ó menos de allí, donde hallaron muchos indios fle- cheros, que los comencaron á flechar, y estos chripstianos descubridores se retra- xeron, dando mandado y alarma; y como estaban cerca, sintióse en el real, y el ca- pitan general con la mas gente que pudo seguirle acudió allá, y aunque estaban - fuertes los indios en el pueblo lo desam- pararon; pero mataron allí al capitan Mon- serrate é á su caballo, é á otros dos com- pañeros con flechas de hierba: y el capt- tan general se retraxo con los chripstia- AAV. LAP, Y: 285 -- NOS, por no rescibir mas daño, y luego los indios se tornaron al pueblo. É cómo vino la noche, se fueron de allí á esperar ade- lante á los chripstianos dos jornadas, en otro pueblo: é cómo llegaron allá los es- pañoles, hallaron los indios con albarra- das y palenques hechos fuertes, y comen» Cóse el combate entre ambas partes con grande ímpetu y ánimo, é turó mas de dos horas. Hirieron un caballo, que murió desde á quatro dias, é hirieron á quatro chripstianos; pero plugo á Dios que no murió alguno. Ganáronles el pueblo é pren- dieron diez ó doce personas: Estos indios son una generacion que llaman aruacanas, de los quales no halla- ron mas de aquellos dos pueblos. Passa- dos de allí los chripstianos, entraron en otra gente de indios que se dicen peme- nos, que tienen pueblos de. treynta ó quarenta buhíos, y es gente doméstica; pero tampoco atendian, antes desampara- ban sus casas y escondian sus haciendas, assi como avian: sentimiento de los chrips- tianos. » É assi passaron en cinco jornadas mu- chos pueblos destos, é al cabo dellas ha- * llaron un pueblo con gente, la qual huyó luego; pero por priessa que se dieron, al- cancaron é fueron pressos mas de veynte - personas, é pregunlándoles la causa por qué huyeron, dixeron que porque cerca de allí estaba un chripstiano, como los nuestros, y que creian que estos otros yban en busca daquel, y por esto pens- saban que los querian matar. Esteban Martin, lengua, entendió algo desto, é dixo al capitan general que decian aque- llos indios que una legua de allí estaba un Chripstiano, é que se afirmaban tanto en ello que creia que debia de ser assi la verdad. Y enviaron tres indios que le fuessen á llamar, é nunca tornaron: y en- viaron despues dos indias á lo mismo, é diéronles algund rescate, é dixeron ellas que otro día tornarian; pero tampoco 286 volvieron. É viendo aquesto, movieron todos los chripstianos, para yráaquel pue- blo é llegaron á un rio muy hondo é ovie- ron de passar 4 nado algunos. Alli se les murió un caballo que llevaban herido, y estándolo despedacando y repartiendo entre la gente para lo comer, llegó el al- guacil mayor, Francisco de Sancta Cruz, que avia sido de los que se avian adelan- tado con alguna gente, é dixo que avia topado con aquel chripstiano, que decian los indios pressos que estaba en aquel lu- gar: el qual venía con él desnudo en car- nes y descubiertas sus partes vergon- cales, y con un arco y sus flechas y un calabaco de cal, y un fardel de hierbas que traia de aquella que meten en la bo- ca los indios, para no aver sed. Y pregun- HISTORIA GENERAL Y NATURAL táronle por el capitan Iñigo de Vascuña'é los otros chripstianos, quel gobernador Ambrosio avia enviado á la cibdad de Coro con lós treynta mill pessos de oro; porque este hombre era uno de los com- pañeros que con él ayian ydo; y él dixo que todos eran perdidos. É assi se fueron estos, el general y los españoles al pue- blo donde este chripstiano residia: y el general le mandó que llamasse á los in- dios de aquel pueblo, porque ya aquel hombre era buena lengua, y los truxo de paz, aunque no muy seguro dellos. É allí se ovo informacion de cómo habia passa- do su desventura deste chripstiano y de los otros veynte é quatro, é del capitan Vascuña, como se dirá mas largamente en el capítulo siguiente. CAPITULO VL > En que se tracta del subcesso del capitan Vascuña y de la gente y oro, que con él envió el capitan Am= hrósio á la cibdad de Coro, lo qual se supo de un hombre de los mismos, que se halló hecho indio, é otras cosas que convienen á la historia. Eno estos Chripstianos estaban en - grandíssima nescessidad de lenguas é guias é no conoscian en qué tierra esta- ban,:ni qué camino debian seguir para tornar á. la cibdad de Coro ó á Maracay- bo, é avian oydo que entre los indios allí - cerca estaba un chripstiano, con espe--. ranca que seyendo verdad, aquel sabria guiarlos y entenderia á los indios, acor- daron de lo yr á buscar. Y en aquel rio, que se dixo en el capítulo precedente, se pararon á hacer balsas, para le passar, é adelantósse el alguacil mayor Francisco de Sancta Cruz, por mandado del capitan general, é passó á nado con treynta hom- - bresel rio, y siguió un camino que ha- 11ó de la otra parte, y desde á una legua - toparon un pueblo grande despoblado. Y - dexó allí los compañeros y él passó ade- lante en busca de algund camino, que fuesse á su re y es “con un. .. Cchripstiano do en carnes, como nas- ció y sus vergiiencas de fuera, y embi- xado, é las barbas peladas como indio, é- su arco é frechas é un dardo en la mano, y la boca llena de hayo, ques cierta hierba para no aver sed, é su baperon: este es un calabago en que traen los in- dios cierta manera de cal, para quitar la hambre, chupándola. É mirándole algo des- - viado, "penssó que era indio, el qual se venia derecho al Sancta Cruz, y arreme- tió á él; y aquel conosció al Sancta Cruz, antes que se juntassen, y él al otro hom- bre que assi venia fecho indio: y abier- tos los bragos se fué el uno al otro y se abragaron é besaron muchas veces en las —mexillas con mucho goco; porque eran muy amigos de antes, y por la novedad del caso y por el remedio deste chripstia- no, el qual se llamaba Francisco Martin, y era uno de los que se perdieron con el DE INDIAS. LIB. capitan Iñigo de Vascuña; y demas desto avia mucha causa para su alegria, por- - que estos chripstianos andaban ciegos y sin guia ni lengua. Y luego el alguacil _mayor lo hizo saber al. capitan general cómo avia hallado á este hombre : el qual fué luego con toda la gente donde esta- ba el alguacil mayor y este chripstiano Francisco Martin , é todos ovieron gran- díssima alegria en verle; porque á la verdad fué hallar á este hombre un me- dio que quiso dar Dios, para que todos se salvassen é saliessen de donde estaban. É assi este hombre los llevó á un pueblo que se llama Maracaybo, en el qual esta- ba un indio principal que era su amo, que le avia comprado de otros indios. Ya este chripstiano entendia muy bien la lengua de aquella provincia; y llega- dos al pueblo, no hallaron á nadie en él: que avian los indios huydo al arcabuco ó monte. Y el Francisco Martin los fué á llamar, é fueron con él treynta hombres chripstianos, por seguridad de no le per- der y porque como lé avian topado aca- so, no se sabia si tenia penssamiento de huyr y perseverar en aquella salvajez é brutal hábito, en que le avian hallado, ó- porque los otros indios no le matassen ó se lo llevassen, no quisieron que fuesse solo. É hallaron á los indios en unos ran- Chos dentro de ciertas ciénagas, é mos- traron que hoigaban con los chripstianos; é diéronles de comer de lo. que tenian : é assi se vinieron con el Francisco Martin é los otros chripstianos, é truxeron alguna sal, la qual tuvieron en mucho los nues- tros, porque avia dias que no la tenian. É aquel principal y sus indios se tornaron á sus casas, y el general mandó que nin- gund desplacer á ninguno se hiciesse, ni se tomasse cosa alguna mas de lo que los indios les diessen de su grado. Siendo interrogado sobre juramento este Francisco Martin, cerca del viaje y perdicion del capitan Inigo de Vascuña y nascion; y es poca gente é Ed XXV..CAP. VI 287 los otf'os chripstianos que con él avia en- viado á la cibdad de Coro el gobernador Ambrosio de Alfinger, con el oro que es dicho, dixo que despues que el capitan Casamyres de Nuremberg los dexó é se tornó al gobernador , el mesmo dia entra- ron en unos pueblos que llaman de los tapeys, y en quatro dias otros atravessa- ron la sierra questá poblada de aquella é tierra estéril y de poco: bastimento. É passadas aque- llas sierras con mucha nescessidad é ham- bre, vinieron por un rio abaxo á los lla- nos de hácia la laguna de Maracaybo; y desde el dia que el capitan Casamyr esos: dexó, repartieron el oro y lo traian los chripstianos en mochilas, á diez é doce libras por hombre, por falta de indios. É- assi continuaron su viaje, yendo por aquel rio abaxo, porque no tenian ni- hallaron: otro mejor camino: é sin hallar cosa que comer, sino eran algunos palmitos amar-- gos, en los quales quebraban las espadas, por los cortar. É andando por el rio le ha- llaron adelante hondo, y por no tener” otro camino é aver anchos boscajes cer- rados fuera del agua y estar los chrips- tianos muy flacos, y coxos, y descalcos- los mas dellos, y cargados con este oro- que en mal punto vieron, acordaron de hacer dos balsas: y en ellas se echaron: el rio abaxo con su oro, y caminaron has- ta una legua en ellas, é dieron en unos baxos, éno pudieron llegar á tierra;. y con el mucho ímpetu del agua se les des- —barataron en los baxos, y se les perdió una carga del oro, la qual llevaba un Juan Montañés de Mañero. Que constreñidos de la nescessidad, salió el capitan Vascu- ña con toda su compañia en tierra, para se yr por la costa del rio abaxo, é un Johan: Florin, gascon ó francés, é otro que se decia Martin Alonso, é otro llamado Pe- dro de Utrera , no quisieron desamparar: su balsa, sino yrse en ella el rio abaxo: é anduvieromen ella hasta legua y media, was . 288 é allí se juntaron otra vez, é hallafon al “ Pedro de Utrera hinchado, que estaba á da punta de una sierra, quel rio passaba al pié della. Y para yr adelante, fuéles forcado subir á lo alto, para volver al mes- mo rioz y -el Johan Florin y el Martin Alonso, per la mala dispusicion de su amigo Pedro de Utrera, se metieron en la balsa, para doblar y passar aquel cabo ó punta de aquella sierra. Y el capitan y los otros chripstianos encumbrárense en la sierra, y durmieron aquella noche en- cima de la montaña, y el siguiente dia baxaron de la sierra, y toparon un indio manso en la balsa, sin los chripstianos, que venia llorando y diciendo: «Vámo- nos, que estánahi muchos indios, que han muerto los tres chripstianos.» El capitan se assentó en la ladera de la sierra á des- cansar, y esperó hasta que llegaron todos los otros compañeros que consigo llevaba: é juntos, platicaron sobre donde yrian, é acordaron de baxar el rio, á ver lo que avia subcedido. É llegados á la ribera, ha- llaron á Johan Florin muerto con muchas flechas; é buscando los otros dos chrips- tianos, hallaron el sombrero de Martin Alonso lleno de sangre, y no hallaron al Utrera ni otra cosa alguna. Y no se detu- vieron allí mas , sino por el rastro de los indios que yban por la costa del rio y mucha sangre por sus pisadas, anduvie- ron hasta que fué de noche; y durmieron en la ribera del rio, y mataron un perro que cenaron. "El dia siguiente nl su cami- no todo el dia, hasta que fué de noche, por la costa del mismo rio abaxo, y dur- mieron á la vera dél; y no les pessára de - tener Otro perro, como el de la noche an- _fes, para satisfacer alguna parte de su hambre. É otro dia por la mañana se partieron de allí por la misma costa del rio abaxo, y anduvieron hasta medio dia, porque yban ya muy fatigados, cansados y hambrientos, haciendo camino con los HISTORIA GENERAL Y NATURAL pedacos de las espadas, que llevaban quebradas los mas dellos. Y pararon don- de les paresció, y pusieron aquellas car- gas de oro en medio de todos, y requi- rieron al capitan Vascuña que enterrasse aquel oro, porque no lo podian llevar y los traía molidos, allende de sus fatigas; ni se ossaban apartar á cortar un palmito para comer, por amor del oro: y decian que enterrándolo, seguirian su camino con mas alivio y desocupacion, y que si ha- llassen gente de paz, volverian por ello, é que si no, que el que escapasse dellos di- ria dónde quedaba, para que no quedasse olvidado, y los chripstianos le pusiessen cobro, dando el tiempo lugar á ello. ¿Paréceos, letor, que esta manera de allegar oro que es apacible, y que se trocáran allí algunas cargas dello por otras de pan, aunque no fuera de molle- des de Zaratan y de Barba? ¡O misera- bles entendimientos de hombres! ¡O bur- lada cobdicia! ¡O qué trabaxos tan exge- sivos, procurados para perder las perso- nas é las ánimas! ¡O qué muertes tan nuevas y no acostumbradas! ¡O qué de- sesperadas y mal empleadas en servicio - del diablo y no de Dios! ¡Ni os lo hagan creer, y vos lo entendereis mejor que yo os lo sabré decir! Tornemos á la historia. El capitan Vas- cuña respondió á los compañeros que lle- vassen de oro lo que pudiessen, é que dexassen el rio, é atravesassen en de- manda de la sierra Heriña, que es la via del Norte hácia la costa de la mar, y que esperaba en Dios que presto hallarian gente de paz é manera para salir de aquel trabaxo; é que no perdiessen lo - que avian hasta allí con tanta pena com- portado por un poco de mas afan. É assi tornaron á continuar la jornada, é turóles otros ocho dias mas, y en cada uno de ellos requerian al capitan que se enter- rasse el oro. É viendo ya que otra cosa no se podia hacer, lo enterraron al pié DE INDIAS. de un árbol metido en un cataure ó cesta en un hoyo, é lo señalaron dando corta- duras en los árboles con los pedacos de las espadas; y enterrado, durmieron allí aquella noche á par del oro, comiendo palmitos. Otro dia caminaron por un ar- royo, que estaba allí junto de donde en- terraron el oro, é fueron por él abaxo tres jornadas, á cabo de las quales no hallaron palmitos que comer, é toparon muchas ciénegas: é acordaron de dar la vuelta atrás, é durmieron fuera de las ciénegas, sin tener que comer, y plati- cando en su trabaxo y en lo que debian hacer. El capitan queria atravessar hácia una sierra', que se parescia y creian que era la de Herina. Y amanesció el capitan coxo de un grano en la rodilla que no podia andar: y la gente decia que tor- nassen adonde estaba el oro y lo desen- terrassen é lo volviessen al rio donde avian muerto á los tres chripstianos, é que allí lo tornassen á enterrar, é que allí en él determinarian lo que debian ha- cer. Y al capitan le paresció buen acuer- do, é volvieron al oro; y tardaron qua- tro dias en llegar allá, porque el capitan Vascuña yba coxo. : Llegados, pues, á aquella rica sepol- tura, descansaron un día, comiendo pal- mitos y esperando tres chripstianos; lla- mados Johan Ramos Cordero y Johan Jus- to é un hijo del Cordero, que se avian quedado escondidos para yr por otro ca= bo: é luego otro dia vino el muchacho por el rastro, é dixo que su padre Cordero y los otros dos avian muerto una india que llevaban é la avian comido, y llevaban parte para el camino; y el muchacho mos- traba un pedaco della. Á tal Cordero me- jor le podian llamar lobo, y al Justo in- justo, y al Ramos dragon. ¡Oh mal aven- turada compañia! ¡Oh diabólica determi- - nacion! Y assi les pagó su pecado: que nunca mas parescieron: estos tres hom- bres, porque quiso Dios que no faltassen TOMO a E LIB. XXV. CAP. VI. 289 indios que despues comiessen á ellos. En esta sagon el capitan estaba muy malo de su grano, é llamó á los compa- ñeros é mandó desenterrar el oro: y ellos lo hicieron assi, y tornóse á enterrar un tiro de piedra de donde estaba primero, é pusiéronlo al pié de un árbol muy grue- so, junto al arroyo frontero de una bar- ranca bermeja, v en otros árboles junto al grande dieron muchas cuchilladas, y cortaron algunos árboles:pequeños , y no tocaron al árbol grueso. Héos dado, letor, las señas tan parti- culares, para que si acordáredes por ellas de yr á buscar este thessoro, lo podais hallar; pero no creo que avrá hombre al- guno tan falto de juicio que tal cobdicia tenga, desque me acabe de oyr. Assi que, enterrado el oro, otro dia por la mañana se partieron por el arroyo abaxo, é se yban adonde avia quedado su goberna- dor Ambrosio de Alfinger, y “siguieron aquel intento dos dias: é no pudiendo ya andar el capitan Vascuña de aquel grano, se detuvieron una parte de aquel dia, y en la tarde tornaron á andar hasta que fué de noche, é cortaron algunos palmitos, que aunque amargaban, fueran contentos con que no les faltáran siempre. É assi passaron con aquel mal pasto aquella no- che; y cómo fué de dia, el capitan estaba muy malo del grano, y aquel compañero Johan Montañés , que se dixo que avia perdido la carga del oro, amanesció tras- passado de hambre, é no pudiendo an- - dar, se quedó allí. Y entrado el dia, comen- caron á andar, y el siguiente dia se que- _dó desmayado de hambre otro compañero, llamado Johan Vizcayno, y tambien tenia este un flechaco que le avian dado en la guacábara de la sierra de los tapeys; pe. ro como podia, seguia la compañia. Otro dia por la”mañana amanesció muy mal dispuesto el veedor Francisco de Sanct Martin é hinchada la cara, y cami- nó todo aquel dia; y nes yba muy 290 malo de su pierna: é luego otro dia si- guiente por la mañana estába ciego el Francisco de Sanct Martin é hinchado to- do; y díxole el capitan que anduviesse poco-á poco, pues quél yba assimesmo coxo, y él dixo que en ninguna manera podia passar de allí; y assentado en tier- ra se quedó, y los demás prosiguierón su camino hasta que vino la noche, la qual no fué de mas descanso ni manjares que las passadas. : Otro dia siguiente caminaron hasta me- dio dia, que se sentó el capitan á par de un arroyo é mandó á la gente que cortasse de aquellos desabridos palmitos, quél y ellos comiessen; é despues de aver comido é descansado una ó dos horas, les dixo que anduviessen hasta la noche, é que no per- diessen hora de andar que no era racon. Y queriéndose levantar para caminar, no pudo y tornóse á sentar; y desque assi lo vido la gente, penssando que se esforca- ria el capitan, aguardaron allí aquel dia é la noche: é otro dia, en amanesciendo, se lovantó el capitan é dixo: «Hermanos, va- mos de aqui». Y todos comencaron á ca- minar; pero él luego se tornó á sentar en la hamaca que no se pudo mover, y en- vió á llamar la gente, é díxoles: «Señores y hermanos, ya aveis visto mi voluntad y cómo no puedo andar: yo os ruego por amor de Dios que me aguardeis hasta ma- ñana, que yo espero en él que me dará salud para yr con vosotros.» Y los com- pañeros aguardaron aquel dia y el si- guiente y el tercero; é al cabo destos dias no hallaban palmitos ni tenian otra - cosa alguna que comer. Y constreñidos HISTORIA GENERAL Y NATURAL de la nesgessidad, todos le requirieron que se esforgasse é anduviessen, aunque no fuessen mas de un tiro de ballesta cada dia, porque tuviessen palmitos é lo que Dios les diesse de comer; pues veia que allí no lo avia, é que todos moririan de hambre, y el capitan les dixo que no po- dia, como era la verdad; y aun para ha- cer cámara, lo llevaban en bracos. É aguardáronle otro dia; é viendo que no avia qué comer é que todos se perdian, le dixeron é requirieron que anduviesse, si no que le dexaban, pues que la nesces- sidad los forcaba, como él avia dexado á los que no podian andar, y como dexaria á ellos, si pudiesse andar; y pidiéndole - perdon, le rogaron que los oviesse por ex- La) cusados, pues ni á él podian remediar, quedando allí, ni tampoco podrian esca- par de morir de hambre. Entonces el ca- pitan les dixo quél bien veia que tenian mucha racon en lo que decian, é que no podia hacer mas de esperar lo que Dios quisiesse hacer con él; el qual á ellos los guiasse y á él remediasse , pues no podia yr adelante. Pero que pues le dexaban é se yban, quél nombraba por capitan á Portillo el alguacil, é que les rogaba que le obedesciessen é siguiessen , pues que sabian que era hombre de bien é que te- nia experiencia: é assi dixeron que lo ha»: rian , é se partieron é dexaron allí el ca- pitan Vascuña, con el qual se quedaron un Chripstóbal Martin, escopetero, y Fran- cisco, su criado, y Gaspar de Hojeda, porque tambien quedaban “enfermos; é los demás siguieron su camino. | DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. VII. 291 CAPITULO VII. Cómo el capitan Vascuña y los otros chripstianos se perdieron con él, é lo que mas dixo desta relacion aquel chripstiano que hallaron hecho indio, que era uno de los de su compañia , y lo que contó de sus proprias desaventuras é olras cosas. Es cierto cosas han passado en estas Indias en demanda de aqueste oro, que ho puedo acordarme dellas sin espanto y mucha tristega de mi coracon. Y lo mis- mo creo que assi dirán los que leyeren estos casos crudos y tan desapiadados, é sin tener comparacion con otros algunos, por los quales conoscerán la desaventura daquellos por quien semejantes acaesci- mientos vinieron, y la estremada nesces- - sidad que los truxo á cometer cosas tan inhumanas é inauditas y aborrescidas á los hombres de racon. Y qualquiera que esto sepa, dará muchas gracias á Dios con un pan que tenga en su patria, sin venir á estas partes á tragar y padescer tantos géneros de tormentos y tan crueles muer- tes, desasosegados de sus tierras, despues de tan largas navegaciones, é obligados á tan tristes fines que sin lágrimas no se pueden oyr ni escrebir, aunque los cora- cones fuessen mármoles, y los que pa- descen estas cosas infieles, quanto mas siendo chripstianos y tan obligados á do- lernos de nuestros próximos. Tornando ála historia, despues quel ca- pitan Inigo de Vascuña, por su desaventu- ra y enfermedad ó lision de su pierna, se quedó en un bosque echado en su hama- ca y los compañeros se partieron dél, é * prosiguieron su camino con el capitan Por- tillo, quando fueron un quarto de legua apartados, acordóseles que no llevaban lumbre y volvieron dos compañeros por ella, y hallaron al capitan Vascuña echado, quexándose mucho de su mal y llorando su trabaxo. É aquel Chripstóbal Martin, escopetero, estaba abriendo un mucha- cho indio manso de los qué traian y se * avian tomado en el valle de los pacabu- yes, al qual mató para se lo comer. Es- pantados de tan crudo espetáculo los que - yban por la lumbre, la tomaron y se fue- ron trás la compañia, que los estaba aguardando, y les contaron lo que avian visto, lo qual no pudieron oyr algunos sin lágrimas, y todos con muchos BOEDITOS lo sintieron en el ánima. Estos compañeros caminaron tres dias hasta llegar al rio donde fueron muertos Johan Florin y sus compañeros, y llega- dos allí yba este testigo Francisco Martin muy malo de dos granos que se le avian hecho en la planta del pié.é no se podia tener en piés: é yendo hácia donde quedó aquel Johan Florin muerto, estaban en el rio hasta diez é ocho canoas de indios, ar- mados de arcos y flechas y muchos plu- majes. Y estando los chripstianos cortan- do palmitos para los comer, sintiéronlos los indios, é saltaron en tierra con sus armas, é fueron hácia ellos, é llegáronse junto á los chripstianos hablándoles de paz : é diéronles todas sus armas é de la comida que llevaban en las canoas, y ellos la tomaron y comieron, y por señales di- xeron que fuessen por mas comida. É los indios lo hicieron assi, é quedáronse alí con los chripstianos siete indios de aque- llos, los quales estando muy contentos y seguros con los chripstianos, les pregunta- ba cada uno, como sabia, por la villa de Maracaybo; y los indios respondian que muy cerca de allí estaba la laguna, donde los chripstianos yban á rescatar mahiz, y que los Jlevarian allá en las canoas. Yo no puedo creer sino que entre estos pecado- res andaba el diablo, ó alguno destos 292 hombres era otro mismo Satanás; porque aviendo aquellos indios que tan buen aco- gimiento les avian hecho, é dádoles de comer de lo que tenian, padeciendo tan- ta hambre, é aviéndoles ydo por mas co- mida , é ofreciéndoles de los llevar é po- ner en salvo en la laguna de Maracaybo, hacer y cometer lo que hicieron, no se puede atribuir sino á que sus pecados los tenian privados del entendimiento, y que los queria Dios castigar de sus culpas. Porque Juego aquella misma noche, es- tando esperando las canoas que avian de venir otro dia con la comida, é los siete indios echados entrellos muy seguros é ve- lándolos , se determinaron algunos chrips- tianos mal sufridos de los prender, di- ciendo que las canoas vernian con mucha - gente para los matar, como avian hecho -á los tres chripstianos, y que era bien atar á aquellos indios é llevarlos para comer en el camiino, porque los que viniessen.no - los matassen y comiessen á ellos. ! Con esta determinacion eran los mas, puesto que otros decian que no se debia hager; pero la mayor parte se levantaron á poner lo que es dicho por obra. É cómo los indios vieron que echaban mano de- llos, é los chripstianos estaban flacos é - sin fuercas, escapáronsele, los seys é to- maron el uno: é ydos aquellos huyendo, con temor que no viniessen los otros é lo supiessen, comencaron á caminar por la sierra con el indio atado: é yendo por una ladera del monte, de donde se pares- cia el rio é parte á dó las canoas avian de venir, estuvieron allí quatro horas miran- do si las verian. É cómo no las vieron, determinaron de quebrar los arcos é las flechas , que en señal de paz é amistad los indios les avian dexado, é tomaron al indio atado, é llegáronse á ún arroyo que entra en el mismo rio, é le mataron é le repartieron entre todos, y hecho fuego, le comieron: é durmieron allí aquella noche , é assaron de aquella car- HISTORIA GENERAL Y NATURAL ne lo que les quedaba para el camino. Partieron de allí el dia siguiente, y porque este Francisco Martin, de quien todo esto se supo, no podia andar, le dexaron allí é se fueron; y entonces él, arrastrando de nalgas, se abaxó al rio, donde estuvo sin ver un indio ni chrips- tiano seys dias, que no comió sino un palmito; y despues, estando de rodillas - cortando otro, oyó una voz que dixo: ¡ Ah chyipstianos! Y este Francisco Martin res- pondió á ella, é arrastrando, se abaxó á la orilla del agua, é vido de la otra parte del rio al capitan Inigo de Vascuña é á Chripstóbal Martin, el escopetero: é pre- gunióles por Gaspar de Hojeda é por Francisco, criado del capitan, que avian quedado juntos. Los quales dixeron que Hojeda luego se avia muerto, é que Fran- cisco alli estaba con calentura. Y el capi- tan Vascuña le dixo: «¿Qué se han he- cho los compañeros? ¿Cómo estais vos so- lo?» Y el Francisco Martin replicó: «Ydos son por el camino por donde venimos; en busca del gobernador Ambrosio de Alfin- ger, y cómo este hombre no podia andar, se quedó, porque se le comia de gusanos un pié.» Entonces el capitan le dixo: «Pues que no podeis andar con nosotros, ¿qué acordais de hacer?» A lo qual repli- có: «Señor, en ninguna manera puedo andar sino de barriga, ó arrastrando sen- tado.» El capitan le dixo: «Pues quedaos y esforcaos; y si caso fuere que aportar- des á la laguna , contareis lo que nos ha acontescido: que assi lo haremos nosotros, EE , . Z si allá fuéremos. » Y assi se fueron é le dexaron. Despues de ydos, estuvo este Francisco Martin dos dias á par de aquel rio , y Có- mo se vió perdido é que no podia ya Cn ninguna forma yr á cortar palmitos, Se encomendó á Nuestra Señora con muchas lágrimas, y tomó un palo y sobre él echó- se por el rio abaxo: é aquel dia á la hora quel sol se pusso, Uegó á unos ranchos DE INDIAS. LiB. XXV: CAP: VH viejos de indios, é desde allí vido humos, é á gatas é arrastrando con mucho tra- baxo, se fué hágia el humo por una sen- da que halló. É yendo assi, le vieron los indios, é fueron corriendo á él é le toma- ron en bracos, é lo llevaron á otros dos ranchos nuevos, donde tenian sus mu- geres é hijos y echáronle en una hamaca, é diéronle de comer é de lo que tenian. Y estuvo allí tres meses, en el qual tiempo sanó del pié; y estando sano, fueron allí unas canoas de la laguna, cargadas de sal, á rescatar, é le vieron allí, é conoscieron que era de los vecinos de la villa de Ma- racaybo: y él, aunque poco entendia, di- ciéndote ellos que era de Maracaybo, les dixo que se queria yr con ellos hácia su tierra y abaxar hácia el alaguna. Y ellos le dixeron que eran contentos de llevar- le, y.porque no lo entendiessen los in- dios de los ranchos, á media noche, es- tando los indios durmiendo, se echó á nado por el rio abaxo á aguardar allá las canoas desviado, é los indios de los ran- chos, como lo echaron menos, lo anduvie- ron á buscar, y él los via desde- donde estaba escondido. Los indios de las ca- noas que avian llevado la sal, como las ovieron descargado, se entraron en ellas é passando por donde Francisco Martin los aguardaba, le tomaron en una canoa: é desde á quatro dias llegaron á un pue- blo de gúerigueris, que está armado so- bre madera en el agua en unas ciénegas - - del mismo rio. É alii le tuvieron veynte y cinco ó treynta dias, hasta que vinieron alli otros indios de la tierra adentro en- canoas por un rio abaxo á vender mahiz á trueco de sal: é viendo alli este chrips- tiano, le compraron é dieron por él un águila de oro, que podia ser quince ó veynte pessos. Y el indio que lo compró, lo llevó en una canoa dos jornadas de allí un pueblo que se dige Maracaybo , de una nacion que se dige pemenos, y Se- gund lo que yo he entendido, este nom- 293 bre Maracaybo otros lugares lo tienen y se llaman assi, porque otro Maracaybo - está poblado de chripstianos á par del es- trecho de la laguna de la parte del Hues- te ó Poniente, á donde possó el goberna- dor Ambrosio, quando comencó este via-. je, en que perdió la vida. -En este pueblo, otro Maracaybo de los pemenos, estuvo este Francisco Mar- tin un año entre los indios, viviendo co- mo ellos, é hacia las mismas cerimonias é ritos que ellos, porque no esaba hager otra cosa, porque assi se lo mandaban y enseñaban. Y tambien lo tuvieron quatro meses atado en un buhío con dos indios _médicos, para le enseñar á ser médico y de su arte: é porque él no lo queria aprender, le dexaron los maestros y le quitaron la comida. Y él por no morir de hambre y del temor de los indios, apren- dió el oficio daquella su medecina, de tal manera que los indios lo tenian por maestro mayor, y nmingund indio osaba curar, sin se venir primero é examinarse con él. Assi que, era protomédico, y al- calde y examinador mayor de los físicos, quel diablo tenia en aquella provincia y de sus arbolarios é oculistas é argebris- tas. Sus medicinas eran bramar y soplar y echar taco; y con este oficio vivia entre ellos y era tenido en mucho. Durante este tiempo le ataron de piés y manos á un palo por tres veces : algu- nos decian que lo matassen , y oros que lo quemassen, y dos veces tuvieron alle- gada la leña para quemarlo. É una india principal de la misma generacion, con quien él avia ayuntamiento é se la avian dado por muger, lo desató de entre ellos y le excusaba cada vez la muerte, é por respeto de ella vivia. É le pelaron las bar- bas muchas veces, é le hacian preguntas, si era de los chripstianos de Maracaybo; y él temiéndose, no lo ossaba confesar, y negando, decia que era pacabuy de la generacion, de donde avia dexado al go- 2914 bernador Ambrosio, é con esto-le desata- ban. É aviendo oydo decir que yban chripstianos hácia aquel pueblo donde él estaba, se asustaron los indios é le tor- naron á atar, é le preguntaron si aquella gente, que venia, si era de su generacion, y El negó é les dixo que eran sus enemi- gos. Y viendo que los chripstianos esta- ban ya cerca, salió con sus armas de in- dio, que eran el arco y las flechas é dar- dos é su raporon é hayo: el qual hayo es la hierba para quitar la sed ó no averla, y el baporon * es el calabaco de la cal para quitar la hambre; como en otra par- te tengo dicho. Y en el camino topó con HISTORIA GENERAL Y NATURAL los chripstianos, é primero con el algua- cil mayor Sancta Cruz , al qual se fué é se dió á conoscer , é dió infinitas gracias - á Dios, porque tanto bien le avia hecho. É assi fué con los chripstiános é los guió al pueblo donde estaba presso é los in- dios algados: é los hizo venir de paz adonde la gente estaba, é se vistió como Chripstiano y dexó el hábito que traía, con aquella mala costumbre, que hasta allí ussaba entre los indios. É lo pidió por testimonio, como capthólico é hombre que para aquello avia seydo forcado, y él del temor de la muerte ussado de aquella diabólica medicina y arte. CAPITULO VII. De lo que subcedió á la gente que quedaron vivos de la entrada del gobernador Ambrosio de Alfnger, hasta que volvieron al assiento de los chriptianos á la villa de Maracaybo. : Es tengo dicho en otra parte, el as- siento que los chripstianos tienen á par de la laguna, se llama la villa de Mara- caybo, y el pueblo donde este chripstia- no Francisco Martin estaba hecho indio se dice assimesmo Maracaybo, y toda aquella tierra es poblada de indios pe- menos *, que viven en la vera y culata de . la laguna de Maracaybo, hácia la parte del Sur ó austral, adonde penssaban que avia estrecho de mar para la tierra aden- tro: el qual no hay, y es tierra muy ane- gada y de espessas montañas. Son indios bien dispuestos, y no cubren sus ver- giengas hombres ni mugeres, y es gente que tractan poco oro, é no son guerreros ni tienen hierba. Junto con estos, dentro en la costa y agua de la misma laguna, hay muchos pueblos armados sobre ma- dera de una generacion de indios que se dicen gúerigueris, que tractan con estos Otros pemenos y andan siempre en canoas. En este pueblo de Maracaybo, donde se hálló este. -Chripstiano, estuvieron tres. 1 Baporon: poco anles y en olas parts se ena : E - se. encuentra despues. Alguna vez dice pemones. e euentra escrito Roporon: | ó quatro cs los chripstianos con el ge» neral; y passados aquestos, caminaron prolongando la laguna con guias de este pueblo, é passaron por muchas poblacio- nes de á quarenta é cinqiienta buhíos, é algunos indios”esperaban de paz; pero pocos, y dexaban los pueblos barridos y escondidos los mantenimientos é las mu- geres, salvo alguna poca cosa que les da- ban que comiessen, é algund poco de oro que pressentaban. Tardaron desde aques- te pueblo á Churuaran veynte dias de ca- mino por la tierra destos pemenos y otros lugares, que son quassi una generacion. El pueblo de Churuaran es adonde el go- bernador Ambrosio llegó en la primera jornada que hizo ó entrada, quando fué á aquella tierra ó gobernacion desde la cib- dad de Coro: en el qual pueblo é provin- cia hallaron quarenta chripstianos, que es- taban haciendo comida pará la provission del pueblo de Maracaybo, que el gober- _nador avia dexado poblado; y estaba allí por su teniente é capitan Francisco Vene- 2 Pemores: antes habia escrito Pemenos , como DE INDIAS. LIB. gas, é del pueblo de Maracaybo y su co- marca. Tenian estos chripstianos allí dos bergantines, con que proveian el pueblo; é cómo allí llegó esta gente con el capi- tan general, Pedro de Sanct Martin, fa- tor é veedor de Sus Magestades, envió uno de sus 'bergantines á Maracaybo y escribió una carta al capitan Francisco. - Venegas que se llegasse allí, y envió la mayor parte de la gente por tierra la via del puerto ó passo de Maracaybo, y lle- varon los caballos y el oro, y tardaron veynte é dos dias, hasta llegar al passo de Maracaybo. Y despues que el capitan Venegas fué á Churuaran, él y el capitan general concertaron de dexar allí el resto de la gente é algunos caballos, para segu- ridad de la tierra; y ellos se embarcaron con ocho ó diez'compañeros y se fueron á la villa de Maracaybo. Y cómo vieron el ahumada que los chripstianos les ha- cian, enviaron un bergantin en que pas- sassen, desde donde se fueron á la cib- dad de Coro con el oro que traían y con la gente bien cansada de los trabaxos, que estan dichos. Mas porque de la gente que volvió “por tierra se supo mas particularmen- te de los pueblos por donde passaron, desde donde toparon al chripstiano que estaba hecho indio; digo que á los treynta é uno de jullio salieron del pue- blo de Maracaydo dexando los indios de - paz, y muchos dellos fueron á les mos- trar el camino, y por medio dellos vinie- ron otros á ser amigos de los chripstia- nos. Y tres leguas de allí, en un pueblo que se dige Roromoni, y en otros pueblos del camino, se hicieron los indios de paz, y llevaban los enfermos en hamacas é las cargas de todos, y de un pueblo á otro; - y es toda gente doméstica y sirven bien, é son de la nacion de los pemenos, y ha- blan como los bubures. Deste pueblo par- tieron á los dos de agosto y fueron á Ay- piare, dos leguas: é allí y en otros pue- XXV. CAP. VIH. 295 blos les dieron oro de su grado, ó á lo menos sin que se les higiesse fuerca co- noscida. Porque á la verdad, ellos lo es- timan mas que quanto tienen; y cómo sa- ben que los chripstianos .que por allí an- daban, lo aman mas que la propria vida, comedíanse á les dar algund oro, aunque mas lo quisieran para sí. De allí partieron á cinco de agosto, y fueron á Uriri y á otro pueblo, llamado Araburuco, é á los - siete de agosto fueron tres leguas hasta otro pueblo que se llama Mahaboro, é otras tres adelante á otro que se dice Carerehota. É á los catorce de agosto llegaron á Ayanoboto, tres leguas ade- lante : desde el qual pueblo fueron á Hua- huovano, quatro leguas de allí. Y Fepo- saron quatro dias en este pueblo, é á los diez é ocho del mes fueron dos leguas adelante á un pueblo que llaman Guaruru- ma: é á los veynte del mes fueron á otro que se dice Huracara, é á Aracay, cinco leguas adelante , y desde allí fueron á Ho- -roco, tres leguas adelante. Allí supieron que los chripstianos de Maracaybo estaban en Mapaure, tierra de Xuduara, cerca de allí, donde estaban haciendo hacer cacabi y mahiz para la provission del pueblo de Maracaybo , como se dixo de susso. Y partieron para donde estaban á quatro leguas de allí, é llegaron á los veynte é nueve de agosto de mill é quinientos é treynta É tres años. Toda esta tierra es abundante de comida; pero en tiempo de invierno es muy O, é de e ciénegas. - En esta nascion, dada la culata, én me-. jor diciendo, la parte mas austral de la la- - guna é Axuduara, y entodos los pueblos que están entre la laguna é la sierra de Co- muneri, que hay á partes tres,.y á partes quatro é cinco leguas de lo uno á lo otro, desde donde toparon á aquel Francisco Martin hasta Mapaure, donde los chrips- tianos estaban, se ovieron dos mill é qui- nientos pessos de oro ó mas, de águilas y 296 patenas é otras piecas. Pero porque estas águilas se nombran en muchas partes de estas historias, digo como hombre que he tenido algunas y he visto muchas dellas, que son unas piecas de oro llanas en fi- - gura de águila, abiertas las alas, y del- gadas y pequeñas y mayores, é otras mas gruesas, de oro de diversos quilates é di- ferentes leyes, segund son chicas ó gran- des, unas de oro fino, y otras mas ba- xas, é otras encobradas. ¡ En este pueblo, como ya se dixo arri- ba, estaba un navio que yba y venia á Marácaybo con el pan ques dicho, con el qual esta gente envió á hacer saber la muerte de su gobernador Ambrosio de Alfinger, é su venida dellos. Y se despa- charon cinqúienta hombres de pié y de caballo, para que llevassen el oro, con el qual partieron primero de setiembre para el embarcadero ó travesia angosta de la laguna; y les ordenaron que allí higies- * sen su ahumada, é los demás se fueron con los dolientes en el navio, y llegaron al pueblo primero que los. que yban por tierra, aunque partieron veynte dias des- pues. Y estuvieron allí hasta quatro de octubre, que partieron para la cibdad de Coro, y el pueblo de Maracaybo quedó en mucha paz, y llegaron á Coro á dos dias de noviembre de mill é quinientos é treynta é tres años. Hay de Maracaybo á Coro quarenta é quatro leguas; pero porque podria ser questa relacion, quanto á la cosmogra- phia pintada en las cartas de navegar, no consonasse con ellas, diré aquí lo que está experimentado por muchos chrips- tianos vecinos y por otros tractantes, é que han estado y cursado en aquella gobernacion. Que los mas se afirman que desde el cabo ó promontorio de Sanct Roman 4 la punta de Quiquibacoa hay veynte é cinco leguas, y desde la pun- ta de Quiquibacoa á Portichuelo ó Ca- leta doce leguas; desde la Caleta al cabo. HISTORIA GENERAL Y NATURAL de la Vela trece, y estas trece hace la car- ta mas de veynte. En el través de la sier- ra de los Bubures hay doce leguas. Des- de el Passaje á Maracaybo hay dos leguas de mar, y en el camino al Norte queda la isla de Tara, é mas adelante otro isleo. Desde Maracaybo á la sierra”, atravessan- do el rio de Maconuti, hay veynte leguas: | esto es en tierra, y no toca á las cartas. Desde el cabo de la Vela á Thamara hay ochenta leguas de Norte Sur: tambien es- to es en tierra adentro, y lo que mas di- ré agora. Desde Thamara á Cumiti hay veynte y cinco leguas. Desde Cumiti á Cuandi se vian las poblaciones de la otra parte del rio, y podria aver tres leguas hasta aquellas riquecas grandes, de que los indios dieron noticia al gobernador - Ambrosio en la tierra dé los condaguas, desde donde él dió la vuelta á buscar su muerte y las de otros. Hay en el lago de Maracaybo de longi- tud, desde Maracaybo á la culata ó parte mas austral treynta leguas, y por lo mas ancho tiene de latitud veynte leguas. Está poblado todo de indios onotos en el agua dél; el qual lago es dulce por-los muchos rios que en él entran hasta dos leguas de la parte mas estrecha deste lago, dentro de la costa y cercá della, y por las costas y riberas de fuera del agua viven indios caquitios é giterigueris é bubures. Tam- -bien de Coro á Caraho hay doce leguas-: Desde Caraho al pueblo viejo hay diez, y de allí al Passaje veynte y cinco. Des- de Coro al primero pueblo de Paraguana hay trege leguas, el qual se llama Miraca. Hay en el valle de los pacabuyes de an- cho, donde es mas angosto, ocho leguas, y donde tiene mas latitud doge. La sier- ra del Mene está entre los pemeos y los aruacanas, la qual es sierra pelada é fri- gidíssima; donde dixe en otra parte que murieron ciento y treynta ó mas personas de frio en este viaje del gobernador Am- o: de > - DE INDIAS. LIB. XXY. GAP. DE” 297 CAPITULO IX. De algunas particularidades é ritos é cerimonias de la gente natural desta gobernacion del golpho de Ve- necuela , é otras cosas notables é convenientes al discurso de la historia. ¡1 que Sus Magestades supieron de Luis Goncalez de Leyva é de Alonso de Lallana, procuradores de la provincia de Venezuela, la muerte del gobernador Ambrosio de Alfinger, y todas las cosas que en los capítulos precedentes se han * dicho, é otras muchas que no hacen al caso de nuestra historia, pero nescessa- rias á la justicia é sustentación de aque- lla tierra , fué proveydo de la goberna- cion, en nombre de la grand compañia de los Velcares, otro gentil hombre aleman llamado Jorge Espira, el qual passó á aquella provincia el año de la natividad de nuestro Redemptor de mill é quinien- tos é treynta é cinco años. É allá estaba; pero si era vivo ó muerto con otros mu- chos que con él entraron la tierra adentro, no se supo algunos años, porque partió de la cibdad de Coro con intencion de saber los secretos de la tierra é tentar aquel passo Paracuandi que reusó Am- brosio de Alfinger, su predecessor: el qual yo creo que no yria sino á aquella relacion y señal que tengo dicho que de- xaron el capitan Iigo de Vascuña é otros con aquellos treynta mill pessos de oro, que enterraron. Plega á Dios que escu- driñando estos secretos del suelo, no ha- yan él y los que con él fueron ydo á ver los de la otra vida; pero muertos ú vivos, permita Nuestro Señor que su camino ha- ya seydo en su servicio, y que todos estén en camino de salvacion. Lo que se supie- re, se dirá en su lugar, si á mi noticia lle- gáre. En tanto que se dilata la impresion desta segunda parte, tractemos de las 4 Oviedo alude á la copl. LXIV del Labyrintho (primera órden de la Luna), donde dice aquel cele- brado poeta cordobés lo siguiente : A tí, muger, vimos , del grand Mauseolo, MO ll. costumbres de los indios é otras particu- laridades de aquella tierra. En la provincia de Venequela los indios naturales della, en especial los de la ge- neracion que llaman gaquitios , tienen por costumbre, quando muere algun señor ó cacique ó indio principal juntarse todos en aquel pueblo donde el difunto vivia, y los amigos de las comarcas, llóran- le de noche en tono alto y cantando , y diciendo en aquel cantar lo que hizo mientras vivió.-El otro dia siguiente alle- - gan mucha.leña seca, y queman el cuer- po de tal arte, que como la carne se va consumiendo por el fuego, apartan los huesos antes que se hagan cenica, y muy quemados y secos los muelen entre dos piedras, y hacen cierto brevaje quellos llaman marato, que es muy espesso como macamorra ó puches, que en algunas par- tes de España llaman poleadas ó cahinas; y este macato es algo acedo, y tiénenlo por muy excelente brevaje, y echan en ello los huessos del difunto molidos, y re- vuélvenlo mucho y bébenlo todos. Esta es la mayor honra y solemidad de obsequias que entrellos se puede hager, exgepto otra que adelante se dirá, que se hace á los otros que son mayores señores, y que mandan á los caciques : de manera que paresce que todos quieren ser su sepol- tura, para que no piensse Artemisia que hizo mucho en tragarse las maritales ge- nigas, como dice Johan de Mena *, porque en esta Tierra-Firme, de que tractamos, muchos las tragan, segund se ha dicho de susso, y como en otros lugares y pro- tú que con lágrimas nos prophelicas, tus marilales tragando cenicas, ser vicio ser viuda de mas de uno solo, * * 38 298 vincias de la Tierra-Firme se acostum- bra, y se dirá donde convenga. La his- toria de la reina Artemisia, muger del rey Mauseolo, escribe Strabon Capadocio (aunque algunos le hagen natural de la is- la de Candia), el qual dige que aquella ex- celente muger quisso tanto á su marido, que no contentándosse con le hacer sola- mente aquella memorable sepoltura, á quien quedó el nombre de mauseolo, tra- gó las cenicas del cuerpo del marido; y de aqui se tomó la costumbre de llamar los antiguos á las sepolturas suntuosas mau- seolos, y en especial á las de los reyes ó príncipes y grandes, etc. Desta escribe Plinio largamente y de la excelencia de los escultores, que la labraron, en su Na- tural historia : Tornemos á nuestra materia. No es aqueste error, ques dicho, solo el que los indios tienen, porque ellos acatan y te- men mucho al diablo, al qual dicen y afir- man los boratios que le ven y hablan mu- chas veces; é pintan su figura en sus joyas y en madera de relieve y en todas las co- sas y partes que mas estiman. Estos bora- tios son como sacerdotes suyos, y en cada pueblo principal hay un boratio, al qual ocurren todos á le preguntar las cosas que estan por venir, y le preguntan si llo- - verá ó si el año será seco ó abundante, ó si deben yr á la guerra contra sus enemi- gos ó dexarlo de hacer, é si los chrips- tianos son buenos ó si los matarán; é fi- nalmente todo lo que desean saber, les preguntán. Y el boratio dige que él les responderá, en habiendo su consulta con el diablo, y para esta habla é consultacio- n>s se engierran en un buhío solo: y allí se echan unas ahumadas que llaman ta- bacos con tales hierbas que le sacan de sentido; y está un dia, y dos y tres, éá4 veges mas encerrado este boratio que no sala de allí, y despues que ha salido, dice aquesto ma dixo el diablo, respondiendo — Álas preguntas que le han hecho, segund eS HISTORIA GENERAL Y NATURAL los deseos de aquellos á quien quiere sa- tisfager; y por este trabaxo le dan alguna joya de oro é otras Cosas al boratio. Para las cosas, que no son de tanta im- portancia, tienen otra manera los indios. Hay en la tierra una hierba que llaman tabaco, la qual es á manera de planta y tan alta como hasta los pechos de un hombre el tallo, é mas é menos crescido, que echa unas hojas tan luengas como un palmo y anchas como quatro dedos y de talle de un hierro de lanca y son bellosas; y siembran esta hierba, y de la simien- te que hace, la guardan para la tornar á sembrar otro año, y cúranla con diligen- . Cia para el efeto que agora diré. Quando la cojen, hagen manojos las hojas y sécan- las colgadas al humo en manojos y des- pues las guardan, y es rescate muy esti- mado entre los indios. Y en esta nuestra Isla Española hay mucha en los hereda- mientos; y los negros, de que nos servi- mos, la prescian mucho para este efeto, ques echarse ahumadas con esta hierba hasta que cacn como muertos: y assi es- tán la mayor parte de la noche, y con aquello dicen que no sienten el trabaxo del dia passado. -- Tornando á los indios de Venecuela, para ver si caminarán ó yrán á pescar ó sembrarán, y para saber si matarán caga. ó si su muger los quiere bien, cada uno es boratio; porque con esta hierba re- vueltas las hojas della á la redonda de la macgorca del mahiz, enciéndenlas por un cabo poca cosa, é aquello que arde mé- tenlo en la boca y soplan hácia fuera, y quando está la mitad quemado, arrebu- jan lo que está revuelto á la redonda. É si lo quemado del tabaco queda hecho á manera de hoz encorvado, es señal que lo que quieren saber subcederá bien: é si queda quemado derecho, es señal que al revés de lo que desea le ha de interve-. nir, y que es malo lo que avia de ser _bueno. Y tienen tan creido esto, que no DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. IX. basta nadie ni racon alguna á le hacer ereer otra cosa, ni ques burla ó vanidad los tabacos: antes les pessa mucho con quicn los desengaña, si se lo reprenden, Los boratios, demas de lo que se dixo de suo, sirven en los pueblos de médi- cos y curan desta manera. Quando algu- no está doliente de enfermedad que no se puede levantar de la hamaca, llaman al boratio é ruéganle que les cure al en- fermo, é que se lo pagarán, y él dice que le plage. Llegado á donde el doliente está, pregúntale ques lo que le duele, y el enfermo se lo dice; pregúntale assi- mesmo si querria sanar y respóndele que sí; pregúntale. assim2smo si sabe que él le puede sanar, porque es muy buen bo- ratio, y el doliente dice que sí sabe. Si á estas preguntas ó alguna dellas el enfer- mo dice que no, váse el boratio y no le quiere curar; pero respondiéndole que sí, lo primero que hace el boratio es man- dar ayunar á todos los que hay en casa, que no coman sino magamorra rala de mahiz que ellos llaman caca, y no mas de una vez cada dia. Y torna al doliente y pregúntale lo que le dá mas pena y do- lor, é si responda que la cabeca ú otro cualquier miembro, con las mano3 q2r- rándolas é abriéndolas, trayéndoselas al boratio por encima, como quien quiera juntar otra cosa, dice que le allega el al- ma á un cabo, y despues cierra el puño y sóplale con la boca diciendo: Allá yras mal. É diciendo é haciendo esto, dá tan- tas voces é ahullidos encima del enfermo que queda ronco el boratio que no pue- de gañir ni quassi hablar y túrale dos ho- ras y mas. Hecho aquesto, pregúntale si le duele tanto como solia , y si dice el en- fermo que sí, chúpale con la boca aquel miembro ó lugar del dolor, escupiendo de rato en rato; y á cabo de cinco ó seys dias que aquesto hace el boratio, si dige el doliente que está mejor, mete una es- pina ó piedra ó lo que se le antoja en la 299 boca, que parezca que lleva algund co- lor ó manera para hacerlo creer al enfer- mo sin que ninguno lo vea, y despues que ha chupado alli donde dolia, echa en la mano la espina ó piedra ó palo que él traia en la boca, y muéstralo al enfermo diciéndole: «Cata aqui lo que te mataba y causó el mal que tenias.» Luego se despi- de é dice que,se quiere yr, é le pagan. Si acaso el enfermo no dice que siente mejoria con lo que el boratio ha hecho, antes que el buratio eche de la boca aquella piedra ó lo que él quiere dar á entender que avia sido el mal, como mu- - chas veces acaesce de nescessidad, pues - que es burla quanto hace, el boratio res- ponde: «Yo me quiero yr, porque lú no sa- narás tan ayna desse mal, como pienssas; porque el diablo me lo ha dicho assi. Y despídese é vase. Por manera que la : auctoridad de Plinio, que se alegó por mí en el precedente libro, quadra aqui bien, el qual dice, que ninguno dubde aver avido principio de la medicina el arte má- gico, y andar junta la fuerca de la reli- gion con el arte matemático, etc.; pues - notad cómo por religiosa forma estos bo- ratios mandan ayunar, quando quieren curar al enfermo ante todas cosas, y Có- mo él confiesa que el diablo habla con él y le dice lo que ha de hacer en la dolen- cia. Assi que, todas tres artes usa, y con todas ellas los fraudes, que el-Plinio dige, hablando en el arte mágico. Volviendo á mi historia, en algunas partes desta gobernagion de Veneguela el señor principal, que tiene muchos in- dios y le son subjetos otros cagiques, llá- manle díao; y quando muere, tienen con él otra manera de obsequias de la que se dixo de suso, y es assi. Quando muere el diao, en su casa mas principal en que vivia, cuélganle en el aire en medio de- lla en una hamaca atada en un postel á otro de palo ú horcones y están hincados en tierra: y está alto de tierra seys ó sic- . 300 te palmos, y pónenle debaxo mucha brasa sin llama: y de dia y de noche ha de es- tar esta brasa viva debaxo del cuerpo hasta tanto que poco á poco se desahina y se enxuga todo; de manera que no le queda sino el cuero y los huessos. Y quan- do está bien enxuto, ponen el cuerpo en una hamaca nueva, y déxanlo estar allí: en el huhío colgado en su hamaca, como si estuviesse un hombre echado durmien- do. Y en aquella casa no ha de vivir nin- guno de allí adelante; y quando aquella hamaca se envejece, su hijo y subcessor en el Estado le hage poner otra nueva: é assi le guardan hasta que ven que por discurso de tiempo á cabo de muchos “años, el cuerpo se descoyunta ó se apar- tan los miembros unos de otros. Entonces hacen llamamiento general por toda su tierra é señorio y por las comarcas, ha- ciendo saber á sus vassallos y vecinos y amigos y aliados cómo quieren beber los huessos del diao de tal señorio: y vienen todos y allégase mucha gente y van todos donde está el cuerpo embixados y pinta- dos de bixa y de xagua, que allí llaman busera. Y pónense las mejores joyas y sar- tas é otras piegas de oro que tienen, y ata- víanse de la manera que mejor lo saben hacer: y beben dos ó tres dias á reo | aquel macato ques dicho ó vino que se hace de mahiz, y echan en ello los hue- 1 sos molidos del diao; y esto no se hace á otra persona sino al diao. É hacen á su semejanca una figura de madera de re- lieye y pequeña, y el dia que muere el diao, pónenla debaxo de la hamaca en que está el cuerpo muerto hasta que le “queman, como es dicho, y queman allí tambien esta imágen suya de palo. De la laguna de Maracaybo se ha di- cho assimesmo alguna cosa en los capítu- los precedentes, porques cosa muy nota- ble en la cosmographía destas partes: la qual los indios la llaman de Maracaybo y _los chripstianos la nombran el lago de HISTORIA GENERAL Y NATURAL Nuestra Señora. Ticne de Norte Sur qua- renta leguas, desde la boca que sale á la mar hasta lo último della, que tiene mas al Sur. Es muy hiondable, aunque tiene algunos baxos: por encima de la sierra, donde es mas ancha, avrá veynte leguas de latitud, y donde es mas estrecha tie- ne dos leguas de tierra á tierra, que es desde el Passaje á la villa de Maracaybo, como se dixo en el capítulo precedente. Y en toda esta laguna á la redonda del estrecho della adentro, están muchas po- blaciones de pueblos pequeños y media- nos de indios, que llaman onotos y guiri- guiris, los quales viven dentro del agua sobre barbacoas é buhíos de madera al- tos, que debaxo dellos andan y passan canoas. Viven de pesquerias, é van é vie- nen á la ribera desta laguna y rescatan é venden aquel pescado que matan, por - mahiz é por otras cosas, con otras gene- raciones de indios caquitios é bubures. Estos andan desnudos como los demás onotos, y ellos y sus mugeres sus ver- giencas sin alguna cosa delante: los gui- riguiris traen ellos el miembro viril atado el capullo con un hilo, embebiendo todo lo. demás que les es posible hácia adentro, porque dicen que assi se conserva mas la potencia para la generacion. Las mugeres traen otra donosá manera de honestidad en esto, y es cosa para reir. Cíñense un hi- lo tan delgado ó menos como. una pluma de escrebir, ó como un alfiler grueso, de algodon torcido, y desde la cinta baja por sobre el ombligo otro hilo no mas gordo quel de la cinta, y aqueste passa por mi- tad de la natura de la muger y va á fe- nescer entre las nalgas con un nudillo al cabo, con que entra en el purgatorio 6 parte mas sucia de su persona: é si allí no quiere que entre, rebuja un poco el cabo del hilo y passa adelante y quédase entre las nalgas. De manera que todas las mugeres traen esta cuerda de templar atravessada por el vientre, como suelen DE INDIAS. LIB. tener los atambores ó tamborines : é tie- nen estas mugeres por mucha honestidad traer este hilo, y por muy fea cosa andar sin él. É si acaso algund chripstiano ó su esclava propia les quitassen aquel hilo por burlar, ó les tocassen en él, se injuriarian mucho, é llorarian mas que si les diessen de palos; porque les paresce que detrás de aquel muro están muy escondidas sus vergilencas. : Todas estas gentes que viven en torno desta laguna, son gente pobre, y en el agua belicosos y diestros lecheros. Hay en aquella provincia algunos ojos ó ma- nantiales de betun, á manera de brea ó pez derretida , que los indios llaman me- ne, y en especial hay unos ojos que nas- cen en un cerrillo, en lo alto dél, ques sa- vána, y muchos dellos que toman mas de ún quarto de legua en redondo. Y desde Maracaybo á estos manantiales hay veynte é cinco leguas. Este betun ó el licor ques, con la fuer- ca del sol paresce que hierve, bullendo hácia arriba, y corre por la tierra ade- lante alguna cantidad de tierra, y está muy blando entre dia y pegajoso, y de noche se hiela con el frescor de la noche é absencia del sol; y por la mañana pue- den passar por encima dello sin que se pegue á los piés ni se hunda el hombre. Pero entrado el sol, es muy pegajoso; y el que passa á pié ó á caballo, atolla como - Quien passa por lama ó cieno, y con grand dificultad se puede passar. Acaes- ció en la primera entrada que el gober- nador Ambrosio hizo la tierra adentro, passando de dia por este camino, que ha- llaron un venado pegado en aquellos ojos ó manantiales deste betun, como páxaro que está assido de la liga, y le tomaron: que no se pudo yr. Y assi es una materia esta muy viscosa, que quando está dedia manera que es dicho, aviéndole dado el sol de dos ó tres horas adelante , está co- mo pez para brear navios. Y de aqui de XXV. CAP. IX. este ciervo ques dicho, se dió materia é aviso á los chripstianos para matar otros muchos ; -porque como hay innumerables en aquella tierra, cércanlos á ojeo y cons- trínenlos á meterse en alguna parte por dó passen por aquellos manantiales; y en el primero que entren ó quieran atraves- sar, se quedan, y los toman con mucha facilidad : y es monteria de mucho placer. Todos los indios restantes de la gober- nacion de Venecuela é sus comarcas traen sus vergiúencas metidas en un palo ó canuto hueco, d cuello de calabaca del largo que quieren, ó les paresce que le han menester, y los compañones de fue- ra colgando. Traen los cabellos cortados quasi por encima de las orejas muy re- dondo. Hay entre esta gente abominables so- domitas, y los culpados en aquel delicto nefando contra natura, y que son el pa- ciente, aquel tal es amenguado y tenido en poco y no el otro; y aquel que sirve de hembra en tal crímen, dexa crescer el ca- bello hasta la mitad de las espaldas, como 301 lotraenlas otras mugeres. É texen, éhilan, é hacen todos los otros officios é servicios que usan y exercitan las mugeres; y no ossan tomar arco ni flecha ni otra arma, ni ocupar sus personas en cosa alguna en que los hombres se exercitan. Y no es sola aquesta provincia donde aqueste maldito vicio se acostumbra en la Tierra-Firme, por lo qual no me maravillo de mal que haya ni subceda en tal tierra. En essas tales cosas querria yo la diligencia de los chripstianos, para lo punir y castigar y convertir los indios é apartarlos de sus vi- cios é ydolatrias, y desengañarlos de aquellos sus diabólicos sacerdotes y ritos de Satanás. Pero assi como en esto, que seria sancto y bueno, no se ocupan, assi sacan la ganancia de sus entradas malas y peores salidas; pero no se ha de enten- der que todos lo hacen mal: que al- gunos lo hacen bien: que sacerdotes y 302 HISTORIA GENERAL Y NATURAL aun legos han ydo á aquellas partes, que han mirado bien el servicio de Dios y del rey, y han hecho muy bien su officio, co- mo calhólicos -chripstianos, CAPITULO X. Y relacion del viaje que el gobernador Jorge Espira hizo la tierra adentro, inquiriendo y descubriendo al- gunas provincias y secretos, donde antes quél no avian llegado otros chripstianos , segund que por vista de algunos, que con él se hallaron, yo fuí informado, y por lo que él mismo escribió á esta Audiencia Real desta cibdad de Sancto Domingo. Doy que el nuevo gobernador Jor- ge Espira llegó á la provincia de Vene- cuela, acordó de yr en persona á descu- brir y saber mas cosas de las que hasta allí se sabian de aquella gobernacion. Y para esto, el año de mill é quinientos é treynta y cinco, envió alguna parte de la g nte adelante por las sierras comarcanas de los caribes, en especial la gente de pié, á la qual mandó que les esperassen en el valle de Cariquigemeto, ques de la otra parte de las sierras. Y á los trece de mayo con el resto de la gente de pié y de caballo, se partió el dicho año, y mediado el mes de julio, una jornada adelante de aquel valle ya dicho, allegó á los que avia enviado adelante, que eran en número doscientos hombres, los quales se venian retirando de los indios, é traian cinco ó seys españoles heridos. Y como les avia faltado la comida, avian passado dos jor- nadas adelante de aquel valle, á buscarla, hasta un pueblo de una nascion llamada coybas, ques de gente belicosa, donde les avian dado guerra y no los avian po- dido resistir, é se volvian como es dicho, Y con la llegada del gobernador, el dia siguiente que se juntaron, volvieron á aquel pueblo, y pelearon con los indios, y los desbarataron y pussieron en huyda. Y avida la vitoria, quedando señores del campo los nuestros, se hizo allí alarde ó reseña de la gente primera y de la que el gobernador llevó, y halláronse en número de trescientos y sessenta y un hombres, con ochenta caballos, y la mayor parte desta gente dolientes; porque los mas * dellos eran nuevos en estas partes , y la comida no acostumbrada á ellos y de otra calidad que la de España: y assi la tierra los provó de manera que estaban tales que no podian caminar. Con mucho tra- baxo llegaron al pueblo llamado Cariga, donde paró el gobernador para alentar y descansar su exército, no obstante que * los que yban sanos decian que se proce- diesse en el camino, y los faltos de salud, aunque quisieran hager lo mismo, no po- dian, y eran estos la mayor cantidad. Á causa de lo qual, por no perder tiempo, acordó el gobernador de dexar en aque- lla tierra con la gente que no estaba para seguir la jornada á su teniente Francisco de Velasco, porque se reformassen y Cu- rassen: y con los que estuvieron para - trabaxar, que fueron gient hombres á pié y treynta á caballo, fué á descubrir el ca- mino. por donde penssaba hacer su viaje, el qual se descubrió con harto trabaxo, porque la via del Sur, á donde yban enca- minados con su deseo, era todo ciénagas. Y por se apartar dellas, tomó la via de la sierra que desde que salieron del valle de Cariquicemeto llevaban sobre la mano derecha, la qual corria al Sur ocho jorna- das que caminó, y llegó á una nascion llamada coyones, gente belicosa y de guerra , con la qual tuvieron algunas re- friegas de escaramucas, y les mataron un caballo; pero fueron desbaratados aque- Hilos indios y castigados con las armas. Desde allí envió el gobernador á llamar á su teniente y la gente que atrás queda- ba, y fueron á se juntar con él á los cin= - . DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. X. co de octubre de aquel año con mas de cient españoles enfermos: de manera que no se pudo passar adelante por entonces; y de nescessidad, para que los enfermos . se curassen y convaleciessen, estuvieron detenidos en aquella nascion que es di- cho quarenta dias. En el qual tiempo, por la continuada diligencia del gobernador é ordinario exercicio de la caca y montería de muchos venados y puercos, quiso Dios que tuvieron mejoría la mayor parte de los dolientes; y quando de allí partieron en fin de los quarenta dias, no yban mal dispuestos sino quarenta hombres. Á cabo de ocho jornadas llegaron á un pueblo llamado Apodori, ques de la nas- cion de lós indios que llaman caquitios, con quien tuvieron paz; y porque aque- llos dolientes se esforcassen, paró allí el gobernador y envió su teniente á la sier- ra á buscar mahiz y sal y algund refres- co, en lo qual se detuvo quarenta dias. Y cómo el refresco no fué tal como le avian menester, no solamente dexaron. 303 de convalescer los que no yban sanos, mas antes de nuevo adolescian otros: de forma , que si se aguardara á que se cu- rassen, no se podia efetuar la jornada. Y assi, como mejor pudieron, passaron qua- tro jornadas adelante á un pueblo de qa- quitios, llamado Coativa, donde hallaron mucha comida y grandes pesquerías y sa- vánas y muchos venados; y porque no se podia caminar con los que estaban do- lientes, sin los perder, acordó el gober- nador con el parescer de los principales hombres del campo de dexar en aquel pueblo ciento é treynta españoles y diez é nueve caballos, y por capitan dellos á un hidalgo, llamado Sancho de Murga, é aun alcalde mayor, que los tuviesse en justicia. Y diósseles una instrucion para la buena órden, que debian tener para lo de adelante y su conservacion. Desde donde aquella gente quedó has- ta la cibdad de Coro puede aver ciento é septenta leguas.. CAPITULO XI... Cómo el gobernador prosiguió su camino sin los enfermos , y passó ciertos rios poderosos , y de las nue- vas que halló de la grand riqueca del rey llamado Caciriguey , que es muy poderoso, y de la batalla que ovieron los chripstianos, seyendo salteados de los indios que llaman magopides; é avida la vitoria, pasaron adelante, y de los trabaxossos subgessos de su viaje , yyde la nolicia que tuvieron de Meta, Despues que el gobernador ovo dado órden para su conservacion á los que quedaron en el pueblo de Coativa, é aderescado lo que se pudo proveer, para el bien de los que quedaban y de los que con él yban, partió de allí, siguiendo la vera de aquellas, sierras, que como es dicho, llevaba siempre sobre la mano derecha. É yban la via del Sur; é á los veynte é cinco de enero de mill é qui- nientos é treynta y seys años, con ciento é cinqiienta hombres de á pié y quarenta é nueve de caballo, progedió por aquella nascion de los gaquitios siempre de paz, é haciéndoles buen tractamiento é ani- mándolos á que sirviessen é obedescies- sen, como buenos vasallos, á Sus Mages- tades, é se conservassen en la paz é amis- - tad de los españoles. Éá cabo de ochojor- nadas llegaron el gobernador é los suyos á un poderoso rio llamado Apuri : el qual, si no es en verano y aun con harta se- quedad de tiempo, no tiene vado; pero con la buena industria que en estas cosas se suelen dar los españoles, passaron to- dos el rio sin peligro alguno, y fueron otras ocho jornadas adelante por tierra - emboscada y de muchas arboledas y mu- * 304 chas ciénegas , y en partes áspera; pero muy poblada de la misma gente de los caquitios, amigos de los chripstianos. Y en fin destas jornadas hallaron otro rio, muy mayor que el que es dicho, á que llaman Darari, que assimesmo passaron, aunque -con mucho trabaxo, é fueron adelante otras diez jornadas hasta otro rio que se dige Cacavari, ques grande ribera é muy corriente é pedregosso, é tiene de ancho un quarto de legua: y con todas sus dificultades le passaron en salvamento, é caminaron todavia por tier- ra de los caquitios, amigos de los chrips- tianos y vasallos de Céssar y de su cep- lro Real de Castilla: de los quales eran servidos nuestros españoles y bien aco- gidos. Siguieron todavia la costa de la dicha sierra hasta doce jornadas, en las quales siempre se tuvo noticia de los naturales de la tierra, que de la otra parte de las sierras avia mucha riqueca, y que en las mismas sierras avia un cacique llamado Guaygueri, el qual daria á los chriptianos entera relacion de todo. Y con el buen tractamiento é dádivas deste gobernador voló la nueva por todas partes, y el mis- mo cacique Guaygueri le vino á ver y á conoscerse con los españoles; y el gober- nador le dió algunas cosas, é se hizo muy - su amigo. Este cacique le dió á entender que de la otra parte de las sierras halla- rian los chripstianos mucho oro é plata é ovejas mansas, como las que se hallan en el Perú, y las guardan de noche en sus corrales; y que es tierra de savánas y falta de leña, é que todas las"vasijas del servicio de los indios son de oro é pla- _ta.É queen dos lunas de camino llegaria á un cacique ó rey, señor muy grande, que le llaman Caciriguey, donde está aquella riqueca; y aquel grand señor, que es muy poderosso y señorea una grand po- _blacion, é que tiene unas casas grandes de oracion ó mezquitas, donde ciertos e. HISTORIA GENERAL Y NATURAL : dias de la semana se hacen ciertas cerimo- nias. Y finalmente, dixo muchas particu- laridades de aquellas riquegas, y que las sierras eran ásperas; mas que se passa- rian sin peligro, y que él queria yr con el gobernador, á mostrarles á los chrips- tianos lo que decia y el camino. Estas nuevas renovaron las fuercas, - Quitaron el cansancio , dieron mucho con- tentamiento é alegria al gobernador é á los españoles, en tanta manera que quan- _tos trabaxos hasta allí avian passado ni los que podrian passar, nilos tovieron en nada ni los temieron; é halláronse tan alentados y recios, como si el camino fue- ra tan fácil y seguro y llano, como el que hay desde Valladolid á Medina del Campo en España. É assi encontinente se deter- minó este gobernador y su gente de pas- sar las sierras é yr en aquella demanda, que á mi parescer era assaz mas dificul- tosa y vana que las de los caballeros de la Tabla redonda, de quien tantas fábulas hay escritas é papeles llenos de sueño, como el Petrarca dice. Pero essotros míli- tes, no soñando ni aviendo nescessidad en esto de ficiones, sino contando ver- - dad, siguieron mas aventuras y desaven- turas que aquellos cortesanos del rey Ar- tús. De forma que llevando este cacique Guaygueri por guia, llegaron á una nas- cion de indios llamados macopides, que están al pié de las sierras , con los quales se hizo la paz, sin hacerles daño ni sinsa= bor alguno; y los indios dieron á los cliripstianos cierta parte de su pueblo por aposento , mostrando mucho placer con la paz y amistad contraida. É quando mas seguros y descuidados les paresció que estaban los españoles, dieron sobre ellos mucho número de indios de guerra des- sos macopides , con grand ímpetu y alari- do, tirando muchas flechas: en tal mane- ra que si acaso no estuvieran ensillados algunos caballos, como lo acostumbraban estar por tales sobresaltos , los españoles DE INDIAS. LIB. XXV. se vieran en mucho mayor trabaxo. É ya que los macopides comencaban á entrar por el aposento de los nuestros, salieron los españoles á la resistencia con mucho denuedo, é pelearon tan valerosamente que en poco espacio de tiempo mataron mas de cient indios, é hirieron muchos mas, sin perder hombre ni caballo los chripstianos. Y cómo la malicia destos in- dios fué sobre cosa penssada, dieron una parte dellos la batalla, y los otros se hi- cieron fuertes en los buhíos, y desde allí - con mucha prontitud y diligencia que usa- ban de los arcos, ofendian á los chrips- tianos: á causa de lo qual el general hizo pegar fuego á tanta priesa el fuego por su parte y los españoles por la suya, que en menos de dos horas era determinada é acabada la batalla, é conseguida la vitoria. Y sobre- viniendo el dia siguiente era tanto el he- dor de los muertos, que el capitan gene- ral no quiso parar allí; y passó adelante tres jornadas , hasta un rio llamado Ahia, el qual es muy corriente é poderoso. É allí comienca el señorío de otra nascion que se llama guaypies; gente belicosa é muy armada de dardos é flechas é maca- nas é medias lancas: y traen fuertes adar- gas de dantas ó de tales animales que nuestras saetas no las pueden passar; y son tan grandes que cubre una adarga de aquellas un hombre, é son de un cuero é pieca sola, sin costura ni pintura, pues- to que son redondas y en e sus manijas muy bien hechas. Llegados á esta nascion, y teniendo no- ticia que desta parte de las sierras esta- ba el nascimiento de Meta, é que allí avia mucha riqueca, y que Meta es la deman- da en que anduvieron los otros goberna- dores Diego de Ordaz, Hierónimo Dortal y Antonio Sedeño, é aun tras ella se per- dieron, como el inconviniente ya dicho les subcedió, viendo tantos estorbos para sar las sierras, determinó el goberna- TOMO II. : algunos buhíos, é dióse -intérpetre, con ciertos espai ( CAP. YX]. dor de llegar al nasqimiento de Meta y ver qué cosa es esta Meta, de que tanta fama ha andado en estas partes, é tantas vanidades algunos han escripto á España, y que tan caro ha costado á los que ten- go dicho, con las vidas de muchos peca- dores que siguieron á los gobernadores, que se nombraron de susso. Y aun no de- xó de creer Jorge Espira y los que con él 305. - yban que por mas bien suyo avia subce- dido la batalla, y los inconvenientes de no poder passar las sierras causaba Dios, para que siguiessen estotra via. Y con es- ta determinacion continuaron la falda de las dichas sierras desde el dicho rio qua- tro jornadas, é sin tener notigia de otra mayor ribera, que en fin dellas toparon á los tres de abril del año ya dicho de mill é quinientos é treynta y seys. É pararon á par de una muy poderosa ribera llama- da Oppia, ques un rio muy grande y muy corriente, y estará de la cibdad de Coro ciento é noventa ó doscientas leguas; y es tan furiosa agua, que aunque no faltó diligencia no se pudo passar; y cómo los indios estaban alcados y de guerra, tam- poco se pudo hacer la paz con ellos, ni se pudieron aver canoas para passar. É cre- yendo que por estar cerca de las sierras, quel rio baxaria, assentaron real en la costa de aquella ribera; pero cómo era tiempo de contínuas lluvias y cargaban mas las aguas, su cuydado era por de- =más. Con todo esso, por dar lugar al tiempo, pues al presente no se podia ha- cer mas de atenderle, entre tanto envió el gobernador al capitan Hernand Martin, los de pié y de caballo á la provincia de aqu cion de los caquitios á se informar Él sa- ber si yban en su seguimiento los chrips- tianos que avian quedado con el capitan Sancho de Murga. Y mandó al Esteban Martin que si hallasse nueva dellos, pro- curasse de se juntar con ellos: é ydo á hager esto, estuvo treynta dias en yr 306 y volver, y á cabo dellos tornó al real de Oppia, sin aver hallado memoria ni nueva HISTORIA GENERAL Y NATURAL alguna de Murga ni de los que con él que- daron atrás. CAPITULO XII. Cómo el gobernador Jorge Espira determinó de passar el rio Oppia y no pudo, y se volvió á la tierra de los gaquitios , y despues tornó á proseguir el primero intento de passar las sierras , y cómo despues passó el rio Oppia y llegó al nasqimiento de Meta y no pudieron passar las sierras , y de la batalla que ovieron con los indios llamados guayptes. Doa que tornó Esteban Martin y los españoles que con él avian ydo, acordó el gobernador Jorge Espira de atravesar aquel rio; y para ello, se hizo una balsa, creyendo que de la otra parte se hallarian canoas. Y hecha , entraron en ella treynta españoles, y era la corriente tan grande, que arrebató encontinente la balsa y se la llevaba el rio abaxo, y faltó poco de se perder con todos los que en ella estaban; y les fué forcado desampararla, y todavia le costó la vida á uno de los que avian entrado en ella. É viendo que no se po- dia passar el rio, é que cada dia les falta- ba más todo lo que avian menester, é ado- lescian los españoles, determinó el gober- nador, por no se perder él y ellos, de dar la vuelta á la tierra que estaba de paces, donde eran amigos de los chrips- tianos los indios de la generacion de los caquitios, porque es tierra clara de sa- vánas, y fértil, y de mucha monteria y otros mantenimientos, y por saber, si possible fuesse, desde allí de los españo- - les que avian quedado con el capitan Sancho de Murga. É assi se partió esta gente de aquel rio de Oppia á los cinco de agosto del año ya dicho de mill é qui- nientos é treynta y seys, y volvió veynte y Cinco leguas atrás á unos pueblos de - gaquitios que avia ya hecho de paz, quan- do passó por ellos: y desde allí envió el gobernador á Francisco de Sancta Cruz, su alcalde mayor, con ciertos españoles de pié y de caballo, en busca del capitan Murga é los que con él avian quedado atrás. Y entre tanto envió al capitan Es- teban Martin con otra parte de la gente, á buscar passo para passar las dichas sierras, pues por donde lo avian tenta- do, como se ha dicho, mo pudo ser; y tornó con la respuesta, la qual fué que en ninguna manera avia disposicion para passar caballos las sierras. Y cómo aquel cacique Guaygueri, que los avia guiado é dado á entender aquellas riquecas, que les prometia passadas las sierras, era ya muerto (que se avia ahogado en el rio de Oppia), no se halló otro indio que su- piesse decir el passo de las sierras. Aquel Esteban Martin ques dicho, co- mo era lengua é plático, viendo al gober- nador penado y con desseo de passar de la otra parte de las sierras, díxole que no tuviesse congoxa por el passo, que aunque por allí no se hallaba, él tenia re- -_lacion que adelante aquellas montañas se descabecaban; é que prosiguiendo la cos- ta é vera de la sierra harian dos cosas: la una, que verian el. nascimiento de Me- ta, de que tanta nueva avia, é la otra que él daria adelante mejor passo. É como á este hombre se daba mucho crédito en las cosas de la guerra y era diestro, acordó el gobernador de esperar allí con qué' respuesta volvia el Francisco de Sancta Cruz, creyendo que traeria los españoles que yba á buscar, é que con mas compa- ñia se seguiria la empressa. É á cabo de - quarenta dias volvió é dixo que avia lle= gado al rio de Darari, é avia sabido de los indios que dos meses despues quel DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. XII. gobernador los avia dexado, aquellos es- pañoles avian ydo en su seguimiento y que llegaron al rio de Apuri, y desde allí se avian vuelto atrás, la via de la cibdad de Coro, é que era por demás esperarlos. Sabido esto, el gobernador hizo reseña ó alarde, é hallóse con ciento é quarenta españoles á pié é quarenta é quatro de caballo; y encomendándose á Dios, con- tinuó su camino, entrante el verano, é pas- só el rio de Oppia, de quien atrás se ha hecho mencion: é catorce jornadas ade- lante, llegó al nascimiento de Meta, ques. todo poblado de aquella nascion de guay- pies, é aunque se procuró por todas las vias que fué possible, no se pudo hacer paz con aquella gente. Y en aquel nasci- miento de Meta dieron los españoles en un pueblo, y halláronse entre los indios ciertas planchuelas ó láminas de oro de ley de veynte y dos quilates, y plata muy fina; y con los intérpretes que llevaban los chripstianos, que entendian lo caqui- tio é la lengua guaypie, se procuró de saber de dónde se trahia aquel oro y pla- ta y cómo lo avian. Y todos los indios, á quien separada ó juntamente se pregun- tó esto, señalaron que por el nascimien- to de Meta de la otra parte de las sierras; y cómo el gobernador vido el poco re- caudo que en Meta avia, y que toda la nueva en conformidad era del otro cabo de la sierra, conforme á lo que avia di- cho aquel indio Guaygueri, despachó al dicho Esteban Martin con toda la gente de pié que tenia, y mandóle subir por el nascimiento de Meta, para que buscasse passo. É assi fué; é tornó desde á pocos dias é dixo que las sierras eran tan áspe- ras que á hombres humanos era imposi- ble passarlas, si aves no fuessen volando; pero junto con esto dixo que ocho jor- nadas de aquel pueblo atrás, en un an- con de la sierra tenia noticia que avia passo. Oydo esto, el gobernador tornóle á enviar, para que viesss el passo que le 307 decia, y tornó con respuesta que ni avia camino, ni passo, ni manera por donde se pudiesse passar la sierra. En tanto que este passo se buscaba, avia en el real con el gobernador pocos españoles de pié, é un dia al quarto del alba dieron los indios sobre el real, y eran muchos de aquella nascion, é muy armados de dardos é lancas, é dargas, é arcos y flechas y hondas: y antes que esclaresciesse, en tres esquadrones die- ron por tres partes en los nuestros, y en el un camino mataron un español que es- taba por centinela, Y fué tanto el ruido que traian los indios, y el cruxir de las hondas y los golpes de las dargas é la vo- ceria é ruido que traian, que con traba- xo se pudieron ensillar los caballos del saltar é alteracion que tenian, aunque no - estaban gordos ni descansados. Pero dié- ronse tanta diligencia los chripstianos y con tanto ánimo se supieron poner presto á la defensa é resistencia de los enemi- gos, é repartiéronse en tres partes, aun- que pocos en cada una dellas, é tan buen recaudo se dieron, que en breve tiempo fueron los indios desbaratados y muertos muchos dellos, sin que muriesse chrips- tiano ni se perdiesse caballo alguno, ex- cepto la centinela que fué muerto, é no debiera estar despierto ni hacer la guarda, como convenia. Verdad es que el capitan Felipe de Hute fué herido; mas sanó des- de á pocos dias. Assi que, esta generacion - guaypies es muy belicosa, y quando por aquella su tierra andaban los chripstia- nos, por pequeño que fuesse el pueblo, se penssaba defender dellos, é aun ofen- der á quien les molestasse. Dos cosas me ocurren, que no dexaré de acordar al letor: la una de las hondas de esta gente, y la otra de la gentinela que allí mataron; aunque en lo de las hondas en otra parte lo tengo dicho 6 aqui lo torno á degir. Y es que la inven- cion de la honda, no como Vegegio y . . 308 otros auctores, se debe atribuir á la gen- te mallorquina; mas aviendo considera- cion adonde en estas partes los chripstia- nos las hallan, es de creer que tuvo otro principio el usso de la honda. Lo otro es que aquella centinela alcancó el castigo HISTORIA GENERAL Y NATURAL que meresció su descuydo ó sueño; y pa- résceme bien lo que se escribe de Dey- sicrate athemiense, el qual mató una guarda que dormia, y dixo que la avia dexado como la avia hallado. CAPITULO XUL En conseqgiiencia del viaje y descubrimiento que hizo el gobernador Jorge Espira, y de la noticia y rela-= cion que ovo de la grandíssima riquega de una generacion llamada los chogues, segund le dixeron en el rio Papomene, é otras cosas que consiguen á la historia. Esteban Martin volvió , segund se dixo de susso, con noticia que no era pos- sible passarse las sierras, y cómo quando este gobernador partió de Coro, fué con in- tento de yr la via del Sur y liegar á la lí- nia del Equinocio; visto-el poco remedio que se hallaba para passar las sierras , y que el capitan Esteban Martin decia siem- pre que, á lo que él alcancaba, adelante se hallaria passo, habiendo estado dete- nidos en busca de este passo treynta dias, se partieron del nascimiento de Meta, la via del Sur, todo por aquella nascion de los guaypies. Y á cabo de tres jornadas hallaron rastro de otros chripstianos, é procuraron entender qué gente era, é sú- posse que avian ydo por un rio grande que está quatro leguas mas baxo de donde este gobernador Jorge Espira passó, é que avian traydo bergantines; y no avian entrado la tierra adentro, la via del Sur, cosa alguna. É queriendo saber si por allí avia algunos de aquellos chripstianos, de- cian los indios que cinco años avia que avian venido por allí, é que en bergan- - tines se avian vuelto; é á lo que se pudo congeturar desto, aquellos chripstianos eran de la' gente de Ordaz, ó mejor di- ciendo, del gobernador Hierónimo Dor- tal, é allí les avian dado guerra los na- turales, é se avian tornado desde allí hu- yendo, é les avian muerto al capitan Alonso de Herrera y desbaratado los de- mas, que eran septenta ú ochenta chrips- tianos é nueve caballos, segun estos in- dios decian. Pero en el tiempo se enga- ñaron, que no avia tanto; porque como en el libro XXIV, capítulo VHI podeis, le- tor, ver la muerte deste Alonso de Her- rera, avia seydo año de mill é quinientos é treynta é quatro años. Assi que, no avia cinco años , como estos decian. Allí en un pueblo tomó el altura un Diego de Montes, cosmógrapho é hombre plático en el astrolabio , é dixo que se ha- llaban en dos grados y dos tercios desta parte de la línia equinocial. Assi que, prosiguiendo y desseando llegar á ella, fueron por entre aquella nascion de los guaypies seys jornadas adelante, é topa- ron un rio mayor que todos los que son dichos, llamado Voayare, que está po- blado de la misma nascion: en el qual, por aver ya passado mas de la mitad del verano, se halló vado. Y caminando la dicha via quatro jornadas, llegaron á un pueblo llamado Cabiairi, adonde el go- bernador fué informado é ovo relacion que la via del Sur era toda anegada y mal poblada, y que los indios no tractan allí oro, y que por falta dello, traen ore- jeras ó carcillos de palo. É daban nuevas 6 relacion que el oro é plata é ovejas quedaban al Poniente. . Desde aqueste pueblo, é aun desde el rio que se dixo de Vaoyare, se supo Có- DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. XUL mo la dicha sierra dá la vuelta al Sudues- te, ques el viento que está derechamen- te entre Poniente y Mediodia : á causa de lo qual se dió crédito á esta nueva, por- que lo que estos indios decian, mucho antes se les avia dicho por otros, exqep- to que decian que la sierra no se avia de passar, porque decian que no se desca- becaba. Y por tanto el gobernador y esta gente guiaron la via del Poniente once jornadas hasta un rio llamado Papomane, el qual hallaron muy poblado de aquella nascion de guaypies, y es rio muy pode- rosso; y en essas once jornadas cada dia llevaban las nuevas mas prósperas. Lle- gados á este rio, procuraron con mucha diligencia é halagos é dando rescates gra- ciossos á los indios, de atraerlos á que diessen la obediencia á Su Magestad co- mo vassallos, é que quisiessen la amis- tad de los españoles; y con la buena ma- ña é industria que en ello se tuvo, vinie- ron muchos dellos en canoas, pero muy bien armados. Y truxeron por rescate mu- cho pescado é otras cosas, é fiábanse de los chripstianos, pues que saltaron algu- nos dellos en tierra é se vieron con el gobernador, en especial tres indios prin- cipales, los quales afirmaron todas las nuevas é relacion que los nuestros ya traian de la riqueca del Poniente. É dixe- ron que seys jornadas del rio ya dicho dó estaban, comencaba otra nascion lla- mada chogues, de que ya los españoles llevaban relacion delos, é que eran gen- te belicosa é muy de guerra, é usaban rodelas de palo, como los chripstianos, é dardos é lancas, é que eran gente que comian carne humana, é unos á otros se salteaban, é que á causa daquellos, es- totros no tenian mucho oro é plata. Pero que si este gobernador é su gente que- rian oro, que se lo pagassen en rescates que ellos se lo traerian: é assi en efeto lo traian en sus canoas, é se vido pieca de oro que estos indios traian del tamaño 309 de una rodela. Era la nueya tan grande, quel gobernador y los nuestros no qui- sieron dar á entender á estos indios que yban á buscar oro, é assi perdieron lo que allí pudieran aver. Y prosiguiendo dando cuenta del camino, estos indios - decian que hasta la dicha riqueca avia desde el rio Bermejo, de que ellos hagian poco caso, ocho jornadas por tierra de la misma nasgion de los chogues, por buena tierra, aunque montuosa de serrecuelas, y en tiempo de invierno, como á la sacon lo era, trabaxossa de andar, hasta otro rio muy grande que salia junto á una punta que se parescia de la dicha sierra. El qual decian los indios que no avian de passar, y que estaba poblada la ribera dél de la dicha nascion de guaypies, y que aquellos guaypies tienen contracta- cion con la dicha gente rica, y que en los dichos guaypies hallarian los chrips-- tianos muchas tinajas é ollas de oro y plata, y quel dicho rio arriba, al Poniente en tres jornadas, entre la punta que se parescia á un mogote de sierra, llegarian á la dicha gente rica. Decian mas estos indios: que ollas é tinajas é todas las otras vasijas del servicio de los indios de aquella tierra rica eran de oro y plata, y nombraban el oro fino por sa nombre, é lo baxo é la plata por consiguiente : é de- cian de qué manera eran las ovejas, é las nombraban de la manera que tienen nombre en el Perú, llama; é decian có- mo las traian mansas é las metian en sus _ corrales. Finalmente, las nuevas que die- Ton eran tales, que á los españoles se les hagia una hora mill, desseando yr ade- lante, teniéndose por muy ciértos que la riquega es grandíssima: é ya entre aquellos nuestros españoles no se habla- ba sino cómo se avia de traer el servicio de grandes thessoros, con que esperaban servir á Céssar, allende de sus quintos y derechos reales. E Uno de aquellos indios pringipales afir- 310 maba quél avia estado en la tierra que decia, é que avia visto con sus ojos aque- llas grandes riquecas que recontaba. “É dió al gobernador tres indios de los su- yos, para que guiassen á los españoles, encomendándoselos mucho que mirassen por ellos, porque no los matassen los cho- HISTORIA GENERAL Y NATURAL gues, sus enemigos; é decia que avia po- cos dias que su padre avia ydo á comprar ciertas piegas de oro, é le avian dexado passar, é á la vuelta le avian muerto los chogues, é comídosele, é tomádole una oveja, que traia cargada con ciertas pie- cas de oro. CAPITULO XIV. Cómo los indios principales, de quien se ha hecho mencion en el capitulo precedente, dieron relacion aj gobernador Jorge Espira é á los españoles de las amaconas ó mugeres que señorean ciertas provincias por sí mismas, sin tener maridos ni hombres consigo; y cómo los chripslianos y su capilan general pro- siguieron su camino en demanda de los chogues, y cómo mataron al capilan Esteban Martin, famoso hombre en la guerra e intérpetre, é de la batalla é venganca que los chripstianos ovieron contra estos chogues, é olras cosas del discurso de la historia. A guótlos indios que tan puntualmente hicieron relacion de la grande riqueca que se ha dicho de susso, decian assi- mesmo (é aun los españoles antes desso .traian la misma nueva), que sobre la ma- no izquierda de la dicha sierra, donde se juntan dos rios, hay una nascion de ama- conas ó mugeres que no tienen maridos, y que en cierto tiempo del año van á ellas otra nascion de hombres, é tienen con * ellas comunicacion, é se tornan despues á su tierra; las quales mugeres tienen mucho oro é plata, pero que lo avian de la gente llamada chogues. Del orígen de las amaconas é de su señorio , Justino en la abreviacion de Trogo Pompeyo escribe largamente. Estos nuestros españoles, volviendo á nuestra historia, como su intento y el de su gobernador era ocurrir á lo principal, y no dexar, como dicen, la mar por el arroyo, no curaron de yr á las mugeres ques dicho, sino caminaron conforme á la informacion ya dicha de aquella punta, que les fué con el dedo enseñada. É fue- ron una jornada por aquel rio abaxo, é có- mo alli avian hecho paz, aunque hallaron los pueblos alcados, la tornaron á hacer. Está aquel rio muy poblado de buenos pueblos, é allí tornaron á se certificar las | nuevas que se dixeron en el capítulo pre- cedente: é prosiguiéndose el viaje, entra- ron los españoles en la provincia de los indios que comen carne humana, llama- dos chogues, é hallaron la tierra tal como llevaban la informacion, trabaxosa de ca- minar, y tal que era nescessario mucho tiento é aviso con los indios della. Y en ocho jornadas llegaron á el rio Bermejo, é los indios que por allí en él tomaron de los chogues, confirmaban en las mismas nuevas; y poniéndose en quatro piés, pa- ra ser entendidos, balaban como ove- jas, y señalaban y decian quel oro y pla- ta y ovejas estaban junto á la dicha pun- ta: la qual, á lo que se podia juzgar, es- taba de aquel rio Bermejo quince ó veynte leguas. Allí se tomó el altura por aquel Diego: de Montes, que se dixo de susso en el ca- pítulo pregedente, é se halló en un gra- do de la línia equinocial en el proprio rio Bermejo, é halláronle muy mayor que los indios avian dicho, é yba tan grande co- mo lo es el Guadalquivir por Sevilla, lo qual les fué mucha confusion y estorbo. Y cómo la nueva era á medida de su cob- dicia destos mílites, cada dia de los que - se detenian les parescia un año, hasta lle- gar á donde yban enderescados sus des- DE INDIAS. LIB. seos; é fué nescessario a en un pueblo de aquella nascion, á una legua de aquel rio. | Creyóse ó les paresció que aquella co- lor bermeja debia ser de ciénegas que en- trarian en él, como de hecho vieron ser assi, porque al nasqimiento es rio claro. Y penssando que tomando el rio mas por lo alto, se hallaria passo, envió el go- bernador al capitan intérpetre Esteban Martin con cinqúenta españoles, á pié, bien armados, á descubrir el camino pa- ra tomar el rio mas al pié de la sierra. El qual fué y dió en tan grand poblagion y multitud de indios, que quando se qui- so retirar no pudo, sin que los indios le viniessen dando guerra: é traian su avan- guarda é retroguarda é batallon con mu- cha órden, é le mataron un español é hi- rieron al capitan con otros seys ó siete hombres malamente; é si de noche no se retiraran, todos se perdieran é é fueran des- baratados. Con esta desdicha é daño rescebido, se tornaron al real desde ocho dias despues que avian partido dél, é assi fué nesqes- sario estar quedos los chripstianos é no se partir de allí hasta que el capitan é chrips- tianos fuessen remediados de las heridas; y á cabo de veynte dias murió el capitan Esteban Martin y otro gentil hombre de caballo, que vino herido, y los demas sanaron. Fué mucha pérdida y confusion para los españoles la muerte del capitan Esteban Martin, y les quitó mucha parte. del ánimo, porque aquel era un hombre muy valeroso por su langa, y. grande adalid y de mucho tiento, y de los que se hallan pocos ó raros en la guerra. %.: assi por la falta de aquel comencaban á se juntar en corrillos., y decian: «Volvá- monos, pues que Esteban Martin es muerto.» Quassidicad que sin aquel les parescia que su trabaxo era por demás é sin fructo; y cómo esto llegó á noticia del gobernador, temiendo de algund amoti- XXV.' CAP. XIV. 311 namiento, assi como ovo un dia oydo missa , les hizo un raconamiento de hom- bre prudente , acordándoles que eran es- pañoles, y que en todo el mundo tenian grand fama de gente valerosa é de mu- cho esfuerco, y que él se tenia por el mas. bien aventurado capitan desta vida, por se hallar con tan gloriosa y experimentada y noble nascion y con tal compañia; y aun- que no fueran mas de veynte españoles, le bastaria el ánimo para acometer qual- quiera grand cosa, mas é mejor que con diez mill de otra generacion. E assi á este propóssito les dixo muchas cosas para los asegurar; y decia que viessen que Este- ban Martin era un hombre solo, y que pues tan cerca tenian la riquega, que no desmayasse nadie, é que no mostrando flaqueca, diessen de sí la buena cuenta que debian, é procurassen todos de alle- gar á ver el fin de tan prósperas é ciertas nuevas, como tenian, para que mediante Dios, todos fuessen de buena ventura y volviessen á su patria muy prósperos é honrados, haciendo tan grande é señala- do servicio á Dios é á Sus Magestades, é tan útil jornada á sí mesmos é á los que dellos descendiessen, perpetuando su fa- ma é nombre en tanto que mundo ovies- se. Acabada su habla, quedaron los es- pañoles muy contentos de oyr la volun- tad del gobernador, é le dixeron que todos le seguirian, é que como leales servidores de Sus Magestades, ponian sus personas á todo lo que les subcediesse, como él sabia muy bien é avia visto que lo avian hecho hasta allí, sin rehusar tra- baxo ni peligro alguno de quantos avian ocurrido en muchas nescessidades quel tiempo les avia dado. É oydo esto, el go- -bernador les dió las gracias por su buen comedimiento y respuesta, é acordaron de yr á descubrir el dicho rio, por donde avia ydo el dicho Esteban Martin, assi para continuar la empresa, como para satisfacerse de los indios malhechores y 312 muerte de los que se ha dicho. Y desde á cinco jornadas llegaron á aquellos pue- blos; y cómo estaban ya comencados á cebarse en los chripstianos, viniéronse á ellos enrodelados, y con sus dardos é ar- cos é flechas grand número dellos. É co- mo los nuestros deseaban vengar la muer- te del Esteban Martin, y aun para escu- sar las suyas proprias, y porque estaban en parte que otro remedio ni fuerga ó re- curso avia, despues del socorro de Dios, sino el de sus proprias manos y corago- HISTORIA GENERAL Y NATURAL nes, atendieron la batalla con mucha de- terminacion y esfuerco, con muy gentil órden. Y aquella trabada, no estuvo un quarto de hora sin tener los españoles la mejoria, consiguiendo la vitoria; é mata- - ron algunos de los contrarios, é pussieron en huyda á los demas , sin que ossasen atender ni parar en el campo, en el qual hecho de armas, aunque ovo algunos he- ridos de nuestra parte, plugo á Nuestro Señor que no murió chripstiano alguno ni caballo. CAPITULO XV. Cómo despues de la batalla que los españoles ovieron con los chogues , acordaron de se tornar á la cibdad de Coro, por la mala disposicion de la tierra é por las enfermedades y nescessidades que les ocurrieron. Pusnda la batalla que se tractó en el capítulo de susso , se apossentaron los es- pañoles en aquellos pueblos, é procuróse la paz con los indios : la qual no se pudo conseguir ni aver con ellos, por defeto é falta de intérpetres, que se avian huydo los que tenian, é aquella nascion no se en- tendian, excepto que en las nuevas de las riquecas eran conformes, señalando aque- lla punta de sierra, que ya está dicha de susso. Y cómo este gobernador y los que le seguian desseaban ver el fin trás que andaban, partieron la via de aquella pun- - ta, en demanda del rio Bermejo, que les decian que avian de hallar primero, aun- que ya lo avian visto en otra parte. É aviendo ya caminado quatro jornadas, porque yban muchos de los españoles en- fermos, pararon en un pueblo donde el gobernador dexó á su alcalde mayor, Francisco de Sancta Cruz, é al capitan de la gente de caballo, llamado Lope de Montalvo, é tomó consigo doce de caba- llo é quarenta hombres á pié, y en per- sona procedió adelante por aquella nas- cion de los chogues, en demanda del dicho rio, é passó por mucha poblacion con grandes trabaxos, porque ovo dia que le fué nescessario hacer seys puentes en ar- royos hondos é barrancos, para poder pas- sar los caballos. Y en quatro jornadas lle- gó á un pueblo de aquella nascion, desde donde se parescia una abra que hacia la dicha sierra, y se sospechó que seria el rio que buscaban. É de allí, dexando los caballos, con treynta españoles fué el go- bernador á pié á descubrir el dicho rio, que estaria de allí dos leguas. É llegados á él, yba claro é no tan grande, como donde la primera vez lo avian visto: é subieron por él arriba hasta unas lomas de“la sierra, costeándole hasta un pue- blo, para desde allí ver lo de adelante y entender si bien al nascimiento dél tenia disposicion de se poder passar; mas por ninguna via se podia passar sin barca, é para hacerla, faltaba todo lo nescessario. Y cómo los españoles