——— 3 LIBRARY HENEWYO Le . y Y | MN 2 ES [==> y e 21 <= y : E A GSTA mb 1399 Y, RW Gibson: 3/03 ¡ A y ga 1 Ca ee DN 2 ma ae Pad yx dl Ds e 19 Y yy? pl Ye 1 Y 4 4 ) (Mi A Y y ,] | 4 La 1 '” Ñ y YE 1 MI 1] Ñ YN | , ' " ] AN ' y lo y Ñ NA CN AAA AS , e DN » pa ¡LOW Í 1 UNA O AER A A My ] 'N Í El 0 eN IRAN FS lA * IN o SIDA UNIVERSIDAD DE LA HABANA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS VOLUMEN X, 1910 DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL,JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. U as LIBRARY NEW YORK DOTANICAL GARDEN. IMPRENTA AVISADOR COMERCIAL 30, AMARGURA 30 1910 ' 0 Í EA A LO IA INDICE DE LAS MATERIAS DEL DECIMO VOLUMEN NUMERO 1; ENERO. Origen y desarrollo de la sátira entre los |] romanos: Horacio y Juvenal como poetas satíricos (Tesis de Doctora- | do en Filosofía y Letras).............. | Srta. Pilar M. Romero y Beltrán. la Sierra de Jatibonico. Comprobación de la naturaleza continental de Cuba á principios | de la época cuaternaria (con ocho grabados).. ) Osamentas fósiles encontradas en las casimbas de | L Í La inauguración del nuevo Presidente de Harvard ) Dr (con diez y seis grabados)......... OS AO ; MISCELANEAS ote rcuntovandesadas coseno ys ina de A rs Lee eS E Arístides Mestre. NUMERO 2, MARZO. Americanos ilustres: AUudubon.....ommococccocoonos HELSIÍA Dr. Emilio Blanchet. Reparos etimológicos al Diccionario de la Academia 1 z É E ". Juan M. Dihigo. Española.—-Voces derivadas del griego (continúa). / no Bego Elomio del:Dr José E Torralbasicbcscoocenician idos Dr. Arístides Mestre. Bibliografía del Dr. José I. Torralbas ......oo.ooommo.... Dr. Federico Torralbas. El edificio escolar: sus anexos (con dos grabados)........ Dr. Ramón Meza. Bases y temas para el Primer Congreso Pedagógico Nacional ........... AR Dr. Carlos de la Torre. Páginas. 1y INDICE NUMERO 3, MAYO. Páginas, José de la Luz y Caballero, ........o . RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DELA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZCADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. ENTEROCbEOB9STO: SUMARIO: —OKRIGEN Y DESARROLLO DE LA SÁTIRA ENTRE LOS ROMANOS. HORACIO Y JUVENAL CCMO POETAS SATÍRICOS- . » . . . Srta. Dra. Pilar María Romero y Bertrán. —OSAMENTAS FÓSILES ENCONTRADAS EN LAS CASIMBAS DE LA * SIERRA DE JATIBONICO. COMPROBACIÓN DE LA NATURA- LEZA CONTINENTAL DE CUBA Á PRINCIPIOS DE LA ÉPOCA CUATERNARIA (con ocho grabados). . . . . +. + =. 1 Dr. Cartos de la_Torre. —LA INAUGURACIÓN DEL NUEVO PRESIDENTE DE LA ur SIDAD DE HARVARD (con diez y seis grabados). . . . . - Dr. Aristides Mestre. — MISCELÁNEA.—Velada literaria. —Importante exposición . IMPRENTA ”AVISADOR COMERCIAL” 30, AMARGURA 30 1910 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Evelío Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Mliguel Dihíigo. SJ. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos). . . . Profesor Dr. Adolfo Aragón. Lengua y Literatura SNEES E A 5 Dr. Juan F. de Albear. Lingiística (1 curso). E Filología (1 curóod.: Se Dr. Juan Miguel Dihigo. Historia de la Literatura Española (a curso) a a Dr. Guillermo Domínguez y Roldán. Dr. Evelio Rodríguez Len- dián. Historia de las literaturas modernas extranjeras (2 cursos) . ds Historia de Anérica (r curso) . Historia moderna del resto del mundo( 2 Cursos) Psicología! (ICUESO) ¿aña 0 g Filosofía Moral (1 curso). 533 Dr. Enrique José Varona Sociología (1 curso). CONFERENCIAS Eistona dela rBlosoia ec, ds is Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux.) Literatiras 2 Lo. e Dr Ezequiel García Enseña (OS Lenñsuás CléSICasS ADA AA Dr. Sixto López Miranda (Aux.) 2. ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- E Profesor Sr. José R. Villalón. efalY 1 Cursor”... e Geometría superior y analítica (6 curso) - Geometría descriptiva (1 curso) . : Trigonometría (1 curso) - Física Superior (ter. curso). . Física Superior (2? curso)... Química general (1 curso) . Biología 11 curso) . Zoología (1 curso). Dibujo Lineal (1 curso) Dibyo Natural (1 curso) . Cosmología (1 curso) . . . Mecánica Racional (1 curso) . Astronomía (1 curso) - Dr. Claudio Mimó. a Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Dr. Carlos de la Torre. G Sr. Pedro Córdova. ce Sr. Juan Orús. AA a el A Geodesia (1 curso) .-. ANA A A Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía (a curso) HE .9 Dr. Santiago de la Huerta. Botánica general CCU E iD a hs Dr. Manuel Gómez dela Maza. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas Análisis matemático (Algebra Superior)... + Profesor Sr. José R. Villalón. A O Pa o Po. Dr. Plácido Biosca o O Dibujo laneal (Curso) DI ) / 5% Sr. Pedro Córdova. A Dr. Santiago de la Huerta. Dibujo Natural (1 curso) . > Mineralogía y ETRE (1 curso) . Biología (1. curso) . o LAO CER Zoología (1 curso). A O PER O 2 Dr. Carlos de la Torre. Botánica general (1 cutso) . AOS e Dia 5 Dr. Manuel Gómez de la Maza. Cosmología (1 ANA MS A Sr. Juan Orús (c) Sección de Ciencias Naturales Análisis matemático ( Algebra Snpetior]. rIcurso Profesor Sr. José R. Villalón. Geometría Superior (sin. la A Dr. Claudio Mi Trigonometría (plana y A: E dd r--Clayalo:Mimó, Química general (5 ad PA S Sr. Carlos Theye. Dibujo mea (ICI) NA dd a Dibujo Natural (1 curso) . ) 3 Sr. Pedro. Córdova, E cenas (1 curso). A + Dr. Plácido Biosca. meralogía y Cristalo rafía I car eo Pe Geolosta Mia E : ( E en o ) dl Dr. Santiago de la Huerta. Botánica general (1 curso) . eN A y Fitografía y Herborización (x curso) . »» Dr. Manuel Gómez dela Maza. Vol. X. ENERO DE 1910, Núm. 1. LIBRARY REVISTA A ro BOTANICAL DE LA GARDEN. FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS: HORACIO Y JUVENAL COMO POETAS SATIRICOS * POR LA SRITA. PILAR MARÍA ROMERO Y BERTRÁN Doctora en Pedagogía. Et Graecis intacti carminis auctor. Horacio. Satira tota nostra est. Quintiliano. La sátira como sentimiento ha nacido con la humanidad; pero como composi- ción literaria encaminada á conseguir la evolución social por el ridículo, revesti- da de metro propio y forma determina- da, es hija exclusiva de los romanos. (Explicaciones de cátedra. Dr. Adolfo Aragón.) Roma se distingue en la historia del mundo como señora mag- nánima y extraordinaria y en la historia de la literatura humana comparte con Grecia el cetro de las letras clásicas. Los pueblos, como los hombres, pueden abrazar distintas personalidades y el ro- mano, en sus tres aspectos de nación guerrera, política y culta, ha alcanzado la más digna de las glorias y el más eleyado de los sitia- les. Una sola de las fases de esa triple labor hubiera sido suficien- te para darle acceso al trono de la fama; pero ella, no contenta con 1 Tesis para el Doctorado en Filosofía y Letras, leída y sostenida en la Universidad el 29 de Septiembre de 1909. Se publica debidamente recomendada por el Tribunal, 2 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN conquistar el Universo, darle sus leyes, lengua y costumbres, nos ha legado la más hermosa de las herencias: su literatura, modelo encantador y perfecto, fuente de inspiración de todas las edades. Sorprende á nuestra mente, cual asombran todos los contrastes» el humilde origen de Roma y su ulterior grandeza y poderío. Gran- des misiones y grandes objetivos implican esfuerzos gigantescos y energías titánicas; los romanos, para ver tornarse en realidad pal- pable sus más soñados ideales, necesitaron continuas luchas y tra- bajos seculares. El crecimiento de Roma se operó de un modo lento, extendién- dose primeramente en el Lacio y sólo ganando en la época de los reyes: Alba, Ostia y la embocadura del Tíber. Convertida en República en 510, se defiende durante un siglo de los continuos ataques de los ecuos y de los volscos y más tarde de los galos. Siem- pre incansable, lucha por espacio de centurias con los samnitas á quienes se aliaron los demás pueblos italianos: umbros, etruscos y galos; vencedora de la Italia Central y dueña de ella, en seguida conquista la Italia Meridional tras reñidos encuentros con las colo- nias griegas del Mediodía. Siente Roma entonces la necesidad de la extensión; pero al llevarse de tales impulsos se coloca frente á la mercante Cartago, iniciándose en ese momento la lucha encarniza- da que se conoce con el nombre de guerras púnicas y que dura de 264 4 146. Al terminar estas batallas, las águilas romanas, vicbo- riosas y triunfantes, nos colocan ante una nación, que en el año 133 contaba ya con toda la Italia, la Sicilia, el Norte de Africa, ó sea el Occidente, y la Macedonia, la Grecia, el Asia Menor ó sea una par- te del Oriente, pudiendo con razón enorgullecerse de ser la primera potencia del orbe ó acaso la señora y dueña de él. Tras la conquista ocupóse Roma de la rolonización, tendiendo al establecimiento de los romanos en territorios extranjeros, y si se acepta la expresión de Séneca: «el romano donde conquista allí habita», debemos ver en estos recientes colonos los contribuyentes 4 que los nuevos súbditos veneraran á la madre patria. Roma le- vantaba fortalezas para la defensa de sus nuevas posesiones, exten- día caminos militares y hermosas vías, dando como premio á los dignos de tal distinción el título de ciudadano que todos anhelaban. Esa labor que hemos trazado, llevada á cabo en el espacio de cinco siglos, 4 la par que dió 4 Roma grandes tesoros adquiridos por las rentas y que le permitió tomar de cada nueva colonia todo lo de valor que en ella se encerraba, contribuyó á infiltrar en sus ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 3 costumbres los vicios y caracteres defectuosos de los países con- quistados. El contacto no era beneficioso en lo absoluto; sino fu- nesto en algunos conceptos, como lo dice el sentar en aquella so- ciedad sus reales la corrupción, invadiéndola hasta conseguir la evolución de sus leyes y costumbres. El lujo de Oriente, las ri- quezas adquiridas, pesaron demasiado y la constitución romana se basó en la aristocracia del dinero. ¡Grave defecto! La falta de la clase media hacía más notable el distingo entre la aristocracia acau- dalada y la plebe. Para la primera eran los cargos del Estado y ella sola podía ascender á los empleos; para la segunda únicamente llegaba la muerte en la guerra Ó la muerte de hambre en la paz, cuando no se lanzaba 4 vender su voto ó á mendigar una limosna. No hablemos de la institución de la esclavitud (racida por senti- mientos humanitarios); era una verdadera gangrena para aquella sociedad que hacía, ya de hombres doctos, ya de hombres incultos, una cosa, no un sér, que se vendía á bajo precio y se comerciaba con ellos como con objetos para luego recibir un trato, las más de las veces ni siquiera posible de justificar al emplearlo con las bes- tias. Unamos á esto la ambición personal que predominaba en hombres notables, quienes se colocaban á las cabezas de los parti- dos y nos será fácil explicarnos el porqué de esas luchas fratricidas á las que tres veces consecutivas se lanzaron los romanos, arrastra- dos ya por Mario y Sila, ya por Pompeyo y César, Ó ya por Antonio y Octavio. Dirigida nuestra primera mirada á la historia de Roma para pasar por nuestra vista hechos y acontecimientos elaborados y ocu- rridos en largo espacio de tiempo, debemos justificarnos de haber precedido con esa reseña histórica nuestro trabajo que sobre el ori- gen y desarrollo de la sátira latina ha de ocuparse. Ofreciéndonos la historia el estado de la sociedad y siendo la sátira una composi- ción literaria que se propone conseguir la evolución de ésta por la poderosísima arma del ridícuio, hasta obtener el perfeccionamiento de las costumbres; para conocer en absoluto la sátira latina, como nos proponemos, nos ha sido forzoso ante todo tener una idea gene- ral del medio social y tomar como camino directo para llegar á él el recuerdo de la historia. ¿Cómo comprender las sátiras sin estar en el conocimiento de sus ataques, sin saber por qué emplea una fra- se determinada, un chiste especial? ¿Cómo penetrarnos de ella sin darnos perfecta cuenta del origen de sus caracteres, episodios y ar- gumentos? Resultaría imposible sin estar nosotros identificados 1 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN con el medio que le ha brindado tan diversos elementos, y para con- seguir acceso á él, la puerta que hemos abordado ha sido la Historia. En un momento en que ya Grecia contaba con escuelas de filo- sofía, con cultivadores de la tragedia y comedia, con poetas épicos de talla inaccesible, con cantores líricos y grandes oradores, en una palabra: con verdaderos artistas, Roma se entregaba por completo á las conquistas ya descritas y como secuela á dominar; la Hélade era entusiasta de la belleza, los latinos eran espíritus prácticos y sobre todo buscaban lo útil, lo cual no dejaba de hacerlos grandio- sos. La ausencia de gustos refinados hacía al romano rudo y te- naz, sensible sólo á las luchas del hombre con las fieras en el circo ó á las de los gladiadores, en que dos seres humanos se exponían á la muerte. Este era el hijo de la Roma más lejana, que no debe parecernos monstruoso si lo adaptamos á su momento. Cuando esos mismos hombres, después de ganada la batalla de Tarento, por la derrota de Pirro, tuvieron estrecho contacto con la Grecia, joya de valor inapreciable, convencidos de que la civilización del venci- do supeditaba la propia, no trataron de implantar la suya, antes bien tomaron de ella todo lo grandioso: su arte, su literatura y su filosofía; el vencido fué maestro del vencedor y si Grecia puede enorgullecerse de haber sido la cuna de la civilización, á Roma cú- pole la gloria de adquirirla de ella y propagarla, darla á conocer al Universo. Queda pues demostrado que el ciudadano romano de la antiguedad más remota era guerrero Ó agricultor y su exclusiva ocupación: vivir, luchar y defenderse, teniendo sólo en su contra las disensiones intestinas, de aquí su personalidad activa, turbulen- ta y brusca; mientras que luego de ocurrido el maravilloso contacto con los helenos, se opera la transformación que los torna hombres cultos, aficionados á las tareas intelectuales, que beben en los mo- delos griegos con sed insaciable. Ahora bien, visto el porqué de los caracteres del pueblo roma- no, debíamos entrar de lleno en nuestro especial estudio; pero para tener trazado nuestro plan con una base segura, nos encanta la idea de presentar la división de la historia de las letras latinas que nuestro profesor el Dr. Adolfo Aragón nos ha dado en sus lec- ciones; porque á nuestro juicio, tomando esta clasificación, nos po- dremos dar una perfecta cuenta del nacimiento y desarrollo de la sátira entre los latinos, dado que como manifestación literaria, no puede apartarse del curso seguido por las letras en general. El mé- todo histórico literario adoptado en cátedra para nuestro estudio, la ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 5 clasificación que nos presentó fué hija de la ciencia y la razón y al mismo tiempo encaminada á demostrar cómo los acontecimientos que influyen de un modo decisivo en el destino del pueblo romano son las causas productoras de nuevos horizontes para la mente, y por lo tanto las que separan las distintas edades de su literatura. Cinco son éstas. La primera se inicia con los primeros monumen- tos literarios que ven la luz en los días más remotos de la ciudad y se ha llamado por los críticos: anónima, fragmentaria, mítica y religiosa, porque los autores de las obras son desconocidos, de ellas no existen más que fragmentos y los asuntos tratados pecan de tra- dicionales. Termina esta época y comienza la siguiente por el final de la primera guerra púnica, que ya indicado queda lo favo- rable que fué para las letras, porque dando á Roma la hegemonía en el Mediterráneo le proporciona la paz, causa poderosísima para el cultivo de las letras. Con los nombres de dramática y heroica se señala esta edad, por el auge del drama con la labor de Terencio y Plauto, y porque en ella la musa canta á los héroes; otros, dada la protección que prestan á los literatos Lelio, Graco y Catón, la apellidan siglo de los Lelios, Gracos y Catones. La tercera etapa comienza al morir Sila y llega á su término tras la muerte de Augusto. Unos la citan como la época clásica, porque es modelo de perfección; otros como la época estética, porque despierta elev2- dos sentimientos; los más la denominan siglo de Augusto, porque este monarca protegió las letras, debido muy principalmente á las juiciosas indicaciones de Mecenas, y otros le dicen Siglo de Oro, considerado éste como el más rico metal; pero según el atinado juicio del docto Schlegel, cábenle los nombres de época literaria y de siglo de Cicerón, porque más justo es que lleve en sí el timbre glorioso que evoca al culto orador que tan fecundo fué en su vida literaria, que no el del hombre que con su personalidad dudosa é indefinida jamás despertó recelos, haciéndose por ello dueño de todas las magistraturas. Dentro delos límites en que se encierra este mo- mento se comprende el hecho maravilloso del traslado de la Biblioteca de Atenas á Roma por disposición del Cónsul Munnio, una vez que ya Grecia se redujo á provincia romana. Idea feliz que tantas imita- ciones inteligentes motivó de los maestros griegos y otras que de- generaron en simples copias. La cuarta época se conoce por la original y decadente; porque no obstante ser más genuinamente romana que la anterior, se nota el descenso al par que la degene- ración en la lengua. Este momento que tuvo su principio con la 6 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN muerte de Augusto, termina con el advenimiento al trono de 'Pra- jano. Sólo nos resta referirnos á la quinta época, á la que, aten- diendo al fin que perseguía en parte, el triunfo del cristianismo, se le designa como didáctico-cristiana. Para otros críticos le caben los títulos de bizantina y apologética, por el traslado de la sede imperial 4 Bizancio y por las apologías Ó escritos de los Santos Padres. A causa de brillar en esta última fase literaria numerosos jurisconsultos que prestan sus doctrinas á Justiniano para la orga- nización del Corpus juris civilis compuesto del Digesto ó Pandectas, de la Instituta y de las Constituciones ó Novelas, se ha denomina- do Edad de Oro de la jurisprudencia romana. Al ser destruída Roma por Odoacro, rey delos hérulos, termina este postrer período y por ende su literatura, que lanzó sus últimos destellos en Carta- go, Rávena y Milán. Al entrar de lleno en nuestro trabajo, como que la lógica ordena el dividir para la más fácil comprensión del conjunto, nosotros co- menzaremos por ocuparnos del origen de la sátira, sentando si es ó no ésta debida exclusivamente á la iniciativa romana; dilucidado este punto, trataremos de la aparición de la sátira latina en la pri- mera edad de su historia literaria y de la regularización de ella en la época heroica, ó segundo momento literario, en manos de Lucilio. Esto es lo que nos explicará lo de «Origen y desarrollo de la sátira entre los romanos» ó sea la primera parte de nuestra tesis. Visto esto, dedicaremos nuestra atención á la sátira en el siglo de Augus- to, Ó lo que es lo mismo, analizaremos á Horacio como poeta satí- rico; pero como este perfeccionamiento del poema satírico debía ser continuado, en la cuarta etapa literaria, cuando se pierde en la nación la libertad política y los espíritus desean manifestarse con- trarios á la depravación social, sólo pueden hacer sus ataques con la sátira, quedando así encubiertos al proponerse conseguir la evo- lución de la sociedad; y es entonces que este género asciende á lo notable en manos de Juvenal, cuyo estudio terminará nuestro tra- bajo, completándolo al llenar la exigencia de mostrar 4 Juvenal como poeta satírico. ¿Son los romanos los creadores de la sátira? ¿Es justificado su orgullo al suponerse los inventores de este género? Para res- ponder á estas interrogaciones no puede el ánimo inclinarse á uno ó á otro autor; sino pesar las opiniones y tomar de ellas lo más ra- zonable y científico. Germán Salinas, en su obra sobre Los satíricos ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS — “1 latinos, comparte la opinión del profesor Paul Albert á este respecto y juzga acertadísima la expresión de Quintiliano: Satira tota nostra est, M. Francois de Caussade, en su Historia de la Literatura Latina, después de sentar que «los romanos no tienen una literatura origi- nal como los griegos, exceptuando la sátira, la epístola y acaso la elocuencia », hace las siguientes afirmaciones: la opinión de Quinti- liano no es exacta; antes que ellos los griegos cultivaron la sátira filosófica, política, literaria y personal; los romanos sólo la presenta- ron bajo forma diversa y metro nuevo: el hexámetro. No se avie- nen sus dos juicios, pero no paremos mientes en este detalle y prestemos nuestra atención 4 M. Patin, sobre cuyo atinado pensar se levantan las opiniones de M. Deltour y la del profesor Canalejas y Méndez, quien expone, para apoyo de sus conceptos, los juicios de Julio Scalígero, Dacier, Spanheim, Coenig y Daniel Einsio. M. Patin sostiene que la cuestión queda explicada al hacer la distinción entre poesía satírica y sátira propiamente dicha; la pri- mera á su sentir no es-de origen romano, es tan vieja como el mun- do. Y he aquí los aspectos que él señala para demostrar que es es. te un género necesario y universal: «primero, la malignidad que nos lleva á reir de nuestros semejantes y censurarlos; segundo, el senti- miento de la justicia que nos hace desear que lo que escapa á la re- prensión de las leyes y lo que evita la censura de la sociedad, no quede sin castigo; y tercero, el deseo de un mejoramiento moral que nos hace buscar en el espectáculo del mal una especie de enseñanza para nosotros y para los otros. Así la poesía satírica existe nece- saria y universalmente con este triple título: como satisfacción dada á las inclinaciones malignas de nuestra naturaleza, como castigo dado al vicio y al ridículo, y como lección de moral.» Comprueba sus palabras con los fragmentos de los poetas satíricos que toman uno cualquiera de estos propósitos, y como secuela inevitable al ser patrimonio de la humanidad la poesía satírica, nos la presenta entre los griegos que no hubieran podido eximirse de ella. Con su genio excepcional, el notable literato francés pone de relieve, como en sus tres épucas: épico-didáctica, lírica y dramática, posee la historia de las letras helénicas cultivadores de la poesía satírica. Oigamos sus doctas palabras: «En la lliada misma se distingue frecuentemente en medio de los dioses y los héroes, un personaje cuyo retrato pa- rece inspirado por la musa satírica, Thersite, tipo de la fealdad física y moral, con rasgos disformes, con el alma baja, envidiosa y maligna, demagogo de baja clase, ante la humillación del cual 8 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN aplaudían los griegos, divertidos no obstante por sus invectivas contra los jefes de la nación. «Cuando Hesiodo (Trabajos y los Días), dirigiendo sus enseñanzas 4 su hermano Persas, recomendándole sobre todo el trabajo, le pre- senta como un holgazán que prefiere enriquecerse por injustos pro- cesos; cuando al retrato de los malos pleitistas él ajusta el de los malos jueces; cuando él se pronuncia con rudeza contra los defec- tos del carácter de las mujeres, gran obstáculo, dice él, á la prospe- ridad de las casas, Hesiodo también hace poesía satírica. «Si este género de poesía se muestra en la época épico-didáctica de la antigua poesía griega, tampoco falta en su época lírica. «Alceo, cuando ataca á Pitaco y los tiranos, es dentro de la oda un satírico. «El yambo, que según los gramáticos, alterna con el hexámetro, en el Margutes, del que no quedan más que fragmentos, el yam- bo, invención de Arquíloco, según otros, Archilochum propio rabie- armavit iambo (de Horacio, Arte Poética), dejó para ciertos líricos un arma temible. Arquíloco, Hiponax sobre todo, le maneja con una habilidad cruel. Ellos fueron los creadores de un género, la poesía yámbica, que participa de la oda y de la sátira y que Horacio renueva en sus Épodas en el comienzo de su labor, contemporáneos de sus primeras sátiras. «A este género corresponde el poema contra las mujeres, en el cual Simónides de Amorgos, como ya había hecho Hesiodo, se muestra el lejano precursor de Juvenal y de Boileau. «A la época épica y didáctica, á la época lírica, sucede en Gre- cia la época dramática, donde se produce el espíritu satírico tam- bién, del mismo modo que en la tragedia. «Después de Hesiodo, después de Simónides, Eurípides ha lan- zado á su vez, por boca de Hipólito, dardos acerados y amargos con- tra las mujeres; otras veces él se complace en pintar los vicios de los demagogos y de la democracia, ocultando bajo los antiguos nom- bres las pinturas contemporáneas. Él mismo no rehusa el placer de criticar, de parodiar á sus rivales en el arte de la tragedia, á Es- quilo particularmente, que se le opone en paralelos malignos. «Pero en esta época, la poesía satírica tiene un género que le corresponde como propio: la comedia que se ha designado con el nombre de Comedia antigua.» Demuestra Patin con mano maestra cómo fué esta comedia el instrumento de la libertad y la democracia, llegando un día á lan- ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS Y zar sus ataques al mismo pueblo, manejada hábilmente por Aristó- fanes, pero tornándose excesivamente personal en sus censuras, en la escena se descubrían los personajes satirizados por sus máscaras; y esos ataques directos á las personalidades hicieron aparecer la Comedia Media, más general en sus asechanzas, y la Nueva, que con una pintura abstracta ofrecía la verdadera sociedad. Refiriéndose Patin á lo que él denomina poesía satírica, hace re- saltar, como género de ésta, lo que se ha denominado Silles y dice: «Se disputa mucho sobre la etimología de esta palabra que viene á ser un sinónimo de la palabra sátira. «Cuando á un género se le remonta, por extensión hasta los poetas que fueron satíricos, y que por ello se llaman, probablemente sin razón, silógrafos, por ejemplo Jenófanes de Colofón, quien ataca en sus versos satíricos á Homero y Hesiodo por sus opiniones res- pecto á los dioses, no hay más silógrafo, que el escritor que ha compuesto una obra especial con el nombre Silles que Timón de Phlionte. Su Silles tiene por objeto la filosofía Ó mejor dicho los filósofos, en ella ridiculiza los sistemas y disputas filosóficas. Esta obra es extensa, comprende tres libros, tiene formas variadas, mez- clada de recitados y de diálogos, está escrita en tono de parodia, con el metro de los versos de Homero, introducido en elia por mu- danza ya en la forma ya en el sentido, aplicado con gracia dada su dignidad épica á la guerra de los filósofos. » Agrega á esta lista numerosa de cultivadores de la poesía satí- rica el poema /bis de Apolonio de Rodas, escrito contra un discípulo ingrato y el drama satírico Le Batteux que tiene su coro de sátiros, obra que Horacio no ve más que como composición dramática; pero que á M. Patin se le aproxima al género antes citado, no por su for- ma sino por su espíritu. Vista la opinión de M. Patin, se comprende que él reduce fácil- mente lo de sátira propiamente dicha al hexámetro creado por Lu- cilio y usado por sus continuadores, y él así lo sienta, reduciendo la expresión famosa del literato: «la sátira es enteramente nuestra » al invento de un metro. Su misma idea ha sido tomada por Del- tour, como ya queda dicho, quien dice que la innovación de los ro- manos se reduce á un nombre y 4 una forma literaria; y por Cana- lejas, al afirmar: «no desmintamos la Historia, expresándonos con la frase de Quintiliano al tratar de la sátira latina ». Ahora bien, yo me pregunto: ¿Por qué hemos de ver en Los Trabajos y los Días una producción del género satírico cuando ella no 10 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRÁN es más que didáctica? ¿Por qué ha de dar M. Patin, y con él sus. secuaces, el título de poesía satírica á lo que se conoce y se conocerá siempre con el nombre de poesía yámbica? ¿Por qué á la comedia antigua, que tiene mucho de satírica, la ha de deslindar del género dramático para colocarla en uno creado por él? ¿Por qué nos ha de decir que el Silles es sinónimo de Sátira, aduciendo solamente en su apoyo que Dan Heinsius no halla entre ambos diferencia y que Ca- saubon encuentra poca? ¿Por qué hemos de creerle que dude acer- ca de la creación del hexámetro por Lucilio, al decir esta frase tan sólo: «Calímaco y Timón no estaban lejos de haberlo encontrado »? Y yo me respondo, que con su método no ha resuelto el problema, aunque él piense haber hallado la solución tan fácilmente; porque nuevas dudas se levantan ante nuestra mente. Pero para ese obs- táculo, hay medios de salvarlo á nuestra mano y ellos son valiosí- simos. No demos á unos yambos en que Arquíloco lanza al padre de su deseada Neobule dardos punzantes (que arrojan á ambos al suicidio) el nombre pomposo de poesía satírica, ni tampoco demos este título á un drama, á una oda, á un trabajo didáctico y á una comedia y digamos con nuestro profesor el eminente y docto Dr. Aragón que el sentimiento satírico ha nacido con la humanidad y que la sátira, como composición literaria encaminada á conseguir el perfeccionamiento y evolución de la sociedad con el ridículo, reves- sida de un metro propio y forma determinada, es hija exclusiva de los romanos y comprenderemos que no sólo Quintiliano decía admi- rablemente; sino también Horacio al exclamar: Et Graecis intacti carminis auctor. Los griegos no habían tocado el género de la sátira. Quedan, pues, los conceptos en sus lugares: demos á los griegos la posesión de un sentimiento burlesco Ó de censura y henos á los romanos padres de la sátira, de la poesía satírica y dignamente orgullosos de su crea- ción. Desmintiendo así á aquellos que niegan toda originalidad á la augusta Roma, á aquellos que sostienen que sus instituciones y letras son de importación extranjera, sin fijarse que no pueden, ni deben hablar de ese modo absoluto; pues se levantan dos grandiosos hechos que echan por tierra tal aseveración: la sátira latina, que es original y genuinamente romana, dado que los dardos punzantes de los griegos, lanzados á determinados sujetos, como los de Arquíloco y los de Aristófanes tan peligrosos para Sócrates y Cleón iban des- tinados á zaherir é insultar á individuos especiales, ni con mucho ORIGEN Y DES4RROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 11 podrían llegar estas diatribas á ser la composición didáctica que con metro propio y con agudeza é ingenio sui generis critica los vicios y ridiculeces de su momento, sirviendo de enseñanza moral. Y como si el ser cuna de la sátira no pareciera suficiente para dar á los lati- nos algún sello de espontaneidad, recuérdese que espíritus prácti- eos crearon sus leyes, legándonos su derecho, no nacido de la con- sulta de las leyes de Solón, como algunos críticos suponen, pues es presunto el viaje de los legisladores á Atenas, sino un cuerpo de doctrinas nacionalísimo, que aún hoy se estudia y atiende por los jurisconsultos actuales. La sátira nace entre los latinos en los primeros momentos de su historia, con las primeras manifestaciones de su musa popular. Durante la primera edad de casi todas las literaturas aparecen los gérmenes de todos los géneros que en época posterior han de des- envolverse y así en las letras latinas, en sus momentos iniciales, existen composiciones inspiradas por la religión, ó sean lírico-reli- giosas, manifestaciones históricas, épicas, satíricas, dramáticas, oratorias y de la prosa, cuyos caracteres han de ser: formas indefi- nidas y rasgos bruscos, como corresponden á los ensayos de una li- teratura naciente. Contemporáneas de los Cantos de los Arvales, de los Salios, de los Libros Sibilinos, de las ceremonias de los Argivas y de los cantos fúnebres nacidos en la más remota anti- gúedad, son las primeras composiciones que se aceptan por la ge- neralidad de los autores como las muestras que revelan por vez primera la existencia del sentimiento satírico en aquel pueblo jo- ven: los cantos fesceninos, los cantos de triunfo, las satura lanz y las atelanas. Los cantos fesceninos tomaban parte, como todos los cantos pri- mitivos en las fiestas de la recolección ó de la vendimia. Las pa- labras de Horacio describen su origen á maravilla: «Los antiguos labradores, hombres enérgicos, ricos con poco, después de termina- da la recolección, daban á su cuerpo alguna expansión en un día de fiesta, 4 aquellas almas que soportaban los rudos trabajos con la esperanza de verlos terminados. En compañía de sus hijos y de sus fieles esposas, ellos dulcificaban la tierra con el sacrificio de un puerco, Silvano, ofreciéndole lecbe, y presentando flores y vino al genio que precede á nuestros cortos instantes. Este es el uso que lleva la licencia de la poesía fescenina, que en sus versos dialogados lanza los rústicos sarcasmos.» Más tarde esta misma libertad llegó 12 PILAR MARIA KOMERO Y BERTRAN á atacar 4 personas honestas y las leyes amenazaron con severa pe- na al que dirigiera impunemente sus chanzas á familias honradas, según la propia expresión de Horacio. Eran, pues, estos cantos fesceninos una diversión para los cam- pesinos, que se lanzaban mutuos insultos; resultaba un diálogo có- mico y satírico en que los actores tenían cubiertas sus caras con máscaras horribles confeccionadas de cortezas de árboles. Algo muy parecido al origen de la comedia ateniense. Mas estos cantos en que la risa y la alegría predominaban, no respetaban en su ridi- culizar ni á los dioses, ni álos hombres y llegó un día en que se adaptaron para las bodas; entonces el estro del cantor corrió libre- mente, sobre todo cuando no eran adecuadas las edades de los con- trayentes. Muy luego estos versos pasaron á ser los epitalamios que se cultivaron en todas las épocas de la literatura latina. El nombre de fesceninos resulta motivo de controversias, pues si bien es cierto que parece proceder de la palabra Fescenia, villa de la Etruria, de donde se supone fueron importados á Roma, para el criterio de Paul Albert y de M. de Caussade se trata de unos diálo- gos puramente nacionales, que han tomado este nombre del Dios Fascinus, divinidad que conjuraba la mala fortuna, á quien los ro- manos supersticiosos rendían homenaje; de ahí que la palabra fasci- num signifique maleficio. Los cantos de triunfo tienen á su vez marcado espíritu satírico. Supongamos á un general vencedor que se dirige al Capitolio en el suntuoso carro del triunfo arrastrado por troncos de caballos blan- cos, llegar á él y después de dar gracias á los dioses, escuchar dos coros: uno que le dirige alabanzas, otro que responde sostenien- do verdades que motivan el sonrojo ó invectivas burlonas que pro- ducen la risa del mismo festejado. Es, en realidad de verdad, un coro satírico y por demás jocoso, al que no escaparon ni los Cinci- natos, ni los Camilos, ni el mismo Julio César. Veamos este frag- mento de uno de esos cantos á César: Gallias Caesar subegit. Nicomedes Caesarem. —Ecce Caesar nunc triumphat qui subegit Galliam, -—-Nicomedes non triumphat qui subegit Caesarem. Sólo se explica este diálogo, sabiendo que uno de los coros alaba y el otro ataca. Es esta una bufonada bien simple é ingenua. La palabra satura ú satura lanx fué usada en primer lugar por los latinos para designar el plato rebosante de frutas que ofrecían á Ceres ú 4 Baco y luego por sentido figurado llamaron así á aquella ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 13 mezcla de cantos libres y groseros que regocijaban la vendimia y la recolección. Su origen es igual al de los cantos fesceninos y es una génesis de la comedia nacional, malograda al parecer con la introducción del gusto helénico, pero relegada con todo su timbre de farsa Ó pot-pourri á servir de prólogo á la fábula Ó de pequeña pieza que finalizaba la representación. Se toma como segura la versión de que estas saturas entraron en Roma procedentes de Etru- ria de este modo: azotada Roma por terrible peste en tiempo de los cónsules Licinio Stolon y Lucio Poético, éstos dispusieron que artistas etrurios asalariados distrajeran al pueblo horrorizado y su- gestionado por la epidemia que tantos estragos hacía y es fama que desde entonces los jóvenes se aficionaron á ellas, tomándoles gran gusto, 4 pesar de la oposición que le hicieron los magistrados al verla tornarse libre y grosera. Las atelanas de Atella en la Campania no ocultan su origen osco, si recordamos que muchas se escribieron en este dialecto. Se confunde esta producción con la satura, pero si es verdad que ellas revelan sentimiento satírico y gérmenes dramáticos, ésta que nos ocupa es superior á la anteriormente tratada. Comenzó por ser la atelana un diálogo jocoso, lleno de situaciones ridículas, presen- tadas por actores no muy lejos de ser bufones y llegó un día á trans- formarse en una verdadera comedia de costumbres en manos de Pomponio y Nevio. Los que representaban estas farsas, fueran ó no extranjeros, ostentaban el título de ciudadanos romanos, honor que no les cabía á los histriones que ponían en escena las produc- ciones dramáticas griegas. Un punto de contacto tiene la atelana con la comedia antigua ateniense, cual es la libertad de su lenguaje y la grosería de sus frases, pero se acerca mucho más á la sátira primitiva, con la cual no tardó en confundirse, dada la conformidad en ambas del carácter campestre. Sus escenas eran ficciones y los personajes se tomaban de la clase baja de la sociedad Úó campesinos, que se expresaban en ocasiones en dialectos distinto, para causar ]a hilaridad en los oyentes de un modo más franco, dado lo ridicu- lísimo de las situaciones. Existe una semejanza marcada entre Jos personajes de la comedia italiana del arte y los de las atelanas. Veamos á estos últimos: el Maccus de origen griego, con gran ca- beza hundida entre dos jorobas, andaba con paso lento y provocaba la risa por su traje roto y su personalidad moral, pues se trataba de un glotón avaro y ridículo; el Baccus, con sus mejillas infladas y su gordura excesiva, mostraba al parásito estúpido, impertinente y 14 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN vanidoso; el Pappus, viejo libertino, burlado por su esposa, por los jóvenes y por todo el mundo; el Dossennus, jorobado de espaldas que presumía conocer la ciencia de la adivinación; y el Manducus con sus largos dientes y facciones monstruosas, inspiraba horror á los aldeanos inocentones y á los niños. Si en estas composiciones sencillas pueden reconocerse elementos satíricos á granel, no deben considerarse como génesis de la comedia romana; pues ésta fué hija de la imitación de los griegos y es heleno su origen al imitar Plauto y Terencio á Difilo, Epicarmo, Apolodoro y Menandro. Vistos estos distintos aspectos de la vena satírica existente en el pueblo latino, pasemos á estudiar á aquellos autores que contribuyen á preparar los elementos que han de servir de precedente á las crea- ciones de Lucilio; son ellos: Livio Andrónico, Nevio, Ennio y Pa- cuvio, cuyas personalidades estudiaremos, pues mucho influye ésta en la vida literaria; lo subjetivo imprime sus rasgos á las manifesta- ciones de la mente al unísono con el objetivo Ó medio que ejerce también su poderosísima acción. Existe un período en las letras latinas, el segundo de su his- toria, en que ya hemos dicho que se opera una transformación vi- sible. De ser probable que los romanos tuvieran relaciones con los griegos en la época de Jos reyes, ello no puede demostrarse; pero es innegable que en momentos posteriores, los lazos marítimos y comerciales y las circunstancias políticas hicieron penetrar al espí- rita romano de la superior civilización de los helenos. La toma de Tarento y el término de la primera guerra púnica que hemos con- signado como motivo de evolución en la Historia y por ende en la Literatura, acelera el estrechar los vínculos ambos pueblos y el gusto romano se inclina á lo helénico, notándose al punto los mara- villosos resultados de sus relaciones artísticas y literarias. Personifica este período hermoso y brillante un autor notable: Livio Andrónico, natural de Tarento; fué hecho prisionero por los romanos al ser tomada su ciudad natal por Papiro Cursor y pasó á la familia del senador Livio Salinator en condición de esclavo. Este lo libertó y le dió su nombre, encargándolo de la educación de sus hijos. Docto en su lengua patria y siendo ésta complemen- to de cultura para todo joven romano; la enseñó á sus discípulos juntamente con las nociones de Retórica y Gramática. Muy pron- to se le confiaron los vástagos de familias distinguidas y enseñó ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 15 domi-forisque. * Su plantel de educación atendió no sólo á templar el alma de los jóvenes, sino al mismo tiempo y muy particularmen- te cuidó del desarrollo del cuerpo por los ejercicios físicos. Para que aquellos de sus educandos no doctos en el griego lo suficiente para interpretar á Homero, pudieran saborear la Odisea, tradujo esta epopeya en su Saturno reformado en versos saturninos, ensayo que no debe equipararse á la producción del gran épico. Escribió atellanas con un espíritu burlón y sagaz y es ésta la parte de su labor literaria que le hace ocupar un lugar en nuestra tesis; pero en honor de la verdad, aunque gocen fama estas compo- siciones de su vena satírica, no puede llamarse ni con mucho sátira á esta mezcla de doctrina y rasgos chanceros. Animado el poeta con estos triunfos en lo épico y lo satírico, obtuvo el permiso del Senado para traducir tragedias griegas, lo que hizo, no coronando el favor del público su empeño, por tratarse de artículo muy refi- nado para un gusto un tanto grosero aún, por presentar asuntos ' griegos y no nacionales y por no adaptarse bien la lengua, todavía no pulida del todo, para aquellos trabajos. El tomó parte en algu- nas de estas representaciones como actor y perdió la yoz, por lo que se vió obligado á acompañar con la música los cantos de un joven esclavo; de aquí la errónea versión de Dubos de que las antiguas declamaciones se sujetaban á una anotación musical previa y el ac- tor cantaba y no recitaba. Lecrerc con juicio sostiene que estos cantos eran los que llenaban los intermedios. De la tarea de Livio sólo quedan á la posteridad fragmentos, por los que no podemos juzgarle; los títulos que han llegado á nos- otros son: Achilles, Ajax, Danae, Equus trojanus, Andrómeda, Hermiona, Tereus y otros hasta el número de diez y nueve piezas, todas tomadas del teatro griego y de las que ha sentenciado Cicerón de modo magis- tral, con esta frase: «Las obras de Andrónico tienen el mérito de las estatuas de Dédalo: su remota antiguedad.» Sea como fuere, cábele 4 Livio Andrónico la gloria de introducir una dirección fa- vorable á la poesía que, tosca en sus ensayos iniciales, toma una nueva vía al dar á conocer él las obras maestras de los autores grie- gos, y podemos decirlo: vía majestuosa en sus manifestaciones épi - ca y dramática; pues el modelo elegido no fué superado por los imi- tadores: la epopeya y el teatro griego son inaccesibles. Otro timbre honroso posee nuestro autor, cual es el haber aportado á su 1 Suetonio. 16 PILAR MARIA ROMERO Y BERIRAN lengua palabras de origen griego que la enriquecen en verdad y el haber hecho sentar sus reales en las letras del Lacio, al verso sa- turnino, todo lo.cual le da y aun entonces le dió, señalado presti- gio; dígalo sino el encargo del Senado de componer un himno á los Dioses para ser cantado por veintisiete jóvenes con el deseo de ob- tener el desvío ó alejamiento de Asdrúbal. Nevio representa para algunos críticos un movimiento contrario al de Andrónico, es decir, quieren personificar en él al poeta na- cional que se aparta de la ruta trillada, deseando que la poesía continúe su antiguo derrotero. Es ese el juicio que sobre él ofrece Niebuhr, y con él los críticos alemanes modernos, muy particular- mente el último editor de sus fragmentos: Klusmann. Estos lo oponen en un paralelo al poeta Ennio, al que tildan de imitador del arte griego y adulador de la aristocracia. Muy otras son las cualidades de Nevio; de un carácter independiente, no respeta las elevadas posiciones dadas al hombre por el azar ó la fortuna, y por igual tacha al militar glorioso que al noble envanecido. Que na- ciera en Roma ó en la Campania, no está aún resuelto; lo que no cabe dudar es la fecha de su nacimiento: el año 269 (antes de €. ). Si bien podríamos creer que él viró la espalda á los modelos grie- gos, los hechos harían resaltar nuestro error. Nevio trató de in- troducir en Roma la antigua comedia ateniense, la que ya hemos visto como satírica, pero fracasó en su intento; veamos por qué. Con la libertad de su genio pintó en una de ellas á Escipión Emi- liano en situación ridícula y de libertinaje, saliendo de casa de su amante, forzado por su padre, cubierto su cuerpo con un manto so- lamente. Abiertamente chocó su pensamiento con el del pueblo que entonces tenía por ídolo al osado general; y las masas, que se arrastran más por una figura que por ideas abstractas, lanzaron sus protestas ante la chancera pintura del vencedor de Cartago y de Numancia. Como si esto no fuera suficiente, sin parar mientes en la pujanza de los Metelos, entre otros ataques les lanzó el poeta el siguiente: Tato Metelli Romae fiunt consules. A esto respondieron los Metelos demostrándoles que sí nacían cónsules y fué casti- gado con la prisión. Un momento más tarde, libre ya, reanudó sus dardos satíricos y como aún era vivo su lancetazo el hombre que cubierto de gloria y adorado por el pueblo romano, que cayó por un escándalo en su vida privada en el lance de que él supo sa- car partido, los mismos tribunos que procuraron su libertad, vie- rou que partía para el destierro sin remedio. En Utica, donde ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 17 transcurrieron sus días de desterrado, murió. Dejó, además de es- tas manifestaciones de su numen satírico, un buen número de tra- gedias imitación de las del teatro griego, como son: Danae, Iphige- nia, Equus trojanus, etc. y un grupo de comedias de igual génesis: Colax, Dolus, Lampadio, Demetrius, Leon y Hariolus, estas dos últi- mas escritas en la prisión. Deseando Nevio ofrecer un objeto de mayor interés á su públi- co, compuso las comedias togatas Ó fábulas pretextas, tituladas: Romulus y Clastidium. Los personajes que las integraban eran ro- manos y vestían de toga al par que los sucesos expuestos en ellas eran nacionales y del dominio general. En la segunda de estas dos antes citadas se trata de la villa de Clastidium tomada á Aní- bal por traición, acontecimiento contemporáneo y de todos sus compatriotas conocido. Como su labor fué de triple autor: satírico, dramático y épico, hablemos de este su último aspecto en breves palabras. Ya figura- ra en las filas como soldado, ya sólo llegaran á sus oídos las refe- rencias de los combatientes, en su poema épico sobre la primera gue- rra púnica nos muestra su genio elevado. Comienza esta obra, di- vidida por los gramáticos en siete libros, por relatar la salida de Eneas y Anquices de Troya en el navío construído por Mercurio, que no tarda en ser juguete de la tempestad por lo que Venus se queja á Júpiter y éste la consuela hablándole del porvenir brillan- te de Roma. Arribando á Italia, la Sibila de Cumas les vaticina sus destinos. En el libro segundo se relata cómo un vástago de la hija de Eneas, Rómulo, funda á Roma. En los libros siguientes los acontecimientos se suceden hasta la descripción de la lucha entre Cartago y su patria, sin dejar en olvido ninguno de los incidentes de esta la primera guerra púnica. Es opinión generalizada que Virgilio tomó de esta composición los elementos de su Eneida; sea enhorabuena el tal hecho, pues contribuye á dar gloria al viejo poeta el que sirvieran al épico mantuano de fuente de inspiración algunas de las situaciones de su poema. Para M. Albert no cabe dudar que la hipótesis de Niebuhr sobre la existencia de los reyes co- mo fantástica es hija de la lectura de esta epopeya. Debe merecer- nos, pues, Nevio una alta consideración como espíritu independien- te, satírico resuelto y osado, autor dramático feliz y épico atinado. El censor Catón, que miraba á los autores inclinados al gusto helénico con cierto recelo, apasionado por lo nacional, prestó su apoyo é hizo pasar á Roma desde Cerdeña á un joven calabrés que 18 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN en el ejército romano había militado con el grado de centurión. ¡Qué antagonismo! Muy luego demostró, el protegido poeta, su co- nocimiento de la lengua y letras griegas, hechos que redundaban en perjuicio de los propósitos de su protector. Este joven no era otro que Ennio. Con severidad le juzgan los que sientan como Niebuhr, que su espíritu griego destruyó la poesía nacional existen- te. Las manifestaciones hasta entonces sacadas á la vida no exce- dían de ensayos más Ó menos groseros y oscos y él no les dió muer- be; tomó, sí, los elementos que de ellas encontró necesarios, aportó otros desconocidos y así preparado nos dejó los frutos de su gran tarea. ¿Fué Ennio un autor épico? ¿Fué dramático? ¿Fué satírico? Lo fué todo; su talento superior permitióle cultivar tan múltiples y variados géneros. Como autor de epopeya siguió los pasos de Livio y escribió Los Anales. En esta obra nos ha dejado la historia de su patria, desde los orígenes hasta sus días, no hablando de la primera guerra pú- nica, porque su antecesor ya la cantó; pero en honor de la verdad, sus diez y ocho libros son más bien una historia que un poema épi- co. Su personalidad intelectual se entregó al cultivo de las come- dias y tragedias como sus dos predecesores y al igual que ellos imitó y á veces tradujo literalmente á los autores griegos. Vertió al latín el Ayax de Sófocles, las Eumenides de Esquilo y la Ifigenia de Eurípides; de este último maestro tomó para las más originales de sus producciones los discreteos sentenciosos, y según la expresión de Patin conservó el prólogo y el coro tradicionales. Como cómi- co no parece tener renombre si juzgamos por el lugar en que lo ha colocado Volcacio Sedigito en su Catálogo de los poetas cómicos: el décimo y último. Como filósofo, nos ha ofrecido una obra di- dáctica filosófica, su poema Epicarmo, en que se nos revela pitagóri- co, y bien pronto, al traducir la obra de Evemere, presenta á la so- ciedad romana el escepticismo religioso que había de ser su rasgo característico, cuando ella se civilizara; muchos latinos rieron de la existencia de tantos Dioses que para Ennio no pasaban: de mortales divinizados por el hombre en premio de grandes hechos. El aspecto para nosotros interesante en Ennio es el de autor sa- tírico, para notar la evolución gradual que en el género de la sátira se opera; cosa para nuestro estudio de capital importancia. El compuso saturae; pero no podemos afirmar en qué número; pues en su Histoire de la Littérature Romaine M. Albert afirma que ascienden á seis libros y M. Caussade sostiene en una obra de igual índole, ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 19 que se limitan á seis sátiras. La cuestión quedaría dilucidada si existieran en la actualidad las obras; pero sólo restan desgraciada- mente informes fragmentos. No obstante, ellos permiten apreciar que usó en estas composiciones metros diversos: ya versos heroi- cos, ya yambos, ya trocaicos y que la variedad de personajes y de asuntos corría pareja con la de la medida de sus versos. Tradujo, según el testimonio de Aulo Gelio en sus Noches áticas, algunas fá- bulas de Esopo y el poema gastronómico de Arcestrato de Gela: Las golosinas. Deltour dice de él como satírico que «sus sátiras podían dignamente tomar el nombre de mezclas». No nos acojamos á su juicio y reconozcamos que Ennio fué feliz y jocoso en esta fase de su vida literaria, pues se apartó de las formas antiguas que había revestido este género, haciéndole avanzar bastante, aunque no pue- da equipararse su empresa á la de Lucilio, quien da forma á estos elementos que él prepara. Decía Ennio que él había tomado el alma de Homero, y cuando murió ya había escrito su epitafio: «Contemplad, ciudadanos, la imagen del viejo Ennio. Fué aquel que cantó las hazañas de vues- * bros padres...» Aspicite, o cives, senis Ennii imagini formam Hic vestrum panxit maxuma facta patrum. ¿Era esto un alarde de inmodestia ó de orgullo? Para nosotros no se trataba más que de un perfecto conocimiento del valor de su personalidad y del de su labor. Digno fué el título, para él hon- roso, de ciudadano romano de que se jactaba; pues su poema épico vivía con su ardor patriótico y revelaba en sus caracteres todos, ser un trabajo nacional; brillaba con los rasgos de amor cívico en él entrañados. La posteridad lo admira y sus contemporáneos é inmediatos sucesores lo elogian: Lucrecio le llamó «padre de la poesía latina»; Escipión deseaba levantar una estatua del poeta en medio de los monumentos de la familia Cornelia; Lucilio coloca los Anales junto á la liada; Cicerón y Virgilio le admiran y el último llega hasta hacer propios algunos de los versos del viejo poeta. Séneca, Quintiliano y Horacio lo juzgan colocándole en el siglo de oro, sin ver que no era éste su medio, de aquí que sean severos; pero en cambio Silio Italico lo ensalza como militar y autor triun- fante y Ovidio gráficamente lo señala: Ennius ingenio maximus, arte rudís. Y como muestras de admiración exagerada por el poeta, se dirá que no le faltaron sus apasionados, á quienes denominaremos rapsodas de Ennio; fueron éstos los que lleyaron Los Anales á un 20 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN teatro, para leerlo al público en la época de los Antoninos. El em- perador Adriano con vehemencia ciega por los antiguos poetas, lo coloca sobre Virgilio; y Escalígero en el siglo xvi ha expuesto que él hubiera preferido la pérdida de las obras de Estacio, Lucano y Silio Italico 4 las de Ennio. Nosotros imparcialmente diremos que puede señalarse en este poeta al genio potente que contribuyó de manera singular al nacimiento de su literatura y á la creación de su lengua, consiguiendo esto último al someter la ruda lengua latina á la disciplina maravillosa del idioma de la Grecia. Ennio llevó á Roma á su sobrino Marco Pacuvio, quien no tar- dó en ser su rival, para tornarse á la muerte del hermano de su madre en su digno sucesor. Las obras que al teatro llevó repro- ducían las de Esquilo, las de Sófocles y las de Eurípides, pero muy particularmente las del primero, pues dado su comercio con las producciones de éste le tomó gusto particularísimo y hasta se encar- nó en él un estilo análogo, en sus rasgos generales, al del modelo. De sus quince composiciones dramáticas, el Paulus merece conside- rarse únicamente como tragedia nacional, ó fábula pretexta, creada por Nevio, mas no podemos emitir juicio de ella porque no se conser- va más que el título, como del mayor número de todas sus obras. De los fragmentos que hemos podido ver, citaremos el expuesto en nuestras clases por nuestro culto maestro, como muestrade estilo enérgico: Priamus si adesset ipse ejus commisereret. Se refería 4 los tristes sucesos acaecidos á los vencedores de Troya, y en su tragedia Armorum judicium levantó la ira del pueblo, al representarse en los funerales del César; porque aquél vió en un verso una alusión á los asesinos del héroe. He aquí el verso: Men” servasse, ut essent qui me perderent! Para este lugar, mucho hemos hablado de él como trágico y po- co tenemos que decir como satírico. Imitó las clases de sátiras de su tío y en ellas, como en los dramas, presentó pensamientos gra- ves, enérgicos, vivos y á su estilo se le puede llamar abundante, á pesar de que se le tacha de un grave defecto: plagar sus obras de arcaísmos. Todo no había de ser perfección. El poeta de Brindis, más considerado por sus obras dramáticas que por sus sátiras, mu- rió en Tarento á la edad de noventa años, y como su tío y conseje- ro, dejó su epitafio que nos lo presenta como modesto y asimismo como docto, dictado que Horacio, más próximo á él que nosotros, le dió. Dice así: «Joven, por mucha que sea tu prisa, esta piedra ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 21 te pide que vuelvas á ella los ojos y leas su inscripción: Aquí repo- san los restos del poeta Marco Pacuvio. He aquí lo que yo quería hacerte saber. Adiós.» Hasta aquí hemos atravesado un espacio de tiempo en que no solamente en la sátira, sino además en las letras latinas en general, se ofrecen autores aislados; porque el cultivo de éstas parece rele- gado á lo menos y lo más se entregan á tomar parte en las filas de los ejércitos; pero en este momento preciso, muy otro ha de presen- társenos el horizonte, ya en nuestro estudio especial, ya en la lite- ratura toda. ¿A qué se debe tal evolución? A los cambios que en el medio social se operan y que nos describe la Historia. En nues- tras primeras páginas, cuando hacíamos un rápido y breve recorrido histórico, trazamos los caracteres de una sociedad que no es otra que la que pudiera encajar de lleno en este lugar; mas como enton- ces fuéramos concisos, forzoso y necesario es hablar ahora de ella. Vencedoras las águilas romanas en el Norte de Africa y en la he- roica Numancia, tenía ya Roma realizada su misión histórica, viendo convertirse, según la gráfica expresión del Dr. Tagle: su urbs en orbis. Conseguida la fusión maravillosa del universo, Gre- cia, Italia y el Oriente tuvieron mutuos contactos y al mismo tiem- po que por razones justas, del umbilicus mundi partían elementos á todos sus dominios, recibía aquella madre común en su seno los re- presentantes de sus múltiples colonias y de todas las civilizaciones. Las costumbres, la lengua y por ende las leyes, sufrirían transfor- mación. Elidioma griego, patrimonio de los cultos, transforma á su influjo la lengua del Lacio. El refinamiento y lujo de las colo- nias griegas del Asia se infiltran en Roma y merced á esta influen- cia se han de elevar suntuosos palacios, sólo imaginables al forjar nuestra ilusión esas fantásticas creaciones orientales de que nos ha- blan los cuentos de Las mil y una noches. Junto á aquel refinamien- to aportó el Oriente todas sus supersticiones que tomaron carta de naturaleza en el suelo romano. Pagados de escépticos en materia religiosa, habiendo abandonado en este sentido los múltiples dioses de quienes ya no creían milagros, entregábanse á sortilegios, á adi- vinaciones, y á la práctica de la astrología. Todo un mundo de lo sobrenatural entraba en Roma, al par que el Estado tomaba una religión propia. ¡Gran contraste! Al Senado convenía así, para destruir por las leyes divinas, lo que la legalidad no permitía disol- ver; bastaba decir: este incidente demuestra que es funesto y que- 22 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN daban rotas las asambleas ó los comicios. La causa principal de la caída de la religión era la entrada de la filosofía, 4 la cual los ro- manos se opusieron; mas al estudiarla como espíritus prácticos to- maron de ella las doctrinas que encontraron útiles, desechando aquellas que por abstractas no se explicaban á su mente, ni se descubrían sus fines. De aquí que progresaran entre ellos tan sólo las doctrinas de Epicuro, Zenón y Carneades, como todo el mundo sabe. La educación de los jóvenes romanos, atendida en extremo, ponía á contribución de ellos al literato que le enseñaba su lengua, al gramático que le daba las reglas de ella y más tarde al jurisconsulto que le suministraba los conocimientos necesarios para conocer el derecho nacional, cuando no se inclinaban á la ca- rrera militar. Al unísono que se desenvolvían sus cerebros en este orden, adquirían toda una cultura helénica, la que podían abordar al poseer, como poseían, la lengua griega; ahora bien, de todos pue- de afirmarse lo que dijo Plutarco de Escipión Emiliano: que supo descansar al par que trabajar (otium, negotium) 6 lo que es lo mismo, los hijos del Lacio fueron positivos y persiguieron grandes ideales, se mostraron griegos en el rudo trabajo de hombres de negocios, y latinos en las comodidades con que regocijaron sus ratos de expan- sión. Las costumbres romanas de este momento histórico ponían de relieve la corrupción, nacida sin duda de la labor que continuó á la conquista: la explotación de la conquista. El dinero aportó con él la depravación invasora de las austeras costumbres y usos, las que no resistieron el golpe y se desmoronaron; la insolencia, la licencia, el escándalo, eran el timbre de todas las clases sociales. La familia, la sagrada institución de otra época, desapareció con el divorcio, con la repudiación de la esposa por los más simples moti- vos, con las liviandades de ellas y con el libertinaje de ellos. ¡Cuántos vicios! ¡Qué plaga de horrores nos pinta la Historia en este espacio de tiempo! No los tocaremos; son de todos conocidos los hechos del séptimo siglo y de los siguientes, que recuerdan fu- nestos acontecimientos de una nación que acumulaba oro obtenido de las conquistas y la expoliación, con el cual sufragaba el lujo y pagaba los votos á la plebe pobre y depauperada, para ascender en la escala de la vida política. ¿Qué espíritus podrían atacar á aquella corriente poderosa que arrastraba á todos locamente? Sólo los que dotados de un genio sui generis, de un talento superior, hicieran frente á la situación empuñando un arma poderosísima que se levanta en momentos co- ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 23 mo aquél. El instrumento de ataque nació en medio de aquella turbulencia, no siendo otro que la sátira, que en todo tiempo ha aparecido en épocas de depravación y corrupción, ocurriendo que su creador la usó con el propósito de causar la evolución de las costumbres, la transformación de los usos. Este elevado autor, este genio gigantesco, no fué otro que Cayo Lucilio. Un estudio detenido acerca de este interesantísimo autor, á quien Horacio señala como el inventor de la sátira, al escribir: Inventor Gratis intacti carminis auctor, nos ha dado cuenta de cuánto puede la poderosísima imaginación de los críticos, que de nn número in- significante de datos y de poquísimos fragmentos que de él han lle- gado á manos de ellos, como á nosotros, han dado margen á una bio- grafía completa y acabada. Apartándonos de esa masa incierta de hipotéticos juicios, digamos lo que de Lucilio es verídico y real. Convienen la generalidad de autores en su nacimiento en Suessa Aurunca, y su muerte en Nápoles seguida de suntuosos funerales. Su vida se describe con pocos ó escasísimos elementos de esta suer- te: tomó parte en la cohorte de los amigos como caballero, cuan- do este cuerpo se asoció 4 Escipión Emiliano para dar el último y decisivo ataque á Numancia. Una vez en su patria, victoriosa ésta, compartió la amistad de Lelio, Escipión y otros hombres de renom- bre, hasta que terminaron sus días, sin poder dilucidar la duda si murió joven Ó anciano. Conjeturas, podrían sostenerse muchas; pero afirmaciones verosímiles, ni una tan sólo á este respecto; pues mientras Horacio le llama senex, la crónica de Eusebio sostiene que falleció á los cuarenta y seis años, mas en nuestro sentir diremos que la opinión de Horacio querría decir al poeta antiguo. Pretende Germán Salinas, en su obra ya citada por nosotros, que la táctica militar del Africano enseñó á Lucilio la dirección que tomó en las letras; es decir, que los medios que el general em- pleaba para hacer sonrojar con vergúenza á los soldados por ataques indirectos, fueron la escuela seguida por Lucilio en la vida social, círculo mayor que el del campamento militar. Vana es la expre- sión de Salinas, dado que los espíritus se dedican á aquellas esferas que atraen por sus caracteres á la personalidad, impulsando mu- chas veces á la acción la poderosa fuerza del medio, pero ¿quién puede atreverse á señalar tál Ó cuál hecho como motivo de deter- minado acto? Nadie; porque como múltiples y complejas se reco- nocen las fuerzas que deciden en los sujetos las aptitudes de la mente. 24 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN Como dato extraordinario de la vida de Cayo Lucilio se tiene el que siendo de familia noble y rica se dedicara al cultivo de las le- tras. Hasta entonces los que militaban en las filas literarias no pasaban de libertos 6 plebeyos, por lo cual ha dicho muy bien De Lamarre que Lucilio le dió á la poesía romana sus cartas de no- bleza. Como de familia patricia lo presentaba también Salinas y Patin y cabe aquí decir que los trabajos de ambos sobre el villano de la Campania, que ocupa lugar tan distinguido en nuestro estu- dio se pueden aceptar como los más acabados. Casi en todos sus aspectos están tomados los juicios de ambos de M. Corpet y es su- perior la labor del literato francés, en tanto en cuanto es menos apasionado que el distinguido autor hispano y por ende del todo imparcial. El holandés Francisco Dousa en 1597 coleccionó y comentó las obras de Lucilio, sentando que era ascendiente de Pompeyo y tras ésta, muchas colecciones se sucedieron del satírico latino, ya en In- glaterra, ya en Francia, ya en Alemania, escudriñando sus obras y aumentando su biografía con incidentes de autenticidad dudosa. Mencionemos, siquiera sea para recordarlos, los nombres que nos brinda M. Patin: Varges, Schmidt, Patermann, Schoenbeck, Van Heusde, Becker, Gerlach, Hermann y M. Charles Labitte en sus artículos de la Revista de dos mundos; todos los cuales en el espacio de tiempo que media de 1835 4 1845 hanse ocupado de la vida y producciones de Lucilio; particularmente de su labor satírica. ¡ Cuántas conjeturas! ¡Cuántas interpretaciones inexactas! Cuan- do el poeta latino, creador de la sátira, deseaba que sus obras no fuesen leídas ni por hombres demasiado esclarecidos ni por igno- "antes, porque éstos no verían nada y aquéllos verían quizás más que él, ¿no tendría acaso, como M. Patin expone, el dón profético que le permitía prever la osadía con que los doctos contempo- ráneos han aumentado los recuerdos de su vida y los restos infor- mes de sus monumentos ? La vida de Lucilio, por los escombros que nos han llegado de sus sátiras, sólo nos habla de sus dos viajes, á Capua y al estrecho de Mesina, á más de un juicio ante los tribunales con cierto actor que ultrajó su nombre ante el público; pero oijgamos cómo comentan algunos de los críticos ya citados estos insignificantes datos. Con el atinado criterio que le caracteriza, el sabio profesor á quien seguimos, M. Patin, ha precedido estos prodigios de inventi- va de las siguientes palabras: «Plauto ha hecho de ciertos curiosos ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 25 de su tiempo que se decían y creían demasiado instruídos en todo, un bonito retrato traducido com mucha gracia por M. Naudet:... «Ellos saben lo que el rey le dijo bien bajo 4 la reina; ellos saben la conversación que Júpiter ha tenido con Juno... Hay infinidad de cosas que los críticos saben de este modo.» Así es como Van Heusde ha explicado que su viaje lo dió á causa de su salud resenti- da, que su fortuna la debe á su puesto de publicano en Asia, que su padre fué dueño de una panadería, que murió de cincuenta y ocho años y que acaeció esta desgracia en Nápoles por encontrarse qui- zás allí desterrado á causa de sus chocantes ataques. ¡Qué exube- rante fantasía! De una vida pobre de datos, nos devuelve una her- mosa biografía, con sólo cambiar una que otra palabra en esas ruinas informes. Aún llegan á más los excesos; las frases de Horacio: In hora saepe ducentus. Ut magnum, versus dictabat, stans pede in uno... han hecho pensar á M. Baillet y Van Heusde que Lucilio escribió sus verso3, parado sobre un pie, sin apreciar que fué ésta una me- táfora del venusino para pintar la rapidez del famoso ingenio. Para la clasificación de las treinta sátiras de Lucilio, existen controversias animadísimas; pnes cada cual cree que debe imperar por más basada su opinión, cuando como de todas ó de casi todas las obras de los clásicos, fueron los gramáticos posteriores, los cla- sificadores, y no sus autores. Ausone Popma piensa que sus sátiras fueron treinta y cinco, veintiuna de las cuales atacaron los vicios de las veintiún primeras tribus del pueblo romano y las catorce que que vieron la luz más tarde, dirigidas á las tribus de igual número que completaron muy luego la población. “Van Heusde cree que Lucilio presentó quince composiciones primero, dedicadas á Elio Estilo, y las otras quince las ofreció posteriormente, encabezada la primera parte con el título de la sátira inicial Deorum concilium y ]a última con el supuesto nombre de Collyra con que él titula la dé- cima sexta sátira. Schoenbeck sienta que Lucilio dedicó reunidas veinte de sus producciones á L. Elio Estilo y ulteriormente publicó las diez restantes; igual división hace M. Schmidt, pero atendiendo á que el primer grupo se distinguía por presentarse todas en hexá- metros y el último en yambos ó trocaicos. Esta última sería la más científica explicación, caso de no ser hipotética; pues es seguro que ya reunidas en un solo volumen, ya en dos, ello ha sido labor de los gramáticos, sus comentadores. 26 PILAR MARÍA ROMERO Y BERTRAN La potente imaginación de la posteridad ha dado además nom- bre 4 las sátiras lucinianas por sólo los fragmentos que de ellas se tienen, lo que es un grave error. Con seguridad sólo puede afirmar- se el de la primera: Deorum concilúum; pero los de Collyra, De divitum luzuria, De poetarum insectatione, que se le han fijado á la XVI, la TI y la IV respectivamente, entre otros autores por Becker, son nega- bles. Es más, la supuesta amistad de Lucilio con Fundius, Cayo Celio, Panetio y Albino, á quienes apostrofa en sus sátiras, que ha permitido mantener que éstas fueran epístolas á tales sujetos, es incierta; porque tan sólo deben reconocerse como imprecaciones encontradas en sus fragmentos, usuales en los poetas de vena chis- peante y jocosa. Dela tercera sátira puede decirse que es de la que poseemos mayores fragmentos, y es ésta la que describe un via- je con todos sus minuciosos detalles, y la que sirvió de modelo á Horacio para escribir su viaje á Brindis. Aparte ya esas discusiones literarias acaloradas, nosotros de- ducimos que el trabajo de Lucilio es extraordinario: tomó la anti- gua sátira de carácter bufónico y dramático, conjunto de metros variados, amalgama de múltiples objetos, y la transformó regulari- zándola en su marcha y cubriéndola con el hexámetro para ella apropiado por su grandeza. Preparada de esta suerte atacó con ella 4 las ideas religiosas, á la falta de valor marcial, 4 la pérdida de la personalidad política en el sufragista que vendía su voto, al político sagaz que se elevaba por medios inicuos, al filósofo pedan- te, al grecomaniaco que olvidaba su orgullo nacional, al lujo de la mesa, al derroche de las mujeres en sus toilettes y á la avaricia y á la prodigalidad; pasiones opuestas, incompatibles al parecer y pre- dominantes ambas en el espíritu de los romanos. Para darnos cuenta de su ardor satírico, para comprender el vuelo de sus dardos en tan variados sentidos lanzados, cabe en este lugar exponer algunos de sus fragmentos; los que me harán recor- dar las lecciones universitarias, donde nos fueron leídos muchos de ellos: Tpsa secet corio omnia lora. «Los látigos todos se romperán en su piel.» Se refiere á los es- clavos de piel curtida por los golpes. Ut multus mensesque diesque Non tamen aetatem, tempestatem hanc scelerosi mirentur. ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 2% «Que admiren este azote por muchos días y meses los malva- dos, pero no por una eternidad.» Así habla de esos tipos de la depravación extrema. Ut populus romanus victus vi et superatus praeliis Saepe est multis, bello vero nunquam, in quo sunt omnis. «El pueblo romano ha sido vencido por la fuerza y supeditado en numerosos combates; pero en una guerra jamás. Eso es todo.» ¡Qué hermosa manera de reunir en dos versos la historia patria! Discere ne te res ipsa, ae ratio ¡psa refellat. «Procura instruirte para que ni las circunstancias te dominen, ni tu razón se dé por vencida.» Sentencia grave que debemos se- guir. Como la sátira novena de Lucilio trata de asuntos gramaticales y literarios, para ilustrar de un modo completo este trabajo, vea- mos un trozo de esta índole: 5060 esse poema: Pars est parva poema: epigramma, item, epistola quoevis; Cujusvis operis pars non magna poema. Illa poesis opus totum, ut tota Ilias una Est déois, Annalesque Enni, at que istoc opus unum Po... oncnn.rs.rorsrsorssrrronsnrrssss$nmsssrsirrrn.o errar... 1d Donde como se ve llama poema á un pequeño trozo como un epigrama, una epístola, una parte muy corta de un trabajo extenso. Poesis es el conjunto de una obra como toda la composición de la Iliada en su unidad, como los Anales de Ennio. Por un pasaje de Lucilio, traducido con tino por M. Naudet en sus Estudios Críticos se ve cómo él nos ha dado el cuadro completo de la sociedad y costumbres de su época. Dice así: «Mientras él ha salido yo voy, para evitarle el buscar largo rato y le diré en qué lugares se encuentran las varias personas que usted desea ver, gen- tes viciosas ó sin vicios, bribones ó ciudadanos honrados. ¿Quiere usted encontrar un bandido? Vaya al tribunal en los Comicios; ¿un mentiroso, mn fanfarrón? en las cercanías del templo de Cloa- cine. Los maridos opulentos, libertinos, pródigos, se encuentran bajo la Basílica. Allí se reúnen también los jóvenes pimpollos que no son más que niños y los negociantes. Los amigos de excursio- nes frecuentan el mercado de pescado. En el bajo foro se pasean 28 PILAR MARTA ROMERO Y BERTRAN las gentes de consideración y los ricos. En el foro medio, á lo largo del canal, los héroes de la fanfarronada. Debajo del largo Curtius, los habladores imperturbables, las malas lenguas, relatan descara- damente cuentos sin fundamento sobre otros, teniendo de ellos mis- mos de qué fomentar amplia y verídica materia. Bajo las viejas tiendas están aquellos que prestan y empeñan con usura. Detrás del templo de Cástor hay una clase de que no debe uno fiarse. Los amables que hacen valersu persona llenan la calle de Toscana. El Valabre está poblado de panaderos, de carniceros, especieros, y ca- seros que revenden ó propietarios que habilitan á los caseros. Pe- ro ya oigo una puerta, debo contener mi lengua. » Por último para presentar un cuadro de su verdadera sátira mo- ral, atendamos á su definición de la virtud: «La virtud, Albino, es saber apreciar el verdadero precio de to- das las cosas que nos rodean y en medio de las cuales nosotros vi- vimos; la virtud es saber lo que es cada cosa en sí; la virtud es sa- ber discernir lo que es recto, útil, honesto, lo cual es el bien, de lo que es el mal, aquello que es peligroso, pernicioso y deshonesto. La virtud es saber en qué medida se puede apreciar su fortuna; la virtud es estimar las riquezas en su justa medida, es reconocer á los magistrados el respeto que es debido, es ser el adversario público, el enemigo privado de los hombres malvados y de las costumbres perversas, y también el defensor de las buenas costumbres, glorifi- car á aquellos que quieren el bien, vivir en su amistad; en fin, co- locar en primer lugar en su corazón los intereses de la patria, luego los de la familia y en tercero y último lugar los propios.» Era ésta la definición de la virtud de los estoicos, á la cual él daba sus propios tonos y que él llenó en realidad de verdad; dígalo si no el hecho siguiente: vivió Lucilio en la época de los Gracos, en la de la guerra social, atravesando esos momentos de conmo- ción sin figurar en partido alguno; sólo defendió con ceguedad una causa justa: la de las costumbres públicas. Es él y no otro el que lanzó 4 la cara de los soldados que combatían en España la frase sagaz: «Las legiones combaten por el dinero». El juicio que á la posteridad ha merecido Lucilio es muy va- rio: Juvenal y Persio lo celebraron, Horacio en algunas de sus sá- tiras lo critica por su precipitación al escribir, reivindicándolo después al llamarlo maestro y superior á él, consignando que de vivir en su siglo no hubiera presentado tan desaliñadas sus produc- ciones y hubiera mesado sus cabellos y descarnado sus uñas hasta ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 29 verse sangre antes de ofrecerlas, y al mismo tiempo ha hecho de él el mejor elogio, al decir: scilicet uni oequus virtuti atque ejus amicis. «Sólo perdonó la virtud y los amigos de la virtud.» El escoliasta Porphyrion exclamó: Lucilium emulatur Horatium; Séneca le dirigió sus Epístolas. Escalígero halla sus versos llenos de fango y Charles Labitte en época posterior reconoce algunos de sus defectos, pero sostiene la sencillez de su estilo y la elevación de sus ideas. Nos- otros no negaremos sus faltas, pero las perdonaremos, porque se trataba de una obra naciente y no podía ser perfecta; además, que bien lo merece lo grandioso de su labor. Si su composición fué precipitada y su estilo oscuro, su inspiración y numen poseen el dictado de originales, y él en sí es todo un Catón que para su obra de censura y crítica tuvo á la mano una sola arma: la sátira, pu- diéndose con justicia afirmar de él: «es de los hombres á quienes se les sucede; pero no se les reemplaza jamás ». Se señalan como sus continuadores más directos á Horacio y Ju- venal; pero nosotros antes de ocuparnos de éstos, debemos citar á un autor que trata de imprimir otra dirección á la sátira latina, como es Varrón, * erudito extraordinario de la época de Cicerón, nacido 60 años antes que Horacio y á quien todos los historiadores de las letras latinas, como De Lamarre, Patin, Caussade, Albert y otros, citan antes que el hijo de Venusa en el desenvolvimiento de la sátira. Lo que en nuestra clasificación de la literatura latina consig- namos con el nombre de época literaria y Siglo de Oro, espacio de tiempo que se comprende desde la muerte de Sila á la muerte de César, es la centuria de gloria que se destaca en el campo de las letras humanas como momento de erudición grandiosa. Se alcan- zaba este perfeccionamiento; porque ya la lengua era apta para ex- presar los más altos vuelos del pensamiento; porque se gozaba de paz política y porque el contacto con los griegos dejaba entrever su maravillosa influencia. Este auge no se debía tan sólo á las causas señaladas; muchas y poderosísimas también habría á contribución que permanecen ignoradas é imperceptibles. Movimientos de tal naturaleza tienen en su seno, causas generales, fundamentales y determinantes; porque se trata de verdaderas revoluciones. La ac- ción de Augusto, por poderosa que fuera, si olvidamos que desterró 4 Ovidio y no impidió que Antonio se ensañara en Cicerón, pesará en la balanza lo que debe pesar un hombre en la formación de toda 1 Sátira Menipea. 30 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN una transformación literaria. En ese siglo todos los géneros lite- rarios brillaron extraordinariamente: la lírica con Cátulo, Marcial, Ovidio y Horacio; la dramática en sus diversas manifestaciones, si bien algo relegada por el gusto popular; la épica con Virgilio y Ovi- dio inmortalizados con sus Eneida, (GFeórgicas y Metamórfosis respecti- vamente; la historia con Julio César, Salustio, Cornelio Nepote y Tito Livio; la oratoria con Cicerón, y resume los diversos aspectos, culti- vando todas las esferas un hombre de erudición sorprendente: Varrón. Algunos críticos han llamado á esta época más griega que roma- na; tienen alguna razón: porque no se olvidará que Virgilio refun- dió la Ilíada y la Odisea en su epopeya, que sus Eglogas recuerdan los idilios de Teócrito; quelos líricos latinos tomaron como modelo á los helenos Safo, Alceo, Píndaro, Calímaco y Tiletas; que Ovidio bebió en Los Trabajos y los Días de Hesiodo; que Tito Livio y Salustio tras- lucen elementos de Herodoto y Tucídides, y que Varrón resucitó las composiciones de Menipo de Gadara, pero fué una sabia imitación. Marco Terencio Varrón, natural de Reata en la Sabina, nació el año 629 de la fundación de Roma, de familia no muy rica; pero sí acomodada. Su primera educación la adquirió en Roma, pasando luego á Atenas á completar su cultura, donde le suministraron los conocimientos de la filosofía griega. Había sido su profesor el gra- mático Elio Stilo. Una vez en la madre patria, se inclinó al parti- do pompeyano, pero al ver surgir al triunvirato se tornó neutral llamando á éste el monstruo de tres cabezas y sosteniendo que la unión de César y Pompeyo había de ser más fatal al Estado que sus lu- chas. Se retiró á la villa de Tusculum para producir en la tran- quilidad magníficas obras; pero César le confió la organización de “la primera biblioteca pública, y al caer muerto el dictador, Antonio lo colocó en la lista de los proscriptos y confiscó sus bienes. Sálva- se milagrosamente y muere á la avanzada edad de noventa y nueve años, dejando de escribir al no existir. ¡Oh, genio incansable ! Augusto honró su memoria dando lugar á sus obras y á su busto en la biblioteca pública fundada por Asinio Polion. Varrón merece el nombre de polígrafo y autor enciclopédico con justicia, ascendiendo sus producciones á quinientos volúmenes, se- gún el testimonio de Aulo Gelio, y á cuatrocientos ochenta y seis li- bros ( treinta y nueve obras ) según la carta de San Jerónimo á San Pablo, insertada al principio de un manuscrito de Orígenes. ¿Cómo no ha de elevarse á tan gran cantidad lo por él producido, siendo á la vez poeta, filósofo, gramático, orador, retórico, crítico, arqueólo- ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 31 go, historiador, teólogo, agricultor, matemático, náutico, epistoló- grafo y poeta satírico? Si bien es cierto que de tan gran labor no nos restan más que fragmentos, tenemos tres libros de Lingua latina y los juicios emitidos por sus admiradores y comentadores, para darnos ideas de tan pujante talento. Como filósofo nos ha legado doscientos cincuenta y nueve libros de Sentencias filosóficas, sus obras: De Philosophia y De Forma Philosophiae, á más de los trabajos logistorici, trabajos en que expone las doctrinas de los alejandrinos. Como gramático aventajó á sus contemporáneos, adelantándose en sus composiciones: Grammatica, Disciplinarum y Lán- gua latina. Como crítico literario legó á la posteridad joyas preciosas en sus trabajos: De Antiquitate litterarum, De comaediíis Plauti, Quaestionem Plautinarum y otros. Como arqueólogo, historiador y teólogo ha es- crito, acerca del origen del pueblo romano y de sus dioses, notables producciones. Como retórico, su Retórica y su De compositione satu- rarum no muestran elevado vuelo. Como agricultor ha dejado un monumento imperecedero: De re rustica. Sus tratados navales y de matemáticas, de cuya autenticidad duda M. Patin y M. Boissier, nos prueban la reputada fama de científico eminente que goza, y sus epístolas son filigranas en su clase. Párrafo aparte para tratar de su labor poética, que es para nos- otros la de interés capital. No ya sólo en sus poemas y cármenes de gran inspiración probó lo ardiente de su estro, sino que fué á la Hélade 4 usurpar á Menipo su arte en los ataques más impetuosos con la forma más inofensiva, en que la imitación del filósofo griego fué acabada sin ser servil. Varrón escribió ochenta y seis de estas composiciones, en las que se mezclaba la prosa y el verso, usando la forma dialogada, y es de Quintiliano el siguiente juicio: «Existe (dice después de haber hablado de Horacio y de Persio) otra clase de sátira más antigua, que Terencio Varrón, el más sabio de los ro- manos, creó (condidit ) y que consiste en una mezcla de verso y de prosa.» No puede asegurarse hasta qué punto toma él las formas ó ideas de Menipo; pero sí se puede sostener que las primeras de es- tas clases de composiciones, salidas de su pluma antes de los treinta y cinco años, trataron de exponer á los romanos las doctrinas filo- sóficas griegas; y las que publicó desde los treinta y cinco á los cincuenta y cuatro años, esas eran de índole política, porque ya él estaba penetrado de la vida pública; figura entre estas últimas el Monstruo de las tres cabezas (rpikápavov) de que ya hemos hablado. De este género produjo hasta en sus últimos años, siempre con la 32 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN característica de la gracia y la sabiduría. Se tienen los ochenta y seis títulos de estas sátiras, y unos son mitológicos, como El falso Eneas y Edipothyeste; otros patrióticos, como Serranus y Aborígenes; y algunas, como Conócete á ti mismo y El matrimonio, encierran precep- tos morales, y llevan los más, proverbios por nombres. En la titu- lada Combate de cabras se refiere con sprit á la secta epicureana; en El tonel y las cosas serias (Dolium aut seria), se dirige en abierto ataque á los cínicos; en la Cacharra y el puchero del Universo ridiculiza los jui- cios de los estoicos sobre la destrucción del mundo. Se chancea de los combates de las sectas filosóficas en la llamada Andabates, donde ofrece unos gladiadores en lucha con los ojos vendados, dando gol- pes en falso, para producir la hilaridad con su símil. Se aleja, pues, en su método, de los impetuosos ataques de Menipo y con un hábil procedimiento, instruye á sus lectores sobre la filosofía que conoce y Critica. Apartándonos de las sátiras filosóficas, en las morales ó de costumbres, él se lamenta de la desaparición de aquella mujer de la lejana sociedad romana: señora de su casa, amante de su esposo y de sus hijos, y para hacer resaltar el contraste presenta la depra- vación y el lujo que le rodea. Oigamos sus propias palabras de la sátira Sexagese, en la cual aparece un romano que dormido en la época de los Gracos, despierta durante los horrores de Catilina: Ergo tum Roma, parce pureque pudentes, Vixere in patria, nos sumus in rutuba. «En la Roma de entonces, en medio de una vida austera, se vi- vía en la patria, nosotros estamos en un caos.» De aquí que él crea- ra una ciudad á su antojo que describió en su sátira Marcópolis. En otras composiciones se expresa así: Non fit thesauris, non auro, pectu solutum; Non demun6 animis curas et religiones Persarum montes, non atria diviti Crassi. «Ni las riquezas ni el oro, nos dan la calma del corazón. No desaparecen las zozobras y temores del alma con los montes de oro de Persia, ni con las opulencias del palacio de Creso!» Non videtis, unus ut Amor parvulus Et rex et misellus ille pauper amat ignem que habet Intus acrem. ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 33 «¿No ve Ud. cómo solamente el Amorcillo con su antorcha ar- diente lleva á su guisa los enamorados arrebatados? Y el rey y el pobre aman, el uno como el otro; eilos tienen en el corazón un mismo fuego que los enciende.» En estos fragmentos se refleja al patriota, al reflexivo y al hom- bre sensible. Pero como si aun esto fuera poco, revela todas las características de un trágico en una descripción de tempestad que de él se conserva (muy parecida á la que hace Virgilio en la Eneida) y en su obra jocosa Tú no sabes lo que te reserva la tarde, ofré- cenos los detalles más escrupulosos é insignificantes á que debe atenderse en un banquete, para que éste sea agradable. Pero nada más completo y atractivo que el retrato de nna dama hecho por sus manos; nosotros no podemos resistir á la tentación de transcribirlo en nuestra tesis: Ante aures modo ex subolibus parvoli Intorti demituntur sex cincinnoli: Oculi subpaetuli, nigellis pupulis, Quandam hilaritatem significantes animitus, Quos calliblepharo naturali palpelrae Tinctae vallatos mobilis septo tenent. At rictus oris candidi parvissimus Ut refrenato risu roseo, Sigilla in mento impressa amoris digitulo, Vestigio demostrant mollitudinem. Collum procerum fictum levi marmore Regillam tunicam diffinitur purpura. «Seis ricillos escapados de sus cabellos cuelgan por delante de sus orejas. Sus ojos negros brillando bajo sus oscuras pestañas que en . cierran magníficos párpados, indican el estado de alegría de su co- razón, mientras que su boca tan encantadora como una rosa se en - treabre para dejar escapar la sonrisa. Su barba de una delicadeza infinita lleva el signo que ha trazado el dedo del amor. Su cuello es derecho y alto, hecho de pulido mármol y la blancura resalta ba- jo la púrpura de su rica túnica.» Verdad que según Aulo Gelio y como el mismo Patin y de La- marre lo sostienen, las obras de Varrón, aun separándonos del grupo general de que tantas se han eliminado por su autenticidad dudosa, y concretándonos á las sátiras, encierran todas arcaísmos numero- sos y apego á todo lo antiguo, aun saliendo del lenguaje. A nos otros nos parece que su sátira, muy lejana de la de Lucilio, se ajusta más bien al marco de la primitiva satura latina, porque tiene mucho 34 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN de dramática y chocarrera como aquélla. Y si no díganlo sus pro- pias palabras; él denominó á sus sátiras piezas escénicas y empleó para sus lectores un tono como el de un autor de dramas á su pú- blico ó espectadores, cuando les decía que atendieran á sus ense- ñanzas para regresar á sus hogares más instruídos. Por eso ha dicho muy bien nuestro profesor el Dr. Aragón, en sus lecciones, que en sus sátiras literarias y artísticas El Esclavo, El Parásito y La Cortesana de Plauto, alternan en los diálogos con sofistas, politi- castros y charlatanes de Aristófanes. Y ni aun los mismos maes- tros de la tragedia griega se escapan de las burlas del poeta. Patin, juzga á Varrón severamente, no así lo juzga Lamarre», (Ehler y Ch. Labitte, quienes reconociendo los arcaísmos que pla- gan sus escritos celebran su erudición, su habilidad de escritor y su poderosa inspiración. Para continuar la marcha regular de la sátira nacional, de la que nos hemos separado un momento para ver esta otra manifesta- ción no menos satírica é interesante á nuestro trabajo, volvamos la vista hacia el coloso que con el nombre de Horacio se destaca en el siglo de las letras latinas, el sucesor más directo de Lucilio. No se menciona jamás á Horacio sin que la asociación de ideas nos haga pensar en Virgilio y ello se debe á que los puntos de con- tacto que existen entre los dos poetas son incontables. Ambos tie- nen un humilde origen, pierden sus posesiones, se captan los favores de Mecena y de Augusto y gozan de igual y merecida reputación lite- raria. Quinto Horacio Flaco vió la luz primera en Venusa, ciudad de la Apulia, en el año 689 de la fundación de Roma (65 antes de Cristo), siendo cónsules L. Aurelio Cota y Maulio Torcuato. Ha sido discutido por los críticos el origen de su nombre; pero está fuera de duda que pertenezca á la familia de los primitivos Hora- cios; acaso se le diera este nombre á su padre por los beneficios prestados al municipio de Venusa; pues éste fué servus publicus y más tarde honrado liberto, luego los ascendientes eran humildes. Permaneció en su ciudad natal mientras fué niño; pero cuando es- tuvo en condiciones de adquirir educación, su padre vendió su ha- cienda, sacrificándose como hizo el de Virgilio, compró una plaza de recaudador y partió para Roma, haciendo ingresar á su hijo en la escuela de Orbilio Popilio, donde conoció á Virgilio y á Varo. Han llegado á nosotros estos datos por las mismas palabras de Ho- racio, quien en su sátira VI nos da una página bella de su biogra- ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 35 fía, elogiándonos á su padre, quien alejándolo de la escuela de Fla- vio de Venusa, lo llevó 4 Roma, á un centro docente donde se educan los hijos de las familias más ilustres y elevadas, siendo además un avisado y precavido; pues en todos los momentos le acompañaba, citándole ejemplos de cómo el lujo y la licencia con- ducían á la perdición. Su celo paterno vió además que Horacio no debía ser una excepción en lo que casi era una necesidad en aquellos momentos para los vástagos de familias nobles: enviarlos á Grecia para adquirir en las escuelas de Atenas, la filosofía y la sabiduría helénicas, y allí fué donde nació en él, como en Virgilio, el amor á lo bello, á la verdad, á lo honesto, gérmenes que habían de demostrarse en las Bucólicas y en la forma épica del segundo, cuando éste entonó su flauta pastoril ó el clarín de la epopeya, y en Horacio en las más elevadas manifestaciones líricas: sus Odas y lo que él llamó sus entretenimientos: sus sátiras y sus epístolas. En Gre- cia estrechó amistad con el hijo de Cicerón y el de Mesala y otros muchos jóvenes compatriotas, que se acaloraban en controversias filosóficas sobre la sectas académica y epicúrea y en discusiones literarias, á la par que comentaban las victorias de Julio César, que para los más republicanos eran el presentimiento del desmo- ronamiento de la República para la elevación de la Monarquía. Horacio admiraba con fervor la sobriedad antigua y ardorosa en sus ideas como joven de veinte años, que había asimilado las obras de los clásicos griegos en que se levantan himnos á la libertad. De todos son conocidos: la caída de Julio César á los pies de la estatua de Pompeyo, pereciendo por los puñales de Bruto y Ca- sio, y no imaginaban ellos que expiraba la República senatorial jun- tamente con el Dictador; la fantástica idea de Antonio de creerse dueño de la situación, para no tardar en encontrarse en Brindis frente al sobrino y heredero del asesinado; la no muy feliz entre- vista del soldadote con ascendencia militar y política y el joven sa- gaz é inteligente: Cayo Julio César Octaviano, quien no tardó en mostrar sus cualidades al colocarse al lado del Senado y aparentar escuchar á Cicerón, derrotando 4 Antonio en Mutina, pero vinien- do á entenderse muy luego con él, por la mediación de Lépido, pa- ra levantar el segundo triunvirato, que llevó como secuela las pros- cripciones y matanzas. Los conjurados perdieron los momentos oportunos, como Cicerón lo echó de ver; pero Bruto con su suspi- cacia característica, ocultó bajo una apariencia de curiosidad filo- sófica sus proyectos de guerra contra los triunviros y reclutó en 36 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN las escuelas atenienses un contingente de jóvenes, entre los cuales figuraba Horacio. Cabe dudar con M. Patin que se le confiara co- mo tribuno el mando de una legión de 6,000 hombres (aunque él lo ha consignado en sus odas) por la humildad de su origen; pero también nos habla en la VI sátira del libro 11 del miedo que se apo- deró de su sér, al ver sucumbir sus fuerzas en los campos de Fili- pos, lanzando el escudo y dándose á la carrera, y no es desacertado pensar con John Milton que en este cuadro de su vida reflejó con su vena satírica los versos de Alceo. "Todo contribuye á aceptar esto como verosímil, pues no nos habla de cómo se salvó de las proscripciones; aunque se supone que entró en Roma después de la amnistía general, para ver su hacienda perdida y en manos de un soldado de Augusto (precisamente cuando Virgilio era arrojado de su heredad ); atravesó días de miseria y estrechez hasta que compró una plaza de secretario de quaestor, no tardando en producir sus sátiras y épodos que despertaron la atención general á pesar de en- contrarse los ánimos sólo preocupados por las armas. Para el tira- no era conveniente, Ó mejor dicho, se hacía preciso, conciliarse con los escritores y Mecenas, comprendiendo el vuelo á que podrían ele- varse Horacio y Virgilio, soñó en ellos los poetas de la corte y los panegiristas del Emperador; su profecía se cumplió. A instancias de Mecenas, Virgilio presentó á Horacio al favori- to y el gran protector de las letras y las artes, le tendió su mano y lo hizo su amigo. Desde aquel momento Horacio obtuvo el colmo del favor, lo para él inesperado; tomó parte en las reuniones litera- rias de su casa, y en el Palacio Esquilino del propio Mecenas deli- beró con los hombres más ilustres de Roma. A su protector diri- gió su primera oda, su primera sátira y el primero de sus épodos; nc olvidándolo en sus epístolas, como asimismo al César, de quien reseñó las glorias, quien le profesó acendrado cariño al poeta, como al épico su contemporáneo y así como en las batallas se le vió más de una vez hablar con Virgilio, según el testimonio de Suetonio, sufría al no ver la firma de Horacio en su correspondencia y le es- cribía: Trasci me tibi seito, quod non in plerinque ejus modi seriptis me- cum potissimum locuaris. An vereris ne apud posteros infame tibi sit; quod videaris nobis esse. «Sepa, le decía, que yo estoy airado con usted porque en las obras de este género no es de mí, de quien usted ha- bla con frecuencia. ¿Crees por ventura que mi amistad ha de des- honrarte á los ojos de la posteridad? En otras ocasiones así le de- cía en sus epístolas: Tui qualem habeam memoriam poteris ex Septimio ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 37 quoque nostro audire; nam incidit, ut illo coram fieret a me tui mentio. Neque enim si tu superbus amicitiam nostram sprevisti ideo nos quoque ávdurepppovovuev. «Nuestro querido Septimio como otros podrá decir- le qué recuerdo yo conservo de usted. Se ha ofrecido la ocasión de expresarme delante de usted sobre nuestra cuenta, si usted ha creído deber menospreciar mi amistad, yo no le pago con el mismo des- precio.» Hay que decir con el docto tantas veces citado M. Patin, que son estas «cartas encantadoras en verdad, en las cuales los rangos se han interpuesto, en las que los papeles se han trocado; en ellas el emperador es quien hace la corte al poeta». No faltan críticos que tachen á Horacio su paso del partido re- publicano al de Augusto; pero á éstos podemos decirles que él no cambió de ideas; sino que al transformarse el medio, otras fueron sus actuaciones; dado que á él como al mantuano el César, los trajo hacia sí, deseoso de popularizarse, que Mecenas procuró captárselo comprendiendo que era mejor la amistad que la enemistad del crí- tico mordaz. Que el poeta cantara las hazañas de Augusto impli- caría que su talento no se estancaba; sino que tomaba nueva direc- ción; si él, por otra parte, no celebrara las empresas de Rómulo, Numa Pompilio y Fabricio y no tuviera en su favor que deba su- ponerse su tarea como cantor del Imperio, no un cambio completo de ideales; sino las muestras de agradecimiento, de gratitud ante el soberano que se inclinaba á sus pies sufriendo al ver que no acepta- ba el poeta el cargo de secretario particular que le ofrecía, y ante el favorito que exclamó al morir ante Augusto: « Acuérdate de Ho- racio como de mí mismo»: Horatii Flacci, ut mel, esto memor. Le niegan los críticos á Horacio la inspiración lírica y el carác- ter erótico, y entre otros, D. Juan Valera sostiene este aserto, pero está muy lejos el estudioso español de lo verídico; porque es el ve- nusino de los poetas líricos de estro más variado y feliz porque lleva en sí la ternura de Safo, la audacia de Píndaro, lo sarcástico de Arquíloco, el ardor belicoso de Tirteo, la voluptuosidad de Ana- creonte y la fluidez del mismo Ovidio, complementado todo con la delicadeza suma que no le permitió jamás excederse de los justos límites; porque no sólo atendía 4 su personalidad; sino también al carácter de sus amigos. Sí, Horacio es el príncipe de los líricos latinos, lo más elevado de este género y á él hay que ir como dice Voltaire «para rejuvenecer los sentidos, como cuando se bebe un vino añejo». 