A | EN Ad Y5b : NL e ORNITOLOGÍA MEXICANA 407 Bras A. L. HERRERA. —OR MES yd 0 EJE, 29 72 vs 6 SN ADVERTENOIA: EA pas Á la D. VIEILLOTI, página 336, se atribuyen la habitación y cos- tumbres de la D. OCCIDENTALIS, en lugar de las que á continuación se expresan, que son las que le corresponden. Los autores americanos han dividido esta especie en dos ó tres variedades, designando á la del Occidente de México y Yucatán con el nombre de “var. bryanti”” y á la de Costa Rica y Panamá con el de “var. rufigula,” reservando el nombre original vieilloti para la especie que habita en el Norte de Colombia. Por lo demás, esta ave no es nada común, habiéndose necesitado el transcurso de varios años para reunir la cantidad de ejemplares suficiente para el estudio de las diferencias que se atribuyen á las razas establecidas. Generalmente, la 0. vieilloti ha sido colectada en parajes situados á corta distancia del mar. Sus hábitos son casi idénticos á los de la D. cestiva, á la que se parece, sobre todo cuando anda impacientenmente en busca de alimento. -Grayson la observó cerca de Guadalajara, México”, y von Frantzins, la vió en Mayo, en las cercanías de San José, Costa Rica, siendo éstos los únicos casos que se mencionan de su presencia tierra adentro. Indudablemente, la D. vieillotí es el representante continental de la D. pe- techía de las Antillas que, aunque sufriendo ciertas modificaciones insignifican- tes, frecuenta muchas de las Islas de la India Occidental y aun el archipiélago de los Galápagos; sin embargo, aquélla se distingue de todas estas formas por el color castaño de su cabeza y garganta. Sus cuarteles generales están, sin du- da, en Centro América, puesto que apenas penetra en el continente meridional. En el Poniente del Ecuador, hay un pariente de la especie que nos ocupa, y que “no puede separarse, á nuestro modo de ver, de la especie de los Galápagos, D. aureola, ó de la*de Jamaica, D. petechia. “Colectada en Noviembre de 1878, en Silam, donde es extremadamente ra- ra y salvaje. Se le volvió á ver en mayor abundancia en Junio y Julio, en Río Lagartos. Deduzco que se trata de un ave costeña, pues nunca ví que se inter- nara á más de dos leguas de la Costa.” “(El Doctor Cabot también encontró esta especie en Yucatán. O. S.”]% b. Ale conspicue albo notate; remiges unicolores; uropyygium flavum. aw. Vertex flavus. (1) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 441. La Nat.—Ser, 1,—T. 111.—Nóv. 1900 52 RAR e SS Pl Se fa Cha N AA 9 - 1938 Ms / TA st ol hit 1% 20. p , e Wes 1 cd yen A 408 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA, DENDRACA CORONATA. Motacilla coronata, Linn. Syst. Nat. L, p. 3337. Sylvia coronata, Licht. Preis-Verz. mex, Vóg. p. 2; ef. J. f. Orn. 1863, Pida Rhimamphus coronatus, Sel. P. Z. S. 1856, p. 291?. Dendreca coronata, Sel. P. Z. S. 1859, p. 363% Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 11?, P. Z. S. 1864, p. 347" 1870, p. 836"; Baird. Rev. Am. B. L, p. 1,878; Lawr. Ann. Liye. N. Y. VII, p. 62, 1X,p. 94% BL US. Nat. Mus. 1 Ap 518 michrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 547%; v. Frantzins, J. f. Orn. 1869, p. 393%; Dnugeés, “La Naturaleza,” 1, p. 140%; Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. L, p. 227*; Gundl. Orn. Cub. p. 65*; Coues, B. Col. Vall. L, p. 278". Supra ceruleo-cinerea, capitis lateribus nieris, superciliis albis, dorso ni- ero striato; vertice, pectoris lateribus et uropygio leete flavis, subtus alba, pec- tore et hypochondriis nigro dense striatis; alis albo bifasciatis; cauda albo ntrin- que maculata, rostro et pedibus nigris. Long. tota 5, ale 3, caude 24, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-75. (Deser. exempli ex Panamá. Mus. nostr.). 2 mari similis, sed corpore supra fuscescente nec cinereo et coloribus ma- vis indistinctis distinonenda. (Descr. exempli ex Panamá. Mus. nostr.). Hab. Norte América'”". México, Guanajuato (Dugés**), Córdoba (Sallé?), Mirador (Sartorius*), Jalapa (de Oca*), Orizaba (Sumichrast”), Alvarado y Te- mascaltepec (Deppe*?, Mus. Berol.), Santa Efisenia, Tehuantepec (Sumichrast”), Honduras Británicas (Blancanneaux), Guatemala (O. $. et F. D. G.), Honduras (G. M. Whitely”), Costa Rica (v. Frantzius”, Carmiol"), Panamá (Arcé, Mac. Leannan*. Antillas'”, ete. La Dendreca coronata abunda en los meses del Otoño é Ihvierno, en Mé- xico y Centro América, pues su emigración meridional se extiende hasta el Ist- mo de Panamá, pero no pasa de allí, porque hasta la fecha, no se ha dado nin- cún caso de que se presente en el continente de Sud América. También en va- rias de las Islas de la India Occidental es común en dicha estación, llegando asi- mismo hasta las Bermudas. En México no se ha notado que frecuente la costa occidental, á no ser en el Istmo de Tehuantepec, abundando, por el contrario, del lado oriental, y presentándose, según el Prof. Snmichrast, en todos los al- rededores de Orizaba”. En Guatemala también se le encuentra por doquiera hasta una altura de 5,000 6 6,000 pies. Manifiesta predilección por los distritos abiertos, en que los arbustos son escasos, más bien que por los montes bajos y x eos -r A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 409 espesos. En la América Central, son raros los ejemplares que llevan su librea de Verano; otro tanto sucede en Cuba, en donde, según el Doctor Gmundlach, em- piezan á mudar antes de partir para el Norte, de manera que nunca han conse- guido en dicha isla, un pájaro que esté en completa muda. Parece, sin embar- go, que suele anidar en Jamaica; Mr. March lo asegura y envió una vez al Ins- tituto Smithsoniano las pieles y huevos de esta especie, colectadas en dicho punto”. La D coronata establece también sus cuarteles de Invierno en los Estados Unidos. De allí emigra á anidar al Norte, pasando la estación de las crías, en el extremo Norte, bien que unos cuantos pares permanecen en la parte septen- trional de la Nueva Inglaterra y la Nueva Escocia. Se sabe poco respecto á su nidificación. Brewer dice que un nido de Nova Scotia fué colectado en la rama horizontal de un árbol; se componía de tallos finos de zacate, varitas deleadas y raíces; el borde estaba hecho con estas últimas; el forro era de zacates suaves, plumón y pelo. Los nidos obtenidos en Anderson River, por MW'Farlane, esta- ban, por lo general, en pinabetes bajos ó en el suelo. Los huevos son blancos, tienen algunas veces una sombra azulada, y están manchados y borroneados con varios matices de moreno, moreno rojizo y púrpura. “Habita la Mesa Central, el Estado de Veracruz y la Región Sur.” % “Es común en Izamal, en Enero; se le volvió á ver en Marzo y desde enton- ces no se le ha vuelto á ver allí ni en otra parte.” “£ principios de Mayo, Mr. Henshaw los vió en el Colorado, asociados íntimamente con la D. audoboni, á tal grado que algunas veces se les oía can- tar en el mismo árbol.” “Es ave robusta, capaz de soportar los rigores del Invierno en casi toda la extensión de los Estados Unidos; sin embargo, gran número de individuos se marchan al Sur, llegando á Centro América en nnión de las especies más deli- cadas y susceptibles de la familia, mientras otras se resienan á permanecer en Middle States y aun en ciertas porciones de la Nueva Inglaterra. Su zona de distribución en la época de las crías, no es menas curiosa. Generalmente, no anidan en los Estados Unidos, al Sur del Norte de la Nueva Inglaterra; pero por lo menos, algunos de los que residen en Invierno, en las Indias Occidenta- les, no emigran en la crisis vernal del año, sino que crían allí mismo.” “Ponen de cuatro á seis huevos, que miden 0-72 por 0-54 pulgadas aproxi- madamente; son blancos, manchados, en forma de coronilla, alrededor de la punta larga; pero también, aunque con menos profusión, en toda la superficie, de varios matices morenos, de los cuales ninguno es completamente rojizo, sino por el contrario, algunos son casi negruzcos. Presentan, ignalmente, numerosas (1) Lanrencio y Beristain, p. 42. (2) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 440. (3) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. I, p. 283. 410 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. marcas de un tinte nentro. Un nido del Yukon (Junio 7) está construido tosca- mente con tallos de malas yerbas, renuevos de zacate y raicecillas forradas de plumas. Otro nido de la Costa Ártica, al Oriente de Anderson River, se compo- ne de puras fibras vegetales, suaves, forradas con unos cuantos vástagos de za- cate; estaba en un pino, á unos seis pies del suelo. Un tercero proviene de No- va Escotia: se encontraba en la horquilla horizontal de un árbol; se compone principalmente de raicecitas muy delgadas y tiesas, y de vástagos no menos du- ros, y es mucho más aplastado que los otros.” " “Es abundante; emigra. Aparece en Idaho á fines de Abril, y sube hasta unos 8,500 ó 9,000 pies; desaparece por el 10 de Mayo, unos cuantos días antes que la D. audoboni. En el Otoño no fué observado porque probablemente no se aventura en las montañas, en esa estación.” % DENDRACA AUDOBONI. Verdín.” Sylvia audoboni, Towns. Journ. Ac. Phil. VII, p. 191. Dendreca audoboni, Sel. P. Z. S. 1858, p. 298”; 1860, p. 250*; 1864, p. 172%; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 273% Baird. Rev. Am. B. I, p. 188% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 547”, Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. II, p. 269*; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. 1, p. 299% Coues, B. Col. Vall. I, p. 271”. Similis D. coronate, sed gula flava, plaga alba alarun magna, capitis late- ribus cinereis nec nigris, maculis aliaribus nec superciliis-albis distingnenda. (Descr. exempli ex Mexico. Mus. nostr.). Hab. Norte América””. México, Mazatlán (Bischoff*), Tepic (Grayson?), Tonila y Jalisco (Xantus*) Valle de México (White*), Tierra fría (le Strange), Orizaba (Sallé”), Tecamaluca, cerca de Orizaba (Sumichrast”), Oaxaca (Deppe, Mus. Ber.), La Parada (Boucard”), Guatemala? (O. S.). México, Mesa Central, Orizaba y Región Occidental y Sur.). Esta especie, lo mismo que la D. coronata, visita México y Centro América en Invierno; pero como es un ave occidental, ocupa una área algo diferente en esa estación. Como en casos semejantes, la forma occidental se inclina más es- trictamente al lado de México que colinda con el Pacífico, y no emigra tan al Sur como su congénero oriental. Lia D. audobont no escasea en las colecciones (1) E (2) E (3) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 8. (4) Laurencio y Beristain, p. 41. 98 SUIISGLÓNA 7 Ppareg Bomnop qe 199 'BA77528 [ ¿> pgiuogapay eose/puoq 7 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 411 formadas en la región meridional de México, y casi no penetra más allá de ese distrito, pues sólo dos veces la encontramos en Guatemala: una en Noviembre, en compañía de la D. coronata, en San Gerónimo, á 3,000 pies sobre el nivel del mar; ambas especies andaban comiendo juntas en el suelo; la segunda vez, en Febrero, matamos una ave solitaria en una cañada abierta del bosque de pi- nos que cubre las montañas de Totonicápam, á 10,000 pies sobre el nivel del mar. Ambos individuos conservan su librea de Invierno, pero en México se en- cuentran ejemplares con plumaje veraniego”. En el Norte, la Dendreca de An- dobon es bien conocida en todas las Montañas Rocallosas, y hay razón para creer que cría en la mayor parte de las más altas cordilleras que se extienden desde Arizona hasta la Colombia Británica. Un nido hallado en la Isla de Vancover por Mr. Hepburn' está hecho exteriormente con groseras tiras de corteza, lar- gas hojas de zacate seco y tallos de plantas mezclados con zacates más finos, pe- dazos de lienzos de algodón y otros materiales. Interiormente se compone de zacates suaves, plumas, líquenes, musgos, raíces finas, etc., tejidas y forradas de pieles y plumas. Los huevos son de un blanco claro, manchados de marcas rojas, sobre todo en la punta más larga. “En la mayor parte de las localidades de su zona de distribución, esta es- pecie es tan común como su representante oriental, D. coronata, cuyos hábitos corresponden precisamente con los suyos.”” “Es abundante; emigra; anida desde unos 9,500 pies hasta los límites de la vegetación. Llega á Idaho á mediados de Mayo, pero sube más á las monta- ñas á anidar; rara ocasión se le ve á menos de 9,000 pies durante los últimos días de Junio y Julio, meses en que cría á sus polluelos, prefiriendo en dicha estación las tupidas y sombrías florestas de pruche negro. En la Primavera fre- cuenta las mismas localidades que la D. coronata, pero manifiesta más parcia- lidad por los plantíos de arbolitos y se aventura con frecuencia en los campos abiertos y en los claros, parándose sobre los matorrales y las hierbas, y ann en el snelo. Su nota usual es parecida á la del Airundo horreorum, su canto es muy corto y simple, como el de la D. coronata. En Agosto empieza á bajar; en Septiembre es común en las partes más bajas del país, y por Octubre desapa- rece.” % “Tomando en cuenta diversas consideraciones, se puede asegurar que este Verdín es la especie más característica del género Dendreca en el Occidente, no porque indique la fauna con más especialidad que la D. townsendi, D. occi- dentalis y D. nigrescens, respectivamente, desde las Montañas Rocallosas hasta el Pacífico, sino porque es más abundante y está distribuida en el país con más uniformidad que nineuna de las tres especies mencionadas. En esta región reem- plaza casi por completo á la D. coronata, y á decir verdad, constituye su repre- (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley, 1, p. 59. (2) E. Coues. Birds of the Northwest. (Appendix to Oscines), p. 232. 412 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. sentante occidental, pnes es tan común y notable como aquélla, entre las aveci- llas insectívoras que pueblan los bosques y espesuras del Oeste. Nunca se ha sabido que avance hacia el Oriente, más allá de la línea de la vegetación arbórea, que marca las colinas y las elevaciones más orientales de las Montañas Rocallosas. Tan pronto como se entra á las regiones montuosas, se encuentra al Verdín lo mismo que en cualquier otro bosque, con tal de que sea la estación propicia. Los límites septentrionales de su distribución no se han marcado bien todavía. La D. audobon: es tan vigorosa como su pariente oriental, y sus lími- tes al Noroeste están determinados indudablemente por las condiciones topo- gráficas más bien que por las climatéricas. En la dirección opuesta penetra en México y varias partes de la América Central, en donde se acompaña, como en el Norte, desu primo oriental, pues Mr. Albert Savin los encontró juntos en San Jerónimo, en Noviembre de 1859.” “En cuanto á los movimientos locales y temporales del Verdín, en su exten- sa área de distribución, sabemos que es emigrante, como el resto de los Sylvi- colidee, y que la “onda tidal” pasa dos veces al año, llevando á la mayoría de los individuos al Norte, en Primavera, y al Sur en Otoño. La extensión del movi- miento primaveral parece bastar para traer á todos los individuos que pasaron en México el Otoño anterior, de vuelta á los Estadas Unidos; de todos modos, si al- gunos se quedan á anidar aun en las más elevadas partes de México, el hecho nos es desconocido. La masa de aves que acude á nuestra frontera tiene dos movimien- tos: uno de ellos, el de la emigración ordinaria de aquí para allí, extiende á la es- pecie en latitud hasta que llega á los límites de su distribución geográfica; el otro consiste en un movimiento de arriba á abajo, ignalmente obvio y decidido, aunque menos extenso, que conduce á la especie á terrenos apropiados para su nidificación, en las más elevadas alturas de las latitudes más bajas. Así se ase- egnra ma zona de distribución para la crianza que geográficamente hablando es casi coextensiva con toda la zona de la especie en los Estados Unidos, y depen- de enteramente, sin embargo, de los rasgos topográficos del país; pues mientras que en el Norte pueden anidar en cualquier parte, hasta lHegar al nivel del mar, en el Sur no encuentran terreno propio para la nidificación, más que á lo largo de ciertas líneas ó en ciertos parajes situados á una altura suficiente. No hay nada de extraño en esto: siendo, en verdad, una regla que puede aplicarse ienalmente á otras varias especies emigrantes. Sin embargo, el caso de la D. audoboni, así como el de la D. coronata, es notable tratándose de Sylvicolidee, por el hecho de que la zona de distribución de la especie es inusitadamente extensa en Invier- no, pues sólo una parte, quizá muy pequeña, de los individuos que componen la especie, se retira de los Estados Unidos en Otoño. Se ignora hasta dónde pe- netra en el Norte, protegido por la robustez de su constitución, que le permite soportar los rigores del Invierno, porque en esa estación los ornitologistas no son nada activos ni numerosos en las Montañas Rocallosas. Se le ha observado en Washington Territory en Marzo, es decir, mucho antes de que llegue á esa A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 413 latitud nineuna emigración general de aves, es probable que los niveles más bajos y los sitios abrigados alberemnen, por lo general, cierto número de aves en Invierno, aun hacia los extremos septentrionales de su habitat, así como se ven aleunas D. coronata en Massachusetts en la misma estación. Sea como fuere, lo cierto es que las porciones inferiores de la Cuenca del Colorado y del país en general, situadas en latitudes correspondientes en las caídas de agua del Pací- fico, son frecuentadas por estas aves en Invierno. En dichas latitudes, la espe- cie, como especie, es sedentaria, pero de esto no debe deducirse que los indivi- duos que residen allí en Invierno sean los mismos que nacieron en las inmedia- ciones. Esta cuestión queda todavía por decidir; pero á juzgar por su analogía, es probable que las aves que representan á la especie en Invierno, eu Nuevo México, Arizona y Sur de California, consistan principalmente 'en individuos nacidos en el Septentrión y que hayan emigrado hacia el Sur, y que México y Guatemala sean frecuentados por crías más meridionales, que pueden haber na- cido en las mismas latitudes en que otros miembros de la especie pasan el In- vierno. Si tal sucediere, se ve claramente que el impulso que las induce á emi- erar triunfa en todos los casos, aunque se encuentren algunas D. audoboni en ciertas áreas, en todas las estaciones del año. Creo, sin embargo, que todos es- tamos dispuestos inconscientemente á preocuparnos respecto á la cuestión gene- ral de la emigración de las aves, pues confiamos demasiado en las líneas del movimiento, al erado de desapreciar las zonas de distribución laterales de las especies, lo mismo que las zonas que se extienden de arriba á abajo, lo cual se nota particularmente en los países muy accidentados. Por ejemplo, se supone, por lo general, que el Junco aikeni viene del Norte en Otoño, lo cual es exac- to, pero sus apariciones repentinas, debidas á los cambios de tiempo, no pudie- rou ser explicadas hasta que se supo que cría en las montañas, llegando al Sur hasta Virginia y el Norte de la Carolina, y que vuela de arriba á abajo, según las exigencias del tiempo. En el Estado del Colorado, anida á una altitud que varía entre 9,000 á 9,500 pies, hasta los límites de la vegetación. Llega del Sur á Idaho á mediados de Mayo; sube todavía más á anidar, y cría sus polluelos á fines de Junio y Julio, en los espesos bosques de pruche que crecen en las la- deras de la montaña, de donde empieza á bajar en Agosto; en Septiembre abun- da en las partes bajas del país y desaparece en Octubre. “En el mismo Estado, dice Mr. Aiken, es una ave común y sedentaria, en Verano, abundando par- tienlarmente durante las emigraciones, época en que se dispersa por todo el país, desde los pinos de los límites de la vegetación, hasta los árboles y zarzales que .bordan los arroyos de las llanuras; pero durante la estación de la cría, se limita á una altura de 8,000 á 10,000 pies, criando sus polluelos entre las espesuras de pinos y álamos temblones.” Se aparecieron el 1. de Junio, y una semana más tarde, se descubrió un nido acabado de hacer y todavía vacío, en la punta de un pequeño pruche de unos treinta pies de alto. Este nido estaba hecho de tiras de corteza tejidas firme y primorosamente y forradas con zacates finos; tenía cua- 414 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. tro pulgadas de diámetro por una de fondo. En Fort Whipple veía yo gran can- tidad de Verdines en los árboles de “cotton wood” y entre los matorrales que crecen á orillas de las corrientes de las montañas. En el Sur de California abun- da en Invierno, y revolotean y gorjean entre las hierbas de las llanuras, así co- mo en los montes. Según Ridgway, en Nevada este precioso Verdín habita es- pecialmente los bosques de pinos situados en las más altas cordilleras, durante el Verano, sin dejar por eso de visitar los montes de cedro y piñón de las mon- tañas desiertas, de donde baja á las partes inferiores del país, en las cuales fre- cuenta los plantíos de arbolitos de las corrientes, precisamente como la D. coro- nata. Mx. J. Hepburn afirma que colocan el nido, ya sea en las ramas superio- res de los árboles, ya en los matorrales, á unos cuantos pies del suelo; que ponen hasta cuatro huevos blancos, manchados de rojo, sobre todo alrededor de la punta más larga. El nido del Museo Nacional estaba en una especie de gancho, formado por tres horquillas de un vástago oblicuo, y por consiguiente, tiene la forma de un cono oblicuo.” “Las costumbres generales de la D. audobont son idénticas á las de su pa- riente oriental; la única diferencia que se nota en ellos, consiste, según Mr. Trip- pe, en que su gorjeo ordinario se parece á los sonidos que lanza el Mirundo erythrogastra; Mv. Ride'wway dice que su débil “wit” es completamente distinto del sonoro y agudo “chip” de Ja D. coronata. Nunca he tenido oportunidad de escuchar su canto, pero Mr. Trippe dice que es “una cancioncita muy simple,” y Nuttal asegura que se parece á la de la D. estiva, pero que la supera en cuan to á ejecución.” b. Vertez and flavo notatus. DENDRACA MACULOSA. Motacilla maculosa, Gm. Syst. Nat. L, p. 984”. Sylvicola maculosa, Bryant, Pr. Bost. Soc. N. H. VU PAdoS Dendreca maculosa, Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 11? 1864, p. 347% Sel. P. Z. S. 1859, pp. 3635, 374% 1862, p. 19”; Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VIT p. 322% Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 16% Baird, Rev. Am. B. I, p. 206”; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. L p. 232%; Guudl. Orn. Cub. p. 66*; Cones, B. Col. Vall. I p. 290% Capitis lateribns, dorso, tectricibus supra caudalibus et cauda nigerrimis; superciliis, pluga alari magna et maculis cande ntrinque albis; capite summo et alarm marginibus cinereis; uropygio et corpore subtus flavis, pectore et hypo- (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part. first, p. 271. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 415 chondriis maculis nieris magnuis notatis; crisso albo; rostro et pedibus nigris. Longo. tota 47, ale 2-5, caude 2, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-7. (Descr. maris ex Panamá. Mus. nostr.). 2 a mari differt dorso olivaceo, superciliis albis et maculis corporis subtus absentibus. (Deser. feminse ex Panamá. Mus. nostr). Hab. Norte América". México, Jalapa (de Oca”), Playa Vicente (Bon- card”), Cosamaloápam (Boucard”), Santa Efigenia, Tehuantepec (Sumichrast”), Isalam, Yucatán (Gamner), Honduras Británicas (Blancanneanx), Guatemala? (O. S. et E. D. G.), Panamá (MW Leannan*”), Cuba”, Islas Bahamas”. México, de Veracruz á la Peníusnla de Yucatán). En Invierno, la distribución de esta especie en Centro América es peculiar. Se le ha encontrado en las provincias meridionales de México, Veracruz, Oaxa- ca y Tehuantepec, éinmediatamente hacia el Sur, en un vasto distrito de Gmuate- mala, extendiéndose á través del país; más allá se pierden sus huellas hasta lle- gar al Estado de Panamá, en donde ocurre con bastante frecuencia en la línea del Ferrocarril de Panamá. Tal es su límite más meridional. Es rara en Cuba, pero aparece algunas veces en el mes de Abril, en su marcha hacia el Norte”. Tambien visita las Bahamas?, pero ninguna otra de las Islas de las Indias Oc- cidentales. Se dice que su canto es claro y bien modulado, y que sobrepasa al de la mayoría de los miembros de su familia. Frecuenta los montes bajos, busca qué comer entre las ramas y recorre de arriba abajo los troncos de los árboles, á caza de insectos y de larvas. También sabe coger á los insectos al vuelo y atra- parlos en las flores abiertas”. Generalmente hace su nido en un abeto, colocán- dolo á unos cuantos pies del suelo: parece que es una construcción algo floja y ligera, hecha casi enteramente con zacates delgados, tallos de planta finos, nn poco de musgo ó varitas de pruche; lo forma con finas raíces negras de plantas herbáceas. Los huevos son de un color crema ó de un blanco cenizo, manchados escasamente de lila y obscuro”. “Mr. C. J. Maynard hace una excelente descripción del nido y los huevos de esta especie. Un nido colectado en Umbagog, estaba en la rama horquillada de un pruche bajo, á unos tres pies del suelo, en una elevación del terreno que conducía á una vereda del monte. Contenía cuatro huevos y se componía de za- cate seco, varitas de pruche, raíces, etc., forradas de raíces negras; el conjunto parecía grosero para ser de un Verdín tan delicado. Los huevos eran más esfé- ricos que los de otros Sylvicolid«. Medían 0.62 por 0.52, 0.61 por 0.52 (céntimos de pulgada). Otro nido fué hallado en una cicuta baja, á cuatro pies de altura. Su parte exterior había sido hecha con unas cuantas varitas muertas de alerce, mezcladas con tallos de hierbas y zacate seco. El forro era de cerdas negras y (1) Laurencio y Beristain, pág. 41. “La Nat.—Ser. I1.—T. UIT.