cada dia enfer- maban, y entre aquella gente de los cho- gues no avia sino solamente mahiz, acor- dó el gobernador, avido el parescer de los que le paresció que se debia tomar, de se volver á retirar al rio de Papame- ne *, que atrás avia dexado de paz, é allí + Papamene: constantemente so lee en el MS. Papomene. DE INDIAS. LIB. atender á que el invierno passasse , por- que los enfermos se reparassen y el tiem- po de adelante fuesse mas á su propós- sito. Y con este acuerdo se velvió adon- do avia dexado los otros españoles, é quando á ellos llegó, estaba tal la gente, que con seys compañeros (que mas no avia que poder enviar) avian enviado los capitanes ya dichos á que descubriessen una legua de allí el camino, para se vol- ver á las savánas la via de la cibdad de Coro. Y cómo el gobernador llegó, to dos decian á voces: «No queremos oro: que nos morimos aqui. Sacadnos de tan mala tierra ; é si despues quisiéredes vol- ver acá, llevadnos á Coro, é rehacernos hemos de salud y de vestuario y herraje: que estamos desnudos y tenemos tanta nescessidad, que es incomportable. Y tornaremos, señor, con vos con mas apa- rejo é possibilidad, que tenemos al pres- sente para yr adelante; porque como es- tamos, ni queremos oro ni otra cosa, sino la vida, y no perderla á sabiendas, pe- leando con el cielo é porfiando lo que no se puede hacer.» El gobernador acor- dóse de cómo dice Plutarco en la vida de Pelópide Thebano, que no es nesces- sario culpar al que huye la muerte, si la vida ha de ser honesta y virtuosa; ni se debe loar el querer morir, si lo tal viene en el que desprecia la vida. Assi que, Jorge Espira vido en tal dis- posicion la gente y en tanto estrecho , que le paresció inhumanidad dexar de com- plager á los que esto decian; porque no dexaban perro que no comiessen, É aun los caballos querian matar para lo mismo, en los quales consistig la mayor parte de la seguridad de los españoles, por el grand temor que los indios tienen á los caballos; y porque no viniessen en deses- peracion que les higiesse cometer alguna - desobediencia ó motin. Y cómo era la pri- mera jornada ó camino que avian hecho, TOMO II. XXV. CAP. XV. 313 despues que desembarcaron, venidos de España los mas de aquellos, probábalos * de golpe la tierra, y no avia entre todos cinqúenta hombres de pié y de caballo que pudiessen ofender, ni aun defender- se. Y aquellos que estaban mejores, eran daquellos pocos que primero estaban en aquella gobernacion de Veneguela, y que este gobernador halló en ella; y para una jornada semejante é otras cosas nes- cessarias, un góbernador nuevamente venido de España á estas partes, aunque sea muy sabio y despierto, se puede con- tar con los inogentes. De manera que visto que le faltaba la posibilidad, é que - estaba quinientas leguas apartado de Co- ro, é que para hacer su voluntad era á solo Dios cosa posible, acordó de salvar á síé álos españoles, que le quedaban. É á diez de agosto de mill é quinientos é treynta y siete años dió la vuelta para la cibdad de Coro con cient hombres de pié y quarenta y quatro de caballo, entre los quales, como es dicho, no avia ginqúen- ta para continuar la guerra. Y como sa- lieron de entre aquella nascion á las sa- vánas, hallaron venados; é aunque algu- nos chripstianos murieron por estar ya tan enfermos, los demás se reformaron con aquella carne: y como el tiempo del ve- rano les ayudó, poco á poco anduvieron todo lo que pudieron, aunque aquel rio de Vaoyare los detuvo quarenta dias que no lo pudieron passar, é á cabo dellos con trabaxo passaron y prosiguieron adelan- te, porque las aguas é invierno no los impidiesse de passar los rios Dariri é Apu- re, porque invernando del otro cabo, cor- rian mucho riesgo, por ser poca gente, é tal é tan trabaxada é desproveyda. Y aun con toda la priessa que se pudieron dar, llegaron á aquellos rios, quando las aguas comencaban á venir, é los detuvieron ciertos dias. 314 _ HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XVL En continuacion del camino que estos españoles é su gobernador traian tornándose á la cibdad de Coro, y cómo tuvieron nuevas de otros chripstianos que yban por la tierra adentro con Nicolao Fedreman, tenien= te deste mismo gobernador, y envió trás ellos, y de otras cosas que convienen al discurso historial. Habiendo llegado este gobernador á los rios Apuri é Darari de vuelta, los quales estaban doscientas leguas de Coro, tuvo noticias, por nuevas de indios, que otros chripstianos yban hácia donde estos otros venian. Y algunos decian que debian ser gente de Hierónimo Dortal ó de Sedeño, que yrian en demanda de Meta : otros de- cian que los indios mentian , como suelen hacer; mas llegado el gobernador á un pueblo, que está desta otra parte de los rios, en la ribera de Apuri, hallaron ser verdad , é vieron rastro de gente é de ca- ballos que avian passado por allí el dicho rio, é se avian desviado del camino so- bre la mano izquierda. É no avia perso- na que pudiesse penssar que fuessen des- ta gobernacion de Veneguela, por dos co- sas: la una, porque en Coro no avia que- dado gente, que pudiesse yr ni caballos, y el rastro parescia de mucho número de caballos; y la otra, que era la principal, en ver que los dichos chripstianos yban huyendo del camino destotros. Y por esta causa, visto el rastro, creyeron que de- bian ser de otra gobernacion, é que huian de se topar con este gobernador; y por esta sospecha penssaron que era Hierónimo Dortal. Mas para se gertificar qué chripstianos eran é á dónde yban encaminados, fué el gobernador Jorge Espira dos jornadas apartado del rio, á un pueblo de caqui- tios que avia dexado de paz, en el qual avia quedado una india de un español de - aquesta compañia enferma; y era casi la— dina, y entendia la lengua castellana. Y della se supo en aquel pueblo, por nueva cierta, que los chripstianos eran desta go- gernacion de Veneguela, é que Niculao Fedreman, teniente del gobernador Jor- ge Espira, yba por general dellos, de lo qual el gobernador quedó maravillado, porque él le avia enviado á poblar al cabo de la Vela, é penssaba que ternia descu- bierto el cabo y entrado la tierra adentro. Y desta novedad, y mas de apartarse del camino, pusso mala sospecha al goberna- dor é á los demas, y considerando el go- bernador el bien que de ser avisado el Fedreman redundaria , no mirando en lo que al proprio gobernador tocaba en ha- cer tal camino sin su licencia, quiso yr en persona tras él con los españoles que me- jor disposicion tuviessen, y los demas en- viarlos á Coro. Y tomando el parescer de sus míilites, á todos paresció que no debia yr, ni convenia al servicio de Su Mages- tad , sino que enviasse un capitan, é que él se fuesse á la cibdad á dar órden en las cosas nescessarias, para dar la vuelta á su demanda. Y conforme á este pares- cer, envió á Felipe de Huten, capitan ale- man, con diez de caballo y treynta peo- nes escogidos, para que fuessen en bus- ca de Fedreman, que segund decian los indios, avia dos meses que avia passado: é mandó al dicho capitan que procurasse de le alcancar y le: diesse cierta instruc- cion en que le ordenaba lo que debia ha- cer, é lo que le parescia que cumplia á servicio de Su Magestad é al bien de los conquistadores; porque aviérdole llega- do este aviso, sabria lo que avia de hacer. Y despachado este capitan, con la gente restante prosiguió su viaje para Coro; é desde á quince dias el dicho capitan Feli- pe volvió é alcancó al gobernador de vuel- DE INDIAS. LIB. ta, é dixo que el primero rio de los ya dichos no le avian podido passar, á causa de las aguas y crescientes. Desto sintió el gobernador mucha pena, y cómo era sa- bio, disimuló, caminando la via de su gobernacion de-la cibdad de Coro, donde allegó á los veynte y siete de mayo de mill é quinientos é treynta y ocho , con ciento é diez españoles de pié y de caba- llo y veynte y quatro caballos, con mu- cho deseo de se reformar é proveer, para volver en persona este gobernador con essa gente y más en seguimiento de las nuevas, que con tanto trabaxo é tiempo avia descubierto. Las quales, segund yo lo ví por carta deste gobernador escripta á Sus Magestades, tenia por muy ciertas, como hombre que se halló cabe lo que yba á buscar á ocho jornadas: que fué assaz desaventura no poderle dar el de- seado fin, seyendo tan trabaxado y com- prado con tantas vidas. Oviéronse en esta” jornada cinco mill é quinientos é diez y ocho pessos de oro de la tierra, que fué muy poco, segund la mu- cha cantidad que se pudiera aver y resca- tar á la yda. Mas por causa de conservar la paz con los indios naturales y gentes, por donde passaron estos españoles y su gobernador, é por la postrera nueva que tenian por tan cierta, quisieron muchas veces dexar este oro enterrado, teniendo por ciérto de hallar tanta cantidad de oro é plata, segund los indios afirmaban, que seria muy poco lo que podrian traer, en comparacion de lo que avria. Y cómo al tiempo que la gente enfermó, dieron la vuelta para Coro, en caso que en los mis- mos pueblos é caminos por donde avian ydo quisieran rescatar , no pudieran, por- que estaba ya la mayor parte de la gente é tierras alcadas y de guerra; y esta fué la causa de traer tan poca cantidad de oro. Esso poco ques dicho, se fundió en la cibdad de Coro, é salieron fundidos quatro mill é septecientos é ochenta y tres XXV. CAP. XVI 315 pessos; y como era baxo, despues de pagados los derechos del fundidor y el quinto de Su Magestad, no quedaron de - buen oro para los que trabaxaron sino mill é doscientos é sessenta y dos pessos, que con otros mill é septegientos pessos suyos proprios del gobernador los envió á esta cibdad de Sancto Domingo, para comprar caballos é otras cosas nesgessa- . rias, que eran menester para armar y dar la vuelta, en seguimiento de las nuevas, que en los capítulos pregedentes se han dicho. Todo lo qual escribió este gobernador desde la cibdad de Coro á nueve de otu- bre de mill é quinientos é treynta y ocho años á Sus Magestades é á esta su Real Audiencia, que en esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española reside; y entre otras cosas dixo que un doctor Na- varro, que de aqui avian enviado estos señores presidente é oydores por juez, era ydo trás cierta gente de españoles que se avian algado, los quales y los que con el doctor yban tras ellos serian hasta septenta hombres, de quien ninguna nue- ya se tenia cinqúenta é quatro dias avia. Plega á Dios que vuelvan. No sé yo si al letor, pues que he di- cho cómo volvió este gobernador con ciento y diez hombres, se le acuerda que llevaba doscientos sessenta y uno y ochenta caballos, é que de los caballos vinieron veynte y quatro. Assi que, falta- ron en la jornada sessenta y seis caba- llos é ciento é treynta y un hombres; pues aunque queramos decir que los giento é treynta dellos se tornaron con el capitan Sancho de Murga, como la historia lo ha contado que se volvieron desde los ga- quitios daquel pueblo llamado Coativa, todavia serán los muertos ciento é veyn- te y uno, aunque aquellos tornaran vivos: quanto mas que muchos dessos, que que- daron con el capitan Murga, murieron assi- mesmo. Y en conclusion, mas de la mi- 316 tad de los doscientos sessenta y uno se quedaron perdidos y muertos en esta de- - manda. ! Quiero decir lo que en otras partes he escripto y acordado de este inquerir del oro, y de quán caro ha costado á mu- chos, que me paresce grand atrevimiento tal desseo, y muy errado el juicio ó en- tendimiento, con que se determina tanta gente á procurar una ganancia tan dub- dossa, para su remedio, y tan cierta pa- ra su peligro, assi del ánimo como del - Cuerpo. HISTORIA GENERAL Y NATURAL Del subcesso de Fedreman se dirá al- go, segund lo que he visto por una su carta que escribió á Francisco Dávila, su amigo, vecino y regidor de aquesta nues- tra cibdad de Sancto Domingo; y passaré por ello brevemente en el capítulo si- guiente, porque mas largamente se ha de tornar á hablar dél en el libro XXVI en el capítulo XI. Jorge Espira salió de Coro el año de mill é quinientos é treynta y cinco, y volvió el año de mill é qui- nientos é treynta y ocho. Assi que estu- vo en el viaje tres años. ) CAPITULO XVII. Cómo el capitan Fedreman, teniente del gobernador Jona Espira, fué á poblar por su mandado al Cabo de la Vela, y desde allí sin su ligencia entró la tierra adentro, y despues al cabo se fué á España , é de lo que se supo por su carta misiva quél escribió á esta cibdad de Sancto Domingo á un amigo suyo, vegino é regidor de aqui; y se cree que ué muy rico. Mi'aveis letor ñotado bien la relacion del gobernador Jorge Espira desde el capítu- lo X deste libro XXV hasta fin del capítu- * lo XVI y precedente, podreis mejor ad- vertir y sentir cómo andan los capita- nes en estas partes, usurpando todo lo que pueden de sus vecinos y aun de sus superiores. Y esto comprendereis mejor en la relacion que agora os daré de Nicu- lao Fedreman, teniente del 'sussodicho Jorge Espira, y aun mejor lo acabareis de sentir en el libro siguiente del nú- mero XXVI, quando llegardes á la junta de otros tenientes de otros gobernadores y de este Fedreman, donde se tractará del valle de los Alcácares y de las Esme- raldas, y cómo vinieron de concordia, sin volver á sus gobernaciones, á dar cuenta á quien la debian dar y se fueron á Espa- na. Y porque esto requiere tomar su principio desde algo mas atrás, digo que este Fedreman, de nascion aleman, avia passado á estas partes é á la provincia de Venecuela, desde que allí gobernaba en nombre de la compañia de los Velga- res, Ambrosio de Alfinger; y antes que á aquel le matassen lós indios, Fedreman avia ydoá España, y estando en la córte de Céssar, fué proveido'del officio de gober- nacion, assi como el Ambrosio lo tenia. Y al tiempo que quiso partir, para yr á Se- villa para armar é yrse á la cibdad de Co- ro, teniendo ya sus provisiones y despa- cho, llegó á la córte un hidalgo llamado Alonso de la Llana, procurador de la cib- dad de Coro é de aquella gobernacion, é tal informacion dió de la persona de Fe- dreman, quel reverendíssimo señor Car- denal de Sigiienca, que despues fué ar- cobispo de Sevilla, presidente del Conse- . jo Real de Indias y aquellos señores que con él asisten en el dicho Consejo, sa- biendo que el Fedreman era partido, en- viaron un correo tras él para que vol- viesse á la córte á la villa de Dueñas, co- mo volvió, y le quitaron las provisiones, y suspendiéronle del officio de goberna- cion. Y aun estuvieron aquellos señores, segund se dixo, para no consentir que ES aleman a por su persona gobernas- DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. XVII. se en estas partes, despues que oyeron al procurador Alonso de la Llana: é agra- viándosse desto los Velcares, tovieron forma cómo fué admitido el gobernador Jorge Espira. É no creyeron aquellos se- ñores quel dicho Fedreman avia de vol- verá Venecuela: el qual dissimulando en , el negocio, se vino á esta cibdad de Sanc- to Domingo, y desde aqui se passó des- pues á la de Coro; y ora fuesse por que- rerlo assi los Velcares, ó por la voluntad del gobernador Jorge Espira, él lo hizo su teniente de capitan general. Es de saber que aquella gobernacion de Venecuela y la de Sancta Marta tenian - diferencia ó pretendian cada una de ellas que el cabo de la Vela entra en su juris- diccion; porque desde allí cada goberna- cion destas ó su gobernador penssaba se- ñorear el valle de los pacabuyes. Y cómo desde á pocos meses despues fué pro- veydo Jorge Espira para Veneguela, pro- veyó Su Magestad para Sancta Marta al adelantado de Tenerife don Pedro de Lugo. Cada uno destos gobernadores lle- vó penssamiento de ocupar é poblar pri- mero é lo mejor que pudiessé el cabo de la Vela, porque del viaje que el gober- nador Ambrosio hizo por el valle de los pacabuyes, quando llegó á Tamara, se - tuvo noticia que adelante avia mucha ri- queca. Y cómo el Jorge Espira llegó an- tes á Tierra-Firme, lo primero que hizo, antes que él saliesse de Coro, fué enviar á Fedreman con gente de pié é de caba- llo al cabo de la Vela, é aun para que se. extendiesse lo mas que pudiesse en la “ costa al Poniente, aumentando su gober- nacion. Assi que, ydo allá, quando le pa- resció tiempo, sin tener licencia del Jor- ge Espira, se entró la tierra adentro, y por donde fué se le juntaron el capitan Alderete y los que con él se ayian amoti- nado al gobernador Hierónimo Dortal en la provincia de Pao, segund la historia lo ha contado en el libro XXIV en loscapítu- 317 - los Xé XI, ó á lo menos parte de aque- llos, porque los mas se perdieron siguien- do su rebelion. Y cómo essos llevaban descontento del Alderete , informado de- llos el Fedreman, le prendió é lo envió á Venecuela. Ya el gobernador Jorge Espira era par- tido de Coro y entrado la tierra adentro. De los subcessos é viaje de Fedreman diré lo que leí de una letra suya que él escribió desde la isla de Jamáyca á Fran- cisco Dávila, vecino y regidor de esta cibdad de Sancto Domingo, íntimo amigo suyo y á quien él era obligado; y le es- cribió esta carta, fecha en Jamáyca pri- mero de agosto de mill é quinientos é treynta y nueve, con el capitan Pedro de Limpias y mill é trescientos é quarenta y : quatro pessos de oro, para en cuenta de lo que á Francisco Dávila se le debia en Veneguela, y una esmeralda de aque- llas que nuevamente se han hallado en cierta montaña donde las hay. Y dice en suma, que yendo en seguimiento del go- bernador Jorge Espira, que luego que ovo despachado la gente de Bariquimice- ta para la cibdad de Coro, siguió el ras- tro del gobernador, por ser la tierra muy estéril y falta de comida y mal poblada; á las veces siguió sus pisadas, é otras veces forcado de la nescessidad se apar- tó, tomando nuevo camino y pueblos por dó el gobernador no avia passado, para poder sustentar su exército. Y á cabo de quatro meses, aviendo dividido el campo en tres partes , para se poder sostener, aviendo passado muchos rios poderosos, dió en una provincia que se dige Arache- ta, poblada de mucha gente de mas fle- chas que de comida, y tornó á juntar su campo, aunque la gente y los caballos es- taban muy fatigados: por lo qual se de- tuvo en aquella provincia. Y la comida faltando, no le daba lugar para que desde aquella poblacion siguiesse el rastro del gobernador; é assi le fué forgado por di- ES 318 cho de los indios, segund despues pa- resció, passar ocho jornadas de despo- blado, y en fin dellas dió en caserias de dos y tres buhíos; y visto el poco reme- dio para la nescessidad que llevaba, de- terminó de tomar otro camino, por el qual no avian passado chripstianos, donde assimesmo padesció mucha nescessidad de bastimentos. Y al principio del mes de abril del año de mill é quinientos é treynta y ocho, halló rastro de gente de pié y de caballo, que avia vuelto hácia el camino de Coro; y cómo el rastro le pa- resció de poca gente, creyó que debia ser de algund capitan quel gobernador enviaba á dar aviso de su subcesso. Y por no poder aver aviso de los indios, por estar en tierra despoblada, no se pudo in- formar, hasta que de ahí á ciertos dias con ciertos de caballo dió sobre un pue- blo, donde tomaron al cacique: del qual supo que parte de los chripstianos que con el gobernador avian ydo, eran tor- nados por:el mismo-camino , y los otros estaban la tierra adentro en una genera- cion, que llaman guaypies. Y lo que les movia á decir esto era porque el Fedre- man é su gente passasen adelante á la provincia y tierra de guaypies, y no se defuviessen allí á invernar con ellos, pues vian que yba en busca de otros chripstia- nos. Y aunque este capitan no era tan nuevo en la tierra que no supiesse la fal- ta de verdad en los indios, dió grand causa á que creyesse que era poca la gente que volvió, segund la mucha que el gobernador llevó á la entrada: de ma- nera; que en seguimiento de los chrips- tianos, perseveró en su camino hasta dar en una provincia, donde halló un rio muy poderoso, que se dice Meta, y allí inver- nó con su exército, á causa de las mu- - chas aguas del cielo y erescimiento de los rios adelante, Y por ser este rio de poca poblacion, no pudo sustentar el exército mas de tres meses: éal cabo dellos fué. HISTORIA GENERAL Y NATURAL forgado de passar adelante, donde halló la tierra tan falta de comida, que se estú- vieron sin pan muchos dias, comiendo rayces de tierra y fructas de árboles. Y fué tanto el estrecho de la hambre, que le convino volver atrás, aunque avia de- xado. la tierra bien rayda; y tuyo por mejor tornar al rebusco, que passar en tiempo tan recio de invierno por despo- blado. Desde allí tomó otro camino arrimado á la sierra, hasta que dió en aquella nascion de los guaypies, donde halló abundangia de comida, aunque los pueblos algunos estaban despoblados, y los indios ausen- tados y huidos, por aver el gobernador in- vernado en aquella provincia. Allí supo de cierto Fedreman cómo el gobernador con toda la gente avia dado la vuelta; y considerando que estaba la tierra adentro trescientas leguas de la cib- dad de Coro, y en principio del invierno, - por el mes de hebrero, y en tierra pobre de oro, y teniendo noticia que de la otra parte de las sierras, á la mano derecha, era tierra rica, y alguna muestra de oro fino que vido; cómo supo quel goberna- dor era passado de largo, siguiendo el pié de la sierra, creyó tener adelante alguna próspera nueva, porque el gobernador llevaba las mejores lenguas é guias que - avia en la tierra allende de la aver halla- do vírgen, y por esto presumió quel go- bernador traia relacion de tierra rica ade- lante. Y cómo estotro tuyo mucha falta de lenguas é guias, si essas él tuviera (dice. por su carta), que passára las sierras mas de cient leguas antes en el paraje del rio de Meta; y que si esto hiciera, tuviera po- ca envidia á los conquistadores mas prós- peros. Y vista la vuelta del gobernador y la poca prosperidad que podia conseguir por el*camino que llevaba, determinó Fe- dreman de passar las sierras, con inten- cion de allí invernar; é assi lo poniendo por abra, passó la sierra, la qual fué tal DE INDIAS. LIB que tardó veynte y dos dias en passar un páramo despoblado frigidíssimo , en tan- ta manera que se le murieron de puro frio diez y seys caballos, que se le helaron. De aquesta sierra y páramo salido, dió en un valle muy poblado, donde supo de los indios naturales que dos jornadas de allí estaban poblados otros chripstianos: y cómo en aquel valle se detuvo á des- cansar con su gente, supieron los otros chripstianos destos que avian passado las sierras; y enviaron á saber y espiar quién eran y quántos yban, con dos soldados que á esto vinieron. Los quales hablaron y se vieron con el capitan Pedro de Lim- pias, á quien Fedreman avia enviado de- lante á descubrir, y dellos supo cómo los que tenian poblado eran de Sancta Mar- ta, y tenian por general al ligenciado Hie- rónimo Ximenez, á quien el adelantado don Pedro de Lugo, tres años avia, en- vió con septecientos hombres por el rio grande que se dice de Sancta Marta arri- ba: de los quales no escaparon sino cien- to é septenta que avia año y medio que avian poblado en aquella tierra. De lo qual avisado Fedreman por el capitan Limpias, é assimesmo el licenciado avi- sado de la yda del Fedreman, teniendo los de Sancta Marta á los de Venecuela por vecinos sospechosos, envió el dicho licenciado tres caballeros capitanes á trac- tar confederacion con Fedreman; y él hizo los comedimientos que convenian con el licenciado, para efetuar la confederacion, y dixo que se viessen sin ventaja, porque - sospechó que aquellos capitanes que en- viaba el ligenciado eran para considerar las fuercas de los que con Fedreman yban. Los quales, segund los trabaxos passados del páramo, eran poca cantidad de gente, y entre ellos avia muchos de los de Sancta Marta y otros de Cubagua que por don- de anduvo se le avian llegado. E conside- - rados los trabaxos é poco provecho que se les ayia seguido, y visto que los que . XXV. CAP. XVIL 319 estaban poblados con el licenciado, esta- ban prósperos y ricos de lo que avian avi- do, y mucho mas de lo que esperaban aver, por ser el mejor rincon que hay en Indias, aunque entre el Perú en ello ; aten- tas todas estas calidades, no consintió que los dichos capitanes viessen su campo: antes los fué á hablar una legua apartado á un pueblo, donde estaban apossentados, é allí se concertó que se viessen perso- nalmente sin ventaja, como en efeto se hizo. En las quales vistas passaron entre - ellos muchas alteraciones sobre la juris- dicion de quién estaba en gobernacion agena. : Finalmente, se concertaron en que ambos á dos juntamente fuessen á Casti- lla á dar relacion á Sus Magestades, para que oydos provean en quál gobernacion cae la dicha tierra, y que entre tanto to- da la gente de la una parte y de la otra quedassen en el valle, que tenian poblado á que llaman los chripstianos el valle de los Alcágares, y que un hermano del di- cho licenciado quedasse por general de- llos, hasta que Sus Magestades proveyes- sen en todo lo que mas fuesse su Real servicio, quedando los de Fedreman con todos sus cargos. É movióle á hacer esto,. respetando muchas causas, assi las sos- pechas de algunos de su campo que se presumian por las causas ya dichas, co- - mo porque al mismo tiempo que Fedre- man entró en aquella tierra, un capitan del gobernador Francisco Pigarro que se dice Sebastian de Banalcácar, avia alle- gado en una provincia que se dige Neyra, ques treynta leguas de donde estaban po- - blados los de Sancta Marta, con ciento y cingúenta hombres de pié y de á caballo bien armados ; habiendo dexado en qua- tro pueblos que pobló, otros trescientos hombres. El qual, quando Fedreman lle- gó, avia enviado un capitan de su campo á capitular con el dicho ligenciado Jimenez, desseando confederacion y compañia, pa= 320 ra meterse en aquella tierra, en cuya busca y demanda avia venido quinientas leguas. De manera que á porfia los unos de los otros procuraban aliarse con los de Sancta Marta, como personas que tenian poblado y estaban en posesion; y aunque el dicho Benalcágar, por sus cartas y mensageros convidó á Fedreman á se confederar con él, respetando el deservi- cio que á Sus Magestades, á cabo de tan- tos servicios, se hiciera en venir en rom- pimiento donde no se podia excusar mu- cho daño, y por otros métodos que para ello tuvo, dió lugar á que el hermano del licenciado quedasse con el cargo, con que las personas del campo de Fedreman no fuessen removidos, como se ha dicho. É assimesmo poblaron tres pueblos en cada uno la mitad de la una gente é la mitad de la otra, assi de alcaldes é regidores, é vecinos; de manera que en todo quedó igualdad y órden, segund Fedreman di- ce por su carta. Y hecho-lo ques dicho, determinaron de hacer dos bergantines, para por el dicho rio grande venirse á dar cuenta á Sus Magestades: y puesto - en efeto, se embarcaron el licenciado Hie- rónimo Jimenez y los capitanes Fedreman y Benalcácar con otras personas, y baxa- ron por el rio mas de trescientas leguas, de HISTORIA GENERAL Y NATURAL hasta que salieron por la boca dél á la mar, á donde llegados, por ser el tiempo contrario fueron á la cibdad de Cartage- na. É allí fletaron una nao, que hallaron, en que se partieron para la córte á dar conclusion cada uno en lo que pudiesse guiar á su propóssito. Y entre tanto, rogaba por su carta Fedreman al dicho Francisco Dávila, oviesse por encomendado al capitan Pe- dro de Limpias, que en su viaje se avia hallado en todo,» y que de todo mas co- piosamente le informaria, como testigo de vista, para que en esta cibdad de Sancto Domingo se proveyesse de algunas cosas nescessarias para la jornada futura que Fedreman penssaba hacer á Tierra-Firme. Y dice quél enviára algund socorro al go- _bernador Jorge Espira; pero temiendo que en su ausencia no haga alguna jor- nada, como la passada, porque seria per- derse todo, si se hiciesse , no lo hizo: por- que ninguna dubda tiene que todo se erraba si su persona faltasse, y por esto y por no tener comision de los Velcares, dice que lo dexó de hacer. Dice mas: que aunque gaste veynte y treynta mill pessos en despachar lo que conviene y una buena armada, para que se efetúe lo que conyiene, no lo dexará de hacer. - CAPITULO XVII. En conseqiiengia de la relacion que Fedreman hace á Francisco Dávila, regidor desta cibdad de Sancto Domingo, por su carta. N o espressó particularidades de la tier- ra que vido, refiriéndosse á lo quel capi- tan Limpias diria; pero dice ques la mas rica tierra de oro y piedras esmeraldas que hay en lo descubierto tanto por tanto, - aunque es chico rincon. Y no se ovieron menos de doscientos mill pessos de un in- dio solo, y de un oratorio á dó sacrifican al sol cinqiienta mill, y hasta dos mill es- meraldas de todas suertes. Y esto e quando los de Sancta Marta entraron en aquella tierra; llegaron muy desbaratados y sin lengua, y tuvieron los indios lugar y tiempo de algar el oro. Y aun aquello que se ovo, pudieran alcar, si el señorá quien lo tomaron, no lo tuviera en poco, por ser viejo, de lo qual ya no hagia cuen- ta ni lo estimaba; porque segund pares- ce, como es gente muy ydólatra y adoran al sol, el oro viejo no les paresce que - z DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. XVIIL quando lo ofrescen es tan acepto al sol, porque no resplandece. Las minas que tienen son muy ricas de oro é piedras esmeraldas, porque los Chripstianos las fueron á ver é las hicie- ron sacar en su presencia. No parescen de la especie de las del Perú, y tienen estas por mejores. Dice Fedreman que espera volver pres- to á aquella tierra en que le avian gana- do el juego por la mano los de Sancta Marta, é le convino desampararla é yrse á negociar lo que tanto le importa. Y en- vió á Francisco Dávila, su amigo, con el capitan Pedro de Limpias una esmeralda para muestra de la fructa de aquella tier- ra, y mill É trescientos é quarenta y qua- tro pessos de diez y nueve quilates esti- mado ; pero es mejor y delgado en plan- chas de oro batido, y tan delgadas como un canto de real, porque son enforro de los muros de las casas ó templos: é assi m o en España se visten é blanquean los edifigios y salas de las casas con yeso, ó en esta nuestra cibdad de Sancto Domin- go con cal, assi aquellos indios envisten y chapan las paredes y techumbre de sus moradas con láminas de oro y las chapas que he dicho, en especial los reyes ó ca- ciques y señores principales, é sus tem- plos ú oratorios. Dice este capitan Fedreman que yba á Castilla á dar cuenta á la Cessárea Mages- tad de lo subcedido, é á pedir juez de términos de la provincia de los Alcácares, la qual dige que sin duda, hablando sin aficion, cae en la gobernacion de Vene- cuela; y que puesto caso que los de Sancta Marta, hasta él se juntar con ellos, avian antes poblado y conquistado, y por esso se les diesse atento la pose- sion, no es lo mejor ni es mucha tierra, porque se dieron á poco, y estuvieron año y medio en un pueblo sin correr la tier- ra, y que lo demas que en aquel rincon pm de él llegado se descubrió y des- TOMO HL. 321 cubriere , dice que pues el dueño se ha- ló en lo conquistar, que son los de Ve- necuela, que no Cree se les quitará oyén- dole á él: quanto mas que aquella tierra no tiene entrada por otra parte, sin que cueste gente sin número, si no es por Venecuela, y no por la parte por donde él entró, sino cient leguas antes hácia Ve- necuela la hay muy buena entrada. Y es- to dice que es lo que siente y sabe de cierto quanto á aquel rincon; pero que él tiene ojo á otra cosa de mucha mas im- portancia, si de España él torna con el cargo de aquella gobernacion de Vene- cuela, porque de otra manera no le toma- ran por acá. Y cerca destos sus penssa- mientos gasta otras palabras excusadas y no convinientes á la historia, hasta que el tiempo las declare por lo que fuere. Dice assimesmo que no del todo esta- ban engañados de Meta, é que aquel rio . nasce en la sierra que ataja los llanos por donde este Fedreman anduvo, y que el valle de los Alcácares y la casa de Meta, que los que la buscaban decian: la qual dice que ya no tiene sanctos, porque los de Sancta Marta los llevaron en costales, que fué el sanctuario que essos llaman de Sogamosa , donde se halló, despues de aver llevado los indios lo mejor é lo que quisieron, aquellos cinqúenta mill pessos ques dicho. De manera que durmieron mucho á ganar los perdones de aquella casa tambien como los de Venecuela; y dige que el gobernador Ambrosio de Al- finger y el gobernador Jorge Espira los pudieron ganar, ocho años ha el uno, y tres años ha el otro, si tuvieran devocion. Esto dice Fedreman , culpando de ne- gligentes á essos gobernadores de Vene_ cuela, como hombre lastimado quél di. ce questá, hasta ver cómo se toman las cosas en la córte, y que por tanto no sé quiere derramar, sino enviar aqui al di- cho capitan Limpias con dos mill ducados de compañia para proveer 2. algunas co- 232 sas, puesto que dice que se recela de las malas intenciones de los officiales de Ve- necuela ó parte dellos. Y á este propóssi- to invoca é ruega al Francisco Dávila y álos que le parescia que le pueden des- de acá ayudar con sus cartas, para que en la córte sea favorescido; y para que no le olviden, ha enviado algunas esme- raldas que yo he visto. Y dige que no se determinará hasta ser certificado de lo que tiene en la gobernacion; porque no le acaesca lo que en el tiempo passado, que despues de aver armado y gasta- - dolo suyo y lo de sus amigos, le sus- pendieron. Y que si no vé que le respon- den con lo que es racon, que se conten- tará con su suerte, y que con veynte mil duros vivirá tan descansado en su pa- tria ó en España como acá con cient mill, sino le moviesse ver á Venecuela tan per- dida, y estar sin jactancia el remedio en su mano. HISTORIA GENERAL Y NATURAL La carta, en que Fedreman ha dicho lo que en estos dos capítulos se ha dicho, é otras cosas que no son para la historia, es fecha en la villa de Oristan en la isla de Jamáyca, primero dia de agosto de mill é quinientos é treynta y nueve años. Este mintió en muchas cosas, y hartas dellas que son verdades de esta su carta, las dige enforrada y cautelosamente. Y no querays ver, letor, sino que el Benal- cágar y el Fedreman eran tenientes de otros gobernadores, y ninguno dellos volvió á dar cuenta á quien le dió el car- go ni donde la entendiessen, por yrse á Castilla 4 procurar de quedarse con los officios agenos. Á este me dicen que sus amos en Alemania los Velcares le toma- ron cuenta, y que murió dándola ; y se- gund él era largo de conciencia, él diria poca verdad en ella. Pero si teneys, le- tor, perseverancia en esta lecion, en su lugar vereys en lo que pararon estos. CAPITULO XIX. En que se tracta de una manera de honor militar que se usa en aquella provincia é gobernacion de Vene- cuela entre los hombres de guerra : los quales, assi graduados, preceden é son tenidos en mas que la otra gente, y son como los caballeros entre los chripstianos. Despues de escripto lo que hasta aqui he podido entender de las cosas de esta gobernacion de Venecuela, supe una ma- nera de honor militar, con que los natura- les de aquella tierra preceden é se aven- tajan é honran sobre la gente comun, y aun de la que es de mas calidad; y es una manera de hidalguía y noblega ad- quirida en la militar disciplina, y de aquesta forma. Por un hecho de esfuerco que uno hace, se pinta el braco derecho de cierta pintura ó devisa de color negra, sacándose sangre y poniendo carbon mo- lido. En fin, la pintura es como la que por gala usan las moras de la Berbería en África: la qual pintura nunca se quita ni puede, si no fuesse desollando lo pin- tado. Y de allí adelante este tal indio no es de los comunes, sino como hidalgo en- tre los españoles, y marcado por hombre de guerra, y estimado de ahí adelante por valeroso. Y quando hace otra segun- da prueba de su persona é queda con vi- toria, este tal es como aquel que demas de ser hidalgo le arma el rey caballero, y entonces píntansele los pechos con la mis- ma devisa del braco ú otra. Quando al- canca la tercera vitoria, píntanle desde los extremos de los ojos de una raya que le va desde ellos á las orejas. Y aquestos que assi están alcoljolados, son estima- dos por una grand dignidad, é no hay mas que ser ni mas honra que alcancar: que paresce que este tal es un Ector, ó un DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. XIX. Bernardo del Carpio, ó un Cid Ruy Diaz, ó quien mas quisierdes estimar. Pero en estas pinturas é honores militares hay mas grados ó menos, como se dirá con mas in- formacion adelante en el capítulo XXII. Verdad es que á vueltas destos sus ho- nores ussan olra cosa que entre chrips- tianos es vituperio ó fealdad; y es, que aunque maten á uno ruinmente, ó dur- miendo, ó sobre seguro, no dexan de adquirir aquel grado ó pintura: lo qual me paresce que mejor se puede llamar 323 bellaquería ó traycion que no esfuerco ni gentilega. É aun los otros terceros que allí se hallan é lo ven, aunque no maten ellos, con que toquen al muerto se le co- mienca ya á pintar, ó proceden en la pin- tura, añadiendo, si alguna tienen, por la órden que es dicho. La qual manera de noblegca me paresce que es conviniente para tierra, donde se usa aquel hilo por bragas que traen las mugeres, segund se dixo en el capítulo IX de aqueste li- bro XXV. CAPITULO XX. De la muerte del gobernador Jorge Espira é de oras cosas tocantes á esta gobernagion , y cómo el obispo don Rodrigo de Bastidas partió y fué desde aquesta cibdad de Sancto Domingo con gente é caballos , para gobernar en la dicha gobernacion , en tanto que Sus Magestades lo proveen, etc. Y. todo lo que en estos tractados se acrescentáre, desde aqueste año de mill é quinientos é quarenta y un años ó poco antes, ha de ser á la jornada, segun las cosas subcedieren y llegaren á la noticia del coronista hasta la impresion destas historias. Y conforme á esto digo, que estando el gobernador Jorge Espira ade- rescando su viaje para tornar á entrar la tierra adentro, penssando hallar lo que no pudo en su entrada passada, llegó aquella definidora destos cuydados hu- manos, y llevóle Dios de esta vida á otra mas segura, donde de todo lo que bien oviere hecho hallará el galardon, y de lo que oviere errado, como hombre. Haya Dios missericordia dél: que en. verdad, aunque yo tracté poco su perso- na, me paresció que era dino del cargo que tenia, y que viviendo, fuera Dios servido dél y Sus Magestades. Porque demas de ser prudente y virtuoso, esta- ba en edad para poder trabaxar, y de los trabaxos passados bien instruido, para 1 Aqui hay un claro en el códice, que se tiene presente, sin que sea posible fijar ya el mes que Oyicdo dejó en blanco. Sin embargo, por el con= - comportar y proveer en los venideros. Su fin fué en el mes de.... * del año próximo passado de mill é quinientos é quarenta; y en la hora que aqui se supo por el se- ñor obispo don Rodrigo de Bastidas, aun- que avia poco que descansaba en su casa en esta cibdad, como buen pastor espiri- tual y celoso del servicio del Emperador, nuestro señor, determinó de yr en per- sona á aquella tierra de su diógesis y go- bernacion, y porque para ello desde an- tes tenia poderes Reales, para que en defeto ó ausencia del gobernador gober- nasse é proveyesse todo lo que convi- niesse. É assi partió desta cibdad nuestra de Sancto Domingo quassi en fin de no- viembre del mismo año, muy bien acom- pañado de mas de ciento é cinqúenta hombres, y con ciento y veynte caballos: y entre aquesta gente avia muchos hom- bres de bien y gente diestra para la po- blacion y conquista de la tierra. Bien creo yo que si su persona de este perlado no entendiera en esta armada, texto de su narracion puede deducirse que Espira bubo de fallecer á fines de octubre ó en los prime= ros dias de noviembre de 1340. ; 324 que no la ovieran tal los alemanes desde España sin despender assaz millares de ducados, y aun despendidos, no fuera la gente tan al propóssito. Y segund yo lo supe por carta del dicho señor obispo, fe- cha en Coro á doce de diciembre de miil é quinientos é quarenta, desde á nueve dias que partió de aqui llegó á aquella cibdad é á su Iglesia; é luego eligió por capitan general á Felipe de Huten, caba- llero aleman, persona noble y de buenas calidades, hasta en tanto que Su Mages- tad Cessárea, á suplicacion de los alema- nes Velgares, á cuyo cargo está aquella poblacion é conquista, provea, ó confirme al que es dicho. Quando el obispo llegó con la armada HISTORIA GENERAL Y NATURAL que es dicho, halló en la tierra doscien- tos caballos otros, y mas de trescientos hombres hábiles y hechos á la tierra, y se espera que se ha de hager mucho fruc- to. Dios lo guie á su sancto servicio y le dé entendimiento á aquel Pedro de Lim- pias, del qual la historia ya ha hecho men- cion, que sea buen adalid. Este estaba aqui, porque avia venido con las cartas y dineros que Fedreman escribió; y el se- ñor obispo se lo llevó consigo, como á hombre que se espera ser útil en aquella conquista, assi porque es lengua y plá- tico en aquella tierra, como porque de su aviso é de lo que ha visto en ella se tiene mucha esperanca, para las cosas del tiempo pressente. CAPITULO XXI. Cómo el obispo don Rodrigo de Bastidas llegó á la cibdad de Coro, cabea de su obispado y de Ja gober= nacion de Venecuela, y cómo proveyó en las cosas de la tierra, y sirvió muy bien en su yda; é Su Ma= gestad le mejoró en riquega ú obispado, é le dió la iglesia de la isla de Sanct Johan Bautista; y tráctase del estado en qne quedó aquella lierra hasta quel obispo volvió á esta cibdad de Saneto Domingo. - 1 No tengo por menos buena la ventura de los Príncipes dándoles Dios buenos servi- dores é leales ministros que la que les dió en hacerlos Reyes; porque aviendo res- peto á la poderosa é dificil carga de la administracion de los reynos, sin los ta- les buenos criados en mucho riesgo están sus Estados, y no en menos peligro su propria ánima. Digo esto, porque soy tes- tigo de vista de la buena diligencia y áni- mo con quel obispo de Venecuela, don Ro- drigo de Bastidas, con proprios é gran- des gastos, en la hora que aqui se supo la muerte del gobernador Jorge Espira, se determinó en dexar su reposo y casa, para yr á poner recaudo en aquella go- bernacion, como se dixo en el capítulo antes deste. El qual partió desta cibdad de Sancto Domingo en el tiempo y con la armada y gente de pié é de caballo é na- vios que la historia ha dicho, porque avia mucha nescessidad de reformacion en los conquistadores y en los naturales de la tierra, para que la poblacion y pagifica- cion de aquel señorio se conservasse é continuasse: é sin atender á que Sus Ma- gestades se lo enviassen á mandar, como celador de su Real servicio, lo puso por obra; pero ya tenia poderes, como gober- nador algun tiempo antes, desde que no parescia Jorge Espira, ni se sabia si era muerto ni vivo en el viaje que avia hecho la tierra adentro. Para proveer las cosas de aquella go- bernacion, en tanto que Sus Magestades lo proveian, y aunque essos poderes avian espirado con la vuelta del Jorge Espira, la brevedad de su vida despues de tor- nado, tornó á resucitar la comision real. É assi este perlado, constándole la nes- _cessidad que aquella provincia y Estado tenia, po porque la gente que quedaba no DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. XXI. se desordenasse, ni hiciessen lo que sue- len hacer los que sin superior se hallan, con entera voluntad y obra se ofresció á nuevos trabaxos; y en la verdad su per- sona á mas que esso bastára y mejor que otro lo supiera hacer. Hizo la reformacion de la provincia, y proveyó en ella lo que al servicio de Dios y de Sus Magestades, y á la conservacion de los indios y su buen tractamiento, y al remedio de los conquistadores españoles convino. Porque assi como fué llegado á la cibdad de Co- ro, sin descansar dia ni hora, con mucha prudencia é prontitud, proveyó todo aque- llo quel tiempo é oportunidad de las co- sas dieron lugar é se pudo hacer, assi en la reformacion é visitacion de las ánimas de los chripstianos é de su Iglesia, como en el buen tractamiento é quietud de los indios que estaban de paces, y en el or- namento y nescessidades de aquella re- pública. Y hecho aquesto, acordó de enviar á buscar é recoger al capitan Lope de Montalvo, si pudiesse ser avido: el qual era un caballero natural de la villa de Me- dina del Campo, que por mandado del gobernador Jorge Espira, y como su te- niente, avia ydo con gente adelante la tierra adentro, en busca de aquellas gran- des riguecas que ya otras veces se avian tentado á inquirir; é mandóle el gober- nador que le esperasse en cierta parte, con intencion de se partir desde á poco tiempo trás él, si la muerte no lo ataxára. Y deste capitan desde que partió de Co- ro, ni de hombres de quantos con él fue- ron, ninguna cosa se sabia quando llegó el obispo. É assi para este efeto, como para poblar aquella provincia, proveyó é nombró por capitan general, en nombre de Su Magestad , á un caballero noble ale- man , llamado Felipe de Huten, para que fuesse en seguimiento del dicho Lope de Montalvo, é recogiesse la gente é caba- llos que llevó, é poblasse donde fuesse 325 mas á propóssito del servicio de Dios y de Sus Magestades, é para reducir los naturales indios á la fée cathólica, é don- de los españoles mejor se conservassen é aprovechassen como buenos conquista- dores, é mayor fructo en todo se hicies- se para la sustentacion é república chrips- tiana. Elegido el capitan é aceptado el cargo, proveyó en mandar aprestar la gente con lo nescessario para el viaje, aviéndolo el dicho obispo acordado con voto é pares- cer de Alonso Vazquez de Acuña, thes- sorero , é de Antonio de Naveros, conta- dor, é de Pedro de Sanct Martin, factor, officiales de Sus Magestades en aquella gobernagion, é con Melchor Grubel, ale- man, factor Bartolomé , é Antonio é Vel- car, como persona que en sus nombres pretendia intereses en aquella conquista, y como beneficiador de sus bienes; por- que la compañia de los Velcares, sus fac- tores, avian prestado muchos dineros é haciendas en diversos tiempos á los sol- dados é conquistadores, é para que tu- viessen con qué pagar lo que debian é ganassen con que viviessen y se descu- briesse la tierra. Assi este Melchor Gru- bel fué de parescer que la gente fuesse en esta jornada y empressa, porque era la cosa que mas convenia á sus amos é señores, para cobrar su hacienda é adqui- rir mas por esta via: é á este efeto de su propóssito dió muchas causas en presen- cia del obispo é de los officiales é de otras personas principales que se hallaron pre- sentes á esta consultacion é acuerdo. É porque los gobernadores passados, si- guiendo mas sus intereses proprios que lo que convenia al bien de la provincia, las veces que ellos ó sus tenientes avian entrado la tierra adentro, no bien mirán- dolo, avian llevado para servirse de Jos indios de paz é amigos mucha parte de- llos, que eran muertos en las jornadas é viajes, á causa de lo qual se avian escan- 326 dalicado los que quedaron en la tierra, y como gente injustamente ofendida esta- ban alterados, temiendo ser llevados en esta jornada, y en especial la nascion de los indios que llaman caquitios, amigos de los chripstianos, estaban muy temero- os y sospechosos, temiendo lo que es dicho; y aun porque en efeto de los so!- dados que estaban apercebidos para yr con el Felipe, algunos atrevidos se avian disfracado con máscaras, y de noche fue- ron á los pueblos de los indios amigos, y los tomaban y escondian, para se los lle- var en aquella entrada hurtados, para se servir dellos, de lo qual resultára mu- cho daño é se siguieran novedades é se alcára toda la tierra. Esto se escusó por la prudente diligencia del obispo, el qual mandó que no se hiciesse, só graves penas, é lo proveyó de la manera que convino para el bien y seguridad de los indios. Y demás desto, proveyó cómo fuessen los officiales en el dicho viaje, ó enviassen en su lugar un veedor, que se haliasse pressente en todo lo que sub- cediesse, para que en la hacienda é quintos reales oviesse todo buen recab- do. É assi ellos nombraron é dieron su poder para, ello al contador Antonio de Naveros. Assimesmo proveyó de alcalde mayor para la jornada á un caballero de Sevi- lla, llamado Rodrigo de Ribera, al qual mandó, é á los capitanes Bartolomé Vel- car y Pedro de Limpias, que en los pue- blos de paz assi como Cacicare, Carao, Cacarida y otros ranchos á ellos comarca- nos, que están poblados de indios caqui- ' tios, amigos é vassallos de Sus Magesta- des, por donde avian de passar los con= quistadores que yban con el general Fe- lipe de Huten *, no consintiessen hacerles daño ni desplaccr, ni llevassen ni consin- tiessen llevar dellos indio ni india, chico HISTORIA GENERAL Y NATURAL ni grande, ni de otro pueblo alguno de los comarcanos de la cibdad de Coro, ni se les tomasse cosa alguna de sus hagien- das, ni les fuesse hecho agravio ni des- placer, só graves penas que les puso. Y aun demás de los pregones públicos que para esso se dieron, mandó que ninguna cadena se llevasse en aquel exército, é que los herreros no las hiciessen, é que las que avian hechas, se truxessen antél, é se pusiessen en seguro depóssito. Despues que todas las cosas nesgessa- rias fueron á punto para continuar el via- je, hizo juntar é vinieron antél el capitan general é oficiales de Su Magestad , y el capitan Pedro de Limpias, como hombre plático y lengua en aquella tierra, é otras personas, para que se declarasse el ca- mino que se debia hacer. Y en pressencia del fator de los alemanes, Melchor Gru- bel, el dicho obispo les hizo un racona- miento copiosso y bien ordenado, y co- mo de prudente é cathólico perlado, y buen servidor de Sus Magestades, exor- tando é mandando que como buenos é fieles vassallos á su Rey y como mílites chripstianos, guardando en todo el ser- vicio de Dios y del Príncipe, é cómo la tierra se descubriesse é pacificasse en to- do lo que pudiessen sin sangre ni fuerca, sino con buena industria y equidad, pus- siessen en obra la jornada, y declarassen luego ante todas cosas allí en su pressen- cia, é se asentasse por escripto é firmas- sen de sus nombres, el camino é viaje que entendian llevar con la gente de pié y de caballo que avia de yr en esta jor- nada; porque assi declarado se diesse noticia verdadera de todo á Sus Mages- tades, y tambien para que, si nescessario fuesse adelante, se les enviasse socorro é ayuda de mas gente; é assimesmo para que los oficiales, que pressentes estaban, diessen su parescer. É aquel Melchor 1 Huten. En algunos pasajes dice el MS. Hutte; en otros Hutre. DE INDIAS. LIB. Grubel en nombre de sus partes, dixes- se si les parescia quel viaje assi declara- do se debia hacer, ó si se debia escusar, é diesse las racones que en lo tal se de- bian dar, para que con buen consejo y entero consenso y maduro acuerdo é no- table determinacion aquello se hiciesse, que mas útil y provechosso paresciesse, y la jornada no se errasse. Y despues de algunas pláticas, á pró é á contra - que allí passaron, convinientes á la buena expedicion del negocio, el general Felipe de Huten é Pedro de Limpias, capitan de gente de pié y de caballo y lengua, se resumieron y declararon que la jornada é camino que avian de llevar, como per- sonas que lo sabian é lo avian andado é coíno les parescia que se debiá de hager aquel descubrimiento , era yr é que yrian - desde aquella cibdad de Coro á Baraque- cimeto, y desde allí derechos á dar al rio Oppia, ques el camino que llevó el gober- nador Jorge Espira, y el que llevaba assi- mesmo el teniente Nicolás Fedreman *: é que en aquel rio de Oppia avian de sa- ber, é procurar, é aver noticia de cierto valle questá cerca de allí, é si avian ve- nido á él los chripstianos que estan po- blados en los Alcácares, alias nuevo rey- no de Granada, é que si caso fuesse que se supiesse aver ydo chripstianos espa- ñoles al dicho valle, de qualquier par- te que fuessen de fuera de la provincia de Venecuela, que en tal caso el dicho general Felipe y su gente no yria ni lle- garia á aquel valle é se passarian adelan- te, la via é camino que llevó Jorge Espira en descubrimiento y conquista de la ri- quega grande quél avia ydo á buscar, de que se tuyo assaz noticia : é que si caso fuesse que en aquel valle no oviessen en- trado españoles ni toviessen noticia de- llos, que entrarian el dicho general é su gente, é lo descubririan é harian aquello XXV. CAP. XXI. 327 que mas conviniesse al servigio de Dios é de Sus Magestades, y al bien de la pro- vincia é remedio de los que en ella resi- den. É que en continuacion de su cami- no, por donde passasen , pornian cruges y sus señales escriptas para que se sepa la via que llevan: por manera que no yrán á gobernacion agena á residir ni poblar, salvo en la que están de Venecuela. Y es- to declararon é firmaron, lo qual oydo por los oficiales de Céssar é por Melchor Grubel, factor de los Velcares, como per- sona que avia fiado á los españoles, que yban en aquella entrada, mucha suma de pessos de oro, dixeron que les parescia muy bien la declaracion quel general Fe- lipe de Huten y el capitan Pedro de Lim- pias avian hecho; é que aquello era mu- cho servigio de Dios é de Sus Magesta- des, é pró é utilidad de los pobladores de la dicha provincia. É lo firmaron assi de sus nombres por aucto, y el señor obis- po, en aprobacion de lo ques dicho, lo fir- mó assimesmo, dando ligencia para hacer el viaje. É assi esta gente é armada par- tieron de la cibdad de Coro un dia del mes de agosto del año que passó de mill é quinientos é quarenta y un años, ha- biendo oydo missa del Espíritu Sancto, encomendándose á Dios, é habiéndoles echado la bendicion el obispo. No se pudo hacer antes ni concertar esta jornada por assentar é proveerse las otras cosas de la cibdad é de sus comarcas, donde quedó por teniente de gobernador un caballero llamado el comendador Die- go de Buiza, de la Órden de Chripsto en Portugal, pero castellano, con ordena- cion é instrucion del obispo don Rodrigo, para lo que tocaba á la conservacion é gobernagion de la tierra. É dada conclu- sion en todo lo que se debia proveer, acordó de dar la vuelta para esta cibdad de Sancto Domingo, é desde aqui yr á 1 Fedreman. En algunas partes se halla escrito , bien que equivocadamerte , Federman. 328 visitar su nuevo Obispado de la isla de Sanct Johan, de la qual Iglesia ó permu- tacion el Emperador, nuestro señor, te- niéndose por muy servido deste buen perlado, le hizo merced con mucha me- joria de renta, é mas á su propóssilo. É llegó á esta nuestra cibdad de Sancto Do- mingo , sábado veynte y ocho dias de enero de mill é quinientos é quarenta y dos año3, donde fué rescebido de sus ve- cinos y amigos con mucho placer é ale- gria. : Y todo lo que es dicho, supe yo de su persona viva voce, y aun lo ví signado de un escribano público, porque el obispo para su descargo, como prudente, é para satisfacion de los Velcares, lo traia auc- toricado. É de la relacion de la misma es- criptura, y dél y otros que se hallaron pressentes en este su camino hasta que HISTORIA GENERAL Y NATURAL aqui volvió, noté lo que en este capítulo está dicho, porque, como en algunas par- tes tengo avisado al letor, en todas aque- llas cosas que son de sustancia, en que no me hallo presente, hago memoria del testimonio que tiene. : Espérase, con la ayuda de Dios. que la jornada será muy provechosa, é que presto se sabrán otras muchas cosas que en su tiempo se acrescentarán en la histo- ria; porque la gente que este camino hi- cieron con el general Felipe de Huten fue- ron ciento é cinqúenta hombres de caba- llo é algunos pocos de pié, é todos los mas y él diestros en las cosas de la guer- ra é de la tierra: que es muy grand par- ticularidad estar los hombres hechos á los trabaxos é fatigas, que por acá se pades- cen. Dios lo guie todo á su sancto ser- vicio. CAPITULO XXIL De algunas particularidades, de que el historiador fué informado desta provincia de Venecuela por el mesmo señor obispo don Rodrigo de Bastidas, como testigo de vista y de tanta auctoridad. tando yo á un testigo de vista tan reverendo y sabio-y de tanta auctori- dad, como es el señor obispo don Rodrigo de Bastidas, las cosas de los indios de la provincia de Venecuela , é sabiéndolo él tan bien como pastor de aquellas ánimas, é assi en sus ritos é cerimonias como en la fertilidad de la tierra é otras particu- laridades, me dixo las que en este capí- tulo diré. Las quales, aunque no tan or- denadas ni tan copiosamente dichas como yo quisiera vayan relatadas , é tan diver- sas é mezcladas sean, ha de advertir el letor que cada una dellas es en sí muy notable é digna de ser memorada é con atencion considerada. Quanto á la tierra, todos quantos la han visto la loan de muy sana é templada é de muy lindos ayres é buenas aguas, é muy fértil de aquellos mantenimientos de indios, assi como mahiz é muchas fructas, é mucha monteria é caca, é animales é aves de muchas maneras, é muchos é buenos pescados. É tambien hay perlas en aquella costa; y de todas estas Cosas las que en particular el señor obispo de mas estimacion hace, es lo que agora se dirá. É no solamente él, pero el thesso- rero Acuña, y el contador Naveros, Y Pedro de Salvatierra, y el capitan Pedro de Limpias, que por allá andan y á esta cibdad han venido algunas veces, me han informado dá voce viva lo que agora aprue- ba é dige este perlado, que se quiso mUy bien satisfacer de vista en lo ques dicho y en lo siguiente. Acostumbran los indios en aquella tier- ra, algunos dias antes que vayan á la guerra, ó quando han de sacrificar ó ha- cer alguna cosa de las quellos tienen por DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. XXIIL. de mucha importancia, ayunar ciertos - dias á reo continuados, y con mucha die- ta, y todo el dia entero sin comer ni be- ber cosa alguna: é quando hacen colacion, es muy poca cosa é una macamorra ques como unas poleadas ó puchecilla ó atalvi- na poco espessa y de poca sustancia. É assi quando acaban aquellos dias, quedan muy flacos y descoloridos, y con nesces- sidad de ser bien proveydos é sostenidos, para restaurar sus personas en el estado primero. Y este ayuno, assi como le hace el indio, le hacen juntamente sus mugeres é hijos é todos los de su casa, si no son de tan poca edad que no lo pueden hager por niños; pero despues que conoscen mu- geres é se ayuntan por matrimonio ó sin él, todos aquellos é aquellas que son su- ficientes para casarse, lo son para ayunar: é assi ayunan sin romper el ayuno ni otra cerimonia alguna de las que essa gente usa, que son muchas, é las guardan muy enteramente. Estos indios é indias son de la color y estatura de los destas islas, y de la ma- nera que en otras partes lo memoran es- tas historias; é nunca se cortan el cabe- llo ni las uñas de las manos ni de los piés. Y es gente bien templada é de buenas fuercas; pero naturalmente sucios é mal inclinados. No puedo acordarme de lo que agora - diré, que oí á este señor obispo, que dexe de reyrme de lo que le dixo un indio principal: al qual él reprendiendo de al- gunas torpegas, y deshonestidades y del mucho mentir, y exortándole á que no lo hiciesse más é que viviesse bien, é que aprendiesse las cosas de virtud, 6 á esto propóssito otras muchas é buenas amo- nestaciones, le dixo el obispo: «Dime, bellaco, ¿por qué haces estas cosas?» Di- xo el indio: «¿No ves tú, señor, que me voy haciendo chripstiano ?» Quassidicad: «voy seyendo bellaco, como vosotros los chripstianos.» A lo qual el obispo le repli- TOMO Jl. 3294 có: «Mira, el chripstiano que hace lo que tú haces, vase al infierno, é castigar- le he yo al que supiere que es bellaco.» É assi deberian nuestros chripstianos mi- rar en lo ques dicho, que no es poco vergongosa respuesta para ellos la deste indio, para enmendar sus vidas, y no ser causa que estas gentes salvajes puedan aprender dellos á mal vivir, sino á bien obrar, pues que no se pierdan como ellos. Los que son varones, traen el miembro viril metido en un calabacito cerrado ó cuello de calabaca , é con un cordon ce- ñido le tienen é cubren aquella parte mas deshonesta de su persona; pero los otros quedan descubiertos y al ayre: Las mugeres traen unas bragas, que es una mantilleja ó trapo de algodon tan ancho como dos palmos, é mas ó menos, . prendido en una cuerda que se ciñen: é aquel trapo baxa sobre las nalgas, é mé- tenlo entre las piernas , é súbenlo á pren- der en la mesma cintura. Assi que atapa - gus vergúencas y el vientre, y todo lo restante del cuerpo es desnudo; pero las mugeres que son doncellas é no han co- noscido varon, é para que se conozca su virginidad , hacen assi. Traen las bragas como las otras mugeres, y échanse al cuello una cuerda, y los cabos della tó- manlos adelante é crúzanlos en la boca del estómago, y desde allí el uno va á se atar al hilo de la cintura en el lado iz- quierdo ó cadera, y el otro en la otra ca- dera é hilo mesmo de la cintura: assi que, el que vino desde el hombro derecho, se ata en la parte siniestra, y el del hom- bro siniestro en la parte ó cadera dere- cha. Y ponen otro hilo por detrás atado al cuello (digo en el hilo que es dicho), é baxa derecho por la canal de las espaldas, é atájase en el hilo de la cintura ques di- cho, en que anda aquella su braga; y es tan cierta señal de ser vírgen la moga ó muger que esta insinia trae , que indubi- tadamente ninguna Sn trae, y mas 330 segura prenda de la pudicicia de aquella gente bestial, que la que entre los chrips- tianos é otras nasciones de Europa ni de Assia é de África fingen las que doncellas se llaman. É por ser mejor entendido he querido pintar estas mugeres ó doncellas vírgines, pues que por nuestros pecados mas fiel guarda son estos hilos destas in- dias para su abono, que en nuestra Eu- ropa las clausuras y porteros que algunas mugeres muy estimadas tienen. Y estas de acá, andándose por el campo y sien- do su propria voluntad su guarda, basta este hilo ques dicho para conservar su hon- ra é crédito, é por ninguna manera se le osaria poner muger que corrupta fuesse. Otra costumbre tienen aquestas gen- tes en su militar disciplina. Los hom- bres que son tenidos por hombres prin- cipales y del número de los nobles, é que son apartados del vulgo, ó que de grado en grado van haciéndose no- bles, assi como entre nosotros en Es- paña y en otras muchas partes que por fechos señalados por sus proecas y es- fuzrco suben á hidalguia y noblega é otros títulos, estos indios usan unas pin- turas en sus mismas carnes, cortando é pintando con tinta negra tales cortaduras é figuras, assi como los africanos é otras nasciones lo hacen. Pero assi como los de África lo hagen para bien parescer, en especial mugeras de Mauritania, acá los hombres, y mas hombres que otros, se pintan comengando desde la punta de los dedos hasta las muñecas, y desde allí hasta el cobdo, y desde el cobdo al hom- bro, y despues desde la cinta al estóma- go, y desde el estómago á las tetas, y desde allí á la garganta, y desde la gar- ganta á la boca, y desde la boca hasta los ojos, y desde los ojos hasta la frente. Y cómo desde allí arriba no hay mas que piatar, elotro grado superior es traer un pedaco de piel de tigre en la frente al- rededor; y llegado á este término de no- HISTORIA GENERAL Y NATURAL bleca, el otro grado ques mayor quel pellejo del tigre é de todos los dichos, es traer un collar de huessos de hombres muertos; y el que ya tiene aquesto, está en la cumbre militar. Assi que, desde el principio dessas pinturas van de grado en grado como he dicho, aumentando su hidalguia é nobleca; é ninguno tiene nes- cessidad ni atrevimiento de se anticipar ni pintar en essos grados, sino precedien- do la órden general ques dicho, como quien dixesse de pechero á libre, é de libre á hidalgo exento, y de hidalgo á caballero, é de caballero á conde ó mar- qués, é de marqués á duque, y de du- que á príncipe, etc. Y el indio que ab- da ya pintado en la misma cara ó mas alto en la frente, ó trae el pellejo de ti- gre, ó los huessos ques dicho, es como un valiente capitan ó como un Viriato, ó como un otro conde Fernan Goncalez, ó el Cid Ruy Diaz. Passemos á lo demas. Los animales de la tierra, son los que hay por la mayor parte en toda la Tierra- Firme, como se dirá adelante en el libro que se tractará de Castilla del Oro, é como se dixo en el libro XII de la primera par- te destas historias, donde mas particular mencion está hecha dellos: y por tanto bastará solamente nombrarlos aqui, assi porque en unas partes hay los que en otras no se han visto, como porque de los que mas puntual mencion se hage de esta provincia son ossos hormigueros, ti- gres muchos, venados en grand núme- ro, é á manadas, como en otras partes se suelen ver; ovejas, puercos muchos y de dos géneros: los unos tienen el ombligo en el espinaco, y los otros son como los nuestros: conejos tantos ó mas que €n nuestra España; pero son estos menores y alebrestados. Hay otros, que los espa- ñoles llaman la pereca y meritamente, y -Otros llaman perico ligero. Armados cories hay, pero son mayores que los desta is- la y el pelage tiénenlo mas áspero y de , DE INDIAS. LIB. XXV. CAP. XXII. la forma el pelo de las hardas: muchas hardas por los boscajes; dantas en mu- cha cantidad, é otros las llaman vacas, é los indios en la provincia de Cueva las dicen beoris; pero assi estos como los otros animales todos, los nombran en di- versas provincias diferenciadamente, por- que son muy apartadas lenguas las de los indios, y en poco término de lenguas no sé entienden los unos con los otros. Hay perros gosques que crian los in- dios en sus casas, é son mudos, que no ladran: leones pardos llaman á ciertos animales, que en efeto son como leones, assi en ferocidad é armas como en el ta- maño. Mas aquestos no tienen aquellas barbas luengas que los leones de África, y son estos rasos, el pelo como de un le- brel, é todos bermejos é muy ceñidos. Hay de todas las aves que en las otras provincias de la Tierra-Firme, y en mu- cha cantidad: que es grand indicio de ser la tierra sana; mayormente palomas en cierto tiempo del año, porque son de passo; y matan innumerables y en tanta cantidad, que los indios hacen cecinas dellas para algund tiempo. Perdices hay muchas, y son del grandor de las codor- niges y de la misma pluma, salvo que tienen las cabecas como las cogujadas * assi levantada la pluma, mas el sabor es mejor que de las codornices; pero sean codornices, ó perdices, ó cogujadas, este nombre de perdices les dan allí los espa- ñoles. Abejas hay muchas por los bosques salvajes, y la miel algo ágria y rala la cera: algunas la hacen amarilla é otras la hacen negra; pero la miel de la cera ama- rilla es mas dulge que la otra. Algunas crian los indios en sus casas en unos ca- labacos grandes: no pican ni tienen pon- coña, é son mucho menores que las de España é mas vellosas; y los vasillos de los panales, aunque las abejas son pe- 331 queñas, como he dicho, son cada uno tan grande como una bellota. Abispas hay muchas é muy malas y poncoñosas, y de lo que mas me maravillo dellas es que hacen alguna miel y buena, y la co- men los indios, assi como la de las abe- jas. Hay mucha langosta , que los indios llaman tara, y esta no es continua ; pero algunos años hay tanta, que cubre el ayre á no se poder ver el cielo en partes por su mucha multitud. Y es tan dañosa, que si dá en un mabical, lo tala todo y lo abra- sa, como si lo quemassen ó cortassen; y en pago de su mal officio, quando esta plaga viene en la tierra, es por mal de los moradores, y por su mal de la mes- ma langosta; porque si les comen y des- truyen los panes y heredades, tambien los indios en su venganca las toman y em- banastan y se las comen asadas; y no lo tienen por malo ni dañoso manjar. Árbo- les hay muchos y de muchas maneras, y muchos hay que son fructíferos, en espe- cial el árbol mamon, y cardones de los altos y derechos, á los quales en aquella tierra los llaman datos. Hay otra fructa que se dice comoho, que en efeto son tunas. Hay otros árboles que se dicen ce- myrucos, que la fructa es muy semejante en la vista á las cerecas. Y de cada uno destos árboles y fructas en el libro alega- do, donde conviene á la historia, he fecho nuevamente memoria, é añadido todo lo que es nescessario á la especie é calidad de cada fructa destos en la primera par- te, por no lo repetir en tantos lugares. De papagayos y gatos monillos y tales cosas, como son ordinarias en la Tierra- Firme, no hay para qué decirlo aqui, pues se dixo de susso en general que hay lo que en las otras provincias de la Tierra-Firme. Aqui se ha de degir de la muerte de Felipe de Huten, quando se sepa. ” Comienga el séptimo libro de la segunda parte, que es vigéssimo sexto de la Natu- ral y general Historia de las Indias, islas y Tierra-Firme del mar Océano: el qual trac- ta de la poblacion y gobernacion de la provincia de Sancta Marta. . CAPITULO 1. Del assiento de la gobernacion de Sancta Marta, y del principio de su a poblacion por los españoles, é olras cosas. Din quel Rey Cathólico don Fer- nando, quinto de tal nombre, envió á Pedrarias Dáyila por su capitan general á la Tierra-Firme y le dió la gobernagion y jurisdigion de Castilla del Oro, le señaló por término della desde el Cabo é pro- montorio que llaman de la Vela, que está á la parte del Norte en doce grados y al- gunos minutos desta parte de la línia equinocial, é de allí corriendo la costa abaxo la via del Ocidente hasta la provin- cia de Veragua. Siguióse que despues el Emperador Rey don Cárlos, nuestro se- ñor, mandó dividir estaútierra que assi fué señalada por Castilla del Oro, y se hicie- ron en ella otras dos gobernaciones, que son esta de Sancta Marta, de quien en este libro XXVI se tracta, y la otra es la de Cartagena. Y pues en el libro prege=' dente se dixo lo que toca á la goberna- cion del golpho de Veneguela, que está mas al Oriente de Sancta Marta, y entre ambas gobernaciones el majano ó coto é término que las divide es, aquel Cabo de la Vela, digo que por. la parte del Ponien- te confina la jurisdigion de Sancta Marta : con la de Cartagena, y pártese el térmi- no en el rio Grande que llaman: el qual está en once grados desta parte de la línia equinogial. Por manera que tiene de gobernacion esta provincia de Sancta Marta, de la parte del Norte ó setentrio- nal septenta y cinco ú ochenta leguas, y desde aquestos límites que es dicho, la tierra adentro corriendo al Sur, no de mar á mar, pero ciertas leguas muy grand reyno, aunque algunos sin lo aver anda- do, han querido decir que á pocas jorna- das hallarán la mar austral á las espaldas ó parte del Mediodia. Lo qual no afirmo ni lo niego, quanto á la distancia del ca- mino si es breve ó mucho, porque sé que algunos capitanes é gente de nuestros es- pañoles se han perdido en essa demanda hasta agora; por lo qual á nuestra nas- cion, segund Tito Livio, se aplica que los ánimos de los españoles é sus ingenios son inquietos y desseosos de cosas nuevas. Tornando á la historia, digo que me hallé en la córte del Emperador Rey , nuestro señor, á tiempo que fué electo : rey de Romanos é futuro pS el DE INDIAS. LIB. año de mill é quinientos é diez y nueve en la cibdad de Barcelona, que avia ydo destas partes á dar relacion á Su Mages- tad de cosas que convenian á su Real ser- vicio, en nombre de la cibdad de Sancta Maria del Darien, cabeca de Castilla del Oro; y ví que tres hombres que en estas partes querian servir á Sus Magestades enestos cargos de capitanes, pidieron tres gobernaciones. El uno demandó á Sanc- ' ta Marta y concediósele; pero al tiempo del capitular, entre otras cosas, suplicó que se le concediessen cient hábitos de Sanctiago para cient hombres hijosdalgos, en quien concurriessen la limpieca del li- naje é las otras calidades, con que se sue- le admitir este hábito militar á quien Su - Magestad quiere honrar y hacer merced: é concediósele quanto pidió, excepto esta órden de caballeros que pedia , porque á algunos del Consejo de Su Magestad les paresció que era inconviniente, é que la Órden se podria hacer muy poderosa con el tiempo en estas partes, ó mejor dicien- do, no fué la voluntad de Dios que se hi- ciesse. Pero acuérdome que, preguntando al que esto pedia la causa por qué de- mandaba estos hábitos, dixo que porque le paresgia único remedio é manera me- jor que todas para ser gobernada é po- blada la tierra, y en mas breve tiempo, y los indios mejor tractados y antes conver- tidos é bien industriados que por otra via alguna de quantas se avian intentado por otros gobernadores; y que penssaba te- ner esta forma en ello. Que los indios que se enmendassen, fuessen caciques, seña- lados con su tierra por encomienda de un comendador caballero de la Órden, é por los dias de su vida; é que muerto aquel caballero, el comendador mayor deste convento los proveyesse á otros: é que estos comendadores estuviessen debaxo de la gobernacion é administracion de es- te comendador mayor é gobernador, é que este superior no tuviessc Cnco- XXVI. CAP. 1. 333 mienda de indios mas del hábito , é su en- comienda fuesse el salario que Su Mages- tad diesse á los gobernadores, é quel Em- * perador, nuestro señor, proveyesse co- mo administrador perpétuo, quando va- casse la tal encomienda mayor é officio de gobernación á quien fuesse servido. Pero que aqueste en la provision de las vacantes de las tales encomiendas de in- dios, lo hiciesse conformándose con los votos de los más caballeros de la Órden, que pressentes se hallassen. Siguiérase de esto que los indios fueran muy bien trac- tados é convertidos á la fée, y la tierra muy bien poblada de hombres de honra é de buena casta, que con esperanca de estos hábitos é beneficios fueran á vivir en aquella provincia: escusáranse cosas que en aquellas tierras han subcedido, de que aqui se tractára en el pressente libro, sí Dios fuera servido que esta Ór- den allí tuviera un convento. Pero como todo esté debaxo de la mano y determi- nacion de Dios, esso se tenga por mejor quél permite.que haya efeto, pues que en esto no lo oyo. De manera que negán- dole esta Órden militar é hábitos al que lo pidió, no quiso entender mas en ello, é creo yo que pres el Consejo de Su Ma- gestad en ello no vino, que algunas cau- sas justas le moverian, que yo no alcanco. Otro pedia la isla de la Trinidad, de quien se ha tractado en el libro pregeden- te, é díxose una vez que se la avian con- cedido; pero porque era persona sospe- chosa é que se dubdó que pudiesse cum- plir lo que prometia, le echaron por vano. El tercero no queria sino labradores simples, é hacerlos caballeros é darles há- bitos de unas cruces que en algo querian parescer á las de la Órden de Calatrava; y este dixo mas fábulas y prometió mas cosas, é halló mas favor, y salió con la merced que pidió, é hizo gastar muchos dineros á Su Magestad. Pero no cumplió cosa alguna de quanto ofresció de hager. 331 y éste ya se dixo quién era, quando se tració de la isla de Cubagua en el li- bro XIX de la primera parte destas his- torias. He traydo esto á la memoria, para dar á entender quán diversos son los propós- sitos é voluntades de los hombres, y por- que quadra con la auctoridad quel Livio atribuye á los españoles, que se tocó de susso, aunque en la verdad á mi pares- cer es comun en todas las otras genera- CAPIT HISTORIA GENERAL Y NATURAL ciones de los hombres. Pero notando có- mo en nuestra nascion por una inclinacion natural y especial y muy apropriada que tienen los españoles á las armas y exer- cicio militar; y no fuera de propóssito es lo que está dicho, para que mejor se en- tienda el subcesso desta gobernacion de Sancta Marta, en lo que se dirá adelan- te; pero conviene que de mas lexos se to- me este principio, para que no quede por degir cosa que competa á esta poblacion. ULO IL Cómo el gobernador Rodrigo de Bastidas vino á las Indias, y lo que descubrió en la eosta de Tierra-Fir- me, é cómo fué gobernador de Sancla Marta, é otras cosas. E año de mill é quinientos y dos, el ca- pitan Rodrigo Bastidas, con licencia de los Reyes Cathólicos, salió de la cibdad de Cádiz con dos caravelas muy bien ar- madas é vitualladas á costa suya é de Johan de Ledesma, é otros sus amigos, para yr á descubrir en la Tierra-Firme todo lo que se pudiesse saber della, co- mo se dixo en el capítulo VIII del libro 1H de la primera parte destas historias: é traia por piloto 4 Johan de la Cosa, que fué hombre muy diestro-en las cosas de la mar. É fueron á la isla de la Gomera, donde se proveyeron de algunas cosas que convenian al viaje, assi como carne, - y agua y leña, é quesos y otros refres- cos. Y desde allí tomaron su derrota con buen tiempo, y la primera tierra que de las Indias vieron, fué una isla verde, de la qual no supieron qué nombre tenia entre los indios, porque no ovieron plática con ellos; pero este nombre bien se podria dar á todas las demás, porque siempre están verdes, á causa de la mucha hume- dad que estas islas tienen, pues son muy pocos los árboles que acá pierden la hoja. Esta isla está á la parte que la isla de Guadalupe mira á la tierra del Sur ó austral y cerca de las otras islas daquel parage. Creyóse que debia ser la isla Desseada ó Marigalante; y tomaron agua allí, é prosiguieron su camino hasta la costa de la Tierra-Firme , por la qual fue- ron platicando con los indios, ó rescatan- do en diversas partes é ovieron hasta qua- renta marcos de oro. É continuaron la costa al Poniente desde el Cabo de la Vela, é passó este capitan por delante de Sancta Marta, é descubrió los indios co- ronados que hay en aquella costa, y el rio Grande y el puerto de Zambra y el de Cartagena, y las islas de Arenas y las de Sanet Bernardo y Baru, é isla Fuerte, ques una isla llana donde se hace mucha sal á dos leguas ó tres desviada de la costa de Tierra-Firme, enfrente de Capa- roto é del rio del Cenú. É mas adelante halló la isleta de la Tortuga, y descubrió mas al Poniente la punta ó promontorio de Caribana, questá á la boca del golpho de Urabá, y entró en el golpho que di- go, é vió los farallones que están junto á la otra costa cerca del Darien. É hasta allí descubrió ciento é cinguenta leguas de costa, poco masó menos, todo ello de indios caribes flecheros é de la mas belicosa gente que se sabe en toda la costa destas Indias. É dentro de aquella DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. Il. punta de Caribana halló la mar dulce é potable en quatro bracas de agua, don- de surgió con las dos caravelas, de lo qual se maravillaron mucho; é nombró este capitan golpho Dulce á aquel que agora llaman golpho de Urabá. Pero no vieron entonces los que allí yban el rio grande que torna dulce aquel golpho, quando es baxa mar, en mas espagio de doce leguas de longitud, y otras quatro ó cinco y en partes seys de latitud que hay de costa á costa dentro deste golpho de Urabá. Y cómo los navios hacian ya agua, por mucha broma que tenian, acor- daron de dar la vuelta é atravessaron la vuelta del Norte, é tomaron tierra en la isla de Jamáyca, donde se proveyeron de agua é leña. Y desde allí vinieron á esta Isla Española, y entraron en el gol- pho ó ensenada de Xaragua questá en- tre el Cabo de Sanct Nicolás y la otra vanda en que está la punta de Sanct Mi- guel, que otros llaman del Tiburon. Allí perdieron los navios que.no los pudieron - tener sobre el agua, é salieron en tierra é viniéronse á esta cibdad de Sancto Do- mingo, donde estaba por gobernador el comendador Bobadilla, el qual prendió al capitan Rodrigo de Bastidas, é tenia pres- so al almirante, don Chripstóbal Colom. La causa porque prendió á Bastidas fué porque viniendo por tierra á esta cibdad desde que salió de la mar, rescató algund oro por el camino con los indios. É fué enviado con el almirante á España en un mismo navio, é llegado á Cádiz fué entre- gado á Goncalo Gomez de Cervantes, ca- ballero de Sevilla que á la sagon era allí corregidor: é diósse noticia á los Reyes Cathólicos é mandáronlo soltar é que se fuesse á su córte, que á la sacon estaba en Alcalá de Henares. É por sus letras reales proveyeron quel oro que llevaba deste descubrimiento que avia hecho, le mostrasse en todas las cibdades é villas, por donde passase hasta llegar á la córte; 335 é á los corregidores é justicias mandaron que en sus jurisdiciones lo rescibiessen públicamente, porque fuesse á todos no- torio é lo viessen.* Esto se hacia porque las cosas destas Indias aun no estaban en fama de tanta riqueca que deseassen los hombres pas- sar á estas partes: antes para traellos á ellas, avia de ser con mucho sueldo é apremiados. É yo me acuerdo que los Re- yes Cathólicos mandaron en toda Castilla á sus jueces é justicias, que los que oviessen de sentenciar á muerte, ó á cortar la mano ó el pié, 6 á darles otra pena corporal é infame, los desterrassen para estas Indias perpétuamente, ó por tiempo limitado, segund la calidad del delicto, en lugar ó recompensa de la pe- na ó muerte, que assi se les comutasse. Assi que, llegado el capitan Bastidas á la córte, fué rescebido beninamente de los Reyes Cathólicos, don Fernando é doña Isabel, de gloriossa memoria: é favores- cióle mucho el adelantado de Murcia, don Johan Chacon, contador mayor de Casti- lla, por cuya intercession, é porque este servicio se tuvo en mucho, el rey é la reyna le hicieron merced de cinqiienta mill maravedis de juro en la provincia del Darien para sus dias, é mandáronle tor- nar todo lo que se le avia tomado. Despues de lo qual acordó el capitan Rodrigo de Bastidas de se venir á vivir á esta cibdad de Sancto Domingo: é cómo era hombre de buena diligencia, dióse á la granjeria de los ganados é á otras ha- - Ciendas, é subcedióle de manera que quando murió, dexó ocho mill ó mas cabe- cas de ganado vacuno, puesto que en el principio que á tal hacienda se dió, le acaesció comprar la vaca ó becerra á cin- qúenta pessos de oro ó mas. Y como buen poblador, envió por su muger é hijos á Se- villa desde algunos años que acá estaba. Despues, el año de mill é quinientos é veynte, el Emperador, nuestro señor, le 336 hizo merced de la conquista de la isla de la Trinidad, con título de adelantado é capitan general é gobernador della : é sa- bido por el almirante*don Diego Colom, se opuso á ello, diciendo que era en su agravio, porque el almirante, su padre, don Chripstóbal Colom, avia descubierto aquella isla; é assi por esto como porque el capitan Rodrigo de Bastidas era muy su servidor , no curó de insistir en la em- presa, por no le enojar. Despues el año de mill é quinientos é veynte y quatro, la Cessárea Magestad le hico gobernador desta provincia de Sancta Marta y sus anexos, con título de adelantado della é capitan general: é assi como tuvo las pro- - visiones, comencó á armar é juntó hasta quatrogientos é ginqúenta hombres, y en- vió parte dellos adelante, é desde á pocos dias fué tras ellos con la gente restante é armas é municiones é bastimentos , con una nao é dos caravelas , en lo qual gas- tó muchos dineros. É salió desta cibdad el año de mill é quinientos é veynte y cinco, é llegado á su gobernacion de Sancta Marta, fué rescebido con mucho placer de la gente que avia enviado ade- lante é de los que con él yban, é comencó encontinente á usar su officio, é hizo de paz algunos pueblos de la comarca. É cierto se cree que hiciera mucho fructo, si viviera, no obstante que era ya de sessenta años ó mas, é apassionado de la gota; é comencó á entrar en este trabaxo de gobernacion muy tarde é con mezcla- das é diversas generaciones de gentes; lo qual fué causa del daño y muerte que se le siguió, puesto que era regio é de buen subjeto. É hizo una entrada, aunque no estaba libre de su gota, llevándolo en + Una hamaca indios hasta el pueblo de Taybo, al qual nombre acrescentando, - mandó que lo llamassen Taybo de la Re- | surreccion, porque llegó allí dia de la Re- os de Nuestro Redemptor. En este ea Pa e avia mucho HISTORIA GENERAL Y NATURAL oro , é mandó el gobernador só graves pe- nas que puso á los chripstianos que no se les tomasse á los indios, porque decia él que primero queria pacificar la tierra que entender en otros intereses; pero los sol- dados echáronlo á otro fin, é comencaron á murmurar desta contenencia, diciendo que no avia consentido que mediassen ni oviessen parte daquel oro, por se lo to- mar él despues para sí solo por otra forma, quándo é cómo le paresciesse. De mane- ra que quedaron muy indinados algunos contra él de los que mas aceptos é fami- liares amigos se le mostraban, é por quien él avia hecho é gastado, dándoles de lo suyo. En fin, esto se quedó assi por entonces, debaxo de una cautelosa disi- mulacion, quedándoles una espina é ira arraygada en el ánimo contra el goberna- dor, para lo que despues mostró el tiem- po é se siguió, como se dirá adelante. Pero porque la historia no quede coxa ni á mí se me dé cargo, si en la mesma sacon no se pobló por mi industria la pro- vincia de Cartagena é sus anexos é islas, la qual gobernacion por el Emperador, nuestro señor, me estaba concedida, de- cirlo he en el capítulo siguiente. Pero pues Dios me ha dado la vida hasta el tiempo pressente del año de mill é quinientos é quarenta y ocho en que estamos, no quie- ro dexar de acordar al letor dos cosas dignas de mirar en ellas, para que enten- damos quán diferentes son los tiempos. La primera es que de susso se dixo que los sentenciados é infames, mandaron los Reyes Cathólicos que passasen á las Indias, y esto, si mal no me “acuerdo, fué año de mill é quinientos y ocho. Ago- ra que estamos, como he dicho, en el de mill é quinientos é quarenta y ocho, nO consienten passar á ninguno sin ss espressa del Emperador ó su Consejo, que no sean infames ni sospechosos á la fée, ni padezcan otros defetos, é con li- mitagion é ordenangas que á muchos €s- DE INDIAS. LIB. cluyen y excusan ser hábiles para tal nave- gacion. ¿Habeis entendido, letor, lo quel tiempo ha hecho? Oid la segunda. Dixe de susso que valia una begerra en aquel tiem- po en la Isla Española un marco de oro. Hágoos saber que al pressente vale una res de vaca un maravedís, é una vaca ó novillo un ducado. Habeis entendido es- tas diferencias notables? Pues yo os digo otra tergera, de que de susso no se ha- XXVI. CAP. IL. 337 ce mencion; y es que ví en el puerto del Nombre de Dios valer los vestidos y ropas excessivos prescios, y lo que en Sevilla valia diez ducados, venderse allá por ciento, é ví despues traer del Nom- bre de Dios vestidos á venderlos á Sevilla. Assi que, el tiempo todo lo muda, é nin- guno fic en él hacienda ni su vida ni me- nos su ánima; pues breve tiempo todo lo trueca, etc. Passemos á nuestra historia. CAPITULO HL. En que el coronista dá su desculpa de no aver él poblado é pagificado la provincia de Cartagena, de la qual estuvo proveydo por capitan general de Sus Magestades, á causa de la descorlesia que le hizó el gobernador Bastidas, seyendo amigos. En el capítulo primero se dixo quel año de mill é quinientos é diez y nueve se pi- dieron al Emperador en Barcelona tres gobernaciones y quel que pidió la de Sancta Marta, demandó cient hábitos de sanctiago para cient hombres hijosdalgos y de limpia sangre, y que por no se con- ceder estos hábitos, aunque otras muchas cosas se le concedieron, cessó esto. Dice el coronista que aqueste era él, é que lo dexó de porfiar, porque no se le dieron aquellas cruges é órden para el efeto que tiene dicho. Despues el año de mill é quinientos é veynte y quatro, al tiempo quel capitan Rodrigo de Bastidas procuraba esta go- bernacion, estando la Cessárea Magestad en Valladolid, yo avia tornado destas partes á la córte; y el reverendíssimo Cardenal de Sevilla, que á la sacon era obispo de Osma y presidente del Consejo | Real de Indias, y los otros señores que con él asistian, me mandaron llamar é dixéronme que á Su Magestad se pedia la gobernacion de Sancta Marta; mas que porque yo la avia pedido primero cinco años avia, y era criado de la casa Real, que viesse si queria tornar á en- tender en la negociacion; porque holga- TOMO 11. rian que á mí se me diesse , antes que á otro alguno, y tambien porque vian que quando en Barcelona yo avia movido es- te negocio, me ofrescí á hacer mas de lo que otros se ofrescian. Á esto respondí á aquellos señores que yo avia dado gier- tos capítulos sobre esto, é que no tenia en la memoria qué cosas se me conge- dian ó negaban á la sagon : por tanto gue les suplicaba que me los mandassen mos- trar, pues los tenia el secretario Johan de Samano, é que vistos responderia; por- que mi desseo fué siempre servir á Sus Magestades con mi persona é lo demás. Y encontinenti me los dieron, porque los tenian allí en la mesa de su audiencia, - donde estaban juntos en Consejo, en el monesterio de Sanct Pablo de Valladolid, y tambien tenian allí la capitulagion que se daba por parte de Rodrigo de Basti- das. Y esta merced ó cortesia, que aque- llos señores quisieron darme á entender, que en parte era favorescerme, yo en- tendí que procedia en la ventaja que avia en lo que yo ofrescí que haria mas que los que pedian esta gobernacion: é man- dáronme que otro. dia les diesse la res- puesta. É assi la dí, é dixe que sin cres- ger ni menguar cosa alguna de loque avia. 338 dicho en Barcelona, me encargaba da- quella conquista é pacificacion, si se me concedía lo mismo que avia pedido, assi en lo de los hábitos é Órden de Sanctia- go, como en las otras cosas; todas las quales ya estaban concedidas en las már- genes de mis capítulos. Dixéronme aque- llos señores que en lo de la Órden no: ha- blasse, é que en lo demas se haria é se mandarian otras mergedes, é yo repliqué que sin aquello, no hablaria en el negocio. É assi se procedió en él con Bastidas, é se le dió á él aquella gobernacion, é yo algé la mano della; pero laverdad es que si yo la quisiera sin los hábitos de: Sanc- tiago, conmigo quedaria, é aun mas lar- ga que á él se le dió, como se puede ver por las mismas capitulaciones', si la: su- ya paresce; porque la mia: se: me' tor- nó original, en las márgenes: de la qual, de letra del comendador mayor don Eran- cisco de los Cobos, é del secretario Johan de Samano, parescerá lo que digo. Estonces comencé á entender en supli2 car que se me diesse la: gobernacion de Cartagena, que está mas al Poniente de Sancta- Marta, porque yo sabia que era tan buena ó mejor: é fuéme concedida por Sus Magestades, é diéronseme los títulos y despachos para ello muy cumplidamen- te, élos tengo al pressente. Pero creo que me hizo Dios merced en apartar esto, é que yo no lo cfetuasse, segund he vis. to que subcedió á los gobernadores de la una é de la otra provincia, como adelan- te se dirá; no obstante que lo de Carta- gena ha seydo rica cosa. É yo no lo igno- raba; porque sabia muy bien estas cos- tas , é seyendo yo vecino del Darien, con una caravela y un berganiin mios que truxe al tracto de los rescates, pacifiqué desde el puerto de la Ramada hasta el Darien todos los indios de la costa, que son ciento é sossenta leguas ó mas, de la mas áspera gente, y flecheros que tiran con hierba diabólica é incurable las mas HISTORIA GENERAL Y NATURAL veces, sin matar é injuriar á indio algu- no, ni ellos á ningund chripstiano de los que andaban en mis navios. É ove de mi parte siete mill pessos de oro ó mas, é fuy causa que por mi industria se metie- ran en la cibdad del Darien, con mis na- vios é otros que se dieron álos rescates, mas de cinqúenta mill pessos de oro: de lo qual resultó mucha envidia en los des- ta Isla Española y estotras islas y en otros mis vecinos: é tuvieron forma de meter tanto la mano en los rescates y en tomar indios, de qualquiera manera que podian, que alteraron la costa y se escandalica- ron los indios é mataron chripstianos, é chripstianos á indios, é.se hizo de guerra la costa, é se siguieron otros males mu-- chos. Todo esto avia seydo antes que al ca- pitan Rodrigo de Bastidas se le diesse la gobernacion de Sancta Marta, ni á mí se me concediesse Cartagena, dos años pri- mero. Pues otorgadas estas provincias al uno y al otro, yo penssaba que como Bas- tidas é yo éramos amigos, que nos hicié- ramos la vecindad como tales, y salió al revés; porque por cartas de malos terce- ros, y no escribiéndole la verdad , quedó resabiado por lo que en Valladolid passó, quando los señores del Consejo Real de Indias me dixeron si queria entender en lu de Sancta Marta, que passó como ten- go dicho; y sus factores diéronle á enten- der que yo le estorbaba, lo qual por cier- to nunca penssé. Y despues él me escri- bió diciendo que holgaba que fuéssemos vecinos en las gobernaciones, y me ofres- ció parte de la gente quél tenia ya alle= gada en esta cibdad de Sancto Domingo, que le sobraba. - Al tiempo que se me concedió la go- bernacion de Cartagena, avia yo antes cobrado ciertos pessos de oro, por man- dado del Emperador, en la Tierra-Firme, que le pertenecian á Su Magestad, de las condenaciones del adelantado Vasco Nu- DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. IL ñez de Balboa, é aquellos que con él pa- descieron; é supliqué á los señores del Consejo que mandassen tomarme la cuenta, que queria pagar el alcance á la Cámara de Su Magestad, é que se me hi- ciesse merced de la mitad del artilleria que tenia Pedrarias Dávila, gobernador de Castilla del Oro, para la fortaleca é gobernacion de Cartagena; y Céssar lo mandó assi. Y con este despacho fuy á la Tierra-Firme; y estando yo dando la cuenta é pagando el alcance que se me hizo, delante del licenciádo Johan de Sal- meron, juez de residencia , supe quel go- bernador Rodrigo de Bastidas avia envia- do gente con mano armada á pagarme el amistad, que yo penssaba que conmigo te- nía, é saquearon la isla de Codego, que está en la boca de la bahía é puerto de Cartagena, y tomaron al cacique Carex é hasta quinientas ánimas de indios é indias chicos y grandes, á barrisco salteados, É mas de diez ó doge mill pessos de oro, é llevaron los indios despues á los vender por estas islas. | Como yo supe aquesto en la cibdad de Panamá, escrebíá Sus Magestades é á los señores del Consejo Real de Indias, que- xándome del Bastidas; é despidiéndome de la gobernacion, supliqué que la dies- sen á quien fuesse su servicio, aunque - avia gastado dineros, comengando á apa- rejarme: é assi enojado, algé la mano de la negociacion. Desta manera gessó mi gobernación de Cartagena, ó por ventu- ra otro mayor trabaxo que pudiera sub- cederme en aquella conquista; é quedóse 339 Bastidas con mi hacienda, que ála ver- dad lo era, é no penssaba yo perderla, si él viviera, al qual se le siguió lo que adelante se dirá. É despues que él murió yo fuí á España á la córte , estando Cés- sar en Alemania, é quise pedir al señor obispo de Veneguela, hijo y heredero del gobernador Rodrigo de Bastidas , mis da- ños, pues le quedaba la hacienda de su padre, contra la qual creo yo que se me hiciera justigia. Y estorbáronmelo dos co- sas: la una ser el obispo tan noble é re- verenda persona é mi vegino en esta cib- dad de Sancto Domingo, é tal que no de- be ser enojado, sino servido; y la otra causa fué la señora visoreyna de las In- dias, madre del señor almirante don Luis Colom (á quien yo no quise descompla- cer.en esto, aunque fuesse con pérdida mia), que á la sagon estaba en la córte, y el señor obispo é sus padres fueron é son, é yo no menos, sus servidores y amigos. É assi me quedé con mi pérdida é sin Car- tagena, é subcedió en ella Pedro de He- redia, como se dirá en su lugar. Pero pues hace al propóssito de los rescates que toqué de susso, en que di- xe que ove cantidad de oro de los indios de aquella costa, y en especial en aque- lla ista de Codego y en Cartagena, diré aqui una burla que les hige; por donde se verá la simplicidad que entonces avia en ellos, y la diferencia que agora se ha- lla, á causa de los chripstianos revolvedo- res é remontadores, que despues enten- dieron en estos rescates con mucho peli- gro de sus vidas y conciencias. CAPITULO 1V. De lo que acaesció al coronista con los indios de las gobernaciones de Sancla Marta y Cartagena ¿otras parles de la costa de Tíierra-Firme , trayendo una caravela suya al traclo de los rescates con los indios caribes flecheros. E: año de mill é quinientos é veynte y uno de Ja Natividad de Chripsto , estando Pedrarias Dávila, gobernador de Cas- tilla del Oro, en la cibdad de Panamá, 340 avíase traydo é allegado de algunas en- tradas fechas por mar é por tierra en las costas de la Tierra-Firme, á la parte del Sur, hasta septenta mill pessos de diver- s0s oros: en el qual tiempo yo era veedor de las fundiciones del oro por Sus Mages- tades en aquella gobernacion, y fué nes- cessario yr allá, para hacer fundir aquel oro é que se pagassen á Céssar sus quin- tos é se repartiesse lo restante por los que lo avian de aver. É assi partí desde la cibdad de Sancta Maria de la Antigua del Darien, que es en estotra costa del norte en el golpho de Urabá, é fui por mar ses- senta leguas que hay, la via del Poniente, hasta la cibdad del Nombre de Dios: é desde allí fuí por tierra 4 Panamá aque- llas veynte leguas que hay de traviessa hasta la otra costa, questá de la parte al Sur ó mas austral questa otra. É reparti- do aquel oro, quando me quise tornar al Darien á mi casa, pedí al gobernador ciertas cozas que convenian al Darien por virtud del poder que para ello tenia de la cibdad, é como regidor della; quexándo- me en nombre de aquella república que se yba poco á poco despoblando á causa del mesmo gobernador, porque daba in- dios é repartimiento á los vecinos del Da- rien é de su provincia é costa del Norte é otra del Sur, donde él queria hacer su assiento, é les prometia de los hacer ri- cos con que dexassen al Darien é se ave- cindassen en Panamá; é assi se nos yba la gente é quedábamos pocos, para soste- ner aquella cibdad, donde yo y otros es- - tábamos heredados. É vino la cosa á tan- fo, que yo le dixe que él despoblaba - aquella cibdad , y le hige ciertos reque- rimientos é protestaciones; y él me repli- có que qué manera me parescia á mí que se debia tener, para que la cibdad del Da- rien se sostuviesse é no se perdiesse ni despoblasse , é yo le dixe: «Señor, si yo fuesse gobernador, bien sabria hacerlo, y vos lo podríades hager, si quisiéssedes.» HISTORIA GENERAL Y NATURAL A lo qual replicó, y como era hombre sa- gaz dixo: «Señor veedor; pues esso de- cis, hacedlo vos, é hareis servicio á Sus Magestades é á mí mucha merced: é yo os daré tan bastante poder, como yo lo tengo, para que lo hagais, porque al pre- sente yo no puedo dexar esta costa. » É cómo yo via que se perdia mi ha“ cienda y las de todos los que allí vivia- mos, acepté el poder y volví al Darien y comencé á entender en los rescates con los indios bravos, por la mar en la costa del Norte. É aunque la costa toda estaba de guerra, á causa de que se avian he- cho en diversos tiempos muchos daños é robos á los indios por los descubridores é armadores, pacifiqué toda la costa, como lo dixe en el capítulo precedente, desde el Darien, la via del Oriente, hasta el puer- to de la Ramada; é hige meter en aque- lla cibdad el oro que he dicho, á causa de lo qual los vecinos que estaban alte- rados é para se yr á Panamá, se sosega- - ron, é aun se venian otros al Darien da- quellas islas y de otras partes. Y la for- ma que tuve para ello fué que, como yo sabia lo mucho en que los indios estiman las hachas, para cortar árboles é otras co- sas, envié una caravela mía á tentar la negociacion con un criado mio y hasta veynte personas, é con dos tiros peque- ños de pólvora é las armas que eran nes- cessarias. É mandé que ningund indio ni india rescatassen ni diessen por él cosa alguna; porque los indios una de las grangerias que tienen, es vender á otros indios é trocarlos, assi de sus enemigos como de sus naturales, é algunas ve- ces los proprios hijos, si tienen nescessi- dad, los truecan por mahiz en tiempo de hambre, y aun sin ella por su placer. Y en los viajes que esta caravela y un ber- gantin mios hicieron, yo saqué en espa- cio de un año mas de siete mill pessos quitos de todas costas, demas de lo que cupo á otros. vecinos á quien hige parti- DE INDIAS. LIB. cipar en esta grangeria, porque todos se aprovechassen y holgassen de estar en =aquella cibdad. Siguióse que faltándome ya las hachas, que no las tenia ni venian ya navios al Darien, porque era en el tiempo que an- daban alteradas las Comunidades en Cas- tilla, acordé de hacerlas hacer de los aros de las pipas vacias que pude reco- ger é de otro hierro viejo: é hiciéronme hasta quinientas hachuelas pequeñas, co- mo las querian los indios, para las exer- citar con sola una mano, porque hallaban pessadas las hachas vizcaynas que pri- mero yo avia hecho rescatar con ellos. Y holgaron mucho con estas hachuelas, por ser pequeñas, puesto que no valian na- da, assi por ser sin acero (que no le te- nian ni lo avia para se lo echar) como por ser mal templadas. En fin todas las tomaron é me truxeron mas de mill é quinientos castellanos quitos de costas: que eran assaz, porque cada marinero y compañero ganaba á cinco peszos de oro cada mes, allende de las soldadas mayo- res del capitan é del maestre é piloto, é del bastimento é matalotajes que yo les daba, allende del sueldo que he dicho. Despues de aquesto, como me faltó assi- mesmo el hierro é no le avia para hacer mas hachuelas , acordé de enviar la cara- vela; é para que no fuesse en valde, yo consideré que las hachuelas avia tres me- ses que las avian los indios rescatado, é que como eran ruines é sin agero, que ya estarian botas é torcidos los filos. É com- pré una muela grande de barbero, é hige hacer della tres molejones, é hícelos ar- mar é meter en la caravela, debaxo de cubierta, é mandé que fuesse este navio á les agucar aquellas hachuelas; pero que tuviessen especial cuidado el capitan é los que envié que ningund indio viesse los molejones; assi se hizo. É assi cómo la caravela llegó á Cartagena y en las otras partes, donde ayian rescatado las XXVI. CAP. IV. 341 hachuelas, luego los indios con ellas tor- cidos los filos y desportilladas, vinieron en sus canoas á la caravela; y las toma- ban los que para esto yo envié diputados, é debaxo de cubierta las afilaban é con- certaban é se les tornaban , é no les cos- taba menos que quando las compraron: antes como vian que salian de manera que cortaban, traian de las vizcaynas y de las primeras que tenian aceros á las amolar. Deste camino me truxo la cara- vela mas de otros siete mill castellanos, sacadas las costas para pagar quatro ú cinco que me avia costado la piedra ó muela, de que hice hacer oa mole- jones. : Luego acudieron desta isla, y de la de Sanct Johan é Jamáyca, y tambien de la Tierra-Firme otros rescatadores, á quien dió tambien licencia Pedrarias Dávila para entender en los rescates, é alteraron la tierra, é se hicieron cosas, por donde los indios mataron algunos chripstianos que tomaban desapercibidos. É assi acaesció. á un bergantin, que yo é otros armamos, penssando que los indios estaban quietos é no alterados, que enviamos descuidados desde el Darien con un Diego Mendez Ca- brera, natural de Córdoba; y en los Co- ronados, cerca del rio Grande, debaxo de Sancta Marta, entró en el puerto del rio que llaman de la Ensenada, é pens- sando que estaban de paces, como solian, confiándose de los indios, se entraron junto á tierra. Y entrando muchos indios dentro, prendieron é mataron al capitan y á todos los demás, sin que escapasse algund chripstiano de quince ó diez y seys hombres que allí yban , en que yo perdí mi parte, por que la quarta parte de toda la armacon era mia. É la culpa fué de quien Dios se sabe, é yo sabria muy bien nombrar, porque pessando á los envidio- sos del bien que Dios hacia á aquella cib- dad del Darien con aquellos rescates, se baraxó é alteró maligiosamente esta gran- 342 jeria; pero Dios tuvo cuenta con todos. Mas porque quadra aqui lo que agora se dirá, y es passo notable, y de que yo merezco gragias, no dexaré de decirlo, puesto que parezca jactancia: lo qual aun- que resultó en provecho de otros (é mi fin era penssando aprovecharme á mí, é no á aquellos en cuya utilidad redundó mi diligencia), piensso yo que fué servido Dios de ella é aprovechados los goberna- dores que despues fueron, Bastidas en Sancta Marta, é Pedro de Heredia en Car- tagena. Y en la verdad yo doy muchas gracias á Dios y á su clemencia y provi- dencia divina, de quien procedió este bien; y fué que en aquel tiempo que yo entendia en estos rescates, como tuye fin á procurar una destas gobernaciones, Co- mo lo tengo dicho en el capítulo de sus- so, para hager despues mis hechos é po- blar con menos contradicion la tierra, tu- ye tanto intento á desarmar aquellos in- dios flecheros como á procurar el oro. É assi todas las veces que.mis navios yban, mandé que quantos arcos y flechas pu- diessen aver y rescatar de los indios, que tantos me truxessen; é cada dia é viaje que hacian me traian tantos, que sin dub- da passaban de diez mill arcos los que yo HISTORIA GENERAL Y NATURAL tuve en mi poder. É si en esto no me ocu- para, por poder en adelante servir á Dios y al Emperador en la poblagion de la tier- ra, yo tuviera doblada hacienda; pero yo la tengo por muy buena aver seydo causa que Bastidas ni Pedro de Heredia no ha- llassen estos arcos contra sí; porque aun- que no quedassen los indios totalmente desarmados, fué mucha ayuda á sus em- pressas hallar hecho esto, aunque el uno y el otro no me lo agradesció, ni aun lo supieron. Y es verdad que segund los ar- cos son, nose podian hacer sin gastar mu- cho tiempo en la labor dellos, assi porque los indios son espaciosos, como porque carescen de herramientas, é los labran con pedernales é otras piedras. Passemos agora á la gobernacion de Sancta Marta y á decir lo que subcedió al gobernador Rodrigo de Bastidas con sus soldados, por los quales él avia hecho y los avia ayudado é dádoles de su hacien- da, que no les debia, y se lo pagaron de la manera que adelante se dirá. É oyrse ha una de las señaladas é calificadas tray- “- ciones que en estas partes han acaescido hasta el pressente, lo qual Dios castigó desde á poco tiempo. CAPITULO Y. - De la muerte del gobernador Rodrigo de Bastidas , el qual mataron á traycion sus soldados. D. quánto peligro sea la compañia de los malos, la experiencia y el tiempo lo han manifestado muchas veges, y por no gastar ni perder palabras en esto, acuér- dome que en ei capítulo 11 dixe como la gente y soldados quel gobernador Rodri- go de Bastidas tenia en Sancta Marta, que- daron muy indignados contra él.de secre- to, porque no les dexó robar al pueblo de Taybo y tomar el oro que allí avia. Que- da agora de decir lo que desta inimici- cia é oculta malicia se siguió, que fué la muerte del gobernador y el castigo de Dios en los que en ella fueron culpados: lo qual passó desta manera. Tenia el gobernador Rodrigo de Basli- das por teniente de capitan general 4 uno que se decia Pedro de Villafuerte , natu- ral de Écija, el qual en esta cibdad de Sancto Domingo, al tiempo que se hagia el armada, se allegó á la casa é amistad deste gobernador, y era hombre mas acompañado de palabras y demostracio- - nes de bondad que no de virtud , como DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. Y. despues se paresció: y destos tales tienen los hombres mucha nescessidad de se guardar, y la guarda verdadera es solo Dios. Á este hombre hizo mucha honra é cortesia Bastidas, y le dió de lo que tenia, estando en-mucha pobreca y nescessidad, é le truxo, como si fuera hijo proprio: é “ninguna cosa hacia sin su parescer, y confiaba dél mas que de persona alguna de quantos en su gobernacion avia. Y de aqui vino que, como el gobernador era viejo é apasionado de la gota é otras en- _fermedades, tuvo el penssamiento este teniente que si muriesse el gobernador, quél subcederia en el officio, y como esta muerte quisiera él que se abreviasse, co- mencó el diablo á reynar en su mal pro- póssito. No sin causa Francisco Petrarca dice que ninguna cosa mas fea cubre el ¿sol quel traydor, cuya fealdad es tan- ta, que aun los que han menester el tal officio aborrescen al official. Tornando á la historia, cómo este tray- dor vido la gente murmurar contra el go- bernador y descontentos á muchos, pa- rescióle que avia ocasion para ejecutar su mal intento é dañado propóssito; é luego puso por obra de inducir á algunos é traerlos á su opinion, diciéndoles quel gobernador les defendía que no tomassen el oro, por tomárselo para sí, y otras palabras semejantes, para le enemistar con la gente. É su principal comunicacion - para su maldad é motin fué con un. . . .? de Porras, que vivia primero en esta Isla Española en:la villa de la Cabaña, que por otro nombre se llama la villa de | - te peligro saben mejor que otros los que Salvatierra ,-al qual el gobernador por le. honrar é ayudar le avia fecho su teniente de gobernador. Assi que, este é Pedro de Villafuerte, teniente de capitan general, eran laz dos personas mas preheminentes 4 En este lugar hay un claro en el MS., siendo indudable que Oviedo se proponia llenarlo con el verdadero nombre del Porras, que tanta parle luvo en el asesinalo, que se va refiriendo. Hoy es ya 343 é principales, á causa de los offigios, é los mas aceptos al gobernador. Estos toma- ron por tercero y en su compañia á otro que se decia Montalvo, natural de Gua- dalaxara, que era capitan de la guardia de la persona del gobernador. El quarto compañero que á su motin truxeron fué un capitan llamado Montesino, hijo del maestro Antonio de Lebrija, é otro capi- tan llamado Merlo, natural de Logroño; é con estos cinco que fueron los principa- les, se juntaron hasta cinqúenta otros sol- dados. Parésceme cosa mostruossa y digna de admiracion y vituperio el hijo de un hom- bre virtuosso é noble salir malo, é hacer cosa fea y no respondiente á las obras é persona del padre. Digo esto, porque uno de los virtuosos é nobles hombres que ha avido en España en nuestros tiem- pos en las letras de humanidad é de los mas' provechossos á la pátria, fué el maestro Antonio de Lebrija, con su do- trina; porque en la verdad por su causa é breve é provechosso arte y enseñanca, ha florescido la lengua latina en España muy generalmente, cuya vida é honesti- dad, fué no menos digna de loor que su ciencia. Y á tales hijos que no responden á lo que deben y es honesto, dicen algu- nos que no se deben llorar, sino pagar- los con dar la soga ó el cuchillo para su muerte; mas yo digo al revés ú por el contrario, que essos se deben llorar que peor renombre dexan de sus obras. Bien se dice con racon que no vive mas el leal de quanto quiere el traydor. Y es- leen; porque no puede bastar tanto la vida de alguno para ver tantas cosas desta cali- dad, como hallará escriptas y experimen- tadas, por la mayor parte en los Prínci- aventurado el delerminarlo, cuando no imposible, por la diversidad, con que hablan de este becho los demas historiadores. 