38 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN Tíldanle algunos la falta de originalidad 4 Horacio, censurán- dole que beba incesantemente en modelos griegos, olvidando que «á manera del célebre Chénier él hizo versos viejos para tratar de asuntos nuevos» y que él tomó de los helenos únicamente la perfec- ción (al igual que Virgilio, aunque éste cultivara otro género); su regularidad, su inspiración espontánea, su aparente abandono y su precisión le dan un timbre de espontaneidad, aun cuando haya to- mado néctar de las hermosas flores para elaborar su rica miel. Si así no fuera, ¿cómo explicar sus mordaces ataques al grupo de pla- giarios que no salen del camino trillado, al conjunto de aquellos que no pueden producir nada propio, al tonto ganado, según la ex- presión de La Fontaine? Él mismo nos habla de su sistema y dice: «Yo me he atrevido ante todo á conducir mis pasos por un camino todavía libre; mis pies no han pisado huellas extranjeras; quien cree en sí, guía á los otros y vuela á la cabeza del enjambre. Yo he sido el primero en mostrar al Lacio los yambos de Paros, fiel á ]os nombres y al espíritu de Arquíloco, no á sus pensamientos, ni 4 sus palabras que perseguían á Licambes. No me honro con me. nor gloria por haber respetado con exceso la medida y artificio de sus versos. El metro de Arquíloco se mezcla en mis trabajos con el de Safo, con el de Alceo... «Yo cifro mi laurel en traer y poner en manos de nobles y deli- cados lectores cosas nuevas.» Libera per vacuum posui vestigia princeps; Non aliena meo pressi pede: qui sibi fidib, Dux regit examen. Parios ego primus ¡ambos Ostendi Latio, numeros animos que secutus Archilochi, non res et agentia verba Lycamben. Ac ne me foliis ideo brevioribus ornes, Quod timui mutare modos et carminis artem, Temperat Archilochi musam pede mascula Sappho, ¡Neniporab “A LCOBUSccibaco tesscuecaaseonancue esas rasca CA ensorocaoros» «JU VAb immemorata ferentem Ingenius oculisque legi manibusque teneri. (Horacio. Epist, I, XIX-21-34.) Después que él lo ha afirmado, sus obras lo comprueban. Él canta y muestra la Roma gloriosa, las antiguas instituciones y las nuevas, la antigua religión y el divorcio de las leyes y las costum- bres. No obstante, hay quien le niega el ser moralista y religioso; vd lo que se explica de este modo: profundo en filosofía, á veces se ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 39 muestra escéptico, pero otras se ofrece respetuoso y amante de los dioses tutelares. No fué nuestro poeta casado, y en sus odas figuran los nombres de catorce mujeres en quienes fijó eus ojos. Pero si nos preguntá- ramos: ¿fué inconstante y variable? responderíamos con la ne- gativa; porque el poeta, no buen tipo en lo físico, no llamaba la atención de las damas. Entonces, como ahora, la generalidad de las hijas de Eva, guiábase sólo por el exterior, y tanto su Galatea, como Friné, Lidia, Glicera, Cloe, Noera, Filis, Barina y otras mu- chas, correspondían á su amor por temor á sus sátiras, siéndoles infieles al siguiente día y podemos juzgar de ellas al oir al poeta que se congratula en casi todos los casos, de que su rival ha sido reemplazado por un tercero. Luego su inconsecuencia nació de las liviandades de sus deseadas. La naturalidad en Horacio no es afectada, como asimismo tie- ne notables coloridos para la pintura de sus cuadros. Cuando él quiere describrir el campo lo hace con vivísimos tonos, pero otras veces ridiculiza la vida en éste. En las pinturas campestres, no puede ni debe parangonearse jamás á Virgilio, á quien enloquecían las campiñas; pero se le aproxima un tanto cuando hace referencias á las esmaltadas flores más deslumbrantes que los mármoles africa- nos, al céfiro agradable, á los arroyuelos encantadores, deleitando con sus rasgos. Si alguno sostuviera la ausencia en él de autor naturalista, muchas de sus epístolas, sobre todo la X y la XIV, acabarían por comprobar nuestro propósito. Mecenas obsequió á Horacio con un solar en la Sabina, donde el poeta levantó suntuosa quinta cultivándola con sus propias manos y el auxilio de un corto número de esclavos. En su epístola á Tosco, describe esta su po- sesión como sitio de solaz y placer entre valles y montes elevados, no lejano de una fuente medicinal y de un arroyo que se desliza dulcemente, agregando que el panorama que descubre su favorable situación resulta de lo más pintoresco y bello. ¡Cuántas investiga- ciones han hecho los horacianos por descubrir el logar que en la Sa- bina ocupó la hacienda del poeta! Sólo las del arqueólogo francés Capmartin parecen haber precisado el terreno, tras el templo de la Victoria, á la izquierda del Digenta, cerca de la fuente Oratini. En este retiro escribió Horacio las estrofas que han sido el encanto de sus admiradores, la locura de sus apasionados, al mezclar sabia- mente lo útil y lo agradable. La muerte sorprendió á este genio extraordinario á los 57 años bajo el consulado de Marcio Censorino 40 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN y Asinio Galo, elevándose su mausoleo cerca del de su protector y amigo en el collado de Esquilino. Expuesto ya el autor, cuya biografía tan completa se ha tomado de sus obras, pasemos á la reseña de su labor; la cual será breve en tanto cuanto no sea el aspecto de poeta satírico, el único exigido por la índole de nuestro trabajo. Bajo tres fases diversas se muestra este potente genio á nuestra consideración: como poeta satírico, como poeta lírico y como poeta didáctico; comprende la primera sus dos libros de sátiras; la segun- da sus cuatro libros de vdas, uno de épodos y el Canto Secular; y la tercera sus dos volúmenes de epístolas. Para la distribución de cada una de estas manifestaciones se han suscitado grandes contro- versias, referentes á en qué momento especial de su vida ellas ve- rían la luz; pero lo más aceptado hasta hoy por los críticos es el si- guiente proceso: Tras los primeros ejercicios de su musa hechos en lengua griega allá en la cuna del arte, cuando él arrebatado por los modelos helénicos pretendió postergar su lengua, de lo que fué en- horabuena disuadido por expertos amigos, Horacio cultivó la sátira y muy luego los épodos, esa variante de la oda introducida en Gre- cia por Arquíloco cuyo segundo verso es siempre más corto que el primero. Cumplidos sus treinta años, dió 4 Roma el magnífico pre- sente de sus poemas líricos y ya en la edad madura, cuando se re- tiró á su quinta de la Sabina á descansar, ocupó sus ocios en escri- bir sabias epístolas morales y literarias. En contra de lo que el orden en que nacieran del cerebro del poeta dispone, vamos á ha- blar de sus sátiras en último lugar, por tratar de ellas con una ma- yor extensión que de todas las otras manifestaciones. Como lírico, Horacio mismo ha cantado á quienes adeuda ins- piración, á quienes rasgos: Aleman, Alceo, Estesicoro, Safo, Ana- creonte, Píndaro y Arquíloco. Este último prestóle sus ardores y acentos de ira, aquellos mismos que empeña Andrés Chénier en las letras francesas. Consideraba como inaccesible 4 Píndaro, dicien- do que presumir rivalizar con él sería repetir con alas de cera el vuelo de Icaro y en realidad de verdad las odas pindáricas superan á las horacianas; aquéllas se revisten de carácter social mientras éstas atienden demasiado á las afecciones del poeta. De sus cuatro libros de odas, el primero contiene veintiocho, el segundo veinte, el tercero treinta y el cuarto quince, mostrando todos á nuestra mente, los elementos tomados á la Mitología, á la Geografía, á veces fan- tá stica por ser el lugar desconocido, á la Astronomía, familiar á sus ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 41 lectores, y á la Astrología, 4 la cual transforma en lenguaje poético y literario bajo el matiz de una descripción maravillosa. Dos grupos pueden señalarse de las odas del venusino: aquellas en que con ins- piración elevada enaltecían las victorias de Roma, las hazañas de Augusto, el talento de Mecenas, el de Agripa y el de Tiberio, y las otras en que el poeta y filósofo da ejemplos y máximas á la sociedad depravada que le rodea, dada al lujo y á la avaricia. En las prime- ras, Ó heroicas, ya dedicadas á Augusto, ya 4 Mecenas, ya á Asinio Polion, ya á Agripa, se muestra enemigo de las guerras civiles, pa- triota excelso, apasionado por César, á quien equipara con Júpiter y los astros, por los dos favoritos talentosos y por Roma, la inven- cible y soberbia que ha paseado sus águilas triunfantes por el orbe, desde la Bretaña nebulosa hasta la Libia ardiente, y desde Iberia al Oriente. En las segundas ó morales, no se cansa de recomendar la templanza y la paz que se goza en la medianía, de reprochar la avaricia y el lujo que destruyen la familia y por ende minan y des- moronan la sociedad. Los épodos, á excepción del primero, dedi- cado á Mecenas, van revestidos de rasgos reflexivos, como dardos epigramáticos lanzados á criticar y censurar las costumbres. Para dar por terminada su fase de lírica réstanos referirnos al Carmen Seculare. Ordenando los Libros Sibilinos la ejecución de juegos ca- da centuria, los sacerdotes precipitaron la fecha, para que en vida de Augusto éstos se verificaran. El día inicial de la fiesta, en el Campo de Marte se cantó una oda de Horacio: la VI del Libro IV; en el segundo día, en el Capitolino la oda Diana tenerae y en el ter- cero en el monte Palatino se cantó el Carmen Seculare, encargado á Horacio por Augusto, en honor de Diana y Apolo. El himno fué interpretado por veintisiete doncellas y veintisiete jóvenes, ellas invocaban á Diana y ellos 4 Apolo. El objeto no era otro que el rogar por la pureza de las costumbres, la riqueza, la prosperidad y la gloria para la raza de Rómulo, la dominación del universo para los descendientes de Venus. Reunía esta pieza oficial la armonía y la delicadeza á la uriginalidad. De la labor de Horacio, pues, como lírico, debemos decir lo que ha afirmado cierto crítico francés de sus odas solamente: «ellas parecen buriladas por la mano de las gracias » ya esté sujeta su mano por los intereses del César, ya esté suelta por tratar de asuntos independientes. «¿Lenior et melior fis accedente senecta?» «Te apercibes tú de que la aproximación de la vejez te torna más dulce y mejor?» Así es- cribía nuestro poeta á un amigo en una de sus cartas y así aconte- 42 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN ció 4 él. Cuando guardó su carcaj y sus flechas satíricas, en sus últimos años, su natural chancero convirtióse en suave y tierno, como aparece á nuestro análisis en sus epístolas morales y litera- vias Ó mejor dicho, en su aspecto de poeta didáctico. Es asunto discutido si las sátiras y epístolas de Horacio deben comprenderse en una sola agrupación con el título de Sermones, co- mo ya se ha hecho, Ó por el contrario cada una de ellas merece pre- sentarse aisladamente. Casaubón se declara por la primera y M. Dacier por la segunda de estas ideas, sentando que la sátira sirvió al poeta para modificar la sociedad y la epístola para enseñar sus principios. Morgernstein se une á Casaubón, al par que los co- mentaristas modernos se pronuncian por el juicio de Dacier. Este último es el aceptado por nosotros, dado que la sátira lanzada para censurar los defectos humanos se dirige al público en general, mientras la epístola va dedicada á determinado sujeto. Esto es en el fondo; en cuanto á la forma, las sátiras son más libres que las misivas encaminadas á expresar sus sentimientos en relación con las personas á quienes van dirigidas. Y como si eso no fuera aun suficiente, recordemos que las unas fueron escritas en la juventud ardiente y las otras en la edad de la sensatez; apareciendo, pues, en medios distintos, sus caracteres y rasgos d2berán ser muy diversos. Las cartas de Horacio ascienden á veintitrés; las veinte prime- ras son morales y las tres últimas literarias. En las primeras nos pone de relieve su exquisita cultura, adquirida muy principalmen- te por la lectura de los filósofos, manifestándose á veces epicúreo, al sentar el placer como guía para la felicidad, y las más de ellas, cual espíritu independiente y no sujeto á trabas, aconseja la virtud en su término medio, pues los extremos pecan tanto como el vicio ó lo que es lo mismo: el exceso y el defecto son igualmente peligro- sos. En esta epístola, que no es otra que la primera, á Mecenas dedicada, dice el poeta que alejado de las obligaciones se indepen- diza y por el contrario dedica sus horas de reposo á un trabajo que lo ata. Los juicios en ella contenidos bastarían para hacernos apreciar el conocimiento que de la naturaleza humana él tenía; pues comprendía que en el hombre cabe el perfeccionarse, mas no la perfección, por ser solamente libre y perfectible. En sus epís- tolas 4 Numicio y á Lelio, modelos acabados, él habla de lo perju- dicial de la avaricia, citando el caso del ratoncillo preso dentro del cesto de trigo, después de repleto de alimento, por no caber por el hueco que le sirvió de entrada. ¡Y qué sabios consejos para la os- ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 43 tentación les da y qué doctas enseñanzas para guiarlos en el campo escabroso de la política! Sírvanse (les decía) de la delicadeza con vuestros amigos los intluyentes; pero de la servil adulación, jamás. ¿Qué decir de las epístolas literarias de Horacio? Todo elogio sería poco encomiástico en la celebración de ellas. Se señalan co- mo la coronación de su labor, como la expresión más acabada de su razón y de su arte. Son tres, pero es ésta una triología gran- diosa: las dirigidas á Augusto, á Floro y á los Pisones. En las dos primeras nos ha legado la historia de su literatura, censurando acerbadamente lo digno de crítica y alabando lo que merece loor. La casa de Lucio Pisón constituía en Roma un centro literario frecuentado por espíritus elevados, del cual formó parte Horacio, una vez presentado en él. A los hijos de Pisón, de los cuales el mayor amaba las letras con vehemencia y hasta había producido una tragedia, el hijo de Venusa dedicó su epístola famosa que lle- nando las exigencias de este género en la forma sencilia y natural se ofrece rebosante de episodios satíricos, de sal mordaz y de pre- ceptos de arte; deseoso de que sus discípulos y amigos pensaran con él en varios puntos literarios, especialmente en la dramática, para emanciparlos de reglas no doctas. La Edad Media, con su amor ciego á los clásicos y en particular á Horacio, dió á este tra- bajo el nombre de Arte Poética, título que ha motivado las críticas injustas hechas á una carta, creyendo ver en ella un código de pre- ceptiva literaria, obra que no soñó nunca la mente del autor. Para no extenderme en la explicación de esta obra, vamos á empeñar un párrafo al notable profesor Canalejas y Méndez de sus Apuntes para un curso de Literatura Latina. «Doce, dice él, son los preceptos que consigna el crítico latino en su epístola: la unidad de la obra; la propiedad del estilo; la prudencia en evitar los escollos á, que conduce el exagerado temor de incurrir en ciertos excesos; la elección de género proporcionado á las fuerzas y aptitudes del escri- tor; el respeto al uso en materia de lenguaje, cuidando de no ape- lar al neologismo sino en casos inevitables; la adecuación del metro poético al género artístico cultivado; la cumplida idealidad de los pensamientos y las imágenes, sin la cual la armonía puramente musical del ritmo nada vale; el perfecto acuerdo entre los actos fic- ticios atribuídos por la fantasía á personajes históricos y las cuali- dades y rasgos que le caracterizaron; la conformidad de los sujetos con la cultura de la época en la cual florecieron; la observación de las conveniencias dramáticas que aleja del teatro los hechos fantas- 44 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN magóricos é inverosímiles; la división del drama en cinco actos, proclamada por los dramáticos de Alejandría, con la exigencia de que el desenlace se cumpla por las mismas fuerzas que trabajan la acción y de que el coro personifique el juicio de la colectividad so- cial bajo las inspiraciones de la moral y de la justicia; y por último, el respeto 4 los ritmos consagrados por la tradición literaria desde la más remota antigúedad.» ¡Qué atinado ha estado Menéndez Pelayo al decir de nuestro poeta: «Horacio es un tipo de intolerancia estética, un ingenio he- lenizado que procura arrojar de sí cuanto tiene de romano! ¡Y eso que á veces es tan romana la inspiración de sus sátiras! Sus pre- ocupaciones literarias contra todos sus predecesores, sin exceptuar al mismo Cátulo, tan idólatra de los griegos como él, no son efecto de un humorismo pasajero, sino de una tendencia literaria cons- tante y marcadísima, que no puede llamarse teoría, porque no se presenta con aparato didáctico, sino envuelta en chanzas, pero que indudablemente quiere convencer, dogmatizar y hacer escuela sobre todo en la Epístola á los Pisones. » Nosotros, que hemos hecho en las aulas universitarias con nues- tro docto profesor el Dr. Adolfo Aragón un análisis tan comple- to de esta obra juntamente con su traducción, podemos sostener que tras los párrafos de la epístola del amigo consecuente, se des- cubre en cada uno de los pensamientos del poeta al artista genial, al maestro elocuente que sin darse cuenta dejó á la posteridad un código de buen gusto, del arte en todos sus géneros, para todos los tiempos, que puede ser comentado, mas no impugnado. La piedra de amolar, como él afirmaba en su símil genial, sin tener filo, sirve para darlo, cual la obra del crítico es para los autores causa de es- tudio y perfeccionamiento. Ha dado él, además de conseguir este fin con su crítica á las letras humanas, una composición didác- tica, extraordinaria, acaso superada solamente por las Geórgicas de Virgilio. Como satírico, personalidad importantísima para nosotros, del poeta, Horacio no se asemeja á ninguno de sus predecesores en este género, ni tampoco á sus continuadores. Despojémosle de aquellas invectivas de Lucilio que atacaban abiertamente á los viciosos y al vicio, y de la bilis ardiente de Juvenal; ofrezcámosle tal cual es: elegante, espiritual y medido, y comprenderemos por qué él ha dado 4 sus sátiras el nombre de Sermones, Habladurías ú Charlas, ya que no otra cosa eran éstas. Su pluma escribió diez y ocho pro- ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 45 ducciones satíricas y casi todas presentan la forma dialogada; dí- ganlo si no seis de las ocho que constituyen el segundo libro; pero tanto éstas como las diez del primero llevan una característica co- máún en la forma: estar escritas en hexámetro, y otra en el fondo: evitar siempre los extremos. A nuestro juicio, Horacio debió ser profundo conocedor del corazón humano y suficientemente experto para darse cabal cuenta que su momento difería muy mucho del de Lucilio. Este vivió en los días de la República y con amistades poderosas se escudó para lanzar sus ataques; él no podía proceder así: el Imperio era su casa, sus amigos el Emperador y sus adeptos; ¿cómo atacar las costumbres y las leyes sin censurar á sus protec- tores? Unicamente con la delicadeza y método que él empleó: para no ridiculizar los sujetos determinados, criticó al hombre en gene- ral, á la humanidad. Digamos con Caussade y Patin: que á pesar de la decadencia del teatro romano, bajo Augusto, Roma tuvo su comedia, que no fué otra que la sátira de Horacio. Mas es forzoso reconocer que en esa causerie horaciana él sigue el orden lógico de sus pensamientos, sin nunca incurrir en la hipérbole tan familiar á Juvenal; en su pintura del vicio no se muestra con aborrecimiento propio, en sus exhortaciones no hay apasionamiento; ese es su numen soberano. Inverosímil parece la idea, ya por nosotros señalada, de presen- tar las epístolas y las sátiras de Horacio reunidas; porque en honor de la verdad debemos decir que en las primeras de estas manifesta- ciones de su mente, hijas de los años juveniles, la crítica ha descu- bierto alguno que otro pensamiento violento y frases de sentido ambiguo y alguna osadía que no vendría bien con la edad madura; defectos que él mismo se reconoce y critica cuando aumentan sus años, y por otra parte las epístolas tan acabadas, tan perfectas, de tan sabias máximas floreadas lo ofrecerían como pedante á nuestros ojos, de ser compuestas por un joven. Los dos libros de sátiras horacianas vieron la luz separadamente, como suponen Bentley, Grotefond, Francke, Brandes, Hermann, Fritzche, Schutz, L. Múller y M. Cartault en oposición á Schroeder, Martín Hertz, Kirchner, Zumpt, que creen en la publicación si- multánea de los dos volúmenes, según el testimonio de De Lamarre, quien separa una publicación de otra por el espacio de seis años, basado en los asuntos tratados en las mismas piezas, como es la descripción de su quinta, obsequio de Mecenas, que se canta en el segundo libro, la cual no se menciona en el primero. Este docto 46 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN literato afirma con certeza que el primer libro apareció el año 35 y el segundo acaso el 29. Con sus mismos versos, nos explicará Horacio el estilo de sus sátiras: «Ergo non satis est risu diducere rectum Auditoris; eb est quaedam tamen hic quoque virtus Est brevitate opus, ut currat sententia, neu se Impediat verbis lassas onerantibus aures. Et sermone opus est modo tristi; saepe jocoso, Defendente vicem modo rhetoris atque poetae, Interdum urbani, parcentis, viribus, atque Extenuantis eas consulte. Ridiculum acri Fortius et melius magnas plerumque secat res. (Sat. Lx. 46.) «No es bastante, según entiendo, provocar la risa. Es menester hacer una vuelta rápida y breve, que desprenda, precipite el pen- samiento y dispense al oído un vano exceso de palabras. Es pre- ciso emplear un lenguaje algunas veces serio, á menudo alegre, donde uno parece ya orador, ya poeta, ya también el hombre de mundo, que no usa de todas sus fuerzas, que sabe también á menudo sacrificar una parte. Frecuentemente vale más, para cortar las más grandes dificultades, una agudeza, una originalidad, que todo un discurso agrio y vehemente.» Con estos medios que él ha dicho que empleaba en la confección de su género, preparó y dispuso de tal suerte un arma con la cual se proponía alcanzar la regeneración de aquella sociedad que le ro- deaba, desatando su humor burlón en sarcasmos y epigramas con una habilidad extraordinaria, que le hace digno del título de Prín- cipe de la sátira latina. En todo es feliz: en su bella dicción, en sus comparaciones gráficas, en el tino al elegir fábulas, anécdotas é historietas para llevar al convencimiento á los incrédulos de las razones, y dúsctiles sólo á los ejemplos; en lo natural de sus escenas cómicas; en los retratos trazados con poquísimas pinceladas de todos y cada uno de los tipos sociales: el avaro, el filósofo, el poe- tastro, el ignorante, el ingenuo, la cortesana, el vanidoso y el político, que son todos en suma personajes satíricos, jocosos para sus cuadros, encarnados ya en un Crispino, ya en Pomponio, ya en Prisco ó ya en Tirecias. Y para no pecar en el tachar á otros las faltas en que él incurría, muy repetidas veces con mano maes- tra, sirviéronle de blanco sus faltas á las que asestó sus dardos en- ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 47 venenados; recuérdese cuando se llamaba á sí mismo: puerco de las piaras de Epicuro, haciendo alusión 4 su huida de los Campos de Filipos. Para el estudio de las sátiras de Horacio seguiremos el orden en que han sido siempre presentadas. Después de dar unidad y ver- dadera vida á su obra que le llegó de manos de Lucilio, siguió el venusino uno de los maravillosos preceptos que sienta en su epísto- la Ad Pisones: ir derecho al fin (ad eventum festinat ) sin perderse en rodeos inútiles, sacando de lo más fútil y baladí notable argumento, como talento experto y reflexivo. En la sátira primera del Libro I se refiere Horacio con acentos atinadísimos y giros notables á la siempre eterna desgracia del des- contento por la suerte propia y la envidia á la ajena, suponiéndola mejor. Sucédense en esta pieza las quejas del soldado, del marine- ro, del jurisconsulto, del campesino y de otros muchos, lamentando todos y cada uno no verse encarnado en otro. Esta composición iba dedicada á Mecenas. La sátira II del mismo libro es aquella que censura el lujo, la usura, las riquezas y la depravación general; volviendo sus ojos á la familia, para ofrecernos sus dramas conyugales, las comedias de Jos amantes de las esposas infieles, las desvergúenzas de esos héroes trapisondistas. Es aquí donde expone cuál es la mujer que á él agrada: mona oonrarsr.n.onsrsrsrrrrsr..ossossssrr...rs$....... Yo de esos no soy, no, yo quiero dama Dispuesta y fácil en cualquier extremo; La que poco me cueste, La que llamada se presente al punto, Limpia, blanca, bien hecha, buen conjunto; La que tal se me muestre como sea, Esa es la que me halaga y me recrea. Tlia, Egeria la llamo, Y mil nombres la doy cuando me inflamo. e... .......oo....... ro... ..... s....asarassssra.sns... (Traducción de Burgos.) La sátira III va dirigida á Mecenas, demostrándole que deben ser juzgadas las acciones y castigadas según su valor, no con exce- s0. Nos ofrece en esta producción uno de los mil tipos del avaro por él reprochados: el que ostenta de su dinero en la persona de 48 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN Estaberio. Este quiere que aun después de muerto coloquen en su tumba, la cifra á cuánto ascendía su subido capital. Es en esta sá- tira también donde presenta á Optimio, avaro de otra índole: con suma riqueza vivía en miseria atroz; enfermo y grave no da señales de vida. El médico audaz que le asiste, para hacerlo despertar de su letargo, cuenta monedas sobre una mesa próxima al lecho. El ruido del metal le hace abrir sus ojos y sonreir, preguntando qué es aquello que él siente. El médico le explica que si él no pone los medios para su curación morirá, pasando su cuantioso patrimonio á sus herederos, y para obtenerlo debe comprar las medicinas rece- tadas. Interroga por el precio, y al pensar que bajará su repleta bolsa unos ases, exclama: ¡ah! desgraciado de mí, es lo mismo ser despojado después de muerto, ó sea ser heredado, que ser asesinado en vida por ladrones. La sátira IV la inicia con los versos de crítica 4 Lucilio: Hinc omnis pendet Lucilius, hosce sequntus Mutatis tantum pedibus numerisque, facetus Emunctae maris: durus componere versus, (Nam fuit hoc vitiosus) in hora saepe ducentos Ut magnum, versus dictabat stans pede in uno, Cum fueret Iutulentus, erat quot tollere velles, Garrulus, atque piger scribendi ferre laborem, Seribendi recte, nam u6 multum nil moror..... Lo que ha traducido Burgos de esta suerte: Siguió Lucilio á aquella antigua gente, Siempre agudo y chistoso, Pero desaliñado en demasía, Y este era el gran defecto que tenía. En una hora, sin tomar reposo, Versos dictaba hasta contar doscientos, Y con esto creía hacer portento; Mas para que su escrito fuese bueno Había que quitarle mucho cieno... En esta sátira ha trazado con mano genial Horacio consejos y enseñanzas sobre la amistad, que para él debe ser tan tolerante co- mo el amor; el amigo hará bien encubriendo los defectos y señalan- do los méritos de aquel á quien profesa algún ó excesivo cariño. Y así se expresa: Absentem qui rodit amicum Qui nom defendit al1o culpante; solutos ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 49 Qui captat risus hominum famanque dicacis; Fingere qui non visa potest; conmisa tacere Qui nequit, hic niger est; hunc tu, Romane, caveto. «El que difama al amigo ausente, el que no le defiende si le acusan, el que se deleita en provocar la risa á su costa, el que no sabe guardar el secreto, ese es el malvado de quien debe huir todo el mundo.» (Traducción de Salinas. ) Veamos de la misma composición cómo se refiere á la traición de los amigos: Mentio si qua Ce Capitolini furtis insecta Pelilli Te coran fuerit, defendas, ut tuus est mos. Me Capitolinus convictore usus amicoque A fuero est, causaque mea permulta rogatus Fecit, et incolomis laetor quod vivit in urbe; Sed tamen admiror quo pacto judicium illud fugerit. «Si alguien comenta los hurtos de Petilio Capitolino en tu pre- sencia, le defiendes como tienes por costumbre: Capitolino es mi compadre y amigo desde la infancia: Capitolino me ha prestado re- levantes servicios y celebro que viva en Roma con completa liber- tad, aunque me admira cómo pudo salir tan bien librado de aquel proceso.» (Traducción de Salinas. ) No olvidaremos que esta sátira es donde Horacio expuso el sis- tema que empleó su padre para hacerlo una personalidad especial: «De mi excelente padre, yo tengo la costumbre de notar para huir- les los malos ejemplos. Cuando él me exhortaba para vivir con economía, frugalidad y contento con lo que él mismo me había su- ministrado: ¿No ves tú, me decía él, cómo el hijo de Albio vive su- friendo y cuál es la aflicción de Varro? ¿Grandes lecciones no son para aquellos que disipan sus patrimonios? Para abandonar los sucios y mercenarios amores, él me decía: Cuida de parecerte á Sectanio. Para darme miedo al adulterio y reducirme á los lícitos placeres: Mira á Trebonius, cogido sobre el hecho; ¡qué bonitas co- . sas de él se cuentan! Un filósofo, agregaba él, te hará comprender por qué razones tal cosa se debe evitar y procurar tal otra... Mien- tras te sea necesario un gobernador, hay que preservar, si es posi- ble, tu reputación y tus costumbres. Cuando la edad con el cuerpo te haya fortificado el alma, tú nadarás solo y sin ayuda. Mira con qué discurso él formaba mi juventud, ¿me daría él un consejo? A ti no te falta autoridad para conducirte bien; así se conduce uno 50 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN de nuestros más respetables jueces... Así la vergúenza de otros puede alejar del vicio á los jóvenes espíritus. Es lo que me ha sal- vado del contagio de tantos excesos perniciosos. Yo tengo mis defectos; pero medianos, perdonables y quizás perderé una bnena parte, á la larga, gracias á los progresos de la edad, á los libres con- sejos de mis amigos, á mis propias reflexiones. No crean que sobre la cama de reposo ó bajo el pórtico, mi pensamiento queda ocioso. Yo pienso de qué modo yo viviría más prudentemente, más feliz- mente, de qué manera yo me volvería más querido de mis amigos...» Pasemos á la V sátira. Relata su viaje 4 Brindis, desde su par- ida de Roma con Heliodoro, hasta la llegada de aquella comitiva de Mecenas, el cual con hábil diplomacia debía zanjar los rozamien- tos políticos entre Antonio y Augusto. Su talento ha tratado los más interesantes detalles con sumo ingenio: granjas, villas y cami- nos; y muy particularmente los personajes que tropiezan á su paso: mozos, lugareños, campesinos, fámulas y otras mil semblanzas que esmaltan admirablemente este poema épico burlesco, en que para relatar las peripecias de una expedición ha tomado sus mejores galas el estro satírico. En la sátira IV á Mecenas, parece que nuestro poeta responde á aquellos que llenos de envidia osaban recordarle su procedencia, al ver la acogida que le dispensaban altos personajes. Comienza del modo siguiente: No porque tú, Mecenas, De los lidios mejores Desciendes que arribaron De Etruria á las arenas, Ni porque tus mayores Formidables ejércitos mandaron Con desprecio cual mil lo hacen por cierto, Miras al que de alcurnia humilde viene Como yo que soy un hijo de liberto. Cuando tu voz sostiene Que nada importa, siendo el hijo honrado, Ser el padre infeliz ó afortunado...... (Versos de Burgos. ) Refiere con sui generis gracia del modo cómo conoció á Mecenas y las grandes cosas que á su protector debía, zahiere tenazmente á los que se preocupan de su linaje y canta de este modo: Nil me poeniteat sanum patris hojus: eoque pars, Non, ut magua dolo factum negat esse suo ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 51 Quod non ingenuos habeat clarosque parentes, SiO. me OO tar actuan nadaa cop Oise Nam si natura juberet A certis annis aevum remeare peractum, Atque alios legere, ad fastum quoscumque parentes Optaret sibi quisque; meis contentus, honestus Fascibus et sellis nollem mihi sumere...... «Nunca me avergonzaré, mientras conserve sana la cabeza de un padre semejante, como aquellos que sostienen no haber sido cul- pa suya el no descender de linajudos antecesores... Si la naturaleza me consintiese volver á la primera edad y escoger mis padres á me- dida del deseo, quedaría con los míos muy satisfecho sin buscar por mayores cónsules y senadores.» Y agrega aun más: «Todo se lo debo á mi padre y ¿acaso porque fué humilde he de tener el coraje de ocultarlo?» ¡Qué frases tan hermosas! Están impregna- das de santo perfume y revelan con ese culto á la memoria paterna, su acrisolada virtud, que le ha servido para desarmar á aquellos envidiosos que le lanzaban á la cara como afrenta su linaje, del que él por el contrario se enorgullecía con razón. En la sátira VII hace Horacio una abierta crítica á los pleitis- tas y gentes de leyes y en la VIII nos brinda un cuadro donde su gracejo y vena jocosa están por muy alto lugar. La sátira IX es una pintura de graciosos incidentes y coloridos bellísimos, en que el venusino censura con agudeza á esos pagados de grandes literatos. Con espíritu chancero no superado, describe su encuentro en la vía con tal tipo, quien lo acosa con una conver- sación tan larga y jactanciosa como jamás oyó y que cuando ya le flaqueaban sus fuerzas y paciencia, le pide el presuntuoso que le presente á Mecenas. Y en la respuesta del legislador del buen gusto se desatan un sinnúmero de elogios á su protector. Rectifica en su X y última sátira del libro I el juicio que en momentos anteriores había expuesto sobre Lucilio: «Nempe incomposito dixi pede currere versus Lucili Quis tam Lucili Fantor inepte est Ut nom hoc fateatur? Atidem quod sale multo Urbem defricuit, charta laudatur eadem.» «Y bien dije que Lucilio corría al hacer sus versos y que éstos son desaliñados, ¿pero habrá tan ciego admirador de él que no con venga en ello? Mas en la misma sátira lo ensalcé por su arte en 1 censura de los vicios de Roma, » 52 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN Pasemos ahora al libro II, que como ya hemos dicho, predomi- na en él la forma dialogada y se inicia con aquella sátira famosa en que conversan Horacio y Trebacio de esta suerte: HORACIO. —Punzante en demasía A muchos en la sátira parezco, Y mucho más burlón que convendría. Algunos sin vigor mis versos hallan Y mil como ellos fallan Que podrían hacerse cada día. ¿Qué me aconsejas tú, Trebacio amigo ? TREBACIO. —¿Qué? Mantenerte quedo. HORACIO. —¿Que á los versos renuncie, dices? TREBACIO. —Digo, HORACIO. —Que era el mejor partido te concedo; ¿Pero qué haré cuando dormir no puedo ? TREBACIO. —Quien por buen sueño clama, De aceite bien untado Por tres veces el Tíber pase á nado, Y al meterse en la cama Con vino rancio á humedecerse pruebe. Mas si el prurito de escribir te mueve, ¿Por qué á cantar no empiezas De Augusto las proezas? De ello gran premio reportarás creo. HORACIO. —Bien, querido Trebacio, lo deseo, Mas fáltanme las fuerzas, que no á todos Cantar es concedido Enhiestos picos, fuertes escuadrones, Ni al bravo galo herido Con quebrados harpones, Ni atravesado con el dardo horrendo Al feroz parto del bridón cayendo TREBACIO. —Sin embargo, tu lira bien podría A César alabar justo y valiente, Cual Lucilio eminente Con el gran Escipión lo hizo algún día. En ésta y no en otra pieza ha afirmado Horacio que Lucilio es superior á él y Trebacio le previene que se cuide de satirizar direc- tamente, pues será procesado y condenado si á otros con versos ofende. Citaremos dos fragmentos de esta sátira que nos brinda Salinas: Saltat Milonius, ut semel ¡cto Aocesit fervor capiti, numerusque lucernis ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS 53 Castor gaudet equis: ovo prognatus eodem, Pugnis. Quod capitum vivunt, totidem studioruza... «Danza Milón cuando el vino se le sube á la cabeza y le multiplica el número de las luces: Cástor se goza con los caballos y su herma- no nacido del mismo huevo, con las luchas del pugilato. Cuantas son las cabezas, tantos los pareceres. » Cervins iratus leges minitatur et urnam; Canidia Albulti, quibus est inimica, venenum; Grande malum Turins, siquid se jadici certes, Ut que quisque valet, suspectos terrest utque Imperet hoc natura potens, sic college mecum. «Cervio, cuando se irrita, amenaza con la justicia y el vigor de las leyes: Canidia, la hija de Albucio, persigue á los que odia con el veneno: Turio, sentado en el tribunal, anonada á los clientes con sus inicuos fallos, y cada cual se vale de sus armas para humillar á sus enemigos. «Es ley de la naturaleza que yo no he de ayudar á contra- decir.» En la II sátira del libro que estudiamos ha aconsejado una vez más la templanza, demostrando lo pernicioso y peligroso del exceso. Ofrece á la consideración de sus lectores el retrato de Ofelo que vive en su hacienda, trabajándola por sus manos en medio de una vida frugal y sencilla. Tilda, como lo había hecho en múltiples ocasio- nes, el despilfarro y el derroche en estas sentenciosas frases. Quod superat non est melius que insumere possio Cur eget indignus quis qunam, te divisse? quare Templa ruunt antigua deum? cur, improbe, carae Non aliquid patriae tanti emeteris acervo ? «¿Y no podrás emplear mejor lo que te sobra? No hay en el mundo infelices dignos de socorro y templos consagrados á los dio- ses que amenazan ruina? ¿Por qué no das, perverso, á las necesi- dades de la patria una buena parte de tus imensas riquezas ?» La III sátira es agradable y divertida al par que extensa. Da- masipo el anticuario, hoy le diríamos un arqueólogo, que gasta su fortuna en objetos antiquísimos, trata de suicidarse. Sálvase del peligro y discurre con Horacio en larga conversación sobre la locu- ra, ofreciendo lo que podría tomar el nombre de capítulo de Filoso- fía empírica. ¡Qué revista de alienados! Para él nadie está en 54 PILAR MARIA ROMERO Y BERTRAN estado normal. Ya personajes históricos, ya mitológicos, todos ado- lecen de desequilibrio mental: Agamenón, que no dió sepultura á Ayax; Orestes, que asesinó á su esposa; Mario, que dió muerte á su amor, suicidándose después al precipitarse desde elevadas rocas, siendo á la vez criminal, juez y verdugo. Tras sus citas intermi- nables, pregúntale el poeta al filósofo de qué clase será su locura. Y éste le responde, que la de parecerse á la rana de la fábula que quería asemejarse al buey, cuando se jacta de poeta y al gastar lo que tiene entregándose á amoríos de mala especie, en vez de le- vantar un honrado hogar. El poeta pone silencio á Damasipo y termina esta chispeante sátira en que Horacio no tiene 4 menos en poner á los ojos del público su conducta. Esto congratularía á los que se sentían atacados por él; pues se ha convertido en propio acu- sador de sus faltas, ridiculizando sus defectos. Con inaudita chocarronería se mofa Horacio en la sátira IV del excesivo refinamiento del arte culinario de la época, con ocasión del convite ofrecido por Nasidiemo á Mecenas. Por la descripción que hace Casio de los exquisitos manjares, podemos muy bien ex- clamar de la sociedad de sus días: ¡qué esclava eras del estómago ! En su sátira V dialogan Ulises y Tirecias indicando el último al primero los medios de salir de la miserable situación en que vive. La solución dada por el amigo pone de manifiesto palpablemente la corrupción de las costumbres romanas del momento. En su VI sátira ha descrito el satírico 4 maravilla su quinta de la Sabina. En la VII, Davo su esclavo en charla con él, le acusa de adúl- tero, glotón, inconstante y colérico, más esclavo de sus pasiones que él, mísero siervo de su señor. Así habla Davo por la libertad que le permitían las saturnales. En la VIII y postrera sátira de su segundo y último libro, ha puesto en boca de Fundanio la explicación de un suntuoso banque- te (en que cada nuevo plato supera al anterior) interrumpido en sus más álgidos momentos por la importuna y ruidosa caída de un dosel, desde el techo á la mesa. Nada hay completo en el mundo como el mismo autor filosofa. En todo nuestro extenso proceso de Horacio nada hemos ex- puesto acerca de la fecha de la publicación de sus obras, si es ver- dad que sólo hicimos alusión á los libros de las sátiras; tal silencio ha obedecido 4 nuestro deseo de ofrecer un cuadro gráfico que he- cho por Noél de Vergers y presentado en la ya citada obra de Ca- 8) . y do, por considerarlo como magnífica ilustración para nues- iga 17 ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SATIRA ENTRE LOS ROMANOS tra tesis. nalejas, resume cuanto los críticos y eruditos á ese respecto han inves | 9pL-TPL 10€2 PEL | | TEL—PGL 1] 35L-PTA 1 | | 14 opsondsop | 9PL—GPL | ¿PEL 9PL-GPL | EPL1PL Col vELL6L 684-3862 | ThL-E£L 26 voL=G TZ vol 93L-LT2 6TZ-PTL | GTL-PTZ SODILIYÓO SOT N[(191S NOIDISOANOS AMS 4d VHOTA ¿Srl VPL-EPL vrL-STZ 981-062 S5L-ST2 284-214 €6L-PIL2 SGL-81L voL=G TZ J9B0999]8 M4 1101901 LE 9pi9ndsop A 15749492 TEL-SGL 0EL-PEL TEL7PGL voL-8rZ voL=06L 6TZ-PTL AJULJ] 9vL-<7L vrL-EPL 984-214 SEL-= A nn A A AS OU, RATA OSAMENTAS FOSILES 85 señor Rojas en acompañarme, porque gracias á sus numerosas y excelentes relaciones en aquella comarca, se nos abrieron todas las puertas y se nos facilitaron todos los medios para realizar en pocos dias lo que, de otra suerte, me hubiera costado quizás, algunas se- manas de contratiempos y dificultades. En Caibarién, en casa del doctor Pedro Rojas, adquirimos las primeras noticias acerca de la procedencia de los fósiles remitidos por el señor Valiente á la Academia. En el central « Narcisa », fuimos objeto de las mayores atencio- nes por parte del Administrador señor Berrayarza y de su au- xiliar el simpático joven Ingeniero de Lehigh señor Agustín Goitizolo, que desde aquel momento formó también parte de la ex- pedición. El señor José Carbó, persona ilustrada y muy conocedora de aquellos contornos, me suministró preciosos informes. El había tenido en su poder algunos huesos del raro animal y peusaba que debió parecerse al Hormiguero. Por indicación de Carbó vimos á Justo Senseric, en Yaguajay, y éste nos encaminó á un lugar, en el Barrio de Mayajigua, «de don- de se habían sacado muchos huesos de los que yo buscaba, y los me- jores los había recogido el Capitán Urrutia, para enviarlos á la Ha- bana». El amigo Senseric nos dijo que los hermanos José, Cipriano y Ramón González habían descubierto Jos huesos en las casimbas de la Sierra de Jatibonico, y podían servirnos de guía. Por las paralelas del « Narcisa » llegamos hasta Aguada, donde recibimos generosa hospitalidad de la familia de Socorro Pérez. El simpático Socorrito, de carácter franco y decidido, hecho á vivir en el monte y conocedor de sus secretos, pues hizo toda la campaña á las órdenes de los generales Carrillo y José Miguel Gómez, fué mi inseparable guía y mi mejor apoyo. Y era de ver cómo en po- cos minutos se había contagiado toda la comitiva, y todos eran par- tícipes de mis emociones, cada vez que encontraba una especie nueva ó un ejemplar raro. Subíamos con dificultad la vereda que conduce á «Las Llanadas »; pero admirábamos al mismo tiempo como iba siendo cada vez más exuberante la vegetación hasta llegar á una planicie sumamente feraz situada en medio de las dos sierras. De pronto se descubre el único albergue hospitalario que hay por aquellas alturas. Habíamos atravesado la sierra de Jatibonico y teníamos en frente y á corta distancia la de Matahambre. Eran las dos de la tarde cuando el dueño de «Las Llanadas», don Ma- 86 CARLOS DE LA TORRE nuel Suárez, nos obsequiaba con un espléndido almuerzo á la criolla, en el que, á excepción de la sal, todo era producto de la finca. Mientras almorzábamos habían ido 4 buscar al nuevo guía, y como el tiempo era escaso y el camino difícil, emprendimos inme- diatamente nuestra peregrinación á las casimbas. Después de la guerra sólo habían visitado aquel lugar Manuel Urrutia y algunos compañeros de armas, y poco tiempo después el padre Castillo, de Sancti-Spíritus. Los primeros sacaron dos ca- taumros de huesos, que conservó el capitán Urrutia con intención de traérmelos para su estudio y clasificación; pero su muerte prema- tura vino á impedirlo, y hasta el presente no ha sido posible recu- perar aquellos fósiles, cuidadosamente conservados en Remedios por la señora Herminia Lleó, viuda de Urrutia, hasta que se tras- ladó á la Habana. La antigua vereda se había cerrado, y fué necesario ir abrién- dose paso con el machete, y saltando por aquel suelo erizado de peñascos hasta la entrada de las casimbas. Sabido es que reciben este nombre ciertos lugares en que se en- cuentra el agua á poca profundidad. Pero estas casimbas están situadas en el fondo de un barranco ó de una grieta de unos cien metros de largo, cuyas paredes verticales miden quince metros por lo menos, y su separación no alcanza á más de tres metros. A los lados se abren algunas pequeñas cavernas, y el fondo de toda la grieta está constituído por un espeso sedimento que tiene el aspecto de turba, y digo el aspecto, porque sabido es que la ver- dadera turba no puede formarse en nuestras latitudes, según opi- nión general de los geólogos. En el espesor de esa capa de sedimentos acumulados por los si- glos se encuentran naturalmente enterrados los restos del Megalocnus ó Myomorphus, mezclados con huesos de Crocodilus pristinus, y quizás también de Testudo cubensis, como en Ciego Montero. Esta acumulación de huesos en un sitio semejante y la circuns- tancia de haberse encontrado siempre los restos del Megalocnus mezclados con huesos de Crocodilus me han hecho pensar que este lu- gar ha podido ser una guarida de los cocodrilos, en donde vendrían á devorar los Megalocnus que les servirían de presa, dada la dificul- tad de los movimientos y la pesadez del cuerpo de aquel animal. Parecen confirmar esa sospecha la destrucción de las partes menos resistentes de las cabezas de los huesos y las impresiones Ó rayas que aparecen en su superficie, "0.1958 () 9P Z9PUBULO¿[ [IVUBIN “IS [9 UNOS 'snYyd ¿MOJO snuso uba y [op Se[[90y se” uo Y SOUBE[ SO[ IP OLUOJU Y UB 9P Z1[89 9P 0Z01 J, OSAMENTAS FOSILES 87 Nos faltaba la luz, y era necesario volver al poblado más próxi- mo aquella misma noche, por lo que con gran sentimiento tuvimos que interrumpir nuestras excavaciones. Pero nos encontramos en posesión de éste y otros yacimientos semejantes, y confiamos en que antes de un año podremos restaurar el esqueleto del Megalocnus rodens 6 Myomorphusz cubensís. Después, dado lo avauzado de la hora, explicó rápidamente el doctor La Torre las proyecciones que había preparado expresamen- te para su conferencia, terminando con una idea ligera de los cam- bios de forma que ha debido experimentar esta parte de la América en diferentes períodos geológicos, y la situación probable del istmo que debió unir nuestra actual Isla con Centro América. Al descender de la tribuna el doctor La Torre, púsose de pie el señor Secretario de Instrucción Pública, y dirigiéndose á aquél: «No saldríamos satisfechos los que nos encontramos en este re- cinto—díjole afectuosamente—si no se levantara una voz que inter- pretase el sentimiento que ha despertado en todos los oyentes la hermosa conferencia por usted pronunciada; y es ese sentimiento el de admiración hacia el ilustre profesor cubano continuador de la labor científica del insigne naturalista don Felipe Poey. «El doctor La Torre ha dado una hermosa conferencia, pero también ha dejado ya resuelto un trascendental problema con los datos que aporta sobre el extinguido mamífero gigantesco que viene á fijar la conexión establecida un día entre la Isla de Cuba y el con- tinente americano. «Yo me propongo, con los recursos que están á mi alcance, faci- litar todo lo posible sus exploraciones á fin de que pronto le sea da- ble aportar nuevos y complementarios datos á su labor infatigable. «Felicito cumplidamente á la Universidad por este acto y tam- bién á la Facultad de Letras y Ciencias por la organización de estas conferencias de Extensión universitaria que vienen contribuyendo á acrecentar el prestigio que justamente se ha ganado por su labor educativa. «Aunque sé que huelga toda indicación sobre el asunto, excito al doctor La Torre á que continúe sus investigaciones, pues tengo la convicción de que pronto rendirá nuevas pruebas de su laborio- sidad y constancia para gloria de Cuba. » El doctor La Torre no quiso dejar sin contestación tan alentado- 83 CARLOS DE LA TORRE ras y sinceras palabras, y subiendo de nuevo á la tribuna, dijo lo siguiente: «Doy las gracias al señor Secretario de Instrucción Pública por las frases que acaba de dirigirme, y ojalá se vean realizados sus propósitos, que son también los del señor Presidente de la Repúbli- ca, más que por los beneficios que personalmente pueda reportarme, por honor del Gobierno y por el prestigio de la Ciencia cubana. » LA INAUGURACION DEL NUEVO PRESIDENTE DE LA UNIVERSIDAD DE HARVARD POR EL DR. ARÍSTIDES MESTRE Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología Conservador del «Museo Poey». The evolution of Harvard University is the most important among those chapters of American history that have so far re- ceived too scant attention abroad. E. KUEHNEMANN, Professor of Philosophy at the University of Breslau. Correspondiendo á la invitación hecha por el Presidente y los Miembros del Harvard College en 20 de Mayo de 1909, el Sr. Rector Dr. Berriel tuvo á bien nombrarnos para que asistiéramos á la inau- guración del Presidente Lowell en representación de la Universidad de la Habana; honor que en mucho estimamos dada la significación que alcanza la Universidad de Harvard entre los centros docentes de mayor prestigio y la importancia de las ceremonias que habrían de verificarse con tan fausto motivo, por lo mismo que la anterior inauguración ocurrió hace cuatro décadas, en 1869. El 29 de Septiembre próximo pasado dejamos á la populosa New-York—bajo el vértigo de la colosal Hudson-Fulton Celebra- tion—para dirigirnos á la ciudad de Boston, tan llena de historia, cuna de la independencia norteamericana y con razón considerada como la Atenas del nuevo continente. Uno de los elegantes y có- modos vapores de la Metropolitan Line nos condujo á la más gran- de de las ciudades del Estado de Massachusetts, en cuya amplia é irregular bahía entrábamos en la mañana del treinta, durando unas quince horas la travesía. El paso por la sonda de Long Island nos ofreció, muy entrada la noche, un espectáculo ciertamente hermo- so: á la luz de la luna que rielaba en el mar, contemplábase á me- nudo la oscura orilla de Connecticut. Y, admirando el panorama, evocábamos entonces en nuestra memoria los versos de un poeta que recitábamos con fruición en la primavera de la vida: el astro, en efecto, ostentaba toda su posible brillantez y en calma exquisita la 90 ARISTIDES MESTRE Naturaleza, bellísima, dormía. Aquella noche era, sin duda alguna, ana noche incomparablemente bella, como si nos presagiara con sus encantos los días de goces puros intelectuales que nos esperaban en Harvard. Al desembarcar en Boston estaba allí un amigo bien estimado por sus prendas personales, Mr. James H. Rush, un bostoniano que ama sinceramente á Cuba, donde ha pasado algunos de sus me- jores años, veterano de la guerra de secesión, hombre correcto y delicado, nuestro cicerone ejemplar en las diversas ocasiones que hemos visitado aquel lugar de la Nueva Inglaterra: reciba una vez más mi gratitud por sus infinitas atenciones... Y bien pronto, bajo su amable dirección, nos encontrábamos instalados en Forest Park, cerca de la Universidad de Harvard, que está situada en la ciudad de Cambridge, á la cual separa de Boston el río Charles. Un día antes al de la reunión previa con que en Harvard Union se iniciaron las fiestas, fuimos cortésmente invitados á una comida en el «Copley Square Hotel», de Boston, dada por el «Naturalist's Club» á sus huéspedes Mr. William Abbott Herdman, Derby Profesor de Historia Natural de la Universidad de Liver- pool, Inglaterra, y Mr. Hector Frederick Estrup Jungersen, Profe- sor de Zoología de la Universidad de Copenhagen, Dinamarca (á cuyo lado nos hicieron la inmerecida distinción de sentarnos); en- contrándose allí, entre otros distinguidos comensales, los profesores Mark, Parker, Wheeler, Castle y Rand, encargados de explicar las ciencias zoológicas en la Universidad de Harvard, y Mr. Thomas Barbour, quien apenas salido de las aulas ha demostrado en sus ya múltiples é interesantes publicaciones un espíritu investigador de verdadero naturalista y conocimientos variados y profundos. Consigno aquí gustoso mi agradecimiento 4 Mr. Barbour por las deferencias de que le soy deudor. Las fiestas de la inauguración se iniciaron con la reunión previa en Harvard Union en la noche del martes cinco de Octubre, donde se efectuaron las presentaciones de estilo eutre los Delegados y Profesores, entre invitados de todas clases que ya estaban en Cam- bridge; y terminaron con el banquete que, el día siete, el Presidente y miembros de Harvard College dieron en el mismo salón de Har- vard Union á los Delegados de otras universidades y centros de en- señanza. Entre esos dos términos extremos, ¡qué serie de actos tan llenos de magnificencia! Fué cumplido con esplendor excepcional todo el programa de la inauguración de Mr. Abbott Lawrence Lo- "6051 9P 9:1GN0I90 9P 9 [9p PUARBUBAU P[ 09 [[9MO' 9J09pISI1] OA9MU [Y PYpISI9ALU] P[ IP O[[9S [9 ÁSIAB]| SY[ IP “PJUAMPLPUN] PIB) Y( DP YÍIAJUI P[ IP PLUOULILNDD B| ODYIIIA IS IPUOP 7977 pisco) (OP AJUAIA ¡E $ BE Ea A ms 57 DUI PAIN AN A 4] E EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 91 well, como Presidente de la Universidad de Harvard; y 4 dar cuenta de esas fiestas dedicamos estas líneas, escritas sin más pretensión que la de contribuir á que se conozcan en nuestro idioma por lo mis- mo que fuimos el único delegado que á ellas enviaran las universi- dades de la América latina; dejarlas relatadas sencillamente en sus rasgos principales por quien tuvo la suerte de asistir á ellas, á esos actos que han dejado en su alma recuerdo imborrable; porque des- de el punto de vista de los placeres del espíritu no encontramos en el fondo de nuestra conciencia—por penetrante que haya sido la ojeada dirigida hacia adentro—otros que nos hubieran hecho gozar más en la existencia; nunca soñamos ver tanta esplendidez en fiestas semejantes, ni jamás imaginamos que pudiéramos alguna vez sen- tirnos—aunque fuese únicamente por breves días—tan lejos de la vida vulgar y de las miserias morales del muudo, ni que se nos hu- biese presentado la oportunidad de estrechar la mano de hombres eminentes, de sabios maestros por el corazón y por la inteligencia, llenos de fervoroso amor por sus instituciones, encanecidos en una enseñanza modelo, representantes notabilísimos, muckos de ellos, de las más reputadas universidades del continente europeo. La primera serie de actos se llevó á cabo en el College Yard, á donde llegamos en procesión (10.30 a. m., Octubre 6) después de habernos reunido con ese objeto en Phillips Brooks House; mar- chando, con el traje académico respectivo y en orden no interrumpi- do, el Presidente Emeritus, el Consejo de Inspectores, los Decanos de las Facultades, los Profesores de la Universidad de Harvard, en sus diversas categorías, los Delegados de las instituciones extranje- ras, los Delegados de las instituciones de los Estados Unidos, el Gobernador del Estado de Massachusetts, los Senadores, oficia- les de la Armada de la República, miembros de la Suprema Corte Judicial, los alcaldes de Cambridge y de Boston... el Presidente del Consejo de Inspectores; y cerraba la inmensa procesión, perfec- tamente uniformada, el Presidente electo Profesor Lowell. Frente al University Hall se había levantado la plataforma, elegante y severamente adornada con flores, banderas y gallardetes. Allí se verificó entonces el coro Laudate Dominum por los alumnos, la oración por el Decano de la Facultad de Teología, la oración en latín por L. B. Struther, la entrega de la Presidencia de la Universidad, la respuesta del Presidente electo, el coro Domine Salvum Fac Presidem Nostrum (Gounod) por los alumnos, el discurso inaugural del nuevo 92 ARISTIDES MESTRE Presidente, el coro Great is Jehovah (Schubert) por los alumnos, el otorgamiento de grados ad honoris causa por el Presidente Lowell, y, por último, la bendición por el Rt. Rev. William Lawrence. To- dos estos actos se sucedieron unos tras otros antes del medio día. Terminados—nos referimos á la anterior relación de actos—los cantos de los alumnos y la oración del Decano de la Facultad de Teología, Mr. Lester Burton Stristher, Senior, dió en latín la bien- venida al Presidente Lowell en nombre de los no graduados (under- graduates), pronunciando estas palabras: «Hodie frequentes convenimus, alumni et amici Universitatis nostrae, in hoc loco quem omnes Harvardiani praecipue fovent coluntque,—in prisco campo, ut ita dicam, studiorum nostrorum. Per multas hominum actates ex hoc loco, memoria discipulorum consecrato, profecti, sunt per magnas terras ad solis occasum multi, moribus mentibusque bene instituti ut laboribus suis genus huma- num ad meliora ducant. «Patres nostri, homines et diligentes et frugales, in silvis incog- nitis cum domus suas et aedem ad Deum colendum aedificavissent, meditari coeperunt quo modo pueros sibi erudirent. Quibus colle- gium condere volentibus; vir quidam liberalis, sapientiae studiosus Johannes Harvard, sui cblitus dono munifico effecit ut schola vale- ret floreretque. Hoc in faciendo vitam suam brevem ipsam et morti immatura fractam gloria immortali ornavit. «Vidit vir prudentissimus oportere homines non modo corporum viribus silvas arare, bestias opporimere feras, Indos barbaros plane superare et dominari, sed mentes hominum, puerorum praecipue, ad res divinas et optimas instituere. Intellexit quoque hominis plurimum valere, si mentibus comprehendissent tum quam sapiens et amabilis esset ipse Deus, tum quam pulchro ordine haec rerum natura ab ipso esset creata. Animorum vi vivida sapientes posse, ordine divino intellecto, terram Americanam imperio suo possidere. «In has nostra aetate quoque nec pecunia, nec mole rerum im- mensa, nec machinationi callida alte volantium aut vim fulminis ipsam tractantium, neque audacia polum glacialem explorantium poterimus pravos et improbos invare ac ignaros instituere; sed necesse est nos mentes hominum illuminatione animorum divina incendere et excitare. «Cuius animorum illuminationis amatorem te, novum Praesidem nostrum, salutamus, te, virum dignum ad haec officia invitamus spe magna omnes oppleti. Et nobiscum hodie viri, ab omni parte ¿0 , b 4? ON te. ra ohnston G he J mm $ E =L ee e PE Ml, Ú 0 a Le ye md > PA 6. EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 93 orbis terrarum, clarissime, virum clarissimum Lowell, salutant, luminis sapientiae studiorum.» Seguidamente el Honorable John Davis Long, Jefe de los Ins- pectores universitarios, hizo entrega—¡hermosísima ceremonial— al nuevo Presidente de Harvard de la Carta Fundamental, de las lla- ves de plata y del sello de la Universidad, con estas concisas frases: —« Abbott Lawrence Lowell: habiendo sido vos debidamente ele- gido Presidente de la Universidad de Harvard, yo en este momento declaro en nombre de los Cuerpos Directores y de acuerdo con una antigua costumbre, que quedáis investido de todos los poderes y privilegios de tal cargo. Ello representa una gran confianza; pero se deposita en vos, teniendo por seguro que desempeñaréis el refe- rido cargo inspirado en el mejor servicio de la institución que ama- mos y de la democracia en pro de la cual ella labora. Deposito en vuestras manos, como símbolos de vuestra autoridad, la Carta de fundación, el sello y las llaves de la Universidad. ¡Que Dios os bendiga!» Al aceptar las insignias de su nuevo cargo, contestó así el Pre- sidente Lowell: —«Señor Presidente de la Junta de Supervisores: Con profunda percepción de la responsabilidad que contraigo, recibo de vuestras manos estos símbolos del cargo para el cual me ha elegido la Junta de Gobierno. Habéis depositado en mí una confianza excepcional para que la utilice en beneficio de la educación de la juventud ame- ricana y en el desenvolvimiento intelectual y prosperidad moral de nuestro país. Desde el fondo de mi alma elevo mis preces para que me sea dable obtener la sabiduría, la paciencia y la fuerza que son necesarias para que Harvard pueda realizar lo que mis predece- sores pensaron desenvolver: hombres de firmes principios y profun- das enseñanzas, á fin de que sus hijos puedan ir hacia adelante con la resolución de que el mundo sea mejor gracias á los años que pa- sen dentro de este recinto. » Al terminar sus palabras el Presidente Lowell, el coro de aluxm- nos cantó, con gran aplauso de todos, el Domine Salvum Fac Presidem Nostrum (Gounot) según lo indicaba el orden del programa; después de lo cual leyó aquél su discurso inaugural referente á las condicio- nes actuales y futuras del alto centro docente cuya dirección se le acababa de encomendar. Eran múltiples y muy importantes las cuestiones tratadas en él por el nuevo Presidente, todas ellas ligadas á la vasta y compleja vida 94 ARISTIDES MESTRE universitaria. Preocupóle hondamente el problema del College, que consideró bajo bien distintos aspectos; y analizando al estudiante principalmente desde el punto de vista de sus relaciones con los otros compañeros, en sus funciones colectivas, sociales, recuerda la famosa sentencia de Aristóteles sobre las inclinaciones humanas. «Creo firmemente—decía, entre otras cosas, Mr. Lowell en el dis- curso á que aludimos—en el valor físico y moral de los juegos atlé- ticos y de las contiendas intercolegiales que siempre desarrollan un espíritu de generosa rivalidad; y no creo—añadía—que su impor- tancia, actualmente exagerada, deba ser atribuída á una convicción por parte de los estudiantes, ó del público, de que la fuerza física es de mayor precio que la mental; quizás dependa de que semejante lucha les ofrezca á aquéllos el único interés común, la única ocasión extraordinaria para demostrar la solidaridad colegial»... La pro- ductibilidad escolar—le oíamos expresar casi al concluir—es la más discreta de todas las flores: suele no dar resultado ni aun con los más exquisitos cuidados. Las universidades americanas deben ha- cer todo lo que puedan para cultivarla, plantando la mejor semilla, dejando que el sol la bañe, é impidiendo sea ahogada por las espi- nas de la rutina administrativa. Lowell demostró en su concienzu- da exposición ser partidario de distinguir la vida colegial de la vida realmente universitaria, refiriéndose en concreto al desenvolvi- miento de la de Harvard; es él un fervoroso amigo del College, como parte esencial en el mecanismo de la instrucción del país, y por eso señaló sus deficiencias y propone los medios de hacer las rectifica- ciones más convenientes. Las relaciones entre los estudiantes son para Lowell de lo más importante en la serie de problemas plantea- dos. El estudiante debe sentir la vida escolar en toda su significa- ción: vida escolar en la que la disciplina y el compañerismo son los elementos más esenciales... Muchas ideas elevadas se destacan en el luminoso discurso inaugural de Lowell—al cual sólo podemos hacer breve alusión—fuente para futuras observaciones que han de aprovechar los que se interesen por las íntimas relaciones que li- gan las fases sucesivas de la enseñanza; y eso que Lowell, como él mismo expuso, apenas pudo tocar parte de los problemas de la Uni- versidad, dejando fuera de sus consideraciones á las escuelas profe- sionales, las bibliotecas, los museos y laboratorios, etc. por falta de tiempo. La Universidad tendrá cada vez mayor utilidad pública; pero todas sus conexiones están en el College. Una gran solidaridad en el College sería, á sujuicio, mucho mejor para la nación ameri- all. :husetts H assal [ M all. wvard H £ H EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 95 cana. Ah!, si nosotros—exclamaba Lowell—pudiéramos aumentar la ambición intelectual, toda la faz de nuestra nación se cambiaría, á la manera que al crecer la temperatura del océano las aguas cubrirían la tierra seca. Cuando los jóvenes, dijo, vean visiones, verdaderos serán los hermosos sueños de los ancianos! —« When the young meu shall see visions, the dreams of old men will come brue »... El coro de alumnos cantó entonces el EFreat is Jehovah (Schubert), efectuándose inmediatamente el acto interesantísimo—acto que une estrechamente á Profesores de diversas Universidades y á éstas entre sí—del otorgamiento de los grados académicos por el Presiden- te Lowell. Los confirió de Doctor en Letras: al delegado de la Uni- versidad de Oxford, Mr. James Bryce; al del Colegio de Francia, Joseph Bedeir; al de la Universidad de Berlín, Eduard Meyer; al de la Universidad del Cabo de Buena Esperanza, Thomas Walker; al de la Universidad de Yale, Edward Parmelee Morris; al de la Universidad de Winconsin, Frederick Jackson Turner; al de Haverford College, Francis Barton Gummere; al de la Univer- sidad de California, Henry Morris Stephens;—los confirió de Doctor en Ciencias: al delegado de John Harvard College, William Napier Shaw; al de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, John Christopher Willis; al de la Universidad de Glasgow, John Harvard Biles; al de la Universidad de Copenhagen, Hector Frederick Estrup Jungersen; al de la Universidad de Edimburgo, George Alexander Gibson; al del Observatorio de Groningen, Jacobus Cornelius Kapteyn; al de la Universidad de Liverpool, William Abbott Herd- man; al de Princeton University, William Berryman Scott; al de Massachusetts Institute of Technology, Arthur Amos Noyen; al de la Universidad de Cornell, Edward Bradford Titchener; y al de la American Academy of Arts and Sciences, Elihu Thompson; —los confirió de Doctor en Leyes: al delegado de la Universidad de Berlín, Otto Gierke; al de Me Gill University, William Peterson; á los de la Universidad de Columbia, Nicholas Murray Butler y Frank Johnson Goodnow; al de la de Virginia, Edwin Anderson Alderman; al de Northwestern University, John Henry Wigmore; al de la Universidad de Illinois, Edmund Janes James; al de Cornell University, Jacob Gould Schurman; al de Johns Hoprins University, Ira Remsen; y al de la Universidad de Chicago, Henry Pratt Jadson;—y se lo confirió, por último, de Doctor en Teología al ilustre Presidente del Union Theological Seminary, Mr. Francis 96 ARISTIDES MESTRE Brown, bien conocido por sus eruditos estudios sobre el Viejo Testamento;—en todos los anteriores que fueron objeto de seme- jante deferencia, ésta descansó siempre en los méritos literarios ó científicos de los agraciados, en la historia de sus esfuerzos intelec- buales, en el valor de sus trabajos, en la importancia de sus descu- brimientos... y para ellos, como se desprendía constantemente de las palabras en esos momentos pronunciadas por Lowell, no resul- taron estériles las horas de vigilias consagradas con amoroso empe- ño á la verdad, á la ciencia, al bien público ! Terminados los actos anteriores nos dirigimos al Harvard Union, al luncheon del «Harvard Alumni Association», 4 donde concurrimos con el buen amigo Barbour, mientras las señoras que acompañaban á los delegados fueron al que les daban los asociados del Radclifte College en la terraza del lado norte del Bentram Hall. A las dos y media de la tarde y reunidos nuevamente en el Massachusetts Hall, desde este edificio histórico marchamos en pro- cesión, como por la mañana, pero presidida por la Asociación de Alumnos al Memorial Hall, lugar en el que se verificó en esa misma tarde el meeting de la mencionada «Harvard Alumni As- sociation». Una muchedumbre compacta invadía el inmenso salón. El ex- Presidente Elliot se levantó, siendo saludado por una salva atrona- dora de aplausos. Aquel acto conmovedor era el mejor tributo de admiración y gratitud, la ofrenda más hermosa para expresar el sentimiento que unánimemente embargaba á todos los corazones de profunda simpatía experimentada hacia el hombre tan querido como respetado que dirigió los destinos de la Universidad durante cuarenta años, impulsándola en su espléndido desenvolvimiento! Y el mismo Elliot invitó á los concurrentes á cantar, como se hizo, el Psalmo LXXVIITI, que dice: Give ear, ye children, to my law Devout attention lend, Let the instruction of my mouth Deep in your hearts descend. My tongue, by inspiration taught, Shall parables unfold: Dark oracles, but understood, And owned for truths of old, Which we from sacred registers Of ancient times have known, "£ABIQU] 9391100 9UY.L— UBH 9.10L) te Tr HA 3 “A 4 E AA t Ñ A: Aaa EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 97 And our forefathers' pious care To us has handed down. Let children learn the mighty deeds Which God performed of old, Which, in our younger years, we Saw, And which our fathers told. Our lips shall tell them to our sons, And they again to theirs,— That generations yet unborn May teach them to their heirs. También, inmediatamente después, cantaron todos el Fuir Harvard: Fair Harvard! Thy sons to thy jubilea throng, And with blessings surrender thee o0'er, By these festival rites, from the age that is past To the age that is waiting before. O relic and type of our ancestors' worth, That has long kept their memory warm, First flower of their wilderness! star of their night! Calm rising through change and through storm! When as pilgrims we come to revisit thy halls, To what kindlings the season gives birth! Thy shades are more soothing, thy sunlight more dear, Than descend on less privileged earth; For the good and the great, in their beautiful prime, Through thy precincts have musingly trod; As they girded their spirits, or deepened the streams That make glad the fair city of God. Luego Elliot, Lowell, algunas autoridades y otras personas dis- tinguidas pronunciaron discursos y se leyeron telegramas alusivos á las fiestas que se celebraban; y también los que en la ceremonia de la mañana les fueron otorgados los grados de Doctor ad honoris causa, dieron en el meeting del Memorial Hall las gracias sentidas por esa distinción. El acto concluyó tarde en medio de la mayor anima- ción y en él estuvieron representadas debidamente los diversos cur- sos de la Universidad de Harvard. Y en la noche, la Boston Symphony Orchestra—la primera en su género entre las de la América—dejó oir sus armoniosos acordes en el Sanders Theatre, ejecutando con maestría indiscutible piezas de Brahms, Bach y Beethoven. Por último, concluyeron las fes- tividades de ese primer día con los brillantes ejercicios, verdadera- 98 ARISTIDES MESTRE mente fantásticos, de los estudiantes de la Universidad, verificados en su colosal stadium, lugar donde aquéllos realizan sus diversos sports y juegos abléticos. Los actos del segundo día de las fiestas de inauguración no resul- taron menores en importancia é interés que los ya referidos. En la mañana del día siete (10 a. m.) llevóse á efecto en el Sanders Theatre el acto imponente de la presentación de los Delegados al Presidente electo, al Consejo y Facultades de la Universidad de Harvard, acto en el cual se entregaron, por aquéllos, los mensajes dirigidos al Presidente Lowell. Los Delegados vestían sus respec- tivos trajes académicos, como en la ceremonia del College Yard; fueron uno á uno llamados á la plataforma del teatro y presentados oportunamente los de las Universidades extranjeras, después los de los centros de enseñanza norte-americanos. El primero que desfiló, entre aplausos—aplausos que frenéticamente repitieron á la llamada y presentación 4 Lowell de cada Delegado—fué el Honorable James Bryce, Embajador Británico, Miembro Honorario del Oriel College, representante de la vieja Universidad inglesa de Oxford; seguidamen- te, y por orden riguroso de fundación de las instituciones, el de la de Cambridge (Inglaterra), de Durham, Praga, St. Andrews, Glas- gow, Copenhagen, Halle, el Colegio de Francia, la Universidad de Génova, Edimburgo, el Emmanuel College, la Universidad de Gro- ningen, la Universidad de la Habana, la Escuela Nacional Superior de Minas de París, la Universidad de Berlín, de Cristianía, de Dal- housie, de Toronto (Canadá), Me Gill University, la Universidad de Londres, Victoria College, Queen's University, Universidad de Manchester, Universidad del Cabo de Buena Esperanza (Africa), Universidad de Sheffield, Universidad de Liverpool, University College (Nueva Zelandia), el Royal Institute of Public Health, la Universidad de Leeds y, por último, la Mc Master University. Nosotros, cumpliendo el encargo hecho por el Sr. Dr. Leopoldo Berriel, Rector de la Universidad de la Habana—que fundada el 5 de Enero de 1728, ocupaba en el orden de las representaciones el duodécimo lugar, atendiendo á su antigúedad—entregamos al Presi- dente Lowell, después de saludarlo respetuosamente, el Mensaje por aquél firmado el 14 de Septiembre de 1909, impreso en pergamino y concebido en estos términos: Boylston Hall. Nelson Robinson Jr. Hall. c EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 99 Honorable señor Presidente y Claustro de la Universidad de Harvard. Señores: Satisfacción legítima experimenta, sin duda alguna, la Universidad de la Ha- bana al corresponder á la atenta invitación de que ha sido objeto por parte de la Universidad de Harvard para la fiesta inaugural de su vigésimo cuarto Presidente. La Universidad de la Habana aprovecha tan excepcional oportunidad para expre- sarle sinceramente á su por tantos títulos ilustre compañera, la honda simpatía que ha sentido siempre por su maravilloso engrandecimiento. Aquel centro de instrucción fundado en Cambridge en la centuria décima séptima y que fué la más antigua de las instituciones norteamericanas de enseñan- za, constituyó el núcleo de donde han partido sus notables ulteriores progresos; y nosotros no ignoramos cómo la Universidad de Harvard—que tuvo ese sencillo origen—realiza ahora, en pleno desarrollo, su alta misión en la v:da social moderna. Bien penetrada está de que el cu!tivo de la inteligencia y la educación de los sen- timientos dan vigor al carácter, robustecen la conciencia moral; abriga la convic- ción de que la ciencia perfecciona al hombre, que el saber debe hacerse cada vez más profundo y que la ley de la división del trabajo ha exigido la especialización de los obreros intelectuales; y por eso su enseñanza abraza la universalidad de los conocimientos, desde las ciencias de observación y experimentales hasta el estudio de los artes llamados ideales, reflectores de las más bellas armonías. La Univer- sidad de Havard, foco poderoso de instrucción, de investigación científica, ostenta hoy su superioridad incontrastable. En la serena región de la inteligencia forman las universidades una elevada cadena de montañas dispersas por el viejo y nuevo continente; entre ellas, majestuosa y solemne, la de Harvard se destaca como uno de los picachos más erguidos, vertiendo brillantemente, cual faro de luz inextin- guible, y por todo el ámbito anchuroso del mundo culto, el ejemplo de su organi- zación, de su labor fructífera y de su hermoso espíritu. Desde Cuba, y dentro de nuestra modesta esfera de acción, la Universidad de la Habana lo reconoce, la admira; desde aquí la contempla con singular devoción y le envía á través de la distancia que nos separa, un expresivo saludo al nuevo Presidente de Harvard, saludo que es mensajero de votos por la prosperidad de la sabia Institución que ha de dirigir el que tan selectas prendas personales posee, quien recibe la antorcha de manos del hombre eminente que, viviendo, pudiera decirse ha entrado en la inmortalidad, por su prestigiosa jornada de triunfos tan beneficiosos para la Universidad de sus amores, y para el que conservarán siempre gratitud muchos corazones cubanos. Pasaban de doscientos los representantes de los diversos centros de enseñanza de los Estados Unidos que ofrecieron en aquel acto su homenaje de alta consideración al nuevo Presidente de Harvard; entre ellos recordaremos, para no citarlos á todos, los de Yale Uni- versity, University of Pennsylvania, Princeton University, Columbia University, Georgetown University, University of North Carolina, University of Vermont, Ohio University, Uuiversity of Virginia, Indiana University, George Washington University, Western Re- serve University, New York University, University of Michigan, University of Missouri, University of Notre Dame, State Univer- sity of lowa, University of Wisconsin, University of Rochester, University of Utah, Northwestern University, University of South Dakota, University of Kansas, Cornell University, State Univer- sity of Kentucky, University of Main, Lehigh University, Atlanta University, Howard University, University of Illinois, West Vir- 100 ARISTIDES MESTRE ginia University, University of California, University of Cincinnati, Johns Hopkins University, University of Texas, University of Nevada, University of New Mexico, University of Chicago, Univer- sity of Oklahoma;...y también Carnegie Institution of Washington, Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching, The Woman's College of Baltimore, Worcerster Polytechnic Institute, National Academy of Science, Massachusetts Agricultural College, New England Conservatory of Music, Smithonian Institution, Knox College, Lafayette College, American Antiquarian Society, United States Military Academy, American Academy of Arts and Sciences, United States Bureau of Education, ete., etc... Y, entre esos muchos profesores, estrecharon la mano de Lowell tres distin- guidas mujeres: las Srtas. Caroline Hazard, Presidente de Wellesley College, Carey Thomas, Presidente de Bryn Mawr College, y Mary Emma Woolley, Presidente de Mount Holyoke College, en las que se fijaron los ojos de todos los espectadores; sus caras revelaban el contento experimentado al compartir las alegrías de Harvard, y ellas, por otro lado, comprendían bien la responsabilidad de los altos cargos que representaban. Discursos oportunos, aunque breves, pronunciaron William Na- pier Shaw, representante de Emmanuel College, University of Cambridge, England, —de la que John Harvard, fundador de Har- vard University, fué un graduado—en nombre de los delegados de las instituciones extranjeras, y Arthur Twining Hadley, Presidente de Yale University, por los de las de Norte-América. El segundo dijo á Lowell, concluyendo su alocución: «Vuestra presencia en este lu- gar de honor es uba garantía del desarrollo profundo en el trabajo de los problemas del pasado y en la formación de los problemas del futuro». Mr. Shaw hizo notar cómo los centros de instrucción de otros lugares reconocían unánimes la participación extraordina- ria que tenía la Universidad de Harvard en el desenvolvimiento de la educación americana. A ellos contestó Lowell con frases como ésta: «Vuestra alusión, —le dijo á Hadley—Aá la solidaridad de las instituciones americanas es un placer y una inspiración. Usted ha descrito previamente las obras á que hago frente con frases de fuego. Que siempre nos atraigamos juntamente unidos por los vínculos de un común compañerismo»... El acto de la entrega de los mensajes revistió extraordinaria solemnidad: fué realmente una sesión ex- cepcional, que hará época en la historia de la Universidad de Har- vard. Emerson Hall. The Jefferson Physical Laboratory. » A d ip IN e MES DY E a q EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 101 Durante todo el mismo día se efectuaron sucesivamente, y des- pués de lo antes relatado, el paseo por el yard de la Universidad, visitándose algunos de sus edificios, el lunch del Harvard Club de Boston para ¡os alumnos visitantes, la recepción y lunch dados por el Presidente y Mrs. Lowell á los Delegados y Profesores de las Fa- cultades en University Hall. Por la tarde tuvo lugar un afternoon tea en la Medical School, y en la noche, la comida en Harvard Union,—y aparte de todo ello, las invitaciones del Harvard Cosmo- politan Club de Cambridge, del University Club de Boston, del Co- jonial Club de Cambridge, de la Cámara de Comercio de Boston, que nos hicieron pasar, en medio de alegres horas, los mejores días. ¡ Cuánta esplendidez y exquisito trato reveladores de un carácter formado, de un espíritu colectivo generoso, amplio, abierto á todos los progresos, que siente el estímulo lisonjero de la propia grande- za, de la cultura social indiscutiblemente superior ! Visitamos ese día—y una vez más, porque los habíamos visto anteriormente—el William Hayes Fogg Art Museum, el Gore Hall y los edificios de la Escuela Médica, entre otros. El Massachusetts Hall, el más antiguo de todos, fué construído en 1720; el último de los edificios fabricados es el que á fines del año pasado se dedicó á Es- cuela Dental; entre esos dos hay más de cincuenta que desde aquella primera fecha se han ido levantando sucesivamente. Buen número de ellos quedan dentro del yard de la Universidad rodeado de altas cer- cas de hierro con sus portadas. De delante hacia atrás del yard, pue- den recorrerse el Massachussetts Hall, Harvard Hall, University Hall, Holden Chapel, Brooks House, Hollis Hall, Stoughton Hall, Holworthy Hall, Dane Hall, Mattews Hall, Grays Hall, Wadsworth House, Boylston Hall, Weld Hall, Thayer Hall, Appleton Chapel, Fogg Art Museum, Gore Hall, Sever Hall, Emerson Hall, Robin- son Hali, etc., edificios dedicados, respectivamente, ásalones de con- ferencias, dormitorios, bibliotecas, oficinas de la administración universitaria, departamento de música, sociedades de alumnos, la- boratorios de química, servicios religiosos, museos de arte, mate- máticas, filosofía, psicología, arquitectura, etc. Próximos al yard están el Museo de Historia Natural, el Laboratorio de Física, el Mu- seo Semítico, el Memorial Hall y Sanders Theatre, el Gimnasio, la Escuela de Derecho, etc.; en Cambridge encuéntranse también el Jardín Botánico, Radcliffe College, Observatorio astronómico, etc.; en Boston, la nueva Escuela de Medicina. El observatorio astro- nómico mantiene una importante estación en el Perú, cerca de 102 ARISTIDES MESTRE Arequipa. La Escuela de Agricultura y Horticultura hállase en Ja- maica Plain. Eu una palabra, el capital que representan las pro- piedades de la Universidad de Harvard pasa de veinte millones de pe- sos; el número de alumnos matriculados asciende á más de cinco mil. Las cercas y portadas que limitan el yard de la Universidad son donativos, casi todas ellas, de varios cursos. La Johnston Gate es la principal entrada al yard y fué construída en 1890, presentando inscripciones históricas. La entrada The Class of 1877 Gate data de 1901 y es de bonito aspecto. La Johnston (Gate conduce inme- diatamente al Massachusetts Hall, hecho en 1718 por la provincia de Massachusetts. El Harvard Hall data de 1763, está frente al anterior; entre ambos encuéntrase el gran espacio en cuyo fondo se halla el University Hall—centro del yard y de la vida universi- taria—hecho en 1815 y reconstruído en 1842, dedicado á las ofici- nas del Presidente de la Universidad, del Secretario de la Corpora- ción y Decanos de los Departamentos correspondientes á la Facul- tad de Letras y Ciencias. Otro bien antiguo es el Wadsworth Hall, que data de 1726. Estos viejos edificios tienen para la Uni- versidad de Harvard y para la ciudad de Cambridge, no un interés artístico sino un gran interés histórico. «For beauty—se ha escrito de ellos y permítasenos que transcribamos estas frases en el mismo idioma en que fueron redactadas—one must look to the grass and to the noble elms; for inspiration, to the story of the hard begin- nings of the College and its fidelity to high ideals, and to the lives and characters of the men who have studied and taught here, and from here have passed into the service of their country, and of just cau- ses, and of mankind.» Todo allí significa una historia de esfuerzo en pro de las libertades públicas y de la emancipación intelectual! En Gore Hall se encuentra la College Library. El conjunto de la biblioteca universitaria lo constituyen diez departamentos distri- buídos así: Gore Hall (College Library), con 465,500 impresos; la Bussey Institution (Departamento de Agricultura), con 4,600; el Ob- servatorio astronómico, con 11,900; el Jardín Botánico, con 9,800; la Escuela de Derecho, con 96,500; la Escuela de Teología, con 36,000; la Escuela Médica, con 12,000; la Escuela Dental, con 1,000; el Mu- seo de Zoología Comparada, con 42,400; el Museo de Antropología, con 3,400; el Arnold Arboretum, con 14,500; y además existen vein- tiocho especiales bibliotecas, con 44,600. El total de la biblioteca universitaria alcanzaba á la cifra de 742,200 impresos en 1906; des- de esa fecha ha aumentado considerablemente. Las colecciones de *91J89Y ], SISPUBS Á [[8H [BIIOUUIJA *PABAIBH UYOf 9P BO0J8]5H "AJISISATU /] PIBAIBTI SP O EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 103 la College Library se refieren á la historia y geografía americanas, á las historias germana, del imperio otomano, de la literatura in- glesa, al Dante, á las literaturas escandinava, sánscrita, griega y latina, etc., etc. Los manuscritos que guarda el Gore Hall son de una importancia excepcional. Una de las biblioteca especiales—la de Warren House, edificio próximo al Harvard Union—conserva la edición siamesa de los libros sagrados budistas, regalada por el Rey de Siam á la Universidad de Harvard al conmemorar el vigésimo quinto aniversario de su exaltación al trono. Emerson Hall, situado en el College Yard, próximo á Quincy Street, es el edificio destinado á la enseñanza de la Filosofía; es de reciente construcción y quedó terminado á fines de 1905. Su costo total, incluyendo el equipo, fué de unos doscientos mil dollars, que donaron varios amigos de la Universidad. El salón principal tiene la estatua de Emerson. La biblioteca especial de filosofía se en- cuentra en el segundo piso; y en el tercero el Laboratorio de Psico- logía experimental y comparada, fundado en 1891 por el profesor William James. Cerca del Emerson Hall hállase el Sever Hall, edificio que contiene, entre otros departamentos, el de la biblioteca de ciencias exactas; é inmediato á éste el Nelson Robinson jr., Hall, el edificio para la enseñanza de la Arquitectura: lo regalaron los padres del alumno Nelson Robinson, del curso de 1900, muerto al estudiar el segundo año del Harvard College; era el único hijo y el donativo, importe total del edificio y todo su contenido inclusive, suma medio millón de dellars. El Boylston Hall está ocupado por el Departamento de Química de la Facultad de Letras y Ciencias; y el Jefferson Physical Labo- ratory, como su nombre lo indica, contiene laboratorios y gabine- tes de fisica. El primerc de esos edificios presenta distribuídos en sus diferentes pisos y compartimentos los laboratorios de química analítica y de investigación para cursos adelantados, de química elemental, química inorgánica descriptiva, química orgánica, etc. El Laboratorio de Física encuéntrase debidamente organizado, con una riqueza de material científico. Los Museos de la Universidad están frente á Divinity Avenue, á dos cuadras del yard; se conocen también por el nombre de Agassiz Museum, recordando con ello la participación que en su desarrollo han tenido Luis y Alejandro Agassiz. Comprende el Museo de Zoología comparada, el Museo Botánico—que contiene una admirable colección de flores de cris- tal, la primera en el mundo—el Museo de Mineralogía, el de Geo- 104 ARISTIDES MESTRE logía, el Peabody Museum (Arqueología y Etnología Americanas) y los laboratorios de Historia Natural. Estos museos comenzaron á organizarse en 1859 y alcanzan hoy una amplitud extraordinaria, como lo es también la cantidad de elementos que guardan y su méri- to científico. Del de Zoología comparada y Antropología hemos de ocuparnos en otro artículo, cuando especialmente consideremos la enseñanza de las ciencias zoológicas en la Universidad de Harvard. El Memorial Hall y Sanders Theatre constituyen un solo edifi- cio, situado en un terreno triangular, espacioso, aislado por calles, bien próximo al yard tantas veces mencionado. Junto al Memo- rial Hall —también justamente considerado como el centro de la Universidad—encuéntrase la estatua de John Harvard, el fundador de la Universidad. Conmemora aquél los servicios militares que los hijos de la Universidad rindieron en la guerra civil. La alta torre del Memorial Hall es lo primero que se divisa del grupo de edificios universitarios. «Without it, and that for which it stands, —se ha dicho en un opúsculo— Harvard might still be a great Univer- sitv, but not what it aims to be, an adornment and a support to the Republic.» Y hay sobrada razón para pronunciar esa frase: todo el Memorial Hall está lleno de inscripciones hermosas que hablan al corazón, al patriotismo ferviente, al arte bello con todos sus he- chizos, á la investigación de la ciencia! Por doquiera se tropieza, á virtud de la mágica varilla de la cultura mental bien entendida, con la expresión de lo clásico, la resurrección de los hermosos productos del genio heleno, de la energía romana. Grata eorum virtutem memoria prosequi qui pro patria vitam profuderunt — léese en una de las ventanas, inscrito en sus cristales de colores. Las grandes puertas del lado sur rebosan de arte: en ellas se ha- cen referencias al Amor, al Honor, á la Paciencia, todas heroicas virtudes; y fueron donativo de alumnos y amigos de la Universi- dad, como la mayor parte de las otras. El Sanders Theatre, contiguo al Memorial Hall, tiene una for- ma poligonal y en una de sus paredes se lee una expresiva conme- moración que termina así: Qui autem docti fuerint fulgebunt quasi splendor firmamenti et qui ad justitiam erudiunt multos quasi stelle in perpetuas eternitates, palabras tomadas del libro de Daniel. La única estatua que hay en el teatro es la del Presidente Quincy, hecha en mármol. El dining hall ocupa la extensa porción oeste del edificio y tiene 149 pies de largo, 60 de ancho y 66 de alto; y sus paredes y puertas de cristal están llenas de bustos y retratos de alumnos y be- rs TT HDN .1n. Edificios del Harvard Medical School. The Harvard Union. EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 105 nefactores y de inscripciones adecuadas. En una de éstas leímos las famosas palabras de Cornelia, la madre de los gracos, mostrando sus hijos á su hermana: Haec ornamenta mea sunt, —éstas son mis jo- yas!... En otra el dibujo representa el estudiante y el soldado; debajo del primero un cuarto de estudio, debajo del segundo un campo de batalla: 4 litteris leti pro patria ad arma—vith light hearts from letters to arms for our country... En otra de las ventanas re- feridas la figura la constituyen Temístocles y Arístides, significan- do la reconciliación del Norte con el Sur: ds 5: ¿ERAOE ol Ocpioroxkéns, éheye 'ApiorelEns ráde mutas oraciálev xpéwv tori el ¿vo réo úl O nap al 5n kal év rude mepl rod óxóTepos ipeov tAtw áyadd riv rarpíida ¿pyácera.... -—En todos tiempos y principalmente ahora, nuestro rival, decía Arístides, será aquel de nosotros que haga mayor bien á nuestro país! ¡Qué ambiente tan saludable para el espíritu se respira en las extensas salas de ese edificio del cual se ha dicho que es sopor- te de la República ! En la tarde del día 7 estuvimos en el nuevo Museum of Fine Arts antes de asistir al afternoon tea en la terraza de la Escuela de Medi- cina. Aquel Museo en vías de organización, y trasladándose á él aho- ra lo existente en el antiguo de Copley Square, se abrió especialmen- te en obsequio de los Delegados á las fiestas de Harvard; pudimos visitarlo y admirarlo en toda su grandeza artística. Mas los edifi- cios de la Escuela de Medicina son también de una construcción extraordinaria; son en número de cinco y están situados en Boston. Están adaptados al estilo griego: su simplicidad corre pareja con su magnificencia. Las puertas de los laboratorios son semejantes á las descubiertas en Assos por la expedición americana. Allí se encuen- tran convenientemente instalados con suntuosidad incomparable, to- dos los departamentos propios de la enseñanza que se prodiga á ma- nos llenas con lujo de material científico: basta decir que esos edifi- cios de mármol blanco, terminados en 1906, costaron unos cinco millones de dollars; que ocupan once acres de tierra y tienen allí quince acres más para construir en ellos varios hospitales. ¡Soberbio espectáculo brindan al viajero esa terraza y esa serie de edificios! La comida de esa misma noche en Harvard Union—centro de los clubs y del periodismo universitario—cerró la serie de estas fiestas inolvidables. La daban el Presidente Lowell y los miembros del Harvard College en honor de los Delegados de otras universidades y centros de enseñanza; éramos más de cuatrocientos y á la hora de los brindis, hechos en yarios idiomas, cada uno de los oradores 106 ARISTIDES MESTRE expresaba sus simpatías bien sentidas hacia el nuevo Presidente, por la prosperidad de la Universidad de Harvard, por su brillante presen- te, por su porvenir grandioso; de todos los labios brotaban palabras de satisfacción y de agradecimiento por las atenciones recibidas en esos días que difícilmente se borrarán de nuestros recuerdos. Al menos, por lo que á nosotros toca, aún no hemos salido de ese her- moso sueño! , Y por una feliz coincidencia—pero coincidencia, no debida al azar, sino preparada con la mejor voluntad y alteza de miras—al mismo tiempo que en Cambridge, Massachiusctts, la Universidad celebraba las fiestas de inauguración, tenía lugar en Inglaterra, del otro lado del Atlántico, un acto interesante por su significación. En 1638, John Harvard legó sus trescientos volúmenes—punto de par- tida del actual College Library que existe en Gore Hall—y la mi- tad de su fortuna al entonces naciente College, fundado dos años antes: por este hecho se llamó Harvard College; y el título de Har- vard University data de 1780. Pues bien, el 6 de Octubre, primer día de las mencionadas fiestas, el Embajador de los Estados Unidos en Gran Bretaña tomaba posesión en nombre de la Universidad de Harvard de la «mansión Harvard », del hogar que fué en el siglo xvi de Roberto Harvard, padre de John Harvard, adquirido por los esfuerzos de Edward Morris, de Chicago, y de la novelista María Corelli. La casa residencia de John Harvard en su niñez está si- tuada en Stratford-on-Avon. Se ha reparado y es uno de los típi- cos edificios de aquella centuria; en su arreglo —detalle curioso—ne se han empleado materiales nuevos: conserva la casa el aspecto pro- pio de la vieja época, aun más si cabe que aquella en que Shakespeare viera la luz primeramente. La adquisición de esa antigua mora- da, donde tienen libre acceso los hijos de la Universidad de Harvard, es un lazo más de unión entre Inglaterra y la América del Norte. En esta nuestra reseña, que vamos á terminar, algo hemos ha- blado de unos cuantos de los edificios entre el buen número de los que forman la Universidad de Harvard, aprovechando la visita he- cha á ellos en varias ocasiones; mas no ha pasado de una nota li- gera para no alejarnos del objetivo principal de este artículo, y por eso no íbamos á detenernos en la relación de aquéllos, ni de los de- partamentos que componen las Facultades de Letras, de Ciencias, de Teología, de Derecho, de Medicina, de Agricultura, ni del College. CHARLES W. ELIOT, ex-Presidente de la Universidad de Harvard, (1869 á 1909) sir 0 eN rta AMA PAN EN LA UNIVERSIDAD DE HARVARD 107 Mucho tiempo y espacio se requeriría para describir, con la aten- ción que exige su indiscutible interés, todo lo referente á su orga- nización, al engranaje de sus múltiples y variadas enseñanzas... Ah! pero, cuando presenciábamos aquellas ceremonias, recorríamos los museos y laboratorios, asistíamos á las cátedras y departíamos con sus amables y entendidos profesores, nos convencíamos de que no eran hiperbólicas las palabras contenidas en el mensaje que di- rigió la Universidad de la Habana á la de Harvard. Sí, Harvard enseña la universalidad de los conocimientos, investiga en las cien- cias de observación y experimentales, y propaga el estudio de las letras y de las artes, buscando entre ellas y las ciencias £u armóni- co enlace; vierte el ejemplo admirable de su hermoso espíritu, de su fructífera labor. Harvard, con tenaz empeño, va en pos del me- joramiento físico de sus alumnos, del progreso de los sentimientos y de la perfección intelectual, aspirando á formar el carácter, la conciencia moral. Y, ¿quién ha sido el principal factor de ese adelanto? ¿4 quién se debe tan extraordinario éxito? ¿quién ha conducido á la Univer- sidad de Harvard en esa su gloriosa ascensión? Contemplando esa obra material y moral pensábamos siempre en un nombre que allí es un símbolo: en Charles William Eliot, su último Presidente. Educado en Harvard College, fué después profesor auxiliar de Ma- temáticas de 1858 á 1861, de Química de 1861 á 1863. Su viaje por Francia, Inglaterra y Alemania, de 1863 á 1865, abrió nuevos horizontes 4 su inteligencia. En el Massachusetts Institute of Technology, de Boston, explicó también el Análisis Químico, vol- viendo 4 Europa en 1867. Dos años más tarde, en 1869, tomó po- sesión de la Presidencia de la Universidad de Harvard, á la que se ha consagrado cuarenta años consecutivos. Y todos allí bendicen su nombre!... Esla personalidad que más se destaca en la historia de la educación americana; y hay que aquilatar en ella no solamen- te su labor administrativa como jefe de la Universidad, sino su ac- tivo interés en todos los problemas nacionales. Inteligencia, cultu- ra, corazón, carácter—que el valor de un hombre se mide sobre todo por el temple de su carácter, y la vida de Eliot, y su rectorado en esa su predilecta Universidad: están repletos de rasgos de energías incomparables ! Eliot ha entregado á Lowell la antorcha que iluminó su camino, cuyo derrotero en parte conoce el nuevo Presidente, porque no es un advenedizo para aquella Universidad: recibió, en efecto, ese nom- 108 ARISTIDES MESTRE bramiento siendo ilustre Profesor de su Facultad de Derecho. Su existencia y la de antecesores familiares suyos, tienen allí larga é in- teresante historia; él viene adornado de los mejores títulos á la esti- mación pública para desempeñar el alto puesto que acaba de enco- mendársele. Su discurso inaugural prueba bien el claro concepto que tiene del problema universitario y de los propósitos que abriga sobre la marcha futura de ese centro de instrucción que, si comenzó tan modestamente, es hoy de los primeros del mundo: cómo que ejer- ce su imperio en el orbe culto y puede decirle á todo el quelleve en el alma la divina ansiedad de ensanchar el campo de sus conoci- mientos, estas palabras escritas en uno de sus frontispicios: Enter to grow in wislom—penetia para que aumentes el caudal de tu sabi- duría ! ABBOTT LAWRENCE LOWELL, Actual Presidente de la Universidad de Harvard. (Electo en 1909, ) MISCELANEA DEUDA El día 25 del pasado mes de Noviembre, el Ateneo y Círculo de la Habana celebró una interesante velada en la que dos jó- venes estudiantes demostraron su vasta cultura y sus excelentes dotes de conferencistas. El señor Bernardo Barros fué el primero que ocupó la tri- buna, disertando sobre la cultura japonesa, en forma amena y elegante, dando á co- nocer al auditorio los progresos del arte japonés en la pintura, en la escultura y en la novela. La conferencia del señor Barros ha sido publicada íntegra por el pe- riódico diario de esta capital La Discusión y recomendamos su lectura á los alum- nos de la Escuela de Letras y Filosofía. El señor Max. Henríquez Ureña, que fué el segundo en deleitar á los concurrentes habituales á la culta Sociedad, pronunció una de las más hermosas conferencias que hemos oído. Con extraordinaria facili- dad, abundante léxico y forma impecable, estudió el hábil conferencista el Parna- sianismo francés, presentándolo como protesta contra los excesos del romanticismo y como el resultado del amor de un grupo de jóvenes á la perfección de formas del clasicismo pagano. Su párrafo sobre el inmortal Víctor Hugo, debió tomarse taqui- gráficamente y enseñarlo á los jóvenes alumnos como muestra de luminosa sín- tesis. Entre los parnasianos descuella el eximio poeta de Los Trofeos, José María Heredia, que fué objeto de particular estudio, tanto en su vida y carácter cuanto en sus famosos sonetos, algunos de los cuales fué la obra de años de estudios y cui- dados, y de estos versos el conferencista había traducido varios, pensando, no en yer- ter al castellano el pensamiento dul poeta, sino en aproximarse literalmente lo más posible á la obra de Heredia y para eso emplea el verso alejandrino, que le parece más adecuado á su propósito que nuestro endecasílabo. Terminada la conferencia entre entusiastas aplausos, la señorita Asunción Tejera, la hija del inolvidable Diego Vicente, recitó, en francés y en castellano, los sonetos que á continuación pu- blicamos para que nuestros lectores se formen cabal idea de la magnitud de la em- presa llevada á feliz término por el señor Max. Henríquez Ureña, al que la REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, siempre atenta á aplaudir y alentar los esfuerzos de los jóvenes alumnos, tributa el más justo y merecido parabién. LITERARIA LES CONQUÉRANTS Comme un vol de gerfants hors des charnier natal, fatigués de porter leurs miséres hautaines, de Palos de Moguer, routiers et capitaines partaient, ivres d'un réve héroique et brutal. Tls allaient conquérir le fabuleux métal que Cipango múrit dans ses mines lointaines, et les vents alizés inclinaient leurs antennes aux hords mistérieux da monde Occidental. Chaque soir, espérant des lendemains épiques, azur phosphorescent de la mer des Tropiques enchantait leur sommeil d'un mirage doré. Ou penchés á l'avant des blanches caravelles, ils regardaient monter en un ciel ignoré du fond de 1'Océan des étoiles nouvelles, 110 MISCELANEA LOS CONQUISTADORES Cansada de miseria, arrogante y bravía, gerifaltes que huyen de la sierra natal, desde Palos la gente de aventuras partía en la embriaguez de un sueño de heroísmo brutal. Iban á la conquista del que Cipango cría en sus minas lejanas fabuloso metal, y las latinas velas el viento alisio henchía al borde misterioso del mundo occidental. De noche, cuando un épico despertar esperaban, las fosfóricas ondas del trópico encantaban su ensueño con mirajes de auríferas centellas. O de las carabelas en la borda inclinados miraban cual surgían, en cielos ignorados, del fondo de los mares, incógnitas estrellas. LE RÉCIF DE CORAIL Le soleil sous la mer, mystérieuse aurore, eclaire la forét des coraux abyssins qui méle, aux profondeurs de ses tiédes bassins, la béte épanouie et la vivante flore. Et tout ce que le sel ou l'iode colore, mousse, algue chevelue, anémones, Oursins, conore de pourpre sombrie, en somptuéux dessins, le fond vermiculé du pále madrépore. De sa splendide écaille éteignant les émaux, un grand poisson navigue á travers les rameaux. Dans 1'ombre transparente indolemment il róde; Eb, brusquement, d'un coup de sa nageoire en feu il fait, par le cristal morne, inmobile et bleu, courir un frisson d'or, de nacre et d'émeraude. EL BANCO DE CORAL Bajo del mar alumbra el sol, —¡extraña aurora! de abisinios corales el bosque enmarañado que en los tibios estanques de su seno ha mezclado la bestia submarina con la viviente flora. Y cuanto la sal tiñe, cuanto el yodo colora, anémonas, erizos, musgo aterciopelado, algas, —el madrepórico lecho vermiculado con suntuosos dibujos de púrpura decora. Velando el vivo esmalte de sus áureas escamas navega un pez enorme por las sangrientas ramas. Cruza con indolencia la sombra transparente y en el cristal inmóvil, apagado, incoloro, hace brillar, al golpe de su aleta ignescente, relámpagos de nácar, de esmeralda y de oro. RE E Y Y | , | MISCELANEA 111 LA NAISSANCE D'APHRODITÉ Avant tout, le Chaos enveloppait les mondes oú roulaient sans mesure et 1'Espace et le Temps; pius Gaia, favorable á ses fils les Titans, leurs préta son grand sein aux mamelles fécondes. Ils tombérent. Le Styx les couvrit de ses ondes. Et jamais, sous l'éther fondroyé, le Printemps si avaió fait resplendir les soleils éclatants, ni 1'Eté généreux mári les moissons blondes. Farouches, ignorants des rires et des jeux, les Immortels siégeaient sur 1*'Olympe neigeux. Mais le ciel fit pleuvoir la virile rosée; L*Ocean s'entr'ouvrit, eb dans sa nudité radieuse, émergeant de l'écume embrasée, dans la sang d'Ouranos fleurit Aphrodité. EL NACIMIENTO DE AFRODITA En un principio el Caos circundaba los mundos do el Tiempo y el Espacio rodaban sin medida; después, á los Titanes, Gea, que les dió vida abrió el noble regazo de sus senos fecundos. Cayeron. Recibiólos la Estigia en sus profundos remansos. Mas los soles en la altura dormida no hacía brillar la riente Primavera florida ni Estío maduraba los trigos rubicundos. Los Dioses que habitaban en el Olimpo frío ignoraban la risa. Pero viril rocío cayó cual germen fúlgido de la altura infinita. Se entreabrió el Océano: icástica y radiosa emergió entre el tumulto de la espuma ardorosa, en la sangre de Urano, la invencible Afrodita. Habava, Septiembre 15 de 1909, —Sr. Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. —Señor: Los que suscribimos, Catedrá- ticos del Instituto y de la Universidad de la Habana, tenemos el honor de someter á su consideración, para que se sirva hacerlo á las Comisiones res- pectivas del Senado y de la Cámara de Representantes, la necesidad imperiosa de establecer una nueva forma de ingreso en el profesorado, dado que los Reglamen- tos á que se ajustan los ejercicios, tanto para las Cátedras de Ja Universidad, como para la de los Institutos, acusan deficiencias que han sido debidamente apreciadas desde que se pusieron en vigor hasta la fecha. Esun hecho evidente que cuauto más sencillos resulten los ejercicios, cuantos más medios se pongan al alcance de los candidato: para realizar sus pruebas, tanto más difícil ha de ser el apreciar con absoluta seguridad los conocimientos que posean los candidatos. Desarrollar un tema escrito en un espacio de tiempo de seis horas con la libertad de disponer de cuantas obras sean necesarias, es permitir facilidades que no deben estar al alcance de los opositores; es arriesgarse un tribunal ante un aspirante de pocos miramien- tos á escuchar como propia una lección tomada de un libro; es no permitir, al que IMPORTANTE EXPOSICION 112 MISCELANEA desea ingresar en el profesorado, una ocasión, frente á sus competidores, para que pueda juzgarse bien de sus conocimientos, de su modo de discurrir, pues por bue- no que éste sea y por honrado que resulte quien seriamente haga sus ejercicios, ha de sentir la natural inquietud que provoca el arrojo de un contrario, muy inferior en su nivel intelectual, pero que aprovecha con éxito la coyuntura que le brinda el derecho que tiene á la consulta dejlibros. Por todas estas razones, consideramos conveniente sea desechada, por perjudicial, la forma en que se efectúa el primer ejercicio. Hay más: si la elección del tema fuese á la suerte; si la relación de és- tos no se pusiese en sus manos, permitiéndole con frecuencia aceptar el que consi- dere más sencillo, pasando sobre ascuas sobre los demás, dejaudo precisamente á un lado los que pondrían bien al alcance del tribunal la extensión de sus conoci- mientos; si cada ejercicio se hiciese por separado, de modo que los candidatos no presenciasen los de los compañeros de oposición, sino en tanto en cuanto hubiesen hecho ya sus ejercicios, pues muchos asisten á esos actos como un medio de orien- tación, podría tal vez proporcionarse algún beneficio; pero en la forma en que has- ta ahora se verifican, en cumplimiento de la ley, podemos asegurar que sus re- sultados distan mucho de ser en alto grado satisfactorios. También el segundo ejercicio presenta deficiencias que saltan á la vista. Elegir un tema con toda libertad veinticuatro ó cuarenta y ocho horas antes, para dar una lección que demuestre, á la vez que la cultura, las condiciones pedagógicas del as- pirante, sin hallarse incomunicado, es correr el riesgo de que un auxiliar experto venga á echar su cuarto á espadas y á que un tribunal, lleno de la mejor buena fes acepte como propio la orientación que no tenía el opositor y que aparece tener por la facilidad de comunicación con terceras personas. El ejercicio de la lección es de capital importancia, porque de él ha de surgir el exacto concepto que se forme el tribunal de las aptitudes que para el profesorado tenga el opositor. Mejor que esta forma sencilla de oposición, sería conveniente aplicar con carácter general, tanto para la Universidad como para los Institutos, la forma de ingreso consignada en la ley de nuestro Congreso de 12 de Junio de 1906, en la cual se establecen cuatro ejercicios para las oposiciones á cátedras, que son los siguientes: Primero: extraer á la suerte el opositor diez temas de cien, que desarrollará en menos de una hora y no más de hora y media, sin que pueda dejar de tratar ninguno de los temas obte- nidos. Este ejercicio demuestra la competencia del candidato. Segundo: extraer á la suerte un tema de entre cien para dar una lección veinticuatro horas después, quedando en un todo incomunicado, pero pudiendo disponer de los libros que ne- cesitase. Tercero: escribir una composición de un tema extraído á la suerte de entre cien, en el término de seis horas, y Cuarto: exponer el concepto y contenido de la asignatura, es decir: la defensa del programa en el cual fácilmente puede advertir- se el plan y el método adoptados. Las oposiciones en esta forma serían de mayor éxito y una perfecta garantía para el tribunal. En las oposiciones á cátedras de inglés ó de francés, todos los ejercicios deberán hacerse en el idioma correspondiente. Estas manifestaciones que nos permitimos elevar á Vd., por si quisiese dispen- sarle el honor de tomarlas en consideración, son la natural consecuencia del mejor espíritu que siempre preside nuestros actos, como del muy principal interés de ser- vir á nuestro país, tal cual corresponde, dándole un profesorado digno del mismo. Muy respetuosamente de Vd., Luis Montané.—Ricardo Diago.—Lwuis Baralt.—J. M. Dihigo. LN AS >] Y A 6 A AS Es s $ n= y -pológico Montané Química Acrícola é Industrias Rurales (1 curso) Biología (1 curso)... . + Zoología (rt curso). . ARA Profesor Dr. Carlos de la Torre. Zoografía PI GUISO). A Antropología general G curso) AE sa Dr. Luis Montané. F CONFERENCIAS Histología, Embriología y Organogenia. . A sia y ES > nato ria Comparada roto o Dr. Aristides Mestre. (Aux.). Paleontología . E ie Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo de Zoología); Dr. Victorino Trelles (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardin Botá- nico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudanfes.—El “Museo Antro- 2 y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular 3, ESCUELA DE PEDAGOGIA. Psicología Pedagógica (Tr Curso). ....... +... Historia de la Pedagogía (Ir curso)... . .. | Protesor Dr. Ramón Meza. Higiene Escolar (1 curso) . - a de la asignatura. Metología Pedagógica (2 cursos) . : e: PE y Dr. Manuel Valdés Rodrí- - guez. a A A A Dibmo Natural: (Tucurso) «La. / 1. 991: Pedro Córdova, CONFERENCIAS J. Crítica de la Educación Contemporánea. La Pedagogía Experimental . y $ ALA II. Lectura é interpretación de las obras de j Dr. Alfredo M. Aguayo. (Aux.). los grandes pedagogos contemporáneos. . Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. 4, ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico : (2 Cursos)... - A A E A LE Profesor Sr. Eugenio Rayneri. Estereotomía (1 curso) AS AIM AGA Geodesia y Topografía (1 curso). GH : ; Menensera E cuca) O A O »” Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. a, d Materiales de Construcción (1 curso) - ] ¡ 1 ateriales. Estática Gráfica . aso) a > Ss Sr, Aurelio Sandoval. Construcciones civiles y Sanitarias ( curso). ) Hidromecánica (1 curso o A MAA h Maquinaria Q A pe de Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de Caminos (3 Cursos: puentes, fé- y dd rro rrocarriles, calles y carreteras) . ” Dr. Luis de Arozarena. Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) 5 Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios(t curso) ] Historia de la Arquitectura (1 curso). e Contratos, Presupuestos y Legislación especial Aa á la Ingenieria y Arquitectura (1 curso) Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá. Sr. A. Fernández Dr. Antonio Espinal. - de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán ( Jefe del La- boratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela : se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á 5. ESCUELA DE AGRONOMIA, Otras Escuelas. Fabricación 'de azúcar (i curso)... ...... | Profesor Dr. Fraticisco Henares: ARTO DOMMa A ECUIso) Ce a Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1x7 > Lezislación Rural y formación de. Proyectos IEC (ACUSE A E | Sr. José Cadenas. Fitotecnia (1 curso) . curso | Y + Vacante. | (1 curso). ” J El Profesor Auxiliar para los estudios de esta Escuela es el Sr. José Comallonga. Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingemero Agrónomo, se exigen “estudios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 12 á 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes cio distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- Rposiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: ada en sera fait un co ren AV LSO La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS será bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la REVISTA, el canje. co- rrespondiente; y de los centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nues 0 de sección biLliográfica. 3 Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc.) A dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. NOTDIEGE The Revista DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. Z We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction ar d Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them, A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. > , Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Haba República de Cuba. LEONES La REvISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraítra tous les ds mois. ad dans notre partie Doa d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de eS y Cie Universidad de la Habana, República de Cuba. , , . * UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Num. 2. REVISTA DE. LA DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ. LENDIAN REDACTORES JEFES: Dr ARISTIDES: MESTRE: Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. ” COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J, VARONA, GUILLERMO Ad e ROLDAN, MANUEL VALDES , - RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DELA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- 6 E DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. EE MARZO DE 1910. >: ; SUMARIO: MI enicanos ILUSTRES—AUDUBON ¿++ .:. Lo - Dr. Emilio Blanchet. - —REPAROS ETIMOLÓGICOS AL DICCIONARIO DE LA ARG ES E PAÑOLA.—Voces derivadas del griego (continúa)... . ... . . . Dr. Juan M. Dihigo. ELOGIO DEL DR. JosÉ I. TORRALBAS.. - 0. +. «tem... . Dr. Arístides Mestre. -BIBLIOGRAFÍA DEL DR. José l. TORRALBAS. +. +. « . . Dr. Federico Torralbas. EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS (con dos NO .- . Dr. Ramón Meza. - —BASES Y TEMAS PARA EL PRIMER CONGRESO PEDAGÓGICO Nacion E a —Á E —— IMPRENTA "AVISADOR COMERCIAL” | E , 30, AMARGURA 30 Es Fea f e 1910 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Decano: Dr, Evelio Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. 1, ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos). Lengua y Literatura Griegas (3 cursos). A 3 Lingúística (o 1 E A NA Le Filología ' (1 QUESO) +...“ Historia de la Literatura Española (1 curso) . Historia de las literaturas modernas extranjeras da » (2 cursos) - a A a e A o Historia de América (CUE O) ita y ze Historia moderna del resto del mundo(2 cursos) Psicología (IicursO) Ys +. a Filosofía Moral (1 curso). E NE eN Sociología (I-CULSOY. 2 io o a A CONFERENCIAS Historia de la Filosofía . dteratlras e ae nt io Lenguas clásicas . +... - + APESTA O Profesor Dr. Adolfo Aragón. Dr. Juan F. de Albear. Dr. Juan Miguel Dihigo. Dr. Guillermo Domínguez y Roldán. Dr. Evelio Rodríguez Len- dián. Dr. Enrique José Varona Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux.) Dr. Ezequiel García Enseñat (Aux.) Dr. Sixto López Miranda (Aux.) 2. ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- Profesor Sr. José R. Villalón. oral) MUCUEs O Peas E Geometría superior y « analítica G curso) . 3 Geometría descriptiva (1 CUrsO) . . - . . +. 0 Trigonometría (1 curso). . Física Superior (ter. CUrSO)... . o... +. y Eisicas SUPE 2 CUESON: to e cede Química general (1 CUrsSO). .. +. . A SS Biologia (xr Blolopía (1CULSO). 0.2 0... 2 A at y ZOO PI ACUSA ia Botánica Peneral HI Curso) 217 tedio ie 2 Cosmología (1 curso) IEC MO Profesor Sr. José R. Villalón. Dr. Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Carlos de la Torre. Dr. Manuel Gómez de la Maza. Sr. Juan Orús (c) Sección de Ciencias Naturales Análisis matemático (Algebra AAA 1 CUrso “Geometría Superior (sin la Analítica) . Trigonometría (plana y esférica)... . . . + +. » Química general (ICUESO). > Dura. ¿oe e a Dibujo Eineal (1 Curso). «ua iran, + AR y Dibu Nara (cuts) 7. LA a RA A A ES Mineralogía y Cristalografía (1-CUISO) + Hs ¡GEO (MACUT O apio a is Ra tota ) Botánica general (1 curso)... ... +... A y Fitografía y Herborización (1 curso). . . +. + 1 Profesor Sr. José R. Villalón. Dr. Claudio Mimó. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Plácido Biosca. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Manuel Gómez de la Maza. AR Vol. X. . MARZO DE 1910. Núm. 2 REVISTA DE ELA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON POR EL DR. EMILIO BLANCHET Catedrático del Instituto de Matanzas CAPÍTULO I Nacimiento de Audubon.—Orfandad temprana.— Lucha con la voca- ción.—Felicidad en Mill Grove.—.Dos sucesos graves. Entre flores, al arrullo de los bosques, al gorjear de los sinson- tes, su embeleso futuro, nació en Luisiana (1780) Juan Jacobo Audubon, predestinado á vivir más en el seno de la naturaleza que en el de las ciudades y á reproducir aves y cuadrúpedos con lápiz y pluma envidiables. Llevado por sus padres á Santo Domingo, don- de poseían haciendas, lo mismo que en Francia y los Estados Uni- dos, vió perecer á su madre, Ana Moynette, en la insurrección tre- menda con que se vengaron de intolerable tiranía los negros, cu- briendo de escombros é inundando en sangre la más floreciente y opulenta colonia francesa. Conducido Audubon á Nantes, donde contrajo segundas nup- cias su padre, tuvo la dicha de que su madrasta, bien por ingénita bondad, bien por carecer de sucesión, le tratase con extremada ter- nura; pero temió su esposo que el niño, aletargado, cuando no co- rrompido por el mimo, parase en miembro inútil ó nocivo de la so- ciedad, porvenir que no podía menos de espantar á hombre de su rectitud, actividad y energía. Vigésimo hijo de un pescador bre- tón, habíanle echado á probar fortuna cuando sólo contaba doce LIBRAR>? NEW YOR! BOTANICAL GARDEN. 114 EMILIO BLANCHET años, sin recursos, sin más apoyo que la bendición paterna. Hízo- se grumete; después, marinero; más adelante, capitán de un barco ajeno; de uno propio, á la edad de veinticinco años; adquirió poste- riormente otros, además de tierras, en varios países y, reinando Napoleón I, sirvió en la marina de guerra, llegando á jefe de es- cuadra. Como deseaba que su hijo sirviese al Estado en el ejército Ó en el mar, pues entonces prevalecía la profesión de las armas, le orde- nó estudiar las matemáticas, la geografía, la esgrima, el dibujo: éste, bajo la dirección del célebre pintor David. También aprendió música Audubon, alcanzando mucha habilidad en la guitarra, el vio- lín y la flauta. Le quedaban no pocas horas para vagar por cam- pos y bosques, á impulsos de su irresistible vocación, recogiendo siempre numerosos ejemplares de nidos, aves ó plantas. Al regre- so de un viaje, su padre alabó sus colecciones de historia natural; pero descubrió que los estudios para él preferentes no habían fruc- tificado y, como le destinasen 4 Rochefort, llevóse á su hijo para que, bajo su inmediata inspección, estudiara empeñadamente la ciencia de Newton y Bernoulli. Supo, no obstante, Juan Jacobo industriarse para seguir cultivando su afición y dibujó doscientas aves. Desengañado, al fin, su padre, envióle á cuidar su hacienda de Mill Grove, en Pennsylvania. Apenas desembarcado Juan Jacobo en Nueva York, le atacó la fiebre amarilla, de la cual pudo escapar por los solícitos cuidados de dos señoras cuáqueras. Instalado, posteriormente, en la finca paterna, entregóse á la caza, la pesca y el dibujo y se consideró el mortal más afortunado. —Imbuído en la antipatía francesa contra los ingleses, muy viva en aquel tiempo, evitó el trato de su vecino Mr. Bakewell; pero un casual encuentro desvaneció toda prevención, acarreando relaciones más y más afec- tuosas y, al cabo, su casamiento con la interesante Lucía, hija del britano, la cual le enseñó su idioma, recibiendo en cambio, leccio- nes de dibujo. Dos graves sucesos perturbaron inesperadamente el curso de aquella vida sosegada y placentera: en una noche de invierno, re- gresando de cazar patos con unos amigos, á quienes precedía, guián- doles, hundióse en un hoyo del hielo que encostraba un riachuelo y, á impulso de la corriente, asfixiándose, aturdido, fué á dar en otra abertura, donde se agarró maquinalmente, permaneciendo así hasta que le socorrieron. Yerto de frío y magullado, le transpor- iS AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON 115 taron 4 casa de su futuro suegro y, no obstante asistirle buenos médicos, de Filadelía, tardó tres meses en restablecerse. Para dirigir la explotación de una mina de plomo en Mill Grove y ser consejero de su hijo, envió Mr. Audubon á un Sr. Da Costa, quien se desavino presto con el joven, intentando limitar sus recur- sos pecuniarios, ejercer en él autoridad indebida y frustrar el pro- yectado casamiento con Lucía, por considerarlo desigual. An- siando Juan Jacobo presentarse á su padre, solicitó de su opresor el dinero necesario al viaje; mas, no contento Da Costa con darle una ilusoria carta de crédito, cobrable en Nueva York, urdió ma- nera de embarcarle forzadamente para China. Con medios propor- cionados por un amigo, partió inmediatamente para Nantes Juan Jacobo, dejando burlada la perversidad. Muy fecunda en lances dramáticos, angustias y vicisitudes fué la vida de aquel hombre, nacido para el desinteresado amor y la fervorosa contemplación de la naturaleza. CAPÍTULO 11 En el hogar paterno. — Ingreso en la marina francesa. —Encuentro con un corsario. — Varada.—En el comercio. Obtuvo Audubon que despidiera su padre al avieso Da Costa y pidió permiso para casarse, respondiendo el segundo que, previa- mente á su consentimiento, necesitaba escribir á Mr. Bakewell y recibir su contestación. Un año pasó Juan Jacobo en Nantes, ab- sorbido por sus caras ocupaciones y ejercitándose en el empaja- miento de animales, arte que en América había aprendido esme- radamente. Disponiéndose Napoleón á nueva lucha, hízose ineludible alis- tarse Juan Jacobo, cuyos dos hermanos eran ya oficiales, y decidió su padre que se presentase á servir, como voluntario, en la escua- dra. Con tal motivo, sufrió un ligero examen y le mandaron tras- ladarse á Rochefort y embarcarse para un breve crucero. Proyec- tando operaciones mercantiles en los Estados Unidos, se asoció, á su vuelta, con un joven llamado Fernando Rosier. A las dos semanas de viaje, les dió caza un corsario inglés, con- siguiendo, con sus disparos, que se detuviera el buque, el cual por ser angloamericano, libróse de apresamiento, mas no de ser despo- jados sus pasajeros, salvo Juan Jacobo y su amigo, que hábilmente ocultaron su dinero. Posteriormente varó la nave en la sonda de 116 EMILIO BLANCHETT Long Island, en el empeño de rehuir dos fragatas de guerra britá- nicas; desembarazada, entró, por fin, en Nueva York, Siguiendo consejos de Bakewell, colocóse Audubon en una casa de comercio para instruirse en éste; pero, mientras copiaba facturas en la monótona prisión del escritorio, revoloteaban en su fantasía gentiles formas de pájaros; le parecía oir sus trinos; internarse él en murmurantes selvas, respirando ambiente balsámico, enrique- ciendo su álbum. Tan distraído le traían sus imaginaciones, que, llegó á remitir, dentro de un sobre abierto, ocho mil pesos. Per- didos no pocos negociando en añil, refugióse en Mill Grove, donde pronto se le reunió su socio Rosier, también quebrantado por la fortuna. ¡Cosa original! aunque ya debía conocerse Audubon, pactó con él una excursión comercial por el Oeste de los Estados Unidos, donde estaba esparcida la población y escaseaba la cultura. Vendió la hacienda de Mill Grove, invirtiendo en mercancías el importe v, á 8 de Abril de 1808, casóse con Lucía Bakewell, quien le acompañó á Louisville, ciudad escogida para comienzo de las nue- vas especulaciones, el cual fué halagúueño. Subyugado Juan Ja- cobo por su afición ornitológica, entregó á Rosier el manejo de la empresa. Perjudicada ésta por la guerra que en 1812 declararon los Estados Unidos á Inglaterra, se trasladaron ambos socios á Hendersonville, en busca de mejora; mas, no hallándola, pasaron á otra población, inmediata al Mississippi, llevando un cargamento de pólvora, géneros y whiskey. Partieron con recia tempestad de nieve y fué penosa en extremo la primera noche; á causa de los enormes y peligrosos témpanos que poblaban el gran río, se detu- vieron en un riachuelo, si con regocijo del naturalista, que allí en- contraba multitud de volátiles, con desconsuelo de Rosier, atento al lucro exclusivamente. Continuando el viaje por el Mississippi, se opusieron dificultades tan fuertes, que, á los cuatro días, hízose inevitable nueva suspensión. Ya en cazar lobos, ya en estudiar las costumbres de diversos animales, ya en excursiones por bosques y lagos, ya dibujando, pasó gratamente Audubon seis semanas de forzosa parada. El y sus compañeros dormían bajo la bóveda de humo producida por una pila de diez pies de alto, formada con tro- zos de fresnos y que remataban brezos y hojas secas encendidas. Parecía un altar pagano, que humeaba en homenaje al misterioso Autor de aquellas selvas pasmosas y del Mississippi, uno de los ma- yores feudatarios del océano, en todo el orbe. A los poco3 días, acamparon cerca indios osages y shawnees, . AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON 117 degradados éstos por frecuente contacto con la raza dominante. ¿Qué idea se formarían de la civilización los que, en nombre de ella, veíanse despojados de sus tierras, presente de la Divinidad, donde guardaban los huesos de sus padres y vivían libres como el viento, felices, como el pájaro en el follaje, y veíanse privados de su viri- lidad, de sus virtudes? Para intensa humillación de la especie hu- mana, en nuestra época, lo mismo que en la antigúedad y la edad media, á menudo la fuerza material ó el dinero pisotean brutal- mente el derecho, la moral. A consecuencia de haber crecido repentinamente el Ohio, enta- blando violenta pugna con el Mississippi, empezó á romperse el hie- lo; á considerable altura levantábanse fragmentos que, después, venían abajo con asordante estruendo. Destrozados por aquéllos los troncos que servían de resguardo á la embarcación de Juan Ja- cobo, sus pedazos, á impulso de las alborotadas aguas, la golpeaban peligrosamente, lo cual se remedió atando á los costados haces de cañas. En aquella furiosa lucha venció, al cabo, el Mississippi, re- sultando que, en menos de cuatro horas, quedase roto enteramente el hielo. (Con muchas penalidades prosiguieron su viaje Audubon y sus compañeros. Él descubrió entonces el águila á la cual impu- so el nombre de Washington. CAPÍTULO III Regreso á Hendersonville. — Peligro sumo. — Terremotos. —Especulación. Ruina. Impaciente Audubon por reunirse con su mujer, vendió á Rosier su parte de mercancías y se puso en camino para Hendersonville. Acompañado de un perro, armado con una escopeta de dos cañones y sin más equipaje que una alforja, atravesó interminable pradera, deleitándose con la frescura de la yerba, los encantos de las flores y los retozos de cervatillos. Así transcurrieron horas sin encon- trar á persona alguna. Ya se ponía el sol y no divisaba el viajero ni bosque ni choza donde pasar la noche, restaurando el desfalleci- do cuerpo. Siguió, pues, sabe Dios con qué esfuerzo. Las tinie- blas, cada vez más espesas, envolvían todo; revoloteaban alucones, persiguiendo escarabajos y sólo interrumpían el sepulcral silencio lejanos aullidos de lobos. Como faro al navegante extraviado en la inmensidad de los mares, brilló inesperadamente el resplandor de un hogar, indicio del suspirado refugio. Pidió Audubon hos- 118 EMILIO BLANCHET pitalidad y se la concedió una mujer de áspera voz y desaliñado traje. Al sentarse Audubon junto al fuego, advirtió á un hermoso jo- ven indio, quien, apoyados lcs codos en las rodillas y oculta la cabeza en sus manos, permanecía inmóvil. Habiéndole dirigido la palabra en francés, el salvaje descubrió su ensangrentado rostro, y á la par que mostraba uno de sus ojos, deshecho por el retroceso de una flecha al dispararla, guiñó muy expresivamente el otro, sin que entendiera el naturalista su intento. Sacó en esto su valioso reloj para cerciorarse de que ya era tarde y tradujo extraordinaria impresión en la patrona, quien repetidas veces lo examinó, así como su cadena de oro, con la cual rodeó, entusiasmada, su cuello, jamás rozado anteriormente por tal joya. Siendo las mujeres tan amantes de galas, no extrañó Audubon aquello y ocupóse en cenar cuanto antes y tenderse luego en una piel de búfalo, pues una cama era allí lujo desconocido. Le abrumaban angustiosamente el ham- bre y el sueño. Pero dióse el indio á pasar y repasar ante su compañero de hos- pedaje y hasta, una vez, le pellizcó fuertemente, mirándole al mis- mo tiempo de una manera que equivalía 4 gritarle: «¡Alerta! nos amenaza peligro terrible». Sentóse después, desenvainó su cuchi- llo examinando su filo, se puso delante su hacha y cada vez que volvía la espalda la mujer, quien, atareada, andaba por allá, fijaba él misteriosamente su ojo sano en Audubon. Alarmado éste, salió, pretextando ver el aspecto del cielo y calcular si sería bueno el si- guiente día; mas, en realidad, para cargar con bala su escopeta. Volvió á su lecho, con su arma y su perro al lado y fingió dormir profundamente. Al cabo de un rato de intolerable expectación, aparecieron dos hércules jóvenes, trayendo un ciervo muerto y pidieron whiskey á la mujer, que era su madre. Esta, llevándoles á un rincón, les enteró de que el huésped blanco poseía un reloj y una cadena pre- -«ciosos, por lo cual acordaron matar al naturalista para despojarle y al indio para que nada revelase. Afortunadamente, aquel trío criminal bebió en demasía. Por instantes aumentaba el peligro. Con júbilo notó Auduboa que estaba el salvaje tan alerta como su perro; mas, no sin estremecerse, no sin bañarse en frío sudor, á pe- sar de ser valeroso y fuerte, vió á la vieja levantarse y afilar el cuchillo destinado á degollarle. Concluída su operación dijo á los ebrios jóvenes la arpía: «Ea! despacharé en un momento al dormi- e rl is AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON 119 do; imitadme con el perro indio y nuestro será el reloj». Inme- diatamente se encaminó con tiento hacia Juan Jacobo, quien avisó á su perro con un golpecito y montó su escopeta, esperando que alzase el brazo la mujer para derribarla de un tiro. Súbitamente abrióse la puerta y entraron dos robustos viajeros armados con ca- rabinas. Poniéndose en pie, de un salto, les contó Audubon el proyectado crimen. Mientras ataban á los malvados para impo- nerles castigo, danzaba de contento el pobre hijo de las selvas. Los blancos le regalaron las pieles é instrumentos que había en la choza y redujeron ésta á cenizas. Pocas semanas después de su vuelta 4 Hendersonville, atrave- saba Audubon, á caballo, un campo, cuando se obscureció el cielo y retumbó un prolongado trueno. Pensando que se acercaba una tempestad espoleó su cabalgadura á fin de ponerse presto en salvo; mas aquélla, contra su costumbre, andaba con desesperante lenti- tud y misteriosa precaución y, por remate, inclinando en breve la cabeza y estirando manos y patas prorrumpió en gemidos y quedóse inmóvil como una roca. Iba Audubon á desmontarse, juzgando que se le moriría el bruto, cuando los violentos vaivenes de arbus- tos y árboles, así como del terreno, que en lugares ciento se agrieta- ba profundamente, le revelaron que le había sorprendido un te- rremoto. Este sacudió toda la región occidental del Estado de Kentucky y las márganes del Mississippi. «Jamás había visto yo cosa parecida, dice Juan Jacobo en su diario; como todo el mundo, yo había leído descripciones de terremotos; pero qué son aquéllas comparadas con la realidad. Quién describirá mis sensaciones al verme, por decirlo así, mecido, juntamente con mi caballo, cual infante en su cuna, rodeándome el más inminente peligro.» Para Audubon era éste más terrible por la idea de lo que en tales mo- mentos pudiera estar pasando su distante familia. Cesó, á los po- cos momentos, el fenómeno, renovado durante varias semanas su- cesivas con creciente flojedad, y repuesto el caballo lanzóse á escape el naturalista en busca de su mujer é hijos. No convencido todavía de que Minerva y Mercurio, como diría un amante de las letras clásicas, suelen ser incompatibles, asocióse con un cuñado suyo para establecer en Nueva Orleans una casa de comercio, aventurando todos sus medios; mas quedóse vagando en los bosques del Kentucky, fascinado por sus queridas aves y pronto supo el fracaso de la empresa. Recibió entonces (1818) con ex- traordinaria demora, la noticia de haber fallecido su paáre, á la 120 EMILIO BLANCHET edad de noventa y cinco años, dejándole una hacienda en Francia y 17,000 pesos, en poder de un comerciante de Richmond (Virgi- nia). Con inexplicable negligencia, sobre todo dados sus deberes como padre ds familia y su situación pecuniaria, no se ocupó en la expresada hacienda, que más adelante donó á su hermana Rosa. Mientras acreditaba sus derechos á la suma depositada, murió in- solvente aquel á quien la habían confiado. Juntando á duras pe- nas algunos centenares de pesos, compró mercancías para especular y fué tan afortunado que pudo adquirir un terreno con negros que lo cultivasen y una cabaña; mas sobrevino un antiguo compañero, quien desacertadamente le indujo á establecer un molino de vapor, para lo cual no convenía Hendersonville. Agregóse á la empresa un inglés; mas retiróse, al fin, convencido de que era absurda y pararía en fracaso. Para adquirir fondos, se admitieron más y más socios; fundáronse sucursales é inevitablemente acabó todo en un desastre completo. La ruina, con largo séquito de acreedores, humillaciones y amarguras, instalóse en el hogar del candoroso naturalista, quien, para satisfacer en lo posible sus deudas, entregó cuanto poseía. Solicitado el apoyo de antiguo amigo, al cual, en otro tiempo, había prestado auxilio pecuniario, no solamente recibió dura negativa, si que también oyó, intensamente afligido éindignado, que ni siquiera se le podía facilitar una recomendación, porque era un vagabundo! Como náufrago que luchando con las olas, vuelve hacia todas partes la vista, en busca de salvación, afanóse el desdichado en hallar medios de subsistencia. Nada importa la miseria al hombre que sabe morir; mas por cuán horrible Calvario pasa, cuando le atan á la existencia seres queridos, seres de cuya vida y bienestar se siente responsable ante Dios y la sociedad! Con su mujer, en- ferma, su perro, su escopeta y su álbum, precioso fruto de tantas excursiones y fatigas, refugióse en casa de un pariente y, para vivir, apeló á dibujar retratos por módico precio, logrando en pocas se- manas mucho trabajo. Llamado posteriormente á Cincinnati para administrar su museo y disecar los pájaros destinados á éste, traba- jó también dando lecciones de dibujo, todo lo cual no impedía que visitase los bosques, juntando materiales para el edificio de su ve- nidera gloria. ler AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON 121 CAPÍTULO 1V En el Kentucky.—Un Nemrod americano.—Azúcar de Arce.—Retratos por botas. —Partida de Cincinnati. Fué grata é interesante á Juan Jacobo su residencia en el Ken- tucky, ya por las escenas y costumbres patriarcales que observaba, ya porque sus selvas, apenas tocadas aún por el hombre, todavía engalanadas con su hermosura y pompas primitivas y copiosamente pobladas de aves y cuadrúpedos, brindaban con frecuencia pábulo á sus estudios y afición venatoria. En busca de suerte mejor, iban allá muchos emigrantes, ora en carros, donde llevaban su familia, aperos y ajuar, ora en embarcaciones techadas ó flotantes casitas, de cuarenta ó cincuenta pies de largo, expuestos á que, por dentro de los árboles de las riberas, los alcanzase la certera bala del indio. La necesidad de incesante defensa contra un enemigo tan hábil co- mo incansable, requería ser buen tirador: más de una vez presen- ció Audubon ejercicios, en que, á la distancia de cuarenta pasos, un clavo común, metido en una tablilla, dejando fuera un tercio próximamente, era tocado en la cabeza, de tres veces, una. Tuvo el naturalista ocasión de conocer y acompañar en excur- siones cinegéticas al Nemrod americano Daniel Boone, tan forzu- do y agigantado como íntegro y valeroso. Solía matar las ardillas plantando un balazo en la corteza inmediata á su madriguera, de suerte que pereciese el roedor á consecuencia de la sacudida. En una de sus cacerías, acostóse Boone en tinieblas, temiendo que atrajese á los indios el resplandor de una fogata; mas, apenas dor- mido, le aprisionaron aquéllos, cuyo acérrimo enemigo era, lleván- dole atado á su campamento. Como sonara cerca un tiro, salieron los salvajes á investigar lo que pasaba, dejaudo confiada á las mu- jeres la custodia del cautivo, el cual, arrastrándose mañosamente hacia una hoguera, quemó en ella sus ataduras y escapóse. Para habituarse á la caza nocturna de lobos y gamos, guiándose por el reflejo de una antorcha en los ojos de dichos animales, colo- caban los cazadores del país, á cincuenta pasos, en la obscuridad, una vela encendida, cuidada por un hombre que la reparaba eu ca- so de que los disparos la quebrasen, Ó la encendía nuevamente si la apagaban. Tirador había que, haciendo fuego siete veces, en tres despabilaba aquella luz. A ocasiones penetraba Audubon en apretados cañaverales de treinta y aun cuarenta pies de altura, en cuya base se enmaraña- 122 EMILIO BLANCHET ban trepadoras y otras plantas y en cuyo interior era fácil encon- trar serpientes, osos y panteras. Cuando se incendiaba alguno de aquellos campos, los cañutos, al estallar, imitaban el tiroteo de una batalla. Gustábale mucho cazar vulpejas americanas (racoons), pa- ra lo cual usábase á menudo el hacha, por lo caro de la pálvora y las balas. En una cacería nocturna, alumbrada por la antorcha que llevaba un negro, hallaron el objeto de su persecución. Ofus- cado por la luz, fulgurantes sus verdes ojos, gruñieendo, bañado en espuma el hocico, nadaba la predestinada víctima, tratando de sal- varse; pero se le echaron encima los perros y la remató un tiro. Después se descubrieron otros animales de igual especie, encarama- dos en un árbol y, para cogerlos derribaron aquél los compañeros de Audubon, no él, incapaz de insensatez tamaña. Medio duro va- lía cada piel de vulpeja. ; Al volver de las selvas, solía descansar Juan Jacobo en algún campamento, donde hacían azúcar de arce. La noche, la soledad, el murmurar de las vecinas arboledas, el ladrar de los perros, las grandes hogueras coronadas por enormes calderas, donde se cocía el dulce líquido. el aspecto, el traje, los gritos de los trabajadores, indios, rudos habitantes de los bosques, sus esposas é hijos, forma- ban animado y singular conjunto, impresionando fuertemente. Los hombres sangraban los arces, recogiendo por medio de cañutos el zumo, en recipientes de madera, para derramarlo seguidamente en las calderas, que atendían las mujeres. Disgustado Audubon de no cobrar en Cincinnati algunos crédi- tos, lo cual le traía muy escaso de recursos, y deseoso de aumentar su colección de dibujos ornitológicos en los estados de Mississippi, Luisiava, Alabama y Florida, abandonó el 12 de Octubre de 1820 la antedicha ciudad. Sucedióle en Natchez que, hallándose sin botas, lo mismo que un compañero de viaje, acudió á un zapatero con la original proposición de hacerle su retrato y el de su consorte, á trueque de dos pares de botas. Aceptada la propuesta, en dos horas vió reproducidas por el lápiz su imagen y la de su mujer el devoto de San Crispín. ¿ rd e ADA" A AR, AAA A o AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON 123 CAPÍTULO V En Nueva Orleans. —Poca fraternidad de artistas y escritores. —Protección disimulada. — Aventura con un esclavo fugitivo. Al acercarse á Nueva Orleans, desplegóse ante Audubon un cuadro magnífico: lo llano del país permitía ver las revueltas del Mississippi, del Padre de las aguas, según los indígenas, en una ex- tensión de millas; sobre bosquecillos de cipreses, donde arrullaban palomas, se destacaban hermosas casas; revoloteaban centenares de impetuosas golondrinas; en la cónica magnolia, de relucientes ho- jas, ostentaba su púrpura el cardenal; nevados de azahares los na- ranjos esparcían exquisito aroma. ¡Con qué delicia y entusiasmo gozó de tantos atractivos el naturalista! Mas pronto le salió al paso la implacable realidad: tras mo hallar trabajo Audubon, le robaron las pocas monedas que tenía. Ensu ansia de ocupación retribuída, propuso á un pintor llenar los fondos de sus cuadros y de momento aceptó aquél, negándose después por temor á un rival peligroso. Raro es el artista, el escritor, que antes de alcanzar re- nombre y, si no riqueza, bienestar, no haya recorrido con lágrimas de su corazón, con desengaños y dolores innumerables, escabroso y largo sendero, donde no pocos predecesores han muerto agobiados por los esfuerzos, por el desaliento, por el hambre misma. Parece que el recuerdo de tales pruebas debiera inspirar á los vencedores benevolencia, generoso interés hacia los que intentan subir con ambición justificada; parece que en tenderles mano protectora de- berían probar la más profunda satisfacción. En general, el que se ha empinado á las alturas de la gloria, bastantes veces por casual concurso de circunstancias favorables, por capricho popular, por apoyo de alguna bandería, sólo muestra férrea indiferencia, sultá- nica soberbia, cuando no la más maligna hostilidad al desamparado principiante. Habiendo retratado Audubon á una persona muy conocida en Nueva Orleans y exhibido su bien ejecutada obra, logró tarea. Más adelante, una señora Perrie, so pretexto de que él diese á su hija lecciones de dibujo, le proporcionó albergue, manutención y sueldo durante unos meses, á fin de que tranquilamente pudiera continuar sus trabajos de naturalista. En poco más de un año había dibuja- do él 62 aves y plantas, tres cuadrúpedos y dos serpientes descu- biertas en sus exploraciones, y había hecho, para ganarse la sub- sistencia, 52 retratos. Propúsole un artista que le ayudase á pin- 124 EMILIO BLANCHET tar un panorama de Nueva Orleans; mas rehusó Juan Jacobo, temiendo que no le quedase tiempo para su predilecta ocupación de observar aves y reproducirlas con el lápiz. En una tarde muy calurosa volvía á su morada con cinco ó seis ibis de bosques y su pesada escopeta. Necesitando atravesar ce- nagoso bayou * de algunos pasos de anchura, pero cuya profundi- dad ignoraba, lanzó á la margen opuesta á fin de quedar más expedito, su botín, su arma de fuego y frasco de pólvora, y desen- vainando su cuchillo de monte para defenderse de aligadores, me- tióse en el agua con su perro. Apenas puso en tierra el pie, notó en aquél señales de inquietud, de terror, y al querer averiguar la causa Oyó una robusta voz que le gritaba: «Alto Ó te mato!» Repitiendo la intimación apareció á los pocos segundos, apuntán- dole con su escopeta, un alto y fornido negro. Audubon, que ya empuñaba la suya, iba á tirarle y probablemente quitarle la vida, cuando, advirtiendo que era pésima el arma de su imprevisto ad- versario, preguntóle serenamente qué se le ofrecía. Moralmente subyugado pidióle perdón el africano, manifestando que era un esclavo fugitivo. Convidóle á descansar en su refugio y para ale- jar toda sospecha de alevosía, arrojó el pedernal y cebo de su esco- peta y entrególe su cuchillo; pero mandóle Audubon que preparase aquélla y volviese á tomar el último, y en muestra de simpatía tendióle su mano, que fué estrechada con inexplicable gratitud. Teniendo en cuenta la invencible repulsión, el menosprecio con que el Sur de los Estados Unidos miraba entonces y hasta los tiempos de Lincoln á los negros, á los mulatos, á quienquiera hubiese he- redado una gota de sangre africana, pareció al ilota un prodigio de generosidad el blanco que espontáneamente le presentaba su diestra. Echaron á andar hacia el Oeste y como preguntase Juan Jacobo á su compañero por qué le llevaba en tal dirección, alejándole de su vivienda, respondió aquél que así lo exigía la seguridad de en- trambos. Al cabo de unas horas entraron en dilatado cañaveral y lanzó el negro un grito penetrante, contestado por otro menos enérgico: el de su mujer. Allí había una choza de paja en cuyo centro, al amor de la lumbre, asábanse lonjas de caza y patatas, que tres niños contemplaban con impaciente apetito; á falta de sillas convidaban al descanso pieles de oso y gamo. Cuando se apagó el fuego iluminó triste y escasamente aquel tabuco una en- cendida piña dentro de un calabazo. Cenaron y después refirió el 1 Con este nombre designan en Luisiana todo canal natural que corta un pantano. o AMERICANOS ILUSTRES. —AUDUBON 125 negro su historia. Hacía ocho meses que él, su compañera y sus hijos habían sido enajenados en subasta por su amo, á causa de quebrantos pecunarios, repartiéndose la familia entre diversos compradores, cuyas haciendas distaban mucho una de otra. Deses- perado por tan inicua separación el narrador, huyó en una noche de tormenta y sucesivamente fué librando á los suyos sin temor á los más terribles peligros. Con sollozos donde palpitaba la más desgarradora agonía moral, imploró aquella desheredada pareja el amparo de Audubon. Safisfecha el hambre dormían á su Jado sus hijos con la inapreciable confianza de la inocencia. ¡Cómo debió comprender el noble naturalista la atrocidad de la esclavitud! Como si fueran lobos, seres humanos inocentes podían ser perse- guidos por hombres armados y perros, sin que protestase la opi- nión pública ni la Ley se opusiera! En castigo de haber ansiado, ya que la suerte les negaba todos los bienes de la vida, reunirse para amarse, para olvidar juntos sus diarias amarguras, los espe- raban el cepo, los baldones, los grillos, el látigo que, abrasante, surca las carnes, una muerte lenta y horrible! Velaron los fugitivos el sueño de su huésped, á fin de que nada lo turbase. Al siguiente día, que amaneció brillante, como anun- ciando venturas, presentóse Audubon al primitivo dueño de los es- clavos y con tal elocuencia y ardor abogó por ellos, que los acogió aquél y, como hubiesen mejorado sus negocios, indemnizó á los perjudicados por la fuga. CAPÍTULO VI Penuria.—-En Natchez. —Inundación del Mississippi. —Angel tutelar, —Es- peranzas.— Recuerdos. En los dos primeros meses de 1822, era tal la penuria de Audu- bon que no podía comprar un cuaderno en que proseguir su acos- tumbrado diario. Concebía proyectos y más proyectos sin realizar ninguno, por falta de medios, y llegó á enfermar de abatimiento. Explican la frecuencia de sus conflictos pecuniarios lo eventual de sus entradas y la vida errante que le imponían sus estudios prácticos de historia natural, en obsequio á los cuales rehuía toda ocupación fija. En sus innumerables alternativas de recursos y miseria, se parece á Goldsmith, célebre autor de El vicario de Wake- field, como también se le asemeja en incurable imprevisión y bon- dad: pero el último despilfarraba el dinero en locos placeres, mien- 126 EMILIO BLANCHET tras Audubon, libre de vicios, sacrificaba todo por la ciencia y la gloria, acarreando privaciones á su esposa é hijos, que adoraba. Como la pasión del juego ó el hábito del opio, tiraniza implacable- mente el anhelo de renombre. ¡Con qué amargura escribió un día Audubon en su libro de memorias: «Advierto que mis amigos se fijan en mi traje solamente y aquellos á quienes he hecho beneficios prefieren echarme en cara mis errores !» Dejando en Nueva Orleans á su mujer, dedicada á la enseñanza, en una familia, trasladóse á Natchez, en busca de mejor suerte. Retratando al capitán del vapor y su esposa, pagó su pasaje. Como hiciese en dicha población un dibujo, tasado por él en $300, ocurrió á su amigo el Dr. Provan socorrerle discretamente. Pro- movió, al efecto, la rifa de la obra, fijando á cada cédula el precio de $10 y reservando una para el autor. Verificado un aparente sorteo, entregó á Juan Jacobo $ 300 y, además, el dibujo, en her- moso marco, fingiendo que aquél le había tocado en suerte, lo cual celebraban todos los interesados. Estando en Louisville, presenció una inundación del Mississippi, la cual describe de esta manera: «Crece el río cubriendo orillas y malecones; invade luego pan- tanos, praderas y selvas, trocando el país en turbio mar, que masas y listas de árboles diversifican. Por los claros que sombrean ci- preses y pinos, dilátanse: perezosamente las aguas, yendo á bañar inexplorados y recónditos sitios, donde, gracias á la vid rastrera y al follaje, ni el sol de medio día mismo disipa enteramente la obs- curidad. En isletas que sobrenadan, se refugian millares de gamos y á matarlos ¡nhumanamente, para lucrar con su piel, acude en su canoa, armado de escopeta el colono intruso * Flotando en una balsa, atada con cuerdas de vástagos á robustos árboles, preservan su vida el arrendatario y su familia y ven cómo se lleva la corriente su habitación, su leña, sus granos, sus animales, todos los efectos de su casa, Cargadas con productos para Nueva Orleans, salen de riachuelos que atraviesan la selva, balsas guiadas por hombres atrevidos, que sólo vagamente conocen su extraviado camino y para quienes la navegación de un río interior no es menos aventurada que lo fuera un viaje por mar borrascoso... «En medio de la tristeza y el silencio dominantes, percíbense á veces el lastimero balar de los aprisionados gamos, el pavoroso chi- 1 Squatter. A e PAE AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON 127 Mido de un águila ó el de una garza ó el ruido que, al levantar el vuelo, hace nn ave inmunda, á la cual, aproximándoos, habéis mo- lestado en su tarea de saciar en un cadáver su voraz apetito. En- tre las ramas superiores de los árboles están agazapados osos, . cuguares, linces y otros cuadrúpedos capaces de trepar; sufren ham- bre, en medio de la abundancia, pues aunque flotan alrededor ani- males que suelen servirles de pasto, no se atreven á bajar para cogerlos. Cansados por los esfuerzos que les ha costado alcanzar tierra firme, no lo sacan de su refugio los tiros del cazador, como si fuera preferible morir de un balazo á perecer en aquel desierto de aguas. Aprovéchanse los cazadores y matan centenares. » En Diciembre de 1822 empezó Audubon el aprendizaje de la pintura al óleo y, juntamente con su maestro, pensó en hacer por el sur de los Estados Unidos una larga excursión, trabajando en retratos; pero, acordándose de las aves, no quiso ligarse. Le tra- taron de loco rematado sus amigos; mas alentábale su esposa, con fe ciega en su genio. Lejos de abrumarle con recriminaciones, con lamentos, por la precaria y hasta humillante vida que venían lle- vando tantos años hacía, tuvo besos para sus labios, consuelos y estímulo para su alma. Deseosa de que fuese á Europa su marido, para perfeccionarse en la pintura al óleo, organizó una clase de con- tadas alumnas, á fin de costear el viaje con su producto. Fué para Audubon un ángel tutelar, papel que parecerá ridículo al inmenso número de mujeres que buscan su paraíso en el lujo. Como jugando el más aleatorio albur, dirigióse en 1824 4 Fila- delfia el naturalista, por ver si allí le dispensaba alguien protección para terminar su obra. Se relacionó con distinguidas personas, entre ellas, el retratista Sally, quien gratuitamente le dió lecciones de pintura al óleo, y con el príncipe de Canino, * hijo de Luciano Bonaparte, entonces próximo á publicar un libro sobre aves ameri- canas, lo cual no le impidió admirar fervorosamente los dibujos de su émulo, incitarle 4 publicarlos en Francia y presentarle á la Aca- demia de Artes y Ciencias, de Filadelfia. Porsu parte el afamado conquiliólogo M. Murtrie le exhortó á partir para Inglaterra, donde le premiarían dignamente. Al fin, supo el desgraciado Audubon que nadie, como él, sabía reproducir con el lapiz las aves, su amor, su delirio y cobró nuevo aliento, vivificado por la esperanza. A 1 Carlos Luciano Bonaparte, príncipe de Canino y de Musignano, nacido en París en 1803; conquistó brillante fama con muchos trabajos sobre Historia natural, entre los que des- cuella sn Ieonografía de la fauna itálica, la cual comprende mamiferos, aves, reptiles, anfibios y peces. 128 EMILIO BLANCHE?7 todos sorprendían la verdad y belleza que brillaban en sus dibujos y, sia embargo, ni halló los apetecidos recursos ni dejó la envidia de herirle, suponiendo que no había trazado su diestra todas las figuras de su álbum. Visitó á Mill Grove, la hacienda que había poseído en días prós- peros, y comparando su pasado con su presente, agolpáronse en su alma recuerdos y emociones. Dejando numerosas huellas de su la- boriosidad y amor al orden, allí había vivido su íntegro padre; allí había probado Juan Jacobo el bienestar enaltecido por el estudio; allí había visto nacer su primer y finico amor; allí había saborea- do la poesía de la vida. Lejos de allí había conocido el sonrojo de llevar un traje astroso, el desdén de los ricos, el hambre, la devo- rante expectación de un porvenir que no llega, la tortura de pro- yectar sin medios de ejecución, la faena de Sísifo de ganar hoy el pan que de nuevo faltará mañana, y 4 la edad de 44 años, hallábase sin el suspirado renombre, sin posición social, sin dinero. ¡En ver- dad, harto cara es la gloria. De improviso echó Audubon á co- rrer hacia la gruta donde le confesó su Lucía que le amaba: ¡ya no existía! Levantando los ojos al cielo, renovó entonces el juramen- to de eterno cariño que él había pronunciado en aquella ocasión. Cuando entró en la sala de la casa, quedóse inmóvil un rato por la fuerza de su emoción, recordando que en aquel sitio se habían ce- lebrado sus bodas. CAPÍTULO VII Tentativa infructuosa. —El Niágara. —Expediente original. —Audubon maestro de baile y esgrima.— Viaje á Europa. Sin éxito procuró publicar en Nueva York su obra, por lo cual volvió los ojos á Europa, su postrera esperanza. Visitó más ade- lante el Niágara. Al inscribir su nombre en el registro de la fon- da, puso á continuación, por singular ocurrencia, estas palabras: «Que andará errante como Wilson, | pero jamás, cual este grande hombre, sucumbirá al despotismo de un librero.» Véase cómo se expresa, tocante 4 la maravilla antecitada: «Temblando todo, lle- 1 Alejandro Wilson, ilustre ornitólogo, nació en Paisley (Escocia) en 1766. Tejedor y des- pués buhonero en su patria, emigró á los Estados Unidos en 1794 y sucesivamente se ocupó en sus anteriores oficios, en el de cajista, en agrimensura, en la enseñanza; pero cultivando siem- pre con ardor la ornitología, su vocación incontrastable. De1803 4 1813, publicó en Filadelíña siete volúmenes de su Ornitología americana, que se aumentaron con dos, sacados de sus manus- eritos, por su amigo Ord, compañero suyo en algunas exploraciones. Completó con cuatro to- mos la obra Carlog Luciano Bonaparte. AMERICANOS ILUSTRES. —AUDUBON 129 gué á la catarata del Niágara: ¡qué escena! No soy cobarde y, sin embargo, aún me estremezco, pensando en cuán grande es el poder del Criador. Inmóvil contemplé cómo revelaba su irresistible fuer- za uno de sus elementos. Hieren de consuno los sentidos, infun- diendo reverencia, la catarata, el arco-iris, las raudas y los contor- nos; desafían toda representación por medio del pincel ó la pluma; mirando el Niágara, me he convencido de que ni ha encontrado nunca pintor ni jamás lo encontrará. » Mny bien figuraría en una comedia el expediente al cual recu- rrió Audubon en el pueblo de Meadville, viendo reducidos á duro y medio sus fondos. Con su álbum bajo el brazo, 4 guisa de señuelo, se fué por la calle principal, observando 4 cuantos encontraba para descubrir á alguna persona propicia á ser retratada, mediante esti- pendio, por supuesto. Divisando en una tienda su desiderátum, en- bró, sentóse previo permiso, y estúvose callado, poniendo el álbun de manera que provocase la curiosidad. Habiendo sucedido así, ex- hibió sus dibujos y viendo maravillado al mercader, propúsole sa- car su retrato, á lo cual accedió aquél de bonísima gana. Al si- guiente día, ante la aristocracia local, realizóse la tarea: unos mostraban admiración, otros, como buenos tontos, no sabiendo qué decir, salían del paso por medio de la risa. En cuanto al artista, dió un reparo á su bolsa. - Cada vez más decidido á intentar en Europa la publicación de su obra, se prestó á dar en Woodville lecciones de baile y esgrima, con el fin de que su producto, unido con las economías que su leal esposa puso á su disposición, le permitiese realizar su viaje. En mayo de 1826 partió de Nueva Orleans para Liverpool. Iba á co- menzar el período capital de su vida. CAPÍTULO VILI Satisfactoria acogida en la Gran Bretaña. —Un banquete. —Buscando suscriptores. Eficaces cartas de recomendación proporcionaron inmediata- mente á Juan Jacobo importantes relaciones. A chelín la entrada, exhibió en el Instituto Real sus dibujos, alcanzando un producto de quinientos duros. Presentado á lord Stanley, empleó éste cinco horas en examinar su álbum y le dijo: «Es única en su clase esta obra y merece el patrocinio de la Corona.» Exito pecuniario menos halagieño que en Liverpool obtuvo en Manchester, donde una gran 130 EMIL10 BLANCHET parte de la población le pareció más infeliz que los negros de Lui- siana. Mejor acogida halló en Edimburgo, pues hizo en el Insti- tuto Real lucrativa exposición de sus trabajos; personas eminentes ó distinguidas como Walter Scott, el catedrático y poeta Juan Wil- son, los naturalistas Gardine y Selby, el físico Brewster, el graba- dor Lizars, le mostraron la mayor consideración. A propuesta de su ilustre fundador el Dr. Jameson, por aclamación le nombró indi- viduo honorario la Sociedad Werneriana. En la quinta del conde de Morton, en suntuoso cuarto, vióse hospedado el errante y pobre naturalista que en su patria había dormido sobre la dura cubierta de un buque, por no tener con qué pagar un camarote! ¿Cómo explicar cambio tan extraordinario? Ciertamente, no había adqui- rido Audubon en el espacio de una travesía más quilates de méri- to; pero tenía, por fin, una ventaja que harto á menudo es suma- mente difícil obtener: jueces afamados, propicios á examinar sus obras y proclamar su valía. ¡Cuántos, dignos de renombre, mueren en la obscuridad y la desesperación, por falta de semejante fortuna! Todos saben y deploran esto y, sin embargo, continúa la injusticia sin que, probablemente, desaparezca jamás. Con banquete curioso festejó á Juan Jacobo la «Sociedad de Anticuarios », presidida por el conde de Elgin. * En la primera parte sirviéronse únicamente platos escoceses, como huesos con su tuétano, morcillas, cabezas de bacalao rellenas con harina de avena y ajos, cabezas de carnero, etc. A la conclusión, levantóse lord El- gin y, dando en la mesa algunos enérgicos toques con un martillo de subastar, dijo: «Por el Rey diez y seis veces!» Pusiéronse todos de pie y brindaron por el monarca, mientras exclamaba lp! ip! ip! el presidente y dieron diez y seis vivas al soberano. En seguida el primer secretario de la asociación elogió al naturalista y bebió á su salud. Entonáronse luego canciones escocesas y remató la fiesta el reputado pintor Guillermo Allen, imitando el zumbar de una abeja, ya próxima, ya lejana, callando bruscamente al echarle en. cima un pañuelo su perseguidor. En busca de suscritores á su obra, cada ejemplar de la cual cos- taba mil duros, visitó Audubon varias ciudades inglesas, entre ellas Londres, en cuya aristocracia encontró excelente acogida. Además de encomiar sus trabajos el célebre pintor Tomás Lawrence, le pro- 1 Lord Elgin presided, and aíter dinner, with an auctionneer's mallet brought the com- pany to order by rappiug sharply on the table. He then rose and said, «The King four-times fourl» All rose and drank the monarcb's health, the president saying Ip! ip! ip! followed by sixteen cheers.— The life of J. J. Audubon the Naturalist, edited by his widow. AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON 131 porcionó compradores para varios cuadros, con cuyo importe pudo Audubon pagar á su grabador, librando de un fracaso la grande em- presa de su publicación. Costaba ésta más de cien mil duros y con osadía verdaderamente angloamericana la acometió Juan Jacobo sin dinero ni protectores. Para obtener que lo fuese Jorge IV, pintó el cuadro de Los faisanes ingleses sorprendidos por un sabueso, con intento de regalárselo; pero le dijo Lawrence, dándole nn gol- pecito en el hombro: «Señor Audubon, es demasiado bueno este cuadro para que usted vaya á darlo. Lo aceptará S. M. sin otro provecho para usted que el notificarle por medio de su secretario particular que lo ha mandado colocar en su galería. Trescientas guineas vale su lienzo; véndalo pues; no lo regale.» Más adelante, por medio de su adicto amigo el conservador del Museo Británico, logró Audubon que el baronnet sir Walter Waller mostrase al Rey su libro. Permitió el soberano que en él constase que le había otor- gado su aprobación y patrocinio y subscribióse á un ejemplar bajo las mismas condiciones que otro abonado cualquiera; á esto se re- dujo su munificencia. Más penoso desengaño sufrió el naturalista con el barón Rothschild. Llevando una carta de recomendación presentóse en su modesto despacho, no estaba; pero en breve llegó de la calle muy sefocado, y sin reparar en nadie echóse en un sillón. Adelan- tándose respetuosamente presentóle Audubon la misiva. Pregun- tóle el millonario de qué trataba aquélla, y como él le respondiese que no la había leído, le dió un vistazo Rothschild y después dijo: «Es simplemente una carta de introducción, y según veo por ella es usted editor de una obra y necesita mi subscripción. Jamás pongo mi nombre en listas de tal clase; pero puede usted remitir un ejemplar y pagaré su importe. Estoy ocupadísimo y beso á usted la mano.» Apechugando con tan dura humillación retiróse Juan Jacobo y envió lo publicado y sucesivamente varias entregas. Cuando al cabo de unos meses presentaron al banquero la cuenta, exclamó espantado: « Cómo! cien libras por pájaros! Cinco daré, ni un pevique más!» En vano fué manifestarle el costo enorme de la edición, su mérito incuestionable, resultando que devolvió todas las entregas recibidas. En cambio el duque de Orleans, después rey Luis Felipe, aco- gió al autor con exquisita amabilidad, encomió los Estados Unidos y, además de subscribirse, prometió escribir al emperador de Aus- tria, al rey de Suecia y otros soberanos para que hiciesen lo mismo. 132 EMILIO BLANCHE7 Sin embargo, no habiendo en París ni en el resto de Francia capi- tales tan crecidos como en Inglaterra, fué extremadamente escaso el éxito pecuniario. Unas cien personas se embelesaron en la Academia de Ciencias contemplando el álbum de Audubon; pero á todas intimidaba el precio. Por pedirle un descuento el Instituto de Francia, no pudo el naturalista admitir su subscripción. En los cuatro años que duró la publicación de su primer tomo, abandona- ron á Audubon cincuenta subscriptores, lo cual representaba un déficit de más de cincuenta mil duros y costó extraordinarios es- fuerzos reponerlos más Ó menos. CAPÍTULO IX Obras de Audubon. Con admirables dotes de inteligencia y observación, señalada habilidad artística, intenso amor á la naturaleza, más de veinti- cinco años de penosas excursiones, trabajo y diaria pugna con la pobreza, quiso Audubon levantar á su patria un monumento cien- tífico y eternizar en el mundo civilizado su nombre. Calcúlese cuál debió ser su desesperación el día en que abriendo una caja de madera que con doscientas hojas de dibujos había confiado meses antes á un pariente, encontró que una pareja de ratas y su cría, allí instaladas, habían devorado su tesoro. Calor abrasante difun- dióse por su cerebro, temblaron sus nervios, desfalleció su cuerpo todo; durante unos días paralizó la inercia su alma y sembró de espinas su lecho el insomnio. Repuesto de la crisis, tras larga en- fermedad, volvió con vigor á sus tareas Audubon, reparando en tres Ó cuatro años la pérdida sufrida. En exquisito papel doble folio, por entregas (cinco al año), cada una de las cuales costaba diez duros y contenía cinco plan- chas, empezó á publicar en Edimburgo y terminó en Londres su grandiosa obra Aves de la América septentrional. En ella sus tipos aparecen de tamaño natural, sin excluir el buitre ni el águila, con sus tintes verdaderos, en sus aptitudes y ocupaciones favoritas. Ya surcan el aire en pos de la presa, ya incuban, y vemos la dis- posición de los nidos, el tamaño, la hechura y el color de los hue- vos, ya registran el follaje ó la yerba en busca de sustento, ya nu- tren á sus polluelos, ya nadan, ya se deslizan por la mudable su- perficie del mar ó el cristal de un río. Se nos presentan el macho y la hembra cuando tienen plumaje distinto; se copian en diversos cá a ed AMERICANOS ILUSTRES. —AUDUBON 133 períodos de su existencia pájaros que en aquéllos experimentan variaciones notables. Para ofrecer al espectador imagen más cabal de la realidad, reproduce Audubon fielmente los insectos, reptiles Ó peces que sirven de pasto á ciertas aves, así como las plantas y los árboles donde suelen albergarse los volátiles por él descritos con talento, con amor, con verdad, con encanto irresistible. Más de mil figuras encierran sus 435 planchas. El gran sabio Cuvier en el informe que sobre esta obra dió á la Academia de Ciencias de París, la llamó «el más magnífico monumento levantado en cual- quier época á la ornitología », añadiendo: «Tenían antes los natu- ralistas europeos que revelar á los americanos sus riquezas; mas ahora, Mitchell, Harler y Bonaparte devuelven con usura 4 Euro- pa lo que América había recibido. La historia de las aves de los Estados Unidos, por Wilson, iguala en elegancia nuestras más be- llas obras sobre ornitología. Si se completa la de Mr. Audubon, será preciso confesar que, en magnificencia de ejecución, ha s$o- brepujado América al viejo mundo. » La Enciclopedia Británica, en su tomo 39, biografía de Audu- hon, apoya el juicio de Cuvier, manifestando que la citada obra es, ciertamente en su clase, la más soberbia que jamás se haya ofreci- do al mundo, y que la avalora excepcional elevación; mas en la monografía ornitológica del volumen 18%, asegura que muy á me- nudo es defectuoso el dibujo de Juan Jacobo, y tacha en éste la propensión á mostrar las ayes en momentos de acción violenta y en actitudes que ofenden la naturaleza. No parece fundada tal censura tratándose de un hombre de habilidad y talento indudables, completamente ajeno al artificio, y que empleó toda su vida en ob- servar con infatigable atención y amor los alados habitantes de las selvas. ¿Cómo los cuadros de Audubon, del extranjero sin blaso- nes, riquezas ni valedores, arrancaron tan espontáneos y vivos en- comios á eminentes pintores, grabadores y naturalistas de la Gran Bretaña y Francia? Entusiasmaba al belga Redouté, inmortal pintor de Las liliáceas y las rosas, la ejecución de Juan Jacobo; des- pués de haber visto los sinsontes de éste, estrechó su mano y le dijo Gerard, autor de Psiquis, Belisario y otros lienzos de fama: «Señor Audubon, es usted el rey de los pintores de aves... ¡Quién hubiera esperado de los bosques americanos cosas tales!» !* Bien sé que no es obra de uno solo una obra tan vasta y compleja como la Enciclopedia; pero no juzgo que redunde en su prestigio y autori- 1 Véase el capítulo XII de la citada biografía. 134 EMILIO! BLANCHET dad el contradecirse, como lo hace, respecto al insigne hijo de Luisiana. Sobre 3,000 páginas de Biografía ornitológica, repartidas en cinco gruesos volúmenes, completan el libro de las 4ves, explicando la es- tructura de éstas y sus costumbres, resultando de ambas obras ca- bal conocimiento de los volátiles norteamericanos. Amenizan el texto aventuras del autor durante sus exploraciones, y lances aje- nos, conexos con ellas, ? y lo remata un razonado índice de los gra- bados, muy bien hecho. Revisó el estilo y trató la parte científica el eminente sabio escocés McGillivray, mediante dos guineas por pliego de diez y seis páginas. Insinúa la Enciclopedia Británica que pudo ser más extensa la colaboración y conjetura que á ella se deben muchas celebradas descripciones del libro. ¿Acaso, antes de conocer al expresado auxiliar, no había escrito Audubon descrip- ciones solicitadas para sus periódicos por entidades científicas como los doctores Jameson y Brewster? Se expone á calumniar quien, sin datos positivos, ataca á una reputación, y harto odiosa es la ca- lumnia para no evitar hasta su apariencia. Reúnen las descripciones de Audubon el colorido, el sentimien- to de la poesía, con la exactitud de la ciencia; en ellas palpita, asombra, cautiva la naturaleza americana con sus esplendores, con su hermosura y vitalidad imponderables. ¿Qué escritor de profesión no envidiaría las pinturas del águila de cabeza blanca, de la paloma de paso, del sinsonte, del colibrí, al cual tan feliz- mente llama centellante partícula de arco-íris y en cuya descrip- ción emula, cuando no supera, á Buffon, consumado maestro de estilo? Tres diversas reimpresiones de la valiosa obra de Wilson sobre las aves americanas estaban próximas á publicarse, cuando empezó Audubon su Biografía ornitológica; pero según dice él mismo en su diario, no se desalentó, fiando en el amor de los ingleses á la nove- dad, aliciente del cual ya carecía enteramente el mencionado libro. Trabajando briosamente él y McGillivray, antes de tres meses con- cluyeron el primer tomo, publicado en 1831, en Edimburgo. Dice en la Introducción: «Creo que se aproxima el tiempo en que se de- sechen muchos de los resultados obtenidos, examinando únicamente lo exterior; en que se consideren insuficientes para el conocimiento de las aves museos llenos de pájaros empajados y en que vaya el 1 Por ejemplo, «El negro fugitivo». «La hospitalidad en los bosques». «El extraviado» «Los buscadores de huevos en el Labrador». «El incendio de las selvas», etc. AMERICANOS ILUSTRES. —AUDUBON 135 estudiante, no sólo á observar los hábitos y refugios de los anima- les, sino á recoger ejemplares para disecarlos esmeradamente. » De 1840 á 44 dió Audubon á luz, en siete volúmenes en octavo, sus Aves de la América septentrional, revisado el texto, sistemática- mente dispuesto el conjunto y reducidas por medio de la cámara lúcida las planchas de la primera edición, que tenía el gravísimo inconveniente de no ser accesible más que á la opulencia. «Graba- dos de las aves de California, Tejas, Oregon y Américas inglesa y rasa» es el título con el cual continuó Cassin (1853-55) la obra de Audubon sobre las Aves de la América septentrional. Con láminas de igual tamaño que la primera edición de aquel libro, publicó en dos volúmenes, de 1866 á 69, D. G. Elliot otra continuación, denomi- nada: Nuevas y hasta ahora no representadas especies de aves de la Amé- rica septentrional. ? Con mérito quizá superior al de su Biografía ornitológica, según la Enciclopedia Británica, publicó en Filadelfia Audubon (1840-50) su Biografía de cuadrúpedos americanos, como complemento y expli- cación á su serie de grabados relativos 4 dichos animales. Fué su colaborador el R. Dr. Juan Bachman, de la Carolina Meridional. Sus hijos Juan y Víctor prepararon el segundo tomo, publicado en el mismo año de su fallecimiento. Algunos antes, exhibió Juan Jacobo en Nueva York la colección de sus dibujos, que representaban, con los colores correspondientes y de tamaño natural, millares de aves y cuadrúpedos por él obser- vados. ¿Habría entre sus numerosos admiradores de entonces al- gunos de los que en el Liceo del mencionado emporio, en 1824, cuando él era obscuro todavía, miraron de tal manera su álbum, que el autor se retiró con honda amargura y abatimiento? ¿Cómo no trocarse en ardoroso entusiasmo la indiferencia Ó el desdén de otro tiempo, cuando celebraban á Audubon la Gran Bretaña y Pa- rís; cuando le llamaba á su seno la Real Sociedad de Londres; cuan- do le regalaba una sortija de brillantes el Czar Nicolás, en memoria del placer con que había hojeado su Atlas de aves? ¡Cuánto en- tristece y desencanta la que pudiéramos llamar « Historia de la Fama »! 1 «The new and hitherto unfigured species of the Birds of North America,» 136 EMILIO BLANCHET CAPÍTULO X Nuevas exploraciones. — Navegando hacia la bahúáa de Fundy. —Marea de ésta. —Expedición al Labrador. Deseando ampliar sus conocimientos ornitológicos y mejorar al- gunos de sus dibujos, volvió Audubon á los Estados Unidos en 1831. Después de explorar la Florida oriental, el Estado de Mai- ne, el Nuevo Brunswick, dirigióse 4 la formidable bahía de Fun- dy. * Véase cuán bellamente describe el camino: «El buque parecía volar por el líquido elemento; mostrábase en oriente el sol con toda su esplendidez; nubes de encendido color flotando acá y allá, con- trastaban econ el azul de los cielos. Rápidamente nos acercábamos á la isla de Gran Menan, cuyos asombrosos peñascos iban brotando del mar con el majestuoso atrevimiento desu más noble caudillo in- dio. Pronto pasamos ante su escabroso cabo, cubierto de árboles que, á causa de la elevación, apenas parecían mayores que arbus- tos. Alzando desde una peña el vuelo, alejábase de nosotros el prudente cuervo; remontándose el águila dorada, giraba majestuo-. samente, formando círculos extensos; ya incubaban las palomas de Groenlandia en abismos erizados de escollos, ya zambullían, apare- ciendo después á considerable distancia; el ánade eider, de ancha pechuga, empollaba en una espesura de yerbas; sobre pelada roca se calentaba perezosamente una foca y relucía con el sol su lisa piel; innumerables marsoplas deslizábanse velozmente en torno nuestro y, retozando, mostraban que, no por estar destinada al océano su vida, carecía de placeres. Desvaneciéndose en la lejanía, se divi- saban las atrevidas riberas de la Nueva Escocia y su tinte gris real- zaba hermosamente las velas que, á manera de alas, desplegaban numerosas barcas pescadoras. Sucesivamente remontamos cabos y más cabos, donde hay remolinos y contra-corrientes harto pavoro- sas para que sepa describirlas quien no es marino...» En el pueblo de Windsor (Nueva Escocia), comprobó sus noti- cias tocante á la marea en la bahía de Fundy, ? pues vió subir aquélla á razón de 18 pies por hora, alcanzando una altura de 60. Posteriormente pasó Audubon dos inviernos en Boston, ocupa- do en exploraciones y en dibujar aves, mientras su hijo Víctor cuidaba en Inglaterra de sus intereses y de la edición pendiente. 1 «That worst of all dreadíul bays, the bay of Fundy», dice Audubon en su diario. 2 La forma el Atlántico en la costa oriental de la América del Norte. Llega su largo á 240 kilómetros y á unos 75 su anchura máxima. ! AMERICANOS ILUSTRES.—AUDUBON 137 En dicha ciudad se juntó con cuatro aficionados á la historia na- tural para hacer un viaje por las costas del Labrador, fletando al efecto en 1,500 pesos una goleta; pero, como en anteriores negocios advirtió melancólicamente al fin de la jornada que sus compañeros se habían arreglado de suerte que él sufragase indebidamente casi todos los gastos. Al acercarse al Labrador * divisó en rocas de tres á cuatrocien- tos pies de altura sobre el nivel del mar, blancos montones, al pa- recer, de nieve y cuyo espesor medía una yarda; mas eran gansos de Bassan incubando. Otros poblaban y obscurecían el aire, cual los copos de una nevada. Cuando ven á los marineros aproximar- se con garrotes para matarlos alzan el vuelo en confusión inexpli- cable, armando un ruido que semeja trueno retumbante. Unica- mente seis hombres exterminan, á veces, quinientos Ó seiscientos en una hora, destinando su carne á cebar los anzuelos usados en la pesca del bacalao. Con indignación ardiente vió Juan Jacobo el desenfreno, la feroz brutalidad, la imprevisión estúpida de la chus- ma dedicada en aquellos lugares é islas adyacentes 4 recoger hue- vos de urias, ánades, gaviotas: no satisfechos con allegar inmenso número, aplastan millares, empollados, de donde pronto resulta hedor insoportable, y matan las madres. Cuatro hombres de Halifax recogieron en dos meses cuatrocientos mil huevos, que vendieron á cinco reales la docena. Después del botín venían el hartazgo y el ron. A ocasiones aquellos desalmados trababan pe- lea con rivalzs Ó intrusos, no siendo raro ajustar las paces con par- ticipar todos de la rapiña y embriagarse después. No se limita allí la codicia á las aves: por su piel sacrifican multitud de castores, nutrias, osos, cebellinas, focas. Mil quinientos esqueletos de focas vió Audubon amontonados: percibíase á media milla la fetidez. Así pronosticó él que no tardaría el país en quedar sin pájaros, caza ni pesca y ser abandonado cual campo que se agota. Véase cómo describe Juan Jacobo la región del Labrador: «Es tan grandiosameénte agreste y desolada que me cautiva su pasmosa tristeza. Sus rocas, revestidas de musgo gris forman enormes ri- meros que, apoyándose en otras menores, parecen á punto de petr- der su inseguro sostén y precipitarse en el mar que está debajo. 1] Vasta península de la América inglesa descubierta en 1497 por el veneciano Sebastián Cabot, y que tiene 16,000 habitantes y una superficie de 1.040,000 kilómetros cuadrados. El es- trecho de Hudson y el mar de Davis la separan por el N. de la Tierra de Bafín y la Groenlan- “día, así como por el SE.,, el estrecho de Belle Ile se interpone entre ella y Terranova. Se en- cuentran en el Labrador linces nutrias, castores, martas, 080s, ya blancos, yA MEegros, ZOITAS, 138 EMILIO BLANCHETT Paseo mis miradas por innumerables bahías con millares de pedre- gosas ensenadas de todos tamaños, formas y apariencias. En todas direcciones aves silvestres. Tiene aspecto especial el incierto cielo. Sobre acumulada nieve revolotean mariposas, libando re- cién abiertas y matizadas florecillas, que se abren paso con su en- deble tallo por entre las espesas capas de musgo que por donde- quiera cubren el granítico suelo. Hay pantanos en que se hunde uno hasta las rodillas; recios y enanos arbustos que constituyen las selvas del Labrador. Inesperadamente, por casualidad, como por casualidad no más, ya cruza el aire el verderón ó silvia, va gorjea desde una planta rastrera. En las escabrosas cumbres de altísimas islas se abren hermosos lagos de agua dulce, donde rojos Ó negros somorgujos nadan tan ufanamente como en otros climas los cisnes y donde parecen los peces un sobrante arrojado allí por los mares. Todo, todo, es asombrosamente agreste v grandioso, más diré, ate- rrador, y sin embargo, cuán bello se manifiesta ahora en que la abeja silvestre recorre las flores en busca de alimento, el cual, sin duda, le sabe tan dulce como á sus más favorecidas hermanas de la Luisiana, la esencia de azahares y magnolias. Está criando sus delicados y tiernos polluelos el pequeño frailecillo; á manera de bajel guerrero que va custodiando muy valioso convoy, surca las aguas el eider, cercado de su cría; de cuando en cuando penetra en el oído la sonora voz del verderón de alba corona; bandadas de aves marinas buscan donde reposar ó alimentarse. ¡Cuán bello es todo esto en este sorprendente y pedregoso desierto á principios de Julio, si se recuerdan las horribles ráfagas del invierno, que pre- dominan aquí por la voluntad divina! Escóndense entonces las rocas en tanta cantidad de nieve, que á cada paso el viajero corre peligro de hundirse en su tumba, le amagan aludes, y si él fija los ojos en el horizonte, no ve sino sombrías nubes henchidas de es- carcha y nieve y que le infunden desesperación. » En otro lugar de su diario dice el naturalista lo siguiente, com- pletando la anterior descripción: «Sorprende la rapidez con que en esta región se desarrolla todo sér viviente, animal ó vegetal. En seis semanas he visto puestos huevos, empollados, verificarse la primera muda de las aves, reunirse éstas en bandadas y dispo- nerse á dejar el país. «Es fenómeno tan pasmoso como bello y grande haber ordenado el Criador que millones de frágiles y diminutas criaturas crucen tierras, al parecer mil veces más conformes con todas sus necesi- Dn AMERICANOS ILUSTRES. —AUDUBON 139 dades, para venir 4 este pobre, desolado y desierto país á fin de poblarlo, por decirlo así, durante dos meses á lo sumo y vivificarlo con los más delicioscs trinos que exhalan cantores alados, abando- nándolo después repentinamente en virtud del mismo extraordina- rio instinto. «Seis semanas hace no se veían aquí sino hielo y nieve; invadía la escarcha el aire; reinaban incesantes borrascas y hubiérase dicho que todo este suelo era una masa de materia inútil. Abunda aho- ra lozana yerba; encuéntranse flores á cada paso, pululan los insec- tos y se sazonan las frutas. Brilla el sol y es su influjo tan nota- ble como bello; parecen próximos á derretirse los montouves de nieve y asoma por acá y por allá una apariencia de verano; mas en treinta días concluye todo; descienden á las montañas las obscuras nubes del norte; empiezan á helarse riachuelos, charcas y aun ba- hías; sobrevienen semanas de nevascas cambiando enteramente el aspecto de las playas y del interior, y entra la naturaleza en un estado, no ya de letargo, sino de desolación y muerte. ¡Qué mara- villa, qué maravilla! » Un día que andaba Audubon buscando pájaros vió en cercana islita 4 un hombre que oraba ante una cruz de madera levantada sobre toscas piedras. Picada su curiosidad se puso en comunica- ción con él y supo que rezaba allí, á la vista del mar, porque de éste sacaba en primavera y estío el sustento; mas volvíase en in- vierno hacia las montañas, porque de ellas procedían los caribúes, cuya carne le alimentaba, así como la piel le servía de lecho. Tan singular devoto era francés, y desde hacía diez años muy cumpli- dos habitaba en una choza de piedras cimentadas con lodo y de techo de musgo y yerbas silvestres. Ocho perros esquimales, el humo y el desaseo hacían por extremo ingrato el ambiente de aque- lla cabaña, donde sólo había una estufa holandesa, una cama de pieles, una taza, un jarro, un cántaro y viejas escopetas con sus avíos. ¿Misantropía, terribles desengaños y desventuras, habían inducido á semejante vida fuera del mundo, si es lícita la fra- se? No: vendiendo pieles de abrigo, cueros de foca, plumón de eider, esperaba aquel solitario enriquecerse. ¿Quién soñaba más, el que en siglos remotos sometíase á las maceraciones, ayunos y largos é interminables rezos de la Tebaida, á fin de conquistar la beatitud celeste, Ó el que en los páramos, en las horrorosas inclemencias del Labraúor buscaba porfiadamente dinero? Cuan- do escaseaba el alimento, aquel hombre disputaba á sus perros 140 EMILIO BLANCHET log corrompidos despojos de focas regados en la playa desde el otoño. Más lejos encontró Audubon á otro colono que, á pesar de su esmerada educación y de haber frecuentado la sociedad, llevaba veinte años Jargos de gustosa residencia con su mujer é hijos en aquellas lúgubres soledades, sin echar de menos climas mejores ni los placeres de las ciudades cultas. . Habíale llevado allá el anhelo del lucro, haciendo después lo demás la costumbre. Para aquel individuo y su familia eran visitas corrientes, fáciles, las que ha- cían á 70 y aun 140 millas de distancia en trineos tirados por pe- rros. Usando tal medio de locomoción deben evitarse bruscos en- cuentros con los que siguen igual dirección, pues si aquellos ani- males no tienen tiempo de ver que se conocen los viajeros, traban pelea. Verificó el naturalista sus últimas exploraciones en las cerca- nías del golfo mejicano y en las vastas praderas occidentales de los Estados Unidos. Lo más notable de las primeras fué haber tomado parte en una cacería contra un cuguar ó tigre americano. CAPÍTULO XI Ultimos años de Audubon. Quebrantada su salud por las penalidades del último viaje y notando con profunda tristeza que ya no correspondían sus fuerzas corporales al brío de su alma, emprendió Audubon su vuelta al hogar en el otoño de 1843. Lejos de entregarse al ocio trabajó con su característica diligencia en sus Cuadrúpedos de la América septen- trional. Sesenta y tres años contaba entonces. Con el producto de sus obras había comprado junto al pintores- co Hudson una posesión de veinticuatro acres: descendía la mitad hacia el mencionado río; formaba el resto una especie de meseta, desde donde se duminaba el admirable panorama de aquella corrien- te y sus riberas, por la parte meridional. Mieses, un huerto de me- locotoneros y dos ó tres cabañas de labradores ocupaban lo alto de la heredad; en la inferior veíase la casa del naturalista, sombreada por olmos y encinas. Sin miedo á los perros, jugueteaban ó por allí discurrían aves de corral, varios cervatillos y un alce. For- mando aquí una charca, más lejos una cascada, luego rodeando una isleta, embellecía aquel sitio un riachuelo, al cual no faltaba su puentecillo. ..* yy? AMERICANOS ILUSTRES. —AUDUBON 141 Apartado de la vertiginosa agitación y deletérea atmósfera de las ciudades; contemplando sin estorbo campos, montes, río, cielo; respirando puro y aromático ambiente; halagado por el amor de su esposa,—en ninguna ocasión desmentido, —por el de sus hijos y nietos, íbase acercando al término de su vida el que tanto se había afanado y sufrido por la ciencia. Bajel combatido por las borrascas de mares ciento, al fin reposaba en seguro puerto. Mas no duró mucho tiempo la ventura de una familia sobradamente perseguida por la adversidad. Con silencioso é íntimo dolor advirtió Audu- bon que, por el estado de su vista, ya no podía reproducir con el lápiz y el pincel las formas, los tines, las distintivas actitudes de los alados seres que, desde niño, venía observando con el interés más vivo, con delicia; posteriormente quedaron para siempre apa- gadas sus pupilas; pero sentía consuelo celestial, ora oyendo á una nuera suya cantar con habilidad exquisita, ora paseándose con su mujer, ora escuchándola leer con su grata voz que, en dilatado pe- ríodo de consorcio, nunca le había exasperado con los acentos de la ira ni desviado con los de la indiferencia. Dos años antes de mo- rir Audubon, extinguióse completamente su incansable y vigoroso entendimiento. Idiotez y ceguera ¡qué horribles abismos! ¡Cuánto extrema á veces su rigor la misteriosa naturaleza! En sus tres días postrimeros negóse obstinadamente Juan Jaco- bo á tomar alimento alguno. Próximo al instante final, pareció recuperar inteligencia y vista, animáronse sus ojos con el brillo y la expresión de otros tiempos. Estrechando las manos de su espo- sa y de sus hijos, espiró tranquilamente Audubon á 27 de Enero de 1851. Sin aparato, con numeroso acompañamiento de amigos, li- teratos y hombres científicos, fué llevado al cementerio de la iglesia de la Trinidad, próximo á su hacienda. Hoy ésta se llama Parque de Audubon y la ocupan suntuosas moradas, entre arboledas y flo- res. Con el nombre del naturalista señálase uno de los alterosos y nevados picos de las Montañas peñascosas (Rocky Mountains): ¿podían los hombres erigirle, con sus manos, tan sublime ni tan adecuado monumento? Audubon era alto; de rostro que, según dice Parke Godwin, por la forma de su nariz y la expresión de los labios, recordaba el águila imperial; de ojos rasgados, grises, algo hundidos. —Grustaba de recoger detrás de las orejas sus copiosos y rizados cabellos, que besaban sus hombros. En cuanto á su índole, ya la han revelado los sucesos de su vida: era modesto, sencillo hasta la candidez, des- 142 EMILIO BLANCHET interesado, de voluntad inquebrantable, amantísimo de la familia, de franco y ameno trato, imprevisor como un indio. Sincero cre- yente en Dios, enemigo de falaces exterioridades, solamente en su hogar honrado, en el seno de las selvas, donde entona el viento himnos tan solemnes; donde vierten las aves trinos tan deliciosos y puros y nos recrea con múltiple belleza; ante la sublimidad de los mares ó el firmamento, rendía silencioso el homenaje de su amor y reverencia. No fué un sabio de gabinete, erizado de términos greco-latinos más Ó menos abstrusos, adicto á tál 6 cuál sistema de un día ó inventando alguno, igualmente efímero y que no le exi- miese de verse perplejo, desorientado ante la realidad; pero conoció admirablemente, como pocos, las aves y los cuadrúpedos y «prestó al estudio de la Historia natural el hechizo y la gracia de la novela ». Notorio es que sabios muy respetables y de nobles sentimientos no retroceden, en sus tareas, ante los horrores de la vivisección. En su fervor científico, un día cometió Audubon un verdadero acto de crueldad. Deseando experimentar la vitalidad de un águila do- rada, la metió en una jaula, dentro de un cuartito herméticamente cerrado, que caldeaba un brasero. Al cabo de unas horas, —y más tarde, sucedió lo mismo;—hallóla viva, mirándole con la terrible fijeza, con la centellante pupila de la conciencia al culpable. Tam- poco sucumbió el ave al siguiente día, no obstante haberse echado azufre en el brasero, produciendo allí, como en toda la casa, in- aguantable ambiente. Cansado de martirizar aquella víctima, tras- pasóle el corazón: mejor hubiera sido devolverle su libertad, en compensación de sus atroces torturas. Dos hechos probarán lo escrupulosamente que Audubon proce- día en sus trabajos de naturalista. Habiendo descubierto en Lui- siana un pajarillo menor que el reyezuelo y de tal color que, á me- nos de observarlo cuidadosamente, se confundía con la corteza del árbol en el cual habitaba, instalóse ante el último, provisto de un microscopio telescópico, apoyada la espalda en un cojín de musgo, pasándose de este modo tres semanas enteras. Otra vez, habiendo muerto un águila calva, posada en soberbia magnolia, quiso, des- pués de empajarla, ponerla en la misma rama que ella había opri- mido con sus garras, y, al efecto, trepando el árbol, aserró el ramo, exponiendo mucho su vida. A ds REPAROS ETIMOLOGICOS AL DICCIONARIO DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA.—VOCES DERIVADAS DEL GRIEGO. POR EL DOCTOR JUAN M, DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología. La connaissance des mots conduit a la convaissance des choses. PLATON. E Epidémico-ca.—Todos log diccionarios, menos la Academia E:- pañola, al tratar del origen de esta voz hacen referencia á epidemia, que es el elemento primitivo; algunos lexicógrafos llegan á indi- car la palabra correspondiente en griego que es émbBryuos-os-ov, como lo hacen Bailly y Chassang en su pequeño diccionario griego- francés, Ó como éste en su otro dicciunario que al explicar el origen de la voz cita la frase tmSruios vóros, Hipp. Enfermedad epidémica. Epidérmico.—Todos los autores refieren esta palabra á la griega imbeputs, ¿80s, epidermis, expresando lo mismo que el Century que se hu formado de epiderm (15) + te, que es el ¿co nuestro. Larousse halla la radical en epidermis. Bailly, al estudiar los elementos de ¿mbeppís indica que son érl y Séppa, como Chassang; la Academia nada ma- nifiesta sobre su origen. Epidermis.— Falta la traducción de esta voz; la Academia se conforma tan sólo con indicar que procede de la griega ¿émbepnis. Epifanía.— Resulta incompleta la explicación etimológica de este vocablo; la Academia manifiesta que viene de impáveia, mani- festación; de ért, sobre, y bawéo, aparecer; cuando el orden de deriva- ción deba ser éste: del griego ¿mgávera, femenino, singular, aparición, manifestación, de ¿mbpavis, aparición, de émepawéo, manifestar, de trl + dawvéw, mostrar. Epifonema.—No traduce la Academia la palabra émgóvnpa, que significa exclamación, interjección, y en último término epifonema; ade- más, aun cuando señala los elementos componentes éxrí, sobre, y dovéo, gritar, impóvnpa viene de émpovéo, gritar, y el povéo, de dovr, 144 JUAN M. DIHIGO voz, sonido, que á su vez deriva de gnut, de la raíz $A en su primera acepción, expresando idea de voz, de palabra. Epigástrico.—Ni una indicación sobre la radical de que proce- de; todos los lexicógrafos con más Ó menos detalles la indican y no es otra más que imyárrpiov. Discurriendo el Century acerca de este adjetivo manifiesta que deriva de-ért, sobre -- yaorhp, estómago, + ie, que es nuestro sufijo ico. Epigastrio.—Confórmase la Academia con decir que viene de ¿myácrtevov, que no traduce, é indicar que esta voz se compone de ml, sobre, y yacríp, estómago. El análisis debió hacerse de otro modo: de la forma neutra del adjetivo ¿myáorpios, os, ov, que está encima del bajo vientre, se ha formado el sustantivo To émuyád- rpuov, epigástrio, derivado de ént, sobre, +- yaoráp, vientre, llegándose hasta la última expresión de estos dos elementos componentes: énl, de la raíz "EI, idea de superioridad, y yacrip, de la raíz TA2T, idea de estómago, de vientre. Epiglosis y Epiglotis.—Al estudiar la Academia el origen de estas palabras señala para la primera émykhoooís, sin traducir, de emi, sobre, y Mircea, lengua, y para la segunda de ¿mwykorrís, sin tradu- cir, de ért, sobre, y yorrís, glotis, que es ykorrís, como si la segunda parte de ambas voces griegas fueran diferentes. Monlau refirién- dose á ellas dice: «epiglotis, epiglosis, que de ambos modos se escribe en latín y en griego, deriva en la segunda forma del griego yAócca, lengua, y en la primera de ykórra, que en el dialecto eólico significa lo mismo. Tratando este punto el Century expresa que deriva del ático émuykorrís, griego común emvyhoraís, lo que vale tanto como afirmar que no hay diferencia alguna en lo fundamental de la pa- labra, toda vez que la variante es puramente dialectal. Epígrafe. —Sin traducción en el Diccionario de la Academia la voz bmuypagí, inscripción; además ha debido indicarse antes de estu- diarse los elementos componentes que imvypadi deriva de ¿moypágo, escribir sobre, inscribir. Epigrafía.—¿ Por qué no dice la Academia que epigrafía deriva de imypagh, un epígrafe? Epigráfico.—¿ Por qué no se hace lo mismo al exponer esta voz ? Epigrafista.