—Nov. 1900 53 416 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. formaba un contraste extraño con el aspecto mustio del exterior. El conjunto era muy ligero y airoso, y se parecía al de la D. pensylvanica. He ahí las di- mensiones del nido: diámetro externo, tres puleadas; interno, dos; profundidad externa, una y tres cuartos; interna, una y un cuarto. Los cuatro huevos que ha- bía en el nido medían 0.65 por 0.50, 0.62 por 0.47, 0.64 por 0.46, 0.65 por 0.48. Eran de un blanco cenizo, manchados y sombreados de moreno y lila, sobre todo alrededor de la punta más larsa, mientras que en otras partes tenían virenlitas morenas; diferían entre sí por el tamaño y la cantidad de las manchitas more- nas. Describe otros dos nidos que, lo mismo que sus huevos, son idénticos á los anteriores en todos los puntos esenciales.” e. Uropygium haud flavum. c. Gula alba. A DENDRACA CARULEA. Sylvia ccerulea, Wils. Am. Orn. IH, p. 141, t. 17, £. 5% Licht. Preis-Verz. mex. Vóg. p. 2* (ef. J. f. Orn. 1863, p. 57). Dendreca ccrulea, Law. Am. Lyc. N. Y. VII, p. 322%; IX, p. 200% Baird, Rev. Am. B. 1, p. 191%; Sel. et Salv. P. Z. S. 1864, p. 347", 1870, p. 836”, 1879, pp. 494", 594% Salv. P. Z. S. 1870, p. 183% Baird, Brew. et Ridoww. N. Am. B. Í, p. 235%; Gundl. Orn. Cub. p. 65”; Coues, B. Col. Vall. 1, p. 267%; Tacz. P. Z. S. 1874, p. 508%; Allen, Bnll. Nutt. Orn. Club, IV, p. 25". Ciernla, dorso medio et verticis lateribus indistincte nigro striatis; alis albo bifasciatis; cauda utrinque albo notata; subtus pure alba, hipochondriis ni- ero striatis; rostro nigricante; pedibus corylinis. Long. tota 44, ale 2-5, cau- de 17, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-65. (Descr. maris ex Panamá. Mus. nostr.). 2 virescens, subtus sordide albicans. (Descer. feminse ex Panamá. Mus. nostr.). Hab. Norte América". México (Deppe?), Mérida, Yucatán (Schott*), Gua- temala (Mus. G. N. Lawrence?, fide Verreaux”), Honduras (G. M. Whitely”), Costa Rica (Rogers); Panamá (Arcé"”, MLeannan*”). Colombia*, Ecuador, Pe- rú*, Bolivia*, Cuba”. Con excepción de Yucatán, que la D. cerulea visita con regularidad en Invierno, casi puede decirse que esta especie no toca México en su emigración meridional, pues el único caso que se ha dado de su aparición en dicho país, es (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 63. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 417 el que registró Lichtenstein, apoyándose en la autoridad de Deppe, que capturó alounos ejemplares hace unos cincuenta años. La línea de emigración de la D. cceerulea pasa casi directamente de los Estados Unidos á Panamá; unos cuantos individuos visitan el promontorio de Yucatán y aleunos puntos de la costa orien- tal de Centro América. Parece que esta especie no es por lo regular bastante conocida por los or- nitologistas americanos, pues Brewer”, al referirse al ave en cuestión, no cita ninguna autoridad más reciente que la de Audubon, tratándose de la descripción del nido y huevos. Según dicho autor, ponen el nido en un gancho de un árbol bajo y lo hacen con fibras y tallos entretejidos con raicecillas y forrados con finas fibras secas de musgo español (Tillandsia). La puesta asciende á cinco huevos, de un blanco puro, con manchas rojizas en la punta más larga. Última- mente Mr. Allen* describió el nido y los huevos de la especie; su nota difiere de la de Audubon, pues dice que los huevos son de un blanco crema, cubiertos profusamente de manchas de un moreno rojizo. “El nido, dice Audubon, está entre los brazos de un árbol ó matorral bajo; es aleo pensil y se proyecta un poco sobre las varitas á que está adherido, ex- tendiéndose debajo de ellas casi dos pulgadas. Fibras de vid, tallos de plantas herbáceas ásperas y raíces delgadas, constituyen la parte de afuera, arregladas de un modo circular. El forro consiste enteramente de fibras secas de musgo español. La hembra pone cuatro ó cinco huevos, de un color blanco puro, con unas cuantas manchas rojizas en la punta más larga "0 DENDRACA PENNSYLVANICA. Motacilla pennsylvanica, Linn. Syst. Nat. L, p. 3337. Dendreca pennsylvanica, Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 273% P. Z. S. 1864, p. 347* 1870, p. 336% Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VIL, p. 322%; TX, pp. 94*, 200"; Baird, Rev. Am. B. L, p. 191% Salv. P. Z. $. 1867, p. 136%; 1870, p. 182%; y. Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 293%; Baird, Brew. et Ride'w. N. Am. B. I, p. 245%; Cones, B. Col. Vall. I, p. 244", Sennet, Bull. U. S. Geol. Surv. V, p. 3871, Motacilla icterocephala, Linn. Syst. Nat. L, p. 334”. Sylvicola icterocephala, Bryant, Pr. Bost. Soc. N. H. VIL p. 110%. Dendreca icterocephala, Sel. P. Z. S. 1859, pp. 363", 374"; Cab. J. f. Orn. 1860, p. 328”, Supra nigra, dorsi plumis, alis et cauda flavescenti—cinereo limbatis; capite sunmmo leete flavo; loris, superciliis et genis anticis nigris, regione parotica, cer- (2) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 57. 418 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. vicis lateribus et corpore toto subtus albis, hypochondriis leete castaneis; alis fla- vido—albo bifasciatis; rectricibus externis ntrinque tribus intus plaga alba gra- datim latins notatis; rostro nigro; pedibus corylinis. Long. tota 4-5, alee 2-6, caudee 2.0, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-65. (Descr. maris ex Panamá. Mus. nostr.). 2 supra leete olivacea fere immacnulata, subtus alba genis cinereis. (Deser. femine ex Panamá. Mus. nostr.). Hab. Norte América", México, Jalapa (de Oca”), Playa Vicente (Bou- card*), Mérida, Yucatán (Schott”), Guatemala (Delattre*”), (O. S. et F. D. G.), Honduras (G. M. Whitely*), Costa Rica” (v. Frantzius”, Carmiol”), Panamá (Ar- c612 MLeannan””). Islas Bahamas”. (México, Estado de Veracruz).% La Dendreca pennsylvanica es muy poco conocida en México, porque aun- que Oca y Boucard la encontraron en el Estado de Veracruz""", el Profesor Sumichrast no la cita ni tampoco se halla su nombre incluido en las listas de las aves del Occidente de México. Dicen que el nido está hecho con tiras de corteza de cedro rojo, forradas perfectamente con pelos ásperos y que lo colocan en el brazo de un arbusto ba- jo, á cuatro ó cinco pies del suelo. Los huevos son blancos y están cubiertos de borrones y víreulas en toda la superficie. Las manchas son abundantes, tienen un color gris y púrpura obscuro, y están mezclados con manchas más claras de moreno rojizo”. “En los Estados Unidos es en el Oriente una especie muy común y pasa en eran número en la época de la emigración, encontrándosele entonces en las huer- tas y los montes abiertos, en compañía de otras varias especies. Su distribución es algo meridional, pues al menos aparentemente no pasan muchos individuos, si es que pasan, más allá de los Estados Unidos, en cuyas regiones septentrio- nales anidan. En Invierno se retiran muy al Sur. Los numerosos nidos de la co- lección Smithsoniana están todos en un gancho perpendicular, compuesto gene- ralmente de varios tallos; y están más ó menos alargados perpendicularmente á fin de adaptarse al gancho. La cavidad es algo estrecha, pero profunda. Las va- ritas que se conservan con los nidos son pequeñas, y en un caso el nido estaba nada más á una vara del suelo. El exterior es una masa tejida con cierta negli- gencia y estaba hecha con substancias vegetales vellosas y fibrosas; el interior está tejido con más cuidado y es de zacates finos. Algunas veces tienen forro de cerdas. Ninguno contenía más de cuatro huevos; varios no más tenían tres; nno estaba ocupado solamente por un huevo de Molothrus pecoris. El cascarón es blanco; las señales están confinadas principalmente á la punta más larga; rara vez hay unas cuantas vírgulas salpicando toda la superficie; forman ó tienden á formar en muchos casos, una coronilla alrededor de la punta larga. Aleunas ve- ces la coronilla es algo estrecha y espesa, pues consiste en borrones confluentes; (1) Laurencio y Beristain, p. 41. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 419 == pero en otros casos es un círculo de virgnlitas separadas. Las marcas son de to- dos los matices comprendidos entre el rojizo claro y los castaños más obsenros, mezclados con tintes nentros. Miden 0.68 por 0.50.” % DENDRACA CASTANEA. Sylvia castanea, Wils. Ann. Orn. UH, p. 97, t. 14, f. 4%. Dendreca castanea, Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 1135 P. Z. S. 1864, p. 347*; 1879, p. 494*; Cassin, Pr. Ac. Phil. 1860, p. 193% Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VIL, p. 322% Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 15”; Baird, Rev. Am. B. L p. 189% Wyatt, Tbis, 1871, p. 322% Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. L, p. 251"; Conues, B. Col. Vall. L p. 243". Supra dorso medio nigro, plumis singnlis pallido badio limbatis, uropygio cinereo, tectricibus supracaudalibus in medio nigris; capite summo, gula tota et hypochondriis leete badiis; fronte et capitis lateribus nigris; alis et cauda fus- co-nigris, cinereo limbatis, illis albo bifasciatis, hac in pogonio rectricibus dua- rum externarum interne plaga alba notata; subtus abdomine medio albo vix ba- dio tincto, rostro corneo, pedibus corylinis. Long. tota 4-6, ale 3, caude 2-2, rostri a rictu 0.6, tarsi 0-7. (Descr. marix ex Veraguas in Statu Panamensi. Mus. nostr.). 2 Supra olivacea, dorso vix fusco striato; superciliis, venis et corpore sub- tus olivaceo-albis. (Descr. femins ex Panamá. Mus. nostr.). Hab. Norte América". México, Tehuantepec (Sumichrast”), Guatemala (Skimmer?”); Panamá (WLeannan*””, Arcé, A. Schott**). Colombia*. La D. castanea no es muy conocida en México y Centro América, excep- tuando al Estado de Panamá, en donde parece ser común durante los meses del Invierno. El Prof. Sumichrast” es el único que menciona su presencia en Méxi- co. En su emigración á sus cuarteles de Invierno, lo mismo que en su partida - de ellos, la D. castanea, como varios de sus congéneres de los Estados Orienta- les, pasa sin detenerse por las Indias Occidentales, toca ligeramente á México 6 Guatemala y se dirige al Istmo de Panamá y á las partes situadas al Noroeste de Sud América. Respecto á sus cuarteles de Verano, esta especie se dirige al Septentrión de la Nueva Inglaterra, y de allí se dispersa hasta las playas de la Bahía de Hud- son”, en cuyo distrito anida. Al Sur de aquí se le conoce como ave de paso, y llega al Oeste hasta las grandes llanuras. (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 62. 420 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Brewer describió el nido"; dice que es grande, comparativamente con las dimensiones del propietario, y que la parte de afuera está hecha con varitas finas mezcladas con musgos largos coleantes; el forro está hecho primorosa- mente con raíces negras fibrosas, tallos de semillas de musgo y nnos cuantos pelos. Añade que los huevos son de un verde azulado, manchados con profusión de moxgno, y generalmente con un anillo de borrones confluentes de moreno y lila, alrededor de la punta más larga. “Pasa por los Middle States en Mayo, y vuelve en Septiembre; se le en- cnentra en estos meses con algnnas aves, y particularmente en el Otoño, en abun- dancia. Se le ve en todos los bosques en que las otras especies del género se detienen á descausar y comer durante sus viajes; y en las huertas, éstas últimas van al retiro favorito de varias clases de Sylvicolide, en Primavera, época en que los manzanos, perales, duraznos y cerezos, están en flor; sin duda los diver- sos insectitos que infestan los árboles frutales, atraen á estas avecillas. Mr. C. J. Maynard colectó dos nidos con huevos, el S de Junio, en Umbagog, en donde, según dicen, esta especie es la más abundante de los Sylvicolide. Ambos nidos se hallaban en la rama horizontal de una cienta, á unos quince ó veinte pies del suelo, y parecían grandes para su dueño. Los habían formado con varitas se- cas de alerce, mezcladas en uno de ellos con heno largo; y en el otro, con unos pocos de tallos de zacate. El forro era muy suave, pues tenía raicecillas negras fibrosas, un poco de musgo y pelo de conejo. El diámetro externo es de cinco y media ó seis pulgadas, el interno de dos y media ó tres, la cavidad de una y cuarto ó una y media: difieren por la forma; el nido más amplio es el más super- ficial. Uno de ellos contenía tres huevos, el otro dos; los cinco medían 0.65 á 0.71 de largo por 0.50 á 0.53 de ancho.”“ d' Gula flava aut aurantiaca. DENDRACA BLACKBURNIZ. Verdín.* Motacilla blackburnie, Gm. Syst. Nat. L, p. 9777. Rhimamphus blackburnic, Sel. P. Z. S. 1855, p. 1437 1858, p. 64”. Dendreca blackburnice, Sel. P. Z. S. 1859, p. 363% Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 11? Cab. J. f. Orn. 1860, p. 328% Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VIL p. 468”, 1X, p. 943; Bul. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 15% Baird, Rev. Am. B. l, p. 189"; Salv. P. Z. S. 1867, p. 136"; 1870, p. 183%; Tbis, 1872, p. 314”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 61. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 8. E E A ] h k ; <— A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 421 N. H. L p. 547%; v. Frantzius, J. f. Orn. 1869, p. 237"; Merrill, Pr. U. S. Nat. Mus. L, p. 123", Cones, B. Col. Vall. 1, p. 284*; Taez. P. Z. S. 1874, p. 508”. Sylvicola blackburniv, Sw. Phil. Mag. new. ser. L, p. 434%; Bryant, Pr. Bost. Soc. N. H. VIL p. 110”. Supra nigra, uropygii plumis fusco vix limbatis; alis et cauda fusco-—nigris cinereo limbatis, illis albo bifasciatis, hujus rectricibus tribus externis intus pla- ga alba gradatim latins notatis; capite summo, superciliis, macula suboculari et entture toto leete aurantiacis; loris et genis nigerrimis, abdomine et crisso albis; hypochondris nigro striatis; rostro corneo, pedibus corylinis. Long. tota 4-6, also 2-6, caudee 1-8, rostri a rictu, 0-55, tarsi 0-65. (Descr. maris ex Jalapa, Mé- xico. Mus. nostr.). 2 supra nigra olivaceo striata, coloribus sicut in mare distributis sed colo- re aurantiaco multio flavidiore et plumis nigris nundique flavescenti-olivaceo limbatis. (Descr. femins ex Dueñas, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. Norte América'*"'*", México, Veracruz (Bullock”), Jalapa (de Oca?), Orizaba (Sumichrast*), ciudad de Tehuantepec (Sumichrast”), Guatemala? (O. $. et F. D. G.), Nicaragua (Belt*), Costa Rica” (v. Frantzins*, Carmiol*), Panamá (Arcé*, MLeannan”). Colombia”, Ecuador”, Perú”, Islas Bahamas”. (México, Istmo de Tehuantepec.).” - Aunque la D. blackburnie ha sido observada en Utah y aun en Nuevo Mé- xico, durante su emigración primaveral'*, no puede considerársele sino como un ave oriental durante su residencia veraniega en el continente norteamericano. Su zona de distribución septentrional se extiende hasta las provincias británicas y aun hasta la Groenlandia. Al pasar al Sur, en su emigración de Otoño, sigue una línea aleo peculiar, pues esquiva por completo las Indias Occidentales, ex- ceptuando, sin embargo, á las Islas Bahamas. En México se le conoce solamente en las provincias meridionales, y del lado del país que da al Pacífico, en las cer- canías de Tehuantepec.” En Guatemala es considerable la zona que ocupa en altitud, pues se ex- tiende desde 1,000 hasta 5,000 ó 6,000 pies. En Colombia, Mr. Wyatt, que lo ob- servó en el valle de la Magdalena, dice que frecuenta los bosques de encinas si- tuados abajo del Páramo, y que rara ocasión desciende á menos de 5,000 pies”. La D. blackburnie se distingue fácilmente de cualquier otro miembro de la familia, á pesar de que el plumaje varía considerablemente según la estación, la edad y el sexo. Los machos bien emplumados se obtienen más á menudo en Invierno, hacia el extremo meridional de su zona de distribución, que en Méxi- co ó Guatemala, donde prevalece el plumaje prematuro ó de Invierno. “Muy rara en Orizaba.”* (1) Laurencio y Beristain. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. “La Naturaleza,” tomo I. pág. 304. 422 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. “Esta especie tiene fama por la delicadeza de su coloración; es común du- rante las emiegraciones, á lo largo de Atlantic States, en los montes altos y abier- tos, y se asocia con virens, castanea, striata y otras. Audubon describió un nido | con huevos, colectado en Nueva Escocia.*% DENDRAECA DOMINICA. Verdín.” Motacilla Dominica, Linn. Syst. Nat. L, p. 334. Dendreca dominica, Baird, Rev. Am. B. L p. 209? Lawr. Ann. Lyce. N. Y. IX, p. 200%; Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 270% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 547”; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. L, p. 240% Gundl. Orn. Cub. p. 67"; Coues, B. Col. Vall. IL, p. 247*. Dendreca dominica, var. albilora, Law. Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 16". Motacilla superciliosa, Bodd. Tabl. Pl. Enl. p. 43%. Dendreca superciliosa, Sel. P. Z. S. 1859, pp. 363", 374”; 1862, p. 368”; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 274" Dresser, Ibis, 1865, p. 478”. Motacilla flavicollis, Gm. Syst. Nat. L, p. 959%, Sylvia flavicollis, Sw. Phil. Mag. new. ser. L, p. 434". Motacilla pensilis, Gm. Syst. Nat. L, p. 960%. Sylvicola pensilis, Grosse, B. Sam., p. 156*; Sallé, P. Z. S. 1857, p. 231”. Rhimamphus pensilis, Sel. P. Z. S. 1856, p. 291”. Dendreca pensilis, Sel. P. Z. S. 1858, p. 2957. Supra cinerea, alis et canda fusco-nigris cinereo limbatis, illis albo bifas- ciatis, hujus rectricibus tribus ntrinque externis plaga alba, gradatim latius no- tatis; pileo, capitis et cervicis lateribus nigris, plumis ad nucham cinereo limba- tis; eutture toto leete flavo; snperciliis (interdum flavo tinetis), macula subocula- ri et abdomine toto albis, hypochondriis nigro striatis; rostro et pedibus nigri- cantibus. Long. tota 4-5, ale 2-5, caude 1-9, rostri a rictu 07, tarsi 07. (Deser. exempl. ex Totonicapam, Guatemala. Mus. nostr.). 2 mari persimilis, sed coloribus paulo obsenrioribus. Hab. Norte América**", México (Sallé”), Tepic (Grayson?), Colima (Xan- tus”), Coalnayana (Xantus*), Tamanlipas (Conch*), Veracruz (Bullock”), Jalapa (de Oca”), Orizaba (Sumichrast”), Oaxaca (Boncard”), Montañas de la Gineta, Chia- pas (Sunichrast”), Mérida, Yucatán (Schott*), Valladolid, Yucatán (Gammer), Honduras Británicas (Blancanneaux), Guatemala** (O. S. et F. D. G.). Anti- Mas 2229, etc. (México, Región Oriental y Sur).? (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 60. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 8. (3) Laurencio y Beristain. TY A Jl ES Y z A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 423 A 22ARÉ2R El límite de la emigración meridional de la D. dominica, es, según se sabe actualmente, Guatemala, en donde, sin embargo, es ave común durante el In- _Vierno, encontrándosele á diversas alturas, que varían entre 1,200 y 9,000 6 | 10,000 pies. | En sus cuarteles de Verano, esta especie se dispersa por todos los Estados Orientales, llegando al Norte hasta Washington y Nueva York; la raza de colores blancos se extiende más al Occidente. Es indudable que cría en todo este dis- trito, pero parece que no se conocen sino muy imperfectamente sus hábitos res- pecto á nidificación, pues las relaciones de Nnttal y Audubon, según Brewer*, difieren una de otra, y los informes más recientes son bastante escasos. “Chablé, Noviembre de 1878.”% “Llega á Orizaba por el 10 de Agosto.”% “Mr. J. M. Wheaton, dice que en Ohio manifestaba una inclinación especial por los parajes en que hay agua corriente, y que se le ve, por lo regular, en los árboles y cercados vecinos á los ríos. Se aproxima, por sus costumbres, á los Paride y Certhitde, pues frecuentemente va coluándose y andando con la ca- beza hacia abajo, en los vallados.” “Un nido que ví en el Instituto Smithsonian, es de los más notables que he conocido. Está hecho en una gran masa de Zillandsia usneoides, y se compo- ne, en su mayor parte, del susodicho material. Una parte de la masa que colga- ba de un ramo de encina, fué levantada y tejida estrechamente con una peque- ña substancia fibrosa, á fin de formar un lecho inmenso al nido, que tiene una entrada lateral tan grande que se puede introducir la mano en ella. El interior es limpio, tiene las dimensiones usuales, está hecho con el musgo, el borde es liso é igual, el forro es de peluza de plantas y unos cuantos zacates finos. Los huevos de este nido tenían la forma usual, medían 0.70 por 0.52; eran blancos, con una coronilla de manchas de un color moreno, negruzco y lila alrededor de la punta más larga.” “Según Mr. Maynard, frecuentan en Florida los bosques y montecitos de pinos, en compañía de los Paride, Sittidc, etc. Yo he colectado esta especie en las orillas del St. John, lugar en que la encontré buscando insectos en los ár- boles bajos que crecen en los numerosos pantanos que allí se notan; también la he visto en las ramas de la cima de los altos árboles de los bosques de pinos vírgenes. Sus movimientos son muy lentos para ser Mniotitilde y observa mu- chas de las costumbres de los Certhíide, pues se cuelga de los brazos de los ár- boles y recorre de arriba abajo los troncos, como aquéllos. Una vez ví á una trepando por el techo de una casa. Son muy poco suspicaces; en Jacksonville se . les puede encontrar casi en todos los días de Otoño y á principios del Invierno, (1) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 441. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz, “La Naturaleza,” tomo I, pág. 304. La Nat.—Ser. 1.—T. IH.—Dic. 1900. 54 494 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. en las encinas que crecen en las calles. Los cantos de esta ave son simples y se parecen á los trinos de la D. pinus ó quizá, al continuo y tartamudeado gorjeo de la Mmotilta varia. Prefiere los árboles que bordan las orillas de las co-. rrientes.” O a “En Ohio, dice el D. Wheaton, son los individuos de la familia que llegan más pronto y con mayor regularidad. Llegan antes que caigan las últimas he- ladas. Comunmente siguen las corrientes en sus emigraciones, y se les reconoce con facilidad por su nota, que es comparativamente frecuente y sonora. No tar- dau en dispersarse por los arbolados y por los árboles y jardines de la ciudad. En Septiembre se vuelven al Sur, por la misma vía que siguieron en la emigra- ción primaveral.”% DENDRACA DECORA. Dendraeca gracie, var. decora, Ridow. Am. Nat. VIL, p. 608%; Baird, Brew. et Rido'w. N. Am. B. L, p. 240?; Coues, B. Coll. Vall. L p. 292*. Dendreca gracie, Salv. Ibis, 1873, p. 428% Lawr. Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 16”. Dendreca decora, Salv. Cat. Strickl. Coll., p. 92*. Supra cinerea, pilei antici plumis in medio nigris; alis et cauda fusco-ni- oris cinereo limbatis; illis vix pallide cinereo bifasciatis, hnjns rectricibus tri- bus utrinque externis plaga alba gradatim latius notatis; superciliis anaribus, ciliis ipsis, maenla suboculari et entture toto leete flavis; corpore reliquo lactes- centi-albo, hypochondriis cinerascentibus vix nigro striatis; rostro nigricante, pedibus corylinis. Long. tota 4, ale 2-2, cando 1-8, rostri a rictu 0-55, tarsi 0-6. (Deser. exempl. ex Guatemala. Mus. Acad. Cantabr.). Hab. México, cerca de Zapotitlán (Sumichrast*); Honduras Británicas (C. Wood'”), Guatemala (Constancia”. Mus. Soc. Econ. 4). (México, Estado de Oa- xaca y Belize (Península de Yucatán).” Colectamos algunos ejemplares cerca de Tonalá, Chiapas y Santo Domin- go, Oaxaca, en el Istmo de Tehuantepec.”% “En los bosques de pinos que rodean Fort Whipple, es una de las aves más , abundantes de su clase en Primavera, exceptuando, sin embargo, á la D. audo- (1) E. Coues. Birds of the Northwest, pág. 66. (2) E. Coues. Birds of the Northwest. Appendix to Oscines, pág. 233. (3) Laurencio y Beristain, pág. 41. (4) E. W. Nelson, pág. 159. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 425 boni. No sé que se presente en ninguna parte situada más allá de Nuevo Mé- xico y Arizona, ni siquiera que se aventure fuera del círenlo de pinos que indi- ea cierta elevación de la superficie, en estos territorios; pero como es emigrante y no se le ha observado nunca en los Estados Udidos, en Invierno, es indudable que se retira á México en el Otoño para volver en Primavera. Sin embargo, se ignora aún la extensión de sus movimientos. En Fort Whipple obtuve una mag- nífica serie de ejemplares que me permitió estudiar las variaciones que sufre el plumaje bajo las diversas condiciones del sexo, la edad y la estación. Mr. Hens- haw confirmó mis observaciones relativas á la predilección que estas aves ma- nifiestan por los pinos, pues las encontró casi invariablemente en bosques de co- níferas, pasaudo con velocidad á lo largo de las más pequeñas ramas ó lanzán- dose en el aire para capturar á los insectos; en Agosto, cuando varias familias se habían unido ya formando pequeñas parvadas y permaneciendo en compañía de otras aves insectívoras, antes de partir para el Sur, la D. decora manifesta- ba todavía su natural preferencia por los pinos. Se unen poco tiempo después de su llegada á Fort Whipple, es decir, á principios de Mayo, y me parece que al menos en algunos casos tienen dos crías en el Verano, pues he encontrado pájaros recientemente emplumados á media- dos de Agosto. Nunca conseguí descubrir su nido, pero no dudo que lo sitúen en los pinos que tanto les atraen. No sólo frecuentan los pinos altos, sino que se están en las partes más elevadas de esos magníficos árboles, algunos de los cua- les crecen de tal modo, que sus brazos inferiores están apenas á tiro, sin contar con la bóveda de follaje que se extiende al sol, proporcionando un sitio propi- cio para la caza á estas ágiles 6 industriosas avecitas. Se las ve corretear por entre las ramas, vagando, al parecer sin objeto, entre lo más intrincado del fo- Maje, revoloteando momentáneamente alrededor de las puntas de las ramas y lanzándose en seguida al espacio en pos de algún insecto. Así transcurre la es- tación hasta que empiezan á volar los polluelos, época en que las familias, per- maneciendo aún unidas, vagan sosegadas por los montes; los polluelos, tímidos y débiles al principio, aventuran vuelos más cortos que sus padres, los cuales parecen absortos en procurarles bienestar y los atienden solícitamente, hasta que están en estado de bastarse á sí mismos. Aprenden con presteza, no tardan- do en adquirir confianza y romper los vínenlos de familia; las diferentes crías se reunen en compañías indistintas y todos descienden por las laderas de las non- tañas ó se marchan al Sur, cuando los pinos empiezan á susurrar y á comunicar- se nnos con otros si escuchan el murmullo amenazador de las tormentas futuras. Durante todo el Verano, estos Verdines no tienen otra nota que el débil y sutil gorjeo de muchas de las especies de este grupo. Al principiar la estación, cuando los machos audan en busca de compañera, cautan de todo corazón, con una fuerza y claridad que no eran de esperarse de unos músicos tan pequeñi- tos. El canto comienza con dos ó tres ligeras notas silbadas, y continúa durante un momento con un distinto y delicado gorjeo que no sabría describir con pa- 426 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. labras. También tienen otro canto que siempre traía á mi memoria el recuerdo del de la Setophaga ruticilla, que se escucha constantemente en el mismo pe- ríodo climatérico de aquélla. e”. Gula nigra aut nigro mixta. DENDRACA NIGRESCENS. Verdín.” Sylvia nigrescens, Towns. Journ. Ac. Phil. VII, p. 191? Sylvicola nigrescens, Bp. Consp. L, p. 308? Dugéós, «La Naturaleza,» L p. 141”. Dendreca nigrescens, Sel. P. Z. $. 