344 pes y enlos que gobiernan mas que en otras personas. Preguntadlo al grand Ju- lio Géssar, é responderos han por el Plutar- co é Suetonio Tranquilo é otros que le fueron dadas por Bruto é Casio é otros sus adherentes veynte y tres heridas, con que acabaron sus triunfos é vida. Acordaos de Pompeo Magno, é sabreis cómo por mandado del ingrato é vil Tholomeo, rey de Egito, fué muerto alevosamente, fián- dosse dél, cuyos tropheos é fin os dirá el mismo Plutarco. Si quisierdes saber ei fin de Alexandro Magno, el mismo auc- tor y assimesmo Quinto Curcio os dirán cómo lo mataron con hierbas sus familia- res é criados; y essos mismos auctores os darán noticia del fin del rey Dario, á quien tambien no le faltaron traydores. Minos, Niso, Oetes, Agamenon, Rómu- lo, Tarquino Prisco, Servio Tulo, señala- dos reyes en el mundo, todos estos mu- rieron por industria de traydores. Assi nos lo acuerda Petrarca en sus diálogos; é quitáronles las vidas aquellos que les debian servir é acatar, en pago de muchas mercedes que los mas de los malhecho- res rescibieron de los tales que mataron. Assi le acaesció á este gobernador Bastidas, que aquellos á quienes él avia dado de comer, ó les quitó la hambre, le destruyeron é se determinaron de matar- le; porque á unos avia redimido de las cárceles é los avia librado de sus delictos é deudas con sus propios dineros en esta cibdad de Sancto Domingo, para los lle-- var consigo, é á otros que tomó desnu- dos vistió, é á los que no tenian qué co- mer se lo dió, é á otros les compró caba- llos é los encabalgó. É para conoscer es- tos é otros beneficios é buenas obras que les hizo, se conjuraron contra él, É para efetuar su mal desseo tuvieron esta for- ma. Acordaron que una noche, quando E Tambien está fallo en esta parte el códice que tenemos á la vista, siendo verdaderamente sensi- HISTORIA GENERAL Y NATURAL el gobernador durmiesse, uno de aque- llos cinco le diesse de puñaladas; y co- mo fuesse muerto, higiessen goberna- dor á Pedro de Villafuerte, que por- que mas sin impedimento esto se aca- basse, temiéndosse de un . . . . * de Sierra, natural de Jerez de la Frontera, porque conoscian que era fiel al goberna. dor y era valiente hombre y le temieron, usaron con él otra diabólica traycion; y levantáronle que tenia acordado en una entrada de se amotinar con ciería gente contra el gobernador é alcarse con la tier- ra; é á esta invencion añadieron otros delictos é culpas quél nunca cometió, é que si fuera verdad merescia muerte por ello. É dieron noticia desto al gobernador é pressentaron sus testigos al teniente . » . . de Porras, que era en la tray- cion que estaba acordada, é sustanciaron el processo, como quisieron. De manera quel pecador, sin pecado en esta causa, fué ahorcado por sentencia desle tenien- te, é padesció por testimonio falso inven- tado por los traydores: é assi lo envia- ron al cielo; porque tuvieron creido que viviendo aquel, no pudieran acabar sin contradicion su motin. Otra maldad penssaron, para dar con- clusion en su mal acuerdo, porque como se suele decir, y es assi, ningund pecado anda solo, ni alguna virtud está sin com- paña de otra. Acordaron que la noche que matassen al gobernador, en el instante prendiessen á un Alonso Miguel, maestre de nao, vecino de Palos; y que entre los malhechores atestiguassen á este falsa- mente, como avian hecho al Sierra, é que dixessen que aquel maestre avia muerto al gobernador, por se satisfacer dél de cierto desabrimiento que del gobernador tenia , é que con esta color se disimularia y encubririan su intencion. ble que se ignore el nombre de este mártir de la honradez y la lealtad. E 4 DE INDIAS. LIB_ XXVI CAP. Y. Todo esto acordado assi, una noche, quassi á las doce, estando el gobernador echado en su cama, é teniendo la guar- dia de su persona aquel Montalvo, que era uno de la conjuragion, dió entrada a] Pedro Villafuerte, quedando á la puerta del gobernador el Montalvo y el tenien- te Porras, haciendo espaldas y favor al principal traydor. El qual llegado á la ca- ma, cómo vido quel gobernador dormia, le dió cinco puñaladas muy presto; y có- mo el gobernador despertó herido, aun- que era viejo y estaba enfermo de la go- ta, se levantó súbito, y se assió de los - bracos con el interfetor, y anduvieron lu- chando á escuras. Y los pages del gober- nador, que en otra cámara cerca de allí dormian, acudieron al estruendo; y cómo el Villafuerte entendió que era sentido, se descabuyó de entre las manos del go- bernador, é huyó é fuesse á su possada, y desnudóse la ropa que llevaba ensangren- tada, por disimular su delicto y la lucha. Y entraron los pages con una hacha ar- diendo á las voces quel gobernador daba; el qual, venida la lumbre, halló en el sue- lo unas diez cuentas en quel Pedro de Vi- llafuerte regaba, é acostumbraba traerlas . á la muñeca del braco continuamente. Las quales el adelantado Bastidas conos- ció, é las guardó; é claramente por ellas entendió, é por el tomo é tacto de la per. sona, quando estuvieron á los bracos assi- dos , quel Pedro de Villafuerte le avia he- rido. Desde á muy poco intervalo de tiempo el Porras y Montalvo, con otros de su li- ga, entraron disimulando el hecho y dan- do grandes voces, diciendo: «Traycion, traycion!..» é mandaron tocar el arma. Y desde á poquito llegó el Villafuerte ha- ciéndose muy maravillado del caso, é di- ciendo muchas palabras é lástimas, mos- trando mucho sentimiento y mesándose los cabellos é barbas, dando á entender quél era el que mas enojo é pena sentía TOMO 11. . 4 cs 345 del mal del gobernador. É como mas pri- vado é acepto á él, declaraba con lágrimas quél era quien mas perdia, perdiendo al go- bernador: é prometia joyas á quien le di- xesse quién avia seydo el traydor que tan grand mal avia seydo ossado acometer. É hizo hacer procession é plegaria en la igle- sia por la salud del gobernador adelanta- do: que aquel título se le dió para su muer- te, como lo ha dado este nombre de ade- lantado á otros en estas partes. Pero el adelantado, que bien entendia la verdad, disimuló con el Villafuerte, é hizo venir allí un escribano, y como cathólico, ordenó su ánima é testamento á cautela: é puso por especial cláusla que si de aquellas heri- das muriesse, quél dexaba en su lugar por gobernador é capitan general, hasta en tanto que la Cessárea Magestad prove- yesse lo que fuesse su servicio, á Pedro de Villafuerte; y con esta esperanca el traydor y sus secuaces se aseguraron, y penssaron quel gobernador no avia enten- dido quién le hirió. Luego el dia siguiente el adelantado llamó á ciertos capitanes otros de los su- yos, de quien penssó fiarse, creyendo que no eran en la traycion; y engañóse, porque uno dellos era el Montesinos. É díxoles en secreto quél estaba certificado quel malhechor era Villafuerte, é mandó- les que lo prendiessen é fuesse puesto á buen recaudo para hacer justicia dél; y salidos estos de la cámara del gobernador, para hacer lo que les mandaba, adelantó- - se el Montesinos, é avisó al Pedro de Vi- - Mafuerte é á los que eran en la liga de su traycion. É armáronse presto é juntáron- se con el Villafuerte en su posada, y des- vergoncadamente, añadiendo traycion á traycion y delicto á delicto, acordaron de yr á la posada del gobernador, mostran- do que yban á visitarle. Y ciertos solda- dos de la guardia de la persona del go- bernador resistiéronles la entrada y qui- sieron prenderlos; pero como la culpa las 346 mas veces en los casos feos apoca y en- flaquesce las fuercas de los malos y el denuedo en los errados disminúyese quan- do halla justos contraditores, se retruxe- ron. É los mas de los delinqúentes con el Pedro Villafuerte se huyeron la tierra adentro ; é súpose luego que la intencion daquella visitacion era acabar de matar al gobernador é alcarse con la tierra, vis- to que de otra manera no podian soste- nerse, por ser como era de caribes fle- cheros y bravos y no acabada de conquis- tar, por lo poco que avia quel goberna- dor é aquellos sus soldados estaban en aquella provincia, que era poco mas de un año. Ydo Villafuerte con su mala compañia la tierra adentro, en los pueblos donde llegaba daba á entender á los indios que se yba huyendo á ampararse é defender- se con ellos, porque el gobernador le queria matar; y decíales que lo mesmo avia de hacer á ellos todos. Y cómo era gente simple , creíanle , é assi se andaba entrellos: en la qual sagon el adelantado -gobernador envió tras los malhechores á un capitan para los prender, que se lla- maba Savariego; é fueron cinqúenta hom- bres con él. Y cómo llegaba álos pueblos, hallábalos algados y de guerra por lo que les avia dicho Villafuerte : é assi peleaban con el Savariego é su gente, é le mata- ron los mas que consigo llevó; y los res- tantes y él se tornaron heridos de tal ma- nera con aquella poncoñossísima hierba, que desde á pocos dias que llegaron á Sancta Marta, el capitan Sayariego y ellos murieron. El gobernador, atendien- do á su salud, mejoró de las quatro heri- das; pero otra que tenia en el hombro dábale mucha pena é cada dia se le em- peoraba: é como no avia cirujano, de- terminó de venirse á curar á su casa á es- ta cibdad de Sancto Domingo, é dexó por HISTORIA GENERAL Y NATURAL su teniente á un mancebo, natural de Gra- nada, valiente hombre de su persona, que se decia Rodrigo Palomino: al qual nom- bró, porque al tiempo que el Pedro de Vi- Vafuerte la segunda vez quiso acabar de matar al gobernador, como es dicho, es- te se mostró leal, y como animoso hom- bre , no consintió quel traydor entrasse donde el gobernador estaba, segund lo dixe de susso; y este Palomino con otros se puso á la resistencia. Y el adelantado, aunque estaba flaco y no fuera de peli- gro, se partió en una nao, y por tiempos contrarios no pudo tomar esta isla, y fué á parar á la isla de Cuba á la cibdad de Sanctiago: é allí convalesció algo é se sin- tió con alguna mejoria de sus heridas. É desde á poco supo que aquel Rodrigo Palomino le era ingrato, al qual avia de- xado por su teniente en Sancta Marta: y escribiéronle que no hacia el officio á vo- luntad del gobernador, como él penssaba; y por esto acordó de dar vuelta á su go- bernacion. Y cómo era hombre constituy- do en edad y estaba fatigado de los tra- baxos ques dicho, acudiéronle con este enojo unas calenturas, de que murió, aviendo primero rescebido los sacramen- tos, como cathólico chripstiano. É allí lo enterraron en la iglesia mayor, de donde - despues su hijo el dean de la sancta igle- siá desta cibdad de Santo Domingo, que agora es obispo de:la cibdad é isla de Sanct Johan, hizo traer su cuerpo á esta iglesia mayor de Sancto Domingo, donde está enterrado en su muy suntuosa capi- lla, é visitado con muchas misas é sacri- ficios, á causa del obispo é de su madre, muger del dicho gobernador Bastidas, ques una muy honrada dueña é de buen exemplo é vida, tanto quanto una de las mas virtuosas mugeres, que han passado á estas Indias. DE INDIAS. LIB. XXVI CAP. VJ. 347 CAPITULO VI. De la justicia que hizo Dios en los que fueron en la muerte del gobernador adetantado, Rodrigo de Basti- das , é del subcesso de aquella gobernacion de Sancta Marta. Oya los que leeys y vereys cómo tiene Dios cuydado de su justicia, y de qué for- ma se efetuó con notable castigo en los que fueron en la traycion y muerte del gobernador Rodrigo de Bastidas. Porque desde á pocos dias que passó la fuga de los malhechores, se supo cómo el princi - pal dellos, Villafuerte, y el Porras, an-. dando entre los indios, á veges de paz é otras de guerra, con la compañia de los que con ellos se ausentaron, é que fueron partícipes en su maldad; é aviendo ya avido mucho oro, despojando indios, tu- vieron desavenencia é passaron palabras de enojo, y se desamaba el uno al Otro y estaban discordes. É yendo por la costa de la mar, vido Porras una canoa y en- tróse en ella con dos indios, é llevó hur- tado al Villafuerte mucha parte del oro que avia avido; é con todo lo que pudo reco- ger de comida entróse en la mar, con es- peranga de atravessar el golpho que hay entre la Tierra-Firme é aquesta isla, para se venir á ella. É siguiendo este camino, topó con una nao que yba á la Tierra- Firme, la qual le recogió por mucho pres- cio y parte del oro que le dió, é trúxolo á la Savána á esta isla, donde era vecino, ó mejor diciendo al pagadero, E Bien conozco que algunos que son ami- gos de reprender, sin mas considera- cion, me culparán, porque siendo estos culpados personas de tan poca cuenta, se gastan tantos renglones, y mi pluma ocu- pa tiempo en tales historias; por que ca- da día ahorcan y quartean por el mundo á muchos delinqúentes , sin los enxerir en corónicas y semejantes historias. Y á mí me paresce quel que en esto me culpare, me agravia, que debo dar mi descargo para que no se me note lo dicho por falta ni inadvertencgia, por todas estas causas. Lo primero, porque estos mal aconsejados fueron chripstianos, y tan participantes en la sangre de Chripsto, como los Reyes y Príngipes. Lo segundo, porque cuento verdad en estas materias , y se deben de- cir como passaron. Y lo tercero, porque el que leyere, sepa que tiene Dios tanta cuenta con los chicos como con los gran- des, para dar á cada uno la recompensa, segund sus méritos y obras. Mas quiero decir, porque de susso se dixo que no se hace memoria de los delingúentes que ca- da dia castiga la justicia, en verdad si mi parescer se tomasse, yo no dexaria en ningund pueblo de mandar escribir y co- pilar todaslas puniciones y penasnotables, que á los malos se dan; porque agora so- lamente se acuerdan de tales castigos los que los ven executar, é aun aquellos los olvidan. Pero aviendo tabla é inventario de los tales delictos, no paresceria mal en las escuelas de los pupilos que apren- den ciencias y virtudes, para un acuerdo y dotrina adelante, de que podria resul- tar mucho provecho y enmienda en algu- nos mal enseñados. - Tornando á la historia, el Pedro de Vi- - Jlafuerte quedó en la Tierra-Firme con la gente que le seguia entre los indios, é no. sin continua guerra; porque ya los indios avian alcancado á saber la traycion que avia hecho, é assi no se fiaban dél. Y en una guacábara ó recuentro, le dieron en la cabega con una macana tal golpe, que le hicieron saltar un ojo quatro dedos fue- ra del yasso de su lugar; y aunque sanó del golpe y herida de la cabega para no morir, todavia le quedó el ojo fuera de 348 su assiento primero, é quedó muy feo hombre é señalado: de forma que no po- dia dexar de ser conoscido, é lastimado mucho para toda su vida. Andando assi este é los demás, deses- perados y con mucha hambre , él les dixo que le parescia que se debian de volver á Sancta Marta con todo aquel oro que tenian, porque creia quel gobernador Ro- drigo de Bastidas no seria muerto, é que las heridas no serian -peligrosas, é que confiaba de su humanidad é bondad, que dándole el oro, los perdonaria, mayormen- te que le darian relacion de la tierra que avian andado, é le darian aviso de la mu- cha rigueca della. É assi á este propóssito les dixo otras muchas palabras , conseja= do de quien le hizo delinquir, que fué el comun adversario de los hombres. Como ovo acabado su habla, uno de la compañia, llamado Barrantes, que mas atento y pronto estuvo á le oyr é para le escuchar, se anticipó á le responder, é dixo que si aquello queria hacer, que era nescessario quel oro que avian avido se partiesse , é cada uno le llevase al gober- nador su parte. De aquestas palabras Vi- llafuerte se enojó, diciendo quél no avia de consentir aquello, «é quél solo lo avia de dar junto é llevarlo, porque sabria ha- cer mejor los hechos de todos, é sobre esto ovieron palabras de enojo. Pero co- mo aquel soldado no penssaba ya qué su persona era para menos quel Villafuerte, dixo quél no lo avia de consentir, é que _ le echaria una langa que tenia en las ma- nos, si en aquello se ponian. Como Vi- llafuerte vido la osadia con que aquel compañero le hablaba, calló por enton- qes, é los que lo ovian se metieron en- trellos; mas aquella misma noche aguar- dó el Villafuerte quel otro se durmiesse, é dormido, llegó á él é con un cordel lo ahogó, é lo echó de una barranca abaxo, - é hizo á la gente que caminasse adelante. É de dia en día esta compañia era me- HISTORIA GENERAL Y NATURAL nos, porque los indios los apocaban; é an- dando en este trabaxo, casicon determina- cion de se tornar á Sancta Marta, porque ya no se podian sufrir, salieron indios á ellos en cierto passo y los desbarataron y mataron los mas destos pecadores: que no quedaron vivos con el Villafuerte sino dos ó tres compañeros, que eran los me- nos culpados, con los quales se fué á Sancta Marta, porque le quiso Dios guar- dar, para enseñar al mundo el pago que deben aver los tales. Siguióse que aquel mismo dia que Villafuerte llegó, estaba un navio de partida para esta cibdad de Sancto Domingo, en el qual venia el ar- cediano desta isla, que era sobrino del gobernador Rodrigo de Bastidas; y el te- niente Rodrigo Palomino prendió luego á Villafuerte, y encontinente lo hizo poner en aquella caravela y lo entregó al arge- diano, para que lo truxesse á esta cibdad de Sancto Domingo y lo entregasse á esta Real Audiencia que aqui reside. Assi se hizo, no obstante que trayéndolo, se soltó dos veces en el camino, despues que llegó la nao á estas islas, y otras tantas se halló, sin lo buscar con mucha diligencia; por- que Dios no consentia que quedasse sin la muerte, que se le dió, aunque se entró por los arcabucos ó boscajes que hay des-. de el puerto de la Maguana á esta cibdad, que son muy grandes, en ochenta leguas que hay hasta aqui. Donde llegado, se le hizo processo, é los señores desta Real Audiencia enviaron á prender al Porras á ja Savána, donde era vecino y estaba, y lo truxeron aqui. É tambien huyó en el camino é se tornó á hallar: é como tray- dores, ambos fueron sentenciados á que los arrastrassen y quarteassen, y pusies- sen los quartos en los caminos que salen desta cibdad , y las cabecas en el rollo ó picota desta plaga mayor de Sancto Do- Mingo. É assi se hizo, aviendo por sus confesiones primero lo ae está dicho de sus culpas. - DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. VI. Luego esta Audiencia Real proveyó de gobernador de Sancta Marta á un hidalgo, * que vivia en la villa de Sanct Johan de la Maguana en esta isla, llamado Pedro de 349 Vadillo, en tanto que Sus Mancilados pro- veian de aquel cargo de gobernacion á quien fuesse su Real servicio. CAPITULO VIL Cómo Pedro de Vadillo , por mandado é comision de la Audiencia Real, fué á administrar la gobernacion de Sancta Marta, y de la muerte del leniente Rodrigo Palomino, y de la fin que ovo este Pedro de Va- dillo y otras cosas concernientes á la historia. A tiempo quel gobernador Rodrigo de Bastidas se partió de Sancta Marta, des- pues de la traycion que contra él come- : tieron algunos de sus soldados, dexó por su teniente de gobernador é capitan ge- neral á Rodrigo Palomino, el qual era de Granada natural y buen soldado: al qual se halló obligado, porque quando Villa- fuerte y sus consortes quisieron acabar de matar al gobernador, éste y otros que con él se juntaron, fueron parte para lo resistir. É assi por esta obligacion de se aver mostrado en esto muy bien, le de- xó por su teniente, y él se dió muy buen recaudo en la administracion de la guer- _ra: y era valiente hombre y se señaló muchas veces en diversos recuentros y guacábaras contra los indios y Je temian mucho; puesto que aunque estaba bien quisto de la gente, no faltó quien escri- biesse ó dixesse mal dél al gobernador, y tenia propuesto de lo remover del car- go y aun de desterrarlu de la tierra; y para este efeto queria tornar Bastidas, quando le tomó la muerte en la isla de - Cuba, como ya tengo dicho. Y cómo el Audiencia Real que aqui reside, supo su muerte, envió á llamar á la villa de Sanct Johan de la Maguana á un hijodalgo que allí vivia, llamado Pedro de Vadillo, hom- bre de bien y rico, del qual se hizo men- cion en la primera parte destas historias en el libro V, capítulo IV, donde se trac- ta de la rebelion del cacique don Enri- que. Y mandáronle que fuesse á residir en Sancta Marta, como gobernador, é 4 tener en justigia aquella gobernacion, en tanto quel Emperador, nuestro señor, proveía á otro ó confirmaba á él aquel officio. Y dióse tal recaudo, que ninguno de quantos allá estaban le quisiera aver visto; y si algunos avia que no le des- amassen eran pocos, y essos porque me- rescian ser castigados, con quien él dis- simulaba: por manera quél fué mal quis- to. Y mucha causa desto fué ser el Ro- drigo Palomino mas liberal y tractable y al propóssito de la gente y bien querido de todos. Siguióse que yendo á una en- trada con cierta gente este capitan Ro- drigo Palomino, se ahogó en un rio, cu- ya muerte pessó á muchos y no al gober- nador Pedro de Vadillo; mas el placer que dello ovo lo escotó é pagó adelante con la misma muerte de ser ahogado. El qual estando assi continuando la gober- nacion, llegó á Sancta Marta Garcia de Lerma, salatal de Burgos, criado que avia sido del almirante don Diego Colom, al qual la Cessárea Magestad hizo mer- ced de aquella gobernacion, penssando remediar con él la tierra é la conversion de los indios y los desatinos que avian hecho otros capitanes particulares. Pero harto. mejor fuera que tal hombre nunca en tal officio fuera admitido, como ade- lante se dirá. Assi que, llegado este nuevo goberna- dor envió presso á esta cibdad al Pedro de Vadillo, eS de Er y ez | 350 dencias con los pobladores de aquella go- bernacion. Y venido á esta cibdad, el Au- diencia Real que aqui reside, le remitió á España al Consejo Real de Indias, á donde ydo á proseguir su justicia ante los jueces del suelo ¡oh mortales! le alcancó la del cielo, en una nao de que era maes- tre un Francisco Vara, vecino de Triana en Sevilla , hombre diestro en la navega- cion, pero muy cursado en blasfemar. Y entrando por la barra de Sanctlúcar de Barrameda, ó estando surtos quassi al - embocamiento del rio de Guadalquivir, que allí entra en la mar, cargó el tiempo de tal manera, que dió con la nao al tra- vés, y se ahogó el Pedro de Vadillo y el HISTORIA GENERAL Y NATURAL maestre Francisco Vara, é mas de otras " quarenta é ginco ó cinqúenta personas; y solamente se escaparon á nado y con mucho trabaxo, el piloto Johan Sanchez de Figueroa é otros quatro ó cinco hom- bres. Allí se perdió cantidad de oro é perlas, demas de la carga de acúcar é cueros de vaca é caña fístula é otras co- sas, en valor todo de mas de treynta mill pessos de oro. Notad, letor, lo que estos gobernadores sacaron deste officio y qué muertes ovieron; y passemos á Garcia de Lerma, que les subgedió en la goberna- cion, del qual avrá pocas cosas que loar é muchas de que culparle y degirse há con brevedad. CAPITULO VIII. De la gobernacion y fin del gobernador Garcia de Lerma, al qual Sus Magestades proveyeron del offigio de Sancta Marta, despues que se supo la muerte del adelantado Rodrigo de Bastidas. Guia de Lerma fué natural de Búrgos y pariente de honrados mercaderes de aquella cibdad, y como fué criado en es- ta isla en la casa del almirante don Diego Colom, agradóle mas la milicia que la mercaderia por dos cosas: lo uno, porque para el tracto él no tenia hacienda ni cau- dal; y lo segundo, porque era astuto y en- tremetido y de la diligencia mas copioso que prudente, la qual se convierte en importunidad é cansancio con tales per- sonas. El qual bastó á alcancar de Céssar el ofticio é gobernacion de Sancta Marta, despues que en España supo que Basti- das era muerto; y cómo Garcia de Lerma tuvo las provisiones de Sus Magestades, - para yr á aquella provincia, venido á es- ta cibdad, halló aqui á Ambrosio de Al- “finger, factor de la compañia de los Vel- Cares alemanes , al qual asimesmo se le truxo comision para yr á gobernar por los Velcanes la provi, ade Veneguela, que confina con la de Santa Marta. Y el Gar- cia de Lerma, omo ea ati y lo fala | ban dineros y no palabras , tuvo forma de hager compañia en las gobernaciones: é assi los alemanes le ayudaron con gente y dineros, y con su favor pudo continuar la empresa hasta se poner en Sancta Marta. É assi fué á aquella tierra, y lle- gado allá, cresciéronle los penssamientos y presuncion, y llamáronle vuestra seño- ria; y servíase con mucha solempnidad y Cerimonias, no con menos atencion que si en España tuviera una de las casas ge- nerosas é antiguas y de mas estado 6 tí- tulo que hay en ella : y no de menos es- pacio se limpiaba los dientes, despues que acababa de comer, dando audiencia é proveyendo cosas, que lo solia hacer el Cathólico Rey Fernando ó lo puede hacer otro grand príncipe. Por no perder el tiempo ni vacar en la buena gobernagion á vueltas de su fausto, procuró de adqui- Tir oro por todas las vias que él pudo con justa 6 injusta forma, y en perjuicio de su conciencia, y en deservicio de Dios y de Sus Magestades, y en daño de aquella DE INDIAS. LIB. tierra y ofensa de quantos pobladores chripstianos é indios allá avia, excepto de algunos particulares, hechos á su apetito, - y que robaban para él y para sí. Justicia no la avia, sino muchas fuercas y ultra- ges á muchos; á causa de lo qual los offi- ciales de Sus Magestades, que eran el: thessorero Antonio Tellez de Guzman y el contador Lope Idiaques, fueron destruy- dos y los echó de la tierra porque le yban á la mano y le acordaban sus tiranias y el servicio de Dios y del Rey; y porque le decian la verdad, los aborresció. Final- mente, él fué un notorio é insoportable ti- rano, y desta Real Audiencia se enviaron jueces contra él, á causa de las muchas quexas que cada dia llegaban, pidiendo justicia; pero los jueces que se enviaron todos hicieron poco. É ofrescióse en essa sagon que yo ove de yr á España por procurador desta isla écibdad, y con cré- dito de esta Audiencia Real; y por su instrugion me fué ordenado que dixesse la notoriedad de las culpas deste gober- nador en el quarto Real de Indias: lo qual yo cumplí con darles un proceso que aqui pendia sentenciado contra él en mucha suma de pessos de oro, de tiranias é ro- bos é otras fealdades. Y dicho mi crédito y entregado el processo, que por manda- do desta Real Audiencia yo llevé, se pro- veyó que el doctor Rodrigo Infante , oy- dor en esta Audiencia Real, fuesse á le. tomar residencia á Garcia de Lerma y á le castigar; y el doctor fué y lo prendió, é durante la residencia se murió, infama- do de mal gobernador y de cobarde ca- pitan, y de poca conciencia y de mucha cobdicia; y estaba tenido ya de los in- dios por de tan poco ánimo, que la so- berbia dellos era mayor. que nunca en ellos se avia mostrado, é no le tenian en nada, y llamábanle gallina. En verdad yo le avisé con tiempo á es- te gobernador de quán mal hablaban en él muchos, y de las quexas que dél se XXVI. CAP. VII. 354 daban á estos señores presidente é oydo- res; y me respondió una carta el año de mill é quinientos é treynta y tres, que hoy tengo, muy justificada; pero no creí na- da della, porque á Pedro de Lerma , su sobrino, é á otros muchos fidedignos oí decir dél cosas y tiranias que eran para aborrescerle todo el mundo. Y averiguó- se que la tierra que el gobernador Basti- das y el capitan Palomino pagificaron, por poquedad de Garcia de Lerma, en su tiempo se reveló, é mataron los indios á muchos chripstianos; y quando repartió los indios que servian, quassi tantos caci- ques se tomó para sí, como les dió á todos los restantes chripstianos: y essos quél to- maba no era por suertes ni con algund co- medimiento ó respeto de vergúenca ó camino de igualdad, sino que uno valia mas que quatro de los mejores que daba á los conquistadores y los mas ricos. Otra gentil granjeria usaba; y era que demás del oro que de sus caciques avia, traia sus criados á rescatar, é venian con mucho oro , que le entregaban, sin manifestarlo ni dar racon de lo que era á los officiales, negando y encubriendo al Rey sus quin- tos. Finalmente, las cosas deste goberna- dor son mejores calladas que no ocupando la historia con sus defetos; los quales quien quisiere saber mas por estenso, los hallará en aquel processo de que hice mencion de susso, é creo yo que contie- ne mas de mill hojas. No sé yo con qué favor este alcangó que la Cessárea Magestad eligiesse tal gobernador, sin ninguna experiencia de lo que se le encomendó, salvo que sabia mejor menear la lengua que la lanca. Pe- ro quien quiera que le ayudó para conse- gir tal officio, si viere mi historia, no se ocupe tanto en enojarse de lo que digo, como en hacer conciencia de la culpa que le cabe, favoresciendo á quien tan digno de culpa fué, despues que en aquel officio se vido. Por manera quél dexó la tierra 352 robada y destruyda , y como ovo cerrado los ojos, espiró. su residencia. El doctor Infante, que se la tomaba, se vino á su casa á esta cibdad muy enfermo, donde murió desde á poco tiempo. Y por fin de Garcia de Lerma proveyeron Sus Mages- HISTORIA GENERAL Y NATURAL tades de gobernador para aquella provin= cia á don Pedro de Lugo, adelantado de Tenerife , ques una de las islas de Cana- ria, buen caballero, del qual y del mal subcesso de su gobernacion se dirá en el capítulo siguiente. CAPITULO 1X. De la gobernacion del adelantado don Pedro de Lugo, el qual subgedió á Garcia de Lerma en la goberna= cion de Sancta Marta. | Céssar de la tirania de Garcia de Lerma, mandó proveer de aquella go- bernacion de Sancta Marta á don Pedro de Lugo, adelantado de Tenerife, buen caballero y diestro capitan en las cosas de. la guerra: el qual passó á la Tierra-Fir- me , y con él su hijo don Alonso Luis, al qual. el Emperador, en Madrid, año de mill é quinientos é treynta y cinco, le dió el hábito militar de Sanctiago, quando con- cedió la gobernacion al adelantado, su pa- dre. Y este su hijo se fué á Sevilla y ade- rescó el armada é gente que él y el ade- lantado avian de passar á estas partes, demás de las que de las islas de Canaria truxeron, en lo qual el adelantado se gas- tó mucho. É vino muy aderescado á Sanc- ta Marta, donde fué rescebido al officio, é tomó las varas de la justicia, é comencó á exercer la administracion della. - Desde á pocos dias que estaba en la tierra, envió á cierta entrada con gente á su hijo, donde ovo mucha suma de pessos de oro; con los quales, assi lo que pertenescia al quinto y derechos reales, como lo que dello avia de aver su padre y lo que pertenescia á los compañeros que lo ganaron, se partió é se fué de la tierra secretamente en un navio, sin li- cencia ni saberlo el adelantado: cosa que fué mal sonada y muy murmurada en es- las partes, y dó quiera que se sepa no puede sonar bien; porque quien á su pa- dre hizo tal burla y á lá hacienda del Rey, no se debe creer que lo dexára de hacer peor con otras personas. Puesto que Sus Magestades le perdonassen ó se dissimulasse su atrevimiento y error, de- cidme si le perdonará Dios lo que quitó á los pobres compañeros, que lo avian ga- nado y mejor trabaxado. Yo lo digo assi desnudo y claro, porque lo oí á muchos y es público é notorio en estas partes, y á esta Real Audiencia que en esta cibdad reside no es oculto, y porque ví una carta quel adelantado don Pedro de Lugo escribió á un hombre principal desta cib- dad, llamando mal hijo al don Alonso, y culpándole mucho de lo que digo, é aun diciendo que Su Magestad le debia muy bien castigar, é otras palabras, como de padre á quien pessaba en el ánima lo que su hijo avia hecho. El qual don Alonso con este oro se fué á la isla de Cuba, é alli lo quintó é pagó los derechos al Rey como le paresció, por la inadvertencia ó descuydo de los oficiales que allí tiene Céssar, pues que en la verdad no se de- bian contentar sin tomárselo todo; por-=- que claro está que llevándolo de Ticrra- Firme , avian de ver los offigiales que es- taba claro el fraude, y la racon para de- tenelle á él y al oro hasta que Su Mages- tad lo supiesse. Assi que, desde aquella isla de Cuba se fué á España y dexó al adelantado su padre gastado y empeña- do, y en tanta nescessidad que envió á esta cibdad de Sancto Domingo á vender DE INDIAS. LIB. su tapiceria y otras presseas de su casa, para comengar á pagar algo de lo que de- bia Ó para se sostener. Y quieren decir algunos que deste enojo que su hijo le dió, adolesció ó se principió su enferme- dad, la qual fué tal que vivió potos me- ses, despues que su hijo hizo el salto ques dicho. É lo qual sabido en esta Real Au- diencia, proveyeron los señores presiden- te é oydores de gobernador de Sancta Marta, en tanto que daban noticia á Sus Magestades, y enviaron á un hidalgo, hombre principal desta cibdad de Sancto Domingo, llamado Hierónimo Lebron: del qual se tiene experiencia que mira el XXV. CAP. IX. 353 servigio de Dios é de Sus Magestades é lo que conviene á la poblacion é pacifica- cion de aquella tierra; porque aqui avia seydo, hasta que le proveyeron deste cargo, alcalde mayor, y dió buena cuen- ta de su persona. Y es hombre virtuosso é criado desde muchacho en estas partes, é acertará mejor en lo que ha de hager que los que nuevamente á ellas vienen, si no le ciega la cobdicia que á otros sue- le trocar las condiciones; pero hasta el pressente se tiene buena relacion dél, é há aprovechado mucho su persona en aquella tierra, CAPITULO X. De algunas particularidades de la provincia de Sancta Marta, y de los animales y aves que hay allí, y de los mantenimientos é otras cosas particulares de aquella tierra. uando Pedrarias Dávila, gobernador de Castilla del Oro, passó por Sancta Marta con: mas de dos mill hombres que llevaba, tomó allí puerto porque era de su gobernacion: é por su mandado salió en tierra alguna gente un miércoles por la mañana, víspera de Corpus Chbripsti, año de mill é quinientos y catorce, y ovieron una guacábara ó recuentro con los indios. É yo me hallé en esto, porque como he dicho en otras partes, fuí por veedor de las fundiciones del oro en aquella gobernación de Castilla del Oro; é aquel dia me mataron un hombre de los que conmigo yban, en un combate que ovimos con los indios, por les ganar un cerro alto, donde se encastillaron é hicieron fuertes, por tomarnos el passo. Este compañero que digo, se decia Her- nando de Arroyo, y estando par de mí, le dieron un flechaco, de que le hirieron en la espinilla de una pierna; y fué tan: poca la fuerca de la flecha y tan pequeña la llaga, que no se le tuvo hincada la TOMO 11. saeta, sino assi como le dió y le rompió el cuero y le sacó un poco de sangre, en el momento se cayó la flecha en tierra, el hierro de la qual era un huesso de pes- cado, que llamamos raya. Mas la hierva era tal, que en el instante que este hom- bre fué herido, se vió que era mortal, porque aunque era hombre de mucho esfuerco, é de su persona se tenia expe- riencia, y era tenido por de grande áni- mo, desmayó, y quassi rabiando, al ter- cero dia murió. Tornando á la historia, digo que les - subimos á los indios el monte ó cerro que nos defendian entre muchas é grandes galgas, ó mejor diciendo, piedras que des- de lo alto enviaban rodando, con que des- calabraron étropellaron algunos chripstia- nos: é murieron dos ó tres indios de es- copetas que les dieron, é fueron pressas nueve ó diez mugeres é un indio. Y en- tre estas mugeres un negro mio halló la cacica, muger moca, escondida entre ciertas matas ten izo y era de gentil 354 parescer, y en mi casa en el Darien, des- pues que allá llegamos, murió desde á pocos dias de fiebres: .y á mi parescer murió de corage de se ver pressa, pues- to que en la verdad no fué tractada sino muy bien. Conosgióse que era muger prin- cipal por el acatamiento y respecto quecon ella tenian las otras mugeres pressas, por- que en ninguna manera se assentaba nin- guna sino muy desviada della, ni la ha- blaban, mirándola, sino los ojos puestos en tierra. Dixe de susso que esta india anal era hermosa, porque en la verdad pares- cia muger de Castilla en la blancura, y en su manera y gravedad era para admi- rar, viéndola desnuda, sin risa ni livian- dad, sino con un semblante austero, pe- ro honesto, puesto que no podia aver de diez y seys ó diez y siete años adelante. El dia desta batalla, puestos los indios en huida, los que aviamos salido de las naos dormimos en tierra, aviendo discurrido lo quel dia turó á unas partes y otras; y quando el sol se escondió, assentamos real con buena guarda, pero desviados del puerto é de la mar tres leguas poco mas ó menos. Y en algunos lugarejos que los nuestros robaron, no dexaron cosa que se hallasse, y en especial en un pueblo se ovieron muchos y muy buenos penachos y hamacas y mantas de algodon, é hallá- ronse atambores grandes de seys ó sicte palmos de luengo, hechos en un tronco vacuo de árboles gruessos y encorados, colgados en el ayre dentro de los buhíos, que sonaban mucho. Yo entré en un lu- gar destos con hasta cinqienta hombres que conmigo yban, y halléle despoblado y la gente yda al monte; y acaso entré en una casa Ó buhío de aquellos (que debie- ra ser casa de municion de la república ó de su cacique), en que avia muchos arcos é innumerables manojos de flechas, y mu- chas pelotas de hierba de color de cera pez. Y cómo yo yba eucjado del hombre e HISTORIA GENERAL Y NATURAL que me avian herido, hige á un escope- tero que con la mecha pusiesse fuego á aquel buhío, y el ayre turó poco; mas fué tan á propóssito, que en espacio de media hora estaba quemado aquel y to- dos los otros buhíos de aquel pueblo, que eran mas de quarenta. Allí ove yo una piedra cafír tan gran- de como un huevo de gallina, y aun casi de ánsar, no muy acul perfeto, sino co- - mo entre cristal y cafír, ó era cafír blan- co. Aquel dia se ovo una manta de mas de seys ó siete varas de luengo y de an- cho la mitad, con muchas pinturas entre- texidas, y en ellas muchas piedras cor- nelinas y plasmas de esmeraldas y casl- donias y jaspes y otras, y oviéronse mu- chas piecas de oro labradas, de diversas maneras, é oros é leyes, siete mill caste- llanos poco mas ó menos: lo qual todo se entregó al thessorero Alonso de la Puente, en cuyo poder assi el cafír como mo lo demás se puso, para que despues de sacados los derechos Reales se par- tiesse. Pero nunca yo supe despues en quien paró esta hacienda, aunque lo sos- peché, como otros á quien les yba tanto: en ello. Dexemos esto, que no es el Rey solo el engañado en estas cosas: que to- dos lo fuimos, é yo demás desso, arre- pentido de no aver guardado aquel cafír. Este dia se mataron cinco óÓ seys ve- nados que atravessaban entre los chrips-- tianos; porque hay muchos en aquella tierra, y los lebreles nuestros los toma- ron, y essa noche en el real se comieron con otros dos puercos salvajes, que los indios llaman baquíiras. Viéronse muchas tórtolas é codorniges y palomas torcaces y coritas, y muchas pavas de las grasnaderas prietas y de las leonadas, y otras aves que llaman los chripstianos faysanes; pero no lo S0n, puesto que en su gentil sabor no son in- feriores á buenas perdices, y tal tienen el plumaje , pero las colas largas. Hay aves 109 DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. X. de rapiña en aquella provincia, assi co- mo neblies y gabilanes, esmerejones y cernícalos; y todas estas aves son comu- nes en la Tierra-Firme, é algunas de las que se ha dicho mataron ballesteros este dia, en especial de las tórtolas. Yo hallé un acor en un pueblo desta tierra el mis- mo dia ó el siguiente, muy hermosso en una muda, y por tal muda lo juzgaron muchos que mejor que yo entendian las cosas de la caca y cetreria; pero nunca oí despues, en quantos años há que es- toy en estas Indias, que los indios cacas- sen con aves. El caso es que este neblí ó acor, si no estaba para mudar, á lo me- nos estaba suelto y cercado de cañas en tanto espacio como diez ó doce pies de cada parte, que serian quarenta en qua- dro, é allí á una parte deste encerra- miento puesta arena menuda. Este dia mataron los españoles tres ó quatro per- rillos pequeños, gosques y mudos, por- que no saben ladrar, y aunque les da- ban de palos y cuchiiladas, no se quexa- ban sino con cierto gruñir secreto ó baxo que apenas se oye. Y destos tales perros gosques ovo muchos en todas estas islas y mas en la Tierra-Firme, puesto que en esta Isla Española y otras se acabaron !. Otro dia siguiente , que fué de Corpus Chripsti, tornó toda la gente al puerto, y nos embarcamos por mandado del go- bernador Pedrarias, é seguimos nuestro viaje é fuimos al Darien. Pero todas es- tas aves é animales é otros son comunes en la Tierra-Firme , que con mas tiempo y espacio yo las ví despues, y por tanto basta aqui señalar Jos que dellos en Sancta Marta vimos; y adelante se dirán mas particularidades de todo ello en ca- da cosa destas, que para mi gusto son mas aplacibles que estótras materias tor- pes de discordias y. mal miramiénto de 4 En elcap. V del lib. XI habia dado Oviedo ya - nolicia de estos perros mudos, de los cuales vuelve á hablar en diferentes partes de esta General historia; 355 algunos capitanes, en que de nescessi- dad y contra mi voluntad tengo escripto lo que tengo dicho y me queda por de- cir, para dar mas cumplida racon de mí y de la historia. En Sancta Marta se ovieron entonces muchas y hermosas mantas de algodon y muchas redes de lo mismo para pescar; pero porque tengo de decir todo esto mas puntualmente en el viaje de Pedra- rias, basta haberlo tocado aqui sumaria- mente. Son estos indios caribes, flecheros y comen carne humana; y esto se supo, porque en algunas casas se hallaron aquel dia tasajos é miembros de hom- bres ó de mugeres, assi como bragos y piernas y una mano puesta y salada y enjairada, y collares engastados en ellos dientes humanos, que los indios se po- nen por bien parescer, y calaveras de otros puestas delante de las puertas de las casas en palos hincados á manera de tropheos y acuerdo de triunfo de los ene- migos que han muerto ó de los que han comido. Son idólatras estos indios, como en todas las Indias destas partes. Son so- domitas abominables: y súpose esto á la sacon por conjeturas, y despues con el tiempo por muy cierto; porque entre Otras piecas de oro labrado que se ovo allí en Sancta Marta, y que huyendo los indios á la sierra, lo dexaban escondido por el campo en las savánas é otras par- tes, se halló una piega de oro de veynte quilates ó mas que podia pessar hasta veynte é cinco pessos, que era un hom- bre sobre otro en aquel malo y nefando acto contra natura, hechos de relieve y muy al proprio: la qual pieca yo por mis manos la quebré despues encima de un ayunque con un martillo, en la casa de la fundicion real en el Darien. mas estando aquel libro destinado esclusivamente á tratar de los animales terrestres, allí debe verse la descripcion de esta peregrina manera de gozques. 356 Hallamos mucho mahiz hermoso en el campo, é yuca, é muchas arboledas de guayabas é guanabanas é otras fructas de las que acá hay y son comunes en todas estas Indias, y muchas piñas. Muy buena agua de dos rios pequeños, que vienen de las sierras al mesmo puerto y á un estan- que ó laguna que allí hay: aquellos rios son llenos de marcaxita de la dorada. Á mi parescer y de otros aquella es hermosa tierra é de muy gentiles llanos de vegas y sierras, é buenas aguas y fertilíssima; y tiene buenas minas de oro, é seria muy rica cosa, si la tierra tiene gente é gober- nador como convernia. Plega á Dios que el que allá está agora, y el que fuere trás él é otros todos acierten á servir á Dios, que conviertan é pacifiquen aquellos in- dios: que sirviendo á Dios, se sirye al Rey y se hace lo que conviene á la tier- ra y á los pobladores della; y errando qualquiera cosa destas, se yerran todas las otras, é haciendo bien la primera, se aciertan todas é se aumenta todo en bien. Los hombres é las mugeres en aquella provincia son de color algo mas claro que loros; andan desnudos , y las bragas que ellos y ellas traen son como en la gober- _hagion de Venecquela, de aquellos canu- tos ó sendos caracoles en que los hom- bres ponen el miembro viril, ó atado con un hilo y metido por adentro quanto mas le pueden encoger; y las mugeres aque- llas bragas sueltas de algodon que nin- guna cosa encubren, aunque las tengan, por poco viento que haya, y aun porque en la verdad los verdaderos ornamentos de las mugeres son honestidad y no los vestidos. Pero aquesto nolo dixo Justino, consintiendo que estuviessen desnudas: que esto tal es una salvajina antigua, y donde nunca se supo otra cosa; mas es la - verdad que yo he visto muchas indias desnudas mas vergoncosas que algunas Chripstianas vestidas. Aquella sentencia de Justino es gentil y de loar, para que HISTORIA GENERAL Y NATURAL no piensse alguno questá la hermosura y ornamento en el atavio del vestir, sino en las buenas costumbres y obras virtuosas; y no olvide nadie aquel dicho del sancto Job: «Vestida es mi carne de hedor y de mácula de polvo.» Pues assi es; y vesti- da la persona destos paños exteriores ó sin ropa alguna, ella es tal como Job dice. No es de maravillarnos de alguna gente vestida ó desnuda, porque el mundo es largo y no pueden todos los hombres ver- le; y para esso quiere Dios que yo y otros se den á estas peregrinaciones y las vea- mos y se escriban, para que á todos sean notas y de todo se le den loores. Paresge cosa imposible á los inorantes ser la mar roxa , porque no la han visto donde tiene tal color, é agora muchos he yo visto que la han visto seca, y otros escriben que en otra parte es verde; y el auctor es Plinio, hablando de la Trapo- bana. Yo la he visto en algunas partes ca- si blanca como leche, en la costa de la isla de Cuba; y tambien la he visto en la mar del Sur, yendo de Panamá á Nicara- gua, muy llena de culebras sobreagua- das, y assi llaman algunos á aquella mar Golpho de Culebras. Assi de los hombres en una parte son vestidos y en otra des- nudos, y assi como difieren en el trage, son diferentes en las lenguas y en los ri- tos y cerimonias. Y de todo hay mucho que decir en esta Tierra-Firme; y por tanto en este caso lo que aqui no se dice es porque lo hay, y lo diré, pocas leguas adelante, y todo en la gobernacion de Castilla del Oro, en que assimesmo al principio fué iuclusa Sancta Marta; y Có- mo mejor informado y mas tiempo residí, se escribirán mas particularidades destas y de otras que con el tiempo se nos yrán manifestando, y se yrán assi acumulando en cada lugar ó parte que convenga es- Cribirse en este y en los otros libros de la Natural é general Historia destas Indias. DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XI. 357 CAPITULO a: Del camino é viaje del licenciado Goncalo Ximenez, teniente del adelantado don Pedro de Lugo, que por su mandado fué á descubrir por el rio Grande, del qual y de los que con él fueron nunca se supo dónde pararon ni qué se hicieron en vida del dicho adelantado, hasta el año passado de mill é quinientos é treynta y nueve años; y de la grand riqueca que estos descubrieron de oro y piedras esmeraldas , é otras cosas convinientes al discurso desta gobernacion de Sancta Marta. E, el libro precedente, que tracta de la gobernacion de Venecuela, en los ca- pítulos XVII y XVIII, avreis visto, letor, la relacion del viaje y descubrimiento del capitan Fedreman, teniente del goberna- dor Jorge Espira, en la gobernacion de Venecuela, que está á cargo de los ale- manes Velcares, y confina con la de Sanc- ta Marta; y cómo se fué á juntar en el valle de los Alcácares con el licenciado Goncalo Ximenez, teniente del adelanta- do don Pedro de Lugo, que por su man- dado , desde Sancta Marta, fué por el rio Grande á descubrir, y le halló poblado el dicho Fedreman en el dicho valle de los Alcácares. Agora podreis leer otra relacion que yo el coronista destas historias saqué de una carta missiva de los officiales de Su Magestad , que se hallaron en el mismo viaje con este licenciado, la qual escri- bieron á Su Magestad, dando relacion del subcesso de su camino. Y copilando della lo ques sustancial y al caso de la gober- nacion de Sancta Marta, diré lo quellos escriben; y si lo quisiéredes cotejar con lo escripto por Fedreman, podreís enten- der cómo cada una parte confiessa la mu- cha riqueca y cantidad de oro y esme- raldas en lo nuevamente descubierto, y assimesmo con facilidad se puede consi- derar en: qué se desacuerdan ó discrepan la una parte de la otra en su relacion, dando cada uno lo ques á su propóssito, y no con tanta industria que visto lo uno y lo otro se dexe de entender lo mas cier- to, ó quál es aquello donde alguna pas- sion ó interés se conosce. Y porque esto mas puntualmente se muestre, porné á la letra la carta que digo, ques del tenor siguiente: Sacra, Cessárea, Cathólica Magestad. «Ya á Vuestra Magestad le será notorio cómo el adelantado don Pedro Hernan- dez de Lugo vino á la cibddad y provin- cia de Sancta Marta por gobernador, y llegó á ella con ochocientos hombres poco mas Óó menos, en dos dias de enero de mill é quinientos é treynta y seys años: en la qual provincia hizo algunas entradas á las sierras, de que rescibió mucho da- ño, por ser la gente muy belicosa, como ya Vuestra Magestad avrá sabido por otras cartas de los gobernadores della. »Á seys de abril del dicho año, el di- cho adelantado, viendo que con la gente que traia hacia muy poco fructo en las sierras de Sancta Marta, antes rescibia mucho daño de pérdida de gente, envió al licenciado Goncalo Ximenez por su te- niente, con hasta quinientos hombres de _pié y de caballo, por el rio Grande arri- ba, y por el agua cinco bergantines con la gente que en ellos cupo, y la demás gente por tierra y con los officiales que por Vuestra Magestad residimos en esta provincia, y de todo lo que en la jornada ha subcedido, damos aviso y relacion á Vuestra Magestad subgesivamente , pues- to caso que algunos de nosotros ovieran de yr á informar á Vuestra Magestad mas largamente desta tierra, que nuevamente 358 se ha descubierto y poblado en nombre de Vuestra Magestad; á la qual llamamos el nuevo reyno de Granada. »En la entrada del rio Grande se per- dieron dos bergantines con la gente de uno dellos, y luego el dicho adelantado tornó á armar otros dos para enseguimien- to de la jornada; y siguieron el rio arriba en descubrimiento déi, hasta que passa- ron adelante de donde otros españoles avian llegado otra vez, enviados por Gar- cia de Lerma, vuestro gobernador; y siempre progiguiendo la costa del rio Grande arriba, assi por agua como por tierra, puesto caso que mientras mas se subia, siempre avia menos muestras de in- dios y de buena tierra. El dicho teniente prosiguió su jornada, porquél y todos lle- vaban propuesto de no dar la vuelta has- ta hallar la tierra que á Vuestra Magestad se le hiciesse servicio; y con esta porfia, passando muchos rios y ciénegas y mon- tes muy malos de passar, allegamos á un pueblo que los indios llaman de la Tora, donde hasta allí, assi de hambre como por ser la mas de la gente que venia nue- vamente venida de España, se avia muer- to-la mayor parte della. »Estando el real en este pueblo, que será doscientas leguas de la mar, á nues- tro parescer, el teniente, viendo la mala disposicion que cada dia el rio mostraba de menos poblaciones, envió á descubrir dos veces á ciertos bergantines; los qua- les de la relacion que dieron, despues de vueltos, se coligió mas mala disposicion de tierra, y que assi era impossible caminar - por él ni por tierra,-4 causa que ya el rio anegaba toda la tierra, de manera que no se podia caminar. »Yisto por el dicho teniente la mala dis- posicion de passar adelante, determinó de ver si seria possible de tomar la sierra que prolonga: el dicho rio grande, que estaba por lo mas cerca veynte. leguas; porque hasta allí no se avia ess .. - deste muevo reyno. É haciendo alarde de HISTORIA GENERAL Y NATURAL mar, aunque muchas veges se avia pro- curado , porque entrella y el rio es todo tierra anegada y lagunas. Y para hacerlo, envió al capitan Johan de Sanct Martin, el qual fué en ciertas canoas por un braco de rio arriba que baxaba de la sierra, el qual, como volvió, dixo que avia llegado hasta veynte y cinco leguas de donde avia salido, é que avia hallado alguna manera de poblacion, aunque poca, é que era camino por donde baxaba la sal que se hacia en la sierra á contractar el rio. Vis- to por el teniente, determinó de yr él mesmo con la mejor gente y mas sana que entonces avia, para ver lo que avia adelante; y se partió del dicho pueblo de la Tora, dexando en él el real, y caminó hasta donde antes se avia llegado, é allí, por la mala disposicion suya, se quedó, y - envió á descubrir mas adelante al capi- tan Antonio de Lebrija y al capitan Johan de Céspedes, los quales fueron con hasta veynte y cinco hombres, para que descu- briessen dichas sierras y viessen lo que en ellas avia. Los quales atravessaron un gruesso trecho de sierra, que podia te- ner hasta veynte é cinco leguas de sierra montuosa; é llegaron á una tierra rasa, donde vieron muestra de muy buena tier- ra y buenas poblaciones, con las quales nuevas se volvieron adonde el teniente avia quedado: é desde allí se volvió al pueblo adonde avia dexado el real, para sacarle de allí é yr en demanda de aque- lla tierra nuevamente descubierta. É ya mucha gente de la que avia quedado en el real se avian muerto por las causas di- chas; é con la mejor gente é de mejor disposicion se partió en la dicha demanda, tornando á enviar en los bergantines toda la gente enferma. É caminando en la di- cha demanda, atravessó las dichas 30 ras montuosas que se llaman de Opon, é salió á la tierra rasa que los primeros des- cubrieron, donde comencó la conquista DE INDIAS. LIB. la gente que traia, halló que por todos los que allí avian salido no éramos mas que ciento y septenta hombres de pié y de caballo: que todos los demas murie- ron en el camino, ó se tornaron á Sancta Marta en los bergantines muy enfermos. » Despues que esta relacion vino á noticia del auctor destas historias, supo del ca- pitan Johan Junco que de seyscientos hombres que salieron de Santa Marta no quedaron sino ciento y septenta; assi que, los que faltaron é murieron fueron tres- cientos y quarenta. Tornemos á la carta de los officiales , que dice assi: «Viendo el teniente la buena manera de tierra, y cómo siempre aviamos traydo muestra de mucha sal fecha panes gran- des, y que no teniamos lenguas para la dicha tierra, determinó por señas venir preguntando dónde aquella sal se hacia. É assi nos truxeron los indios adonde se hacia; la qual se hace de una agua salo-' bre, atravessando muchas poblagiones y muy grandes y de mucha comida, en catorce ó quince dias despues que salimos á la dicha tierra rasa. Hácese aquella sal en muchas partes blanca y muy buena. »Llegados á estos pueblos de la sal, ya aqui mostró la tierra lo que en ella avia y lo que avia adelante , porque era muy gruessa y de muchos indios, y la manera de los edificios de casas diferentes de los que hasta entonces aviamos hallado: en especial una jornada mas adelante de di- cho pueblo de la sal, entramos en la tier- ra del mas principal señor que hay en ella, que se dice Bogotá; y. bien mostró ser assi, porque le hallamos una casa de su apossento, que para ser de paja, se po- dria tener por una de las mejores que se han visto en Indias. » Y hasta allí por todos los pueblos que aviamos passado , se avia visto muestra de algund oro y piedras esmeraldas, y puesto caso quel dicho Bogotá nos quiso resistir la entrada de su tierra, saliéndo- XXVI. CAP. XI 399 nos á la retroguarda assaz número de in- dios, poco le aprovechó; porque en fin, como son indios, luego volvieron las es- paldas con daño suyo, que se les hizo. »Este Bogotá es el mayor señor que hay en esta tierra, porque le son subjetos otros muchos señores y muy principales della. Tiene forma de muy rico, porque dicen los naturales de la tierra que tiene una casa de oro, y mucho minero de pie- dras esmeraldas muy ricas. Hónranle de- masiadamente sus vassallos; porque en la verdad en este nuevo reyno son los in- dios muy subjetos á sus señores. Ha sub- jetado y tiene tiranicada mucha parte des- ta tierra. Hasta agora no se ha avido dél cosa ninguna, por causa que se alcó con muchos principales y con todo su oro á una sierra muy agra, adonde no se les puede hacer daño alguno, sin mucho tra- baxo de españoles, »Llegados á la tierra de Bogotá, el di- cho teniente envió por dos partes; por la una al capitan Johan de Céspedes, y por la otra al capitan Johan de Sanct Martin, los quales fueron á saber qué tierra avia adelante. Y por la relacion que truxeron, se halló que ambos á dos, cada uno por donde fué, avian dado en una nascion de gente que llaman panches, de la qual es- tá cercada toda la tierra y la mayor parte deste valle de Bogotá, porque entre la una tierra y la otra no hay mas de un po- co de sierra de monte. Son diferentes en las armas desta otra parte de Bogotá, é muy enemigos los unos de los otros, -— »Ya en este tiempo las lenguas se yban mas aclarando y nos yban entendiendo, á cuya causa algunos indios que nos traian oro y piedras esmeraldas, conosciendo que de nosotros eran muy estimadas, aun- que entre ellos lo son mucho, porque las tienen en tanto y mas quel oro, dixeron que nos lleyarian adonde debaxo de tier- - ra se sacaban. Lo qual visto por el tenien- te, sacó el real del valle de Bogotá en 360 . demanda de las minas de las esmeraldas, y llegó al valle que despues se llamó de la Trompeta; y desde allí envió á descu- brir dichas minas de esmeraldas al capi- tan Pedro de Valencuela, el qual fué con cierta gente, y á cabo de seys dias llegó á dichas minas, donde él y los españoles que consigo llevaba las vieron sacar á los indios debaxo de la tierra, é vieron tan extraña novedad. » Estarán del valle de la Trompeta hasta quince leguas, en una sierra muy alta, pe- lada. Terná el lugar donde paresce que se sacan una legua ó quassi. Es señor della un indio muy principal, que se llama Somin- doco, y es señor de muy grandes vassa- llos y poblaciones. Sus assientos á tres leguas de las dichas minas: no las sacan Otros indios sino los deste cacique, en cierto tiempo del año ; porque para sacar- las hagen muchas gerimonias, y despues de sacadas, las tractan y contractan entre ellos. El principal rescate es oro y qiien- tas que en esta tierra se hacen, y ropa mucha de algodon. » Visto por el teniente lo que los que avian ydo á descubrir decian, assi por- que dixeron que desde las dichas minas parescian unos llanos muy grandes, que era maravilla, tanto que por ninguna par- te se parescia otra cosa, como por saber con mas certidumbre de las dichas pie- dras, y tambien por salir á los llanos, si fuesse posible, para lo qual allegó el real cerca de las minas de las piedras esme- raldas; desde allí envió al capitan Johan de Sanct Martin á descubrir los dichos lla- nos, porque por lo que decian mostraban estar poblados. La salida fué tan dificul- tosa á ellos, que por ningund cabo se pu- do salir, assi por ser la tierra muy áspe- Fa, como por muchos rios muy grandes que á ellos salen, de cuya causa no se pudo salir á ellos, y se quedaron assi. ; > Tanja. Antes y despues se halla escrito Tunja. HISTORIA GENERAL Y NATURAL »En este tiempo, quanto mas ybamos andando, mas las lenguas nos yban en- tendiendo, é dixeron al teniente de un grand señor que estaba cerca de donde estabamos con nuestro real, que se lla- maba Tunja. El teniente fué sobre él con la mas gente que pudo de pié y de caba- llo y le prendió, puesto caso que al prin- cipio, el dia que se entró en su tierra, nos salió al camino á manera de paz y se le dió. Despues paresció ser tracto doble, porque entrados en su pueblo donde vi- via, quisieron él y sus indios hacer otra cosa de lo que publicaban, á cuya causa fué tomada su persona con poca cantidad de oro y piedras, porque lo mas y mejor tenia algado. Lo poco que se le tomó fué en su apossento, donde dormia, y en unos oratorios que estaban junto á él. Serian hasta ciento y quarenta mill pessos de oro fino, y treynta mill de oro baxo, con al- gunas piedras, aunque pocas, porque co- mo decimos, lo tenian ya escondido. Es- te Tanja * es muy grand señor y sónle muchos señores subjetos. Es muy rico. Los indios desta tierra, que son principa- les, quando se mueren, no se ponen de- baxo de tierra sino encima, y ponen en los cuerpos algund oro y esmeraldas. Es señor de mucha gente y no es tan tirano como Bogotá. »Estando el real en este pueblo de Tun- ja, se tuvo nueva de otros dos caciques: el uno se llama Duytamá, y el otro So- gamoso, ambos á dos á tres jornadas deste pueblo de Tunja, á los quales el te- niente fué con cierta gente de pié y de caballo y hallólos algados. En el pueblo de Sogamoso se hallaron colgados en unos oratorios que tienen, hasta cantidad de quarenta mill pessos de oro fino y algund oro baxo y piedras. No se hallaron indios algunos, porque estaban alcados. Deste pueblo se volvió el teniente al real. Pas- DE INDIAS. LIB. sando por el otro señor que se decia Duy- tama, salieron al camino gritando y con armas para nos ofender si pudieran. Ma- táronse algunos dellos, aunque pocos, por el ruin sitio en que estaban. | »Vuelto el teniente á Tunja, se pessó el oro que avia, y pessado ovo, assi en lo que se tomó en Tunja como en lo de Sa- gamoso y otro poco de oro que por la tierra se avia avido, pesso de ciento é noventa é un mill é ciento é noventa y quatro pessos de oro fino, y de otro oro mas baxo treynta é siete mill é doscientos é treynta y ocho pessos, y de otro oro que se llama chafallonia, en que ovo diez é ocho mill é trescientos é noventa pes- sos. Oviéronse mill é ochocientas quince piedras esmeraldas, en las quales hay piedras de muchas calidades, unas gran- des y otras pequeñas y de muchas suertes. »Vista por el teniente y capitanes la grandeca y riquega de la tierra, en que andabamos, ovo de volver á Bogotá por- _ que se creia y teniamos por cierta nue- va que era sin número la riqueca que te- nia, assi de oro como de piedras, porque era mucho mayor señor que Tunja. El te- niente con cierta gente de pié y de caba- - llo volvió sobre Bogotá, y hallólos tan de guerra que de dia ni de noche nunca dexaron de darnos guacábaras y muchas - escaramucas; y nos pussieron en mucho aprieto de cansancio, assi de personas como de caballos. É informado el tenien- te de algunos indios, que se tomaron en - las dichas guacábaras, cómo el dicho Bo- gotá estaba en una casa de placer que él tenia á tres leguas de su valle, determi- namos de yr sobre él una noche, por prenderle y hagerle amigo, si pudiésse- mos; y al quarto del alba dimos sobre él, y con algunas escaramucas que con los indios que tenia se ovo, fué su dicha que le mataron entre otros que murieron allí por andar desconoscido ; y aun digen MO ll. XXVI. CAP. XI. 364 que con mas ruin hábito que los otros, aunque por estonges no supimos de su muerte, porque se fué á morirá un monte, sin nosotros le conoscer ni ver. Y visto por el teniente cómo todos estaban tan de guerra, determinó de volver á su real, y vuelto, todavia descobrir los lla- nos para saber los secretos dellos, á lo qual envió al capitan Johan de Sanct Martin con cierta gente de pié y de caba- llo, digiendo que por Duytama se des- cobririan mejor: y por otra parte deter- minó de se llegar allá para desde allí en- viarlos á descubrir, é assi lo hizo, aun- que tampoco se descubrieron por racon que adelante se hallaron mucha cantidad de sierras nevadas muy grandes, qu es- torbaban la salida. | » Vista la mala disposicion de salir á los llanos, el dicho teniente determinó de sa- lir á ellos y descubrirlos con giertas len- guas que tuvo, dexando el real en la tier- ra de Tunja, mandándoles que fuessen á la tierra de Bogotá. É fué la vuelta dellos, tomando la demanda por otra parte que los descubridores avian ydo; y volvió por la tierra de Bogotá, y llegando á un cagi- que subjeto al dicho Bogotá, que se lla- ma Pasca, tuvo nuevas cómo desde allí 4 ocho jornadas de despoblado avia una tierra que se llama Neyva, muy rica, donde los indios sacan el oro debaxo de tierra : y los indios de Pasca les llevaban sal y otras cosas de contractacion, y res- catan con ellos oro, y dicen que desde allí parescen los llanos. É assi el teniente - con la dicha nueva tomó la via de la. di- cha Neyva, y fueron allí con mucho tra- baxo de mucho frio é hielos, que hay en - el camino y tierra despoblada. Llegados allá, vieron una tierra llana, aunque no era la que desde las minas se paresce, porque es el valle del rio grande que sale á Sancta Marta; y cómo el valle en al- guna parte ensancha la tierra, parescen llanos, é hay sierras de la una parte y de 362 la otra, é los otros llanos son las vertien- tes otras de la sierra, en que estamos, á la parte dó sale el sol. Esta tierra de Neyva es diferente de la de Bogotá, porque es muy cálida y enferma y no bien poblada. Tienen oro fino y muestra de plata y muy buena, y hay oro en la dicha tierra de minas, y en ella las hay, y segund dicen - los naturales, muy ricas. » Viene el rio grande por esta tierra de Neyva todavia muy crescido, por cuya causa y porque nos adolescia mucha gen- te, el dicho teniente se volvió al valle de Bogotá sin ver mas de los llanos; y des- de allí envió á llamar el real, que estaba cerca del valle de Bogotá conun cacique que se llama Suesca, el qual avia venido de paz á un hermano del teniente, que avia quedado en el dicho real y con el mesmo cacique vinieron otros muchos señores comarcanos dél. Y venido al valle de Bogotá todo el real, súpose la muerte de Bogotá, que avia sido muerto en la casa de placer, y cómo un sobrino suyo, que se dice Sagipa, su heredero, se avia algado en una sierra encima del dicho va- lle, con el oro y piedras quel dicho Bo- - gotá muerto tenia; y visto por el dicho teniente el algamiento del dicho Sagipa, envió á decir á. todos los caciques de la comarca que á él eran subjetos, que vi- niessen luego á ser sus amigos, donde no, quél los mataria y haria la guerra á ellos y á todos sus descendientes. Lo qual sabido por los dichos caciques, en poco espacio de tiempo vinieron ó todos los mas, sino fueron algunos que con el Sa- gipa estaban alcados en la sierra; entre «los quales vino un sobrino suyo, que se di- ce Chia, á quien el teniente hizo mucha honra, el qual assimesmo decia que la he- rencia é señorio del Bogotá muerto le per- tenescia,. porque decia ser suya. Este Chia es señor por sí, y ninguno puede ser Bogotá si-primero no es cacique de Chia, ques costumbre y ar entrellos. que | HISTORIA GENERAL Y NATURAL en muriendo Bogotá, hacen á Chia Bogotá, y luego se elige otro que sea Chia, y mientras ques Chia, no señorea en otros caciques ningunos, mas de un pueblo quel tiene, adonde reside. »Estando el real en el valle de Bogotá, - tuvimos nueva de una nascion de muge- res que viven por sí, sin vivir indios en- trellas, por lo qual las llamamos amago- nas. Estas dicen los que dellas nos dieron noticia, que de ciertos esclavos que com- pran se empreñan , y si paren hijo lo en- vian á su padre, y si es hija, críanla pa- ra aumentacion desta su república. Dicen que no se sirven de los esclavos mas de hasta empreñarse dellos; que luego los tornan á enviar, é assi á tiempo los en- vian é á tiempo los tienen. Oyda tal nue- va en tal tierra como esta, envió á su hermano con alguna gente de pié y de caballo 4 que viesse si era assi lo que los indios decian; y no pudo llegar á ellas por las muchas sierras de montaña que avia en el camino, aunque llegó á tres ó quatro jornadas dellas, teniendo siempre mas noticias de las que avia, é que eran muy ricas de oro, é que dellas se trae el mesmo oro que hay en esta tierra y en la de Tunja. Por este camino se descu- brieron valles de grandes poblaciones. »Despues de vuelto desta jornada, vien- do el teniente y nosotros que era bien que Vuestra Magestad supiesse los servicios que en esta tierra se le avian hecho é ha- cian, determinó de yr en persona con al- gunas personas que con él van, á bessar las reales manos de Vuestras Magestades y hacerles relacion de todo loque acá avia passado. Para lo qual hizo hacer tres par- tes del oro é piedras que en esta tierra se avian avido, que hasta entonces eran ciento é noventa y un mill doscientos no-- venta y quatro pessos de oro fino, y de oro baxo treyta y siete mill doscientos ochenta y ocho pessos, y de otro baxo diez y ocho ho mill eE é noventa en y mil DE INDIAS. LIB. ochocientas quince piedras esmeraldas de todas suertes. De todo esto se pagó el quinto á Vuestra Magestad , y lo demás se partió entre la gente, é cupieron á qui- nientos é diez pessos de oro fino, é cin- qúenta é siete pessos de oro baxo, é cin- co piedras esmeraldas por parte. »Como ya se publicaba quel teniente se queria yr, viendo Bogotá el buen tracta- miento que á todos los cagiques que ve- nian de paces se les hacia, é viendo la mala vida que tenia en estar algado y fue- ra de su casa, y matándole y prendién- dole muchos de sus indios, determinó de venir á verá dicho teniente : al qual se le hizo toda la honra y buen tractamiento que se le pudo hacer, é quedó debaxo de la obediencia de Vuestra Magestad: -el qual, viendo el buen tractamiento que se le avia hecho, rogó al teniente que le diesse alguna gente para yr contra unos indios enemigossuyos, que eran panches, cerca de aqui, á los quales el dicho te- niente fué, assi por agradalle como por mas confirmar la paz; y para que viesse que éramos amigos de nuestros amigos. Y á la vuelta le dixo, que pues era nues- tro amigo avia de hacer obras de amigo: que ya sabia como Bogotá su tio, el pas- sado, fué enemigo nuestro, y en esta enemistad le aviamos muerto; por tanto, quel oro y piedras quel dicho Bogolá te- nia, eran de Vuestra Magestad, y de los españoles vuestros vassallos; que lo hi- ciesse traer y nos lo diesse, pues eran bienes de nuestro enemigo; é que lo de- más de su señorio de la tierra, sirviendo á Vuestra Magestad, como debia, se lo dexaba. Á lo qual respondió quél nolo te- - -nia, é que su tio lo avia dexado y repar- tido en muchas partes; y despues dixo quél lo tenia. » Visto por el teniente cómo andaba des- -yariando, lo truxo al real consigo, é le dió una casa en que estuviesse con su -guarda que de chripstianos le puso; é le XXVI. CAP. XL 363 dixo que higiesse traer el oro y piedras que de su tio tenia; si no que no le de- xaria yr de allí hastá que lo diesse. Vis- to esto, el dicho Bogotá dixo que en veyn- te dias daria una pequeña casa que esta- ba junto á la suya, llena de oro y muchas piedras, en la qual casa se le hizo todo el buen tractamiento que se le pudo ha- cer, dándole sus indios é indias que le sirviessen; y cumplidos los veynte dias que avia quedado, no “truxo nada de lo que avia dicho. Visto esto por el tenien- te, le dixo que avia seydo muy mal he- cho-hacer burla de los chripstianos, é que no lo avia de hacer assi: á lo qual dixo que todavia lo haria traer, é que lo an- daban ayuntando, lo qual paresció ser bien mentira é que nos traia en palabras; por lo qual el teniente determinó de de- xarle en unos grillos y seguir suviaje, pa- ra dar cuenta á Vuestra Magestad. É assi se partió, dexando en su lugar á su her- mano Hernan Perez de Quesada, y cami- nó hasta un pueblo que se dice Tinjaca; é de allí determinó de yr en persona á ver las minas de las piedras esmeraldas, para dar mas entera relacion á Vuestra Magestad dellas, dexando en el dicho pueblo la gente que llevaba ; y llevó con-. sigo tres ó quatro de caballo, y las vió dónde y cómo se sacan las dichas pie- dras, de lo qual Vuestra Magestad será informado del mismo teniente y de otras personas, quel servicio de Vuestra Mages- tad dessean; - -» Vuelto de las minas le ls esmeraldas, tornándosse á juntar con la otra. -gente, para seguir su jornada del pueblo « de la Tora, á donde avia de hacer los bergan- tines, para yr el rio abaxo hasta Sancta Marta, supo nuevas muy estrañas de la tierra en que estabamos, que son lo de las mugeres susso dichas que es innume- .rable el oro que tienen, y tambien de una provincia que está á las vertientes de los llanos á donde no se puede salir, que 364 se dige Menza, en la qual provincia di- cen los indios que hay una gente muy rica, é que tienen una casa dedicada al - sol, donde hacen ciertos sacrifigios y qe- rimonias, é que tienen en ella infinidad de oro y piedras y viven en casas de piedra é andan vestidos y calgados y pe- lean con langas é porras. Y tambien nos dixeron que el Bogotá, que está presso, tenia una casa de oro, é piedras en mu- cha cantidad : lo qual visto por el tenien- te y los que con.él yban tantas noveda- des y tan grandes, todos juntos nos pa resció que seria mas servicio de Vuestra Magestad yr á ver las partes ya dichas y llevarle mas relagion, aunque se tar- dasse en ello un año mas;.é assi nos vol- vimos al valle de Bogotá, á donde que- daba el real ó campo nuestro. Y llegados al dicho valle, el teniente hizo cierta in- formacion contra el dicho Bogotá que es- taba presso, con muchos señores de la tierra, por la qual se halló que tenia un buhío y mas de oro y muchas piedras esmeraldas, lo qual se le demandó, ha- ciéndole algunas premias para que lo diesse: é dixo que lo daria y no lo dió, porque sus indios despues que lo vieron _presso y mal tractado, se algaron con ello. De manera que como era indio gran señor y delicado, con poco trabaxo que passó, murió en la prission; y assi se quedó su riguega sin parescer hasta ago- ra, porque todos los mas principales su- yos, é sus indios con el dichó oro están . algados en unas sierras y hechos fuertes, yy aun dicen los naturales de la tierra que ya tienen otro Bogotá hecho, á quien obe- descen é tienen por señor. »Desde á pocos dias fué el teniente á los panches por ruego de un cacique amigo -—Ruestro, para satisfacelle de algunos da- ños que dellos avia rescebido, en la qual jornada se descubrió el rio grande que antes aviamos visto en Neyva y. es el mismo que va á Sancta. e Estará has- HISTORIA GENERAL Y NATURAL ta veynte leguas desta cibdad de Sancta Fée, que fué harto bien para esta tierra, á causa que se pueden hager bergantines, en que en diez ó doce dias vayan á Sanc- ta Marta, y poder por él tambien traer los bastimentos que en esta tierra eran nescessarios. En esta jornada se vieron en la otra parte del rio, hasta quatro ó cinco leguas dél, unas sierras- nevadas grandes que -prolongan el rio arriba y abaxo; y preguntando á los indios que qué gente vivia en aquellas sierras, dixe- ron que era gente como la del valle de Bogotá, é que eran muy ricas, porque te- nian vasijas de oro é plata, donde eran ollas é otras cosas de su servicio, en lo qual se certificaban mucho. Creemos será assi, porque en el rio hay oro y muy fino. Y con esta nueva y con aver hecho al- gund daño en los panches, se volvió á Bogotá, á donde estaba el real. »Desde á pocos dias, con la grand nue- va que de las dichas sierras teniamos, el teniente envió á su hermano con la gente de pié y de caballo que le paresció que convenia para la dicha jornada de las sier- ras nevadas, por. estar como están tan gerca deste valle: é yban tan bien ade- rescados y de tan buena gana como si en- tonces salieran de la mar, con tanto des- * seo de servir á Vuestra Magestad como es racon. Desde á seys dias que se par- tieron deste valle tuvimos nuevas de al- gunos indios cómo por el rio Grande aba- xo yban muchos chripstianos de pié y de caballo, de lo qual no poco maravillados, por ser en parte tan extraña, determinó el teniente que su hermano se volviesse con: la gente que llevaba , y que se fues- se á ver qué gente era, y assi envió á lla-* mar á su hermano, y se volvió luego- Despues de vuelto, teniéndose mas fres- ca la nueva, lo tornó. á enviar con doce de caballo y otros tantos á pié para que passasse el rio y fuesse en su busca has- la topar con ellos é saber qué gente era: DE INDIAS. LIB. lo qual se hizo, y no con poco trabaxo, por causa del rio, y se supo como era gente del Pirú, que venian debaxo de la gobernacion de don Francisco Picarro , é traian por capitan á Sebastian Benalcácar, como Vuestra Magestad mas largamente será informado. Vuelta la gente á este pueblo nuestro con la nueva de los chrips- tianos é quién eran, desde á ocho dias tuvimos nueya como el dicho Sebastian de Benalcácar passaba el rio y se venia á este valle de Bogotá. Junto con esto é á una sagon supimos cómo por la parte de los llanos adonde no aviamos podido sa- lir, ques hácia donde sale el sol, venian otros chripstianos, é que eran muchos é traian muchos caballos, de lo qual no po- co espantados, no penssando quién po- drian ser, se envió á saber quién eran, porque decian que estaban cerca de no- sotros hasta seys leguas: é supimos cómo era gente de Venecuela , que avian salido con Nicolás Fedreman, al qual traian por su teniente y general, y entre estos ye- nian algunos que decian ser de Cubagua, - de los que se avian algado á Hierónimo Dortal: los quales venian tan trabaxados é fatigados, assi de mucho camino y ma- la tierra, como de ciertos páramos despo- - blados é frialdades que avian passado, que con poco trabaxo más pudiera ser perescer todos. En nuestro campo halla- ron todo el buen recogimiento y comida y vestidos que ovieron menester para re- formar sus personas, de lo qual Vuestra Magestad será mas informado. A esta sa- con y tiempo estaban el dicho Nicolás Fe- dreman con su real, y el dicho Sebastan de Benalcácar con el suyo, y nosotros en en el valle de Bogotá, en nuestro pue- Bo, todos en triángulo de seys leguas, sabiendo los unos de los otros cosas que Vuestra Magestad y todos los que lo su- pieren, ternán á grand maravilla juntarse gente de tres gobernaciones, como la del Pirú é Veneguela y Sancta Marta, en una blos. XXVI. CAP. XI 365 parte tan léxos de la mar, assi de la del Sur, como de la del Norte. Plega á Nues- tro Señor sea para mas servicio suya: é de Vuestra Magestad. »Estando todos tres reales en trián-" gulo, aviendo mensajeros de unas par- tes á otras, y mirando todos lo que mas servicio seria de Vuestra Magestad, se concertó nuestro teniente con Nicolás Fedreman y con Sebastian de Benalcá- car, para que quedando toda la gente de Venecuela y alguna de la del Pirú en este nuevo reyno de Granada é gober- nacion de Sancta Marta, con una persona que los tuviesse en paz é justicia, todos tres tenientes juntos se fuessen el rio Grande abaxo á besar las reales manos de Vuestra Magestad, y darle cuenta y re- lagion cada uno de por sí de lo que en vuestro servicio les avia subcedido en el viaje que cada uno dellos avia fecho. Vuestra Magestad puede tener por cierto que assi el Nicolás Fedreman como Se- bastian de Benalcágar traen grandes no- ticias de tierras ricas que hay en este nue- voreyno; y puede Vuestra Magestad creer que assi las hay é se hallarán de aqui ade- lante, á causa de estar la tierra de paz, y con raconable número de los españoles y caballos para lo descubrir y buscar. »Despues de fecho este concierto ya di- cho, viendo nuestro teniente como en es- ta lierra quedaban hasta quatrogientos hombres, é ciento é cinqiienta caballos, paresció á él y á todos que convenia al -servicio de Vuestra Magestad poblar, sin esta cibdad de Sancta Fée, otros dos pue- El uno quedó poblado en un valle que llaman de la Grita, que estará bien treynta leguas desta cibdad de Sancta Fée; y el otro no queda poblado, mas háse de poblar, en la provincia de Tun- ja: creemos que se poblará presto, por- que el teniente assi lo dexa mandado. É poblándose este, estarán todos tres pue- blos en término dé cinqúenta leguas; y 366 hecho esto, quedará gente para descubrir lo que está á la redonda, hasta tanto que Vuestra Magestad provea lo que conven- ga á su real servicio. Los quales pueblos han poblado en nombre de Vuestra: Ma- gestad, dexando en cada uno dellos jus- tigia y regimiento, como al teniente pa- resció que convenia para el pró é bien de “ cada uno dellos. » Demás desto paresció á él y á nosotros que para mas bien de los naturales de la tierra (y aun porque assi convenia al ser- vicio de Vuestra Magestad), que en esta tierra se depositassen los indios en per- sonas que lo meresciessen y lo oviessen trabaxado en la conquista y pacificacion y descubrimiento della, para que les den de comer y de vestir, y otras cosas nes- cessarias para su servicio. Lo qual se hi- zo, é se depositaron algunos caciques en las personas dichas, hasta tanto que Vues- tra Magestad vea lo que convenga á su Real servicio; y tambien se hizo porque le paresció al dicho teniente, y á noso- tros, que convenia assi para la perpetua- cion de la tierra, dexando por depositar los caciques, mayores señores de la tier- ra, hasta tanto que Vuestra Magestad provea en ello lo que mas convenga á su servicio. Los quales caciques son, el uno el cacique que llaman Bogotá, y el otro el cacique que llaman oa. -y el otro el cagique que llaman Somindoco. Este es el señor de las minas de las piedras esmeraldas; y estos tres quedan assi libres hasta que Vuestra Magestad pro- vea en ello lo que convenga á su ser- vicio. -»Todo lo susso dicho ha passado hasta el dia de hoy, assi en el camino desde Sanc- ta Marta aqui, como en la conquista y - - pacificacion deste nuevo reyno, dexando Otras particularidades, que son de poca - importancia, de que se pueda dar cuenta á Vuestra. Magestad , mas de que esta tierra, todo que della avemos visto, es. HISTORIA GENERAL Y NATURAL tierra sana en grand manera, porque des- . pues que estamos en ella, que puede aver dos años y mas, no nos ha faltado hombre de dolencia alguna. Es bien bas- tecida de carne de venados, que se ma- tan en cantidad , y de otra como conejos, que llaman “coris, se matan sin número; demás de la El carne de puercos que de aqui adelante avrá, que los traian la gente que vino del Pirú, que dexaron en este nuevo reyno mas de trescientas Ca- becas, todas hembras y preñadas. Hay mucho pescado en los rios y algunas fruc- tas de la tierra. » Tambien se darán las de España, por ser la tierra, como es, muy templada y fresca. En algunas partes della se coge el mahiz en ocho meses del año en can- tidad. Es tierra pelada en las lomas: en los llanos hay poca leña, “sino es en las vertientes de las sierras á todas partes. La gente della andan vestidos de ropa de algodon, diferente de la de Sancta Mar- ta y de la del Pirú: es muy buena y pin- tada de pincel la mas della. Los edeficios E . son de paja, muy grandes, en especial las casas de los señores, que son gerca- das de dos y de tres cercas: la manera de los apossentos es cosa mucho de ver por ser de paja. Los señores que hay en la tierra, son muy acatados y temidos de -sus indios, en tanta manera que quando han de passar algunos indios cabe ellos, han de ser indios principales, y estos han de yr la cabega muy baxa, á manera de -muy grande obediencia. Son ydólatras: hacen sacrificios al sol de muchachos y papagayos y otras aves: queman piedras esmeraldas, y dicen que quanto mayor -€s el señor tanto le es mas honra quemar las mejores piedras para el sol. Tiefén otra manera de cerimonias gentílicas. Es "tierra en muchas partes della aparejada Para muy ricas minas; y los indios, de mucho servicio y domésticos, son gente - que quiere paz y no guerra, porque aun- DE INDIAS. LIB. XXVI CAP. XL que son muchos, son de pocas armas y no ofensivas. »Los indios panches que están entre el rio Grande y esta tierra de Bogotá, son indios muy belicosos y guerreros: tienen malas armas de flechas y hondas y dar- - dos y macanas á manera de espadas: tie- nen rodelas. De todas estas armas se aprovechan quando hacen guerra. Có- mense unos á otros, y aun crudos, que no se les dá mucho por assarlos ni cocer- los, aunque sean de su misma nascion y pueblos. Andan desnudos por la mucha calor de la tierra. Estos panches y los in- dios de Bogotá se hacen cruel guerra, y si los panches toman indios de los de Bo- gotá,- ó los matan ó los comen luego, y silos de Bogotá matan ó toman algunos de los panches, traen las cabegas dellos á su tierra, é pónenlas en sus oratorios. Y los muchachos que traen vivos, súbenlos á los cerros altos, é allí hacen dellos cier- tas cerimonias y sacrificios, y cantan mu- chos dias con ellos al sol; porque dicen que la sangre de aquellos muchachos co- me el sol y la quiere mucho, y se huelga mas del sacrifigio que le hagen de mucha- chos que de hombres. -»En doge dias de mayo de mill é qui- nientos é treynta y nueye años, aviendo nosotros de venir á dar cuenta á Vuestra Magestad , como sus officiales, juntamen- te con el licenciado Goncalo Ximenez, el dicho licenciado nombró officiales por Vuestra Magestad , á los quales queda en poder la caxa que nosotros, como offigia- les de Vuestra Magestad, teniamos en este nuevo reyno; y dentro della queda el oro que á Vuestra Magestad ha perte- _nescido por su quinto, que es veynte y nueve mill é cient pessos de oro fino, y ocho mill é quinientos y tres pessos de oro baxo, y cinco mill é quinientos pes- sos de chafalonta, para lo qual el dicho. teniente les tomó fiancas, assi de lo que les quedaba en poder como de lo demás , 367 que se oviere adelante. El teniente se par- te en este mismo dia á dar cuenta á Vues- tra Magestad : lleva demás de lo que en este otro capítulo se dige que queda en la caxa, once mill pessos de oro fino, para que Vuestra Magestad vea la muestra del oro desta tierra. Demás desto lleva todas las piedras de las esmeraldas que has- ta agora á Vuestra Magestad han per- tenescido de sus quintos Reales, que son quinientas y sessenta y-dos pie- dras esmeraldas, en las quales hay mu- chas que se creen ser de muy grand valor... »Lo qual todo pessado, el dicho teniente y capitanes arriba dichos y nosotros con - hasta treynta hombres, venimos á nos embarcar al rio grande, á un pueblo que se dige Guataqui, á donde nos metimos en dos bergantines que allí higimos; y viniendo el rio abaxo hasta treynta le-- guas, hallamos un raudal grande del rio, el qual con mucho trabaxo y riesgo de nuestras personas passamos. Y dende en doce dias siguientes, llegamos á la boca del rio á la mar, y saliendo para yrnos á la cibdad de Sancta Marta, de donde aviamos salido, nos dió un tiempo de brisa régio, y creimos perder allí uno de los bergantines : é arribamos con el tiem- po á esta cibdad de Cartagena, á donde manifestamos el oro que traiamos por nuestro registro al juez é offigiales de Vuestra Magestad, Jos quales nos fun- dieron ó marcaron todo el oro, é die- ron todo. aviamiento, como al servicio de Vuestra Magestad conviene. É de aqui todos juntos nos partimos á ocho deste mes de julio en una nao, que al pressente está en este puerto, que va á los reinos de España. Plega á Nuestro Se- ñor Dios que siempre las vitorias de Vuestra Magestad vayan en crescimiento de muchos mas reinos é señorios, é au- mento de nuestra santa fé cathólica.= - S. C. C. M.=Criados y vasallos de Vues- > 368 tra Magestad que sus reales piés-y maños besan.=Johan de Sanct Martin.