—Lo mismo que con las voces anteriores la Acade- mia ha debido indicar que este término deriva de epigraf — ista, que es derivación, como dice Cejador, del sufijo griego +e-rns, en términos eruditos, sufijo que viene de :w,-rns, de agente. Epigrama.—Para que hubiese quedado completa la explicación REPAROS ETIMOLOGICOS 145 etimológica en el Diccionario de la Academia, hubiera sido preciso que ge consignase que irlypappa, queno traduce y es inscripción, epigra- ma, deriva de emuypágo, inscribir, indicando después los elementos componentes como lo hace al explicar que la voz ypáppa procede de la raíz TPA?, que indica idea de escribir. Epigramático.—Nada indica la Corporación respecto del origen de esta voz; cierto es que el vocablo en la forma en que aparece en castellano no puede hallarse en el griego común, pues autorida- des como Bailly y Chassang nada expresan acerca de esto; pero no lo es menos que hay una forma del bajo griego á que hace referen- cia el Century émypapparicós, derivada de la griega ertypappa, que puede muy bien explicarnos los fundamentos del origen. Epilepsia. —Aquí falta indicar que ¿mAnyía es intercepción, arrél soudain, como dice Bailly, epilepsia. Lo demás está bien. Epiléptico.— La explicación es deficiente diciendo sólo que viene de émdnrrixós; ha debido manifestarse que su origen es del adjetivo de tros terminaciones imdnrrixós-4-óv, epiléptico, derivado de éxrlAmyas, epilepsia, del radical ¿mint + ios, que es un sufijo de adjetivo compuesto de la vocal unitiva «+ y del sufijo de adjetivos kós. Epilogismo.—¿ Por qué aceptar que la derivación griega es por mediación de la latina epilogismus cuando la voz existe en griego émboyiruós, que no traduce la Academia y es cálculo, reflexión? 'Emboyicpós deriva de émdoyltopas, calcular, como muy bien indica Bajlly, compuesta de ért, sobre, y Móyos, cuenta, cálculo. Epílogo.—-Si se hubiera indicado que érldoyos es epílogo y que de- riva de émbdéyo, añadir á lo que se dice, la explicación resultaría com- pleta. Epímone. tenacidad. Epiquerema. —Emxelpnea significa empresa, prueba intentada; esta voz procede de ¿mxelpo, emprender, intentar, de éní, sobre, y xelp, mano. Epiqueya.—La Academia dice que imelxeva significa equidad; in- vestigando la acepción de dicho vocablo en los diccionarios de Bailly y Chassang, se advierte que émelxeva es para ellos verosimilitud, equidad, moderación, dulzura; pero bien pudiera ser una equivalencia de lo que deba significar la palabra, toda vez que equidad en griego es To Slxarov; según la equidad, éx ro% Sixalow; seguir la equidad, ro 5íkorov árkto; obrar con equidad, Srkarorpayéo; ser tratado con equidad, róv Sialov rvyxávo; contra la equidad, wapa rió Síxasov; obrar contra la equidad, ábinéo, Y. Tampoco se dice que imipovf signifique perseverancia, 146 JUAN M. DIHIGO Episodio.—No dice la Academia de dónde sale el trecóbrv que da nuestro término. Esta forma surge del adjetivo de dos termi- naciones treróbios-os-ov, ¿Introducido de más, traído como accesorio, deri- vado de érelrodos, intervención, acción de introducirse, de tr, sobre, y «codos, entrada, de els, en, y ¿56s, camino. Epispástico-ca.—No del griego imoracrrixós, sino del adjetivo de bres terminaciones imoracrixós-f-óv, que no se traduce y significa que atrae, propio para atraer, no derivado este adjetivo de tmoráo, atraer, sino de imlorracros-os-ov, atraído, de imoráw, atraer, de trt, sobre, -/- oráw, atraer, de la raíz ETIA, ¿dea de estirar, alargar. Epistaxis.—La traducción del ¿rtoratis del Diccionario de la Academia es acción de gotear, desangramiento de la nariz, de ¿moráto, sangrar por la nariz, dejar caer en gotas, dle tt, sobre, y oráfo, caer en gotas, de la raíz ETAT, idea de gotear; de aquí el que al pensarse acerca de la importancia de los elementos gráficos que componen esta raíz resulte uno en un todo de acuerdo con el Century al considerar co- mo una forma no comprobada érlorafis por ¿moraypós, sangradura de la nariz, que encierra completamente los elementos bases de su for- mación. Epístrofe.—Falta decir que ¿morpopr significa voltear y que deri- va de imorpépo, voltear, que se compone de tr, sobre, y orpigpo, volver, voltear, dar vueltas á alguna cosa. Todavía ha podido analizarse más ambos vocablos diciendo que rt, procede de la raíz 'ElI, ¿dea de su- perioridad, y orpépo, de la raíz ETPE9, ¿dea de girar. Epitafio.—Realmente hay bastante deficiencia en la exposición etimológica de esta voz en los diversos léxicos que se han examina- do, pnes que el mismo Century no explica con la claridad necesaria la forma que produce la griega que da origen á la castellana. La Academia se conforma con decir que viene de ¿mmrágios; de tr, sobre, y tadh, sepultura; Larousse es más exacto refiriéndose á ¿murágiov; el mismo Standard toma primero en consideración la forma latina epitaphium para expresar que viene de la griega ¿émrágios, en una tumba, de tr, sobre, y rápos, tumba; menos minucioso resulta Littré. El estudio natural de este término debió haberse hecho así: epitafio, del adjetivo griego de dos terminaciones ¿m-rádios-os-ov, fúnebre, de cuya forma masculina, anteponiéndole el artículo ó, se ha construí- do ó imurágios, (sobrentendido Aóyos), discurso fúnebre, y de la forma neutra de dicho adjetivo sustantivado por la anteposición del artícu- lo neutro ró se ha hecho Ti ¿mrágiov (sobrentendiéndose irlypappa ) epitafio, que es la voz de nuestra lengua. En cuanto al rap%, sepul- sidad REPAROS ETIMOLOGICOS 147 tura, á que hace referencia la Academia, la generalidad de los lexi- cógrafos prefiere la forma rágos, que deriva del verbo fárre, que en sentido general vale tanto como rendir honores fúnebres, en el parti- cular enterrar, poner un cadáver sobre la hoguera, y cuya forma verbal procede de una teórica, tag, que consigna el Century y Chassang, expresando idea de fosa, de tumba; pero apareciendo en Bailly la rap, que origina ray Ó dar, indicando ¿dea de permanecer inmóvil, como desenvolvimiento de la raíz ETA, También Bailly hace referencia á dar, desenvolvimiento, 4 su vez de la raíz OA Ó OE, poner. Chassang no parece convenir con esta última explicación, pues si bien en la enumeración de las raíces griegas incluye 4 OAII, indica que repre- senta ¿dea de asombro. Epitalamio.—La voz griega émbaláuros requiere ser explicada, porque el sustantivo no es primitivo, sino derivado, toda vez que existe el adjetivo tmBahaulos-os-ov, nupcial; anteponiéndole á la forma masculina del adjetivo el artículo ó y sobrentendiendo únvos, tene- mos cómo anteponiéndole á la forma neutra del adjetivo el artículo neutro ró, la forma del sustantivo. Esto es lo que ha debido de- cirse. Los elementos componentes érí y dádapos están bien indica- dos. Oádapos viene de la raíz OE, que expresa idea de indicar, de co- locar. Epítasis.—Las indicaciones están bien hechas; pero la explica- ción resulta incompleta, pues se calla que ¿rloraois es estiramiento, alargamiento, epitasis. Tampoco se dice que derive de émurelvo, exten- der, alargar, de ért, sobre, más relvo, extender. Epíteto.—Ha olvidado la Academia de indicar que éríderos viene de émmri8nus, poner, poner sobre, aplicar, resultando compuesta ¿mrl0npe de ért, sobre, y tí8nus, poner, de la raíz OE, idea de poner. Epítome.—Hubiera resultado mejor el análisis de la Academia expresando que émrop4, compendio, deriva de émrépvo, cortar sobre la superficie, cortar corto, abreviar. Epítrito.—Lo mismo pasa con esta voz; á juzgar por el Diecio- nario de la Academia la forma griega érirpuros es un sustantivo des- de su origen, y analizando la formación del término se halla que brírpiros deriva del adjetivo de dos terminaciones éxrirpiros-ov, Ó del adjetivo de tres émirpuros-q-ov, que da á interés un tercio del capital; de este adjetivo en su forma masculina, anteponiéndole el artículo masculino ó, se formó ó éxrírpuros, sobrentendiéndose roús, epítrito. Época.—Le falta traducir la voz éroxfñ, restricción, cesación, para- da, pausa, época, de tréxo, sujetar, contener, refrenar, de ént, sobre, y 148 JUAN M. DIHIGO éxo, tener, sostener. Tiene relación con la raíz sáuscrita SAH, aguantar, sufrir, soportar. Epopeya.—A la palabra trorova que trae el Diccionario de la Academia, le falta la diéresis que lleva la segunda : como se ad- vierte en Bailly, Leopold, Chassang, Littré y que falta también en el Century; en Roque Barcia aparece trorea, que es una gran equivocación, pues no lleva en el griego verdadero circunflejo en la penúltima vocal y mucho menos un espíritu suave que sólo se colo- ca en la vocal inicial de la palabra ó en la segunda cuando se trata de un diptongo; en este error incurre Echegaray y el Hispano-Ame- ricano al hacer el término atónico. La razón de por qué debe te- ner + es porque según la transcripción el diptongo o. equivale en castellano á la e, y la segunda + viene á representar la y nuestra, formando parte de la sílaba siguiente. Atónico resulta también el vocablo ¿xrorovta en la trauscripción del Standard. Tanto Roque Barcia como Echegaray presentan la forma érorela que no existe en Bailly, Chassang, Leopold, ni Alexandre, entre otros. La forma ¿morrovta viene de érorovós, pceta épico, poeta en general, y esta palabra de ¿ros, palabra, de la raíz PEI, según Bailly, Ó 'EII en su segunda acepción, expresando idea de voz, de palabra, y roto, hacer. Eptágono. —Falta decir que eptágono se ha formado del adjetivo de dos terminaciones irráyovos-os-ov, de siete ángulos, del cual ha sali- do el sustantivo rá imráyova. La Academia, al referirse al segundo elemento prefiere la forma yávos, ángulo, á yuvía con igual significa- ción que la anterior; pero ni Bailly, ni Chassang, ni Alexandre, ni el Century, ni el Standard la emplean. Equimosis.—Resulta deficiente la explicación que da la Acade- mia acerca del origen de esta voz, pues éxxúpoois, equimosis, deriva de ixxvpócodas, derramar la sangre, dejarla atravesada bajo la piel, de ex, fuera, y xvpós, jugo, jugo animal, de xée, derramar, de la raíz XY, idea de derramar. Erístico.—Muy conveniente hubiera sido indicar que viene del adjetivo ¿puorrixós-h-óv, que ama la disputa, la discusión, y no decir sólo que procede de épierrixós, sin traducir. 'Epiorixós se ha formado de ¿pvorrós-h-óv, sobre lo que se disputa, y este adjetivo del verbo éplfo, querellarse, entrar en lucha, que viene de épus, querella á mano armada, lucha, combate, de la raíz 'EP, idea de mover. Eritreo.— Todavía pudo la Academia haber ampliado más el análisis diciendo que eritreo viene ¿pudpaios-a-ov, rojo, de ¿pubpós-á-óv, rojo, de la raíz *PYO, estar rojo. REPAROS ETIMOLOGICOS 149 Erotema.—¿ Por qué no dice que ipórnpa significa interrogación? Erótico-ca.—¿ Por qué no dice que iporixós, erótico, es una forma del adjetivo ¿poriós-4-óv ? Escaleno.——Falta expresar la forma cexaAqvós completa. Es cka- Anvós-4-óv, desigual, oblicuo, de la raíz EKA, cojear, ir al través. Escara.—Ha dejado de traducir la voz ¿exápa, corteza, costra. Escenografía. —Tampoco traduce á oxnvoypapla, descripción dra- mática, adorno de pintura. En vez de derivar esta voz directamente de axfvy y de ypágo, ha debido decir que se ha formado de arnvóypa- pos, decorador del teatro, y ésta compuesta de los términos ya apun- tados. Escéptico-ca.—Así como la Academia se cuida bien de poner las dos formas del adjetivo castellano, ha debido igualmente expresar que deriva del griego crerrixós-4-óv, que observa, que reflexiona, escép- tico. Sustantivando este adjetivo dijeron los griegos ol Exerrixol, los filósofos escépticos. Escinco.—¿ Por qué se dice que este término se ha formado sólo de okiyxos, especie de cocodrilo, de gran lagarto, cuando lo mismo pu- diera provenir de aklyyos? Bailly y Chassang se refieren á ambas formas. La Academia no traduce la que acepta. Escombro.— Ha padecido error la Academia al decir que escom- bro viene de ckópepos, pues esta voz no existe en los diccionarios de lengua griega. La forma correcta es ckóuBpos, como la indican to- dos los lexicógrafos. Escorpioide.—No se traduce ckopmioe5hs, en forma de escorpión, mi se dice que es un adjetivo de dos terminaciones rkoprice8hs-As-és, for- mado de okopmós, escorpión, derivado de la raíz EKAP, idea de saltar. Esfenoides.—Es deficiente lo que dice la Academia; esfenoides viene primero de oenvouShs-4s-és, en forma de cuña, de eo», cuña, y «Sos, forma, Esfera.—Ni se traduce la voz ooaipa, bola, globo, esfera, mi se in- dica, como apunta el Century, que deriva de corelpo, esparcir. Chas- sang refiere la voz á la raíz E$ATP, ¿dea de algo redondo. Esfinge.—Sin traducir la palabra colyf, esfinge, y sin añadirse una palabra más, cuando cóíy¿ deriva de coeglyyo, apretar, encerrar, de la raíz 2$ITT, ¿dea de apretar, estrechar, ajustar. Esméctico-ca. —Del griego oyneruxós, sin traducir, y significa que tiene la propiedad de limpiar, y sim indicar que es un adjetivo aunkrurós-h-óv procedente de cuñxo, enjugar, secar la humedad, de la raíz EMHX, 6 más bien EMA, idea de enjugar, roer, raspar, 150 JUAN M. DIHIGO Esmeralda.—Concrétase la Corporación á decir que su origen está en la forma cyápaySos, que produjo también la latina, pero la génesis de esta voz está ante todo en la raíz MAP, segunda acepción que expresa idea de cosa pulida, brillante, y tiene también relación en cuanto á la significación con la forma sánscrita marakata-m y marakta-m, como lo manifiesta Bopp en su Glossarium comparativum lingue Sanscrite y lo indica Curtius en sus Principios de Etimología Griega. Esmeril.—¿ Por qué se calla la significación de cuúpis, esmeril ? ¿Por qué no se analiza más exprerándose que cuópis viene de cuáo, frotar, de la raíz EMA en su segunda acepción, que indica idea de raspar ? Esóíago.—Al tratar esta voz se concreta la Academia á decir que viene de oloogáyos, sin decir que significa esófago; pero aun así la explicación es deficiente dado que olropáyos, esófagos, es UN VOCA- blo compuesto de otow, futuro de gépo, llevar, y páyo, comer. En cuan- to á otrw, del verbo inusitado otw, llevar, viene la raíz "I, idea de ir, y dáyo, comer, de la raíz, $AT, idea de correr. Dentro de esta raíz coloca Chassang á oleo-páyos. Esotérico.—No es suficiente lo que dice la Academia, toda vez que únicamente se refiere á toorepixós, sin indicar su significación, esotérico, sin darnos las formas del adjetivo towrepixds-h-óv, y Sin ma- nifestarnos que deriva de ¿cu, dentro, más repos, sufijo de compara- tivo, más uós-h-óv, sufijo de adjetivos compuesto de la vocal uniti- va + y del sufijo de adjetivos xós-f-óv, más usado en la forma com- puesta uós. De esta manera poco más Ó menos se expresan los diccionarios desde el Century, Roque Barcia, Standard, Larousse, Hispano-Americano, Carré, Echegaray y Littré. Monlau no registra la voz, como tampoco Rodríguez Navas en sus Raíces, Afijos y Desi- nencias. Tampoco aparece en el Diccionario de Autoridades. Espárrago.—Respecto de esta voz es lo cierto que todos convie- nen en que deriva de la griega áorápayos, espárrago, por mediación de la latina asparagus. Para algunos, como el Century, su origen es persa; en el latín medioeval se advierte al estudiar este término la influencia del aféresis, haciendo caer la a inicial y dando sparagus, de cuya forma deriva el italiano spar1gio, rumano sparangá. La in- dicación de la voz ácrápayos es incompleta dado que ésta, según Bailly, se ha formado de la a prostética y orrapyáv, estar hinchado, derivada de orrapyh, hinchazón de las mamas llenas de leche, derivada á su vez de la raíz EMEP, idea de sembrar. AA AA - REPAROS ETIMOLOGICOS 151 Espasmo.—ZEracuós es la acción de tirar, tirón, espasmo. Esta voz viene de cráo, tirar, y ésta de la raíz ETA, idea de estirar, de alargar. Espasmódico.—Falta indicar que eraruósns es convulsivo, espas- módico, y que además hay el vocablo eraruarádns que significa lo mismo, formado como el anterior de oracuós, espasmo, y «Sos, forma. Esplénico.—La Academia se conforma con indicar que procede de la voz orAnvixós, sin expresar la categoría ni la significación. Otro tanto hacen el Hispano-Americano, Echegaray y Roque Barcia; Monlau lo refiere á la forma latina splenicus y luego á la griega orAfy, bazo, el Diccionario de Autoridades no registra la voz, como tampoco Carré en su Vocabulaire Frangaís. Larousse al explicar el origen de la voz parte del vocablo primitivo, y Littré deriva «arinvixós de arAñv, bazo. La Academia ha debido decir que esplénico se ha formado del adjetivo griego orAnvixós-A-óv, que pertenece al bazo, y á su vez de orAfy, bazo, constituído el término de la raíz EMAA, expre- sando idea de víscera interior. Aún puede agotarse el análisis di- ciendo con Skeat que dicho término corresponde al sánscrito plihan, plihan, el bazo. Espondaico.—Del griego orovSaixós indica la Academia y con ella el Hispano-Americano, Echegaray y Roque Barcia, si bien el primero le pone á la sílaba a. espíritu fuerte y acento, («rvSalxós), no obstante llevarlo en la última sílaba, estando de más aquél como el propio espíritu, y el segundo y el tercero circunflejo en la penúltima sílaba, con acento agudo en la última, lo que es un verdadero error, pues no hay palabra griega que lleve dos acentos. La Academia tampoco dice lo que significa ni la categoría que tiene la voz. La forma crovsaixós, que presenta la Corporación como la señalada por los otros autores, está mal escrita, dado que en griego la forma es orrovSeraxós-1-óv, que acompaña las libaciones, espondaico. Examínense los diccionarios de Chassang, Bailly, Leopold y Skeat y se adverti- rá que la escritura de la Academia es incorrecta. También se ad- vierte que la Corporación no termina su análisis, pues la debido haber dicho que crovseuaxós-4-ov viene de arrovBeios, (ne es otro adje- tivo arovScios-a-ov, que acompaña las libaciones, de donde se ha forma- do el correspondiente adjetivo, derivado de corovó%, libación, de la raíz EMENA, expresando idea de derramar. Larousse lleva la dicción al radical spondée. Littré pone ceropSaixós, indicando que es forma dudosa y adoptada por el uso moderno, siendo la forma correcta y segura orovdeaxós, y el Standard á la derivación correcta que se ha indicado currovbeiaxós < orrovbcios < orovsbh € ormévbw, derramar. Ale- 152 JUAN M. DIHIGO xandre registra el adjetivo crovSaixós-4-4v; pero como resulta cuando la ortografía no es la verdaderamente correcta dice orovSaixós-4-óv como crovsevaxós. Bueno es advertir que Alexandre delante de esta palabra pone el signo de interrogación que expresa la duda. Espondil.—Simplemente se dice que deriva de la forma griega oróvsvios, sin expresarse la significación, que es vértebra; pero cuan- do se estudia la voz al través de los diccionarios que hacen el aná- lisis de la misma en forma concienzuda, se advierte que esta forma aróvsvios no es la verdaderamente correcta, sino egóvivios, y por ello se nota que Chassang sólo registra sin explicación cróvóvios, dicien- do como ceóvsvkos, vértebra, de la raíz E$ONA, ¿dea de vértebra. Bailly hace más: da á ambas voces significación distinta, cróvsvkios, cabeza de alcachofa, y ogóvbvkos, vértebra. Leopold, al referirse á corovSvAn, orrovdúAiov, orrovbúdios, aróvdvios, indica que se vea oeovdvAn. El His- pano- Americano, Echegaray y Roque Barcia siguen á la Academia. El Diccionario de Autoridades consigna que es voz griega y usada de los latinos spondylus, lo que vale tanto como suponer que desde esta edición se advierte el error ortográfico á que antes se ha hecho refe- rencia. Igual criterio sustentan Larousse y el Standard, mientras Littré indica que viene de cróvidvios Ó de oeóvivios, vértebra; revelan- do la inseguridad respecto de la forma correcta de esta palabra; el Century indica que cróvivios es una forma menos correcta de oeóvsvios. Rodríguez Navas de coróvsvkos. Esqueleto.—Respecto de esta palabra conviene decir que la ex- plicación de la Academia resulta deficiente no sólo porque considera que nuestra voz deriva de ckederós, sin decir en la forma en que este término debe tomarse, sino porque ni hace la correspondiente tra- ducción. Esqueleto viene de cxederós 09, sobrentendida la voz avéporos, como dice Chassang, Ó de ckederóv-09, sobrentendida cópa, como manifiestan Bailly y el Century y siguificando ambos sustan- bivos esqueleto, cadáver, momia, y derivándose del adjetivo aokederós f-óv, seco, desecado. Exeherós procede del verbo crédio, secar, como dice la Academia, pero ha debido además indicar que ckéMo viene de la raíz EKEA, que lleva en sí la idea de secar. El Hispano-Americano copia á la Academia, como Echegaray y Roque Barcia. Monlau usa la palabra en los dos géneros y coincide con la Corporación, mientras Skeat, á juzgar por la forma inglesa skeleton, entiende que procede de crederóv, que es forma neutra de cokederós, á su vez derivada de okémlo, á que antes se ha hecho referencia. Larousse juzga que es mejor traerla de la forma masculina oxekrós con las otras deriva- E Y REPAROS ETIMOLOGICOS 155 ciones apuntadas, siendo de igual modo de opinar Littré. El Standard entiende que es de erekeróv. Esquema.—Se nota en el Diccionario de la Academia un error ai indicarse que cxñiga, forma, hábito, viene de oxetv, haber, tener. No hay ningún verbo griego cuyo modo infinitivo sea exetv; el verbo es éxo, en iufinitivo éxewv, tener, y la forma cxeiv que se ve en griego es infinitivo Ge aoristo, segundo de ¿xo, que significa, como se ha di- cho, tener. La raíz de donde procede este verbo es “EX Ú ZEX, ex- presando idea de tener. Esquemático.—Es curioso observar cómo se atribuye á la voz oxnmparixós el origen de nuestro adjetivo. Ni Chassang, ni Bailly, ni Alexandre, ni Leopold registran este vocablo en sus dicciona- rios griegos y ni el mismo Curtius en sus Principios de Etimología Griega tampoco hace referencia á ella. De más está el decir que el Hispano-Americano, Echegaray y Roque Barcia coinciden con la Academia, puesto que siempre los vemos iguales; pero lo sorpren- dente es advertir que Larousse no señala el origen de la voz y Littré tampoco, si bien al tratar la voz schématiquement expresa que su etimología está en exnquorixós, que no hallamos en los diccionarios indicados. De todo esto se deduce que la Academia, en vez de ha- ber estudiado la voz en la forma que lo ha hecho, ha debido consig- nar que esquemático deriva del vocablo exñpa, forma, y del sufijo ico, propio de adjetivos. Esquematismo.—De oxnquaricuós, dice el Diccionario, sin señalar su significación, conformación, configuración, dibujo, ficción, estilo figurado, etc. Este sustantivo deriva del verbo exnparlío, formar, figurar, dibujar, vestir, disfrazar, etc., y éste de oxfpa, exterior, forma, vestido, dibujo, de la raíz 'EX en su primera acepción, que indica idea de tener. El Hispano-Americano equivoca la escritura poniendo okqparicpós, pero Echegaray y Roque Barcia están de acuerdo con la Academia. Tudos los autores están conformes en que el análi- sis ha debido hacerse así; pueden consultarse el Century. Standard, Littré y el mismo Larousse que refiere el término schématisme al ra- dical scheme. Ni Monlau ni el Diccionario de Autoridades la regis- tran. Bailly confirma en un todo el origen de la voz al referir á exipa á la raíz EX ('EX), tener, que es la sánscrita SA H. El Sr. Ro- dríguez Navas deriva el vocablo del verbo scheoo, que no aparece en los diccionarios de Chassang, Bailly, Leopold, Alexandre, bi con y, ni con e se incluye en dichas obras la forma coxto, pero ésta no equivale á la transcripción que se ha hecho por el Sr. Rodríguez 154 JUAN M. DIHIGO Navas, ni es tampoco el verbo á que puede referirse este vocablo, porque cxéo es forma jónica está por exo%, que es un imperativo de aoristo segundo medio de txo, tener. Esquena.—Dice la Academia de cvxoivos, cuerda, Ó coxowwtov, enca- denamiento, serie. A primera vista pudiera pensarse que ambos vocablos son primitivos, cuando el segundo deriva del primero; pero bueno es advertir que oxowtov sólo significa cuerda de junco, cable, cuerda de agrimensor, y no encadenamiento, que es cvvágera, ni serie, que es cuveippós. La forma oxoivos deriva de cxívos, lentisco, esquila, de la raíz EXIA, idea de dividir. Fl origen indicado por el Hispano- Americano, Roque Barcia y Echegaray es el mismo de la Academia. Discurriendo Monlau acerca de este término, entiende con Diez que su derivación es germánica, del antiguo alto alemán, skina, aguja, cuerpo que remata en punta, y es de estimarse con Kórting que tal es su procedencia, considerándose como arriesgado el ori- gen griego que se le atribuye. Esquife.—Está en un error la Corporación consignando que esta palabra procede de la griega erápn, barco, lancha, como también lo afirman Roque Barcia, el Hispano-Americano y Echegaray. Littré al indicar la etimología señala en primer término la española y la portuguesa, y después hace referencia á la griega y á la latina. Larousse manifiesta que esta voz es de las que demuestran las es- trechas relaciones entre las lenguas germánicas y las pelásgicas, pues coinciden en la morfología y en el aspecto semántico; pero en realidad el vocablo esquife tiene como elemento primitivo el antiguo alto alemán skif, barco, que es el skip en godo, nórdico y anglo-sajón. Tiene mucha razón Monlau al pensar que debe desecharse la deri- vación tanto latina como griega que exige, como dice, el extraño cambio de la a en ¿. El Century como el Standard, partiendo de la forma del antiguo francés squif, consideran su origen exclusiva- mente germánico, pues esquif viene del antiguo medio alemán skif, schif, alemán schiff, un bote, un barco. Hay además una razón de peso; Kórting, en su gran diccionario latino-romano ni siquiera hace relación al origen latino ni griego, sino que lo considera del todo germánico. Estacte.—Le ha faltado á la Academia decir que oraxrí es for- ma femenina de oraxrós-4óv, que pasa gota á gota, destilado, líquido, y de este adjetivo se ha formado el sustantivo oraxrf, sobrentendido ouúpva, mirra, derivado el eraxri, como dice la Corporación, del ver- bo rráfo, hacer caer gota á gota, de la raíz ETAT, colar gota á gota. REPAROS ETIMOLOGICOS 155 Estadío.—Precisamente porque esta palabra es usada con no poca frecuencia ha debido hacerse un análisis detenido para que se advierta la relación que hay entre el sustantivo y la raíz de que procede. Deriva de orásiov, estadío medida de longitud de 185 me- tros, estadío, carrera de longitud de un estadío, originada de tornqus, estar de pie, de la raíz ETA, que expresa ¿dea de mantenerse de- recho. 4 Estafisagria.—El origen está bien indicado, pero el análisis es diferente, pues ni se dice lo que significa eragís, uva seca, ni tampo- co que erapís deriva de la raíz ETAS, idea de uva. El Hispano-Ame- ricano, como la Academia, pone coragís ¿ypra, raíz silvestre, cuando es estafisagria. Roque Barcia manifiesta que oragís áypia se traduce por racimo de uva silvestre, además modifica el vocablo en la deriva- ción, pues lo escribe estafisagra, y Echegaray lo deriva de igual modo. Moulau mantiene la misma ortografía que Roque Barcia, aun cuando dice que cragís ¿ypia es una especie de hierba, de erapís, pasa, uva pasa, y áypia, silvestre. Realmente se nota gran deficiencia en la forma de estudiarse este término, pues ha debido significarse que oragpís vale por uva seca, uvate, formada la voz de la raíz ya mencionada. La traducción de Roque Barcia y de Echegaray está equivocada, pues erapís no es racimo de uva, sino uva sólo: erapvAh es racimo de uva. Léase lo que respecto á esta voz dicen Littré y Larousse y se advertirá que coincide con lo que acaba de indicar, y por tanto, en contra de la Academia. El mismo Curtius, refirién- dose á esta dicción y á la raíz ETEM9, Z2TEMB, manifiesta que no sabe cómo relacionar con esta raíz oragvAñ, racimo de uvas, oradís, árragís, uva, lo que demuestra una vez más la confusión de los autores sobre el vocablo que corresponde en griego á uva y á racimo de uvas. Estangurria.—Dice la Academia del griego erpayyovpía; de orpáye, gota, y oúpéo, orinar. El origen está bien indicado, pero se nota que no se traduce á erpayyovpla, dificultad de orinar, estangurría, ni se expresa cómo corpáye, gota, viene de la raíz ETPAIT, que lleva la idea de torcer al ajustar, apretur, porque es la gota exprimida del pa- ño mojado que se tuerce, y cvptw, orinar, de oúpov, orina, de la raíz 'OPP y OYP, idea de orinar. La ortografía usada por la Academia es incorrecta, pues en lugar de estangurria ha debido escribir estran- gurría. Sin la p que tiene la dicción griega tendríamos otra raíz ZTAT, que aun expresando idea de pasar gota á gota no es la que forma la voz erpáye, sino las oráySnv, rráypa, rrayóv, oráfo, aradáfo, 156 JUAN M. DIHIGO oradáypo, oradaypós. En el Century, S. Keat, Standard, Littré y Larousse se advierte la r; pero Roque Barcia, Echegaray y el His- pano- Americano siguen á la Academia. Estática. —Estático-ca.— El origen está bien indicado, aunque no completo, pues erariñ, estática, es forma sustantivada del adje- tivo erarixós-4-óv, propio al equilibrio, formada de erarós-4-óv, estaciona- rio, estable, de la raíz ETA, que lleva la idea de mantenerse derecho, de establecer. El Hispano-Americano sigue á la Academia, Monlau re- fiere la voz al adjetivo estático para decir que en italiano es statica, francés statique y catalán estática. Los demás autores, como el Cen- tury, hacen el estudio correspondiente indicando las formas distin- tas de las que ha procedido el vocablo. La Academia, al referirse al adjetivo, ha debido indicar que viene del propio griego erarixós- 4-$v á que antes nos hemos referido. Esteatita.—Refiérelo la Corporación á la forma griega orarirns-ov, sin traducirla, de grasa, y á su vez de eréap, sebo, grasa sólida. Ni Chassang en su edición grande, ni Bailly, ni Alexandre, ni Leopold registran este aspecto del vocablo, pero sí lo vemos en la edición pequeña de Chassang. La forma crearirgs no es propiamente la correcta, pues se usa, como dice el Century, Únicamente como equi- valente de oreárivos-7-ov, de grasa, construída bajo la base de créap, grasa, y ésta de la raíz ETA, idea de mantener derecho, de establecer. El Hispano- Americano sigue á la Academia, como Roque Barcia y Echegaray. Larousse la refiere á corétap y Littré señala á erearirns y luego á eréap, concretándose el Standard al eréap tan sólo. Estela.—Ha debido decirse que cráAn significa columna, pilar, estela, derivada de terávas, poner, colocar, de la raíz ETA, expresando idea de mantener derecho. Roque Barcia no registra la voz en este sentido, ni Echegaray. Monlau no hace referencia á este aspecto semántico; pero Larousse, Littré, Century y el Standard explican este sentido y el origen de la vcz, que sólo en este concepto puede referirse á la griega oríAn, porque en el de la señal que deja en el agua la embarcación cuando va navegando otra es la voz de la cual deriva nuestro término. Estenografía.-—No se hace indicación respecto á la derivación de esta palabra formada de estenografía, más el sufijo ico, que á su vez lo está de corevós, estrecho, y ypabía, derivado de ypágo, escribir. Estenógrafo.—Tampoco indica la Academia su origen, que son las mismas voces indicadas en el precedente análisis. Estereometría. —El análisis de esta voz es deficiente, porque , rro E A AA TAM A A A EN A A A REPAROS ETIMOLOGICOS 157 orepeoperpía, que significa medida de los sólidos, lo que no dice la Aca- demia; no se forma de erepeós, sólido, y pérpov, medida, sino que pro- cede de erepeoperpéw, medir los cuerpos sólidos, de erepeoutrens, que mide los cuerpos sólidos, de arepeós y perptuo. El Hispano-Americano, Rcque Barcia y Echegaray hacen la misma explicación que la Academia, como asimismo Monlau. Estereométrico-ca.—No dice que erepeouerpixós-h óv significa per- teneciente á la estereometría. En esto se advierte la combinación del vocablo estereometría, más el sufijo ico. Estereotomía.—Falta algo en la explicación dada por la Aca- demia, pues el vocablo deriva de crepeós, sólido, más ropla, que viene de répvo, cortar. El mismo análisis hacen el Hispano-Americano, Roque Barcia y Echegaray. Esternón.—Es curioso ver lo deficiente que resulta la explica- ción del Century al estudiar este vocablo manifestando que procede de la voz griega orépvov, el esternón, como si exclusivamente ésta fue- ra una de las acepciones del erepvóv. La Academia expresa que es de orepvóv, sin traducir, de orópvups, extender; lo mismo dice el Hispa- no- Americano, Roque Barcia y Echegaray. Monlau se aproxima más en su explicación al decir una especie de hueso, hueso del pecho, pecho. La voz crépvov, esternón, significa delante del pecho y por extensión pecho, seno, que se ha formado de la raíz ETEP en su se- gunda acepción, expresando idea de solidez, de sequedad. Refiriéndo- se Curtius en sus Principios de Etimología Griega á esta palabra, la relaciona con el stirna del antiguo alto alemán, alemán moderno stirn, y manifiesta que el primer significado de la voz es el de super- ficie llana, como se ve en la raíz ETOP. Fick la relaciona con el término sánscrito strana, región, lado. Estigma.—¿ Por qué al indicar los elementos que componen esta voz no dijo que si eriyua, marca de una picadura, viene de crío, picar, este verbo se ha formado de la raíz ETIT, indicando idea de marcar? Estilo.—Incurre en error manifiesto la Academia al analizar este vocablo y suponer que viene de críos, columna, poste, etc., de la raíz ETY, que expresa idea de estar, y con ella también el Hispano- Americano, Roque Barcia y Echegaray, que copia de éste cuanto consigna en su diccionario sobre la voz. Monlau sigue á los ante- riores. La forma castellana procede de la latina stilus, que lleva expresa la ¿dea de cavilla de hierro puntiaguda para escribir en tablas de cera; en su origen significa lo que pincha; stilus significa stiglus *, como etimulus está por stigmulus, de la raíz ETIT, pinchar. Y tan cierto 158 JUAN M. DIHIGO es esto que discurriendo Skeat sobre este punto considera que la escritura inglesa style es falsa, debiendo ser stile, error sobrevenido por escribirse la forma latina stylus. Asimismo dice este lingúísta que algunos escritores se imaginaron que el coródos, pilar, era la, forma original del stilug latino. Este vocablo griego tiene diverso sentido y diversa forma, viniendo de distinta raíz, es decir, de ETY, relacionada con ETA, mantenerse derecho. Si examinamos el Century advertimos este mismo criterio que confirma Larousse al decir style del latín stylus, stilus, por stiglus, de una raíz 2TIT, picar, y que se ve asimismo en el griego corífe. picar, en el gótico stikan, picar, en el alemán stechen, inglés to stick y ruso stegain, con el mis- mo sentido. —Littré sigue la opinión de que estilo deriva de orúhos, columna, punta, punzón, de la raíz ETA, estar derecho, como si la idea fundamental de esta palabra debiera ser el aspecto recto del pun- zón y no lo que con dicho instrumento se realiza, el pinchar la capa de cera para escribir en la tabla. Roque Barcia hace alusión 4 un verbo griego cráw, estar de pie, que no se halla en los diccionarios griegos. Bailly hace la misma explicación del radical stig. Estilobato.— Refiere la Academia esta voz á la griega orvkofárns, sin traducirla, base de una columna, pedestal, zócalo. Además ha de- bido analizar los elementos que integran este término diciendo que lo constituyen crítos, á que ya se ha hecho referencia, y Baívo, 1r, marcuar, de la raíz BA, que expresa idea de marchar. Estinco.—Nada se dice sobre la significación del término cklyxos, estinco, ni sobre la construcción y abreviatura del compuesto Svakivyros, y NO Svakívnxos, como dice Campos Leyza, que se mueve len- tamente, formado del prefijo $us, que indica idea de pena, de privación, y se relaciona con la raíz AY en su segunda acepción, que en senti- do figurado lleva la ¿dea de desgracia, y del verbo kiwéo, moverse, de- rivado de la raíz KI en su tercera acepción, que manifiesta idea de moverse. Muy razonable es la observación que hace Roque Barcia señalando la conveniencia de que la Academia Española adopte la forma escinco, que es la única conforme al griego y al latín, pues estinco no tiene raíz. Monlau no da importancia á estinco, pues lla- ma al lector á esquinzo voz que no aparece en la última edición del Diccionario de la Corporación ni tampoco en el de Autoridades. Estíptico.—Al indicar el origen de esta voz ha debido expresarse que orurrixós significa astringente. Estoico.—Deficiente resulta cuanto se dice sobre el origen de este vocablo, pues la Academia refiérese á oroixós, sin decir que es A a <> di . din TO REPAROS ETIMOLOGICOS 159 adjetivo de tres terminaciones croixós-f óv, y que es una forma poé- tica de oruixós-f óv, de la escuela de los Estoicos, en forma sustanti- vada ó oroixós, el estoico, procedente de eruá por rroá, pórtico con co- lumnas, de la raíz ET Y, que expresa idea de mantenerse derecho. Estoma.—Falta explicar que crópa se origina de la raíz ETOM, idea de boca. Refiriéndose Century á la procedencia de esta palabra cree que no tiene importancia la forma eolia erú.pa para descubrir la etimología, como tampoco la raíz sánserita STO, laudare, celebrare. Aun cuando Fick cree hallar la raíz en stan, resonar, no satisface la explicación. Estomático.—La Academia equivoca la escritura de la palabra eroparixós, poniendo eropaxixós; también dice que significa pertene- ciente á la boca. El Hispano-Americano incurre en el mismo error ortográfico, Roque Barcia y Echegaray la escriben bien. Estoraque.—Le ha faltado decir que vrúpag es el estoraque y que viene de la raíz ETY, idea de mantenerse derecho. Estrabismo.—No resulta completo este análisis porque no se dice que crpafipós es estrabismo, ni que este término deriva de orpafós, bizco, derivado de erpégo, torcer, voltear, de la raíz ETPE?, expresando idea de girar. El mismo defecto de la Academia se ad- vierte en el Hispano- Americano, pues los términos están indicados en Roque Barcia y en Echegaray, pero sin el orden correspondiente. A Monlau le falta la referencia del verbo y de la raíz. Mejor es la explicación de Rodríguez Navas. Larousse y Littré lo indican bien, aunque con la ausencia de la raíz. Estratagema.--El vocablo erpariynya, que no traduce la Acade- mia, significa maniobra, operación, militar, estratagema, práctica, deri- va no de corparós, ejército, como se indica en el Diccionario, sino de erparayéo, mandar un ejército, ser general, estar á la cabeza de, mandar, formado de orparnyós, general del ejército, de orparés, ya explicado, y áyo, conducir, salido aquél de la raíz ETOP, expresando idea de ex- tender, y éste de 'AT, idea de conducir. El Hispano-Americano, Ro- que Barcia y Echegaray siguen casi á la Academia. Lo mismo que Monlau, Rodríguez Navas refiere la voz á una raíz ETPAT, guerrear, que no existe; ignoramos si habrá querido decir ZTAP, como pone Bailly en su Diccionario griego, raíz que une á ZTEP, ZTOP y ETPM. Bailly en su Manuel des Racines Grecques et Latwmes, estudia la voz al explicar la raíz ETOP, indicando idea de extender. Larousse y Littré hacen la misma indicación. Estrategia.— No basta decir que deriva erparnyía, que no tradu- 160 JUAN M. DIHIGO ce y es mando de un ejército, habilidail en el mando de un ejército, ete., de orparnyós, general, jefe; hay que manifestar que orparnyía deriva de erparnyós, ésta á su vez de orparós, le oropévvupu, extender por tierra, de la raíz ETOP, idea de extender. El Hispano-Americano, Roque Barcia y Echegaray, aunque explican el origen de la voz mejor que la Academia, no haten el trabajo completo. Estratégico.—Simplemente se dice que viene de erparnyixós, sin manifestarse que es un adjetivo erparnyixós-f óv, ni que significa per- teneciente á un general, voz formada de corparnyós, general. Estrige.—¿ Por qué no ha dicho la Academia que orplyE, zumaya, se ba formado de la raíz ETPI, que indica ruído estridente? Eter.—Ni siquiera se dice lo que significa la voz griega al0íp para ver si nuestro término representa la idea del vocablo griego 'Ar0hp, el arre más alto y más puro, derivado de at6w, quemar, de la raíz IO (al9), idea de quemar. El Hispano-Americano sigue á la Acade- mia. Roque Barcia y Echegaray la refieren primero á atóv y des- pués á atémp, equivocando la acentuación de esta última, que es oritona y no paroxíitona. Etimologista. —Sobre esta palabra nada dice la Academia res- pecto á su origen, aun cuando no se halla en griego la voz así cong- truída, pero hay érvuokóyos, etimologista, y con este elemento haber indicado como viene de ¿rvpos-ov, verdadero, de éreós á4-óv verdadero, de la raíz 'ET, ¿idea de verdadero, de realidad. La misma deficiencia se advierte en el Hispano- Americano, en Roque Barcia y en Echega- ray. Monlau lo indica como un derivado de etimología. Etimologizar.—¿ Por qué no se ha hecho referencia á érvpokoyto, dar etimologías, etimologizar ? ELOGIO DEL DR. JOSE I. TORRALBAS ! POR EL DR. ARÍSTIDES MESTRE Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología Conservador del « Museo Poey ». Votre vie laborieuse et modeste restera comme un salutaire exemple... Dumas. Señor Rector: Señoras y señores: La Universidad reclama, con razón, una parte del duelo que con la muerte del Dr. José I. Torralbas, acaecida en la tarde del 6 de Diciembre de 1903, ? hirió dolorosamente á la sociedad habane- ra; y la Facultad de Letras y Ciencias, á que perteneció el malo- grado compañero, cumple hoy su deber honrando la memoria del que nos abandonó para siempre, con este acto de consagración á sus virtudes, dedicado por entero á su elogio, 4 dar cuenta de lo que fué una vida laboriosa y modesta, una vida que es—después de todo—una página más que agregar á la historia de las ciencias na- turales en Cuba. Hemos perdido un amigo bien estimado, cuyo trato amable y dulce era causa principal de las simpatías extensas que conquis- tó en vida, y también motivo sobrado para afianzar de uu mo- do perdurable el sentimiento que surge ante la idea de la eterna separación. Sí, porque nuestra cultura científica dejó de tener á uno de sus representantes más respetados, la patria cubana á uno de sus buenos hijos!... Ah! cuando un hombre penetra en la in- sondable inmortalidad por esa misteriosa puerta de la muerte, al- guien ha dicho que á su alrededor, en esos momentos óÓ en tiempo próximo, inmediato á su último adiós, no debe ruido alguno de la tierra seguirle en esa nueva dirección hacia lo desconocido, y sólo tener la compañía del triste sonido de los pasos de unos pocos amigos—los que fueron sus íntimos—que lo conduzcan hasta el umbral del cementerio. Así es más melancólica y solemue la des- 1 Leído en la sesión solemne celebrada en la Universidad el día 11 de Diciembre de 1904. 2 Nació en Matanzas el 23 de Enero de 1842; y en el Colegio de D. Joaquín Andrés Dueñas completó su preparación para el ingreso en nuestra Universidad, 162 . ARISTIDES MESTRE pedida! Y, entre esa vida que comienza y la otra—llena, bien lle- na de ansiedades y de desencantos—que concluyó al boi de de una fosa recientemente abierta, existe, 4 no dudarlo, un inmenso abismo... Nada, en efecto, por selecta que sea la expresión buscada que brote del corazón atormentado ó de la inteligencia creadora... nada es capaz de salvar la distancia entre ambas: frente á la eter- nidad, á toda la significación que tiene ese sepulcro, reconcentre- mos, silenciosos, nuestro espíritu, que, ante lo infinito, todo absolutamente todo lo demás reviste pequeña apariencia... aun las mismas penás y los afectos, esas dos cosas que bien pueden consi- derarse como lo más hermoso entre los hombres! Nuestro compañero tuvo una vida de completa dedicación al trabajo. Pasó por este mundo cultivando á todas horas su pensa- miento, con el empeño tenaz de mejorar su inteligencia, aspirando constantemente á engrandecerse, elevando y ennobleciendo su alma. Y ahora, por encargo inmerecido de la Facultad de Letras y Ciencias, he de decirles á los que bondadosamente me escuchan, quién fué en vida—en esa vida de la tierra—el doctor Torralbas; y, bosquejando la relación de sus trabajos, de su actividad científi- ca, se tendrá una idea de ese importante aspecto de la existencia de quien conocía en sus formas más exquisitas la piedad filial, y los lazos de sus afectos que se extendieron más y más, para nunca de- bilitarse; del que era, en una palabra, un hombre de saber y un hombre de bien. Se ha cumplido en estos días el primer aniversario de su muerte; ya ha habido tiempo para valorar su intensa labor. Cuando se habla á raíz del suceso, exprésase sólo la tristeza, el "pesar que em- barga; pero ya aquí se hace necesario que las verdades útiles se unan á las manifestaciones del sentimiento. «No se debe á los muertos—escribió un sabio—más que lo que pueda ser útil 4 los vivos: la justicia y la verdad.» Y el gran Cuvier también lo dijo: «se debe la verdad á esos ilustres muertos », son sus palabras, cier- tamente categóricas. Y ésta será mi norma al referirme á nuestro compatriota, al apreciar el valor de su esfuerzo en el medio en que se desenvolvieron sus dotes personales y estudiar la parte que le cupo en los progresos de la ciencia local; que, al fin, en este nues- tro pequeño mundo intelectual cada uno de los que á él pertene- cieron ha tenido su historia, su peculiar significación: la del doctor Torralbas—como se verá—es digna de imitarse; puede, sin duda, servir de saludable ejemplo. ELOGIO DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 163 Estudiada en su conjunto, muy diverso es el aspecto de la vida del doctor Torralbas, siendo interesante cualquiera de los modos en que aquélla se presente á nuestra consideración: —ya en su profe- sión de médico, cuya carrera terminó en 1864, * obteniendo en los exámenes y grados las más brillantes calificaciones, después de ha- ber sido alumno interno del hospital y ayudante disector anatómi- co dos años antes de concluir sus trabajos universitarios; ejerciendo con prestigio la Medicina, la más humanitaria de las ciencias, aquí ? ó en el extranjero;—bien como miembro de nuestra Acade- mia de Ciencias, de las Sociedades Antropulógica y de Estudios Clínicos de la Habana, Ó corresponsal de corporaciones análogas fuera de Cuba, recibiendo títulos y honores de crédito indiscuti- ble; *—ya como publicista, escribiendo para su patria y para otros lugares, en periódicos científicos, literarios y políticos, y por ello se conocía su nombre en playas remotas;—ya como profesor auxi- liar de la Facultad de Letras y Ciencias de esta Universidad du- rante un período de dos años próximamente, y en el cual explicó las cátedras de Zoología y Biología. Y todo eso, que indica una recomendable actividad inlelectual, estaba adornado con los mejo- res sentimientos; un fondo de bondad en el alma, siempre viva en su conciencia la noción del deber y del patriotismo. Emigrado en las dos guerras por causas políticas, contribuyó con sus aptitudes á favor de la independencia de su amada Cuba, honrándola en los puestos que ocupara en otros países * y el nombre que justamente alcanzó con el prestigio de su saber é inteligencia. Vasta y compleja resulta la expresión sintética de esa jornada que constituye la activa existencia del doctor Torralbas; jornada de labor constante que comprende un espacio de tiempo de casi 1 Bachiller en Ciencias en 1858; alumno interno del Hospital Civil en 1861; Ayudante Disector Anatómico en 1862; Bachiller en Medicina y Cirugía en 1863; en 5 de Junio de 1864 hizo la investidura del grado de Licenciado en Medicina y Cirugía. 2 Médico del Hospital de la Ciénega (1865); Vocal de la Junta de Caridad después de la epidemia de cólera de 1867, etc. 3 Miembro numerario de la Academia de Ciencias de la Habana (1871), de la que fué también Secretario general, Vicepresidente y Director de los Anales; miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País; Socio de Mérito de la Asociación Médico-Farmacéutica de Matanzas; Vocal de la Comisión Precolombina, etc. 4 En Puerto Rico fué Vocal de la Junta Provincial, fundador del Instituto de Segunda Enseñanza, etc. En Caracas incorporó su título de Médico; el Gobierno de Venezuela lo con- decoró con la medalla « Busto del Libertador Simón Bolívar»; Presidente de la Escuela Médica; Secretario de la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales; fundador de la Gaceta Científica de Venezuela, donde publicó numerosos artículos suyos. La prensa diaria de Caracas hizo resaltar el sentimiento que produjo la vuelta á Cuba del Dr. Torralbas, después de la guerra de los diez años (1879). En la Florida (Tampa) trabajó científicamente y también en diversos clubs revolucionarios cubanos, etc. 164 ARISTIDES MESTRE cuatro décadas, á contar desde la terminación de sus estudios en la antigua Universidad. Pero, dado el lugar en que se celebra este acto, ocupará mi atención preferente—y digo preferente por no de- cir casi exclusiva —aquello que más esté ligado á su carácter de profesor en este superior centro docente y á sus esfuerzos en el sentido de las llamadas ciencias naturales; porque eso precisamente es lo que más nos interesa conocer en este sitio donde se sucedieron rápidamente los años últimos de esa vida hecha para el trabajo y que el trabajo dignificó en todos los momentos; porque ese aspecto que acabo de indicar tiene puntos de contacto con los otros men- cionados; porque de por sí él solo ya indica la condición de su es- píritu en la plenitud de su actividad intelectual; y también porque este discurso tiene su límite racional, adecuado 4 su objeto, y yo no quiero, por otra parte, abusar de la paciencia de los que á este lugar han concurrido y benévolamente me oyen, sobre todo sabien- do que en otras corporaciones á que perteneció el doctor Torralbas, queda á otras plumas, sin duda mejor cortadas que la mía, la deli- cada tarea de relatar lo mucho que de ex-profeso ahora omito. El 21 de Febrero de 1900 el doctor Torralbas fué nombrado por la Secretaría de Instrucción Pública, y en la época de la interven- ción norteamericana, Catedrático Auxiliar de la Escuela de Cien- cias; y bien pudo entonces haberse sacado la plaza á oposición dándole así oportunidad á nuestro amigo de acudir á la lucha inte- lectual y con tantas ventajas para obtener el triunfo. La forma de su nombramiento culpa no fué de quien hubiera ido á la lid llevando las mejores garantías de éxito. ¡Cuántas situaciones in- necesarias, creadas por el hecho de constituirse en el árbitro de todas las aptitudes, se habrían evitado si el procedimiento para la adquisición de las cátedras hubiera sido único, igual para todos los casos, todos tratados por la misma norma de justicia, y respecto de esa halagadora propiedad no se presentaría nunca en el ánimo de los que no han efectuado las oposiciones, la inquietud ni la zozobra! En el mes de Diciembre de 1903—apenas hace un año—le sor- prendió la muerte—ah! la muerte, pudiera decirse, nos sorprende siempre! —estando encargado de las cátedras de Zoología (uno de los dos cursos) y de Biología, * asignaturas que explicaba en nues- 1 Zoología, con ejercicios de clasificación (invertebrados, primer curso, lección diaria; vertebrados, segundo curso, lección alterna). Biología, con ejercicios de Zootomía (un curso de lección alterna), ELOGIO DEL DR. JOSE TI. TORRALBAS 165 tra Escuela de Ciencias en sustitución del doctor Carlos de la Torre, por ocupar este distinguido naturalista el cargo de Representante, á donde lo llevara el voto popular. Durante dos años—desde Enero de 1902—fué el profesor en esos ramos de las ciencias natu- rales, los que comenzó á enseñar después que terminó la comisión que desempeñaba en la Exposición de Buffalo, en calidad de dele- gado técnico nombrado por la Secretaría de Agricultura. Y al considerar al doctor Torralbas en lo que respecta á esas importantes enseñanzas, estudiaré la manera como las realizaba, sus propósitos en la reorganización del Museo de Zoología de que era Conservador, cargo anexo al de Profesor Auxiliar; la doctrina científica que propagó en la cátedra y en sus escritos; daré á cono- cer también algunos de sus artículos sobre historia natural, así como sus relaciones científicas, que prueban palpablemente la pre- paración que tenía el apreciable comprofesor para esa clase de investigaciones. A esos puntos se referirán en adelante mis pa- labras. El doctor Torralbas explicó la Zoología, dando, con las genera- lidades de esa ciencia eminentemente descriptiva, algunas nociones sobre la distribución geográfica de las especies, sobre paleontología y embriología, con ejercicios prácticos de clasificación y disertacio- nes escritas por los alumnos respecto á los capítulos tratados, sin que olvidara hacer un bosquejo de la marcha del conocimiento de la fauna de Cuba y la influencia que en el mismo han tenido nues- tros naturalistas. En el desarrollo de sus lecciones solía—no diré que siempre—seguir el consejo de Huxley, comenzando el estudio de los seres por las formas más elevadas de la vida animal; así, con ese método abandonaba el sabio inglés su viejo procedimiento con- sistente en partir de los organismos más simples á los más comple- jos, porque la experiencia le demostró no ser muy práctico princi- piar bruscamente con el examen de las organizaciones más sencillas, microscópicas; campo desde luego extraño para el alumno á quien conviene llevar primero por un camino donde esté ya iniciado. Muchas razones existen en contra de este modo de pensar de Hux- ley, en oposición á la evolución propia del reino animal, pero no es éste el momento de discutir cuál de esos dos métodos es el pre- ferido por la mayoría de los naturalistas. En la reorganización del Museo de Zoología, procedente del Museo de Historia Natural de la vieja Universidad, demostró una vez más el doctor Torralbas su paciencia inalterable y su aptitud 166 ARISTIDES MESTRE para el trabajo escrupuloso, que exige constancia á toda prueba. Y en ese Museo se le vió, día tras día, ocuparse de las colecciones, arreglando los ejemplares en malas condiciones y acumulando ob- jetos naturales. Bajo su dirección adquirió el Museo nuevas espe- cies de animales, siendo digna de mencionarse la colección de in- sectos; y su facilidad para el dibujo le hizo realizar algunos que utilizó en sus explicaciones, resultando así más comprensivas. El doctor Torralbas no logró ver terminada su obra: el programa de trabajo que en el Museo se impusiera; sólo tuvo tiempo para acumular material científico, que sería clasificado más adelante en grupos adecuados á la misma enseñanza, objetivo principal del Museo y de su definitiva organización. Y ese trabajo evolutivo á que obliga la organización—que llamaré didáctica—-del Museo de Zoología, tiene, después de todo, gran analogía con lo que ha suce- dido en la historia de las ciencias, que presentan tres períodos ca- racterizados sucesivamente por la confusión y acumulación de hechos y de datos en los diversos campos del saber humano, más adelante por el espíritu de análisis y la división del trabajo y por la asociación y la síntesis: —en el Museo, recolección de material, destrucción de todo lo inútil, y agrupación propia al estudio; así es como se han de comprender mejor por el alumno las relaciones estrechas que unen los eslabones de la serie zoológica y el carácter que distingue á los tipos fundamentales, previo conocimiento de la estructura y desarrollo, de la anatomía y de la embriogenia de los tejidos y de los órganos, base imprescindible de la taxonomía y de la morfología especial de las distribuciones que se adopten. En cuanto á la Biología, siguió el doctor Torralbas principal- mente la marcha que le trazara Letourneau (La Biologie) en su clásica obrita, y donde tienen cabida sólo la exposición y coordina- ción de los más importantes hechos y leyes de la vida, algo así co- mo una fisiología general de los dos reinos orgánicos. También el programa del curso comprendía la historia del trausformismo; pero no abarcó en su enseñanza la parte de la biología que puede lla- marse concreta en la serie paralela y comparada de los animales y las plantas, ni los ejercicios de Zootomía en su aspecto general y especial, con el fin de investigar con los discípulos las particulari- dades morfológicas en cierto número de representantes de la orga- nización, tales como ellos aparecen bajo la acción exploradora del escalpelo. Ahora bien, esos aspectos de la enseñanza la supone des- envuelta, orientada, y esto no era posible realizarlo cuando nos PTA a ds E ELOGIO DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 167 hallamos en su comienzo, dando los primeros pasos, y á alguna dis- tancia todavía de lo que ya hacen otras Universidades más adelan- tadas que la nuestra, que ahora es cuando se inicia ésta en el espí- ritu práctico que domina las modernas investigaciones. No le fué posible hacer más al Dr. Torralbas en un lapso de tiempo tan corto: sistematizar en el orden teórico y experimental los dos as- pectos, estático y dinámico, de la vida, tal como en los reinos se pre- sentan los organismos simples ó complejos á los ojos del hombre empeñado en descorrer el velo que cubre á las leyes naturales, en formularlas sabiamente, en construir, á pesar del horizonte vastí- simo que comprende, el edificio de las ciencias biológicas que se le- vanta majestuoso sobre hechos variados, acaso opuestos también, también contradictorios ! El Dr. Torrralbas tropezó con los propios inconvenientes del comienzo de un trabajo tan lleno de obstáculos como el que prece- de á la organización de esa clase de estudios, pero no por eso dejó de explicar en su cátedra sana doctrina: propagaba entre sus alum- nos las ideas darwinistas, que aceptó sin exageración; y esta cues- tión de la doctrina que divulga un profesor reviste mayor impor- tancia cuando se trata de la enseñanza de las ciencias naturales. No olvidó nuestro amigo en sus explicaciones que el transformismo, como afirmaba un erudito crítico, da una solución muy racional y plausible, mas se hace necesario luchar con energía y constancia contra el racionalismo en la ciencia: no debe nunca aplicarse el mé- todo subjetivo sin las fuerzas que lo contrarresten—la observa- ción y experimentación—porque de otro modo si el hombre in- telectual ha escapado de la metafísica idealista, caerá irremisible- mente en la metafísica materialista, y tan grave es crearse una si- tuación como la otra, ceñirse á la mente un aro de hierro que anule el resultado positivo en toda investigación y no es así como se le arranca á la naturaleza su secreto, descifrando la incógnita de sus inmutables leyes... Y satisfacía al modo de ser del Dr. Torralbas, no la doctrina de la fijeza de las especies y la creación sucesiva de faunas y de fluras, sino la que acepta la transformación de aquéllas y le preocupa explicarla por factores naturales, haciéndose cargo de las variaciones individuales y las leyes de la herencia; de cómo en virtud de la lucha por la vida se trasmiten las aptitudes, causas favorables de supervivencia; comprendiendo el mecanismo de la selección natural que modifica profundamente á la organización del animal ó de la planta; y sigue á la hipótesis en su evolución á la 168 ARISTIDES MESTRE categoría superior del hecho comprobado por observación escrupu- losamente efectuada. Así era como el que fué digno miembro de la Facultad de Le- tras y Ciencias valorizaba la doctrina, la exponía en su cátedra lle- no de fe y de entusiasmo; así la difundía entre sus discípulos con entera libertad de acción, ya que esa doctrina se encuentra—como lo ha dicho el ilustre Heeckel en su discurso de Cambridge—en el período llamado por él de reconocimiento definitivo y de aceptación por los más competentes naturalistas, después de haber atravesado por una fase de general resistencia, por lo mismo que estaba lla- mada á cambiar los conceptos é ideas reinantes; y de otro tiempo de discusiones violentas y de resultados indecisos, hasta.que, en época más próxima á estos días, brilló radiante la progresiva vic- toria del darwinismo, derramando sus luces en todos los dominios de la biología contemporánea. En sus aficiones científicas, en sus diversos trabajos, perteneció el Dr. Torralbas al número de los naturalistas que partiendo de los hechos positivos, aspiraba á deducir consecuencias generales y de alta filosofía, siendo opuesto á.los que pretenden convertir las «cien- cias zoológicas» en algo más reducido: en el simple trabajo de reco- lectar los tipos, de reunir los datos suministrados por la anatomía y la fisiología, pero sin llegar á la concepción de la ley, ni á la for- mulación de la teoría Ó doctrina que sintetice ó interprete á los fe- nómenos en su conjunto. Era, repito, el Dr. Torralbas, partidario del grupo que en el pasado siglo capitaneaba E. Geoftroy St. Hilaire frente al egregio Cuvier, de inmortal memoria en la filosofía de las ciencias, creador de la Anatomía comparada y de la Paleonto- logía, dos poderosas auxiliares del transformismo! En distintas publicaciones científicas puede verse ese mismo modo de pensar; y ahí está para comprobarlo—entre varios escri- tos—su tesis de doctorado presentada en 1890 * sobre un asunto in- teresantísimo: trata de demostrar, y lo prueba sobradamente ese estudio, que la selección natural de las plantas se debe principal- mente Áá sus relaciones con los insectos. El trabajo está dividido en tres partes fundamentales: en la primera se ocupa de las rela- ciones que existen entre las plantas y los insectos; en el segundo capítulo de la fecundación en aquéllas y á la parte que los otros to- man en esa función, y, por último, de cómo esa participación pue- 1 Los insectos y la selección natural de las plantas. Tesis para el Doctorado en Ciencias Na- turales, leída y sostenida el 15 de Febrero de 1890, ELOGIO DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 169 de contribuir á la selección natural en diferentes especies vege- tales. Ese trabajo á que aludo está impregnado todo él de la doctrina científica mencionada, la que sostuvo en la cátedra; y condensa en aquél las ideas expuestas y muchos hechos comprendidos en las obras y monografías que sobre las plantas publicó el genial intelec- to de Darwin (fecundación de las orquídeas, formas de las flores, efectos de la fecundación directa ó cruzada). En su tesis revela el Dr. Torralbas, y por entero, su personalidad científica; está el hom- bre de saber formado en largos años de estudio, el que inclinado á ir siempre en pos de la verdad expone los hechos y también las hi- pótesis; las fuentes de información son inmejorables, fruto de pa- ciente investigación debido al intérprete sincero, incomparable de los infinitos fenómenos que se observan en el mundo viviente. Se revela la erudición, pero también sobresale su modestia habitual en la tesis citada. Oigan un momento sus palabras al dirigirse á sus jueces: «...entonces le veríamos—dice, refiriéndose á ellos— elegir con acertado criterio, uno de esos asuntos cuyo profundo es- tudio manifiesta las dos fases, científica y amena;... poseedor del doble secreto de la noción científica completa, y de la extensión y condiciones de esa clase de trabajos, no vacilaría en tratar las cues- tiones más complejas y le sería lo mismo seguir la marcha del rayo de luz que se quiebra sobre la rizada superficie de las ondas, pene- tra oblicuamente á través de la masa líquida y, descomponiéndose en sus elementos, baja al fondo de los mares para fijar por reaccio- nes aún desconocidas, los colores del molusco que duerme olvidado entre las frondas de la flora submarina, Ó animado del aliento que le comunica la conciencia de su propio valer, arrollar hacia atrás el denso velo del pasado y buscar en el seno de la tierra la huella ignota de paleozoicas edades, escrita por la mano del tiempo en una petrificación.» ¡Bellas frases que brotan de labios del que en- tonces era oficialmente alumno de la Facultad de Ciencias y en los mismos momentos en que aspiraba á la conquista del más alto de los grados académicos! En el Instituto de Segunda Enseñanza de esta ciudad, trabajó el Dr. Torralbas en el sentido de sus aficiones científicas, predilec- tas. Fué profesor auxiliar de aquel centro docente teniendo á su cargo los museos de Historia Natural, á cuyo mejoramiento contri- buyó con sus esfuerzos personales, y haciendo donativos; también 170 ARISTIDES MESTRE existen allí algunos dibujos de interés fitográfico debidos á su ma.- no. Pero, lo que tiene también su mérito evidente, es el hecho de que durante tres años dirigiera, desde su fundación, los Anales del Instituto de Segunda Enseñanza de la Habana. * Esa empresa tuvo un fin muy laudable, publicando importantes estudios sobre asuntos relacionados con las ciencias cuyas nociones se aprenden en las aulas de dicho establecimiento, y se propuso, entre otras co- sas, facilitar á profesores y alumnos Jos medios de utilizar intensa. mente la instrucción secundaria con toda la amplitud y uniformidad posibles, así como extender las relaciones entre otros museos y cen- tros de educación análogos al Instituto. Eu los Anales aparecen va- rios artículos de vulgarización científica debidos al Dr. Torralbas. Deja otras pruebas de su constancia ejemplar nuestro consocio: sus Lecciones de Historia Natural Elemental (arregladas al pro- grama oficial del Instituto de Segunda Enseñanza, 1882), de utili- dad en su época; un artículo escrito hace muchos años, sobre Los límites de los reinos orgánicos; el estudio Informe sobre la veda de la pesca de esponjas; otro artículo ilustrado en que traza á gran- des rasgos la historia del cóndor de los Andes, á propósito de la cesión que hizo al Museo Zoológico de la Universidad de dos her- mosos ejemplares de aquellas aves, donados al Dr. Torralbas por la Comisión representante de la República de Chile en la Exposición de Buffalo; y un trabajo no concluído (é inédito) referente á Los peces cubanos de agua dulce. ¡Cuánta laboriosidad! El servicio que le prestara á la zoología local con la publicación de los manuscritos del sabio naturalista Juan Gundlach sobre crus- táceos, hubiera sido realmente importante, pero, apenas logró co- menzarla. El ilustre ornitólogo, á quien tanto debe Cuba, envió, casi moribundo, al Dr. Torralbas, las notas que venía escribiendo sobre esos artropodos de esta isla, con el objeto de que las diera á la luz pública; mas el Dr. Torralbas, por causas á él ajenas, no realizó hasta algún tiempo después aquel encargo, y al iniciar su cumplimiento, traza los caracteres generales del grupo, creyendo así respetar la voluntad de Gundlach, cuyas notas estuvieron á pique de perderse. Sobre eso escribe el Dr. 'Porralbas estas palabras: «En aquel confuso montón de papeles estaba el para mí preciado manuscrito, desglosado, incompleto, truncado, tanto en el texto como en las láminas; desde entonces—agrega—me propuse recons- 1 Anales del Instituto de Segunda Enseñanza de la Habana. Director Doctor José I. Torral- bas. Tomo 1? (1891) y 2? (1895 y 1896). ELOGIO DEL DR. JOSE 1. TOERALBAS 171 truir la obra de mi ilustre amigo, y como creo haberlo conseguido, Ja doy á la estampa, mas no sin antes cumplir con el deber de ma- nifestar, que todo error ó deficiencia que en esta obrita se note, me corresponde exclusiva y personalmente, y de ninguna manera al conocido y sabio naturalista de quien por accidente resulto cola- borador, y á cuya venerable memoria dedico la parte que en este trabajo me toque, por lo mismo que no habiendo sido este ramo, y sí otro de las ciencias naturales, objeto de mis especiales dedicacio- nes, tiene que resultar más laboriosa la tarea que para cumplir su encargo me impongo.»!? Hay en esas frases transcritas una mezcla de ciencia y de buena fe digna del mayor aplauso. El Doctor Torralbas era también un -j vu Igual deferencia tuvo con el Doctor Torralbas el notable ictiólo- go norte-americano Carlos H. Eigenmann, dándole su nombre á una nueva especie: el Glaridichthys Torralbasi, que vive en los ria- chuelos de Pinar del Río, y cuya especie descubrió el naturalista mencionado cuando vino á Cuba en busca de material para un es- tudio de los peces ciegos, propósito que fué seguido del mayor éxi- to *, aparte de las investigaciones que realizara acompañado de su ayudante Mr. E. Riddle, sobre la distribución de los peces de agua dulce en el Oeste de la Isla de Cuba, y que originaron un celebra- do trabajo. Con estas relaciones científicas, que fomentaba el Doc- tor Torralbas, iba ilustrándose, conociendo mejor los animales ó las plantas que viven en nuestro suelo, satisfaciendo su sed de sa- ber, y ofreciéndole oportunidades al adelanto de la ciencia local; — así comenzaba á formar la que hubiera sido corona de las especies á él dedicadas, la que al fin de la vida, al cabo de los años resulta la síntesis más expresiva que puede representar y condensar á la jor- nada de ciencia que logre realizar el naturalista y que en este caso fué interrumpida desgraciadamente. ¡Ah! yo puedo ahora excla- mar, parafraseando á Poey cuando lloraba al infortunado Presas: ¡ya todo se ha acabado, ni una voz, ni una mirada, ni cuerpo, ni sombra! Desde las nociones y datos dispersos en las obras de los histo- riadores del nuevo mundo, hasta los escritos que aparecen actual- mente, en estos mismos instantes en que referimos—especialmente en el aspecto que más nos importa—los rasgos que le dieron valor á la vida del hombre modesto que la fatalidad inexorable arrancó al cariño de los suyos, eutre esos dos distanciados extremos que abrazan más de una centuria, ¡qué interesante relación de las cien- cias naturales entre nosotros pudiera hacerse indicando sus puntos principales, ya en lo que incumbe á las descripciones y clasifica- ciones, ya en lo que toca á la evolución de la filosofía biológica, apreciando los esfuerzos debidos á los naturalistas cubanos ó el con- tingente de ciencia que nos vino, atravesando los mares, de otros centros de cultura 4 donde fueron para ser estudiados los produc- tos naturales de esta tierra...! Desde Parra hasta Torralbas llenan ese espacio y ese tiempo una serie de nombres más ó menos ilustres, pero que serán siempre dignos de consideración y de respeto... Na- 1 Glaridicthys Torralbasi, Tipo número 9,662, Museo de la Universidad de Indiana. La des- cripción se encuentra en The fresh=water fishes of Western Cuba, por Carl. H. Eigenmann, Wash- ington, 1903. e ma o ELOGIO DEL DR. JOSE 1. TORRALBAS 173 varro, Ossa, La Sagra, Otto, Pfeiffer, Lawrence, Gundalch, Dume- rill, Cuvier, Chevrolat, Sausure, Cresson, Guerin, Meneville... Presas, Arango y Molina, Sauvalle, Vilaró, que acaba de dejarnos.. Todos esos—entre otros más—han ilustrado el conocimiento de nuestra naturaleza privilegiada; pero ninguno de ellos fué para nosotros lo que Felipe Poey, quien, desde sus primeros años, en plena juventud, alcanzó justo renombre entre los sabios europeos; autor de la gran ictiología cubana, hombre de admirable adaptación al progreso de las ideas, que inició y sostuvo durante medio siglo ó más la enseñanza de la Zoología en esta querida Universidad; el que en 1829 le abrió los brazos fraternalmente á Gundlach y lo sa- ludó con las bellas palabras de Horacio: Anime pars dimidia mee— identificadas sus almas con el mismo pensamiento!... Y dada la significación de Poey puede, á nuestro juicio, dividirse la historia de las Ciencias Naturales en Cuba *, en dos grandes épocas que separan su actividad incomparable, su nombre glorioso. Y esa cátedra que fundó y explicó Poey durante largos años era la que desempeñaba el Doctor Torralbas cuando nos abandonó para siempre; la clase que daba con el fervor y constancia que he referido tratando de imitar las virtudes del Maestro, de acuerdo con el espíritu que hoy informa á los estudios á que consagró sus desvelos y que están llenos de atractivo para los sabios, que sedu- cen á los viajeros é instruyen á los agricultores, á los horticultores y á aquellos que se dedican al mejoramiento de las razas animales; estudios que son la base de grandes aplicaciones en favor de la prosperidad del país, de la riqueza pública. Señores: voy á concluir. Necesidad tan imperiosa, tan fuerte como la de satisfacer el hambre y la sed, es para el hombre culto, inteligente, la persecución de la verdad y de la ciencia. En pos de estos estímulos trabajó siempre el Doctor Torralbas, como si fuera el ideal de toda su vida; creyendo, como el filósofo, que aquélla, la ciencia, no destruía las ilusiones y los sueños de otras edades más que para darnos en cambio una realidad superior, aunque no la adquiramos ó vislumbremos inmediatamente: el obrero no siempre —se ha dicho —conoce el monumento futuro donde ha de emplear- se el mármol que sacó de la cantera á fuerza de anhelos! Los hombres se suceden, pasan, y la ciencia progresa... Multi 1 Za Historia Natural en Cuba, por Manuel Presas, Introducción al «Repertorio Físico-Na- tural» dirigido por Felipe Poey (1865, 1868). 174 ARISTIDES MESTRE per transibunt et augebitur scientia... Muchos pasaron por delante y adelantaron la ciencia!... Cada vez que se apaga una vida de los nuestros, pensemos en lo que ha sido ella y también en lo que sig- nifica nuestra función colectiva, esta agrupación que constituye la Universidad. Sí, como que las universidades, rotas las viejas pre- ocupaciones, son el orgullo de Inglaterra; son causa principal de la grandeza alemana, del avance tan halagueño de Francia y señal del poderío y porvenir científico de la nación norte-americana... Junto al dolor que nos produce la muerte del compañero, reflexionemos también en nuestros supremos deberes y lo que ha de ser esta Uni- versidad para Cuba, para la cultura patria. Más aún, lo que re- presenta—dentro de la unidad universitaria que parece disolverse y á todo costo hay que defender—el núcleo floreciente y extenso de su Facultad de Letras y Ciencias, á la que pertenecía nuestro des- aparecido y á la que me honro en pertenecer; Facultad que con- densa para un erudito escritor algo así como las fases sucesivas del sentimiento, de la razón y del experimento en la evolución de la humanidad: la unión suprema, admirable, de las letras, de la filo- sofía y de las ciencias para la conquista hermosa de sus grandes verdades! Y al separarnos ahora, satisfechos de todo lo que es para nos- otros este acto, convengamos en que del Doctor Torralbas nos queda un gratísimo recuerdo: la Universidad no debe olvidarlo, Cuba tampoco. Su existencia fué laboriosa y modesta; ha sido útil su vida, de provecho. La memoria del compañero no podrá marcarse en esta sociedad que por tantos títulos lo estimó, como se señala en la carta de la ruta—con sólo un punto negro—aquel lugar donde desapareció el cadáver del marino arrojado desde la nave para per- derse en la inmensidad del mar! | S : BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS' POR EL DK. FEDERICO TORRALBAS 1871 1.—CoNVvULSIONES EN LA INFANCIA. —( Anales de la Academia de Cien- cias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, ? Habana, 1870, t. vin, p. 694.)—Ingreso en la Academia de Ciencias, Mar- zo 12, 1871. En este trabajo, con fines terapéuticos, divide las convulsiones en positivas y secundarias, subdividiéndolas luego en fugaces é intermitentes Ó neuropáticas las primeras, y en sintomáticas y sim- páticas las segundas, que á su vez pueden ser iniciales, intercurren- tes y terminales. Describe después todos los fenómenos que les son propios, tomando como tipo la lección de Trousseau, para estu- diar seguidamente las condiciones en que se desarrollan, y termina señalando cuál ha de ser la conducta del práctico en estos casos. (V. el acta de la sesión, fecha mencionada. ) 2.— ALIMENTACIÓN EN LA PRIMERA INFANCIA. —Academia de Cien- cias de la Habana. Sesión del 10 de Septiembre de 1871. (Anales de la Academia, t. VItt, p. 224.) En nuestras indagaciones no nos ha sido posible obtener el ori- ginal de este trabajo. En tal concepto, nos limitamos á copiar las palabras del Dr. Antonio Mestre (acta de la sesión citada): «En el uso de la palabra, el Dr. Torralbas presentó algunas reflexiones acerca de la alimentación en la primera infancia, estudiando las substancias y procederes empleados para suplir, en ciertos casos, la lactancia materna; señalando sus principales inconvenientes, reco- rre la alimentación artificial bajo los dos aspectos, directo ó indi- recto, ó artificial; las cualidades de las diversas leches procedentes de animales, según se acerquen Ó se separen de las cualidades que 1 La Redacción de la REVISTA con sumo gusto publica en sus páginas la Bibliografía del Dr. José I. Torralbas, Profesor de la Escuela de Ciencias que en vida se distinguió siempre por su gran laboriosidad. 2 A.deC. yA. deC. de la H.—Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana. A. de la A.—Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana. C. M.-Q. de la H.—Crónica Médico-Quirúrgica de la Habanz. 176 FEDERICO TORRALBAS se observan en la de la mujer, y considera que la lactancia animal, natural ó artificial, es deficiente Ó nociva, lo primero, porque no nutre; lo segundo, porque obrando sus sólidos como cuerpos extra- ños sobre la mucosa digestiva, determinan en los niños débiles y más excitables el cólera infantil; en los robustos y poco impresiona- bles, la enteritis crónica. Respecto á la alimentación mixta, á pe- sar de sus inconvenientes, da mejores resultados, concluyendo el Sr. Torralbas que el médico no debe poner en práctica los sistemas inventados para suplir la lactancia materna sino en los casos de imprescindible necesidad, y prefiriendo sierapre aquel que más se asemeje al natural. » 3.—NOTAS SOBRE TERMOMETRÍA FISIOLÓGICA.—A. de C. de la H. Sesión del 12 de Noviembre de 1871. (A. de la A. de C. de la H. b. VIII, p. 339-341.) Se dan á conocer las estadísticas del Dr. Andral, referentes á ob- servaciones termométricas en los niños, tomadas desde el momento más inmediato 4 su nacimiento hasta la vigésima segunda hora de su vida extra-uterina; señálanse también en el curso de estas notas otras observaciones termométricas llevadas á cabo en el hombre se- gún la altura que ocupa, y, de igual modo, revisa las elevaciones de temperatura que ocurren inmediatamente después de la muerte. 4.—UNGUENTO CONTRA LAS ÚLCERAS.—A. de C. de la H. Sesión del 10 de Diciembre de 1871. (4. de la A. de C. de la H. Ha- bana, b. vir, p. 392-393.) Informe sobre un remedio, supuesto invento, para la cura de toda clase de úlceras, cuyas propiedades y valor científico no per- miten autorizar su uso. 1874 5.—CUESTIÓN CEMENTERIOS. —( Gaceta Cientifica, CARACAS, 22 Octu- bre 1874.) La Facultad de Medicina designó al autor para responder á la siguiente proposición: «Emitir su concepto sobre el grado de influencia de los cemen- terios en la salubridad pública.» El informe fué aprobado unáni- memente y reproducido en varios periódicos. Comienza tomando como punto de partida la enseñanza que se obtiene al observar la costumbre de los antiguos hombres, que preferían siempre los sitios BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 177 apartados para usarlos como cementerios, como si un secreto ins- tinto hubiese impulsado á distanciar de sus hogares los cuerpos destinados 4 corromperse. Señala como ejemplo la Vía Apia, la Ostiensia, Tiburtina, la Vía Sepulcrorum descubierta entre Pompeya y Herculano, que no eran otra cosa que inmensas calzadas cubier- tas de tumbas y alejadas de la ciudad. Después de esta ligera re- seña histórica, se ocupa de juzgar este importante problema desde el punto de vista que dominaba en la ciencia de aquella época, atribuyendo á la química la resolución del enigma, estudiando al efecto los gases que se desprenden del cadáver: nitrógeno, hidróge- no, ácidos carbónico, sulfhídrico, etc., todos irrespirables y por consiguiente peligrosos á la salud pública. Hace consideraciones en el campo microscópico, en sus comienzos entonces, y trata de explicar el proceso de la putrefacción. Termina haciendo una cla- sificación de los miasmas que, como es sabido, eran entonces los que terminaban las discusiones sobre contagio é infección, y recomien- da el aislamiento de los cementerios. 6.—VAcuna.—( Escuela Médica, Caracas, 22 Octubre 1874.) Considera la vacuna desde su origen, reseñando la serie de obs- táculos que ha tenido que vencer para imponerse, indica los juicios emitidos por sus adversarios y sostenedores hasta que el choque producido por tantas ideas vino á iluminar el gran descubrimiento que inmortalizó al bienhechor Jenner. Ocúpase después de las in- vestigaciones hechas por el espíritu científico que, no contento con señalar los hechos, se apodera del fenómeno, lo estudia, como si fuera un gran poliedro irregular, por cada uno de sus desiguales ángulos, alumbrándolo con la luz del método positivo, para llegar á una conclusión terminante que, en este caso, fué la aceptación unánime de la vacuna como medio profiláctico. Extiéndese en otra clase de consideraciones y estudiando el asunto bajo sus aspectos médico, social y hasta el de los prejuicios, hace nn llamamiento á todos para que se implante la vacunación en todo el país. 7.—REFLEXIONES SOBRE EL CLORAL. —( E. M., Caracas, 6 Enero 1875, p. 49-52.) Comienza este trabajo haciendo justo reconocimiento de los au- xilios poderosos que á la terapéutica han prestado la Física y la 178 FEDERICO TORRALBAS Química, resolviendo determinados problemas y modificando los tratamientos para combatir los estados morbosos, ó disminuyendo los sufrimientos del paciente; á esa acción no podría sustraerse el cloral, que en la época en que se escribió el trabajo que nos ocupa reaparecía con nueva fuerza y vigor. Estudia después este agente terapéutico á través de las distintas épocas que atravesó desde su descubrimiento por Liebig hasta el día, detiénese á examinar las opiniones que acerca de él se sostenían exagerando sus virtudes, ya como medio curativo de las enfermedades, ya como simple calman- te, Ó por el contrario haciéndolo desmerecer en el concepto de mu- chos prácticos; esclarecer esas dudas y llamar la atención de otros profesores para prestar su concurso á la ciencia, es el objeto del ar- tículo. A ese fin discute todas las propiedades del cloral, cuya descripción omitimos por razones obvias, pero que concuerdan con el conocimiento que de él se tiene hoy en día. 8. —HIGIENE PÚBLICA.—(E. M., Caracas, 1% Noviembre 1875, p. 65-68. ) «Entre los papeles de nuestro amigo el Dr. Torralbas encontra- mos este artículo, que publicamos por creerlo de actualidad, pues tenemos entendido que no se guardan debidamente entre nosotros los certificados de defunción; hemos suprimido el informe de remi- sión que encabezaba este artículo por ser puramente oficial.» Como se observa por la anterior nota, se trata de un informe emitido á una corporación oficial; en él se discuten ampliamente las ventajas que proporciona el empleo de las certificaciones médicas de defun- ciones; beneficios que se señalan detalladamente, deteniéndose en algunos de mayor importancia como los que se refieren á la forma- ción de estadísticas que permiten conocer la salubridad, causas que la modifican, movimiento de población, etc. 1876 9. — DISCURSO AL TOMAR LA INVESTIDURA DE DOCTOR EN MEDICINA. — (UNIVERSIDAD CENTRAL, CARACAS, 1876 ?). No hemos podido obtener ningún folleto de los que se impri- mieron en aquella época; sólo nos es dable citar un recorte de pe- 1iódico, que suponemos sea de La Opinión Nacional, sin fecha, en el que se reproduce íntegro el discurso. En él se dan las gracias por haberle conferido el grado, y hace el autor una reseña histórica de la Medicina. BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 179 10.— INFORME SOBRE TEXTOS DE HIGIENE. —ReEsPUESTA Á CONSULTA HECHA POR EL MINISTRO DE FOMENTO. La copia que tenemos en nuestro poder ha sido tomada de una Memoria del Ministerio de Fomento en Venezuela. El epígrafe dice así: N9 74 Informe de la Octava Comisión. Estados Unidos de Venezuela. Caracas, Agosto 11 de 1876, 13% y 182 En este tra- bajo se hacen consideraciones sobre la inteligencia del niño y su evolución progresiva, fijándose las bases Ó premisas que establezcan las condiciones que han de tener los libros que se destinen á la educación de la infancia, para, partiendo de ellos, emitir opinión sobre las obras objeto de la consulta. 11.—EsTUuDIO TERATOLÓGICO DE UN CASO DE EXENCEFALIA.—Uaracas, Imp. de La Opinión Nacional, Fausto Teodoro de Aldrey. 1876. 8%, 37 p. (Reproducido en los A. de la A., t. xL, 1903-04, 1907, p. 221-224.) Dedicado este folleto á la descripción de un caso sumamente curioso, se ocupa el autor de revisar la evolución de las ciencias naturales y los progresos que á su vez ha alcanzado la medicina, haciendo surgir nuevas ramas que, no pudiendo sustraerse á la ac- ción de ese progreso. se han constituído más tarde en otros tantos troncos ó centros con vida propia capaces de autorizar su reconoci- miento como ciencias autonómicas, encontrándose en ese caso la Teratología, cuyo estudio no hubiera abordado el autor si la casua- lidad no hubiese puesto en su camino el ejemplar raro que describe y estudia minuciosamente, y cuyo desarrollo á término, «parece haber burlado todas las leyes de la naturaleza». 1877 12. —GACETA CIENTÍFICA DE VENEZUELA. —Revista quincenal desti- nada á la propagación y aplicación práctica de los conocimientos. Redactores propietarios M. M. Ponte, J. I. Torralbas. Caracas, Venezuela, 1877-78. Esta publicación vió la luz durante los años citarlos, en el curso de los cuales publicó el Dr. Torralbas un gran número de artículos. Pudiéramos indicar sus títulos, pero el hecho de no aparecer con su firma, nos hace abstenernos por el temor de incurrir en errores, aun cuando por su estilo se pudieran señalar aquéllos. 180 FEDERICO TORRALBAS 13.—DocuMENTOS MÉDICO-JURÍDICOS EN EL ASUNTO DEL ASESINATO DEL SR. RAMÓN SUÁREZ, ACAECIDO EN 17 DE Junio bi 1577.— Reconocimiento y autopsia practicadas por los Sres. Dres. José lidefonso Torralbas y Alejandro Frías. (Gaceta Cientifica de Ve- nezuela. Caracas, 1% Julio 1877, p. 37-40.) Informe pericial en un caso de homicidio por estrangulación. 14.—CowseJos mébicos.—(La Opinión Nacional, Caracas, 24 Ju- lio 1877.) Carta respondiendo á una excitación, hecha en el mismo perió- dico, pidiendo consejos sobre paludismo. Estudia los diversos as- pectos de esa cuestión y basa la profilaxis en los conocimientos po- co exactos que sobre la naturaleza parasitaria del paludismo se tenían en aquellos días. 15.—TRIBUTO AL GENIO. —Caracas, Diciembre de 1877. Publicado en el volumen que lleva por título Apoteosis del eminente ciudadano Dr. José María Vargas. Caracas, Imp. Nacional, 1877, p. 263-267. Se relatan y comentan los méritos excepcionales del sabio ame- ricano Dr. Vargas, Presidente que fué de Venezuela y médico ilus- tre, autor de varias obras notables de medicina. 16.—Cóbico MÉbico FokrENSE.—Caracas, 1877. En la exposición del Ministerio de Relaciones Interiores á la Le- gislatura Nacional de los Estados Unidos de Venezuela (1878), se reproduce en su página 84 un documento que á la letra dice: «El Ejecutivo Nacional ha resuelto: que una comisión de profesores de Medicina y Jurisprudencia examine el proyecto del Código Foren- se que ha redactado el Sr. Dr. José 1. Torralbas, y que ha presen- tado al Gobierno por órgano de este Ministerio, é informe sobre la conveniencia de su aplicación en la práctica.» En el mismo volu- men de la mencionada exposición, p. 272. se publica el documento No. 240, constituído por la «Instrucción Médico Forense»; aunque sin firma ni preámbulo, estimamos que se trata del Código presenta- do por el Dr. José I. Torralbas. 1879 17.—JLa Tos FERINA. —Artículo publicado en Puerto Rico, á peti- ción de varios amigos, á su paso por dicha Isla (1879), en los momentos en que existía una epidemia de esa dolencia. Se li- mita á estudiar el tratamiento más apropiado á esos casos, BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 181 1877..2 18.—EucALIPTUS GLOBULUS.—-Caracas, 187...? En un recorte de periódico, sin fecha, ni título, encontramos, bajo el epígrafe de «Sección Científica», el siguiente párrafo que an- tecede al artículo que se reproduce: « Escuela Médica. Sigue publi- cándose con regularidad este interesante semanario científico ca- raqueño. En el número 4, que recibimos oportunamente, hemos leído con gusto el artículo editorial y los de los Dres. F. A. Fry- densberg y R. H. Ramos. El que inserta al Sr. Dr. José 1. To- rralbas nos parece de sumo interés, y lo reproducimos á continua- ción. Elartículo está constituído por apuntes sobre las propiedades terapéuticas del Eucaliptus y de sus principios activos, citando los trabajos de Guller, Ravoret-Wabttel, Ramel, etc. Se analiza la acción del Eucaliptus sobre el organismo, estudia las vías de elimi- nación para deducir de ellas los servicios que puede prestar el uso de esa droga, y termina dando á conocer una estadística del Dr. Re- ller, de Austria, durante una epidemia de fiebres reinantes, en la cual resultan 310 curados por el Eucaliptol, sobre un total de 432 enfermos. » 19. —COoNSIDERACIONES SOBRE LA PULMONÍA AGUDA EN LOS NIÑOS. No nos es dable precisar el año y revista en que se publicó, por- que sólo conservamos las páginas del periódico donde no consta más dato que el siguiente manuscrito del autor: «Este artículo sólo se escribió por llenar espacio en momentos de apuros periodísticos.» A pesar de haberse hecho con la premura que indica la nota de re- ferencia, el artículo es una verdadera lección sobre la pneumonía, pues recorre en ella la historia de la dolencia para describir sus diferentes formas, de acuerdo con las distintas teorías y creencias científicas reinantes en sus diversas épocas. Ocúpase en deslindar el campo que cubren la broncopneumonía infantil y la pneumonía, no bien definidas en aquellos años. 20.—Física méDICA.—£El Fotoscopo. (Caracas, Venezuela, 187...?) Artículo recortado de un periódico, sin fecha, ni título, en que se describe este instrumento. 1880 21.—SECUESTRACIÓN DE LEPROSOS. —(4. de la A. de C. M., F. y N. de la H., t. xv1, p. 359.) Sesión de la Academia del 25 de Enero de 1880. (C. M.-Q. de la H., t. vi, p. 308.) 182 FEDERICO TORRALBAS Dado el espíritu que nos guía al emprender este trabajo, debe- mos consignar detalles que, además de prestar alguna luz en la historia de la medicina cubana, nos proporcionan el placer de hacer resaltar el criterio sustentado hace muchos años por el Dr. Torral- bas. y que se adapta mucho á las ideas científicas que reinan en nuestros días. Con motivo de una consulta hecha á la Academia, se nombró una comisión compuesta por los Dres. A. G. del Valle, Finlay, L. Cowley y J. TI. Torralbas (sesión del 25 de Noviembre de 1579; Anales de la Academia, t. xvI, p. 362), para que emitiera informe sobre la secuestración de los leprosos. Designado como ponente el Dr. Torralbas, éste dió lectura al dictamen solicita- do, llegando á las conclusiones siguientes: 12—«La secuestración del lazarino debe ser forzosa, tanto porque aún no está demostrado que su enfermedad sea intrasmisible, como porque su indigencia é invalidez lo reclaman»; 22—«Los pocos lázaros pudientes que exis- ten, Ó puedan existir, deben ser comprendidos en la misma ley, aunque dejando á cargo de ellos, ó sus familias, la elección de resi- dencia, con tal que ésta llene las condiciones señaladas por los re- glamentos de policía sanitaria vigentes»; y 32—«En atención á que los hijos de los lazarinos nacidos en el asilo y que no presentan se- ñales de la enfermedad de sus padres, podrían contraerla permane- ciendo en él, reclamando su constitución débil y empobrecida cui- dados higiénicos suficientes á mejorarlos, y consistiendo el primero de ellos en el alejamiento del lugar donde han nacido, debe consi- derarse como medida de urgente necesidad su traslación á otra par- te, donde además de encontrar una alimentación más sana y nutri- tiva que la que le puede proporcionar su madre, hallaren una atmósfera más pura.» 22.—SECUESTRACIÓN DE LEPROSOos.—Voto particular. (4. de la A. de C. de la HA., t. xv, p. 375.) 23.—TRABAJOS DE LA COMISIÓN DE MEDICINA LEGAL É HIGIENE PÚ- BLICA DE LA ÁCADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURA- LES DE LA HABANA, 6. 11, p. 367 á 369. Las conclusiones á que se refiere el trabajo anterior (Enero 25 de 1880), fueron discutidas y combatidas duramente en el seno de la Academia hasta ser derrotadas en votación general de la corpo- ración, no sin la protesta del Dr. Torralbas que formuló voto par- ticular, dándole lectura en la sesión del 8 de Febrero de 1880. En BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE 1. TORRALBAS 183 este voto, después de aducir razones científicas, hace salvar su res- ponsabilidad tratando de evitar la exposición en que se encontrarían las poblaciones de sufrir los estragos de una de las enfermedades más terribles que conoce la humanidad. 1881 24.—INFORME ACERCA DE LA MEMORIA TITULADA «ToPOGRAFÍA MÉ- DICA DE CIENFUEGOS». —EnNsAYo. —PRESENTADO Á LA REAL ÁCA- DEMIA DE CIENCIAS MÉbDICAs, Físicas Y NATURALES DE LA Ha- BANA EN SOLICITUD DEL PREMIO DEL Dr. D. NicoLÁs J. GUTIÉRREZ. -—Sesión de Gobierno del 8 de Mayo de 1881. (4. de la A., tb. XVII, p. 43-48.) En él se señalan los puntos principales que abraza el estudio to- pográfico de una Jocalidad considerado desde el punto de vista mé- dico; examina los ramos escogidos por el autor de la memoria y termina recomendando en el informe que no se conceda el premio solicitado. 25.—ACCIÓN DEL CLOROFORMO SOBRE LOS PULMONES.—AÁ. de €. de la H., sesión del 24 de Julio de 1881. (4. de la A., t. XVII, p. 120-121; t. xxIv, p. 241-247.) Revísase en este informe la acción que el cloroformo ejerce en el tejido pulmonar para determinar si las lesiones y trastornos ge- nerales observados en una paciente eran provocados por la inhala- ción ó ingestión del citado anestésico; trastornos que ni se pueden determinar á los quince días de la administración del cloroformo, ni son atribuídos á él por los autores que se señalan en el informe, ni por la observación personal del ponente. Responde este traba- jo á una consulta hecha por el Sr. Promotor Fiscal. 26.—Los CEMENTERIOS SON INFECCIOSOS. —( O. M.-(2. de la H., $. vit, año 1881, Agosto 19, p. 355; La Independencia Médica, Méjico, Octubre 22 de 1881, t. 2, número 24.) Artículo combatiendo un trabajo del Profesor Robinet, titulado Los pretendidos peligros de los cementerios, publicado en el número co- rrespondiente al 18 de Junio de 1881 de la Revue Scientifique de la France et de l' Etranger, y en el que se pretende defender la inocuidad de los cementerios. El Dr. Torralbas refuta y destruye todos los argumentos empleados por el Dr. Robinet en defensa de su tesis; > 184 FEDERICO TORRALBAS con tal fin expone los estudios microscópicos de la época y utiliza como pruebas de su criterio los trabajos de esa índole del Profesor Pasteur. 97.—REGLAMENTO DESTINADO Á ESTABLECER EN LA HABANA UN CENTRO GENERAL DÉ Vacuna.—A. de C. Sesiones del 1? de Septiembre, Octubre 9 y 23 de 1881. (4. de la A., $. XVIn, p. 180, 215 y 277.) Aprobado después de una larga discusión; no se ha publicado y sólo existen los datos que suministran las actas de la Academia co- rrespondientes á las sesiones enumeradas en el título de estas líneas. 1882 28.—LonGeviDAD. —Leído en la S. A. de la 1. de C., sesión del día 6 de Febrero de 1882. (C. M.-Q. de la H., 1882, t. vir, p. 391.) No tenemos noticia de que este trabajo se haya publicado, y en tal concepto nos limitamos á copiar las palabras del acta de la se- sión en que fué leído. Dice así: «Pasóse en seguida á la orden del día y en consecuencia se concedió la palabra al que suscribe (Dr. Torralbas, Secretario de la Asociación), quien dió lectura á algu- nas consideraciones sobre longevidad; en ellas presenta el autor varios datos sobre la edad de algunos personajes bíblicos, continúa después estudiando la cuestión en los pueblos de la antigúedad, después en los de la edad media, y por último en los de los tiempos modernos, y estableciendo comparaciones y deducciones, concluye que la longevidad humana ha tenido lugar en todos los tiempos, observándose con más frecuencia en la edad moderna. 29. —CALIFICACIÓN DE HERIDAs.—A. de C. de la H. Sesión del 14 de Mayo de 1882. (4. de la A., b. x1X, p. 77.) Este informe médico-legal, según nuestras investigaciones, no se ha publicado, y su exposición, así como sus conclusiones, se copian en el acta de la Academia, explicándose de igual modo el motivo que dió lugar al trabajo: consulta sobre heridas y contusiones reci- bidas en reyerta. 30.—Los CEMENTERIOS CONSIDERADOS DESDE EL PUNTO DE VISTA HI- GIÉNICO.—A. de C. Sesión de Mayo 28 y Junio 25 de 1883. (A. de la A., t. xIx, p. 98-129; C. M.-Q. de la H., 1882, t. vi, p. 323-328, 364-371. En esta revista se publicó con el siguiente título: Los Cementerios y sua emanaciones. a BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE 1. TORRALBAS 185 Con motivo de un trabajo del Dr. Luis Cowley, presentado en la Academia bajo el título de Los cementerios ante la higiene contem- poránea, y como resultado de la discusión á que dió origen su lectu- ra, el Dr. Torralbas solicitó un turno para la sesión inmediata con objeto de exponer su opinión sobre tan importante asunto. En este trabajo se propone discutir las conclusiones sustentadas por el Dr. Cowley, las cuales correspondían, en el orden lógico, con las pre- misas establecidas por el mismo autor, pero no así en el campo científico puro, puesto que esas mismas premisas descansaban en hechos que pueden ser interpretados de diversas maneras y en apreciaciones muy discutibles. En tal concepto, señala de modo concluyente los grandes peligros que encierran los cementerios, ha- ciendo una descripción de todo el proceso de la putrefacción, adap- tándose á las experiencias de Tyndall, Davaine, Salisbury y otros, ciñéndose, como era natural, á las nacientes ideas del inmortal Pasteur. 31.—Los LÍMITES DE LOS REINOS ORGÁNICOS.—(C. M.-Q. de la H., 1882, 6. vir, p. 435.) Ocúpase en este trabajo de estudiar todo el proceso de la evolu- ción, para señalar los límites de los dos grandes reinos de la crea- ción y demostrar que existe una perfecta continuidad en la escala de los seres organizados. Con tal finalidad comienza por agruparlos en los dos grandes núcleos indicados, y pasa á considerar los célebres trabajos de Nieremberg, Leibnitz, Cuvier, Bory de Saint Vincent, Hollard, etc., hasta llegar á la discusión de las teorías y adquisi- ciones modernas basadas en la experimentación y en el estudio de la célula. 