1858, p. 298% 1859, p. 374%; Baird, Rev. Am. B. L p. 186”, Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 547"; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. 1, p. 258; Cones, B. Coll. Vall. I, p. 263*. Supra cinerea, intercapnulii et uropygii plumis in medio nigris, capite cum gula nigris; loris flavis, superciliis posticis, stria utrinque gule et abdomine me- dio albis, hypochondriis nigro striatis; alis et cauda nigricantibus cinereo lim- batis, illis albo bifasciatis, hujus rectricibus utrinque tribus externis parte api- cali gradatim labins albis; rostro et pedibus nigricantibus. Long. tota 4-$, als 2-5, caude 2-2, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-75. (Deser. maris ex La Parada, México. Mus. nostr.). 2 mari similis, sed coloribus magis fuscescentibus gula quoque alba distin- guenda. (Descr. exempl. ex México. Mus. nostr.). Hab. Norte América. México, Guanajuato (Dugés”), Tierra fría (le Stran- ge), Orizaba (Sumichrast), Real Arriba (Deppe, Mus. Berol.), La Parada (Bon- card*), Oaxaca (Boncard”, Fenochio). (Mesa Central y Región Sureste y Sur).” Esta especie del Occidente de Norte América se dispersa hacia el Sur en Invierno y penetra en México hasta el Estado de Oaxaca, más allá del cual no ha sido observada. Parece que está limitada á los distritos más altos, pues en las colecciones hay ejemplares obtenidos en las mesetas de México y en Jas más elevadas cordilleras de Oaxaca, á una altura de 10,000 pies; en Orizaba es rara, según el Prof. Sumichrast, y no está comprendida en ninguna de las primeras colecciones de M. Sallé, ni en las de Montes de Oca. Los primeros ejemplares de D. nigrescens que llegaron á Europa, fueron, sin duda alguna, los que se conservan en el Museo de Berlín, y fueron colecta- (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 8. (2) Laurencio y Beristain, pág. 41. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 427 dos por Deppe en Real Arriba, México. Townsend' encontró esta especie algn- nos años más tarde en las florestas del Río Columbia, donde era muy abun- dante. Probablemente cría en las Montañas Rocallosas, desde Arizona hasta los límites septentrionales de su zona de distribución. Nuttal dice que el nido se compone de musgo verdo fibroso, y que lo suspenden entre dos varitas de las ramas superiores de un roble”. “El 23 de Mayo, dice Nuttal, tuve la satisfacción de escuchar el delicado pero monótono canto de este pájaro, que andaba registrando activamente los brazos hojosos de un roble, así como los retoños entreabiertos, con la esperanza de encontrar en ellos las larvas é insectos que constituyen su alimento. Á veces permanecía estacionario un minuto ó dos, pero más generalmente continuaba buscando presa. Su canto, á intervalos cortos y regulares, sonaba como ' shee 't shay t shaitshee, era débil y poco variado: la nota final tenía una inflexión las- timera y delicada.” “Emiegra en pequeñas bandadas. Durante su paso por California, visitan, se- gún el Dr. Cooper, los breñales bajos que hay en la costa, pero después habitan los robles á principios de Mayo, cuando empiezan á crecer las hojas. Yo lo en- contré en abundancia en los bosques de pinos de Fort Whipple. Durante las emigraciones era especialmente numeroso, pero también se le veía en Verano y anidaba, sin duda, en dicha ocalidad. Por lo general, lo veía yo corretear con oran agilidad por la cima de los pinos, á una altura tal que apenas sabía yo de qué ave se trataba, hasta que un tiro bien dirigido hacía que mi víctima cayese poco á poco de un ramo á otro, hasta que venía á dar al suelo, después de un largo remolino en el espacio. Los últimos ejemplares que cogí en Primavera estaban, con algunas excepciones, en toilette nupcial y las extrañas y cortadas notas que yo les atribuia, provenían á menudo de la bóveda de hojas en que los interminables gorjeos de los Sittidos, Paridos y otros pajaritos, se mezclaban con los golpes de los Carpinteros y los duros y repetidos gritos de los alboro- tadores gallos.” “En el Otoño aparecieron, naturalmente, en mayor número, pues habían aumentado sus filas los reclutas reción llegados del Norte, en route para Méxi- co, la tierra del mezquite; y en la misma estación se dispersaban generalmente por el país, en las colinas abiertas de robles y aun en los sauces que bordan las corrientes de las montañas.” “Las observaciones hechas recientemente por Mr. Henshaw en Nuevo Mé- xico, en latitudes correspondientes, concuerdan con las mías. Los encontró en Junio, en las cercanías de Santa Fe, sitio en que frecuentaban los árboles de ce- dro y piñón que cubren aquellos áridos collados. Los machos tenían ya el plu- maje usado, como si estuvieran criando, y la ausencia de las hembras confirma- ba esta suposición, pues sin duda se hallaban demasiado entretenidas en sus quehaceres domésticos, para presentarse en el camino del colector. Mr. Rid- 428 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. gway había encontrado ya á estos pájaros en las Montañas de Nevada, en cir- enustancias exactamente idénticas á las anteriores; abundaban en los arbolados de piñones y cedros en donde debían haber anidado, pues vió familias enteras de polluelos siguiendo á los padres en Julio y Agosto. En Colorado, dice Mr. Ailren, emigran rara vez, pues probablemente algunos se quedan á anidar; fre- cuentan las cuestas cubiertas de piñones bajos y aparecen á principios de Mayo: los machos llegan primero y lanzan con frecuencia su curioso canto de amor, ocupándose al mismo tiempo en su guerra de exterminio contra todos los insec- tos refugiados entre las hojas y los ramos.” “Estos datos son todo lo que se sabe positivamente respecto á esta Dendre- ca, y juzgando por ellos, es fácil sacar en limpio sus movimientos y costumbres; se sabe que entran en nuestro territorio por el Sur, en Abril; que se dispersan ' para anidar por todas las regiones con coníferas del Oeste; en el Sur, en las al- titudes más elevadas solamente, y en el nivel general del país, en regiones más al Norte; se sabe también que vuelve á sus cuarteles de Invierno formando tro- pas por todo el país, sin cuidarse mucho de la vegetación que pueda encontrar; que busca diligentemente á los insectos y que expresa con frecuencia las emo- ciones de la hora nupcial. Es verdad que la mayoría de los Sylvicolide presen- tan los mismos rasgos, pero el ornitologista observador encuentra oportunidad para aumentar su experiencia y también un manantial de placer al anotar aque- llos puntos que, como los matices del plumaje, prestan individualidad á cada miembro de este atractivo grupo.”% DENDRACA VIRENS. Verdín.” Motacilla virens, Gm. Syst. Nat. L, p. 985”. Silvia virens, Licht. Pseis-Verz. mex. Vog. p. 2% (cf. J. f. Orn. 1863, p. 57). Rhimamphus virens, Sel. P. Z S. 1856, p. 291”. Dendraca virens, Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 11% P. Z. S. 1864, p. 347” Sel. P. Z. S. 1859, pp. 363% 373”; Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VIE pp Bnll. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 15"; Baird, Rev. Am. B. LI p. 182”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 546*; v. Frantzins, J. f. Orn. 1869, p. 293*; Salv. P. Z. S. 1870, p. 182" Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. L, p. 261”; Gund. Orn. Cub. p. 64"; Merril, Pr. U.S. Nat. Mus. I, p. 124”, Coues, B. Coll. Vall. L, p. 240"; Newton, P. Z. S. 1879, p. 552”. Supra olivacea, maenlis celatis nigris notata, capitis lateribus leete flavis, stria per oculos ducta dorso concolori, gula tota cum pectoris lateribus nigris, (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part, first, p. 263. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 8. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 499 hypochondriis nigro striatis, corporis subtus reliquo albo; alis et cauda nigris cfhereo limbatis, illis albo bifasciatis, hujus rectricibus tribus externis pro ma- jore parte albo gradatim latius notatis; rostro et pedibus nigricantibus. Long. tota 4-4, alee 2-5, caudee 2-0, rostri a rictu 0-6, tarsi 0-7. (Descr. maris ex Due- ñas, Guatemala. Mus. nostr.). 2 mari similis, enla et pectoris Tateribus albis nec nigris distinguenda. Hab. Norte América", México (Sallé?), Lagunas, Alvarado y Cuernava- ca (Deppe, Mus. Berol.), Estado de Veracruz (Sumichrast*), Jalapa (de Oca?), Talea y Playa Vicente (Boucard”), Mirador (Sartorius”), Santa Efigenia, Tehuan- tepec (Sumichrast”), Guatemala* (O. S. et F. D. G.), Costa Rica (Carmiol?, v. Frantzius)"), Panamá (Arcé*, M'Leannan*). Cuba”, Jamaica”. (México, Mesa Central y Región Sureste y Sur). Esta especie habita, como los demás miembros de su familia, los bosques, y se le ve durante todo el período de su permanencia en Guatemala, en la parte exterior de las plantaciones; su única nota en toda esta estación consiste en un chillido acudo. En México parece que abunda igualmente en Invierno, pues ha sido observada por todos los colectores, y el Prof. Sumichrast dice que se le en- cuentra por doquiera en el Estado de Veracruz. Del lado del Pacífico aparece únicamente en las cercanías de Tehuantepec. En Norte América la D. vírens es por excelencia habitante de la Provincia Oriental, extendiéndose hacia el Oeste hasta el extremo de las llanuras, y hacia el Norte hasta las regiones templadas de las posesiones británicas. Más allá de estos límites suele llegar á Groenlandia y aun á Heligoland!* Anida en la por- ción septentrional de su zona de distribución y en los Estados de la Nueva In- glaterra. Brewer”* manifiesta que el nido es nna construcción pequeña, cómoda y compacta, hecha sobre una base de finas tiras de corteza, pedazos de hojas y tallos de plantas; el forro se compone de plumón fino y tallos sedosos de plan- tas. Los huevos tienen el color del fondo del cascarón blanco ó blanco purpúreo, y están borroneados y manchados de vírgulas de moreno rojizo y purpúreo que cubren toda la superficie, pero se notan especialmente en la punta más larga. “En Junio encontré á esta especie en abundancia en los bosques de pinos cercanos á Portsmonth, New Hampshire, en cirennstancias que no me permitían dudar que estuviese criando; en el Distrito de Columbia es muy común en los montes altos y abiertos en Mayo y Septiembre, asociándose en esos parajes con varios de sus parientes. “Mr. G. Welch obtuvo en Massachusetts un nido con tres huevos. Se compo- ne, en primer lugar, de pedazos pequeños de varitas finas, y en seguida de varias substancias suaves, flexibles y fibrosas que constituyen la masa del nido y están forradas con zacates delgados y raicecillas. También se encuentran en él unas (1) Laurencio y Beristain, p. 41. 430 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. enantas plumas y cierto material velloso. Los huevos miden 0.72 por 0.54 y son de un color blanco crema, manchados algo groseramente en forma de coronilla alrededor de la punta larga, con marcas de un moreno obscuro y un tinte nentro. Este nido medía un poco más de tres pulgadas de través por casi dos de profun- didad y está hecho con bastante limpieza y solidez. Otro nido de Massachusetts es más pequeño y profundo y sus contornos son menos regulares, pues parece que estaba colocado en un gancho oblicuo. Los materiales que lo componen son casi los mismos, pero hay una gran cantidad de cerdas tejido circularmente en el interior. Tiene cuatro huevos má s pequeños que los anteriores (0.67 por 0.50) son de un blanco puro, manchados con más delicadeza. Las manchas están dis- tribuidas más generalmente, conservando, sin embargo, sn carácter circular dis- tintivo. Estos huevos son bastante distintos de los anteriores para hacer suponer que fueron puestos por distinta especie.” DENDRACA OCCIDENTALIS. Sylvia occidentalis, Towns. Journ. Ac. Phil. VII, p. 190". Dendreca occidentalis, Baird, Rev. Am. B. I, p. 183% Sel. Tbis, 1865, p. 89% Salv. Ibis, 1866, p. 191% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 546*; Baird, Brew. et. Rido'w. N. Am. B. I, p. 266%; Cones, B. Col. Vall. L p. 258". Dendreca chrysoparia, Sel. P. Z. S. 1862, p. 19 (nec. Sel. et. Salv.). Dendreca niveiventris, Salv. P. Z. S. 1863, p. 187, t 24, £. 2? i Supra nigra, dorsi plnmis cinereo limbatis, nropygio fere pure cinereo; pileo cintico flavo, plumis niero terminatis; fronte et capitis lateribns leete flavis; alis et cauda nieris, extus cinereo limbatis, illis albo bifasciatis, hujus rectricibns tribus ntrinque externis albo pro majore parte notatis; subtas gula nigra, cor- poris reliquo cum hypochondriis pure albis; rostro et pedibus nigricantibns. Long. tota 4-9, alee 2-7, caude 2-2, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-65. (Deser. maris ex San Jerónimo, Guatemala. Mus. nostr.). e mari similis, sed supra magis cinerascens, gula nigra absente. (Descr. feminoe ex Volcán de Fuego, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. Norte América”".—México, Moyoápam (Sumichrast”), La Parada (Bon- card*), Guatemala (O. $. et F. D. G.**). (México, Reg. Occidental y Sur). ? En México parece que la zona de distribución de la D. occidentalis se limi- ta por completo á los distritos más altos, pnes el Prof. Sumichrast la colectó á (1) E. Coues. B. N. W., p. 54. (2) Laurencio y Beristain, p. 41. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 431 = una altura de 8,200 pies sobre el nivel del mar. Eu Guatemala es quizá más abundante en el círculo de pinos del Volcán de Fuego que cubre la montaña á más de 10,000 pies, pero también lo encontramos á menos elevación en las coli- nas que rodean la llanura de Salamá, á unos 3,500 pies sobre el nivel del mar y cerca de las minas de Alotepeque á ienal altura. Se le encuentra siempre en los bosques de pinos; sus hábitos son semejantes á los de D. virens, y todo el día auda buscando afanosamente su alimento en las ramas exteriores delos árboles. No se sabe nada todavía respecto á su nidificación. En Guatemala y Méxi- co es,sin duda, un simple visitante en Invierno, y en la parte meridional de su zona en Norte América sólo se le ha observado como ave de paso; pero según hace notar el Dr. Cones anida en los más elevados cintos de pinos de las cascadas de Colorado. La parte septentrional de sn zona de distribución está en sus cuarte- les de Verano, y sin duda allí es donde anida. En Fort Whipple, Arizona, Mr. Henshaw colectó últimamente una serie de ejemplares en los meses de Agosto y Septiembre. Estas aves estaban asociadas tan estrechamente con la D. townsendi, y sus costumbres y aspecto general eran tan semejantes, que era imposible distinguirlas una de otra á la distancia á que se les veía generalmente. Parece que en la Cuenca del Colorado es un simple emigrante: pasa á Mé- xico en Otoño en compañía de otros Sylvicolide y avanza en ciertos casos has- ta Guatemala, mostrando siempre una inclinación especial por las regiones altas cubiertas de pinos, tales como las que se encuentran en el Norte, en donde fué descubierto hace muchos años por Nuttall y Townsend. No hay pruebas de que anide en la porción meridional de nuestro territorio. Respecto á sus costumbres se sabe muy poco, si se exceptúa el conocimiento de su distribución geográfica y de sus movimientos generales. “Mr. Townsend mató un par cerca de Fort Vancouver, en el momento en que se ocupaban en revolotear entre las espesuras de los pinares, en persecución de los insectos; vió que se coleaban de las varitas como los Paridos y le pareció que sus notas tienen cierta semejanza con las de la D. corrulescens. Las noticias de Nuttall son más extensas y sirven de base al nombre de Verdín ermitaño, que se le ha aplicado á consecuencia de lo que Nuttall llama “sus inclinaciones so- litarias.” Tuve dificultad para observarla, pues andaba en las puntas de los pi- nos buscando qué comer; allí mismo tenía probablemente el nido. Su canto, añade el mismo autor, sale frecuentemente del mismo lugar durante una ó dos horas, y se repite á intervalos muy regulares: consiste en una nota suave, me- lancólica, débil y monótona, lanzada, según parece, cuando el pájaro está en re- poso trepaudo en una rama elevada y cerca de su hembra, que es su única com- pañera de su soledad.” “El Dr. Jorge Suckley confirmó más tarde las relaciones relativas á la na- turaleza inaccesible de los retiros favoritos de esta especie. Tuvo gran dificnl- tad para alcanzarlos con sus tiros en las cimas de los elevados abetos en que La Nat.—Ser. 11.—T. 1I.—Enero. 1901 55 432 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. pasan la mayor parte del tiempo. Todas estas noticias indican que dichos ana- coretas estaban en sus habitaciones de Verano, y nos dan á conocer una parte, por lo menos, de las regiones en que anidan, aunque no debemos apresurar- nos á asegurar que no crían en otros puntos, cuando se encuentran en diversas condiciones. Mi ejemplar andaba, según recuerdo, saltando en un matorral, cerca del suelo, y manifestando así que los hábitos de su especie no son los mis- mos en todas las estaciones del año.”” SUBFAM. ICTERIINAE Y. ICTERIA. Icteria, Vieillot, Ois. Am. Sept. L, pp. UL, 85 (1807). (Tipo Muscicapa viridis, Gm.); Coues, B. Col. Vall. L, p. 316. “Da posición de este género ha permanecido dudosa por largo tiempo, y aun ahora no puede decirse que se haya establecido, pues falta todavía examinar mu- cho de su estructura interna y compararla con la de las aves con que ha sido asociada. Durante mucho tiempo se le colocó entre los Vireonide, de los cua- les era evidentemente un miembro anormal. También se ha hecho notar su pa- rentezco con los Tanagride. Al colocarlo aquí, en medio de los Miuvotiltide, seguimos en gran parte la clasificación del Prof. Baird, que se opone á que se lesitúe entre los Vireonide, á cansa de su dedo interior profundamente “deft,” su tarso emplumado en parte, su dedo medio alargado, sus garras ligeramente encorvadas, la ausencia completa de muesca ó gancho en el pico, y las alas cor- tas y redondas con nueve primarias. El género comprende una sola especie di- visible en dos razas mal definidas. Su zona de distribución se extiende á través de la parte meridional del continente Norte-americano durante el verano; pasa el Invierno en México y Guatemala. “Tamaño grande tratándose de esta familia. Formas robustas. Coloración simple, principalmente aceitunada, amarilla y blanca Anida en arbustos. Hue- vos blancos, manchados. (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part. first, p. 258. (2) Las tres subfamilias en que el Dr. Coues divide á los Mniotiltide (B. Col. Vall. I, p. 203) pueden definirse brevemente de la manera siguiente: Mniotiltince (anteaá, p. 109). Pico cónico, delgado; comisura ligeramente curva; cerdas rictales cortas Ó ausentes. Icterinee. Pico comprimido, alto, muy fuerte; comisura muy curva; cerdas rictales cortas. Setophagince. Pico ancho, aplastado; comisura ligeramente curva; cerdas rictales largas, ex- tendiéndose mucho más allá de las ventanas de ¡a nariz. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 433 Los Arrieros son abundantes y llaman la atención por sus colores brillantes y la singularidad de sus costumbres. El Arriero común es un ave emigrante que se extiende generalmente por todo el Oriente de los Estados Unidos durante el movimiento de las emigraciones, así como en la época de las crías. Es difícil ob- servar su llegada con precisión, á menos que el colector los espere cnidadosa- mente, porque se ocultan con ahinco por un poco de tiempo en sus retiros favo- ritos, es decir, entre los plantíos. Este período de escondite corresponde proba- blemente con el intervalo entre la llegada de los machos y la de sus tardías com- pañeras que arriban pasados varios días. Su modo de emigrar es algo incierto; no se sabe que emprendan nunca largos vuelos continuados á gran altura, pre- sumiéndose más bien que vienen furtivamente pasaudo de un matorral á otro. Pero el hecho de que su vuelo ordinario sea caprichoso, irregular y nunca con- tinnado por mucho tiempo, no prueba que la emigración no desarrolle las fuer- zas de las alas.” Sea de esto lo que fuere, lo cierto es que tan pronto como su ardor está es- timulado por la presencia de las hembras, los festivos y ostentosos Arrieros em- piezan á manifestar esas excentricidades que los han hecho famosos. Sintiéndo- se demasiado agitados para permanecer en los escondrijos que han escogido por residencia, los abandonan y audan incesantemente en movimiento volando ásal- tos de un matorral á otro y desahogando sus emociones, largo tiempo conteni- das, en las notas más extravagantes que se pueda imaginar. Una mezcla seme- jante de silbidos, eloqueos, ladridos y manllidos no puede proceder de ninguna otra ave, excepción hecha del Zenzontle, para el cual todos los sonidos son po- sibles. “Durante tales ejecuciones, los Arrieros se muestran tímidos, desplegando toda su ingenuidad y perversidad para burlar los esfuerzos que hace el colector para sorprenderlos en sus gracias. Las notas, en su infinita variedad, salen ya de una breña, ya de otra, pasando de un sitio á otro, mientras espiamos ansiosa- mente entre las marañas de las zarzas, para echar una ojeada al músico ator- mentador. Esta inquietud y toda esta variedad de ejecución, producen en gran parte el efecto que obtendría un ventrílocuo, y sucede á menudo que nos vemos obligados á darnos por vencidos. Pero sus matices son brillantes, y tiene, ade- más, el capricho de volver de nuevo á algún sitio especial que ha elegido para teatro de sus proezas; de modo que si lo descubrimos y nos estamos quietos para no alarmar al pájaro ni levantar la tempestad de su ira, es probable que lo vea- mos pararse é hinchar su dorada garganta, una vez más, poseído por la manía del canto.” “Debo hacer observar que su canción mupeial es muy distinta del baturrillo de sonidos, de los cuales sólo algunos son agradables, que se escuchan cuando cada Arriero, en su calidad de músico de orquesta, empieza á afinar su enrioso instrumento. Este preludio, después de varios días de ensayos, se convierte en la rica y voluminosa oda con que el pájaro inaugura un nuevo orden de cosas, 434 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. ——z con explosiones de una elocuencia y fervor casi alarmantes. Ya está fijado el sitio que debe ocupar el nido, ya está sn construcción muy adelantada, y el pá- jaro triunfante no desciende ahora á la bajeza de ocultarse, sino que sube flue- tuando de ramo en ramo, hasta aleún alto punto de mira, desde donde vigila los matorrales, y exhibe sus transportes de alegría, cantando en la punta misma del árbol. Despnés, el nido tiene ya su preciosa carga, la hembra ocupa su pues- to y estrecha contra su dorado pecho los objetos en que funda sus esperanzas. Entonces este extraño pájaro se vuelve verdaderamente loco de alegría; el sitio favorito en que acostumbraba cantar ya no lo merece, se levanta en el aire y re- volotea sobre el nido con las piernas extendidas hacia abajo y el pico abierto; se balancea, fInctúa y ejecuta una porción de ridienleces, abandonándose por completo á los impulsos de su extravagancia.” “Males son las acciones más características del Arriero, en los días felices de su vida, y cuando se le ve hacer esas cabriolas, se puede tener la seguridad de que el nido no está lejos.” “Es uno de los nidos de pájaros que se encuentran con más facilidad. Di- fícilmente dejamos de desenbrirlo cuando vamos con cuidado entre las zarzas ó campos de zarzamora, las espesuras de Smilaz y vides. Es una construcción algo voluminosa y decididamente primitiva, colocada en un espinal tan bajo, que se puede verla agachándose; está hecha con hojas marchitas, tiras de corteza, raice- cillas y heno; se parece al nido del Graleoscoptes carolinensis; es más pequeño y profundo que el de un Harporhyndum, y quizá más compacto que el de ambos. Además, se le conoce por los huevos que son más globulares, de un blanco bri- Mante ó rosado, manchados con primor en toda la superficie, con señales de un rico moreno rojizo y algún tinte neutro. Miden unos nueve décimos de pulgada de largo por dos tercios de diámetro; los huevos del Galeoscoptes carolinensis son de un verde esmeralda, mientras que los de los Harporhynchus son alarga- dos y manchados de un modo diferente. Ponen comunmente de cuatro á cinco huevos; se dice que los polluelos son empollados en once ó doce días, y que sólo permanecen en el nido otros tantos. En Pennsylvania, hacia el Norte, tienen una cría en cada estación. “£ pesar de la vivacidad y ardor del Arriero, parece que su organización es delicada y susceptible al frío; por consigniente, abandona los Estados Uni- dos á principios del Otoño. Es insectívoro, como todos los individuos de la fa- milia, pero come muchos frutitos snaves, tales como moras, fresas, etc. Mr. Gen- try examinó varios estómagos de esta ave, encontrando que contenían coleópte- ros de varias clases, mariposas y palomillas con sus larvas, arañas, hormigas y otros insectos.” (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. I, p. 316. bl 108 2% de, IE SIPILIO Elaoj ¿g 199 PS0190k4S s1d/f]yj09p 7 TALK “uo7 WZHTVUNIVN V71 7/7 OO“ 91108 ¿ A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 435 ICTERIA VIRIDIS. Arriero. Calandria huertera. Calandria de agna.” Turdus virens, Linn. Syst. Nat. ed. 10, L, p. 171”. Tcteria virens, Baird, Rev. Am. B. L, p. 228? Lawr. Ann. Lyc. N. Y. IX, p. 2003; Bull. U.S. Nat. Mus. n. 4, p. 171% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 547%; y. Frantz. Journ. f. Orn. 1869, p. 294% Baird, Brow. et Ridgw. N. Am. B. I, p. 307"; Coues, B. Col. Vall. I, p. 320". Muscicapa viridis, Gm. Syst. Nat. L, p. 936". Icteria viridis, Bp. P. Z. S. 1837, p. 111"; Cab. Jonrn. f. Orn. 1860, p. 403%; Sel. P. Z. S. 1864, p. 173%; Sel. et Salv. P. Z. S. 1870, p. 836"; Dugés, «La Na- tur.» L, p. 140*?. Tanagra auricollis, Licht. Preis-Verz. mex. Vóg. p. 2"; (cf. J. f. Orn. 1863, p. 57). Icteria velazquezi, Bp. P. Z. S. 1837, p. 117*;, Sel. P. Z. S. 1856, p. 298"; 1859, pp. 363*, 375"; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 12%; Salv. Ibis, 1866, p. 202*. Icteria longicauda, Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VI, p. 4%; Baird, U. S. Bound. Surv. IL, Birds, p. 107; Rev. Am. B. L, p. 230*. Icteria longicaudata, Finsch. Abh. nat. Ver. z. Bremen. 