= Anto- nio de Lebrija.» : Por manera, que assi de la relacion que primero se dixo en los capítulos X VII y XVIII del libro precedente, y mas in- tensamente en la carta escripta á Su Ma- gestad por los oficiales que se hallaron en el descubrimiento de las riquecgas y HISTORIA GENERAL Y NATURAL esmeraldas, de que se ha tractado én este capítulo XI, se colige, quán gran- díssimos tessoros son los que cada dia vienen con tantos é tan nuevos é tan grandes reynos, é de tan diversas gentes é nasciones, á se incluir en la monarchia de nuestro Céssar y en su patrimonio Real de Castilla, para aumentacion de la Chripstiana república. : CAPITULO XII. De los tres capitanes ya dichos, que fueron á España á dar noticia al Emperador de lo que servido y descubierto por donde cada uno dellos anduvo, ó mejor diciendo, á negociar ead que mejor le estuviesse en perjuicio ó sin perjuicio de sus gobernadores. Muy acostumbrada cosa es en estás partes procurar los tenientes de los go-- bernadores de alcarse con los officios ; y quien estas historias viere, hallarlo há en muchos que desconoscidos ó mal agra-- - descidos á quien los honra, han procura- do de aniquilar á sus superiores, alcán- dosseles con la gente é interesses: é hu- yendo de dar la cuenta á quien deben, y donde serian entendidos, toman ó si- guen olro camino, y cautelosamente en confianga de lo que han robado, dan á en- tender en España tales cosas, apartados de quien los debe é sabria contradecir, que ó salen con sus intenciones, ó enga- nan á quien los escucha, ó se quedan con muchos sudores agenos é sin castigo de sus méritos. Á este mismo propóssito di- - xeron algunos que el capitan Fedreman, por no volver 4 Veneguela, y el capitan Benalcácar por no yr al marqués Fran- cisco Pigarro, fueron cada uno por su parte, é apostados en los Alcácares se juntaron é fueron á Castilla. cargados de sus artificiosas cautelas. Pero como mi intento es seguir verdad, informado de- Ma, no quiero consentir que se dé tal cul- pa al licenciado Goncalo Ximenez, por- que su propóssito y obra fué obedescer y reconoscer á su gobernador. don Pedro avian visto y a uno dellos lo de Lugo, y cómo llegó Benalcácar, supo que era muerto, y no avia de yr á bus- carle: é hizo muy bien de yrse á dar cuenta de sus servicios al Emperador é á los señores de su Real Consejo de Indias, y pedir merged de sus trabaxos y pacifi- cacion de aquella tierra, porque sirvió bien su oficio y la conquistó y dexó pa- cífica. Y cómo fué rico y llevó dineros y esmeraldas , procuró con don Alonso Luis de Lugo, adelantado de Tenerife, á quien ya estaba admitido el officio de la gober- nacion de Sancta Marta que tuvo el ade-- lantado su padre, de le comprar el car- go de aquella gobernacion; y segun acá - se ha dicho é otros lo han escripto, dióle para en cuenta y parte de pago dineros é algunas esmeraldas de valor. Y quando fueron á Céssar, para que le admitiesse € diesse el título para la negociacion, por. entonces y en tanto el que estaba por go- bernador puesto por el Audiencia Real que aqui reside , llamado Hierónimo Le- bron, dexó un teniente en Sancta Marta y él fué con gente de pié y de caballo á buscar essas esmeraldas y su ventura. Y parésceme que si él es cuerdo y topa con ellas ó con otras riquegas, que no acertará, si por otro cabo no se vienerico á su casa; porque terná mejor color que DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XIL los otros dos que es dicho, pues no se usa cuenta ni racon, que racon sea en contrario de lo que está dicho. Lo que subcediere en su viaje el tiempo lo dirá y adelante se añadirá en este libro. El Nicolao Fedreman creyó que le da- rian la gobernacion de Venecuela, como la tenia Jorge Espira por la compañia de los alemanes Velcares, en pago de aver dexado muchos españoles é muchos mas Indios muertos, aunque en este caso por determinar está quál de los capitanes, que han conquistado ó seguido la guerra en Indias, tiene mas ánimas á qúestas. Y como aquellos sus señores Velcares vie- ron que el Fedreman yba rico y que ellos han gastado muchos dineros en la nego- ciacion, no solamente quitaron el crédito á Fedreman , mas hiciéronle estar á cuen- ta é justigia con ellos; y si esta se le guarda , saldrá el litigio muy al revés que este capitan lo penssó, porque en la ver- dad nunca él estuvo por acá estimado por hombre fiel á sus amos, sino por de lar- ga conciencia, y aun estaba en fama de luterano. : El Sebastian de Benalcágar , que en prescio de sus caballos é puercas, y lo quél y los otros avian llevado á los Alcá- gares, donde halló poblados los de Sanc- ta Marta, llevó á Castilla muchas esme- raldas y dineros, negoció mejor que Fe- dreman, aunque no se sabe cómo acaba- rá; y Su Magestad le dió la gobernacion y capitania general con título de adelan- tado de Popayan en la Tierra-Firme , cer- ca de la línia equinocial. Y armó en Se- villa, y vino por esta nuestra cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, don- de estuvo algunos dias proveyéndose de TOMO UL. 369 caballos y otras cosas para su conquista, y partió desta cibdad y puerto en el mes de noviembre del año próximo passado, como mas largamente se dirá en el li- bro VII de la tercera parte, con lo que mas se supiesse de su viaje y subcesso. Assi que esto es en suma lo que hasta el pressente se sabe é intervino á los dos ca-. pitanes que he dicho. Lo demás con el tiempo se acrescentará, y lo escribiré quándo y dónde convenga. En continuacion destas historias del tercero capitan, que fué el que pacificó y ganó esta tierra del nuevo reyno, digo que, aunque fué desde á mas de dosaños y medio, despues que estuvo en España, el Emperador, nuestro señor, informado de sus servicios, le hizo merced de sus re- partimientos é servicio de indios que te- mia en lo que conquistó: é le dió título de mariscal del nuevo reino de Granada, y dos mill ducados de renta en las rentas reales de aquella tierra, hasta que Su Magestad le dé cosa perpétua para él y sus descendientes, para hager su mayo- -razgo, é que dándosele, dexe los dos.mill ducados. É hízole alcalde de la cibdad de Sancta Fée, con quatrocientos ducados de salario cada un año, y regidor perpé- tuo de la mesma cibdad, é que preceda en antigúedad á todos los otros regidores. É diósele previlegio é armas, ques un es- cudo partido en par, é á la parte derecha un leon de oro en campo de plata, y en la otra mitad una montaña sembrada - de esmeraldas, y por orlas ginco soles de oro é cinco lunas de plata en campo de acul, y con su timbre é devisa, y con un hermoso blason de loor de sus servi- cios méritamente. E 370 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XIII De otras nuevas relaciones quel historiador ha sabido despues que escribió lo que la historia ha contado, de personas fidedignas y merecedores de crédito y conoscidos, assi como el capitan Johan de Junco y el ca- pitan Gomez de Corral , que se hallaron en el descubrimiento de las esmeraldas y de la provingia de los Alcácares é nuevo reyno.de Granada. La capitanes Johan de Junco y Gomez de Corral aportaron á esta nuestra cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española en el mes de julio del año de mill é quinien- tos é quarenta y un años, y en conformi- dad y separadamente cada uno dellos aprobó lo que en la carta de los officiales de Céssar escribieron á Su Magestad, assi como su carta y la historia lo han conta- do en el capítulo XI: y demas desso in- quiriendo y procurando saber dellos mas cosas y particularidades, me certificaron quel capitan Sebastian de Benalcácar y Fedreman, llegaron á se juntar con los primeros pobladores de los Alcácares con hasta ciento y cinqúenta españoles, poco mas ó menos, á la provincia de Bo- gotá. | Supe destos capitanes contestes que hay todos los animales que se hallan en Castilla del Oro en aquella provincia del nuevo reyno de Granada; y que demas dessos hay osos, como los de España, y gatos cervales grandes y de muy her- mosa piel, y que hay muchas dantas y muchos patos y buenos, prietos y blancos y pardos ó pintados, como los de España, y garcas reales y alcones y papagayos muchos y de muchas raleas, y guacama- yos. i : Entre otras particularidades testifica- ron que una jornada adelante del pueblo - de la Tora, donde van á desembarcar los bergantines, hay una fuente de betun que es un poco, y que hierve y corre fuera porla tierra y está entrando por la montaña al pié de la sierra, y es grand cantidad y es espesso licor. Y los indios - tráenlo á sus casas y úntanse con este betun, porque le hallan bueno para quitar el cansancio y fortalescer las piernas: y es esse licor negro y de olor de pez ó peor, y sírvense dello los chripstianos, para brear los bergantines. Inquiriendo el nascimiento de las es- meraldas y las formas que en sacarlas tienen los indios, es de saber, que están en una montaña y señorio del cacique Somindoco, en una sierra muy alta y pe- lada y en espacio de una legua y no mas, cuyo assiento puntualmente está en cin- co grados desta parte de la línia equino- cial. Y en la subida está aquella sierra en el tercio primero ó quassi hasta la mitad de su altura arborada y fresca, y de allí para arriba es pelada y seca y de una manera de peña no fuerte, pero que se puede cavar con coas ó palos agudos de madera récia que los indios tienen para sacar las esmeraldas: los quales coas ó palos sirven en lugar de barretas, y ha- cen unos hoyos, quando llueve, Ó pogas en que recogen el agua, y despues guían- la á lo que han movido y cavado con las ccas, y lavan la tierra y descubren las esmeraldas, assi como la natura las cria y forma, unas mayores que otras, é unas mas finas é limpias que otras y de diver- sas cantidades, en la grandega y prescio ó valor que deben ser estimados. Yo he visto y tenido en mis manos, que me en- señaron estos capitanes Johan de Junco y Corral, mas de cinqiienta ó sessenta piecas é algunas dellas mucho buenas y de assaz valor, y otras notables y de muchas suertes. Cosa en la verdad es- DE INDIAS. LIB. aquesta, que hasta nuestro tiempo nun- ca se supo averse hallado tales piedras de nascimiento por chripstianos, y grandís- simo es el valor de tal tierra y de tan en- cumbrada riquega, la qual está acompa- ñada de muy ricas minas de oro que hay en aquellas partes. Una cosa notable oy y supe destos capitanes, hablando en el señorio y ri- quecgas del Bogotá segundo, de quien . la historia ha hecho mencion, de que comprenderse debe la magestad y aca- tamiento con que su persona era tracta- da. Y es que quando tosia ó hacia se- ñal de escopir, luego los caciques y mas principales señores indios que gerca dél estaban, alongaban los bracos tendiendo presto sobre ellos un muy delgado y rico velo ó tohalla blanca, en que escopiesse, y ellos postrados ó de rodillas rescibian aquella saliva quel Bogotá despedia ó alangaba, como una cosa santa y pres- ciossa; pero no miraban en esse tiempo en la cara al Bogotá, sino volvian la ca- beca á otra parte hasta que avia escopi- do aquel grand príncipe. Como es dicho, sus thesoros é riguega eran sin compara- cion, pues que estando en poder de los chripstianos, les prometió un buhío lleno de oro que, segund estos capitanes digen é otros que se hallaron pressentes, quan- do lo dixo, era el buhío ó cámara que se- ñaló para este prometimiento de mas de _veynte é ginco 2 de luengo y otros tan- XXVI. CAP. XIII. E tos de ancho; y aun creerse puede por la carta de los officiales y por lo que á algu- nos testigos he oydo, que la muerte atormentada del Bogotá, fué causa del prometimiento ques dicho, porque pusso dilacion en cumplir su palabra. Loan toda aquella tierra de los Alcácga- res y provincias del nuevo reyno de Gra- nada, y hasta llegar á él es de camino muy peligroso y de muchos trabaxos, assi por los muchos rios y ciénegas é monta- ñas é tierra áspera,.como por otras nes- - cessidades de hambre y sed y calor, y diversas templancas é ayres por donde han de passar: que todas essas cosas son evidentes muertes de la mayor parte de los hombres que tal camino hacen, como la experiencia assi lo mostró en los pri- meros que allá fueron con el teniente li- cenciado Ximenez, y assimesmo en los segundos españoles que allá aportaron con el gobernador Hierónimo Lebron, del qual será hecha mencion en el capítulo siguiente. La vuelta á Sancta Marta, á lo menos hasta la costa de la mar y embocamien- to, es tan breve como la historia lo ha dicho, y paresce por la carta de los offi- ciales, quando este ligenciado y los capi- tanes Benalcágar y Fedreman vinieron, y aun como les intervino á la vuelta al mismo Hierónimo Lebron y á estos ca- pitanes Johan Junco é Gomez de Corral é otros za como ua se dirá. CAPITULO XIV. Del camino y viaje quel gobernador Hierónimo Lebron hizo de Sancta Marta á los Alcácares y nuevo rey- no de Granada. E, el capítulo XII se dixo cómo el go- bernador Hierónimo Lebron fué con gen- te de pié y de caballo, desde Sancta Mar- ta, á buscar aquella rica tierra de oro y esmeraldas del nuevo reyno de Granada; y segund lo que he sabido de los testigos y capitanes que tengo alegados, fueron muy grandes los trabaxos que padesgie- ron este gobernador y los que con él alle- garon á aquella tierra. Porque los que no allegaron; ya acabaron sus trabaxos y cob- digias y las vidas, pues murieron muchos 372 dellos; y digo muchos, aviendo respecto á la cantidad ó número de la gente, con que salió de Sancta Marta. Las causas de sus trabaxos están buenas de entender - por la dificultad del camino, como se di- xo brevemente en el capítulo de susso, sin faltarles exgesiva hambre y sed, y acompañados de otras enfermedades y nescessidades incontables , ó que sin lar- go tiempo no se podrian acabar de decir, y tan imposibles de cogitar, que sin aver- las probado ó visto no se pueden enten- der tan enteramente ni escrebir, como el dolor de los que padescieron se debe sentir ó especular, ni hay coracon tan duro que sin lágrimas lo pudiesse narrar. Pero dexemos sus muertes y hablemos en los que quedaron con las vidas, que llegaron con el gobernador Hierónimo Le- bron en fin del mes de otubre, ó entrante noviembre del año de mill é quinientos é quarenta, á un pueblo de chripstianos que se llama Velez, donde fué requerido el cabildo y concejo de aqueila villa por Hierónimo Lebron que se juntassen á su ayuntamiento; y pressentó sus provissio- nes de gobernador que de aquesta Real Audiencia, que en Sancto Domingo resi- de, él tenia, despues que murió el ade- lantado don Pedro Hernandez de Lugo, para gobernar en tanto que Sus Magesta- des otra cosa mandassen. Y en aquella villa de Velez fué rescibido pacíficamen- te por aquel concejo, sin contradicion ni condicion alguna; y desde allí fué á otro - pueblo de españoles llamado Tunja, é no le rescibieron, é suplicaron de las provi- siones; é vino allí Hernand Perez de Que- sada, hermano del licenciado Hierónimo Ximenez, que estaba por teniente de aquella tierra, é fuéronse juntos á la.cib- dad de Sancta Fée. Y juntados en su ca- bildo tampoco le rescibieron, ni quisie- ron admitir el. officio. de la gobernacion, diciendo que sus procuradores eran ydos á Só á dar noticia á Su Magestad del HISTORIA GENERAL Y NATURAL descubrimiento é poblacion de aquel nue- vo reynode Granada, é de sus subcessos, y que la tierra estaba en paz y en justi- cia, é que hasta saber la real voluntad del Emperador, nuestro señor, y ver su respuesta, no avian de hager otra mu- danca alguna. | Assentados los autos que á cada parte le paresció que á su derecho convenian, moviéronse algunos tractos para quedar el Hierónimo Lebron en la tierra Ó passar adelante, é no se concertaron. É assi acordó Hierónimo Lebron de se tornar á Sancta Marta, y vendió lo que llevaba, assi como sus caballos, y preseas , y es- clavos , y otras cosas del servicio de su persona y casa lo mejor que él pudo, é diéronle hasta doce mill pessos, los ocho mill en oro, é los quatro mill sobre doge piedras esmeraldas, que yo ví, buenas, que llevaba en confianca el capitan Cor- ral á España, para que allí se vendiessen, y del valor dellas acudiesse al Hierónimo Lebron, y con la demasia al dueño dellas, si mas de los quatro mill pessos se ha- llasse por ellas, y que si menos valies- sen, lo cumpliesse cuyas eran. A míme parescieron bien, porque son piedras lim- pias y grandes. - Llegó Hierónimo Lebron á aquella tier- ra con hasta septenta hombres muy can- sados y flacos y enfermos, donde se re- pararon y curaron, y se avecindaron é quedaron; é volvió con hasta quarenta de los que allá estaban y algunos de los que llevó consigo. Fué la yuelta por el rio Grande abaxo, y embarcóse en Guayta- qui, ques tierra de panches, y en quince dias llegaron desde allá á esta mar, y sa- lieron fuera de la boca del dicho "rio, y fueron á Sancta Marta, donde quedó el gobernador Hierónimo Lebron en su ofi- cio. Y-aquestos capitanes vinieron en una caravela al puerto de la Maguana, ques al fin desta isla, con otros hidalgos y pa- sageros; y desde allí por tierra se vinie- DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XIV. ron á esta nuestra cibdad de Sancto Do- mingo, desde donde el Gomez de Corral prosiguió su camino para España; y el capitan Johan del Junco se casó aqui muy honradamente, y se avecindó para dar lugar y aliento á las fatigas passadas, co- mo sabio, y enmendar la vida con algund 373 descanso, puesto que el que hay en: la tierra no puede ser perfeto ni sin traba- xo, pues le ha dado Dios con que le sir- va y sosiegue en mas quietud y con una loable y honesta hijadalgo, y con as- saz buen dote, como se dixo en el li- bro XXIII mas largamente. CAPITULO XV. En continuacion de la historia y gobernacion de Sancta Marta, y de la venida á ella del teniente Johan Benitez Pereyra. . Asi como en España se supo la muerte del adelantado de Tenerife don Pedro Hernandez de Lugo, del qual todo buen loor se puede méritamente atribuir á su persona, porque demas de su esfuerco y experiencia en el arte militar, en que es- taba abonado y aprobada su espada y prudencia, su bondad y afabilidad y bue- na conversacion era tan notable, que ninguno que le tratasse dexaba de ser- le muy aficionado ; subcedió en su casa y estado don Alonso Luis, su hijo, del qual se ha hecho mencion en el capí- tulo IX, á quien el Emperador, nues- tro señor, aviendo respecto á los servicios de su padre, que sirviendo á Su Mages- tad y aviendo gastado mucho de su ha- cienda, fué á morir tan desviado de su casa y reposo por cumplir su mandado, le proveyó del mesmo cargo é gobernacion de Sancta Marta y sus anexos con la del nuevo reyno de Granada. El qual officio, * assi por los respectos ques dicho le confir- mó Céssar, como porque el comendador mayor de Leon, don Frangisco de los Co- bos, y el dicho adelantado, don Alonso Luis, sus mugeres eran hermanas; y por respecto de tan grande intergessor, Su Magestad, demas de la confirmacion de la gobernacion, le dió poder para la ad- ministragion de aquellas tierras, con fa- cultad de poner en su lugar los tenientes - y capitanes que en su nombre residiessen - en Sancta Marta y sus anexos. Y cómo no se concertó con el licenciado Ximenez, que fué teniente del adelantado don Pe- dro Hernandez, y descubrió las esmeral- das, aunque muy bien se lo pagaba, assi porque el Emperador, segun se dixo, no lo ovo por bien, como porque el adelan- tado y el licenciado se desavinieron, en- vió por su teniente á un caballero isleño, natural de la isla de Tenerife, que se llamaba Johan Benitez de Pereyra, el qual llegó á esta nuestra cibdad de Sanc- to Domingo el dia de Sanctiago, veynte y cinco dias de julio de mill é quinientos é quarenta y un años, con una gentil nao y hasta ciento é cinqgúenta hombres bien aderescados, para proveerse aqui de al- guna mas gente y de otras cosas al pro- póssito de su viaje. Plega á Dios que le subgeda mejor que á los que hasta aqui han ydo á buscar estas esmeraldas; por- que á los primeros, de seyscientos hom-= bres costó la vida á los trescientos é qua- renta, y de ciento y cinqúenta que llevó Hiernóimo Lebron dice que les costaron las vidas á los ochenta. Johan del Junco y Gomez de Corral y otros que han veni- do de aquella tierra de Bogotá digen quel mesmo Hierónimo Lebron decia que no avia perdido sino treynta hombres; pero que los que con él allegaron vivos decian que de ciento y cinqúenta faltaban los ochenta. Ragon es que estas esmeraldas 311 se estimen y valgan mucho, pues que tan caras cuestan á esta gente pecadora que las van á buscar, y costará á los que des- HISTORIA GENERAL Y NATURAL pues yrán, por la dificultad del camino que hay hasta llegar á ellas y aun hasta averlas. CAPITULO XVI. En que se lracta de los subcessos destos gobernadores, y de la vuelta quel adelantado don Alonso Luis dió á Sancta Marla, y cómo fué al nuevo reyno de Granada , y con todo el oro y esmeraldas que pudo aver se fué á España muy rico , y otras cosas que tocan á esta historia. Aqua Johan Benitez de Pereyra vivió poco, despues que fuéá Sancta Marta y á la Tierra-Firme, mas acabó con loor de buena persona. Y por su fin esta Audien- -qia Real de Sancto Domingo envió á Hie- rónimo Lebron, como se dixo de susso, el qual cómo supo que el adelantado yba á aquella gobernacion, él se anticipó co- mo sabio, y se vino á su casa á esta cib- dad, y fué dichoso en dexar la tierra an- tes quel adelantado allá llegasse. El qual adelantado, bien acompañado y provey- do, se vino á esta nuestra cibdad y estu- vo aqui proveyéndose para proseguir su camino. Y Johan Perez de Cabrera, natu- ral de Cuenca, que era casado con su tia del adelantado, se desavino con él, y otro caballero, hermano menor de Johan Pe- rez, llamado Anaya, se quedaron en esta cibdad, é por respetos de aquestos otros - hicieron lo mesmo, é dexaron al adelan- _tado é no le quisieron seguir. Y él se fué con los que le quedaron á su gobernagion de Sancta Marta, despues de lo qual vino nueva cómo el adelantado don Pedro de - Alvarado era muerto, á causa de lo qual esta Audiencia proveyó al Johan Perez de Cabrera de la gobernacion de Honduras, ques en la Tierra-Firme, la qual los in- dios llaman Guaymura, hasta en tanto que Su Magestad proveyesse de goberna- dor para aquella tierra á quien su servi- cio fuesse. É assi se fueron Johan Perez de Cabrera y su hermano á aquella tierra. 'Tornemos al adelantado don Alonso de Logo, porque aunque no hay que loarle, ni cosa que pueda dar gusto al letor, passará la historia por sus cosas con bre- vedad, y aun yo quisiera poder disimu- lar y que mis renglones fueran mas á su propóssito, ó no escrebir letra, si con buena conciencia me pudiera excusar de hablar en sus subgessos; porque ni él ni otro no tuvieran que conjeturar ni ponde- rar de lo que aqui diré, como hombre li- bre, y que no tengo fin sino decir verdad. Cómo el adelantado llegó á su gober- nacion de Sancta Marta, y supo que en el nuevo reyno era donde avia de hen- Chir la mano, dióse priessa y llegó á los dos dias de mayo de mill é quinientos é quarenta y tres años, y luego suspen- dió toda la tierra, y mandó que ninguna persona pidiesse oro ni piedras esmeral- das á los indios; y poniendo nombre de visitacion, envió á todos los caciques - y señores de la tierra á pedirles oro y esmeraldas. Desta manera, segund á mí me lo certificaron los mesmos officia- les que allí estaban por Su Magestad, ovo é gocó en tiempo de siete meses ó mas, todos los aprovechamientos de la tierra; y es aquesta manera de adquirir cuenta sin cuenta ó red barredera. Assi dicen los officiales que se hizo, como si el Rey no tuviera parte en ello, y se pre- sumió que mas era lo que se encubrió que lo manifestado, segund ó conforme á lo que los indios solian dar, y á lo mucho que se quexaban del adelantado, dicien- - do que le avian dado mas que solian, é que todavia los importunaba é pedia tan- + DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XVI. to que no lo podian cumplir. Y súpose que tres caballos cargados de oro metió una noche en su casa, lo qual ovo de: ciertos hoyos ó santuarios; lo qual se pre- sumió que lo avia avido porque tenia presso al Bogotá, que era el señor prin- cipal de la tierra. Y quando el adelanta- do queria, hacia fundir el oro quél tenia, sin estar pressentes los officiales del Rey, sino otros officiales quél avia creado ó he- cho, criados suyos. Tenia forma que los vecinos, cuyos eran los repartimientos de aquellos indios, de quien tomaba el oro y esmeraldas, le higiessen donacion dello; los quales , por el temor que le tenian, lo hacian contra su voluntad. Tuvo grand aviso é diligencia en que no saliesse carta de la tierra, porque Su Magestad ni los señores de su Consejo no supiessen lo que hacia, é á uno que toma- ron una carta que escribia á Su Magestad, le ahorcaron. Pidió á los officiales que le - librassen quassi quatrocientos é septenta ducados de lo quél decia que se le debia del docavo, é de sus salarios, é por otras racones que degia que avia de acuerdo de Su Magestad : é los officiales no lo quisie- ron hacer, porque tenian cédula de Su Magestad para que no le acudiessen con salario alguno. Y enojado dellos, quitó el officio al contador Pedro de Colmenares y diólo á su teniente; é quitóle al veedor del Rey el officio y diólo á otro criado suyo, y amenacó á los offigiales, digiendo que les avia de costar las haciendas y las vidas. Y por formas y malas mañas hizo prender al thessorer> Pedro Briceño, por- que no le quiso pagar y dar lo que pedia, é con excesivas prissiones é maltracta- - miento le puso en mucho trabaxo y casi para morir: de forma que, viéndose yr á la muerte, tuvo manera de se soltar y fuese de la tierra él y el contador, y sa- lieron á la provincia de Popayan, é de allí se vinieron despues á esta Isla Espa- “ñola. É llegados á esta cibdad de Sancto 375 Domingo, dieron noticia al Audiencia Real, que aqui reside, de las tiranias y desafueros y cosas quel dicho adelantado hacia en aquella su gobernacion. Estos officiales que digo que informa- ron á esta Audiencia, son el thessorero Pedro Briceño, y el contador Johan Or- tiz de Zárate: los quales, al tiempo que huyeron, dexaron su poder secreto, é diéronle á otras personas fiadas, é gerra- ron el arca de las tres llaves, é dexaron de Su Magestad dentro en ella ochenta é nueve mill é doscientos é cinqiienta y. tres pessos de oro baxo, y veynte é nueve mill é seyscientos é cinqúenta y uno de oro fino, y seyscientos é noventa pessos de buen oro, y quinientas é cinqúenta y ocho esmeraldas, y un talegon de piedras plasmas. É creyóse, é decian estos offi- ciales, quel adelantado avia descerrajado el arca del Rey y pagádose de su mano; y demás desso una grand esmeralda que se llama el espejuelo , y es la mejor, se- gund dicen, de quantas se han visto, y un bracamarte de oro con ciertas esme- raldas, que por bienes de Hernand Perez de Quesada, hermano del licenciado Xi- menez, estaban adjudicadas al Rey por lo que aquel debia, tuvo formas el ade- lantado cómo se quedó con la esmeralda y el bracamarte y otras cosas muchas. Dexo de degir que aquestos ofigia- les informaron á esta Audiencia Real; é assi por esto, como por otros avisos, se supo quel adelantado se yba á España con - el oro del Rey é suyo é de otros. É die- ron aviso en los puertos desta isla é de otras partes, para poner recaudo en la hagienda de Su Magestad, y que donde aportasse el adelantado, fuesse detenido con todo lo que llevaba. Aquel Hernand Perez de Quesada estaba presso aqui en la cárcel real, por cosas que resultaban de aquel nuevo reyno, en quel ligcencia- do su hermano lo avia dexadu por tenien- te, en tanto que yba á negociar á España ». 376 como es dicho, y estaba aqui otro su ter- gero hermano; y aquestos oficiales que- rian yr á Castilla á se quexar del adelan- tado. Y supieron quel Emperador, nues- tro señor, y su Real quarto de Indias, avian proveydo de juez de residencia pa- ra Sancta Marta, y acordaron de volver allá para poner cobro en la Hacienda Real, é cobrar sus haciendas proprias. Y aques- ta Audiencia remitió pressos al juez de residencia, al Pedro Diaz de Quesada é su hermano, para que siguiessen su jus- tigia, é que fuessen en una nao de ar- mada que yba por mandado de Su Ma- gestad, para llevar su oro y perlas desta Isla y de Tierra-Firme, de la qual era maestre el capitan Johan Lopez de Archu- leta. Y partida esta nao, fué al Cabo de la Vela, y tomó allí las perlas del Rey, demas de lo que de aqui llevaba: é que- riéndosse hager á la vela con los ques dicho y con el obispo de Sancta Marta que alli estaba, Fr. Martin de Calatayud, é el capitan estando sobre la cámara mas alta de popa y el obispo y los dos herma- nos en la dicha cámara, cayó un rayo y dió al Archuleta y quedó sin hablar pala- bra caydo y los ojos abiertos , mirando á todas partes. Desde que fué herido, á la HISTORIA GENERAL Y NATURAL una hora despues de mediodia, vivió lo restante del mismo dia domingo, y el si- guiente hasta martes en esclaresciendo que murió. Tocó assimesmo á los dos hermanos, é mató emproviso al Hernand Perez de Quesada y quemóle la barba y cabellos y pelos todos de su persona que era muy belloso; y quemóle toda la ropa y quedó desnudo, y aun parte de la ro- pa quedó tan menuda como sal, quema- da toda, y todo el cuerpo entero sin gol- pe que se paresciesse y de color de un proprio negro. Y el hermano Francisco Ximenez de Quesada murió assimesmo luego, sin le hallar herida alguna , y saltó una raja de la madera de la cámara y dió al obispo una cuchillada por la cara, y el rayo le chamuscó la barba. Y enterrados los muertos, la nao prosiguió sa camino, Verdad es que uno testificó en esta cib- dad lo ques dicho, como testigo de vista; pero á otros oí que decian que Archuleta no vivió despues quel rayo lo hirió sino doce ó quince horas, é que ovo quatro Ó cinco otros descalabrados y rajado el méstel: lo qual fué domingo veynte y seys de octubre de mi'l é quinientos é quarenta y quatro años. CAPITULO XVI. Cómo el adelantado don Alonso Luis de Lugo, yendo con sus thesoros, llegó á esta Isla Española nues- tra, y cómo desde ella se fué á España, donde despues el auctor destas historias le halló presso por man- dado de los señores de. Consejo Real de las Indias. A la cibdad de Sancto Domingo á once de octubre de mill é quinientos é quaren- ta y quatro años, vino una carta y aviso de la Maguana, puerto al Poniente pos- trero desta Isla Española, cómo don Alonso Luis de Lugo, adelantado de Te- nerife, estaba dentro de la ensenada de aquel puerto, adobando una caravela para seguir su viaje, para yrse á España. Lo qual dió mucha súbita alteragion en » aquesta cibdad ; porque como los que aqui viven son leales vassallos de su Rey, y las cosas del adelantado estaban tan blaso- nadas y era público que en el Audiencia avia mucha noticia de sus cosas , para ver qué hacian estos nuestros jueges é Au- diencia Real, no quedó persona pringipal ni aun mercader desta cibdad , sin yr en- continente á ver y oler qué se proveeria contra el adelantado, para quel Rey no DE INDIAS. LIB. perdiesse su hacienda ni tampoco los par- ticulares las suyas. Y á vueltas de otros acordé de yr á ver esta embaxada ó avi- so, y hallé en el Audiencia á los licencia- dos Cerrato y Grajeda y al secretario Die- go Caballero; y en fin todos los caballe— ros y personas principales desta cibdad acudieron á ver como el Audiencia sentia la venida del adelantado: é yo fuí como otros é hallélos platicando en el negocio, y los oydores ya dichos agora sos uno y luego con otro, á veces juntos, é á ratos cada uno de por sí con unos y con otros en corrillos se apartaban para tomar el parescer de los que aqui estabamos y proveer lo que conviniesse. Y cada uno decia lo que sentia y los oydores toma- ron en cuenta el intento de la cibdad, y cómo se deberia tractar y entender el ne- gocio que entre manos tenian. Y cómo aquellos jueces guiaban las cosas como para su informacion y á manera de con- fision secreta, no sé yo decir cómo cada qual lo sentia ni cómo ellos lo tomaban; pero el licenciado Alonso de Grajeda me apartó á mí y me pidió mi parescer, é yo le dixe quel Rey, nuestro señor, ter- nia racon de se quexar desta Audiencia, si el adelantado se yba, pues tenian cinco naos buenas en este puerto y tres cara- velas: que con cualquiera navio dessos que enviassen, como debia yr, le traerian á esta cibdad con poco ó ningund riesgo con quanto oro y esmeraldas llevaba, sin hallar ni aver resistencia. Respondióme quel capitan Archuleta, ques el que ten- go dicho que mató el rayo, que ya le avian hablado éque decia quél no yba á aquello y no queria salir de su comision, é no avia gana de yr á prender al ade- lantado: á lo qual yo le repliqué é dixe que en aquella cibdad tenia Su Magestad vassallos y personas que esso y otra co- sa la harian, si se lo mandasse el Au- diencia, sin que hiciesse falta ni les hi- ciesse ventaja Archuleta ni otro alguno; TOMO Il. XXVI. CAP. XVIL 377 y aun nombréle cinco Ó seys vecinos, personas de hecho y tales. Y al ligencia- do no le parescia lo que á mí, y díxome si yria yo á le traer por estas palabras: «¿Señor alcayde, yreis vos á traer al ade- lantado, aunque esto es poco para vues- tra persona?» Yo le repliqué: «Señor li- cenciado, no es sino mucho todo aquello en que yo penssáre que sirvo á Sus Ma- gestades, y me esá mí mucha gloria; y si alguno tiene aqui lícita excusa para se excusar de se yr en esso ó en otra cosa fuera de aqui,-yo soy, porque tengo car- go de la fortalega desta cibdad é de la guarda della, como alcayde, y no soy obligado ni debo dexalla por ningund ca- so. Pero si á esta Audiencia Real le pa- resce, y mandais los señores que en ella residís, firmado de vuestros nombres, que conviene al servigio de Sus Magesta- des que yo vaya y que serviré en ello, yo yré, dándome una nao ó caravela bue- na de las que hay en este puerto, apare- jada como es racon; é desta fortalega yo llevaré los artilleros é tiros que sean “nescessarios, pues que los tengo y los hay en casa.» Dióme las gracias, y fuélo á consultar con el ligenciado Cerrato, y en fin el uno y el otro no lo ovieron gana; porque como el adelantado era cuñado del comendador mayor Cobos, penssaron que le enojaban. É yo penssaba otra co- sa, porque el comendador mayor era mas obligado al Emperador, nuestro señor, que á su cuñado; y sentí y se vido luego que no harian nada, y es verdad que era muy poco de hacer traerle al adelantado á Santo Domingo sin resistencia ni mal- tractarle. Paró esto en que despacharon á Pedro Seron, un hidalgo que vive en la Maguana, y él yba enfermo y solo, y proveyeron tras él 4 Esteban Dávila, al- guacil mayor desta cibdad, con cierta provision que no era bastante á le cons- treñir ni detener al adelantado. Y en fin quando llegó, él se era E su camino pa- 378 ra España; y al primero de febrero de mill é quinientos é quarenta é cinco años, llegó una carta al licenciado Cerrato del ligenciado Juanes, juez de residencia en Cuba, en que le hacia saber, que en la Habana, puerto de aquella isla, avia prendido al adelantado por virtud de su carta requisitoria, é que le tenia presso, é tenia tomado é puesto en depóssito cin- qúenta arrobas de oro: por tanto que viesse si mandaba esta Audiencia que se lo enviasse presso y con el oro, ó que lo enviasse á España. Y era la fecha desta carta á seys de enero, dia de Reyes; y el mismo adelantado escribió á Cerrato que- xándosse de su prision, y Cerrato respon- dió que no lo dexasse yr é fuesse envia- do á Sancta Marta é que diesse cuenta de lo que avia hecho ante el juez que Su Magestad allá avia enviado. Si esta carta llegó ó no á tiempo no lo sé ; pero pues él se partió de allí con vo- luntad y con desco daquel, pues no de- biera de quedar sin paga, justamente el vulgo pudo presumir quel adelantado partió con él de lo que llevaba, pues de- bia atender la respuesta desta Audiencia, á quien avia consultado, y no quiso. De- xemos ya esto, pues que llegado en Es- paña y venido en aquesta córte , y estan- do en la villa de Madrid el Príncipe, nues- tro señor, y el Consejo Real de Indias, y el comendador mayor, que tanta parte era en la gobernacion destos reynos, yo vine por procurador de nuestra A udien- HISTORIA GENERAL Y NATURAL cia de Sancto Domingo y de la Isla Espa- ñola, y le hallé al adelantado presso, al- gunas veces teniendo su posada por cár- cel, y otras la villa, y muy arrepentido, porque mas oro no truxo. En qué pararán sus negocios, el tiempo lo mostrará. Y en la mesma córte andaba assimesmo el li- cenciado Ximenez, pleyteando con él y sospirando aquellos dineros que le dió pa- ra la renunciacion de la gobernacion; y en verdad yo le tenia lástima, porque en aquel descubrimiento de las esmeraldas él trabaxó para otros, y sacó desso los trabaxos passados , que hicieron á su cau- sa rico al adelantado, y matóle el rayo los hermanos, y quedóse con su hacienda quien no la ganó. Assi van todas las co- sas en que el tiempo tiene fuerca y algund dominio, y ningunas son seguras sino aquellas que son enderescadas al servicio de Dios y apartadas de la cobdicia de los hombres; y entre tanto que la justicia del suelo averigua estas cosas , el adelantado goca de sus riquegas y esmeraldas. Lo que turarán solo Dios lo sabe , puesto que hasta que esto escrebí há dos años que sigo la córte del Príngipe, nuestro señor, sobre los negocios de la cibdad de Sanc- to Domingo , y el adelantado anda en ella presso, y es ya venida su residencia, y está ante los señores del Consejo Real de Indias, donde se han de determinar los negocios del adelantado. Lo que dello re- sultáre el tiempo lo mostrará. CAPITULO XVIII. En que se fractan algunas cosas notables quel auctor destas historias supo por informacion del ligenciado nez, estando la córte del Principe don Felipe, nuestro señor, y el Real quarto de Indias en la villa de Madrid. Mauenas veces tuve plática en Madrid con el licenciado Ximenez , y en Vallado- lid en la córte del Príncipe don Felipe, _ Muestro Señor, y nos comunicamos; y á la verdad es hombre honrado de gen- til entendimiento y bien hábil. Y cómo yo sabia quél avia conquistado el nuevo rey- no de Granada y descubierto la mina de - las esmeraldas, y avia visto la relacion - que los officiales avian enviado á Su Ma- DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XVIIL gestad Cessárea, de la qual se tractó en el capítulo XI, quise informarme dél de algunas cosas viva voce, y él no solamen- te de palabra, pero por escripto, me mos- tró un gran cuaderno de sus subcesos, y lo tuve muchos dias en mi poder, y hallé en él muchas cosas de las que tengo aqui dichas en los capítulos precedentes. Y tambien me dió noticia aquella su rela- cion de otras que aqui se pornán, pues competen á este libro XXVI, y puesto que se toquen en algunas particularida- des lo que de aqui adelante se dixere con lo que queda dicho, será ratificar y mejor entender lo relatado, y no se podrá aver por prolixo ni impertinente á la materia en que se tracta. Y en la verdad este li- cenciado ha servido mucho y trabaxado grandemente en aquella empresa en que se ocupó, y la acabó, segund se puede colegir de lo que en este tractado se con- tiene y por lo siguiente. Dice el licenciado Ximenez quél fué por teniente del adelantado de Tenerife don Pedro de Lugo, á su gobernacion de Sancta Marta, el qual adelantado con- quistó é pacificó las sierras que caen en- cima de la costa, y con pérdida de algu- na gente y daño de los indios, pagificó la Ramada y su comarca, demás de lo que por el rio Grande se avia descubier- to hasta sessenta leguas en navios y ber- gantines ; y se vió buena muestra de tier- ra, y se ovieron algunas piegas de oro de varias y diversas leyes. Y la grandega de aquel rio es manifiesto indigio para se creer que, descubriendo su nasgimiento, se avian de hallar grandes secretos é no- vedades; porque entrando en la mar, dentro en su curso é á seys leguas apar- tado de la costa de tierra, se coge agua dulce en el rio, metido en la mar. Con desseo de inquirir el adelantado, particularmente lo que por este rio la tier- ra adentro se pudiesse calar y entender, envió á este su teniente con ochogientos 379 hombres é cient caballos, é yban los seyscientos por tierra y los doscientos por el rio en cinco bergantines. Son por allí los indios belicosos y flecheros, y tiran sus flechas con hierba inremediable, y el que mas tarda en morir, no passa del sep- teno dia. Este descubrimiento del rio se comencó á cinco dias de abril de mill é quinientos é treynta y seys años; y al tiempo que los bergantines quisieron en- trar por la boca del rio, se perdieron los dos dellos, y solamente los dos entraron y doblaron la punta. Y cómo el adelanta- do lo supo, con mucha diligencia prove- yó de otros tres bergantines, los quales hallaron mas bonanca en las aguas de la mar y del rio, y entraron en él; é assi subieron todos cinco el rio arriba en bus- ca del teniente, que yba por tierra con el exército ya dicho, y los estaba espe- rando en una provincia que llaman de Sompallon, porque assi se avia acorda- do en Sancta Marta; y hasta allí hay sessenta leguas poco mas ó menos. - Avian los que yban por tierra passado la provincia que se llama Chimalla, que es confin y en la halda de los indios fle- cheros caribes, y al passar de un grand rio que hay en aquélla tierra, se vieron en mucho trabaxo los españoles, y se per- dieron muchas armas de los soldados, y otras cosas que les bigieron harta falta. Está Chimilla de Sancta Marta quarenta leguas; é diéronse mucha priessa para llegar al rio Grande, á causa que las llu- vias eran cada dia mas, y hallaban mu- chas ciénegas: passaron por una pobla- cion pequeña, que se dige Chiriguana, y las guias perdieron el camino, é guiaron por parte que se vieron en grande nes- cessidad por falta de comida y por tierra desierta; pero socorria Dios á esta gente con muchos gamos y venados muchos, que mataban, sin los quales murieran de hambre. Esta nescessidad les turó doge dias, y quiso Dios que aportaron á pobla- 380 do, donde oyieron indios é guias; y fué uno de aquellos pueblos uno que es muy principal, que se llama Tumarame; al qual hace su cabega la provincia que se dige Pacabuey, de la qual ya se tenia no- ticia en Sancta Marta. Y lo mas de aque- lla tierra se anda por agua, á causa de las ciénegas y lagunas grandes que tiene, y porque por la mitad de aquella provin- cia atraviessa un grand rio que se dice Cagir, que se mete en el rio Grande, por donde, como dicho es, van los berganti- nes. Este rio Cacir atraviessa la dicha pro- vincia de Pacabuey. Despues que la gente yba por tierra con el teniente, algunos cansados se me- tieron en los bergantines, donde está di- cho que los alendian; y navegaron por el rio Grande arriba, y desembarcados, sa- lieron del valle que dicen Upar, y dexóle el teniente á la mano siniestra. Y siguien- do hácia la provincia de Pacabuey, co- mo mas cercana al rio Grande, pero por- que es en aquellas partes muy notable cosa aquel pueblo ó cibdad de Pamarame, digo que este teniente afirma que es muy viciosa de todo género de fructas de In- dias. Es cercada de agua á manera de is- la y con sola una entrada á ella por tierra y pequeña; y por una parte la cerca el rio de Cacir, y por las otras partes lagu- nas grandes, que entran á juntarse en el rio ya dicho. Es aquella cibdad bastecida de mucha carne y de pescado de muchas maneras y en grand abundancia: es tier- ra fértil y es assiento de la poblacion. Es cosa de ver, porque la cibdad está divi- dida en tres barrios principales, y tama- ños el uno como el otro. Al rededor hay muchos pueblos en la tierra, que le son subjetos, y el cuerpo principal de la cib- dad terná hasta seyscientos vecinos, di- go seyscientas casas. Es tierra de mucho tracto entre los indios, y está de Sancta HISTORIA GENERAL Y NATURAL Marta ochenta leguas: en el qual pueblo de Tamarame entró el teniente con todo su campo por la entrada, ques dicho, por fuerga, porque el señor de la tierra é su gente estaban de guerra; y sojuzgóle. Es- tuvo allí veynte dias descansando, y la gente se réparó y mas su hambre y se rehicieron. Desde allí este general envió al capi- tan Johan de Sanct Martin á descubrir el - rio Grande con gente de pié y de caballo, é aviendo passado muchos trabaxos le ha- lló, é avisó al general cómo quedaba á la boca del rio Cigar * adonde se mete en el rio Grande, por tener aquel passo asegu- rado de los indios para el passaje de los chripstianos, aunque tenia falta de comi- da. Sabido esto por el general, partió con su gente desde aquella cibdad, y con trabaxo llegó al rio Grande y adonde es- taba el capitan Sanct Martin, guardando el passo de Cicar; y por falta de comida passó este rio en canoas, y fué por la costa del rio Grande á se meter en la pro- vincia de Sompallon, á esperar los ber- gantines; la qual provincia está en la cos- ta del rio Grande. Como los españoles eran gente novicia en Indias, comengaron á adolescer é mu- rieron muchos. Desde allí envió el gene- ral al capitan Sanct Martin la costa abaxo á buscar los bergantines, porque en ellos avria algund refresco y socorro para los enfermos, y para que en ellos se meties- sen los dolientes, y procediessen el ca- mino con menos fatiga, antes que las aguas cargassen. Este capitan halló los - bergantines, é vino con ellos desde á ciertos dias adonde el general los espe= raba, é supo dellos la pérdida de los tres navios que se avian perdido á la entrada del rio, como está dicho. Y despues que allá descansaron ocho dias, prosiguieron el rio arriba con los bergantines, y el te- A Cigar: Antes dice Cagir. DE INDIAS. LIB. XXVI CAP. XVIH. niente por tierra buscando el nascimien- to del rio, que era su demanda; é assi se partió de aquella provincia de Sompallon, aviéndosele muerto hasta allí mas de cient hombres. No me detengo en degir puntualmente los trabaxos que este teniente y los es- pañoles padescieron siguiéndole: basta que como hombre que ha treynta y qua- tro años que ando por Indias merezco cré- dito, é osso decir que son tan excessivos los que en Indias padescen los chripstia- nos que ninguno los puede passar tan grandes ni _tan intolerables en todas las otras partes que hay chripstianos por el mundo; y si estos pecadores mílites en el agua y en la tierra de diversas mane- ras padescian, peleando con los hombres, con las enfermedades, con la sed, con la calor, con el frio, con la desnudez é falta de vestir y calado y con la hambre, 381 del herraje, y con la esterilidad de la tierra en muchas partes, con muchas cié- negas, abriendo los caminos por muy es- pesos boscajes y espinos y árboles á ma- no, con hachas y puñales, cansados y despeados, y con tantos inconvinientes á cada passo, que no se pueden expresar ni cumplidamente decir. Todo lo mas de aquella tierra lo an- dan los indios por el agua, y quando po- dian los nuestros salir en tierra, era tan- ta la arboleda, y matas, y carzas y otras plantas, que haciendo los caminos á ma- no, como es dicho, era una muy grand jornada poder andar dos leguas al dia, y con estas jornadas y trabaxos cada dia avia difuntos y nuevos enfermos , sin se poder socorrer ni excusar, sin camas y con grandes lluvias; porque era el tiem- po dellas é invierno, ques desde mayo hasta principio de septiembre. | CAPITULO XIX. En prosecugion del descubrimiento del eurso del rio Grande, hecho por el teniente, el ligenciado Hierónimo - Ximenez. A vuelta de los inconvenientes dichos en el capítulo de susso, no les faltaban á es- tos españoles escaramugas y contrastes de indios, en que les mataban algunos chripstianos; pues lagartos grandes ó co- catriges, que los indios llaman caymanes, y se tragan los hombres enteros, al passar de los rios, no faltaban, ni tampoco ti- gres en la tierra; é assi se comieron tres Chripstianos los lagartos, y otros tantos los tigres. En fin, subió este aflixido exér- cito por el rio Grande ciento é seys le- guas, hasta que llegaron á un pueblo que se dige de la Tora, é allí repossó. Los que avia enviado el rio arriba, tornados, le dixeron que era impossible passar ade- lante, assi por las corrientes grandes, co- mo porque ya la barranca de la costa del rio era baxa y bañaba el rio mucha tier- ra. É oydo esto, acordó este teniente de enviar por un braco pequeño del rio cier- tos españoles é canoas con un capitan, á saber lo que hallaria por su aviso: é vol- vieron desde á quince dias, aviendo su- bido el agua ques dicha todo lo que les fué posible hácia la sierra, de donde venia aquella agua. É dixeron que dexando re- caudo con las canoas, avian los restantes vdo la tierra adentro, é que aviendo an- dado dos leguas hallaron dos lugares, y que la gente dellos estaba algada, porq ue los sintieron antes, y que passados ade- lante del agua , á legua óá dos, hallaban una ó dos casas desamparadas; mas que avia en ellas mucho número de sal en pa- nes de á dos arrobas de pesso cada pan y de arroba, fechos á manera de pilon de agúcar. Y quanto mas yban por las dichas 382 casas muchos mas panes de sal hallaban, y casa avia en que estaban mas de tres- cientos, y casa que estaba llena de tales panes. Coligieron desso que aquellas de- bian ser ventas de sal, y que por allí ve- nia la sal al rio Grande; y aun assi es la verdad, como despues paresció. Hallaron essos descubridores piedras que los indios tenian en sus casas para moler y labrar oro, para hacer sus joyas; y en fin, llegaron essos descubridores al pié de la sierra; y la postrera venta don- de pararon estaria veynte y cinco leguas del pueblo de la Tora, donde el general y los chripstianos quedaron apossenta- dos. Y porno lleyar caballos, se volvieron HISTORIA GENERAL Y NATURAL á donde avian dexado las canoas, é de allí se tornaron al campo é á su general, é hicieron relacion de lo que se ha dicho: -lo qual oydo, determinó de yr él mesmo á descubrir las sierras, y tomó por de- manda preguntar por la laguna donde aquella sal se hacia tan diferente de la que los indios de la costa de la mar co- men, y sospechaba que donde aquella sal se hacia, debia aver mucho tracto con la gente del Mediodia ó parte del Sur. Y con este motivo, con cierta gente de pié y de caballo, partió el general del pueblo de la Tora; pero aunque preguntaba por las lagunas de la sal, él no sabia si avia tales lagunas ni cómo se hacia aquella sal. CAPITULO AX. Cómo el general fué en persona por tierra á descubrir el orígen de la sal, que se ha dicho en el capítulo pregedenle,, é á descubrir las sierras hasta donde los descubridores avian allegado. Puesto en camino el general para yr á buscar é inquerir las salinas, fué costean- do aquel brago de agua por donde las canoas avian subido: y era toda la tierra - monte y arcabucos muy espesos é sin po- blado en trece ó catorce leguas hasta las _yentas ya dichas y primeras de la sal. Y subcedió grand cresciente de aguas por aquel rio, á causa del mucho llover, tanto que los que yban por tierra fuera de las canoas se vieron en mucho peligro, assi porque les sobraba el agua, como porque les faltaba qué comer: y de noche dor- mian en árboles porque el agua estaba tendida por la tierra y los caballos anda- ban hasta las cinchas. Y aqueste trabaxo les taró diez dias continuos, comiendo rayces de árboles y no conoscidas las mas dellas; y no podian caminar en un dia mas de una legua, y el mejor manjar que. tuvieron. en aquellas diez jornadas fué un perro que. acaso se avia ydo con ellos de los que llevaban; y porque este les turó poco, CO INSOCRrobÉ: eee las adargas que llevaban para su defensa. En fin del tiempo ques dicho llegaron á las ventas de la sal y hallaron alguna co= mida, con que tomaron algund refrigerio; y con pocos dias que alli descansaron, prosiguió el teniente y los que con él yban por las sierras de Oppon, por las ventas de la sal hasta llegar á las postre- ras ventas á donde los primeros descu- bridores avian allegado: que era comen- cando ya á subir por los primeros montes de la sierra. Y porque avia mala dispusi= cion para subir á caballo, envió el te- niente gente de pié de hombres sueltos que encumbrassen y considerassen lo al- to de la sierra, é muy particularmente la viessen, y él paró alli, haciendo espaldas á estos descubridores, los quales llegaron al primer valle de la sierra que dicen de Oppon; é yban siempre preguntando que á dónde se hacia aquella sal. Passaron otro valle, y desde uno de ellos enviaron á decir al teniente lo que hallaban y veian de la dispusigion de la DE INDIAS. LIB montaña y de la tierra, y que porque an- daban ya léxos dél é hallaban gente, les enviasse mas chripstianos, y envióles to- dos los que con él estaban, sino siete ú ocho que mandó quedar con él. Llegados los que envió á donde estaban los delan- teros, prosiguieron tan adelante hasta passar las sierras; y llegaron á tierra ra- sa y llana y fuera de todas las montañas; y vieron muchos pueblos á muchas par- tes. Y desque por lo llano anduvieron tres ó quatro leguas, toparon muchos ca- minos que atravesaban de unas partes á otras; pero como no llevaban caballos y estaban ya bien treynta leguas de donde su general quedaba y cinqúenta del pue- blo de la Tora, donde el real dexaron, acordaron de dar la vuelta desde un valle que despues le llamaron el valle de la Grita, ques la primera poblacion que hay despues de salidos de la sierra de Oppon, donde comienga el nuevo reyno . XXVI. CAP. XX. de Granada. Á toda esta gente, ó á la mayor parte della, se les avia acabado el calgado é andaban muy fatigados sin él; y por guardar la comida, para quando la gente de su real pasasse la sierra, acor- daron los capitanes de dexar los compa- ñeros mas cansados en los valles de las sierras, en especial en el que está mas cerca de la salida de la dicha sierra, y con ellos el alférez del teniente; y serian hasta quince los cansados, y los otros dieron la vuelta para donde el gene- ral estaba. Tambien dexaron otro ca- pitan con otros doce ó quince de los can- sados por .su cansancio y comida que avia poca en las sierras, y otro capital 3 con los restantes compañeros llegó á don-" el teniente estaba: el qual informado de la tierra nueva que avian hallado y de todo lo demas que avían visto, volvió al real por la gente toda para passar la sier- ra y ver qué cosa era aquella tierra nue- va, y tambien porque en el rio grande ya avia muy mala dispusigion para pro- 383 seguir el descubrimiento de su nasci- miento. Pero por guardar aquella costa, dexó allí á su hermano Hernand Perez de Quesada con ocho ó diez hombres y qua- tro de caballo, y los restantes donde le llegó la nueva ques dicho y él volvió al campo; y llegado á las canoas, fué por el brago ques dicho donde avian quedado; y entrado en el rio Grande, llegó donde estaba la gente en el pueblo de la Tora, á cabo de cinqúenta dias que avia salido del mismo pueblo. Y despues que allí se detuvo ocho dias, aparejando su partida, : quiso, como hombre militar, recolegir con qué gente se hallaba, é halló que hasta llegar allí la primera vez faltaben ya mas de doscientos hombres, y quando allí yol- vió como es dicho, las enfermedades, co- mo en gente novicia, se estendieron mas y murieron tantos que poco mas de gien- to quedaban vivos, y el mismo teniente llegó á punto de muerte , despues de su tornada del descubrimiento. Y si él falta- ra, segund lo que yo entendí de perso- nas que con él se hallaron, todos se per- dieran, y ni las minas de las esmeraldas se halláran ni aquella tierra y nuevo rey- no tampoco se supiera; porque su cuy- dado y solicitud y buena maña que en su empressa se dió, fué de hombre de mu- cha prudencia y para mucho. É ya los mas eran de opinion que se tornassen á Sancta Marta, porque decian que era lo- cura atravessar las sierras ni yr mas ade- lante con tan poca gente, como avia que- dado, á lo qual el teniente como hom- bre de gentil ánimo, resistió prudente y sábiamente, confortándolos y diciéndo- les que no se hablase en tan grand po- quedad: que no era tal flaqueca permiti- da á españoles, y que los que avian de morir ya eran muertos, y que los que quedaban eran para quien Dios tenia apa- rejada muy buena ventura, y aquella tierra nueva que les mostraba, donde le pudiessen servir y descansar, despues de e 384 á España. Y que quando tanta falta sus pecados le dexassen ver en ellos, que aunque no le quedassen sino mucho me- nos, no entendia volver atrás hasta hacer algund servicio á Dios y á su Rey, y des- cubrir aquella tierra que Nuestro Señor les avia mostrado para que Chripsto y su fée sagrada fuesse servido y aumentada, y el Emperador, nuestro señor, muy col- mado de thesoros, y sus reynos de Es- paña enriquescidos por la industria y va- lor de tan animossos vassallos é fieles es- pañoles, como serian los que le quisiessen seguir. É puesto que él estaba enfermo y con tanta nescessidad de descansar, como todos, pudo tanto la exortacion y buenas palabras del general que todos quedaron descansados en parte y con buen ánimo para todo lo que viniesse ; é assi les di- xeron que nadie saldria de su voluntad y querer, hasta morir donde quiera que fuesse. É assi, desde á ocho dias despues que llegó como es dicho, se partió del lugar de la Tora un dia despues que se avia purgado, con solo ciento y sessenta hombres, y los sessenta con bordones por sus enfermedades y flaqueca; pero todos penssaban que como él yba enfer- mo y flaco, que en pocos dias mas que- daria en alguna ciénega de las que avian de passar. Assi que, prosiguieron en sus «jornadas trabaxosas, recogiendo los ques dicho que avian quedado por las sierras y ventas de la sal, guardando la comida y descansando; y en el passo donde quedó el hermano del teniente, le avian muer- HISTORIA GENERAL Y NATURAL tantos trabaxos y volver ricos y honrados . to dos chripstianos los indios sobre la de- fensa de la comida. Y en el valle de Oppon reposó este cansado y flaco y poco núme- .Tro de exército y recogió el otro capitan que allí avia quedado, segund es dicho: y ya el teniente yba tal que si no le lle- vaban su persona acuestas, no se podia tener á pié ni á caballo; pero allí descan- saron y se rehicieron todos. Y cómo se sintieron algo aliviados, se dió órden có- mo se acabassen de passar las sierras, y procedieron en su camino hasta el valle donde avia quedado el alférez, al qual é á otros de los que con él estaban halla- ron heridos, porque los indios avian pro- curado de los matar ó echar de la tierra, porlos tener en poco, viéndolos flacos; pero de su flaquega salieron fuercas y tanto ánimo que se defendieron como va- rones. Y llamaron á aquel valle, el valle del Alférez. E e Allí paró y repossó el teniente y todos los que con él yban algunos dias , y pas- saron despues adelante hasta que acaba- ron de passar las sierras de Oppon y llega- ron al valle que llamaron de la Grita, que es ya fuera de todas las montañas, á la entrada ó comienco de la tierra nueva Í, es el primero valle de tierra rasa. Y has- ta allí avian llegado los primeros descu- bridores; y desde allí el general y su gen- te comencaron la conquista del nuevo reyno de Granada, la qual historia ya contaré aqui mas brevemente de lo que la ví escripta; pero decirse há lo mas sus- tancial, sin dexar cosa alguna que im- porte, CAPITULO XXI En el qual comienga la conquista del nuevo reyno de Granada, nombran Bogotá , y el mismo nombre ti Ai atravesar las sierras de Oppon y en- trar en la tierra de Bogotá ió 4, se perdió la - Grande, con que hasta allí avian venido, la qual provincia los naturales della la j ene el rey ó cacique ó señor principal de aquella tierra , y le digen ES Bogotá , que es como decir Soldan, ó Preste Johan, ó E mperador, ó el Supremo título. lengua que los indios hablan en el rio DE INDIAS. LIB. y era assimesmo la que se habla en el - valle de Upar; y aunque quedaron como momos sin son, aviso tenian por indio que por señas les avia dado á entender que entrados en el nuevo reyno, era otra lengua diferente, y decia quél era de aquella tierra nueva del principio della; y por señas daba á entender grandes co- sas y loores della, y de los poderosos ca- ciques que hallarian, y señalaba dónde se hacia la sal; y muchas cosas de las que queria dar á entender, las entendian al revés nuestros españoles. Y á este in- dio llevaban para lengua á la entrada del nuevo reyno. . Prosiguiendo su empressa, llegaron al valle de la Grita, y los indios se pusie- ron en defender la entrada de su tierra á los españoles; y en seys dias continuos les tuvieron en mucho trabaxo, y les hi- rieron dos chripstianos con dardos, que son las armas con que pelean en aquel valle y en mucha parte de la tierra de Bogotá. Son estos dardos de palmas y. tostadas las puntas, y es poncoñosa, Ó á lo menos peligrosa arma; y en lo restan- te de la tierra de Bogotá, y en la de otro grand señor, su enemigo, que se dice Tunja, pelean con flechas y tiraderas, con estóricas ó amientos, y con lancas luengas de diez é ocho y veynte palmos, y con macanas. Y en aquel valle de la Grita se reparó la gente de la hambre, que llevaba. Estando una noche los chripstianos no muy lexos de los indios, se soltaron tres ó quatro caballos por yr trás las yeguas, é huyeron hágia donde estaban los ene- migos; y cómo los indios no sabian qué cosa eran los caballos, y sintieron su es- truendo y relinchar, y vieron la furia é ímpetu con que entraron por su real, penssaron que los yban á comer, tocaron alarma y dieron á buyr por los cerros. Los chripstianos penssaron que los indios los yban á acometer, y no sabian que sus TOMO 11. XXVI. CAP. XXI. 385 caballos faltaban, ni lo supieron hasta otro dia, que buscándolos, los hallaron menos y los vieron en el real de los contrarios, que lo avian desamparado; y cobráronlos. Desde á ocho dias quel general allí es- taba, sacó su gente para yr á ver la bue- - ha tierra en que estaban, puesto que por los muchos caminos que crucaban, ó por las muchas poblaciones que veian, sos- pechaban la bondad de la tierra en que comencaban á entrar. Y preguntando aj indio que es dicho de susso, que dónde se hacia la sal, comencaron á caminar desde el valle de la Grita, que es la en- trada del nuevo reyno, y es tierra de Bo- gotá. Es aquel nuevo reyno partido en dos provincias, la una se llamá de Bogotá, porque assi llaman al que la señorea, y la otra se dice Tunja, por la misma racon. La mayor provincia es la de Bogotá: es grand señor y sobre muchos caciques y señores; y la tierra muy buena y harto mayor que la de Tunja. Y juzgóse que podia poner en el campo cinqúienta mill hombres de pelea, é algunos juzgarian que pornia mas de cient mill hombres, quando se fué entendiendo mejor su po- der. Está assentada la tierra á valles, y en cada valle un cacique ó señor que le manda, de los subjetos á Bogotá; pero el valle en que el mismo Bogotá vive é reside, tiene otros cagiques que tambien son á él subjetos, porque aquel valle es el mayor de todos, y está en él el mayor é universal señor de todos; y tiene hasta doce leguas de luengo y tres ó quatro de ancho por partes. Toda aquella tierra y valles de Bogotá, es tierra rasa y sin montaña ninguna, y las sierras le caen le- xos. La tierra de Tunja es valle y tierra rasa como essotra, pero no tanto. Es el Bogotá muy temido y mas estimado que Tunja, y la enemistad entre ellos es per- petuada desde largo tiempo por sus pre- degessores, y ninguno pe basta á des- e 386 hager al otro; y aunque los vassallos y caciques y señores que obedescen á Bo- gotá son muchos y de mas indios, el Tunja es poderosso, y el parescer del te- niente y de otros es que podrá poner en el campo quarenta ó cinqúenta mill hom- bres de pelea. Y si los chripstianos tuvie- ran lengua y aviso de la enemistad jubi- lada y perpétua que entre aquestos dos príncipes avia, mas presto y con menos peligro y menos trabaxo se conquistára la tierra, y redundarian otros muchos provechos y grandes thesoros, assi para la Cessárea Magestad como para los con- quistadores, y aun para toda España. Porque favoresciendo los españoles á la una parte, se hiciera todo muy bien y con menos dificultad; pero andaban los chripstianos como bocales, preguntando por señas, y respondido por ellas, avíase de adivinar, como la ventura lo dispu- siesse. Verdad es que la lengua que lleva- HISTORIA GENERAL Y NATURAL ron desde Oppon y las montañas, que la historia ha dicho, sabia ya alguna cosa de nuestra lengua, pero muy poco. Yo ten- go por cierto que esta falta de suficientes inltérpetres en estas partes todas, es el mayor peligro de todos, é la causa de se prolongar é dilatar la guerra y de no se fijar la paz; porque entendidas las cosas al revés ó no como se deben entender, es forcada la discordia, en especial que demás de ser los indios gente de poca constancia y de menos verdad, y el dia- blo medianero entre la cobdicia de los Cchripstianos y la avaricia y vicios de los indios, assi paran las cosas en lo que ve- mos y es notorio en estas partes. Passemos adelante : que esto que ago- ra yo decia es una materia de mucha ca» lidad y para mas espacio, y si fuere nescessario en su lugar volveré á tractar desso. CAPITULO XXIL Cómo el ligenciado Ximenez y los españoles passaron adelante en prosecucion de su conquista, y tráctanse cosas notables y convinientes á la historia. Partió esta gente del valle de la Grita sin lleyar guia, mas de hasta donde se hacia la sal, y passaron adelante dexan- do á una mano y á otra diversas y mu- chas poblagiones cada dia, y al quarto dia que caminaron paró este exército chripstiano, y el general envió dos capi- tanes, para entender en qué tierra esta- ban y qué se descobriria, y aquestos con pocos de caballo; y ordenóles que de passo en passo conviniente le diessen avi- so de lo que hallassen. Otro dia, despues que estos se partie- ron, enviaron á decir que aquellas po- : blaciones se yban engrossando y siempre - eran mayores, y quel mismo dia que sa- lieron del real, hallaron un valle de que nientas casas. Dende á quatro dias adelante enviaron á decir que avian hallado valle de dos mill casas, y que los indios se algaban, y que les parescia que no debian yr ade- lante. É assi el teniente partió luego para se juntar con los delanteros, y en quatro dias llegaron al valle que llaman de Sanct Martin, porque assi le pusieron nombre, (que era donde los descubridores esta- ban), y despues que allí descansaron algu- nos dias, caminaron tres dias por muchas poblaciones, é llegaron á un pueblo, que le nombraron é agora se llama Sanct Gre- gorio, porque en su dia llegaron allí. Es- tá aquella poblacion en un cerro alto, y encima del pueblo está otro cerro de pe- ñas mas alto; y cómo los indios vieron los chripstianos, desampararon sus casas, DE INDIAS. LIB. aunque son dos mill ó mas, y subiéronse al gerro y peñas altas. Y cómo los nues- tros llegaron al pié del cerro primero, ten- taron la paz por señas, porque la guia ni lengua ya no la tenian para se entender; y baxaron tres indios de lo alto hasta se poner á un pequeño tiro de ballesta de los nuestros, y traian leña y fuego consi- g0, y encendieron luego un fuego, y tor- náronse á la otra su gente, que estaba en lo mas alto. El teniente envió algunos soldados con bonetes y otras cosas para les dar; pero no quisieron atender. Visto esto, el teniente y su gente acordaron de se apossentar en el pueblo, y quando passaron cerca del fuego ya dicho, halla- - ron allí un indio viejo que avian dexado, y sospechóse que era para que los chrips- tianos le comiessen , penssando que le co- merian, y para los aplacar. Y desque vieron que los chripstianos, sin parar en el indio, avian passado adelante, debie- ran penssar que por ser viejo y ruin car- ne aquella, no la querian; y enviáronles otra carne mas fresca, y hacian venir y baxar niños de sus proprios hijos, para que los comiessen. Los chripstianos ha- cíanles señas que no era aquel manjar para ellos, y los indios decian entre sí, como despues se supo, que aquella gente nuestra debian ser hijos del sol, y que debian ser enviados para castigar sus fal- tas y pecados: y comencaron á llamar á los chripstianos usachies, que es nombre compuesto de dos vocablos con que aque- lla gente bárbara nombran al sol y á la luna; porque al sol digen Usa, y á la luna Echia. El ligenciado envió algunos chrips- tianos, aunque entendian poco de aque- lla lengua, para que procurassen de dar- les á entender que eran hombres como ellos, y que querian ser sus amigos, y baxaron algunos á hablarles; pero el ser- mon fué todo señas. Y en fin se hizo la paz y quedaron amigos, y dieron mante- nimientos y ropas de muchas mantas de XXVI. CAP. XXII. 387 algodon , é assimesmo algunas piedras es- meraldas finas, y unas mejores que otras: é aqueste fué el primer pueblo donde le dieron lo ques dicho, é comencóse la paz á continuar entre ambas partes, aunque no turó mucho , sino poco tiempo. + Deste pueblo de Sanct Gregorio se par- tieron los españoles y su general; pero como por aviso de los indios se supo la paz en essotros pueblos de la comarca, la continuaron : é assi en cada pueblo donde yban los chripstianos, los salian á resqebir y les presentaban ropa de las mantas y mantenimientos en abundancia, y tam- bien les daban oro y esmeraldas , segund la poblacion y calidad del pueblo, sin les pedir cosa ninguna. Y quanto mas adelan- te yban, mayores pueblos avia por aquella provincia de Bogotá; y desde á cinco dias despues que salieron del pueblo de Sanct Gregorio llegaron al valle donde aquel grand príncipe Bogotá residia, y al mis- mo pueblo donde la sal (que la historia ha contado) se hace, que es á la entrada del valle de los Alcácares , donde aquel grand señor vivia. Y en algunos pueblos de aque- llos se hace la sal de pocos á mano, y de la mesma agua dellos beben, y esalgo sala- da, y cuécenla para hacerla sal, y unos pa- nes grandes hacen della: y assi salieron de su inorancia los españoles que penssaban que era laguna donde aquella sal se hagia. Salidos los chripstianos de un pueblo daquellos de la sal, abaxando al valle de Bogotá, comencgaron á ver muestras - del rompimiento de la paz continuada has- ta allí; porque apossentados los nuestros en el primero lugar del valle, ovo algu- nas escaramucgas con indios, lo qual fué comencará indignarse ambas partes, para la batalla que ovieron otro día siguiente. Ya Bogotá sabia mas de diez dias antes desso cómo los chripstianos avian entrado y estaban en su tierra: é informado de sus espias de la cantidad de los españoles y qué animales eran aquellos sobre que 388 decian que yban caballeros, corriendo con tanto ímpetu, de que tanto temor avian y se espantaban, y de todo lo demás que se podia aver considerado de la calidad de los chripstianos, admirado de su osadia, y recelando del peligro quél y su Estado tenia de cerca ó en que impenssadamentes se hallaba; juntó sus caciques y principa- les, y no obstante su temor dél y dellos, acordó de oponerse contra tales huéspe- des, é rescebirlos de guerra y darles ba- talla en un lugar adelante de donde los - chripstianos estaban apossentados. É otro dia movieron los unos y los otros, y lle- gados los nuestros á un pueblo algo apar- tado del camino derecho, por este desig- nio penssaron los indios que huian los chripstianos; y cómo los naturales sabian mejor la tierra, yban encubiertos con cier- tos cerrillos, sin saber los nuestros que aquel dia avian de ser sobresaltados del Bogotá. É assi ovo lugar de llegar el avan- guarda de los enemigos á dar en la retro- guarda de los chripstianos; y tocada alar- ma y puesta por la obra la batalla, dié- ronse tan buen recaudo los nuestros y con tanto esfuerco, y por la diligencia y bue- na maña de su general, que mediante - Dios, los indios fueron vencidos y desba- ratados, y muertos muchos dellos. Y si- guióse el alcange dos leguas hasta un lu- gar donde Bogotá estaba, al qual los su- yos encontinente le tomaron en unas an- das y huyeron con él adelante. Y el dia siguiente con la vitoria passaron adelante los vencedores, y comencaron á ver los hermosos y magníficos edificios de las ca- sas y palacios de madera, mas ornadas y mejores que todo lo que hasta aqui _avian visto, y como vitoriosos, llamaron á aquel lugar el Pueblo Nuevo. - De ahí adelante envioles Bogotá indios cargados con muchas provisiones, y mu- HISTORIA GENERAL Y NATURAL chas y hermosas mantas, y oro en mas cantidad de lo que hasta allí les avian to- dos los otros dado, por donde avian ydo los nuestros; y cómo no se entendian bien los embaxadores, que de la una parte á la otra andaban, en lugar de palabras, que aunque se decian no podian hacer fructo, .suplia el teniente como hombre avisado y de buen ingenio, en abracar con mu- cho placer y alegria á los mensajeros. É hacíales dar qúentas de vidrio y cascave- les y otras cosas, que todas ellas en Es- paña se compran con poco prescio, y el que los indios daban era sin comparacion tanto de mas valor quanto está bueno de considerar; y los indios maravillábanse de aquellas cosas que les daban, porque eran nuevas y nunca por ellos vistas, en que tenian mucho que contemplar y quassi ningund provecho. Y esforcábase el te- niente á les dar á entender quél avia per- donado á Bogotá, aunque no le avia he- cho bien en aver querido hacer guerra á los chripstianos; y por sus señas les daba á conoscer que le seria provechoso que fuesse amigo y que se viesse con él, para que le dixesse á lo que venian los chrips- tianos y él. Pero todo lo quél decia y lo que los mensajeros replicaban era hablar en valde, y solamente la risa era algo sa- tisfactoria ó señal de seguridad ó halago, aunque yo creo que los embaxadores y su príncipe Bogotá, por los efetos, verian el contentamiento de la gente de guerra. Pero á mas no poder mostraban essos em- baxadores que volvian contentos, puesto que siempre ponian los ojos en los caba- llos , como quier que era cosa de que mu- cho temian. Allí se detuvo el general tres dias ó quatro, hasta que conosció que to- das las pláticas eran cautelas de indios, y no entendidos de todo punto por él ni por los Chripstianos. DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XXIIL. de 389 CAPITULO XXIMIL El qual tracta de la manera de la gente de aquellas provincias y de su hábito y moradas y edificios, y de sus bastimentos y agricollura y animales de aquella tierra , y de su ydolatria y costumbres y cerimonias, y otras particularidades, ques bien quel letor tenga entendido, antes que se proceda mas en la conquista, porque á essa tornará la historia en su tiempo conviniente. E, la gente de aquella tierra de media- na estatura y mayor que la que está en la costa de la mar, adonde entra el rio Grande, por donde estos chripstianos fue- ron á la tierra del nueyo reyno, como es dicho; y tienen mejores gestos, y las mugeres assimesmo, que las de Sancta Marta y de la costa. Los vestidos que traen son mantas ceñidas al cuerpo, y otras no ceñidas al cuerpo, como mantos y pintadas de muchas maneras, y todas de algodon, y unas mas delgadas y finas que otras: en las cabegas traen por la mayor parte unas guirnaldas de colores con una flor en la frente de la color que mas les agrada, y los principales y señores y Ca- ciques traen unos bonetes de algodon de cierta hechura, y en algunas partes traen las cofias hechas de red. Los edeficios principales es cosa mucho de ver: son de madera y á modo de fortaleca ó alcácar, cercados de muchas cercas por defuera y por de dentro, y de tal arte, que quieren parescer aquella pintura que suelen los vulgares llamár labyrinto; y hay muchas cosas que ver en essos edeficios, los qua- les son de los señores, y cada uno es me- jor edificado, quanto es mayor su dueño. - Su mantenimiento es mabiz, y en algunas partes tienen yuca de la buena, que no mata: es su mayor bastimento y de lo que mas se sirven unas lurmas que llaman yomas , que las siembran, y como es di- cho, es la mayor provision que tienen, porque con todo lo que comen, comen essas yomas , y siémbranlas con el mahiz y assimesmo otra simiente que se llama sabía, que cogidos tienen el mesmo sa- bor que nabos, y son quassi á manera de rábanos en sabor y en todo estando cru- dos, y esto es el mas verdadero mante- miento, de que se sirven por pan. Hay muchas fructas, y todas las que comun- mente hay en todas las otras partes des- tas Indias, assi como piñas, ajes, pa- tatas, guayabas, caymitos, guanabanas é pitahayas, etc. Tienen muchos vena-- dos, y un género de animales que quie- ren parescer conexos, y en la costa de la mar los llaman guages, y en el nuevo reyno le llaman fico, de que hay infini- dad; pero donde mejor los conoscen se dicen cories. Hay solo una manera de pescados en aquellos rios por allí; pero es muy bueno y estremado y sabroso, ta- maño el ques mayor ccmo dos palmos, y Otros menores. Pero es de notar que en dos años que turó aquella conquis- ta, ningund dia dexó de entrar en el cam- po de los chripstianos todos los basti- mentos en mucha abundancia de todo lo ques dicho, tanto que ovo dias de cient venados y ciento y cinqúenta, y el - dia que menos treynta venados: conexos y cories dia de mill, y de ahi abaxo. En fin, es abundante tierra dessas cacas ó monterias. Adoran el sol y la luna, assi los de Bogotá como los de Tunja, y piens- san questos dos planetas son criadores de todas las cosas; y decian que los chrips- tianos eran hijos del sol y de la luna. En sus casas tienen unos ydolos particulares que adoran : los quales los soldados nues- tros llamaban sanctuarios, porque aque- llos dicen los indios que son sus interces- 390 que les dé agua para sus mahices, y le piden todas las cosas que han menester. Tiene aquella gente grand acatamiento y Obediencia á sus mayores y señores, y no los miran en la cara, y aunque les ha- blan, han de tener vueltas las espaldas á su señor y la cabeca abaxada, ora estén en pié ó assentados. Quando Bogotá es- cupia, luego se hincaban de rodillas uno ó dos de los mayores que hay, se habla- ban y volvian la cara atrás, y presto ten- didos los bracos y una tovalla sobre ellos tendida ponian en que escupiese, porque aquella saliba dicen ellos que no debe to- car en tierra, como cosa santa; y reco- gida, se aparta el que tomó la saliba en su tovalla, como si alguna merced se le hi- giera, muy contento. Son gente de buen entendimiento y llegados á racon, y que con facilidad se aplican á la paz, puesto que como indios, es muy usado el mentir entre ellos, y pocas veces dicen verdad. Reparten los tiempos del año para sus negocios muy ordenadamente, y dividen los meses ó lunas en tres partes; y los diez dias primeros, casi la mayor par- te del dia y toda la noche, comen una hierba que se dice hayo, mezclada con la que ellos tienen para medecina, para con- servar su salud, y en este tiempo no co- munican á sus mugeres y duermen en di- versos.apartamientos. Y los otros diez dias segundos se ocupan en sus labrancas y contractaciones y negocios; y los últimos ó postreros diez dias del mes toman para su recreacion é comunicacion con sus mu- geres, y en algunas partes de aquella tierra abrevian mas estos términos, y es- sa manera de vivir hacen que sea de tres en tres dias y de dos en dos. Hay una hierba en aquella tierra, que llaman tectec que enloquesce, y tanta po- dria comer un hombre della que lo ma- tasse. Y para hacer que uno enloquezca, echan dessa hierba en la olla en que gui- san de comer, y comiendo despues de la HISTORIA GENERAL Y NATURAL hierba que con la carne se coció, quedan locos los convidados ó comedores para tres ó quatro dias: é segund la cantidad que echaren, assi es mas ó menos la lo- cura. Y desta manera fueron burlados los chripstianos en su real de las indias que tenian captivas, ó que los servian contra la voluntad dellas: que como ellos no sa- bian esse secreto ó propriedad de la hier- ba, ellas se la echaban en la olla ; y des- que estaban locos, ybanse ellas essa no- che á su salvo, porque como quedaban sus amos sin sesso, no les sabian ni po- dian impedir su fuga. Y era cosa de ver en aquel principio que entraron los espa- noles en aquella tierra, que cada dia amanescian locos muchos de los chrips- tianos , é hacian desatinos, de que todos se espantaban; y aun algunos lo atribuian á miraglo ó permission de Dios, hasta que ciertas indias descubrieron á sus amos la causa , é aun les mostraron la hierba, É assi de ahí adelante se guardaban della y de semejante burla; y aun no quedaban de todo punto sanos los juigios de los que avian adolescido de tal enfermedad. Cásanse los indios quantas veces quie- ren, y tienen juntas quantas mugeres to- man y pueden mantener; y hay cacique que tiene veynte mugeres, y tal que tie- ne treynta y cinqúenta, y háse visto ca- cique de cient mugeres. Y los otros indios que no son tan principales tienen á seys y á diez, y el que menos tiene es dos ó tres mugeres; pero por muchas que sean, nun- ca riñen una con otra, sino en conformi- dad y bien avenidas, cada una se con- tenta y conforma con la voluntad de su marido. Y la cosecha de su sementera viene á ser por septiembre, porque no siembran mas de una vez en el año. Es tierra fria; pero templada: que ni enoja el frio ni descontenta la ropa ni la lumbre, y todo el año está desse temple. Es tierra húme- | da, pero essa humedad no hage daño, DE INDIAS. LIB XXVI. CAP. XXIIL pues la experiencia ha demostrado ques tierra sana. Y todo lo mas de aquel rey- no está en cinco grados desta parte de la línia equinocial á la venida de nuestro po- lo ártico; y alguna parte de aquella tierra 391 está en tres grados, y alguna en dos, é alguna en menos desta parte de la equi- nocial línia; pero la mayor parte del nue- vo reyno está en cinco grados de la línia hácia nuestro polo. CAPITULO XXIV. En que se tornan á continuar los subcessos de la guerra contra Bogotá , y cómose ovo noticia de otra ge= neracion que se dicen los panches , los quales son áspera gente é comen carne huniana , é cómo se ovo noticia de otro grand principe dicho Tunja , y de las minas de las esmeraldas , é otras particularidades. as E teniente que vió que Bogotá le traia entre passos y mentiras, enojado de sus cautelas, aunque las entendia, por no dar causa que se vertiesse sangre de Chripstianos nigde indios, temporicó todo lo que pudo; y por no darle tiempo que enconasse el buen principio que de su empresa tenia, procedió por el valle de Bogotá , y paró en él la Semana Sancta, en un pueblo donde tuvo la Pasqua, por entender con los de su compañia en lo que tocaba á sus conciencias, y encomen- dar los negocios que tenia entre manos á Dios, Nuestro Señor, para que por su cle- mencia tuviessen el fin con que mas ser- vido fuesse. Y aunque en esse tiempo sancto los indios cada dia venian á esca- ramugar con los nuestros, aunque llevya- ban siempre lo peor y no cessaban de porfiar de pelear, ni dexaba Bogotá de - enviar embaxadas al teniente, ni él de le hacer requerimientos, y respondia y _Obraba mal; y cómo perder un cbripstia- no, siendo tan pocos, era para los nues- tros mas pérdida que para los contrarios perder mill indios, por su multitud, partió el general el domingo de Quassimodo pa- ra yr adonde Bogotá estaba, é assentar bien la paz é concluyr la guerra. Y lle- gados los nuestros hasta el cabo del va- lle, assentó en el lugar que el Bogotá so- lia residir , el qual Bogotá estaba en una casa de placer, que los españoles llaman la casa del monte; porque está junto á un monte muy lleno de muchos animales, en especial de venados, á quatro ó cinco leguas de donde los chripstianos se apos- sentaron. Y de una parte á otra andaban los tractos; pero cada dia eran peores las respuestas, y no faltaban amenagas algu- nas veces de parte del teniente, ni tam- poco se dexaban de hager continuas esca- ramugas: y aunque se tomaron guias para darsobre el Bogotá, como era grand señor, siempre se hacia poco y salian falsas. Y desta causa, aunque algunas veces ama- nesció el teniente sobre él, quando se penssaba pelear con Bogotá, hallaba otra gente suya delante con quien peleasse. Y en este tiempo penssó Bogotá un gentil ar- did para acabar los chripstianos; y una noche envió á los molestar, para les hacer dar alarma por una parte y que saliessen á los enemigos, y por otra se les pusiesse fuego al pueblo, donde el real estaba. Y assi se hizo, y los pusieron en mucho trabaxo, y fué mucha ventura escapar ellos y los caballos, porque como las ca- sas son de madera y paja, y presto arden, ardiendo ya el fuego, los que avian sali- do contra los enemigos, dexaron el esca- ramuca y volvieron á ayudar y socorrer á los del fuego, 4 Durante esta guerra parescíanse mon- tañas é que mostraban rodear la tierra, y envió el general por dos partes á saber qué cosa eran aquellas montañas; y el un capitan volvió desde á cinco dias, y el otro desde á veynte. Y ambos truxeron una mesma relacion, é dixeron que era 392 una tierra todo, aunque fueron por di- versas partes; y eran aquellas montañas de una otra generacion de indios, que se llaman los panches, la qual gente y nas- cion cerca toda la tierra y nuevo revno desta manera. Assi como estas provincias y tierra rica es toda á valles, como se ha dicho, y tura desde el valle de la Grita hasta Neyva ciento y quarenta leguas de longitud, y veynte, y quince, y en par- tes algo menos de latitud, assi por lo an- cho como por lo luengo está cercada de montañas , y trás las montañas está la nascion de los panches. Estos son muy diferentes en la lengua y en todo lo de- mas, y muy enemigos de los del nuevo reyno: andan desnudos, como nascie- ron; comen carne humana, y la tierra que viven es muy caliente. Sus casas apartadas unas de otras puestas en ote- ros y cerros. Gente es bestial y de mu- cha salvajia y de poca racon á respec- to de la de Bogotá. No tienen ni conos- cen criador ni adoran á nadie, sino en sus deleytes está todo su cuydado: siembran tres veces en el año, cogen mahiz y tienen yuca. Las armas con que pelean, son dañosas, y son flecheros y no tienen hierba: traen unos paveses hue- cos ú con tales senos hácia el que le tie- ne para su defensa, que allí meten sus arcos y flechas y las langas con que pe- lean, y las hondas y piedras que tiran, y. las macanas que usan de dos filos, en lu- gar de espadas. Son essos paveses de unos cueros de grandes animales á ma- nera de 0s0s, y quando están hartos de pelear con un arma de las ques dicho, sacan otra la que quieren. Son mas beli- cosos que los de Bogotá y que los de Tunja, puesto que despues que están subjetos, sirven assimesmo á los chrips- tíanos con su pobreca, como: los de Bogo- lá con su riquega. Entre aquestas gene- raciones hay continua é antigua guerra desde luengos tiempos, tanto que nunca - HISTORIA GENERAL Y NATURAL se acuerdan de paz que haya turado, ni la puede aver entre gente tan acostum- brada á mentir. Tenia Bogotá en aquellas partes de la frontera de los panches, guarniciones y gente de guerra y estaban los unos en la tierra de los otros. Tornados los capitanes que descu- * brieron los panches, y curados algunos chripstianos que de allí tornaron heridos, partió el general la vuelta de Tunja, del qual hasta entonces no tenia noticia, y fué la causa deste viaje un ardid de Bo- gotá, para echar los chripstianos de su tierra y passar el ruido á casa de su ene- migo, y fué desta manera. Que como ya tenia entendido que los ghripstianos se holgaban, quando les daban oro y esme- raldas, no pudieron negar los nuestros su cobdicia y que se maravillaban cada dia crescer la cantidad, y que quanto mas les daban, mas querian del oro y des- sas joyas, y que con grand atencion pre- guntaban de dónde se traian y que has- fa allí no se lo avian querido decir; en- vió á los chripstianos doce indios el Bo- golá en secreto. Y entraron por el real con provision y con hartas esmeraldas, fingiendo en su hábito y con fingido can= sancio y mucho polvo que traian, que venian de luengo camino; y que eran de un cacique y señor que estaba ocho jor- nadas de allí, é que avia oydo decir que los chripstianos avian venido á aquella . tierra de Bogotá, y que preguntaban que de dónde sacaban ó de dó se traian las esmeraldas; y que sabia que eran hijos del sol, y se lo queria descobrir. Y que á esso venian aquellos indios, para de- cirles que á quatro jornadas de su valle ó poblacion, estaba un señor ques señor de las minas de las esmeraldas, y donde aquellas piedras se sacan: é para esto los enviaron para que los chripstianos fues- sen allá. Y en todo esto los indios decian verdad, porque Bogotá avia mandado al cacique de aquellos indios que se llama DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XXIV. Concota, que enviasse aquella embaxada, para que por aquella via y forma el te- 393 niente y su gente saliessen de la tierra de - Bogotá, como se hizo por entonces. CAPITULO XXV. En que se tracta cómo se hallaron las minas de las esmeraldas, y cómo entraron los españoles en la tierra del cacique ó principe Tunja, y cómo los chripstianos por vista de ojos vieron las minas y se sacaron es- meraldas en pressencia dellos, y cómo toparon con una generacion de gente tan bárbara y pobre que se manlenia de comer hormigas y las crian en corrales para esse efeto; y otras cosas convinientes á la his- toria. Cono el general oyó tan grande nove- dad como decir que avia mina de esme- raldas, y hasta entonces avia muchas opiniones en el mundo en quanto á las esmeraldas, y no se sabe príncipe chrips- tiano ni infiel que tal cosa toviesse, acor- dó de yr con su gente en busca del nas- cimiento de las minas de las esmeraldas. É assi salió del valle de los Alcácares, llevando por guia aquellos indios que avian ydo á la llevar, como es dicho, y en quatro dias se pusso en el pueblo de donde eran los indios y aquel cacique Congeta *, que fué el que los envió á lla- mar á los chripstianos por mandado se- creto de Bogotá. El qual valle y cacique Congota es el postrero de toda la provin- cia de Bogotá: al qual valle de Concota llaman agora los españoles valle del Es- píritu Sancto, porque allí (tuvieron la pas- qua de tal nombre. Y aquella tierra passa- da, se fueron los nuestros al valle de Tur- meque, que despues se llamó de la Trom- peta, ques el primero valle y tierra de Tun- ja, para enviar desde allí 4 descubrir las minas de las esmeraldas; porque las guias de Concota que allá los avian de llevar, decian que no podian yr todos los chrips- tianos juntos por alguna falta de comida que en las minas avia. Y por esso el go- bernador repossó en el valle de Turmeque algunos dias, para dar órden con repos- so y como convenia hacerse en un nego- cio tan importante, é informándosse to- TOMO ML. 1 Congeta. Mas arriba y despues Congota, davia lo mejor que podia para este pro- póssito. En el dicho valle de la Trompeta supo que estaba á. quatro ó cinco jornadas, y envió allá un capitan con gente de pié y de caballo, y estuvo veynte dias, y vol- vió á cabo deste tiempo y halló “ser ver- dad lo que los indios decian de las minas, y vieron los chripstianos sacar las esme- raldas por mano de los indios. Llámase el señor de aquellas minas Somindoco, y es señor de tres mill vassallos pocos mas ó menos, con caciques que Je están á él sub- jetos; y aqueste y los quél manda sacan las esmeraldas de las minas, y están de su valle y poblacion hasta tres leguas. Notad, letor chripstiano, adónde fué Dios servido que paresciessen aquellas minas, y en tierra tan extraña y en cabo de una sierra pelada y algo montuosa, y * cercada essa sierra de otras muchas sier- ras altas y montuosas, que naturalmente - dexan una entrada para puerta de aque- lla riquega y sierra de las minas. Es toda aquella tierra muy fragosa, y tiene la tier- ra de las minas ó sierra en que están, des- de donde comienca hasta donde se aca- ba, media legua pequeña, poco mas ó menos. Y tienen los indios hechos artifi- cios para sacar las esmeraldas, que son unos acequiones muy hondos y grandes, por donde viene el agua para lavar la tier- ra, que sacan de las minas para seguir las vetas de las esmeraldas; y por esta ragon 394 no las sacan sino en cierto tiempo del año, quando hace muchas aguas, porque con ellas aquellos montes de tierra los lleva el avenida del agua, y quedan las minas limpias para seguir las venas. La tierra de aquellas minas es sosa y como movedica hasta donde se topa la veta, la qual siguen cavando con sus coas, que son palos agudos, puntiagu- dos, de buena y recia madera: é assi sa- can las esmeraldas que hallan, y es la ve- ta á manera de greda. Y para esta labor les ha enseñado el demonio una manera de religion vana, comó en otras cosas y hechicerias; y es que toman ciertas hier- bas con que dicen que saben en-qué ve- ta hallarán mayores piedras y mejores. Otros indios de otra parte ninguna, como sea de fuera del señorio de Somindoco, que es el cacique y señor de las minas, no puede yr á buscar esmeraldas, ni aun ossan ver las minas; porque dicen ellos que se mueren dentro de una luna, ques un mesó treynta dias. Assi que, por temor dessa falsa opinion, no entiende otra gen- te en el exercicio del sacar esmeraldas. No obstante que ya estaba averiguado aver estas minas, el teniente partió de aquel valle de la Trompeta con propóssi- to de ver las minas, y que en su pres- sencia se sacassen por mano de chripstia- nos; y tambien fué, por saber qué tierra era una que por dos abras que las sierras hacen, se parescian grand cantidad de lla- nos, segund le dixeron los descubridores que avian ydo á ver las minas de las es- meraldas. Y con este desseo siguió su ca- ino y llegó á un valle llamado Thenisu- Cha, que agora se dige de Sanct Johan, - porque allí les tomó el dia de su festivi- dad; y desde allí 4 Somindoco, el cagi- -señor de las. minas de las esme- leguas, y á las mismas HISTORIA GENERAL Y NATURAL .Desde aquel valle de Sanct Johan en- - vió el licenciado á las minas á tornar á hacer la prueba y ver si podian sacar mas esmeraldas; pero como los chripstianos eran bocales en esso y por mal aparejo, se tornaron desde á quince dias sin hager nada, despues de lo qual fué en persona el licenciado allá, y mandó á los indios que sacassen esmeraldas, y assi lo hicie- ron en su presencia, y tomó testimonio dello. Envió desde dicho valle de Sanct Johan , con gente de pié y de caballo, á descubrir aquellos llanos ques dicho, que se parescian desde las minas de las esme- raldas; pero no pudieron salir á los lla- nos, aunque se probó por muchas partes en tres ó quatro veces que allá fueron, y se ocuparon bien quarenta dias en ello, á causa de las grandes quebradas de ar-' royos en los montes y llanos, que en nin- guna manera pudieron llegar ni aun salir á los llanos ya dichos á pié niá caba- llo. Despues de muchos trabaxos, y es- tando ya bien cerca de los llanos, se ha- llaron aislados de dos rios muy "poderosos, que baxaban de las sierras y se juntaban en uno á la entrada de los dichos llanos. Y entre aquellos dos rios se halló una pro- * vincia de gente tan bárbara y miserable y extraña, que ninguna cosa comian sino - hormigas; y las crian para este efeto en unos corrales que tienen hechos para criarlas y comerlas. Son de tres ó quatro suertes, menudas y mayores, y muélen- las en piedras quales son menester para esso, y hacen dellas pastas ó bollos con qualquiera cosa que hallan para mezclar essas hormigas, en especial si pueden aver algunos granos de mahiz ó alguna fructa. Es la mas pobre gente que en In- dias se ha visto, y poca tierra la que posseen; aunque no es menester decir- lo, DS. tal es el pa, ee se ali- DE INDIAS. LIB. XXVI CAP. XVL CAPITULO XXVI. En que se tracta cómo el licenciado Goncalo Ximenez prendió al príncipe ó cacique Tunja, donde los chripstianos ovieron grand thessoro de oro y plata y muchas piedras de esmeraldas y otros despojos. PS no fatigar el general los pueblos, pues servian á los chripstianos y les traian oro y plata y esmeraldas y bastimentos y todo lo nescessario, acordó de entrar mas adentro con su gente en la provingia de Tunja, y en tres jornadas de buenas poblaciones llegaron al valle de Yongota, y el mesmo nombre tiene el cacique, y siempre sirviendo los indios de la manera que dicha es. Allí se supo como Tunja estaba rebelado contra los chripstianos y de guerra, y que estaba aguardando á que se le acercassen; y á los descubrido- res de los llanos ques dicho, envió á los resistir en algunas partes por donde yban, Digo yo el coronista, no ageptan- do el nombre que de rebelde dá la rela- cion deste capitan ó general contra Tun- ja , que no se puede llamar rebelde quien nunca avia dado obediencia, porque pues este licenciado es letrado, bien debe sa- ber que rebelles dicunlur, qui in fide non permanent. Assi que, Tunja no avia dado fée ni palabra de subjecion ni amistad, ni la queria con los chripstianos, é sin su —Jigencia y contra su voluntad se entraron en su tierra, en que pacíficamente goga- ba de su señorio y libertad. Justamente podia defenderse y matar E echar los enemigos de «u casa y señorio; pero de- xaré agora essa disputagion , que lo que los chripstianos buscan entendido está: y procederé en la relagion ya dicha. La qual dice quesle g general ó teniente del adelan- tado don Pedro Lugo, dexando á recau- do el real de su gente, con parte della de pié y de caballo fué á buscar á Tunja, y passó un puerto, donde penssaron él y los que llevaba perderse de frio. En fin, llegaron al valle principal de Tunja, que estaba tres jornadas de adon- de el campo ó real chripstiano quedó, y el Tunja penssó que no fueran tan pres- to ni aun dende á quince dias los chrips- tianos; y cómo supo que aquel dia entra- ban en su tierra, turbóse y no supo ó no pudo proveer á su nescessidad. Y ya quando le fué essa nueva, estaban los - puestros comiendo ó merendando en un pueblo cerca de aquel en que Tunja re- sidia; y con toda su turbacion proveyó que de todas las comarcas acudiessen á á dar en los chripstianos, con propóssito de los detener aquella noche, é que no llegassen á él, por tener lugar. de salvar su persona con lo que tenia, y que otro dia se les diesse la batalla con sus capi- tanes y gente, porque él era ya muy vie- jo y pessado para se hallar en ella. Assi quel ligenciado partió despues de comer para yr adonde estaba aquel grand señor con diligencia; y por el camino de todas - partes salian indios á escaramucar y con muchas gritas por le detener; pero el li- cenciado mandó que los chripstianos no peleassen sino con los que delante se pu- sieesen, y no curassen de los lados; y co. mo avian temor de los caballos, no ex- cusaban que los nuestros passassen ade- lante, siguiendo su bandera, porque todos aquellos ademanes é gritas no eran sino estorbos, y no bastantes. Sabido Tunja que todavia aguijaban para verse con él, usó desta cautela: que estando ya los chripstianos á legua y me- dia dél, envió ciertos indios que dixessen al licenciado quél queria ser su amigo y no estar de guerra; y que porque era ya tarde, le rogaba que se quedasse aquella noche en una aldea que estaba gerca, y 396 quel dia siguiente entenderian en la paz y en la forma que para ello se debia te- ner. Respondió el licenciado que si que- ria paz Tunja, quél y los chripstianos des- seaban lo mismo, y que pues assi era, que los amigos no avian de rehusar de verse con sus amigos; y que como amigo suyo, se queria yr á ver con él essa no- che, é que juntos se haria mejor la paz que no apartados el uno del otro. Y pro- cedió en su caminar, no obstante que ovo muchos paresceres entre los españoles, por ser ya tarde, y aquel ser grand se- ñor: en fin procedieron adelante. Era co- sa maravillosa ver la gente innumerable - que hallaron, porque estaban descuida- dos, é yban los caminos llenos de gente para donde Tunja estaba en su principal pueblo. Llegó el general allá en poniéndose el sol, y llegados los chripstianos á la puer- ta de la casa, ó alcácar hablando mejor, segund su grandega, envió Tunja á decir al general que se apeasso , quél no podia salir, y que allá dentro se verian. Y aun- que el general sintió que aquello era por los hacer apear de los caballos, respon- dió que le placia; y mandó á los españo- les que todos estuviessen á caballo y aper. cebidos, y él solo se apeó, y con hasta diez arcabuceros y ballesteros soldados entró á verse con Tunja. Era la casa gran- de, y sin la puerta principal, tenia otras muchas, por donde entraban tantos in- dios, quel general mandó á algunos de los que llevaba que no dexassen entrar mas gente. Y assi él con seys hombres entró donde estaba Tunja: y lo que pas- só entrellos fué quel licenciado le dixo quél yba á decirle ciertas cosas de parte de un cacique muy grande y muy pode- - Toso, ques el Emperador de los chrips- tianos, Rey de España y de otros muchos FOynoS, su señor; y que para entender 'o que le diria era menester tiempo y es- pacio, y que esto no podia HISTORIA GENERAL Y NATURAL tuviesse buen amor y paz con los chrips- tianos: que le rogaba que fuesse amigo dellos, y quél no permitiria que le eno- jassen á él niá los suyos. Respondió Tun- ja quél holgaba dello, y pues ya era tar- de y anochescia, que los chripstianos se apeassen y se apossentassen en una parte de aquel pueblo, donde les tenia manda- do hager su apossento, é que despues ha- blarian en lo demás, y el general dixo : que le placia. É assi se salió fuera para hacer apossentar la gente, y dexó su al- ferez de infanteria con solos quatro sol- dados arcabuceros, para que mirassen los negocios que andaban dentro de la casa, por no desampararla de todo punto; por- que andaban tan “alborotados todos los in- dios, que siempre se presumió que avian de hager alguna alteracion. En especial de un apossento de aquel palacio salian tantos indios con sus armas, que ovo cau- sa de sospechar lo que despues se siguió: que era hager ruido súbito ó hechico, co- mo suelen decir, seyendo mas escuro, para que á aquel acudiesse la gente, y en esse tiempo sacar á Tunja escondido, - é otro dia dar sobre los chripstianos. Y poniendo por obra su intento, á los quatro chripstianos que avian quedado en la ca- sa, comengáronlos á tractar mal de pala- bras y á empujarlos, para tener causa de trabarse con ellos; y tomaron á Tunja otros en pesso para sacarle por otra par- te y otra puerta al campo, y assi se co- mencó el alboroto de los indios. Los qua- tro chripstianos animosamente contra la multitud comencaron á defender que no saliesse el cacique de la casa. El licenciado, como capitan experto é no en nada descuydado, avia ydo á apossentar su gente y dexó mandado á seys de caballo que no se apeassen é que siempre se hallassen algunos á caba- llo en guarda: é á las voges que andaban, acudió y dió la vuelta con cinco ó seys E soldados á pié y tornó á entrar en la ca- DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XXVL sa, y llegó á tal tiempo que ya sacaban al Tunja por una puerta de aquella for- taleca, y defendióselo é hizo que estuvies- se quedo. É visto todo esto, el licenciado dióse tal recaudo que por fuerca echó los indios fuera de la fortaleca, y como al alboroto y grita acudieron los otros chripstianos, no faltaron descalabrados algunos indios, é dexaron á su señor dentro y presso y en poder del general; - y los españoles se apossentaron en el mismo palacio. Y cómo los indios eran muchos, los que se avian allegado, y el número de los nuestros era poco, toda la noche los tuvieron en vela, y dando gri- tos y tentando de cobrar su príncipe de poder de sus enemigos y tomarles la ca- sa; y aun salieran con ello si no se hicie- ra tan buena guarda, ó si de menos cuy- dado fueran los españoles. - Otro dia se halló todo lo mas del oro, que despues se partió, assi en la cassa de Tunja, como despues de otros de su comarca, y muchas esmeraldas y todas las mas riquegas que en aquel reyno se ovieron. Pues como esclaresció el dia si- guiente á la prision de Tunja, con no aver dormido toda aquella noche, serian ya dos horas de dia, quando vinieron los indios á tentar con mano armada lo que la noche antes no aviau podido hacer, para libertar á su señor, con grand osa- día; y aunque eran muchos los que esto emprendian, plugo á Dios que los chrips- tianos se dieron tal recaudo que desba- rataron á sus contrarios con mucho daño que en ellos se hizo. Conseguida esta vi- toria, preguntó el general á Tunja que 397 qué avia seydo¡su penssamiento en quere, assi tractar y engañar y matar á los chripstianos; y aunque él negaba la in- tenc:on, sus Obras mostraban la verdad. Y á mí me paresce que la pregunta se es- taba respondida, pues que no hay presso que no desee ser suelto. Luego el general envió á llamar el real y la demas de su gente que avia de- xado atrás; y llegados, hizo allí su assien- to y procuró de halagar y pacificar á Tun- ja é su tierra, dándole á entender la vo- luntad y sancta intencion de Sus Mages- tades con toda la buena maña quél podia y se pudo tener para le asegurar assi á Tunja como á los suyos. Mas aunque res- pondia bien, pessábale de oyr que todo su oro y esmeraldas que eran ó le que- daron, demas de lo que se tomó, lo avia perdido, é que lo avia de dar antes que saliesse de donde estaba detenido: é aunque prometia que lo daria, nunca lo cumplió sino con palabras. En esse tiem- po no le dexaron de visitar muchos indios de todos sus súbditos € pueblos de su Estado, é traian todo bastimento é oro y esmeraldas, segund la calidad de cada pueblo é su grandeca, y eran muchos los pueblos. Emendándoseles yba á estos soldados la vida que avian Jlevado por el rio Grande arriba, y obligados me pa- resce que eran é partir con los muer- tos, que con ellos salieron de Sancta Marta ó con sus herederos. Dexo de dar parescer en tal caso, porque cada uno terná cargo de su consciencia; y prose- guiré en la relacion que ove del mesmo licenciado, como tengo dicho. . 