32.—LECCcIONES DE HISTORIA NATURAL ELEMENTAL ARREGLADAS AL PROGRAMA OFICIAL DEL INSTITUTO DE SEGUNDA ENSEÑANZA DE LA HABANA.—Editor José Valdepares, Lib. Pap. é Imp. Anti- gua de Sanz. Muralla 61, 1882. 82, 200 p. Declarado de texto oficial para la enseñanza de la asignatura. Comprende cincuenta lecciones, con cuadros sinópticos de clasifica- ción y ejemplos de géneros y especies cubanas. Divide el estudio en capítulos de Zoología, Botánica, Mineralogía, Geología y un Apéndice sobre la formación de la tierra. 186 FEDERICO TORRALBAS 1883 33.—CONSIDERACIONES REFERENTES Á LAS AGUAS MINERO-MEDICINA- LES DE ÍsLA DE PINOS Y Á LAS CONDICIONES HIGIÉNICAS DE DICHA LOCALIDAD.—A. de C. Sesión del 11 de Agosto de 1883. (4. de la A., t. xx, p. 166-168, 270-277.) Z Réplica Ó contestación, á un trabajo del Dr. José de la Luz Hernández, en el que el citado profesor trataba de atribuir los re- sultados terapéuticos obtenidos por el empleo de las aguas de Isla de Pinos, no á su composición química ni á las propiedades de cada uno de sus elementos constituyentes, sino á una fuerza climatérica. El Dr. Torralbas combate y destruye esas falsas premisas, adu- ciendo pruebas irrefutables de carácter científico. 34. —CLÍNICA TERAPÉUTICA.—Ovaritis crónica y asma, vegigatorios. A. de C. Sesión del 12 de Agosto de 1883. (A. de la A., t. xx, p. 165.) Objeciones hechas á un trabajo del Dr. 'T. Plasencia, en relación con la génesis, naturaleza, frecuencia y tratamiento de las ovaritis, así como el asma que también incluye el Dr. Plasencia en el traba- jo que lleva por título el que encabeza estas líneas. 35.— CONSIDERACIONES SOBRE LA ANTROPOLOGÍA DE LA OCEANÍA. — Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba. Sesión del 5 de Septiembre de 1883. (Boletín de la Sociedad Antropológica, t. 1, Noviembre 1885, número 6, p. 135-141; C. M.-Q. de la H., 1883, tb. XIV, p. 552.) «Pasóse en seguida á la orden del día, y, conforme se había anunciado en ella, dió lectura el que suscribe (Dr. Torralbas, Se- cretario), á unas consideraciones sobre la antropología de la Ocea- nía, en que después de algunas observaciones acerca de la geología y geografía de aquellas regiones, estudió detenidamente las diferen- tes razas que la pueblan, indicando, hasta donde fué posible, sus diversas procedencias; y como desde el principio manifestó partici- par de las ideas de Quatrefages, negó la existencia de una quinta raza, y asimismo la de la nombrada poliínesia, por algunos autores, pues él cree que ninguno de los núcleos humanos que habitan aque- llos archipiélagos y grupos de islas, no son otra cosa que ramas de los cuatro troncos principales en que hoy se considera dividida la humana familia...» (Acta de la Sesión de la Sociedad Antro- pológica. ) N y BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE 1. TORRALBAS 187 36.—MEMORIA ANUAL DE LAS TAREAS DE LA SOCIEDAD AÁNTROPOLÓ- GICA DE LA IsLa DE CuBa.—(C. M.-Q. de la H., 1883, t. 1x, Ds. 010.) Leída en la sesión solemne de la Sociedad Antropológica, el 8 de Octubre de 1883. No tenemos noticias de su publicación. 1884 37.—VALOR CIENTÍFICO DE UN DOCUMENTO.—(A. de CO, M., F. y N. de la H. Sesión del 27 de Abril de 1884. (4: de la A, t. xx, p. 544-545. Publicado en los Anales, t. xxv, p. 593-596, con el título Informe sobre la declaración prestada por los Dres. T. y C.) Es éste un informe médico legal sobre diagnóstico y certificación relacionados con una causa criminal por desobediencia. El Juez du- da de las afirmaciones hechas en el documento firmado por los Dres. de referencia. 38.—EsTADO MENTAL DEL PARDO H. D, EN CAUSA POR LESIÓN.— A. de C. Sesión del 24 de Agosto de 1884. (4. de la A., t. XXI, p. 137-242; 6. xxv, p. 778-790.) Tiene por objeto este informe médico-legal, responder sobre la supuesta enagenación mental de un procesado en el que se observan manifestaciones epilépticas, y se hace, además, un juicio crítico de las formas de locura, señalando también la zona neutra de Mau- dsley que, como se sabe, está muy próxima á la línea que limita á los enagenados. 39. —INFORME RELATIVO Á LAS MEDIDAS PROFILÁCTICAS CONTRA EL CÓLERA AsIÁTICO.—A. de C. dela H. Sesión del 28 de Septiem- bre de 1884. (4. de la A., t. xxI, p. 185-196, 221-231.) Al ocuparnos de este informe, nos concretamos á reproducir las palabras consignadas en el acta de la sesión en que se le dió lectu- ra: “El corto tiempo de que ha podido disponer la Comisión para redactar las instrucciones, no le permitirá ofrecer un informe acaba- do y completo, y, tanto por esa razón como en obsequio á la breve- dad, al referirse á los datos que le han servido de fundamento, lo hace de un modo sintético y sin discutir los hechos citados. Si en el ¿exto se emplea un lenguaje más ó menos técnico, los preceptos di- rigidos al público se exponen de la manera más clara y sencilla, y en los términos más concisos, como que la primera parte compren- de conceptos estrictamente científicos, y la segunda sumamente 188 FEDERICO TORRALBAS prácticos.» (Archivos de la Policlínica, año 1905. Concepto sanitario de las enfermedades cuarentenables, por el Dr. Federico Torralbas. ) 40).— HIGIENE PRIVADA.—PRECEPTOS HIGIÉNICOS QUE LA REAL ACA- DEMIA DE CIENCIAS MéÉbDiCas, Físicas Y NATURALES DE LA Ha- BANA CONSIDERA CONVENIENTE SE PRACTIQUEN EN EL CASO DE SER ESTA LOCALIDAD INVADIDA POR EL CÓLERA.—A. de C. M., F. y N. de la H. Sesión del 28 de Septiembre de 1884. (4. de la A., $. XXI, p. 196-202.) Este trabajo corresponde á la segunda parte del Informe relativo á las medidas profilácticas contra el cólera. (V. núm. 39.) 1885 41.— TÉTANO TRAUMÁTICO.—A. de C. M. F. y N. de la H. Sesión del 12 de Abril de 1885. (A. de la A., t. xxI, p. 515-516.) No se ha publicado el texto íntegro. Sólo existe el resumen del trabajo consignado por el Secretario General de la Academia en el acta de la sesión correspondiente. Responde el informe á una con- sulta hecha á la Corporación, sobre si la muerte de un individuo, dada las condiciones en que recibió las heridas y el estudio de esas lesiones después de causadas, fué de origen tetánico. 42.— DESAPARICIÓN DE LOS SERES SUPERIORES.—S. A. de la 1. de C. Sesión del 17 de Mayo de 1885. (C. M.-Q. de la H., t. 11, 1885, p. 331-332.) No contamos con los originales, ni tenemos noticias de su pu- blicación; pero, adaptáudonos á la norma que nos ha guiado en ca- sos semejantes, copiamos á continuación las palabras del acta de la sesión en que se le dió lectura: —«A probada el acta anterior, leyó el Dr. Torralbas un trabajo titulado Desaparición de los seres superiores, en el cual apoya las ideas de Delaunay acerca de la influencia que la esterilidad tiene en la desaparición de ciertas especies, haciendo aplicación de estos mismos principios á las razas, castas y familias. 43.— INFORME ACERCA DE LOS SERVICIOS PRESTADOS POR EL INSTITUTO DE VACUNACIÓN ANIMAL.—A. de C. M., F. y N. de la H. Sesión del 13 de Agosto de 1885. (4. de la 4A., t. xxtI1, p. 193.) Responde este informe á consulta hecha á la Corporación, con- cerniente á los servicios prestados por el Instituto de Vacunación fundado por el Dr. Vicente Luis Ferrer, BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 189 44.,—MEMORIA ANUAL DE LA SOCIEDAD ÁNTROPOLÓGICA DE LA IsLA DE CUBA EN EL AÑO ACADÉMICO DE 1884 Á 1885.—S$. A. de la I. de C. Sesión solemne. (C. M.-Q. de la H., año xt, p. 453-465.) En nuestras pesquisas no nos ha sido posible obtener el periódico ó folleto que publicara esta memoria, y en la necesidad de señalar algunos de sus detalles, reproducimos las frases que le dedica la Crónica Médico- Quirúrgica de la Habana: «En ella demostró una vez más el Dr. Torralbas las altas dotes de talento y de ilustración que posee para el desempeño del penoso cargo de Secretario General de la Corporación. Mucho sentimos no reproducir íntegra esta in- teresante memoria que refleja la vital existencia de dicha Aso- ciación.» 1886 45.—DURACIÓN DE UNAS HERIDAS.—AÁA. de C. M. F. y N. de la H. Sesión del 10 de Enero de 1886. (4. de la A., t. XXII, p. 369-370.) Informe respondiendo á consulta hecha por un juez en relación con unas heridas, sobre cuya duración y pronóstico, así como clasi- ficación, se emitieron opiniones distintas por los peritos profesiona- les, debiéndose esa divergencia á las épocas distantes en que cada uno de los profesores consultados examinara las heridas. 46. —ENVENENAMIENTO POR ÁCIDO OXÁLICO.—A. de C. M. F. y N. de la H. Sesión del 12 de Septiembre de 1886. (4. de la A., b. XXI, p. 265-266; C. M. Q. de la H., t. x11, p. 560.) Informe médico-legal sobre supuesto envenenamiento por ácido oxálico; estudio sobre las propiedades de esa sal y conclusiones de orden terapéutico y toxicológico que de ese estudio ese deducen. 47.—HEsTUDIO SOBRE LOS -HÁBITOS DE LA MANO DERECHA.—S. A. de la I. de C. Sesión del 5 de Septiembre de 1886. (C. M.-Q. de la H., t. x11, p. 564.) No tenemos noticias de su publicación, y, consecuentes con nuestros propósitos, copiamos á continuación las palabras consigna- das en la Crónica Médico- Quirúrgica: «El Dr. Torralbas leyó un es- crito que contenía los siguientes conceptos: La costumbre de usar casi exclusivamente la mano derecha, sobre ser injustificada, puede llegar á ser perjudicial. Las razones emitidas por Mme. Royer pa- ra explicar el origen de ese hábito, parecen más bien hijas de su fantasía que de nna atenta observación. Las condiciones de asi- 190 FEDERICO TORRALBAS metría cerebral, señaladas por Topinard y otros, pueden ser causas ó efectos del hábito. La teoría embriológica tampoco parece aceptable. El autor entra después en consideraciones sobre la heterotaxia y sus relaciones con la zurdera, y concluye del examen de los datos expuestos: que el 'uso preferente de la mano derecha debió tener origen en algún pueblo primitivo para responder á al- guna necesidad de entonces, y que hoy ha continuado simplemente por hábito. » 1887 48.—Los GRUPOS SATOS EN LAS RAZAS HUMANAS. —(Leído en la $. A. de la 1. de C. Añode 1887. Reimpreso en 1 f. 8%, 12 p., 1903, Habana. Imp. A. Alvarez y C*) Siendo este trabajo de carácter tan especial, y habiéndose co- mentado y discutido extensamente por las ideas que en él se sostie- nen, de las cuales también somos partidarios, dejamos la palabra al Secretario de la Corporación en aquella época, Dr. Arístides Mestre, que por nosotros hablará *: «Justificadamente despertó interés el trabajo sobre los grupos satos en las razas humanas, del Dr. Torralbas, siempre eficaz y activo para contribuir á la vida de nuestras principales corporaciones científicas. Por exclusión de las diversas razas y tipos se fijó en otros grupos de origen más complejo, productos de innumerables cruzamientos, que constitu- yen para el autor los fieles representantes de todos los atavismos y regresiones posibles. Otro grupo, dijo, que no es desgraciado como los miserables ignorantes que pululan en las calles de las grandes ciudades, ni se encuentra desnudo é inerme como el salvaje que recorre las selvas venciendo los rigores de la inclemencia atmosfé- rica; grupo que, por el contrario, vive feliz generalmente, compar- tiendo con los demás hombres los beneficios de la vida moderna; que en una palabra, por sus condiciones, origen y propagación, me- rece la atención del antropólogo. «El Dr. Torralbas describió algunos tipos comprendidos en el grupo llamado—previa discusión—de los satos, observando el influ- jo que tiene la herencia en ellos; y en cuanto á sus caracteres mo- rales, insistió en el espíritu de absorción que los distingue. Estu- dio concreto que fué precedido de oportunas consideraciones sobre la mayor ó menor aptitud de las distintas razas para la evolución; de los tipos divergentes de Mr. Delaunay, dentro de los cuales se 1 Sociedad Antropológica de Cuba. Memoria anual de 1887 á 88, Octubre 7 de 1888, p. 9. pe: BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I, TORRALBAS 191 encuentran los que son el producto de una serie de selecciones y los resultantes de los cruzamientos étnicos. » 1888 49.—Noras cLínicCas.—LA ANTIPIRINA Y SUS PELIGROS.—S$. de E. C. de la H., Mayo 16 de 1888. (Publicado en los A. de la S., t. y, p. 14, y R. de C. M., Mayo 20 de 1888. ) La Crónica Médico- Quirúrgica (año x1v, p. 366), al dar cuenta de la sesión en que se discutía este trabajo, se expresa en los siguien- tes términos: «El Dr. Torralbas leyó unas Notas Clínicas en que aparecen reunidos casi todos los casos de accidentes producidos por el uso de dicha sustancia... El Dr. Jacobsen hizo uso de la pala- bra, felicitando al Dr. Porralbas por la oportunidad de su comuni- cación, y haciendo ver que cuanto se diga sobre el particular es nuevo é importante. 50.—RESEÑA DE LAS TAREAS QUE HAN OCUPADO Á LA REAL ÁCADE- MIA DE CIENCIAS DURANTE EL AÑO DE 1887 Á 1888.—-( Sesión so- lemne de la Academia de Ciencias, Mayo 19 de 1888: 4. de la A., b. xxVv, p. 7-30.) Detallada y erudita memoria en que se dan á conocer, sinteti- zámdolos y comentándolos, los trabajos de los Sres. Académicos y de las múltiples y variadas cuestiones tratadas en el curso del año. 51.—NeEcroLocía.—EL pocror AntoNIO MEsTRE.—(C.-M. Q. de la H., año xtv, 1888, p. 28-36.) Biografía de este ilustre médico, en la que se le considera desde el punto de vista de hombre de ciencia, publicista y colaborador de la revista científica que publica el trabajo que nos ocupa. 52.—EzLocio DEL Dr. AnronI0 MeEsTRE.—(S. ie E. C. de la H. Se- sión del 24 de Febrero de 1888. 8%20p. Imp. delos Sres. Al- varez y 0? Habana, 1888.-——Reproducido en los Archivos de la Sociedad de Estudios Clínicos de la Habana, p. 25, y en la Revista de Ciencias Médicas, 20 Mayo 1888.) Extensa memoria sobre la gestión del Dr. Antonio Mestre en el seno de la Sociedad de Estudios Clínicos de la Habana; la Crónica Médico- Quirúrgica en la p. 365, t. x1v, se expresa de la manera si- guiente: «Esta notable biografía, obra del Dr. Torralbas, ha visto la luz pública en un folleto que se ha repartido entre todos los mé. 192 FEDERICO TORRALBAS dicos de la localidad y que ya conocen nuestros lectores.» El cita- do folleto se imprimió por acuerdo de la Junta Directiva de la So- ciedad de Estudios Clínicos. 53.—INFLUENCIA DEL PALUDISMO EN EL TRAUMATISMO. —(A. de C. M., F. y N. dela H., sesión del 13 de Mayo de 1888: A. de la A., bt. xxv, p. 201-204; t. xxvIIr, p. 684-694.) Informe médico-legal, contestando á un cuestionario hecho por un juez, relativo á los caracteres de la fiebre perniciosa y si existe alguna relación entre ésta y los traumatismos agudos en cuanto á la producción de la muerte, para esclarecer la causa de la defunción de un individuo que al mismo tiempo que se encontraba herido su- fría una fiebre perniciosa. Con tal fin señala los distintivos de la fiebre perniciosa para de- jar establecidos los puntos principales sobre los cuales pueda ba- sarse un diagnóstico diferencial. Deslinda claramente la etiología del paludismo y sostiene la influencia marcada que el traumatismo ejerce en el paludismo. 54.—SEGUNDO INFORME SOBRE LA INFLUENCIA DEL PALUDISMO EN EL TRAUMATISMO. —(A. de C. M., F. y N. de la H. Sesión del 9 de Septiembre de 1888: A. de la A., t. xxv, p. 471-474; 6. xxIx, p. 420-432.) Este trabajo es una ampliación extensa del titulado Influencia del paludismo en el traumatismo. (V. el número anterior.) Responde á un nuevo interrogatorio del Juez de Primera Instancia del Dis- trito Sur de Matanzas; se afirma y ratifica la tesis sustentada en el informe previo, y se describen las distintas evoluciones de las lesio- nes recibidas por el herido y la marcha de la dolencia que sufría. 1889 55.-—NOTAS BIBLIOGRÁFICAS. —( 4. de la A. de C. M., F. y N. de la H., 1889, 6. xxtv, p. 157.) Comienzan estas notas con algunas consideraciones sobre los di- versos aspectos que caracterizan la marcha de la Academia, sir- viendo ello de punto de partida para fijarse en los Anales, fundados por el inolvidable Dr. Antonio Mestre, y que juzga «no como el ar- chivo que conserva los trabajos de la Corporación, sino como el es- pejo que refleja la impresión que las modificaciones que la ciencia ha ido sufriendo en los grandes centros del saber, han determinado $ BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 193 entre nosotros», sirviendo esos Anales para mantener un canje muy valioso y regalos de no escaso mérito científico, entre los cuales se encuentran los remitidos por el Dr. Fernández Caro, de Madrid, con los títulos «Errores en Materia de Educación» y «Discurso de Recepción en la Sociedad Española de Higiene y Academia de Me- dicina de Madrid» respectivamente, cuyo juicio crítico extenso llena por completo el objeto que perseguía el autor. 56.—INCONVENIENTES Y PELIGROS DE LOS CONDUCTORES AÉREOS DEL ALUMBRADO ELÉCTRICO. —(A. de C. M., F. y N. de la H. Sesión del 27 de Enero de 1889.—A. de la A., t. xxv, p. 625-634 y 811-816.) En este informe combate con lujo de detalles el sistema de con- ductores eléctricos aéreos, aun cuando, como entonces, se tratase de un ensayo; disculpa ésta última inadmisible, puesto que nadie puede decir si se trata de ensayar la potencia de las máquinas ge- neradoras, la incandescencia de las lámparas ó el gasto de fuerzas, cosas todas que se suponen sabidas por los instaladores, y por otra parte, quién podrá asegurar, dice el autor, si el ensayo se prolon- gará indefinidamente, tanto más cuanto que en nosotros es tan común ver que se adopten medidas provisionales para toda la vida, para pasar después á las consideraciones de orden científico bien conocidas en la actualidad. Este informe responde á una consulta hecha á la Academia. 57.— RESEÑA DE LAS TAREAS QUE HAN OCUPADO Á LA REAL ACADE- MIA DE CIENCIAS DURANTE EL AÑO DE 1888 Á 1889.—(A. de C. M., F. y N. dela H. Sesión solemne del 19 de Mayo de 1889.— A. de la A., t. xxviI, p. 8-61.) Minuciosa y extensa memoria en que, de una manera metódica, se dan á conocer, comentándolos con erudición, los diversos tra- bajos presentados por los Académicos y los servicios prestados por la Corporación. 58.-—ÍINFORME MÉDICO LEGAL SOBRE LA DURACIÓN DE UNA HERIDA. — (A. deC. M., F. y N. dela H. Sesión del 28 de Julio de 1889: A. de la A., $8. XXVI y XXX, p. 234-235, 372-379.) Responde este trabajo á una consulta en relación con una heri- da sobre cuya duración existía una disparidad de criterio entre los 194 FEDERICO TORRALBAS médicos que intervinieron, por distintas causas, en el tratamiento y calificación de la lesión. 59.— REFLEXIONES SOBRE DEMOGRAFÍA É HIDROLOGÍA. CONTESTA- CIÓN AL TRABAJO DE OTRO SEÑOR ACADÉMICO.—(A. de C. M., F. y N. de la H. Sesión del 13 de Octubre de 1889: A. de la A., th. XXVI, p. 388-395, 340-346.) Como este interesante trabajo reviste no poca importancia, cree- mos oportuno reproducir á continuación las reseñas que de sus pro- pias ideas hace el autor en el acta de la sesión en que se le dió lec- tura, pues, como desempeñaba la Secretaría de la Corporación, nadie mejor llamado que él á puntualizar sus fines y tendencias. Pasó á la tribuna el Dr. Torralbas para contestar al Dr. La Guardia, y con este motivo expresó el referido Académico que: en realidad no tenía grandes objeciones, sobre todo de carácter cien- tífico, que hacer á su distinguido colega; pero que la marcha segui- da en la discusión que tuvo lugar en la anterior sesión, en la que tomó participación muy directa, le habían obligado por una parte á rectificar algunos puntos que creía erróneos, y por otra á apo- yar las razones con que contestó los argumentos de varios Acadé- micos que le hicieron el honor de impugnarle; por cuyo motivo dividiría su exposición en dos partes: en la primera se ocuparía de la memoria que originó el debate; en la segunda de las cuestiones incidentales que de él surgieron. Consecuente con este plan hizo al autor de la memoria tres observaciones: en la primera, rectificó algunos errores de cálculo; en la segunda, la manera de resolver el problema tomando datos supuestos en vez de datos reales; en la tercera, sostuvo que en un trabajo de estadística demográfica razo- nado no debía comparar la mortalidad de una población con la de otra, sin tomar en cuenta otro factor que las condiciones higiénicas; pues lo eran también y de mucha importancia, los de localidad, . población, clima, razas, etc.; al efecto leyó una nota de longevidad comparada de varios países, tomada de la memoria del Dr. Corradi en el Congreso Internacional de Higiene en 1888, otra de la longe- vidad de los habitantes de la aldea de Kilmor en Escocia, publica- da por El País, y otra que indicaba la densidad de población de di- versas ciudades de Europa, haciendo indicaciones referentes á la infuencia de estas condiciones sobre la mortalidad: con esto termi- nó la primera parte, ó sea lo referente á la Memoria que se propuso analizar, y pasando á ocuparse de la segunda, ó sea incidentes de BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 195 la prealudida discusión, dijo: que un punto de que había prometido ocuparse era el de la potabilidad de las aguas de Vento, que al llegar á esa cuestión ya casi no tenía necesidad de referirse á otra cosa que al análisis presentado por el Dr. Santos Fernández, quien, con una sinceridad que le honra, expone datos que dejan probado lo que el dicente sostuvo; esto es: que esas aguas distan de ser excelentes...» 60.-—COoMUNICACIÓN SOBRE FIEBRE AMARILLA.—(A. de C. M., F. y N. de la H. Sesión del 8 de Diciembre de 1889: A. de la A., b. XXVI, p. 575.) Llama la atención de los señores Académicos sobre la estadísti- ca publicada por el Dr. Freire, de Brasil, con motivo de las inocula- ciones preventivas de la fiebre amarilla. 1820 61.—CoNSIDERACIONES SOBRE LA DIFTERIA Y EL CRUP.—(Trabajo pre- sentado al Primer Congreso Médico Regional de la Isla de Cuba. Enero 1890. Publicado en el volumen del citado Congreso, p. 298-306. Reproducido en los A. de la A. de C. de la H., t. XXVI, p. 680-690. ) Como esta producción fué comentada grandemente, y reprodu- cida en otras revistas, estimamos conveniente copiar á continuación el extracto que publicó la Crónica Médico- Quirúrgica de la Habana, tb. xvi, p. 50-52: «Comienza aceptando el bacilo descubierto por Klebs y cultiva- do por Loefter, como característico de la difteria, que la substancia por él segregada constituye el agente patógeno, el veneno diftérico, como hoy se llama, recordando en apoyo de lo admitido, lo que nos dice Jules Simon, y es: que la falsa membrana que no contenga el citado micro- organismo no es de naturaleza diftérica. Hace una ligera descripción del bacilo diftérico, así como de las investigacio- nes experimentales llevadas á cabo por Roux, Yersyn, Blache, etc., en comprobación de lo anteriormente expuesto. «Señala como una de las causas más frecuentes de la invasión y propagación de la difteria, la que el sentido práctico ha indicado, y es el polvo de las calles y plazas públicas; señala las distintas ex- plicaciones que se dan de Ja manera de obrar del polvo en la propa- gación del mal, y dice que el polvo de nuestras calles es una de las fuentes más abundantes de la difteria, pero no la causa directa. 196 FEDERICO TORRALBAS «El polvo es el vehículo entre cuyas moléculas se agita una multitud de bacterias, bacilos y micro- organismos de todas clases, resto de todas las inmundicias, basuras, etc., que se van acumulan- do en nuestras calles, todo esto secado por un sol abrasador, se le- vanta á impulso del viento, envuelto en una nube de partículas calizas y de otros minerales que forman el piso de la ciudad. Estos gérmenes no siempre encuentran en la mucosa bucal y nasal las condiciones convenientes para vivir y propagarse, y por lo que res- pecta á los de la difteria, sabido es que se han encontrado en la bo- ca de muchos niños, sin que su presencia haya determinado ningún fenómeno, demostrando esto que condiciones anormales de la mu- cosa son las que favorecen la implantación del bacilo que sobre el sitio se reproduce, puesto que es inmóvil, y cuando su reproducción ha dado lugar á la colonia y á la falsa-membrana que le sirve de medio ambiente, es cuando se segrega el veneno diftérico. Sin ne- gar que las aguas, ropas, etc., sirvan de vehículo, insiste en el ya señalado polvo, porque las épocas del año en que los vientos perió- dicos levantan esos torbellinos, son los menos lluviosos, las de ten- peraturas menos variables, las de las afecciones catarrales, en fin, que ponen á las mucosas en las mejores condiciones de receptividad. «Un nuevo problema clínico, añade, surge de los descubrimientos que rápidamente acaba de reseñar, y es el siguiente: si la difteria procede de una auto-intoxicación y ésta determina la descomposi- ción de la sangre y trastornos funcionales del sistema nervioso, no es la manifestación conocida con el nombre de crup, la que por sí sola determinando la asfixia puede ocasionar la muerte de los pa- cientes, pues la propagación de las falsas membranas de las vías aéreas no se puede verificar con tal rapidez y profusión que impida casi en lo absoluto la entrada del aire en los pulmones: la acción séptica del veneno diftérico desoxigena y altera la sangre en su composición química y en sus condiciones biológicas, y perturba también las funciones del sistema nervioso, primero del ganglionar, después del cerebro espinal (porque los fenómenos respiratorios que se atribuyen á la presencia de unas cuantas membranas, que tapicen parcialmente la laringe, tráquea y cuando más la primera porción brónquica, no han de tener el mismo origen). «Si el crup no asfixia mecánicamente, ni la temida perturbación funcional depende de la acción distante del lugar de la escena, la intervención quirúrgica sólo tendría razón de ser en muy Sépo Citi y determinadas circunstancias. BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE 1. TORRALBAS 197 «Ocúpase del tratamiento racional de la difteria, y cita el trabajo presentado por los Dres. Chantemesse y Vidal á la Sociedad de Me- dicina Pública é Higiene Profesional, en 26 de Junio último, enu- merando las experiencias realizadas por ellos... «Hace conocer el plan por él seguido hace algún tiempo, que consiste: en primer término, hacer desaparecer las falsas membra- nas que desúe hace algunos años se consideran como focos de in- fección; en segundo término evitar su reproducción, y en tercero sostener las fuerzas del enfermo. » 62.—Los INSECTOS Y LA SELECCIÓN NATURAL DE LAS PLANTAS. —(Te- sis para el doctorado en Ciencias Naturales sustentada el día 15 de Febrero de 1890 ante el Tribunal competente. 8%, 32 p. A. Alvarez y Co., 1890. Reproducción íntegra en los A. de la A. de C. de la H., t. xxvI1, p. 84-114. Comentada con elogio por el sabio botánico Colmeiro. ) El Dr. Arístides Mestre, en el discurso leído en la Sesión so- lemne de la Universidad Nacional, dedicada al Dr. Torralbas, se expresa del modo siguiente al ocuparse de la tesis que comentamos: «Su tesis de doctorado presentada en 1890 sobre un asunto inte- resantísimo, trata de demostrar, y lo prueba sobradamente ese estudio, que la selección natural de las plantas se debe principal- mente á sus relaciones con los insectos. El trabajo está dividido en tres partes fundamentales: en la primera, se ocupa da las relacio- nes que existen entre las plantas y los insectos; en el segundo ca- pítbulo, de la fecundación en aquéllas y á la parte que los otros toman en esa función, y, por último, de cómo esa participación puede contribuir á la selección natural en diferentes especies ve- getales. «Ese trabajo á que aludo está impregnado de la doctrina cientí- fica mencionada (E. Geoffroy St. Hilaire), que sostuvo en la cáte- dra; y condensa en aquél las ideas expuestas y muchos hechos com- prendidos en las obras y monografías que sobre las plantas publicó el genial intelecto de Darwin...» «En su tesis revela el Dr. Torral- bas, y por entero, su personalidad científica; está el hombre de sa- ber formado en largos años de estudios, el que inclinado á ir siem- pre en pos de la verdad expone los hechos y también las hipótesis; las fuentes de información son inmejorables, fruto de paciente in- vestigación debido á la interpretación sincera, incomparable, de los infinitos fenómenos que se observan en el mundo viviente. Se re- 198 FEDERICO TORRAZLBAS vela la erudición, pero también sobresale su modestia habitual en la tesis citada. Oigan un momento sus palabras al dirigirse á sus jueces... Entonces le veríamos (dice refiriéndose á ellos) elegir con acertado criterio uno de esos asuntos cuyo profundo estudio manifiesta las dos fases, científica y amena;... Poseedor del doble secreto de la noción científica completa, y de la extensión y condi- ciones de esa clase de trabajos, no vacilaría en tratar las cuestiones más complejas y le sería lo mismo seguir la marcha del rayo de luz que se quiebra sobre la rizada superficie de las ondas, penetra obli- cuamente á través de la masa líquida y, descomponiéndose en sus elementos, baja al fondo de los mares para fijar por reacciones aúu desconocidas, los colores del molusco que duerme olvidado entre las frondas de la flora submarina, Ó animado del aliento que le co- munica la conciencia de su propio valer, arrollar hacia atrás el den- so velo del pasado y buscar en el seno de la tierra la huella ignota de paleosoicas edades, escrita por la mano del tiempo en una petri- ficación. Bellas frases que brotan de labios del que entonces era oficialmente alumno de la Facultad de Ciencias y en los mismos momentos en que aspiraba á la conquista del más alto de los grados académicos!» 63.—ELoGIO DEL Sr. Acabémico Dr. D. José M. Franca y Mazo- RRA.—( Leído en sesión extraordinaria de la Academia de Cien- cias el 14 de Marzo de 1890. 4. de la A., t. xxvI, p. 620-637. Reimpreso en 8%, 45 p., en el que también se incluye una tesis del Dr. Franca.) Se reseñan los servicios prestados por el Dr. Franca en el seno de la Academia, y se hace además un juicio crítico de los trabajos y publicaciones científicas del profesor objeto del elogio. 64.—REsEÑñA DE LAS TAREAS QUE HAN OCUPADO Á LA REAL ACADE- MIA DURANTE EL AÑO DE 1889 Á 1890.—-(Sesión solemne de la Academia de Ciencias de la Habana, Mayo 19 de 1890: 4. de la A., 6. XXVI, p. 8-51.) Esta memoria responde á idénticos fines que las anteriores de su índole. V. núm. 57. 65.—COoMUNICACIÓN SOBRE HIPERTERMIAS EN LOs NIÑOS.—(A. de C. de la H., sesión del 27 de Julio de 1890: 4. de la A., t. XXVII, p. 195.) A A SEA AAA BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 199 Expone un caso con temperatura 43%5 C. y muerte rápida, atribuídas al estado de infección del medio ambiente reinante en aquellos días. ¿ 66.— INFORME RELATIVO Á LA MUERTE DEL PARDO H.—(A. de la A. de C., t. xxvir, p. 178-185.) Contestando al interrogatorio de un juez sobre la naturaleza de unas heridas, en sus relaciones con la muerte de un individuo, se aclaran las dudas respecto á opiniones médicas previamente emi- tidas. 67.—-CUADRO RELATIVO Á LOS CENSOS CAÑONGO.—(A. de la A., 13 Julio 1890, p. 233.) Se dan á conocer los diversos trámites legales de la donación Cañongo, así como el estado en que se encontraban, después de las gestiones hechas por el Dr. Torralbas en unión del Dr. José María Céspedes. 68.—INFORME SOBRE LA CAPACIDAD LEGAL DE UN PARALÍTICO. — (A. de C. de la H., sesión del 27 de Abril de 1890: 4. de la A., t. XXX, p. 431-456.) Interesante trabajo de medicina legal en sus relaciones con las enfermedades de los centros nerviosos; se desarrolla en diez y siete páginas de lectura; merece ser revisado por los que se dedican á es- tas investigaciones por el gran lujo de datos que en él se encuentran. 68.—LA MUJER Y EL CRIMEN.—( La Ilustración de Cuba, Habana...?) Artículo inspirado en el libro de Lombroso La mujer delincuente. Revisa el autor las razones de orden antropológico, evolutivo y psi- cológico que explican por qué la mujer se aleja de la criminalidad. 69.—Censos CaÑñonGo.—(A. de la A. de C. de la H., t. xxvit, p. 233.) Cuadro demostrativo de los censos legados á la Academia por el bienhechor Conde de Cañongo. (13 Julio 1890.) 70.—COMUNICACIÓN SOBRE VARIACIONES EN LA TEMPERATURA AM- BIENTE.—(A. de C. de la H., sesión del 10 de Agosto de 1890.— A. de la A., t. xxvi1, p. 255; C. M.-Q. de la H., p. 522. Reflexiones sobre la influencia que las temperaturas alternantes podían tener sobre la constitución médica del día, 200 FEDERICO TORRALBAS 1891 71.—REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FísicAs Y NATURALES DE LA HABANA.—(A. de la A. 15 Enero 1891, 6. xxvIr, p. 425.) Artículo en que se consignan las causas que motivaron la nece- sidad de suprimir las manifestaciones que como tributo de respe- tuoso afecto, debía llevar á cabo la Academia de Ciencias al ocurrir el fallecimiento del Dr. Nicolás J. Gutiérrez. Se incluye un acta, levantada en la casa mortuoria, en que se dan á conocer los acuer- dos tomados en aquella infausta fecha por los Académicos y otras personalidades, copiándose al propio tiempo las cláusulas testamen- tarias del ilustre finado. 72.—PROYECTO DE RESPUESTA Á LA DIRECCIÓN GENERAL DE ÁDMI- NISTRACIÓN CiviL.—(A. de C. de la H., sesión extraordinaria del 14 de Febrero de 1891.—A. de la A., t. XXVII, p. 643-654.) Responde este trabajo á una consulta del gobierno sobre si po- día Ó no autorizarse el uso de las inyecciones antituberculosas de Koch; el resumen de las ideas sustentadas por el autor se encuen- trá en el acta de la sesión extraordinaria que con ese objeto se celebró. 73. —RESEÑA DE LOS TRABAJOS DEL AÑO ACADÉMICO DE 1890 4 1891.— (A. de C. de la H., sesión solemne del 19 de Mayo de 1891.— A. de la A., t. XXVI, p. 6-63.) Iguales tendencias y forma que las de los años anteriores. V. Núm. 5. 74.—NOTAS PARA EL ESTUDIO DE LA HEMATO-QUILURIA.—(A. de C. de la H., sesión del 12 de Junio de 1891.—A. de la A., t. XXVII, p. 208-225.—V. Manual de práctica sanitaria del Departamento de Sanidad de la Habana, p. 554.) Los Archivos de la Policlínica, t. 1x, 1895, p. 11, al referirse á este trabajo se expresa en los siguientes términos: «De igual modo presentaba frecuentemente á la Academia el resultado de sus estu- dios y observaciones en el ejercicio de su profesión y como no nos es posible considerar cada uno de sus trabajos por no hacer inter- minable su relación, sólo señalaremos ahora uno de patología in- tertropical que se refiere á la hematoquiluria, en cuya descripción va deteniéndose bajo los aspectos etiológico, anatomo-patológico, clínico y terapéutico, haciendo resaltar la asociación de las dispep- BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE 1. TORRALBAS 201 sias y la hematoquiluria, fenómeno que por el número de casos por él estudiado venía á ofrecer un medio más para el diagnóstico que había escapado á la observación de profesores tan notables co- mo Crevaux, Cassien y Rayer; al mismo tiempo expone su criterio sobre el carácter parasitario de la hematoquiluria así como del proceso que daba origen á la presencia, en los orines, de los ele- mentos que revelan el análisis microscópico y químico.» 75.—REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS, Físicas Y NATURALES DE LA HaBaNa.—1891. —Imp. de A. Alvarez y Compañía, Ri- cla No. 40. T. 18? de 49 p., en el que se hace un bosquejo de la marcha progresiva de la Institución. El objeto del autor, según frases propias, era: «Hacer conocer, aunque á grandes rasgos, su historia y condiciones, para que el público sepa cuáles son los orígenes, ten- dencias y resultados obtenidos en el camino del progreso y la cul- tura científica por aquella parte del profesorado, así el médico como el científico en general, que, sacrificando las horas de su escaso re- poso propenden con su constante y laudabie empeño al sostenimien- to de ese centro.» Señala la vida modesta de la Academia é indica como una de sus causas el hecho de que los potentados de nuestra patria nunca se han acordado de estas corporaciones. 76.—ELOGIO DEL ILUSTRÍSIMO Sr. Dr. D. NicoLÁs JosÉ GUTIÉRREZ. —(A. de C. de la H., sesión solemne del 31 de Diciembre de 1891. Habana, A. Alvarez y C? 1892. 59 p.—A. de la A., b. XXVI, p. 459-513.) Detallado y cuidadoso trabajo en que de manera excelente se da á conocer la vida, en todos sus aspectos, del ilustre fundador de la Academia de Ciencias de la Habana y de la Prensa Médica Cubana. 1892 77.—CONTRIBUCIÓN Á LA PROFILAXIS DE LAS FIEBRES REINANTES. — (A. de la A. de C. de la H., t. xx1x, 1892 p. 105.) Se hace un estudio sobre las fiebres que existían en aquellos días, clasificándolas como tifoideas, cuya etiología y medios de trasmisión expone, para deducir de ellas las recomendaciones que deben hacerse al público para evitar la propagación de la citada dolencia, cumpliendo de ese modo con un deber de humanidad y 202 FEDERICO TORRALBAS subsanando el daño causado por el grandísimo abandono de las au- toridades, que no prestaban oídos á las exigencias de la salud pública. 78. —COoNTESTACIÓN Á UN TRABAJO DE DEMOGRAFÍA. —(A. de C. de la H. Sesión del 13 de Septiembre de 1892.-A. de la A., t. XXVI, p. 388.) Este trabajo, cuyos originales no poseemos, se refiere á una am- plia discusión sobre las cualidades del agua de Vento, dando lugar á un largo discurso pronunciado en la sesión de fecha señalada, en el que rectifica errores de cálculos de la Memoria del Dr. La Guardia; señala además, la manera de resolver el probiema toman- do datos supuestos en vez de datos reales, y se confrma en su juicio de que las aguas de Vento distan mucho de ser excelentes. 1893 79.—INFORME SOBRE EL GABINETE BROMATOLÓGICO MUNICIPAL. Habana. Septiembre 1893. Leído en sesión de la Junta Municipal de Sanidad, comprende recomendaciones y proyectos para el mejor funcionamiento de esta importante dependencia municipal. 80.— INFORME SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE UN CEMENTERIO PARA LA COLONIA ASIÁTICA.— Presentado á la Junta Municipal de Sanidad de la Habana en Septiembre de 1893. S1.— INFORME SOBRE LA NECESIDAD DE FUMIGAR LOS CARROS FÚNE- BRES DE LA CIUDAD. Se le dió lectura en la Junta Municipal de Sanidad de la Haba- na en Diciembre de 1903. 82.—MEDIDAS PREVENTIVAS PARA EVITAR LA INVASIÓN COLÉRICA.— Informe de la Junta Municipal de Sanidad de la Habana, Agosto de 1893. 83.—REGLAMENTO DE LA JUNTA MUNICIPAL DE SANIDAD DE LA HA- BANA.—Fué el Dr. Torralbas ponente de la Comisión nombrada al efecto. 84.— INFORME SOBRE CONSTRUCCIÓN DE UNA BARRACA ESPECIAL PARA COLÉRICOS.—Se nombró una Comisión de la Junta Municipal de BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE 1. TORRALBAS 203 Sanidad compuesta de los Dres. Bosque, Arturo; Ruiz, Antonio; y Torralbas (J. 1.), figurando este último como ponente. Octu- bre de 1893. 85.—]INFORME SOBRE CASAS HABITADAS POR ASIÁTICOS. —Junta Mu- nicipal de Sanidad de la Habana. Octubre de 1893, Comisión compuesta por los Dres. Arturo Bosque, Antonio Ruiz y J. 1. Torralbas, ponente. 86.—CARTILLA DE LOS ALUMNOS QUE ASISTEN Á LAS ESCUELAS PÚBLI- cas.—(J. M. de S. de la H.—Octubre de 1893.) En colaboración con los Dres. Luis Cowley y Arturo Bosque. 1894 87.—AÁNALES DEL INSTITUTO DE SEGUNDA ENSEÑANZA DE LA HABA- NA. DirECTOR Dr. JosÉ 1. TorRALBAS. Habana, 1894-96. «Esfuerzo que en los últimos años del coloniaje hice para des- pertar algún estímulo entre el profesorado de aquel establecimiento, en que por entonces servía.» (Frases del Dr. J. I. Torralbas en una carta al señor Figarola-Caneda. ) 88.—A LA PRENSA PERIÓDICA. —(Anales del Instituto de Segunda Ense- ñanza de la Habana, t. 1, p. 3-4, Julio 12 de 1894.) Saludo á toda la prensa con motivo de su publicación. 89.—NUESTROS PROPÓsSITOS.=(A. del I. de S. E. de la H., p. 5-9, Julio 19 de 1894.) Detallada enumeración de los fines que persigue la Revista y los medios que ha de emplear para llenar su objeto. 90. —HIGIENE ESCOLAR.—(A. del I. de S. E. de la H., Julio 1? de 1894, t. 1, p. 10-14.) Se inician en este artículo una serie de trabajos sobre higiene escolar que en el curso del año continuó el erudito Dr. Erastus Wilson. 91.—VARIEDADEs.—(4. del I. de S. E. de la H., Julio 1% de 1894, t. 1, p. 30-40.) Consideraciones generales sobre hechos y cuestiones de actuali- dad en relación con la enseñanza. 204 FEDERICO TORRALBAS 92.—La ESCUELA DE INGENIEROS. —(4. del f. de S. E. de la H., Agosto 1894, t. 1, p. 41-44.) Artículo dedicado á gestionar y promover la fundación de la Escuela de Ingenieros en la Universidad de la Habana. 93.— LA EDUCACIÓN DE LA MUJER EN ITALIA.—(A. del 1. de S. E. de la H., Agosto 19 de 1894, t. 1, p. 64-69.) Trabajo en que se comenta un artículo sobre el tema que sirve de título 4 estas líneas, publicado en el Journal of Education, y se da á conocer la organización de diversos centros de enseñanza en Italia. 94.— INFORME SOBRE EL HosPITAL MILITAR. —( Diario de la Marina, 3 Agosto 1894, edición de la tarde. ) Se da cuenta de una visita de inspección sanitaria, de acuerdo con el Presidente de la Junta Municipal de Sanidad, realizada en el Hospital San Ambrosio en unión de los Dres. Ruiz y Rayneri. 95.—MHISTORIA NATURAL.—LA EVOLUCIÓN DEL DARWINISMO.— (A. del I. de S. E. de la H., Octubre 1? de 1894, t. 1, p. 148-152.) La publicación de un folleto titulado La luz de la selección natural en la lucha por la existencia, del muy ilustrado Dr. Gastón Alonso Cuadrado, ofrece al Dr. Torralbas la oportunidad, aprovechada de este modo, para escribir un artículo en que revisa la marcha evolu- tiva del transformismo, sus progresos y la feliz manera escogida por el Dr. Cuadrado para exponer el estado en que se encontraba la interpretación de la tan importante como indudable teoría del eminente naturalista Charles Darwin. Este artículo es suficiente para llevar al ánimo del que lo lea una orientación en el estudio de ese interesante problema biológico. 96.—APERTURA DEL CURSO EN LA UNIVERSIDAD. —(A. del 1. de S. E. de la H., Noviembre 1? de 1894, t. 1, p. 168.) Describe la celebración de la apertura del curso y se extiende después en hacer una crítica muy favorable sobre el discurso del Dr. Juan Francisco de Albear. 97.—Prnacocía.—-La EscueLA PROFESIONAL. —(4A. del 1. de S. E. de la H., Noviembre 1? de 1894, t. 1, p. 171-175.) Artículo dedicado á divulgar los beneficios que proporciona la institución denominada Escuela Profesional en la educación y pre- BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 205 paración científica de nuestros obreros. Solicita que los demás periódicos den á conocer de igual modo las facilidades con que cuen- ta para cumplir su cometido tan importante centro de instrucción. 98. —ANTROPOLOGÍA. —EsTUDIOS ANTROPOLÓGICOS. —ETNOGRAFÍA DE Grecia.—(4. del TI. de S. E. de la H., Noviembre 19 de 1894, t. 1, p. 186-192.) Estudio condensado, en el que después de señalar los grandes servicios que á los conocimientos humanos proporciona la antropo- logía, da á conocer quiénes fueron aquellos griegos que aparecieron en la península Tracio-helénica, cuál era su raza, su origen, etc. Revisa la evolución del proceso por el cual los pobladores Ó invaso- res representaban una civilización superior, y termina explicando el origen del nombre (Griego, empleado para llamar á los helenos. 99.—EsTUDIOS ANTROPOLÓGICOS.—LA ETNOGRAFÍA Y LA LINGÚUÍSTICA. (A. del I. de S. E. de la H., Diciembre 1? de 1894, t. 1, p. 207-212.) Demuestra el autor en breves párrafos la importancia del estu- dio de la lingiística y el poderoso concurso que esa ciencia presta á la antropología para el esclarecimiento de los hechos relacionados con la vida del hombre; aborda ese estudio desde el punto de vista del sello étnico que los grupos humanos imprimen á $us idiomas y la relación que existe entre esos factores, la lengua y los otros ca- racteres de una raza. De igual modo revisa el estudio del lengua- je como función natural, y en ese sentido señala los órganos desti- nados á llenar las necesidades que reclaman esas funciones. 100.—LA SEROTERAPIA EN La HABANA.—(C. M.-Q. de la H., 1894, tb. Xx, p. 649-652.) Artículo en que, con motivo de las experiencias llevadas á cabo en el Laboratorio Histo-bacteriológico de la Crónica Médico- (Quirúr- gica, se hacen consideraciones generales sobre la importancia del suero y se dan á conocer las ventajas que se obtienen con el conoci- miento de la técnica empleada en la preparación de los mismos. 101.—INFORME SOBRE ALBEITERÍAS DE LA HABANA.—(J. M. de $. de la H., Enero de 1894.) 102.—INFORME SOBRE LOS SERVICIOS SANITARIOS DE LA CIUDAD DE LA HARANA EN SUS RELACIONES CON LA DISPOSICIÓN DE LAS EXCRE- Tas.—(J. M. de S. dela H. Enero de 1894.) 206 FEDERICO TORRALBAS En comisión con el Dr. Arturo Bosque, fué ponente el Dr. To- rralbas. 103.—INFORME SOBRE EL ESTADO SANITARIO DE 1.08 SOLARES CONOCI- DOS CON EL NOMBRE DE «PAchín».—(J. M. de S. dela H. Enero de 1894.) El Dr. Torralbas, como ponente de la comisión nombrada al efecto, emitió el informe que nos ocupa, recomendando las medidas necesarias para dar curso á las aguas estancadas en los terrenos de referencia. 104.— INFORME SOBRE MODIFICACIÓN DE LAS ORDENANZAS MUNICIPA- LES, EXTENSIVO Á LAS DE CONSTRUCCIÓN.—(J. M. de $. de la H. Febrero de 1894.) En una comisión compuesta de un señor concejal por cada una de las juntas permanentes, dos vocales de la Junta de Sanidad y el Arquitecto Municipal, figuró el Dr. Torralbas como ponente. 105.— INFORME SOBRE LAS CONDICIONES QUE DEBEN EXIGIRSE EN LOS ESTABLOS DE LA HABANA.--(J. M. de S. de la H. Agosto de 1894.) 106.—INFORME EN CAUSA POR LESIONES Á S. T. M. V.—-(A. de C. M., F. y N. de la H. Sesión del 9 de Diciembre de 1894. A. de la A., t. xxx11, Octubre 15 de 1895, p. 217-225.) Este informe responde á una consulta sobre «si un individuo de- dicado al servicio militar en la clase de tropa y que por su posición social está destinado á vivir de su trabajo corporal, quedará hábil para todo llevando adosada en el pulmón ó en la pleura una bala de revólver.» 107.—INFORME SOBRE MEDIDAS PARA EVITAR LA INSALUBRIDAD DEL MATADERO DE LA HABANA.—(J. M. de $. de la H. Febrero de 1894.) 108.—INFORME SOBRE EL SISTEMA DE ALCANTARILLADO DE LA HA- BANA.—(J. M. de $. de la H. Abril de 1894.) Publicado por el Diario de la Marina de la Habana bajo este títu- lo de la Redacción del mismo diario: «Luminoso Informe». (Continuará. ) EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS POR EL DR. RAMÓN MEZA Y SUÁREZ INCLÁN Profesor de la Escuela de Pedagogía I EL ASSEMBLY HALL Medio de educación social; cultura cívica.—Fiestas escolares: gu objeto prin- cipal. — Influencia en las costumbres públicas. — Conferencias sobre ur- banidad y moral. En nuestro plan escolar hemos atendido á dos consideraciones: la una técnica, la otra artística. Por la primera hemos procurado que la distribución interior del edificio corresponda tanto á las exi- gencias pedagógicas como higiénicas, dotándolo de todos aquellos departamentos, por modestos que fueren, necesarios á una buena organización interna; y en la material ó externa del edificio, su si- tuación conveniente y que su severidad, sencillez y orden no estén reñidos con las recomendaciones del buen gusto. La escuela, en su concepto moderno. es un organismo á cuyos detalles hay que atender para que resulte completo y funcione bien. Tales detalles por otra parte, no son secundarios, sino que contri- buyen, en término muy principal y saliente, á la eficacia y utilidad de la obra á ella encomendada. Nadie pondrá en duda la necesidad de aulas en las escuelas; sin aulas, ó sea sin el lugar apropiado donde puede trasmitirse por el maestro á los alumnos la enseñanza, no se concibe la institución. Pero al lado del aula deben existir otros departamentos ó locales que tienen igual aplicación é importancia que aquélla en la obra que en la escuela se realiza. No hay edificio escolar americano construído, conforme á las re- comendaciones de la moderna pedagogía, que prescinda del assembly hall, 6 sea de una sala de reunión, destinada también á los actos y fiestas, ya privadas, ya públicas, de cada escuela. Este salón de actos tiene su objeto bien determinado en la obra, á la vez amplia y compleja de la educación elemental. Todos los 208 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN alumnos, en sus diversos grados, se reúnen. Y con los discípulos, sus profesores. Allí se ejercitan en las costumbres, hábitos y ob- servación de las reglas de urbanidad que las conveniencias sociales exigen en toda reunión pública. El orden, el silencio, los gestos, log ademanes se van educando para los usos de la vida colectiva y pública. No se realiza allí la educación é instrucción privada, re- ducida, limitada del aula, en que unos pocos alumnos se ven y tra- tan diariamente con el maestro; es un medio eficaz de educación de la colectividad escolar, precursora de la colectividad social. El comedimiento general, el respeto mutuo, el trato culto y afa- ble, hacen grata desde la escuela la vida de relación en sociedad. La confianza tiene bien demarcados sus límites: sus excesos Ó sus abusos, que son los que matan en la vida la unión y el esfuerzo co- lectivos, se procuran señalar desde muy temprano. El alumno no sólo se instruye en el aula, sino que se educa para la ordenada vida cívica. En estos assembly hall, que tienen una plataforma ó tribuna le- vantada á conveniente altura del suelo, se congregan con frecuen- cia los alumnos de cada escuela para fiestas escolares, representa- ciones, recitaciones, discursos, experimentos de física recreativa, actos musicales, entretenimientos útiles y cultos, que en mayor ú menor grado realizan nuestras escuelas; pero no con el verdadero carácter que estas instituciones modestísimas significan en la orga- nización escolar de nuestros vecinos, y que ya hemos procurado fijar: es una escuela de costumbres públicas, de hábitos cívicos, de cuitura social, favorable á la vida de relación. El arte de agradar, el de entretenerse sin causar mortificación ni estorbo al que está en el mismo lugar para gozar de lo propio, se va adquiriendo por un método que indudablemente tiene mucho de positivo, de experimental y de práctico en estas infantiles reunio- nes escolares. Las Universidades inglesas tienen el prurito de formar de cada uno de sus discípulos un perfecto gentleman, de adornarles con ese dón de gentes que tan útil les ha de ser para sus esfuerzos dentro de su grupo social. La escuela moderna tiende desde sus comien- ZOS á formar ciudadanos que desde sus primeros pasos en la vida aprenden lo que nosotros queremos significar con la frase: darse su lugar. Las pláticas morales, las conferencias sobre asuntos cívicos, sociales y económicos, cuestiones de urbanidad en la calle, en el EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS 209 templo, en el hogar, en los juegos, son parte no olvidada en esta obra educadora, encomendada á los maestros ó directores de cada núcleo escolar, que son los que más directamente pueden elegir el tema, el tono y hasta el grado ideológico que pueden emplear con sus alumnos y utilizar sus enseñanzas. No solamente son, pues, las aulas los locales materiales á que debe atenderse en la buena distribución de departamentos en todo edificio escolar; á su lado, debe estar también, un salón de actos públicos dunde se refleje, en pequeño, la vida social. 1 EL MUSEO ESCOLAR Auxilio que presta á la enseñanza objetiva: su utilidad.—El estudio de las industrias, riqueza y materia prima locales. — Formación de estos MUSEOS. Complemento necesario de la escuela es el museo escolar. La pedagogía moderna recomienda como base de sólido conocimiento el estudio de la naturaleza, la enseñanza objetiva, las lecciones de cosas, esto es, cuanto pueda servir de contacto entre lo subjetivo y lo objetivo; la compenetración más completa posible de la men- te humana con las cosas que la rodean y que á su observación se ofrecen. Las láminas que representan las cosas con todos los admirables adelantos de la fotografía y del grabado no son las cosas mismas, sino su representación más aproximada, siempre tiene que salvar la imaginación el espacio que media, á veces muy grande, entre lo real y lo representado á pesar de todas las maravillosas habilidades y conquistas del arte. Toda educación práctica tiene por objeto dar al hombre las ar- mas y los elementos necesarios para que utilice cuanto la Natura- leza coloca cerca de él, en torno suyo, al alcance de su mano y le ayuden á cumplir con éxito los fines de su existencia. Por eso el estudio de la geografía, comienza conforme con esta recomendación científica, de Frasbel, en su obra Educación del hombre por el conoci- miento de la localidad en la que vive el alumno, lo que más directa é inmediatamente se halla bajo su observación. No es buen método pedagógico ir al estudio de la geología, ó sea al conocimiento de las capas subterráneas puestas por las edades bajo los pies del hombre, antes de que se conozcan la superficie y sus accidentes más próximos 210 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN y visibles; ni lo es tampoco ir al estudio del continente americano 6 de Grecia y la India, que son localidades apartadas y lejanas, sin el estudio previo de lo que existe en nuestra isla y que presenta analogía Ó semejanza con otros accidentes ó detalles naturales, poco variables, como son puertos, ríos, cabos, promontorios, valles, ete., cuyo conocimiento podemos comunicar directamente por su proxi- midad real 4 nuestros niños. De esta suerte se pone en práctica otra sabia recomendación científica, el procedimiento inductivo, que lleva al conocimiento de lo desconocido, por lo conocido; lo de fácil y cercana observación, á lo de difícil y lejana observación. Los museos escolares contribuyen á completar las explicaciones del maestro con la presentación, á la vista de sus alumnos, del ob- jeto de que se les habla. En Francia se ha procurado llevar esta exigencia de la enseñanza preparando museos escolares para pro- porcionar á los alumnos de las escuelas el conocimiento de una por- ción de objetos muy útiles en la industria, agricultura y comercio. En nuestras escuelas antiguas y en muchas de las actuales el niño sólo conoce de oídas, por las explicaciones del maestro ó bien por la descripción literaria de los libros, una porción de objetos que de- ben serle familiares y que luego han de serle útiles y hasta produ- cirle provecho en su vida de trabajador. Algunos de estos museos escolares, como los de Deyrolle y Dos rangeon se usan con fruto en nuestras escuelas. Son un medio supletorio. Debemos seguir en este punto también las recomen- daciones de los modernos autores de educación. Los mejores mu- seos no son los ya formados y dispuestos, sino los que formen los alumnos trayendo á ellos objetos que llamen su atención. Aquéllos serán más artísticos, vistosos y de mejor conjunto y efecto; éstos, aunque más modestos, son más útiles: no importa que carezcan de condiciones estéticas. No son para exhibidos sino para usados, más aún, para ser manoseados. Los aluranos que asisten á las escuelas primarias van á ser los ciudadanos que se dediquen á todas las actividades propias de la vida social. La uniformidad que tienen estos museos ya hechos y que son objeto del comercio ó la industria de material de escuelas, los hace inflexibles, poco adecuados á la múltiple plasticidad de las industrias locales; son muy útiles para servir de norma ó modelo, para formar otros que llenan, en las distintas localidades, el mismo objeto que aquéllos llenan en la enseñanza de la escuela elemental francesa, EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS 211 En Cuba la industria del tabaco, del azúcar ó café, la de fibras de ramié ó henequén, la de madera, asfalto, petróleo, etc., deben ocu- par el lugar que tienen en Francia, de donde esos museos proceden, la vid, que produce los vinos; el cáñamo y el lino; los tejidos de lana; el gusano de seda, las tinturas y otras manifestaciones de la industria que entre nosotros son, por ahora, exóticas. Si nuestra organización de escuelas ha de ser completa, no debe faltar en ningún edificio escolar un modesto departamento dedicado 4 museo y donde se recojan y puedan estudiar y conocer los alum- nos, los productos más apreciados y utilizados en cada localidad inmediata. Si se han de recibir nociones elementales de botánica, de agri- cultura, de conocimientos de tierras, y de frutos, es indudable que los ejemplos más próximos en Pinar del Río, son los que se refieren á la industria del tabaco; en la provincia de la Habana los cultivos menores en una parte, en otras frutos, y las artes de la pesca hacia Batabanó; en las Villas, es predominante la industria azucarera; en Camaguey, la del ganado, y en Oriente, la de minería. El lino, el aceite de olivo, el jugo de la vid, pueden ocupar lugar y enseñan- za en el museo, pero sería olvido óÓ desacierto dejar de poner á su lado, y hasta en lugar preferente, aquello que constituye el nervio de nuestra industria y la base de nuestra pública riqueza, sobre la cual actúa en el momento gran parte de nuestro pueblo y debe ac- buar aún más en lo sucesivo, pues así lo impone la economía na- cional. Los paseos escolares y las excursiones no tienen otro objeto. Cuanto sea útil y de provecho, en cada localidad, debe ser visto y conocido por los alumnos de la escuela elemental que en dicha lo- calidad residan. Hay que recordar que solamente un tanto por ciento de ellos, muy reducido, ha de ir á estudios puramente facul- tativos, á carreras literarias. Los más han de ser carpinteros, al- bañiiles, mecánicos, transportadores, herreros, agricultores, gana- deros. De suerte que la materia prima, el elemento sobre el cual han de emplear su atención y sus energías en lo futuro debe procu- rarse que les sea conocido desde muy temprano. El modesto departamento de la escuela que logre encerrar lo más utilizable en la comarca que lo rodee, será tan útil como los mejores y más elocuentes tratados didácticos que á su estudio se dediquen. No hay que olvidar la grande é imborrable lección objetiva que 212 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLÁN recibe el atento visitador de un rico museo de manifestaciones na- cionales, ya sean de arte, ya de industria, ya de productos natura- les, ya de fósiles. Es el libro más gráfico, útil y claro. 1008 EL TRABAJO MANUAL Los conocimientos primarios: su objeto útil.— Instrumentos de educación elemental. —Práctica y consejos de algunos célebres pedagogos. —Tra- bajos de niños y de niñas. —Dominio y conocimiento de las cosas natu- rales. —Industria y economía nacionales. La enseñanza primaria tiene por objeto proporcionar conoci- mientos elementales, de aplicación general, aquellos que fácilmen- te llegan por su índole, á todas l+s inteligencias: leer, escribir, contar; comunicarse por el lenguaje con sus semejantes: son adqui- siciones intelectuales de una aplicación geueral, casi ineludible pa- ra todos los actos de la vida, de modo que son conocimientos útiles. Pero no debe olvidarse que no todas las actividades humanas están comprendidas en el trabajo mental; la mayor parte de cuantos acu- den á las escuelas primarias no van á dedicarse en lo futuro á ocu- paciones Ó profesiones intelectuales, y mucho menos á las especula- tivas y teóricas. La tendencia de la educación moderna es proporcionar también elementos Ó estudios, tan primarios como la lectura y la escritura, á todas aquellas ocupaciones Ó actividades en que se emplean las manos. Essumamente útil saber escribir y leer: todos los ciuda- danos de una república deben tener estos conocimientos; y el ideal es que no haya uno solo que deje de poseerlos. Suiza, con la orga- nización admirable de sus escuelas, ha logrado borrar de sus esta- dísticas las cifras de los analfabetos. La pluma, el lápiz y el tintero, son instrumentos de inexcusable presencia en la escuela y en el hogar. Hay otros, sin embargo, tan importantes y que es bueno saber manejar, dedicándoles alguna atención: la regla, el compás, la escuadra, el martillo, el destorni- llador, el cepillo, deben ponerse en las escuelas en manos de los alumnos. Al lado del aula de enseñanza del lenguaje, de la geografía, his- toria natural, fisiología, aritmética y otras asignaturas análogas, debe estar el aula de trabajos manuales y compartir en la distribu- ción del tiempo de tareas escolares algunas horas con aquéllas. EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS Juan Bautista La Salle introdujo en la enseñanza de gus escue- las, visitadas preferentemente por hijos de artesanos y obreros, la geometría aplicada al dibujo lineal y de adorno, la caligrafía, para su aplicación á los márgenes de títulos y de libros. Franke, en su ciudad escolar introdujo el trabajo de laboratorio químico, el museo de física é historia natural, con aplicaciones de utilidad, sentando así la labor preferente de las escuelas reales. Sin llegar 4 Pestalozzi, que ya lo recomendó de una manera decisiva como método de edu- cación, Locke y Rousseau, lo ponían entre sus ejercicios escolares. En torno de la personalidad de estos impulsores del movimiento progresista de las ideas pedagógicas, resalta su influencia, altamen- te favorable, al completo desarrollo de las organizaciones sociales que supieron poner en práctica sus recomendaciones y doctrinas. Para conocer la naturaleza y dominarla, poniéndola al servicio de la industria, que es la producción directa del trabajo de las manos, es necesario dotar á éstas de habilidades propias. Se escribe una obra reuviendo letras y palabras, como expresión ordenada conve- nientemente de las ideas: una máquina, un aparato, una construc- ción es una Obra que se realiza, una idea á la que se da forma visi- ble y material; es preciso para ello educar las manos, comenzando por poner en ellas instrumentos tan indispensables en su grado, como en el suyo lo son el papel, el libro, la tinta y la pluma. Del trabajo manual no se prescinde ya en ningún plan de ense- ñanza acomodado á las ideas reinantes en la educación moderna. A los varones se les dan nociones de corte, pulimento y ensam- blaje de la madera y hasta del latón y del hierro. A las niñas se les enseña corte, costura, reparación de piezas y otras labores útiles. Y en los lugares en que la situación de la escuela lo permite, traba- jos de jardinería, botánica y horticultura, atendiendo á ¡as ocupa- ciones que en lo porvenir pudieran adoptar, según su sexo, los alumnos de cada localidad. No es solamente instrucción de cosas útiles, sino un elemento de educación. Probado está que el trabajo manual en la escuela, alternando con el intelectual, es un medio de cumplir los preceptos de la higiene en lo que se relaciona con el ejercicio necesario á los músculos, largo tiempo inactivos por la misma naturaleza de las tareas de la escuela. Los objetos se conocen actuando sobre ellos: sus cualidades de dureza, plasticidad, peso y otras, si, general- mente, se conocen por la experiencia constante de los demás y sus afirmaciones, mejor es conocerlas por la observación propia, com- » 214 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN probando lo que verbalmente se sabe, por operaciones prácticas, reales. En la escuela moderna no debe faltar un salón de trabajos ma- nuales: el sloyd, en madera, ó hierro, es un buen punto de partida. La atención, la paciencia, el orden, la perseverancia, el ardor por el trabajo y la satisfacción íntima por la obra realizada. siquiera sea ésta en muy modesta escala, son actividades que se ejercitan y desarrollan con su instrucción. La destreza de la mano para trazar letras en los renglones de la escritura, debe llevarse 4 la del dibujo para representar en sus líneas y superficies los objetos. Es lo menos que tendrán que ha- cer los futuros trabajadores cuando opten por ocupaciones necesa- rias para la lucha por la vida. Una porción de objetos de uso frecuente, cajas, botones, cuadros, cartuchos, peines, escobillas, que existirán mientras exista la cultura humana, son tan solicita- dos como los alimentos cotidianos. La industria se nutre de ellos, respondiendo á Jas demandas y al consumo social. Saber hacer estos objetos es contribuir al auge de la economía nacional. Si no sabemos hacerlos tendremos que adquirirlos y pagarlos á quienes, más hábiles, los hagan. De la propia suerte los trabajos manuales que se recomiendan en la escuela deben tener por punto de partida una utilidad en la economía doméstica. Los niños mucho ganan con saber reparar un mueble, atornillar una puerta, desarmar y armar un reloj, una ce- rradura: las niñas con aprender á cortar las piezas de vestir de uso diario, con cuidar y atender las flores en un pequeño jardín y, como en no pocos centros de instrucción á ellas dedicados se hace, con preparar en la cocina los alimentos. Es la dignificación del tra- bajo desde el banco escolar. IV OTRAS DEPENDENCIAS Cada escuela debe constituir un organismo atrayente. —Misión del Director de escuela. —Sala de despacho: recibidor. —La Biblioteca. —El Museo escolar. —El peso y la medida como bases seguras de la ideación. Considerando cada escuela como un organismo hay que disponer sus detalles Ó partes de modo que contribuya al fin ansiado de edu- car y enseñar de la manera más eficaz posible á la población infan- til que la rodea y que á ella debe acudir. La escuela en Suiza es 19 — 311 EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS un punto de mira que lo mismo atrae al niño que á ella acude y la visita para aprender, como al adulto que se preocupa de la obra más trascendente en toda nación: la enseñanza de sus niños. La escuela debe ser un lugar de atracción y al mismo tiempo de- be estar dispuesta y dotada de cuantos medios Ó elementos contri- buyan á despertar la inteligencia de los alumnos en todos sentidos: orden, limpieza, economía, sanidad y de instrumentos de enseñanza y de estudios. Los planes de instrucción oficiales, por muy perfec- tos que sean, forman una buena base y son una excelente pauta; quienes les dan vida son los encargados de ejecutarlos: profesores ú maestros, niños ó alumnos. Cada escuela debe ser un foco óú núcleo intelectual: el alma de ella debe ser un buen director: maestro que por su práctica, expe- riencia y años de ejercicio y labor, pueda dirigir con sus firmes y seguros consejos á los demás profesores que con él comparten la responsabilidad y la satisfacción de recibir, desprovisto de todo conocimiento intelectual, al niño y ponerlo luego en los umbrales de las profesiones % carreras con los elementos necesarios á su pros- peridad y á la del organismo social donde por voluntad ó suerte les toque ejercitar su actividad y energías individuales. El director de una escuela debe dirigir: no hay que olvidar que el maestro es sólo un colaborador, importante y decisivo, es cierto, pero no único, en la obra de la formación del carácter, inteligencia y voluntad de los niños que le son confiados. El maestro, director de cada uno de estos organismos escolares, debe estar rodeado de cierto respetuoso ó venerable prestigio. Los niños, que son jueces imparciales y prontos, le veneran Ó le ridiculizan según su porte» gestos y ademanes. Si se impone á todos por su ecuanimidad y discreción, cumple una misión social no igualada por otra. Será un buen modelo que sus discípulos imitan, que sus conciudadanos res- peten, que en los padres despierte simpatías y afectos. El director debe estar en la puerta de la escuela para recibir los alumnos; y en la puerta también para despedirlos. Y en su puesto, en un despacho decoroso para recibir las consultas de los profesores subalternos, sus quejas, dar reprensiones en privado á los alumnos y también para que los padres tengan siempre un asiento cómodo en la antesala de aquel edificio que á todos pertenece, que todos sostienen con la ínfima parte alícuota de contribución que les toca. El director escolar debe tener un despacho, privado, un salón de trabajo; y á su lado un recibidor, donde divida su atención ha- 216 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN cia la labor interna de la escuela y hacia la influencia externa. Los padres deben hallar en el maestro un amigo afectuoso. No deben ser extraños, desconocidos é indiferentes. En la escuela debe ha- ber un estrado siempre libre, dispuesto y preparado para que los padres cambien impresiones con el maestro. Este no debe olvidar que su misión es doble; actúa sobre el niño para que éste ocupe digno puesto en sociedad, en lo futuro, pero también debe extender su influencia bienhechora hacia el factor social externo más inme- diato para que no le estorbe sino que le auxilie en la obra común en que está empeñado. Cada escuela en este caso ostentaría la fi- sonomía de su elemento director, dentro de los moldes generales á los que debe estar sujeta, en su conjunto, la enseñanza nacional para que desarrolle con la conveniente uniformidad. Y al lado del despacho del director de la escuela, de un modesto y decoroso recibidor, debe ponerse la biblioteca. Es preciso des- pertar en los niños el amor hacia el libro, que en él vea un amigo invariable, un consejero seguro en su viaje por la vida. Libros atrayentes y útiles que los alumnos cuiden y no deshojen ni man- chen, para acostumbrarlos al cuidado y al orden. Nadie puede sos- pechar lo que una página escrita en armonía con las actividades que en embrión guarda el alma del niño, puede llegar á ser para él. Hay niños que aman los números, el cálculo, los trazados geométri- cos; otros la geografía, los viajes, la historia, las manifestaciones artístico-industriales Ó las puramente científicas. Una biblioteca de la infancia para nutrir adecuadamente la inteligencia de los alumnos, debe contener libros sencillos, admirables por la difícil facilidad con que exponen en lenguaje llano y comprensible las ver- dades conquistadas por el intelecto humano: debe ser motivo de frecuente curiosidad, de atracción constante para los alumnos de la escuela. No es posible tampoco, en un rincón del museo escolar, del sa- lón de sloyd ó de trabajos manuales, dejar de poner un sistema ma- nuable de pesas y de medidas. El peso, la medida, la extensión y la capacidad, son los elementos Ó bases sobre los cuales se levantan nuestras ideas. Todos los niños deben aprender el manejo de las romanas y básculas, del metro, y de las medidas de sólidos y de lí- quidos. Necesario es que se den cuenta exacta de lo que es un vaso graduado, un semicírculo, un centímetro cúbico; de lo que es un decímetro; aplicados á las medidas de volumen, peso y cantidad. La noción vaga ó equivocada de estos conocimientos los lleva á las EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS 209 templo, en el hogar, en los juegos, son parte no olvidada en esta obra educadora, encomendada á los maestros ó directores de cada núcleo escolar, que son los que más directamente pueden elegir el tema, el tono y hasta el grado ideológico que pueden emplear con sus alumnos y utilizar sus enseñanzas. No solamente son, pues, las aulas los locales materiales á que debe atenderse en la buéna distribución de departamentos en todo edificio escolar; á su lado, debe estar también, un salón de actos públicos donde se refleje, en pequeño, la vida social. EL EL MUSEO ESCOLAR Auxilio que presta á la enseñanza objetiva: su utilidad.—El estudio de las industrias, riqueza y materia prima locales. —Formación de estos MUSCOS. Complemento necesario de la escuela es el museo escolar. La pedagogía moderna recomienda como base de sólido conocimiento el estudio de la naturaleza, la enseñanza objetiva, las lecciones de cosas, esto es, cuanto pueda servir de contacto entre lo subjetivo y lo objetivo; la compenetración más completa posible de la men- te humana con las cosas que la rodean y que á su observación se ofrecen. Las láminas que representan las cosas con todos los admirables adelantos de la fotografía y del grabado no son las cosas mismas, sino su representación más aproximada, siempre tiene que salvar la imaginación el espacio que media, á veces muy grande, entre lo real y lo representado á pesar de todas las maravillosas habilidades y conquistas del arte. Toda educación práctica tiene por objeto dar al hombre las ar- mas y los elementos necesarios para que utilice cuanto la Natura- leza coloca cerca de él, en torno suyo, al alcance de su mano y le ayuden á cumplir con éxito los fines de su existencia. Por eso el estudio de la geografía, comienza conforme con esta recomendación científica, de Frasbel, en su obra Educación del hombre por el conoci- miento de la localidad en la que vive el alumno, lo que más directa é inmediatamente se halla bajo su observación. No es buen método pedagógico ir al estudio de la geología, ó sea al conocimiento de las capas subterráneas puestas por las edades bajo los pies del hombre, antes de que se conozcan la superficie y sus accidentes más próximos 210 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN y visibles; ni lo es tampoco ir al estudio del continente americano ó de Grecia y la India, que son localidades apartadas y lejanas, sin el estudio previo de lo que existe en nuestra isla y que presenta analogía Ó semejanza con otros accidentes ó detalles naturales, poco variables, como son puertos, ríos, cabos, promontorios, valles, etc., cuyo conocimiento podemos comunicar directamente por su proxi- midad real 4 nuestros niños. De esta suerte se pone en práctica otra sabia recomendación científica, el procedimiento inductivo, que lleva al conocimiento de lo desconocido, por lo conocido; lo de fácil y cercana observación, á lo de difícil y lejana observación. Los museos escolares contribuyen á completar las explicaciones del maestro con la presentación, á la vista de sus alumnos, del ob- jeto de que se les habla. En Francia se ha procurado llevar esta exigencia de la enseñanza preparando museos escolares para pro- porcionar á los alumnos de las escuelas el conocimiento de una por- ción de objetos muy útiles en la industria, agricultura y comercio. En nuestras escuelas antiguas y en muchas de las actuales el niño sólo conoce de oídas, por las explicaciones del maestro ó bien por la descripción literaria de los libros, una porción de objetos que de- ben serle familiares y que luego han de serle útiles y hasta produ- cirle provecho en su vida de trabajador. Algunos de estos museos escolares, como los de Deyrolle y Dos rangeon se usan con fruto en nuestras escuelas. Son un medio supletorio. Debemos seguir en este punto también las recomen- daciones de los modernos autores de educación. Los mejores mu- seos no son los ya formados y dispuestos, sino los que formen los alumnos trayendo á ellos objetos que llamen su atención. Aquéllos serán más artísticos, vistosos y de mejor conjunto y efecto; éstos, aunque más modestos, son más útiles: no importa que carezcan de condiciones estéticas. No son para exhibidos sino para usados, más aún, para ser manoseados. Los alu1anos que asisten á las escuelas primarias van á ser los ciudadanos que se dediquen á todas las actividades propias de la vida social. La uniformidad que tienen estos museos ya hechos y que son objeto del comercio ó la industria de material le escuelas, los hace inflexibles, poco adecuados á la múltiple plasticidad de las industrias locales; son muy útiles para servir de norma ó modelo, para formar otros que llenan, en las distintas localidades, el mismo objeto que aquéllos llenan en la enseñanza de la escuela elemental francesa, EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS 211 En Cuba la industria del tabaco, del azúcar ó café, la de fibras de ramié ó henequén, la de madera, asfalto, petróleo, etc., deben ocu- par el lugar que tienen en Francia, de donde esos museos proceden, la vid, que produce los vinos; el cáñamo y el lino; los tejidos de lana; el gusano de seda, las tinturas y otras manifestaciones de la industria que entre nosotros son, por ahora, exóticas. Si nuestra organización de escuelas ha de ser completa, no debe faltar en ningún edificio escolar un modesto departamento dedicado 4 museo y donde se recojan y puedan estudiar y conocer los alum- nos, los productos más apreciados y utilizados en cada localidad inmediata. Si se han de recibir nociones elementales de botánica, de agri- cultura, de conocimientos de tierras, y de frutos, es indudable que los ejemplos más próximos en Pinar del Río, son los que se refieren á la industria del tabaco; en la provincia de la Habana los cultivos menores en una parte, en otras frutos, y las artes de la pesca hacia Batabanó; en las Villas, es predominante la industria azucarera; en Camagúey, la del ganado, y en Oriente, la de minería. El lino, el aceite de olivo, el jugo de la vid, pueden ocupar lugar y enseñan- za en el museo, pero sería olvido Ó desacierto dejar de poner á su lado, y hasta en lugar preferente, aquello que constituye el nervio de nuestra industria y la base de nuestra pública riqueza, sobre la cual actúa en el momento gran parte de nuestro pueblo y debe ac- tuar aún más en lo sucesivo, pues así lo impone la economía na- cional. Los paseos escolares y las excursiones no tienen otro objeto. Cuanto sea útil y de provecho, en cada localidad, debe ser visto y conocido por los alumnos de la escuela elemental que en dicha lo- calidad residan. Hay que recordar que solamente un tanto por ciento de ellos, muy reducido, ha de ir á estudios puramente facul- - tativos, á carreras literarias. Los más han de ser carpinteros, al- bafiiles, mecánicos, transportadores, herreros, agricultores, gana- deros. De suerte que la materia prima, el elemento sobre el cual han de emplear su atención y sus energías en lo futuro debe procu- rarse que les sea conocido desde muy temprano. El modesto departamento de la escuela que logre encerrar lo más utilizable en la comarca que lo rodee, será tan átil como los mejores y más elocuentes tratados didácticos que á su estudio se dediquen. No hay que olvidar la grande é imborrable lección objetiva que 212 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN recibe el atento visitador de un rico museo de manifestaciones na- cionales, ya sean de arte, ya de industria, ya de productos natura- les, ya de fósiles. Es el libro más gráfico, útil y claro. TIL EL TRABAJO MANUAL Los conocimientos primarios: su objeto útil. —Instrumentos de educación elemental. —Práctica y consejos de algunos célebres pedagogos. —Tra- bajos de niños y de niñas. —Dominio y conocimiento de las cosas natu- rales. —Industria y economía nacionales. La enseñanza primaria tiene por objeto proporcionar conoci- mientos elementales, de aplicación general, aquellos que fácilmen- te llegan por su índole, á todas las inteligencias: leer, escribir, contar; comunicarse por el lenguaje con sus semejantes: son adqui- siciones intelectuales de una aplicación general, casi ineludible pa- ra todos los actos de la vida, de modo que son conocimientos útiles. Pero no debe olvidarse que no todas las actividades humanas están comprendidas en el trabajo mental; la mayor parte de cuantos acu- den á las escuelas primarias no van á dedicarse en lo futuro á ocu- paciones ó profesiones intelectuales, y mucho menos á las especula- tivas y teóricas. La tendencia de la educación moderna es proporcionar también elementos ó estudios, tan primarios como la lectura y la escritura, £ todas aquellas ocupaciones Ó actividades en que se emplean las manos. Es sumamente útil saber escribir y leer: todos los ciuda- danos de una república deben tener estos conocimientos; y el ideal es que no haya uno solo que deje de poseerlos. Suiza, con la orga- nización admirable de sus escuelas, ha logrado borrar de sus esta- dísticas las cifras de los analfabetos. La pluma, el lápiz y el tintero, son instrumentos de inexcusable presencia en la escuela y en el hogar. Hay otros, sin embargo, tan importantes y que es bueno saber manejar, dedicándoles alguna atención: la regla, el compás, la escuadra, el martillo, el destorni- llador, el cepillo, deben ponerse en las escuelas en manos de los alumnos. | Al lado del aula de enseñanza del lenguaje, de la geografía, his- toria natural, fisiología, aritmética y otras asignaturas análogas, debe estar el aula de trabajos manuales y compartir en la distribu- ción del tiempo de tareas escolares algunas horas con aquéllas. EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS 21 de Juan Bautista La Salle introdujo en la enseñanza de sus escue- las, visitadas preferentemente por hijos de artesanos y obreros, la geometría aplicada al dibujo lineal y de adorno, la caligrafía, para su aplicación á los márgenes de títulos y de libros. Franke, en su ciudad escolar introdujo el trabajo de laboratorio químico, el museo de física é historia natural, con aplicaciones de utilidad, sentando así la labor preferente de las escuelas reales. Sin llegar 4 Pestalozzi, que ya lo recomendó de una manera decisiva como método de edu- cación, Locke y Rousseau, lo ponían entre sus ejercicios escolares. En torno de la personalidad de estos impulsores del movimiento progresista de las ideas pedagógicas, resalta su influencia, altamen- te favorable, al completo desarrollo de las organizaciones sociales que supieron poner en práctica sus recomendaciones y doctrinas. Para conocer la naturaleza y dominarla, poniéndola al servicio de la industria, que es la producción directa del trabajo de las manos, es necesario dotar 4 éstas de habilidades propias. Se escribe una obra renuiendo letras y palabras, como expresión ordenada conve- nientemente de las ideas: una máquina, un aparato, una construe- ción es una Obra que se realiza, una idea á la que se da forma visi- . ble y material; es preciso para ello educar las manos, comenzando por poner en ellas instrumentos tan indispensables en su grado, como en el suyo lo son el papel, el libro, la tinta y la pluma. Del trabajo manual no se prescinde ya en ningún plan de ense- ñanza acomodado á las ideas reinantes en la educación moderna. A los varones se les dan nociones de corte, pulimento y ensam- blaje de la madera y hasta del latón y del hierro. A las niñas se les enseña corte, costura, reparación de piezas y otras labores útiles. Y en los lugares en que la situación de la escuela lo permite, traba- jos de jardinería, botánica y horticultura, atendiendo á las ocupa- ciones que en lo porvenir pudieran adoptar, según su sexo, los alumnos de cada localidad. No es solamente instrucción de cosas útiles, sino un elemento de educación. Probado está que el trabajo manual en la escuela, alternando con el intelectual, es un medio de cumplir los preceptos de la higiene en lo que se relaciona con el ejercicio necesario á Jos músculos, largo tiempo inactivos por la misma naturaleza de las tareas de la escuela. Los objetos se conocen actuando sobre ellos: sus cualidades de dureza, plasticidad, peso y otras, sl, general- mente, se conocen por la experiencia constante de los demás y sus afirmaciones, mejor es conocerlas por la observación propia, com- 214 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN probando lo que verbalmente se sabe, por operaciones prácticas, reales. En la escuela moderna no debe faltar un salón de trabajos ma- nuales: el sloyd, en madera, ó hierro, es un buen punto de partida. La atención, la paciencia, el orden, la perseverancia, el ardor por el trabajo y la satisfacción íntima por la obra realizada. siquiera sea ésta en muy modesta escala, son actividades que se ejercitan y desarrollan con su instrucción. La destreza de la mano para trazar letras en los renglones de la escritura, debe llevarse á la del dibujo para representar en sus líneas y superficies los objetos. Es lo menos que tendrán que ha- cer los futuros trabajadores cuando opten por ocupaciones necesa- rias para la lucha por la vida. Una porción de objetos de uso frecuente, cajas, botones, cuadros, cartuchos, peines, escobillas, que existirán mientras exista la cultura humana, son tan solicita- dos como los alimentos cotidianos. La industria se nutre de ellos, respondiendo á las demandas y al consumo social. Saber hacer estos objetos es contribuir al auge de la economía nacional. Si no sabemos hacerlos tendremos que adquirirlos y pagarlos á quienes, más hábiles, los hagan. De la propia suerte los trabajos manuales que se recomiendan en la escuela deben tener por punto de partida una utilidad en la economía doméstica. Los niños mucho ganan con saber reparar un mueble, atornillar una puerta, desarmar y armar un reloj, una ce- rradura: las niñas con aprender á cortar las piezas de vestir de uso diario, con cuidar y atender las flores en un pequeño jardín y, como en no pocos centros de instrucción á ellas dedicados se hace, con preparar en la cocina los alimentos. Es la dignificación del tra- bajo desde el banco escolar. Ly: OTRAS DEPENDENCIAS Cada escuela debe constituir un organismo atrayente. —Misión del Director de escuela. —Sala de despacho: recibidor. —La Biblioteca. —El Museo escolar. — El peso y la medida como bases seguras de la ¿deación. Considerando cada escuela como un organismo hay que disponer sus detalles Ó partes de modo que contribuya al fin ansiado de edu- car y enseñar de la manera más eficaz posible á la población infan- til que la rodea y que á ella debe acudir. La escuela en Suiza es FAIRE AA Sl EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS 21 un punto de mira que lo mismo atrae al niño que á ella acude y la visita para aprender, como al adulto que se preocupa de la obra más trascendente en toda nación: la enseñanza de sus niños. La escuela debe ser un lugar de atracción y al mismo tiempo de- be estar dispuesta y dotada de cuantos medios Ó elementos contri- buyan á despertar la inteligencia de los alumnos en todos sentidos: orden, limpieza, economía, sanidad y de instrumentos de enseñanza y de estudios. Los planes de instrucción oficiales, por muy perfec- tos que sean, forman una buena base y son una excelente pauta; quienes les dan vida son los encargados de ejecutarlos: profesores ú maestros, niños ó alumnos. Cada escuela debe ser un foco ó núcleo intelectual: el alma de ella debe ser un buen director: maestro que por su práctica, expe- riencia y años de ejercicio y labor, pueda dirigir con sus firmes y seguros consejos á los demás profesores que con él comparten la responsabilidad y la satisfacción de recibir, desprovisto de todo conocimiento intelectual, al niño y ponerlo luego en los umbrales de las profesiones ó carreras con los elementos necesarios á su pros- peridad y á la del organismo social donde por voluntad ó suerte les toque ejercitar su actividad y energías individuales. El director de una escuela debe dirigir: no hay que olvidar que el maestro es sólo un colaborador, importante y decisivo, es cierto, pero no único, en la obra de la formación del carácter, inteligencia y voluntad de los niños que le son confiados. El maestro, director de cada uno de estos organismos escolares, debe estar rodeado de cierto respetuoso ó venerable prestigio. Los niños, que son jueces imparciales y prontos, le veneran ó le ridiculizan según su porte» gestos y ademanes. Si se impone á todos por su ecuanimidad y discreción, cumple una misión social no igualada por otra. Será un buen modelo que sus discípulos imitan, que sus conciudadanos res- peten, que en los padres despierte simpatías y afectos. El director debe estar en la puerta de la escuela para recibir los alumnos; y en la puerta también para despedirlos. Y en su puesto, en un despacho decoroso para recibir las consultas de los profesores subalternos, sus quejas, dar reprensiones en privado á los alumnos y también para que los padres tengan siempre un asiento cómodo en la antesala de aquel edificio que á todos pertenece, que todos sostienen con la ínfima parte alícuota de contribución que les toca. El director escolar debe tener un despacho, privado, un salón de trabajo; y á su lado un recibidor, donde divida su atención ha- 216 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN cia la labor interna de la escuela y hacia la influencia externa. Los padres deben hallar en el maestro un amigo afectuoso. No deben ser extraños, descovocidos é indiferentes. En la escuela debe ha- ber un estrado siempre libre, dispuesto y preparado para que los padres cambien impresiones con el maestro. Este no debe olvidar que su misión es doble; actúa sobre el niño para que éste ocupe digno puesto en sociedad, en lo futuro, pero también debe extender su influencia bienhechora hacia el factor social externo más inme- diato para que no le estorbe sino que le auxilie en la obra común en que está empeñado. Cada escuela en este caso ostentaría la fi- sonomía de su elemento director, dentro de los moldes generales á los que debe estar sujeta, en su conjunto, la enseñanza nacional para que desarrolle con la conveniente nniformidad. Y al lado del despacho del director de la escuela, de un modesto y decoroso recibidor, debe ponerse la biblioteca. Hs preciso des- pertar en los niños el amor hacia el libro, que en él vea un amigo invariable, un consejero seguro en su viaje por la vida. Libros atrayentes y útiles que los alumnos cuiden y no deshojen ni man- chen, para acostumbrarlos al cuidado y al orden. Nadie puede sos- pechar lo que una página escrita en armonía con las actividades que en embrión guarda el alma del niño, puede llegar á ser para él. Hay niños que aman los números, el cálculo, los trazados geométri- cos; otros la geografía, los viajes, la historia, las manifestaciones artístico-industriales Ó las puramente científicas. Una biblioteca de la infancia para nutrir adecuadamente la inteligencia de los alumnos, debe contener libros sencillos, admirables por la difícil facilidad con que exponen en lenguaje llano y comprensible las ver- dades conquistadas por el intelecto humano: debe ser motivo de frecuente curiosidad, de atracción constante para los alumnos de la escuela. No es posible tampoco, en un rincón del museo escolar, del sa- lón de sloyd ó de trabajos manuales, dejar de poner un sistema ma- nuable de pesas y de medidas. El peso, la medida, la extensión y la capacidad, son los elementos Ó bases sobre los cuales se levantan nuestras ideas. Todos los niños deben aprender el manejo de las romanas y básculas, del metro, y de las medidas de. sólidos y de lí- quidos. Necesario es que se den cuenta exacta de lo que es un raso graduado, un semicírculo, un centímetro cúbico; de lo que es un decímetro; aplicados á las medidas de volumen, peso y cantidad. La noción vaga ó equiyocada de estos conocimientos los lleva á las PROYECTO DE PORTADA PARA EL JARDIN ESCOLAR. (Dibujo del Sr. Eugenio Rayneri, Profesor de la Escuela de Ingenieros. ) LIBRA Ki Lo DA Ma ' a ye + 1 es e «M ? EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS 217 más lamentables aberraciones y exageraciones de lenguaje. Para apreciar con toda exactitud las cosas que nos rodean es necesario medirlas, pesarlas, contarlas. El uso general y exacto de los pesos y medidas pone al niño en aptitud de apreciar y conocer las cosas con exactitud y verdad. Tanto como con la pluma, el libro, el mapa y el papel, debe ejercitarse el niño en medir y pesar; es un estudio de índole tan elemental como el proporcionado por aquéllos. Mucho influirá en las manifestaciones de nuestro carácter nacional el día en que por la enseñanza se dé una idea más exacta y precisa de lo que miden, pesan y valen las cosas: serán apreciadas mejor: con más seguridad, con tanta por lo menos, como los extraños que dotados de mejores elementos de apreciación conocen nuestras cosas más perfecta y acabadamente que nosotros mismos. AV EL JARDIN ESCOLAR Ventajas del jardín sobre el patio en las escuelas.——Cómo deben situarse y construirse los jardines escolares en la ciudad.—Utilidad del jardín: enseñanzas que facilita. —El gimnasio de aparatos y el ejercicio al aire libre.—Amor hacia la naturaleza. Un patio poco ventilado, dice el higienista Riant, puede conver- tirse en una especie de estanque de aire corrompido é inmóvil. En lugares libres de construcciones, en pleno campo, donde hay gran extensión de terreno disponible, la dificultad está resueita por sí misma; pero en las ciudades, el jardín escolar constituye un serio problema, y en nuestras ciudades de calles estrechas, la dificultad es casi insuperable. No obstante, todo edificio escolar necesita co- mo anexo imprescindible el jardín. Hay que abordar de frente este problema para resolverlo bien. Ninguna escuela debe construirse en espacio menor que una man- zana: éstas tienen por lo común ochenta metros de frente por ochen- ta de lado. La escuela debe situarse en el centro, de modo que haya la mayor faja de terreno disponible en su derredor. Este es- pacio debe dedicarse á jardín y debe orillarse de calles de árboles: dos hileras por lo menos. El jardín escolar está llamado á desempeñar en la escuela papel principalísimo en la instrucción de la botánica, horticultura, histo- ria natural, enseñanza objetiva y cuanto pueda proporcionar cono- cimientos en el estudio directo de la naturaleza. 218 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN No hay enseñanza más interesante y útil que la que puede darse al niño en el jardín escolar. Haciéndole que ame las plantas se le vuelve cuidadoso, se despierta su actividad observadora y se elevan sus sentimientos. El que empieza por amar las plantas, ama los animales y más tarde no puede aborrecer los humanos. Pocas en- señanzas, además, habrá que retenga al niñio en torno de la escuela como la que al aire libre puede proporcionársele en el jardín esco- lar. Algunos autores indican que puede utilizársele en la enseñan- za de la topografía, geografía, mineralogía y zoolcgía, desde luego que todo esto desde un punto de vista muy elemental, aunque im- ponga mayor costo. Si se va á hablar al niño de raíces, de hojas, de troncos, ramas, savia y de las distintas funciones y partes de un vegetal, flores, frutos y simientes, el jardín proporciona ejemplares vivos y origi- nales, insustituíbles por láminas aunque sean muy perfectas. El buen orden y atención cuidadosa de un jardín, por modesto que fuere, ya es por sí sólo un elemento educativo. A la par que contribuye al ejercicio físico y desarrollo de los alumnos, dentro del medio más puro y favorable ó sea el aire libre, purificado por la influencia bienhechora del arbolado, sustituye, con ventaja al ejercicio monótono, sofocante en lugar cerrado y cubierto. En colegios de los Estados Unidos que no son por cierto gran- jas modelos ni mucho menos estaciones agronómicas ó escuelas agrícolas, los alumnos se dedican á labrantío de la tierra, trabajos de siega, recolección y corte de leña, por vía de ejercicio, al aire libre. El gimnasio de pesas, escaleras, cuerdas, barras y poleas, aparatos que no contribuyen á un desarrollo físico armónico, pues tienen el inconveniente de reconcentrar el esfuerzo y la atención en músculos que se vigorizan, á veces exageradamente á costa de otros, puede cambiarse Ó suplirse ventajosamente por el ejercicio que hace el horticultor, el labrador, el leñador, ó el simple jardine- ro. El cuidado del jardín en los alrededores de una escuela cuan- do ésta tiene la suerte de disfrutar de un buen trozo de campo, no da tan sólo aficiones útiles y disciplina, sino que es el más eficaz y natural remedio de contribuir al desarrollo físico. El estudio de las hojas por sus formas ovaladas, dentadas, lan- ceoladas; la disposición en que se presentan en grupos ó aisladas, pareadas, alternas, superpuestas, en espiral, simples, compuestas; la flor, sus colores, la forma de su cáliz, de campana, de cáliz, de cruz, de estrella, da materia para sencillas lecciones objetivas á los Lasa Escuela. | e A E [PROYECTO DE JARDIN ESCOLAR PARA UN TERRENO DE 5U X 5U. (Dibujo del Sr. Eugenio Rayneri, Profesor de la Escuela de Ingenieros.) EL EDIFICIO ESCOLAR: SUS ANEXOS 219 párvulos que resultan más entretenidos é interesados que con la re- presentación de todo esto en el material del kindergarten. Y esta enseñanza sirve á la vez para grados superiores donde en orden cíclico deben ampliarse estas nociones cuyo punto de partida invariable está en la enseñanza anterior % más elemental. El lirio, la rosa, le dalia, se presentan al ignorante y al sabio en una misma forma. El estudio hace que se vayan teniendo más conocimientos sobre un mismo objeto de la naturaleza que, ante la retina, se refleja de manera igual para todos. El estado atmosférico, la coloración del cielo á distintas horas, la disposición del sol en distintos momentos del día y épocas del año, son las bases más firmes para los estudios de orientación; la distinción de las nubes por las distintas formas que presentan, cirrus, estratus, cámulos, nimbus, sobre todo los hermosos nimbus aureo- lados de plata que navegan impulsados por la brisa en nuestro cielo de puro y transparente azul, en los espléndidos días del verano lle- nos de luz, con sus formas caprichosas, hablan á la imaginación del niño y despiertan su sensibilidad en el amor de la naturaleza. El jardín escolar no sólo resulta el principal y más hermoso or- namento de la escuela, sino que es un elemento natural que propor- ciona la materia más apropiada para la obra de la enseñanza. Colocadas estas construcciones así dispuestas en las manzanas que aún quedan libres en lo interior de la ciudad, ó bien, en las que se adquieran á pesar de un costo que por otra parte bien lo merece la obra de la instrucción popular, serían tan beneficiosos para sanear la atmósfera, como, en mayor grado, con este objeto, lo son los parques públicos. BASES Y TEMAS PARA EL PRIMER CONGRESO PEDAGOGICO NACIONAL I. En el mes de Diciembre de 1910 (días 27, 28, 29 y 30) se celebrará en la Habana un Congreso Pedagógico Nacional. Al mismo tiempo se abrirá una exposición de trabajos escolares y de material de enseñanza, en el Museo Pedagógico de la Universidad. II. El Congreso constará de cinco divisiones, á saber: de Educación Primaria; de Enseñanza secundaria; de Enseñanza Técnica y Profesional; de Enseñanza de las Bellas Artes y de Enseñanza Universitaria. Cada una de estas divisiones constará de las secciones que determine la Comi- sión de Organización y Propaganda, en vista de las comunicaciones y trabajos que se le remitan. TII. Serán presidentes, vicepresidentes y vocales de las Secciones del Congreso, las personas que designe la Comisión de Organización y Propaganda. IV. El Congreso celebrará sesiones GENERALES, á que podrán concurrir todos sus miembros, y sesiones ESPECIALES en cada una de las diferentes Secciones. La Comisión de Organización y Propaganda fijará, en vista de los trabajos y comu- nicaciones recibidos, los asuntos que habrán de discutirse en las sesiones generales. V. La Mesa directiva del Congreso se formará con las personas que componen la Comisión de Organización y Propaganda y con los presidentes y secretarios de las diferentes Secciones. VI. Podrán tomar parte en el Congreso los profesores de enseñanza primaria, secundaria, profesional y superior y cuantas personas se interesen por el progreso de la educación. VII. Toda persona que desee presentar una memoria ó trabajo al Congreso Pe- dagógico, podrá comunicarlo á la Comisión de Organización y Propaganda antes del 1? de Diciembre próximo, indicando el tema ó los diversos temas que se pro- ponga estudiar. VIML. Nose admitirá ningún trabajo que ya haya sido publicado. IX. Los trabajos que se presenten al Congreso han de hallarse en poder del Se- cretario de la Comisión de Organización y Propaganda antes del 24 de Diciembre próximo. X.. La Mesa Directiva del Congreso fijará el orden que ha de observarse en la lectura de los temas, y las reglas que han de seguirse en la discusión de los mismos. XI. Toda persona que desee tomar parte en el Congreso deberá manifestarlo por escrito al Secretario de la Comisión de Organización y Propaganda, y pagar la cuota de 53-00 en moneda oficial. XII. Terminadas las sesiones del Congreso la Mesa Directiva coleccionará los trabajos recibidos y publicará los que á su juicio merezcan esta distinción. También publicará las actas de las sesiones celebradas. XUHI. Cada miembro del Congreso recibirá gratuitamente un ejemplar de la Memoria á que se refiere la base anterior, XIV. En la sesión general de clausura el Congreso fijará la fecha de su si- guiente reunión, nombrando al mismo tiempo la Junta que ha de organizarla. XV. La Comisión de Organización y Propaganda queda autorizada para hacer cuantas gestiones juzgue favorables al mejor éxito de su cometido. TEMAS DE EDUCACIÓN PRIMARIA 1. Reformas que conviene introducir en los dones y ocupaciones del kinder- garten. 