E SETA > 4 5? + IET E ES Es A ES: en AA AA OA y MW Md Aedo O We pe 18 COSO IN s Mw pi SOS Aj! “4 y IA AA A de , Ñ ASI 4 " 5 " $ Y AO A 3d, N NN AUN y JN AA K ¡Na WA 3 Al “ AN AAN S ñ AE : 19 A 0 WS INEA 5d , AAA AS ; A A O A V AM 4 CAL AAN 7 A . AA % NCAA A El ' A UA AN PA ARIAS : y F E , ' E A K % AN ; AAA A ti LE MW ADA. ñ e + Y A A A AN AA A 'y AN “A 1 Y DA IO A h AAA IAS A MO a y AA IATA AAC A DARIA: y A EY A ¿dl A A A UnA AN O : A MA BAJA A NA m Az o dl An] % yA INM 50 AA A PAY A ' H a ICA AA MM alo A NASA NS AOS |! AAA 0 AA! Á AAA TE A K Pa ' . Ni YN % o A AS y AA AA A A y WA ú A AA IA MN 4 SN e; A h Ú PAS AAA ñ ñ pe úl 5 | > yA AG md A 7 DA A MA yA A AA RNA A AO ny Dd AAC WA ll % ae A ATAN AÑ DAA e AATADALAATA NN y A ARAN AAA Ide Y A AAA MEAR h PONY ACA A as AIN A h La ENS k RA Ñ ¿ ' A ARAS 8 SS ; da A ras Je (a Y $ ni 4 hen y AN y E a SS ; E EA A INCA PRA py q IS 0 4 ON fi b l Ñ dy LA A Y " 1 x ñ Ab A E " ' X A A ar 1 "ts . h y pue y A vr ” , Ml + E bs > y MM z 4 mn de ves A, pos ; dy A . STA DE L. y FAC k ULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS TIN As qe 4 o A e Al o « A 7 ye o 4 mL ñ a - 4 a 4 " Ñ - mA po ys A SA YN e he - e * Ye cd A, » 0 , qu a UN " MI, ye 7 d Í a A »] -4 n A DI pr 2 E kl - E 0 A a cl q ra bo rl EA A : ES sn E de Y pe ' pa SO Ple eN UNIVERSIDAD DE LA HABANA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS NOECIMEN"AL: 1910 DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. SS LIBRARY NEW YORK BOTANICAL GARDEN. IMPRENTA ”AVISADOR COMERCIAL? 30, AMARGURA 30 19210 O FUN CS ¡ A MA EN INDICE DE LAS MATERIAS DEL UNDECIMO VOLUMEN NUMERO 1. JULIO. Blogio del Dr. Nicolás Heredia... .oconconmcoccosscoccooscnoso Dr. Juan M. Diligo. Conos y pirámides rectos y Oblicuos... .............. Dr. A. Rodríguez Morejón. o oct oca lides o a rmacoc ana jones Dra. Concepción Sanjuán. Docta dela atencion o caccecon econ cos nnc rocio saoneae cosas Dra. Ana Luisa López. Estudio de mamíferos acuáticos (con bres grabados)........... Dr. Luis A. Cuni. NUMERO 2, SEPTIEMBRE. Julián del Casal (con un grabado).. .icocccoccccccconcanaconconeo Dr. Ramón Meza. Moslbimostanos ide Mee comocaas oonascscedos sensnccucsoirooosnis Dr. Emilio Blanchet. El Congreso Científico isnncional de Buenos Aires ) Dri Ema Montane (conttrestorabados) pearoocanocacacocs poor arolsdoss aca Elementos para el estudio de la flora cubana. ..... Dr. M. Gómez de la Maza. A desa acens [nooo pio soon osraca do cdontuca den adesann dara io dado 1. Introduction to the study of Greek Dialects por Cariaco acre sale conoce noaenon/scs es) auesaso 2. Biblioteca de autores griegos y latinos, publica- da bajo la dirección de los Profesores de la Uni- Dr. J. M. Dihigo, versidad de Barcelona, doctores L. Segalá y C. E ae recon nano ba Canconco0S DAOU COR STBNOoO ONUEACOACTO 3. La Verbocromía, por Víctor Mercante......... ..... AA A A O OR NAO a occ nece oooe coseno neon coa blac ea AA Grados de doctor en Pedagogía... .....» onceccoccrnicocenocoronaanceneo. conanonso Ladianos Páginas, 105 143 150 178 199 199 vI INDICE Páginas, SODreJa 2 Ta pacion de estu cone rose n cr acena noc cn joo n basso iaa een das 203 Aumento en el precio de la matrícula. ....omocconocona poesesconenos eoosononn eos urnas es 203 ASEO INEM odo ob TOO Cro OBO TOO uo eE OP UIQ Dogs oscar roo ZU NUMERO 3 NOVIEMBRE. Discurso inaugural del Curso Académico de 1910 ) Dr. Pablo Dossni E o RA ECcOS La Universidad Nacional de Méjico y su organización | Dres, E. Rodríguez Lendián y J. M. Dihigo. 229 ícon diez grabados).. ..... La tragedia griega: sus leyes........ AOS O AODCSAaO Dr. Gustavo A. de Aragón. 250 Homicu Urano. tessojoencaaos a os Dr. Eusebio Hernández. 316 COnposIciony AE LOCUCIOnE oso nencencnelocsesooncssoa o sioaiicns Sr. Felipe Poey. 323 Le Systéme de 1'agglutinatioN..........oooooo 0oooomomoso- Profesor Paul Regnaud. 348 NECROLOGÍA.—El Profesor Paul Regnaud.....ooococononccconcco»o. La Redacción. 353 BIBLIOGRAFÍA ....... A a e is ROBA 1. Handbook of American Indian Languages Intro- ) duction. Chinook. Kwakiutl. Tsimshian: by Dr. J. M. Dihigo. 354 IM 1 soconcciocobe0od Eta A AACO MO dEOOS PRESS 2 ES de Biología (Introducción general y traba- ) M. Sánchez Roa OS jos prácticos), por el Dr. Arístides Mestre......... A ic eos 361 Iafextensión fun iyersitalla.u lose mess ditoscnionas anio parade aos somo e AE , SO NOTIGIASOEIGPARES iidosiosoperponce ientelens dano Metas is ose 364 Cesiontde Cursos cerro naaa nac 3) ise caca oro noo pcduas ropa Hisócos 364 (GranastEscuelas coco caoba sceoso tenen decline RO 364 SA IE A a oasis y eco gbaas, 364 IDOskplazaside ru Iares sacas ao yaccons eno ces 364 INOMDIAmienbo.ceoeoncenconccotiacienass bo re ono codo 364 Ayudante ron OA oia arce cios e O A A VoL. XI. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Num, REVISTA DE LA ESE PAE! DESLETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZCADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. UE TO ES 1.0. SUMARIO: A ETOGIÓ DEL DER. NiGCoLÁAS HBREDIA - 00.2 0 a a DA. Juan ME Dihigo: —CONOS Y PIRÁMIDES RECTOS Y OBLICUOS.. +». » +... . Dr. A. Rodríguez Morejón. RINGO GIA a NS a ys IDA CONCEPCIÓN SANJUAT, IDOCGIRINA DE,LA' ATENCIÓN 0. opine e ea o Dra; Ana. Luisa López. —ESTUDIO DE MAMÍFEROS ACUÁTICOS (con 3 grabados)... . «+. Dr. Luis A. Cuni. A IMPRENTA ”AVISADOR COMERCIAL?” 30, AMARGURA 30 1910 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr, Evelio Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. 1. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA, Lengua y Literatura Latinas (3 cursos). . . . Profesor Dr. Adolfo Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos). A Dr. Juan F. de Albear. E E Historia de la Literatura Española (1 curso) . Historia de las literaturas modernas extranjeras da ” Eos E Domíngue: (AGDTSOS) 0 isa el A g Historia de América (1 curso) - ) S Dr. Evelio Rodríguez Len Historia moderna del resto del mundo 2 (2cursos) dián. Psicología (1 curso) - A : Filosofía Morel (MCULSO) Prol Ara de des E Dr. Enrique José Varona Sociología (1 curso). CONFERENCIAS Historiaidela Bilosolias da aa. Ey Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux.) IIELATUFAS 0. aver Maja a e a Dr. Ezequiel ¡García” Ensenada Lenguas clásicas . . . . . . Dr. Sixto López Miranda (Aux.) Ze ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas Análisis matemático (Aleebra Superior) 1 curso Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- Profesor Sr. José R. Villalón. oral) (E CUESO. Lo. 0d En Geometría superior y analítica qe curso) Geometría descriptiva (1 Curso) . . - . . Trigono 1etría (1 curso). - pS. Física Superior (ter. curso)... Física Superior (2? curso). .. . ¡Química general (1 curso). . . Biología (1 curso) . Zoología (1 curso). Dibujo Lineal (1 curso) Dibujo Natural (1 curso) . Cosmología (1 curso) . - 53 Dr. Claudio Mimó. AA Dr. Plácido Biosca. sy Sr. Carlos Theye. Dr. Carlos de la Torre. e Sr. Pedro Córdova. UA dl A a dl Mecánica Racional (1 curso) - A Sr. Juan Orús. 'AStronomias(TCHESO) dee ea Leza “Geodesia (1 curso) .-. Ai IAS y Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía ( CUESO). 24-97 JA Dr. Santiago de la Huerta. Botánica general (1 curso) A O 5 Dr. Manuel Gómezdela Maza. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas Análisis matemático (Algebra Superior)... . . Profesor Sr. José R. Villalón. “Geometría Superior (sin la Analítica)... . . E : oredomdtáa oa y esférica)... E : 99 Dr. Claudio Mimó. STE APenor (ER CUISO) A os de. Os y Física Superior (2? curso) . E blo Química Inorgánica y Analítica ( curso). . , Química Orgánica (1 curso). 4 ate, pad És Dr. Plácido Biosca. 55 Sr. Carlos Theye. Dibujo Lineal (1 CULSO A did e. 3 CNA aL , Dibujo Natural (1 curso)... A ) 19 Sr. Pedro Córdova. ooca ire y Cristalografía (1 curso) .. 23: 53 Dr. Santiago de la Huerta. Biología (1 curso). . - A Na Zoología (1 curso) 7 A » E Dr. Carlos de la Torre. Botánica general (1 Curso). ...e . Ed a En Dr. Manuel Gómez de la Maza. Cosmoloslar(d CUISO) ae A de bs e de Sr. Juan Orús (c) Sección de Ciencias Naturales Análisis matemático (Algebra Superior) 1curso Profesor Sr. José R. Villalón. Geometría Superior (sin la Analítica)... . . . , o Trigonometría (plana y esférica) 7... . yA Dr. Claudio Mimó. Químes o (3 EA E E pe Sr. Carlos Theye. OMS A Mea ICE da » Dibujo Natural (T curso) ir ' 2 A Aba AS, rod > ; o Ñ Y Dr. Plácido Biosca. Mineralogía y Cristalografía (1 curso) . Sibe Geolo: otal rt CUISO. a a tad ' 707 Dr. Santiago de la Huerta. Botánica general Gr curso) . ¿ Fitografía. y Herborización (r curso) . ) de Dr. Manuel Gómez de la Maza, - 1910 Vol. X1. JUETO" DE, 19TO. Núm. 1. LIBRARY NEW YO' REVISTA Disajódo GARDE! DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS ELOGIO DEL DR. NICOLAS HEREDIA Y MOTA ! POR EL DR. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología Honorable Sr. Gobernador Militar; Sr. Secretario de Instrucción Pública; Sr. Rector; lustre Claustro; Señores: No hace muchos meses que esta Universidad se congregaba para rendir homenaje á los beneméritos patricios, cuyos retratos hoy en- galanan el salón de actos de la Facultad de Letras y Ciencias; en aquellos momentos solemnes, llena de inmenso júbilo, al saldar una deuda contraída, no pensó que la fatalidad habría de conducirla muy en breve á la realización de un acto análogo, ni mucho menos con el fin de enaltecer las virtudes excepcionales de aquel panegi- rista ilustre que fué para las Letras un astro de primera magnitud, y para sus compañeros el más afectuoso y tierno amigo. Aún re- suenan en nuestros oídos las frases castizas de su elogio en pro del Sr. Bachiller y Morales, y recordamos todavía, con verdadero de- leite, su manera de leer atractiva y encantadora; y al pensar que aquella personalidad ilustre, para siempre ha desaparecido, que ya no volveremos á gozar de su conversación amena, ni á gustar del fruto de su privilegiada inteligencia, ni á admirar su forma encan- | tadora de explicar en cátedra, llénase el alma de tanta pena que pálidas resultan las frases y pobres los esfuerzos para suavizar los ayes de nuestra alma acongojada. Porque Heredia ha sido de aquellos seres que caen para siempre en los momentos en que más 1 Leído en la sesión solemne del Claustro Universitario celebrada la noche del 11 de Enero de 1902. 2 JUAN M. DIHIGO falta hacen á la patria por sus virtudes cívicas y más beneficios pueden reportar en la esfera intelectual por su superior cul- tura. Rudo golpe ha sufrido la Universidad, en los momentos de su positiva y saludable transformación, con la pérdida de tan egregio maestro, cuya admirable enseñanza atrajo, por causa de la profun- didad de su saber y claridad de exposición, así como por su fácil y elegante palabra, 4 discípulos y extraños que le escuchaban con verdadero deleite; lo que así debía resultar en quien, á más de la au- toridad natural que siempre le diera su ciencia, reunía la cualidad de manejar la crítica dentro del más recto criterio, apareciendo á la vez como novelista, poeta y elegante escritor. De esa personalidad ilustre que hasta ayer enamoraba con sus escritos y atraía con sus conferencias, de ese amigo del alma, tan estimable por sus condicio- nes morales como por su superior inteligencia, es de quien he de hablaros en esta noche solemne. Bien comprendo que la tarea es superior á mis fuerzas y que otra voz, más autorizada que la mía, es la que debiera escucharse en este recinto; pero la Facultad de Letras y Ciencias, recordando, sin duda, el lazo de intimidad que mantuvimos, pensando acaso que en ocasiones como éstas, más que á hacer galas de superioridad intelectual, venimos á sentir, expre- sando el hondo dolor de nuestras almas, no ha vacilado en desig- narme para cumplir con este triste deber, que he aceptado en la absoluta seguridad que siempre tuve de que no habrá de faltarme ese sentimiento de indulgencia, propio siempre de nobles y levanta- dos corazones. | No he de entretener vuestra atención con el fiel relato de los he- chos más culminantes de su vida, que ya esto lo ha realizado, con la competencia qne le es propia, mi querido amigo el erudito biblió- filo Dr. Vidal Morales y Morales. Las condiciones especiales del carácter de Heredia, inclinándole en los puestos públicos que ocupaba á hacer el bien á cuantos á él acudían, sin lastimar su decoro ni su prestigio con actos que le apartaran del cumplimiento de su deber, brindan materia suficiente- para todo género de consideraciones y especial coyuntura para ha- cer resplandecer, á la par de sus virtudes que enaltecen su fisono- mía moral, su indiscutible derecho 4 ocupar un puesto de distinción 1 Es mi deseo consignar mi gratitud más profunda á los Dres. Manuel Valdés Rodríguez, Vidal Morales y Morales, Guillermo Schweyer y Alfredo Layastida por la bondad que me han dispensado al proporcionarme los datos necesarios para llevar á cabo este trabajo y al hacerme indicaciones importantes, muchas de las cuales he consignado aquí, ELOGIO DEL DR. NICOLAS HEREDIA Y MOTA 3 en la brillante agrupación de los hombres de elevada cultura en nuestra patria. Quien haya estudiado detenidamente sus obras, podrá apreciar bien su carácter; en el análisis del hombre, poco, muy poco habría de añadirse que no hubieran reflejado sus propias producciones. La tolerancia, la discreción, la gentileza siempre igual de maneras y de obras, su exquisita naturalidad y su honradez en el sentir, son tintes especiales de su purísima alma. Recorriendo las páginas interesantes de Cuba y América, fácil es convencerse de la extraordinaria influencia que sobre su espíritu hubo de ejercer aquella atmósfera en que se deslizaron los tres ú cuatro primeros lustros de su vida, en aquel período tremendo para un alma como la suya creada para el amor y no para el odio, en el que hubo de experimentar sacudidas tan fuertes como las que natu- ralmente habían de producirle al contemplar 4 su propio padre y hermano y á los amigos más respetados de su infancia, elegir ban- dos distintos para luchar á favor ó en contra de la independencia de Cuba, en tanto él se alejaba del teatro de la contienda, ampara- do por las fuerzas españolas. Quien así supo sentir, porque en su corazón tan sólo se abrigaban sentimientos nobles y generosos, no es difícil medir qué inquietudes experimentara y qué angustias no habría de sufrir al sonar en el reloj del tiempo la hora tremenda de elegir entre el deber sagrado, que por una parte le imponían de consuno su conciencia y el entrañable afecto á esta tierra, en la que se desenvolvieron sus facultades en medio de la espontánea simpa- tía de los que al recibirle le dieron el título de hermano, y, por obro lado, el recuerdo de una época que habría de agolpar en su espíritu hechos algún tanto ingratos, en que seres para él queridos, eligie- ron la senda que aconseja el interés, en vez de seguir, sin vacila- ción, aquella otra que reclama la justicia. Tampoco ofrece su tem- peramento matiz alguno qne revele susceptibilidad para el dominio y apasionamiento de ninguna suerte; porque, remontándose á aque- llas alturas desde donde es dable á los seres genercsos aquilatar la verdad y la justicia, manifestóse severo en sus convicciones y noble para todos aquellos que, al adoptar un camino diametralmente opuesto al suyo, le movían á compasión, pero nunca á un desdén ni á una adversión que no fué capaz de sentir por nadie. Así se ex- plica la firmeza de sus convicciones y su calma, serena y respebuo- sa, cuando discutía, porque entonces, podía más su benevolencia que su empeño en convencer. ¡Cuántos de los aquí presentes en 4 JUAN M. DIHIGO más de una ocasión pudieron comprobar lo que acabo de decir! ¡Cómo olvidar aquellas amenísimas tertulias que á diario soste- níamos en el Decanato de la Facultad, cuando atribulada nuestra alma por la imposición tremenda de la enmienda Platt, surgían dis- cusiones acaloradas en pro Ó en contra de su aceptación! Siempre vimos á Heredia terciar en los debates con alteza de miras, y sere- nidad en sus juicios, sin que en su rostro se dentnciara, por morti- ficante que fuese la opinión ajena, la menor huella de contrariedad. En aquellos momentos de verdadera angustia para la patria infor- tunada, que acaso vislumbraba en el horizonte un porvenir contra- rio á la finalidad perseguida, Heredia entendía que era una salva- ción para el país la aceptación de esa Ley, famosa para siempre en los anales de la historia de Cuba, por ser la única y posible forma de constituir la personalidad de la patria, ya que los crímenes im- punemente cometidos en este país contra todo principio de huma- nidad y todo sentimiento levantado, hicieron necesaria la interven- ción de la gran República americana. Esa delicadeza en no lastimar la susceptibilidad ajena y ese res- peto á la libertad de opinión se revelaron siempre en todos los ac- tos de su vida y se revelan con igual claridad, en las obras que nos ha dejado. Por esas cualidades, en eel breve espacio de tiempo que dedicó al periodismo, fué un apóstol de las ideas avanzadas; mas nunca su carácter, poco propicio á acalorados apasionamientos, permitióle amoldarse á las propias exigencias del periodismo, tal como se revela en nuestra vida diaria. FExaminad, si no, sus ma- gistrales artículos del Diario de Matanzas, respirando galanura y co. rrección, fortalecidos por el buen juicio que en los mismos predo- mina, encaminados todos á suavizar asperezas y á realizar la más sincera y estrecha unión; sentimiento muy ajeno, por cierto, al que predominaba en aquellos momentos de intransigencias y de pasio- nes políticas encaruizadas. Y tal era su concepto de la prensa, que cuaudo las exigencias de la época le señalaron distinta ruta, indu- ciéndole á sacudir el látigo de Juvenal, abandonó 1¿pso facto el lu- gar que ocupaba en la contienda para dedicarse á trabajos de índo- le más amena y apacible. Quien así sentía en los primeros años de su vida, testigo fiel en el teatro de la guerra, no pudo más tarde ver con glacial indife- rencia la evolución política de un pueblo como éste, al que tanto amó; | por eso, por los años de 1890 á 1893, vemos á Heredia en 1 Véase el apéndice, ELOGIO DEL DR. NICOLAS HEREDIA Y MOTA 5 Matanzas convertido eu honrado propagador de las doctrinas del partido autonomista. Claro es que su campaña en pro de los prin- cipios que mantenía esa histórica agrupación de cubanos prominen- bes no podía revelar el fuego propio de tribunos como Montoro, Fernández de Castro, Figueroa, Cortina, enardecidos por el fuego de aquellas ideas que tendían á proporcionar á la patria un bienes- tar perdurable, porque no era éste el rasgo de su carácter; pero, aquel ideal político tenía en él un frío razonador, un hombre de perseverancia y de fe inquebrantable en los beneficios de la doctri- na que propagaba. Más tarde, cuando se convenció que España no prestaría nunca atención á las justas peticiones de sus hijos, cuan- do comprendió que la labor resultaba estéril, y los resplandores de la Revolución irradiaban en la conciencia, conociendo las señales de los tiempos, abandonó tan inútil gestión, colocóse dentro de la realidad y al comprender que el carácter impenitente de España no le llevaría á conocer su error para evitar catástrofes como las que hubo de contemplar, tomó su puesto allí donde el honor le lla- maba y se convirtió en fiel servidor de la idea noble y santa que poco después culminaba con el triunfo completo de sus principios. En ese momento histórico contemplamos á Heredia esgrimiendo la pluma, demostrando en copiosos artículos la comedia que se trata- ba de representar con la farsa de la Ley Abarzuza, mentirosa fór- mula de salvación de la patria explotada, cuya deficiencia resulta- ba perfectamente perceptible. Su pluma y su palabra estuvieron al servicio de la Revolución secundando por otra parte, desde aquí mismo, las gestiones de su buen amigo el señor Tomás Estrada Palma en el extranjero, hasta que los sucesos políticos, haciendo insoportable la vida del cubano en su propia tierra, le obligaron á surcar los mares para haliar refugio en la nación hospitalaria y amiga. Libre de todo peligro en la vecina República, consagró sus energías todas á la defensa del ideal supremo y su voz simpáti- ca se hizo escuchar diferentes veces en Chickering Hall y Steinway Hall, para significar al mundo entero la justicia de la causa que de- fendía. He aquí el hombre, he aquí el político. Tiempo es de conside- rar al escritor. De todos los estudios que hubo de hacer Heredia á ninguno de- dicó mayor atención que á la literatura, sin que hubiese materia, por interesante que fuese, que lo modificara en su modo de pensar. En este campo, por fortuna, le estaban reservados sus mejores y 6 JUAN M. DIHIGO triunfos. Su prosa, abundante y correcta, sobria y meditada, sig- nificando la constante labor del obrero discreto y activo; su supe- rior competencia para juzgar, colocándolo en primera fila como crí- tico sereno y prolijo; su alma de artista, su talento perceptivo de primer orden, y su imaginación, tan fecunda como reflexiva, han contribuído en gran modo á que haya sido considerado como uno de los más castizos y elegantes cultivadores de la lengua cas- tellana en América. De esa lengua ! que ha representado en toda época importantísimo papel «no sólo dentro del resultado general »que la civilización presenta 4 nuestros ojos, sino en la formación » y persistencia de los pueblos dignos de este nombre, al extremo de »que ha dejado una huella más profunda y han logrado resistir con »éxito completo á los vaivenes de los siglos, las naciones que han »tenido un vocabulario más completo»; de esa lengua castellana que debemos mantener por encima de todas las evoluciones que en este país puedan operarse, mucho más en los próximos momentos de constituirse nuestra patria en República «teniendo en ? cuenta »que el principio de nacionalidad se halla adherido á la aparición » de las lenguas, de modo que al formarse un idioma, es cuando su »conjunto social se reconoce como grupo homogéneo capaz de rea- »lizar el fin histórico que le ha sido encomendado». Por eso, en más de una ocasión hubo de exclamar: «Si queremos sacar á flote la » personalidad de este país, es necesario acudir al idioma como el » único elemento resistente y efectivo. La intimidad moral Con la »antigua Metrópoli y los países hispano-americanos es de todo » punto indispensable, sin que esto sea un obstáculo para fomentar »las relaciones provechosas, necesarias Ó fatales, que se deben » mantener con las otras naciones y sobre todo con la poderosísima » vecina cuya influencia sobre Cuba está fundada en causas é inte- » reses especiales. » Muchos han sido los artículos que escribió Heredia en diversas revistas y periódicos, de escasa vida antes de publicar su primera obra. En ellos, como sucede en El naturalismo en el arte contempo- ráneo, revela un estilo suelto y ameno, frase correcta, viveza de imaginación y un fondo de ilustración literaria poco común. La Abeja, El Album, La Revista de Cuba, El Fígaro y otros periódicos, conservan sus páginas engalanadas con los escritos de Heredia. Pero las obras que le han conquistado merecida fama son: El Hom- 1 Un tema interesante, artículo por N. Heredia. 2 Un tema interesante, artículo por N. Heredia, ELOGIO DEL DR. NICOLAS HEREDIA Y MOTA 7 bre de Negocios, Puntos de Vista, que llamó la atención de Zeda, al extremo de considerar esos estudios, como semblanzas escritas con gallarda facilidad y compendio de observaciones atinadas; mere- ciendo una felicitación de Menéndez Pelayo, por el indudabie ta- lento de crítico y de escritor que en dicha obra manifestaba, y que llamase la atención del distinguido literato Fray Francisco Blanco García, por la variada lectura que demostraba y la corrección y elegancia que generalmente dominaba en su estilo. En 1893 la Bi- blioteca de El Fígaro dió á luz la narración cubana Leonela, que al- canzó elogios merecidos de Jorrín y de Sanguily, de Varona, de Cruz y de Riverita. Los que, como nosotros, tuvimos ocasión de tratar bien de cerca á Heredia y escuchar de sus labios su criterio respecto á cada una de sus producciones, hemos podido apreciar su innegable cariño, su marcada predilección por Leonela, realizándose en él algo de lo que acontece con aquellos padres que al contemplar y notar en sus hijos que la naturaleza no ha sido pródiga en gra- cias, sienten especial preferencia por ellos; sin que esto signifique en modo alguno que la citada producción sea una obra menos dig- na del nombre de su autor: porque, vistas las condiciones intelec- tuales superiores de éste, es manifiesto su ahinco particular en emplear un lenguaje depurado, prueba evidente de aquella predi- lección. Pero dentro de esta salvedad, no cabe desconocer que su Hombre de Negocios, por los tipos que en él se dibujan y por su con- junto, resultaba más acabado y completo que Leonela. Acaso esa predilección que aquí mencionamos, tenía su origen en el hecho de que los personajes principales de Leonela eran históricos y de que el episodio en que la cbra se basa lo fué también; trayendo así á la memoria del autor, recuerdos de su infancia en una época en que muerta su madre y separado de él su padre, debía haberle sido muy grata la amistad que hubieron de demostrarle los extraños, por poca que aquélla fuese. Los personajes de su Hombre de Nego- cios eran, por el contrario, ficticios, y pudo así su fantasía pintar- los más á su gusto y amoldarlos á los diferentes tipos sociales que hemos podido estudiar en Cuba; mientras que los de Leonela pudie- ran serlo, si se quiere, también de otro país cualquiera. Además, algo cohibido debía hallarse Heredia al querer pintar tales como eran á los tres personajes principales de Leonela, pues fácil es com- prender á quien conoció la delicadeza y pulcritud del autor, que nunca se hubiera éste atrevido á retratar aquellas individualidades de una manera tan viva, que los que las conocían hubiesen podido 8 JUAN M. DIHIGO señalarlas con el dedo ni mucho menos desenmascararlas, lanzán- dolas á la maledicencia y á la vergisenza pública. No obstante es- tos pequeños lunares, que en nada aminoran el valor intrínseco de Leonela, fuerza sería confesar que su argumento se encuentra bien desarrollado con interés creciente hasta el fin; que son excelentes cuadros de costumbres cubanas, verdaderamente perfectos, si se les considera separados del conjunto de la obra. Puede que la impre- sión hubiera sido más grata si el desenlace, en vez de trágico, hu- biese terminado en comedia; pero aun así, y dentro de esta reserva, el autor revela gran conocimiento de las pasiones y del corazón hu- mano. Se manifiesta Heredia en su obra más hombre de imagina- ción que de corazón: era pintor más que poeta; por eso no es de ex- trañar á veces la escasez de sentimiento en su obra; pero, cuando pinta una escena de la naturaleza ó retrata algún personaje, es acabado el estudio. Su estilo es ameno y abundante en figuras é imágenes, y su lenguaje es de los mejores hablistas castellanos. La obra de Heredia en que más se revelan su carácter, su eru- dición y sano criterio, es indudablemente la que publicó el año de 1892 bajo el título de Puntos de Vista. En esa colección de artículos, publicados casi todos en los dis- tintos periódicos de Matanzas, se determina admirablemente el tem- peramento de su autor, afanoso como el que más por conocer el movimiento literario de su época, aquilatar sus bellezas y conside- rar la influencia que pudiera tener en el porvenir, sobre todo, en lo que se refiere á nuestra tierra americana. Sin embargo, á pesar de los méritos exquisitos de su obra, acaso porque el libro no consti- tuía un conjunto concreto y exclusivo como una novela, un drama ó una historia, es lo cierto que pasó sin encontrar mayor eco en un público que busca en la obra, más un entretenimiento para sus mo- mentos de ocio que el análisis minucioso de la sociedad en que se agita. La última obra de Heredia, que también demuestra su vasta ilustración literaria, su estética y sus condiciones de crítico, fué La sensibilidad en la poesía castellana. Su gratísima lectura revela la competencia literaria del escritor, y el hecho de haber sido entre todas sus producciones á la que de- dicó mayor interés y mayor cuidado, es acaso bastante para expli- car que originara juicios no poco exagerados, estimando, que la te. sis que en ella se desenvuelve, obedecía á un verdadero móvil de apasionamiento. En mi concepto, si tal ha sucedido. débese al mo- ELOGIO DEL DR. NICOLAS HEREDIA Y MOTA 9 mento histórico de su aparición; pues, de haberse escrito en ocasión en que lus resentimientos políticos no hubieran sido tan vivos, otros hubieran sido los juicios de la crítica. Así y todo, aun aquellos que, por circunstancias especiales se han sentido más heridos, no han dejado de considerar la obra de Heredia como uno de los mo- numentos de crítica literaria más bien delineados y mejor cons- truídos, con ocasión del tema de la poesía castellana. Lástima, decía el señor Galván «que esas impresiones que como vapor de » sangre y odio se exhalan de las ruinas humeantes de Cuba, se re- » flejen demasiado vivamente en el plan de la obra y hagan percibir »su influencia predominante en la inspiración del escritor en pugna »con su propio sentido estético y con la inclinación natural de su »alma artística, en la cual lleva impreso de modo indeleble el sello » y logs caracteres del alma mater, de la genialidad peculiar á la ra- »za española». Para formarse una idea de lo que el libro es, basta leer el juicio que de dicha obra hubo de formar nuestro insigne filósofo señor En- rique José Varona. En El Figaro de 26 de Marzo de 1899, dijo: -«Un capítulo interesante de la historia de la civilización occidental »es el que ha trazado con pluma segura el señor Nicolás Heredia, »en su monografía Lu sensibilidad en la poesía castellana. Desde un » punto de vista que 4 muchos pudiera aparecer restricto, pero que » en realidad resulta elevadísima atalaya, recorre el literato cubano »el campo por donde se ha espaciado en los últimos seis siglos la »producción literaria del pueblo español; y logra, sin aparente es- »fuerzo, reducirá unas cuantas fórmulas lo que pudiéramos llamar »la ecuación del alma nacional de España, es decir, que el señor » Heredia, tomando la dirección que le hacían más natural sus ap- »titudes y estudios, ha realizado el mismo trabajo que otros investi- »gadores que antes habían tomado otros puntos de partida. Y co- » mo las conclusiones del uno y de los otros vienen á ser las mismas »todas se robustecen por acuerdo final, que adquiere así la forma »definitiva de una verdadera demostración. «Los caracteres emotivos y pasionales del pueblo español están » perfectamente dilucidados en esas páginas, repletas de hechos y de »ideas, y sirven para explicar los rasgos esenciales de su poesía, es » decir, de una de sus grandes manifestaciones artísticas. A su vez, »el estudio de esas obras poéticas viene á confirmar la exactitud »eon que se han señalado las cualidades características del alma » española. 10 : JUAN M. DIHIGO «No es posible recorrer en ningún sentido, el campo de las di- » versas actividades de ese pueblo, sin que se imponga la creencia de » que la evolución de su espíritu ha quedado incompleta. El alma » de España no vive por entero en nuestros tiempos. Hay algo de » primitivo en el espíritu de ese pueblo tan viejo. Por esou el espa- » ñol esimpulsivo, violento, imaginativo y dogmático. Desconoce los »refinamientos de la sensibilidad moderna, y la complejidad asom- »brosa del espíritu coetáneo le es completamente extraña; un indi- »viduo puede llegar á la senectud sin pasar por la perfecta madurez. » Algo semejante cabe decir de España. Allí no ha habido verda- » dera decadencia, sino un alto prematuro en el desarrollo. «Leyendo el libro del señor Heredia se confirma uno de esta ma- » nera de interpretar la historia del pueblo español, como cuando se »leen las páginas de Almirall, Pompeyo Gener, Laguardia ú Olivei- »ra Martins. Nada hay en ello que envuelva desdén ni deseo de » herir. Para comprender la acción de una sociedad sobre el medio » físico que la circunda y sobre las otras sociedades con que ha esta- » do en contacto, es indispensable penetrar en lo más íntimo de su » conciencia. Esto hace la crítica actual, con el fin de servir mejor » á los elevados fines del progreso humano. Y esto ha hecho el se- »fior Heredia, no por haber sido colono de España, si bien esa cir- »ennstancia le ha favorecido para estudiar mejor su asunto, sino á » fuer de hombre de inteligencia abierta, que busca Ja verdad hasta » donde le es dado alcanzarla, para ponerla al servicio de sus seme- »jantes, aunque éstos hayan sido sus contrarios y perseguidores. » Por eso harán bien los españoles que lean y mediten el libro lumi- » noso del señor Heredia. » El señor Piñeyro en carta 4 su amigo el señor Vidal Morales y Morales le decía desde París: «Es un trabajo muy completo sobre » un tema muy interesante tratado por el autor con singular maes- »tría, recorriendo con tan rápida como penetrante mirada toda la » historia de la poesía castellana, para dejar plenamente demostrado »lo que advierte desde el principio: que en ella el sentimiento casi » nunca brilla.» Pero si admirable fué Heredia como escritor y literato, indiscu- tibles son sus méritos desde la cátedra. Sus condiciones excepcio- nales fueron las causas determinantes de su ingreso en el profesorado de la Universidad. No era posible, en momentos de su verdadera reorganización, después que terminó la guerra y comenzó para nuestra patria una ELOGIO DEL DR. NICOLAS HEREDIA Y MOTA 11 era de paz, prescindir de aquellos elementos nuestros de indiscuti- ble valer; por eso no vacilamos en darle un empleo en este Claus- tro; puesto que pensábamos entonces, como luego ha podido confir- marse, que su enseñanza había de dar excelentes resultados. Y así fué. Su palabra fácil y correcta, el entusiasmo y viveza de la ex- plicación, la variedad á la par que el interés de la materia, su sis- tema de concretar los puntos más importantes que había de ex- plicar para desarrollarlos después con magistral palabra á la vez que con sencillez y elegancia, la composición de temas improvisa- dos con el exclusivo fin de acostumbrar á los alumnos á esta clase de ejercicios, preparándolos así para los exámenes finales, contri- buyeron, sin duda alguna, á despertar vivísimo entusiasmo en sus discípulos, por el estudio de tan agradable materia y á que resulta- se á diario en extremo concurrida su clase. La regeneración extraordinaria que se ha operado en la ense- ñanza de este país ha podido comprobarse comparando el pasado con el presente: á ello ha contribuído no poco el cambio que los planes de estudios han provocado, adoptando un carácter eminente- mente práctico así como la verdadera interpretación que al espíritu de la Orden número 266 diera nuestro malogrado compañero. La cá- tedra de Literatura Española, forzoso es confesarlo, se modificó no poco con la dirección que á esos estudios hubo de dar el Dr. Here- dia. No era posible, en modo alguno, que se concretase su ense- ñanza á la mera repetición que de los textos hiciera el profesor; era indispensable que aquel sistema adoptado por el ilustre Menéndez Pelayo de dar á conocer la obra que se explicase, basándola en el co- rrespondiente comentario, fuese adoptada aquí por quien, admira- dor del gran literato español, tuvo ocasión de palpar la brillantez de sus resultados. Y desde entonces, desde que la enseñanza fué una verdad, pudimos observar cl entusiasmo que tales estudios des- pertaron, hasta el grado de ser su clase el rato más ameno que pudiera brindar la enseñanza universitaria. La desaparición del compañero constituye pérdida inmensa para las Letras, para la pa- tria y para este Centro. Con él corre peligro de fracasar para siem- pre la realización de aquel hermoso pensamiento de fundar entre nosotros una rama de la Academia de la Lengua | para mantener, como él dijo, «por todos los medios, nuestro idioma libre de toda » modificación por la inserción de elementos que desvirtúen su pu- » reza. Tenemos, decía Heredia, por lo bajo, una docena de indi- 1 Un tema interesante, artículo por N. Heredia. 12 JUAN M. DIHIGO » viduos que no harían un papel úesairado en la nueva institución. » Hay algunos entre ellos que no es preciso señalar, porque su fa- »ma ha traspasado nuestras costas. De otra parte, no creo que » admita discusión la necesidad de depurar sobre la marcha la jer- »ga que hoy hablamos. Dedos años á la fecha ha invadido á la » prensa y á la literatura burocrática ingiriéndose de paso en el ha- » bla familiar, una serie de vocablos espúreos, capaces de alarmar »al más sereno. Y no se alegue que idioma por idioma, importa » más optar por el inglés, que si no es tan bello ni tan sonoro como » el nuestro, es más universal y más útil, por lo mismo. Si llegá- » ramos ahí, tal vez nos resignaríamos al cambio de Cervantes por » Shakespeare; pero no se trata de eso, se trata simplemente de que- » darnos sin los dos, de una incomprensible algarabía, ni española » ni inglesa, de algo así como el visible papiamento que se estila en » Curazao. Sin embargo, debo confesar que me asaltan ciertas du- » das sobre la oportunidad de mi propósito.» ¡Ojalá que alguna de esas mismas salientes personalidades á que hace alusión nuestro inolvidable Heredia, interpretando con acier- to la opinión pública, recogiera su pensamiento para llevarlo á feliz realización, lo que después de constituir una obra de progreso y utilidad pública para las letras, vendría á ser á la postre así como un monumento de gloria para aquel brillante iniciador de una idea tan hermosa y elevada ! La muerte, la más de las veces injusta, no quiso que nuestro compañero llevara á efecto pensamiento tan hermoso. Cruel como siempre, sin piedad para sembrar dolores agudísimos, tronchó re- pentinamente la bella existencia de aquella naturaleza querida y lle- nó de espanto y de desolación todo un hogar. Resignémonos, pues, ante ley tan dura como fatal y tratemos de que viva eternamente en nuestro recuerdo aquella personalidad bien amada, conjunción de todas las virtudes y cuya desaparición significa, no sólo una pér- dida muy grande para esta Isla, que tenía en él un exponente hon- roso de su cultura literaria, sino también para España, donde no abundan prosistas de sus condiciones. HE Dicho. APÉNDICE |! También yo he tenido mi página de historia militar... Por una serie de vicisitudes que no son de este momento,. fuí rodando desde 1 El Figaro, «De actualidad», por N, Heredia, ELOGIO DEL DR. NICOLAS HEREDIA Y MOTA 13 el colegio San José á los montes del Oro y del Macío para volver por íiltimo á Bayamo ya convertido en esqueleto, en una colección de paredones sin techumbre, ennegrecidos por la huella del incendio. Quince días después salí con rumbo á Manzanillo incorporado á una columna de mil doscientas plazas, á la cual se unieron multi- * tud de paisanos que buscaban la costa huyendo de la guerra. Mis dos lustros no cumplidos me hicieron tomar como un paseo la marcha trabajosa que emprendíamos, aquel viaje tremendo que aún se destaca luminoso en mi memoria, á pesar de las brumas del pasado... Anheloso de anotar emociones en el libro recién abierto de mi vida, hostigaba con exceso á mi pobre rocinante, que no era por cierto una sólida garantía de retirada en un caso de apuro. Pasado el río San Juan, nos dirigimos 4 Barrancas. El cami- po exhibía un aspecto desolado y melancólico. La huella humana sólo se notaba en montones de escombros, en cenizas calientes bo- davía. ¡Ni un hombre ni una bestia que fuera de nosotros levan- tase los rumores alegres de la vida !... La sabana desierta, el bos- que silencioso, el ave muda... Mi volubilidad de rapazuelo no pudo substraerme á la impre- sión intensa, penosísima que el triste panorama sugería, dejándome un recuerdo tan profundo que, no obstante los años transcurridos, cuando evoco la escena, siento vibrar una nota doliente, siempre viva. En una finca próxima disfrutaba mis vacaciones de verano, me bañaba en el Buey rumoroso y cristalino, corría por la sabana en un caballo en pelo, tomaba buen café en el primer bohío que ha- llaba en mi excursión... Pero todo eso había pasado. En cambio la realidad era distinta. Un torbellino negro de- jóse ver en lontananza y, á poco, distinguimos claramente lenguas de llamas que abrían agujeros rojizos entre el humo. Aquello era el infierno, el ingenio Jucaibama, de Aguilera, en plena combustión. Las fábricas convertidas en hogueras, esputaban tizones encendidos á la manera de enormes proyectiles. El barracón ya no existía, y del campo no se hable, porque el fuego había trocado en rojo el manto verde de la caña. Nos escurrimos por una guardarraya que apenas daba espacio á dos cabalgaduras, y al salir de aquella hoguera nos pareció cam- biar el Sahara por un. oasis. El siguiente día emprendimos la marcha, algo menos decidores y algo más estropeados que cuando salimos de Bayamo. La saba- na estaba ya caliente y. la sed, una sed espantosa, indescriptible, 14 JUAN M. DIHIGO empezó á molestarnos por haberse agotado la provisión de líquido que hicimos al cruzar el Babatuaba. La yerba achicharrada, la atmósfera encendida, el sol que rajaba con montantes de fuego las cabezas; todo contribuía 4 estimular el ansia de beber, de refrescar las fauces, no ya en el claro chorro de una fuente, en un pantano cuyo turbio caudal hubiera sido en tal momento néctar ó ambrosía, bebida deliciosa servida en copas de oro. Entonces comprendi—y desde entonces sigo comprendiendo— cuán fácil es cambiar una gota de sangre por una gota de agua... Y—¡amarga decepción! —cuando el ansia era mayor y la sed más intensa, oímos allá abajo un rumor melodioso, como el ritmo de una estrofa. Era el Buey despeñado por abismos obscuros cuyo acceso era imposible. ¡Ah!, nada es semejante al despecho y la ira que aquel murmullo irónico, aquel burlón convite nos causaba! Seguimos caminando y padeciendo. Alguien dijo que bebería- mos al llegar 4 Jicotea. Pero—agregó seguidamente—antes habrá función. Esperemos en el paso. En efecto, allí estaban. El río daba un corte al camino y á la izquierda se extendía un bosquecillo describiendo un semicírculo. La punta de este monte cerraba la sabana, interrumpida á la dere- cha por enormes barrancos. La columna hizo alto, advertida por un movimiento brusco de los flancos que buscaban su apoyo. Las familias se agruparon en el centro á fin de evitar posibles contin- gencias y una parte de la fuerza siguió marcha adelante para nutrir la vanguardia. Era tal la espectación, que la sed había cesado; ninguno la sen- tía. Ibaruos 4 presenciar un drama al aire libre, en plena realidad; nos hallábamos en el instante trágico, supremo, en que es anónima la muerte, en que la bala ciega é inflexible busca 4 quién herir sin importársele su víctima. Una descarga, horrible, escandalosa, sacudió bruscamente los bosques. Otra descarga dió respuesta inmediata á la primera. Ya nadie se entendía. Tiros y tiros, retos y blasfemias, carreras de caballos y agudos gritos de cornetas. El peligro creció al correrse hacia el centro los rebeldes en busca del extremo del bosquete con idea de cortar en dos partes la columna. Fué el momento más se- rio del combate. Dos millares de fusiles hablaban el lenguaje de la guerra, coreado por ayes y rugidos. Media hora ¡medio siglo! duró aquello. Los paisanos nos acostamos en el suelo, debajo de las ELOGIO DEL DR. NICOLAS HEREDIA Y MOTA 15 bestias, y así permanecimos hasta que se extinguieron los dis- paros. | Entonces—bien me acuerdo—aquella sed inextinguible, sim- plemente aplazada ante Ja muerte, despertó como una fiera, desper- tó más exigente, nos empujó como avalancha incontrastable sobre el río que corría por allí con inalterable mansedumbre. ¡A beber! El agua estaba 4 nuestra vista y todos—hombres, niños, mujeres y animales—se lanzaron á la orilla en busca de su trago. Ninguno tuvo en cuenta la vasija; éste con la mano, el otro con su gúiro, el de más allá con su sombrero y alguno pecho á tie- rra, puestos los labios en la linfa, bebían como frenéticos, trocando en viva una página dantesca. ¡Y nadie al ver el agua se acordó de la sangre que se había derramado por beberla! CASOS EN QUE LOS CONOS Y PIRÁMIDES DEBEN CONSIDERARSE RECTOS Y OBLICUOS ! POR EL DR. ALFREDO RODRIGUEZ MOREJÓN Profesor de la Escuela de Artes y Oficios Ilustre Tribunal: Debiendo ser la Tesis para obtener el grado de Doctor un trabajo original, y no siéndonos posible realizarlo al terminar los estudios necesarios para graduarnos de Licenciado en Ciencias Físicas y Ma- temáticas, pues sólo á las inteligencias superiores les es dable hacer algo nuevo, pero nunca á los que, á pesar de nuestros afanes y desve- los, no logramos vencer la mediocridad á que la adversa suerte nos ha condenado; y por ello hemos visto correr los años sin habernos de- cidido á llevar á cabo lo que confiábamos poder hacer después, cuan- do ampliáramos nuestros conocimientos y alcanzaran su máximo desarrollo las pobres facultades mentales con que la Naturaleza nos dotara. Pero han pasado ya algunos años, y pasarán muchos más seguramente, sin haber llegado á descubrir nada nuevo en el campo de las ciencias á las que hemos dedicado todo nuestro amor y cons- tancia, así como nuestra modestísima inteligencia; y no obstante eso, se nos presentan cada día más esquivas y desdeñosas á nuestros halagos. No es posible, pues, esperar de quien no ha correspondido á nuestros desvelos en tantos años, que sea más solícita en lo ade- lante. Quien no correspondió al amor que le ofrecíamos, en los mejores años de la vida, cuando las grandes aspiraciones impulsaban la voluntad y el triunfo nos parecía seguro, puesto que la inexperta fantasía nos lo presentaba sólo como dependiente del tiempo y del trabajo; cuando, incansables, y alentados por la fe, perseguíamos á la dueña de nuestras ilusiones, por quien tanto nos afanábamos, y á quien dedicábamos gustosos las horas reservadas al descanso y al placer. Hoy, cuando la alegre esperanza ha dejado su puesto á la triste realidad, cuando la fe ha sido reemplazada por la duda, y el en- tusiasmo es sustituído por el desaliento, no cabe esperar mejor suer- be; y por eso queremos terminar la obra emprendida, si no como lo 1 Tesis para el grado de Doctor en Ciencias Fisico-Matemáticas, leída y sostenida en la Universidad el 15 de Abril de 1910; se publica en la REvIsTA por recomendación especial del Tribunal. CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 17 deseáramos, por lo menos sometiendo á vuestra ilustrada considera- ción este modesto trabajo, si falto de importancia y de mérito verda- deros, al menos nos parece original, en cuanto que nada referente á, él hemos visto en ninguna obra de Geometría de las muchas que he- mos tenido ocasión de estudiar. No creemos haber descubierto un teorema de trascendencia, ni siquiera una importante propiedad; muy lejos de eso: estamos convencidos que las ciencias han podido pro- gresar sin nuestra colaboración, y seguirán engrandeciéndose y desarrollándose sin tener en cuenta para nada nuestra labor; pero si hemos logrado explicarnos bien, el competentísimo tribunal que nos escucha, comprenderá que sólo hemos tratado de cumplir de la mejor manera el deber que nos hemos impuesto, ya que nuestras pobres facultades no nos permiten hacer más. De nada valen los buenos deseos, cuando causas superiores á nuestras fuerzas nos impiden realizarlos. Esta poderosa razón es la que nos ha decidido á terminar la obra comenzada en la adolescencia; ¡pues los años pasan ! y alguna que otra furtiva cana nos anuncia que la juventud llega á su fin, y con ella «la primavera de la vida»; la edad en que florecen las grandes ilusiones y ensueños; en que el corazón es raudal inagotable de los más puros sentimientos, y el cerebro la fragua donde se forjan las concepciones más atrevidas, al calor que les da la fe en el éxito y la seguridad en el triunfo, que con su prodigalidad ilimitada le brinda la pérfida esperanza. Esa edad en que la vida exuberante se desborda en torrentes de amor y en que se desconoce al desenga- ño, fatídico y seguro esbirro, que al abandonarnos la juventud se apodera de nosotros y no nos deja ya sino en brazos de la muerte! ¡Bendita edad en la que podemos experimentar los inefables goces de sentir correr por nuestra frente, no el sudor con el que la maldi- ción divina nos obligará, más adelante, 4 ganar el pan; sino las lá- grimas de alegría que vertieran sobre ella nuestros padres, al reci- bir gozosos, con la nota del examen el premio á nuestros desvelos y afanes; y verlos radiantes de alegría, confiar de nuevo en la espe- ranza, que una vez más se complace en engañarlos, haciéndolos creer que el hijo idolatrado podrá proporcionarles días de gloria! ¡Bendita edad! en la que se concibe el amor, y se contempla hora tras hora el rostro de la mujer á quien confiamos nuestra pasión; y elevando nuestra alma hasta lo infinito, la dejamos vagar en la re- gión de los ensueños creada por nuestra fantasía. Edad en que se completa y fija para siempre la idea de patria, 18 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON que ya se esbozaba en la niñez, pero que la juventud agranda y ha- ce arraigar en lo más íntimo de nuestro sér. Sólo una ilusión de esa edad no nos ha sido posible realizar: la de ceñir á nuestra frente el birrete de Doctor, y á vuestra presencia concurrimos, para que si nos creéis digno de ello, nos permitáis, antes que los cabellos se tornen blancos, ver convertida en bellísima realidad la ilusión tantos años acariciada, de cubrirlos con el dis- tintivo que simboliza el fin de esta lucha tenaz, y sostenida siempre con fe y entusiasmo. Y es nuestro deseo que sean ellos, y no otros, á quienes acaricien los flecos del codiciado birrete, pues ellos son los que en las grandes vigilias mesábamos cuando queríamos arran- car ideas 4 nuestro escuálido cerebro; y han sido ellos, á quienes cogíamos como trofeo de triunfo cuando, tras mucho pensar, las di- ficultades eran vencidas; y en esas luchas, ¡cuántos no han caído sobre el libro, víctima de esos combates entre la idea rebelde ó es- quiva, y la materia fornida y tenaz! SE La definición y determinación de las pirámides y conos según las dos posiciones que pueden tener, es cosa que rehuyen tratar los autores. No creemos sea por olvido, pues el caso viene repitiéndose des- de la más remota antiguedad; tampoco creemos sea debido á que la cuestión no merezca la pena de ocuparse de ella, pues no deja de ser importante, y sobre todo porque no lo es menos, tratándose de las pirámides, que lo es de los otros cuerpos geométricos, máxime cuan- do las cbras didácticas están llenas de definiciones de todas clases y hasta de observaciones pueriles. Descartada la posibilidad de un olvido, creemos debida la omisión á lo difícil que resulta definir bien la pirámide recta y la oblicua. En general, las definiciones que se dan en las obras dedicadas á la enseñanza son bastante defi- cientes, por lo que el profesor tiene muchas veces necesidad de en- mendarlas, por no obedecer á los preceptos que la lógica exige á toda buena definición, esto es: claridad, concisión y no omitir ninguna de las propiedades que caracterizan á lo que se quiere definir. Estas defi- ciencias tal vez se- deban á lo que sentenciosamente afirmó un pen- sador al decir que: «Definir y dividir bien, era cosa sólo reservada á los dioses». Expuestos los motivos por los cuales no hicimos en su oportuni- dad lo que ahora tratamos de realizar, daremos comienzo al des- CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 19 arrollo de la tesis que sometida 4 vuestra consideración, habréis de juzgar con la rectitud de principios y la inflexible justicia que ha caracterizado siempre vuestros actos. «Determinar los casos respectivos en que los conos y pirámides, deben considerarse rectos y oblicuos», es la cuestión que nos propo- nemos estudiar en este modesto trabajo. En efecto, mucho nos ha sorprendido no haber encontrado una definición exacta de lo que debe entenderse por pirámide recta y oblicua en las muchas obras de Geometría y Dibujo que hemos tenido ocasión de consultar desde que nos dedicamos al estudio de la ciencia de Euclides. En las obras verdaderamente notables nada se dice referente al asunto que nos ocupa, como podrá comprobarse por la pequeña nota bibliográfica que sirve de apéndice á esta Tesis. Tal parece que la pirámide, al igual que el prisma, no puede tener dos posiciones di- ferentes; pues ni siquiera se mencionan ésas posiciones, al ocuparse de ese cuerpo, mientras no se olvidan de ellas al tratar de los pris- mas y sus afines los paralelepípedos, así como al estudiar los cilindros. Nuestra sorpresa ha sido mucho mayor al ver que en obras es- peciales dedicadas principalmente á explicar conceptos, teorías y definiciones á las que dan gran importancia, tampoco digan una pala- bra respecto de esta materia. Así, por ejempló, en la obra de Mr. T. Coyteux titulada Exposé dez vrais principes des Mathématiques, se le da tanta importancia á las definiciones que se les considera como uno de los diversos medios puestos por la ciencia al servicio del razonamiento, pues para el autor: «La definición es muy im- portante; ella puede ser muy útil cuando es suficiente, precisa, jus- ta; pues ante todo es necesario que se saque bien el valor, la signi- ficación de las palabras que expresan los objetos; las ideas que entran en los teoremas Ó en los problemas». Conforme con este criterio se extiende en la importancia de las definiciones de línea recta, plano, igualdad de superficies, ete. etc., haciendo ver que muchos teoremas tal como se demuestran hoy resultan inadmisibles muchas veces, por ser defectuosas las definiciones de los elementos que constituyen el enunciado; y sin embargo, nada dice de pirámi- des rectas y oblicuas. En otra obra muy interesante de Mr. E. Tourrey titulada Cu- riosités Géometriques, en la cual se encuentran todas las definiciones empleadas en Geometría, desde los orígenes de esta ciencia hasta nuestros días, pues se citan las dadas por los egipcios, griegos, ro- 20 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON manos, árabes, etc., étc., las debidas á los sabios de la Edad Media y Moderna, así como las de la Academia Francesa, y no obstante esa erudición de que hace gala el autor que publica hasta las di- versas definiciones que se han dado de una misma cosa, las etimo- logías de las mismas, y hasta algunas en versos, sólo se omiten en esta obra las definiciones de pirámides rectas y oblicuas; y tampoco puede estimarse como casual el hecho, puesto que en ella encontra- mos, tomándolo del Manual d' Ahmes, quien vivió dos mil años antes de Cristo, el famoso teorema de este sabio para calcular la altura de una pirámide de base cuadrada, conociendo la arista lateral, la semi-diagonal de la base y la razón entre esta semi-diagonal y la arista; razón llamada segt y que no es otra cosa sino el seno del án- gulo formado por la arista y la diagonal. También se cita á Héron, griego que floreció, según se cree, en el siglo primero de nuestra Era, quien en sus Métricas da por primera vez el cálculo del volu- men de una pirámide oblicua cuya base sea un polígono regular. Pero ni Ahmes, egipcio, que calcula la altura de una pirámide rec- ta por primera vez, ni Héron, griego, que fué el primero en calcu- lar el volumen de una pirámide oblícua, nos dicen cuándo debe considerarse recta y cuándo oblicua. Sólo en una obrita muy buena, como todo lo que escribe el ilus- bre profesor de la Universidad de Barcelona, el señor Dr. Fontseré, encontramos una definición que no nos satisface, por las razones que más adelante expondremos; pero descontada esa excepción na- da nos dicen las obras de Rouchet, Amiot, André, H. Bos, Sonet, Bruño, Eudes, Vintejoux, Blum, Méray Rozan, Maingie, Vallin, Cortazar, Cardin, etc., etc. Desde luego que no nos ocupamos para nada de las definiciones absurdas que suelen encontrarse en los tratadillos de Dibujo Lineal, en los cuales se dan definiciones como ésta: «Pirámide oblicua es aquella en que el pie de la altura se encuentra fuera del plano de la base»; y otras más desatinadas todavía. Todos sabemos que la pirámide es un poliedro, una de cuyas caras es un polígono cualquiera, y las otras son siempre triángulos, insertos en los lados respectivos del polígono y reunidas en un punto llamado vértice. El polígono, en el que se insertan los triángulos, se llama base de la pirámide, y á estos últimos, caras laterales. Las pirámides pueden ser regulares é irregulares; rectas y obli- cuas. Una pirámide se llama regular: «cuando su base es un polí- CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 21 gono regular y sus caras laterales triángulos (equiláteros ó isósce- les) iguales». Es esta definición sobre la que nos hemos de basar para definir la pirámide recta y la oblicua. Para ello supongamos un círculo O Fig. 1* y en él inscribamos un polígono regular A, B, O, D, E, F; Fig. 1” por el centro O del círculo tracemos á dicho círculo una perpendi- cular indefinida, y tomando en ella un punto cualquiera S, unámos- lo con los vértices del polígono por las rectas: A S, B 5, E $... Con lo que habremos construído una pirámide regular, pues la base es un polígono regular, y las caras laterales son todas triángulos isósceles iguales, pues las aristas A S, BS, CS, D 5, son iguales por oblicuas trazadas 4 un plano desde un punto 8 fuera de dicho plano, y equidistantes del pie de la perpendicular trazada al mismo plano desde el punto mencionado £$. Siendo la altura de una pirámide la perpendicular trazada desde el vértice Ó cúspide á la base, esta pirámide es una pirámide recia, pues en toda pirámide regular el pie de altura se encuentra en el centro del polígono de la base; pues son dos las condiciones necesa- rias para que una pirámide sea regular: «La de que su base sea un polígono regular, y la de que el pie de la altura esté en el centro del polígono de la base». 22 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON Consideremos ahora otro círculo, Fig. 2, y en él inscribamos un polígono irregular cualquiera, A”, B”, C?, D”, E”, y como en el caso anterior tracemos por el centro O” una perpendicular indefinida al Fig. 2* plano de dicho círculo, y unamos un punto cualquiera $” de esta perpendicular con los vértices A”, B”, C”, D', E”, con lo cual habre- mos construído una pirámide irregular, cuyas aristas laterales son todas iguales, por la razón antes expuesta, y esta pirámide es recta también, porque lo mismo que la representada en la Fig. 1%, el pie de la altura equidista de los vértices del polígono de la base. Son estos los casos indiscutibles de pirámides rectas; veamos lo que en ellos ocurre para tratar de definir la pirámide oblicua, que es lo que nos proponemos en este trabajo. Observando las figuras 1 y 2 encontranios que en ellas ocurre lo siguiente: 12 El vértice ó cúspide se proyecta en el centro del polí- gono de la base; 2? el pie de la altura se proyecta en los puntos me- dios de los lados y en los de las diagonales de los polígonos de las bases; puesto que tanto los lados como las diagonales mencionadas CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 23 son cuerdas de la circunferencia en que están inscriptas dichas ba- ses, y por consiguiente los radios perpendiculares á ellas las dividen en dos partes iguales, luego en todos esos puntos medios se proyec- ta el pie de la altura, que á su vez es el centro de la circunferencia circunscripta á la base. Supongamos ahora que el vértice S, Fig. 1*%, cambia de lugar hasta colocarse de modo que no se proyecte ya sobre la misma base, sino en su plano, pero fuera de ella, y unamos, Fig. 3”, el punto S” Fig. 3? con los vértices del polígono y habremos formado así una pirámide que no reúne ninguna de las condiciones de las representadas en las Figs. 1? y 2%, pues el vértice no se proyecta dentro del polígono de la base, sino fuera, y el pie de la altura tampoco se proyecta en los puntos medios de los lados y diagonales de la base, y si en algunos de éstos se verifica esta primera condición, no se satisface la otra, 24 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON es decir, la de estar proyectada la cúspide en el centro del polígono de la base. Lo mismo ocurre si fuera el vértice S” de la representada en la Fig. 2?, el que variara de lugar, colocándose en la posición S”” de la Fig. 4% y construyésemos de un modo análogo la pirámide S”, A OD, Br, N 1 y! / / Fig. 42 Resulta, pues, que estas dos pirámides (las representadas en las Figs. 3? y 4%) no reúnen ninguna de las condiciones de las represen- tadas en las Figs. 1* y 2*, pues el vértice no se proyecta dentro del polígono de la base, sino fuera de él, tampoco se proyecta el pie de la altura en todos los puntos medios de las diagonales, y lados del polígono de la base, y si en ciertos y determinados casos se cumple esta condición en algunos puntos medios, ni es en todos, ni se pro- yecta la cúspide en un punto de la base, sino fuera de ella, como CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 25 hemos hecho ver anteriormente. Resulta, pues, que estas pirámi.- des que no poseen ninguna de las propiedades de las representadas en las Figs. 1? y 2% y que ese cambio lo ha producido solamente el cambio de posición del vértice, pues las bases permanecen siendo las mismas, y con las mismas propiedades, hay que deducir que la posición de las pirámides de las Figs. 3? y 4? es completamente con- braria á las representadas en las Figs. 1% y 2%; y como estas últimas son rectas, forzosamente han de ser oblicuas las de las Figs. 3? y 4?. De lo expuesto se deduce que cuando el polígono de la base de una pirámide pueda inscribirse en un círculo, la pirámide será recta. «Cuando todas sus aristas laterales sean iguales », porque entonces se ye- rificará: 1% Que el vértice Ó cúspide se proyecta dentro del polí- gono de la base. 22% Qne el pie de la altura se proyecta sobre to- dos los puntos medios de los lados y diagonales de la base. Estos casos particulares Ó tipos nos van á permitir el estudio de los casos generales, Ó séanse los de pirámides cuyas bases son polígonos que no pueden inscribirse en un círculo. Consideremos la que tiene por base un romboide; Fig. 5*, pe Ao É == Fig. 5? 26 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON Tracemos las diagonales A C y BD, las cuales se cortan en su punto medio O; tracemos la perpendicular OO” y unamos un punto cualquiera de esta perpendicular con los vértices A, B, C, D, del romboide. La pirámide que se ha formado tiene el vértice O” pro- yectado en el punto O de la base, y ese mismo punto, pie de la altu- ra, se proyecta sobre los puntos medios de las diagonales A C y BD. Las aristas laterales no son iguales entre sí, pero lo son dos á dos, es decir, las trazadas desde el vértice á los extremos de una misma diagonal, y el plano determinado por dos aristas opuestas, contiene á la altura y es, por consiguiente, perpendicular á la base. Exactamente lo mismo ocurriría si la base fuera un rombo. Ahora bien, tratándose de la de la base trapecial, pueden ocurrir dos casos: según sea un trapecio rectángulo ó escaleno, pues el isós- celes puede inscribirse en el círculo y desde luego está incluído en los casos á que se refieren las Figs. 1% y 22. Consideremos, primero, la pirámide cuya base sea un trapecio rectángulo. Sea, Fig. 6?, A, B, C, D el trapecio mencionado; tracemos las diagonales B D y Fig. 6? A O, y la línea E F, que une los puntos medios de los lados no pa- ralelos. Sea O el punto de encuentro de A C y E F; si por este punto O trazamos una perpendicular O S al plano del trapecio, y unimos un punto cualquiera S de esta perpendicular con los vértices CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS bo - A, B, C, D, nos resultará una pirámide recta, pues la proyección del vértice sobre la base, Ó séase el pie de la altura, se proyecta so- bre los puntos medios del lado C D, y sobre el de la diagonal A G, está situado en el interior de la base y se verifica además la condi- ción de tener las aristas opuestas A S y S C iguales, y el plano por ellas determinado, contiene á la altura y es perpendicular á la base. Conviene hacer notar que el problema tendrá en este caso dos soluciones, es decir, que también será recta la pirámide formada uniendo un punto cualquiera de la perpendicular levantada en O” con los vértices del trapecio, pues O” es la proyección de la cúspide S' y se proyecta en los puntos medios del lado C D y en el de la dia- gonal BD. Del mismo modo se satisfacen las otras condiciones del problema. Si el trapecio fuera escaleno, resultaría exactamente lo mismo, . por lo que nos ahorramos el razonamiento, limitándonos á trazar la Fig. 7?. Fig. 7? Consideremos ahora un polígono cualquiera que no pueda inscri- birse, y el cual puede ser simétrico Ó no, y veamos lo que ocurre en el primer caso. Sea A,'B, C, D, E, F, G, H, Fig. 8”, un polígono simétrico. 28 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON Fig. 8? Tracemos el eje de simetría X Y, marquemos el punto medio O de este eje y levantemos por él una perpendicular al plano del po- lígono, unamos un punto cualquiera $ de esta perpendicular con los vértices A, B, C, D, y habremos formado una pirámide que satisfa- ce las condiciones de las pirámides rectas, pues el pie de la altura se proyecta en los puntos medios de las diagonales C H y D G, así como en los de los lados A B y EF del polígono de la base, estando además este punto O en el interior de la base. Además, el plano que pasa por el eje de simetría y la altura, di- vide á la pirámide en dos cuerpos iguales, y es perpendicular á la base. Este plano es el que determinarían las dos aristas laterales trazadas á los extremos de una misma diagonal, en el caso de tener el polígono la forma que completan las líneas BJ y J A. por la izquierda y E K y F K por la derecha, en cuyo caso el eje de sime- tría sería á la vez una de las diagonales del polígono, y satisfaría completamente las condiciones antes mencionadas, necesarias para que una pirámide sea recta. Solamente en el caso de ser el polígono de la base una figura si- métrica, se verificará lo que afirma el ilustre catedrático de la Uni- versidad de Barcelona, Dr. Eduardo Fontseré, qnien define la pirá- mide recta diciendo que: «Cuando una pirámide es simétrica con respecto 4 dos 6 más planos que pasen por el vértice, recibe el nom- bre de pirámide recta; en caso contrario se llama oblicua». No obs- tante el respeto que nos inspira el docto profesor, no creemos esté CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 29 en lo cierto, pues entonces las pirámides cuyas bases no fueran po- lígonos simétricos no podrían ser rectas, pues no hay modo de que resulten simétricas con relación á dos ó más planos que pasen por su, vértice, las pirámides cuyas bases fueran polígonos no simétricos, ni aun en el caso de poderse inscribir en un círculo; y ser la base de una de las pirámides que hemos considerado como recta, lo cual es de una evidencia manifiesta. Sólo nos resta considerar el caso en que la base sea un polígono cualquiera, cóncavo Ó convexo, que no pueda inscribirse ni sea si- métrico, como los representados en las Figs. 9* y 10*. Fig. 9? Fig. 10* Estas pirámides sólo podrán ser rectas cuando el pie de la altura se proyecte en los puntos medios de una Ó más diagonales mayores, porque en ese caso se verifica: 1%: Que las aristas F S y S C, trazadas á los extremos de una misma diagonal, son iguales: 2%: El punto medio O de la diagonal F €, es la proyeeción sobre di- cha diagonal del pie de la altura. 3%: Ese mismo punto O es la proyección del vértice S sobre la base. 4%: El plano determinado por las aristas F S y SC, contiene á la altura y es perpendicular á la base, y 521 El punto O se proyecta en el punto medio del lado A B. Lo mismo exactamente razonaríamos sobre la pirámide de la Fig. 10% En estos casos, el problema puede tener tantas soluciones, como 1 Esta últíma condición, puede ocurrir; pero no es indispensable en este caso, 30 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON diagonales mayores en que se verifique que los puntos medios de ellas, sean las proyecciones del pie de la altura. Decimos diagonales mayores, porque ellas serán las que más se aproximan, sin llegar á serlo, á los ejes de simetría, y por consiguiente las pirámides ten- drán en este caso el mayor número de aristas laterales iguales, y se acercarán más á las pirámides, cuyas bases puedan inscribirse en un círculo, y las cuales ya sabemos que serán rectas en el caso de tener todas sus aristas iguales. De todo lo expuesto se deduce que una pirámide será recta en dos casos: 1% Cuando todas sus aristas laterales, son iguales. Puesto que en ese caso el polígono de la base puede inscribirse en un círculo, y todos los puntos medios de las diagonales y lados del polígono de la base son proyecciones sobre dichas líneas del pie de la altura, pues siendo cuerdas del círculo circunecripto, las rectas trazadas desde el centro 4 esos puntos medios son radios perpendiculares á dichas cuerdas. Por otra parte, el centro del círculo es proyección del vértice de la pirámide sobre la base. 2% Cuando los puntos medios de una Ó más diagonales mayores, Ó ejes de simetría, sean proyecciones, sobre dichas líneas, del pie de la altura, y éste se en- cuentre situado en el interior del polígono de la base. La pirámide será oblicua cuando no se verifiquen esas condicio- nes, es decir, en los casos siguientes: 12 Cuando el pie de la altura está situado fuera del polígono de la base, pues en ese caso la cúspide no se proyecta dentro de la base, sino fuera de ella; tampoco dos aristas laterales, no consecutivas é iguales satisfacen la condición de deter- minar un plano en el que esté contenida la altura y por consiguien- te sea perpendicular á la base, porque siempre resultará una de estas dos cosas: si son iguales, el plano determinado por ellas no pasa por la altura y por consiguiente no es perpendicular á la base, y si esta última condición se cumple, las aristas no serán iguales, por ser oblicuas, situadas en un mismo plano y desigualmente dis- tantes del pie de la altura, que es una perpendicular. 22 Una pirámide será oblicua siempre que encontrándose el pie de la altura, dentro del polígono de la base, no se proyecte este pun- to, en los puntos medios de una ó más diagonales mayores ó ejes de simetría. Tanto hemos insistido sobre esta propiedad en todo lo anteriormente expuesto, que estimamos inútil repetir los razona- mientos anteriores. Lo dicho respecto de las pirámides, podemos hacerlo extensivo á los conos, pues bien sabido es que estos cuerpos los podemos con- CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 31 siderar como pirámides de infinito número de caras, sin embargo, repetiremos los razonamientos anteriores, como medio de compro- bación de lo antes expuesto. Consideremos el cono de base circular, el cual, por definición, será recto cuando está engendrado por la re- volución de un triángulo rectángulo que gira alrededor de uno de sus catetos. En este cuerpo resulta lo siguiente: 1% El vértice se proyecta en el centro del círculo de la base; 2? El pie de la altura se proyecta sobre los infinitos puntos medios, de los infinitos lados de la base; 32 Todas las generatrices son iguales; y 4? todo plano que pase por dos generatrices, contiene á la altura, es perpendicular á la base, y la intersección de dicho plano es un diámetro de la base. Compárese lo que ocurre en el cono recto, con lo estudiado en las pi- rámides rectas cuyas bases puedan inscribirse en un círculo y se verá que no hay más diferencia respecto de los tres primeros particulares que la ocasionada por la sustitución de los nombres de las aristas late- rales, por generatrices; y puntos medios de los lados, por puntos de la circunferencia, y como estos elementos tienen en uno y otro cuer- po las mismas propiedades y representan la misma cosa, sin otra diferencia que la de aplicar los primeros á un cuerpo de un número limitado de caras (la pirámide), y el otro al mismo cuerpo cuando el número de caras es infinito (el cono), claro está, que las propieda- des han de ser las mismas para uno y otro cuerpo. Supongamos haora un cono circular, Fig. 11%, cuyo vértice S no LS Fig. 11? 32 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON se proyecte en el centro O del círculo de la base, sino fuera de él, en otro punto del plano de éste, tal como N. El cuerpo que resulta no reúne ninguna de las condiciones del cono circular recto antes descripto, puesto que: 12 las generatrices no son iguales; 2? el vér- bice no se proyecta en el centro del círculo de la base; 32 los planos determinados por dos generatrices no son perpendiculares á la ba- sel y las intersecciones de ellos con la referida base no son siempre diámetros, sino que pueden ser cuerdas cualesquiera y 4? el pie de la altura no es el centro del círculo de la base, como en el caso an- terior. Resulta, pues, que este cono no reúne ninguna de las con- diciones del anterior, debido al hecho de haber cambiado de lugar el vértice, luego no puede considerarse de igual posición que aquél, que hemos llamado recto, luego forzosamente éste será oblicuo. Compárese del mismo modo que hicimos antes, este cono con la pi- rámide estudiada en la Fig. 3? y se verá lo mismo que allí que nc hay más que las diferencias de nombres convenidas, para designar ambos cuerpos según el número de sus caras. Ocupémonos ahora de los conos que tienen por base superficies limitadas por curvas simétricas, tales como la elipse, y sea Fig. 12* la elipse O. Trace- mos los ejes A B y CD. Fig. 12? 1 Enel único caso en que puede serlo, resulta que las dos generatrices que lo determinan no son iguales. CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 33 En el punto O levantemos una perpendicular, y supongamos que una recta A $ gira alrededor de dicho eje, sometida á las condicio- nes de no variar la posición del punto £ y recorrer el punto A todos los puntos de la elipse dada y habremos formado un cono elíptico, en el que se verifica: 12 El vértice se proyecta en el centro de la base; 2? el pie de la altura se proyecta en los puntos medios de los ejes, de todos los diámetros y sobre todos los puntos de la curva, que podemos considerar como los infinitos puntos medios de los in- finitos lados de la base; 3% todos los planos que pasan por la altura son perpendiculares á la base, contienen dos generatrices iguales y las intersecciones con dicha base son diámetros de la figura. Este cuerpo satisface todas las condiciones del cono recto. Del mismo modo razonaríamos si se tratase de un cono cuya base fuera cual- quier figura curvilínea, simétrica, convexa Ó cóncava; pues siempre resultaría un cuerpo con las mismas propiedades que el estudiado, y análogo á la pirámide representada en la figura 8% Sea para ter- minar una figura curvilínea cualquiera no simétrica, tal como las representadas en las Figs. 13? y 14%, y tracemos en ellas las mayores cuerdas que puedan trazarse, tales como las A B y A” B”; marque- mos en ellas los puntos medios O y O” y por esos puntos levante- Fig. 13* Fig. 14% mos perpendiculares á los planos respectivos de dichas figuras; su- pongamos que una recta tal como A $, ó la A? S', gira alrededor 34 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON de un punto de esta perpendicular, de modo que durante el giro la recta vaya tocando todos los puntos de las curvas O ú O” respecti- vamente; los cuerpos engendrados de este modo serán los conos, SA B y S A? B', que tienen por bases figuras curvilíneas no simé- tricas. Decimos que estos conos también son rectos, porque satisfa- cen las condiciones de tener sus cúspides proyectadas dentro de las bases; de tener por lo menos dos generatrices iguales, y contener el plano determinado por ellas, á la altura, y por consiguiente dicho plano es perpendicular á la base, y las intersecciones con ella son las rectas A B y A” B', es decir, las cuerdas mayores y por consi- guiente las que más se acercan (sin llegar á serlo ) á los diámetros ó ejes de simetría de la figura. Por otra parte, los puntos O y O” son los puntos medios del mayor número de cuerdas, que pueden brazarse en las bases tales como C D, F E, etc. en la Fig. 13* y CO D”, F” FE? etc., etc., en la Fig. 14*; pues siendo A B y A” B” las mayores cuerdas, claro está que son las que más se acercan á los diámetros de dichas figuras, y por consiguiente las líneas que satisfacerán, más que ninguna otra cuerda, las condiciones propias de los diáme- tros ó ejes de simetría. Por otra parte, en este caso los conos ten- drán el mayor número de generatrices iguales, y las que no lo sean se diferenciarán entre sí mucho menos que lo que se diferenciarán las de otros conos cuyas alturas se proyectarán en los puntos medios de otras cuerdas que no fueran las mayores, tales como en las H J Fig. 13? y H” J” Fig. 14%, pues resulta evidente que el pie de la al- tura estando en O y en O”, si no equidista de los puntos de la curva, al menos las distancias que lo separan de ellos son menos disímiles que las tomadas á partir de los puntos medios de las cuerdas H J y H” J”, en el caso de proyectarse en ellas los vértices de los conos representados en las figuras 13* y 14? Del mismo modo que en las pirámides cuyas bases fueran polí- gonos cualesquiera, no simétricos, cóncavos Ó convexos; en este caso el problema puede tener varias soluciones, es decir, puede haber varios conos rectos que tengan por base una misma figura curvilínea no simétrica, y las soluciones serán tantas como cuerdas iguales á la mayor puedan trazarse en la base. De todo lo expuesto se deduce que un cono será recto: 12 Cuando teniendo por base una figura curvilínea simétrica, el vértice se pro- yecta sobre el punto medio de un diámetro. 2? Cuando siendo la base una figura no simétrica, el vértice se proyecta sobre el punto medio de la mayor de las cuerdas de dicha base, CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 35 Un cono será oblicuo: 12 Siempre que siendo simétrica su base la cúspide no se proyecte en el punto medio de un diámetro de dicha base; 22 Cuando no siendo simétrica la base no se proyecte la cúspi- de, sobre el punto medio de la mayor de las cuerdas de dicha base. Con respecto á las pirámides truncadas, trozos de pirámides, co- nos truncados y trozos de cono; los consideramos rectos ú oblicuos, según se hayan originados, en pirámides Ó conos rectos, es decir, que para determinar la posición de un trozo de cono, por ejemplo, empezaremos por obtener el cuerpo de donde ha procedido, y si éste es recto, el trozo también lo será, y en caso contrario será oblicuo. Las definiciones que hemos dado pueden simplificarse, cuando se les expliquen á alumnos que no conozcan las nociones de proyec- ciones indispensables para entenderlas, prescindiendo de dichas no- ciones y definiendo las posiciones de los referidos cuerpos del si- guiente modo: 12 Una pirámide será recta, cuando siendo la base un polígono que puede inscribirse en un círculo, tenga todas sus aristas latera- les iguales. Si el polígono de la base no puede inscribirse en un círculo, la pirámide será recta, cuando el pie de la altura se encuentre en la mitad de una ó más diagonales mayores. También lo será cuando el pie de la altura se encuentre en el punto medio de un eje de si- metría. 22 Un cono circular será recto cuando el pie de la altura se con, funda con el centro de la base. 32 Un cono cualquiera será recto cuando el pie de la altura se confunda con el punto medio de un diámetro de la base, ó con el de la mayor cuerda de dicha base. 40 Los trozos y troncos de pirámides y conos serán rectos cuando provengan de pirámides y conos rectos. Cuando no se verifiquen estas condiciones, las pirámides, los co- nos, Ó los trozos de pirámides serán oblicuos. Terminado ya cuanto teníamos que decir, réstanos sólo suplica- ros seáis benevolentes, y os dignéis sancionar este modesto trabajo- pobre fruto de nuestros estudios, indigno, bien lo sabemos, de ofre- céroslo; pero así como el modesto labriego arregla gustoso su mísera choza con lo mejor que tiene cuando espera la visita de su jefe, nosotros también, pobres labriegos de las ciencias, nos arreglamos con lo mejor que hemos podido encontrar en nuestro árido ce- rebro, para presentarnos temerosos ante vosotros, que sois nuestros 36 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON superiores por la ciencia que atesoráis, y la cual nos habéis brinda- do á raudales para saciar la sed que de ella teníamos; y si el objeto que perseguíamos no lo hemos logrado, la culpa no será ni de vos- otros ni nuestra, pues hemos hecho cuanto nos ha sido dable reali- zar para alcanzarlo; culpa será de quien al repartir los dones se olvidó de vuestro agradecido discípulo. RELACIÓN DE ALGUNAS DE LAS OBRAS DE GEOMETRÍA Y DIBUJO CON- SULTADAS, Y EN LAS CUALES NO SE MENCIONAN SIQUIERA LAS PIRÁMIDES OBLICUAS: Cours complet de Mathématiques. Par M. Auguste Blum. (Géo- métrie. ) Nowveauz Éléments de Géométrie. Par Charles Méray. Elementos de Matemáticas. (Geometría, Trigonometría y Nocio- nes de Topografía.) Por D. Acisclo Vallín y Bustillo (varias ediciones. ) Elementos de Matemáticas. (Geometría y Trigonometría.) Por D. Joaquín Fernández Cardín (varias ediciones). Eléments de Géométrie, comprenant la Géométrie Appliquée. Par A. Eudes. Tratado de Geometría Elemental. Por D. Juan Cortázar. Legons de Qeométrie Élémentaire. Par Charles Rozan. 1 Cours de Géométrie, a Y usage des Écoles moyennes, des Écoles Industrielles, eb des Écoles Normales d' instituteurs. Par Maingie, Géométrie Théorique et Pratique. Par H. Sonnet. ? Cours de Dessin et Notions de Géométrie. Par A. Bougueret. Geometría. Por el coronel graduado D. Miguel Ortega y Sala. Troisieme Annte de Géométrie. Par MM. Bussaux € Beche. Cours de Mathématiques Appliquées. Deuxieme partie, Géométrie. Par L. Castelman. Coura de Géométrie. Par J. Maingie. Géométrie Stéréographique, ou reliefs des Polyédres. Par T. C. M. Marie. Petite Grammaire du Dessin. Par A. Couguy et C. Gabillos. Elementos de Dibujo Lineal, Geometría y Agrimensura. Por J. B. Henry (des Vosges ). Revisados por Thenot, traducida por D. J. 1 Este autor hace un estudio muy extenso de las pirámides y da hasta la etimología del nombre, y sin embargo no dice cuándo es oblicua una pirámide. 2 En esta obra se encuentra el modo de determinar la altura de una pirámide, pero nada dice respecto á cuándo debe considerarse recta ú oblicua, CONOS Y PIRAMIDES RECTOS Y OBLICUOS 387 B. Peironnet y corregida y adicionada por Isidro Giol y Soldevilla. Gill's New School of Art. Geometry. Curiosités QGéométriques. Par E. Tourrey. Cours de Géométrie Théorique et Pratique. Por E. Jacquet et Laclef. Curso de Geometría Elemental. Por A. J. H. Vicent, revisada por Boutron y traducida por Lope Gisbert. Elementos de Geometría y Trigonometría, Por D. Antonio Lora. Elementos de Matemáticas. (Geometría y Trigonometría.) Por D. Santiago Moreno Rey y D. José Cernelo y Obispo. Cours de Géométrie Elémentaire. Par T. P. Le Roux. Géométrie Élémentaire. Par A. J. H. Vincent, réfait conjointe- ment avec lPauteur sur la premiére edition, par M. Saigey. Course de Mathématiques. Par Charles Combérouse. Tome deuxié- me. Géométrie Elémentaire, plane et dans l'espace. Trigono- métrie rectiligne et sphérique. Erposé des vrais principes de Mathématiques. Examen critique des principales théories ou doctrines qui ont été admises ou émises en cette science, et réfléxions au sujet de l'enseignement des Mathéma- tiques. Par T. Coyteux. Curso de Aritmética y Geometría. Por T. Vintejoux, traducida por D. Jerónimo Frontera. (Curso Elementai, Medio y Superior.) Primeros Elementos de Geometría. Por H. Sonnet, traducida por D. Jerónimo Frontera. Éléments de Géométrie. Rédigés d'aprés les programes de 1 en- seignement scientifiques des lycées; suivis d? un Complément a l'usage des éléves de Mathématiques spéciales. Par A. Amiot. Revue et augmenteé par T. Vintejonx. Primeros Elementos de Geometría Experimental. Por Pablo Ber. Traducida por D. G. Frontera. Nociones Elementales de Geometría. Por los Hermanos de las Es- cuelas Cristianas. Geometría Elemental. Por H. Bos. Elementos de Matemáticas. (Geometría.) Por D. Felipe Picatos- te. (Varias ediciones. ) Curso Metódico de Dibujo Lineal. Por Andrés Giró y Aranols. (Varias ediciones). Cours de Géométrie. Par Mr. Henri Póstula. Eléments de Géométrie. Par M. P. H. André. Geometría. (Curso superior.) Por J. M. Bruño. 38 ALFREDO RODRIGUEZ MOREJON Elementos de Geometría. Por G. M. Bruño. Elements of Geometry. By Phillips and Fisher. (Obra de texto en la Universidad de Harvard. ) Rational Geometry. (A text-book for the science of space; based on Hilbert's foundations.) By George Brunce Halsted. Traité de Géométrie. Par A. Grévy. ( Professeur au Lycéa Saint-Louis. ) Géométrie Théorique et Practique. Par H. Sonnet. ? 1 En esta obra se encuentra hasta el modo de determinar la altura de una pirámide; pero nada se dice respecto á cuándo debe considerarse recta ú oblícua. PEDAGOGIA ! POR CONCEPCIÓN SANJUÁN Doctora en Pedagogía. PREFACIO Voy á esbozar tan sólo. Ni mi edad ni mi cultura, pobre aún, me dejan ahondar en los problemas que la observación continuada de la vida real, pone ante mi ideal manera de considerar y querer. No son vanas quimeras mis concepciones: ellas pueden y deben lle- gar á su consecución. Puedo deciros, sí; puedo deciros mucho. Alma de mujer, corazón de niña, sensibilidad intensa, vibrando siempre, en la aurora de mi juventud salí al mundo para luchar; soy peregrina, cuento de mis años mejores; ¿podré deciros algo? Sí, os diré de una Escuela feliz; de los Asilos de Maternidad provisional (créches ), orfelinatos, reformatorios; de los talleres y del ambiente generador de salud física y moral que en ellos debiera existir. En suma, lo que será este tríptico en cuyo coronamiento esculpe el alma humana: Por Amor á Dios, por Amor á los hombres. ESCUELA Los años de mi vida escolar han dado 4 mi sentir de maestra toda la luz que yo quisiera trasmitir, si uniera á mi experiencia to- do el bagaje que uza superior cultura pedagógica supone. No he de autobiografiar; así, pues, sin la censura de lo deficien- te en edificios, maestros, métodos y medios, haré un resumen de todo lo bueno que conozco, de cuanto enriquece por original, la evo- lución ascendente de la Escuela moderna. Emplazaré mi escuela en un barrio tranquilo de la bulliciosa ciudad: el suelo y el subsuelo corresponden por sus condiciones á los requisitos sanitarios, guardando higiénicamente la red de tu- bos que traen corrientes cristalinas y llevan, los más profundos, turbios desagúes al exterior. 1 Trabajo premiado, en 31 de Mayo de 1910, en el coneurso efectuado en la Escuela Pública N? 8 de la Habana, 40 CONCEPCION SANJUAN Mucha luz y mucho aire: alrededor de la escuela amplias aceras de cemento, amplia la calle por donde se desbanda la numerosa po- blación escolar. De las aceras á la entrada hay un pequeño jardín. En Cuba, «búcaro gentil de gayas flores», deben prodigarse estos fragmentos de campo, que distraen, alegran y educan. Esta escuela no tiene en frente, al lado y cerca, casas de fea apariencia, tampoco inadecuadas industrias, ni comercios que son un peligro, un atentado contra tanta criatura que concurre feliz y feliz sale para alegrar su casa. Y el edificio vedlo en las escuelas extranjeras y no lo busquéis en las más cultas ciudades; yo asistí á una escuela pública de un pobre rincón africano, que es colonia, y allí (suprimo métodos, etc.) contemplé la Casa-Escuela Ideal. Vestíbulo, guardarropa, dirección, biblioteca, estudio. Aulas alegres donde entran la luz y los aromas del jardín: en ellas pupi- tres cómodos, que son muebles ligeros y confortables. En uno solo hay asiento, mesita, costurero y armarito donde guardar libros, cuadernos, etc. Saliendo de las aulas, aisladas unas de otras por galerías, halla- réis patios y en derredor las aulas de enseñanzas especiales: música, dibujo y pintura, costura y corte, Kindergarten, economía domés- tica, con sus anexos, cocina, despensa, comedor y lavadero. Artísticas y sencillas lucen por todas partes colecciones de pin- turas y esculturas; aquí plantas, allí surtidores de agua entre el fo- llaje; rincones sombríos, patios cubiertos, patios al aire libre. Y vamos al movimiento general del pueblo que da vida á la ca- sa: es un conjunto risueño, alborotador; de pronto suena la voz que convida al trabajo y se impone la disciplina, que es disciplina libe- ral, la del Amor y el Deber. Se agrupan, se disponen por filas los polluelos juguetones, aparecen entre ellas, sonrientes las maestras, que son madrecitas y aman á sus muchachas. ¿Qué diré del método? Ya está todo: lo practican con amor y donde se rinda una canti- dad de trabajo diario, que es desgaste de las propias energías, y donde se cumple por deber una misión, sin pensar en la retribución, que es el pan de cada día, sino que, fijos los ojos en el ideal, tem- plada el alma por la convicción del alcance que tiene la obra puesta á su cuidado, sostenido el corazón por la fe de llegar al fin, ¿cuál será el método, que aun defectuoso, no fructificará ? Cursos de estudios pletóricos; horarios severos, programas que PEDAGOGIA 41 llenar (como si no quedaran en los mejores, lagunas), todo eso, desenvolviéndose al compás de una diaria investigación de lo que hacen otros aquí y en otras tierras, para mejorar la enseñanza y educar en verdad. Educar intelectualmente: el desarrollo armónico de las facultades, obtenido por métodos psicológicos, activos y naturales, poniendo en ejercicio las fuerzas de que es capaz la mente infantil, para vigori- zarlas, responde á la Escuela Ideal, porque conocen, acopian, ex- presan y se traducen inteligentemente. Educar moralmente: la Escuela Ideal también es familiar en este sentido, ya lo dije: Disciplina Liberal, porgue hay Ciudad Escolar, constituída por el libre uso del voto, que da á las consideradas por el pueblo como aptas, el desempeño de los cargos, y esa pequeña, ciudad (grande por cuanto significa), se gobierna dulcemente y es en las aulas, guardadora de sus fueros, y en toda la casa tiende á aunar sentimientos y voluntades, para el logro de la paz y el bien- estar que la ciudad gusta de conservar. Y los recipientes del saber, de la bondad y del amor, ¿se educan fisicamente ? La escuela de hoy, aquí, dice rotundo no. Dad á la escuela mobiliario adecuado y sobre todo dad libertad de acción á la maestra. Dejad que las niñas, así que se cansen, revoloteen por su aula, que interroguen, escuchen, que vuelvan 4 sus asientos. Romped con esa monótona y continuada posición que las esclaviza; mien- bras la mentalidad se desarrolla y los sentimientos se depuran, el organismo se tortura en esos pupitres que aprisionan á la niñez escolar. ¡Qué preciosa adquisición la de esas escuelas donde las pequeñi- tas, cuando se fatigan tienen en su propio asiento el reposo; viene la maestra, aprieta un resorte de hábil é invisible mecanismo, cae el respaldo y la pequeñita duerme en su adormecedora una siesta deli- ciosa, necesaria 4 sus años y que debe tolerarse pensando en el cli- ma, horas de labor, etc.! Qué espíritu de bondad y atracción tiene la escuela donde las niñas juegan y tienen expansiones, donde se las lleva á gozar fre- cuentemente de las bellezas del campo y del litoral; donde los tra- bajos manuales dan tregua al estudio, por más atrayente é intuitivo que resulte el método. En una plaza, en el centro de la ciudad, donde todos los saluda- 42 CONCEPCION SANJUAN ran con veneración, yo alzaría las estatuas de los reformadores de la escuela. No más casas feas y tristes, incómodas é inadaptables á la obra de la educación; no más fárrago de cosas inútiles é innecesarias; no más coartar el vuelo de inteligencias frescas que rompen con ruti- narios moldes, el querer de voluntades firmes, el sentir de corazo- nes amantes de la causa en que militan. No es la escuela centro de enseñanzas escuetas, vacías de sentido y aplicación, no. Es Santuario, donde al calor de almas jóvenes siempre, por en- tusiasmo y fe, viene la niñez, que es la generación para el porvenir, que tiene hogares adonde llevar como evangélicas enseñanzas, las que reciba en las aulas, colaborando así en la educación, la fami- lia y la escuela preparan con mutuo acuerdo la Patria futura, que cimentando sus libertades en el honor y el civismo de sus hombres, en su valer moral é intelectual, en la potencia viril de su raza, lu- chadora é incansable, obliga al mejoramiento del pueblo por la es- cuela: aquí tenéis á la Escuela Ideal, la que me ha enseñado á sen- tir y querer para todos los niños de todos los pueblos: mi Escuela amada, la N? 8. ASILOS CRECHES. —ORFELINATOS. —REFORMATORIOS. Creches La madre obrera tiene al presente el asilo de sus hijos mientras trabaja. Yo no conozco mayor crueldad en lo humano que esas leyes, convencionalismos ó azares que obligan á la madre á sepa- rarse de su prole. Si fuera malévola influencia la de un hogar, si hubiera madreg que negaran el amor instintivo y natural á sus hijos, de darles, aun en medio de su ignorancia, simientes de bondad, yo concebiría el alejamiento del calor materno. Nadie ignora que la ley de herencia se encarga de explicar los fenómenos de la cierta trasmisión de rasgos mil que integran en su totalidad al sér. La evolución ontogénica y filogénica desenvuelve en sus etapas todo el proceso de la fijación de los caracteres con todo el peso de la PEDAGOGIA 43 trasmisión hereditaria. Ya nadie ignora que la madre, amaman- tando á sus hijos, les va infiltrando con los elementos nutritivos las características de su vida emotiva. Pienso en las madres provisionales y pienso en las madres reales á quienes suplen, y no acierto 4 comprender cómo una mujer des- deña sus deberes en la maternidad, ni comprendo cómo las extrañas profanan el cargo aceptando la responsabilidad de lo que no saben, ni siquiera por intuición de mujer. La que reciba esa investidura debe tener, al menos, si le faltan otras dotes, sobra de abnegación y afecto para consagrarse á tan santa misión. Pobres madres las obreras, que no crían á sus hijos porque no pueden; tienen otros hijos que piden pan y todos necesitan techo y abrigo contra la intemperie. AMÍí en la creche dejan sus bebés, sus parvulitos. ¿Habrá para ellos amor? ¿Acompañarán á la comida y á la enseñanza la ternu- ras de madre que ellos quisieran? Recuerdo un pequeñito que crece entre mimos y cuidados, vive feliz en su hogar y asiste al Kindergarten. Dejaba la escuela una tarde en que la dulce madrecita nuestra hablaba á sus hijas en cla- se; acercóse y con su vocecita clara, con dejos cariñosos, dijo: «chi- quiáme». ¡Cuánto pedirían esos pequeñitos, que no ven á sus ma. dres desde el amanecer hasta la noche! Yo quisiera vivir algunas horas en la creche, conocer si allí hay amor para los niños. Los que viven así, aislados, sujetos á las reglas del establecimien- to, sin libertad, sin verdadera confianza, ¿no serán después huraños y retraídos con los demás al recordar sus primeros años? Pequeñitos de las créches: os hacen falta corazones que sientan el amor de madre, y de madre pobre, resignada al suplicio de no llevaros siempre consigo. ¿Qué importa que sea mullido el colchoncito donde reposáis, si no os canta y arrulla una voz tierna y amorosa? ¿Qué importa que se analicen vuestros alimentos, si no van á vuestras boquitas, piquitos de gorriones, por mano cariñosa? Oh! pequeñitos de las créches, madres obreras, que los dejáis allí, os llevo en el alma! 44 CONCEPCION SANJUAN Orfelinatos De vosotras, huérfanas que llenáis estos recintos, ¿cuántas ha- bréis pronunciado: « madre mía »? ¿A cuántas respondió la madre amada? ¿Cuántas junto al padre fueron en un hogar desolado la sombra bienhechora? En los orfelinatos la educación lleva en sí todo un mundo de responsabilidades. Estudiad en ellos la página que precedió al advenimiento de algunas de esas criaturas en cuyos semblantes se refleja toda la melancolía de una madre que nunca vieron. Pensad en las triste- zas inseparables de esas almas, y veréis conmigo, qué espinosa edu- cación: educarlas, formando para toda una vida el ambiente propi- cio, darles alegrías, arrancarles dolores atávicos, desarrugar frentes juveniles; enseñarles con ardor y constancia la práctica del bien; hacerles conocer que más allá de las rejas hay una sociedad, que la vida no es sólo la automática, lenta movilidad de la Casa de Bene- ficencia. Pasad á los departamentos de ciegas y sordomudas; allí es en- dulzar y embellecer la vida que sólo en algún aspecto gozan. En el orden interior, yo no acepto la sempiterna disciplina autoritaria, fatigosa, que da al ánimo ese especial sense of humour, que á través de lentes grises nos da la sensación de aburrimiento, haciendo lucir calma aparente y formalista. Han de sentirse como en hogar propio, llenas de confianza, amando en sus guías á las madres ignoradas, cumpliendo con ale- gría los deberes que el asilo les impone, pero felices de hallarse en él. Huerfanitas asiladas, cuando pensáis conscientes, cuando albo- rean vuestras ilusiones, cuando soñáis encantos, decidme, si no os comprenden ni os escuchan, ¿4 dónde volvéis los ojos? Pensad, sabed que hay quien os ama y vive con vosotras, por- que compara su vida con la vuestra, y ve que tiene derroche de afectos que á vosotras os negara el mundo. Sueño para vosotras con instituciones donde espíritus elevados, convencidos del valor que reclama el sacrificio y la alteza del deber impuesto, den á esas casas las reformas que se imponen. La sociedad no piensa en todo lo que puede hacer por ayudar al hermano, huérfano de amores. PEDAGOGIA 45 Reformatorios Muchachas traviesas, defectuosas, incorregibles, á fuerza de no saber educarlas en sus hogares, van á estos asilos. Jóvenes que son ancianas, porque han condensado en su breve paso por el mundo cuanto la vida encierra de alegría y dolor, van allí con el alma enferma; tras bruscas sacudidas recobran la razón y buscan la calma. Estas son las que tienen allí un verdadero amparo. Las primeras, tratadas con rigor, muestran una quietud que es- pera las ocasiones de revolverse y mostrar su artificio. La docilidad se enseña á fuerza del ejemplo: ser dulce y humil- de ante el espíritu rebelde es el arma mejor para rendirlo. A esas mentes obscuras que desconocen el amor propio, para quienes el deber es un mito, la obediencia humillación vergonzosa, y la bondad pobreza de espíritu, se les da luz dejando á un lado el tono severo, el imperio de la fuerza. Hay que moldear primero un corazón, después dotar al sér de sentimientos, despertarlos; en esa labor avivar la inteligencia y ya estará reformada la bandada díscola, que sale con un carácter, dis- puesta 4 vivir en sociedad, sin choques desagradables. Las otras, las aisladas, tienen la soledad; si las dejaran meditar después del trabajo, que debe ser constante en el día, yo creo que cada una sentiría al poco tiempo, como si desgarrado el corazón para vaciar cuanto veneno depositaron en él, aposentaran en un nuevo corazón el amor al bien y á la práctica de las virtudes. Nunca ociosas, entretenidas siempre, haciéndolas sentirse eleva- das por un trato amable y cariñoso, la regeneración no es una quimera. Un alma grande, fuerte, desinteresada, conocedora de la vida en todas sus fases, no vería nunca en torno suyo á las rebeldes y descontentas que concluyen por volver á los comienzos de su azaro- sa existencia. La idea del encierro y la severidad no favorecen al intento: de- bieran tener inmensos campos, ú casas frente al mar, lejos de las ciudades. Son hospitales de almas; necesitan mucho aire benéfico, mucha soledad, sol de alegrías, trabajo que fortifique los espíritus, ense- ñanzas que descubran un cielo de esperanzas y renueven la fe y la 46 CONCEPCION SANJUAN ingenuidad candorosa de años que recordarán con lágrimas de sin- cero arrepentimiento. El Reformatorio habrá realizado su obra, si le imprime la fuerza que nunca ellas hallaron á su paso, el amor, que regenera y salva. TALLERES Enjambre de muchachas, niñas, invade desde los barrios extre- mos hasta los centros fabriles, así que alumbra el sol, á la ciudad que se despereza somnolienta. Cuando los burgueses entreabren sus ojos, y piensan y calculan, ya va rendida en parte la labor de las obreras. Y vedlas, si solas en galerías: despalilladoras, bobineras, file- teadoras. En silencio, hábiles las manos no cesan hasta la hora del almuerzo, luego hasta la noche... Encuadernadoras, papeleras, cajistas, modistas, sombrereras. Cuántos oficios, cuántos, para contar por millares á la mujer la- boriosa que gana su pan y el de los suyos. Mas en la sucesión de los días nada cambia la distribución del tiempo, del trabajo, la retribución exigua. Saliendo las más con la poca cultura que alcanzaron al llegar al tercer grado de la escuela, no tienen, fuera del trabajo incesante, ningún bien para su espíritu. Lecturas sanas, distracciones, todo eso les está vedado. Yo lo sé, yo he llegado á esos talleres y he penetrado en esos hogares. Y sé que en locales insanos, incómodos, se agostan sus años, los de la plenitud de la vida, y sé que ante el dominio del amo ó del encargado, pasan los días atemorizadas, sin quejarse jamás de su condición, porque les quitarían el jornal. Y en tanto, las futuras madres empobrecen en los talleres sus organismos, y envejecen sus almas. Se habla, se dice mucho en Jos países de las sufragistas, de elevar la condición de la obrera, para que el dueño, cuando necesi- te de su voto, se obligue á mejorarlas en cuanto hoy las daña. Oh! Mil veces no! Mujeres de corazón femenino, nunca 0s elevéis así. Hay algo superior, exquisito, seguro, eficacísimo que anida en vuestras almas. Templadlas, dad á vuestra voluntad firmeza, que, PEDAGOGIA 47 cumplidoras del deber, aspiraréis á superar por ese bien que se lla- ma dulzura de carácter, bondad del corazón. Aprended, estudiad, sí, mucho: conoceréis el valor de vuestros títulos y el justo derecho á gozar de libertades y supremacías. Sean ellas promedio de horas de trabajo conforme á vuestras fuerzas; jornal que compense las que perdéis cada día; locales sanos, con todas las exigencias sanitarias; trato fino de vuestros superiores, consideración, respeto; alejamiento de cuanto puede envenenar vuestro espíritu; exigid á vuestro alrededor ambiente de paz; que nada turbe el candor de vuestros años, de vuestra dulce alma femenina. Yo presiento que la fuerza de vuestra Dulzura, de vuestra Hu- mildad, moverán más corazones que los discursos de esas sufragis- tas, que quisieran convertiros en sus instrumentos para escalar tribunas y desempeñar cargos varoniles, porque ignoran que el ce- tro del talento femenino, en muchos casos superior al hombre, está en el hogar. Y en el hogar y en el taller y en la sociedad «la mujer gana mucho para sí, con ser mandada »; el predominio del saber, la ma- yor suma de cultura, sin un conocimiento claro, preciso de la mi- sión del alma femenina, es equivocar el sendero. A todo ha de llegar la mujer por el distintivo que Dios puso en su corazón: amor. Obreras, venid todas á un taller donde ya sois amigas; 0s ayu- daremos, no somos sufragistas; somos obreras felices, que con amor trabajamos y vamos alcanzando mucho en nuestra Uruzada. DOCTRINA DE LA ATENCION EN ORDEN A LOS FINES DE LA INSTRUCCION O SEASE A TA EDUCACION INTELECTUAL ! POR LA SRTA. ANA LUISA LÓPEZ Y LAY Todos los resultados del trabajo intelectual atestiguan la importancia de la atención. Compayré. Entre los arduos problemas planteados por la Psicología Peda- gógica en sus diversas escuelas, figura preferentemente la atención en orden á los fines de la instrucción, ó séase á la educación inte- lectual. Encargada la Metodología de buscar con el estudio de las leyes reguladoras del estímulo, móviles eficaces, para sin fatigoso esfuer- zo del espíritu despertar en el alumno la mayor curiosidad en cuanto sea necesario para formar con el sentimiento de un interés placentero un estado de conciencia persistente, toca á la Psicolo- gía Pedagógica estudiar las causas productoras ó fundamentales de la Atención, sus formas, mecanismo y elementos que la constitu- yen, para preparar á la Metodología el camino de la elección y aplicación del método más adecuado con las condiciones mentales del alumno. Será, pues, el objeto de este trabajo el estudio de la atención, sus formas, elementos motores, condiciones subjetivas y objetivas y sus factores indispensables en la educación intelectual. No me propongo decir nada nuevo al desarrollar esta tesis. Mi labor sólo se dirige 4 exponer el producto resultante de un acopio de datos tomados de eminentes psicólogos que han tratado de la aten- ción, y Jos conocimientos que prácticamente he adquirido en mi aula, mediante la observación y estudio de la mentalidad de mis alumnos, que han formado en mi ánimo el concepto de la atención, como factor indispensable para la educación intelectual. 