398 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XXVII. En que se tracta de la tierra de Tunja y de los habitadores della y sus calidades, y de sus costumbres, y de algunas cerimonias, y de la manera que justifican la guerra, y de los grandes intereses y riquecas questos chripslianos y su general ovieron en Tunja y sus comarcas, y cómo el general tornó á Bogotá, dexando parte de la gente en Tunja, y de la muerte del Bogotá, y otras cosas que en la relacion que el licenciado dió al coronista se relatan y competen á la presente bistoria, L, tierra y provincia de Tunja no es tan llana toda ella como la de Bogotá, é aun- que no es tan grand señor, tiene otras calidades su tierra que no las tiene la otra, porque tiene mayores señores que la obedescen. Los bastimentos, assi de pan de aquella tierra, como de otros co- sas, son mejores que los de Bogotá. La gente de Tunja generalmente son mas valientes hombres que los de Bogotá, y en el pelear mas concertados, y se po- nen en esquadrones, lo qual no hacen los otros, porque pelean apartados ó des- parcidos los de Bogotá. En los enterra- mientos tienen diferentes costumbres, porque en Bogotá se entierran debaxo de tierra, excepto el cacique principal y se- ñor de todos, que lo echan en una lagu- na grande , con un atabud de oro, en que va metido. En la tierra de Tunja las per- sonas principales Éé otros capitanes que entrellos tienen preeminencia, no se en- tierran sino assi como agora diré..Ponen sus cuerpos con todo el oro que tienen en sus santuarios y casas de oracion en ciertas camas que los españoles allá las llaman barbacoas, que son lechos levan- tados sobre la tierra en puntales ; é allí se los dexan con todas sus riguegas pega- das ó junto al cuerpo muerto. En lo de- mas la una provincia y la otra tienen una - mesma manera de gente, como está di- - cho; y ambas generaciones son gente de mucha contractacion, y hagen sus merca- a dos en cada pueblo, á los quales ya mu- comprar y vender y hacer sus | dias : señalados cada : una provincia destas ó los panches quie- ren hacerse guerra, una luna ó un mes están primero cantando ó rogando al sol, que tienen por su Dios, que les dé vito- ria; y en aquellos sus cantares le dicen la causa que les mueve para la guerra que quieren emprender, sin la qual diligengia no la comiengan, sin la justilicar primero con el quellos tienen por su Dios. La guerra que hacen, es peleando y matando los unos á los otros, y los que quedan vencedores, queman los pueblosá los ven- cidos, y caulívanles sus mugeres, y tó- manles el oro y quanto tienen. Estando el general y su gente en Tun- ja, y el dueño de la tierra presso, como se ha dicho, acordó de yr á verle con al- guna gente, y dexó en su campo recau- do, y tambien quiso visitar la tierra: y en diez ó quince dias que en esso se ocu- pó, se oyo mucho provecho y se conosció mejor la tierra, é á siete ú ocho leguas de allí dieron en el valle de Duntama, ques en la mesma provincia de Tunja. Y la gente del cacique Duntama es la mas be- licosa que hay en las dos provincias de Tunja y Bogotá, y mas animosos y me- jor armados para ofender á sus enemigos, — porque tienen lancas luengas. É siguié- ronlos ciertos de á caballo, porque los esperaron de guerra, é pelearon muy bien, aunque siempre con su ventaja en passos fuertes. É de allí el general passó á otro valle dicho Sogamoso, ques caci- que de los principales de Tunja; y aun- que el valle estaba alcado por el deteni- miento que avian tenido en Duntama, todavia s lomaron sessenta mill a DE INDIAS. -LIB. XXVI. CAP. XXVII. nos, poco mas ó menos , en los sanc- tuarios ó casas de oracion del pueblo: de que conoscieron los nuestros quán devota es aquella gente dessa tierra en sus ydo- latrias , pues tanto oro se hallaba en sus oratorios, pues se halló en el pueblo de Tunja, en el desbarato dél y de sus sanc- tuarios é allí otra mucha cantidad de oro. Pero el historiador por mayor devocion nota y tiene la de aquellos nuestros es- pañoles para recoger é saquear essos thessoros, que la de los indios para alle- garlo; y pues ya sus dueños lo avian da- do al sol ó al diablo, ydolatrando , mejor era que lo oviessen los que lo tomaron - que los que lo dieron en tan mala limos- na ó devocion. Tornándose el general por Duntama á ver si por bien ó por mal los podian ha- cer de paz, hallólos mas desvergonca- dos que primero, y mejor se diria mas constantes en servicio de su señor, é de sus personas é libertad; porque no le atendian sino en partes á su seguro, don- de se les podia hager poco daño, y ellos mucho á los nuestros. Á causa de lo qual - se tornó á Tunja, donde estaba su real, con propóssito de hacer en su tiempo ade- lante en lo de Duntama lo que despues se hizo. Asi que, vuelto á Tunja, hizo el general visitar lo quél no avia visto de la provincia, porque de los caciques pres- sos se entendió la bondad de la tierra; pero aunque Tunja era poderoso, mas lo era Bogotá, y muy mas rico, é pares- A la casa, y halláronle despues. en el monte cióle que debia volver á Bogotá, que es- taba algado, y tentar si podria pagificar- le y conquistar la provincia : al qual se le avia requerido muchas veces que vinies- se á la obediencia de Sus aaa ,é aprovechaba poco. : Avian estado primero los españoles en aquella tierra; y para el propóssito ya di- cho, el general caminó de dia y de no- Che, con gente ahorrada y suella, para A enter Bera tierra y nde al señor de- 399 lla por sobresalto , porque teniéndole presso, prestamente se pacificaria todo. É dexó el real á recaudo en Tunja, des- de la qual hasta donde yba puede aver veynte y cinco leguas hasta treynta al pueblo principal de Bogotá; pero quando allegó, estava avisado de indios por ahu- madas, é alcóse segunda vez, é hízose fuerte en una casa suya del monte, dó so- lia retraerse. Pero su oro é riquega púso- lo en cobro y no cabe sí, pues que hasta agora no ha parescido, y dícese ques una rigueca innumerable. Y seys horas antes quel teniente allegasse, el Bogotá se avia ydo. Enviáronsele á hacer requerimientos é amonestaciones para que obedesciesse y viniesse de paz, é tuviesse amistad con los chripstianos, y la respuesta fué enviar gente de guerra que de dia y de noche se la higiessen, y tal que le pusieron en nescessidad de se repartir los nuestros en tercios para salir á pelear, en tanto que los otros descansaban. Y de los indios que fueron presos en las escaramugas, fué el licenciado informado de la casa del mon- te y cómo le podria saltear: é una noche con ciertas guias fuéle á buscar, é andu- * bo aquellas quatro leguas que avia hasta la casa del monte, y llegó á ella antes del alba; y comencada la batalla y puestos los contrarios en su defensa , cómo no era aun el dia claro para conoscer al Bogotá ó señor de los indios, y saltaban una ger- ca para se yr al monte, resultó quel di- cho Bogotá salió, como otros huyendo de muerto de dos heridas: y creyóse que co- mo era pessado y de dias, que al saltar de aquella cerca le hirieron, como des- pues se supo. Hecho aquesto, el general se tornó á - abaxar al valle, donde estuvo algunos po- cos de dias, éacordándose que los pocos * chripstianos estaban entre muchos indios, se tornó á su Real de Tunja, y halló que ES Dutama; ponfisilo en su esfuerco y nu. a a | 400 te, avia peleado entretanto en escaramu- cas con los chripstianos del real y corria toda la tierra alrededor. É de algunos pue- blos que eran amigos de los chripstianos, á los indios que dellos podia aver, corta- ba las manos: écolgadas de cañas, con los mismos assi castigados las enviaba á los -chripstianos, para que les dixessen que vengassen á los amigos; y cada dia en- traban destas quexas é indios sin manos en el real. Y enviaba á decir assimesmo que esperaba hacer paveses de los cue- ros de los caballos, é otras amenacas. Vistos estos fieros y soberbia , acordó el HISTORIA GENERAL Y NATURAL general de salir con su real del pueblo de Tunja, é yr al valle de Duntama é hacer- le la guerra de propóssito : el qual adver- sario tenia hechos muchos hoyos, assi en el pueblo como en los caminos, para que cayessen los caballos, quando escaramu- cassen con los indios. Puso el general su campo y real en el valle de Paypa, que es subjeto al dicho Duntama, é á legua y media de su poblacion, para le hacer guerra desde allí, porque estaba á pro- porcion y parte conviniente, para le casti- gar al cacique Duntama. CAPITULO XXVIIL De la batalla y castigo que se dió al Duntama y su gente, y cómo el general hizo soltar á Tunja, y có- mo fué el general á la provincia de Neyva, donde están las minas del oro, y se supo ya certificadamente la muerte de Bogotá y otras muchas cosas. Estando las cosas en el estado que la historia ha contado, acordándose el te- niente de los llanos que muchas veces - avia enviado á descubrir, despues de la prision de Tunja, é nunca avian podido salir á ellos, y como hombre de cuydado é que ne queria perder tiempo, ni dexar de inquerir todos los secretos de la tier- ra, envió un capitan con gente á lo mis- mo; y tampoco los descubrió, como los aíros, porque topó con grandes monta- ñas y sierras para salir á los llanos. Mas en la verdad, como despues el tiempo lo mostró, la mala dispusicion de la tierra de los llanos y ser anegadicos, dió causa que no se acertassen á descubrir por entonces, y entre tanto continuándosse la guerra con Duntama, él se atrevió á yr á un valle dicho Paypa; y públicamen- ¡e con hasta diez mill indios, para dar la batalla á los chripstianos. É avian acerta- - do á hacerlo á tiempo que en el real no estab toda la ss esa los. mas de lo on ls que aha agen | la ag uerr sa del grand temor que tienen de un cd- ballo, quanto mas de tantos. Assi que, Duntama con sus vassallos y confedera- dos vino con su esquadron hasta las ca- - sas del real á se meter en ellas y degollar los nuestros, de hecho y tan determina- damente como si ello oviera de ser como él penssaba y su soberbia le prometia. El general cabalgó presto con los que con: - él se hallaron, é dió en los indios con tan valeroso ánimo, que en poco espacio fue- ron vencidos los contrarios, porque al fin son indios; y cómo volvieron los cagado- res y subcedió mas gente, dieron en el alcance hasta la mesma poblacion de Dun- tama, y castigaron de tal manera los ad- versarios que nunca mas osaron tornar á hacer lo que antes solian acometer. Tuvo noticia el general que delante de la provincia de Bogotá está otra provin- cia que se llama Neyva, en la qual yban indios del cacique de Pasqua por sal, é llevaban oro, para dar por ella é otras co- - sas. Aquel cacique Pasqua es subjeto á err | a, dca a y 229 los indios ==) oro E ES = DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XXVIIL avia en Bogotá venia de la provincia de Neyva, é que allí estaban las minas é lo sacaban los indios debaxo de tier- ra. Y determinó el licenciado de yr allá en persona, y dexó el real encomenda- do á Hernando Perez de Quesada, su hermano, é mandóle que llevasse la gente á la provincia de Bogotá al va- lle que se dice de Johan Gordo, por es- tar allí mas cerca, para quando volvies- se del descubrimiento de los minas. Con este intento, tomó gierta parte de la gen- te de caballo y de pié y fué á buscar la - provincia de Neyva, dexando primero suelto á Tunja, aunque nunca avia que- rido dar oro ni esmeraldas; y enviólo á sus vassallos, lo qual fué muy grand bien y provecho para la pacificacion de la provincia. Como los chripstianos eran novigios en la tierra é no la sabian bien ni los traves- ses della, lleváronles las guias por des- poblados de siete ú ocho jornadas de unas sierras frias, que hay entre Bogotá y la provincia de Neyva. Despues de pa- - qífico, se supieron otros caminos que hay poblados por las sierras de los panches, hasta la dicha Neyva. En fin, llegados allá, en el primero valle los rescibieron de guerra, y en los demas como amigos y de' paz. Es la tierra de Neyva caliente y puesta en grado y medio desta parte de la línia equinocial, y es tierra en que los indios sacan oro de las minas debaxo de tierra: é passa por medio della el rio de Sancta Marta, y segund hay cierta infor- macion, es tierra riquíssima de oro, y dó está la mina, no es muy poblada de in- dios. Y todos los naturalés de aquella provincia fueron á ver los chripstianos, y - Jes dieron oro, que aunque poco, era muy fino: é diéronselo los pueblos de la una y de la otra parte del rio. Y desque el te- niente ovo visitado aquella provincia, tornó por el mismo camino á Bogotá, é hizo su assiento en el pueblo principal TOMO HH. 401 donde el Bogotá solia vivir, y envió á llamar á su hermano y la gente del real al valle de Johan Gordo, é juntados los chripstianos, se supo la muerte de Bogo- tá, porque sus vassallos lo avian dicho. Es la gente de aquel nuevo reyno, assi los de Bogotá como los de Tunja, muy devotos de sus ydolos, sol y luna; pero en riqueca de sanctuarios, mas riquega se pone en Tunja: y en la una y la otra pro- vincia hay infinidad dessos sanctuarios muy suntuossos y otros menos é de todas maneras. De las casas principales de los señores é caciques salen unas carreras anchas siete ú ocho passos con valladares de una parte é otra, que turan media le- gua é mas é menos trecho, que van á en- trar en las mesmas puertas de los sanctua- rios, donde los dichos señores yan á ha- cer oracion é sus sacrificios. Sacrifican los indios de aquellas provincias con san- gre y con fuego y con agua y con tierra - en diversas maneras; porque con fuego sacrifican con ciertos sahumerios que ellos tienen, los quales echados en el fue- go, hacen en los sanctuarios, echando en el mismo fuego oro y esmeraldas. Dicen ellos que aquellos sahumerios hacen por- que el sol les perdone sus pecados y mal- dades: y quando los chripstianos eran nuevamente llegados á la tierra, en cada pueblo que llegaban, á la entrada del lu. gar los salian á rescibir los indios é ha- cian fuego, y echaban aquellos sahume - rios, porque tenian á los chripstianos por - hijos del sol. É quando alguna vez avian peleado con los nuestros, otro dia ve= nian á que fuessen sus amigos; é antes de llegar á ellos, echaban aquellos sahu- merios en fuego que traían para esso, y cantaban al rededor del fuego, como lo ha- cen en sus sanctuarios, para que les per- donen lo passado. Con sangre sacrifican tambien con muchas aves que matan en sus sanctuarios y casas de oracion dellos, en las quales dexan las En las 402 mismas aves que matan por sacrificios. Con sangre humana no sacrifican sino en dos cosas: la una quando van á hacer guerra á los panches é pueden cautivar algund muchacho ó muchachos, tráenlos á su tierra con grandes cantares é ceri- monias que hacen tres dias á reo, y al tercero dia los matan en aquellos sus sanctuarios é córtanles las cabecas. De otra manera sacrifican assimesmo con san- gre humana; y es que llevan ciertos mu- chachos de lexas tierras traydos, á los quales llaman mojas, de una provincia de donde aquellos dicen que hablan con el sol, é por rescates les traen essos mu- chachos de cinco ó seys años quando mas. Y traen cortados los ombligos, por- que dicen que en aquella tierra, quando hablan con el sol, él les manda que se los corten, quando nascen, porque aque- lla sangre que les sale, quando assi les cortan en torno del ombligo, se la come el sol. É assi los traen essos niños seña- lados de una cicatriz en torno del ombli- go de quando se lo cortaron: é traydos á Bogotá é Tunja, son obligados y sírven- se dellos de tenerlos en muy grand revye- rencia, é aquellos son los que primera- mente cantan en sus sanctuarios: y en tanto que aquel niño que se llama moja canta , lloran los indios. E Cada cacique tiene destos mojas, y quando les paresce que llegan á edad de tener comunicacion carnal con muger, antes que la tengan, córtanle la cabeca en un sancluario de aquellos, porque aquella sangre tambien dicen que es su sacrificio. Y si los indios se han descuydado de ma- nera quel moja haya avido parte con mu- ger, no le matan, porque dicen que la sangre de aquel no vale ya nada para sa- Crificar, ni curan mas de tal moja , pa- ra tenerle por rogador é intercessor, por sus. '0s, con el sol. Sacrificado un moja, envian á rescatar. otro, é assi los caciques, ó Á. lo. menos. des mas. cr HISTORIA GENERAL Y NATURAL cipales, nunca están sin essos mojas. Sacrifican con agua, derramándola por los sanctuarios con muchos ademanes, que por cerimonia hacen con ella. Sacrifican con tierra, tomándola enlas manos con mu- chas cerimonias, é metiendo debaxo della los sanctuarios é casas de adoracion dellos por unos caños ó conductos que hacen y meten debaxo de tierra, por dó echan el oro y esmeraldas para sus sacrificios. Qualquiera persona principal, assi hom- bre como muger, en tiempo de su mo- cedad ha de estar ciertos años encerrado en un sanctuario de aquellos, sin ver al sol; y quanto mas grand señor ha de ser, mas años ha de estar. Despues de salidos de allí, tienen licencia para horadarse las orejas y ponerse sobre sus personas oro, y antes no en ninguna manera. Es regla general entre aquellos indios que por no enojar al sol, no comen ciertos tiempos del año sal, y en el tiempo que no la co- men, no conversan con sus mugeres. No casan con sus parientas, á lo menos hasta passar del segundo grado, en la tierra de Bogotá, que en la de Tunja no miran en -_esso. Son rigurossos en castigar los delic- tos, en especial los públicos: ques matar, hurtar y el pecado abominable contra na- tura; porque es gente limpia en esse Ca- so, y assi hay muchos ahorcados como en España y en las otras partes de chripstia- nos, donde hay buena justicia. Otros pe- cados no tan malos castigan assimesmo con penas corporales que no son de muer- tes , assi como cortar manos, narices y - orejas, y dar acotes; y á personas princi- pales, á quien no se sufre dar pena alguna de las que están dichas, hay tambien pa- ra essos un género de castigo, como es romperle las mangas que traen puestas é cortarle los cabellos, é lo uno é lo otro ponerlo en sus sanctuarios para memoria é infamia del delinqúente. Assi que, son - gente llegada á racon, para ser de aquellas - partes, Tienen los indios en los sancluarios DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XXVIIL ydolos puestos, que son á quienes tienen por sus sanctos, é allende desso en cada casa particular tiene cada indio su ydolo, especialmente en la provincia de Tunja, donde esto se usa mas: el qual ydolo que cada uno tiene es de madera, hueco, y tan grande como del cobdo á la mano, y dentro dél otro de oro magico, y en la barriga dél, de oro por defuera, muchas esmeraldas, segund la posibilidad de ca- da uno. Estos ydolos particulares que ca- da uno tiene, no solamente los tienen en su casa , pero donde van, los llevan consi- g0, aunque vayan camino ó á sus labran- cas Óó á la guerra, por su devocion. É nuestros soldados por la suya, en la con- quista de la provincia de Tunja, quando peleaban con ellos, los desaviaban de su devocion, porque como traian las armas en la una mano y en la otra sus sanctos ó diablos, mejor diciendo, se los quita- ban sin cerimonias, sino con su pena. Tienen assimesmo otra ydolatria ó hechi- ceria entre aquellos indios, que no hacen camino, ni aceptan guerra, ni hacen co- sa alguna de importancia, sin saber cómo £03 les ha de subceder del tal negocio, ó á lo menos procuran de lo inquerir; y para esto tienen dos hierbas que ellos comen, que llaman yop y osca, las quales acaba- das de tomar cada una por sí, desde allí á ciertas horas ó espacios dicen ellos que les dice el sol lo que han de hacer en aquellas cosas, que le preguntan. Y pre- guntándoles que cómo se lo dice el sol, despues de tomadas aquellas hierbas, responden que si ciertas coyunturas se les mueven despues de aver comido las hierbas, ques señal que han de acabar bien su desseo é negocio; é si se mueven otras ciertas coyunturas, es señal que no les ha de subceder bien, sino mál: y para este desvario tienen repartidas las coyun- turas de su cuerpo, intituladas y conos- cidas por buenas las unas, y las otras por malas. Estas y otras muchas heregias é ydolatrias, é cerimonias, é supersticio- nes y malas costumbres tienen , con que el comun enemigo del linage humano go- ca de sus ánimas; y de las que en aque- lla tierra usan, dicho se han las princi- pales. CAPITULO XXIX. En que se tractan otros subcessos de la conquista y pacificacion del nuevo reyno de Granada é del nuevo Bogotá, é otras particularidades anexas á la historia, é de la notigia que se ovo de ciertas mugeres que señorean y gobiernan un estado grande sin hombres , á las quales los españoles llaman impropriamente amagconas. VW aclro la historia al propóssito de la conquista y pacificacion del nuevo reyno; y dice el ligenciado Goncalo Ximenez que, estando en su real en el pueblo de Bogo- tá, los indios de aquella provincia co- mengaron á servir bien, y con tanta vo- luntad é aficion quanto eran mejor frac- tados de los chripstianos que de Bogotá, su señor, ya muerto, que era tan tirano que en catorce años que avia que poseia aquella tierra ó señorio, los nueve dellos postreros se tuvo por averiguado que no . dexó de rescibir oro y esmeraldas en can- tidad. Era muy cruel é muy temido y no amado; y el dia que se supo cierto que era muerto, fué general el alegria en toda su tierra, porque todos los caciques y seño- res quitaron de sí una tirania muy gran- de. Informóse el general de lo que se avia hecho despues de la muerte de Bo- gotá, y supo que despues de muerto, uno dicho Saxipa, su sobrino y capitan general, se avia algado con todo el oro y riquegas de su tio, porque aquel sabia . 404 dónde lo tenia; é que con muchos indios se ayia ydo á una sierra que estaba de allí cerca, que cae sobre los panchés. É quiso saber el general si le venia el es- tado de derecho, é dixeron los indios que no le pertenescia, sino á Chia, un sobri- no suyo; porque ninguno puede ser Bo- gotá, sin que sea primero Chia. De mane- ra que como en Nápoles el primogénito ó verdadero subcessor en el reyno se llama antes que sea rey, duque de Calabria, y en Francia Delfin, y en Castilla Príncipe de Asturias de Oviedo., assi en aquella tierra el que ha de ser Bogotá es primero intitulado Chia. Este era cacique de Chia y mancebo de diez y ocho ó veynte años en aquella sacon; y porque es apropóssi- to, digo que en aquella tierra é provincia en ninguna manera heredan los hijos, si- no los hermanos, y á falta dessos sus so- brinos: de manera que totalmente 30n ex- cluidos los hijos de la herencia. En el mismo tiempo supo el general, por informacion de indios, que quando avia entrado en aquel nuevo reyno, avia dexado atrás hácia la mano derecha, una provincia, que cae sobre el rio Grande de Sancta Marta, de mugeres amaconas, que dige que se gobiernan por una muger se- ñora de aquella tierra. Assi los chripstia- nos las comengaron á llamar amaconas, sin - lo ser; porque aquellas que los antiguos llamaron amaconas, fué porque para exercitar el arco y las flechas, seyendo ninas, les cortaban ó quemaban la teta de- recha, é no les crescia, é dexaban la si- niestra, para que pudiessen criar la hija que pariessen; y en griego « quiere de- cir sin, é pasos quiere decir tela, y por esto amacona quiere decir sin tela. ] - Tornando á estotras, de quien tracta la - relacion del ligenciado, en este capítulo se dirá lo que se pudo entender. En el | mobmo tiempo; como. los indios servian - HISTORIA GENERAL Y NATURAL porque los caciques aun no querian venir á la obediencia de Sus Magestades ni á la amistad de los chripstianos, ni avian vis- to tales caciques sino los indios que sus señores enviaban con el oro é bastimen- tos. Assi que, avia que hager tres cosas importantes: la primera la pacificacion de la tierra, y la segunda ver ó saber qué cosa eran estas amagonas, y lo tercero lo que tocaba á Saxipa, sobrino de Bogotá, que se avia alcado con sus thessoros. Quanto á esto de Saxipa, el general lo envió muchas veces á llamar y requerir que viniesse á la obediencia de Su Ma- gestad con muchos halagos y promesas, lo qual aprovechó poco: antes baxaban sus indios de las sierras é hacian daño en los indios que servian á los chripstianos. Á causa de lo qual el ligenciado muchas veces envió á saltearle; pero no se pudo hacer, porque él no paraba en parte cier- ta. Y para remedio desto, mandóse á toda la tierra que ya estaba de paz que no se llevassen bastimentos á la sierra ni resci- biessen en lo llano indio ninguno de los alcados en sus casas de los de Saxipa: y viéndose aquexado destas diligencias, envió á decir al licenciado que queria ve- nir á le ver é obedescer, aunque el efeto dilató de dia en dia. Y en fin vino al real con todos sus indios, y el general le hi- zo buen rescebimiento con dulces pala- - bras y halagos, para le asegurar é sosegar, é le dió de las cosas que de España tenia, é qúentas de la tierra que se avian tomado en la conquista passada, ques su moneda dellos, é olras cosas. Y el cacique se fué con mucho placer, y mandóle el ge- neral que no fuesse á la sierra, sino quél y sus indios se viniessén á sus casas: y en todo esto no le hizo memoria de Bo- gotá ni de su oro, porque no se alterasse, hasta que fuesse mas doméstico amigo de los chripstianos, porque no penssase que er para esse efeto le estaba esperando. Des- , ta manera ques dicho, yino otras veges á DE INDIAS. LIB. XXVI CAP. XXIX. ver los chripstianos, y siempre el licen- ciado halagándole é dándole de lo que te- nia; é por mas le obligar á traer á su amis- tad é á su reqúesta , fué con él á los pan- ches con quince ó mas de caballo, y Saxipa llevó hasta nueve mil indios.para hacerles la guerra, que eran sus enemi- gos. Despues de tornados de aquella guerra, díxole el general cómo sabia que Bogotá era muerto é la guerra que - avia hecho á los chripstianos, é que por tanto el oro é perlas que tenia Bogotá eran de Su Magestad y de los chripstia- nos , sus mílites; y que pues él lo tenia y era público, que le rogaba que lo diesse, si queria ser amigo de los chripstianos que avian de permanecer en aquella tier- ra, é que seria mejor que enojarlos. Res- pondió que assi lo haria, é que lo daria todo , y quél lo tenia. El general le dixo que dentro de quántos dias lo, daria é quánta cantidad era ; porque se decia que era mucho lo que tenia el Bogotá difunto. Dixo que dentro de veynte dias lo daria é que un apossento pequeño que estaba cabe el del ligenciado lo daria lleno de oro: que á ser verdad cupieran mas de quince millones de oro en lo que ofrescia. É dixo que demas desso daria tres escu- dillas grandes llenas de esmeraldas. El general le replicó que porque los indios muchas veces no decian verdad, como hasta allí se avia parescido, que le roga- ba que se quedasse con él aquellos veyn- - te dias, para cumplir lo que avia dicho, é que no rescibiesse enojo por ello; y el cagique respondió que no le pessaba, an- tes se holgaba dello. É assi se quedó, y envió por su muger y servicio, donde aquellos veynte dias estuvo muy á su pla- - cer é muy bien servido en un apossento que estaba junto al del general. En aque- llos veynte dias dessa esperanca los chripstianos se tuvieron por riquíssimos de penssamiento, en el qual se quedaron, sin ver el efeto. Passados los veynte dias, 405 diósele otro placo, porque en el primero no cumplió lo que avia dicho, y despues se le dió otro tercero placo , siempre min- tiendo y trayendo al general en palabras: lo qual causó quel general, viendo su po- ca verdad, le tractó menos bien que has- ta allí, é mandóle aprissionar, aunque con prissiones ligeras , por le amedrentar, lo qual no bastó. En tres ó quatro meses que anduvie- ron essos tractos, los conquistadores pu- sieron su demanda contra el Bogotá, en que le pidieron el oro y piedras de Bo- gotá difunto, que era suyo dellos por aver muerto en su rebelion: el qual Sa- xipa fué proveydo de curador, é se hizo processo en forma que turó muchos dias, porque ovo grandes probangas de una parte y de otra, assi de parte de los conquistadores como por parte del cura- dor. Y sustancióse y fué Saxipa conde- nado á tormento de tracto de cuerda; é quando se le dió, le dieron tres tractos la primera vez, y despues quando se le rei- teró el tormento, otros tres; y aunque en ellos siempre prometia de dar el oro, - nunca lo dió. Desde á un mes, como era hombre delicado y se veia afligido con la prission y tristeca, murió. Era muy mal quisto de todos los señores y caciques de la tierra y de todos los indios en general; porque siempre avia seydo capitan gene- ral de su tio y su segunda persona, y era tan cruel el sobrino como el tio. - Quanto á las amaconas que se dixo de susso, envió el general á su hermano - Hernand Perez con gente de caballo en su descubrimiento; en lo qual estuvo ses- senta dias, y llegó hasta la provincia de aquellas mugeres, sin poder entrar den- tro á causa de las muchas aguas, é aun- que con caballos penssaban hacer algund fructo, si entráran, eran tan ásperas las sierras, que no pudieron hacer nada. Lo que se pudo saber de los indios que con ellas contractan, fué que aquella provin- 406 cia en que están essas mugeres, es peque- ña y poca tierra, y las mugeres son allí las señoras y las que mandan, y los hom- bres los súbditos y los mandados. Llámase la señora dellas Jarativa. Son los hombres que tienen sus esclavos, quellas compran - para su comunicacion y conversacion car- nal. Son poca gente ellas, é tierra ca- liente en la que viven; y ellas son las que HISTORIA GENERAL Y NATURAL pelean, aunque esso dice el licenciado Gongalo Ximenez que no lo cree, porque los indios lo cuentan de dos ó tres mane- ras. Tienen oro encima de la tierra en jo- yas, y debaxo de la tierra lo sacan de minas. Esto es lo que se pudo saber des- tas mugeres que los nuestros en aquellas partes llaman amaconas. CAPITULO XXX. En que se tracta de los grados y altura en que aquellas tierras del nuevo reyno están , y de los señores principales de aquellas partes , y lo que hacen del oro y esmeraldas y quánto le prescian, é otras muchas cosas. Dino se ha en los capítulos preceden- tes algunas cosas que en este se torna- rán en parte á reiterar é ampliar, con in- tento de mejor informar al letor. Por esta relacion del licenciado Goncgalo Ximenez, que como principal y general descubrió é conquistó aquel nuevo reyno, y me dió racon particular de todo lo ques dicho vi- va voce y por escripto, y á él siguiendo, digo quanto á los grados y alturas de la tierra y assiento del nueyo reyno assi. La mayor parte de las provincias del nuevo reyno de Granada están en cinco grados desta parte de la línia equinocial á la ban- da de nuestro polo ártico, y en tres y en dos grados, y en partes menos. Es la tier- ra toda allí dividida en provincias y va- lles, y cada señor tiene su valle, y el va- lle y el señor un mismo nombre; y es se- nor, segund su calidad. Ha y señor de diez mill vassallos, y tal que tiene veynte mill, y Otros de á treynta mill; y tiene ca- da uno sus poblaciones derramadas por sus valles é territorios, de diez, de veyn- te, de treynta, de ciento, é mas é menos casas cada pueblo, como es la disposi- cion y mas fertilidad de la tierra. i Essas provincias tenian dos señores, á . quien todos los otros obedescian, é assi de otros, y tenian partidas cada uno su pro- vincia, porque el señor de la provincia de Tunja tenia muchos vassallos y grandes señores que le eran subjetos en todos aquellos valles, que son inclusos en su provincia y señorio. El señor de la provincia de Bogotá te- nia assimesmo otros muchos y en mas cantidad, porque es mayor señor Bogotá que Tunja. Puede sacar en campo mas de cient mill hombres de pelea, lo qual no puede hacer Tunja, que tiene mas de treynta ó quarenta mill hombres menos. Es gente la una y lo otra de buenas dis- pusiciones: prescian el oro y las piedras presciosas mucho mas que los chripstia- nos. Sírvense del oro en joyas é adere- Cos para sus personas, é para sus armas, é para otras cosas muchas, como es ofresciéndolo á sus templos y componien- do sus ydolos y adornando sus muertos; y lo mesmo se sirven de las esmeraldas que tienen. Sacan el oro de las minas que hay en aquellas partes, y las esmeraldas en donde ya está dicho, é en otras minas que hay dellas en el señorio del cacique Somindoco. Sus moradas son casas de madera, cubiertas de paja á dos aguas: hay chicas, grandes y mayores, segund la calidad del morador ó señor de la ca- DE INDIAS. LIB. XXVL CAP. XXX. sa, é las muy principales es cada una co- mo un alcácar cercado y con muchos apossentos dentro, y es cosa mucho de ver la pintura y polidos primores de los tales edeficios, y los patios é otras parti- cularidades. No se saben sentar los hom- bres ni las mugeres sino en el suelo y en algunos assientos baxos de madera ó so- bre mantas, y esto pocos lo hacen y en pocas partes se usa. Cojen mahiz, el qual siembran una vez en el año. En la pro- vincia de los indios que llaman panches, hay tres cosechas en el año, porque no se agosta la tierra, como en el nuevo reyno. El pan suyo es el mahiz y muélenlo en piedras á bracos: tienen yuca de la bue- na que no mata, como la de nuestras ¡s- las, y cómenla como canaorias assadas, y hagen cacabi, si quieren, della. Hay unas turmas de tierra que siembran é cojen en mucha cantidad, é assimesmo hay otro mentenimiento que se llama cubia que paresce nabos , seyendo cogidos, y rába- nos si lo comen crudo, de que assimes- mo hay gran abundangia. Tienen-muchos venados que comen, y hay cories innu- merables-que comen todas las veges que quieren. Pescado hay poco, y en la pro- vincia de Tunja ninguno, y en la de Bo- gotá lo que passa por un rio que atravies- sa por la mitad de la provincia, en el qual. se toma un pescado no muy grande, pero en extremo sabrosso y bueno. Hay gua- yabas, batatas, piñas, pitahayas, guana- banas y todas las otras fructas que hay en las Indias. Hay en muy grande abundan- cia la sal é muy buena, y es grand con- tractagion la que corre por aquella tierra en esta sal, y llévanla á muchas partes, - é assimesmo vá mucha della al rio Gran- de, y por él abaxo é arriba é por sus cos- tas, assi en grano como en panes, aun- que de lo de panes van pocos al dicho rio. En una provincia del rio Grande, á ciento y cinqúenta leguas de su emboca- miento en la mar, no alcancan sal giertos 407 indios, é hácenla de raeduras de palma é de orines, é amásanlo de manera que se hage granos como de sal. Algunos Chrips- tianos la comieron por no tener otra, y decian que parecia sal y tenia el mismo sabor, aungue no tan perfeto como la nuestra; pero essos indios salan sus car- nes é ollas con ella. Sus tractos é merca- derias son muy ordinarios, trocando unas cosas por otras é con mucho silencio é sin voges, é no tienen moneda; é aunque haya grand multitud de tractantes, no se oye ni hay vocingleria ni rencilla, sino extremada quietud sin contienda. Dicho está en otra parte que no hablan los indios con su señor cara á cara, sino vueltas las espaldas hácia el señor. Entran donde está vueltas assimesmo las espaldas á reculas: é si entran cara á cara, es baxando mu- cho las cabegas, tanto que paresce que van á gatas, é quando llega cerca para hablar á su señor, vuélvele las espaldas, porque en ninguna manera ha de hablar cara á cara. Y esto que hacen los vassa- llos con sus señores, lo mesmo hacen los señores con su señor principal; y por es- to decian los indios que los chripstianos eran muy desvergoncados, porque habla- ban con el licenciado Goncalo Ximenez cara á cara é mirándole. Quanto á los matrimonios é casamien- tos de aquella gente no hay palabras, si- no los padres dan las mugeres á los que han de casar con sús hijas, é dan algund dote de bienes muebles é no raices, y cá- sanse todas las veges que quieren, y to- das las mugeres sirven á sus maridos. El señor de la provincia de Bogotá tenia quassi quatrocientas mugeres. Las camas son tan altas como nosotros las usamos, en unos cadalechos que hacen de cañas, é llaman á esse artificio barbacoas. La ro- pa que ponen son muchas mantas juntas unas sobre otras. Una hierba que llaman hayo, que traen los indios en la boca, é aunque la mascan no la tragan y la echan 408 quando les paresce, y en unos calabacitos, traen una mixtura que paresce cal viva, y assi arde como yesca, y con un palillo sacan della y dánse por las encias á una parte é á otra. Dicen los indios quel hayo y essa cal los sustenta mucho é los tiene sanos. Holgando ó trabaxando ó caminan- - do, de dia é de noche, comen ó exerci- tan lo ques dicho; pero no solamente se usa esto en aquella tierra, sino en la ma- yor parte de las Indias y con diversos nombres esse hayo y la cal. Las armas que exercitan son macanas, langas de diez é ocho palmos, y de mas y de menos, que son de palmas negras, buena madera; varas puntiagudas, que sirven en lugar de dardos, é otras que ti- ran con una manera de assientos, que en otras partes llaman estóricas. Llevan en la guerra muchos atabales chicos y me-- dianos y mayores: pelean en esquadro- nes, pero no en hileras ni bien ordenados como infanteria de chripstianos, sino mas desparcidos. Del miedo que avian á los caballos hacian muchos hoyos, é cubrian- los de manera con la hierba que parescia que no avia hoyo; y á esta causa se per- dieron algunos caballos, porque estando peleando caian en el hoyo, y el caballo y el caballero algunas veces se perdian. Tambien se ha tocado de susso, aun- que 1 no tan largamente, que. para justifi- cacion de la guerra, una luna entera ó treynta dias antes que la comiencen, can- tan todo aquel tiempo sin cessar al sol é la luna, porque, como sus dioses, le den favor. É lo que dicen en aquel su cantar es la causa que tienen para el derecho suyo é justificacion de su empressa; é quando vuelven de la guerra, hacen lo - mesmo otra luna ó tanto tiempo: é si vie- nen vencedores, refiérenle las gracias de Su vitoria; é si tornan vengidos, dicen - que no tuvieron justicia, é piden perdon de su loco a 'evimiento é mala determi- nacion, é :a e HISTORIA GENERAL Y NATURAL fesando é doliéndose de sus culpas. Tie- nen los vencedores por costumbre de ma- - tar quantos pueden, aunque se les rin- dan; é si pueden prender al señor contra- rio, tráenlo á su tierra é sácanle los ojos, é assi se le tiene vivo hasta quel tiempo lo mata, haciéndole en cada fiesta mill ultrajes. Las mugeres de los vencidos no las matan, é sírvense dellas de caplivas: É queman los pueblos de los vencidos, é matan los muchachos é niños é sacrifícan- los al sol, é dicen quel sol come aquella sangre; é si son de mas edad que niños, hacen dellos la justicia que se les antoja ó quieren. Llevan á la guerra muchos hom- bres muertos, que quando vivieron fueron valientes hombres por sus personas, é aquellos que fueron de sus linajes é pre- decessores; porque les paresce que aque- llos acreciestan los ánimos á los vivos, é - que assi como los muertos no han de huyr, que assi á ellos les seria grand ver- gúenca hacerlo é desamparar aquellos memorables huessos. Pero no se ha sabi- do cómo los conservan para que no estén desassidos aquellos huessos que están sin carne alguna, sino solamente la, armadu- ra, sin estar desassido huesso ninguno de otro. En la batalla de Bogotá truxeron muchos difuntos dessos. Todo lo dicho de la guerra se ha de entender que se usa en el nueyo reyno, excepto en lo de los panches, que usan otras armas y es gente mas belicosa y crue!, é comen carne humana, y son fle- cheros, y usan paveses grandes, que les cubren del todo. Y son livianos, é de tal manera, que en cierto seno que tienen á la embragadura ó á la parte del mílite, lle- van diversas armas, de que usan, quando les conviene ó quieren, como ya la histo- be en otra parte lo ha de susso memora- o; y aun las langas meten en tales se- nos, los cuentos para abaxo, é paréscese =de fuera la mayor parte enbiesta. o -e5s0s ps Ane feroz é é tan DE INDIAS. LIB. cruda é salvaje, que los qué matan de los enemigos se los comen luego en el campo por venganca, é lo que les sobra - de tal carne llévanla á sus casas, para la comer en compañia de sus mugeres é hi- jos. Pero tienen en la guerra una cos- tumbre que no es de tener en poco, ni de dexarla de estimar por de hombres valerosos; y es que, movida la guerra, . Nunca envian á pedir paz ni tractar della, ni de cosa tocante á concordia. Y quando acaesce que se haga, por mucha nesces- sidad que tengan, no ha de ser el que en su nombre pida la tregua ó la paz hom- bre , sino muger ó mugeres; porque di- cen que son mas amigables y mas blandas para alcancar la paz de los contrarios, é porque los hombres son mas obligados á hacer por ellas que por otros hombres, y porque es mejor que mientan ellas que no ellos. Llaman los indios del nuevo reyno á los Cchripstianos usachies, y es vocablo com- puesto del sol y de la luna, que dicen ellos que son marido y muger, y que los chripstianos son sus hijos; y al sol llaman Usa, y á la luna Chia. É quando los chrips- tianos entraron en aquella tierra, enviá- banle sus hijos niños, é algunas madres se los quitaban de las tetas, y desde en- cima de las peñas subidas se los echaban abaxo para que los comiessen, penssan- do aplacarlos, é creyendo que como á hi- jos del sol, los ofrescian á su Dios; y eran de opinion que yban los chripstianos á los castigar por sus pecados, é Es con tal manjar los contentarian. : Ningund indio hay, por pobre que sea, : que esté sin ydolo en su casa, porque di- cen que son sus sanctos é intergessores con el sol y la luna: y essos ydolos son de oro, y los pobres tiénenlos de barro ó de palo. En guerra y en paz, é dó quiera que van, siempre llevan por su devocion un ydolo de los de su casa y en el braco atado en una esportilla ; lo qual no fué po- OTMO 11, sd XXVI. CAP. XXX. 409 co provechoso á los compañeros nuestros soldados, despues que cayeron en la cuen- ta de su devocion; é los indios penssa- ban que los chripstianos de religiosos é devotos se los tomaban. Tienen dias se- ñalados para sus fiestas en los templos, é otras ordinarias é cotidianas para su ora- cion; y es cosa notable entre aquella gente, y aun loable, en que les es prohi- bido que no pueden hacer oracion sin ro- gar á Dios en ella por su cacique ó rey. Llaman á sus sacerdotes mojas , y tienen por averiguado que á essos les hablan sus ydolos (y mejor acertarian á decir ques el que les habla el demonio ) de noche, haciendo primero ciertos sacrificios; é as- si como el diablo les aparesce, Je pintan y esculpen como él es, disforme y espanta- ble. Quince jornadas del nuevo reyno tie- nen un suntuoso templo, donde dicen los indios quel sol viene á le visitar, é van á él en romeria, y llaman ellos la casa del sol á aquel templo; € críanse allí unos ni- ños dedicados al sol, que los tiene aque- lla gente como una reliquia é cosa consa- grada y muy sancta; y desque son gran- des, mátanlos y sacrifícanlos al sol. É los que van allá del nuevo reyno, rescatan un niño de aquellos é tráenlo, é llámanle mo- ja. No hay cacique que esté sin uno des- sos, é cacique hay que tiene dos y tres dellos por cosa muy religiosa y buena: no les dexan tocar los piés en el suelo, y por la mañana los hacen yr á lavarse á las fuentes ó al rio, y lévanlos con mucho -— respeto en bracos; y quando los indios han cometido algund pecado en que su ánima le acuse su maldad, no ossan en- trar en el templo ú oratorio sin esse moja, é aquellos niños son los que cantan al sol é hacen la oracion, é no puede otro indio comer en su plato, ni el cacique tampo- co, é tiénenlos en extremo regalados. Quando los traen son de cinco ó seys años, como está os quando llegan 410 á edad de poder usar con mugeres, má- tanle é sacrifícanle , é si ha llegado á co- noscer muger, no le matan; pero no es mas moja ni curan dél, ni le regalan, sl- no tráctanle como á un .indio comun de los otros, echándole de casa, porque en averse corrompido é llegado á muger di- cen ha perdido la gracia, é que la sangre de aquel no vale ya nada para sacrificar- HISTORIA GENERAL Y NATURAL le al sol, porque no está vírgen. Tienen cierto tiempo del año cierta dieta ó pro- hibicion de manjar que les es á los indios una quaresma, aunque no se les prohibe otro manjar alguno sino la sal, la qual no pueden comer durante aquella su sus- pension : é túrales aquesto dos meses, y en aquel tiempo viven mas religiosamen- te, segun ellos pienssan. CAPITULO XXXI. En que se cuentan otras cosas, é aun reylerando algunas de las que la historía ha contado, en el qual se dará fin á la relacion que yo ove del licenciado Goncalo Ximenez de Quesada. “Vienen los indios del nuevo reyno mon- tes que ellos los tienen en veneracion Co- mo si fuessen sagrados, porque digen que están dedicados á sus dioses, é no ossan cortar árbol de aquellos ni aun ra- mo por cosa del mundo, y en los tales montes entierran mucho oro é piedras presciossas, segund la devogion de cada qual. Entran en essos montes solo cada indio, é si son muchos á tal romeria, unos van por una parte é otros por otra, cada uno por sí y con un palo de madera recia en lugar de barreta, agudo en la punta; y entierra cada uno allí lo que quiere, á lo qual en ninguna manera toca indio alguno para hurtarlo, niá cosa que estuviesse en los sanctuarios, aunque por fuerga se lo quisiessen hacer hurtar: antes sufriria la muerte muy de grado. - Para ser cacique ó señor, ha de estar primero encerrado en un templo ó sanc- tuario algunos años , segund la calidad de lo que espera heredar. Desta manera hay cacique que está siete años, é otros seys é cinco: del qual templo no puede - salir un passo solamente, porque saliendo, perderia el estado, ni ha de ver el sol en todo aquel tiempo. Al qual le sacan des- - pues de allí con grand fiesta é alegria, é de aby He se Dele horadar las | orejas é quieren en ellas: ques costumbre gene- ral entre los indios de aquel nuevo rey- no y en la mayor parte de las Indias, traerlas horadadas; y los que no son Ca- ciques, sino principales, están engerra- dos un mes, é los comunes quince é aun. diez dias, para se poder horadar las ore- jas. Y los enterramientos dicho se há có- mo son los de los cagiques y señores; pero los que no lo son de tanta calidad, sino como si dijessemos del estado de ca- balleros, entiérranlos desta forma: que en los templos hacen unas camas muy grandes altas, que ocupan la una acera del templo, y esto no en todos los tem=' plos, sino en los que están diputados pa- ra esto; y ponen allí el difunto, y horá- danle el vientre y sácanle las tripas é hín- cheseles aquel vacio de texuelos de oro y de piedras presciossas, y envuélyen- los en muchas mantas. É assi tienen una infinidad de muertos en aquellos templos diputados para esso; é por la diligencia é manos de nuestros soldados fueron des- pues digestos é alimpiados aquellos estó- magos é vientres rellenos, en que se 0YO mucha cantidad de oro é de esmeraldas, que allí estaban perdidas con el oro. Los caciques y señores dicho se ha que muertos, les ponen en un atahud de oro, ) que «suelos | llaman cataure, é llévanlos á las DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XXXI, lagunas, á las quales tienen por lugar sa- grado é dedicado para ello, 6 á un pogo de la mesma manera, y echan allí en la hondura el difunto, é trás él todo el oro é piedras preciosas é quantas joyas tenia viviendo, sin que ninguna cosa de aque- - llas osse tomar ninguno, porque le pares- ce que incurriria en un grand crimen é notorio sacrilegio. En fin, todos los caciques del nuevo reyno vinieron á servir é obedescer á los chripstianos ; pero no les faltó guerra con los panches á nuestros españoles, y en- traron muchas veces en su tierra, é yban con ellos indios de paz de las fronteras del nuevo reyno, é con veynte ó treynta chripstianos de pié é de caballo, diez ó doce mill indios é mas ó menos, segund convenia. Y era cosa mucho de ver con quán buena voluntad se juntaban, para yr contra los panches ; mas al tiempo de pe- lear valen poco, porque á un panche no le ossan esperar ciento dessotros. É pri- mero que fuessen á la guerra con los chripstianos cantaban al sol algunos dias, é lo que digen en su cantar es rogar al sol que, pues los chripstianos son sus hi- jos, é los indios ya son sus hermanos, que al tiempo que pelearen mire por ellos contra los panches; é si la batalla fuere de dia, quel sol eche nublados para no les dar fatiga con la calor; é que si fuere de noche, la luna quite los nublados que oviere y dé claridad á los nuestros. É as- si á este propóssito dicen otras vanidades. 0 Los panches en acabándolos de vencer, luego son de paz é vienen á ser amigos, porque dicen que ya procuraron su ven- tura é fuercas, é pues fueron vencidos, que por racon deben ser subjetos. É assi - lo cumplen, é sirven muy bien despues que son amigos, é mejor que los de Bo- gotá. É no quieren mover paz por mano de los hombres, sino de las mugeres; de forma que aunque con ellas vayan hom- a. Mos son ns aa 444 proponen é hablan é capitulan; é assi se hizo con los chripstianos, quando los ven- cieron. Pagificóse toda la tierra en todo lo que hay hasta el rio Grande de Sancta Marta, desde los Alcágares de Bogotá, é todo por tierra de panches. Hiciéronse ber- gantines para venir á la costa de la mar. El licenciado hizo primero partir entre los chripstianos el oro y esmeraldas que se avian avido en la conquista, é luego se entendió en la poblacion, é hízose en la provincia de Bogotá un pueblo de chrips- tianos, que se llama Sancta Fée, y en la provincia de Tunja otro del mesmo nom- bre Tunja; é á la entrada por donde pri- mero los chripstianos entraron en aquella tierra, se hizo otro que'se le llamó Velez. Cada pueblo destos será de ochenta á cient vecinos, é la gente que acudió des- pues del Pirú é Veneguela é otras partes de chripstianos repartióse en essos tres pueblos, é crescieron sus vegindades. Los animales, de que esta relacion y el licenciado hacen mencion, son aquestos: ciervos en grán abundancia, leones me- nores que los de África y rasos, tigres muchos y fieros, que mataron tres ó qua- tro soldados é hartos indios. Y delos cue- ros destos se hallaron muchos en la tierra de los panches, de los quales hacen de aquellos paveses que la historia ha con- tado. Ossos hormigueros, que assi los lla- man, é son tamaños como ossos de Espa- ña, 6 tienen aquellos el cuero mas áspero - - y la cola muy ancha é con grandes espi- nas hasta el suelo; no es muy ligero ni muy bravo, aunque en la vista ó aspecto lo paresce, ni es manso, pues mala un caballo ó un hombre, si lo toma descuida- do, con las manos ó patas y con la cola, que no tiene otra cosa con que hacer mal. Llámase hormiguero, porque su pasto es hormigas, é aunque quisiesse comer otra cosa no puede, porque tiene la boca qua- drada de quatro esquinas, sin Pe E 412 gunos, de manera que no la puede me- near ni hacer della mas de sacar la len- gua, ques tan larga como una vara de medir de quatro palmos , y delgada como un hilo de cáñamo doblado y torcido; y váse á un hormiguero, que hay muchos é grandes de hormigas chicas é mayores é de muchas suertes, é puesto allí échase y saca la lengua, é tiéndela en el suelo cerca de los agujeros y entrada de las hor- migas; y ellas súbense en la lengua, é la multitud es tanta que presto se la cubren. Entonces el oso la resuelve y mete para sí en la boca é se las traga, y puestas en recaudo vuelve por mas de la misma ma- nera, hasta que se harta dellas . Hallóse un animal hembra en un silo que ciertos soldados se toparon con él, mayor que un gato destos caseros nues- tros, manso é muy negro, y el cuero co- mo un fleco de seda, y tan blando que era - placer traer la mano por él; é tenia sola- mente las puntas de los pies é manos muy amarillos é muy fina color. É tenia este animal por de fuera en la barriga una bolsa, que naturalmente ló parescia con su manera de cerraderos, é dentro de aquella bolsa traia sus hijos, que eran quatro. É quando queria darles de mamar, abria ella misma la bolsa y echábalos fue- ra, é dábales leche ó estábase holgando con ellos retocando, y ellos en torno ju- gando; é despues tornábanse á meter ellos mismos en la bolsa ya dicha, é metidos, la misma bolsa se cerraba luego, de tal manera que paresce que no tienen den- tro animal alguno. Estos gerraderos dessa bolsa no aceto, y los soldados que lo en- contraron, creo que lo añadieron en la in- formacion que hicieron al teniente licen- = 1 La misma relacion habia hecho en el capítu- lo XXI del libro XII de la primera parte, donde HISTORIA GENERAL Y NATURAL - qiado: la color es para mí cosa nueva. En lo demás yo he visto estos animales, y aun los he muerto: llámase en la provin- cia é lengua de Cueva tal animal churcha. Si el letor quisiere saber qué tal es, lea en el libro XI[, capítulo XXVI de la pri- mera parte, que en esto como testigo de vista, y aun con pérdida de mis gallinas, he escripto lo cierto de tales animales. Dice mas esta relacion, que en aquella tierra hay monas infinitas é muchos gatos lindos , de color pardillo, finíssimo é blan- do el pelo como terciopelo , y mansos, y el gesto agraciado, é quieren parescer al gesto proprio de un negro ethiopio. É tie- ne las colas luengas, las quales estendien- do, por tal señal piden lo que han menes- ter, quando no les dan de comer; hacen tantos meneos é cosas ques mucho placer verlos. Los chripstianos, porque parescen como es dicho á los negros, llámanlos mandrugas, y tambien los pueden decir jolofos ó de Guinea. Hay raposas muchas : hay muchos puer- cos montesinos en las montañas: hay pa- pagayos de los grandes que llaman gua- camayos, y de los que dicen loros, y los que llaman xaxabes, y de los chiquitos como tordos, y menores, y de muchas diferencias en el tamaño y en el plumaje cada casta ó ralea dellos. Hay perdices menores que las de España, y no de la misma color ni de tan buen sabor, é otras muchas aves. Hay parras silvestres, é mu- chas palmas en las montañas sin dátiles; pero buenas para quitarles el palmito. Hay altamisa y mancanilla mucha, hierba- buena, albahaca, poleo, hierba-mora y otras buenas hiervas. en la lám. 5.*, fig. 4.*, puede verse la de este lina- ge de osos. : Comienca el octavo libro de la segunda parte, que es vigéssimo séptimo de la Na- tural y general Historia de las Indias, islas y Tierra-Firme del mar Océano: el qual trac- ta de la generacion y conquista y poblacion que los chripstianos llaman Cartagena en la Tierra-Firme y los indios llaman Caramari. CAPITULO 1 En que se tracta del viaje y descubrimiento quel capitan y piloto Johan de la Cosa hizo por la costa de la mar, Tierra-Firme é en la provincia de Cartagena é otras partes. Despues del almirante primero, descu- bridor destas Indias (porque con verdad ninguno se puede llamar descubridor, sino continuadores del descubrimiento á que don Chripstóbal Colon dió pringipio y fundamento, antes con mas ragon se podrian algunos de los tales descubrido- res llamar alteradores y destruydores de la tierra, pues que su fin no era tanto de servir á Dios ni al Rey, como de robar; pero en las muertes que ovieron se verá esto muy claro), un Johan de la Cosa que vivia en el Puerto de Sancta Maria, hombre diestro en las cosas de la mar, é valiente hombre de su persona, é que como piloto avia ganado hacienda en es- tas partes, viéndose rico de dinero é - muy lleno de cobdicia, juntándosse con otros sus amigos, armaron quatro ca- ravelas, é las ayituallaron é proveyeron de todo lo nescessario. Y este Johan de la Cosa, como capitan general, é Johan de Ledesma, vecino de Sevilla, como capi- tan de uno de estos navios, é alguacil mayor de todos, con licencia de los Re- 3 yes o 02 a é doña Isabel, el año de mill é quinientos y qua- tro prosiguieron su camino é arribaron en la isla de Grand Canaria, é fueron á un puerto ó ancon que se llama Maspalo- mas, é allí hicieron carnaje é tomaron agua é leña: é siguieron su viaje, dexan- do las islas de Guadalupe é Sanct.Johan é las que con estas confinan á sotavento de la parte del Norte, é passaron por la vanda del Sur dellas é fueron á tomar tierra en la isla Margarita. É allí salidos algunos desta armada, fueron á un pue- blo de indios que allí avia, con los qua- les ovieron habla , no se entendiendo si- no por señas: é diéronles cosas de los res- cates que llevaban, é los indios les die- ron algunos papagayos, é ajes, é batatas é otras cosas de comer. Y estuvieron allí un dia, tomando agua y leña, y el siguien- te se partieron y entraron en el golpho de Cumaná, é ovieron por rescates algunas perlas, pero pocas. É de allí fueron cos- teando á surgir á unas islas, que están algo apartadas de tierra, á donde halla- ron mucho brasil é muy bueno, de lo 3. soriaros é o en los navios 414 ochocientos quintales ó mas. Tomada es- ta carga, se fueron á los puertos de Car- .tagena, donde hallaron quatro naos que avia llevado otro capitan que se decia Chripstóbal Garcia: el qual avian muerto los indios, é avia quedado por capitan un Luis Garcia, su tio, á quien hallaron mal dispuesto y enfermo, é assi lo estaba quassi toda la gente de aquellas quatro naos, muy dolientes é dañadas las bocas del mal pan que comian. Y el Johan de la Cosa y los que con él yban se comuni- caron con los del Chripstóbal é Luis Gar- cia é les hicieron socorro de algunos bas- timentos de los que buenamente les pa- resció que les podian dar; y estando assi . surtos los ocho navios en el puerto de Cartagena, viendo quel Luis Garcia se queria volver á España, fué acordado entre ellos que los navios é gente de Johon de la Cosa diessen á los otros el brasil que llevaban y esclavos que to- massen en la tierra, é que los llevassen á España, é que allá diessen al Johan de la Cosa é sus navios é gente las dos ter- cias partes del brasil é la mitad de los esclavos que alli se oviessen. É fecho es- te concierto, saltearon la isla de Codego, de la qual se hizo mengion en el -Prege- dente libro, que está en la boca é puer- to del ancon de Cartagena, é una noche tomaron mas de seyscientas ánimas; y escogidas destas las que les paresció que quedassen consigo para el Johan de la Cosa é su compaña, entregáronse las de- mas al Luis Garcia é á sus navios, para efetuar el concierto ya dicho: é soltaron algunas piecas de indios é indias niños, no de misericordiosos, sino porque es- taban flacos ó viejos y no les paréscer bien. E con esto se partieron Johan dela Cosa y sus navios, hecho este salto, é los allí. "Parésqeme que es d e o o mejor de otros navios de Luis Garcia se quedaron HISTORIA GENERAL Y NATURAL cir asolar. Yo no sé si la licencia que á estos armadores se dió para este viaje era estando esta gente declarada por es- clavos enemigos ó no, assi porque son ydólatras é son flecheros é sodomitas, co- mo porque allí comen carne humana; pe= ro sé queste salto y robo lo pagó despues el Johan de la Cosa en aquella mesma tierra, como se dirá en su lugar. Por manera quel Johan de la Cosa é su arma- da se fueron á Isla Fuerte, y tomáronla por fuerca de armas, y ganado el pueblo, - huyeron los indios por el boscaje é arca- bucos; y los chripstianos con los bergan- tines que llevaban é con las barcas é ba- teles fueron al golpho del Cenú, á la Tierra-Firme, que está dos ó tres leguas de la Isla, penssando de noche saltear el pueblo: é fueron sentidos, é tornáronse á las naos, é hiciéronse á la vela, é fué- ronse al golpho de Urabá, é surgieron cerca de la costa delante de la laguna de Urabá. É aunque los indios se pusieron en les resistir que no saltassen en tierra, no se dexó de hacer por esso, y desam- pararon el pueblo; y entrados los español les en él, hallaron algund oro, que era trás lo que principalmente andaban. É aquella noche un indio que allí se tomó, dixo quél _enseñaria dónde estaba el cacique de Urabá; é guió los chripstianos á unos mabicales que estaban dentro de arcabu- cos ó entre boscajes, é hallaron un buhio grande, el qual vieron al quarto del alba, é velábanle los indios : é cómo sintieron á los chripstianos, huyeron y desampara= ron la casa, é assi se tomó sin pelear con los contrarios. Hallaron allí en una haba, ques cierta manera de cesta, atabales de oro fino é seys máscaras, que pessó todo septenta y dos marcos de oro largos, por- que como se toma este oro á discrecion ó contra voluntad de sus dueños, no se - hade entender. quel pesso es mas justi- cu -ficado. quel ER ¿icon quatro, son on cinco Éamn DE INDIAS. LIB. diez á las veces, porque si dello se ovie- re de pagar el diezmo ó quinto, haya otros fraudes en la cantidad. Por cierto aquellas palabras que dicen * Non est enim homo justus in terra, quí faciat bo- num, el non peccet: no hay hombre justo que haga bien é no peque, en esta tierra de nuestras Indias es donde mas entera- mente que en otras partes quadra más esto del Eclesiastes. Pues haced voso- tros, armadores ó rescatado res, ó me- jor diciendo solteadores, vuestras parti- ciones ó armadas como quisierdes: que yo no piensso que no ha de faltar ni puede: ser en valde dicha aquella sen- tencia del sabio : quien con el ladron par- te Ó participa, ha en odio ó aborresci- miento su propria ánima. Tornando á la historia, de allí de Ura- bá, por lenguas que tomaron de algunos indios que prendieron , se informaron es- tos chripstianos de la provincia del Da- rien, que está cinco ó seys leguas fron- tera de Urabá en la otra costa , donde les - dixeron que allí avia mucho oro. É pusie- ron en obra de atravessar é passar allá, é assi lo hicieron, é surgieron donde me- jor les paresció, y entraron por el rio ar- riba del Darien con los bergantines é ba- teles de las naos una mañana antes que amanesciesse; é dieron en el pueblo de los indios, que estaba cerca del rio de la otra parte, é allí tomaron algunos indios CAPITULO Il. XXVII. CAP. L 415 é prendieron al cacique, el qual despues se les huyó. É tomaron en piegas de oro labrado hasta quarenta marcos de oro. Y estando esta gente dentro del mesmo pue- blo del Darien é sus naos surtas fuera del rio en la mar, cerca de tierra en la costa, llegó á las naos un batel de una de las otras que se dixeron de susso de Chrips- tóbal Garcia, que avian quedado en el puerto de Cartagena, á quien essotras ovieron dado el brasil y los esclavos que allí saltearon, para que lo lleyassen todo á Castilla. É hízoles saber cómo despues que Johan de la Cosa partió de Cartagena, la nao capitana de Chripstóbal Guerra ? se avia perdido é ahogádose muchos en ella, porque avian dado en una laja cer- ca de allí: é que estos avian corrido en busca de Johan de la Cosa con otra nao, cuyo era aquel batel; é que la nao hacia tanta agua, que no pudiéndola sostener, en entrando en aquel golpho de Urabá, avia sabordado é envestido con ella en tierra, é que quedaba encallada dentro de aquel golpho; é que el capitan que en ella venia, que era uno de Triana lla- mado Monroy, con la otra gente que con él estaba, les rogaban que los fuesse á socorrer é recogerlos, y para aques- te efeto avia aquel batel rodeado quassi todo el golpho de Urabá, buscando á es- totros. Cómo el capitan Johan de la Cosa fué á socorrer al capitan Monroy que avia perdido la nao en el golpho de Urabá, y él perdió assimesmo sus navios, é salió la gente en el pueblo de Urabá , donde estuvieron año y medio y murieron los mas dellos, y del subgesso deste capitan Johan de la Cosa, é otras cosas. Oya Johan de la Cosa y los de su ar- en sus navios por yr á socorrer á los mada cómo se avian perdido las dos naos de Chripstóbal Guerra *, recogióse luego 1 Eccles., cap. VII, vers. 21. -2 Guerra: mas arriba dice Garcia. chripstianos que estaban con el Monroy;. é assi atravesaron á la otra parte é costa 3 Antes ha dicho Garcia. 416 del golpho donde estaba encallada la otra nao, é surgieron cerca della. Y estando allí recogiendo algunas cosas de la nao perdida, se le descubrió tanta agua á la nao capitana de Johan de la Cosa, que no la podian sostener sobre agua con dos bombas, é acordaron de yr á encallar con ella á la lengua del golpho donde estaba el pueblo de Urabá, que avian tomado pocos dias antes, como se dixo de susso, con intencion de estar y poblar allí. É aunque el camino, desde donde estaba la nao encallada hasta la laguna é pueblo, no era sino poco, la mucha agua que la nao capitana hacia, no dió lugar á que llegasse allá, é ovo de encallar donde mejor pu- dieron guiarla, é salió la gente en tierra é comencóse á descargar. En esta sacon todas las otras naos ha- cian mucha agua, y determinaron de en- callar con todas una en pos de otra , é sa- caron dellas todo lo que pudieron, assi de armas, é artilleria, é municiones , é bas- timentos, como de lo demás, é las jarcias é velas de las naos, de que se hicieron toldos en que se recogieron , que eran ya de los unos é de los otros mas de doscien- tos hombres, de los quales los menos tor- naron á sus patrias. Estando allí, yban al- gunos dellos por la tierra adentro á bus- car de comer para se sustentar, despues que se les acabaron sus bastimentos, y tambien á ver si podrian adquirir mas oro, porque aunque no es de comer, se holgaban con ello, é les parescia que con su compañia les acompañaba una esperan- ca de tener adelante mas reposso. Pero ni dello ni del comer hallaban lo que que- rian, ni se ossaban meter mucho adentro, - porque topaban muchos indios é impedian su desseo, é no los dexaban ye adonde querian. Ya estos españoles estaban flacos y en- fermos, assi por la falta del mantenimien- to, como porque la tierra no les probaba, é las aguas é e e o HISTORIA GENERAL Y NATURAL taban, todas estas cosas eran muy dife- rentes de las de España é contrariasá su salud. É assi murieron allí muchos dellos en el espacio de diez é ocho meses que allí estuvieron; é constreñidos de la nes- cessidad , por no se acabar de perder to- dos, acordaron de yrse daquella tierra con los dos bergantines y con-las barcas é bateles, que estuviessen para navegar que les avian quedado de las naos perdi- das. Para poner en ejecucion su camino, . no eran ya sino cient hombres, é otros tantos ó mas quedaban muertos: é de los vivos estaban dolientes la mayor parte, é á los enfermos pusiéronlos en el batel ma- yor, que era de la nao capitana, é con ellos al piloto Martin de los Reyes, que yo conoscí, é otros marineros que gober- nassen aquel batel é lo navegassen. É los otros hombres que estaban sanos, con el capitan Johan de la Cosa y el capitan Johan de Ledesma, se metieron en los dos ber-. - gantines y en otra barca de las de las naos: é metieron agua y el bastimento que pudieron, despues que ovieron en- terrado el artilleria, é áncoras, é lancas, é gorguces, é ballestas é otras armas , é muchas cosas otras que no pudieron lle- var. É partiéronse daquel golpho; é que- rian hager su viaje la costa arriba al orien- te y el tiempo les era contrario é no po- dian subir por aquella via sino con mucho trabaxo, y desde á dos dias tomaron el puerto de Zamba; y cómo los indios los vieron, desampararon el pueblo, é aunque las casas ó buhíos hallaron solos, avia de comer. : Antes que á este pueblo llegassen, avian dexado la barca menor, porque algunos eran muertos de los que estaban enfer- mos en el batel, al qual é á los berganti- nes passaron la gente que quedaba de aquella barca que dexaron: por manera - que quando á Zamba llegaron, no eran ya mas destos tres navios. Pues llegados _ alli, como lo que hallaron que comer era DE INDIAS. LIB. XXVIL CAP. IL poco, algunos destos chripstianos, vién- dose en extraña hambre, mataron un in- dio que tomaron é asaron el asadura é la comieron; é pussieron á cocer mucha parte del indio en una grande olla para llevar qué comer en el batel donde yban los que esto hicieron. Y cómo Johan de la Cosa lo supo, derramóles la olla que es- taba en el fuego á cocer aquella carne humana, é riñó con los que entendian en este guisado afeándoselo; mas quitado de allí, se creyó que, no tan bien castiga- dos como hambientos, no dexarian perder aquel bastimento. Pero no crea nadie que quedaron sin pena los que tal manjar buscaron, porque cualquiera que derra- máre sangre humana, será derramada la suya: pues que tal amonestacion tene- mos de la Sagrada Escriptura, ¿quánto mas digno é justificado será el castigo del que no solamente la derrama, pero como lobo, se la bebe é come la carne? Vamos adelante: á lo menos podeis creer, letor, que estos que cometen tales delic- tos, presto lo pagan en esta vida, y no se sabe que hombre de quantos semejante crímen haya hecho, le faltasse el castigo. En breves dias desde aquel puer- to de Zamba se partió esta gente, y co- mo los tiempos no eran á su propóssito ni los dexaban navegar la costa arriba, determináronse de atravesar el golpho, para venir á estas nuestras islas. Era el viento fresco é la mar andaba alterada; los navios pequeños, y con mucha fatiga quassi anegados, ovieron de tornarse con mucho trabaxo al mismo puerto de Zam- ba, é saltaron en tierra y estuvieron allí hasta que les paresgió quel tiempo se me- joraba. É assi como fué bonanca, torna- ron á su navegacion, la via del Leste, é como les paresció que estaban ya en buen paraje para atravessar, lo pussieron por Obra; y en pocos dias fueron los dos ber- gantines á parar entre unos arracifes, é suieor de temor de la tierra, é allí se ANT les venian muchos aicatraces bobos á los navios é se dexaban tomar á mano: é to- maron é comieron dellos muchos, é ma- —faron algunos pescados con ancuelos, y estuvieron esperando el dia. El batel cor- rió la vuelta de la Isla de Cuba, donde fué á parar, segund despues se supo. Assi como otro dia esclaresció, se hi- cieron los bergantines á la vela, que bien creyeron que estaban gerca de tier- ra por los arracifes; é assi como el sol se comencó á levantar, vieron una montaña alta á la qual guiaron, é llegados á tierra, surgieron en un ancon, sin saber á dónde estaban. É luego comencaron estos hom- bres á se desembarcar, los quales serian ya hasta cingúenta personas, é los mas dellos enfermos é todos hambrientos; é assi como topaban algun xayba ú otro marisco, con sus cáscaras y vivo se lo comian, sin esperar al fuego. Salidos en tierra el capitan Johan de la Cosa é los demas, dexaron algunos com- pañeros en los bergantines para la guar- da del oro, é Johan de la Cosa é Ledes- ma con hasta treynta hombres con sus espadas é rodelas, é una escopeta, é dos ballestas, caminaron por la tierra hasta tres leguas: é llegaron á un pueblo de in- dios de diez ó doce buhids grandes, é aunque la mayor parte de los indios hu- yeron, esperaron algunos, é aunque no se entendian con los chripstianos, por se- _ñas les pidieron de comer. É luego les —truxeron muchas tortas, é cacabi, é ho- vos, é hutras, que son ciertos animales, buena monteria, con que satisficieron su hambre é cansancio: é pidieron mas co- mida para enviar á los bergantines, é as- simesmo se lo dieron, y enviaron dos in- dios cargados destos manjares ques dicho á la costa, para los que allí quedaban. É allí se proveyó esta gente del pan cacabi é otras cosas para yr adelante; é fueron á otro pueblo que estaba legua y m media. a ó dos del primero, por consejo d 418 meros indios, de losquales llevaban diez ó doce por guias. Y estotro pueblo era ma- yor, é rescibieron de paz á los christia- “nos, é vieron hartos indios, pero no mu- ger ni niño alguno : é diéronles muy bien de comer de aquel pan cacabi é pescado é de lo que tenian. Y estándose prove- yendo de mas hastimentos para los ber- gantines, supieron cómo por rescio tiem- po poniente que avia sobrevenido, los bergantines avian dado al través en la costa, y el uno se hizo pedacos, que era el mayor, y al otro le dió un golpe de mar tan grande, que lo sacó en tierra é lo puso en seco, sin se hacer mal alguno. Allí entendieron que aquella isla era Jamáyca; é luego Johan de la Cosa é Johan de Ledesma dexaron los chripstia- nos que con ellos avian salido en el pue- blo, y ellos se fueron á la costa, y ade- rescaron el bergantin que la fortuna les avia dexado sano , é metiéronlo en la mar, é vitualláronlo de pan é cacabi é lo que mas pudieron. É ordenaron que toda aquella gente é los que estaban enfermos se embarcassen y se fuessen costa á cos- ta la via del Oriente, hasta se poner en el paraje que se pudiesse atravessar á esta Isla Española, donde avia de dexar á aquellos que llevaba; é despues que en esta isla los pusiesse, tornasse el bergan- tin á Jamáyca por Johan de la Cosa é los otros sus compañeros , que con él seguian por tierra, costa á costa, la vuelta del fin de la parte oriental de aquella isla. En- tonces yba por capitan Juan de Queicedo, y por piloto y maestre Andrés de Mora- les, que era el que avia de tornar con el bergantin ; é llegaron por la costa de Ja- - máyca de la banda del Sur hasta se que- rer despedir de la isla é querer atraves- sar á esta nuestra Española. Allí entraron - en contestacion el capitan y el piloto, y por sus diferencias acordaron de no se partir, sin saber primero. de Johan de la Cosa y los demas, y Soros. + HISTORIA GENERAL Y NATURAL só su camino el bergantin, lo qual fué misterio é querer Dios darles vida á to- dos; porque despues quel bergantin se partió, el Johan de la Cosa é Ledesma se volvieron al pueblo, donde avian dexado los chripstianos, que eran veynte é ginco personas, porque todos los demas yban en el bergantin. É tornados á aquel lugar, aviendo llevado con indios ciento é treyn- ta é cinco marcos de oro, que tenian en una caxa, é muchos de los rescates de los que sacaron de España, que ninguna co- sa avian rescatado (lo qual es señal de quán mal partian de lo que llevaban por equivalencia de aquel oro con quien se lo daba, con el qual oro traian cargados mas de treynta hombres indios, é con los rescates é bastimentos é otras cosas), partiéronse la yia de Levante trás el ber- gantin, costa á costa, para que como di- cho es, assi como el bergantin oviesse puesto á los que llevaba en esta Isla Es- pañola, volviesse á tomar los que queda- ban en Jamáyca. Assi que, caminando el Johan de la Cosa é los que con él yban por tierra, llegaron á un pueblo de un Ca- cique que se dige Cabonito; é allí se con- certaron los indios para matar á los Cchripstianos, porque veian que eran po- cos, y en este acuerdo cupieron los mas de los caciques de la isla, y esto se avia de concluyr é llevar á efeto otro dia, des- pues que llegaron á aquel pueblo. É assi la mañana siguiente, aviendo gana de yr por el camino que era al propóssito de los chripstianos, porfiaron los indios que les llevarian las cargas é otros que les guia- ban de guiar por otro camino, donde te- nian su celada, cerca de otro pueblo, donde penssaban darles de comer, y que en echándose á dormir y descansar la siesta, los matarian. Para esta traycion, en el proprio lugar tenian en el arena escondidas y encu- biertas macanas, que son las armas que E en Be es isla se usan; de manera que 1 DE INDIAS. LIB. porfiando los indios que aquel quellos de- cian era el mejor camino, los guiaron á su placer, y los chripstianos veian los campos llenos de indios y entremetíanse entre ellos, é los que llevaban las cargas muy risueños y servidores, é lisonjeando quatro caciques con otros hasta cinqúen- ta gandules, dispuestos é regocijados. É siempre venian mas, paresciéndoles que . - tenian la pressa é vencimiento por sí, de lo qual los chripstianos yban muy altera- dos; pero apercibidos y confiados que sin ayuda especial de Dios no podian escapar del matadero. Cerca del qual allegados, acordaron los españoles de no querer pa- rar allí; porque uno se arrimó á unárbol de los que allí estaban, aparejados para hager sombra á los nuestros, é se cayó, porque los indios mañosamente los avian puesto assi, para efetuar su ruindad. Y cómo es- to vieron los españoles, comencáronse á enrodelar y alcar las espadas, é decian á los indios: «Perros, apartaos allá.» Y haciendo muestra de los querer acuchi- llar, dixeron que no querian parar allí, sino yr adelante; é assi passaron media legua "adelante de aquel pueblo é lugar sospechoso, é fueron á descansar cerca de la costa de la mar, donde ni avia som- bra ni agua que beber ni otro reparo, porque los caciques les mandaron á los indios de las cargas que los llevassen allí. É assentadas las cargas, todos se fueron á un rio media legua de allí á se bañar y descansar, con penssamiento de dar la vuelta para tomar las cargas é degir á los chripstianos por señas que se fuessen al rio, penssando de hacer allí lo que acullá no-avian podido, porque el rio era hondo por donde avian de passar el vado, é les avia de dar el agua á los sobacos. En este medio estaban los chripstianos discordes, que los unos decian que de- bian tornarse al pueblo de donde avian partido , é los otros degian que era mejor que fuessen adelante é repartiessen entre XXVII. CAP. IL 419 sí la carga del oro, é que de la otra ropa no curassen, é con el espada en la mano siguiessen su camino. Y estando plati- cando en esto, vieron que venian los in- dios que volvian del rio, é los españoles se aparejaron, creyendo que traian volun- tad de pelear; é cómo llegaron hablaban, halagando é convidando á los chripstianos que fuessen adelante, é comencaban á tomar las cargas. Pero como los chrips- tianos tenian entendida la intencion de los indios, dixo el capitan Johan de la Co- sa al capitan Ledesma qué le parescia que se debia hacer, el qual dixo: «Se- nor, lo que conviene hacerse, si quereis que nos salvemos, es prender estos qua- tro caciques y atarlos, y dessotros gan- dules matemos los que pudiéremos, por- que de otra manera somos perdidos; y quanto mas se tardáre de hacer, en mas peligro nos veremos, porque esta gente es mucha y cada hora se aumenta é vie- nen mas.» El Johan de la Cosa ordenó á los compañeros lo que avian de hager, di- ciendo: «Vos y vos echareis mano de aquel, y vos y vos de otro, é otros de los otros; é quando yo dixere á ellos, ánden- nos las manos. » É assi diputó ocho hom- bres para prender los quatro caciques; y en tanto quél esto congertaba, el Johan de Ledesma daba á los caciques, é repar- tia por los otros indios, para asegurarlos, algunas cosas de rescates de unos dia- mantes de vidrio é otras cosillas de poco prescio: é quando le paresció al capitan que era tiempo, dió la señal, y en el ins- tante fueron pressos los quatro caciques; pero los otros indios huyeron tan pronto que ninguna cuchillada se pudo dar á hombre dellos. Los que estaban desviados por el campo, aunque eran mas de quatro mill indios, viendo aquesto, huyeron con tanta velocidad como siervos. Hecho esto, metieron en una cadenilla que llevaban á los quatro caciques, é di- xéronles por señas que mandassen venir . 420 indios que llevassen las cargas, é assi lo hicieron: é luego vinieron é las tomaron y continuaron su camino é passaron aquel rio, donde penssaron que se executaria la traycion que es dicho, é guiaron aque- llos indios que llevaban á un pueblo. Es- te dia les mataron tres chripstianos que se avian quedado atrás que yban algo en- fermos; y estos eran aquellos que avian muerto y comido el indio en el puerto de Zamba, como de susso se dixo. Á hora de puesto el sol, llegaron los chripstianos á un grand pueblo é apossentáronse todos juntos en un buhio grande, é hallaron de comer cagabi y pescado é hovos para los que yban y para muchos mas que fue- ran. É repossaron allí; pero haciendo buena vela é teniendo á recaudo los caci- ques pressos. Mas quando fué de dia, to- dos los indios de las cargas se avian ydo, é no teniendo quien las llevasen, hallaron por los buhios diez indios é atáronlos é cargáronlos del oro y de los rescates y de lo que les paresció: é todo lo demas que no pudieron llevar pussiéronlo en la placa, y por espantar á los indios, pus- sieron fuego á uno de los buhíos, é cun- dió presto tan grand viento, que en po- co espacio, se quemó todo el pueblo, “lo qual fué cosa de mucho espanto en toda aquella isla. Desde allí se fueron á otro pueblo, donde durmieron otra noche, é HISTORIA GENERAL Y NATURAL dexarcn ende los quatro caciques atados con su cadena; é de allí se partieron con solos dos indios que les llevaban el oro, é anduvieron tanto, hasta que en un ca- cique que se llamaba Mayaco, supieron de su bergantin, al qual se fueron. Y es- tando en él, se passaron en pocos dias á esta Isla Española, no seyendo mas entre todos de hasta quarenta hombres ó qua- - renta é cinco: é aportaron en la Maguana y desde allí se vinieron por tierra á esta cibdad de Sancto Domingo. De los que fueron á Cuba, no volvie- ron á España quince persenas de quantos con el piloto Martin de los Reyes yban en aquel batel. Todo lo que es dicho, es por relacion del capitan Joban de Ledesma que se halló en ello y vive en Sevilla, y era uno de los principales armadores en esta armada. Assi que, ved los que leeis de quántos chripstianos en quán pocos quedaron, y por qué términos escaparon aquessos, para que entendais qué es Jo que cuesta este oro é cómo se allega en estas partes, é cómo lo gogaron aques- sos en quien quedó, sin dar parte á los_ desventurados que quedaron muertos y ahogados para hacer ricos á tres ó qua- tro; y en especial el Johan de la Cosa, con quien quedó la mayor parte deste oro, el qual lo volvió á pagar, como se - dirá en el siguiente capítulo. CAPITULO HL. El qual tracta de la muerte de Johan de la Cosa, al qual mataron los indios con otros chripstianos en Car- tagena, desde á mas de quatro años que él avia saqueado la isla de Codego, que está en la boca de aquel puerto, y olras cosas tocanles á la historia, y de lo que intervino en Cartagena á los capitanes Alonso de Hojeda y Diego de Nicuesa en el mismo puerto de Cartagena. No me desplaceria de hallar desculpado al capitan Johan de la Cosa del salto que hizo en la isla de Codego, como mas lar- | gamonte se dixo en el capítulo pregeden- E tez O obstante aquesto, considero . > á morir allí cerca á manos de los indios de aquella tierra; puesto que quando es- te capitan los salteó, no me determinó si estaban dados por esclavos essos indios de Cartagena por el sereníssimo Rey Ca- thólico , assi porque allí comen carne hu- DE INDIAS. LIB. mana é son sodomitas abominables, co- mo porque son ydólatras é tienen otros muchos vicios. Mas sé que quando lo ma- taron, estaban sentenciados á que fues- sen esclavos; y porque aqui se tractará de materia que es menester atencion, esforcarme hé á lo relatar con brevedad y desde su principio, para que mejor se entienda. E El año de mill é quinientos y ocho, Die- go de Nicuesa, fué por procurador desta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Es- pañola á la córte del sereníssimo Rey Ca- thólico; y despues que ovo despachado las cosas de su embaxada é procuragion, suplicó al Rey que le hiciesse merced de la gobernacion de Veragua para sí, é que se le diesse al capitan Alonso de Hojeda la gobernacion de Urabá, porque eran muy amigos. Finalmente, se les concedió é yo he visto la capitulacion, é fué des- pachado en la cibdad de Burgos á nueve dias de junio de mill é quinientos y ocho años; y entre otras cosas que se tomaron por assiento con estos capitanes, fué una de las principales esta. Que el golpho de Urabá les partia las gobernaciones, y desde el golpho á la parte del Oriente, administrasse é gobernasse Alonso de Hojeda con Cartagena, é avia de hacer dos fortalecas en su jurisdiccion; y desde allí al Hueste ó parte occidental, se dió á Diego de Nicuesa, é que oviesse en go- bernacion desde el mismo golphe de Ura- bá hasta,en fin de la tierra que se llama Veragua. Por manera, quel rio grande que torna dulce aquel golpho, partia es- tas dos gobernaciones; é Diego de Ni- cuesa avia de hacer otras dos fortalecas- en la parte que le cabia de su jurisdic- cion. Otrosí, que estos gobernadores y los que con ellos fuessen á ambas gober- naciones, ó qualquier dellas, pudiesse á la yda prender é captivar indios de los lugares que estaban señalados por escla- vos que son en el puerto de Cartagena, XXVII. CAP. IB. 424 que por otro nombre los indios la nom- bran Caramari, é Codego, islas de Barú é de Sanct Bernardo, é Isla Fuerte, é cargar dellos sus navios y enviarlos ó traerlos á vender á esta Isla Española: é que siá la yda no lo pudiessen hacer por falta de tiempo, que á la tornada de los navios lo pudiessen hacer é captivar losindios en aquellas partes é lugares que he dicho. Item, mandó el Rey Cathólico que el capitan Alonso de Hojeda llevasse por su lugarteniente al capitan Johan de la Cosa, para que en las partes donde no estuviesse el Hojeda, fuesse Johan de la Cosa capitan de Su Magestad, en nombre de Hojeda, é que donde se hallase fues- se su teniente, estando - todavia debaxo de su obediencia. Por manera, que se debe creer que pues el Rey se acordó de Johan de la Cosa, é mandó á Hojeda por expresso capítulo que lo llevasse consi- go en la forma ya dicha, que se tuvo por servido de lo que avia ya hecho antes en - aquella costa, y porque era diestro en la mar é sabia las cosas de aquella tierra. La verdad es, que desde aquel golpho de Urabá para Oriente, hasta en fin de la boca del Drago é la isla de la Trinidad, todo está poblado de indios caribes fle- cheros, é comen carne humana, é por sus delictos se les empleaba muy bien qualquier castigo. Estas armadas de aquestos dos capita- nes vinieron á se hacer en esta cibdad de Sancto Domingo en el año siguiente de mill é quinientos y nueve, y entrellos ovo ciertos debates en qúe no se pudieron . concertar, porque cada uno dellos que- ria lo que el otro no queria, puesto que el almirante don Diego Colom quiso con- certarlos é no pudo. É assi estando des- avenidos, se partió del puerto desta cib- dad el Alonso de Hojeda contra volun- tad de todos, con tres navios; y el uno dellos era de Diego de Nicuesa, é se lo lleyó: é siguió su viaje derecho á Cartage- 422 na, porque era de su gobernacion. É allí saltó en tierra con la mas é mejor gente de los que llevaba, é con él su teniente Johan de la Cosa, todos á punto de guer- ra, é dieron en un pueblo de indios que se dice el pueblo de las Ollas, que estaba muy cerca de la costa, á medio tiro de ballesta ó menos. Y en este lugar el ca- cique con todos sus indios de pelea, se hizo fuerte en un buhío muy grande que estaba en medio de la placa, é allí lo cercó Hojeda; y estaban dentro hasta cient hombres flecheros. Y cómo el ca- cique tenia sabido que los chripstianos eran cobdigiosos de oro, arrojaba por la puerta hácia ellos algunas patenas é otras piecas de oro labradas, é los chripstianos cobdiciándolas yban á tomarlas, y los flechaban y mataban desde el buhío. Viendo esto los nuestros, apretáronlos con los ballesteros y espingarderos, dán- doles mucha priessa; é una india, de edad de diez y siete ó diez y ocho años, salió del buhio de entre los indios, é me- tióse entre los chripstianos con un arco é sus flechas, con penssamiento que por su persona é contra la voluntad de los espa- ñoles le bastaba el ánimo de se salvar peleando. É antes que la pudiessen pren- der, hirió quatro chripstianos, imitando aquellas armígeras y feroges amagonas, de cuyo esfuerco y valor Justino é otros mu- chos auctores hacen mencion. Assi que, - entre aquestos indios muchas mugeres se han visto no menos bien exercitadas é animosas en la guerra que los hombres. Finalmente , fué pegado fuego á aquel buhio , é mucha parte de los indios fueron quemados vivos, sin se querer rendir, é de los que huian de enmedio de las lla- mas los mas mataban los nuestros, é muy pocos fueron pressos. : Hecho aquesto , tuvo noticia Hojeda de - Otro pueblo que estaba tres ó quatro le- guas de allí, que era del cacique Cataca- pas tierra llana y en la misma costa den- HISTORIA GENERAL Y NATURAL tro del ancon de Cartagena, al qual otros llaman Matarap: y envió al capitan Johan de la Cosa adelante con parte de la gen- te, el qual llegado á aquel pueblo, lo sa- queó. É tomáronse ocho ó nueve mill castellanos de buen oro y hasta cient prissioneros, la mayor parte de mugeres; y el cacique y los indios de pelea escapa- ron huyendo, sin poder llevar mas de sus arcos y flechas. É los chripstianos apossentáronse por aquellos buhios para descansar la siesta, quel sol era muy grande: é de dos en dos ó mas ó menos compañeros, con mucho descuydo, se desarmaron é ataron sus hamacas, tan se- guros como si ninguna guerra tuvieran. Desto se dió mucha culpa al capitan Johan de la Cosa, é no se ovo como hombre de experiencia ni de prudencia alguna; por- que el buen soldado nunca ha de dexar las armas en tiempo sospechosso ni sin - tener segura la paz, quanto mas que de- biera mirar que los maridos y padres de aquellas mugeres, cuyas casas é haciendas se tomaban, no avia muchas horas que lo - poseian , ni en tan breve tiempo se avian de desacordar de su injuria, como no se desacordaron: antes todos los indios se acaudillaron, y teniendo aviso por sus espias del mal recaudo y peor guarda que los chripstianos ponian en sus pro- prias vidas, como hombres ofendidos, animossamente volvieron sobre el pue- blo, é con súbito asalto é grita dieron so- bre los chripstianos , é mataron é hirieron hasta ciento dellos é cobraron todo el despojo; é allí murió el capitan Johan de la Cosa. j Hojeda yba con la gente que le que- daba hácia el mesmo pueblo por socorrer á Johan de la Cosa é á los que con él avian ydo delante: é llegando cerca del pueblo, conosció el daño y desbarato ya hecho, é retrúxose á un monte que está junto con el lugar, donde recogió algu- nos compañeros que salian heridos de DE INDIAS. LIB _ XXVIÍÍ. CÁP. Ill. entre los indios; y desta manera los in- dios cobraron su pueblo victoriosos é quassi á las quatro horas. Despues de medio dia salió un chripstiano huyendo del lugar, é dos indios trás él flechándo- le, é á las voces quel español daba, salió del monte Hojeda con cinco hombres á le socorrer, é llegado á él supo enteramen- te lo que avia passado. É Hojeda le man- dó é rogó que á la gente que tenia en el monte no dixesse lo que avia interveni- do al capitan Johan de la Cosa ni á los que con él avian ydo; sino que les dies- se á entender que con la gente que avia llevado, yba por otro camino con mucha pressa de oro é prissioneros á la costa, é que este hombre se avia quedado atrás, é por se aver desviado de la compañia, le oviera de costar la vida. É con este ar- did é disimulando la verdad , llegó Hoje- da á la gente que le quedaba, mostrando mucha alegria, diciéndoles: «Señores, vamos de aqui, que adelante va nuestra cavalgada por otro camino mas cercano que este para la mar.» É con esta alegria movió con su com- pañia para el puerto donde se avia des- embarcado, é caminando assi, algunos de los heridos que llevaban, penssaban que les quedaban seguras las espaldas , é que era verdad que Johan de la Cosa con la otra gente é cabalgada yba por otro ca- mino, é no se les daba nada por andar, é quisieran poco á poco. Mas cómo el capi- tan Alonso de Hojeda yba en la regaga con los heridos, porque no se perdiessen .essos é otros, é no le bastaban ruegos ni buena racon con ellos para hacerlos an- dar, entonces les dixo lo que avia acaes- cido, é que anduviessen quanto pudies- sen, porque él queria poner recaudo, si pudiesse, en los que le quedaban vivos. É assi se fué con toda la gente de los que estaban sanos; é atendió á los heridos dos dias despues que allegó al puerto, é recogió á todos os que no murieron é hd 423 pudieron volver á la costa dó estaban las naos , é muchos quedaron en el camino. Estando en este trabaxo Hojeda , llegó el capitan Diego de Nicuesa con su arma- da de dos naos é tres bergantines, y co- mo vido que Hojeda estaba en tierra, hi- zo echar una barca al agua, é armado, en ella entró con doce hombres, é man- dó que ninguno otro sin su licencia sa- liesse en tierra; porque él, como Hojeda - le avia hecho mal, é le avia traydo una nao é quedaron mal avenidos, yba con determinacion de probar su espada con él. Y en la verdad cada uno destos ca- pitanes era muy valiente hombre de su persona, é Hojeda muchas veces avia da- do experiencia de su esfuerco, el qual era natural de la cibdad de Cuenca, y era uno de los sueltos hombres que ovo en su tiempo; é Diego de Nicuesa era buen caballero, natural de Baeca, é de los gentiles ginetes de España; y en la conquista de nuestra Isla Española, y en otras partes, estaba su persona por muy experimentada, y era tenido por muy buen hombre. El qual mandó á los que boga- ban la barca que guiassen adonde vido á Hojeda en tierra; é assi cómo llegó junto á la costa, Hojeda vino á le rescibir con dos hombres con sus espadas é rodelas hágia donde Diego de Nicuesa podia des- embarcarse ; é llegada la barca á tierra, quassi antes que ningund marinero le to- masse en los hombros, porque no se mo- jasse, como se suele hacer, saltó Nicue- sa en el agua hiasta la cinta, con su es- pada é su rodela, con sobrado enojo que tenia contra Hojeda. É assi cómo salió del agua en tierra, Hojeda le dixo: «Señor Diego de Nicuesa, desbaratado soy y ma- la jornada ha seydo la mia: que los indios me han muerto la mejor gente que traia, éá Johan de la Cosa, mi teniente, con cient hombres. » sE Entonces Diego de Nicuesa, mirándole en el rostro, vido que se le arrasaban los 424 ojos de agua á Hojeda, é lo mismo hicie- ron los suyos á Diego de Nicuesa; pero no le respondió ni dixo palabra, sino en el instante se convirtió la ira que dél te- nia en tanta compasibilidad, que volvió la cabeca hácia la barca en que avia salido, é mandóla tornar á los navios, y envió á mandar que luego saltassen en tierra tres- cientos hombres, los giento é cinqúenta rodeleros é sessenta ballesteros, é otros quarenta con sus coseletes é picas, é otros quarenta empavesados. Lo qual se puso assi inmediatamente por obra. É salidos é puestos en órden, tomó por guia al mis- mo Hojeda con algunos de los de su gen- te: é anduvo toda aquella noche, é al quarto del alba, al tiempo que ovo de dar en el pueblo, estaban el cacique con mas de quinientos indios flecheros velándose, porque ya sabia que avian llegado mas navios é chripstianos al puerto. Y estaban - tan sobre aviso, que al tiempo de romper, fué primero su grita que la de los chrips- tianos. En aquel pueblo entró Diego de Ni- cuesa por tres partes con tres esquadro- nes: el uno llevaba él, y el otro un capi- tan suyo, llamado Lope de Olano, y el tercero el gobernador Alonso de Hojeda. É assi como la batalla ó salto se comencó, fué tan grande la priessa que los chrips- tianos se dieron en quemar los buhíos llenos de indios, y en matar indios, que quando fueron las diez horas del dia, no avia en todo el pueblo indio vivo chico ni grande. Despues de hecho este castigo, é avi- da esta vitoria, sin tomar despojo algu- no (porque Diego de Nicuesa mandó la noche antes, só pena de la vida, que nin- guno tomasse despojo ni perdonasse la vida á indio ni i india, el es mandamien- Je .. << a ma HISTORIA GENERAL Y NATURAL estos capitanes, Hojeda suplicó al gober- nador Diego de Nicuesa que hiciesse en terrar al capitan Johan de la Cosa é á los otros españoles que primero avian los indios muerto, pues que Dios les avia dado tanta vitoria. Y estaban juntos en la misma placa hasta ochenta cuerpos; porque el cacique, despues que ovo la vi- toria en que los mató, los avia hecho alle- gar ó amontonar allí é acabarlos de ma- tar á flechacos, atadas las manos, expe- rimentando su experimentada é diabólica hierba, que hace morir rabiando al que della es herido, si es fresca. Y desta ma- nera estaban hechos aquellos pecadores un monton é muy hinchados. Á lo qual Diego de Nicuesa respondió á Hojeda que le dexasse poner cobro en los vivos, que era mas servicio de Dios que no estar alli un dia ó dos por enterrar aquellos cuer- pos, que ya estaban corrompidos é