1870, p. 331%. Tcteria virens, var. longicauda, Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL p. 271”. Supra griseo-olivacea, alis ex cauda extus concoloribus; stria utrinque ric- tali et altera superciliari a naribus ducta albis, macula suboculari quoque alba; subtus eutture toto, pectore et subalaribus flavis, abdomine reliquo albo, hypo- chondriis fusco lavatis, rostro nigro (vestitu hiemali ad mandibule basin albi- cante), pedibus plumbeis. Long. tota 7-0, ale 3-3, caude 3-3, rostri a rictn 0-75, tarsi 11. (Descr. exempl. ex México. Mus. nostr.). Hab. Estados Unidos"*, México (Deppe*, Sallé"), Mazatlán*" y Tepic (Grayson*), Nuevo León (Couch”), Guanajuato (Duges'*), Valle de México (White*, le Strange), Estado de Veracruz (Sumichrast”), Jalapa (de Oca*), Pla- ya Vicente (Boucard”), Chihuitán, Santa Efigenia (Sumichrast*%), Mérida, Yuca- tán (Schott*), Guatemala'*” (O. S. et F. D. G.), Honduras (G. M. Whitely*), Costa Rica” (Hoffmann”). “México, Baja California, Región Occidental y Sur, y Mesa Central.” (1) A. L. Herrera. Cat. de * “al. de Aves del Museo Nacional, pág. 11. (2) Laurencio y Beristain, pag. 4:: 436 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Las aves occidentales tienen la cola más larga y el dorso más gris que las que habitan las porciones orientales de su zona de distribución. En los Estados Unidos parece predominar la forma oriental, pues según el Doctor Finsch y Mr. Lawrence, la occidental se encuentra solamente en el Noroeste de México*”, En la región meridional de México, la /. viridis está distribuida con bastan- te profusión, extendiéndose á través del continente, desde las playas del Pací- fico en Tehuantepec, hasta el Golfo de México. Visita Guatemala en Invierno únicamente, y quizá sucede otro tanto en México; llega en Septiembre y se mar- cha en la Primavera siguiente. En México se presentan con alouna frecuencia ejemplares de pico negro. Suponemos que este carácter depende de la estación, como acontece con otros pájaros. Tal vez las aves de pico negro de México pa- san el Verano en ese país. Su nido se compone de hojas entrelazadas, cortezas de vid y vástagos de plantas, forrados con tallos finos, largos y delgados, y fibras de pino”. Los hue- vos son blancos, con una sombra rosada y la superficie completamente mancha- da de un precioso moreno rojizo. “Aye astuta y desconfiada, de hábitos muy particulares. Se nutre con insec- tos y frutos. Su voz, extraña y poderosa, se asemeja en ciertos momentos á la del gato. El arriero es un buen ventrilocuo, que engaña fácilmente al cazador. Durante la emigración de Otoño, camina lentamente hacia el Sur, pasando de un matorral á otro, sin quedar al descubierto mucho tiempo; los machos llegan á sus cuarteles de Otoño algunos días antes que las hembras.” “No ví más que un ejemplar en Yucatán.” “Dos datos que tengo acerca de esta especie, no son bastantes para asegu- rar que los individnos que he visto pertenezcan realmente á la especie £. virens, ni si son emigrantes ó bien pertenecientes á las que Bonaparte y Lichtenstein describen con los nombres de 7. Velazquez y auricollis.”* “£ fines de Mayo, dice Mr. Allen, era especialmente numeroso y turbulento en Topeka; en el mismo sitio se observaban casi constantemente á varios machos que revoloteaban sobre los bosques bajos que limitan las florestas situadas á lo largo de Kaw River y se entretenían rivalizaudo con sus cantos.” “Más al poniente, se les encuentra con mayor ó menor frecuencia, á lo lar- go de las corrientes bordadas de montecillos, así como en los arroyos cubiertos de árboles que bajan á las llanuras desde las colinas de las Montañas Rocallo- sas; se les vé asimismo, en los collados situados á 7,800 pies.”% “En Fort Whipple no sube en las montañas á más de 9,000 pies y está dis- (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 11. (2) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán. (Proc. Zool. Soc. London, June 29, 1883), p. 441. (3) F. Sumichrast. Dist. Geog. delas Aves del Estado de Veracruz, “La Naturaleza,” tomo l, página 304. (4) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 77. nn A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 437 tribuido extensivamente en los niveles más bajos. Aun no se han fijado los lí- mites de su dispersión en el Occidente de México, pues las noticias que tenemos respecto á ese país son insuficientes, con excepción de las que se refieren á la Baja California. No he notado ninguna particularidad de carácter ó costumbres que la distinga de su congénero oriental, y lo mismo ha sucedido á otros obser- vadores.”% GRANATELLUS. Granatellus, Du Bus, Esq. Orn. sub. tab. 24 (1850?); Bp. Consp. I, p. 312 (1850); Baird, Rev. Am. B. 1, p. 230. Este es un género muy especial, tanto por la forma cuanto por el color. Se le ha considerado siempre como un miembro de los Mniotiltidos, aunque se ha supuesto que tiene parentesco con géneros de Tanagrinos, tales como Nemosia y Tanagrella. El Profesor Baird, cuyo arreglo general de los Mniotiltide se- guimos en la presente obra, lo coloca cerca de /cteria, á causa de su pico ro- busto y el poco desarrollo de las cerdas rictales. Pero hay muchos puntos de diferencia entre Granatellus é [cteria, tantos que su justa posición no puede ser considerada como definitiva. El pico, en el género Granatellus, es ancho y alto en la base, y apenas abierto en la punta de la maxila; el culmen y la comisura son muy curvos, lo mismo que la orilla superior de la mandíbula. Las ventanas de la nariz son circulares y están situadas en el extremo distal de la fosa nasal; el extremo proximal está cubierto con una membrana á la cual no alcanzan las plumas nasales, de manera que la ventana de la nariz queda completamente des- cubierta. Los tarsos son comparativamente cortos y las alas más cortas que la cola, enyas plumas tienen las puntas redondas. Hay cuatro especies estrictamente congéneres, de las cuales tres se encuen- tran en México y las vecinas Islas de las Tres Marías; la zona de distribución de una de ellas se extiende hasta Yucatán y Guatemala. Más allá desaparece toda huella del género hasta el gran afluente del Amazonas, el río Madeira, en que se presenta el G. pelzelni, especie pariente de las del Occidente de México. Parece que todos los miembros del género son muy raros; el G. sallei, que tie- ne la coloración menos notable que los otros, es el más común y el más di- fundido. a. Capitis et cervicis lateres nigri; guttur album. (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part first, p. 321. 438 A. L. HERLERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA, GRANATELLUS VENUSTUS. Granatellus venustus, Du. Bus, Esq. Orn. t. 24%; Bp. Consp. L, p. 312% Sel. P. Z. S. 1864, p. 607, t. 37, f. 2?; Baird. Rev. Am. B. L p. 231% Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. II, p. 270%; Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 16". Coernlescenti-plumbens, fronte et capitis lateribus nigris torque pectorali nigro conjuntis; litura postoculari, gula et hypochondriis pure albis; abdomine medio rosaceo—rnbro; cauda nigra, rectrice extima utrinque fere omunino alba; duabus proximis ad apices eradatim albis; rostro plumbeo; pedibus fuscis. Long. tota 5-4, ale 2-47, cauda ref. med. 2-9, rect. ext. 2-55, rostri a rictu 0-65, tarsi 0-77. (Deser. maris ex Sierra Madre, Colima, México. Mus. Smiths. n. 30,169). Hab. México”, Sierra Madre, Colima (Xantus**), Santa Efigenia, Tehuan- tepec (Sumichrast”). Esta hermosa especie es una de las aves mexicanas más raras, pues su zona de distribución se limita á los Estados que confinan con el Océano Pacífico, des- de Colima hasta Tehuantepec. El primer (y durante muchos años el único) ejemplar conocido, fué el del Museo de Bruselas, clasificado y dibujado por el Vizconde Du Bus, en sus «Esquisses Ornithologiques.» Se ignora si llegó á publi- carse esta lámina de esta obra incompleta, pero Bonaparte consiguió una copia (número 34), cuando describió al pájaro en los «Conspectus Avimm”;>» y Mr. Sclater obtuvo otra, copiada en «Los Proceedings de la Sociedad Zoológica,» de 1864*. En 1859, Mr. Selater clasificó con este nombre á un ejemplar del Museo Británico, pero más tarde lo identificó? como Granatellus pelzelna. El único ejemplar que hemos visto, es el que colectó Xantus, y se encuentra en el Museo Nacional de Washington. Además, el Profesor Sumichrast tam- bién ha encontrado la especie en el Istmo de Tehuantepec. Se ignoran las costumbres de este pájaro, pero probablemente se parecen á las del G. francesce. El G. venustus difiere de sus parientes por el notable semicírculo negro que tiene en el pecho y que no se observa en las otras especies. Respecto al co- lor del iris, hay diversas opiniones; Xantus dice que es blanco, y Sumichrast, que es castaño. Este último color concuerda con el de sus parientes (Fr. frances- co y G. pelzelmi. (1) Sclater y Salvin, P. Z. S., 1,859, p. 375. ASAS 2iSerie Tomo!!! LA NATURALEZA Lim XXIX Y. 7 brenatellus venustus Du Bus Rosillo 2 Cardel/na rubilrons Sel Chiguiador 4 Basileuterus | belli S.C Verain A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 439 GRANATELLUS FRANCESCA. Rosillo.” Granatellus francesce, Baird, Rev. Am. B. L, p. 232% Grayson, Pr. Bost. Soc. N. H. XIV, p. 2783 Salv. Ibis, 1874, p. 307, t. 11? Lawr. Mem. Bost. Soc. NB. IL p.210% Similis precedenti, sed cauda elongata et torque pectorali nigra nulla dis- tinguenda. Long. tota 6-35, ale 2-51, caudee rect. med. 3-4, rect. ext. 2-8, ros- tri a rictu 0-61, tarsi 0-8. (Descr. maris ex Tres Marías insnlis. Mus. Smiths. n. 37,912). 2 mari similis, colore rosaceo fere absente, capitis lateribus pallide fuscis nec nigro et albo ornatis, hypochondriis quoque fuscis nec albis distinguenda. (Descr. femine ex Tres Marías insulis. Mus. Smiths. n. 37,314). Hab. México, Islas de las Tres Marías (Grayson, Forrer). Esta especie, enya zona de distribución parece extenderse solamente por las Islas de las Tres Marías, es un pariente cercano del (G. venustus, porque tiene las plumas laterales de la cola adornadas con una orilla blanca, pero ca- rece del collar negro del pecho, de modo que las dos especies pueden distin- enirse fácilmente. El coronel A. J. Grayson, fué el primero que se procuró ejemplares de esta especie, los que están en el Museo Nacional de Washington. Mr. A. Forrer, que visitó recientemente esas islas; también lo encontró y nos envío ejemplares de ambos sexos. Grayson dice lo siguiente: «Este lindo pajarito es una de las especies nuevas desenbiertas por mí en las Tres Marías. Siempre lo encontré en los matorrales bajos, en los rincones obcuros de los bosques, saltando sobre los troncos y haces de leña, cerca del suelo, y á veces en él buscando insectos; á cada movimiento deja oir un trino y extiende su hermosa cola en forma de aba- nico, conservando la cabeza quieta é inclinado al suelo y las alas caídas, como si estuviera mirando algún insecto ó larva escondida allí. Sus notas son un dé- bil £'cit, ('cit; tiene hábitos solitarios.» b. Capitis et cervicis latera plumbea; guttur quoque concolor. (1) Grayson. Historia Natural de las Islas de las Tres Marías y Socorro. “La Naturaleza,” vol. IV, pág. 208. La Nat.—Ser. 1,—T, 1N.—Febr. 1901 56 440 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. GRANATELLUS SALLAI. Setophaga sallcei, Bp. Compt. Rend. XITI, p. 957. Granatellus sallei, Sel. P. Z. S. 1856, p. 292, Aves t. 1207; 1858, p. 97*, 1859, p. 374%; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 397% Baird, Rev. Am. B. IL, p. 232% Sumi- chrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 546”. Cernlescenti-plumbens, litura postoculari et hypochondriis albis, gula dor- so concolori, abdomine medio cum crisso leete rosaceo—rubris, rostro plumbeo, pedibus fuscis. Long. tota 5-2, alee 2-4, caude 2-3, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-7 (Deser. exempl. ex Cohabon, Guatemala. Mus. nostr.). 2 fuscescenti-plumbea, litura postoculari rufescente, subtus cinnamomeo— rufescens, gutture et ventre medio albicantibus. (Descr. femine ex Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México?, Córdoba (Sallé*), Potrero (Sumichrast”), Playa Vicente (Boucard*), Yucatán (Gaumer), Guatemala? (O. S. et F. D. G., Sarg.). Región caliente de Veracruz.” «Esta bonita especie, descubierta por Mr. Sallé en la región meridional de México, fué descrita por Bonaparte y Mr. Sclater en 1856, recibiendo el nom- bre de su colector; Mr. Sallé sólo vió el macho, pero la hembra fué descubierta más tarde en Playa Vicente por M. Boucard y descrita por Mr. Sclater en una de sus listas de aves mexicanas? Desde entonces se han obtenido unos cuantos ejemplares colectados en las partes orientales del Sur de México, donde, según el Profesor Sumichrast, habita la región caliente y las partes más calientes de la templada, pues lo obtuvo en Potrero, cerca de Córdoba, á una altura de 2,000 pies sobre el nivel del mar. Últimamente hemos recibido un ejemplar del Norte de Yucatán, lo cual manifiesta que su zona de distribución se extiende de un modo considerable hacia el Oriente. No se ha publicado nada referente á sus costumbres.» «Varios ejemplares, macho y hembra. Es una especie rara; se le encuentra únicamente en la floresta.» % (1) Laurencio y Beristain, p. 40. (2) A. Boucard. On Collection Bairds from of Yucatán (Proc. Zool. Soc. London, June, 19, 1883), p. 441. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 441 SUBFAMILIA SETOPHAGINAE.” CARDELLINA. Cardellina, Du Bus, Esq. Orn., t. 25 (18502). (Tipo C. amicta, Du Bus, Muscicapa rubrifrons, Girand. Si se excluyen las dos especies, C. rubra y C. versicolor, del género Carde- llina, en que generalmente se les coloca, queda una sola especie, C. rubrifrons, como único representante del susodicho género. Esta ave particular tiene el pico fuerte, casi Parine, y todo el culmen curvo. Las cerdas rictales están bien desarrolladas y llegan más allá de las ventanas de la nariz. Las alas son lar- gas y puntiagudas; la segunda, tercera y cuarta plumas, son iguales, siendo tam- bién las más largas. La cola tiene las plumas casi de la misma longitud, y es más corta que las alas. Las patas son pequeñas y los tarsos cortos. El pico es más fuerte, las alas más largas y los tarsos más cortos que los de los Ergati- cus; además de estos caracteres se nota una diferencia marcada en el estilo de la coloración del plumaje. La zona de distribución del género es la de su única especie. CARDELLINA RUBRIFRONS. Orejas de plata. Cardelín.? Muscicapa rubrifrons, Giraud, Sixteen B. Texas, t. 7, f. 11 Cardellina rubrifrons, Sel. P. Z. S. 1855, p. 66*; 1858, p. 299*; 1859. p. 374%; Baird, Rev. Am. B. L, p. 264% Salv. Ibis, 1866, p. 192% Cones, B. Coll. Vall. ps adi: Basileuterus rubrifrons, Sel. P. Z. S. 1859, p. 363*, Cardellina amicta, Du Bus, Esq. Orn., t. 25% Bp. Consp. L, p. 312”. Parus erythropis, Licht., fide Bp. Consp. I, p. 312". Supra cinerea; nucha, uropygio et corpore subtus albis, illo vix rosaceo tincto; pileo postico et capitis lateribus posticis nigris; fronte, loris, ciliis et gula tota leete rosaceombris, alis albo nnifasciatis; rostro fusco, pedibus corylinis. Long. tota 5-0, alee 2-7, caude 2-3, tarsi 0-75, rostri a rictu 0-55. (1) Antea, p. 157. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 9. 442 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 2 mari similis, colore rosaceo paulo minus distincto. (Deser. maris ex fe- mine ex Volcán de Fuego, Guatemala. Mus. nostr.), Hab. Norte América”. México (Sallé”, le Strauge), Jalapa (de Oca*), La Pa- rada*, Cinco Señores* (Boucard); Guatemala (O. $. et F. D. G.9). «México, Estado de Veracruz y Región Sur.» % «Giraud incluye á la C. rubrifrons entre las aves de Texas, pero es muy du- doso que exista realmente en ese Estado. En la parte meridional de Arizona, Mr. W. Henshaw lo encontró en diversos puntos, en Julio de 1874, época en que también observó algunos polluelos. Al Sur de allí, no tenemos ninguna no- ticia de que se presente, hasta el Sur de México, en donde ha sido observado en los distritos más elevados, por varios ornitologistas. En Guatemala habita exclusivamente las más altas regiones de la cordillera principal y los bosques de los volcanes. Nunca lo vimos á menos de 7,000 pies, en el cerco de bosques del Volcán del Fuego, donde era común, y en las montañas situadas arriba de Totonicapam, á una altura de cerca de 10,000 pies.» «En el primer distrito, lo vimos en florestas húmedas, de árboles mixtos; y en el segundo, en los bosques de pinos, que son su residencia predilecta en Arizona, según Mr. Henshaw.>» «Sus costumbres se parecen en cierto modo á las de los turbulentos Pari- de, pero coge los insectos al vuelo y sacude la cola como una Setophaga. En el Sur de México y Guatemala, la C. rubrifrons es probablemente especie seden- taria durante todo el año, aunque sólo la observamos en los meses secos del In- vierno, porque los sitios que frecuenta en la estación de las llnvias, son casi inaccesibles. Quizá emigra en Arizona, pero nuestros informes son incompletos en este respecto.» «Mr. Henshaw” describió los polluelos, pero aun no se han encontrado ni el nido ni los huevos.» «Me hallaba yo colectando al principiar la tarde en los bosques de pinos de Arizona, dice Mr. Henshaw, cuando me llamaron la atención unos cuantos chirridos coléricos, que salían del espeso follaje de un pruche; momentos des- pués un Turdus migratorias salió volando con rapidez, seguido de cerca por un pajarito que volvió después de una corta cacería, y lanzando unos cuantos gor- jeos de satisfacción, reunió á varios polluelos, cuya presencia había pasado in- advertida para mí hasta entonces. El padre empezó á buscar qué comer inme- diatamente, moviéndose como un Parus y volando de cuando en cuando para apoderarse de un insecto, que daba en el acto á alguno de los polluelos, los cua- les seguían todos sus movimientos, de un parte á otra del árbol, y lanzaban chi- llidos suplicantes. Convencido de que no habían notado mi presencia, maté pri- mero al padre y en seguida á dos polluelos, después de lo cual se presentó la (1) Laurencio y Beristain, p. 40. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 443 hembra y puso en salvo al resto de la cría. Al día signiente no pude encontrar más que dos individuos adultos.» «Quince días después visité el Monte Graham, y no sólo volví á ver á la es- pecie, sino que observé que abundaba en esta localidad, pues andaba en parva- das de diez ó quince individuos, entre los pinos y pruches; frecuenta casi exclu- sivamente estos árboles y no se presenta sino raras veces en los arbustos que crecen á orillas de las corrientes. Sus costumbres son una mezcla algo extraña de las de los Sylvicolide y los Setophaga, pero se parecen más especialmente á las de los Paride. Parece que sus sitios de caza favoritos son las extremidades de los brazos de los pruches, por cuyas ramas pasan con rapidez, sacudiendo oblicuamente la cola de un modo constante y especial.» «Cuando se ocupan en esto, y sobre todo cuando están arriba, se les tomaría fácilmente por un activo grupo de Paride, atentos nada más á satisfacer su ape- tito. Parece que gran parte de su alimento lo obtienen entre las ramas, cogien- do á los insectos que están en reposo; pero son muy diestros también para atra- par su presa al vuelo, imitando en esto á los Setophaga. Su carácter los impulsa á asociarse con otras especies, así es que solía encontrarlos en compañía de la Dendreca audubon:, imitándola en sus cortas excursiones de árbol en árbol, y visitando de cuando en cuando los troncos caídos y aun el suelo. Sus gorgeos se parecen á las notas de la Dendreca coronata, pero son más ruidosos y ás- peros.» ERGATICUS. Ergaticus, Baird. Rev. Am. B. L, pp. 237, 264 (1865). (Tipo Setophaga rubru, Sw.). Considerado como un subgénero. Ergaticus, Sel. et Salv. Nomencl. Ay. Neotr. p. 11. Aunque el Profesor Baird encontró un nombre subgenérico para las especies siguientes, no lo empleó en un sentido enteramente genérico, sino que dejó las especies susodichas en el Cardellina, obedeciendo al uso establecido. El pico de los Ergaticus, comparado con el de los Cardellina, es más del- gado, las cerdas rictales más desarrolladas, las alas más cortas y redondas, y estos caracteres, unidos á ciertas particularidades que se notan en el estilo de su coloración, aseguran á los primeros, á nuestro modo de ver, nn rango com- pletamente genérico; así lo consideramos en el «Nomenelator Avium Neotropi- calium. Este género comprende dos especies, nna de las cuales es peculiar de las montañas de México y la otra de distritos semejantes en Guatemala. (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part. first, p. 331. 444 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. ERGATICUS RUBER. Cardenalito.% Setophaga rubra, Sw. Phil. Mag. new. ser. Cardellina rubra, Sel. P. Z. S. 1856, p. 292% 1858, p. 299% 1859, pp. 363*, 374"; 1864, p. 173”, Baird. Rev. Am. B. L p. 264% Dugés, «La Naturaleza,» I, p. 140” Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L p. 546"; Finsch, Abh. nat. Ver. z. Bremen, 1870, p. 329". Sylvia mimiata, Lafr. Mag. Zool. 1836, el. II, t. 54% Parus leucotis, Giraud, Sixteen, B. Texas, t. 4, f. 1”. Sylvia argyrotis, 111., fide Bp. Consp. L p. 312%. Ruber, alis caudaque fuscis rubro marginatis, genis eb subalaribus sericeo- albis; rostro et pedibus pallide corylinis. Long. tota 4-4, ale 2-4, caude 24, tarsi 07, rostri a rictu 0-5. (Descr. maris ex Oaxaca. México. Mus. nostr.). 2 mari similis. Sup. cinnamomeo-fusens rosaceo vix tinctus, genis sericeo-griseis. (Deser. exempl. ex México. Mus. nostr.). Hab. México, Mazatlán (Grayson”), Valladolid (Bullock*), Valle de Méxi- co (White”, le Strange, Dugós?*), Mirador (Sartorins*), Orizaba (Sumichrast?), región alpina de Veracruz (Sumichrast'”), El Jacale (Sallé?), Jalapa (de Oca”), Llano Verde”, Totontepec” y la Parada* (Boncard), Oaxaca (Fenochio). «Region Sur, Occidental y Mesa Central.» Esta especie es característica de las regiones alpinas de México, y abunda en las alturas situadas entre 6,500 y 10,000 pies. Según el Profesor Sumichrast, se encuentra con frecuencia en los bosques de pinos, los que anima con el bri- llo de su plumaje y la graciosa viveza de sus movimientos". Aunque la mayor parte de las colecciones de la región meridional de México, contienen ejempla- res de esta especie, no se tiene ningún dato acerca de sus costumbres ni se sabe nada respecto á su nidificación. auct., Basileuterus auricapillus (Sw.) apud Ber- lepsch, Ibis, 1881, p. 240). Este género se parece á Myiodioctes, porque sus miembros tienen la cola es- trecha, casi pareja y de la misma longitud que las alas aproximativamente, y el pico ancho y deprimido, con las cerdas rictales bien desarrolladas; pero las alas son más redondeadas y la primera primaria más corta; el culmen también difie- re del de Myiodioctes, por ser más curvo. Además, todos los miembros de Myio- (1) E. Coues B. Col. Vall. 1, p. 326. (2) E. Coues B. N. W. Appendix to Oscines. p. 232. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 453 dioctes tienen hábitos emigrantes, pasan el Verano en Norte América y el Invier- no en la América Central, en tanto que las especies de Basileuterus no tienen costumbre de emigrar, que sepamos, perteneciendo todas á la región Neotro- pical. Bastleuterus es el género más grande de los Mniotiltide, pues contiene más especies que Dendreca. En la actualidad se conocen veinte y siete especies, que están extensamente distribuidas por toda la región tropical de Sud Améri- ca, desde el Sur del Brasil hasta México. Los países que incluyen los Andes po- seen la mayor proporción de especies; Centro América está representada por ocho especies, de las cuales dos nada más (B. bivittatus y B. mesochrysus) han sido encontradas fuera de nuestros límites. México tiene tres especies, B. culi- civorus, B. belli y B. rufifrons; Guatemala tiene otras tantas; B. delattrii reem- plaza á B. rufifrons. Costa Rica y Panamá cuentan con cinco especies; las dos meridionales, B. bivittatus y B. mesochrysus, B. melanogenys y B. leucopygius, ambas especiales de alli, y B. culicivorus, de México y Guatemala. Estas ocho especies pueden dividirse en tres erupos, los cuales están repre- sentados en Sur América, en donde también se encuentran otros. El Prof. Baird ha dividido el género en tres subgéneros, Basileuterus, Idiotes y Myiothlypis; pero las líneas de demarcación que los separan no están definidas, y preferimos seguir usando el nombre de Basileuterus en general, y agrupar las especies en secciones. BASILEUTERUS CULICIVORUS. Sylvia culicivora, Licht.Preis-V ers. mex. Vóg., p.2, ef. J.f.Orn. 1863, p. 571. Bastleuterus culicivorus, Cab. Mus. Hein. L, p. 17%; Bp. Consp. IL, p. 313%; Baird, Rev. Am. B. 1, p. 245% Lawr. Anu. Lyc. N. Y. IX, p. 95%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. 