1 Tesis para el grado de Doctor en Pedagogía, leída y sostenida el 1? de Julio de 1910; se publica en la REVISTA con la debida autorización, DOCTRINA DE LA ATENCION 49 Esto expuesto y consecuente con el método que me he trazado, paso á ocuparme del desarrollo del tema en el orden dicho. Fx Las muchas definiciones que de la atención se han dado con- vienen en que es la mirada del espíritu; la dirección del pensa- miento hacia los objetos que la solicitan; una dirección momen- tánea debida á algún estímulo poderoso y el momento inicial de toda nuestra actividad intelectual. Ribot la considera un estado intelectual y exclusivo con adap- tación espontánea ó artificial; Oberstein un hecho de inhibición; el Dr. Varona, un proceso inhibitorio y Pillsbury un proceso unitario y un aumento en la claridad de una idea; muchos, un grado de conciencia suma. Según todos, la atención es el inicio de la acti- vidad intelectual. Algunos tratadistas dividen sus formas en natural ó espontánea, y voluntaria ó artificial; otros, en activa y pasiva, inmediata ó de- rivada, y los más en voluntaria é involuntaria, Por el contrario, para Pillsbury la atención es un proceso uni- tario formado por dos grupos de condiciones objetivas y subjetivas, confundidos de tal modo, que sólo pueden distinguirse los extremos, y por eso no está conforme con estos sistemas de clasificación y opina que sólo por las susodichas condiciones debe distinguirse la atención. . Aceptando la división de la mayoría, voy á distinguir las formas en voluntaria é involuntaria, llamando á esta última también refle- ja, por la manifiesta analogía que, según Sully, tiene con el movi- miento reflejo; esto es, con el movimiento que sigue al estímulo sensorio, sin la intervención de un propósito consciente, puesto que todos convienen en que, cuando se atiende á una cosa por impulsos de un deseo, la atención es voluntaria y que cuando sólo obra en la mente la fuerza del objeto presentado, la atención es involuntaria. Aunque ambas se dirigen á formar el núcleo de nuestro sér ínti- mo, tienen muy distintos caracteres y notable diferencia. La vo- luntaria precede á la excitación; su determinante es la representa- ción Ó anticipación del fenómeno que va á ser objeto de la atención; la involuntaria es suscitada siempre por la excitación. Esta, la involuntaria, tiene el carácter de un instinto porque no hay con- ciencia ni del acto que se realiza, ni del fin que se propone; aquélla, la voluntaria, lo tiene de una tendencia, porque obedece á un fin 50 ANA LUISA LOPEZ Y LAY determinado y dirigida por la idea que se quiere percibir, acaba por convertirse en una voluntad claramente consciente capaz de elección. Como en nuestra vida psíquica, además de las sensaciones cons- cientes, concurren otras pre-conscientes que por carecer de inten- sidad no pueden colocarse en el foco de lo que pudiéramos decir conciencia plena, y otras también que aun llegando á la conciencia van perdiendo su intensidad por la ley de degradación de las sen- saciones que pasan á ocupar el campo de la llamada región.sub-cons- ciente, la atención dirigida hacia una sensación pre-consciente, puede hacer aumentar la intensidad á la excitación llevándola á in- vadir el campo consciente, ó por el contrario, concentrando la mente en otra idea, resistiendo al estímulo, impedir que una sensación lMegue á la conciencia. La característica de la atención voluntaria es, pues, su gran poder de elección. Y como quiera que la atención en general supone el apartamiento de algunas cosas para ocuparse eficazmente de otras y por la facul- tad de poder elegir, la voluntaria puede hacer concentrar la mente en una idea con apartamiento de otra para adquirir los conoci- mientos que desea, tenemos que puede dirigirse la atención y que en la instrucción es de suma importancia como fundamental prin- cipio de la Pedagogía que la dirección se amolde á las condiciones mentales del alumno, para que sin gran esfuerzo ni fatiga del espí- ritu, la atención pueda combatir con éxito el estado de distrac- ción, que es su poderoso contrario. El estado de distracción á que me refiero es el estado de expansión y movilidad que hace al niño incapaz de fijar su inteligencia de modo algo estable, por el paso incesante de una idea á la otra, á voluntad de los cambios más fugitivos de su humor, ó de los acontecimientos más insignificantes de su medio; en modo alguno al estado de los que, privados de la facultad de atención son, según Esquirol, incapaces de educación intelectual. Antes de tratar de los requisitos que han de concurrir en la atención para que pueda conseguir el objetivo de su finalidad en la instrucción, voy á ocuparme de su origen, primeras manifestacio- nes, proceso evolutivo de su desarrollo, tránsito de una forma á la otra y condiciones objetivas y subjetivas. Ls S FA No puede precisarse en qué época se verifica el fenómeno de la aparición de la atención. Afirma Rousseau, fundado en que la gé- DOCTRINA DE LA ATENCION 51 nesis está en los estados afectivos, que sus primeras manifestacio- nes son siempre guiadas por sensaciones de placer y de dolor; y como estas sensaciones comienzan á sentirse en el primer período de nuestra vida, la atención tiene su origen y hay necesariamente que buscarla en el fondo de nuestro sér. Ahora bien: la psicología de la voluntad abarca toda la vida consciente: en toda atención, ya sea ésta activa Ó pasiva, existe - siempre la voluntad: pues si esto es así y no es posible concebir el funcionamiento de una sin la presencia de la otra, puede, desde luego, asegurarse que la atención empieza cuando la voluntad aparece. En cuanto á la época de su aparición, la cuestión es distinta. Divididas las opiniones por la diferencia de criterios que sustentan eminentes psicólogos, no puede asegurarse cuál sea: Preyer cree haber notado el fenómeno de la aparición de la voluntad bajo for- ma impulsiva al quinto mes de nacido el niño; otros, entre ellos Ribot, sostienen que como poder de suspensión se manifiesta mucho más tarde; de todos modos y según las anteriores teorías, cualquie- ra que sea la época y el momento en que la voluntad aparece, surge con ella la atención. Antes de obedecer á la voluntad, nuestros músculos y nuestros nervios están sometidos 4 necesidades irreflexivas y á tendencias inconscientes de la naturaleza. En el niño, el principio de sus de- terminaciones y de sus actos no es la voluntad; rigen y disponen sus movimientos el instinto y la sensibilidad y por esto, aunque participan más Ó menos de la vida consciente, algunos movimientos son inconscientes casi por completo. Los que no son provocados por una excitación interna y espontánea, sino por una causa exte- rior, por ejemplo, el súbito movimiento producido por un ruido repentino, que es la respuesta del organismo viviente á la excita- ción externa que lo solicita, no es más que un acto reflejo en que la voluntad no ha tomado parte. La historia de los movimientos es la misma Ó parecida á la de los actos y determinaciones. Al principio, impulsos irreflexivos y ciegos, y después reflejos conscientes y reflexivos, ilustrados por una representación intelectual y por la idea de alcanzar un fin. En la época primera nada sabe el niño ni de sus órganos ni de sus potencias motoras, ni de la relación que existe entre sus movi- mientos y la satisfacción de sus necesidades: poco á poco lo va aprendiendo, y dándose cuenta de estos movimientos y de sus re- 52 ANA LUISA LOPEZ Y LAY sultados, llega á guiarlos y dirigirlos por la voluntad, pues como antes digo, al aparecer ésta con el imperio de su gran poder, apare- ce la atención en su forma involuntaria ó refleja, desempeñando sus importantes funciones. A medida que el niño crece, muchas cosas que antes le fueron indiferentes se le van haciendo interesantes y por el principio de asociación, 6 lo que es lo mismo, por las conexiones que por costum- bre se forman en el estado pasivo de la atención, las cosas van te- niendo para él un interés derivado que revela á las claras el deseo de aquello que le atrae. Los rasgos característicos de su vocación, los manifiesta por la atención que le presta á todo aquello que le interesa Ó agrada. Sus gestos y actitudes corresponden de tal mo- do con su estado emotivo, que no es difícil al maestro conocer por ellos las inclinaciones y vocación del alumno. Algunas veces son determinados por detalles muy ligeros; pero otras son tan acentua- das sus manifestaciones, que se revelan con una claridad ostensible. El siguiente caso lo demuestra. Un niño de ocho años, matriculado en mi aula en este curso escolar, uno de tantos que en nada se distinguió de los demás compañeros en el estudio de las asignatu- ras del grado. Le noté decidida afición á pintar el mar siempre con gran oleaje. Investigué la causa y pude averiguar que este inci- piente artista contemplaba la naturaleza los días en que el mar es- taba enfurecido y después en el aula, con la imagen del recuerdo, trataba de estampar en el papel con el pálido colorido del lápiz lo que había sido antes objeto de su atención. Estas primeras manifestaciones de su aurora artística acusaban de modo evidente su decidida vocación por el dibujo. Conservo algunos trabajos que hizo por su propia inspiración y espontánea voluntad. Pues bien; siguiendo el curso de mi tesis en el avance de la atención; por el ejercicio frecuente de su actividad, que promueven estímulos externos, la atención va adquiriendo gradualmente un progresivo desarrollo independiente de la voluntad; y como el avance de este progreso depende de las condiciones mentales del individuo, resulta que tampoco puede precisarse la época fija en que se verifica el paso de la atención involuntaria á la voluntaria; subordinado el fenómeno al gradual desarrollo indicado, el tránsito no puede ser espontáneo. Hasta que la atención, estimulada por el deseo, no busca la re- presentación ó anticipación del objeto de su actividad; hasta que DOCTRINA DE LA ATENCION 53 el artificio no hace atractivo aquello que no lo es por naturaleza y, en una palabra, hasta que no se fortalece el sentimiento del esfuer- zo, la atención no es voluntaria. omo se ha dicho que con la voluntad aparece la atención y por algunos se sostiene que la atención es voluntad, aunque admitiendo que cada una en el desenvolvimiento de nuestra vida intelectual desempeña distintas funciones y, como hemos afirmado además, que el paso de la atención involuntaria á la voluntaria se verifica gradual y progresivamente, antes de seguir adelante, para el mejor y más claro concepto de las funciones educadoras de la atención, me parece oportuno exponer por qué el paso de la voluntad espon- tánea á la reflexiva se verifica súbitamente y el de la atención in- voluntaria á la voluntaria es progresivo y gradual. La atención no es una función intelectual especial, sino el re- sultado de una aplicación de la voluntad; y como el nacimiento de una representación es siempre debido en un principio 4 una asocia- ción involuntaria, el tránsito de la voluntad espontánea á la retle- xiva tiene que ser también espontáneo. Realizándose el de la atención involuntaria, á4 la voluntaria, me- diante el desarrollo del recuerdo y la representación libre por expe- riencias anteriores que determinan la preferencia entre las sensa- ciones que surgen; el tránsito tiene que ser necesariamente gradual y progresivo. Este progreso de la atención puede verificarse con tanta mayor facilidad, cuanto mayor cuidado se haya tenido en formar en el niño un hábito de impresiones vivas y dominantes que cautiven su espíritu. Como dice Compayré, cuando haya fijado numerosas ve- ces sus miradas en los contornos brillantes, en las formas seducto- ras que le atraen, cuando haya prestado oído á la voz fuerte que lo domine y á los sonidos armoniosos que lo encanten, se le llevará dulcemente al niño á dirigir por sí mismo su pensamiento hacia estos objetos habituales de su contemplación, y á la excitación ha- bitual del exterior responderá poco á poco un movimiento del inte- rior: su espíritu, fortalecido de este modo, perderá la costumbre de la disipación y con una docilidad siempre en aumento llegará hasta prestarse placentero á los objetos de estudio que se le propongan. Cautivar el espíritu del niño es, pues, el más fecundo de cuan- tos trabajos ha de hacer el maestro. Gobernar la vida mental por el atractivo, es la principal misión del pedagogo. Lo mismo que la madre se apodera de este gobierno empezando 54 ANA LUISA LOPEZ Y LAY por interesar al niño por un objeto, señalándoselo con el dedo y después escogiéndole las impresiones que cree han de proporcionar- le nuevos encantos y nuevos goces, va poco á poco con el halago posesionándose de la dirección de su mentalidad, así el maestro tiene necesidad de buscar los estímulos que atraigan la atención del alumno, como único medio de poder dirigir y gobernar su inte- lectualidad. Escabroso es el camino y algo difícil la tarea; pero como el pun- to capital de la enseñanza, lo esencial para la instrucción, es educar la atención ¡involuntaria Ó espontánea, á educarla debe dirigir sus esfuerzos el maestro para colocar prácticamente al niño en condiciones favorables de atender, sin lo cual no es posible la ins- trucción. Para obtener buen resultado y poder realizar este trabajo con éxito, hay que formarse, ante todo, la idea de que á cierta edad la duración de la aplicación mental es muy pasajera y hasta fugaz y que el poder de la atención voluntaria es tan rudimentario en la niñez y de tan poca intensidad, que debe aprovecharse el momento oportuno para impresionar agradablemente el ánimo del niño, sin perder de vista que más dispuesta la niñez á inducir que á deducir, es muy natural que su espíritu prefiera, en sus comienzos, elevarse de lo particular á lo general y que sus pensamientos casi todos sean particulares. ' Herbert Spencer establece, al tratar de las leyes de la evolución intelectual, que el espíritu va de lo simple á lo complejo, de lo con- creto 4 lo abstracto, de lo particular á lo general, de lo indefinido á lo definido, de lo empírico á lo racional y hace de ello las siguien- tes deducciones. Primera: que no se debe someter, al principio, á los niños más que á asuntos de estudio simples, de los objetos sen- sibles y de las cosas particulares, para encaminarlos poco á poco á las verdades complejas, á las generalidades abstractas y á las con- cepciones de la razón; y segunda: que no se pueden exigir de la in- teligencia infantil sino nociones incompletas y vagas, que después aclara y determina gradualmente el trabajo. Y como la señal in- equívoca de que el niño desarrolla su espíritu con comodidad y de que se asimila los conocimientos que se les trasmiten, es el placer que experimenta y por el contrario su repugnancia y su indolencia dan testimonio de que la enseñanza le ha sido presentada muy pronto ó en mala forma, debe buscarse lo agradable y lo placentero, estudiándose las tendencias del educando para presentarle asuntos DOCTRINA DE LA ATENCION 55 apropiados á sus gustos y sugerirle pensamientos fáciles, bien sea por la aproximación de objetos análogos, Ó bien por la oposición de cosas diferentes que le seduzcan y atraigan. Una niña de dos años y meses de edad, á quien sus padres, por complacerla, la mandaban por la tarde á un Kindergarten, porque lloraba por ir á ver jugar—como decía—á sus amiguitas, llegó á los pocos días de oir y ver á las otras niñas mayores cantar y mo- ver las manos que la letra de la canción decía, 4 saber perfecta- mente cuál era su mano derecha y cuál su izquierda. La atención involuntaria, fortalecióndose por sí sola á impulsos del mismo atractivo, fué ganando terreno y después de algún tiem- po la niña entonaba con relativa semejanza la letra, música y movimientos que había oído y visto en las otras niñas. Esto, además de demostrar que el niño á cierta edad es capaz de verdaderos razonamientos, particularmente de los que suponen atención, por la seguridad con que la niña indicaba su mano dere- cha ó izquierda, según por la que se le preguntaba, revela de modo elocuente que el esfuerzo por atender se lo estimuló el placer por que la niña se seutía atraída, de ver y oir 4 sus amiguitas en sus ejercicios y cantos. Pues bien; si esto, como se ve, ocurre en niños de tan tierna edad, deben esperarse mejores resultados de niños mayores que con más capacidad para expresar sus deseos y en mejores condiciones de fortalecer el sentimiento del esfuerzo, pueden responder á los estí- mulos apropiados que para impresionar su espíritu y excitar su atención escoja el maestro. El anterior proceso evolutivo de progresista desarrollo de la atención involuntaria y su tránsito á la voluntaria que acabo de tratar, nos lleva á las siguientes consideraciones: los estados afec- tivos son las causas de la atención en su forma involuntaria Ó re- fleja. Ninguna excitación se produce sin ocupar la atención. Por la educación y el adiestramiento se fortalece el sentimiento del es- fuerzo, yla atención involuntaria Ó espontánea puede transformarse en voluntaria. La atención voluntaria es un resultado del adies- tramiento y un producto del esfuerzo. El maestro tiene á su alcance todos los elementos necesarios para poner al servicio de la instruc- ción la curiosidad del niño y formar en su ánimo el hábito de atender. Dejando para otro lugar el estudio de los factores que á la aten- ción auxilian en sus funciones y siguiendo el orden que me he 56 ANA LUISA LOPEZ Y LAY establecido para mi exposición, paso á ocuparme de sus elementos motores. +x La naturaleza íntima de la atención tiene dos procesos psicológi- cos; la acomodación y adaptación de los órganos sensores y la prepa- ración anticipada dentro de los centros productores de la idea, inte- resados en el objeto al cual la atención se presta. Ambas coexisten en todos nuestros actos de atención: su mecanismo es esencialmen- te motor y actúa siempre sobre músculos y mediante músculos. No hay sensación sin movimiento. Y como lo que importa saber para el desarrollo de este tema es en virtud de qué mecanismo se mantiene el estado de conciencia que determina la atención volun- ria, voy á concretar mi trabajo á este punto para no salirme de los límites naturales de la tesis que, desde luego, traspasaría si me ex- tendiera en un estudio anatómico y fisiológico de la atención, expo- niendo con detalles la estructura de los órganos nerviosos implica- dos en su funcionamiento, el paso de las diversas sensaciones del órgano sensible al cerebro y del cerebro á los músculos, tanto más cuanto que para completa inteligencia del fin que me propongo, basta que se considere el funcionamiento del sistema nervioso como un proceso que sirve para trasmitir á los músculos los estí- mulos de los órganos sensibles. Los antiguos psicólogos no explican el esfuerzo de la atención: se conforman con comprobar su existencia; hablan de él como de un estado del alma sobre el cerebro para ponerlo en juego y nada más. El primero que ensayó una localización precisa de las diver- sas formas de la atención refiriéndolas á partes determinadas, fué . Fochnor. El sentimiento de esfuerzo de la atención en los diversos órganos sensoriales, no me parece ser, dice, más que un sentimiento muscular que se produce por una especie de acción refleja, al po- nerse en movimiento los músculos que están en relación con los diferentes órganos sensoriales. Pero, se nos preguntará, ¿de dónde viene y cuál es el origen de ese sentimiento de esfuerzo que siempre acompaña á la atención? Tres opiniones se han emitido sobre el particular; según una, se trata de un sentimiento de energía desple- gada, de origen central, anterior al movimiento Ó al menos simul- táneo con él y va de dentro á fuera, siendo, por tanto, centrífugo, eferente; según otros, es un sentimiento de la energía que ha sido desplegada, de origen periférico, posterior á los movimientos pro- DOCTRINA DE LA ATENCION 57 ducidos y va de fuera 4 dentro y como toda sensación trasmitida de la periferia del cuerpo al cerebro por los nervios centrípetos, es aferente; por último, la tercera opinión afirma que es un sentimien- to de la fuerza ejercida, Ó sentimiento de inervación, y también el sentimiento de un movimiento efectuado, ó lo que es lo mismo, central y periférico á la vez. La segunda opinión sustentada por James, es la más sólida, á juicio de Ribot, porque cree que el punto de partida de la sensación de esfuerzo unida al fenómeno de la atención es como el de cualquier otra sensación reconocidamente periférica. a Para lo que á los fines de este trabajo interesa, eferente ú afe- rente, centrífugo ó centrípeto, cualquiera que sea el origen del sen- timiento de esfuerzo que á la atención voluntaria acompaña, nos basta saber que procede de los estados físicos mencionados y que el mecanismo de la atención es motor que actúa siempre sobre mús- culos y mediante músculos, concomitantes constantes de nuestro pensamiento en sus contracciones, porque ello es suficiente para dejar sentado como particular importante que la atención es un estado anormal no duradero, el cual produce un agotamiento rápido del organismo, por cuanto con el esfuerzo viene la fatiga y con la fatiga la inactividad funcional. Al hablar de las condiciones objetivas y subjetivas de las cuales me voy á ocupar por corresponderle á ellos en turno en el método impuesto para la exposición del tema, creo oportuno empezar por definirlas, para establecer desde un principio las distinciones de sus funciones originarias en los procesos conscientes, que es á los que únicamente me voy á referir. Son condiciones objetivas de la atención, según Pillsbury, aque- llas cualidades que no pertenecen más que á la sensación, entrando en el campo de la conciencia asistidas de las sensaciones concomi- tantes con las cuales ha sido percibida; y condiciones subjetivas, las que tienen por origen las impresiones recibidas por los órganos sensibles, retenidas de manera que entran más tarde en actividad. Dependen aquéllas del mundo exterior y éstas, de la naturaleza del espíritu en un momento dado. Son las principales condiciones objetivas, la intensidad, la ex- tensión y la duración del estímulo. Las subjetivas se encuentran en la actitud mental del momento, en la educación, en el medio so- cial y en la herencia del individuo. La intensidad es sin duda la más importante de las objetivas. 58 ANA LUISA LOPEZ Y LAY Una ruidosa detonación llega á la conciencia á despecho de las fuer- zas contrarias. La causa del ruido atraerá siempre nuestra aten- ción por muy firme que sea la resolución de seguir ocupándonos del trabajo en que estábamos. La extensión de la vista y del tacto es un factor ligado con la intensidad. Un objeto grande tiene más probabilidad de atraer la atención que uno pequeño. El aumento en la duración sirve para atraer la atención sobre el estímulo y sólo por este aumento es que á las sensaciones débi.- les y de corta duración que suelen pasar inadvertidas, se les puede hacer llegar á la conciencia persistiendo en la repetición y hacién- dolas duraderas. Sobre esta persistencia en la duración hay que advertir, por lo que á la educación intelectual respecta, que una ex- citación prolongada puede ser desfavorable para la fijación de la atención, regla importante que deben tener muy presente los lla- mados á dirigirla. Hemos dicho que las condiciones subjetivas pueden encontrarse en la actitud mental del momento, en la educación del individuo; en las fuerzas sociales que han obrado sobre él y en los caracteres heredados. Me ocuparé de ellas como la índole de este trabajo requiere. El factor más importante para determinar el objeto de la aten- ción en un momento dado, es, según el mismo Pillsbury, el modo del momento, el cual depende en parte del medio presente y en parte de factores aun más lejanos. Cada grupo de la colectividad, por haber sido sometido á un conjunto de experiencias distintas, ha recibido una educación particular y los individuos de cada gru- po reaccionan ante los diferentes estímulos de la vida, según las impresiones que llaman su atención en un momento dado. El efecto de la educación obra principalmente para determinar la actitud del momento, y después, de modo indirecto, sobre la idea que está en el espíritu, antes que se produzca la atención; aunque en muchos casos obra inmediatamente sobre la atención dirigida hacia un objeto, apoderándose de la actitud del espíritu y hasta de la idea dominante. Los factores sociales que sirven para determinar la atención son muy generales y más remotos que los factores de la educación. Aparecen en los primeros años de la vida como elemento de la mis- ma educación. La presión que la sociedad ejerce sobre el indivi- duo para obligarle á imitar los modelos que le propone y que fuerza DOCTRINA DE LA ATENCION 55 constantemente á nuestro pensamiento á guardar una dirección, á despecho del mayor placer que podríamos experimentar abando- nándonos al capricho de las imágenes mentales, no es otra cosa que la influencia social, ó como el Dr. Varona la llama, la educación in- directa. El deber, lo que conocemos con el nombre de deber social, no es más que el temor á la opinión pública, que mira favorable- mente ciertas formas de acción y desaprueba otras. El motivo de la atención necesaria 4 toda educación lo mismo que á su dirección, es efecto del influjo social: las recompensas y los castigos son, por su misma naturaleza, completamente sociales. En cuanto á las condiciones subjetivas que son debidas á la he- rencia, según opinión del mismo Pillsbury, en el hombre hay muy pocos casos en los cuales se puede diferenciar el papel del medio del papel de la herencia: imposible es—dice—poner el ejemplo de un solo caso de atención atribuído á la herencia de una manera precisa y única. Sully cree que la disposición que desde muy tem- prano manifiesta el niño á someterse á la voluntad de otro no es más que el resultado hereditario de la experiencia social y de la cultura moral de varias generaciones. Su condición subjetiva de- bida á la herencia puede determinarse porque en cada individuo hay ciertos elementos que vienen de sus ascendientes, los cuales le llevan á recibir unas excitaciones más fácilmente que otras. En síntesis: las condiciones objetivas dependen del mundo ex- terior. Las subjetivas, de la naturaleza del espíritu en un mo- mento dado. Los filósofos hacen una distinción esencial de lo subjetivo y de lo objetivo. Una sensación, un fenómeno interior que no se refiere sino al sujeto que piensa, es subjetivo. Una percepción que nos representa un objeto distinto del sujeto, es objetivo. Y como mi intención al estudiar estas condiciones no fué otra que la de exponer su origen y dependencia, cumplido mi propósito, doy por tratado el asunto y paso á ocuparme del principal requisito que ha de concurrir en la atención voluntaria para su mejor fun- cionamiento. SE Después de los datos que he aportado para formar concepto de la atención desde el punto de vista de la Psicología Pedagógica, creo necesario, para poder apreciar su influencia en la instrucción, conocer los factores que le auxilian en su actividad. 60 ANA LUISA LOPEZ Y LAY Antes he dicho que el proceso por el cual la atención volunta- ria se constituye, es hacer atractivo por artificio lo que no lo es por naturaleza, ó lo que es lo mismo, dar un interés artificial á las cosas que no tienen interés natural; que á la atención voluntaria acompaña siempre un sentimiento de esfuerzo; que nunca hacemos un esfuerzo para atender á un objeto, sino por algún interés remoto ó derivado que el esfuerzo proporciona; y, por último, que con el esfuerzo viene la fatiga y con el exceso de fatiga la inactividad funcional. Dados estos supuestos, el secreto del funcionamiento de la aten- ción voluntaria, no es otro que despertar el interés por la ley del menor esfuerzo. Veamos qué es el interés, qué es la fatiga y á qué reglas hay que sujetarse para cumplir este precepto pedagógico del menor esfuerzo. Al nacer, traemos una multitud de instintos é inclinaciones que constituyen la individualidad. Entre estos instintos naturales, hay uno erninentemente favorable para la educación intelectual que despierta cuando las nociones nuevas que piden entrar en la inte- ligencia, encuentran nociones antiguas de la misma naturaleza, fa- miliares al sujeto, y que se llama curiosidad. La fusión de lo nuevo con lo antiguo que opera en la inteligencia después de sobre-exci- tada por la curiosidad, prepara el terreno para otras operaciones semejantes que constituyen otras tantas etapas en el desarrollo in- telectual. Esta transición gradual pone en juego los sentimientos y las facultades de la inteligencia y la curiosidad entonces al servi- cio de la instrucción, estimulada por lo agradable, lo placentero y el principio de asociación, toma el nombre de interés, que puede definirse diciendo que es el deseo de comprender una cosa; el an- helo de poseer conocimientos y la curiosidad puesta al servicio de la instrucción, después de su proceso de adelanto en el desarrollo de la inteligencia y de los sentimientos que la inspiran. Y siendo la fatiga un estado normal que se produce con el trabajo, cuya in- tensidad en relación directa del esfuerzo no tiene límites conocidos, porque su estado máximo—el agotamiento—no es ya un estado nor- mal, sino un estado patológico, también puede definirse diciendo que es un fenómeno interno de resistencia á todo trabajo, que llega, según su intensidad, á incapacitarnos para la terminación de nues- tra labor. Enemiga del interés, sus términos son en un todo an- tagónicos. Y como quiera que el sentimiento de esfuerzo que á la atención voluntaria acompaña es un sentimiento muscular que se DOCTRINA DE LA ATENCION 61 produce por una especie de acción refleja al ponerse en movimiento los músculog que están en relación con los diferentes órganos sen- soriales, el proceso de la fatiga es muscular y eminentemente quí- mico. Mosso, en apoyo de esta afirmación dice: que descomponiendo el trabajo el organismo y produciéndose en los músculos, por conse- cuencia de esta descomposición, cierta cantidad de toxina, materia orgánica concomitante de la fatiga, cuya cantidad aumenta según la mayor intensidad y duración del esfuerzo, cuando éste es grande y traspasa los límites de lo natural, el exceso de producción de la sustancia orgánica expresada, hace que la fatiga degenere en agota- miento y venga la inactividad funcional. Precisamente las distintas Opiniones de las Escuelas á que aludí al principio de esta tesis, calificando de arduos los problemas plan- teados por la Psicología Pedagógica, se refieren principalmente á los elementos motores del mecanismo de la atención y á la teoría de la fatiga. De una parte la escuela antigua atribuye á las fa- cultades del alma, por un funcionamiento misterioso, todo el meca- nismo de la atención, sin relacionarlo con los músculos y pretende como suprema aspiración en la enseñanza vencer la fatiga, y de otra la Escuela modarna persiguiendo el ideal de evitar el exceso de fa- tiga, sostiene que el mecanismo de la atención es motor que ac- túa sobre músculos y mediante músculos, planteando el problema del proceso químico de la descomposición del organismo como con- secuencia del mayor esfuerzo, para buscar en su solución, primero, la manera de impedir el agotamiento de la energía nerviosa, por obligar al cerebro más allá del punto conveniente, y segundo, los medios eficaces para que el trabajo del niño en la instrucción sea proporcional á la recuperación de la fuerza gastada. Después de esta ligera idea de lo que son el interés y la fatiga, se puede ya formar juicio de la importancia capital del interés en la atención y lo que supone la buena dirección del esfuerzo que lo ha de producir y sostener. Conforme y de acuerdo con la buena dirección á que antes me refiero, voy á permitirme una observación. La necesidad de que el interés se despierte con la menor cantidad de trabajo no es decir que se tenga que prescindir en absoluto del esfuerzo, ni mucho menos que el deber de aliviar los trabajos del niño en el estudio suponga que todo lo ha de aprender con el placer del juego, pues si bien en el aula todo lo repulsivo debe de evitarse, no se debe desechar por completo lo laborioso, en consideración, entre otras 62 ANA LUISA LOPEZ Y LAY cosas muy importantes, á que todo órgano requiere cierta cantidad de ejercicio para su salud y vigor. La Escuela es una cultura forzosa, según Kant, y hay que acos- tumbrar al niño á trabajar en el aula, porque habituándolo al tra- bajo es como únicamente se le capacita y prepara para la lucha que más tarde debe sostener con el medio. Este principio no tan sólo lo acepta la Pedagogía moderna, sino que precisamente, fundándose en el trabajo, ha establecido reglas para la más acertada elección de los estímulos que como resortes del espíritu ha de buscar el maestro para despertar el interés. No es mi propósito señalar una por una todas las reglas que como norma para la elección ha establecido la Pedagogía, inspirán- dose en la actividad del esfuerzo y dirigidas á que el resuliado res- ponda al criterio que las informa en cuanto á impedir el agotamien- to por el exceso de fatiga. Sólo me voy á concretar á aquellas reglas que por ser de carácter general puede considerárseles de ne- cesaria observancia por haber demostrado la experiencia su positi- va y evidente bondad. Un conocimiento apropiado de las manifestaciones del espíritu es un preliminar necesario para la explicación del desarrollo ulte- rior. Sólo observando y estudiando al niño es como pueden cono- cerse los resortes que hay que utilizar para estimularlo. La direc- ción particular que toma la atención es la determinante de los caracteres de su inteligencia; y como ya en otro lugar he dicho, los hábitos de atención corresponden de tal modo á la clase de interés á que se siente el niño atraído, que hasta en aquellos que por su indiferencia, la atención perezosa es su característica, siempre hay algún detalle que expresa las inclinaciones de sus gustos y deseos. En primer término y como base y fundamento de esta labor, hay que estudiar la psicología del niño. Estudiada su psicología, pue- den fácilmente ponerse en práctica las reglas relativas á los móviles del atractivo, á la novedad y á la variedad, teniendo siempre pre- sente, según las mismas indican, que el interés que inspira el asunto mismo del estudio es el más eficaz talismán para despertar la aten- ción: que el atractivo no resulta tanto de los adornos extraños ni de los artificios agradables, como de la apropiación de los estudios á la edad del niño, presentándole la materia de la enseñanza en la manera y forma que más le interese, dándole novedad al estimu- lante con el cuidado de que el contraste no sea muy violento y que el estudio no lo haga entrar en un mundo absolutamente extraño á DOCTRINA DE LA ATENCION 63 sus preocupaciones anteriores, porque aun cuando toda sensación continuada deja de ser consciente, Ó lo que es lo mismo, toda exci- tación demasiado prolongada es desfavorable para la fijación de la atención y nos atrae todo lo que es nuevo en nuestra experiencia, lo violento, lo absolutamente extraño á las habituales preocupa- ciones del niño no le ofrece nada nuevo á su mente y suele ser objeto de indiferencia y hasta llegar á ser perjudicial. El niño está siempre ávido de cambios; su inteligencia, atraída por diversas fuerzas, es llevada por impresiones involuntarias que se interponen en sus trabajos y en sus estudios y deben cambiarse en cuanto sea posible los trabajos y las lecciones, para darle ameni- dad á la clase. La niñez necesita de variedad en sus ejercicios. No quiere esto decir que al mismo tiempo se hagan distintos es- tudios presentándole demasiadas cosas á la vez: el cerebro se fati- garía y la atención oscilaría á pesar del mayor empeño en soste- nerla. Lo que se trata de obtener con la variación es evitar la monoto- nía, y al propio tiempo alternar el ejercicio de las actividades mentales, dando descanso á las quese hayan fatigado y poniendo en juego las que antes estuvieron en reposo. Además, como las sen- saciones placenteras, si permanecen invariables, van atenuándose hasta llegar á su total anulación por la disminución de las fuerzas de la sensibilidad á causa de la acomodación del organismo, se hace necesario cierta suma de novedad y variedad para sostener el efecto que aquéllas producen. Los niños, por naturaleza activos dados á las aventuras, están más dominados que las niñas por la afición ó la novedad; pero to- dos, niños y niñas, se resisten á la monotonía y hay que propor- cionarles novedad y variedad, así como descanso para que puedan comprender y retener lo que se les enseña. Igual locura, dice Sully, sería presentar al niño al mismo tiempo gran número de estudios diversos, que tratar de obligarle á retener su espíritu en tensión por tiempo indefinido sobre el mismo asunto. Observándose con un apropiado y metódico sistema las reglas que la Pedagogía señala y cada una de la manera más adecuada y según las condiciones del alumno, puede despertarse el interés por la ley del menor esfuerzo y hacer nacer en el niño el hábito del trabajo, que lo capacite y prepare para la lucha por la existencia, en la que ineludiblemente tiene que entrar, cualquiera que sea el medio en que se desenvuelva. 64 ANA LUISA LOPEZ Y LAY Después de haber considerado la atención en sí misma y como condición de todas las operaciones mentales y hablado de sus for- mas, desarrollo, mecanismo y del interés que la inspira y sostiene es llegado el momento de emitir opinión respecto del punto concre- to del tema, ó lo que es lo mismo, de considerarlo en orden á la instrucción, ó séase á la educación intelectual. Si, pues, la atención es la característica de la inteligencia; la fuerza determinante de su desarrollo; el momento inicial de toda nuestra actividad intelectual; el carácter común de todas las facul- tades del espíritu y tenemos que aceptar que sin atención no hay pensamiento claro, ni sentimiento vivo, ni acto deliberado; que to- das, absolutamente todas las operaciones mentales, aun las más simples, la mera percepción, revisten formas de atención y que ella es el ruego que le dirigimos á la verdad para que se nos entregue; la deducción que se impone por la fuerza de las anteriores teorías es que, sin atención no puede haber desarrollo intelectual y que además de las condiciones en el sujeto de la normalidad de sus funciones psíquicas y fisiológicas para los actos de atención, ésta necesita para su desenvolvimiento y perfección en el proceso edu- cativo de la inteligencia, una dirección acertada, para que sus efectos inmediatos de percibir, concebir, distinguir y recordar, puedan dar el resultado que se persigue como finalidad de su labor en la enseñanza. Resumen: La atención es un factor preciso é indispensable pa- ra la educación intelectual. Para que la atención cumpla su misión educadora de la inteli- gencia, necesita de un cultivo bien ordenado y de una acertada dirección en un todo de acuerdo con las reglas que para el desen- volvimiento de su actividad establece la Pedagogía. Sin la eficaz colaboración de la atención no puede haber instruc- ción y por lo tanto educación intelectual. BIBLIOGRAFÍA Apuntes de clases del Dr. Aguayo. Psicologia, Varona. La atención, Pillsbury. Psicología, Wundt. Psicología, W. James. Psicología de la atención, Ribot, DOCTRINA DE LA ATENCION Psicología experimental, H. Hoóftding. Psicología, Baldwin. Psicología Pedagógica, Sully. Psicología Pedagógica, Compayré. Evolución Intelectual y Moral del niño, Compayré. La Fatiga, Mosso. Gradualidad de la conciencia, Tesis de Homero Serís. Pedagogía, E. Roelrich. CONTRIBUCION AL ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS OBSERVADOS EN LAS COSTAS DE CUBA! POR EL DR. LUIS A. CUNÍ Catedrático Supernumerario del Instituto de Matanzas Señor Presidente, Señores Jueces: La adquisición de un interesante cetáceo, capturado por primera vez en nuestras costas, y las dificultades que he debido vencer antes de llegar á la clasificación de esta especie, á causa de la deficiencia de nuestra bibliografía zoológica en lo que á los mamíferos acuáticos se refiere, me han sugerido la idea de estudiar este asunto y hacerlo objeto de la presente tesis, con que vengo á optar al título de Doe- tor en Ciencias Naturales, contando para ello con vuestra recono- cida benevolencia. d En la mañana del 11 de Septiembre de 1908 entraba en la bahía de Matanzas el vapor Olle-Bull; y habiendo observado unos pesca- dores la presencia de tres toninas que venían escoltando el barco, se apercibieron para la pesca de dichos animales, persiguiéndolos con sus embarcaciones hasta lograr que uno de ellos se dirigiera hacia la desembocadura del río Yumurí, en donde penetró y fué cap- turado. En mi carácter de Catedrático Supernumerario del Instituto de Matanzas y sustituto de la cátedra de Historia Natural, fuí llamado para identificar lo que los pescadores llamaban un pez raro, y re- sultó ser un cetáceo de la familia de los delfinidos y próximo á las marsopas, aunque de distinta especie. y El Sr. Víctor José Rodríguez, joven aficionado á los estudios de Historia Natural, adquirió el ejemplar y ha logrado conservar tan- to la piel como el esqueleto, lo cnal ha permitido que el Dr. Carlos de la Torre, Catedrático de Zoología de esta Universidad Nacional, encontrándose accidentalmente en Matanzas, su ciudad natal, haya podido confirmar que se trataba de un cetáceo delfínido, del género globicephalus, no anotado hasta el presente en la fauna cubana, aunque observado en el Golfo de México y en el Océano Atlántico. «Muy pocas personas se han ocupado y se ocupan actualmente ' 1 Tesis para el Doctorado en Ciencias Naturales, leída y sostenida en la Uniyersidad el 5 de Julio de 1910. Se publica debidamente recomendada por el Tribunal, ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 67 en el estudio de los mamíferos cubanos », decía el benemérito doctor don Juan Gundlach en su Introducción á la Mamalogia Cubana, pu- licada bajo los auspicios de la Academia de Ciencias Médicas, Fí- sicas y Naturales de la Habana en 1887; y si la deficiencia de tra- bajos especiales sobre esta interesante rama zoológica pudo quedar entonces satisfecha, en cuanto se refiere á los quirópteros, á nues- tro curioso insectívoro (el Solenodon cubanus), y á las diversas espe- cies y variedades de roedores del género Capromys, no podemos decir lo mismo con respecto á los mamíferos de hábitos acuáticos, Ó sean los pertenecientes á las órdenes Sirenios, Cetáceos y Pinnípedos, de los cuales apenas se hace mención en ese trabajo, que sin duda era el más completo que se había publicado hasta estos últimos años, y mucho menos en los que le precedieron, desde Gonzalo Fernández de Oviedo, en su Historia General y Natural de Indias (1520), hasta Mr. Gervais, en la Historia Física, Política y Natural de la Isla de Cu- ba, por D. Ramón de la Sagra (1839) y los de D. Felipe Poey, en sus Memorias (1851) y del mismo Dr. Gundlach, en el Repertorio Fi- sico Natural de la Isla de Cuba (1866). | En efecto: el famoso cronista de las Indias, Fernández de Ovie- do, en su obra citada que, como con sobrada razón dice el Dr. Manuel Presas, es realmente superior á su época, sólo trata con alguna extensión del manatí (libro x111, cap. 1x) y hace mención de las to- ninas (en el cap. vi) y «de las ballenas que hay en las costas é ma- res destas indias é islas de Tierra Firme» (en el cap. 11 del mismo libro x111). Don Ramón de la Sagra, en su Introducción á los Mamiferos (op. cit. pág. 4) se limita á repetir las anteriores observaciones de Oviedo. Don Felipe Poey (en el tomo 1% de sus Memorias) solamente se ocupa de los mamíferos terrestres. Y el doctor Gundlach, en Revista y Catálogo de los Mamiferos Cu- banos, publicada en el Repertorio (tomo 2%, pag. 56) sólo clasifica el manatí (Manatus americanus, Cuv.), y hace ligerísimas referencias á las toninas «pertenecientes al género Delphinus», á una especie del género Phocena observada por don Francisco Ximeno, en Matan- zas, y algunos ballenatos arrojados sobre nuestras costas. Estas mismas notas, ligeramente ampliadas, son las que apare- cen en su Mamalogía Cubana antes citada. Y como desde la fecha de esta publicación (1867) se ha aumentado considerablemente el número de observaciones de cetáceos y otros mamíferos acuáticos 68 LUIS A. CUNI arrojados sobre nuestras costas sin que hasta el presente hayan sido catalogados ú estudiados metódicamente en nuestro país, me atrevo á someter á vuestro elevado criterio la presente CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LOS MAMÍFEROS ACUÁTICOS OBSERVADOS EN LAS COSTAS DE CUBA Me han servido para la redacción de esta tesis, además de los trabajos antes citados y de las obras clásicas que se enumerarán oportunamente, las recientes publicaciones de Mr. Frederick W. True (Bulletin of the United States National Museum), de Mr. Daniel Giraud Elliot (Field Columbian Museum Publications), y muy espe- cialmente de las observaciones personales que ha tenido la bondad de suministrarme mi querido maestro el Dr. Carlos de la Torre, á quien por este medio doy público testimonio de gratitud. Si con el presente trabajo, destinado á esclarecer algunos puntos dudosos con respecto á la clasificación y á la distribución geográ- fica de estos mamíferos y, al mismo tiempo, á llenar un vacío que se nota en el estudio de nuestra fauna, logro satisfacer las exigen- cias del Plan de Estudios, se verán por completo colmadas mis aspiraciones. MAMÍFEROS ACUÁTICOS Comprendo bajo esta denominación, siguiendo al Profesor Fre- derick W. True, no todos los mamíferos de hábitos acuáticos, como el coipú, las nutrias, etc., sino aquellos cuya organización, perfecta- mente adaptada al medio acuático, los hace incapaces de vivir en tierra; tales son los pertenecientes á los órdenes Sirenios, Cetáceos y Pinnípedos. ORDEN SIRENIOS Caracteres generales. Este orden, comprendido generalmente en el que le sigue, formando el sub-orden de los cetáceos herbívoros. está organizado, como los verdaderos cetáceos, para la vida esencial- mente acuática: las pocas especies que lo forman carecen, como aquellos mamíferos, de extremidades posteriores, teniendo las an- teriores en forma de nadaderas ó remos y la cola ensanchada hori- zontalmente; pero ofrecen, no obstante, caracteres suficientes para formar un orden distinto, que por su sistema dentario y su organiza- ción interna, presenta algunas relaciones con el de los paquidermos, ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 69 Tienen los sirenios la cabeza conformada bajo el mismo tipo que otros mamíferos, aunque de tamaño pequeño en relación con el cuerpo; su contorno es redondeado; Jos ojos son pequeños, y los oídos carecen de pabellones Ó conchas externas; su respiración es pulmonar; las aberturas nasales están provistas de válvulas que se abren y cierran á voluntad del animal, y los labios son gruesos, hendidos, movibles y cubiertos de algunos pelos. La piel del cuerpo es muy gruesa y presenta en los jóvenes pelos sedosos esparcidos. La forma redondeada de la cabeza y la presencia de dos mamas pectorales en las hembras debió dar origen á los mitos y fábulas de las sirenas, de donde se ha tomado el nombre con que se designa, este orden. Los huesos son bastante densos; las vértebras cervicales per- manecen distintas; como los cetáceos, carecen de clavículas y de sa- cro y presentan dos pequeños huesos pelvianos, únicos resquicios de las extremidades abdominales atrofiadas. En la Estellera faltaban absolutamente los dientes, pero el manatí tiene incisivos caducos y molares permanentes, y el Dugong posee dos incisivos caducos en la inferior. Todos carecen de caninos, las coronas de los molares presentan colinas salientes, como en otros herbívoros, y la sínfisis de la mandíbula está cubierta de pla- cas córneas semejantes á otras que protegen la superficie de la lengua. Jóste sistema dentario está en relación con su régimen alimenticio, esencialmente herbívoro. Los sirenios se nutren de fucus y otras plantas acuáticas, viven en las costas y á veces re- montan los ríos. Distribución gyeográfica.—El número de los sirenios vivientes es muy reducido. Dos especies de manatí se conocen en América: la que frecuenta nuestras costas (Manatus americanus) y Otra que vive en la desembocadura del Amazonas y del Orinoco (Manatus inunguis), que se distingue Gel nuestro por la falta de uñas. En el Africa Occidental hay otra especie del mismo género (Manatus senegalensis). Tres especies de Dugong (Género halicore ) están distribuídos en el Africa Oriental, Ceilán, Australia, Archipiélago Malayo y las Filipinas. Y hasta mediados del siglo xvirr existió una especie muy notable en la costa de Kamschatka (Hidrodamalis gigas), más conocida por Rytina Stellery, la cual medía hasta 28 pies de longitud, y se ha extinguido por completo. En 1741 la ob- servó Steller en abundancia, en el Estrecho de Bhering, y en 1768 70 LUIS A. CUNI fué muerto el último individuo de esta interesante especie, sin que se haya conservado ninguna piel, sino dos esqueletos en los museos de Europa, y recientemente, en 1883, fueron desenterrados otros esqueletos por una comisión americana enviada con ese objeto á la isla de Behring. Aquellas vacas marinas eran inofensivas y suministraban abun- dante y sabrosa carne, al decir de Steller, el naturalista viajero que las dió á conocer. FAMILIA MANATIDAE Género Manatus En la obra citada The land and sea mammals of Middle America and the West Indies, de Daniel Giraud Elliot, del Field Columbian Museum de Chicago, aparece clasificado el manatí en la familia Trichechide, genero Trichechus, Linn; porque el ilustre naturalista sueco incluyó en un mismo género dos mamíferos tan distintos como el manatí y la morsa, pertenecientes hoy á dos órdenes diferentes, como son los Sirenios y los Pinnípedos. Sinonima. He aquí la de Mr. D. G. Elliot: Trichechus Linn, Syst. Nat. 1. 1758. pág. 34. Manatus Brunn, Zool. Fund. 1772. págs. 34. 38. 39. Id. Scopoli. Intr. Hist. Nat. 1777. pág. 490. 1d. Storr. Prodr. Meth. Mamm. 1780. pág. 41. Pero á pesar de la autoridad de Mr. Elliot, no me atrevo á acep- tar la innovación, porque el nombre Trichechus se ha empleado ge- neralmente por los autores para designar la morsa, y porque el mis- mo Elliot dice en una nota, que: «Si se toma como punto de partida para la nomenclatura zoológica la 10% edición del Systema Nature de Linneo (1758), el nombre genérico del manatí debe ser Triche- chus, y el de la Morsa adobaenus (ú Odontobaenus) de Brisson (1760), y agrega, que «si el nombre de Brisson es desechado, como debe serlo, el nombre genérico de la morsa debe ser Rosmarus de Scopoli (1777); pero si, como generalmente se admite, es la edición 12* del Systema Nature la que se toma como punto de partida, entonces el nombre de la morsa debe ser Trichechus y el del manatí, Manatus». A este último criterio me he atenido. Caracteres. —El género Manatus está caracterizado por su cabeza arqueada, descendiendo rápidamente en su parte anterior, de los frontales á los nasales; órbitas pequeñas y prominentes; mandíbula ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS al gruesa, provista de una placa córnea que ocupa el lugar de los in- cisivos. La fórmula dentaria es: 1 as M > á == +=32 4 02 Es de advertir que los ineisivos sólo existen en los individuos muy jóvenes, pues en los de más edad desaparecen, siendo sustituí- dos por la placa córnea de que se ha hecho mención. Los molares son semejantes en ambas mandíbulas: sus coronas, cuadrangulares y esmaltadas, presentan colinas de tubérculos ele- vados transversalmente; los de la superior tienen dos colinas y tres raíces, y los de la inferior, tres colinas y dos raíces. El labio truncado anteriormente y como hinchado, sirviendo de Órgano táctil. El estómago es tabicado y el intestino muy largo, como en todos los herbívoros. Las nadaderas ó extremidades anteriores son redondeadas; y las mamas son pectorales. MANATUS AMERICANUS Vulgo Manatí Bajo esta denominación se conoce entre nosotros esta especie, porque es el nombre con que aparece en la Mamalogía Cubana del Dr. J. Gundlach, quien lo tomó de Cuvier, Ann. du Mus. t. 13, pág. 282, pl. 19. Sinonima. La de Elliot es la siguiente: Trichechus manatus, Lin., Syst. Nat. 1. (1758) pág. 34. (Manatus) mánatus, Lin., Syst, Nat. 1. (1766) pág. 49. Manatus australis, Jahrb. Naturg. 1. (1802) pág. 23. Manatus americanus, Desm., Dict. Hist. Nat. (1817) p. 262 pl. 96. Manatus latirostris, Harlen. Journ. Acad. Nat. Sc. Phil. (1824) pe 11z. Manatus fluviatilis, Schreb., Saugeth. Suppl. (1846) pl. 379. Desechado el nombre Trichechus manatus L. por las razones ex- puestas al discutir la prioridad del género Trichechus, quedaría Ma- natus manatus L. que ofrece el inconveniente de estar repetido el mismo nombre para designar el género y la especie, por lo que al- gunos prefieren el de Manatus australis, que es anterior á Manatus americanus Desm. Historia.—Uno de los primeros autores que hacen mención de la existencia del manatí en nuestras costas es el cronista D. Gonzalo Fernández de Oviedo, que en su Historia Ceneral y Natural de In- 2 LUIS A. CUNI dias (1520), consagra el Capítulo 1x del libro x111 á la descripción de este curioso animal; y es tan interesante y prolija la narración del famoso cronista de Indias, y muestra de tal manera su espíritu de observación, que hemos creído conveniente extractar el mencio- nado capítulo de la citada obra, que va siendo bastante rara en nuestras Bibliotecas. «Del manatí é de su grandeza é forma, é de la manera que al- gunas veces los indios tomaban este grande animal con el Pexe rever- so, € otras particularidades.» (op. cit.) tomo 1?, pág. 423. «Manatí es un pescado de los más notables é no oidos de cuan- tos yo he leido ó visto. —Destos, ni Plinio habló; ni el Alberto Mag- no en su Propietatibus Rerum escribió, ni en España los hay. —Ni jamás oy 4 hombre de la marni de la tierra que dixesse averlos vistos ni oydo, sino en estas islas é Tierra-Firme de estas Indias de España.—Este es un grande pescado de la mar, aunque muy conti- nuamente los matan en los rios grandes, en esta isla y en las otras de destas partes son mayores mucho que los tiburones é maraxos, de quien se dixo de suso en los capítulos precedentes, assí de lon- gitud como latitud.—Los que son grandes son feos, é parece mu- cho el Manatí á una odrina de aquellas, en que se acarrea é lleva el mosto en Medina del Campo y Arévalo é por aquella tierra. —La cabeza de aqueste pescado es como de un buey é mayor; tiene los ojos pequeños según su grandeza. —Tiene dos tocones con que nada, gruessos, en lugar de brazos é altos cerca de la cabeza; y es pescado de cuero y no de escamas, mansíssimo, é súbese por los rios é llé- gase á las orillas é pasce en tierra, sin salir del rio, si puede desde el agua alcanzar la hierba. «En Tierra-Firme matan los ballesteros estos animales y á otros muchos pescados con la ballesta desde una barca ó canoa, por- que andan sobreaguados, é danles con una saeta con un harpon, é lleva el lance ó asta una traylla ó cuerda delgada de hilo delgado y recio.—Y despues de herido, vase huyendo, y en tanto el ballestero le da cuerda; y en fin del hilo que es muy luengo pónele un palo ó corcho por boya ó señal que no se hunde en el agua. «E desde que está desangrado é cansado é vecino á la muerte, llégase á la playa ó costa, y el ballestero va cojiendo su cuerda; é desde que le quedan diez Ó doce brazas por cojer, tira del cordel hacia tierra, y el Manatí se allega hasta que toca en tierra y á le sacar del agua, para le llevar 4 donde le han de pesar é guardar.-— Y es menester una carreta con un par de bueyes, según son gran- ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS - [a] des pescados. —Algunas veces, despues que el Manatí viene herido, segund es dicho, hacia tierra, le hieren más desde la barca con harpon grueso enastado, para le acabar antes, é despues de muerto, encontinente se anda sobre el agua.—Creo yo que es uno de los buenos pescados del mundo y el que mas parece carne; y en tanta manera parece vaca, viéndole cortado, que quien no lo viere visto entero ú no lo supiere, mirando una pieza cortada dél, no sabrá de- terminarse si es vaca Ó ternera; y de hecho lo terná por carne, y se engañaron en esto todos los hombres del mundo, porque assí mesmo el sabor es más de carne que de pescado, estando fresco.—La cecina é tassajo deste pescado es muy singular é se tiene mucho, sin se da- ñar ni corromper.» / Dice que su carne (salada) se conserva mucho y que á ciertas piedras que tiene en la cabeza, le asignan propiedades útiles para curar la litiasis vesical, moliendo esta piedra después de haberla quemado y tomando de ella una pequeña cantidad en vino blanco, durante algunas mañanas. «Destos manatís hay algunos tan grandes que tienen catorce é quince pies de luengo é más de ocho palmos de grueso.—Son ceñi- dos en la cola, é desde la cintura é comienzo della hasta el fin y extremo della se hace muy ancha é gruesa. —Tiene solos dos manos é brazos cerca de la cabeza, cortos, é por eso los cripstianos le lla- maron manatí, puesto que el Chronista Pedro Martir dice que tomó el nombre del lago Guaniabo, lo qual es falso; No tiene orejas, sino unos agujeros pequeños por oydos.—El cuero parece como de puer- co que está pelado ó chamuscado con fuego.—Es la color parda é tiene algunos pelitos raros; y el cuero es tan gordo como un dedo, é curándolo al sol se hacen del buenas correas é suelas para zapatos é para otros provechos.—Y la cola del, de la cintura que he dicho adelante, toda ella hácenla pedazos é tiénenla cuatro ó cinco días Ó más al sol (la qual parece como nervio toda ella), é desque está enxuto, quemándola en un sarten (ó mejor diciendo) friénla é sa- can della mucha manteca, en la qual quassi toda se convierte, que- dando poca civera Ó cosa que desechar de ella. —Y esta manteca es la mejor que se sabe para guisar huevos fritos, porque aunque sea de dias, nunca tiene rancio ni mal sabor, y es muy buena para arder en candil, é aun se dice que es medicinal. «Tiene el manatí dos tetas en los pechos el que es hembra á assí pare dos hijos é los cría á la teta. Lo qual nunca oy decir sino deste pescado é del viejo marino ó lobo marino. 74 LUIS A. CUNI «Una pesquería hay destos manatís é de las tortugas en las islas de Jamayca y en la de Cuba; que si esto que agora diré no fuese tan público é notorio, é no lo obiesse oydo 4 personas de mucho crédito no lo osaría escrebir.» (Refiérese á la pesca por medio de la pega (Echeneis naucratus L.) Ó guaican de los indios, que Oviedo llama pexe reverso)... «Hay unos pescados tan grandes Ó mayores como un palmo, que llaman pexe reverso, feo al parecer, pero de grandísimo ánimo y entendimiento: el qual acaesce que algunas veces es preso entre las redes, á vuelta de otros pescados. Este es un buen pescado é de los mejores de la mar para comer, porque es enxuto ú tieso é sin flema, ó 4 lo menos tiene poca; é muchas veces los he yo comido para lo poder testificar. Quando los indios quieren guardar é criar algunos destos reversos para su pesquería, tómanlo pequeño é tié- nenlo siempre en agua salada de la mar, é allí le dan á comer; é le crian doméstico hasta que es del tamaño é grandeza que he dicho ó poco más, y apto para su pesquería. «Entonces llévanlo á la mar en la canoa ó barca é tiénenlo allí en agua salada é átanle una cuerda delgada (pero recia); é quando veen algúm pescado grande, assí como tortuga, sávalo, que los hay muy grandes en estos mares, Ó alguno destos manatís ó otro cual- quiera que sea que acaesce andar sobreaguados, de manera que se pueden ver; toma el indio en la mano este pescado reverso, é halá- galo con la otra é dícele en su lengua que sea manicato, que quiere decir esforzado ú de buen corazón, é que sea diligente, é obras pala- bras exortatoria á esfuerzo, é que mire que ose aferrarse con el pes- cado mayor ó mejor que allí viere. Y quando vee que es tiempo y le paresce le suelta é lanza hacia donde los pescados grandes andan: y el reverso va, como una saeta, é afiérrase en un costado con una tortuga ó en el vientre Ó donde puede, é pégase con ella Ó con otro gran pescado: el qual, como se siente estar asido de aquel pequeño reverso, huye por la mar á una parte 6 á otra; y en tanto el indio pescador alarga la cuerda ó traylla de todo punto, que es de muchas brazas, y en fin delia está atado un palo ó corcho por señal ó boya, que esté sobre el agua. E en poco proceso de tiempo el pescado manatí ó tortuga, con quien el reverso se aferró, cansado, se viene la vuelta de tierra á la costa; y entonces el indio pescador co- mienza á cojer su cordel en la canoa ó barca; é cuando tiene pocas brazas por cojer, comienza á tirar con tiento poco á poco, guiando el reverso é prisionero con quien está asido, hasta que se llega á la tierra, é las mismas ondas de la mar le echan fuera. E los indios ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 15 que en estas pesquerias andan, saltan en tierra, é si es tortuga la trastornan aunque no haya tocado en tierra la tortuga, porque son grandes nadadores, é la ponen en seco; é si es manatí, le harponan é hieren é acaban de matar. Y sacado el tal pescado en tierra, es necesario con mucho tiento é poco á poco despegar el reverso; lo cual los indios hacen con dulces palabras é dándole muchas gracias de lo que ha hecho é trabaxado, é assí le despegan del otro pescado grande que tomó. E viene tan apretado é fixo con él que si con fuerza lo despegasen, lo romperian ó lo despedazarian el reverso. E assí desta forma que he dicho se toman estos tan grandes pesca- dos, de los quales parece que la natura ha hecho alguacil é verdugo ó hurón para los tomar ó cazar á este reverso: el qual tiene unas es- camas á manera de gradas, como el paladar ó mandíbula alto de la boca de un hombre ó de un caballo, é por allí unas espinas delga- díssimas é ásperas é recias con que se afierra con los pescados quel quiere. Y estas gradas Ó escamas llenas de destas puntas tiene el reverso en la mayor parte del cuerpo por fuera, y en especial desde la cabeza á la mitad del cuerpo por el lomo é no por la parte del vientre, sino de medio lomo arriba; é por eso le llaman reverso, porque con las espaldas se ase é afierra con los pescados. » Los cronistas Herrera, López Gomara y Pedro Martyr de An- glería hablan también de las costumbres de este curioso animal, y nos refieren la historia de un manatí que vivió muchos años en cautividad en un pequeño lago de Santo Domingo, Jlegando á ser tan manso como un perro; pues acudía al nombre de Matos, tomaba el alimento de las manos de su dueño y le gustaba jugar con las personas que conocía, especialmente con los niños. El Barón de Humboldt, á principios del siglo pasado, observó el manatí, en abundancia extraordinaria, en varios lugares de las costas de América. En Cuba también abundaba, en otro tiempo, en las desemboca- duras de los ríos y en los esteros de aguas salobres; pero ya desde el año 1866 decía el doctor Gundlach que su número se había reduci- do notablemente, aunque todavía no era raro. Recientemente, en Enero de 1901, durante el Gobierno de la Intervención, y por ini- ciativa del ilustre Presidente de los Estados Unidos, Mr. Th. Roosevelt, ha sido necesario dictar una resolución prohibitiva de la pesca del manatí, bajo penas muy severas, á fin de evitar la total extinción en Cuba de tan inofensivo é interesante animal. Caracteres. —Además de los caracteres genéricos indicados, se 76 LUIS A. CUNI distingue el Manatus americanus por su hocico ancho; nadaderas pro- vistas de tres ó cuatro uñas rudimentarias; la piel casi desnuda ó provista de escasos pelos, salteados, á uno Ó dos centímetros de distancia, es de color gris negruzco bastante uniforme, aunqne más obscuro en la región dorsal que en la ventral, y los pelos son ama- rillosos. Su tamaño, por lo regular, alcanza de dos á tres metros de lon- gitud; 0.50 4 0.75 centímetros de ancho, y de 0.404 0.50 centíme- tros de altura, siendo su peso de 200 á 300 kilogramos. En las costas continentales de América alcanza, según se dice, hasta siete metros de largo y dos de ancho; pero no tenemos noticias de que en Cuba se hayan visto individuos de esas dimensiones, por lo que bien pudieran referirse al Manatus Inunguis de Sur América. Mr. D. G. Elliot da las siguientes dimensiones para un indivi- duo de MPEROS +. a 2.268 Calavera. Longitud total......... a MULSSl) ¡ATEO TAS OM ADICO: 21. oelcoomeoss equino 0.220 Construcción inter-orbitaria...... ..... 0.070 Arco palatino al final de la bóveda... 0.155 Largo de la mandíbula ................. 0.215 Altura del proceso coronoides.......... 0.13 Distribuición geográfica. — La mayor parte de los autores le asignan por patria las costas inter—tropicales del Océano Atlántico; pero si se tiene en cuenta que la especie propia del Orinoco y el Amazonas se ha separado de la presente con el nombre de Manatus Inunguis, queda restringida el área de distribución del Manatus ame- ricanus á las costas de Florida, Golfo de México, Centro América, Cuba y otras Antillas. Hábitos. —Estos animales, más bien fluviátiles que marinos, fre- cuentan las desembocaduras de los ríos. En nuestras costas, suele vérseles en los esteros salobres y en ciertos lugares donde surge el agua dulce, á manera de manantiales, en medio del mar. También remontan algunos ríos, como el Hatiguanico ó Gonzalo, el Agaba- ma ú Manatí, etc., y entonces se les ve echados sobre las orillas, con la mitad del cuerpo fuera del agua para alcanzar y pastar la yerba; aunque su alimentación habitual consiste en plantas acuáticas, las que cogen apretándolas con la articulación del puño y llevándolas ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUÁTICOS 77 á la boca. Los dos lóbulos en que está dividido el labio superior, se mueven lateralmente, por lo que se ha comparado este movi- miento al de las mandíbulas de las orugas. Estos mamíferos, como todos los acuáticos, tienen que salir á la superficie del agua para respirar el aire atmosférico. Suelen andar apareados ó en familias: la hembra tiene un solo hijo en cada parto, y para amamantarlo lo coge con una aleta y lo sostiene fuera del agua, apretado covtra el pecho, mientras nada con la otra aleta. Se les persigue y caza por medio de arpones provistos de una cuerda que termina en un flotador, que indica la dirección que si- gue el animal en su precipitada y convulsiva fuga. Cuentan los habitantes de la Ciénaga de Zapata, que cuando se apresa áun indi- viduo, es fácil capturar también á los demás miembros de la misma familia, porque acuden espontáneamente en auxilio de la víctima, ya sea éste el padre, la madre ó el pequeñuelo. Aplicaciones. —La carne de este animal es comestible, y se ha comparado por su aspecto y sabor á la de vaca ó á la de puerco. Se come fresca ó salada, en forma de tasajo. Antiguamente se le atribuían propiedades medicinales, según se ha visto en la narra- ción de Oviedo; para algunas tribus indias de Sur América es un bocado exquisito, y en cambio otros la creen venenosa y malsana. La grasa abundantísima, tiene fama de poderse conservar mucho tiempo sin que se enrancie, y se emplea para el alumbrado. El cuero, que alcanza un espesor de cuatro centímetros, se corta en bandas y sirve para hacer bastones de aspecto ambarino. En la época colonial se hacían látigos del cuero de manatí y se usaban para castigar á los infelices esclavos, aunque desde tiempos remo- tos, las Leyes de Indias prohibieron su uso por sus perniciosos efectos. ORDEN CETÁCEOS. Caracteres generales. —Los Cetáceos son mamíferos conformados, como los Strenios, para una vida exclusivamente acuática, y se pa- recen tanto á los peces que todo el mundo habla de la pesca de la ballena; pero á pesar de su forma de peces, son animales de sangre caliente y respiración pulmonar, son vivíparos y dan de mamar á sus hijos. Su cuerpo, fusiforme, está nnido á la cabeza sin distinción de cuello, porque las vértebras cervicales son muy cortas y están gene- ralmente, soldadas ó unidas. La extremidad posterior termina, 78 LUIS A. CUNI eomo en los Sirenios, por una aleta caudal, ensanchada horizontal- mente y más Ó menos bilobada. Las extremidades anteriores, en forma de nadaderas ó remos, tienen numerosas falanges, pero carecen de uñas. Las posteriores faltan por completo, y el cinturón pelviano está representado por nnos huesos rudimentarios sin conexión aparente con la columna vertebral. División. —Atendiendo á la presencia Ó ausencia de dientes en la edad adulta, se han dividido los Cetáceos propiamente dichos, en sub-órdenes: los Mysticetes Ó Balénidos que tienen ballenas en la edad adulta, y los Denticetes, provistos de dientes cónicos y seme- jantes, á los cuales pueden agregarse los Zeuglodontes, especies fósiles que tienen los dientes posteriores distintos de los anteriores y pro- vistos de dos raíces. Distribución geográfica. —La mayor parte de estos animales se ha- llan en los mares glaciales; algunos, sin embargo, habitan los ma- res cálidos. SUB-ORDEN MYSTICETES. Familia Balenide. luwracteres.—El carácter especial de los Mysticetes, y por tanto de la familia Balenide, única que comprende este sub-orden, consiste en Ja ausencia de dientes en ambas mandíbulas; perose ha demos- trado que existen en el feto, siendo después reabsorbidos y reempla- zados por láminas córneas ó ballenas que, en námero considerable, se insertan en el paladar y forman una especie de colador des- tinado á retener los pequeños moluscos y crustáceos de que se ali- mentan. El esófago es muy estrecho y no puede dar paso á gran- des animales. El cráneo es simétrico y las ramas de la mandíbula son muy arqueadas, reuniéndose en ángulo agudo por medio de un tejido fibroso en su extremidad anterior. El primer par de costillas únicamente está unido al esternón, quedando las demás atadas ó suspendidas á las vértebras por medio de ligamentos. GÉNERO MEGÁPTERA Bajo el epígraie ¿Ballenato? dice el doctor J. Gundlach en su Mamalogía Cubana, página 50, que le consta que se han visto algu- nos ballenatos, y aun que han sido arrojados á la costa ó á los cayos, muertos Ó enfermos; y agrega que cuando llegó á la Isla, en 1839, ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 79 vió los huesos de un ballenato en la Punta de Maya á la entrada de la bahía de Matanzas. La verdadera ballena (Balena Mysticetus, L.) jamás desciende á nuestras latitudes, pero en cambio es rela- tivamente frecuente en el Golfo de México y en el Mar Caribe una especie de ballena perteneciente al género Megáptera Gray, por lo que no dudamos en referir á dicha especie los ballenatos que se han observado en nuestras costas. Sinonimia. —Megáptera Gray., Erebus and Terror, Zool. 1846, pág. 16. Megapteropsis Van Ben., Res. Cet. Belg., 1861, pág. 38. Paescopia Gray., Proc. Zool. Soc. 1864. pág. 207, E 5. Caracteres. —El nombre Megáptera (grandes alas), se debe al ta- - maño de las aletas pectorales, que son largas y estrechas, midiendo la cuarta parte de la longitud total del animal; en tanto que la ballena franca tiene las pectorales cortas y anchas, distinguiéndose además por el número de dedos que es de cinco en el género Balena y cuatro solamente en el Megáptera. Son también caracteres distin- tivos de este género: la cabeza de tamaño moderado; las ballenas cortas y anchas; la piel de la garganta plegada longitudinalmente, y la presencia de una aleta dorsal poco elevada, de que carece por completo la ballena boreal. Distribución geográfica. —Pertenece á este género el jubarte, Jibar Ó pez de Júpiter (M. boops L. 6 M. longímana), que vive en el Océano Ablántico septentrional y desciende á veces hasta el Golfo de (Gas- cuña. Hay otras especies en el Golfo Pérsico, en el Mar de Bebriug y en el Océano Pacífico septentrional. Esta última especie (4. versubilis, Cope) se considera por Elliot como una sub-especie de la que existe en nuestros mares, que es la Megáptera nodosa, Bonnat. MEGÁPTERA NODOSA BELLICOSA Ballena belicosa M. nodosa bellicosa, Cope. Proc. Am. Phil. Soc. XII. 1870, pág. 103. Caracteres. —Distínguese la M. nodosa de las demás especies del mismo género por ciertos caracteres osteológicos. El cráneo, aun- que muy parecido al de la M. longimana, presenta en el hueso supra- occipital un canal medio y profundo, que se extiende desde el foramen magnum hasta cerca de la parte superior, y una protube- rancia á cada lado de la línea media; los nasales esián en contacto 80 LUIS A. CUNI en gran parte de su longitud; la caja ótica sub-cilíndrica; la apófi- sis coronoides de las ramas de la mandíbula sub-triangular; primera costilla con cabeza simple; y la escápula también simple. El color de esta especie es negro por la parte superior; pero Cope y Elliot admiten dos sub-especies que se distinguen por la colora- ción del vientre: M. nodosa versabilis, Cope. De vientre negro; es la que habita el Océano Pacífico, al N. O. de América. M. nodosa bellicosa, Cope. De vientre blanco manchado de ne- gro; es la que frecuenta nuestros mares, y suele verse, tanto en el Golfo de México como en el Mar de las Antillas. Hábitos. —Las Megápteras son las más rápidas de todas las balle- nas. Con frecuencia se las ve dejar á gran distancia á los vapores. Su longitud total no pasa de diez metros, y se alimenta de peces y moluscos. Sn caza es peligrosa y poco productiva, porque suminis- tra corta cantidad de aceite y sus ballenas no son muy estimadas. SUB-ORDEN DENTICETES Caracteres. —El carácter común á los Denticetes es la presencia de dientes cónicos en ambas mandíbulas óÓ en una sola. Estos dientes en número variable, caen fácilmente con la edad y no se renuevan. Presentan una sola abertura nasal en forma de media luna situada en la parte superior de la cabeza. Son pentadáctilos, pero el 1% y el 5% dedos están poco desarrollados. Generalmente se hallan pro- vistos de una aleta dorsal. División. —Comprenden los Denticetes cuatro familias ( Physete- ride, Hyperodontide, Monodontide y Delphinide ), de las cuales sola- mente dos tienen representantes en nuestros mares, pues los hipe- rodóntidos son de las costas de Europa, y los monodóntidos de los mares polares. FAMILIA PHYSETERIDXH Género Physeter Sinonimia. Physeter, Lin. Sys. Nat. 1. 1758. pág. 76. Catodón, Lin. Fauna Suecica. 2? ed. 1761. pág. 18. Tursio, Fleming. Phil. Zool. 11. 1822. pág. 211 (nec Gray). Caracteres.—Los phisetéridos se distinguen por su cabeza enorme? alcanzando la tercera parte de la longitud del cuerpo é hinchada hasta la extremidad anterior por el acumulo de grasa líquida ó ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 81 espermacetí. La mandíbula superior muy ensanchada para soportar los depósitos de grasa, carece de dientes funcionales, pues cuando existen, permanecen ocultos debajo de la mucosa gingival. La in- ferior está compuesta de dos ramas unidas por una sínfisis en más de la mitad de su extensión, y provista de una fila de grandes dien- tes separados, puntiagudos y sin raíces verdaderas, en número de 40 4 50, alojados en una ranura incompletamente dividida en al- véolos, de suerte que la fórmula dentaria es: 7 á => La extremidad anterior de la cabeza se eleva verticalmente como la proa de un buque y presenta eu su parte superior la abertura nasal ó respiratoria en forma de S. La boca, situada en la parte inferior, está hendida hasta los ojos, que son pequeños y colocados un poco por encima de los vídos, los cuales carecen de pabellón- El cuerpo es cilíndrico y no está separado exteriormente de la cabeza; lleva una pequeña aleta dorsal y las pectorales son cortas, anchas, gruesas y situadas detrás de los ojos. La extremidad posterior del cuerpo va disminuyendo progresivamente y termina en una aleta caudal, dispuesta horizontalmente como en todos los cetáceos, y profundamente hendida ó bilobada. El esqueleto ofrece particularidades muy notables; fué descrito por el Dr. Carlos de la Torre en la Academia de Ciencias. La ca- beza, cóncava por encima, se eleva posteriormente formando una cresta semi-circular, y se continúa en su parte anterior por un rostrum Ó pico alargado, ancho en su base y estrechándose gradual- mente hasta la punta. Esta gran concavidad está constituída en su mayor parte por los maxilares superiores y los inter-maxilares. El cráneo propiamente dicho, es pequeño relativamente, lo mismo que la masa cerebral contenida en su cavidad. Las vértebras cervicales, excepto el atlas, que tiene un metro de ancho, están soldadas en una masa que pudiera tomarse por una sola vértebra, si los agujeros de conjunción por donde salen los ner” vios cervicales no denunciaran su origen múltiple. Esta disposi- ción no es debida á la edad, pues hemos podido observarla lo mismo en el ejemplar adulto que existe en la Universidad Nacional como en el joven que posee el Instituto de Segunda Enseñanza de Ma- tanzas. El aparato hioideo está formado por tres huesos, uno central y dos laterales. El esternón también consta de tres partes; las dos primeras se unen en la línea media dejando un agujero central, y la tercera forma el apéndice xifoides. 82 LUIS A. CUNI El omóplato, es cóncavo por su cara exterior y presenta un acromion muy saliente y una apófisis coracoides terminada en pun- ta. El húmero es muy corto y grueso, y está soldado al cúbito y al radio En el joven, los cuerpos de las vértebras no tienen aún soldados los discos ó superficies articulares. También son notables los hue- sos upsilóideos, en V Ó Y, característicos de los cetáceos. PHYSETER MACROCEPHALUS Cachalote Sinonimia. Physeter macrocephalus, L., Sys. Nat. 1. 1755. p. 76. Physeter macrocephalus, L., Sys. Nat. 1. 1776. p. 107 Pl. 4. Catodón macrocephalus, Gray., Cat. Seals and Whales 1866. p. 202. Caracteres. —Son los mismos indicados al tratar del género Phy- seter, pues las diversas formas descritas como sub-especies ó varie- dades distintas pueden referirse á la presente especie; por lo cual sólo agregaremos que el color es negro en la parte superior y gris en la inferior. Dimensiones. —Dícese que en otro tiempo el cachalote alcanzaba hasta treinta metros de longitud; pero en la actualidad no se en- cuentran individuos mayores de veinte metros, siendo la hembra de menor tamaño que el macho. Distribución geográfica.—El cachalote habita en todos los mares, especialmente en las regiones cálidas, siendo raro encontrarlo más allá de los 60? de latitud norte ó sur; así pues, no es de extrañar el que se hayan observado ó hayan venido á encallar en nuestras cos- tas algunos individuos de esta especie. Ya el cronista Oviedo, en el libro x111, capítulo 2%, de su His- toria General y Natural de las Indias, al tratar «De las ballenas que hay en las costas é mares de estas Indias é Islas de Tierra Firme», dice que muchas veces ha hallado y visto en estos mares, «entre aquestas Islas é Tierra Firme, muy grandes animales de agua », los cuales cree que sean ballenas; pero por el nombre Physeter que les aplica y por la descripción que de ellos da en dicho capítulo, se infiere que se trata del cachalote y no de la ballena; si bien es perfectamente posible que hubiera observado además alguna balle- na del género Megaptera, que, según hemos dicho, frecuenta nues- bros mares, ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 83 En el periódico Aurora del Yumurí, que se publicaba en Matan- zas el año 1830, en el número 312, correspondiente al mes de Fe- brero de dicho año, se encuentra un parte oficial dado por el capitán del vapor Neptuno, don José María López, al capitán del Puerto de la Habana. : En dicho documento dice el señor López que el día 3 de Enero de 1830, en viaje de Matanzas á la Habana, á eso de las 7 de la mañana, vió frente al lugar que llaman el Frayle, y como á cuatro millas de la costa, «un grande objeto que á todos los que iban en el vapor les pareció una embarcación zozobrada.» Acercándose á dicho objeto, distinguió «claramente que era la parte superior de la boca de un pez de extraordinaria magnitud », observado además «que le rodeaban otros infinitos de varios tamaños, saltándole en todas direcciones », y que sacaba fuera del agua una aleta de color obs- curo. Y termina diciendo: «El tamaño de este cetáceo, incompa- rablemente mayor que el de la más grande ballena; y su fignra diferente al de éstas, no me dejaron duda de que pertenece á otra distinta especie.» El pez de extraordinaria magnitud que vieron los pasajeros y el capitán del vapor Neptuno era, probablemente, un cachalote. A fines del año 1897 encalló en las costas de la bahía de Matan- zas un cachalote que fué capturado por varios pescadores y condu- cido hasta la desembocadura del río Yumurí. Este ejemplar fué adquirido por el señor Alfredo Botet y regalado al Instituto de Ma- tanzas, donde se conserva la piel y el esqueleto, que fueron prepa- rados por el señor Miguel Maribona. Mucho más importante que el anterior es el esqueleto que fué regalado por el Ayuntamiento de la Habana al Museo de Historia Natural de la Universidad. Perteneció dicho esqueleto á un macho adulto que encalló en Mayo de 1906 entre Cayo Confites y Cayo Romano, á la entrada de la parte más estrecha del Canal Viejo de Bahama. Este hallazgo, según consta en la comunicación del doc- tor La Torre á la Academia de Ciencias, en sesión extraordinaria de 12 de Mayo de 1907, se debió 4 don Rafael Roque, vecino de Cayo Romano, quien en compañía de sus tres hijos y de algunos pescadores, aprovechando la resaca, lograron remolcar aquella mole enorme hasta la playa, en donde le extrajeron más de cien envases de esperma-ceti, los cuales fueron vendidos en Nuevitas á la fábri- ca de jabón de Pijuán y al señor Bernabé Sánchez, para el ingenio Senado, 84 LUIS A. CUNI Por las dimensiones de la cabeza, que mide seis metros, pudo calcularse la longitud total del esqueleto en unos veinte metros, dimensiones que superan, según el doctor La Torre, á las del ejem- plar que se conserva en el Museo del Jardín de Plantas de París y que fué descrito por el sabio Cuvier. El año siguiente, 1907, mientras se exhibía en la Habana el es- queleto de aquel cachalote, se encontró otro, algo menor, en el mismo sitio y fué también llevado á Nuevitas. Por último, en Junio de 1909, los señores A. Neira. F. Menocal, M. Castro y otros señores de Cárdenas, en una excursión de recreo, tuvieron la suerte de hallar un buen ejemplar, cuyo esqueleto re- cogieron y cedieron al Museo de aquella ciudad. Por lo expuesto queda comprobado que no es muy rara la pre- sencia en nuestras costas de esta famosa especie, de la que, sin embargo, no se hace mención en ninguno de los catálogos de mamí- feros de Cuba publicados hasta esta fecha. Hábitos.—Los cachalotes recorren los mares en manadas como los deifines; prefieren los mares profundos, por lo que se acercan á las costas escarpadas y evitan las playas y los bajos. Nadan con gran velocidad y descienden en busca de su alimento, que consiste en moluscos cefalópodos, á grandes profundidades, pudiendo per- manecer más de una hora sin venir á respirar á la superficie. Con frecuencia golpean el agua con la cola y á veces se mantienen en posición vertical, sacando la cabeza ó la cola fuera del agua, lo cual justifica la narración fantástica del capitán del vapor Neptuno á que antes hemos hecho referencia. Cuando vienen á la superficie, per- manecen diez ó doce minutos, durante los cuales efectúan cincuenta Ó sesenta movimientos respiratorios, pudiéndose percibir á gran distancia la nube de vapores que lanza á bastante altura en cada espiración. La hembra pare uno ó dos hijos. Productos. —El cachalote suministra varios productos muy esti- mados en el comercio, por lo que se le persigue tanto como á la ballena, á pesar de ser bastante incierta y peligrosa su cacería, porque se defiende valerosamente cuando se ve atacado y suele hacer zozobrar las embarcaciones. Entre los productos del cacha- lote figuran en primer lugar: el esperma-ceti, aceite y blanco de ba- na, contenidos en las cavidades situadas encima de la cabeza en tal cantidad que un solo individuo puede suministrar hasta cien ba- rriles de dicha grasa. ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 85 Esta substancia se emplea en la fabricación de bujías translúci- das, jabones, pomadas y cosméticos. El ámbar gris, que es un cálcu- lo ó concreción intestinal formado á expensas de los picos y plumas Ó huesos de calamares, sepias, etc., y de las escamas de los peces que sirven de alimento al cachalote, es una substancia muy esti- mada para perfumería, sobre todo en Oriente. Su precio suele ser hasta de cinco francos el gramo, y se encuentran concreciones de más de un kilogramo. Estos cálculos se recogen también en las costas Ó flotando en plena mar. Los dientes del cachalote son du- ros y compactos, pero no tan estimados como el verdadero marfil, á causa de su coloración amarillenta. FAMILIA DELPHINIDA Caracteres. —Difieren de los Phisetéridos en que están provistos de dientes cónicos, semejantes en ambas mandíbulas. GÉNERO PHOCAENA Historia. —Al Género Phozcena, Cuv. caracterizado por su ca- beza redondeada anteriormente, con el pico corto, no mayor que la longitud del cráneo, se han referido las distintas especies de toninas, que de tarde en tarde han encallado en nuestras costas. Don F. Ximeno, distinguido naturalista de Matanzas, recogió un ejemplar muerto en aquella bahía, en Octubre de 1865, y lo hizo enterrar detrás del Castillo de San Severino; pero el Sr. Ximeno se limita á decir que pertenecía al género Phoceena, Cuv. sin determi- nar la especie. En esta misma forma está consignado en el Reperto- rio Físico Natural de la Isla de Cuba., tomo 2%, página 56; en la Revista y Catálogo de los Mamiferos Cubanos, por D. Juan Gundlach, y en la Mamalogía Cubana, del mismo autor, página 50. Pero estas indica- ciones son demasiado vagas para saber si realmente se trataba del género Phocena, cuya especie típica, Ph. comunis, Cuv. es propia de los mares del norte, ó más bien de algunos otros géneros, (Orca, Orcinus, Pseudorca) que frecuentemente se han confundido con el Phocena, Cuv. En el tomo XXIII de los Anales de la Academia de Ciencias de la Habana, 1886, página 555, aparece la siguiente nota del sabio cate- drático de Zoología y académico de mérite D. Felipe Poey. «Phocena grampus. —Este es un cetáceo de la familia de los del- phinidos, encallado hace poco en las peñas de Cojímar, donde lo 86 LUIS A. CUNI impulsó probablemente su voracidad en persecución de algún pez, * ó bien, lo que es menos probable, perseguido por el alecrín, que tiraniza nuestros mares. Sabedor del caso el entendido y activo disector D. Leonel Piasencia, acudió á tiempo para recoger, con ar- duo trabajo, el esqueleto que armó en la Habana con la habilidad que le es propia. Los caracteres de este animal, reconocido por mí, auxiliado por los datos que el Sr. Plasencia pudo proporcio- narme acerca de la forma de la cabeza, color del cuerpo, forma, magnitud y posición de la aleta dorsal, corresponden á un cetáceo de los mares del norte, nombrado por Hunter Delphinus grampues, en cuya sinonimia parece que entran el gladiator de Lacépede y el orca de F. Cuvier; habiendo alguna vez recalado á las costas de los Estados Unidos, y ahora se aparece en el trópico, como suelen aparecerse el pez zorro, el atún y el pez de espada. No bastaba á la inocente é infeliz ballena tener por enemigo al hombre, cuyos crue- les arpones la persiguen en las regiones glaciales; no bastaba á su desdicha el estar sometido á la furia del narval y del espadarte; había de sucumbir al acometimiento de los delfines más feroces, asociados en tropa de centenares de individuos que la embisten hasta el extremo de obligarla á sacar fuera de la boca la lengua, bocado sabroso, que estos corpulentos animales devoran sin piedad.» Y termina el profesor Poey diciendo que ha hecho la clasificación de la especie «en cuanto lo permite el estado actual de la ciencia, en medio de una sinonimia no del todo satisfactoria ». En efecto, pocas sinonimias hay más complicadas que la de la especie á que se refiere D. Felipe Poey, como puede juzgarse por la que copiamos á continuación, tomada de la lista de los mamíferos del continente norteamericano é Indias Occidentates, por Daniel Giraud Elliot, 1905. Dicho autor denomina esta especie Orcinos orca. El género Orcinus, Fitzin, es del año 1860 y le sirvió de tipo el Delphi- nus orca Lin. : He aquí la sinonimia de Elliot: Orcinus orca, Lin. (Common killer whales). Delfinus orca, Lin., Syst. Nat. 1, 1758, pág. 77. Delphinus gladiator, Bonnat., Tab. Encycl. And Meth. des Trois Reines de la Nature, etc. 1789, p. 23. Orca schlegeli. Lilljeb. Ray. Soc. 1866, p. 235. Orca articus, Gerv. €; V. Ben. Ost. Cet. 1868, p. 314. Orca europe, Gerv. € V. men. Ost. Cet. p. 314. Orca latirostris, Gerv. 6 V. Ben. Ost. Cet. 1868, p. 543. ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 87 Orca Sterorhyncha, Gray. Proc. Zool. Soc. 1870, p. 71. Orcinus gladiator, Elliot., Syn. N. Am. Mam. F. C. M. Pub. 11 1901, p. 22. pl vi. Zool. Ear. Orcinus orca, Elliot. Mam. Middle. Amer. € W. Ind. F. C. M. Pub. 1v, Pt. 1. 1904, p. 51, fig. xvii, pl. xx11 Zool. Ser. A esta especie debiera referirse el Phocena grampus de Poey, dependiendo la diferencia del nombre de las leyes de la nomencla- tura, porque el género Orcinus de Fitzin (1860) es desmembración del Phocena de Cuvier (1817), como éste lo fué del Delphinus de Linneo (1758). Y la especie Grampus de Hunter, anterior á Orca de Linneo, ha tenido sin embargo que ceder al nombre impuesto por el fundador de la nomenclatura universalmente aceptada. No obs- tante, el Dr. La Torre, discípulo de Poey, que aceptó aquella de- nominación y describió el esqueleto en la mencionada sesión de la Academia de Ciencias, ha rectificado después la clasificación de aquel ejemplar y cree que el esqueleto que se conserva en la Aca- demia, perteneciente al cetáceo encallado en Cojímar en 1886, debe referirse al Phocena crassidens, Owen, % con más propiedad, al Pseudorca erassidens, Owen; porque el O. orca tiene soldadas sola- mente las dos Ó tres primeras vértebras, en tanto que en el Ps. cra- ssidens están unidas las seis Ó siete vértebras cervicales, circuns- tancia que existe en el mencionado esqueleto del Museo de la Academia de Ciencias. GÉNERO PSEUDORCA Pseudorca Reinh, Overs K. Dan. Vidensk. Selsk. Forh. Kjo- benk. 1862, p. 151. > 10—10 Caracteres, — Fórmula dentaria > 1010 y puntiagudos con raíces cilindróideas. Tienen cincuenta vérte- bras, estando unidas las seis Ó siete primeras en una sola pieza. Las aletas pectorales moderadas y puntiagudas; la dorsal situada cerca del medio del lomo, de tamaño regular y escotada en su borde posterior. La cabeza algo elevada delante del resolladero y termi- nada en un rostrum corto y ensanchado. —— 40. Los dientes son grandes PSEUDORCA CRASSIDENS Tonina, Killer Whales Sinonimia. —Phocena erassidens. Owen., Brit. Fos. Mam. 1846, p. 516. 88 LUIS A. CUNÍ Orca (¿pseudorca?”) meridionalis, Flower Proc. Zool. Soc. 1864, p. 420. Orca destructor, Cope. Proc. Ac. Nat. Sc. Phil. 1866, p. 293. Globiocephalus grayi, Burm. An. Mus. Pub. B. Aires. 1. 1864, 800 007, pl: XXI. Pseudorca crassidens, Elliot., Sin. N. Am. Mam. F.C. M. Pub. IL 190 L. p. 23. pl. vi, Zool. Ser. Pseudorca crassidens, Elliot., Mam. Mid. Amer. € W. Ind. F.C. MPPab. “Tv. pb. 1. 1904. p. BL, pL. xn Zool: Ser. Caracteres. —En esta especie la frente desciende gradualmente desde el resolladero hasta el extremo del hocico; la aleta dorsal está situada en el medio del lomo; las pectorales son relativamente pe- queñas. El color negro, un poco más claro en la parte inferior, lo distingue del Orca, que tiene el vientre completamente blanco, coloración que se eleva posteriormente á las partes laterales y apa- rece también en forma de manchas por encima de los ojos y en la base de la dorsal. Dimensiones. —Longitud total: 4 4 5 metros. Elliot da las siguientes medidas de la calavera: Mondo o pee eacbhios soe 595 m/m. Largo del TOSÉLUm. acaso ces 217» Anchoa la DARE c epi aseoris 208 » Idem al medio. lodo Pa ces 188 » Idem inter-orbitaria ......oo.m.o.oo... 333 » Longitud de la fosa temporal...... 19E: Y Distribución geográfica.—Se encuentra en todos los mares, y Mr. Elliot lo enumera entre las especies que' frecuentan las aguas vecinas al Continente americano y las Indias Occidentales. En Cuba, además del ejemplar á que se ha hecho referencia, y cuyo esqueleto se conserva en la Academia, parece haberse observado otras veces; pues quizás pudiera referirse á esta misma especie el Phocena de Ximeno y otro ejemplar cogido en la Habana el 3 de Julio de 1858 y dibujado por don Felipe Poey. Este último ejemplar medía unos tres metros, y el de la Academia cerca de cinco. Hábitos. —El nombre inglés Killer Whales, matador de ballenas, indica que sus hábitos son semejantes á los del Orcinus orca. ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 89 GÉNERO GLOBICEPHALUS Sinonimia. — Clobicephala, Less., Hist. Nat. Mamm. Ois. I, 1898, 441. Id. Nouv. Tabl. Regn. Anim. Mamm. 1542, pág. 200, Sphoero- cephalus, Gray. Cat. Seals € Whales Brit. Mus. 1866. p. 323. Caracteres. —Los goblicefalos son delfines que se distinguen fá- cilmente por su cabeza globulosa en su parte anterior y la ausencia de rostrum aparente; la dorsal es baja, alargada y de forma triangu- lar; las pectorales largas y estrechas. Tienen dientes en corto número, pequeños, cónicos y recurvados, solamente en la mitad an- terior de las mandíbulas. La superior (rostrum) es corta y ancha, la sínfisis de la mandíbula es corta; el cráneo ancho, deprimido; las vértebras en número de cincuenta y siete á sesenta, estando las cinco Ó seis primeras cervicales unidas. En el Golfo de México se han observado las dos especies si- guientes: GLOBICEPHALUS MELAS Piloto. Sinonimia. —Clobicephalus melas, Traill. Nichols Journ. 1809 XTIT pl. 3. Delphinus globiceps, Cuv. Ann. Mus. París 1812. p. 14. pl. 1. gs. 1. 2, Delphinus deductor, Scoresby. Arct. Reg. 1. 1820. 6. 13. fig. 1. Delphimus intermedius, Harl. Jour. Acad. Nat. Acie Phil. 1829. pol. pl. 1. gg. 13: Globiocephalus incrassatus, Gray., Procce. Zool. Soc. 1861, p. 309, A Spherocephalus incrassatus, Gray., Cat. Seals € Whales. Brit. Mus 1866, p. 323. Globiocephalus macrorhynchus, Hector. Frans. N. Zeal. Inst. vir. 1874. pl. 16. fig. 3. 3? (nec Gray ). Globiocephalus melas, Elliot. Syn., N. Am. Mamm. F. C. M. Pub. 11. 1901. p. 23. Pl. vir. Zool. Ser. Globicephalus melas, Elliot., Mamm. Middle. Amer. € W. Indies. ENESM Eo plo 1902, pi 02. 8. xx pl. XXIIL. 4001: Ser. , Caracteres. —Fórmula dentaria $ 4 13. El número de vértebras Z es de cincuenta y nueve á sesenta, estando soldadas la segunda 2 y tercera cervicales; los maxilares é inter-maxilares son rugosos 90 LUIS. A CUNI en su parte anterior. Color negro con un área blanca en la parte inferior. Medidas. —Elliot da las siguientes medidas para un ejemplar completamente desarrollado: METROS Longitud total unos. 20 pies... cacioacac ponia 5.60 > Longitud de la aleta pectoral .......o.ooconconacocos. 1.270 Mayor anchura de la misma.. ... .ooopccecenonecooss 0.279 Del extremo del hocico á la aleta dorsal......... 1.397 Distribución geográfica.—Se encuentra esta especie en el Océano Atlántico, tanto en los mares del norte como en los del sur, y en las costas de ambos continentes. Los barcos de Ja Comisión de Pes- ca de los Estados Unidos lo han observado con frecuencia en el . Golfo de México, y debemos referir á esta especie el ejemplar cogido en la bahía de Matanzas, cuya historia hemos hecho en la introduc- ción de este trabajo. GLOBICEPHALUS BRACHYPTERUS Pilotos de altas costas Sinonimia. — Globicephalus brachypterus, Cope., Proc. Acd. Nat. Scien. Phill. 1876. pág. 129. f. 131. Elliot., Syn. N. Am. Mamm. E. .C.; M.. Pub. 11. 1901. p..24:Zo01. Ser. Globicephalus brachypterus. Elliot, Mamm. Middle. Amer. € W. Indies. F. C. M. Pub. 1v. pl. 1. 1904. p. 53. Zool. Ser. Caracteres. —Fórmula dentaria $. Sólo tiene cincuenta y siete vértebras; el rostrum ancho, superando su base á las 4/5 partes de la longitud total; la fosa temporal grande y oval. Difiere de la especie anterior por el tamaño menor de los pectorales, que sólo miden una sexta parte de la longitud total del cuerpo. La aleta dorsal está situada por delante de la mitad del dorso. El color es enteramente negro. Medidas. —El citado profesor Elliot da, para un adulto de esta especie, las siguientes: A A ss 4.648 m/m. Del extremo del hocico á la dorsal....... 1.206 » Longitud de la pectoral.............oooooomo.oo 0.762.» Altar dela dota. LC A 0.356 » Ancho de la nadadera caudal................. LAB Vaniavo ns 44 SIAASIA SOLSHHOM SATYHAIADIAOTO TH TITTE É 19? ACI RI iin is ¿RANAS AAN » % e .i ande Y » . Ñ e ' € NN 0 ¡e % dd LN ¿ Ca ae , y" » ES A . da TA ¿h , PI A á AIN A ] AA A . a. q $Á he . A 1d E ES si! a > ima de " ' Leroá e E Ñ" Mi XK L pa y a A pa y 2 p ; , 6 . .. + 1 » -. A - pl e 3 a . Ml id lo . á " - . E k e >. 7d y a » F le dr * wa as kE e YA » ? Da 3 4 S “4 2 Le z d Ñ 3 " . . . A e , 19 E , * á ee a MA Ps ] . - TE 2 de e 14 ¿ed * , SS 3 rs a” e » m0 A PA ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 91 Calavera: Dongabad total oia dele boina 0.662 m/m. Fongitud del FONSI isa ol bd dota 0.333 » Ancho en la DAS conde demases alas pelo 0.288 » dém enel medi oda e sasaradianas 0.235 » ¡Anchura inber-0rDItarla .aostacitasa diseaioos 0.015 » Longitud de la fosa temporal. ........ ...... 0.163 » Distribución geográfica. —Habita el Golfo de México y la costa de los Estados Unidos en el Océano Atlántico hasta la altura de New Jersey. Hábitos.—Los globicéfalos son animales pacíficos y se alimentan principalmente de calamares, sepias y á veces de peces. Andan generalmente en manadas, á veces numerosísimas, las cuales siguen ciegamente 4 un solo conductor, circunstancia que aprovechan los pescadores para capturarlos. GÉNERO DELPHINUS Sinonimia. —Delphinus, Lin., Sys. Nat. 1. 1758. p. 77 1. 1766. p. 108. Rhinodelphis, Wagn., Schreb. Saugth. vir. 1846. pgs. 281, 316 y 349. Eudelphinus, ¡Van Ben and Gerv. Ostig., Cet. Viv. et Foss. 1880, p. 600. Caracteres. —Fórmula dentaria 2 á oO” 160 á 240. Los dientes ocupan casi por completo la longitud del rosírum en ambas mandíbulas; son cónicos, agudos, recurvados. El rostrum tiene doble longitud que la caja craniana. Pterigoides unidos en la línea media en toda su longitud; paladar profundamente acanalado late- ralmente; pectorales moderadas y escotadas. DELPHINUS DELPHIS Delfin, impropiamente Golfín Sinonimia.—Mr. Elliot (op. cit.) da la siguiente: Delphinus delphis Linn., Sys. nat. 1. 1758. p. 77 1. 1766. p. 108. Elliot, Syn. N. Am. Mamm. F. C. M. Pub. 11. 1901, p. 28. pl. 1x. Zool. Ser.; 1d., Mamm. Middle. Amer. € W. Indies. F. C. M. Pub. Iv. pt. 1. 1904. p. 54. pl. xxiv. Zool. Ser. Delphinus fulvio-fasciatus Wagn., Schreb. Sauth. 1846. pl. 361. a, 1. 92 LUIS A. CUNI Delphinus nove-zelandie.—Onay 8 Gaim, Vay. Astrolabe. Mamm. 1830, p. 149. Delphinus janira, Gray., Vay Erebus 6 Terror. Zool. 1846, p. 474. pl. 22. fig: 1. : Delphinus forsteri, Gray., Cat. Seals € Whales. Brit. Mus. 1866, p. 248. Delphinus major, Gray. Cat. Seals €: Whales. Brit. Mus. 1866, p. 396. E - — Delphinus moorú, Gray. Cat. Seals € Whales. Brit. Mus. 1866, p. 396. Delphinus walkeri, Gray. Cat. Seals € Whales. Brit. Mus. 1866, TS Delphinus pomeegra, Owen. Trans. Zóol. Soc. vi. 1866, p. 23. pls. 6. 8. Delphinus bairdi, Dall. Proc. Calif. Acad. Scien. v. 1873, p. 12. Delphinus microps, Burm. Desc. Phys. Argent. 11. 1879, p. 534.: (nec Gray). Delphinus fuscus, Fisch. Act. Soc. Linn. Bord. v. 1881, p. 127. pL av, Delphinus sowerbianus, Fisch. Act. Soc. Linn. Bord. v. 1881, p. 127: pl.: TV: Delphinus variegatus, Fisch. Act. Soc. Linn. Bord. v. 1881, Pp: apli. Delphinus balteatus, Fisch. Act. Soc. Linn. Bord. v. 1881, p. 127. Delphinus moschatus, Fisch. Act. Soc. Linn. Bord. v. 1881, pu ple Clymene marginatus, Fisch. Act. Soc. Linn. Bord. v. 1881, p. 150. (nec Pucheron). Delphinus delphis, var. curvirostris Riggio., Nat. Sicil. 11. 1883, p:. 