llenos de gusanos. É luego hizo tocar las trom= petas é recogió su gente, sin aver repos- sado un punto aquel dia ni la noche antes; é sin consentir que se parassen á comer en el pueblo, se tornó con teda su gente sin le matar hombre alguno, é solo tres compañeros fueron heridos.de flecha, pe- ro ninguno dellos murió. É llegado al puerto, donde estaban las armadas de los dos gobernadores, allí á la costa descan- —saron é cenaron: é lueg go mandó el go- - bernador Diego de Nicuesa que su gente se embarcasse, é que si algund despojo escondidamente alguno traia de los suyos, que lo catassen é lo tomassen é se dies- se á Hojeda. É assi se hizo, é se halló assaz oro é se le dió. Es Recogido Diego de Nicuesa con su gen- te en sus navios, otro dia siguiente se hizo á la vela é fué su viaje para Veragua, é tomó tierra en la costa abaxo del gol- pho de Urabá en un puerto, al qual él lla- A mó puerto de Misas; porque los sager- dotes. que | allí misa é co € éam s se cree se = yban en su armada dixeron DE INDIAS. aquellas fueron las primeras misas que se dixeron en la Tierra-Tirme. Este puer- to está en ocho grados é medio desta par- - te de la línia equinocial, septenta leguas, pocas mas ó menos, mas al Occidente de Cartagena; pero en este camino tardó mas de tres meses, é se penssó perder toda su armada é gente por los recios tiempos, que se le siguieron. É llegó allí deshechas las obras muertas de los na- vios; é de allí passó adelante, como se dirá en otra parte, quando se tracte de aque- lla gobernacion de Veragua, que Diego de Nicuesa para su muerte fué á buscar. LIB. XXVI. CAP. JT. 425 Mas porque de susso se dixo que los tres hombres flechados no murieron, y en otras partes tambien afirmo quán poncoñosa é breve es la muerte á los que son heridos desta hierba que en aquella costa usan aquellos indios, torno á decir que yo he visto lo uno é lo otro; é para mí y9 tengo creido y entendido de los mismos indios, que si es fresca la hierba y fecha con todos aquellos mate- riales de poncoña que se suelen echar para que mate, que es inremediable, y en especial si en aquella mixtura intervie- ne el manganillo é su fructa. CAPITULO IV. Del subgesso é muerte del capitan Alonso de Hojeda, gobernador de la provincia é golpho de Urabá é Cartagena, é de la manera que Vasco Nuñez de Balboa salió escondido desta cibdad de Sancto Domingo, porque adelante fué aqueste notable hombre, é tráctase mucho dél en el discurso de la historia, é fué el que descubrió la mar del Sur. Dipués quel gobernador Diego de Ni- cuesa se partió de Cartagena, donde de- xó al gobernador Alonso de Hojeda, lue- go mandó embarcar su gente para seguir su viaje á Urabá con la gente que le que- daba; pero muy obligado á Diego de Ni- cuesa. Y en la verdad, estando estos ca- pitanes tan diferentes y enemistados como se dixo en el capítulo precedente, é aviéndole traydo Hojeda una de sus naos á Diego de Nicuesa contra su voluntad, é averle acaescido la rota que le dieron los indios, é hallarle en tanto trabaxo Diego de Nicuesa, é donde se pudiera satisfa- cer dél á su voluntad é destruyrle, mu- cha fué la gentilega que usó Diego de Ni- cuesa con Hojeda; porque no solamente no le habló palabra en cosa de las passio- nes passadas, pero satisfizo su honra é vengóle con tan señalada victoria, é no consintió que hombre de los suyos" to- massen cosa alguna del mucho despojo é oro que en su srepgimiento se ovo: antes re l. : le hizo dar todo á Hojeda, como está di- cho. Assi que, puesto Hojeda despues en camino, siguió al Occidente é passó ade- lante de la punta de Caribana, é de allí dió la vuelta al Mediodia, y entró en el golpho de Urabá, é hizo su assiento en la costa queste golpho tiene al Oriente, y estuvo allí ciertos meses, donde él é su gente passaron muchas é grandes nesges- - sidades. É como todo aquello es de fle- cheros é gente áspera, y él yba desbara- tado é avia perdido á Johan de la Cosa .con parte de la mejor gente que tenia, no. se atrevia ni era bastante con los que le quedaron á entrar la tierra dentro: é assi estuvo atendiendo otra nao que avia de- xado fletada en el puerto desta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española con su teniente de gobernador el bachiller Martin Fernandez de Enciso, que aqui avia quedado recogiendo mas gente para yr tras él, é no se pudo tan presto des- A de si Pero ps que se e 426 zo á la vela este bachiller, fuése en bus- ca de Hojeda; é al salir deste puerto, sin quel Enciso lo supiera, se entró escondi- do en la nao un hidalgo natural de Jerez - de Badajoz, llamado Vasco Nuñez de Balboa, porque sus acreedores, á quien debia dineros en esta Isla no le hiciessen detener: el qual por industria de un Bar- tolomé Hurtado que en la nao yba, se es- condió envuelto en la vela de la nao, por- que no le hallassen, si buscado fuesse, como lo fué; é assi, defraudando á sus acreedores y al Enciso, salió desta Isla Vasco Nuñez. Despues, estando ya en la mar bien apartados de tierra, supo el ba- chiller Enciso cómo yba allí, é ovo mu- cho enojo dello, porque temió que seria possible hacerle pagar á él en algund tiempo lo quel otro debia, é con mucha yra rinendo con él, dixo que estaba por le dexar en una isla despoblada, porque á Vasco Nuñez fuesse castigo é á otros exempio. De aquestas palabras é amena- gas no perdió memoria Vasco Nuñez : an- tes quedó en su ánimo perpétua enemis- tad contra el bachiller, é se lo guardó para en su tiempo, como se dirá adelan- te en su lugar. Assi que, continuando es- ta nao su viaje para Urabá, siguióse que en tanto quel bachiller y esta gente tar- daban, acordó Hojeda de le venir á bus- - car á esta cibdad; é poniéndolo por obra, metióse en un bergantin con algunos ma- rineros é poca compañia, é dexó en el assiento de Urabá con los pobladores é resto de la gente á Francisco Picarro , su teniente de capitan general, hombre de bien é valiente por su persona, el qual, despues de la mucrte de Johan de la Co- sa, consiguió aquel offigio de teniente de Hojeda. - Este es aquel que despues gobernó los reynos del Pirá en la mar é tierras aus- trales, con título de marqués é capitan general é gobernador de Céssar, á cuyas manos le vinieron tan 2 innumerables y ri- HISTORIA GENERAL Y NATURAL quecas é millones de pessos de oro, é in- contables quintales de plata, como se di- rá cuando se tracte del Pirú. Por manera que Francisco Pigarro quedó por teniente de Hojeda en el pueblo de Urabá, que fué la primera poblacion de chripstianos en la Tierra-Firme, principiada por Johan de la Cosa constreñido de la nescessidad, quando allí perdió los navios, segund se dixo en el capítulo II; y no pudiéndose allí sostener, se despobló é se fué con mu- cha pérdida de gente: é despues segunda vez se tornó á poblar allí Alonso de Hoje- da, el qual dexó mandado é ordena- do á su teniente Francisco Picarro, que si dentro de ciertos meses él no volvies- se, que en dos bergantines que le que- daban se embarcasse con la gente que le dexaba é se viniesse á esta Isla Espa- ñola. | Siguiendo Hojeda su navegacion en busca del bachiller Enciso, y estando el uno y el otro en la mar, se erraron, é Hojeda vino á esta cibdad; é cómo supo quel bachiller era partido con la nao, é gente, é socorro que le llevaba, ovo mu-= cho pessar de no le aver hallado. Y cómo él venia muy cansado y enfermo y enojado de tantos trabaxos é reveses como por él avian passado, acordó de acabar é renun- ciar las cosas del mundo y recogerse á las de Dios, y enmendando su vida, curar de su ánima; é quando se vido al cabo de la vida, pidió el hábito de la Órden, en que no perseverú el conde Guido, por el qual dixo: «Yo fuy hombre de armas y despues fuy cordelero», significando la órden de Sanct Francisco, porque los reli- giosos se ciñen la cuerda. É assi Hojeda, de capitan é hombre guerrero, se convir- tió en devoto frayle de la observancia; pe- ro hízolo mejor que aquel conde Guido, puesto que perseveró en la Órden y se hizo frayle para pocas horas, y fué enterrado en el monasterio de Sanct Francisco de aquesta cibdad, en el qual hábito murió de DE INDIAS LIB. XXVII. CAP. 1V. é acabó como cathólico, haciendo mas loable fin que no han hecho otros capita- nes en estas partes. El bachiller Enciso siguió su viaje para el golpho de Urabá, y estando cerca de aquel promontorio é punta de Caribana, quel golpho tiene á la parte del Oriente, - topó en los baxos que allí hay , é perdió- se la nao é quanta ropa é bastimentos lle- vaba, é salvóse la gente de aquesta ma- nera. El capitan Francisco Picarro, áquien dexó Alonso de Hojeda por teniente de capitan general en Urabá, seyendo pas- sados los dias é término que su goberna- dor le mandó atender, é mucho mas tiem- po, viendo quel gobernador ni el bachi- ller Enciso no yban, acordó de desampa- rar aquel pueblo de Urabá; y él y los otros españoles que allí quedaron, ó me- jor diciendo los que avia vivos, porque despues de la partida de Hojeda eran muertos mas de la mitad, unos flechados de Jos indios, é otros de enfermedades é de hambre; assi que los restantes , forga- dos de la nescessidad , metiéronse en los dos bergantines que tenian, é salieron á la mar para se venir á esta cibdad de Sancto Domingo, ó donde pudiessen to- mar desta Isla, é acaso vieron la nao del Enciso, é arribaron á ella. É halláronla que avia tocado en los baxos ques dicho é recogieron en los bergantines y en otro que con la nao yba, toda la gente; é assi se salvaron, é la nao se EEE é fué Ue fondo; ===> - Estos dos capitanes Enciso é Pizarro, porque el Enciso tenia mas copiosso é largo poder de Hojeda , como su teniente de gobernador é capitan general, quedó por caudillo é cabega é principal capitan de aquesta gente; é viéndosse perdidos, acordaron de atravessar á la otra costa del golpho fronterizo de Urabá á saltear el pueblo del Darien, como otra vez lo avia hecho Johan de la Cosa, é avia allí avido oro y buen despojo. É como gente 80 desesperada de otro remedio y en este determinados, porque no podian navegar ni caber tantos en aquellos bergantines, ni tenian qué comer, si no lo buscaban, tomaron por último remedio morir en la tierra con el espada en la mano é ganar algund assiento donde pudiessen vivir é sostenerse, hasta que Dios, con su mise- ricordia, les diesse con el tiempo otra oportunidad é socorro mejor para sus vi- das. É assi saltaron en tierra é dieron so- bre el pueblo del Darien, donde era ca- cique é señor de aquella tierra un indio valerosso, liamado Cemaco; é al quarto del alba, tocando una trompeta é con sú- bito assalto é grita, con mucho ímpetu por fuerca de armas, ganaron aquel lu- gar, é ovieron allí sobre trege mill pessos de oro. É allí se fortificó esta gente é hi- cieron su assiento; é porque el rio que por allí passa y el pueblo tenian un mis- mo nombre, el bachiller Enciso mandó!la- mar aquella villa la Guardia, la qual se ga- nó año de la natividad de Chripsto, Nues- tro Redentor, de mil é quinientos é nue- ve años. É porque la gente é reliquias del armada del gobernador Alonso de Hojeda, que este pueblo ganó, decian que el poder que el teniente Enciso te- nia, avia expirado, é tambien el de Pi- zarro, é que aquello no era de la gober- nacion de Hojeda, é que no tenian por qué obedesger, estaban en esta opinion los mas destos españoles: otros pedian que se hiciessen alcaldes ordinarios, é otros guiaban sus paresceres á diversos fines. De las quales diversidades, se si- guió que aquel Vasco Nuñez de Balboa, que se dixo de susso que avia salido desta cibdad escondido, envuelto en la vela de la nao, que llevó el bachiller En- ciso, no se desacordando de la amenaga que le avia hecho, como era hombre sa- gaz 6 de valerossa persona, é que pa los penssamientos enderesgados á e es E la despedía en que estab: - 428 tada con su habilidad, fueron bastante aparejo para lo que él desseaba: é por su industria tenia ya muchos amigos, con los quales é los de su opinion, rodeó que en tanto quel Rey Cathólico proveya de aquella gobernación á quien fuesse ser- vido, se eligiessen dos alcaldes ordina- rios, que los tuviessen en justicia. É assi se hizo, é tuvo en esto tal forma quél fué elegido por uno dellos, no obstante quel bachiller Enciso, á algunos pocos de su opinion lo contradixeron, é dixeron que como teniente de Hojeda, él debia gobernar é tener en justicia esta gente. Á esto se respondia, que aquella tierra no entraba en la gobernacion de Hojeda ni le competia, sino de la otra parte del golpho al Oriente, como era verdad. Pues como Vasco Nunez se acordaba que le avia prometido el bachiller Enciso de HISTORIA GENERAL Y NATURAL le echar en una isla despoblada, assi co- mo se vido hecho alcalde, tomó cierta informacion contra él, é de hecho le hizo meter presso en un bergantin, y lo des- terró é mandó que se fuesse á España: é assi quedó pacífico Vasco Nuñez en aque- lla provingia é tierra del Darien, por ca- pitan é alcalde. É luego mandó llamar á aquella villa Sancta María de la Anti- gua, é de ahy adelante mandó é gobernó aquella provincia, hasta que fué Pedra- rias Dávila á aquella gobernacion, co- mo se dirá adelante en su lugar. Lo qual todo que he dicho, se ha tocado y traydo á conseqúencia é propóssito del principio é assiento de Cartagena, á la qual torna- remos en el siguiente capítulo, donde se tractará lo que subcedió en aquella po- blacion é gobernacion que allí hay. - CAPITULO Y. Del subcesso de la gobernacion de Cartagena, é cómo la Cessárea Magestad hizo merced de aquel cargo á Pedro de Heredia, su capilan general de aquella provincia , é de una batalla que oyo con los indios de un pueblo llamado Taragoaco. . E. los capítulos de susso se ha dicho el fin que ovo el gobernador Alonso de Hojeda, é lo que le intervino con el go- bernador Diego de Nicuesa en Cartagena, é la muerte del capitan Johan de la Cosa, y el principio é fundamento del segundo pueblo de chripstianos en Tierra-Firme, llamado Sancta Maria de la Antigua. É tambien se ha dicho cómo despues desto todo, yo avia entendido en los rescates y pacificacion de aquella costa de Tierra- Firme desde el Darien, y cómo el gober- nador de Sancta Marta Rodrigo de Basti- das, .salteó la isla de Codego, á causa de lo qual. yo ma desistí de la gobernacion de Cartagena. $ ] Si y “aquesto, que dro de. He re ióse despues de. todo enla noticia de la costa, é avia andado en ella á los rescates con otros armado- res, fué á España é tuyo manera cómo el Emperador, nuestro señor, le hizo su capitan general é gobernador de aquella provincia de Cartagena. É para servir á Su Magestad en la poblacion é pagifica- cion de aquella tierra, partió del puer- to de Sanctlúcar de Barrameda, dia de Sanct Miguel veynte y nueve de septiem- bre del año de mill é quinientos é treyn- ta y dos años, con un galeon é una cara vala é una fusta é ciento é quince hom- bres de guerra, allende de los marineros. - É desde á onge dias llegó á la Gomera, Que es una de las islas de Canaria; e > Ha > natural — ocho dias que allí estuvo, se proveyó de | de la la ze Madrid, como hombre e E o e oyo menester de refresco é agua DE INDIAS. LIB. é leña é otros bastimentos para su cami- no : é fecho esto, salió de allí, é desde á quarenta é un dias llegó á Puerto-Rico, en la isla de Sanct Johan, y estuvo allí tres dias. E partió de aquel puerto pri- mero dia de noviembre, é otro dia si- guiente llegó á la isleta que llaman la Mona, é aquella noche se partió de allí y envió la caravela al puerto de Caybon, que es en esta: Isla Española, por basti- mento: y él con el galeon se fué al puer- to de la villa de Aqua, que es veynte y dos leguas de esta cibdad en esta Isla, é luego entendió en comprar caballos é ade- rescarse de lo que le-convenia; é vino á esta cibdad por tierra, é fletó otra nao. Con estos navios, partió de Acua á los: seys de enero, dia de los Reyes, año de mill é quinientos é treynta y tres años, con hasta ciento é cinqúienta hombres é - quarenta é quatro caballos. Y efetuando su navegacion, llegó á la Tierra-Tirme é tomó puerto una legua de Sancta Marta, en Gayra, y estuvo allí una noche é un dia, y desde allí envió dos hombres por tierra á Sancta Marta por una india len- gua, nascida é criada en Cartagena, la qual se le truxo. É otro dia á trege de enero se partió de allí, é desde á dos dias llegó á Cartagena é no sin mucho tempo- ral y tormenta en el camino, é aquel mis- mo dia saltó con su gente en tierra; ha- biéndosse perdido y echado á la mar en el viaje veynte é un caballos, por el mal tiempo 6 fortuna que ovieron. É fué á un pueblo que halló despoblado, al qual los guió un indió que se tomó; y hallóse mu- cho bastimento, é mandó el gobernador que no se les tomasse cosa alguna, é vi- do passar los indios en'canoas por un la- go que está junto al pueblo é hízolos lla- mar asegurándolos; pero ellos no quisie- ron venir. Entonces el gobernador cabal- gó é tomó otros dos de caballo é hasta - quince ó veynte hombres, con que avia - llegado á este pueblo é tornóse con aquel XXVII. CAP. V. 429 indio que avia prendido al puerto dó es- taban los navios é la gente, é llegado, hi- zo dar al indio una hacha é otras cosas é dexóle yr libremente. É desde que le ovieron dado de comer, dixéronle que se fuesse á su pueblo é que truxesse los otros indios al pueblo é les dixesse que serian muy bien tractados, é que tornas- sen á los chripstianos un caballo que les faltaba, en busca del qual é por la huella avia salido el gobernador quando pren- dió este indio: é hallaba rastro é muchas pisadas de indios, y el indio dixo que assi lo haria; pero por muy bien tracta- do que fué, nunca tornó aquel ni otros. Desde á pocos dias se halló el caballo, que lo avian muerto los indios con mu- chas flechas; é desde á tres dias que allí estaban entró el gobernador Pedro de Heredia en la fusta con veynte hombres, é hizo meter en ella algunas cosas de res- cates É dentro de la bahia de Cartagena llegó á dos pueblos: el uno se dice Ma- tarap, y el otro Cospique; é salieron á le rescibir hasta cient indios embixados, é con sus arcos y flechas á punto de guer- ra, y con la lengua les hizo degir quél yba á estar en aquella tierra por manda- do del Emperador, Rey de España é des- tas partes, para los defender de quien mal les quisiere hacer, é á darles á ellos de lo que llevaba, é á hacerles buenas obras 6 tractamientos, como á vassallos de Sus Magestades; y ellos respondieron que holgaban dello, é que si assi lo hiciesse, - que assimesmo ellos le darian del oro que 4 tenian. Passada esta habla, se despidió dellos é passó á la costa de la isla de Codego, que está en la boca de aquella bahia, la qual algunos llaman Carex, y engáñanse en tal nombre, porque Carex fué un cacique de los que un tiempo ovo en aquella isla, y el mas poderoso; porque quando yo trac- taba con aquestos indios , en los rescates sqos tengo dicho aquel cagique Carex era 430 muy hombre, y el que mas temido é mas señor era allí en aquel tiempo, y el mas rico , é sin él avia otros tres. Este tenia la costa toda de la isleta por la banda de Sur enteramente, y de la otra parte ó banda del Norte estaban tres caciques, que eran el cacique Quiripa, mas al Este; é mas baxo al Poniente estaba el cacique Guacalices; é mas al Occidente en la mis- ma isleta era el quarto cacique Cospique. Assi que , tornando á Pedro de Here- dia, cómo llegó á la costa de la isla, sa- lieron muchos indios de guerra con sus arcos é flechas, é díxoles lo mismo que á los primeros, y ellos respondieron que les placia de su venida con tanto que no les hiciesse daño alguno: y él los aseguró, é con buenas palabras los dexó é se tornó á sus navios , buscando en todo lo ques dicho agua, é no la halló en dos dias que tardó, haciendo esta diligencia con los 1 in- dios. Hecho aquesto, envió luego la fusta y la caravela á que se buscasse agua en su gobernacion, que fuesse corriente, don- de pudiesse poblar é assentar, é oviesse savánas para dar hierva á los caballos. É la fusta fué al Cenú é la caravela al rio Grande, y el gobernador se fué con la gente al pueblo que llaman Calamar, de- xando guarda en los navios y los enfer- mos. Este pueblo está una legua de la bahia, y hallóse yermo é huyda la gente; pero avia de comer en él é apossentóse el dia que llegó, é partióse otro dia siguien- te con ocho ó diez de caballo é hasta veyn- te peones, dexando los restantes en aquel pueblo. Y despues que anduvo por la costa un buen trecho, entró por unas montañas adentro é fué á dar en un pueblo. que se dige Canapot, de hasta treynta Casas, del qual huyeron los in- dios, exgepto | seys ó siete mugeres é dos ó tres niños, que se tomaron. E cómo fué E de noche, soltaron dos ó tres indias para | que Aro indios que no | HISTORIA GENERAL Y NATURAL oviessen miedo é se tornassen á sus casas seguros; pero no volvieron ellos ni las mensageras. É otro dia mandó soltar el gobernador otras quatro indias que que- daban y les hizo el mismo raconamiento, asegurándolos; y tampoco tornaron. Allí avia de comer, pero no se consin- tió por el gobernador que daño alguno se les higiesse á lus indios en cosas de quan- tas tenian, mas de tomar templadamente de comer, que no se podia excusar. É desde allí, llevando una guia, que era sola una india que quedaba, estando dentro de un espesso boscaje, se oyó una grande grita de indios por la montaña é marina, é llegó á una laguna ó estagno grande que passó, hasta una isleta en que estaba un pueblo que se dice Joama, el qual estaba despoblado; é salió de allí é . yendo por la costa adelante, por ver sj se podria hallar algund camino, para salir de la isla á la Tierra-Firme , entró por tan ásperas montañas, que no pudo passar á pié ni á caballo: é tornóse desde allí, é4 la vuelta halló en la laguna que avian pas- sado muchos indios en canoas, los quales le dieron grand grita é le tiraron muchas flechas, lo qual disimulando Pedro de He- redia, hizo que se retraia porque salies- sen fuera é pudiesse tomar alguno dellos para su informacion; mas ninguno salió de las canoas. É assi se volvió al pueblo de Canapot, y encontinente que fué apea- do, llegaron Sos indios é dieron una grita, é tornó á tomar el caballo; pero assi cómo salió, se tornaron á la laguna á nado, é se fueron; y el gobernador mandó yr algunos compañeros á ver sl hallarian camino, por donde pasassen los caballos, é hallaron una senda, é oian in- dios sin los ver. Y el siguiente dia fueron algunos mancebos é hombres sueltos á buscar alguna guia, é no hallándola, lHe- gó el balon con losde caballo á don- de estaban los de pié, é tomó la delante- ms pa 2. al ns q0e se di DE INDIAS. LIB. XXVil. CAP. Y. ce Taragoaco, é halló en el camino mu- chos atolladeros y estancos é ciénegas que no le dexaron passar, é tornóse al mes- mo pueblo Canapot, de donde avia sali- do. É á la vuelta halló gerca del lugar en unos mahicales dos indios, é pusiéronse en huyda, y con trabaxo se pudo tomar el uno dellos, aunque era viejo, y era de los que avian huydo de Calamar; é tra- tándole muy bien, hizo .el gobernador soltar todas las mugeres é muchachos, é que se fuessen. É tornóse á Calamar, donde tenia su real, é passó de la otra banda de la laguna á ver que avia del otro cabo, é halló un pueblo sin gente é bien proveydo de comer de los manteni- mientos de la tierra: y desde allí se tornó á su campo, é mandó á un capitan suyo, llamado Manjarrés, que con veynte hom- bres passasse de la otra parte de la lagu- na una mañana, antes que fuesse de dia. É assi se hizo; pero no halló indios, sino el rastro de algunos que venian á tomar agua de los pozos del pueblo, para le lle- var adonde estaban escondidos en los montes é boscajes la tierra adentro; y en la ribera de la playa que sube de la bahia de Cartagena hallaron trece ó ca- torce canoas sin gente: é sabido por el gobernador, envió por ellas é llevároulas á Calamar, dó estaban los chripstianos. Esta laguna ó ciénega está junto á Cala- mar, y es un braco que se despide de la bahia de Cartagena, é passa adelante me- dia legua junto á la marina por muy es- pessas montañas, é hay desde Calamar á la bahia por este brago una grande legua, é vienen hasta junto al pueblo de Cala- mar por este braco navios pequeños. Es- ta bahia es de muchos pescados de diver- sas Maneras. La caravela que fué al rio Grande no pudo llegar allá con tiempos contrarios, é tomó puerto en Zamba, é allí rescató - un poco de oro, é volvió é dixo al gober- nador que era tierra muy dispuesta para O A 431 poblar allí, por lo qual acórdó de lo yr á ver. El bergantin que fué enviado al Cenú á ver si hallaria algund rio y buena dispo- sicion de tierra, para yr á poblar allá, vol- vió á Cartagena, do estaban las naos de la armada; é la relagion que truxo fué que avia hecho algunos rescates, é que los in- dios tentaron de los flechar en dos ó tres partes desde tierra, despues que avian acabado de rescatar algo; é dixeron que avian hallado un rio, por el qual subió la fusta, é tomó ciertas botas de agua. Y el oro que rescató era bueno, aunque poco, porque no ossaban fiarse los indios de los chripstianos ni los chripstianos dellos, en lo qual piensso yo que los unos é los otros acertaban, segund las cosas que en aque- lla costa han passado. Sabido esto , el gobernador acordó de baxar toda la bahia con tres bateles bien armados, por versi hallaria algund rio que en ella entrasse, é llevó consigo aquel in- dio viejo que se dixo de susso, al qual llamaban Corinche, porque avia dicho quél mostraria un arroyo; pero ninguno se halló ni le hay en toda la bahia. Esta - mentira del indio no es cosa nueva á tal gente, é su penssamiento no debia ser si- no, só color de buscar el agua, hallar ma nera de poder huyr. Assi que, andando buscando agua, yban por la costa mucho número de indios tirando innumerables flechas á los chripstianos, é aquestos in- dios eran de dos pueblos que están en la bahia enfrente de la isla de Codego, lla- mados Cospique é Matarap. Satisfecho el gobernador por su perso- na que no avia agua ni posibilidad de po- der allí assentar pueblo al propóssito de los chripstianos, se tornó á Calamar, pes- sándole mucho de la indisposicion que ha- llaba para su propóssito ; é cómo la nes- cessidad del agua es grande, é una de las mas principales cosas que se requieren en toda poblacion, acordó de no perder tiem- po é yrse de allí al puerto de Zamba con 432 toda la gente que estuviesse sana para po- der caminar por tierra, é mandó embar- car los enfermos é que desde á quatro dias se partiessen con ellos las naos para Zamba, é no antes, porque si los que yban por tierra no pudiessen passar por algund estorbo, se tornassen al puerto de Cartagena á los navios, donde los dexa- ban. É assi partió el gobernador con diez é seys de caballo, que los diez dellos no. eran nada sino rocines matados y de po- co valor; pero con essos é ginqúenta peo- nes comencó su camino cerca de la costa, é no lo pudo proseguir, por ser trabaxoso de muchas barrancas é malos passos. É metióse mas en la tierra é fué á parar ger- ca de unos charcos, donde hizo jornada el primero dia con mucho cansancio , é passaron allí una mala noche. - Otro dia siguiente, continuando su ca- mino, á las diez horas del dia llegaton á un pueblo que se llama Taragoaco, é un poco antes de llegar al lugar fué presso un indio, é mas adelante, en unos mahi- cales, fueron tomados otros, é otros es- caparon huyendo. É porque no diessen mandado al pueblo, el gobernador con los de caballo los siguió, y entrando en el lugar salieron muchos indios, é comenca- ron á tirar graud multitud de flechas; mas como el gobernador desseaba sin sangre é con buena maña sin rompimien- to hacerlos de paz, si pudiera, comencó con la lengua á los halagar, é asegurar con todas las buenas palabras que le pa- resció, para los aplacar. Pero ellos noque- rian escuchar, ó como despues paresció, no se entendieron la lengua é aquellos in- dios; é assi eran por demás las amonesta- ciones, con que se perdia el tiempo é los ánimos de los unos é de los otros mas se enconaban, viendo las armas contrarias; é siempre Crescia el número de los indios. _De manera que viendo el gobernador el poco fructo que haci terminó de pelear con el ellos, porque HISTORIA GENERAL Y n sus prats, de NATURAL los peones que avia dexado atrás, llega- ban: é con gentil ánimo, dada la señal de la batalla á los suyos, dió en los enemi- gos con mucho ímpetu, é lanceando por su lanca los que podia con sus mílites, é los contrarios animosamente resistiendo á los nuestros, no se perdia tiempo en los unos ni en los otros, por conseguir vitoria quien pudiesse. É assi turó quassi media hora la batalla muy reñida, en la qual ma- taron el caballo al gobernador, y él se re- truxo con grand tiento porque no resqi- biesse su gente daño, trayendo sobre sí é su caballo muchas flechas colgando me- tidas por las armas. Las quales son, se- gund el exercicio y manera de la guerra las requiere, de coracas ó sayos ó cela- das de mantas de algodon bastadas, é colchadas de dos ó tres dedos en grues- so, é de lo mismo las cubiertas de los caballos, armas á la verdad pessadas é muy enojosas, é andan los hombres en ellas como en albardados é feos y de ma- la vista; pero son útiles é mejores que otras algunas, porque los arneses y co- ragas y todo hierro y acero se pierde pres- to é se passa en estas partes, por la mu- cha humedad de la tierra. Tornando á nuestro propóssito, reco- gida la gente é tomado un poco de alien- - to por poco espacio, el gobernador é los Cchripstianos animosamente arremetieron al pueblo é pussiéronle fuego los que para ello eran diputados, en tanto que los demas peleaban: é cómo las casas ó buhíos, por ser de leña é paja, arden de grado, assi por muchas partes acudiendo un viento fresco, comencaron á crescer las llamas, é los nuestros se retiraron á un mabigal. É una atalaya que tenian los Cchripstianos, puesta en un árbol, vido salir del pueblo un batallon grande de gente con sus armas;,é como gente de- sesperada é injuriada, viendo arder sus casas é bienes, é procurando la vengan- ES ca de: sus 5 ofensores, movidos con ardid DE INDIAS. LIB. XXVII. venian delante mas de cient hombres á manera de corredores, y entraron en la roca de los mahicales, y todos los demas que eran mucha gente, puestos en cela- da, quedaban poco espacio atrás en un arcabuco no grande, con esperanga que convidados los nuestros á la batalla por los delanteros, é retrayéndose á donde quedaban los otros en su retroguarda, podrian hacer lo que desseaban, porque era lugar aparejado para se aproyeólln de los chripstianos á su salvo. Pero aque- llos corredores, que como tengo dicho, eran mas de cient gandules, é de los mas escogidos hombres, entraron tan ade- lante que quando quisieron dar la vuelta, no tuvieron lugar de se recojer á la cela- da; porque como el gobernador Pedro de Heredia, no tenia descuydo ni pereca, antes como hombre de guerra, los aten- dia é le yba la vida é honra en ello, nin- gund passo daban hácia él, sin que pro- veyesse al cuento é fin de la vitoria: é assi salió súbito, con la voz del apóstol Sanctiago dando en los delanteros, é los alancearon, sin que uno dellos esca- passe. Los de la celada visto el estrago émuer- te de los delanteros, se apartaron mas que de passo, é no se pudieron ver ni castigar: é assi el gobernador con su gente é vitoria, se tornaron al pueblo con determinacion de morir ó le destruir con los que en él hallasen; é halláronle solo y desamparado. Pero como en torno dél estaba muy cerrado el boscaje é é arbole- das, vian muchas flechas en el ayre que venian á caer entre los chripstianos, sin ver quien las tiraba de muchas partes, porque venian de lo alto é no se veian los indios ni los arcos que las enviaban, por ser como es dicho mucha la arboleda é boscaje; pero no venian faltas de hier- ba. Entrados los chripstianos dentro del pueblo, assentaron su real en lo mas al- to dél, é vesle all podian ver quien vi- TOMO 11 CAB. Y. 433 niesse, é curaron los heridos y descan- saron. Desta batalla salieron heridos solo dos chripstianos é murió el uno, é matáron- les assimesmo tres caballos, los quales y el hombre, dentro de veynte é quatro horas murieron á causa de la hierba. Hú- bose poco oro, porque los indios lo tenian escondido, é lo que se tomó fué en los cargillos de las orejas é otras piecas que en las nariges tenian hasta veynte é cinco mugeres é muchachos é un indio, que fueron pressos. Despues que ovieron re- possado una ó dos horas, el gobernador quiso dar la vuelta á Calamar, porque le paresció dificultosa la via que llevaba, é la gente quedaba cansada de la batalla que es dicho: é aquel dia fué á dormir á donde avia dormido en el camino la no- che antes; pero antes quefisaliesse del pueblo, mandó soltar algunas mugeres, é que se fuessen é dixessen á los indios que se tornassen á sus casas , é que los chrips- tianos no querian hacerles mal, sino te- nerlos por amigos, si ellos lo querian ser suyos, é les darian hachas, é cuentas, é cuchillos é otras cosas. que los indios prescian. Esta amonestacion aprovechó tanto como si no se hiciera, porque ni ellos lo higieron ni los mensajeros torna- ron con la respuesta, como lo avian pro- metido. | En esta jornada se oyo el gobernador Pedro de Heredia como buen capitan, é peleó como valiente soldado; y en la ver- dad antes desso de su persona se tenia cierta experiencia de hombre animoso: é. mostráronse como hombres duchos en es- ta batalla un teniente del gobernador, llamado Francisco Cézar, é su alferez An- . ton de Montemayor, é otros. El siguiente dia llegaron los chripstia- nos á Canapot, é aquel dia mandó el go- bernador soltar una vieja de los prissio- neros, para que fuesse á decir á los indios que se tornassen á sus casas é hagiendas, 434 é que viniessen algunos á Calamar, é les darian sus mugeres é hijos é todos los pressos, si quisiessen obedescer al Em- perador, nuestro señor, é como sus vas- sallos servir 4 Sus Magestades é ser ami- gos de los chripstianos; é que si no vi- niessen, les hiciesse saber que avian de volver allá é acabarlos á todos; pero ni este mensajero ni otra persona alguna volvió con respuesta. Llegados al tercero dia á Calamar, envió otra india con la mesma embaxada, é tampoco tornó. Avia en aquel pueblo de Taragoaco ciertas casas suntuosas é mucho mayo- res que las otras, que decian ser de in- dios señores caciques principales; é de- lante de cada una dellas estaba una esta- cada á manera de ceto, y en cada estaca una cabeca de un hombre, que decian ser de enemigos indios que avian muerto en sus batallas. Y era muy grande el nú- mero destas cabegas, lo qual usan estas gentes, como lo suelen hacer con los ye- nados € ossos é otros animales, que matan monteando algunos señores é caballeros amigos de monteria en nuestra España y en otras partes: que ponen los cueros é cabecas de los javalies é de otras bestias bravas á la puerta de sus palacios é mo- radas. É assi entre aquellos indios ponen tales ysinias de cabecas de hombre por trofeos é adornamiento de sus casas: é aquel tienen por mas honrado, que mas cabecas ha cortado é tiene puestas, por HISTORIA GENERAL Y NATURAL mostrar su ferocidad é señorio. Estos in- dios deste pueblo son enemigos de otro que se dice Zarnaco. Quadra aqui bien que sepa el letor una costumbre que tienen estos indios caribes, de donde parte de aquellas cabecas de hombres, que tienen assi puestas, podrán proceder; y es que quando entre ellos vienen á concordia é amistad, se convidan á comer , y en aquella comida ó banque- te siempre interviene la muerte de algu- nos que comen, que es una manera de fixar mas la confederacion é lealtad del amistad que contraen. No sé yo quién en- señó á Catilina, quando él y otros de su opinion conspiraron contra Roma, aquel brevaje que les dió, despues que los ovo amonestado por una larga oracion, en el qual les dió á beber sangre de hombres mezclada con el vino, porque con mas firmeca le fuessen fieles. Assi lo dice Leonardo Aretino, libro MI, capítulo XV, del Águila volante quél escribió, y lo mis- mo aprueba aquel tractado que llaman Cessariano, capítulo XV, para que mas animados é unidos fuessen para beber la sangre romana con las espadas desnudas: é fecho aquesto, les descubrió su ánimo, é rescibió el juramento en confirmacion - de sus ánimos. Bien creo yo que Catilina -no supo questos indios assi hacen sus confederaciones, ni ellos saben quién fué _Catilina; pero lo uno hallamos escripto, y lo otro es acá cierto é averiguado. CAPITULO VI. Cómo el gobernador Pedro de Heredia , degpues de la batalla de Taragoaco , por la falta del agua é por buscarla y poblar donde la oviesse , tornó á entrar la tierra adentro ; é quáles fueron los primeros pue-. blos que hizo de paz en esta gobernacion, é otras cosas notables. Dosae á pocos dias despues de la bata- Ma de Taragoaco envió el gobernador Pe- dro de Heredia un indio, que avia traydo. de aquel pueblo, é mandóle que ps á los indios que se viniessen á sus Casas é fuessen sus amigos, y quél é los chrips- - tianos lo serian suyos y les darian hachas y de las otras cosas que toviessen, é que DE INDIAS. LIB. sin temor alguno viniessen é quisiessen la paz; porque sino lo hacian, penssaba vol- ver allá é matarlos á todos É quemarles el pueblo, é no dexarian chico ni grande de todos ellos. Este mensajero nunca tor- nó con respuesta, aunque proIono de la traer. Enojado el gobernador de ver que no podia traer á la paz aquellos caribes, man- dó llevar á Jamáyca aquellas indias é mu- chachos que se avian tomado, é que del prescio dellos se truxessen algunos caba- llos é cacabi é alguna carne; é para esto fué un navio despachado en el mes de - hebrero. Y en tanto que aquel tornaba, acordó el gobernador la segunda vez de yr á Zamba é poblar en ella, si tal dispo- sicion hallasse, como le avian informado los que envió en la caravela que se dixo en el capítulo de susso á ver aquel puer- to: é porfió de yr por la costa, é passó aunque con trabaxo abriendo caminos por arcabucos é boscajes muy espesos, é alla- nando en algunas partes algunos ribacos é adobando muchos malos passos, para que los caballos é la gente passassen. Y el primero dia que partió, fué á dormir á una playuela, donde hallaron tres ó qua- troindios, pescando en una laguna, que se hace allí de las crescientes de la mar en los tiempos de las aguas vivas, é los in- dios huyeron á nado; pero todavia se to- mó uno llamado Apo, é un muchacho, su hijo, que se degia Eco. Bien creo yo que para darle este nom- bre Eco, no supo su padre quién fué aque-- lla ninfa Eco que se enamoró de Narciso, ni tampoco algunos de los que oyeren de- cir aguas vivas, sabrán qué cosa son, en especial los que desviados de la mar yi- ven é no hán noticias de las cosas parti- culares de la mar. Pero como esta nues- tra historia ha de ser comun á todos, di- go que quando quiera que la luna es llena en aquellas mareas, que de seys en seys horas cresce y mengua en las costas XXVI. CAP. Vi 435 el agua de la mar en espacio de veynte é quatro horas, aquel dia ques llena y en aquellas mareas destas veynte é quatro horas se llaman aguas vivas, é cresce mas la mar que en ningund tiempo otro ; y es- to es lo que los hombres de la mar llaman aguas vivas en las costas y puertos de la mar y entre los que la cursan. Tornando á nuestra materia, este indio é su hijo, juntamente con otro indio vie- jo que se avia tomado en Canapot, lleva- -ba el gobernador por guias para informar- se de la tierra; é otro dia siguiente llegó donde avia agua, que no fué poco placer para la gente, y socorro grande á su sed é á la de los caballos, porque desde Ca- lamar hasta allí no la avian hallado ni avian bebido. É de allí fué á dormir ade- lante en una playuela junto á la mar, é por no aver agua, hicieron algunos ja- gueys, donde se halló alguna agua que se pudo beber. Jaguey es una poca que se hace á mano en las playas é costas de la mar, tan honda como á la rodilla, É mas y menos á nescessidad de agua, é muchas veces la hallan en tales hoyos Óó jagueyes. El siguiente dia atravesaron ciertas mon- tañas por espacio ó camino de dos leguas de áspero camino, é tornaron á salir á la costa; é desde allí envió el gobernador cinco ó seys compañeros con el indio Apo á un pueblo pequeño de pescadores que se llama Tegoa, para quel indio los ase- gurasse É dixesse que no oviessen te- mor, que los chripstianos no les harian - daño ni enojo. É ydos á esto el indio é chripstianos, toparon una laguna grande que salia de la mar, y está entre la playa y el pueblo, é no pudieron passarla; é á ciertos indios que estaban de la otra par- te hablóles el indio Apo, é díxoles que atendiessen, porque ningund mal se les haria; y estando en esta habla, llegó el gobernador é la gente, é los indios se fue- ron mas que de passo á su pueblo. | 436 El gobernador mandó al indio Apo que passasse á nado el alaguna é fuesse la pueblo é dixesse á los indios lo que le avia mandado, é los asegurasse é pro- metiesse que los chripstianos no los eno- jarian ni entrarián en su pueblo, si les truxessen de comer. Y el indio lo hizo assi é passó nadando el alaguna é no ha- ló persona en el pueblo, é tomó una ca- noa que halló de la otra parte é tornó á los chripstianos con ella, en la qual pas- saron todos al pueblo, e hallaron mahiz é pescado, é gallinas é otras viandas, é buena agua é mucha, de ciertas fuentes corrientes que están dentro del pueblo. É allí repossó el gobernador y su gente aquel dia y el siguiente; porque á la ver- dad yban muy cansados y los caminos destas partes son como los de los cone- xos, emboscados y cerrados, que por la mayor parte es nescessario yrlos abrien- do con hachas é puñales: é con mucho trabaxo se anda la tierra adentro, porque como son las gentes della salvajes, no tienen essa forma de caminos ni los quie- ren, por mas seguridad suya, sino de la forma que les paresce por estar mas fuer- tes y encubiertos. El tercero dia se partió esta gente de aquel pueblo, é como el indio Apo era bien tractado y tenia alli su hijo Eco, fiándosse mas dél que de otro alguno, tornólo á enviar el gobernador adelante, para que hablasse á otros indios de otro pueblo que se dice Chagoapo, en el qual avia muchos indios é tenian ya noticia de los chripstianos y estaban ya aguardan- do apercibidos, como hombres de guerra, é aun otros con ellos de otros pueblos que se avian allegado por ser mas pode- -rosos para la resistencia, Y cómo el indio - Apo llegó á ellos, é les dixo lo que el go- - bernador avia mandado que les dixesse, : plugo 3 á Dios an =z truxo á la pu é la HISTORIA GENERAL Y NATURAL de paces en aquella provincia; é salie- ron los indios al camino á rescebir á los chripstianos y al capitan general, mos- trando plascer con su venida; y el go- bernador los habló con las lenguas intér- petres, y les dixo que él yba de parte del Emperador, nuestro señor, á los visitar é favorescer contra los enemigos, é á ayudarlos como á vassallos de Su Mages- tad, é á hacerles mercedes é todo buen tractamiento, é que llegados sus navios, les daria muchas cosas que les traia de España. É que él queria con los chrips- tianos assentar é poblar en aquella pro- vincia, para los ayudar porque eran hue- nos; é que no queria entrar en su pue- blo, porque los queria mucho, 'ni consen- tiria que ningund chripstiano los enojas- se en cosa alguna, ni queria dellos sino que conosciessen por su señor al Empe- rador, rey de España, pues que eran su- yos é los mandaba tractar muy bien, é que fuessen amigos de los chripstianos é guardassen verdad, é que lo mismo se haria con ellos. É assi á este propóssito se les dixeron otras palabras, lo qual todo aceptaron, diciendo que assi lo que- rian ellos é mostrando mucha alegria. El gobernador acabada la plática, des- -vióse del camino é passó por la costa de la mar é á veces el agua á la cinta é paró - de la otra parte del pueblo. Luego los indios truxeron muchas ga= “llinas de las de Castilla, no porque estas eran naturales de aquella tierra, pero por- que ya tenian casta é muchas dellas des- pues que los chripstianos han praticado aquellas costas; é truxeron mucho mahiz E é otros bastimentos. Y el gobernador le dió al cacique algunas hachas é cuchillos é otras cosas que estas gentes prescian é que en España se compran con un du-: cado de oro: é los dexó á todos muy con- tentos, é passó de largo con su gente á -——olro pucblo, é fueron todos los indios _: mas de media legua acompañando los DE INDIAS. chripstianos hasta que el gobernador les dixo que se tornassen á su pueblo, é assi lo hicieron muy alegres y en paz. Allí dió licencia al indio Apo y á su hijo Eco é al otro indio que llevaba el go- bernador para que se fuessen á su pue- blo, é les dió hachas é otras cosas, é les dixo que dixessen en su pueblo lo que avia hecho con los indios de Chagoapo, y que lo mesmo avia de hacer con todos los que quisiessen ser sus amigos, é que los chripstianos no hacian mal sino á los ma- los é á los que querian pelear contra ellos; é que aunque ellos lo avian hecho mal, él los perdonaba, é que se estoviessen en sus casas é quisiesson ser amigos de los _chripstianos, é ningund mal ni daño se les haria. É assi se partieron estos tres indios muy contentos para'su tierra. Acaesció allí que se cayeron muertos dos caballos súbitamente de cierta hierba” que avian comido; pero esto no es cosa nueva en la Tierra-Firme: que en muchas paries della la hay é ha acaescido lo mesmo. É de allí partió el gobernador é los españoles para otro pueblo que se lla- ma Nao. Este es el pueblo é puerto que los chripstianos llaman Zamba, para don- de el gobernador é su gente yban, el qual está mas al oriente de Cartagena ó Caramari. Y aqueste nombre Zamba es puesto á disparate ó es ventoso é vano nombre en este caso, porque Zamba es nombre de negro de Guinea; pero la ver- dad del proprio nombre deste puerto es Nao, como tengo. dicho. Aqueste pueblo - vino assimcsmo de paz, é por no alterar- -le, no quiso el gobernador « estar en él, é assentó su campo é real junto á la playa, donde esperó los navios: é alií llevaron los indios de comer cumplidamente de lo que tenian, é yban á ver al gobernador é á los chripstianos muy doméslicamente. Otro dia despues que allí llegaron, fueron tres chripstianos con el cacique del pue- blo Nao á un valle que está legua y me- LIB. XXVII. CAP. VI. 437 dia de allí, para que viessen el valle y el rio é manera de la tierra, porque lo de Zamba Ó Nao no paresció conveniente assiento para poblar, como le avian in- formado al gobernador. É aquel valle es muy lleno de pueblos é de mucha gente, é quisieron matar allí á los tres chripstia- nos, é volvieron huyendo al.real; pero otro dia vinieron de paces todos los in- dios del valle á donde los chripstianos y el gobernador estaban , é truxeron de co- mer á los españoles é mahiz para los ca- ballos. En aquella tierra acostumbran las mu- geres, que no quieren casarse, traer arco é flechas como los indios, é van á la guer- ra con ellos é guardan castidad , é pueden matar sin pena á qualquier indio que les pida el cuerpo ó su virginidad. Destas ta- les mugeres vino una á ver al goberna- dor é á los chripstianos, la qual traia un arco é sus flechas en compañia de los in- dios, é preguntósele por la lengua que “porqué andaba assi é no como las otras mugeres, é traia armas como los hom- bres. Respondió que con hombres avia de -hacerobras de hombre, é conversando con mugeres avia de vivir como ellas; é por- que su padre al tiempo que murió, le avia mandado que guardasse castidad, é que por avérselo mandado su padre ella era muy contenta de cumplirlo, é que nunca avia conoscido varon ni violado su casti- dad: y era ya muger vieja, pero muy suelta á diestra en su arco é flechas, tan- to que ningund indio mangebo le. hacia - ventaja. No es de tener en | poca admira- cion la obediencia de esta india al man- -_damiento paterno, si nos acordamos de algunas chripstianas que contra el man- damiento de Dios y el sacramento del matrimonio, y pospuesta la conciencia y vergúenga, con tan poco temor de la jus- tigia divina y humana y del castigo que en tal caso permiten todos los derechos, amenguando sus personas é linaje, que- 438 | HISTORIA GENERAL Y NATURAL brantan la lealtad que á sus maridos de- ben, ése otorgan á sucios é viles adul- terios; é allende desto,'no solamente se ven en este vicio caydas las que son ca- sadas con los hombres, mas aun las des- posadas con Dios. Assi lo dige Petrarca en aquel su diálogo de la muger mala y deshonesta. Volvamos á nuestra historia. El gober- nador Pedro de Heredia rescibió muy bien estos indios y los exhortó á la paz é amistad de los chripstianos é hízoles dar hachas é cuchillos, camisas, bonetes é otras cosas, porque fuessen contentos, co- mo lo fueron. Otro dia siguiente llegó la fusta al puerto Nao, alias Zamba, é otro dia despues el galeon; y en tanto que los chripstianos allí estuvieron, vino allí mu- chas veces el cagique de Chagoapo, que es el primero pueblo que se hizo de paz, á ver al gobernador, é traia gallinas é pescado é otras cosas: é tomó tanta afi- cion con el gobernador, que le envió su hijo mayor para que anduviesse con él é le sirviesse, el qual era de hasta veynte é cinco años. É assi le acompañó é sirvió é anduvo con él hasta que dió la vuelta á poblar en Calamar, é aun allí estuvo al- gunos dias hasta que el gobernador le dió licencia y lo envió contento con hachas y camisas é otras muchas cosas, que le man- dó dar de las que ellos prescian, para sí, é para que llevasse á su padre; porque eran hombres, de quien tenia nescessidad é se avian ofrescido por amigos. CAPITULO VIE Cómo el gobernador Pedro de Heredia llegó al rio Grande, que está entre Cartagena é Sancta Marta, é hizo quemar el pueblo de Metamoa, é de los pueblos que en este camino hizo de paces, é de los que cas- tigó por inobedientes , é de otras cosas al propóssilo de la historia é notables. Sin dubda me paresce que el goberna- dor Pedro de Heredia es digno de loor, é su prudencia y esfuerco para no ser olvidado, pues que donde se perdió el gobernador Alonso de Hojeda y le mata- ron á su teniente el capitan Johan de la Cosa con tantos chripstianos, supo darse tan buen recaudo é maña para se soste- ner entre estos caribes, seyendo gente tan feroz é belicosa, é teniendo menos gente que otros capitanes que se han per- dido en estas partes. Por esto tal decia Temístocles, príncipe de Aténas, que era suma virtud do un capitan saber é ade- vinar los consejos del enemigo, á lo qual respondió Arístides é dixo: «¡Oh Temís- tocles! esso que dices bien nescessario es; mas. verdaderamente no tener las ma nos revueltas en las cosas hermosso é verdadero of dor.» La una é la otra opinion, son loa- bles é provechossas, é no se dubde ser nescessarias en toda parte é muy convi- nientes en estas Indias; porque aunque - estas gentes son salvajes y desnudas, no dexan de presciar essas cosas que po- seen, é tanto quiere un indio una patena de oro ú Otra de sus joyas, como un cbripatiano la suya en que mucho se de- leyte. En especial que queremos subjetar á gentes tan sueltas, é procuramos de apartarlas de sus antiguas ydolatrias y costumbres: que es cosa áspera á quien falta conoscimiento, é tan presto no sabe comprender el bien que se les hace, en - distraerlos de errores. Y para este bien, que los convidamos, es menester 'Mpo para que lo entiendan; y lo que oldados enseñan, es mezclado con pro- ] 2n: ñlándoles el cuchillo; é DE INDIAS. LIB. XXVilL. CAP. VIL aunque nuestra voz sea de paz, recordar- se há que dice Herodiano, que no deleyta fanto la libertad, cuanto ofende la ser- vitud. Tornemos á nuestra historia é al gober- nador Pedro de Heredia, el qual desde el puerto Nao ó de Zamba acordó de yr á ver el rio Grande é aquel valle que se di- xo de susso; donde fué rescibido con mu- cho placer de los indios, é le dieron muy bien de comer á él é á su gente de los mantenimientos de la tierra, que son yu- ca de la buena, é mahiz, é calabacas é puercos, é ánades é otras aves, en todos aquellos pueblos deste valle, al qual man- dó que le llamassen el valle de Sanctia- go. É le vinieron á ver é comunicar con los chripstianos muy á Ja doméstica: é aquel rio que avian loado en aquel valle, estaba como rebalsado ó detenido, que no corria sino en tiempo de lluvias , é no avia agua otra sino enjagueyes ó pocas hechas á mano. É assi por esto como por-ser muy poblada la tierra de indios, é los chrips- tianos eran pocos, no quiso assentar el gobernador entre tantos flecheros por en- * tonces, hasta que mas compañia tuvies- se é mas caballos; y cómo los indios co- noscieron que la intencion de los españo- les era de no poblar allí, rogaron mucho al gobernador que no se fuessen é que as- sentassen allí, quellos harian las casas á los chripstianos, y les darian muy bien de comer. Y el gobernador les daba los gra- cias é les decia que los tenia por amigos, é los ayudaria contra sus enemigos, de lo qual se holgaban mucho oyrlo; porque los deste valle tienen guerra con otro pueblo grande su comarcano, como se di- rá adelante, é quisieran mucho ver la es- pada de los españoles á la garganta de sus contrarios ya allegada: é decíales Pedro de Heredia que queria volver hácia Cara- mari, que es Cartagena, é quél los ver- - nia á ver é ayudar. Hay en aquel valle un pueblo que se 439 dice Teleto, en el qual hay tres caciques. Otro se dice Megates, donde hay ocho cagiques. Otro se dige Trepoama, donde hay tres cagiques. Otro se llama Gualon- don, que tiene ocho caciques. Otomo tie- ne otros ocho: Coacay tiene diez: Magoa- yan tiene tres: Capice tiene dos: Mo- goayan tiene seys (assi que son dos pue- blos quassi de un mismo nombre Magoa- yan ó Mogoayan). Paquiagaoayen tiene quatro caciques. Inchuebe tiene tres. Otro segundo Capice tiene dos. Coagos tiene quatro, y estos pueblos algunos son grandes y otros pequeños ; pero todos son de una lengua. Alli acordó el gobernador, de parescer de los españoles, de tornarse á poblar en Calamar, porque está en el medio de su gobernacion, é porque les paresció que era lo mejor de lo que avian visto, y es- taba en lugar mas apropóssito para la pa- cificacion de la tierra; y junto con esto se ordenó que pues los indios comenga- ban á ser de paces, que se fuessen á ver el rio Grande, que está dos jornadas ade. lante del valle de Sanctiago la vuelta del Oriente, assi para continuar aquel buen principio de la paz, como porque se es- peraba hallar oro adelante para enviar por mas gente é caballos, de que avia mucha nescessidad, puesto que algunos decian que no era de yr tan poca gente adelan- te, porque los caballos eran pocos é no avia treynta hombres de hecho, como era la verdad, é los indios del rio Grande son - muy guerreros é tienen mala hierba en sus flechas. É dieron otras racones mos- trando otros inconvinientes para estorbar el camino del rio Grande; pero al fin que en esto se altercó á pró é á contra, el go- bernador se determinó de passar adelan- te, ése puso por obra. Antes que se diga lo que en este ca- mino subcedió, despues de lo que es di- cho, quiero satisfager á lo que se apuntó de susso, donde dixe me rio o del ele 440 de Sanctiago no corria sino en cierto tiem- po, porque el letor no piensse ques otro misterio, y es desta manera. En muchas partes de la costa de Tierra-Firme hay semejantes rios, los quales en las bocas por donde entran á la mar se cierran quin- ce é veynte passos, é mas é menos, de intervalo quan anchos son, desde donde se cierran hasta el agua de la mar, é que- dan hechos como laguna ó balsa, que la mayor parte ó cierto tiempo del año no corren para entrar en la mar; é puesto que en sus nascimientos ó en algunas par- tes mas arriba corran algund trecho ó dis- tancia, adelante, como digo, estancan é cessa su curso, y están como laguna. Bien creo yo que por los interiores de la tierra, Ó por diversas partes, alguna parte del agua de los tales rios debe yr su camino; pero quando llueve, con la abundancia é ímpetu de las crescientes é multiplicacion de las aguas rómpese aque- lla clausura é atapamiento de la boca, y entra en la mar, é túrale su entrada é correr allí hasta que torna la seca é fal- tan las aguas. Dos rios tales entran en el puerto del Nombre de Dios y están en aquella bahia, porque me he acordado de aquellos que los avrán visto mas espa- ñoles é chripstianos ; porque aquel. -puer- to, pór causa del Pirú, ha seydo muy cursado de poco tiempo acá; pero como tengo dicho, en otras muchas partes de la Tierra-Firme se ven los rios ser desta mesma manera, los quales mas propria- mente se pueden decir arroyos. Tornando al camino del rio Grande, Pedro de Heredia é su gente partieron del valle de Sanctiago á los catorce de = marco. del año de mill é quinientos é treynta y tres años, * era el número todo desta gente quarenta é cinco hombres de pié 6 trege. de caballo; pero para pelear no avia uo Cinco que se pudiessen decir ruynes é facos vocines, e los otros ocho eran Iuy é alos. se la > HISTORIA GENERAL Y NATURAL mayor parte del camino se yban á pié sus dueños, porque no se les quedassen muertos. , Assi como los chripstianos movieron é salieron del valle, acudieron por diversas parte tantos indios de los que eran de paz, que los chripstianos no quisieran tanta compañia. É no parescia sino como en alguna gran cibdad se hage alguna se- nalada justicia: que son pocos los senten- ciados é innumerables los miradores que los acompañan ; ó como quando en alguna' fiesta ó juego algunos nuevamente inven- cionados representan alguna farsa. Assi yban estos nuestros españoles con sus al- bardas ó armas é vestidos, quales tengo dicho, é la multitud de los indios desnu- dos como nascieron, pero con sus arcos é flechas, todos admirados de ver los ca- ballos é la reputacion é obra del esfuerco de los chripstianos, considerando, y de oyr relinchar un caballo, penssaban que era algund lenguaje de entre el caballo é su dueño. É á la verdad mucho temor avia en los nuestros, porque esta es gen- te de poca verdad; pero no conoscieron los indios flaqueca alguna de los chrips- tianos. En fin, los indios fueron fieles, é passaban de diez mill hombres muy bien dispuestos é muy deseosos de se vengar de los indios de adelante sus enemigos con el favor é ayuda de los chripstianos. É á medio dia procuraron los nuestros de comer y descansar, é los indios hicieron lo mesmo, é desde á una hora partieron para yr adelante ; y el gobernador mandó á los indios que se fuessen por la costa de la mar, y ellos lo hicieron assi, y él con los chripstianos yba por mas adentro de la tierra por muy espessos é cerrados ars cabucos é boscajes. É andada una legua, salió á la costa de la mar, é halló á los indios que le estaban atendiendo é á vista - de sus enemigos, é no ossaban yr ade- lante sin los chripstianos, aunque eran el húmero que tengo dicho. Assi estando á' DE INDIAS. LIB. XXVII. CAP. VIL vista de un pueblo grande, cómo el go- bernador llegó, prosiguieron su camino los indios con él, é llegaron al pueblo, al quel llaman Cocapia : é no se halló perso- - na alguna en él, porque los que allí vi- vian, le avian desamparado é ydose al monte. Cómo esto vido el gobernador, habló á los indios amigos, é díxoles que pues sus enemigos avian huydo, que se tornassen á sus casas en buen hora, é si él topaba con ellos, que por su amor los mataria: lo qual les dixo por los complager é hacerlos tornar; pero su deseo no era sino de pacificar todo lo que pudiesse de la tierra, por buena industria é sin rom- pimiento. Ássi se tornaron los indios muy alegres, y el gobernador é los españoles passaron adelante, llevando consigo dos indios por guias: É subieron una cuesta arriba que turaba una legua, é comen- cándola á subir, vieron arder todo el pueblo, que le avian puesto fuego los in- dios que se tornaron atrás. É subidos los nuestros en la cumbre de aquel monte, saliéronle delante muchos indios embi- xados de guerra, é venian tan colorados de la bixa, que parescian cubiertos de sangre, Y el gobernador ordenó sus po- cos mílites, é mandó á la lengua que di- xesse á aquellos indios que no yba á les hacer daño, sino de paz é á ser sus ami- hos: é las lenguas dixeron que no se en- tendian con ellos, aunque eran de tres le- guas de allí, del valle de Sanctiago que es dicho; pero en su lengua decian lo que les mandaba, á lo qual ninguna cosa res- pondian los otros. É por señas el gober- nador lo mejor que pudo les dió á enten- der que queria su amistad y ellos holga- ron dello, é le llevaron hasta junto á su pueblo, que está en lo alto de aquella sierra, el qual llaman Apaco, é cerca del pueblo se apossentaron los chripstianos en un mahical; pero no sin cuydado é sos- pecha de la batalla é apercebidos y en vela, esperaban el subcesso de lo que se- TOMO El... 444 ria. É desde á poco de hora, comencaron á salir del pueblo muchos indios é mu- - chachos, cargados de mantenimientos que bastaban para hartar á dos mill hombres, y el primero oro que se pidió por el go- bernador fué allí; pero no lo ovieron ga- na de entender. Mas al cabo bien ó mal entendido, por señas respondieron que otro dia se lo darian quando el sol sa- liesse; pero ni lo dieron ni él goberna- dor los quiso descomplager, ni acordár- selo , porque le paresció que no era tiem- po conviniente ni sabia en qué dispusi- cion estaba la tierra adelante. É partióse de allí el siguiente dia, é llegó á medio- dia á otro pueblo que se dice Mangoa, al qual hizo de paz é se apossentó fuera dél, por no enojar á los indios, é aun por tener mas seguras las espaldas: é assi lo hacia en cada parte donde los indios ve- nian de paz, excepto si no lloviesse que pedia un buhío ó dos, en que su gente se. metiesse en tanto que el agua passaba. En este pueblo les dieron muy bien de comer de aves é pescado é pan é vino de la tierra que se hage de mahiz, é mucha yuca de la buena que comen asada é co- cida. Este pueblo fué el primero donde le dieron oro al gobernador en su goberna- cion: é allí se entendian las lenguas con los del pueblo, y el cacique del pueblo les dió lenguas para adelante, é les man- dó que á los de otro pueblo dixessen que hiciessen buen tractamiento á los chrips- tianos porque eran buenos, é les diessen oro como él lo avia hecho, pues que no hacian mal sino á los malos. Partidos de allí, llegaron á otro grand pueblo que se dice Calapa; éantes un poco que llegas- sen venian indios á decirles que no que- rian que entrassen en su pueblo ni que- rian su amistad: é oydo esto, el gober- nador apercibió las armas é gente , é pro- pusso de entrar contra la voluntad de los indios, mas por conservar el crédito que no con desseo de naci daño. Pero 442. pues ellos lo apercibian y declaraban su intencion, quiso que supiessen que á su despecho avia de entrar é castigarlos de su descomedimiento, pues que ninguna ofensa se les avia hecho: é cómo vieron su determinacion, rescibiéronle de paz é sirvieron muy bien á él é á los chripstia- nos, dándoles muy bien de comer é del oro que tenian. De allí se partió el goberna- dor el mismo dia, é llegó á dormir en la costa del rio Grande: no halló allí pueblo sino un varadero de canoas, y estaban allí unos indios mercaderes de la gober- nacion de Sancta Marta, que tenian dos canoas llenas de camarones secos que traian por mercaderia, é yban á aquel rio Grande á tractar con aquella merca- deria é con sal é otras cosas. Otro dia por la mañana se partieron de allí los chripstianos, é fueron á comer á un pueblo que se dige Maracoabi, donde les dieron bien de comer é algund oro: é allí vino un indio que los chripstianos de Sancta Marta, ó mas cierto algund portu- gués, le nombraron Melo, por causa de un capitan portugués llamado Melo, que por mandado del gobernador Garcia de Lerma avia entrado dias antes por aquel rio con ciertos navios. É aquel indio era natural de un pueblo que está junto al rio, y se llama Mentamoa, é fué muy amigo de aquel capitan Melo, é fué su adalid en aquellas costas del rio Grande, é-su in- _ térpetre é guia, é-por su respeto oyo mu- cho oro aquel capitan Melo. É un compa- nero de la gente de Pedro de Heredia, que avia andado allí con el capitan Melo, conosció á este indio, é antes avia dicho al gobernador que si este indio se topas- se, le haria dar mucho oro á los indios del - rio Grande. Pero no fué assi: antes al contrario ; porque despues que topó con Pedro de Heredia, no obstante que se le hizo todo buen tractamiento, al tiempo de la partida fingió este indio que queria yr 4 su casa á la poner en recaudo é ha= — grande y hermosa poblacion. Avia allí HISTORIA GENERAL Y NATURAL blar á su muger é hijos, é que fecho esto, él alcangaria al gobernador é le acompa- ñaria donde quisiesse; é todo era falsedad grande. É para efetuar su mal propóssi- to, hizo á los indios que se tomaron por guias en aquel pueblo de Maracoabi que guiassen nuestra gente por un camino muy desviado del camino derecho que yba al rio; é aunque los chripstianos camina- ron bien, no pudieron alcangar pueblo aquel dia, é durmieron en un cañaveral seco é sin agua é sin hierba para los ca: ballos. É antes que alli llegassen, el go- bernador de camino visitó unos pueblos que están junto al pueblo de Maracoabi, quel uno se dice Cocon y el otro Tau- mema , y en el uno y en el otro le dieron oro. É desde allí fué á dormir al cañave- ral ques dicho, donde se passó una mala noche é les faltó todo lo que ovieran me- nester. = : Otro dia fueron á un pueblo que se di- ce Tancamos, é dieron allí oro é de co- mer; é passaron adelante á la ribera del Tio á un pueblo que se dice Mentamoa, de donde era aquel indio que se dixo de susso que le llamaban Melo, é por su cau- sa se halló el pueblo yermo; que avia he- - cho passar á todos los que allí vivian de la otra parte del rio, é lo mismo hizo en _toda la ribera. De manera que como se - penssaba que por la industria de aquel falso indio se oviera mucho oro, hizo que no oviessen mas de diez mill pessos de oro, segund se creyó de todos los mas. Vista la burla, envió el gobernador en una canoa la guia á llamar los indios de aquel pueblo, con apercibimiento que si no viniessen, haria quemar el pueblo; pe- ro aunque fueron é tornaron tres veces los mensajeros, no lo quisieron hacer. Y esperaron los chripstianos tres dias; y en fin dellos, vista su pertinacia, se puso fuego al pueblo, del qual no quedó casa ni cosa por quemar, aunque era muy DE INDIAS. LIB. mucho bastimento de la tierra é se ran= .Cheó algund oro. De allí fueron á otro pueblo que está apartado de la costa del rio, é se dice Zeama, é halláronle alcado é solo, é ran. Cheóse é hallóse algund oro; pero no per- sona, sino una vieja que por su mucha edad é flaqueca no pudo huyr. Deste pue- blo se quemó la mitad dél por mandado del gobernador. Desde allí, porque la ribera estaba al- cada, acordó Pedro de Heredia de entrar la tierra adentro, é fueron á un pueblo que se dice Minchoy , que tambien esta- ba alterado, é rancheóse é óvose oro é rescate é mucha comida, é tomáronse al- gunas mugeres é muchachos, porque los indios se pusieron en defensa é comen- caron á flechar á los Chripstianos, é mu- rieron assaz indios. É desque vieron que les yba mal de la guerra, quisieron la paz, por la qual el gobernador hizo soltar los pressos, é paró allí aquel dia. É par- tióse el siguiente, é llegó á otro pueblo que se dice Milto, porque los indios de allí avian ydo al otro pueblo Minchoy á ofrescer la paz á é quando allá llegaron, estaban los in- dios seguros é de paz, é tenian escon- didas las mugeres é lo demas, pues- to que dieron oro é de comer al gober- nador é los chripstianos. Y el goberna- dor passó de largo con su gente, con propóssito de.aver mas oro de aquestos, - quando por allí tornasse, porque lo que dieron fué muy poco: é desde allí se fué á otro pueblo que se dice Micacuy, don- de vinieron de paz é dieron oro: é de allí passaron á otro que se dice Mecoa, don- de dieron oro é de comer; é por evi- tar proligidad, desde allí fueronlos chrips- tianos á otros pueblos que se nombrarán subcesive, como los anduvieron, é son aquestos: Ungoapo, Mamian, Paralica; este se quemó todo, y está en la costa del rio, é óvose algund oro en él, y es- á los nuestros españoles; - XXVII. CAP. VIÍ. 443 tos son caribes é comen carne humana, é por esto se mandó quemar aquel pue- blo. De allí passaron á otro pueblo que se dice Migagar, que es de caribes y estaba yermo, é rancheóse, é tomáronse muchas piecas de esclavos é algund oro. Entre los otros prissioneros se tomó un indio muy feo, é traia por gala muchos dientes é muelas de hombre que él avia muerto metidos por sus orejas proprias: é preguntándole la causa, dixo que eran de hombres quél avia muerto para comer, é quél era el carnicero que los mataba é repartia la carne dellos por los vecinos del pueblo, é traia un huesso á manera de harpon con que los mataba. É díxole el gobernador que lo queria hager ahor- car delante de los otros de su pueblo que estaban pressos; é preguntáronle que por qué mataba á los hombres, é respon- dió que porque era carne muy sabrosa é dulce é les sabia bien: al qual ahorcaron, y él se yba riendo, llevándole á la horca. Algunos destos pressos envió el goberna- dor é los libertó para que llamassen á los indios, asegurándolos é perdonándoles é - ofresciéndoles que serian bien tractados; pero no volvieron los mensajeros ni otros, é cómo las mas piecas eran mugeres, mandólas soltar el gobernador, é amo- neslóles que quando por alí tornassen los -Chripstianos, que no huyessen; que no les harian daño ni hacian mal, sino á los que huian. De allí se llevó un 2 indio por guia, é fueron á un pueblo que se llama Michi- cuy, é á la entrada dél cerca: del pueblo estaba cerrado con árboles cortados é atravessados en el camino: de forma que fué forgado abrir camino de nuevo por dentro de la espessura de arcabuco é bos- caje. É llegados los chripstianos con tra- baxo al pueblo, hallaron pocos indios, que esperaron hasta que vieron entrar los españoles , é luego huyeron aquellos assimesmo, sino dos que mataron los 444 guias. Hallóse allí mucho bastimento é oro ninguno, porque hasta las sepolturas se hallaron remoyidas é desbaratadas por los indios, para sacar el oro é llevárselo, porques costumbre en aquella tierra y en otras partes destas Indias enterrarse los indios principales con su oro é joyas. Es- críbese que Alexandro Magno hizo abrir el sepulcro de Giro, rey de los persas, penssando hallar grandes thessoros allí; por lo qual me paresce que Alexandro no avia sabido lo quel mesmo rey decia por- que los armenios se enterraban con el oro, teste Xenofonte : «Basta enterrar los cuerpos muertos, é no las cosas que son útiles á nuestra vida.» Tornando á la historia, desde Michicuy fueron los chriptianos é su gobernador á - otro pueblo que está al pié de una sierra que se dice Mixouxa, á donde tomó de sobresalto los indios é le rescibieron de paz é dieron oro é guias para yr adelan- te. Otro dia fueron á otro pueblo que se dige Yxa, y cerca dél perdieron el cami- no, por aver enviado los guias á hablar á los indios, é andando descaminados los chripstianos por valles é sierras sin poder atinar al pueblo, hallaban en lo alto de las sierras muchos buhíos gentiles fuera del pueblo principal; y el pueblo estaba me- tido en unas barrancas, é á par de un arroyo acordaron de repossar en dos bu- buhíos, para saltear aquella noche algunos indios é indias por aquellas montañas. É otro dia por la mañana toparon los indios del pueblo, que andaban á buscar los es- pañoles para los lleyar al lugar, mostran= do placer de su venida é prometiéndoles oro; y el gobernador teniendo alguna sospecha de su comedimiento, envió de- lante su teniente con veynte hombres é una lengua, y él fué despues é lo resci- bieron con mucho placer éle dieron oro. É antes que llegasse al pueblo, hizo sol- tar todos los pressos que avian tomado, é despues les hizo á los indios un largo HISTORIA GENERAL Y NATURAL raconamiento, animándolos á la paz é _ amistad de los chripstianos é confortán- dolos é asegurándolos é ofreciéndoles to- do buen tractamiento é ayuda, con lo qual quedaron muy contentos. Porque el invierno se acercaba y en aquella tierra llueve mucho, acordó Pe- dro de Heredia de dar la vuelta á Cala- mar, y por hacer descargar los navios é hacer su assiento allí: esto. era quassi en fin de marco, porque los nuestros no lla- man invierno en aquella tierra sino el tiempo de las aguas, que caen allí quando en España comienca la primavera ó el ye- rano. Allí le dieron dos guias, é la prime- ra jornada para la vuelta fué á los veyn- te é ocho de marco: é fueron á dormir á un pueblo de ocho ó nueve buhíos que se. llama Goana, donde el cacique los resci- bió muy bien y envió por la comarca: é sierras á mandar que truxessen oro é de comer para los chripstianos. Pero no lo hicieron y el cacique dió un poco de oro é de comer á los españoles, é dixo que él y aquellos pocos vecinos que allí esta ban con él daban aquello, é que los otros indios de la comarca é de aquellas sier- ras, no avian dado nada ni querian venir á hablar al gobernador, por lo qual el gobernador los mandó ranchear é fueron tomadas algunas personas, é parte destos prisioneros llevaron los chripstianos é al- gunos soltaron. En estas sierras se halló un buhío grande en el qual se hicieron fuertes algunos indios gandules é no se quisieron dar, é comencándolos á com- batir, pegaron fuego al buhío los nuestros, é quemáronse dentro los que no quisie- ron salir fuera, que fueron los mas, é otros se tomaron que los soltaron luego, porque estaban maltractados del fuego, é algunos llevaron. É otro dia siguiente partieron de allí de Goana é fueron á otro pueblo que tambien se llama Goana, don- de les dieron oro, aunque poco: é prosi- _guiendo su camino, passaron por dos DE INDIAS. LIB. buhíos pequeños, de los quales salieron quatro indios flecheros é pussiéronse so- bre una cuesta haciendo rostro, é dieron dos flechacos á un chripstiano é no mu- rió; pero mataron dos perros muy bue- nos, é seyendo seguidos, metiéronse en un arcabuco los tres dellos y el, otro fué muerto á lancadas. De allí fueron á un pueblo en que ya avian estado, que se di- ce Mixouxa, donde los rescibieron muy bien é les dieron de comer: é de allí fue- ron á otro en que assimesmo avian esta- do, que se llama Michicuy; pero no se ha- lló indio ni persona en él é durmieron allí. Otro dia siguiente, yendo por el mismo camino que avian llevádo, fueron al pue- blo Migagar, é allí se apartaron del ca- mino, é por otra via aportaron á un pue- blo que se dige Michiche, que tambien le hallaron solo, é rancheóse, aunque halla- ron poco que tomar. É cómo no tenian guias, se tornaroná su camino primero á Migagar, é tomaron allí una guia é volvie- ron al pueblo Michiche , é de allí passaron á otro que se dice Mityn, que estaba assi- mesmo solo sin gente: é fueron á otro que se llama Guimichue é halláronle yer- mo, é quemaron los chripstianos el 3 del cacique. De allí passaron á otro que se dige Cau- nuli, é hallaron cerrado el camino de ar- boleda cortada é atravessada, é planta- dos en el camino cardos espessos é muy espinosos: de manera que tuvieron nes- cessidad de abrir é hager otro camino por dentro de muy cerrado arcabuco ó bos- caje, en el qual hallaron dos indios é hu- yeron; pero tomáronse otros muchos. É luego vinieron los demás , pidiendo paz é - dieron algund oro; y el gobernador hizo soltar los pressos, con que fueron muy alegres é quedaron por muy amigos de los cbripstianos, é les hicieron todo el ser- vicio que pudieron. De allí passó el go- bernador con su gente á otro pueblo que se dige Camucab, ques grand poblacion, XXVII. CAP. VIL 445 é le rescibieron de paz é dieron oro é co- mida. Desde allí se fué con el gobernador la muger de un cagique muy habladora é desenvuelta á otro pueblo adelante á ha- cer que diessen oro á los chripstianos: es- te pueblo lo llaman Camerapacoa, é fue- ron delante guias á decir á los indios que aguardassen al gobernador, y enviáron-= le á decir que ni querian su amistad ni que entrasse en su pueblo, é aun assi se debe penssar que esta era la verdad de su voluntad, é la de todos los otros pue- blos, donde avian estado los chripstianos. De la qual respuesta enojado el goberna- dor, puso en órden su gente con deter= minacion de hacerles hacer por fuerga lo que no querian de grado; é aquella mu- ger, viendo la batalla aparejada, se ade» lantó é habló á los indios é los quitó de su propóssito, é atendieron de paz é resci- bieron los chripstianos, é les dieron de comer é algund oro, mostrando placer en ello, el qual se debe creer que les fal» taba. De allí passaron á otro pueblo grande en que hay dos barrios, é cada uno tiene su nombre, de los quales uno se dice Tu- virigoaco y el otro llaman Lehulali, en quien se apossentó el gobernador; y- le dieron tan poco oro, que enojado ctro dia siguiente le mandó poner fuego, mirán- dolo los indios que estaban á un lado del pueblo en una cuesta, con sus arcos é fle- chas. Y en viendo arder sus casas, dieron una grand grita, é los españoles arreme- tieron á ellos é comencóse la batalla, en que andaba el ayre lleno de flechas, é fueron alangeados é muertos algunos in- dios, é quemóse la mitad del pueblo ó barrio de Lehulali. De allí passaron á otro pueblo enemigo destotros que se llama Canarapacoa , é holgáronse mucho los in- dios del daño que se avia hecho á los de Lehulali, sus enemigos , é dieron oro é de comer á los chripstianos. De allí passaron á otro grand pueblo que llaman Tunyri- 446 guaco, donde les dieron muchas aves é los sirvieron muy bien é les dieron oro é quedaron muy amigos. De allí fueron á otro pueblo que se llama Chimildo, donde los sirvieron bien; é de allí llegaron á otro pueblo muy grande, que se dice Chinitas, y dieron oro é hicieron buen servicio y quedaron de paz. Desde allí fueron al pri mero pueblo que se hizo de paz en aque- lla gobernacion, llamado Chagoapo, de donde es el cacique que avia dado en Zamba su padre al gobernador, para que anduviesse con él, el qual está junto á la mar. É allí holgaron mucho con los chrips- tianos y les higieron todo el servicio que pudieron: é otro dia llevó este cacique oro á Zamba, alias Nao, donde estaban los navios, é llegaron allí el gobernador y los chripstianos á los diez y siete de abril del año ya dicho de mill é quinien- tos é treynta y tres. Todos los mas de los pueblos que se han dicho, están cercados de muros de árboles muy gruesos é llenos de espinas las ramas é troncos dellos, é muy espes- sos é juntos, é son plantados é puestos á mano, con tanto intervalo uno de otro, quando los plantan, quanto saben por ex- periencia que cresciendo pueden despues con el tiempo engrossar: é despues que han crescido todo lo que pueden, que- dan tan apretados, que entre un árbol é otro no puede caber un hombre. Y en cada cerca hay dos órdenes de árboles ó rengles, como muro é contramuro, y en- tre la una cerca é la otra queda un valle- jon ó barbacana de cinco ó seys piés de ancho, todo á la redonda. É tienen sus puertas é contrapuertas donde les con- viene; é desta forma están murados é muy fuertes aquellos pueblos. Hay mu- HISTORIA GENERAL Y NATURAL chas lenguas entre aquesta gente é muy diversas unas de otras. En algunos pueblos se entierran en atahudes, é métenles de comer é de be- ber á los difuntos, quando los sepultan, é una escudilla é una taca, con que coma é beba el.muerto , é su ropa, assi como una manta é un cenidor, é su oro é sus joyas é su arco é flechas; é las mugeres lo mesmo, y en lugar de arco pónenle su rueca é huso, con que hilan el algodon. Es tierra llana en algunas partes y en otras montuosa é de sierras, lo uno é lo otro muy espesso de arboledas; é muy falta de agua, en especial en la tierra lla- na, andando los indios desnudos, como nascieron, y descubiertas sus vergiencas. Las mugeres andan desnudas en carnes -assimesmo, ceñido un hilo ó cuerda del- -gada, é de allí colgado un trapo de algo- don de un xeme de ancho é suelto delan- te de su natura ó partes vergoncosas á discrecion del viento. É traen muchas qúentas en los bragos é piernas y en la cintura: é los indios tambien traen qiien- tas en los bracos é carcillos de oro en las orejas ellos y ellas, é un palillo de oro en las narices atravesado de ventana á ven- lana , que llaman cariasiris. En otra parte alegué aquella verdade- - ra auctoridad del Plinio que dice que los exércitos é la milicia ha seydo causa que se haya hallado el orígen de las otras Co» sas é secretos de la tierra; é assi lo vcmos - por nuestros españoles militando en estas Indias, puesto que no tan curiosos ni tan vigilantes en la pluma, escribiendo lo que les interviene é acaesce por donde andan, en lo qual ni ellos quedan sin culpa, ni yo sin mucho trabaxo, inquiriendo é acomu- lando lo que á estas historias conviene. DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. VIIL 447 CAPITULO VII. - De otros pueblos que hizo de paces el gobernador Pedro de Heredia , demás é allende de los que se dixo en el capítulo precedente , é de otras cosas de las costumbres de los indios, convinientes al discurso de la historia. De Nao ó puerto de Zamba se tornó el gobernador Pedro de Heredia á Cala- mar, y estuvo en el camino cinco dias, y entró en aquestos pueblos, que agora se dirán, é los hizo de paz é le hicieron buen servicio: Mecahulico, Matucelde, Colocha, Alipaya, Tesca. En este Tesca le rescibieron con una cierta manera de música de unos pífaros é sonajas que pa= rescian bien al oydo: é desde aquel pue- blo fué á Calamar, donde llegó á los diez y siete dias de abril de aquel año, é los navios que ya estaban allí los mandó des- cargar. Allí vinieron los indios de Tesca, é con ellos algunos de Calamar, que an- daban alterados, con los quales se con- certó que poblassen junto á Calamar, en el pueblo que está de la otra parte de la ciénega quellos avian despoblado, é los aseguró el gobernador, é dixeron que lo harian, pero no lo cumplieron. De otros pueblos yban cada dia é se ofresgian por amigos, é venian á rescatar hachas , é traian oro por ellas. : A los nueve de mayo partió de Cala- mar el gobernador, para visitar dos pue- blos que están junto á la bahia de Carta- gena, á dos leguas de Calamar: el uno se dige Matarap y el otro. Cospique , de los quales en otra parte se ha hecho me- moria; é rescibieron al gobernador de paz, é le sirvieron é dieron algund oro, é quedaron muy amigos. Allí andan las mugeres sin traer cosa alguna delante de las partes vergongo- sas, é desde allí adelante hasta el golpho de Cenú andan assi todas las mugeres; é desde el Cenú para el Oriente. En esta gobernacion andan de la manera que se dixo en el capítulo de susso. Alli se ha- llaron dos indios que traian los cabellos largos como las indias, é los otros indios andaban rapados, é algunos con una sola vedija de cabellos al cogote redonda, he- cha á manera de corona é rapada toda alrededor. Otros traen trasquiladas las ca- becas, é lo redondo de la corona rapa- do. É cómo el gobernador vido que aque- llos dos traian el cabello como las muge- res é servian en lo que ellas , quiso saber la causa; é respondiéronles que aquellos eran sodomitas é pacientes, y en sus bor- racheras usaban con ellos como con mu- geres en aquel nefando crímen: é por tanto andaban como mugeres é servian en las cosas que las mugeres acostum- bran exercitarse. Y el gobernador les di- xo que por qué consentian tan grande - maldad, é replicaron que porque los ser- vian é molian el mahiz, que comen é de que hacen cierto vino. La excusa es li-- viana é la maldad abominable : é mintie- ron, que no lo hacen sino de péssimos pe- cadores de semejante delicto. É pregun- táronles si se usaba aquello en otras par- _tes ó lugares, é dixeron que sí. El gober- _nador concerió que fuessen despues á - Calamar é le llevassen aquellos dos. be- llacos para los castigar, é volvióse á su assiento. É desde á diez ó doce dias, vi- “nieron los indios de Taragoaco, que es donde los chripstianos ovieron la prime- ra guacábara ó batalla, é venian de paz, -é assentaron sus amistades con el gober- nador. É cada dia venian otros á lo mismo: lo qual redundaba de la buena maña é recaudo que el gobernador se daba en tractar á los indios. se 448 Primero de junio de aquel año de mill é quinientos é treyata y tres años, nom- bró el gobernador por primeros alcaldes é regidores para el pueblo de Calamar, donde hizo su assiento, é mandó que se llamasse la cibdad de Cartagena, é lue- go hizo la traca del assiento desta pobla- cion para repartir los solares della; pero porque este nombre Cartagena paresge que trae misterio, acuérdanos del orí- gen de aquella potente Cartago, á quien dió principio Elisa Dido. Assi lo dige Euse- bio y escríbese que porque esta Dido compró tanta tierra como cercasse con un cuero de un toro, el qual hecho perga- mino é cortado despues de muy delgadas tiras, tomó mucho espacio en que fundó su cibdad, é por esto-se le dió el nom- - bre de la carta é se dixo Cartago. Esto todo es léxos de la Cartagena de nuestras Indias, é muy fuera de propóssito pas- sar acá tal nombre: que podrian pensar algunos andando el tiempo, que algunos cartaginenses vinieron de África á de nuestra Cartagena de España, á dar este nombre á esta provincia; y la verdad es que este nombre se le dió á disparate de marineros, porque como vieron que en- trados en aquella bahía que está detrás de la isla de Codego, pueden estar los na- vios muy seguros, dixeron. «Veys aqui : otra segunda Cartagena.» Porque el puer- to de Cartagena en España es una singu- lar seguridad de las naos que allí estu- vieren, y de nuestra Cartagena nueva en España Anselmo en el libro que es llama- do Imágen tracta mas largo. Assi que, yo no hallo racon otra para este nombre de - Cartagena en las Indias ni la hay, sino hablar marineros de bella gracia y fuera de propóssito. Assi que, dexemos esto que es de poco fructo y tornemas á nues- tra historia. -Á los cinco del mes de junio partió Pe- dro de Heredia de Cartagena para yr á visitar el pueblo grande de pta é HISTORIA GENERAL Y NATURAL á una legua que anduvo, halló los indios de Tesga que le aguardaban para yr con él al pueblo de Taragoaco, y teníanle de comer. Desde allí fué con el gobernador y con los chripstianos un cacique con cin- qúenta ó sessenta indios, y llegaron á Ta- ragoaco una hora despues de medio dia; é hallóse el pueblo quemado é asolado, el qual era de los mayores de la tierra. É los indios estaban alcados, é rancheá- ronlos é tomáronse algunos prisioneros; é aquestos truxeron todos los otros de la tierra á la paz, é truxeron de comer é quedaron amigos. De allí passó el gober- nador á dormir cerca del pueblo quema- do á unos buhíos que avian hecho de nue- vo, donde durmió con su gente essa no- che; é otro dia de mañana le daban oro y no lo quiso tomar, porque aquellos in- dios estaban fatigados del mal tractamien- to que avian rescibido. É díxoles que guardassen su oro, quél los tenia por amigos, y que quando otra vez viniesse á verlos, le darian oro, que al pressente no lo queria. Y mandóles que hiciessen su pueblo donde lo tenian primero, y que no Oviessen miedo; y assi quedaron muy contentos. De allí passó á otro pueblo muy gran- de que se dice Talaran, donde le resgi- bieron de paz y le hicieron todo servicio: é allí halló al cacique de Cospique , é sú- pose de los indios de Talaran que aquel les avia dicho que los chripstianos eran pocos y que los debian flechar. Y el go- bernador le mandó prender é hizo ade- man de lo querer ahorcar; pero el caci- que negó é quedó de yr á Cartagena é lle- var tres indios, que se avian ydo del real é los tenia él, que los avia hallado. Desde allí fué el gobernador á Taragoaco y Co- mió allí: é pasó á otro pueblo grande que se dice Goananta, adonde le vinieron á ver otros indios de otro pueblo que se - dige Capana, los quales dieron un poco de oro. Y el gobernador les dixo que n0 DE INDIAS. LIB. queria tan poco oro como le daban, é que . lo tornassen á tomar, porque él yba á otro pueblo é volveria por allí é le darian el oro; é que para entonces lo toviessen allegado para se lo dar, é que le diessen mucho, pues quel pueblo era grande. É partióse de allí para otro pueblo muy grande, el qual se vido desde encima de una cuesta, y estaba tendido y ocupaba cerca ó quassi media legua de territorio, y los buhíos muy espessos; é tenia tres barrios, cada uno de su nombre , que son Pelapia, Pelucho y Capanapo, todos tres barrios son una poblacion; é salieron grandíssimo número de indios é pocas mugeres que las tenian escondidas por los arcabucos; é llegó allí el gobernador á medio dia y estuvo hasta otro siguien- te, é fué muy servido de las cosas de co- mer él y su gente, é diéronle del oro que tenian, aunque poco. Este aunque poco se ha de entender en dos maneras: la una que pudieran dar mucho mas los indios; é la otra que por mucho que diessen , se les hacia poco á los chripstianos. En este pueblo avia delante de las ca- sas Ó buhíos principales de los caciques unas chocicas pequeñas, á manera de bu- bíos, en las quales se entierran los caci- ques: las quales están cerradas con sus puertas muy bien, y en la puerta de la parte de fuera en el suelo tienen huessos é calaveras de difuntos. En otros pueblos muchos hallaron los muertos dentro de los buhíos proprios enterrados, é otros en hamacas y muy embixados; é desque despiden 1 los huessos de la carne é que- - dan limpios, embíxanlos é meten los hues- sos é cabecas assi embixados en ollas é -tinaxas, é assi los guardan en casa ó de fuera junto á la casa. Otro dia siguiente partió el gobernador deste pueblo, é dió la vuelta y llegó á co- mer en otro que se llama Guananta ', é XXVII. CAP. VII 449 diéronle el oro que avia dexado de tomar allí, con poco mas que añadieron; y des- de allí fué á dormir á Taragoaco, y al dia siguiente fué á dormir á la cibdad de Car- abagena. Toda la tierra que deste camino se anduvo, desde el pueblo de Taragoa- co adelante, es muy buena para ganados, de hermosas savánas ó vegas y montes y boscajes claros : y esto es en un valle bien luengo , por el qual ya un gentil arroyo de muy buena agua de fuentes. Dicho se ha quel gobernador hizo pren- der al cagique de Cospique en la Talara, porque le avian dicho que consejaba á los indios que flechassen á los chripstia- nos, pues que eran tan pocos; é mandó- lo soltar porque él lo negó, é quedó de traer ciertos indios que se avian ydo del real. É passado el término en que avia de venir, lo envió el gobernador muchas ve- ces á llamar, é no vino, por lo qual acordó de yr allá por le castigar por su desobediencia: y en el mes de julio fué á Matarap, é allí halló los indios muy solí- citos en servir á los chripstianos, é fue- ron con el gobernador á Cospique, don- de andaban muy mas diligentes en ser- vir, é súpose que los tres indios que es dicho que se avian ydo del real de los chripstianos los avian muerto, é decian que no sabian quién lo avia hecho. Pero puesto quel gobernador vido que le men- tian, cómo sea muy comun é ordinario el mentir á los indios, viendo con quanta solicitud le servian, disimuló con - ellos, no obstante que avia penssado hacer en - ellos un castigo notable, porque ovo com- pasion de destruyr tan buen pueblo, como es aquel, é tan cercano de la cibdad de Cartagena: é contentóse con los reñir é amenacar, é díxoles que no avia ydo allá sino á los matar é destruir é quemar el pueblo; pero que pues decian que serian buenos é servirian bien, quél los perdo- 1 Guananta. Antes habia dicho Goananta. TOMO Il. 57 450 naba por el pressente, porque su enmien- da fuesse cierta, porque faltando aquella, lo pagarian todo junto. Desde allí se fué el gobernador á otro pueblo que se dige Vayre , donde los iM;y, dios estaban alcados, é hiciéronse de paz, é dieron un poco de oro é de lo que te- nian de bastimentos. É passaron á otro pueblo que se dice Dá, en que tambien estaban algados, é algunos vinieron con oro, é dieron de comer al gobernador é á los chripstianos, é quedaron ambos pue- blos de paz. En aqueste lugar dicho Dá tienen una muy rescia é fuerte muralla de árboles plantados, é gruessos mucho , de la manera que ya se dixo de otros pue- blos en el capítulo precedente. Mas esta- ba el muro deste lugar muy mas polida- mente ordenado, y parescia mas ayenta- jada la compusicion del artificio en las puertas y en todo y de mas linda in- dustria. Desde allí se tornó el goberna- dor y su gente á la cibdad de Carta- gena. : Esta gente toda es ydólatra, y tienen unos hombres particulares en cada pueblo que llaman piache, que es como un cura ó sacerdote ó persona religiosa entre ellos. Este piache dicen que habla con el dia- blo , y afirman los indios que le oyen ha- blar con él; pero que ellos no saben con quién habla, ni ven á quién habla, ni en- tienden lo que habla, porque aquel len- guaje en que razonan, no lo entienden ellos. Y despues que han hablado, les di- ce el piache lo que le ha dicho el diablo, y que todo aquello quel piache dige que le ha dicho que haga, aquello hacen sin - falta alguna. Y estando el gobernador in- formándose desto, dixo á los indios que no hiciessen nada de lo que aquel piache les dice, porque aquel que habla con él es el diablo, y los engaña y no les dice verdad, y que andaba por los lleyar al HISTORIA GENERAL Y NATURAL fuego eterno; y assi por las mejores pa- labras quel gobernador podia les daba á entender la verdad de nuestra fée, é les amonestó que no creyessen en nada de aquello, é que fuessen chripstianos é cre- yessen en Dios trino é uno é Todopode- roso, é que se salvarian é yrian á la glo- ria celestial. É con estas é otras muchas é buenas amonestaciones se ocupaba mu- - Chas veces este gobernador para enseñar los indios y los traer á conoscer á Dios, é convertirlos á su sancta Iglesia é fée ca- thólica. Este piache es entre aquella gen- te muy reverenciado é obedescido, como suelen los chripstianos acatar á un carde- nal y mucho mas, porque los indios tie- nen á estos por sanctos é por personas divinas ó que no pueden errar, é dales á entender quel demonio es señor del mun- do, é que todo lo que quiere puede, é que en su mano é voluntad están sus vi- das é muertes, é todo lo que es hecho é criado señorea; é assi á su diabólico pro- póssito usa destas gentes por via destos sus ministros piaches. Y es menester que obre la misericordia de Dios é su omni- potencia para desarraygar los indios de sus errores, aunque los chripstianos que por. acá andamos, fuéssemos muy me- jores, y de tanta industria y diligencia en allegar estas ánimas de los indios á Dios, - como la tenemos en los despojar é adqui- rir este oro, que á tantos se convierte en lloro é desventurado y peligroso fin. Y queréislo ver?... Cuente cada uno en su patria quántos han salido della para estas nuestras Indias, y por los que han torna- do medrados, conoscerán qué camino han hecho los que faltan de tal cuenta. É plu- guiesse á Dios que essos que no tornan allá estuviessen vivos acá, ó que ya que son muertos, oviessen acabado bien!..... Tornemos á la historia. DE INDIAS. LIB. XXVII. CAP. IX. A51 CAPITULO IX. De las quexas que vinieron á esta Audiencia Real que en esta cibdad de Sancto Domingo reside contra el gobernador Pedro de Heredia , de los agravios que á muchos hagia , é cómo por mandado de Su Magestad fué el ligenciado Vadillo á conocer de sus culpas é tener en justigia aquella provincia, é de las sepolturas ricas de los indios , é otras cosas. Oimdo Pedro de Heredia su offi- cio de gobernacion, vinieron á esta isla muchos quexosos del, y en la Real Au- diencia que reside en esta cibdad de Sancto Domingo particulares personas se quexaron, unos viva voce y otros en es- criptos, y le culpaban de tirano y de otras muchas sinracones que á muchos hacia. De tal manera y de tantos querellosos se publicó esto, que se dió noticia en el Real Consejo de Indias y se proveyó por Sus Magestades que fuesse uno de sus oydores en este consistorio á conocer de essos agravios y sinracones que, assi en general como en particular oviesse hecho este gobernador. Y el juez que para esto - fué enviado fué el licenciado Johan de Va- dillo, el qual, como á Cartagena llegó, prendió al gobernador y á un hermano suyo llamado Alonso de Heredia; y ovo su informacion, y procediendo contra ellos, le tomó ciertos millares de pessos de oro para Sus Magestades, y los envió á esta Real Audiencia con las informacio- nes de sus culpas. Y el ligenciado quedó en la administracion y gobernagion de Cartagena por algund tiempo, en el qual no faltaron tampoco otras quexas y que- -- xosos contra el mesmo licenciado, assi por parte de Pedro de Heredia y su her- mano, como de otras personas que se vi- nieron á quexar dél á esta Real Audien- cia; y aun se quexaron á Céssar en su Consejo Real de Indias, por lo qual fué proveydo el licenciado Sancta Cruz, para que oyesse al Pedro de Heredia y al li- cenciado Johan de Vadillo. É con plenís- simos poderes conforme á la voluntad de Sus Magestades, vino á esta cibdad, y desde aqui, en el mes de septiembre del año de mill é quinientos é treynta y ocho fué á Cartagena á entender en estas co- sas, como juez comissario de Céssar. Pe- ro como esto sea cosa de passiones y que toca á la justicia, no hay para qué mez- clar processos civiles ni criminales en es- tas historias: en las residencias de los unos y de los otros se verán sus obras. Pe- ro no quiero dexar de decir sin passion lo que no se debe callar, sin errar á mi conciencia; porque en la verdad, aunque Pedro de Heredia es natural de mi tierra, ningund deudo ni afinidad hay entre mí y él, ni entre sus deudos ni los mios, y aunque lo oviera, no dexára de decir lo cierto; y es que tengo en mucho lo que hizo, en la buena maña y diligencia que tuvo, quando entró en esta tierra y go- bernacion para pacgificacion desta provin- cia y sojuzgar los naturales della, donde, como se dixo primero , fué desbaratado el capitan Alonso de Hojeda, y muerto Johan de la Cosa, que era un valentíssi- mo y experto capitan, y mataron con él otros muchos chripstianos. Lo qual todo es mas gloria para Pedro de Heredia, pues que se dió mejor recaudo que nin- guno se le ha dado allí, con mucha me- nos gente y en la provincia mas dificul- tosa de conquistas y de mas áspera gen- te, y de muy mala hierba en las flechas que los indios allí usan. Ni tampoco dexaré de culparle en al- guna manera de descuydo y poca adyer- tencia que ha tenido con algunos caba- lleros é hidalgos de su patria, que yo ha- 452 blé en esta cibdad, é ví muy desconten- tos dél, que son personas de buena san- gre y á quien él debiera tractar mejor. Pero como no he oydo despues á él, qué- dese esto, que no es para la historia: ni ca- resce della toda buena amonestacion, para traer á la memoria al que manda exérci- tos que se acuerde de contentar á quan- tos pudiere, é que enoje á los menos en quanto le sea posible, sin faltar á la jus- tigia y órden de la milicia. - Vengamos á las sepolturas de los in- dios, de que está averiguado averse ha- llado muchas en esta provincia y gober- nacion con cantidad de oro de piecas la- bradas ricas y de mucho valor, de que se han hecho muchos millares de pessos de oro. Porque los señores y caciques principales destos indios acostumbran, de largos tiempos, enterrarse con su oro y joyas; y esto no me paresce ques inven- cion desta gente, mi solos estos en el mundo los que lo usan, pues como se di- xo en el capítulo VII, Alexandro hizo bus- car la sepoltura del rey Ciro, penssando hallar grandes thessoros, contra la qual opinion de Alexandro dice el Xenofonte que Ciro reprehendia tal costumbre á los armenios. Y que aquesta venga de largo orígen tampoco se puede negar, pues que dexando las autoridades de los gentiles escriptores en este caso, no la suelen de- HISTORIA GENERAL Y NATURAL xar ni la olvidan nuestros sagrados y