2. Casas escuelas. Su construcción en Cuba, de modo que satisfagan las exi- gencias de la higiene, de la pedagogía y de la estética. 3. Deficiencias de nuestro material científico de enseñanza. Mejorasque necesita. PRIMER CONGRESO PEDAGOGICO NACIONAL 221 4. La doble sesión en las escuelas. Limitaciones que demanda este principio general. 5. Revisión del horario escolar, de acuerdo con las enseñanzas de la psicología pedagógica y el resultado de nuestra propia experiencia. 6. Papel del médico escolar. Organización del servicio de inspección médica en las escuelas de Cuba. 7. Escuelas al aire libre y colonias escolares de vacaciones. ¿Cómo pueden establecerse en Cuba ambas instituciones? 8. Cantinas escolares. Alimentos que deben recomendarse á las mismas, y modo de prepararlos económicamente. 9. Paseos y caravanas escolares. Modo de organizarlas, para que resulten pro- vechosos desde el punto de vista higiénico y pedagógico. 10. Nombramientos, sueldos y traslados de los maestros en ejercicio. 11. Pensiones á los maestros que se inhabiliten para la enseñanza, ya por la edad, ya por enfermedad ó accidente. 12. Medios legales de hacer efectiva la asistencia escolar. 13. Cajas escolares. Modo de establecerlas en nuestros distritos escol +res. 14. ¿Debe fijarse en los comienzos de cada año escolar un plazo perentorio para la admisión de los alumnos en las escuelas primarias? 15. Número máximo de niños que deben tener las de instrucción primaria, según el grado á que las mismas pertenezcan. 16. Exposiciones escolares. Sus ventajas é inconvenientes. Las exposiciones escolares permanentes. 17. Graduación de los alumnos en las escuelas urbanas. ¿Cómo debe reali- zarse? ¿Es práctico el sistema de ajustar la graduación á los períodos de los cursos de estudios? 18. Clasificación de los alumnos en las escuelas rurales. Manera más eficaz y práctica de realizarla. 19. Cursos de estudios de las escuelas públicas. Reformas que necesitan. 20. Escuelas complementarias ó de continuación. Razones que abonan su es- tablecimiento en Cuba. Organización que necesitan. 21. Bibliotecas escolares. Su organización. Modo de utilizarlas. 22. Maestros privados. Condiciones profesionales qua deben reunir. 23. La enseñanza del sloyd en las escuelas primarias. Formación y nombra- miento de los maestros de sloyd. 24. Enseñanza de la costura y corte de vestidos. ¿Es necesario confiarla á maestras especiales? 25. Enseñanza de la agricultura en las escuelas primarias. Modo de llevarla á cabo en las comunidades rurales. 26. Cómo debe organizarse la enseñanza del dibujo en nuestras escuelas. Mé- todos que á la misma deben aplicarse. 27. Maestros especiales de dibujo. ¿Son indispensables? En caso negativo, ¿qué debemos hacer para robustecer esa enseñanza? 28. ¿Conviene que en cada distrito escolar se emplee un solo método para la enseñanza de la lectura? 29. Enseñanza de Jas lenguas extranjeras en la escuela elemental. Su conve- niencia é inconveniencia. 30. Enseñanza de la lengua materna. Mejoras que en nuestras escuelas pide esta enseñanza. 31. Enseñanza de la música. ¿Qué debemos hacer para llevarla á la escuela primaria? 32. Escuelas y aulas auxiliares, para la educación de los niños atrasados. ¿Qué organización deben tener? 33. Educación de los niños moralmente defectuosos. ¿Cómo debe organizarse entre nosotros? 34. La escuela como centro social. Influencia moral, intelectual y estética que puede y debe ejercer en la comunidad. 35. Medios de impedir ó atenuar la criminalidad infantil en Cuba. 36. Tutela del Estado subre los niños cuya educación está desatendida. 222 PRIMER CONGRESO PEDAGOGICO NACIONAL 37. Las ciudades escolares ó repúblicas infantiles. Juicio crítico de este wmé- todo de educación cívica y moral. 38. Cooperación de la familia y la escuela popular. Relaciones que deben existir entre los maestros y los padres. 39. ¿Hasta qué punto puede aceptarse la coeducación de los sexos en nuestra escuela primaria? 40. Juegos infantiles. ¿Cómo deben organizarse en nuestras escuelas populares? 41. Sistema de educación gimnástica que mejor se adapta á las condiciones de la niñez cubana. TEMAS DE ENSEÑANZA SECUNDARIA 42, Naturaleza y fines de la enseñanza secundaria. 43. Causas á que obedece el estado estacionario de la inscripción en los institutos de segunda enseñanza de la República. Medios de obtener el aumento de la matrícula. 44. Ventajas é inconvenientes de la enseñanza cíclica en las escuelas secundarias. 45. Reforma de los exámenes. ¿Deben mantenerse en su forma actual los in- teriores ó privados? 46. Límites que debe tener la enseñanza secundaria. 7. Carácter y fin de la enseñanza secundaria para la mujer. 48. La disciplina en los institutos de segunda enseñanza. Medios de sostenerla. 49. ¿Esconveniente lainspección técnica de los institutos desegunda enseñanza? 50. ¿Qué preparación debzn tener los profesores de segunda ensefíanza? 51. Dada la organización de nuestra escuela primaria ¿bastan cuatro años de estudios para que la enseñanza secundaria responda á sus necesidades y á su objeto? 52. ¿Qué reformas exige nuestro plan de estudios de enseñanza secundaria? 53. Metodología de la historia en los institutos de segunda enseñanza. 54. Metodología de las ciencias naturales en las escuelas secundarias. 55. Enseñanza de las lenguas vivas en los institutos de segunda enseñanza. 56. ¿Cómo debe enseñarse la lengua materna en los institutos de segunda en- señanza? 57. Metodología de las matemáticas en las escuelas secundarias. 58. Enseñanza de la moral, ya como estudio independiente, ya incidentalmen- te en las demás asignaturas. 59 Correlación de los estudios secundarios. Medios de establecerla. 60. Reuniones ó conferencias de los profesores de los institutos, para fomentar el estudio de los métodos y dar unidad y vigor á la enseñanza. 61. La fonética en el estudio del idioma materno y de las lenguas extranjeras. TEMAS DE ENSEÑANZA TÉCNICA Y PROFESIONAL 62. Escuelas normales. Plan de estudios á que deben ajustarse las que se es- tablezcan en Cuba. 63. Nombramiento, ascenso y sueldo de los profesores de las escuelas normales, 64. Escuelas normales de vacaciones. ¿(Qué servicios pueden prestar á los maes- tros? ¿Qué organización deben tener? 65. Becas de estudios normales. Necesidad de estos auxilios para los alumnos de las escuelas normales. 66. Becas de viaje para los alumnos que más se distingan en las escuelas nor- males. 67. Concepto de la enseñanza técnica, y medios de reálizar los fines de su es- pecialidad y de difundirla. 68. Bases en que debe descansar un plan general para el establecimiento de la enseñanza técnica en Cuba. 69. Organización de la enseñanza técnica agrícola. 70. Orguvización de la enseñanza técnica industrial. 71. Organización de la enseñanza técnica comercial. 72, Organización de la enseñanza técnica náutica. 73. Organización de una enseñanza industrial para la mujer, y tendencias que debe favorecer. 74, Necesidad de multiplicar las escuelas técnicas para evitar el desamparo in- telectual en que vive el trabajador. PRIMER CONGRESO PEDAGOGICO NACIONAL 223 75. Medios de contribuir á la creación de escuelas nocturnas para obreros, y participación que corresponde al Estado, á la Provincia y al Municipio, en el sos- tenimiento de las mismas. 76. Tendencias de las escuelas generales de Artes y Oficios. 77. Enseñanzas especiales que deben difundir las escuelas de Artes y Oficios. 78. Acción que corresponde ejercer á la Administración Pública para el des- arrollo de la enseñanza técnica. 79. Relaciones que importa establecer entre la industria particular y la escue- la técnica. 80. Medios prácticos de mantener á los alumnos, hasta la terminación de su aprendizaje, en las escuelas de industrias y sus similares. 81. Condiciones especiales y preparación práctica que debe tener el profesora- do de la escuela técnica, y medios de formarlo. 82. Educación moral y social que se deriva de la escuela obrera. 83. Medios de remediar por la instrucción técnica las deficiencias del aprendi- zaje y la inferioridad comercial. 84. Los museos industriales como órganos esenciales de la enseñanza tecnoló- gica. Medios de establecerlos. 85. La enseñanza del dibujo en las escuelas técnicas, y su relación con la prác- tica del taller. 86. La enseñanza de la mecánica y de la tecnología en sus relaciones con la práctica del taller. 87. Laenseñanza de las matemáticas aplicadas á la índole de la escuela técnica. 88. La enseñanza de las ciencias experimentales en las escuelas técuicas. TEMAS DE ENSEÑANZA DE LAS BELLAS ARTES 89. Metodología del dibujo en las escuelas profesionales. 90. Conveniencia de establecer en Cuba un museo de cuadros célebres y de es- culturas notables. 91. La enseñanza del dibujo y la escultura en las escuelas extranjeras compa- radas con la de Cuba. 92. Necesidad de establecer becas de estudios para alumnos aventajados. 93. Medios de divulgar la cultura artística en la República. 94. Necesidad de establecer en las cabeceras de provincias escuelas profesiona- les de pintura y escultura. 95. Reformas que necesita el actual plan de enseñanza de la escuela de pintu- ra y escultura. 96. Enseñanza de la música en los conservatorios. TEMAS DE ENSEÑANZA UNIVERSITARIA 97. Teniendo en cuenta los resultados de la orden número 266, ¿debe reorga- nizarse la enseñanza universitaria para que responda mejor á los fines que le están encomendados? 98. Necesidad de definir la esfera de acción de las enseñanzas secundaria y universitaria. 99. ¿En qué forma puede la Universidad prestar á la Nación servicius que no sean los de preparar á la juventud para las carreras profesionales ? 100. ¿Conviene mantener la libertad de matrícula á que autoriza la orden nú- mero 266, 6 debe el alumno someterse á las agrupaciones que para cada carrera ha hecho la Facultad respectiva ? 101. ¿Debe mantenerse ó modificarse la forma en que se efectúan los actuales exámenes de prueba de curso ? 102. La autonomía universitaria desde el punto de vista académico y adminis- trativo. Ventajas que puede reportar á la enseñanza superior, y medios de evitar sus peligros é inconvenientes. 103. Nombramiento de los profesores universitarios. ¿Qué sistema ofrece ma- yores garantías de imparcialidad ? 104. Los institutos ó seminarios en las escuelas de letras y pedagogía, Sus ventajas y organización. 224 PRIMER CONGRESO PEDAGOGICO NACIONAL 105. ¿Debe crearse un grado inferior al de doctor, á fin de separar los estudios profesionales de log puramente académicos ? 106. ¿Qué medidas pueden adopt+rse para que las tesis de doctorado constitu- yan verda leros trabajos de investigación científica, y no sean, como ahora, AS alardes de erudición ó ejercicios puramente literarios ? 107. ¿Qué reforma exige en la Universidad la enseñanza de las lenguas griega y latina? 108. Conveniencias de restablecer en la enseñanza de la historia la de las eda- des antigua y media. 109. ¿Conviene dividir la carrera de pedagogía en dos secciones, una de Letras y Otra de Ciencias? Materias que debe comprender cada sección. 110. ¿El estudio de la metodología debe ser exclusivo de la carrera de Pedago- gía, 6 ha de hacerse extensivo á las escuelas de Letras y Filosofía y de Ciencias? 111. ¿Debe reducirse á una serie de conferencias el estudio de la historia de Ja filosofía, Ó es de desear que forme una asignatura obligatoria para los alumnos de la Facultad de Letras y Filosofía ? 112. ¿Conviene crear en la escuela de Letras y Filosofía una cátedra de Orato- ria que deberán cursar los alumnos de dicha escuela y los de la de Derecho? 113. Organización que debe darse al Museo Pedagógico de la Universidad. 114. ¿En qué forma deben estudiarse las ciencias matemáticas en la ¿scuela de Pedagogía? 115. ¿Cómo debe estudiarse el idioma patrio en la Escuela - edagogía? 116. Sobre la necesidad del estudio de la Biología general para los que se inician en la profesión de la Medicina. 117. ¿Cómo debe organizarse la enseñanza de la Antropología Jurídica para que preste verdadera utilidad á los alumnos de Derecho ? 118. ¿Debe suprimirse Ja enseñanza del Derecho Romano en los estudios pro- pios de la Facultad de Derecho? En el supuesto negativo, ¿responde la organiza- ción actual de los estudios de Derecho Romano al objeto que se propone? 119. ¿Deberá crearse una cátedra de Pandectas en la Escuela de Derecho? 120. ¿Qué reforma conviene introducir en la instrucción secundaria Ó en los estudios preliminares de Derecho, para que sea provechosa la enseñanza del Dere- cho Romano ? 121. ¿Hasta qué punto sería conveniente la refundición en una sola de las e cuelas de Derecho Civil y de Derecho Público ? 122. Conveniencia de dar carácter previo, al ingreso en la Facultad de Derecho, á los estudios complementarios que hoy se cursan en la Escuela de Letras y Filosofía. 123. ¿De qué modo podrían reorganizarse los estudios prácticos en las Acade- mias de Derecho, para que fuesen más fructíferos, sin perjuicio de las clases teóri- cas de la Facultad ? 124. Reorganización de la enseñanza de la historia como base indispensable de los estudios jurídicos. 125. Necesidad de establecer para los alumnos de la Facultad de Derecho, el estudio constante del lenguaje castellano y de la composición. 126. ¿Qué reformas conviene introducir en el plan de estudios de la Escuela de Medicina ? 127. ¿Debe el ayudante de una cátedra desempeñar funciones de jefe de laboratorio cuando el profesor auxiliar pase á sustituir al titular ? e A Biología (1 a A OS A Zoología (1 curso). A ELO esoriDr Carloside la. Torre: Zoografía (IACULSO) 42 A Antropología general G curso) . ALA e A Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Histología, Embriología y ORD Rea. : Anatomía Comparada . E e... « . p Dr. Aristides Mestre. (Aux.). Paleontología . MNR Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo de Zoología); Dr. Victorino Trelles (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardin Botá- nico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. —El “Museo Antro- pológico Montané”” y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3, ESCUELA DE PEDAGOGIA. Psicología Pedagógica (1 curso). Cabre Historia de la Pedagogía (1 od E [Profesor Dr. Ramón Meza. Higiene Escolar (1 Curso) . e e Metología Pedagógica (2 cursos) . DA A Dr. Manuel Valdés Rodrií- guez. Dibujo Lineal (1 curso) . AN PEA ) o ER Dibujo Natural (1 curso) . EA » Sr, Pedro Córdova. CONFERENCIAS I. Crítica de la Educación Contemporánea. : pnredmaosia Lapenmental .: - Dr. Alfredo M. Aguayo. (Aux.). II. Lectura é interpretación de las obras de | los grandes pedagogos contemporáneos . Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. 4, ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. Dibujo topográfico, estructural y Sauiecióitico (2 cursos). . - AE . Profesor Sr. Eugenio Rayneri. Estereotomía (1 curso) . 0 z o Bendcsia y Topografía (1 curso) - E Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. pi Agrimensura (1 curso) -. . SE )j Materiales de Construcción ( curso) . ] ar de Materiales. Estática Gráfica A a Sáaureño Sandeval Construcciones civiles y Sanitarias ( curso) . ) FrarOmecanica (E CUESO); 25 500 oe o ) Maquinaria (1 curso) Ingeniería de Caminos (E Cursos: : puentes, fe- rrocarriles, calles y carreteras). . . X Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) $ Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios(1 curso) ] Historia de la Arquitectura (1 curso). ' Contratos, Presupuestos y Legislación especial Lo á la Ingenieria y Arquitectura (1 curso) ) Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castella, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán ( Jefe del La- boratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA., Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso) y Prof : y Fabricación de azúcar (1 Curso) . +... ..... EO1E50L Dib, Branco IES: Sa Sr. Eduardo Giberga. Dr. Luis de Arozarena. Dr. Antonio Espinal. Agronomía (1 curso) Ñ Te Mobteenta (T.CHSO) ¿054 0 a. E Sr. José Cadenas. Fitotecnia (1 curso) . . Economía Rural y Contabilidad Agrícola (x curso)... Lezislación Rural y formación de Proyectos E curso) El Profesor Auxiliar para los estudios de esta Escuela es el Sr. José Comallonga. Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero Agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. Vacante. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 12 á 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- - posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, eto. EH VTISO La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS será bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la REvIsTA, el canje co- rrespondiente; y de los centros de instrucción ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el .$ envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra - $ sección bibliográfica. ; Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- q pública de Cuba. 7 NOTICE The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Caba. ANS La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraitra tous les deux mois. On = 3 demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. : 3 Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de Padinmistrabor: échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias 3 Universidad de la Habana, República de Cuba. ¿"PR we O rá Vot. X. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Num. 3. REVISTA DESEA PACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN ELDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. s WAYOS DE 197 0% SUMARIO: JOSE DE LA/LUZ Y CABALEERO.« Tee o, Dr Manuel V Rodriguez —ANTONIO BACHIELER Y MORALES: +. +... . ¿ 3 . .. Dr. Nicolás Eeredia. —REPAROS ETIMOLÓGICOS AL DICCIONARIO DE LA AS 1DEMIA ol NÑOLA.—VOCES DERIVADAS DEL GRIEGO (continúa). . - . . . - Dr. Juan M. Dihigo.- —LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS. —BIBLIOGRAFÍA DEL DR. JosÉ I. TORRALBAS (concluye) . . . ... - Dr. Federico Torralbas. —ALCUNI PENSIERI SULLA DECLINAZIONE ARIANA + . +... . «. Dre El G. Fiunnt, —SOBRE LA MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS. . . . . 4A./£. launoury. —PROYECTO DE EDIFICIO PARA BIBLIOTECA NACIONAL Y ESCUELA DE BELLAS ARTES (con 10 grabados) --. ... +... . . . . Sy. Hilario del Castillo. —BIBLIOGRAFIA . +. - . S a . Dr. Aristides Mestre. —NOTICIAS OFICIALES. a Potasde laa A SE A ción y Reelección.—Ayudante facultativo.—Sobre nombramien- tos para Congresos.—A cuerdos diversos. —ÍINDICE DE LAS MATERIAS DEL DÉCIMO VOLUMEN. Ar — Y - IMPRENTA ”AVISADOR COMERCIAL?” 30, AMARGURA 3U E 1910 E ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr, Evelio Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. J. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos). Lengua y Literatura Griegas (3 cursos). Lingúística (1 curso). A a F ilología (CURSO) ee y Historia de las literaturas modernas extranjeras (2 cursos) . . Historia de EE e En curso) Historia moderna del resto del mundo(2 (2cursos) j Filosofía Moral (1 curso). Sociología (1 curso). Psicología (1 curso). . o AE ) CONFERENCIAS Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux.) Dr. Ezequiel García Enseñat (Aux.) Dr. Sixto López Miranda (Aux.) Historia de la Filosofía Literaturas A Lenguas clásicas . . ... : JA 3, Historia de la Literatura Española (a curso) pa | Y Profesor Dr. , Adolfo Aragón. Dr. Juan F. de Albear. Dr. Juan Miguel Dihigo. Dr. Guillermo y Roldán. Dr. Evelio Rodríguez Len- dián. Domínguez Jr. Enrique José Varona 2, ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- Profesor Sr. José R. Villalón. TAE CUE o a A a a Geometría superior y analítica (1 curso) . . + Geometría descriptiva (1 curso) . . - . . Trigonometría (1 Curso). . . . . Física Súperior (Ter; CUrSO). +40... bs. eo.» ' Física Superior (2? curso). .... Química general (1 curso). . - Biología (1 curso) t LoOOl02TA (E CULO) 7 es / Dibujo Lineal (1 curso) s7S 2 Dibijo 5Nattfal EDGUESO) 0 De is Cosmología (1 curso) . a dt Mecánica Racional (1 curso) - OÍ He ASOMO MIA CUESO ao a Geodesia (1 curso) . . + A Mineralogía y Cristalografía G curso) Botánica eoneral (CUE O A e Dr. Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Dr. Carlos de la Torre. Sr. Pedro Córdova. Sr. Juan Orús. Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Manuel Gómez dela Maza. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas Análisis matemático (Algebra Superior)... . - Geometría Superior (sin la Analitica).. . +... Trigonometría (plana y esférica) - ... . + Física Superior (1er. CUNSO ET oa o Física Superior (2? curso) . . as Química Inorgánica y Analítica Gi curso)... X Química Orgánica (1 SUIS? : Sr e ARO Dibújo Lineal (1 Curso). Y er Dibujo Natural (1 curso). SAS Mineralogía y Cristalografía ( curso) AR Biolo tía: (LGUESO). Pa e das a a y Zoología (1 curso)»: A a RO Botánica:oeneral (Carso a es Ys Cosmoloria (T CUISO) LAO A do as ,” ee) Profesor Sr. José R. Villalón. Dr. Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Carlos de la Torre. Dr. Manuel Gómez de la Maza. Sr. Juan Orús (c) Sección de Ciencias Naturales Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso Geometría Superior (sin la Analítica)... . . . Trigonometría (plana y esférica). ..... + Ouimicar eneral (1 CUTSO).. a ts A a Dibujo Lineal (1 curso)... +... .«....>? Dibujo Natural (1 curso) - +... . . +...) BSCH TENEN CUISO Aa A Mineralogía y Cristalografía (1 curso) E y Geoloria (IE Curso). y a Li o Botánica general (r curso). EA : y Fitografía y Herborización (r curso) - E Profesor Sr. José R. Villalón. Dr. Claudio Mimó. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Plácido Biosca. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Manuel Gómez dela Maza. Vol. X. MAYO DE 1910, Núm. 3. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO ! POR EL DR. MANUEL V. RODRÍGUEZ Profesor de Metodología Honorable Sr. Gobernador Militar: Sr. Secretario de Instrucción Pública: Sr. Rector: Ilustre Claustro: Señores: ¡Qué interés tan vivo despiertan en el espíritu los primeros latidos de la vida espiritual de un pueblo! Diríase que el genio, en presencia de la naturaleza, sin el auxi- lio de ajenas y anteriores conquistas, aparece rodeado de cierta delicada penumbra que, no pocas veces, constituye la más risueña poesía de los pueblos. Para producir el fenómeno, no es necesario que la vista del observador, tenaz, persiga los hechos, al través de la dilatada sombra de los siglos. El Arte, la Ciencia, corrigen ciertamente la Naturaleza; añádenle mayor belleza, no la quitan, y al anhelo generoso del saber brota la vida con encanto parecido que de las propias manos del Supremo Artífice. Joven, muy joven, esta patria adorada que nos empeñamos todos en enaltecer; cuán cerca están de nosotros los primeros albo- res de la libertad y del talento! Aún los tocamos con nuestras pro- pias manos, percibimos todavía sus generosos alientos, y si algún triunfo alcanzamos en esta lucha de hoy, parece que son los triun- fos de los que ayer combatieron. 1 A fin de conservar los elogios de José de la Luz y Caballero y de Antonio Bachiller y Mo- rales, leídos en sesión solemne, celebrada hace algunos años, al colocarse los retratos de estos beneméritos patricios en la Universidad, la Redacción de esta REvIsTa ha acordado insertarlos en sus páginas. 226 MANUEL V. RODRIGUEZ La figura del venerado maestro José de la Luz y Caballero, en- vuelta está 4 nuestros ojos, y á los ojos de los extraños que pudie- ron contemplarle, en una sombra de admiración y cariño, ceñida de un verdadero nimbo de gloria, que le erige en símbolo de sabi- duría, de libertad y de amor. Vedle, según está en el retrato; tal como era en su propia mor- tal vestidura, según le describe uno de sus predilectos discípulos: «Qué frente aquella tan limpia, tan despejada, bajo la cual nos pa- rece ver palpitar uno de aquellos pensamientos que traducía él en palabras de fuego y quedaban estampados en la mente del que tenía la dicha de escucharlos en sus labios; qué dulzura y qué manse- dumbre en aquella boca, ¡qué valentía en la línea de la nariz! Ambos rasgos de su fisonomía, recuerdan que una inalterable bondad, en todas ocasiones, y una energía inquebrantable en los momentos difíciles, eran los dos extremos de aquel carácter de alto ejemplo. » Cuantos han hablado de Luz y Caballero, parece que sintieron en sí propios la viva llama que alimentaba en su pecho; llama de justicia que le convertía en apóstol; llama de amor que le acompa- ñaba, particularmente cuando, maestro de la juventud, hacía las veces de artista. El Conde de Pozos Dulces, en un artículo que se conservó in- édito hasta hace muy poco tiempo, afirma que no ha dejado nada ó muy poco escrito. «Los hombres de su temple—dice—no son au- tores; arrojan sus doctrinas al aire á todo el que pasa, en todas las encrucijadas, donde quiera que puedan germinar y fruetificar.» Yo que he sentido cierta turbación al aceptar este encargo, su- perior á mis fuerzas, aspiro á presentaros al Maestro, evocar sus recuerdos, traer aquí sus pensamientos y sus acciones, escuchar el eco de su palabra severa y aquí, en esta Cátedra misma de la Ver- dad, recibir el evangelio de sus santas enseñanzas. Si queréis la aproximada medida de sus gigantes facultades, la cultura superior de su espíritu, el arsenal vastísimo de su instrue- ción asombrosa, contempladle allá en sus primeros años, en el mo- desto claustro del convento de San Francisco, en medio de una sociedad profundamente egoísta, á quien el cáncer horrible de la esclavitud corroía, compartiendo sus actividades entre los azares del juego y la embriaguez de la sensualidad. En este medio letárgico adquirió conocimientos tan superiores, disciplinó su inteligencia, modeló su carácter moral y de tal modo JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 227 preparóse para ser un sabio y un apóstol, que, allá en el año 1828, sale de la Habana para recorrer los Estados Unidos y la Europa; visita á Walter Scott, revelándose un prodigio ignorado de aquel tiempo. ¿Dónde adquirió el Maestro esclarecido aquella pasmosa facilidad con que hablaba los idiomas, de que ofreció gallarda mues- tra en su visita al Cardenal Mezzofanti? Fué entonces también cuando, instado para fijar su residencia en Inglaterra, respondía á sus amigos: «que su país le necesitaba y su deber le llamaba á Cuba ». Los anhelos cariñosos de su alma en esos momentos, sus triun- fos y sus alegrías, compéndialos la larga lista de los nombres más esclarecidos de la época con quienes sostuvo honrosa comunicación. Pero, á más de un prodigio de saber, fué Luz y Caballero el hom- bre fuerte que cantó el poeta, el varón de ánimo sereno que da la cara al deber, sin que nada sea capaz de turbar su espíritu ni de postrar sus energías. Vedle cuando, Director de la Sociedad Económica, la voluntad omnímoda del Capitán General, se revuelve airada contra el Patrió- tico Cuerpo, y manda borrar de sus listas el nombre del Cónsul in- glés, M. Turnbull. En aquellos días de esclavitud, cuando los ciegos mantenedores de la institución ominosa tenían á su disposición los favores y los medios todos del poder, Luz y Caballero, enfermo, arrostra las iras y, poniendo en acuerdo con su conducta la severidad y la pureza de sus principios, saca á salvo ante el país los sagrados intereses del honor. Seguidle después, cuando no deshecha aún la fiera tempestad que había desafiado, más ennegrecido todavía el horizonte, cuando la codicia y la ambición mal disfrazadas, levantaban hipócritamente la voz para defender el orden social y la seguridad pública y pedían el castigo de los delincuentes, denunciando una conspiración en- vuelta todavía en el misterio. El Fiscal Militar emplaza á Luz y Caballero para que se presen- te á descargarse de sus culpas. Ausente y enfermo en París el va- rón insigne, llega hasta él la noticia y se prepara á volver allí donde el honor, es cierto, pero también los peligros, le están esperando. Sus amigos, á quienes no se oculta la gravedad de la tormenta, se interponen en su camino. Pero en vano: Luz y Caballero se pre- senta en la Habana y el Sargento Mayor de la Plaza le intimida la orden de prisión del Capitán General, 228 MANUEL V. RODRIGUEZ La debilidad que experimentaba en su organismo el sabio Maes- tro, llegaba por entonces á punto de extraordinaria intensidad, con- virtiéndose en una depresión mental que inspiraba serios temores. Cuál sería no obstante el temple de aquella alma para que, á des- pecho de las miserias del cuerpo, pudiera desplegar durante todo el proceso una firmeza inquebrantable; patente está en sus declara- ciones y en la tranquilidad con que fiaba á la rectitud del Tribunal la justificación de su conducta. Este espíritu de justicia manifestóse siempre sin eclipse y muy particularmente cuando, en ocasión solemne, con un acento inspi- rado, con un pensamiento de fuego, flaco, débil y casi estenuado, supo erguirse en medio de sus discípulos y ante los poderes públi- cos de la Colonia, verdadero Sócrates de nuestros días, prorrumpió en un arranque que jamás olvidará la posteridad: «Antes quisiera yo ver desplomados, no digo las instituciones de los hom- bres, sino los astros todos del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, sol del mundo moral. » Estudiemos, señores, la figura del Maestro al través de las últi- mas enseñanzas de la ciencia. Milton, Kant, Fichte, Herbart proclaman la excelencia del sa- ber, á reserva de que marche desposado con la educación intelectual y avanzan hasta subordinar la cultura del talento á la cultura mo- ral. El fin de la educación, dice Herbart, es la virtud y la volun- tad tiene sus raíces en la inteligencia. Confieso que á mis ojos aparece una descarnada tecría la bri- llantez del talento divorciado de la cultura intelectual y moral. El saber, la virtud y el sentimiento, se traducen en un mundo de armonías, dentro del cual vive el espíritu, realizando el fenómeno de la respiración moral y el círculo del pensamiento en que aquél vive y se agita. Cuando el saber no invade la humana naturaleza, prendiendo en ella con fuertes raíces; cuando la instrucción y el talento marchan por su lado, sin que el sentimiento ni la voluntad se den por adver- tidos de aquellas influencias, la ciencia es un fenómeno pasajero, aislado y sin finalidad. Pero si el hombre se forja al calor de las ideas que penetran su naturaleza hasta los más hondos cimientos; si la voluntad y el carácter buscan en este influjo la garantía del deber, sólida y firme, entonces, podrá estudiarse la personalidad bajo distintos aspectos por un natural fenómeno de la crítica, pero la JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 229 vida toda y todos sus actos componen una razón de unidad perfecta, formando un círculo que no admite solución alguna de continuidad, como dijo Herbart profundamente. En tal supuesto, la garantía más alta de la virtud está en el saber, y en la virtud el resplandor más hermoso del talento. Tal fué, señores, la doctrina que profesó con exquisita fidelidad el Maestro, sin haber flaqueado un solo momento. Aquí está la unidad profunda de su existencia. Instruir y educar fué la ocupación constante de toda su vida, por tales modos, que, al instruir educaba y al educar instruía: fué un artista para el pensamiento y para la voluntad un apóstol. En estas relaciones de secretas armonías, ningún aspecto de sus dis- cípulos pudo quedar olvidado, no siendo posible considerar cual- quiera de ellos, sin percibir en él el resplandor y la influencia bien- hechora de los demás. En la distribución de premios celebrada en el Colegio «Salvador» - en el propio año de 1862, cuando apenas acababa de hablar por boca de sus discípulos y sus profesores, decía el Sr. José María Zayas: «Otros se ocuparán de su saber poco común, de sus envidiables do- tes intelectuales, de su sistema de filosofía, de sus servicios á la causa pública en diferentes lugares, de sus escritos y de sus opi- niones: aquí no haré yo sino recordar al Maestro y con esto doy al hombre, porque estudios, viajes, opiniones filosóficas, escritos... to- dos los actos de su vida en fin, convergen á un solo punto: educar, templar el alma para la lucha de la vida.» El sentimiento de profunda complacencia con que Luz y Caba- llero se entregaba á la obra de formar la juventud, impulsábalo á dar cuanto tenía en beneficio de sus ideales: sus energías, su salud, su corazón, su cuerpo y su alma. Embargado en esta santa tarea, nada le detiene, y como efecto na- tural, un generoso optimismo le anima y le sostiene en aquella lucha. «¿Cómo no he de esperar y confiar, —dice por boca de uno de sus discípulos, —en esta multitud de inteligencias que vienen aquí á jus- tificarse, á adquirir toda clase de conocimientos, á robustecer su es- píritu? Difícilmente llego nunca á desconfiar. Lucho á veces, á brazo partido, contra la índole viciada de algunos discípulos, pun- zantes saetas que necesito clavarme para arrancarles el dardo y, sl al fin nada consigo... permitidme que no continúe... Estas palabras me amargan la boca antes de PS y con Has OS VOy pre- sentando á pedazos mi corazón. » 230 MANUEL V. RODRIGUEZ Naturalezas como las de Luz marchan eternamente solicitadas y empujadas hacia el ideal; pero, no pocas veces, advierten que el ideal está lejos, muy lejos. Entonces, fácil es descubrir en ellas un fondo de tristeza, no de desaliento; un dejo de amargura, no de escepticismo; el quejido del dolor, no el ¡ay! del vencido, que pro- cura asirse de los principios más elevados y concluye por refugiarse en la conciencia. «¿Qué fruto recoge el educador, casi siempre, —dice en otra oca- sión, —después de tantos sacrificios? Amargos suelen ser sus últimos días y nada le queda para consuelo, excepto la tranquilidad de su conciencia. » Cuando Víctor Hugo habló del Maestro como un forjador de es- píritus, ya me había herido vivamente la palabra de Luz, pintán- dole como un artista. «Artista de alma muy grande, decía, ha de ser quien con inalterable constancia, profunda fe y esperanza subli- me, consagra toda su vida á la educación de la humanidad, y quien todo lo arrostra por satisfacer un ardiente impulso de su espíritu, seguro de que ningún premio le aguarda a] concluir su jornada.» En esta tarea que destruye y aniquila el cuerpo, que eleva y fortifica el espíritu del educador, Luz y Caballero es un verdadero poeta: sus palabras, sus pensamientos, sus Optimismos y sus amar- guras, brotan impregnados de un rico perfume de vaga melancolía, de una delicadeza tranquila y severa; de un amor exquisito; amor inspirado por el niño y por la belleza de la naturaleza. Habla del primero, para llamarle « verdadera imagen de la vir- ginidad, flor brillante cuyo cáliz se cierra á la primera impresión y cuya corola perfumada hemos de guardar del soplo de la bo- rrasca ». Habla de la Naturaleza para decir: «siempre afecta profunda- mente á4 mi alma el espectáculo grandioso de la salida del astro del día; siempre y á pesar de todo, me hechiza y me arroba ese cielo eternamente espléndido de mi patria ». La educación, tal como la entendía Luz y Caballero, es una obra recóndita de intensa compenetración, de elevación en el idio- ma francés, de profundo desenvolvimiento en el latín, el español y el inglés. Pero, en un maestro, devorado por el amor y fijo en el ideal, no obstante el sentimiento que todo lo invade, hay siempre un vivo res- peto por la naturaleza humana. Era seguramente el educador, á los ojos de Luz y Caballero, un PT JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 231 artista que llevaba en el alma un tipo de belleza y modelaba la obra con secreta complacencia. Pero la obra en manos del artista, no era un puñado de barro ni un pedazo de mármol. Era el niño: era la naturaleza humana, libre por excelencia, que libremente ha de realizar su individual destino. ¡Qué sagaces y robustas son las observaciones de Luz y Caba- llero, en estos últimos límites de su pensamiento! Por eso exclamaba: «Aplicar y doblegar, con férrea volun- tad, la educación de la juventud á una idea más Ó menos exac- ta, tras de ser casi imposible, es terriblemente peligroso, corrién- dose el riesgo de arruinar cosa tan respetable como una inteli- gencia.» La obra de Luz y Caballero fué en verdad activa, intensa y hon- damente revolucionaria, porque tendía á transformar los espíritus. De aquí su parecido exacto con Sócrates. La verdad; sólo la ver- dad, es lo único que le sostiene y fortifica, sin desmayo ni declina- ción; lo mismo en aquellos primeros días en que columbra el ideal, como en los últimos restos de su existencia, cuando se «sentía cer- ca del término que Dios concede á los mortales; cuando veía for- marse la infausta nube de la ancianidad y á lo lejos divisaba los lúgubres confines del imperio de la muerte ». La revolución de Luz y Caballero fué la de la filosofía, pene- trando en la conciencia, arrojando en ella la simiente del deber, sin distingos mezquinos de razas, de tiempos ni de países. Mis opiniones en este punto son muy débiles y escasas de auto- ridad mis palabras. Pero, escuchad al Conde de Pozos Dulces, cuando, hablando del Maestro, dice: «Fué grande sobre todo, porque á semejanza del paradigma divino, no vino á este mundo para sí, sino para los demás; no á recibir, á4 dar; no á glorificarse, sino á glorificar la ciencia, el saber y la virtud. En Cuba ha sido Don José de la Luz el sembrador por excelencia; el sembrador de la ciencia y de la verdad. » Esto es lo que da carácter á su obra, á su filosofía, á sus propias opiniones personales. Hubo una vez que el Maestro pareció expresarse con alguna viveza, y en que sus escritos parece que pierden la vaga transpa- rencia de sus principios elevados, para tomar algunos contornos, delineados al calor de la discusión. Me refiero á su disputa sobre el eclecticismo. Pero en esto mis- 232 MANUEL V. RODRIGUEZ mo no debe perderse de vista una observación muy atinada del señor Sanguily: «Porque en puridad, combatiendo Luz y Caballero á Valle, el contrario era el mismo Víctor Cousin, agregando: «el mayor elogio de Luz y Caballero, así como la demostración de su perspicuo pa- triotismo y de la profundidad de sus miras, se desprende del hecho mismo de haber luchado en la Isla de Cuba contra las perniciosas tendencias de aquella doctrina cusiniana; lucha que afrontó sobre todo, porque los sostenedores de aquella escuela aspiraban, con el más vehemente ahinco, á hacer una completa revolución en las ideas, para servir de base á una revolución en la política. » Cita en verdad es ésta la más elocuente que pudiera elegirse, para demostrar, si fuere preciso, que Luz y Caballero no podía em- pequeñecer el problema que tenía entre manos, de la educación, juzgando lícito en Cuba lo que repugnaba con entereza en la Fran- cia de aquellos días. Quisiera yo referirme al método que propagó Luz y Caballero con el nombre de método explicativo, para poder apreciar sus pro- fundas observaciones, sus prácticas y sus consejos, sus recursos y extraordinaria habilidad en despertar la actividad mental de los ni- ños. Pero es preciso advertir que en aquella obra de su enseñan- za, no es posible separar las partes, sin desfigurar y quebrar el arte- facto. Porque dirigía siempre su acción á un fin mucho más elevado que dar ideas. «Hacer comprender á mis discípulos el deber, ense- ñarles que acudan siempre á buscar en su corazón, como en fuente inextinguible, el espíritu para hacer el bien, tal es la base de mi método. » No es posible concebir un educador, al modo de Luz y Caballero, sin el talento de la palabra. Quitad la ironía á Sócrates, la pará- bola á Cristo, las lenguas de fuego 4 los Apóstoles, y veréis cómo se borra el ministerio de sus santas enseñanzas. El dón de la pala- bra es indispensable para dar posición y firmeza á las ideas en la mente del discípulo, y depositar la simiente de la virtud en sus tiernos corazones, constituyendo un cierto género de elocuencia que deben cultivar con esmero los maestros. Luz y Caballero debió poseer y poseía esta virtud, de magia tan exquisita. Pero al tratarse de la acción de la palabra, es preciso reconocer dos funciones distintas: el orador y el escritor. JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 233 ¿Cuál era el género de elocuencia que más se reflejaba en la pa- labra del sabio cubano ? Era Luz y Caballero un espíritu casi devorado por una llama de amor, que era para él su respiración moral y su vida. Luz y Caballero creaba y templaba sus ideas en la fragua de sus hondos y vivos sentimientos; su alma, á cada instante, despe- día chispas de fuego que iluminaban el horizonte de la conciencia. Estas chispas de fuego eran la elocuencia del Maestro, natural en él como una florescencia delicada de su alma. En sus pensamientos se descubre con facilidad el vigor del fondo que los anima; pocas veces el trabajo exquisito é intentado de la forma. Era su palabra una vena que fluía con soltura; el perfume que se escapaba del ánfora exquisita de sus sentimientos. Hombre de acción continua, no tenía vagar bastante para escri- bir. «Educar un hombre, decía, es cosa más difícil que escribir un libro.» Allá, en épocas más avanzadas de la vida, cuando parece legado el momento de que el hombre recoja la cosecha de sus ideas, acaso Luz y Caballero no encontró esa oportunidad, trabajando como estaba por la austeridad de sus pensamientos y las amarguras de la vida. Cuando el Sr. Piñeyro habla de los escritos de Luz y Caballero, coloca por orden de mérito sus aforismos, la oración fúnebre de Escovedo y el Informe sobre el Instituto Cubano, advirtiéndose con claridad en las palabras del discípulo que no era realmente el arte, sino la sinceridad de la emoción lo que dominaba en el Maestro. El informe presentado á la Real Jnnta de Fomento, Agricultu- ra y Comercio de la Isla, en sesión de 11 de Septiembre de 1833, constituye, como dice Piñeyro, un plan acabado de estudios, con arreglo á las necesidades de aquella época. El poderoso ingenio de Luz y Caballero afronta el problema en su totalidad, establece las bases de la Escuela Primaria y avanza hasta los últimos límites de la enseñanza superior. Escucha la voz de su siglo; proclama la necesidad é importancia de las Ciencias Naturales y determina el nivel científico que debía alcanzar el Instituto Cubano estableciendo las siguientes ense- ñanzas: 17—Matemáticas. 22—Dibujo lineal. 32—Nántica. 234 MANUEL V. RODRIQUEZ 40—Física. 59—Química. 6%—Lenguas vivas. Era imposible que el sabio Maestro no advirtiera la absoluta ne- cesidad de profesores diestros y experimentados que ejecutasen su obra. Sus anhelos en este punto están inspirados en un ardiente pa- triotismo. Veen el Maestro no sólo un hombre de superior cul- tura, sino un espíritu fuertemente interesado en los destinos de la Patria y que siente en su corazón el fuego del amor á la juventud. En este informe no oculta su entusiasmo por la Alemania. «La Alemania, dice, es el teatro donde nos traslada la fantasía, tan luego como se habla de métodos.» A esta altura de su pensamien- to, Luz y Caballero traza con firmes pinceladas el cuadro de las prendas raras que demanda la concepción de un buen maestro. Un buen maestro, dice: «debe ser un hombre que sepa más de lo que se le exige enseñar: que tiene que vivir en una esfera humilde, y sin embargo, estar dotado de un alma noble y generosa: que ha de po- seer una singular combinación de suavidad y firmeza: hombre que no ha de ignorar su derecho, pero que le estará mejor acordarse de sus deberes: no inclinado á. variar de condición, antes satisfecho con la suya, y que está resuelto á vivir y morir en servicio de la Instrucción Primaria, lo cual, respecto á sí, es el servicio de Dios y de sus semejantes. » Insisto, señores, en decir que parte de nuestros problemas de enseñanza de hoy, son los problemas mismos que planteó con vigo- rosa inteligencia, en sus días el Maestro cubano. Si suspiramos hoy por la Escuela Normal, la Escuela Normal constituía una de sus más ardientes aspiraciones. Si proclamamos la necesidad del método, ésta fué también una de sus preocupaciones más fervorosas. Y si es forzoso en nuestros días poder contar con maestros, Luz y Caballero declaró la absoluta necesidad de la « Pedagogía para la teoría y práctica de la educación moral, de la Didáctica para la di- rección del entendimiento, del método que forma operarios inteli- gentes en el taller de la Escuela ». Pero Luz y Caballero, aunque estudia con vehemente ahinco todos estos aspectos parciales del problema educativo, condena con frase enérgica el cultivo de toda zona aislada, dando una fórmula general que invada y que comprenda la naturaleza en su total in- Dr A JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 230 tegridad y su espíritu educador vive en una atmósfera profunda- mente humana y moral, El epígrafe de Bacon que preside el informe luminoso del Maes- tro cubano, con perfecta claridad explica su pensamiento. Semina potius quam flores. El sistema explicativo de que habla Luz y Caballero con justifi- cado empeño, es lo que en la actual Pedagogía se conoce con el nombre de letra explicada. El refinamiento del arte y de los métodos podrá haber realizado mayores progresos, como se advierte en la adopción de la enseñan- za de la lectura por palabras y frases, siendo así que Luz y Caba- llero preconizaba el método de sílabas, correspondiente en realidad á una época de transición. En su primer viaje 4 Europa, que ensanchó y ratificó el dilatado círculo de sus conocimientos, presenció Luz y Caballero las expe- riencias prácticas que hacía de su sistema el ilustre Wood. —«Ja- más se borrará de mi memoria el espectáculo que en 1830 presentó á mis ojos la escuela gratuita de Edimburgo, con más de 500 alum- nos, dirigida por aquel patriota filantrópico. » Luz y Caballero se propuso sustituir la memoría de palabras, tan en boga en aquellos días, por la memoria de cosas, que han proclama- do los pensadores más eminentes. A su regreso á la Isla de Cuba, en aquel período más activo de su existencia, había adquirido extraordinario renombre el sistema mutuo, que encomendaba á los monitores ó niños más adelantados, la enseñanza de los alumnos. La bondad de aquel método, en realidad descansaba en razones puramente económicas, con exclusión de todo criterio científico, atento sólo á la parte mecánica de la instrucción. Luz y Caballero, que había jurado á Wood «ser el apóstol más ferviente de su siste- ma, en cualquier rincón de la tierra, y sobre todo en su patria idolatrada », puso mano á la obra para cumplir su promesa. Las reglas que dictó entonces para uso de los profesores, acredí- tanlo de Maestro consumado y experto, imprimiendo en él el sello de su genuino carácter. Porque Luz y Caballero, cuya razón se elevaba hasta las regio- nes supremas del pensamiento, utiliza todas sus ideas, su ilustra- ción y sus poderosas facultades, en la educación de la niñez cubana. Propúsose Luz y Caballero, con la adopción del sistema explica- 236 MANUEL V. RODRIGUEZ tivo, las siguientes ventajas: Primero: desterrar de las escuelas de su tiempo aquella parte mecánica y rutinaria cuyo exclusivo pre- dominio rebaja la condición mental del niño. Segundo: combatir el uso exagerado de la memoria, subordinándola al discurso. Ter- cero: cultivar y robustecer el lenguaje en el niño. Cuarto: pre- pararlo para la expresión de su pensamiento por medio de los ejer- cicios de composición. Quinto: proporcionar al niño un alimento variado para sus ideas, lo que constituye la enseñanza harmónica de nuestros días, y otras muchas ventajas que sería prolijo enumerar. Fácil es advertir que esta obra de elevar al niño, no podía rea- lizarse sin robustecer la personalidad del maestro, por cuyo moti- vo Luz y Caballero puede decirse que es el verdadero fundador de la Pedagogía científica en Cuba. El mayor triunfo que pudieran alcanzar los maestros de hoy en Cuba, sería preparar sus espíritus para recibir las elevadas ense- ñanzas de Luz y marchar por las mismas sendas que su poderosa inteligencia les había señalado. El sabio Maestro resolvía enton- ces un verdadero problema de Pedagogía Nacional. Tratándose de Luz y Caballero es imposible no dedicar un re- cuerdo á «El Salvador ». Los colegios de hoy, comparados con los de aquella época, dejan mucho que desear. Aquéllos tendían á educar; éstos á instruir, en el sentido más débil del vocablo. El profesorado formaba en los colegios de entonces un verdade- ro cuerpo docente; hoy cada cual procede con absoluta independen- cia personal, sin relación alguna con un pensamiento general. Había, pues, en aquel caso un lazo de comunidad que desapare- ció después. La acción oficial traza una uniformidad funesta, contraria en lo absoluto al ejercicio provechoso de cada individuo. El colegio del pasado ataca el problema de cada conocimiento en su expresión to- tal: el colegio de hoy hizo desaparecer esa unidad, al través de la masa informe del detalle. | En los grandes colegios del pasado se formaba lentamente un profesorado que surgía de la vida misma de aquellos centros, imbuí- do en el cariño é interés de la ciencia. El profesor actual viene de fuera, para no influir en la menor proporción en los intereses de dentro. JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 237 La aspiración del joven en aquéllos se encaminaba á la posesión del saber; en éstos, 4 ganar el título. Si á las favorables circunstancias de la época se agregaba la personalidad robusta de un hombre como Luz y Caballero, no costará trabajo comprender la acción provechosa de «El Sal- vador ». No es difícil tampoco advertir que el colegio de los tiempos ac- tuales sólo exige para su funcionamiento un ecónomo; y por lo que respecta al tiempo de ayer, basta meditar las palabras mismas de Luz y Caballero para apreciar la distinción, en toda su fuerza. «El manejo de un colegio es algo más, porque es un mundo en miniatura; en él encontrará el discípulo muchas de sus inconsecuen- cias, vivirá entre muchos compañeros, cada cual con su carácter, sus hábitos, sus defectos y sus cualidades: inevitablemente ha de retratar, por tanto, aunque en pequeño, ese mundo que le aguarda después y que no es una sociedad perfecta, no es la república que soñaba Platón, el educador poeta. «Allí el maestro es el único; todos los papeles los desempeña y de todos debe rendir, á sí mismo y á los demás, estrecha cuenta. Su atención, sus facultades, sus desvelos, dirigidos á ese mismo fin, no serán quizás suficientes, pues se necesita, en primer lugar, la devo- ción en espíritu y verdad; un tino admirable; un golpe de vista se- guro; un tacto exquisito para saberse rodear de personas que coad- yuven al mismo fin, que tengan ese brío, ese impulso irresis- tible que es cualidad inseparable de la verdadera juventud y que sólo tienen los viejos, cuando arde en su pecho el fuego del entu- slasmo. » Para ejercer las funciones de un Director, tal como lo entendía Luz y Caballero, era preciso un vigor físico capaz de soportar las fatigas del ministerio. Luz y Caballero era una naturaleza fuertemente combatida y de- bilitada; por lo cual alguna circunstancia, más que la resistencia y la salud, debió haber influído en la constitución y marcha de «El Salvador». Esa circunstancia fué el prestigio inmenso y la autori- dad por parte de Luz; la admiración y el cariño por parte de sus discípulos y profesores. Luz y Caballero ejercía en el plantel una acción de presencia que conservaba su atmósfera. La disciplina era suave; la imposición era la del deber, nunca la personal y arbitraria. Eu torno del sabio Maestro se congregaron 238 MANUEL V. RODRIGUEZ hombres de una general cultura, muy difícil de encontrar en los es- pecialistas de hoy. El Colegio, por otra parte, no obstante las quejas de Luz, no vivía absolutamente aislado, porque este hombre singular ejercía una influencia extraordinaria con su talento, su palabra y su trato. Era una luz que en breve había de apagarse; pero, que con tal intensidad había brillado, que su fulgor fué vivo, hasta en los ins- tantes de sus postrimerías. La personalidad del Maestro imprimía un sello de unidad que se traducía, al fin y al cabo, por algo que se mantenía íntegro, no obstante la acción individual de los profesores. Este es el fenóme- no que explica con perspicua claridad uno de sus discípulos, el Sr. Manuel Sanguily. Al morir Luz y Caballero « El Salvador» de- bía fenecer. Pero, ya había salido de aquel centro una porción muy respeta- ble de jovenes brillantes, animosos, con un desarrollo mental muy armónico, con un evidente impulso que les arrastraba hacia los grandes intereses de la vida. Y es que habían sido formados dentro de una atmósfera de vida, sintiendo sobre sí el aliento del amor, del respeto y del deber. La instrucción, la educación, el carácter, estaban amorosamente atendidos en la obra del Maestro. Tal fué la base filosófica que proclamó y que siguió en sus trabajos Luz y Caballero. «Es la verdad, decía, fuego tan tenaz, que por más que se empeñen en ahogarla, tanto más se enciende y más terreno gana. » A todo el que quiera comprobar la exacti5ud de estas observa- ciones que he formulado, le bastará leer los Elencos de Filosofía, que preparaba Luz y Caballero, en la enseñanza de sus discípulos. No era el detalle lo que imprimía carácter á la obra ni el len- guaje frío v árido de un sistema: era el grito de la razón fortalecido por el sentimiento; era la antorcha del saber descubriendo los secre- tos de la Naturaleza, pero invadiendo las regiones más escondidas de la conciencia; era el perfume, el aliento de verdad que palpitaba en el fondo de sus enseñanzas, y que hacía posible la sugestión, que al fin y á la postre, es el arma mejor templada de la educación. Fué Luz y Caballero una naturaleza generosa, rica en savia de vida y como formado al calor de una sensibilidad extrema, que no dejó en ninguna época de penetrarlo y fecundarlo. Esta circunstancia explica su apostolado, su ley constante de JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 239 amor; y esa sensibilidad, en unión estrecha con sus hondos pensa- mientos, impulsóle siempre á un ideal, con igual inquietud con que la fuerza secreta de la Naturaleza solicita al imán. Luz y Caballero estaba de continuo devorado por un fuego de amor que explica su carácter, su impresión extraordinariamente su- gestiva, y el afecto vivo de consideración, respeto y simpatía que inspiraba á cuantos se encontraban á su alrededor. Era imposible tratarle sin sentirse discípulo, mi reconocerlo maestro. De esta sensibilidad y de esta ternura dió pruebas con- tinnas en toda su vida, como esposo, como padre y amigo, y acaso aquellas cualidades fueron las que contribuyeron á minar y agotar su naturaleza, sacudiendo el árbol de su vida, desde sus raíces, y exponiéndole á grandes y frecuentes turbaciones. He tenido en mis manos una carta de Luz y Caballero, en la cual, hablando de su próximo matrimonio, dice á un amigo: «Créa- me usted, amigo mío: no es amor, es adoración, es devoción, es un sentimiento religioso el que me anima por esa criatura angelical. » Como hijo, sabido es que Luz y Caballero dedicaba á su madre, la más delicada consagración de amor y de ternura. Y en cuanto á su alma y corazón de padre, nadie puede haber que escuche sus lamentos sin conmoverse. A la muerte de su hija, la tierra pareció escapársele de la planta y se encontró sin aire que respirar. El Sr. Vidal Morales y Morales, posee un precioso manuscrito que Luz y Caballero llamó: «Lágrimas de un padre sobre su hija ». La bondad del Sr. Morales, dejándome tomar cuantas notas qui- se, de este precioso documento, me permiten transcribir algunos de sus pensamientos. «Señor, Señor,—dice en uno de ellos; —mis aspiraciones se con- virtieron en suspiros y mis esperanzas en gemidos. Como lumbre que prometiendo luz y alegría, se disipa en humo y tinieblas, Ó quien súbito cegara en medio del Paraíso terrenal, flor y fruto que el cier- zo con flor y fruto y tronco, hasta el suelo derriba. » «¡Qué descorazonadas han andado las lenguas, —dice en otra no- ta, —respecto á los padres privados de sus hijos! Al hijo sin padre llaman huérfano, á la esposa sin marido, viuda. «Y la madre y el padre sin hijos—el dolor de los dolores—¿cómo se llaman?» «¡ Hija de mi corazón! Alegre ó triste la Naturaleza, encanta- dora ó tremenda, está vestida de luto para mí, eternamente negra.» 240 MANUEL V. RODRIGUEZ Bien claro veis que, si aquella naturaleza generosa no caía en el abismo, en aquella noche cruel de su desgracia, era porque siem- pre había vivido en el Cielo: porque toda su vida anterior y los elementos integrantes de su sér mental y moral, renacieron con mayor intensidad, para producir en él un verdadero paroxismo de angustia y de dolor. Luz y Caballero había recibido una educación intensamente moral: las influencias de distinto género que operaron sobre su ca- rácter, fueron profundamente cristianas. Si alguna prueba se ne- cesitara del hondo rastro que dejan en la vida las primeras impre- siones de la niñez, el ejemplo de Luz y Caballero sería concluyente. Basta leer sus escritos para advertir que toda su existencia fué una constante profesión de fe, de esperanza y de caridad. Del dogma cristiano, que conocía hasta la familiaridad, había separado aque- lla parte que afecta á4 los espíritus groseros, y traducíalo de una manera elevada, conforme con la jerarquía de su propio espíritu. Profesaba una doctrina superior y ejercía un apostolado austero, muy escaso en satisfacciones personales. Por todo esto, en medio de aquel afecto paterno con que acariciaba la niña, tal vez se exce- dió á sí mismo, en la santa delectación de su amor y, cuando el cuerpo mortal se hizo polvo, necesitaba pensar que no todo había concluído en aquellos momentos, escuchaba la voz de su ángel, la palpaba con sus propias manos y con ella conversaba, ya en las ca- lladas horas de nna noche tranquila, ó en medio de la tempestad que imponente se cernía. ¿Qué honores hemos tributado á la memoria del Maestro ? La Sociedad Económica, por medio de su Sección de Educación, discierne anualmente un premio entre los maestros con el nombre de « Luz Caballero » consistente en una medalla de oro, y otro entre alumnos de medalla de plata, que fundó á perpetuidad con renta fija el patriota Gabriel Millet. Los restos del sabio Maestro yacen en un modesto mausoleo del Cementerio de Colón, erigido mediante suscripción popular, por ini- ciativa del Sr. Raimundo Cabrera. Deben también considerarse un homenaje al Maestro, los libros y trabajos literarios consagrados á su memoria. Entre los primeros está la Vida de José de la Luz y Caballero, por D. José Ignacio Rodríguez y un estudio del Sr. Manuel Sangui- ly: aquélla de carácter histórico, éste profundamente crítico. JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 241 En un libro que se conserva inédito sobre Luz, dice Piñeyro, hablando de la obra del Sr. Rodríguez: «Una emoción tan sincera anima toda la narración, y domina tanto el entusiasmo al escritor, que ha podido decirse con cabal exactitud, que recuerda su libro, por lo sencillo y reverente, las actas de los Apóstoles ó las vidas primitivas de los Santos. » En cuanto al libro del Sr. Sanguily, siento no tener título bas- tante para declarar que es un estudio de profunda reflexión. Está en él considerado el Maestro,. desde todos sus variados aspectos, sin escasear observaciones finísimas de un sagaz observador. El libro del Sr. Sanguily exige una lectura cuidadosa, porque el asun- to es capaz de mayor desenvolvimiento, y está trazado con una energía y una concisión muy intensa: por lo cual pueden pasar por alto juicios y apreciaciones encerrados en una línea. El Sr. Alfredo Zayas, ha publicado un primer tomo y parte de un segundo, de los escritos del sabio Maestro y es de creer que sus ocupaciones le permitirán alguna tregua para dar remate á la em- presa. ElSr. Vidal Morales posee la documentación más rica res- pecto á Luz y Caballero, llamada á verter mucha luz en los diver- sos problemas que puede suscitar la crítica; y por mi parte cumplo con un deber haciendo pública mi gratitud hacia el Sr. Vidal Mo- rales, por su generosidad, al proporcionarme cuantas noticias he necesitado para el presente trabajo, con que acaso haya fatigado vuestra atención benévola. Los maestros de la niñez tenemos grandes deberes que cumplir en orden á Luz y Caballero. Triste es pensar que aquella escuela del Apósto! no sea nuestra escuela, ni la escuela de nuestros días. Yo nosé cuanto haya con- tribuído á producir el fenómeno; pero, tan hondamente divorciados andan, en estos momentos, los intereses del hombre, que el único anhelo de la actual pedagogía está limitado al manejo, acaso excesi- vo, de los métodos, buscando solamente la instrucción de los niños. Desgraciadamente veo muy difícil romper con esta situación de con- ciencia. En la dirección de nuestros niños nos preocupa saber có- mo andan sus cabezas; pero no nos preguntamos cómo andan sus corazones. Cultivamos la destreza de sus manos, pero olvidamos el principio de sus acciones: asistimos á lo que dicen sus labios, con pocas atenciones al desenvolvimiento de su razón y sin inquie- tarnos, en definitiva, de la eyolución de sus conciencias. 2492 MANUEL V. RODRIGUEZ Vosotros, los que repetís con cariño el nombre del sabio Maes- tro, seguid con fidelidad sus caminos y volved la cara á aquel Sol de justicia que, en lo alto de los cielos contemplaba el más grande, y el más sabio el más amable y querido de todos los cu- banos. APÉNDICE echas y trabajos principales de Luz y Caballero. 1824, —Se hace cargo de la Cátedra de Filosofía del Seminario de San Carlos. El discurso de inauguración fué publicado en Brisas de Cuba. 1828 á 1831.—Primer viaje en que trata con los hombres más notables de Europa y América. (Véanse las cartas de Luz y Ca- ballero publicadas en la obra del Sr. José Ignacio Rodríguez, segun- da edición, página veintiséis y treinta y uno y la Revista de Cuba, tomo cuarto, página trescientos cinco. ) 18314 1835. —Publica vertido al español el viaje por Egipto y Siria. Colabora en la Revista Bimestre Cubana fundada por la Comisión Permanente de Literatura de la Sociedad Patriótica. Colabora también en las Memorias de la Sociedad Patriótica. «Cuatro palabras al Aritmético Curioso ». reproducido en la Re- vista de Cuba, tomo cuarto, página cuatrocientos veintitrés. Intro- duce el Método explicativo. : Publica un texto de Lectura Graduada conforme con el Sistema Explicativo que había introducido. Presenta un Informe á la Real Junta de Fomento de Agri- cultura y Comercio de la Isla sobre la creación del Instituto Cu- bano. —( Habana 1834. —Imprenta del Gobierno y Capitanía Ge- neral.) 1834.—Inaugura un curso de Filosofía en el Colegio de Carra- guao, cuya dirección tuvo. De 1836 á 1842.—Presta grandes servicios á la Sociedad Econó- mica de Amigos del País en la Habana. 1839. —Establece una Cátedra de Filosofía en el Convento de San Francisco. Polémica sobre el eclecticismo. JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO 243 1840.—Elenco de su clase de Filosofía en el Convento de San Francisco. Elogio de Nicolás Manuel de Escovedo. 1842. —Incidente de Mr. Turnball. 1843.—Segundo viaje de Luz á Europa. 1844.—Es complicado en la supuesta conspiración de los negros. 1848.—Funda el colegio El Salvador. ANTONIO BACHILLER Y MORALES POR EL DR. NICOLÁS HEREDIA Profesor que fué de Historia de la Literatura Española Honorable Sr. Gobernanor Militar: Sr. Secretario de Instrucción Pública: Sr. Rector: Ilustre Claustro: Señores: Una indicación que no he podido resistir, impóneme el deber de evocar en esta hermosa fiesta la imagen de un cubano cuya vida ha sido un ejemplar poco común de consagración perseverante al ser- vicio de su patria. D. Antonio Bachiller y Morales, de gratísima memoria para Cuba y para esta Facultad de que modestamente formo parte, á la cual, como Catedrático y Decano, dió el prestigio de su nombre y el concurso de su ciencia, reclamaba este homenaje harto tiempo diferido por hechos y razones que no es preciso enu- merar. Me ha cabido, repito, el encargo de presentarlo á vuestra vista y, en verdad, que lo lamento, aunque agradezca en todo lo que vale la honrosa distinción que de ese mismo encargo se deduce. Y la razón es muy sencilla: no es posible referirse á la ím proba labor de esta personalidad esclarecida prescindiendo de la obra de su tiempo, que es, sin duda, el período más activo y más fecundo de la historia de este pueblo, y yo, señores, por inesperadas circunstancias, algu- nas de las cuales no se ocultan á mis dignos compañeros, no he po- dido disponer del espacio indispensable para dar á mi tema el des- envolvimiento que merece, si bien confío en que vuestra habitual benevolencia acogerá piadosamente los motivos que me abonan. Al lado de la historia oficial de este país, de su aparatosa exhi- bición como tierra opulentísima, inagotable productora de los frutos más preciados que brotan en el trópico, y junto á la apreciación convencional que hacía de Cuba la más fiel de las colonias, presen- tándola ante el mundo contenta con su lepra, satisfecha bajo el yu- go y dedicada por completo á la explotación irracional de sus re- cursos materiales con el siervo como base ó factor fundamental de su riqueza, hubo otra vida más pura y más auténtica, la cual se en- ES ANTONIO BACHILLER Y MORALES 245 laza íntimamente con los dramáticos sucesos que después sobrevi- nieron. La historia de ese aspecto singular del espíritu cubano no se ha escrito todavía sino en forma fragmentaria y se halla unida al recuerdo de algunos poderosos intelectos, origen indudable de la gran transformación que en el presente instante presenciamos. Un profundo pensador aquí presente, ha trazado el cuadro ma- gistral del esfuerzo titánico que realizaron esos hombres en su pugna porfiada con el medio en que vivieron, y yo no puedo resistir á la halagadora tentación de copiar algunos rasgos de esa magnífica pintura, porque encajan fácilmente dentro del marco que me traza mi propósito. « Los hombres—dice—que se levantaron sobre sus coetáneos á impulsos de la curiosidad científica, por lo mismo que estaba tan bajo el nivel de los restantes, debieron encontrarse muy aislados y sentir la necesidad de elevar á aquellos con quienes estaban unidos por la sangre y por la tierra... Pusieron entonces manos á una labor nueva que había de transformar en unas cuantas décadas aquel or- ganismo social, que era joven y parecía decrépito. Todo lo removie- ron: intereses, costumbres, prácticas industriales, preocupaciones, sentimientos é ideas. Hubo quienes enseñaron á labrar la tierra, y siendo ricos y refinados, se fueron por los campos y empuñaron e] arado á la vista del pueblo; hubo quienes peregrinaron por el mun- do, no para visitar las criptas en que duermen petrificados su sueño secular los viejos fanatismos, sino para frecuentar los grandes cen- tros de la actividad humana, sorprender los secretos con que la in- dustria multiplica los medios de acrecentar el bienestar del mayor número, y convertirse en heraldos de los blasones del trabajo, en- señando á tender las paralelas de hierro por donde vuela el progre- so, y revelando la fuerza moralizadora que reside en la máquina, que emancipa los brazos. Hubo quienes aprendieron que la ley es el arma que pone la sociedad en manos del débil contra el fuerte, no un instrumento de opresión al servicio de los poderosos; que el monopolio levanta barreras infranqueables entre las clases y el de- recho las allana; que la esclavitud es algo peor que la guerra civil, la guerra doméstica, y que sólo la libertad funda la concordia; hubo quienes descubrieron el consorcio funesto que celebran el vicio y la ignorancia para engendrar la miseria y se dedicaron, apóstoles de una edad nueva, á evangelizar las inteligencias; hubo quienes ahon- daron todos los problemas de la ciencia y de la filosofía para desen- trañar los principios generosos, las verdades fecundas y ponerlos al 246 NICOLAS HEREDIA alcance de los estudiosos en el tratado, que es un foco de claridad permanente, ó en el aforismo, que es un rayo de luz que no se borra; hubo quienes recogieron todas las palpitaciones de esa sociedad en ebullición, los secretos pensamientos que empezaban á hervir en las conciencias semi-despiertas, las vagas aspiraciones que comen- zaban á dilatar sus pechos y les dieron forma ideal y la fijaron con la palabra rítmica en poemas inmortales. » En cada una de estas cláusulas vibrantes habréis visto asomar el perfil de algún cubano benemérito que se impuso el deber de sa- near 4 su pueblo, de enaltecerlo y prepararlo para el cumplimiento de sus fines. Pero ¿cuál de esas bellas pinceladas se refiere al pa- tricio venerable cuyo elogio me ha sido encomendado? Muchas son las que en un sentido ú otro ofrecen rasgos palpitantes de la fiso- nomía de Bachiller, pues en éste lo más interesante es, sin duda, la incansable actividad y la riqueza de aptitudes que su larga vida nos presenta. No hay escritor entre los nuestros que le haya supe- rado, que le iguale, tal vez, en la extraordinaria y más que extra- ordinaria, prodigiosa, variedad de sujetos tocados por su pluma, al punto de ser una empresa asaz difícil descubrir el aspecto mental donde mejor se nos revela. Fué abogado, catedrático, bibliófilo, fi- lólogo, erudito, publicista, arqueólogo, poeta, historiador, natura- lista y literato. No hay conocimiento que se escape á su sagacidad y aplicación, porque en todos penetra como en terreno conocido y de todos obtiene algún fruto sazonado que, graciosamente, se apre- sura á ofrecer á su país, á la tierra querida para la cual sembraba y recogía. Sn enorme producción reclamaba íntegramente uno de los capí- tulos más largos de la historia intelectual de nuestra patria. Ce- diendo á la afición innata en el cubano hacia las musas, escribió por recreo algunas obras más ó menos apreciables, dramáticas y lí- ricas; dedicóse también, á los altos estudios filosóficos dando á conocer entre nosotros á algunos eminentes pensadores italianos de su tiempo y publicando un curso de Derecho Natural que fijó la atención del sabio Tiberghien. Preocupado con el grave problema que la esclavitud planteaba en Cuba, se opuso en un informe—que le fué encomendado por este ilustre Claustro—á la inmigración de aprendices africanos. Comprendiendo que en la fecunda agricultura estribaba el porvenir de su país, dió á la estampa su Cartilla y Pron- tuario traducidos del francés, y completó con la historia del azúcar el propósito iniciado en sus días juveniles con su Memoria acerca ANTONIO BACHILLER Y MORALES 247 del tabaco en que enumeraba los grandes beneficios que traería la exportación libre de la rama. Patriota fervoroso, fué de los que previendo la catástrofe, en un plan oportunísimo discutido y apro- bado por los hombres más sesudos de su época, recomendaba la so- lución autonomista á la fatal obcecación de la Metrópoli. Y como si esto fuera poco, y practicando la frase paradójica del andante caballero, descansaba de sus varios y difíciles estudios dando á la prensa, á los periódicos nacionales y extranjeros de más nombre, alguna nota original, algún trabajo substancioso que fijaba la aten- ción ya por la novedad de la materia ó por su provechosa aplicación á algún problema interesante % del momento. Pero su labor no se detiene en los temas expuestos y halla en la la historia nacional, en los orígenes de Cuba, en su doble expresión de tierra americana y europea, un campo ilimitado en que espaciar- se. En realidad ese campo estaba casi virgen y de aquí que su consagración inquebrantable cosechase, quizás, por ese lado, los triunfos más valiosos de su pluma. Es, sin disputa, un esfuerzo ex- traordinario el que representan sus Apuntes para la historia de las le- tras y de la instrucción pública en la Isla de Cuba, obra—escribe el Sr. Vidal Morales y Morales—citada en la Biblioteca Americana Ve- tustisima por el eminente Enrique Harrise como una de las más interesantes contribuciones de su autor al estudio de la bibliografía hispano-americana. En efecto, señores, no hay nada más comple- to y más jugoso respecto del asunto, que los tres tomos de esta obra en que saca á plena luz los aspectos sucesivos de nuestra historia pedagógica y de la evolución intelectual de nuestra sociedad desde que el benemérito Paradas fundaba en tiempos remotísimos «clases de latinidad y ciencias eclesiásticas en Bayamo, donde hoy mismo se reclama como necesaria una escuela gratuita», según dice el mismo Bachiller al dar principid á sus Apuntes. El índice del libro constituye por sí solo una revelación elocuentísima de la laboriosi- dad incomparable de su autor. Escuelas públicas, colegios, institu- tos, universidad, programas, planes de estudios, estadísticas, ense- ñanzas especiales de filosofía, química, economía política, anatomía, contabilidad, dibujo, agricultura, artes y oficios, etc., todo tiene alí su cabal información que evidencia el empeño porfiado y pa- cienzudo de nuestras clases superiores en cohonestar con su acción limitada, pero intensa, la desidia vergonzosa, el indigno recelo ó la declarada hostilidad del poder metropolítico. Con las materias in- dicadas hallan su lugar datos muy preciosos acerca de la introduc- 248 NICOLAS HEREDIA ción de la imprenta en esta Isla, del nacimiento y desarrollo de la prensa periódica, de los más antiguos documentos referentes á la poesía lírica— especialmente á las canciones populares—y de los primeros ensayos que Morel de Santa Cruz, Arrate, Urrutia y Val- dés nos dejaron en historia. Culmina el libro con una extensa galería de hombres útiles, en que rinde merecidísimo tributo de admiración y simpatía 4 catorce personajes, por distintos conceptos bienhechores de este pueblo, desde Casas hasta Luz. Diré, como resumen, recogiendo algunas frases del señor Mora- les y Morales, que «el catálogo de las publicaciones periódicas de esta Isla, así como el de libros y folletos publicados en la misma desde la introducción de la imprenta en 1724 hasta 1840, son los primeros trabajos bibliográficos cubanos conocidos de nuestros com- patriotas, pues aunque en 1846 el eminente literato don Domingo del Monte había formado en París una lista de libros referentes á esta Isla y que en ella se habían publicado (la que tuvimos el ho- nor de reproducir en la Revista de Cuba del malogrado Cortina), ese valioso trabajo no es tan completo como el del Sr. Bachiller, aun- que lo aventaja por la galanura del estilo, lo que no es de extrañar tratándose de Domingo del Monte que es uno de los primeros escri- tores castellanos ». No es menos meritorio el libro titulado Cuba Primitiva que dió origen ájuicios muy honrosos para el polígrafo habanero del inol- vidable Charles Dana, el amigo constante de esta tierra, de don Cesáreo Fernández Duro, de Mr. John Gilmary Shea, de Ernst, Hammond Trumbuld y del Congreso Internacional de Americanis- tas de Madrid, que hubo de otorgarle la envidiable distinción de que constase impreso entre sus actas. Al lado de ambas obras se destaca su monografía histórica so- bre la Pérdida de la Habana hasta la Restauración Española, llena de interesantes datos y noticias relativas á un suceso que si lamenta- ron los cubanos de esos días obedeciendo al noble estímulo de una fidelidad al fin y al cabo mal pagada, hoy bendice Cuba por ser la iniciación afortunada de su rápido progreso y el solemne despertar de su conciencia como pueblo. Y aun pudiera citaros sus Estudios sobre los hombres y las cosas de los Estados Unidos, su Historia de las me- didas adoptadas para conservar las calles de la Habana, su Libro de lec- tura para los niños hispano-americanos, su Memoria sobre los pozos arte- sianos en Cuba y las ventajas del riego en la agricultura, su Geografía é Historia universales, su Instrucción pública en los Estados Unidos, su Ñ | | | | ANTONIO BACHILLER Y MORALES 249 Curso Elemental de Botánica, traducido del inglés, sus Elementos de la lengua latina, traducidos también del mismo idioma, su Guía de la ciudad de New York, su serie de artículos sobre los negros; la que asimismo publicó con el título de La Lengua castellana, sus cultivado- res y preceptistas, principalmente americanos, su Historia de la idea revo- lucionaria en Cuba, su Revolución de las colonias españolas, su Exposi- ción de agricultura, sa Biología Nacional Cubana, sus Estudios sobre las insurreciones, apalencamientos y combates de la raza negra en Cuba, Santo Domingo y continente americano (las dos últimas inéditas) y otras muchas, todas útiles, aunque diversas en sus fines y sus formas. Pero al lado de lo que, sin exceso en el encomio, pudiéramos llamar su biblioteca, está su propia vida prácticamente consagrada al beneficio de los suyos, porque en Bachiller eran simultáneas la acción y la doctrina. Toda sociedad, institución ó centro de hom.- bres cultos cuyo fin se dirigiese al mejoramiento moral y material de nuestro pueblo hallaba en él á uno de sus obreros más activos y eficaces; tal hizo en esta sabia Universidad que hoy le enaltece en la forma que estáis viendo; en el Ayuntamiento de esta capital del que fué Síndico primero; en la Junta de Fomento, en la Direc- ción del Instituto de segunda enseñanza, en la del Liceo Artístico y Literario, en la Sociedad Antropológica, la cual hubo de encargarle, poniendo en ejercicio su vasta erudición, un Informe sobre las altera- ciones del lenguaje criollo, y en la Sociedad Económica de Ami- gos del País, de la que fué Censor, Vice-Censor, Secretario, Direc- tor y socio de mérito por dos veces, llevando esa patriótica Corpo- ración á su mayor extremo el homenaje al colocar su nombre en el rango elevadísimo de Luz y de Romay, según dijo el Sr. José Igna- cio Rodríguez al darle cuenta del acuerdo. Fué también miembro corresponsal de la Arqueológica Matritense, de la Real Academia de Anticuarios del Norte de Europa, de la Sociedad Histórica de Nueva York, Secretario de la Caja de Ahorros, vocal de la Comi- sión para designar los libros y examinar los papeles de los extingui- dos conventos, Inspector de los establecimientos de Instrucción Pri- maria, y, por último alcanzó el título de Benemérito de la Patria por acuerdo de las Cortes del año de 1855. De manera, señores, que no hubo entonces cargo cuya aceptación ó desempeño no resul- tase indecoroso para un cubano digno dentro de aquel régimen hostil al espíritu local, que el Sr. Bachiller y Morales no obtuviese sin necesidad de demandarlo. Inteligencia enciclopédica y voluntad subordinada á máltiples 250 NICOLAS HEREDIA estímulos, dió distintas direcciones á su mente infatigable, tal vez perjudicando la calidad de sus trabajos con la abundancia de su producción abrumadora. —Reflejando la opinión de cuantos han es- crito acerca de sus obras, miro en él, sobre todo, un ejemplo curio- so de erudito que aspirando el ambiente de otras épocas remotas no se divorciaba, sin embargo, de la actualidad en que vivía. Aunque le juzguemos meramente como arqueólogo, revela desde luego cierta finalidad utilitaria que convierte su propósito aparente en germen potentísimo de aplicaciones provechosas para el remedio de necesidades inmediatas. El conocimiento del pasado no es, señores, como algunos suponen un fútil pasatiempo de espíritus ociosos que buscan solamente una egoísta ó singular satisfacción al ponerse en contacto con las edades que murieron, sino el dato mejor para el conocimiento de la vida en sus manifestaciones más ignotas. Y hoy más que nunca—por el valor excepcional que la ciencia reconoce al estudio del hombre en los días obscuros de su infancia para allegar antecedentes de todo punto indispensables á sus gigantescas cons- trucciones— la labor de Bachiller, compleja y luminosa, debe ser apre- ciada doblemente en cuanto ilustra de un modo extraordinario asun- tos antes tan dudosos como los relativos al lenguaje, instituciones, cos- tumbres, religión, tradiciones y leyendas de aquella raza interesante que fué la dueña primitiva de este hermoso solar que nosotros habi- tamos. Que diga el antropólogo, que digan á su turno, los que in- vestigan afanosos las altísimas materias relativas al hombre, ya observado aisladamente Ó ya considerado como célula social, si es estudio inútil el que á veces constituye el único asidero para hallar la solución de los problemas más difíciles que la ciencia se plantea. El mayor abundamiento del Sr. Bachiller puede decirse que figu- ra dignamente—como antes he indicado—en aquel ejército de pré- ceres que en los tiempos más duros para Cuba realizaron el milagro de hacer del humo luz, según recomendaba Horacio á los poetas. Como cerebro luchó gallardamente en la empresa arriesgada de contribuir á la cultura general dentro de un régimen creado con el exclusivo intento de impedirla. Allí donde encontraba un hueco que llenar con el libro ó el folleto, con su incomparable informa- ción ó con la savia de su ciencia, allí estaba su pluma pugnando sin descanso hasta lograr el resultado. Cierto es que su estilo, falto de colores y armonías, hace poco amena la lectura de sus obras, pero este dón no es de Minerva, es de las Gracias, y, en rigor, no debe- mos exigirle que llegase más allá de donde su voluntad pudiese ac- ANTONIO BACHILLER Y MORALES 251 tuar. Aún así, deja un material abundantísimo al historiador y al literato, los cuales al tocar nuestros asuntos irán para nutrirse al depósito inmenso que su erudición les ha legado; porque semejante al audaz explorador de una selva enmarañada, no hay quien pueda gloriarse entre nosotros de haberle precedido en trazar el derrotero que necesariamente tomarán los que le sigan. Como ciudadano fué un modelo de consagración inquebrantable al servicio de su pueblo. En funciones diversas, las más de ellas gratuitas y enojosas, derramó á manos llenas los tesoros de su fer- viente patriotismo en una época, señores, en que premio era á la postre el desdén ó el castigo, como por desgracia lo probaron los Varela, Luz, Heredia, Saco, Pozos Dulces y cien más que no cito porque vuestra admiración y gratitud no necesitan que yo los enu- mere. Aunque tal vez, señores, nos convenga evocar la memoria de esos hombres, porque recuerdos tan gloriosos deben ofrecer el mayor de los estímulos á la actual generación que ha tenido la for- tuna de ver materializado el ideal soñado por aquéllos. Celebramos esta fiesta precisamente en el instante en que mira nuestra Cuba desenlazarse sus destinos después de ochenta años de luchas pavorosas y de inmensos sacrificios. La cuestión funda- mental parece estar resuelta. La bandera de las glorias y las lágri- mas de un pueblo que ha sido el Benjamín de la América Española, al fin, señores, flotará bajo la misma bóveda estrellada que escuchó indiferente tantos ayes de agonía y tantos juramentos de venganza; flotará sobre la misma tierra que impasible abrió su oscuro seno á tantas víctimas ilustres. El olvido piadoso correrá su denso velo sobre el trágico ayer y abrirá la esperanza, con divina sonrisa, los bellos horizontes del mañana; pero nunca con más razón pudiera repetir al tribuno francés que si ha pasado el momento del peligro, principia en cambio la era de las dificultades, palabras que recordé en Nueva York al celebrarse la última velada con que honramos la memoria querida del mártir de Dos Ríos. Nada será más fácil y á la vez, más difícil, que servir á la nueva República, abstracción fas- cinadora, que en sí nada significa ó significa demasiado, pues todo estriba en el modo desdichado ó feliz de interpretarla. Porqueno va- mos á trazar, como Platón, los contornos ideales de un Estado que ten- ga vida únicamente en la esfera inaccesible de la utopia: vamos á lu- char con las crueles exigencias de una realidad que no debemos ocul- tarnos, que debemos afrontar para vencerla. Volvamos, pues, los ojos á nuestras buenas tradiciones, al pasado, no para pedirle sus abo- AAA 252 NÍCOLAS HEREDIA | minables instrumentos de opresión, su sable y su mordaza, sus ca- labozos y patíbulos, el ogullo insolente de sus déspotas y la vil ser- vidumbre del colono, sino para demandarle como ejemplo para los hombres de esta época, la santa abnegación, el espíritu público, la conciencia serena y el trabajo inteligente de aquellos beneméritos patricios que, como el insigne Bachiller, en condiciones más adver- sas, sin atmósfera ni espacio, quisieron educarnos para que recogié- ramos el fruto que ellos prepararon y no pudieron compartir. DE AAA E it E ES SAS ISS A A AA AA A a ci , REPAROS ETIMOLOGICOS AL DICCIONARIO DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA.—VOCES DERIVADAS DEL GRIEGO. POR EL DOCTOR JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología. La connaissance des motas conduit a la connaissance des choses. PLATON. E Etiología.—De la voz atrickoyía, que no se traduce, indagación de causas; de alriov, causa, y Móyos, tratado. La Corporación ha debido al indicar á atriodoyía compararla con alricdoyéw, alegar como causa, formada de atría, causa, y Myw, decir, derivada aquélla de atre, que expresa idea de petición, y ésta de la raíz AET, idea de hablar. La Academia y con ella el Hispano-Americano, Echegaray y Roque Barcia refieren la primera forma de la voz á atriov, como si simple- mente indicase causa, cuando su formación se debe al adjetivo alrios-os Ó a-ov, que es causa, que es el autor de, culpable de, sustantivan- do su forma neutra tó aíriov, como se ve en la frase de Platón Tó aíriov, la causa primera. El Century, Standard y Larousse refieren la primera parte de la voz á atría; Littré 4 atriov. Etiópico.—Ha debido señalarse la traducción de alfómixos-n-ov, ettópico. Etites.—Sobre esta voz sólo corresponde indicar que la Acade- mia no traduce la palabra úerirns, piedra de aguila. Etmoides.—Es curioso advertir cómo la Academia silencia una forma que tiene relación muy directa con el término que se analiza, pues no basta referirse á n0uós, criba, y elos, forma. Etmoides en sastellano es un adjetivo que se emplea como sustantivo y corres- ponde á la dicción rfuoe.5hs-és, también adjetivo, agujereado como una eriba, de i0pós, criba, derivado de rtéo, filtrar, de sido, tamizar, de la raíz EA, idea de movimiento contínuo. El Hispano-Americano, Roque Barcia, Echegaray y Monlau siguen al pie de la letra á la Acade » mia, y de igual suerte Littré y Larousse, 254 JUAN M. DIHIGO Eubolia.—La Academia incurre en error al escribir evBokta, pues es evfovAla, consejo prudente, feliz. Eucaristía.—Sobre esta voz hay deficiencia en el análisis, pues eixapiería, agradecimiento, significación que se silencia, deriva de eixápieros, agradecido, de eñ, bien, y xapítopas, ser agradable á alguno, agradable, complacer, de xápus, gracia, favor, de la raíz XAP, indicando idea de alegría. La Academia escribe xapíterra:, como el Hispano- Americano, y es una equivocación, pues ha debido decir xapíterda., que es como se escribe correctamente y se advierte en Homero, xapítea- 8a rim Sopa, obsequiar con regalos á alguien, xapiterda, ¿Ahorpiwv, ser gene- rogo con el bien de otro. Roque Barcia no difiere, como tampoco Echegaray, de la Academia, aunque es justo que digamos que si el orden de la derivación no es el propio, hay mayor análisis. Poco más Ó menos advertimos lo mismo en Littré, en Larousse y en el Standard. El Century revela siempre el saber profundo del eminen- te William Dwight Whitney. Eucrático.—El adjetivo eikparos-ov á que se hace referir la voz nuestra es el correspondiente; pero eso es todo lo que dice la Aca- demia cuando eUxparos-ov se compone de ev, bien, y de kepávvvpa, mez- clar, moderar, atemperar, de la raiz KEP en su cuarta acepción, idea de mezclar. El Hispano-Americano y Echegaray dicen lo mismo que la Corporación; Roque Barcia no da el origen griego, se refiere la voz á eucrasia. Realmente tiene razón, pues siendo un término médico, como así se observa en todos los diccionarios, los autores se refieren á eucrasia de eikpacía, buen temperamento, es un nombre y no un adjetivo. Garnier y Delamare en su Diccionario de términos técnicos de medicina registran la voz eucrasie de e, bien, y kpúcss, mezcla, buena constitución. Monlau la refiere á Evxkpárns, Eucrate, que es nombre propio y no común, formado eucrático de ei, bien, y kpúcss, mezcla; si derivase de Eúixpárns habría de estar constituída esta voz de e% y de kpáros. Eufemismo.-— Consigna el Diccionario de la Academia sólo la VOZ evongirós, de la que se origina la nuestra. Lo mismo hace el Hispano-Americano; en cambio Roque Barcia y Echegaray analizan más el término, como también Monlau; pero todos adolecen del de- fecto de no haber hecho completo el estudio. Así resulta también en Littré y en Larousse. Eufemismo viene de evgnpiopós, eufemismo, que no traduce la Academia, de «vpnulto, acoger por aclamaciones, hablar por eufemismo (en su sentido medio), de eúpnuos, que es de buen augu- rio, que usa una palabra favorable en vez de una palabra de mal augurio, REPAROS ETIMOLOGICOS 255 que pronuncia una palabra favorable, etc., de «3, bien, y +Phun, voz, de ¿nuí, hablar, decir, originado ev de la forma neutra de ¿ús y dmuí, de la raíz PA, idea de voz, de palabra. Eufonía.—No es sólo de eipuvía, eufonía, y ésta de ei, bien, y dovh, voz, como dice la Academia, sino que evpovía, cualidad de tener una buena voz, viene de eúpuvos, tener buena voz, y este vocablo de los dos señalados anteriormente. Eufónico-ca.—Nada se dice sobre la derivación de este adjetivo. Littré y Larousse lo refieren al radical eufonía, y así también Roque Barcia, Echegaray y Monlau. El Hispano-Americano nada dice. Eufrasia.—Dice sólo la Corporación que viene de evppacia, ale- gría; ha debido decir que edppacia viene de evopalvo, deleitar, alegrar, de e, bien, y deñv, la mente. Eunuco.—No traduce «voóxos, que es eunuco. Lo demás está bien. Euripo.—Muy deficiente el análisis. Eúprmos significa móvil, agitado, inquietado, y cuando está empleada la voz como adjetivo sus- tantivado significa estrecho, brazo de mar. Epuros se compone de ey bien, y de gurñ, acción de lanzar, impulso, movimiento precipitado, ori- ginada esta voz de la raíz “PI, idea de lanzar. Exantema.—No se traduce tióávénya, eflorescencia. Exarca.—Tampoco se traduce ¿¿apxos, el que comienza, que entona, autor, jefe, exarca. Esta dicción vine de tfápxo, comenzar. Exegesis.—Se indica que viene de ¿Enynous; pero no se dice que significa explicación, narración. Exegeta.—De ¿Enynrís, sin traducir, y es guía, jefe, intérprete, exegeta. Exegético.—La Academia se conforma con indicar que deriva de ¿xnyntixós, pero sin manifestar que es relativo á la explicación, pro- pio para explicar. Exorcismo.—De ¿fopkiopós, es todo lo que expresa la Corpora- ción. Esta voz significa exorcismo, conjuro, de ¿Eopkitw, Jurar una persona, verbo griego que se usa por ¿opxów, ligar por un juramento, formada de ¿E y de óprów, obligar á prestar juramento, de ópxos, Jura- mento, de la raíz “EPT en su segunda acepción, ¿idea de encerrar den- tro de límites. Exotérico.