157. pl. Caracteres. —Cuerpo delgado; la frente formando ángulo con el pico que es largo y delgado; aleta dorsal en el centro del lomo, es- trecha; las pectorales tres veces más largas que anchas, puntiagu- das. Color muy variable, la parte superior negra Ó gris negruzco, la inferior blanca Ó verdosa claro; una banda negra, gris Ó verdosa, se extiende desde la mandíbula inferior hasta la base de las pecto- rales; anillo orbitario negro, desde donde una banda negra se ex- tiende hacia delante hasta la base del pico; margen de la mandíbu- la inferior negro; área alargada, de festones grises á los lados, atravesadas por dos bandas longitudinales de gris verdoso. SVZNVIVIM Had OLOLIISNI TIA OASAMN TH NA VITIVH 4S OKO9 TVL SATVHIRNOI4OTOD TH a) dd > > > cd y ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 93 Medidas. — nta oa o a ends 1.382 4 2.008 Longitud de la pectoral......... . SABOR 0.280 á 0.305 Ancho de la caudal.. ...... qeda ES 0.393 4 0.450 Altura de la dorsal ....... A A SA 0.117 á 0.204 Del espiráculo á la extremidad de la nariz 0.330 á 0.356 Distribución geográfica. — Habita el Océano Atlántico, y se observa con frecuencia en el Golfo de México. Fernández de Oviedo (Cap. 6% libro x111 de la Historia de In- dias) dice lo siguiente: «Acaece muchas veces que los marineros matan muchas toninas con arpones é fisgas, viniendo las naves Ó andando en su navega- ción engolfadas Ó por las costas de estas indias.» Y el Dr. Gund- lach (Mamalogía Cubana, pág. 50), bajo el epígrafe «Ponina», dice: «que se ven estos animales á menudo alrededor de las embarcaciones, y muchas veces las acompañan por algún tiempo». Agrega que «pertenecen al género Delphinus L.», aunque no habiendo examinado individuo alguno muerto, no puede indicar su nombre específico. Algunas otras notas se han publicado en los periódicos acerca de la presencia de delfines en nuestras costas, pero como no se con- signan sus caracteres, es imposible determinar su clasificación cien- tífica, y lo mismo pueden haber pertenecido á esta especie que á cualquiera de las siguientes, que son las observadas por la Comisión Americana de Pesquería en el Golfo de México y Mar de las An- billas. Hábitos. —El aspecto de sus dientes indica que es uno de los más terribles carniceros marinos; su alimentación consiste de moluscos, cefalópodos, crustáceos, peces. Se les ve en alta mar y también cercanos á las costas, pudiendo decirse que se le encuentra en to- das partes en tropas de seis á diez individuos; siguen á los buques, nadando á su alrededor. La hembra pare un solo hijo, al que cuida y atiende con solicitud. GÉNERO TURSIOPS Sinonimia. —Tursiops Gerv., Hist. Nat. Mamnm. 11. 1355., p. 323. Tursio Gray, List. Spec. Mamm. Brit. Mus. 1843, pgs. xxrrr 105. Tursio, Cat. Seals € Whales. 1866, p. 254. A 2 Caracteres. —Fórmula dentaria 57 4 35 844 100. Rostrum moderadamente rematado en punta; palatino no acanalado; sínfisis 94 LUIS A. CUNI de la mandíbula corta; dientes robustos; vértebras: cervicales 7, dorsales 13, lumbares 17, caudales 27,=64. Aleta dorsal alta, encorvada; dientes cónicos iguales; pterigoides en contacto. TURSIOPS TRUNCATUS Tonina ú Delfín Sinonimia.—Delphinus truncatus Montagu, Mem. Wern. Soc. 111 1821, p. 73. True. Proc. Acad. Nat. Scien. Phil. 1903, p. 318. Phocena compressicauda Less. Nat. Hist. Cet. 1828, p. 199. Delphinus metis Gray., Vay. Erebus € Terror. Zool. 1846, p. 38. pl 17. Delphinus cymodoce Gray., Vay. Erebus € Terror. Zool. 1846, Pp. 938. pl. 19: Delphinus eurinome Gray. Vay. Erebus € Terror. Zóol. 1846, p. 38. PL. Ts. Tursiops tursio Elliot., Syn. N. Am. Mamm. F. C. M. Pub. 11. 1901, p: 29. pl. 1x. Zool. Ser. Tursiops truncatus Elliot., Mamm. Middle. Amer. € W. Indies. F. C. M. Pub. 1v. Pt. 1. 1904, p. 56. f. xx. pl. xxiv. (misprint- et on plate Tursiops tursio) Zóovl. Ser. Caracteres. —Además de los del género, tiene los siguientes: el hueso frontal no tiene gran extensión y los parietales son anchos inferiormente. El color, en el dorso, es plomizo matizado de pur- púreo, blanco por las partes inferiores. Medidas. — Longitud total...... ....... A O 2.907 IDEUORORICO! 0. 20700 ap ze e A O E 0.319 Aedo da dOraal.. 0... ac dinar 0.229 Aena de da caudal... oro orto 0.612 A A A A 0.432 e O A A 0.108 Ameburainter-or Daría o. ioceacdobcaccossronbecnc ras 0.191 Larco de la mandibula «.spioteismego soso carpo 0.365 Distribución geográfica.—Es muy amplia; se le halla en el Mar Mediterráneo; Océano Atlántico; costas de los Estados Unidos, desde Maine á la Florida; Golfo de México, a e ESQUELETO DEL GLOBICEPHALUS E O juá y p : AA , hb A y ma” ars pe FE ta =, sá , .. pies AS 2 j AS a d ) r d 4 p q Ae ho ; A j ¿ ; SY y : 3 » qe t ñ E E . ' % P ' , y ' 2 4 ' , 2H “ Ñ *d a A sw (> * . ey , 9 ño A p»A de 4 Mr A 5 * ; > , e de -— É A » = ' Ó pi Y « , 4 y 3 ES e y . . ' 2 nl A pp » y Me - , 4 á ' - 4 0] A . - v M E / Ni .: £ “ y ” 4 D ei? d , r y 3 A a p y Ki y A Pra « mE: á A 3 EE Es : 3 . ' Í . Pa ds » A > e , de *, 4 S 1] > di X . 5 . - " A A E p e . dd y r . 07 “ . y 4 « 4 . "$ » % > o . v * E La N 4 r Sl y 2 ¡ n > ml : É v 0 * a . a á , . y e) A . a ñ ¿ : s y 0] A ER $ Y + , q y A E Y f 247 E y pa $ e z 5 E. Y ui y > - d a! " 1] D % q . d . e ” + ps , i Y » > , di , Je . vos E Ñ » . ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 95 GÉNERO PRODELPHINUS Sinonimia. —Prodelphinus, Van Ben. S Gerv. Osteog. Cet. Viv. eb Foss. 1880, p. 604. pl. xxXVIH. Clymene Gray., Proc. Zóol. Soc. 1864, p. 237. (nec Munster, 1839). Clymenia Gray., Syn. Whales € Delphins. 1868, p. 6. (nec Muns- ter. 1839). Caracteres.——Fórmula dentaria A á o 120 4 200. Dien- tes más pequeños que los del Turstops. Rostrum largo y estrecho, palatinos no acanalados; vértebras de 73 á 78; sínfisis de la mandí- bula corta; pico alargado; aletas dorsal y pectorales encorvadas. Dientes cónicos, pequeños y numerosos; convexa la porción ros- tral de los inter—-maxilares. Color purpurino gris por encima, manchado de blanco. Ancho del rostrum en la base, 109; en el centro, 58; entre las órbitas, 186. PRODELPHINUS PLAGIODON Delfín de dientes afilados Sinonimia.— Delphinus plagiodon, Cope. Proc. Acad. Nat. Scien. Phil. 1866, p. 296. Prodelphinus plagiodon, Elliot., Syn. N. Am. Mamm. F. C. M. Pub. 11. 1904, p. 31. f. 9. Zóol. Ser.—Id., Mamm. Middle. Amer. $ W. Indies. F. C. M. Pub. 1v. pt. 1. 1904, p. 58. f. xxr. Zool. Ser. Caracteres. —Aleta dorsal alta, recurvada; aletas pectorales an- chas en la base; el pico fuerte, robusto. Color purpurino gris por encima, manchado de blanco en los lados y por debajo, lo mismo que las aletas; las partes más inferio- res lo están de gris oscuro. Dimensiones. — O a tatn b atesora 2.157 E A o en SNA 0.280 ena aleta pecho radio Iuosca o náseraninane dns 0.304 Del extremo del pico á la ral AUS dd ALDO TA 0.337 AU dela dora alot deta 0.241 al e A 0.527 Distribución geográfica. —Se encuentra en las costas del Atlántico de los Estados Unidos, desde el cabo Hatseras al Golfo de México, 96 LUIS A. CUNI PRODELPHINUS EUPHROSYNE Delfin Sinonimia. —Delphinus euphrosyne Gray. Voy., Erebus € Terror Zóol. 1846, p. 40. pl. 22.—1Id., Cat. Seals € Whales. Brit. Mus. 1866, p. 251. Delphinus styx Gray., Voy. Erebus € Terror. Zóol. 1846, p. 39. pa. Delphinus tethyos Gerv., Bull. Soc. Agr. Herait. 1853, xL. p. 150. pl. 1. Delphinus marginatus (Duvern) Pucher. Rev. Zool. 1854, pl. 547- Delphiñus eurynome Blyth., Cat. Mus. Asiat. Soc. Beng. 1863, p. 90. (nec Gray). Tursio dorcides Gray., Cat. Seals € Whales, Brit. Mus. 1866, p. 400. Clymenta euphrosinoide Gray., Syn. Whales 8; Dolphins. 1868, p. 6. Clymenia nove-zelandic, Hector, Trans. N. Seals. Inst. 1873, y. p. 159. Prodelphinus euphrosine Elliot, Syn. N. Am. Mamm. F. C. M. Pub. 11. 1901, p. 30. pl. x. Zóol. Ser.—Id., Mamm. Middle. Ame. $ W. Indies. F. C. M. Pub. 1v. pt. 1. 1904, p. 58. pl. xxr1r. Zóol. Ser. Caracteres. —El cuerpo es fornido; el pico largo; la dorsal es alta, encorvada; aletas pectorales pequeñas; el color es negro por encima, á los lados blanquecino y por debajo blanco; anillo orbitario negro; una banda negra desde el ojo hasta el resolladero y otra que va hacia abajo y atrás hasta la base de las pectorales; ésta, negra, está separada del color obscuro de la parte superior por una banda blanca que es más ancha en su parte media; la ancha banda negra desde el ojo á la base de las pectorales tiene un área blanca en su centro, la cual se une á la garganta, blanca, debajo de los ojos; nadaderas negras, bordeadas anteriormente de blanco. Dimensiones. — Longitud total ...... A 2.097 Del extremo del pico á la base de la dorsal...... 0.932 Anchura de la nadadera caudal..................... 0.420 Borde anterior de la nadadera pectoral... ....... 0.305 Distribución geográfica. —Esta especie habita el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo; habiéndosela observado en las costas de ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS e Jamaica, por lo cual no sería extraño que se encontrara también en Cuba. ORDEN PINNIPEDOS Caracteres generales. —Los pinnípedos, colocados por Cuvier en el orden de los carniceros, ofrecen sin embargo un conjunto de ca- racteres suficientes para justificar su separación de los demás car- nívoros y formar, como se ha hecho desde tiempos remotos, un orden aparte y perfectamente natural. Dichos caracteres dependen principalmente de la adaptación de sus formas á la vida acuática, pero ofrecen además diferencias muy notables en el sistema dentario. El cuerpo de los pinnípedos es fusiforme, adelgazado en su par- te posterior y terminado por una cola muy corta; tienen cuatro extremidades en forma de paletas muy aptas para la natación; las anteriores, 4 manera de brazos, las posteriores, echadas atrás, tie- nen cierta semejanza con la nadadera caudal de los cetáceos, aun- que difieren totalmente de estos mamíferos acuáticos, precisamento por la existencia de extremidades abdominales bien desarrolladas, en tanto que en los cetáceos, como se ha dicho, son rudimentarias ó nulas. La cabeza es pequeña, redondeada, con labios carnosos provistos de sedas ó pelos, á veces torcidos en espiral y en forma de mosta- chos. El cuello es corto, pero bien definido. Las narices, estrechas, están cerradas por unos cartílagos, y pueden abrirse Ó cerrarse á voluntad del animal, gracias ála presencia de músculos antagonistas. El pabellón de la oreja, algo desarrollado en las Otarias, es casi nulo en las demás focas; pero pueden obturarse los agujeros auditi- vos durante la inmersión del animal. Los ojos son grandes y salientes y provistos de una córnea aplanada. La dentición ofrece una variabilidad notable, no solamente en el número, sino en la forma. Los incisivos no llegan jamás al nú- mero de seis pares como en los carnívoros; generalmente no hay más que dos pares en la mandíbula ó maxilar inferior. Los caninos existen siempre y son bastante fuertes en las Otarias; pero en las morsas alcanzan su máximo de desarrollo. No existe la muela car- nicera y no pueden distinguirse por tanto los premolares de los molares verdaderos; se admiten sin embargo cuatro premolares se- guidos de uno verdadero de cada lado. El cóndilo de la mandíbula es siempre transversal. 98 LUIS A. CUNT El ciego es muy corto; los riñones están divididos en un gran número de lóbulos distintos. La piel está cubierta de pelo corto y apretado. Los dedos, en número de cinco, están provistos de uñas más Ó menos fuertes, y se hallan reunidos hasta la última falange por ex- pansiones tendinosas que sobrepasan á veces el largo de los dedos, sobre todo en las patas posteriores, en las cuales el primero y el quinto dedos son generalmente los más largos, carácter que no se encuentra en ninguno de los carniceros terrestres. Hábitos. —Estos mamíferos están constituídos para vivir en el agua, aunque algunos son capaces de andar en tierra, en cuyo caso lo hacen á saltos, por la contracción de los músculos ventrales. Sus enemigos son el Orca y otros grandes delfines. Durante el período de la reproducción salen espontáneamente á tierra: las morsas y las Ofarias, entre las cuales el macho es de talla muy superior á la hembra, practican la poligamia y escogen lugares determinados para la reproducción, en tanto que las focas propia- mente dichas son por lo regular monogamas y no, salen del agua sino temporalmente. Los pinnípedos son muy inteligentes y susceptibles de domesti- carse. División. —Este orden se divide en tres familias: los otáridos Ó focas provistas de orejas; los phócidos Ó focas propiamente dichas y los trichéchidos Ó morsas, provistas de dos grandes defensas en la edad adulta. De estas tres familias, sólo existe la segunda en nuestros mares. Distribución geográfica. —Casi todos los pinnípedos viven en los mares de las regiones heladas, principalmente en las circumpolares, siendo más frecuentes las focas en el hemisferio boreal, y las otarias en el austral. Existen, sin embargo, algunas especies propias de las regiones templadas y aun de los paises cálidos, entre las cuales se en- cuentran el Monachus tropicales, cada vez más raro en nuestros mares. La piel de estos interesantes animales es muy estimada, por lo que son objeto de una persecución muy activa, habiendo llegado á extin- guirse algunas especies. FAMILIA PHOCIDZE Caracteres. —Las focas se reconocen fácilmente por su cabeza grande, redondeada, su nariz ancha y sus miembros cortos, siendo las uñas más fuertes en los anteriores. ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 99 Sus dientes, en número de treinta y cuatro, son pequeños y puntiagudos; los molares, por lo regular, tienen dos raíces. La fórmula dentaria es variable, pues el número de incisivos nO 22 1 de puede ser: 1763 y aun <=. € PM ME 1=1 ¡A 4—4 1=L1 GÉNERO PHOCA Las focas propiamente dichas, cuya fórmula dentaria es: I = 44 do, — o => 34. Este género, según hemos dicho, no existe en los mares de las Antillas. GÉNERO MONAOHUS Sinonimia. —Monachus Flem. Phil. Zóol. 11. 1822, p. 187. Pelagios F. Cuv. Mem. Mus. Hist. Nat. París. 1824, p. 193. A a A Pelagocyon Glog., Hand. ú Hilfst. Nat. 1841, p. xxxIv, 163. Rigoon Gistel., Naturg. Thiele. 1848., p. x. Helio phoca Gray., Ann. Mag. Nat. Hist. 2% Ser. xrr. 1854, p. 201. Caracteres. —El carácter fundamental de este género consiste en la reducción 4 dos pares de incisivos superiores, por lo que el nú- mero total de dientes es de treinta y dos y no de treinta y cuatro como en la foca: I — O PM —M-= 32. "Tienen estas focas el hocico alargado, deprimido; los nasales cortos; las uñias bien desarrolladas en los dedos anteriores y ru- dimentarias en los posteriores; el pelaje corto y espeso; las palmas de las manos y las plantas de los pies desnudas. Caninos grandes, molares cónicos con los tubérculos imperfectos; los tres molares posteriores con dos raíces. Incisivos estriados transversalmente por la cara posterior. Se conocen dos especies: M. albiventer del Mediterráneo, y la que habita nuestros mares: MONACHUS TROPICALIS Sinonimia. —Monachus tropicalis (Gray). Phoca tropicalis Gray., Cat. Seals. Brit. Mus. 1850, p. 28. Monachus tropicalis, Elliot., Mamm. Middle. Amer. €: W. Indies. F.C. M. Pub. 1v. pl. 11 1904, p. 543 pls. LVI. LVH. LVIMT. LIX. Zóol. Ser. 100 LUIS. A CUNI Caracteres. —Tienen los mostachos largos y flexibles, el pelaje corto y espeso, las uñas bien desenvueltas en los dedos anteriores y pequeñas en las de los pies; el hocico alargado y deprimido: palmas y plantas de las extremidades desnudas. Color. —Por encima moreno mezclado de gris; los lados de color más claro, pasando gradualmente hasta el amarillento; la parte in- ferior blanca; el borde del labio inferior, el frente y los lados del hocico, blanco amarillento; las nadaderas, moreno manchado de gris. Distribución geográfica. —Esta especie fué descubierta en 1494, por los marinos de Cristóbal Colón, en la isla de Altavela, donde mataron ocho. Después se han encontrado en el Mar de las Anti- llas, en la vecindad de Jamaica, del Banco de Pedro de las islas Alacranes, en las costas de Yucatán y de la Florida; pero el primer ejemplar que se pudo estudiar bien fué enviado de Cuba al Museo Nacional de Washington por don Felipe Poey. El ejemplar que sir- vió de tipo á Gray para la descripción de la especie procedía de la isla de Jamaica. Dimensiones. — a Ls ee 2.390 Longitud de las manos.............. as a 0.300 Longitud 0e LOS PIES c.cieecoo doses ac iceacas 0.320 TABLA ANALÍTICA PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS MAMÍFEROS ACUÁTICOS COMPRENDIDOS EN ESTA MEMORIA MAMÍFEROS ORGANIZADOS ESENCIALMENTE PARA LA VIDA ACUÁTICA A.—Piel con pelos escasos ó nulos; las extremidades torácicas en forma de nadaderas Ú remos; las abdominales atrofiadas Ó nulas; aleta caudal horizon- bal. B.—Molares provistos de coronas cuadrangulares con colinas salientes; régimen alimenti- cio, fitófago ú herbívoro........ Orden Stirenios, ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS 101 FAMILIA MANÁTIDA . 2-2 . 1.7 €n la primera edad, sustituídos en la adulta por , E—6 11—11 placas córneas; m7 4 37 dos mamas pectorales. a.—Nadaderas provistas de tres Ó cuatro uñas rudimentarias... Manatus americanus. B. B.—Molares (cuando existen) có- nicos Ó puntiagudos, lo mis- mo que los incisivos; régimen alimenticio zoófago Ó carní- VOD andas ER ee Orden Cetáceos. C.—Con láminas ú ballenas, ó ba- llenas en lugar de dientes que sólo existen en el feto.......... Sub-orden Mysticetes. FAMILIA BALXENIDA Iguales caracteres que el sub- orden por ser la única familia. b. —Nadaderas más largas que en el género Baleena; cuatro de- dos en vez de cinco; provisto de aleta dorsal. Negro por encima y el vientre blanco manchado de negro....... ..... Megaptera nudosa bellicosa. C. C.—Con dientes cónicos ........... Sub-orden Denticetes. FAMILIA PHYSETERIDA Il. Cabeza enorme; con dientes sólo en la mandíbula inferior. c.—-Color negro por encima y vien- bre gris ...... PARA aaa Physeter macrocephalus FAMILIA DELPHINIDA II. Cabeza proporcionada, con dientes en ambas mandíbulas. 102 LUIS A. CUNI d.—Los dientes confinados á la mitad anterior del rostrum, que es poco saliente. e.—La frente desciende gradual- mente hasta el extremo del hocico; dientes en número de -=40. Vértebras cer- vicales, 66 7, soldadas en una E E A Pseudorca crassidens. e. €. —Frente globulosa; dientes en EE número de y á a 18 4 26. La segunda y tercera vértebras cervicales soldadas en una sola pieza....... ........ Género Globicephalus. f.—Negro con área blanca debajo; aleta pectoral 3 de la longitud a A A Globicephalus melas. f. f. —Enteramente negro; aleta + de la longitud totbal.. ........ ..... Globicephalus brachipterus. d. d.—Los dientes ocupan toda la extensión del rostrum, que es más Ó menos alargado en for- ma de pico. g.—Rostrum moderadamente re- matado en punta; paladar no acanalado; número total de dientes 84 4 100; dorso plo- mizo, matizado de purpúreo y vientre DISDCO... odo ds Tursiops truncatus. g. g —Rostrum muy largo y estre- cho; número total de dientes mayor de 100. h.—Dientes en número de 160 á 240, aguzados y recurvados; paladar acanalado lateral- mente; color variable; negro Ó gris obscuro en el dorso y blanco ó verdoso en el vien- ESTUDIO DE MAMIFEROS ACUATICOS tre; anillo orbitario negro, y bandas más Ó menos obscuras á los lados de la cabeza y del CUBO ei adas e Delphinus delphis. h. h.—Dientes pequeños en número de 120 á 200; paladar no aca- nalado lateralmente. i.—Color gris purpurino en el dorso, manchado de blanco en los lados y por debajo...... Prodelphinus plagiodon. i. i.—Color negro en el dorso, bian- quecino en los lados y blanco por debajo; anillo orbitario negro, de donde parten dos bandas al resolladero y á la base de las pectorales que son negras bordeadas anterior- mente de blanco........... ..... Prodelphinus euphrosyne. A. A.—Piel provista de pelos; cuatro extremidades dispuestas para la natación; las abdominales echadas atrás en forma de cola horizontal. B. B. B.—Con dientes incisivos, Ccani- nos y molares, como en los mamíferos Carnívoros......... Orden Pinmípedos. FAMILIA PHOCIDA Cabeza grande y redondeada, sin orejas y desprovistos de grandes caninos ó defensas. EL E Jj. +30 755 PM yen ES É m-==32; uñas bien desa- rrolladas en las extremidades anteriores y rudimentarias en 138 POBLeriOTeS...c0cainoccoenoo:=> Monachus tropicalis. 10: o , 104 LUIS A. CUNI CUADRO SINÓPTICO DE LOS MAMÍFEROS ACUÁTICOS ORDENES FAMILIA GÉNEROS Y ESPECIES A A OO Manatide ........... Manatus americanus Mysticetes .......... Balenide ........... Megaptera nudosa bellicosa Physeteride........ Physeter macrocephalus Cetáceos.... - Pseudorca crassidens Denticetes........ Globicephalus melas Mamíferos acuá- CO oa Globicephalus brachypterus Delphinide...... Delphinus delphis Tursiops truncatus Prodelphinus plagiodon Prodelphinus euphrosyne IPIODÍPOdOS >. smomnmocopccanonas ooo conpon Phocide .......... ..Monachus tropicalis. E O ES Zodlosía. (ECUTSO Na UA a aa | Profesor Dr. Carlos de la Torre. Zoografía (1 curso). . +. MN Antropología general (1 curso) . MA AOS 5 Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Histología, O e Anatomía Comparada . SA Se a Dr. Aristides Mestre. (Aux.). Paleontología . ON Les Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo de Zoología); Dr. Victorino Trelles (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardin Botá- nico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudanfes.—El “Museo Antro- pológico Montané” y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA. Psicología Pedagógica (1 CUrs0)....... - - - Historia de la Pedagogía (1 curso). . . . » Profesor Dr. Ramón Meza. Higiene Escolar (1 curso) . IG 4 Metología Pedavósica:(2 CUISOS de ade pi En Dr. Manuel Valdés Rodrí- guez. Diao Eneal (Carso) . te pue la ea Dibujo Natural (1 Ad A A ) y Sr. Pedro Córdova. CONFERENCIAS I. Crítica de la Educación Contemporánea. ] La Pedagogía Experimental ... L Dr. Alfredo M. Aguayo. (Aux.). II. Lectura é interpretación de las obras de los grandes dreoros contemporáneos. ] Aerupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facuitad. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. Dibujo topográfico, estruetural y arquitectónico (DESISOS a e a PO fESor St: Eugemo:Raynerk Estereotomía (1 curso) x Ms Geodesia y Topografía (1 curso) AAA De de , , Agrimensura (1 curso) . PA »” Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Materiales de Construcción (1 úntso) Resistencia de Materiales. Estática Gráfica "e Srs sandia] (1 curso) : Construcciones civiles y Sanitarias ( curso) . ENdronjecánica (1 CULESO) Di 2 te eii Maquinaria (1 curso) 2) Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de Caminos (3 Cursos: .: puentes, "fe- rrocarriles, calles y carreteras) . Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) Arquitectura é Higiene de los Edificios(1 curso) Historia de la Arquitectura (1 curso). Ade Contratos, Presupuestos y Legislación especial á la Ingenieria y Arquitectura (1 curso) . . ) Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán ( Jefe del La- boratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose ásignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA, Química Agrícola é Industrias Rurales de ESA Fabricación de azúcar (1 curso) INDIO O A NS ve | ' Dr. Luis de Arozarena. 53 Sr. Ovidio Giberga. O) == — =>s—— —_— e Dr. Antonio Espinal. Profesor Dr. Francisco Henares. Zootecnia (1 curso) . Fitotecnia (1 curso) . Economía Rural y Contabilidad Agrícola ( CUESO.).. 71 z Legislación Rural y formación de Proyectos | (1 curso). El Profesor Auxiliar interino para los ios de esta Escuela es el Dr. Eduardo Díaz. Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingemero Agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. Sr. José Cadenas. 0 Sr. José Comallonga. En la Secretaría de la Facultad, abierta al áblica todos los días hábiles de 12 á 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. ASNO La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS será bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la RevIsTA, el canje co- rrespondiente; y de los centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra rección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. INDC A=E The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every othe month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section, Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. LV US La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraítra tous les deux mois. On demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de l'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias Un: versidad de la Habana, República de Cuba. VoL. XI. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. REVISTA DE LA Num. 2. BACULTAD De LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ. LENDIAN REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO,. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. SER TREMBRE SDE 1910: SUMARIO: —JULIÁN DEL CASAL (con 1 grabado) . . : —EL CONGRESO CIENTÍFICO O DE BUENOS Ds (con 3 grabados) . BI Aa —ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA . —BIBLIOGRAFIA.—Introduction to the study of Greek Dialects, por Carl Darling Buck.—Biblioteca de autores griegos y latinos, publicada bajo la dirección de los Profesores de la Universidad de Barcelona, doctores L. Segalá y €. Parpal. —La Verbocro- mía, por Víctor Mercante... .'. A —NOTICIAS OFICIALES. O MENOS; dios 5d Doctor; en Pedagogía.—Sobre agrupación de estudios.—Aumento en el precio de la matricula. —Consejo universitario. ao — E > IMPRENTA ”AVISADOR COMERCIAL?” 30, AMARGURA, 30 1910 Dr. ADE . M. Gómez de la Maza. Ramón Deza. Luis Montané. JM. Dihigo. ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. “Decano: Dr. Evelío Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. J.. ESCUELA SDE LEGRAS Y" FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)... ... Lengua y Literatura Griegas (3 o oe de Lingúística (1 CUrso0). +. - E on Filología (TI curso). Historia de la Literatura Española (1 curso) Historia de las literaturas modernas extranjeras 4 (2 CUESOS) 13 vee Historia de América 103 Cursa)” SNE Historia moderna del resto del mundor 2 Cursos) / Psicología (1 curso). . E jaa dp! Filosofía Moral (1 curso). Sociología (1 curso). » CONFERENCIAS EnstoraadeldaElosoña a a SS Pteratas UY CON E ca NN e Lenguas clásicas cui. 5. 0 de Profesor Dr. Adolfo Aragón. Dr. Juan F. de Albear. Dr. Juan Miguel Dihigo. Dr. Guillermo y Roldán. Dr. Evelio Rodríguez Len- dián. Domínguez Dr. Enrique José Varona Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux.) Dr. Ezequiel García Enseñat (Aux.) Dr. Sixto López Miranda (Aux.) Ze ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Watemáticas Análisis matemático (Aleebra Superior) 1 curso Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- Profesor Sr. José R. Villalón. sralr Cursos is io: a Geometría superior y « analítica ( GUESO) Ace ds Geometría desctiptiva (1 CUrSO).. +=... Trigonometría (1 CUrsO)- ... + Física Superior (rer. curso)... 1 FISICALDNOPEROD (27 TUTSO). “e em Onitincaceneral o (MCUISO) eN RS SS nd Biología (1 curso) Zoología (1 curso). Dibujo Lineal (1 curso) Dibyo Natural (1 curso) Cosmología (1 curso) Al Mecánica Racional (1 curso) - Astronomía (1 curso) - o Geodesia (1 curso) ... A RS a Mineralogía y Cristalografía ( GUISO 4730 0 o Botánica generab(Deúrsojo de E 33 . Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Dr. Carlos de la Torre. Sr. Pedro Córdova. Sr. Juan Orús. Dr. O Ruiz Cadalso. Dr. Santiazo de la Huerta. Dr. Manuel Gómezdela Maza. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas Análisis matemático (Algebra Superior). . Geometría Superior (sin la Analítica). Trigonometría (plana y esférica) - Física Superior (rer. curso) Física Superior (27 curso) Química Inorgánica y Analítica Gr Curso). : Química Orgánica (1 USA 5 ) ES . NA Dibujo Lineal (1 curso)... -*-. Dibujo Natural (1 curso). AAN » Mineralogía y Cristalografía ( curso) . A a Biología (romrso). «Lao et al Calo? 1 Zoología (ERCUESO) E AA IR yn otánica general EE CUESO) MA os tl e: Gosmolosia (1 CUESO) mas a ia E Midi Sd: E Profesor Sr. José R. Villalón. Dr. Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Carlos de la Torre. Dr. Manuel Gómez de la Maza. Sr. Juan Orús (c) Sección de Ciencias Naturales Análisis matemático (Algebra Superior) recurso Geometría Superior (sin la Analítica)... .. Trigonometría (plana y esférica)... ... 0. A Química Heneral (3 CUASO) .2uo Ti 58 IMbuo Lineal (E. CUESO) Lt ae a ASE ) Dibujo Natural (1 curso) . AA e A: EN Fisica general (1 curso). A e iS a Mineralogía y Cristalog rafía ( curso) E » Geolozíal TO CUIso)”. o de O? y Botánica general (1 curso) . ; a ; Fitografía y Herborización (r curso) . h e Profesor Sr. José R. Villalón. Dr. Claudio Mimó. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Plácido Biosca. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Manuel Gómez dela Maza. 910 Vol. X1. SEFTIEMBRE:DE:1910, Núm. 2. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS JULIAN DEL CASAL POR EL DR. RAMÓN MEZA Y SUAREZ INCLÁN Profesor de la Escuela de Pedagogía Conocí un poeta, le traté íntimamente, y puedo dar fe de que los poetas, aunque anden por este mundo, seres son que á él no pertenecen por completo. La óptica del tiempo, al través de la cual pasa mi vista, como ante una gran masa de cristal que trans- parenta y purifica, conserva limpias, visibles, mis grandes impre- siones, mis recuerdos duraderos, indelebles, de aquel joven poeta. Ser extraño, nada vulgar, que luchó afanosa y vanamente por aco- modar su próximo y tangible medio ambiente á la inefabilidad de gus ensueños. Bien lo recuerdo. Fué una noche, en el escenario vasto del Nuevo Liceo en que apareció Julián del Casal, tímido, con la mirada de sus ojos grandes, verdes, inquieta, como si desde allí interrogara sú porvenir, al lado de la venerable figura del culto literato D. Ni- colás Azcárate, cuya corbata blanca y redondo cuello corto lucían, 4 guisa de gola, bajo su cabellera gris ensortijada, dándole aspecto de cumplido caballero de la corte de an Luis ó de un Carlos del siglo xvi, cabellera gris que contrastaba. con la castaño claro, lacia, del poeta, y su barba fina, incipiente, de color de oro. Azcárate, en días de esplendor y de riqueza, fué un Mecenas pa- ra poetas y escritores cubanos. En su casa, por las noches, se re- unían á cultivar las letras los más renombrados autores de su época: días de fortuna adversa corrían para él en aquellos que presidió el LIBRA NEW Y BOTAN!| GAROD! 106 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN Nuevo Liceo; pero no decayó su entusiasmo, ni su amor, ni sus alientos, hacia los jóvenes cultivadores de las letras. Complacíase tanto como se esmeraba en pronunciar correcta- mente el castellano, recitaba y leía versos con grande animación: su figura, su gesto, su continente, le acompañaban. Llevando del brazo, casi á rastras, al joven desconocido, avanzó por el escenario y recitó la poesía Amor en el Claustro, de la cual son estas primeras estrofas: Al resplandor incierto de los cirios que en el altar del templo solitario arden, vertiendo en las oscuras naves pálida luz, que con fulgor escaso, brilla y se extingue entre la densa sombra; en medio de esa paz y de ese sauto recogimiento que hasta el alma llega; allí, do acude el corazón llagado á sanar sus heridas; do renace Ja muerta fe de los primeros años; allí do un Cristo, con amor extiende desde la cruz al pecador sus brazos, de fervorosa devoción henchida, el níveo rostro en lágrimas bañado, la vi postrada ante el altar de hinojos clemencia á Dios y olvido demandando. El público concurrente á la velada celebró con regocijo la auro- ra de un poeta sensible é inspirado. Los que por entonces comen- zábamos también á cultivar las letras, desde aquel punto y hora fuímos amigos y admiradores de Julián del Casal: al través de los años de su vida, cortos, pero fecundos, no nos abandonó ya la son- risa dulce, amable, de aquel rostro que se dirigía á su alrededor, pero cuya mirada salía desde muy profundo, para estar siempre más allá... en la región en que flota el nácar de la nube... en el país en que florecen el myosotis, el crisantemo... en que un rey pa- vega por lagos en góndolas de toldillas de púrpura y damasco con proras de marfil y de oro, sobre el cristal azul de tranquilas aguas verde mate, donde estallan, entre discos flotantes de esineralda, los nelumbios y los lotos... HK + ¡ Vuelvan á mi memoria aquellas largas y dulces horas de en- canto y de solaz para el espíritu, en que en el salóu de la vasta y nutrida biblioteca de mis abuelos, de que pude disfrutar desde muy JULIAN DEL CASAL 107 niño, codo con codo, de un mismo lado de la mesa, en las horas de ocio, muy frecuentes por entonces, en que dejando de la mano á Justiniano y las Pandectas, estudiaba con el poeta la literatura en preceptores tan amenos, tan dulces, tan delicados como Lamartine y Madame Staél ! ¡ Vuelva á mi memoria el arrobamiento que nos traía el recitar la Visión de Fray Martín, Gritos del Combate, Rimas de Becquer y oir el rotundo acento de Espronceda...! ¿Qué pasó ante nuestra vista que la sed insaciable de goce literario no nos incitara á conocer ? Figuras hermosas de Helena, de Sapho, Graziella, Mignon, Ofelia, Beutriz, Atala, Cosetta, Fior d”Aliza, Rafael, Jocelyn, Girondi- nos... 0s vimos... habéis quedado bien grabados en nuestra retina ! Nos hallábamos en el período agudo de la fiebre de lectura, bri- butamos, por segunda ó tercera vez, los grandes honores, la admi- ración profunda que se merecen los genios, Esquilo Sófocles, y Virgilio, Dante, Goethe, Petrarca, Milton, Shakespeare... ¿Qué no leímos? ¿Qué autor de universal celebridad no cono- cimos? Aquella mole abrumadora de lectura comenzó á pesar so- bre nuestros pulmoues. Nos dió tos y fiebre. Yo hube de comba- tirla con gimnasio y esgrima: Casal, menos constante y un tanto enfermo de la voluntad, continuó su vida sedentaria de enclaustra- do; sus vigilias á lo Alfred Musset, que aseguraba favorecían su inspiración, le dañaban. Trabajábamos algo; bastante. Además de nuestra ocupación diaria, él, de escribiente en la Hacienda; yo, en el bufete, nos ocupábamos con toda puntualidad en la semanal tarea de redactar La Habana Elegante, de nuestras obras, de nues- bras lecturas é investigaciones; y por si fuera poco, íbamos á la Bi- blioteca de la Sociedad Económica á copiar página por página, obras de Cirilo Villaverde, residente en New York, que deseaba comple- tar y publicar. Así pudieron darse á la prensa: El Penitente, Dos Amores, La Peineta Calada, La Excursión á Vuelta Abajo cuyos ma- nuscritos, de puño y letra de Casal principalmente, y míos pasaron á la imprenta. Manuel de la Cruz y Aurelio Mitjans nos acompa- ñaban en esta tarea, pero el primero se quedaba entretenido ante los infolios del Inca Garcilaso, Oviedo, Herrera y con el Padre Las Casas en su famosa Historia de Indias; y el segundo andaba tras de documentos para su Estudio sobre el movimiento cientifico y literario de Cuba. Todos pagamos nuestro tributo de salud al afán inmoderado, á la fiebre de lectura, al exceso de labor mental. Aquella brega co- 108 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN menzó á minar la salud de nuestros constantes compañeros Cruz, Casal, Mitjans. Escapamos algo mejor los sobrevivientes de aquel grupo, Hernández Miyares y yo, no más que con una deprimente manifestación neurótica que nos atormentó horriblemente durante largos años. Después nos fuímos disgregando un poco: las realidades de la vida impusieron sus tiranías á nuestras ilusiones, á nuestros juve- niles anhelos de gloria en las letras. Casal se fué más del lado de Hernández Miyares, teniéndolo por su más cordial é íntimo amigo. Manuel de la Cruz y Aurelio Mitjans continuaron sus visitas á mi biblioteca: aquél, hasta que sus trabajos revolucionarios, bajo ór- denes directas de Martí, hubieron de comprometerle forzándole á emigrar; Mitjans, hasta que su tuberculosis muy avanzada le impi- dió, con frecuentes hemoptisis, subir las escaleras de mi estudio. o Llegó á Cuba por estos días Aniceto Valdivia, aplaudido autor de Ley Suprema, cultivador asiduo de las letras, lector infatigable, magistral recitador, y nos absorbió por completo, á Casal. Dejó éste su íntima comunión de lectura con nosotros, entró con pasos firmes y decididos por otros derroteros, influído, tanto por la ten- dencia poética predominante en sus días, como por su forma mate- rial de expresión. De nosotros, sólo Mitjans rimaba; y eso, á ocultas; no quiso que al público trascendiera: Hernández Miyares también rimaba, pero muy de tarde en tarde. Valdivia, poseedor de vastísima erudición, un tanto desordenada por el mismo afán de leerlo todo, y de leerlo todo á un tiempo, no fué avaro con el tesoro acumulado en su memoria, ni con su biblio- teca selecta de autores de la época; compartiólos fraternalmente con el joven poeta 4 quien amó desde su primer saludo. Habíase sor- bido Víctor Hugo y los románticos franceses: con bien adquirido arte recitaba durante horas enteras los trozos incomparables de sus grandes poemas y porsías líricas. Había sido su traductor en el Grupo de los Idilios, y de Augusto Barbier en Lázaro y Yámbicos. Casal, que ya poseía el francés, se perfeccionó con facilidad admi- rable en este idioma penetrando los giros exquisitos de la rima en los autores de más difícil traducción. Los versos nuevos del Parnaso de Teófilo Gautier, Carlos Baudelaire, Teodoro de Banville y Le- conte de Lisle, señalaron obra tendencia en el poeta y sin duda que grabaron profunda huella en sus poesías sucesivas, Fué apartán- JULIAN DEL CASAL 109 dose de los grandes poetas de su hermoso idioma; de Núñez de Arce, de Espronceda, Duque de Rivas, Zorrilla y Becquer y de los ro- mánticos franceses Hugo, Lamartine, Musset para estudiar la for- ma de expresión é inspirar sus ideales en la escuela novísima. Verlaine y D'Aurevilly con la extraña bifurcación de sus tenden- cias, mística y diabólica, se avenían mejor con el combate que tam- bién comenzó á librarse en su cerebro y en su corazón. El rutilan- te Joris Karl Huysmans le fascinó: y como astros menores al lado de ese autor, que llegó á iluminar por un instante su cielo poético como un sol, estaban Viele Griffin, Moreas, Mallarmé. Sintió con ellos ansias insaciables de amor á lo infinito, á la belleza por la be- lleza, al arte por el arte. > ES Los poetas, aunque anden por este mundo, son seres extraños, exóticos, que á él no pertenecen. Casal dejó de ser mi visitante. Era yo quien le visitaba á él. Primero en un cuartito, rincón escondido entre fondos de antiguos caserones: la luz y el aire que allí se sentían eran los que pudieran sentirse en el fondo de una gran cisterna: la claridad penetraba tamizada y verdosa. Estaba tras del modesto salón de redacción de La Habana Elegante, lejos del ruido de las próximas esquinas de Habana y O'Reilly, muy transitadas. Fué la época de su admiración hacia todo lo que procedía del país del marfil, del sándalo y del crisantemo. Quiso rodearse, pe- netrarse, saburarse de las sensaciones reales voluptuosas de aquella exótica y lejana civilización. Leía y escribía en un diván eon co- Jines donde resaltaban como en biombos, y ménsulas y jarrones, el oro, la laca, el vermellón. En un ángulo, ante un ídolo búdhico ardían pajuelas impreguadas de serrín de sándalo. Transformó aquel rinconcillo en la morada modesta, pero auténtica, de un japo- nés. En los cuadros, de fondo azul, y mar más azul aún, volaban en bandadas interminables, grandes grupos de aves blancas, de pico rojo, de largas patas, al través de pagodas, de ciénagas orilladas de bambúes, de juncos conduciendo sobre nubes parejas jóvenes de carillas de marfil. Se abanicaba leyendo en el diván, perdida la noción del tiempo y olvidado de la necesidad de alimentación. —Amaba las flores: ha- bíase formado un jardín ideal en que entraban como ornamento 110 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN preferente el crisantemo, la ixora, amarylis, myosotis, el ilang, los clorilopsis... Preocupábanle asuntos como éste: si la Princesa Nourjihan, en el imperio del Gran Mogol, fué la que descubrió el perfume sacado de la esencia de las rosas y le adoptó por favo- rito. Guy de Maupassant y Pierre Loti abrieron ante su fantasía. co- mo en bella aurora, las puertas del Oriente, poniendo ante sus ojos admirados el esplendor deslumbrante de los templos budhistas car- gados de soles de oro, radiantes de pedrería incrustada en ébano, ná- car, marfil y plata; los jardines de arbolillos enanos, de lagos con kioskos octogonales de armadura de bambú, y palacios defendidos por laberintos de flores. Teófilo Gautier le seducía. No poco esfuerzo costó disuadirle de sus propósitos de salir por las calles de la Habana en payama lujosa, recamada de oro, como aquél por las de París, en traje raro. Creo que más fuerza tuvieron para lograrlo, las sugestiones irónicas y regocijadas de jóvenes de inalterable buen humor, entrevistas á tiempo por el poeta, que nuestros consejos desinteresados y dis- cretos. Su inspiración estaba entonces allá, en aquel lejano y fantástico país, de leyendas nuevas y raras, de grandes trágicos, ágiles atletas y de mujeres que recogían su abundante cabellera negra con gran- des clavos de oro. De este ambiente surgieron bellas poesías: KAKEMONO Borrando de tu faz el fondo níveo hiciste que adquiriera los colores pálidos de los rayos de la luna, cuando atraviesan los sonoros bosques de flexibles bambúes. Tus mejillas pintaste con el tinte que se esconde en el rojo cinabrio. Perfumaste de almizcle conservado en negro cofre tus formas virginales. Con obscura pluma de golondrina puesta al borde de ardiente pebetero, prolongaste de tus cejas el arco. Acomódose tu cuerpo erguido en amarilla estera, y ante el espejo oval, montado en cobre, recogiste el raudal de tus cabellos con agujas de oro y blancas flores. JULIAN DEL CASAL 111 Ornada tu belleza primitiva por diestra mano con extraños dones, -sumergiste tus miembros en el traje de seda japonesa. Era de corte imperial. Ostentaba ante tus ojos el azul de brillantes gradaciones que tiene el cielo de la hermosa Yedo, el rojo que la Juz deja en los bordes del raudo Kisogawa, y la blancura jaspeada de fulgentes tornasoles que, á los granos de arroz en las espigas presta el sol con sus ígneos resplandores; recamahan tu regia vestidura cigieñas, mariposas y dragones hechos con áureos hilos. En tu busto, ajustado por anchos ceñidores de crespón amarillo, crisantemos tu sierva colocó. Cogiendo entonces el abanico de marfil calado y plumas de avestruz, á los fulgores de encendidas arañas venecianas mostraste tu hermosura en los salones, inundando de férvida alegría el alma de los tristes soñadores. Y la bellísima: SOURIMONO Como rosadas flechas de aljabas de oro vuelan de los bambúes finos flamencos, poblando de graznidos el bosque mudo, rompiendo de la atmósfera los níveos velos. El disco anaranjado del sol poniente que sube tras la copa de arbusto seco, finge un nimbo de oro que se desprende del cráneo amarfilado de un bonzo yerto. Y las ramas erguidas de los juncales cabecean al borde de los riachuelos, como al soplo del aura sobre la playa los mástiles sin vela de esquifes viejos. Algunas estrofas de Neurosis, como la anterior, recogidas más tarde en su colección Bustos y Rimas, presentan también ribetes de este japonismo+ Un biombo rojo de seda china abre sus hojas en una esquina con grullas de oro volando en cruz; 112 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN y en curva mesa de fina laca ardiente lámpara se destaca, de la que surge rosada luz. Blanco abanico y azul sombrilla, con unos guantes de cabritilla yacen encima del canapé, mientras en tazas de porcelana hechas con tintes de la mañana, humea el alma verde del té. Otra casa vivió: en otra casa le visité. Era en la calle del Obis- po, un cuarto alto, muy alto, de tercero Ó cuarto piso, elevado co- mo una torre, desde donde se dominaba, á través de una ancha ventana, gran parte del caserío norte de la ciudad, y tenía por fon- do la vista del mar, hermoso, azul, cuyas brisas venían frescas y libres á acariciar las febriles sienes del joven poeta. El grupo de esbeltas torrecillas góticas de la iglesia del Santo Angel Custodio, donde recibiera las aguas del bautismo en Diciembre de 1863, re- saltaba sobre el verde sombrío del peñascoso y viejo murallón de la Cabaña. Los grandes trasatlánticos entraban y salían por la es- trecha boca del puerto. Por allí contemplaba el poeta camino abierto y libre para los países legendarios del crisantemo y del loto; para la romántica Baviera de Luis, con sus lagos donde se desliza- ban ligeras góndolas en noches de clara luz de luna, con actrices de mágica voz, acompañadas de flautas, de violas, de laúdes de oro; por allí se iba á la sin par Lutecia, su ideal, su preocupación, su persistente y fija idea. ¡París! Soñaba con París. Mas un París de su fantasía: un París que ansiaba mucho ver y que no se atrevía acercarse á ver: temía que como última y acariciada ilusión se le desvaneciera con desencanto al poner en contacto sus soñaciones con la realidad, como brillante pompa de jabón ante la contrariada y sorprendida mirada infantil. París lucía para él en mitad del mundo, como hermosa llama de irresistible luz, que todo lo ilu- minaba con sus destellos y adonde se dirigían, atraídas por el vivo resplandor las ligeras mariposas sociales de ambos sexos, vo- lando desde todos los rincones de la tierra, para venir las más de las veces al suelo con las antenas y las alas quemadas. Fué esta época de ensueños y de sano vigor mental para el poeta; su inspiración era brillante, viva, vigorosa, risueña: JULIAN DEL CASAL 113 TRAS LA VENTANA A través del cristal de mi ventana, por los rayos del sol iluminado, una alegre mañana de la verde y hermosa primavera, de esas en que se cubre el fresco prado de blancos lirios y purpúreas rosas, la atmósfera de aromas y canciones, el cielo azul de vivos luminares, de alegría los tristes corazones y la mente de ideas luminosas; yo vi cruzar por los cerúleos mares, al impulso del viento, ligera y voladora navecilla que en blando movimiento se iba alejando de la triste orilla. Espiritual doncella, en brazos de su amante reclinada iba en la naye aquella; y entonaba tan dulces barcarolas, que de la mar brillante y azulada las transparentes olas parecían abrir el blanco seno para guardar los ecos armoniosos de aquellos tiernos cantos amorosos donde vibraba la pasión ardiente que hizo estallar el beso de Paolo de Francesca en el labio sonriente. La rubia cabellera de la hermosa + en jargos rizos de oro descendía por su mórbida espalda, que hecha de nieve y rosa parecía, mientras al borde de su blanca falda asomaba su pie, breve y pulido, como su cuello asoma entre las ramas del caliente nido enamorada y cándida paloma. Sus pálidas mejillas, al escuchar el argentino acento del galante mancebo enamorado, iban tomando ese matiz rosado que ostentan en sus vívidas corolas del ígneo sol al resplandor dorado, las frescas y encendidas amapolas, 114 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN Y la noche, la bella noche, que desde allí podía contemplar en to- da la esplendorosa manifestación de su tropical lujuria, le inspiró: NOCTURNO Cuando la noche en el azul del cielo muestra sus enlutados esplendores, duerme la tierra, y solitario velo de mi lámpara ardiente á los fulgores. Alrededor de mi sencilla mesa se encuentran mis papeles esparcidos, como del árbol á la sombra espesa las plumas que cayeron de los nidos. Anotando sentidas impresiones ó persiguiendo frases armoniosas, escucho del reloj las vibraciones entre las densas sombras misteriosas. Enjambres de quimeras fugitivas surgen de mi cerebro visionario, como surgen las áureas siemprevivas del fondo de un sepulcro solitario. Aquel paisaje de cielo transparente y claro; aquel mar azul en- viando centelleos de plata; aquel verde de los peñtascos, donde se estrellaban, al pie de viejos é históricos murallones convertidos en blancas líneas de espumas, infatigables, rumorosas las olas; aquella torre esbelta de la iglesia que le recordaba los días lejanos de su niñez; aquella vida, aquel movimiento, influyeron tanto en su vista como en su fantasía para hacer más humanos, para dotar de más relieve, de más vida, su inspiración: IDILIO REALISTA Sale el humo en negruzcas espirales del fondo de la roja chimenea, y lejos, tras de rocas desiguales, la onda de los mares cabrillea. Bajo la cúpula del cielo fulgurante de vívida escarlata, el aire forma transparente velo que esmaltan chispas de bruñida plata. Y dentro, en su cuarto, pintaba, trazaba figuras de gran relieve, de enérgicas líneas, con firme color, como siluetas fijadas por buri) candente: JULIAN DEL CASAL 115 UN FRAILE Descalzo, con obscuro sayal de lana, sobre el lomo rollizo de su jumento, mendigando limosnas para el convento va el fraile franciscano por la mañana. Tras él resuena el toque de la campana que á la misa convoca con dulce acento y se pierde en las nubes del firmamento teñidas por la aurora de oro y de grana. Opreso entre la diestra lleva el breviario, pende de su cintura tosco rosario, cestas de provisiones su mente forja, y escucha que á lo largo de su camino, respondiendo al rebuzno de su pollino silba el aire escondiéndose entre la alforja. UNA MAJA Muerden su pelo, sedoso y rizo, los dientes nacarados de alta peineta, y surge de sus dedos la castañeta cual mariposa negra de entre el granizo. Pañolón de Manila, fondo pajizo, que á su talle ondulante firme sujeta, echa reflejos de ámbar, rosa y violeta, moldeando de sus, carnes todo el hechizo. Cual tímidas palomas por el follaje, asoman sus chapines bajo su traje hecho de blondas negras y verde raso, y al choque de las copas de manzanilla riman con los tacones la seguidilla perfumes enervantes dejando al paso. Pasábase para llegar á esta escondida habitación del poeta, por una gran cocina, de mansión señorial, abandonada de muchos años, pero donde atin se percibía el acre olor de la ceniza fría, mezclada al polvo, á la telaraña, al hollín. Entre la penumbra de aquella vasta pieza dibujábase la angulosa silueta de una muchacha joven, delgada, de cabellos color de azafrán, y rostro lleno de pezas, pobre, miserable, con las transparencias de la clorosis marcadas en las manos, la nariz y las orejas. Era la sirvienta de Casal; mejor, la encargada de aquellas habitaciones: todo lo que de feo tenía en el 116 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN rostro, teníalo de bello en el alma. Cuidaba al poeta, se interesaba por él, y recibía sonriente y alegre á sus amigos. Muchas veces sorprendí á Casal, hundido en un antiguo y enorme butacón de cuero claveteado de tachuelas de cobre, que él libertó del polvo trasladándolo de lo alto de la media naranja del horno al suelo y mandándolo barnizar, con los dedos entrelazados tras la cabeza; miraba, miraba mucho, con los ojos abiertos, hacia la cocina, como si soñara, como si aguardara, el gallardo príncipe que trajera el escarpín de cristal y á la maga que con su varilla mágica transformara la calabaza en primorosa carretela y las ratas en briosos corceles para trasladar á Cenicentilla la fea, desde aque- lla cocina abandonada á un palacio de ágatas, pórfidos y mármoles, de jardines, escalinatas, fuentes, cascadas, músicas y bailes... Epoca de ensueños dulces, humanos, de fantasía azul y rosa, de: QUIMERAS Mandaré construir en fresco bosque de florida verdura, regio castillo de pulido jaspe donde pueda olvidar mi eterna angustia. Tendrás, en ricos cofres perfumados, para ornar tu hermosura, ajorcas de oro, gruesos brazaletes, finos collares y moriscas lunas. Para cubrir tus mórbidos contornos de tu espalda desnuda, hecha de nieve y perfumada rosa, mantos suntuosos de brillante púrpura. Te llevaré por lagos cristalinos, en Jas noches de luna, azul góndola rauda, conducida por blancos cisnes de sedosas plumas. Haré surgir, para encantar tus ojos, en las selvas incultas, cascadas de fulgente pedrería, soles dorados y rosadas brumas. Admirará tus formas virginales de viviente escultura, un Leonardo de Vinci que trasmita al mundo entero tu belleza oculta. Si sientes que las cóleras antiguas surgen de tu alma pura, JULTAN DEL CASAL UU tendrás, para azotarlas fieramente, negras espaldas de mujeres nubias, Y si anhelas tener tus pajecillos para delicia suma, iré á buscar los blondos serafines que cantan el hossanna en las alturas. | FF ¡Ya dí á la juventud mi despedida! Perdí el ardor de mis primeros años, y me alejan del campo de la vida sueños de artista y hondos desengaños. La habitación era enorme: fué vasto comedor de palacete seño- rial, mansión antigua de familia nobiliaria, á la que se ascendía por amplia escalera de piedra defendida por una baranda gruesa de cao- ba torneada. Semejaba vasta celda de prior ó refectorio de fraile, con una puerta de entrada de bajo dintel y pesadas hojas de cedro tallado, donde rechinaba, al abrirse, el gozne. El techo, de puntal muy alto, de vigas de ácana y caoba y tablas de cedro, oscurecido por el tiempo; las puertas, pocas y cerradas, envolvían en tinieblas la amplia pieza: la vista del que entraba tenía que acostumbrarse á la tiniebla para distinguir algo de lo que había adentro. Un reclinatorio en el ángulo izquierdo del fondo, con una cruz tosca de leños cruzados, auténticos del árbol de Jerusalem, presen- te único de un tío suyo Primado, en un rápido y alocado viaje que hizo por España; una calavera al pie de la pequeña cruz, sobre el reclinatorio y un grueso colchón de paja pegado al suelo. De allí, de aquel rincón oscuro, entre la sombra surgía Casal, sonriente, con aquella sonrisa expresiva que nunca le abandonaba. Allí trabajaba entonces, allí escribía mucho, y preparaba Bustos y Rimas. Había en este grande aposento, perteneciente á la casa en que se hallaba instalada la redacción é imprenta de El País, un mueble antigúo que perteneció á uno de nuestros más celebrados escritores: era un soberbiv escritorio de ébano con magníficos calados en las hojas de su estante, y esculturas y tallados en sumesa. La ilusión hacía aparecerle como órgano ó ángelus, cuando Casal, envuelto en un blanco sayal, recibiendo la faja de blanca luz que penetraba por la única vertana abierta, se abstraía con sus lecturas y Sus versos. Aquel medio ambiente produjo brotes místicos, retoños mo- nacales; 118 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN Guarúo siempre en el fondo de mi alma, cual hostia blanca en cáliz cincelado, la purísima fe de mis mayores, que por ella, en los tiempos legendarios, subieron á la pira del martirio, con su firmeza heroica de cristianos, la esperanza del cielo en las miradas y el perdón generoso entre los labios. Y este verso más extraño, pero donde está más pronunciada la tendencia hacia la austeridad cenobítica de que quiso rodearse: LA SOTANA Niño, la sombra de Ja sotana, como si fuese vago remedo del mal que asedia la vida humana, temblar me hacía de horrible miedo. Joven, sin manchas en la conciencia, mas presa siempre del desvarío, 6 producíame indiferencia ó me llenaba de amargo hastío. Hoy, que es la dicha para mí vana, y que del mundo sé la perfidia, si hallo la sombra de la sotana, siente mi alma profunda envidia. Y surgieron tantas otras composiciones llenas de desencanto, de tedio, de hastío, que emocionan angustiosamente Ve Soli, Re- cuerdo de la infancia, Pax ánime, Tristissima nox. Sus sonetos A mi padre, A mi madre, hielan el alma, se leen con la opresión de la con- goja en la garganta. Sus Marinas, inspiraciones artísticas que, ya en sonido, en color ó en rima, son por lo comán, nítidas, puras, transparentes, fortalece- doras como la pura, libre y sana brisa del mar, prefiere escogerlas en orillas revueltas con rezagos y aguas estancadas: Náutfrago bergantín de quilla rota, mástil crugiente y velas desgarradas, írguese entre las olas encrespadas, Óó se sumerge en su extensión ignota. Desnudo cuerpo de mujer que azota el viento con sus ráfagas heladas, en sudario de espumas argentadas, sobre las aguas verdinegras flota, JULIAN DEL CASAL 119 La expresión ó colmo del más profundo desencanto está en su poesía Nihilismo, de la colección de Bustos y Rimas, repercusión más profunda y lacerante de la que ya había publicado en Hojas al Viento, La mayor tristeza, que termina: Pero más triste del que, en honda calma, sin creer en Dios ni en la mujer hermosa, sufre el azote de la humana suerte y siente descender sobre su alma, cual sudario de niebla tenebrosa, el silencio profundo de la muerte. Vecina á la habitación de Casal estaba la del ilustre director de El País, Ricardo del Monte, quien trabajaba hasta muy altas horas de la noche, rodeado de libros, la mayor parte abiertos y en desorden, y montones de periódicos. Fué Del Monte, lacónico, casi mudo, callado, pero firme y seguro mentor de los jóvenes literatos que á él se acercaban para asombrarse con su erudición pasmosa, con la alteza de sus ideales hacia el arte helénico, hacia la forma clásica. Ya Casal había andado mucha parte de la senda del neo-parna- so, ya había saboreado mucho á simbolistas y decadentes; pero, como ellos, no se mostraba huraño con la estética del arte oriental y del arte griego. Los admirables cuadros de Gustavo Moreau proporcionaron rica veta á su admiración, haciéndole á la par inclinarse con respeto de atento discípulo ante la voz de Ricardo del Monte, su benévolo y tolerante consejero. Aquellas sanas lecciones, de media noche y hasta de madrugada, cuando todo ruido y movimiento habían ce- sado en la redacción, en la imprenta y también en la calle, hicieron dirigir los vuelos del joven y ya desencantado poeta hacia el anti- guo, siempre fresco y puro parnaso heléuico. Se esforzó en tras- ladar á la rima los primores de aquella esplendorosa galería. A esta época corresponden sus brillantes poesías Las oceámidas, de la cual son las estrofas: Turbando la quietud de los espacios, de la luna á los fúlgidos destellos, como de un cofre azul joyas brillantes, surgen de pronto del marino seno ejércitos de oceánidas hermosas, de garzos ojos y rosados cuerpos, que con ramos de algas en las manos y perlas en los húmedos cabellos color de oro verdoso, quieren todas 120 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN subir á consolar á Prometeo hasta el alto peñón, donde el heroico titán por levantarse hizo un esfuerzo. El Museo Ideal, reproduciendo diez cuadros de Moreau, dióle ocasión á composiciones de más amplio horizonte y risueña y grata fantasía; por su forma y por su fondo tienen sabor clásico: ELENA Luz fosfórica entreabre claras brechas en la celeste inmensidad, y alumbra del foso en la fatídica penumbra cuerpos hendidos por doradas flechas. Cual humo frío de homicidas mechas, en la atmósfera densa se vislumbra vapor disuelto que la brisa encumbra á las torres de Ilión, escombros hechas. Envuelta en veste de opalina gasa, recamada de oro, desde el monte de ruinas hacinadas en el llano, indiferente á lo que en torno pasa, mira Elena hacia el lívido horizonte irguiendo un lirio en la rosada mano. Prometeo, cuyas rimas parecen dejar oir los golpes de la talla á cincel: Bajo el dosel de gigantesca roca yace el titán, cual Cristo en el Calvario, marmóreo, indiferente y solitario, sin que brote el gemido de su boca. Su pie desnudo en el peñasco toca, donde agoniza un buitre sanguinario que ni atrae su ojo visionario ni compasión en su ánimo provoca. Escuchando el hervor de las espumas que se deshacen en las altas peñas, ve de su redención luces extrañas, junto á otro buitre de nevadas plumas, negras pupilas y uñas marfileñas ' que ha extinguido la sed en sus entrañas, Y como éstos, los demás, entre ellos el bellísimo Venus Anadyo- mena, joya cincelada, trabajo de orfebre que recuerda las de Heredia, el impecable autor de Los Trofeos: JULIAN DEL CASAL 121 Sentada al pie de verdinegras moles sobre la espalda de un delfín cetrino que de la aurora el rayo purpurino jaspea de brillantes tornasoles, envuelta en luminosos arreboles Venus emerge el cuerpo alabastrino frente al húmedo borde del camino alfombrado de róseos caracoles. Moviendo al aire las plateadas colas, blancas nereidas surgen de las olas, y hasta la diosa de ojos maternales llevan, entre las manos elevadas, níveas conchas de perlas nacaradas, ígneas ramas de fúlgidos corales. Hay en este acercamiento de dos hermanos en arte, algo muy digno de hallarse al lado. Moreau en sentidas cartas mostróle al poeta su entusiasmo. Hermosos, célebres son los cuadros de ese gran pintor, que como Alma Tadema, puso ante la vista maravilla- da de las generaciones presentes, escenas de la vida griega y romana, con todos los minuciosos detalles de una realidad directamente vista y observada: Edipo y la Esfinge, Prometeo y Júpiter, Hércu- les y la Hydra de Lerna, Galatea, Helena; cuadros llenos de trazos vigorosos, firmísimos, en que resalta y se revela, con el dominio y compenetración del asunto de la pintura, el conocimiento de la manifestación artística, de la cultura y de los ideales helénicos, pero son también las rimas del poeta, sonoras, rutilantes, rimas embellecidas, engalanadas, tanto por la verdad de la inspiración como por lo elegante, armonioso, correcto de su forma de expresión. Fué el cincel lo que de esta vez tomó, como antes tomara la paleta de Goya ó de Velázquez, para trazar figuras tan vivas, vigo- rosas y reales, como las Cármenes de Teónlo Gautier, manolas, y frailes, y majos de la vida y manifestación hispanas. La Judea le inspiró composiciones bellísimas de más vasto plan y Superior empeño. Muerte de Moisés, El camino de Damasco y otras más cortas, entre ellas el soneto hermoso, rotundo, sonoro: SALOMÉ En el palacio hebreo, donde el suave humo fragante, por el sol deshecho, sube á perderse en el calado techo ó se dilata en la anchurosa nave, 122 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN está el Tetrarca de mirada grave, barba canosa y estenuado pecho, sobre el trono, hierático y derecho, como adormido por canciones de ave. Delante de él, con veste de brocado estrellada de ardiente pedrería, al dulce són del bandolín sonoro Salomé baila, y en la diestra alzado, muestra siempre, radiante de alegría, un loto blanco de pistilos de oro. Como sus modelos y maestros, simbolistas y decadentes, no sólo Grecia y Roma, Sumir y Akkan, Siria, Japón y Egipto, fueron ar- caicas, hieráticas, fuentes de inspiración y en cuya polvorienta at- mósfera iban ávidos á buscar seculares asuntos. En la grande y oscura habitación había ambiente de Judea: era un cuadro colgado del muro; el cuadro debatido de Gerome, donde sobre la cima del Gólgota, en el suelo calcáreo y áspero, se dibujaban firmes las som- bras de las tres cruces, de Jesús y de sus dos compañeros de supli- cio. Tras el centurión, á caballo, volviendo la cara hacia la cruz, Jerusalem dibujaba, como en planos rectos, superpuestos, la si- lueta de sus murallas, torres y casas, ribeteadas de vivo rojo por la luz fugaz de un relámpago ¡Qué lección de estética, al mediar la noche, le oímos dar, en sus irreductibles ideales, á Ricardo del Monte ante aquel cuadro! Casal reía con nerviosa risa, acudien- do á este recurso cada vez que oía clamar al consumado y ma- gistral esteta, contra el efectismo predominante en el pincel y en la lira. Alguna vez el ensueño y las claridades del mundo helénico volvie- ron á inspirarle, trazando figuras que destacan sus contornos ante puro, límpido y transparente cielo de claridades azules sobre fondo tan grato como de bella y exquisita realidad: CAMAFEO ¿Quién no le rinde culto á tu hermosura, y ante ella de placer no se enajena, si hay en tu busto líneas de escultura y hay en tu voz acentos de sirena ? Dentro de tus pupilas centelleantes á donde nunca se asomó un reproche llevas el resplandor de los diamantes y la sombra profunda de la noche. JULIAN DEL CASAL 123 Hecha ha sido tu boca purpurina con la sangre encendida de la fresa, y tu faz con blancura de neblina donde quedó la luz del sol impresa. - Bajo el claro fulgor de tu mirada como rayo de sol sobre la onda, vaga siempre en tu boca perfumada la sonrisa inmortal de la Gioconda. Mas esto fué un rayo de luz tan débil como el que penetraba por la celosía de su aposento de cenobita. Cada vez se iba mar- cando más en sus ideas y fantasía la extraña disociación de sus modelos, proclamándose impecables y siendo pecaminosos, gozán- dose con cultivar el misticismo y á la par el diabolismo. Casal leía La Imitación de Cristo y á la vez Le Livre Póstume, de Maxime du Camp. Las tristezas profundas, las invencibles nostalgias, entene- brecieron su inspiración, y como si alguna rara influencia hubieran tenido para ella, como sin duda la tenían ante sus ojos materiales, aquel cráneo reluciente y un Cristo grande de marfil pulido y ama- rillento, encerró su musa en el molde estrecho de Marfiles viejos: INQUIETUD Miseria helada, eclipse de ideales, de morir joven triste certidumbre, cadenas de oprobiosa servidumbre, hedor de las tinieblas sepulcrales; centelleo de vívidos puñales blandidos por ignara muchedumbre, para arrojarnos desde altiva cumbre hasta el fondo de infectos lodazales. Baudelaire, Richepin, Teodoro de Banville, le dominaban por entonces. Y surgieron poesías donde se revelaba esta tristeza, este desencanto, algunas no encerradas en su orla de Marfiles viejos, pero que bien pudieron caber, por su tendencia, dentro de esta vesá- nica colección: NIHILISMO Voz inefable que á mi estancia llega en medio de las sombras de la noche, por arrastrarme hacia la vida brega con las dulces cadencias del reproche. Yo la escucho vibrar en mis oídos, como al pie de olorosa enredadera 124 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN los gorjeos que salen de los nidos indiferente escucha herida fiera. ¿A qué llamarme al campo del combate con la promesa de terrenos bienes, si ya mi corazón por nada late ni oigo la idea martillar mis sienes? Reservad los laureles de la fama para aquellos que fueron mis hermanos; yo, cual fruto caído de la rama, aguardo los famélicos gusanos. Nadie extrañe mis ásperas querellas: mi vida, atormentada de rigores, es un cielo que nunca tuvo estrellas, es un árbol que nunca tuvo flores. De todo lo que he amado en este mundo guardo, como perenne recompensa, dentro del corazón, tedio profundo, dentro del pensamiento, sombra densa. Amor, patria, familia, gloria, rango, sueños de calurosa fantasía, cual nelumbios abiertos entre el fango sólo vivísteis en mi alma un día. Hacia país desconocido abordo por el embozo del desdén cubierto: para todo gemido estoy ya sordo, para toda sonrisa estoy ya muerto. Siempre el destino mi labor humilla, ó en males deja mi ambición trocada: donde arroja mi mano una semilla brota luego una flor emponzoñada. Ni en retornar la vista hacia el pasado goce encuentra mi espíritu abatido: yo no quiero gozar como he gozado, yO no quiero sufrir como he sufrido. Nada del porvenir á mi alma asombra y nada del presente juzgo bueno; si miro al horizonte, todo es sombra; si me inclino á la tierra, todo es cieno. Y nunca alcanzaré en mi desventura Jo que un día mi alma ansiosa quiso: después de atravesar la selva oscura Beatriz no ha de mostrarme el Paraíso, JULIAN DEL CASAL 125 Ansias de aniquilarme sólo siento ó de vivir en mi eternal pobreza con mi fiel compañero: el Descontento, y mi pálida novia: la Tristeza. En Tristissima noc, Pax ánimo, Paisaje espiritual y otras antes citadas, restalla el látigo tremendo de Jean de Richepin en Les Blasphémes, de Barbey d'Aurevilly en Les Diaboliques: AL JUEZ SUPREMO No arrancó la Ambición las quejas hondas, pi el Orgullo inspiró los anatemas que atraviesan mis mórbidos poemas cual aves negras entre espinas blondas. Aunque la dicha terrenal me escondas, no á la voz de mis súplicas le temas, que ni lauros, ni honores, ni diademas turban de mi alma las dormidas ondas. Si algún día mi férvida plegaria ¡oh Dios mío! en blasfemia convertida vuela á herir tus oídos paternales, es que no siente mi alma solitaria, en medio de la estepa de la vida, el calor de las almas fraternales. El autor de La Fanfarlo, el traductor del fantástico Edgar Pué, le sugestionó con sus Fleurs du mal: FLORES Mi corazón fué un vaso de alabastro donde creció, fragante y solitaria, bajo el fulgor purísimo de un astro una azucena blanca: la plegaria. Marchita ya esa flor de suave aroma Cual virgen consumida por la anemia, hoy en mi corazón su tallo asoma una adelía purpúrea: la blasfemia. Y Flor de Cieno, de la cual son estas primeras estrofas: Yo soy como una choza solitaria que el viento huracanado desmorona y en cuyas piedras húmedas entona hosco buho su endecha funeraria, 126 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN Por fuera sólo es urna cineraria, sin inscripción, ni fecha, ni corona; mas dentro, donde el cieno se amontona, abre sus hojas fresca pasionaria. «Ey De algunas composiciones de Casal conozco más directamente el motivo ú origen de su inspiración. Croquis perdido fué debido á la impresión que causó en el poeta la vista de la última pena aplicada á un reo en garrote vil en el campo de la Punta, donde por aquellos días eran frecuentes estos repugnantes espectáculos. Los jóvenes redactores de La Habana Elegante, fuímos todos en grupo á presenciar, algunos, los más, por primera vez, este acto de bárbara ejemplaridad pública. Y saca- mos la más dolorosa impresión; bastó un movimiento de un piquete de soldados de caballería, guardadores del reo, hacia la gran mu- chedumbre que llenaba aquel campo, para que ésta, sugestionada ya por el terror, huyese presa del más cobarde pánico, atropellándo- se en imponente confusión. La mole humana, que huía sin saber á ciencia cierta por qué, nos arrolló y pisoteó, partiendo piernas y brazos á algunos curiosos pacíficos é indefensos. Al regresar, con el ánimo apenado, vimos al través de una ce- losía la silueta elegante de una desconocida dama; para ella fué el SONETO Arrastrando sus grillos lastimeros, asciende el criminal la última grada, lanza el clarín su fúnebre llamada y brillan en el aire los aceros. Al exhalar sus gritos postrimeros la víctima al suplicio condenada, huye la muchedumbe dispersada como torpe rebaño de carneros. Y una pupila azul radiosa y bella fulgura tras los pálidos cristales de alto balcón, cerrado y misterioso, como el disco brillante de una estrella, oculto de la niebla en los cendales sobre el cristal de un lago cenagoso. Una mañana del 27 de Noviembre, neblinosa y fría, de un cielo gris y de lloviznas muy tenues, fuimos al viejo Cementerio de Es- e JULIAN DEL CASAL 12 -I pada á rendir homenaje á la memoria de aquellos niños inocentes, vidas tronchadas cobarde y alevosamente, con cruel ensañamiento colectivo, por la más ciega y feroz intransigencia. Para aquellas siempre lloradas 6 inolvidables víctimas fué el soneto bosquejado ante su tumba: A LOS ESTUDIANTES Víctimas de cruenta alevosía doblasteis en la tierra vuestras frentes, como en los campos llenos de simientes palmas que troncha tempestad bravía. Aún vagan en la atmósfera sombría vuestros últimos gritos inocentes, mezclados á los golpes estridentes del látigo que suena todavía. ¡Dormid en paz los sueños postrimeros en el seno profundo de la nada, que nadie ha de venir á perturbaros; Los que ayer no supieron defenderos sólo pueden, con alma resignada, soportar la vergiienza de lloraros. Desde muy temprano se extinguió en el poeta la energía de mo- tricidad. No conocía del mundo más que los lindes de la Habana, su ciudad natal. Su viaje 4 España fué breve, rápido: un relám- pago. Un día fuímos á Guanabacoa invitados por la poetisa Aure- lia Castillo y acompañando á Cirilo Villaverde, el amado novelista, en una de sus temporadas de invierno en Cuba: Casal se fijó en una planta en verdad rara, una especie de cacbus de un tallo carnoso, que se retorcía como una sierpe, muchas espinas, pocas hojas verdes y un grupo de florecillas de cáliz blanco y rosáceo, transparentes, como hechas de cera. Pidió un trozo de aquella planta, llamada Corona de espinas por unos, por otros Corona del Señor, y la cuidó durante muchos meses en un tiesto de barro, luego en un ánfora ebrusca. Le encantaba ver el grupo ó ramillete de aquellas exóticas floreci- llas que producía la planta, iluminado por los débiles y dorados rayos del sol de la mañana. Para ella fué una rima que nos leyó y que estamos seguros fué publicada. No hemos dado con ella en la colección de sus poesías. Nuestro artículo El Florero, publicado en el número de 6 de Junio de 1886, en La Habana Elegante, donde continuábamos sien- 128 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN do compañeros de redacción, mereció el honor de inspirarle la si- guiente poesía: EL ANHELO DE UNA ROSA Yo era la rosa, que en el prado ameno abrí mi cáliz de encendida grana, donde vertió sus perlas la mañana como en un cofre de perfumes lleno. Del lago azul en el cristal sereno vi mi corola retratarse ufana, como ante fina luna veneciana ve una hermosa su marmóreo seno. Teniendo que morir, porque el Destino hizo que breve mi existencia fuera, arrojándome al polvo del camino, anhelo estar, en mi hora postrimera, prendida en algún seno alabastrino ó en los rizos de obscura cabellera. Si Como Bécquer, escribió bastante en prosa. Además de su co- lección de artículos Bustos, de su brillante trabajo Joris Karl Huys- mans, y otros, emprendió una obra de mayor empeño: La Sociedad de la Habana, ecos mundanos recogidos y publicados por el Conde de Camors, pseudónimo con que también firmó muchos artículos más. El pri- mer capítulo de la obra apareció en el número de 25 de Marzo de 1888 de La Habana Elegante. Entusiasmóle un libro análogo publicado en París por la ele- gante escritora Mad. Juliette Lambert, á quien dirigió una expre- siva dedicatoria. A ésta pertenece el párrafo que reproducimos, porque á la par que expresa los propósitos del autor, nos revela, por sí mismo, un momento psicológico de su vida, desarrollada ca- si toda bajo semejantes inclinaciones: «Impulsado por la lectura de vuestros trabajos, me he atrevido, desde el rincón sombrío de mi vivienda de bohemio, á levantar mi voz—nunca escuchada de vues- tros oídos—hasta el pedestal gigante de vuestra gloria, donde apa- recéis, á los ojos del universo, como la Aspasia de los tiempos mo- dernos, para presentaros con desusado atrevimiento, aunque no sin cierta timidez, á la sociedad cubana de nuestros días. Algunos de los personajes que veréis desfilar en estas páginas, si vuestros hermosos ojos se dignan fijarse en ellas, os serán conocidos, por ha- JULIAN DEL CASAL 129 berlos encontrado muchas veces en el Bosque de Bolonia, en los Campos Elíseos, en los espectáculos de la Opera Cómica y en las recepciones públicas. ¡Quizá alguno haya tenido la dicha de besar vuestras lindas manos de mundana y de artista ! ». Pero no contó el poeta con que el medio ambiente de la ciudad de la Habana era muy distinto y poco favorable á una obra que, si en Lutecia se toleraba, aquí habría de encontrar tropiezos y dificn!- tades. El primer capítulo, que estaba dedicado al gobernador, por entonces de la colonia, General Sabas Marín y su familia, causó sen- sación. Contenía ciertas alusiones veladas y picantes, ciertas apre- ciaciones algo osadas, y el resultado no se hizo aguardar mucho. El miércoles siguiente, á los tres días cabales, los jóvenes redactores de La Habana Elegante recibieron la muy atenta y frecuente visita del celador del barrio de Colón, que por orden del juez del Prado, iba á secuestrar el número del semanario en donde apareció el pecamino- so artículo. No encontró el funcionario más que aquel ejemplar que tenía el cuño de presentación en el Gobierno Civil, sin cuyo re- quisito no podía ver luz pública ninguna edición de periódico, so- pena de tenérsele y juzgársele por clandestino. El público, ó me- jor, la voraz curiosidad pública había consumido la edición. Casal jué declarado cesante de su modesto empleo en la Hacienda. Otras obras en prosa preparaba ya anunciadas en la edición de Bustos y Rimas en 1893: La Joven América, Los Amados de los Dioses, Mis Dioses y mis Semidioses, estudios eríticos; Seres enigmáticos, estu- dios psicológicos; Puah, novela, á la vez que anunciaba una nueva colección de poesías, Las Desolaciones. El estro del poeta Julián del Casal no es, por su naturaleza y carácter, el estro vigoroso, robusto, de José María Heredia, de Ger- trudis Gómez de Avellaneda, á quienes leía y admiraba rindiéndoles el tributo merecido por su bien ganada primacía en el parnaso cubano. Más le acercaba su fantasía al autor de la Caída de Misolonghi, y sobre todo, del Palacio submarino de Neptuno, 4 Joaquín Lorenzo Luaces, pero las vibraciones de su lira estaban más en armonía con las delicadezas de sentimiento y de expresión de Zenea, de Milanés y de Mendive. Este último le era familiar y muy admirado. Hijo de su época, no pudo sustraerse al influjo y tendencias 4 que por entonces obedecía la lira de los poetas de su raza. Estudió, 130 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN conoció á fondo el movimiento poético de la segunda mitad del si- glo x1x, dentro de cuyo período hubo de desarrollarse toda su existencia. El predominio que había llegado á obtener la lírica francesa en Hispano-A mérica primero, á poco en la propia España, tanto por su ideología como por su material forma de expresión, alterando radicalmente los cánones tradicionales de la métrica cas- tellana, cubrió con su hermoso y brillante ropaje de primores y pe- drería oriental la imaginación del poeta cubano. ¿Formó escuela ? No es tiempo de decirlo, pero no pocos le imitaron, y le imitan. Sin apartar su vista de los primitivos ú legítimos parnasianos que en 1860 se congregaron en torno de Catulle Mendés no pudo sustraerse 4 ninguna de las dos bien marcadas tendencias de la poesía francesa y de su novísima orientación. No las desconoció: estudió 4 fondo sus regias y las practicó. El autor de Les Syrtes, Pelerin Passioné y Les Cantilenes, Jean Moreás, le comunicó su admira- ción hacia Paul Verlaine, jefe de la escuela que la ironía de Vaucaire y Beauclair en Les Deliquescenses, y el heraldo de combate, periódico Le Décadent, bautizaron con el nombre de decadentistas. Stéphane Mallarmé, jefe activo, portaestandarte del otro grupo ó tendencia, la simbolista, con Barrés, Goudeau, Morice y Taillard, marcó en el bagaje de sus lecturas habitnales, un grado menor, pero dejó sus huellas. El pontífice de la escuela decadente, Paul Verlaine, se llevaba el entusiasmo apasionado de nuestro poeta. Estudiada en su conjunto la producción de Julián del Casal, fe- cunda, dado el corto tiempo que vivió, es imposible dejar de reco- nocer la huella que en su inspiración dejaron marcadas dichas es- cuelas, de cuyas tendencias avasalladoras, atrayentes y sugestivas no pudo sustraerse, como hijo, al cabo, de su época. Muy de cerca seguía á esos maestros de la rima, escépticos obsesionados, dolori- dos, atormentados por afanes, por angustias de perfección y de pu- reza en la forma, de originalidad en la expresión de su trabajada rima: pacientes Cellinis de la frase, en larga y benedictina labor de repujo y taracea, haciendo filigranas de oro para incrustarles la perla y el zafir, el topacio y el nácar, el sándalo, el ébano y el mar- fil, para que la composición preferentemente corta, logre brillar con toda la lujuriante esplendidez de hieráticas joyas de la Asiria Ó de la Persia, en tiaras de pontífices, en brazaletes, ánulos y arracadas de hetairas danzantes fascinadoras de pies desnudos sobre pieles de tigres, entre pebeteros de áloe y de mirra á la conclusión de banque- tes dispuestos por Lúculo ó Sardanápalo: brillo, luz, relieve, con- JULIAN DEL CASAL 131 tornos, color, perfumes, para cubrir, para envolver el más agudo exotismo de la idea. Orientalismo vago, no bien definido, no obs- tante las inspiraciones directas que quisieron recoger, aspirar ma- terialmente en sus viajes por Egipto, Syria, Judea, Grecia ó Italia magníficos estilistas como el autor de Salambó, Gustavo Flaubert, y Próspero Merimée, de Colomba, por España, Grecia y Turquía: de lo que resultó una bien manifiesta y constante tendencia hacia el an- tiguo Oriente, el Oriente clásico, entre los neo parnasianos, simbo- listas y decadentes, dando por resultado en poesía lo que en otras artes: mezcla y confusión de ideales y formas que se entrecruzan y chocan, mostrándose revueltas, pero sin que sus rasgos típicos Ó ca- racterísticos se armonicen bien: el bizantinismo. Nuestro poeta siguió, en gran parte de su labor, á aquellos extraños bardos de manifestaciones, ora místicas, Ora satánicas, Ó bien ambas confundidas en neurótica expresión. Principalmente Teodoro de Banville en sus: Cariatides, Odes funambulesques, Eriles y Odelettes: á Baudelaire en sus Fieurs du mal: al autor de la Chanson des queux y Mes Paradis, á Jean Richepin, en Les Morts Bizarres, y más que todo en Les Blasphemes y para cima Ó colmo, á Barbey d” Aurevilly en Les Diaboliques: maestros exquisitos de la forma, de la rima, tan ricos de lenguaje como de luzbélica fantasía. Para su imaginación inquieta, voraz, insaciable, no fué bastante el mundo de la mitología, de las leyendas, tradiciones é historia oriental, sino que penetraron de lleno en el de la fantasmagoría tras la desordena- da y brillante imaginación del norteamericano Edgar Poe, el autor de El Cuervo: Baudelaire acometió la empresa de dar cima á cinco volúmenes traducidos de sus obras; y Mallarmé tradujo sus poemas. Como canon estético siguió Casal la epístola sobre arte nuevo, que acompaña al volumen segundo de Les Cantilenes de Jean Moreas y que fué para los decadentes el canon sacro, como la Epístola á los Pisones de Horacio en el arte clásico; y siguió, también con fidelidad de sectario, la otra no menos célebre epístola del dictador rítmico de la época, del propio Moreas, en los vespertinos crepúsculos, Ó más bien, ocaso de su primera escuela, procurando el renacimiento de otra inspirada en las tradiciones greco-latinas que nombró romana, logrando reunir bajo este nuevo estandarte á los jóvenes poetas E. Raynaud, L. des Rieux, Hugues Rebell, M. Du Plessys y Raymond de la Tailled, menos conocidos de nuestro mundo literario de Hispano-América que las escuelas anteriores. Estudioso, muy estudioso y ávido de lecturas de su época, no desconoció la tenden- 132 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN cia de los idealistas ingleses, y de los prerrafaelistas, Burnes, Jones, Wats, Crane, Hunt. Anoto fuentes de estudio, Ó más cierta y propiamente, con- sulto mi cartera de apuntes contemporáneos á la vida del poeta y de otros jóvenes literatos, compañeros de lides nobles que entonces conocí, y tan sólo señalo los rumbos que me pareció ver en su ins- piración. Recorriendo el ciclo poético de Julián del Casal ¡qué diferencia entre poesías como aquellas con que abre su primera colección, Hojas al viento, 1890, transparentes, nítidas, fáciles, espontáneas que revelan, por la sonoridad grácil de su rima, la pura y clara fuente, de caudal fresco y no interrumpido, aunque viene de remota época, en el parvaso castellano! ¿No tienen la frescura de coplas de Jorge Manrique algunas de sus primeras poesías? Arbol de mi pensamiento, lanza tus hojas al viento del olvido que al volver las primaveras, harán en ti las quimeras nuevo nido; y saldrán de entre tus hojas, en vez de amargas congojas, las canciones que en otro Mayo tuvistes para consuelo de tristes corazones. Esta es la Introducción de su libro Hojas al Viento. Tiene otra, bellísima, de este corte: hay algo en ella de las piráticas de Espron- ceda, de las nazarenas de Arolas: NOSTALGIAS Suspiro por las regiones donde vuelan los alciones sobre el mar, y al soplo helado del viento, parece en su movimiento sollozar; donde la nieve que baja del firmamento, amortaja el verdor de los campos olorosos y de ríos caudalosos ñ el rumor; JULIAN DEL CASAL 133 donde ostenta siempre el cielo, á través de aéreo velo, color gris; es más hermosa la luna y cada estrella más que una flor de lis. Otras veces sólo ansío bogat en firme navío, á existir en algún país remoto, sin pensar en el ignoto porvenir. Ver otro cielo, otro monte, otra playa, otro horizonte, otro mar, otros pueblos, otras gentes de maneras diferentes de pensar. ¡Ah! si yo un día pudiera, con qué júbilo partiera para Argel, donde tiene la hermosura el color y la frescura de un clavel. Después fuera en caravana por la llanura africana bajo el sol que con sus vivos destellos pone un tinte á los camellos tornasol. Seguiríamos copiando llevados por la facilidad de la rima, por la gracia de expresión, pero terminamos con los incisos finales de esta composición que denota un estado de ánimo del poeta que á poco señalaremos: Mas no parto. Si partiera, al instante yo quisiera regresar. ¡Ay! cuándo querrá el Destino que yo pueda en mi camino reposar ! Su estro tuvo vigor, rotundidad, en su época de estudio y admi- ración por el gran lírico español Núñez de Arce: díganlo si no estos versos de su hermosa poesía Camino de Damasso: 134 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN En fogoso corcel de crines blancas, lomo robusto, refulgente casco belfo espumante y sudorosas ancas, marcha por el camino de Damasco. Saulo, elevada su bruñida lanza que, á los destellos de la luz febea, mientras el bruto relinchando avanza, entre nubes de polvo centellea. Tras las hojas de oscuros olivares mira de la ciudad los minaretes, y encima de los negros almenares ondear los azulados gallardetes. Súbito, desde lóbrego celaje que desgarró la luz de hórrido rayo, oye la voz de célico mensaje, cae transido de mortal desmayo. Bajo el corcel ensangrentado rueda, su lanza estalla con vibrar sonoro y, á Jos reflejos de la luz, remeda sierpe de fuego con escamas de oro. Estro robusto, sonoridad, expresión vigorosa también le hay en su poema Amor en el Claustro: Cuando el reloj que asoma por la parda torre del gigantesco campanario puebla el aire de acordes vibraciones, hiriendo el duro bronce, acompasado, para anunciar la misteriosa hora de media noche á los mortales; cuando las castas Hijas del Señor reposan en apacible sueño, y solitario, pavor infunde al ánimo atrevido, con su imponente gravedad el claustro; ella entonces las naves atraviesa envuelta en negro, pavoroso manto, y se prosterna con fervor ardiente ante el altar del Dios crucificado. Alí contrita reza: ¡ reza y llora! Mas ¿por quién vierte tan copioso llanto? ¿Es porque mira de la cruz pendiente tu cuerpo moribundo, ensangrentado, Salvador inmortal? ¿Es que te pide perdón para sus culpas? ¿Será acaso que, en pugna lo divino y lo terreno, en su alma virginal, triunfa, del santo JULIAN DEL CASAL 135 amor á que la ardiente fe la inclina, el terrenal amor nunca olvidado? ¿Quién lo puede saber? Y ¿quién penetra del corazón el insondable arcano ? ¿Quién puede descender hasta ese abismo donde se mezclan el placer y el llanto? Sentidas, llenas de emoción, son otras de sus poesías primeras que, como Nostalgias, recuerda la gallarda y blanca vela del pirata del canto de Espronceda, cuando rompe con la fina prora de su hur- ca el libre, el ancho mar en plena y radiante luz de sol; re- cuerdan los ataúdes de Becquer, dibujando sus líneas rígidas á los parpadeos de lámparas agonizantes, de cirios funerarios que se ex- tinguen: DEL LIBRO NEGRO En féretro luciente, tachonado de brillantes estrellas de oro y plata, en hombros el cadáver conducían de mi hermosa adorada. Sus virginales y marmóreas sienes fragantes azucenas coronaban, que sus níveas corolas entreabrían al beso de las auras. Sus labios de carmín, que afrenta fueron de las fragantes rosas encarnadas, el morado matiz de las violetas ya cárdenos estaban. Su inanimado cuerpo revestía de raso y oro espléndida mortaja cubierto con un velo vaporoso de transparente gasa. Por sus vidriosos y entornados ojos, traspasando el festón de sus pestañas, un trémulo fulgor aparecía que me llegó hasta el alma. Al recorrer el féretro las calles, curiosa muchedumbre se agrupaba con ansia de admirar por vez postrera su beldad celebrada. De cada corazón, tristes suspiros, al contemplar su rostro, se escapaban; de las pupilas, lágrimas ardientes, de los labios, plegarias, 136 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN Al traspasar el fúnebre recinto de los que fueron, con osada planta, el cuerpo me temblaba, como tiemblan las hojas en las ramas. Y antes de que á la fosa descendiese el gélido cadáver de mi amada, para darle rai adiós, por vez postrera, quise otra vez mirarla. La lloré, sin que el llanto á mis pupilas en abrasantes gotas asomara; la hablé, sin que á mis labios afluyera una sola palabra. Uní mi boca con su yerta boca; estreché convulsivo su garganta, y en aquel triste abrazo y mudo beso la dejé toda el alma. En sus primeras manifestaciones poéticas, y andando el tiempo, entre otras, hubo brotes de misticismo: revélalo así su Autobiografía antes citada. Y en La Urna dice: Cuando era niño, tenía fina urna de cristal con la imagen de María ante la cual balbucía mi plegaria matinal. Atormentóle constantemente su presentimiento de una tempra- na muerte: Porque en mi alma desolada siento, el hastío glacial de la existencia y el horror infinito de la muerte. Así se expresaba en su Paisaje espiritual de Nieve. Y así en Preocupación, de Bustos y Rimas: Al sentir los rigores de la suerte temo que el soplo de temprana muerte destruya la cosecha de mis sueños. Mas se sobrepuso, y todos estos motivos de inspiración queda- ron eclipsados, en sus últimos tiempos, por la infiuencia de las con- cepciones macabras y diabólicas de los neoparnasianos. No puede desconocerse la manera de Rollinat, de Richepin y Baudelaire, en versos como éstos: JULIAN DEL CASAL Y al fuJgor que esparcía en el aire, yo sentí deshacerse mis miembros entre chorros de sangre violácea, sobre capas bumeantes de cieno, en viscoso licor amarillo que goteaban mis lívidos huesos. Aredor de mis fríos despojos, en el aire, zumbaban insectos que, ensanchados los húmedos vientres por la sangre absorbida en mi cuerpo, ya ascendían en rápido impulso ya embriagados caían al suelo; de mi cráneo, que un globo formaba erizado de rojos cabellos, descendían al rostro deforme, saboreando el licor purulento, largas sierpes de piel solferina que llegaban al borde del pecho donde un cuerpo de pico acerado, Estas anteriores estrofas son de Horridum otras de Post Umbra: Cuando yo duerma, solo y olvidado, dentro de oscura fosa, por haber en tu lecho malgastado mi vida vigorosa; cuando en mi corazón, que tuyo ha sido, se muevan los gusanos lo mismo que un tiempo se han movido los afectos humanos; cuando sienta filtrarse por mis huesos gotas de lluvia helada, y no me puedan reanimar tus besos ni tu ardiente mirada; una noche, cansada de estar sola en tu alcoba elegante, saldrás, con tu belleza de española á buscar otro amante. soMNTUM. 137 Estas Y como éstos, Eyri Somnia, Profanación, Las horas, Oración. Pero donde llegó á extremarse esta nota, fué en su poesía póstuma, Cuer- po y Alma: 138 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN Fétido, como el vientre de los grajos al salir del inmundo estercolero donde, bajo mortíferas miasmas, amarillean los roídos huesos de leprosos cadáveres; viscoso, como la baba que en sus antros negros destilan los co!éricos reptiles al retorcer sus convulsivos cuerpos entre guijarros húmedos...... Oh!, cómo parece sentirse en esas y otras lamentables rimas el olor violeta encontrado en la putrefacción por el bardo Rollinat! ¡ Y el goce malsano ante tarantelas macabras que danzan horribles esqueletos ! Ok !, ilustre bardo, tú eres culpable de ser guía y mentor de nuestro poeta por semejantes andurriales! Este fué el sesgo que por entonces tomó la inspiración dulce, mística, sencilla, apacible, soñadora de nuestro sensible, de nuestro impresionable joven poeta. El goce preferente por lo repugnante, por lo corrupto, ¿ es poesía Ó desvarío ? Ya desde el soneto Pompadour, Mis amores, de su primera colec- ción, Hojas al viento, se inició en tan escabrosa senda. ¡Qué bello soneto! ¡Qué bien empieza ! Amo el bronce, el cristal, las porcelanas, las vidrieras de múltiples colores, > Jos tapices pintados de oro y flores y las brillantes lunas venecianas. Amo también las bellas castellanas, la canción de los viejos trovadores, los árabes corceles vuladores, las flébiles baladas alemanas. El rico piano de marfil sonoro, el sonido del cuerno en la espesura del pebetero la fragante esencia. ¡ Cuán desastroso final ! Suprimimos el último terceto porque allí está la flor de cieno, el diabolismo. A pesar de todo, Casal tenía un fuerte escudo en su natural buen gusto, y en su vasto estudio y cultivo de la verdadera, de la bue- na poesía, que no llegaron á perturbar, á pervertir mejor, sino algo tarde y con rebeldía y lucha, los ideales y cánones de las flamantes y novísimas escuelas. Se asimiló, si no lo bueno, lo menos malo JULIAN DEL CASAL 139 y perjudicial; no extremó, sino que por el contrario, muy parco fué en seguir los empeños de los simbolistas de reformar la prosodia del idioma y enriquecerla con vocablos originales, nuevos, exóticos; y tampoco, aunque admirador de Ricardo Wagner, en llevar las áspe- ras disonancias de su música al verso nuevo. Sedujéronle las gallardías de forma con que interpretaba el joven poeta hispanoamericano Rubén Darío, en el habla de Castilla, las místicas y orientales fantasías de los orfebres exquisitos del neo- parnaso, y le aseguró en esta admiración el buen predicamento en que le tenía aquel crítico insigne, de gusto depurado, cultivador de la prosa clásica de la forma helénica, D. Juan Valera, que acababa de encomiar las poesías del joven é inspirado bardo de la América Central. xx La luz que iluminaba la pequeña habitación, escapando por la puerta, trazaba un cuadro que resplandecía sobre el suelo muy obs- curo de la azotea. Era un cuartito pequeño, pero muy pulcro; des- de él se dominaba toda la ciudad de la Habana. ¡Semejaba un ca- marote de vapor enorme. La noche era espléndida: las estrellas brillaban claras, enviando desde un cielo hermoso de profundo azul, como enormes brillantes de sus facetas, rayos de luz irisada; de lejos venía el rumor, mitiga- do por la altura y la distancia, de la vida de la población; á ratos se oían claramente trozos de música de una banda militar y el repique de los timbres de los teatros. Al lado de anciano doctor de cabellera abundante, de rizos blan- quísimos y de blanca barba que resaltaban mucho sobre su traje de paño negro y su sombrero de copa lustrosa, abismado, mudo en su observación del pulso, estaba Julián del Casal, sentado en una silla de extensión, con el cuello de la camisa abierto, procurando aire en- bre blancas sábanas. Las crenchas de sus cabellos castaños, la barba crecida y rubia, sus pómulos salientes, su nariz fina y afilada, y so- bre todo, su conformidad, su resignación, su dulce mansedumbre, recordaban uno de esos rostros de Cristos, jóvenes y desfallecientes. Cerca del anciano médico de la blanca y rizada cabellera estaba de pie, del otro lado del enfermo, una Hermana:de la Caridad, mu- jer en la plenitud de su vigor y de su vida, de grandes y rasgados ojos negros, brillantes, expresivos, de rostro hermoso que hacía re- cordar aquellos versos del poeta: 140 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN Sus ebúrneas mejillas transparentes conservaban aún el sonrosado tinte que ostentan las camelias blancas al florecer en la estación de Mayo. Había desembarcadu aquel mismo día; iba para la República del Plata y al oir que se necesitaban auxilios, no vaciló en ofrecerse para prestarlos, no obstante el largo viaje que acababa de rendir desde Europa. Era un alma como corresponde á las de su misión: alma de ángel. Cuando se fué el anciano médico, asegurándonos que el poeta estaba muy grave, con una fiebre muy alta, le hablamos; él lo qui- so, no obstante la prohibición facultativa. Una de las veces fué ne- cesario acomodarlo en los almohadoves. La hermana recogió las cuentas de su enorme rosario y lo colocó sobre un libro forrado co- mo un Ancora de Salvación, que recibía de lleno la luz amarillenta del globo de la lámpara. Fué un movimiento involuntario y mecánico el que hice, inspi- rado acaso por religioso respeto, separando aquel rosario de aquel libro. No sé quién había tenido el buen humor de enviar á Casal, bajo aquella típica cubierta, las poesías de Rollinat, Richepin y Bau- delaire. Rió al notar mi gesto el poeta, y al punto un golpe de tos en- rojeció el pañuelo blanco que se llevó á los labios para conte- nerla. Estaba muy grave. No hablamos más. Era muy tárde; los ruidos habían cesado; únicamente proseguía el centelleo hermoso de los astros en la bóveda de oscuro azul. Casal dormía en su asiento; la Hermana, á la luz muy tenue de la lámpara, leía y rezaba. Sin embargo de este ataque, en pocos días logró reponerse. Partió lejos de la ciudad, regresó coa buen aspecto; parecía curado, por aquellos breves días pasados en el campo, que al poeta mereció esta idea: EL CAMPO Tengo el impuro amor de las ciudades, y á este sol que ilumina las edades prefiero yo del gas las claridades. A mis sentidos lánguidos arroba, más que el olor de un bosque de caoba, el ambiente enfermizo de una alcoba. JULIAN DEL CASAL 141 Mucho más que las selvas tropicales plácenme los sombríos arrabales que encierran las vetustas capitales. e La tarde era muy bella: de las últimas del mes de Octubre. Los árboles de la avenida del Prado lucían como una hermosa faja de esmeralda transparentada por los dorados rayos del sol poniente: Bajo las hojas de los álamos que estremecen los vientos frescos piar se escuchan entre sus tálamos á los gorriones picarescos. En una elegante mansión, ornada de cortinas, mayólicas y es- pejos, bien puesta, cuidada y atendida con gusto refinado, yacía, oculto entre un montón de flores, el cadáver del poeta. La muerte le sorprendió en uno de sus pocos días de satisfacción y de alegría, cuando su salud parecía asegurada. Se fué de la vida sin darse cuenta de ello, dulcemente, sin sentirlo, como muere una flor, como se extingue una antorcha. Acababa de sentarse á comer, ante el mantel blanquísimo de la mesa de distinguida familia amiga que le había invitado. Una bocanada de sangre súbito tiñó de rojo el mantel y su traje: no hubo más: el poeta había espirado. Y cumplióse en lo posible, su deseo manifestado en versos que aparecieron con el título Vanidad Póstuma, dedicada A sus amigos en el número de 22 de Enero de 1888, de La Habana Elegante: Cuando yo muera, al borde de mi lecho quiero ver una hermosa reclinada, que escuche con sonrisas en los labios la confesión postrera de mis faltas. Anhelo oir, en vez de hondos gemidos, tristes ayes y fúnebres plegarias, de Byron las estrofas inmortales, de Mignon la nostálgica romanza. Haced que junto al féretro se agrupen las vírgenes más bellas de mi patria y que cubran, al són de alegres cantos mi luctuoso ataúd de flores blancas. 142 RAMON MEZA Y SUAREZ INCLAN Mas si queréis guardar mis pobres restos, grabad sobre mi tumba estas palabras: «Amó sólo en el mundo la Belleza! ¡que encuentre ahora la Verdad su alma!» Ojos hermosos derramaron ante su túmulo dulces lágrimas; fi- nas y delicadas manos cerraron su féretro y cubrieron de flores, de muchas flores, sobre todo blancas, su mortaja. Y cuando en aquella tarde le dejamos en el cementerio, salimos de allí con las torturas de la congoja, pero con la convicción de que el que allí dejábamos, aquel malogrado joven, fué un gran poeta ante el cual se abrirían las puertas de la inmortalidad y de la gloria. Los poetas, aunque por este mundo anden, son seres no pertene- cientes á él... Por la noche, las estrellas seguían brillando mucho en lo alto de la comba azul, lanzando como enormes brillantes de sus facetas, destellos deslumbradores de irisada luz. LOS ULTIMOS AÑOS DE LEE POR EL DR. EMILIO BLANCHET Profesor del Instituto de Matanzas Después de haber capitulado Lee, á 9 de Abril de 1864, con varios oficiales suyos y escoltado por un destacamento de caballería fede- ral, encaminóse á Richmond, cabalgando en su corcel Viajero (Traveller). Aunque muchos y graves pensamientos embargaban su mente, con frecuencia é inquietud preguntaba por cierta canti- dad de avena, que había prevenido para su caballo y de la cual te- mía que se viera privado. En los domicilios de suristas donde se albergó, quisieron obsequiarle, á pesar de la penuria, con delicados manjares y mullido lecho; mas él, agradeciendo cordialmente sacri- ficios que indicaban adhesión inquebrantable, persistió en la espar- tana frugalidad por él observada durante la guerra y, envuelto en una manta, durmió sobre el suelo. Pernoctando en casa de un her- mano, se fué, no obstante la lluvia, al bosque donde estaba el ne- gro vehículo abierto, que había usado cuando no podía cabalgar y en sus duras tablas entregóse al sueño. Si durante el viaje contempló afligido estragos horrorosos y miseria por todas partes, subió de punto su dolor al entrar en Richmond, antes muy floreciente y entonces llena de calcinados escombros: con sus esqueletos de edificios, la calle Mayor (Main street), brillante y animadísima en otro tiempo, acordaba las carre- ras de ajusticiados que trazó á veces el despotismo musulmán. Prisionero de guerra volvía Lee á su capital, devastada por el fue- go, hundida en la humillación de la derrota, en las asfixiantes ti- nieblas de la indigencia. ¿Quién sabrá pintar sus emociones, al abrazar á su esposa é hijas, tras cuatro años de separación, en que habíanse agolpado inauditos afanes, gloria, desventuras inmensas? Al saber su llegada, corrieron á saludarle Ó victorearle ancianos, jóvenes de ambos sexos; pero él, con solemne austeridad, sin pro- nunciar palabra, llevóse la mano al sombrero y, encerrándose in- mediatamente en su morada, se sustrajo á demostraciones que, si bien gratas á su corazón, podían acarrear las iras de los vencedores. 