ca- thólicos dotores, pues el glorioso Sanct Gregorio dice que los antiguos enterra- ban á sus difuntos con riquecas. En esta provincia hay tigres, vacas de aquellas que los españoles llaman dantas, y no lo son; hay baquiras, que son puer- cos salvajes, y todas las otras maneras de animales que se han dicho en otras par- tes de la Tierra-Firme, y como mas larga- mente se dirá adelante, quando se trac- te de la provincia de Cueva en el li- bro XXIX. Assimesmo hay las mesmas aves; y demás dessas hay una manera de patos que crian en casa domésticos los in- dios, que los llaman guayazz, los quales son blancos, y los machos son algo ma- yores que las hembras, y tienen en torno de los ojos y en el nascimiento del pico unas verrugas muy coloradas, como co- rales: estas aves multiplican mucho y son buenas y de gentil sabor, quando son nue- vas. Sus manjares son carne humana, quando la pueden aver: su pan es mahiz, y dél hacen vino: assimesmo tienen yuca de la buena, y muy gentiles ajes, y gua- yabas, y guanabanas y otras fructas de las de la tierra. Mas de todo esto se dirá en la provincia de Cueva, ques cerca y comarcana allí, y todo es una tierra; y yO he residido algunos años en ella. SS CAPITULO X. En que se tracta de la yda del licenciado Sancta Cruz á la provincia é gobernacion de Cartagena , donde E halló á Pedro de Heredia é su hermano pressos , é tomó la residencia, é halló quel licenciado era entrado la tierra adentro; é del viaje que hizo y otras cosas convinientes á la historia. Dos que desta cibdad de Sancto Domingo partió el licenciado Sancta Cruz, fué á la provincia de Cartagena , y halló quel licenciado Johan de Vadillo era en- trado la tierra adentro con gente á bus- car ciertas minas de oro, que le avian di- E cho que hall e rir los secretos de la tierra. Y luego co- - mencó á tomar residencia al gobernador Pedro de Heredia, y él dió sus descargos lo mejor que pudo, y el juez lo remitió con sus progessos á España al Consejo ' Real de Indias, donde fué á seguir su jus- ' ticia. A DE INDIAS. LIB, Desde á poco tiempo aportaron á aque- lla gobernacion el licenciado Goncalo Xi- menez, teniente que fué del adelantado don Pedro de Lugo, por cuyó mandado desde la provincia de Sancta Marta avia ydo el año de mill é quinientos é treynta y seys años á descubrir por el rio Grande arriba los secretos de la tierra, como mas largamente se dixo en el libro preceden- te, capítulo XI. Con este ligenciado venian en compa- nia otros dos capitanes, el uno era Se- bastian de Benalcácar, teniente del ade- lantado don Francisco Pizarro, en la pro- vincia de Quito, y el otro era Fedreman, aleman é teniente del gobernador de Ve- necuela. Los quales, yendo cada uno de- llos con gente, se avian topado donde el dicho licenciado Ximenez estaba poblado, despues que avia descubierto la sierra é minas de las esmeraldas; é de concierto todos tres capitanes, acordaron de se yr á Céssar á le dar cuenta de sus viajes é no darla á quien los avia enviado é hacer sus proprios negocios, assi porque es ya usanca de los tenientes desconoscer á sus superiores, como porque cada uno dellos venian ricos y con muchas esmeraldas, por cuya intercession, juntamente con su industria, les paresgió que harian mejor sus hechos que tornando á dar cuenta á sus generales, á quien la cuenta de buena racon se avia de dar. Assi que, desde Car- tagena tomaron su camino. Verdad es que el licenciado Ximenez paresce en al- guna manera mas disculpado, pues el adelantado don Pedro de Lugo que lo envió, era muerto dias avia. El ligcencia- do Sancta Cruz comencó de tomar gusto ó desséo de entrar assimesmo la tierra adentro á tentar su dicha, como los otros; é crescióle mas la voluntad, despues que oyó á estos capitanes. É luego comencó á aderescar para hacer su entrada, é á toda diligencia envió á esta cibdad de Sancto Domingo á comprar caballos, é pues que XXVII. CAP. X. 453 para proveerse de otras cosas, como me- jor le paresció, del qual viaje adelante será hecha mencion. El licenciado Vadillo, dexando presso é á buen recaudo al gobernador Pedro de Heredia, antes que el Sancta Cruz lle- gasse á Cartagena, fué á entrar por Ura- bá por unas savánas que avia descubier- to el capitan Francisco de Cézar, pens- sando el dicho Vadillo descubrir el Da- baybe, de que avia mucha noticia. É pringipió su camino desde la cibdad de Sanct Sebastian, é porque avia descon- tentamiento en la gente, si fueran con el dicho Cézar, como primero lo avian penssado, acordó de yr el ligenciado en persona: y envió tres navios antes que él fuesse desde Cartagena con gente é caba- llos á Sanct Sebastian de Urabá, porque por allí era el camino, é despues él se * fué en seguimiento con un bergantin é una fusta á los diez y nueve de noviem= bre de mill é quinientos é treynta y siete años. É llegó á Sanct Sebastian dos dias antes de Navidad, é detúvose allí hasta los veynte y tres de enero del año de mill é quinientos é treynta y ocho: y en- vió gente por la costa de la mar con los caballos en pelo por causa de los rios que avian de passar, y él con la mayor parte de la gente en seys bergantines con los mantenimientos, se partió á los veyn- te y quatro del mes, para tomar la gente en la costa junto al rio é puerto que lla- man de Sancta Maria, gerca de la boca del Darien, donde se desembarcó otro dia é halló la gente y caballos. É de allí se partió á los veynte y nueve de enero, y el primero dia fué hasta un rio que lla- man de los Caballos, é otro dia siguiente llegaron á un pueblo que se dice Urabay- be, é halláronle despoblado, huydos los indios. Á los treynta y un dias del mes fueron á un rio que se dice del Gallo, é 4 dos dias de febrero, dia de la Purificagion de - 454 Nuestra Señora la Vírgen Sancta Maria, llegaron á otro rio que se dice de las Guamas é passaron adelante: y en el ca- mino, en cierto passo, se pussieron can- tidad de indios flecheros, é comencaron á flechar y echar sus flechas contra los chripstianos, é birieron á un trompeta que yba á par del licenciado é á un ca- ballo. Pero luego se pussieron en huyda é dexaron el passo libre y passaron los nuestros adelante y fueron á un rio que se llama de los Caricuris. Á los cinco de febrero, fueron á otro lugar que se dice Cuguey, y halláronlo solo é huydos los in- dios é allí cerca mataron un leon é una danta ó vaca que los indios llaman beori, é prosiguieron su camino hasta que lle- garon á la provincia del Guanchicoa, que se llamaba Zinya, y el señor destas pro- - vincias sc llama Antibara. Allí estuvieron quince dias, y enviaron á llamar al caci- - que con un indio que se tomó, al qual dieron algunas cosas; pero siempre min- tió é los traia en palabras: al fin no hizo nada. Passaron de allí adelante hasta un rio poderosso, en que avia una delgada é ma- la puente de bexuco, por donde á mu- cho peligro passaron algunos chripstia- nos para saber lo que avia de la otra parte, é no hallaron ni vieron tierra sino muy áspera: é á la vuelta se quebró la puente, é si no fuera el que passaba grand nadador, se ahogara, porque el rio era de mucha agua é grandíssima cor- riente. Parescerá esta puente al letor como otras, ó mas cierto no la puede entender si mes no se dice. Bexuco es unas venas de leño ó madera flexibiles, delgadas é mas gruessas, correosas que nascen á par de los árboles, é abracándosse con ellos, é tambien derechas é descendiendo de los árboles é subiendo á ellos por al- tos que sean; y destos bexucos ya se di- xo en el libro X, lo Vil. Pues des- HISTORIA GENERAL Y NATURAL tos bexucos era esta puente, no de otra manera que si fuera una cuerda atraves- sada de parte á parte del rio. Á los quatro de marco entraron por tierra muy áspera de sierras, é otro dia siguiente, miércoles ginco del mes y pri- mero de cuaresma, tomada la cenica pa- ra memoria de averse de convertir en ella, como la Sagrada Iglesia á los fieles lo acuerda, comencaron á subir las sier- ras, é tardaron dos dias en la passar con mucho trabaxo é lloviendo siempre. Llá- masse aquella sierra de Piten. De allí ca- minando hasta los trece de marco, llega- ron á un valle é savánas, donde avia mahiz sembrado y como trigo las cañas dél, ó poco mas gruesas: é llámasse el valle de Peta. É de allí envió el licencia- do á llamar el cacique Mutibara con al- gunos indios que se tomaron; pero siem- pre mintieron é no quisieron descubrirse, porque le temian mucho, aunque fueron apremiados para ello. Allí se detuvo ha- ciendo entradas por tomar á este caolas é aprovechó poco. Por la indispusicion áspera de la tier- ra, é porque no tenian qué comer, se fueron los españoles y el licenciado de allí: que el mahiz les faltaba é ningund olro mantenimiento tenian, sino algund caballo que comian, quando se les des- peñaba. É llegaron al rio llamado Tiru- bi, é le passaron con mucho peligro el viernes é sábado sancto; é allí se aho- gó un escribano del ligenciado que se de- cia Sancta Cruz. É passado el rio estu- vieron de la otra parte el dia de Pascua: é otro dia siguiente yeynte y dos de abril, subieron una sierra é llegaron á un valle que era el apossento de Quinochu, hermano de Mutibara, que es donde el capitan Cézar, de quien se ha hecho mencion, avia antes hallado una sepoltu- ra, de donde sacó el oro que avia llevado al assiento de los chripstianos á Urabá, que fueron yeynte y cinco mill pessos: DE INDIAS. LIB. XXVII. CAP. X. lo qual dió causa assaz para que este ca- mino se hiciesse, é con essa esperanca el ligencgiado Vadillo hizo buscar muchas se- polturas é no se halló nada, é los indios decian que no tenian oro. Visto que la esperanca, que llevaban en aquellas se- polturas, les salia al revés, comencó la gente á murmurar; é unos decian que se volviessen, otros que passassen ade- lante... Allí adolescieron muchos por las nie-- blas é mal tiempo, aunque no peligraron ni hasta allí avian muerto sino cinco es- pañoles, con el que es dicho que se aho- gó: é allí llegó el ligengiado muy al cabo para se morir, é dió poder de nuevo pa- ra gobernar la gente é proseguir el cami- no al capitan Francisco de Cézar, é al capitan Alonso de Saavedra, tessorero por Su Magestad. É la gente comencó á lomar opiniones, como suele acaescer, quando falta el general capitan: é quiso Dios quel licenciado estuvo mejor é par- tióse de allí, aunque con mucha flaque- ca, é fué á otro valle que está en la ribera del dicho rio Tubiri. Mas quando allí lle- garon, ya avian perdido treyntaé cinco ca- ballos é los cinco españoles que es dicho, é negros é indios de servicio muchos, . assi por la fragossidad de la tierra, como por falta del mantenimiento. É partió pa- ra el valle de Nori, principio de junio; é cómo el camino era malo y estéril é sin comida, la gente se quiso tornar desde una alaguna, que hallaron sobre una sier- ra. É desde allí se envió á descubrir la tierra é hallaron indios, é habiendo ha- bla con ellos, rogáronles los españoles que les diessen de comer; é respondie- ron que no querian paz con ellos, sino co- merse á los chripstianos, sobre lo qual ovieron algunas guacábaras é escaramu- cas, en que los indios siempre llevaron lo peor. É de allí prosiguió el licenciado su camino é fué á se apossentar la gente entre ciertos bragos del rio ya dicho, $e 455 donde hallaron qué comer de buenos mabhicales , é diéronse catas allí é hallóse grand muestra de oro. Allí se ovo habla con un cacique de buena dispussicion, por medio de una india que se avia tomado é la soltaron para que lo fuesse á llamar; y ella lo hi- zo tan bien que le truxo al real, é dixo aquel cacique que alli no se cojia oro mas de aquello, de que tenian nescessi- dad para compar indios de otras partes, quando se los traian de rescate para co- mer ó algund puerco; é que aquel oro lo cojian, quando no llovia y estaban secos los arroyos, levantando las piedras, é de- baxo dellas hallaban granos de oro é los fundian é hacian caracuris. É que fuera desto no tenian ni querian mas oro ni co- jerlo, é que destas minas no hacian ca- so, porque las tenian en poco, salvo que traian su contractacion con otros indios de adelante que tenian otras minas, que á lo que se vido, son muy grand cosa de riquíssimas. Desde allí envió el licenciado á correr la tierra parte de los españoles , é dieron en unas barbacoas armadas cada una so- bre treynta é quarenta é sessenta vigas ó grandes estantes, y ercima el buhío ó casa con sus saeteras, assi en lo alto co- mo por el suelo: é desde allí se defen- dian con langas é piedras é agua caliente, é tomóse una dellas, y entre tanto que los españoles combatian, huyeron de las - otras los indios. É preguntando qué era la causa por qué hacian sus moradas de aquella manera, dixeron que porque de la otra parte del rio é por él, venian unos indios pequeños barbudos, de noche y los salteaban, é les quemarian las ca- sas mas ayna, si de otra manera las hi- ciesen. No se siguió el camino por allí, porque no era posible llevar los caballos, caso que tuvieron lengua del Dabaybe, de que tambien se supo que allá no podian yr 456 caballos, porque temblaba la tierra por dó entraban, porque toda era tremedal é ge- nagossa. Y á esta causa, y porque pens- saron quel rio del Darien era largo é que lo tomarian por los nascimientos, é vol- verian por él é por el camino que lleva- ban, tenian nueva que por él yrian á aquellas minas muy ricas que se dixo de susso: é assi procedieron por el otro ca- _mino, lleyando por guia á aquel indio que les dió essas nuevas, el qual los lle- vó á otro valle que le llaman Buy, desde donde subieron una montaña asperíssima y alta, é con mucho trabaxo baxaron de- lla á un pueblo de la otra parte dó esta- ban ciertos buhíos despoblados, porque los indios del valle de Nori, los avian vencido en guerra, é despues poco á po- CO, á manera de monteria, los mataban é se los comian. Desde allí, prosiguiendo nuestros es- pañoles y el licenciado con extremado peligro é trabaxo por la fragossísima sier- ra, encumbraron en las postreras sierras donde nasce el rio ya dicho de Turibi *; é allí dixo un guia que avia visto adelante un grand rio, é como llevaban su intento en el Darien, creyeron que era él. Este rio passaba por una halda de una sierra, donde eran las otras minas, é sobre un cabeco della estaba un pueblo de diez y seys buhios, al qual llegaron con mucho trabaxo, é los indios atendieron el com- bate animossamente. Pero los españoles por fuerca de armas los entraron é que- daron vencedores, puesto que les mata- ron un cabo de esquadra, buen soldado, é hirieron otros dos ó tres españoles; pe- ro no murieron: é mataron otros tres _Chripstianos que secretamente é sin li- cengia se avian salido del real. É porque no pudo toda nuestra gente llegar al pue- blo, pararon en la sierra en lo baxo, é aquella noche murieron de frio un chri ps- HISTORIA GENERAL Y NATURAL tiano é un negro é dos indios de los man- sos. En este pueblo hallaron poco man- tenimiento, por falta del qual no se pu-- dieron allí detener; pero hallaron las mi- nas que los indios tenian cada uno seña- ladas para sí, é vieron en ellas vetas ó venas de oro que yban por la barranca que era á modo de picarral quassi blan- caco, é avia algunas minas de tres esta- dos de hondo. Decian los indios que en un dia cojia cada indio ochenta ó noven- ta pessos, segund señalaban ó lo daban á entender. Hizo el licenciado sacar tier- ra, y en tanta como cabia en una co- mun escudilla, se halló de granitos pes- so de un ducado: en un terroncillo ta- maño como dos nueces, se sacaron seys ó siete pessos de oro. Halló un solda- do una piedra como del grandor de dos cabegas de hombre, quassi toda passa- da por todas partes de oro. Esta no se truxo, porque subiendo por una sierra con ella, rodó é se le soltó la piedra, é fué en tal parte que no se atrevió á yr donde avia caydo; y quando el licencia- do lo supo, yban de camino, y como no. llevaban de comer, no ovo lugar de la hacer buscar; pero fué cierto. Prosiguiéndosse el camino, dieron en otro lugar, el qual desampararon los in- dios poniéndole primero fuego, assi co- mo sintieron la yda de los chripstianos: é assi quando los nuestros llegaron, hallá- ronle quemado. Decíase que era este pueblo donde los indios hacian sus fundi- ciones, é halláronse muchos crisoles é otros aparejos para fundir el oro. Créese por dichos indios é por lo que les pares-. ció á los españoles que fueron con el li- cenciado, que estas son las mayores é mejores minas de la Tierra-Firme, é de donde se ha sacado todo el oro que ha ydo á la provincia de Cartagena, y el que baxa por el rio grande de Sancta 1 Turibi. Mas arriba ha escrito Tubiri. | DE INDIAS. LIB. XXVIL. CAP. X. Marta é del Darien. Llamósse aquel lu- gar de aquellas minas Buritica, y es muy notorio á los indios por las dichas minas. Hallóse un cabo de oro de una barra tan fino é de tan buena color é grano como lo de Cibao de esta Isla Españóla. No po- blaron estos chripstianos allí, porque no 457 avia mantenimiento é porque llevaban grand nueva de lo de adelante, é porque á la verdad no era gente bastante para poblar por su poco número; la qual lasti- ma nunca perderán, segund lo que de aquellas minas 'se ha publicado y es gier- to, por lo que está dicho *. CAPITULO XI. En continuacion del viaje del ligenciado Vadillo y cómo los indios que le guiaban á las famossas é ricas minas de Cuyr-cuyr le llevaron engañado por otra parte, é no las vido, é de otras cosas anexas á la historia. E Despues que el licengiado é los espa- ñoles , llegaron á aquella tierra rica que se ha dicho de susso, é vieron que no era parte ni avia aparejo para poblar allí, despues que passó la fiesta de Corpus Chripsti, partiéronse un dia antes de Sanct Johan de junio: é de allí baxaron cinco leguas grandes por una sierra ás- pera é de grandes pedregales, é llegaron á un rio pequeño, que yba á entrar en el grande que parescia abaxo de Buri- tica. | Dia de Sanct Johan del año de mill é quinientos é treynta y ocho años, é á las siete del dia, llegaron sobre el dicho rio é parescióles que no era el del Darien. Llamaban allí á este rio los indios Niyo y en otras partes llamábanle Satynira, y en otras partes le dicen Coguia, y en otras partes llamábanle Corrura. Llega- dos allí, no tenian qué comer, y con es- padas y puñales siguieron talando ciertos cañaverales entre el rio é la sierra, é á causa de ciertas ciénegas, no pudiendo passar adelante, se tornaron a dó prime- ro vieron el rio. É otro dia, tornando á 4 Hasta aqui alcanza el MS. de la Biblio- teca patrimonial de S. M., que perteneció á la del conde de Torre Palma, segun se notó en la Ad- vertencia, que precede á la Primera Parte de estas historias. Los cuatro capítulos restantes de este li- bro , asi como todo el siguiente que se tenia por OM fueron encontrados por la diligencia de > - la sierra, dieron en otro pueblo, en que hallaron grandes aparejos de fundicion; é de allí, como no hallaban qué comer, prosiguiendo con su hambre, vueltos á la sierra, llegaron á otro pueblo que se di- ce Naaz, á donde baxaron con grand trabaxo. É avia en este lugar trece ó ca- torge buhíos y estaba cercado de made- ros, é hallaron talados los mabhicales é huydos los indios é passados del otro ca- bo del rio, con los quales ovieron habla é volvieron dos ó tres dellos á los chrips- tianos; pero no se concluyó la paz con ellos, é á esta causa se fueron los nues- tros de allí, haciendo camino con hacado- nes é picos por una ladera de una sier- ra para salir adelante. É aquella noche se les huyó una quadrilla de negros, y el licenciado salió tras ellos y al dia siguien- te los alcancó é volvió al real con ellos, porque sin ellos mal podian ser servidos los chripstianos. En esta jornada se per- dieron muchos caballos por ser tan fra- gosas é ásperas sierras por donde anda- ban. Este lugar se llamaba Viara, é allí se les murió la guia que se degia Pablo don Tomás Muñoz, oficial de la Biblioteca de esta - Real Academia , al reconocer con este propósito, y por encargo de la Comision permanente de In= dias, los papeles procedentes del extinguido archi- vo de Jesuitas, entregados últimamente á la Aca- demia de órden del Gobierno , como en dicha Adw vertencia quedó ya ER 458 Hernandez, que era gentil adalid é les fué mucha pérdida. Avia en aquel lugar mucho tracto de sal, é desde allí fueron á otro pueblo que se dige Meotagoso, alias Noquita, donde ovieron ciertas guacábaras é recuentros con los indios. É passaron, aunque les pessó á los contrarios, adelante en de- manda de ciertas sepolturas ricas, de que tenian nueva, é passaron por una pro- vincia que se llama Guara, é de allí fue- ron al rio llamado Mandería, donde les salieron muchos indios á les impedir el passo de la provincia que sewdige Corid, de la qual llevaban grand nueva y des- seo; é salió falsa su esperanca, assi del oro, como de las sepolturas. É allí murió el capitan Francisco de Cézar de quebran- tamiento que passó y calor de seguir im- dios, que se les passaron delante é hirié- ronles con tiraderas ciertos chripstianos. É todavia á pessar é con daño de los con- trarios, procedieron los españoles en bus- ca de otras minas que se dicen Cuyr-cuyr, y de un buhío que les avian: dicho que era de plumas de papagayos y que tenia mucho oro, y de una casa del diablo que le llaman Trabuco, que decian que era la mitad de oro é la mitad piedra. Todo fué pia porque á la verdad mucho mas sa- ben los indios mentir que otras pt y con mas dissimulacion. Volvieron estos españoles al rio, por- que los indios les dieron á entender que por allí era el mejor camino para otra provincia que se dice Caramanta, donde están las minas de Cuyr-cuyr, en las qua- les hay tanto oro, segund los indios afir- maban, que no hacen sino llegar y con la - ano, sin otro instrumento ni trabaxo, sacan el oro, é sin layarlo, lo funden, por- que es oro granado. É publicaban que en los nascimientos de aquel rio avia grandíssima cantidad de oro y de esme- raldas : 6 fueron con grand trabaxo junto al rio, $ sin hallar mantenimiento ni camino HISTORIA GENERAL Y NATURAL é con mucha pena é cansancio, é quiso Dios depararles una quebrada de una sierra por donde hallaron salida; é á los dos dias de agosto, llegaron á una po- blacion que se dice Sarigaz, é de allí fueron á Caramanta é quisiéronles los in- dios resistir la subida de una sierra ; pero por fuerca de armas, aunque les pessó, subieron á otra poblacion que se Jlama Xabura. É allí procuraron guias que los llevassen al buhío de las plumas é á la: casa del diablo Trabuco: é no se pudie- ron aver sino dos capitanejos valientes de cuerpo que se tomaron en una celada que se les pusso de noche, é á la maña- na saliendo de guerra é dando grita, aquellos dos se adelantaron é fueron pressos; y el licenciado los halagó é mos- tró buen tractamiento, é les dixo que quisiessen la paz é ser sus amigos, é que ningund daño les seria hecho en su tierra ni persona, y que enseñassen las minas de Cuyr-cuyr. Y ellos respondie= ron que allí en su tierra no avia mas bu- híos de aquellos que veyan é que mos- trarian á Cuyr-cuyr, que estaba dos jorna- das de allí: é dieron noticia de otra po- blacion que se dige Birú, que decian que es muy rica é que estaba otras dos jor- nadas adelante. Estos guias llevaron por tal camino é ciénegas é ásperas sierras á los españoles que era incomportable co- sa; é andada una legua ó poco mas, vol- vió un descubridor ó guia é dixo al li- cenciado que era imposible yr adelante, é la gente, como andaba fatigada, se le quiso volver desde allí: y el Jigengiado como sábio é buen capitan, les hizo una graciossa oracion, dándoles á entender á quánto mayor peligro y riesgo se pornian, tornando atrás, que no tenian, passando adelante: é rogóles que no higiessen tal afrenta á la nascion española ni á sí mes- mos tanta vergúenca é falta; y á este propóssito les dixo tales cosas, que les confortó é animó para que perseverassen DE INDIAS. LIB. XXVI. CAP. XL en su camino, é sin dubda si otra cosa hicieran, todos fueran perdidos, si atrás tornáran. É tomando el licenciado la de- lantera, pusso por obra su viaje, é por su buena industria se abrió el camino é se subió la sierra, aunque se despeñaron algunos caballos. É una guia de las que el licenciado enviaba siempre, como des- cubridores del campo, algo adelante, vol- vió á él é le dixo que avia visto ciertos buhíos. É avia dos dias que la gente no comia sino unas raiges de unos juncos que llaman ayracas; é prosiguiendo ade- lante, sintieron que avia indios , é armóse la gente é dieron sobre el pueblo é hu- yeron los indios é dexaron solas las ca- sas; pero hallóse mahiz verde, aunque poco en cantidad , mas fué mucho el re- medio que con ello tuvieron los nuestros. Esto fué víspera de Nuestra Señorá de agosto , año de mill é quinientos é treynta y ocho. : Desde allí se enviaron descubridores, é hallaron otro pueblo que los indios lla- man Birú, é ydo allá el ligenciado é su gente, hallaron mucho mabiz y fésoles é algunos axes: é cómo el pueblo era grande é de mucha comida, é parescian nuevas las casas é no parescia indio al- guno, sospechóse que estaban en celada ó juntados en alguna parte, para dar so- bre los españoles, é por tanto se pussie- ron en vela y echaron corredores por to- das partes. É tomáronse algunos indios é no los entendian; mas ovieron otros de los de atrás é súposse que aquella pobla- cion se decia Birú, é que las guias que - traian primero los avian engañado é ma- ligiossamente passado adelante de las mi- nas de Cuyr-cuyr, por no se las mostrar; é los avian metido en partes que no pu- 459 diessen salir ni passar adelante, é que avia dos años que avian allí llegado chripstianos é les avian dado una guacá- bara ó batalla, é que por aquel temor eran todos huydos, é para creerse esto, hallóse una suela de un capato. Oydo es- to, el licenciado é los otros españoles es- tuvieron conjeturando si serian aquellos chripstianos que decian que allí avian lle- gado, de la gobernacion de Venegquela ó de Sancta Marta; é algunos decian que de los del capitan Benalcágar, que se de- cia que estaba poblado en el nascimiento del rio del Darien, é que penssaban que por aquel rio se podrian volver á Carta- gena. É acordaron de seguir aquel cami- no hasta hallar otro rio mayor, que decian los indios que estaba adelante del que es dicho, é penssaban que el otro seria el del Darien, é por descansar é repararse, estovieron allí un mes, en el qual tiempo corrieron la tierra, é tomaron indios los que pudieron. Esta poblacion decian los de Benalcácar é los que con él fueron, que se llama Anzerína, porque quando allí llegaron no traian lengua, é por un pescado que allí hallaron que los indios llamaron assi, le pussieron el nombre de Anzerina. Desde allí siguieron por el rio arriba quanto pudieron por yr á hallar el otro que penssaban que era el Darien; é toda la tierra era fragosa é llena de sierras, pero mas andadera que la que de antes avian visto muy sin comparacion. No ha- llaron gente que los saliesse á resistir, como antes, porque avian quedado es- carmentados de los chripstianos, que es dicho que dos años antes avian estado por allí. 460 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XII. Cómo el ligenciado con su genle llegaron á la poblacion que tenia fecha la gente del capitan Benalcácar en Cali, é cómo allí se le amotinó la gente quel licenciado llevaba é no quisieron passar con él adelan= te, y él se fué á Sanct Miguel, que es en la gobernacion del adelantado don Francisco Picarro , desde donde despues por otra parte volvió á Cartagena: é hácesse una sumaria relacion que el mismo ligenciado: dá de la tierra é de su viaje, como aqui se dirá. OU, día antes de Nuestra Señora de la O, que es á los diez y ocho de diciembre, yendo esta gente con gran nescessidad por unas sierras, toparon rastro de indios é baxaron á un grand rio é hallaron á par dél un buhío é un mahigal, con que fue- ron socorridos de Dios. É otro dia, que fué el de Nuestra Señora, les dixo un indio que adelante avia poblacion, y en- vió el licenciado al tessorero Alonso de Saavedra con gente de pié é de caballo á tomar el pueblo: é dos leguas adelante se hallaron ranchos frescos é lumbre en ellos é no gente, é de la otra parte del rio se veian otros ranchos é dos perros. É hízolo saber al licenciado, é fué allá é hallaron rastro de caballos, que vban por la parte dó el licenciado estaba, é siguié- ronle é hizo tambien passar nadadores de la otra parte, por ver qué gente era: é los que fueron de caballo, llegaron á Cali é supieron que era gente de Benalcácar que estaba allí poblada, é luego fueron un alcalde é un regidor á hablar al licencia- do: queno avia de allí á la cibdad mas de ocho leguas. É assi llegó el licenciado á Cali, víspera de Navidad, é habló á los del pueblo buenamente é como servidor de Sus Magestades, é quiso tornarse á su camino; pero su gente, que tenia mu- dado el propóssito, le dixeron que ellos venian fatigados é no podian yr adelante ni atrás, é que la tierra, por dó avian an- dado, estaba con toda la demas que no se podian mantener. É cómo hallaron allí favor en la justicia para se quedar, por- que los otros vecinos estaban. is en tanta nescessidad que no podian salir del lugar, porque la tierra toda á la redonda estaba toda de guerra, sino unos pocos de indios que los servian, viendo el ligen- ciado que la gente se le desvergoncaba é amotinaban, les dixo muchas palabras de halago é buenas racones, para que le siguiessen; pero no le aprovechó nada su sermon, é assi buscó ó tomó paciencia, viendo que el officio de capitan se le avia allí acabado súbitamente. Los de Cali é Popayan creian que estaban en los nasci- mientos del Darien, en especial un piloto- llamado Johan Ladrillero: y el licenciado les dixo lo contrario, afirmando que era el rio de Sancta Marta, porque él salió entre el dicho rio y el Darien, y el Darien dexó á la mano derecha y el dicho rio á mano izquierda; y aun el coronista no es de la opinion del licenciado, porque sin lo que es dicho, el rio del Darien no es tan grand rio como el licenciado é su compañia le hacian, porque si en tiempo de lluvias é crescientes no es, en todo el otro tiempo del año lleva poca agua. Y sélo, porque en el Darien fuy vecino algu- nos años y el licenciado é todos los que aquellos rios que se han dicho, vieron, no han visto el rio del Darien, y aquel que * essos llaman del Darien, es uno de los bragos del rio de Sanct Johan, que entra en la culata del golpho de Urabá, de que se hablará mas particularmente adelante en el libro XXIX. Tornemos á la historia é á la nescessi- dad en que el licenciado se vido, faltán- dole la gente , por lo qual le fué-nescessa- DE INDIAS. LIB.: XXVII. CAP. XIJ. rio, para volver á Cartagena yrse á Qui- to é al puerto de Sanct Miguel, que no ovo otra parte por donde tornar: de ma- nera que el daño que el licenciado Vadi- llo rescibió, por falta de la gente suya, redundó en socorro de aquellos poblado- res que estaban en gran nescessidad de ella. ( Segund aquel piloto Johan Ladrillero decia, Cali está en la provincia de Lili al Norte de la equinogial tres leguas é un tercio, é tiene la mar mas cercana á veyn- te y siete leguas, é Popayan está en _treynta leguas de la mas cercana mar, que es entre un rio, que se dice de Sanct Johan é la Gorgona. Está al Norte de la línia equinocial en tres grados menos un tercio, y está su assiento quatro ó cinco leguas del nascimiento de un rio peque- ño, que es el primero nascimiento del rio grande de Sancta Marta; digo del braco que el dicho licenciado tiene por el principal del que sale de una sierra nevada que está á cinco leguas de Popa- yan, que hage tan templada aquella cib- dad que hay en ella muy poco frio é nin- guna calor, y es uno de los buenos assientos é frescos que puede aver en ninguna parte. Está Cali de este assiento veynte y cinco leguas é una legua del rio Grande, é tiene en el mismo lugar otro rio, que entra en el rio Grande. No tiene tan buen assiento con grand parte como . Popayan; pero ambos pueblos tenian mucha nescessidad de gente, y están en grand parte de buena tierra é la gente natural della es buena. Dice el licenciado en una a que envió de todo lo ques dicho, que avia - poca justicia ni órden en el tractamiento de los indios por parte de aquellos de Benalcácar, y por el exgessivo daño que les hacian, dexaron de servir á los chrips- tianos. Verdad es que en aquella tierra, aunque es bien poblada, acostubran los naturales comerse los unos á los otros de 461 la provincia de Abibe, que puede ser quarenta leguas de la villa de Sanct Se- bastian de Urabá ó poco mas hasta el rio de Angasmayo, que divide á Popayan con la provincia de Pasto, que es esta pro- vincia quarenta leguas de la villa de Qui- to, que es el pueblo que el capitan Be- nalcácar despobló, quando salió á la en- trada; y bien la llaman Pasto , y puéde- se decir diabólico pasto, porque allí se comen los indios unos á otros; y este es su principal exercicio tomarse é comerse, assi los que han en la guerra como por rescate. Y desta maldita costumbre se prescian é tienen insinias que lo 'mues- tran á manera de tropheos, colgando ca- becas de hombres en sus casas ó buhíos; pero en unas partes mas que en otras. Por esta causa aquel campo es de muchos despoblados, por se aver comido unos á otros. Hay desde Abibe á Angasmayo, al parescer del licenciado, treynta leguas: hay desde Urabá á Calibe, dó primero hallaron los chripstianos, doscientas é cingúenta leguas, é desde Cali á Popa= yan veynte y cinco leguas, y desde Po- payan á Quito ochenta leguas, y desde Quito á Sant Miguel, por el camino de la sierra, ciento é treynta leguas (porque entonces no se podia andar por otra parte, por estar de guerra la otra tierra), é ya en Sanct Miguel están en cinco gra- dos y medio de la otra parte de la equi- nocial. Desde Sanct Miguel al puerto de Payta hay veynte y cinco leguas, que pueden ser por todo desde Sanct Se- bastian de Urabá hasta el puerto de Payta quinientas leguas, pocas mas ó menos : é todas hasta trece ó catorce an- tes de llegar á Sanct Miguel de sierras muy ásperas é trabaxosas: é lo peor es hasta Birú, é desde Birú á Cali es sierras asperíssimas, é un valle que hace el rio desde Birú á Anzerma que vá hasta Cali, de anchor de una legua; pero no se pue- de andar en muchas partes y de nesces- 462 sidad se han de subir á las sierras hasta que el camino con el tiempo se platique é tracte mas. Desde Cali 4 Popayan vá este valle mas ancho, y estaba bien poblado antes que los chripstianos por allá andu- viessen. Desde Popayan á Quito hay mu- chas sierras, en parte andaderas y en par- tes muy ásperas é trabaxossas: desde Quito á Sanct Miguel hay muchas sier- ras, pero en muchas partes donde toca el camino de Guaynacaba que hizo hacer aquel grand príncipe, vá tan bien desan- chado, que aunque las sierras son áspe- ras é malas, las hace fáciles y de buen camino. Quien fué Guaynacaba hallarlo heys en el libro XLV, capítulo IX. Quito es buena provincia, aunque que- dó maltractada de los chripstianos , é te- nia grand abundancia de ovejas de aque- llas grandes que hallareis su forma es- cripta en el libro XII, capítulo XXX de la primera parte destas historias, é- los chripstianos las gastaron. De manera que el licenciado juzgaba que, quando él pas- só por aquella tierra, no quedaron dos- cientas dellas á pocas mas. Hay minas de oro, pero pobres; mas espérase que se hallarán otras mejores. Entre Popayan é Cali se cree que habrá mejores minas en una junta de un rio con el de Sancta Mar- ta, que está entre Cali é Popayan.. Partido el ligenceiado de Cali, y con él el capitan é thessorero Alonso de Saavye- dra é algunos pocos , trabaxó mucho, assi por estar la tierra de guerra, como por la falta de los bastimentos, é por ser ás- pera; é assi fué desde Quito á Sanct Mi- guel, é tardó en este su viaje desde que salió de Cartagena hasta llegar á Cali un año é tres dias; é desde Cali hasta Sanct Miguel, desde enero hasta veynte y cinco de junio. É desde allí, por no hallar re- -caudo de navio é no aver buen viaje, tar- HISTORIA GENERAL Y NATURAL dó hasta veynte y cinco de julio que lle- gó á Panamá, desde donde se partió para Cartagena á dar cuenta é descargo de sí é de los males que dél se avian dicho en su ausencia. Las minas de Buritica, al paresger del licenciado, son de Cartagena ochenta le- guas de la villa de Sanct Sebastian de Urabá; y para poblarlas, es menester pa- cificar el camino de Urabá é sojuzgar la provincia del Guacichica que está llana, é Nori, que está en medio, luego verná de paz. Los chripstianos que murieron en esta jornada é caminos, fueron cinqúenta: los quatro mataron indios é dos se ahogaron. Murieron ochenta caballos é mas: negros murieron muchos, é mucha parte dellos huyeron. La gente que llevó, fueron has- ta doscientos hombres con un clérigo y un frayle de la Merced, que quedaron en Cahi, porque allí y en Popayan avia nes- cessidad dellos. Gaslóse en este viaje por el ligenciado é la gente mas de cinqúenta mill pessos de oro, sin que un real de provecho tu- viessen que repartir, para tal descuento é satisfaccion de sus trabaxos. Todo lo que es dicho, es sacado de la - relacion que el ligengiado envió firmada de su nombre á su especial amigo Fran- cisco Dávila, vecino desta nuestra cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, la qual yo ví é leí firmada de su mano. É despues él es venido aquí é reside en es- . ta Audiencia Real de Sus Magestades, de la qual es el mas antiguo oydor; y viva voge dige todo lo que es dicho y otras cosas, é sin dubda su servicio fué muy señalado en su camino, por lo que descu- brió é por la noticia particular que de la tierra é minas ricas ha dado, de que se espera grandíssimo fructo é tessoro. DE INDIAS. LIB. XXVII. CAP. XIHL 463 CAPITULO XIL En que se dá noticia del subgesso é buen despacho que tuvo el gobernador Pedro de Heredia en sus ne- gocios, é cómo volvió á su gobernacion é con lítulo de adelantado de Cartagena. E, este libro XXVII avreis visto, letor, las culpas y crímenes que contra el go- gernador Pedro de Heredia han sonado é de que fué acusado, é cómo le tuyo pres- so el licenciado Johan de Vadillo , é cómo despues fué remitido á España por el li- cenciado Sancta Cruz, juez de residen- cia. Queda que sepais que fué á Castilla é allá su estada fué breve, segund la pú- blica voz de sus culpas que por acá se le daban y las lenguas de sus contrarios avian en muchas partes referido: é mirad de qué forma se entendieron con el Con- sejo Real de Indias que despues volvió mas honrado é favorescido á ser gober- dor é capitan general, como antes lo era, daquella su gobernacion é con título de adelantado de Cartagena. Á esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, llegó veynte y ginco de marco deste año de mill é quinientos é quarenta y uno, y de aqui se partió á los cinco de abril ente é fuesse á la vi- lla de. ', donde le estaban espe- rando ciertos navios é gente de su com- pañia, é desde allí se fué el mesmo mes á su gobernacion á servir á Sus Magesta- des. Débese creer, que como mas expe- rimentado en trabaxos, acertará mejor á servir en lo que le subcediere: é plega á Dios que de tal manera se haga, que la . . . república chripstiana mas se extienda, _ cessando las discordias é passiones de sus émulos, y excusarse han otros mu- chos inconvinientes, é serán los natura- les de la tierra mejor tractados, é los po- bladores españoles mas aprovechados é 4 En elúnico MS. de este libro XXVII está en blanco el nombre de la villa, en que se embarcó He- con menos peligro é con mas seguridad que hasta aqui tenian las personas é las ánimas de aquellos conquistadores: que es lo principal que el gobernador ha de mirar y de que mas se debe presciar, se- yendo cathólico. Lo que subcediere é vi- niere á mi noticia, se porná en el discur- so de la historia en aumentacion deste li- bro XXVII; y no tenga Pedro de Heredia ni otro alguno penssamiento que las se- polturas ricas de aquella gobernacion, ni las esmeraldas de los Alcácares, ni el oro del rey Atabaliba, me excusarán de ha- blar en estas materias con la libertad que suelo hacerlo, assi porque yo traygo las manos limpias, como porque mi edad no há menester pecunia ni mi ánima mas cul- pas. Solamente consejo álos que gobiernan á otros que no tengan en poco el sonido de mis renglones: que mas tiene que ha- cer el tiempo mucho en matar ó consu- mir la buena ó mala fama que la gula en los mortales; pero es muy grand consue- lo para los buenos saber que la verdad ha de saberse é la maldad assimesmo, pues como dice el sagrado Evangelio: «no hay cosa tan encubierta que no se descubra, ni tan secreta que no se se- pa.» Niá este gobernador ni á otro quie- ro dexar de acordarles que el que es contento de vivir retamente, él solo de- be ser reputado por medio hombre; mas quien en la misma calidad de virtud pue- de instruiré hacer mejores sus próximos, méritamente puede en todo ser llamado virtuosso. Ássi lo dixo é acordó Ciro, rey de Persia á los capitanes de su exército. redia para la Tierra-Firme, y ya es aventurado el fijarlo. Acaso fué la Maguana. 464 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XIV. En que se tracta de otros subcessos desta gobernacion de Cartagena. Dopoa de lo que está dicho en los capítulos precedentes, hay poco que de- cir para contentamiento de los letores; porque ydo Pedro de Heredia á su go- bernacion, fué un cossario francés por aquella costa, é hallóle tan descuydado que se entró en la tierra é le rescató á di- neros ó á lo menos la robó. É despues él vino á España, é sobre la residencia ha tenido é aun tiene que negociar; pero porque lo que en esto se puede decir son cosas de litigios, é no de historia, que dé contentamiento al letor, no hay pa- ra qué nos detengamos en sus pleytos. Passemos al libro XXVII, porque con el tiempo adelante se dirán otras cosas de esta provincia, quando se proceda en mas secretos. En otras de las cosas desta gobernacion, solamente digo, que des- pues en el Consejo Real de Indias se ha visto su residencia, é le han sentenciado de manera que á él se le acordará de sus descuydos é de los frangeses, que por su inadvertencia robaron á él é á la tierra de Cartagena. Comienca el nono libro de la segunda parte, que es vigéssimo octavo de la Na- tural y general Historia de las Indias, islas y Tierra-Firme del mar Océano: el qual trac- ta de la gobernagion de la provincia de Veragua, que es en la Tierra-Firme, en la costa septentrional della. CAPITULO 1. Del subceso de Diego de Nicuesa, gobernador primero de Veragua é otras provincias, é de lo que en Carlagena passó , é dela maldad quel capitan Lope de Olano usó con él; é lo dexó perdido con parte de la gente é se volvió atrás, desamparándole. , E, el libro precedente se dixo cómo el Rey Cathólico, de gloriosa memoria, don Fernando, quinto de tal nombre en Cas- tilla y en Leon, concedió á Diego de Ni- cuesa é Alonso de Hojeda, el año de mill é quinientos y ocho años, dos goberna- ciones en la Tierra-Firme, vecinas una de otra. É aquellas fueron á poblar cada uno por sí en el año siguiente de mill é quinientos y nueve, é los límites que en- tre la una é la otra se pusieron fué el gol- pho de Urabá, desde el qual á la parte del Oriente cupo al capitan Alonso de Ho- jeda, é desde el mismo golpho al Ogiden- te cupo al capitan Diego de Nicuesa. É Ei nd desde la una costa se vóe la otra, porque la mar que entre lo uno ¿lo otro hay son seys ó siete leguas , y en partes menos, de traviessa, é aquellas se tornan de agua dulce con la menguante, á causa del rio grande de Sanct Johan que por seys ó siete bracos é bocas entra en la bahia ó ensenada de aquel golpho. Tambien se dixo el recuentro ó castigo, e hizo Diego de Nicuesa en los indios z de Matarap, donde mataron al capitan Johan de la Cosa, teniente de Hojeda, con otros chripstianos, é quán virtuosa é noblemente se ovo en esto Diego de Ni- cuesa, estando muy mal con Hojeda, é cómo despues de le aver vengado é de- xádole todo el despojo que allí se ovo de los indios, sin querer para sí ni para hombre de su armada cosa alguna, se partió para su gobernagion. Dígase ahora lo que despues se le si- guió, que fueron muchos trabaxos é tray- ciones de algunos de los que consigo lle- vó, y al cabo la muerte, y muerte de mu- cha lástima oyrla. Pero al executor della le pagó Dios algund tiempo despues con el cuchillo con esse é otros títulos de cul- pas que se le acomularon; 6 á mi pares- cer é de otros, injustas algunas, segund el pregon, excepto aquesta de la muerte de Diego de Nicuesa, en la qual el mismo juez avia primero disimulado, para que ni él fuesse justo en su juicio postrero, ni tampoco el juzgado dexasse de padesger por esse é otros ippo que ante Dios no 466 eran ocultos; porque como dixe en mi in- troducion , estaban escriptos, no en pa- pel ni en láminas de metal ó marmóreas letras, sino en aquella verdadera é infa- lible sabiduria. Este caballero Diego de Nicuesa fué na- tural de la cibdad de Baeca, hombre de limpia sangre de hijosdalgo; é crióle el muy ilustre señor don Enrique Enriquez, . mayordomo mayor é tio del Rey Cathó- lico, hermano de su madre ; é desde su casa vino á esta Isla Española en el se- gundo ó tercero viaje que á esta Isla hi- zo el primero almirante, don Chripstóbal Colom, de buena memoria. É hallóse en la conquista é pacificacion desta Isla, en lo qual sirvió muy bien é hizo su offigio de esforcado mílite, con que alcancó cré- dito, hacienda é dineros tantos que le pusieron en cobdicia de los despender, por adquirir algund estado, armando á su costa con título de capitan general é go- bernador en parte de la Tierra-Firme. Partido desta Isla, tocó en Cartagena, como queda dicho, é desde allí fué la vuelta de su gobernacion é tomó puerto en la provincia de Cueva, é púsole nom- bre puerto de Misas; el qual está mas al Poniente que la cibdad de Sancta Maria de la Antigua ó del Darien. Deste nom- bre que digo, fué la causa que salido allí Diego de Nicuesa, se dixeron misas; é yo no he sabido ni creo que en otra parte alguna de toda la Tierra-Firme se cele- brasse primero el culto divino que allí, y en el assiento que hico Hojeda en Vera- gua. En este puerto de Misas entra un rio llamado Pito, en la costa del qual hay ri- cas minas de oro, de las quales no gocó ni supo este capitan por su ventura, ni alcangó ni entendió qué tierra era aque- Ma. Y estando en aquel puerto con dos naos buenas é una caravela é dos ber- gantines, é seyscientos é ginqúenta hom- bres, viendo que los tiempos no abonan- aba acordó Son, los. ese $ con las HISTORIA GENERAL Y NATURAL otras personas de su armada, de quien le paresció que debia tomar su parescer, de dexar en aquel puerto todos los na- vios é gente , excepto una caravela é un bergantin, en la qual él con sessenta hom- bres, y en el bergantin Lope de Olano, vizcayno, su capitan, con otros treynta hombres, se partieron del puerto de Mi- sas. É quedó por su teniente y capitan, con hasta otros quinientos é cinqúenta hombres, un hidalgo pariente del mismo Nicuesa, que se llamaba Cueto, con el qual y los que allí quedaron quedó con- certado que le esperasse allí, porque él yba con algunos de los pilotos que avia primero llevado á aquella costa el almi- rante viejo, don Chripstóbal Colom, quan- do descubrió á Veragua, que era Diego Martin é otros, é desque oviessen hallado á Veragua, quel mismo Diego de Nicuesa ó el capitan Lope del Olano, que con él yba, volvieran en el bergantin á llamar- los á todos, y quedaria allá la caravela con la gente que entrambos navios lleva- ban. Con esta determinacion partió de llía, y desde á dos meses que ninguna nueva dél se tenia, el capitan Cueto con ciertos hombres de bien, se fueron á buscarle por. la costa abaxo al Poniente, hágia don- de Diego de Nicuesa avia ydo; é yendo en un bergantin, tomó puerto en una isle- ta, en la qual halló un árbol cortado en el monte é hincado en la playa, y en la punta dél en lo mas alto un envoltorio li- gado en una hoja de bihao, en el qual : estaba una carta. de Diego de Nicuesa, que decia que avia estado allí é yba bue- no él y su compañia, y otras palabras á este propóssito. Y en aquel puerto hizo derribar Diego de Nicuesa un árbol nís- pero muy grande: del qual este capitan Cueto, tornándose desde allí atrás para la gente, llevó mucha fructa de aquellos -nísperos, é puso por nombre á aquella is- la isla de Nísperos, la qual está entre DE INDIAS. LIB. XXVII. CAP. 1. otras muchas islas pequeñas, que hay en el golpho de Sanct Blas, que por otro nombre es dicho golpho de Secativa. Des- ta fructa de los nísperos se dirá mas par- ticularmente en la provincia de Nicara- gua, puesto que no me determinó si aquestos son tales ó de los mismos de Ni- caragua. Tornado el capitan Cueto á la gente, les mostró aquella carta; pero vista la mu- cha tardanca de Diego de Nicuesa, acor- daron todos de yr en seguimiento suyo con el armada la costa abaxo, y llegaron á Puerto Belo, que es uno de los mejores que hay en aquella costa, el qual nom- bre le puso el almirante primero, don Chripstóbal Colom, que lo descubrió; y de allí passaron adelante á un poderoso rio, al qual assimesmo el almirante le dió nombre y llamóle rio de Lagartos. Algu- nos han querido decir que los de aquesta armada le dieron este nombre, porque ninguna cosa viva saltaba de los navios que en pressencia de la gente no se la comiessen luego muy grandes lagartos, lo qual se experimentó en algunos perros. Este rio es la boca del rio Chagre, co- mo en otra parte lo tengo dicho, el qual nasge á dos ó tres leguas de la mar de la otra costa de la Tierra-Firme de Panamá al Sur, é viene á fenescer en esta otra mar del Norte seys ú siete leguas mas al poniente del puerto del Nombre de Dios. Estando allí el capitan Cueto con esta gen- te, se acordó, viendo la perdicion de to- dos é que no hallaban á su gobernador ni venia nueva dél, de descargar parte de las caxas é hacer una defensa ó paligada donde su real estuviesse fuerte, é dentro de aquella hacer algunos buhios, é que desde allí fuesse un piloto, llamado Pedro de Umbria, á buscar al gobernador en un bergantin, é assi se hizo. É llevando su camino la via del poniente, topó al capi- tan Lope de Olano, que volvia en el ber- gantin con que avia acompañado al go- 467 bernador Diego de Nicuesa , é avíale da- do cantonada, é lo dexaba perdido, por- que al tiempo que passó por Veragua, un piloto que yba en el bergantin de Lope de Olano dixo: «Esta es Veragua, é yo vine aqui con el almirante don Chripstó- bal Colom, quando descubrió esta tierra.» Al qual piloto tractó mal de palabra Die- go de Nicuesa desde su caravela, dicién- dole que no sabia lo que degia ni podia ser, porque él tenia una carta é relacion de los puertos de aquella costa y señas dellos hasta llegar al rio de Veragua: la qual relacion decia que le avia dado el adelantado don Bartolomé Colom para su aviso, el qual adelantado era hermano del almirante é grand hombre de la mar, é se avia hallado con él en aquel descu- brimiento primero, por la qual carta Ni- cuesa no se hallaba tan adelante como Veragua, á su estimacion: é aquel piloto - decia é certificaba al Lope de Olano que si no se hallasse ser verdad que aquella era Veragua, que le cortassen la cabeca. La noche siguiente á esta disputa, pa- resciéndole á este mal capitan quel go- bernador yba perdido , mandó al piloto é marineros que volviessen por la mesma derrota que avian llevado, é no fuessen trás el farol de la caravela del goberna- dor é capitan general, pues que queria yrse á perder; é assi le dexaron yr. É aqueste desleal capitan Lope de Olano, con mal penssamiento vino para atrás la via del Oriente en busca de la gente que avia quedado con el capitan Cueto, é re-. conosció á Veragua, é passó adelante, é topó en la mar con el otro piloto que se dixo de susso , llamado Pedro de Umbria, que el Cueto enviaba á buscar al gober- nador, porque era diestro en la costa, é fué uno de los pilotos del almirante viejo. Topados estos dos bergantines, é avi- da su habla entrellos, volvieron juntos hasta el rio de Lagartos, donde el arma- da é gente estaba, é despues de llegado 468 el Lope de Olano, assi el capitan Cueto, como otras personas honradas de aquel exército le preguntaron que dónde que- daba el gobernador Diego de Nicuesa, é cómo se venia sin él ó á qué propóssito; á los quales ni á algunos dellos jamás dió respuesta de palabra, salvo que lloraba muy ásperamente, diciendo: «Señores, no me lo menteys más, que me acaba- reys de matar.» Dando á entender con sus lágrimas quel Nicuesa é los demas que con él yban, eran muertos. É assen- tado esto assi en la opinion de todos, y no dando el capitan Lope de Olano ni al- guno de los que con él en su bergantin volvieron otra respuesta, hizo este Lope de Olano levantar de allí el armada, é llevóla á Veragua ; y en el rio proprio de Belem, al qual el almirante primero as- si le puso nombre, assentó este Lope de Olano, é hizo un pueblo; é fecho, hizo juntar trescientos hombres para se hacer jurar por teniente de gobernador. Y como avia hartos vizcaynos entrellos, y él lo era, essos é otros muchos le juraron, é otros no le quisieron jurar. É desde á dos ó tres dias despues deste juramento en- tró la ria adentro con aquellos trescientos hombres á buccar al cagique de Veragua: el qual cacique supo que yban estos chripstianos , é salió al camino con mucha HISTORIA GENERAL Y NATURAL gente; é por ser el rio muy grande, y estar entre los unos y los otros, no pu- dieron pelear, é acordaron de lo dexar; é tornáronse á una casa del cagique la mas fuerte que se vido hasta entonces en aquellas partes, redonda y en tal dispu- sicion é assiento, que era gentil fuerca, en la qual y en las alas ó portales de al- rededor della podian estar trescientos hombres é más. Á esta casa pusso nom- bre el almirante primero Sancta Maria la Redonda; y estaba cercada de ciento y veynte postes, y en cada uno dellos una cabeca ó calavera de un hombre á ma- nera de tropheos, porque aquel cacique desta monteria é insinias se presciaba, é tiene por costumbre poner allí las cabe- cas de sus enemigos. En esta casa estuvo el capitan Lope de Olano é los que con él yban quatro dias, y en fin dellos dividió la gente en dos partes; é fué al pueblo de Belem con la una é dexó allí la otra gente restante con un Alonso Runyelo, natural de Sancta Ola. lla , donde estuvieron siete ú ocho meses en penitencia é con muchos trabaxos y enfermedades; y el Lope de Olano , como señor é principal capitan, residia en el puerto de Belem, que seria dos leguas de donde quedaron los otros con Alonso Runyelo. CAPITULO IL. De lo que acaesgió al gobernador Diego de Nicuesa despues que se le amotinó é se fué el capitan Lope de Olano, é de lo que hizo otro desleal marinero é otros que le dexaron en una isleta perdido é se fueron con la barca, é olros trabaxos que passaron por Diego de Nicuesa é los que le siguieron. L, via Ó camino hay que paresce al hombre que es bueno : mas los fines dél llevan á la muerte; y como dice el glo- rioso Sanct Gregorio , el que dessea ca- rescer cumplidamente de la pestilencia de la envidia, ame aquella heredad que el húmero de los herederos no la ensangos- ta, la qual es una á todos é toda á cada uno, é tanto se muestra ser mayor cuan- to más se acrescienta la muchedumbre de los que la resciben. e Este gobernador Diego de Nicuesa é otros á quien no contenta su estado, sino procurar de ser único é mandar gentes, suélenles acaescer estos reveses, para que aquel camino que se les figura justo, Co- DE INDIAS. LIB. XXVII. CAP. IL mo dice el sabio en sus «Proverbios», los lleve á la muerte. Bien conoscia Job al hombre, quando dixo: «El hombre nasci- do de muger, viviendo breve tiempo, es lleno de muchas miserias.'» Y porque es- te gobernador es uno de aquellos que en estas partes, mas desventuras padesció, hasta que en ellas hizo el fin que adelan- te se dirá, porque no quede cosa nota- ble de su infelicidad sin referirse, digo que al tiempo quel capitan Lope de Ola- no se volvió é dexó de seguir á su gober- nador una noche, porque su maldad no se viesse encontinente, luego otro dia de mañana, como Diego de Nicuesa no vido el bergantin, esperóle dos dias tempori- zando, dando bordes en la mar é tornan- do á la vista de la tierra. É desque vido que no paresció, prosiguió adelante su trabaxoso camino la via del poniente, de- xando atrás á Veragua, en cuya busca yba; é bien adelante entró en un rio en la costa de la Tierra-Firme, y estuvo en él algunos dias: en el qual tiempo se le cerró de arena la boca al rio por donde avia entrado con su caravela , é no bas- taran los hombres que él tenia ni otros mill mas á lo abrir sin algund tiempo é trabaxo grande. Y esto en otras partes se vée muchas veces en algunos rios, que con tiempo recio de la mar echan tanta are- na, que les cierra é atapa las bocas, en especial á los rios que no son poderosos. Esta materia atrás queda declarada en el capítulo VII del libro XXIV. Tornemos á Nicuesa, que estando allí encerrado en mucha fatiga quince dias ó más, vino una cresciente de las lluvias de la tierra adentro que rompió aquel cerramiento de la boca del rio, é fué tan grande el ímpetu del agua, que hizo romper las amarras de las áncoras de la caravela, é dió con ella al través: é por mucha diligencia se sacó un cabo de una - 469 guindaleta de la caravela, é con esta cuerda se salvó la gente é salieron en carnes desnudos. É la tormenta echó don- de la gente estaba un barril de harina é otro de aceyte, sin lo qual murieran de hambre: é paresció que Dios por su mi- sericordia é vesible misterio les avia da- do aquel mantenimiento; é algunos na- dadores sacaron un pedaco de vela de que todos hicieron coseletes, assi el go- bernador como los demas: de lo que les sobró higieron talegas é mochilas, para llevar la harina. Hecho aquesto, dióse órden en cobrar la barca de la caravela que el agua avia sacado á la mar: é co- brada, echaron en ella un poco de basti- mento de lo que pudieron escapar de la caravela, é dióla en cargo el gobernador á Diego Ribero (que fué otro segundo Lope de Olano) é otros marineros para. que, como hombres de la mar, tuviessen cargo della. Assimesmo salvaron un per- ro que les fué buena compañia en su ex- tremada nescessidad, é siguieron su Ca- mino todavía para Poniente, creyendo que aun no avian llegado á Veragua. É yba la barca costa á costa para passar la gente en ella, quando llegaban á algund rio que no podian passar á vado, de los quales hay muchos por aquella tierra; é. la gente yba por la costa de tierra, si- guiendo assi su camino. Ya puestos en grandísima nescessidadé hambre, salió un venado muy grande, y el perro que tenian, aunque no se podia te- ner de flaco, no faltó á su ofigio y siguióle y entraron en la mar tan léxos que apenas los veya la gente; é perdida la esperanca é vista dellos, viéronlos que volvian la vuelta de tierra é traia el perro assido el venado por la oreja, é sacóle hasta lo po- ner entre la gente: con el qual socorro é é carne de aquel ciervo, se esforcó mu- cho esta hambrienta y desconsolada gen- 1 Cap. XIV, vers. l. 470 te, que en la verdad estaban todos que perescian por falta de bastimento. É no sin causa grande dice Plinio que sobre todos los animales son el perro y el ca- ballo fidelíssimos á su señor: ni tengo en tanto aquel can que en Epiro, reconos- ciendo al que avia muerto á su señor, mordiendo é ladrando constriñó á que confesasse su delicto, ni me paresce que es igual el can de Jason, ligio, que des- pues de muerto su señor, no quisso co- mer, é assi murió de hambre; ni se de- be preferir aquel can llamado Hircano, que se echó en el fuego donde se ardia el cuerpo del rey Lisimaco, su señor; ni todas las otras particularidades que de semejante animal con estas escribe el autor alegado, no quitan el loor de aqueste lebrel de Diego de Nicuesa. Por- que estando él tan sin fuergas é nesges- sitado, se ofresció al peligro de la mar é á perder la vida, por conservar la de su señor é de tantos nescessitados, en que paresció, demás de la leal yoluntad é áni- mo de aquel lebrel, que usó Dios princi- palmente con estos pecadores. Entre los quales repartió Diego de Nicuesa aquel venado, con que se les dió algund aliento y esfuerco para se passar en la barca en tres ó quatro viajes á una isleta pequeña, que estaba dentro en la mar dos leguas; y hecho assi, hallaron mucho de comer en la isla de unas almendras, que aunque no lo son lo parescen: la qual fructa en len- gua de Cueva se llama capera, é della se dirá en el siguiente libro *. Á esta isla lla- man nuestros cosmógrahpos el Escudo, el qual nombre le dió Nicuesa, porque el talle della es como escudo, ó porque allí halló algund escudo é reparo á sus nes- cessidades: en la qual hallaron muchos palmitos é mucho marisco y estuvieron * Tambien ha hecho ya mencion de esta fruta en el capítulo XXVI del libro 1X de la 1.2 parte, donde pone su descripcion y da su diseño , que puede verse enla == 3." ie e E da HISTORIA GENERAL Y NATURAL allí hasta que los mantenimientos de la isla se acabaron é la gente se moria de hambre. Llegados á extremada nescessidad, acordaron aquel Diego Ribero y los que tenian cargo del barco, de. hurtarlo; y pusiéronlo por obra, y dexáronse en la isla perdido al gobernador con los demás. Visto Diego de Nicuesa el trabaxo en que estaban todos, rogó á Goncalo de Bada- X0z , que era un hombre de bien que allí estaba, del qual se dirán adelante en su lugar otras cosas, porque este era recio y lo podia hacer mejor que otro alguno de la compañia, que cortasse un árbol, y que con otros compañeros que le ayu- dassen se hiciesse una canoa, en quel mismo Badaxoz con dos hombres pudiesse salir á la Tierra-Firme á buscar alguna canoa , si se pudiesse aver, para sacar aquellos aislados de la isleta. Lo qual Gon- calo de Badaxoz hizo; y acabada la canoa salió en ella con dos marineros, 6 á una legua de tierra perdieron la canoa, que se les trastornó estando ya en los baxos; y desde allí, con mucho trabaxo é desnu- do, salió el Badaxoz á tierra, y los otros dos hombres salieron á un rio mas abaxo en la costa. Y el dia siguiente se juntó Badajoz con ellos, é fué por la costa hasta donde estaban los dos compañeros á la bo- ca de aquel rio; y estándose muriendo de hambre y de frio, baxó por el rio aba- xo un cacique que se yba á holgar á unas pesquerias, é cómo vido á los chripstia- nos, mandó á tres indios de los suyos que saltassen en tierra y les llevassen lumbre y algunos bollos de mahiz que comiessen é algund pescado, y que que no les hiciessen mal; y assi se hizo. Este comedimiento y caridad suelen hacer pocas veces los indios, y no me L* parte. Es probable que al escribir el presente capítulo, no hubiese hecho todavia las adiciones, _ que tanto valor y novedad prestan en aquel lugar á > estas historias. : DE INDIAS. LIB. XXVIII. CAP. II. maravillo, segund algunos chripstianos se han avido con ellos, y por tanto es de mas admiracion esta cortesia; y sospecho que no indios, sino ángeles debieran ser los que esta piedad usaron, y que Dios fué aquel que assi lo proveyó, y no in- dios. En fin esto passó assi, y el cacique se fué de largo su camino, quedando de la manera que digo estos tres chripstia- nos en la costa de la Tierra-Tirme, y el capitan Diego de Nicuesa perdido con los demás en la isleta del Escudo. Diego Ribero y los que con él se lleva- ron la barca, dieron la vuelta de Veragua; é yendo en la mar alta, quando fueron en el paraje de Belem, donde estaba el capitan Lope de Olano con la mayor par- te de la gente, fué vista la barca y salie- ron á ella en un bergantin y tomáronla, y 47 supieron la maldad que avian hecho -este Diego de Ribero y los que con él yban. Y de aquestos se supo dónde quedaba per- dido el gobernador Diego de Nicuesa con los otros en la isleta; y luego á grand di- ligencia se aderescaron dos bergantines y fueron á la isla, llevando consigo por guias á los que avian hurtado la barca. Y al tiempo quelos bergantines llegaron allá, estaba la más de la gente que no se po- dian valer, llenos de unas gusaneras que se les avian hecho en las gargantas é otras partes de la persona, por aver comido con la hambre ciertas rayces. Pero con ver yr este socorro y bergantines de su ar- mada, se esforcaron mucho los que que- daron vivos con el gobernador, para se yr á Veragua, como lo hicieron. CAPITULO UL Cómo el gobernador Diego de Nicuesa y los que avian quedado vivos en la isleta del Escudo se embar- caron en los bergantines que los fueron á buscar , y cómo llegados á Veragua fué presso el capitan Lo- pe de Olano, y el castigo que se le dió, y de qué manera despues se perdió este gobernador Preso de Nicuesa, é nunca mas paresció ni se supo nueva cierta dél. Diego de Nicuesa y aquellos que avian quedado vivos con él en la isleta del Es- cudo, entraron en los dos bergantines que los avian ydo á buscar; y assi como fueron apartados poco trecho de la isleta, no quiso el gobernador passar adelante hasta buscar á Goncalo de Badajoz é á- los otros dos compañeros que avian sali- do de la isleta en la canoa, como se dixo - en el capítulo de susso. Y para esto atra- vessaron los bergantines á la costa y re- cogiéronlos á todos tres, no sin gogosas lágrimas de los unos y de los otros; pero estaban muy flacos y desnudos. Y prosi- guieron su viaje y llegaron á Veragua al pueblo de Belem, donde estaba la mayor parte de la gente; y esto era desde á ocho meses despues quel desleal Lope de Olano allí avia assentado, al qual en des- embarcándose el gobernador, en pres- sencia de todos, llamándole traydor, le hizo echar una cadena y ponerle en pris- sion. > Desde á pocos dias, porque aquel as- siento no era sano, é porque Nicuesa yba muy enfermo, á causa de la vida é tra- baxos que avia passado, envió un Capi- tan suyo que se decia Gongalo de Raya, á que en la costa arriba la via del Orien- te buscasse un assiento alto y que bien le paresciesse para se passar á él; y aquel capitan, poniendo en efeto lo que le fué mandado, llegó al puerto que al pressen- te se llama el Nombre de Dios, ques por donde han salido en estos postreros tiem- pos en que estamos á esta parte tantos millones de pessos de oro, é'innumera- bles quintales de plata, y se han llevado e 472 á España y traydo mucho dello á estas nuestras Islas, en tanta manera' que no se sabria estimar su cantidad y valor cierto. Allí halló este capitan que la tierra era fértil é avia de comer, é contentóse de la dispusicion de la tierra é del puerto, é desembarcóse con los que llevaba consi- go é quedó allí con ellos, é envió los ber- gantines al gobernador con el piloto Johan de Lédesma á darle noticia de aquel assiento é puerto: el qual luego se partió del pueblo de Belem de Veragua, y se fué donde el capitan Goncalo de Ra- ya le atendia. Y entrando en aquel puer- to le llamó el Nombre de Dios, que hoy tiene; é dexó en Veragua el restante de la gente que no cupo en los bergantines, que eran muchos más que los que llevó consigo, é mandó que acabada una ca- ravela que se estaba haciendo (porque ya los navios grandes del armada todos se avian perdido, y echádose al través), se fuessen en ella al Nombre de Dios, como lo hicieron. Assi que, llegado el gobernador allí, pobló en un cerro que está en la en- trada. del puerto sobre la mano sinies- tra, á la parte del Leste junto á la mar, la qual punta ó promontorio é assien- to” hasta hoy se llama el Cerro de Ni- cuesa. Allí se reparó é convalesció é tu- vo mas salud; pero faltó essa mejoria á otros, porque en poco tiempo se murió la mayor parte de la gente, porque fal- taron los bastimentos, é se ternaron á la hambre é nescessidades de antes. Y es- tando en esta perdicion, sin saber qué remedio buscar, llegó un bergantin en que yban el bachiller Diego de Corral y el capitan Diego Albites y el capitan Rodri- go de Colmenares é Francisco de Agúe- -FOS, los quales yban desde el Darien enviados por Vasco Nuñez de Balboa con acuerdo é -parescer de la mayor parte de Ja gente, Cn ie HISTORIA GENERAL Y NATURAL Sancta Maria de la Ántigua del Darien, que primero se dixo en el precedente li- bro, que avian ganado la gente del ca- pitan é gobernador Alonso de Hojeda con el bachiller Enciso. En la qual villa estaba por capitan é alcalde este Vasco Nuñez de Balboa, y estaba hecho quassi señor; porque como despues que aquel pueblo se ganó, vinieron las nuevas á esta cib- dad de Sancto Domingo que aquella tier- ra era muy rica, armaron é fueron mas chripstianos á ella, é avia ya mucha gen- te: entre la qual fueron estos quatro em- - baxadores que se enviaron, como es di- cho, á Diego de Nicuesa é todos se avian avecindado allí en el Darien. Donde assi por la malicia de algunos destos nuevos vecinos y embaxadores, como por la de otros que en el Darien quedaban de in- dustria, é porque ya crescia la envidia contra el Vasco Nuñez, y él «era poco cauto y assaz falto de prudencia, puesto que de animosa persona é grand traba- xador é hidalgo, natural de Badaxoz, avíase acordado en el Darien que por- que allí no tenian gobernador, é Vasco Nuñez se mostraba parcial á sus amigos y áspero contra otros, é la sagacidad del bachiller Enciso y el bachiller Corral en- tremedias de las intenciones que á pró é á contra avia de particulares en favor ó en daño de Vasco Nuñez obraban mucho, tomóse por acuerdo é con sabiduria de Vasco Nunez que estos quatro embaxa- dores fuessen á Veragua é rogassen á Die- go de Nicuesa, que pues era gobernador por auctoridad real, é creian que aquello del Darien entraba en su gobernagion, como era la verdad, que quisiesse yrse al Darien é tenerlos en justicia; poniéndole delante lo mucho que en ello serviria á Dios é al Rey y el bien que redundaria pa- ra quitar aquella villa de passiones é con- tiendas é para remediar su gente é nes- cessidad , que era muy grande en la que de o 2 para traerle á la memoria DE INDIAS. LIB. XXVII. CAP. IL que en esto podria acrescentar mucho su persona, é quánto provecho é utilidad se seguiria á su honor é hacienda, é quán grand remedio seria para todos quan- tos chripstianos estaban en aquellas par- tes. Estos mensajeros, poniendo en efeto su camino é navegacion, siguieron la via del Occidente cerca de la costa, é cómo ovieron navegado sessenta leguas, vie- ron muchos humos en aquellos cerros de Nicuesa; é los que allí estaban vieron el bergantin é salieron á él dos canoas con una bandera, é conoscieron los del ber- gantin que eran chripstianos é arribaron hácia ellos é conoscidos, despues de se aver saludado, salieron á tierra muy ale- gres. É llegados delante de Nicuesa, le dieron las cartas é creencia que llevaban, y explicaron su embaxada del tenor que se ha dicho de susso: é demas de ser di- cho tan afectuosamente como les fué po- sible é lo supieron encaresger, fuéle muy grato oyrlos al Diego de Nicuesa. por la insoportable nescessidad suya é de los que le quedaban; é aceptando sus rue- gos é agradesgiéndoles la voluntad é obra que le ofrescian, profirióse de yr con ellos é tractar á todos como á hermanos; é assi pusso por obra é sin dilagion su camino. Porque conviene al discuso de la his- toria é á la inteligencia de lo que des- - pues subcedió, que no se calle el castigo é prision del capitan Lope de Olano, digo que assi como Diego de Nicuesa assen- tó en el Nombre de Dios, quiso ahor- carle: é no errára en averlo hecho an- tes, é por ruego de algunos escapó de la soga, é porque Diego de Nicuesa era na- - taralmente piadosso no le ahorcó. Pero hacíale en pago de su traycion, moler pú- blicamente mahiz en la calle cada dia á fuerga de bracos, sobre una piedra algo 1 va moler las indias; é de "TOMO. 4. | 473 tantas tortillas que molia, dábanle una que comiesse por su trabaxo, estan- do presso con una cadena á los pies, al modo de aquellos moros esclavos que á la puerta de Triana en Sevilla maxan esparto. É assi en esta forma de peni- tencia escotaba la maldad é traycion que á su gobernador hizo, que fué muy gran- de; y se le empleaba muy bien esse cas- tigo é otro mayor. Y estando assi en esta vida Lope de Olano, acordada la partida del gobernador con los que Je vinieron á llamar del Darien, siguióse que algunos dolientes le rogaron é pidieron por mer- ced á Diego de Nicuesa que los dexasse yr adelante; y cómo él era piadosso mas que cauto, dióles licencia para ello, de lo qual subgedió su perdigion. Y en un bergantin fueron algunos y entre ellos el veedor Johan de Queicedo ésu muger, el qual en secreto desamaba al gobernador: é assimesmo fué con estos el bachiller Corral, que era uno de los quatro men- sageros, é avíale prometido Diego de Nicuesa de lo hacer su alcalde mayor, é al Diego Albites avia concedido la vara de alguagil mayor suyo. Pues como aquel Lope de Olano era vizcayno, supo que en el Darien era uno de los dos alcaldes un Martin de Camudio en compañia de Vasco Nuñez; y este alcalde Camudio era pariente del Lope de Olano. É avia assimesmo otros vizcaynos, sus debdos, é otros vascongados de su lengua: á los quales escribió de la manera que el go- bernador lo tenia presso é cómo era trac- tado, é indinólos mucho contra Diego de Nicuesa. Aquel veedor Johan de Queige- do llegó con los dolientes primero al Da- rien, é informó al capitan é alcalde Vas- co Nuñez cómo su officio de alcalde ma- yor le avia impetrado de Diego de Ni- cuesa el bachiller Corral, é que avia pro- metido el alguacilazgo mayor á Diego cóncava con otra redonda é rolliga, como ' Albites, el qual offigio tenia Bartolomé Hurtado, especial é íntimo amigo y en 60 474 las haciendas compañero de Vasco Nu- ñez. Por lo qual en essa ora Vasco Nuñez é Bartolomé Hurtado, como eran mucha parte en el pueblo, viendo la indinacion que el otro alcalde Camudio é los viz- caynos tenian concebida contra Nicuesa, por respecto de Lope de Olano, acordaron de tractar é rogar á los del pueblo que aunque Diego de Nicuesa viniesse, no lo rescibiessen por gobernador. É para esto, teniéndolo muy bien amasado, juntaron el pueblo, prevenidos los de su opinion, y en la iglesia de San Sebastian pusieron al pié del altar una manta ó tapete en tierra é una almohada de cama y encima una Cruz, como se suele hacer el jueves de la Gena ó Viérnes santo, quando se an- dan las estaciones; é juraron allí solem- nemente sobre aquella cruz que no res- cibirian á Diego de Nicuesa por goberna- dor. Este juramento hicieron primero ambos alcaldes, Vasco Nuñez é Martin de Camudio, é luego los regidores é de uno en uno todos los que allí estaban; é asen- tólo por auto ¿n scriptis un secretario, lla- mado Hernando de Argiello, especial amigo de Vasco Nuñez. Hecho aquesto, pusiéronse guardas en la costa y en el rio del estero, donde suelen desembar- carse los que allí van, para que si Diego de Nicuesa fuesse, no le dexassen entrar en el Darien. : En tanto que llegaban, acordó Vasco Nuñez de prender al bachiller Enciso, que era mayormente su émulo, é púsole en un bergantin con cierta pesquisa, qual le paresció , y envióle desterrado á Espa- ña, é fué fama é aun se tuvo por cierto que Vasco Nuñez concertó con un calafa- te, llamado Chripstóbal de Eslava, quando calafateó el bergantin en que lo avian de llevar , que lo repasasse de ferro groso, porque á pocas jornadas de allí se ane- gasse. É presso el bachiller, hízole tomar sus bergantines é hacienda, só color del pueblo é como alcalde, digiendo que assi HISTORIA GENERAL Y NATURAL convenia á aquella república é al servicio del rey; y estando assi ya metido en el bergantin é para se partir este bachiller Enciso, llegó Diego de Nicuesa é con él sus cabestros mensajeros, que este nom- bre les quadra tambien como lo hacen los carneros ó bueyes de cencerro que lle- van los otros á la carneceria: los quales eran Diego Albites y Rodrigo de Colme- nares é Francisco de Cisneros. É porque le paresció á Vasco Nuñez que los mari- neros que avian de llevar al bachiller, no yban de buena gana é reusaban el cami- no, sospechó que debian aver sospecha- do ó que los avian avisado del fraude é mal acondicionado bergantin , é hizo pas- sar al bachiller á una caravela que esta- ba en aquel puerto, en que vino presso á esta cibdad de Sancto Domingo; y des- de aqui fué remitido á España al Consejo Real de Indias, en el qual y al Rey Ca- thólico se quexó de Vasco Nuñez y sus secuaces. En tanto que Diego de Nicuesa tardó de llegar al Darien, aquel veedor Johan de Queicedo dió á entender que el Diego de Nicuesa yba de propóssito de tomar todo el oro que tenian los del pueblo y enviarlo al Rey, é tomar á todos los viz- caynos é alguna otra gente de los que es- - tuyiessen mas sanos é para trabaxar, y enviarlos á vivir al Nombre de Dios, é hacer allí una fortaleca; é que los que el Nicuesa tenia é de su armada le avian quedado, porque estaban cansados de los muchos trabaxos que avian passado, quedassen en el Darien á descansar é cu- rarse. Lo qual todo era maldad é nunca dicho ni penssado por Nicuesa , salvo le- vantado por el Johan de Queicedo é Vasco Nuñez é sus secuaces, para no acogerle y enemistarle con todos; y de aquí nas- ció el juramento, que como es dicho se hizo en la iglesia de Sanct Sebastian, el qual acto por fé del Hernando de Argúe- Mo, escribano, yo lo ví é leí, é conoscí DE INDIAS. LIB. despues en el Darien á los mas de los que le juraron. El caso es que llegado Diego de Nicue- sa al desembarcadero del estero del Da- rien, halló allí 4 Vasco Nuñez con toda la - gente del pueblo armados, é no dexaron salir en tierra mas de al gobernador con un paje, con las escripturas é provisiones reales que él tenia de su cargo é gober- nacion; é aquella noche lo llevó Vasco Nuñez á su casa, é dióse órden como á otro dia su gente saliesse en tierra. É desde á quince ó veynte dias que el go- bernador estaba en casa de Vasco Nu- ñez, comiendo á una mesa é durmiendo ambos en una cámara , concertóse con él una noche, estando por tercero entrellos Alonso Runyelo, y entre otras palabras que passaron, díxole que qué le daria porque le pusiesse la corona de goberna- dor. Á lo qual respondió Diego de Nicue- sa que qué mas queria sino que la tru- xessen á dias é siempre se hiciesse lo que él ordenase; y en esto dixo Vasco - Nuñez: «Señor, vámonos á echar, por- que es tarde é no nos vean juntos esta gente ni me hayan por sospechoso; y en amanesciendo váyase vuestra merced á sus bergantines, é póngase á lo largo desviado con ellos , é quédese acá Alonso Runyelo, para que os envie á decir con él lo que aveis de hacer. Y entre tanto yo tomaré tiento á las voluntades del pueblo, y sabré el voto de los que os quieren por gobernador é de los que lo contradixe- ren: é los que fueren de voto que entreis, dexarlos he andar libres por el pueblo, é á los contrarios mandarlos he que no sal- gan de sus casas, só pena de muerte, é que estén apercebidos con sus armas pa- ra quando yo los llame, dándoles á en- tender que será para prenderos.» Oydo esto por Nicuesa, parescióle buen medio; pero Vasco Nuñez lo hizo al contrario, porque á los que no querian que entrasse los dexó libres andar por el pueblo, é á XXVII. CAP. II. 475 los otros todos que decian que le querian por gobernador los detuvo, dándoles á entender con sus cautelas vulpinas que, acabando de hacer aquello que hacia, los avia de llamar á todos, é yban con él á meter á Diego de Nicuesa por fuerca de los que lo penssassen estorbar; é assi los hizo estar en sus casas, creyendo que as- si seria. É fecho aquesto, mandó prego- nar que ninguno saliesse de su casa, só pena de muerte é perdimiento de bienes; y en tanto que esto urdia, hizo yr al Alon- so Runyelo á Nicuesa, é que le dixesse que estuviesse quedo en sus bergantines á lo largo, é que no se fiasse de nadie, sino fuesse de Diego Albites, é del ba- chiller Alberto, é de Johan Vegines y Es- teban Barrantes, que eran regidores de aquella villa. Despues que Alonso Runyelo le avia dicho esto, desde á poco llegaron los qua- tro que he dicho á Diego de Nicuesa, é halláronlo comiendo, y ellos en tierra, dí- xoles: «Señores, mandays que salga allá, ó quereis hacerme merced de entrar acá y comeremos todos?» Entonces el Este- ban Barrantes dixo: «Señor, como vues- tra merced lo mandare. » É Nicuesa re- plicó lo mismo que avia dicho, y el mis- mo Barrantes dixo: « Señor, no se ha de hacer, sino lo que vuestra merced man- dare.» É luego Nicuesa, como era come- dido é de gentil crianga, por no les dar trabaxo salió él á tierra, é púsose enme- dio dellos; y estando hablando con ellos, luego con poco intervalo de tiempo llegó el alcalde Camudio é Pedro Macaz, regi- dor, y ambos vizcaynos, é dixo el Camu- dio: «¿Por qué no os aveys ydo, señor , Diego de Nicuesa? Que nos aveys des- truydo, y por vuestra causa y embarago y por no dexaros en el pueblo ni llevaros con nosotros, avemos dexado de hacer una entrada, en que se ovieran mas de gin- qúenta mill pessos de oro» Espantado Diego de Nicuesa de la novedad destas 476 palabras, tan diferentes de lo que los otros le avian dicho de parte de Vasco Nuñez, quedó como atónito, é díxole: «Señor Camudio, muy maravillado quedo de lo que os 0yg0; y pues os paresqe que me debo de yr, haced una cosa en tanto que yo me entro á comer: enviad á llamar á Hernando de Argúello, vuestro escribano, que me dé por fé y testimonio, pues que estays aqui todos, como me enviásleys á llamar é vine á vuestra peli- cion, y me tornays á decir que me:torne; y luzga me volveré.» Lo que á esto res- pondió el alcalde Camudio fué arremeter á él é abracarse con él, daudo voces pa- ra que le acudiesse la gente que él tenia allí cerca en resguarda, é no se via por la mucha arboleda é boscaje de aquella tierra, y en especial donde estaban: é assi encontinente acudieron cinqúenta Jhhombres bien aderescados con sus armas para lo prender, como lo prendieron. Vasco Nuñez avia proveydo de otro bergantín por la mar en que lo metiessen presso y lo echassen de la tierra, é no en ninguno de los bergantines de Nicuesa. É como el Alonso Runyelo vido la prission de Nicuesa, fuésse luego á hacer manda- do á Vasco Nuñez, creyendo que estaba inorante del caso: al qual halló en su ca- sa assentado de mucho reposso con todos los enemigos de Nicuesa, y estaban pres- sos todos los que le eran amigos por el pregon que es dicho é detenidos en sus casas. É lo que respondió Vasco Nuñez fué que le dixo: « Alonso Runyelo, muy mal recaudo se ha dado aqueste vuestro gobernador. » El qual no replicó palabra, . porque conosció la maldad y el tiempo. Presso Nicuesa, le sacaron aquella no- che al Plagel, ques la boca de aquel es- tero á la mar del Darien, é allí estuvieron con él, velándole aquella noche, aquel Es- teban Barrantes, que era uno de aque- llos de quien Vasco Nuñez le avia envia= ¡ do ce Le se fases, é con éEBarto- 1d IUSTORIA GENERAL Y NATURAL - Jomé Hurtado, alguacil mayor é compa- nero de Vasco Nunez é otros muchos. Otro dia de mañana tomáronle seys riba- doquines que avia en sus bergantines 8 hinchéronlos de agua é de arena; é me- tieron á este mal afortunado gobernador - en un bergantin dellos é hiciéronle yr de la tierra con muy poco bastimento ó quassi ninguno, con seys compañeros é siete ma- rineros. Pero una de las cosas que más agrava y engrandesce la culpa de Vasco Nunez é Camudio, é la crueldad destos y de todos los que en el Darien con ellos se conformaron y en aquel juramento y liga fueron, es que Nicuesa les rogó é requi- rió que no le echassen á morir desespe- rado con aquellos que con él yban, é que oviessen piedad dél é dellos, é le dexas- sen estar como un poblador é vecino pri- vado é no gobernador, é quél se desistia de la gobernacion éla renunciaba en Vas- co Nuñez. É á este propóssito hizo otras exclamaciones é ruegos, lagrimando, que nunca le fueron rescebidas ni otorgadas, ni quissieron aver piedad dél; é assi se fué por essa mar, donde nunca mas pa- resció ni se supo dél, ni de hombre de los que con él fueron. Verdad es que al- gunos indios, andando el tiempo, pregun- tándoles despues si avia aquel bergantin aportado en aquella costa, quissieron de- cir é se sospechó que avia tocado en Car- tagena por nescessidad, é que saltando en tierra por tomar algun mahiz é agua» lo mataron á él é los que con él yban en recompensa de los indios quél avia allí muerto, quando socorrió á Hojeda. Assi que, este fué el fin de los trabaxos é vida de Diego de Nicuesa; é desta manera se quedó Vasco Nuñez por entonces en su mando, como primero lo estaba: el qual luego envió dos bergantines con basti- mentos al Nombre de Dios á recoger la otra gente é reliquias del armada del des- dichado Nicuesa, con la qual avia queda- do por su teniente el capitan Gongalo de - DE INDIAS. LIB. Badaxoz: el qual, assi como se avia par- tido de allí Diego de Nicuesa, se concertó con un Alonso Nuñez de Madrid que allí quedó por alcalde, é porque los bastimen- tos eran pocos, acordaron dese algar con ellos, só color de los reglar é que ovies- se para mas tiempo qué comer é á ellos - faltasse á la postre, en tanto que Nicucsa tornaria ó enviaba á llamar la gente que allí avia dexado. É mal contentos desto todos, se juntaron contra el alcaide y el teniente, y con mano armada los pren- dieron é tomaron los bastimentos, é des- pues de los aver repartido entre sí, los soltaron. En aquella sacon fueron ciertos men- sajeros del Darien con un navio de parte de Vasco Nuñez é de aquella villa á lla- mar é recoger esta gente, la qual de gra- do se fué al Darien, y entre los otros fué aquel Lope de Olano que, como está di- cho, en premio de su poca fidelidad le avia dexado presso Diego de Nicuesa, mo- liendo á maquilas el mahiz. Y cómo halló - en el Darien al alcalde Camudio é á otros muchos vizcaynos, fué entrellos reparado é favorescido é aprovechado por Vasco Nuñez: por manera que de la gente del gobernador Alonso de Hojeda, que prime- ro ganaron el Darien y de otra que fué despues en una nao, de que era capitan Rodrigo de Colmenares, con quien avia ydo el bachiller Diego de Corral é otros, é de la gente del gobernador Diego de Nicuesa, ya el pueblo del Darien estaba bien poblado é avia en él mas de seys- cientos hombres. É Vasco Nuñez estaba próspero é rico é sin contradicion públi- ca, puesto que en lo secreto no le falta- ban émulos é contraditores que le abor- rescian, en especial el bachiller Corral y el capitan Goncalo de Badaxoz, teniente que fué de Nicuesa; y estos truxeron á su liga é devogion á un Alonso Perez de la Rua é á otro Luis de Mercado, y entre estos quatro concertados, apuntaban los $ > XXVII. CAP. UL. 477 errores é defetos de Vasco Nuñez é hicie- ron cierta pesquisa secreta contra él, de industria del bachiller Corral por mano de un escribano mancebo, que por ser pobre ó de poca edad le juntaron á su congre- gacion é propóssito. Desto tuvo despues aviso Vasco Nuñez é prendió á essos qua- tro é túvolos en una estrecha prission, como en jaola en medio de la placa del Darien, en que estuvieron algund tiempo hasta que se soltaron é se acogieron al monesterio de Sanct Francisco, en que avia tresó quatro frayles de aquella órden. En el qual tiempo Vasco Nuñez fué per- suadido, ó diciendo mejor engañado por el concejo é comunidad, á quien de secre- to los que se avian soltado como mas cau- telosos (y eran de los principales vecinos de allí) daban avisos é ragones é muchas causas para que enviassen procuradores que informassen al Cathólico Rey don Fer- nando, de gloriosa memoria, del estado de aquella tierra é de quán nescessario era sustentar aquel principio é assiento en la Tierra-Firme, para la conquista é po- blacion de aquellas partes, é para que Dios se sirviesse; é que se diesse á en- tender al Rey quán bien le servia é avia servido Vasco Nuñez é su buena habilidad é persona, é que era racon que se le con. firmasse é diesse é él aquella goberna- cion. Só esta color él vino en que fues- sen los procuradores; pero túvose forma en que essos fuessen tales que dixessen la mala gobernagion é defetos del mesmo Vasco Nuñez, al qual daban á entender que el bachiller Enciso, quél avia enviado presso á la córte, le podria dañar, é que assi para que no fuesse creydo como pa- “ra que fuesse confirmado Vasco Nuñez en el officio, era conviniente cosa que con . diligencia se proveyesse, sin perderse tiempo, en la yda de los procuradores, tractando desta embajada enforrada cada parte por su. interés. É dándose á enten- der á Vasco Nuñez el contrario de la ver- - 478 dad, diciéndole que yban en su favor, fueron elegidos el veedor Johan de Quei- cedo y el capitan Rodrigo de Colmenares, en los quales y en su amistad Vasco Nu- ñez confiaba; pero halló despues otra co- sa en sus obras, no obstante que no des- cuidándose del todo, penssando prevenir en el caso, hizo yr por su parte al otro alcalde Martin de Camudio con las infor- maciones, que le paresció que podrian ser á su propóssito, é los unos é los otros fueron á España. Pero como el que teme suele estar en vela, desseando Vasco Nu- ñez ganar las voluntades de personas que le pudiessen ayudar, envió á esta cibdad de Sancto Domingo cartas é algunas her- mosas piecas de oro labradas de las que se avian tomado de los indios, para quien le paresció; y escribió al almirante, don Diego Colom, é al thessorero Miguel de Passamonte, que aquí residia, al qual el Cathólico Rey daba crédito, é granjeó sus voluntades de tal forma, quel almirante le envió una cédula con título de capitan é teniente suyo en aquella tierra, aunque aquesta higiera poco al caso é mas le da- HISTORIA GENERAL Y NATURAL ñára por el pleyto, quel almirante tracta- ba sobre si sus previlegios le daban juris- dicion ó no en la Tierra-Firme. É por lo quel thessorero Pasamonte escribió al Rey Cathólico en su favor, se le envió una cé- dula de capitan é administrador suyo en aquella provincia, por tanto tiempo quan- to su real voluntad fuesse: é con esto se le dobló el favor é la soberbia, é se hizo llamar de ahí adelante gobernador. Porque lo que de aqui adelante se po- - dria decir en esta materia no es.