1 p. 546” Salv. P. Z. S. 1870, p. 183”. Muscicapa brasteri, Giraud, Sixteen B. Texas, t. 6. f. 9%, Basileuterus brasieri, Sel. P. Z. S. 1855, p. 66% 1856, p. 292"; 1859, p. 374"; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 274”. Supra olivaceo-cinerens, pileo medio sordide aurantiaco—flavo, utrinque late nigro marginato, capitis lateribus olivaceis cinereo vix tinctis, snperciliis indis- tinciis flavido-olivaceis, ciliis ipsis flavis, loris pone oenlos nigris; subtus flavus, hypochondriis olivaceo indntis; rostro corylino, pedibus pallide carneis. Long. tota 5-0, alee 24, caudee 2-0, rostri a rictu 0-52, tarsi 0-76. (Descr. exempl. ex Jalapa, México. Mus. nostr). 454 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Obs. Avis ex Costa Rica et Panama pileo medio paulo magis aurantiaco et dorso olivascentiore forsan distinguenda. Hab. México, Jalapa (Deppe**”, Hóge), Cordova (Sallé*), región templada de Veracruz (Sumichrast*), Teotalcineo (Boucard”, Guatemala? (O. S. et F. D. G.), Costa Rica (Carmiol”), Panamá” (Arcé). Aunque muchas de las diez y seis aves atribuidas á Texas por Giraud han sido encontradas dentro de las fronteras de los Estados Unidos, el B. culicivorus (in- cluido entre ellas por ese autor con el nombre de £. brasieri) no está entre aque- las, de manera que su residencia en Texas requiere confirmación. Su zona de distribución septentrional no se extiende, que nosotros sepamos, más allá de las regiones templadas del Sur de México, puntos en que ha sido observada la es- pecie por muchos colectores, desde los tiempos de Deppe hasta la época presen- te. En Guatemala habita asimismo las florestas templadas de ambas costas, abundando en el Volcán del Fuego, á una altura de 6,500 pies, y en Vera Paz, á 4,500 y 1,500 pies. Lo vimos siempre en bosques húmedos buscando qué comer entre las hojas, varas y cortezas de los vástagos de los árboles, pues sns hábitos se parecen mucho á los de los Matotiltide en general. No se presenta más allá de las sierras del Estado de Panamá, pues no frecuenta la línea del ferrocarril, y su sitio en el continente meridional está ocupado por especies parecidas. «No deja de ser común en las montañas del occidente de Jalisco, en donde colectamos alennos ejemplares cerca de San Sebastián. Lo encontramos ignal- mente en Pluma, al Poniente de Oaxaca.» Y BASILEUTERUS BELLI. Muscicapa belli, Girand, Sixteen B. Texas, t. 4. f. 1%. Basileuterus belli, Sel. P. Z. S. 1855, p. 65% 1859, p. 374”; Cat. Am. B. p. 35% Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 31%; Baird, Rev. Am. B. I, p. 250%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 546”. Basileuterus chrysophrys, Bp. Consp. 1, p. 314 (ex Lichf.*); Sel. P. Z. S. 1857, p. 202”. Supra olivacens, pileo et genis leete castaneis, illo nigro utrinque marginato, superciliis elongatis et corpore subtus flavis, hypochondriis olivaceo indntis; rostro obseure corneo, pedibus pallide carneis. Long. tota 5-0, alee 2-28, candee 2-2, rostri arictu 0-55, tarsi0-S. (Deser. exempl. ex Jalapa, México. Mus. nostr.). (1) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, pág. 159. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 455 2 mari omnino similis. Hab. México, Real Arriba?, Lagunas (Deppe), Jalapa (Sallé*, Hóge), Oriza- ba (Botteri*), región templada de Veracruz (Sumichrast”), Llano Verde y Toton- tepec (Boncard?), Guatemala”” (O. S. et F. D. G.). «México, Mesa Central y Reg. Sur.» 0 En México, el Basileuterus belli habita las montañas templadas de la por- ción meridional de la República. El Prof. Sumichrast lo ha observado en las re- giones templadas de Veracruz, traspasando sus límites, tanto hacia la caliente como á la alpina: los ha visto en las partes inferiores de la última á una altura de cerca de 2,000 metros. Frecuentan los bosques espesos y sombríos y las ba- rrancas. En Guatemala lo encontramos en abundancia en la parte inferior del cinto de montes que cireunda el Volcán de Fuego, entre 7,000 y 10,000 pies de altura, y en las quebradas montuosas á unos 6,000 pies. Se asociaba con el Ba- sileuterus culicivorus, pues las costumbres de ambas especies son muy pareci- das. No se tiene dato alenno respecto á su nidificación. «Es común en los montes del occidente de México. Recogimos algunos ejem- plares cerca de Chilpancingo, Guerrero, y en San Sebastián, Jalisco. Estos da- tos incluyen á esta especie y al B. culicivorus en la fauna del poniente de Mé- xico.» BASILEUTERUS RUFIFRONS. Setophaga rufifrons, Sw. An. in Menag:., p. 294”. Basileuterus rufifrons, Bp. Consp. L, p. 314? Sel. P. Z. S. 1856, p. 291?; 1858, p 299% Baird, Rev. Am. B. I, p. 248” Sumichrast, Mem. Bost. Soc N. H. I, p. 546"; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL p. 270”; Bull. U. S. Nat. Mus. u. 4, p. 16*. Sylvia aurigula, Licht. Mus. Ber.”; et. Bp. Consp. 1, p. 314”. Basileuterus delattrii, Sel. P. Z. S. 1860, p. 250" (nec. Bp.). Supra sordide olivaceus, capite summo et regione parotica castaneis, loris nigris, superciliis et stria infra oculos indistincta albis, gula tota et pectore fla- vis, abdomine albido, hypochondriis fuscescentibus: rostro nigro, pedibus cory- linis. Long. tota 477, alee 2-1, caude 2-3, rostri a rictn 0-5, tarsi 0-8. (Deser. maris ex Cinco Señores, México. Mus. nostr.). (1) Laurencio y Beristain, pág. 40. (2) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, pág. 159. La Nat.—Ser. 1.—T. IH.—Abril, 1901. 58 456 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Hab. México”, Sierra Madre (Grayson*”), Apam (le Strange), Real Arriba (Deppe”), Jalapa (de Oca*, Hoóge), Mirador (Sartorins”), Orizaba (Sallé”)?, re- gión templada de Veracruz (Sumichrast”), La Parada (Boncard*), Cinco Señores (Boucard), Guichicovi (Sumichrast*). «Casi toda la República.» * El 2. rufifrons disfruta de una extensa zona de distribución en todas las re- giones templadas del Sur de México, porque está distribuido desde la Sierra Madre, cerca de Mazatlán, hasta el límite meridional de la República. El Prof. Sumichrast manifiesta que esta especie visita, en compañía del B. culicivorus y el B. belli,los bosques espesos y sombríos y las hondonadas, y que, aunque se le encuentre particularmente en la región templada, su área de distribución se ex- tiende hasta la caliente y hasta los distritos más alpinos, elevándose aun á 6,500 pies. Parece que existen aleunas dudas respecto á ciertos ejemplares de México y Guatemala, pues se ignora si pertenecen á £. rufifrons 6 á B. delattít. Los pá- jaros adultos recién emplumados de estas dos especies, se distinguen con facili- dad; pero las aves más jóvenes no se reconocen rápidamente, pues en el B. rufi- frons un tinte amarillo ocupa el blanco de la snperficie inferior, y en el B. dela- ttrii el color amarillo de esta parte no presenta un tinte tan decidido como en los pájaros viejos. Probablemente los individnos que tenían este plumaje fue- ron mal clasificados. Examinando la cuestión con detenimiento, nos parece que la zona del B. rufifrons está estrictamente confinada á México, y la del B. dela- ttrít á Guatemala: el B. mesochrysus se presenta en las partes más meridionales de Centro América. «Esta especie y las dos anteriores se multiplican especialmente en la región templada.» SETOPHAGA. Setophaga, Swainson, Zool. Jonrn. UL, p. 360 (1827). (Tipo Muscicapa ruticilla, Linn.). Euthlypis, Cabanis, Mus. Hein., L, p. 18. (Tipo, E. lacrymosa). En este género las cerdas rictales están más desarrolladas que en ningún otro miembro de los Mniotiltide, estando desde este punto de vista tan bien provisto de cerdas como la mayoría de los Muscicapide del Antiguo Continen- te. Empero, la presencia de nueve en vez de diez primarias en el ala, pone in- (1) Laurencio y Beristain, p. 40. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz, “La Naturaleza,” tomo I, p 42na 303. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 457 _ _—_—_—_—_—————_————_—_———_—_—_—_—___ _ _—_ _—_—_—_—_—__——_ _ _ _ _— _— —_—_—_—— _——_—_—_— mediatamente de manifiesto la verdadera posición de las Setophaga. Basileute- rus es su pariente más cercano, y Setophaga difiere de ese género porque el pico de sus miembros es algo más ancho en proporción con su longitud, las cerdas rictales mucho más desarrolladas y el estilo de la coloración de las plumas de la cola, diverso. En una sinópsis reciente del género,” Salvin reconoció quince especies pertenecientes á Setophaga, distribuidas especialmente en México, Centro América y los Andes de Sud América, hasta llegar á Bolivia. Además de éstas, hay una especie emigrante que ocupa casi toda la parte oriental de Norte América y las Antillas, otra que habita Venezuela y otra que reside en la Guayana. Pero el género Setophaga carece de representantes en el valle de las Amasonas, región Sudeste del Brasil, y en todos los montuosos países bajos de Sud América. Volviendo á nuestra región, encontramos á la Setophaga ruticilla, la única especie emigrante del género, abundante en el Invierno, desde el nivel del mar hasta una altura de 7,000 á 8,000 pies. 5. picta entra en los Estados Unidos, pero es común en las tierras montañosas de México y Guatemala, países que también poseen á la S. miniata, lo mismo que á la $. lacrymosa. Costa Rica y el Estado de Panamá poseen á la S. aurantiaca y la S. torquata: la primera es un repre- sentante local de la S. verticalis de Sud América, especie ampliamente distri- buida; y la segunda, una forma especial que no tiene parientes cercanos. En estas seis especies están representados los tres grupos en que se ha di- vidido el género. «Hábitos arborícolos y Muscicapide.» * «Los Muscicapide habitan las florestas y los vergeles, pero viven mayor tiempo en los árboles que en los matorrales y no bajan sino rara vez al suelo. Posados sobre una rama, desde la cual pueden abarcar un vasto horizonte, ace- chan á los insectos, los persiguen al vuelo, los toman en el pico y vuelven á su puesto. Cuando hace mal tiempo comen bayas, sobre todo cuando tienen pollue- los que criar. Están en movimiento casi todo el día; el hombre no les inspira mucho temor; se muestran osados y temerarios con los rapaces. Su voz se escu- cha pocas veces; durante la estación de los amores, el macho tiene un canto muy simple que modula en voz baja. Establecen su nido en un tronco de árbol hueco ó en la bifurcación de las ramas gruesas que emergen del tronco; este nido, groseramente construido, tie- ne poca coherencia, pero está bien relleno y caliente. Cada puesta comprende de cuatro á cinco huevos. El padre y la madre los tapan alternativamente. Cuan- do los pequeños emprenden el vuelo, vagan por algún tiempo con sus padres, no tardando en comenzar de común acuerdo su viaje de Invierno.» Y A. Sexus dissimilis, ale longiores, rectricum lateralium apices nigre; specu- tum alare rubescens; venter albicans. (1) Ibis, 1878, p. 302 et seq. (2) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part. first, p. 334. (3) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. II, page 614, 458 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. SETOPHAGA RUTICILLA. Muscicapa ruticilla, Linn. Syst. Nat. I, p. 326. Setophaga ruticilla, Sw. Phil. Mag. new ser. L, p. 368? Gosse, B. Jam. p. 164”; Cab. in Schomb. Guiana, 1, p. 667% Bp. P. Z. S. 1837, p. 118”; Sel. P. Z. S. 1854, p. 111% 1855, p. 144"; 1856, p. 292% 1859, p. 374% 1864, p. 172"; Sa- lMlé, P. Z. S. 1857, p..231"; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 12%; P. Z. S. 1864, p. 347", 1879, p. 494%; A. et E. Newton, Ibis, 1859, p. 144"; Bryant, Pr. Bost. Soc. N:H. VIH, p. 114%-X, p. 251% Lawr. Ann. Dyc. ¡N. Y, VU po 3225 Ve 175"; IX, p. 96”; Bnll. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 16”; Cab. J. f. Orn. 1860, p. 3252; Baird, Rev. Am. B. L, p. 256”; Dresser, Ibis, 1865, p. 479%; Salv. P. Z. S. 1867, p. 136”; 1870, p. 183”; 1878, p. 305”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. 1, p. 547%; Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 294%; Wyatt, Ibis, 1871, p. 323%; Baird, Brew. et Ridgw. L, p. 322”; Cones, B. Col. Vall. L p. 337%; Gundl. Orn. Cub. p. 70%, Motacilla tricolora, Mill. Naturs. Suppl., p. 175% (ex D'Anb. Pl. Enl., 391, f. 2). Motacilla multicolor, Gan. Syst. Nat. L p. 972* (ex D'Anb.). Motacilla fiavicauda, Gm. Syst. Nat. L, p. 997*. Nitenti-purpurascenti nigra; corporis lateribus, subalaribus, speculo alari et caude rectricibus quatnor externis utrinque ad basim rufo—aurantiacis, ventre et crisso albis, hoc medialiter nigro; rostro corneo, pedibus fuscis. Long. tota 4-5, ale 25, caudee 2-4, tarsi 0-7. (Deser. maris ex Choctum, Guatemala. Mus. nostr.). 2 supra olivascenti-orisea, subtus albida; snbalaribus, specnlo alari et can- de basi (nisi in quatuor rectricibus mediis) flavido-aurantiacis. (Descr. feminze ex Dneñas, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. Norte América**%, México (Sallé*), regiones marítimas (Bullock?), región caliente de Veracruz (Sumichrast”), Valle de México (White*), Playa Vi- cente (Boucard”), Santa Efisenia (Sumichrast*”), Honduras Británicas (O. S*), Guatemala? (O. S. et F. D. G.), Salvador (O. S.), Costa Rica (Hoffmann”, y. Frantzins”), Carmiol1”), Panamá (Hichs”, Arcé*% (M'Leaunan*”") Colombia 14, Ecuador?, Guayana, Antillas 92-95, etc. «México, Reg. O., Sur y Mesa Central.» % Esta especie, muy conocida, es el único miembro emigrante del género; (1) Laurencio y Beristain, p. 40. U A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 459 tiene una área de distribución muy amplia en Invierno; en toda la parte orien- tal de México y toda la América Central y más allá de estos límites, prolonga sus viajes hacia el Sur, casi hasta llegar á la línea del Ecuador, visitando en la misma estación toda la porción septentrional del continente Sud Americano y probablemente todas las Islas de las Indias Occidentales. Parece que en Méxi- eo está confinado á la parte oriental de la República, pues no se tienen noticias de su presencia en la occidental; pero al aproximarse á la frontera meridional, pasa al Pacífico, y ha sido observado en Tehuantepec por el Prof. Sumichrast?. En Guatemala se extiende de un Océano á otro, y en altitud á unos 8,000 pies. Sin embargo, se le encuentra al nivel del mar cerca de Belice y en cualquier otra parte, y es más común en los países calientes que en los fríos. En otras par- tes de Centro América es ignalmente abundante, y hay pocas colecciones de aves formadas en el Invierno en ese país, que carezcan de ejemplares de esta especie. Sus costumbres han sido descritas con minuciosidad por diversos autores norte americanos, entre los cuales el Dr. Cones merece especial mención”. En Guatemala reside de preferencia en los montes talados y repoblados y las ori- llas de las florestas más antiguas, donde lleva á cabo sus exploraciones en bus- ca de insectos, con incesante perseverancia. No visita el Norte más que en Verano, reproduciéndose en esta época y dis- persándose por las regiones templadas de Norte América. Coloca su nido en la horquilla de un árbol, á unos cinco pies del suelo; lo hace con diversos materiales, tales como fibras vegetales, zacate, tiras de corte- za, etc.; forma con esto un tejido flojo y lo forra con hierbas suaves y cerdas. La puesta asciende á cinco huevos blancos enbiertos de borrones y vírgulas pur- púreas, morenas y lila”. «Este pajarito sobresale entre las aves que pueblan los bosques en Prima- vera; su diáfana belleza relampaguea como un fuego fatuo entre el claro follaje verde de los árboles. El pequeño y brillante meteoro aparece aquí y allí entre- gado en apariencia al retozo, con una vivacidad tan exuberante, que parece re- crearse en desplegar á cada movimiento de sn delicado cuerpecito todos los contrastes de colorido, formando á cada momento nuevas combinaciones con la fresca sombra del fondo y constituyéndose la figura principal de una pintura animada. Pero con toda esta gracia y elegancia, á pesar de esta algazara y pe- tulancia en que el color representa el agradable papel de producir una sorpresa continua, el pájarillo no descuida sus ocupaciones y persigue incesantemente á las diminutas criaturas que sirven de alimento á él y á toda sn casta. Se le re- conoce aun cuando lleva su librea incompleta, así como á su no menos notable compañera, por varios rasgos característicos. En sus continuos pillajes en el mundo de los insectos, tiene un modo de deslizarse rápidamente á lo largo de los más grandes brazos horizontales de los árboles, con la cabeza inclinada, las alas caídas, y un movimiento incesante de la cola hacia un lado que realza su bonita coloración, pues su actitud y sus actos son exactamente iguales á los que 460 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. se observan en un corral cuando el sultán del harem persigue á una fugitiva desdeñosa. Estas obstinadas excursiones á lo largo de las ramas, cambian á in- tervalos cuando una acción más diestra y animada aún absorbe la corriente per- petua de sn energía; sin perder un momento se lanzan de un lado al otro y captu- ran los insectos al vuelo del modo más animoso, vuelan en zigzag y generalmente hacia abajo, en tanto que el repetido retiñido de sus mandíbulas que trabajan, al parecer á la ventura, pero que obran, sin embargo, con una precisión admirable, anuncia el éxito con que estas arrojadas guerrillas llevan á cabo sus combates. Dirigen sus ataques precisamente al centro de las filas de los sutiles insectitos que pululan en los rayos del sol, y á cada descenso que verifican, no uno sino muchos mosquitos encuentran la muerte; el pájaro vuelve á sn punto de partida con maravillosa celeridad y empieza á corretear como anteriormente á lo largo de las ramas del árbol, lanzando más de un chirrido de alegría, hasta que concluye por perderse de vista. Sus notas son muy extrañas; y aunque casi es imposible describirlas, se apren- den con facilidad y no vuelven á olvidarse cuando han sido escuchadas cierto número de veces; para oirlas no tiene uno que tomarse la menor molestia, pues cantan incesantemente durante la estación de las crías. Las acciones de estas avecitas, que he tratado de describir, están acompañadas, de un modo invariable, por estos extravagantes sonidos lanzados en los intervalos de reposo, después de un asalto contra los insectos. Sus notas son algo débiles, aunque provenidas de un ejecutante tan vivaracho y enérgico y lanzadas con mucha animación é inter- minables repeticiones. Muchas de esas notas, dice Nuttall, son puros trinos armoniosos, de manera que no pueden imitarse con palabras. Sin embargo, cuan- do acaban de llegar tienen un canto casi uniforme y muy parecido al de la Syl- via estiva; lo pronuncian con tono penetrante y aleo débil, variándolo de cuan- do en cuando cou un agradable y lastimero sonido, cuyo tono semeja al de la Fringilla tristis. También he oído á alennos individuos que producían una infi- nidad de notas dulces, tiernas, trinadas, sonoras y agudas, tan superiores á las que acostumbran en el período de inenbación, que parece increible que proce- dan del mismo cantor. En ciertas ocasiones, cuando el macho está colerico ó alar- mado, lanza un recio y áspero chirrido. Audubon define su canto de muy di- verso modo, y dice: «Anda en movimiento perpetuo cazando á lo largo de las ramas, saltando á cada lado en busca de insectos y larvas, abriendo su hermosa cola en todos sus movimientos, cerrándola en seguida y agitándola de un lado á otro, exhibiendo así, á cada momento, la belleza ideal de sus plumas. En estos casos se observa que auda con las alas caídas y que emite al mismo tiempo stis placenteras notas; si pasa volando algún insecto, vuela inmediatamente tras de él, sube por el espacio persigniéndolo ó baja en espiral describiendo muchos ziozags. Una vez capturado el insecto, vuelve á subir el hermoso pajarito, se encarama en cualquier rama del árbol y lanza una nota diferente, pero no menos clara. Cuando anda en pos de su presa al vuelo, lleva el pico abierto constante- A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 461 mente y lo rechina como si capturara á varios insectos en la misma excursión. Con frecuencia se le observa balanceándose en el aire frente ála extremidad de un manojo de hojas y lanzándose en medio de ellas sobre los insectos allí ocul- tos.» Gentry compara su canto al de la Mniotilta varia, añadiendo que es menos prolongado, pero más agudo. El mismo Gentry es el único que conoce á fondo el menu de la Setophaga ruticilla. Manifiesta que ha encontrado al pájaro algn- nas veces, comiendo en barbechos y arbustitos, como también entre las ramas de los árboles. Este hecho demuestra qne esta especie tiene ciertas propensio- nes terrestres, y ha sido certificado igualmente por un autor moderno, Mr. H. D. Minot, quien asegura que la hembra obtiene gran parte del alimento para sus polluelos en el suelo. Mr. Gentry hace alusión al inmenso número de esca- rabajos que destruye en un principio y al cambio que se observa más tarde en la lista de los manjares, que comprende otras clases de insectos; pone á conti- nuación el resultado del examen del contenido del estómago, según el cual apa- rece que no sólo es buen cazador, sino también un tragón voraz y poco melin- droso. El Dr. Brewer atestigua que «aun en los momentos en que lamenta la pérdida de una ¡parte de su cría y vuela alrededor de ésta, lanzando gritos de angustia, no puede resistir la tentación de ver pasar á los insectos, sino que inte- rrumpe sus lamentaciones y se pone á atrapar mosquitos.» Audubon hace men- ción de su ineptitud para la caza de avispas y da una bonita lámina que repre- senta los inútiles esfuerzos que hace una S. ruticilla para apoderarse de una avis- pa, que saca su aguijón en señal de desafío. Construye su nido con limpieza y elegancia, colocándolo, en la mayoría de los casos, en un gancho perpendicular formado por varias varitas á una altura que varía entre cinco y veinte ó más pies del suelo. Los nidos que he examina- do difieren considerablemente unos de otros, como sucede con los de otras espe- cies, pues los materiales que los forman, aunque bastante semejantes para darle un aspecto compacto, cambian según los nidos; voltean el borde primorosamen- te y hacen la cavidad suficientemente profunda; tienen dos y media pulgadas de través en la parte exterior y otro tanto de elevación. Gran parte de su material es suave y fino, porque emplean pelos de plantas y fibras vegetales perfectamen- te desintegradas, y los nidos hechos con estas substancias son naturalmente blan- dos y homogéneos. Sin embargo, se nota, por lo regular, una adición considera- ble de fibras más bastas, tales como tiras de corteza forradas de zacatitos, raice- cillas, pelo y en ciertos casos hojas aciculares de pino.» «Un nido de aspecto un tanto raro, que se conserva en el Museo Nacional, está adherido á un lado de un gancho perpendicular y separado por completo de su sostén, excepto en una pequeña parte de su circunferencia, que baja hasta la horquilla. Otro nido notable, descrito por el Dr. Brewer, es la reconstrucción de otro comenzado por una pareja de Dendreca cestiva, que lo habrían aban- donado ó habían sido expulsadas de él. La base estaba formada con la vellosa, enbierta del lado inferior de las hojas de helecho, nnida á unos cuantos tallos y 462 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. hojas herbáceas; dentro de esto estaba un segundo nido completamente distinto, hecho con largas y delvadas tiras de corteza, hojas de pino y tallos de zacate. Un tercer nido, descubierto en Mass., tenía en lngar de tiras de corteza, fibras de cáñamo, vilanos, pedazos de periódico y otras substancias. Este nido se ha- llaba en un árbol que crecía en un espacio abierto cerca de una casa habitación; otro estaba en un bosque espeso y pantanoso, á cinco pies del suelo; nnmo-de los nidos del Norte observados por el Dr. Brewer, había sido edificado en unos ar- bustos bajos de sauce. Parece que la $. ruticilla pone, por lo común, cuatro y aun cinco huevos, pues tal es el número que he visto en casi todos los nidos que he colectado. El color del cascarón es blanco, salpicado con profusión, pero especialmente en y alre- dedor de la punta más larga, con sombras de castaño, lila y púrpura. Se les ha comparado á los de la D. cestiva y probablemente no hay nada en ellos, ni en el nido, que ayude á distinouirlos de los de otros Silvycoline. Mis medidas de va- rios ejemplares del Instituto Smithsonian dieron por resultado el término medio si- guiente: 0.60 x 0.49 á 0.70x0.51. El Dr. Brewer debe haber medido ejemplares más pequeños, porque tenían de 0.55 á 0.68 de pulgada de largo por 0.45 á 0.53 de ancho. Mr. Minot dice que los «cnatro ó cinco huevos que componen la pues- ta, miden generalmente, por término medio, 65x50 centésimos de pulgada,» aserción que concuerda exactamente con mis propias medidas.» «Anida en una horquilla ó miembro de árbol ó renuevo, á 6 6 20 pies de al- tura. Hacen su nido con pedazos de corteza, zacate y yerbas, forrándolo con pelo ó vello de plantas. Huevos, 3-5; blancos, blancos verdosos ó blancos azula- dos, manchados, sobre todo alrededor de la punta más larga, de moreno y lila; 0.63 por 0.48.» «La $. ruticilla es un ave característica de los arbolados. Por dondequiera que hay bosques se le encuentra en las estaciones propicias. Por lo general es común, y en la parte septentrional del Estado es abundante. Algunas de sus costumbres se parecen mucho á las de la Sylvania mitrata. En vez de estar cer- ca del suelo, frecuenta toda clase de Ingares selvosos, desde el más bajo arbusto hasta el árbol más elevado. Aunque reside de preferencia en las florestas espe- sas, se le snele ver en los bosquecillos y en los valles sombríos; durante las emi- graciones de Primavera se presenta de cuando en cuando en las huertas. Es un trovador errante que regala su canción á todo aquel que se encuentra en el bos- que. No es afecto á ocultarse ni nada arisco, pues acostumbra proseguir su Ca- mino á través de los matorrales que están á los pies del observador ó por las ramas que cuelgan sobre su cabeza, ya cogiendo una oruga, ya cazando una po- lilla 6 lanzándose sobre un enjambre de moscas ó mosquitos. Lleva las alas abiertas en parte, su ojo es activo, su cola se abre y se cierra mostrando á cada instante su hermosa coloración (un abanico negro y color de salmón).