144 EMILIO BLANCHET Consideraba que lealmente debía el Sur acatar el fallo de las armas y cooperar á que se reconstruyera la nación angloamericana; nunca exhaló quejas ni manifestó rencor contra los federales y cuando le comunicaba algún separatista su intención de emigrar, decíale que era Obligación sagrada permanecer en la patria, cuando mucho ne- cesitaba ésta la cooperación de todos para cicatrizar sus heridas. En el resto de sus días recordó con inextinguible tristeza cuán ere- cido número de jóvenes, ricos de lozanía corpórea y moral, guiados por él al combate, allí habían perecido. No admitió el muy ventajoso destino de agente comercial del Sur en Nueva York, ni tampoco donaciones de haciendas en In- glaterra é Irlanda, que admiradores británicos le ofrecían. Encar- góse de dirigir en Lexington * (Virginia), el Colegio de Wash- ington, ? sumamente empobrecido por la guerra y de local ruinoso. A los amigos que extrañaban se embarcase en negocio de tan poca Ó ninguna esperanza, respondió: «Tengo aquí una misión que cum- plir. A muchos jóvenes del Sur he conducido á la pelea, donde perdieron la vida no pocos; consagraré el resto de la mía á transfor- mar á mis alumnos en hombres capaces de cumplir el deber.» Con su manejo y su prestigio regeneró mágicamente el Colegio, en el cual se agruparon profesores distinguidos, ganosos de trabajar con' tan insigne jefe y adonde acudieron quinientos estudiantes, algu- nos del Norte. Quiso la Junta Directiva mostrar su gratitud, obsequiando á la señora de Lee con una casa y una renta de $3,000; á pesar de su pobreza, rehusó el general, en nombre de su consorte. Indulgente con las faltas leves de sus discípulos, cas- tigaba severamente la mentira y cobardía. Profesáronle aquéllos veneración y amor entrañables, pues veían, lo mismo que antes los soldados, radiar en él, sin eclipses ni esfuerzos, las más admira- bles virtudes. Con eficacia mayor que retóricas disertaciones y discursos muy esmerados, enseña un ejemplo vivo, constante, si- lencioso. Al colocar en el Colegio de Lexington á sus dos hijos una seño- ra, cuyo marido había muerto lidiando contra los federales, creyó oportuna la ocasión para desahogar su aborrecimiento á los últimos; pero la contuvo Lee, diciéndole: «No infunda usted á sus hijos hos- tilidad hacia el gobierno de los Estados Unidos; recuerde usted que 1 Pueblo de unos 3,000 habitantes. 2 Llamóse después Universidad de Washington y Lee. Con una biblioteca de 15,000 yolú- menes contaba en 1880. LOS ULTIMOS AÑOS DE LEE 145 ahora formamos una sola nación; deseche usted, pues, todo senti- miento regionalista y edúquelos para que sean americanos. » 1 Un día encontróle un amigo en conversación placentera con un menesteroso, el cual se alejó entonces satisfecho el semblante. «Aquel hombre, dijo Lee, es un veterano, muy falto de recursos; peleó contra nosotros; pero no importa.» Habíale socorrido con largueza. Poco después de haber vuelto Lee á Richmond en calidad de prisionero, hubo quien tratase de que lo encausaran como culpable de alta traición. Al caballero que, indignado, le participó la nue- va, dijo Lee sonriendo: «Es un deber el perdonar á nuestros ene- migos. Verídicamente puedo afirmar que, desde el principio de la guerra, no ha pasado ni un día sin que orase yo por ellos.» Sin propósito alguno de ventaja personal, sin necesitarlo absolu- tamente, imponiéndose muy duro sacrificio, solicitó del Gobierno federal su indulto, ya pra consolar á los que habían dado tal paso, por salir de una inhabilitación que les impedía ganar el sustento de sus familias, ya para estimular á millares de separatistas que aún vacilaban en someterse á la humillación expresada, imprescin- dible, si querían mejorar de sibuación. Pertenecía Lee á la secta episcopal y, en sus postreros años, se acrecentó su religiosidad, genuina, exenta de aversión á ningún dogma, renuente á controversias. Desde su juventud fué asiduo lector de la Biblia. Conmovido hasta verter lágrimas, declaró á un sacerdote que su principal objeto, al encargarse del Colegio, ha- bía sido que allí aprendiesen los alumnos á ser cristianos verdade- ros. En la época de los exámenes, convidaba 4 ministros de diver- sas comuniones á practicar, por turnos, ejercicios religiosos en la capilla del establecimiento. Aunque arruinado, nunca prescindió de limosnas. Embelesábase con los niños; enternecíase hondamen- te al relato de un infortunio, de una acción hidalga, él, que per- manecía inalterable, marmóreo, ante los más fieros horrores de la guerra. - Además de cuatro hijas, tuvo tres hijos, que lucidamente com- batieron durante la lucha civil: G. W. Curtis, uno de ellos, sobre- salía por gus prendas militares y de carácter y le sucedió en la di- rección del Colegio. A 28 de Septiembre de 1870, reunido con su familia para tomar el té, se levantó Lee 4 pronunciar la oración de gracia, según la anti- 1 E. Cooke, páginas 488 y 489, 146 EMILIO BLANCHETT gua costumbre, observada hasta en campaña; pero cayó fulminado por una congestión cerebral, explosión del volcán de dolor que en- cerraba su pecho y que nadie sospechaba, vista la serenidad del semblante. Lee recibía continuamente cartas de veteranos separa- tistas que á sus Órdenes habían probado bizarría y sufrimiento extraordinarios y que entonces padecían las escaseces más penosas, lo cual contristábale por extremo, atendida su imposibilidad de ali- viar siquiera tan grandes y numerosas desgracias. Aquella Confe- deración, que él había soñado independiente y poderosa, yacía en el polvo, clamando por pau, gimiendo sin consolación, al recordar el inmenso número de combatientes suyos, devorados por la guerra. Si no le acusaba aquella Niobe, acusábale su conciencia de que, si bien desinteresadamente, por el más elevado motivo, en gran ma- nera había contribuido á tamaña desventura. Sin su talento su- perior, sin su heroísmo, sin la fascinación de sus victorias y virtu- des, no hubiera alcanzado tan formidable desarrollo, tanta vitalidad y duración la contienda entre federales y confederados, pasmo de la Historia. «Plegad mi tienda; llamad á Hill », fueron las últimas palabras de Lee, quien, rodeado de su familia expiró el día 12 de Octubre, como á las nueve de la mañana, arrancando á todo el Sur lágrimas sinceras. Quería la Asamblea * de Virginia que, en el cementerio de Holywood (Richmond) reposara el general; mas prefirió la familia confiar los preciosos restos á la capilla del Colegio que había rege- nerado con sus afanes y sus virtudes. Allá trasladaron el día 13 su cadáver y, ante él, hasta el 15, desfiló con insignias de luto, gen- tío descousolado. Previamente al entierro organizóse una proce- sión fánebre en que iban una música, tocando piezas adecuadas, oficiales y soldados separatistas, sacerdotes, el ataúd, el caballo del difunto, los fideicomisarios, profesores y discípulos del Colegio de Washington, dignatarios de Virginia y delegados de su Asamblea, multitud de ciudadanos. Al llegar el cortejo al Instituto Militar, hizo éste una salva y sus trescientos cadetes se incorporaron á la comitiva. Con la voz plañidera de sus campanas expresaban todas las iglesias su duelo; cada tres minutos oíase el estampido del ca- ñón. Cubierto de flores desapareció el féretro en la bóveda dis- puesta bajo la capilla del Colegio. En lo sucesivo, cuántas veces debieron imaginarse los estudiantes que levantábase allí la augusta 1 Legislature. LOS ULTIMOS AÑOS DE LEE 147 sombra de Lee, repitiendo su máxima favorita: Duty is the sublimest word in our language. * Para tributar homenaje á la memoria del gran caudillo, celebrá- ronse meetings ó juntas en Richmond, Nueva Orleans, Baltimore, Nueva York y otras ciudades, meetings donde se oyeron discursos de notable elocuencia. Entre los oradores se menciona á Jefferson Davis, Reverdy, Johnson (aunque adversario político del difunto), el general Gordon. El último, que había tratado con intimidad á Lee, dijo, entre otras cosas: « Aquí lo afirmo: por grande que de antemano hubieseis concebido á aquel hombre, adquiría incompa- rable majestad cuando se le conocía más de cerca..... Como suce- de con el Niágara, cuanto más lo contemplabais, más os dominaba su grandeza, más se dilataba su majestad, derramando en el ánimo satisfacción cabal y, en definitiva, perfecto placer, sin asomo algu- no de angustia.....» ? «Como militar, conoce el mundo á Lee; mas por la historia, con facilidad se adivina cuán obediente á toda justa autoridad, cuan observador de toda restricción constitucional, hubiera sido en la carrera de hombre civil. Cuando, próxima ásu fin la guerra, se iban condensando las sombras en torno á la decadente Confedera- ción, cuya vida cifrábase en la espada de Lee, tuve con ufanía el privilegio de conocer, penetrado de especial admiración, la modes- tia, el varonil decoro, el respetuoso acatamiento que señalaban to- das sus relaciones con las autoridades legales de su país. Investi- do de amplias facultades, eon su genial modestia ocultaba hasta el distintivo de ellas y sólo por obediencia á la ley consintió ejercer- las... Pero lo que en Lee contemplarán más detenidamente y con más delicia sus compatriotas es su carácter privado, mejor diré, sus sentimientos y virtud. Sobrepujando todo precedente históri- co, parecía su magnanimidad formar capítulo aparte en el libro de la especie humana.» Distinguióse la manifestación fúnebre de Nueva York por la parte que en ella tomaron los unionistas, quienes olvidando lo pa - sado, bien terrible por cierto, solamente atendieron á que había desaparecido una gloria nacional y, mezclando sus lágrimas con las del Sur, quisieron fecundar la reciente reconciliación. Por feliz 1 La más sublime palabra de nuestro idioma es Deber. 2 Like Niagara, the more you gazed, the more his grandeur grew upon you, the more his majesty expanded and filled your spirit with a full satisfaction, that left a perfect delight with out the slightest feeling of oppression.—E. Cooke, p, 533. 148 EMILIO BLANCHET casualidad, escogióse para el solemne acto el edificio dedicado por Pedro Cooper á que, en clases y por otros medios, se cooperase á la mejora intelectual y moral de Nueva York. + Mr. Juan E. Ward, presidente de la sesión, pronunció, entre otras, estas palabras: «Aquí nos reunimos para tributar respeto á la memoria del hombre á quien reverenciaba con más que filial cariño el Sur entero. Las benévolas manifestaciones de simpatía hechas por la prensa de esta gran metrópoli, este concurso, la presencia de estas distinguidas per- sonas, atestiguan que la doliente voz del pueblo privado de Lee ha conseguido, con dulce persuasión, aplacar las furiosas pasiones encen- didas por la lucha en que él era su predilecto caudillo... Ya no queda motivo ni para el odio ni para la envidia. No fuéal esplendor de sus magníficas victorias cuando le adoraron más sus soldados, sino en la hora de su más profunda humillación, al perder su bata- lla postrera, cuando se desplomaba el Gobierno por el cual había combatido; cuando, presa de la desesperación, preguntábale su Es- tado Mayor qué podía hacerse ya y contestaba él con estas memora- bles palabras: «Fuera extraño, en verdad, que la humana virtud no tuviese, por lo menos, tantas fuerzas como la humana desven- tura.» ¿Sabéis cuál es la clave de la vida? La creencia en que igualmente provienen del Señor las pruebas y la energía, el pa- decimiento y el consuelo. Fué siempre su principio dominante la obediencia al deber. En sus juicios tocante al último, no lo supongo infalible; pero cuando consideraba que el deber le pres- cribía un acto, pasaba á ejecutarlo sin cuidarse del concepto que por él mereciera. Tal vez, como piensan muchos, comprendió mal su obligación, al creer que ésta no le exigía «desenvainar la espada contra su hogar, sus parientes y sus hijos»; mas no era Lee casuista ni político, sino soldado... Enseñó al mundo que en el guerrero podían enlazarse el cristiano y el caballero. No recogió la rica mies del amor de un pueblo en sus días de luci- miento y poderío, cuando al frente de legiones afortunadas, las "dirigía al triunfo, sino cuando, sumido en amarguras y pobreza, encargóse de instruir y encaminar á la juventud de Virginia, echando el único cimiento verdadero de una república, —la educa- ción cristiana de su juventud. Era la bondad el principal atri- buto de gu grandeza.. Podrán algunos Opinar que el mundo ha visto militares más célebres, gobernantes más entendidos; pero 1 Merefiero al Cooper Institute, LOS ULTIMOS AÑOS DE LEE 149 unánimemente habrá de concederse que nunca existió hombre, ni más puro ni más noble.» * Produjo Virginia dos hijos cuyos nombres retumban en el orbe, cuyos hechos narra con asombro la Historia: Washington y Lee. Digno campeón de la libertad el primero, dejó cual trofeo los Esta- dos Unidos, maravillosa nación, honor de la humanidad; con igua- les virtudes el segundo, con más poderosa inteligencia militar, equiparado por Moltke á Wellington, ? hízose, entendiendo su de- ber equivocadamente, sostén de una insurrección, cuya bandera encubría entre sus pliegues al demonio de la esclavitud $ y frustra- do su heroísmo, murió de pesar, después de haber derramado á to- rrentes la sangre de hermanos, él, tan maguánimo, y dejando al Sur sin labranzas, sin comercio, sin industria, sin dinero, sin hom- bres, enlutados innumerables hogares, humillada su enseña: preciso es creer en la expiación, aun de aquellos que se extravían á impulso de la intención más generosa Ó de la más elevada idea. 1 Esten Cooke, páglnas 561-2.—A 29 de Mayo, 1890, inauguróse en Richmond la estatua ecuestre de Lee. 2 Según el general Juan B. Gordon, «The great Von Moltke... has recently declared that General Lee, in all respects, was fully the equal of Wellington ».—E. Cook, p. 531.—El general británico lord Wolseley ha escrito: «Lee is stamped upon my memory as a being apart ánd superior to all others, in every way.»—«One of the greatest of modern commanders,» llama á Lee la Enciclopedia Británica, 3 En una entrevista con Juan Leyburn, negó Lee que el Sur hubiese combatido por con- servar la esclavitud y aseguró que, antes de la guerra, él había emancipado á los más de sus sieryos y enviado á Liberia á cuantos lo solicitaban. Manifestóse muy satístecho de la abolición, especialmente respecto á Virginia, y añadió que por tal conquista hubiera aceptado gozoso los quebrantos de intereses y los padecimientos que le había costado la lucha. Véase An interview with General Robert E. Lee, por John Leyburn, t. 30 de The Century Magazine, EL CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL DE BUENOS AIRES POR EL DR. LUIS MONTANÉ Profesor de Antropoloyía Honorable señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Honorable señor: | Tengo el honor de dirigirme á usted, elevando á su considera- ción una síntesis de la labor que realicé en el Congreso Científico Internacional de Buenos Atres. Ha terminado la honrosa misión que me habéis confiado, y que he cumplido con entusiasmo; y al volver á pisar de nuevo la tierra cubana, tengo la legítima satisfacción de declarar que nuestro país ha conquistado un puesto de honor en ese torneo, presenciado por hombres de ciencia de ambos hemisferios. El Congreso Bonarense habrá sido, pues, feliz circunstancia para consagrar los esfuerzos personales de muchos años, y á la vez para justificar el honor que se me confirió al nombrarme Delegado de la República de Cuba en dicho certamen. Quiero, sí, que conste que nunca podrá borrarse de mi memoria la generosa acogida por parte de mis colegas de las Universidades de Buenos Aires y de La Plata, ni podré olvidar las demostracio- nes generales de espontánea y sincera simpatía, por el hecho sólo de haber nacido en Cuba, tierra de cuyas hazañas se conserva vivo allá el recuerdo, y cuya evocación hace estremecer hoy todavía el corazón de los argentinos. Nuestros centros científicos han contraído sin duda alguna, una deuda de gratitud para con ese grupo eminente de hombres de estudio sud-americanos, entre los cuales me complazco en citar pre- ferentemente al Dr. Florentino Ameghino, R. Lehmann-Nitsche, J. B. Ambrosetti, E. Herrero-Ducloux, Samuel Lafone-Quevedo, Fé- lix F. Outes, Santiago Roth, Víctor Mercante, Carlos Bruch, etc., y sus nombres deberán ser recordados por nosotros con la conside- ración y el afecto que merecen, por tener los mismos ideales y co- laborar en la misma obra americana. El domingo 10 de Julio, á las 5 horas p. m., y en el espacioso salón de actos públicos de la Sociedad Científica Argentina, calle Ce- vallos, número 269, se realizó la recepción ofrecida por esa Institu- FLORENTINO AMEGHINO e Y y e NA Po » E Ro ' , ' Ve E" y , ' > l > > + e- UN K ' p ] Le . a ie b, - 4 A . ; AR 4 ' ' y , Ñ ' - ES . yá . pi , had 73 YA Í "18 (he y Ab 4 ñ A Y l ¿ Y. ' FEA »" kh EA AN e E Ñ , Po 7 A p l - 4 U ó A A 5 44) $ K ' , PO ¿Y ; E » 7 peÁ Í ; JS e 7 18 4 7 Y Y PE % . Í Y á . as DL A nl M pre , 15 3 y Y Ps MM MI Sn A a O a 8 Se , : J Ñ y" h % ' ñ 1 A Ñ ' m » bl SI . Y A a S Ñ LA o ers ? y y Í Ñ ] y A o Ñ / * | á A Mia M A ca! / "o f vos Í y $ DA a ó . A 1 ' ' A . . 0 7 3 6 Re , A e e dl » Y ] a ¿qa CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 151 ción y la Comisión Directiva del Congreso Científico Internacional Americano, así constituída: Presidente. —Ingeniero Luis A. Huergo, Presidente de la Sección de Ingeniería. Vice-Presidentes. —Ingeniero Vicente Castro, Presidente de la Sociedad Científica Argentina, Profesor de Construcciones en la Fa- cultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Inspector Gene- ral de la Dirección de Puentes y Caminos; Doctor Francisco P. Moreno, Fundador y ex-Director del Museo de la Plata, ex-Pe- rito argentino en la demarcación de límites con Chile. Vocales. —Doctor Estanislao S. Zeballos, Presidente de la Sección de Ciencias Económicas y Estadísticas; General de Brigada Pablo Riccheri, Ex-Ministro de Guerra, ex-Jefe del Gran Estado Ma- yor, Presidente de la Sección de Ciencias Militares; Contraalmi- rante Manuel J. García Mansilla, Director de la Escuela Naval, Presidente de la Sección de Ciencias Navales; Doctor Atanasio Qui- roga, Académico y Profesor de Química Analítica en la Facultad de Cieucias Exactas, Físicas y Naturales, Profesor de Química aplicada á la Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas, Pre- sidente de la Sección de Ciencias Químicas; Doctor Florentino Ameghino, Presidente de la Sección de Ciencias Antropológicas; Doctor Francisco P. Moreno, Presidente de la Sección de Ciencias Geográficas é Históricas; Ingeniero Eduardo Aguirre, ex-Decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Profesor de Geología y Mineralogía en la misma Facultad, Presidente de la Sección de Ciencias Geológicas; Doctor Ingeniero Marcia R. Can- dioti, Diputado al Congreso de la Nación, ex-Profesor de Matemá- ticas en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Presidente de la Sección de Ciencias Físicas y Matemáticas; Doctor Ingeviero Angel Gallardo, Académico, Profesor de Zoología en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Profesor de Zoología, Anatomía y Fisiología comparadas en la Facultad de Ciencias Médicas, Presidente de la Sección de Ciencias Biológicas; Doctor Horacio G. Piñero, Académico y Consejero, Profesor de Fisiología en la Facultad de Medicina y Profesor de Psicología en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, Presidente de la Sección de Ciencias Psicológicas; Ingeniero Santiago E. Barabino, Director de los Anales de la Sociedad Cien- tifica Argentina, Presidente de la Comisión de Propaganda y Re- dactora. 152 LUIS MONTANE Secretarios Generales. —Ingeniero Nicolás Besio Moreno, Acadé- mico, Profesor en las Universidades de La Plata y Buenos Aires; Ingeniero Enrique Marcó del Pont. Pro-Secretario General. —Doctor Jorge Magnin, Director del La- boratorio Químico del Departamento Nacional de Higiene, Pro- fesor en el Instituto Nacional del Profesorado. Tesorero.—1Ingeniero Arturo Grieben, Inspector de las Obras Complementarias del Puerto de la Capital. Pro- Tesorero. —Arquitecto Raúl G. Pasmán. La reunión tenía por objeto hacer la presentación de los Dele- gados de las distintas naciones de Europa y América que han concurrido al importante Congreso, repartidos entre los países siguientes: Europa: Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, In- glaterra, Italia. Extremo Oriente: Japón. América: Estados Unidos, México, El Salvador, Cuba, Santo Domingo, Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay, Chile, República Argentina. A todos los Delegados presentes dirigió su saludo de bienvenida el Presidente: «El éxito del Congreso, dice él, está descontado de antemano, si se tiene en cuenta que se ha logrado, gracias á los activos traba- jos de los organizadores, la concurrencia de 276 Delegados y más de 1,500 adherentes... «Han sido presentados más de 500 trabajos que serán puestos á la consideración de las Asambleas...» A la lista de los Delegados ya mencionados hay que agregar las representaciones de Universidades y Sociedades científicas nacio- nales y extranjeras entre las que figura la Academia de Ciencias de la Habana. Al día siguiente, lunes 11 de Julio, á las 2 horas p. m., se realizó la jnauguración del Congreso Científico Internacional en el teatro Colón. Al levantarse el telón aparecieron en el proscenio todos los Mi- nistros de Estado, el Intendente Municipal (alcalde), los miembros de la Comisión Directora del Congreso. ] El puesto de honor está ocupado por el Ministro de Instrucción Pública, doctor Naon, quien tiene á su derecha al Presidente del Congreso Científico, Ingeniero Luis A. Huergo. En los demás pues- LUIS MONTANE 153 bos de honor están distribuídos los Delegados extranjeros cuyo nú- mero llega 4 92. El Ministro de Instrucción abre el acto agradeciendo á los Go- biernos, Universidades é Institutos científicos su concurrencia al Congreso. Después el Ingeniero Huergo da lectura 4 su discurso. Principia por saludar á los representantes extranjeros, y hace la historia de los distintos Congresos Científicos. Hace observar que la cuna de estas Asambleas está en Buenos Aires, y recuerda que el Primer Congreso Científico se celebró hace doce años en la capital de la República Argentina; el segundo en Montevideo; el tercero en Río; y el cuarto en Santiago de Chile. A continuación pronuncia su discurso el doctor Naon, que re- alza la trascendencia del Congreso, pone de relieve los beneficios que esta Asamblea está llamada á producir, no sólo en la Argentina, sino más allá de sus fronteras, y emite unas cuantas frases amables en honor de los países que están representados en este torneo « por los más sobresalientes representantes ». Y en seguida los Delegados extranjeros van haciendo sucesivamente uso de la palabra, pro- nunciando discursos merecidamente aplaudidos, pues son, por lo general, verdaderamente notables. En fin, el día doce de Julio principió la labor efectiva del Con- greso Científico Internacional, dividido en once secciones: 1% Ingeniería. 2? Ciencias Físicas y Matemáticas. 3% » Químicas. 42 » Geológicas. pa » Antropológicas. 62 » Biológicas. de » Geográficas é Históricas. si » Económicas y Estadísticas. ga » Militares. 102 » Morales. 118 » Psicológicas. Cada una de estas secciones tiene designado un local especial, de modo que todas pueden á la vez, y sin molestarse mutuamente, dedicarse á sus tareas respectivas. No intentaré, Honorable señor, siquiera esbozar el resumen de tantas y tan variadas producciones, tarea imposible de realizar si se tiene en cuenta que todos estos trabajos formarán el materia 154 LUIS MONTANE de cerca de 50 volúmenes. (Comunicación oral del Presidente del Congreso. ) Entro, pues, á describir con más extensión la vida científica de la Sección especial á que pertenecen mis propias comunicaciones, la Sección de las Ciencias Antropológicas, y de la cual son: Presidente.—Doctor Florentino Ameghino. Secretarios generales. —Profesores Rodolfo Senet, Luis María Torres. El doctor Florentino Ameghiro, cedió la Presidencia de honor de la primera sesión al doctor L. Montané, acompañando acto tan deferente y tan cortés, con la alocución siguiente : «Invito para que ocupe el sillón de la Presidencia, en esta pri- mera sesión, al doctor Luis Montané, Delegado de la República de Cuba, y uno de los antropólogos más conocidos de Centro y Norte América, quien presentará al Congreso diversas proposiciones sobre los resultados á que llegan los estudios paleontológicos realizados en la gran Isla Antillana, y contribuirá á dilucidar algunos puntos obscuros en la antropología de América.» Si se consideran detalladamente las Memorias presentadas, se puede tener una idea del éxito halagador que se ha alcanzado en la Sección de Ciencias Antropológicas. Once sesiones seguidas, de seis horas de duración cada una, han bastado apenas para la lectura de todos los trabajos. Doy al final de este informe la lista completa de los trabajos presentados, y me limitaré á dar un resumen de las Memorias que á mi juicio merecen una mención especial. Para mayor claridad dividiré la Sección de Ciencias Antropoló- gicas en las cuatro sub-secciones del Programa general: 1% Sub-sección Antropología y Paleoantropología. 22 » Arqueología y Paleoarqueología. 3 » Etnografía. 49 » Linguística. No está de más que diga aquí, á guisa de preámbulo, que en el í1ltimo tercio del siglo próximo pasado empezó á formarse una plé- yades de hombres de ciencia que pronto debían dedicarse con ahin- co al ímprobo trabajo de conocer el suelo de la Argentina bajo to- dos sus aspectos. Dieron impulso á estas investigaciones el enton- CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 155 ces Museo Provincial de Buenos Aires, hoy Museo Nacional, y la Academia Nacional de Ciencias en Córdoba. La Sociedad Científica Argentina y el Instituto Geográfico Argentino institutos creados en aquella época por iniciativa del Doctor Estanislao S. Zebailos, quien en sus concepciones adelantá- base á su tiempo, aceleraron ese movimiento, que vino á completar- se con la fundación del Museo de La Plata, obra del Doctor Francisco P. Moreno. Hace de todo esto algo más de un cuarto de siglo. El conocimiento geológico del territorio de la República Argen- tina era muy embrionario, pero desde entonces se han descubierto formaciones correspondientes á la mayor parte de las épocas geoló- gicas; los vacíos que aún quedan, se llenarán en breve, pues las in- vestigaciones en ese sentido avanzan rápidamente. La Paleontología, compañera inseparable de la Geología, ha se- guido á ésta en sus progresos, y hasta puede decirse que ha avan- zado de una manera más rápida, proporcionando á aquélla los da- tos indispensables para la determinación de la época de las distintas formaciones y las conexiones geográficas de las tierras y los mares de las épocas pasadas. La Antropología es igualmente inseparable de la Paleontología, por un lado, y de la Geología por otro, á lo menos en lo que se re- fiere al hombre y los precursores de las épocas pasadas (Paleoan- tropología). En la enseñanza superior universitaria, hay Cátedras de Geo- logía en las tres Universidades de Buenos Aires, La Plata y Córdoba. Hay Gabinetes de Geología en varios Museos Provinciales, Cole- gios Nacionales y Escuelas Naturales de las principales ciudades de la República; los de las Universidades de Buenos Aires y de Córdoba están á la altura de los mejores de Europa. La Paleontología tiene Cátedras independientes en las Univer- sidades de La Plata y Buenos Aires. Hay una Cátedra de Antropología en la Universidad de Buenos Aires, y dos en la Universidad de La Plata, una en la Facultad de Ciencias Naturales y otra en la Facultad de Derecho. La Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires posee un Museo de Antropología y Etnografía con ricos materiales que aumentan de año en año. Por último, los dos grandes Museos Nacionales de Buenos Aires 156 LUIS MONTANE y de La Plata, por sus grandes y valiosísimas colecciones de Geo- logía, Paleontología y Antropología, igualan á las de las grandes capitales del Viejo Mundo y aun las aventajan en muchos puntos. «Podemos afirmar, dice el Profesor Ameghino, que en este cam- po de los conocimientos humanos existe una ciencia argentina que trabaja con elementos propios y métodos nuevos, produciendo nu- merosas publicaciones, que llevan cada año un poderoso contin- gente á la Ciencia Universal. «Ya no somos simples exportadores de productos naturales. Exportamos también ideas que no tan sólo contribuyen á aumentar el caudal de los conocimientos humanos, sino que en algunos casos, como en el de la Paleontología de los mamíferos, y de la paleoan- tropología, han revolucionado por completo esas ciencias, dándole otras bases y nuevos rumbos. * I. Antropología y Paleoantropología. Vice-Presidente, Doctor Francisco P. Moreno. Antes que todo, hay que citar las notables comunicaciones del Profesor F. Ameghino: 12 Un esqueleto fósil humano de un tipo extinguido, encontrado en el pampeano superior del arroyo «Siasgo». 22 Dos esqueletos humanos fósiles encontrados en el pampeano inferior de «El Moro». El doctor Florentino Ameghino presentó tres cráneos fósiles re- cientemente descubiertos, que considera muy importantes para su teoría sobre los orígenes de la especie humana. Dos de ellos han sido encontrados cerca de Necochea, en un des- plazado de la formación pampeana inferior, rico en fósiles corres- pondientes al último período de la época tercera. El rasgo más característico, después de la pequeñez de la cabeza, es, en ambos la ausencia de mentón. El conferencista considera que esos dos cráveos corresponden á una variedad primitiva de la especie humana, desconocida hasta hoy, designándola con el nombre de homo sinemento. El tercer esqueleto fué descubierto cerca del «Salado » en la for- mación pampeana superior, que por cierbos datos que presenta gu estudio, el autor designa con el nombre de homo caput inclinatus. 1 Geología, Paleografía, Paleontología, Antropológica de la República Argentina, por F. Ameghino, Buenos Aires, 1910, CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 157 Las circunstancias enumeradas confirman la teoría del autor sobre la descendencia del hombre, que, en su concepto, proviene de monos menos evolucionados que los actuales monos antropomorfos. Esta variante de la teoría darwiniana le lleva á considerar que el hombre actual y los monos antropomorfos, son dos ramas nacidas de un mismo tronco simiesco y no el uno derivado de los otros. Con esas dos nuevas especies, suman cuatro las de nuestros pre- cursores encontrados en tierra argentina: 1% Homo Sapiens (fósil), 22 El Diprotomo, 32 Homo Sinemento, 4% Capub inclinatus. Esas cuatro especies difieren entre sí mucho más que las razas humanas más extremas. Tal variedad de la riqueza confirma tam- bién la hipótesis de que la República Argentina ha sido la cuna originaria del hombre. PROFESOR RODOLFO SENET La cuestión de los precursores del hombre en la Argentina. Esa cuestión fué estudiada por el Profesor Senet, quien señala especialmente la conclusión de la interpretación de Ameghino, res- pecto de la diferencia entre los cráneos del Diprotomo, Prothomo y del hombre actual, que no habían sido estudiados hasta hoy. La evolución filogenética asignada por el doctor Ameghino pa- ra el cráneo humano, es de importancia para los estudios de psico- logía infantil comparada y patológica, por cuanto da á las conclu- siones un apoyo de que carecían y señala una orientación científica que permitirá resolver muchos problemas. PROFESOR VICTOR MERCANTE Variación del índice cefálico según el sexo y la edad. Este Profesor expone los resultados de una investigación reali- zada con sus ayudantes en la Universidad de La Plata en 652 ya- rones y 549 niñas de 6 á 20 años de edad. Las medidas llegan á estas importantísimas conclusiones: Ausencia de índices cefálicos extremos. Suma insignificante de dolicocéfalos 45%.o . 158 LUIS MONTANE Dominio absoluto del tipo mesaticéfalo y braquicéfalo, siendo la mujer más braquicéfala que el hombre. Gran amplitud de los índices (70 á 85) en razón de la conver- gencia de razas y pueblos muy diversos en la formación étnica de La Plata; cifras halagadoras para la población de Buenos Aires, por cuanto las razas más elevadas son las que se aproximan á la bra- quicefalia. Crecimiento de los diámetros en proporciones muy diferentes de los 7 á los 18 años, é inferiores en la mujer respecto al hombre, lo que corresponde al coeficiente intelectual más alto de éste. En igualdad de edades los jóvenes de mayores diámetros cursan años superiores á los de diámetros menores extensos, lo que com- prueba en general una relación entre el volumen de la masa ence- fálica y la inteligencia. PROFESOR RODOLFO SENET Interpretaciones filogenéticas de las estadísticas antropométricas de los pro- cesos ontogénicos. Estas indicaciones se basan en una amplia estadística realizada en el Laboratorio de Antropología de la Sección Pedagógica de la Universidad de La Plata. De aquélla, dice el doctor Senet, se des- prenden dos resultados importantes: uno que atañe á la ciencia pura, otro á las aplicaciones didácticas. Se ocupa de la primera induciendo de los procesos del tronco, de las extremidades superio- res é inferiores de la gran envergure (braza) y de la talla, el pro- ceso filogenético de nuestros ascendientes. Llama la atención particularmente sobre el proceso seguido en el desarrollo del cere- bro y el seguido en la talla. El estudio de los diferentes procesos está en un todo de acuerdo con las conclusiones de Ameghino y es de la mayor trascendencia desde el punto de vista de la filogenia de la especie humana. DOCTOR MOISÉS BERTONI El origen probable de las razas americanas. Las incógnitas son más que los datos, por eso se pueden permi- tir hipótesis y él emite la suya: Las razas americanas provendrían de un cruzamiento, según ciertos caracteres, de elementos mongo- loides con los atlánticos ó habitantes de la Atlántida. CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 159 PROFESOR J. B. AMBROSETTI El problema de los enanos en América. Los pequeños no son exclusivos de un continente, se hallan en todos. El autor estudia especialmente su presencia en América, pues descienden de razas antecesoras, es decir, que son autoctonos. La aparición frecuente de los opas actuales no puede explicarse por causas patológicas, sino por atavismo; representan resurrecciones de un tipo primitivo. No se trata de cretinos, sino de sujetos atá- vicos, pues no se comprueban los síntomas del cretinismo. En este lugar es donde cabe citar mis propias comunicaciones: DOCTOR L. MONTANÉ Estado actual de las ciencias antropológicas en Cuba. Es la reproducción de la nota que presenté en el 50% aniversario de la fundación de la Sociedad de Antropología de París (1% Julio 1909); dando cuenta del proceso, primero dificultoso y luego rápido, realizado en Cuba en esos ramos del saber humano; historiando ás grandes rasgos las investigaciones realizadas en el terreno antropo- lógico, y especialmente paleontológico, indicando la orientación de los estudios y su acción en ese sentido. DOCTOR L. MONTANEÉ Supervivencia en Cuba del tipo étnico indio precolombiano. Con motivo del indio Asencio Almenares, recientemente estu- diado en la Habana, el doctor Montané habla sobre la superviven- cia en Cuba de los indígenas precolombianos, ilustrando su diser- tación con fotografías. Llama la atención sobre la supervivencia de ciertos caracteres al través del mestizaje que constituye un he- cho digno de tenerse en cuenta á los efectos de las conclusiones etnológicas. Este trabajo provoca un interesante cambio de ideas y opinio- nes, todas encaminadas á la conclusión, unánimente aceptada, de que no debe descuidarse la ocasión algo apremiante de recoger esas tan útiles é interesantes supervivencias en los pocos individuos, ó en las pocas familias de descendencia india todavía existentes en los campos de Cuba. 160 LUIS MONTANE DOCTOR L. MONTANÉ Presentación, á nombre del doctor Carlos de la Torre, de algunos nuevos fó- siles encontrados en Cuba. Se trata de las osamentas fósiles encontradas por el doctor la Torre en las casimbas de la Sierra de Jatibonico, hallazgo que com- prueba la naturaleza continental de Cuba á principios de la época cuaternaria. «Nada me parece mejor, dice el doctor Montané, para no faltar al papel delicado de intérprete fiel, que reproducir las mismas pala- bras del doctor C. de la Torre»; y el Delegado de Cuba, lee las par- tes principales de la notable conferencia pronunciada hace pocos meses, y dada á luz por el ilustre Profesor de Zoología de la Uni- versidad de la Habana. Sometidas dichas piezas al examen de los miembros presentes, el doctor Ameghino, eminente especialista en la materia, declara no tener que hacer ningún reparo al trabajo que acaba de leerse. Ma- nifiesta su conformidad con la clasificación adoptada (megalocnus roens), y acepta con el doctor C. de la Torre, que el hallazgo de pie- zas fósiles indica claramente que Cuba ha estado unida con el con- tinente americano. Los huesos fósiles de las casimbas de la Sierra de Jatibonico, confiados al Dr. Montané, han sido depositados, en nombre del Dr. C. de la Torre, en el Museo de La Plata, y en la actualidad se ha- llan sometidos á un examen serio y autorizado por parte del Dr. Santiago Roth, Jefe de la Sección de Paleontología. r. DOCTOR L. MONTANE Nota sobre el hombre de Sancti Spíritus. Hemos llegado al trabajo que tengo la legítima satisfacción de dar como uno de los más importantes, y ciertamente el más in- teresante de todos los presentados en la Sección de las Ciencias Antropológicas, del Congreso Científico Internacional de Buenos Aires. El Dr. Montané describe á grandes rasgos la Sierra de Banao y la gruta Boca del Purial, sita en el pico tuerto del Naranjal; su orientación y su altitud (325 metros) por encima del nivel del mar; sus dimensiones; su naturaleza geológica según el trabajo VIVIA VI HA AYVAISATHATNA VI HO SATVANLIVN SVIONATO AU AVITAOVA :O0YASAOW cad SMILES: , A a e ts e td e =P a AS . a ¿ro E CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 161 hecho in situ por el mismo señor Salterain, Ingeniero en Jefe de Minas y autor de un mapa geológico de Cuba. Además, el Dr. Montané describe con todos sus pormenores la sepultura, modo de arreglo especial de los cráneos y huesos largos en la superficie;—el piso estalagmítico, debajo del cual se encuentran otros fragmentos de huesos humanos, como mandíbulas incompletas, dientes sueltos; huesos ó fragmentos de huesos de animales; conchas marinas, frutos de corojo, objetos de piedra toscamente tallados, fragmentos de silex y de carbón, etc., etc. Tres de los cráneos contenidos en la toba calcárea de la superfi- cie han podido ser examinados sólo de paso en el Laboratorio de Antropología del Museum de París (1906) por el Dr. Verneau, al cual han llamado la atención por su pequeñez y por su aspecto facial. Esas piezas han podido ofrecer una lejana comparación con al- guno que otro cráneo de los antiguos mexicanos. Entonces fué también cuando el profesor Hamy bautizó el hallazgo con el nombre de El Hombre de Sancti Spíritus. «Señores, dice al terminar su comunicación el Dr. Montané, desde el primer momento he tenido la convicción de que este ha- llazgo prueba una gran antiguedad. «He tenido la ocasión de comunicar este descubrimiento al Con- greso de Antropología y de Arqueología de Mónaco (1906). «Verdad es, que me limité entonces á una simple relación, y que no acompañé mi descripción de ninguno de los fragmentos ni de ninguno de los objetos que acabo de mencionar. Y al preguntar al Congreso si podía considerar el hombre de Sancti Spíritus como nues- tro hombre fósil cubano, el venerable Evans me hizo el honor de con- testarme: que era difícil, muy difícil, satisfacer á mis preguntas: que en Europa se tenía todavía una idea vaga de «las cosas de América»; y además, que era muy delicado establecer una analogía fija y segu- ra entre los hechos recogidos en el Nuevo y Viejo Continentes. «Entonces, señores, comprendí que la luz no me vendría «del «Norte»: y me resigné á esperar que pudiera presentar «las cosas de América, á la misma América.» «Pues bien, ese momento ha llegado para mí. El Congreso Cien- tífico Internacional de Buenos Aires, me ha proporcionado la ocasión de venir á una tierra americana; más aún, de venir á un país que se vanagloría, y con razón, de poseer especialistas de fama mundial. «Aquí tenéis á la vista una muestra de los diferentes objetos re- 162 LUIS MONTANE cogidos en la Gruta del Purial, y que someto entusiasta al estudio detenido y tan autorizado de los sabios argentinos.» PROFESOR FLORENTINO AMEGHINO Otra nueva especie extinguida del género Homo, el «homo cubensis ». Algunos días después, el eminente paleontólogo argentino, hacía la siguiente é importantísima comunicación: «En la sesión del 15 del corriente, el Sr. Delegado del Gobierno de Cuba, Dr. Luis Montané, nos ha hecho una comunicación sobre el hombre de Sancti Spíritus, presentándonos una serie de objetos hallados en una cueva de esa localidad. Dicha cueva se abre en un barranco á considerable altura, y su interior presenta sobre el piso una capa de tierra parda, pulverulenta, de aspecto eólico, cubierta á su vez por una espesa capa de estalagmita. «Entre los objetos presentados había un cráneo humano y algu- nos huesos, procedentes de la capa estalagmítica, que por su aspec- to y carácter físico parecen fósiles y pertenecen á una raza de talla muy pequeña. «Otra pieza, un trozo de mandíbula, procede de la capa de tierra parda que se encuentra debajo de la capa de estalagmita, siendo, por consiguiente, de mayor antigúedad que el cráneo y los otros restos procedentes de esta última. «Este fragmento, aunque desgraciadamente muy incompleto, presenta caracteres tan particulares, que conducen á considerarlo como una especie del género homo, distinto del H. Sapiens ya extin- guido. Me ha parecido, pues, que era digno de una comunicación especial, y el Dr. Montané me ha autorizado á hacerla como noticia preliminar de un trabajo más extenso y con dibujos.» Sigue la descripción de la mandíbula y termina así la comuni- cación; «Juzgando con mi criterio de zoólogo y de paleontólogo esas di- ferencias morfológicas tan profundas indican una especie del géne- ro homo, distinta de las ya conocidas, y la designo con el nombre de Homo Cubensis. «El descubrimiento de esta nueva especie del hombre fósil ame- ricano, encuadra admirablemente dentro dé mis teorías. Por lo pronto, es una nueva comprobación de la antigúedad del hombre en América. CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 163 . «Varios de sus caracteres morfológicos demuestran que el hom- bre no desciende de los antropoformos. «Los caracteres singulares que lo aproximan del antropops, prue- ban que los Hominídeos son realmente los descendientes de los Homunculideos y que por consiguiente el hombre es de origen ame- ricano. «Las relaciones con las especies de hombres fósiles de la Repúbli- ca Argentina, especialmente son Homo Pampeus y Homo Sinemento, demuestran que tomó origen con un antecesor común con éstos, descendiente del Diprothomo, que vivió al fin del primer tercio de la época pliocena,. «El Homo Cubensis, es una rama desprendida de ese tronco que penetró en Cuba después del primer tercio de la época pliocena y antes del principio de la época cuarta. «Los restos de mamíferos fósiles descubiertos en la Isla de Cuba y en varias de las pequeñas Antillas, forman parte de la fauna de edentados y roedores característicos de Sud-América. «De esto se deduce que en una época geológica pasada, las Anti- llas constituyeron una tierra continua que formaban un prolonga- miento septentrional hacia América Meridional. «El surgimiento de esta tierra coincidió con la destrucción de la conexión guayano senegalense y con la unión de ambas Américas del Norte y del Sur, que hasta entonces habían permanecido completa- mente separadas por un ancho mar. Según los datos geológicos y la comparación de las faunas, el surgimiento de esa tierra que unía las Antillas y ocupaba el Mar Caribe, tuvo lugar más Ó menos en el último tercio de la época miocena. Fué sólo á partir de esa épo- ca, durante el plioceno, que los mamíferos sud-americanos y con ellos el hombre, penetraron en esa tierra. «El despedazamiento de la tierra que ocupaba el Mar de las An- tillas, tuvo lugar al principio de la época cuarta, y Cuba readquirió su estado insular. Los mamíferos que en ella habían penetrado durante su ligazón continental, quedaron aislados, prosiguiendo su evolución independientemente. Unos, como el Capromys, prolon- garon su existencia hasta la época actual. Otros, como el Megaloc- nus, se extinguieron, y cupo la misma suerte al Homo Cubensis que fué, sin duda, exterminado por invasores más recientes, llegados allí por mar, de las tierras más vecinas del Norte y Sud-A mérica.» Me limito 4 dar sobre el particular algunos ligeros extractos de la prensa diaria de Buenos Aires. 164 LUIS MONTANE La Prensa.—(21 Julio de 1910). «El descubrimiento del doctor Montané, tiene gran importancia desde el punto de vista antropo- genético.» El Diario.—«Según el profesor Ameghino, esos fósiles (los de Sancti Spíritus) son una nueva comprobación de la gran antiguedad del hombre en América.» La Razón.—(25 Julio 1910.) «Entre los más importantes traba- jos presentados en la Sección de Ciencias Antropológicas del Con- greso Científico Internacional, figura en primer término, el del dis- tinguido hombre de ciencias, doctor Luis Montané, Profesor de Antropología en la Universidad Nacional de la Habana y Delegado de la República de Cuba al citado Congreso. , «El hallazgo del hombre fósil cubano, por el doctor Montané, viene á arrojar viva luz acerca del origen, naturaleza y antigúedad del hombre de América.» He aquí, pues, establecida la existencia del hombre fósil cubano, basada sobre el estudio directo de sus restos Óseos. Vamos á ver ahora cómo el examen de las piezas óseas animales nos suministran una prueba tan elocuente como sorprendente, de la antigúedad de ese hombre fósil. No haré más que citar de paso un fragmento de hueso de ani- mal, que el autorizado Jefe de la Sección de Paleontología del Mu- seo de la Plata, Dr. Santiago Roth, cree poder referir á un Armada- llo, de la familia de la dasypodide, Genero Tatusia. Quiero insistir más bien en la importancia que suministra el estudio de unos dientes sueltos encontrados en la capa sub-stalagmí- tica de la Boca del Purial. Desde el primer momento el Dr. Roth los ha declarado como pertenecientes á un mono. Para el estudio detenido y completo de esas piezas dentarias, ha sido realizado por el Dr. Ameghino, quien me ha “entregado la no- ta siguiente, la víspera misma de mi salida para Europa (9 Agosto 1910): FLORENTINO AMEGHINO Montaneia antropomorpha: un género de mono hoy extinguido de la lsla de Cuba. Nota preliminar. «Entre los objetos traídos por el Delegado Oficial del Gobierno de Cuba D. Luis Montané, al Congreso Científico Internacional de VIDOTOLNOYWTIVd HA VIVS-— VIVIA VI HA OASAN ll LA Az 4 SN y E p í r > e y a Y e | e q : RE PET TN e e AAA CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 165 Buenos Aires, hay un cierto número de dientes pertenecientes á un mono de un género hasta hoy desconocido. «Proceden de la misma caverna de Sancti Spíritus en que fué en- contrada la mandíbula del Homo Cubensis. Esos dientes, en número de 16, todos sueltos y de un aspecto relativamente fresco, representan la dentadura inferior de un solo individuo, faltando sólo el segun- do incisivo del lado derecho y la última muela del lado izquierdo. «Se trata de un verdadero mono de tamaño relativamente con- siderable y que por la fórmula dentaria entraría en el grupo de los moru s americanos, mientras que por la conformación de las coronas de "15 muelas persistentes se parece á los monos antropomorfos y al hombre, y todavía más á este último que á aquéllos. «Es una forma interesantísima, del género hoy completamente extinguido, que designo con el nombre de Montaneiía en honor de su descubridor, el doctor Montané, dando á la especie el de Anthropo- morpha para expresar así el parecido que presenta con los antropo- morfos y el hombre..... «El descubrimiento de la Montaneia anthropomorpha es tanto más notable, si se tiene en cuenta que hoy no existen monos en la Isla de Cuba.» II. Arqueología y Paleoarqueología. Vice-Presidente: Doctor R. Lehmann-Nitsche. FLORENTINO AMEGHINO Vestigios industriales en la formación entreriana. El trabajo de Ameghino es de un interés extraordinario, pues se conoce una insospechada antigúedad al hombre 0á su precursor. Se remonta su capacidad industrial nada menos que al oliyoceno su- perior. Se trata de la muela superior izquierda de un toxodonterium que presenta profundas incisiones transversales que no tienen más explicación que por la acción de un sér inteligente que no puede ser más que el hombre Ó uno de sus precursores. FLORENTINO AMEGHINO Vestigios industriales en el Eoceno Superior de Patagonia. Nunca se pensó que pudieran hallarse vestigios en terrenos de tan remota antigúedad. Ameghino los atribuye á un homunculideo, 166 LUIS MONTANE probablemente el anthropops ú otro muy parecido. Motiva la co- municación un trozo de mandíbula encontrado por Carlos Ameghi- no en la misma localidad de donde procede el anthropops, llena de incisiones intencionales que no pudieron ser hechas más que me- diante una piedra y por una mano pequeña y segura. FLORENTINO AMEGHINO La industria de la piedra quebrada en el mioceno superior del Monte Hermoso. Se trata de una nueva industria completamente desconocida hasta ahora, y que él denominó como lo indica el adjunto título. PROFESOR LUIS M. TORRES La mayor antiguedad del hombre en América, según los vestigios indus- triales. El Profesor Torres señala con precisión el proceso evolutivo in- dustrial de las edades prehistóricas, señalando la importancia de los hallazgos efectuados en la República Argentina, particularmen- te, en estos últimos tiempos. Llama la atención sobre los trabajos del Profesor Ameghino, y evidencia, poco á poco, los progresos rea- lizados en el sentido de demostrar la antigúedad del hombre. PROFESOR DOCTOR 8. COURTY Las ruinas de Tiahmanaco. El Profesor Courty dió una extensa conferencia acerca de los resultados que obtuvo en sus excavaciones en las ruinas de Tiahma- naco, como geólogo de la Misión Científica Francesa Sud-americana, de Crequi-Montfort. Courty descubrió objetos arqueológicos del mayor interés, que ponen de manifiesto una antiquísima y floreciente civilización. Admite las ruinas como de origen prehistórico y contesta que los alineamientos que pueden compararse á los de Bretaña, en Francia, no son en realidad más que los esqueletos de las grandes construciones. Las traquitas y gredas están pulidas mediante otras piedras duras y los grabados de la puerta del Sol, deben ser hechos mediante metal y son conocidos. El Profesor Courty, se extiende en consideraciones sobre los utensilios y revela que desde CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 167 los grandes monumentos á hoy, varias civilizaciones se han sucedi- do, pero que no duda que las otras se deban á los antecesores de los actuales aymaras que han perdido á través del tiempo toda tradición. TIT. Etnografía. Vice-Presidente: Profesor J. B. Ambrosetti. Sobre un objeto de uso ceremonial de los indios Tains (altos Paraná). Perteneciente al Museo Nacional, donde su inscripción y proce- dencia. Se trata de una investigación hacia esos indios, con fin com- pletamente desconocido, y de una interpretación del objeto que, cierta 6 no, de cualquier manera, da una muestra del arte escultó- rico de estos indios. PROFESOR, J. B. AMBROSETTI Relaciones de la civilización calchaquí con las civilizaciones del Perú y con los pueblos de la América del Norte. El Profesor J. B. Ambrosetti habló de las relaciones de la cul- bura calchaquí con la de las regiones que la circundan. En la re- gión calchaquí encuentra el visitante un tipo de cultura completa- mente similar á los de los pueblos del norte de México y sudoeste de Estados Unidos de América, según la decoración de algunas pie- zas arqueológicas y el tipo de las hachas de piedra. Gracias al estudio de los vestigios dejados, se puede concluir que ambas regiones fueron ocupadas por pueblos que, en época lejana, po- blaron el Norte de América, y sus restos refugiáronse en los dos pun- tos de las dos Américas. Su origen es difícil de precisar. No hay nadie que pruebe que la cultura Calchaquí derive de la peruana: lo único que se comprueba es intercambio comercial y no invasión. El comercio precolombiano ha existido desde tiempos muy remotos. No puede aceptarse una influencia directa en la civilización Cal- chaquí que tiene sus modalidades peculiares. SEÑOR E. LARRABURE Y UNANUE Vice-Presidente del Perú Sobre las antiguas civilizaciones indigenas del Perú, y de las cuales la titu- lada civilización Calchaquí no es sino un pálido reflejo. La civilización, agregó, no es una, sino un proceso ininterrumpido de eivilizaciones. Desde luego, es preciso clasificarlas á fin de es- 168 LUIS MONTANE tudiarlas metódicamente. El conferencista dió á conocer su clasifi- cación, y analizó varias civilizaciones. Según el autor, no hacen más que continuar el camino de sus predecesores, de modo que hay que estudiar no sólo la denomina- ción de aquéllos sino tambien de éstos. En el asunto de la civiliza- ción Calchaquí, el conferencista opinó que nada comprueba su autonomía, sino su semejanza y dependencia peruana, en lo que se refiere á los objetos industriales peruanos y con los conocimientos étnicos, como la braquicefalia y demás pruebas aducidas en favor de la falta de relaciones de una y otra. Hizo un estudio especial de los objetos de bronce calchaquí, demostrando que pertenecen al ti- po peruano, no opinando así respecto á las campanas, discos de bronce; pero también cree qne no puede de golpe llegarse á una ci- vilización tan extraordinaria como revelan esos objetos. Menester es, pues, realizar nuevas investigaciones, porque estos objetos pueden ser de reciente procedencia, como la época de la conquista colonial. No hay elementos, por lo tanto, para fundar una civili- zación propia calchaquí: todo pertenece á los Coyas Ó Incas. El tema provocó una interesante discusión en la que insistió particularmente el Sr. Ambrosetti, trayendo nuevo acopio de prue- bas respecto de la independencia de la civilización Calchaquí y el Profesor Lafone-Quevedo dió datos á propósito de los objetos au- ténticos y de los falsificados. PROFESOR R. LEHMANN-NITSCHE Estudios de Folklore argentino. Adivinanzas rioplatenses. Colección de adivinanzas populares de la Argentina, Uruguay y Paraguay, hecha en diez años por el conferencista con la ayuda de treinta colaboradores. El material comprende alrededor de 700 adivinanzas, las que ascienden á 3,000 más Ó menos con las variantes. El arreglo de este gran material significa el trabajo científico del autor y es el tercero de esta índole hecho en el mundo sobre esta materia. Merced 4 un trabajo minucioso de varios meses, pu- de formular 20 grupos interesantes con las adivinanzas en quechua y guaraní, de origen colonial, así como los modismos argentinos. En un apéndice trata de la zona de distribución de las adivinanzas, y comprueba la existencia de una buena parte de ellas en diferen- tes países europeos, quedando los restantes como verdaderamente CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 169 criollos. La presente colección es la primera de esta clase que se ha hecho en Sud América. Forma igualmente la primera de una serie de monografías que el autor ha reunido y que piensa publicar bajo el título « Comisión de Estudios sobre Folklore Argentino ». IV. Lingúística. PROFESOR SAMUEL LAFONE-QUEVEDO, VICEPRESIDENTE Las Provincias lingúásticas del Brasil austral. Uruguay. Paraguay. Notabilísimas son todas las comunicaciones del ilustre lingúista Lafone-Quevedo. En esta comunicación asegura que los indios de la región aus- tral del Brasil eran evidentemente guaraníes; éstos tuvieron allí influencia directa, pero diferente de aquéllos. Existían pueblos más Ó menos guaranizados, sin ser guaraníes. Los botocudos están en un grupo étnico lingúístico independiente y constituyen un gru- po de arrinconamiento. Las provincias lingúísticas Tupi invaden poco á poco las otras y se nota su influencia. El Profesor Lafone-Quevedo hizo una clasificación completa donde agrupó en provincias lingúísticas tribus de indios conocidos con nombres distintos. Analizó las raíces comunes á las reputadas diferentes lenguas, para demostrar que son perfectamente suscep- tibles de ser clasificadas según ciertos caracteres afines. Dividió en tres grandes grupos los del Brasil, del Uruguay y del Paraguay, siendo ésta una prolongación de la gran familia gua- raní y no creyó necesario entrar en el análisis de estas provincias lingúísticas. DOCTOR BERTONI Necesidad de una mejor orientación para el estudio histórico y lingúistico de la lengua guaraní. Guaraní aparece en narraciones guaraníes y guaranizadas; su es- tudio ayuda á la protohistoria de esas civilizaciones. Él re- sume los trabajos hechos por diversos autores sobre el idioma. No existe lengua que sea más rígida, más inflexible, más inaltera- ble que el guaraní. Guaraní y Tupí, son sinónimos y debe usat- se exclusivamente la primera designación. La unidad del guaraní es indiscutible; lo más que podría aceptarse son variantes pequeñas que no alcanzan á la categoría de dialectos. Es un idioma próxi- 170 LUIS MONTANE mo del monosilabismo. En guaraní el acento es el alma del idio- ma. Las palabras guaraníes no pueden corromperse, más bien des- aparecen; desde los tiempos más remotos el guaraní se mantiene inalterable, sólo desaparece por la invasión del castellano. Es in- dispensable adoptar una ortografía única para ese idioma, pues las diferentes maneras de escribir han traído lamentables confusiones, y propuso la ortografía internacional adoptada en los Congresos. PROFESCR LAFONE-QUEVEDO Provincias lingiísticas argentinas. ¿Qué es lo que se sabe de la lengua é g que hablaron los Calchaquíes, los Charrúas y los Querandies? El Profesor Quevedo dividió los distintos y variados idiomas que hablaban los pueblos aborígenes en grupos afines, explicando las causas de la existencia de ciertos idiomas que se encuentran ubica- dos en provincias lingúísticas que no les corresponden. El estudio analítico del Profesor Quevedo se extendió en los caracteres diferenciales y comunes que permiten la aludida clasi- ficación. El estudio especial de cada uno de los idiomas que motivan la conferencia puso de manifiesto el estado actual de ese conocimien- to, trayendo en su apoyo una bibliografía muy completa. El trabajo del Dr. Quevedo suscitó un estudio comparativo de los distintos idiomas indígenas, hecho por el Profesor Cabrera. El Profesor Lafone-Quevedo siguió con la segunda parte de su trabajo, el estado actual del conocimiento de los idiomas Calcha- quíes, Churrúa y Querandie. El Profesor Lafone manifestó lo que se conoce y particularmen- te lo que se ignora al respecto, y el peligro de dar conclusiones prematuras. PROFESOR CARLOS SPEGAZZINI Estudio sobre las lenguas patayónicas y fueguinas. En Tierra del Fuego, hay cuatro idiomas fundamentales: Ona, Yagon, Aclacaluf y la Parri ó Adtipiun. Los últimos usan una lengua que no tiene la menor relación con las otras. Analizó cada una, desde los puntos de vista gramatical y parti- cularmente fónico, estableciendo ciertas relaciones entre el idioma Yagon y el Aclacaluf. La dificultad de asimilar la pronunciación CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 171 del último, es enorme, según el autor, y recomienda para los que quieran asimilarla el uso del fonógrafo, 4 fin de poder educar el oído mediante repeticiones. La estructura gramatical de Yagon no tiene parecido. El pro- fesor Spegazzini la estudia especialmente dando las causas de las dificultades de intrincamiento de ese idioma. La pronunciación del Yagón no es tan difícil como se cree. Es- tudió los casos, quizás radicales, etc. Lo más complicado es la ausencia del nombre genérico, así no hay palabra general para el Guanaco, sino particulares para Guanaco macho, Guanaco hembra, briste, feo, etc. Es curioso que se tengan nombres especiales que designe el árbol, etc. Como conclusión dijo que estas lenguas constituyen un grupo separado. DOCTOR REY DE CASTRO De unas conclusiones que el autor del trabajo apoya en una ex- tensa serie de apreciaciones y documentos científicos invocando el testimonio de filósofos, psicólogos y etnógrafos de prestigio univer- sal, desprende el Sr. Rey de Castro, como lógico corolario lo si- guiente: «Prescindir de los idiomas primitivos americanos en la enseñan- za de los aborígenes de América, equivale á arrancar de cuajo una herencia psicológica milenaria, llevando al espíritu de aquellos aborígenes perturbaciones, dudas y desconfianzas que tienen in- fluencia en la marcha de su inteligencia y en el desarrollo de todas sus aptitudes. El Profesor Rey de Castro no pretende el absurdo—son sus pa- labrae—de que se deje de enseñar á los aborígenes el idioma espa- ñol, portugués, etc., sino que se emplee como instrumento para la evolución lingúística, el idioma primitivo. VOTOS Tres votos importantes han sido emitidos por la Sección de Antropología y aceptados por el Congreso Científico Internacional de Buenos Aires. El primero, á propuesta del Dr. R. Lehmann-Nitsche: «El Congreso Científico Internacional Americano vería con agrado que el Gobierno Nacional reservara fracciones suficientes de 172 LUIS MONTANE tierra, en los territorios del Chaco, Patagonia y Tierra del Fuego, destinadas á los pobladores indígenas. » El segundo, 4 propuesta del Dr. Víctor Delfino: «Con el objeto de propender al mejor conocimiento del hombre, el Congreso Científico Internacional vería con agrado, se constitu- yeran en cada una de las capitales de las naciones americanas, — que no las tengan—Sociedades de Antropología, tomando á este último vocablo en su acepción más lata. » Y el tercero, á propuesta del Dr. Larrabure y Unanue, Vice Presidente del Perú: «El Congreso Científico Internacional Americano, recomienda al estudio de la cuarta Conferencia Iuternacional Americana, actual- mente reunida en Buenos Aires, el proyecto de reglamentación per- tinente á la conservación y explotación de los yacimientos y monu- mentos arqueológicos americanos .» El 25 de Julio tuvo lugar la última sesión de la Sección de Cien- cias Antropológicas. El Profesor Samuel Lafone-Quevedo, cerró las reuniones de esta Sesión con breves palabras en las que puso de relieve el trabajo realizado. Agradeció la valiosísima colaboración de los Delegados; para cada uno de los cuales tuvo palabras sinceramente afectuosas. Se- ñaló á grandes rasgos el proceso que en el país se acentúa cada día más en el sentido de las investigaciones científicas, y se felicitó de que frutos sazonados, merced á la ardua labor y al sacrificio, pueda hoy brindar la República Argentina al mundo científico. Terminó deseando que la cohesión se mantenga inalterable, y saludó á los dignos representantes y á sus naciones respectivas. HE AQUÍ LA NÓMINA DE LOS ESTUDIOS INSCRIPTOS EN EL PROGRAMA DE LA SECCIÓN DE CIENCIAS ANTROPOLÓGICAS: Dr. Christian Jacob 1. Apuntes provisorios para la filogenia del cerebro humano. Srta. Juliana Dillentus 2. Amomalías anatómicas y atávicas del cráneo Calchaquí, como contribución al estudio somático de la tribu del mismo nombre. CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 173 Profesor Clemente Onelli 3. Canales perforantes, emisarios y sutura metópica en indí- genas de la Patagonia. Dr. Florentino Ameghino 4. Un esqueleto fósil humano de un tipo extinguido encontra- do en el pampeano superior del Arroyo Siasgo. 5. Dos esqueletos humanos fósiles encontrados en el pampeano inferior del Moro. 60 kilómetros al norte de Nicoches. Profesor Rodolfo Senet 6. La cuestión de los precursores del hombre en la Argentina. Homo pampaeus, Prothomo, Diprothomo, Tebraprothomo y Homo neoganeus. Homunculideos. Profesor Carlos Bruch 7. Relevamientos antropológicos de cuatro naturales del valle Calchaquí. Profesor Juan B. Ambrosetti S. El problema de los enanos en América. Dr. Fernando Lahille 9. Los Onas. Dr. Carlos Spegazzine 10. Parentesco de los tehuelches con otros indios americanos. Profesor Rodolfo Senet 11. Clasificación filogenética de los estigmas somáticos de de- generación. Dr. Augusto Mattenzz1 12. T'influence du milieu physique et téllurique de 1'hérédité des caractéres acquis dans 1'évolution et la dissolution des peuples. Dr. Teófilo Wehsler 13. El papel sociológico de la antropología. Dr. Luis Montané 14. Estado actual de las ciencias antropológicas en Cuba. 174 LUIS MONTANE Dr. Moisés Bertont 15. El origen probable de las razas americanas. Dr. Carlos A. Marelli 16. Sobre una serie de cráneos antiguos de lago Buenos Aires. Sr. Antonio de Llamas 17. Paleoantropología (Uakambabelté). 18. Arqueoantropología. Profesor Víctor Mercante 19. Variación del índice cefálico según el sexo y la edad. Dr. Luis Montané 20. Nota sobre el hombre de Sancti Spíritus (Cuba). 21. Presentación, á nombre del doctor Carlos de la Torre, de al- gunos huesos fósiles encontrados en Cuba. Dr. Santiago Roth 22. Relaciones de las faunas mamalógicas extinguidas de Sud yA América con los primates. Profesor Luis María Torres 23. Antropología y Arqueología de los primitivos habitantes del delta del Paraná. Profesor Antonio de Llamas 24. Paleoarqueolantropología. Dr. Estamislao S. Zeballos 25. Historia de la República Argentina. Orígenes prehistóri- cos. (Resumen. ) Profesor Luis María Torres 26. La mayor antiguedad del hombre en América según los vestigios industriales. Dr. Florentino Ameghino 27. La antigúedad geológica del yacimiento antropolítico de Monte Hermoso. CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 175 Dr. Florentino Ameghino 28. Vestigios industriales en la formación entrerriana. (Oligo- ceno superior ó mioceno el más inferior. ) 29. Vestigios industriales en el eoceno superior de Patagonia. Coronel Antonio A. Romero 30. El problema de las escorias en tierras cocidas en las for- maciones sedimentarias niogenas de la República Argentina. Dr. Florentino Ameghino 31. La industria de la piedra quebrada en el mioceno superior de Monte Hermoso. Profesor Juan B. Ambrosetti 32. Sobre un objeto de uso ceremonial de los indios Tains (altos Paraná) perteneciente al Museo Nacional de Buenos Aires. Dr. Salvador Debenedetti 33. La industria de la alfarería entre los indígenes de América. Profesora Elina G. A. de Correa Morales 34, Usos y costumbres de los Tehuelches. Dr. Roberto Dabbene 35. Usos, costumbres é industria de los indios fueginos. | Dr. Luis Montané 36. Supervivencia en Cuba del tipo étnico indio precolombiano. Profesor Juan B. Ambrosetti 37. Relaciones de la civilización Calchaquí con las civilizacio- nes del Perú y con los pueblos de la América del Norte. Señor E. Larrabure y Unanue 38. Sobre las antiguas civilizaciones indígenas del Perú, y de las cuales la titulada Civilización Calchaquí no es sino un pálido reflejo. Profesor Juan B. Ambrosetti 39. El problema del bronce en la Argentina. 176 LUIS MONTANE Profesor Luis María Torres. 40. Provincias etnográficas y etnológicas argentinas. Señor E. Larrabure y Unanue 41. Necesidad de un acuerdo internacional americano para la conservación, explotación y el estudio de ¡os monumentos ar- queológicos indígenas. Dr. R. Lehmann-Nitsche 42, El problema indígena. Necesidad de destinar territorios reservados para los indígenas de Patagonia, Tierra del Fuego y Chaco, según el proceder de los Estados Unidos de Norte América. Señor Aníbal Cardoso 43. Buenos Aires en 1536. 44. Tres siglos de monedas columnarias en El Plata. Profesor Julio Vicuña Cifuente 45. Supersticiones de Chile. Señor Ramón A. Labare 46. Oraciones populares, ensalmos y conjuros que se dicen en Chile. Dr. R. Lehmann-Nitsche 47. Folklore argentino. Clasificación de las adivinanzas rio- platenses. Dr. Teófilo Wehsler 48. Antropología lingúística. Dr. Carlos Spegazzine 49. Estudio sobre las lenguas patagónicas y fueguinas. Profesor Samuel Lafone- Quevedo 50. Provincias linguúísticas del Brasil, Uruguay y Paraguay. Dr. Moisés Bertont 51. Necesidad de una mejor orientación para el estudio lin- gúístico é histórico de la lengua guaraní. CONGRESO CIENTIFICO INTERNACIONAL 17 -] Profesor Samuel Lafone- Quevedo 52. Provincias linguúísticas argentinas. 53. ¿Qué es lo que se sabe de la lengua que hablan los calcha- quíes, los charrúas y los querandíes ? Profesor Juan B. Selva 54. Porvenir del habla castellana en América. Señor Hugolino Quinzio 55. Utilidad y conveniencia de que la lengua castellana sea universal: medio para obtener esta universalidad. Dr. Teófilo Wehsler 56. El castellano como idioma universal. Profesor Pedro Scalabrini 57. El Esperanto como idioma auxiliar internacional realiza antiguas aspiraciones históricas, y satisface numerosas necesidades contemporáneas, de acuerdo con la naturaleza, destinación y evolu- ción del lenguaje humano. ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA PLANTAS VASCULARES Tabla de las familias naturales de la «Flora of the British West Indian Islands»,* de Grisebach, POR EL DR. MANUEL GOMEZ DE LA MAZA Profesor de Botánica de la Universidad Nacional La sinposis de los grupos superiores á las familias (cuadros 1? y 22) es intercalada por mí. La tabla de las familias, debida á Grisebach, está arreglada conforme con los caracteres típicos de las familias, pero no con los excepcionales, y es muy útil para determinar muchas plantas cu- banas, aunque no incluye todos los géneros cubanos de las familias mencionadas, y prescinde de otras familias de la flora de Cuba. En cambio, en dicha tabla, se tratan algunas familias y géneros no cubanos. Se emplea el término exótico con relación 4 Cuba. En notas expongo, cuando hay diferencias, la correspondencia de las familias que admite Grisebach con las que actualmente acep- to. La falta de nota indica conformidad. Y algunas veces esta- blezco correspondencia entre los grupos de Grisebach y los de Stahl, Flora de Puerto Rico, 1.—VI. ? Grisebach omite principalmente, al parecer al menos, las si- guientes familias, que tienen especies cubanas, indígenas ó culti- vadas: I. Fanerógamas: Balsamináceas (cult.), Baseláceas, Berberi- 1 «Flora de las Indias Occidentales (Antillas) inglesas ». Las Antillas inglesas son: Islas Bahamas (Lucayas, Islas de Bahama); Islas Turcas (Turk Islands); Islas Caimán, Jamaica; Islas Vírgenes (Virgin Islands), entre ellas Tórtola, Virgen Gorda y Anegada; San Cristóbal (S. Kitts); Anguila (Anguilla); Nevis; Redonda; Monserrate (Monserrat); Dominica; Santa Lucía; San Vicente (S. Vicent); Granada y Granadillas (Granada Grenadillos, Granadinas); Barbuda; Antigua (Antigoa); Barbadas (Barbadoes); Tobago (Tabago); y Trinidad. 2 La obra de Stahl (A), detalladamente se titula así: folleto 12 Estudios sobre la Flora de Puerto Rico (Puerto Rico, 1883), folletos 22 4 62 Estudios para la Flora de Puerto Rico (Puerto Rico, 1884 á 1888). ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 179 dáceas, Butomáceas, Calitricáceas, Cistáceas, Dipsacáceas, Elati- náceas, Eleagnáceas, Fagáceas (Cupulíferas p. p.), Halorragidáceas, Limnantáceas, Lináceas (cult.), Nepentáceas (cult.), Pitosporá- ceas, Platanáceas (cult.), Podostemonáceas, Polemoniáceas (cult. ) Resedáceas (cult.), Sabiáceas, Santaláceas, (en Cuba sólo Exocar- pus, cult.), Tamaricáceas (cult.), Tropeoláceas (cult.), Valeria- náceas. TI. Criptógamas vasculares: Isoetáceas, Osmundáceas, Salvi- niáceas. SINÓPSIS DE LOS GRUPOS SUPERIORES Á LAS FAMILIAS CUADRO 1? y con flores (Fanerógamas ?) a). Ovario cerrado, con estigma (Angiospérmeas 3). 1.—Dos ó más cotiledones: Dicotiledóneas. a. Pétalos libres estambres inser- tos en el receptáculo............ Talamistémonas. b. Estambres ó pétalos insertos en ecards Calicostémonas. c. Pétalos entresoldados. Estam- bres comúnmente insertos en LMCQrolA: soe O Petalostémonas. 2.—Un solo cotiledón: Monocotiledóneas. f£). Ovario abierto, sin estigma: Gimnospérmeas.* y sin flores: Criptógamas Vasculares.? PLANTAS CON RAICES CUADRO 22 DICOTILEDÓNEAS Hojas primeras del embrión opuestas. Ovario cerrado. 1. —Talamisttmonas. Pétalos libres. Estambres insertos en el re- ceptáculo. A.—Ovarios distintos. —Familias nos. 1 á 7. 1 Bibliografía.—I. Urban, Incrementa siphonogamarum flore jamaicensis (in Urban, Simbole Antillane VI, 70: 1909). 2 Espermatofitas ó Antofitas. Estigmatadas. Anestigmatadas. Pteridofitas, 180 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA B.—Ovario con placentas parietales. —Familias nos. 8 á 14. C.—Ovario 2-(1—) locular. Ovulos solitarios, pendientes. —Fa- milia no. 15. D.—Ovario 1-locular, con una placenta central y libre, 6 de varias celdas. Familia no. 16. E.—Ovario de varias celdas: placentas en el eje. a.—Cáliz valvar. Familias nos. 17 á 21. b.—Cáliz imbricado. 1.—Sépalos 2-pluriseriales, Ó transformándose en bracteolas. Estambres o(-10). Familias nos. 22 4 26. 2.—Cáliz 1-serial. Estambres 10 Ó menos (-0o). Fami- lias nos. 27 á 37. F.—Ovario simple, 1-locular ó dividido por tejido. Ovulos po- cos, pendientes de una placenta central, ó del ápice de la celda. Familia no. 38. G.—Ovario de 2 6 más celdas. Ovulos 2-1 en cada celda, as- cendentes. Familia no. 39. TI. —Calicostémonas. Estambres Ó pétalos insertos en el cáliz. A.—Ovario de varias celdas, superior *; óvulos 1-2 en cada celda. Hojas simples. Familias nos. 40 á 44. B.—Ovario de varias celdas, ó simple; óvulos 1-2 en cada celda. Hojas generalmente compuestas. Familia no. 45. C.—Ovarios solitarios, Ó distintos, libres. Albumen O. Fami- lias nos. 46 á 49. D.—Ovario de varias celdas. ? Estilo simple. Cáliz valvar. Al- bumen O. Familias nos. 50 4 55. E.—Ovario con placentas parietales. Familias nos. 56 á 62. F.—Ovarios distintos Ó unidos, con los estilos generalmente dis- tintos. Semillas pequeñas, co. Familias nos. 63 y 64. G.—Ovario inferior, 2-multilocular, con los estilos distintos ó unidos. Ovulos solitarios en cada celda, pendientes. Se- millas albuminadas. Embrión diminuto.—Familias nú- meros 65 y 66. H.—Ovario simple, coherente con los 3-1 óvulos reducidos. Fa- milia no. 67. 111. —Petalostemonas. Pétalos entresoldados. Estambres común- mente insertos en la corola. A.—Ovario inferior. 1 Excepto algunas Rámneas. 2 Simple en Combretáceas. ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 181 a. —Estigma desnudo. Familias nos. 68 y 69. b.—Estigma con pelos colectores. 1.—Ovario simple, 1-ovulado. Familia no 70. 2.—Ovario de varias celdas, con eo óvulos. Familias nú- meros 71 4 73. B.-—Ovario superior. a. —Estambres insertos en el receptáculo. Familias nos. 14 y 75. b.—Estambres insertos en la corola, opuestos 4 sus lóbulos. Placenta central, libre. Familias nos. 76 á 78. c.—Estambres insertos en la corola, en mayor número que sus lóbulos, ó los fértiles opuestos á ellos. Familias números 19% 8L. d.—Estambres insertos en la corola, tantos Ó menos que sus lóbulos. 1.—Corola regular. Familias nos. 82 á 90. 2.—Corola irregular, generalmente 2-labiada. Familias nú” meros 91 á 97. IV.—Monoclamídeas. Flores apétalas, Ó incompletas. A.—Cáliz escarioso, inferior. Familias nos. 98 y 99. B.—Cáliz inferior, raramente O. Albumen amiláceo. Embrión generalmente excéntrico. Familias nos. 100 á 104. C.—Cáliz inferior, Ó nulo. Albumen O, ó carnoso. —Familias nos. 105 á 112. D.—Ovario inferior. Flores no amentáceas. Familias núme- ros 113 y 114. E.—Ovario inferior desnudo. Flores en espádice. Familia nú- mero 115. F.—Flores amentáceas, al menos las masculinas. Familias nú- meros 116 á 122. E > GIMNOSPÉRMEAS Hojas primeras del embrión opuestas Ó verticiladas. Ovario abierto. Familias nos. 123 y 124. MONOCOTILEDÓNEAS Hoja primera del embrión solitaria. A.—Albumen O. Embrión vacío arriba. Familias nos. 125 4 127. 182 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA B.—Semillas albuminadas. Flores en espádice. Familias nú- meros 128 á 131. C.—Embrión en una cavidad especial operculada del albumen amiláceo. Familia no. 132. D.—Embrión en el exterior del albumen amiláceo. Familias nos. 133 á 135. E.—+Enmbrión incluído en un albumen amiláceo. Flores desnu- das ó glumáceas. Familias nos. 136 y 137. F.—Enmbrión incluído en un albumen córneo Ó carnoso. Perian- tio colorido. Familias nos. 138 á 141. G.—Enmbrión incluído en el albumen amiláceo. Periantio colo- rido. Familias nos. 142 á 146. H.—HEmbrión macizo. Albumen O. Periantio colorido, supe- rior. Familias nos. 147 y 148. CRIPTÓGAMAS VASCULARES Reproducción por células simples (esporos); fecundación por anteridios (no por polen). Familias nos. 149 á 152. TABLA DE LAS FAMILIAS Dicotiledóneas Hojas primeras del embrión opuestas. Ovario cerrado. I.—TALAMISTÉMONAS. Pétalos libres. Estambres insertos en en el receptáculo. A.—Ovarios distintos. 1 Ranunculáceas. Sépalos caducos. Hojas no punteadas ni aro- máticas. ] Dileniáceas. Sépalos persistentes. Semillas ariladas. (8) 3 Magnoliáceas. Sépalos caducos. Hojas aromáticas, común- mente estipuladas. 4 Anonáceas. Albumen raído. Hojas aromáticas, anestipuladas. 5 Menispérmeas.! Flores 1-sexuales. Estambres opuestos á la corola. Plantas trepadoras. 6 Ninfeáceas.? Embrión separado por un saco del albumen ami- láceo. Plantas acuáticas. 7 Nelumbóneas.2 Albumen O. Plantas acuáticas. 1 Menispermáceas. 2y3 Ninfeáceas. ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 183 B.—Ovario con placentas parietales. 8 Papaveráceas. Sépalos 2-3. Albumen abundante, incluyendo el embrión diminuto. 9 Crucíferas. Sépalos 4. Estambres 4-dínamos. Aibumen O. 10 Caparídeas. * Sépalos 4. Estambres co —6. Albumen O. 11 Bixíneas. ? Receptáculo con un disco. Albumen carnoso, in- cluyendo un embrión con cotiledones foliáceos. 12 Violáceas. Estambres 5: anteras excedidas por el conectivo. Albumen carnoso, incluyendo el embrión. 13 Sauvagésicas. 3 Estambres fértiles 5, los estériles exteriores. Albumen carnoso, incluyendo el embrión. 14 Droseráceas. Cáliz 3-partido. Albumen abundante, incluyen- do el embrión diminuto. Hierbas glandulosas. (Véase Cariofíleas, Caneláceas, Marcgraaviáceas, Hi- pericíneas, Pasitlóreas y Turneráceas.) . C.—Ovario 2—(1—) locular; óvulos solitarios, pendientes. 15 Poligáleas. * Flores asimétricas. (Véase en Euforbiáceas. ) D.—Ovario 1-locular, con una placenta central y libre, ó de varias celdas. 16 Cariofileas. ? Embrión excéntrico; Albumen amiláceo. E.—Ovario de varias celdas: placentas en el eje. a. —Cáliz valvar. 17 Malváceas. Estambres co: 1-adelfos. Anteras 1-loculares. 18 Bombáceas. * Columna estaminal dividida en manojos. An- teras 1-loculares. 19 Esterculiáceas. ” Estambres 1-adelfos. Anteras 2-loculares. Flores 1-sexuales, apétalas. 20 Buettneriáceas. 8 Estambres 1-adelfos. Anteras 2-loculares. Flores completas. 291 Tiliáceas. * Estambres co, libres. Anteras 2-loculares. 1 Gén. 1, 447=Caparidáceas; Moringa=Moringáceas; Tovaria=Toyvariáceas (exót). 2 Bixeas=Bixáceas (Stahl); Lastia y Xylosma=Flacurciáceas; Trilix sección Prockia= Eleocarpáceas; Lunania, Trilix sección Banara, y Samídeas=3amidáceas. La tr. Samídeas= fam. Samideas Stahl. 3 Ocnáceas.—Véase el número 37. 4 Gén. 1á4=Poligaláceas; Krameria (exót.) =Leguminosas. 5 Molugíneas y Ficoídeas=Aizoáceas. Paroníquieas=Aizoáceas y Cariofiláceas; omite los gén. de Ilecebráceas (exótica). Siléneas y Alsíneas=Cariofiláceas. Portuláceas=Portula - cáceas. 6 Bombacáceas. 7y8 Esterculiáceas. 9 Sloanea=Eleocarpáceas; gén. 1 4 4—Tiliáceas. 184 27 36 e 0 NN -— MANUEL GOMEZ DE LA MAZA b. —Cáliz imbricado. 1.—Sépalos 2-pluriseriales, Ó transformándose en brae- teolas. Estambres co(—10). Ternstremiáceas * Estilo simple 6 lobado. Hojas alternas. Gutiferas ? Estigmas sentados, Ú estilos distintos. Flores po- lígamas. Hojas opuestas, lustrosas. Caneláceas. Estambres formando una columna tubulosa. Anteras 20-10, extrorsas. Hojas alternas. Marcgraaviáceas. * Estigmas sentados. fojas alternas. Brác- teas en capucha. Hipericiíneas. + Estilos comúnmente distintos. Hojas opues- tas, punteadas. (Véase Ocnáceas). 2.—Cáliz 1-serial. Estambres 10 Ó menos (— 0). Eritroxíleas. * Pétalos con una doble escama interior. Estam- bres 1-adelfos, 10. Malpigniáceas. Cáliz comúnmente con 8-10 glándulas por afuera. Pétalos unguiculados. Sapindáceas. ¡Sépalos 5-4. Estambres libres, generalmente 8. Estafileáceas. Sépalos 5. Estambres libres, 5. Meliáceas. Estambres 1-adelfos casi hasta las anteras. —Esti- lo simple. Auranciáceas. Estambres poliadelfos en el género antillano. * Ovario entero. Estilo simple. Geraniáceas. Estambres 1-adelfos, fértiles, 10 6 menos. Es- tilos unidos en el eje, al fin libres. Oxalídeas. 7” Pétalos retorcidos. Estilos libres, 5. Zigofíleas. 8 Estambres libres. Hojas opuestas, compuestas, estipuladas. Rutáceas. * Estambres libres. Ovarios más Ó menos libres superiormente. Hojas por lo común anestipuladas, 4 menudo punteadas. Teáceas. Qui ina=Qui ináceas; gén. 2 4 6=Clusiáceas. Marcgraviáceas. Gén. 2 y 3=Hipericáceas; Maríla=Teáceas. Eritroxiláceas, Grisebach se refiere al género Citrus (Aurantium), único que describe, pero hay especies cultivadas en Cuba, con los estambres libres, que pertenecen á los géneros Glycosmis (Limonia: Maza. Fl. haban), Triphasia (Limonia: idem) y Murraya. 7 8 9 Oxalidáceas. Zigofiláceas. Pilocárpeas y Zantoxíleas gén. 4 4 6=Rutáceas; Brunellia=Bruneliáceas; Simarúbeas gén. 8 4 14=Simarubáceas; Alyaradoa=Sapindáceas. ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 185 Ocnáceas. Anteras largas, dehiscentes por poros. Hojas lus- trosas. (Véase el núm. 13.) (Véase Euforbiáceas, Fitoláceas, Eríceas y Ciríleas. ) F.—Ovario simple, 1-locular Ó dividido por tejido. Ovulos pocos, pendientes de una placenta central, ó del ápice de la celda. 38 Olacíneas. 1 Pétalos valvares, á menudo velludos por dentro. G.—-Ovario de 2 ó más celdas, Ovulos 2-1 en cada celda, as- cendentes. 39 Ampelídeas. ? Estambres opuestos á los pétalos valvares. (Véase Ilicíneas: óvulos pendientes. ) TI. —CaL1cosTÉMONAS. Estambres ó pétalos insertos en el cálizi A.—Ovario de varias celdas, superior $; óvulos, 1-2 en cada celda. Hojas simples. 40 Celastríneas. * Estambres alternipétalos. Ovulos comúnmen- te erguidos. 41 Ilicíneas. * Estambres alternipétalos. Ovulos pendientes. Al- bumen abundante, incluyendo el embrión diminuto. 42 Hipocrateáceas. Estambres 3. Pétalos 5, Ovulos ascendentes. 43 Chaileciáceas. “ Estambres alternipétalos. Ovulos pendientes. 44 Rámneas. 7 Estambres alternos con los lóbulos del cáliz valvar Ovulos erguidos. : B.—Ovario de varias celdas, Ó simple; óvulos 1-2 en cada celda. Hojas generalmente compuestas. 45 Terebintáceas. 9 Albumen O. C.-—Ovarios solitarios, ó distintos, libres. Albumen O. 46 Leguminosas. Carpelo solitario. Legumbre. 47 Connaráceas.? Carpelos 5-1. Folículo. 48 Crisobaláneas. 1% Carpelo solitario. Estilo suprabasilar. Drupa. 49 Rosáceas.1 Carpelos o —1. Flores regulares. [du] | Gén. 14 3=0Olcáceas; Mappia=Icacináeeas. Vitáceas. Excepto en algunos Rámncas, Celastráceas. Aquifoliáceas. Dicapetaláceas. Ramnáceas. Burseráceas gén. 14 4—Burseráceas; Amiris=Rutáceas; Anacardiáceas. =Anacardiaceas Las Connaráceas (Stahl) =Connaráceas. 9 Terebintáceas Connaráceas;: Stahl, l10y 11 Rosáceas. ZIDARADONyp (oe) 186 50 56 57 58 59 60 61 1 o d cíileas= MANUEL GOMEZ DE LA MAZA D.—Ovario de varias celdas. * Estilo simple. Cáliz valvar. Albumen O. Mirtáceas. 2? Estambres comúnmente co. Ovario inferior. Hojas enteras. Melastomáceas. * Estambres definidos, inflejos en el botón. Ovario inferior, Ó adherente por líneas salientes. Hojas curvinervias, opuestas. Litráricas. * Estambres definidos. Ovario superior. Onagrárieas. ? Estambres definidos. Ovario inferior. Rizofóreas. * Celdas ováricas con óvulos definidos, pendientes. Hojas opuestas. Estípulas interpeciolares. Combretáceas. Ovario simple, inferior; óvulos pocos, pendien- tes. Estipulas O. E.—Ovario con placentas parietales. Cucurbitáceas. Ovario inferior, comúnmente dividido por 3 placentas. Estigmas distintos. Albumen O. Tallo tre- pador, cirrífero. Papayáceas. ” Ovario superior; placentas 5. Estigmas distin- tos. Semillas albuminosas. Arboles. Pasiflóreas. $ Ovario superior. Estigmas distintos. Semillas albuminosas. Turneráceas. Pétalos insertos en el cáliz y los estambres, en en el receptáculo. Homalíneas. * Estambres 6 manojos de estambres alternos con los segmentos del cáliz. Loáseas.* Ovario inferior. Estilo simple. Plantas con pelos urticantes. Cácteas. 1. Sépalos, pétalos y estambres co. Plantas carnosas* (Véase Bixíneas. ) F.—Ovarios distintos Ó unidos, con los estilos generalmente distintos. Semillas pequeñas, oo. Slmple en Combretáceas. Mírteas gén. 1 á 13=Mirtáceas; Punica=Punicáceas; Lecitideas=Lecitidáceas; Meme- Melastomatáceas. Melastomatáceas. Litráceas. Onagráceas. Rizoforáceas. Caricáceas. Gén. 1 y 2=Pasifloráceas; Ryania (exót.) =Flacurciáiceas., Samidáceas. Loasáceas. Cactáceas. 63 64 05 66 67 68 69 70 71 72 o 13) 76 ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 157 Crasuláceas. Carpelos tantos como pétalos, libres. Hojas CArnOSAS. Saxifrágeas. * Ovario comúnmente 2-loculáar. Albumen abun- dante, incluyendo un embrión pequeño. (Véase Cariofíleas. ) G.—Ovario inferior, 2-multilocular, con los estilos distintos óÓ unidos; óvulos solitarios en cada celda, pendientes. Semillas albuminadas. Embrión diminuto. Araliáceas. Pericarpio carnoso. Umbeliferas. Carpelos 2, secos en el fruto, al fin distintos. H.—Ovario simple, coherente con los 3-1 óvulos reducidos. Lorantáceas. Plantas fruticosas parásitas. III. —PETALOSTÉMONAS. Pétalos entresoldados. Estambres co- hu ?»S Osso wN -J O múnmente insertos en la corola, A.—Ovario inferior. a. —Estigma desnudo. Caprifoliáceas. ? Estigma 3-5-dentado. Hojas anestipuladas. FPubiáceas. * Estigma simple. Hojas estipuladas. (Véase Eríceas y Gesneriáceas. ) b.—Estigma con pelos colectores. 1.—Ovario simple, 1-ovulado. Sinantéreas. * Flores en capítulos involucrados. 2.—Ovarios de varias celdas, con e óvulos. Lobeliáceas. Corola irregular. Goodenóvieas. ? Corola irregular. Estigma con indusio. Campanuláceas. Corola regular. (Véase Cucurbitáceas. ) B.—Ovario superior. a. —Estambres insertos en el receptáculo. Eríceas. * Oyulos co en las celdas ováricas. Ciríleas. 7 Ovulo solitario en cada celda. b. —Estambres insertos en la corola, opuestos á sus lóbulos. Placenta central, libre. Primuláceas. Corola regular. Cápsula. Weinmannia=Cunoniáceas. Vibúrneas; Stahl. Spigelia y Mitreola=Logamáceas; demás géneros =Rubiáceas, Compuestas. Sinantéreas y Ambrosiáceas; Stahl. Goodeniáceas. Clétreas=Cletráceas; Sifonostómeas=Ericáceas, Ciriláceas, 188 17 78 19 s0 81 83 S4 87. 88 89 ISO 0nsmn ”-Oó09s0 Roa MANUEL GOMEZ DE LA MAZA Lentibuláricas. * Corola 2-labiada. Estambres 2. Cápsula. Mirsineas. ? Corola regular. Fruto carnoso. (Véase Olacíneas. ) c. —Estambres insertos en la corola, en mayor número que sus lóbulos, ó los fértiles opuestos á ellos. Sapóteas. ¿ Ovulos solitarios en cada celda. Estilo simple. Estiráceas. * Ovulos varios Ó co en cada celda. Estilo simple. Ebenáceas. Ovulos 1-2 en cada celda, pendientes. Estilo dividido. (Véase Papayáceas y Crasuláceas. ) d. —Estambres insertos en la corola, tantos Ó menos que sus lóbulos. 1.—Corola regular. Oléíneas. ? Estambres 2 (—4). Ovarios 2-locular; óvulos 2 en cada celda, pendientes. Jasmineas. * Estambres 2. Ovarios 2-locular; óvulos solitarios (ó pocos) en cada celda, ascendentes. Apocineas. ” Estambres 5. Ovarios 2, unidos por el estigma, ú ovario 2-locular. Corola generalmente retorcida. Asclepiádeas. * Estambres 5. Ovarios 2, unidos por el estig- ma indusiado. Polen en masas. Genciáneas. * Estambres 5-4. Ovario con 2 placentas parie- tales. Corola generalmente retorcida. Convolvuláceas. Istambres 5-4. Ovario comúnmente 2-4-lo- cular; óvulos 2-1 en cada carpelo, erguidos. Sépalos comúnmente distintos. Hidroleáceas. 1% Estambres 5. Ovario 2-3-locular; óvulos oo. Estilos distintos. Boragíneas. 1 Estambres comúnmente 5. Ovario lobado, 4- locular; óvulos solitarios en cada celda, pendientes. In- florescencia girada. Lentibulariáceas. Mirsináceas y Teofrastáceas. Sapotáceas. Pouteria guienensis (Sloanea sinemariensis; exót.) Eleocarpáceas. Styrax—Estiracáceas; Symplocos=Simplocáceas. Oleáceas. El término Olíneas, empleado en la flora de Grisebach, es una errata. Jasmináceas. Stryehnos=Loganiáceas; demás géneros (2 4 17) =Apocináceas. Asclepiadáceas. Gencianáceas. Hidrofiláceas. Borragináceas. 90 91 93 94 95 96 97 ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 189 Soláneas. 1 Estambres 5-4. Ovario 2-locular; placentas axiles, multiovuladas. Inflorescencia cimosa, extraxilar. (Véase Ilicíneas, Rubiáceas y Escrofularíneas). 2.—Corola irregular, generalmente 2-labiada. Escrofularíneas. ? Ovario 2-locular; placentas axiles, multi- ovuladas. Semillas albuminosas. Bignoniáceas. Ovario 2-locular; placentas 2; óvulos oo, dis- tantes del eje. Albumen O. Acantáceas. * Ovario 2-1-locular. Semillas definidas, ascen- dentes, generalmente con un apéndice ganchudo. Al- bumen O. Gesneriáceas. * Ovario con 2 placentas parietales. Labiadas. Ovario lobado, 4-locular; óvulos solitarios en cada celda, erguidos. Albumen O. Verbenáceas. Ovario entero; óvulos solitarios en cada celda. Albumen O. Mioporíneas. ? Ovario entero; óvulos definidos en cada celda. Semillas albuminosas. (Véase Rutáceas. ) IV.—MownocLamíDEAS. Flores apétalas ó incompletas. 98 99 100 101 CS OS SA IS . o A.—Cáliz escarioso, inferior. Plantagineas. * Estambres alternos con los lóbulos del cáliz involucrado. Plumbagineas. 7” Estambres alternos con los lóbulos del cáliz, opuestos á la corona petalóidea. *? Ovario simple. Ra- mas estilares 5. (Véase Amarantáceas). B.—Cáliz inferior (raramente O). Albumen amiláceo. Em- brión generalmente excéntrico. Fitoláceas. * Ovarios distintos superiormente, ú solitario. Ovulo solitario en cada carpelo. Quenopódeas. * Ovario simple (raramente 4-locular), con un estilo dividido. Ovulo solitario. Cáliz herbáceo. Solanáceas. Géneros 3 á 15=Escrofulariáceas; Polypremum y Buddleja=Loganiáceas. Sesamum=Pedaliáceas; demás géneros=Acantáceas. Gesnérieas y Beslérieas=Gesneriáceas; Pedalíneas=Martiniáceas. Selagináceas. Plantagináceas. Plumbagináceas, Corola de otros autores. Gén. 24 5=Fitolacáceas; Suriana=Simarubáceas. Gén. 1 y 4=Quenopodiáceas; Acnida=Amarantáceas; Batis=Batidáceas. 105 106 107 108 109 110 113 114 Aa 0 NN - cs O = co 00 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA Amarantáceas. Ovario simple. Cáliz involucrado, libre de los estambres opuestos. Nictagineas.* Ovario simple. Estilo simple. Cáliz petalóideo. Poligóneas. ? Ovario simple con un estilo dividido. Ovulo solitario. Cáliz comúnmente colorido. Hojas con ocrea. (Véase Cariofíleas. ) C.—Cáliz inferior, ó nulo. Albumen O, ó carnoso. Lauríneas. * Cáliz imbricado. Anteras dehiscentes por val- vas. Ovario simple. Ovulo solitario, pendiente. Proteáceas. Cáliz valvar. Estambres 4. Ovario simple. Ovulo inserto lateralmente. Timéleas. + Cáliz imbricado. Ovario simple. Ovulo inserto lateralmente. Miristiceas. ? Flores 1-sexuales. Cáliz valvar. Ovario sim- ple. Enmbrión diminuto. Albumen raído. Moniímieas. * Flores 1-sexuales. Ovarios distintos, co. JEm- brión diminuto en el ápice del albumen. Ceratofileas. ” Flores 1-sexuales, desnudas. Ovario simple, Albumen O. Plantas acuáticas. Euforbiáceas. 9 Flores 1-sexuales. Ovario generalmente 3-lo- cular. Ovulos 1-2 en cada celda, pendientes. Semillas albuminosas. Urticáceas. * Flores comúmente 1-sexuales. Ovario simple, 1-ovulado. Estigmas casi siempre distintos. - (Véanse Papaveráceas, Bixíneas, Esterculiáceas, Tiliá- ceas, Rámneas, Rutáceas, Crisobaláneas, Pasiflóreas, Oleíneas. ) D.—Ovario inferior. Flores no amentáceas. Aristoloquiáceas. Flores hermafroditas. Cáliz colorido. Begoniáceas. Flores 1-sexuales. Sépalos coloridos, distintos en las flores masculinas. (Véanse Mirtáceas, Onagrárieas, Combretáceas y Lo- rantáceas. ) Nictagináceas. Poligonáceas. Gén. 1 4 10=Lauráceas; Hernandia=Hernandiáceas. Timeleíceas, Miristicáceas. Monimiáceas (exót.). Ceratofiláceas. Tribus 2 y 3=Euforbiáceas; Búxeas=Buxáceas. Artocárpeas y Móreas=Moráceas; Ulmáceas=Ulmáceas; Urticeas=Urticáceas. 115 ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 191 E.—Ovario inferior ó desnudo. Flores en espádice. Balanofóreas. 1 Flores 1-sexuales. Ovario simple. Parásitas afilas. F.—Flores amentáceas, al menos las masculinas. Juglándeas. ? Drupa 1-sperma. HEmbrión con cotiledones si- nuoso-anfractuosos. Albumen O. Hojas compuestas. Amentáceas. * Fruto 1-spermo. Albumen O. Hojas simples. Garriáceas. * Ovario simple, inferior. Semillas albuminosas. Hojas opuestas. Lacistémeas. ? Ovario superior, con placentas parietales. Se- millas albuminosas. Salicíneas. * Ovario desnudo, con placentas parietales. Semi- llas lanudas. Albumen O. Piperáceas. Ovario simple, desnudo. Embrión separado del albumen amiláceo por un saco. Cloránteas. ” Ovario simple, desnudo. Embrión en el ápice del albumen carnoso. GIMNOSPÉRMEAS Hojas primeras del embrión opuestas ó verticiladas. Ovario 123 124 abierto. Coniferas. $ Tronco ramificado. Hojas enteras. Cicádeas. * Tronco simple. Hojas pennadas. MONOCOTILEDÓNEAS Hoja primera del embrión solitaria. A 125 126 127 11 dáceas. .—Albumen O. Embrión vacío arriba. Alismáceas. Flores con corola. Ovarios distintos, libres. Hidrocarídeas. 1% Flores con corola. Ovario inferior. Najádeas. 11 Flores apétalas ó desnudas. (Véase Aroídeas. ) Balanoforáceas. Picrodendrón=Simarubáceas. Miríceas=Miricáceas; Casuaríneas=Casuarináceas. Cornáceas. Lacistemáceas. Salicáceas. Clorantáceas. Gén. 1 y 2—Pináceas; Podocarpus—=Taxáceas. Cicadáceas. Hidrocaridáceas, Najas=Nayadáceas; Potamogeton y Ruppia=Potamogetonáceas; Thalassia=Hidrocari- 192 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA B.—Semillas albuminadas. Flores en espádice. 128 Aroídeas. 1 Espádice provisto de una espata. 129 Tifáceas. Espádices 2-varios, uno encima del otro. 130 Pandúneas. ? Espádice provisto de espatas. Hojas en el ápice del tronco. 131 Palmas. Espádice provisto de espatas. Embrión en una ca- vidad especial del albumen. Hojas en el ápice del tronco, comúnmente divididas. C.—Embrión en una cavidad especial operculada del albumen amiláceo. > 132 Commelíneas. * Flores con corola. D.—+Enmbrión en el exterior del albumen amiláceo. 133 Xirídeas. * Flores con corola. 134 Restiáceas. * Flores glumáceas. Ovulo solitario en las celdas ováricas. 135 Gramíneas. Flores incluídas en brácteas glumáceas. Ovario simple. Ovulo solitario, lateral. E.—Enmbrión incluído en un albumen amiláceo. Flores des- nudas Ó glumáceas. 136 Ciperáceas. Flores incluídas en brácteas glumáceas. Ovario simple. Ovulo solitario, erguido. Júnceas. * Cáliz glumáceo. Cápsula co-3-sperma. F.—Embrión incluído en un albumen córneo ó carnoso. Pe- riantio colorido. 138 Liliáceas. ” Flores hermafroditas. Cápsula. 139 Esmiláceas. * Pericarpio comúnmente carnoso. Ovario supe- rior. Albumen córneo. 140 Dioscóreas. * Flores 1-sexuales. Ovario inferior. 141 lIrídeas. 1% Flores hermafroditas. Estambres 3, alternos con el periantio anterior. Ovario inferior. G.—Enmbrión incluído en el albumen amiláceo. Periantio colorido. 13 -] Gén. 14 11=Aráceas; Lemna y Wolfia=Lemnáceas. Carludoyica=Ciclantáceas. Gén. 14 5=Commelináceas; Rapatea=Rapateáceas [exót.] Xyris=Xiridáceas; Mayaca=Mayacáceas. ¿5 Eriocaulón y Tonina=Eriocauláceas. Las Restiáceas [Bent. € Hook.—Restionáceas: Engler « Prantl] son exóticas. ; 6 Juncáceas. 7 Asfodéleas=Liliáceas; Amarilídeas=A marilídáceas. 8 Liliáceas. 9 Dioscoreáceas. 10 Iridáceas. pon 142 143 144 145 146 147 148 ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 193 Hemodoráceas. Periantio 1-serial, de 6 divisiones. Estambres 6-3. Hojas igualmente equitantes. Pontederiáceas. Periantio irregular, de 6 divisiones. Estam- bres 6-3, desiguales. Plantas acuáticas. Bromeliáceas. Periantio 2-serial, de 3 divisiones exteriores y 3 interiores. Estambres 6. Musáceas. Periantio 2-serial, desigual. Estambres 6; uno estéril Ó abortado. Plantas terrestres, á menudo arbo- rescentes. : Escitamáneas. * Periantio 2-serial, de 3 divisiones exteriores S 3 interiores, asimétricas. Estambre fértil 1. H.—Embrión macizo. Albumen O. Periantio colorido, su- perior. Burmanniáceas. Periantio simétrico. Estambres 3. Orquídeas. ? Periantio asimétrico. Estambre fértil 1, ginan- dro. Polen en masas. Criptógamas Vasculares. ? Reproducción por células simples (esporas); fecundación por anteridios (no por polen). 149 150 151 152 Ta wn [ar] Rizocárpeas. * Esporangios incluídos en conceptáculos. Hier- bas acuáticas. Licopodiáceas. ? Esporangios axilares. Equisetáceas. Esporangios en la cara inferior de escamas pel- tadas, dispuestas en conos terminales. Helechos. * Esporangios en soros, situados en el envés de las hojas. Zingiberáceas=Zingiberáceas; Cannáceas=Cannáceas y Marantáceas. Orquidáceas. Pteridofitas. Marsiliáceas. Selaginella—Selagineláceas: gén. 2 y 3=Licopodiáceas, Ofioglóseas, gén. 1=0fioglosáceas; gén. 2 y 3—Maratiáceas. Osmundáceas=Esquiceáceas se omiten los gén. de Osmundáceas, Gleiqueníeas=Gleiqueniáceas, Himenofíleas=Himeno- filáíceas, Polipodíeas, subserie Ciáteas=Ciateáceas; demás grupos—Polipodíiáceas, 194 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA ÍNDICE El número se refiere al ordinal de la familia. A INCA ACCa os aa caaaiós es dono 93 AizOÁCeas ........ -. a o 16 ATISMACEAS ...0.oo00oom.=.. a 17 A A 16 Amarantáceas ....... .... 101-102 AmMarilidaceas >. .oscc.oo eo... 138 A EIIACAS e creencia ese 138 ¡AMIDIOSIACEAS nes ooo tasca ens 70 'AMEntae ratas omar 117 Anpelde as. ecotacisnacens eee 39 IE A 44 A 4 ApOCINÁCEAS o..ococccocccono canoso 84 ADOCÍDCAS.. acocooa comsmoaronsaoos 84 Aquifoliáceas......ooommoo.o..o.o.- 41 A A TL 128 AMA IACRAS cr ocos dera snlcaads 65 Aristoloquiáceas ............... 113 IA O 128 Artocárpeas ...... bardas 112 Asclepiadáceas......oooommom.o. . 85 Asclepiádeas.......oom.0m.0 ..m... 85 IA O 138 Auranciáceas............. pde .. 32 B Balanoforáceas........... As 115 BARA ases einen 115 Batidaccan UR oie 101 Begoniáceas ....ooo.omocco.- Ci 114 Ber lErCa cana aaah o 94 Bignoniáceas ...omomoemenooo 0... 92 A O AO 4 E A A TE 11 BIXIMCAN A cerca rsaita 11 Bombatáceas 001 Doblas 18 Bombacei de a iaL TE el on 18 o E 89 Borragináceas........ A: 89 Bromelláctas 1. docs 144 BIOMCIMAReaS. ae 36 o 20 Burmanimaceas losas ha 147 BUTSErACeas ci iunal e. da eOR 45 BUXACLAS 4 cea oA 111 BARCAS A DONA 111 C CACIACOAS. io dci a 62 A A 62 Campanuláceas ........o.ooooooooo 713 Caneldeeas .eboco otocraraaso aa 24 CAMACeaS mad pera 146 Caparidaceas escri 10 CAPATIUGAS dueroonetesaa oct 10 CapritolTaceaB... oc. osncaeaple 68 Caricáceas....... a 57 CATIOMUCESAS > 09 coeaaro poca 16 Carioreas ea toa 16 Casparinacoa 117 CASUATIDOAS e oa aos abr CelastraeeaB o... cerrat P 40 Cola 40 Cerabo Acer sorda do ita 110 Ceratotileaan co plo a 110 Chaileciáceas ............ RE 43 CALLA CRA da ae oo oie 152 O 124 CICACAS secta o ae ateo e 124 Ciclantáceas: tocata ce . 130 a O 136 ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 195 De E O A a 715 A 74 MEE A A e ES Oc 74 Clorantaceas ost ota 122 A A A 122 A 23 Combrebateas: start bea alada 55 Commelináceas ....ooocococoooc. 132 Commelíneas ........... PS 132 COMpuertas atodos: 70 Gon tera am echan salas 123 CONnDaraceas cos autos dica don 45-47 Convolvuláceas .............. ES MDOTDACCAS us iao daa beds 118 Crasuláceas......mommmooo: Eos 63 (RISA laneas ida noé acáhe 48 MENERertaS. mood eta 9 GUCUDDILÁCOAS:s.s: cian ties 56 CUNONIACEAS: aida 64 D Dicapebaláceas ....ooommorooróono 43 DIeniACeaS: ccoo pd Td Z io 140 PMOSCOTC aa ido 140 IDLOBSF AREAS ario idas ce 14 E A A A O 81 Eleocarpáceas ............ 11-21-79 Equisetáceas ....... PAS 151 ICAC is 74 IN A A 74 ETIOCAUlACeaS..srevacniano aras 131 Eribroxlláaceas:smmmdiaacicnids e 27 EEE ACA te 27 Escitamíneas ...... TES Ud 146 Escrofulariáceas............... ES! Escrofularíneas ....co..cocococdo.. 91 STITACeaS .cunccclon o ..si O! ISQUIZCÁCCAS..o.concccocconononan 152 ¡IEISHAnieACeasS: ...o.oocodta ici 30 Esterculiáceas. .............. 19-20 SLI CACeaS co dociciado delo 8 80 VA A 80 EOL CeaS:cosaconenl aca css 14 F IICOLÍCAS 09d OI 0 16 Fitolacáceas ........ AA E 10,1) EOL isa dd dae ai A 100 Fla CcurciáCceas.. perra Doo 11-58 G CARRACeaS ata So aacanEn 118 GeNnCIAmaceaS. 0. conto as 86 (ENCIANCAS 00d to 86 Geraniaceas ia cccoo o óda 33 GOSneridceas ei sonsroncadnao as 94 Gesnérieas........ PI O 94 Gleiqueniáceas .,.......moooo.. 152 Eno E A 72 Goodenóvieas...... A Ed 72 GTAamiacaR ii olessio disnea 135 (UIC cnorcoricododan dedos ele LS H ETETECROS: 12.291 002055 OO PDaiaSR 152 Hemodoráceas ....... ..0ooooo.. 142 Hernandidceas . Jo cccbiiaderno: 105 Hidrocaridáceas........... 126-127 Elidrocarídeas..+.c.mmrococincnón 126 A 88 ELA roleáceas +. cinco iodns HHSS Himenofiláceas..........ooonioss 152 IFIpericaceas e .Jisonsil vio 26 ¡Hipericineas. .r00soueoctrsidnescn: 26 HIpocrateáceas .0co.ccco dsionss 42 EHomalmeas IIEIaA 60 196 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA I CACA 38 A 16 JUE EA. AMECA 41 Tridáceas........ A. Seo da 141 E O IN 141 y JASOMDACCAB8 0 ccoo Msi dd 83 A 83 * IA A 116 A 137 INCAS LA obio 137 K E a NA A Pl Lega Erie 15 L A A A 95 IDACIStemáceas .. tte ccina sl 119 A A 119 AL ctas cta di fur 105 A A 105 o A 50 OMIC A odie 50 DEUDAS cui saios aa ao 15-46 Han la e cdodobes 128 Lentibulariáceas ..i...o.omionooso dy DEantibolaTiRas brad eres 77 DAPOPOdIACCAS. Chen ió 150 DAMACERS ¿cabe 138-139 TARTAS IA ot 52 TALATICA SN cos dai area 52 IOABÁCOM is 61 TOASCAB se coca de ra 61 TiObDelHáÁCeas. +. ccoo geo dci 71 Logamiáceas....... ...... 69-84-91 M Maguoliiceas 00 3 MalpigiiAceas oi e 28 Malvácess 12 doo AUN ¡E Marantaceas ooo a 146 Marablaeras cod o a 152 MarcgraaviáceaS ....o.oocooomomoo 25 Marcgraviáceas ..........oocom.o.. 25 Marsildecas coco 149 MarlinIACPAS: 20 otoccnaos Ia 94 MAyacaceas isc Nor ao oO 133 MelastomáceasS ....oooooocm... 50-51 Melastomatáceas ........ .....o.. Dl A A il Memecileas. aia oo AOS 50 Menispermáceas. ......m. o.ooocos 5 Mienispérmeas. ....ocooocoteciies 5 A A 97 Miricáceas .. ..... E di WEA o EA 117 MITIStICACCAS: cesto 108 MITISIICCAS: iuris a ab% 108 INITIAL o 78 MITSÍDOAS oia PRE 78 IMINVACOAS 1d ES A 50 A A 50 MoNnIMIACOaS. sc da cae 109 Monimicas:. en wstrico ise 109 MoTagineas....us Aucas da 16 MOTÁCOAN. 00 conc d co Is 112 MoringAceas 0tic doc das ee 10 MOSACCaS sana ron UN 145 N E A A 127 Nayadaceas: mes osrbenen dt 127 Nelumboneas: coo aise cos 7 Nictaglnáceas “o. ..nsprinanades 103 Nictapineas.:. o aitoden crios 103 INIDICACOAn o ios balsa co 6-7 ESTUDIO DE LA FLORA CUBANA 197 0 DA A AN 13-37 Ofioglosáceas ........o ......o. 152 LI o IA ade 38 DA E A A 3 NE a 82 E A 82 A A A 82 OMAR ACRIS acta cdo dolce 53 MOASraTiCaS ocu io avoscccciaios» 53 OIQUIAACEAS ooo ccncocactodineso 148 WEUIACaS odo ds 148 OSMODAACCAS.. co oooconotoncocos 152 A A 34 DS e AID: 34 P IAS ri o Lats 131 AA 130 APA Ver ACCAS coccion so iden 8 RAPAYACEasS vn berto eccisiala 57 AO DI QUISAS diia 16 PASO Cea: at aid 58 A 58 A 93 A A 94 OCA PCS o co patas 36 IDEAS ara cios do 123 IPeracra. io 121 Plantagináceas. ...o.moo o.omoosoo 98 Ranas incas asas 98 Plumbagináceas ......ocmmmcoo.... 99 ElumbDagineas. ciclo 99 Rolsalaceas did dae 15 Eolgalea coo nororil dO EOlTONACOAB 0 a 104 ROM IODCAS talon ss 104 EOUPpodiáceas ....cvnionosionsas 152 EoOnbederiaceas iviconciccionnio: 143 Portulacáceas .....o..... ola 16 E 16 PotamogetonáceaS...... ...... 