á pro- póssito de la gobernacion de Veragua, puesto que lo seria al subcesso del capi- tan Vasco Nuñez, quédese aquí esto has- ta que en el libro siguiente se diga lo de- más; y no se desacuerde el letor de lo que en este libro XXVIII se ha dicho, por- que mejor entienda el orígen de la pobla- cion del Darien. Y tórnese á nuestra prin- cipal materia, ques decir lo que compete á la gobernacion de Veragua, de que este libro pressente tracta; é dígase lo . que hasta el tiempo en que estamos, allí se ha hecho, de que yerdadera noticia se tenga. . CAPITULO 1V. Cómo fué desde á mucho hos despues de lo que se ha dicho en el capítulo de susso por gobernador é capitan general á la provincia de Veragua Felipe Gutierrez , y del mal subcesso de su gobernacion é cargo. : pS los fines destos gobernadores, mucho parescen tragedias estas sus his- torias, pues tan mal acaban muchos de- llos hasta el tiempo pressente. Parte des- ta culpa está en ser la cosa, de que se tracta, tan grande y tan apartada de la pressencia del Emperador Rey , nuestro señor, cuyo es el imperio destas Indias anexo á la corona é ceptro de Castilla, y por ser la cobdicia de los hombres insa- ciable , é muchos destos capitanes levan- tados sin experiel ia é puestos en | los of- ficios de que se encar F hacer ni aver visto la tierra que vienen á gobernar, é con pocas fuercas é. posibili dad para se sustentar en los principios de sus empressas. Por lo qual con poco des- man ó siniestro revés que les subgeda, se pierden, ofreciéndose á offigios é cargos muy peligrosos al cuerpo y ánima, y €n que se requieren continuos é grandes gas- tos en la mar y en la tierra, é innumera- bles fatigas é trabaxos. É demás de todo esso la diversidad de los géneros de hom- bres, que han de concurrir é juntarse pa- ber. ma all oq mn petlicia que de de meme DE INDIAS. LIB ter un entendimiento muy avivado, é una - prudencia muy experimentada, é un su- frimiento muy capaz para tal carga, é una persona muy bien templada é sana, é una conversacion comun é aplacible, é un áni- mo invito é grave, quando convenga. Y como en otros lugares he dicho, el que se ceba de palabras de personas lagote- ras de poco entender, fúndase en el ay- re; é assi lo que se edifica de esta mane- ra, ha de caer presto y no llegar á col- mo, como paresce de lo que está dicho y se dirá adelante que ha intervenido á al- gunos é á los mas de los que han manda- do gente en estas Indias. Y los errores destos me paresce que consisten en no tener tanto cuidádo de servir á Dios, con- virtiendo estas gentes salvages, como de quitarles lo que tienen, é allegar oro é perlas é otros despojos, de que al cabo hán mal goco é peor fin con ello. É si en lo que he escripto del discurso del capi- tan Diego de Nicuesa se nombraron algu- nas personas, no es sin causa, y en el si- guiente libro del número XXIX se dirá el vituperable fin que Vasco Nuñez de Bal- boa é todos ellos hicieron. En lo que está dicho y por decir deste libro XX VIH no hay cosa que pueda dar placer al letor; pero no le desplacerá sa- ber é oyr cómo castiga Dios lo mal hecho. Poco le aprovechó á Pilatos lavarse las manos coram populo, ni decir: «Inocente soy de la sangre deste justo.» Ni á voso- tros, capitanes, hageros inocentes de tan. tas muertes como por vuestra industria y proprio interés, pospuesto el temor de Dios, aveys causado á indios éá chrips- tianos; pero mirad que aunque engañays al Emperador é á los señores de su Real Quarto de Indias con vuestras cartas é testimonios, que haceys sinar á un escri- bano de manga y loco, y proveeys sin conciencia, que tomais á vuestro propós- sito, no podeis engañar á Dios. El qual con el tiempo lo enseña é publica é hage . XXVII. CAP. IV. 479 manifiesto con notables y evidentes cas- tigos; porque demás de executarse la di- vina justigia en vuestras personas é fa- mas, sea la pena de los unos exemplo é aviso para la enmienda de otros; é no li- brará mal el que con la vida del cuerpo excusare ó satisficiere á la muerte del áni- ma. Señores gobernadores, sabed que los corsarios fueron los primeros que pusie- - ron en nescessidad á otros á que por huyr la muerte, se pusiessen á peligro de muerte y tentassen en el cruel invierno la mar; agora ha de hacer lo mismo: cons- triñe la avaricia: assi lo dice Plinio. Muy mejor se puede decir en nuestros tiempos, y á mas diversidades de muer- tes andays obligados y cercanos que nun- ca hombres anduvieron; pero acuérdoos é ruego quanto puedo que no temays la paga ni muerte deste siglo, ni estimeis en tanto alguna ganancia ni prosperidad de acá, quanto la que en la otra vida se da á los pecadores, porque como dice Sanct Gregorio: «Á los ojos que por pecado se cierran, la pena los abre.» Yo escribo estas historias por manda- do de Céssar, y en tiempo de muchos testigos de vista en todo lo que he dicho y diré en ellas; y si callo vuestras obras, no haré lo que debo: si las digo como son, blasfemareis algunos de mi pluma y tra- baxo, y penssareis quel que en mis trac- tados paresciere sin culpa ó mas loado que otros, que alguna passion ó amistad 6 interés particular, cobdicia é ocasion me movió, é que mas templadamente me haya con unos que con otros, defraudan- - do la verdad. Sin dubda como tengo á Dios por testigo é á vosotros mismos en este caso, oso decir lo cierto, sin dar gra- cias á nadie por ningun soborno, é sin temor ni penssamiento que en tal caso se pueda aprobar á mi persona tal delicto. No quiero gracias de nadie ni me las dé: que no las merezco en lo que aquí se viere en favor de algund particular, Mi 480 me dexe de culpar el que hallare que por malicia yo cuento cosa que no passó: mi fin es ni dar á ninguno lo que no le com- pete ni es suyo, ni negar á nadie lo que se le debe. É avido esto por máxima, sin dubda querria mas decir cosas en que loasse á todos, é que bien paresciessen, que no acordar delictos é faltas de nadie, general ni particularmente, porque seria lecion mas grata á Dios y al mundo, y yo - la escribiria de mejor voluntad; pero co- mo vosolros aveys de darme la materia y yo poner la tinta y el papel y gastar mi tiempo en ello, escoged lo que mejor os estuviere: que yo no he por nadie de mentir. Y assi serán mis renglones, como ordenáredes vuestras obras: é haced cuenta que vosotros mismos soys el pre- gonero é pintor dellas, é no creays que soy solo el que os escribe las vidas ni el que trae la mano mas pessada en esto;- pues que hay quien os las quite, assi á los que á este mundo soys muertos Como á los que quedays vivos, quando vienen mis palabras. É si yo no dixere verdad, sé que se me ha de pedir estrecha cuenta de lo que aqui en mis tractados se tractáre, que con ella no consuene; y aun enton- ces podré pagar con algunas conciencias agenas, si mal me ovieren informado en jas cosas que yo no oviere visto, é que en confianca de la verdad de testigos aqui se acomularen, pues que no me puedo hallar pressente á todo. En lo que toca á particulares, en el capítulo de susso digo que á los mas de quantos quedaron en el Darien con Vas- co Nuñez, é todos los que despues fue- ron con Pedrarias Dávila, quando el Rey Cathólico lo envió á tomar residencia á Vasco Nuñez é á gobernar á Castilla del - Oro, los ví é tracté é hablé é conversé, é á los mas dellos he visto ó sabido que han - mal acabado, digo de los que fueron en - la muerte de Diego de Nicuesa. Y lo que en tal materia queda por degir, ques mu- HISTORIA GENERAL Y NATURAL cho, ya lo tengo referido al siguiente li- bro XXIX. Para la continuacion deste de Veragua, digo que aquella provincia fué descu- bierta por el almirante primero, don Chripstóbal Colom, y porque estaba en reputacion de tierra muy- rica, y en la verdad lo es, desseaba el Emperador, nuestro señor, que pues ya la provincia de Castilla del Oro, que está mas al. Oriente de Veragua en la costa de Tier- ra-Firme, está poblada de chripstianos, é assimesmo otras provincias que están mas al Occidente en la misma costa, que era racon que lo que está enmedio, y como es dicho tenido por rico, se poblasse é continuasse la conversion de los indios é la poblacion de los chripstianos. É para esto mandó á la visoreyna de las Indias, doña Maria de Toledo, madre del almi- rante don Luis Colom, la qual estaba en la córte, que diesse órden, pues Veragua cabia en la gobernacion del almirante su hijo, por la aver descubierto su abuelo el almirante primero, don Chripstóbal Colom, que se poblasse y enviasse allí - quien lo hiciesse. Y aunque la visoreyna, Y á causa de sus pleytos é otras nescessi- dades, no tenia en essa sacon sobrados dineros para armar é cumplir lo que la Cessárea Magestad le mandaba, atraves" sáronse cobdiciosos que ovieron gana de gastar su tiempo é bolsas en esto, y entre los otros el principal fué un clérigo, llama- do Johan de Sosa, que yo ví bien pobre en Tierra-Firme algunos años ha, mas en- tremetido en cosas del mundo que deter- minado de sosegar en su clericato; y este avia ydo al Pirú, y en la rota y prission del rey ó cacique Atabaliba, de donde resultó tanto oro, cúpole de aquel despojo á este padre ocho ó diez mill pessos de oro, S€e- gund á sus amigos muchas veges oy de- cir. Con estos dineros, ydo en España, donde pudiera en Sevilla, de donde €s - patural, descansar en su hábito é patria DE INDIAS. LIB. é tener mas repossada vida que la que volvió á buscar, acordó de se yr á la cór- te, y entendió en la grangeria de poblar á Veragua, lo qual la visoreyna dessea- ba, porque le yba mas en ello, assi por cumplir lo que Céssar mandaba, como porque la riquega suya é de su hijo el almirante se aumentasse. Y porque al clérigo no se le avia de dar cargo de ca- pitania, dióse á un mancebo hombre de bien, llamado Felipe Gutierrez, hijo del thessorero Alonso Gutierrez , hombre as- saz rico é honrado; é la visoreyna dió sus poderes é consentimiento, é Céssar é su Real Consejo de Indias lo aprobaron. É con su despacho é con muy hermosa gen- te vino armado é proveydo á esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, donde tomó algunos caballos, puesto que no eran menester para Veragua, porque es tierra muy áspera; pero como no lo sabia, penssó que le convenia llevarlos; pero no dexaron de aprovechar, aunque fueran mas, para los comer. Ássi que, des- de aqui passó con mas de quatrocientos hombres, y entre esta gente uno de los capitanes pringipales y de quien mas ca- so se hacia fué un Pedro de Encinasola, que algunos años avia estado en la Tier- ra-Firme, é avia seydo ventero en la ven- ta de las juntas de los rios, que está en la mitad ó quassi del camino que hay des- de el Nombre de Dios á Panamá; en el qual officio yo le ví donde digo. Este hombre tenia plática en Tierra- Firme en Castilla del Oro, donde siempre él fué mandado de otros; pero en Vera- - gua no sabia mas de hablar lo que no en- tendian los que le escuchaban: é assi co- mo Felipe Gutierrez le dió títuló de capitan sinser para ello, assi dió la qúenta, segund su habilidad, y como adelante se dirá. Partió esta gente de aqui en el mes de septiembre de mill é quinientos é treynta y seys años de la natividad de Chripsto, con ciento é diez y siete hombres en una TOMO M. XXVIII. CAP. IV. 481 hermosa é grande nao del clérigo Johan de Sosa, é otra del gobernador, y un galeon: é yba por piloto un Liaño, sobre todos, á cuyo seso é navegacion pringi- palmente esta armada era subjeta, el qual se passó adelante de Veragua, sin conoscer la costa, é llegaron cassi al pa- raje de la punta que llaman de Caxines, que está de la otra parte del cabo de Gracias á Dios. É viendo que estaban muy metidos al Norte, conoscieron ya que dexaban atrás á Veragua, é tornaron alrás septenta é ochenta leguas: en la qual vuelta se vieron en mucho trabaxo, é se perdieron los navios de vista unos de otros, é la nao del gobernador arribó á la isla del Escudo, donde se dixo que estuyo un tiempo perdido el gobernador Diego de Nicuesa. É allí salieron á tierra algunos chripstianos, é hallaron muchos animales de aquellos que llaman perico-li- gero, de los quales se dirá mas particu- larmente en el siguiente libro: é luego vino el galeon é surgió cerca de la capi- tana, é despues llegó la nao de Johan de Sosa por la otra parte de la isla, y ancló- se cerca de las otras; é no trahia batel, porque avia echado en él ciertos hombres para que llegassen á la costa, y el tiem- po no le dió lugar á la nao para los aten- der. Pero desde á ocho dias vieron venir á la vela el batel, é trahian los que en él avian ydo algunas hamacas é ollas é otras cosas de indios, de que se coligió que donde esso avian hallado era Veragua, aunque el piloto mayor todavia decia que no avian llegado á ella. É tambien salie- ron algunos desta armada á las islas de Cerebaro, questán allí gerca; y porque el piloto decia que debian volver á la mar é seguir el camino, acordó el goberna- dor que fuessen ciertos capitanes y el clé- rigo Johan de Sosa é dos pilotos á donde el barco avia llegado: é llegados á (era- baro, saltaron en una isleta de muchas que allí hay, pero no co consciaral Allí 482 se tomó un indio, y este, preguntándole por una memoria que dió Diego Mendez, criado de la visoreyna y del almirante viejo, y que se halló con él quando des- cubrió á Veragua , todos aquellos nom- bres de las islas de Cerebaro é Veragua, los señalaba con el dedo, y el piloto de- cia que mentia el indio é que no sabia lo que se decia, éá la verdad el piloto era el que no lo sabia. É assi se recogieron, dando crédito al piloto, é alcaron vela, é subieron tanto al Oriente, que dexaron atrás el Nombre de Dios y reconoscieron las islas de Secativa; y entonges confesó el piloto que quedaba atrás Veragua aba- xo al Occidente: é assi con mucho trabaxo dieron la vuelta. Y despues que llegaron á la costa de Veragua, acordóse que en los barcos saliessen á tierra Carrillo Gu- tierrez y Pedro de Encinasola con hasta treynta hombres; y entraron en tierra bien diez leguas, por aver lengua é mirar la dispusicion de la tierra, para poblar en donde fuesse mas al propóssito. É llega- ron á un buhío que se llama Capi, donde tomaron tres indios é siete mugeres é ni- nos: é desde allí se volvieron al gober- nador descontentos de la mala dispusi- cion de la tierra, por ser tan doblada y áspera é tan cerrada de arboledas é no de la manera que la desseaban hallar. É assi se fueron á desembarcar á par de un grand rio, donde poblaron, el qual algu- nos de los que en esto se hallaron dicen ques el que se llama Belem, é otros dicen ques otro questá mas al Occidente: en la boca del qual al un lado se hacia una is- leta entre la Tierra-Firme é la mar, é allí se higieron ciertos buhíos é se descargó la mayor parte de la carga de las naos. É allí gerca de la otra parte del agua en la Tierra-Firme avia una raconable dispusi- cion en un cabeco para assentar un pue- blo: é dióse luego órden en le desmontar é cortar muchas arboledas y espessura de oscajes é allí hizo. al st una > HISTORIA GENERAL Y NATURAL buena casa de madera, donde metió sus bastimentos é se apossentó su persona, é se hicieron otras algunas á mucha dili- gencia. Allí se descubrió una fuente por su mal de muchos ó de los mas deste exército, porque todos los que della be- bieron se les hizo una enfermedad é mal de boca que se les podrian las encias, é se les hincharon los labios é murieron muchos. A esta causa los pecadores que lo probaron, bien creerian lo que dige Plinio del agua que en Arcadia se llama Stia , la qual en color ni olor es diferente de las otras; mas quien la bebe súbito muere. Algo mas piadosas son otras fuen- tes que el mesmo auctor escribe, que no esta de Veragua, las quales dice que son tres en un collado de la tierra de Tauris, llamado Berosio, de las quales fuentes quien bebe, sin remedio é sin dolor mue- re. Y no es de maravillar desta fuente de Veragua que sea tal como es dicho, pues que en el mundo están essotras, que se han alegado con Plinio é otras muy admi- rables: é buscando este oro, se manifiestan otros secretos cada dia á costa de las vi- das de los cobdiciosos, é tambien otras cosas, en que se hallan medicinas é otros provechos. Tornemos á nuestra materia. Aquel padre Johan de Sosa cómo vi- dó que el gobernador hacia desembarcar de su barca su ropa, no quiso él hacerlo é fuesse al Nombre de Dios por buscar alguna lengua natural de Veragua, y es- tuvo en esto veynte y dos dias; y tor- nóse sin ella porque no la halló, y al ca- bo ovo de hacer como los otros. Descar- góse su nao en aquella playuela de la is- leta ques dicho, y por su mala fortuna cargaron las aguas é llovió quassi qua- renta dias continuo, que no faltó dia sin que poco ó mucho lloviesse ; é cresció el rio tanto que se llevó la mayor parte de los bastimentos que no se: pudo salvar dellos sino poca cosa. Pero el gobernador perdió poco, porque la mayor parte de su E DE INDIAS. LIB. XXVIIL CAP. 1V. hacienda é bastimento ya lo avian puesto en aquella casa; mas fué cosa de mucho trabaxo, quando aquella cresciente vino, porque se penssaron perder quassi dos- cientos é cinqúenta hombres en aquella isleta, é quedaron aislados en muy poca tierra que quedaba por cubrir del agua, é se ahogaron uno ó dos que se quissie- ron echar á nado, penssando passar á la Tierra-Firme: de los quales fué uno un clérigo vizcayno, llamado don Martin. É uno pasó á pedir socorro al gobernador é á los que estaban en la otra parte, y en dos dias se hizo una canoa é se echó al agua, con la qual é una balsa é con cuerdas se puso tal diligencia que se sal- vó toda la gente, no sin trabaxo y sin mucha pérdida de los bastimentos é otra hacienda, demas de los dos ó tres que se ahogaron, por no atender como los otros. En aquello que se desmontó para la casa del gobernador é otras, se hicieron bien quassi cinqúenta buhíos grandes, de que no tenian tanta nescessidad quanto de buscar qué comiessen; porque era mucha la hambre que padescian todos, á causa de lo que el rio les avia llevado de los bastimentos; é pedíanle al goberna- dor de los que él tenia, é ultrajábalos de palabra é respondíales que lo buscassen. No lo hizo assi con las tórtolas aquel eaballero catalan Mossen Pedro Margarite, en esta isla: que estando enfermo é mu- riéndose de hambre en la fortalega de Sancto Thomás en las minas de Cibao, que el almirante primero hizo (donde es- te caballero fué alcayde primero en esta Isla Española), porque no avia de comer para todos los que con él estaban en la fortaleca con aquellas tórtolas, las soltó é se fueron, como mas largamente se dixo en la primera parte de aquestas historias. Rey de Castilla é de Leon era el rey don Alonso Onceno, quando tenia cercada á Gibraltar, y estando en su pabellon é 483 real un día comiendo, tenia delante de sí en el plato una gallina, é oyó que entre los de su exército avia clamores é quexas, é preguntó qué cosa era aquello é de qué se quexaba aquella gente: é dixéronle que porque no avia carne en el real ni se la daban á ninguno. Entonces el Rey dió de mano al plato y echólo de la mesa é dixo: «Nunca plega á Dios que yo la coma, hasta que á todos le sobre é la tengan en abun- dancia.» É assi lo cumplió hasta que des- - de á cinco ó seys dias se traxeron al real muchas vacas é carneros. Esto sí es el oflicio del buen príncipe é del capitan que ha de mandar gente. Tornando al propóssito, aquellos com- pañeros que yban descontentos de las ágrias respuestas de su gobernador, acu- dian al clérigo Sosa é socorríales con al- go desso poco que le avia quedado; y como presto lo acababan, tornaban al go- bernador, é importunado, como no podia comer tanto quanto tenia que vender, ha- cialos mancomunar de veynte en veynte ó mas, é dábales la pipa de harina á treyn- ta pessos y la del vino á quarenta é la arroba de la carne á pesso y el quintal del vizcocho á diez é doce pessos, é malo. É á su exemplo otros que tenian algunos bastimentos, hicieron lo mismo, parescién- doles tan bien el officio de la mercaderia que penssaron hacerse ricos con ella; pero por muy caro que ellos lo vendian, era barato para los que lo compraban, pues nunca lo pagaron é ninguno rehusaba el prescio, aunque no era poca la priessa del morir cada dia, assi por la hambre, como porque la tierra é nuevos ayres los probaban, é la prueba fué tal que po- cos quedaron: é quando el rio se llevó los bastimentos tambien rebató la botica de las medicinas, y en poco liempo no quedaron en todos los que allá fueron doscientos é ochenta hombres, é de aques- tos la mitad enfermos. SS Á aquella poblagion mandó llamar el 484 gobernador Felipe Gutierrez la cibdad de la Concepcion, y tambien la pudiera llamar de la aflicion, porque él y todos tenian trabaxo extremado. É no le culpo, si él les daba su hacienda á aquellos compañeros á los prescios ques dicho en la verdad, porque aunque en España pa- rezcan excessivos, no lo son acá en es- tas partes, en especial en tierras nuevas “donde se llevan con mucho riesgo é cos- ta; é lo que el Rey no hace con sus vas- sallos que le van á servir é le conquistan la tierra con tantos peligros, no es racon que se pida á un gobernador que lo ha- ga, ni que dé su hacienda á ninguno á quien no la deba, pues cada uno vá á ganar para sí. Dexemos de darle culpa ni le quitemos de todo punto della; pero démosla al tiempo é á la manera que se tiene en estas armadas, porque las más veces el capitan no sabe á dónde viene, ni los que le siguen á dónde los llevan, en especial nuestros españoles que son tan amigos de la guerra, que á quien la hacen primero es á sí mesmos de mal con- siderados. Tornemos á cesta gente infelice, que estando ya en extrema nescessidad, el gobernador á los que le quedaban les hizo un largo ragonamiento, exortándo- los para que entrassen la tierra adentro á buscar de comer é algund buen assien- to donde poblassen, dándoles esperanca que sus trabaxos é nescessidades se re- pararian. É para este efeto mandó que fuesse gente por ambas costas el rio HISTORIA GENERAL Y NATURAL arriba, é fué el capitan Carrillo Gutierrez con ochenta hombres por la costa de la parte del Oriente ó de hácia el Nombre de Dios, é por sus acompañados el capi- tan Mercadillo é Pedro de Encinasola : é por la otra costa de hácia el Poniente fué otro capitan, comendador de la Órden de Sanct Johan de Rodas, que se decia Chripstóbal Enriquez, con septenta hom- bres, é otro capitan llamado Castillo; y estos llevaban por lengua un indio, que se avia tomado en las islas de Gerebaro. É anduvieron tanto, que por encima del nascimiento del rio el comendador y los que con él yban se juntaron con los del Carrillo Gutierrez en unos buhíos del ca- cique Dururua; é antes que se juntassen avia tornado atrás el capitan Mercadillo al real á pedir al gobernador socorro, por- que la gente estaba enferma: y no sa- biendo que se avian juntado los unos é los otros, como es dicho, envió el go- bernador al capitan Alonso de Pisa con quarenta hombres. Aquellos que estaban en los buhíos, como los indios les daban rebatos y escaramucas é no querian paz, quemáronles el mahiz que tenian, que era mucho, y despues les hizo mucha falta. Y sabido el gobernador que cada dia adolescian é morian desta gente, é no hacian algun fructo , enviólos á llamar é que se viniessen al pueblo de la afli- cion que digo; é assi lo hicieron con al- gunos indios é indias que se avian ran- cheado en aquellos treynta ó quarenta dias, que en esta entrada estuvieron. CAPITULO V.. De otra entrada que se hizo en que fué presso el cacique Dururua, y de la prudencia y engaño con que fué libre y los ehripstianos desbaratados é algunos muertos , é otras cosas. , Despues que tornaron los capitanes de la entrada que se dixo en el capítulo de susso, y acabados de hacer los huhíos de aquella cibdad de la Concepcion, fué ¿Obernador a Gu- acordado pe el tierrez que se hiciesse otra entrada, por ver si se sacaria mas remedio en ella de lo que se ovo en la passada; y porque él estaba enfermo, mandó que fuesse por su teniente de capitan general Alonso de DE INDIAS. LIB. Pisa, é mandó que el padre Johan de So- sa fuesse allá *; y porque Alonso de Pisa era mal quisto, quisso aquel padre re- verendo yr por general, y el gobernador lo reprendió, diciéndole que en las armas no se admitian á los sacerdotes ni pares- cia que era conviniente: á lo qual aquel padre, tornando por sí, vinieron á malas é feas palabras; pero al cabo se hizo lo que el gobernador mandó, é consintió que el clérigo fuesse y que el teniente se nom- brasse Diego de Pisa, hermano del otro Alonso de Pisa: y fueron los officiales de Su Magestad assimesmo á esta entrada, en que ovo de número ciento y cinqúen- ta hombres. É llegaron á donde el capi- tan Carrillo llegado en la otra entrada antes de esta, y passaron de allí é llegaron á aquel bu- hío que se decia Capi, é halláronle des- poblado: é passaron media legua de allí á otro que tambien hallaron solo é sin gen- te, en el qual repossaron los nuestros. É desde aquel buhío comencaron á hager entradas, repartiéndose los capitanes con parte de los españoles; y un dia fué pres- so el cacique Dururua con trece ó catorce personas, é truxéronlos á aquel buhío é allí interrogáronle el padre Sosa y los demas y pedíanle tingla, que en la len- gua de Veragua quiere decir oro; y el cacique dixo que le diessen uno de sus indios que avian prendido con él y que lo enviaria por tingla, é les traeria qua- tro havas ó cestas llenas de tingla: que segund del tamaño quel las señalaba que serian, por lo menos cabria en cada una de dos mill pessos de oro en aque- tenas é piegas labradas que los in- dios usan. É aquel indio se le dió al ca- cique y él le mandó lo que avia de hager é ordenóle que volviesse desde á quatro soles, señalando al sol y alcando quatro dedos en la una mano, ques una comun = * En la márgen izquierda del MS. que sirve de - texto, se lee la siguiente nota de letra diferente, é los otros españoles avian . XXVIII. CAP. V. 485 manera de contar los dias entre los in- dios, ó por tantas lunas. Este mensagero no tornó, é los españoles decian al caci- que que cómo no volvia, y él respondió que no lo sabia; pero que le diessen otro indio é que lo yria á saber é mandaria que le truxessen el oro que avia prome- - tido: é assi le dieron otro indio y tampo- co volvió, y despues le dieron otro ter- cero é hizo lo mismo que el primero y el segundo; y créese que estos indios quél pedia y envió no eran los mas necios. Visto esto, dixo el cacique que aquellos indios eran bellacos, y que lo llevassen á él atado ó como quisiessen quél yria y les daria el oro, con tanto que le pro- metiessen de lo soltar despues, y de aver- le por amigo para adelante. Y por sus palabras fué creido; é aquellos capitanes sobre sus fées y el clérigo por sus órde- nes sacras se lo prometieron, y le dieron crédito, en confianca quel capitan Pedro de Encinasola con treynta hombres y el capitan Pisa y el thessorero fueron con él. Llevando el cacique una cadena con una collera de hierro al cuello y el Pedro de Encinasola teniendo por el cabo de la cadena, caminaban con él como se suelen llevar los perros ventores ú otros canes de traylla. Y cómo el Pisa y el thessorero se cansaron, ellos é mas de la mitad de aquellos treynta que yban á ver este mi. raglo, se quedaron atrás é se tornaron al buhío; y el Pedro de Encinasola para ganar al cacique la voluntad, por el cami. no le dió algunas puñadas. Ved que ma- nera de halago para el que yba á darles lo que no les debia! Y porque algunos de los compañeros le decian que no le tra- tasse mal, reñia con ellos y les degia qué sabian ellos cómo se avian de tractar los indios, é aun con alguno llegó á más que palabras. Desde á cinco dias que caminaron con bien que del mismo tiempo: «El padre Sosa era hijo de un atahonero de Sevilla, en la calle de Limones.» 486 el cacique, llegaron á un buhío que esta- ba despoblado sin gente, porque como sintieron los chripstianos huyeron los in- dios, é dexaron allí una canoa pequeña con chicha, ques aquel vino que los in- dios hacen del mahiz. Y estos chripstia- nos bebieron é repossaron allí con mas descuido de lo que les convenia , é ataron el cacique con la cadena á un poste de la casa ; y por lo que subcedió es de creer que al cacique le sobraba la prudencia que faltaba á los que le tenian presso, y que con aquellos mensajeros quél avia enviado por tingla ú oro avia concertado -su deliberacion. Y entretanto dixo á los chripstianos que cavassen en ciertas par- tes del buhío y que hallarian tingla; é as- si cabaron tres dias , haciendo muchos ho- yos, y al cabo deste tiempo hallóse una sola patena pequeña y delgada, de oro, que podria valer diez ó doce pessos. Y enojado el Pedro de Encinasola de ver que no se hallaba mas oro, dióle con ella en la cara al cacique en pressencia de to- dos, llamándole perro y maltractándole ; y el cacique con mucha paciencia dixo que lo llevassen á otro buhío y que allá les da- ria el oro que avia prometido. É assi lo llevaron adelante al otro buhío que esta- ba en una ladera é le hallaron solo, y por señal dixo preguntándole por el oro, que otro dia lo daria, que vernían allí con ello - sus indios. É otro dia por la mañana en esclaresciendo, vinieron mas de seyscien- tos hombres de guerra fechos tres esqua- drones, é por tres partes, con macanas é varas é langas luengas de palmas negras que paresgen hebeno (fortíssimas é grues- sas, que exercitan á dos manos, aguca- das las puntas de las hastas), comengaron á combatir el buhío: é salió á ellos con un montante un alferez, llamado Alonso Pe- rez con siete ú ocho compañeros fuera de la casa, é los demás españoles la defen- - dian por de dentro; é aqueste Alonso Pe- rez con su buen po y Rafaergo: .s HISTORIA GENERAL Y NATURAL rató la una esquadra de los indios, en so- corro de los quales acudieron las otras dos compañias. É como era mucha gente, mataron á los ocho chripstianos, é diéron- le al Alonso Perez cinco ó seys heridas malas, é los indios por dos ó tres partes pegaron fuego al buhío, y ardia. Pedro de Encinasola dexó la espada é la rodela por no yr embaracado, é con solo un puñal en la cinta huyó al arcabuco y emboscóse, y cómo el Alonso Perez se halló solo y herido, ovo de nescessidad de hacer lo mismo : de manera que estos dos y otro mancebo, sobrino del clérigo Sosa, escaparon solamente, y cada uno por su parte. É por salvar los indios á su Cacique, que estaba atado con la cadena como es dicho, é que no se quemasse en el buhío, no siguieron á los tres chrips- tianos que huyeron; pero tomaron á to- dos los otros que avian hasta allí llegado, que eran diez é siete, porque el Pisa y el thessorero, como no tenian tales piés como el Pedro de Encinasola, ya se avian guedado atrás. Desta manera cobraron los indios su cacique y se lo llevaron. Estando la otra gente restante en el buhío, que se dixo con el clérigo Johan de Sosa, un Justo Garcia, muy familiar y aceto al gobernador, escribióle que si queria gobernar que fuesse allá, porque el clérigo se decia gobernador, lo qual era falso; y el gobernador, aunque no estaba sano, púsolo por obra é fué allá con sessenta hombres, é repartióles harina é dióseles á media hanega por hombre por mucha merced, para que fuessen de bue- na gana, pero no graciosamente dada ni en prescio menor que se la solia vender, sino fiada, é mancomunados los que la rescibieron á pagar á cierto plazo, el qual nunca llegó; é de aquellos se murieron en el camino tres hombres. É llegado el-go- bernador al real, el padre Johan de Sosa lo rescibió muy bien, y estuvieron allí - doce ó trece dias, en el qual tiempo Pe- DE INDIAS. LIB. XXVIIL CAP. Y. dro de Encinasola é los otros yban con el cacique á lo ques dicho que les subcedió, y por la mucha hambre que avia y falta de mantenimiento mataron una yegua para la comer, que era de Pedro de En- cinasola, é ya avia llegado de donde vino huyendo, é la vendió á la gente en qua- renta pessos de oro. Y repartiéronse los tasajos desta yegua y con ellos caminó la gente para entrar la tierra adentro, por- que el gobernador, sabido el desbarato y muerte de aquellos compañeros, propu- so de castigar á aquel cacique que tal bur- la les avia hecho; y parésceme á mí que si en un tribunal seguro le oyeran á jus- ticia con Pedro de Encinasola é con los demás, que de nescessidad y conforme á retitud absolvieran al cacique é conde- náran á la parte adversa en todas aque- llas muertes y trabaxos y hambres pades- cidas y por padescer, y mas en las costas de los bastimentos y otras cosas que la -cresciente del rio les llevó, y en muchas mas desaventuras que se les siguieron por sus méritos y determinacion de Dios. Tornando al camino, digo que llevaba el gobernador quarenta ballesteros de so- la la guarda de su persona, é los que yban dolientes yban en la retroguarda, ó me- jor diciendo sin guarda ni cuidado dellos. Y en partiendo de allí, salieron al camino hasta veynte é cinco ó treynta indios de guerra, y como la tierra es asperíssima y - de malos passos, é aquellos de los natu- rales della mejor entendidos, dieron en la regaga é mataron dos chripstianos é hi- rieron otros tres; y aunque daban alar- ma, ni el gobernador ni otros los socor- rieron ni hicieron más de tirar de largo hasta que paró el gobernador una legua y media adelante, á par de un rio, donde esperó é durmieron aquella noche. Otro dia siguiente caminaron con me- jor órden, é dos leguas de allí hallaron un pueblo de quatro buhíos grandes, porque por la mayor parte en aquella provincia 487 todos los pueblos son de quatro ó cinco casas Ó buhíos, é algunos mas Ó menos; é aquestos hallaron yermos, sin ánima vi- viente en ellos. Allí repossó el goberna- dor y su gente dos dias, porque hallaron algund bastimento, é mataron un caballo de un Johan Ortiz para comer é yr ade- lante: el qual se vendió para este cfeto á la compañia en ciento é cingiienta pessos. Allí en aquellos buhíos se quedó el al- ferez Alonso Perez que se dixo de susso que avia muy bien peleado y fué herido en la guagábara donde perdieron al caci- que Dururua: é allí lo mataron despues muy cruelmente los indios, de que fue- ron ydos de allí los chripstianos, porque como sus heridas primeras no le dexaban ni podia andar, se quedó allí á padescer. Antes que destos buhíos se fuessen, envió el gobernador un fulano del Castillo con diez hombres por una parte, 6 á Pe- dro de Encinasola con otros tantos por otra, para que viessen los caminos é dis- pusicion de la tierra, é volviessen desde á tres dias á los mismos buhíos á dar ra- con de lo que hallassen. Pedro de Encinasola volvió é dixo que no hallaba nada: el Castillo topó con dos buhíos, de los quales salieron muchos in- dios que los aguardaban, é pelearon con ellos é mataron dos chripstianos é hirie- ron otros dos; y el Castillo y los demás tornaron huyendo, y los indios siguién- dolos hasta par-del real. Y el gobernador acordó de yr por aquella parte con has- ta doscientos é sessenta hombres: é dió- se la avanguarda á Johan Ortiz con has- ta veynte hombres de los mas sueltos; é llegados á cierto passo malo, salieron unos veynte indios que guardaban aquella en- trada, édefendiéronles que no passassen, é mataron al capitan Johan Ortiz é hirie- ron á otros seys ó siete chripstianos: é nunca les pudieron ganar el passo hasta que los indios ovieron acabado las armas de las varas é piedras que tiraban con mu- 488 cho denuédo. Pero al fin los chripstianos perseverando en su buen esfuerco, les ga- naron el passo é pusieron en huyda los indios, y la gente passó media legua ade- lante, donde reposaron un dia. Desde allí envió el gobernador á Pedro de Encina- sola adelante á ver si se hallaria alguna cosa de comer, porque era hombre dili- gente é grand peon; é halló cinco buhíos é muchos mabhizales, é vino á lo decir al gobernador, el qual fué allá con la gente é assentó su campo donde mejor le pares- ció. É desde allí salió por su mandado una quadrilla de diez hombres por mabhiz, é los indios los mataron á todos, que no escapó hombre dellos. Aquella misma noche envió el gobernador á su Pedro de Encinasola con el alcalde mayor é tenien- "te Marcos de Sanabria con sessenta hom- bres á unos indios, que se hablaban con ellos. : Digen algunos que ydos allá , los halla- ron en unos buhíos, é que no los ossaron acometer é se tornaron al real con ver=. gúenca é dando malas disculpas, é luego los indios se fueron de allí la tierra aden- tro. Otros cuentan esto de otra manera, é dicen que aunque vieron los indios cerca, que la dispusicion de la tierra era tal y con un hondo valle enmedio, é tan áspera cosa andar é con tanto peligro, que se cree que ningund chripstiano que- dára con la vida. Y esto es de creer, porque á tanto número de españoles no los esperaran los indios tan cerca sino en una de dos maneras: ó seyendo muchos más que el doble de los nuestros, ó por señalada é segura dispusicion é ventajosa de los passos é lugares por donde los chripstianos avian de yr á ellos. Y desta manera algunos loaron la prudencia del Sanabria; y casos hay en que se debe loar el discreto retraer é no poner á total riesgo la gente, y es muy mejor que el loco atrevimiento y temerario acometer. Y demás desso , como el Pedro de Enci- HISTORIA GENERAL Y NATURAL nasola era grand peon é suelto, y de to- das las cosas que él avia guiado no se avia acertado alguna, teníanle por vano, y parescíales á los que allí yban que era mayor vanidad yr tras él; é murmurando decian entre sí que los llevaba á la car- neceria , é que puestos en ella, él se avia de escapar por sus buenos piés. É sin- tiendo esto el Sanabria , acordó que era mejor quitar la gente de tales sospechas é conservarla: é dió la vuelta, é todos con él hicieron lo mesmo. En aquel pueblo ya no avia cosa algu- na qué comer, é morian de hambre; é allí mató el clérigo Sosa un caballo suyo é lo dió á la gente para que lo comiessen, sin les pedir ni llevar prescio por él. É vista la extremada nescessidad , é que ca- da dia adolescian é perescian de hambre, acordó el gobernador de dar la vuelta á aquella poblacion é cibdad quél pusso nombre la Concepcion é yo la llamo lu- gar de aflicion é muerte , pues assi lo fué á muchos. É puestos en camino, el go- bernador llegó de los primeros con los que mas sanos estaban, é los que le seguian anduvieron cada uno como pudieron, porque yban muy cansados é flacos y en- fermos la mayor parte dellos: y el prime- To dia que se comencó este camino para se tornar, mataron los indios un chripstia- no de los que quedaban postreros, é un rio se llevó otros dos; é pocos á pocos llegaron los que quedaron vivos desta en- trada inútil, é vergoncosa jornada ó viaje. No he querido decir algunas particu- laridades ni cosas vergoncosas de algu- mos capitanes destos en aquellas mi- serias de ranchear de aquellos indios, ni cómo al capitan Mercadillo le mataron un chripstiano y un negro é le hirieron otros hombres; ni quiero dexar de loar á una india, que con una macana le dió un gol- pe en un braco que se lo medio quebró á este capitan é le quitó lo que le llevaba. Pero porque se ofresge un caso notable y DE INDIAS. LIB. XXVIUIL CAP. VI. feo, é no para -callar ni loar, sino para. espantar é aborrescer, y el peor y más feo caso que hombres han acometido en 489 estas partes con nombre de chripstianos, . decirlo hé en el capítulo siguiente. CAPITULO vi. Como ciertos malos chripstianos (lo qual no afirmo que chripslianos fuessen, aunque assi se llamaban) con hambre comieron un indio é mataron dos españoles chripstianos é se los comieron assimesmo, á la qual maldad otros les ayudaron , y del castigo que se hizo en ellos. : Prozacado su camino el gobernador Felipe Gutierrez para aquel pueblo don- de tenian su assiento, como se dixo en - el capítulo-de susso, é yendo trás él co- mo podian los pobres é cansados compa- ñeros sus mílites, con mucho trabaxo y extremada hambre, y dexando atrás mu- chos de los muertos; yba entre los otros un Diego Lopez Dávalos, y en el camino, enojado de un indio suyo, echó mano á su espada é matóle, porque le costó poco criarlo, é le paresció que importaba mas su yra que no aquella ánima que Dios allí pusso, y él pudiera ayudar á que se sal- vasse: que fucra mejor que, seyendo ho- micida, dar ocasion á se perder las de . ambos. É fecho este cruel desatino , si- guió adelante trás el gobernador. De los chripstianos que llegaban atrás, llegaron dos adonde el indio muerto estaba, y eran un Diego Gomez y un Johan de Am- pudia, natural de Ajofrin; é parescién- doles que se les aparejaba buena cena, acordaron de passar allí aquella noche á celebrar las obsequias de aquel indio y sepultarle en sus mesmos vientres. ¡Oh malditos hombres! ¡Oh improprios chrips- tianos! ¡Oh verdaderos lobos y no hom- bres humanos, que tan poco aveis de vi- vir, por larga que sea vuestra vida, y tal crímen ossais cometer! ¿Esse es el oro, que veníades á buscar á las Indias? ¿No os acordays que teneys ánimas? El caso es que por saciar su hambre é nes- cessidad, hicieron fuego é hartáronse de la carne de aquel indio, bien ó mal as- MA TOMO IL. Otro dia siguiente estos dos hombres é otros que no yban menos flacos é ham- brientos, llegaron con los postreros á otros buhíos, donde ninguna cosa avia qué comer y perescian de hambre: é aquellos dos que ya se avian cenado el indio, mataron un chripstiano que se de- cia Hernand Dianes, natural de Sevilla, que en su compañia yba doliente, é co- mieron dél estos dos malos hombres, é ayudáronles á ello un gentil hombre ca- talan, llamado Johan Maymon, é otro que se decia Johan de Guzman, natural de Toledo, é Johan Begerra de Truxillo, é Diego de Ecija é otros hasta en número de diez , éjuraron todos de no lo descu- brir. Despues que ovieron comido aquel pecador, durmieron allí aquella noche. El dia siguiente se partieron, é caminan- do, fueron á tener la noche á otros dos buhíos que estaban ya á legua é media ó dos leguas del real é pueblo de la Con- cepcion, donde el gobernador estaba; y - essa noche los mesmos dos hombres Johan de Ampudia é Diego Gomez, que eran caudillos en este manjar de carne humana , é otro tal como ellos, mataron otro español que estaba doliente é se de- cia Alonso Goncalez, natural de Ronda, y ellos é los otros siete se lo comieron as- simesmo: é aquellos matadores ovieron malas palabras sobre quál dellos avia de comer los sesos, y venció el Johan de Ampudia, que era el peor é mas crudo de todos, é aquel los comió, é aun el mismo debate tuvieron del hígado. Despues de llegados los re destos -490 malhechores á aquel pueblo, donde el go- bernador estaba é la otra gente, temióse él Johan de Guzman que el secreto de tantos no se podria encubrir, é acordó de ser perjuro por alcangar perdon. É des- cubrió su maldad é la de los otros, é di- xo todo lo que passaba al gobernador en secreto, despues que ovo primero alcan- cado perdon é lé asseguró la vida, é puntualmente manifestó la verdad: é in- formado della el gobernador é su alcalde mayor é teniente Marcos de Sanabria, los culpados fueron pressos, é confessa- ron espontáneamente sus culpas, culpan- do la extremada nescessidad, que decian que los avia forcado á incurrir en tal de- licto. É fecho su processo, el alcalde ma- yor que he dicho mandó quemar al Johan de Ampudia é Diego Gomez, como mas culpados y precipitadores deste camino hecho, y enseñadores de tal crímen, y homicidas de aquellos dos españoles que comieron en compañia de los otros; é á los otros siete hizo herrar con sendas C. de fuego en la cara, é fueron senten- ciados por esclavos para el fisco real de Céssar, en cuya memoria se les pusso la C. ardiendo. É mandó soltar al Johan de Guzman, porque avia descubierto lo que avia passado en este caso. Despues, estando en aquesta cibdad de Sancto Domingo este mismo juez que los sentenció, llamado Marcos de Sana- bria, quíseme informar mas enteramen- te de todo, y me juró solepnemente que él los avia sentenciado y ellos avian con- fessado esta maldad y delicto, assi como está aqui escripto, excepto que me dixo, quel Johan Maymon no fué en tal cosa ni se halló en ello: antes dice que era ca- ballero muy bien acostumbrado y perso- na, que antes rescibiera la muerte que in- currir en tan fea é abominable cosa; y esto es de creer mas que lo que á mí me avian escripto. Y preguntándole yo por uno de los culpados, porque no hallaba HISTORIA GENERAL Y NATURAL el décimo, me dixo Sanabria que los que fueron quemados fueron los dos que se ha dicho, y los siete herrados y dados por esclavos, é que el décimo se avia quedado atrás é no llegó á aquella cib- dad; y que él avia enviado un alguacil á lo traer para lo hacer quemar, porque avia seydo en matar al uno ó á los dos chripstianos con el Ampudia é Diego Go- mez , demas de aver comido su parte. Y el alguacil lo halló y en el momento se cayó muerto, é lo hizo colgar de un árbol en el camino, donde se le acabó la vida; é que despues de la execucion desta justi- cia, murieron todos los que fueron herra- dos dentro de pocos dias, que ninguno quedó vivo. Antes quedó muy maravilla- do este Marcos de Sanabria de quien me avia escripto que el Johan Maymon era destos culpados, cómo le avian levantado tal testimonio; y no fué para mí poco pla- cer oyrlo, porque en la verdad me duele en el ánima oyr cosa mal hecha por nin- guno de buena casta, en especial en de- lictos tan apartados y feos á los hombres. Y preguntándole por la calidad de las per- sonas de los otros, me dixo que todos eran viles é de poco ser é bellacos, é que no creia quel Guzman era Guzman, é as- si es de creer; y digo más: que aunque lo fuesse, lo dexó de ser en el punto que tal cosa acometió, porque todos los ca- ractéres é previllegios que se pueden ad- quirir por noblega é obras virtuosas, se pueden aniquilar é perder por culpas é delictos. Paréceos, letor, que para tan breves dias son cosas estas de chripstianos? ¡Oh mal aventurados hombres! pues que 0S disponeis á buscar este oro ques la ver- dadera soga é laco que á tantos lleva al infierno, no lo hagais con tan deshonestos y feos atrevimientos, que no solamente perdeis el ser de hombres racionales y os convertís en animales brutos y fieros, bestias rapaces é tigres hambrientos é DE INDIAS. LIB. - tragadores de sangre humana; pero de- más desso perdeis el temor de Dios é la vergiienca al mundo, é poneis vuestras ánimas en poder del diablo: mancillais vuestros debdos é los dexais lastimados para que lo que vivieren sea maldicién- doos, despreciándosse del amor é afini- dad ó parentesco que os avian, é nega- rán ser vossotros de su pátria contra la - natural amistad é obligacion chripstiana, aborresciendo vuestro nombre totalmen- te. Mirad bien el fin que han hecho todos los que en semejantes culpas halláredes notados en estas mis historias; y hallareis en ellas mismas ques la mas extraña é aborrescida y descomulgada cosa que se puede leer y sospechar entre los hom- bres, y la mas desechada é culpable é mas desviada de racon é mas fea entre chripstianos é la que mas notoriamente ha castigado Dios en estas partes, donde tales pecados se han cometido, sin aver alguno escapado en vista de los ojos de todos. No desespere la hambre ni otra nescessidad á ninguno de la missericor- dia de Dios por trabaxo que tenga, pues nunca faltó á ningund fiel écathólico, que con entera voluntad é fée le llamasse. Los que os llamais buenos, no os canseis de serlo, porque no basta al hombre ser virtuosso, si hasta el fin de la vida no lo conserva, assi lo decia Ciro, rey de los - persas. Los lestrigones en Cecilia, dige Ovidio, que comian á los hombres ex- tranjeros, é assi intervino con ellos á un compañero de Ulixes, segund Home- ro en la Odisea. Los cícoples hagian lo mismo en essa misma Cecilia; pero no usaban tal crueldad en sus naturales, como lo hicieron estos mal aventurados, de quien se ha tractado de susso. Verdad es que en alguna manera estos pecadores mal aconsejados, constreñidos de hambre perpetraron tal delicto, y los XXVII CAP. VI. que escriben los auctores que he dicho es mayor maldad é vicio, y no fecho por nescessidad sino por su mala costumbre, puesto que en los tiempos antiguos mu- chas gentes acostumbraban comer carne humana: y este uso se dice que fué ge- neral hasta el tiempo de Saturno, é Jú- piter, su hijo, quitó esta costumbre. Assi lo dice Lactancio: tócalo la historia sacra de Enemero, segund que lo uno y lo otro nos lo acuerda aquel grand doctor nuestro Abulensis, llamado el Tostado, en la última parte de sus Comentos sobre el Eusebio de los tiempos *. Con todo, la nescessidad es muy po- derossa cosa, é con grand dificultad se puede comportar, como se prueba por aquella muger que nescesitada de la ex- trema hambre, comió su proprio hijo en el cerco y destruycion de Jerusalem, segund mas largamente lo cuenta Josepho De bello judaico. Assimesmo se escribe que quan- do Syla, capitan de los romanos, tomó por fuerca de armas la cibdad de Aténas é la metió á saco, sus soldados hallaron. en muchas casas aparejado el comer de - cuerpos humanos, por el luengo é fati- 491 - goso cerco, en que avia tenido aquella cibdad. Assi lo escribe Apiano Alexan- drino De bello Mitridatis, regis Ponti et Asía. Los auctores antiguos, assi como Fabio Pictor, por parte de los romanos, y por parte de los cartaginenses Filipo, los quales fueron quassi en el tiempo de la guerra ó primero bello punico, é Polibio Megapolitano, griego auctor é de grand auctoridad, é últimamente Leonardo Are- tino, recoligendo estos é otros auctores (libro II del primero bello punico, capítu- lo III), dige que despues que los cartagi- nenses hicieron paz con los romanos en Cecilia , se formó por sus proprios solda- dos improvisso una peligrossísima guerra por Spendo é Matho, capitanes de la se- 1 Cap. CXLIX, fól. 60, col. 1.* de la ed. de Salamanca, citada antes de abora, . LA 492 dicion, contra los quales salió Amilcar, capitan de Cartago, é los pusso en tanto estrecho que comian los caballos, é fal- tando los caballos, comian los siervos ó esclavos y se pacian ó alimentaban de carne humana, por no venir en manos de los enemigos. Escríbese que despues que Céssar oyo repartido el thessoro de Roma, se partió para yr en España, donde Petreo é Afra- nio, dos grandes amigos de Pompeo, es- taban con grande exército, é penssó romper á estos, porque no ayudassen á Pompeo. É todas las cibdades temian de Céssar; pero Marsella no queria venir menos á el Senado ni á Pompeo. Enton- ces los de Marsella enviaron á Céssar embaxadores, hombres antiguos, con ramos de oliva en la mano en señal de paz, é penssaron de ablandarle con pala- bras é dixeron: «Señor, busca todas las escripturas antiguas de Roma y en ellas hallarás la fée que Marsella ha tenido á los romanos en muchas batallas é con ex- -trañas gentes, é aun somos aparejados á lo continuar en la misma manera; mas si oviere guerra entre los cibdadanos, nossotros ni debemos ni queremos en- tremeternos. Céssar no debe de llorarse á sí; é vosotros aveis tanta gente en vuestra guerra que nosotros que somos poca gente, no os hariamos provecho al- guno, porque somos de poco valer en comparacion de la gente noble que os verná. ¿Cómo podremos nosotros mirar aquella batalla, donde yrá el hijo á herir al padre proprio? No plega á Dios que aquesso lo veamos nosotros. Pero nos- “otros somos prestos de te rescebir en “Marsella con grande amor; mas con tal condicion que tú dexarás tu gente é tus “banderas apartadas é léxos de la cibdad, assi como aquellos que aman la comuni- “dad, y Otro tanto háremos con Pompeo. ¿Qué vergiienga te será, si tu perdies- O > cerco de Una sal HISTORIA GENERAL Y NATURAL cibdad dexasses tan grand batalla como la atiendes con Petreo é Afranio, los quales están en España? Marsella es una pequeña é pobre cibdad y pobre gente, é si tú tuviesses penssamiento de abatir nuestras puentes é de romper nuestros muros, convenirnos há de nos defender é poner fuerca contra fuerga é ocurrir á los dardos é brandones, é comer los ca- ballos é pelosso pan ó mejor vianda que no nos fallesce. É si tú nos quitares el agua dulce, ternemos la salada: el uno comerá al otro, assi como ya lo hicieron los saguntinos: que el padre avia comido al hijo y la madre las hijas, y el marido la muger. Y aquesto haremos nosotros, antes que tomemos parte de la discordia, ó que tú entres en la cibdad por fuerca. » Assi que, tornando á nuestra materia, tambien fué esto de Sagunto cometido por extremada hambre. Por tanto dice el filósofo ques trabaxo vencer las pas- siones naturales; mas entre los chrips- tianos é aun infieles quanto mayor es la dificultad, mayor es el mérito é loor del que la sufre é constantemente resiste ta- les accidentes: é siempre remedia é so- corre la missericordia divina al que en. Dios confia. Parésceme á mí que este camino de nuestras Indias, es como lo que dige Vege- ciode la batalla, que paresce dulce á quien - de su amargura no ha gustado. En otras partes he dicho que para muchos se des- cubrieron estas Indias por su mal, y Ca- da dia nos enseña el tiempo ser assi; é aun sospecho que adelante será lo mismo ó peor, assi porque en efeto no es tierra para todas gentes, en especial para vi- ciossos é regalados, como porque quanto mas entendidas son las cosas acá, tanto mas desviada es la ganancia para los que tan á escuras vienen á buscar oro nue- vamente, y tanto más se torna lloro y desaventura. É por uno que se gane, se pierden muchos; porque son los menos DE INDIAS. LIB. aquellos que saben regirse, é la mayor multitud es la de aquellos que cobdician ser ricos antes de tiempo. Yo hablo en este caso como soldado y con soldados y gentes de capas prietas é que por la guerra penssaren acá ganar hacienda en las partes que están pobladas y aun en las por poblar, si demas de lo que su- pieren en las armas no entendicren en aplicarse á otros exercicios honestos é nescessarios á la vida del hombre: por- que en estos jubones é calgas muy cor- tados é aquellos papos á la soldadesca no hay provecho ni cosa que pueda ser al propóssito de tierras tan cerradas de ar- boledas é bosques, porque es nescessa- rio en algunos lugares yr abriendo los caminos con espadas y buenas hachas, y las ramas y carcas y espinos desbaratan luego aquel concierto de los piquetes y cortaduras; y para nadar tantos é tan grandes rios é atravessar innumerables lagunas y estancos, y en tierra de tan continuos aguaceros y á veces passar por donde no pueden los caballos, me- jor atavio son alpargates y antiparas que no estos capatos de seda y carmesí, que veo usar á hombres que no tienen qué comer é á otros, que si lo tienen, no los debian traer. El que á esta tierra viene con offi- cio del rey ó con tracto de mercade- ria, ganará de nescessidad, y el que es- to no pudiere hacerlo, si es hombre que sabe en grangeria del campo, de ganado, ó es artesano, no le faltarán dineros, vi- viendo, y mucho mas si es alquimista, no de aquella alquimia que buscaba el arcobispo de Toledo, don Alfonso Carrillo, é otros que se han perdido trás esse cob- diciosso é vano arte, al qual como dice Francisco Petrarca, solo se concede la esperanca y el desseo; mas el gogar de lo que se espera, nunca. Otra es el alqui- mia que acá se usa é saben algunos, con que presto allegan millares de pessos de XXVII. CAP. VI 493 oro; é cosa facilíssima es juntar los mate- riales, é de muy poca costa efetuar esta alquimia, sin congelar el mercurio, frigi- díssimo metal, sin soplar el fuego ni pes- sar cantidades de metales é otros adhe- rentes, ni comportar humos diversos y de mal olor, ni tractar alambiques ni re- domas, ni buscar diversas hierbas, ni traer á las orejas importunos officiales é suficientes bebedores, ni dar crédito á diversas receptas de fabulossas mentiras, fabricadas solamente para engañar y empobrescer á quien confia de tal cien- cia y de cosa tan reprobada é nunca ja- más acertada. El alquimia, que yo digo que acá en es- tas Indias se usa, y en que digo que ga- narán mucho los que tal arte exerci- taren, officio es permitido y muy usado, y no hay en él mas de tinta y papel. Yo ví jurar á un escribano en el Darien que con un real de azeche y agallas, y una resma de papel, que lo uno y lo otro le costó en Sevilla medio ducado, avia ga- nado mas de dos mill pessos de oro; y no he visto yo á este solo sino á muchos en estas partes, y aun en España y otros reynos. Son estos alquimistas de tinta muy - presto ricos, y antes acá, porque es lier- ra de menos verdad y donde no se lle- van derechos entre algunos destos , sino aquellos dolores que siguen á las pari- das despues que han echado las criaturas del vientre: assi aviendo acabado de parir ó escrebir lo que passa y no passa, en el momento acuden aquellos tuertos que atormentan más y son más costosos quel prencipal sobre que se tracta. Puede ser cosa mas barata que un poco de tinta y un pliego de papel? Pues no creays que se contentan de ganar ciento por uno, como suelen hacerlo los mercaderes, aun- que muy cobdiciosos sean; porque estos alquimistas, assi como es menos sin com- paracgion el caudal y costa que en su arte 494 tienen, assi la ganancia es muy mas ex- cessiva que la del mercader, sin temor de riesgo en la mar, é sin congoxa ni costa en las aduanas, ni otros gastos é fatores en la tierra é sin pagar cambios ni segu- ros, con esperanca de lo que promete Eze- chiel, profeta, el qual dice: «En qual- quiera hora que sospirare é llamare el pe- cador, será perdonado.» Y es verdad que assi muriendo, será el pecador salvo; pe- ro mucho error hace el que dexa de obrar bien, esperando esse sospiro , pues nin- guno sabe si terná esse tiempo ó si se le darán sus culpas. Quien se atreve á pe- car en essa confianga, digno es que esse HISTORIA GENERAL Y NATURAL socorro le falte. Pues hágoos saber, al- quimistas de tinta y de engaños, y á todos los otros que injustamente é con mal ar- te adquiriéredes bienes é riquecas tem- porales, que por muchos thessoros que allegueis en las Indias y fuera dellas, don- de hay muchos mas officiales y mas po- derosos en esse arte , que dice Sanct Am- brosio assi : «No pueden ser llamados bie- nes los que no puede el hombre llevar consigo á la otra vida. » Tornemos á nuestra historia de Indias, porque esto que yo yba agora aqui aco- mulando á ellas, otros lo sabrán mejor de- cir y predicar que yo escribirlo. CAPITULO VII De un subcesso de Felipe Gutierrez, gobernador de Veragua, y de la manera que tuvo para se salir de la tierra y dexarse en ella essos pocos españoles que le quedaron, y cómo se le amotinó cierta gente, é de qué forma salieron essos que á la postre quedaron. Y en aquella cibdad ó real, donde el gobernador tenia aquella casa é fechos los buhíos que se ha dicho, avia mucha hambre , y cada dia era mayor, y fué la sente á le pedir de aquella harina que te- nia guardada, y con mucha importuna- cion é ruegos dió á cada uno de los que - lo pedian tres celemines, y cada celemin por tres pessos é ciento é cinqiienta ma- ravedís, porque cada uno se obligó de pagarle diez pessos de oro por los tres ce- lemines en la fundicion primera, que nun- ca él ni ellos vieron ni la oyo. Y el dia desta convenencia ó repartimiento de ha- rina se le amotinaron hasta quarenta hom- bres con un hidalgo, llamado. ...... eE natural de Cáceres, y tomaron su camino la via del Oriente por la costa dentro de tierra hácia el Nombre de Dios, de los quales los mas murieron en el camino, que no escaparon sino los pocos que ade- lante se dirá. É assi como se echaron me- »% — * Falta en el original el nombre de este hidalgo, nos, quisso yr el clérigo Johan de Sosa á les rogar que se tornassen, é asegurar- los de parte del gobernador: é para esto envió por una yegua, que andaba suelta del mismo clérigo, para matarla y llevar la carne para el camino, y halló solamen- te la cabeca della, porque los que se avian ydo la mataron y se llevaron la car- ne della é aun el cuero para seguir su viaje. É assi gessó la yda del padre, por falta del bastimento. Y envió el goberna- dor á Pedro de Encinasola con gente há- cia el Nombre de Dios, porque hácia aquella parte se avian tomado ciertos inm- dios, para ver si hallaba algund pueblo y de comer; y topó con ciertos mahizales nuevos, y algunos dellos para se poder comer, aunque algo tiernos, y rancheó cinco ó seys piecas de indios, y entrellos uno que era muy gentil cavador é mine- ro, é por señas dió buena racon de dón- de se cogia el oro, y claramente lo lla- DE INDIAS. LIB. maba él oro. Y sospechóse que este indio sabia de las minas á causa del rescate de Nata, ques una villa de chripstianos en la gobernacion de Castilla del Oro, en la: otra costa de la mar, en las espaldas de Veragua; y por causa deste indio se mo- vieron el gobernador é oficiales por el mismo camino, llevándole por guia para que les enseñasse las minas. É llegaron á los mahizales ques dicho, donde hallaron algunos buhíos, y despues que descansa- ron allí un dia, dixo el indio que otro dia llegarian á las minas, é caminaron tres hasta topar con una montaña tan alta que les turó otro á subirla, en la qual y en otras vian buhíos é aun indios, aunque luego huian. É aquexados ya de la ham- bre mandó el gobernador quel Pedro de Encinasola con treynta chripstianos y el indio fuessen á buscar las minas; y el go- bernador y todos los demás dieron la vuelta al real, y los treynta hombres lle- garon á las minas y probó el Pedro de En- cinasola á hager la experiencia y sacó qin- co ó seys puntas de oro; pero el indio, arrepentido de aver enseñado las minas ó desesperado, se echó de una peña aba- xo y se hizo pedagos. Estas minas están tres ó quatro leguas de la mar del Norte, é otras tantas de donde estaba el assiento de aquestos chripstianos, aunque por las ciénegas é rios y malos passos estaban léxos. Están estas minas entre el rio que llaman de Belem y el otro, donde estaban poblados estos españoles. É cómoles faltaba de co- mer, atravessaron é salieron á la costa, é no sabian determinar de sí, porque sa- bian que tanta hambre avia en su real como do quiera; é como toparon la traca ó huella de los que se avian amotinado, quissieron se yr por el rastro hasta el Nombre de Dios, é dexaron al Pedro de Encinasola, y él se tornó al gobernador eon siete ú ocho, é los veynte y tantos restantes se fueron en busca de los pri- XXVIII. CAP. VIL 459 meros amotinados para se juntar con ellos. Y vuelto al real este Pedro de Encinasola con las nuevas ques dicho de las minas, mandó el gobernador que porque la gen- te cada dia se moria de hambre, que fues- sen él y el capitan Mercadillo con los que mas nescessidad tenian á los mahizales, que se dixo de susso. Estos serian hasta cinqúenta hombres, con los quales dice el alcalde mayor Sanabria que fué aquel hidalgo de Cágeres que fueron los terce- ros del motin, é no fué con los primeros como se dixo de susso; é á dos leguas del real, en la costa, se amotinó la ma- yor parte destos é se fueron por el cami- no que los primeros é segundos amotina- dos; é los que quedaron con Pedro de Encinasola é Mercadillo, que fueron los menos, se tornaron al real. É viendo, que cada dia eran menos, assi por averse amotinado aquellas tres quadrillas , como porque los indios avian muerto assaz de- llos, acordóse que el padre Johan de So- sa y el alcalde mayor Sanabria y el ca- pitan Mercadillo é Pedro Dávalos é otros cinco ó seys Chripstianos é quatro negros é dos indios fuessen por el camino, que las tres quadrillas amotinadas avian lle- - vado para el Nombre de Dios, porque penssaban que hallarian el camino abier- to, é que en pocos dias llegarian al puer- to del Nombre de Dios, ó á lo menos a] rio de los Lagartos, alias de Chagre; é llegados, volviesse el Sanabria con bas- timento para el gobernador y la gente. É prosiguiendo su camino, desde á tres dias llegaron al rio de Belem, que algunos lla- man rio Grande, el qual tiene un farallon hácia la parte del Occidente; é no pudien- do passar el rio por la boca é costa de la mar, fueron la tierra adentro baxando una bahia, que tura mas de una legua en largo é media en ancho, y estuvieron por la ciénega once dias con mucho trabaxo y haciendo el camino con las espadas y hachas, y passando muchos rios sin pilo- 496 to ni adalid , ni saber si yban atrás ni ade- lante; y en quatro dias, y otras veces en dos y tres, no vian el sol. Al cabo salie- ron á la misma boca del rio, pero de la otra parte al Este, hácia el Nombre de Dios; é prosiguiendo el camino, é sin lle var ya cosa de comer, é por áspero é fra- goso viaje é sendas, comiendo á veces unas cañas que se hacen en la costa de la mar, é hiervas que no conoscian, é cuescos de palmas, quien los podia aver, é algunos palmitos. Despues que ovo treynta dias que ca- minaban les faltaba la mayor parte de la compañia, é llegaron á un ancon, donde toparon tres gallinas de Castilla ahogadas é que ya hedian, con que se holgaron é las comieron: las quales eran de un bar- co que del Nombre de Dios yba á Vera- gua, é con tormenta avia echado parte de la carga al agua. É desde á dos dias toparon un buen rio, é para le passar, hi- cieron una balsa con harto trabaxo, en que passaron á mucho peligro: é passa- dos adelanté, hallaron mas de veynte hombres muertos de los amotinados, que avian perescido de hambre, y tres ó qua- tro vivos; é passados adelante llegaron al rio de Quebore, é hallaron hasta veyn- te y cinco hombres de todas las quadri- llas que se avian amotinado, y algunos dellos en carnes, como indios. Y en esta sacon el gobernador venia por la costa, é avia recogido á Pedro de Encinasola; y él passó de la otra parte del rio, y mandó que otro barco que avia topado del Nom- bre de Dios los passasse de aquel rio, é passaron: é porque se quedaban otros dos ó tres cerca de allí, que no querian venir á la ribera, porque allá tenian cay- - mitos que comer, fué un compañero á los llamar sobre la palabra del clérigo Sosa; é : Como se tardaron, aunque los vieron ve- ir, hizo e las velas al barco é se fue- An ad del clérigo le atri- a el Marcos de hs A anab 2 e me e HISTORIA GENERAL Y NATURAL xo quél estaba pressente, y aunque da- ban gritos no quiso el araez del barco tor- nar, porque el clérigo no Je dió lugar; é finalmente estos pocos llegaron al Nom- bre de Dios. Pero porque es racon que mas par- ticularmente se diga cómo ovo el gober- nador aquel barco, digo que en tanto que esta gente yba por la costa, se- gun otras relaciones que yo ove, de que no hizo mencion en la suya Marcos de Sanabria, mandó el gobernador á su Pe- dro de Encinasola é á Justo Gargia € 4 otro que se decia Castillo, que con treyn- ta hombres fuessen hácia el Nombre de Dios. É ydos, subcedióles esta entrada como las otras cosas, porque hallaron tantos indios, que mataron diez com- pañeros dellos, é al Justo Garcia y al Castillo; y escapó por gentil corredor el Pedro de Encinasola, como lo acostum- braba, é con los veynte restantes volvió desbaratado é cada uno por su parte al real. É como el gobernador se halló con poca gente, é veia que los chripstianos eran menos cada dia, entendió en hacer garitas é fortificar aquella su casa; mas la hambre é nescessidad de todos siem- pre se aumentaba cada hora, y no le que- daban ya sino sessenta y dos hombres y quatro mugeres, porque contínuo se mo- rian de enfermedades y de hambre, sin que el gobernador quisiesse de dos pipas de harina que le quedaban dar parte á nadie, ni del vino é aceyte é muchas conservas que tenia , salvo á exgessivos prescios. Y parésceme que, pues lo fiaba, que aunque fueran muy mas excessivos errarian los que no lo tomaban, pues nunca se pagó ni avia de llegar aquel placo que se les daba hasta la fundigion del oro, que no se penssaba aver. - Quando en el principio que llegó este - gobernador á Veragua, fué el clérigo Sosa -al Nombre de Diosá buscarlengua y volvió => sin la at Como 1 no a cobdigiosos, : DE INDIAS. LIB. XXVIII. CAP. VIL quissieron unos mercaderes enviar allá lo que no podian vender en el Nombre de Dios á los prescios que ellos quissieran; y un Hernando de Lopera fué con un bar- co con bastimentos é vendiólos fiados, é quedóse en Veragua esperando la paga: é como no tornó ni pudo responder con lo procedido á otro su compañero, que se decia Hernando de Baena, envióle despues otro barco con algunas bastimen- tos, y para que en él se volviesse el Her- nando de Lopera al Nombre de Dios. Y el Felipe Gutierrez no le dexó yr, é di- ciendo que assi convenia al servicio de Sus Magestades, hízole prender, y pues- to en la cárcel, aquella noche metió su hacienda en el barco, é con un criado suyo é los marineros, antes que fuesse de dia, hízose á la vela é fuése la vuelta del Nombre de Dios. Luego otro dia vinieron á combatir el pueblo sobre mill indios contra los pocos chripstianos que allí quedaban desamparados de su goberna- dor; porque assi como él se fué algunos indios de los que tenian avissaron á los indios bravos é dixéronles quel goberna- dor se avia ydo huyendo, é que los chripstianos que quedaban eran pocos y enfermos y que fácilmente serian vengi- dos é muertos. É poniendo en efeto su venida, llegaron sobre el pueblo, y los es- pañoles ressistiéndolos, salieron á les dar la batalla y murieron tres dellos; pero como vian que no tenian gobernador ni socorro, sino el de Dios y sus manos, dié- ronse tan buen recaudo, que con mucho daño de les enemigos los hicieron retraer á mas que de passo, é los desbarataron é mataron muchos dellos é hirieron mu- chos mas. É huydos los indios, se reco- gieron con la vitoria los chripstianos en aquel pueblo, é mataron el fuego que los indios le avian pegado á quatro ó cinco casas, que se quemaron. Despues desta batalla se murieron otros trece españoles de hambre; é ocho TOMO 1. : 497 dias continuos despues de la batalla les daban una guacábara é venian á escara- mucar hasta las casas, é siempre mata- ban uno ó dos chripstianos é quedaban muertos muchos indios; pero no penssa- ban ellos que rescebian daño, aunque per- diessen veynte indios por un chripstiano: é assi essos pocos que quedaban de los nuestros estaban en esta vida, pelean- do con la hambre continuamente y con los indios. Cómo Felipe Gutierrez llegó al Nombre de Dios, luego aquel Baena, mercader, proveyó de tornar á enviar el mismo bar- co á su amigo y compañero Hernando de Lopera: é llegado á Veragua, se metió en él con su gente ó familia de su casa, é con él se embarcaron luego Diego Lopez, tenedor de los bienes de los difuntos, é don Johan Perez Materano, cura que fué en aquella cibdad mal fundada, é fueron al Nombre de Dios é dixeron la nescessi- dad en que quedaban los chripstianos restantes, que serian hasta veynte y siete personas: éluego lacibdad del Nombre de Dios envió tres barcos con bastimentos, é tomaron aquellos pecadores y los lleva- rou al Nombre de Dios. Pero es de saber que en el camino, quando Felipe Gutier- rez se yba, recogió á Pedro de Encinasola que con el clérigo Sosa los avia enviado á buscar socorro al Nombre de Dios qua- renta é tres dias avia, y en aquellos via- jes que el barco de Lopera hizo recogió al clérigo Sosa, el qual desde el Nombre de Dios se fué á Panamá; é desde allí se tornó al Pirú á buscar mas dineros, con protestacion que si los hallasse, serian mejor guardados que los que de allá avia traydo y despendido en lo ques dicho. Pero segund fuí certificado de algunos testigos de vista, en la verdad me juraron que dió la vida á muchos é los socorrió, dándoles de lo que tenia: y era obligado á lo hacer assi, lo uno por su hábito é lo otro por sus palabras, a fueron causa 198 HISTORIA GENERAL Y NATURAL de mover á muchos para yr á Veragua á -la sombra de sus fábulas, y como he ya dicho, él fué mucha parte para se hager aquella armada. Es otro notable deste gobernador para no olvidarse, que quando se fué de Vera- gua con el barco del mercader Lopera ascondido de su gente é los dexó, como es dicho, saltó por su mandado un hom- bre en tierra á tomar una botija de agua en la costa; é avia mas de treynta hom- bres de los que se le avian ydo amotina- dos, los quales estaban desnudos é muy enfermos é los pudiera llevar é salvar, é se lo rogaron con lágrimas, é no los quis- so rescebir: antes los deshonró de pala- bras é los llamó traydores, excepto á un Frangisco Hernandez, que era uno de aquellos, porque dicen que le dió un po- co de oro que este tenia, é otros dos que assimesmo se lo pagaron. É sabido esto en el Nombre de Dios, la justigia de aquella cibdad envió á los buscar para los traer, é no hallaron vivos dellos sino cin- co personas que tomaron: por manera que de todos los amotinados, que fueron mas de ciento, no escaparon sino ocho hombres. Felipe Gutierrez se fué desde el Nom-. bre de Dios á Panamá, é desde allí al Pirú á buscar la vida, como otros. Assi que, este fué el fin de su armada é gober- nacion, la qual costó muy caro á quantos le siguieron; y él no cobró aquella barina é mercaderias que vendió, como se ha dicho, porque Dios no quiere ni permite que ayan otro fia essas maneras de trac- to; el qual le dé gracia para que assi él como essos pocos que escaparon de Ve- ragua, mejor ocupen sus personas el tiempo que les queda, para que con mas honra é provecho le sirvan: que en la verdad mucha lástima es ver la carnece- ria de Chripstianos que tan notoriamen- te se vienen á perder á estas partes, sin escarmentar. Ent mirar en las cosas que han acontescido á muchos, buscando es- te oro. Acuérdome que he oydo á algunos destos españoles que se hallaron en Ve- ragua, y en especial á Marcos de Sana- bria, de quien de susso se hizo mencion, que en aquel tiempo de sus afliciones y hambre, cómo se morian aquellos peca- dores y no se podian enterrar é se que- daban en los buhíos é fuera dellos sin se- poltura, y hedian y daban causa de mas alteracion é morbo á los que estaban vi- vos; un hombre de bien que se llamaba Diego de Campo, natural de la cibdad de Toledo, viéndose muy malo é conos- ciendo que no podia escapar, é aviendo lástima de otros que via muertos y llenos de gusanos tenia mucha pena en penssar que assi le avia de intervenir á él, é no desseaba ya mayor socorro que ser se- pultado en la iglesia. É aquexado ya de la muerte, salióse del buhío, donde estaba, porque supo que estaba hecha en el ci- menterio de la iglesia una sepoltura para otro, y envuelto en su capa, como tenia la casa cerca, aunque con mucho trabaxo fuesse á la sepoltura'y echóse en ella enco- mendándose á Dios. É dixéronle que por qué hacia aquello; quebien podia vivir. Y él respondió que más queria morir allí que no en el buhío, porque no le faltasse sepoltura. É desde á poco expiró é dió el ánima á Dios, é truxeron al otro para quien la sepoltura se hizo, é ambos fue- ron allí sepultados. Dios haya piedad de ellos é de los demas. Despues de todo esto, como en otra parte lo tengo dicho, se dió assiento en los pleytos que la Visoreyna y el almi- rante don Luis Colom, su hijo, tractaban sobre sus previllegios con el fiscal de Sus Magestades; y el Emperador, nuestro se- ñor, como gratíssimo é justo príncipe, teniendo respecto al muy señalado servi- cio, é nunca otro su semejante fecho del _ almirante primero, don Chripstóbal Co- DE INDIAS LIB. XXVUI CAP. VIL lom, declaró á este almirante, su nieto, por Duque de Veragua y marqués de la isla de Sanctiago, alias Jamáyca, é almi- rante perpétuo destas Indias, é le hizo merced de lo uno y de lo otro por título de mayorazgo, é con ello le concedió otras mercedes. Créese que andando el tiempo, como hacienda propria, el almirante poblará aquella provincia de Veragua, é que se- rá muy provechossa, esperándola algunos años, á causa que al pressente está muy mal tractada por la mala órden que han tenido en aquella tierra los capitanes é gente que allá han ydo, seyendo como es rica de muy buenas minas de oro. Y sé ques rica, porque he seydo vecino é ofli- cial de Sus Magestades, veedor de las fundiciones del oro algunos años en Cas- tilla del Oro, con quien confina Veragua: y en mi pressencia se ha fundido muchas veces oro, llevado de Veragua en pate- nas é otras piecas que por rescates se avian: é un tiempo desde la villa de Na- ta enviaban continuamente los chripstia- nos allí vecinos á sus indios mansos á rescatar en Veragua con mantas de al- godon é hamacas, é traian al quarto ó guinto dia que tornaban, muy buen oro. É yo lo hice fundir, como digo, muchas veces, y he visto harta cantidad trayda de allí en diversos tiempos. Aquella tierra es áspera en la mayor parte de la provincia é muy arbolada, é publicanla por enferma los que escaparon de aquellos, que fueron con Felipe Gutier- rez; y no me maravillo, porque como di- ce aquel probervio antiguo de los vulga- res: «Cada uno dice de la feria como le va en ella; » pero yo hallo que la mayor 439 enfermedad de Veragua es no entender los que allá han ydo la forma, que se avia de tener en la poblacion y pacificacion de la tierra. Otras ha habido tan trabaxosas é más, y se han poblado. Los animales que en Veragua hay son tigres, aunque yo creo, ó mejor digien- do sospecho, que no tigres, sino panteras se deben llamar. Leones hay de los rasos beoris, ciervos, puercos, baquiras, pe- rico-ligeros é otros animales, de los qua- les todos se hará mas extensa é particular relacion en el libro siguiente del núme- ro XXIX, porque es toda una tierra. Los bastimentos son mahiz é vino que dél se hace, é yuca; é las aves é fructas é pescados é todo lo demás que hay en la provincia de Cueva en Castilla del Oro, que confina con Veragua, como larga é mas particularmente se relatará adelante, segund la noticia que hasta el pressente tiempo se tiene destas cosas que en las historias pressentes se tocaren. Pero por- que lo que de aqui adelante se dixere é tractare, en lo que toca al ducado é pro- vincia de Veragua, es á cuenta del almi- rante duque, señor de aquella tierra, de- xaremos aqui esta historia de Veragua, con acordar al letor que de las faltas que podrá aver notado de Felipe Gutierrez, y de la poca piedad que tuyo é del mal re- caudo que se dió en aquesta tierra, se- yendo gobernador della, ya lo pagó en la provincia del Pirú, donde el tirano Gon- zalo Picarro le hizo cortar la cabeca, pues- to quel quedó honrado en su muerte, por- que no quisso seguir al tirano. Pero pues- - to que acullá murió, como digo, honrado é sin culpa, de acá de Veragua la lleya- ba, como la historia lo ha contado. - 500 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO VIII. En que se cuenta cómo el almirante don Luis Colom , duque de Veragua , como es dicho, envió á poblar” aquella tierra como cosa suya , y del mal subcesso que ovo su armada. Despues quel Emperador hizo merced al almirante de la provincia de Veragua, con título de duque della, acordó, el año de mill é quinientos é quarenta y seys, de enviar á poblar aquella tierra: é hizo su capitan general é gobernador de Ve- ragua á un hidalgo, llamado el capitan Chripstóbal de Peña, hombre de valor y experiencia, y con él hasta ciento é treyn- ta hombres. É bien proveydos de armas - € bastimentos é las otras cosas nescessa- rias, en una nao salió esta gente des- de Sancto Domingo, sábado veynte dias de hebrero del año que he dicho, é avia de yr á la isla de Jamáyca, ques del al- mirante, á tomar algunos caballos y otras cosas. Y este mismo año yo y el capitan Alonso de Peña, regidor de la cibdad de Sancto Domingo, fuimos á España por pro- curadores de la cibdad é Isla Española; y estando en Madrid en la córte del príngi- pe don Felipe, nuestro señor, supe por cartas de personas principales, vecinos de Sancto Domingo, cómo el gobernador Chripstóbal de Peña, que fué á Veragua por el almirante, aportó al puerto del Nombre de Dios, muy perdido y desba- ratado, y que murió la mayor parte de toda la gente que avia llevado (entre los quales murió don Francisco Colom, her- mano bastardo del almirante); é que so- lamente escaparon quince ó veynte hom- bres que fueron al Nombre de Dios á pa- rar con el capitan ya dicho y lo escribió al almirante. É assi lo tuve por carta de un caballero, llamado Johan Mosquera, suegro del mismo almirante, padre de la duquesa, su muger. Assi que, Veragua hasta el pressente sepoltura es de chrips- tianos. Es la fecha desta carta en Sancto Domingo á quince de noviembre de mill é quinientos é quarenta y seys años. FIN DEL SEGUNDO TOMO. INDICE GENERAL. Tabla sumaria de lo que tractan los nueve libros deste segundo volúmen é primera parte de la segunda de la Natural é general historia de las Indias, yslas é Tierra-Firme del mar Océano del señorio é ceptro real de los reyes é reynos de Castilla é de Leon. iS Págs. Págs. Prohemio presentando esta segunda parte al pari é otras provincias de la Tierra-Firme: - Emperador Rey nuestro Señor......... Ss 1 comienca á cartasS.......oo.ooonsrr.r...o.. 209 LIBRO XX. Que tracta del Estrecho de Ma- LIBRO XXV. Que tracta de la gobernacion gallanes: comienca á carlaS.....oooo.oo..o. 7 de la provincia del golpho de Venegquela y LIBRO XXI. Que tracta de la geographia y otras provincias, questán por Sus Magesta- assiento de la Tierra-Firme: comienca á des encomendadas á la grand compañia de CAMAS sio... 1. +. is ds E los alemanes Velcares en la Tierra-Firme: LIBRO XXII. Que tracta del viaje que hizo comienca á carlaS ió. oooomco.ccctss.» 269 el capitan Simon de Alcazaba, yendo con LIBRO XXVI. Que tracta de la poblacion y cierta gente á poblar en las partes australes, gobernacion de la provincia de Sancta Mar- de la otra parte de la línia equinocial ó se- ? las comienciA Car or 00% gundo emispherio: comienga á cartas... .. 133 LIBRO XXVI, Que tracta dela generacion LIBRO XXI. Que tracta del descubrimien- y conquista y poblacion que los chripstia= to del rio Paraná, alias de la Plata, y su nos llaman Cartagena en la Tierra-Firme y gobernacion, que es en la mar y costas los indios llaman Caramari: comienca á australes de la otra parte de la línia equi- CUT Ai AA 413 nocial: comienca á CarlaS. ..o.oooooo.».... 167 LIBRO XXVIII, Que tracta de la goberna- LIBRO XXIV. Que tracta de la conquista de cion de la provincia de Veragua, que es en la isla de la Trinidad y boca del Drago, y la Tierra-Firme, en la costa septentrional del famosso y grandissimo rio Marañon, y della: comienga á carlas................ 465 del golpho de Paria y grand rio de Huya- Tabla de los capítulos del primer tomo de la segunda parte de la General y natu- ral historia de las Indias, islas y Tierra-Firme del mas Océano, é de todo lo que con- tiene en los nueve libros deste volúmen. ] LIBRO XX. Prohemio........... AOS 7 CapituLo 1. En que se tracta de la persona del capitan Fernando de Magallanes, é del famoso y grande Estrecho austral que des- cubrió en la Tierra-Firme, é del viaje que hico por alli á la Espegieria é islas del Ma= luco, é de la nao Victoria que bojó ó circuyó é anduvo la redondeca del universo, etc... Caprruto 11. En que se tractan algunas co= sas notables de la relagion que escrevió al and maestro de Rodas un caballero de su Órden que se halló en este viaje de Fer- nando de Magallanes, que como Áá testigo de vista y bien entendido se le debe dar cré- dito: el qual se llama Miger Antonio Piga= fecta Vicentino; y déxanse decir muchas cosas, assi de las que están dichas en el ca- —pítulo de suso, con otras de poca importan- cía, y aun algunas porque adelante hay otra relacion mas particular del capitan Urda= neta, que estuvo algun tiempo en aquellas o PArÍeS....oooo ooo .ooo.orromor..orsraso.. Caprruro m. Enconseqiiencia de la relacion y carta del Pigafeta al grand maestro de Rodas acerca de la cibdad y rey de Bruney. 25 CarrruLo 1v. En conseqiiencia del viaje de Fernando Magallanes y del descubrimiento del grande y famoso Estrecho austral; y | cuéntanse otras cosas demas de lo que con- 8 tienen los dos capitulos precedentes...... 31 CaprruLo v. En que se tracta el segundo é infelige viaje de la Especieria, con la segun- da armada quel Emperador, nuestro señor, allá envió al segundo descubrimiento, de que fué por capitan general frey Garcia Jo- fre de Loaysa, caballero de la órden de Ro- das, natural de Cibdad Real......... O Caprruro vi. Cómo el capitan general, frey Garcia Jofre de Loaysa, se junto con las otras naos del armada, y de otra fortuna que se les siguió, y de los gigantes y gente del Estrecho de Magallanes, el qual nom= bre á estos gigantes patagones se lo dió Ma= 21 gallanes .....ooocmmprrorrrmrrrrrrrsm. 502 Capiruto vi. Delo que acaesció al clérigo don Johan de Areycaga y sus compañeros con los patagones gigantes , é de la pros= secucion de su camino en busca de las naos Y IIS a Edie as CapiruLo vin. De algunas particularidades desta gente de los gigantes , y de las aves y los pescados y otras cosas de que tuvie- ron noticia los desta armada............. CarrruLo 1x. En continuacion del viaje de la armada que fué con el comendador, frey Garcia de Loaysa, y de algunas particulari- dades del rio y puerto de Sancta Cruz y de NI: AAA CapiruLO Xx, De la prosecución deste viaje del comendador Loaysa á la Especieria, y de algunas particularidades del rio de Sanet Alifonso, donde ya avia estado otra vez, segund se dixo en el capítulo IV, y cómo tornó el armada al Estrecho de Fernando Magallanes........ PES PITA ARRE CarrruLo xr. De algunas particularidades del famoso Estrecho de Fernando Magallanes. CaprruLo xi. De lo que subcedió al capitan Sanctiago de Guevara y al capellan don Jo- han de Areycaga y á los otros españoles que yban en el patax, en el viaje del Es- trecho adelante, é como se perdieron de _ vista las otras naos desta armada, que nunca mas las vieron ni supieron dellas... Caprruto xt. En que se da conclusion á _ Ja relacion del clérigo, don Johan de Arey- o AN O TR Captruto xiv. Del Estrecho de Magallanes y de su longitud y latitud y partes señala- das dél, y de los gigantes que en él habitan, y Otras particularidades .....o..o.oomo.... CaprruLo xv. De la relacion particular del viaje y armada del. comendador Frey Gar= 40 44 45 46 49 50 55 56 cia de Loaysa y los que con él fueron , de : lo qual dieron noticia desde algunos años el capitan Andrés de Urdaneta, natural de Villafranca, de la provincia de Guipúzcoa, y otro hidalgo , llamado Martin de Islares, natural de la villa de Laredo, y otras per- sonas que fueron en la dicha armada y lo vieron. La qual relacion contiene veynte capitulos, de los quales este es el primero. Y dáse fin á esle libro con ella, en el capí- A A AR A Caprruto xvt. Cómo descubrieron las islas de los Ladrones, y cómo hallaron un chrips= tiano español de los que fueron en la pri- Mera, armada con el capitan Fernando de - Magallanes; el qual entendia ya muy bien e a años: donde e Eo 58 HISTORIA GENERAL Y NATURAL Págs. Caprruzo xvm. Cómo murió el tercero capi- tan general, llamado Salacar y fué fecho y elegido en su lugar Martin Iñiguez de Car- quicano, y se prosiguió el viaje del Maluco, y cómo tocaron en una isla rica, llamada Vendanao, y lo que alli les acaesció...... Capiruro xvur. El qual tracta de la isla de Cebú, y del tracto que alli hay con los mer- caderes de la China, y en las otras islas del arcipiélago de los Celebes, y del viaje y prosecucion desta nao capilana, y qué islas vieron, y cómo llegaron á las islas de Malu—- Co, y Otras cosas convinientes á la historia. CapriruLo xIx. Dela embaxada quel capilan, Martin Iñiguez de Carquicano envió alrey de Tidore y al de Gilolo, y de la graciosa res- puesta y voluntad que los embaxadores ha= llaron en aquellos reyes, y cómo se holga- ron mucho de la venida de los castellanos - á sus lierras, y cómo los reyes le enviaron al capitan sus embaxadores, y se le offres- cieron por muy ciertos amigoS........... Carrruno xx. Cómo el capitan del Empera- dor acordó de yr á verse con los reyes de Tidore y Gilolo, y fueron con la nao sus - embaxadores en sus paraos, y cómo le dieron en el camino una carta del capitan general del rey de Portugal, y lo que res- pondió á ella, y cómo fueron fechos otros requerimientos de parte de los portugueses, y salió su armada contra la nao imperial, “y passó á su despecho y fué á Tidore, y lo fortificó y se tornó á reedificar la cib= da, ale. o A E aos Capiruo xxi. Cómo los portugueses fueron á pelear con los castellanos á Tidore , con mucha mas gente que los del Emperador eran, y cómo se ovieron en este fecho los unos y los otros, y cómo los portugueses se volvieron á su fortalega de Ternate con E .roeo......1.U..0..0. Págs. 64 66 63 3 Caprruto xxu. Cómo el capitan Merrtin Iñi= - guez envió un parao á saber si dos naos que avian visto á la vela desde Camapho eran de la armada ó no, y cómo los que fueron a lo saber tomaron en la mar dos paraos, y quemaron un pueblo en la isla de Motil, que la tenian portugueses, y ma- taron cierta gente; y del socorro que envió á pedir el rey de Gilolo á los castellanos, y sele envió, y de otras cosas que passaron en continuacion de la guerra contra los portugueses, y cómo se les tomaron ciertos. quintales de clayo, eto Losa... o...o...» > Caprruto xxm. Cómo el general envió al ca- 72 - pitan Urdaneta en busca de los navios, que a en una E TS: y decimo visto. á la vela desde Camapho, CAPITULO XXIV. CAPITULO XXV. CAPITULO XXVI. CAPITULO XXVI. DE INDIAS. y mató y prendió los que en él avia, y cómo topó con ocho paraos de portugueses, y la batalla que ovo con ellos, de los quales escapó por su esfuerco é industria....... Cómo el capitan general Martin Iñiguez mandó hacer un galeon pa- ra le enviar á España, porque la nao capi- tana no estaba para navegar, y cómo vi= nieron dos paros de portugueses y salieron á ellos, y de cierto desastre de un barril de pólvora que se encendió y quemó algunos Págs. 73 de los nuestros, y enlrellos al capitan Ur-= daneta, el qual se vido en mucho peligro, assi por causa del fuego como porque pensó ser muerlo ó presso de los portu= SUCESOS... ... O O A El qual tracta de la yda de don Jorge de Meneses á la India, y de las diferencias y guerra que tuvieron, despues que fué, los portugueses con los castella- nos, y cómo assentaron tregnas las partes y las quebrantaron los portugueses y mala= _ ron ciertos indios al rey de Gilolo, y la enmienda quel rey de Gilolo tomó en ello; y cómo mataron con hierbas los portugue- ses al capitan general delos castellanos, etc. Cómo fué elegido por capi- tan general Fernando de la Torre, por muerte de Martin Iñiguez, y cómo se acabó la fusta que hacian los castellanos en Gilo- lo, y le pegaron fuego los portugueses se- eretamente, y cómo fué muerlo un caba- llero principal de Tidore, porque dormia 74 76 con la reyna, y de ciertos recuentros que ovieron con los portugueses, en continua= cion de la guerra, y otras cosas que locan Ela Halo. ais A Cómo Quichilhumar, go- bernador de Machian, dexó la amistad de los portugueses y se passó á la parte de Castilla, y cómo los portugueses deslruye- ron la cibdad de Machian por causa de un indio traydor, y de lo que intervino á los portugueses y castellanos, favoresgiendo á sus partes; y de un becho memorable que hizo un indio javo que mató á su muger é hijos, porque no fuessen en poder de por= tugueses, y despues que los oyo muerto, fué á pelear y degolló un portugués é hirió otro y al fin murió peleando, como valiente CODI A ANA Caprruto xxvm. Cómo el gobernador de la 80 83 Nueva España envió un galeon con gente á la Especieria, por mandado del Emperador, á saber del armada que avia llevado el ca= pitan frey Garcia de Loaysa, y halló las eo- sas en el estado ques dicho, y de lo que “subcedió en la llegada del galeon; y cómo INDICE. CAPITULO XXX. los castellanos con su fusta tomaron puño á puño la galera de los portugueses, y otros recueniros y cosas concernientes al discur- so de la historia ; y de la muerte del tray- dor de Fernando de Valdaya, el que dió las hierbas al capitan Martin Iñiguez de Car- TOCA A cn e Era CariruLo xx1x. Cómo 4d galeon de Hernan- do Corlés, de que era capitan Alvaro de Saavedra, partió del Maluco y llevó ciertos prisioneros portugueses, y la ruindad que hicieron al capitan hurtándole el balel, y cómo el navio volvió á Tidore, donde es- taban pressos dos de los dichos portugue- ses, de los quales fué hecha justigia pú- DC rn Pra di BRA de Cómo se supo que era per- dido el galeon llamado Sancta Muria del Parral, del qual (en esta armada del comen- dador Loaysa) era capitan don Jorge Man= rique, al qual mataron alevosamente y muy cruda; y cómo se supo la verdad y fué he- chajusticia de uno de los malhechores; y cómo el gaieon del capitan Saavedra le tornaron á despachar en Maluco para que volviese á la Nueva España; y cómo murió el rey de Gilolo, amigo especial de los cas= tellanos; y cómo se perdió Tidore y la fuer- ca que los nuestros tenian, por la traycion y amolinamiento de Fernando de Bustaman- 503 Págs. 84 87 te, y del partido con quel capitan Fernando - de la Torre dexó la fortalega de Tidore y olras particularidades que convienen á la historia .o.oo..............0.0191010.0000:...0..U- CapiruLo xxxI. Cómo algunos de los caste= llanos no quisieron estar por lo que su ca- pitan, Fernando de la Torre, avia assenta- do con los portugueses, assi porque no se hallaron ni consintieron en ello, como por= que decian que era desservigio del Empera- dor consentirlo; y cómo el galeon del go- bernador Hernando Cortés, tornó 4 arribar la segunda vez y vino á Camapho; y cómo el capitan, Fernando de la Torre, sejuntó con los castellanos y se renovó la guerra, por- que los portugueses no guardaron lo que “avian assentado; y cómo los indios de am- bas partes se hicieron amigos y concerta- ron de matar á los castellanos y á los por= tugueses, y cómo fué descubierta la mal- dad de los indios, y otras cosas locantes á o A o A Capituro xxxu. Cómo fué por capitan del rey de Portugal al Maluco Goncalo Pereyra y prendió á don Jorge de Meneses, y cómo el Goncalo Pereyra y los castellanos retifi caron las pages entre las partes, como de 88 91 antes las tenian con don Jorge y los portu= 304 gueses; y cómo los indios de Ternate se al- garon contra los portugueses y tomaron la fortalega y mataron al dicho capitan Gonca- lo Pereyra, y cómo recobraron los portu- gueses su forlalega y algaron por capitan á Vicente de Fonseca, y del favor que los cas- tellanos le dieron á este capitan portugués, sin el qual él y los portugueses se perdie= ran; y cómo los castellanos enviaron á lá India á pedir passaje, puesá cabo de tantos años Su Magestad no enviaba alguna ar- mada ni socorro; y cómo el capitan de la India del rey de Portugal envió el despa- cho y dineros para que los castellanos se fuessen á la India......, Cr e CapiruLo xxx. Cómo los pottoguedes to maron la cibdad de Gilolo, donde estaban los castellanos, y de la forma que los cas= tellanos y su capitan passaron á los portu- gueses, y se fueron con ellos á Ternate á su fortaleca, donde el capitan Tristan de Atay- de les dió los mill ducados quel goberna= dor de la India de Portugal les mandó dar para su camino, y de otras particularidades anexas al discurso de la historia.......... CaprruLo xxxty. Cómo se distinguen las ¡s- las del clavo, que llaman del Maluco, y la relacion del clavo que se coge en cada una dellas un año con otro; y de sus costum= bres y casamientos y tracto y mercaderias que entre aquellas gentes se tractan. Y assimesmo de las islas de los Celebes, y de las islas de Banthan, donde se coge la nuez moscada, y de las islas de Burro y Bandan y Ambon, y de la moneda comun que eor- re en las islas del Maluco...... 5 Ese CaprruLo Xxxy. De algunas costumbres y cerimonias y ritos de los indios de las islas - de la Espegieria; y de cómo los castellanos - se partieron del Maluco | para la .ndia y pas- saron por la Jaya, en especial el capitan Urdaneta, ques el que más anduyo y vido de aquellas partes; y dónde se coge la pi- mienta, y de las contractaciones del Levan- te y de la Malaca; y cómo Urdaneta llegó á Lisbona en Portugal y de allí fué á Castilla, y dió relacion en el Consejo Real de las In- dias de Su Magestad de todo lo subgedido en la Espegieria, estando la Cessárea Ma= — 95 98 100 E gestad fuera de España; y cómo passó des- Pues por esta cibdad de Santo Domingo de 2 la Ísla Española con el adelantado don Pe- - dro de Alvarado, donde fuy del y de Mar- tin de Islares informado de lo ques dicho y lo que se dirá en el capitulo siguiente... isleta pequeña, sin 105 0 XXXVI. _De un caso notable de una que paresce almendras, y se hallan Eos HISTORIA GENERAL Y NATURAL Págs. aver almendro ni árbol que tal fructa lleve en aquella isla, ni nasce essa fructa donde la hallan, antes viene por el aire....... ó LIBRO. AAL -Prohemió nar e Caprruo 1. En que se tracta y declara el ca- mino y costa de la Tierra-Firme, desde el Estrecho de Fernando de Magallanes hasta el grande y famoso rio de Paramá, por otro nombre llamado el rio de la Plala, vinien= do á la línia equinogial hácia nuestro polo ártico desde el antártico ó parte austral... Carrruto 11. En continuacion de la geogra= phia y camino, prosiguiendo la costa del rio de la Plata hasta la línia equinocial é hasta llegar al Cabo de Sanet Augustin. CapiruLo 11. Continuacion de la EeoEraphiz y cosla de la Tierra-Firme , desde el Cabo de Sanct Augustin hasta el famoso y gran- de rio llamado Marañon............ CaprtuLo 1v. En el qual se tracta en conti- nuacion de la geographia que hay desde el grande é famoso rio Marañon hasta la línia equinogial, viniendo de la parte austral en demanda della, costa á costa por la Tierra- Fime a ys A REE CaprruLo v. En que se tracta é declara qué cosa es la línia equinocial............ En CaprruLo vi. Prosiguiendo la continuacion de la geographia de la Tierra-Firme, en que se declara lo que hay costa á costa, desde la línia del Equinogio ó promontorio llama- do Cabo Blanco, por donde la línia entra en esta lierra, hasta el golpho de Urabá é los Parálloñes- A CapiruLo viu. En continuacion la costa é geographia de la Tierra-Firme , en que se dirá lo que hay costa á costa desde los tres Ferallones del Darien , que están en el gol- pho de Urabá , hasta en fin del golpho que llaman de las Higueras. CAPITULO VII. ...or...n.oo.o..o.. .. En conseqiiencia de la geo- graphia é assiento de la Tierra-Firme des- Pags, 109 114 112 114 121 123 125 129 135 de el golpho de las Higueras, baxando la tierra de Yucatan á la costa de la Nueva España, hasta el rio de Panuco, con quien confina la Nueva España á la parte del Nor- te; é de ahí adelante se dirá lo que hay has- ta el Ancon Daxos blo. do rr Caprruto 1x. Continuando el assiento. y cos- tas de la geographia de la Tierra-Firme desde la ensenada del ancon baxo, en la parte mas oriental del Norte, hasta el gol- pho llamado Arcipiélago de la Tramon= tana. *1*+40..0.0%01...10.1.:..... A A O - Caprruto x. En que se tracta de la continua- 139 143 cion de la costa que hay en la Tierra—Fir= _meá la parle del Norte ó Seplentrion, desde - aa el oe: 4 Cabo de SinquH Maria hasta DE INDIAS. INDICE. la tierra que llaman de Labrador, costa á COB AIN AA CapiruLo xt. Enel qual se tracta sumaria mente la resolucion de las leguas que se comprenden de la grand costa é Tierra-Fir- me, desde el embocamiento occidental del Estrecho de Magallanes hasta el fin de lo que está descubierto al Norte, segund lo que se contrae en los capitulos precedentes des- te libro XXI, hasta la tierra del Labrador, y la que con ella se continúa, de que se ha podido aver noticia, lo qual todo es una tierra continuada, sin la partir ni dividir la MAD ir AAA LIBRO XXII. Prohemio.................. CaprruLo 1. En que se tracta de la persona del capitan Simon de Alcazaba, y de la cau- sa que le movió para yr á poblar en la cos- ta de los mares y tierras australes........ Capiruto 11. En que se tracta del camino é viaje del capitan Simon de Alcazaba, y se principia la relacion de su mal subcesso, yendo á poblar con cierta genle en la parte CaprruLo 1. - En que se lracta de la infelici- dad y muerte del capitan Simon de Alcaza- ba, y del castigo é justicia que se hizo en los delinqiientes , y tambien se dice el sub= cesso desta armada............. rre LIBRO XXIUL....... A A CaprruLo 1. Del libro veynte y tres, en el qual se tracta del descubrimiento del gran- * díssimo y muy famoso rio Paraná, por otro nombre llamado el rio de la Plata, y de la muerte del piloto y capitan Johan Diaz de Solís, que lo descubrió, é otras cosas convinientes al discurso de la historia... CaprruLo 1. En que se tracta cómo el Em- perador, nuestro señor, concedió la empre- sa de la poblacion del rio de la Plata al pi- loto mayor, Sebastian Gaboto, para que fuesse á poblar aquella tierra; y cómo fué allá, y la relacion de genre armada que - Jlevó y el camino que hizo , é otras cosas - del jaez desta hisloria............ cs...sos Carrroro 11. En que se da mas particular racon del rio de la Plata , desde el emboca= miento adentro é cient leguas mas, descu- biertas en él de las que se dixo en el prece= dente capítulo; é cómo los indios mataron - sobre seguro diez é ocho cbripstianos, é hi- rieron otros ocho, é dáse relacion de otras cosas convinientes á la historia......... . CaprruLo 1v. En continuacion de los traba- xos de la gente que el Gaboto llevó al rio de la Plata; y cómo los indios de Carcara- ña quemaron la fortaleca que los españoles Págs. — 147 150 153 155 157 160 167 172 | -— ayian hecho en su lierra, y mataron parle CAPITULO 1X. 469 dellos, y los restantes se volvieron á Espa- ña perdidos y maltractados con su capitan Sebastian Gaboto...... Ai Caprruo v. En que se da noticia de algu- nas particularidades de aquel grandissimo rio de la Plata, que los indios llaman Para- naguagu, y de muchas maneras de pesca= dos, y tambien de los hombres marinos que hay en la mar, y de los manlenimien- tos de aquella tierra, é otras cosas convi- nientes al discurso de la historia...... ese CapituLo vi. En el qual se tracta del viaje que hizo al rio de la Plata un caballero de la Órden militar del Apóstol Sancliago,. criado del Emperador, nuestro señor, lla- mado don Pedro de Mendoza, tan mal acon- sejado y no con mejor ventura ni cuento que los otros que primero hicieron este ca- mino, pues se perdió como ellos , y con - daño de mas gente; y de algunas particu- laridades de aquella tierTa............... Caprruro vn. De algunas particularidades que despues de lo que eslá dicho y escrip- to del rio de la Plata, supo el auctor destas historias del capitan Johan de Junco que se halló en el viaje de Sebastian Gaboto..... CaprruLo vin. De la muerte del capitan y maestre de campo del exército del comen- dador, don Pedro de Mendoza, llamado Johan Osorio, al qual hizo matar don Pe- dEO EN GU PTEBEDCIA ¿ii its En el qual con brevedad se tracta de la gobernacion y muerte de Johan de Ayolas en el rio de la Plata.... CaprruLo x, De la armada de Portugal que fué al rio de la Plata , é se perdió parte de- lla en el mismo rio, Ja-qual llevó un capi- tan del rey de Portugal, llamado Martin Alonso de Sóst.r. roscas id Caprruzo x1.. Cómo Álvar Nuñez Cabeza de Vaca fué por mandado de la (essárea Ma- - gestad por su gobernador é capitan gene- ral al rio de Paranáguazu, alias de la Plata, con una buena armada é con lítulo de ade- Jantado.. oso ¿oso n.. 9-4 0:0- 9. ..or...... o cularidades é cosas de las provincias é rio eta Plali; 3er ica cines EAT CaprruLo xi. Que tracta en conlinuacion de olras generaciones y particularidades mu- chas de aquellas provincias del rio de la Plata, por otro nombre dicho el Paraguay. CaprruLo x1iv. En que la historia procede ha- ciendo relagion de lo que subgedió despues de la muerte de los chripstianos que el capí- tulo precedente ha contado, y dela industria y mal intento del tirano capitan Frangisco 176 17 181 186 187 188 -CarrruLo xi. Que tracta de diversas parti- - 194 Ruiz, y de otros ea end ca ze 306 - discurso destas materias. . yo Caprruto XV. En que cuenta la historia la llegada en aquellas partes del capitan gene- ral, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, y de los casos y novedades que con su venida y con las diversas opiniones de los que en la tier- ra estaban subcedieron, para su trabaxo dél O o IA eo rasta na e CarituLo xv. De los subcesos del goberna= dor Cabeza de Vaca, despues que fué res- cebido por gobernador del rio de la Plata, y entrega de las varas de la justicia en paz y concordia de los conquistadores de aque- ES DrOVILCIAS Lv. 3 0. add ola PEN 51018 9.44 AA Aa EE CaprtuLo 1. Del libro vigéssimd quarto que tracta de la isla de la Trinidad y del gober- nador Antonio Sedeño y de los chripstia= nos que allí mataron los caribes......... CapituLo 1. Del viaje é mal subcesso del co- mendador Diego de Ordaz, que fué por go- bernador é á poblar en el rio Marañon, en la Tierra-Firme , é cómo tomó la casa que el gobernador Antonio Sedeño avia hecho enla provincia de Para... .oosonrsrasoan CarituLo 1. Del rio de Huyapari, que es - en el golpho de Paria, y de lo que en él acontesció al gobernador Diego de Ordaz. . ...... .. m Pá gs. 197 202 205 209 id, 216 CapiruLo 1v, Cómo el gobernador Diego de * Ordaz se partió del pueblo de Aruacay y se fué á Paria y dexó el rio de Huyapari, alias Urinoco, para yr á buscar á Mela........ Capiruto v. Del subcesso del gobernador Antonio Sedeño , despues que los indios le mataron parte de la gente en la isla de la Trinidad, como se dixo en el capítulo 7 del castigo que hizo en ellos y otras cosas que convienen al gasa de Antonio Sedeño, y mm manera de e libre y se tornó á la isla de Sanet Johan... e CapiruLo vir. Del subcesso de la goberna- cion de la provincia de Paria, de que Sus -Magestades hicieron merced á Hierónimo Dortal por fin é muerte del capitan Diego A A A Caprruto vi. De la muerte del capitan _ Alonso de Herrera é otros chripstianos del armada del gobernador Hierónimo Dortal, que envió al rio de Huyapari, alias tE A - CaprruLo1x. De lo que subcedió al goberna- _nor Hierónimo Dortal despues que vido la carta de Ordaz, y cómo se renovaron las me contiendas n Ectio é cómo. le tomó | sE 223 235 237 + CAPITULO X. HISTORIA GENERAL Y NATURAL bernador Hierónimo Dortal vido en la Tier- ra-Firme en su gobernacion, é de lo que descubrió en ella, é de la muerle del capi- tan Agustin Delgado, é de ciertas provin= cias donde las mugeres gobiernan é man= dan á los hombres, é de la reyna Oroco- may, é de los ritos é costumbres de los in= dios ; é cómo se le amotinó la gente á este gobernador , é de la poncoñosa hierba de los indios, é otras cosas convinientes á la A es ra ES Caprruo xt. En que se tracta del mal sub= cesso de la genle que se le amotinó al go- bernador Hierónimo Dortal , é de otras co= sas particulares de la Tierra-Firme...... . CAPITULO XiL. del gobernador Antonio. Sedeño, despues que volvió á la Tierra-Firme, y de algunas particularidades é cosas notables y conyi- nientes á la histori2 .....oo.o.oro..ocoros Capitulo xn. De tres animales notables que se han visto en la Tierra-Firme , los dos de ellos en la provincia de Paria, y el tercero en la misma tierra y otras partes. AAA Caprruzo xiv. Del subgesso de las diferen= cias de los gobernadores Antonio Sedeño é Hierónimo Dortal............... Capitulo xv. En continuacion de los sub= cessos del gobernador Hierónimo Dortal , é de otro motín contra él......ooo.ooo.o.oo.. CaprruLo xvi. De la deliberacion de Hieró- nimo Dortal, gobernador del golpho de Pa- ria é otras provincias , y cómo cansado de sus trabaxos, se cassó é avecindó en la - cibdad de Sancto Domingo de la Isla Espa= ñola. PA AO - CaprruLo xvi. Dela noticia que se liene de los indios llamados aruacas en la Tierra= Firme, Y donde YivED. +. 4 dy) dortí ] | 7 Á Estaparte mea de e BR a IR Lee 4 Y | y be á dd == MD” E A a Á<=Á_ARRA_ ARA)! NES = = DA , 8 , E 7% 1 : NATA ce e, MÍ y: e Y) a! ' ho , a HA INN : paso ANI / pork roarame ñuyaparcay paq EstanCaspueblo Eseño- ¿2 My IN Vy.leguss. ue dela una la VIT : ) /)) Á Ñ 1IG q, al) CCIDENT o Eran oda Migapas ¿haz ente E ( P. IS ES) e y , | y IN : | / /) /) va l Ml, e Y IN AM Y € ; > f IAN | | á j ) 0 n/ 42 4 Am ' E. ¿yO RADAR I NR Ez CORDDSERBA O COSTA DE ps Y | Imp.) J Martinez, Madrid. Tomií. Lan.) Lit de £ Craus. ERRATAS QUE SE HAN NOTADO. PÁGINA. COLUMNA. LÍNEA. DICE. LÉASE. 50.. ETE MR TARTA 2 . 21 E A a A PO RA . qeu-. VETE AAA que- Maiz. e E WA «+. vastallos de: > + vassallo del 60.. FA A A >= A ladrones. . . . . . + Ladrones A TEN pS E valienementle.. . . . valientemente EA RA A A Es A ETE IAS el rey Hl:<.<. ¡CARA ba A y su costas,. . . . . ysuscostas, Ms ia E E E Fs UA A Panawá. .. .... Paramá 110. e A ES Ds doblado. ... ..-+ poblado A 2 a de la otra otra parte. de la otra parte A 15 AAA AA satisfacer é mi. . . . satisfacer á mi A La EAS A Hierusulem.. . .. + Hierusalem TS. A : TS 5.. cc. plerunque. ....-. plerumque A a, Í: 14.. . caballeco.. . . +. . - caballero a 1. 7 A begranlines . . +... + berganlines 213. CHAR AAA E E A lAs NA los A 4. e BIO. a : sino A 1. 16... MEeCesce. . ... . . meresce A A a Mor. PA Manerá.. . . . . . . manera_ 260. A O E a VEA RA A é . los LO O a e : Un 20 A 292.. A 1. TORA escapáronsele, . . - escapáronseles 2005. E A ls ES ; Maracaydo.. . ..-+ Maracaybo 354.. EPA AAA Es A E co lo demás. . . . - lo demás 383 VETO II . . 1 . 39. . . . don-. o E ES a e donde WI AA Es A acreciestan.. . .. +. acrescientan A A A EA ES A A tienen A S a Mii e español... ....- españo- A A E E e ds a 6 10008 08... 2. + lodos Jos bn, > E E E E A E a + U A E ES A A dosba=... <=: dos Di AA a Li: . COMPA"... > comprar A E A dl A licengeiado. . +. - + licenciado AD a A A A A O allí A EA A 1. A A buccar a IL A A A O ES A E E dese alcar. . .-. . desealgar Mes ==. 2, EA > e A dieseéél. ..... diese á él A A 341. ¿ Vio + +. 5 000 TOMO UL. 50 rs. da oleo en rústica e en la libreria? de Doña y en la portería de. la Real Acadéjoia de la Historia, vo Herado. núm. aa ri