—No indica la Academia que ¿forepiós es exterior, pro- pio á ser defendido entre lo vulgar, exotérico. LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS Habana, Diciembre 15 de 1909. Sr. DIRECTOR DEL INSTITUTO DE SEGUNDA ENSEÑANZA DEnccoorccoooos: Señor: Reorganizada la Enseñanza Secundaria por la Orden N? 267, se- rie de 1900, que contiene el Plan de Estudios vigentes, se concedió á los Profesores de Instituto amplia autonomía en la explicación de las asignaturas correspondientes á sus respectivas Cátedras. Se res- bringió el uso de programas arcaicos, desechados por los métodos modernos, y se ofreció al Profesor libertad de acción para que pu- diera conducir por camino más seguro y útil á los alumnos, hacien- do más fecunda su labor. El ilustre autor de aquella Ley quiso sustituir el arte mecánico, empírico, casi dogmático, ya muy gasta- do, de enseñar, que se concretaba á exigir de los discípulos la con- testación de un cuestionario, muy concreto y poco dúctil, por el pro- cedimiento amplio, razonador y experimental de la enseñanza moderua, que se practica hoy en todos los centros de instrucción de más crédito para el mundo civilizado. Suprimido el programa se ofreció oportunidad al Profesor de «enseñar su asunto en la forma más adecuada y hasta los límites que demanda la capacidad y el trabajo de sus alumnos». Así lo dijo el señor Varona, y su idea marca una pauta segura que el Profesor no ha debido olvidar; y que debe tener presente en lo sucesivo, al desarrollar sus explicaciones, sobre lo cual—y este es el principal objeto de la presente circular— quiero llamar la atención de Vd. y de los demás señores Profesores del Instituto que tan merecidamente dirige. Ejercitada esa conveniente libertad de acción, tan necesaria al desarrollo y firmeza de la mentalidad individual, dentro de los lí- mites que ocupa en todo plan nacional de educación la enseñanza secundaria, debió ésta haber dado excelentes resultados, si en todos los casos, juiciosa y discretamente se hubiera practicado, sin tras- pasar los límites que tienen los cursos de estudios propios de esta enseñanza. Por el contrario, hay que reconocer, salvo siempre las honrosas excepciones propias siempre de estos casos, que no han LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS 257 sido todo lo provechosos que eran de esperar, los esfuerzos de los profesores, ni mayor y por desdicha los de los alumnos; cosas am- bas bien lamentables. Abrigo la duda de si se ha abusado ó se ha equivocado la senda trayendo á las explicaciones asuntos que no son de principios, que no son fundamentales y que el alumno, ni por su edad, ni por su preparación, ni, en fin, por el tiempo de que tanto él como el pro- fesor disponen, haya podido comprender ni mucho menos asimilar. Los que de tal suerte desenvuelven su enseñanza en este ciclo ó eta- pa del plan de la enseñanza general, olvidan á veces que no son profesores de alumnos que cursan una sola asignatura, ó sea la que el propio profesor explica. En todos sus grados el magisterio debe ser 4 manera de austero sacerdocio: el maestro debe tener resigna- ción suficiente para reducir, en los momentos y casos en que así lo requiera la mentalidad de sus alumnos, el horizonte vasto de sus co- nocimientos y ejercitar la difícil habilidad de fijarlos con precisión mostrando luego al alumno los pocos puntos de vista que la cien- cia y la experiencia acumulan, pero sólo puntos de vista muy se- guros y fundamentales, que sean base de todo conocimiento, sacri- ficando ante esto tanto la amplitud como la minucia, El maestro ha de tener resignación suficiente para bajar desde la altura de sus conocimientos al grado de elevación que alcance la inteligencia del discípulo, siendo un factor ineludible de aprecio y atención, el gra- do de desarrollo físico y mental de éste en relación con su edad. Por desgracia esto se olvida con frecuencia en la enseñanza elemental; el mal toma creces en la secundaria, y los alumnos lle- gan á la instrucción superior universitaria sin preparación adecua- da. Muchos y varios son los conocimientos que quieren dárseles mediante exceso y lujo de materias. De ellas no puede retener el alumno lo fundamental, sino que esto se pierde, se olvida, perece entre la exagerada extensión y el innecesario cúmulo de detalles superficiales. Dos finalidades tiene la segunda enseñanza que el profesor debe perseguir: una sirve para llevar 4 las inteligencias cultura general propendiendo á determinar actividades en armonía con las aptitu- des individuales; otra sirve para proporcionar series de conoci- mientos fundamentales, los más fijos y firmes en las ciencias y en las letras, que preparen debidamente para entrar en los estudios superiores ú facultativos, cualquiera que sea la rama de éstos á que se dedique. Aquí solamente apunto una cuestión: ¿convendría di- 258 LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS vidir en dos secciones lcs estudios de la segunda enseñanza, dispo- niendo y agrupando asignaturas que preparen distintamente para las carreras de ciencias y de letras? Tanto en el primer caso como en el segundo, lo fundamental en cada enseñanza, es de lo que más conviene instruir á los alumnos. Debe tenerse siempre muy presente que los profesores no van á ha- cer de sus alumnos literatos precoces, matemáticos hábiles, quími- cos expertos, ni completos naturalistas; y sí enseñarles cómo debe disponer sus facultades el joven para estudiar con provecho las ciencias y las letras, dotándole de la aptitud necesaria para que, por sí mismo, sin auxilio extraño, resuelva problemas matemáticos, cómo se clasifica un objeto, qué bellezas y utilidad encierra una obra para despertar su atención y sus aficiones. Esto ya lo habili- ta suficientemente para que pueda alcanzar mayor altura en los conocimientos, si persevera en el estudio; y para que logre marchar en armonía con los progresos de la civilización universal, dentro del grado de desarrollo que alcance en su manifestación nacional, con honra y provecho de la actividad propia, en cualquiera esfera de estudios y conocimientos que no sean precisa y exclusivamente estudios universitarios. Fecunda ciertamente será la labor de nuestro competente profe- sorado si manteniéndose dentro de los límites que los modernos métodos pedagógicos señalan para el período de instrucción y edu- cación encomendados á los Institutos, no van más allá, respecto de los conocimientos que deban trasmitir, del prudente y preciso gra- do que lógicamente debe poseer, en su normal desarrollo, el joven cubano en el período de los catorce á los diez y ocho años de su edad, precisamente la mas favorable y dispuesta para el desarrollo de sus facultades mentales. Estas deben desenvolverse por virtud de los cuidados que en su dirección el profesor les consagre. Así como un grano germina y la planta se desarrolla más lozana cuanto más inteligentes y esmerados son los vigilantes y pacientes cuidados que el agricultor les dedica, así la inteligencia del joven se desarrolla rica, lozana y segura, si el instructor y el educador le proporcionan medios adecuados. Debe resignarse y hasta sufrir el profesor de segunda enseñanza con el propósito de no excederse en sus explica- ciones, llevado por su entusiasmo, erudición ó profundidad de co- nocimientos, para que no toque, ni mucho menos invada el campo de los estudios universitarios, causa de tantos trastornos, desalien- to y males para el alumno. De este defecto debe enmendarse el a O E TEL RE ET AS AAA e > ESA As LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS 259 profesorado de la segunda enseñanza, si quiere cumplir con los de- beres que su delicadísima misión le impone. Por esto debe ser de preferente atención para el Claustro del Instituto de su digna di- rección, el estudio cuidadosamente severo de todas las enseñanzas, limitándolas en su extensión á lo que en grado ó ciclo determinan las recomendaciones de la ciencia pedagógica, de suerte que en las explicaciones de cada profesor siempre se procure que sean «ade- cuadas y hasta los límites que demanden la capacidad y el trabajo de los alumnos». Para fijar el límite de sus explicaciones todo profesor, si quiere merecer el concepto de factor útil en esta com- plicada obra de educación oficial, no debe olvidar y el Claustro de- berá advertirselo, caso de que lo olvide, que el alumno no lo es de su scla asignatura, sino de otras: que sobrecargarle demasiado en el estudio de una, necesariamente es hacerle desatender el estudio de las otras y que al cabo, por mucho que él enseñe y el joven aprove- che, el resultado final habrá de ser contraproducente, ineficaz, el esfuerzo inútil y la enseñanza secundaria no habrá logrado su ver- dadera misión dentro de la variedad de conocimientos que integran y constituyen el plan de estudios naciona!. Ya en una Circular de fecha 17 de abril de 1902, de esta Secre- taría á los Institutos sobre la enseñanza de la literatura preceptiva, se hizo referencia al especial cuidado y constante atención que exi- gen sus clases «tanto en la materia como en la forma de la ense- ñanza» y se señaló que «casos hay en que la primera no es ya sus- ceptible de gran aumento, pero que en la manera de exponerla al estudio de los alumnos se presta á fáciles innovaciones, que equiva- len casi á una transformación». Años han transcurrido hasta la fecha presente y notorio es que aquella observación del señor Va- rona, Secretario entonces de este Ramo, sobre el aumento de la materia de la enseñanza, ha culminado en algunos casos en verda- dero lujo por lo que se refiere á su cantidad y calidad. Es oportu- no hacer notar que el Director del Instituto de la Habana se mues- tra alarmado creyéndose en el caso de señalar ese defectuoso procedimiento en los siguientes términos: «Examínense los pro- gramas y se verá que en muchos casos, abusando el profesor de la libertad de la Cátedra, da demasiada extensión al programa de su curso, ó desproporcionada profundidad á algunos de sus asuntos, enseñando cosas inútiles, con perjuicio de lo verdaderamente útil y necesario, que aquello que es indispensable, que es conveniente re- tener como de aplicación inmediata ó principio fundamental », 260 LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS Considerada esta cuestión con toda la importancia que en sí tiene, muy útil y necesario me parece que por parte de todos se ha- ga un esfuerzo, todo el que necesario fuere, para encauzar la ense- ñanza secundaria dentro de los límites que la metodología nos im- pone. Para que tal esfuerzo sea fecundo en resultados, preciso es que nos demos cuenta de que lo que intentamos hacer será inútil si un elevado espíritu de solidaridad no preside la unidad, armonía y conjunción del trabajo, hasta obtener que la enseñanza de cada asignatura se haga bajo un plan metódico, bien meditado, estudia- do y discutido previamente entre los profesores de cada Instituto. Con la voluntad bien dispuesta no habrá obstáculo imposible de vencer para el experto y ya veterano profesorado con que cuentan los Institutos de la República. Bien entendida y empleada la autonomía, de que cada profesor disfruta en el desempeño de su Cátedra, será mejor y más eficaz la resultante del consejo inteligente dictado por la meditación colecti- va del Claustro, que la que aisladamente se practique, sin la común anuencia, no olvidando en ningún caso que la enseñanza de nues- tros Institutos está más cercana á la Escuela elemental Primaria que á la Universidad, y que los procedimientos deben ser adecuados á la preparación y aptitudes de los alumnos, ya para fines y activi- dades propias é independientes en la vida social, ya para prepara- ción de estudios superiores. Estos defectos que se notan en la se- gunda enseñanza, tal como se practica entre nosotros, no son loca- les; muchas naciones donde la enseñanza puede servir por su prác- tica, y sobre todo por sus resultados, de modelo, han afrontado ya el problema de reformarla. Puede decirse que ésta, en casi todos los países, sufre actualmente una crisis. Démonos también cuenta nosotros de este problema tan vital y tratemos de resolverlo de la manera más favorable á la ilustración, cultura y educación de nues- tra juventud. La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes entiende que el empeño que acomete no se puede resolver con éxito sin que antes se prepare y logre un plan para llevar á cabo la reforma; y no lo resolveré seguramente, hasta que haya oído el ilustrado pa- recer de los señores profesores reunidos en sus respectivos Claas- bros. Y á estos efectos la Secretaría recomienda 4 Vd. que dé cuenta al Claustro de ese Instituto de su dirección, con la presente Circu- lar, y me informe en razonada exposición acerca del procedi- LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS 261 miento que considere mejor para establecer estas necesarias refor- mas con el fruto que todos estamos en el deber de alcanzar. De Vd. atentamente, Ramón Meza, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Habana, 28 de Diciembre de 1909. SR. SECRETARIO DE InsTRUCCIÓN PúBLICA Y BELLAS ARTES. Señor: Correspondiendo gustosamente al honor que Vd. se sirve dispen- sarme al interesar mi sentir, por medio de su B. L. M. del día de ayer, acerca del asunto que es objeto de la Circular de fecha 15 de los corrientes, dirigida á los señores Directores de los Institutos de Segunda Enseñanza de la República, cumplo á lo que estimo un de- ber en mí el felicitar á Vd., ante todo, así por el levantado propó- sito en que tal Circular se inspira, como también por lo que en ella acertadamente se razona. Desde luego—y me complazco en hacerlo así presente—estimo de todo en todo procedente y aceptable, por las consideraciones ati- nadas que en la aludida Circular se contienen, el sano criterio á que se ajusta. Buena es, sin duda alguna—y por ello debe soste- nerse—la libertad de la Cátedra; pero en condiciones también sin la menor duda de que no degenere nunca en los abusos de esa li- bertad que en la Circular se mencionan, dado que ellos habrán de producir efecto contrario, —con perjuicio gravísimo para la juven- tud escolar, —á la que, en su bueno, mas equivocado, deseo, persi- guen los profesores que, exagerando su entusiasmo, los cometen. Cuando el catedrático no se da cuenta de la índole, alcance y finalidad de la asignatura que explica, ni de las condiciones perso- nales, por razón de edad y desarrollo, de los estudiantes 4 quienes hace sus explicaciones, el resultado será en los más de los casos— ¿por qué no siempre?—fatalmente funesto, algo así como pasa—per- donándome la vulgaridad del ejemplo, por lo exacto—cuando se hace ingerir á un estómago mayor cantidad de alimento y de ali- mento más fuerte, que los que naturalmente necesita y puede di- gerir. El catedrático debe ante todo darse cuenta de que la primera de 262 LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS sus condiciones, la que caracteriza al buen maestro, es la de saber dar ásus alumnos la enseñanza que estrictamente corresponda á su objeto, sin ampliarla ni acentuarla nunca exageradamente; porque toda exageración, en uno ó en otro sentido, se vuelve en daño del estu- diante, muy al contrario de beneficiarlo; porque cuando se quiere enseñar desproporcionadamente, con exceso, el resultado es funesto: el escolar aprende entonces menos de lo que demanda la finalidad de su estudio. Estimo, pues, bueno lo que usted se propone, señor Secretario: poner trabas saludables 4 la enseñanza abusiva por su exceso y fuera de su finalidad. Como estimo bueno también que se rija obedeciendo á un criterio de unidad, sobre todo cuando se trate de estudios pre- paratorios para otros superiores. Muy atentamente de Vd. y agradecido á su deferencia. (f.) LkEopPoLDO BERRIEL. SEÑOR RAMÓN MEZA, SECRETARIO DE INSTRUCCIÓN PúbLICA Y BrE- LLAS ARTES. Muy distinguido señor y amigo: He leído, con el mayor cuidado, la importante circular, que ha tenido V. la bondad de enviarme. Muy atinada me parece, y me encuentro del todo conforme con su espíritu. Responde, sin duda, á una necesidad que todos senti- mos; 6 indica el modo de poner remedio á un mal grave. En cuanto á la interrogación que V. hace en ella, permítame manifestarle que no soy partidario de la bifurcación de los estudios, en el período de la segunda enseñanza. Esto, á mi juicio, debe te- ner finalidad propia; sin perjuicio de servir de introducción á estu- dios superiores y ya especializados. Hay muchos alumnos que no pasan de este grado intermedio, y á los que conviene esa vista de conjunto de todas las ciencias humanas. En cuanto á los que pa- san, y por lo mismo que luego han de confinar su inteligencia, les es útil esa ojeada total previa. Quedo siempre á sus órdenes, como su más atento amigo y S.. $. (£.) ENRIQUE JosÉ VARONA, Habana, 26 de Diciembre de 1909. s/c. Lealtad 64, altos. A LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS 263 Habana, 27 de Diciembre de 1909. HONORABLE SR. SECRETARIO DE Insrruccón PúBLicA Y BELLAS ARTES. Honorable Señor: He leído con todo detenimiento y gran gusto la Circular que con fecha 15 del corriente ha enviado Vd. á los señores Directores de los Institutos de Segunda Enseñanza de la República. Estoy en un todo conforme con el pensamiento que en la misma se defiende y no quiero ser el último que haga llegar hasta Vd. mi sincera en- horabuena, porque de obtenerse resultados satisfactorios habrá de variar beneficiosamente la marcha de la enseñanza en esos estable- cimientos docentes imprimiéndole una orientación pedagógica ade- cuada al medio en que deba surtir efecto, en relación directa con el estado mental de los niños que á ellos acuden. No me mueve al enviarle estas líneas, accediendo á sus deseos, espíritu de crítica respecto al profesorado de los Institutos, muy digno de toda mi consideración; discurro sobre principios y no sobre personalidades; aquéllos han sido, por lo general, mal aplicados, haciendo ineficaz el propósito del legislador al redactar la Orden No. 267, pues que se ha querido establecer una competencia entre la esfera en que de- ban desenvolverse los estudios universitarios y la que corresponda á la de los Institutos con el resultado desastroso, pedagógicamente hablando, de invadir el terreno propio de nuestro Centro Superior. El estado mental de los niños que asisten á los Institutos exige un cuidado muy especial, no sólo respecto de la forma en que la ense- ñanza debe hacerse, sino en lo que á los límites de las mismas hace referencia; hay materias de arduo aprendizaje que bastaría con que se obtuviese del niño un concepto exacto y claro de los puntos prin- cipales de la misma, sin entrar en disquisiciones de otro orden que resultan naturales para el desarro!lo mental de un maestro, pero no para el del joven adolescente que á esos Centros acude. Enemigo el legislador de los programas, que resultan no un co- nocimiento general, sino tan sólo el de los epígrafes que lo consti- tuyan, dejó, al borrarlas con razón sobrada, á la facultad discrecio- nal del profesor la determinación de los límites propios de su correspondiente materia, dónde debía comenzar ésta y dónde ter- minar, así como qué puntos esenciales debía comprender el conjun- to; y cuando se pensó por este medio alcanzar un resultado positivo, 264 LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS ha venido la experiencia á demostrar lo contrario con ese trasiego de alumnos de Instituto 4 Instituto como inequívoca prueba de la imperiosa necesidad de aproximarse 4 donde mejor se interpretase ]a idea del legislador, donde se tuviese muy en cuenta la psicología del niño cuyos principios no debían en modo alguno olvidar sus profesores. Efecto también de los males apuntados es la concu- rrencia á la Universidad de alumnos que perteneciendo á Institutos prefieren asistir 4 las cátedras análogas que en aquélla se explican para poder responder de algún modo á las exigencias de éstos. Y ciertamente que la labor pedagógica habría de resultar más merito- ria y eficaz y digna del más entusiasta aplauso si ella se limitase á lo que debe ser en dichos establecimientos, pues la experiencia me ha demostrado que no en los grados superiores sino en los inferiores es donde más se revela la capacidad del maestro, donde las dificulta- des son mayores, pues más sencillo resulta explicar de acuerdo con el estado de desarrollo mental de uno que hacerlo subordinado al desenvolvimiento de la capacidad intelectual del adolescente. En lo que respecta á la pregunta formulada sobre si sería con- veniente dividir en dos secciones los estudios de la segunda ense- ñanza, me permito disentir de los que así piensen, dado que el Ba- chillerato es una preparación para las carreras y por tanto debe estudiarse todo para que al ampliarse los estudios, al cursarse aqué- llas se tenga una base de conocimientos generales que permita al Catedrático extender y no restringir su campo de acción. Además, aun para aquellos que no se dediquen á carreras especiales, el Ba- chillerato, en la forma en que hoy se cursa, es un excelente medio de cultura á que puede aspirar el que por circunstancias no pueda hacer la enseñanza superior, por ser conforme con lo que en el mis- mo se le enseñe. El Bachillerato bifurcado es altamente perjudicial, pues es uua traba para las posteriores aspiraciones de los educan- dos, ya que el niño que ha seguido una sección del Bachillerato y ha comenzado una carrera que después deja, por no ser de su gus- to, tropezaría con la seria dificultad de no poder empezar otra si para ésta se exigiese determinada sección de dicho Bachillerato, y no hay que olvidar, aun por lo que á la elección de la sección del Bachillerato respecta, que no es la edad del niño que comienza su segunda enseñanza la más adecuada para discurrir acertadamente sobre la carrera que en lo futuro haya de elegir. Respetuosamente de Vad., (£) J. M. Dinico0. LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS 2965 Habana, Diciembre 27 de 1909. Sr. Dr. Ramón Meza, SECRETARIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA Y BELLAS ARTES. Señor: He leído—y con la atención que requiere asunto tan importan- te—la Circular de la Secretaría á su cargo, fecha 15 de los corrien- tes, sobre la Enseñanza Secundaria, cuya finalidad parece ser olvi- dada Ó no comprendida por algunos de los competentes profesores llamados á difundirla. Considero la Circular oportuna y justa: llena 4 mi juicio una necesidad; esa enseñanza tiene sus límites precisos y debe realizar- se en forma adecuada. No voy á agregar una palabra á las consi- deraciones en que aquéila se funda, que me parecen muy razonables. Ahora bien, respecto á si convendría dividir en dos secciones los estudios de la segunda enseñanza, disponiendo y agrupando asigna- turas que preparen distintamente para las carreras de ciencias y de letras, entiendo que no debe llevarse á cabo esa división en la ense- ñanza secundaria: ésta debe dar cultura general al alumno, haga ú no después estudios superiores de la Universidad, donde cabe real- mente la especialización de los conocimientos. Y con natural impaciencia, por lo que deseamos de veras el me- joramiento de nuestras instituciones de enseñanza, esperamos ver la manera práctica como la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes corregirá las deficiencias que señala en la mencionada Circu- lar. Este es el problema que ha de resolver y cuanto antes, si han de ser fructíferos los propósitos que encierra. De Vd. respetuosamente, (£.) ArístIDES MESTRE. Habana, 4 de Enero de 1910. Sr. Dr. Ramón MEzA, SECRETARIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA Y BELLAS ARTES. Señor: Complazco gustoso al Sr. Secretario de Instrucción Pública en el ruego que me hace, honrándome con ello, de que le dé mi opi- nión particular sobre el asunto á que se contrae la Circular que 266 LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS acompaña y dirigida á los Directores de los Institutos de Segunda Enseñanza con fecha 15 de Diciembre último. Es dicho asunto uno de los más importantes que pueden estu- diarse por los llamados á tomar medidas que pongan término á un estado de cosas lamentable y que tanto redunda en perjuicio de la enseñanza secundaria que se dispensa á los alumnos en nuestros Institutos. Esa Secretaría se ha dado cuenta de que esa enseñanza no es fructífera y provechosa en la forma en que se presta, y que se falta á todos los principios de la Metodología, al pretender inculcar á cerebros de jóvenes de 14 4 17 años, las teorías más profundas de la Ciencia y las investigaciones más acabadas y recientes de los sa- bios, cuando apenas pueden por sus años y por su preparación com- prender lo más elemental y rudimentario. La Secretaría plantea el problema concisa y brevemente, pero de modo adwirable en la Circular de referencia. —Sí;es un gran mal aquel de que adolece hoy la segunda enseñanza entre nosotros por el olvido de la mayoría de los profesores, de lo más esencial, de la edad y desarrollo mental de los jóvenes, y del carácter propio y fi- nes de la segunda enseñanza, que no se propone otra cosa sino pre- pararlos por un estudio armónico de lo más fundamental en las ciencias y las letras, para las carreras que haya de abrazar después, ó para hacer de ellos hombres cultos, cualquiera que sea más tarde la ocupación ú oficio á que puedan dedicarse. Es pues, un error y error imperdonable, querer inculcar en ce- rebros de niños, ideas, conceptos, que exigen para su asimilación, única manera de que les reporten utilidad, mayor desarrollo men- tal; como es verdaderamente absurdo, olvidarse de las condiciones intelectuales de los alumnos, y no ceñirse á ellas, explicándoles con la amplitud y extensión de los vastos conocimientos que posea, cuando de lo que se trata es de darle los primeros rudimentos de las ciencias, debiendo tenerse muy presente que mayor provecho obtendrán los alumnos adquiriendo pocasideas, pero perfectamente fijadas y claramente entendidas, que no teniendo en su cerebro una balumba de teorías sin digerir ó de conocimientos sin asimilar. La segunda enseñanza debe tener sus límites marcados; tanto se peca por exceso como por defecto. Invadir el campo de los estu- dios universitarios, es faltar 4 las leyes de la metodología pedagó- gica, con grave perjuicio de los alumnos que sufren las consecuen- cias de la demasiada erudición de sus profesores, desconocedores de que su primer deber de maestros es colocarse á la altura de la inte- LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS 267 ligencia de sus alumnos, y darse cuenta de la labor que están lla- mados á realizar, limitando su enseñanza en consideración á lo que en grado corresponda, y partiendo siempre de la base que es carac- terística de la secundaria, esto es, de que ella tiene por objeto, no desarrollar en una sola dirección la actividad mental de los alum- nos, haciendo de ellos especialistas, sino por el contrario, propor- cionarles en conjunto una preparación, una cultura general, que le sirva de sólido cimiento para sus estudios profesionales, en cuyo momento es cuando procede la ampliación y especialización de los conocimientos, y en todo caso de ornamento cultural y defensa, cualquiera que sea la dirección de su actividad, en la lucha que esté llamado á librar por la vida en el seno de la sociedad en que vive. Uno de los males que en la juventud produce la anticipación de ideas y conocimientos superiores al grado de su mentalidad es el aborrecimiento por determinados estudios, que en los momentos de su iniciación en ellos, se les hacen antipáticos y repulsivos. Y es que la inteligencia al no poder abarcar ni comprender ciertos con- ceptos, se fatiga, y con la fatiga viene la antipatía, porque lo que no se comprende bien y fácilmente no provoca entusiasmo ni des- pierta la afición. Por eso uno de los deberes del maestro es hacer agradable y amena la materia objeto de la enseñanza, presentándo- la por su aspecto más sencillo y comprensible aun en aquellas par- tes más complicadas y difíciles, sacrificando su saber y amor propio hasta llegar á colocarse al nivel intelectual de sus discípulos. No es maestro el que más sabe, sino el que más aptitud tiene para tras- mitir su saber. Estimo, pues, muy oportuna la Circular de esa Secretaría á los señores Directores de Institutos, tanto más cuanto que el mal ha ido tomando proporciones alarmantes. Llevados los profesores en su generalidad, por su celo y entusiasmo no se han contenido en sus explicaciones dentro de los límites que la edad y desarrollo mental de sus alumnos imponía. sino que los han traspasado exigiéndoles conocimientos superiores á sus fuerzas, creando en ellos un males- tar y disgusto que, al fin y 4la postre, se han traducido en des- aliento y fracaso. Tal como se ha entendido esa enseñanza secundaria en Francia, Alemania y otros países, el niño va gradnalmente avanzado en su ecnocimiento, comenzando por los rudimentos de las ciencias y las nociones más elementales de todos los estudios, para ir poco á poco 268 LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS ensanchando el círculo de sus conocimientos. Y como esto es lo que caracteriza la enseñanza cíclica, de ahí que sea ésta la general- mente adoptada en esas naciones, estudiando el alumno cada año con alguna mayor extensión las materias que constituyen el perío- do de la segunda enseñanza, y á partir de lo más elemental en el primer año, y todo el período, además, subordinado á los límites naturales de antemano fijados á dicha enseñanza secundaria. Con este motivo me permito llamar la ilustrada atención de usted so- bre el hecho de haber redactado hace uno ó dos años, por encargo de esa Secretaría, una Comisión de Profesores del Instituto de es- ta ciudad y de la Universidad, bajo mi presidencia, un plan gene- ral de la segunda enseñanza, basado en esas ideas, y el cual fué remitido oportunamente al anterior Sr. Secretario de Instrucción Pública. Y con esto termino, creyendo haber expuesto claramente mi pensamiento, respondiendo á sus deseos de conocer mi modesta opi- nión en tal asunto, dispensándome con ello un alto honor, y ofre- ciéndome la oportunidad de contribuir, tal vez, aunque en tan corta medida, á la realización de sus nobles y levantados propósitos. De Vd. atentamente, (f.) EveLto RoDríGUEZ LENDIÁN. Habana, Junio 23 de 1910. Sr. SECRETARIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA. Señor: La Secretaría de su digno cargo consulta, por medio de atenta Circular, la opinión de las personas ó Corporaciones á quienes va dirigida, acerca de la forma eu que debe darse la enseñanza en los Institutos secundarios. En mi concepto, no fué la mente de la Orden 267 condenar de plano y en lo absoluto los programas: porque de hecho, al fin y al cabo, de la obra realizada cada año ha de resultar un programa. El programa, aunque cumpla con todas las condiciones didácti- cas, resulta malo cuando impera con rigidez y cuando año tras año se aplica sin alteración ni renovación absolutamente necesaria. Ocurre á la Circular preguntarse si, en la práctica, se ha hecho un uso razonable y discreto del precepto ú consejo de «enseñar el asun- e.” LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS 269 to en la forma más adecuada y hasta los límites que demanda la capacidad y el trabajo de los alumnos ». Apunta la Circular el temor de que el Profesor de Segunda En- señanza, llevado de su entusiasmo, toque ó invada el campo de los estudios universitarios. De toda la reforma de la enseñanza que llevó 4 cabo el señor Varona, la más interesante y distinguida fué la segunda ó la de los Institutos. Es la que revela mayor intensidad mental. El señor Varona tenía razón bastante para hacerlo así: porque la enseñanza secundaria tiene una finalidad, mayor que otra cual- quiera, cual es su aspecto social. Ella tiende y contribuye á for- mar una clase media, que debe ser el núcleo de nuestra nacionali- dad y su factor más importante para la vida pública y política. Pero esta intensidad mental ha de tener sus límites, puesto que el pensamiento científico desde la primera enseñanza hasta la uni- versitaria, requiere una edad mental para cada uno de sus tres gra- dos y en cada uno de sus tres ciclos. Si el Profesor se excede de sus propios límites: si sus generali- zaciones salen de sus límites y llegan hasta hacerse indetermina- das, la enseñanza no resultará provechosa y el mal podría tomar proporciones peligrosas para la vida mental y la obra constructiva de la educación del adolescente de la segunda enseñanza. Si el abuso existe, no será porque sea difícil de evitar. La Cir- cular alude á distintas fórmulas, reglas, advertencias Ó consejos pedagógicos de observancia relativamente fácil. En cuanto á la segunda cuestión, que viene á consultar las ven- tajas Ó inconvenientes de la bifurcación, es mi parecer que el ca- rácter general de la Segunda Enseñanza no consiente ese criterio. La especialización donde culmina es en la Universidad, conjun- to de diversas escuelas, no obstante que se agrupen también en ella ciertas ciencias que tienden á la universalización. La bifurcación vendría además á turbar al alumno con una pre- gunta en que por necesidad se encontraría perplejo. Qué profesión voy á elegir para determinar á qué rama de estudios va á dedicarse, cosa que al fin rompería con la obra de cultura general á que se consagra el Instituto. Por último, señor Secretario, suplico 4 Vd. me permita agregar que, tratándose de los Institutos, hay tres aspectos que estimo fun- damentales extremos del problema en nuestra patria. El uno se refiere al edificio, pues mientras persevere el actual se dificulta, si 270 LA ENSEÑANZA EN LOS INSTITUTOS no es que se imposibilita toda labor completa. El segundo es que el Instituto, en su desenvolvimiento mental y moral, necesita más cantidad de colegio: y el tercero se refiere á la disciplina, Ó, si se prefiere, al concepto Ó tratamiento moral del alumno, en toda la extensión que es precisa, para formar en el Instituto una opinión pública. De Vd. respetuosamente, Dr. MaAnueEL VALDÉS RODRÍGUEZ. BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS POR EL DR. FEDERICO TORRALBAS (Finaliza) 109.—NicoLÁs J. GUTIÉRREZ, INSIGNE Y REPUTADO MÉDICO CUBANO, FUNDADOR Y PRESIDENTE DURANTE 29 AÑOS DE LA REAL ACADE- MIA DE CIENCIAS DE LA HABANA.—( La Ilustración de Cuba. Ha- bana, 1893, p. 198, 231-233, 247-248, 264, 277-280.) A este trabajo acompaña la siguiente nota del periódico citado: «El siguiente artículo es un resumen literal del Elogio que de esta eminencia científica de Cuba, leyó el Sr. Dr. D. José I. Torralbas ante la Academia de Ciencias, en la sesión extraordinaria celebrada en la noche del 31 de Diciembre de 1891», aniversario del fallecimiento del Dr. Gutiérrez. 1895 110.—VARIEDADES.—(A. del 1. de S. E. de la H., Enero 1? de 1895, t. I, p. 285-286. ) Compréndese bajo el citado título. una nota bibliográfica sobre un discurso de la señorita María Luisa Dolz; otra, en relación con una tesis del Doctorado del señor G. M. Maza, así como otros tra- bajos de los doctores Espinosa, Gordon y Arístides Mestre. 111.—EscuELA DE AGRICULTURA.—(A. del I. de S. E. de la H., Fe- brero 12 de 1895, 6. 1, p. 237-290.) Artículo solicitando la creación de una escuela de agricultura en la Habana. Se señala su importancia y los medios que facilita- rían su fundación. 112.—EstuDIos ANTROPOLÓGICOS. JTII. ETNOGRAFÍA DEL JAPÓN.—- (A. del I. de S. E. de la H., t. 1, p. 300, Febrero 1% de 1895.) Reseña en que se describe la raza que sin mezcla de ninguna clase fué la poseedora del imperio y que, poco numerosa en la ac- tualidad, representa la autóctona del país del Sol Naciente. Des- cribe también las otras tres razas, con sus orígenes, que pueblan la nación japonesa, 212 FEDERICO TORRALBAS 113. —VARIEDADES.—( A. del I. de S. E. de la H., t. 1, p. 318, Fe- brero 1? de 1895.) Bajo este título se incluye una nota necrológica sobre el Ledo. Arturo Sánchez y Rodríguez, Catedrático del Instituto de la Habana. 114. —BIBLIOGRAFÍA.—(A. del IL de S. E. de la H., t. 1, p. 386, Abril 19 de 1895.) Nota bibliográfica sobre el Nuevo Tratado de Taquigrafia Caste- llana, por el señor Enrique Orellana. 115.—LA ACADEMIA CALASANCIA.—(4A. del I. de S. E. de la H., t. 1, p. 349, Marzo 1% de 1895.) Relación de una fiesta escolar celebrada por dicha Academia. 116.—TRIBUTO Á LA MEMORIA DEL BRIGADIER Don FRANCISCO DE ALBEAR Y LArA.—Academia de Ciencias de la Habana. Sesión solemne del día 4 de Mayo de 1895. (A. de la A., t. XXXII, p. 65-84.—Folleto de la imprenta El Figaro, 1895, en el que figura un discurso del doctor Gordon.) La Crónica Médico- Quirúrgica de la Habana, en el número corres- pondiente 4 Mayo de 1895, se expresa en los siguientes términos: «El doctor Torralbas se colocó á gran altura en la presentación del sabio Académico, cuya desaparición, aunque no prematura, pudo retardarse si las contrariedades de su vida hubiesen sido menores. Referir la labor y merecimientos de Albear, después de que tantos conspicuos escritores se han ocupado brillantemente de referirlos, es tarea superior á mis fuerzas, —decía el doctor 'Torralbas, —y de la que no podré salir airoso seguramente; y no obstante, se equivo- có, porque el auditorio quedó cautivado por el interés que desper- taba la lectura del trabajo y le manifestó de modo expresivo al terminarla, el intenso agrado con que fueron oídos sus meditados conceptos. » 117.—LA PRIMERA JORNADA.—(A. del I. de S. E. de la H., $. 1, p. 424-429. ) Juicio crítico del progreso alcanzado por la revista y de los di- versos trabajos que se paraban en relación con el programa trazado en su fundación, BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 273 118.—ALBEAR.—(A. del 1. de S. E. de la H.,t. 1, p. 456, Junio 12 de 1895.) Breve nota necrológica, con motivo del fallecimiento del hombre ilustre que dotó á la Habana de un famoso acueducto. 119.—Los ESTUDIOS BOTÁNICOS EN INGLATERRA.—(A. del 1. de $. de la 4H... $. 11, Pp. 3.) Artículo describiendo el jardín botánico en el Regents Park, dirigido por la Real Sociedad Botánica de Londres. Se da á cono- cer la organización de esa corporación, así como los fines que persigue. 120.—Noras FITOGRÁFICAS.—(A. del I. de S. E. dela H., t. 11, p. 9, Julio 12 de 1895.) Respuesta 4 una consulta sobre clasificación de una planta. 121.— INFECCIONES EN LOS NIÑOS EN SU PRIMERA INFANCIA.—(A. de C. de la H. Sesión del 14 de Julio de 1895.—A. de la A., UU TEXXTE p. LSL. ) Comienza dando á conocer lo que, en su concepto, constituye la primera infancia, señalándole como límites el nacimiento Ó princi- pio de la vida extrauterina, y la época del destete, basándose para ello en el hecho de que al terminar la lactancia los niños quedan expuestos á las mismas causas de infección que el adulto. Nos da á conocer de seguida las nociones que deben tenerse en cuenta en estas infecciones y que reduce á los siguientes enunciados: Primero: el niño durante la lactancia es una presa fácil para la infección, á la que sólo presenta muy débil resistencia, y casi todas sus enfermedades tienen ese mismo origen. Segundo: durante los dos primeros años de la vida, las infeccio- nes, aunque ocasionadas por los mismos microbios que producen las de los adultos, tienen distintas maneras de iniciarse. Tercero: que esas infecciones producen formas patológicas des- conocidas Ó poco frecuentes en el adulto, y las cuales evolucionan de una manera insidiosa, á veces latente, para subdividirlas des- pués, de acuerdo con su origen, en infecciones conjuntas, hétero- infecciones y auto-infecciones, describiendo todo el proceso que ellas sufren en su desarrollo para terminar pidiendo ála Academia de Ciencias que sea una propagadora de las teorías microbianas y de la profilaxis basada en esos conocimientos. 274 FEDERICO TORRALBAS 122.—REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FísicAs Y NATURALES DELA HABANA.—Discursos pronunciados por los doctores Gordon y Torralbas en la sesión solemne del día 4 de Mayo de 1895, para honrar la memoria del reputado Ingeniero D. Francisco de Albear y Lara. (Imp. El Figaro, Compostela 69.-1905.) 82, 28 p. Reproduce el trabajo que figura ya en el No. 116. 123.—EL PREMIO EXTRAORDINARIO DEL BACHILLERATO. —(A. del 1. de S. E. de la H., Agosto 19 de 1895, t. 11, p. 33-35.) Explicaciones sobre el concurso para obtener un premio funda- do por el doctor Torralbas con el objeto de estimular á los alumnos próximos 4 graduarse. 124.—Prepacocía. Los NUEVOS SERVICIOS É INSTITUTOS DE LA Fa- CULTAD DE CIENCIAS EN LiLLE.—(A. del 1. de S. E. de la H., t. 1, p. 36-37, Agosto 1? de 1895.) Comentarios sobre un trabajo de igual título publicado por la Revue Général des Sciences Pures et Appliquées. 125. — APERTURA DEL CURSO DE LA REAL UNIVERSIDAD.—(A. del I. de S. E. de la H., t. 11, p. 137-141, Noviembre 19 de 1895.) Al dar cuenta de la fiesta universitaria con que se da comienzo al año escolar, se ocupa en hacer algunos comentarios sobre el dis- curso pronunciado, el 1% de Octubre de 1895, por el sabio natura- lista doctor Carlos de la Torre, cuyo título era el siguiente: Las primeras noticias sobre la fauna americana suministradas por el Almirante Colón en su primer viaje. 126.—UNIDAD DE LA FUERZA.—(Á. del 1. de $. E. de la H., No- viembre 12 de 1895, $. 11, p. 166-167.) Notas encaminadas 4 dar á conocer los experimentos de Mr. Pictet, quien considera todos los fenómenos como la consecuencia de la acción de una fuerza única, cuyas variables manifestaciones son la expresión de las distintas condiciones en que actúa. 127.—BoLETÍN DEL CoLEGIO DE FARMACÉUTICOS DE LA HABANA.— (A. del I. de S. E. de la H., Noviembre 1% de 1895, 6. 11, p. 167-168.) Saludo á la revista de ese nombre. ti de ió BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 275 128. —Vartos. EL MAESTRO.—(A. del 1. de $. E. de la H., Diciem- bre 12 de 1895, t. 11, p. 177-179.) Consideraciones de orden elevado que publica con motivo del acto de colocar en el Aula Magna del Instituto de 2* Enseñanza de la Habana, el busto del eminente naturalista D. Felipe Poey. 129.—Las BACTERIAS LUMINOSAS. —(A. del I. de S. E. de la H., Di- ciembre 1? de 1895, t. II, p. 210.) £ Notas de vulgarización científica en que se dan á conocer los micro-organismos que producen luz y sus medios de cultivo. 130.—PéÉsame.—(A. del 1. de S. E. de la H., Diciembre 1% de 1895, EL, pr2L1.) Artículo en que se publican datos biográficos del doctor Enri- que Vera y González [Z. Vélez de Aragón]. 131.—INFORME SOBRE UN TRATAMIENTO DE LA FIEBRE AMARILLA.— (A. de C. Sesión del 18 de Septiembre de 1895. Anales, t. XXXII, p. 415-420.) Juicio acerca de unas fórmulas enviadas por un profesor de los Estados Unidos de América, á las que se atribuyen condiciones es- peciales para el tratamiento de la fiebre amarilla y «todas las afec- ciones disentéricas». (?) Como es consiguiente, destruye esta última premisa y hace un estudio de la acción fisiológica y medicamentosa de cada una de las drogas y productos químicos que figuran en las fórmulas de referencia. 132.—ArBEAR.—JosÉ I. TorrRALBAS. —( La Ilustración de Cuba. Ha- bana, 1895, p. 338-341.) El periódico citado hizo preceder este trabajo de la siguiente nota : «En este artículo reproducimos las partes más interesantes y notables del inédito discurso que el ilustrado doctor Sr. D. José I, Torralbas, Secretario general que fué durante cuatro años de la Real Academia de Ciencias de la Habana, leyó en la sesión solemne y pública que esta Corporación celebró en honor del hombre de ciencia que fué durante muchos años su Socio de Mérito y Vice- presidente, y la cual tuvo lugar el sábado 4 del actual mayo.» Este número es la tercera edición del trabajo á que se refiere, 276 FEDERICO TORRALBAS 1896 133.—Los CLIMAS Y LAS PLANTAS.—(A. del I. de S. E. de la H., t. 11, p. 213-219, Enero 1? de 1896.) Extenso y detallado artículo en el que se dan á conocer los ca- racteres generales de los climas en sus relaciones con la flora que en ellos se desarrolla; se aclara el concepto del clima, definiéndolo, y señala cuáles son los medios más importantes para determinarlo, no sólo desde el punto de vista botánico, sino también en su acep- ción general. 134. —PésaMe.—(A. del I. de S. E. de la H., t. 11, p. 247, Enero 12 de 1896.) Nota biográfica del doctor Alfredo Bosque y Reyes, Catedrático de la Facultad de Farmacia de la Universidad de la Habana. 135.—LAs AURORAS BOREALES.—(A. del I. de S. E. de la H., t. 11, p. 249-253, Febrero 19 de 1896.) Descripción del hermoso fenómeno de las auroras boreales, in- dicando y revisando las causas que lo determinan y la naturaleza íntima del meteoro. 136.— EsTuDpI0Ss ANTROPOLÓGICOS. HFETrNOGRAFÍA DE LOS FUEGUIANOS. (A. del I. de S. E. de la H., t. 11, p. 273, 276, 291, Febrero 1? de 1896. >) Estudio sobre las razas pobladoras de las tierras australes, con- sideradas desde el punto de vista antropológico, incluyéndose en él, como es natural, todos los detalles que le proporcionan sus ciencias auxiliares y quese refieren al conocimiento de las islas del Polo Sur, su flora, fauna, geología, clima, situación geográfica, etc. 137. —NrEcroLoGíA. Doy Juan GUNDLACH. —(A. del I. de $. E. de la H., t. 11, p. 317-321, Abril 19 de 1896.) Artículo necrológico, en que 4 grandes rasgos se refieren los méritos del eminente naturalista D. Juan Gundlach, se enumeran todos sus trabajos y el producto valiosísimo de su actividad mental que lega á la sociedad y patria cubanas. 138.—LAS INDUSTRIAS AGRÍCOLAS DE CUBA. LA CERA Y LA MIEL.— (A. del I. de S. E. de la H., t. 11, p. 321-326, Abril 12 de 1896.) BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 217 Comienza este artículo, ilustrado, por hacer un llamamiento á los campesinos cubanos desprovistos de capitales, para que se de- diquen á fomentar otras industrias agrícolas que no sean el tabaco y azúcar, cuyo sostenimiento requiere grandes fortunas; ocúpase con tal objeto de dar á conocer el procedimiento empleado en Cuba para la explotación de la miel y la cera; describe las especies de abejas existentes en Cuba y la calidad de sus productos y termina demostrando que es un error creer que las abejas son enemigas de las cosechas. 139. —CoNTESTACIÓN AL DISCURSO DE INGRESO EN LA ÁCADEMIA DE CIENCIAS DEL Dr. P. V. RaGuÉs, SOBRE RADIOGRAFÍA Y FOTOGRA- FÍA CATÓDICA. —Sesión extraordinaria del día 12 de Abril de 1896. (A. de la A., t. xxxIn, p. 156-161.) Designado el autor para contestar, en nombre de la Academia el discurso del doctor Ragués, señala los méritos del citado profe- sor, así como los de su trabajo; se extiende con motivo de la comu- nicación en hacer juicio histórico del desarrollo y progreso alcan- zados por el estudio de los rayos y su aplicación en medicina y A termina felicitando á la corporación por la adquisición que hace acogiendo en su seno al doctor Ragués. 140.—LA EVOLUCIÓN Y LOS ARYAS.—(A. de C. de la H. -—Sesión so- lemne del 19 de Mayo de 1896. A. de la A:;, t. xxxut, p. 55-67. Imp. El Figaro, 1896, 8%, 17 p.) Inspirado este trabajo en el célebre cuadro del Emperador Gui- llermo en que llamaba á los pueblos de Europa á la defensa de sus más sagrados bienes, á su entender, por las innúmeras legiones de Oriente, estudia el autor, desde el punto de vista antropológico y sociológico, la posibilidad de que esa amenaza pudiera llegar á cumplirse. Con esa finalidad describe desde su origen los dos grupos étni- cos que provocan el conflicto; Mongoles ó Amarillos, unos, y los Arios después, cuyo tipo se encuentra en Transcaucasia; analiza los caracteres de las dos entidades étnicas y establece un paralelo en la marcha evolutiva que siguieran cada una de sus ramas, para con- cluir sustentando la tesis de que siempre quedarán libres de ese peligro la cultura y civilización fundadas” por nuestros antepa- sados. 278 FEDERICO TORRALBAS 141.—APUNTES PRÁCTICOS SOBRE EL DIAGNÓSTICO DE LA FIEBRE AMA- RILLA.—( Boletín de Medicina Naval, Mayo de 1896, Madrid, t. XIx, p. 97-102 inclusives. (CONCEPTO SANITARIO DE LAS EN- FERMEDADES CUARENTENABLES, por el doctor Federico Torralbas, p. 44-57. Habana, 1905.) Bajo el modesto título que encabeza este trabajo, hace una des- cripción completa del tifus icteroides, facilitando su diagnóstico con la clara y metódica exposición de todo el proceso de la fiebre amarilla, basándolo en la clínica, cuyo injustificado desdén al co- mjenzo de los trabajos de laboratorio combate duramente, sin dejar por ello de conceder toda la importancia que merecen los estudios experimentales, que, á su juicio, no deben desatenderse sino aso- ciarse á la clínica, «llamada á aplicar la suma de todos los conoci- mientos contenidos en las ciencias médicas y sus auxiliares ». Termina este trabajo eminentemente práctico, dando á conocer el fin que perseguía: «prestar algún concurso á los médicos que por razón de sus destinos (hospitales de campo, barcos, etc.), no tienen tiempo ni oportunidad de consultar autores ». 142. —BIBLIOGRAFÍA.—(4. del I. de S. E. de la H., t. 11, p. 466, Junio 1? de 1896.) Breves párrafos que anteceden á una nota publicada por la Re- vista de Estudios Griegos, París, 1895, elogiando el libro del doctor Juan M. Dihigo, titulado Sinopsis de Gramática GEriega. 143.—SONAMBULISMO Y RESPONSABILIDAD. (CONSULTA QUE HACE EL JUZGADO DE MaAYaGUez, [Puerto Pico], EN LA CAUSA POR PARRI- CIDIO SEGUIDA CONTRA D*? B. P. R.)—(A. de C. de la H. Sesión del 14 de Junio de 1896. 4. de la A., 4, xXXUI, p. 172-175, 239-248.) * En el acta de la Academia correspondiente á esa sesión, se con- siguan las siguientes palabras: «El ponente estudia detenidamente todos los particulares relativos al asunto, que consta de la docu- mentación pericial remitida, y de deducción en deducción llega á las conclusiones siguientes: 1*—Que realizado el hecho por la pro- cesada Ramírez hallándose en estado de sonambulismo, es irres- ponsable, y 2%—En el caso supuesto y probable de locura, no obró en intervalo de razón.» BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE TI. TORRALBAS 279 144.—CoNTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LOS CRUSTÁCEOS DE CUBA. NOTAS DEL DoctToR JUAN GUNDLACH. 1896. COMPILADAS Y COMPLETADAS POR EL Docror JosÉ I. TorraLBAS.—(4. de la A., t. XXXVI.) La importancia que para la historia de las ciencias naturales reviste este trabajo nos obliga á reproducir íntegro el prólogo de su autor: «AL LE0TOR. En los últimos días de su vida y desde el lecho que ya le era imposible abandonar, me envió el sabio naturalista Gundlach, un paquete que contenía las notas que hacía tiempo venía escribiendo sobre los crustáceos de Cuba, y que tenía ya ter- minadas; al enviármelas, encargó me dijesen que yo las publicara; pero á pesar de haber cumplido con exactitud el portador la misión que se le confirió, no pudo el que suscribe satisfacer por entonces el deseo de aquel apreciado amigo. Los acontecimientos políticos que agitaban por entonces el país asumieron la más alta gravedad, y en aquellos solemnes momentos en que los deberes patrióticos te- nían que sobreponerse á toda otra consideración, cada uno pensó en situarse en el lugar en que creía poder prestar algún servicio. « Razones tan poderosas como las que dejo señaladas, fueron causa de que, abandonados mis libros y papeles durante los años de mi permanencia en los Estados Unidos, casi incomunicado con ésta, se retardara hasta hoy el cumplimiento de un mandato para mí ineludible. « Empero, no es esto todo: de retorno en la Habana, busco las notas inútilmente; y cuando ya había perdido la esperanza de ha- Marlas, las encuentro entre una multitud de papeles que existían en el Instituto de Segunda Enseñanza, que se iban á arrojar como inútiles y que registré, porque se me dijo habían pertenecido á D. Juan (Dr. Gundlach), y esto me hizo pensar que entre ellos habría algo útil. «Así sucedió, y no fueron las notas lo único que allí había, sino varias monografías y publicaciones de importancia científica. En aquel confuso montón de papeles estaba el para mí preciado ma- nuscrito, desglosado, incompleto, truncado, tanto en el texto como en las láminas; desde entonces me propuse reconstruir la obra de mi ilustre amigo, y, como creo haberlo conseguido, la doy á la es- tampa, mas no sin antes cumplir con el deber de manifestar que todo error ó deficiencia que en esta obrita se note, me corresponde exclusiva y personalmente, y de ninguna manera al conocido y 280 FEDERICO TORRALBAS sabio naturalista de quien por accidente resulto colaborador, y á cuya venerable memoria dedico la parte que en este trabajo me toque, por lo mismo que, no habiendo sido este ramo y sí otro de las ciencias naturales el objeto de mis especiales atenciones, tiene que resultar más laboriosa la tarea que para cumplir su encargo me impongo. J.1. T.» 1897 145.— HIGIENE DE LOS OBREROS Y LOS LECTORES. —( Cuba, Tampa, Fla, Estados Unidos de América, 1897.) Trabajo de vulgarización científica, dedicado, como su título indica, á los tabaqueros y obreros cubanos emigrados durante la guerra separatista. 146.—Los TALLERES. —( Cuba, Tampa. ) Segundo artículo de la serie iniciada por el anterior. 147.— LAS DESPALILLADORAS. —( Cuba, Tampa, 1897.) 148.—LaA HABITACIÓN. —(Cuba, Tampa, 1897.) 149. —COMPARACIONES ESTÚPIDAS. —Hatuey. |[Dr. José 1. Torral- bas.] (Cuba, Tampa, Noviembre 1897.) Contestación á un periódico integrista (enemigo de la indepen- dencia de Cuba), que hizo burla del paralelo publicado por un cubano, de las guerras de Creta y Cuba. 150.—A La JUNTA CENTRAL DEL PARTIDO AUTONOMISTA.—( Los cu- banos emigrados.) (Cuba, Tampa 16 Diciembre 1897.) Artículo refutando las declaraciones del Partido Autonomista al recomendar la adaptación del régimen autonómico durante la guerra separatista. Aunque se publicó como obra colectiva, su redacción fué del Doctor José I. Torralbas. 151.—APUNTES SOBRE LA FLORA DE La FLorRIDA.—Ibor City. Los manuscritos dejados por el autor no están completos, pero los datos que encierran y las descripciones que en ellos hace, permi- ten formar juicio respecto al plan general del trabajo. 1898 152.—SocIeDAD PATRIÓTICA CUBANA. — (Tampa, Julio 1898, 8%, 15 p.) BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 281 Contiene el programa general y los estatutos de la Asociación, así como el discurso del Doctor Torralbas al ser elegido Presidente de la misma. Reproducido en el Suplemento al número 19 de La Contienda, de Tampa. 1899 153.—Musko BOTÁNICO DEL ÍINsTITUTO DE SEGUNDA ENSEÑANZA DE LA HaBANA— FLORA CUBANA—CATÁLOGO POR EL Dr, JosÉ I. To- RRALBAS. —( Habana, Imp. Militar, Muralla, 40, de Manuel Al- varez.—Habana, 1899, 8?, 18 p.) El título indica lo que el trabajo representa. 154.—«THE ISLAND OF CUBA MAGAZINE».— LA CIENCIA Y LA INDUS- TRIA APLICADAS Á LA CIVILIZACIÓN, LA HIGIENE Y LA RIQUEZA EN 10s PAÍSES CÁLIDOS. —Habana, Enero 1? de 1899.) Publicada esta revista ilustrada, por los señores Arturo Codezo Vinajeras, José I. Torralbas y José A. Rodríguez García, se sus- pendió en el mes de Abril de 1899. 155.—LaAs PALMAS DE CuBA.—( The Island of Cuba Magazine, Enero, Febrero y Marzo 1899, p. 9-12, 73-74, 113, 116.) Parte de una obra en preparación, escrita en inglés y español, lujosamente ilustrada con grabados del autor, cuyos originales y cuadros no publicados permanecen en poder del que escribe estas líneas. 156.— RECUERDOS PATRIÓTICOS.—«EL CLUB DE La BIBIJAGUA.»-( Ou- ba y América, Habana, 5 Abril 1899, p. 19-22.) Da á conocer la existencia de un club separatista, creado en la Habana el año 1862 y en el que figuraban Guereca, Mestre, Medi- na, Fuentes, etc. 157.—Los HOMBRES DE COLOR EN CuBa.—(La Doctrina de Martí, se- manario político independiente. Habana, Mayo 14 de 1899.) Este artículo, exclusivamente político, está precedido de algu- nas consideraciones generales y notas de la Redacción, de cuyos párrafos tomamos las siguientes frases: «Es el primero entre esos hombres justicieros, entre esos que jamás pudieron vestir la asque- rosa librea del coloniaje, por venir estrecha á sus robustos hombros, 282 FEDERICO TORRALBAS el ilustrado Dr. José 1. Torralbas, que honra este número con un trabajo valioso y de justicia, como suyo al fin...» 158.—LA TUBERCULOSIS Y LA LECHE.—(A. de la A. de C. de la H., Octubre de 1899, t. xxxv1, p. 117-122. Trabajo de divulgación de la profilaxis contra la tuberculosis en su relación con la trasmisibilidad de esa dolencia por medio de la leche. 159.—INFORME SOBRE LA LEY DE CAZA Y PEscAa.—Presentado á la Sociedad Económica de Amigos del País. Habana, Enero de 1899. 1900 160. —QuIÉNES soN PAcírIiCOS.—(Hatuey. Dr. José I. Torralbas. El Cubano, Habana, 27 Abril, 1900.) Escrito sobre política de actualidad cubana. 161.—INFORME SOBRE LA VEDA DE ESPONJAS. —(Á. de la A. de C. de la H., Mayo de 1900, t. xxxvI, p. 263-272.) Este informe responde á una consulta hecha por la Secretaría de Agricultura, Industria y Comercio, en que se solicita se diga la época de la reproducción de las esponjas, así como las facilidades para el cultivo de las mismas. Termina este trabajo pidiendo al Gobierno la creación de una Comisión permanente de estudios zoológicos para investigar cuanto se relacione con la industria esponjera y otras similares. 162. —DISCURSO PRESIDENCIAL EN LA SESIÓN SOLEMNE DE LA ÁCADE- MIA DE CIENCIAS MÉbpICAs, Físicas Y NATURALES DE LA HABANA EL 19 DE MAyo DE 1900.—(A. de la A., $. xxxviH, Junio y Julio de 1900, p. 5.) Por el título de este trabajo se infiere su objeto: dedicar un re- cuerdo á los maestros desaparecidos y señalar lo que para la patria significan esas fiestas de la inteligencia. 163.—HISTORIA CONTEMPORÁNEA.—( Veritas. Dr. José. I. Torral- bas. El Cubano, Habana, 20 Octubre 1900. ) Artículo político en defensa de los intereses revolucionarios cu- banos. O O BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 283 164.— INFORME SOBRE LA PESCA DE LAS ESPONJAS EN CAIBARIÉN.— (A. de C. dela H. Sesión del 14 de Octubre de 1900. 4. de la Á., $. XXXVvIr, p. 119, 6. xLrrr, p. 210-215. ) Resuelve este detallado informe la cuestión, siempre en discu- sión, en que se hacen antagónicos los intereses de la industria y los que representan la conservación de las especies y del perfecciona- miento de los criaderos. 165.—INFORME SOBRE PESCA EN AGUAS DE Cua. —Rendido á la Sociedad Económica de Amigos del País á petición de la Secre- taría de Justicia. Habana, Febrero de 1900. No publicado. 1901 166.—CuBA EN LA EXPOSICIÓN PAN-AMERICANA DE BurraLo. (1901. Habana. Imprenta, Encuadernación y Rayados de Vicente López Veiga. San Ignacio 58.) Todo lo que en este libro queda comprendido entre las páginas 5 y 122 inclusive fué escrito por el Dr. Torralbas y está dedicauo á unas breves noticias sobre Cuba, divididas, en su exposición, en los capítulos siguientes: I. Situación, Clima, Topografía y Geo- Jogía. II. Fauna. III Vegetación. IV. Riqueza Mineral. V. Agricultura. VI. Industrias. VII. Aclimatación, Inmi- gración, Bibliografía. Esta nuestra aseveración se comprueba con las palabras que por el Sr. Perfecto Lacoste se consignan en el pró- logo del citado libro: «...Muy singularmente los del Dr. Torralbas que ha tomado parte muy principal en la obra...» (p. 4 del mismo volumen). 167.— INFORME SOBRE EL GABINETE DE HisTORIA NATURAL DE LA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA HABANA. Dirigido al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad, refiriéndose á la organización y reformas del Museo. No publicado. 168.—EsTUDIO DEL ORIGEN PARASITARIO VEGETAL DEL CARCINOMA, CONFIRMANDO LAS INVESTIGACIONES DEL DOCTOR BRÁ Y HECHOS PRÁCTICOS REALIZADOS EN EL LABORATORIO QUE TIENEN RELACIÓN CON ÉL (CON VARIAS PREPARACIONES). DOCTORES CARVALLO Y TorraLBaAs.—( Manual del Tercer Congreso Médico Pan- Americano. Habana, 1901, p. 156-159, ) 284 PEDERICO TORRALBAS En el manual se publicó un extracto bien minucioso de este trabajo; no lo reproducimos por su mucha extensión. 169.—-IMFORME SOBRE EL NOMBRE CIENTÍFICO Y VULGAR DE UN ÁRBOL cuBANO.—(A. de C. de la H. Sesión del 27 de Enero de 1901. A. de la A., t. XXXVI, p. 131, 6. xLi, p. 217-220.) Se estudian las propiedades de un árbol cubano, clasificándolo, y se exponen sus virtudes desde el punto de vista terapéutico. 170.—CuBaA EN LA ExrosiciónN.—-Por el Dr. José 1. Torralbas (Cuba y América, Habana. Agosto 1901, año v, p. 291-292.) 171. — DISCURSO PRESIDENCIAL EN LA SESIÓN SOLEMNE DE LA ACADE- MIA DE CieENCIas MÉbnicas, Físicas Y NATURALES DE LA HABANA EL 19 DE Mayo DE 1901.—(A. de la A., t. XXXVII, p. 4-7.) Este discurso reviste similar aspecto al que en igual día del año anterior pronunció en la citada Corporación. 172.—LkyY DE CAZA Y Pesca.—(Memoria de la Sociedad Económica de Amigos del País, Habana, 1901.) Presentada en la sesión correspondiente al 9 de Enero de 1901, se hace mención de ella por el Sr. Secretario de la Corporación en los términos siguientes: «Entre los asuntos sometidos al estudio de la Corporación debemos citar, por su importancia, la ley de caza - y pesca, sobre la cual y algunas reclamaciones presentadas por va- rios particulares, debe informar la Sociedad, indicando las modifi- caciones que la experiencia aconseje respecto de los preceptos vi- gentes. Este trabajo laborioso, encomendado á la ilustrada ponencia del Dr. José I. Torralbas, ha sido objeto de discusión en varias se- siones, habiéndose presentado ya el trabajo completo.» 1902 173.—REGLAMENTO DE BromaToLOGÍA.—No hemos podido encon- trar más datos sobre este trabajo que las palabras siguientes, copiadas del acta de la sesión de la Academia de Ciencias, cele- brada el 23 de Marzo de 1902: «Se acuerda posponer la discu- sión del Reglamento de Bromatología por ausencia del Dr. José I. Torralbas. » 174.--En Cónbor DE Los AnDes.—(El Fígaro, Habana, Abril de 1902. BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 285 Descripción de dos ejemplares del Cóndor de los Andes, donados por él al Museo de Historia Natural de la Universidad de la Habana. 175.—-INFORME SOBRE EL CULTIVO DE LA VAINILLA, CON EJEMPLARES REMITIDOS POR EL SR. CÓNSUL DE MÉXICO. Presentado, y no publicado, al Ayuntamiento de la Habana. Junio de 1902. 176.— INFORME SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE UN PATIO EN EL MERCADO DE Tacón. Este informe, al igual de los anteriores, no ha sido publicado; el Dr. Torralbas fué el ponente de la comisión nombrada al efecto por el Ayuntamiento de la Habana, compuesta por los Sres. Ponce, Hernández y Guevara. Agosto de 1902. 177.—BAsEs QUE HAN DE REGIR LA DISTRIBUCIÓN DE LA MEDALLA CIVIL CREADA PARA PREMIAR ACTOS HEROICOS. Este informe fué escrito por el Dr. Torralbas, como ponente de la comisión nombrada por el Ayuntamiento de la Habana, en Agos- to de 1902 y compuesta por los Sres. Hoyos, Ponce y Torralbas. 178. —REFORMAS DEL REGLAMENTO DE ESTABLOS. Presentada al Ayuntamiento de la Habana como resultado de los trabajos de la Comisión nombrada con ese fin y de la cual era ponente el Dr. Torralbas. Octubre de 1902. 179.— REFORMAS DE LAS ORDENANZAS DE CONSTRUCCIÓN. Ayuntamiento de la Habana. Este informe tampoco ha sido publicado; fué hecho en colaboración con los Sres. Ramón Meza, Santiago Veiga, Francisco Guevara y Adolfo Aragón. Diciembre de 1902. 180.—CoMUNICACIÓN AL SEÑOR SECRETARIO DE LA FACULTAD DE LrE- TRAS Y CIENCIAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL SOBRE OBRAS DE CONSULTA PARA EL ESTUDIO DE LAS ASIGNATURAS DE ZOOLOGÍA Y BIOLOGÍA. Marzo 19 de 1902. Se da á conocer, desde el punto de vista bibliográfico, un gran número de obras científicas; al referirse á ellas, el Dr. Torralbas se expresa en los términos siguientes: «Entre estas obras he procura- do señalar las que en cada materia son consideradas como especia- 286 FEDERICO TORRALBAS les y de reconocida importancia científica, siendo todas ellas las que sirven de consulta á los profesores que de esos ramos se ocupan.» 181. —COoMUNICACIÓN AL SEÑOR SECRETARIO DE LA FACULTAD DE LrE- TRAS Y CIENCIAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL SOBRE LA EXTEN- SIÓN DEL PRIMER CURSO DE ZOOLOGÍA. Diciembre 21 de 1902. Constituye esta extensa comunicación el programa de enseñanza para el estudio de los vertebrados, dividido en 72 capítulos, que comprenden, á su vez, una Ó más lecciones. Este informe y el an- terior no han sido publicados. 182.—TANQUE CÓNICO PARA DEPOSITAR Y COCINAR AZÚCAR. —(Memo- ria de la Sociedad Económica de Amigos del País. Habana, 1902.) Informe sobre procedimiento para evitar el enfriamiento de los líquidos sacarinos (guarapo, meladuras y cachazas). 183. —PRroCcEDIMIENTO PARA LA CONSERVACIÓN DE CEREALES.—(M. de la S. E. de A. del P. Habana, 1902.. No. 390). Estudia la influencia que sobre los cereales ejercen las tempera- turas de + 402 — 100%0. 184.-—PROCEDIMIENTO PARA LA CONSERVACIÓN DE TRIPA DE GANADO VACUNO.—(M. de la S. E. de A. del P. Habana, 1902. No. 248). Se estudia la acción del cloruro de sodio y se recomienda el mé- todo que se propone, con la advertencia de que los envases sean de madera, vidrio ó barro. 185.—PRroCcEDIMIENTO PARA HACER ASIMILABLE LA CELULOSA DE LOS CEREALES.—-($. E. de A. del P. Junio 5, 1902. V. Memoria del año 1902, p. 51. No. 239.) Revisa las propiedades físicas y químicas de la celulosa para es- tudiar los residuos que de ella se obtienen cuando se comprimen los cereales; termina recomendando se conceda privilegio solicitado por su autor, puesto que á ello no se oponen los preceptos científicos. 186.—CoMUNICACIÓN Á LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL SOBRE LOS CURSOS DE ZooLoGíÍA Y BrIoLo- GÍA. Diciembre 29 de 1902. Breve reseña del método de enseñanza adoptado por su autor para la explicación de esas ciencias, á él encomendadas, ek BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 287 187.—Las MUNICIPALIDADES. JosÉ I. TORRALBAS, NACIONALISTA. (El Figaro, Habana, 1902, p. 236.) Ideas publicadas con motivo de su elección de Concejal del Ayuntamiento de la Habana: se da á conocer la importancia que en el orden político tienen los Ayuntamientos y los deberes que cada Concejal debe imponerse dado el espíritu de esas instituciones en que descansan «los primeros esbozos del derecho de los pueblos en la historia de las naciones». 188.—BAskes PARA EL PROYECTO DE LEY QUE AUTORICE EL EMPRÉSTITO NECESARIO PARA LA REALIZACIÓN DEL ALCANTARILLADO DE LA HABANA. Presentado al Ayuntamiento de la Habana con fecha 7 de Julio de 1902. 189.—SERVICIO DE COMADRONAS MUNICIPALES. Moción presentada en el Ayuntamiento de la Habana solicitan- do la creación de plazas de parteras para completar el servicio sa- nitario municipal, llenando un vacío que hoy se nota al comparar este servicio con la llamada Asistencia Pública de otros países. (No se ha publicado. ) 190.—RAZONES QUE COMPELEN AL AYUNTAMIENTO DE LA JHABANA Á PROCEDER AL EMPRÉSTITO QUE TRATA DE REALIZAR. En este informe, dirigido al señor Presidente de la República de Cuba, se dan á conocer con lujo de detalles las razones de orden científico, exigencias higiénicas, de política internacional y local, y económicas que hacen necesaria la realización de ese servicio. Fué leído en sesión del Consistorio y no se ha dado á la prensa. 191.— INFORME SOBRE REFORMA DE UN ARTÍCULO DE LA LEY DE CAZA VIGENTE. Por EL Dr. Josk I. TorraLBas.—(A. de C. de la H, Sesión del 12 de Octubre de 1902. 4. de la A., t. XXXIX, p. 164-168.) «Se trata de la perpetua lucha entre los cazadores que, atraídos por uno de los más varoniles y provechosos ejercicios, creen defen- der los progresos de la cinegética.» (Palabras textuales.) 288 FEDERICO TORRALBAS 1905 192.—INFORME SOBRE DESAGUÚES DE RESIDUOS EN LA BAHÍA DE LA HABANA. En comisión con los señores Hoyos, Porto y Foyo, el Dr. To- rralbas dió cuenta de las investigaciones realizadas por la citada comisión. Febrero de 1903. Ayuntamiento de la Habana. 193.— INFORME SOBRE MEDIOS QUE DEBEN PONERSE EN PRÁCTICA PARA QUE LA DISTRIBUCIÓN DEL PAN SE REALICE EN CONDICIONES HIGIÉNICAS. No publicado y presentado al Ayuntamiento de la Habana en sesión del mismo. (Marzo 20, 1903.) 194.—MocióN PARA REBAJAR EL IMPUESTO INDUSTRIAL EN LA CANTI- DAD QUE SE HABÍA CONSIGNADO PARA GASTOS DEL HospPITAL No. 1. Presentada al Ayuntamiento de la Habana. (Marzo 25, 1903.) 195.—INFORME RELATIVO Á LA CELEBRACIÓN DE UN CERTAMEN AGRÍ- COLO-INDUSTRIAL, CON MOTIVO DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA REPÚBLICA. Presentado al Ayuntamiento de la Habana, en colaboración con los concejales señores Meza y Rosa. Abril de 1903. Este trabajo no se ha publicado. 196. —INFORME SOBRE LA MANERA DE EXTIRPAR LOS TIBURONES EN EL PUERTO DE LA HABANA. Leído en el Ayuntamiento de la Habana á nombre de la comi- sión compuesta de los señores concejales Aragón, Veiga y Torral- bas, este último como ponente. Abril de 1903. 197.—INFORME SOBRE ESTABLECIMIENTOS INCÓMODOS, INSALUBRES Y PELIGROSOS DE LA CIUDAD DE LA HABANA. Trabajo en colaboración con el Dr. Enrique Porto y el señor Arquitecto Municipal. Julio de 1903. Presentado al Ayuntamiento de la Habana. 198.—INFORME SOBRE RECOGIDA DE BASURAS. Leído ante el Ayuntamiento de la Habana. Octubre de 1903. a BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 289 199.—HAECKEL Y EL ORIGEN DEL HOMBRE.—(A. de C. de la H. Octubre de 1903. A. de la A. de C. M., F. y N. de la H., t. xL, p. 167-172. Cuba y América, Febrero 5 de 1905.) Este fué el último trabajo leído por él en la Academia de Cien- cias, pocos días antes de abandonarnos para siempre; en él estudia y sintetiza los trabajos del gran Haeckel, cuyas ideas fueron ex- puestas en el Congreso de Cambridge; nuestro bibliografiado se de- tiene en enumerar cada uno de los puntos cardinales de las doctri- nas del profesor citado, intercalándola con apreciaciones y ejemplos propios que vienen á robustecer la resolución del problema eterno en lo que se refiere á la evolución del hombre, al encontrar el «missing link», completo, tal cyumo Haeckel lo había concebido. 200. — INFORME SOBRE LOS PALOMARES EXISTENTES EN LA HABANA. Rendido al Ayuntamiento de la Habana como ponente de la comisión nombrada á ese efecto y compuesta por los señores Enrique Ponce, José Hernández y J. I. Torralbas. 201.—TRASLACIÓN DEL HOSPITAL DE SAN LÁZARO. Informe presentado al Ayuntamiento de la Habana, inédito, en el que se revisan todas las causas de orden científico y social que obligan á retirar el Hospital de leprosos de la Habana del lugar en que se halla. 202.—Los mErcaDos. —(Sin fecha. Sólo conocemos este artículo por las frases del señor Fernández Folch que copiamos á conti- nuación tomadas de la edición de El Mundo correspondiente al domingo 21 de Abril de 1907. Habana.) «El Dr. Torralbas, corazón altruísta y distinguido hombre de ciencia, después de exponernos el problema poderosamente argu- mentado, nos decía: «El Gobierno se hace cómplice de un crimen al permitir que mujeres, niños y hombres habiten esos departamen- tos altos, recibiendo las insanas emanaciones de los mercados día y noche.» ADDENDA 203.—LA FIEBRE TIFOIDEA EN LA HABANA.—(A. de C. Sesión del 24 de Julio de 1890. A. de la A., t. xxviIt, p. 220.) Por tratarse de un dato histórico de no pequeña importancia, consignamos á continuación las palabras que tomamos del acta: «El 290 FEDERICO TORRALBAS Dr. Torralbas en esa época era Ayudante de Disección y con este motivo practicó varias de esas autopsias por orden del Dr. Giralb, entonces Director Anatómico; después fué el mencionado Dr. Giralt Catedrático de Clínica y le oyó repetir cuanto ya le había oído con motivo de las ideas emitidas por el Dr. Le Riverend, que en los úl- timos años de su vida era el jefe de la agrupación que sostenía que entre nosotros no existía la detinenteria, sino formas tifoideas que podrían asemejarse más Ó menos, por su marcha y aspecto, pero que carecían de la lesión anatómica intestinal que debía caracterizarlas: de aquí las autopsias. » 204.—TRASLACIÓN DEL HosPITAL DE SAN LÁZARO.—(Archivos de la Policlínica.—t. xv. No. 3, Septiembre 1908. p. 215.) La revista que publica este informe, hace la siguiente declara- ción: «Este trabajo que publicamos hoy por ser de actualidad, ha sido encontrado entre los papeles del Dr. José I. Torralbas; data de la época en que este ilustre médico cubano fué concejal de nues- tro Ayuntamiento donde realizó una verdadera labor científica, pa- triótica y humanitaria. » INÉDITOS 205.—IxsTITUTO DE 2% ENSEÑANZA DE LA HABANA. —(Museo Botá- nico. Album de la Flora Cubana.) Contiene ciento dos láminas, pintadas á la acuarela y clasifica- das por el Dr. José I. Torralbas, reproducción de obras tantas espe- cies de plantas cubanas. Este álbum se encuentra en el centro de enseñanza que lleva por título el de este número y fué donado al mismo por su autor. 206.—CARTILLA DE AGRICULTURA. ESCRITA PARA EL USO DE LOS PAÍSES INTERTROPICALES, por el Dr. José I. Torralbas, de la Uni- versidad y de la Academia de la Habana. Esta pequeña obra iba á ser publicada por la Casa de Appleton, de New York, según correspondencia que está en poder del que suscribe. Razones de índole privada le hicieron desistir de sus pro- pósitos. El original consta de 100 cuartillas (.........) escribas en máquina. 207.—PECES CUBANOS DE AGUA DULCE. Memoria que se proponía llevar el autor 4 la Exposición Universal de Saint Louis y la BIBLIOGRAFIA DEL DR. JOSE I. TORRALBAS 291 cual fué interrumpida cuando, en plena actividad mental, lleno de entusiasmos por la ciencia y la patria, nos abandonó para siempre. Aunque incompleto este trabajo, no nos es posible de- jar de consignarlo en esta Bibliografía, porque en sus últimos momentos repetía su autor hasta apagarse su voz, y palabra por palabra, el texto que constituye la expresada Memoria. ALCUNI PENSIERI SULLA DECLINAZIONE ARIANA 1? DRE. F. G. FUMI Professore nella R. Universita di Genova. La descrizione comparata dell'organamento grammaticale, qual ci resta nelle scritture, delle antiche lingue ariane od indo-europee, puo nell insieme giudicarsi un opus absolutum almeno per le 3 lingue classiche nelle opere d” insigni glottologi, quali Ascoli, Brug- mann, Thumb, Hirt e Sommer. Ma la ricostruzione in- duttiva, eccetto qualche raro e timido tentativo in casi speciali, per risalire alla lingua generatrice non si ammette, anzi si condanna. Tuttavia non puó negarsi, che il metodo comparativo, essenzialmente sperimentale, conduce per necessitá da tipi formali simili, o poco variati nelle specie, a qualche prototipo ragguagliabile al genere; ció che informa le altre scienze non puó essere escluso, almeno come risorsa, dalla scienza comparativa del linguaggio in quistioni for- mali di natura ben determinata. Oppositore anche in altri seritti di un veto, al quale si ribellano occorrendo anche i propugnatori, tento di dar forma ad alcuni pensieri circa le varianti declinative reali indo-greco-italiche e circa i probabili tipi nella madre-lingua ariana, o piuttosto di quelle varietá quasi dialettali, che produssero coi secoli e cogl'imprestiti reciproci il primo fondo parlato delle lingue storiche derivate. Questi miei cenni sono tutt' altro che esaurienti nó rispondono sempre ai cánoni rigorosi della glottologia in voga; indi la opportunita di farli precedere da poche osservazioni critiche preliminari. I La flessione declinativa non e, a parer mio, che il residuo fram- mentario d? una derivazione gradualmente irrigidita. Le figure terminali infatti dei cosi detti temi di nomi-adjebtivi, eccettuati i radicali, hanno stretta parentela e spesso identitá colle finali flessive piú O meno corrose. É quindi ammissibile il pensiero, che tutte o 1 La Redacción de la REVISTA agradece en lo mucho que vale la atención que se ha ser- yido dispensarle el eminente Profesor Doctor F. G. Fumi, de la Universidad de Génova, remi- tiéndonos, para que en ella se publique, el presente trabajo, que es un brillante exponente de su profundo saber en el campo de los estudios lingúísticos. js O SULLA DECLINAZIONE ARIANA 293 quasi tutte le uscite casuali indo-europee risalgano ad alcuni aggre- gati derivativi ricorrenti nel linguaggio vivo con significato costante, man mano specializzato. Staccandosi in progresso di tempo o di mentalitá alcune di queste finali, o suffissi morfopeici, che davano al tema derivato un senso specifico, s'aggiunsero come mobili ad altri temi derivati o radicali, e poi anche a quelli onde furono divelti, per dar loro un significato affine; indi la prima origine degli esponenti formali di dati rapporti, gli affissiclisiopetcs, che stretti ai temi si dicono Casi. I suffissi derivativi peró sono alquanto piú ricchi e variati nell” insieme delle lingue ariane, né pid traspare per alcuni originario valore e tanto meno la prima spinta alla lenta loro specificazione nel senso casuale. Ma da piú indizj puó argomentarsi, che nei primi dialetti proto-ariani le rela- zioni casuali fossero espresse con maggiore varietá di quanta ne conservarono gli idiomi derivati, come, p. es., il sánscrito, il greco e il latino, che per di pid noi conosciamo solo quali lingue letterarie e in forma certo assai mutata da quella del loro preistorico distacco. Non pudo quindi né deve meravigliarsi un glottologo, che qualche suffisso derivativo manchi fra gli affissi casuali, né che qualche mutilazione si riscontri nei supposti derivativi assunti a funzione di Casi, perché da un lato una inconscia selezione avviene natural- mente in ogni linguaggio non fissato dalla scrittura, e dalValtro € ammesso e verificato, che il consumo od affievolimento dei suoni finali 4 sempre stato, massime nelle lingue antiche preletterarie, di gran lunga maggiore che altrove. Come si proceda dal processo agglutinativo al quasi-flessivo mostrano aleuni linguaggi turanici non fissati dalle letterature, per esempio lo yakuto ben descritto dal Bóúhtlingk. Se € lecito projettare tale descrizione alle varietá iniziali del linguaggio dei supposti aryás, sará anche lecito supporre in questo la graduale trasformazione di alcune finali tematiche in affissi mobili casuali piú o meno alterati. E che per alcuni almeno la loro indipendenza dal tema si sentisse a lungo lo dimostrano gli affissi dei Casi pada nell a. ind. (sánscrito), -su di Locativo del plurale e —bh... di piú Casi, che nei Vedas si scrivono anche staccati dal tema. Supposto quindi un embrionale paradigma in frasi fatte, era ovvio che per accezioni eguali si ripetesse dal piú al meno quella data sillaba od elemento terminativo in tutti quei nuclei anteposti che chiamiamo pronomi, nomi e aggettivi. Cosi, immagino, si venne formando il primo abbozzo della Declinazione, 294 F. GQ. FUMI II Fu di certo piú ricco e svariato in origine lo schema dei Casi. Sennonché in ogni linguaggio il lusso delle forme suol ridursi per selezione spontanea dei parlanti e per la loro progressiva mentalitá. E'quindi logico, che sino dalle origini ariane le funzioni affini es- presse in pid forme casuali siansi grado a grado condensate in una (il cosi detto sincretismo), bastando il contesto sintattico a determi- narne la funzione appropriata. Per motivi eguali o consimili, anche incoscienti, non tutti i suffissi derivativi assunsero la funzione ca- suale né i prescelti si fissarono egualmente con esattissimo senso in tutte le figure tematiche, come attestano Je varietá declinative dei nomi-aggettivi e quelle dei pronomi a distinzione di genere (essendo speciale la flessione dei personali). Questa manchevolezza varia da lingua a lingua; ma spesso avviene che pur nelle sole tre lingue c'imbattiamo in avanzi fossili di Casi nel mare mortuum degl” inde- clinati, avverbj, preposizioni e congiunzioni. Parimente nelle sole tre lingue classiche troviamo di unica forma indo-latina al plurale il Dativo e 1'Ablativo, distinti al singolare, movendo dai temi in —o, a tutti analogicamente, in latino, e solo per temi in —a nel ser., che per gli altri uso il Genitivo, e questa doppia funzione divenuta ge- nerale in greco in tutti i Numeri ecc. ecc. La graduale scomparsa si rivede nel duale ricco di Casi, sia pure in parte analogici, p. e. nei pronomi personali vedici, poi ridotto a tre nel scr., a due nel greco, a zero in latino. E cosi via. La varietá casuale traspare altresl nella flessione dei pronomi dimostrativi e simili; ma, salvo qualche scambio effettivo colla nominale, prodotto evidente dell'analogia, non credo che si debba escludere a priori lipotesi d'una maggiore vitalitá in essi di forme casuali altrove scomparse. TI Non puo dubitarsi, dico, di un fatto ben naturale, qual e quello degli scambj tra la flessione pronominale e la nominale; ma é altresi ammissibile in piú incontri riferirci all'infanzia di parlari proto- ariani, nei quali s'udissero parallele piú formazioni, come attesta, p. e., la varietá dello Strumentale uscente in —m, O —m reso a, in —á e con un elemento —bh... Le varianti formali non implicano sem- pre varietá di struttura primitiva; ma spiegarle tutte e sempre come effetto di meccaniche reciproche imitazioni, cioé come innovazioni SULLA DECLINAZIONE ARIANA 295 analogiche, é spesso eccessivo. Avviene cosi che 1” analogía non é piú ultimo, ma principale refugium. T'indagine paziente delle lin- gue antiche comparate alle moderne, poniamo del latino a fronte dei linguaggi romanzi, ci dimostra quanto sia diversa l'azione analogica e come viepiú invadente dall'antico al moderno. Credo quindi, che nel primo costituirsi delle forme grammaticali proto- ariane l'analogia abbia esercitata un'azione minore o men livella- brice di quella che riconosciamo tutti nelle lingue storiche de- rivate. Un secondo principio metodico della moderna Glottologia vuol giustamente che si stia rigorosi alle fononomie specifiche delle singole lingue, osservando soprattutto, che esse sono ineccezionali pel tem- po e pel posto in cui occorrono e coll'eliminazione accurata delle inframettenze analogiche. Tuttavia in linguaggi parlati da genti primitive, come s'avverte in piú lingue d'Affrica, avvengono varia- zioni fonetiche, oltreché lessicati, quasi da una generazione all'altra, ed é ben difficile riconoscervi la ineccezionalitá presunta. Oltracció v'hanno contaminazioni, scambj o prestiti fra parlata e parlate af- fini, ma distinte, in zone finitime, e periodi chiusi d'efficacia fono- nomica, e varianti nei contesti lessifonici, o infine anche capricci sporadici d'nno e poi di pochi via via crescenti, cosicché il rigore assoluto non ha sempre efficacia nelle lingue poco o nulla fissate da una qualsiasi letteratura. Un terzo precetto viéta, come dissi in principio, ogni glottogonia, ciog ricostruzione di forme d'ogni supposta lingua madre. E” evi- dente che il precetto non fu mai né puó mai essere applicato in tutto il suo rigore; e infatti i glottologi comparatori, da Bopp ed Agcols ai recentissimi, sono indotti non di rado, nel perseguire piú addietro possibile il tipo d'una data forma ad immaginare un prototipo, generatore comune delle variate specificazioni da lingua a lingua di ceppo comune. Se la scienza comparativa del linguaggio é morale quanto al suo obietto, ciog di parlanti forniti di ragione, 6 sperimentale quanto al suo metodo d'analisi e d'induzione; € quindi forzata dai raffronti di specie simili a presupporre un genere origina- tore, sia pure non pid esistente. Essa puóo in pid circostanze limi- tarsi alle semplici constatazioni, ben descritte e comprovate, delle eguaglianze o dei singoli processi differenziali da lingua a lingua; ma spesso non puo né deve rinunziare a tentar la via ascendente, sin quasi alla originaria costituzione di date forme, e di coglierle quasi nel loro preistorico assestamento, 296 F. €. FUMI TV Premesse queste fugaci, ma necessarie, considerazioni espongo in pochi cenni alcuni pensieri sopra un capitolo di grammatica comparata delle tre lingue classiche, che mi pare piú adatto alle induzioni glottogoniche, cioé sullorigine formale e il graduativo ordinamento paradigmatico delle parole declinate indo-europee. E comincio con due equazioni primitive ben note: Sa ser. = ho avestico = $ greco = [i-p-] se latino come Nomi- nativo maschile singolare di una base indicativa o pronominale se/o del sengo generico qui, questo”. Ne venno tosto un parallelo femminile, calcato meccanicamente sopra qualche base che poteva individuarsi nel sesso, poniamo g"ena “generare, generante' (ser. qnáa—'“donna di un dio”, Bavá tessalico, yvvh greco comune, ecc. ). Pel fem. sá scr. =hd avest. —« /í7 gr. = [i-p-] sá lat. Alle due equa- zioni rispondono anche so gotico da *sa masch., ei composti indo- iranici e-sa/ascr., ac-sa avest., llumbro e- re ecc., colla base pronominale e/ 01 per primo componente, inoltre pel femminile il lat. arcaico sa [—psa] ecc. Nel gruppo ariano di sud-—est i due Nom." appajono semplici o composti col rinforzo di altra radicola indicativa, e/ou ridotta u, ser. so cioé $4 + u =so0 + u, antico persiano hau”, gr. ov—[ros], e colla radicola e/o anehe so + e cioé sa in ser. coincidente col femminile; indi sono ambigeneri [a—]sdu ser. e háu avestico; mentre il gr. mantiene distinti 0-1 [-rtos]=s0 +u... ea-v[—13/q] =s4+4... Ma occorre pel Nom. masch. sing. un'altra equazione. Sas scr. =8s gr. =[i-p-] so/us latino arcaico, che pel gr. ha conferma in 7 3” és “ei disse”, e che richiama un proto-ariano s 0—s. Mi par verisimile il pensiero che questa forma risulti d'una semplice reduplicazione, quando il soggetto, e quindi la sua parvenza fonica, si voleva far risaltare parlando; onde per naturale affievolimento della vocale uscente da so?”s* si giunse tosto aso-s?”. Tutti o quasi tutti i glottologi non solo riconoscono questa sibilante finale in altri Nom. Y, ma piú d'uno lammette di lá propagata movendo dai temi simili in—e/o0, ekvo—s e quindi acva-3 ser., Ímros gr., equo-s equu=s lat. ecc. (Cfr. i miei saggi “ZiNom." Sing. del nome ariano”” in Miscellanea in onore dell” Ascoli, Milano 1901; e “11 Participio attivo del Perfetto nelle lingue ariane'”, Torino 1899). SULLA DECLINAZIONE ARIANA 297 V Questa base se/o non mostra dalle origini una flessione comple- ta, ma fu supplita nel paradigma dall'analoga te/o, che probabil- mente espresse, a fronte di se/o, un'indicazione men prossima o meno personale. Ció spiegherebbe in parte l'uso di essa pel Nomi- nativo ed Accusativo del neutro sing., cioé. Tad |t scr. = tap avest. 76 gr. = [i-s-] to/ud lat. La finale richiama colla solita apocope una radicola d e / o larga- mente diffusa in tutte la lingue sorelle; ma io propendo a crederla una semplice variante di te/o, e —d da—t addolcimento avanti elementi sonori qua e lá generalizzato, anche perché al plur. si ha Nom. Acc. neutri tá-ni ser. (su námá-n-i), Tá, [i-s-] ta ecc. e nessuna traccia di d... (cfr. anche i duali te neutro femm. in ser., Tó gr.) Dato il senso piú largo di te/o non é escluso che potesse qua e lá nei dialetti proto-ariani formare sul modello masch.—fem. s$g0-s,s4 un Nom. to—-s,td, quale é nel complesso gr. [ov-—] ros [av-] ra/n e allo stato semplice in tás ta del lituano, dagli analo- gisti gabellati alla lesta per innovazioni. Vera analogia su [i-p-] se ed [o/el-] se =0/ille sará da riconoscere in [i-s—] te, ein illud fatto su isto | ud, solo genuino, come attesta l*umbro este persklo “istud sacrificium” Tab. Eugub. lI., la cui finale rimonta a—tod, non—tom Che é caduta in estu (anche neutro plur.— ista ). Poiché ho accennato alle volute analogie ne ricordo altre due. Nei Vedas occorre un Locativo masch.—neutro del pronome sa-—/ta— colla figura sasmin pel ser. comune tasmin “in eo”; puo darsi che pro- prio sia uno scambio imitativo mosso dai Nom." sa tad, ma non € escluso che possa essere reliquia d'una piú ricca flessione del tema sa—, ricordando sós sas ecc. del lat. arcaico e il paradigma di ipse ipsa ipsum, e le flessioni di ek-so—nell'osco e di ei-30 —osco-umbro, dello antico alto tedesco de-se “dieser” ecc. E appunto cio fa dubitare che i Nom. masch. fem. plur. greci oí ai non sieno in modo esclu- sivo un pluralizzamento analogico dei sing. 4 ¿/%, ma una reliquia, favorita da questi, di primitivi so—¿, sí—1 paralleli e sinonimi di to-i, tá-1i— rol ral, vI La radicola dimostrativa e/o, che appare iniziale nel citato pro- nome a-sau in ser. (v. numero IV ), ricompare in mille formazioni, p.e. anche in a-das neut. sing., a-na-y-os Gen. Loc. duale e in nu- 298 F. GQ. FUMI merose basi composte, inflessa come pronome dimostrativo, a-sya Gen. sing., a-sm —ai Dat. ecc., táv exe ¿x0és ecc. in greco, dove ac- quistó senso speciale il Loc. sing. neut. el, non infrequente nelle lin- gue italiche e in altre come determinante iniziale, e in indo-irano- ellenico, talora allungata, come aumento temporale ecc. ecc. E quindi supponibile che nei primitivi dialetti ariani si fossero forma- ti, al pari del ser. a-sau a—das, dell'osco e-ko— e simili, i dimostra- tivi complessi e-se/o-— ed e-te/o-—. La coppia vocalica e... o, fusa in ser. e altrove in a unicolore, era certamente propria del proto-ariano; e molti indizj permettono di pensare che fossero alterni i due proferimenti, non tanto per variata musicalitá, quanto per variata sede dell'accento tonico, cioé che restasse é e s'oscurasse, se atono, in o. Ma questa teorica vicenda non si sará sempre e dovunque mantenuta sin dal tempo preistorico. Naturalmente nei parlari di gente sparsa e povera di cultura non si puó ne si deve presumere la correttezza delle lingue colte; indi si comprende nel caso nostro che le due coloriture voca- liche si trovino nelle lingue storiche o trasposte o generalizzate da un dato tipo ad un altro. A siffatte metamorfosi contribuirono altre concause e in ispecie l'abitudine d'un accento unico, o domi- nante, nella parola fatta e l'associazione analogica fra parola e paro- la, massime in riguardo dei suoni iniziali e finali. Si spiegano cosi, p.e., 1” $ greco atono (e analogicamente anche il fem. '3/1) e per somiglianza anche $s =sas scr. e Té =tad/t ser. e infiniti casi consimili, dovuti dapprima alla colleganza delle parole nella frase. Si devono a tal colleganza fra parola e parola molti fenomeni lin- guistici, fra cui 1 originaria permuta fra eed o e le riduzioni od apocopi di so—s”, to-t/d”, eJo=s”, eJo-t/d” e altrettali. VII Sono appunto cosiffatte radicole dimostrative, integre o mutila- te, che agglutinandosi a basi piú significative, e poi ad altre via via o a sé stesse, come determinanti di sostanza o d'attributo, divennero o meglio si dicono suffissi derivativi, alcuni dei quali valsero, come dissi in principio, gradatamente come affissi declinativi. Non faró una rasseggna completa, contentandomi in questo saggio di pochi cenni sommarj nel terreno classico, senza badare alle basi uni— o plurisillabe: —se|o p.e. in ut-sa—, mahi-sa— ecc. in ser.; SULLA DECLINAZIONE ARIANA 299 —e-8', —o-s' in jan-as yévo/« — genus, —es| 7, dur-jan-as— Svo-yev-és — (inoltre —s8o accanto a— sio, di cui piú avante), ac- canto ad—e/os per due forme di Gen. sing. e di Nom. plur.; —te[o e l' in prá-ta— rAn-ró- e [re—-] ple-to-, [sarva—] j¡¿--[omnia] vincens, XápuT— mili-t-; de/o e d' in avi-do—, merce-d- lat., gar-ad— ser., Puyá-5-, úomi-ó- eco, —e |oi ed e/ou nei temi semivocalici;—i in Nom." plur. di te- mi pronominali e analogicamente anche in nominali uscenti in—o/d4 jn lingue singole, inoltre insieme con—u esponente di Locativi; —me[o em”, il primo in gran copia di nomi e aggettivi, il secondo come esponente d” Acc. sing. in temi vocalici (o spesso anche semi- vocalici) e ridotto—m cioé —a in temi consonantici e in Strum. sing.; neo e n' anch'esso riccamente esemplato in varie derivazioni e aggiunto in Loc." sing. di pronomi in ser. ein piú forme greche finite in— ., —+« (il v efelcustico); ecc. ecc. Quanto agli affissi casuali, —ai pel Dativo e—ad | t per 1'Ablativo, non mi pronunzio, benché non possa a priori dubitarsi che anche questa primigenia fra le vocaii, a cui ritornarono in scr. e altrove e ed o, abbia partecipato alla vocalizzazione di alcuni elementi pri- mitivi analoghi a quelli vocalizzati per efo. Un terzo elemento iniziato da bh... pudo avere avuto attinenza col bhe / o suffisso deriva- tivo, che a dir vero ebbe un senso speciale nelle lingue quali le conosciamo, ma puó anche rappresentare un originario Loc. sing. —bl'— (a-bhi *ob'—4: gr.) normaimente atteggiato avanti gli affissi di altri Casi, —bhú1 + 58,0 +y+4aw+8,0+y+4-H+m, come sme / o in ta-sm'—i-n, ma intero nei pronomi personali asma yu 3 ma scr. — úppe Unpe eolici ecc. VIII Non é mio proposito di documentare qui piú a fondo il pensiero della stretta attinenza fra la derivazione e la declinazione. Torno invece alla prima origine, com'io l'immagino, delle fondamentali figure proto-ariane nell'effettiva flessione pronominale-nominale. Riprendendo le due basi se/o e te/o vediamo in diverse lingue derivate dalle proto-ariane che il Nom. plur. risultava dei detti temi radicali, accrescinti di—¿ pel masch. e di —es pel fem., cioé te, tas ser., oí ai, rol ral gr,, [i-s-] to/ei,—tai/e lat. e cosi te e toi avestico e [05] ro. [av-] ras gr, Me l'affisso—es prevalse, oltre che nei fem.!i 14? avestico, pós gotico, tós lituano, in tutti gli altri temi nominali, ad eccezion di quelli in —o greco-latini dell'epoca storica, 300 F. G. FUMI i quali attrassero anche i fem. in—4, Seto-i venne a significare secondo Giov. Schmidt “questo e questo, t4—es avrá avuto egual valore, determinato pel genere dal primo elemento. Non é improbabile peró che in origine l'affisso—i sia stato preferito per gli aggettivi pronominali e l'affisso—es pei nomi; ma naturalmente nelle unioni fraseologiche poterono i due affissi passare spesso da una categoria all altra. Valga un solo esempio: nel dialetto (itali- co) osco il Nom. masch. plur. del cosi detto pronome relativo € pús e vi corrisponde l'altro dialetto italico, 1umbro, con pur-e (con epitesi di—e), mentre nel dialetio laziale si ebbe quo-¿ quei quí e su questi il fem. qua-¿ quae, che in osco € ancora pás, e parimente nel nome Vúvlanús 'Nolani”, concorrendo le due forme a trasforma- re equivalente osco del laziale quo-¿. Ma puó sempre pensarsi a varietá dialettali proto-ariane, od anche che to—2 fosse solamente maschile e ¿4s femminile, onde qua e lá lo seambio tos e tás. Indi i prototipinominali ekvo-1edekvos,yg"endseg"ená-i. Con queste ragionevoli congetture andrebbe un po” sfatato il comodo espediente delle mutue analogie, innegabili in date circo- stanze, tra pronomi e nomi, e saremmo riportati a quella—diró cosl —fluidita formale, che € carattere di tutti i linguaggi primitivi, come degli infantiliz dove abbondano intrecci spesso bizzarri tra una forma e uv altra e neologismi proprj dapprima d'un solo e poi via via divulgati. Sinonimi veri peró non vi sono né ora né in passato, e puo ben credersi che qualche leggera variazione di senso, p.e. nei citati ekvo-i ed ekvo-es ekvos, pur ci fosse nell'infanzia dei parlari ariani; e sarebbe una conferma deli'originaria piú ricca ca- tegoria di forme casuali. Quella inconsistenza poi che ho chiamata fluiditá riguarda non la parola staccata, ma lintreccio di pid parole nella frase, dove gli aspetti esteriori d'una forma s'adattano quanto e possibile agli anteriori della seguente, come nel sazndhi sanscritico. Qualche cosa di simile puo bene esser avvenuto nei volgari proto- ariani della remota preistoria. IX Nel contesto della frase appunto si divariarono pel senso due formazioni con—+¿ ed—e/os finali, che si dicono in grammatica Locativo e Genitivo del singolare. Quanto al primo si noti anzi- tutto che dal lato semasiologico é una specie di casus generalis e quindi non di rado in aspetto di tema nudo. T'epitesi—i¿ venne SULLA DECLINAZIONE ARIANA 301 col tempo e fu una determinante, come nei citati plurali, eguale alla radicola ei dei derivati semivocalici e usata a sé come pronome dimostrativo (ay [-am] scr., is ea id lat. ecc. ecc.). Nulla aggiun- ge al significato uno n aggiunto nei dimostrativi e analoghi del ser., tasmín asmin yasmin, come il y eufonico greco, di cui fu cenno al num. VII. L'esponente—e / os lo vedemmo del pari come suffisso derivativo e colla vocale cupa nei tre Casi simili del sing. neutro del tipo yévos geno /us, ma chiara nel resto della flessione e negli aggettivi. Giova ricordare che il Gen. sing. e piuttosto una yen rrócis ciogd un'in- flessione ad genus pertinens anziché un possessivo e che fuori dei temi in—a é sincretizzato in scr. coll Ablativo (apadana—“ablazione” ). Ma appunto nei temi in—a ser.,-€0 greci, appare Vuscita speciale —a-sya, —o-% 10, tasya agvasya = To % io tro“ o in Omero ecc., $fpov —= 5nuo “o, Snyo-o, della quale e oscura l'origine. Non é probabile l'ipo- tesi del Benfe y che si tratti d'un Squoorito —da 5npuo-rro—“popularis”, perché un tema nudo non esiste, fuori di apparenze fononomiche specialmente pei neutri e di regola pei Vocativi al sing., né in greco né in altre lingue ariane. Ecco ora un mio pensiero. Anzitutto io penso che l'elemento ye/o, una radicola anch'essa dimostrativa, passata in piú lingue al significato anaforico o relativo (yas yá yad | t in ser., $s 4,7 $ gr. ecc.), non sia estranea nell'affisso—asya— o%o, come non sono estranee nelle nostre lingue tante svariate ed ampie agylutinazioni. Non é quindi irragionevole il supporre che in qualche frazione della gente ariana s'ampliasse col detto elemento un piú semplice so, pur derivativo, risultandone per elisione s'yo masch. neut.; e nulla im- pedisce anche di ammettere che quel so sia sopravvissuto, p.e. nel greco originario e altrove. Nell'italo-celtico si accetta da tutti la sostituzione nei temi in—o, e poi anche in quelli in—4 specialmente latini, del caso Loc. sing. al Genitivo; pur si puó osservare che ye/o spesso si raccoglie in 2 (ed 1), massime in derivati secondar). I temi femminili in—4 e tutti i semivocalici e consonantici ebbero come esponente del Gen. sing. il citato affisso—e/o03. Il ser. é piu fedele all'originaria metafonia distintiva fra questo Caso debole e il Nom. pl., Caso forte, il che implichereble accentato —e3, atono—os, p.e. in proto-ariano péd—os contro pod—és, ma riflesso con specifiche alterazioni fono-toniche da pad-ás e pád-as scr., moS-ós tóS-es gr., ped—is ped—és lat. (—e¿s—analogico su oves=0vei-és) ecc. Nei femm, in—4 e congeneri la fusione con—e/os doveva dare 302 F. Q. FUMI á superlungo, com”é nel Gen. sing. Ta fs — proto-ariano tás; peró nel ser. avvenne una contaminazione col masch.-neutro tasya e ne uscj colla finale di tas lo storico tasyas. Ma nei nomi—aggettivi all -a tematico s'aggiunse il fem. semplice yá composto con e/os o piú ele- mentarmente aggiunto di—s sui tipi rá,/As tasyás ecc.; indi le equazio- ni indo-greche che riflettono le primitive, p.e. mrtá-s ya : Bporó-0'1o : : mrtá-ya-s : Bpora/A-s. XxX Accanto al suffisso derivativo—me/o, riferito nel num. VIT, appare il complesso—e/o-me/o, che supplisce come dimostrativo in tutti i Numeri e Casi in scr. il pronome asau, masch. femm., adas neut. “que- gli e quella, quello”, aftatto isolati come Nom. e rispettivamente Nom. Acc. del sing., ma colle figure amú— e ami nel resto della fles- sione. A me par chiaro che s'abbia am' + le cousuete particelle dittiche eu/ú, ei /1, e 1” am anche isolato in varie funzioni. Una di tali funzioni s'asconde in quellaffisso plurale di Gen., che suol darsi in figura proto-ariana come—óm superlungo. Tutti concordano nello spiegare questa quantitá come risultante dapprima dalla fusione dell” —o uscente dei temi cos1 fIniti coll” iniziale dell'afíisso; e il ve- dico caráthám “delle mandre” (colla pluti di—ám cioé—a—am) attesta il fatto e ad un tempo dimostra che l'estensione di-—ám, —v,— o/úím latino, a tutti i temi e davvero analogica: pad—ám, tod-áv, ped—um da proto-ariano ped—óm ecc. Ma la quantitá trimora non risulta giustificata se non s'ammette che sin dal proto-ariano 1” —óm, staccatosi dai temi in—o e applicato poi a tutti gli altri, siasi di buon” ora riappiccato ai temi in—o, risultando cosi—o + 06m = óm e generalizzato dapprima in tal forma. Anche nei pronomi aggettivi il Gen. plur. ebbe l'affisso—óm, ma la parte tematica preposta par che in ser. sia stata pel masch. un ta—2, pel femm. un ta-s, con 1 ed s pluralizzanti, o addirittura la forma stessa del Nom. propagata ad altri Casi, indi te-s-ám e ta-8-ám. In greco il Gen. plur. femm. 74 “uv, róv e dorice Táv, d in regola; peró il masch.—neutro Tóv pare senz'altro una fusione di tema e Vaffisso, to + ev, dífficilmente 7o (j) 4 ov. NelPitalico, in ispecie nel latino, € il Gen. —ta-=s-o / úm che attrasse gli altri due Generi, onde [i s—] tarum e cosl aquarum ecc., umbro pracatarum, “munitarum”, osco senza rotacismo egmizum “rerum”; indi [is-]tórum, e poi anche equórum donórum e via dicendo, SULLA DECLINAZIONE ARIANA 303 T'elemento eo/m?”, ser. am, riappare finale come afforzativo in piú formazioni, ad esempio nei pronomi scr. ay-am iy-am di base ei “questi, e in ah-—am, tuv-am vedico da *tú—, tv am, gr. tyóv yá (o isterogeno per analogia alle finali di verbi tematici, onde *yó (v) Myo in tyó(v)Aéyo), toúv laconico, tvv [-n]omerico ecc. (egó, e tú lat. senza particella, come dorico 7ó, attico vv per imitazione dell Acc. vé=rPe), Parimente i Dativi mahyam e tubhyam “mihi, tibi” tornano ad origi- narj Loc.“ *ma(g)hi e *tva—, *tu-bi, come l'avverbiale riflessivo svay-am (gr. d=3wvo-—1), ampliati con—am. Negli affissi casuali, oltre di alcuni Loc. Yi sing. femm., riappare—am nel Dat. plur. dei pronomi personali posposto all'affisso —bhi, asma—bhy-am “a no”, ma aggiunto all'ampliato—bhi + a nelle Strum. Dat. Abl. duale di tut- ti i temi, ava—-bhyam, come agva—bhyam ecc. XI Anche la costituzione del Locativo plur. m'ha sempre suscitato qualche dubbio non tanto per i noti affissi—su /¿, quanto per la - specifica natura della parte tematica che li precede nella due lingue, indiana e la greca. Anzitutto il vero esponente locale o díttico e di certo la solita coppia u/¿ piú volte ricordata, notando solo che u € proprio del ser. In questo appunto si ha il contrapposto sing., p.0. vege = vega + ¿= gr. Fotkow — lab. vic = veice-4 e plur. vecesu = vega-i-s-u (gr. Folko-a- >), femm. senasu “negli eserciti”, gr. úpaci 'Adévnor ecc. Anche per tal formazione, come pel Gen. plur., pare che il prototipo sia appunto nei numerosi temi in—0/a, al cui Nom. plur., caratterizzato come plurale generico cogli affissi-¿ ed-s (cfr. num. VIII) fra loro commisti, si aggiunsero localizzanti 1 ditticii/u : toio tos, tas e taz, onde tor—s + u contaminato —tesu ser., tas-u femm., indi agvesu “nei, fra i cavalli', rro" (ma v. piú sotto), senas-u succitato ecc. Le due finali,—s—u scr.,— 9 gr., si propagarono tosto ai temi semivocalici e poi anche ai consonanti- ci, e in ambedue le classi gli uni e gli altri si ridussero in forma de- bole per Paccento delle particole u/¿ originariamente quasi staccate, puri-s-ú trób/e-o=a, pitr-sú morpá-o nima-su Ovépa-oL dai temi puri— rróder-, pitar—marép-, niman—B8vopav/r—, e cosi pat-sú, toral morí da pat)d—, od —ecc. ecc. La persistenza di v intervocalico non sará da un fantastico accoppiamento su + i, greco—cP,-ee1, ma da semplice imitazione analogica dei tipiin cui normalmente era—“-da-00 -—, ro8o-aí e morí, érmeo-a0 émeoi e simili. Nei temi in-o, poi anche in-3/7, 304 F. Q. FUMI ci fu in greco un'antica confusione del Loc. plur. collo Strumentale originario, che per tutti i temi usciva in—bhis scr., palese pluraliz- zamento di—bhi, gr.— $: ecc., e per soli quelli in—a fini per uscire in—as (at + s, a rigore un Dat. sing. pluralizzato con mutata funzione pel sincretismo di Dat. Abl. plur. in—bhyas), greco—o / ous, indi anche—4/ns (—e /ns non esemplato, ma pur presupposto da e/9o Loc. fittizi di grammatici e di epigrafi). La confusione condusse di buon ora ad trrows su Úrrmowoi (v) come ad pass ed óparar, col puro Loc. %paci, Iáracaios, Siknor ecc, Osserveró di passaggio che al Loc. plur. dei femminili come senasu, risponde in ser. una forma sing. senayám “nell esercito”. E' per sé manifesto che la figura del Loc. dovette essere * senái, con—a aftorzativo esemplato anche nell'avestico, e vi rispondono xapal gr. , Romai lat. ecc. La figura *senaya sarebbe riuscita eguale ai Dativi sing. masch.