127 REIMWIACOAS ..ueosta co 76 RO ECACC dl ocadic da omovaia o 106 LE E 50 Q (uenotodraceas.. is 101 QUEenopodeas.. pit 101 A 23 R RARMACOAS coa a MR Ls 44 a AI O 44 Ranunculactar E. 1 Rapateáceas...o.oococinenciommonos 132 A 134 ReSbloNÁCEAS...000 pot IA 134 NIZO CAT PLAS mi AO 149 ALO TACOS da lios 54 OO A A 54 EOBACERS: dla los A 48-49 MA 69 A AN 36-45 S AMC ata Ea 120 A 120 SAMIdACOaS ontoiccna caian 11-60 AMICS lt sas del SAPmdaceaS ciiitios és 29-36 SAPOLACLaS pus idad 79 A 79 Sauvagésitas cevonccornicinaniónios 13 A 64 Sel QINaceaS.. .codcncidnd napa 9 SITOMOSONICAS... Loilid coi 74 SM A A 16 E A A s0 O A 70 198 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA SOTA CaaS A ss 90 SOC as 90 di MAA O iba oro iraca 193 PLACE adn ani in 22-26 EOI ARLACCAR:donadoncooinencóns 78 VETE DIO DACeaa., ati oc dos 45-47 Ternstremiáceas........ ........ 22 IA TR 129 IIABeaS cocos niosness Os A AN PICACeaS vo ¿pas dezios ds 107 IES 0 lato ds 107 ON ATIACLAS ronca tdaia 10 PUED EraCeadS cae bainasds 59 10] WIMIABES a das aos 112 WKBIDETIETAS, oc cromes cado 66 DTi ls ai aaa 112 WUILICOSS coste A POR 112 Vi VErTDenacRaS estancias PON 96 VIDEO Cascada NN 68 MIO JAC2AS: Lada a O 12 Vitáceas ...... de, RO 39 eE Da RA e 133 Eat A o 133 EA A Es 36 TABODÍACOAS 0000 (20 cos 12 Livofileas o ¿ea EIN 35 DIMETDETACEAS. . > cm2 dea 146 BIBLIOGRAFIA I. Introduction to the study of Greek Dialects; por CARL DARLING Buck. 1909. Boston. Es un libro en extremo interesante para los que se dediquen al cultivo de la lengua griega; realiza su aparición una necesidad sen- tida desde hace tiempo, pues el estudio de los dialectos se ha con- cretado á ligeras indicaciones hechas por los autores de Gramática Griega, y su exposición ha resultado deficiente. No se podrá apre- ciar bastante el bien que esta obra habrá de proporcionar mientras no se encuentre uno frente áinscripciones cuyos contenidos sea pre- ciso descifrar y surjan las dificultades de la deficiencia del saber ó de la mala orientación que se ha tevido que este buen guía ha de resol- ver fácilmente. Todo ello en modo alguno indica que sea esta obra la primera en que se recopile cuanto convenga conocer sobre dialectos, que ya Ahrens discurrió con gran extensión sobre el asunto, Smyth se internó en el vasto campo de los sonidos y de las inflexiones del dialecto jónico, Monro dió á la publicidad sus estudios sobre el dia- lecto homérico, consignando en su obra interesante y de profundo saber cuanto sea útil conocer para la debida interpretación del len- guaje en que se han expuesto los dos grandes poemas de la anti- guúedad griega, y brillan con luz potente en el firmamento de los estudios dialectales Hoffmann analizando el dorio, Meister exten- diendo su investigación en campo tan fecundo y en el que han reali- zado labor no menos beneficiosa personalidades tan conspicuas en la esfera de los estudios lingiúísticos como Prellwitz, Solmsen, Boisacq y otros. Y no es que no existan libros en menor escala que den una ligera noción de lo que ellos son y de sus caracteres distin- tivos, como se advierte en Goodwin, Maunoury, Cejador, Motte y otros, sin olvidar á Audouin; es que Buck, lingúista famoso por sus varios trabajos y por su Gramática osco-umbría, se ciñe á discutir la cuestión en cuanto se refiere á la observación de las diferencias dialectales empleando para ello una metodología que lo acredita como profesor culto y experimentado. Al exponer el orden de dis- tribución de materias comienza por la fonología, indicando cuanto afecta en el alfabeto de los dialectos á las vocales y á las consonan- 200 BIBLIOGRAFIA tes, estudiando en aquéllas la asimilación, su carácter epentético y anaptítico como la gradación de las mismas, mientras en éstas preocúpale el rotacismo, los múltiples intercambios entre sordas, sonantes y aspiradas, labiales, dentales y guturales, como la asimi- lación, disimilación y transposición que se advierten en ellas. Y continuando el plan que se trazara, invade el terreno de la morfo- logía para poner de manifiesto la flexión nominal y verbal en sus múltiples aspectos y abordar después la interesante cuestión de la formación de las palabras que silencia completamente Audouin y cuyo estudio permite estimar las modificaciones que se consignan en el habla de Lesbos, de Tesalia y en otros cambios de la forma común. En la parte relativa á la sintaxis concrétase á los casos genitivo, dativo y acusativo y entre los modos al subjuntivo, opta- tivo, imperativo é infinitivo. Llama la atención al explicar el or- den regular de las palabras el lugar del rus ante xa en la frase al rís «a, al $ rís xa, orden regular en los dialectos griegos del Oeci- dente en perfecto contraste con el ático-jónico ¿áv Tis, HV Tis, CON el arcaico el Sáv ms, ehipriota ¿ ké os, lesbio al ke vis, tesalio al (p) á4 xé xis y beocio y Sé ko mts. La segunda parte de la obra contiene las inscripciones elegidas, en las que puede el alumno ejercitarse familiarizándose á su vez con las variantes que existen en las distintas clases de dialectos. En síntesis, podemos decir que el profesor Buck, al publicar su libro y al darse cuenta de la necesidad de una buena obra de ca- rácter elemental para ponerla en manos de los alumnos y de los maestros, y al llenar este vacío en la forma que lo ha hecho, ha solucionado las grandes dificultades surgidas á cada paso en el aprendizaje de esta materia, por lo cual merece plácemes calurosos. II. Biblioteca de autores griegos y latinos, publicada bajo la direc- ción de los Profesores de la Universidad de Barcelona, doctores L. SeGAaLÁ Y C. PARPAL. 1910. Madrid. Enviamos al atento señor don Enrique Dieste la expresión más sentida de nuestra gratitud por la bondad que ha tenido remitiendo á la Dirección de nuestra Revista los cuadernos que se han publi- cado. Digna de todo aplauso es la obra iniciada por tan ilustres profesores; de los beneficios que se derivarán en el orden de facili- tar la familiaridad con las producciones clásicas que tanto atractivo BIBLIOGRAFIA 201 tienen y tanto deleite brindan, hablarán los que ya hayan palpado sus resultados. La enseñanza de esas dos grandes lenguas que han servido de hermoso ropaje á las bellísimas concepciones de Homero, Píndaro, Sófocles, Virgilio, Horacio y Cicerón justifican cada vez más, á fuer de que quiera uno romper con lo que signifique cultura, el que se las estudie con todo detenimiento para que mejor se apre- cien sus encantos y se aquilate más ese trabajo de filigrana, concep- ción admirable de la mente humana. Los doctores Segalá y Parpal se han penetrado bien de la necesidad que se han propuesto llenar, de lo conveniente de orientar á los estudiosos, en cuanto al concep- to más exacto de la palabra, ya que ha podido comprobarse en ca- sos múltiples que no siempre se ha sabido interpretar correctamen- te el pensamiento del autor que se ha traducido dando á su palabra un sentido del todo diverso. La colección de autores griegos y la- tinos publicada por la casa de Hachette y que ha prestado grandes servicios entre aquellos estudiosos que no han querido vencer la magna labor de arrancar tras ruda investigación el sentido de la voz meditando sobre el diccionario sin más auxilio que la firme vo- luntad de conquistar el triunfo, sino que han deseado llegar á la meta sin grande esfuerzo, son los mejores voceros del bien que tal trabajo ha podido proporcionar; pero no siempre esa colección re- sulta de fácil alcance, no siempre los estudiantes de la Universidad llegan á este Centro con la preparación debida y con el suficiente dominio de la lengua francesa y de la inglesa, cuando sólo han obte- nido simples pinceladas de lo que ellas son y esta falta de dominio de ese maravilloso instrumento que como dijo Manoury es la llave ov perádiov TÓv Tyuiov, ¿AM A padicos rácas "Enhádos rás BiBlio0íras ávolywv, contribuye más y más á hacer resaltar el mérito del esfuerzo que realizan personalidades tan salientes como Segalá y Parpal, acom- pañados en tan hermosa tarea por González Garbín, Banqué y Faliú y Otros. Hasta ahora se han recibido los cuadernos que contienen las traducciones siguientes: de Mosco, «El amor fugitivo»; de Baquí- lides, «Teseo»; de Horacio, «Epodos»; de Safo y Erina, «Odas» y de Jenofonte, «Apología de Sócrates». Esperamos que el bondadoso señor Dieste no olvide el gusto con que seguirá recibiendo la ReE- vIsTa los cuadernos que se publiquen, pues este periódico, vocero del movimiento de su Facultad, de cuanto significa cultura en nuestra patria, coadyuvará con interés, secundando la obra emprendida por el doctor Segalá á quien mucho conoce por su traducción de «La Nliada», á que se popularice bien el conocimiento de los clásicos, el 202 BIBLIOGRAFIA rico tesoro que contiene la literatura castellana consistente en tra- ducciones é imitaciones de los poetas de la antigúedad, para que se comprenda una vez más que el pasado con su esplendor mani- fiesto es la mejor fuente de inspiración á que se debe acudir. TI. La Verbocromía (contribución al estudio de las facultades ex- presivas) por Vícror MErcANTE, Catedrático de la Universidad de La Plata). 1910. Madrid. Este libro del ilustre Profesor de Ja Universidad de La Plata es trabajo de investigación psicológica que pone bien de relieve la cul- tura mental del doctor Mercante, su espíritu de investigador infa- tigable, y cuyo contenido despierta vivo interés. Verdad es que la materia no puede considerarse como nueva, toda vez que ya en 1810 Goethe escribió sobre la Teoría de los colores, Alglave eu 1882 De Y Audition des couleurs, Baratoux en 1887 acerca de L'audition coloréc y otros más, pero nadie que lea el libro del Profesor Mercan- te dejará de admirar la obra y avalorará el esfuerzo que ha realizado para dar á conocer el coronamiento, por decirlo así, de las no inte- rrumpidas experiencias que ha venido efectuando, presentando su briliante gestión en forma metodizada que permite apreciar mejor el fenómeno manifestado en forma totalmente aislada en los di- versos laboratorios de Europa, guiándole sobre todo el deseo de comprobar, como se ha dicho, una faz de la anormalidad hu- mana que la experimentación de un fenómeno que es normal: el color de las palabras Ó de las imágenes. A medida que se va leyendo el libro compruébase más el espíritu científico con que el autor analiza la materia, su mira especial de sentar con- clusiones, de fijar leyes que expliquen de modo acabado y cierto cuanto afecta al caso que se estudia y para que no resulten las ex- periencias recogidas con matiz de hechos aislados, para que. el asunto pueda profundizarse desde muy varios puntos de vista, inicia sus observaciones psico-estadísticas: 1% en el individuo, com- probando fotismos en el S0 por ciento de los individuos; 2? en el grupo, viendo en éste las aplicaciones de la psicología y conclu- yendo que «a audición coloreada no es un fenómeno excepcional ó debido á trastornos psico-fisiológicos sino normal y común á todos los individuos». Las exploraciones de grupos se han hecho en lugar y tiempo diferentes como lo acreditan la Escuela Normal de la Pla- BIBLIOGRAFIA 203 ta, Colegio Nacional de la Plata y Escuela Graduada de la Universi- dad; 3? en los sexos, notándose «la misma cromatización centrada en los dos sexos, pero á todas las edades y en todos los términos, más intensa en la mujer que en el hombre»; 4% en la edad, revelando el análisis que «el radio de dispersión es muy grande en los primeros años, pero á medida que se asciende de los ocho años á los diez y ocho, hay un proceso desinopsia más centrado»; 50 desde el punto de vista de la inteligencia, advirtiendo «que al grado mental de los examina- dos no corresponde, de igual manera, un número proporcional de fo- btismos», y 6? que «los más inteligentes no ofrecen, sino un número reducido de aberraciones, los menos ofrecen un máximo, etc., etc. Y así continúa sus observaciones hasta poder presentar un resultado tan curioso como el que la o sugiere en la mayoría de los varones (437) y mujeres (464) el color negro; la a el blanco (mujeres 366, va- rones 236) y el amariilo, más Ó menos, como se puede ver por las ci- fras anotadas, en proporciones iguales en los dos sexos. En el artícu. lo vir, titulado «Educabilidad», se concreta el autor á expresar la conveniencia de formar en los alumnos «la aptitud de comprender, la de sentir el valor destinado á vestir de brillante ropaje á la pala- bra, con el que, al crecer el interés, la cerebración alcanza una acti- vidad intensa». En este capítulo se analizan las vocales dominantes 0, t, €, que evocan, como dice Mercante, «una luminosidad amarillen- to-pálida». Por último, diremos que al igual que los otros puntos desenvueltos en los capítulos de la obra, merece especial mención el relativo al valor cromático de los términos, en el cual refiérese á palabras que reflejan la dominante fónica « expresando claridad, altura, cariño, sensaciones agradables, á las confusiones de la e y la o, en la lengua semítica, con la ¿ y la u como dice Trombetti, ó de- rivación de la o de la ai, au, según el sentido de Meinhoff, Ó como equivalente de a y de u, á juicio de Stomme. Este libro, como cualesquiera de los dos anteriores, merecen bien el honor de ser leídos, ya que ellos son la expresión más genui- na de la extensa erudición de sus autores. Dr. J. M. -Dinmico. NOTICIAS OFICIALES NOMBRAMIENTOS.-— El Sr. Presidente dela República, á propuesta del Sr. Secre- tario de Estado, ha nombrado á los Catedráticos de la Universidad Dres. Evelio Ro- dríguez Lendián y Juan M. Dihigo, para que en unión de los Sres. Mayor General Enrique Loynaz del Castillo, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Cuba en Méjico, y Enrique Hernández Miyares, representen á nuestro país en la cele- bración oficial del primer Centenario de la Independencia dela República Mejicana; en vista de este nombramiento y con motivo de la inauguración de la Universidad Nacional de Méjico, el Sr. Presidente de la República, á propuesta del Sr. Secreta- rio de Intrucción Pública y Bellas Artes, nombró también para representar á la Universidad de la Habana, que había sido invitada, á los Dres, Evelio Rodríguez Lendián y Juan M. Dihigo. GRADOS DE DOCTOR EN PEDAGOGÍA.—La Facultad ha acordado, á fin de que los graduados en Pedagogía no se limiten á desarrollar tesis que sean propias de la Escuela de Letras y Filosofía, en vez de discurrir sobre un asunto que le brinda la experiencia que hayan alcanzado los graduados en su carrera de magisterio, que los Catedráticos redacten sus temas con un sentido verdaderamente pedagógico, teniendo por base el beneficio que el conocimiento de esas asignaturas puedo pro- porcionarles. SoBRE AGRUPACIÓN DE ESTUDIOS.—Para que los alumnos matriculen y exa- minen sólo aquellas asignaturas que pertenezcan á un determinado grupo acor- dado por la Facultad, ha resuelto ésta que los alumnos únicamente examinen las asignaturas que correspondan en cada curso al grupo inscripto, y que en caso de quedarles una asignatura del grupo anterior, se les autorice para que puedan ma- tricular el siguiente grupo, debiendo examinar previamente la asignatura que le resta del anterior. AUMENTO EN EL PRECIO DE LAS MATRÍCULAS.—Con motivo de la poca dife- rencia que existe entre las carreras de Maestros de Obras y la de Arquitectos, la Facultad resolvió que los alumnos abonen por aquélla $60 al año en vez de $25 que venían pagando. CONSEJO UNIVERSITARIO. —En cumplimiento de lo dispuesto en los Estatutos de la Universidad, vigentes desde el día primero del mes de Septiembre, la Facul- tad, en su sesión del 15 del propio mes, eligió para que integrara dicho organismo en representación de la misma al Dr. Alejandro Ruiz Cadalso, y como suplente al Dr. Guillermo Domínguez y Roldán. ara 1 TRAOUESO) E 1 RI A Ono sia (Me CUISO) ORProfesor Dr. Carlos de. la Torre, ME aa (1 GUISO) A e a a A Antropología general (1 curso) . . . ..... $ Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Histología, Embriología y Organogenia.. . . Mato mia Comparada o As a Dr. Aristides Mestre. (Aux.). SOS or a o a IA Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo de Zoología); Dr. Victorino Trelles (Jefe del Gabinete de Astronomía); _Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardin Botá- nico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. —El “Museo Antro- pológico Montané” y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3: ESCUELA--DE. PEDAGOGIA; Psicología Pedagógica (1 CUrSO) . . 0... 0. +. ) Historia de la Pedagogía (1 curso). . . ... - » Profesor Dr. Ramón Meza. puebrene Escolar Curso). añ o ji ; Metología Pedagógica (2 Cursos) 1... .....: A Dr. Manuel Valdés Rodrí- P : guez. Dibeo LiñearA DICUESO) 11 40" eta ro jes e iN DIGO Natural (1 Us AR A CONFERENCIAS J. Crítica de la Educación-Contemporánea. ) a-Pedasoeta Experimental

ANTI e a a A Legislación Rural y formación de Proyectos ECO A e le A EI e 0 El Profesor Auxiliar interino para los estudios de esta Escuela es el Dr. Eduardo Díaz. Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero Agrónomo, se exigen _ estudios que se cursan en otras Escuelas. sy 5 Dr. Luis de Arozarena: be Sr. Ovidio Giberga. H LS a WU A AS — pas e Dr. Antonio Espinal. ¡A ) Profesor Dr. Francisco Henares, f "» Sr. José Comallonga. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 12 4 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. A VISO La REVISTA DE LA FACULTAN DE LETRAS Y CIENCIAS será bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la RevIsTA, el canje co: rrespondiente; y de los centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, € envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestr: lección bibliográfica. = Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc. dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re pública de Cuba. NOTICE The REvISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every othe month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction an -Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printe« matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana República de Cuba. E RAEE La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraitra tous les deux mois. Or demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendi dans notre partie bibliographique. . Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de administration, Stangidl envo POBRES etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias Universidad de la Habana, República de Cuba. Voz. XI. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Num. 3. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN REDACTORES JEFES: . Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. NOVIEMBRE- Física Superior (ter. curso)... 1 Física Superior (2? curso): .,. .-. | Química oeneral(T CUÉSO JT. de te poh s Sr. Carlos Theye. Biología (1 curso) Zoología (1 curso). Dibujo Lineal (1 curso) E Dibujo Natural (1 curso)... Cosmología (1 curso) . 7 Mecánica Racional (1 curso) S Astronomía (1 curso) - A Dr. Plácido Biosca. cs Dr. Carlos de la Torre. Sr. Pedro Córdova. Sr. Juan Orús. =— — =—_— — — Geodesia (1 curso). . LAIR Ea A Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y € ristalografía G CMS Es Dr. Santiago de la Huerta. Botánic a general (ECUESO qepd Et e a Dr. Manuel Gómez dela Maza. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas Análisis matemático (Algebra Superior)... . . Profesor Sr. José R. Villalón. ¡Geometría Superior (sin la Analítica)... . . y : Trigonometría (plana y-esférica) +... . 2” Dr. Claudio Mimó. Física Superior (I€r. CUrsO0) ..... «2. -. 1 EE - Física Superior (27 curso) j Y Dr. Plácido Biosca Química Inorgánica y Analítica ( curso)... 1 SCarlés Theve Química Orgánica (IACUESO Mio e y RAS q Dibujo Lineal (L curso)... te. Y E > E ; 0) rdova, Dibujo Natural (1 curso)... A » Sr. Pedro Córdova Mineralogía y cosalogralie (ACIIESO) A z Dr. Santiago de la Huerta. Biologia (MCU O o es z , y Zoología (1 curso). a Lera did Dr. Carlos de la Torre. Botánica general (1 curso) E E O e 5d Dr. Manuel Gómez de la Maza. E osmolocia 1 CUIS O) A a $ Sr. Juan Orús (c) Sección de Ciencias Naturales Análisis matemático ( Algebra Superior) 1curso - Profesor Sr. José R. Villalón. ¡Geometría Superior (sin la Analítica)... . . . % - Td Trigonometría (plana y esférica)... . . + E z Dr. Claudio Mimó. Química general Tí cUIsO le a e Sr. Carlos Theye. Dibujo Lineal (1 Curso)... ui ra a Dibujo Natural Curso). E) :d4 Sr. Pedro Córdova. o Eo (1 curso). c A $3 Dr. Plácido Biosca. “Mineralozía Cristalografía T curso : GSuloet a(rt uSade ( 0) E Dr. Santiago de la Huerta, Botánica general (1 curso) . tn y » Fitografía y Herborización (1 curso) . J de A Vol. XI. NOVIEMBRE DE 1910. Núm. 3. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DISCURSO INAUGURAL DEL CURSO ACADÉMICO DE 1910 A 1911 POR EL DR. PABLO DESVERNINE Y GALDÓS Profesor de Derecho Civil ...totamque infusa per artus Mens agitat molem... Eneida.—Lib, vI.—VIRGILIO. Señor Presidente de la República; Señores: Con señaladísima muestra de la más benévola distinción, me ha honrado, sin duda, la Facultad de Derecho, al confiar á mi cargo el presente discurso inaugural que oficialmente constituye uno de los actos de esta anual sesión, en la que se la querido dejar un mo- mento la palabra á la Universidad, para consagrarla, por el órgano de uno de sus profesores, á algún orden de ideas y de reflexiones, propias, no ya sólo del acto mismo, sino también del sentido y sig- nificación de la educación y de la cultura, que son los culminantes objetos á que ha obedecido la institución de estos grandes centros docentes. Y por mí aceptado, como á mi deber incumbía, el honroso em- peño, vengo á cumplirlo, comenzando con la manifestación de que no me ha asaltado un momento de vacilación respecto á la elección de la materia en que había de ocuparme, antes bien, desde el pro- pio instante en que tuve conocimiento de mi designación para este propósito, se me presentó la idea de discurrir, bien que con la bre- vedad que impone la corta medida de un discurso, sobre esas pro- 206 PABLO DESVERNINE Y GALDOS pias materias de educación en general, cultura del espíritu, signifi- cación de la Universidad, así como labor de la intelectualidad, según todo ello está abrillantado, con altísimo relieve, en las pági- nas de nuestra historia política, en que se han destacado aquellos elementos, como otros tantos factores sociológicos de nuestros pro- egresos y de nuestras libertades. Y no me alarma, ante la perspectiva del derrotero que, sólo rá- pida y superficialmente es que podremos recorrer, obra cosa que sus dilatadas dimensiones, ya que en esta, no ciertamente prolija adi- ción, que, á guisa de pobrísimo y escaso inventario, hemos de ha- cer, no de todos, sino tan sólo de los culminantes: recuerdos que conserva nuestra historia, de los principales de nuestros caudillos intelectuales, tantas y tantas son sus gloriosas victorias que, como del trágico soldado de Santa Elena dijo su supremo cantor italiano, si emprendiéramos hacer á la posteridad el recuento de todas esas grandes memorias patrias, sobre las páginas eternas que tendría- mos que recorrer, habría de caer, exhausta de cansancio, nuestra mano. No pienso que nadie ponga en duda, lo oportuno de detenernos unos instantes en materia de ese orden, si se tiene en cuenta que, por no sé qué causas, algo ha descendido y, á diario, desciende, en nuestro pueblo, la estimación del valor que, como fuerza precurso- ra de todos los grandes progresos sociales, debe reconocerse al in- flujo decisivo que la alta educación y la elevada inteligencia, han ejercido en esos pasos que ha venido dando nuestra sociedad, y que, á la postre, han culminado en el coronamiento de su obra con la definitiva instauración de nuestra patria nacionalidad. Y tan es cierto que ha bajado considerablemente la cotización de ese va- lor, que, en pasados días, un diario de esta capital, al hacer objeto de sus disquisiciones á la situación política en que nos encontbra- mos, aseguraba, refiriéndose á determinados jefes de uno de nues- tros grandes partidos políticos, jefes que se señalaban por su robus- ta personalidad intelectual, que mucho erraban si creían, que con enseñanzas Ó con ideas de cátedra, esto es, con su esfuerzo intelec- tual, se iba en Cuba á nada positivo en el orden de la política. Del propio modo, bien sabemos todos los elogios que, sin reservas, se han tributado, en ocasiones no difíciles de recordar, por lo fresca que aún está su memoria, al mérito intelectual de los discursos y escritos de esos mismos elementos políticos, pero, al propio tiempo, se ha querido empañar el brillo de su intelectualidad, con la con” DISCURSO INAUGURAL 207 clusión de que, en el terreno de la política positiva y práctica, nu- los habrían de ser los resultados de esas manifestaciones de la inte- ligencia. Y no es esto sólo: ha circulado y aún circula, con el se- llo de una pretendida é incontrovertible verdad, la afirmación de que nuestra revolución por la independencia, surgió, como se dice, de abajo para arriba, significando, sin duda, con ello, que las ca- pas superiores, las dotadas de mayores conocimientos y de más ele- vada cultura, sólo un papel pasivo han desempeñado en esa gran etapa histórica, consistente en ser dirigidas y llevadas á la revolu- ción, por las capas inferiores, en vez de haber sido las engendrado- ras y precursoras de aquel supremo movimiento que, á mi juicio, no lo calificará la historia de otra suerte que como una poderosa é inevitable concreción de las fuerzas que, la inteligencia y la educa- ción de ilustres cubanos, desencadenaron en la conciencia nacional de nuestro pueblo. Y claro es, cuando en una sociedad cristaliza y adquiere pública circulación, un criterio como el que acabamos de exponer, á la fuer- za ha de sobrevenir la depreciación, la baja de la cotización, cuan- do no el desconocimiento completo del valor de las llamadas clases intelectuales, trayéndonos todo ello, como consecuencia, el deslus- tre y desestimación de la cultura intelectual y la subordinación de sus encarnadores y de cuantas instituciones están consagradas á infundir, afianzar y extender la educación en general. Porque si de nada ó de muy poco, sirven las instituciones y los hombres consagrados á la cultura y al desarrollo del espíritu, en términos de que no de ellos hacia las masas, sino de esas masa ha- cia ellos, es que habrá de dirigirse el curso de nuestros grandes pro- gresos políticos, ¿4 qué fines habrán de establecerse y dotarse universidades, institutos, cosegios y escuelas, academias y publica- ciones, que difundan los conocimientos y concurran á la obra de la cultura general, si con esos elementos de desarrollo no se viene á colmo de los grandes resultados que, según ese criterio, no se al- canzan con doctrinas Qe aulas y de cátedras, ni con enseñangas filo- sóficas, ni con la adición constante de conocimientos y de ideas ? ¿Cómo eliminar del proceso de la civilización y sustraer de sus grandes conquistas, el decisivo elemento de los hombres intelectua- les, sin desconocer que los humanos progresos no son ciertamente automáticos, ni constituyen el producto de ciegas fuerzas naturales, sino que se deben, en primer término, á la iniciativa omnipotente de esos que se llaman hombres dotados de evidente mentalidad, y 208 PABLO DESVERNINE Y GALDOS que, en cada época de la historia, han ejercido y aplicado las dotes de su inteligencia? Restad de las sociedades, en un momento dado, todos sus elementos de saber y de intelectualidad, y como ante el cuerpo inerte de donde ya el espíritu se ha retirado, mirad y exa- minad el despojo social que nos queda. Numerosos son los ejemplos que de ello nos muestra la historia del orbe entero, en que se observan totales eclipses de progresos, cuando se destierra Ó desvanece la inteligencia, y albores y pleni- tudes de adelantos, cuando comienza á formarse ó se acrecienta su caudal intelectual. De España, por ejemplo, acaba de repetir un gran sociológo, que la causa que inició su decadencia fué la perse- cución, eliminadora de valiosos elementos intelectuales que pasio- nes políticas y ardimientos religiosos, arrancaron del seno de aquella nación que nos diera el sér; á la inversa de lo que nos ense- ña Suiza, cuyo brillante éxito científico y social, encontró su pri- mer impulso en aquellos mismos altísimos factores de inteligencia y de cultura, que, á manos de aquellas persecuciones, salieron de sus respectivos países y fueron, por la ilustre República y para su progreso y engrandecimiento, reclutados para siempre. La propia nación francesa ha sido también campo en donde, por aconteci- mientos contemporáneos, se ha comprobado la exactitud de las leyes de la historia en este orden de ideas. Con ocasión de su gue- rra con Prusia, en 1870, pudo observarse que llevaban nombres radicalmente franceses, numerosos oficiales del ejército invasor, y queremos recordar que, con este motivo, manifestó un escritor fran- cés—creemos que fué el general Boulanger—que la presencia de esos nombres en las legiones de Alemania, debíase á las expatria- ciones que en Francia se habían producido, entre otras causas, por la revocación del edicto de Nantes, y que llevaron al otro lado del Rin, poderosas fuerzas de inteligencias vigorosas, que han ornado y engrandecido después la civilización teutónica, con nombres, como los de esas estrellas jurídicas de primera magnitud, de origen castizamente francés, pero de ideas ya profundamente alemanas, que se llaman Thibaut, Hugo, Savigny y otros que en la esfera de otras ciencias, pudieran citarse, como Dubois-Raymond, en la fi- siología, y Duverny-Duvernoy, en la ciencia militar. Verdad es que para avalorar en la justa medida de su alta importancia, la influencia preponderante y genética que, en los pro- cesos de la civilización, han tenido siempre, no ya sólo los extraor- dinarios ingenios que, por lo común, han dirigido los pasos del DISCURSO INAUGURAL 209 progreso, sino también la generalidad de las clases llamadas intelectuales, menester es fijar bien, desde luego, el exacto con- cepto de la intelectualidad y de la educación, que no habrán de confundirse con los empeños del teórico y del erudito, en atiborrar de nociones y conceptos su espíritu. No consiste, en efec- to, la obra de la educación y de la mentalidad, que tanto integra la personalidad del hombre, en adquirir conocimientos, por sólo ad- quirirlos, ni en aprenderlos por aprenderlos, y mucho menos, en adquirirlos para fines puramente materiales y utilitarios de la vida. Como ya lo predicaba un gran pensador cubano—don José de la Luz y Caballero—educar no es dar una carrera para vivir, sino tem- plar el alma para la vida, en el sentido de que el objeto de la cul- tura del espíritu no ha de ser sino formar, desarrollar la inteligen- cia, infundiéndole, con el descubrimiento y la meditación de las grandes realidades de la vida, un impulso incoercible que no pueda detenerse nunca y que, como ha dicho otro gran pensador, haga siempre sentir al hombre algo de la grandeza de las cosas, enseñán- dole á creer en la existencia de esas grandes colectividades que va- len siempre más que uno mismo: haciéndonos contraer, con la de- terminación de nuestro valor moral, el hábito de mirar la vida de frente y á fondo, para ponernos de relieve todas esas imponentes realidades, que sólo por medio de las perfecciones de la educación y del espíritu, es que pueden claramente ponerse á nuestra vista. Por ejemplo, la defensa de la patria, el desenvolvimiento de una rama del conocimiento humano, el libre ejercicio de la inteligencia educadora, en el arte, en la ciencia, en la filosofía, y también el ejercicio de la energía activa que se desarrolla en una profesión, he ahí, como sigue diciendo el mismo ilustre pensador, muestras completas de algunas de aquellas realidades, que es objeto de la educación hacer cada vez más claras á nuestras percepciones y á nuestras conciencias, ya que sólo cuando se tiene de esas realida- des una clarísima visión, es que llega el hombre á incorporarse á esos imponentes conjuntos, confundiendo y difundiendo en ellos su frágil personalidad y sintiendo en sí mismo algo de su brillante grandeza. Es éste, en efecto, el programa que, para la vida, se propone la educación, y es claro que, de ser así, no cabe negar á los que han realizado, para sí mismos, esa educación, y llegado á ese grado de intelectualidad, el legítimo y decisivo influjo que les corresponde en las humanas sociedades cuya totalidad de movimientos sociales 210 PABLO DESVERNINE Y GALDOS está, como pregona la sociología, regida por la totalidad de los co- nocimientos sociales. Mucho pudiéramos, desde luego, extender y dilatar este traba- jo, si dado nos fuera engolfarnos en el amplio campo de observacio- nes prácticas y experimentales que confirman la profunda verdad de los prodigios que, en el proceso de todas las sociedades, han obrado siempre los esfuerzos de la educación, pero como para traba- jos de esas dimensiones no tendríamos tiempo, ni sería ésta su oportunidad, vamos á concretar nuestra tarea, refiriéndonos tan sólo á la propia historia de nuestro pueblo, que está al alcance de todos, y en la que todos, por tanto, podrán compulsar y comprobar el grado de exactitud que tengan los principios á que este discurso se contrae. Es decir, vamos á examinar, bien que sólo con una muy rápida ojeada dirigida á las páginas de nuestra pasada vida, el papel que en ella han desempeñado nuestros hombres de eleva- dos talentos, en relación con los problemas políticos, y también el de esas clases dotadas de mentalidad y de inteligencia que no per- tenecen á las capas inferiores de los sociales organismos. El rápi- do recuento de las ideas que pudiéramos llamar ideas-causas Ó madres de nuestra historia, nos hará ver si, en efecto, la revolución de 1895, que nos ha traído definitivamente á la vida de la indepen- dencia y de la soberanía, procedió en verdad, como se dice y repite, de abajo para arriba, esto es, de las capas inferiores á las capas su- periores, de los menos intelectuales á los más intelectuales, ó si fué ese movimiento político el producto y resultante de poderosas fuer- zas dinámicas, creadas, desarrolladas y puestas en movimiento vigoroso, por sucesivas generaciones de aquellos elementos intelec- tuales, hasta el punto de que pudiéramos resumir y sintetizar nuestra bistoria política en ese sentido, con la declaración de que no puede evocarse un solo hecho, un solo recuerdo del proceso de nuestras gloriosas luchas, ningún impulso revolucionario, ningún conato de protesta contra el régimen de gobierno que sobre nos- otros se cernía, sin que ese recuerdo arrastre al propio tiempo la evocación instantánea de hombres y aun de clases enteras que in- equívocamente promovieron esos hechos, en virtud de las ideas que, en punto al derecho y á la justicia, les había sugerido su educación intelectual. Antes, empero, habrá de aquilatar el grado de verdad de estas observaciones el juicio de los propios gobernantes españoles, tocan- te á lo que ellos, para los intereses de su causa política en Cuba, DISCURSO INAUGURAL 211 suponían peligros y estragos de la educación, hasta el punto de que á su fuerza y á su incontrastable influencia, atribuían funestas consecuencias para los destinos de España en su colonia, y aun se aterraban ante su avance, con pánico tan incoercible, que no ya tan sólo en la Universidad, en las grandes escuelas, en los centros docentes, en la consagración á las profesiones, veían focos de ame- nazas y de peligros para la causa de su dominación en Cuba, sino que aun en los relánpagos de luz que el contacto comercial con otros pueblos, habría de producir en el seno de esta sociedad, y hasta en la ínfima labor educadora que pudieran en Cuba realizar humildes artesanos extranjeros, especialmente los que procedían de la República norte-americana, mirados eran con hondos recelos por nuestros dominadores, como otros tantos elementos de inquietud y de desasosiego para el mantenimiento de su pujante soberanía. Sig- nifica esto, desde luego, que no ya tan sólo la obra educadora de esos grandes factores de desenvolvimiento intelectual, que se lla- man prensa pública, tribuna pública, Universidad y propaganda hablada y escrita, es que recelaban nuestros gobiernos coloniales, sino que propendían á interceptar, para no dejar libre el campo á la obra de la educación, todos los resquicios por donde pudieran la inteligencia y las ideas abrirse y formarse paso y un tanto cultivar y elevar el espíritu de los cubanos que, por su mentalidad, pudie- ran ser susceptibles de esas pequeñas dosis de educación y de cul- tura política. Nada diremos, porque trabajo de esa índole excedería, por su extensión, á lo que naturalmente constituye el límite adecuado de un discurso, no ya de la incuria y del poco celo con que miró siempre aquel Gobierno los intereses de la grande y verdadera educación, sino de la tendencia que tuvo siempre á mantener, bien cimentadas, las bases de la iguorancia y del oscurantismo en que, para sus miras políticas, le cuadraba conservar á este pueblo. Muestra de ello pudieran ser los datos estadísticos respecto de la educación, en todos los tiempos, y entre otros, por ejemplo, en los años de 1844 á 1847, en los que tan sólo asistían á las escuelas 11,033 alumnos de ambos sexos, de una población de 92,192 pár- vulos en edad de necesitar instrncción primaria; de modo que quedaban 81,159, por cuya educación nada se hacía por los pode- res gobernantes. En los años posteriores, allá por los de 1857, el total de fondos destinados en la Isla á la pública instrucción se reducía á la exigua 212 PABLO DESVERNINE Y GALDOS suma de $40,499, de los que $4,848 eram producto de suscrip- ciones y $3,839, procedían de censos é imposiciones donados por particulares, todo lo cual hizo decir 4 uno de los más conspicuos de los gobernantes españoles de Cuba, que en la Isla «no había el Go- bierno pecado por su exageración respecto á la instrucción prima- ria, sino que, antes bien, allí el mal procedía de un notable aban- dono respecto á ella », agregando, «que si se había así desatendido la instrucción primaria, lo que respecto á la secundaria había acon- tecido era todavía más lastimoso». Y esto no ciertamente por in- voluntario abandono, sino por una bien conocida intención política, como en el fondo lo viene á reconocer el mismo gobernante á quien citamos, esto es, el Capitán General don José de la Concha, cuando expone que «desgraciadamente había entonces, aun en hombres » muy notables bajo otros aspectos, una gran preocupación respecto » á la instrucción primaria, porque creen que lejos de ser un elemen- »to de orden y de bienestar social, puede contribuir 4 la desorga- »nización y á la intranquilidad ». Con esta observación pone bien de relieve el referido gobernante, la nota esencial de los motivos que en realidad informaban al gobierno español, para así refrenar y contener la educación, motivos que no son otros que el temor, muy fundado en verdad, de que la luz de la cultura llevase al pue- blo de Cuba á la intranquilidad y la desorganización del régimen estrecho y sofocante á que sometido se le tuviera. Y aunque á primera vista parece como si el General Concha se interesase con caluroso entusiasmo, por la causa de la educación de los pueblos, lo cierto es que, como se advierte al punto que se estudian sus célebres Memorias sobre el Gobierno de la Isla de Cuba, el propio General desmiente sus ideas en favor del desarrollo de la educación, cuando al dol+rse del estado de abandono en que ese gran factor social se encontraba aquí en Cuba, no parecían ins- piradas sus críticas en la consecuencia de ignorancia general que ese abandono educador habría de determinar, á la fuerza, en el seno de este pueblo, sino que esa falta casi completa de elementos de educación y de cultura oficiales, que en Cuba echaba de menos, aenía á ser suplida, según él mismo dice, por la educación que iban los hijos de nuestras familias á buscar en el extranjero, muchas de las cuales, dice textualmente el General, «han enviado y envían »aímn sus hijos á colegios extranjeros, y especialmente á los de la » vecina República de la Unión Americana, con graves perjuicios «de los sentimientos de familia y de nacionalidad y con no menos DISCURSO INAUGURAL 215 »daño del país á que, en general, vuelven con nuevos hábitos, ideas » y afecciones peligrosas». «En ilustración del Gobierno»—sigue siempre hablando el General Concha—«me ha de ser lícito traer »aquí el elocuente testimonio de los valientes oficiales de nuestro » ejército que acompañaron al cabecilla Agúero en sus últimos mo- » mentos. Agúero se admiraba de las atenciones y generosos coa- »suelos que aquéllos, á porfía, le prodigaban, y ellos le han oído » lamentarse de la causa de su extravío y perdición. Agúero se ha »bía edurado en los Estados Unidos y había aprendido desde niño »á4 odiar á los españoles; para él no había ni bien, ni dicha posibles, »ni hombres honrados, leales y generosos, sino entre los republica- »ros federales». Bueno es traducir á la realidad de los hechos este sugestivo cuadro, tan adornado y disfrazado con las artes de la retórica. El autor de esa observación, era nada menos que el referido General don José de la Concha, de cuyas ideas políticas respecto de los cu- banos, ya estamos bien informados de que fué siempre uno de nuestros más inclementes adversarios: el Agúero á quien le aplica el calificativo de cabecilla, es nuestro gran patriota y mártir, Joa- quín Agúero, uno de los primeros en lanzarse del foco de la cons- piración, al campo de la guerra, contra el Gobierno de España, y que agregó á sus dotes de pairiota las de patricio culto, intelectual y bienhechor, que invi. :ó su patrimonio económico hereditario en fundaciones de escuelas y en obras de labor educadora; los valien- tes oficiales á que se refiere el terrible cronista, eran las guardias pretorianas de aquel César despiadado, que acompañaron á Agiúero en la antecámara del patíbulo en que sufriera su martirio, y lo que se llama el «extravío y perdición » de nuestro gran patriota, no fué otra cosa que sus santos amores por la causa de nuestra indepen- dencia y sus actos de denuedo y abnegación por esa misma causa, y seguramente que lo que aprendió Agilero en los Estados Unidos, no fué ciertamente á odiar á los españoles, sino que lo que allí con, sumó, en su personalidad, la educación republicana, fué el amor al derecho y la justicia y la detestación de la tiranía y la opresión. Y esa es la obra de la labor intelectual á que tanto temían log que no reconocieron los derechos del pueblo de Cuba. Nos dilata- mos, con verdadera satisfacción, como si pisáramos en tierra muy firme, en invocar las singulares observaciones que, sobre la obra de la cultura de los cubanos, expone en sus célebres Memorias, y en sus escritos oficiales al Gobierno de España, el referido General 214 PABLO DESVERNINE Y GALDOS Concha, porque no son sus juicios, ciertamente, juicios persona- les y exclusivos de la genialidad del propio gobernante, antes bien, nadie con tanta plenitud como él, por su intransigencia, astucia y penetración, ha representado y encarnado el espíritu y programa de gobierno en que se vaciaba, como en rígido molde, el régimen de esta colonia. Por esta razón, lo que en esas Memorias se refiere, tiene que ser un exponente bien auténtico de las ideas, á la sazón reinantes, en los Gobiernos de España, y por ello, nos detendremos un tanto en levantar acta de otras observaciones del propio citado gobernante. Necesario es, sin embargo, leerlo con suma cautela, para no dejar- nos seducir, en cuanto á sus miras finales, por el lenguaje en apa- riencia lisonjero, con que se expresaba respecto de la educación, aquel que, como el que más, reconoció la profunda funesta influen- cia que pudiera tener para el mantenimiento del régimen español en Cuba, y á quien nadie, por tanto, excedió en temerle á sus con- secuencias y en afanes por encerrarla en moldes sofocantemente oficiales. El General quería educar, pero educar á la gran manera del déspota, esto es, educar á la inversa, para distraer la concien- cia nacional de los grandes puntos de mira de la educación cuando es real y verdadera. Lo que de sus observaciones se desprende, es la profunda desconfianza que, á los hombres de aquellos Gobiernos, infundía el desarrollo de una educación libre, genuina y verdadera, porque lo que se deseaba entonces, era establecer aquí un simula- ero de educación, que encajara bien en los moldes políticos de las ideas y del régimen imperante, y, sobre todo, interceptar toda co- municación, suprimir todo contacto, con toda otra fuente de luz y de enseñanza que no fuera la exclusivamente ortodoxa y guberna- mental. Y, para convencernos de ello, dejemos otra vez la pala- bra al inflexible General que al examinar las direcciones intelectua- les que, á la sazón y á despecho del Gobierno, iban adquiriendo los enbanos, exclama «porque nada hay en ese cuadro que no conspire » á presentar como una deducción legítima, el extravío de la juven- »tud, ó más bien su desapego, á las ideas que en ella deberían estar » más fuertemente cimentadas »; y, emprendiéndola con la Univer- sidad, que fué siempre para él una abrumadora pesadilla y que pa- reció infundirle más pavor y recelo que las conspiraciones y los conatos de guerra, algo así como un verdadero delirio de persecu- ción, lanzaba esta observación: «el desarrollo de la instrucción uni- » versitaria, fuera de toda proporción con las necesidades del país, DISCURSO INAUGURAL N a o »cuando por otro lado no se encuentra fácil salida á los jóvenes de- » dicados á esas carreras; la necesidad de ir á recibir en el extran- »jero una educación poco conforme con los sentimientos de nacio- »nalidad dirigida á formar hombres para sociedades regidas por » instituciones políticas completamente diversas de las de su país, y »el abandono, por fin, de la exquisita vigilancia, que, en la educa- » ción, más que en otra parte, se requería en Cuba, por la revolu- »ción moral de que la Isla tuvo que participar con las antiguas » provincias del continente americano, y aun en proporción mayor, »si se quiere, con la apertura del comercio general del mundo, son »hechos que no han menester de comentarios en la época que co- »Yrremos». Y agrega después, formulando más netamente su terri- ble programa educador, y siempre con la pesadilla de la Univer- sidad, lo que sigue, que no tiene desperdicio como máxima de Gobierno: «suprimir también por ahora los estudios universitarios, »ereando en su lugar colegios para las carreras especiales; promo- » ver la educación peninsular, facilitando las comunicaciones, pro- » porcionando salida ventajosa á los que hagan sus estudios en la » península, al paso que se excluya de los destinos, cargos y distin- » ciones honoríficas á los que reciban su educación en el extranjero ». No puede darse cuadro más sugestivo respecto del valor de la cultura, que el que acaba de bosquejarse, con los empeños de aquel Gobierno por coutenerla, y sobre todo, por adulterarla. Como de las mismas palabras que acabamos de copiar, es fácil colegir, si no se pide la supresión absoluta de la labor intelectual, se le quiere corromper, no sólo con programas de falsa educación, sino con esos halagos de ventajas materiales, que, como otras tantas pingúes pri- mas, se ofrecían á la educación colonial, lo que quiere decir que receloso de los grandes peligros que una educación de verdad ha- bría de concitar para la causa del régimen de España en Cuba, aquel Gobierno planteaba esta cuestión, entonces, al pueblo inte- lectual de Cuba, como, decía el agitador irlandés, el célebre orador Flood, que planteaba Lord North al pueblo de Irlanda el problema político, esto es, con una metáfora en los labios y un soborno en el bolsillo. Por esta razón el Gobierno español de Cuba, por medio de sus representantes oficiales, como, entre otros, del General don José de la Concha, tuvo siempre el más especial cuidado en inscribir in- flexiblemente en su terrible índice expurgatorio, todo lo que no fuera una dirección del espíritu cubano, en sentido profundamente 216 PABLO DESVERNINE Y GALDOS oficial y á la gran manera reaccionaria y propia de las miras de aquel régimen. Por ello, el referido General, que en esa materia no dába paz á la mano, llegó hasta proponer, en el pánico que le infundía la cultura del espíritu, que los mismísimos sacerdotes que ejercían en Cuba el culto de la religión católica, fueran también exclusivamente educados en la Península, y llega á considerar con horror, cual si fuera un foco de mortífera infección, á las grandes ramas de la intelectualidad y del saber, cuando literalmente dice: « Abogados, curiales, profesores de ciencias, y todos, en fin, los que » pueden comprenderse en la clase general de la capacidad, se lan- »zarán con ardor á la primera ocasión que se les ofrezca en el cami- »no de la perdición, cualquiera que sea la marcha que el Gobierno » siga, porque en ello están de acuerdo sus intereses y sus inclina- » ciones.» Va más lejos y declara que, entre otras, dos causas primordia- les, que, en el fondo, no son más que dos grandes fuentes de inte- lectualidad, habían promovido el estado que él deploraba de la situación de Cuba. Una de ellas era la apertura de nuestros puer- tos al comercio extranjero, de la que dice el General que «contri- » buyó más que las otras causas á que la opinión se pervirtiera, por- »que coincidiendo esa franquicia, con el uso del vapor que tanto »facilita la comunicación, la Isla de Cuba se ve inundada de ex- »tranjeros, principalmente de la Unión Americana; aumentada su » riqueza y relaciones mercantiles, sus habitantes no sólo viajan con »frecuencia, sino, lo que es infinttamente peor, también educan en »los Estados Unidos particularmente, á sus hijos, que vuelven 4 »las casas de sus padres con hábitos contrarios á las instituciones »que nos rigen propagando entre sus parientes, amigos y conveci- »nos las perjudiciales doctrinas que aprendieran. » Y, como si al que se encuentra ya en semejante estado de páni- co, ante los crecientes progresos de la intelectualidad, hasta los dedos se le antojaran duendes, no perdona el implacable educador que estamos citando, medio alguno que, á la mano le venga, de ca- lafetear, bien cerradamente, toda pequeña grieta que pudiera dar paso siquiera á la dosis más modesta posible de enseñanza y de edu- cación, en términos de que recomienda también al gobierno de Es- paña que se ciegue hasta el escaso manantial de luz y de ideas que manar pudiera de los más humildes artesanos americanos, que, ciertamente, por su condición de clase, no habrían de señalarse muy brillantemente en la predicación de ningún gran apostolado DISCURSO INAUGURAL 217 intelectual. En varias ocasiones, en efecto, se alarma nuestro pe- dagogo, cual si estuviera ante una conspiración latente de los po- bres y flegmáticos maquinistas y dice: «de todos los extranjeros que »aquí residen los más perjudiciales son, sin duda, los primeros, no »sólo porque parece natural que participen del espíritu de invasión » y propaganda que caracteriza al país á que pertenecen, y por sus » hábitos democráticos, sino también porque diseminados, en su » mayor parte y ejerciendo en los ingenios y ferrocarriles aquella » clase de maquinistas, difunden por todas partes sus doctrinas »subversivas ». Por este motivo vuelve á su tema favorito de crear en Cuba es- cuelas de mecánica, no ya sólo ciertamente por la mecánica misma, sino porque, como literalmente expone el mismo cronista, «se li- »brará al país indirectamente de la contribución que paga á los » maquinistas extranjeros, y, lo que es más, dejarán éstos de exten- » der y propagar ideas contrarias á la tranquilidad de la Isla y á los » intereses de España». Ah!, señores, persuasivo es de todo punto lo que acabamos de recordar, para convencerse de lo que la liber- tad y el progreso deben á la labor de la intelectualidad, tan temida por nuestros gobernantes españoles, aun en sus más insignificantes manifestaciones. “Y decimos gobernantes españoles, porque que- remos repetir que al citar al general Concha, lo hemos hecho por- que era evidentemente un hombre agudo y penetrante y en alto grado representativo del régimen y de las ideas de su gobierno. Si no lo prohibiera el apremio del tiempo, muchos otros datos, de este mismo linaje, pudieran sin duda citarse, como por ejemplo, los de otro gobernante, el Conde de Mirasol, que del mismo modo se dolía de los males políticos que, la apertura de nuestros puertos al comercio del mundo, había acrecentado: que se rebelaba, del propio modo contra nuestra Universidad, que sólo había servido, dice el referido Conde, para crear un considerable número de abo- gados, y que, en uno de sus informes, hubo de manifestar lo que sigue: «que no conviene esta educación, lo han repetido todos los »hombres de buen acuerdo; examínese la institución de la Univer- »sidad en sus bases y en su forma, y atendiendo á la aglomeración »de la juventud, la han considerado como un error que sacrificaba rá pueriles inclinaciones el interés nacional », agregando, que «la » mala educación y ejemplo de sus padres, es la culpa de que la ma- »yoría de los hijos de aquel país den malos españoles». Esto es, que en el propio juicio de nuestros adversarios, nada había tan fu- 218 PABLO DESVERNINE Y GALDOS nesto á los intereses de la causa española en Cuba, y, por tanto, nada tan eficiente para llegar á destruirla, con la instauración de nuestra libertad é independencia, como los progresos del espíritu y de la intelectualidad, progresos que se propusieron atajar en todas sus manifestaciones, llevándose de encuentro, en sus opiniones y recomendaciones, no sólo esta misma Universidad y con ella á los abogados, médicos y profesores de ciencia, sino que, para no per- donar detalle alguno en este orden de persecuciones, se fulminaba también, con terrible anatema, á los pobres curas que no fueran educados en España, á los míseros curiales, y, en fin, hasta á los pobres de los maquinistas norteamericanos. Coronan este cuadro, la felicidad y fruición que tanto debieron haber emocionado al gobierno de España, cuando su propio Rey, don Fernando VII, con ocasión de no haber llegado á Cuba las grandes reformas universitarias, fundadas en el plan de estudios del ilustre español don Manuel José Quintana, en una Real Cédu- la del año 1825, felicitaba á los cubanos por el mal éxito de esas tentativas de reformas que hubieran, según dice el propio Monar- ca, «Jlevado á los cubanos funestamente por la nunca bastante abo- »minada senda revolucionaria ». He ahí, pues, lo que de la luz de la inteligencia temían nuestros dominadores, siendo lógico colegir de la medida con que perseguían la obra de la educación, la medida con que debemos nosotros amar- la y enaltecerla y la medida con que la labor de la cultura y de la intelectualidad nos ha traído á la presente resultante de nuestra independencia nacional. Para nuestros dominadores y ante el cua- dro de precauciones que querían tomar, aun en contra de sus más insignificantes destellos y vislumbres, debemos creer firmemente que la tal cultura de nuestro espíritu les olía materialmente á pól- vora, y que, ante su progreso, se aterraban más que ante los mis- mos periódicos conatos de convulsión que, en distintas épocas, ve- nían haciendo erupción en el seno de esta sociedad. ¿Y es que andaban errados nuestros dominadores, en así ate- rrarse ante el desarrollo de la inteligencia, concediéndole fuerzas y excelencias que en realidad no le caben? ¿Era acaso un puro de- lirio Ó entrañaba una verdadera realidad, esa creencia general de que eran las luces, la cultura y la intelectualidad, las que realmen- te tenían abierto en Cuba un constante fuego contra los viejos y formidables torreones de la dominación española? Un examen somero, una mirada rápida y ligera, nos descubre, DISCURSO INAUGURAL 219 en efecto, aun á muy remotas distancias, el hecho histórico, incon- trovertible y esencial, de que han sido siempre los esfuerzos y afa- nes de las clases intelectuales de nuestra sociedad, los que han pre- parado y desencadenado, á la postre, el avasallador torrente revo- lucionario. Epocas históricas bien conocidas tiene nuestra patria, en las que aún no había nacido, ó yacía en forma muy latente, el espíritu de la libertad y de la emancipación: évocas en que no había criterio de diferenciación entre cubanos y españoles y en que los primeros, lejos de ser hostiles á la Metrópoli, abrazaron con ardor, en las oca- siones que se presentaban, la causa de la nacionalidad española en Cuba. Dígalo por nosotros el heroísmo con que Velasco y los demás defensores del Morro, rivalizaron, cuando no sobrepujaron, al de los propios oficiales españoles, con ocasión del asalto á la Habana por las fuerzas de la Nación británica; Regidores habane- ros fueron los que, como Aguiar, impidieron que se cerrase enton- ces el cerco de la Habana, derrotando repetidas veces á los ingleses; José Antonio Gómez, el célebre Pepe Antonio, Alcalde Mayor Pro- vincial de Guanabacoa, reclutó y armó á numerosos campesinos cubanos, con elementos tomados á los ingleses, y las poblaciones del interior de la Isla, enviaron á la Habana, espontáneamente, un contingente considerable de fuerzas; entran en batalla milicias del país; nadie excede al habanero Aguiar en su protesta contra la ca- pitulación, protesta que se manifestó con su marcha al interior, para allí proseguir la guerra, y no obstante que el caudillo inglés Albemarle y su sucesor William Keppel, instauraron en Cuba un gobierno vaciado en los amplios moldes de derecho y de libertad, propios del genio y de la tradición de la Nación inglesa, el pueblo de Cuba les mantenía una profunda desafección, que manifestaron hasta los más humildes campesinos, cuando resolvieron no venir á los mercados, y que expusieron también no pocos señores que se negaron á reconocer la autoridad del Rey de Inglaterra, menudean- do á cada instante los motines y los choques con las fuerzas invaso- ras. Aun Puerto Príncipe dió, entonces, inequívocas señales de su espíritu de ortodoxia nacional española, cuando, al intimarle Albemarle la rendición, respondióle airadamente «que aquellos ve- »cinos, con valeroso ánimo, estaban dispuestos á rendir primero sus » vidas que el vasallaje á otro Soberano distinto de nuestro Católi- »co Monarca ». Fué ya entrado el siglo xrx, en que, por obra de los adelantos 220 PABLO DESVERNINE Y GALDOS y difusión de las luces, empiezan 4 destacarse las primeras líneas de la personalidad cubana, frente á la personalidad española. Fué por la entrada de cubanos ilustres en aquellas primeras Corporacio- nes de nuestra historia, por ejemplo, el Consulado de Agricultura, Industria y Comercio, cuyo Secretario fué nuestro ilustre compatrio- ta, don Antonio del Valle Hernández, que empezó á resonar la voz de nuestra patria, pidiendo en esa Corporación, en la llamada So- ciedad Patriótica y en el mismo Ayuntamiento de la Habana, cons- tituído entonces por altas personalidades de nuestra sociedad, el reconocimiento de los derechos que tenía Cuba, en contra de los grandes monopolios comerciales de que, á la sazón, disfrutaba la Metrópoli, y ya se había abierto algún camino la opinión cubana, cuando fué en 1822 que, con ocasión de una elección de diputados á Cortes, surgieron los primeros conflictos entre cubanos y españo- les, y, por primera vez, dice un erudito cubano, se oyeron los gri- tos de «Muera España» y «Viva la Independencia ». ¿Quién los inspiró? Ciertamente la idea revolucionaria no ha- bía, como un volcán, hecho súbita erupción á los pies de aquellos hombres, ni podía ser tampoco resultante de un sentimiento espon- táneo y ciego, porque el sentimiento, solo, no determina segura- mente la acción, sino que se necesita para ello el auxilio de la idea, idea que no se adquiere tampoco sin la inteligencia, que estudia y observa, para incorporarse las nociones de las realidades de la vida- Debe, por tanto, presuponerse el antecedente, y, según el testimonio de nuestra historia, no ha sido éste otro que el de la intelectualidad de las grandes figuras históricas cubanas, que difundieron su espíritu en toda aquella clase, que, por su cultura y por su educación, era la que con mayor facilidad podía asimilarse las ideas de aquellos hom- bres. El papel que algunas de esas figuras intelectuales han des- empeñado en nuestra historia política, es tan intenso y tan colosal y tan visible su luz, un poco solitaria, al principic, en medio de las nu- bes y oscuridad de aquellos tiempos atrasados, que cuando se conocen sus Obras y £e contemplan sus ideas, no sólo se convence uno de la legitimidad inequívoca de su paternidad en nuestros movimien- tos políticos, sino de la casi exclusiva jefatura que en ellos tuvie- ron como protagonistas de los mismos. Para no ahondar mucho en el pasado, remontémonos tan sólo á Jos tiempos de nuestro gran poeta Heredia y de nuestro gran predicador el inmortal Presbítero Félix Varela. La voz poderosa de esos dos hombres, parece como el primer albor de una nueva y definitiva etapa de la historia de DISCURSO INAUGURAL : 221 nuestro proceso político. Ya en ellos resuena, neta y vivamente, la expresión del supremo deseo político de Cuba, deseo que, sin embar- go, ni en la forma de un sentimiento vago y general, había penetrado todavía en todas las capas de nuestra sociedad para constituir una aspiración Ó un programa nacional. Heredia, con sus actos políti- eos, con su propaganda y, sobre todo, con la embriagante inspiración de sus inmortales versos patrióticos, constituyó uno de los más vigorosos núcleos de esas ideas políticas, genuinamente cubanas, que fuera él uno de los primeros en iniciar y en empezar 4 propa- gar, por el admirable vehículo de su gran expresión artística. No es posible que cubano alguno, le discuta su legítimo título de gran maestro precursor de las ideas políticas de Cuba. Su papel y su preponderancia, fueron de tal magnitud, que uno de los más gran- des sabios de Francia, Villemain, le calificó de verdadero Tirteo del Nuevo Mundo, y ya sabemos lo qne, con este símil, se ha que- rido significar, si se recuerda cómo el antiguo poeta griego reani- mara el espíritu de los espartanos y cómo sus versos, verdaderos himnos de guerra, se entonaban siempre, por aquellas legiones, cuando iban á entrar en las luchas del combate. De Heredia pue- de asegurarse que tres ó cuatro generaciones de cubanos, han esta- do entonando sizmpre los himnos de sus poesías patrióticas que han palpitado en los labios de la primera juventud, como en los labios de la infancia balbucean las primeras expresiones de sus más ar- dientes deseos. Durante mucho tiempo, él, solo, encarnaba, ante el mundo y ante su propia patria, el incipiente espíritu político de Cuba respecto de su antigna Metrópoli, y por ello, sin duda, un ilustre español, don Marcelino Menéndez y Pelayo, que no lo ama- ba, puesto que hasta lo quiso motejar con el calificativo de filibustero y aun le imputó, erróneamente, que para la realización de sus pla- nes revolucionarios ni siquiera retrocediera ante el asesinato políti- co, ha podido decir, con profundo acierto, que él, Heredia, «era el compendio y cifra de todos los rencores contra España ». Andando el tiempo, sus ideas, sus cantos, sus producciones literarias, su pe- regrinación por el destierro, sus vicisitudes y Sus infortunios, se han incorporado con tan estrecha fusión, en la propia historia de nuestra patria, que, cuando leemos la vida del poeta nos parece que estamos frente, no solamente á una robusta individualidad, sino ante una grandeza tan colectiva como nuestra misma historia patria. Tiene, ante nuestras impresiones, todas las semblanzas, cuando no la completa identidad, de una fracción tan vasta del 222 PABLO DESVERNINE Y GALDOS alma de nuestro pueblo, que todo lo que él dice y todo lo que á él se refiere, acaba por convertirse en algo impersonal que nos infun- de la creencia de que, su voz, es la de nuestro pueblo, y todo lo que á él concierne, propio también de nuestra patria. El Presbítero Félix Varela es otro de los intelectuales que, con el vigor de su palabra, la fuerza de su razonamiento y los dictados de su altísima conciencia, encarnan una época entera de nuestra historia política, constituyendo una de sus más fecundas y brillan- tes etapas. Y es claro que así como la época, en que tan honda influencia tuvieran sus ideas, excediese á los límites y fuese más allá del término de su vida, puede asegurarse que también este hombre extraordinario, difundió su espíritu en todas aquellas ca- pas intelectuales que estaban, por el grado de su educación y men- talidad, en aptitud de recibir su enseñanza y de trasmitirla 4 otras, aun después de retirado el gran maestro de esta región de los vi- vos. Su obra no se limitó á la medida material de su vida, ya que no quedó el vacío después de muerto él, en términos de que si hay tiempos y si hay obras que sólo se miden por las dimensiones de la vida material de ciertos hombres, accidentalmente influyentes en sus coetáneos, otros hay como el Padre Varela, que se exceden á su época de vida y trascienden á la posteridad, midiéndose por tanto, á sí mismos, por la extensión de sus obras y de su influencia hasta el remoto porvenir. Lo que él valía y lo que Cebe haber significa- do, como factor en nuestra historia política, lo aquilata, sin duda, la auténtica expresión llegada hasta nosotros, de ideas que, por los tiempos en que se expusieron y por la forma intransigente en que se manifestaron, tienen que haber tenido el eco propio de las gran- des explosiones. Oíd lo que pensaba y decía, en aquel remoto pasado, en la pu- blicación El Habanero, que veía la luz en la ciudad de Filadelfia. Hablando de la revolución, exclamaba: «Un hado político la de- » creta; ella será formada por el mismo gobierno español que desco- »nociendo sus intereses y alimentándose con ficciones, que ya sobre »ser temerarias, tocan en ridículo, no dará paso alguno para con- »servar lo poco que le queda, y teniendo, como siempre ha tenido, » por sus enemigos, á todos los que le han dicho la verdad y le han » aconsejado aproveche siquiera los escombros de su arruinado edi- » ficio, dará lugar á la destrucción de un pueblo á quien no da otra » defensa que llamarle siempre fiel», y agregaba: «ya que todo el » mundo calla, yo no sé callar, cuando mi patria peligra, y habién- DISCURE£O INAUGURAL 223 » dola sacrificado todos los objetos de mi aprecio, yo no le negaré » este último sacrificio. Su imagen, jamás se separa de mi vista, » su bien es el norte de mis aspiraciones, yo la consagraré hasta el » último suspiro ». He ahí, pues, uno de nuestros catedráticos, uno, por tanto, de los precursores de la independencia de nuestra patria. Su influjo, en sus discípulos y en su época, tuvo que ser incon- brastable, como el de quien dejaba caer en la tierra semillas de esas que parece que tienen alas, porque vuelan, fecundando el campo, á través de los tiempos y de los hombres, y por ello claro es que tuvo que devorar el destierro y la persecución. Consagremos también, con respeto, un gran homenaje de recuer- do, á nuestro gran Lugareño, el eximio patriota camagúeyano, don Gaspar Betancourt Cisneros. Su nombre es otra bandera. En 1850 y en 1868, el patriótico pueblo de su región, se lanzó 4 los campos de batalla invocando y pronunciando su nombre, como si en esas ocasiones se sintieran movidos por el ansia de demostrarle su ve- neracion, traduciendo en actividades viriles y gloriosas, las predi- caciones de aquel ilustre coterráneo suyo. Es posible que Gaspar Betancourt Cisneros—antepasado y compatriota de'otro Betancourt Cisneros que aún vive entre nosotros y que, por la pureza y la te- nacidad de su patriotismo, parece como la muestra del temple de su glorioso antepasado—es posible, repito, que aquel ilustre cama- gieyano, constituya el ejemplo más completo de los prodigiosos efectos que una inteligencia clara, puede llegar á tener en el desen- volvimiento de la historia de una sociedad. Él fué siempre el jefe revolucionario de aquellas épocas, y Camagúey, como en cierta oca- sión dijo en un discurso nuestro gran tribuno Rafael Montoro, ha sido «la avanzada del espíritu cubano, defensora y mártir de todas »sus decisiones, enérgica, precursora del porvenir y depositaria del »espíritu patrio». ¿Y por qué causas? El propio General Concha decía de esa región: «que era el terri- »borio de donde habían salido siempre en mayor número los jóve- »nes de familias medianamente acomodadas, para educarse en el »extranjero, y sobre todo en la vecina República de los Estados » Unidos», y de Puerto Príncipe, sigue diciendo el propio gobernan- be, «es el más sagaz acaso de los que en este país trabajan por » arrancar á la Corona de su Majestad la preciosa Antilla, Gaspar » Betancourt Cisneros, quien después de haber recibido en ese país » una instrucción no común y de haber vivido algunos años en 224 PABLO DESVERÑINE Y GALDOS » Puerto Príncipe, difundiendo por escrito y de palabra sus doctri- » nas, fué á colocarse á la cabeza de los emigrados que formaron la » Junta Cubana establecida en New York, con el fin de promover »la insurrección de la Isla». Todo esto, pues, decimos nosotros, fué la obra de la educación. Su fanático entusiasmo por la libertad de Cuba lo mantuvo, no hasta los umbrales, sino hasta el seno de su propia agonía, en la que deliraba con la visión de la Metrópoli que ahogaba entre sus brazos á su colonia, y que hacía exclamar en esos supremos mo- mentos al patriota estos vocablos: ¡Vete, vete ! Acompañóle en sus predicaciones, en sus trabajos y conspiracio- nes, Otro gran intelectual cubano, desterrado por el gobierno espa- ñol, y que, con el Lugareño y otros patriotas cubanos, formó la Junta de New York allá en los años de 1850, debiéndose á su plu- ma las más de las circulares, manifiestos, proclamas y escritos que publicara aquella Junta. Este gran ilustre fué otro revolucionario, no siendo la menor parte de su obra política, la de su colaboración en el célebre periódico El Siglo, que, hasta donde le permitía el ré- gimen político imperante en aquella época, sostuvo con ahinco los derechos de los cubanos, llevó la luz á todos Jos rincones de la Isla de Cuba y representó el enorme y primer duelo con que la repre- sentación de la inteligencia cubana, retó, á los combates de la crí- tica y de la polémica, al régimen político de aquella época. Salu- demos con respeto la m+-moria de ese patricio que se llamó el Conde d - Pozos Dulces. Por último, vino la revolución de 1868, en la que tomaron par- te nuestras mejores inteligencias, lo más brillante de la joven men- talidad de Cuba, y á la cabeza de ella se puso un abogado, Carlos Manuel de Céspedes, acompañado por tantos y tantos intelectuales: Rafael Morales, Luis Victoriano Betancourt, Antonio Zambrana, Pérez Trujillo, Luis Ayestarán, los Mendoza, los dos hermanos Sanguily, Calixto Garcia, Bachiller y Morales, Ignacio Agramonte, Antonio Luaces, Larrúa, Ramón Roa y tantos y tantos otros, que no hay tiempo para nombrarlos, pero que están en nuestra memo- ria y en nuestro corazón. Mientras ésos militaban en el campo de la guerra, trabajaban por la Independencia en el extranjero, aque- llos ilustres emigrados, como Morales Lemus, primer abogado de la Habana, Hilario Cisneros, Francisco Fesser, José Manuel Mes- tre, Pedro Martín Rivero, todos conocidos é ilustres juristas, jun- tamente con José Antonio Echevarría, ilustre publicista, Enrique DISCUBSO INAUGURAL. 225 Piñeyro, una de las estrellas de mayor magnitud de nuestra litera- tura y de nuestra historia política y otros muchos que no quiero que se entiendan excluídos porque no haya tiempo para nombrar- los 4 todos. Y todos, todos éstos, no eran otra rosa que los discí- pulos y herederos intelectuales de nuestros grandes maestros antes citados. La misma revolución de Baire, de 1895, fué directamente pre- parada y tuvo á su cabeza á otro gran intelectual, al ilustre apóstol de nuestra libertad, José Martí, que también tuvo, así en la emi- gración como en el campo de batalla, ilustres intelectuales que en su empeño le secundaron. Y no he citado más que lo que pudié- ramos llamar altas cumbres de nuestras inteligencias revoluciona- rias, no haciéndolo de los demás por no recargar este trabajo con la excesiva prolijidad de recuerdos tan dilatados, pero bien puede decirse que en todos nvestros movimientos revolucionarios, desde los primeros de los Soles de Bolívar, del Aguila Negra, del movimien- to de Joaquín Agiiero, sus principales figuras, aun después de los caudillos supremos, son las de innumerables compatriotas nuestros, distinguidos por su talento, por el brillo de su inteligencia y por el lustre intelectual de su linaje de familia. Todos los nombres de las presentes familias de Camagúey, los Agramonte, Recio, Artia- ga, Varona, Batista, Arango, Betancourt, Machado, Aguero, Lua- ces, Freyre, Mola y muchos otros, cuentan en su glorioso abolengo esos mismos nombres de antepasados que figuraron en las grandes propagandas políticas de las ideas revolucionarias cubanas. «Más »de seiseientas personas, decía el fiscal, Hernández de Joya, ha- » bían formado parte de la conspiración capitaneada por José Fran- »cisco Lemus, en que se trataba de establecer una República en »este suelo por personas todas de cultura, de las capas superiores » de la sociedad, con la denominación de Cubanacán.» En todos esos movimientos resuenan siempre nombres presti- giosos por la altura de la inteligencia de los que los llevaban, siendo así que, ya como activamente revolucionarios ó como expositores de los derechos y de las aspiraciones de los cubanos, el talento y la cultura han ocupado, por lo general, el lugar que le designaban el deber y la dignidad, bastando, como muestra de ello, los nombres de personalidades como Miguel Teurbe Tolón, Anacleto Bermúdez, Manuel Nicolás Escovedo y José Antonio Cintra, que figuran entre las más altas inteligencias de la literatura y de la jurisprudencia. Cuando el movimiento de López, fueron encausados y condena- 226 PABLO DESVERNINE Y GALDOS dos en rebeldía, á distintas penas, personas, de orden también in- telectual, tan conocido y elevado, como lo fueron José M. Sánchez é Iznaga, Cirilo Villaverde, Pedro de Agúero, Juan M. Macías, Victoriano Arrieta, Cristóbal Madan, Felipe Gaunaurd, Basilio Tosca y los dos ilustres hermanos Eusebio y Pedro José Guiteras. Y no nos detenemos á consignar más que un recuerdo de pura ad- miración, 4 todos nuestros grandes poetas, que, sin excepción y en medida más Óó menos grande, consagraron, en sus inspiraciones, las altas aspiraciones políticas de Cuba, habiendo sido por ello los más de ellos, Ó perseguidos políticamente por el Gobierno ó mira- dos por el misrao con inquietud y sobrecejo. No es necesario ha- cer otra cosa que pronunciar los nombres de Plácido, Ramón Pal- ma, Rafael Mendive, Fornaris, Milanés, Orgaz, Telón, Zenea y otros muchos. No hemos querido hacer historia, sino tan sólo reivindicar, con algunos de estos recuerdos, evocados al azar, bajo los dictados casi de la memoria, lo que á la cultura y educación, esto es, lo que á los llamados intelectuales se ha debido y se deberá siempre en la obra de nuestros grandes progresos políticos. Dolernos debemos un tanto de que no se rinda á estos hombres el tributo que cierta- mente ellos merecen, por la magna y preponderante colaboración que han tenido en nuestra historia, como en todas partes y en la historia de todos los países, es á las conquistas del espíritu que se deben las grandes culminaciones de los humanos progresos. No trataremos de empequeñecer los títulos de mérito y de valer, 4 que son, sin duda, acreedores los hombres de no gran cultura y que constituyen en nuestra sociedad, hombres exclusivamente de acción. Son entidades iududablemente útiles, pero sus funciones, respecto de los llamados hombres de inteligencia y de cultura, son funciones secundarias, en cuanto á que esos hombres de acción, tienen siempre que ser producto, no autores, de su tiempo, y por tanto, como ha dicho un distinguido sociólogo, son instrumentos de la sociedad para el cumplimiento de sus funciones, debiendo su éxito y aun su ocasión de funcionar, al mero hecho de que la so- ciedad haya planteado, de antemano, sus aspiraciones á esos fines, aspiraciones que plantean y formulan exclusivamente los hombres de inteligencia y de espíritu cultivado. Y es que el mundo, en definitiva, no se rige más que por las ideas, no ciertamente de una manera, directa é inmediata, por las de los contados talentos que han sabido y podido iniciar los gran- DISCURSO INAUGURAL 227 des conceptos directores que, en cada época, gobiernan á las huma- nas sociedades, pero es indudable que se rige, á la postre, y de una manera si se quiere mediata, por esas mismas ideas, luego que se han difundido en la masa de la sociedad y cristalizado en ella en la forma de opinión ó de sentimiento general. Se dice, muy común- mente, que es el sentimiento el que domina y prepondera, en defi- nitiva, en la dirección y gobierno de la sociedad, y yo así lo creo; pero atribuyendo á las ideas de los hombres ilustres, el primer im- pulso de ese orden moral de cosas, que llega á adquirir la forma intensa y emocional del sentimiento, el cual, si desarrolla, sin du- da, un vigor extraordinario, lo hace siempre en proporción á la fuerza de las ideas generadoras que hayan concurrido á producirlo en el seno de una comunidad, porque es indudable que tanto más vivo es el sentimiento cuanto más clara y más evidente es la idea que lo ha inspirado. Cuando un pueblo arde entusiasta en senti- mientos de justicia, de derecho ó de libertad, es porque en el fon- do de esa sociedad han surgido y circulado ideas de ese mismo orden. Nada puede decirse que se revele al sentimiento de un pue- blo que antes no haya bullido, como idea, en el espíritu de sus grandes intelectuales, y en este sentido puede afirmarse que, en la Isla de Cuba, todas las clases, y en gran parte las no intelectuales, han colaborado en nuestros grandes movimientos políticos, pero, según el somero cuadro que acabamos de bosquejar, es incontrover- tible que, el impulso primordial, se ha debido á nuestros grandes hombres, que han iniciado aquellas ideas políticas fundamentales, y á las clases intelectuales en general, esto es, á las procedentes de los grandes colegios, de las Universidades, de las Academies, de los gabinetes de estudio, de la Prensa pública, pues que todos éstos son vehículos que trasmiten á la masa del pueblo las luces de los grandes y supremos pensadores. Y en este concepto no debemos nosotros perdonar afanes, para abrillantar más y más los prestigios y útiles fuerzas de la educación y de la intelectualidad. No debemos ciertamente contribuir á que se vaya borrando la idea de que la educación, la instrucción, las aptitudes, la experiencia, deben constituir títulos para alcanzar en la sociedad y en las esferas de los gobiernos, el puesto que es razón que corresponda á esos superiores, con tanto más motivo cuanto que de no establecer un criterio de aptitud intelectual para las al- tas colectividades sociales, nos encontraremos con que todos, en una sociedad, se habrán de creer con derecho á todo, y cuando en 4 228 PABLO DESVERNINE Y GALDOS un pueblo todos se creen con derecho á todo, acaban por pensar que deben forzosamente obtener aquello á que se creen con derecho, y entonces damos en la imposibilidad y en la catástrofe, porque es claro que por muy ancha y pródiga que quiera ser la mano que dé, no es posible dar todo á todos. Lo que patrióticamente cumple hacer, es, al cuntrario, enaltecer y difundir la obra de la cultura y de la educación, procurando ha- cer comprender á todos su alto valor, como esencial factor de pro” greso y de serenidad moral. Cuando todos comprendan sus venta- jas para la realización y consagración de los supremos fines sociales, todos la respetarán y contribuirán, con su respeto, á su difusión, y, sobre todo, asegurarán á esa educación, á la inteligencia y á las aptitudes, las funciones y el papel que les corresponde y en que están afianzados los intereses morales y materiales de todos los ciu- dadanos, aun de aquellos que no hubiesen podido integrar su pro- pia educación. Despreciando el valor que la inteligencia educada y nutrida, debe tener en las humanas sociedades, no se logra otro resultado que el de enflaquecerla y disminuirla, dando lugar á que manos pro- fanas destruyan sus propios beneficios, por la sola razón de que no alcanzan á comprender los muchos y muy sólidos progresos que, en todos los pueblos civilizados, son evidentes efectos de las fuerzas intelectuales. En este orden de ideas, y para concluir, no puedo menos de recordar la parábola del poeta francés, cuando decía haber visto á un hombre ignorante, del ínfimo pueblo, recoger en una calle de París, un hermoso libro, encuadernado en terciopelo y cerrado con broches de oro, que se encontraba allí perdido, y que, abierto por quien lo recogiera y visto su contenido, que no era otro que el de sus páginas impresas, desgarró de éstas la hermosa cubierta y sus valiosos broches, arrojando otra vez al suelo la parte impresa. Interpelóle el poeta haciéndole ver lo necio y brutal de semejante acto, y el pobre hombre, mirando á su acusador fijamente, le dió por única y amarga, pero convincente respuesta: «Yo no sé leer ». He picno. LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MÉJICO Y SU ORGANIZACION ! POR LOS DRES. EVELIO RODRÍGUEZ LENDIÁN Y JUAN M. DIHIGO Profesores de la Universidad El día 22 de Septiembre del presente año, á las diez de su ma- ñana y ante una concurrencia numerosa y selecta, tuvo efecto la solemne inauguración de la Universidad Nacional de Méjico; acon- tecimiento en extremo significativo en el orden de la cultura de un pueblo, «concepción acariciada, madurada y meditada por más de * cinco lustros » tendente á satisfacer el más alto ideal educativo; cuya inauguración tuvo como principal finalidad el conmemorar la fecha gloriosa que representa la emancipación política del pueblo meji- cano. Tal suceso, si no de más esplendor que muchos de los que tuvimos la buena suerte de presenciar, es sin disputa alguna el más importante, el más trascendental, el de mayor efecto en la saluda- ble influencia que pueda tener no sólo en la historia futura de la vación mejicana, sino en la futura estabilidad de su República, ya que abriendo de par en par sus puertas para acoger á quienes deseen elevar su mente en los varios y múltiples aspectos de su enseñanza, les permitirá alcanzar aquella preparación necesaria é indispensable que traduzca en hechos prácticos y beneficiosos los principios apren- didos, si por exigencias de las circunstancias tuviera la nación que utilizar los servicios de sus ciudadanos. Profundamente complacidos por las atenciones de que fuimos objeto, sorprendidos en alto grado del modo cómo un pueblo sabe honrar la memoria de sus grandes hombres, cómo si en la forma adoptada se rinde homenaje á los que fueron merecedores de él, también se hace mucho y bueno en obsequio del mayor progreso de la patria, tenemos el deber de confesar, á fuer de universitarios, que ninguno de losactos que presenciamos halagó más nuestro es- píritu, ensanchó más nuestros corazones, que ese momento de la fecha antedicha, porque en él advertimos cómo unidas las volunta- 1 Informe presentado con fecha 15 de Noviembre al Sr. Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. 230 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO des que dirigen las varias Escuelas para ser movidas á impulso de un solo pensamiento, se ha podido realizar una obra altamente edu- cadora, objetivo muy principal de la Universidad, como natural secuela de su acción científica, formando tipos de caracteres, al decir del honorable señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes de Méjico, destinados á coronar, á poner el sello á la obra magna de la edncación popular que la escuela y la familia constitu- yen cuando obran de mutuo acuerdo. Y en ese acto solemne en que, por boca del señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, pudimos darnos cuenta del concepto formado respecto de la función de la Universidad, que no aparece ante su vista como el ele- mento único de la cultura, pues si así fuese, habría de resultar un adoratorio en cuyo derredor se formaría una casta de la ciencia, es- fumándose en el horizonte la elevada misión que le correspondiera y en pugna evidente con el sentir de los tiempos modernos, en que tanto se anhela por tomar más y más parte en el concierto humano y no en desprenderse del vínculo que lo ata á las entrañas mater- nas para formar parte de una patria ideal de almas, oímos también cómo preconizaba filosóficamente la ¿ducación del carácter median- te el cultivo de la voluntad, que llamó magnetismo misterioso; cómo juzgaba bancarrota de la pedagogía el cultivar voluntades para co- sechar egoísmos, torciéndose, sin disputa, el ideal supremo de la educación en el que toma parte tan principal y tan activa la escue- la primaria, ya que la buena doctrina allí sembrada y que posterior- mente habría de fructificar, traduciríase, sin duda, en el distintivo característico que se advirtiera en el individuo por la saturación de un espíritu de sacrificio que le permita sentir el gran valor de la vida social. Y por si en el orden de las instituciones científicas y literarias que ha habido en Méjico pudiera alguien señalar la perfecta deri- vación de la Universidad fundada, como si fuese para él empeño , muy especial el poner de relieve las características que la diferen- ciaran, al objeto de que de modo fácil pueda apreciarse lo que la distingue de la actual, manifiesta en forma franca y paladina que no sería posible indicar la historia de esta Universidad, ya que ciertamente no la tiene, puesto que al nacer no puede tener árbol genealógico, base de derivación, génesis que advierta los puntos de contacto y las manifiestas variedades, pero sí el advertir la exis- tencia de precursores que pueden señalarse en el gremio y en el claustro de la Real y Pontificia Universidad, pues si no halla su "Br90U9IINDUO) B| 10d Bpydndo BLISPRIL) “"IVNOI)VN AVAISATAIN(]) VI HA MOJOVANDAVA] "VIJOLVA VIH] TIVYNODDVN VIHOOSH VI Hd OYLVALIMIN Y LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 231 raíz en el antepasado, encuéntrala en el pasado, pero con la gran ventaja de haber roto con las notas de distinción de ella, fundadas en la tarea verbalizante, en el psitacismo á que hubo de referirse Leibnitz, esclavitud del individuo al signo sin idea que representar, demostración maravillosa de lo que Hamlet tan gráficamente indi- cara cuando dijo: palabras, palabras, palabras, poniendo de mani- fiesto que la casa parlante no podía ser nunca un puerto para las naves que se atrevían á surcar los mares nuevos del intelecto hu- mano en el Renacimiento, ya que la escolástica, fundamento y base de toda investigación en esa época, fué la telaraña oral incapaz de creaciones, porque la teología hablaba siempre como ama y señora y á ella estaba esclavizada toda otra ciencia. Por eso es que en esta etapa profesores y alumnos confúndense en un solc aspecto: el de ser razonantes de memoria y de silogística; por eso es que las letras se estancaron, las ciencias hallaron trabas en su impulso pro- gresivo, representando la Universidad valladar infranqueable para las legítimas aspiraciones del pensamiento, porque su ciencia era letra muerta que se aprendía de memoria, se comentaba, glosaba, poblándose el mundo de la imaginación de ideas muertas, de frases huecas, como ha dicho Bunge: losa de una tumba, como se mani- festara, en la que se encierra, para que no caliente y fortifique con sus rayos el sol de la verdad, y en cuyo funerario mármol pusiera, como dice el señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, el noble y venerable anciano de vasto saber y mente superior, el doctor Agustín Rivera, el epitafio que escribiera en la historia de la filosofía en la nueva España. Y cual si no fueran bastantes las manifestaciones anteriores, precisa el señor Secretario en forma sintética y perfectamente com- prensible, la fundamental diferencia que se advierte entre la Real y Pontificia Universidad y la Nacional, 4 cuya inauguración tuvi- mos el honor de asistir, expresando cómo si hoy se dice al estudian- te: «la verdad se va definiendo, buscadla », antiguamente se le de- cía: «sois un grupo en perfecta selección dentro de la sustancia popular, imponed vuestro ideal religioso y político que se resume así: Dios y el Rey», y esta divisa, que mantiene claramente deter- minadas las naturales y legítimas aspiraciones de dos centros de esta índole, revela bien la atmósfera densa de ésta cuyo horizonte aparece nublado, sin un rayo de esperanza para la expansión de los espíritus, mientras otras son las corrientes del pensamiento en una época en que la libertad del pensar no debe hallar trabas en la in- 232 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO vestigación de la verdad. La Universidad nueva, se decía, tiene que organizar su selección en los elementos que la escuela primaria envíe á la secundaria, materia que en el crisol de sus aulas se tor- nará en útil elemento que en la vida social habrá de proporcionar beneficios extraordinarios, pues la Universidad no debe desprender- se de la estrecha relación que haya de mantener con las dos etapas anteriores de la educación, ya que debidamente dispuestas dentro del natural desenvolvimiento de los estudios habrán de obtenerse mejores resultados en la superior cuando la inferior y la media se hallen regularmente organizadas; y esas condiciones necesarias en el individuo en el orden de la mente y en el de su carácter, que le permitirán pertenecer al número de los escogidos por sus aptitudes cuando la Universidad dé su llamada, dicen bien cuán necesario y conveniente resulta el eslabonamiento á que nos referimos para el mejor y mayor éxito en la finalidad perseguida. La Universidad, como muy bien dijo en memorable ocasión el doctor Varona, no congrega ni puede congregar á todos los jóvenes de nn país, sino á los más aptos, á los que así se revelen por tener salud y vigor bas- tantes, por traer la preparación mental adecuada y la capacidad intelectual conveniente que les permite, al poseer una profesión, realizar con éxito su parte de labor social. De ahí que inspirándose en igual criterio consigna el señor Secretario que la selección no ha “de basarse tan sólo en aquella que habría de surgir de entre los que aspirasen algunas de las carreras que en la Universidad se enseñan, sino que ella se haría más y más patente en esa esfera superior de la Escuela de Altos Estudios, á la que acudirán «los príncipes de las ciencias y las letras humanas, ya que al resultar mejor pre- parados merced al régimen de educación nacional allí mantenido puedan escuchar las yoces mejor prestigiadas en el mundo sabio, las que vienen de más alto y van más lejos». Esas son, en sín- tesis, las ideas fundamentales consignadas en la hermosa oración que hubo de leer el señor Secretario de Instrucción Pública y Be- llas Artes. Terminada ésta, el señor Subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes leyó la lista de los grados de doctores ex-oficio y hono- ris causa concedidos de conformidad con los artículos 15 y 2? tran- sitorio de la ley constitutiva de la Universidad: *[BUO0PEN PEPISIDATLU(] B| IP UOTIRINSNBU] "VI4AOLVAVd1d89 gd "IVNOIOVN VIHADSHA VI $YA OALVALIAN Y "09 Puro dq odiong "90 (NAAA B| DP OUNDIQOL) "SOLIB)ISIDA NI) SOPYI IA » E ARE Ad ES a E Bo e pa k % 4 15 A 4 Le de 10% Ed A * e % e No) (9) [Ye] LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO DOCTORES EX-OFICIO Al Director dela Escuela Nacional Preparatoria, don Manuel Flores. Al Director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, don Pablo Marcedo. Al Director de la Escuela Nacional de Medicina, don Eduardo Li- ceaga. Al Director de la Escuela Nacional de Ingenieros, don Luis Salazar. Al Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, don Antonio Rivas. Al Director de la Escuela Nacional de Altos Estudios, don Porfirio Parra. Don Antonio Anza, don Rafael Barba, don Diego Baz, don Emilio G. Baz, don Guillermo Beltrán y Puga, don Miguel Bus- tamante, padre; don Joaquín D. Casasús, don Gilberto Crespo y Martínez, don Samuel Chávez, don Jesús Díaz de León, don Francisco Echegaray y Allén, don Joaquín Eguía Lis, don Leandro Fernández, don Damián Flores, don Valentín Gama, don Julio García, don Angel Gaviño, don Roberto Gazol, don Regino González, don Angel Groso, don Manuel Gutiérrez, don Carlos Herrera, don Carlos Lazo, don Mariano Lozano, don Mi- guel Macedo, don Juan Mancilla Río, don Nicolás Mariscal, don Demetrio Mejías, don Rafael Ortega, don Domingo Orva- llanos, don Emilio Pardo, don Eduardo Prado, don Nicolás Ra- mírez de Arellanos, don Francisco Rivas, don José Rivero y Heras, don Luis E. Ruiz, don Jesús Sánchez, don Manuel Sán- chez Mármol, don Miguel E. Schulz, don Rafael Sierra, don José Terrés, don Antonio Torres Torija, don Manuel Toussaint, don Aureliano Urrutia, don Manuel M. Villada y don Fernando Zárraga. DOCTORES HONORIS CAUSA 1.—A su Majestad Víctor Manuel II. Por su heroico amor al pueblo. 2.—Al Profesor don Rafael Altamira y Crevea. Por el grande es- fuerzo que hizo en pro de la unión intelectual de los países his- pano-americanos. 3.—Al sabio Emilio Adolfo Behring. Por su admirable descubri- miento del suero antidiftérico que ha salvado de la muerte segura á millares de niños. 234 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO 4.—Al eminente filántropo y amigo de la ciencia don Andrés Car- negie. Por sus grandes obras para difundir el progreso y hacer adelantar la ciencia en todos los pueblos, y por los servicios que ha prestado para asegurar la paz entre las naciones. 5.—Al sabio Carlos Alfonso Laveran. Por haber descubierto el microbio del paludismo, gracias á lo que han sido posibles todos los descubrimientos posteriores para salvar á la humanidad de numerosas enfermedades. 6.—Al eximio estadista, José Ives Limantour. Por los grandes servicios que ha prestado para consolidar y desarrollar la ha- cienda pública y el progreso económico de Méjico. 7.—Al sabio José Lister. Por sus memorables trabajos sobre la antisepsia, que produjeron una revolución compieta en la ciru- gía, que han asegurado la vida de innumerables pacientes y hán permitido hacer operaciones quirúrgicas antes imposibles. 8.—Al filántropo Gabriel Macera. Principalmente por los servi- cios que ha prestado á los niños pobres de las Escuelas nacio- nales. 9.—Al sabio Agustín Rivera. Por haber consagrado su vida al estudio de la Historia de Méjico. 10. —Al grande hombre de Estado Theodore Roosevelt. Por sus grandes y eficaces servicios para asegurar la paz entre todos los pueblos. Inmediatamente el señor Subsecretario fué anunciando por or- den el nombre de los Delegados que en representación de sus res- pectivas Universidades se asociaban al pensamiento realizado, unos en forma oral y otros en forma escrita, comenzando por el de la Universidad de París, que fué recibido en medio de una ovación, muestra inequívoca de la intensa simpatía que siente Méjico por la nación francesa, no obstante los hechos que recuerdan la viola- ción del Tratado de Londres y los preliminares de Soledad; siendo aquél más de una vez interrumpido por medio de aplausos prolon- gados durante su discurso como el mejor exponente del grande amor, de la extrema simpatía de los intelectuales del mundo por ese foco de saber que se llama París. Tras el Delegado de esta Universidad siguieron los otros comisionados en el orden siguien- te: Benjamin Ide Wheeler, de California; James Mark Baldwin, de Oxford; Telesforo García, de Oviedo; Alfred Marston Tozzer, de Harvard; Ernest C. Moore, de Yale; Evelio Rodríguez Lendián, de la "SUL Y SVITAJ A VOMInd NOJDOAJMISN] qUA OJAVIHHDASIAS TIA A OJAVIAHOAS TAA SOUYNVAKODV SVHACNVULXA SHGVOISIHAIN(] SVI 4d SOAVDATA( SOY , nn 4 La b Ñ de A no ” « De a A PIN re e s D ' 5 ' E ”. yr LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 235 Habana; Leo S. Rowe, de Pennsylvania; Victor M. Braschi, de Co- lumbia; Eduardo Seler, de Berlín; Robert J. Keer, de Northwestern; Arnold Shanklin, de Washington; Albert J. Ochsner, de Illinois; Thomas F. Crane, de Cornell; William Seneca Sutton, de Texas, Luis Capitan, de París, cuyos discursos, inspirados en un mismo sentir, en la satisfacción grande de cada uno de esos centros por el acon- tecimiento que se celebraba, venían 4 poner de manifiesto ante el gobierno de la nación mejicana sus mejores deseos por la prosperi- dad y dicha de la nueva institución hermana con la que se sentían identificados por ser una grande y bella la aspiración de todas en su propósito social que es el de formar el espíritu para el mayor bien de la humanidad; y tras esas espontáneas expresiones del co- mán sentir y tras los nutridos aplausos que significaban el regocijo del pueblo á quien iban dirigidos, adelantóse el señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes hasta el borde de la plataforma vitoreando en latín á la Universidad mejicana, al primer Magistra- do de su nación, que de modo especial ha contribuído á su estableci- miento lleno del mayor entusiasmo, así como á las Universidades de todo el mundo, que han querido, con el envío de sus Delegados, significar á Méjico su gran interés por la causa de la educación como coadyuvar con su presencia al mayor esplendor del acto. Y cumpliéndose el programa que para tal fiesta fuese acordado, rea- lizóse inmediatamente la hermosa procesión universitaria que sa- liendo de la Escuela preparatoria dirigíase á la Universidad Nacional (antigua Escuela Normal de Profesores ) para tomar al nuevo Rector el juramento de ley en el cumplimiento de su nuevo cargo, acto que tuvo efecto en el severo salón de actos de la Escuela de Santa Teresa y en el cual vimos el escudo de la Universidad Na- cional, con el siguiente lema: Patriae Scientiaeque, Amore, Salus, Populus Est. Al objeto de que los Delegados universitarios ccupasen en esta procesión el orden correspondiente, después del Profesorado de la nueva Institución y del Consejo Universitario encabezado por los Consejeros alumnos, para cerrarse con el señor Rector y el señor Secretario de la Universidad, fueron colocados los Delegados de las instituciones educativas en el orden siguiente de fundación de sus Centros: 1876. —Universidad de Texas. —Dr. William Seneca Sutton y Prof. Eugene C. Barker, 236 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO 1870.—Universidad de Siracusa. —Dr. Charles Dolley. 1869. —Universidad de Nebraska. —Sr. Burtch W. Wilson. 1869. —Universidad de Cornell. —Dr. Thomas F. Crane. 1867. —Universidad de Illinois. —Dr. Albert J. Ochsner. 1853.—Universidad de Washington.—Sr. Arnold Shanklin. 1851.—Universidad de Norhwestern.—Sr. Robert J. Keer. 1807.—Universidad de Berlín.—Dr. Eduardo Seler. 1754. —Universidad de Columbia.—Sres. Franz Boas y Víctor M. Braschi. 1746.—Universidad de Pricenton.—Ledo. José Romero. 1740.—Universidad de Pennsylvania.—Dr. Leo S. Rowe. 1728. —Universidad de la Habana. —Dres. Evelio Rodríguez Len- dián y Juan M. Dibhigo. 1701. —Universidad de Yale. —Dr. Ernest C. Monre. 1636. —Universidad de Harvard. —Dr. Alfred Marston Tozzer y Sr. Thomas Barbour. 1608. —Universidad de Oviedo.—Sr. Telesforo García y Ledo. Ma- . nuel García Alvarez. 1559. —Universidad de Ginebra.—Sr. Henry Perret. 1117. —Universidad de Oxford.—Dr. James Mark Baldwin. 1868. —Universidad de California. —Benjamín Ide Wheeler. 1170.—Universidad de París. —Profesor Ernest Martinenche y Sr. Charles Lesca. Estas dos últimas Universidades ocuparon el último é igual lu- gar por haber sido invitadas para apadrinar la inauguración. For- maban el último grupo el General Porfirio Díaz, su Estado Mayor, los Ministros y los Diplomáticos. Terminada la ceremonia fueron obsequiados los Representantes de las Universidades con un gran lunch en el cual bicieron uso de la palabra el señor Presidente de la República, el Embajador americano, Mr. Guild, y el señor Baldwin. Y como si estas pruebas de confraternidad rendidas por el Gobier- no mejicano hacia sus huéspedes no fueran bastantes para que que- dasen todos profundamente reconocidos, cumpliéndose una vez más lo acordado para las fiestas, se trasladaron todos los Representantes universitarios en tren especial á San Angel Inn, en donde se les ofreció un fraternal banquete por la Secretaría de Instrucción Pú- blica y Bellas Artes, reinando en todos la cordialidad y el entu- siasmo. LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 237 ORGANIZACIÓN DE LA UNIVERSIDAD La Universidad Nacional de Méjico hállase formada, según lo establecido en la ley, por la reunión de la Escuela Nacional Preparatoria, de Jurisprudencia, de Medicina, de Ingenieros, de Bellas Artes (para la enseñanza de la Arquitectura) y de Altos Estudios, pudiendo, si así fuese conveniente, ponerse bajo la de- pendencia de la Universidad otros Institutos superiores. Rígese la Universidad por un Rector, cuyo cargo dura tres años, siendo sus- tituído por el Decano de los Directores de las Escuelas Universita- rias, así como por un Consejo Universitario presidido por el Rector y compuesto de los Directores de las Escuelas, del Director de la Enseñanza Primaria como Consejeros ex-oficio, integrado también por cuatro profesores nombrados por la Secretaría de Instrucción Píblica por Profesores ordinarios en número de dos por cada Es- cuela y por los alumnos que las Escuelas elijan, uno por cada una, con sus respectivos suplentes. El Secretario de Instrucción Públi- ca y Bellas Artes es el Jefe de la Universidad tal como resulta con la de París. El Cousejo Universitario celebrará dos períodos anua- les de sesiones ordinarias y cuantas extraordinarias estime necesa- rias y son atribuciones propias del mismo discutir, adoptar y ele- var á la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes para su conocimiento y resolución que estime oportuno tomar, aquellas ini- ciativas encaminadas á modificar por la imperiosa necesidad del tiempo, las disposiciones vigentes sobre planes de estudios, progra- mas parciales, métodos, divisiones del trabajo, como también los acuerdos tendentes á crear nuevas instituciones educativas ó nue- vas clases que contribuyan al mejoramiento más evidente en el ra- mo de la enseñanza. Son también atribuciones del Consejo orga- nizar la extensión universitaria, ya que la vida de ésta no debe circunscribirse á un círculo determinado, sino irradiar de modo tal que se sienta su acción benéfica en su medio social; aprobar, modi- ficar Ó rechazar las propuestas de Profesores pagados por la Fede- ración que presentará al Director de la Escuela respectiva, previa consulta á la Junta de Profesores, cuando estime que ello no habrá de originar bien alguno. También entran dentro de sus facultades el nombrar y remover aquel personal que se pague con fondos pro- pios de la Universidad. Estos fondos se han clasificado en dos cla- ses: los que les facilite el Gobierno en aquella forma indicada en 238 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO los presupuestos de la nación y los que adquiera por otro medio. Los fondos propios, serán administrados por una Comisión de tres personas nombradas anualmente por el Consejo Universitario, in- dicando éste las bases á que haya de sujetarse la Comisión al obje- 2 to de aceptar ó repudiar donaciones, legados ó herencias, compra- venta Ó permuta de inmuebles, arrendamiento de los mismos, constitución de gravámenes, imposición de capital, etc. Los actos de la Comisión administrativa estarán bajo la inmediata inspección del Rector á quien rendirá cuenta anualmente. Los grados que confiera la Universidad Nacional de Méjico po- drán ser de tres categorías: universitarios, honoris causa y ex-oficio. Para que el primero de ellos pueda ser adjudicado conforme á lo que en la ley se preceptúa, deberán los aspirantes presentar una monografía que sostendrán ante un Jurado formado por el Cousejo, procedimiento del todo distinto al nuestro, é integrado por Profeso- res de las Escuelas Universitarias. En lo relativo al doctorado ho- noris causa que conferirá el propio Consejo, salvo el veto que por motivos especiales pueda imponer el Rector, sólo podrá otorgarse á aquellas personas que hubiesen prestado servicios eminentes á la ciencia, humanidad ó á la patria, sobre todo en la enseñanza ó en el prolongado y honorable ejercicio de una profesión. Los doctores universitarios tendrán derecho á ser escogidos para formar el Con- sejo Universitario, circunstancia también favorable para ocupar preferente lugar en las listas que se formen de candidatos para cubrir plazas de profesores de las diversas Escuelas de la Universi- dad. Para inaugurar la Universidad y á fin de capacitar en el orden legal á quienes forman su Claustro, se les confirieron grados de Doctor ex-oficio como también á los Directores de las Escue- las, ejerzan ó no el profesorado, según hemos manifestado anterior- mente. ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA Hemos creído conveniente, acomodándonos al plan que nos tra- záramos, informar al Gobierno sobre todas y cada una de las Es- cuelas que integran la Universidad, y comenzando por la Nacional Preparatoria diremos que sus estudios se hallan distribuídos en cinco años, enseñándose las materias siguientes: Aritmética y Al- gebra, Geometría, Lengua Nacional, Francés, Dibujo y Trabajos manuales, Raíces Griegas, Inglés, Cosmografía, Física, Química y nociones de Mineralogía, Botánica, Geografía, Lectura comentada "SOIPUISH SOI[V 9P BIONOSH “eLo JrIedoJg Y[900s1 "IVNOIOVN (UVAISAJAIN () “"IVNODDVN (AVdISRHAIN[) A A AS ] EE « = :? Pa PA a A A a e A A A a A o e a e cn LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 239 de producciones literarias selectas, Zoología y elementos de Anato- mía y Fisiología humanas, Biología, Lógica, Historia General, Historia Patria y Moral. Hay además cursos de Latín y de Ale- mán. Cada enseñanza se hace conforme á sus propias exigencias, de ahí que en las Matemáticas se tenga muy en cuenta las relacio- nes que deban existir entre los diferentes cursos; las nociones de Algebra y Trigonometría se ceñirán á lo indispensable para que los alumnos resuelvan los problemas que se les presenten en Mecánica, Cosmografía y Física elementales; las clases de Botánica serán teórico-prácticas; las de Anatomía y Fisiología se harán en perfec- ta correlación con la Higiene; en Psicología tratará el profesor, como finalidad propia de la misma, hacer conocer á los alumnos los fenómenos psíquicos fundamentales; en Geografía la presentación de todas las formas terrestres y los fenómenos de la Geografía Físi- ca; en Historia General será objetivo principal que los alumnos se den cuenta de cómo se ha formado y progresado la cultura humana, qué es lo que la civilización debe á cada época y á cada pueblo para apreciar bien la razón de ser de les hechos, es decir, sus causas, su filosofía; en la clase de Lengua Nacional será mira especial del maestro el que los alumnos puedan expresarse con la debida correc- ción, no sólo de viva voz, sino por escrito, aprecien cual corresponde la belleza de las obras literarias; en las lenguas vivas, que entiendan cuando las oigan ó lean, y así sucesivamente en las demás. Pero como quiera que los conocimientos son susceptibles de ser perfee- cionados, de aquí que el Gobierno y con él la Dirección Universi- taria, su Consejo, se preocupe acerca de la conveniencia de las excursiones escolares, tan útiles en la primera enseñanza para me- jorar las nociones adquiridas en Historia Natural y en Geografía Física. Llama nuestra atención profundamente el lógico encadenamien- to que se advierte entre las diversas enseñanzas de que ya nos hemos referido, y como consecuencia de ello, dada la distribución de las materias en la primaria de acuerdo con el estado mental del niño, no se permite el ingreso en la Escuela 4 que nos referi- mos, si no se ostenta el certificado que acredite haberse terminado los estudios de instrucción primaria superior. Aplaudimos con el calor que merece la organización á que nos referimos y es de desear que pronto podamos advertir dentro de nuestros estudios la misma, trabazón entre la enseñanza primaria y la secundaria que permita el ingreso en ésta sin más requisito que el que se exige en Méjico; 240 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO pues el desenvolvimiento de los estudios en esa primera etapa no debe, después del gran adelanto alcanzado por nuestra escuela pú- blica, mantenerse en su quinto grado, sino establecer los que res- tan distribuyendo entre ellos las materias con su determinada ex- tensión, ya que, aun dentro del propio quinto grado, han podido alcanzar nuestros niños mayor competencia demostrada en los exá- menes de ingreso en los Institutos de segunda enseñanza que la preparación de que hayan dado pruebas quienes han estudiado fuera de la Escuela Pública, revelando, por lo general, una manifies- ta deficiencia. Si esto se hiciese, si nuestro Gobierno se preocupase de la ventaja que tal cosa proporcionaría á la causa de la enseñanza, habría de recoger en no lejano tiempo el éxito de la labor así enca- minada y serían nuestras escuelas públicas los mejores planteles de la enseñanza primaria, contribuyendo la afluencia de niños en pos del saber merced á la voluntad de sus padres por su sólida prepa- ración á hacer mejor y más justificado su renombre. Verifícanse los exámenes cuando lo dispone la Secretaría de Instrucción Públi- ca y Bellas Artes, previa consulta á la Dirección de la Escuela, si se trata de ciertas materias, como Matemáticas, Botánica, Zoología, etc., y la orientación para el más acertado juicio del saber de los alumnos se basa en el examen de los trabajos hechos por ellos en el curso, los que deberán demostrar que han sabido aplicar bien los conocimientos que hayan ido adquiriendo. Cuando, como en las asignaturas de Psicología, Moral, Historia General, Raíces Griegas, etc., presenten certificados de los profesores acreditando que han concurrido con aprovechamiento al noventa por ciento de las cla- ses, no deberán ser sometidos á examen. No se permitirá á nin- gún alumno cursar asignaturas de las carreras de Jurisprudencia, Medicina, Farmacia y Arquitecto, así como las que se expliquen en la Escuela Nacional de Ingenieros, sin haber obtenido el diploma que acredite haber pasado por la Escuela Nacional Preparatoria. ESCUELA DE JURISPRUDENCIA Los estudios propios de esta Escuela son los siguientes: Socio- logía, Economía Política, Derecho Civil, Procedimientos Civiles, Derecho Penal, Derecho Mercantil, Derecho Internacional, Derecho Constitucional, Derecho Administrativo, Curso práctico de casos selectos y Síntesis del Derecho. Dentro del natural desenvolvi- miento de cada una de las precedentes materias, no se perderá de UNIVERSIDAD NACIONAL, UNIVERSIDAD NACIONAL. Escuela de Ingeniero: Escuela de Jurisprudencia. LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 241 vista el objeto final de los cursos, que no es otro más que el conoci- miento teórico-práctico de la legislación mejicana, razón por la cual deberán los alumnos ejercitarse, tanto en el manejo de los cuerpos como en las colecciones de leyes, sin perjuicio de las disertaciones y estudios de carácter oral y escrito que deben realizar. La prác- tica de la profesión es experiencia superior para el mejor éxito en la carrera elegida. De ahí el que la Escuela de Jurisprudencia tenga interés determinado en que los alumnos de procedimientos civiles y penales asistan constituídos en comisión á los actos y juicios públi- cos que se verifiquen tanto en los juzgados como en los tribunales. El curso práctico de casos selectos tiene dentro de esta carrera una finalidad muy principal, como que tiende á hacer que los alumnos se ejerciten en la aplicación de las reglas y procedimientos fundamen- tales. Al lado de estas enseñanzas, que tienen por base colocar al individuo en condiciones de luchar por la vida, hay otros estudios exclusivamente para los especialistas en Derecho Civil, Mercantil, Penal, Criminología, Derecho Constitucional, Administrativo, Internacional, y Economía Política; para cada una de esas espe- cializaciones que permiten al individuo indagar más y más cada materia hay un plan especial, pues á ellos se les exige la asistencia durante dos años al curso de Derecho Romano. En materia de exámenes hay dependencia absoluta de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes al igual de lo dicho anteriormente, y para ello preciso es que proceda el informe correspondiente de la Direc- ción de la Escuela. Esos exámenes son parciales ó generales y pro- fesionales; éstos comprenden en la carrera de Derecho una tesis sobre asunto libre, la resolución escrita de un caso señalado por el Director de la Escuela y discusión de la resolución y de la tesis por un Jurado. La carrera de abogado, en cuanto á sus estudios, dura cinco años. ESCUELA DE MEDICINA Son asignaturas propias de esta Escuela las siguientes: Anato- mía descriptiva, Anatomía General y estudio microscópico de los tejidos y de los órganos; ejercicios prácticos de análisis de Química biológica, Farmacia galénica, disecciones de Anatomía Descriptiva, Fisiología con demostraciones experimentales, Patología médica, Patología quirúrgica, Clínica propedéutica quirúrgica, Anatomía topográfica, Anatomía Patológica, Bacteriología teórico-práctica, Terapéutica médica, Terapéutica quirúrgica con ejercicios de prác- 242 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO tica de operaciones, vendajes y aparatos y de aplicaciones de la electricidad, Obstetricia teórica, Clínica de Obstetricia, Patología General, Curso teórico-práctico de higiene, Medicina legal. En esta Escuela al igual de lo que pasa en la de Jurisprudencia, hay estu- dios de especialidades de Ciencias Médicas. Los exámenes son par- ciales y profesionales, éstos son sólo para los especialistas y la ca- rrera dura, en cuanto á sus estudios, cinco años. Los títulos se entregan á los alumnos en una solemnidad en la que estarán pre- seutes el Director y los Profesores de la Escuela, designándose una fecha especial, en el mes de Febrero, para entregar los títulos, y en ese acto pronunciará un discurso alusivo uno de los profesores de- signados de antemano. Existen allí clases de materias no enume- radas anteriormente; para su fundación se requiere el permiso del señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes y cuando el informe de la Dirección de la Escuela resulta favorable, la Secretaría lo concede. Corresponde á la escuela, en estos casos, el facilitar al nuevo profesor todos los elementos de trabajo que necesite, así como el local en que deba hacer sus explicaciones. El profesor encargado de una materia no percibe del Gobierno salario alguno, pero po- drá señalar emolumentos que abonarán los alumnos que se inscri- ban en la clase. Es de advertirse que si durante dos años conse- cutivos tiene un profesor de esta clase una asistencia de más de diez alumnos y el aprovechamiento de ellos es satisfactorio, la Secreta- ría de Instrucción Pública y Bellas Artes, previo informe del Di- rector de la Escuela, incluirá la nueva asignatura entre las que ofi- cialmente se deben enseñar en el Establecimiento. Los estudios para la carrera de Obstetricia, distribuídos en dos cursos, son los siguientes: Anatomía y Fisiología del aparato sexual femenino, incluyendo el estudio de la pelvis y nociones de embrio- logía y anatomía fetal, embarazo, parto y puerperio fisiológicos, cuidados que necesitan las madres y los recién nacidos y antisepsia obstétrica; Clínica Propedéutica, embarazo, parto y puerperio pa- tológicos, operaciones obstétricas, ejercicios en el maniquí, higiene y terapéutica obstétricas y Clínica de Obstetricia. Los estudios para la carrera de Cirujano Dentista comprenden las siguientes materias distribuídas en tres cursos: Elementos de Anatomía, Fisiología é Higiene, Histología, Anatomía Descriptiva y Topográfica de la boca y de sus anexos; Patología dental, médica y quirírgica; primer curso de Clínica Dental (terapéutica médica) correspondiente y práctica de la cirugía relativa con especial discu- UNIVERSIDAD NACIONAL. Escuela de Bellas Artes. UNIVERSIDAD NACIONAL. Escuela de Medicina. LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 243 sión de los casos observados; 22 curso de Clínica Dental; Clínica de prótesis dental y ortodoncia. La ley en que se establece esta en- señanza indica de modo claro el objetivo que deberá perseguir el profesor dentro de cada materia, así como hace referencia á los es- tudios de especialistas en prótesis dental. Enumera dicha ley los requisitos indispensables para ser inscripto como alumno numera- rio y llama la atención la diferencia que se establece respecto del ingreso en las otras carreras, toda vez que no se exigen los estudios de la Escuela Nacional Preparatoria, sino un certificado que acre- dite que se ha terminado la instrucción primaria superior y justifi- car que se tienen conocimientos de Aritmética, Geometría, Nociones de ciencias físicas y naturales, Francés é Inglés. Esta carrera se cursará en el Consultorio Nacional de Enseñanza Dental, que es una dependencia directa de la Escuela de Medicina. Por conducto de la Dirección de la Escuela Nacional de Medicina se someterá al señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes cuantas re- formas estimen las juntas de profesores del Consultorio Nacional de Enseñauza Dental que deban introducirse en materias de progra- mas, métodos de enseñanza y libros de texto. Los exámenes para esta carrera serán parciales y profesionales y los aspirantes al títu- lo de especialistas presentarán una tesis escrita que contenga obser- vaciones é investigaciones, hasta donde sea posible originales, sobre algunos de los puntos de su especialidad. El Gobierno pagará la pu- blicación de las tesis de los especialistas. Respecto á las clases de al- guna especialidad, se sigue el mismo procedimiento antes indicado. MEDICINA VETERINARIA La Carrera de Medicina Veterinaria consta de seis años, en los cuales se estudian las siguientes materias: Matemáticas (Algebra, Geometría, Trigonometría), Fisica, Geografía, Inglés, Dibujo Na- tural y de Paisaje, Química exterior de los animales domésticos, Mavriscalía, Lengua Nacional, Dibujo Anatómico; Botánica, Zoolo- gía, Farmacia Galénica, Anatomía Descriptiva, Zootecnia é Higie- ne, Fisiología, Patología externa, Clínica externa, Anatomía Topográfica, Francés, Patología interna, Cirugía y Clínica Quirúr- gica, Clínica interna, Bacteriología, Anatomía é Histología Pato- lógicas, Patología General, Obstetricia y Clínica de Partos, Medi- cina Legal y Toxicología, Química Biológica, Terapéutica, Lógica. Como requisito para el ingreso en estos estudios se señala el certi- 244 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO ficado que acredite haber sido aprobado en los exámenes del segun- do año de Instrucción Primaria Superior. Los exámenes y las excursiones escolares se verificarán una vez que el curso haya ter- minado. El Gobierno sostendrá como internos á los niños pobres, que se hayan distinguido en sus estudios primarios; también se admitirán con el carácter de internos los alumnos pensionados por los Gobiernos de los Estados ó por particulares. La ley que regu- la esta carrera determina que habrá pensiones para perfeccionar los estudios en el extranjero y es el único caso que se anota en la ex- posición de los estudios que venimos haciendo de concesión de beca, pues no resulta en Méjico como entre nosotros que las Facultades tienen sus becas para dar una oportunidad á los alumnos para que amplíen su cultura. FARMACIA La carrera de Farmacia comprende tres años y las materias que se estudian sou: Farmacia, Posología, Economía Farmacéutica, Farmacia Legal. Deontología, Manipulaciones químicas farma- cóuticas y práctica del manejo de los instrumentos y aparatos de Física y de Química usados en Farmacia, Historia Natural de las drogas simples usadas en Méjico, Análisis Químico legal; Prácticas del Análisis Químico al ensayo de los medicamentos, á la toxicolo- gía, al reconocimiento de los alimentos y bebidas y al de los pro- ductos fisiológicos y patológicos más importantes. Práctica en bo- ticas de los hospitales del Gobierno. ESCUELA DE INGENIEROS Los estudios profesionales que se hacen en la Escuela Nacional de Ingenieros son para las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Industrial, Ingeniero de Minas, Ingeniero Geógrafo, Topógrafo é Hidrógrafo, Electricista, Metalurgista y Ensayador. Las materias de enseñanzas propias de esta Escuela son las siguientes: Matemá- ticas Superiores, Geometría Descriptiva, Cálculo de las probabili- dades y teorías de los errores, Mecánica Analítica, Mecánica apli- cada, Mecánica Industrial ó establecimiento de máquinas, Hidráulica y sus aplicaciones, Astronomía General y Física y Mecánica celes- te, Geodesia y Astronomía práctica, Topografía é Hidrografía, Me- teorología y Física del Globo, Física matemática y aplicaciones de la electricidad, Química Analítica y Docimacia, Química aplicada LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 245 á la industria, Mineralogía, Geología y Paleontología, Metalurgia, Laboreo y administración de Minas, Procedimientos de construe- ción, Conocimiento y resistencia de materiales, Estabilidad de las construcciones (método analítico y gráfico), Estructuras de hierro, Estereotomía y carpintería, Dos cursos de Ingeniería Civil, Econo- mía Política y elementos de Derecho en lo que se refiera á la profe- sión de Ingeniero, Dibujo Topográfico, Dibujo Geográfico, Dibujo Arquitectónico, Dibujo de Máquinas, Dibujo de Composición. Los estudios de las carreras de Ingeniero Civil, Industrial y de Minas son los mismos durante los tres primeros años, pero por virtud de la índole de cada una de ellas, varían las materias en el cuarto año de las carreras de Ingeniero Civil é Ingeniero Industrial, lo mismo que en los dos últimos años de la de Ingeniero de Minas. La ca- rrera de Ingeniero Geógrafo consta de tres años, la de Electricista de tres y dos para la carrera de Metalurgista y de Eusayador. Las prácticas de las carreras se efectúan con regularidad, estando en- cargadas las referentes á Ingeniero Civil, de Minas é Industrial á profesores expresamente designados, dirigiendo el de la práctica de Ingeniería Industrial la práctica general de los Electricistas. Los mismos requisitos que para el ingreso en las carreras ya menciona- das se exigen para cursar cualquiera de éstas, es decir, el pase de la Escuela Nacional Preparatoria; en el caso de que el aspirante á in- greso no tenga el certificado, puede suplirse éste mediante un examen. La Dirección de la Escuela deberá á más tardar el 19 de Octubre de cada año, someter al Consejo Superior de Educación Pública, todas aquellas variantes que estime oportunas en relación con los programas, métodos de enseñanza y textos, cambios que hayan si- do propuestos por los profesores de común acuerdo con la antedicha Dirección. Los exámenes que se realizan en esta Escuela son par- ciales y generales; los primeros son los que harán los alumnos, uno por cada materia del curso, no pudiendo eximírseles de ninguno. Los exámenes parciales son, en cuanto á su concesión, de la com- petencia del Director; los generales deberán solicitarse de la Secre- taría de Instrucción Pública y Bellas Artes, que no podrá otorgar- los sin informe previo de la Dirección de la Escuela. Podrán reva- lidarse los estudios preparatorios ó profesionales hechos en el ex- tranjero, 246 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO ESCUELA DE BELLAS ARTES Las materias que deberán cursar y aprobar los que aspiren á la carrera de Arquitecto serán explicadas en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Las asignaturas que habrán de cursar los que de- seen optar á esta carrera son las siguientes que aparecen distribuí- das en cinco años: Resumen sintético de matemática, Geometría Descriptiva, Materiales, artículos y útiles de la construcción, Dibu- jo Arquitectónico, Dibujo de imitación, Mecánica ordenada á la construcción, Trazo de sombras, perspectiva y Estereotomía, Teoría de la Arquitectura, Construcción, Modelado, Topografía, Arquitec- tura comparada, Estilos de ornamentación, Historia del Arte, Com- posición, Flora ornamental y composición de ornato, Arquitectura legal é Higiene en los edificios, Presupuestos, Avalúos y dirección de construcciones, Acuarela, Dibujo del Natural. Para poder co- nocer el grado de aprovechamiento anual de los alumnos se efec- túan exámenes de cada una de las materias y para poder recibir el graduando el título de Arquitecto deberá sufrir un examen ge- neral. ESCUELA NACIONAL DE ALTOS ESTUDIOS Tiende este organismo á perfeccionar, especializándolos y colo- cándolos en escala superior, los estudios que se hubiesen realizado en las Escuelas Nacionales Preparatorias de Jurisprudencia, de Me- dicina, de Ingenieros y de Bellas Artes; á que sus alumnos y pro- fesores tengan medios para efectuar investigaciones científicas y por último á formar profesores de las Escuelas secundarias y pro- fesionales. Tres son las secciones de esta Escuela: 1*% de Humani- dades, que comprenderá las lenguas clásicas y las lenguas vivas, las Literaturas, la Filología, la Pedagogía, la Lógica, la Psicología, la Ética, la Estética, la Filosofía, y la Historia de las doctrinas filo- sóficas; 22% de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, comprendien- do la Matemática en sus formas superiores y las Ciencias físicas, químicas y biológicas; y 3* la de Ciencias Sociales, Políticas y Ju- rídicas, abarcando aquellas que tienen por base ó por objeto fenó- menos sociales. Esta Escuela, como fácil es advertir, es un remedo de la Escuela Práctica de Altos Estudios que radica en la Sorbona, aun cuando en la de Méjico no se advierte tanto lujo de asignatu- ras como en la de París y dentro de las secciones en que se halla SECRETARÍA DE INSTRUCCIÓN PUBLICA Y BELLAS ARTES. LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 247 dividida hay mayor restricción en el capítulo de la enseñanza. Las lenguas vivas no aparecen en ninguna de las dos Escuelas, ni en la Práctica ni en la de Altos Estudios Sociales de París; en cam- bio en ésta aparecen los estudios de Moral y de Pedagogía que se estudian en Méjico en la sección de Humanidades. Las clases y centros de trabajos de la Escuela Nacional de Altos Estudios pue- den localizarse en diversas partes del país y aun fuera de él, si así resultase más conveniente á los fines para que ha sido fundada. Dentro de la clasificación de su profesorado hallamos los ordina- rios, es decir, los que tengan puestos docentes de planta; los extra- ordinarios, los que tengan una enseñanza por virtud de un contra- to; los libres, es decir, los que establezcan en las demás dependen- dencias de la misma Escuela una enseñanza determinada. Los profesores libres, como no percibirán retribución alguna del Esta- do, podrán exigir de sus alumnos los emolumentos que consideren conveniente á tenor de lo dispuesto en la ley constitutiva de esta Escuela. CONGRESO DE EDUCACIÓN PRIMARIA Y para terminar, que va tomando demasiadas proporciones este informe, tenemos el honor de manifestar á usted cómo á me- dida que este y otros actos fueron realizándose en conmemo- ración de suceso tan trascendental como fué el de la Indepen- dencia de la República mejicana, también efectuóse un Congreso de Educación Primaria en que dieron gallardas muestras de su saber log Delegados que al mismo concurrieron. Los trabajos del Congreso, como pudimos informarnos, ya que las atenciones de nuestros cargos diplomáticos no nos permitieron dar expansión á nuestros espíritus asistiendo, bien á actos como éstos ú á las sesio- nes del interesante Congreso de Americanistas, consistieron en su mayor parte en la lectura de informes del estado de la enseñanza en los lugares que representaba cada uno de los Delegados; con esos informes se presentaron anexos, es decir, libros impresos, fo- lletos, cuadros estadísticos, cómputos, leyes, programas, horarios, trabajos de inspección y de organización escolar, disciplinaria y metodológica, fotografías de edificios escolares, fotografías de aulas, de gimnasios que demostraban el estado de la enseñanza primaria en el Distrito Federal, en los Estados y Territorios de la Repúbli- ca. Del mérito de esa labor no es posible dar cuenta detallada en este informe, ya que siendo todos esos trabajos el mejor exponente 248 RODRIGUEZ LENDIAN Y DIHIGO del grado de avance de la enseñanza elemental, fuente inagotable y preciosa de seria observación personal de quienes con capacidad, competencia y experiencia han sabido señalar las ventajas de deter- minados métodos, preciso sería sintetizar cada una de aquellas lecciones para aquilatar el valor de las mismas, nos concretamos á señalar tan importante acontecimiento estimulando á nues- tios maestros para que procuren la obra en que se compilará esa labor que es exponente de la observación, porque de ella, á no dudarlo, habrán de derivar muchos beneficios y comprenderán bien la conveniencia de prepararse en debida forma para el pri- mer Congreso Pedagógico que habrá de efectuarse en Cuba, 4 cu- yas sesiones deberán llevar lo que su vida de magisterio les su- giera, á fin de que del choque de las ideas en esas fiestas de la in- teligencia pueda obtenerse algo bueno y conveniente para nuestro país. La Escuela de Pedagogía que tenemos en nuestra Universidad y que existe establecida en las de otros países, no la hallamos entre las que difunden su enseñanza en aquel Centro docente ó en otro que dependa directamente de él; pues si bien en el Reglamento para la distribución de las asignaturas que deberán cursar lcs maestros y maestras Normalistas se comprenden muchas de las materias que corresponden á la Escuela de Pedagogía, no se enumera entre sus estudios la Psicología Pedagógica, que tiene singular importancia dentro de la carrera, puesto que se ocupa de la educación del niño en sus aspectos intelectual y moral. Y es que su benéfica influencia no se ha extendido aún en otros países, como hubiera de- bido ya, puesto que ella, como ha dicho el Dr. Enrique José Varo- na, cal establecer la Escuela de Pedagogía en nuestra Universidad, á semejanza de las que existen en no pocas norte-americanas y europeas, ofrece la alta enseñanza de las materias que componen la ciencia de la educación; no es su objeto formar maestros, función de las Escuelas Normales, sino completar y coronar las disciplinas que ya éstos poseen, primero con los estudios propios del pedagogo, pero en esfera superior y comprensiva, y luego con todos aquellos conocimientos auxiliares que lé son necesarios para adquirir ideas exactas sobre el hombre, en lo orgánico y en lo psíquico, su histo- ria y la historia de nuestras letras ». He ahí, en síntesis, lo que fué la inauguración de la Universidad Nacional de Méjico; he ahí la organización de sus estudios y cómo ha de desenvolverse en su aspecto administrativo. Ojalá que ese LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEJICO 249 esfuerzo meritorio se consolide más y más cada día, que sea ese Cen- tro fuente inagotable de beneficios para la sociedad y para la patria mejicana, ya que la Universidad, por la misión especial que le está encomendada, en el mundo social debe ser potente faro de luz in- tensa que ilumine, mejorándola, la mente humana. * LA TRAGEDIA GRIEGA: SUS LEYES ! POR EL DR. GUSTAVO A. DE ARAGÓN Los trágicos griegos «erigieron un monu- mento más duradero que el bronce y más alto que la regia obra de las pirámides». HORACIO. ORÍGENES Señores del Tribunal: Atenas fué la ciudad de la Edad Antigua en que el género dra- mático llegó á un desarrollo más perfecto, á grado tal, que con fir- meza puede decirse que, de entonces acá, no se ha adelantado nada en este punto, después de las inmortales obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides en la tragedia, y de Aristófanes y Menandro en la co- media; y si algunas modificaciones se notan, son las introducidas naturalmente por el tiempo. El arte dramático, y por tanto la tragedia, nace en Grecia del culto del dios Baco, lo cual explica el porqué las representaciones dramáticas tenían efecto en épocas determinadas. Los que quieran señalar una fuente más severa y solemne á la tragedia, se equivocan de lleno. En toda la religión de los helenos hay multitud de ele- mentos dramáticos, y es natural que así sea, dado que sus dioses debían morar en los templos y mezclarse en los asuntos humanos, hasta el extremo de participar de los mismos placeres y penas que los hombres y de casarse con seres mortales, de cuyos en- laces nacían los semidioses Ó héroes. Así vemos constantemen- te cómo hacían intervenir á sus divinidades en sus guerras, en sus banquetes y en todas las escenas de la vida. Homero en la Tliada nos presenta los dioses divididos para favorecer unos á los griegos y otros á los troyanos. Recordemos cuando Júpiter manda á Apolo á dirigir las huestes troyanas, cómo el mismo Dios, en persona, se pone al frente de las tropas y las guía hasta los muros argivos y recibe una herida de una flecha enemiga. Recor- demos también cuando Palas Atenea (Minerva), tomando la figu- 1 Tesis para el grado de Doctor en Filosofía y Letras, leída y sostenida en la Universidad el día 29 de Junio de 1909. Se publica en la REVISTA por recomendación del Tribunal. LA TRAGEDIA GRIEGA 251 ra de un hermano pequeño de Héctor, le aconseja que vaya al en- cuentro del furioso Aquiles, para que una vez allí, abandonado, éste le diese muerte, cumpliéndose de este modo un decreto del destino. Pasemos á la Odisea y lo mismo ocurrirá; veremos cómo, por un lado, Poseidón (Neptuno), se esfuerza en oponer calamidades al pa- so del prudente cuanto astuto Ulises, hasta que llega de nuevo ú su país, á Itaca; y cómo, por otro lado, la diosa Atenea es su cons- tante protectora. Si esto era así, no hay inconveniente alguno en afirmar que los griegos no debieron tener por profanación, ni por audacia, el que sus divinidades fuesen representadas por mortales en las fiestas de los cultos. Así, en los festejos que se hacían en Delfos en honor de Apolo, un joven representaba al dios, diciendo Clemente Alejandrino que los misterios de Eleusis eran verdaderos dramas místicos; en Samos se representaba la unión de Juno con Júpiter. La leyenda de la perse- cución de Dionysos tiene su origen en una ceremonia religiosa. Ahora bien, el culto de Baco era, de todos, el que más ofrecía ca- racteres apropiados al género dramático, tales como la embriaguez, la excitación, el frenesí que se apoderaba de los coreutas que narra- ban las aventuras del dios; era el ditirambo, que así se llamaba el canto en honor de Baco, tan pronto triste y pausado como vivo y retozón. Baco ú Dionysos, según dice Herodobo, era el más moderno en- tre los dioses del Olimpo, pero al mismo tiempo era el que más in- fluía en el ánimo de los griegos, en la poesía, en el arte y en la religión. Baco inspira el ditirambo, él da auge á las grandiosas fiestas de que nacieron el drama satírico, la comedia y la tragedia; en una palabra, el teatro, que en un principio tuvo por objetivo único cantar las aventuras del dios y celebrar sus triunfos. El culto de que tratamos, de origen extranjero, existía desde tiempo inmemorial en la Tracia, aunque completamente distinto á lo que fué en Grecia; de los tracios lo tomaron los eólicos y de la con- fusión eolo-tracia es casi seguro nació la leyenda de Tebas, que es la más importante. Era Baco considerado como el fruto de la vid y su licor y, también, de un modo mucho más extenso, como la sa- via de la Naturaleza cuando se nos ofrece fecunda y hermosa ex- halando vida, tal como aparece al llegar la primavera, en todo el reino vegetal, 252 GUSTAVO A. DE ARAGON La fantasía helena lo hace aparecer tendido, durmiendo al am- paro de fresca caveroa; un día lleva á su boca cierto fruto de la cueva de Nysa y él, sus nodrizas (las ninfas del monte Nysa) y los genios del bosque, que siempre le seguían, se embriagan con este néctar y quedan extasiados en no conocido deleite. Baco con su inseparable y numeroso séquito de deidades campestres, se presen- ta como divino Rey de la Naturaleza agreste. El culto dionysiaco luchó con grandes obstáculos para su esta- blecimiento, afirmándose por fin en Tebas, desde donde se expande por toda la Grecia, y cuando ésta se halla en el apogeo de su des- envolvimiento intelectual, es cuando se celebran las fiestas solem- nes en honor del dios de la alegría, que atraen por su soberbia esplendidez, enorme contingente á la ciudad de Atenas; al mismo tiempo, se verificaban fiestas de la misma índole en los campos; és” tas, de menos esplendor y pomposidad que las primeras (llamadas grandes dionysiacas), se llamaban dionysiacas pequeñas ó rurales. En estas fiestas campestres pretenden algunos hacer ver que nació el diálogo cómico; así es de tradición que en Icaria nació la comedia, pero no hay fundamentos sólidos en qué basar la aserción. Todos los festejos en honor del dios del vino pueden compren- derse en estos cuatro nombres: Pequeñas Dionysiacas, Leneas, An- thesterias y Grandes Dionysiacas ó Dionysiacas urbanas. En las dionysiacas campestres Ó pequeñas, se reunían los ha- bitantes de las aldeas cercanas en la mayor de ellas; se empezaba por hacer un sacrificio al dios y después había procesiones, juegos populares y festines de todas clases. Las leneas, cuyo nombre viene Leneon, del griego, se celebra. ban en Atenas. Los atenienses habían levantado un santuario á Baco, y á su alrededor se celebraba esta fiesta; también tenía efecto un banquete al que asistía el pueblo, y cuyos gastos eran á cuenta del tesoro público; luego había una gran procesión en la que todos los manifestantes, Ó por lo menos la inmensa mayoría, estaban bajo los efectos del espirituoso licor. (Las pequeñas dionysiacas y las leneas representan las fiestas primitivas en que se celebraba á Dionysos, cantándole alabanzas. ) Las anthesterias, posteriores á ellas, aunque muy remotas tam- bién, suponen ya cierto grado de adelanto y de complicación. Reci- ben el nombre, como las leneas, del mes en que se celebran (Mar- ZO). Se dividían en tres solemnidades: Pitegias, Congios y Chytres. El nombre de pitegias viene de pizos (tonel) y de oigein (abrir), w Qt qa LA TRAGEDIA GRIEGA operación que se hacía al comienzo de la primavera. Durante las pitegias no se negaba á nadie el vino; los artesanos y esclavos no trabajaban y se permitía á todos la entrada en el templo; podían además comer con sus amos, significando esto que ante Baco eran todos iguales; pero cuando acababan los festejos solemnes, eran lla- mados por los amos en esta forma que llegó á ser proverbial: «fuera carios, no hay más anthesterias ». El segundo día se celebraba la fiesta de los choes que era la que tenía un sabor más nacional. Se celebraba un banquete en que cada comensal tenía un congio de vino, repartiéndose premios entre los que más rápidamente apurasen el líquido. Se acudía luego al templo de Lemneo y allí se depositaban coronas de flores que eran consagradas á Dionysos, lo que perfectamente prueba, se- gún la opinión de Víctor Gebhardt, que en Baco no se honraba solamente al dios del vino, sino también á una de las grandes divini- dades de la florida primavera y de la resurrección de la Naturaleza. El tercer día se celebraba la fiesta de los chytres; la palabra grie- ga kutroi Ó kutra significa vasija ó caldera, y la ceremonia consistía en hacer cocer en una gran marmita semillas ó granos de todas clases en honor del dios festejado. Vamos á pasar ahora á las grandes dionysiacas. Se celebraban éstas en Atenas; eran las fiestas de Baco más modernas y también las más suntuosas y, como ya dijimos anteriormente, estaban en su mayor auge en la época en que el poderío político de Atenas había llegado al máximum. De todas las ciudades de la Grecia y aun de países extranjeros, acudía la gente en tropel á presenciar las brillantes fiestas; ya en ellas no se celebra al dios de la vendimia, sino á Eleuterio, el dios libertador, que libraba á la Naturaleza y á los mortales del yugo cruel del rigor invernal. La gran procesión que se celebraba era un espectáculo que debió imponer: se paseaba la imagen del dios y le seguían innumerables hombres enmascarados, cuyas horribles ac- titudes y más desfiguradas caretas, imitando la corte del dios, tales como sátiros y silenos, que iban montados en jumentos, daban á aquella frenética multitud el aspecto fantástico de una legión infernal. Estas fiestas llevaban por corolario inevitable: la embriaguez, la exaltación y el desenfreno orgiástico que se extendían por doquier. En otras ciudades de la Grecia y aun en Alejandría celebráronse fiestas parecidas. 254 GUSTAVO A. DE ARAGON Dijimos al principio de este trabajo que la tragedia nació del culto de Baco; vamos á explicar de qué modo pudo ser esto. Hasta ahora hemos únicamente hecho una labor de antecedentes; hemos examinado del modo más completo posible el culto indicado y algu- nas de las leyendas principales del dios que lo motiva, y ahora va- mos á su fase más notable, á la segregación del género dramático de esa manifestación religiosa. El canto en honor de Baco, el ditirambo, tiene la siguiente ex- plicación etimológica: dis (dos veces), thura (puerta) y ambaino (pasar), porque el Dios pasó dos veces la puerta de la vida, salien- do primeramente del seno de Semelé y luego de una pierna de Zeus. Arión de Corinto es tenido como el primer compositor de diti- rambo y Melanípide, según Jenofonte, obtuvo una popularidad en ellos, semejante á la de Homero en la Epopeya; los ditirambos an- teriores á Arión eran desordenados y empíricos; él los sujetó á cánones. Sólo se conservan pequeños y escasos fragmentos de diti- rambos que nos impiden apreciar debidamente su valor real. Sin embargo, fueron ciertos los triunfos de Píndaro, Arquíloco, Filo- xeno y otros. Los ditirambos cantaban todos los hechos ocurridos 4 Baco; unos celebraban sus triunfos. otros lamentaban sus desgracias. Los pri- meros eran vivos, alegres, rápidos, desordenados como la locura y la embriaguez; éstos aplaudían el retorno de la estación florida. Los segundos eran de una gravedad majestuosa y triste al mismo tiempo, y lloraban las desventuras del dios; éstos fueron los que dieron origen á. la tragedia. En Sycione se organizaron y llevaron á efecto unos coros trági- cos, allá por el año 600, A. J., y, en vez de cantar las amarguras de Dionysos, relataban las hazañas del heroico Adrasto. Aquí se ve un notable adelanto, pues ya no sólo se cantaban las desgracias de una divinidad, sino que se lloraban también las amarguras de los héroes; en el género trágico, siempre fueron principales personajes los héroes ó Baco y no los eternos y divinos moradores del Olimpo que estaban exentos de esos tan crueles sufrimientos, por lo menos de tan altas desdichas. Hay autores que atribuyen á Epígenes la paternidad de los ditirambos trágicos que hemos asignado á Arión; lo cierto es que nada hay de exacto en esas opiniones y de los datos que se pueden adquirir á ese respecto, nada hay que confirme el aserto, que combaten opiniones tan autorizadas como Wilamowitz- Móllendorf, Bentley y Otfrido Muller, entre otros. LA TRAGEDIA GRIEGA 255 El nombre de la tragedia viene del griego tpayesía (canto del macho cabrío). Hay muchas opiniones que tratan de explicar el origen de este nombre. Al efecto, unos dicen que nació de la seme- janza que había entre el animal predicho y los coreutas disfrazados de sátiros; otros, como Boileau, dicen, fundados en afirmaciones de Horacio, que la tragedia recibió su nombre de las circunstancias de ser un macho cabrío el premio del mejor cantante, siendo así que había un premio, que era un buey y no un macho cabrío, que se ad- judicaba, no al mejor coreuta, sino al poeta autor del ditiramboque había compuesto la música, el canto y dirigido la ejecución. La opinión que nos parece más valedera es la que da Virgilio en sus Geórgicas y que es en síntesis ésta: los ditirambos trágicos eran can- tados ante el altar y durante el sacrificio de una víctima, que no era : otra que un macho cabrío, de donde viene el nombre de tragodia, canto del macho cabrío. Dice Morayta, en su obra titulada Grecia Antigua, que «llegada la procesión del dios al lugar destinado al sacrificio, comenzaba el baile al compás de la tragodia, canto del macho cabrío, ó ditirambo; luego se celebraba un banquete y tras los vapores del vino y la co- mida, seguía el baile y el canto, y teniendo en cuenta que era de rito excederse en la comida, esta segunda parte de baile y canto ne- cesariamente no debió brillar por su dignidad y compostura. Esos cautos y bailes debieron admitir algunas pausas Ó intervalos en que descansasen los coreutas y que se llenaron con episodios, especie de escenas representadas». Esta última parte la confirma Seignobos en su Historia de la Civilización Antigua. Los orígenes del drama en Grecia, como dice Puech en su obra Eutraits des Classiques Grecs et Latins, son obscuros, como todos los orígenes, y es imposible poder decir sin temor á equivocación la serie completa de transformacio- nes lentas y sucesivas que precedieron hasta que se constituyó el género nuevo. La poesía coral compuesta de un coro que, á la par que cantaba, ejecutaba determinadas evoluciones, y que ya dijimos fué inventada por Arión de Corynto, danzando en círculo y cantan- do una oda en honor de Dionysos. El coro se componía de cin- cuenta coreutas disfrazados de sátiros. El jefe del coro cantaba un recitado, montado al efecto sobre la mesa del sacrificio, recor- dando en ritmos trocaicos un episodio de la leyenda del dios; desde que esto se puso en acción, existió el drama. Vamos ahora á ver quién fué el primero que convirtió un diti- rambo en lo que fué la tragedia. 256 GUSTAVO A. DE ARAGON Es tradicional en la literatura helena que Tespis, natural de Icaria, fué el elegido de la suerte para llevar á efecto la referida conversión, creando con ello en su patria el género dramático. En tiempo de Pisístrato nació el género dramático en la Grecia. Dice Plutarco en La Vida de Solón, que cuando Tespis comenza- ba á cambiar la tragedia, y la novedad del espectáculo atraía la 1mu- chedumbre, Solón, que era naturalmente curioso y en su ancianidad se entregaba más que nunca á los solaces y diversiones y también á los placeres de la mesa y de la música, fué á oir á Tespis, quien, según el uso de los poetas antiguos, representaba él mismo sus pie- zas. Terminada la función, llamó á Tespis y le preguntó si no se avergonzaba de decir en público tan enormes mentiras. Tespis contestó que ningún mal había en sus palabras y conducta, puesto que aquello era una farsa. —«Sí, —dijo Solón, golpeando fuertemente el suelo con su bas- tón,—pero si toleramos, si aprobamos la farsa, hallaremos la reali- dad en nuestros contratos. » Los cambios introducidos por Tespis fueron los siguientes: To- maba por asunto de su obra una parte solamente de la leyenda bá- quica y la ponía en acción. Añadió á la acción del coro un actor, (en griego troxpuris actor de broxpivopas, ser actor); pero este actor hacía varios papeles y, puede decirse, que hubo algo así como un diálogo entre el actor y el coro, que hablaba por boca del corifeo, de manera que se podía desarrollar un tema teatral bastante com- plicado. El coro, aunque en la gran mayoría de las veces iba dis- frazado de sátiros, podía representar otros personajes. Los bailes corales aún eran elemento importantísimo en la escena. Tespis empleaba en el diálogo el tetrámetro trocaico y no el trímetro yám- bico, como algunos creen. Se dice que tuvo el atrevimiento de no tomar siempre sus argu- mentos de la leyenda de Baco, y que algunas veces los tomó de las de otros héroes y dioses. Puede esto ser cierto. sin que sea expues- to afirmar su veracidad, pues es opinión bastante generalizada que aun los mismos poetas ditirámbicos no siempre tomaron los asuntos de sus cantos de la leyenda dionysiaca. Los de Sycione cantaron á Adrasto, su héroe nacional. La primera vez que tal se hizo, se dice que los asistentes asombrados exclamaron: «y eso ¿qué tiene que ver con Baco?», frase que se convirtió en proverbio. No se conserva ninguna tragedia de Tespis; algunos escritores pretenden atribuirle algunos versos, pero no hay nada que confirme LA TRAGEDIA GRIEGA 257 la legitimidad de ellos. Por esta carencia absoluta de datos de sus obras, no podemos juzgarlo como autor trágico; pero sí podemos de- cir con Aristófanes que, aun en el siglo de Pericles, había aficiona- dos á la antigua orquéstica que preferían sus danzas á las otras más modernas. Tespis brilló allá por el año 536, A. J. En el 512 se elevó á notable altura un personaje cuya fama vivió largos años en Atenas; no fué otro que Frínico el Trágico, hijo del ateniense Polifradmón. Aunque sólo usó un actor, como Tespis, dió gran impulso al arte dramático, introduciendo los papeles de mujer en el teatro, lo cual significaba un notable paso impulsivo. Lo mismo que aquél, fué, puede decirse, más poeta lírico que dra- mático, pues la parte dialogada es mucho menos extensa que la coral. Fué más valiente que Tespis, pues no sólo tomó los asuntos de las obras de Baco y de las tradiciones de los héroes, sino que pu- so en escena sucesos contemporáneos. Es fama, y Herodoto lo atestigua, que reprodujo en escena las calamidades y desgracias que consternaron y afligieron á los habitantes de Mileto, colonia aliada de Atenas, cuando fué tomada por los persas de Darío, y lo hizo de modo tan conmovedor y patético, que toda la concurrencia, emocio- nada, prorrumpió en amargo llanto. Frínico fué multado en mil dracmas por haber «representado su propia desventura », UNA Ca- lamidad nacional, y fué tan intenso el efecto de esta obra que se prohibió la representación de obras que representasen escenas ac- buales. Esta prohibición tiene su razón de ser, pues los atenienses tenían un concepto más elevado de las obras poéticas y les parecía debían ser más sublimes, más ideales, no tan terrestres, no tan ba- Jas, menos tangibles que las escenas mismas de los mortales. No obstante todo esto, Frínico no se amilanó y, una vez más, pu- so en escena á los de su época; pero esta vez fué para cantar las glorias de Atenas, los triunfos de los suyos y así lo hizo en su dra- ma que la crítica ha designado como el de más valor que compuso; me refiero á las Fenicias. Dividió Frínico el coro en diversas sec- ciones que tenían funciones diversas; así en este drama suyo, una parte del coro está compuesta de doncellas fenicias y de otras ciu- dades y otra parte está formada por nobles persas. Dice el alejandrino Glauco en su trabajo sobre las tragedias de Esquilo, que la tragedia Los Persas, de éste, es una imitación de la Obra de Frínico, y cita el principio de dicha obra que es parecido al de ésta; pero en Frínico la escena comienza con un eunuco, tapi- 258 GUSTAVO A. DE ARAGON cero del rey, que anuncia la derrota de Jerjes, mientras alfombra el local y coloca sitios para los consejeros y gobernadores del impe- rio que van á reunirse, y en la obra de Esquilo el prólogo ese está á cargo de un coro de ancianos. Realmente es un error lamentable de Glauco el creer que Esqui- lo tratase de imitar 4 Frínico; no tenía necesidad de hacerlo, pues, como dice muy acertadamente Pierrón, «aquel numen guerrero, aquellas inspiraciones patrióticas, son vivos recuerdos de uno de los vencedores de Salamina y Platea y no reminiscencias literarias. Tal vez ambos poetas trataron el asunto al mismo tiempo; tal vez Esquilo quiso hacer olvidar la pieza de Frínico; tal vez, en fin, la cita hecha por Glauco se sacó, no del poema original de Frínico, sino de alguna imitación de los persas, autorizada por el autor con el nombre de un poeta trágico anterior á Esquilo.» Suidas atribuye á Frínico la invención del tebtrámetro trocaico, que usaba con frecuencia; es un error, pues ese verso alegre a ani- mado, es coetáneo del verso yámbico. La fama de Frínico y de sus obras vivió largos años en Atenas, y Aristófanes llamó á los cantos de Frínico, que eran los que más deleitaban á los ancianos de Atenas: Arqueomelesidoneofriniquerata (los dulces versos del antiguo Frínico ). De Quérilo, que brilló allá por los años de 524 A. J., y ae Pra- tinas que empezó á figurar por los de 500, poeo podemos decir. Sin embargo, se sabe que Quérilo el Trágico fué muy fecundo y que brilló largo tiempo con la misma intensidad de Esquilo y Sófocles. Escribió muchas tragedias y trece veces sostuvo su frente la corona triunfal. Se distinguió, sobre todo, en el drama satírico (que pare- ce se había separado ya de la tragedia), pues á medida que ésta fué tomando un carácter más grave y serio, fué expulsando de su seno los coros de sátiros. Eldrama satírico es, más bien que una come- dia, una tragedia jocosa, como la llama Demetrio. El drama satírico se ponía en escena, casi siempre, después de una trilogía, como si estas cuatro obras formasen una sola pieza, y con el objeto de borrar del ánimo del espectador la impresión tremenda de una tragedia. De Pratinas de Fliunta, dorio del Peloponeso, se dice con fun- damento que fué el que separó completamente el drama satírico de la tragedia; compuso también varias tragedias, pero indudablemen- te donde se distinguió fué en el drama satírico. Fué Patrinas rival de Esquilo, por quien fué vencido honrosa- mente en el primer glorioso triunfo del gran trágico. LA TRAGEDIA GRIEGA 259 ESTRUCTURA DE LA TRAGEDIA GRIEGA Leyes. —Al entrar en el estudio de las formas externas que regían la tragedia, vamos á examinar, primeramente, el traje. Los trajes usados por los actores eran los propios de las bacanales, con colores vivos y tonos brillantes; no era el traje sencillo de los griegos. Pólux es de este parecer y muchas obras de arte antiguo, como también los mosaicos del Vaticano, publicados por Millin, también confirman la opinión esta. No creemos posible que Esquilo fuese el primero en diferenciar, por medio del traje, 4 los actores del público. Es inverosímil que un Heracles (Hércules), un Baco ó una Alceste, se presentasen en escena sin ningún signo distintivo; así es que nosotros creemos, co- mo más verosímil, que el traje era ya usado en las tragedias de Tespis. El traje fué un elemento importante y lo prueba el hecho de que los coros organizados por los coregas, ciudadanos pudientes, rivali- zaban tanto por el lujo de sus vestimentas como por el valor de sus cánticos. Puede ser que muy al principio la tragedia, el coro no vistiese traje, pues era semejante á una gente cualquiera; pero el actor que representaba la figura de un dios ó semidiós tenía que di- ferenciarse necesariamente del resto que eran simples mortales. El empleo de la máscara y el coturno también debió comenzar en tiempo remoto. La máscara alargaba notablemente la faz del actor é imitaba la cara del dios ó héroe que representaba; algunos le asignan otra misión: reforzar la voz para que pudiera ser oída en todo el teatro y para darle la sonoridad y gravedad propias del modo con que debían hablar los seres superiores; es también creíble que estas cualidades se obtuvieran por el ejercicio y el estudio, co- mo dice Bekker. El coturno servía para elevar la estatura del personaje y para darle el aspecto majestuoso y grave que, según las tradiciones po- pulares, debía caracterizar á los dioses. El actor aumentaba también las dimensiones todas de su cuerpo para evitar desproporciones con la estatura. Ataviado de esta ma- nera, sus movimientos eran tardos y dificultosos y la faz enmasca- rada no podía expresar perfectamente la emoción propia de cada momento. Este defecto necesariamente tenía que subsanarse y al efecto los griegos inventaron un sistema mímico y de gesticulacio- 260 GUSTAVO A. DE ARAGON nes acentuadas que alcanzó en la tragedia adelanto notable, ajus- táudose de esta manera las gesticulaciones á los efectos emotivos de la acción trágica. El aspecto de la máscara trágica, llamada oncos, era horrible y monstruoso: la boca, á medio abrir; las órbitas oculares, profundas y tétricas; los pómulos y barba salientes, y un color vivo, hacían ver en el fondo del personaje la tempestad de emociones producidas por la lucha desenfrenada de horribles pa- siones. La exageración de los gestos también puede ser debida á la necesidad de que todos los asistentes á la representación, que eran á veces todo un pueblo, pudiesen percibir claramente los ges- tos mencionados. Podían los actores en los intermedios cambiar de máscara para poder armonizar. las facciones con la evolución operada en el ánimo del personaje. Vamos á examinar otras opiniones acerca del papel de la más- cara y su aparición en el teatro, apuntadas en el Diccionario Uni- versal de Literatura de Mellado. Se dice que los primeros actores representaban embadurnándose la cara y que, después, se hizo una especie de máscara con las hojas de una planta llamada arctión, Las materias de que fueron hechas las máscaras no fueron siempre las mismas: las primeras eran hechas de las cortezas de los árboles; luego se hicieron de cuero, forradas de tela, pero como estas caretas se destruían por el uso rápidamente, se hicieron de madera, como dice Hesychio, y entonces los escultores las trabajaban con arreglo á la idea que les daban los poetas. Pólux distingue tres especies de máscaras de teatros: las cómicas, las trágicas y las satíricas. Además de las de teatros, los griegos conocían tres clases de más- caras: las llamadas prosopeía que representaban las personas al na- tural y que eran Jas más comunes; las marmolicheía que servían para figurar las sombras de los muertos y tenían un aspecto tétrico y sombrío, y las llamadas gorgoneio que inspiraban terror y no repre- sentaban sino figuras tales como furias. Todavía conocieron una cuarta clase, llamada (hermoneia, de Hermón, su inventor). De éstas las había de dos especies: unas eran calvas solamente por de- lante, con la barba muy poblada, el aspecto duro y el entreceje fruncido; las otras tenían la cabeza totalmente calva y la barba también muy espesa. Entre los que creen que la máscara tuvo también entre sus fun- ciones la de aumentar la putencia sonora de la voz están Aulo Gelio y Boecio y se fundan en estas razones: las máscaras de los griegos, como hemos dicho, no tenían la boca cerrada y no es pro- LA TRAGEDIA GRIEGA 261 bable que los antiguos hubiesen admitido esta impropiedad en el teatro si no les hubiese proporcionado alguna ventaja, que consis- tió, sin duda, en la comodidad para ajustar mejor las láminas de bronce ú otros cuerpos sonoros con que reforzaban la voz de los actores. Esta medida era indispensable, como también dijimos ya, á causa de lo extenso del teatro y de la distancia en que, por tanto, se hallaban de la escena muchos espectadores. Las máscaras cubrían también toda la cabeza, pero la parte de encima de la cara podía levantarse sobre el cráneo cuando el actor cesaba de representar y quería respirar con más libertad. El Teatro. —Dice Horacio, y muchos lo han aceptado por venir de fuente tan autorizada, que Tespis inventó la tragedia y que lle- vaba sus poemas junto con los actores en una carreta que hacía las veces de escenario. Pero es evidente que confunde al inventor de la tragedia con Susarión, que lo fué de la comedia, y que era el que viajaba con su carreta-teatro. No se sabe la época exacta en que hubo de aparecer el primer teatro, pero es generalmente aceptado que las tragedias de Tespis se desenvolvieron en un tablado que se desmontaba cuando ter- minaban las fiestas báquicas. Un siglo después se construyó un teatro de madera. Unos dicen que fué levantado por Esquilo; otros arguyen que existía mucho antes de que el gran poeta se re- velase como autor trágico. Este teatro era de grandes dimensiones y de excelentes condiciones acústicas y las piezas que en él se re- presentaron eran las mismas que lo habían de ser más tarde en el gran teatro de piedra. Parece ser que la gente acudía á las repre- sentaciones en número tan crecido que ocasionó un repentino hundi- miento y entonces se comenzó á construir un teatro de piedra que fué el primero entre los muchos que después aparecieron en todas las ciu- dades de la Grecia, menos en Lacedemonia, porque la ley de TLi- curgo, que en ella regía, no permitía esa índole de diversiones. En la pendiente meridional de la Acrópolis, desde donde se di- visaban las azules aguas del mar Egeo, se construyó el teatro de Dionysos capaz para treinta mil personas y en el cual se presenta- ban á naturales y extranjeros los esplendores y magnificencias de la escena ática. Los teatros en la Grecia eran descubiertos y las representacio- nes, por tanto, eran diurnas; las graderías ocupadas por los espec- tadores formaban un perfecto semicírculo y estaban rodeadas de un pórtico en el que se refugiaban los espectadores en caso de lluvia; 262 GUSTAVO A. DE ARAGON el banco inferior estaba al nivel del logeum; la escena estaba confi- nada por tres muros de los que sólo el del fondo se llamó escena, los dos laterales se nombraron parascenios y lo que hoy llamamos escena era el proscenio, que se extendía hasta la orquesta, lugar destinado á las evoluciones corales y que en los teatros actuales no es otro que el patio ó sitio en que se coloca la música que ha de acompañar la representación, de donde á ésta le viene el nombre de orquesta por el lugar que ocnpa. Hay que tener muy en cuenta que tanto la distribución del teatro como las formas del drama tienen su origen en el coro, así la orquesta es el antiguo lugar en forma de círculo, en que ejecutaban sus danzas y evoluciones; aquel altar en que se inmolaba un macho cabrío tiene su representación en la tymele, especie de plataforma que ocupaba el centro mismo de la orquesta; quizás se continuó por largos años la costumbre del sacrificio en las fiestas trágicas, sobre todo cuando se referían á Baco directamente, pero, por fin, la thymele quedó destinada sola- mente á sitio de descanso para el coro; los coreutas quedaban de pie ó tomaban asiento en las gradas del altar, mientras el corifeo se situaba en lo más elevado de él para observar lo que en la escena sucedía y dar la señal á los coreutas, á quienes guiaba en sus evo- luciones y cantos. El proscenio era de poco fondo y muy largo, pues tenía casi el doble en longitud que el diámetro del círculo formado por la orquesta. Los personajes que llegaban de lejos entraban por las puertas laterales y, casi siempre, para llegar al cen- tro, en que se hallaban los demás actores, tenían que andar un tre- cho bastante largo. Cada una de las entradas á la escena tenía su valor prefijado; el personaje que llegaba al proscenio por el parascenio derecho, venía siempre del campo ó de lejanas tierras, y el que entraba por el izquierdo, llegaba de la ciudad ó de sus alrededores. La escena estaba decorada, representando casi siempre la facha- da de un palacio ó de un templo frente á la plaza pública y á mayor distancia se podían ver torres, almenas, una campiña y, también, á menudo, el mar. Había tres puertas en la escena, propiamente dicha, % muro del fondo; la del centro que era la que daba acceso al palacio del soberano; la de la derecha, que daba entrada á las habitaciones de los huéspedes, que en la Grecia casi siempre esta- ban en casas accesorias; y, por último, la puerta de la izquierda conducía á un departamento más reservado de la casa, como un santuario, etc. Las decoraciones laterales se componían de un an- LA TRAGEDIA GRIEGA 263 damio de tres caras, especie de prisma de base triangular, que giraba sobre un eje, facilitándose así el cambio del decorado lateral. Los maquinistas del teatro antiguo obtenían resultados invero- símiles, escenas verdaderamente maravillosas y que sorprenderían aún en la actualidad; imitaban los meteoros en todas sus manifes- taciones y con exactitud rayana en la misma realidad; en tiempos de Esquilo ya este arte había adelantado notablemente; habilísimas tramoyas, como el ecciclema, le permitieron presentar, en su Prome- teo Encadenado, á las ninfas Oceánidas, apareciendo en un carro ala- do y junto con ellas 4 su padre, el viejo Océano, cabalgando en alí- gero dragón, que van á consolar al filantrópico prisionero. Igual- mente, en las Euménides, Athena aparece por los aires y la sombra de Clytemnestra surge del infierno por escotillón (Anapisma). En la misma obra la escena se muda de Delphos á Atenas y luego al monte del Areópago, con una facilidad que asombra. Los actores. —Esquilo añadió al actor inventado por Tespis un segundo actor dentro del número de los parlantes, que personajes mudos se podían presentar en la escena sin límite numérico deter- minado. Esos dos actores pueden desempeñar en una misma obra diferentes papeles, cuyos distintos caracteres pondrían de manifiesto el traje, la máscara y, sobre todo, el arte del actor. Por lo mismo que se necesitaban condiciones especiales y estudio detenido para ser un actor bueno, éstos llegaron á escasear mucho, siendo muy solici- tados los que eran de valor verdadero. Sófocles añadió un tercer actor á los dos empleados por Esquilo; éste, sin embargo, empleó tres actores en la trilogía formada por sus tragedias: Agamemnón, las Coépharas y las Euménides, que son las últimas suyas puestas en la escena ateniense; es casi seguro, por no decir del todo, que el corto número de actores empleados no se debe á otra cosa que á su escasez extrema, loque no quitaba, por otro lado, lucimiento ni variedad á la trama, ni á la represen- tación, dado que un actor, como hubimos de decir, hacía diversos papeles. Eurípides se atrevió á agregar un cuarto actor, pero sólo fué en una de sus tragedias, en su Edipo en Colona, que conviene decir no se puso en escena sino en época posterior. Los actores recibían los nombres de protagonistas, deuteragonistas y tritagonistas. El protagonista era el personaje principal. El deu- tagonista es un personaje que, comunicándose con el protagonista, 264 GUSTAVO A. DE ARAGON hace que éste exprese sus distintos estados anímicos, sus emociones. El tritagonista es, pur lo general, el causante de las desgracias que afligen al protagonista; males que en las tragedias que emplean sólo dos actores se suponían originados por la adversidad de un sér su- perior. No se tome esta distribución de funciones al extremo de creer que sólo el protagonista tenía verdadera importancia, que, realmente, en su grado, todos la tenían. Los antiguos también dieron importancia á la situación de los actores en la escena; así, el protagonista ocupaba el centro y los otros dos actores se acercaban por los lados; las leyes externas que rigen la tragedia griega son tan severas á este respecto, que desde que aparece un personaje en escena ya se puede predecir su situa- ción en la obra. El coro. —El corypheo daba la señal para todas las evoluciones del coro y entonaba sus cantos; éste en sus evoluciones, primeramente, avanzaba hacia el proscenio, mientras cantaba (esta evolución se llamaba estrofa); volvía después á la timela y cantaba la anti—estrofa y, una vez allí, cantaba el épodo; después se repetía esto tantas ve- ces como había estrofa, anti—-estrofa y épodo. Las evoluciones co- rales eran acompañadas por la música, que sólo dejaba sentir leye- mente sus harmonías cuando el coro cantaba, respetando de esa manera la letra, el pensamiento del poeta y sólo resonaba fuerte- mente cuando el coro, ya callado, comenzaba á danzar. Todo lo contrario de lo que pasa en nuestras óperas en que la música ahoga, por decirlo así, á la poesía, haciéndola mero contribuyente secundario de su éxito. La música en la tragedia griega, pues, es en extremo sencilla y en ella siempre predomina la poesía; ambas eran, generalmente, obras de un mismo autor. El corifeo debía ser un artista consumado en la música y en la orquéstica y á la vez primer cantante y director de los músicos. Al tratar del coro no se puede prescindir de una cuestión que ha sido objeto de diversas Opiniones: el número de coristas Ó coreutas. El coro antiguo ditirámbico fué sustituido por el trágico; pero, como éste era cuadrangular, para poder formar un cuadro perfecto se quitaron dos coreutas á los cincuenta que formabau el ditirámbico, formándose así un cuadrado que tenía doce coreutas de cada lado. Esto ha sido objeto, repetimos, de las más distintas versiones. Weil, Hermann, Breckah y otros tratan este asunto con gran extensión. Esos cuarenta y ocho coreutas se dividieron entre las cuatro pie- LA TRAGEDIA GRIEGA 265 zas que formaban la tetralogía, correspondiendo doce á cada pieza. El coro de Esquilo se componía de esos doce coreutas, que fueron aumentados á quince en las obras de Sófocles y Eurípides. La danza trágica era la llamada emmeleia que con sus movimientos gra- ves y pausados convenía más que ninguna otra á la índole de sus coros, formados, casi siempre, por ancianos ó matronas respetables. El coro dialogaba con los actores á veces (aunque no estaban en un mismo plano, pues el proscenio estaba á un nivel más alto que la orquesta) y manifestaba las emociones que las ocurrencias del drama le despertaban; en algunas obras de Esquilo el coro dialoga, también, consigo mismo. Las pausas en los cantos del coro hacían que la tragedia se dividiese en prólogo, episodios y éxodo. Cuando el coro cantaba, estando en reposo, el canto se llamaba stasimón y cuando se hallaba en movimiento se llamaba parodos. Generalmen- te, cuando se entonaba un stasima el proscenio se hallaba desierto ó había en él algunos personajes, se esperaba la entrada de otros, es decir, se cantaba en un intervalo de reposo cuando había termina- do un aspecto, una fase del drama, y en este espacio de tiempo, más Ó menos largo, los actores podían cambiar, más fácilmente, de más- cara y de traje. El prólogo era la primera parte; los episodios eran las partes de la tragedia, recitadas entre el parodos y los stasimas y el éxodo era la parte que sucedía al último stasimón. La tragedia griega, dice Pierrón, se nos presenta como un agre- gado de cantos líricos y diálogos estrechamente unidos unos á otros, pero muy diferentes por su carácter y por sus ritmos poéticos. Había también en la tragedia ciertos cantos llamados commos destinados á cantar las desgracias de los personajes; eran comunes á los actores y á los coros. También los actores tenían partes líri- cas á su cargo en algunas ocasiones, que podían ser dialogadas ó también, cantadas por un solo actor, casi siempre el protagonista, y se llamaban monodías, cuando eran cantadas por un solo actor; sus formas rítmicas eran vivas y ligeras, al paso que los metros más pausados y graves se usaron aplicándolos en los cantos del coro. No se pueden señalar con seguridad los metros en que cantaban los actores y los usados por el coro; pero es natural que difiriesen no- tablemente. Muller dice, iomándolo de Aristóteles, lo que sigue: «No es posible marcar la diferencia que existe entre las formas mé- tricas del commos y las de los cantos de la escena: sábese única- mente por Aristóteles que ciertas harmonías sólo podían cuadrar á 266 GUSTAVO A. DE ARAGON los, actores porque siendo patéticas en extremo, es claro que se adaptaban más al carácter de los héroes y heroínas que obraban y que sufrían, que al coro que no hacía otra cosa que interesarse en sus hazañas y en sus penalidades. Estos cantos eran acompañados por instrumentos de música, como la lira y la flauta.» En cuanto á los episodios, diremos que en los primeros pasos de la tragedia antigua eran el elemento de menor importancia. En las tragedias griegas más modernas se emplea generalmente el trímetro yámbico, según dice Horacio en su Arte Poética, co- mo metro propio de los episodios, pues por su sencillez era el más parecido al lenguaje corriente. El tetrámetro trocaico, que era el predominante en las tragedias más antiguas, en las modernas sólo se usó cuando el canto era vivo y animado. Con esto creemos haber terminado aquellas nociones más indis- pensables y necesarias para poder hacer un estudio de cualquiera extensión y profundidad acerca de la tragedia de los griegos. He- mos estudiado lo que podríamos llamar antecedentes ó período em- brionario ó de formación; hemos discurrido sobre la estructura del género trágico entre los helenos, ya guiáudonos por aquellas opi- niones que nos merecen un respeto mayor, ya apartándonos de ellas cuando las hemos creído erróneas ó ya, también, deduciendo ó induciendo, respectivamente, ideas de los principios generales ó de los datos suministrados por abundantes y autorizadas fuentes, y ya es tiempo de entrar de lleno en la esencia de la tragedia ática, es- tudiando y criticando los autores y sus obras para ver en ellos con- firmadas las leyes referidas; pero antes vamos á tratar de algo que tuvo significación en la Grecia antigua y que, sin duda, fomentó notablemente el desarrollo del teatro: los certámenes dramáticos. Los certámenes dramáticos. —Se desconoce á ciencia cierta la época exacta en que comenzaron á celebrarse, pero sí se sabe que tenían efecto todos los años durante las festividades de Dionysos. Un arconte, el arconte epónimo, elegía tres poetas entre los concurrentes al certámen: aquellos tres poetas cuyas obras le parecían más no- tables y de mejores condiciones para ser puestas en escena, y ponía á su disposición los actores y coreutas necesarios para la represen- taciones y los costos estaban á cargo de un ciudadano rico llamado corego. Cada contendiente presentaba tres tragedias y un drama satírico, cuyas cuatro obras recibían el nombre de tetralogía. No era cosa necesaria que esas obras fuesen unas continuación de las otras, pues podían ser completamente distintas. Si las tres trage- LA TRAGEDIA GRIEGA 267 dias completaban un solo argumento, entonces tomaban el nombre de trilogías. En un principio el pueblo era el que fallaba la contienda acla- maudo á los vencedores; más adelante un tribunal compuesto de cinco jueces adjudicaba el premio. El quedar vencedor en un concurso dramático significaba una gran gloria: el nombre del poeta vencedor se inscribía en los mo- numentos públicos, en medio de los del corego y del arconte que había presidido el certamen y era admirado en toda la Grecia, como lo fueron siempre allí, los superiores del arte y del saber. Y ya para terminar de una vez esta parte del trabajo, vamos á citar, como de gran utilidad, un párrafo de Revilla en que expone de una manera hermosa y exacta el concepto de la tragedia mo- derna en general, y el fin de la tragedia antigua. Dice así: «Las luchas terribles en que exaltadas hasta el paroxismo las pasiones humanas, el conflicto dramático termina en catástrofe espantosa; los abrumadores infortunios que caen sobre el hombre como el rayo de fatalidad inexorable; los combates entre el mal y el bien, el crimen y la virtud; todo lo que hay en la vida de funesto y de terrible, y de grandioso á la par; todo lo que puede excitar en el espectador el asombro, el temor, la profunda piedad, el llanto doloroso, y al mismo tiempo la emoción que lo bello causa y el hondo sentimiento que lo sublime despierta; todo lo que traspasa los límites de lo común; todo lo grande, lo extraordinario, lo heroi- co, lo sublime, todo lo que, sin dejar de ser dramático, participa de la naturaleza de lo épico: he aquí el vasto campo de inspiración en que se mueve la tragedia. El dolor es, pues, el fondo de la tra- gedia; el terror y la compasión, el efecto que en el espectador des- pierta; el choque de las pasiones llevadas al más alto grado de ex- acerbación, el principal de sus recursos. La oposición dramática que en la tragedia se plantea, no se resuelve harmónicamente, como en el drama, sino violentamente, por el sacrificio del protagonista- Mostrar el orden moral y social perturbado por las pasiones Ó por los decretos inexorables de la fatalidad (tragedia antigua ó clásica), presentar el cuadro de los grandes crímenes y de las grandes vir- tudes en abierta lucha, manifestar el doloroso desenlace á que fa- talmente lleva la pasión desordenada: tal es el propósito de la tra- gedia que, quiéralo Ó no el poeta, encierra siempre una elevada enseñanza moral. » 268 GUSTAVO A. DE ARAGON ESQUILO Vió Esquilo la luz en 525, A. J., en Eleusis. Se dice que era hijo de Euforión y hermano de Aminias y Cinegiro, héroes que se distinguieron por su valor en las guerras con los persas. Herodoto cuenta de Cinegiro que, al apresar con un brazo un trirreme de los persas en Maratón, le fué separado el brazo del troneo por un golpe de segur, cogió la embarcación con el otro brazo, que hubo de correr la misma suerte que el primero y, ya perdida la nave, la sujetó con la boca, quedando sin vida al serle cortada la cabeza. Con respecto á Aminias Palleneo, no creemos que fuera herma- no de Esquilo, toda vez que nació en el Demo de Pallene y Esquilo en Eleusis. Esquilo, como sus hermanos, se distinguió en las guerras médi- cas, siendo herido en Maratón. Perteneció á aquella generación de helenos que supieron unir las letras con las armas y que lo mismo triunfaban en los campos de batalla que en las fiestas de la inte- ligencia. Tres años antes de su muerte se trasladó á Sicilia, donde se le tributaron las más exquisitas consideraciones. Algunos atribuyen este viaje al despecho, por haber sido derrotado el gran poeta por Simónides en la elegía y por Sófocles en la tragedia. Otros dicen que huyó, acusado de impío; estas versiones carecen del menor fun- damento. El entusiasmo de los sicilianos por la poesía puede per- fectamente justificar su larga estancia en un país donde vivía col- mado de honores, como dice muy bien Pierrón. El epitafio de Esquilo echa á un lado su gloria poética para en- salzar su valor en la guerra y dice así: «Este monumento cubre á Esquilo, hijo de Euforión. Nació ateniense y murió en las fecun- das llanuras de Gela. El tan afamado bosque de Maratón y el me- do de luenga cabellera dirán si fué valiente: bien lo han visto !» Una tradición dice que debutó como poeta dramático en el año 500, A. J., teniendo por contricantes á Pratinas y á Quérilo el Trágico. Otros dicen que en el año 484 ya se había distinguido en el tea- tro. Obtuvo trece veces el premio en los certámenes y tuvo en su contra rivales tam afamados como Frínico, Quérilo, Pratinas y Sófocles. En las trilogías de Esquilo las tres tragedias formaban un solo LA TRAGEDIA GRIEGA 269 todo; y no obstante la unidad de tema que ligaba las tragedias, podían éstas presentarse por separado, sin que carecieran de un plan completo y claro. Escribió Esquilo, según las más autorizadas fuentes, unas se- tenta tragedias. Otros autores, como Murray, las hacen ascender á noventa. Sea de ello lo que fuere, el caso es que sólo se conservan siete: Persas, Los siete contra Tebas, Las suplicantes, Prometeo Encadenado, Aga- memnón, Las Cotphoras y Las Euménides. Dos ideas dominan siempre en el teatro esquíleo: la patria y la religión, sobre todo, esta última; y, siempre, la idea de la fatalidad que impera en la tragedia antigua. Así vemos la victoria griega de Salamina que es cantada en los Persas; el sen timiento patrio tam- bién rebosa en Los siete contra Tebas y en Las suplicantes. El senti- miento religioso se manifiesta en todo su auge en Las Euménides, en que se estudian las instituciones que la religión consagra y también aparece ese mismo sentimiento en Prometeo, en Agamemnón y en Las Coéphoras. Podemos decir que el teatro de Esquilo es un tea- tro religioso. El elemento lírico también tiene en él gran importancia. Redu- ce las atribuciones del coro; mas, no obstante, le deja un papel im- portante, pues en sus obras es, todavía, más factor activo que bes- tigo simple. En ocasiones llega á ser el coro el elemento capital de la obra, como sucede en Las Euménides y en Las suplicantes. Es- quilo agrega un actor al inventado por Tespis y así el desarrollo de la trama se facilita notablemente. También la épica tiene su intérprete en nuestro poeta, como se ve en Los siete contra Tebas, donde encontramos relatos y descripcio- nes verdaderamente notables y que no desdeñaría el mismo Homero. Tenía en Esquilo cada personaje un lenguaje nivelado á su al- tura social, lo que se le criticó, pues al decir de algunos, los perso- najes trágicos debían hablar siempre en un estilo elevado; á la vista salta la poca seriedad del argumento. También lo cómico es factor que interviene á ocasiones en el teatro que estudiamos, y es lógico y natural, pues jamás lo sublime y lo ridículo, lo funesto y lo fausto marchan separados en la vida del hombre. Esquilo tuvo en muy poca cuenta las llamadas unidades de tiempo y de lugar; los" personajes se trasladan de un sitio á otro, por distantes que esos Ingares estén, casi instantáneamente. Ye - y 270 GUSTAVO A. DE ARAGON to tiene su explicación en el carácter religioso del poeta eleusino, pues siendo las divinidades constantes interventores de los aconte- cimientos que trata en sus producciones, siempre vive en el campo de lo sobrenatural. Hemos dicho ya, aunque á grandes rasgos, lo indispensable para conocer la figura que Esquilo representa en el reino de las letras helénicas. Durante largos siglos fué la crítica injusta con él, debi- do tal vez á falta de preparación para entenderle ó al poco conoci- miento de sus obras; mas hoy la crítica ha rectificado su erroneo juicio y lo considera sin esecrúpulo como el « Príncipe de la escena antigua», como el «Padre de la tragedia griega». En la antigua Grecia se le consideró en cuanto valía, mereciendo sus obras el ho- nor, nunca hasta entonces igualado, de ser puestas en escena des- pués de la muerte de su autor. Las siete tragedias de Esquilo. —Vamos ahora á pasar al estudio de las obras que el tiempo ha respetado de Esquilo y que son todas posteriores á la batalla de Salamina, pues de aquellas que con ante- rioridad escribió ni un fragmento siquiera se conserva. Los Persas. —Fué puesta en escena en el año 472, A. J., y algu- nos, como dijimos anteriormente, han querido ver en ella una imi- tación de las Fenicias, de Frínico; pero ya vimos cuán falsa era la versión. La tragedia Los Persas forma la segunda. parte de una trilogía; la primera tragedia se tituló Fineo y parece que en esta pieza el pro* feta de la leyenda de los Argonautas anuncia una gran lucha entre la Hélade y el Asia, y la tercera parte se titulaba Glauco Pontio. De esta última obra se conservan algunos fragmentos por los que se puede ver que Glauco, monstruo marino muy famoso en aquella época por sus correrías que fueron objeto de numerosas fábulas, narraba una excursión que había hecho. En la narración se ve que el día preciso en que se libraba el combate naval de Salamina, los griegos de Sicilia derrotaban á las huestes cartaginesas. Pierrón dice que la tragedia Persas formaba parte de una te- tralogía cuyas primera y tercera partes son las que hemos enunciado y la cuarta la llenaba el drama satírico intitulado Prometeo encende- dor del fuego. Dice Hermann que Los Persas era una especie de canto fúnebre en que se repetía el mismo tema musical. -En esta tragedia se escuchan las ardientes palpitaciones del que ué guerrero valiente en Salamina; la fábula está muy bien condu- LA TRAGEDIA GRIEGA 211 cida y el desenlace está muy bien preparado. Está esta obra, como dijo Gorgias, más bien inspirada por Marte que por Baco. Compa- ró Esquilo en ella el sentimiento de la dignidad individual de los griegos con la ciega y servil obediencia de los persas al capricho descabellado de un despótico rey. ¡Qué orgullo y satisfacción de- bieron experimentar los de la Hélade cuando el coro contesta á Atossa, que le ha preguntado quién es el rey de los griegos: «No se dicen esclavos ni súbditos de hombre ninguno!» Los personajes de la obra son los siguientes: Coro de ancianos. Atossa. La sombra de Darío. Un mensajero. Xerxes. El plan de la obra es éste: El rey Xerxes marchó á la Grecia al frente de inmenso contingente de tropas (baste decir que sólo la servidumbre del rey pasaba de un millón de hombres)—y de mil doscientas veintiuna naves, siendo derrotado primero en Platea, en batalla campal—y luego, en Salamina, en combate marítimo. La escena es en Susa, ante el palacio de Xerxes y la tumba de su padre, Darío. En el prólogo aparece el coro de ancianos, elegi- dos por Xerxes, por la dignidad de sus canas, según ellos mismos dicen, para sustituirle en su ausencia, y celebran la fortaleza del gran ejército que marchó á la Hélade, pero al mismo tiempo expe- rimentan temor y desconfianza. Dicen que ha marchado á la lu- cha el gran Rey con sus reyes súbditos, caudillos de la patria y añaden textualmente: «Diestros en el arco, jinetes expertos, en la presencia formidables, y por la arrojada resolución de su ánimo, temibles en la pelea.» Pero después dicen dudosos: «Mas, ¿qué mortal escapará á la engañosa astucia del destino? ¿Quién tan li- gero de pies que con fácil salto salve sus redes? Muéstrase la Calamidad á lo primero amiga de los hombres, y, de allí, los lleva con halagos hasta aquellos lazos de los cuales á ningún mortal le fué dado salir jamás. ¡Pensamiento que cubre mi corazón de un ve- lo de tristeza! ¡Ay, ejército de los persas! —Atorméntame el temor de que alguna vez se encuentre nuestro pueblo con que la gran ciu- dad de Susa quedó privada de sus hijos; con que á sus ayes respon- dan los ayes de la fortaleza de Cissia, y las mujeres, en confuso tropel, van repitiendo iguales lastimeras voces, mientras caen he- chos girones sus ricos velos de Cyssino. » Se preparan á deliberar acerca del modo que tendrán que em- 212 GUSTAVO A. DE ARAGON plear para conocer la suerte que ha cabido al ejército patrio, cuando llega Atossa, madre de Xerxes, la cual relata un sueño que ha te- nido y que le anuncia acontecimientos muy tristes. Se vale el au- tor de este diálogo patético para exponer maravillosamente los ca- racteres diferenciales entre la Grecia y la Persia. Por fin llega un correo persa que da cuenta de la catástrofe su- frida por el Rey á manos de los bárbaros. Es curioso que Esquilo haga á un extranjero llamar bárbaros á sus compatriotas y es que el gran dramaturgo, aunque tratase asuntos extraños, siempre era eminentemente griego. Atossa quiere saber la verdad y no se atreve á preguntar la suerte que ha corrido su hijo querido, y com- prendiéndolo el mensajero le dice por tranquilizarla de una vez, que Xerxes vive. La madre exclama llena de un hermoso egoísmo: «¡'Podo se salvó, salvándose Xerxes!» Aquí se muestra el pocta en uno de sus rasgos más esquisitos, exponiendo con exactitud ma- temática lo que es el amor maternal, pues Atossa, antes que reina, es madre. Por fin deciden los ancianos gobernantes evocar el espíritu del difunto Darío, impetrando ayuda y consejos, y así lo hacen, mien- tras Atossa hace sus libaciones. Esta es una escena de un poder emotivo intensísimo. La sombra del buen padre del pueblo, del gran Rey, del sabio gobernante, acude «ul llamamiento. El Rey di- funto se presenta, abandonando la plácida calma de su helada tam- ba y dice, con tono majestuoso, que se han cumplido los oráculos anticipadamente. Y cuando el coro, que ha guardado silencio, en señal de respeto y también por el terror, se atreve á hablar y le interroga acerca de lo que deben hacer para volver al pueblo persa á su antigua gloria, contesta de este modo: «Jamás llevéis vues” tras armas contra los helenos, así fuesen más poderosas que el ejér- cito de Xerxes; porque hasta la tierra misma pelea por ellos.» (¡Qué sonrisa de orgullo debió asomar á los labios de los griegos al escuchar estas alabanzas ev boca del enemigo!) Dice también el Rey que la soberbia de su hijo ha sido la principal causa de la cólera divina, que «nadie por codiciar de las ajenas, debe perder las riquezas propias », que «jamás deja sin castigo Zeus justiciero la soberbia desenfrenada, ni se olvida de pedir estrecha cuenta de nuestras acciones. Por tanto, vosotros, que poseéis la prudencia, amonestad á Xerxes con atinados consejos; enseñadle á deponer su arrogante audacia, y á no pecar contra los dioses. Y tú, anciana y querida madre de Xerxes, vuelve á tu estancia, y sal al encuen- LA TRAGEDIA GRIEGA - 273 bro de tu hijo y consuélale con blandas y dulces palabras; que bien lo sé, que tan sólo oyéndote á ti cobrará ánimos. Yo vuelvo á las tinieblas habitadoras del profundo. Y vosotros, ancianos, salud, y aun en los males mismos dad el alma á la alegría, mientras el día luzca para vosotros; que las riquezas de nada aprovechan á los muertos. » Por último aparece Xerxes, rota su vestidura, que comparte con el coro la tristeza y la desesperación. Volviendo á algo que ya hemos dicho con anterioridad, veremos que Esquilo sintió siempre grandes simpatías por los griegos de Si- cilia, como se ve en la tercera parte de esta trilogía en que los hace aparecer como los salvadores de la Grecia, cuando derrotan á los de Cartago, y los iguala á los genuinos helenos; y decimos esto, por- que es una razón que puede explicar la estancia en Sicilia del poeta que estudiamos, donde hizo representar Los Persas en la corte de Hieron, y que ha sido atribuída á tantos y tan falsos motivos. Con esta tragedia ganó Esquilo el premio en el arcontado de Menón. Los siete contra Tebas. Esta tragedia era la tercera parte de una tetralogía formada, según unas opiniones, de esta manera: Lalo, Edipo, Los siete contra Tebas y La Esfinge que era el drama satírico, y según otras opiniones, estaba formada de esta otra manera: Edipo, Los siete contra Tebas, Eluisinias y La Esfinge. Sea cual fuere la forma en que la tetralogía estuvo ordenada, ello es que su autor obtuvo con ella el triunfo, teniendo por adversarios á Aristias y á Polifradmon y es casi seguro, si no lo es del todo, y según demues- tra la Filología, que se representara en el año 648 A. J., y bajo el arcontado de Teagénides. El protagonista de la tragedia no es ningún personaje: es la ciudad de Tebas. Lo más notable en ella es el espíritu guerrero que domina en todo su desarrollo, y el ánimo de Marte, como dijo Aristófanes, interviniendo también los sentimientos del terror y de la piedad. La exposición es verdaderamente magnífica y brillante. Se ve en esta obra la opinión del poeta con respecto á la política de su patria, pues combate á todo el que con una ambición desorde- nada persigue, no siempre por buena senda, el fin que se ha pro- puesto, y por el contrario, alaba al que es prudente, justo y mesu- rado, creyéndolo digo de ser un hombre de estado y de llevar las riendas gubernamentales. Esquilo pone en escena en esta obra á Arístides con el nombre 274 GUSTAVO A. DE ARAGON de Amphiareo el Adivino, varón prudentísimo, y en el combate en extremo valeroso, y era el guerrero argivo el encargado de atacar la puerta Homoloidea cuya defensa estaba á cargo del esforzado Las- thenes. El tipo de Arístides es el que alaba el poeta, como patrio- ta y como político; en cambio, siempre criticó los procedimientos de Temístocles. Los personajes de la obra son: Eteocles. Ismene. Un Espía. Antígona. Coro de Tebanas. Un pregonero. Un Mensajero. Pueblo (que no habla). Eteocles y Polinices, hijos de Edipo, habían de partir el reino y, por una maldición de su padre, matarse el uno al otro. Ellos, para que no se cumpliera el maleficio, resolvieron gobernar un año cada uno. Eteocles, como mayor, reinó el primero y Polinices se fué de Tebas. Al año siguiente se presenta, y Eteocles, que no quiere cumplir lo pactado, lo despide de su corte. El desahuciado marcha á Argos y se casa con la hija de Adrasto. Convence á su suegro para que le ayude, y marcha hacia Tebas con un gran ejér- cito, mandado por siete valerosos caudillos que habían de atacar cada uno una de las siete puertas de la ciudad. Eteocles y Polini- ces se quitan la vida el uno al otro, en singular batalla, cumplién- dose la maldición del Rey incestuoso, pero la ciudad de Tebas se salva. Eteocles es el primero en aparecer en escena y á su vez el que prologuiza, aconsejando á los suyos que acudan animosos á defen- der las almenas y las torres, pues el pastor de las aves, Tiresias, le comunicó que los acheos habían determinado el ataque decisivo con- tra la ciudadela. En esos momentos llega un espía mandado de exprofeso al campo, que dice que siete caudillos, todos hombres im- petuosos, habían jurado asolar la ciudad ó morir, empapando con su sangre la tierra tebana. Las mujeres dan rienda suelta 4 su dolor, siendo súbitamente interrumpidas por el Rey que las reprende, y les pregunta si así van á evitar los males que presienten; que lo único que conseguirán es desconcertar á los valientes y honrados ciudadanos que han de salvar la patria. Vuelve á la escena el espía y dice que los enemigos han hecho que la suerte decida cuál de las siete puertas ha de atacar cada uno LA TRAGEDIA GRIEGA 215 con su gente, habiendo la fortuna resuelto lo siguiente: Tydeo ata- cará la puerta Precia, y ya salta, loco de coraje, por lanzarse á la ba- talla. La puerta de Electra tocóle á Capaneo, gigante cuya arrogan- cia no razona á lo humano, según dice. A Eteocles toca llevar su gente sobre la puerta de Neis y es un jinete diestrísimo y un guerre- ro de bien probado valor. La puerta Athena Oncea tocó en suerte al gigante Hippomedonte, de desaforada estatura, que, lleno de furor, corre á la lucha arrebatado y loco. La puerta del Bcreas está á cargo de Partheno, porque, como todos los demás, jactancioso, jura que ha de destruir la ciudad. La puerta Homoloidea tiene en frente al prudentísimo Amphiareo, que, á diferencia de los demás, no quiere parecer el más valiente de todos, sino serlo en efecto. Dice Plutarco que el pueblo ateniense vió, desde luego, en este per- sonaje el retrato de Arístides, y entusiasmado aclamó al gran pa- triota. Por último dice el espía que la séptima puerta será asalta- da por el propio Polinices. Eteocles, hasta aquí, es el guerrero prudente que á los nombres que el espía cita opone otros de tebanos valientes como Melanippo, Polyphonte, Hiperbio, Actor y Lasthenes, y cuando escucha que Amphiareo se encuentra entre los sitiantes, se lamenta sinceramente de que hombre tan sabio y excelente se encuentre en tan mala com- pañía. Pero, desde el momento en que oye pronunciar el nombre de su hermano pierde el tino y ciego de odio y de furor se designa él mismo su adversario y se precipita á su encuentro; parece de tal modo impulsado por la funesta maldición paterna. En vano el coro quiere convencerlo; marcha desesperado en busca de Polinices como impulsado por una fuerza secreta. La ansiedad entre los que quedan dentro de la ciudad es in- mensa. Por fin llega un mensajero y comunica al coro que Tebas se ha salvado, pero que los dos hermanos se han dado la muerte recíprocamente. Los dos cadáveres son llevados á la escena y en- tonces aparecen sus hermanas, Antígona é Ismene. Antígona es más adicta á Polinices é Ismene lo es á Eteocles. Se lamentan ambas de la infelicidad de aquéllos, sus hermanos que- ridos, en una de las escenas más emocionantes de la obra. A poco llega un pregonero que anuncia que los magistrados del pueblo de Cadmo han resuelto que á Eteocles, que murió heroicamente, en defensa de la patria, se le dé honrada sepultura; pero que á Polini- ces, que 0só traidoramente llevar las armas contra la tierra en que vió la luz, se le arroje fuera de la ciudad para que, permaneciendo 276 GUSTAVO A. DE ARAGON insepulto, sea pasto de los perros hambrientos y de las aves de ra- piña, y que aquel que audazmente se atreviere á inhumarle, paga- ría con su vida tal desobediencia. Antígona, acompañada de una parte del coro, resuelve hacer exequias y dar sepultura á Polinices sin temor á la muerte que, se- guramente, habría de recibir, con lo que termina la obra. La escena más notable de la tragedia es, sin duda, la descripción maravillosa que hace el espía de los siete caudillos argivos, jurando morir antes que ser vencidos: es admirable; tal parece que se halla uno en el mismo campo de batalla. En cuanto á la pintura de los héroes enemigos, el poeta, dentro de la obra dramática, se convier- te en cantor épico notabilísimo; le parece á uno estar leyendo á Ho- mero. Esta escena hizo furor entre los griegos. Las suplicantes. —Esta tragedia, de carácter histórico, era la se- gunda parte de la trilogía Las Danaides y que, según respetables pareceres, la constituían las tragedias siguientes: Las suplicantes, Las hacedoras de tálamos y Las Danaides, completando la tetralogía el drama satírico Amymone. El interés dramático en esta obra es realmente poco intenso, de- bido, tal vez, á que su argumento queda trunco al desconocerse las otras dos obras que lo continuaban; su asunto, como del tipo más primitivo que es, parece más propio para una cantata que para una pieza dramática. Tiene también, como Los siete contra Tebas, mar- cado sabor político. En cuanto al valor lírico, es verdaderamente notable; tiene grandes bellezas de estilo, por lo que no desmerece de las demás obras del poeta. El plan de la obra es, en síntesis, el siguiente: las cincuenta hijas de Danao, huyendo del matrimonio con sus cincuenta primos, los hijos de Egipto, llegan á la Argólida Pelásgica, donde el rey les ofrece hospitalidad, después de haber oído á su pueblo, pues son descendientes de la argiva lo. Los hijos de Egipto mandan un he- raldo que amenaza con la guerra, si no les son entregadas las donce- llas fugitivas; pero el heraldo es despreciado. Los personajes son los siguientes: | Coro de suplicantes. Un heraldo. El Rey. Danao. Soldados. La escena es en la orilla del mar. Se ve, también, una colina, en cuya falda hay un bosque sagrado con las estatuas de Hermes, Apolo, Zeus y Poseidón. LA TRAGEDIA GRIEGA 207 Aparecen en escena las cincuenta hijas de Danao y su padre. Las suplicantes se quejan de su suerte y explican el motivo de su arribo á aquellas playas. Danao les dice que escucha temeroso el ruido de los cubos de los carros enemigos, que divisa entre una nu- be de polvo, lanzas que se agitan y corceles briosos, y que como no sabe las ideas que les muevan, deben refugiarse en el bosque sagra- do y tratar de inspirar lástima. Así lo hacen ellas obedientes é imploran la protección de los dioses cuyas imágenes lucen en los pedestales. El rey Pelasgo se presenta á interrogar su origen y procedencia. Ellas contestan á las preguntas del soberano, explicando cómo des- cienden de To. Ese duda entre admitir á las danaides y arrostrar los peligros de una guerra y merecer la cólera de Zeus, protector divino de los que suplican. Por fin promete hacer lo posible para que su pueblo, á quien pensaba someter la resolución, votase en fa- vor de su causa; pero he aqní que la escuadra enemiga se aproxima y un heraldo, con acompañamiento de soldados, se presenta á las doncellas y las incita á que vayan pronto á las naves, pues si no lo hacen de buen grado serán llevadas por la fuerza; ya se disponen á arrastrarlas por los cabellos, cuando se presenta el Rey con su acompañamiento que despide al heraldo, siendo amenazado por éste con la guerra. Las doncellas fugitivas son llevadas á la ciudad y colocadas en puestos seguros, mientras el Rey con los ciudadanos se aprestan á la defensa del territorio. Esta tragedia, por su forma y falta de movimiento, es la que más se aproxima á lo que fué la tragedia primitiva. Prometeo encadenado. —Es ésta una de las tragedias más notables y hermosas de Esquilo y debió ser, fuera de toda duda, una de las últimas que escribiera el poeta, pues, hasta cierto punto, como dice Heitz, en ella se hace uso de la innovación del tercer actor, y de todas las tragedias que se conservan de ese autor, es la que mayores aparato y movimiento escénicos requiere. El primer drama de la trilogía debió ser con toda probabilidad Prometeo portador del fuego; el segundo, Prometeo encadenado, y el ter- cero, Prometeo libertado. La exposición es acabada y magnífica, contrastando, como en Los siete contra Tebas, el lenguaje pusilánime y lastimero del coro con el impetuoso y enérgico del héroz. Algunos críticos, como Patin, han querido ver en esba obra el retrato de la libertad da Ateaas durante la tiranía de Pisístrato, ¡Es lástima que se hayan perdido la pri- 278 GUSTAVO A. DE ARAGON mera y tercera partes de la trilogía! De la primera, nos quedan dos versos: uno dudoso, que cita Proclo. De la tercera, se conser- van algunos fragmentos por los que se sabe que Prometeo es liber- tado por Heracles y restituído en todos sus honores. Según Herodoto, Prometeo era el símbolo de la actividad mental del Hombre que, siempre ansioso de mejorar su situación, pasa por todo con tal de conseguir su objeto, faltando hasta á las leyes divi- nas. Y tal es el Prometeo de Esquilo; lo que llama la atención es que el poeta haga aparecer á Zeus como un déspota, como un tira- no, que hace ley de su capricho. Habiendo Prometeo robado el fuego divino y ofrecídolo á los mortales, es castigado por el hijo de Saturno, que lo hace encadenar en el Cáucaso, en la apartada Scythia. Llegan á consolarle las ninfas Oceánidas y el anciano Océano, su padre. Después aparece lo, errante y siempre perseguida del terrible Tábano y de la vigi- lancia de Argos, el pastor de los cien ojos; el castigado le profetiza grandes desventuras y cómo uno de sus descendientes, Heracles, lo ha de libertar á él, y también le dice cómo él sabe el remedio con que Júpiter evitaría su destronamiento, que ocurriría en día no lejano. El Rey de los dioses que oye esto desde su alta morada, envía á Hermes para que indague de Prometeo el significado de sus pala- bras, que realmente le han inquietado; que le descifre aquel enigma, so pena de ser azotado por las mayores calamidades; Prometeo se niega y el Rey del Olimpo, montado en ira, lleva á efecto su ame- naza, terminando la obra con el ronco estampido del trueno y con el rayo que abriendo las entrañas de las rocas, sepulta bajo ellas al filantrópico dios, á Prometeo. Los personajes son: La Fuerza y la Violencia. Coro de Oceánidas. Iphesto. Io, hija de Inacho. Prometheo. Hermes. El Océano. La escena es sobre el monte Cáucaso, en la Seythia. Al comenzar la obra aparecen en escena la Fuerza y la Violen- cia, Iphesto y Prometeo. Iphesto se la menta de tener que ejecutaruna obra que le es tan dolorosa, pero la Fuerza le dice que las órdenes de Zeus omnipoten. te hay que cumplirlas, y él se resuelye á ejecutarlas, no sin antes LA TRAGEDIA GRIEGA 279 prorrumpir en repetidas lamentaciones. La vivacidad é interés de este diálago no decaen un instante. Cumplida que es la sentencia, se marchan los ejecutantes, dejando al hijo de la tierra en su pri- sión solitaria; el prisionero llora al principio su desgracia, conven- ciéndose más tarde de que nada malo le ha de acontecer con el tiempo, pues está dotado del dón de la profecía y sabe perfectamen- te que será libertado. Es un monólogo muy sentimental y el len- guaje, enérgico á veces, se torna delicado en otras ocasiones. Dice así Prometeo: «¡Oh, divino éter y alígeras auras, y fuentes de los ríos, y perpebuas risas de las marinas ondas; y tierra, madre común, y tú. ojo del Sol omnividente: yo os invoco. Vedme cuál padezco, dios como soy, por obra de dioses. Contempladme cargado de qué oprobios lucharé por espacio de años infinitos. Tal infame cadena tuvo para mí el nuevo Rey de los felices! ¡Ay! ¡Qué lamento el mal presente y también el futuro! ¿Cuándo asomará el término de mis penas? Mas, ¿qué digo? Cuanto ha de suceder, bien lo sé de antemano; ningún mal inesperado me avendrá. Forzoso me es lle- var mi destino lo mejor que pueda, como quien conoce que el rigor del hado es invencible. Con todo ello, ni puedo hablar de mis des- dichas, ni soy poderoso á callarlas. Sin ventura yo, que dispensan- do favores á los mortales, sufro ahora el yugo de este suplicio. Tomé en hueca caña la furtiva chispa, madre del fuego; lució, maestro de toda industria, comodidad grande para los hombres; y de esta suerte pago la pena de mis delitos, puesto al raso y en pri- siones. ¡Ay de mí! ¿Qué rumor, qué invisible perfume me en- vuelve con sus alas? ¿Es divino ó mortal, á uno y otro? ¿Viene á esta postrera roca de espectador de mis males, ó qué quiere en fin? ¡Miradme encadenado, dios infeliz, enemigo de Zeus, hecho el odio de cuantos pisan su estancia, por mi extremado amor á los morta- les! ¡Ah! ¿Qué ruído de aves oigo obra vez junto á mí? Susurra el aire con el leve meneo de sus alas. Cuanto se me acerca póneme espanto.» Aparecen entonces las Oceánidas en un carro alado que vienen á consolar al desdichado prisionero, pues en el fondo de los mares se oyeron los golpes que diera el martillo del dios herrero. Luego viene también el viejo Océano que, cabalgando en un dragón con alas, ofrece á Prometeo impetrar de Júpiter su perdón, mas el cas- tigado le dice no ha de conseguir nada y que, lejos de eso, sólo va á lograr que se ensañe también en su contra el tirano del Olimpo. También sale á escena Jo, la bicorne virgen, que ha llegado á, 280 GUSTAVO A. DE ARAGON aquel apartado peñón, siempre huyendo del aguijón del tábano que la persigue y del espíritu de Argos, el pastor de cien ojos, que, aun después de muerto, vela por ella, y todo, como castigo de la celosa Hera. Este es uno de los pasajes más notables de la tragedia. También lo se apena de las desgracias que afligen á Prometeo. Este le anuncia Jos males que aún le quedan por soportar y también le dica que un descendiente de ella ha de libertarle de su martirio. Io, al conocer su porvenir tan penoso, se queja amargamente y el dios la consuela con las palabras siguientes: «Mal podrías tú llevar mis trabajos. ¡A mí, el Destino no me deja morir! Siquiera la muerte sería el fin de mis sufrimientos; mas ahora no hay término á mis males mientras Zeus no caiga de la tiranía.» Tole pregunta si es posible que tan alta divinidad algún día pierda su imperio y él le contesta que bien seguro está de ello y que sólo él sabe el re- medio que evite la caída. Por fin se marcha Io, prosiguiendo su interminable carrera. , El Rey del Olimpo, que ha escuchado las palabras del protector de los hombres, se inquieta vivamente é inmediatamente manda á Mercurio donde Prometeo para que éste le explique el alcance de esas palabras, ó de lo contrario le ha de enviar mayores males aún. Prometeo le rechaza valientemente, diciéndole: «Gravemente hablado está el discurso y lleno de arrogancia, como del ministro de los dioses. Nuevos sois; como nuevos mandáis, y creéis habitar fortaleza que el dolor no ha de asaltar nunca. Pues ¿no sé yo de dos tiranos que han caído de ella? y todavía he de ver al tercero, al que ahora manda, y bien pronto, y con mayor ignominia. ¿Pa- récete que tiemblo á los nuevos dioses; que menguado he de bajar- me á ellos? Muy lejos estoy de eso. Vuelve pies atrás por el ca- mino que viniste, pues nada de lo que.quieres averiguar has de saber.» Prometeo, sordo á las razones que Hermes le expone y que el coro cree aceptables, es castigado por el rey de los dioses que, ira- cundo, lanza contra él el estampido del trueno con el horrible rayo, que quebrantando las formidables rocas, le sepultan en el seno de la tierra. La Orestiada.