> (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part. first, p. 337. AAA A. L. HERRERA. —ORNITOLOGÍA MEXICANA. 463 Sus hábitos son una mezcla de los de los Empidonaz y los de las Sylva- nias; los insectos desprovistos de alas que están sobre los árboles corren tanto rieseo como las moscas que vuelan á la sombra. Entre otros insectos, se sabe que cazan icnenmones, orugas, escarabajos, hemípteros (King, Greol. of Wis., L, p. 510). «Aunque son numerosos al grado de molestar al colector, pues se encuentran siempre frente á sn escopeta en el acto que dispara en la estación propicia á las Sylvanias, son asimismo un manantial de goces para aquellos á quienes agrada estudiar su activa vida; son tan poco conocidos por el vulgo como los habitantes del planeta Marte, pues á esa gente no se le ha concedido el dón de ver; em- pero, en ciertos años hasta los iniciados notan su ausencia, porque se presenta en número muy reducido. En Agosto empiezan á moverse. Sus filas aumentan con los voluntarios que vienen del Norte y se les encuentra en Septiembre con otros emierantes, dirigiéndose hacia el Sur; esta época es de fiestas y reunio- nes. Las primeras heladas fuertes les indican que ya es tiempo de partir y no tardan, por lo tanto, en marcharse.» ” «Mr. Allen dice que en Verano se presenta con bastante frecuencia en calidad de avesedentaria en las colinas situadas al Oeste de Denver, donde parece evidente que anida; el citado autor añade que indudablemente esta especie está represen- tada, aunque con escasez, en dondequiera que hay arbolados ó montes frondosos, y que de allí se dispersa hacia el Oriente, hasta la costa del Atlántico, lo mismo que hacia el Occidente por todos los valles más bajos de las montañas, porque la encontró en gran número en Ogden, Utah, en otoño. En las montañas no la ob- servó á más de 8,000 pies. Construye un elegante nidito en el gancho de un árbol; lo hace entrelazando varias substancias suaves y felpudas, á las cuales agrega, por lo regular, aleunas tiras fibrosas. El interior está forrado con una cantidad considerable de raicecitas muy finas ó cerdas, ó ambas cosas arregladas en un círculo. El nido completo mide nada más dos y media puleadas de través en la parte exterior y otro tanto de profundidad exterior; la cavidad es general- mente más bien profunda que ancha.» % B. Sexus similis; aloe breviores, magis rotundate; rectrices laterales fere tolte aut in parte terminal late albe. a. Supra nitenti-nigra; speculum alare late album; abdomen coccineum. (1) A. W. Butler. The Birds of Indiana. p. 1,102. (2) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 81. La Nat.—Ser. I1.—T. ML.—Abril. 1901 59 464 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. SETOPHAGA PICTA. Guajolotito. % Setophaga picta, Sw. Zool. UI, ser. 2, 1, t. 3%; Bp. Consp. I, p. 312”; Sel. P. Z. S. 1855, p. 66*, 1856, p. 292%; 1858, p. 299?; 1859, p. 374*; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 12”; Baird, U. S. Bound. Surv. 11, Birds, p. 11*, Rev. Am. B. I, p. 256*; Taylor, Ibis, 1860, p. 110”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. l, p. 546”; Lawr. Mem. Bóst. Soc. N. H. IT, p. 270”; Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 16*; Conues. B. Col. Vall. L p. 335% Salv. Ibis, 1878, p. 306*. Muscicapa leucomus, Girand, Sixteen B. Tex., t. 6, £. 1%. Muscicapa tricolor, Licht. Mus. Berol” (fide Bp. Consp. I, p. 312). Nitenti niera, macula supra et infra oculos, tectricibus alarumn mediis et majoribus, secundariorum marginibus, subalaribus et ventre imo albis, crisso albo ad basin nigro; abdomine medio coccineo; rectrici extima utrinque fere om- nino alba proximee parte basali niora, tertia albo terminata, reliquis omnino nigris; rostro et pedibus nigris. Long. tota 5-0, ale 2-6, caudeo 2-5, rostri a rictu 0-55, tarsi 0-7. (Descr. maris ex Santa Bárbara, Guatemala. Mus. nostr.). 2 mari similis, sed coloribus paulo obscurioribus. Av. hom. sordide niger; abdomine albido sordide brunneo maculato. Hab. Norte América *.—México, Boquillo (Conch*), Real del Monte (Tay- lor”), Zacatecas?, Sierra Madre (Grayson”), Región Alpina de Veracruz (Sumi- chrast*), alrededores de la ciudad de México (Sallé?*, le Strange), La Parada? y Cinco Señores* (Boncard), Montañas Gineta (Sumichrast'*), Guatemala ”” (O. S. et F. D. G.), Honduras (Edwards '”. «México, toda la República.» * Esta bonita Setophaga fué dada á conocer por Swainson, que hizo la des- cripción y el dibujo de un individuo enviado de Real del Monte, México, á Mr. John Taylor*; en el transcurso de los últimos veinticinco años hemos recibido un eran número de ejemplares que nos han remitido de diversas partes de las tie- rras montañosas de México, en donde tiene una extensa zona de distribución, pues está dispersado desde Arizona” y Nuevo León*, en el Norte, hasta las Mon- tañas Gineta, del Estado de Chiapas”. Grayson, que lo observó en Sierra Madre, cerca de Mazatlán, dice que tiene todas las costumbres de los Sylvicolide, pues anda siempre muy atareado, saltando activamente entre las ramas, en busca de insectos y emitiendo al mismo tiempo una especie de chirrido. Con frecuencia extienden la cola, lo bastante para mostrar distintamente las anchas puntas blan- (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 9. (2) Laurencio y Beristain, pág. 40. pa A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 465 cas de las plumas exteriores”. El Prof. Sumichrast lo coloca entre las aves de la Región Alpina de Veracruz, donde frecuenta los parajes situados entre 4,600 y 8,200 pies de elevación; y la mayoría de las otras localidades mexicanas, arriba citadas, están á nna altura considerable. También en Guatemala es un pájaro característico de las florestas de roble, de los terrenos elevados, y sube hasta 9,000 pies. Lo mismo que en México, es una especíe que se hace notar y atrae bien pronto la atención, por sus turbulentos movimientos y la costumbre que tiene de abrir la cola. Mr. Henshaw la ha encontrado criando en diferentes partes de la región meridional de Arizona”. Según las observaciones hechas por dicho antor, la S. picta abaudona Arizona en Invierno. No tenemos pruebas de que haya aloún movimiento de emigración en Guatemala, en donde creemos que reside todo el año; es indudable que cría allí, porque tenemos un ejemplar con su primer plu- maje, colectado en ese país. Parece, por consiguiente, que durante el Invierno tiene lugar una contracción de la área habitada por la especie (contracción que se observa á lo largo de su frontera septentrional), más bien que un cambio de terreno, efectuado por el conjuuto de los individuos. Se ignora aún todo lo rela- tivo al nido y los huevos de esta especie. «Una sola vez he colectado á esta especie, en Tlálpam, en el Invierno.»% «Mr. Henshaw dice lo siguiente: esta hermosa Setophaga ha sido observada en nuestro territorio en la porción Sudeste de Arizona solamente; en dicha re- gión está distribuida en calidad de ave sedentaria, en Verano, en una extensión considerable del país. Parece que no habita las sierras elevadas, ni tampoco las tierras muy bajas, sino que ocupa una posición intermedia y que las colinas ro- eallosas, mal cubiertas de robles, convienen mucho á sus costumbres. Respecto á su manera de anidar, no se sabe nada. Durante la última parte de Agosto, aumen- tan en número, y esto se debe á que su distribución es más general al concluir la estación de las crías. Á fines de Septiembre quedan muy pocos, y probable- mente la especie emigra en Invierno, hacia el Sur.» «Sus movimientos son casi un reflejo exacto de los de la $. ruticilla, á la cual se parecen tanto estos pájaros por la forma. Con las alas entrecerradas y la cola extendida, pasan rápidamente á lo largo de los brazos de los árboles, precipitándose de un modo brusco de cuando en cuando, sobre una mosca vaga- bunda; una vez que han asegurado su presa, vuelven á su puesto y prosienen sus investigaciones. Se mantienen constantemente en movimiento y pocas veces permanecen en un mismo árbol bastante tiempo. Suele vérseles colgar del tronco de un árbol, mientras que se apoderan de algún gorgojo ó insectillo, que sus pe- netrantes ojos han sorprendido oculto en la corteza.» % (1) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. “La N aturaleza,” tomo I, (2) p. 326. 2 (2) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. 15104 665 466 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. «La Setophaga picta guatemale es bastante común en los bosques de pinos del interior de Chiapas.» % b. Supra schistacec, aliguando olivaceo tincto; speculum alare nullum. v. Mentum et gula nigricantia. SETOPHAGA MINIATA. Guajolotito. * Setophaga miniata, Sw. Phil. Mag. new. ser. L, p. 368 * Sel. P.Z. $S. 1856, p. 292 ?;, 1858, p. 299 ?; 1859, pp. 363*, 374”; 1864, p. 173" Baird, B. N. Am. p. 249, t. 58, f. 17, Rev. Am. B. L, p. 259 *; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 546”; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL p. 270”; Bull. U.S. Nat. Mus. n. 4, p. 16”; Salv. Tbis, 1878, p. 308 Y. Muscicapa larvata, Licht. Preis-Vers. mex. Vóg., p. 2 * (ef. J. f. Orn. 1863, p. 58). Muscicapa vulnerata, Wagl. Isis, 1831, p. 529 Y. Setophaga vulnerata, Bp. Consp. L, p. 313”; Sel. P. Z. S. 1855, p. 65”. Muscicapa derhamt, Giraud, Sixteen B. Tex., t. 3, £ 2". Setophaga castanea, Less. Rev. Zool. 1839, p. 42*. Setophaga flammea, Kaup. P. Z. S. 1851, p. 50”; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 12”; Baird, Rev. Am. B. 1, p. 259”. Setophaga intermedia, Hartl. Rev. Zool. 1852, p. 5*?. Supra ardesiaca; alis, uropygio et cauda nigricantibus; fronte, loris, verti- cis lateribus et gula tota nigris, vertice ipso leete castaneo; subtus abdomine toto coccineo, subalaribus et erisso extus albis; caudee retricibus tribus externis eradatim albo terminatis, rostro et pedibus nigris. Long. tota 5-4, caude 2-6, rostri a ricta 0-5, tarsi 0-73. (Descr. maris ex Parada, México. Mus. nostr.). Hab. México*”'*", Sierra Madre (Grayson*), Valladolid (Bullock *), Za- catecas *, Valle de México (White*, le Strange), Jalapa (de Oca*), regiones templada y alpina de Veracruz (Sumichrast*), Temascaltepec y Real Arriba (Deppe), Cinco Señores *, Totontepec? y la Parada* (Boucard), Sierra Madre, cerca de Zapotitlán (Sumichrast '), Guatemala *” (O. S. et F. D. G.). «México, toda la República.» * Aunque Giraud comprende á la S. miniata entre las aves de los Estados Unidos, esa especie no ha vuelto á presentarse desde entonces al Norte del Te- rritorio mexicano; sin embargo, puede descubrírsele todavía en la región me- (1) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, pág. 159. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del ginseo Nacional, pág. 325. (3) Laurencio y Beristain, p. 40. 'NQ SAIYUOY] aus ENIUEJOIALI) E /1197/ SUOL INE 0941) “2 OJNOJO/END Mis EJ914 ebeydojas / A e 7 VZIIVUANLVN Y7 Il Pol A MELINON A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 467 ridional de Arizona, como la S. picta. En México, la Sierra Madre es el límite más septentrional de su zona de distribución, Grayson la encontró cerca de Ma- zatlán, pero dice que es rara en ese punto, porque no llegó á observar más que dos ó tres individuos en las sierras, á uña gran altura. Describe sus costumbres comparándolas á las de los Mosqueros, pues esperan tranquilamente á que pa- sen los insectos. El Profesor Sumichrast dice que habita las regiones alpina y templada de Veracruz, elevándose desde 1,600 hasta 8,200 pies. En Guatemala baja, cuando mucho, á 4,300 pies, en donde abunda generalmente. En todos los bosques apropiados á sus necesidades es común hasta 8,000 pies en los altos de Guatemala. Es una especie turbulenta como la $. picta, y anda constantemente en busca de alimento entre las hojas y ramas de los robles, que son los árboles que frecuenta. Probablemente es sedentario en Guatemala, pues lo observamos en casi todas las épocas del año. Nada se sabe aún respecto al nido y los huevos de esta especie. «Es común en los bosques de las montañas de Chiapas.» O. Sexus similes; statura major; ale rotundate; rostrum magis elongatum, robustius cauda nigricans, rectricibus omnibus plus minusve albo terminatis. SETOPHAGA LACRYMOSA. Euthlypis lacrymosa, Cab. Mus. Hein, I, p. 19”; Sel. P. Z. S. 1856, p 291; 1859, p. 363*; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 274% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. 1, p. 546*; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. 1, p. 270". Basileuterus lacrymosus, Bp. Consp. I, p. 314”. Setophaga lacrymosa, Baird, Rev. Am. B. L, p. 263*; Salv. Ibis, 1878, p. 320". Supra schistacea vix olivaceo tincta; fronte et superciliis, loris et regione suboculari nigris, macula torali et ciliis albis; pileo medio sulphureo; subtus ochraceo—flava, gula et abdomine medio flavescentioribus; hypochondriis oliva- ceis; crisso flavescenti-albo; rectricibus omnibus albo terminatis; rostro nigro, pedibns corylinis. Long. tota 6-0, alee 3-0, caudee 2-8, tarsi 0-95, rostri a rictu 0—7. (Descr. maris ex Alotenango, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México”, Mazatlán (Grayson”), Lagunas (Mus. Berol”), Región templada de Veracruz (Sumichrast*), Córdoba (Sallé”),, Jalapa (de Oca?), Santa Efigenia, (1) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, pág. 159. 468 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Tehuantepec (Sunichrast), Guatemala** (O. S. et F. D. G.). «México, Mesa Cen- tral, Región O. Occidental y Sur.» % La $. lacrymosa fué descrita en un principio según un ejemplar del Museo de Berlín, obtenido probablemente por Deppe en Lagunas, México, porque ahí es donde lo han conseguido después varios colectores. Grayson lo encontró en Mazatlán* y dice que jamás permanece en quietud ni un instante, sino que salta sin descanso sobre los troncos viejos, el suelo, la maleza y las ramas bajas de los árboles con la cola extendida, pareciéndose mucho desde este punto de vista á los Granatellus. Habla de esta especie como de una ave común cerca de Ma- zatlán, en donde frecuenta únicamente los sombríos bosques próximos al río. Colectó todos sus ejemplares en Invierno. El Prof. Sumichrast* lo incluye entre los habitantes de la región templada de Veracruz, que residen á una altura que varía entre 1,600 y 3,300 pies. Dice que es un pájaro raro, pero que obtuvo varios ejemplares en las selvas que cubren las rocas calcáreas de Peñuela, cerca de Córdoba, á cerca de 2,300 pies sobre el nivel del mar. Asegura que sus hábitos difieren de los de las otras Setophaga, porque anda en lugar de saltar, y cuando está en el snelo se le tomaría por un Formicaride. Un ejemplar que mató estaba en medio de una innumerable columna de hormigas Tepegua (Eciton mexica- num), con las cuales, dice, que sin duda se estaba alimentando. En Guatemala sólo habita las florestas situadas á 3,000 6 4,500 pies. En Sep- tiembre se colectó una pareja abajo de la aldea de Alotenango* sus inquietos movimientos traían á la memoria los de sus congéneros y tenían la enriosa cos- tumbre de extender la cola y moverla de aquí para allí. «De tiempo en tiempo se levanta á una pequeña altura, haciendo piruetas, extendiendo la cola y dando un pequeño grito de placer.» % (1) Laurencio y Beristain, p. 40. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. “La Naturaleza,” tomo I, pág. 304. (Nota.—La Setophaga multicolor, descrita por Bonaparte (Consp. Av. Í, p. 312), según un ejemplar del Museo Senchemberg, que se suponía originario de México, no ha sido reconocido desde entonces como ave mexicana. Bonaparte adoptó el nombre propuesto por Gmelin, Muscicapa mul: ticolor, lo cual parece indicar que el pájaro que describió era un ejemplar del ave australiana de La, tham, que lleva ahora el nombre de Petrceca multicolor (Sin.). De todos modos, se debe excluir á la Setophaga multicolor de la fauna mexicana, hasta que se adquieran nuevos datos de su presencia en ese país (Cf. Salvin, Ibis, 1878, p. 321). ss dd AAA AA AS li OS di is IS: e a o si A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 469 FAMILIA VIREONIDAE “, VIREO. Vireo, Vieillot, Ois. Am. Sept. I, p. 83 (1807). (Tipo Muscicapa nobevoracensis, Gm.); Baird, Brew et Ridgw. N. Am. B. I, p. 357; Cones, B. Col. Vall. I, p. 484. Vireosylvia, Bonaparte, Comp. Seist, p. 26 (1838). (Tipo Muscicapa olivacea, Linn.). Phyllomanes, Cabanis, Arch. f. Nat. 1847, L, p. 321. Lanivireo, Baird, Rev. Am. B. 1, p. 345 (1866). (Tipo Vireo flavifrons, Vieill.). Subgénero. Vireonella, Baird, Rev. Am. B. L, p. 369 (1866). (Tipo Vireo gundlachi, Liemb.). Subgénero. Alennos antores opinan que este género debe incluir los V¿reosylvia, y otros están por la reforma contraria. El Prof. Baird estudió minuciosamente estas aves, cuando estaba redactando su «Revista de Aves Americanas;» admitió siete géneros de Vireonide, conservando aparte á los Vireosylvia y los Vireo. Divi- dió al primero en dos subgéneros (Vireosylvia y Lanivireo), y el segundo en Vireo y Vireonella. Las diferencias que sirven para distinguir á estas secciones. están indicadas en los encabezados de cada ernpo de especies. El sistema em- pleado aquí fué adoptado, con ligeras modificaciones, en la «Historia de Aves Norte Americanas;» pero aunque en dicha obra los nombres de Vireosylvia, Lani- vireo y Vireo, som considerados como títulos subgenéricos de Vireo, ocupan á la cabeza de cada especie un rango completamente genérico. El Dr. Coues, en sus diversos escritos y en su obra más reciente sobre las «Aves del Valle Colorado,» aboga porque se nuse V¿reo, en su sentido más vasto, y los argumentos que emite en favor de esta opinión son, á nuestro parecer, dignos de tomarse en conside- ración. Uno de los principales, si no el único punto de distinción entre Vireo y Vireosylvia (la presencia ó ausencia aparente de una primer primaria espúrea), desaparece después de un examen atento, pues dicha pluma está siempre pre- sente, auuque algimas veces en una forma muy reducida. Además, en el caso (1) Estamos de acuerdo con el Prof. Baird (Rev. Am. B. I, p. 322), en el arreglo de esta fa- milia, cuyos miembros se distinguen de los Mniotiltidos, ya sea por el pico encorvado ó por la pre- sencia de una primera primaria espúrea y porla falanje de la base de los dedos que está más unida. El Prof. Baird reune los Vireonidce con los Ampelidce y los Lanidce, y parece ser su clasificación más apropiada. Según se sabe hasta hoy, esta familia carece de parientes próximos en el Antiguo Con - tinente, pues sus miembros están confinados á la de América. 470 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. del V. flavifrons y el V. solitarius (aves cuyo aspecto general es tan parecido, que casi siempre se les ha colocado bajo el mismo encabezado genérico), el es- tado de desarrollo de la primer primaria es diferente en cada una é indica que deben separarse. En Vireo, las piernas son delgadas, las garras débiles y los dedos laterales desiguales. Lia forma de las alas varía: en algunas de las especies emigrantes son puntiagudas, mientras que en otras son más redondeadas. El pico es delica- do, si se compara con el de otros géneros, tales como Vireolanius y Cyclorhis, y encorvado bruscamente en lo punta si se compara con Aylophalus. El primer plumaje de los polluelos se parece al de los adultos y está desprovisto de man- chas, tanto arriba como abajo. Este carácterse aplica á todala familia. En la época actual se sabe que veinte especies se presentan dentro de los límites de México y Centro América, de las cuales nueve son emigrantes del Norte durante la esta- ción del Invierno, llegando en Otoño y partiendo de nuevo en Primavera. De éstas, dos solamente pasan más allá de nuestros límites, penetrando en las partes sep- tentrionales de Sud América. Además de estas aves emigrantes hay once espe- cies más ó menos sedentarias, una de las cuales (V. hypochryseus) es peculiar del occidente de México y las Islas de las Tres Marías; una (V. ochraceus) es compartida por México y Guatemala; otra (V. pallens) por Nicaragua y Costa Rica, y otra (V. carmioli) por Costa Rica y Panamá. V. huttoni, especie septen- trional, aparece como especie sedentaria de México, y el V. amauronotus tam- bién es sedentario allí. En sus cuarteles de Verano los miembros de este género son unos cantores muy alegres durante la estación de las crías, pero en Invierno pronuncian nada más sus notas de reclamo. «Emigrantes en Norte América. Insectívoros, arborícolos. Nido colgante; huevos blancos, manchados.» «Forman una tribu de pajaritos interesantes y agradables, de colores modes- tos, en armonía con el follaje; son bastante numerosos, tanto en especies como en individuos para constituir un rasgo notable de nuestros Ornis silvestres. La ma- yor parte, inclusas las especies más grandes, habitan los altos montes descubier- tos y los árboles de nuestros parques, prados y calles públicas; en tanto que las especies más pequeñas viven en los repajos en compañía de las Zcteria, el Ga- leoscoptes carolinensis y los Harporhynchus. Como se alimentan principalmente de insectos, aunque también comen bayas, son emigrantes en nuestro país y apa- recen con toda la periodicidad de los Sylvicolid«; diversos Vireos anidan por doquiera en los Estados Unidos y algunos de ellos se cuentan entre nuestros más numerosos y visibles visitantes de Verano; muy pocos llegan más allá de los Es- tados Unidos, y sólo excepcionalmente alcanzan latitudes elevadas. Son muy ágiles é industriosos, infatigables en la persecución de los insectos, nerviosos y de porte altamente animado, volubles y versátiles en su canto, pues cada clase tiene sus talentos musicales propios. Aunque insignificantes por sus dimensio- A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 471 nes, son aves valerosas; el pequeño Vireo olivaceus, por ejemplo, se defiende cuando está herido, con todo el brío de un halcón; alennas de las escenas más conmovedoras que he presenciado entre las aves, son ciertamente en los casos en que un Vireo se esforzaba en proteger, animar y simpatizar con un camarada herido. No conocen sino un estilo en lo referente á la hechura de sus nidos, que son una estructura en forma de copa, colgante, de paredes algo ligeras y delga- das, pero de construcción limpia y compacta; lo suspenden de la horquilla de una vara y los huevos son todos blancos, manchados escasa pero visiblemente con marcas obscuras.» * «Son principalmente insectívoros, buenos cantores, de una actividad maravi- llosa, solitarios, emierantes. El Vireo flavifrons forma nidos hemisféricos y pen- dientes todos á las ramas con hilos de los capullos de mariposas, siempre cubiertos en el exterior con una gran cantidad de musgos y de líquenes, de tal suerte, que no resaltan en medio del follaje, sino que, por el contrario, se confunden con el tono habitual de las ramas invadidas por líquenes y musgos; de la misma ma- nera que el Saltapared, suele construir sus nidos con telarañas; sus huevos son muy curiosos: color de rosa con manchas obscuras. Poco se sabe respecto al Pá- jaro perico (Cychloris flaviventris); su plumaje verdoso le hace pasar inadver- tido en medio del follaje; parece ser solitario, monógamo, poco abundante; de un temperamento cruel y belicoso, á tal grado, que no se le puede guardar en canti- vidad en compañía de pájaros pequeños, porque les mata y en seguida les abre el cráneo para devorarles el cerebro. » «Los Vireos son útiles: destruyen muchos insectos.» % A. Ale producte, acute, cauda longiores; remex primus minutus, aliquando obsoletus. (Vireosylvia). a. Corpus attennatum et elongatum, rostrum debile, augustum, rectum; pedes debiles. a. Remezx spurius obsoletus. v. Pileus cinereus utrinque fusco marginatus. VIREO OLIVACEUS. Mucicapa olivacea, Linn. Syst. Nat. L, p. 327. Vireosylvia olivacea, Sel. P. Z. S. 1855, p. 151% 1859, p. 363% Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 12% P. Z. S. 1870, p. 836%, 1879, p. 495% Baird, Rev. Am. B. I, p. (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. I, p. 484. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 11. La Nat.—Ser. 11.—T, 1.—Mayo. 1901. 60 472 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 333"; Lawr. Ann. Lyc. N. Y.IX, p. 96%; v. Frantzins, J.f.Orn. 1869, p. 295% Baird, Brew. et. Ridgw. N. Axm. B. I, p. 363" Sennuett, Bull. U.S. Geol. Surv. 1V, p. 16”. Phyllomanes olivaceus, Cab. J. f. Orn. 1860, p. 404”; Gundl. Orn. Cub., p.55*. Vireo olivaceus, Dresser, Ibis, 1865, p. 480'; Cones, B. Col. Vall. 1, p. 495”. Vireo bogotensis, Bryant, Pr. Bost. Soc. N. H. VII, p. 227”. Vireosylvia bogotensis, Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VILL p. 6". Supra olivacens, pileo cinereo ntrinque fusco marginato, loris fuscis, super- ciliis sordide albis; subtus albus, hypochondriis vix fusco-olivaceo indutis; rostro et pedibus corneis. Long tota 5-0, ale 3-0, caudee 2-0, rostri a rictu 0—7, tarsi 0-7. (Deser. exempli ex Dueñas, Guatemala. Mus. nostr.). Obs. V. calidri, similis, sine stria rictali fusca. Hab. Región Oriental de Norte América “-%, México, Jalapa (de Oca”), Guatemala! (O. S. et F. D. G.), Honduras (6. M.W hitely?), Costa Rica (Carmiol*”), Pauamá (M'Leannan”). Colombia*”*, Cuba”. «México (E. de Veracruz).» % El Vireo olívaceus es un pájaro muy común en los Estados Orientales de Norte América, extendiéndose hacia el Oeste hasta las Montañas Rocallosas y hacia el Norte hasta las playas de la Bahía de Hudson; alennos individuos han llegado á Groenlandia y aun á Inglaterra. En su emigración meridional se pre- senta en Texas, pero una vez solamente se le ha observado en México”, y en Cuba parece que también es raro*. En Guatemala tampoco es abundante, pero se le encuentra con más frecuencia; sube á 5,000 pies de altura en el Volcán de Fuego, cerca de: Dueñas. Pero no sólo busca retiro en las montañas, en Invierno, pues se ha presentado en Honduras y Panamá en parajes situados en ó cerca del ni- vel del mar, puntos en que se han adquirido algunos ejemplares. En Costa Rica y Colombia también se refugia en las montañas. El nido pendiente del V. olívaceus es muy conocido en los Estados Unidos. Lo colocan entre las varas de un árbol del bosque y lo forman con finas tiras de corteza, fibras de plantas, telarañas, etc. Tejen todo esto de modo que forman un nido compacto, el cual cuelgan siempre de las varas á que está pegado. Los huevos son de un blanco claro, marcados (principalmente en la punta más larga) de manchas y rayas de rojo moreno muy esparcidas”. «Esta ave fué colectada en Silam, en Noviembre. (No se me envió ningún ejemplar. O. S.).» Y «Sus notas, tan enérgicas como volubles, resuenan por doquiera en los bos- ques durante los ardores del Verano. La persistencia de estos músicos es real- mente notable; cantan á todas horas, aun al mediodía, en que las demás aves se (1) Laurencio y Beristain, pág. 43. (2) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 441. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 413 retiran á descansar á la sombra, prolongan sus nerviosas notas hasta el fin del Verano, mucho tiempo después de que la exaltación de los otros Mniotiltidos ha pasado. Si lo espiamos en el próximo bosquecillo ó en el árbol que sombrea la casa, lo veremos ejecutar de una manera muy negligente, casi mecánica, ocupán- dose al mismo tiempo en coger moscas, deteniéndose algunas veces en mitad de un compás para dar un picotazo á un insecto, y prosigniendo su canción tan pronto como se le ha despejado la garganta. Ninguno de los otros instrumentistas de la orquesta de las selvas es tan simple y poco pretensioso como este modesto indi- viduo, que parece cantar inconscientemente ó como absorto ensus meditaciones, en tanto que desempeña sus tareas cotidianas. Respecto á la calidad musical de su ejecución hay dos opiniones. El conocido naturalista Henry Guase describe su curiosa cantilena de la manera siguiente: «Generalmente vociferan poco, pero insisten mucho en su chillido, que re- piten con energía cada dos ó tres segundos. Á mi regreso á Bluefields, el 26 de Marzo tuve oportunidad de escucharlo. En cada alameda y casi podría decirse ' que en cada árbol, había uno de estos pájaros repitiendo sus notas incesante- mente y con incansable energía desde su sombrío retiro. «La imaginación más desarrollada, dice Nuttall, no podría nunca concebir una asociación de sonidos semejante. Cuando canta con bastante lentitud, se escuchan distintamente sus dulces gorjeos transportados y afinados de muy diversas maneras. Canta, casi sin ningún intervalo sensible, con muchísima animación, en un tono patético tier- no y agradable, calculado para despertar reflexiones calmadas y atentas en un espíritu sensible.» «Esta especie presenta una particularidad de que participan, hasta cierto punto, los otros Vireos y que indudablemente es conocida de los colectores. Me refiero á la belleza de su plumaje en todas las estaciones. Á pesar de la muda, las plumas se conservan en orden. Ya sea que se les colecte en Julio ó Agosto, ya sean viejos ó jóvenes, siempre están en buen estado y merecen ser conserva- dos aun en épocas en que la mayoría de las aves están pelonas ó llenas de ca- ñones. Los pájaros vernales, en su mejor plumaje, son particularmente lisos y Instrosos. Hace poco he tenido noticia de un hecho nuevo para mí: Mr. W. L. Collins encontró un nido de esta especie en que estaba echada la hembra, aun- que la obra no estaba concluida. El macho llegó al nido poco después, trayendo algunos materiales en el pico, que entregó á su compañera para que los arregla- ra mientras él iba por más. Dicho nido contenía tres huevos, y sólo al cabo de tres ó enatro días pudieron concluirlo. No es cosa rara que se echen en nidos sin terminar: probablemente esto acontece con más frecuencia de lo que supo- nemos, aunque se presencia el hecho menos ámennudo en ejemplos como el pre- sente, pues se necesita que la construcción de un nido colgante esté bastante avanzada para que no haya peligro de que se caigan los huevos. Este Vireo pasa la mayor parte del tiempo en bosques altos y abiertos, en donde se entretiene en cazar insectos, principalmente entre las ramas superiores, donde se le ve con más 474 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. —— frecuencia; pero cuando se trata de elegir el sitio que deberá ocupar el nido, pre- fiere bajar á unos cuautos pies del suelo. Generalmente escoge uno de los árbo- les más pequeños, con especialidad los que tienen ramitas deleadas y extendidas, y suspende el nido por el borde en la abertura de una vara horquillada. Por lo regular, la estructura es muy lisa y compacta, como si los materiales estuvieran tejidos como una estera, y algnien ha llegado á suponer, aunque sin contar hasta hoy con una prueba evidente, que dichos materiales están pegados con la saliva del pájaro. Sea de esto lo que fuere, lo cierto es qne estos nidos son no- tablemente duraderos, coleando muchos meses después de que han sido abando- nados y cuando han caído las hojas y los árboles están desnudos; estas construe- ciones se hacen notar á lo largo de los caminos, alrededor de los extremos de los claros y entre los árboles que forman la maleza de las nobles florestas de robles. Wilson dice que los ratones los aprovechan multitud de veces y que una ocasión una Dendreca hizo su nido en una de estas casas desiertas. Son uno de los depósitos de huevos del Molothrus pecoris más abundantes y sus propie- tarios parecen ser muy afectos á la inenbación de los huevos extraños y á tener cuidado más tarde de los polluelos. El Dr. Brewer refiere un caso en que este Vireo incubó tres huevos de Molothrus pecorís sin poner ninguno propio; da también los detalles de otro caso en que un Vireo puso dos huevos y se detuvo en seguida para incubarlos en unión de dos huevos de Molothrus que habían sido depositados al lado de los suyos. Lia puesta asciende, por lo general, á cua- tro huevos, midiendo éstos cerca de cuatro quintos de pulgada de largo por tres quintos de ancho; su forma no presenta nada de particular; el cascarón es de un blanco puro, manchado con parsimonia con marcas pequeñas y visibles de mo- reno rojizo ó moreno obscuro, principalmente alrededor de la punta más larga. Sucede á menudo que una misma pareja tiene dos crías en cada estación, y pro- bablemente tal es su costumbre en los Estados Meridionales, á juzgar por la eran abundancia de esas aves en dichos puntos y por las épocas en que se en- cuentran polluelos recién emplumados. Sabido es que el Vireo no es exclusivamente insectívoro, y sin duda sucede otro tanto, tratándose de las demás especies de esta familia. Nuttall los vió co- mer con avidez las pequeñas bayas del amargo Cornejo (Cornus) y del astrin- gente Viburnum dentatum. El mismo autor cuenta que un joven Vireo penetró un día en su aposento y se quedó allí de inquilino por algún tiempo. No tardó en reconciliarse con su situación, llegando á domesticarse al grado de comer in- sectos en la mano, y aparentemente al menos, buscando protección contra un irascible 7yrannus carolinensis que ocupaba la misma habitación y le envidia- ba su parte de alimento. Dicho Vireo comía bayas de Viburnum con gran ape- tito, y como las aves de presa, volvía á echar las partes que no podía digerir, ta- les como los pellejos y huevos de las bayas, y las patas y las alas de los insectos. Metía la cabeza debajo del ala para dormir y reposaba profundamente, al con- trario de su compañero de prisión, que nunca fué sorprendido durmiendo durante A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 475 el período de ocho meses que estuvo sujeto á observación. Pero el pequeño Vi- reo tuvo un fin prematuro, como acontece repetidas veces á las favoritas: un rizo de cabellos encontrado en su estómago fué tal vez la causa de su muerte.» «Se observa una gran uniformidad entre los huevos de los Vireonide; no veo ninguna diferencia, excepto en el tamaño, entre los ejemplares de oliva- ceus, bellii, noveboracensis, solitarius y flavifrons. Todos son de un blanco puro, rociados con mucha parsimonia, principalmente alrededor de la punta más lar- ga, con vírgulas pequeñas, pero visibles, de moreno obscuro. Los huevos del V. solitarius y del V. flavifrons son en el todo los más manchados; en un caso de V. noveboracensís no se notan manchas; pero el otro huevo del mismo nido sí está marcado. Asimismo toda una puesta de V. bellí¿ está inmaculada, y en otra no hay más que una que otra mancha aquí y allá sobre toda la superficie. Los huevos de bell¿?, que son los más pequeños, miden 0-70, ó menos todavía, por unos 0-50; los de noveboracensis son un poco más grandes; un ejemplar de gilvus tie- ne 0-74 por 0-54; los de flavibrons, solitarius y olivaceus, son de 0-80 á 0-85 por 0-55 á 0-60. La unificación es esencialmente la misma en todos los casos: nido en forma de copa, de paredes delgadas y material fibroso; lo suspenden por el borde entre las horquillas de una vara.» «Este Vireo es uno de los pájaros más comunes en los arbolados, con espe- cialidad durante las emigraciones primaverales, época en que varios individnos de esta especie son víctimas del colector, á causa de su curiosidad, y en que otros muchos han revelado su identidad, con sus notas inquisitoriales á tiempo para salvar sus vidas. Ninguna ave de los bosques estorba tanto al colector como este Vireo. Por mucho cuidado que se tenga para no cometer un asesinato inútil, es imposible impedir que algunos se pongan al alcance de los tiros.» » «En Kansas River, tuve oportunidad de observar y colectar diversas aves, pues estuve allí en Mayo, estación propicia, y el río era frecuentado por mnlti- tud de pájaros. Los V. belli estaban en pleno canto y perfectamente empluma- dos, de manera es que no se podía penetrar en la arboleda sin ser extravagante- mente saludado por estos curiosos pequeños, que parecían deseosos de disfrutar de sus derechos de colonos. No encontré nidos, probablemente porque todavía no los constrnian, y me ví obligado á contentarme con observar sus curiosas ma- neras, y con disecar aleunos para provecho de la ciencia. Sus costumbres son, por lo que ví, ignales á las del V. noveboracensis; pero sus notas son diferentes.» «Este pequeño Vireo, dice el Sr. Henshaw, parece ser aleo común á lo lar- go del Río Gila, pues habita los espesos bosques que bordan sus orillas. Á me- diados de Septiembre se oía su extraña canción casi todo el día; pero particu- larmente en las ardientes horas del mediodía. Además de su canto, que se parece al del V. noveboracensts, tiene una dura y erañona nota que repite á menudo al andar buscando alimento entre los tupidos matorrales. Se obtuvo un solo ejem- plar, pues son muy tímidos, y tan pronto como perciben el menor ruido, se callan y se esconden entre las breñas.>» «Se sabe que anida en toda la extensión comprendida entre nuestra frontera A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA, 503 —— meridional de Texas, hasta los límites de su distribución hacia el Norte, y que en México llega hasta Tehuantepec; pero los períodos de sus emigraciones y la completa extensión de su residencia en Invierno, se ignoran aún. No se me ha presentado la ocasión de examinar el nido y huevos del V. bell?; pero han sido ya minuciosamente descritos por el Dr. Brewer. El Sr. Gross halló en Kansas, en el mes de Junio, un nido colgante como es costumbre, sus- pendido de las tres cuartas partes de su orilla de dos varitas. «Sobre éstas está atado fuertemente un fino tejido afelpado, hecho con fibras de plantas entrelaza- das con delicados vástagos. Con éstos están unidos y entretejidos también los materiales que constituyen la periferia del nido. Éste se compone de largas y delgadas tiras de corteza, fragmentos de hojas secas, virutas de madera y otras varias substancias en pedazos. Muy al contrario de los nidos de otras especies de la familia, éste está forrado con plumón y con los largos y finos pelos de al- gunos animales, empleados en vez de tallos vegetales. El diámetro, así como la altura del nido, es de cerca de dos y media puleadas.» Sin embargo, otro nido descrito por el mismo Doctor, estaba forrado, como es costumbre, con zacates y renuevos finos; éste era de diferente forma, pues era casi dos veces más ancho que profundo, y tenía el borde contraído, así es que la abertura tenía única- mente la mitad del diámetro externo. Los huevos tienen de 0-73 á 0-76 de largo por 0-52 ó 0-56 de ancho. Son de un blanco puro, manchados con escasez de rojo alrededor de la punta más larga.» «Sus costumbres, dice el Sr. Trippe, se parecen muchísimo á las del V. no- veboracensís, prefiriendo las malezas á los árboles. Sus notas son completamente distintas de las de los otros Vireos, pareciéndose algo á las de los Sialia, á prin- cipios de la Primavera; pero son más rápidas y listas.» «Por sus maneras y costumbres en general, puede comparársele al V. nove- boracensis, al cual se parece ignalmente por sus caracteres físicos, aunque esta- ban todavía más semejantes á los del V. gilbus.>» % «Las cercanías de nuestros hermosos lagos son las localidades que prefieren para anidar. El nido es bastante parecido al de los otros Vireos, es colgante y bien hecho; lo forman con tiras de corteza y lo atan con estas mismas á los gan- chos de un brazo horizontal, componiéndolo, además, con seda de polillas, nidos de avispas y arañas y pedacitos de corteza de Asclepias, etc. Tiene la forma de una canasta de tejido firme, hecha con frasmentos de cualquier substancia flexi- ble y forrada con zacate, tiritas de vid y pedacitos de hojas. El abedul blanco, que abunda á orillas de nuestros lagos, es escogido de preferencia. Los huevos son de uu blanco puro, salpicados ligeramente de manchas de negro moreno, so- bre todo en la punta más larga. Ponen cuatro. No hay con seguridad ninguna otra ave canora tan afecta á ocultarse entre los matorrales bajos como la pre- sente.» E (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part. first, p. 526. (2) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 161. La Nat.—Ser. 11.—T. 111.—Julio. 1901 64 504 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. «Su canto no es brillante como el del V. olívaceus, sino dulce y lastimero, sin ser lánenido, pues lo lanzan con gran brío. No puede decirse que sean dema- siado ariscos, pues los he visto criar á sus pequeñuelos á unas veinte varas de una cabaña situada cerca del lago y á través de una vereda frecuentada. Las primeras heladas los alejan de nuestras latitudes; pero no se sabe con exactitud la fecha de su partida.» % b”. Subtus fere unicolor. a”. Rostrum robustum. VIREO OCHRACEUS. Vireo ochraceus, Salv. P. Z. S. 1863, p. 188*; Baird, Rev. Am. B. L, p. 366%; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. Il, p. 272*. Vireo semiflavus, Salv. P. Z. S. 1863, p. 188*, Supra ochraceo-olivacens, stria preeoculari flavida; alis et cauda fusco- nigricantibus, illis albido marginatis et bifasciatis, hac dorsi colore limbata; snb- tus ochraceo—flavidus, gula pallidiore; rostri maxilla pallide cornea, mandibula albida. Long. tota 4-5, alee 2-2, caudee 1-8, rostri a rictu 0-6, tarsi 0-8. (Deser. femine ex San José de Guatemala. Mus. nostr.). Obs. Mas. aut avis adultus corpore supra minus ochraceo et subtus flaves- centiore differt. Hab. México, Mazatlán (Grayson*”), Mérida, Yucatán (Schott*), Progreso, en Yucatán (Gaumer), Honduras Británicas (Roe), Guatemala (O. S.*), San José de Guatemala (O. S.'). «México, región Occidental y Sur.» 9 El V. Ochraceus es un ave poco conocida y solamente dos veces tuvimos oportunidad de observarla: una, en Abril de 1862, en un bosquecillo, en las sa- banas cercanas á Sakluk, en el Departamento de Peten; y la otra, en Enero de 1863, en los montes que bordan la Playa del Pacífico, cerca del puerto de San José en Guatemala. «Colectado en Silam y Progreso. No conservo ejemplares ni sé si lo habré observado en otras partes del Estado.»* b”. Rostrum debile. (1) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Repert of the State Zoologist, p. 369. e (2) Laurencio y Beristain, p. 43. (3) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 442. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 505 VIREO HUTTONI. Vireo huttoni, Cassin, Pr. Ac. Phil. V, p. 150%; Sel. P. Z. S. 1858, p. 302%; 1862, p. 19% Baird, Mex. Bound. Surv. IL, Zool., Birds, p. 12*; Rev. Am. B. I, p. 397%, Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. 1, p. 548% Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. I, p. 387”; Salv. Ibis, 1874, p. 99*; Cones, B. Col. Vall. I, p. 525”, Supra sordide olivacens, pileo paullo cinerascente; oculis sordide albo cons- picillatis; alis et cauda fusco-nigris dorsi colore limbatis, illis albido bifasciatis; subtus dilutior, abdomine medio albicantiore; rostro corneo, pedibus plumbeis. Long. tota 4-6, ale 2-5, caudee 1-95, rostri a rictu 0-6, tarsi 0-72. (Descr. maris ex Volcán de Fuego, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. Norte América'*”.—México, Monterrey (Couch*), región alpina de Ve- racruz (Sumichrast”), Valle de México (le Strange), Cosamaloápam?, Cinco Se-- ñores* y Lia Parada” (Boncard), Guatemala (O. S.*). «México, toda la Repúbli- ca.» Y Según manifiesta el Prof. Sumichrast, el V. huttoni es sedentario en las re- giones alpinas del Estado de Veracruz, en México”, y probablemente sucede otro tanto á través de toda su zona de distribución en este país y Guatemala. En Guatemala se le colectó á una altura de 7,300 pies sobre el nivel del mar. Este ejemplar era macho y se le encontró en Octubre 10 de 1873*, El Vireo huttoni fué descrito por Cassin, según unos ejemplares obtenidos cerca de Monterrey, en California*; desde entonces se le ha encontrado en ese es- tado, en Invierno, en el paralelo 38%; así es que en toda su zona de distribución parece que esta especie es un ave mucho más sedentaria que los demás miem- bros de su familia. Cuando Brewer hizo su estudio acerca de esta ave” y se ocupó de su nido y huevos, sólo pudo citar una nota de Mr. Xantus, que dice haber encontrado un nido con huevos en Mayo, en el Fuerte Tejón, en California; estaba dicho nido á un pie de altura del suelo, su tejido era flojo y lo habían suspendido de tres tallos de yerbas bajo los árboles altos. Cautividad.—El Bombycilla garrula soporta muy bien la cantividad. Cnan- do se le pone en jaula busca la salida para escapar, pero al cabo de un instante se somete á su suerte, devora las bayas que llenan el comedero y se queda tran- A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 337 quilo. Si se le dan las bayas mezcladas con la pasta de los Tordos, come todo y acaba por contentarse con la pasta sola.» «Es menos difícil alimentarle que á los Tordos, pues comunmente le basta pan blanco remojado en agua, salvado diluido igualmente en agua, legumbres cocidas, papas, ensalada, etc. No reclama, pues, grandes cuidados. Lo que ne- cesita ante todo es alimento en abundancia.» «Como es de carácter pacífico, no ensucia su sedoso plumaje, que está siem- pre liso y brillante; sus costumbres dulces y tranquilas encantan á su amo.» «En las grandes pajareras se encuentra muy bien, y vive en buenas relacio- nes con los otros pájaros. Algunos han sido conservados en cautividad durante ocho ó diez años, pero la mayor parte no pasan el primer Estío.»% «La única especie de esta familia que se encuentra por todas partes y en abundancia en el Verano, es la Ampelis cedrorum, conocida con el nombre de Chinito, y muy apreciada por los epicúreos mexicanos.»% «En cualquiera época del año, y casi en todo el país, se escuchan unas no- tas extrañamente balbuceantes y fatigosas; y si se busca al cantor, se verá á una docena ó un centenar de avecillas que andan revoloteando de una manera des- embarazada y aleo ondulante, hasta posarse, formando un cuerpo compacto, en el árbol vecino, donde permanecen inmóviles y silenciosas un instante, muy er- enidas, desplegando sus largos copetes; en segnida empiezan á moverse y á co- mer, á menos que se alarmen y vuelen á otro árbol. Cuando se maduran las ba- yas azules del cedro, las engullen con voracidad, llegando á atragantarse lite- ralmente con ellas; las últimas bayas se les pegau eu sus espaciosas gargantas por falta de sitio en el estómago. Á veces estos glotones llegan á un extremo de gordura extraordinaria, y sn carne es muy apreciada por los gastrónomos. Tam- bién son muy afectos á las cerezas, y en realidad á nna gran variedad de fruti- tos. Naturalmente los horticultores son enemigos de estos consumidores de fruta, y matan tantos, que en alounas regiones consiguen hacer disminuir su número. Pero débese recordar que en ciertas estaciones, estos indolentes elotones desple- gan más agilidad y destreza en la caza de puleones de la que podría esperarse, y que entonces destruyen grandes cantidades de insectos dañinos. Que el iracun- do jardinero recuerde esto antes de hacer uso de su fusil, y esperamos que, con el transcurso del tiempo, aprenderá la gente que la mortalidad que se efectúa imprudentemente, aun con ladrones tan descarados como los Cuervos y los Azu- lejos, favorece las plagas de insectos, y es, por ende, perjudicial á los intereses del agricultor.» «Como la mayoría de los individuos bien nutridos, nuestros Tontitos hacen olvidar su glotonería é indolencia con algunos rasgos de fineza y amabilidad. Son aves cariñosas y de tierno corazón, amantes unas de otras, y muy capaces (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. II, page 621. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz, “La Naturaleza,” tomo 1, página 306. 538 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. de llegar al heroísmo al tratarse de socorrer á un camarada en peligro. En janla observan, por lo regular, una conducta agradable, y son vistosos y gentiles; tie- nen cierto aire de nonchalance, pero á pesar de esto, las moscas no deben come- ter la indiscreción de penetrar en la jaula. Estos pájaros son muy inocentes ó muy poco suspicaces, pues se dejau matar ó capturar cuando un poco de ingenio los hubiera salvado. Su indiferencia habitual se extiende hasta sns negocios amorosos y domésticos; hacen el amor con frialdad, sin apresnrarse ni preocn- parse por las consecuencias. Todo el Verano se les ve vagar en bandadas; ani- dan casi ya al concluir la estación, y suelen posponer sus negocios domésticos hasta el Otoño. Su emigración es tan irregular como sus costumbres; no se pue- de contar con ellos á este respecto, pues audan errando por el país por donde- quiera que hallan alimento abundante y accesible. En el Otoño se retiran de las regiones más septentrionales y menos incitantes á su gula; pero en casi todo el país se les puede encontrar en cualquier mes del año, mientras que los demás están en México, Centro América é Indias Occidentales.» «Así pasan su perezosa y vulgar existencia estos débonnatre pájaros, socia- bles, pero no domésticos, aleo disipados, benévolos cou un amigo en peligro, tra- cgones y afectos á hacer gala de sus historiados copetes, que mucho les preocn- pan.» % : «Anida en los árboles, á cinco ó veinticinco pies del suelo. Suele anidar en los arbustos, en las huertas, prados, alamedas, ete.; hace el nido con varitas, cor- teza, hojas, etc., forrándolo con zacate y pelo. Huevos, 3-9; de un eris azulado ó de color de piedra, marcados más ó menos distintamente de negro y castaño obs- curo; 0-87 por 0-61.» «Excepto durante la estación de las crías, los Tontitos son sociables y vagan én bandadas compuestas por seis ó veinticinco individuos, y alounas veces por ciento ó más. Siguen la dirección que les sugiere su interés; así es que abundan ó escasean en mua localidad, según la cantidad de alimento que allí encuentran. Son sedentarios en todo el estado; pero sn uúmero varía, siendo generalmente más numerosos en el Norte,en Verano, desde principios de Mayo hasta Octubre, y en el Sur, en Invierno y durante las emicraciones.>» «Anidan de Junio á Agosto. Hacen frecuentes visitas á los cerezos, y cenando se acaban las primeras cerezas, empiezan á pensar en constrnir el nido. Por lo regular lo colocan en arbolitos, arbustos y matorrales. Lo construyen también en los frutales de las lmertas y patios, y en los árboles que dan sombra á las calles de las poblaciones.» «Un nido estaba en un arbusto enbierto de bayas, á seis pies del suelo. Su diámetro externo era de 5-50 pulgadas; su profundidad interna, de 2-00 pulga- das. Se componía de zacate y varitas forradas con corteza de vid, musgo y lí- quenes. En el Estío y el Invierno constituyen su alimento las frutas silvestres, bayas y semillas. En Invierno nada los atrae tanto como el Celtis occidentalis. (1) E. Coues. Birds of the Colorado Valley. Part. first, p. 470. A ATA A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 539 En ciertos años viven, á principios de la Primavera, en los árboles Hamados Cer- cis. El Prof. F. IZ. L. Beal hace notar que de 152 estómagos que examinó, la ma- teria animal constituia el 13 por ciento, y la vegetal el 87 por ciento del alimen- to. Excepto unos cuantos caracoles, toda la comida animal eran insectos, en su mayor parte, perjudiciales. Del alimento vegetal, el 74 por ciento eran frutos ó semillas silvestres, y el 13 por ciento frutos cultivados, inclusas las frambnesas y moras, que quizá no eran cultivadas. Se dice que los Tontitos crían á sus po- llnelos casi exclusivamente con insectos. Respecto á las cerezas, sólo comen las primeras, y eso no en tan eran cantidad como se supone. Siendo su alimentación tan variada, puede ser un ave útil en el caso en que sobrevenga una plaga in- secticida. El Prof. S. A. Forbes ha demostrado que en una huerta infestada con carcoma, el pájaro más útil era el Tontito. Residían en la huerta 30 aves por lo menos, y se nutrían enteramente con dichos eusanos. El número que contenía cada estómago, según cuenta exacta, variaba entre 70 y 101, y en la mayoría de los casos llegaba á 100. Por lo tanto, estos 30 pájaros se estabau comiendo la plaga á razón de 3,000 ensanos por día, ó sea 90,000 durante el mes en que están expuestos á sus ataques.» (Rept. Mich. Hort. Soc., 1881, p. 204). «Tienen nua nota peculiar y balbuceante, que emiten en un tono monótono. Cuando están en las ramas de un cerezo, á principios de Junio, parece que inha- lan dicha nota. Cuando echan á volar, cada individuo la repite tres ó cuatro ve- ces. Estas notas se convierten en canción á la entrada del Verano; canción espe- cial y balbuceante, que nos indica que las parvadas se están separando para for- mar parejas á medida que adelanta la estación.» % «Esta hermosa ave cuenta con un reducido número de amigos, porque no canta, y tiene una afición marcada por las cerezas, que perjudica los intereses de los que cultivan dicha fruta. Durante mucho tiempo estuve bajo la influencia de las preocupaciones populares relativas á este pájaro; pero un día una aldeana me vendió uu polluelo ya crecido. Su save y delicado manto y sn cabecita ador- nada con un gallardo copete, eran verdaderamente irresistibles: así es que lo compré, aunque decidido á ponerlo en libertad cuando llegara la época de la emieración otoñal. Lo solté en el comedor y voló á pararse sobre una repisa que estaba en la antesala. Desde entonces ese fué su retiro predilecto. Manifestó, desde el primer día, una confianza absoluta á todos los miembros de la familia, y se ocupaba en desembarazar la casa de las moscas y las arañas, con excepción del tiempo que dedicaba á bañarse y á alisar su plumaje, 6 á coger un pedacito de aleún manjar de sn asrado de mi propio plato ó de mis labios. Se contentaba con poco y volvía á su repisa á limpiar sn pico hasta no dejarle ni una sola par- tícula de comida; en seguida tornaba á posarse en mi hombro, del cual saltaba al borde de mi vaso de agua, y después de beber se diricía á la repisa, donde permanecía quieto hasta que conclniamos de comer. Más tarde resumía sus ex- (1) A, W. Butler. Indiana. Department of Geology and Natural Resources. 