—neutri quali devay-a “al dio”, yugiy-a “al giogo”, e se ne differenzió col aggiunta del noto appiccagnolo—am, indi Y uscita-am. E questa si propagó ai femm.! in—i1, —ú, che, abbreviandosi di regola queste vocali e mutandosi in semivocali, dettero i Loc.Y in -y-im,—v-am, nadi “fume”, vadhú donna”, Loc. sing. nadyam vadhvam. Ma i veri temi semivocalici possono avere questa forma analogica di Loc."” femminile, e in genere la forma in—au. Non v'ha dubbio che—au e riduzione di originario-—av—¿ Loc. di temi in—u, sunav-1 vedico “nel figlio”, poi suna-u', dal tema súnu—; di qui la uscita si propagó anche aj temi congeneri in—+, agna-u del tema masch. agni—“il dio Agni, ignis” e persino ai femm.!! cha escono ad libitum in—au o in—am, matau o matyam dal tema mati—*pensiero, opinione?, dhenau o dhenvam dal tema dhemu—'*vacca” (veri temi in al /u). > 0 Chiudo questi rapidi cenni con un altro sul duale indo-ellenico. Questo Numero fu sin dalle origini e vie piú nelle singole lingue poco vitale, all'infuori della voluta significazione di parti corporee od esterne realmente doppie. Tuttavia in alcuna delle lingue derivate dai dialetti proto-ariani si verificó qualche tentativo di raggiangere pel duale la varietá paradigmatica degli altri due Nu- meri. Ad esempio pei due pronomi personali il sánscrito dei Vedas tentó una flessione duale completa, che qui riproduco pel solo pro- nome di 1* persona, riconiando le forme casualmente inesemplase SULLA DECLINAZIONE ARIANA 305 sulle parallele esemplate del pronome di 2%, notandole peró con asterisco: Nom. avám “noi due”, anche áivim e vam. Acc. avám, anche vam. Strum. avábhyam (anche *avá, cfr. yuvi-datta—“dato da voi due”). Dat. Abl. avábhyam (anche avád /t Abl. a se). Gen. Loc. *avós = yuvós di 2% (*aviku * = yuváku * Gen. a se), poi aváyos. Unica enclitica nau (2% persona vam come gám di ygau). L'insieme palesa pia d'una imitazione €, p.es., uno Stram. in—a e un Abl. in ad |t son certamente calcati su maya, tvayá vedico tvi “per, o con me, te' e mad | t, tvad |t “da me, da te” e sui rispettivi plurali asmat, yusmat da noi, voi”. In ogni modo il duale, rimasto in scr. colle note tre figure e un'enclitica pei pronomi personali e colle sole tre forme sincretistiche per gli altri pronomi e pei nomi-aggettivi, si ridusse a due nel greco, a nessuna nell'italico, all'infuori delle reliquie fossili duó e ambóú = dva dvau e ubhau scr. —5%%+ áupo greci (forse anche octo =$xtw —astau ); le quali ultime del resto erano si poco sentite come duali, che ebbero in latino, una flessione plurale, duo | irum duo | abus ecc. Anche in greco che pur conservó od estese 1'—o ai temi in --o e per analogia 1'—a, non n, finale tematica, tud xopáa come rro $%po, nulla rimase delle altre due forme casuali con- servate in scr.; ma per Gen. Dat. adattó probabilmente un Caso moribondo, uno Strumentale, gia commisto con altro Caso vicino a morte, il Locativo, entrambi del plurale e vivissimi in scr. in tal Numero e colla rispettiva funzione; onde Svoiw Svoiv Sveiv gjá in Omero e il secondo trasmesso ai varj dialetti sino alla xowvf, e cosi irrrouv imrroiv, e su questi tipatv xópaw, da un originario immroL -|- y eufonico, ma sentito desinenziale. Il vero e genuino duale mosse appunto dal tema significante due”, onde il ser. dvau e dva modelló per Nom. Acc. (e Vocativo) su di sé quasi tutti itemi, sol che 1'—a nei derivati femminili u- scenti in—1/u e nei semivocalici decadde in una vocale mormorata, che suole scriversi 2, e si fuse col suono precedente allungandolo. Il greco segni per tutti i temi, eccettuati quelli in—0/3/n, una via sna propria, presentando un— + finale, talora fuso con vocale divenuta uscente di tema, p.e. ¿sn “due cittá' da * Fácrre/nP-e E'ovvio pen- sare che il neologismo sia ab antiguo un puro adattamento alle uscite in o/a della uscita plurale— es, colllomissione, cioé, del sigma finale. Quanto all'- scr. nei neutri pel Nom. Acc. (Voc.) nel 306 IG UML duale credo sia il noto scadimento di-— 4 in—ae continuato abitual- mente per quella vocale ¿ e invece per ú greco-latino; e l*—á attesta originaria identitá neutro-femminile, rispettivamente singolare il femm., plurale o collettivo il neutro. Ho detto sopra che il duale mosse, a parer mio, da alcune forme, assunte di buon'ora in funzione casuale, di una base significante due. Il riflesso indiano ci dá: Nom. Ace. (Voc.) duviú dviú masch., duvé dvé femm. neut., ma in composti dvi—-, p.e. dvi-daca S4-S5exa, onde risulta che—u/¿ aggiunti a dvá sono stati dapprima i noti dittici afforzativi. La base per consequenza si puóo ricostruire in un d*%4u—ó, poiché la quantitá ancipite dell" —o finale e attestata, p.e. in dva—¿ neutro-femm., in 8% omerico accanto a 5%, in dva-ya —'doppio'= omerico $0w —ecc. Omettendo lo scadimento dvi, che € gr. 81, —lat. dui—, bi- (scr., dvipad—, Surob-, biped—), forse analogico sul numero seguente tm, par chiaro dall'iniziale ser. duv..., gr. Sev— [Tepos], che base primissima o radice sia stata appunto deu. Per una volta m'azzardo ad etimologizzare eguagliando questa base a quella dei graduativi scr. dav-3yas- e dav-istha— del positivo dú=ra- “discosto, lontano?, fors'anco dei greci Se0-po e Sev-o-pae “mi scosto, temo” ecc., e immaginando che nell'infanzia del linguaggio proto— ariano, certamente sorretto dalla mimica, all” uno cioé “questo” ser. eka—, lat. oíno-, gr. sem— “raccoito” accanto ai lat., sem-—el, sin-guli ecc., si contrapponesse un “distinto=quello' per esprimare il due. Tornando al concreto troviamo in ser. pel Gen. Loc. duale del nostro due la forma stessa dei temi in—o/a, propagata ad altri, ciod Puscita—os : dvayos, quanto dire *dvay-aus. La prima parte puóo considerarsi tematica, in funzione anche locativale per 1” 1 (y) finale, ma la seconda parte—aus non si spiega se non supponendo un Gen. a tipo dittongale come gos del tema gau—“bove, vacca”, quanto dire un proto-ariano *d 0u-—s, e per contaminazione e sincretismo un dvo-i-ous continuato nel ser. dva-y-os. Nei tre Casi indiretti, Strum. Dat. Abl., appare onnigenere l'affisso multiplo—bhiam vedico, —bhyam comune, di cui fu cenno al num. X, e che ritorna anch'es- so in tutti i temi. Iquali in ser., il solo in causa, appariscono in forma debole se uscenti in semivocale, in liquida e in nasale (agni—, dhenu,- pitar,- naman, indi agnibhyam, dhenúbh., pitrbh., namabh., e in ant, —vant ecc. vadad—bh., del tema vadant— “parlante”, ma colla lun- ga tematica intatta vadhu—bh., nadi-bh., (come i radicali bhru—bh... dhi-bh.) e del pari i femminili in—a (sena-bh.). Ora questa finale 4—bhyám che é comune ai tre generi, come quella in—a-yos per Gen, SULLA DECLINAZIONE ARIANA 307 Loc. e quella in—au masch. ,—e neut.-femm.'* per Nom. Acc. (Voc.) in tutti itemi in—«, dimostra chiaramente che l'unico prototipo dualizzante su cui si foggiarono per gradi dapprima i suddetti temi, a cominciare dai pronominali, e poi tutti gli altri, fu quella specifica che in scr. rimase nelle figure dvau m., dve neut. femm. per Nom. Acc. Voc., dvi-bhyiam comune per Strum. Dat. Abl. e dvayos comune per Gen. Loc. AA Si quid novisti rectius istis Candidus imperti; si non, his utere mecum. Horati Epist. I. 6. N. B.—La trascrizione in caratteri latini delle voci sanscritiche + quella adottata nel mio Limen Indicum, 3* edizione; Milano 1903, nei Manuali Hoepli. SOBRE LA MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS ? POR A. F. MAUNOURY. PRIMERA CARTA Séez 15 de Marzo 1857. Señor: En la carta que me ha hecho V. el honor de dirigirme me pre- gunta cuál es la mejor manera de enseñar á los jóvenes las palabras de la lengua griega; y cuál es mi juicio sobre el Jardín des Racines grecques de Lancelot. Después de haber examinado con seriedad ambas preguntas trataré de contestarlas empezando por la segunda. Parece á primera vista que no pueden alegarse dudas acerca de la excelencia de una obra que es clásica en Francia desde hace dos- cientos años. Todos los libros que se usaban en los colegios en el siglo xv11 han sido rehechos ó abandonados, sólo el Jardin des Racines grecques se ha sostenido hasta nuestra época, y aún se le reimprime hoy libre de toda alteración, como una de las glorias de Port Royal. ¿Cómo hubiera podido sostenerse esta obra, recitada con asidui- dad por los alumnos y leída por profesores—caso de estar mal he- cha—en nuestras casas de educación durante dos siglos enteros, desde 1657, fecha de la primera edición, hasta el año de gracia 1857? He ahí poderosos precedentes en su favor. Puesto que me pregunta V. por esta obra, paréceme que no está V. enteramente convencido de su mérito. No me sorprende su vacilación. Cuando me introdujeron mis profesores en ese Jardin célebre me asaltaron dudas que perseveran aún. Se nos repetía con Rollin «que era un buen método para apren- der las raíces griegas el presentarlas en verso francés, que este ejer- cicio no nos abrumaría y que ncs daría una facilidad increíble para la comprensión de los autores». 1 Cartas á un Jefe de Institución. He creído de mucho interés para la enseñanza de la lengua griega dar á conocer estas hermosas cartas que demuestran el saber profundo de Maunoury y su dominio de dicho idioma; por lo mismo que estuve unido á él por amistad sincera quiero honrar su memoria publicando estas páginas, —J, M. D, 3 MANERA DE APRENDER LAS PALA BRAS GRIEGAS 309 Lleno de confianza en mis maestros, y de veneración hacia Rollin, anhelando con pasión saber el griego, seguía dócilmente los consejos que se nos daban. Siempre tenía un Lancelot en mi bolsillo; hasta lo estudiaba en vacaciones. Pero después de haber llenado mi cabeza de un buen número de décadas, no la sentía llena de mucho griego, y para mayor chasco, no advertía que este ejerci- cio me hubiese dado extraordinaria facilidad para la comprensión de los autores. Por más que repasaba en mi espíritu "AcfóAn, suie A ramoneur; 'Atáypuxios, tardi sans pour; 'AxaAion, ortie et béte; "Y5w, dit, chant; v8ns, pocte: BéuBné, sabot, gouffre en grand vent; Kóyis, punaise et ver puant; á pesar de tan bellos versos, que nadie sabía mejor que yo, com- prendía poco la lliada, poco la Ciropedia y nada la Olintianas. Se hubiera podido decir que Homero, Jenofonte y Demóstenes con malicia suprimían las palabras de Lancelot ó que les daban un sen- tido diferente al que yo sabía de memoria. Sospechaba algo. Posteriormente encargado de enseñar el griego, examiné con atención la obra y todo quedó explicado. Puesto que V. desea conocer mi opinión, voy á expresarle los motivos que me hacen pensar que el Jardin des Racines grecques, lejos de ser una obra maestra, es un libro anticuado. La primera cosa que tuvieron que hacer los autores—porque bien sabe V. que fueron dos los que compusieron ese pequeño volumen: Lancelot coleccionó las raíces, y las rimó Le Maistre de Sacy—la primera cosa que tuvieron que hacer, fué elegir los vocablos que debían admitir en su colección. ¿Se hizo bien la elección? A fin de que los niños aprendiesen con más rapidez las raíces esenciales, y á fin de no abrumar su memoria, de la que nunca debe abusarse, fué necesario suprimir de la lista todas las raíces que no les sirviesen. ¿Para qué hacerles aprender áprpov, cuerda y Sica, estiércol ? ¿kiSágn, zorra, y kúBndus, hacha? ¿noderpáv, pisotear, y Atrro, desear? ¿HoAyós saco de cuero y mixépiov, manteca ? ¿pañós, claro, y $:Ms, flau- ta, et calera, et cetera? Se puede leer Tucídides, Homero, Jenofonte, Plutarco, Herodoto, Sófocles y Demóstenes de un extremo á otro sin hallar una sola vez uno solo de esos vocablos; como se puede nacer en Francia, vivir un siglo y morir sin haber oído pronuneiar ressut, malart, mandore, marmenteaux, lacerne y méniane. ¡Ridícula 310 A. F. MAUNOURY idea la de un extranjero que comenzase el estudio del francés apren- diendo esas palabras! Limitando su lista á las raíces útiles, Lancelot suprimió qui- nientas palabras, ahorró á su amigo el hacer quinientos versos y á los alumnos aprender quinientas décadas. En una preciosa colección de raíces publicada en la misma época el Padre Labbe limitaba su lista 4 mil setecientas diez y seis palabras y bastan. ¿A qué, pues, enredarse en términos que sólo se hallan en los glosarios ó en libros viejos desechados que nadie lee? Se dirá tal vez, que Lancelot quería ser completo. Lo siento mucho; pero si tenía esta manía, ¿por qué omitir voces verdadera- mente útiles como váxopas, nadar; fpádos, miembro; rádas, antigua- mente; Táliv, de nuevo; alyepos, álamo; rrekéa, Olmo; koúpos, joven; kokeós, vaina; kpéas, carne; kóas, vellón; y muchas otras que figura- rían mejor en la lista que «cxakis, horca; ánts, orinal; rakúbn, sera de higos; erápipos, PUNzZÓN; parrpwros, rufián, seductor; Bpévdos, pájaro y pavdúxn, el cuero y la piel? Tanto más cuanto que fpévdos no es un pájaro en general, sino cierto pájaro marino de que habla Aristóte- les! y pavdáxn no es «el cuero ó la piel », sino una marca hecha con hierro rojo sobre la grupa de los caballos. Es sensible hallar contra- sentidos en ese librito clásico. Pero los hay; abundan y es el se- gundo reproche que le hago. Léese Tpurás, nariz en forma aguileña, pero ypuros no es una nariz, es la forma. Tpvrós es un adjetivo y no un sustantivo. Lan- celot debía haber puesto: Tpvrós, encorvado, aguileño, que tiene la nariz aguileña, gekriimmt, eine Habichtsnase habend, como Passow con todos los diccionarios del mundo. No es esta la única equivocación, pues más adelante se halla: «"Exvpos, lugar seguro, fuerte, castillo», sin embargo éxvpós es un adjetivo que significa seguro, fortificado, co- mo corrige, con razón, Regnier en sus notas. En la misma década vemos aun: «“Ewhos, carne recalentada». Por tanto, ¿w“kos es un ad- jetivo que acostumbra traducirse por lo que queda de la víspera. To- ma Lancelot por compensación un nombre por un adjetivo: «“Ayos, santo». “Ayos, siempre sustantivo y nunca adjetivo, significa objeto de honor ó de veneración. Concretémonos á la letra T. Léese aún: «Tapfpos, primo». Mas yapBpos, que viene de yápos, es yerno, cuñado, siempre un pariente por afinidad y nunca un primo. Léese aún: Tevo, gustar. Pero es yevouas el vocablo que significa 1 Ot ámo 0adácrons Lóvres rokMépio. ádAñkois olov Bpévdos kal Aápos, aves que cibum sibi a mart petunt, invicem dissident, quales anas el gavia, (Hist, A., 9, 8.) MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 311 gustar. Sería preciso traducir en la activa: Tevo, hacer gustar, dar á gustar, como observa muy bien M. Hamel, sabio profesor de la Facultad de Tolosa. Léese: «Tpáv, esculpir». Ponga ypáw, comer, roer. Tpáw, comedo, écdio, dice H. Estienne. Tpáw, nagen, essen, dice Passow y todos conocen la autoridad de Passow. Léese: «Tépew es plein, chargé y remplit». Tache chargé y remplit porque es yepito el que tiene esa significación. Té“o es siempre neutro. FEnmiende así: yépew, es pleín, chargé; y ponga un ripio para terminar el yerso. y Léese « Prnfév, dar alegría al mundo». Trnféw siempre es neutro. Ponga pues yndéw regocijarse, como lo interpreta Hesiquio: Tndéo, xaípo; y como traduce H. Estienne, gaudeo, letor. Léese: « Tapyaípew, brillar y lanzar». No. Escriba: TPapyalpo, estar lleno, voll sein wimmeln von etwas, dice Passow. Léese en un fragmento de Cratino: 'AvSpúóv áplcrov ráca yapyalpe róls. Hay quienes dan á yapyalpo la significación de brillar; yo se la dejo, porque sospecho que ese vocablo puede tener alguna relación con papualpw, papyapirns y Popyó. No significa lanzar. ¿Cómo siendo tan raro este verbo y tan difícil el fijar su sentido lo ha incluído Lancelot en su lista recargando nuestra memoria? No siendo raro el vocablo yeívopos, nacer me pregunto cómo han podido traducirlo Lancelot y Sacy por hace y va. ¡Dos contrasen- tidos! Se diría que el helenista y el poeta han querido cada uno poner algo propio. Tales son Jos principales contrasentidos que he notado en la le- tra T una de la que contiene menos vocablos. Júzguese del resto. ¡Ocho contrasentidos en seis décadas! Si quisiese continuar este examen, mostraría en cada página los mismos errores. ¿Alguien lo dudaría? Ensayemos. Abro al azar y leo: «Pd%vo, prevenir, obtener, llegar». Bórrese obtiene. Continúo la misma década: «Pdíw, secar, comer, corrom- per» P0u nada seca y á nadie come, sino destruye, corrompe. Con- tinuemos «Pháto, estar en cólera». Contrasentido. «PoMs, piel ». Contrasentido. «PóAMus, fuelle, bofetón». Contrasentido. « Ppoveiv gustar». Contrasentido. «Pviácoo, huir». Contrasentido. «Xáfo, privar, comprender». Contrasentido, contrasentido. « Xakérrw, per- der: Contrasentido, contrasentido. Tenemos seis décadas seguidas y once contrasentidos. No se suprimirá una. Esa es la obra maestra que ha sobrevivido á tantas revoluciones 312 A. F. MAUNOURY clásicas. ¡He ahí esas décadas inmortales que fueron en otra épo- ca más estudiadas en nuestras escuelas que los poemas de Homero! Y eso que no tacho los términos oscuros próximos al contrasen- tido. Por ejemplo, Lancelot traduce Añxvdos por imágenes, aceite- ras. ¿Es un adorno de tocador, de arquitectura? No. ¿Es un adorno en general? No es eso. Esun adorno del discurso, un falso brillo, lo que Horacio llamaba ampullas y lo que nosotros lla- mamos estilo ampuloso. ¿Cómo podemos adivinar eso en esta tra- ducción grosera: Añxvdos, vinagera, adorno? Se lee además « PóMus, bofetón, fuelle, saco, bolsa, blanca (maille)». ¿Podremos suponer que maille sea en este caso una pequeña pieza de moneda como en la frase proverbial: ¿l n'a ni sou ni maille? <+Ppé en Lancelot es «el ruido de las olas que resuena ». El sentido verdadero de ¿plé no es el ruido sino el erizamiento de las olas. Desde el segundo verso hallamos «'Aáto, exhalar, aspirar». Bastaba la primera palabra. Yo aspiro es muy equívoco; porque áúgo no significa aspirar el aire sino por el contrario exhalarlo: mit offnem munde ausathmen (Passow) * Son innumerables las faltas de esta índole, hallándoselas en cada década y casi en cada verso. Pregúntase uno cómo ha podido el sabio Rollin aconsejar á los jóvenes que aprendiesen de memoria ese libro dedicándole los cuatro años más bellos de sus estudios. ¿Vale la pena el consumirse durante cuatro años para grabar en su memoria tanto contrasentido, falso sentido de palabras inútiles y barbarismos ? Sí, hay barbarismos en dicho libro. Si la acusación es grave la prueba será incontrastable. ; Desde la primera página del Jardin des Racines grieques, al prin- cipio de la segunda década se lee: «'Ayáw, admirar en suspenso » 'Ayáv no es griego. Los griegos de todos los siglos y de todos los países han dicho áyapa. que expresa la misma idea, mas era preciso que la primera página estuviese manchada con barbarismo. En la segunda página, al principio de la quinta década se lee: «"Añw, saciar». Homero emplea en la /liada ¿ea ácacdas, dpévas, saciar, que se supone proceder de un indicativo presente ás, sin ejemplo; pero úsv, saciar, es un barbarismo. En la página tercera, nóvena década, se lee: « Aloipoóv, gastar ». 1 Un pasaje de Aristóteles no deja duda sobre el sentido de esta palabra. “O uróv - s LÉ , E 0 , , AA sx 5 »: m m 13 : EA > ” kivel TOV GéPa ovxk G0póws, ÚAMA Dia orevod rod aróparos, ó Se húLfov G8póov Exrrvel, qui eflat, non universum aéra movet, sed ore angustiori expellit; at quí exhalat universum exspiral. (Probl,, 34, 7.) MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 313 Este vocablo se emplea únicamente en sus compuestos ávairipóo, karasoripów, como perfectamente lo observa M. Hamil de acuerdo con Passow y Pape. El que pusiese en latín cello por excello, perce- llo 6 antecello pondría un barbarismo. De acuerdo con el mismo principio, ¿cómo se llamaría á atoipovv? En vano que Quintiliano exclame: Prima barbarisimi feditas absit. (Inst., I, 5.) Lancelot nos ofrece otros. Citemos con rapidez úAsév por áASalvo, aumentar; áxMoxo, tomar, en vez de áMoxopas, ser cogido; ápw por ápapicro, ajustar; Bów por Pórko, pacer; Bpóvke por BiBpórko, comer. No puedo dejar pasar á «féo, hablar». ¿A qué imaginarse un falso presente fpéw? ¿Será para explicar el futuro pasivo pedioopas ? Este futuro pasivo se forma del futuro activo ¿pó. Como el sonido de ¿pOfopar desagradaba al oído, se puso la e después de la p, la que produjo pedñoopas, ¿Ppé0nv. Nada tan conocido en griego como esta metátesis. Aconseje á sus alumnos que aprendan bien «Ayo, ¿pó, elrov, decir; futuro pasivo peéñoopar»; que lo reciten perfectamente; «pépo, otro, ijveyxov, llevar; futuro pasivo ole8fopas. No recitan en latín fero, tuli, latum, sin preguntar si tuli viene de tulo Ó latum de lo? ¿Quién ha soñado con derivar stravi de stro Ó perculi de perculo? A esos barbarismos debemos añadir oxú por éxo, tener, dlyuo por Oiyyávo, tocar; dópw— por dpúrko, COTrer; kixéo por kixávo, alcanzar; ¿mropar por decoyar, Ver; $pw por ¿pvvps, excitar. El poeta cabalga en plena barbarie. Unase también áxy por áxn, punta; oropeiv por cropévvvui, exten- der; ¿dio por ádivséw, rodar; q0tyyo por egéyyopas, hablar; xéto por xáfopas, retirarse. Aman tanto el barbarismo Lancelot y su compañero que hasta se meten en la traducción francesa: «Aáxvo, mort comme une mátine;» mátine, barbarismo. «Tpvuros, nez en forme aquiline;» aquiline, barba- rismo. «Káveoy, mouche, et fait conopée»; conopée, barbarismo. Concluyamos esta lista con repeiv, horadar, por rerpaívo, y no tra- temos ni de úyxal, los brazos; ni de rupós, ciego; ni de pa, tierra; ni de éro, decir; ni de Opávw, sentarse; ni de ¿kevdo, 27; ni de ápos, alguien. Dejemos ¿v (con espíritu suave), tv (con espíritu fuerte), Síxw, [eúyo, púo, podéw y pokíoko., ¿A qué señalar Svnui, trórvios, Hpepos y pévo? Nose acabaría. Razón ha tenido para afirmar M. Blin— profesor de la Universidad—que el alumno que ha estudiado ese 314 A. F. MAUNOURY libro lleno de errores sabe muchos barbarismos y muchas voces des- usadas con un gran número de falso sentido y contrasentido. * Algunos temerosos de confesar que han aprendido y han enco- miado tonterías, quieren justificar á Lancelot suponiéndole que da la raíz pura, es decir, la sílaba ó sílabas que forman Ja raíz de la palabra. Semejante excusa es inadmisible, porque une á la raíz una desinencia que hace un vocablo. Así la raíz primitiva de O:yyávo es OIT; y Lancelot da díyo como un indicativo presente. ¿Es griego ó no este indicativo presente? Noloes. Luego es un bar- barismo: barbarismi feditas ! Por tanto hasta los primitivos que nos da son muy dadosos, aun como primitivos. Júzguese por un ejemplo. Nos dice en su estilo: «”Ayxal, los brazos, hace áyxáda». Yo preguntaría por qué pone el plural á¿yxádas, ¿'Temerá que el singu- lar áyxády que se halla en Platón no sea buen griego? Singular es- crúápulo en un hombre que nos pone resueltamente úykal, dyáw, y xó! Le preguntaré en seguida ¿necesitaremos de este áyxat? ¿Nos lo da como el nominativo del adverbio áyxas (in ulnis)? ¿Es que un adverbio no puede pasar sin nominativo? Mas si este adverbio áyxas fuese el acusativo del pretendido nominativo úyxal, la final as sería sin duda larga. Se sabe que es breve: 'Aykás ¿háfero Buyarépa iv (Il. v., 371). Parece que Opiano, no creía eu su nominativo áykal, porque ha puesto en dativo de plural ¿yxáci |. Pero ¿por qué el adverbio áyxas no se ha formado inmediatamente de la desinen- cia adverbial as y de la sílaba radical ATK que expresa la idea de curvatura, como se ve en áyxos, áykúlos, áykúpa? ¿Viene por ca- sualidad árpépas de árpépas, dvópaxas (le ávSpaxal, ipépas de ipépar? Bas- taba dar úyxóxy que es griego y dejar á etimologistas y lexicó- grafos disputar sobre áykal que tiene más de barbarismo que el primitivo. Lo mismo digo de Aavv. Aáúv, jouit de la chose Aavv de Aáw se compose Aquí hay dos versos y tres equivocaciones. Aúv gozar es un contrasentido. Aavv un barbarismo. Aaúvw Ó más bien ámoláveo ni se compone ni viene de dáv. Examinando atentamente el uso de ese verbo se ve que su significación primitiva no es gozar, sino reco- 1 Manuel des radieauzx de la langue grecque p. VIT (chez Dezobry et E. Magdeleine). 2 Koúpov... Sep Te kal áykaciv ¿urrepvóra (Opp. Hal. 11, 315). MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 315 ger de, percipere ex. Así se dice: árokaúcew tivos áyabov Ó kaxóv perci- pere aliquid boni vel mali ex aliqua re. De modo que árolaúwv es sinó- nimo de árolapBávo. Con algunas nociones de etimología se nota que AAYv se forma como Aapfáve del aoristo 22 ¿ AAB-ov. La B del radical AAB se ha cambiado en F entre los eolios y en Y en los de- más dialectos. Así áro-AaB-éiv y áro-AaP-ew Ó áro-AaY-ew, son el mis- mo verbo. Los griegos modernos no distinguen sino por el acen- to árokdafeiv de ároldavew que pronuncian apolavín y apolávin. Es claro que kaúv no viene de dúáv. Pero de que sea griego el compuesto ármodaív, ¿se deduce que el simple haya existido? Si á Lancelot le agrada admitir en griego un primitivo Aaúw, porque se dice úrokdaúv, yo admitiré en latín un primitivo cipio porque se dice percipio y un primitivo hibeo porque se dice exhibeo. Caso de nou molestarle esta discusión, me permitiré, señor, citar un último ejemplo de esos primitivos. «Epa, por tierra se traduce esta palabra». He oído á una persona más entendida que yo disertar sobre ese punto. Pretendía que ¿pa no es una raíz completa; y que si lo fuera se diría ¿pavde Ó épnvSe como se dice kAwrinvse, en tanto que ¿pate Ó ¿pas-5e (in terram ) está solo en uso. ¿Por qué el acusativo de plural ¿pas, preguntaba él? Declaraba el sabio que la s forma parte integrante de la raíz; demostraba que EPAZ2 no es más que un vocablo hebreo que pro- nunciaba arets ú erets, en alemán erde. Hallaba también una curio- sa relación entre la palabra terra y esta raíz, que invertida, da tserra, derra, terra. Me citaba aún la palabra inglesa earth y la sánscrita DHARA. ¿Tenían fundamento sus observaciones? Lo ignoro. He aquí lo que pienso: dado que los griegos no conocían más que pate, mejor es atenernos á pate, pura, sin ocupar á los estudiantes COn épa ni ¿pas que de seguro no son griegas. Felizmente no se necesita del hebreo ni del alemán para demos- trar que los barbarismos de Lancelot desnaturalizan la lengua griega y traen confusión. . Confusión. Supone en un mismo verbo dos formas semejantes con dos significaciones diferentes, no existiendo más que una sola forma y una sola significación. Así nos inventa un indicativo pre- sente cxó, que en nada se diferencia del subjuntivo de aoristo 22 rxó. Al hallar el alumno este vocablo en su autor preguntará: cxúó significa tengo Ó tenga? Lo mismo kixtw significa assequor Ó assequar? ¿0 significa sum Ó sim? Vana perplejidad; caso de que el joven des- conociera á Lancelot sabría que el subjuntivo sólo es griego. Razón 316 A. F. MAUNOURY tuvo Quintiliano para decir: «Von assuescat, ne dum infans quidem est, sermoni quí dediscendus sit.» (Inst. L, 1.) Confusión. A pesar de su reputación de sabio helenista le su- cede á Lancelot que suele enredarse en la conjugación. Así des- pués de haber dicho que « repetv, horadar» añade más adelante. « Terpáv, agujerear» Tepetv y tirpáv no son dos raíces, ni dos verbos. Desde luego repetv es un infinitivo que él se imagina para servir de raíz á repnSóv, gusano de la madera. Debería entonces inventar otro para explicar el futuro Tpfce, y otro para también explicar el aoristo 22 ¿ropov. Yo no hablaré ni de repeiv que no es griego, ni de rirpáv que tampoco lo es. Yo daría sólo la palabra vulgar rurpalvo; después demostraría cómo la sílaba TEP produce rirpaívo; horadar (por m-TEP-alv-w); el futuro rpico (por TEP-écw); el nombre TEP-qS0v gu- sano de madera; el aoristo 2% ¿-TOP-ov por el cambio regular de la e en o; el verbo TOP-evv, agujerear; en fin el verbo rirpócko, he- rir atravesando (por rt. TOP-9k-w de donde por metátesis necesaria ri-TPO-0k-w y en fin rerpório). Un pequeño número de reglas acla- “an la formación íntima de multitud de vocablos, los aproximan á su origen y señalan la moderna significación. Después de haber separado lo que está unido, Lancelot unirá lo que está separado. Confusión. Ha hallado un procedimiento que le permite ofrecer en la misma palabra el barbarismo y el contra- sentido. He aquí un ejemplo curioso. «So, ordeñar, nutrir, poner, castigar, correr. ¡Lengua singular en qne un solo vocablo significa tantas cosas diferentes! ¡Qué! ¿Ordeñar una vaca y alimentarla se expresan con la misma palabra? ¿Correr y ordeñar serán la misma palabra? ¿Correr y poner el mismo vocablo? ¿Castigar y alimentar la misma dicción? Tengamos la seguridad que tal jerga no ha sido hablada en ninguna parte, como no sea en Babel. Mas no sucede así con el griego, la lengua más preciosa, la menos equívoca y la mejor hecha para expresar los más delicados matices del pensa- miento. Lancelot traduce 0á, de cinco maneras, es decir que incurre en cinco contrasentidos. Contemos. 1% Desde luego 04, el verda- dero 0% ro tiene más que una significación y no está en Lancelot. 0% no es un presente, ni un indicativo, sino un subjuntivo de aoristo. 0% que significa en Lancelot ordeñar, nutrir, correr, po- ner, castigar significa en griego que yo ponga y nada más. El grie- go de los griegos era más claro que el de Port Royal. 2% Para expresar yo corro decían dv que jamás contraían en 06. 3% ¿Cómo MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 317 encontrar castigar en 866? Ningún verbo de forma análoga presenta este significado. Es un enigma que nadie adivinaría. Pienso que ésta es la explicación. El sustantivo 6% significa imposición de impuesto, de multa, de pena y como rífnue (abreviado en 86 por Lan- celot) desgraciadamente ha producido dv, Port Royal impone á ese verbo la significación de castigar. 4* y 5% En cuanto al sentido de ordeñar y de nutrir se halla únicamente en las gramáticas 0fca:, amamantar, cuya media '9o0a., usada entre los poetas, significa chupar: “Exrop pev Ovnrós re yuvaixá Te Oñoaro patóv (Il, 24, 58). El pre- sente activo de los aoristos fica. y 0roda, sería 0áv, si existiese. ¿Pero á qué darle uno, siendo así que los griegos prescindían de él? ¿No era ridículo forjar barbarismos bajo pretexto de regularizar la len- gua? ¿Qué diríamos de un alemán que enseñase de este modo el fran- cés á sus compatriotas: «Je mourrai es el futuro del presente Je mours, tu mours, il mourt? J”iraí es el futuro del presente JP ire, tu ires, il ire. Aller es el infinitivo del presente J” alle, tu alles, il alle? » Este alemán no sería más absurdo que Lancelot cuando nos da Jos presentes 0, ¿Acúdo, rxúó, úlSéw, kixéo, Bíyo, dópo y un conjunto más de vocablos que el oído griego nunca ha escuchado. Podría V. haber dado á sus alumnos ciertas ediciones en que los buenos helenistas (Regnier, Hamel) han rectificado la mayor parte de esas faltas en notas exactas. Al menos los jóvenes no se equi- vocarán; pero ¿no parece que habría un poco de crueldad en decirles: «he aquí tonterías, se os advierte; sin embargo aprendedlas»? Confusión. «Sáv, luit, dit óte la vie». Bella lengua la de los griegos! Entre ellos la misma palabra significa brillar, hablar. Ese pueblo filósofo entendía que la palabra es una luz que ilumina el alma cuando hiere el oído. Así es como razonan los escritores franceses fiados en Lancelot. Pero si su aproximación honra á su espíritu no hace mucho en su reputación de helenistas. Páv signi- fica brillar, jamás ha significado hablar. Es qgnut la que tiene esta última significación. ¿A qué, pues, confundir dos verbos en uno contra el querer de los griegos? ¿Por qué se mezcla un tercer verbo que en nada se parece? ¡ Páv significando quitar la vida! Si lo afir- ma Port-Royal, se equivoca Port-Royal. El aoristo érepvov es el que significa matar; forma y raíz que es imposible confundir con dús. Confusión. «"Ayo, conducir, romper Ó provocar». ”Ayu significa sólo conducir como el ago de los latinos jamás romper. A áyvvp: per- tenece esta última significación. En cuanto al sentido de provocar, 318 A. F. MAUNOURY no es, como se lo imaginan los escolares, un vocablo belicoso; no se trata de un adversario que desafía á su rival. Es una expresión muy pacífica, un término de medicina: áyewv xoAyv, ciere bilem, pro- vocar la bilis, purgarla, expulsarla por el emético Ó de otro modo (Diosc ). Confusión. «Kócxiwov, criba ó gallina ». ¡ Qué! ¡ kórkiwov es una ya- llina! Es una criba como antes sé ha traducido. ¿De dónde ha sacado que sea gallina? Cierto que algunos lexicógrafos hablan de un plural masculino kóckiwvo. con la significación de aves pero tam- bién advierten que es griego de corral. Confusión: «Aaíew, aprender, quemar y festejar». De estos tres significados quítese el primero y el último y queda quemar, único significado de Saíew. Aprender es Séñao, ¿Sánv, Safvas. Festejar es Satopas, Saívugr, Saívvpas según que se dé el festín Ó que se asista de comensal. Para Port-Royal bien Ó mal todo ha de ser en e y nada en pu. Véase como se embellece la lengua con 0s, to, kopú, Salw, dpe, okedó, rerá que adornan todos los cuadros del Jardín en vez de Ti0nua, Umpe, kopévvvjp, Salvuj, Spvup, okedávvupa, rrerávvvpa ! Confusión. «"Ao, herir Ó dañar, soplar y ventear». Primera- mente jamás se contrae úáo, herir, dañar. Segundo, en vez de ús los griegos usaron siempre ¿np soplar. Confusión. Termino con un ejemplo final. «Illáv, gustar, ad- quirir y aliarse». Observemos que ráv no es más griego que reró. Hay un aoristo éracápnv y un perfecto rérapo. poseer. ¿Tienen presente? No se les conoce. Aun tenemos raréoja., gustar, comer. El aoristo de este segundo verbo es también ¿ravápn», pero los grie- gos que no quisieron confundir ambas dicciones tenían el cuidado de distinguirlas por la cantidad. Pronunciaban breve la prime- ra a de áracápnv, yo gusté, y larga la de ¿nacápnv yo poseí. En cuan- to á aliarse no hallo este sentido en ningún verbo análogo. ¿De dónde sacó Lancelot esta significación? Imagínome que la habrá hallado en el sustantivo ras, aliado. ¿Por qué, pues, en este caso no ha dado á ráv el significado de aliarse, habiéndole formaáo como ha creado ckedáv y reráv, como ha inventado diyo y dópo, como ha en- gendrado pokéw y 65, como ha fabricado xuxéo, to, exó y tantas otras palabras que Hesiodo y Homero no tuvieron la dicha de conocer, encantadoras flores que tan sólo brotan en el Jardin de Port-Royal ? Queda probado no sólo que el Jardín de Raíces Griegas, es un li- bro anticuado sino que ese librito es una colección inagotable de barbarismos traducidos por contrasentidos, MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 319 Justo es reconocer que todas esas equivocaciones no se pueden imputar á Lancelot, pues que algunas ha tomado de obras de su tiempo, en el que había un griego convencional, llamado inusitado, es decir, griego que jamás había sido escrito ni hablado, un griego que no es griego, que tenía curso entre los gramáticos, escoliastas y lexicógrafos y del cual se servían para regularizar el verdadero griego. Tan pronto como notaban la más insignificante excepción á las reglas establecidas, en seguida imaginaban un primitivo en desuso para explicar la derivación. Así ¿hafov venía, según ellos, del inusitado MáBo, Añyopa: de AñBo, olrw de olw, rveyxov le ¿véyio; bo- dos los verbos en pi: de un primitivo en eu, gnul de qáv, ri0nu de dv. Era un laberinto en que se dificultaba reconocerse, una con- fusión en que la memoria de los alumnos se enredaba, y cuando los mismos profesores querían escribir dos líneas en griego, raro era cuando no se deslizaba algún barbarismo. Este método extra- vagante, que condenaba al alumno á aprender no sólo lo que es griego, sino también lo que no lo es, duró hasta nuestro tiempo. Burnouf, que distaba bien de aprobarlo, no se atrevía á librarse de él. Permítaseme indicar que la primera gramática de la que se desterraron esos barbarismos, fué la que publiqué en 1845. Hoy los primitivos inusitados han sido abandonados, al menos en la teoría. Se empieza á desterrarlos de los libros clásicos: gramáticas, diccionarios, comentarios. Merced al Jardín de Raíces Griegas se conocen aún esas jergas que debieran estar olvidadas. La Universidad, que aún conserva dicho libro, no desconoce los defectos; saltan á la vista de todos los helenistas que ocupan las cátedras de las Facultades, liceos, cole- gios, así como de los seminarios. La deja en su programa espe- rando algo mejor como consejo que se da á los profesores y alum- nos para que insistan en el estudio de las raíces. Me preguntaréis si cabe en lo posible enmendar esta obra. Mu- chos se han encargado de esto. Uno ha señalado las principales faltas en notas estimadas; otro ha arrancado los ripios; otro ha borrado el mayor contrasentido y señalado con una cruz los barbarismos. Se nota en las gestiones realizadas que cualquie- ra pudo habernos dado una colección de raíces muy superior á la de Lancelot; pero mientras más concienzudo es el trabajo mejor prueba que cuando una obra es mala en cuanto al fondo, no se pue- de enmendarla sin rechazarla. ¿Vale la pena rehacer ésta? No lo pienso. Creo lo mejor dejar 320 A. F. MAUNOURY este libro tal enal es, pues aun cuando apareciese una nueva colec- ción de raíces bien elegidas, sin barbarismos, sin contrasentidos, un verdadero jardín bien plantado, aún me daría pena de aconse- jar su uso en las clases. Un diccionario, rimado ó no, siempre es una nomenclatura fas- tidiosa; resulta una cosa difícil de aprender. Todas esas palabras sin importancia se escapan de la memoria con más ligereza de la que eutran. Exigiréis á un niño una década y acabará por reci- tarla, pero á medida que pasa á la segunda olvida la precedente; y cuando las repasa, las primeras borran del espíritn las últimas. Lo que se obtiene es hacerle detestar el libro y odiar el griego, salvo que se halle dotado de felicísima memoria. Hay muchos jóvenes que no tienen memoria para recordar las palabras, y sólo aprenden lo que comprenden. Como poseen la me- moria del juicio que vale más que la obra, conservan las cosas sen- satas; retienen lo que les parece interesante, útil, noble, razonable. El método de Lancelot desalienta á esos espíritus sólidos que for- man siempre la mayoría de una clase. No sólo desprecian esos versos ridículos, sino que se les hace duro aprenderlos, pues se ha- llan faltos de hecho y de pensamiento y por muy buena voluntad que pongan y algún esfuerzo que hagan, jamás llegarán á conservar en su memoria dos mil ciento sesenta versos, compuesto cada uno de cinco ó seis palabras aisladas, sin formar sentido alguno. He alí lo que nos indica la razón. He aquí lo que muestra la experiencia. Al fin de sus estudios, los mejores alumnos los que han alcanzado las más bellas coronas, conservan apenas restos de esas décadas que son por lo general más raras Como: "Axóvn, queux fait couper net. ”"H0o, passe eau par un chausson "Ovos, PVáne qui si bien chante. Jl resto se olvida como si jamás se hubiera aprendido, y el tiempo empleado se ha perdido. Queda el testimonio de Rollin en pro del libro, del método. Su juicio es grave en lo que la lengua latina se refiere; pues en cuanto al griego, ¿no disminuye el mismo la autoridad de sus consejos, cuando en su artículo sobre esta lengua opina «que de todos los estudios que se hacen en los colegios, éste es más fácil, el más corto, el que asegura mejor ei éxito?» A pesar de la autoridad de Rollin, todo el que sepa algo de griego confesará que no es éste un estudio MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 92 fácil y corto. Se ha seguido su método con fidelidad, aún se ense- ña el Jardín conforme á sus consejos. En muchos lugares se ad- ministra á los estudiantes todas las mañanas una dosis de esas raíces amargas. ¿Acaso se reconoce el efecto maravilloso de esas píldoras? ¿Es cierto que dan una increíble facilidad para la inteli- gencia de los autores? Los que han asistido á los exámenes del bachillerato pueden darnos noticias. Si bien en tiempo de Rollin se sabía perfectamente el latín en los colegios, creo que conocían el griego un poco menos que hoy. No era la época de Dionisio Lambin, de los Adrianos Tur- nebe, en que los jóvenes escolares como Enrique de Mesme leían después de comer, por diversión, á Sófocles, Eurípides, Aristófanes y Demóstenes. Los estudios griegos disminuyeron en importancia. El mismo Rollin, excelente latinista, no era un fuerte helenista, otros así lo han probado, bastando el capítulo que consagra á esta lengua en su Traité des Études para sospecharlo. Los que quieran aprender el griego seriamente, les aconsejo que busquen otro mé- todo. Declaro que respeto mucho á Rollin y que estimo su experien- cia, su gusto, su juicio. Pero el método que recomienda tiene, á mi modo de ver, un defecto muy grave: el de no contribuir absoluta- mente á formar el espíritu del alumno. Le convierte en una má- quina de repetición de palabras, todo lo que resulta contrario al fin que uno se propone haciendo aprender las lenguas clásicas á los niños. ¿Acaso no se quiere ejercitar el juicio y pulir el gusto, co- locando ante sus ojos excelentes modelos en cuanto al estilo y al pensamiento? Búsquese en Lancelot estilo y pensamientos. En- contraremos « Aaós, peuple est sonvent bien grue; Aowyós, mort, mal grand á merveille; Aixavos, le doigt tout montranut; Bpoxm, pluie a; Aáxvo, mord comme une mátine; Aíya, soif court au pota lPeau; "Hrreipos, continent, non íle. Kréás, un peigne á peigner lá téte; Mvxávw (léase káopos ), meugle en bosuf ou vache; » y miles de análo- gas pobrezas. Véase también con cuánta repugnancia aprenden los jóvenes estas simplezas cuando al obedecer se vengan escribiendo en los muros. Ce que dit Lancelot est fade et rebutant; L'ésprit rassaslé le rejette A instant. Me he extendido en el Jardín de Raíces Griegas más de lo que hubiera querido; sin embargo, falta mucho para que se agote la ma- 322 A. F. MAUÑNOURY teria. Con ello he dicho lo suficiente para que pueda V. de por sí apreciar la obra de Lancelot, y juzgar si obtendrían con ella algún provecho sus alumnos. Examinaré en mi segunda carta si no hay mejor método que el suyo. SEGUNDA CARTA Séez 19 de Marzo 1857. Señor: Me entero, con placer, que ha sido bien acogida mi carta, no sólo por parte de V., sino por todos los profesores de su casa. Los motivos que he desarrollado o han hecho más que confirmar, se- gúm parece, el juicio que tenía V., desde hace tiempo del Jardín de Lancelot. Esta obra nada vale. Son sus defectos tan graves y tan nume- rosos que resulta incorregible. Aún no está resuelta la principal cuestión: ¿qué pondremos en su lugar ? Me permitirá proponerle, señor, el sustituirla por buenos auto- res griegos, en vista de que las palabras griegas se aprenden lo mismo que las de otras lenguas, por el uso, es decir, explicando, traduciendo, leyendo, releyendo, confiando á la memoria los bellos pasajes de los prosistas y poetas. Así es como se estudia el grie- go en Alemania y en Inglaterra, donde tan bien se le conoce como en Francia. Si las palabras griegas son numerosas, se aprenden con particular facilidad por causa del maravilloso mecanismo de esta lengua cuyo rico vocabulario sale completamente de un peque- ño número de raíces. Es muy útil estudiar esas raíces de una ma- nera especial, pero no será en una lista rimada en la que aconseje á conocerla. Basta con que los alumnos las adviertan en los auto- res á medida que las encuentran. Jouvency comparando los dos métodos juzga de este modo el nuestro opera ac tedii minoris est. Este método dará buen resultado si el maestro posee perfecta- mente los principios de la formación íntima de las palabras y de su derivación. Al explicarla á sus alumnos les enseñará poco á poco, no sólo las raíces, sino hasta los derivados. Es preciso que enseñe: 12 el valor de las terminaciones en los nombres, adjetivos y verbos; 22 las modificaciones que sufre el radical en la derivación. Les mostrará, por ejemplo, como «dévos, fuerza, engendra á-00ev-ys, dé- bil, d-adev-éo, ser débil, á-00év-ea, debilidad, á-cdv-ó0, debilitar, MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 323 á-odév-wois, debilitación. Provisto de esos principios, el alamno adi- vinará por si que AoBn, libatio, viene de AeíBu, libo; ápwyy, socorro de ápfyow, socorrer; óAxós, surco, de ¿lxw, arrastrar; sabiendo que ávdos quiere decir flor, dará inmediatamente la significación precisa de AvBnpos, ávBivos, ávbixos, ávdéw, ávdito. Conociendo Áá Aúw no vacilará sobre la significación de Múcis, Aúsipos, Av-rhp, ni sobre la de Aúco, Avdiopa Ó Avérvas. La derivación no es más que una extensión de la conjugación y de la declinación. Si el maestro cuida de recordar de tiempo en tiempo las reglas, de aplicarlas á los pasajes que in- terpreta, acabarán los alumnos por saber todas las palabras usuales que forman el fondo de la lengua y cesará el empleo del diccionario en los estudios. Este método es el procedimiento natural; esta marcha es segura, cómoda, propia para todos los espíritus. Peso ¿dónde hallar esos principios acerca de la composición, derivación de las palabras? Como sólo los he visto esparcidos aquí y allí en los filólogos me perdonará V., señor, que le indique mi Gramática griega en la que los he reunido. Esté seguro, señor, que doscientos versos de Homero sabidos de memoria con las reglas de la derivación y de la composición bien comprendidas sirven más á un alumno que todas las décadas de Lancelot y todas las centurias del P. Labbe. A la derivación hay que unir la etimología de las palabras lati- nas y francesas, pues una multitud de palabras ha pasado del grie- go á esas dos lenguas. No deben aprenderse, sólo reconocerlas y anotarlas. El que sabe el latín y el francés por ello sabe una mul- titud de palabras griegas. No se advierte siempre á primera vista, la relación del arroyo con el manantial. Enséñese como olvos ha dado vinum, como ólxós ha hecho suleus, como paxillus viene de rároalos, parvus de raúpos, viscum de lios, sylva de vin, serpo de ipro, lupus de Míxos. Esas observaciones etimológicas sirven de mucho á los alumnos y he notado que siempre les interesa. Mayor progreso harían si retuviesen todo lo que se les enseña de griego. En general los niños comprenden fácilmente, aprenden rápidamente, olvidan con prontitud. Confíese en su inteligencia, pero desconfíese de su memoria. He creído por mucho tiempo que el arte de enseñar era el arte de hacer comprender, pero la expe- riencia me ha demostrado que es esencial unirle el arte de hacer recordar. Con este motivo daré dos consejos que puede que no sean inúti- les para los profesores que comiencen. 32 A. F. MAUNOURY Es preciso que los alumnos repasen lo que han aprendido. Es preciso que el maestro sepa con habilidad hacerlos volver sobre sus pasos, sin cansarlos. Su atención siempre vigilante debe suplir á su natural ligereza; quisiera que cuando vacilasen sobre una pala- bra ya vista, que les mostrase el lugar donde la vieron. Debe á veces resumirles en un corto sumario y en griego una historia que hayan explicado. Debe á veces hacerles extractar, so- bre un capítulo, notas gramaticales, observaciones literarias, obser- vaciones morales, de modo que formen el gusto, el juicio y el co- razón velyviendo á ver esas páginas que se desea que sepan. Otras veces fijará un día para precisar cuestiones en griego so- bre ciertos pasajes, debiendo contestar de viva voz con las palabras del autor. En ciertas épocas del año deberán sufrir un examen sobre uno óú dos cantos de la Jliada, sobre una Vida de Plutarco, sobre una homilía de San Crisóstomo ó una arenga de Demóstenes. Hay muchos otros medios que un maestro ingenioso y celoso hallará y aplicará convenientemente, si establece en principio que lo que no se ha aprendido más que uña vez no se sabe. La memoria de los niños es como una tela limpia sobre la cual el pintor más hábil no podría de un golpe producir un cuadro como en un daguerrotipo. El artista extiende primero una primera capa que viene á formar el fondo, después dibuja los rasgos principales y después aplica los diversos colores uno junto al otro, uno á través del otro y por con- siguiente uno después del otro para darle á cada uno el tiempo para fijarse. Un canto de la Ilíada por más bien explicado y pre: parado que se le suponga, no se grabará de una sola vez en la me- moria de un niño. Las bellezas poéticas, las palabras, las combi- naciones de sintaxis que encierran vendrán á depositarse por capas por causa de diferentes lecturas hechas tranquilamente y á distan- cia úna de otra. El segundo consejo que doy es el de fijar la atención del alum- no en las palabras que no le son familiares. ¿En qué consiste que los niños aprenden pronto la lengua de su país? Porque sienten la necesidad de saber. Permítaseme una comparación vulgar, pues hará comprender mejor cómo actúa la naturaleza y cómo debemos nosotros mismos actuar. Un niño ve una manzana, la mira con avidez, desea comerla. No sabe el nombre; la indica como puede. Se le adivina y al dársela se pronuncia la palabra manzana. El la repite con alegría y como ha deseado saberla, como espera servirse MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 325 de ella, no la olvidará más. Si V. hace que los jóvenes sientan la necesidad de retener las palabras que leen en los autores, la re- tendrán. Para ello, dícteles, de vez en cuando, algunas frases compuestas con palabras que hayan visto, ordéneseles que las traduzcan inme- diatamente á la vista sin abrir el diccionario. Una versión hecha sin diccionario llena de placer y da alientos á los alumnos que triunfan, haciendo observar mejor las palabras desconocidas á me- dida que las encuentran, pensando que tal vez algún día podrán tener necesidad de ellas. No conozco nada mejor para hacer fijar la atención de los alum- nos sobre las palabras griegas que hacerles reproducir de viva voz un texto griego sobre una versión. Entre las manos tienen un texto y una versión que nunca estudiarán bastante: quiero hablar del Evangelio de San Lucas. Hágaseles reproducir diariamente dos ó tres versículos de la Vulgata. Este ejercicio fácil no le será menos provechoso que si se aprendiesen esos versículos lle memo- ria. Más tarde, repetido ese trabajo con Jenofonte ú Tucidides, dará el resultado de hacerles sentir la elegancia y la perfección del estilo de los buenos escritores. Sentir la belleza de los escritores griegos, he ahí un punto de gran importancia. Cuando llegan los jóvenes á ese estado no hay necesidad de impulsarlos, corren de por sí, estudian voluntaria- mente lo que les encanta. El gran mérito de un profesor es el en- señar cosas buenas y hacer amar lo que él enseña. Que elija bien sus autores y que se dedique á hacer comprender más las bellezas que las dificultades. Si los jóvenes de establecimientos públicos y particulares saben hoy poco griego, no hay que buscar la causa muy lejos; es que no quieren saber más. Apodérese de su voluntad. Trátese de incul- carles el amor por esta lengua, explicándoles con interés los más bellos pasajes de los mejores modelos. Cualquiera que sean su método, su gramática y su diccionario, si no tienen una voluntad hacia el griego, nada se podrá hacer contra ella, nada sin ella. Sé que antes que yo se han dado la mayor parte de esos conse- jos. Puede queno se hayan practicado, en cuanto al griego, con bastante constancia. Preciso es que tengan los profesores gran li- bertad sobre la manera de dar su clase. Seimus, el hane veniam petimusque damusque vicissim. Si se busca un resultado, si se quiere que los jóvenes no traba- 326 A. F. MAUNOURY jen en vano, es preciso que haya concierto entre los maestros, de modo que uno recuerde lo que otro ha enseñado y continúe lo que su predecesor comenzó. Es preciso que el labrador labore; ¿de qué le servirá haber preparado la tierra? Su esfuerzo será inútil si el sembrador no siembra, Ó si el segador no siega. Los planteles en que es mejor la enseñanza son aquellos en que todos los maestros tienen las mismas convicciones, las mantienen y se entienden mejor. Los medios que acabo de exponer producen buenos efectos cuan- do se aplican en forma constante. Siempre queda en el fondo del espíritu un pensamiento que surge siempre: «Puesto que el in- menso vocabulario de la lengua griega sale todo de un cierto número de raíces, ¿no sería ventajoso estudiar esas raíces por separado? » Confieso que la idea es justa, y ella es la que ha dado éxito por mucho tiempo al Jardín de Lancelot. Por falta de otro mejor se tomó y conservó ese libro. Se hace como un viajero apurado que para evitar un rodeo trepa una cuesta escarpada. Diga lo que quie- ra, se fatigará y no llegará al fin sino después de otros viajeros que han andado con paso igual el circuito de la ruta. Si la montaña estuviese horadada, visible es que el camino sería más corto. Necesario se hace buscar un método que sin fatigar á los alumnos, les lleve con prontitud á la memoria las raíces. ¿Este problema es posible? Creo, señor, que hasta se ha encon- trado. El P. Buenaventura Giraudeau, jesuíta, que vivía en el último siglo, había indicado un procedimiento ingenioso y muy ex- pedito, que Schrevelius había ya ensayado antes que él. Consiste en condensar las raíces griegas en un texto griego. Un ejemplo dará idea de este método curioso. 'Tomo cuatro palabras: Añxvdos, púpov, ropós, xsidos y los someto á dos procedimientos. Primer método: Hé aquí las cuatro palabras rimadas al modo de Lancelot: Añkvdos, un flacon dira. Múpov, parfum signifíra. Zogpos, industrieux et sage. Xe«hos, d'une lovre est l'image. Segundo método: Recordará V. este hermoso pensamiento de Sa- lomón: Vas pretiogum labia scientie. (Prov., XX, 15.) Pongo este pensamiento en griego con nuestras cuatro palabras, modificándo- las ligeramente: Zogo%, xelAn, púpov, Afikvdos. Los labios del sabio son un frasco de perfumes. MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 327 fácil es ver cómo este segundo método es más corto y fácil que el primero. Bien se graban las palabras en el espíritu con este noble pensamiento. Gusta el evocarlo y la idea hace recordar la expresión. Mas hay algo que se imprime aún más en la memoria que un pen- samiento, y es un hecho. Los principiantes aprovechan más leyen- do historias que discursos ú tratados morales. Las acciones sensi- bles, los objetos materiales, todo lo que tiene un cuerpo y que se encaminan á la vista, á los sentidos, 4 la imaginación, se fijan fá- cilmente en la memoria con las palabras que las expresan. Demos, un ejemplo de esta clase: Primer método: Voy á rimar seis palabras: Eúvploko, trouve en recherchant. Bpigos, est un petit enfant Keipas, gít, est couché, repose. Párvn, une créche nous exXpose. "Ayyedos, ange, messager. lo.uv, un pasteur, un berger. Segundo método: “O ayyehos elrre roís rrolpeoiv: edphcere Bpébos xelpevov év parvy (S. Luc. II, 2). El ángel dijo á los pastores: Encontraréis un pequeño niño acostado en un pesebre. Todos esos objetos se conservan en mi espíritu, retengo uno por el otro. Al mismo tiempo aprendo el dativo plural de rrovuñv, el futuro de «úpicko y el género de Bpépos, cosas todas buenas de saber y que el diccionario en verso me hacía ignorar. Permítaseme citar un ejemplo algo más largo; hará mejor apre- ciar la superioridad del segundo método. 'Tomaremos, esta vez, doce palabras: úxavBa, Báros, yiyvócko, Sévdpov, éxacros, los, xkapros, kúpios, Aéyo, aúxov, crapuvAn Y Tpuyáw, Primer método: “Axav8a, l'épine t'annonce. Báros, un buisson, une ronce. Tiyvórko, connaítre et juger. Aév5pov, est l'arbre d'un verger. “Exaorog, chacuan nous explique. "ISios, privé, propre indique. Kaprros, fruit que tu mangeras. Kúpios, Seigneur tu rendras. Aéye, dit, choisit, cueille et couche. Zúxov, figue douce á la bouche. EragvAn, grappe de raisins. Tpvyó, récolte blés ou vins. Segundo método: Todas esas palabras las líallo en un versículo del Nuevo Testamento: 'O Kúpios Aéya: “Exaorrov SivBpov ¿xk roú lólov A. F. MAUNOURY 9 pubs ¡57 kaprroú yivóoxeral: od yap dE áxavdov ovAMyovai orúxa, ovde xk Bárov Tpuyúdi orapvAiyv (S. Luc., VI, 44). El Señor dice: Cada árbol es conocido por su fruto propio. Pues no se recogen higos sobre espinas, ni uvas sobre zarzas. Esos ejemplos bastan: prueban, creo, que el segundo método hace que las palabras se aprendan con más prontitud, con más agrado, con más seguridad que por el primero. Además se advierte que ejercita la inteligencia del alumno, no violenta su memoria, llama su atención sobre las formas de la declinación, de la conju- gación, sobre la composición de las palabras, sobre la propiedad de los términos, que se aprenden mejor en un texto que en un diccio- nario. En fin, muestra las reglas de sintaxis á la vez que adorna el espíritu con hechos útiles y buenos pensamientos. Como el texto que contenga esas raíces sea bien elegido, puede contribuir á for- mar el gusto del alumno tan bien como si explicase á Luciano ó Plutarco. Las tres frases que acabo de dar encierran más de veinte raíces en cuatro líneas de texto. Imagínese uno una serie de trozos que las reuniese todas, cuán preciosa no sería esa colección para la en- señanza. Sin embargo Giraudeau y Schrevelius no han podido hacer que su método se adopte; ¿cuál puede ser la causa ? Desgraciadamente las setecientas veinticuatro frases de Schre- velius no se parecen á los ejemplos que se acaban de leer; son obscuras, insignificantes, llenas de barbarismos; y el poema de Uli- ses, compuesto por Giraudeau, obra que podía ser encantadora, no vale más. Esos dos helenistas escribieron en pleno reinado de los primitivos desusados. La prosa del uno no es más inteligible que los versos del otro. TERCERA CARTA. Séez 27 Marzo de 1857. Señor: La opinión del sabio helenista, su amigo, que se ha molestado examinando la pequeña Antología, no me sorprende en modo algu- no. Es natural que un hombre que lee á Tucídides, Anacreonte y Plutarco, halle en ellos más elegancia que en ciertas páginas de MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 329 esos mismos escritores arregladas por un normando del siglo xIx. Todos aprobarán su gusto. Mas de ahí parte para comprometerme á rehacer mi colección, y á no admitir sino extractos de antiguos autores sin alteración alguna. La actual obra le parece correcta, juicio que es para mí de gran honor y estima. Añade, que si siguiese su idea, la Anto- logía sería toda de un estilo excelente, perfecto; cada trozo sería un modelo. En esto siento no participar de su modo de pensar; una colec- ción hecha según ese plan sería una obra muy larga, extraordina- riamente enojosa y por tanto inútil. Piénsese que en vez de cuarenta páginas para estudiar, se tuviesen doscientas. ¿Cómo habrían de llenarse? Habría necesidad de tomar pasajes que en- cerrasen dificultades serias, frases llenas de helenismos, ó que aisla- das fuesen obscuras, insignificantes. Preciso sería buscar esas pa- labras donde se hallasen, arrancar, por decir así, esas raíces con el terreno en que están plantadas. Un pedazo cortado de un diálogo de Platón; otro de un tratado Aristóteles; un fragmento de una historia de Plutarco; un peda- cito de égloga recogido en Teócrito ó Bion; cinco ó seis líneas toma- das aquí y allá en Herodoto; otro tanto en Jenofonte, en Tucídides, en Polibio ó en Demóstenes; versos arrancados uno á uno, dos á dos, tres á tres de los poemas de Homero, de las comedias de Aristófanes, de las odas de Píndaro, de los coros de Sófocles y de Esquilo; todo eso puesto confusamente sin unión, haría algo interesante y fácil de comprender? ¿Sería una guirnalda de flores ó un zarzal de es- pinas ? Si se quieren hallar las raíces griegas en un texto corto, que atraiga, fácil de entender, ya que los antiguos no han hecho ese texto, es preciso que los modernas lo hagan. Viendo que los hábiles desdeñaban este humilde trabajo, en él he puesto la mano. He registrado los antiguos para tomarles lo que entraba en mi plan. Los he abreviado, modificado, según la necesidad, antes que cansar ó escandalizar á los niños. Inmediata- mente he recogido en algunas máximas, en dos Ó tres cuentos he- chos por mí, las palabras que se hallaban esparcidas en los escritores de la antigúedad. He ahí mi trabajo; si resulta correcto, nada más pido: ello basta para el fin que se desea alcanzar. Las palabras de su amigo, el excelente helenista, son demasiado benévolas para que me atreva á quejarme. No es á él á quien 330 A. F. MAUNOURY contesto sino á ciertos hombres á quien oirá V. condenar mi libro por el solo hecho de ser griego moderno. ¿Hay en el fondo tanto inconveniente de poner en mano de los jóvenes alumnos algunas páginas en griego moderno, si él les da la pronta inteligencia del antiguo? ¿Apréndese el latín por el antiguo? ¿No nos hacían, nuestros maestros, sin escrúpulo, estudiar el Epi- tome Historic sacree, el Appendiz de Diis, el De Viris, el Selecter e pro- fanis, los Diálogos de Erasmo? En todo eso hay mucho latín nuevo. Y en el mismo griego, ¿no son las Fábulas de Esopo, admitidas por todos, un poco nuevas ? Más allá del Rin, país helenista, han tomado la misma libertad que yo, y volúmenes de griego moderno ó modernizado se han he- cho clásicos. Dejemos que afirmen los prosistas que es imposible á un moder- no trazar sobre el papel una frase que sea griega ó latina. ¿No han pretendido ya que nadie había escrito en francés desde el siglo xy11? Después de todo no se trata de saber si mi prosa vale tanto como la de Tucídides, sino si un niño que lea mi prosa puede entender pronto á Tucídides. No he soñado hacer un modelo, sino un ins- trumento, una llave para llegar á los modelos. La de Lancelot no ha hecho más que descomponer la cerradura. ¿Abre la mía? He ahí, señor, toda la cuestión. Si abre, ¿qué importa que sea de hierro Ó de oro, que venga de Atenas Ó de Séez? Esta llave abre y prontamente, con tal que el que la use sepa dar la vuelta. ¿Cuánto tiempo se necesita para estudiar la Antología, para sa- berla, y con ella las raíces griegas? Eso depende mucho de la diligencia y de la aptitud del alumno. Sin embargo, pudiera de- cirse que tratándose de un niño con memoria á quien se enseña por separado necesita, por el método recíproco, cerca de dos veces treinta Ó cuarenta horas bien repartidas de trabajo. Después de eso nada en plena antigúiedad. He hecho la experiencia. Una clase, en efecto, va menos de prisa, pero no es menos cierto que una clase entera pueda seguir este método y llegar un poco más tarde á este mismo fin. Parece que tal resultado debiera suavizar la sentencia lanzada contra todo griego moderno, sobre todo si se piensa que esta sen- tencia es ella misma más moderna. En efecto, los oídos helénicos se mostraban más pacientes. Hoy toda frase les hiere saber que haya sido pronunciada por una boca contemporánea de Platón. Sólo soportan la armonía de Tucídides, MANERA DE APRENDER LAS PALABRAS GRIEGAS 331 la dulzura de Isócrates, la nobleza de Demóstenes, la delicadeza y la gracia de Jenofonte; y sin embargo, ayer mismo, esos mismos oídos, dotados de tan exquisita sensibilidad, oían zumbar los bar- barismos de Lancelot sin aparecer ofendidos ! Puedo confesar, señor, que se puede aprender el griego limitán- dose al estudio de los modelos, como hacían nuestros padres antes que Lancelot. Pero este método es largo, no puede negarse, sobre todo en nuestra época, en que se desea aprender muchas cosas en poco tiempo. No tengo necesidad, señor, de insistir sobre la ventaja de des- embarazarse pronto del diccionario, ni de hacer la apología de un libro que V. aprueba. .........s. ................o.. .............. ... rr... ....... .....a ........... .......”.”. noo... ......... ... so... .... ..... sor... ..o o... .. o ................ o... o... ....o.....s .ron..ono.an..o.rras.no.oo...o ................. 1. .... ..... ....................rons..o..s PROYECTO DE EDIFICIO PARA «BIBLIOTECA NACIONAL Y ESCUELA DE BELLAS ARTES» 1 POR EL 8R. HILARIO DEL CASTILLO. Y AVI Arquitecto. El objeto del presente proyecto, es la construcción de un edificio que se destinará á Biblioteca Nacional y Escuela de Bellas Artes. Descripción general del edificio. —El edificio en cuestión, constará de planta baja y piso principal, formándose además en el sótano al- gunos locales que serán destinados á vivienda de empleados, servi- cios sanitarios para los mismos, almacenes generales y talleres de encuadernación é imprenta. La porción de edificio que corresponde al frente ó fachada prin- cipal es la que se destinará á Biblioteca, correspondiendo á Escuela de Bellas Artes la porción correspondiente al frente ó fachada pos- terior. Compónese la planta baja en la parte que corresponde á la Bi- blioteca, de un vestíbulo de entrada, precedido de un pórtico al que se llega por una gran escalinata que ocupa todo el frente del mismo. El acceso á la Escuela de Bellas Artes se verifica por una escali- nata que conduce á un vestíbulo, á ambos lados del cual se encuen- tran los locales para conserje y portero y las cajas de escaleras de subida al piso principal. Los demás locales que forman la planta baja son los que se ex- presan á continuación: correspondientes á la Biblioteca, además del vestíbulo de entrada antes mencionado, existen la sala de pasos perdidos; locales para conserje y portero; locales destinados á cajas de escaleras; locales para catálogos, libros nuevos y Despacho del Auxiliar del Bibliotecario; sala de obras de gran valor; salas de lec- tura; depósitos de libros; toilette para señoras y caballeros, y pasillos. Los locales que en esta planta corresponden á la Escuela de Be- llas Artes son: Aula de Arquitectura; Estatuaria y Museo de Ar- quitectura; Taller de Escultura, Vaciado y Modelado; Aula de Dibujo Estructural y Arquitectónico; toilette para señoras y caba- lleros, pasillos, galerías y cuartos de profesores. 1 Trabajo presentado en el ejercicio del grado de Arquitecto y quese publica en la REVISTA por especial recomendación del Tribunal, "PER A de cia, > "e uy Y] ] < ] ? pes ' : hi ¿6 PA y => Ea) Sy f be ' e RN A : e AE 4 [ad y 3 PASE y o E] ved 1 ¿ ¡ 3 Á 6 Z € LA DE IN ad e IE Y) EXP) A E mm MH AN ml de INLIOTECA La) NAVAS ESCVE! sd Le A TO DE EG Proy PROYECTO DE EDIFICIO 333 Existen además tres patios, uno central y dos laterales, siendo mayor el primero de los mencionados. La planta alta se encuentra formada por los locales siguientes: Biblioteca.—A ésta corresponde la sala de despacho del Biblio- tecario, local para el despacho del Auxiliar del Bibliotecario, y ca- tálogos; sala para manuscritos, numismática y sellos; salas de lectura; salones para depósito de libros; toilette para señoras y caba- lleros, sala de pasos perdidos; pasillos, cajas de escaleras, gabinete del derecho de autores y gabinete particular de lectura. Escuela de Bellas Artes.—Compónese de los siguientes locales: Despacho del Director, idem del Secretario, local para Secretaría, Aula de colorido y paisaje; Aula de anatomía y modelo vivo, museo de pintura, antiguo griego; cuartos de profesores; locales de toilette para caballeros y señoras; galerías; pasillos; pasos perdidos y cajas de escaleras. Además existen tres ojos de patio, uno central y dos Jaterales. Generalidades. —La Biblioteca Pública es un centro de enseñanza popular, por lo cual se explica, que aun aquellas ciudades más pe- queñas posean Bibliotecas Públicas con mayor Ó menor número de libros. Por regla general, las pequeñas Bibliotecas tienen un número de libros que varía entre 20 y 30 mil volúmenes, poseyendo en cam- bio las grandes Bibliotecas millones de libros. Entre las grandes capitales de Europa que poseen magníficas Bibliotecas Públicas, cuéntase París, que tiene una serie grande de esos edificios; entre ellos cuéntanse: El Arsenal; Santa Genoveva; Mazarino en el Instituto: La Sorbonne; el Colegio de Francia; Es- cuela de Derecho; Escuela de Medicina; Escuela de Bellas Artes; Academia de Oficios y Conservatorio de Música; Biblioteca de los Ministerios; Senado y Cámara de Diputados; Palacio de Luxembur- go; Ciudad de París; etc., etc. Considérase que la Biblioteca Na- cional de París, tiene un aumento anual aproximado de 50,000 yo- lámenes. Actualmerte se considera que posee unos dos millones y medio. La más importante de las Bibliotecas de Europa, por el número y calidad de los libros que contiene, es la Nacional de París. La Biblioteca Imperial de San Petersburgo y la del Museo Británico de Londres, se considera que cada una posee un millón y medio de volúmenes. Las Bibliotecas cuya importancia y número de volúmenes se 334 HILARIO DEL CASTILLO Y AVILÉS expresan á continuación, han sido tomadas del tratado de Arqui- tectura de Cloquet. A A A AS 900,000 volúmenes. Da traza O 800,000 » AU E A 500,000 » ID A TR 500,000 » E O A 600,000 » Imperialide Viena.;...occmnootocodonos 400,000 » Universidad de Viena................ 400,000 » Buda pebeta donada desa 300,000 » CLACOVI e ON 300,000 » La gran Biblioteca del Congreso de Washington ha sido cons- truída para contener ocho millones de volúmenes, aunque actual- mente no posee el número indicado. La disposición de una Biblioteca debe estudiarse de tal modo en su distribución á fin de facilitar la clasificación, la conservación, la vigilancia y la distribución de libros á los lectores. Los edificios deben construirse á prueba de fuego y edificados ae modo que queden aislados por todas partes. Es muy conveniente alejar y construir aparte las habitaciones que corresponden á vi- viendas de empleados, pues en algunos casos se han originado incendios que han comenzado por dichos lugares, como ocurrió al Museo del Prado en Madrid, cuyo incendio se inició en las habita- ciones de los empleados de donde fué comunicado al resto del edificio. La sala de lectura que corresponde á una biblioteca, es el lugar de preferencia de la misma y debe construirse de tal modo que sus paredes carezcan en absoluto de humedad, pues esto es muy perju- dicial en términos generales. La iluminación deberá verificarse por ambos lados, y las mesas se dispondrán de tal modo que la luz éntre siempre de lado. Las salas destinadas á depósitos de libros, deben disponerse de tal modo, que los libros se conserven con toda seguridad y que pue- dan ser clasificados con un orden perfecto. La Biblioteca objeto de este proyecto, puede contener 40,000 volúmenes y sus salas de lectura son capaces para contener con toda holgura 400 lectores. La Escuela de Bellas Artes, es un centro de enseñanza superior, en el cual se explicarán Arquitectura, Pintura y Escultura. En el Aula y museo de Arquitectura existirán modelos, láminas PROYECTO DE EDIFICIO 335 y todo lo concerniente con este noble arte, además y en los Depar- tamentos y Aulas correspondientes 4 Pintura y Escultura se expli- cará colorido y paisaje, acuarela, perspectiva, anatomía, modelo vivo, etc., etc. Estilo arquitectónico.—El estilo general de este edificio, será el co- nocido usualmente bajo la denominación de clásico moderno, por ser este estilo, á nuestro juicio, el que más se adapta á esta clase de edificios. La ornamentación interior será de un estilo sencillo, por enten- der que el principal ornamento en una Biblioteca lo constituyen los escaparates, estantes y libros, y en una Escuela de Bellas Artes, los cuadros, esculturas, modelos, láminas, etc. etc.; pues otra de- coración haría desviar la atención de los concurrentes de aquello que constituye el objeto primordial del edificio. El mobiliario estará en consonancia con el estilo general del edificio. El edificio se rodeará en todo su perímetro por una acera de hormigón hidráulico de 3 m 50 de ancho. MODO DE EJECUTAR LAS OBRAS Replanteo. —Elegido de antemano el terreno, que deberá tener buenos puntos de vista á los efectos de perspectiva y que será alto, seco y de figura regular, se procederá á replantear el edificio, fijan- do con estacas que se clavarán fuertemente en el terreno, los nive- les y emplazamiento del mismo. Este trabajo se hará por persona competente, con arreglo á las reglas del arte y usando para ello instrumentos de precisión tales como tránsito y nivel. Antes de ejecutar esta operación se dejará el terreno perfecta- mente limpio y enrasado. Excavaciones. —Serán ejecutadas todas las excavaciones necesarias para la formación de sótanos, cajas de cimentaciones, fosas sanita- rias, aceras, enrases de pisos, etc. Se ejecutarán de las diferentes dimensiones que para cada caso se expresan en los planos, las excavaciones que corresponden á sótanos y cimientos. Las de cimentación se profundizarán hasta que se encuentre un subsuelo firme, bien sea arcilloso, compacto ó roca y que sea sufi- cientemente resistente para soportar la carga á que sea sometido en cada parte. , 336 HILARIO DEL CASTILLO Y AVILES Las cajas de cimentación serán bien ejecutadas y deberán que- dar limpias con sus paramentos perfectamente verticales y sus fon- dos á nivel. Durante la operación del zanjeo y á fin de evitar derrumbes de tierra que las ensucien, produzcan accidentes ó in- terrumpan el progreso de los trabajos, se acodalarán perfectamente dichas cajas. Rellenos. —Los rellenos que fuesen necesarios ejecutar para nive- laciones y enrases de pisos y otros fines propios en toda obra de importancia, se ejecutarán con tierra desprovista de materias or- gánicas Ó escombros que procedan de demoliciones. Los rellenos se ejecutarán apisonando fuertemente la tierra por capas que no excedan de 0.30 metros. Durante la operación del apisonado y al objeto que quede la tierra lo más comprimida que sea posible, se humedecerá convenientemente. Cimentaciones. —En los planos de sección correspondientes á este edificio se determinan las figuras que afectan las secciones en cada porción de estas obras. Para ejecutar estas obras de cimentación se emplearán encofra- dos que se formarán con tablones de pino de tea machihembrados de 13" á4 2” de espesor, fuertemente reforzados. Al colocarlos se cuidará de que su verticalidad sea lo más perfecta posible y que el eje del encofrado de madera coincida con el de la base Ó fondo de la caja de cimentación. Se preparará el hormigón en la proporción de un volumen de cemento, tres de arena de río limpia y cinco de piedra dura, picada en fragmentos no mayores de 4 centímetros. El hormigón se ver- terá en las cajas correspondientes, formando capas á nivel, las cua- les se mojarán al verter sobre ellas nueva cantidad de hormigón para formar Ja hilada Ó capa superior en caso de que hubiese fragua- do la anterior, con objeto de que las hiladas tengan entre sí perfecta adherencia, Una vez terminadas las cimentaciones se procederá en seguida á rellenar los espacios huecos sobrantes con tierra Ó escombros fuet- temente apisonados. Muros. —Todos los muros del edificio, con excepción de los tabi- ques. serán de sillares de cantería. Los espesores y dimensiones de los mismos se consignan en los planos. Los tabiques serán de ladrillos huecos y sus espesores se determinan asimismo en los planos correspondientes. La piedra que se emplee para la ejecución de los muros será de VINIVILIO1L/ AS DI, LA IIWMAD/ALN/A LI Y A MNAC LAI LL LU . Phu 10 DL DIDLIO 1 LC IN A LOUVULA LI DELLAS ARIES 4 ! y go TESIS FASA EL GRADO DE ARQUITECTO ; ze Ch SEA LI 4 deb rollo y di a qe Es ] ETA A E NIF RSIDMAD DET.AHARAT ONE DE INCENIEROS Y AROVITECTOS z E y e En . PROYECTO DE. BIBLIOTECA NACIONAL Y ESCVELA DE BELLAS ARTES SECCION * LONGITYDINAL CHA , ; ee 001 loo TESIS PARA EL GRADO DE ARQUITECTO 1 A é A E] Ñ : pl 14 dit a habla E de Aca so, La A / 22 ISA PROYECTO DE EDIFICIO 337 clase dura, bien sea la conocida por piedra de «Dubroc» de Ma- tanzas, Ó la de Jaimanitas de las cercanías de esta ciudad. Será de color homogéneo y deberá estar libre de grietas, oquedades, mate- rias terrosas y substancias minerales que las manchen ó que ya ge hallen manchadas. Al colocarse en obra la piedra deberá tener por lo menos treinta días de extraída de la cantera. Los muros se ejecutarán por hiladas á nivel que, á ser posible», comprendan toda la obra. El despiezo se ejecutará conforme se indica en los planos, procurando que en ningún caso se correspon- dan dos juntas verticales en hiladas sucesivas y que la monta de un sillar sobre su inmediato inferior no sea nunca menor que el tercio de la longitud en cua!quiera de las dos hiladas. El plomo, ó verticalidad, será perfecto en cualquiera de las par- tes que se considere. En los derrames de puertas y ventanas no se rematará con fracción de sillar cuyo tamaño sea la mitad de su longitud, sino que por lo menos deberá tener el que se emplee, dos tercios de su tamaño. Las intersecciones de muros se ejecutarán siempre endentando alternativamente las hiladas. Se asentarán en obra los sillares, por sus caras de lecho, con las medidas exactas del despiezo. Tendrán aristas vivas y ángulos rectos. Al objeto de no lastimar las aristas al asentar los sillares, se emplearán log medios mecánicos más convenientes y apropiados. Tanto las juntas horizontales como las verticales tendrán un espesor uniforme que no excederá de 7 milímetros. Se ejecutarán con mortero de arena y cemento en la proporción de un volumen de cemento y dos de arena. Las superficies formadas por los paramentos de los murcs y en particular las exteriores serán labradas á dejarlas perfectamente planas y lisas. Todos los cerramentos de los huecos correspondientes á puertas, ventanas, arcos, etc., etc., se ejecutarán con sillares en forma de do- velas de las dimensiones y formas que se indican en los planos. Una vez que se terminen de construir los muros, se limpiarán perfectamente los paramentos exteriores con cepillos de alambre y se procederá en seguida á verificar el rejuntado, cuyas dos opera- ciones se comenzarán de arriba hacia abajo. Se ejecutará el rejuntado, profundizando con instrumentos es- peciales de acero todas las juntas 3 centímetros, y una vez limpias se humedecerán para ser llenadas con mortero de cemento blanco y 328 HILARIO DEL CASTILLO Y AVILES polvo procedente de la misma piedra en proporciones de un volu- men de cada uno de dichos componentes. Las juntas horizontales serán resaltadas y tendrán un centímetro de ancho por 3 milímetros de resalto. Tanto el ancho como el resalto de las juntas expresa- das anteriormente serán uniformes y perfectamente horizontales. Todos los cerramentos serán ejecutados con cimbras de madera convenientemente reforzadas, las cuales no deberán ser separadas hasta la terminación del edificio. El andamiaje que se emplee para la coustrucción de los muros en general deberá prepararse independientemente, al objeto de evitar la construcción de mechinales á traves de los sillares que forman los muros. Los tabiques serán construídos con ladrillos huecos de primera clase, con los espesores que en los planos se indican. Se colocarán los ladrillos por hiladas perfectamente á nivel con juntas uniformes y de espesores no mayores de un centímetro. Las juntas verticales en hiladas sucesivas no deberán corresponderse, y las interseccio- nes de estos tabiques se ejecutarán endentando alternativamente las hiladas. Para las demás condiciones se seguirán las instruc- ciones dadas para los muros de cantería. Antes de ser empleados en obra, los ladrillos deberán mojarse perfectamente para ser asentados con mortero preparado en pro- porciones de un volumen de cemento y dos de arena. Cornisas.—Todas las cornisas del edificio serán de cantería con las formas, dimensiones, vuelos, molduras, etc., que se indican en los planos correspondientes. Los cantos ya labrados y terminados se asentarán sobre los muros donde correspondan, en todo el espe- sor de los mismos á fin de que el eje Ó centro de gravedad quede dentro de éstos. Las molduras que componen los diferentes miem- bros de estas cornisas deberán quedar perfectamente horizontales sin resaltos ni ondulaciones, é iguales en forma y dimensiones á las expresadas en los dibujos. Para el asiento de los sillares antes expresados se empleará un mortero que se preparará en la proporción de un volumen de cemen- to y dos de arena. Las cornisas llevarán una enchapadura formada con losas de Ge- rona de 9” de lado, cuyas losas se asentarán con un mortero fotr- mado con dos partes de cal, tres de arena y una de cemento. En la parte anterior de las cornisas, la losa volará 5 centímetros y en la parte posterior se formarán zabaletas, con losas de la misma PROYECTO DE EDIFICIO 339 clase. Se tomarán las juntas de las losas, una vez asentadas, con una mezcla impermeable formada con masilla de cal y polvo de la- drillo en partes iguales y un quinto de este volumen de cemento. Arquitrabes.—Todos los arquitrabes indicados en los planos co- rrespondientes, serán de hormigón hidráulico reforzado, de las for- mas y dimensiones que se indican en los mismos. Serán ejecutados en encofrados de suficiente solidez y el hormigón que se use para llenar dichos encofrados, se preparará en proporciones de un volu- men de cemento, dos de arena y cuatro de piedra dura picada en porciones Ó fragmentos no mayores de una pulgada en su arista mayor. Al verter el hormigón en los cofres, se removerá constantemente al objeto de desalojar el aire que llevare el mortero y obtener de ese modo una masa compacta y homogénea. Los encofrados no deberán separarse hasta que por lo menos hayan pasado quince días de haberse llenado. Columras, pilastras y pilares.—Las columnas y pilastras al exte- rior que ornamentan las fachadas anterior y posterior correspon- dientes á la Biblioteca unas, y las otras á la Escuela de Bellas Ar- tes, serán del orden jónico con los elementos que la componen de capitel, fuste y base, las cuales descansarán sobre el basamento co- rrespondiente al edificio. Las columnas tendrán un diámetro de 0.95 m. en la parte infe- rior del fuste, y las pilastras un ancho de 0.85 m. La elevación total de ambos elementos será de 10 metros. Serán dichas columnas cilíndricas hasta el tercio de su altura y galibadas correctamente y de modo clásico, desde dicho tercio hasta el capitel. Las bases y capiteles de las columnas serán clásicos y una vez colocados en obra, se retocarán ambos á cincel. Las columnas y pilastras serán de cantería, así como los ele- mentos componentes de las mismas. La calidad de la piedra, labrado de la misma, despiezo y asiento de sillares, mortero que se emplee, etc., serán iguales á los que se indican para muros. Los pilares interiores serán, bien de cantería de la clase ya ex- presada, ó bien de hormigón reforzado. Para la ejecución de los mismos se conocen ya los procedimientos que deben emplearse por haberse descrito anteriormente al hablar de muros, cimentaciones y arquitrabes. El estilo, forma, dimensiones, número, etc., tanto de las colum- 340 HILARIO DEL CASTILLO Y AVILÉS nas como de las pilastras y pilares se consignan en los dibujos que se acompañan. Pretiles.—Se rematarán con pretiles de las dimensiones indica- das en los dibujos, todos los muros exteriores y los interiores que caen á los patios. Serán de cantería, y para su construcción, asiento y otros par- ticulares se seguirán las especificaciones que para muros se ha des- crito anteriormente. Repellos y enlucidos.—Los paramentos interiores que corresponden á muros y tabiques del edificio se cubrirán con una capa uniforme de repello con espesor máximo de un centímetro formado con mor- tero preparado en la proporción de dos partes de cal, tres de arena y una de cemento, las cuales se cernirán en jibes finos. Los muros y demás partes que se repellen se mojarán comple- tamente antes de aplicar el mortero, y los paramentos deberán quedar, después de ejecutado el trabajo, perfectamente planos y á frota gruesa. Sobre el repello se aplicará una capa de enlucido que tendrá un espesor uniforme de 3 milímetros. Esta capa de enlucido se ex- tenderá con llanas hasta que se adhiera perfectamente al repello y se frotará hasta dar á los paramentos superficies planas, uniforme- mente lisas y perfectamente bruñidas. El enlucido se preparará con mortero formado con masilla de cal viva que por lo menos ten- ga treinta días de podrida. La lechada se colará dos veces antes de que se asiente. El enlucido se frotará á la llana y se bruñirá con cuchara pequeña de metal sin que en ellos quede señal de ninguna especie. Siempre que sea necesario vestir molduras de cualquier clase deberá esto ejecutarse de un modo acabado, de manera que las cur- vas queden perfectamente definidas, las aristas rectas y vivas y las superficies lisas y perfectamente planas. Al ser repelladas las molduras que corresponden á las cornisas, cornisones y otros ele- mentos se usarán terrajas á propósito formadas con madera de pino blanco y planchas de zinc. Las aristas que corresponden á puertas y ventanas se redondearán con curvas de radio muy pequeño. Las superficies repelladas y enlucidas quedarán terminadas de un modo lo más perfecto posible en todas sus partes, y quedarán listas y en condiciones de recibir pintura y decorado. Zócalos y bases sanitarias.—Se formará una base de losa blanca vidriada, moldurada, con 20 centímetros de elevación, en la parte PROYECTO DE BIBLIOTECA NACIONAL Y ESCVELA DE BELLAS ARTES PAGAR ANAL 00 PLANTA BAJA TES) PALA EA A TA AAA O 1. 100 ” / de sm VNIVERSIDAD DE LA HAPANA. Boletos, | ESCVELA DE INCENIEROS Y ARQUITECTOS ,; > PROYECTO DE BIBIOTECA NACIONAL. Y F SCVELA DE BELLAS ARTES TEMA N- > PP. e Í AM LECORA a e y z $ q y E PRIMA PASO - TEM PARA 11. GRADO DE, ANGUIMATO PR ei PARIO DO CASTRO Y ra, L O a tic y 1 A! ) y 3 ad + E 0% 7 A e j A PL e A e ” E A qien q ad PROYECTO DE EDIFICIO 341 inferior de todos los paramentos de los muros y tabiques interiores. Como ya se ha dicho, las losas serán blancas, vidriadas, de color uniforme, y que no presenten alabeos ni resaltos de ninguna clase después que se coloquen en obra. Las losas se asentarán con yeso y sus juntas serán uniformes y perfectamente verticales. En la parte inferior de los paramentos correspondientes á las Salas de lectura se construirán zócalos de madera, formando tableros, Jos cuales llevarán sus correspondien- tes bases y molduras. Serán de cedro de las dimensiones que se indican en los dibujos, debiendo dicha madera estar perfecta- mente seca. La mano de obra será escogida. Cielos-rasos.—Las superficies inferiores de los pisos de la planta alta y parte de las que corresponden á la baja, formarán los cielos- rasos del primer piso y de los locales que se construyan en el sótano. Asimismo la que corresponde á las cubiertas de la segunda planta formarán los cielos-rasos de dicha planta. Los tableros, molduras, recuadros, casetones y otros elementos que formen los cielos-rasos, se ejecutarán de las formas y disposiciones que se indican en los dibujos correspondientes. El mortero que se emplee para la cons- trucción de estos cielos-rasos se formará con masilla de cal, yeso y polvo de mármol, preparado en las proporciones de dos partes de la primera, una de yeso y una de polvos de mármol, perfectamente mezclados. Los cielos-rasos de la segunda planta, á excepción de los que más adelante se señalarán, serán iguales 4 los ya descritos. Asimismo ge construirán de la misma manera los correspondientes á los loca- les que se construyan en el sótano. Los que se construyan para la sala de obras de gran valor; sala de catálogos; libros nuevos y despacho del Auxiliar del Bibliote- cario; pasillos y cuartos de profesores, correspondientes á la planta baja y despacho del Bibliotecario; despacho del Auxiliar y catálo- gos; sala de manuscritos, numismática y sellos; pasillos; cuartos de profesores; despacho del Director; despacho del Secretario y sala de secretaría, que corresponden á la planta alta, serán de madera y se formarán con tabloncillo machihembrado y junquillado de 1x2”, clavado sobre una armazón también de madera formada con las piezas necesarias de suficiente. escuadría.al objeto á que se destina. Llevará este cielo-raso todas las molduras que se indican en los dibujos. Para ventilación de estos cielos-rasos se dejarán en 342 HILARIO DEL CASTILLO Y AVILÉS lugares adecuados del mismo espacios huecos que se cubrirán con tela metálica de hilos de cobre. Los cielos-rasos que corresponden á los locales que llevan cubier- tas formadas con armaduras de acero y otros elementos, se les for- mará una armazón, bien sea de madera ú de acero, que se fijará en las armaduras. Debajo de estas armazones se colocará por medios apropiados la malla metálica bien asegurada y perfectamente esti- rada, formando con dicha malla todas las curvas y Otras molduras que se indiquen en los planos. Sobre la malla se aplicará un re- pello formado con un mortero de dos partes de cal, tres de arena y una de cemento, con la adición de la cerda que fuese necesaria para dar consistencia al mortero. Todo se mezclará según las prácticas usuales. Una vez aplicado el repello sobre la malla, deberá quedar una superficie plana y áspera para que se adhiera bien el enlucido, que se formará con mortero de yeso. Cuando en los cielos-rasos hubiese necesidad de ejecutar aper- turas para el cruce de alambres para el alumbrado ú otros fiues, éstas se repararán perfectamente de modo que no desdiga de! resto de la construcción. Pisos.—Serán de tres clases: hormigón bidráulico, losas de már- mol y losetas hidráulicas que imiten mosaicos. Los primeros se ejecutarán en los locales que se construyan en Jos sótanos y tam- bién en los patios. Los segundos, Ó sean los de losas de mármol, se se construirán en el pórtico, vestíbulos de entrada y salas de pasos perdidos y por último, los de losetas hidráulicas se construirán en los demás locales que forman el edificio. Para la ejecución de los pisos de hormigón en sótanos y patio se procederá á preparar convenientemente el sub-piso, ejecutando sobre el relleno un atesado, formado con escombros de suficiente espesor, perfectamente apisonado y con desniveles no menores del 1%, hacia los tragantes de desague. Para la formación del piso de hormigón se construirá directa- mente sobre el atesado antes mencionado, una capa de hormigón de 3 de espesor preparado con mortero en proporciones de un volu- men de cemento, tres de arena y cinco de piedra picada, cuya aris- ta mayor no pase de 4 centímetros. Se formarán juntas de expansión con listones de madera clavados en estacas, cuyas juntas, que tendrán un ancho de dos centímetros, se llenarán de arena. Estas juntas abrazarán toda la capa de hor- migón y se espaciarán á dos metros, cruzándose en ambos sentidos. PROYECTO DE EDIFICIO 343 La capa fina se ejecutará directamente sobre la capa de hormi- gón, tendrá una pulgada de grueso y se formará en proporciones de un volumen de cemento y dos de arena. Formada esta capa últi- mamente expresada, se rayará imitando losas de 50<50 centímetros con marcador de acero en forma de V. La profundidad del ra- yado será de 1 de pulgada. A las losas se les formarán por sus lados márgenes pulidas de 3” de ancho. Los pisos que se formen con losetas hidráulicas, se ejecutarán asentando éstas sobre un atesado. Se tendrá especial cuidado de que las líneas de juntas queden á cordel, que no haya resaltos de ninguna clase y que los dibujos coincidan y se correspondan en todas las porciones que lo forman. Se asentarán las losas con mortero medianamente hidráulico y se formará de dos partes de cal, tres de arena y una de cemento. Una vez colocadas las losas, se lavarán y limpiarán perfecta- mente, vertiéndose sobre las mismas, al objeto de cubrir perfec- tamente sus juntas, un derretido de cemento que se recogerá con aserrín de pino antes de que fragúe. Todos los pisos que lleven soladuras de losetas hidráulicas, llevarán sus correspondientes fajas, contrafajas y cenefas y los dibujos serán sencillos, elegantes y en consonancia con los locales donde se adapten. Los pisos de mármol se ajustarán donde anteriormente se indica y se formarán con losas de 40X<40 centímetros. Serán de color blanco uniforme, material de cantera nuevo; aristas rectas y per- fectamente á escuadra. En su colocación se tendrá especial cui- dado de que el piso no presente juntas, alabeos, ni imperfecciones de ninguna clase. Además del color uniforme que deberán tener las losas no presentarán vetas ni manchas que afeen el conjunto. Una vez colocadas las losas de mármol, serán asperonadas y bru- ñidas perfectamente. Pisos y cubiertas.—-Los que correspondan á la planta baja, que cubran los locales que se construyan en el sótano; los pisos de la segunda planta que forman la cubierta de la primera y la cubierta de la segunda en algunos de los locales que la forman, serán de hormigón reforzado y se formarán con barras corrugadas de seccio- nes, pesos, dimensiones y disposición que oportunamente se seña- larán al hablar de los mismos en la aplicación de los cálculos. Las placas de hormigón, de diferentes espesores, que se indican. en las secciones correspondientes, se formarán de hormigón hi- dráulico compuesto en la proporción de un volumen de cemento, 344 HILARIO DEL CASTILLO Y AVILÉS dos de arena y cuatro de piedra dura, picada en pedazos no mayo- res de 2) centímetros en su arista mayor. En esta placa y al ob- jeto de que queden ocultas, se colocarán las tuberías para alumbra- do eléctrico, timbres, agua, gas é instalaciones sanitarias. En el encofrado que se emplee para la ejecución de estos pisos, se construirán todas las molduras necesarias para la formación de tableros, recuadros y demás elementos que formen los cielos-rasos. Una vez construídas las placas de hormigón que acaban de expre- sarse, se formará sobre las mismas un relleno de arena ó cascajo para formar las pendientes y sobre dicho relleno se asentarán las losas de Gerona, que tendrán 9” de lado y se colocarán con mortero medianamente hidráulico. Se formarán zabaletas en todas las lí- neas de muros. Las juntas de las losas que forman los pisos de azoteas y también de las zabaletas se tomarán con una mezcla im- permeable formada con masilla de cal, y polvo de ladrillo en partes iguales, y un quinto de este volumen de cemento. Los pisos correspondientes á las habitaciones se asentarán sobre las placas de hormigón, nivelando perfectamente las superficies y asentándolos en la forma que se ha descrito anteriormente. Algunos de los locales de la segunda planta, como se determina en los planos correspondientes y dibujos de sección, llevarán cu- biertas formadas por armaduras de acero. Estas armaduras se formarán con llaves, tirantes, correas, tornapuntas, pendolones, riostras y demás elementos, de las dimensiones, disposición y pesos que más adelante se señalarán al tratar de los cálculos que á las mismas correspondan para determinar dichos elementos. Llevarán estas armaduras correas de madera de suficiente es- cuadría, sobre las cuales se clavará la tabla del forro, que será de 1410” y tendrá sus cantos rebajados. Sobre el forro se cla- varán listones de 1x2” convenientemente espaciados, en los cuales se apoyarán las tejas que serán francesas y que se dejarán bien co- locadas. Deberán seguirse las presentes condiciones para la ejecución de las obras de acero: toda Ja mano de obra será de primera clase. Todas las superficies de empalmes de partes en compresión, excep- tuando las pestañas de arquitrabes donde las juntas se hallen bien empalmadas serán acepilladas Ó torneadas á un perfecto ajuste, de manera que el contacto que se obtenga sea perfecto. Todas las superficies expuestas serán pintadas con blanco de plomo y engrasadas. HO! men UVNIVE PCTMMAN DETA HARAN ESCVETA DE INCEMÍEDOS Y APOVÍTECTO* DroyeErTo DE PIRLIOTECA NACTINAI VYIFE Materiales de Construcción (1 Curso)... +. +. + Resistencia de Materiales. Estática Gráfica A ES O TI SA Construcciones civiles y Sanitarias (1 curso) . Hidromecánica (1 CUrso) . .. ...... . + - Led curso) . ; e A o O e j 1) neeniería de Caminos (3 cursos: puentes, le- E za : rrocarriles, calles y carreteras) . ade. ) » Dr. Luis de Arozarena, Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) A Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios(1 curso) Historia de la Arquitectura (1 curso). - - Contratos, Presupuestos y Legislación especial 4 la Ingenieria y Arquitectura (1 curso) .0:>) Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Dr. Alfredo M. Aguayo. (Aux.). ) Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. F 55 Sr. Aurelio Sandoval. ) rl Sr. Eduardo Giberga. 1 | r áS Dr. Antonio Espinal. Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del La- boratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA, Química Agrícola é In Jdustrias Rurales (1 cur Fabricación de azúcar (1-Curso) +... +. +. Agronomía (1 Curso) +... «o... +... 2... + Zootecnia (1 CUTSO) +... ... . +... . + | 5 Sr. José Cadenas. Fitotecnia (I CUrsO) «+... +... . +... . +. Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 ] so : ) ) Profesor Dr. Francisco Henares. EAS a a A AA a E A a Lezislación Rural y formación de Proyectos í y Sr. José Comallonga. ÓCUTSO) +. 2 + A AE El Profesor Auxiliar interino para los estudios de esta Escuela es el Dr. Eduardo Díaz. Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero Agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los dias hábiles de 12 á5 | de la tarde, se dan informes respecto 4 los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas. distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. LITO “La REvISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS será bimestral. Se.solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la Revista, el canje co-" rrespondiente; y de los centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, € envío de los periódicos, catálogos, etc., que puoliquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bil liográfica. Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. IEO'TIOE The Revista DE La FACULTAD. DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other. month. : a We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and * Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. .A- detailed account of work thus received will be published in our bibliograpbical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed: matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. LON LS La ReEvisTta DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraitra tous les deux mois. On demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu: dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de l'administration, échanges, envo d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias Un: versidad de la Habana, República de ps Xx JW v J A MURO OS AAA | y NA TENEN y Ú MAN 10 CN 3 518 Ad A le Me TÍ 7 E A azi ASS