—Se representó esta trilogía en el año 458 A. J. Es la única que se conserva completa de su autor, y es, á su vez, la más alta representación de su genio y, podemos afirmarlo, ¿por qué no?, de la tragedia griega. Estaba constituída la trilogía en esta forma: Agamenón, Las LA TRAGEDIA GRIEGA 281 Coéphoras, Las Euménides y el drama satírico Proteo que completaba la tetralogía que fué premiada durante el arcontado de Philocles. El asunto de la tragedia es el destino trágico de la raza de Atreo. El drama satírico Proteo se relacionaba con la trilogía y narra- ba las aventuras de Menelao y Helena con Proteo, genio marino. Agamemnón.—El argumento de esta obra es el siguiente: Aga- memnón, jefe de los aqueos, había anunciado á Clytemnestra que cuando Troya fuese tomada encendería hogueras en señal de la victoria; y por fin, al décimo año, llega la señal convenida. Aga- memnón entra triunfante; pero su mujer, en compañía de su amante Egistho, le asesina y hace alarde de su crimen, diciendo que con él ha vengado la muerte de la tierna Iphigenia, y el otro, por su parte, dice que los males causados por Átreo á su padre Thyestes, están ya vengados. Los personajes son: Un atalaya. Agamemnón. Coro de ancianos. Casandra. Clytemnestra. Egistho. Talthybio (mensajero). La escena es en la plaza de Argos. En el fondo, el palacio de Agamemnón. Al comienzo de la tragedia está en la escena el atalaya que Clytemnestra, ha puesto en vela para que anancie la victoria argí- va, tan pronto como divise el fuego que había de brillar en el mon- te Aracmeo, atalaya vecina, cuando fuese tomada la soberbia Illión. Se queja, en lenguaje sencillo, de su penosa misión, cuando, por fin, descubre el resplandor apetecido al cabo de diez años de con- tinua vigilia. Anuncia la fausta nueva á la esposa del héroe que ofrece sacrificios á los dioses en señal de agradecimiento. Los ancianos que velan por la ciudad, lloran el interminable sacrificio de aquella sangrienta guerra, cuando por todas partes ven levantarse las llamas en los altares. Este coro es admirable y en- cierra, desde el principio al fin, un misterioso presentimiento de grandes desgracias. La pintura que hace el coro de la virgen Iphigenia, sacrificada á Artemis por su padre, es acabadísima y muy hermosa. Clytemnestra, exacto representante de la fatalidad, les dice, fin- giendo no sentidos afectos, con un lenguaje sonoro y magnífico, que los aqueos dominan ya en Troya y se complace más en cantar 282 GUSTAVO A. DE ARAGON las desventuras de los vencidos que la gloria de los vencedores. Parece una mujer hecha para el mal. También el coro se lamenta, pues en vez de alegrarse con la victoria patria, llora el rapto de Helena, causa de la dilatada guerra. Llega á la sazón un mensajero, Talthybio, que anuncia la vic- toria, pero también refiere cómo el príncipe Menelao desapareció con su nave en horrenda tempestad qne pobló el mar de cadáveres y restos de buques. Por fin llega Agamemnón en triunfante carro y es saludado por los ancianos con estas palabras: « Ea, ya estás aquí, ¡0h, Rey ! ¡Oh, destructor de Troya! ¡Oh, hijo de Atreo! ¿Cómo te saludaré yo? ¿Con qué honores te rendiré acatamiento de modo que ni pase de los términos de lo que se te debe, ni tampoco te falte en nada? Los más de los hombres van siempre más allá de lo justo y antes que ser, estima parecer. Prontos á llorar á toda hora con los desdichados, la herida de su pena no llega jamás al corazón. Alegres con los alegres, componen á aquel tenor su rostro, y hácenos violencia por sacarle una forzada sonrisa. Mas el buen pastor, que conoce su ganado, nunca se engaña. No se oculta la verdadera expresión de los ojos del lisonjero que con mentido amor alardea de una amistad que finge. Por lo que á mí hace, no te negaré que te noté de im- prudente sobremanera, y de hombre que no pensabas con seso, cuan- do por causa de Helena sacaste de aquí la armada, arrastrando á nuestros guerreros con obligada resolución á recibir la muerte. Mas ahora que la empresa se llevó á feliz término, son dulces las penas sufridas, y para ti, sólo hay amor de corazón; bien que el tiempo y la experiencia te harán conocer qué ciudadanos han vivi- do en justicia y quiénes la han conculcado. » A lo que contesta el vencedor en un discurso mesurado de salu- tación exento de toda soberbia, sin orgullo de ninguna clase, ex- quisito por la forma y hermoso por el concepto. “Veamos un frag- mento: «Justo es que ante todo te salude, ciudad de Argos; y á vosotros, dioses de mi patria, que me habéis ayudado en mi vuelta, y en la justicia que he hecho en la ciudad de Príamo. No aten- dieron los dioses á discursos para juzgar la causa. Sin que uno si- quiera discrepase, echaron en la urna de la sangre, voto de destruc- ción y muerte contra Illión. Tan sólo la esperanza acercó su mano á la urna del perdón; ninguna otra la ocupó con su voto. Todavía el humo hace ver de todas partes el lugar donde se alzó la ciudad LA TRAGEDIA GRIEGA , 283 tomada. Todavía ruge allí y se enseñorea el huracán desencade- nado de la desolación, y al morir, las humeantes cenizas lanzan de sí con sus postreros alientos los tesoros del pueblo vencido. Demos gracias á los dioses por tales beneficios, recordándolos con eterna memoria. Feliz suceso tuvo el lazo de perdición que tendimos á nuestros enemigos; por una mujer, Tllión ha quedado reducida á cenizas. El monstruo argivo salió del vientre de un caballo, ar- _mado de su fuerte escudo y de un salto poderoso lanzóse sobre la ciudad á la hora en que las pléyadas caminan á su ocaso. El ham- briento león salva de una arremetida sus torres y bebe la sangre real, y regálase con ella hasta saciarse; ahí tenéis mi primer pen- samiento y primeras palabras que yo debía á los dioses. «Y por lo que hace á lo que tú piensas, bien lo oí y lo guardo en la memoria, y digo lo mismo que tú y en ello me tienes completa- mente de un lado. Pocos hombres son de condición tal que cele- bren la buena fortuna del amigo sin envidiarla. El mortal veneno de la envidia va infiltrándose en el corazón del que padece de este achaque y hácele que se doblen sus dolores. Siente sobre sí el peso de sus propios males que le ahogan y angustian á la vez, con- templando la dicha ajena. Bien puedo hablar así, porque lo sé de propia experiencia; que he visto bien, en el espejo de la vida que los que parecían amigos míos tan adictos, no eran sino vana apa- riencia de una sombra.» Clytemnestra recibe á su esposo con interminables palabras de amor y de paso jastifica la ausencia de Orestes, su hijo. Agamem- nón la reprende dulcemente y después le aconseja que trate con dulzura á Casandra, á quien ha estado riñendo; ésta no contesta á Clytemnestra, que por fin la deja en paz. Rompe la infeliz cautiva en ayes de dolor y angustia y anuncia los más horribles é inevita- bles males, las desgracias más terribles, pintando con tan marcados contornos la catástrofe que se avecina, que los cabellos se erizan de espanto; es tal el efecto emotivo. Es esta una escena como tal vez no haya otra en todo el teatro heleno. ¡Todo es magnífico, todo es sublime, todo es horrible, todo es fatal ! Casandra sale de la escena decidida á recibir la muerte que ella sabe será inevitable, pues Apolo le concedió el dón de la profecía, si bien nadie creía en sus predicciones; apenas ha desaparecido, se oye el grito de muerte del Rey que, herido por segundo golpe, se queja por última vez. Entra el coro á enterarse de aquello y á la vista del público se abren las puertas del palacio y aparece Clytem- 284 » GUSTAVO A. DE ARAGON nestra con el bacha ensangrentada en la mano y, más al fondo, tendidos en el suelo, los cuerpos inertes de Agamemnón y Ca- sandra. Clytemnestra se jacta de su crimen y el coro la reprende, y en una de sus contestaciones dice ella: «Este hombre había llenado la copa de los enormes y execrables crímenes de su casa, y á su vuelta él mismo la ha apurado.» A lo último aparece Eghisto, personaje por demás odioso y com- pletamente desprovisto de rasgo alguno de nobleza, que no ha tenido ni valor para consumar el crimen y ha permitido que su amante lo ejecute. El tercer hijo de Thiestes, como él mismo se llama, es, como todo cobarde, faltón y arrogante con ancianos, amenaza á los que le reprenden diciéndole: «¡Cobarde! ¿Por qué no le mataste tú mismo? Sino que una mujer le mató; una mujer, oprobio de esta tierra y de los dioses patrios! Mas, por ventura, todavía ve Ores- tes la luz del Sol, y esté dondequiera, él vendrá con feliz suceso y os matará á entrambos. » Clytemnestra evita un nuevo derramamiento de sangre, pues Eghisto llama á sus guardias para atacar á los ancianos que se pre- paran valientes á la defensa, gritando: «¡Ea, al aire los aceros, y en guardia cada cual!» Esta es la última escena de esta obra colo- sal que puede considerarse, sin escrúpulo, como la perla de la tra- gedia griega. Las Chotphoras. —Las coéforas, que en griego significa «las por- tadoras de libaciones», es, según opiniones respetables, la tragedia esquilea de trama más complicada. Es altamente conmovedora, en extremo patética, y la exposición, variada é interesante á la vez, es verdadera. El argumento es el siguiente: Orestes ha sido amenazado por Apolo con grandes males, si no castiga á los asesinos de su padre, por lo que se decide de una vez á la venganza. Llega á la tumba de su padre y, estando allí, puede ver que del palacic salen las es- clavas troyanas con libaciones que envía Clytemnestra á los manes de su esposo que asesinó. En la procesión viene también Electra que por un rizo que Orestes ha dejado en la tumba y por la forma del pie, impresa en el suelo, le reconoce, tramando juntos el plan de venganza. Orestes mata á Eghisto y después á su madre; pero, á poco, huye despavorido á Delfos, pues las Furias le persiguen implacables. LA TRAGEDIA GRIEGA 285 Los personajes de la acción son los que siguen: Orestes. Clytemnestra. Coro de esclavas. Eghisto. Electra. Un siervo. La nodriza de Orestes. Pylades. Aparecen primero en escena Orestes y Pylades, su inseparable amigo. Aquél se postra ante el sepulero paterno y con sentimien- to y naturalidad asombrosos, ofrece al padre muerto un rizo de su cabellera que Inacho, su nodriza, tanto había cuidado. Mas se abren las puertas del palacio y he aquí que lentamente avanza una procesión de esclavas enlutadas que llevan libaciones para aplacar los manes del Rey difunto. Cierra la comitiva Electra, y Orestes, que se ha apartado con su amigo para cerciorarse del significado de todo aquello, la reconoce en su tristeza profunda. Esta es una es- cena interesante en cuanto al valor literario. Es trágicamente her- mosa la situación de Electra que duda al ofrecer á su padre las li- baciones, pues no sabe emplear palabras que sean apropiadas al caso; no sabe si ofrecer las libaciones á favor de su madre y á la vez asesina de su padre, ó si rogar al muerto que se vengue de sus ase- sinos. Dice así: «¡Oh, fieles servidoras de esta casa, ya que me acompañáis en estas preces, acudidme con vuestro consejo! ¿Qué diré yo al derramar estas funerarias libaciones? ¿De qué palabras valerme que sean aceptas á mi padre? ¿Con qué súplicas dirigirme 4.61? ¿Es que he de decirle: aquí tienes el presente con que al es- poso bien amado me envía su cara esposa, mi madre?... ¿Diréle si no: según es ley entre hombres, págales sus coronas á los malvados que te las dedican en la moneda que merecen sus maldades?... ¿O más bien me llegaré en silencio y de espaldas, ¡como mi padre fué asesinado! sin honores ningunos, á modo de quien hace sacrificio expiatorio, derramaré las libaciones, y así que la tierra se las haya bebido, luego al punto, arrojando de mí la copa, me alejaré sin vol- ver los ojos?... Aconsejadme, amigas, pues que en ese paiacio vos- obras y yo tenemos unos mismos odios. No me ocultéis vuestro pecho; á nadie temáis que, libre ó esclava, no hay mortal que se exima de los decretos del destino. Habla, si tienes algo mejor que aconsejarme.» Las esclavas le aconsejan por fin que pida la ven- ganza, la muerte de los asesinos. Sin embargo, en esta escena, tan hermosa por un lado, está el débil de la obra; el poeta decae un instante, cuando permite que 286 GUSTAVO A. DE ARAGON Electra por razones tan inocentes como la semejanza del rizo, depo- sitado por Orestes en la tumba, con sus cabellos y por la igualdad de las pisadas de su hermano grabadas en el pavimento, reconcce la llegada de su hermano querido. Eurípides se burla de esto en una de sus obras. En verdad, el artificio es pobre; pero tengamos en cuenta que una de las características de Esquilo es la de no fijar- se en la índole del camino, con tal que le conduzca al fin deseado. Orestes se desenbre á Electra y le comunica los propósitos que le animan, por consejo del poderoso Loxias, y resuelven que Ores- tes éntre er palacio pidiendo hospitalidad, acompañado de Pylades y con el equipaje de un caminante, imitando en el hablar la lengua focense y, una vez dentro, mate á los dos asesinos. Entra Orestes en palacio y al presentarse Clytemnestra y Electra, dice: «Mi patria es Daulide, en la Fócida. Encaminábame hacia Argos, como ves que llego, un pie tras otro y llevando á cuestas mi equipaje, cuando se me acercó cierto hombre, que ni yo le conocía ni él me conocía á mí, y después de preguntarme mi camino y cercio- rarse bien del suyo, «extranjero—me dijo Estrophio el Focense (que así me dió á entender en nuestra plática que se llamaba),—pues que vas á Argos á tus haciendas, diles á los padres de Orestes cómo es muerto. Acuérdate de todo; cuidado que no se te olvide. Pre- gúntales si son de parecer que se envíen sus cenizas de él, ó que le demos sepultura en la tierra que le acogió y quede en ella por sem- piterno huésped. A la vuelta me traes sus órdenes. En tanto, los ámbitos de broncínea urna guardan sus restos, y no le ha faltado tampoco el funerario obsequio de nuestras lágrimas.» Tal me dijo él y tal digo. No sé si estoy hablando con los parientes y deudos de Orestes; pere justo es que su padre sepa lo que pasa.» En escena aparece también la nodriza de Orestes que llora la desgracia nueva y dice que «la que manda ha dado orden de llamar á Eghisto, que venga cuanto antes á ver á los huéspedes para que hable con ellos y averigúe él mejor la nueva que traen.» El coro invoca á Zeus poderoso que protege á la justicia que Orestes tiene en su mano. Eghisto va á hablar con los huéspedes y Orestes le mata, escuchándose su postrer lamento. Clytemnestra se presenta al oir las voces que da un siervo y Orestes, que sale es- pada en mano, le dice: «A ti te busco ahora; él ya tiene bastante », y sigue el diálogo; ella disculpándose y él acusándola de su crimen terrible y lo que el teatro moderno apenas concibe, tiene lugar en la escena antigua: el hijo, arrastrando á su madre al interior, le da -J LA TRAGEDIA GRIEGA E) la muerte; hay que tener en cuenta que, si esto sería imperdonable en la era del cristianismo, en las toscas costumbres paganas era, no ya inadmisible, sino celebrado. Así Orestes mata á su madre y no le tiembla la mano; un dios se lo aconsejó. Se abren las puertas del palacio y se contempla al parricida con el ramo de los suplicantes en la mano. Más al fondo, en el suelo, yacen los cadáveres de los criminales amantes. Orestes que, mostrando el velo con que su padre fuera traido- ramente envuelto, quiere justificar su crimen, comienza á sentir perturbada su razón y en distintas ocasiones se expresa de este modo: «Como caballos desbocados que se lanzan fuera de la ca- rrera, así mis pensamientos se desmandan y alborotan, y me arras- tran, mal que me pese. Ya oigo la voz del terror que se levanta en mi corazón. Ya el corazón se estremece enfurecido. Pero mien- tras sea dueño de mí, todavía yo afirmaré ante vosotros, amigos míos, yo proclamaré, que si maté á mi madre, no fué sin justicia. Ella se manchó con la sangre de mi padre; ella se hizo blanco del aborrecimiento de los dioses. Apolo fué el principal autor de mi obra, yo os lo digo; Apolo que alentó mi audacia y me anunció, por boca del oráculo Pitio, que esta acción no se me imputaría delito, más que á retroceder...» El coro trata de consolarle siempre, pero él sigue: «¡Ah, oh! vedlas, esclavas: ¡ahí están ! ¡ Parecen las gorgonas! ¡Sus vestidu- ras son negras! Ya no podría yo permanecer aquí ni un instante más. «¡Vosotras no las veis, pero yo si las veo! ¡Me persiguen! ¡No, no puedo estar aquí!» Y huye despavorido como un loco, á abra- zarse al ara de Loxias, para que lo liberte de aquellos tormentos. La obra termina con estas lamentaciones puestas en boca del coro: «¡Que tengan buen suceso tus desventuras! ¡Que el dios eche sobre ti mirada amiga, y te guarde en los peligros! He ahí la tercera tempestad que se desencadenó sobre el alcázar de nues- tros reyes. Los mismos de su linaje la han movido. Comenzaron por el horrendo banquete que se ofreció al desdichado Thiestes. Vino después el desastrado fin de aquel valeroso rey que acaudilló á todos los aqueos: asesináronle en el baño y ahora, ¿cómo llamaré á esto último? ¿Mi salvación ó mi ruina? ¡Cuándo se saciará, cuándo se calmará, cuándo se adormecerá siquiera el encono de la desgracia ! » Las Euménides.—El carácter de esta obra es esencialmente reli- 288 GUSTAVO A. DE ARAGON gioso. Es una tragedia grandiosa en la cual se estudian maravi- llosamente las instituciones y deidades de la antigua Atenas. En ella, Esquilo defiende el Tribunal del Areópago, cuyas atribuciones querían darse, en aquella época, á los tribnnales populares. El argumento es el siguiente: Orestes, que ha llegado á Delfos, por consejo de Apolo, sigue á Atenas á impetrar protección de la diosa Palas, que al!í tenía su templo, y así lo hace, siempre perse- guido de las terribles Erynnas, de las enfurecidas hijas de la noche. La diosa ha de fallar el pleito y por miedo á ser injusta, forma el tribunal de los areopagitas y, por fin, Orestes vence en juicio. Las Erynnas se enfurecen y juran venganza á la tierra griega, pero Atena las calma con su elocuencia y les ofrece un templo donde han de morar, por lo que se vuelven propicias y se les da el nombre de Euménides (Benéficas). Los personajes son: La Pythonisa. Pueblo. Apolo. Cortejo de matronas. Orestes. y doncellas atenienses. La sombra de Clytemnestra. Hermes. Coro de Euménides. Un ministro. Jueces. Athenas Polias. La escena en el cuadro primero, representa el exterior del tem- plo de Delfos. En el segundo, la acrópolis de Atenas, frontera al templo de la estatua de la diosa. El primer personaje que aparece es la Pitonisa, que está en el pórtico del templo. Hace una suscinta relación de los dioses que en aquel lugar sagrado han pronunciado sus oráculos hasta llegar á Loxias, que dice es el actual profeta de su padre, Zeus. Entra la Pitonisa en el sagrado Jocal, mas al punto sale horrorizada. Ha visto á Orestes que cubierto de sangre aún fresca, está en actitud suplicante y á su lado las Furias que están bajo la acción de un sueño que Apolo les ha infundido. Cuando la Pitonisa ha termina- do su invocación se va; la escena se abre y aparece el interior del templo. Junto al ara está el dios Apolo en persona; á su lado Hermes (Mercurio) y á sus pies está Orestes en la actitud que le ha visto la Pitonisa. Las Erynnas dormidas le rodean como guar- dándole. El dios profeta le aconseja que huya y que aunque se vea perseguido no desmaye; que una vez en la ciudad de Palas, se postre á los pies de la antigua imagen de la diosa y se abrace á ella, LA TRAGEDIA GRIEGA 2839 A la vez indica á Hermes que guíe á su suplicante. Así lo hace aquél, que marcha seguido de Orestes. Apolo desaparece en el santuario y poco después surge del suelo, que se abre, la sombra de Clytemnestra. Esta es una de las escenas más terribles del poeta: Clytemnestra llama á las Furias, que continúan durmiendo, para que persigan al parricida fugitivo, y luego se hunde, retor- nando de nuevo á las obscuras mansiones infernales. Las Furias se despiertan unas á las otras sobresaltadas y avanzan rápidamente hacia la orquesta, dando desaforados alaridos, vestidas de negro, por extremo horrendas, despidiendo ponzoñicso aliento, destilando de sus ojos espantosas lágrimas de sangre, llevando enroscadas en sus cabellos multitud de serpientes y en actitud y ademanes tales que según dice la Pitonisa al principio de la obra, es imposible que ningún pueblo de la tierra pueda gloriarse de haberlas criado sin que tenga que lamentar grandes desastres. El efecto de horror que produjo esta escena duró mucho tiempo en la memoria de los atenienses. Se dice que hubo mujeres que abortaron y niños que murieron de terror. Estos horribles seres que habitaban en la región del Tártaro castigan el hecho del pa- rricidio en sí, sin atender á los móviles que lo produjeran. Apolo siente los alaridos de las perras furiosas, como las llama Orestes, en las Coéforas, sale y las manda salir al punto del templo. Apolo se marcha al interior del santuario y las Furias se van también. En el segundo cuadro de la obra, aparece Orestes postrado á los pies de la estatua de Atena en ademán de súplica. A poco llegan las terribles Erynnas, en su despiadada persecución y cantan su horrible himno que, como ellas mismas dicen, «no se le acompaña jamás de los dulces conciertos de la lira; himno que seca y consu- me á los mortales». Esquilo llega en este canto al sumum de lo terrible, de lo espeluznante. Orestes llama á la diosa en su auxilio y ésta se aparece por los aires en un esplendoroso carro tirado por briosos corceles. Escucha á las dos partes litigantes y decide, para que haya más justicia en el fallo, elegir entre los atenienses un tribunal que, ligado con juramento, duraría para siempre. Sale de la escena y después vuelve seguida de los jueces, de un pregonero, del pueblo y del cortejo de matronas y doncellas atenienses. El momento decisivo se aproxima; el juicio se abre; todo es ma- jestuoso y solemne; Apolo acude en defensa de Orestes y todo mar- cha de conformidad plena con el derecho procesal vigente entonces, 290 GUSTAVO A. DE ARAGON Las partes se defienden con inteligencia. Va á celebrarse la vota- -Ción, pero antes Palas Atenea exhorta á los jueces para que sean justos y voten en conciencia. Por fin el instante de la sentencia llega: la emoción impone profundo silencio en todo el recinto; se escucha el resuello de los congregados. La diosa cuenta los votos y la votación resulta empatada; £ ella toca decidir y absuelve á Orestes del delito. Con ese empate de la votación quiso el poeta demostrar indudablemente que tanto pesaba un crimen como el otro, hubieren sido cualesquiera sus causas. Orestes, agradecido, saluda á su salvadora y, antes de marchar con Apolo, bendice á Atenas y á Palas con estas palabras: «¡ Salve, oh diosa! y tú, pue- blo de Atenas, ¡ojalá que tus enemigos no puedan escapar jamás de tus golpes, y que seas siempre salvo y vencedor!» Las Furias indignadas protestan y juran que han de derramar sobre aquella tierra todo el veneno que gotea su corazón, derra- mándose por la tierra y su ponzoña secará hojas y flores y matará á todo ser viviente. Pero Atenea, con su elocuencia que persuade, las hace deponer su intempestiva cólera, prometiéndoles eterno culto y una digna morada, y ellas acaban por pedir á los dioses para el pueblo ateniense todos los bienes que hacen la felicidad de los hombres. El pueblo y el cortejo de matronas y doncellas acompañan á las antiguas diosas á su nuevo templo y pronuncian llenos de júbilo estas frases con que termina la trilogía: «Marchad á vuestra mo- rada, poderosas y venerables hijas de la noche, castas vírgenes, acompañadas de este pueblo que os ama. Aplaudid, atenienses. «Descended á esos antiguos y profundos antros donde recibiréis insigne culto de honores y sacrificios. Pueblo de Atenas, aplau- did todos. «Venid acá, venerandas diosas, sednos propicias. Mirad con amor á nuestra comarca y recibid el agasajo de estas encendidas antorchas que arden en vuestro obsequio. Y nosotros, acompañe- mos su carrera con alegres cánticos y gritos de regocijo. «Por siempre jamás ofrecerá en tu templo la ciudad de Palas li- baciones y lucientes antorchas. Así lo concertaron la Providencia infinita de Zeus, y la Parca. Rompamos en cánticos de alegría y regocijo.» LA TRAGEDIA GRIEGA : 291 SÓFOCLES Sófocles, hijo de Sófilo, nació en Colona, cantón ó demo de Atenas, por los años de 495 Ú 96 A. J. y murió en 406, á los 90 años de edad. Vive el poeta en el período más floreciente de su país. Parece ser, según opiniones, que su familia ocupó siempre en el Ática, lugar preferente y distinguido, y, si hemos de dar crédito á otras versiones, su padre fué un humilde herrero, fabricante de armas. Aprendió con Lampros el arte de la música, por lo que á los quince años pudo dirigir con la lira el coro que cantó el pean de la victoria, en celebración del combate naval de Salamina. Era hermoso y arrogante y de una precocidad de talento ex- traordinaria; le adornaba también gran dulzura de carácter que no perdía ni en los lances más difíciles. En el año 441 fué electo ge- neral y fué uno de los diez estrategos que con Pericles dirigieron la expedición contra Samos; pero parece que no brilló mucho por sus dotes militares. En Samos hubo de conocer á Herodoto y com- puso para él un poema lírico. Veinte veces obtuvo el premio en los certámenes y cuando se presentó en concurso nunca ocupó lugar inferior al segundo. En el año 468 se llenó de gloria venciendo al gran Esquilo con su tra- gedia El Triptolemo, drama patriótico que se ha perdido. Tenía á la sazón veintiocho años. Muy joven, pues, obtuvo el primer triunfo. Se cuenta que muy anciano ya, un hijo suyo llamado Yofón quería quitarle la administración de los bienes, acusándolo de de- crépito, y su única defensa consistió en leer al tribunal algunos pasajes de su Edipo en Colona que acababa de componer, con lo que obtuvo favorable fallo. Su vida fué muy metódica desde que estuvo entrado en años, siendo sacerdote, por lo que casi seguro es que viviera tanto tiempo y sin decaer en su inteligencia y sano juicio que aumentaban con su edad. No parece posible que la tragedia pudiera perfeccionarse después de haber salido de manos del gran poeta de Eleusis, y, sin embargo, no fué así: la característica de Sófocles es la perfección, la exquisita confección de sus obras y en esto llega á todo lo que está al humano alcance; en esta cuestión, es la primera figura del teatro griego; ahora bien, mirando la cuestión bajo otro aspecto, la desbordante inspiración de Esquilo, su habilidad en la pintura de los 292 GUSTAVO A. DE ARAGON caracteres y sus escenas de terror, no han sido igualadas por poeta alguno de ningún tiempo. El teatro de Sófocles, aunque conserva todavía bastante de re- ligión, es menos sobrenatural, más humano que el de su ilustre antecesor. El sentimiento que trata con preferencia es el de la compasión. En cuanto á los metros usados, se esmeró mucho en que fueran perfectamente apropiados á los sentimientos que se expresaban. Es notable la minuciosa escrupulosidad del poeta en la confec- ción de sus trabajos: examina cuidadosamente los medios todos de que ha de valerse para llegar al fin; Esquilo abandona mucho esto y no se fija en valerse de cualquier medio, por impropio que sea, con tal que le conduzca al fin apetecido. En cuanto al elemento lírico, tiene un paso más hacia la deca- dencia en el poeta que estudiamos. Se ocupó más de los senti- mientos de los actores que de los del coro, con lo que quedó res- tringido el papel de éste. Se hizo necesario algo que sustituyese esta disminución del elemento lírico y entonces Sófocles inventa el tercer actor, el tritagonista. Podemos decir de Sófocles, en una pa- labra, que fué el perfeccionador de la tragedia. En cuanto al sistema dramático, no compuso verdaderas trilo- gías, como Esquilo, pues cada drama suyo tiene su desarrollo com- pleto y propio. _Fué muy fecundo; sus obras llegan á más de cien. Siete sola- mente se conservan completas; de las demás sólo han quedado sim- ples fragmentos. Algunos autores hacen ascender á ciento treinta el número de sus composiciones dramáticas, incluyendo, desde lue-- go, los dramas satíricos. Las siete tragedias que nos quedan aparecieron en el siguiente orden cronológico y, según él, las iremos estudiando: Antigona, Electra, Las Traquinianas, Edipo Rey, Ayax, Filoctetes y Edipo en Colona. Antígona.—Esta tragedia fué puesta en escena por los años de 4424 40 A. J. y tuvo un éxito completo. Es una de las joyas del teatro ático. El lenguaje es exquisito; la exposición es bellísima, hasta en el detalle. Se estudian perfectamente sentimientos como la piedad, y la devoción y también el instinto humano y el deber. La trama está admirablemente bien combinada, contribuyendo todo á concentrar el mayor interés posible en el simpático personaje de la protagonista, Antígona, LA TRAGEDIA GRIEGA 293 Creón, Rey de Tebas, ha dispuesto que sea condenada á muerte la persona que ose sepultar el cadáver de Polinices, que llevó las armas contra su patria natal. El personaje del rey á medida que se desarrolla la obra se va haciendo cada vez más odioso; aparece desprovisto de todo rasgo de nobleza y, en cambio, siempre ileno de orgullo, crueldad y altanería. Antígona que, por el contrario, es noble y piadosa, se decide á cumplir con su deber fraternal, aunque quizás también interviniese en su noble y atrevida resolución el amor propio y el orgullo des- pertados por la violencia de Creón. Hemón, que es prometido de Antígona, va á la caverna en que su novia está sepultada y la en- cuentra muerta, colgada de la bóveda; Hemón, abrazado á ella, llora la pérdida de sus amores y la crueldad de su padre. Éste, acon- sejado por Tiresias, perdona á Antígona y manda á sepultar por fin los despojos de Polinices; pero ya era tarde; la catástrofe se había consumado. Un mensajero la refiere así: «Nos dirigimos al nupcial lecho de muerte de Antígona, y lejos aún de la caverna, uno de los nuestros oye resonar dolorosos gemidos, y lo participa al Rey, el cual, acercándose más, distingue por sí mismo los ayes lastimeros que salían de aquel sepulcro, sin conocer la causa. Sin embargo, lanzando un terrible grito, exclama: «¡ Desgraciado ! ¿Serán cier- tos mis presentimientos? ¿Me conducen mis pasos á ver la mayor de las desgracias? La voz de mi hijo ha sonado en mi oído. Es- clavos, corred, volad al sepulcro de Antígona, penetrad en él, de- cidme si es la voz de mi hijo la que oigo, ó si algún dios me ha engañado.» Nosotros obedecimos, y hallamos á Antígona colgada de la bóveda del subterráneo, habiéndole servido el ceñidor de lazo para atarse el cuello. Hemón la tenía estrechada entre sus brazos, deplorando la pérdida de sus amores, la crueldad de su padre y el destino de su amante. Creonte, al ver tal espectáculo, se adelanta, y con gritos y sollozos le dice: «¡Hijo mío! ¿Qué haces? ¿En qué piensas? ¿A qué desesperación te entregas? Sal de aquí, hijo mío, sal; tu padre te lo suplica.» Pero Hemón, mirándole con ojos feroces, saca su espada de dos filos. Creonte huye y evita sus gol- pes. Hemón, volviendo inmediatamente su cólera contra sí mismo sepulta la espada en su seno, estrecha á Antígona con brazos mori- bundos y exhala el último suspiro, enrojeciendo su sangre que bro- ta en abundancia con la fuerza de los sollozos, las lívidas mejillas de su amante. » Enterada de estas desgracias Euridice, madre de Hemón, y es- 294 GUSTAVO A. DE ARAGON posa de Creonte, se da también la muerte. Creonte, transido de desesperación, exclama: «Llevadme de aquí, llevad á este insen- sato que, á pesar suyo, á ti, hijo querido, y á ti, amada esposa, ha causado la muerte. ¡Desdichado! No sé adonde dirigir la vista y el pie: todo ha huído de mis manos; y una desgracia superior á mis fuerzas ha venido á abrumarme.» El coro le contesta con estos razonables consejos: «¡ Cuán prefe- rible es la prudencia á la fortuna! El temor de ofender á los dioses no debe faltar nunca. La pomposa vanidad de los hombres presun- tuosos les atrae 4 menudo crueles suplicios que les enseñan, aunque demasiado tarde, á ser cuerdos.» Así acaba esta hermosa tragedia que se representó cuando ya su autor contaba más de cincuenta años de vida. Electra.—Se ignora la fecha cierta en que esta composición se representara, pero sí se sabe que es una de las más antiguas de su autor. El argumento no nos es del todo desconocido, pues es bastante parecido al de Las Coéforas de Esquilo, pero Sófocles lo trata de modo distinto. En esta tragedia es Electra, y no Orestes, el per- sonaje principal, que añade á una ardiente pasión, mucha inteli- gencia en preparar los medios para lograr su propósito. También en ella Electra salva á su hermano que debió haber sido asesinado junto con su padre, Agamemnon, mientras que en la Orestiada es expatriado por su madre. El mito está modificado como se ve, y todo mueve á concentrar la atención en Electra y no en Orestes. El personaje de Orestes carece de gran interés, siendo un papel muy secundario. En esta obra se ponen más de relieve que en la Antígona los caracteres del autor. Las Traquinianas.—Es la opinión de muchos autores que esta es la obra de menor importancia de Sófocles; y en verdad que tiene algunos defectos, que, según Muller y Heitz, nacen de no estar la tragedia en perfecto acuerdo con la leyenda. Dice Murray que Sófocles en esta obra imitó mucho 4 Eurípides en su Heracles y que, fuera del prólogo, verdaderamente euripídeo, y de la ingenio- sa situación dramática entre Deyanira y la querida de su esposo, siempre mal dispuesta, hay varias imitaciones en Las Traguinianas. El argumento tiene por base los males á que conduce el amor cuando esta pasión se exagera. La obra toma el nombre del coro de doncellas de la ciudad de Traquina, á la falda del monte Eta. El principal papel no es el de Hércules, sino el de Deyanira que LA TRAGEDIA GRIEGA 295 brata por todos los medios á su alcance de recuperar el amor perdi- do de su esposo que idolatra; el centauro Neson, enemigo del héroe, ofrece á la esposa un hechizo de amor, consistente en una túnica envenenada para que consiguiera su anhelo. Deyanira da á Hércu- les el regalo del centauro y aquél muere, atormentado por crueles padecimientos. Al sentirse presa de tal martirio, rompe en mal- diciones contra su esposa, pero al fin se convence de que ella sólo obró 4 impulsos de su amor, y el interés todo se concentra en el héroe dorio en esta la última parte de la obra. Los caracteres de Deyanira y Heracles están pintados de mano maestra. Edipo Rey.—Esta obra, considerada como una de las más nota- bles de su autor, y que era, para Aristóteles, el ejemplo típico de la más elevada tragedia griega, es rica en pensamientos sublimes y en situaciones verdaderamente emocionantes y terribles, y su len- guaje, como de su autor, es perfectamente acabado. Fué escrita esta obra diez años después que la Antígona y ganó el segundo premio en el concurso, lo que fué realmente una injusti- cia, pues su contrincante, Filócles, sobrino de Esquilo, nunca pasó de ser un poeta mediocre, aun en sus obras más importantes, y. el Edipo Rey es una de las composiciones más perfectas y más hermo- sas de la escena ática. Aunque la tragedia está tomada de una le- yenda llena de inverosimilitudes, en realidad éstas desaparecen al ser tratadas tan maravillosamente. Fué objeto de una original comparación por parte del inglés Potter, quien dijo era semejante á una erupción volcánica: «Nubes de humo ennegrecen al principio el cielo, después las visitan vio- lentas explosiones de llamas, en seguida se calman los amenazadores preparativos y les sucede la serenidad; pero al fin la montaña se abre y arroja torrentes de lava, que sepultan los palacios, los tem- plos y las ciudades. » El plan de la obra es como sigue: una plaga horrible siembra la consternación en la ciudad de Tebas; el coro eleva preces á los dioses, implorando misericordia; el oráculo es consultado y dice que es menester expiar la sangre de Layo, y Edipo, que ha convo- cado á todos los ciudadanos, les comunica su decidida intención de castigar con sin igual pena al matador del Rey asesinado. Ignora el desgraciado que él mismo le había dado muerte, cometiendo á la vez los delitos de parricidio y regicidio; efectivamente, un oráculo había anunciado 4 Layo que perecería á manos de un hijo suyo 296 GUSTAVO A. DE ARAGON que á su vez habría de casarse con su propia madre. Layo, cuando nació su hijo, que no era otro que Edipo, lo mandó abandonar en medio de una selva; pero un pastor, compadecido, le recogió, siendo más tarde adoptado por Polibo, Rey de Corinto. Conocidos por el. joven los crímenes que el destino le había anunciado, para huir de ellos, marchó de aquella que creía su patria, y fué á la Daulia con sus sirvientes. Más adelante, encuentra en una encrucijada á Layo, que venía acompañado de cinco sirvientes y un heraldo; tie- nen un encuentro porque ninguno quiere cederse el paso y le mata, sin sospechar siquiera que había matado á su padre; así se cumplió el oráculo. Marcha á Tebas y descifra el acertijo de la Esfinge, librando á la ciudad de este monstruo voraz y como premio es Ca- sado con Tocasta, su desconocida madre, y reina en Tebas alabado por todos y considerado como el mejor de los mortales. Queriendo Edipo, pues, castigar al matador del Rey, recurre al adivino Tiresias á que le diga quién pudiera ser aquél. Tiresias, que al principio no quería hablar, por fin le dice que él mismo fué quien le mató y le alude también á otro delito que ha cometido tan monstruoso como el primero. El Rey se indigna, pero es tranquili- zado por Tocasta, que le dice cuán falsos son los adivinos y cómo á su difunto esposo le anunciaron que había de ser muerto por un hijo suyo y ya veía cómo se corría el rumor que había sido asesina- do por unos bandidos en una encrucijada. Y añade: « En cuanto á su hijo, apenas habían transcurrido los tres días que siguieron á su nacimiento, cuando atáudole los pies, Layo le hizo arrojar, va- liéndose al intento de manos extranjeras, en el valle de una mon- taña inaccesible. De donde resulta que el oráculo no se cumplió; ni mi hijo fué asesino de su padre, ni Layo murió á manos de su hijo, como lo había temido tanto. A esto vienen á parar todos esos vanos discursos proféticos. Cesen, pues, los temores.» Esto acaba de intranquilizar al Rey incestuoso, al recordar su encuentro del camino y cruza por vez primera por su mente la idea de que el adivino no había mentido. Ansioso de conocer la verdad de todo, manda á buscar al único de los acompañantes del muerto que salvó la vida y que dijo que éste no fé muerto por un hombre, sino por una banda. Llega, mientras tanto, un mensajero corintio, anunciando que ha muerto«Polibo y que á Edipo corresponde su- cederle en el trono. Éste descubre por el mensajero que él no era hijo natural de Polibo, sino solamente adoptivo. Luego llega el sobreviviente de la comitiya regia y la duda por fin se resuel- LA TRAGEDIA GRIEGA 297 ve: Edipo había matado á su padre y se había casado con su madre. Sale desesperado en busca de Iocasta para matarla, pero ya ella se había dado la muerte. Entonces el desgraciado monarca, según cuenta al coro un empleado de la corte, «arranca los broches de oro de su vestido y con ellos se hiere los ojos, exclamando que no la volvería á ver, ni al objeto de sus crímenes y de sus tormentos. Pronunciando estas palabras, que repetía 4 menudo, levantaba los párpados y se sacaba los ojos. Corría por su rostro negra sangre, no gota á gota, sino 4 modo de torrente ». El desdichado gobernante, tan cruelmente castigado por el hado, aparece ciego en la escena: y presa de la mayor desesperación, llora su desgracia con sentidos lamentos. (Esta obra arreglada á la es- cena moderna, resulta aún interesantísima y esta última escena, en que aparece Edipo, ciego ya, es de lo más terrible que uno puede imaginarse. ) ¡Qué bien debió comprender el desdichado cuán pronto se pasa en la vida de la felicidad á la desgracia ! Ajax. —No es esta tragedia de la talla de la anterior; es, sin em- bargo, notable porque en ella el poeta pinta á la perfección un per- sonaje, un tipo universal. En efecto, la persona de Ajax siempre debe haber existido y aún existe. En lo que á la parte externa se refiere, la trama es mucho más sencilla que la del Edipo Rey, aunque no por esto está exenta de escenas patéticas y de real ani- mación. Ajax es un tipo muy humano, es el hombre patriota, valiente y bueno de condición, pero que tiene el defecto de creerse él solo ca- paz de hacerlo todo, sin auxilio de nadie, llegando á desdeñar hasta el poder divino; es uno de esos hombres nobles y bondadosos, mien- tras no se les hiere en su amor propio, que es exagerado; pero que, en cuanto esto ocurre, de útiles que son, se tornan en seres muy perjudiciales. Así, las armas de Aquiles se conceden á Ulises y Ajax, creyéndose injuriado con tamaña afrenta, jura vengarse de los helenos; pero la diosa Athene le hace perder el juicio, en castigo de su arrogancia, y Ajax, cual otro don Quijote, desahoga su cólera, saciando su sed de venganza, sobre unas vacas y corderos á quienes toma por sus reales enemigos; por fin, recobra la razón y al ver lo ridículo del suceso, ya no cree posible poder vivir más, pues su honor ha sido humillado para siempre y resuelve quitarse la vida, pues es incapaz de resignarse. En vano tratan de hacerlo arrepen- 298 GUSTAVO A. DE ARAGON tir gu cautiva, Tecmesa y sus compañeros, los guerreros de Sala- mina, pues valiéndose de un ardid, se quita la vida. Los últimos quinientos versos demuestran la importancia que las ceremonias fúnebres tenían para los griegos. Los atridas se oponen á que se celebren los funerales de Ajax y luchan con Tenero, hermano del héroe suicida, que defiende la causa del muerto, y Ulises, generosamente, se pone de su parte, dando un ejemplo más de la nobleza de su alma que justifica el carácter de héroe nacional que siempre mereció al pueblo de Atenas. Filoctetes. —Fué representada en 409 A. J., cuando Sófocles con- taba ochenta y cinco años; es sin duda, una de las más notables composiciones de su autor por el interés que despierta en el espec- tador y, también, por su confección refinada. Esta es la única tragedia griega, de las que se conservan, en que están excluídos completamente los papeles de mujer. Fué premiada entre las nue- vas tragedias griegas. Es, junto con Edipo Rey, la más patética de Sófocles, no obstante la sencillez de la trama, que gira alrededor de tres personajes, solamente: Filoctetes, Ulises y Neoptolemo. El contraste de estos tres caracteres es expuesto con tanta habili- dad y maestría que es imposible concebir nada más admirable y acabado. Filoctetes, compañero en otro tiempo de Hércules, posee el arco infalible y las flechas del héroe dorio; estando la armada de los griegos en las aguas del mar Egeo, en la isla de Lemnos, una ser- piente venenosa le mordió en un pie, produciéndole horrible dolores y padecimientos, y los griegos por librarse de él, cuyos gritos é in- cesantes quejidos interrumpían sus libaciones, le abandonan en la isla y, mientras dormía, levan anclas dejándole en la más espantosa soledad; pero ya al final de la guerra de Troya, un oráculo dice que es preciso que Filoctetes, y con él el arco de Hércules, vayan á Troya, para que la ciudad sea tomada. El astuto Ulises se vale de una de sus ingeniosas estratagemas para conseguirlo. Aquí es donde comienza la tragedia. Ulises no se atreve á pre- sentarse al héroe abandonado, ofendido por él principalmente, y además, porque le reconocería; teniendo en cuenta esto, lleva consi- go á Neoptolemo, hijo de Aquiles. Éste no está muy satisfecho de la misión de engaño, que se le encomienda, pues ha de fingir amis- tad al herido para sustraerle las armas apetecidas, y prefiere, ' con el ardor de los primeros años, emplear mejor algo más noble que una mentira, prefiere la fuerza antes que el embuste; pero al LA TRAGEDIA GRIEGA 299 fin Ulises le convence y se marcha, encargando al joven guerre- ro que persuada á Filoctetes 4 que suba al buque en que han venido. Fiioctetes se presenta y se llena de alegría al ver un semejante al cabo de tanto tiempo, y al oir hablar su propia lengua narra los dolores que ha padecido desde que le abandonaron, y el efecto de tristeza y luego de cólera que en su alma produjo la acción tan po- co noble que sus compañeros le hicieron, abandonándole á la suerte en aquella tierra desierta. Suplica 4 Neoptolemo que lo Jleve con él, y cuando éste se lo promete, su alegría llega al colmo; el infeliz, por fin, cree haber encontrado un alma sincera y noble, y confía al joven sus armas. ¡Cuán lejos está de sospechar la perfidia que contra él se trama ! Al ponerse en marcha es tan agudo el dolor que le acomete, que el infeliz cae desmayado en el suelo; su acompañante no le aban- dona; recobra sus sentidos y está dispuesto á partir en seguida, pe- ro el hijo de Aquiles no quiere, con lo que se despiertan las sospe- chas de aquél. Por fin el joven se resuelve y dice: « Tienes que acompañarme á Troya, al campamento de los griegos y de los atri- das.» El desdichado se llena de aflicción al ver que aquel á quien creía su único amigo, también le engaña, negándose á devolverle su arco, y prorrumpe en esta patética exclamación: «¡Oh el más cruel y pérfido de todos los hombres! ¡oh el más odioso de todos los forjadores de engaños! ¡Qué crimen, qué traición has tramado contra mí, desgraciado! ¿No te avergúenzas de verme á tus pies suplicante? Me has arrancado la vida, quitándome mis armas... ¡ Ay de mí! No me respondes... Sus miradas me anuncian que no me las restituirá... Playas de Lemnos, rocas en que se estrellan las olas, cavernas que servís de habitación á los animales de las montañas, montes escarpados, á vosotros me dirijo, pues nadie más oye mis palabras; á vosotros, acostumbrados á mis dolores, me quejo de la perfidia del hijo de Aquiles. Me juró conducirme á mi patria, y, ahora, me lleva á Troya. En prenda de su fe me alarga la ma- no; recibe de la mía las armas de Hércules, del hijo de Júpiter, y se las guarda! Quiere presentarme á los griegos , emplea al efec- to la violencia, como si tratara de vencer á un hombre lleno de yi- gor y de vida: no sabe que asesina 4 un muerto, á un fantasma, á una sombra! Ah!, si yo tuviera mi antigua fuerza, no se hubiera apoderado de mí con tanta facilidad, y aun en el estado en que me hallo, para conseguirlo se ha valido de la astucia. Desdichado !, 300 GUSTAVO A. DE ARAGON ¿qué haré... Ah! vuélveme el arco... Recobra el carácter que mos- traste al principio.» Neoptolemo no puede resistir más y consternado va 4 devolver sus armas á aquel pobre hombre que la desgracia tanto ha maltra- tado, pero Ulises, que ha estado oculto, mirándolo todo, sale de su escondite y trata de impedirlo; pero no consiguiendo nada, marcha para manifestarlo al ejército griego. La escena en que el hijo de Aquiles devuelve á su suplicante su arco es conmovedora en extre- mo. Aquí está la trama en una situación tal que es casi imposible su desenvolvimiento; el poeta echa mano á un recurso que realmen- te es pobre y que es muy frecuente en Eurípides, su sucesor: hace aparecer á un dios, á Heracles, el deus ex machina, que anuncia lo que el Destino había decretado, con lo cual modifica las intenciones de Filoctetes y Neoptolemo que marchan á Troya. Tiene tam- bién otro defecto, y que no es ejemplo único en Sófocles, y es el inspirar determinados sentimientos por medio de escenas repug- nantes y asquerosas; como cuando quiere mover nuestra simpatía hacia el héroe abandonado, mostrándonos los vendajes que cubren sus llagas y la sangre cuajada de sus úlceras. Es lástima, en verdad, que esta obra padezca de estos defectos, el último de los cuales, es extensivo al Edipo Rey, pues es Filoctetes junto con la obra mencionada, lo más sublime del teatro, del que por su laboriosidad y perfección fué llamado «Abeja ática ». Pocas veces Sófocles igualó la sublimidad de algunas escenas de esta tragedia, y todo aquel que la haya leído recordará en su mente largo pene los adioses de Filoctetes á la caverna que le sirvió de casa, á las olas que salpicaban su ruda morada, acariciándola sua- vemente, al río Licio, su constante compañero. Edipo en Colona.—Tiene esta composición un marcado tinte re- ligioso; fué escrita en los últimos días de la vida de su autor y pa- rece que el nieto de éste, Sófocles el Joven, y así consta en las dicas- calias de Aristóteles, fué el que puso esta obra en escena; parece que tanto la familia de Sófocles, como la de Esquilo, tuvieron una mar- cada inclinación hacia el arte dramático. El plan de la obra es, en síntesis, el siguiente: Edipo, ya muy anciano, se presenta ciego y errante en la escena; su larga vida de mártir le devuelve el afecto de los dioses que le anuncian su próxi- ma muerte y que el pueblo en que esté su sepulcro vencerá siempre á sus enemigos. Entra en el bosque de las Semnas, en Colona, ig- norándolo, pues sus hijos, Eteocles y Polinices, lo han echado de LA TRAGEDIA GRIEGA 301 Tebas, pero le acompaña Antígona, su hija tan fiel y tan querida. Los ciudadanos de Atenas se apartan de él con terror. Edipo se lamenta de la inhospitalidad de los atenienses y encuentra allí á su otra hija, Ismene, que le cuenta la lacha que ha surgido entre Eteo- cles y Polinices, sus hermanos, y que el oráculo ha anunciado que vencerá aquel á quien su padre se inclinase. Los dos hermanos tratan de ganar la voluntad paterna, pero el padre, justamente in- dignado y lleno de coraje, se niega resueltamente á favorecer á nin- guno de los dos. Creonte acude á Edipo implorando su protección y éste se niega, por lo que aquél, en ruin venganza, le quita 4 sus queridas hijas. Esta escena es de una ternura infinita. El pobre padre, ciego y abandonado, pierde los dos pedazos de su alma, para quienes úni- camente conservaba gran afecto. Teseo, Jefe de Atenas, restituye al anciano desgraciado sus hijas, única luz de sus ojos, como él las llama. Polinices, echado de Tebas por su hermano, acude en persona á su padre, implorando su protección para conseguir el mando y se muestra arrepentido, pero Edipo, que no olvida sus agravios, lanza contra él y su otro hermano terrible maldición. «¡ Pérfido! cuando poseías el cetro y la corona tebanos, que hoy están en poder de tu hermano, entonces expulsaste á tu padre, obligándole á vivir sin patria y á llevar estos indignos vestidos, cuya vista te arranca lá- grimas, hoy que te ves sumido en las mismas desgracias que yo. Pero debo soportar, no llorar, tan cruel suerte, conservando en mi corazon mientras viva el recuerdo de tu parricidio. Porque tú eres quien me ha reducido á esta miserable situación; tú quien me ha expulsado y obligado á andar errante y mendigando, de puerta en puerta, mi sustento diario. «En fin, á no ser por estas dos hijas, habría muerto, y de tu mano. Ellas me conservan; me alimentan, y el valor con que su- fren en mi compañía es más propio de hombres que de mujeres. Vosotros, ingratos, no sois hijos míos. Por eso el dios vengador que te persigue no te mira aún con los mismos ojos que te mirará cuando los batallones, en gran número, marchen sobre Tebas; por- que tá no demolerás sus baluartes, y antes que éstos sean destruí- dos, caerás anegado en ta sangre, juntamente con ta hermano. Tales son las imprecaciones que yo había lanzado contra vosotros dos, y que repito hoy, para enseñaros á respetar á aquellos á quie- nes debéis la vida y á no abrumar con vuestro desprecio á un solo 302 GUSTAVO A. DE ARAGON pobre, privado de la claridad del día. No es ese el ejemplo que os han dado vuestras dos hermanas; por lo mismo, el palacio y el ce- tro que os pertenecían, serán de ellas, si es verdad que la justicia, fiel á las leyes eternas, está sentada desde la más remota antigúe- dad, en el trono de Júpiter. Ve, pues, odioso mortal; huye, mal- vado, huye lejos de un padre que te desconoce, y lleva estas nuevas imprecaciones más: (Que nunca puedas triunfar de Tebas por la fuerza de las armas, ni volver á Argos; que perezcas á manos de un hermano, y des la muerte al que te expulsó de la ciudad. Tales son mis votos, y al Tártaro, mi dios tutelar, pido que te reciba en sus horribles tinieblas. Invoco en mi auxilio las Furias que presi- den aquí, y á Marte, que ha excitado en vosotros dos tan implaca- ble odio.» Terminada su tremenda maldición, un trueno le anuncia que su misión en la tierra va 4 concluir y llama entonces á Teseo para guiarlo al punto en que van á quedar sus restos y para decirle que guarde el secreto, si quiere que Atenas sea un escollo insuperable contra los ataques tebanos. Luego aparece un mensajero que cuenta su muerte misteriosa. La maldición de Edipo se cumplió en todas sus partes: sus hijos ferozmente se mataron el uno al otro y Atenas se salvó del ataque enemigo. En Tebas, subió Creón al trono real y, como vimos en la Antígona, prohibe dar sepultura al cadáver de Polinices que llevó sus armas contra la tierra en que viera la luz. El Edipo Rey, el Edipo en Colona y la Antígona son las únicas tragedias de Sófocles que forman una verdadera trilogía conforme á las esquíleas; pero no es ésta una excepción al sistema sofócleo, que no comprendía las trilogías, sino formadas por tres tragedias distintas, con plan y unidad apartes, pues estas obras se escribie- ron en distintas épocas y no en el orden en que sus argumentos se completan. EURIPIDES Eurípides, hijo de Mnerárquides ó Mnesarco de Flia, nació en Salamina, allá por los años de 480 á 486 A. J. Y mientras unos, como Aristófanes, le señalan un origen hu- milde, otros lo convierten en eupátrida. El hecho fué que el poeta en sus primeros años se adiestró en los ejercicios físicos, abando- nando el oficio de atleta, para dedicarse á la pintura, á la oratoria y, Sobre todo, á la filosofía. LA TRAGEDIA GRIEGA 303 Dice Plutarco que «el sol de una misma gloria alumbró á los bres insignes trágicos de Atenas, pues el día que Esquilo peleaba y vencía en Salamina, nacía Eurípides al arruyo de los cánticos con que el gallardo adolescente Sófocles celebraba la famosa victoria ». Eurípides comenzó su carrera dramática en 452, y no fué tan feliz en ella como sus ilustres predecesores, pues sólo cinco veces pudo gozar con su triunfos. Sin embargo, su fama creció notable- mente, á grado tal, que, cuando murió en Macedonia en 407 ó 406, Atenas toda lloró su muerte y Sófocles, que á la sazón ensayaba su Edipo en Colona, hizo que los actores, en la representación, se pre- sentaran sin la corona como demostración de duelo por el gran poeta que había muerto. En lo que se refiere á la personalidad in- telectual, diremos que, aunque influído por los sofistas, pródicos y protágoras, fué un filósofo notable, como lo fueron sin duda Esquilo y Sófocles. Se valió de la musa trágica para exteriorizar sus vas- tas especulaciones psicológicas. Ahora bien, el poeta tuvo en su contra un conflicto constante y serio: las leyendas objeto de la tra- gedia, no se ajustaban á las doctrinas y creencias que profesaba respecto de la divinidad. Así es que, necesariamente, tenía que combatir como falsas las tradiciones legendarias, mostrándolas como absurdo enorme á los espectadores. Hace uso frecuente de Jos personajes femeninos y también, 4 veces, hace intervenir á la niñez en sus representaciones. Sus per- sonajes, 4 pesar de la cualidad de héroes, son capaces siempre de ejecutar los hechos más viles y vergonzosos y de sentir las pasiones más mezquinas y groseras, á grado tal que á veces contrasta su modo de ser con el lenguaje majestuoso que es el sello de la tragedia. Una de las cualidades que más le caracterizan, como dice Muller, es la afición á buscar en toda relación ideas genéricas y abstractas, lo que hace fácil sacar de sus obras y reunir gran número de má- ximas y de razonamientos aplicables á las diversas situaciones de la vida humana; y esta circunstancia motivó la admiración y el amor que al poeta profesaron los escritores de los últimos siglos de la antigiedad, más aptos para apreciar á los autores en los detalles que en el conjunto de sus obras, en los pasajes rebuscados é inge- niosos que en la composición total de sus poemas. Vamos ahora 4 tratar dos elementos que pueden considerarse como exclusivos del poeta que estudiamos: el prólogo y el deus ex machina; ambos son defectos de una obra dramática y ambos suplen 304 GUSTAVO A. DE ARAGON una misma deficiencia: el uno al principio, el otro al final de la obra. En el prólogo un personaje relata detalladamente la marcha de los acontecimientos que se han de tratar y los da á conocer hasta el punto en que la verdadera acción comienza. Es un monó- logo aparte completamente de la pieza, es un hábil recurso emplea- do por el poeta para combinar 'aquel intrincado encuentro. de pasiones y catástrofes á que era tan aficionado; pero indudablemen- te supone un retroceso, pues, como quiera que se mire, el prólogo va en contra del natural desarrollo que debe suponer toda acción dramática. En cuanto al deus ex machina, ya dijimos que su fin era de la misma índole, es decir, facilitar el trabajo del autor; pero este re- curso es empleado al final de la composición y no al principio, co- mo tuvimos ocasión de decir. Por medio del prólogo el autor co- loca á los personajes en una situación complicada y difícil que ge exagera más aún, á medida que avanza el desarrollo de la obra, hasta llegar un momento en que el poeta, no sabiendo cómo des- atar aquel nudo, ni cómo salir de aquel laberinto que él mismo ha tejido, se ve precisado á echar mano de este recurso (el deus ex ma- china) que salva la situación de un modo tan satisfactorio como po- co interesante. Ya Horacio critica este defecto en el precepto xv de su Epístola Ad Pisones Ó Arte Poética, cuando dice: Nec Deus inter- sit, nisi dignus vindice nodus. El elemento lírico en este autor pasa en mucho del coro á los actores, perdiendo éste por tanto casi completamente, su tradicio- nal importancia. Puede decirse que el elemento coral va decayen- do sucesivamente de Esquilo á Eurípides, pasando por Sófocles. En cambio, en el teatro euripídeo puede decirse que son las mono- dias lo más interesante, lo más notable y lo más perfecto. Pero, como advierte Miller, «no hay que buscar en estas composiciones la alteza de miras de un espíritu que se nutre de grandes y eleva- dos pensamientos, sino la expresión animada de emociones provo- cadas por actos externos. En Eurípides, sobre todo, el género lírico pierde rápidamente su fondo de verdad y su mérito intrínse- co, de suerte que aquellas descripciones de angustias, de penas, de desesperación, degeneran en vano juego de palabras y de notas; en vano el poeta intenta darles cierto extrínseco atractivo, por medio de improvisadas sentencias, de preguntas y exclamaciones, de repe- ticiones frecuentes y otros análogos artificios. Aristófanes, enemi- go implacable de Eurípides, ha hecho resaltar en picantes parodias LA TRAGEDIA GRIEGA 305 el tono afeminado y frívolo de las partes líricas de los últimos dra- mas de aquel poeta. «La debilidad y la pobreza de este lirismo, se revelan hasta en la forma; la cual, no obstante el empleo de ciertos artificios y princi- palmente de la acumulación de sílabas breves, aparece cada vez más irregular y descuidada. En los sistemas gliconios, sobre todo, Eurí- pides, desde la Lxxx1x? Olimpiada, 424 A. J., apeló á determinadas licencias que precipitaron la degeneración de la singular belleza y la gracia extraordinaria de este metro, en una especie de voluptuusa molicie.» He trasladado íntegro este hermoso juicio, pues coinci- diendo en un todo con las opiniones de su autor, no podría yo, des- de luego, expresarlas con tanta claridad y concisión. En cuanto al lenguaje en imanos de Eurípides diremos que si bien la brillantez, la diafanidad y sobre todo su estilo fácil lo ele- van á gran altura, tampoco está exento de defectos, que no merez- can tomarse en cuenta, como expresar las formas más bajas, con palabras que significan grandes ideas, y también la freeuente in- fracción de las leyes linguísticas. La idea de la fatalidad, pasando á otro orden de cosas, dista mucho de ser en este poeta el alma de sus tragedias y como hace resaltar Pierron, «hay algo mucho más humano, que aparece á su lado y sirve para modificar sus efectos. La fatalidad hace al delin- cuente involuntario: pero el delincuente se vuelve á su vez y con ventaja, contra la fatalidad. Eurípides no crea tipos de hom- bres despeñados directamente por los dioses al abismo de inevita- bles infortunios: dió otro derrotero á la fatalidad, según la juicio- sa expresión de un crítico, mas no la destruyó. En él, los dio- ses envían invencibles pasiones á los mortales y estas pasiones originan los males en que se abisman la dicha y la virtud de los hombres. » Los estados del alma que Eurípides trató con más acierto y bri- llantez, fueron, sin duda, aquellos en que entraba lo patético como base del estado anímico. Quintiliano dijo de él: «Es admirable en la expresión de todos los afectos del alma y en particular de los que originan la compasión; en esto no tiene rival». Y en verdad que por muchos defectos que se señalen al poeta, sus buenas cuali- dades los compensan y aventajan ampliamente; no hay que olvidar tampoco que Eurípides, como nadie, conoció el corazón humano y las pasiones de los mortales: tanto los afectos puros y desinteresa- dos como los brutales llamamientos de la carne; Aristóteles dice en 306 GUSTAVO A. DE ARAGON su Poética: «si bien no ordena las cosas del mejor modo, es, en cam- bio el poeta más trágico de todos ». El tiempo ha sido más clemente con sus obras que con las de sus antecesores, pues conservamos de él diez y ocho tragedias com- pletas y un drama satírico; también han llegado á nuestros días al- gunos fragmentos de otras piezas suyas. El drama satírico referi- do se titula: El Cíclope y tiene por argumento la aventura de Ulises en la cueva del cíclope Polifemo. Entre las obras perdidas de Eurípides se hallan, entre otras: Psitoo, Alemeon, La Andrómeda, etc. De las que se conservan la más antigua es Alceste. Alceste.—En una didascalia publicada por Dindorf y titulada: Alceste é Codex Vaticano, aparece esta obra escrita en 438 A. J. y como la cuarta parte de una tetralogía, de la que era como el dra- ma satírico, y, realmente, si bien se examina, no tiene la suficiente elevación de puntos ni el majestuoso matiz que sella la verdadera tragedia. Admeto, el héroe, consiente en que muera su esposa con tal de salvarse él, y Hércules se embriaga en la casa de Admeto, mientras la mujer de éste yace muerta en la misma: escenas como éstas no tienen la majestad que conviene á la musa trágica. La trama es sencilla y su desenvolvimiento muy simple, por lo que no nos servirá para conocer el estilo del poeta, amigo de las complicaciones más exageradas. La Medea. —Fué puesta en escena en el año 431 A. J. y es, sin duda, una de las obras más grandiosas del poeta. Es un conjunto de pasiones encontradas que resulta verdaderamente trágico. Me- dea celosa de Jasón, á quien ama con locura, viéndose abandonada por él, que se casa con la hija del rey de Corinto, envía á ésta una túnica magnífica como regalo; pero el traje ha sido envenenado de antemano y la princesa muere entre crueles sufrimientos. Mas no pára aquí, sino que subordinándolo todo á la única pasión que la domina, al amor contrariado y ultrajado, mata á sus propios hijos para que el cruel Jasón sufra también. La escena que precede á la muerte de los hijos, es horriblemente conmovedora. Murray llama á esta obra «la equivocación más artística» del poeta; Miller, por el contrario, cree hasta en la necesidad del ase- sinato de los hijos y lo justifica. Nosotros estamos del todo con el primero, aunque reconocemos, por otro lado, el gran valor de la LA TRAGEDIA GRIEGA 307 obra que, según algunos autores, ha sido tomada de otra anterior de Neofrón de Siciones. El Hipólito Coronado.-—El Hipólito, llamado Coronado, para dis- tinguirlo de otra obra más antigua. llamada Hipólito Cubierto, fué representado por vez primera en 428 A. J. Se parece en su compo- sición 4 La Medea, aunque es muy inferior á ella. El protagonista es Hipólito y el tema principal, como en La Medea, es el amor contrariado, y hay que tener en cuenta, que es Eurípides el primero que lleva á la escena estos personajes de mu- jeres apasionadas por el amor. Fedra está enamorada de su hijas- tro que la desprecia; pero este amor le ha sido infundido por la celosa Afrodita, á quien desdeñó también el joven príncipe, y lo que es causa de su desgracia. Entre los defectos de la obra hay uno bastante corriente en su autor, y consiste en trasladar á épocas remotas costumbres pertene- cientes á períodos más modernos. lón.—Esta obra fué representada en el año 427 A. J. Tón es hijo de Creusa, que á su vez lo es de Erecteo y del dios Apolo, y ha sido llevado por Mercurio á Delfos. Apolo, que quería colocar á su hijo en el trono de Atenas, hace que Xuto, esposo de Creusa, lo crea hijo suyo y lo adopte; aquélla, que cree á lón hijo de su esposo y de alguna mujer preferida, intenta envenenarlo. Ión se entera y se prepara á la venganza; pero entonces se presenta la Pitia, nodriza de Ión, que le dice su verdadero origen, y la ma- dre y el hijo se abrazan carifiosamente. Xuto, que sigue en su creencia, nombra á su supuesto hijo heredero del trono. La obra está plagada de pasajes bellos y, sobre todo, tiene una trama combinada perfectamente, pero como la mayor parte de las obras de nuestro autor, tiene también sus defectos: adolece de la carencia de un personaje realmente grande, de esos geniales carac- teres que Esquilo nos presenta. Tiene también otro lunar que es corriente en el poeta, consistente en no pintar casi nunca una pasión completamente pura y vehemente, sino viciada siempre por el interés que la desnaturaliza. Hécuba.—Aunque de fecha más reciente que las anteriores, no se sabe 4 dato cierto cuándo fué presentada al público; algunos di- cen que fué en el año 424 A.J. Es una de las obras más patéticas de Eurípides y estamos de toda conformidad con Pierrón, cuando se refiere á ella diciendo: «abunda en ella lo patético y nunca fué Eurípides más elocuente», 308 GUSTAVO A. DE ARAGON Se le ha señalado como defecto principal la falta de unidad, y es que el poeta se detiene á menudo en incidentes de poca importancia, haciendo que el espectador pierda el hilo de la obra; pero realmen- te, si nos fijamos en la protagonista, vemos que á ella se refieren siempre los múltiples acontecimientos que acuden al desarrollo de la trama. Polixena, hija de Hécuba, es sacrificada sobre la tumba de Aquiles, su prometido, lo que causa á su madre grande sufrimiento, y pone sus esperanzas y su cariño todo en su hijo Polidoro; pero éste es arrojado muerto por las olas á la playa, y Hécuba, llena de furor, se venga terriblemente de su enemigo, Polimestor, matador de su hijo. Los Heráclidas. —Fué representada esta tragedia, según toda pro- babilidad, en 421 A. J.; trata de la persecución de los hijos de Hércules por Euristeo. Adolece de un gran defecto: la carencia casi completa de movimiento; sólo tiene un episodio en que se nota alguna animación: el sacrificio espontáneo de Macaria; por cierto que el poeta, como observa Heitz, abusa del conmovedor espectáculo que ofrece el sacrificio voluntario, Ó por lo menos, no resistido, de una noble doncella, como acontece también con Poli- xena é Ifigenia en Aulis. La obra termina con la salvación de Los Heráclidas que Demofonte, hijo de Teseo, recibe en Atenas. Lo fundamental en ella es el tinte político, pues el autor, exponiendo sus sentimientos y Opiniones, alude á la situación actual de su patria. Andrómaca.—Esta obra se dió á conocer en el año 420 A. J. En ella se pone de manifiesto adónde puede llegar el ingenio femenino cuando quiere dañar. También se ve en ella el odio que á los espartanos profesa su autor, que los hace aparecer como per- versos y corrompidos El plan de la obra gira alrededor de los sufrimientos de Andró- maca, la esposa de Héctor, la que se halla bajo el dominio de Neoptolemo, hijo de Aquiles, y de su mujer Hermiona, que la ti- raniza con su crueldad. Peleo salva á Andrómaca, haciendo mar- charse á Menelao, padre de Hermiona y en esta situación, Orestes, á quien había sido prometida en matrimonio, hacía tiempo, la rapta y trama la muerte del hijo de Aquiles, que al efecto muere en Delfos. La tragedia termina con la aparición de Thetis, que predice á Andrómaca que sus descendientes han de reinar en Molosia. LA TRAGEDIA GRIEGA 309 Las Suplicantes. —Se puso en escena en el año 418 A. J. y no se parece en nada á la otra del mismo nombre que escribiera Esquilo. Tiene, como ésta, su importancia política, pues el poeta representa distintas fases de las relaciones de Atenas con otras ciudades. El argumento es el siguiente: los tebanos se niegan á entregar los cadáveres de los argivos que murieron atacando á Tebas, para que sean sepultados, pero los griegos los recuperan y les prodigan los honores de la sepultura. Es hermosoé imponente en extremo, el coro formado por las madres de los héroes y sus esclavas á las que se unen siete jóvenes, hijos de los siete héroes muertos, completán- dose este cuadro conmovedor y solemne con el sacrificio de Evadne que fuera de sí, corre hacia la pira en que se consumen los restos de su querido esposo, Capaneo, y muere abrasada por las llamas. Las Troyanas.—Se presentó al público esta obra en 415 A. J. Es una de las de menor valor, compuestas por su autor y no es, en sí, otra cosa que una revista, pudiera decirse, en que aparecen los episodios sangrientos y crueles que sufría una ciudad tomada: el saqueo, la repartición de mujeres y otras calamidades que termi- nan con el incendio y cuyos hechos eran presentados á la contem- plación del espectador. El plan es bastante irregular. Primeramente, el prólogo es de más extensión que el resto de la obra y en él se habla ya del fin de ella, del castigo que Neptuno y Minerva imponen á los griegos por los desmanes cometidos en Troya; castigo consistente en una des- encadenada tempestad que habría de azotar la flota aguea. La obra, hasta donde hoy la poseemos, termina con el incendio de la ciudad y para nada aparece el fin mencionado en el prólogo. Pa- rece, según todas las señales, que se ha perdido un epílogo, en que debieron aparecer las naves griegas arrebatadas por el horrible hu- racán. Aristóteles en el Capítulo xv de su Poética, hace referencia á ella. Electra.-—Fué puesta en escena en 412 A. J. Salvo algunas co- sas, tiene el mismo argumento que las Coéforas de Esquilo y la Elec- tra de Sófocles. Aparece Electra, y esta es una de las diferencias capitales que la distinguen de las otras dos composiciones, casada, por Egisto, su padrasto, con un simple agricultor, para que nunca su descenden- cia pudiera aspirar al cetro real. Se vale el poeta de esta circuns- tancia para inspirar compasión por la joven hija de Agamemnón que aparece pobre y trabajadora, sin poder esperar nada de sus padres. 310 GUSTAVO A. DE ARAGON En esta obra se ve constantemente la marcha evolutiva que si- gue el sentimiento religioso de Esquilo á Sófocles y de éste á Eurí- pides; el dicho sentimiento va en mayor decadencia, respectiva- mente. La obra es movida; nunca resulta falta de animación; es intere- sante en extremo y tiene pasajes verdaderamente hermosos y patéti- eos; pero también tiene defectos que señalar, como la crítica que hace de Esquilo, por el modo infantil con que expone el descubrimiento de la llegada de Orestes, por su hermana; crítica ésta de Eurípides más propia de la índole de una comedia ó de una parodia, que de una obra trágica. Helena.—Fué puesta en escena en 412 A. J. En ella Eurípides cambia el mito de Helena, la mujer que siem- pre había presentado perversa y mala y que ahora hace aparecer pura y sin mancha. En cuanto al mito en sí, lo varía notablemente y le da la si- guiente forma: Menelao encuentra á Helena en Egipto y la halla honrada y fiel; pero aquella Helena era solamente una visión for- jada en su mente por la esposa de Júpiter, y no la raptada por Paris. Esta manía de cambiar las tradiciones legendarias es frecuente en este autor y se le ha criticado mucho. La tragedia, que si bien no carece de interés, no es de las me- jures, tiene por personajes principales á Helena y á Teonoe. Ifigenia en Táurida. —Probablemente se ofreció al público en 410 A. J. Es uno de los dramas más notables de Eurípides y, con to- dos los defectos que, indudablemente tienen las obras del gran trá- gico, esta sola tragedia bastaría á inmortalizarle. Sus personajes principales son caracteres verdaderamente mora- les y nobles. A Ifigenia, sacerdotisa de Diana, le son presentados Orestes y Pylades, para ser sacrificados en el ara de la casta diosa. Ella los conoce y juntos huyen de Táurida. La fuga es atrevida y audaz, pero no es imposible ni inverosímil. La figura de Ifigenia no pierde en toda la obra el brillo que dan siempre la virtud y la pureza. También es hermosa la desinteresada amistad de los dos amigos inseparables, y que se presta á escenas conmovedoras que el poeta aprovecha sin desperdiciarlas. Esta¿obra es, pues, una de las más notables del eminente dra- sf LA TRAGEDIA GRIEGA 311 maturgo, y la escena en que los hijos de Agarmemnón se reconocen es una de las más exquisitas de la escena griega. Heracles Furioso.—Se dió al público según unos en 408, y según otros en 422 A. J. El argumento de la obra es éste: Hércules, después de muchos trabajos, libra á sus hijos de las persecucienes de Licos, que se había apoderado del poder en la ciudad de Tebas; pero Juno hace perder la razón al valiente héroe de los dorios, que loco, mata á sus hijos; recobrado el juicio, y desesperado de su eri- men involuntario, es consolado por Teseo que lo lleva á Atenas, donde ha de expiar su crimen inconsciente. La obra como se ve, es de grandes efectos, pero adolece de un vicio importante: la duplicidad de acción. ¿Por qué el autor ha de tratar en una misma obra dos asuntos tan importantes y tan opues- tos como la salvación de los hijos de Hércules por su padre y la muerte que él mismo les da luego? Y no es ésta la única obra de Eurípides afeada por este lunar: en Hécuba ocurre otro tanto. Ahora, en cuanto al efecto que la obra con sus variados é impo- nentes episodios había de producir en el auditorio, es, desde luego, grandioso, y nosotros creemos que éste fué el único resultado que se propuso el poeta. Orestes. —Esta obra vió la luz en 408 A. J.; es, en cuanto á mérito, el polo opuesto de la ffigenia. Mentira parece que el mismo autor que escribiera la Ifigenia en Táuwrida pudiera haber escrito una obra tan imperfecta como ésta. La perfección en el conjunto artístico de aquella obra contrasta con el descabellado plan de Orestes, montón enmarañado de pasiones viles y distintas que se resuelven del modo más cómodo para el autor y menos convincente para el auditorio, por el consabido deus ex machina. Orestes, el protagonista, por la muerte de su madre, es conde- nado á muerte por los argivos; el infeliz se queja del abandono de Menelao y pretende vengarse, cuando aparece Apolo que corta y no desata, el nudo de la obra. Las Fenicias.—Fué llevada á las tablas en 408 A. J. también. El argumento puede decirse que es el mismo que el de la tragedia de Esquilo intitulada Los Siete contra Tebas y toma su nombre del coro de doncellas fenicias que se hallan en Tebas, de paso para Delfos á donde van para dedicarse al culto de Apolo. Tiene escenas que son notables, como aquella en que Antígona presencia desde una torre el ejército de Polinices que avanza sobre la ciudad, la muerte que se dan sus dos hermanos, etc., y es una de 312 GUSTAVO A. DE ARAGON las obras de su autor que más elogios ha merecido de la crítica. Su único defecto, puede decirse, es la falta de unidad. Las Bacantes. —Este drama, así como Alemeón, que se ha perdido, é Ifigenia en Aulis, fueron dados á conocer probablemente por los años de 406 A. J., después de la muerte de Eurípides. Las Bacan- tes y La Ifigenia en Aulis, junto con La Medea forman el conjunto más perfecto que nos dejó Eurípides. El plan gira alrededor del mito del rey Panteo y la muerte que recibe á manos de las Ménades, por haberse opuesto á que el culto de Baco entrase en Atenas, á pesar de los milagros que para con- vencerle hiciera el dios. Es notable examinar en la obra las opiniones religiosas de su autor en las postrimerías de su existencia y que se estudian perfec- tamente en los recitados de Cadmos y del adivino Tiresias. Ifigenia en Aulis.—Aunque muy notable, no tiene la importancia de la anterior; es desde luego, Ifigenia el personaje principal y al- rededor del cual gira todo el asunto. "Vamos á ver lo que dice Miiller de esta obra: «La idea capital de la tragedia, —dice él, — consiste en demostrar que sólo un alma pura y virginal como la de la noble Ifigenia, sabe hallar una salida en el dédalo de complica- ciones motivadas por las pasiones y los esfuerzos de los podero- sos de la tierra, de los más sabios y valientes engolfados en recí- proca lucha. Eurípides echa aquí mano de cuantos medios halla á su alcance para mantener constantemente el interés de los espectadores: los infructuosos esfuerzos de Agamemnón para sal- var á su hija; la compasión tardía de Menelao; la generosa pro- mesa de Aquiles que se muestra resuelto á librar de la muerte y á defender contra el ejército entero á la que estaba destinada á ser su esposa; todo en suma, conspira á rodear á Ifigenia de la au- reola de una acción sublime y casi divina, pues que al prestarse espontáneamente á ser sacrificada, desata el complicadísimo nu- do que, en las tragedias de Eurípides, sólo podían desatar los dioses.» Es lástima que esta obra esté llena de interpolaciones que la desfiguran y que algunos atribuyen á Eurípides el Joven, hijo ó sobrino del Antiguo. El Reso.—Dijimos al hablar de las obras de este autor que se conservaban diez y ocho tragedias y lo hacíamos contando con £l Reso, tomada casi totalmente, del libro x de la Ilíada. Su fecha se ignora; pero debió ser de las primeras de su autor, LA TRAGEDIA GRIEGA 313 dado su mérito ínfimo que ha hecho que algunos críticos duden de su autenticidad. ESTUDIO COMPARATIVO DE LOS TRES GRANDES TRÁGICOS Creo haber tratado ya todo lo referente á la tragedia en Grecia, por lo menos, aquella parte de ella necesaria para el estudio de las leyes que la rigen, y que es lo que interesa á la índole de este tra- bajo. Sólo queda por tratar el período de la decadencia, Cuyos re- presentantes, entre los que se cuentan Queremonte de Faselis, Teo- declo y otros, no son necesarios á nuestro estudio; tampoco he hablado de Ión de Chios, Aqueo de Aretia, Neofrón, Aristarco y otros autores anteriores á dicho período por la misma causa. Pero no he abordado aún un problema que siempre ha preocu- pado á los críticos y acerca del cual están divididas las opiniones más autorizadas. El caso es el siguiente: ¿cuál es la figura más notable de la tragedia griega? ¿A quién corresponde la suprema- cía entre los grandes dramaturgos que forman la trinidad trágica helena ? Realmente, el problema es muy difícil de contestar; se explica que así sea, dado el tiempo tan remoto en que vivieron los tres co- losos de la musa trágica, la divergencia de las opiniones más reco- nocidas, la labor grandiosa y extensa de cada uno de los poetas y el inmenso número de obras que de ellos se han perdido y que, con toda seguridad, hubieran dado clara luz en esta cuestión. Contando con estos escollos, solamente haciendo un gran alarde de audacia, me atrevo á dar mi pobre, aunque original, opinión á este respecto. La comparación que necesariamente ha de preceder al juicio, es, en este caso, en extremo ardua: el teatro de Esquilo es diferente al de Sófocles, y el de éste no es igual tampoco al de Eurípides. Es- quilo es completamente un poeta religioso; Sófocles lo es en menor grado, y Eurípides, puede decirse, está completamente humanizado. Por otra parte, aunque brillaron en un mismo arte, cada uno se elevó más que los otros dos en aspectos diferentes de ese mismo arte; así, Esquilo supera á sus rivales en lo grandioso de la concep- ción; Sófocles en la perfección exquisita de sus obras; Eurípides en las escenas patéticas. Podría decirse que á cada uno, en su espe- cialidad, eorresponde el primer lugar. Del estudio de los tres brá- gicos, esto, que he expuesto á grandes rasgos, es lo que he podido aprender con relación á este problema, es decir, que cada una de 314 GUSTAVO A. DE ARAGON las tres grandes figuras tiene un aspecto en el cual se eleva sobre los otros dos. La diversidad de criterio en este asunto, solamente la comprendo (de conformidad con mi parecer que he enunciado), de esta manera: Esquilo, el poeta de las grandes concepciones, ha de ser el preferido de los poetas; Sófocles, de quien pudiera decirse lo que dijo Aristóteles de Baquílides: que era «el poeta de la forma impecable », será el elegido de los retóricos, y Eurípides, siempre sentencioso y siempre dentro de las especulaciones psíquicas, será admirado más que sus dos rivales, por los filósofos. Como realmen- te, los poetas y los retóricos abundan más que los filósofos, es natu- ral que Esquilo y Sófocles sean más admirados que Eurípides. Yo, que no me considero poeta, ni retórico, ni filósofo, comprendo, des- de un terreno neutral, que cada cual en fases distintas se eleva en su especialidad á una altura superior á los otros dos. Sin embargo, si se me hubiese exigido el decidirme por uno de los tres creo que lo hubiera hecho según el siguiente razonamiento: primeramente, hubiera descartado á Eurípides, porque, realmente, aunque en lo referente á las pasiones del espíritu llega á una altu- ra no igualada por nadie, está plagado de defectos notables y que nosotros hemos tenido ocasión de notar. Una vez que tuviera á Esquilo y Sófocles frente á frente, mi duda sería grande. En efec- to, Esquilo es más genial que Sófocles; pero, en cambio, Sófocles es más perfecto que Esquilo; Esquilo es, sin duda, más imperfecto, pero su imperfección es debida quizás á su misma grandiosidad; en cuanto á Sófocles, Barthelemy dice lo siguiente, que aunque algo exagerado, tiene mucho de verdad: «Respeta hasta tal punto los límites de la verdadera grandeza, que, por no traspasarlos, á veces no llega á ellos ». Sólo una circunstancia que puede conceptuarse de casual, me hubiese obligado á significarme en pro del gran poeta eleusino. Es indudable que la labor artística de Esquilo es más original que la de sus insignes sucesores: él es el creador; su trabajo en las letras es base del de sus continuadores. Yo no dudo que el talento de Sófocles hubiese realizado la misma importante labor de Esquilo, si hubiese vivido antes que éste; por eso tuve cuidado en decir que mi Opinión podría tener como causa posible una simple casualidad. La suerte, pues, cupo al gran Esquilo y no hay más remedio que acatar su decisión y reconocer que con justicia se le llama: «Padre de la tragedia griega ». LA TRAGEDIA GRÍEGA 315 Creo haber terminado mi modesto trabajo y he tratado de darle cima con la mayor voluntad. No desconocí, desde un principio, la magnitud de la empresa, ni lo arduo de la labor; confieso el atre- vimiento y sólo me disculpo, suplicando se tenga en cuenta mi inexperiencia y mi decidida afición por estos estudios. He dicho. HOMICULTURA POR EL DR. EUSEBIO HERNÁNDEZ ! Profesor de la Escuela de Medicina y Director de Homicultura Fracasado el movimiento revolucionario del 84 al 86 sostenido tenazmente por los Generales Máximo Gómez, Maceo, Crombet, Ca- rrillo (Pancho), Emilio Núñez, otros muchos ilustres cubanos y el que suscribe, provisto de una licencia del General Gómez y de acuerdo con Carrillo, Leandro Rodríguez y otros amigos, decidí marchar á Europa para hacer una especialidad que me permitiera volver á New York á poner en práctica un plan revolucionario que no es del caso relatar. Lo que antecede explica mi presencia en París elaño 88. En 1889 tuve el honor y la buena fortuna de conocer al profesor Pinard, cuya historia científica y política tiene muchos puntos de semejanza con la mía. Esta circunstancia, entre otras, me valió las simpatías de este gran patriota en Lariboisiere y me permitió figurar entre los discípulos del reformador de la Obstetri- cia contemporánea en la Clínica Baudelocque, á cuyo frente figuró desde 1890 como profesor de partos de la Facultad de París. Colaborador entusiasta en la revolución obstétrica iniciada por Pinard, halléme en la apoteosis de la palpación abdominal y de sus complementos, la versión por maniobras externas y la palpación mensuradora, que han transformado el diagnóstico obstétrico; asistí á la demostración clínica y anatómica del mecanismo del parto; á la demostración clínica y anatómica del alumbramiento; al renaci- miento de la Sinfisiotomía; á la instauración del tratamiento cien- tífico de las hemorragias por placenta previa; á la reglamenta- ción de la versión interna y de la mayor parte de las maniobras, etc., etc.; y aplaudí los primeros esfuerzos de Pinard ? en favor de las desventuradas madres pobres y de los infelices niños fal- tos de protección, acto generador de una ciencia nueva, la Pueri- 1 Autor de la denominación Homicultura, de las divisiones de la nueva ciencia en progo- nocultura, patri-matricultura, matri-feticultura, matri-naticultura, puericultura y postgénito- cultura, y de la concepción de un Palacio de Homicultura. 2 Discurso pronunciado en la Sorbonne el 9 de Mayo de 1891, publicado bajo el título De assistance des femmes enceintes. HOMICULTURA 317 cultura, hermana de la Sociología por su importancia en el estudio, conservación, desarrollo y mejoramiento de la especie humana, por lo que ha podido llamársela medicina de la especie. * Esos estudios de ampliación y de rectificación me hicieron pen- sar en el beneficio que podría reportar á Cuba dando á conocer el funcionamiento de la Clínica Baudelocque, y con autorización de Pinard acometí la obra en la Crónica Médico Quirúrgica y en otras publicaciones médicas cubanas de aquel tiempo. Ese mismo deseo me llevó á Berlín á estudiar la ginecología operatoria, principal- mente en sus relaciones con la Obstetricia. Y cuando más tarde mi salud y acontecimientos políticos, que no son de este lugar, me hicieron volver á Cuba, pensé realizar algo de lo que había visto y aprendido en el extranjero. Carecía la Habana de una verdadera clínica de partos, no por culpa seguramente del profesor que desem- peñaba á la sazón la cátedra, ni de sus antecesores, sino por la de- fectuosa y un tanto mezquina enseñanza universitaria de la época colonial. Por la misma causa se desconocía la enseñanza oficial de Ginecología; y por iniciativa del Dr. Pereda, acompañado de Varela Zequeira, Francisco Domínguez Roldán y otros jóvenes entusias- tas, se estableció una Escuela libre de Medicina, en la que se me reservó la cátedra de Obstetricia y Ginecología, que profesé (el poco tiempo que vivió dicha Escuela) en forma de cursos trimestra- les, no tratando en ellos más que de la parte constituída de la cien- cia, á guisa de preparación y de propaganda. Entre mis numerosos discípulos cuento al actual Secretario de Sanidad, Dr. Manuel Va- rona Suárez, el reputado cirujano Enrique Fortún, el no menos no- table tocólogo Ernesto Aragón y á distinguidos médicos y hombres públicos del día, como José Nicolás Ferrer, Lico Lores y Guillermo Mascaró. Estos esfuerzos individuales sólo lograron despertar el recelo de las autoridades de la Colonia, y un tanto la enemiga de algunos miembros de la Universidad, aunque en verdad en corto número. En esto sonó el clarín de la guerra de independencia y tuve que ocupar mi puesto de honor en las filas del Ejército Libertador, que abrió un paréntesis de tres largos años en mi labor científica. A mi regreso á la capital, una vez obtenida la independencia, proseguí mis propósitos, intentando esta vez establecer una clínica. No hallé apoyo en la intervención americana que organizó el pri- mer gobierno de Cuba, pero sí en el corazón de la cubana puesto 1 Wallich. 318 EUSEBIO HERNANDEZ siempre al servicio de su país. La ilustre señora Rosalía Abreu me regaló los instrumentos y mobiliario necesarios para una clínica que yo me prestaba á servir gratuitamente. El ayuntamiento de la Habana acordó una subvención de mil pesos mensuales para ayudar á su sostenimiento; no encontré un local en donde establecerla: las autoridades interventoras no se prestaron á cederme uno de los mu- chos que poseía el Estado sin ocupación. Ocho meses permanecie- ron los instrumentos y los muebles en los Fosos en sus cajas. Du- rante esta fecha persistimos la Sra. Abreu y yo, y logramos cons- tituir un comité de señoras bajo su presidencia, dispuesto á crearle un peculio propio á la clínica, á establecer un taller para las emba- razadas en donde se preparasen ropas para las madres y los niños que fueran abandonando la clínica. Ni aun así nos dieron local. En esto el Sr. González Lanuza acometió la reforma universitaria comenzando por el profesorado. Nombró una comisión de profesores de la Universidad y de médicos particulares de gran reputación, que me honró designándome para desempeñar la cátedra de Obstetricia. Más tarde el Sr. Enrique José Varona, Secretario de Instrucción Pública, estudió é hizo establecer un plan completo de enseñanza en el que quedé como profesor de Obstetricia con su clínica. Ya podían salir de sus cajas los instrumentos y muebles reyala- dos por la ¡lustre Rosalía Abreu; ya iban á tener empleo los 1,000 pesos de subvencion del Ayuntamiento; y todo eso, pensé, lo haría con más amplitud la Universidad que yo mismo; y regalé á la Fa- cultad lo poco que teníamos, para que estableciera lo mucho que hacía falta. Yo había tenido el cuidado de formar el personal de de la clínica: dos comadronas para el servicio de día y de noche, con las enfermeras necesarias, como corresponde á estos servicios. La clínica se estableció provisionalmente en una estrecha sala del Hospital Mercedes, en donde sólo caben apretadas 24 camas, y la Habana necesita para la enseñanza por lo menos cien, en donde se puedan seleccionar los casos patológicos, sobre todo distócicos. Hace años la clínica permanece en la misma sala, sólo tiene una comadrona, dos enfermeras (que no conocen los partos) que se renuevan cada tres meses. Se suprimió (mo sé por qué) la sub- vención, y la clínica ha quedado estacionada. Véase como lo que debía empezar siendo una Maternidad en la Capital de la joven República, quedó reducida á una simple sala del Hospital General, en donde reciben mis alumnos la deficiente enseñanza que sólo puede dárseles con tan pocos elementos. HOMICULTURA 319 La Clínica Baudelocque, en cambio, ha progresado en todos sentidos, hasta llegar á la fundación de una nueva ciencia, la Pue- ricultura. No he perdido mi tiempo, sin embargo; he sacado de esta pequeña clínica denominada Pinard algunos excelentes discí- pulos, como los Dres. Reyes y Ramos. Éste, dos veces alumno eminente de nuestra Universidad, fué por mi consejo á París con el Profesor Pinard que lo distinguió desde los primeros instantes. Ha visto los progresos de la clínica madre, ha oído al maestro, ha palpado buena parte de la nueva ciencia puesta en práctica por Pinard, y se dispone á secundar mis anhelos con entusiasmo, como puede verse por un notable trabajo suyo que aparece en otro lugar de este número. * Como se ve, el plan que yo había concebido hase ampliado con la creación de la nueva ciencia, y como el estancamiento no es eterno en los pueblos, á Ja indiferencia que hasta hoy había encon- trado en los poderes públicos, ha sucedido un período de aten- ción primero, de entusiasmo después. Creo que 1mi ideal está en vías de ser una realidad para bien del país y honor de los que han acogido muestro proyecto con el amor propio de hombres cultos. Después de cambiar impresiones con el Dr. Domingo F. Ramos repetidas veces, llegamos á trazar un plan más vasto y adecuado á la reforma que deseo introducir en Cuba, y lo expusimos breve- mente al Dr. Matías Duque, que desempeñaba la Secretaría de Sa- nidad y Beneficencia. Acogió con calor nuestro proyecto, creó una plaza de Puericultura (agregada á la Sección de investigaciones y Estudios, también de reciente creación) á cargo del Dr. Ramos. No sé por qué causa se suprimió el nombre Puericultura en los Presupuestos. Algunos señores representantes nos prometieron que lo harían constar; mas los presupuestos se aprobaron y la re- forma quedó sin denominación. Como se ve, el Dr. Duque supo apreciar el mérito de nuestro proyecto, y él no es responsable de que haya quedado sin nombre. El Dr. Duque ha unido el suyo á una obra meritoria y merece nuestra gratitud. Seguimos trabajando sin tener en cuenta la indicada contrarie- dad, y presentamos hace poco al Dr. Varona Suárez un trabajo del Dr. Ramos. El Dr. Varona, hombre joven y culto, recibió con en- busiasmo el trabajo, y ha tomado en su realización una parte muy 1 Este trabajo se publicó, con el presente, en la Revista de Sanidad y Beneficencia. 320 EUSEBIO HERNANDEZ activa, como lo demuestra el artículo que precede. * Con talento y patriotismo se recorren todas las distancias, se vencen las mayores dificultades, y lo que antes parecía poco menos que imposible resul- ta ahora relativamente fácil. Esa transformación ha sufrido el proyecto en el actual momento gracias al Secretario, nuestro amigo Varona Suárez. Como en su artículo se refiere el Dr. Ramos á mi nomenclatura en Puericultura, deseo explicar por qué me parece preferible á la adoptada por mi maestro Pinard. Con razón dice el Dr. Ramos que la palabra Puericultura no responde al concepto de esa Ciencia tan bien comprendido y ex- puesto en la definición del Profesor Pinard: «La Puericultura (di- ce Pinard) es la ciencia que tiene por objeto la investigación de los conocimientos relativos á la reproducción, á la conservación y al mejoramiento de la especie humana.» Nosotros creemos que esa definición está mejor comprendida en el vocablo Homicultura (cul- tivo de la especie Homo). Los términos Puericultura anterior á la concepción, Puericultura intrauterina, y Puericultura extraute- rina, repiten la palabra Puericultura, impropia á nuestro juicio. Además, el término Puericultura auterior á la concepción es poco preciso, muy largo y, por lo mismo, un tanto vago. Los dos res- tantes no son exactos, pues la Puericultura extrauterina comprende materias heterogéneas. Por otra parte, entiéndese generalmente por Puericultura en casi todos los trabajos hasta hoy publicados, el cultivo del feto y del lactante por algunos. Nosotros creemos que la Puericultura propiamente dicha, sólo comprende el niño desde que se indepen- diza de la madre, así anatómica como fisiológicamente, esto es, desde los dos años hasta la madurez sexual. Las palabras: Matri-patricultura, Matri-feticultura, Matri-nati- cultura y Puericultura dan una idea más clara y más precisa de las divisiones naturales de la Homicultura, trazadas con maestría en el trabajo del Dr. Ramos. Pero esas divisiones que expresan bien la evolución del indivi- duo no comprenden la evolución completa de la especie. Hay un conjunto de caracteres, principalmente patológicos, que influyen directamente sobre el huevo sin afectar á sus productores, constitu- yendo la ley atávica, bien evidenciada por la hemofilia, por ejem- 1 También en el mismo número de la Revista de Sanidad y Beneficencia se publicó un trabajo del Dr. Varona Suárez sobre Puericultura. HOMICULTURA 321 plo. La modificación de esos caracteres de la especie forma natu- ralmente la Progonocultura. Y como por otra parte, los recientes estudios de Metchuikoff tendentes á considerar la vejez como un estado patológico, no pueden ser indiferentes á la Medicina de la especie, los individuos incapacitados por la edad para la producción de nuevos individuos, nos interesan, cuando menos como exponentes del mejoramiento de la especie de que se ocupa la Homicultura, y crean la Postgénitocultura. Las partes de la nueva clasificación de la Homicultura forman el círculo evolutivo que puede represen- tarse con flechas colocadas de la siguiente manera: División de la VHonmicarllura. á¿malric ganara, a 2 > Ss Ea . e E AT EE o XA L> = l|= . pa e > a 3 SE 322 EUSEBIO HERNANDEZ En ese esquema se nota que la entrada y la salida al círculo que representa la evolución individual están formadas por la Progono- cultura y la Post-genicuoltura que representan el comienzo y el fin de la evolución total de la especie Homo, cuyo mejoramiento pre- tende la Homicultura. En una ciencia que empieza á constituirse importa mucho aten- der á la propiedad de los vocablos con que se la ha de designar, así en conjunto como en cada una de sus partes, que no deben obedecer á una división artificial, sino á la más natural posible para fijar bien su campo de acción, aunque haya que recurrir á neologismos. ¿No se trata de nuevos conceptos científicos? Naturales han de ser las voces nuevas con tal que resulten apropiadas, correctas y de fá- cil comprensión, como creemos que lo son las propuestas por nos- otros. En efecío, al Dr. Juan Miguel Dihigo, ilustre profesor de Lingúistica y de Filología en la Universidad Nacional, hemos some- tido la propiedad de los términos por nosotros adoptados, y es su docto parecer el que aquí consignamos con nuestro agradecimiento. Termino este artículo enviándole con él á mi querido maestro el profesor Pinard (también maestro del Dr. Ramos) un cariñoso saludo. Él ha de ver con gusto que sus discípulos trabajan en la propagación de su obra, no sólo en beneficio del progreso de esta joven república, sino como un testimonio de que responden á las enseñanzas, consideración y cariño del maestro venerado. COMPOSICIÓN Y ELOCUCION * POR FELIPE POEY El don de la palabra, privilegio de la especie humana, supone la abstraccion, madre del pensamiento. Antes de hablar, es preciso pensar. El caudal de ideas es pues la condicion rigurosa para al- canzar la palma de la Elocuencia y los laureles de la Poesía. Y aunque dicen que el orador y el poeta nacen, con más acierto diría- mos que se forman: ya con la experiencia y atenta meditacion del mundo físico y moral, unidas á la lectura selecta y constante; ya con los estudios enciclopédicos proporcionados por los Cursos uni- versitarios. La generalidad de los conocimientos es necesaria al hombre de todas condiciones; si pretende cautivar la atencion del público, y dejar á la posteridad un mouumento escrito, donde consigne sus ideas fecundas. Sin esta preparacion indispensable, la inspiracion se consume falta de alimento; los descubrimientos intelectuales fa- llecen por haber nacido desnudos, y caen en el abismo del olvido. El Orador, y en el mismo caso está el Poeta, ha de ser matemá- tico, astrónomo, físico, químico y biológico; ha de coronar sus es- tudios con la Sociología, última ciencia, que descansa en la historia, y exige el conocimiento de nuestras facultades intelectuales y mo- rales. Debemos á Augusto Comte haber presentado en este siglo la filiacion y desarrollo de estas ciencias en el órden indicado que es de su simplicidad, generalidad y dependencia. No pretendo apro- bar en todas sus partes la docta sistematizacion de este filósofo; bástame indicar que tiene grandes rasgos de conformidad con el Plan de estudios hoy vigente. Iré más adelante; y diré que hasta cierto punto han de iniciarse el Orador y el Poeta en todas las artes y oficios, desde el yunque hasta la espada, y hasta el timon. Esta educacion parecerá exce- siva á los que no hayan leido la Ilíada de Homero ni las obras de Marco Tulio. Mas sin conocimiento en la herrería, Homero no * Reproducimos este trabajo del Sr. Poey accediendo á la petición que se nos ha hecho por haberse agotado la edición y por lo difícil que resulta obtener un ejemplar del libro Obras Literarias de Poey, en que se halla inserto. Esta Oración Inaugural es un dechado de erudición y de talento vastísimos; en ella se advierte un estilo que es modelo de pureza y de corrección y pone de manifiesto que su autor fué un excelente hablista. 