224 Anmual Re- port, 1897. Blatchley, p. 1,052. 540 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. ploraciones en busca de arañas y moscas, entrando y saliendo á la bodega y á la despensa. No me originaba trabajo aleuno, pues sólo tenía que colocar un papel debajo de su palo y un trasto con agua para que bebiera cuando la fami- lia estaba ausente. Varios ornitologistas distinenidos se quedaron á comer con- migo en diversas ocasiones, y quedaron muy complacidos y sorprendidos de sus proezas. En Otoño nunca manifestaba el menor deseo de emiorar. Desgracia- damente, un sábado olvidamos dejarle agua, y se quedó un jarro erande, medio lleno, sobre la mesa; trató, sin duda, de beber allí, se cayó, no pudo salir y se ahogó de la manera más ignominiosa. Á pesar de su inclinación por las bayas y cerezas, me probó que su especie es más útil que ninguna otra al cultivador de frutales, por el gran número de gusanos, larvas é insectos de todas clases que destruye. El Sr. F. L. Washburn, cuyas observaciones en el valle del río Rojo me han sido muy útiles, dice: «Á mediados de Agosto se ve volar, sobre los loda- zales y estanques (en la región del río Chief, etc.), una mosca blanca, pequeña, transparente como la gasa, una especie de coleóptero que agrada mucho al Ton- tito. Casi media hora estuve observando á seis de estos pájaros, que revolotea- ban constantemente sobre un pantano, cogiendo inmensas cantidades de esos insectos. No parecían cansarse, sino que volaban con lentitud contra el viento, desviándose un poco, ya para un lado, ya para otro, hasta que llegaban al ex- tremo del pantano, de donde se volvían para repetir idéntica maniobra, pasando sobre el mismo punto nua y otra vez. Á veces lanzaban la nota característica de su especie; pero, por lo general, volaban en silencio. Todo el tiempo que los observé, no descansaron ni por un instante. Son afectos también á las grosellas necras, que se encuentran en los bosques en esta estación.» Llegan en grandes bandadas á principios de Abril. En ciertas ocasiones unos cuantos individuos se han quedado todo el Invierno. Poco después del primero de Mayo, las par- vadas inás grandes se subdividen hasta que sólo quedan parejas, y construyen sus nidos eu un ramo horizontal de diferentes clases de árboles, en los terrenos de pasto, alrededor de la casa ó en.la madera. Consiste en tallos de yerba, tiras de corteza, hojas, pasto, raicecitas, etc. Es muy profundo, y está forrado con za- cate fino, raíces y cerdas. Generalmente ponen cinco huevos azul claro con ma- tices de purpúreo ó moreno, algo marcados con manchas negras y moreno obs- curo. Tienen dos crías. Ninguna otra ave que no sea eantora debe ser tan bien recibida por el agricultor como el hermoso Tontito.»% (1) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 358. —. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 541 PTILOGONYS. Ptitiogonys, Swaiuson, Phil. Mas, new ser. L, p. 368 (1827). Ptiliogonatus, Sw. Zool. Journ. III, p. 164. Ptilogonys, Bp. Consp. L, p. 335; Baird, Rev. Am. B. I, p. 410. Aunque el ala es puntiaeuda en este género, los cañones secundarios son más largos, en proporción á los primarios, que en el género Ampelis; el primer primario está bien desarrollado; el segundo y tercero son agudos y considera- blemente más cortos que la punta del ala; el tercero está ligeramente encorvado en la parte exterior hacia la punta; el quinto es el más largo; el cuarto y sexto, casi ienales; la cola es larga, casi cuadrada en la punta, en el P. cinereus, mien- tras que la cola del P. caudatus tiene la forma de una cuña, y las plumas cen- trales muy alargadas; el pico es corto, la abertura ancha, las cerdas rictales re- enlarmente desarrolladas; las ventanas de la nariz son ovaladas, y las plumas frontales se acercan bastante al extremo próximo de la abertura nasal. Aunque el plumaje es suave, tiene el tejido algo más abierto que el de los Ampelís. Se conocen dos especies: una que habita las montañas de México y Guatemala, y la otra, los montañosos distritos de Costa Rica. En Norte América, su aliado más próximo es el género Phainopepla; pero en la América del Sur carece de parien- tes, aun remotos. PTILOGONYS CINEREUS. «Jileuero, Jaltomatero, Jaripa.»% Ptiliogonys cinereus, Sw. Phil. Mas. new ser. I, p. 368*; Zool. 111. new ser. DE 4. 625 101,4. 1022. Ptilogonys cinereus, Bp. Consp. I, p. 335% Sel. P. Z. S., 1856, p. 299*, 1858 p. 302%; 1859, p. 363"; 1864, p. 173%; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 13% 1860, p. 31"; Baird, Rev. Am. B. l, p. 412”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 548*; Dugés, «La Nat.,» L p. 141 *; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IT, p. 273%; Salv. Cat. Strickl. Coll., p. 147”. Ptiliogonatus cinereus, Sw. Zool. Sonrn. III, p. 164”. Hypothymis chrysorrhoa, Temm. Pl. Col. 452". Hypothymis mexicanus, Licht. Preis-Vers. mex. Vóg., p. 2, ef. J. f. Orn. 1863, p. 58”. (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 13. 542 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. A e Cinerens, capite sammo dilutiore, fronte, oculoram ambitu et mento albis; regione parotica et cervice postica griseo—-fuscis; alis et cauda quadrata sericeo— eyanceo, nicris, hujus rectricibus quatuor utrinque lateralibus plaga quadrata magna alba notatis, hypochondriis olivaceo-flavis, abdomine imo et tibiis albis, crisso Inteo; rostro et pedibus nigris. Long. tota 8-0, alee 35-75, candee 4-15, ros- tri a rictu 07, tarsi 0-65. (Descr. maris ex Parada, México. Mus. nostr.). Femina fuscescens, subtus dilntior, fronte; mento et oculorum ambitu albis, abdomine imo et macula candali sient in mare albis, crisso Inteo. (Deser. femi- ne ex Oaxaca, México. Mus. nostr.). Hab. México* (Deppe”", J. Mann”), Mesetas (Bnllock*), Real del Monte (J. Taylor”), Guanajuato (Dugés”), Sierra Madre, cerca de Colima (Xantus"2), Valle de México (White*, le Strange), Córdova”, Orizaba (Botteri*), Región Al- pina de Veracruz y Valle de Orizaba (Sumichrast*), Jalapa (de Oca”), La Parada (Boncard *), Oaxaca (Fenochio), Guatemala (Constancia*”), (O. S,'), Dueñas (O: S. et F. D. Gr”). «México, en casi toda la República.» El P. cinereus ha sido estudiado por la mayoría de los colectores que han recorrido las serranías de México; las localidades más septentrionales en que se le encuentra, son Guanajuato y la Sierra Madre, cerca de Colima. En el Estado de Veraernz, dice el Prof. Sumichrast, que, aunque baja á 4,000 pies en el Vallo de Orizaba, es una ave peenliar de la región alpina, donde asciende á una altura de cerca de 10,000 pies. En Guatemala sube á 10,500 pies. En el Volcán de Fue- go, lo veíamos á menudo en las encinas que crecen en las orillas de un camino abierto en la floresta. Perseguía y atrapaba á los insectos en el aire, y se ali- mentaba, sin duda, con las bayas de las diferentes especies de muérdago que abundan en localidades semejantes, así como con otros frutos. Se nota una ligera diferencia entre los ejemplares mexicanos y guatemal- tecos del P. cinereus, en lo concerniente al plumaje de los machos adultos. Los segundos tienen menos blanco en la barba; el color ceniciento de la superficie inferior es algo más obscuro; los flancos son de un color aceitunado un poco más brillante, y en el vientre bajo hay menos blanco. Estas diferencias son dignas de mención; pero no bastan para establecer una distinción específica. Se ignora todo lo referente á la nidificación de esta especie; pero tenemos un ejemplar en su primer plumaje, colectado el 6 de Julio en el Volcán de Fnue- go, y era tan joven, que indudablemente nació en los alrededores. En este pájaro no hay huellas del primer plumaje manchado, que es como el de la hembra; el vientre es amarillento y del mismo color que el crissum, y las alas y la cola tie- nen el mismo color que las del ave adulta. Xantus dice que el iris del pájaro vivo es de color de carmín”, y Don Fenochio asegura que es «muy obscuro.» Desgraciadamente olvidamos fijarnos en su color. . (1) Laurencio y Beristain, p. 43. A. L. HERRERA. —ORNITOLOGÍA MEXICANA. 3435 «Vnlg. Gorrión jilouero. Región alpina. Este pájaro prefiere la región ex- presada, aunque se le encuentra al pie de las montañas del Valle de Orizaba (1,250 metros).» PHAINOPEPLA. Phainopepla, P. Z. $. 1858, p. 543 (tipo Plilogonys nitens, Sw.); Baird, Rev. Am. B. I, p. 415. Su lustroso plumaje negro y su largo copete occipital, son los caracteres distintivos de esta especie; tiene, además, el pico más débil y menos deprimido que los Plilogonys, y las cuerdas rictales mucho más largas. Las alas tienen un primario erande, ancho y espúreo; el segundo y el tercero son anchos y redon- dos en la punta; el quinto es el más largo del ala, y excede un poco al cuarto y al sexto. Las plumas frontales, aunque no cubren las narices, poseen unas cuan- tas cerdas largas que tienen las tres cuartas partes del largo del culmen. La cola es larga y ligeramente redondeada; el tarso, corto como el de los Plilogonys y Ampelts. Este es un género monogfípico, y su único miembro, el Phainopepla nitens, tiene una zona de distribución bastante amplia, pues abarca desde los confines septentrionales del Sur de México hasta los Estados situados al Sudoeste de la Unión. PHAINOPEPLA NITENS. «Chivo, Reyecito, Ruiseñor,% Chivo negro.» Ptilogonys nitens, Sw. An. in Menas., p. 285'; Bp. Consp. L, p. 335% Cass. Ill. B. Cal. etc. Tex., p. 169, t. 29*. Phainopepla nitens, Sel. P. Z. S. 1858, p. 543% 1864, p. 173%, Baird, U. $. Bound. Surv. IL, Birds, p. 11” Dresser, Ibis, 1865, p. 480”, Dugés, «La Naf.,> IL p. 141*. Phenopepla nitens, Baird, Rev. Am. B. I, p. 416%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L p.548"; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. I, p. 405”; Coues, B. Col. Vall. I, p. 475”. (1) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. “La Naturaleza,” tomo I, pág. 306. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, pág. 13. (3) A, L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. “La Naturaleza,” Tomo 1 (2), pág. 325. La Nat,—Ser. 11.—T. 111.—Sept. 1901. 69 D44 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Lepturus galeatus, Less. (1838) fide Bonaparte”. Ptilogonys aterrima, Licht. Mus. Ber.”. Nitens chalybeo—nigra unicolor, alarum remigibus pogonio interno media- liter albis, crista elongata corpore concolori. Long. tota S-0, alse 4-0, cando 42, rostri a rictu 07, tarsi 07. (Descr. maris ex urbis México vicinitate. Mus. nostr.). Femina fusca, supra paulo saturatior, capite sicnt in mare cristata, alis et cauda nigricantifuscis, illis et crisso albo undique marginatis. (Deser. feminse ex urbis México vicinitate. Mus. nostr.). Hab. Norte América***".—México*”, Coahuila (Counch?*), Guanajuato (Dn- ges”), Mesa de México, Valle de Orizaba y Estado de Puebla (Sumichrast*), Valte de México (White*), Sierras de México (le Strange), Cimapán (Deppe”*), Mira- dor (Sartorins?*). «Mesa Central, región N. y 0.» % «Swainson fué el primero que describió esta especie, en 1837; tratábase de una hembra y un macho obtenidos en México, y desde entonces se le ha encon- trado en todas las porciones centrales y septentrionales de este país; atraviesa la frontera y llega á Texas, Nuevo México, ete. Parece, sin embargo, que no es muy común al Sur de la ciudad de México, pues no estaba comprendida en las colee- ciones de Mr. Sallé y Mr. Boncard. Parece, igualmente, que no visita la costa oe- cidental. El Prof. Sumichrast dice que está muy bien distribuida en toda la Mesa de México, y que sólo raras veces llega al Valle de Orizaba á una altura de cer- ca de 5,000 pies”. Añade que es muy común en Tehuantepec, población cercana á la ciudad de México.» : > «Se alimenta con insectos, frutos y principalmente con las bayas de diferen- tes especies de muérdago. » «Dicen que el nido está construido á la ligera, y que lo colocan en una rama horizontal de un árbol bajo; mide unas cuatro puleadas, y se compone de vari- tas deleadas y fibras de plantas forradas con un poco de vello de Populis moni- lifera y una pluma cualquiera. El número de huevos contenidos en un nido no pasa de dos. El fondo es de un color blanco verdoso, tirando á color de alhuce- ma y blanco cenizo, y están manchados en toda su snperficie con diversos mati- ces de moreno. Las manchas son pequeñas, y están distribuidas con más profu- sión alrededor de la punta más larga del huevo.» «Me inclino á creer que esta especie se encuentra en el Valle, únicamente de una manera accidental.»“ «Vagando á la ventura por Arizona, unas veces á la caza de aves y otras á la caza de indios, solía ver un pájaro desconocido entonces para mí y que llegué al fin á considerar como un verdadero «enigma,» tan erande era la persistencia . 3 A . (1) Laurencio y Beristain, p. 43. (2) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. “La Naturaleza,” tomo 1 (2), p. 325. ), / AP , A. L. HERRERA. —ORNITOLOGÍA MEXICANA. 545 con que huía de mí; unas veces porque no estaba á tiro y otras porque teníamos órdenes de no tirar para no ser descubiertos: el caso es que siempre se me esca- paba. Era un hermoso pájaro negro como el azabache, y tenía un par de discos blancos que mostraba al volar. Generalmente lo veía entre la espesura más tupi- da, yendo de aquí para allí con un vuelo nervioso al par que ligero, muy seme- jante al del zenzontle; balanceábase un momento sobre un vástago prominente, con las alas y la cola extendidas, lanzándose en seguida para atrapar un insecto vagabundo ó para ocultarse en los seguros retiros de la espesura. De vez en cuando escuchaba una nota algo áspera y lastimera, que aprendí á asociar á este turbulento y salvaje pájaro; una ocasión tuve oportunidad de escuchar una so- berbia pieza musical, que tengo la convicción de que provenía de este individuo. Empezaba á obscurecer: me hallaba en el campo de una partida de centinelas avanzadas, de vuelta de una expedición infructuosa en pos de alennos indios, quienes habían huido con nuestras provisiones: algunos se ocupaban activamen- te en preparar el entierro del destrozado y carbonizado cuerpo de un camarada, asesinado y quemado unos cuantos días antes en aquel mismo sitio, donde los lobos se habían disputado sus restos. El pájaro, de buen ó mal agiiero, se pre- sentó ataviado sombríamente, y cantó nu reguien que enterneció á todos los cir- ennstantes; el campamento aparecía más silencioso que de costumbre, y nos acos- tamos temprano.» «Esta fué la última vez que ví y oí á este pájaro, que en Verano es sedenta- rio y poco común en las cercanías de Fort Whipple, aunque abunda un poco más abajo y más al Sur. Observé que prefería los sitios algo abiertos, y estudió asimismo alennos de sus rasgos característicos; pero, como he dicho, aprendí poco respecto á sus hábitos. El Coronel G. A. McCall fué el primero que lo agre- gó á la fauna de los Estados Unidos, después de su viaje desde Vallecita hasta El Chino, California. Á orillas de un arroyuelo de la montaña, enyas limpias aguas estaban sombreadas á intervalos por nudosos y enmarañados robles, este distinenido oficial observó una docena de estos obscuros pájaros, saltando entre los ramos superiores y persiguiendo activamente á los insectos; ligeros y gracio- sos cnando vuelan, auuque menos veloces y decididos en sus movimientos que los verdaderos algnaciles de moscas, se elevan en el aire para volver á sus pues- tos deslizáudose rápidamente, en tanto que los rayos del sol hacen resaltar la mancha blanca del ala con el color negro del resto de su cuerpo. Al aproximar- se, cundió la alarma entre estos gallardos pájaros, que interrumpieron sus evo- Inciones aéreas y volaron hacia la colina para proseguir su interrumpida tarea entre los matorrales. Signió á los caprichosos fugitivos, y al fin aseguró algn- nos, después de trepar y bajar buen trecho por entre las rocas.» «El Dr. A. L. Heermann encontró á esta especie en el Desierto del Colorado, y vió á uno de sus miembros posado en nn mezquite, moviendo la cola casi sin cesar, como hacen otras varias clases de aleuaciles de moscas, y lanzándose de vez en cuando en pos de los insectos y describiendo ángulos y curvas en el aire. 546 A. L. HERRERA. —ORNITOLOGÍA MEXICANA. Al acercarse al Río Colorado, vió parvadas compuestas de veinte y treinta indi- viduos, muchos de los cuales volaban simultáneamente, presentando así un bo- nito espectáculo.» He entresacado estas notas, abreviándolas, del libro del Sr. Cassin, que fué quien dió á conocer á los ornitologistas americanos esta especie por medio de láminas coloridas de ambos sexos, y de excelentes fragmentos de su biografía. En inglés no tenemos un nombre bastante adecuado para ese curioso pájaro, que tiene evidentemente un carácter bien marcado, á juzoar por las observaciones hechas hasta la fecha, pues todos los autores están de acuerdo á este respecto. He aquí lo que dice el Sr. Rideway y cómo describe á esta especie, que hoy po- demos reconocer á primera vista: «Varias ocasiones escuchamos en los bosques de cedro y piñón de las de- siertas cordilleras de la parte occidental de Nevada, una nota tan semejante al chillido prolongado y querelloso del P¿cus nutalli, que acabamos por suponer que existía dicha especie hacia el Oriente de la Sierra. Nunca pudimos ver al autor de esas notas, hasta que el mes de Junio, explorando los Soda Lakes de Carson Desert, oímos por allí cerca, en nua barranca, aquel chillido familiar, y nos apresuramos á buscar al ave que lo producía. No tardamos en desenbrirlo parado en la punta de un gran arbusto; pero echó á volar tan pronto como nos aproximamos, y á pesar de todos los artificios y precauciones que pusimos en planta, se mantuvo fuera de tiro sin dejar, por eso, de incitarnos á continuar per- siguiéndolo, haciendo frecuentes altos, parándose en la rama snperior de los ar- bustos más prominentes. Al echar á volar lanzaba el rechinante grito que le es peenliar, así es que teníamos á la vista el pájaro que tanto habíamos buscado. Sin embargo, nos sorprendimos mucho al ver que no era la especie que supo- níamos, sino una especie que nos era desconocida.» «El Dr. Cooper ha presenciado también sus costumbres hurañas, su hábito de combar la cola y levantar el copete, y el empeño que tienen en ocultarse cuando están heridos. Debo hacer notar que sólo este autor le atribuye talentos musica- les, y habla de sus «dulces notas,» como indicaudo que tiene afinidades con los Osciues más bien que con los Clamatores. ¿De qué provendrá que tantas perso- nas que se ocupan de él no tienen nada que decir respecto á su canto?» «Completemos su historia natural y tratemos dos cuestiones importantes: de qué vive este bonito ser y cómo anida. Hasta ahora sólo lo hemos visto repre- sentar el róle de un experto y próspero cazador «dle insectos; pero aunque éstos forman gran parte de sn menu, las bayas no dejan por eso de figurar en gran cautidad. Debemos esperar, si sus supuestos parentescos son verdaderos, que es muy afecto á las bayas como buen pariente del asmático Ampelis. No sé á quién pueda atribuírsele el desenbrimiento; pero hace años que sabemos que el nitens ensta de diversas bayas, como un Tontito, por ejemplo, y con especialidad del fruto del muérdago, que crece en abundancia en las regiones que habita. El Dr. Cooper dice que «prefieren la vecindad de los árboles en que crece el muér- A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 547 dago, pues come bayas durante todo el año...» Henshaw manifiesta, no menos explícitamente y con más detalles, lo signiente: «Gran número de individuos de esa especie han sido encontrados, en diversas ocasiones, en el cañón que está atrás de Camp Apache, Arizona. Como no se les ve en los alrededores, presumí que la abundancia de muérdago era lo que allí los atraía. Comen esas bayas con avidez.... En Camp Bowie había muchos reunidos en el cañón, halagados por el sinnúmero de bayas de Prunus demissa y Vitis incisa que allí se encuentran. Parecían ser muy afectos á ese alimento y no comían otra cosa; sus festines no deben durar mucho, pues cada arbusto es sitiado por veintenas de pájaros que rivalizan con los Zenzontles en ver quién arrebatará más frutos.» Alennos ejem- plares obtenidos en Texas, tenían el estómago lleno de las bayas de una especie de muérdago que crece en abundancia sobre los mezquites; el Capitán Bendire ha sido testigo de que estos pájaros «viven siempre cerca de los muérdagos y do que se alimentan casi exclusivamente con sus bayas.» Respecto al nido, el Dr. Brewer dice lo siguiente: «Encontramos un nido en Mayo, eu un árbol bajo. Era nua construcción casi plana, y contenía dos hnevos de un carácter tan bien marcado y peculiar, que no se parecían á ningún otro de los huevos que yo recuerdo haber visto. Son de forma oblonga oval, rena- tando eu punta en uno de los extremos, y miden: el uno, 0-90 de pulgada de lare'o por 0-62 de ancho; y el otro, 0-90 por 0-70 de pulgada. El color del fondo es de un blanco sucio ligeramente teñido de verde, y toda la superficie del hue- yo está marcada con pequeñas, pero distintas manchas de un moreno purpúreo tan obsenro, que sólo puede ser distinguido del negro en buena Inz. Mezcladas con estas mairchas, se notan otras pequeñas vírgulas menos distintas, de un ma- tiz más claro, y de color de pizarra obsenro con un ligero tinte lila. El nido y los huevos corresponden exactamente con los que colectó el Dr. Cooper.» (From Proc. Bost. Soc., XVI, 109). «El nido está en una rama horizontal, y generalmente en uu mezquite. Es superficial y mide unas 4 pulgadas de través; su diámetro es de 2'/, pulgadas por */, pulgada de fondo. Se compone de varitas finas y fibras de plantas, y está forrado con un poco de vello de Populus monilifera y una pluma eualquiera. El primer nido fué hallado en Mayo. Éste estaba forrado principalmente con conchas de capullos de gusano de seda vacíos. Contenía dos huevos. Aunque él (el Capitán Bendire) encontró más de una docena de nidos con huevos y pollne- los, nunca halló más de dos en un nido. El color del fondo varía de blanco ver- doso á blanco gris y alhucema, manchado con diferentes matices de moreno. 'Po- das las mauchas son pequeñas y más abundantes alrededor de la punta más lar- ea, variando mucho en su distribución. El tamaño de los huevos varía de 0-97 de pulgada á 0-Si de largo, y de 0-66 á 0-60 de ancho.» (From Hist. Nat. B., IE S07).2 (1) E. Cones. Birds of the Colorado Valley. I, p. 475. (Continuará). LA PAPAYA VOLADOST POR EL SEÑOR DOCTOR JOSÉ RAMÍREZ, SOCIO DE NUMERO. Con este nombre de papaya voladora se conocen los frutos de una Carica que estaba indeterminada, y que tienen la particularidad de que en lugar de es- tar casi sentados, como los frutos de las otras papayas, se balancean en la extre- midad de un pedúnculo larguísimo. El Señor Francisco Río de la Loza, como Agente del Grupo IX de la Co- misión mexicana de la Exposición Universal de París, que tuvo Ingar en 1900, me colectó varios ejemplares de estos frutos, que sometí á un examen enidado- so. Estas papayas siempre son pequeñas, y en los ejemplares que reproduzco en la lámina que acompaña á esta memoria, los pedúnculos medían 34 centímetros y tenían las cicatrices de ramificaciones que habían desaparecido. En este dibu- jo puede verse que los ovarios, aunque casi maduros, son muy pequeños, com- parados con los de la papaya común; aparecen también con una forma irregular y como si estuvieran mal desarrollados; en cambio, el cáliz es acrescente y de nua manera exagerada. Las semillas tenían los caracteres de los de la papaya común y estaban fértiles. Con los datos que nos proporcionó el Señor Río de la Loza y por el estudio cuidadoso de estos ejemplares; llegamos á la conclusión de que la papaya voladora es el fruto que proviene de un ovario fertilizado de una flor masculina de la Carica papaya; ovario que, en vez de atrofiarse, como sucede en el caso ordinario, se fecunda y signe su desarrollo hasta la madura- ción perfecta de las semillas. La longitud del pedúnenlo es debida á que, desapareciendo las ramificacio- nes del raquis, persiste éste solo, tomando el aspecto de un eje único, pero en el enal es fácil descubrir las cicatrices de los pedúnculos de las otras flores, que se cayeron después de la floración. ) La importancia de esta anomalía, que, por otra parte, es muy frecuente, con- siste en que explica cómo una planta dioica se transforma en hermafrodita, ó al contrario, pues no sabemos si las Papayáceas vienen de plantas hermafroditas, Pr de ¿NIN dy