324 FELIPE POEY hubiera perfeccionado su episodio sobre el escudo de Aquiles, la- brado en las fraguas de Vulcano. El sabio Cuvier ha notado que las heridas tan numerosas y variadas, descritas por el poeta, y de cuyas resultas perecieron tantos héroes al pié de los muros de Tro- ya, eran mortales por necesidad, y suponen un conocimiento pro- fundo de la anatomía humana. Para expresar, es menester sentir; y para sentir, es menester haber visto ó haber leido con fruto. ¿Quién inspiró á Virgilio la siguiente expresión ? Oculisque errantibus alto. Quesivit colo lucem, ingemurtque reperta. Es propia de un romano acostumbrado al juego cruel del circo, donde el gladiador ofrecido á la muerte, saludado el César, recibia el golpe ante el pueblo soberano; y haciendo un esfuerzo supremo, caia con dignidad. Allí tendido (traduzco 4 Virgilio) «con ojos errantes buscó la luz del cielo, y dió el último suspiro.» Marco Tulio Ciceron habia recibido, ó mejor dicho, se habia da- do 4 sí mismo una educación nniversal. Experto en las artes de la guerra, fué Cónsul en Roma y Procónsul en Sicilia: escribió el tratado de los Deberes; y en sus Diálogos sobre la Amistad y sobre la Vejez, mostró que habia contemplado la clara luz de la Filosofía en los escritos de Platon. Así pudo (son expresiones de D. Fran- cisco Sanchez) «desarmar á Julio César, reprimir el furor tribuni- cio de Clodio, y embotar las dagas de Catilina.» El mismo César, gran capitan y diestro orador, no fué menos célebre por la pluma que por Ja espada. Los antiguos, segun el símil de Jovellanos, eran como los soldados de Cadmo, que nacieron armados de todas armas. Y ya que hablamos de este ilustre español, ¿quién duda que hu- biese recorrido el círculo completo del saber humano? Descúbrese el orador en sus Memorias sobre la Junta central; el labrador en su informe sobre la Ley agraria; el naturalista en sus Discursos pro- nunciados en el Instituto asturiano; el legislador en un simple dra- ma; el literato consumado, el erudito, puro, castizo y elegante es- critor en todas sus obras. Cuando empezó á corromperse el buen gusto en España, los autores, aun los de más nombradía, dieron en adornar sus escritos con un fárrago de erudición geroglífica, tomada principalmente en Plinio, gran recaudador de fábulas, y en tradiciones extravagantes heredadas del paganismo. En nuestros dias, sustituimos al ave COMPOSICIÓN Y ELOCUCION 325 Fénix, al Pelícano, á la Salamandra, al Basilisco, al Unicornio y al Hipogrifo, las citas morales que nos da la Historia; vasto campo que el discreto escritor explota con provecho y lucimiento. ¿Quién, al ver la bota de Carlos XII en el Senado sueco, no recuerda el as- no de Calígula? Neron incendiando á Roma, Domiciano cazando moscas, son recuerdos oportunos para los modernos. Las senten- cias de Tácito no han pasado desapercibidas: Solitudinem faciunt, pacem appellant. Las mujeres célebres forman tambien parte de alusiones políticas y morales: Lucrecia abriéndose con un puñal el casto pecho; Cleopatra manejando áspides sobre su seno; Cornelia llevando por prendas á sus dos hijos los Gracos; Porcia tendiendo á Peto un hierro tinto en su propia sangre; Semíramis encumbrando jardines y allanando montes; Aspasia rehabilitada por Pericles; Safo extinguiendo en Léucade sus mal pagados ardores; Mesalina satisfecha, nunca harta; Helena paseando en Troya su adúltera ca- bellera; Casandra dando al viento sus pronósticos; Hécuba aullando sus miserias; Andrómaca bañando con lágrimas las caras reliquias de Héctor. Aumentarémos con los estudios físicos, políticos y morales nues- tro caudal de ideas. «No aprovecha la abundancia de palabras, dice Buffon, si hay escasez de ideas.» Por una idea, Newton pesó los planetas, Colón descubrió un Nuevo-Mundo; pero estaban bien preparados, el uno por sus lucubraciones astronómicas, el otro por sus meditaciones geográficas. La idea es la chispa oculta en el pedernal; pero la chispa supone el cuarzo y el acero: estos son los Estudios Universitarios. Y como he anunciado que deben adquirirse ideas no solamente en las ciencias, sino tambien en las artes, ya humildes, ya elevadas; paso á demostrarlo en la Pesca, en la Navegacion y en el honroso ejercicio de las Armas. ¿Cómo podrán el poeta y el novelista describir las escenas pis- catorias, si todo su Diccionario se reduce á la barquilla, «l cordel y al anzuelo, sin distinguir siquiera la pita del currican? ¿Y qué pesca provechosa podrán hacer, si no saben enlorar ni empatar sus avíos? si no esperan el repunte de la marea para que pique el pez? Paréceme que pescan sin carnada; porque no los veo tirar la tarraya ni el trasmayo para procurarse la sardina, ni me dicen si embarca- ron jaibas blandas Ó macaos extraidos de lcs caracoles. Nunca acuden á la ballestilla, ni tienden el palangre. Si pescan con chin- chorro, no parece que esta arte tenga copo; porque no mencionan 326 FELIPE POEY el saco ni las manteletas. Tienen nasas sin boya y sin potala, y aun creo sin boca ni matadero; porque de estos pormenores nunca se trata. Del chamber y del grampin no digo nada: porque estas palabras no se hallan en el Diccionario de la Academia aumentado de cien mil voces (3), y no las conocerán los que tal vez ignoran el uso de los corchos y relingas. Hu suma, la Pesca es un fastidio bajo la pluma de los susodichos poetas y novelistas; y para mayor desconsuelo, si pescan un Peje-Perro, como vulgarmente se dice, no lo saben preparar con un buen mojo de costa, Ó más bien con un mojo crudo, que merece á mi gusto la preferencia. Lo dicho con respecto á la Pesquería, se aplica al Arte de na- vegar. No puede el narrador ni el poeta lanzar al navegante por remotos é inciertos mares, sin conocer los aparejos de la embarca- cion. ¿Qué islas tomará, qué derrota seguirá, qué bajíos demarcará en su carta de marear, si carece de arboladura, velámen y enverga- dura? Me parece que si los tuviera, oiria alguna vez la voces de: Arría, carga, aferra! caza, iza! orza, amaina! ¿De qué sirve el ti- mon sin caña ni bordines? ¿De qué le aprovechan al ancla sus uñas, sin arganeo, cepo, cadena, gúmena, gata y molinete? ¿Qué es del mastelero sin gavia ni juanete? Si hay palo de mesana, ¿dónde está la vota-vara y la cangreja? Si hay bauprés, ¿dónde están sus botalones? ¿Cómo no oigo nombrar al foque, fofoque y petifoque? No extraño que la tripulacion haya doblado el cabo de las tormentas si tomar siquiera un rizo; puesto que navega por en- canto. —Ya arribaron; echan el bote al agua: todo es bogar, bogar, y nunca ciar. Para gobernar un ejército, ó dar á la historia sangrientas lides, es preciso haber hojeado un tanto el Diccionario de Marte. —«Cie- rran los escuadrones de uno y otro bando; y en la revuelta ondean al viento los pendones, tremola el estandarte. —Aquí es el terciar, esgrimir, blandir, menear al fulminante acero.—Queda dudoso el lance de la batalla. El soldado en aquellos trances, sordo á los ge- midos, en medio del estrépito de las armas, oye el estruendo de los abambores. —Luego entra á obrar la caballería; avanza y recibe su carga el enemigo.—Los vencidos son pasados por los filos de la espada.»—Todas estas palabras son frecuentemente usadas por los buenos hablistas. Antes que describa los botes de lanza en un torneo, ó el encuen- tro de dos caballeros armados de punta en blanco, es indispensable que el narrador conozca todas las armas y piezas de la armadura; COMPOSICION Y ELOCUCION 327 y aun el aderezo del caballo, en que entran las mantillas, tapafun- das y demás arreos. No confunda la cuja con el ristre, el acicate con la espuela, la malla con la loriga, el broquel con la adarga y lu rodela, el casco con el morrion, el damasquino alfanje de Soliman con la espada de Bernardo del Carpio, ni la tizona con Durindana (9). Anden los esforzados caballeros cubiertos de yelmo con visera; de peto, espaldar, gola, brazaletes y escarcelas. Salgan los lucidos campeones á la palestra con ropas chapadas, timbres en los escudos, plumas en las cimeras, empresas y divisas; y si son moros, suenen los añafiles y timbales. Concluido este largo preliminar, entro en el objeto principal de mi Discurso, que es la Composicion literaria en prosa y verso, y la Elocucion: con cuyo motivo diré algo acerca del estudio de la len- gua castellana, y de los escritores que en ella se distinguieron. No es mi ánimo presentar en tan corto espacio un tratado de Retórica y Literatura; sino recorrer algunos puntos culminantes, sin preten- der dar lecciones á los maestros que me escuchan, sino ser útil á los alumnos, si los echav de menos en sus libros de texto. Empezando por las composiciones en prosa, traigo á la memoria el Discurso pronunciado por el Conde de Buffon, el dia de su recep- cion en la Academia francesa. Su principal empeño es recomen- dar un plan ordenado y la meditación; después de lo cual formula dos preceptos: 1% Nada más contrario á la luz que las chispas saca- das violentamente del choque de las palabras, las cuales solo nos alumbran por algunos momentos, para dejarnos después en más densas tinieblas; 22 No hay cosa que más se oponga á la verdadera elocuencia que esos pensamientos sutiles que, á semejanza del me- tal batido, pierden en solidez lo que ganan en brillo y esplendor. En otros términos diríamos que no todo lo que reluce es oro, sino á veces oropel. A estos preceptos de Buffon, agregaré tres párrafos: 19 seguir la inspiracion; 2% enlazar las ideas; 32 transiciones. Seguir la inspiracion.—Este precepto se aplica principalmente á las ampliaciones; campo en que Fr. Luis de Granada está siempre inspirado. Acontece otras veces que una idea se presenta desmaya- da y sin color; pide dos renglones para su lánguida expresion, nace y muere sin gracia. En estas circunstancias se abre un nuevo ho- rizcnte; el compositor espera y desespera; comprende que si las fuerzas lo permiten, hay algo que hacer por esa via, mira al térmi- no y se lanza. Aquí vienen bien estas palabras de Jovellanos: «Yl caballe, olvidado del pasto, da alguna vez su crin al viento, 328 FELIPE POEY para correr los vastos campos.» Pegaso alza el vuelo y entra en el templo de la Inmortalidad. Enlazar las ideas. —No hablo aquí de las grandes transiciones, sino del enlace entre los períodos de un mismo párrafo. Dice Bossuet: «Aun cuando la Historia no sirviese de provecho á los de- más hombres, fuera necesario leerla á los príncipes: es el mejor modo de descubrirles lo que pueden las pasiones, los intereses, los buenos y malos consejos.» Si con las mismas palabras decimos: «Fuera necesario leer la Historia á los príncipes, aun. cuando no sirviese de provecho á los demás hombres;» hacemos una mala construccion, porque separamos dos ideas que deben ir enlazadas, á saber, la necesidad de enseñar la historia á los príncipes y la idea de que es el mejor modo de descubrirles lo que pueden las pasiones. Basta lo dicho para que no se eche en olvido tan importante reco- mendacion: remitiendo al Arte de escribir de Condillac, libro III sobre la estructura del Discurso. Transiciones. —Atencion al pasar de un párrafo á otro párrafo, y más de una materia á otra materia. Es precepto de mucha im- portancia, porque el enlace da al discurso un solo cuerpo, y el lec- tor descansa pasando agradablemente de un punto á otro, por lo que la transicion no ha de ser vulgar. Supongamos que estais ha- blando en el Liceo: habeis apurado el capítulo de la Danza, donde salieron á lucir bellas bailadoras; vais en seguida á tratar de Pin- tura y de Escultura. No digais: Acabé sobre la Danza, paso á la Pintura. Mejor será: «Pasad, bellas jóvenes, pasad, y apartad el esplendor de vuestros ojos, para dejar los mios fijos en este mo- mento en la Pintura y Escultura.» Por lo que toca á las cualidades del estilo, no me detendré en definir la claridad, la pureza, la precision, recomendadas por todos; daré solamevte dos preceptos: 12 No ser vago; 2% No ser vulgar. No ser vago. —Hay ciertas expresiones que se presentan en to- das circunstancias, con desaire de la composicion literaria: entran á formar el diccionario brevísimo de la conversacion entre gente sin lectura y sin cultura; es la palabra más general entre todas las que pertenecen á un grupo de sinónimos. Huye de ellas jóven escritor, si no quieres caer en la nulidad; porque las tales expresiones pare- cen decirlo todo, y nada dicen. Cada modificacion del pensamiento ha de llevar consigo su expresion propia, hija del conocimiento profundo de la lengua, adquirido por el estudio de los buenos auto- res, y por el continuo ejercicio. COMPOSICION Y ELOCUCION 39 o w Por no ser vago entiendo principalmente especializarlo todo. Pongo por ejemplo de expresion vaga, por demasiado general, la siguiente: «Es excelente cocinero.» Yo diría: Nadie le iguala en guisar una masa de vaca, y en mechar un pernil de carnero. Para dar á entender que hoy se gasta mucho dinero en lujo, diga- mos con Jovellanos: «Cuesta un sombrerillo lo que antes un estado, y se consume en un festin la dote de una infanta.» El mismo autor, hablando del gañan que ha trabajado durante toda la semana, se explica de esta manera: «El infeliz gañan, que ha sudado bajo los terrones del campo, y dormido en la era toda la semana.» En vez de colgaduras riquísimas, diremos con especialidad: Brocados de oro y colgaduras de damasco. Algunos pretenden que la oracion en defensa de Milon no fué pronunciada como el orador romano la distribuyó 4 sus amigos; por lo que Milon no pudo evitar el des- tierro. Al leer la oracion corregida, el matador de Clodio exclamó: «O Marco Tulio! Sila hubieras tá dicho, no comiera Milon los barbudos en Marsella.» Lo que en términos vagos se traduce: no estaría Milon desterrado en Marsella. Las comparaciones cumplen en cierta manera con la especializacion que aquí recomiendo. Para decir nada bien, mejor será nada como un pez; y por ser pez un térmi- no general, mejor diré nada como un Dorado, que es al mismo tiempo el término máximo de la natacion. Todo lo que sea especializar, es realzar el pensamiento, es darle gracia y viveza. Este giro es fre- cuente en Horacio, que acostumbra tomar la parte por el todo; nombrando, por ejemplo, un puerto por todos los puertos, un mon- te por todos los montes, y maldiciendo los infames escollos Acrocerau- nios, para maldecir todos los escollos. Un poco es la expresion general y vaga, como quien dice un poco de pan: pero un poco de locura, es un grano de locura; un poco de esperanza, es un rayo de esperanza; un poco de felicidad, es un so- plo de felicidad; un poco de juicio, es una pizca de juicio. En vez de decir: La monarquía llena de vicios y ociosidad, sin valor, sin virtud, sín fuerzas, sin reputación, tomaré de Gracian (Elogio de Fernando el Católico) el periódo qne sigue: Fué siempre gran ven- taja de un príncipe suceder á la corona fragante; suma infelicidad, llegar á la monarquía ya postrada, caido el valor, valida la ociosi- dad, desterrada la virtud, entronizado el vicio, las fuerzas apura- da, la reputacion fallida, la dicha alterada, todo envejecido y ame- razando por instantes la total ruina. El ejemplo anterior nos demuestra que la propiedad del lenguaje 330 FELIPE POEY se aviene perfectamente con el precepto de no ser vago; por lo que me inclino á citar algunas palabras usadas en francés para una multitud de casos, en que la lengua española tiene voces propias. Perdonemos á Capmany, que en su Arte de traducir da estos ejem- plos, aquello de pintar á veces como querer; porque en realidad la - lengua francesa no es tan pobre como se supone, bien que la espa- ñola sea mas rica. Suponiendo pues, como pretende Capmany, que los franceses llamen viejo al libro, al soldado, al pecador, al amigo, al padre y al vino; no hay duda que les llevamos ventaja al decir: libro viejo, soldado veterano, pecador inveterado, amigo antiguo, padre ancia- no y vino añejo. Los franceses dicen chef en todas ocasiones, lo que significa jefe; mas la lengua española, si bien admite jefes de oficina, tiene además caudillos de los hebreos, capitanes griegos, cabos de ronda y cabezas de motin. Así mismo la palabra sein no es siempre seno en español; decimos: el seno ó profundo del mar, el gremio de la Iglesia, las entrañas de la tierra, el corazon del reino el pecho de un amigo, el vientre de la madre. Las palabras puis- sance, pouvoir se traducen por potencia y poder; y si bien decimos el el poder de los grandes, las potencias de Europa, las potencias del alma, la potencia motriz, usamos de otras expresiones en multitud de casos, y son: potestad temporal, patria-potestad, autoridad de los jueces, poderío de los ricos, actividad del veneno, virtud del iman, fortaleza del gentil, omnipotencia divina, y Ciro sometió el Asia á su dominio. Y puesto que la propiedad de diccion es el sello que distingue los buenos de los malos escritores, acreditando la abundancia de la lengua castellana, no perdamos la ocasion de acumular ejemplos, para que los alumnos los fijen en la memoria. Hay palabras inseparables: la palma del martirio, el imperio de la hermosura, el puntillo de la honra, el traqueteo del carro, la re- beldía de la carne, el rigor de la penitencia, el cieno del deleite. Los sinónimos han de observarse: la moderacion en las delicias, la templanza en la comida, no es la continencia de que dió ejemplo el gran Scipion en la Nueva-Cartago. ¿Trátase de epítetos? La oracion es fervorosa, la ignorancia es crasa, la malicia refinada, la iniquidad envejecida, la felicidad cumplida, el piélago insondable, las cejas bien pobladas; y vice- versa, la alegre primavera, el encogido ú erizado invierno, la mu- llida yerba. COMPOSICION Y ELOCUCION 331 ¿Trátase de verbos? Se dice consumir la hacienda, aventajarse en las ciencias, sosegar las discordias, escudriñar las causas, revol- carse en su sangre, refrenar los apetitos, refrescar la memoria, templar el ánimo, remachar las narices, manchar el honor, forjar las espadas, cortar los abusos, coartar la voluntad. También decimos: la timidez se vence, la ira se refrena, el es- torbo se remueve, los obstáculos se superan, si no se allanan; la odiosidad se aparta, los males se curan y las llagas se sanan; el fre- no se tasca, la visera se cala, la lanza se empuña, la rodela se em- braza, la espada se ciñe, las espuelas se calzan, el ancla se leva, cuando no se aferra; la nariz se afila, las cejas se perfilan, las cos- tumbres se arraigan, la inteligencia se anubla, no siempre se ofus- ca; los instrumentos se tañen, no siempre se tocan; las leyes se quebrantan, no siempre se infringen; las castañas se mondan, no siempre se pelan. Y adviértase que no he tocado á los refranes ni al gracejo popu- lar: Dádivas quebrantan penas; renta limpia de polvo y paja; ha- bla sin escampar; comulgar Ó desayunar con ruedas de molino; chiquear con penca de tuna, etc. No ser vulgar.—Este precepto se parece al anterior; pero no trae consigo la idea de especializacion. No diré como Horacio: Odi profanum vulgus, et arceo (Odio al vulgo, y me aparto); antes bien, lo aprecio, lo consulto y acepto sus lecciones. El vulgo ha condensado en refranes la sabiduría de los siglos; ha dado á la Retórica sus mejores ejemplos de hipérboles y metáforas; sus errores científicos tienen siempre un principio ver- dadero. El vulgo tiene palabras de singular vigor, tachadas de ordinarias por la aristocracia académica, en cuyos oidos hacen el mismo efecto que la mano callosa del labrador en los dedos pulidos de Escipion; sin que se le pueda malear otra cosa que el ser de uso frecuente popular. lo que traducido por ordinarias es defecto capital. El vulgo dice: Lárgate de aquí, pegate al trabajo. No me atrevo á aceptar ni á desechar estas expresiones, sino decir que á ellas no aludo en el precepto arriba formulado: No ser vulgar. Llamo aquí vulgares los modos de expresar que van derecha- mente al fin por el camino más corto, sin novedad, sin erudicion histórica; llamando, como suele decirse, pan al pan, y vino al vino. El que ha leido y conservado en la memoria el fruto de sus lecturas, no se conforma siempre con esta llaneza; acostumbra á enriquecer la expresion con doble idea, la principal y la accesoria: el hombre 332 FELIPE POEY culto aplaude; y aplaude tambien el vulgo, si la expresion está á su alcance. Si en lugar de nombrar llanamente las regiones glaciales del Atlán- tico, decimos las regiones habitadas por la Ballena y el Narval, queda el lector complacido; y aumentará el interés, si se hace en- trar en la escena una tercera entidad, añadiendo por ejemplo. estas palabras: «donde el hombre audaz recoge sus crueles harpones.» La region de esta suerte señalada, nos da con sus hielos una vislum- bre de la pesca; y comprende el naturalista que el demesurado ce- táceo, huyendo la persecucion del hombre, no pudo sustraerse al terrible enemigo, que en su mismo elemento le acompaña y per- sigue. La Poesía acude ordinariamente á estos modos de decir. que no son ajenos de la prosa. He aquí una oracion vulgar «En el siglo de oro, se daba el trigo espontaneamente.» En estilo poético, pa- rece necesario introducir la cortante reja y el surco del labrador. Virgilio escribe: Ipsaque. tellus Omnia liberius, nullo poscente, ferebat. Boileau traduce: «El trigo brotaba sin cultura; y no esperaba que el buey tardío, obligado del aguijon, rompiese con paso lento las entrañas de la ma- dre tierra.» (2) Sin acudir á las obras poéticas, la prosa nos dará ejemplos ri- cos y elegantes. Pondré primeramente la expresion sencilla, ó vul- gar; después, la traduccion. Perecieron en los Alpes. —Tomaron solar perpetuo en los mon- tes alpinos.—(Mario. ) En aquel tiempo tenia mucha celebridad el Conde Fernan Gon- zález.—En aquel tiempo volaba por el mundo la fama de Fernan González, Conde de Castilla. (Mariana. ) Viven en continuo temor de la muerte.—Tienen sellado en el corazon el temor de la muerte, y no se les cae de los ojos la imágen de ella. (Martin de Roa.) Roma fué subyugada por los Godos.—Quedó esclava de los Go- dos la señora de las gentes. (Saavedra. ) Consolarse.—Lavar las tristezas del corazon. (Leon. ) La Turquía. —El Imperio de la Media-Luna. Los caminos de la isla de Cuba, en puntos distantes de esta COMPOSICION Y ELOCUCION 333 capital, son generalmente malos. —Están hoy como los encontró Cristóbal Colon. Las verdaderas lágrimas son aquellas en que Ja admiracion va mezclada con el dolor.—Las verdaderas lágrimas caen al son de la lira de Orfeo. (Chateaubriand. ) Napoleon nació en el hemisferio boreal, y murió en el hemisferio austral. —Ninguna estrella faltó á su destino: la mitad del firma- mento alumbró su cuna, la otra mitad iluminó su tumba. (Cha- teaubriand. ) : El que es rico, todo lo es; tiene sin saberlo el don de la sabiduría. Así se explica Boileau (3); pero Gracian lo mejora de esta suerte: «Las riquezas dan autoridad: dora las mas veces el oro las necias razones de sus dueños; comunica la plata su argentado sonido á las palabras.» Este es el discreto escritor que en la gran feria del mundo, introduce el siguiente diálogo.-—Aquí se da de balde lo que vale mucho. ¿Y que es? El escarmiento. Gran cosa: ¿Y qué cuesta? Los necios lo compran á su costa, y los sabios á la ajena. ¿Dónde se vende la amistad? Esa, señor, no se compra aunque muchos la vendan. Basta de ejemplos: no se dirigen á desterrar en todas circuns- tancias la expresión breve y llana. El que va perennemente en pos de novedades, al principio cautiva la imaginacion, y al fin la abru- ma. Hay por otra parte asuntos que rechazan las figuras de la Re- tórica y las flores de la Poesía; las cuales vendrian mal por ejem- plo, á las Filípicas de Demóstenes. Lo dicho anteriormente se refiere á la composicion en prosa: digamos algo de la composicion poética. No voy á explicar en que consiste la Poesía, empresa digna de acometerse en una oracion es- pecial. Todo lo abarca esta frase de Bufton: «La Filosofia explica la naturaleza, la poesía la pinta y la hermosea.» No podrá ser sin imágenes, que presentan vivas las escenas Ó dan cuerpo á las ideas abstractas. La Poesía no es la versificacion, Ó prosa rimada, como lo entiende la escuela prosaica de Triarte, Arriaza, Forner y Salas: con mejor luz se muestra el modesto Samaniego, que hace hablar, no pocas veces, con inspiraciones poéticas á sus animales. Desde el gran Zapiron, el blanco y rubio, Que después de las aguas del diluvio Fué padre universal de todo gato. Recorriendo conforme al plan propuesto, los puntos culminantes, hablaré aquí del moyimiento poético; en lo cual se han detenido 334 FELIPE POEY escasamente los libros de Retórica. El movimiento en la prosa no pasa de la forma que acostumbran explicarse las pasiones. El mo- vimiento en poesía, tal como lo concibo, es otra cosa: participa del bello desárden de la Oda; pero es tambien un artificio que rompe la monotonía de la composicion. Los saltos portentosos de Píndaro fueron reducidos por Hora- cio á más estrechos límites, En Píndaro eran forzosas las digrega- ciones; porque sus temas se repetian todos los años: veíase obligado al levantar al cielo las proezas de los atletas coronados en los Juegos Olímpicos; á ceñir con el mismo laurel la sien polvorosa del vence- dor en la carrera, en la lucha, en el pugilato, en el carro que pri- mero con férvida rueda dejaba atrás la meta. Para no repetirse á sí mismo, se desviaba de su asunto; y hallaba modo de introducir á los héroes y semidioses: Belerofonte, Jason, Perseo, Hércules y la Hydra, Teseo y Gerion, la guerra de los siete Reyes, la riña de los Lapitas con los Centauros. Los modernos toman otro rumbo: doy por modelo la Oda de Juan Bautista Rousseau á la muerte del Conde de Luca; oda bellamente comentada por La Harpe. Voy á otra especie de movimiento demasiado vario para ence- rrarlo en una definicion; pero que los ejemplos siguientes darán lo bastante á conocer. En las soledades sin límites del Sahara, sobre esa tierra descor- tezada por los vientos (4), duerme un viajero. Sueña con sus pal- mares, con la region tropical regada por limpias aguas, cubierta de verdura, sombreada por árboles gigantes cargados á un tiempo de flores y de frutos. Oye el soplo de la brisa, y despierta. O sor- presa! o terrible desengaño! No es la brisa, es el Seimun. Ya el lector está en el Desierto: el poeta nos dará un contraste; este es el movimiento.—La poesía es de Deu. El Sr. Fornaris, en su Oda al Telégrafo sub-marino entre am- bos mundos, rompe con una estrofa sobre los hijos de Babel, en que se leen estos bien labrados versos: No soy tu hermano yo; tu voz no entiendo ! Y Dios sobre la torre a1zó la mano, Y los hundió: y al hórrido estampido, Aun esclamaba el bombre endurecido: Yo no entiendo tu voz, no soy tu hermano ! Anduvo el tiempo llevando consigo la civilizacion, vinieron los días en que la eléctrica sierpe (así llamada por Luaces) se lanzó á Jo profundo del mar; y con la velocidad del pensamiento (Símil del COMPOSICION Y ELOCUCION 335 Sr. Leon y Mora) puso en comunicacion dos grandes continentes, preludiando á la fraternidad universal, último término del progreso humano. Y el hombre grita al hombre: Yo respondo á tu voz, yo soy tu hermano ! He aquí otro movimiento. Un guardiero africano, esclavo en los campos de Managua, derrama su dolor al son de una flauta rústica: acompáñalo un sin- sonte con melancólicos trinos.— Aquí entra la historia del guardiero, y calla el ave; pero al final aparece oportunamente para cerrar la. narracion. A resonar en los aires Volvió la rústica flauta; Y á trinar volvió el sinsonte Melancólico en las ramas. (FORNARIS.) Aquí la poesía se realza, porque se ha puesto en cuadro. Hay un arte en asociar los afectos humanos á los espectáculos de la naturaleza, en consonancia con las disposiciones del alma. Dos corazones unidos por el amor, separados por las leyes sociales, son dos palmas enlazadas por la raiz, apartadas por los: troncos y las cabezas distantes. Dice un alma desde el centro De su tronco: «Mi querida, No puedes estar unida A mi cariño jamás.» Y desde el tronco vecino Responde un acento amigo, «Siempre aquí junto contigo, Y siempre distante estás ! » (FORNARIS.) El mero hecho de dirigir la expresion á otra persona, aunque no sea interlocutora, da á la poesía un exquisito sabor, nacido del movimiento dramático. Un campesino ha perdido su ternero: sale en pos de él, y da las señas; pero no las da al lector, sino á otro. Pastor, que por este prado Anda al acaso perdido, Responda si cruzar vido Un añojillo manchado. 336 FELIPE PORY Es galano y ya le apuntan Los tarros; y en las orejas Tiene dos manchas bermejas Que con los ojos se ajuntan. (S. ALFREDO DE MORALES.) El género de poesía creado por Juan Baustista Roussseau con el nombre de Cantata, contiene la diversidad de metro y todo el movimiento de la Oda apasionada. El que más ventajas parece haber sacado de los ingeniosos arti- ficios á que me refiero, es el alemán Schiller en su extensa compo- sición, titulada La Campana, traducida en verso castellano por Hartzembusch, la cual eucierra en un cuerpo muchas composicio- nes, pues describe en ella el nacimiento, la juventud, las nupcias, la paternidad, el incendio devorador de las riquezas adquiridas con afan, la enlutada muerte y la guerra y la paz. Para estos diversos aspectos de la vida tiene sonidos la Campana, que el artista aun no ha sacado de su molde; pero aviva el trabajo de la fundicion, y su mente se lanza de la obra presente á las escenas futuras, mu- dando frecuentemente el metro, y alternando la ocupacion material con las inspiraciones poéticas Hoy fabricada la campana queda: Obreros, acudid á la labor. Y ya la contempla solemnizando la venida del infante, Que á ciegas entra en la vital carrera, Quieto en la cuna plácida durmiendo, Mas luego el niño pasa á imberbe doncel, y á sus ojos se presenta la cándida doncella de sonrosada mejilla. Solo un saludo Mil placeres le inspira; Y de sus galas el verjel despoja, Para adornar la recojida trenza Del caro bien por cuyo amor suspira. Sus! compañeros, veremos si hacen buena liza los metales. ) Pan] Sienta bien sobre el cabello hermoso De la vírgen modesta La corona nupcial que la engalana, Cuando con golpe y son estrepitoso Convoca la campana De alegre boda á la brillante fiesta. COMPOSICION Y ELOCUCION 337 Mas dia tan feliz y placentero Del Abril de la vida es el postrero; Que al devolver los cónyuges al ara Velo y venda sutiles, Con ellos de su frente se separa La ilusion de los años juveniles: Rinde al cariño la pasion tributo, Marchítase la flor, madura el fruto. Dad al metal salida, ruede la masa ! ¿Escuchais en la torre los clamores Lentos y graves que á terror provocan ? No hay duda, á fuego tocan, Sangriento el horizonte resplandece... Las largas vigas crujen, Los postes van cayendo, Saltan postigos, quiébrause cristales, Llora el niño, la madre anda aturdida, Y entre ruinas azorados mugen Mausas redes, perdidos animales. ¿Y en medio de esta tribulacion, qué es del hombre? El fuego devorante Le privó de su próspera fortuna; Mas cuenta, y ve que de las vida que ama Vo le faltó ninguna. El líquido humeante en la tierra se ha sumido, el molde está lleno, ¿se habrán destruído nuestras esperanzas ? Son pausado Funeral Se ha escuchado En la torre catedral: Y dice el son severo Que un mortal Hace el viaje lastimero Que es el último y final. Luego pregona la Campana la guerra matadora sembrando el luto en las familias; y últimamente se oye: Venga el martillo, caiga á destrozos el molde, resucite la campana ! Tirad, alzad, Ya suspendida está Resuene, ó patria, su primer tañido Con la gloriosa nueva de la paz! 338 FELIPE POEY Es tiempo de abreviar. Réstame decir acerca de la Poesía, que es un arte de lujo cultivado las más veces por puro pasatiempo: todo lo que no es muy bueno, es pésimo. Estoy lejos de dar esta cali- ficacion á la Oda del eminente vate D. Ramón Velez Herrera sobre la inmersion del cable sub-marino: solamente advierto que es una demasia el haber dedicado diez y siete versos á la memoria de la industria humana en los Alpes, en el Támesis y en Cherburgo. (7) A pesar de la elevacion del estilo, que el lector admira en sus obras sérias, así como admira y saborea sus bellísimos romances; me atrevo á decir que es de aceptar con preferencia la misma idea expresada en cuatro renglones, á saber: «Los Alpes perforados para enlazar la Francia con la Italia; el túnel abriéndose un paso bajo del Támesis, que los navíos cruzán por encima; Cherburgo sentado sobre el mar, y rompiendo la furia de sus olas.» La culpa la tiene el si- glo en que vivimos, el cual mira las horas en ocio gastadas como tiempo perdido; á tal extremo que prefiere á veces recoger el trigo desgranado, esto es, fuera de la espiga que lo engalana. Si los poetas no tienen presente el principio bien entendido de utilidad que ha de acompañar á la belleza, por mas que lo desmienta Gio- berti, traduciéndolo á su modo, se dejarán arrancar el cetro por la prosa.—Y para que el autor de los diez y siete versos me perdone el humor descontentadizo, citaré los renglones finales en que fati- gado de la elevación de sus mismas ideas, depone la lira en busca de escenas más suaves y humildes; contraste que por sí solo reve- lára al poeta, si no supiéramos quien es. ¿Mas dónde, Musa mía, Alzas altiva el atrevido vuelo, Cuando sólo á las águilas es dado Mirar al sol y remontarse al cielo? Vuelve á tus bosques, vuelve; y tus cantares Entona entre los montes de palmares, Ante la hermosa luz que te ilumina A orillas del poético Almendares, Coronada de moyas y ambarina. Después de haber ponderado la necesidad de acopiar ideas, y señalado el modo de ordenarlas; quedaria mi trabajo incompleto, si no indicase el modo de vestirlas; esto es, si no me detuviese lo necesario en el estudio de la lengua castellana; estudio abaudonado en las escuelas, porque no bastan para conocerla los libros de gra- mática, donde se encuentran las reglas de la construezion, pero no la copia y significacion de las palabras. COMPOSICION Y ELOCUCION 339 El Diccionario de la Academia es una fuente riquísima para es- te género de estudio. Generalmente se conserva este precioso libro en las bibliotecas para casos de consulta; pero el que pretenda per- feccionarse en la lengua, y aplicarla con felicidad á la expresion de sus ideas, debe emprende: el árduo trabajo de leerlo todo, y tomar apuntamientos. Agréguese el Tesoro de la lengua castellana por Cobarruvias, año 1611, en forma de Diccionario; el Diálogo de las lenguas de D. Juan Valdés, escrito en 1533, nuevamente impreso; y el Diccionario etimológico de Monlau, 1835. A la Gramática de la Academia, agréguese la del Venezolano D. Andrés Bello, y sus principios de Ortología. Complétese esta sólida instrucción con el conocimiento de los Sinónimos, tratados ya por muchos españoles: y para salvarse de la inundación francesa, léase con atencion el Arte de traducir de Capmany, el Diccionario fraseolójico francés- español de Rotondo, y el Diccionario de Galicismos de Baralt. Engo!lfado en este mare-mágnum, emprenderá el estudiante la lectura meditada de los mejores hablistas en prosa y verso; tomando por primera guía á Capmany, Teatro crítico de la Elocuencia es- pañola; y á Quintana, Tesoro del Parnaso español. Los Prólogos y notas críticas de estos jueces competentes, formarán el buen gusto del lector; lo mismo que las de Marchena y de los Sres. Mendíbil y Silvela; y si ascendemos á los años anteriores, algunas lecciones de Simón de Abril y de Gregorio Mayans. El Opáúseulo de D. Agus- tin Duran, sobre el drama español antiguo, su Prólogo y Discursos preliminares al Romancero general, son obras de relevantes pren- das, no menos útiles y necesarias que las anteriores; y son para nosotros una garantía de que el rector que hoy tenemos á la cabeza del Claustro (5), dará á las ciencias la misma proteccion que su Sr. padre dió á las letras, las cuales le son tambien muy familiares, El Teatro de Capmany es superior, como obra de gusto y de conciencia, al Tesoro de Quintana. Cotéjense las poesías extrac- tadas del divino Herrera con sus obras completas, y veráse que Quintana ha omitido muchas composiciones de primer órden, al paso que presenta otras de mérito inferior. Cotéjese al contrario el Criticon de Gracian con los trozos conservados por Capmany; y dígase si hay algo que omitir ó que agregar. Por otra parte, Quin- tana se limitó á entresacar lo más selecto que encontró en la colec- cion de los mejores poetas españoles ordenada por Ramon Fernan- dez; pero no se dió el trabajo, como Capmany, de leer un tomo en folio para salvar del olvido algunas páginas. Si hubiera acometido 340 FELIPE POEY el indigesto volúmen de Gracian titulado Agudeza y arte de ingenio, como hizo Capmany con respecto al ingenioso Criticon, nos hubiera dado ciertamente al lado de Gutierre de Cetina, el siguiente ma- drigal: Volved, señora, los ojos, Que en el mundo no hay su par; Mas no los volveis airados, Si no me quereis matar; Aunque de una y otra suerte, Matais con solo mirar. ¿ Y cuáles son esos escritores que esplicaron con gala sus con- ceptos, cayéndoseles de la pluma pensamientos sublimes en prosa pura, y grave; 6 haciendo resonar en el Parnaso las cuerdas de oro de sus liras? héroes de la Elocucion, que enseñan no tan solamente el uso de las palabras, sino tambien el arte de componerlas con sencillez, claridad y facilidad; con gracia y elegancia; con viveza, robustez, valentía y lozanía; con nobleza y dignidad; con riqueza y esplendor. Vosotras, de amor hermoso nido, Dulces y graciosísimas doncellas Que á la tarde salís de la escondido, Con los cabellos rubios, que las bellas Espaldas dejan de oro cobijadas, decid ¿quién así os presenta? ¿No es aquel, arrebatado á las Musas en temprana edad, llorado de las milicias sus compañas, llorado de las blancas deas allá del Tajo en la ribera? ¿Y qué apuesto mance- bo presidia á la República literaria, ocupando su mano derecha un plectro? ¿No era «Apolo, cuya madeja de oro, con lustroso curso de luz, bajaba sobre los hombros? » Esto me obliga á dar una reseña histórica de nuestra Literatura. La lengua en España, como en todas las naciones, ha seguido las fases de engrandecimiento y flaqueza del Gobierno político. Terminada la larga cruzada contra la morisma, conquistada Gra- nada, descubierta la América, salió la lengua española de la infan- cia con Garcilaso de la Vega, bajo el reinado de Cárlos V; creció y se robusteció con Felipe II, maduróse con Felipe III, corrompió el gusto bajo el gobierno de Cárlos 11 y Felipe IV, bien que en tiempo de estos monarcas conservára su expresion castiza; y dió al traste con la dinastía francesa, salvo el dichoso impulso que recibió durante el sabio y prudente reinado de Cárlos III de feliz memoria; COMPOSICION Y ELOCUCION 341 bastando su nombre solo á esclarecer la Casa de Borbon, y no ha- biendo entre sus antepasados con quien dignamente compararlo, sino con Enrique IV, Rey de Francia. Hoy tratan los españoles de renovar las aguas de su bautismo; no por cierto en los manan tiales del Sena, sino del Manzanares, del Tajo y del Betis, que acarrean granos de oro. Los tiempos que corrieron entre el principio del siglo XVI has- ta fines del siglo XVII, fijaron la índole de la lengua española; y revindicaron para España la gloria de la restauracion literaria, á la cual participó la Italia, mas no la Francia, que en aquella fecha estaba en mantilla. La Poesía dividió con la prosa este alto honor; y la acompañó en todas sus fases. Los escritores más eminentes de esa edad de oro en cuanto á la elocucion, son los que paso á nombrar por órden cronológico. - En prosa: los dos Luises, á saber, el Reverendo P. Fr. Luis de Granada y el Maestro Fr. Luis de Leon; el P. Fr. José de Sigúenza, en su Historia de la Orden de San Gerónimo; el P. Fr. Juan Már- quez en la Espiritual Jerusalem y en el Gobernador cristiano; el P. Juan de Mariana, de la Compañía de Jesús, en su Historia general de España; el Dr. D. Bartolomé Leonardo de Argensola, en la Con- quista de las Islas Malucas; el universal Cervantes; D. Francisco de Quevedo; D. Diego de Saavedra Fajardo, en las Empresas polí- ticas, la Corona gótica y la Revública literaria; el P. Baltasar Gra- cian, bajo el nombre de su hermano Lorenzo (6), en su Criticon y en el Elogio de Fernando el Católico; D. Antonio de Solis, en la Conquista de la Nueva-España. En verso: Garcilaso de la Vega; Fr. Luis de Leon, ya nombra- do; el Sevillano D. Fernando de Herrera, Príncipe de la Lírica; D. Francisco de la Torre y D. Francisco de Rioja, que por desgra- cia de la lengua, escribieron poco; los dos Argensola (Bartolomé y Lupercio); el obispo D. Bernardo de Balbuena, autor del Bernardo, poema épico, mina riquísima; el ingenioso y fecundo Lope de Ve- ga; el bizarro Calderon de la Barca; D. Lnis de Góngora, riquísimo y lozano, pero extravagante y envuelto en jerigonzas bien llamadas gongorismos, padre de los piropos, abuelo de las gerundiadas (1); y últimamente, D. Francisco de Quevedo, ya mencionado, rey del gracejo, y á veces de la chocarrería; bien que nunca cayó tan bajo como en este siglo D. Diego Torres Villarroel, que por otra parte no es de desdeñar, porque es castizo, lo mismo que el autor del Guz- man de Alfarache. Para completar lo más granado de la Literatura, 342 FELIPE POEY añádanse los Romances moriscos, caballerescos, históricos, pasto- riles, piscatorios, venatorios, amatorios y varias lebrillas; la mayor parte de autores no conocidos, pero del tiempo en que se derramaba con profusion el vigor, el donaire y la delicadeza del concepto con el traje que les correspondia. A fines del siglo XVITI, hubo como he dicho, un impulso favo- rable, debido á la emulacion suscitada por las reformas emprendi- das bajo el reinado de Cárlos III; no solo en las obras puramente literarias, sino tambien en Economía política y en los tratados fo- renses. Descuella entre todos Gaspar Melchor de Jovellanos, nu- trido de la lectura de los antiguos maestros; habiendo tomado sola- mente del francés cierta rectitud de ideas, cierta correccion y seve- ridad lógica que falta algunas veces en los autores que florecieron desde Cárlos V hasta Felipe IV, en los cuales se nota frecuente- mente el desaliño, en medio de las brillantes cualidades de su dic- cion. De este último defecto se muestra libre Jovellanos, sin re- truécanos, y como dice un autor, sin el saborete de las antítesis y el sonsonete de los vocablos. Campomanes en Economía política, Covarrubias y el Conde de la Cañada en sus recursos de fuerza, se mostraron émulos de Jove- llanos; lo mismo que en nuestros tiempos Martinez Marina, autor de la Teoría de las Cortes. El siglo XIX cita con aplauso los es- critos en prosa de Capmany y de Gallardo; no menos que la tra- duccion de las vidas de Plutarco por el Académico Ranz Romani- llos. Entre las obras poéticas, se alza como un coloso D. Nicolás Fernández Moratin, que pertenece al fin del siglo XVITI; y en este siglo, Gallego y Tapia. Téngase presente que no considero en este Discurso el mérito de los autores, sino con respecto á la Elocucion: cualquiera otro mérito que resplandezca en sus obras, es ajeno de mi intento. Por lo que me abstengo de recomendar como maestros de la lengua á Melendez, Leandro Fernández Moratin, Martinez de la Rosa, Lista, Quintana y otros muchos, que no dejan de ser lum- breras en prosa y verso, honra de la Literatura española; habiendo casi igualado á Jovellanos en estudios literarios, correccion, nú- mero y delicado gusto; pero que escriben como generalmente lo hacen en nuestros dias los autores de más nota, por ejemplo, D. Ra- fael María Baralt, evitando tal vez el galicismo, pero no siempre el giro transpirenáico, como lo demuestra esta frase del hábil escri- tor que acabo de nombrar: «En estas circunstancias fué cuando Carlos IV subió al solio de sus mayores.» D. Nicasio Alvarez de COMPOSICION Y ELOCUCION 343 Cienfuegos tiene esto de particular, que es á un tiempo más castizo y más afrancesado que los anteriores (digo afrancesado en las letras, pues en lo político murió víctima de la guerra de la independencia); porque al lado de expresiones dignas de Leon, de Balbuena y de Saavedra Fajardo, tiene caidas gálicas que difícilmente pueden ser justificadas por las exigencias del oido, no siendo posible atribuir- las 4 ignorancia. He hablado hasta aquí de los escritores conocidos en mi tiempo, que es el año 1820; desde cuya fecha corrieron demasiado breves para mí las horas consagradas al cultivo de la Literatura; habién- dome dominado tiránicamente la Historia natural con intermina- blea dibujos de Peces y reconocimientos de Insectos. Lo dijera para mi confusion, si no me pusiera á considerar que todo hombre tiene una mision, ya humilde, ya gloriosa, que cumplir en la tierra. ¡ Y desdichado el que no la tiene! Querrá matar el tiempo, como dicen; y el tiempo lo matará á su sabor, sin que se le quite de los ojos la imágen inevitable de la muerte. Ya mi oracion ha tomado las dimensiones que cumplen con la costumbre universitaria: me veo obligado á abandonar, 6 á lo me- nos á aplazar para otra oportunidad otros párrafos que atañen á la Excelencia de la lengua castellana, á su índole más eufónica que lógica, á los recursos que saca del latin, las inversiones y el núme- ro tan propio de un habla en que el oido es el supremo Juez. 'Tam- bien aplazo las traducciones, los galicismos y algunos defectos de nuestra ortografía y puntuacion. Pido ahora la venia, y suplico la indulgencia, para terminar con un episodio que no deja de ser oportuno; puesto que he reco- mendado la universalidad de conocimientos y la diversidad de com- posiciones. Unos cantan de Cadmo, otros de Atridas; canten otros de Hipócrates y de Justiniano, yo canto y snspiro por la mar. Es menester pulsar todas las cuerdas de la lira. Unos ensalzan á Delfina, reina de los salones; otros cantan á Flérida que guia con cayado á sus corderos; otros celebran á Silvia, que ennoblece la, selva con su presencia; y tal vez desdeñan á Marina, la hija del pescador, la que imprime en la arena sus piés desnudos, y saca del agua los crustáceos; la que arrima á su oido un caracol, y escucha en él la voz del mar que suena y parece mezclarse con el viento. ¡O Ninfas que habitais los palacios cristalinos, que os meceis en las olas agitadas por los vientos, que acariciais las rocas, que destilais perlas á la luz del sol é iluminais las noches tenebrosas 344 FELIPE POEY con movibles y fosforescentes resplandores! Dejad que os vea, abridme vuestros tesoros, dadme á oir vuestras armonías, convi- dadme á vuestros espectáculos, iniciadme en vuestros misterios; pues no soy vingun profano, antes bien gozo de privilegio desde que sigo amante la huella de vuestros pasos. Atalaya, la hermosa Atalaya ha herido mi corazon. Amena es como la brisa; libre como el Dorado en la líquida llanura, como la Gaviota en los cayos, como el Rabihorcado en las regiones etéreas. Hija del mar, tiene los ojos sesgos y verdinegros; áspera melena cubre su frente tostada por el sol. Su seno es inexpugnable, por- que lo defienden Erizos y Langostas, y los dientes de la Morena, y los brazos del Calamar. Sus perfumes son de asfalto; sus peinetas, blancas vértebras de Pargos y Jureles; sus alfileres, las puas del Diodon, las espinas del Robalo, de la Rabirrubia, del Arnillo y del Ojanco. Los atavíos de su cabeza, en vez de airones, son racimos de perlas entre esponjas punzó, carmelitas y moradas. Torzales de Algas forman su cintura; y sartales de Cipreas, sus collares. Cal- zado no tiene, porque baña sus piés á todas horas en las olas ince- santes del salado mar. Su retraimiento es una cueva de enriscado acceso, vedada al sol de mediodia, tachonada de Lapas y Litorinas, ceñida de corales, visitada por incautos peces; sus pelásgicos jardi- nes están sembrados de polípedos flexibles, que burlan el ímpetu de las olas y contrastan la furia de la tormenta; sus escabeles son estrados madrepóricos, obra grandiosa de diminutos seres. Su le- cho es arenoso, sus colchones son escamas: su sueño es en los brazos anchos de la mar. Su dulce voz, si platica con las guijas y pedrezuelas de la playa, es la del viento murmurador que todo lo ve, todo lo toca; su que- jumbrosa voz, cuando gime, es el sordo concierto de lejanas tem- pestades; su ronca voz, cuando brama, es el alto y multiplicado acento del insano huracan, moviendo guerra á las tierras y á los mares. ' Sus espectáculos son: el reglado movimiento de los cielos y los instables horizontes de la tierra; las estrellas que se miran en el mar; la luna que le envia su trémula faz; las exhalaciones que á manera de fuegos artificiales, interrumpen la quietud de la noche; el fulgor de los relámpagos, el estampido del rayo que en surcos encendidos cae, y rasga las nubes, y derroca los altos promontorios, retumbando por valles y collados; la Aurora sembrando de rosas el manto ya pálido de las tinieblas; el gol asomando por el oriente, COMPOSICION Y ELOCUCION 345 lanzando ráfagas de luz, y arrebolando la esfera; el sol apagando sus luces en el Ocaso, que le abre sus puertas purpurinas; los vapo- res acuosos tendiéndose por la azulada bóveda en altas y bizarras condecoraciones recamadas de plata y oro; los árboles movidos por el viento; el beso de la brisa, los embates del aquilon; los torrentes del cielo bebidos por el Océano; la braveza de las olas, que se alzan como corceles, sacudiendo las blancas crines, y sobrepujan las pe- ñas, y refluyen en hilos desatados; la espoleta del Escualo y los saltaderos de Cetáceos bufadores; las dos plumas del Rabijunco, las alas tendidas del Rabihorcado, la ancha red del Alcatráz, las voci- feraciones de Frailecillo, la danza de los Jejenes y las corridas de los Cangrejos. —¿ Qué ángulo terrestre podrá en su pompa competir con la cuna de los Nereidas? No las ardientes arenas de la Libia, el horrendo Cáucaso, las pampas solitarias de Buenos-Aires, las selvas coposas del Paraguay. Léjos de tí me consume la ausencia, sin tí perezco, Atalaya. Si abro un libro de estudio, te veo pasar entre renglones; me lla- mas, me conversas, me interrumpes en mis meditaciones. Como el forzado en el banco y atado de la cadena, he de remar nueve meses privado de tus atractivos: pasa una Pascua y otra Pascua y se aproxima la San Juan; suelto el remo, dejo el banco, tomo las alas de la Golondrina. Ya la tierra se estremece de amor, penetrada por las primeras aguas del verano; salen de su seno electrizado, á poblar montes y praderas, millares de mariposas blancas, rojas y amarillas; yo em- pero dejo los prados, dejo los sombríos y repuestos valles, dejo las breñas ocultas en la espesura de los bosques, y corro al mar; á be- sar el arrecife, á pesar en mi mano un puñado de arena, á luchar con las olas, en pos de tí, Atalaya, o hermosa Atalaya ! Án me ludit amabrilis insania ? ¿A dónde me arrebata un lisonjero error? ¿He olvidado acaso que estamos á primero de Octubre? A las armas, Catedráticos y estudiantes! No dejemos amortiguar el brio. La guerra tiene sus dulzuras, si se hace á la ignorancia y erradas preocupaciones; á la ociosidad, viciosa madre. La Ciencia es más bella que Delfina, más amable que Flérida, más apetecible que Silvia, más resplande- ciente que Atalaya. La Ciencia es el valimiento, el poderío, la estimacion, la riqueza, la dicha. Apartad, profanos amores, la Cien- cia es nuestro amor. Primero la lámpara, después el sol: nadie 346 FELIPE POEY pida descanso antes del trabajo, ni aspire al premio sin el mérito adquirido. «Quien quita el trabajo, dice Pedro Mejía, quita el descanso.» Señores, toco al fin de esta oracion inaugural, cometida á los cansados años de mi vida, en cumplimiento de las nuevas disposi- ciones reglamentarias. Empezó el turno por mí, y el nuevo turno no volverá. El tiempo, que en su rápido vuelo abate el Cedro y el Roble secular, con un golpe de sus alas quebrará mi frágil existen- cia; perdonando por dias prolongados, así lo espero. á la edad lo- zama, á las plantas nuevas llenas de vigorosa savia, que hoy alzan su cabeza en el mismo suelo donde pronto esconderé la mia. Amigos, los unos compañeros de labor en veintidós años de ejercicios científicos y literarios, los otros compañeros más recientes y más jóvenes, que habeis simpatizado conmigo, porque bajo de una corteza caduca habeis hallado un corazon siempre jóven, con- servad mi memoria. Y vosotros, alumnos de la Universidad, es- peranza del pais regenerado con el presente Plan de Estudios, guar- dad la copa llena del saludable licor que en ella virtieran vuestros Catedráticos; conservad los generosos sentimientos tan propios de vuestra edad; la constancia en el estudio; el amor y la eterna justi- cia, independientemente de las leyes humanas; y á la virtud, que lleva en la mano la corona del sacrificio, y pone en la conciencia la recompensa íntima. NOTAS. 1 Apesar de sus defectos, mereeió Góngora de Saavedra Fajardo este elogio: Góngora re- quiebro de las Musas y Corifeo de las Gracias; gran artífice de la lengua castellaua, y quíen me- jor supo jugar con ella, y descubrir los donaires de sus equívocos con incomparable agudeza. 2 Le bled, pour se donner, sans peine ouvrant la terre, N'attendait pas qu'un baul pressé de l'aiguillon, Tracát á pas tardiís un pénible sillon, (BOILEAU.) 3 Quiconque est riche est tout, sans sagesse il est sage. (BOILEAT.) 4 Buffon dice terre ecorchée par les vents; Viera y Clayijo tradujo con felicidad descortesada por los vientos, 5 El Sr. Oidor D. Francisco Duran y Cuervo. 6 Capmany hablando del Orácwlo Manual del Arte y Prudencia escrito por el autor del Criticon, dice que es más oscuro que el mismo Oráculo de Delfos: enigmas en cada proposicion, para hacer sudar, no diré al lector, sino á la misma Esfinge. Del Héroe, dice: que hay sutilezas tenebrosas capaces de volver, no héroes, sino mártires á sus lectores. Del Discreto, dice otro tanto. Este juicio me parece exagerado, como lo van á demostrar algunas sentencias sacadas de estos opúsculos, que han sido traducidos años hace en francés; tal yez por un amigo de máximas maquiayélicas, que son las más frecuentes. COMPOSICION Y ELOCUCION 347 No es necio el que hace la necedad, sino el que hecha no la sabe encubrir, No cansar: lo bueno, si breye, dos veces bueno; y lo bien dicho se dice presto. Creer al corazon, que suele ser pronóstico de lo que mas importa; oráculo casero, Hombre de gran paz, hombre de mucha vida: no solo viven los pacíficos, sino que reinan. No se ha de llegar cuando se ye negar á otro; está perdido el miedo al no. No ser reagudo. Saber mas de lo que conviene es despuntar; porque las sutilezas comun- mente quiebran. No ser todo columbino: No hay cosa más fácil que engañar á un hombre de bien. Alterne la calidez de la serpiente con la candidez de la paloma.—En otra parte dice; Sea uno mixto de paloma y de serpiente; no monstruo, sino prodigio. Dicen que á buen entendedor, pocas palabras: yo diria que 4 pocas palabras, buen enten- dedor. Las verdades que más importan yienen siempre á medio decir. No estar siempre de burlas; el mismo nombre de sales está anunciando como se han de usar. Súbese volando al fayor, y bájase rodando. La muleta Cel tiempo es más obradora que la acerada claya de Hércules. La perfeccion ha de ser en sí, la alabanza en otros. 7 Horada audaz del Alpe las entrañas Y atraviesa el Simplon: su senda oscura Cruza extasiado, atónito el viajero, Admirando del genio la arrogancia; Y burlando el furor del Ponto fiero Entrelaza la Italia con la Francia. Abre un túnel inmenso bajo el lecho Oscuro y tenebroso de hondo río: Allí tiende las alas el navío Cortando audaz las turbulentas ondas, Y hace que ruja el Támesis herido Al ver hollar sus cavidades hondas Por el genio del hombre sorprendido, Ved en Cherburgo el Oceano hirviente Por su altivo poder atormentado: A su planta se postra encadenado, Y hace que humille atónito la frente, (VELEZ HERRERA.) Temo haber humillado á la Poesía, diciendo que se toma por pasatiempo. El lector com- prende que me refiero á la generalidad de las composiciones, en las cuales pocas veces se mejora la prosa; hallándose los poetas en la necesidad de acuñar con frecuencia sus versos con ripios que suelen abarcar muchos renglones. Lamartine, en sus Lecciones de Literatura, parece ha- ber renegado, no diré de la poesía, sino de la yersificacion, afirmando que es una puerilidad escribir en verso. Yo creo que la Poesía es inseparable de lo que hay de más divino en nuestra mente; y que al pensamiento expresado le hace falta el metro y la rima, para que se imprima indeleblemente en la memoria. Doy por ejemplo la estrofa del Sr. Fornaris sobre las dos Pal- mas, citada página 18, Estoda la sencillez de la prosa, y es al mismo tiempo todo el encavto del metro y del consonante. 8 El chamber es un arte de pesquería, distinto á la ballestilla y consiste en dos ó tres an- zuelos empatados con hilo, con su plomada, para pescar al fondo. Grampin es como una ancla de tres uñas, para robar el pez y las langostas en el agua. 9 Espada del Cid y de Orlando. LE SYSTEME DE L'AGGLUTINATION DEVANT LA LOGIQUE ET DEVANT LES FAITS PAR PAUL REGNAUD En matiére de linguistique indo-européenne, Bopp et ses suece- sseurs immédiats, Schleicher, G. Curtius, M. Max Muller, etc., ont été avant tout des précurseurs. Ils ont jeté les fondements d'une ceuvre admirable, mais que les conditions mémes de tout déveiop- pement scientifique empéchaient d'étre définitive du premier coup. C'eút €té miracle qu' ils ne se fussent jamais trompés, ou plu- tó6 qu' ils ne se fussent jamais égarés sur de fausses pistes comme cela arrive toujours quelquefois á ceux qui sont obligés de frayer le chemin de la vérité. Cuvier a été rectifié et complété, sans parler des intermédiaires, par Darwin et son école. Bopp peut étre regardé comme le Cuvier de la linguistique. Rien d'étonnant donc á ce que plusieurs de ses théories soient á reprendre en sous- ceuvre et aient á subir une transformation nécessitée par les progrés d'une science qui—il y a naiveté presque á le rappeler—devait d'abord faire ses débuts en quelque sorte, et avoir ses commence- ments avant son couronnement. Parmi ces doctrines de la premiére heure qui semblent sujettes á révision, une des plus ébranlées en ce moment est celle de l'agglu- tination. On connaít 1hypothése sur laquelle est fondée: la langue mére indo-européenne, dans les premiéres périodes de son existence, aurait consisté en particules monosyllabiques invariables et dis- tinctes qui, en se combinant ultérieurement entre elles, ont donné naissance aux formes complexes et susceptibles de flexion dont sont composés le sanskrit, le grec, le latin, etc. Le contróle de cette hypothése peut se faire á deux points de vue: 12 celui des fonctions des particules isolées (ou des racines) de la langue mére; 22 celui des combinaisons morphologiques que la soudure ou lPagglutination des racines a produites, soit dans la langue mére elle méme, soit dans ses premiers dialectes. Prenons d'abord la question sous son premier aspect. Les monosyllabes primitifs, ou les racines, remplissaient, nous LE SYSTEME DE L'AGGLUTINATION 349 dit-on, sons une forme unique le róle des différentes parties du discours. Or, cette assertion, que nécessite la logique du systéme, est inadmissible. Le premier principe de toute morphologie ration- nelle est que la fonction se développe á la suite de l'instrument destiné á la remplir: un oiseau ne vole que quand il a des ailes. De méme, le verbe n'a existé comme tel auprés du substantif et de Vadjectif que lorsqu'il a été muni des caractéres qui l'en distin- guent et qui permettent a l'intelligence d'en faire un emploi sig- nificatif spécial. Il ne suit pas de lá que toutes les parties du dis- cours ont existé de tout temps. On se rend bien compte, en effet, et de la possibilité d'un état du langage oú VPadjectif, et plus tard le substantif a cóté de lui, existaient seuls, et du procédé évolutif d'aprés lequel les parties du discours sont issues les unes des autres. Mais ceci différe complétement de 1" hypothése de lindetermination primitive des fonctions des racines isolées, qui est celle des premiers disciples de Bopp. Ces racines étaient nécessairement des substan- tifs, des adjectifs ou des verbes, mais nécessairement aussi elles n'étaient pas á la foís substantifs, adjectifs et verbes; et si le sys- teme de lagglutination exige qu'on admette le contraire, il y a par cela méme de grandes chances pour qu'il soit faux. l | Nous discuterons maintenant l'autre face du probléme. P'agglutination, d'oú proviendraient les formes fléchies, ou á suffixes, des langues indo-européennes, est une pure hypothése. On constate ce phénomeéne, il est vrai, entre des formes déjá complétes, comme les prépositions-préfixes et les verbes, ou entre les differents termes des composés; mais jamais entre deux racines dont lune—la finale—aurait pris le róle de suffixe ou de flexion. Au contraire, beaucoup d'exemples súrs nous présentent d'une tout autre facon la genése des suffixes désinentiels. Ainsi le sk. pi- var, fem., et pivara-s, masc., de méme que les correspondants grecs rleipa, miapós, miepós, proviennent, non pas de la combinaison d'une racine pi, d'oú un théme piva- avec un suffixe ra, po, comme Véxigerait le systeme de lagglutination; mais bien de 1emprunt analogique á des formes déja existantes du méme genre, des finales 1, a, caractérisant le féminin, ou a-s, os, caractérisant le masculin, ajoutées aux adjectifs préexistants: en sansk. pivas et avec le rhota- cisme fréquent de la finale pivar; en gr. * mas d'o0ú rlap. 1 C'esten yain qu on objecterait exemple du chinois., La position mutuelle des mots- racines y équiyaut, comme dans les composés indo-européens, aux caractéristiques fonction- nelles. 350 PAUL REGNAUD On prend donc sur le vif dans cet exemple auquel on pourrait en joindre beaucoup d'autres semblables, 1 origine des suffixes ra-s, po-s et on voit aussi clairement que possible que, loin d'étre issus d'une racine pareille employée jadis isolément, ils sont le résultat pur eb simple de la transformation phonétique de la finale d'un mot déja usité, et chez lequel la distinction des genres s'est établie sur le modéle de formes oú elle était déja nettement caractérisée par une particule finale; c'est-4-dire au moyen de l'emprunt et du réemploi de cette particule caractéristique, issue elle-méme de quelque acci- dent phonétique, du genre de celui qui a changé en r Panciene fina- le s de rias. Remarquons tout de suite que quand nous formons de nos jours un mot comme social-isme, composé de Vadjectif social et de la ca- ractéristique de la série des substantif en ¿sme, nous usons d'un procédé tout semblable de développement et d”enrichissement du langage, eb que, du momentoú nous constatons que ce procédé est en vigueur dans nos langues depuis au moins trois mille ans, nous sommes trés logiquement autorisés á croire que nous nous trouvons en présence de la condition méme de leur croissance comme l'inser- tion du rameau sur le rameau est, avec l'amplification du tronc, le mode unique et constant de la croissance de l'arbre. Ce qui vient d'étre montré pour les suffixes ra, po pourrait 1'étre également pour la plupart des autres. Nous renvoyons, du reste, á cet égard, á notre Etude sur le rhotacisme proethnique. * Nous nous sommes efforcé d'y démontrer aussi qu'en derniére analyse on dégage des formes indo-européennes complexes, non pas des racines au sens od l'entendait Bopp, mais des adjectifs verbaux monosyllabiques du genre de ceux qu'on retrouve en si grand nom- bre en sanskrit, en grec et en latin comme derniers termes des com- posés ( puru-krt, Bov-Afé arti-fex, ete.) eb a 1'état isolé, dans le róle dVadjectifs substantivés, comme pád, rovs, pes, le pied (ce qui mar- che, s'agite); vác, $y, vox, la voix (ce qui parle, bruit); dant, o50s dens, dent (ce qui mord, coupe), etc. Sous cette derniére forme, surtout, la nature méme des choses qw'ils désignent, et 1identité de leur forme dans les trois langues, prouvent leur haute antiquité et confirment 1'hypothése, appuyée par nombre de phénoménes particuliers, que nous avons affaire dans ces mots aux véritables tétes de ligne de la dérivation indo- 1 Dans le tome y1 de la Bibliotheque de la Faculté des Lettres de Lyon. LE SYSTEME DE 1'AGGLUTINATION 351 européenne. On voit (ailleurs trés bien que les dérivés sont pour ainsi dire la chair de leur chair et que, de méme que le procédé du redoublement consiste á prefixer á une forme ses éléments phonéti- ques initiaux, celui de la derivation a pour principe la sufixation á une forme donnée de ses éléments phonétiques terminaux; en d'autres termes, les premiers dérivés sont des redoublements sur la partie finale d'un mot de cette finale méme. Plus tard, et aprés que cette partie a eu acquis une valeur significative propre, lPanalogie a fait le reste. En tous cas, les radicaux auxquels nous aboutissons ainsi se distinguent nettement au point de vue significatif des racines a fo- netions indistinctes admises par iécole de Bopp; ce sont íicns des adjectifs, ou d'anciens adjectifs, dont le sens implique généralement une idée de mouvement. De lá leur parallélisme tout particulier avec les verbes qui en dérivent et leur nom d'adjectifs verbaux. Ce qui vient d'étre dit suffit pour faire voir de quelles fortes positions les adversaires du systéme agglutinatif sont en voie de s'emparer; ils ont pour eux les faits, tandis que l'école qu'ils com- battent ne peut avoir recours qu'á des analogies lointaines et con- testables, et 4 une tradition beaucoup trop récente pour impliquer la prescription des opinions contraires, á supposer qu'une raison aussi peu scientifique ait jamais la moindre valeur. Mais quel que soit le résultat de la controverse, ses péripéties et son issue ne sauraient étre que profitables á la science. Si les an- ciennes théories sortent victorieuses du rude assaut qu'elles subis- sent, elles bénéficieront de cette épreuve décisive et mériteront, dés lors, une confiance qu'elles n'ont obtenue jusqu'ici qu'a titre bien précaire. Si, au contraire, ce sont les doctrines opposeés qui lPemportent, toute la linguistique indo-européenne en éprouvera un renouvellement dont la fécondité se laisse déja pressentir. PAUL REGNAUD El día 18 de Noviembre de 1910, á los setenta y tres años de edad, murió en Sanary (Var) el que fué infatigable trabajador en el campo de la ciencia del lenguaje y profesor muy distinguido de Gramática Comparada de la Facultad de Letras de la Universidad de Lyon, Paul Regnand. ? Deja tras sí un caudal extraordinario de labor lingúística dise- minado en múltiples revistas en que colabor4 haciendo resaltar en sus trabajos su doctrina sobre los nuevos principios del método evolucionista; y desde que inició sus ensayos con la aplicación de un método general al desarrollo de los idiomas indoeuropeos hasta su Diccionario etimológico de la lengua alemana siempre se ha adver- tido su especial interés por poner de manifiesto las infinitas ven- tajas de los principios por él aceptados. Enemigo decidido de las doctrinas de la escuela de los neo-gramáticos, no perdonó oportuni- dad que se le presentara para combatirlas con tesón como el de ha- cer resaltar bien el carácter empírico que se advierte en la escuela de Bopp. La Revue de Linguistique, la Revue Philosophique, le Bulle- tin Critique, la Revue de Philologie Provengale et Frangaise y la Grande Encyclopédie han publicado muchos de sus trabajos. Los estudios de lingúística oriental constituyeron su afición predilecta, por más que hizo investigaciones también en el campo de las lenguas clásicas; su profundo conocimiento del sánscrito le permitió presentar en forma cronológica y sistemática la doctri- na de los principales Upanishad, —que le mereció el diploma de alumno de la Escuela de Altos Estudios, —el exponer la Retórica sánscrita en su desenvolvimiento histórico y en sus relaciones con la Retórica clásica, el estudiar el Rig-Veda, los orígenes de la mitología europea, y el discurrir en el terreno de la gramática comparada sobre la fonética del sánscrito y del zendo. Conforme al método histórico inaugurado por él escribió una gramática comparada del griego y del latín; basado en el método evolucionis- 1 Regnaud y su obra; porel Dr, Juan M. Dihigo. REVISTA DELA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Vol; vIr, núm. 1. PAUL REGNAUD 353 ta, redactó su Diccionario etimológico del latín y del griego en sus relaciones con el latín, y sobre la discutida cuestión del origen del lenguaje consignó su criterio en una obra extensa, premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas (Premio Bordin), en la que junto á la exposición histórica y crítica de las principa- les opiniones sobre el origen del lenguaje hubo de presentar el plan de una nueva teoría. La RevIisTa DELA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS registra con pena la desaparición de tan ilustre profesor, y publica en este nú- mero su trabajo sobre Le systeme de l'agglutination devant la logique et devant les faits, remitido por el mismo Regnaud á uno de sus Jefes de Redacción. BIBLIOGRAFIA I. Handbook of American Indian Languages. Introduction. Chi- nook. Kwakiutl. Tsimshian; by Franz Boas. Washington, 1910. La labor emprendida por el Profesor Franz Boas, de la Universi- dad de Columbia, haciendo un amplio y concienzudo análisis de las lenguas de la América Septentrional merece el más sincero aplauso. La conveniencia de un estudio que permitiera formar un juicio de la estructura de esas lenguas ha sido necesidad sentida desde hace mucho tiempo; como que no obstante lo realizado por sus antecesores aún se resentía la exposición de las lenguas llama- das polisintéticas, á que nos referimos, de grandes deficiencias que comienzan á ser subsanadas. Acaso sea esta profunda, sabia y pa- ciente investigación la primera que se haga en la forma en que el Profesor Boas la. realiza, con conocimiento de causa, con verdadero método, de conformidad con la exposición corriente en el campo de la lingúística, ya que muy de carácter general es lo que nos refieren de dichos idiomas, por un lado Hovelacque en su Lingúística, y por el otro Lefévre en Las lenguas y las razas, sin que el estudio de las alte- raciones fonéticas, el proceso gramatical, ni cuanto haga referencia á la sintaxis de dichos idiomas se adviertan desenvueltos con el es- mero y el cuidado que requieren en la conferencia que diera en el Ateneo de Madrid D. Francisco Fernández y González sobre «Los lenguajes hablados por los indígenas del Norte y Centro América». Y no es que acerca de esta materia no se hayan hecho más investi- gaciones que las señaladas, pues de ellas trata Hervás y Panduro en el primer volumen de su Catálogo, Vater en el tomo tercero del Mitridates de Adelung, significando este impulso una de las manifes- taciones del advenimiento del método de la filología comparada; Fe- derico Múller en su Sprachwissenschaft, Adam, Henry, Vinson, Uri- coechea, La Grasserie y muchos más, en los estudios especiales que escribieron pero que constituyen hechos aislados, no el estudio de esas lenguas en sua conjunto y en su detalle dentro de un plan me- ditado, bien concebido y mejor dispuesto, como es el del Profesor Boas, dando como única finalidad una obra moderna acerca de las lenguas americanas de Norte América que sea, tal vez, precursora de los estudios sucesivos que realice el antedicho Profesor en los gru- BIBLIOGRAFIA 355 pos diversos de la América Central y Septentrional. Nadie mejor que el Dr. Boas para coronar con éxito la obra emprendida, pues su gran competencia en la ciencia antropológica, de la que es una sec- ción la lingitística, como muy bien dice Pezzi, le capacita para veri- ficar algo serio y bueno en esta esfera en que no puede haber otro método que aquel al que deben los naturalistas sus más bellas vie- torias y sus más útiles conquistas de la verdad. Cuatro son los cuadernos que hasta el momento presente se han publicado en Washington por el Bureau of American Ethnology del Smithsonian Institution. Concrétase el primero á una l/ntro” ducción y los otros restantes al análisis de las lenguas Chinook, Kwakiutl y Tsimshian. Pava que el lector tenga una idea de los puntos característicos de estos idiomas, de las notas salientes que en los mismos se aprecian, discurre el Dr. Boas con gran sencillez y con plena seguridad de los resultados de sus observaciones, ya sobre las influencias gramaticales advertidas en la sintaxis de una lengua sobre otra y hasta en el terreno de la morfología señalando cómo la desaparición de formas gramaticales hace surgir nuevas categorías; ya sobre los préstamos que se llevan á cabo, de lo cual es un buen ejemplo el inglés, originándose cambios de gran alcance debidos á dificultades fonéticas, no siendo tampoco raros los casos de asimila- ción que obligan á la forma gramatical de una palabra á hacer- se similar á otras formas familiares ni los de significación de las voces. Pero así como la influencia lexicográfica en las lenguas en- ropeas se hace sentir mediante préstamos cuando s parece un nuevo objeto surgiendo la designación fonética con más Ó menos modifica- ción, los nativos americanos no adoptan las palabras en esta forma, sino que inventan voces descriptivas para señalar los nuevos objetos. Así el tsimshian de la Colombia Británica indica el arroz con un tér- mino que expresa looking like maggots; el kwakiutl llama al buque de vapor fire on its back moving on the water; el esquímal denomina la picadura being blown upon, dependiendo, como manifiesta el Profesor Boas, la causa de la existencia de mayor número de voces descripti- vas en las lenguas americanas comparada con las de Europa de lo frecuente que resultan los nombres descriptivos. Estudiando, más adelante, las razones, por muchos alegadas, acerca de la influencia del medio ambiente sobre el lenguaje, consigna en forma categórica su opinión de que la influencia de las cercanías geográficas y del cli- ma le parece en extremo remota y agrega que así como no somos ca- paces de probar que todo el organismo humano incluyendo los órga- 356 BIBLIOGRAFIA nos de la articulación puedan resultar sometidos á la influencia del medio ambiente geográfico, menos puede justificarse este elemento como rasgo esencial en la formación 6 modificación del lenguaje hu- mano, como tampoco como causa que pueda utilizarse para responder á las semejanzas del lenguaje humano en áreas muy próximas. No son menos importantes las consideraciones que hace el Pro- fesor Boas al tratar de la necesidad de la lingúística, dentro de su aspecto práctico, para el conocimiento etnológico, ya que el que va á hacer estudios especiales dentro de una tribu india, si desconoce el idioma tiene que acudir á un intérprete en el que habrá de con- fiar en cuanto á los datos que le suministre, no pudiendo descansar tampoco en la jerga formada para las transacciones de orden co- mercial, al objeto de conocer mejor las costumbres de los nativos, porque en algunos casos su vocabulario es en extremo limitado, im- pidiendo el que lleguen á conocerse detalles de las ideas religiosas y filosóficas de los indios. Más adelante y dentro de la propia In- troducción, al tratar de las características de las lenguas americanas y después de referirse á la clasificación que se ha hecho de los idio- mas bajo una base morfológica en isolantes, aglutinantes, polisintéticos y de flexión, indica con especial interés cómo del estudio sereno de la estructura de muchas lenguas americanas se llega á la conclu- sión de ser absolutamente insostenible la tesis de que se las consi- dere como polisintéticas ó incorporantes, pues hay casos en que los pronombres no se incorporan y en que apenas si hay incorporación de muchos elementos en una sola palabra. El chinook es una prue- ba del no polisintetismo; su gramática revela que los nombres casi no muestran tendencia á incorporar nuevas ideas como las que se expresan por medio de los adjetivos en inglés. En los restantes cuadernos se estudian: 1% la lengua tsimshian con su fonética (sistema de sonidos, agrupación de sonidos y leyes de eufonía, los sistemas fonéticos de nass y de tsimshian) y la mor- fología de este idioma con todo el detalle correspondiente; 2? la lengua lkwaktiutl con su fonética (sonidos, grupos de sonidos y leyes eufónicas) su morfología en extenso, formación de palabras, estu- dio que no se hace en la lengua anterior, la exposición de la sinta- xis con el detalle de las diversas clases de oraciones que tampoco se analizan al tratar el tsimshian; y 32 la lengua chinook, compren- diendo los elementos fundamentales de la gramática y señalando, á semejanza de lo que acontece en la agrapación uralo-altaica, las in- teresantes leyes de la armonía vocálica, [dí] Ql - BIBLIOGRAFIA Esperamos con interés los próximos cuadernos que se nos han ofrecido, porque en ellos, como en éstos, hemos de poder aplaudir una vez más la interesante labor del Profesor Boas. De. J. M. Drnico, Profesor de Lingúística y de Filología. II. Curso de Biología (Instrucción general y trabajos prácticos); por el Dr. ArístIDES MesTRE. Un volumen. Imprenta Avi- sador Comercial. Habana, 1910. El Dr. Arístides Mestre, uno de los redactores jefes de esta RE- visTAa, Profesor auxiliar de Biología, Zoología y Antropología, Jefe de los trabajos prácticos del Laboratorio de Biología y Conservador del «Museo Poey» (Zoología) en nuestra Universidad, acaba de dar á la luz pública, en un libro de más de 350 páginas, todas las materias concernientes á la enseñanza de la Biología, tal como se viene realizando en la Escuela de Ciencias en estos últimos años. El mencionado libro está dedicado á la memoria del sabio zoólo- go habanero Felipe Poey, á quien con razón llama «el maestro de las ciencias naturales en Cuba». Dicho Curso de Bivlogía consta de tres partes: la primera la constituye la Biología sistemática con- creta; la segunda, la Biología general (estática y dinámica biológi- cas consideradas en su conjunto); y la tercera, las doctrinas bio- lógicas. Comprende la parte primera estos capítulos, después de la lección de apertura del año académico de 1905 á 1906 y refe- rente á la enseñanza de aquella ciencia: Biología de la Ameeba (morfología y fisiología );—id. del Protococcus;—id. de la Hetero- mita rostrata;—de la Euglena viridis—y de la Protomyxa auran- tiaca;—los Mixomicetos;—el Saccharomyces cerevisise;—el Bacte- rium termo y los microbios: su biología:—Biología del Parameecium caudatum y de otros organismos afines;-—Biología de la Vorticella y estudio de un organismo compuesto;-—Biología de los foraminí- feros y de otros organismos afines;-—Biología de la planta Mucor mucedo y de otros organismos afines; —Estudio de algunos orga- nismos complejos por multiplicidad celular; —Biología de Nitella;— Los líquenes: su biología;-—la Hydra y los pólipos hidrarios;-—Bio- logía del Polygordius neapolitanus y organización del Hirudo medicinalis; —Biología de los musgos y helechos;-—Biología del Asterias rubens;—Biología del Astacus fluviatilis, —Biología del Equisetum, la Salvinia y Selagivella;-—Biología del Anodonta cig- nea;-—El Banunculus: su historia biológica; —Estudio general de 358 BIBLIOGRAFIA las plantas fanerógamas: Gimnospermas y Angiospermas;—Biología del Scyllium;—Organización del Cavia cobaya. Y estos dos más: uno, sobre Biotaxia (Taxonomía y Glosología ); y otro relativo á la Mesología: distribución de los seres. La parte segunda, comprende:—Animales y plantas. Fenómenos comunes y caracteres distintivos. —Constitución elemental de los se- res vivos;-—Diferenciación celular y desarrollo del individuo;-— Organos y funciones de nutrición en las plantas; —Modificaciones principales de las plantas de la flor;—Plantas anuales, bienales y vivaces;—Los movimientos en el reino vegetal; —A parato digestivo y digestión en los animales;—A parato circulatorio y circulación; — Aparato respiratorio y respiración;—Las fuerzas físicas en Biolo- gía; —Organos y funciones de relación; —Los órganos de los senti- dos: su diferenciación;-—La locomoción en los animales; —El cere- bro: morfología y funciones. Psicología. Y la parte tercera, contiene: El problema del origen de la vida; —La noción de la raza y de la especie en Biología; —Los precurso- res de Darwin;-—Lamarck y E. Geoftroy Saint-Hilaire;—Carlos Darwin; su vida y sus obras; —Exposición del Darwinismo;—Teoría de la segregación de Wagner. Crítica del Darwinismo;—y Los fac- tores de la evolución orgánica considerados en su conjunto. Además de las instrucciones prácticas y de experimentación fisio- lógica que llevan al fin cada uno de los capítulos de las dos prime- ras partes del libro, éste trae, por último, otro dedicado al Labora- torio de Biología, con el siguiente sumario: De la investigación biológica; —Organización del Laboratorio; —Técnica microscópica; —HEjercicios de zootomía;-—Fisiología experimental; —Recolección de organismos;—y Bibliografía. En el Prefacio explica el Dr. Mestre las circunstancias que mo- tivaron la publicación del Curso de Biología, entrando en algunas consideraciones sobre el estudio de dicha ciencia y el criterio á que responde la manera de enseñarse actualmente, así como el valor que le concede á los trabajos prácticos. He aquí el modo de expre- sarse el autor respecto de esos puntos de vista á que hacemos re- ferencia. «En el año académico de 1904 á 1905—escribe el Dr. Mestre en las primeras páginas de su libro—introduje una modificación en la enseñanza de la Biología, inspirado en el libro de T. J. Parker, de la Universidad de Otago, New Zealand: me refiero al estudio de la morfología y fisiología de una serie de tipos de organización animal BIBLIOGRAFIA 359 y vegetal, examinados en orden creciente de complejidad; siéndome satisfactorio consignar que el Dr. Carlos de la Torre, Profesor titu- lar—y á quien yo sustituía entonces por encontrarse ocupando su puesto en la Cámara de Representantes —aceptó aquel cambio al hacerse cargo otra vez de la asignatura. Desde aquella primera fe- cha puede decirse que, como consecuencia de la reforma por mí iniciada, el curso de Biología ha comprendido estas tres partes: biología sistemática concreta, biología general (estática y dinámi- ca biológicas consideradas en su conjunto), y exposición de doctri- nas biológicas. A la explicación de la segunda parte he contribuído constantemente, dándole á los alumnos conferencias semanales, y dirigiendo también los ejercicios de zootomía; por todo lo cual ex- preso aquí al Dr. La Torre mi reconocimiento más sincero. « Y mientras este erudito catedrático ha estado representando á la Universidad de la Habana en los últimos Congresos de Zoología Graz) y de Geología (Stockholm), donde ha elevado á gran altura el nombre científico de Cuba con sus importantes descubrimientos locales, descifrando las incógnitas que entraña nuestro virgen suelo, yo he dedicado mis vigilias durante las vacaciones de verano á la preparación de este libro, que á él ofrezco como tributo de admira- ción y afecto, ligando así su nombre al de Poey, de quien es presti- gioso continuador. Lo he escrito creyendo servir á la causa de la enseñanza, si bien modestamente; porque, en efecto, este libro sólo debe considerarse como un guía para las lecciones que hemos ve- nido profesando el Dr. La Torre y yo. Es en gran parte el resu- men de aquéllas, y los alumnos de Biología encontrarán en él todo lo que necesitan para la preparación del curso, sin limitarse la ac- ción del maestro, dejándole libre el campo de sus explicaciones. Mi trabajo ha sido una labor de recopilación de notas y descripcio- nes—á veces tomadas íntegramente, con perdón de sus autores— tarea de selección, que dado el carácter del libro no podía ser otra cosa; sirviéndome de los estudios de Parker, Huxley y Martin, Bonnier, Couvreur, Roule, Max Verworn, Duval, Perrier, Bolívar y Calderón, Dubois, para no citar más. Da termino á la obra un capítulo referente á la organización general del Laboratorio de Bio- logía, con nociones relativas á la clase de ejercicios que en él se han de realizar, por lo mismo que es mi mayor empeño desen volver todo lo más posible la práctica de dicha ciencia, hecho que cons- tituye el verdadero dominio de su conocimiento; y lo iré efectuan- do á medida que su instrumental se adquiera y complete. Si el li- 360 BIBLIOGRAFIA bro, formado de la manera que lo está, resulta útil á los alumnos— á pesar de las muchas imperfecciones que contiene y que soy el pri- mero en reconocer—yo habré logrado mi objeto, y el esfuerzo que aquél significa estará bien compensado. «El curso de Biología, con sus tres fases, representa, en cierto modo, un proceso de enseñanza cíclica; y responde, á no dudarlo, al criterio de Huxley. El estudio de los seres vivos—ha escrito es- te sabio con profunda convicción—no forma sino una sola ciencia, porque la división en Botánica y Zoología no obedece á nada aue sea un fundamento esencial; el zoólogo necesita conocer los fenó- menos de la vida vegetal, como el botánico las leyes que rigen la organización animal, si aspiran á tener una sólida competencia respecto de ambos reinos y de sus relaciones recíprocas en la natu- raleza. El curso de Biología sirve de introducción á la enseñanza especial de aquellas dos ramas; y el examen de cualquier organis- mo—y lo prueba de sobra el mencionado Huxley en su excepcional monografía sobre el Astacus—conduce paso á paso, de peldaño en peldaño, de los más vulgares conceptos á las generalizaciones más amplias, á los problemas más difíciles de la ciencia biológica. «Por otra parte, al curso—no hay que olvidarlo—asisten alum- nos que estudian el doctorado en Pedagogía, los cuales suelen de- dicarse más tarde al cultivo de las letras y de la filosofía. Le de- bemos también á ellos una enseñanza alimentada del espíritu cien- tífice moderno; y con éste por norma recorrerán la escala que se extiende desde las contracciones del protoplasma de las amibas has- ta la suprema complicación estructural y de funciones que revelan los centros nerviosos del hombre. Por ese camino—agrega el Dr. Mestre, al concluir el Prefacio de su libro—se estimula al estudian- te en el deseo de las investigaciones, y se le llama profundamente la atención sobre los grandes misterios del mundo orgánico apreciado en su conjunto, cuyo conocimiento derrama luz intensa en los se- cretos de esa forma de la vida, la del proceso social, llamado por Spencer evolución super-orgánica.» Para los estudiantes de Biología el libro que motiva estas líneas, y del que con satisfacción hemos dado cuenta, llena una necesidad, evitándose aquéllos tener que adquirir varios textos como ha veni- do sucediendo hasta ahora. El libro está, por otra parte, bien im- preso, convenientemente presentado. M. SÁncHEz RolG, Ayudante honorario del Museo Poey, MISCELANEA En el número de Mayo de 1909 (Vél. v111) de la RevIsTa di- mos cuenta de la sexta serie de conferencias universitarias de nuestra Facultad. Durante el curso de 1909 4 1910 tuvo lugar la séptima serie pronunciada por los Dres. S. Cuevas Zequeira, C. de la To- rre, Plácido Jordán, C. Theye, J. M. Dihigo, L. Montané, S. de la Huerta y G. Domínguez Roldán; coincidiendo: aquélla con la visita del Dr. Rafael Altamira, ilustre profesor de la Universidad de Oviedo (España). El Dr. Altamira dió seis conferencias sobre estos temas: La obra americanista de la Universidad de Oviedo (exposición de sus propósitos y el sentido del intercambio universitario); Organiza- ción de los estudios históricos; Ideas é instituciones pedagógicas, con particular examen de los Museos pedagógicos; Asociaciones escolares, deberes del estudiante como tal, como ciudadano (especial para los estudiantes); Extensión universitaria; y, por último, Historia del municipio español según las últimas investigaciones. Tomaron parte en las fiestas que la Universidad entonces dedicó al maestro ovetense los Dres. Dihigo— dándole la bienvenida, el Dr. Lendián—con un discurso doctrinal, y el Dr. Gonzá- lez Lanuza—con el de despedida. La REVISTA tiene el propósito de publicar las conferencias del Dr. Altamira, lo que no ha hecho aún por causas ajenas á su volun- tad; y, al publicarlas, describir las mencionadas fiestas que tan grato recuerdo nos dejaron y en las que el Dr. Altamira dió pruebas de sus altas prendas intelectuales. En cuanto nos sea dable llenaremos ese vacío. En el presente curso ya comenzó la serie octava de las conferencias. Por otra parte, la Facultad de Letras y Ciencias ha visto, en las conferencias de los obreros recientemente organizadas por la Secretaría de Instrucción Pública, esa otra forma de la extensión universitaria por que ha abogado más de una vez, respondiendo aquéllas á lo que vienen realizando otros países en ese sentido; conferencias en las que figuran prestigiosos elementos de la Universidad. Pero, refiriéndonos de nuevo á la séptima serie de las conferencias de nuestra Facultad, las pronunciadas por los Dres. Carlos de la Torre y Luis Montané, en el pasado curso, nos estimularon por más de un motivo á escribir las siguientes líneas que publicamos en el semanario El Figaro (Enero y Abril de 1910), de donde las trasladamos ahora á las páginas de la REvIsTA. Helas á continuación. LA EXTENSION UNIVERSITARIA Qué profanda adwiración no habría de experimentar un supuesto viajero que, gozando de una longevidad fantástica, navegara lentamente por el océano inmenso de las edades geológicas! Ah! Cómo lo cautivaría tanta grandeza al conocer la his- toria de los principales representantes del mundo orgánico en esa peregrinación infi- nita; porque el hombre, profundizando en la corteza de la tierra, ha encontrado ya gran número de los eslabones dispersos que constituyen el encadenamiento de los se- res, y demostrado, con hechos irrecusables, la ley de la continuidad en la naturaleza! Esfuerzo fructífero de la ciencia moderna que ha descifrado muchos enigmas, al parecer impenetrables, y dado su verdadero valor á los restos fósiles que, cual las monedas más antiguas representan para el arqueólogo algo así como las medallas 362 MISCELANEA de la creación... Metamorfosis que se han sucedido en los organismos fuera de nuestro alcance; no las podemos observar directamente: ellas exigen millares ó mi- llones de siglos y nosotros somos las «efémeras» que mueren en la tarde del día que las vió nacer—nous sonunes comme les éphéméres qui meurent au soir du jour qui les a vue naítre... La hermosa conferencia pronunciada el sábado 22 del actual (Enero, 1910) en la Universidad por el Dr. Carlos de la Torre, nos demuestra satisfactoriamente que no somos nosotros elementos extraños á ese empeño de investigación cientifica, por- que aquel competentísimo profesor de Zoología, al escudriñar últimamente nuestro suelo, ha efectuado dos importantes descubrimientos, descansando sus eruditas apre- ciaciones en Ja Anatomía Comparada y en la Paleontología—hermauas gemelas— corroborañoras del famoso principio de la correlación de las formas y de la unidad de plan de organización. En las casimbas de San Juan de los Remedios encontró Latrrre, entre otros fragmentos óseos, las garras del Megalocnus 6 Myomorphus, confirmando al cabo de cincuenta años, de medio siglo, las opiniones del ilustre paleontólogo Leidy, en cu- yos trabajos Poey tomó importante participación, dejando entonces, y como siem- pre, la huella de su inteligencia y su saber; y á dicho fósil está ligado el problema —ya resuelto por el feliz hallazgo—de la unión de Cuba, en tiempos remotísimos, al continente americano. Ese descubrimiento viene á desvanecer dudas creadas por algunos naturalistas; pero el otro á que hemos aludido—realizado pocos nteses há—es el de la positiva y abundante existencia de ejemplares de Ammonites en la región occidental de la Isla, hecho de trascendental significación en la Geología de Cuba. De ambos descubrimientos propónese el Dr. Latorre dar cuenta en el Con- greso Geológico Internacional que se celebrará este año de 1910 en Suecia, por lo mismo que, abren, á no dudarlo, amplio horizonte á futuras exploraciones: y en el éxito de ellas han de estar empeñados todos los que deseamos el progreso local, an- helando el mayor prestigio de la ciencia que aquí se fomenta tan laboriosamente! Penetra, alma de naturalista, en nuestros vírgenes bosques para descubrir lo inexplorado, ya que la historia de los trópicos brinda á la ciencia, con su exuberan- te vitalidad, un campo vastísimo á la investigación; y evita con titánico esfuerzo que te despojen de los que serán tus triunfos, que son gloria de tu patria, y vayan á adornar la frente de los sabios de otros lugares... Sí, penetra por esos montes y cordilleras enhiestos, propios más de aves que de seres humanos; deja que el sol caldee tu cabeza, que de tu cerebro brotará el concepto espontáneo, rebosante la poderosa idea. ¡Dichoso tú, que en el afán de indagar los misterios de la vida, has aprendido los secretos de las ostras y de las perlas! El espíritu de Poey parecía flotar en el salón de la Universidad en tanto que Latorre vertía, con sensibilidad exaltada, su pensamiento original y profundo, evo- cando á cada paso el recuerdo del maestro inolvidable, que vive siempre en el cora- zón de los que fuimos sus discípulos. Hace hoy, día 28, precisamente diez y nue- ve años que Poey nos dejó para toda una eternidad y aún nos parece que oímos su blando acento, su voz amable, infiltrándonos su amor á la naturaleza, su entusias- mo vehemente por el íntimo consorcio entre las letras y las ciencias; porque lo sen- timos aún, Como si lo viéramos, buscando en Virgilio las armonías, en Sófocles la elevación, en Lamartine el himbo perpetuo, 6 en Cuvier—el paradójico Cuvier—y en Darwin, el genio investigador!... Y tú, su discípulo predilecto, prosigue su obra, honrando su gloriosa jornada: el nombre egregio del que te dió la despedida en fe- MISCELANEA 363 cha memorable, deseándote días prósperos, que brillaras como el sol que nos ilu- mina para que calientes con tus rayos su tumba fría, la que guarda sus restos que- ridos, los restos de un muerto tan sagrado para nosotros. Acompañada de interesantes proyecciones ilustrativas dió en la semana ante- rior (Abril 16) en la Universidad, su conferencia el Dr. Luis Montané, Profesor de Antropología. El tema desarrollado fué el Estado actual de nuestros conocimientos sobre el origen del hombre. Clara, reposadamente, relacionando bien unas ideas con las otras, trató el docto catedrático la tesis siempre trascendental, siempre palpitan- te, la que siempre encuéntrase en la arena candente de jas discusiones contempo- ráneas. ¿Cómo no preocuparle constantemente al investigador los orígenes de la humanidad, la clase de lazos que la unen á la vasta cadena de seres inferiores á aquélla? El Dr. Montané supo condensar con gran tino muchos libros en el corto espacio de una hora, lo cual no constituyó el único mérito de su lección, que com- prendía dos partes: en la primera, refirióse sobre todo á la antigúiedad del hombre y á las edades prehistóricas; en la segunda, expresó metódicamente y por orden cronológico los descubrimientos efectuados en estos últimos años, recordándonos los de las razas fósiles de Candstad, Neanderthal, Spy y Cro-Magnon, para aludir, por último, á los hallazgos recientes, á los verificados, puede decirse en el pasado año de 1909: la mandíbula de Mauer, el cráneo de Chapelle-aux-Saints y el esque- leto de la Ferrassie. Desde los esfuerzos de Boucher y Perthes hasta los descubrimientos de hoy, ¡qué hermosa y fructífera labor han venido realizando los sabios! El cuerpo de doctrina que representa ya la Antropología no es obra de un día, sino de genera- ciones de trabajadores eruditos é infatigables; no se ha formado ni elevado á la altura que ostenta más que acumulando lentamente adquisición tras adquisición, hecho tras hecho, á la manera que desde las profundidades del mar surgen y apa- recen imponentes sobre la líquida llanura las famosas islas madrepóricas. ¡Qué elaboración no significa el arrecife que se levanta por encima del nivel de las aguas! La ciencia tiene demostrado que el hombre no puede considerarse aislado en la naturaleza: está sometido á las mismas leyes que regulan y desenvuelven la vida en los demás seres. Y el aplicar la teoría de la evolución—que reina soberana en el mundo de los naturalistas —á nuestra especie ha traído sin duda progresos incal- culables: consideración que se desprendía de la conferencia del Dr. Montané, tan llena de sana doctrina al interpretar fielmente los adelantos y el espíritu científico, al relatar la serie de formas fósiles que establecen transición entre el cráneo de los monos superiores y el del hombre mismo. Analizando la antigúedad humana y el valor de los descubrimientos, no olvidó el Dr. Montané que plomo y no alas exige la inteligencia para reprimir sus saltos y sus vuelos, y que la verdadera ciencia huye forzosamente de las conclusiones prematuras, no sometidas al indispensable retén de la observación y de la experiencia. La imaginación no puede en ningún caso reemplazar á la realidad de los hechos, no puede ciertamente lienar vacíos, cuyo colmo corresponde á las futuras investigaciones. La América con su civilización sorprendió al hombre ocupado en descifrar los enigmas del Viejo Mundo; ella cayó «sobre los campos del saber moderno con la lobreguez de una sombra tan dilatada como el continente americano », escribía en cierta ocasión un compatriota nuestro ya desaparecido; y Cuba—que formó parte 364 NOTICIAS OFICIALES de la tierra firme en días lejanos de la historia del planeta—guarda en su seno todavía muchos secretos. El Dr. Montané no debe concretarse á difundirle á sus alumnos de la Universidad la ciencia constituída, que también tiene el sagrado compromiso de continuar las interesantes investigaciones por él con brillo inicia- das: á ello lo obliga su excepcional competencia en esas materias. Lleve siempre delante de sus ojos la frase de Poey—nuestro mentor, guía incomparable—cuando dijo: sea cubana nuestra Antropología, que sólo así prestará servicios positivos á la eiencia. No desmaye en la tarea comenzada con tanto entusiasmo, —Palpite en su alma en todos los momentos el amor por ese género de estudios; no crea, no, que el hombre parezca condenado á perseguir eterna é inútilmente el misterio. Al cabo lo penetra, lo despeja y abre así nuevos horizontes á su conciencia educada! Dr. A. MESTRE. NOTICIAS OFICIALES CESIÓN DE CURSOS.—La Facultad se ha mostrado conforme con la petición que le hiciera el Catedrático D. Juan Orús, de ceder, por este año académico, al Catedrático Auxiliar Dr, Victorino Trelles, los cursos de Mecánica Racional y Astronomía. GRANJAS ESCUELAS.—La Facultad ha designado á los Catedráticos Sres. Carlos Theye y Eduardo A, Giberga para que formen parte del tribunal de oposiciones que ha de juzgar los ejercicios para cubrir las cátedras de las Granjas Escuelas. SALÓN DE LECTURA.—La Facultad ha acordado establecer un salón de lectura de libros y revistas de educación para los miembros de la Asociación Pedagógica, todo bajo la dirección del Dr. Alfredo M. Aguayo. Dos PLAZAS DE AUXILIARES.—La Facultad ha solicitado del Gobierno la crea ción de dos plazas de Auxiliares: una adscripta á la Cátedra de Dibujo lineal y natural y otra á la de Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico. Dicha petición se ha hecho fundándola en el gran número de alumnos matriculados. NOMBRAMIENTO. —El Sr. Presidente de la República ha nombrado al Catedrá- tico de Zoología, Dr. Carlos de la Torre, para que gestione cerca del Gobierno de España la autorización correspondiente para publicar la Ictiología cubana escrita por ei sabio naturalista D. Felipe Poey. AYUDANTE HONORARIO.—La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes ha autorizado al Sr. Mario Sánchez y Roig para que desempeñe, gratuitamente, el cargo de Ayudante Facultativo del Museo de Zoología (Museo Poey), sin que tal autorización le otorgue derecho en cuanto á la propiedad de aquél ni á retribu- ción alguna. E E logía (1 curso)... A POSO Dr Carlos de lay Eorre: RARE IT CUT) a o e tropología general (1 curso)... a E EA e Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS tología, A E ES ER - ttomía Comparada . e es e a Di Aristides Mestre (Aux.). II E MO Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador Museo de Zoología); Dr. Victorino Trelles (Jefe del Gabinete de Astronomía); Nicasio Silverio ( (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu fe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardin Botá- )). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. —El '“Museo Antro- 5gico Montané” y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular la asignatura. z 3, ESCUELA DE PEDAGOGIA, zología Pedagógica (1 Curso)... ....- -) toria de la Pedagogía (1 curso)... . +. . MEA Dr. Ramón Meza. riene Escolar (1 curso) Po : 7 tología Pedagógica (2 CUrsO0s) . .. . . . +. a Dr. Manuel Valdés Rodrí- guez. mijo Lineal (1 curso) . ES E E ar o ) S Su Pedro Cómicas o: NatúralofI curso) ceciaitzs dle CONFERENCIAS Crítica de la Educación Contemporánea. ] ¿ Y q . e Pedagogí de Experiment dl. l Dr. Alfredo M. Aguayo. (Aux.). “Lectura é interpretación de las obras de 35 grandes pedagogos contemporáneos... . ) Agrupada la carrera de Pedagogía en tres -cursos, comprende también asignaturas se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. pio topográfico, estructural y arquitectónico CUISOS co de AA A e paro fesot Sr. Augenio Raynerl: ereotomía (1 E A 2 adesia y Topografía (1 curso) ES Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. “imensura (1 Curso) . . . E ” ) : seriales de Construcción (1 curso) - de O pacas Estática eta A o NA istrucciones civiles y Sanitarias (a curso) . J Iromecánica (1 Curso)... . + - Y quinaria (1 curso) : os eniería de Caminos G Cursos: : puentes, fe- ¿ll acarrlescalles y carreteras) eS eñanza especial de la Electricidad (3 Cursos) ¡uitectura é Higiene de los Edificios(1 curso) ] toria de la Arquitectura (1 curso). . | itratos, Presupuestos y Legislación especial ¡ la Ingenieria y Arquitectura (L-GULSO)- == Y Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y fuitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del La- 1torio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela 'studia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á 18 Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA. mica Agrícola é Industrias Rurales (r curso) IAicación dSazicari(l curso) +... .% $ Sr. Eduardo Giberga. S Dr. Luis de Arozarena. 43 Sr. Ovidio Giberga. se Dr. Antonio Espinal. » Profesor Dr. Francisco Henares. "onomía (1 curso) NS Ra ¡ECTS CMESO Jura 0 A a > Sr. José Cadenas. tecnia (1 curso). . . , : momía Rural y Contabilidad Agrícola (a 1 1TSO). 2. 3 islación Rural y formación de. Proy ectos ' 1 1 José Gomallonga. ECUTSO o as AA | Para los ¿radás de Perito químico agrónomo y de Ingeniero Agrónomo, se exigen ¡dios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 12 á 5 la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes uelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- iciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, eto. ANTISO La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS será bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la Revista, el canje co- rrespondiente; y de los centros de instrucción ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nue: tra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc... dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad dela Habana, Re- pública de Cuba. NOFTPECH The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad dela Habana, República de Cuba. LANAS La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraitra tous les deux mois. ' On demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de l'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias Universidad de la Habana, República de Cuba. HS ES y od pa DR o Ia UNE 5 00280 3755 NERO ONES L 7 YN Pe a] 1) os BROS Can OS dr oy A ha